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PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO II


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LAS ADOLESCENCIAS

INTRODUCCIÓN:

A partir de una breve caracterización de la adolescencia iremos desarrollando las


problemáticas actuales y los diversos factores que inciden en las adolescencias.
La adolescencia ha sido descrita como un periodo de crisis, transición entre niñez y adultez, época de
intensos duelos y sufrimientos. A la vez, se la ha considerado un momento de búsquedas
esperanzadoras y rupturas fecundadas con las generaciones anteriores, propiciatorio para la
construcción de nuevas alternativas personales y sociales.
La adolescencia es una etapa evolutiva que provoca una gran cantidad de cambios: físicos, psico-
biológicos, cognitivos, psicológicos, sociales, entre otros. En este periodo, sin duda, la inestabilidad y
el cambio aumenta la susceptibilidad de los adolescentes a todo tipo de riesgo.
Esta etapa evolutiva es un proceso que afecta al individuo (intrasubjetiva)y es a la vez afectado por
los adultos, (dimensión intersubjetiva). Al mismo tiempo es influenciado por la sociedad, así como el
contexto social y cultural e histórico en que transcurre. ( Dimensión transubjetiva).
Lo que condiciona a la adolescencia no es el hecho biológico en sí mismo, sino el sentido que se da al
rol del adulto en la sociedad de que se trate. Cada época marca con características peculiares este
momento vital. La noción misma de adolescencia es, como sabemos, una creación cultural que no
existe en todas las sociedades.
Los autores Arminda Aberastury y Knobel describen algunas características de este periodo, a las que
denominaron “síndrome de la adolescencia normal”. Se referían a ciertos rasgos prototípicos de la
adolescencia, relacionados con los tres duelos que ya Aberastury había propuesto como inherentes a
la crisis propia de ese periodo vital: el duelo por el cuerpo infantil perdido, el duelo por el rol y la
identidad infantiles y el duelo por los padres idealizados de la infancia. La profunda crisis que el
devenir adolescente desencadenaba, al mismo tiempo, en el medio parental y el mundo adulto en
general. Periodo por lo tanto, de fuerte entre las generaciones, y disputa en torno a la posibilidad de
los más jóvenes de diferenciarse de sus mayores insertándose en lo social. las identificaciones y su
búsqueda de identidad .
Es importante aclarar que no existe la adolescencia en bloque, sino a los adolescentes, muy
diferentes entre sí según la extracción social, y el entramado singular y familiar propio de cada uno.
Por otra parte, tampoco el discurso de la posmodernidad aparece como único en nuestro país; tal vez
ni siquiera como hegemónico. Este discurso, también en su carnadura significante entre los
adolescentes, coexiste con muchos otros, propios de la modernidad, y hasta anteriores de la misma en
algunos sectores sociales. Conviven así, junto a las nuevas enunciaciones, otras que corresponden a la
persistencia de formas anteriores, subsistentes con características peculiares en países
subdesarrollados.
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Los ideales, los modelos identificatorios y el enaltecimiento e idealización del estado adolescente
coexisten en la actualidad, significativamente, con la indeterminación de su lugar asignado para el
futuro en lo social. Así es que a menudo el adolescente está idealizado en tanto tal pero ignorado en
los requerimientos propios de su momento vital.

Según la autora Marina Müller la adolescencia en el término de origen latino se refiere a “crecer”,
“llegar a la maduración”. Ella implica el desprendimiento de la niñez y la entrada progresiva- a veces
sumamente lenta- en el mundo y en los roles de los adultos.
La adolescencia es como un segundo nacimiento que se realizaría progresivamente. Hay que quitar
poco a poco la protección familiar, quitar la infancia y hacer desaparecer el niño que hay en nosotros,
constituye una mutación. Francoise Dolto ha acuñado la metáfora del complejo de la langosta” para
referirse a ese momento vulnerable y trascendental de la vida en que un cambio de caparazón ocurre,
dando lugar a un reposicionamiento identificatorio que expresa la difícil conjugación entre
permanencia y cambio, continuidad y transformación.
Mutación está en que se halla implicada la muerte de la infancia para la posibilidad de acceso a la
vida adulta. En este periodo, sin duda, la inestabilidad y el cambio aumenta la susceptibilidad de los
adolescentes a todo tipo de riesgos. La vulnerabilidad surge de la forma en que el adolescentes o
grupos de adolescentes son tratados por el resto de la sociedad. Las minorías socialmente excluidas
son más propensas a sufrir un acceso desigual a los recursos y las oportunidades debido a lo que son o
a cómo son percibidos.
La pubertad es una importante etapa de cambios psicobiológicos: aparición de la menarca y de la
polución con células espermáticas, en niñas y niños respectivamente, acompañados de crecimiento
corporal y de los caracteres sexuales secundarios junto con el paso a nuevas posibilidades mentales y
la reconstrucción de la identidad personal. Estos cambios se presentan coloreados de tensiones y
conflictos afectivos así como por un recrudecimiento de constelaciones inconscientes más tempranas,
por ejemplo: Propias del complejo de Edipo, rasgos orales, anales, etc.
Los adolescentes ven pasar a primer plano las tendencias genitales que acompañan a la maduración
física. El yo sufre los embates de las pulsiones, resurgen los intereses orales y anales y, entonces,
tratan de emplear ciertas técnicas para manejar esas pulsiones: represión, formaciones reactivas
(compasión, orden, limpieza, ascetismo) negación, intelectualización. El desarrollo sexual puede
aparecer con sentimientos de vergüenza (ante la masturbación y los fenómenos biológicos) las salidas
ante estos conflictos pueden consistir en un antagonismo frente a las pulsiones, como por ejemplo:
desconfiar del placer, evitar a personas del otro sexo, renunciar a las diversiones y al arreglo personal.
Cuanto más exagerado es ese ascetismo, mayor puede ser el desborde al quebrarse esas defensas. Este
gran temor a las pulsiones sexuales tiende a proteger al sujeto de la fijación amorosa a los objetos
infantiles incestuosos (padres y hermanos). Por eso es frecuente que lleguen a alejarse de sus
familiares o a pelear con ellos. Se produce un retraimiento de la libido hacia su propia persona, lo cual
incrementa su narcisismo. Resuelven esta regresión con esfuerzos por establecer conexiones con los
objetos externos, mediante la identificación narcisista (buscan su propia imagen en los demás) y la
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idealización, todo lo cual se muestra en los vínculos establecidos con las carreras y ocupaciones.
Desde los 11 a los 15 años, surgen nuevas formas de pensamientos. El fundamento de este desarrollo
está dado en la convergencia de varios factores: la experiencia que el sujeto adquiere, la acción social
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y cultural, la influencia de la maduración general del organismo, la evolución sexual, que obliga a los
adolescentes a incrementar la intelectualización y la interpretación racional del mundo como medios
para ordenar y contener las pulsiones. Este pensamiento se denomina Formal o hipotético
deductivo. El pensamiento adolescente y sus posibilidades se verán ampliados, interferidos, o en todo
caso, influidos por los procesos de aprendizaje y las experiencias vigentes en cada sujeto y en cada
grupo.
Esta etapa evolutiva es un proceso que afecta al individuo (intrasubjetiva) y es a la vez afectado por
los adultos (Dimensión intersubjetiva) e influenciado por la sociedad, así como el contexto social y
cultural e histórico en que transcurre. (Dimensión transubjetiva). No todas las personas son iguales,
por lo difícilmente se puede decir cuándo empezó y terminó su adolescencia, lo que condiciona no es
el hecho biológico en sí mismo, sino el sentido que se da al rol del adulto en la sociedad de que se
trate. Cada época marca con características peculiares este momento vital. La noción misma de
adolescencia es, como sabemos, una creación cultural que no existe en todas las sociedades.
La tarea central de adolescente es tomar su propio papel, auto definiéndose y reconociéndose sexual y
socialmente (quien siente que es, quien quiere llegar a ser, mediante que ocupación: reconocer su
cuerpo, su sexo, su personalidad). Los ejes de estas elaboraciones son: La propia identidad; el trabajo;
el estudio. La identidad personal, la van constituyendo en forma funcional, por medio de sus
experiencias y relaciones, con algunos aspectos parcialmente estables y otros móviles. Esto implica
una representación de sí mismo sobre la base de múltiples y complejas relaciones interpersonales,
experiencias psico-sexuales y actividades ocupacionales. Con relación a los vínculos sociales, los
procesos psicológicos y los históricos sociales forman un continuo, aunque puedan separarse a los
fines del análisis.
La adolescencia ha sido tradicionalmente caracterizada como un periodo de duelos, Arminda
Aberastury y Knobel consideraron que durante la adolescencia se viven 3 duelos básicos:
- El duelo por el cuerpo del niño: las transformaciones corporales tienen una gran persecución en el
psiquismo, se encuentra poseedor de un cuerpo que le resulta extraño que le provoca una pérdida de
coordinación y destreza. Todos los cambios fisiológicos que pasa requieren revisar y rehacer la
imagen del cuerpo propio. Con el cambio queda de manifiesto la identidad sexual, transformación de
las características sexuales primarias como de las secundarias. El desarrollo sexual puede provocar
angustia ante la aceptación del propio sexo, se manifiesta el carácter problemático de la adolescencia
como etapa de transición, en ese momento se inaugura la posibilidad de determinados
comportamientos y experiencias asociadas, así como el resultado de esos comportamientos- la
capacidad de tener hijos. El cuerpo aparece disociado, movilizando sentimientos de rechazo, negación
y culpa. El cambio corporal según responda al modelo social publicitado puede ser más o menos
aceptado, provocando sentimientos de narcisismo, o de inseguridad.
- Duelo por la pérdida de la infancia del niño: el vínculo fundamental lo establece con la familia y
más tarde con la escuela, él sabe que esperan de él, durante los primeros años se cree capaz de
realizaciones en su mayoría imposibles de llevar a cabo. Esta omnipotencia la elabora a partir de la
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figura de los padres, a quienes considera todopoderosos, siente que puede hacer cuanto todo sin
importar las consecuencias, su propio yo es el centro del universo. Su ingreso al mundo extrafamiliar,
sobre todo en la escuela, le hará reconocer el lugar de los otros, esfuerzo que se necesita para el logro
de lo que se propone y la prolongación de aquello que no puede obtener en el momento. De a poco
empieza a constituir el IDEAL DEL YO, aquello que se aspira a llegar a ser, este ideal es la manera
como la sociedad determina la adhesión de sus miembros, es el que indica a qué se debe atender y
colabora para reprimir los impulsos que no se adecuen a ese ideal. Llegada la adolescencia el ideal del
yo será adoptado por el joven formando parte de sus valores. En las posmodernidad se puede ver si el
niño atraviesa este duelo o si se reprime una regresión al yo ideal, una vuelta narcisista. En la
actualidad se desdibujan las figuras de los padres, se obtura el desear, el adolescente sobreprotegido
está acostumbrado a pedir y a que le otorguen lo que pide, no puede soportar la espera. La adicción al
consumo y a las imágenes de los medios organizan una personalidad dominante, centrada en el YO y
narcisista al extremo. Con la prolongación de la adolescencia se continúa viviendo más tiempo con
los padres, si a esto se le suma la dificultad real de obtener independencia económica, la conducta de
los jóvenes tiende a volverse abúlica y tediosa.
- Duelo por la pérdida de la relación infantil con los padres: estos representan para los hijos una
fuente de seguridad, protección y contención, como en la adolescencia se llega a la misma altura,
comienza la etapa de la des idealización, se tiene un conocimiento más realista de los padres a medida
que se descubren sus aspectos inmaduros, y sus errores. Dejan de ser considerados omnipotentes. Para
salir de esa confusión son los mecanismos esquizoides y de proyección, por los cuales colocan en las
personas que los rodea sus partes escindida o separadas. Los sentimientos intolerables se depositan en
padres, profesores o amigos, con comportamientos violentos, hasta de crueldad verbal.
La identificación proyectiva se utiliza en el mecanismo de idealización que lleva al exterior las partes
idealizadas de sí mismo, se atribuyen a otras personas u objetos intenciones o motivaciones que son
propias pero que el sujeto desconoce. A partir del momento en que los padres dejan de ser padres de
un niño, aparecen las peleas de rebeldía y sentimientos. En todos los casos de estas familias, las
discusiones son necesarias para que el adolescente pueda desplegarse de la misma.
Con respecto a las relaciones familiares, el interés del ambiente familiar hacia esa evolución
increíble que pasa en los adolescentes, pero cuando dicho interés se manifiesta, puede retenerlos en la
infancia, o empujarnos con demasiada rapidez a convertirse en adultos. Deben desprenderse o
independizarse, emocional y económicamente, de los padres y adultos, para vivir sus propias
experiencias y aumentar su autonomía, lo que no significa dejar de necesitar a los demás, sino, por el
contrario, establecer relaciones en un plano de reciprocidad. Los padres deben vivir dicho duelo
aceptando su propio envejecimiento a la vez que el desprendimiento del cuerpo infantil de su hijo.
Los cambios de la identidad del hijo los enfrentan a nuevos valores, concepciones e interpretaciones
de la vida y a la vez obligan a revisar sus viejos esquemas. Entran en una nueva etapa de relación con
su hijo, de mayor ambivalencia, así como de disminución de su liderazgo.
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Las funciones de la familia son las de enseñanza y aprendizaje, pero la manera como logre
organizarlos va a depender de los modelos recibidos por los padres en su propia infancia. El tipo de
familia que han internalizado y que les sirve de manera inconsciente, de modelo de los mecanismos
de defensa que predominen en ellos, de sus conocimientos acerca de la crianza, y de las pautas
culturales y los valores vigentes en la sociedad a la que se pertenece. Los padres transmiten la cultura
para socializar al niño y permitirle acceder a un status de reconocimiento social. También la
enseñanza del cuidado físico, de las relaciones familiares, la elaboración de la envidia, los celos y el
narcisismo, el desarrollo del amor, del respeto, de la solidaridad, la maduración de las características
psicológicas de cada sexo junto con la elaboración del complejo de Edipo, la enseñanza de las
actividades creativas, entre otras. La manera de encarar estas funciones varía desde lo económico y
conocimiento de la sociedad de cada familia. Las familias se arman de acuerdo a los elementos que le
proporciona la misma sociedad, cuando transmiten la cultura no lo hacen como una simple repetidora,
sino como un tamiz que jerarquiza ciertos aspectos y da significado al entorno. Esto tiene relación con
la dimensión trans subjetiva, ya que son los padres quienes le van dando herramientas a su hijo para
que pueda integrarse en la sociedad, adaptándose a reglas y normas.
La familia compuesta por padres, madre e hijos no es representativa de la época, ahora hay familias
con madres solteras, con un solo padre, con medios hermanos y la convivencia en la misma casa de
padres e hijos casados, por la dificultad de acceder a la vivienda propia. En las clases más bajas hay
una marcada desorganización familiar, la violencia no solo a la física, sino a la que significa la falta
de sostén parental, la incomunicación, la indiferencia. El rol de cada uno al ser las relaciones tan
cambiantes muchas veces quedan desdibujadas. Los padres viven una crisis similar a la de sus hijos
adolescentes, por lo que poco pueden asumir la autoridad. La autoridad la ejerce quien es superior en
algún aspecto con respecto al otro, pero si los padres y los hijos están en igualdad de condiciones,
resulta muy difícil ejercerla claramente. Esto impide la elaboración de buenos modelos
identificatorios y dificulta la superación conveniente del complejo de Edipo. El tipo de autoridad
paterna marca los límites impuesto y sin los límites claros no se establece la separación entre el yo y
el no yo, lo que dificulta la adquisición del sentido de la realidad.
En cuanto al conflicto intergeneracional, este parece adoptar hoy formas más cercanas a la
incomunicación indiferente que a la batalla acalorada. Dolto sugiere que : “el conflicto generacional
ya no es lo que era. Los jóvenes huyen de los adultos, pero no se enfrentan con ellos. “Hoy vemos a
observadores neutros, que no tienen mucho que hacer”. Al mismo tiempo, el autoritarismo y rigidez
propios de otras épocas, ceden paso a modalidades de intercambio más flexibles.
La posmodernidad, produjo un fuerte cambio en la estructura de la familia, como la dificultad de
aceptar la adultez y el debilitamiento de los roles parentales.El hombre postmoderno descree del
porvenir y del sentido proyectual: le basta con vivir el presente. Hoy en día nos encontramos
habitando un mundo crecientemente centrado en la informática, regido por los medios de
comunicación de masas y basado en la lógica del consumo.
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Para muchos adolescentes “hoy no hay drama”, ayer “ya fue” y el futuro parece estar lejos. En el
presente la consigna es zafar, transar y despreocuparse, en una aparente atenuación de una
problemática adolescente muy alejada, en sus formas manifiestas, de la fuerte pregnancia emocional
propia del “síndrome normal”. Los ideales son las vivencias de su presente, relegando el pasado al
desván de los “ya fue” y mostrando una aparente indiferencia por el porvenir. Los modelos
identificatorios son efímeros, cambiantes y por lo general ligados a la lógica del consumo, del
espectáculo y sobre todo del éxito.
El enaltecimiento e idealización del estado adolescente coexisten en la actualidad,
significativamente, con la indeterminación de su lugar asignado para el futuro en lo social. Así es que
a menudo el adolescente está idealizado en tanto tal pero ignorado en los requerimientos propios de su
momento vital. Este aspecto constituye a nuestro parecer una de las paradojas más serias que deben
enfrentar los adolescentes en el presente; paradoja que genera problemáticas inéditas, aún no
suficientemente conceptualizadas. En los últimos tiempos, los medios mencionan cada vez mayor
frecuencia, el crecimiento del suicidio adolescente. En cuanto a la idealización del ser adolescente,
baste con observar las publicidades, masivamente destinadas a los jóvenes y protagonizadas en su
mayoría por adolescentes en posición de disfrutar el producto ofertado- marca su pertenencia a los
grupos de alto poder adquisitivo- y supuestamente de la mejor etapa de la vida. Así como otras épocas
los adolescentes debían, sobre todo, desamarrarse de ideales familiares y sociales que les adjudican un
lugar prefijado por las anteriores generaciones para poder crear su proyecto singular, hoy día nos
encontramos, a menudo, con otro tipo de problemática: casi una ausencia de lugar asignado, cierta
falta de respuestas, modelos e ideales, propia del momento socio-histórico que estamos atravesando.
Estas modalidades, ligadas a la idealización del presentes y al vaciamiento del futuro, se entraman,
con una oferta consumista no ajena a la lógica de las adicciones. Lo cual promueve, con frecuencia, la
objetualización pasivante de los adolescentes al obstaculizar su subjetivación e inserción activa en el
mundo.
La adolescencia es una etapa llena de cambios, donde las personas construyen su identidad de acuerdo
a sus experiencias, vivencias y los factores interpersonales de cada uno/a. Ser víctima de violencia de
género a cualquier edad puede tener consecuencias negativas, tanto física como emocionalmente;
pero, a estas edades hay pocos aspectos de la vida que pueden librarse de verse afectados. En esta
etapa, las chicas se encuentran en una situación de vulnerabilidad identitaria, lo que las convierte en
vulnerables también dentro de una relación. Muchos estudios relacionan la violencia de género en la
adolescencia con un bajo rendimiento académico o incluso un abandono de los estudios, baja
autoestima y un truncamiento del bienestar físico y emocional. Además, al tratarse de las primeras
relaciones afectivas, las víctimas adolescentes pueden, en algunos casos, reproducir pautas de
repetición inconscientes y buscar perfiles similares a su agresor, lo cual hace imprescindible una
intervención psicosocial y trabajar la resiliencia con las víctima.
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La violencia de género puede darse a cualquier edad, cultura o clase, no obstante, se comporta de
manera diferente en cada ámbito. Los y las adolescentes siguen aceptando el modelo patriarcal
tradicional, puesto que tienen interiorizado lo que viven en casa, lo que ven en las películas y series
de televisión, en los libros e incluso en la pornografía. En la adolescencia, uno de los factores que
favorecen la perpetuación de las desigualdades de género es el modelo de amor romántico como
medio de control y dominio sobre la mujer. Este “amor” se basa en una ideología patriarcal que
idealiza una relación de pareja en base a creencias erróneas, pero aceptadas socialmente, que
perpetúan el machismo en las relaciones.

Según la definición de la ONU, la violencia de género (VG) es “cualquier acto o intención que origina
daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a las mujeres, incluyendo las amenazas de dichos
actos, la coerción o privación arbitraria de libertad, ya sea en la vida pública o privada”

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la violencia de género es un problema


prioritario en salud pública, y requiere de intervenciones conjuntas desde todos los ámbitos
educativos, sociales y sanitarios.

la violencia comprende también el maltrato psicológico, sexual, de aislamiento y control social, que
suelen pasar mucho más desapercibidos. La violencia de género en adolescentes y jóvenes se inicia
con un patrón de abuso verbal, que da paso al psicológico y ocasionalmente al económico, sexual y/o
físico. Observamos un grave problema de visión de roles en las mujeres jóvenes. Por ejemplo, sentirse
incompletas si no tienen pareja. Porque, en alguna medida, ofrecemos unos modelos de aprendizaje de
sexo cuasi pornográfico, sin respeto, amor, dignidad ni intimidad. Afrontar la violencia de género sólo
puede realizarse con visos de un cierto éxito desde una profunda educación ejercida en los distintos
contextos.
Debemos formar a quienes sufren la posición de víctimas, para que entiendan que es inaceptable, que
no hay que dar segundas oportunidades, pues el maltratador, y no se dude, es multirreincidente. Hay
que enseñar a descargar la rabia de forma no violenta, cómo afrontar la ruptura, educar en el
autocontrol, en el autodominio, en re direccionar la frustración, la cólera.
Mucha de la violencia machista entre adolescentes se da en las redes sociales. Hay que educar a los
niños para que preserven su intimidad en la red. Debemos enseñar a dialogar, a debatir, a discutir.
El sexismo es algo que se aprende. La igualdad también. Hay que rechazar la violencia y basarnos en
el respeto a los derechos humanos.
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Conclusión:

Esta cátedra nos aportó todos los aspectos fundamentales tanto psico-biológicos como su contexto
social-cultural e histórico para analizar y comprender el desarrollo adolescente y las problemáticas
actuales a las que se enfrenta, nos brindó las herramientas necesarias para ayudar a las y los
adolescentes a encontrar su identidad personal, crear planes y proyectos de vida, realizar
compromisos, hacer elecciones y establecer un modelo de vida a partir de sus valores y creencias.
Ayudarlos a encontrar “su lugar en el mundo”. Brindar una escucha activa, y acompañar durante este
periodo evolutivo que está transitando, a la búsqueda de su propia autonomía, a que los y las jóvenes
aprendan a desenvolverse correctamente dentro de la sociedad y a establecer relaciones de forma
independiente.
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Bibliografía:
Barone,C.E (2000) El marco familiar adolescente. Argentina: paulinas
Dolto, F. (1988). La cause des adolescenis. Paris: Robert Laffoni, S. A.
Muller, M (1986). Adolescencia ¿Estado o transición? niño Davila Editore
Rojas, M.C. (1997). Postmodernidad y lógica del consumo. Buenos Aires.
Rojas- Sternbach--Entre dos Siglos, una lectura psicoanalítica de la posmodernidad, ideología y
alienación de la cultura actual, capítulo 3

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