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LA PRÁCTICA PERICIAL PSICOLÓGICA EN LOS

JUZGADOS DE FAMILIA

L. José Mecerreyes Jiménez

Psicólogo de los Juzgados de Familia de Madrid

Se presenta en primer lugar de modo general el marco donde tiene lugar la intervención
pericial psicológica, los tipos de procedimientos donde más frecuentemente se solicita, y las
funciones del psicólogo forense dentro del contexto de los Juzgados de Familia. A
continuación se expone un esquema genérico de evaluación, por una parte, para aquellos
casos que versan sobre guarda y custodia y regímenes de visitas, y por otra, para aquellos
relacionados con procedimientos de protección de menores. Se remarca la inexistencia de
medidas precisas para la toma de decisiones y la utilización de una metodología basada en
indicadores psicosociales, los cuales son analizados dentro de un contexto y de manera
relativa.

The general framework of the psychological expert intervention in Family Courts is presented,
the more frequent types of proceedings where the intervention is asked for, and the roles of the
forensic psychologist within the Family Courts context. In a second place, a generic
assessment plan is exposed, both for the custody and visitation cases and for those
proceedings related with child protection. Finally it's remarked the lack of accurate
measurements for decision making; and also the use of psycho-social indicators based
methodology is stressed, those which are analyzed within a context and on a relativistic way.

La intervención del psicólogo forense en este ámbito depende de la decisión personal del
Magistrado-Juez del Juzgado al que el profesional se encuentre adscrito. Así, en el último
párrafo del artículo 92 del Código Civil, sobre medidas para el cuidado y la educación de los
hijos, se indica: "el Juez, de oficio o a petición de los interesados, podrárecabar el dictamen de
especialistas". El informe normalmente suele ser solicitado dentro de uno de los
procedimientos siguientes:

- Medidas Provisionalísimas (previas a la interposición de la demanda; artículo 104 del


Código Civil).

- Medidas Provisionales (coetáneas a la interposición de la demanda; art. 103).

- Separación (Procedimiento Contencioso según la Disposición Adicional V de la Ley


30/81, de 7 de julio).

- Divorcio (ídem que el anterior).

- Incidente de Oposición de Medidas.


- Modificación de Efectos de Medidas (de Separación o de Divorcio, según Ley 30/81).

- Acogimiento (de acuerdo con la Ley 21/87, de 11 de noviembre).

- Adopción (ídem que el anterior).

- Impugnación de Tutela.

Las solicitudes de dictamen se refieren, en la mayoría de los casos, a la determinación de cuál


de los dos progenitores es el más idóneo para ostentar la guarda y custodia del menor o
menores, y cuál es el régimen de visitas más adecuado para el progenitor no custodio. Esto en
los cuatro primeros procedimientos enumerados. En los procedimientos que implican
modificación de efectos de medidas adoptadas en otro anterior, lo más frecuente es que el
informe pericial verse sobre la conveniencia de modificar un régimen de visitas determinado,
ampliarlo, suspenderlo, instaurarlo, o reducirlo, si bien puede orientarse a la conveniencia de
modificar una custodia establecida previamente. En los casos de acogimiento o adopción
judiciales e impugnaciones de tutelas administrativas, se trata fundamentalmente de valorar la
separación de la familia biológica; perjuicios consecuentes a la extinción del acogimiento o la
adopción; integración y adaptación a las circunstancias actuales de los menores y
conveniencia de un cambio en las mismas; posibilidad de visitas con la familia de origen;
mantenimiento o modificación de las circunstancias que dieron lugar a la tutela por la Entidad
Pública; etc. (para consultar una amplia descripción y una postura crítica sobre los aspectos
de protección de menores desde esta perspectiva, ver Ramírez, 1997). También en este caso,
"el juez podrá ordenar la práctica de cuantas diligencias estime oportunas para asegurarse de
que la adopción, el acogimiento o su cesación resultarán beneficiosos para el menor" (art.
1826 de la Ley de Enjuiciamiento Civil).

UNA PROPUESTA METODOLÓGICA

Antes de exponer un marco metodológico por supuesto no excluyente de otras propuestas de


evaluación en este ámbito judicial, hay que mencionar de modo general las funciones del
psicólogo para así disponer de una perspectiva también genérica de los objetivos de nuestra
intervención. A este respecto, la descripción realizada por De Luis e Ibáñez (1987) sigue
teniendo validez. Indican que las funciones están sujetas "al criterio del magistrado del que
dependen, a los efectos de delimitar su función", lo cual en la práctica es especialmente
relevante, cabría añadir, "y, en términos generales, las funciones que suelen encargar (...) son
las siguientes:

El psicólogo se encarga fundamentalmente de dictaminar sobre la idoneidad de que la guarda


y custodia de los hijos del matrimonio en litigio le sea concedida a uno u otro de los cónyuges,
y de modo casi extraoficial de ofrecer una serie de pautas de comportamiento para que las
ulteriores relaciones paterno-filiales se desarrollen de la forma más correcta posible",
mediante orientaciones por escrito dentro del informe o de forma directa y personal a modo de
entrevista de devolución. Mencionan como una de las funciones del Trabajador Social la de
"supervisar a modo de seguimiento, el cumplimiento de las medidas judiciales acordadas,
informando cómo se desarrollan los regímenes de visitas acordados, etc.". No obstante, y
volviendo a la discrecionalidad del juez, ésta es una función también ejecutada en ocasiones
por el psicólogo dependiendo de circunstancias específicas, como la necesidad de comprobar
la evolución de características psicológicas (progresión en un tratamiento y posibilidad de
instaurar un régimen de visitas, por ejemplo).

Sobre los objetivos, los autores continúan diciendo: "Por un lado aportar material para facilitar
la toma de decisión acerca del modo en que deben establecerse las relaciones entre padres e
hijos, atendiendo a (...) sus implicaciones afectivas y conductuales. Y por otra parte, indicar
qué sistemas de relación deberían adoptar ambos padres para proporcionar a sus hijos un
desarrollo armónico, evitando, en la medida de las posibilidades, que éstos se vean afectados
por las desavenencias que entre los cónyuges existan (o surjan); evitando también el deterioro
de la imagen de cada uno de los padres ante los menores, y los sentimientos de culpa de
éstos ante la situación. Otro objetivoprincipal es el de evitar todo impedimento, por parte de
cualquiera de los padres, del acceso de los hijos al otro". La importancia inobjetable de estos
objetivos choca con el carácter puntual de la mayoría de nuestras intervenciones y con su
cualidad básicamente evaluativa, sobre todo con respecto a la evitación o reducción de
riesgos o dificultades en las relaciones parentofiliales futuras. Parece clara en este sentido la
conveniencia del planteamiento institucional y judicial de las posibilidades que la mediación
intrajudicial por parte de profesionales puede aportar en los procesos de separación y divorcio
para la prevención o reducción del riesgo de problemas de inadaptación tanto en los menores
como en los adultos implicados, y aún más teniendo en cuenta la existencia de experiencias
sistematizadas de este tipo dentro de nuestro marco estatal (Bolaños, 1995).

PARA GUARDA Y CUSTODIA Y REGÍMENES DE VISITAS

No existe una metodología estándar para los peritajes en este ámbito. Al menos una
metodología reconocida oficialmente como más adecuada o aceptada como más eficaz, por lo
que la utilización de unas u otras técnicas depende del "saber y entender" del psicólogo, de su
orientación teórico-práctica y de su experiencia y manejo de las pruebas que considere
mejores para sus objetivos. En lo que existe un mayor consenso es en los aspectos o
indicadores psicosociales (ya que no se puede hablar de variables) que es preciso tener en
cuenta para valorar qué opción de custodia es más favorable o cuál es el régimen de visitas
más conveniente (Martín, 1991, 1993; Ramírez, 1993). La perspectiva metodológica que se
refleja aquí comparte en líneas generales los objetivos de evaluación de los autores referidos,
y esos objetivos irán siendo apuntados junto con las técnicas propuestas. Éstas se han
estructurado en tres grupos, de manera un tanto arbitraria, pero confiando que práctica, de
cara a la exposición: Entrevistas, observación de interacciones, y "pruebas psicométricas"
(cuestionarios, inventarios o escalas).

El paso previo necesario al inicio de la evaluación lo constituye, como es propio en el ámbito


forense, la lectura y examen de los autos, que da pie al planteamiento de hipótesis iniciales en
cuanto a dos aspectos fundamentales:

- Determinación de las personas relevantes para obtener información.

- Determinación de las técnicas concretas a utilizar.


Aspectos que pueden ser modificados a medida que va transcurriendo la evaluación y se
obtiene información.

A. ENTREVISTAS

A.1. A los padres

A.1.a) Entrevista conjunta

El objetivo que persigue es, fundamentalmente, intentar el acuerdo entre los progenitores, lo
cual se consigue en un porcentaje reducido de casos. Las partes suelen llegar ya muy
enfrentadas a este momento y además los posibles acuerdos se ciñen exclusivamente a la
custodia y a las comunicaciones con los hijos. Obviamente, la lectura previa del expediente
aclara en qué casos debe evitarse esta aproximación (maltrato al cónyuge, abusos sexuales,
etc.). La consecución de un acuerdo supone, por una parte, la ventaja de acortar la duración
del procedimiento que concluye con la resolución judicial (que debe dar el visto bueno o no al
acuerdo), y por otra parte, la de disminuir, o no aumentar al menos, los niveles de estrés tanto
de los padres como de los hijos frente a una situación crítica.

Un objetivo, secundario, cuando no es posible el acuerdo, se dirige a mantener la situación de


evaluación (salvo negativa explícita o imposibilidad de alternancia en los discursos) siguiendo
un patrón semiestructurado similar al que se expone para las entrevistas individuales. Además
de la economía de tiempo, esto supone la posibilidad de extraer conclusiones más claras al
confrontar las versiones de ambas opciones (sin que deje de sorprender, en ocasiones, la
disparidad de las mismas incluso en hechos que parecerían objetivos para un observador
externo).

A.1.b) Entrevista individual

Se entiende conveniente comenzar con una explicación, aclarando o ampliando la información


que el usuario trae acerca de los objetivos de la intervención pericial, lo cual, además de
resultar necesario en casi todos los casos (aun cuando sea el propio abogado quien lo
solicitó), favorece en cierta medida la interacción. Tras ello, y una breve exposición del
carácter y contenidos de las intervenciones y del proceso (lo que se entiende como un deber
del profesional y un derecho del usuario, con las ventajas añadidas que puede comportar de
cara a la reducción de ansiedad y a la obtención de información), la atención se dirige, en
términos generales, al siguiente esquema:

- Demanda que realiza, de forma concreta (aspecto que no siempre coincide con lo
expuesto en los autos).

- Razones para realizar esa solicitud.


- Ventajas que percibe sobre la otra opción. (Percepción de sus capacidades,
adecuación y competencias para el cuidado de los menores, percepción de la
situación y de las necesidades de éstos desde el punto de vista de su bienestar)

- Proyecto o alternativa que ofrece: educativa-escolar, cuidados y atenciones, régimen


de visitas que contempla para el otro padre, etc.. (Adecuación a las necesidades y
características de los menores, continuidad-ruptura con su estilo de vida anterior,
consideración de la importancia de las relaciones con el otro progenitor).

- Cualidades de la otra parte. Aspectos positivos de la opción alternativa. (Flexibilidad-


rigidez cognitiva, capacidad para separar la relación de pareja de las relaciones y
capacidades parentales).

- Expectativas ante una resolución judicial contraria: Reacción y actitudes, y régimen


de visitas que se pretendería en ese caso.

- Historia de la relación con los menores: Atenciones y cuidados. Juegos y actividades


compartidas. (Estimación del apego, obtención de información acerca de las
repercusiones de la separación para los hijos).

- Relación cotidiana (actual), con los menores: Atenciones y cuidados. Actividades


compartidas. Imposición de normas y límites, corrección o modificación de conductas,
y resolución de conflictos (especialmente con adolescentes), teniendo en cuenta su
adecuación al estado de desarrollo evolutivo. (Estilos educativos y adecuación;
repercusiones de la separación).

- Descripción de los menores. Comparación con la del otro padre y con la obtenida de
los propios niños. (Grado de conocimiento y percepción de sus características, deseos
y necesidades).

- Red de apoyo social. Qué personas estarían también implicadas en la alternativa que
se presenta en relación con los menores. Si han tenido relación con ellos y cuál es su
implicación. Tipos de apoyo: adecuados o inadecuados por exceso o por defecto.
(Delegación inadecuada de funciones, discriminación al otro progenitor, conveniencia
para los hijos de los apoyos planteados, ruptura de su estilo de vida o continuidad,
etc.).

- Actividad laboral y de otros tipos. (Compatibilidad con el proyecto, satisfacción o


ajuste, etc.).

- Información proporcionada a los menores sobre la situación familiar. (Adecuación,


distorsión, imagen del otro, etc.).
- Opinión o conocimiento con respecto a la percepción de los menores y a sus
preferencias. (Nivel de comunicación, posibles influencias sobre ellos, respeto a sus
decisiones, comparación con otras fuentes de información, etc.).

- Estado de salud. Tratamientos actuales.

A.2. Entrevistas a terceros

A.2.a) A otras personas significativas

Con base en el siguiente esquema previo:

- Objetivos y contenidos de la evaluación, de modo similar a lo expuesto en el


apartado anterior.

- Relación pasada y actual con los menores. (Importancia y naturaleza, apego,


provisionalidad, etc.).

- Percepción de la situación actual (separación, cambio de medidas) y de los


progenitores y los hijos. (Parcialidad e influencia sobre la imagen de los padres,
localización de la atención en el bienestar de los menores, etc.).

- Contribución al cuidado y educación. (Estilo educativo, naturaleza de la delegación,


autoatribuciones, etc.)

A.2.b) A profesionales

Psicólogos, psiquiatras, profesores, pedagogos, trabajadores sociales, etc..

- Relacionados con el menor.

- Relacionados con los progenitores.

A.3. Entrevista con el menor

Las variaciones en cuanto a planteamiento, contenido y desarrollo son muchas, tanto por
razones de edad, nivel cognitivo o estado emocional, como por la información que el niño o la
niña poseen de la situación familiar (puede incluso ocurrir que se presenten a la entrevista sin
conocer que sus padres se están separando). Por ello el esquema siguiente debe entenderse
que sea muy general y flexible, sin olvidar además características especiales que conviene
considerar en cuanto a las formas de preguntar, responder a las contestaciones, y de
interactuar en general para obtener la mejor información posible (Garbarino, Scott, et al.,
1993).

- Razones de la evaluación. Conviene en primer lugar comprobar qué es lo que sabe


sobre la separación y del objetivo de la evaluación, y en función de ello proporcionar
información y aclaraciones pertinentes, además de explicar qué es lo que se va a
hacer, cuánto tiempo durará la evaluación, etc..

- Ámbito escolar. En términos generales, se trata de valorar la adaptación en este


área, y poner esto en relación con las opciones alternativas y la conveniencia de
mantener la continuidad en el estilo de vida. Para ello se valora aspectos tales como
relaciones con los profesores, con los compañeros, rendimiento, aplicación,
satisfacción, etc..

- Ámbito relacional y de ocio. Con el mismo objetivo que en el caso anterior: relaciones
con iguales, aficiones, juegos, deportes, etc..

- Ámbito familiar. Evidentemente, el área más importante y más complicada de


evaluar, por la reactividad que comporta, además de otras circunstancias, como
influencias dirigidas a fortalecer o debilitar una opción, sesgos en la percepción del
propio menor sobre la separación, etc.. Se trata de valorar la adecuación de la
organización cotidiana y la de los fines de semana, las posibles influencias recíprocas
sobre la imagen del otro padre (si se proporciona una imagen negativa, si se le critica
o minusvalora), y las interacciones con cada uno de ellos en la situación actual, crítica,
así como la historia de relación. Se pretende conocer qué opción supone menos
cambios para los hijos y cuál añadiría menores problemas de adaptación o ajuste, así
como determinar si existe alguna causa de carácter excluyente como maltrato, abusos
sexuales, u otras (Martín, op. c.).

B. OBSERVACIÓN DE INTERACCIONES

Los aspectos relacionales tienen una importancia fundamental entre los criterios que sirven
para estimar la idoneidad de cada opción de guarda y custodia y la viabilidad o detalles de un
régimen de visitas. Sin embargo, hay que reconocer (al menos por parte de quien suscribe
este artículo) la ausencia de un método sistemático de recogida de información que garantice
unos aceptables niveles de fiabilidad y validez, teniendo en cuenta además los problemas
propios del método observacional en la evaluación de las relaciones padres-hijos (Silva y
López, 1983). Algunos procedimientos se presentan con interés de cara a la realización de
comparaciones objetivas entre la relación paterno y maternofilial, y su adaptación y validación
o la de otros sistemas en este ámbito contribuirían desde luego a la mejora de la calidad del
trabajo pericial. En este sentido podría señalarse el Sistema SOC-III, de Walher y otros
autores, adaptado por Cerezo, con los problemas prácticos añadidos de requerir observadores
experimentados diferentes del evaluador, y varias sesiones de observación en un marco
natural. Otra alternativa sería el procedimiento de Toub para la evaluación de interacciones
madre-hijo, de carácter situacional, rápido y con situaciones preestablecidas de juego e
instrucción. También, el método de Innerhofer, o el método de observación de interacciones
padre-hijo para la solución de problemas de Reiss.
En la práctica (en la del autor, se entiende), usualmente la utilización de entrevistas de
interacción y la observación y análisis de los comportamientos y actitudes que tienen lugar en
ellas comprende dos casos:

B.1. Menor-adulto

En aquellos procedimientos en los que se plantea la conveniencia de modificar un sistema de


visitas o comunicaciones, instaurarlo o restaurarlo, como primer paso, y evidentemente
previas entrevistas individuales con los interactuantes en las que se otorgue su conformidad.

B.2. Entre hermanos

Para aquellos casos, poco frecuentes, en los que se encuentran separados (con guardadores
diferentes, por ejemplo).

C "PRUEBAS PSICOMÉTRICAS"

En el caso de los tests, cuestionarios, inventarios o escalas es donde mejor se plasma lo dicho
antes en general, acerca de la metodología a utilizar, sobre la orientación teórica y la
experiencia personal. Con esta premisa, por otra parte obvia, se presentará las pruebas
usadas más frecuentemente por quien suscribe en su práctica cotidiana junto con algún
apunte relacionado con su utilización en este contexto.

C.1. Adultos

Las relaciones entre los resultados que puede obtenerse con respecto a rasgos o
características de personalidad normal y las capacidades para ejercer la guarda y custodia o
la adecuación de futuras interacciones parentofiliales, son bastante laxas. El 16PF
proporciona, como es bien sabido, información sobre tendencias o disposiciones generales, y
su limitada capacidad predictiva mejora en cierta medida cuanto más extremas son las
puntuaciones obtenidas. Aunque teniendo en cuenta el contexto de evaluación y los objetivos
de los evaluados, las puntuaciones extremas son poco frecuentes y la tendencia a la
deseabilidad social (puntuaciones altas en la escala "DM") es acusada. Su aplicación se
acompaña de la del CAQ, la cual tiene el objetivo de comprobar la presencia de indicadores
de psicopatología, siendo frecuente y esperable la aparición de elevaciones en algunas
escalas dada la situación de crisis que suelen estar atravesando los evaluados, lo que es
preciso tener en cuenta. Como objeciones relacionadas con la práctica, hay que mencionar el
grado de fiabilidad (Krug, 1994), la preponderancia de las escalas relacionadas con depresión,
y la utilidad de la escala de validación (al aplicarlo conjuntamente con el 16PF, resulta una
mejor referencia la escala "DM").

Derivado de la teoría de Millon (Millon y Davis, 1998) ha sido desarrollado el inventario MCMI,
existiendo adaptación española de la segunda versión, MCMI-II (Millon, 1998). Incluye diez
escalas básicas de personalidad, tres de personalidad patológica, ocho síndromes de
gravedad moderada, y tres síndromes graves (psicóticos). Supone una propuesta interesante
en principio, siempre que las puntuaciones sobrepasen el punto de corte establecido, pues a
mayor puntuación se hipotetiza mayor rigidez en el funcionamiento de la personalidad, o
mayor gravedad del síndrome, en su caso. En la experiencia con el instrumento destaca la
impresión de un sesgo de elevación para determinadas escalas (para la Obsesivo-compulsiva,
por ejemplo), que pudiera ser bien atribuible a características propias del instrumento o bien
reflejo de aspectos psicológicos idiosincráticos de la población que accede a este contexto de
evaluación.

La Escala de Clima Familiar de Moos y Moos (FES) resulta útil en los peritajes de custodia y
de visitas en aquellos casos en que existen nuevas parejas e incluso hijos de éstas, y permite
comprobar la coherencia entre las evaluaciones individuales del mismo grupo, comparar
ambientes familiares, y establecer ciertas predicciones en cuanto a la adaptación de los
menores. Su utilización es más frecuente en informes para procedimientos de protección, por
lo que más adelante se mencionará algunos aspectos que pudieran resultar interesantes.

C.2. Menores

Quizá sea el TAMAI de Pedro Hernández (1983) la prueba más ampliamente extendida, lo
cual se entiende al revisar sus escalas: Inadaptación Personal; Escolar; Social; Insatisfacción
Familiar; Insatisfacción con los Hermanos; Adecuación de los Estilos Educativos de los
Padres; y Discrepancia Parental. Permite comparar los estilos educativos y evaluar la
adaptación a una situación de hecho, y constituye un componente muy útil en el conjunto de la
evaluación. No obstante, cabe señalar algunas limitaciones que se observa en la práctica
pericial, como las derivadas del sesgo que en ocasiones los hijos pueden tener en la
percepción de alguno de sus padres (y no debido a la propia interacción sino a otras
influencias), los problemas de baja autoestima típicos en hijos de parejas en conflicto
mantenido (que suelen dar lugar a una autovaloración excesiva y a problemas, por tanto, de
validez), o los "conflictos de lealtades" e intentos de mantenerse ecuánimes ante ambos
progenitores (lo que lleva a contestar de forma idéntica en las dos escalas de estilos
educativos).

Aunque no responde al título del epígrafe, el Test del Dibujo de la Familia permite establecer
hipótesis sobre vínculos entre los miembros y sobre la percepción que el niño o la niña tienen
de la misma. Su utilidad se incrementa al realizar determinadas preguntas relacionadas con la
ejecución que sirven de base a una entrevista más específica. El trabajo de Lluís (1978), que
incluye datos socioculturales, se considera una aportación interesante.

Por último, los heteroinformes o pruebas, en este caso, en que los padres informan de la
conducta de los hijos, pueden ofrecer cierta utilidad en casos específicos. Por ejemplo, en
casos de determinación de supuestos abusos sexuales, la evaluación de la presencia de
síntomas que pudieran ser consecuencia de aquellos. O evaluación de las características del
desarrollo en los niños más pequeños. También permiten comparar las percepciones de
diferentes miembros de la familia. Puede mencionarse la adaptación española del cuestionario
CBCL de Achenbach (Sardinero, Pedreira y Muñiz, 1997) y el Cuestionario para Padres de
Angel Izquierdo Martínez (Pl. P. Prediagnóstico Infantil).

PARA IMPUGNACIONES DE TUTELA Y ACOGIMIENTOS Y ADOPCIONES JUDICIALES


En el epígrafe anterior se ha expuesto un esquema básico de evaluación para la guarda y
custodia (aplicable también a la determinación de un régimen de visitas). Como se ha
mencionado, se trata de efectuar una comparación entre, normalmente, dos opciones de
estilos de vida para el menor o menores, y determinar cuál puede ser el más idóneo. En los
casos de impugnaciones, acogimientos y adopciones también hay que discriminar cuál de las
alternativas es la más adecuada desde el punto de vista del beneficio de los protegidos,
teniendo en cuenta además que en estos casos siempre hay dada una situación de hecho
(convivencia de los menores con los acogedores, adoptantes, o en otra situación de
protección), por lo que evaluar si existe una buena adaptación a esas circunstancias reviste
una importancia fundamental si se pretende estimar la conveniencia o no de mantener una
situación porque sea beneficiosa para los tutelados. Así pues, en líneas generales, la
metodología expuesta anteriormente es aplicable, con algunas modificaciones lógicas, en
estos casos de protección. No obstante, se expone un esquema de evaluación típico para los
casos de impugnación de tutela, extensible a los otros dos tipos, junto a una breve exposición
del procedimiento. La razón de dar más espacio e importancia a este tipo de procedimientos
es la siguiente: En los últimos veinticuatro meses de práctica pericial, de las ciento dieciocho
solicitudes de informe psicológico o psicosocial realizadas desde el Juzgado, una ha sido en
un procedimiento de adopción, ninguna de acogimiento, y cinco en procedimientos de
impugnación de tutela. Aunque esta proporción de solicitudes de custodia y visitas con
respecto a las de protección no es extensible a otros juzgados, sí que puede decirse en
términos generales que los informes sobre adopciones son muy escasos.

A. PROCEDIMIENTO

Comienza con la comunicación al Juzgado de 1ª Instancia especializado en asuntos de


Familia, por parte de la persona o personas que ostentaban la tutela del menor o menores, de
su disconformidad con la situación de tutela por parte de la entidad administrativa, alegando
que se encuentra en condiciones de atender a las necesidades de aquellos y solicitando que
se deje sin efecto el acuerdo de la institución pública y se reintegre al solicitante la guarda y
custodia de los menores.

La entidad pública, por su parte, comparece en el Juzgado y contesta a la demanda alegando


la existencia o permanencia de la situación de desamparo y el imposible o inadecuado
ejercicio de los deberes de protección establecidos en las Leyes para la guarda del menor,
imputable a los padres (o al tutor, en su caso), y describiendo los motivos y la situación de
aquél. Por último, solicita se dicte Auto en el que el Juez ratifique el acuerdo adoptado por la
entidad pública, por el que se declara la situación de desamparo del menor, se constituye la
tutela del mismo, y se determina a quién corresponde su guarda y custodia.

El actor o actores (padres que mantienen la patria potestad o el tutor) comunican mediante
comparecencia ante el Fiscal de Menores su decisión, convirtiéndose también la Fiscalía en
parte tras tener conocimiento el Juzgado de todo lo anterior y promover expediente de
Jurisdicción Voluntaria sobre Impugnación de Tutela, dando a aquélla traslado de todas las
actuaciones (al igual que al actor y a la entidad pública).

Cada una de las partes propone los medios de prueba que considere pertinentes, ya sean
documentales, testificales, periciales u otros. Como se señaló anteriormente, corresponde al
Juez declarar pertinente o no la solicitud de informe técnico, o bien decidir que se realice la
pericial aunque no haya habido ninguna petición al respecto por las partes.
B. ESQUEMA DE EVALUACIÓN

Una vez decidida la intervención se procede a la realización del informe correspondiente,


teniendo en cuenta como norma general los siguientes aspectos:

B.1. En cuanto al menor o menores:

- Aspectos cognitivos, emocionales y comportamentales.

- Adaptación personal. Autoconcepto. Autoestima.

- Adaptación familiar. Al entorno actual y al de la familia de origen. Relaciones y


percepción de cada adulto de referencia.

- Adaptación escolar. Satisfacción con los profesores. Rendimiento. Aplicación.


Satisfacción con los compañeros. Motivación.

- Adaptación social. Relaciones con iguales. Relaciones con adultos. Integración en


grupo.

B.2. En cuanto a los adultos implicados:

- Aspectos de personalidad. Características generales e indicadores clínicos.

- Adaptación personal, social y laboral.

- Clima familiar y relaciones entre los miembros. Con el objetivo de evaluar estos
aspectos, la escala FES de Moos y Moos (1981) puede aportar información útil de cara
a la adaptación futura de los menores. Así, la coherencia entre los resultados en las
escalas de los dos miembros de la pareja es un factor a tener en cuenta, como se
indica en el propio manual. Además, en diferentes investigaciones "aparece de forma
consistente la identificación de un grado elevado en las escalas de Cohesión y de
Expresividad, con aceptable desarrollo de Actividades recreativas junto a un bajo
grado de Conflicto, como indicadores de adaptación social aceptable. Asimismo, los
valores altos en Control aparecen vinculados a problemas de conducta" (Bonheví,
Forns y Freixa, 1996).

- Estilos educativos. Coherencia y discrepancias entre los adultos de la unidad familiar.

- Proyectos con respecto a los menores. A corto y medio plazo. Expectativas.


- Capacidad para afrontar problemas.

- Posibilidad de apoyos en situaciones determinadas por parte de familiares o


personas próximas (redes de apoyo social).

De acuerdo con la información obtenida, se realiza un análisis global teniendo en cuenta los
aspectos positivos y negativos de cada opción (continuidad de la situación o restitución de la
tutela y de la guarda y custodia a los solicitantes), para concluir con un dictamen final sobre la
alternativa más favorable para el menor o menores.

Por último, y a modo de conclusión general para el trabajo en el ámbito de Familia, es preciso
remarcar que no hay medidas directas y precisas de decisión sobre la custodia (salvo las que
implican una característica eliminatoria como determinadas psicopatologías, abandono,
adicciones, etc.). La evaluación se realiza con una metodología basada en indicadores
psicosociales, los cuales no pueden entenderse de forma aislada sino dentro de un contexto
(debe contemplarse su interacción) y de manera relativa (ya que se efectúa un análisis
comparativo de las opciones existentes).

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