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Afortunadamente las políticas que ya se han tomado y están en desarrollo por parte del
gobierno y de YPFB apuntan a la autosuficiencia de producción y consumo de gasolina
especial. Medidas como ser la ampliación de capacidad de las refinerías Gualberto
Villarroel y Guillermo Elder Bell son las que harán posible esta aspiración.
Otra medida que se puede adoptar y que es una opción actualmente es la de cambiar el
núcleo energético automotriz de gasolina a gas natural vehicular, lo cual convendría de
sobremanera para reducir la demanda de gasolina y por ende la subvención, y si se ponen
en acción las medidas de aumento de producción de gasolina incluso se podría pensar en
exportar este energético.
Sin embargo, el diesel es un tema aparte debido a que la situación de Bolivia hace que no
se pueda pensar en ser autosuficientes en lo que respecta a la producción y consumo de
este hidrocarburo ya que el crudo que se procesa es demasiado liviano por lo que la
cantidad de diesel que se logra producir es muy reducido. Por lo que, según comentarios
de autoridades de YPFB, se tendría que seguir importando y subvencionando este
combustible.
Los beneficios de que el estado ya no subvencione la gasolina para el mercado interno es
que ese dinero se puede utilizar en proyectos sociales como escuelas, hospitales, o
incluso para incrementar la estabilidad económica del estado. Tampoco parece existir
consecuencias negativos de esta situación, a menos que la subvención se pare al subir el
costo de la gasolina en el mercado interno lo cual, como ya se dijo, provocaría una
inconformidad en la población lo cual conllevaría a medidas de presión, disturbios,
bloqueos, huelgas, etc.
Los beneficios de evitar venta ilícita a países vecinos son obvios al asegurar el satisfacer
la demanda interna y mal uso de la subvención por parte del estado. No existe ninguna
consecuencia negativa aparente.