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UNMdP – FCSyTS – Carrera T.S. - Ps.

Gral y Evolutiva

Adolescencia (Compilación de textos) Lic. María Andrea Villafuerte

“Adolescencia es mutación, transformación, metamorfosis……. Es desafío que proviene del


propio cuerpo insubordinado, del crecimiento desordenado y sorprendente, de las nuevas
sensaciones, deseos e impulsos emanados de una química inexorable. Significa también
cambios en la apariencia, en el reconocimiento cotidiano de sí mismo, en la presentación ante
los demás. Es reemprender, día a día, el encuentro con el propio cuerpo, vivido como extraño.
Es rehacer también los lazos con los otros y tratar de descifrar el nuevo y confuso lugar que
depara el entorno familiar y social. Es apetito de identidad y, junto con ello, necesidad de
vínculos con iguales, de encuentros cercanos con semejantes que comprendan las vivencias y
compartan los lenguajes.”

M. Margulis

INTRODUCCION

Cada cultura propone un momento de inicio para la adolescencia, marcando su surgimiento


como un hiato entre la condición de niño y la condición de adulto.

Inicio que se apoya en los cambios biológicos que implican la pérdida de lo infantil, de la
protección familiar y de los vínculos de la intimidad familiar, que instituyen un paso a los
vínculos sociales, la exogamia y la preparación para la vida adulta.

Las sociedades antiguas acompañaban a los jóvenes a través de los ritos de iniciación dónde se
marcaba su integración a la vida de grupo: era la sociedad quien decidía cuándo se adquirían
los atributos de fertilidad o virilidad en base a las necesidades de su propia comunidad.
Razones económicas, sociales o políticas marcaban cual era el momento de cruzar la línea de la
niñez a la adolescencia, acompañando con rituales que ha veces incluían marcas en el cuerpo,
el acceso a sexualidad y salida del grupo familiar.

Si bien las formas de transitar este pasaje son variadas, cada sociedad construye formas de
acompañarlas. Cada sociedad, cada época, cada sector social, construye las formas culturales e
institucionales que inciden en esta etapa de la vida. Los procesos de la adolescencia están
condicionados por la cultura, la época, el género y la cuestión social.

Ciertas ceremonias como la jura de la bandera que marca un pase simbólico de hijos de una
familia a hijos de la patria, la Comunión rito de origen católico que supone el alejamiento del
padre real y el acercamiento a un padre ideal, el baile de “los quince” dónde el padre habilita a
su hija para que pueda estar con otros hombres otorgándole el permiso exogámico, producen
la eficacia simbólica de un ritual de modo que el Otro Social reconoce en el sujeto algo nuevo.

ADOLESCENCIA Y EVOLUCION DE LA LIBIDO

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La adolescencia es una etapa de la vida en la que se producen cambios fundamentales para la
estructuración psíquica y para la relación del sujeto con el contexto socio-cultural. Como todo
cambio implica para el sujeto un trabajo psíquico a realizar, para ello se valdrá no solamente
de su propia subjetividad sino también de aquello que la cultura le provee. Por lo tanto, las
características que prevalecen en esta etapa tendrán rasgos comunes propios del cambio
evolutivo que atraviesa, pero a su vez serán diferentes en base a la cultura en la que está
inserto y a su propia subjetividad.

El adolescente forma parte de una sociedad, no es un ser aislado, sino que más bien se trata de
un sujeto que se constituye a partir de su relación con el Otro social.

Siguiendo a Freud en la evolución de las etapas de la libido, con la finalización del Complejo de
Edipo alrededor de los cinco años, el niño entra en un período de latencia, dónde lo pulsional
queda reprimido permitiéndole así centrarse en la socialización con su entrada en la
escolaridad. Con la adolescencia, el despertar sexual se orientará hacia la búsqueda de su
objeto de amor fuera de sí mismo (ya no será un objeto autoerótico) y fuera de su grupo
familiar. Es que la renuncia a los objetos primarios es consecuencia de la barrera del incesto:
pasa así a la elección de objeto exogámico. Freud plantea que el hallazgo de objeto en esta
etapa es un re-encuentro ya que la elección de objeto se realiza en dos tiempos: la primera se
produce entre los dos y los cinco años y el objeto será la madre o el padre pero con una
organización libidinal autoerótica e infantil, y se interrumpirá en el período de latencia. La
segunda elección aparece en la pubertad pasando de la elección de objeto primario al
exogámico. La renuncia a estos objetos primarios es a consecuencia de la barrera del incesto:
es una barrera que se produce como exigencia cultural de la sociedad.

Se producen cambios fundamentalmente en dos niveles:

-a nivel biológico se produce en esta etapa la aparición de los caracteres sexuales secundarios
como agrandamiento de los senos y ensanchamiento de las caderas en la mujer, aparición del
vello facial, el crecimiento de la nuez de Adán y engrosamiento de la voz en el varón.

-a nivel pulsional éstas quedan ordenadas bajo una zona erógena dominante: la genital.

Con el advenimiento de la pubertad la sexualidad emerge provocando una conmoción


subjetiva que requiere un importante trabajo psíquico para llevar la vida sexual infantil a su
definitiva constitución. El instinto sexual encuentra el objeto sexual:

“Ahora aparece un nuevo fin sexual, a cuya consecución tienden de consumo todos los
instintos parciales, al paso de las zonas erógenas se subordinan a la primacía de la zona
genital” (Freud. La metamorfosis de la pubertad. 1905)

Lo pulsional que había quedado reprimido y apaciguado por los diques psíquicos que se
construyeron durante el período de latencia (asco, vergüenza y moral) emerge ahora en un
despertar de la sexualidad.

LOS TRES DUELOS EN LA ADOLESCENCIA

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Podemos diferenciar la pubertad de la adolescencia: la pubertad son los cambios hormonales,
corporales y al desarrollo de los caracteres sexuales secundarios. La adolescencia en cambio se
refiere al trabajo psíquico que ese cuerpo impone con un reordenamiento que implica un
duelo.

Tengamos en cuenta que “desarrollo” implica una temporalidad lineal, una serie de etapas sin
historia. La historia para el psicoanálisis:

“es una serie de acontecimientos singulares para cada sujeto y marcan la vida de un
individuo... la historia es el pasado historizado en el presente, historizado en el presente
porque ha sido vivido en el pasado. Pero es un pasado que ‘aún es’... todavía”. (Kancyper.
1985. “la adolescencia y a posteriori”)

Este trabajo de duelo implica necesariamente nuevas elaboraciones que conllevan angustia y
pena.

Arminda Aberastury plantea que el adolescente debe enfrentar tres duelos fundamentales:

-duelo por el cuerpo de la infancia: el cuerpo constituye el primer sostén de la identidad. Las
enormes transformaciones que la adolescencia trae, generan una gran desidentificación. La
imagen unificada del cuerpo que se constituyo en el estadio del espejo vacila ante ese cuerpo
no sólo por los cambios en la imagen sino también por el descubrimiento de una nueva forma
de placer sexual centrada en lo genital. Con un cuerpo que se va haciendo adulto, vive la
transformación con una mente aún en la infancia. Esta contradicción genera un verdadero
sentimiento de despersonalización. Surge así la necesidad de buscar otros espejos por fuera de
lo familiar que se constituirá con ídolos que proveerán una nueva identificación.

-duelo por el rol infantil: en la infancia la dependencia es la relación natural. El niño sabe de su
impotencia y de la necesidad de que otros se hagan cargo de algunas cosas por él. En la
adolescencia se produce una confusión de roles ya que no puede mantener la dependencia
infantil pero tampoco puede asumir la independencia adulta. Delegará entonces en el grupo
parte de sus atributos y en los padres las obligaciones y responsabilidades: es la
irresponsabilidad típica del adolescente ya que él “no tiene que ver con nada”. Inestabilidad
afectiva, confusión de su identidad son características normales de esta etapa que conducirán
al adolescente a funcionar de acuerdo con las características grupales que le van a permitir
mayor estabilidad gracias al apoyo que significa el YO de los demás, con los que se identifica.
La adolescencia es ante todo un pasaje de lo familiar a lo social.

-duelo por los padres de la infancia: la relación infantil de dependencia se va abandonando


paulatinamente. En este aspecto, se produce un doble duelo ya que los padres tendrán
también que elaborar la pérdida de dependencia de sus hijos. El adolescente buscará figuras
idealizadas para sustituírlos (maestros, ídolos deportivos, otros padres, artistas) en quienes
proyectará la imagen idealizada de sus padres.

CARACTERISTICAS ADOLESCENTES

La incomodidad del adolescente con el mundo adulto y sus instituciones, lo lleva a sociabilizar
con sus grupos de pares. Muchas veces elige modelos transgresores para distanciarse de todo
aquello que le representa el mundo adulto.

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Ante la necesidad de tener una identidad, recurre a la identificación con sus pares. Puede
ocurrir una identificación anómala pero concreta con figuras negativas sobre todo cuando
hubo trastornos en la adquisición de la identidad infantil.

Para compensar las pérdidas que ocurren dentro de sí mismo (cuerpo, rol e identidad infantil)
utiliza el pensamiento, y así, a través de fantasías e intelectualizaciones se defiende del dolor
que estas pérdidas le causan.

Se producen crisis religiosas: puede mostrarse como un ateo exacerbado con actitud
reivindicatoria, o como místico fervoroso que le permita creer en la continuidad de la
existencia de sí mismo y de sus padres.

El tiempo adquiere características especiales, vive una cierta desubicación temporal donde el
tiempo es presente y activo: si se niega el paso del tiempo, puede conservarse al niño dentro
del adolescente. El sentimiento de soledad que es típico de los adolescentes lo conduce a
largos encierros dónde se aísla y retrae, como una forma de “dejar afuera” aquello que lo
angustia. A medida que los duelos de la adolescencia se van elaborando, la dimensión
temporal adquirirá otras características pudiendo discriminar pasado, presente y futuro: con
elaboración de presente podrá elaborar proyectos para el futuro.

El enamoramiento apasionado y la aceptación de la genitalidad son parte del proceso.

La actitud social reivindicatoria es una forma de intentar modificar una sociedad que el mundo
adulto ha producido y que les genera disconformidad y desacuerdo.

Por poseer una personalidad permeable que recibe todo y proyecta enormemente, no tiene
una línea de conducta determinada y de ser así indicaría una alteración de la personalidad
adolescente. Por este motivo es que se presentan contradicciones sucesivas en todas las
manifestaciones de la conducta.

Al ir produciéndose la separación progresiva de los padres, si estos han sido internalizados


como buenas imágenes parentales, permitirá un buen desprendimiento que le permitirá el
lento pasaje a la madurez. Si estos aparecen para el adolescente como desvalorizados, se verá
obligado a buscar identificaciones en ídolos de distinto tipo como sustitutos de las figuras
parentales.

Constantes fluctuaciones del humor y del estado de ánimo son también características de una
adolescencia normal.

MORATORIA SOCIAL

Erickson plantea que en nuestra cultura, el individuo que ha madurado sexualmente, se ve más
o menos retrasado en cuanto a su capacidad psicosexual para la intimidad y a la disposición
psicosocial para la paternidad. A esta demora la llama moratoria psicosocial. Una moratoria es
un período de demora que se le concede a alguien que no está listo para cumplir una
obligación, es decir se le otorga al adolescente una demora para asumir responsabilidades y
compromisos adultos, pero no se trata solo de una demora, sino de un tiempo de intenso
trabajo psíquico para la formación de su identidad.

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La moratoria social implica un período de permisividad que media entre la madurez biológica y
la madurez social, es un privilegio que permite postergar el ingreso a la condición de vida
adulta y dedicar un período al estudio. Esto remite a sectores sociales privilegiados ya que no
se ofrece de igual manera a todos los jóvenes: las características y horizontes, las posibilidades
sociales y culturales son totalmente diferentes según las condiciones sociales. La moratoria
social tiene que ver con la posibilidad de ampliar el período de aprendizaje y refiere por sobre
todo a la condición de estudiante. Remite sobre todo a las clases medias y altas cuyos hijos se
incorporan a la educación universitaria y/o terciaria.

La moratoria social excluye a un gran número de jóvenes que no poseen las características
económicas necesarias y que no se corresponden con los signos reconocidos que la sociedad
actual ha impuesto como indicadores de juventud exitosa: jóvenes bellos, deportistas,
saludables, alegres y despreocupados. Quedan por fuera los jóvenes provenientes de familias
que por la escasez de sus recursos económicos deben iniciarse tempranamente en la actividad
laboral, y que muchas veces inician uniones conyugales tempranas o embarazos adolescentes.

Pero en la sociedad de hoy, el gran desempleo produce una gran cantidad de jóvenes de clases
populares que no encuentran trabajo y que por las razones citadas anteriormente, tampoco
estudian. Este hecho genera otra importante diferencia en relación al tiempo libre. El tiempo
libre es tiempo “no culposo” y legítimo que se obtiene como contrapartida del estudio y del
trabajo y es avalado por la sociedad. Pero el tiempo libre producto del desempleo es tiempo
vacío sin destino, es el tiempo de la exclusión y del desprecio.

Podemos mencionar también la “moratoria vital” que alude a la condición biológica que se
expresa en vitalidad y posibilidades por encontrarse en un momento de la vida dónde queda
mucho por delante. Psicológicamente alejados de la muerte, tienen tiempo para el logro de
sus objetivos. Son jóvenes porque los preceden padres, abuelos que los antecederán en la
muerte. Y son jóvenes porque así son percibidos por los demás miembros de su comunidad y
su familia.

“ La juventud es, por ende, una condición relacional, determinada por la interacción social,
cuya materia básica es la edad procesada por la cultura.” (M. Margulis. Juventud o
juventudes.)

ADOLESCENCIA Y GENERACIONES

Cada nueva generación habita una cultura diferente: incorpora nuevos códigos, construye
nuevos sentidos e integra los códigos preexistentes en nuevas significaciones

Cada generación internaliza los códigos de la época en que le toca vivir. En épocas de rápido
cambio, las diferencias entre generaciones se agudizan. Cada generación es portadora de
diferentes rasgos que a veces obstaculiza el diálogo con la anterior. Los nuevos jóvenes
incorporan con naturalidad los nuevos códigos, inclusive aquellos que para sus padres fueron
objeto de conflicto.

Así, lo que para la generación precedente era fuente de conflicto o rechazo, se naturaliza en
la nueva. Ejemplos hay miles, pero podemos citar en los últimos años cómo las nuevas
generaciones resignifican las cuestiones de género, derecho a salud y a las decisiones sobre sus
propios cuerpos.

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Por otro lado, el velocísimo desarrollo de la tecnología de hoy día, separa aún más a los
adolescentes de sus antecesores: los nativos digitales desarrollan otra manera de entender y
operar sobre el mundo.

ADOLESCENCIA Y ENTORNO SOCIAL

El adolescente recurre a referentes sociales para hacer de ellos sus nuevos modelos
identificatorios: con ellos irá construyendo su nueva subjetividad.

“Por lo tanto, este segundo momento de la constitución subjetiva implica una exigencia de
funcionamiento en el campo social. No hay sujeto humano sin una inserción en alguna forma
del lazo social. En el caso de la adolescencia, es fundamental tener en cuenta esta mutua
implicación sujeto y sociedad.” (Esp. Norma A. Sierra. 2014)

Como la adolescencia es una construcción social y cultural, cada cultura suministrará


elementos propios para esta construcción: no es lo mismo ser un adolescente en Argentina
que en Marruecos, como no es lo mismo serlo en Buenos Aires que serlo en Tucumán, sus
perspectivas y horizontes son diferentes. Como tampoco es lo mismo serlo en esta década
que en la pasada: el imaginario social cambia vertiginosamente y las subjetividades lo
acompañan.

“Juventud es un significante complejo que contiene en su intimidad las múltiples modalidades


que llevan a procesar socialmente la condición de edad, tomando en cuenta la diferenciación
social, la inserción en la familia y en otras instituciones, el género, el barrio o la microcultura
grupal.” (Mario Margulis. Juventud o juventudes.)

En nuestra sociedad actual muchos niños de sectores populares llegan hoy a la adolescencia
en familias atravesadas por el desempleo y sus consecuencias. Muchos de ellos no estudian ni
trabajan y las instituciones que solían proveerles contención, cabida, identidad, hoy ya no se
sostienen.

Los adolescentes de los sectores medios también hoy se encuentran vapuleados por la crisis
que les presenta como un futuro incierto y sin expectativas de progreso.

CLINICA DEL DESVALIMIENTO

¿Qué ocurre en este tránsito hacia la adolescencia en una sociedad dónde los adultos vacilan y
los ideales son inconsistentes?. ¿Qué ocurre con aquellos que entran en la adolescencia sin
haber contado en la infancia con quién los cuide en la etapa del desamparo inicial, que han
sido objetos de maltrato?

En sus grupos de crianza no disponen de figuras identificatorias, el padre es registrado ausente


en su función:

“Aparece como no responsable respecto a la familia o en una posición de horizontalidad que


muchas veces lo equipara a un hijo más. Si en el tiempo de la infancia no pudo sostener la
función de corte o prohibición, tampoco en el tiempo de la adolescencia puede ser un adulto
que habilita a orientar hacia ideales identificantes.” (Toimil y Lonigro.)

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Las madres muchas veces son convertidas en sostén familiar debiendo delegar el cuidado de
sus hijos a otros hijos mayores.

Cuando el grupo de pares es la única alternativa de lazo, la representación simbólica de la


propia muerte y la elaboración de los duelos se torna inaccesible. La representación de
muerte propia debe inscribirse en el aparato psíquico como representación pre-conciente. Lo
que no se tramita en lo simbólico corre el riesgo de transitarse en lo real. Así ante esta falla en
la elaboración simbólica de la propia muerte, el cuerpo y el acto pueden presentificar la
muerte sin mediaciones. Pasajes al acto, introducción de sustancias en el cuerpo, y búsqueda
de identificaciones en el pequeño grupo pueden ser la respuesta a lo no-inscripto
simbólicamente.

Aquí reside la importancia del Estado y las políticas públicas para el acompañamiento del
tránsito adolescente cuando las tramas familiares son frágiles, cuando sus padres o madres
transitaron la propia desde una cultura del despojo, sin proyecciones personales a futuro.

Apostar a la emergencia de nuevas significaciones destituyendo otras construidas desde la


carencia y el desamparo, ayudando al sujeto a historizar produciendo nuevas versiones de su
historia es un lugar de interacción donde el Trabajo Social y la Psicología encuentran un desafío
para posicionar a los sujetos en cuestión a transformarse en hacedores de su propio destino.

CIERRE

La función “Nombre del Padre” ejercida por quien se haga cargo, que opera desde muy
temprano en la niñez, también interviene en la adolescencia. Aquí el Padre de la Ley no es el
que dice NO, que prohíbe y ordena, sino que es el que dice SI, que habilita y le permite
representarse como integrante y sucesor en la cadena generacional

“La adolescencia es algo más que pubertad física, aunque en gran medida se basa en ella.
Implica crecimiento, que exige tiempo. Y mientras se encuentra en marcha el crecimiento, las
figuras paternas deben hacerse cargo de la responsabilidad. Si abdican, los adolescentes tienen
que saltar a una falsa madurez y perder su máximo bien: la libertad para tener ideas y para
actuar por impulso” (Winnicott, 1971).

BIBLIOGRAFIA
-Aberastury, Arminda y Knobel, Mauricio (1979): “La adolescencia normal”. Buenos Aires. Ed. Paidós

- Freud, Sigmund. (1905). “La metamorfosis de la pubertad” en Tres ensayos para una teoría sexual. O.
C. T VII. 1986. Buenos Aires: Amorrortu

--Kancyper, Luis (1985): “Adolescencia y a posteriori”. Revista de Psicoanálisis. APA, 14

-Margulis, Mario (2015): “Juventud o juventudes. Dos conceptos diferentes” Revista Voces en el fénix.
N° 51

-Margulis, Mario (2014) “Adolescencia y cultura en Argentina”. Revista Universidad Nacional de Lanús

-Seoane Toimil, Inés y Lonigro Susana (2015): “Lazo Social y procesos de subjetivación. Reflexiones
desde la época”. Edulp Editorial de la Universidad de La Plata.

-Sierra Norma Alicia Sierra.(2014): “Adolescencia, subjetividad y contexto socio-cultural”. Facultad de


Ciencias Humanas. Universidad Nacional de San Luis (Argentina). Revista Argonautas N° 4

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