Está en la página 1de 24

El rol del psicólogo en problemáticas de familia.

Izcurdia, M. - Puhl, S.

2022 Ficha de Cátedra.

Intervención del psicólogo en los procesos de separación conyugal

La labor pericial psicológica en los procesos de familia no se plantea en

un contexto que posibilite las resoluciones conciliadoras, sino que se interviene

con familias en las que ha fracasado el intento de elaboración de acuerdos y

colaboración.

La separación conyugal es conceptualizada como un proceso que

evoluciona y cambia con el transcurso del tiempo modificando las posiciones de

los que intervienen en ella (Corral S., 1992).

Se debe considerar que existen periodos de dicho proceso que están por

fuera de los márgenes de la competencia legal, y un periodo que se encuadra

dentro del procedimiento judicial.

Algunos autores consideran tres etapas globales en el proceso de la

separación conyugal. La primera, es la previa a la separación propiamente

dicha, donde las características que la define mas taxativamente son las dudas,

la ambivalencia y la toma de decisiones. La segunda etapa se encuadra durante

la separación en la cual aparecen en los adultos involucrados, las posturas

antagónicas. Por último, la posterior a la separación, en la cual se logra un

reequilibrio en las partes y la elección de nuevas direcciones.

En este contexto la intervención del psicólogo, independientemente del

momento del proceso en que se produzca, ha de estar encaminada a reorganizar

1
la familiar para minimizar las consecuencias negativas que la ruptura familiar

suele implicar.

Al decir de Abelleira, H., Deluca, N. “Pensamos al divorcio incluido en un

proceso, anudado a la historia de la pareja, a su devenir como familia y a los tiempos

históricos en que este transcurre. En tal sentido. Hemos formulado para su abordaje e

investigación, tres momentos de este proceso: tiempo de construcción; de deconstrucción

y de nuevas construcciones”.

El interés de facilitar ese tránsito no proviene de prestar interés al

subsistema conyugal sino de apoyar el funcionamiento del subsistema filial.

Se debe partir de la presunción de que la separación no es motivo para

que se separen padres e hijos, y por tanto las medidas judiciales sobre el

cuidado y educación de los hijos serán adoptadas en beneficio de ellos, luego de

oír a los mismos (Corral S. 1993).

A partir de la inclusión en los juzgados de familia de los peritos

psicólogos, trabajadores sociales y psiquiatras, es que los procedimientos de

divorcio conyugal y tenencia de hijos, se ha podido facilitar el tránsito del

periodo de antagonismo al de equilibrio en las áreas que afectan a los niños y

adolescentes, dependiendo de la función profesional que se asuma en las

intervenciones. Dichos profesionales deben tener presente que las medidas que

se adopten serán siempre salvaguardando el interés superior del niño.

Por otra parte, sabido es que no existe ninguna medida directa y precisa

de decisión sobre la custodia infantil (exceptuando las que se siguen por la vía

negativa, como por ejemplo ante situaciones de violencia familiar); y que éstas

solo pueden ser guiadas por aproximaciones, en base a indicadores,

considerando especialmente que no se pueden evaluar indicadores aislados,

2
sino contextualizados y que la acumulación de factores no es simplemente

aditiva sino progresiva.

Consecuentemente, una evaluación en este tipo de problemáticas no

podrá limitarse a contextos intrapsíquicos, ni la búsqueda de indicadores

individuales, sino que requiere del estudio de la familia y su contexto.

Así, el divorcio aparece a simple vista como un conflicto jurídico, en donde

los ex cónyuges deberán acordar la cuota alimentaria, la tenencia de los hijos, fijar

el domicilio, entre otras cosas. Pero también expone una serie de conflictos

psicológicos y sociales que en muchos casos son invisibilizados y que, no obstante,

se puede afirmar que delimitarán el conflicto y determinarán su evolución.

Concebido de este modo se entiende el divorcio como un problema

psicosociojurídico, aunque en primera instancia aparezca como jurídico.

Cabe señalar que, los profesionales que son convocados para actuar en

conflictos de tal naturaleza, participan de los mismos desempeñando el rol de

peritos, lo que hace que la intervención realizada conlleve el valor de prueba,

pero como tal el juez queda supeditado en sus resoluciones a las conclusiones

de la pericia.

El examen psicológico pericial

Los peritajes psicológicos tienen, en estos casos, los siguientes objetivos

básicos:

a. La valoración de los conflictos familiares desde una disciplina no

jurídica, desde la comprensión de los vínculos emocionales, comunicacionales y

roles familiares, etc.

3
b. Facilitar las decisiones judiciales con información necesaria,

pertinente, ect.

c. Maximizar los recursos de la familia en crisis, ayudando a evitar o

disminuir en lo posible los riesgos no deseados para los niños o adolescentes

implicados.

Se debe tener presente que dicha intervención posee ciertas

características, que según Abeleira H, Deluca N. (2004), es acotado en el tiempo;

es impuesto por la instancia jurídica y no existiendo demanda de la familia y su

finalidad no es la cura.

En relación a las diferentes temáticas que interviene el psicólogo en las

cuestiones de familia de familia podemos citar:

 Evaluación pericial de niños y adolescentes en procesos de custodia

(tutela y cuidado personal), de reglamentación de visitas, de privación de

responsabilidad parental o casos con indicios de maltrato o abuso

infantil.

 Evaluación psicológica de los progenitores o de quienes aspiren a la

custodia de menores de edad, con el fin de emitir un informe pericial que

orientara al juez para dictar sentencias judiciales.

 Apoyo en el proceso de conciliación (antes, durante o después de la

audiencia de mediación) para favorecer las actitudes de las partes hacia

el acuerdo, para contener estados de ánimo y comportamientos

disruptivos durante las audiencias, para asesorar psicológicamente a las

partes y ayudarlas a evitar o a facilitar el trámite judicial.

 Asesoría psicológica a las personas, parejas o familias que así lo

solicitaran, en temas tales como manejo de la información de los hijos

posterior al divorcio, apoyo a padre-madre, promoción del buen trato

familiar, trámites en el juzgado de familia.

4
 Emitir los informes técnicos de la especialidad solicitados por el Juzgado

en los procesos de rupturas de parejas con hijos (separación, divorcio,

nulidad e incidentes de modificación).

 Emitir los informes de la especialidad en otras situaciones que plantea el

derecho de familia (tutelas, acogimiento, adopciones, autorizaciones para

contraer matrimonio, etc.).

 Seguimiento de casos complejos (ej. procesos largos cuya solución no es

facilitada las partes en conflicto).

 Elaboración de talleres educativos para los funcionarios en temas como

manejo del estrés e intervención en crisis de primera instancia.

 Programa de capacitación personalizada a los funcionarios judiciales, en

temas psicológicos relacionados con la problemática familiar.

 Actividades académico - investigativas en temas sobre los cuales hay

poco conocimiento científico, y en el desarrollo de un instrumento para

medir las habilidades de crianza.

Es importante tener presente ante este tipo de situaciones que, a la

separación conyugal le subsisten vínculos tales como el paterno-filial, el

materno-filial, el filial, etc. Por otro lado, los hijos tendrán el derecho de

vincularse con sus padres tanto como sea posible.

Cuanto más íntegros emocionalmente se encuentren los padres durante

el proceso de ruptura y posterior reorganización de las relaciones vinculares,

mejor podrán responder a las necesidades y demandas de los hijos. A mayor

grado de discrepancias entre los progenitores, mayor riesgo de que se origine

inestabilidad emocional y trastornos de conducta, de aprendizaje, etc.

Así el planteo estratégico en la evaluación y estudio de casos de guarda,

tenencia de hijos, régimen de visitas con el progenitor no conviviente,

acogimientos, obstrucción del vínculo, etc., no debe sustentarse en la evaluación

5
de un sujeto aislado sino de una familia y sus modalidades de interacción en un

contexto determinado.

Goodman (1998) sostiene que son tres los factores que se relacionan con

la potenciación de las consecuencias negativas de la separación en los hijos: el

conflicto parental, la inestabilidad e inseguridad que acompaña la disolución

familiar y la disminución del nivel económico.

En relación a ello Amato (1993, 1994) describe una serie de variables a

tener en cuenta:

 La pérdida de un progenitor. Generalmente la custodia en solitario obliga a

que el menor mantenga, significativamente, menos contacto con el progenitor

no custodio, impidiéndole que se beneficie del conocimiento, habilidades y

recursos (emocional, conductual, financiero, etc.) de ese padre.

 La pérdida económica. De todos es bien sabido que la separación produce un

descenso del poder adquisitivo de ambos progenitores y, de forma especial, en

el custodio. Esta contingencia trae apareado una merma en las oportunidades

de los hijos, tanto en las oportunidades de desarrollo académico social.

 Incremento del nivel de estrés. Los múltiples cambios que tienen que afrontar

todos los miembros de la familia, incluyendo a los niños, generan un ambiente

estresante para ellos.

 El estado psicológico de los padres. Los síntomas más comunes tras la

separación, son la depresión y el estrés acompañados de perdida de la

autoestima. El desajuste psicológico de los padres se refleja directamente en

los hijos y el contexto de separación facilita el desajuste de los padres.

 Competencia parental pobre. La falta de habilidades o destrezas de los padres

para prestar apoyo a los hijos, posiblemente disminuidas por el estado

psicológico negativo que acompaña a la separación, los deja más indefensos.

6
 La exposición al conflicto interparental. Son pocas las parejas que deciden

separarse sin mediar un periodo de conflicto previo. Este, además, se

acrecienta durante el proceso de separación e incluso se mantiene después de

que haya finalizado. Los hijos no permanecen ajenos al conflicto, porque

cuando no se los inmiscuyen directamente, les llega indirectamente (escuchan

o presencian discusiones acaloradas).

También es importante resaltar que la separación de los padres por sí

misma no origina daños ni trastornos irreversibles en los hijos, y que con

tiempo -y a veces con ayuda profesional- éstos pueden superar

satisfactoriamente la crisis.

El objetivo de la intervención psicológica no deberá limitarse a la

realización de un informe escrito al juez sino que -sin desconsiderar en lo más

mínimo los referentes jurídicos y las condiciones legales que la enmarcan- está

en abordar también otras metas con la familia, como ser la promoción de los

mejores recursos del grupo familiar, en relación a la resolución de los conflictos

que amenazan a los hijos, ect. (Corral M 1993).

Marafiore (1985) elaboró un modelo de evaluación estrictamente

conductual que sugiere inicialmente cinco áreas de evaluación, a saber:

1. La capacidad de los potenciales cuidadores del niño. Competencia

parental definida en términos de capacidad de respuesta efectiva a situaciones

especificas de parentaje que son problemáticas, maximizando las consecuencias

positivas y minimizando las negativas.

2. El repertorio conductual del niño en relación al ambiente que permita

conocer el papel de cada padre en la adquisición y mantenimiento de conductas

especificas del hijo a través de análisis funcionales múltiples.

7
3. El papel de modelo para el niño que desempeñan los potenciales

cuidadores.

4. Los potenciales ambientes post-divorcio, prediciendo la conducta del

niño en función de cada ambiente.

5. La auto-predicción de potenciales cuidadores y niños bajo hipotéticas

pero plausibles, situaciones especificas post-divorcio.

Para realizar dicha labor el nombrado autor propone el empleo de

entrevistas estructuradas y observación conductual en ambientes estructurados

(espejo unidireccional, grabación, observadores múltiples y neutrales, etc.).

Otro modelo de intervención que es utilizado en la práctica con familias

es el de Schutz, Dixon, Lindenberger y Ruther (1989). Se trata de un

procedimiento más práctico que utiliza la combinación de varias técnicas de

evaluación, entre ellas: observaciones conductuales de la interacción paterno-

filial, pero también entrevistas estructuradas con padres e hijos, test

psicológicos en función de los déficits o necesidades especiales detectados a

través de las entrevistas y recogida de información de otras fuentes (profesores,

pediatras, personas que cuiden a los hijos, psicoterapeutas, etc.).

El modelo se basa principalmente en la observación de la interacción

parento-filial que se efectúa tanto en juegos libres como en tareas de

aprendizaje, de cooperación, de discusión y resolución de problemas. Además,

considera la definición previa de la interacción parento-filial para el registro

observacional en cinco dimensiones de “buena paternidad” construidas como

continuos bipolares: apego emocional (calidez-rechazo), diferenciación del yo

(diferenciación-fusión), percepciones precisas del niño (precisas-no precisas),

expectativas razonables (razonables-no razonables) y habilidades de

comunicación (efectivas-no efectivas).

8
La American Psycological Association (1994) ha elaborado lineamientos

para la intervención en evaluación de custodias guiadas.

Dichas directrices se agrupan en tres factores: a) orientativas, que tratan

sobre el objeto de una evaluación de custodia; b) generales, que determinan bajo

qué condiciones se han de llevar a cabo este tipo de evaluaciones; y c)

procedimentales. En ellas se indica el procedimiento a seguir:

a) Directrices orientativas para la intervención en evaluación de

custodias:

1. El mejor interés del menor será el principal propósito de la evaluación.

2. El bienestar del menor es primordial. Aunque los intereses de los padres

sean legítimos, ha de prevalecer el interés del menor.

3. Se deberá focalizar la atención en las necesidades del niño, la capacidad de

sus padres y el ajuste final. Se incluirá así:

a) Una evaluación de las capacidades del adulto para ejercer su

paternidad/maternidad, incluyendo inteligencia, atributos, habilidades y

destrezas.

b) Una evaluación del funcionamiento psicológico y de las necesidades de

desarrollo de cada niño, así como de sus deseos, si procede.

c) Evaluación de las habilidades de cada padre para cubrir estas necesidades,

incluyendo la evaluación de la interacción entre cada adulto y el niño.

d) Se considerará también la habilidad de los padres para planificar las

futuras necesidades del niño, así como la capacidad de proporcionarle un hogar

estable y feliz, y la potencialidad de emitir conductas inapropiadas o negativas

que puedan influir en el niño. Aunque la presencia de patologías pueda ser

9
importante, ya que tienen un efecto sobre el niño y condicionan las habilidades

parentales, su detección y evaluación no se considerara el objetivo principal.

b) Directrices generales para la intervención en evaluación de

custodias:

1. El rol del psicólogo será el propio de un profesional experto, imparcial y

objetivo.

2. El psicólogo deberá estar especializado en aquellas áreas para las que se

requiere su actuación.

a) Para efectuar la evaluación de custodia será necesario poseer

conocimientos especializados, así como entrenamiento, experiencia y/o

supervisión en este tema. Asimismo, intentará familiarizarse con el marco legal

existente, en este caso con el Derecho de Familia, concretamente con las leyes

relativas al divorcio y a la custodia de los menores.

b) El psicólogo poseerá conocimientos actualizados de acuerdo con los

parámetros clínicos y científicos.

3. En la evaluación de custodia pueden producirse acusaciones por parte de

los padres de abusos sexuales, negligencia o violencia familiar, pero estos han de

ser objeto de otra evaluación por parte de un segundo experto. Asimismo, el

psicólogo con este fin habrá de poseer conocimientos sobre las leyes relativas al

abuso, violencia familiar y negligencias parentales.

4. El psicólogo ha de reconocer los prejuicios personales y sociales, y

esforzarse en superar dichos prejuicios.

10
5. El psicólogo evitará relaciones múltiples; en otras palabras, no deberá ser

al mismo tiempo perito y terapeuta.

c) Directrices de procedimiento para la intervención en evaluación de

custodias:

1. El campo de la evaluación se determinará según la pregunta que desde el

Juzgado nos haga el Juez. Aunque una evaluación de custodia generalmente

implica evaluar a los padres o cuidadores de los niños, así como las interacciones

entre ambos, la evaluación puede enfocarse en un caso particular a la evaluación

de uno de los padres, sin intentar comparar entre ambos o hacer

recomendaciones. Asimismo, la evaluación puede limitarse a evaluar al niño, a

criticar el informe realizado por otro profesional, o a servir como testigo experto

en desarrollo infantil.

2. Ha de obtenerse el consentimiento para realizar la evaluación. El psicólogo

ha de asegurarse de que los participantes, incluyendo los niños, conocen: a) el

propósito, naturaleza y método de evaluación; b) quien requiere sus servicios; c)

quien pagará el informe.

3. Ha de respetarse la confidencialidad en lo que respecta a la información

obtenida acerca de los evaluados.

4. Se recomienda el uso de múltiples métodos de recogida de información.

5. Se ha de ser prudente en la interpretación de los datos. Igualmente, deberá

hacer saber al Tribunal las limitaciones que haya sufrido en la recogida de

información.

6. Deben restringirse las opiniones respecto de aquellas personas que no han

entado en la evaluación.
11
7. Las recomendaciones respecto a la custodia, si es que se hace alguna, se

efectuaran basándose en el mejor interés del menor. Si se realizan deberán

basarse en los datos, interpretaciones e inferencias basadas en criterios

científicos.

8. Las condiciones económicas han de ser especificadas de forma clara.

9. Han de conservarse los registros utilizados en la evaluación.

Así, conforme a nuestra legislación, la asignación del cuidado de un de

un niño debe contemplar el mejor interés de éste. Por tanto, la mejor alternativa

será aquella que facilite o favorezca en mayor medida la adaptación del niño

tras la crisis familiar; y en tales aspectos será de fundamental importancia el

asesoramiento psicológico científico.

El proceso de adoptar

Para reflexionar sobre la temática propuesta, es necesario entenderla

desde una visión holística, que incluya tanto los aspectos subjetivos como

legales de modo concomitante constituyendo un complejo proceso

biopsicosociojurídico.

El análisis científico de estos casos debe asentarse en un trípode que

considere:

a) el marco legal vigente;

b) la necesidad de formar una familiar para cumplir con un rol social y/o para

satisfacer una necesidad emocional;

c) la distinción entre lo biológico y lo psicológico.

12
"El camino de la adopción es un proceso consiente de adaptación a las

instituciones y a la ley. Esto es doloroso para quienes quieren adoptar: no solo tienen

que hacer el duelo por no poder concebir un hijo, sino que también tienen que aceptar la

presencia de terceros en el logro del hijo deseado… Se necesita que los padres sigan el

camino de la ley y se atengan a los pasos establecidos por ella...El deseo de tener un hijo

tiene que adecuarse al tiempo que la ley indica. La elección del proceso de adopción es

fundante en la vida futura del niño y de la familia; la actitud que asuman los padres

marcará la manera en que piensan construir sus vínculos" (Giberti, Adopción para

padres, Bs. As. 2001).

"La adopción es un proceso que no acaba con el trámite en sí mismo, por el

contrario, comienza mucho antes, desde el momento en que la pareja desea y decide

adoptar un niño" (Adopción, Construyendo nuestra familia; Eva Rotenberg; Ed.

Lugar, Bs. As. 2011). Así, el nacimiento del deseo de ser padres es el primer

eslabón en la cadena que da origen a la decisión de adoptar, y al inicio y

concreción de los requerimientos administrativos conducentes a poder tener un

hijo a través de la vía legal.

Es ese mismo deseo perenne (el de ser padre) el que motiva colocarse -en

lo real- a través de los trámites para una adopción, en la espera –jurídica y

simbólica- que representa “la espera del hijo deseado”.

Esta “anidación extrauterina" (Aurora Perez, 2001) resulta fundamental

para el desarrollo del psiquismo de un niño, al igual que la intrauterina.

Así, "engendrar simbólicamente" un hijo realizando variados trámites y

sometiéndose a reiteradas evaluaciones; también es parte de ocuparse

preparándose para recibir a ese hijo; tal y como "Las parejas tienen nueve meses

para ir preparándose para recibir al bebé" según la citada autora Rotenberg.

La finalidad siempre será la de ser “los mejores padres posibles" (Izcurdia &

Puhl, 2012) para el hijo que se espera.

13
Aspectos legales

Se suele decir que frente a una necesidad debe surgir un derecho, y es el

derecho a que los niños tengan una familia y crezcan en un ambiente

contenedor el que da lugar a que una de las ramas del derecho se especialice en

lo que suele denominarse como “asuntos de familia”.

Cuando un niño se encuentra en situación de abandono o vulnerabilidad

psicosocial, es importante que tenga posibilidades de desarrollarse en un seno

familiar Para ello, existen diversas figuras legales que abren la puerta a esas

posibilidades cuando hay un niño que necesita una familia.

Previo a la sentencia que determinará bajo qué figura legal un niño

quedará a cargo de una persona o pareja para su crianza, el juez que intervenga

en cada caso en concreto deberá contemplar si procede declarar judicialmente el

“estado de adoptabilidad del niño”; el cual solo puede dictarse en los siguientes

casos:

a) cuando no hay una filiación acreditada o los padres han fallecido; y

no se encuentran familiares;

b) cuando los padres decidieron (dentro de los 45 días posteriores al

nacimiento) entregar a su hijo para que sea adoptado;

c) cuando las medidas tendientes a que el niño permanezca con su

familia de origen no han dado resultado en un plazo máximo de 180

días.

Ha de tomarse en cuenta que la declaración judicial de la situación del

“estado de adoptabilidad” no puede ser dictada si algún familiar o referente

afectivo del niño solicita su guarda o tutela, valorándose judicialmente que

dicha petición es viable de ser atendida. En estos casos, se han establecido

principios generales para otorgar la guarda o tenencia del niño, a saber:

a) “El interés superior de los menores.

14
b) El resultado del informe del equipo psicosocial de los Juzgados exigidos

legalmente. Este equipo está formado por un psicólogo y un trabajador social que

entrevistan a los padres y a los menores, observan la interacción de los niños con ambos

progenitores y realizan pruebas diagnósticas a los padres. Este informe pericial, aunque

no es vinculante para el Juez, es fundamental y casi siempre determinante respecto al

tipo de custodia y de visitas a establecer en la sentencia de divorcio.

c) El derecho de audiencia de los menores.

d) El principio de no separar a los hermanos.

e) La edad de los menores.

f) El tiempo de que disponen los progenitores.

g) El lugar de residencia.

h) De forma excepcional, la custodia puede encomendarse a un tercero,cuando

concurren causas graves que determinen que en interés del menor, su custodia sea

encomendada a un tercero. En estos casos, se suele encomendar a los abuelos, parientes

u otras personas que lo consintieran, y de no haberlos, a una institución idónea,

confiriendo el Juez las funciones tutelares.”

Al respecto cabe señalar que la tenencia de un niño implica el ejercicio de

la patricia potestad, entendida ésta como un conjunto de deberes y derechos de

los padres en relación con los hijos menores de edad no emancipados y su

protección. Es indisponible, ya que el ejercicio de la responsabilidad parental no

puede ser atribuido, modificado, regulado, ni extinguido por la propia

voluntad privada, sino en los casos en los que la misma ley lo establece.

La privación de la responsabilidad parental se puede dar total o

parcialmene por sentencia fundada cuando los padres no hubieren cumplido

con los deberes propios de la misma o cuando hay causa criminal. Pudiendo ser

reestablecida en los casos en que cese la causa que dio lugar a su privación.

15
La guarda de hecho (es decir, la circunstancia real de convivir con un

niño y velar por su bienestar sin declaración judicial alguna) se encuentra

prohibida, así como la entrega directa de un niñ@ al cuidado de otra persona.

Ni la guarda de hecho, ni la guarda judicial o figura similar, deben ser

entendidas como previas a una adopción. Solo la guarda con fines de adopción

declarada con posterioridad al estado de adoptabilidad, resulta la vía idónea

para tal fin.

El guardador con fines de adopción será seleccionado de la nómina

efectuada por el Registro de Adoptantes.

La inscripción en dicha nómina implica haber transcurrido por un

proceso de sección que considera: “(…) las condiciones personales, edades y

aptitudes del o de los pretensos adoptantes; su idoneidad para cumplir con las funciones

de cuidado, educación; sus motivaciones y expectativas frente a la adopción; el respeto

asumido frente al derecho a la identidad y origen del niño, niña o adolescente. (…)”.

Así también, el Juez que intervenga tendrá que citar al niño, niña o

adolescente para conocer su opinión sobre las circunstancias jurídicas que le

atañen. A partir de la reforma realizada a nuestro Código Civil en el año

2016, se han incorporado derechos en los procesos de familia que contemplan la

participación activa de niños, niñas y adolescentes y personas con capacidad

restringida, con la obligación del juzgador a escuchar la opinión de éstos en

cualquier proceso que los afecte de modo directo; debiendo ser tenida en cuenta

su opinión y valorada según el grado de discernimiento alcanzado y la cuestión

que se debate. Aunque ello no significa que el juzgador se encuentre atado a la

misma, justamente porque debe “valorar” integralmente las pruebas que se

presenten.

Actualmente, el referenciado cuerpo normativo (Código Civil) conceptúa

a la adopción como: “…una institución jurídica que tiene por objeto proteger el

derecho de niños, niñas y adolescentes a vivir y desarrollarse en una familia que le

16
procure los cuidados tendientes a satisfacer sus necesidades afectivas y materiales,

cuando éstos no le pueden ser proporcionados por su familia de origen”.

También han sido modificados los tipos de adopción existentes,

estableciéndose:

Adopción Plena: “…confiere al adoptado la condición de hijo y extingue los

vínculos jurídicos con la familia de origen, con la excepción de que subsisten los

impedimentos matrimoniales. El adoptado tiene en la familia adoptiva los mismos

derechos y obligaciones de todo hijo”.

Adopción Simple: “… confiere el estado de hijo al adoptado, pero no crea

vínculos jurídicos con los parientes ni con el cónyuge del adoptante…”.

Adopción de integración: “…se configura cuando se adopta al hijo del cónyuge o

del conviviente…”.

La decisión que un juez tome respecto del tipo de adopción que otorgará

y conveniencia o no de mantener subsistente el vínculo jurídico con uno o

varios parientes de la familia de origen en la adopción plena, y crear vínculo

jurídico con uno o varios parientes de la familia del adoptante en la adopción

simple; debe ser fundada en las circunstancias particulares de cada caso y

considerando especialmente de modo privilegiado el interés superior del niño

en términos de la Convención sobre los Derechos del Niño.

Por otra parte, también se han establecido principios generales que rigen

la institución legal denominada adopción, siendo ellos:

a) el interés superior del niño;

b) el respeto por el derecho a la identidad;

c) el agotamiento de las posibilidades de permanencia en la familia de origen o

ampliada;

d) la preservación de los vínculos fraternos, priorizándose la adopción de grupos de

hermanos en la misma familia adoptiva o, en su defecto, el mantenimiento de

vínculos jurídicos entre los hermanos, excepto razones debidamente fundadas;

17
e) el derecho a conocer los orígenes; y

f) el derecho del niño, niña o adolescente a ser oído y a que su opinión sea tenida en

cuenta según su edad y grado de madurez, siendo obligatorio requerir su

consentimiento a partir de los diez años.

Ejes del examen pericial

Dado que la institución en tratamiento tiene como finalidad primordial

brindar una familia a un niño que la necesita, es tarea del profesional de la

salud mental que intervenga en el proceso de examen, considerar ciertos ejes

ineludibles en cualquier proceso pericial de la naturaleza tratada.

Es así como, evaluar la aptitud de crianza, sea para ejercer el rol parental

u otro tipo de vínculo; y las motivaciones que condujeron a la decisión de

adoptar un niño, resulta fundamental al momento de la pericia.

Lo importante al respecto es, establecer la posibilidad que tendrá el

cuidador de velar por el bienestar integral del niño; en el sentido de que posea

capacidad psíquica para ello con la finalidad de brindarle un armónico

desarrollo en las relaciones afectivas e interpersonales, así como también de su

salud psicofísica.

Para ello, los puntos insoslayables en el análisis que se efectúe a nivel

psicológico, deben ser:

 Características de personalidad;

 Mecanismos defensivos;

 Nivel y modalidad de comunicación;

 Nivel de interacción e integración;

 Nivel de tolerancia a la tensión;

 Nivel de tolerancia a la frustración;

 Causales de infertilidad (físicas y/o psíquicas);

 Nivel de elaboración de la infertilidad;


18
 Funcionamiento de la sexualidad;

 Fantasías respecto de la existencia de los padres biológicos del

niño adoptivo.

 Otras fantasías asociadas (positivas o negativas; vg. mantener la

unión familiar cuando existe un vínculo biológico; colocar al niño en

un lugar de objeto para lograr satisfacción del postulante en

cualquier aspecto personal).

El informe pericial, si bien se caracteriza a nivel jurídico por NO SER

VINCULANTE, debe ser CLARO Y PRECISO en cuanto a la opinión experta

sobre las medidas posibles a tomar y su conveniencia o no, ya que es

fundamental para el bienestar psicofísico presente y futuro del niño que se

encuentre en situación de guarda/tenencia o adoptabilidad; lo cual conlleva una

responsabilidad -ineludible- legal y subjetiva en el acto profesional.

Evaluación psicológico pericial a los postulantes a una adopción

Si bien es cierto que el derecho positivo abre la posibilidad de reiterados

exámenes a los postulantes a una adopción, no es menos cierto que en materia

psicológica debe considerarse especialmente los factores condicionantes en la

producción durante la evaluación misma.

Es esperable que toda situación de examen eleve el nivel de de ansiedad

de un sujeto (Bleger, La entrevista psicológica, 1964), la cual está presente en

todas las personas como manifestación afectiva.

Al respecto, Irene Tallarico Pinto explica que, "Las emociones en un nivel

intenso pueden producir defectos en los juicios y en las acciones...la interpretación de un

hecho desencadenante de emoción tiene que ver también con las expectativas...Frente a

los acontecimientos tratamos de medir o evaluar las consecuencias que pueden tener

para nosotros...se pueden incluir previsiones, es decir la expectativas de que algo suceda

19
o no; en este caso puede haber esperanza o frustración, según el momento en que se

analice" (Pericia Psicológica, La Rocca, 2014).

A la luz de ello, la intervención evaluativa de modo reiterado en los

términos de la ley, puede ser considerada en términos psicológicos como "actos

iatrogénicos" que impactan de modo negativo en el psiquismo en tanto los

niveles de ansiedad se han elevado reiteradamente por condicionamientos

previsibles, alterando el modo de funcionamiento psíquico de los examinados y

por consecuencia los resultados obtenidos en los consecutivos procesos de

examen; lo que generalmente es desconsiderado en los sin informes emitidos

de modo rutinario.

Redunda aclarar que, las expectativas que los exámenes efectuados

generan en los examinados son de las más excelsas que un ser humano pueda

tener: la esperanza de tener un hijo; y el saber cierto que de ello dependerá en

gran medida su logro o frustración sin duda los expone a niveles de ansiedad y

stress (respuesta del organismo a nivel psicofísico frente a situaciones que

generan tensión, Manual de Criterios Diagnósticos DSM V).

Cuando un Experto es convocado a los efectos de evaluar a los

postulantes a una adopción, deberá tener como primordial eje de su examen la

“aptitud paternal” de los mismos. Entendida ésta como la posibilidad de

paternar en tanto el ejercicio de la función paterna (brindar cuidado, protección,

afecto, apoyo moral, material, y psicosocial, etc.). La evaluación respecto del

desempeño de dicha función debe recaer en el interés por el bienestar integral

del niño; así como también en la capacidad psíquica que posibilite su ejercicio,

brindándole al niño posibilidades de un armónico desarrollo en las relaciones

afectivas e interpersonales, así como también de su salud psicofísica. La

decisión de adoptar un hijo es el resultado de un prolongado trabajo de

elaboración personal; y cuando se trata de un matrimonio individual e íntimo

de la pareja.

20
En tal sentido, Sierra & Jimenez & Buela Casal (Psicología Forense,

Manual de Técnicas y aplicaciones, España, 2006) explican que: "Cuando la

intervención del perito es requerida en el procedimiento de adopción, el informe debería

considerar como mínimo los siguientes tópicos: -la adecuación general del marco

familiar adoptante o lo que es lo mismo la idoneidad de los adoptantes...algunos aspectos

importantes de esa idoneidad...podrían ser: ajuste psicológico (descarte de patologías,

estimación de la estabilidad emocional, de la sociabilidad, de las habilidades de

afrontamiento, etc.); historia de crianza y desarrollo psicosocial (experiencia de

maternidad, estilo educativo de la familia de origen, etc.); ajuste marital o

funcionamiento de la pareja -en su caso. (dinámica relacional, pautas de convivencia,

estabilidad, metas, etc.); motivación para la adopción (expectativas, disponibilidad para

el menor, dificultades percibidas y capacidad de anticipación y respuesta a las misas,

etc.); recursos disponibles tanto económicos como culturales; Handicaps

particulares…".

También debe considerarse que, la decisión de someterse al proceso legal

que implica la adopción, "per se", indica que la elaboración del duelo por la

propia infertilidad ha actuado (Giberti, Adoptar, Bs. As. 1999).

"Es importante descubrir qué implica la esterilidad para cada pareja y

encontrarle sus múltiples significaciones" (Adopción, Construyendo nuestra

familia; Eva Rotenberg; Ed. Lugar, Bs. As. 2011); pero ello, solo puede ser objeto

de un trabajo de análisis personal y relacional a nivel de la pareja; y jamás

debería "concebirse" como un "argumento discriminativo".

Al respecto Rotemberg referencia "Cuando una persona o una pareja desea

tener un hijo y no puede, se crea un lugar imposible de llevar. A partir de allí, tendrán

que poder transitar juntos ese "no poder", para tomar conciencia luego de ese vacío.

Habrá una interrogación acerca del lazo de la pareja y se resinificaran rupturas y

pérdidas anteriores; entonces la pareja decidirá si se hace cargo de la esterilidad como

21
pareja. Recién entonces la adopción aparecerá como un proyecto creativo a compartir

por ambos".

En relación a ello, cabe señalar que, sabido es que el "proyecto de

constituirse como familia” indica en sí mismo el deseo de tener hijos. Sin éstos, un

matrimonio es una pareja, y no una familia, en términos del ciclo vital según el

enfoque de la psicología evolutiva. Por tanto, es absolutamente esperable que

una pareja que desea constituirse como familia y no puede tener hijos

biológicamente, se proyecte como tal a través de la adopción.

Según Rotenberg (2001) "El deseo de hijo y de familia, implica que, en la

mente de los padres, el niño fantaseado ya ocupa un lugar de alguien que es otro, un

sujeto, aún antes de ser adoptado, y así los padres podrán sostener que el hijo vaya

armando su propia categoría deseante".

Consecuentemente, el deseo de "un hijo fantaseado" propicia su

constitución como "sujeto".

Sierra & Jimenez & Buela Casal (2006) explican que en los exámenes que

se lleven a cabo en el proceso de adopción habría que considerar "la vinculación

afectiva existente de hecho con el menor", y agregan, "la comprensión infantil de los

efectos de la adopción... Aspecto cuya valoración requiere lógicamente cierta edad del

adoptando".

También es un aspecto de análisis las fantasías asociadas a la historia de

origen de los niños en situación de adoptabilidad; ya que la situación de los

mismos generalmente está directamente relacionada con el estado de abandono

-real o simbólico- que padecen.

"...un bebé que es dado en adopción, puede ser que haya sufrido abandono y

quizás haya sido institucionalizado...un niño institucionalizado, aunque tenga un

familiar que lo visita una vez por mes, o en algunos casos por año, aunque tenga un

familiar potable, lo que la justicia debe detectar es que el niño está perdiendo su infancia

22
en una institución y está perdiendo la posibilidad de una familia." (Adopción,

Construyendo nuestra familia; Eva Rotenberg; Ed. Lugar, Bs. As. 2011).

Al respecto, Eva Giberti (reconocida especialista en la materia) advierte

"Es frecuente escuchar un comentario descalificador hacia la madre biológica por parte

de los profesionales y de la comunidad en general" (Adopción para padres, Bs. As.

2001).

Entre lo biológico y la subjetividad: el ser

"El desarrollo y el proceso de ser uno mismo, no se produce en el acto del

nacimiento, sino que se es, siendo, si hay alguien que esté acompañando. Tiene que

ver con el devenir de nuestra experiencia vital, no solo de la importancia del nacimiento.

Hay una necesidad humana poco tenida en cuenta, que es básica y fundamental para el

desarrollo del ser, que es la necesidad de apego y de ser parte de una historia de

alguien; dicho de otro modo, ser significativo para alguien que a su vez tiene un sentido

especial para esa persona." (Adopción, Construyendo nuestra familia; Eva

Rotenberg; Ed. Lugar, Bs. As. 2011).

El vínculo biológico es corporal, en tanto el vínculo que se establece con

los padres adoptantes (que deciden reconocer "ese hijo" como propio) es por

"pacto"; y que deberán construir un vínculo también corporal a través de la

satisfacción de necesidades; y en ese devenir se le da "significación" afectiva a

ese "otro" que ocupa el lugar de hijo. (Rotenberg, 2001; Giberti, 2006).

A partir de esto, es de suma relevancia señalar que la construcción de la

identidad lejos está de poder ser "aprehendida" en una frase que afirme o

niegue la posibilidad de continuidad de vínculos sanguíneos. "El sí mismo, la

propia identidad es parte de una cadena intersubjetiva, en la que otras personas

significativas aportan un sostén para que se vaya construyendo". "La consolidación del

ser, de sentirse uno mismo, es un proceso de vida, no un momento. Los padres

adoptantes pasarán a constituir el núcleo de la trama identificatoria-identificante,

constituyendo la placenta extrauterina que permitirá el armado psíquico". "El

23
nacimiento psicológico, es un proceso de corte". "Lo importante es que quienes adoptan,

del mismo modo que los que tienen hijos biológicos, hayan podido hacer el duelo

originario, implicando que el niño siendo de uno no es una propiedad. Que es un sujeto

cuya subjetividad se irá develando, solo si se le permite ser él mismo". (Adopción,

Construyendo nuestra familia; Eva Rotenberg; Ed. Lugar, Bs. As. 2011).

"La adopción es un proceso de integración entre lo propio y lo ajeno...un proceso

de encuentro entre un niño que precisa una familia que lo quiera, y adultos que desean

ser padres..." (Rotenberg, 2001).

En tal sentido, solo resta señalar que efectivizar el proyecto vital común

de paternar a través de la concreción de la adopción, abre las puertas a la

conformación de una familia junto a un niño que a su vez se constituya en hijo

reconociendo a sus adoptantes como “padres”.

24

También podría gustarte