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Fisterra

Incontinencia urinaria en la mujer


Fecha de revisión: 16/07/2021

Índice de contenidos

• ¿De qué hablamos?


• ¿Cómo se clasifica?
• ¿Cómo se diagnostica?
• ¿Cuándo derivar a un segundo nivel asistencial?
• ¿Cómo se trata?
• Bibliografía
• Más en la red
• Autores

¿De qué hablamos?


La incontinencia urinaria (IU) es la pérdida involuntaria de orina que puede ser demostrada de manera
objetiva. Es uno de los síntomas urinarios más prevalentes en la población, siendo las mujeres las más
afectadas.

Su prevalencia aumenta con la edad, varía según la población estudiada y afecta a más de 3 millones
de personas en España. Se estima que 1 de cada 4 mujeres presentará IU alguna vez en su vida,
mientras que en hombres la proporción es de 1 de cada 9. Los pacientes institucionalizados representan
un grupo especial, con una prevalencia en torno al 50-60% (Rodríguez-Núñez R, 2007).

A pesar de que no asociarse a un aumento de la mortalidad, sí que existe gran afectación de la calidad
de vida, repercutiendo en la higiene y en las esferas emocional, social y económica.

Se debe hacer una búsqueda activa de los síntomas de IU, pues los pacientes pueden ocultarlo por
vergüenza, falta de conocimiento, miedo a la cirugía, etc. A través de tres sencillas preguntas comienza
el proceso diagnóstico: ¿Presenta pérdidas involuntarias de orina?, ¿son frecuentes y abundantes?,
¿representa un problema en su vida? (Thüroff JW, 2011).
¿Cómo se clasifica?
Se puede clasificar según la intensidad, la duración y en función de las características clínicas (Brenes
Bermúdez FJ, 2013).

En función de la intensidad, se clasifica IU:

• Leve (<600 ml/día).


• Moderada (600-900 ml/día).
• Grave (>900 ml/día).

En cuanto a la duración, si la clínica es inferior a 4 semanas se denomina IU transitoria o incontinencia


tipo DIAPERS (pañal en inglés), acrónimo utilizado para recordar las causas más frecuentes, pues
suelen ser secundarias a procesos como:

• D: Delirium (drogas o fármacos).


• Disminuyen la contractilidad de la vejiga: IECA, antidepresivos, antihistamínicos,
antimuscarínicos, antiparkinsonianos, antipsicóticos, agonistas β-adrenérgicos, calcio
antagonistas, opioides, hipnóticos, sedantes, relajantes musculares.
• Aumentan la irritabilidad del músculo detrusor: diuréticos.
• Aumentan el tono del esfínter uretral: agonistas α-adrenérgicos, anfetaminas y
antidepresivos tricíclicos.
• Disminuyen el tono del esfínter uretral: agonistas α-adrenérgicos (Imam KA, 2004).
• I: Infección del tracto urinario (ITU).
• A: Atrofia (vaginitis, uretritis).
• P: Psicológicas.
• E: Endocrinopatías (hiperglucemia, hiperpotasemia, hipercalcemia).
• R: Retención urinaria.
• S: "Stool" o impactación fecal.

La incontinencia establecida no desaparece a las 4 semanas a pesar de haber actuado sobre las
posibles etiologías causantes.

Según las características clínicas (Rogers RG, 2008):

Incontinencia de esfuerzo (IUE)

La pérdida de orina se produce por la realización de un esfuerzo físico (toser, estornudar, reír, cargar
peso…), provocando un aumento de la presión abdominal que supera la presión del esfínter uretral. Es
el tipo de IU más frecuente, fundamentalmente en mujeres menores de 75 años.

Los mecanismos implicados son tanto la hipermovilidad de la uretra (por debilidad del suelo pélvico)
como la deficiencia intrínseca del esfínter uretral (la pérdida del tono intrínseco de la mucosa uretral y
muscular que mantienen la uretra cerrada) (Lim YN, 2009).

Los factores de riesgo relacionados son: parto vaginal, uso de fórceps, edad, obesidad, cirugías, etc.

Incontinencia de urgencia (IUU)

Se caracteriza por el deseo imperioso de orinar (urgencia miccional) con la consiguiente pérdida de
orina involuntaria, que puede ser desde unas gotas hasta una gran cantidad de orina. Es más frecuente
en mujeres mayores de 75 años.

Existe una hiperactividad en el músculo detrusor que provoca contracciones involuntarias e


inadecuadas ante el llenado vesical.

Puede ser secundaria a trastornos neurológicos por una lesión en la médula espinal, anomalías en la
vejiga (tumores, alteración de la pared, prolapso de órganos pélvicos…), microbioma alterado o
idiopático (Nygaard I, 2010).

Incontinencia mixta (IUM)

Es aquella que combina la sintomatología de la IUE y la IUU. Se observa un doble mecanismo:


hiperactividad del detrusor e incompetencia esfinteriana. Se estima que la presenta el 30-40% de las
mujeres con IU.

Incontinencia por rebosamiento

Denominada también incontinencia por vaciado incompleto, cursa con goteo. Puede presentarse de
forma aguda o crónica.
Se puede producir por obstrucción mecánica en el tracto de salida (prolapso, estenosis uretral…), por
obstrucción neurológica central o incluso periférica, provocando una hipoactividad del músculo detrusor
(diabetes, deficiencia de vitamina B12, enfermedad de Parkinson, alcoholismo y tabes dorsal) o bien por
factores reversibles como los fármacos.
¿Cómo se diagnostica?
Si bien el cribado de la IU no forma parte de las recomendaciones de las asociaciones profesionales de
actividades preventivas urológicas, la Women’s Preventive Services Initiative es la única organización
que recomienda la detección anual de IU en todas las mujeres, a pesar de que la evidencia es escasa o
insuficiente (O’Reilly N, 2018).

Anamnesis

Se debe preguntar sobre antecedentes familiares, personales, cirugías previas, obstétricos y


ginecológicos. Hay que identificar los posibles factores de riesgo, ya que en muchos casos son
modificables, como la ingesta excesiva de bebidas estimulantes (café, té...), fármacos y otros procesos
que puedan interferir en la clínica urinaria.

Existen unas preguntas clave que ayudan a identificar qué tipo y la intensidad de IU que presentan:

• ¿Se le escapa la orina al toser, reír, levantar peso, estornudar? Si la respuesta es afirmativa
sugiere IUE.
• ¿Alguna vez se le escapa la orina cuando nota una sensación repentina de e incontrolable de
ganas de orinar? Se consideraría la IUU.
• ¿Tiene la sensación de que no vacía la vejiga por completo? Habría que pensar en la IU por
rebosamiento.
• ¿Se le escapan gotas o se moja mucho? Valora la gravedad de la incontinencia.
• ¿Utiliza algún sistema de protección para la IU? ¿Cuál? ¿Cuántas veces se cambia al día?

Cuestionarios

Es importante reflejar cómo afecta la clínica a la calidad de vida. Para ello existen cuestionarios
validados para valorar la repercusión de la IU. El International Consultation on Incontinence
Questionnaire (ICIQ-SF) y el King’s Health Questionnaire (KHQ) evalúan específicamente el impacto
sobre la calidad de vida. Por su mayor viabilidad, se prefiere el uso clínico de ICIQ frente al KHQ
(Espuña Pons M, 2007). Otros como ICIQ-UI-SF o IU-4 se centran en el diagnóstico etiológico y el
grado de incontinencia (Espuña Pons M, 2007).

Exploración física

Comprende una exploración general, midiendo aspectos antropométricos, palpación abdominal


buscando la presencia de masas y globo vesical, exploración neurológica a través de los nervios de las
raíces sacras, el reflejo anal y bulbocavernoso, la sensibilidad perineal y una exploración ginecológica,
valorando prolapsos, trofismos y masas pélvicas.

Test de la tos (SEGO, 2019; Sussman RD, 2020)

Todas las guías coinciden en la realización de esta prueba para la detección de la IUE, ya que objetiva
la pérdida de orina al aumentar la presión abdominal. El paciente puede estar en decúbito supino o en
bipedestación, siendo más sensible esta última (Patnam R, 2017). Con la vejiga llena o cuando el
paciente está muy sintomático se le pide que tosa mientras el médico observa si existen pérdidas de
orina.
Prueba del hisopo de algodón

Se evalúa la movilidad uretral tras la aplicación de anestésico local (lidocaína intrauretral), se inserta el
hisopo y se le pide al paciente que realice una maniobra de Valsalva. Será positiva si el hisopo se ha
movilizado más de 30º desde su posición de reposo.

Test de la compresa

Al no existir un consenso para su uso, no se considera el examen rutinario de la IU (Painter V, 2012;


Sussman RD, 2020).

Diario miccional

Esta herramienta sirve tanto para el diagnóstico como para el seguimiento. Se trata de cuantificar la
frecuencia miccional, la ingesta de líquidos, conocer el número de absorbentes que precisa y cuantificar
los episodios de incontinencia, tanto de esfuerzo como de urgencia.

Se aconseja cumplimentarlo de 3 a 7 días completos. Se considera normal de 4 a 7 micciones durante


el día y levantarse una vez a orinar por la noche.

Diario miccional.

SENSACIÓN
LÍQUIDOS ¿QUÉ ESTABA
HORA MICCIONES PÉRDIDAS DE ORINA DE
INGERIDOS HACIENDO EN EL
URGENCIA
MOMENTO DE LA
AM- Tipo de Cantidad PÉRDIDA?
Cantidad Poco Moderada Abundante SÍ NO
PM líquido orinada

Fecha: / /

Diario miccional para descargar/imprimir (PDF)

Analítica general y de orina

Se debe solicitar hemograma, bioquímica con glucosa, función renal, ionograma, calcio y vitamina B12,
además de sedimento y sistemático de orina principalmente para descartar infección, hematuria,
proteinuria o glucosuria.

Ecografía abdominal (NICE, 2019)

Método no invasivo, ayuda a cuantificar el volumen de orina residual. No está indicado en todos los
pacientes. Se recomienda en situaciones específicas como la presencia de IU complicada, IU
recurrente y en aquellos pacientes con micción disfuncional o que estén con tratamientos que puedan
empeorar la incontinencia. No existe un punto de corte aceptado para el valor de la orina residual,
aunque se considera que por debajo de 150 ml es aceptable.

Estudio urodinámico

Consta de la flujometría (valora la relación volumen/tiempo de la micción espontánea) y la


cistomanometría (estudia la relación entre el volumen y la presión durante la fase de llenado y vaciado),
propias de la valoración por un segundo nivel asistencial.
¿Cuándo derivar a un segundo nivel asistencial?
(Sussman RD, 2020)

Antes de plantearse un tratamiento se deben identificar los síntomas que obligan a derivar al paciente a
un nivel asistencial especializado (urología, ginecología) para completar con pruebas diagnósticas
específicas y recibir una valoración más detallada.

Los pacientes que presenten IU con las siguientes características son candidatos a la derivación:

• Pacientes de difícil clasificación, diagnóstico y tratamiento.


• Pacientes con síntomas graves, IU complicada.
• Pacientes con IU recurrente o IU total.
• Pacientes con IU que asocien:
• Microhematuria o macrohematuria persistente en ausencia de infección y con factores de
riesgo para malignidad.
• Infección urinaria recurrente.
• Dificultad para el vaciado o residuo vesical posmiccional >200 ml.
• Cirugía y/o radioterapia pélvica previa.
• Mujeres con prolapso importante de órganos pélvicos.
• Dolor abdominal o pélvico asociado.
• Síntomas neurológicos.
• Sospecha de fistula urinaria o divertículo uretral.
• Incontinencia fecal (NICE, 2019).

Aquellos pacientes que tras el inicio de tratamiento persisten con sintomatología o bien no existe
respuesta al mismo también son candidatos para la remisión a un segundo nivel asistencial.
¿Cómo se trata?
En primer lugar, se debe identificar la existencia de factores que pudieran estar interfiriendo, o bien
provocando una IU transitoria o agravando clínicamente una IU ya establecida, con especial atención a
los fármacos que recibe el paciente.

En los pacientes mayores se debe indagar la posible existencia de una causa subyacente que pueda
estar originando sintomatología propia de la IU. Para ello debe realizarse una evaluación funcional y
cognitiva, un despistaje de síndromes depresivos, así como una evaluación de la presencia de
enfermedades concomitantes como: insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal crónica, diabetes,
síndrome de apnea del sueño, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, síndrome metabólico, etc. El
tratamiento adecuado de estas entidades puede disminuir la gravedad de la incontinencia y el impacto
sobre la calidad de vida del paciente.

Independientemente del tipo de IU (IUE, IUU, IUM), el primer escalón de tratamiento para todas ellas
será un tratamiento conservador que incluye:

• Modificaciones en el estilo de vida:


• Pérdida de peso: mejora los síntomas de la IU. Se recomienda disminuir de peso a aquellas
mujeres con IMC >30 kg/m2. Los estudios muestran mayor beneficio para la IUE (Subak LL,
2009).
• Dieta: se recomienda disminuir el consumo de bebidas alcohólicas, carbonatadas y con
cafeína. También hacer una ingesta racional de líquidos, así como una programación de la
micción. Se debe evitar una restricción agresiva de líquidos por sus posibles efectos
adversos como cefalea, estreñimiento y sed (Imamura M, 2015).
• Evitar y tratar el estreñimiento.
• Dejar de fumar: el tabaquismo influye en la aparición de IU (Danforth KN, 2006).
• Ejercicios de Kegel o ejercicios de suelo pélvico (ESP): principalmente indicados para la IUE,
ya que el fortalecimiento de los músculos del suelo pélvico formará una mayor presión que ayude
a la contracción del esfínter urinario. También se ha visto beneficio en el resto de tipos de IU (IUM,
IUU) frente a placebo. Estos ejercicios consisten en la contracción del suelo pélvico durante 8-10
segundos y una relajación posterior durante otros 8-10 segundos. Deben realizarse entre 8 y 12
ciclos y 3 veces al día como mínimo. Son necesarias de 6 a 12 semanas para objetivar alguna
mejoría y de 3 a 6 meses para alcanzar el máximo beneficio (García-Sánchez E, 2016; Preda A,
2019).
Existen métodos para mejorar la técnica y maximizar los resultados, de gran utilidad en personas
con dificultad para el adiestramiento, como es la biorretroalimentación (mide de manera objetiva la
contracción a través de un sensor en la vagina), estimulación eléctrica (genera contracción
muscular a través de una pequeña corriente eléctrica) o dispositivos mecánicos como los pesarios
vaginales (Dumoulin C, 2018).
• Entrenamiento de la vejiga: es más eficaz para la IUU, aunque también se obtienen beneficios
en los otros tipos. Partiendo del diario miccional, se estipula una programación de micciones en
intervalos gradualmente ajustados. Con técnicas de distracción y relajación se intentará controlar
los episodios de urgencia (NICE, 2019).
• Estrógeno vaginal tópico (Cody JD, 2012; Crandall CJ, 2018): dirigido a mujeres peri o
posmenopáusicas que presentan IU asociada a la atrofia vaginal debida al síndrome
genitourinario de la menopausia. Es una opción de tratamiento todavía controvertida. Se han
realizado revisiones que determinan que la IU mejora con el tratamiento estrogénico local; sin
embargo, los ensayos clínicos han mostrado una evidencia escasa en cuanto al periodo posterior
a la finalización del tratamiento. Hay estudios que aseguran que el tratamiento tópico no aumenta
el riesgo de enfermedad cardiovascular ni de cáncer. Sin embargo, la terapia estrogénica por vía
oral agrava los síntomas de la IU. Su indicación para la IU no está aprobada por la FDA (Balk E,
2018).

En los siguientes escalones de tratamiento se dispone de terapia farmacológica y quirúrgica:

Incontinencia urinaria de esfuerzo

Tratamiento farmacológico: para este tipo de incontinencia los fármacos tienen un escaso papel.

• Duloxetina (Mariappan P, 2005): inhibidor de la recaptación de serotonina y noradrenalina.


Aumenta el tono muscular favoreciendo el cierre de la uretra. Se ha descrito mejoría de las
puntuaciones en los cuestionarios de calidad de vida. Sin embargo, su eficacia sobre la propia
IUE es dudosa. En ficha técnica no está indicada para el tratamiento de la IU.

Tratamiento quirúrgico: de elección en IU moderadas-graves y ante el fracaso de los tratamientos


previos. La cirugía de colposuspensión de Brunch ha sido el estándar de oro del tratamiento quirúrgico,
pero está siendo sustituido por los cabestrillos uretrales de material irreabsorbible. Los cabestrillos
pueden ser retropúbicos o transobturadores, y entre ellos no hay diferencias en cuanto a la tasa de
curación. Se debe informar a la paciente sobre los riesgos y beneficios de cada técnica (Lapitan MCM,
2017).

Incontinencia urinaria de urgencia

Tratamiento farmacológico: entre las diferentes opciones se elegirá en función de la eficacia, los efectos
secundarios, la presencia de otras enfermedades y el coste (Shamliyan T, 2012):

• Antimuscarínicos: oxibutinina (5 mg/8 h), tolterodina (2 mg/12 h o 4 mg/24 h), cloruro de trospio
(20 mg/12 h), solifenacina (5-10 mg/24 h) y fesoterodina (4-8 mg/24 h). Son el pilar fundamental
del tratamiento farmacológico. Actúan bloqueando competitivamente los receptores
anticolinérgicos, suprimiendo así las contracciones involuntarias vesicales. Para observar mejoría
se debe emplear durante un periodo de al menos 4 semanas. Los principales efectos adversos
son sequedad bucal, ocular, estreñimiento y visión borrosa. Las contraindicaciones más
importantes son glaucoma de ángulo estrecho, miastenia gravis, retención urinaria, problemas
gastrointestinales graves, insuficiencia renal grave, embarazo y lactancia. Todos tienen una
tolerabilidad similar. Sin embargo, los fármacos de liberación prolongada se toleran mejor.
En pacientes ancianos este tratamiento debe utilizarse con precaución, pues su uso a largo plazo
está asociado a un mayor riesgo de deterioro cognitivo por un efecto acumulativo de los fármacos
anticolinérgicos (Nambiar AK, 2018; Ruxton K, 2015; AGS Beers Criteria, 2019).
• Mirabegrón (50 mg/24 h) (agonista beta adrenérgico): es un agonista potente y selectivo del
receptor β3-adrenérgico de las células musculares de la vejiga durante la fase de llenado. Al
activarse se relaja el musculo detrusor, aumentando la capacidad vesical y disminuyendo el
número de contracciones involuntarias. Se considera tratamiento de primera línea con la misma
evidencia que los anteriores. Los efectos adversos más frecuentes son taquicardia e infecciones
del tracto urinario inferior. Está contraindicado en la hipertensión arterial grave no controlada
(Gratzke C, 2018; Nitti VW, 2013).
Se pueden usar de manera combinada el mirabegrón y los antimuscarínicos si estos no
consiguen todo el efecto deseado, prestando especial atención a la posible retención de orina.
• Otros fármacos como los antidepresivos tricíclicos (imipramina y amitriptilina) o agonistas del
calcio (verapamilo) están en desuso por sus importantes efectos secundarios.

La asociación del tratamiento farmacológico con las modificaciones del estilo de vida hace que se
obtengan mejores resultados.

Tratamiento quirúrgico:

• Toxina botulínica A: se administra mediante inyección anual en el músculo detrusor por vía
intravesical. La mejoría clínica suele aparecer a las 2 semanas. Precisa tratamiento antibiótico
profiláctico. Es importante informar sobre la necesidad de autosondaje o sondaje vesical temporal
antes de comenzar el tratamiento, por si fuera necesario, ya que uno de los efectos secundarios,
además de hematuria, infección urinaria y dolor local, es la retención urinaria. Su uso está
contraindicado en pacientes con ITU recurrente, retención aguda de orina, enfermedades
neurológicas y en tratamiento con antibióticos como aminoglucósidos, tetraciclinas, lincosaminas
y polimixina (Jiménez-Cidre MA, 2016; Schmid DM, 2006).
• Neuromodulación: se realiza estimulación eléctrica durante 30 minutos. Existen dos modalidades
principales: a través del nervio tibial posterior (TPNS) o de los nervios sacros (SNM). No son
tratamientos curativos, pero se considera una buena opción de tratamiento, pues carece
prácticamente de efectos adversos. Indicada cuando existe refractariedad a los tratamientos
previos (Finazzi-Agrò E, 2010).

Incontinencia urinaria mixta

Por norma general, el tratamiento de la IUM comienza con las medidas conservadoras y, en el caso de
no hallar resultados, se asociará la medida conveniente según el predominio de IUE o IUU.

Incontinencia urinaria por rebosamiento

El tratamiento en este caso será en función de la etiología, ya sea obstrucción al tracto de salida,
hipoactividad del detrusor o retención aguda de orina.
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Autores
Rocío Fernández-Montells
Médico Residente de Medicina Familiar y Comunitaria
Rodríguez

María Jesús Escudero de la


Médico Residente de Medicina Familiar y Comunitaria
Fuente

Ángel Núñez Vázquez Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria

Servicio de Atención Primaria de San José. Servizo Galego de Saúde. A Coruña. España.

Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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