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La Constitución como norma de interpretación y


garantía de los derechos de los trabajadores
por Reynaldo Jorge Lam Peña

La Constitución de cualquier Estado es considerada la norma fundamental que rige, no solo las
relaciones entre el Estado, la sociedad y la estructura del aparato de poder, sino que reconoce los
derechos y deberes de los distintos entes que habitan una sociedad determinada, sean estos personas
naturales y jurídicas. Las Constituciones constituyen leyes de mínimos y de máximos ya que
determina el punto inicial para el reconocimiento de derechos ciudadanos y los límites máximos
fundamentales para el disfrute de esos derechos. Las Constituciones son ordenadoras de las
relaciones sociales y de los entes económicos, sociales y políticos de una comunidad determinada.

Una de las relaciones sociales que ordena la norma constitucional son las relaciones de trabajo entre
los trabajadores, los empleadores y el Estado, como garante -este último- de la protección social de
los ciudadanos que trabajan. Por ello, cuando se habla de protección en el ámbito laboral no se
menciona solamente aquellos derechos laborales que estrictamente emanan del contenido
prestacional de trabajo, sino de otros derechos que forman parte del catálogo constitucional, y que
devienen inherentes a la persona. Ello marca una relación entre el trabajador y la ciudadanía. Son
los llamados derechos labores inespecíficos.

Así, las relaciones laborales y el ejercicio de los derechos que en su interior puede desplegarse, han
de ser apreciados y valorados desde parámetros constitucionales sirviendo, la propia Constitución,
como un mecanismo de control para el resguardo de los derechos fundamentales en los conflictos
que surjan entre empleadores y trabajadores. Ello también guarda relación con la finalidad
axiológica que dio sustento al Derecho del Trabajo: el principio protectorio.

Este principio establece la protección de la parte más débil de una relación jurídica desigual donde
el empleador posee no solo un poder jurídico superior al trabajador, sino también un poder
económico y social que se desprende de la titularidad que posee sobre la actividad económica que
desarrolla y la contradicción entre sus intereses privados y el bienestar individual y social de las
personas que ejercen un empleo.

Es la conocida como eficacia horizontal de la Constitución y su reconocimiento como norma


suprema y de aplicabilidad directa, la que hoy sustenta que sea invocada para la protección de los
derechos laborales de los trabajadores, sin necesidad de una norma legal, posterior o inferior,
expresa que reconozca derecho a los obreros. Así, los principios constitucionales permean la
autonomía contractual en materia de trabajo, tutelando los derechos de los trabajadores, en el seno

1
de una relación dispar y construida, por naturaleza, bajo un régimen de subordinación. Se aplica un
balance proporcional entre el ejercicio de los derechos de ambas partes de la relación de empleo.

Cuba, con su nueva Constitución –proclamada el 10 de abril de 2019- definió en su artículo 7, la


supremacía de la Carta Magna y su eficacia inmediata como garante de los derechos de las
personas. Reconoció un cúmulo de derechos fundamentales en el trabajo, a saber: derecho al
trabajo, derecho a la obtención de un empleo digno, derecho a la remuneración, derecho a la
seguridad y salud en el trabajo, derecho al descanso, derecho a la seguridad social, la prohibición
del trabajo infantil y el derecho a la participación en la gestión de la empresa.

También estableció principios que guían el actuar de todos los entes sometidos bajo su mando, entre
ellos: el reconocimiento del Estado cubano como un «Estado Socialista de Derecho y de justicia
social», que está «fundado en el trabajo». Además, preceptuó el valor del trabajo como un derecho,
un deber social y un motivo de honor para cada ciudadano y el reconocimiento de la dignidad como
valor supremo de todo el diapasón de derechos fundamentales.

Asimismo, existen otros derechos que incardinan con las relaciones de trabajo como son, por solo
citar algunos, el derecho a la igualdad, el derecho a la no discriminación, el derecho a la intimidad,
el derecho a la seguridad alimentaria, el derecho a la educación, el derecho a la salud, el derecho a
la maternidad y paternidad, el derecho a fundar una familia, el derecho a disfrutar de ambientes
libres de violencias, el derecho al debido procedimiento, el derecho a la tutela judicial efectiva,
entre otros.

Todos estos marcan una pauta de actuación que puede ser invocada para la defensa de los
trabajadores en cualquier conflicto que surja, sirviendo no solo para otorgar la protección a uno
frente a otro, sino también para delimitar el ejercicio de los derechos de los demás en un contexto
determinado.

La Constitución es una norma autosuficiente para enarbolarse cuando otras normas de inferior
jerarquía restringen derechos que tienen en el texto fundamental sus propios mínimos y máximos.
Este es el momento donde el texto debe ser interpretado desde una postura garantista y protectora de
los derechos laborales.

La interpretación es una labor que, en sentido estricto, busca atribuir significado a un texto
normativo. Empero, también es un mecanismo de construcción jurídica que pretende formular
nuevas normas, que se entienden implícitas en el sistema jurídico 1. Esta interpretación sustentada en
la naturaleza que el intérprete le atribuye al Derecho y la racionalidad práctica, serán los motores
ideológicos para una protección más eficiente que construya, sobre la base de las reglas generales
del ordenamiento jurídico, un amparo suficiente para hacerle frente a una lesión a los derechos de
los trabajadores.

La ordenación jurídica cubana ha padecido por varias décadas de un mal patológico que rezagó la
propia vida del texto constitucional al supeditar su utilización y “vida” a un desarrollo normativo
secundario que normativizara el contenido del derecho constitucional.

Sin embargo, hoy existe un ambiente propicio para romper cánones que permitan reconocer el
derecho por el solo hecho de encontrar su parámetro axiológico en la propia Constitución. No solo
la propia norma reconoce su eficacia directa, sino también ha aparecido en el panorama cubano una

1
GUASTINI, Riccardo. “Interpretación y construcción jurídica”, en Revista Isonomía. Número 43. Instituto
Tecnológico Autónomo de México. México. 2015, pp. 11-48.

2
reciente reforma procesal que perfeccionó, vale decirlo, de forma suficiente, las garantías procesales
de los ciudadanos y abrió el derecho a la tutela judicial efectiva. Asimismo, entra en la actualidad
jurídica nacional una “Ley de Amparo de los Derechos Constitucionales”, que se aprobará en las
próximas semanas, y que debe servir para salvaguardar los derechos constitucionales de las
personas, entre ellos los derechos constitucionales en el trabajo, de forma más expedita y preferente.

Dentro de esta gran reforma procesal, el proceso del trabajo y seguridad social, se ha construido
sobre cuatro elementos importantes: la ampliación de la competencia de los tribunales para conocer
conflictos de trabajo, los poderes de los jueces en la conducción del proceso y en el ámbito
probatorio para proteger los intereses de la parte trabajadora, mayores garantías procesales para
instar a los tribunales de justicia y defenderse con las armas procesales pertinentes y la celeridad
necesaria para el reconocimiento expedito de los derechos laborales y de seguridad social.

Sin embargo, los procesos de tutela de los derechos en el trabajo, no pueden ser solo para reconocer
los derechos que normativamente han sido reconocidos por normas inferiores, sino que tiene que ser
un verdadero mecanismo de garantía para los trabajadores. Es aquí donde se conjugan la
Constitución y la interpretación.

Los conflictos de trabajo deben observarse, no solo desde criterios que analizan como aplicar las
normas jurídicas o moverlas según el caso en concreto; sino desde las condiciones propias de una
relación jurídica de trabajo desigual y la eficacia de la norma suprema que resulta, por derecho
propio, capaz para invocarse para una protección efectiva de los derechos en el trabajo. Cambiar la
dinámica de actuación, pasa no solo por la mentalidad del legislador o los ciudadanos, sino también
de los jueces como verdaderos aplicadores del Derecho. La Constitución es una bandera digna de
ondearse en cada labor interpretativa y aplicativa del derecho, para una protección integral de los
derechos de los ciudadanos como finalidad general del ordenamiento jurídico. Siguiendo las
palabras de Prieto Valdés2, “en el ejercicio y defensa de los derechos para los cuales aún no existen
normas de desarrollo, nuestra misión es interpretar desde la Constitución, para enarbolar los
principios y valores que ella contiene como instrumento de defensa”.

Reynaldo Jorge Lam Peña


Profesor de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. Facultad de Derecho, Universidad de La Habana.
Juez de Segunda Instancia del Trabajo y de la Seguridad Social.
Tribunal Provincial Popular de La Habana, Cuba

2
PRIETO VALDÉS, Marta. Conferencia Magistral dictada en el XIV Evento Provincial de la Unión Nacional de Juristas
de Cuba. 26 de marzo de 2022.

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