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Año XIII Julio-Septiembre de 1936 No.

3 (51)

REVISTA CUBANA
DE
DERECHO

SECCION DOCTRINAL

D I R E C C I Ó N Y ADMINISTRACION: CUBA 49 (5o PISO)

TELEFONO M-9153. — LA HABANA

Director Jefe de Redacción

ALBERTO BLANCO J. GARCIA PEDROSA

IMPRENTA DE F. VERDUGO

O´REILLY 62

HABANA
Año. XIII Julio-Septiembre de 1936 • No. 3 (51)

REVISTA CUBANA
DE DERECHO
SECCIÓN DOCTRINAL

SUMARIO

Pág.

ARTICULO DE FONDO:

La crisis del poder en Cuba, por Ramón Infiesta.................................. 169

La cuestión social en la constitución, por Carlos M. Morán................. 222

DE LIBROS Y REVISTAS: ..................................................................... 254

PUBLICACIONES RECIBIDAS ............................................................ 264


Año. XIII Julio-Septiembre de 1936 • No. 3 (51)

REVISTA CUBANA
DE DERECHO
SECCIÓN DOCTRINAL

LA CRISIS DEL PODER EN CUBA

Por RAMÓN INFIESTA

Prof. de la Escuela Privada de Derecho

PRIMERA PARTE ORGANIZACIÓN BE LA DEMOCRACIA

I. ESTRUCTURACIÓN DE LA POLÍTICA CUBANA

1. Las clases económicas.


"Puede considerarse como una regla general la de que el
carácter de un Estado determinado será una función del siste-
ma económico que prevalezca en la sociedad que dicho Estado
tiene" (1). Entre nosotros, esta afirmación no entraña, co-
mo en la generalidad de los Estados modernos, el predominio
de una clase. Nuestra economía, de organización primaria, no
ha engendrado clases económicamente potencial. : La falta de
materias primas dificulta, y seguramente dificultará du-
rante largo tiempo, la instalación de grandes industrias: la
poca competencia entre las existentes, que de ordinario
explotan cada una un ramo distinto de la producción, no
favorece tampoco el desarrollo de grandes masas de obre-
ros azotados por la baja de salarios, el desempleo o el lock-
out. La poca densidad de la población hace que el latifun-
dismo sea poco sensible en la clase agricultura, no sometida,
__________
(1) Harold J. Laski, Introducción a la Política, Madrid, 1931, p. 16.
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por otra parte, a las limitaciones de espacio y feracidad que, en


regiones más pobladas y menos ricas, agravan el pavoroso
problema agrario. No puede hablarse, pues, de una política
económica de clases en un país en el cual, precisamente, las
clases económicas no gobiernan.
Las razones que explican esa abstención, fatalmente vin-
culadas a la íntima composición de la sociedad cubana, nos
proporcionan la clave de nuestra decadencia política. Desde
luego, y contra una opinión muy generalizada, prescindiremos
en su exposición del estudio de las formas de intervención
económica que pueda significar el imperialismo de los capi-
tales extranjeros. Es un hecho probado que no afecta sus-
tancialmente al régimen constitucional, y que su acción se con-
diciona por intereses personales, de lucro y políticos, muy
variables según los hombres, las circunstancias y la política
internacional de los Estados que amparan esos imperialismos.
La casi totalidad del alto y mediano comercio está en ma-
nos de extranjeros, que aportan una fisonomía característica a
la economía cubana. Principalmente españoles, se mantienen
en una situación expectante—políticamente hablando—
respecto de la patria que han dejado y de la otra que han
adquirido. Pidiendo solamente a su nueva vida los elementos
necesarios para las solicitaciones de la existencia, se interesan
principalmente en las cuestiones que a éstas afectan, o sea la
administración. En consecuencia, influyen poco o nada en las
directrices generales de la política social, que para ellos, en
realidad, no existen.
Por otra parte, esa inmigración hispana, cualquiera que sea
su grado de cultura y prosperidad, forma un todo sensible-
mente homogéneo frente a la promiscuidad del elemento cuba-
no nativo, integrado por blancos hijos de cubanos, blancos hi-
jos de los inmigrantes más o menos acomodados, negros, mes-
tizos y algunos chinos, todos los cuales detentan la ciudadanía
y ejercen la política, activa o pasivamente. Ello ha impedido
el fenómeno tan significativo de la inmigración norteameri-
cana, mezclada deliberadamente por los grandes industriales
en caótica confusión de irlandeses, alemanes, italianos, euro-
peos del centro, sudamericanos, y aún negros, para evitar
—en lo social y en lo político—un tipo y una acción me-
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dios (2). Aquello, al propio tiempo que presta a la masa inmi-


grante de Cuba cierta unidad sentimental, muy favorable al
equilibrio de sus actividades económicas, le permite el des-
arrollo de los elementos del grupo y la incorporación de otros
nuevos por la protección mutua y la progresiva conexión con
factores nativos de la política, a menudo originados en el
grupo mismo.
La repercusión práctica en la política cubana de esta or-
ganización de la clase económica dominante—y que paga los
tributos de que se sostiene el Estado—, es que la estructura
económica del Estado se halla como dividida en dos grandes
zonas paralelas: de un lado, las clases vivas, amalgamadas en
una incapacidad legal para usar del sufragio en defensa directa
de sus intereses de clase; del otro lado, las clases gobernantes,
que se saben apoyadas simplemente en una ficción
constitucional—la posesión de la ciudadanía—, y desprovistas
en su mayoría de solvencia económica de clase. El resultado
es una rara unanimidad en la sociedad de los negocios a la que
no turban diferencias políticas, y una plácida inconsciencia en
los políticos del manejo y buen desenvolvimiento de los
negocios que repletan las arcas del Estado. La carencia de
toda política económica es la consecuencia final, pues los po-
líticos no escuchan a los hombres de negocios, de los que igno-
ran si las demandas son justas o injustas, mientras los hombres
de negocios no suelen ser afectados por las limitadas
iniciativas económicas de las esferas políticas.
Esta particular disposición afecta también las gestiones
privadas del capital cerca del Gobierno. Como es bien sabido,
los grandes intereses plutocráticos, hoy sujetos más que
nunca a la organización legal del trabajo y de los impuestos,
tanto como a la social, procuran influir sobre la legislación y
la administración que los pone en movimiento. En países de
economía estructurada tal presión—de los banqueros e indus-
triales, principalmente—se limita de muy diferentes maneras.
En Inglaterra, los intereses contrapuestos de los distintos
países del Imperio, tanto como una serie de directrices
generales que ningún Gobierno podría violar sin arruinar el
predominio de la Gran Bretaña, hoy harto inestable, coho-
__________
(2) Charlotte Lütkens, El Estado y la Sociedad en Norteamérica, p. 222
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nestan hondamente las actividades perturbadoras de los fi-


nancieros. En Francia, es el peligro de la oposición siempre
vigilante, que conduce a veces a escándalos que arruinan por
igual a los hombres de negocios y a los políticos—Raoúl Peret,
madame Hanou, Stavisky—quien las reprime. En los Estados
Unidos, la organización federal limita las maniobras in-
teresadas de financieros y politians a la política dé los Estados,
cuyas leyes económicas deciden de la suerte de las grandes
empresas y cuya designación de gobernador traza rumbos
inesperados a la administración, aún suponiendo que no lo
haga para un negocio particular.
En Cuba, afortunadamente, estamos libre de ese mal. Lo
endeble de la organización económica,, tanto como la carencia
de esas materias primas que hoy son indispensables al mundo,
y cuyo control pudiera ser la base de una explotación en vasta
escala, dejan reducida la presión de los capitalistas a gestiones
privadas en busca de una ley de carácter particular que reduzca
un impuesto, modifique unos derechos arancelarios o autorice
determinadas formas de elaboración o expedición de un
producto, con vista a una favorable competencia, casi nunca a
un monopolio. Por otra parte, el capitalista, que sabe que
cualquier político influyente o grupo de ellos puede servir sus
deseos, porque ninguna razón trascendental de principios debe
interponerse en su conciencia o en el juicio popular, no
encuentra la razón de hacer un candidato. En fin, los resultados
necesariamente limitados de cualquier empresa financiera en
un medio limitado también, no justificarían los crecidos gastos
de una campaña presidencial, amén de su trascendencia en
todos los órdenes, pues en ella se interesarían todos los
elementos activos de la Nación, cuyas conveniencias no siem-
pre—ni con frecuencia—serían las del grupo capitalista pro-
pulsor de la campaña política.
Mas aún, en los regímenes capitalistas, que además en-
trañan una honda y cierta diferencia social entre los distintos
grupos que integran el Estado, éste, para subsistir, se ve forza-
do a distribuir parte del capital entre los que no poseen ningu-
no. Para ello se vale de los impuestos, y, salvando el principio,
mitiga y desvirtúa en la práctica sus resultados. Entre nosotros
no es necesario, porque por un fenómeno característico, me pa-
rece, de los Estados de economía primaria, no detentándose el
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Poder en mérito de clase social, categoría económica o idea


política, sino de grupo político, los beneficios del Poder se
distribuyen de modo regular en las distintas capas de la
sociedad— que en Cuba no podemos decir clases—. Ello
proporciona cierta estabilidad constitucional que, en el fondo,
no es más que una inestabilidad política.
2. Las clases políticas.

La ausencia de verdaderas motivaciones sociales o econó-


micas hace que el político cubano, en líneas generales, sea el
político profesional. Cualquiera que sea la desorganización
que ello introduzca en nuestra democracia, yo no creo que
signifique una incapacidad específica de la clase política. Más
aún, me parece inevitable, siquiera por ahora. El hombre, "que
por vías legales o ilegales y sin formación especial para su
ramo ni interés objetivo en la vida pública—calculando
absolutamente como en la economía privada—, hace de la
política su negocio, es un fenómeno típico de países con
Estado débil y capitalismo correspondiente poco más o menos
a la época colonizadora." (3)
La corrupción política, que vicia el sufragio y reduce a un
mito la doctrina de las mayorías, es la misma que en todas par-
tes donde se ha producido la quiebra de la manifestación de-
mocrática dentro de la maquinaria de los Partidos. Cuba vive
las condiciones políticas—que no significan crisis, como nos-
otros erróneamente las consideramos, sino caracterizan un pe-
ríodo de elaboración cívica—propias de aquellas sociedades en
que las pasiones personales, las agrupaciones a base de una
gestión individual y la poca trascendencia efectiva en la vida
de la colectividad del desbarajuste electoral, hacen juzgar con
cierta indiferencia las determinaciones de la política. El hecho
se produce tan fatalmente en un medio social adecuado que
coexiste con una avanzada cultura mecánica y, aún, en la
vecindad de núcleos de alta preparación ciudadana (4).
_________ _
(3) Ibidem, p. 159.
(4) Refiriéndose a los Estados Unidos, dice Lütkens, copiando a Gruening:
"existen a ú n r e g i o n e s e n l o s E s t a d o s e n l a s c u a l e s s e p r á c t i c a m u c h o m á s
sistemáticamente y con métodos más mediovales la corrupción de los
electores o la alteración de la manifestación democrática de la opinión.
De manera perfecta concíbese la política como un negocio, como lo
demuestra, por ejemplo, la institución de los ballot merchants, que pue-
de traducirse acaso por "mercaderes de votos", los cuales, en los distritos
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Su consecuencia es la burocracia flotante y a merced de


los resultados electorales. Nada más adverso a una
racionalización de la administración que tal organización,
inestable y movediza, de los servicios públicos. La conciencia,
en los empleados, de lo inseguro de sus cargos, los lleva a la
corrupción administrativa, mientras que la necesidad de
apoyarse, para defenderlos, en los favores prestados va
infiltrando en la administración, a través de las atenciones
oficiosas, la desorganización de los servicios.
Desde luego, ello hace más flexible la administración, y
más propicia a la solución de los diversos casos por la
aplicación amistosa de un criterio compensador, a todo lo cual
no suele ser favorable la burocracia especializada, propia de la
racionalización de la administración, cuyos técnicos la
interpretan en un terreno, a menudo abstracto, de rigidez
científica. Está demostrado que una clase de servidores del
Estado, a medida que se perfecciona en sus funciones y arraiga
en la organización social, se torna exclusiva, ritualista,
suficiente, y, por ende, antidemocrática. A la larga constituye
una verdadera clase social, conservadora y tradicionalista. Su
dominio de los asuntos y de los mil resortes que impulsan o
detienen una administración determina la más sólida garantía
del Gobierno afín a su concepción política del Estado.
Constituyendo los cargos de la administración pública el
instrumento y el fin de la contienda política, la burocracia, en
Cuba, no puede ser estructurada conforme a un criterio
clasista, y ello añade un nuevo factor de inestabilidad al grupo
gobernante.
__________
montañosos poco civilizados, con vida casi de forma medioeval, de algunos
Estados del Sur, sobre todo Tennessee y Kentucky, compran regularmente votos al
por mayor "un dolar por voto" (a vote for a dollar). Aquí se verifican a montones
las falsificaciones de los resultados electorales, los engaños intencionados de los
electores, los recuentos falsos, los hurtos de urnas, la amenaza en los colegios
electorales, los votos ilegales (ballot stuffing), por ejemplo, de personas muertas
por individuos "importados" de otros distritos, que, como amigos del Partido, son
naturalmente, renumerados por este servicio. En una sesión del Tribunal
declararon los testigos que en Kentucky había montañeses que estaban dispuestos a
"matar" tantos demócratas como fuera necesario para sacar una mayoría repu-
blicana en el Congreso local" (El Estado y la Sociedad en Norteamérica, ps.
176-177).
SECCION DOCTRINAL 175

3. La opinión pública.

Contra lo que generalmente se cree la opinión pública, ésto


es, el sentir de una parte mayor o menor de los miembros del
Estado sobre un particular concreto, no existe intrínsecamente.
El hombre "es, políticamente, una creación inerte de la tradi-
ción. Rara vez es, como individuo, consciente de su poder; y
menos aún es capaz, como individuo, aunque consciente, de
llamar la atención sobre sus necesidades. El tamaño del Estado
moderno hace del ciudadano individual una voz clamando en el
desierto" (5).
Este fenómeno reviste en Cuba, como en todos los países
nuevos, una desviación que torna la opinión pública amorfa y
poco activa. Sólo son los grandes sentimientos enraizados en la
pasión los que mueven las masas. La religión, la forma de go-
bierno, la independencia, la guerra, los agravios de clase, pue-
den definir y orientar la opinión conforme a líneas determina-
das y concretas de aspiración común. Donde no se agitan esos
poderosos excitantes de la sensibilidad política la opinión pú-
blica se manifiesta poco. Entre nosotros, solamente los proce-
dimientos de administración pueden interesar al pensar colec-
tivo, pero un mejoramiento o un progreso de la administración
se discute siempre en un plano doctrinal, y, desde luego, para
el gran público, ajeno a toda arraigada idea, de la que, lógica-
mente, debe carecer en materia de administración y técnica de
gobierno.
La opinión pública cubana ofrece dos características esen-
ciales: su carencia de tendencias amplias y sostenidas de orien-
tación y su inactividad, originada en un escepticismo político
cultivado y sistemático. La primera cualidad es propia de las
jóvenes democracias en formación, y más de las que no con-
frontan, de manera apreciable, los dos grandes conflictos que
separan y sostienen, hoy, los grupos de hombres: las diferencias
sociales y las económicas. La segunda es intrínseca de la
democracia cubana. La certeza en que se hallan los electores de
que ninguna íntima convicción ha de lanzar a un político en una
lucha de principios, así como que ninguna razón de conciencia
lo detendrá en la prosecución de. un plan de partido, los hace
saberlos aptos para cualquier maniobra electoral. No discutién-
__________
(5) Laski, Introducción a la Política, p. 51.
176 REVISTA CUBANA DE DERECHO

dose en el palenque público la religión, la organización social,


ni la forma de gobierno, todos los elementos que detentan el
gobierno, constituyen la oposición e integran la escasa suma de
los que siguen los altibajos de la política, carecen de una orien-
tación determinada y de una línea de conducta previamente
condicionada para obrar u opinar en consecuencia.
Parece que ello debiera favorecer un gran papel de la opi-
nión, por cuanto siendo ésta libre para producirse en todos los
momentos lejos de sectarismos, y hallándose los gobernantes
en condiciones de atenderla, ausentes sus ánimos, a su vez, de
toda pasión gregaria, un armónico influjo y reflujo de la opi-
nión produciría sus beneficiosos resultados.
No es así, sin embargo, en la realidad. A ello se opone, en
cierto modo inconscientemente, la organización de los Partidos
políticos. A la uniformidad, homogeneidad mejor, de las clases
en que se recluían elegidos y electores se debe la fuerza, irre-
sistible por ausencia de resistencias adecuadas, de la maquina-
ria política que es el Partido. Tanto como a los Estados
Unidos, es aplicable a Cuba el juicio de Lütkens: "si diferentes
pretensiones de clase cristalizaran a modo de Partidos
constituidos, acabaría probablemente el imperio del boss, el
dominio de los técnicos en elecciones, de los ballot merchants,
en su forma actual, o, por lo menos, estaría en serio peligro"
(6).

II. POLÍTICA Y ADMINISTRACIÓN


En el seno de un Estado se agitan múltiples intereses, a
menudo contradictorios, que demandan del Gobierno su servi-
cio y atención. Pero, sólo son satisfechos aquellos que encuen-
tran manera de hacerse oír por el Poder político. Hasta ahora,
el medio comúnmente empleado ha sido el más sencillo, que es
al propio tiempo el más difícil: ganar el Poder. Empero, si se-
paramos la política de la administración, racionalizando el Es-
tado, será factible complacer o, a lo menos, escuchar la mayor
parte de los intereses que se agitan en la sociedad moderna. Y
la manera de obtenerlo es que esos intereses se encuentren re-
presentados en el propio Poder político, siquiera lo integren
parcialmente o en forma muy limitada.
__________
(6) Ibidem, p. 258.
SECCION DOCTRINAL 177

En consecuencia, conforme se perfecciona su


funcionamiento, el Estado concreta sus actividades en la
administración, mientras la legislación va tomando un lugar
secundario. Los principios jurídicos reguladores de las grandes
conquistas morales y sociales de la humanidad han cristalizado
ya en principios de derecho que todas las colectividades
incorporan a sus legislaciones bajo formas varias, pero
semejantes. Cualquiera que hojee las colecciones legislativas
de los Estados modernos observará qua transcurren largos
períodos de tiempo sin que venga ninguna ley a modificar, ni
mucho menos a sustituir, los postulados básicos de su sistema
jurídico. Pero su lectura es fatigosa e interminable por el
aluvión de leyes particulares autorizando caminos, puertos,
escuelas, nombramientos. Cuando alguna de ellas reviste un
interés especial no se dude que es una ley administrativa, que
imprime una modalidad nueva y cuestionable a un orden legal
ya establecido y aceptado en sus líneas generales. Hoy, es
necesario una revolución para legislar, en el sentido amplio de
la palabra; pero, se administra todos los días.
Es cierto que en nuestro régimen presidencial, y aún acep-
tando una responsabilidad demandada de modo deficiente por
el Legislativo, la democratización de la administración, o
dicho de otra manera, la intervención de la voluntad popular
por medio de la Cámara en la aplicación de la ley, sólo puede
obtenerse reduciendo al mínimo la iniciativa del Ejecutivo y
sus colaboradores. Y ello lo proporciona, únicamente, una
legislación acuciosa, detallada, perseverante (7), que en
nuestros tiempos de vertiginosa actividad sólo conduciría a
paralizar la vida del Estado.
Indudablemente que el Estado dispone de la coacción para
imponer el cumplimiento de sus imperativos legales. Pero en la
complejidad y delicado engranaje de los Estados modernos no
basta la acción coactiva para garantizar el normal desenvol-
vimiento de las actividades públicas. Mientras sólo se trató de
reivindicar el derecho de mandar, a menudo más nominal que
práctico, o de restablecer el orden, fué suficiente la acción di-
recta del gobernante para imponer el cumplimiento de sus dis-
posiciones. Hoy, que la gestión del Estado penetra la mayor
__________

(7) Kelsen, Esencia y Valor de la Democracia, Barcelona, 1934, p. 33.


178 REVISTA CUBANA DE DERECHO

parte de los accidentes de la vida social, la coacción, al propio


tiempo que se hace más difusa, se torna, por su multiplicidad,
intensidad y constancia, intolerable. Por eso el Gobierno no de-
be limitarse a mandar, sino debe procurar interpretar el deseo
—siempre particular y variado—de los distintos grupos de go-
bernados. Por lo menos, debe asegurarse de sus necesidades y
deseos para condicionar a ellos la norma que los interpretará.
Soslayará así los puntos difíciles, establecerá aquellos otros
por los que romperá la oposición, y, en todo caso, estará en
aptitud de sumar a su voluntad la de todos aquellos que pueda
incorporar a la virtualidad de la norma dispuesta. Es difícil en
nuestros días legislar sin afectar algún interés.
Desde luego, el Estado hace cumplir sus disposiciones, or-
dinariamente, aún persuadido de su fracaso, mientras no sean
derogadas, por razón del mantenimiento del orden. Pero; ello
no basta. "El mantener el orden cuando las actividades del Es-
tado son un perpetuo ultraje a sus ciudadanos, es sacrificar to-
do lo que hace la vida digna de ser vivida" (8). Cada cual tiene
su orden, y el Estado no compra su tranquilidad sino al precio
de ejercer lo menos posible su autoridad. Cuando los hombres
se detienen a pensar en virtud de qué principios se les impone
la obediencia a una norma de Derecho están ya en el camino de
la desobediencia.
Por otra parte, hoy, en los agregados sociales no existe una
voluntad colectiva manifestándose al exterior de manera im-
perativa e inapelable; ésto es, el clásico concepto de la sobera-
nía ha sido sustituido por fórmulas más acordes con la realidad
de los hechos. Y si el Poder es detentado por virtud de un he-
cho, y no de un mandato teórico, parece indispensable que ese
Poder, y mucho más su ejercicio, se organicen y ajusten con-
forme a esa realidad que les da vida.
En nuestros días, nadie reconoce del todo la legitimidad del
Poder. Las profundas y arraigadas convicciones sociales
impiden a cada grupo político de hombres concebir siquiera la
viabilidad de un Gobierno que no las sirva y cumpla. Pero, al
propio tiempo, las necesidades urgentes e ineludibles de la vida
moderna, esencialmente colectivas y fatalmente entrelazadas
unas con otras, imponen a todos y cada uno de los ciudadanos la
__________

(8) Laski, Introducción a la Política, pág. 33.


SECCION DOCTRINAL 179

aceptación del Poder constituido. Con todas las reservas ideo-


lógicas, y hasta resistencia pasiva, que se quieran, y en espera
de detentar el Poder, los gobernados colaboran un poco
inconscientemente a la forma administrativa del Gobierno. Y
lo hacen porque sin ello sobrevendría el caos, la
desarticulación del Estado y el fracaso de sus altos fines para
todos. Sólo los anarquistas se separan de esta política, cuya
fatalidad humana es el más eficaz mantenedor de todos los
Gobiernos, buenos y malos.
Ahora bien, debemos aclarar que no basta con lo dicho
para justificar la supervivencia de un Gobierno, y, (mucho
menos, el cumplimiento de sus propósitos. Un Gobierno, para
mantenerse en el disfrute del Poder debe, hoy, administrar. En
tiempos pasados, y no muy lejanos, bastaba hacer política
adecuada y hábil. En nuestros días no ocurre así. La vida, en el
Estado moderno, se organiza cada vez más dentro de la
administración, mientras la política va retirándose a un plano
secundario. Ese es, acaso, uno de los más trascendentales
factores de la mal llamada crisis de la democracia. Los
servicios públicos se entrelazan omnipotentemente a los
menores accidentes de la vida diaria, hasta el punto de que
todas las doctrinas políticas se confunden en un común
denominador, que es el mantenimiento del orden público. En
este lato concepto—que entraña una de tantas ficciones que
desnaturalizan la íntima esencia del Derecho constitucional—
se encierra simplemente el sostenimiento de los servicios
públicos y el regular desenvolvimiento de las actividades
privadas, que, al fin, sólo tienden a mantener el status de la
vida. Un Gobierno que propugne una doctrina política, y aún
social, distinta a la de la mayoría del país, si mantiene la
regularidad mínima indispensable en la organización de la
vida, podrá detentar el Poder por todo el tiempo que cir-
cunstancias adversas no añadan a su impopularidad doctrinal el
descrédito administrativo. A la inversa, el Gobierno más
identificado con el sentir popular no resistirá largo tiempo, por
ejemplo, una desorganización financiera.
Hoy, el hombre vive en sociedad principalmente para el
disfrute de los servicios públicos, cuya no interrupción—el
mantenimiento del orden—es, por tanto, la condición esencial
para la estabilidad del grupo gobernante. Son muy pocas las
necesidades del hombre civilizado que no se satisfacen por me-
dio de servicios públicos, o de privados que se acercan mucho a
180 REVISTA CUBANA DE DERECHO

ese carácter. Los transportes—ferrocarriles, vapores, tranvías,


las comunicaciones—correos, telégrafos, teléfonos, carrete-
ras—, la luz, el agua, son servicios públicos. El trabajo diario,
los periódicos, las diversiones, son actividades privadas que no
pueden desenvolverse en ninguna forma sin aquellos elementos
dentro de nuestras ciudades dilatadas y sensibles. Una serie de
actividades intermedias, que sin ser servicios públicos integran
inaplazables necesidades públicas, como la alimentación, la li-
bre locomoción, la seguridad personal, son hondamente pertur-
badas y hasta destruidas por la alteración de los servicios pú-
blicos.
De acuerdo con todo lo dicho, para llenar de la manera más
propia sus funciones esenciales, debe procurarse al Poder, y a
su concreción política, el Gobierno, una organización adecuada
a sus fines administrativos. Deben abandonarse, para ello,
sutiles especulaciones sobre el origen de esa autoridad, sobre la
manera de ejercerla y sobre sus limitaciones, para referir toda
construcción jurídica constitucional a la mejor manera de
permitir al Gobierno organizar la Administración. Hoy, todo es
administración. Porque, hoy, se exige también de vez en vez
más a cada ciudadano su parte de colaboración, su aportación
misma a la obra de coordinación nacional, ofreciéndole, en
cambio, el mejoramiento y las ventajas que puede
proporcionarle la ayuda de todos, y que él por sí mismo jamás
allegaría con sus solos recursos. Es, incuestionablemente, un
hecho y no un derecho lo que otorga al Gobierno los poderes
suficientes para exigir a cada cual sus deberes y otorgarle sus
beneficios. Es también una organización práctica y no una
estructuración de derecho la que le permite aprovecharse de
unos y distribuir los otros.
Sentado, pues, que la organización del Gobierno es una or-
ganización de hecho, para distribuir el Poder en forma útil a
los fines del mismo y del grupo que lo detenta, llegaremos a la
conclusión de que la forma de Gobierno debe ser racional.
Prescindiendo de la dictadura, forma anormal y transitoria de
ejercicio del Poder que rompe todos los moldes
constitucionales en virtud de su propia naturaleza, la
racionalización debe establecer de manera precisa la
diferenciación entre los gobernantes y sus respectivas esferas
de acción, y, sobre todo, de influencia.
SECCION DOCTRINAL 181

No obstante todos los esfuerzos de generalización, culmi-


nados en teorías que pretenden ligar en una vasta familia cons-
titucional las organizaciones políticas de nuestro tipo de cul-
tura occidental, es lo cierto que cada agregado humano—cada
nación—ofrece características bien distintas. No basta afirmar
(9) que la fuerza política pertenece, por obra del sufragio, a la
mayoría numérica del cuerpo electoral. Es preciso discriminar
los distintos elementos de acción política que integran, no esa
mayoría, que sabemos ficticia, sino su eficacia política, esto
es, su fuerza, acaso su poder.
En Cuba no cabe pensar en la organización profesional, tal
ocurre en Europa, como elemento de acción política.
Desviados nuestros sindicatos de su legítimo fin, que es la
defensa de los intereses de la actividad privada, han derivado
hacia propósitos de carácter social, que desbordan por su
amplitud el marco, forzosamente limitado, de toda
organización y mejora de los intereses particulares semejantes,
concluyendo por abismarse en la lucha de clases. Desde luego,
para ella son impotentes; pero, al propio tiempo, significando
un elemento extraño a la organización jurídica del Estado, con
la cual pugnan necesariamente, se despojan de toda eficacia
política.
Debemos buscar en otra parte las fuerzas creadoras de las
clases gobernantes en Cuba. Y hallaremos que careciendo la
colectividad cubana de arraigadas tradiciones políticas, estí-
mulo de perdurables núcleos de opinión en torno de dos o más
Partidos políticos, la inestabilidad del grupo gobernante es
siempre grande. Más aún: no existe verdaderamente grupo go-
bernante. Y no se crea que lo corto de nuestra vida republicana
y la ausencia de ciertos poderosos factores espirituales—tradi-
ciones de gobierno, política exterior, religión, regionalismo,
dialectos—deban rendir obligatoriamente la vida de la demo-
cracia cubana un tanto confusa y débil. Cuando sobre el alma
de los hombres no juegan sus influencias los sentimientos, lo
hacen los intereses. Entonces, insensiblemente, las tendencias
fundamentales para el desarrollo de la vida nacional van encar-
nando en las agrupaciones políticas. En los Estados Unidos, el
Partido Republicano significa hoy el imperialismo interven-
cionista en el exterior, la plutocracia en el interior, las altas
__________
(9) Duguit, Manuel de Derecho Constitucional, p. 62.
182 REVISTA CUBANA DE DERECHO

tarifas y el patrón monetario rígido. Naturalmente, el Partido


Demócrata proclama todo lo contrario. Y el americano, con su
voto, escoge.
La ausencia de definiciones políticas debe atribuirse, en
Cuba, a la carencia de verdaderas necesidades colectivas, de
urgencias nacionales que puedan significar en su falsa
resolución o en su aplazamiento un verdadero peligro para la
vida del Estado. Cuba no confronta problemas internacionales.
Sin litigios de fronteras, de que le exime su condición insular,
resguardada de las posibles agresiones de otras potencias por
ese status internacional particularísimo de los países del
continente americano, Cuba no debe temer esas terribles
situaciones de fuerza en que naufragan, sin que nadie pueda
evitarlo, las más caras ilusiones de los pueblos cogidos en la
realidad del hecho político internacional.
Fuera del factor exterior, cuya solución pacífica y por el
desarrollo natural de los acontecimientos o por una políti-
ca imperialista y belicosa constituye el eje alrededor del cual
gira la organización de los grupos gobernantes, es el
problema social el que orienta, acaso con mayor eficacia que
el financiero, las actividades políticas de un país. Ya hemos
anotado los rasgos generales de la organización eco-
nómica cubana, y lo débil del capitalismo resultante. Co-
mo consecuencia, el problema social—problema de clase,
siempre—está reducido en Cuba a su mínima expresión. Y no
obstante las ventajas que puede suponerse significa para la
vida pública de la nación la ausencia de actividades sociales,
siempre persistentes e inconciliables entre sí, en el fondo
aportan a ella un nuevo elemento de inestabilidad. La poca
delimitación de los núcleos culturales y sociales, si es que
podemos emplear estos términos, introduce en la democracia
cubana una perniciosa confusión, germen, a la larga, de un
bajo nivel cívico general. ¿Qué puede ofrecer sustancialmente
un Partido político —un hombre mismo—para merecer el
nombre de tal ? En Cuba no hay que resolver problemas
internacionales ni sociales, ni religiosos, ni étnicos, ni de
regionalismo, ni de tradicionalismo constitucional...
Cuba, sin discusión siquiera por parte de ninguno de
sus ciudadanos, es democrática, carece de clases
exclusivas y cerradas, no posee religión oficial, no confronta
SECCION DOCTRINAL 183

conflictos de minorías étnicas que pretendan su liberación, no


recuerda la monarquía. La política, pues, carece de contenido
político, si cabe la paradoja.
Todo cuanto pueden ofrecer las agrupaciones que se in-
teresan en la gobernación del país es una eficiente y adecuada
administración. Y ese hecho, que es una necesidad innegable
en todas partes, llega en Cuba a extremos que absorben toda
otra realidad constitucional. Un Gobierno que proporcione una
administración honesta, simplemente, puede cumplir sin
mayores dificultades su período de mando. Mantener el orden,
administrar, ésto es, desenvolver eficientemente los servicios
públicos y propiciar con medidas adecuadas las actividades
privadas, he ahí toda la ciencia del gobernante cubano.
Cualquiera otra actividad—leyes sociales, de migración,
económicas—, no será más que determinada manifestación de
la administración pública.
La fisonomía que, a consecuencia de todo ello, reviste la
política cubana, se interpreta sobre dos fenómenos bien de-
finidos. El primero, como resultante inmediato de un aleja-
miento de problemas trascendentales, urgidos de solución en
un plano de concierto nacional, es el excesivo juego político,
el politiquea, al que tanto se han referido los ensayistas ver-
náculos. El segundo, corolario y excreción del primero, es la
fácil violación de las leyes constitucionales, a menudo sin
motivo, y la inflexible fiscalización y reprobación de la mis-
ma, casi siempre sin motivo también.

III. POLÍTICA Y CONSTITUCIONALISMO

1. Los Partidos políticos.

La alta importancia de los Partidos políticos ha sido des-


conocida por los textos constitucionales hasta la guerra. Su
organización se ha confiado ordinariamente a leyes electo-
rales—cuya verdadera misión era la estructuración del su-
fragio—dándosele así un marcado carácter electoral y, por lo
tanto, provisorio. De ahí el concepto, seguramente impre-
ciso, de los tratadistas alemanes anteriores al hitlerismo, que
suponían los Partidos políticos máquinas desmontables, ap-
tas sólo para desarrollar su potencialidad en el momento de
184 REVISTA CUBANA DE DERECHO

depositarse los votos en las urnas. Ello, sin duda, es cierto,


desde un punto de vista de la intervención de las masas en el
sufragio. Pero, atraída en demasía la atención de los ob-
servadores, después de la guerra, hacia el fenómeno de la
actuación directa de grandes núcleos de pueblo en la suerte de
los Estados, se les ha ocultado una realidad que subsiste
siempre: la fuerza indominable de la organización sobre el nú-
mero, de la agrupación sobre las multitudes, en una palabra,
de los políticos sobre los ciudadanos.
Penetrando las colectividades modernas flota un disgusto
colectivo, que se trasluce en desprecio por los políticos y la
carrera política. Entre nosotros, ese a manera de pesimismo
cívico, desmoralizador implacable de la democracia, cobra ya
caracteres alarmantes. Sin embargo, nosotros no discutimos el
régimen republicano, ni la organización social, ni casi el
sistema presidencial de gobierno. Entonces, como cree ver en
Francia Gastón Jeze, "la irritación, el disgusto, son por los
políticos, sus rivalidades, sus violencias, sus ambiciones
personales, el reparto de empleos y honores, su poco cuidado
de la cosa pública" (10).
Además, continúa el cáustico tratadista galo, "es muy
difícil convencer a los hombres que disfrutan de una posición
social que consagren, de manera permanente, su tiempo y sus
energías a combatir las organizaciones de corrupción política,
y se expongan a las injurias, a las calumnias, a las difa-
maciones, a las violencias, que son la moneda corriente de las
luchas políticas y sociales actuales" (11). En consecuencia, la
voluntad sana, pero desarticulada, de la masa general de los
ciudadanos es, a la larga, vencida por el querer de los po-
líticos, que la aventajan en tenacidad, en recursos de dinero o
de halago, en conocimiento de los buenos y malos resortes que
mueven a los confiados, a los débiles y a los malvados.
La influencia y, sobre todo, la trascendencia de los Par-
tidos políticos crecen de día en día. Y, con ello, aumenta tam-
bién la confusión en las democracias sometidas a su sola ac-
ción. Inspirándose los actuales Partidos políticos en razones
históricas, tanto como doctrinales y utilitarias, significan, al
__________
(10) Gastón Jeze, La Crise Politique Francaíse, Rev. de Dr. publ., 1934, p. 235.
(11) Ibídem, p. 236.
SECCION DOCTRINAL 185

propio tiempo, para los jóvenes políticos llenos de ardor jipara


sus viejos directores, ungidos por una sola ilusión de lustros,
la devoción al grupo que les permitió desenvolver sus
ideologías, el cumplimiento de los preceptos constitucionales
en que ellos, después, las hicieron cristalizar, y, por último, la
necesidad—hoy, originada casi siempre en el sindicato—-de
confiar a la acción política el mejoramiento del nivel de vida
cotidiana.
Sin duda, como ocurre con todas las exageraciones, una de
las causas de las crisis de la democracia es el respeto me-
ticuloso a la democracia. El principio de una estricta repre-
sentación proporcional, si bien permite manifestarse en mayor
o menor grado toda la gama de las opiniones populares,
acarrea la atomización de la representación. De ahí los Par-
lamentos ingobernables de Europa, cuyas coaliciones se agitan
como olas, que en cada flujo derriban un ministerio. De ahí las
experiencias que en Cuba nos ofrece una elección presidencial
por tres Partidos de minoría, que integran una mayoría
ocasional, bajo la presión de circunstancias transitorias.
La necesidad de organizar en cierto modo las represen-
taciones dispersas que las ideologías políticas enviaban a los
Parlamentos hizo necesaria una mayor regulación y control del
electorado bajo Partidos políticos caracterizados, y en medio
de los cuales pudiesen evolucionar, mejor o peor, los
Gobiernos. Y lo que comenzó respondiendo a una necesidad
práctica, concluyó elaborándose científicamente. El Partido
político sería algo más, bastante más, que un sistema—recurso,
mejor—de clasificar representantes del pueblo; sería la
representación en sí misma, abstracción con vida propia, cuya
trascendencia teórica se proyectaría en la vida política como
una realidad. Que esa ideología responde a los estados
colectivos de desequilibrio político y de dinamismo cívico, lo
demuestra, entre nosotros, el ensayo fugaz del ABC, orga-
nización que pretendía una actuación intensa y de honda
trascendencia mediante una labor de conjunto, en la que los»
hombres debían ser lo de menos (12).
__________
(12) Kelsen ha llevado a su extremo esta teoría afirmando que el
voto debía otorgarse simplemente a un Partido, que utilizaría sus miembros
según las circunstancias, valiéndose de técnicos o especialistas para cada
186 REVISTA CUBANA DE DERECHO

Naturalmente, cada Partido político se atribuyó la plena


representación de la voluntad popular, y se hizo más difícil un
entendimiento entre las diversas fracciones políticas. El
resultado ha sido interesar al Estado en las querellas del Par-
lamento. Y conforme en Europa la protección de las minorías,
consecuencia lógica de una estricta democracia y de una
verdadera libertad, ha obligado a los Gobiernos a defenderse
del peligro del separatismo por parte de algunas de esas
minorías, las raciales (13), entre nosotros, con objeto de pro-
teger al país de las actividades de elementos extremistas o
políticos, que el Gobierno estima igualmente peligrosos para la
nacionalidad, se han incorporado al Código Electoral preceptos
previsorios insólitos en la legislación política cubana (14).
Así, los abusos de la democracia perpetrados por los Par-
tidos políticos se vuelven contra ellos en violaciones de la de-
mocracia realizadas por otros grupos gobernantes, que las
sufrirían, igualmente, si los primeros detentasen el poder. Y es
que el fin de los Partidos políticos actuales no suele ser
generalmente gobernar, sino introducir en la estructuración del
Estado, en los procedimientos de gobierno, o en la orga-
nización social, modificaciones intrínsecas de tal trascenden-
cia, que significan, prácticamente, la desaparición o elimina-
ción del grupo gobernante. Para defender su programa y los
elementos políticos que facilitan su aplicación los Gobiernos
__________
debate en el Parlamento o cada interpelación a los ministros (La Democratie, p.
54). En Cuba se intentó algo análogo cuando, en los preliminares de la Ley
Electoral de 5 de octubre de 1934, se discutió conceder proporcionalmente a cada
Partido, según los votos obtenidos, un número de escaños en el Congreso,
debiéndose designar sus ocupante» mediante sorteo de los candidatos que
apareciesen en la boleta.
(13) La historia de los últimos años de Yugoeslavia es la de una lucha
fatigosa del Gobierno contra las tres minorías de servios, croatas y eslovenos, que
acabó por determinar al rey Alejandro a apoderarse del poder, ejercido
dictatorialmente hasta la Constitución de 3 de septiembre de 1931. Las leyes
electorales de 10 y 26 de septiembre de 1931 fueron su consecuencia política,
relegando, o poco menos, a la voluntad del ministro de la Gobernación la
autorización para la constitución de nuevos Partidos.
(14) Para organizar un Partido político el Código Electoral de 2 de julio
de 1935 exigía un mínimo de afiliados, de los que debería colectarse, en
cuadernos adecuados, los nombres y apellidos, residencia, edad, raza, sexo,
número y serie de su cédula electoral y la firma original, o, en su defecto, la
impresión digital del pulgar de la mano derecha (art. 261, párr. 7°).
Los Partidos provinciales y nacionales estaban obligados a exhibir una
copia oficial de sus estatutos, un programa de sus doctrinas, su emblema
SECCION DOCTRINAL 187

apelan a las medidas más antidemocráticas que se pueda su-


poner. En Austria, la ordenanza de mayo 4 de 1933 prohibe
usar uniformas que manifiesten tendencias políticas; la orde-
nanza de mayo 19 de 1933 dispone lo propio respecto de ban-
deras, estandartes, pasquines, siempre que perturben la tran-
quilidad, el orden y la seguridad pública; multas, confiscacio-
nes y prisiones administrativas sancionan las infracciones. En
Checoeslovaquia, la ley de octubre 25 de 1933 dio por tres
meses al Gobierno autorización para suspender o disolver todo
Partido cuya actividad "amenace gravemente la independencia,
la unidad constitucional, la integridad, la forma republicana y
democrática o la seguridad de la República checoeslovaca".
Las sanciones para los miembros del Partido suspendido o
disuelto sorprenden a quienes desconocen la característica
naturaleza de la democracia contemporánea. Los afiliados ven
abierta su correspondencia, o se les prohibe la residencia en
determinado lugar, o se les somete oficialmente al espionaje de
la policía. Los diputados pierden sus actas y son declarados
inelegibles por un período de tres años a partir de la disolución
de su Partido. En Austria se ha llegado, por las ordenanzas de
febrero de 1934, a castigar a los funcionarios retirados,
pertenecientes a un Partido disuelto, con la supresión de su
pensión. En Alemania, el Gobierno nacional-socialista de
Hitler ha exterminado, prácticamente, los Partidos.
Comenzando con una adición a la ley de mayo 26 de 1933 que
establecía la confiscación de bienes a todo aquello—personas,
cosas, derechos—que desenvolviera "actividades hostiles al
pueblo y al Estado, según la decisión del Ministro del
Interior", concluye con la ley de julio 16 de 1933, que hace
incurrir en duras penas a "cualquiera que intente mantener la
estructuración de otro Partido político (que no sea el Partido
obrero alemán nacional-socialista), o de formar nuevos
Partidos políticos" (15).
__________
electoral, y, sobre todo, los nombres de los miembros de sus organismos superiores
(art. 261, párr. 9°), ofrecidos al Tribunal Superior Electoral por una comisión de
electores cuyas generales se anotaban cuidadosamente, bajo juramento.
(15) Roberta Pelloux, Partís Politiquees dans les Constitutions d'apres
Guerre, Rev. de Dr. publ., 1934, págs. 251-257.
188 REVISTA CUBANA DE DERECHO

Cuando ya no se trató de gobernar sino de estructurar el


Estado, esto es, cuando se planteó a la consideración de la
voluntad democrática la posibilidad de una redistribución del
poder económico, la autoridad, y aún la supervivencia, de un
Partido político significó la exclusión de los demás. Desde el
momento que el ideal social encarnado en la acción de un
Partido político llegó a alcanzar—en el criterio de sus
propugnadores—categoría de imperativo social, comenzó a
esbozarse el Partido de Estado. Una vez que se hizo realidad el
ideal de un interés colectivo superior a los intereses de los
Partidos, aquella "solidaridad de intereses de todos los miem-
bros de la colectividad sin distinción de confesión, nación,
clase", en que Kelsen creyó ver "una ilusión metafísica o,
mejor dicho, metapolítica" (16), se confundió con la esencia
del Estado, el ideario político que la contenía se hizo el mismo
contenido del Estado, y el Partido que la interpretaba el propio
Estado organizado políticamente. Surgió, si cabe la expresión,
la política intraconstitucional, y los modernos regímenes de
excepción constitucional suplantaron a la democracia
convenida de los Partidos políticos.
Tal situación de hecho se caracteriza, esencialmente, por la
trascendencia del número. La utilización del Poder mediante
resortes constitucionales y el sistema político de posiciones es
combatida por la acción de importantes núcleos de opinión
militante. Hasta tal punto ha llegado a trascender en el Estado
moderno la organización política de las masas, hasta tal
extremo ha llegado a mecanizarse la voluntad democrática, que
se afirma por muchos que su metodización es la única forma
eficaz de expresión de las fuerzas de la sociedad actual e,
inclusive, que "toda desoligarquización de la democracia
moderna es un contrasentido, porque la formación racio-
nalizada de las masas requiere una dirección centralizada y
experimentada, que presupone particulares conocimientos
técnicos y, por tanto, hace necesaria una capa superior direc-
tiva separada de las masas" (17).
__________
(16) Kelsen, Esencia y Valor de la Democracia, p. 42.
(17) Alfred Weber, La Crisis de la Idea del Estado en Europa, Madrid, 1932,
p. 146.
SECCION DOCTRINAL 189

La existencia del Estado moderno y la complejidad de sus


fines han consagrado, por tanto, lo que Weber llama de-
mocracia desigualitaria (18), integrada por una sola categoría
de ciudadanos racionalmente estructurada, y que escoge sus
directores. A éstos, por el solo hecho de serlo, les es con-
cedido un amplio crédito para el manejo de los intereses de
todos, según su voluntad y bajo su responsabilidad, sin que
quepa suponer ningún derecho en los gobernados a intervenir
directamente en las decisiones de sus jefes, irrevocablemente
seleccionados.
Una consecuencia lógica de esta concepción del gobierno
del Estado, que es, al propio tiempo, una de sus más signifi-
cativas causas, nos la ofrece la intervención del elemento
personal en la acción del Partido político. En esta consagra-
ción del caudillaje hallan los filósofos de la Política contem-
poránea la justificación remota de los Partidos de Estado. "Las
grandes masas de afiliados marcan únicamente el despertar de
la acción política, pero la acción no empieza hasta que
aquellas masas secundan al caudillo; mejor dicho, no desde
que manifiestan su voluntad propia sino cuando depositan en
las manos del dirigente un .crédito de poder, y mediante la
organización y programa del Partido quedan obligados a
solidarizarse con el caudillo sin posibilidad de obstruirle ni
abandonarle" (19).
Cualquiera que sea la posición de sus dirigentes, la in-
corporación a la política activa de decisivos sectores de la
actividad del Estado ha prestado a su buena ordenación un
servicio señalado. En la política al uso, la certeza de los jefes
de Partido de que sus adeptos, necesariamente limitados, lo
son por adhesión personal, o en mérito de inmediatos be-
neficios burocráticos o de mando, los arrastra a la insurrec-
ción cuando sus legítimas pretensiones electorales son burla-
das por la fuerza del Estado puesta al servicio de un grupo go-
bernante en posesión de los resortes gubernamentales. No pue-
den obrar de otro modo porque carecen del apoyo de masas po-
pulares solidarizadas en una común aspiración que los se-
cunden a lo largo de ideales comunes. En el crecimiento cons-
__________
(18) Ibídem, p. 142 y sgts.
(19) Hans von Eckardt, Fundamentos de la Política, Barcelona, 1932. Págs.
83-84.
190 REVISTA CUBANA DE DERECHO

tante e irresistible del Partido nacional-socialista alemán, fué


sólo la seguridad de llegar al Poder por vía constitucional lo
que impidió a Hitler y sus amigos apelar a la revolución (20).
Aparte su amplia motivación social, el Partido de Estado
responde a la necesidad de los Gobiernos de apoyarse en una
mayoría—siquiera convencional—de ciudadanos. Kelsen ha
demostrado que jamás se obtendrá un concierto provechoso de
voluntades respecto de los fines políticos y sociales cuya
decisión parece proponer el sufragio (21); Duguit cree
imposible, a su vez, demostrar siquiera la legitimidad del Po-
der, o sea de la autoridad del Gobierno (22). Por eso, el pri-
mero ve en el sufragio la manera de incorporar la mayor parte,
o, por lo menos, el mayor número de elementos a un fin social
o a un plan político; el segundo, lo considera como la sumisión
expresa de los que han de constituir el grupo gobernado a la
fuerza que detente el grupo gobernante.
A mí me parece que el concepto de Partido de Estado es la
consecuencia lógica de esas dos ideas fundamentales, las
únicas que semejan ciertas en el confusionismo jurídico de la
hora presente. La conformidad de una mayoría para legitimar
la coacción de los menos: principio práctico; la legitimación
de esa misma coacción, que luego se ejercerá sobre unos y
otros; principio jurídico. En su virtud, ya no bastan a los
Gobiernos los elementos de fuerza y coacción con que se
imponen a los gobernados para cumplir adecuadamente sus
fines, sino que necesitan el apoyo de masas adictas de ciuda-
danos. Es lo que yo diría la democratización de la fuerza o de
la coacción.
A este resultado nos conduce un examen más justo e im-
parcial de la obligatoriedad del sufragio. A parte de la ficción
que es su contenido esencial, y de la que ya hemos hablado en
otra parte, cuya profesión lleva fácilmente en la práctica a su
falseamiento jurídico, no existe, en justicia, una razón de mo-
ral o de derecho que obligue a la minoría a conformarse con
soluciones cuya trascendencia pugna intrínsecamente con sus
__________
(20) Francisco Cataluccio, Saggio sul Nnovo Diritto Publico Tedesco, Rev.
di Dir. pubbl., 1935, p. 493.
(21) Kelsen, La Democratie, p. 8.
(22) Duguit, Manual de Derecho Constitucional, Madrid, p. 52.
SECCION DOCTRINAL 191

intereses esenciales, y que pueden afectar incluso a su super-


vivencia. Tal situación plantea insolubles problemas políticos
cuando la minoría es sensiblemente igual a la mayoría, dispone
de mayores elementos de ofensa o resistencia, ha sido superada
por determinadas realidades políticas—como el Partido
Nacionalista Wafd, inmensa mayoría descartada siste-
máticamente del poder en Egipto por la presión inglesa—o,
inclusive, cuando la mayoría, integrada por el acercamiento de
distintas minorías, es real y potencialmente inferior a una
compacta y vigorosa minoría. Si el Gobierno, para ejercer su
autoridad, no dispone más que de los débiles soportes que le
ofrecen los preceptos constitucionales, o los más endebles aún
del resultado de unas elecciones, fracasará o derivará ine-
vitablemente hacia una dictadura. Para este caso, que es el
corriente, el Gobierno necesita un apoyo de masas. Más, si se
limitara a ello, el resultado sería la demagogia. En cambio, si
esas masas se organizan en Partido político, que suscribe in-
condicionalmente los fines propuestos por el grupo gobernante,
entonces esos fines se identifican con los fines particulares del
Estado, el Gobierno que los persigue con el instrumento del
Estado, y el Partido político que los apoya con el Partido de
Estado.
Constituido así el Partido de Estado, importa poco el nú-
mero de sus miembros, y aun la intensidad o extensión de sus
actividades. Todo ello lo suple el Poder, la justificación de
cuyo empleo era lo que se buscaba. Dentro del mismo Partido
no se toleran análisis ni discusiones. La disensión es castigada
con la expulsión. El objetivo del Partido de Estado es claro y
sencillo, y sus procedimientos accesibles a todo el mundo. De
ahí, que por lo general sus actividades sean condicionadas, más
que por un fin propio, por la oposición y persecución de fines
sustentados por colectividades contrarias. El Frente Popular de
España lucha contra el monarquismo, el clericalismo y el
capitalismo histórico. El fascismo italiano V el alemán, tanto
como proponerse un nacionalismo científicamente
desarrollado, persiguen la extirpación del marxismo.
Ignorando, naturalmente, las Constituciones este papel
Particular y privilegiado del Partido de Estado es evidente que
las relaciones de éste con el Estado son de hecho. Pero, como
el Partido, o bien es creación del Gobierno, tal ha ocurrido en
192 REVISTA CUBANA DE DERECHO

Italia, o bien ha obtenido el gobierno, ya sea aprisionándolo o


ya constituyéndolo con sus hombres, como en Alemania, la
realidad es que los inspiradores y jefes del Partido de Estado
detentan el Poder. Es el fenómeno que se conoce con el
nombre de unión personal (23). Schmitt, el más distinguido
jurisconsulto del nazismo, declara al Partido Nacional-
Socialista el "elemento político-dinámico" del Estado,
mientras Marpicati considera al fascista el "centro motor del
régimen" (24). En Italia, por el solo hecho de ser secretario del
fascismo se tiene asiento en la Comisión Suprema de Defensa,
en el Consejo Superior de Educación Nacional, en el Consejo
Nacional de las Corporaciones y del Comité Central
Corporativo (ley de 14 de diciembre de 1929). El secretario
del nazismo (ley de 28 de junio 1933) se sienta en el Consejo
de Ministros del Reich alemán (25).
Ya en ese plano, el Partido de Estado alcanza todos los
favores propios de una dictadura democratizada. Un decreto de
mayo de 1934 prohibe, en Austria, a las organizaciones
políticas de cualquier género utilizar, en sus denominaciones
oficiales, el apelativo patriótica, reservado al Partido federal
del Frente patriótico. En Italia, la expulsión, y aún la sim-
ple suspensión, determinan en los afiliados del Partido fas-
cista la pérdida de los derechos políticos y una limitación
apreciable de los civiles. Nadie está obligado a afiliarse a
los sindicatos fascistas, pero nadie puede afiliarse a ningún
otro. La jurisprudencia ha consagrado en los dirigentes de
los sindicatos fascistas la condición de funcionarios del Es-
__________
(23) En este extremo no debe confundirse el Partido de Estado, orga-
nización de carácter doctrinario, cuyos fines son esencialmente sociales y
económicos, con el Partido de Gobierno, de composición y formación análoga a
la de aquél, pero que sólo persigue un propósito político. Este último, en fin de
cuentas, resulta una maquinaria electoral, que no pretende la desaparición de
colectividades análogas, sino inclusive, un cordial modus vivendi con las mismas,
tendente a procurarle el disfrute político del Poder.
(24) Cataluccio. Saggio sul Nuovo Diritto Publico Tedesco, Rev. di Dir.
pubbl., 1935, p. 497, n. 3.
(25) En otro orden de cosas, como exponente de una organización política
que controla al Estado sin confundirse con él, puede citarse la Constitución
provisional de la Republica china de junio 1° de 1931. Según este curioso
documento el Kuomintang, verdadero Partido de Estado, designa por medio de su
Comité Ejecutivo al Consejo de Estado (presidente del Gobierno nacional y
consejeros de gobierno), así como a loa presidentes y vice-presidentes de los
cinco Yuan o consejos.
SECCION DOCTRINAL 193

tado (26). El A B C y el Partido Revolucionario Cubano __los


dos ensayos que en Cuba se han hecho del Partido de Estado—
determinaban la condición de afiliado como requisito para
desempeñar cargos públicos, con preferencia a toda
consideración política.
No se crea que esta evolución se ocultó a los espíritus ob-
servadores. Desde los primeros tiempos de la post-guerra la
necesidad de una organización de la democracia, siquiera me-
cánica, llevó a los tratadistas del Derecho político puro a exa-
gerar la importancia de los Partidos políticos. "Órganos para la
formación de la voluntad estatal" llega a denominarlos
Kelsen (27). La inclusión de los Partidos políticos en la
Constitución le parece, en consecuencia, un resultado inevi-
table en la crisis de la política. El gran jurisconsulto bohe-
mio vio claro en este punto; no así cuando creyó que el des-
conocimiento de la mecánica electoral obedecía en los gobier-
nos a prevenciones antipopulares, y que la constitucionalidad
de los Partidos salvaría la democracia. No ha ocurrido de
ese modo porque "si la democracia, necesaria e inevitable-
mente, requiere un Estado de partidos" (28), un Partido de
Estado significa, también necesaria e inevitablemente, la
quiebra de la democracia. Mientras se trató de gobernar
simplemente pudo existir toda una gama de Partidos, y de su
juego se alimentó la democracia kelseniana. Después, par-
tiendo de la base de que el pueblo organizado en colectividad
política es indispensable para la existencia de la demo-
cracia, el fenómeno de esa organización en un solo Partido
ha significado el colapso de la democracia. Y es que el con-
tenido de los Partidos políticos no significa ya el turno en el
Poder. Su contenido social y contradictorio entraña, para el
que lo posea, el dominio de la orientación del Estado: sig-
nifica también para el que lo ha perdido la proscripción y la
extinción. El que predomina se apodera, dicho gráficamen-
te, del Estado, porque su propósito no es gobernarlo,
sino hacerlo a su imagen y semejanza. Desdichadamente para
los que aún confían en la posibilidad de democratizar el proceso
__________
(26) Pelloux, Partís Politiques dans les Constitutions d'apres Guerre, Rev. de
Droit, publ., 1934, págs. 263-264.
(27) Kelsen, Esencia y Valor de la Democracia, p. 36.
(28) Ibidem, p. 37.
194 REVISTA CUBANA DE DERECHO

de organización de la colectividad por la inserción en la Cons-


titución de los Partidos políticos (29), únicamente dos de
éstos" se disputarán en el futuro el control del Estado. Los-dos
tienden a redistribuir la riqueza, y, por tanto, sólo pueden
gobernar para y dentro de su Estado. El uno pretende colocar
la riqueza entre todos, los que la tienen y los que no la tienen;
el otro ensaya repartir sus beneficios entre los que no la tienen
por la acción racional y adecuada de los que la tienen. No nos
parece probable una solución intermedia, pero sea el fascismo
o el comunismo a quien los azares de la historia deparen
presidir y orientar la estructuración del Estado del futuro, la
democracia, fatalmente, será abolida en él.
2. Política y gobierno
En Cuba se da con mayor intensidad que en ninguna parte
un fenómeno característico de las modernas democracias, la
confusión del grupo gobernante con el grupo político. No son
solamente los que detentan el Poder los que integran el grupo
de los gobernantes. Existen determinados elementos —
constitucionalmente, las minorías electorales—que ocupan
escaños en el Congreso, y toman parte activa en la gobernación
del país. Esa participación, naturalmente limitada en otras
naciones por diferencias infranqueables y divergencias
doctrinales que ninguna consideración política puede apro-
ximar, en Cuba, por la ausencia de esas mismas circunstancias,
se hace cada día más y más penetrante.
Nuestro característico régimen presidencialista, la torna,
aún, necesaria. El Presidente de la República, que contempla
por delante cuatro años de labor personal, sin recursos legales
que le permitan hacer pasar la responsabilidad gubernamental
de unas a otras manos, según las circunstancias, atado sin
remisión a compromisos políticos anudados con la garantía de
su gestión, procura acallar los ataques de la oposición, que
adivina—y sufrirá luego—concentrados sobre su persona,
insistentes, obstinados, implacables., capaces de hacerlo
fracasar en un momento desdichado, persiguiendo siem-
pre deslucir su éxito en los afortunados, ciertos de perturbar,
por lo menos, el normal desenvolvimiento de su administra-
ción. Para evitarlo, se acerca a cuantos puedan robustecer
su autoridad, por acción o por omisión. Políticos de la mi-
__________
(29) Ibidem, p. 45.
SECCION DOCTRINAL 195

noría _ congresistas, gobernadores civiles, alcaldes, miembros


de los Consejos provinciales y municipales—, políticos influ-
yentes de cualquier tendencia sin cargos públicos electivos;
elementos de las finanzas, conectados en una manera u otra
con la política, y que pueden ayudar eficazmente; individuos
con un prestigio personal o histórico, que dan lustre a la
situación; intelectuales... Todos reciben cargos, sinecuras,
honores y la amistad del Gobierno. Con esa amalgama de ele-
mentos disímiles se integra el grupo gobernante, que suele
abarcar, como se comprenderá fácilmente, la casi totalidad de
los factores políticos de significación.
Como consecuencia de esa táctica cordial de atracción, el
Gobierno propiamente dicho—el Presidente—concluye por
quedar sin oposición apreciable. La natural falta de fiscali-
zación, tanto como la necesidad de arbitrar recursos para los
amigos y los enemigos silenciados, determina una influencia
cada vez mayor del Ejecutivo, condicionada muy favorable-
mente por la incapacidad para resistirla de los elementos que
se agrupan a su alrededor, dada su heterogeneidad e instintiva
repulsión mutua.
El final es la dictadura constitucional, el cesarismo de-
mocrático, que nadie podrá impedir, cualquiera que sea la
condición personal del Presidente, porque no depende de él
evitarlo. Es la condición característica de la política cubana,
que ya hemos explicado, la que lo determina fatalmente. Es la
Constitución la que le proporciona su más adecuado molde
jurídico. Pero, cualquiera que sea la forma en que la Cons-
titución distribuya el Poder, el resultado será el mismo. Toda
la vida política se inclinará hacia la fuente—personal, insti-
tucional—de la ventaja individual. Porque ninguna diferencia
fundamental e irreductible de principio o de conciencia puede
separar a ningún cubano de ningún Gobierno, tan sólo por
serlo.
SEGUNDA PARTE
ORGANIZACIÓN DEL PODER

Parece ya demostrado que el Poder se estructura simple-


mente con aquellos organismos que trazan las líneas genera-
les de la vida pública y con los que regulan su desarrollo den-
tro de las mismas. Esto es, el Legislativo y el Ejecutivo,
196 REVISTA CUBANA DE DERECHO

nada más. El Poder Judicial, llamado así por la misma tra-


dición literaria que apellida a la Prensa Cuarto Poder, y a la
autoridad del Ejército, Poder Militar (30), forma parte, sin
duda, de la administración de la nación y no del Poder que la
estructura. El razonamiento, que algunos emplean, de que los
Tribunales castigan la trasgresión de la ley que el Legislativo
confecciona y el Ejecutivo hace cumplir, formando, por lo
tanto, parte del mecanismo gubernamental, está falsamente
orientado. La función de sancionar no es la de gobernar, pues
con ella no se trazan normas a la totalidad —o, por lo menos, a
una determinada e imprecisa generalidad—de los ciudadanos.
El argumento de que los Tribunales, por medio de la ju-
risprudencia, crean ley, es, en mayor grado, inexacto. Aparte
su carácter secundario, pues la jurisprudencia es la in-
terpretación y adaptación de una ley ya existente, funciones
análogas están encomendadas a la Administración. Sus
miembros imponen multas, embargos, retenciones, emiten in-
terpretaciones de los distintos decretos y leyes de carácter
administrativo, dictan fallos en los procedimientos que a los
mismos se refieren, y llegan, aún, a la subasta y remate de los
bienes de los contribuyentes.
__________
(30) Existe una curiosa excepción constitucional sobre el particular. Joaquín
Infante, en su proyecto de Constitución para la Isla de Cuba (1812), declara que "el
Estado de la Isla de Cuba se compondrá de los Poderes Legislativo, Executivo,
Judicial y Militar, que equilibrándose entre sí constituyen una forma de Gobierno
templada, por una proporción capaz de prevenir inconvenientes ruinosos" (art. I).
Justifica la introducción del novedoso Poder alegando que "aunque los políticos su-
getan la forma armada al Poder Executivo, me ha parecido conveniente hacer de
ella un Poder distinto en una isla, que pudiendo ser invadida por muchos puntos
excéntricos en una pequeña latitud, y agitada en los de fortificación, concurrencia,
o agricultura, es preciso dedicarse constantemente a su defensa exterior, y a su
conservación interior, a que no podría estar siempre atento el Poder Executivo por
la grande extensión de sus atribuciones, y que los Gefes del Poder Militar tendrán
exclusivamente por objeto el exereccio de este importante ramo de la administra-
ción, al que deben darse todos los ensanches que exija la seguridad pública, y la
perfección de que es capaz" (nota C al art. I). Este Poder Militar de Exército se
confiaría a un Estado Mayor compuesto de un General en Jefe, un Mariscal de
Campo y dos Brigadieres (art. 19), y su organización se regula minuciosamente en
el título V, verdadera Ley Orgánica Militar, que llega hasta establecer
puntualmente el número de bergantines, goletas de guerra y lanchas cañoneras (art.
27) que cuidarían de la seguridad de las costas (Academia de la Historia de Cuba,
Joaquín Infante, Habana, 1930, págs. 32, 37 y 38).
SECCION DOCTRINAL 197

Los Poderes Legislativo y Ejecutivo deben guardar entre sí


conexión íntima. La separación de los Poderes, "mística
teoría", al decir de Silvio Lessona, "que amenaza destruir la
unidad orgánica del Estado fraccionando su vida en una irrea
lizable pluralidad de órganos semejantes independientes" (31),
va desmoronándose, de día en día, ante la crítica imparcial.
No debe romperse la unidad orgánica y teórica del Estado
atribuyendo una parte de su soberanía, siquiera como depósito,
a un órgano independiente de los demás. Su contacto con los
mismos sólo puede originar conflictos, pues que en la absoluta
desconexión entre Ejecutivo, Legislativo y Judicial reside,
precisamente, la esencia del sistema de separación de Poderes.
Entre nosotros la quiebra del concepto reviste mayor
trascendencia, porque el régimen es presidencial. En los re-
gímenes parlamentarios la separación de los Poderes es menos
absoluta: unas veces el Parlamento termina por apoderarse del
Poder, como en Francia, o bien el Rey conserva tra-
dicionalmente una positiva influencia, como en Inglaterra, o,
aún, ejerce virtualmente la autoridad soberana, como en la
Alemania imperial o la España monárquica. En todo caso,
existen Poderes moderadores, siquiera su eficacia política sea
muy discutible: tales son el Presidente de Francia o el de
España.
Los peligros a que puede conducir la aplicación estricta de
la teoría de división de Poderes, sólo puede conjurarse ha-
ciendo de la soberanía un Poder único, indivisible, inalienable,
y de su ejercicio y aplicación una división de funciones, con lo
cual desaparecen los Poderes del Estado, con su peligrosa
independencia hostil, para ser sustituidos por órganos de un
solo Poder, el Estado. Así puede realizarse, sin alterar
sustancialmente nuestra organización del Estado, el concepto
del Estado de Derecho (32).
__________
(31) Lo Stato Moderno con Partícolare Riguardo allo Stato Fascista, -Rev. di
Dir. pubbl., 1935, p. 212.
(32) Ello trae por consecuencia la limitación, cada vez mayor, de
intervención popular en el gobierno. Uno de los pocos ejemplos de
"iniciativa popular en materia de legislación que nos ofrecen las Consti-
198 REVISTA CUBANA DE DERECHO

Por otra parte, tanto como su existencia independiente, se


discute por los tratadistas de la materia el extremo de la
subordinación de unos Poderes del Estado a otros. Siquiera las
Constituciones los igualen técnicamente, conclusiones prác-
ticas imponen la consideración contraria. El Parlamento se
sobrepone en Francia al Ejecutivo: el Presidente empequeñece
en los Estados Unidos al Congreso: los regímenes de excep-
ción, en Alemania y en Italia, significan la anomalía de un
poder personal constitucional. Los jurisconsultos no han en-
contrado otra solución que discernir el concepto de la paridad
de Poderes en una esfera esencialmente jurídica. Así, todos son
iguales, ya que "en la esencia del Estado moderno ningún
poder es inferior, porque todos colaboran a las funciones
soberanas" (33).
Las dificultades surgen cuando la paridad de Poderes es
juzgada con criterio político, esto es, de las posibilidades
prácticas que la Constitución otorga a los Poderes del Estado
para cumplir sus fines (34). Sin embargo, es forzoso distinguir
la preponderancia de un Poder del Estado sobre otro en virtud
de factores netamente políticos, como serían una crisis del
país, una debilidad obligada y transitoria de alguno de los
órganos constitucionales y la hipertrofia de otro por la
extralimitación, constitucional o no, de su detentador físico, de
la inferioridad constante normal y jurídica, de uno de ellos,
determinada por una falsa estructuración constitucional.
__________
tuciones modernas—con la natural excepción del referendum en asunto de reforma
constitucional—es el admitido por la Constitución irlandesa de 1922, al autorizar a
75.000 electores inscriptos para proponer una reforma constitucional o una ley para
su aprobación mediante un referendum. Ramón de Valera hizo uso de este derecho
pretendiendo, bajo 96.000 firmas, la supresión del juramento de fidelidad al
Imperio inglés. La excitación popular que ello produjo determinó su abolición en
julio 12 de 1928 por la enmienda décima a la Constitución (Maurice Batelli,
Problemes Constitutionnels Irlandais, Rev. de Dr. publ., 1936, págs. 373-374).
(33) Luigi Rossi, La Parita Giuridica dei Poteri Costituzionale nello Stato
Moderno, Rev. di Diritto pubbl., 1936, p. 59.
(34) Lo resbaladizo del asunto, y la dificultad de reducirlo a términos
precisos, se advierte en estas palabras elocuentes de Mussolini— Boceo,
comentando la posición jurídica de Mussolini y el Parlamento: "...en cuanto a las
relaciones entre el Jefe del Gobierno y el Parlamento, que es lo mismo que decir
entre el Gobierno y el Parlamento, son de carácter esencialmente político y escapan
a una definición legislativa". (Rossi, ob. cit., p. 59, n. 2).
SECCION DOCTRINAL 199

Es inevitable determinar el juego político, o, en otras


palabras, el funcionamiento constitucional de los Poderes del
Estado, porque, como con razón dice el profesor Rossi, "la co-
nexión o la interferencia de los Poderes, concebida en abs-
tracto, aparece demasiado doctrinaria. Así, la armonía entre los
Poderes se nos ofrecería harto optimista" (35).

I. EL PODER EJECUTIVO

Se dice que cualquier forma de Gobierno es poco satis-


factoria si no se desenvuelve enmarcada en un ambiente de
cultura cívica. No insistiré en el grado rudimentario de des-
arrollo que entre nosotros alcanza la educación cívica. Pero sí
apuntaré que no es el sistema de Gobierno presidencial el más
adecuado para favorecer su difusión. "Un discurso pronunciado
por un hombre de estado eminente, un movimiento de Partido
que produce una gran combinación política, he ahí los mejores
procedimientos conocidos hasta el día para despertar, animar e
instruir a un pueblo" (36). En efecto, ¿qué interés puede
despertar en un observador de la política la marcha de la
gobernación, como no sea en una posibilidad de crítica?
Cualquiera que sea la trascendencia de las cuestiones
discutidas en la Cámara, poco o nada puede intervenir en ellas
la opinión de la calle. Está probado que a los legisladores no
llega, o llega deformado, el sentir de las masas. Y a la Cámara,
en general, sólo puede afectarla un cambio de rumbo o de
posición en el Poder. Al fin, seguir o no la opinión carece de
esa consecuencia para el Legislativo. Ha sido electo por cuatro
años, y mientras tanto es dueño de sus propias decisiones. Por
otra parte, "el Ejecutivo, ese gran centro del poder y de los
empleos, persiste inquebrantable" (37). El resultado de todo se
refleja en la inercia de la voluntad política y en la pasividad de
la opinión. Ese es nuestro caso.
Entonces ¿no encontrará ningún remedio jurídico la cri-
sis política que arruina la vida cívica del pueblo cubano? ¿No
será provechosa ninguna reestructuración constitucional? Sí,
hay un medio; la racionalización del Poder. Esa racional-
__________
(35) Ibidem, p. 66.
(36) W. Bagehot, La Constitución Inglesa, Madrid, p. 22.
(37)….Ibidem, p. 24.
200 REVISTA CUBANA DE DERECHO

zación no puede ser otra que la adaptación del Poder a sus


fines. Y esos fines, en Cuba, se reducen a la administración.
Es este el punto esencial en que, considerada prácticamen-
te, quiebra nuestra organización constitucional del Ejecutivo.
El recuerdo de los Parlamentos inglés, francés y español, que
elaboran las leyes y proporcionan de su seno los Ministros y el
Jefe de Gobierno, hace pensar a muchos que el Legislativo
detenta una más alta categoría en la esfera constitucional, por
cuanto el Ejecutivo está reducido a hacer cumplir las leyes que
aquél concluye. Ello no es así: el Ejecutivo, además de hacer
cumplir las leyes, gobierna, o sea realiza las funciones de la
administración (38).
Si se trata de obtener para desempeñarlo un administrador
eficiente, no existe duda que el sistema presidencial, con-
sagrado en nuestra actual Constitución, es inadecuado. ¿Cómo
se sabrá si el ciudadano propuesto para el cargo de Presidente
conoce su oficio? En los Estados Unidos, cuya Constitución
hemos copiado atolondradamente, los candidatos presidencia-
les se reclutan ordinariamente entre los Gobernadores de los
Estados, verdaderas repúblicas en pequeño. Eso, que es posible
en un Estado federal, no tiene aplicación en una República
unitaria como la nuestra. Nuestros Presidentes proceden
ordinariamente del Congreso; y ello, más que prepararlos y
adiestrarlos para el desempeño de sus funciones, determina en
su formación política esa mentalidad característica, un poco
teorizante y un mucho irresponsable, de los legisladores.
Conciencia, por lo demás, harto fácil de comprender. Los
congresistas, dice Wilson, "hacen las leyes, pero no tienen que
hacerla ejecutar. Tienen mucha experiencia para dirigir pero
ninguna absolutamente para ser dirigidos. Su cuidado es votar
proyectos de ley, pero no hacerlos funcionar constantemente
una vez que se han convertido en leyes. Pasan la vida sin
ocuparse directamente en la administración, aunque la
administración dependa de las medidas que adopten" (39).
Entre nosotros, por otra parte, la tiranía de los Partidos
políticos y la relativa trascendencia de la desorganización ad-
ministrativa en la vida de la nación, han llevado al extremo
__________
(38) Rossi, La Parita Giuridica dei Poteri Costituzionale nello Stato
Moderno, Rev. di Diritto pubbl., 1936, p. 67.
(39) "Wilson, El Gobierno Congresional, p. 201.
SECCION DOCTRINAL 201

la imprevisión en cuanto a la selección de los candidatos


presidenciales. Ha sido simplemente la política la que ha
determinado su elevación. Sin embargo, a poco que se medite
se concederá que sus funciones le llevan a ser, como con
menos razón ha dicho Wilson del Presidente norteamericano,
"más bien una parte del mecanismo administrativo que del
mecanismo político del Gobierno, y sus deberes piden más
bien aprendizaje que genio" (40).
Dentro de la teoría constitucional, el Presidente trata de
suplir estos inconvenientes mediante la colaboración de sus
Secretarios de Despacho, a los que nombra y remueve libre-
mente. En los Gabinetes convencionales que funcionaron du-
rante nuestra Guerra de Independencia, la personalidad, el
prestigio, y un a manera de federalismo militar determinado
por la separación en cuerpos de ejércitos que a la insurrección
imponían la geografía y las necesidades de la campaña, deter-
minaron en aquellos Secretarios-soldados rango y autoridad
cerca del Presidente, su compañero y su igual. Después, ha
sido el carácter personal del Presidente o las necesidades del
momento político o administrativo los que han condicionado la
intervención de los Secretarios en el Ejecutivo. Cuando el
Presidente Tomás Estrada Palma emprendió la campaña
reeleccionista, el general Freyre de Andrade, Secretario de
Gobernación, encarnó y simbolizó para luego, en su
personalidad enérgica, la política dura de aquella reelección
impopular; en cambio, durante el gobierno del general
Machado, la poderosa individualidad del dictador absorbió
totalmente las de sus Secretarios, simples ejecutores consti-
tucionales de su voluntad. A veces, cuando el Gobierno ha
confrontado graves conflictos de carácter administrativo, en
Educación, o en Hacienda, han sido llamados técnicos, encar-
gados de suplir la incapacidad del Ejecutivo en los particulares
de su competencia. Pero, constitucionalmente, no puede en
ninguna forma considerarse al Secretario como elemento eficaz
en la organización del Ejecutivo.
La consecuencia de todo ello es la irresponsabilidad moral
de los Secretarios ante el Legislativo y el país. Aunque
conforme a la Constitución deban refrendar las leyes sancio-
nadas y los decretos dictados por el Ejecutivo, su irresponsa-
__________
(40) Ibidem, p. 203.
202 REVISTA CUBANA DE DERECHO

bilidad política, condicionada simplemente por una proble-


mática responsabilidad personal por los delitos cometidos en
el desempeño de sus funciones, los hacen prácticamente ajenos
a las consecuencias de sus actos de gobierno. Por otra parte, la
posibilidad de su remoción por el Presidente a la menor
disparidad en los fines o procedimientos de la administración,
lo absuelve ante la opinión pública. Ni siquiera se encuentran,
como en los Estados Unidos, sometidos a la inspección
tiránica de los Comités del Congreso, que exigen anualmente a
los Secretarios de la Casa Blanca una relación detallada de las
gastos y de la organización de las labores ministeriales.
Resultado de esto, es que los Secretarios sean utilizados
como agentes de colocaciones, ya que los empleos públicos
son el botín del vencedor. ¿Cómo podrá pedir cuentas a un
Secretario un Congreso cuyos miembros lo asedian para que
proporcione acomodos burocráticos a sus parciales? Salvo
determinados cargos técnicos, cuya remoción quebrantaría
seriamente la buena o mala marcha de la administración, el
resto del personal de las oficinas públicas se transforma sen-
siblemente a cada elección presidencial.
Como no hay mal que por bien no venga, si todo lo dicho
determina entre nosotros, como en los Estados Unidos y en los
demás países de gobierno presidencial, la curiosa, pero
inevitable, resultante de los Secretarios nombrados tales como
políticos, y actuantes luego como funcionarios, por otra parte
ha impedido la fatal divergencia—posible constitucionalmen-
te—entre el Presidente y el Congreso.
Es de la mayor importancia precisar la posición jurídica de
los Secretarios de Despacho dentro de nuestro régimen pre-
sidencialista si es que hemos de llegar a una adecuada defini-
ción del mecanismo administrativo útil para el Estado cu-
bano. Alguno de nuestros estadistas más experimentados
afirma que la causa fundamental de la crisis política perenne
de Cuba es "la naturaleza rígida, personal e irresponsable de
nuestro sistema de gobierno presidencial. Nosotros tenemos el
régimen más personal y estimulante de la dictadura de todo el
continente americano. Por la obscuridad de las leyes,
por las viciosas prácticas establecidas desde la primera presi-
dencia de D. Tomás Estrada Palma, nuestro sistema político
SECCION DOCTRINAL 203

gira en derredor del Presidente de la República como centro


omnipotente de todos los poderes, ante el cual las demás ins-
tituciones de la República se sienten débiles, indefensas e in-
eficaces. Cualquier error, violencia tiránica, viciosa tendencia
o mala política realizada por el Presidente de la República, no
tiene, dentro de las leyes y prácticas cubanas, ninguna fuerza
suficientemente grande y eficaz que pueda hacerlo rectificar
pacíficamente, si él no quiere y se abroquela para defenderse
personalmente en los mismos recursos que el Estado puso en
sus manos para lo contrario, o sea para garantizar el derecho y
la libertad del pueblo" (41).
Es cierto, indudablemente, desde un punto de vista polí-
tico, pero la crisis reconoce otras causas más hondas, aún den-
tro de la misma Constitución. ¿Basta reestructurar ésta ha-
ciendo el Poder Ejecutivo lo suficientemente sensible a los
movimientos de la opinión para evitar los peligros de la ri-
gidez presidencial?
Desde luego, debemos notar que, contra una creencia muy
generalizada, en el sistema parlamentario el gobierno no co-
rresponde al Gabinete, aunque así parezca en la teoría. El
Parlamento es la sede del gobierno, y es el Partido de la ma-
yoría quien le detenta efectivamente. Ningún Gabinete podrá
integrarse con ministros que no sean del agrado de la mayoría,
no obstante la facultad constitucional del Rey o Presidente
para designar al Primer Ministro.
Para nosotros, más eficaz que cualquier limitación pre-
sidencial parece un sistema particular de responsabilidad mi-
nisterial (42). Permitiría al Presidente conservar su auto-
__________
(41) J. M. Cortina, Presidentes y Parlamentos, Habana, págs. 11-12
(42) En su plan para una mejor organización del Estado cubano, el Dr. Mario
García Kohly proponía que el Poder Ejecutivo se ejerciera, juntamente con el
Presidente, por un Consejo Supremo de Administración Nacional (El Problema
Constitucional de Cuba y de Nuestra América, París 1931, págs. 282-286). Este
Consejo, al que corresponderían todas las actuales facultades administrativas del
Ejecutivo, salvo las que se refieren al orden público y policía, ofrece el grave
inconveniente de que sus nueve miembros deben ser elegidos por sufragio directo.
A mi juicio, ello determinaría su anulación respecto del fin perseguido. Esos cargos
se tornarían inmediatamente políticos, inamovibles, irresponsables, sin que de
ninguna manera la votación popular que los designase garantizase su competencia
administrativa, ni su especialización, ni siquiera su diligencia y rectitud en el
desempeño de sus funciones. En fin de cuentas, ello significaría multiplicar por
nueve el actual Presidente, añadiendo a sus sobrados inconvenientes
constitucionales una inevitable y perenne disidencia con el Consejo Supremo de
Administración.
204 REVISTA CUBANA DE DERECHO

ridad, proporcionándole al mismo tiempo un instrumento fle-


xible para regular la administración. Ese sería su fin práctico,
porque indudablemente no es la rigidez constitucional de
nuestro sistema presidencial lo que impide al Jefe del Estado
seguir la corriente de la opinión pública, por varia y caprichosa
que ésta pueda ser. Dentro del sistema que proponemos, un
Presidente de inclinaciones autocráticas podría con facilidad
imponer su voluntad, negándose a sustituir los Secretarios. En
el sistema parlamentario obtendría lo propio disolviendo el
Parlamento.
Y ello sería inevitable en cualquiera de las dos formas de
gobierno adoptada. Si el Presidente ha de verse compelido
legalmente a sustituir, en todo o en parte, su ministerio,
cualesquiera que sean las reservas que para el voto de censura
se impongan a la Cámara, ha de concederse al Presidente, en
justicia, el derecho de disolución de una Cámara anárquica, in-
disciplinada o desacreditada, cuya desorganización haga im-
posible todo gobierno (43).
Algunos autores suponen que es indispensable a un ra-
cional funcionamiento del sistema presidencial la exclusión de
los ministros del Congreso. Dada la tendencia inevitable de
toda Asamblea legislativa a absorber las funciones en que
entiende, se ha dicho convencidamente que concluirla por so-
meter directamente a su control la Administración. Esta ob-
jeción parece disminuir grandemente de importancia si se
acude a un sistema ecléctico. Es sabido que el sistema pre-
sidencial divide la vida del Estado en dos mitades políticas: la
legislativa y la ejecutiva. No hacerlas iguales y semejantes es
la principal crítica que se le endereza. Pues bien, manteniendo
la independencia del Ejecutivo por una estructuración
constitucional precisa, y haciéndolo representar ante el
Congreso mediante ministros responsables que la Cámara pu-
diera censurar, sin afectar por ello constitucionalmente la
__________
(43) En Francia, donde se quejan, en cambio, de los excesos del par-
lamentarismo, a través de 59 años—febrero de 1875, febrero de 1934—se han
sucedido 96 ministerios. De 1920 a 1931 han desfilado por el poder 22 ministros de
Hacienda; de 1927 a 1934, 11 de Trabajos Públicos; de octubre de 1933 a febrero
de 1934, en 5 meses, 7 de las Colonias. Tal desorden sólo podría evitarse, a juicio
de los constitucionalistas franceses, por "la resurrección del derecho de disolución
convertido hoy en letra muerta". (O. Dupont, La Reglementation de la
Responsabilite Politique, BEV. de Dr. publ., 1934, p. 210).
SECCION DOCTRINAL 205

existencia del Ejecutivo, se salvaría acaso el peligro <muy real


de la absorción del poder presidencial por la Asamblea legis-
lativa. En teoría, entonces, el Consejo de Secretarios no ema-
naría del Legislativo, sino que sería, simplemente, responsable
ante él. El Presidente lo designa, lo renueva y lo mantiene
libremente; el Congreso juzga la forma en que interpreta y
lleva a la práctica sus decisiones legislativas, sin que por ello
pueda apoderarse de la potestad del Presidente, cuya existencia
no depende de sus maniobras parlamentarias.
Entre las ventajas importantes que este sistema reportaría a
la vida nacional debemos citar la iniciativa del Congreso en
cuanto a la manera de ejercerse por el Presidente su autoridad.
No siempre el Ejecutivo discierne su colaborador para el
momento o vice versa. Hoy, el Congreso está privado de un
procedimiento eficaz para llamar su atención sobre el
particular, y, mucho menos, para imponerle la solución re-
querida por el sentir de la mayoría. Una dramática explosión de
la voluntad popular en el Congreso puede significar la
salvación de una crisis. Y no debe olvidarse que si no se
producen ahora es, lisa y llanamente, porque
constitucionalmen. te son imposibles. ¿A qué conduciría una
vasta y enérgica repulsa parlamentaria de un hecho de la
gestión presidencial? Precisamente, su éxito, caso de tenerlo,
significaría un verdadero golpe de estado, y técnicamente una
violación flagrante de la Constitución y su organización del
poder presidencial, que establece una rigurosa separación de
poderes.
Por lo demás, al Ejecutivo corresponden las soluciones de
alta trascendencia nacional. El puede resolverlas con calma y
responsabilidad, aunque pugnen con frecuencia con la voluntad
o el deseo populares. En lo que respecta a los planes de
orientación general en tiempos de crisis, sólo el Poder
unificado puede concebirlos y desenvolverlos. Un Parlamento
no lo hará jamás: primero, porque se debe a la popularidad de
sus electores; segundo, porque toda asamblea, amén de de-
ficientemente informada y orientada sobre un problema cual-
quiera en la totalidad o mayoría de sus miembros, responde al
principio suficientemente demostrado de la inferioridad de la
opinión colectiva en casos concretos; tercero, porque su noción
de la responsabilidad —y aún la responsabilidad mis-
ma—es muy escasa, y cede con facilidad al sentimentalismo.
206 REVISTA CUBANA DE DERECHO

El Poder gobierna por el disfrute de la autoridad. Cuando


las circunstancias constitucionales le son adversas, acude a esa
autoridad, y, entonces, las Cámaras son víctimas de su
imposición, con frecuencia tildada de arbitraria, y, en el fondo,
un instrumento de gobierno (44).
Entre los medios de que se vale para ello el Ejecutivo,
dos—que pudiéramos llamar de acción legislativa indirecta—
deben ser revisados con un criterio nuevo. El primero de ellos
es el veto. A mi juicio, en el régimen representativo
presidencial, el veto es una anormalidad. El Presidente, que
pertenece al Partido de la mayoría, no debe verse obligado a
vetar una ley, y, una vez vetada, no debe ser compelido a
sancionarla por la aprobación de una mayoría reforzada. Eso
cuadra al régimen parlamentario, en que el Presidente elegido o
el Rey hereditario lo son para servir de Poder moderador, y
permanecen ajenos a las luchas de los Partidos. Por lo demás,
su reglamentación varía con las circunstancias, lo que
demuestra su debilidad doctrinal. Si el Gobierno ha de ser
sinceramente democrático, los autores de la Constitución
procurarán que el veto sea fácilmente rebasable por la voluntad
de las Cámaras. En caso contrario, el Ejecutivo será poco
menos que inatacable.
El segundo extremo se refiere a la batallona cuestión de
los decretos-leyes. Existen casos de urgencia, principalmente
mientras está cerrada la legislatura, en que precisa una
disposición gubernativa de carácter general obligatoria. Son las
circunstancias que requieren una medida de carácter reservado,
o de acción rapidísima, o de iniciativa personal e integral.
Entonces, el Ejecutivo dicta un decreto-ley. Aunque
insuprimibles, son sus riesgos tan sensibles como sus
utilidades, pues si bien las Constituciones preveen el caso y
adoptan sus precauciones, es harto difícil convencer a un
__________
(44) Es notorio el caso de las elecciones egipcias de 13 de marzo de 1925, en
que, disuelto el Parlamento, una votación abrumadora llevó al mismo 113 diputados
del Wafd (Partido del pueblo, independentista, enemigo de Inglaterra y del rey
Fuad) contra 87 de otras tendencias. La elección de su lider Zaghloul Pacha para
Presidente de la Cámara, determinó la disolución de la misma por el rey dos horas
después de haberse constituido. En la necesidad de un entendimiento con Inglaterra,
que los exaltados wafdistas no querían reconocer, halló el rey justificación para su
medida antidemocrática, pero indispensable para la precaria independencia de su
pueblo débil ("Waheed Raafat, La Crise du Regime Par-parlamentaire en Egypte,
Rev. de Dr. publ., 1934, p. 10).
SECCION DOCTRINAL 207

Gobierno de que el decreto dictado no responde a una necesi-


dad de urgencia. Me parece que, en el régimen presidencial,
deben limitarse exclusivamente al orden público y a la re-
glamentación de las leyes.
Naturalmente, no podemos olvidar las características
particularísimas de la política cubana, cuya generalización nos
conduce a un juicio equivocado del sistema presidencial.
Ordinariamente, en los países americanos que lo practican, no
es la voluntad libre e irresistible de un hombre la que impera
en las esferas del gobierno, pues los Presidentes son los
simples ejecutantes de la política de un Partido, que les sigue
los pasos muy de cerca. Tales partidos ordenan la vida política
de la nación y condicionan la actividad gubernamental de los
Presidentes. En los Estados Unidos, demócratas y republicanos
se identifican por características claras y opuestas : la política
fiscal, la arancelaria, la internacional; en Méjico, los dos
grandes Partidos han cuajado, respectivamente, en socialismo
agrario y tradición reaccionaria; en la Argentina el Poder
significa centralismo o federalismo. Entre nosotros, sólo son
Partidos políticos, así a secas, los que se disputan el gobierno,
bien conocidos por su carencia probada de todo plan político
administrativo definido de gobierno.
Eso, que a primera vista pudiera parecer un inconveniente,
acaso nos permitirá ensayar una tentativa de racionalización
del Poder. Libre de las trabas seculares de tradiciones de
gobierno, prejuicios religiosos o sistemas de política exterior,
el Gobierno puede asumir en Cuba su verdadero y moderno
carácter de administrador (45).

II. EL PODER LEGISLATIVO

"Una asamblea legislativa capaz es una cosa rara" (46).


Con este juicio concluyente resume Bagehot la teoría usual
__________
(45) Yo no creo, desde luego, que debe despojarse al Presidente de la
responsabilidad política partidarista (véase, opuestamente, J. M. Cortina
Parlamentos y Presidentes, p. 35), sino todo lo contrario. El Presidente debe
desenvolver la política del Partido que lo llevó al Poder. Pero, en cambio sí debe
estar sujeta a fiscalización la manera en que ejerza y lleve a practica esa política. Y
más aún, la moralidad y utilidad de la gestión sus colaboradores- Así se evita que el
Secretario de Despacho sea un instrumento personal del Presidente en cuestiones
ajenas a la administrado» general del país.
(46) W. Bagehot La Constitución Inglesa, p. 43.
208 REVISTA CUBANA DE DERECHO

acerca de la mediocridad de las asambleas integradas por per-


sonas de capacidad, educación y principios variados. Por si
fuera poco, en nuestro medio político, y a pesar de ellas, las
asambleas legislativas deben decaer gradual e inevitablemente.
En el estado actual de la vida moderna el alma del Estado
reside en el Ejecutivo. La administración absorbe a la política,
y no son las leyes elaboradas en el seno de las legislaturas las
que interesan a los gobernados, sino su interpretación y su
aplicación. Por eso, sólo en los países en que el Ejecutivo—
Gabinete—vive íntimamente confundido con el Legislativo, y
procede de él, es que el Parlamento detenta un influjo
verdaderamente cierto en la vida del Estado. Por eso, también,
en los Estados Unidos y los países hispanoamericanos los
gobernadores y el Presidente, respectivamente, concentran en
sus manos toda la autoridad y reducen al Congreso a la función
de meros colaboradores constitucionales. Así, el Congreso,
simplemente, prepara los patrones legislativos sobre los que
luego bordará la voluntad del Ejecutivo.
En Cuba, agrava esa situación la simplicidad de la vida
legislativa. Concentrada en el Ejecutivo la Administración,
poco queda por hacer al Congreso. Y se cumple en Cuba el
viejo postulado constitucional: "el Estado más feliz, si tiene
pocas leyes nuevas que hacer, pocas leyes antiguas que derogar
y relaciones extranjeras poco complicadas, tropezará con
dificultades graves para dar un buen empleo a su Legislativo"
(47).
Sentado que la confección de la ley debe ser privativa
del Congreso, debemos detenernos en su organización. En
las Constituciones de la post-guerra predomina la tendencia a
la Cámara única, al Parlamento (48). Desde luego, parece
claro que una doble Cámara, elegida por sufragio en su to-
talidad, no obtendría otro resultado que duplicar el organismo
legislativo, sin ventaja alguna práctica, salvo, quizá, la opor-
tunidad que a la opinión pública deparase para producirse el
transcurso de tiempo que invirtiese el Legislativo en apro-
bar las leyes en ambos cuerpos. Tal es la realidad de nues-
__________
(47) Ibidem, p. 46.
(48) En el bicameralismo, la segunda Cámara, "si está conforma con la
primera, es superfina, y si está disconforme, es odiosa" (Laski, Introducción a la
Política, p. 77).
SECCION DOCTRINAL 209

tro sistema bicameral, aunque en la práctica haya respondido a


una transacción acordada en la Asamblea constituyente de
1901 entre los federalistas, que pretendían organizar el futuro
Estado cubano en otros seis, y los unitarios, que propugnaban
un único gobierno nacional y centralizado. La elección de un
número fijo de Senadores por provincia, llevando la
representación de ésta al Congreso, significaba el homenaje
compensador al regionalismo, puesto que los Representantes a
la Cámara son representantes de toda la nación.
1. El Senado corporativo.

Siendo la Cámara única o Parlamento, por su estricto


carácter democrático y electivo, poco apta para un ensayo de
racionalización del Poder, y mucho menos para orientar la
administración pública dentro de un franco contenido técnico,
cabe intentar un sistema mixto, en el que correspondiendo a la
Cámara de Representantes, genuina producción popular, la
elaboración de las leyes, sea de incumbencia del Senado la
alta función tamizadora de las iniciativas de la Cámara baja.
Para ello parece indispensable hacer de los Senadores
hombres esencialmente preparados para el cargo. Y, acaso, el
mejor procedimiento es impedir que procedan, en su totalidad,
de la Cámara, única base digna para un político ambicioso, o
de los gobiernos provinciales y Alcaldías de ciudades
importantes. En el primer caso, continuarán siendo
Representantes en el Senado; en el segundo, llevarán a la Alta
Cámara el hábito de politiqueo, intrínseco de la baja
democracia municipal, o la pereza y alejamiento de los ne-
gocios públicos característicos de los organismos constitucio-
nales superfluos, como son en Cuba los Gobiernos provincia-
ciales.
Ahora ya no basta que los organismos de gobierno reflejen
en mayor o menor escala los sentimientos y la voluntad
populares. Ello pudo ser bastante, y hasta necesario, mientras
los países se organizaban política y jurídicamente, período en
que las grandes líneas de opinión, reproduciéndose en los
órganos de elección, orientaban en un sentido u otro la es-
210 REVISTA CUBANA DE DERECHO

tructuración de la comunidad. Las necesidades de la vida


diaria, urgentes e inaplazables, exijen una atención continuada
y entendida. Ello, en definitiva, hace poco provechoso el
actual reclutamiento de los Senadores.
Dando cabida en el Senado a representantes de la industria,
del comercio, de la agricultura, de la banca, del trabajo y de las
artes, se obtendrían auténticos voceros de los intereses vitales
de la nación, amén de probabilidades ciertas de información y
juicio sobre la inmensa mayoría de las leyes que a la Alta
Cámara se llevasen o que de ella partiesen. Creando, al propio,
senadurías ex oficio para determinados repúblicos, como los
ex-Presidentes de la República, Presidente del Tribunal
Supremo, Rector de la Universidad, aptos para desempeñarlas
durante el tiempo que ocupasen sus cargos, podría llegarse a
una composición del Senado lo suficientemente variada,
técnica, ponderada y prestigiosa, para hacer de sus decisiones
fallos respetables para la opinión pública.
Claro que no se me ocultan las objeciones dirigidas al
sistema, algunas de ellas impresionantes. Se alega, por mu-
chos, que la aportación legislativa de los miembros especia-
lizados—profesionales, industriales, técnicos—se reduciría a
las materias de su conocimiento, quedando respecto de las
demás, que serían la inmensa mayoría de las que en el Senado
se discutiesen, en condiciones análogas a las de un Senador
electo por el voto popular. Peor aún, pues éste último, para
producirse, cuenta con la disciplina de Partido, base objetiva
que le presta una orientación y una finalidad (49).
Otro reparo muy corriente que se dirige a las asambleas
corporativas de legislación es que la especialización de sus
integrantes es sólo aparente; ésto es, que por encima de los
intereses de estamento existen otros de carácter general, re-
ligiosos, morales, de técnica política, administrativa o de re-
lación internacional, que se sobrepondrían en todo tiempo a los
limitados propósitos de clase, inhabilitándolos para sus fines.
La observación pierde buena parte de su fuerza si se observa
que los miembros por derecho de estamento, al deliberar
y votar en conjunto sobre esas materias de interés
general, pueden y deben producirse como legisladores ordi-
__________
(49) Ibídem, p. 78.
SECCION DOCTRINAL 211

narios, reservando sus aptitudes profesionales para su opor-


tunidad, en la que pueden ilustrar a sus colegas, que es, en el
fondo, lo único que se les pide.
Empero, todo ello significa poco si nos detenemos a pen-
sar en los resultados del sistema. La intervención de elementos
especializados, llegados al Senado no por acción política, sino
en virtud de una capacidad técnica preestablecida, o, a lo
menos, aceptada por aquellos que la van a aprovechar,
significa el aporte de la experiencia a la teoría que elaboraría
la ley simplemente de tratarse de un Senado político. No debe
olvidarse que "una ley feliz es casi siempre la que lleva
consigo, cuando se aplica, la mayor cantidad de experiencia
utilizable para los fines de la administración" (50).
Hay más. una sana técnica de estructuración congresional
aconseja, en la medida de lo posible, la desaparición de los
Partidos en el Senado (51). Su verdadero campo de acción es
la Cámara, abandonando al Senado la alta misión de juzgar en
espíritu nacional y en cordura de estadista la viabilidad y
provecho de las iniciativas legislativas que los Partidos
animaron abajo. Así dejaría el Senado de ser, como en el
juicio exacto y amargo de Wilson, "una pequeña Cámara de
Representantes escogida y ociosa" (52).
Aún se obviaría otra dificultad, ésta, si se quiere, de
carácter interior. Hoy, cada Senador vé en su colega un
político influyente de un Partido adverso, afin o propio, y la
hostilidad o la camaradería de los intereses o pasiones po-
líticas arrebata a sus relaciones la serenidad indispensable a
sus altos fines. Con otra organización, inevitablemente, los
resultados serían bien diversos. Por una parte, cada Sena-
dor electo por corporación admitiría los otros especialistas
en materia que él desconoce o conoce poco, y la conciencia
de su propia autoridad le llevaría a reconocer la de los de-
__________
(50) Ibidem, p. 73.
(51) La conveniencia de designar los Senadores por medio de selección
autorizada se demuestra, acaso con mayor claridad que en ninguna otra ocasión, en
la Constitución irlandesa. Establecido en un principio que fueran designados por
el pueblo de una lista confeccionada por el Dail Eireann (Cámara de
Representantes) y el Senado, fué preciso, seis años después, modificar la
Constitución en el sentido de que los Senadores fueran electos por el Senado y el
Dail Eireann reunidos en sesión conjunta, con exclusión de toda manifestación
popular.
(52) Wilson, El Gobierno Congresional, p. 169.
212 REVISTA CUBANA DE DERECHO

más. Por otra parte, en los Senadores ex-oficio la natural


deferencia a sus altas investiduras, presentes o pasadas, así
como la indiscutible experiencia y prestigio que llevarían apa-
rejadas, harían sus opiniones, a lo menos, escuchadas. Los
Senadores por elección representarían la voluntad y la opinión
popular, tanto como un símbolo material de la democracia del
sistema. El conjunto aseguraría, en el peor de los casos,
siquiera responsabilidad.
En cuanto a la coexistencia de una Cámara de elección
popular con otro organismo profesional de jurisdicción aná-
loga, las esperanzas se anuncian menos halagüeñas. Para los
jurisconsultos, "sólo casualmente se lograría una concordancia
entre las dos Cámaras así construidas" (53). Para los políticos
prácticos, esa "dualidad sería, no una colaboración en la
emulación, sino una concurrencia encarnizada y áspera, y, casi
sin transición, un duelo a muerte entre dos fuerzas decididas a
destruirse" (54).
Un ensayo de Parlamento profesional tuvo efecto en las
elecciones francesas de 16 de noviembre de 1919. Sin previo
mandato constitucional, una irresistible corriente de opinión
llevó a la Cámara de Diputados "poderosos industriales, co-
merciantes notables y algunos ilustres, administradores sin par,
navieros, agricultores teóricos y prácticos, financieros
atrevidos y avisados, economistas ricos en teorías y en expe-
riencia, grandes mineros, grandes siderúrgicos, importantes
ferroviarios, grandes electro-químicos, grandes ingenieros,
dueños de importantes fábricas de tejidos, patronos de re-
nombradas marcas de automóviles y aviación" (55).
Su fracaso hizo decir a Barthou, con maliciosa satisfacción
de político; "los técnicos, esperados con impaciencia y
saludados con entusiasmo, mataron la idea ingeniosa y se-
ductora de un Parlamento profesional" (56).
Superando a todo en interés aún resta discutir el pro-
cedimiento para designar los miembros, no electivos, de la
porción profesional del Senado. Su designación plantea el
problema, muy de actualidad, de su carácter constitucional.
__________
(53) Kelsen, Esencia y Valor de la Democracia, p. 73.
(54) Louis Barthou, El Político, Madrid, págs. 54-55.
(55) Ibidem, págs. 48-49.
(56) Ibidem, p. 54.
SECCION DOCTRINAL 213

Según el criterio a que se atienda para su nombramiento pue-


den ser técnicos o políticos: según la fuente de que emane su
autoridad pueden ser representantes de la nación o miembros
de la gobernación, o, si se quiere, de la administración (57).
Por caminos bien diversos a los que yo propongo, el fascismo
ha llegado a idéntico resultado. En él, los miembros de la
legislatura "no se utilizan ya como jueces severos y
autoritarios frente a un oscilante y transitorio Gobierno, sino
mejor como colaboradores técnicos, fieles a la tutela de los
intereses de la nación" (58).
No es fácil concretar los merecimientos que abrirían las
puertas del Senado a aquellos que deban convertirlo en un útil
organismo de administración. En los países—ordinariamente
monárquicos—donde existen Senadores por nombramiento, las
listas cerradas han envejecido pronto, y, en el vértigo febril de
las necesidades públicas de los Estados modernos, nuevos
cargos han aparecido en las esferas de la gobernación,
mientras las categorías constitucionales de ciudadanos aptos
para ser designados se tornaban arcaicas o desaparecían. Casi
siempre fué preciso escoger a los Senadores conforme a las
categorías de excepción (59).
La composición técnica de una Cámara plantea lógica-
mente la cuestión de edad necesaria para formar parte de ella.
La etimología senes (viejo), según la cual el Senado debe estar
integrado por personas de cierta edad, ha perdido su
trascendencia desde que su misión constitucional parece ser
otra más sustancial que templar los ardores de la Cámara Baja.
Para un miembro de Cámara corporativa no debe fijarse límite
de edad, si no la civil. Por lo demás, un técnico, por su mismo
carácter, ha de ser un Senador de juicio frío, condicionado por
la propia limitación de su competencia.
Aún otro punto interesante presenta la exaltación al Se-
__________
(57) En aquellos países en que el Senado era de libre designación del rey,_
como Italia bajo el Estatuto puro de 1848, los partidarios de la soberanía popular
veían en los Senadores de origen administrativo instrumentos del Poder, mientras
los precursores de una racionalización del Gobierno los preferían a los de origen
honorífico, religioso o político.
(58) Michele La Torre, Studio di una Riforma sui Requisiti per la nomina
a Senatore, Rev. di Dir. pubbl., 1935, págs. 32-33.
(59) En Italia, la mayor parte de los Senadores se designaban conforme a la
categoría 20 del art. 33 del Estatuto de 1848, que autorizaba a serlo a "aquellos
que con servicios o méritos eminentes hubieran ilustrado a la patria". Con la
organización sustancialmente técnica y racionalizada
214 REVISTA CUBANA DE DERECHO

nado por méritos técnicos o particulares. Conforme a nuestro


clásico sistema electivo, el Senado dictamina sobre la le-
gitimidad de las actas, esto es, de la elección. Pero, tratándose
de un nombramiento por razones que se apartan muy mucho de
un examen de pureza del sufragio, ¿cómo podrá el Senado
discutir el valor profesional, la capacidad técnica o los méritos
contraídos para con la patria? Los escritores fascistas lo
resuelven con ese su candido sentido práctico de la realidad
italiana y de la utilidad nacional, afirmando que el Senado no
puede examinar los títulos de sus miembros, puesto que la
designación emana del Gobierno, y éste es la "consagración de
la autoridad y la dignidad del Ejecutivo frente al Legislativo"
(60).
El tercer extremo es el que se refiere al número de Sena-
dores. ¿Debe ser libre o limitado? En buena técnica, un Se-
nado corporativo no debe estar limitado en su número, pues
que la nación no debe privarse de los servicios de ninguno que
pueda prestarlos desde el Senado. Por otra parte, el número
ilimitado permite salvar siempre las omisiones, los errores y
los compromisos políticos, sin prescindir de los servicios de
aquellos elegibles verdaderamente útiles. En fin. no es
pequeña ventaja poder facilitar en cualquier ocasión la entrada
en el Senado de uno o más individuos para el desarrollo de
una política o un plan técnicos.
2. La Cámara de Representantes.
Cualquiera que sea la integración del Congreso, la admi-
__________
que estableció el fascismo en Italia el problema ha hecho crisis. Las críticas del
envejecido art. 33 del Estatuto—contentivo de los requisitos para la designación de
los Senadores—se suceden, y cuantas soluciones prácticas ensayan terminar el
extremo propugnan una amplia intervención de los especialistas administrativos en
el gobierno. Siquiera el prof. La Torre incurra en contradicción en su propuesta
reforma del art. 33 (Ob. cit., págs. 40-42), mezclando los técnicos económicos—
16? Gobernador de la Banca de Italia, presidentes del Instituto Central de
Estadística, de la Caja de Depósitos y Préstamos, del Instituto Nacional de
Seguros—o los técnicos de la administración—17° Director General de los
Ferrocarriles del Estado, Director de Correos y Telégrafos, Director de la Hacienda
Autónoma Estatal—con los caballeros de las grandes cruces de San Mauricio y
Lázaro, de la Corona de Italia, de la Orden Militar de Saboya, o los condecorados
con las medallas de oro al valor civil o militar, terrestre, marítimo y aeronáutico,
que en poco o nada pueden integrar un cuerpo especializado, su plan responde al
principio general de la selección, y no de la elección política.
(60) Ibidem, p. 43.
SECCION DOCTRINAL 215

nistración pública ha de ser el principal objetivo de la juris-


dicción racionalizada de ese Congreso. Conforme con ello, su
actuación constitucional parece deba limitarse a los extremos
siguientes: 1) la confección de las leyes, conforme a las cuales
luego el Ejecutivo administrará al Estado; 2) la fiscalización
del Ejecutivo, porque todo mandante debe hallarse siempre en
aptitud de examinar la manera en que su mandatario cumple la
obligación pactada.
Nuestra organización constitucional, y mucho más la
práctica que la deforma lenta e irresistiblemente, no responde
del todo a ese fin, que ha de ser esencial en el Legislativo
cubano. Es cierto que posee la facultad, que en él es intrín-
seca, de hacer la ley, y que puede juzgar al Presidente, cons-
tituido en alto Tribunal de Justicia, pero no lo es menos que
ambas están condicionadas legalmente.
En la primera, su libre designación se ve coaccionada,
muy especialmente entre nosotros, por la iniciativa de las leyes
concedida al Ejecutivo, y que en la Constitución de 1928 llegó
a autorizar el envío de proyectos de ley articulados. Sin duda
que es indispensable reconocer al Ejecutivo la iniciativa de
ciertas leyes con la mayor amplitud posible, pero dicha fa-
cultad debe limitarse a la iniciativa en cuanto al orden público
y en materia financiera. Principalmente, en este último
aspecto, debe pertenecer al Ejecutivo la iniciativa de los im-
puestos, como ya tiene la del presupuesto. Las Cámaras, que
no administran, sino legislan, son harto propensas a votar leyes
de despilfarro, porque luego el desbarajuste económico es
inculpado al Ejecutivo, que es quien maneja los fondos pú-
blicos. Sabiéndolo, éste no adoptaría, bajo su decoro, iniciati-
vas que le hiciesen difícil la ordenada distribución de los cau-
dales del Estado.
El procedimiento para la elaboración de la ley afecta en
no escasa medida a su eficacia. Se habla hoy mucho de la ti-
ranía que sobre las Cámaras ejercen los Comités parlamen-
tarios (61). Una parte de ella reside, sin duda, en esa inepti-
__________
(61) Con su admirable sentido práctico, los ingleses han sustituido
la labor callada y omnipotente de las Comisiones parlamentarias y las
dificultades inherentes a la discusión de los proyectos de ley ante la
Cámara por el expediente que las auna, de la Comisión del Pleno de la
Cámara. Esta Comisión no es más que una reunión informal de la Cámara, a la
que asisten sus miembros que lo desean, y que preside el Presidente
216 REVISTA CUBANA DE DERECHO

tud general de la Cámara para juzgar de los asuntos técnicos.


Es solamente en los grandes debates políticos, que entrañan la
solución de las cuestiones de la calle, discutidas por todos, y
de todos juzgadas, que la Cámara entra con mayor o menor
acierto, pero con conocimiento de causa. En cambio, las
materias especializadas escapan a su investigación, mientras
ellas son las que afectan, principalmente, bajo formas muy
variadas, la vida nacional y el interés de los gobernados.
Pero, no es tan sólo la competencia particular que la Cá-
mara reconoce a los miembros de los Comités permanentes la
que asegura su influencia. Es el Reglamento, imponderable
recurso que obliga a las transacciones. Porque, conforme a las
prácticas parlamentarias, los proyectos de ley son enviados
para su estudio y dictamen a los Comités permanentes (62).
Allí pueden ser condenados al olvido definitivo, o, lo que es
peor, pueden volver a la Cámara bajo la forma de un dictamen
alevoso, engendrado en el primitivo proyecto de ley por
oscuras influencias, acaso ajenas al Comité. Para evitar lo uno
y lo otro, surgen las componendas y acomodamientos entre los
líderes parlamentarios, que, a través de los Comités
permanentes, truecan dictámenes y eliminan proyectos de ley.
Ello, sin duda, es inevitable. La Cámara necesita ser ins-
truida por quienes puedan hacerlo (63), y como su objeto es
__________
de la Comisión permanente que entiende en el proyecto de ley discutido, sentado
en el sillón que ordinariamente ocupa el Secretario, mientras permanece vacío el
trono presidencial y ausente el Presidente de la Cámara.
(62) Las Comisiones permanentes de la Cámara de Representantes
cubana son 16: de actas, incompatibilidades, incapacidades y autoriza
ciones para procesamientos; de presupuestos del Estado; de aranceles e
impuestos; de examen de cuentas nacionales y calificación e inspección
de las deudas públicas; de códigos; de relaciones exteriores; de asuntos
municipales y provinciales; de asuntos militares; de comunicaciones; de
sanidad y beneficencia; de instrucción pública; de agricultura y comercio;
de obras públicas; de peticiones y concesiones; de gobierno interior de la
Cámara; de corrección de estilo (art. 20 del Reglamento de la Cámara de
Representantes).
A su diferencia, la Cámara de los Comunes de Inglaterra cuenta solamente
con 6 Comisiones: la de Escocia, la de proyectos de ley pública, la de cuentas
públicas, la de selección, encargada de nombrar los miembros de otras
comisiones, la de legislación local o de proyectos de ley privada, y la del ambigú.
(63) El sistema de las Comisiones parlamentarias es francés. Se
gún el Reglamento de 1879, en la Cámara y Senado franceses, las Comi
siones debían elegirse para el estudio de un extremo concreto y disolverse
apenas informada la Asamblea. Multiplicidad y variedad de los elemen
tos de la vida moderna hicieron imposible tal método para una asamblea
SECCION DOCTRINAL 217

legislar y no desenvolver cursos de ciencia política que la


complicación y extrema variedad de la vida moderna harían
imposibles, la información especializada del Comité perma-
nente es indispensable. Desde luego, esta competencia es pre-
sunta. El hecho de que las Comisiones parlamentarias, en las
distintas actividades legislativas que se reparten, cedan, en el
fondo, a su inevitable origen político, ha determinado que las
Asambleas legislativas de los Estados modernos recurran a la
cooperación de expertos auténticos, por su dedicación habitual
y su ambiente de formación. En Francia, ciertas
organizaciones, como la Comisión de Finanzas o la Comisión
de Control de la Moneda, se hacen representar cerca de las
Comisiones parlamentarias; en los Estados Unidos, existen los
boards o comisiones de expertos no congresistas, que rinden
idéntica labor.
Por lo demás, desde un punto de vista político, formar
parte de las Comisiones parlamentarias ofrece ventajas muy
apreciables. A ello contribuye también lo secreto de sus
deliberaciones, que llevan, inclusive, a determinadas
Comisiones, a negarse a escuchar peticiones o informes
exteriores, como en Francia la de Negocios Extranjeros (64).
Introduciendo una racionalización adecuada en las Co-
misiones de la Cámara sería preciso crear la función de los
relatores, tan prestigiada por el procedimiento cameral francés.
El relator, especie de fiscal o consejero especializado, ha
llegado a adquirir tal importancia en los debates parlamen-
tarios, que Barthelemy considera al Parlamento, en su respecto,
como el arbitro entre el Gobierno y la Comisión (65).
Desde luego, para obtener una adecuada distribución de la
labor legislativa, más que detenernos en las Comisiones
parlamentarias me parece útil una clasificación previa de los
proyectos de ley. No deben tramitarse por el mismo procedi-
miento, ni revestir las mismas formalidades, los proyectos
__________
legislativa, y se recurrió al sistema más práctico de distribuir los representantes del
pueblo en una serie de comisiones, encargadas de preparar, estudiar, informar y
someter a la totalidad del cuerpo legislativo al que pertenecen los proyectos de ley.
En Francia se adoptó este sistema en 19U¿ y hasta ahora las Comisiones
permanentes de la Cámara alcanzan el número de 26, de las cuales 20 cuentan 44
miembros.
(64) Giuseppe Lo Verde, Le Commissioni Parlamentari Francesi e la.
Revisione della Costituzione, Rev. di Dir. pubbl., 1935, p. 176.
(65) Ibidem, p. 177.
218 REVISTA CUBANA DE DERECHO

de leyes encaminadas a crear o modificar situaciones generales


de derecho, que afecten a todos los ciudadanos, y los que
solamente se refieren a extremos particulares o de tras-
cendencia local. Esto es, debe distinguirse entre una ley mo-
dificando los derechos hereditarios del hijo natural y una ley
disponiendo la construcción de una escuela u otorgando una
pensión (66). La organización del trabajo cameral, en este
respecto, impediría el espectáculo frecuente, desalentador para
la opinión, de importantes proyectos de leyes de trascendencia
pública mezclados e interferidos por fútiles asuntos de
conveniencia particular.
Hemos dicho antes que el Congreso podía, legalmente,
juzgar al Ejecutivo. Pero, su prerrogativa de juez constitu-
cional del Presidente es inadecuada, por una parte, y, por otra,
incompleta. No se trata de sancionar al Ejecutivo en el caso
improbable de acciones criminosas, sino de fiscalizar la
administración en dos puntos importantes: su conformidad
estricta con la ley que la encuadra y su eficacia dentro de un
cumplimiento fiel. Para eso, el Congreso carece en lo absoluto
de facultades. Explicamos ya las razones que justificarían su
abstención aún en el caso de no serle impuesto por la
Constitución, pero podría llegarse a intentar alguna solución
mediante una sustancial modificación en el concepto del Poder
Ejecutivo. Esto es, por la independencia y responsabilidad de
los Secretarios.
Conforme el Congreso aprueba las leyes para que las eje-
cute el Presidente, o sea, delega en éste el ejercicio de la ad-
ministración, el Presidente puede de la misma manera trans-
ferir tales poderes a sus Secretarios del Despacho. Ellos re-
__________
(66) En Inglaterra, donde se denominan ambas categorías, equivocadamente a
mi juicio, proyectos de ley general y de ley privada, el uso ha llegado a
conclusiones eminentemente prácticas. Los proyectos de ley privada se clasifican, a
su vez, en locales y particulares, según se refieran a intereses públicos de una
localidad o a intereses privados de una persona o colectividad. Cualquiera que sea
su clase, apenas presentado el proyecto es exhibido públicamente en tablillas de la
Cámara y sometido a la consideración de aquellos a quienes pueda interesar.
Cumplido este trámite, es leído ante la Cámara, y pasa después al estudio de una
Comisión de cuatro miembros de la misma. Su informe es sometido, con las
enmiendas, al voto de la totalidad de la Cámara. Como los gastos de técnicos e
informadores utilizados por la Comisión en su estudio pesan sobre el proyecto, es
raro que el Parlamento rechace un proyecto cuyo preámbulo, justificando su
pertinencia, ha merecido la aprobación y el interés de la Comisión.
SECCION DOCTRINAL 219

cibirían de él sus instrucciones y la orientación general que


coordinaría en una dirección dada la voluntad legislativa. El
Presidente, por su parte, resultaría irresponsable de la gestión
administrativa de sus ministros, a los que enviaría al Congreso
a responder de sus actos, siendo potestativo de su autoridad
mantenerlos o relevarlos.
Una de las razones que en la práctica aconsejan aceptar la
responsabilidad de los Secretarios ante la Cámara, es la
información y orientación que ello significaría para los le-
gisladores en el vasto campo de la administración pública.
Pocas son las leyes que no se relacionen de una manera u otra
con la experiencia de todos los días en la gobernación, de la
que no existan precedentes, comentarios, expedientes
administrativos resueltos en algún sentido, ventajas compro-
badas, fracasos reconocidos. Son los Secretarios, jefes inme-
diatos de la Administración, los que mejor conocen los resul-
tados prácticos de la legislación existente, los que mejor pue-
den prever la consecuencia vislúmbrame de las leyes en dis-
cusión. El diario contacto con los representantes del Ejecutivo
puede ir formando en un legislador medianamente observador
y aprovechado un juicio útil sobre las realidades del gobierno.
Ahora bien, la autonomía de los Secretarios del Despa-
cho respecto de la Administración y su responsabilidad ante la
Cámara llevan implícitos la interpelación y el voto de cen-
sura. Y si la interpelación requiere simplemente una regla-
mentación (67), en cambio, la moción de desconfianza o voto
de censura requiere una organización cuidadosa, a fin de
evitar las perniciosas consecuencias de las usurpaciones le-
gislativas sobre la moral y el prestigio del Gobierno. Consa-
grado el voto de censura en un derecho de las Cámaras como
corporación, y no de un Representante o Senador particular-
mente, bastaría fijar un número mínimo de congresistas sus-
cribiendo la moción; determinar un plazo de tiempo entre la
__________
(67) En la enmienda presentada al proyecto de reforma constitucional de 1931,
por los Sres. Juan Rodríguez Ramírez y Jorge García Montes, respecto de su art.
XX, se regulaban bajo el número 13 del art. 59 de la Constitución, las
interpelaciones a los ministros. Podían partir indistintamente de las dos Cámaras,
debiéndolas suscribir 15 representantes o 6 senadores. La citación se haría con 6
días de anticipación y mención de la materia o asunto tratado en la misma.
220 REVISTA CUBANA DE DERECHO

inclusión en la orden del día del voto de censura y su discu-


sión; confiar el estudio de la moción o una comisión de la
Asamblea; y limitar la reproducción del voto de censura a
intervalos demasiado frecuentes o injustificados (68).
Conviene advertir, antes de proseguir, que sin una amplia
y liberal regulación de la responsabilidad ministerial la
concurrencia de los Secretarios ante la Cámara, dado nuestro
régimen presidencialista, y el hecho constitucional de que el
Presidente debe pertenecer al Partido de la mayoría, haría
inútil la moción de desconfianza. El Partido de Gobierno, del
que forma parte el Presidente que los ha nombrado, los dejaría
a salvo por medio de una simple votación. Con todo ello,
siempre tendrá la ventaja del sistema de poner de manifiesto a
los ojos de la nación, por la interpelación de la minoría, los
manejos gubernamentales.
__________
(68) La prueba de la desnaturalización que determina en una institución como
la que estudiamos, netamente funcional, un criterio político tendencioso y
abstracto, nos la ofrece la enmienda presentada al proyecto de reforma
constitucional, en 6 de agosto de 1931, por los señores Juan Rodríguez Ramírez y
Jorge García Montes, regulando la moción de desconfianza. En ella, ésta requiere la
firma de la tercera parte de la totalidad de los miembros del Cuerpo en que se
presentase, y debe pasar a una comisión de la Cámara respectiva, encargada de
emitir dictamen en un plazo no menor de 6 días, ni mayor de diez. La aprobación de
la moción de desconfianza exije el voto de las tres quintas partes de la totalidad de
los miembros de la Cámara que la tratase, emitido mediante votación nominal. La
moción, aprobada o desaprobada, incapacita a las dos Cámaras para tratar otra
durante 6 meses.
La reproducción de la moción de desconfianza es aún más difícil y arbitraria,
pudiendo sólo dar una idea de ello la cita del párrafo atinente de la enmienda:
"Cuando en una de las Cámaras se hubiese resuelto una moción de desconfianza, no
podrá reproducirse nuevamente en ella hasta que la otra Cámara no hubiese hecho
uso de este derecho o haya transcurrido un año desde la fecha en que se resolvió la
cuestión de confianza en el último cuerpo que haya hecho uso de esa prerrogativa".
El derecho del Congreso a plantear mociones de desconfianza se limita injustifica-
damente en el párrafo último del número 14 del art. 59 de la Constitución,
estableciendo que "no podrán plantearse mociones de desconfianza en ninguno de
los dos Cuerpos colegisladores hasta transcurrido un año después de la toma de
posesión del Presidente de la República electo por el pueblo", i Qué persiguen
entonces las mociones de desconfianza? ¿Es que durante el primer año de gobierno
del Presidente no pueden ofrecerse a la investigación del Congreso o a la legítima
obligación fiscalizadora de la minoría motivos repetidos de desconfianza o
reprobación? ¿En qué se diferencia el primer año de gobierno de los demás? No
dudo que puedan responderlo, conforme a la enmienda, razones políticas muy
atendibles—el primer año es el de instalación en el Poder del Partido vencedor con
su secuela de querellas, protestas, descontentos—, pero no una científica es-
tructuración del Poder con vista a una adecuada administración pública (enmienda
al art. XX, número 14 del art. 59 de la Constitución).
SECCION DOCTRINAL 221

Por otra parte, el nivel intelectual y técnico de los Se-


cretarios decae rápidamente si el Primer Ministro, como ocurre
en el sistema parlamentario, se ve obligado a aceptarlos
nominados por un Partido que cuenta con la mayoría, y más si
esta mayoría es accidental, porque entonces las principales
figuras de los Partidos se retraen, ante la posibilidad de los
ataques políticos. El mismo resultado se produce, a la inversa,
dentro del sistema presidencial en que los Secretarios son
meros agentes. Solamente una solución intermedia, pro-
piciando Secretarios ' independientes y responsables, puede
mantenernos equidistantes de estos escollos (69).
En fin, la concurrencia de los Secretarios al Congreso
permitiría al Gobierno, respondiendo a críticas y suspicacias
de la minoría, con frecuencia injustificadas, disipar errores y
rectificar falsas interpretaciones populares, que en nuestro
actual sistema político son usualmente la bola de nieve de
tremendas campañas oposicionistas.
__________
(69) La enmienda al art. XXXI del Proyecto de reforma constitucional de 1931
creaba el Consejo de Ministros, que asistiría al Presidente en el ejercicio del Poder
Ejecutivo. Su nombramiento, de libre determinación del Presidente, y la
irresponsabilidad de éste en la política que siguiere el ministerio, acerca mucho a
nuestra idea esta concepción del Poder ministerial.
LA CUESTIÓN SOCIAL EN LA CONSTITUCIÓN *

Por CÁRLOS M. MORAN,

Profesor de la Escuela Privada de Derecho.

Un estudio jurídico puro al estilo de Hans Kelsen, (1) sería


adecuado, analizando exclusivamente el derecho constitucional
positivo para juzgar a la luz única y resplandeciente del
Derecho, acerca de su técnica, de su contenido, de su eficacia,
etc.; pero en período de formación jurídica, en la etapa pri-
maria de estructuración de normas, con el respeto que me
merece la profunda y bellísima teoría kelseniana, afirmo ca-
tegóricamente, que es de todo punto imprescindible proseguir
en el estilo clásico, debiendo captar el jurista de la Ciencia del
Derecho, de la Psicología, de la Sociología y hasta del
Folklore, sin olvidar las experiencias y pruebas ofrecidas por el
derecho escrito, todo el caudal inapreciable que brota de la
vida misma, con todas las irisaciones de sus cambian-
tes tonalidades, para que la estructuración jurídica que se dé a
una comunidad o pueblo determinado en cualquier aspecto que
sea y máxime tratándose de la ley fundamental, no sea
una utópica creación lógico-jurídica, muy elevada, muy cien-
tífica, muy pura, inaplicable o irrealizable cumplidamente
en la práctica, sino el trabajo escultórico, plagado de defec-
tos si se quiere a la luz de la técnica científica, pero elabora-
do con el barro surgido de la entraña social y dotado de una
__________

(1) "La Teoría Pura del Derecho". Edit. Rev. de Der. Privado. Madrid, 1933.
* Conf". pronunciada en la Escuela Privada de Derecho. (Jul. 17, 1936).
SECCION DOCTRINAL 223

belleza práctica tan adecuada a la realidad, que deslumbre por


la innegable verdad de su simbolismo y merezca para el pueblo
el respeto y la aceptación inapelable del efecto reflectivo de su
espejo.
No quiere esto decir, sépase bien, que no estemos con-
vencidos, como lo estamos, de que la creación jurídica, en al-
gunos puntos en que la conciencia colectiva no se ha formado
completamente todavía, no sea aceptable y hasta beneficiosa;
personalmente creemos que es y puede ser, bien manejada, un
espléndido medio educacional; pero tal labor creativa no debe
utilizarse para plasmar en normas jurídicas la conciencia ya
formada, si la creación no refleja en su contenido el "régimen
existencial" (2) que diría Jaspers, patente en lo íntimo de esa
conciencia.
Por tanto, este trabajo resultará miscelánico y a fin de no
agotar vuestra atención, lo hemos formulado, todo en forma de
cinta panorámica, en las siguientes partes: I. Desarrollo
histórico-filosófico-jurídico del problema de las garantías en la
Constitución. II. La cuestión social. III. La incorporación de su
contenido en forma normativa en las Constituciones. IV.
Proyección del problema en nuestra patria con vista a la
próxima Constituyente.
Hace unos dos siglos, para no remontarnos hasta la An-
tigüedad y hacer menos largo este trabajo, los hombres de los
países civilizados se revelaban en el silencio contra la in-
humanidad de sus existencias dentro de regímenes político-
jurídicos de absolutismo y opresión y sintetizaban sus ansias
emancipadoras en sus palabras-clamores: ¡INDEPENDENCIA!
¡LIBERTAD!
El Sol parecía nublarse definitivamente para aquellas
aspiraciones.
El escepticismo de los filósofos iniciado por Bacon y Des-
cartes, a los que siguieron por variadas direcciones los ingle-
ses Hobbes y Locke; los italianos Beccaria y Filangieri; los
alemanes Holbach y Leibnitz, el holandés Spinoza y especial-
mente los franceses Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Dide-
rot y D'Alembert, dijo al mundo con los matices cáusticos de
__________

(2) Prof. Karl Jaspers. "Ambiente espiritual de nuestro Col. Labor. 1-346.
224 REVISTA CUBANA DE DERECHO

toda una literatura captada del ambiente y formulada por tan


brillantes mentalidades, que se acercaba una transformación y
se lanzó la chispa.
Carlos III en Napóles y España; Catalina II en Rusia;
Federico II en Prusia; José II en Austria; Gustavo III en
Suecia; José I en Portugal, y Luis XVI en Francia, para no citar
más, trataron de apagarla con paliativas concesiones; pero la
hoguera había prendido y su contenido empapado del líquido
inflamable que constituía los excesos de bilis y la sangre
"hemaciada" por el hambre o vertida en el martirio, le dio
caracteres volcánicos hasta iluminar con resplandores
deslumbrantes de gloria la noche del 27 de abril de 1789, lan-
zando sus brillantes destellos luminosos sobre todos los ám-
bitos de la Humanidad civilizada en la inolvidable "Declara-
ción de los derechos del hombre y del ciudadano", de la que
son reflejos en nuestra historia político-constitucional, el Tí-
tulo II de la Constitución de la Yaya y el IV de la de 1901.
Algo semejante había sucedido ya, primero en Inglaterra y
luego en los Estados Unidos de América. La Carta Magna, la
Constitución de los Estados Unidos de América y la De-
claración de los Derechos del Hombre y del ciudadano, acon-
tecimientos trascendentales clásicos de la Historia Universal,
parecían progresos cuasi definitivos en sus consecuencias
político-jurídicas.
La Revolución Francesa, en especial, que sirve siempre
como ejemplo por la universalidad de su conocimiento a través
de la más copiosa y variada literatura, a pesar de no tener la
primacía en el orden cronológico, cambió la faz política de la
Humanidad con la supuesta primogenitura de las más amplias
libertades públicas, que abrían al ser humano los espacios
'ilimitados de un horizonte infinito de posibilidades.
Sin embargo, esta adquisición inapreciable, encaminando a
los hombres en el ejercicio de su libertad, hacia los senderos
económicos, había de conducirlos insensiblemente, en el feliz
disfrute de sus nuevos derechos hacia otras tiranías y
diferentes absolutismos, que si no eran los de los reyes, los de
la nobleza ni los del clero, emanaban de un poderío menos
aparente pero más formidable, originado en aquellos propios
derechos; el Capitalismo. La lucha se iniciaba de nuevo.
SECCION DOCTRINAL 225

En él orden económico la Revolución francesa y el movi-


miento político universal subsecuente, dieron toda la prepon-
derancia a las teorías mantenidas por los fisiócratas, por Adam
Smith y los demás economistas de la Escuela Liberal,
sintetizadas en la creencia en un orden natural que se cumplía
casi mecánicamente y en la libertad de cada cual, contenida en
el principio del "laissez faire", "laissez passer".
La libertad política adquirida y garantizada en un texto
legal de obligatorio cumplimiento para los funcionarios y ór-
ganos del Estado, no trascendía con la propia eficacia a la
libertad económica. El hombre comprendió que tan bellas li-
bertades garantizadas jurídicamente, resultaban míticas en la
realidad, mientras el libre ejercicio de las actividades eco-
nómicas permitiera a unos cuantos la acumulación a través de
cuantiosos patrimonios de insospechadas fuerzas de poder, no
ya tan sólo para restringir la libertad individual, política y
económica, sino hasta para controlar los órganos gu-
bernamentales del Estado, encargados de mantener y hacer
patentes los derechos políticos individuales.
El problema pasó a ser de clases; de una, la capitalista:
dominadora, explotadora, gozadora con exclusividad de los
placeres de la vida; de otra, la trabajadora; obrera, asalariada,
explotada, desamparada, depauperada, indigente y, en el
medio, la clase vanidosa y equivocadamente llamada media:
burguesa, indiferente; confiada en llegar a formar parte de la
capitalista, convencida de su opacidad o conforme con su
paulatino anquilosamiento. Y se pensó en la integración social,
olvidando al individuo.
Así inicióse este nuevo proceso de transformación inte-
grado por toda la serie de problemas que el genio creador del
"superhombre" considerara como "una consecuencia de la
estupidez y degeneración de los instintos" (3) y que ha reci-
bido como denominación genérica la de "cuestión social".
"En un cierto estadio de la evolución llega a hallarse
aquel fundamento económico, que ha cambiado esencialmen-
te en su modo de ser en contradicción necesaria con la su-
perestructura jurídico-ideológica que no ha evolucionado.
Entonces surge una época de revoluciones sociales que según
las circunstancias dura más o menos y trae como consecuen-
__________
(3) Federico Nietzsche. "El Antecristo".
226 REVISTA CUBANA DE DERECHO

cia un cambio del tipo de producción ya anticuado. Así se si-


guen en el curso de la Historia las formas de producción:
asiática (barbarie); antigua, (esclavitud); feudal, (propiedad de
la persona) y moderna-burguesa (del salario); cada época del
orden social lleva en sí los gérmenes de la siguiente hasta que
éstos son capaces de destruirla y dar lugar a otra" (4)
Con tales modificaciones deben corresponder transfor-
maciones en el orden jurídico-político.

II

Como señalamos anteriormente, siempre a la vanguardia,


los pensadores y filósofos dieron a tiempo la clarinada de
alerta, en el alborear de los días tenebrosos que aún sufrimos,
resultado de la desviación por cauces nuevamente esclavistas,
de los sanos principios que contenidos en la "Declaración de
los derechos del hombre y del ciudadano", parecieron la
panacea de los dolores del hombre, por lo menos en su vida
social y dentro de las fronteras nacionales, con el nacimiento
de la llamada por Hauriou, Edad Constitucional (5).
Ya en 1755 el Abbé Morelly en su "Code de la Nature",
publicado anónimamente y atribuido por mucho tiempo a Di-
derot, afirmaba que era inútil discutir sobre la mejor forma de
gobierno, si no se suprimía la raíz de todo el mal: la propiedad
privada, ya que el afán de poseer que nace de la misma, es la
causa de todos los pecados, opinión que compartiera el propio
Rousseau, al decir que "el primer creador de la desigualdad fué
quien cercó una parcela de tierra y se atrevió a decir: esto me
pertenece, hallando gentes suficientemente simples para
seguirle".
Es decir, que surgiendo la libertad del hombre garantizada
por la Ley, con el nacimiento de la Edad Constitucional, se
vislumbraba ya la ineficacia de esa garantía formal más que de
fondo.
Se había logrado una libertad individual jurídicamente
protegida, pero no se había penetrado en la fuente económi-
__________
(4) Carlos Marx. "Crítica de la Economía Política". Prefacio.
(5) Maurice Hauriou. "Principios de Derecho Público y Constitucional. (1927).
SECCION DOCTRINAL 227

ca, generadora real de la libertad o de la esclavitud. Esta


cesaba de derecho, pero de hecho subsistía.
Anarquistas, comunistas, socialistas de las distintas es-
cuelas, propusieron sus variadas fórmulas de reorganización de
la sociedad con el fin de arribar al disfrute de una verdadera
libertad, aspiración suprema de todos. La obtención de esa
libertad dependía de la igualdad, no sólo política, sino
económica.
"Un Estado es sólo feliz, dijo Mably, en 1776, (6) cuando
sus ciudadanos son libres y virtuosos. (Afirmación que ha
mantenido con tanto tesón en nuestros tiempos el distinguido
maestro, Decano honorario de la Facultad de Derecho de
Toulouse, (7). Las verdaderas virtudes, es decir, las sociales,
reposan en la igualdad de los hombres, exigida por la natura-
leza y la razón. No se puede, sin embargo, actualmente (en
1776 afirmaba) restablecer una igualdad y comunidad absoluta
de los bienes; pero pueden poner un dique a los males del
orden actual de cosas, buenas leyes, como la de supresión de la
herencia, la igualación de clases, las leyes contra el lujo y una
rigurosa educación moral".
A través de tanta especulación frente a la lucha diaria,
adquieren toda la importancia el factor económico y las doc-
trinas socialistas, hasta inspirar en Marx (8) la transformación
completa de los conceptos sociales hasta entonces aceptados.
"La estructura económica de la sociedad—dijo—donde el
hombre se halla independientemente de su voluntad, constituye
la base real sobre la que se eleva la superestructura total,
política y jurídica, es más, religiosa, artística o filosófica, en
resumen: las formas ideológicas". "No es la conciencia del
hombre la que determina su ser, sino su ser social el que
determina su conciencia".
Como veis, señoras y señores, el estado llano lo compo-
nen ahora los asalariados y el problema a resolver es mucho
más complejo que aquel que solventara la Revolución fran-
cesa. Ya el derecho a la libertad es una adquisición, ha pasa-
do a ser ya, según la denominación de Garófalo (9) y otros au-
__________
(6) Tratado "De la legislation".
(7) Hauriou. Ob. cit.
(8) Marx. Ob. cit.
(9) Pietro Garófalo. "Principios de Derecho Constitucional". (1936).
228 REVISTA CUBANA DE DERECHO

tores, como Sinagra (10) una auto-limitación del derecho del


Estado en normas de auto-coacción (11).
La complejidad del problema se comprende, si en toda su
amplitud se considera la "cuestión social" con Antokoletz (12)
como "el problema de los males que aquejan a la sociedad y de
los medios propuestos para curar esos males" o con Tonnies
(13) al entender por tal "el complejo de problemas que derivan
de la cooperación y convivencia de clases, estratos y
estamentos sociales distintos, que forman una misma sociedad,
pero están separados por hábitos de vida y por su ideología y
visión del mundo".
Otros autores limitan más los confines, dándole un ca-
rácter netamente económico, como Gide (14), para quien "la
repartición de las riquezas abraza todas las cuestiones que se
ha convenido en llamar las cuestiones sociales", pero para
algunos, entre los que resalta Lange (15) la "cuestión social"
es en lo esencial, "una cuestión de la naturaleza espiritual de la
generación presente y de una reforma de todas las
concepciones y principios, para vencer una falsa dirección, de
la voluntad mediante una lucha que hay que llevar a cabo al
mismo tiempo en el espíritu de cada uno".
Efectivamente, el horizonte es casi infinito, pero a pesar de
lo atrayente de este estudio de investigación, el respeto que
debo a vuestra benevolente atención, no me permite abarcarlo
en todos sus detalles, aparte de que ciertos aspectos del
problema han sido ya tratados o deberán serlo por otros
compañeros en este curso de conferencias, como son princi-
palmente los interesantísimos de la familia y la propiedad.
El amplio y fácil disfrute del invento formidable de
Guttemberg ha causado que en el proceso de transformación
en que desde hace más de medio siglo se encuentra la humani-
__________
(10) Prof. Vincenzo Sinagra. "Principii del NuoVo Diritto Costitu-zionale italiano".
(1936).
(11) Luis del Valle Pascual. Derecho Político (1934).
(12) Daniel Antokoletz, "Curso de Legislación del trabajo". T. I.
(13) Ferdinand Tonnies. "Desarrollo de la cuestión social". Col-Labor.
(14) Charles Gide. "Economía Política".
(15) F. A. Lange. "La cuestión social en su significación para el presente y el futuro.
(1866).
SECCION DOCTRINAL 229

dad hayan participado casi todos los seres conscientes, habiéndose


formulado toda clase de ideologías y de soluciones, unas posibles y
otras utópicas.
El Estado llano, como le llamamos, de esta epopeya, la gran
masa de asalariados, manuales e intelectuales, se vinculó en su
lucha a las diversas teorías expuestas por los "leaders" del
pensamiento y de la acción, Marx, Sismondi, Owen, Fourier, Le
Blanc, George, Le Play, León XIII, Malthus, Lenin, Mussolini y
tantos otros que todos vosotros conocéis, y del bullir de estas
mentes privilegiadas, avivado el fuego por el contacto de cada cual
con la dolorosa realidad de cada día, se formó la tromba inmensa
que alzándose en espiral magnífica ha absorbido todas las
atenciones en dirección al brazo todopoderoso del trabajo colocado
en su vértice. El ha venido a sintetizar, en el conocimiento exacto de
su función social, todo el problema.
Una coyuntura propicia para su consagración definitiva con
tales caracteres la ofreció la Guerra Mundial, que unió en lucha
fratricida a casi todas las naciones, para que terminaran declarando
en la parte XIII del Tratado de Paz, de Versalles: "Que la Paz
Universal sólo puede fundarse sobre la base de la justicia social".
Para llegar a esta declaración los delegados de las naciones en
Versalles se basaron en esta consideración:
"Considerando que existen condiciones de trabajo que implican para un gran
número de personas la injusticia, las miserias y las privaciones, lo cual engendra
tal descontento que la paz y la armonía universales peligran; y teniendo en cuenta
que es urgente mejorar dichas condiciones, por ejemplo, en lo que respecta a la
reglamentación de las horas de trabajo, al reclutamiento de la mano de obra, a la
lucha contra el paro, a la garantía de un salario que asegure condiciones de
existencia convenientes, a la protección de los trabajadores contra las
enfermedades generales o profesionales o los accidentes resultantes del trabajo, a
la protección de los niños, de los adolescentes y de las mujeres; a las pensiones de
vejez y de invalidez, a la defensa de los intereses de los obreros ocupados en el
extranjero, a la afirmación del principio de la libertad sindical, a la organización
de la enseñanza profesional y técnica, y a otros medios aná-

La universalidad de esta declaración, su importancia intrínseca,


y su magnitud extraordinaria, nos muestran que la incorporación de
sus detalles al orden jurídico y en especial, en normas
constitucionales, no debiera limitarse a su copia, sino que para hacer
patente la garantía de esa justicia social,
230 REVISTA CUBANA DE DERECHO

sería necesario, según Lange (16) una reforma de todas o casi


todas las concepciones y principios, inclusive las básicas en
esta materia constitucional de Sociedad, Estado y sus Órganos.
Ya en este plano, siguiendo la rigidez metódica del sabio
filósofo Kant, que para nuestra honra diera a conocer a los
pueblos de habla española el cubano Perojo o la pureza jurídica
de la doctrina de Kelsen (17) al tratar las naciones de
incorporar a sus cartas fundamentales, las garantías de la
justicia social, debieran aceptar una teoría, fijar un método y
con tales bases, proceder a la estructuración totalitaria del
nuevo sistema, pero según veremos a continuación en la tercera
parte de este trabajo, no ha sucedido así, con excepción en
parte de los casos de Rusia e Italia, ni es fácil que suceda de tal
modo, ya que en la práctica es necesario armonizar la ciencia
con los intereses creados existentes en la realidad.
Sin embargo que el sistema no sea científico o completo,
que las normas constitucionales a este respecto no sean real-
mente eficaces, que no se avengan con el resto de la estruc-
turación, es de lamentarse, pero lo importante, como muy bien
afirma Mirkine (18) es que existen en los textos vigentes y ello
demuestra una dirección en las modernas tendencias del
Derecho Constitucional.

III
La enumeración de hechos o condiciones de la vida actual
que constituyen injusticia social comprendida según hemos
visto en el Tratado de Paz de Versalles, requería en cada
nación una serie de medidas limitativas de las libertades in-
dividuales incluidas en la declaración de los derechos del hom-
bre y el ciudadano, o sea, las de tipo clásico, y la formulación
de otras nuevas surgidas de la realidad social,
A primera vista pudiera estimarse que una serie de leyes
adecuadas incorporarían al ordenamiento jurídico en forma de
normas de garantía la esencia de tales innovaciones del
__________
(16) Ob. cit.
(17) Ob. cit.
(18) B. Mirkine-Guetzevitch. Modernas tendencias del Derecho Constitucional. (1934).
SECCION DOCTRINAL 231

devenir social, pero aparte de que de antiguo se sabe que toda


norma fundamental debe incluirse en la Constitución, a fin de
que obligue al propio Estado, llegando a mantenerse por
autores de la autoridad de Duguit (19) que en la jerarquía de
las reglas jurídicas, la Declaración de Derechos está situada en
un grado superior a la propia Constitución, es lo cierto que el
proceso social ha decretado la crisis del Estado, y la
renovación constitucional, de grado o por fuerza, se va
imponiendo en todos los países, en una dirección racionalista
(20) y hacia el Estado de Derecho y de Cultura (21).
También pudiera decirse que aceptando la teoría de la
pirámide jurídica de Kelsen (22) y el principio del Monismo o
de la unidad del Derecho Público mantenido por Mirkine (23),
incorporado a la Constitución de Weimar en su art. 4°, a la de
Austria en su art. 9° y a la de España en su art, 7° con la
Organización Internacional establecida con sede en Ginebra;
desde el Pacto o Tratado de Versalles, quedarían como
admitidas y obligatorias en cada Estado, las normas protec-
toras y de garantía que se acordaren en las Convenciones
anuales, mas, reafirmando lo anteriormente dicho, no serían
perdurables, arreglos a medias de cualquier especie, después
de haberse producido y existir, como dice Posada (24), "un
cambio profundo de posiciones, de actitudes, en el cual se han
disipado algunos mitos, se han arruinado ciertos ideales con-
soladores, y se han desvanecido engañosas ficciones, surgien-
do exigencias nuevas, que reclaman nueva valoración—de bie-
nes—y un régimen o tratamiento político, social y estético
nuevo".
Sin entrar como ya hemos indicado en las partes refe-
rentes a propiedad y familia, ni tampoco en lo concerniente a
la modificación por razón de la cuestión social de los órga-
nos del Estado, por estar esta materia también asignada a otro
compañero de la Escuela, pasaremos a exponer como
aparecen reguladas en las principales Constituciones los
__________
(19) Duguit- "Derecho Constitucional".
(20) Mirkine-Guetzeviteh. Ob. cit.
(21) Valle Pascual. Ob. cit.
(22) Kelsen. Ob. cit.
(23)".Mirkino"Guetzevitch- Ob. Cit y Derecho Constitucional Internacional”
(24) Adolfo Posada. "La crisis del Estado y el Derecho Político"-(1934).
232 REVISTA CUBANA DE DERECHO
derechos y garantías que por su origen y para diferenciarlos de los ya
adquiridos derechos individuales, se ha convenido en llamar
derechos sociales.
Para ello comenzaremos por clasificar esos derechos o
garantías, según la generalidad del carácter de las normas en
que han sido incorporados a los textos constitucionales, de
acuerdo con el siguiente esquema:
Antes de relacionar los preceptos contenidos en cada
constitución, dividiremos éstas en tres grupos.
1.—Constituciones anteriores a la guerra mundial, entre
las que se encuentran la de Suiza, que puede considerarse
como "pioneer" en cierto aspecto de esta evolución, siguiendo
a la francesa de 1848, y a otras clásicas como las de Inglaterra
y Estados Unidos de América.
2.—Constituciones en que la modificación sufrida des-
pués de la guerra, ha variado por completo su tipicidad, de
acuerdo con conceptos nuevos acerca del Estado y de la propia
Sociedad en que se fundamentan, entre las que se encuentran
las de Rusia e Italia, y
3.—'Constituciones que con posterioridad a la guerra han
captado algunas de las tendencias jurídico-sociales, como las
de Alemania, Méjico, Austria, España, etc.
Entre las constituciones del primer grupo citaremos como
principales, en razón de su previsión:
a) La francesa de 4 de noviembre de 1848, que no rige, en
el preámbulo de la cual se dijo: "La República debe prote-
ger al ciudadano en su persona, su familia, su religión, su
propiedad, su trabajo, y poner al alcance de cada cual la ins-
trucción indispensable a todos los hombres; debe, mediante
una asistencia fraternal, asegurar la existencia de los ciuda-
danos necesitados, sea procurándoles trabajos en los límites de
sus recursos, sea socorriendo, en defecto de la familia, a
quienes no estén en situación de trabajar". Y en el art. 13: "La
sociedad favorece y fomenta el desenvolvimiento del
trabajo por la enseñanza primaria gratuita, la educación pro-
fesional, la igualdad de relaciones entre el patrono y el obre-
ro, las instituciones de previsión y de crédito, las instituciones
agrícolas, las asociaciones voluntarias y el establecimiento
Por el Estado, los departamentos y los municipios, de obras
234 REVISTA CUBANA DE DERECHO

públicas adecuadas para emplear los brazos parados; propor-


ciona la asistencia a los niños abandonados, a los enfermos y
a los ancianos desvalidos, a quienes sus familias no puedan
socorrer". (25)
b) La suiza, de 28 de mayo de 1874, reformada en 1890 y
en 1908, en la que se atribuye a la Confederación el derecho
de establecer prescripciones uniformes sobre el trabajo de los
niños en las fábricas, la duración del trabajo de los adultos, la
protección obrera en las industrias insalubres o peligrosas; en
materia de artes y oficios, a legislar sobre el seguro contra
accidentes del trabajo y contra enfermedad, y • a reglamentar
el seguro contra la vejez y la invalidez.
En las constituciones de este grupo en que no existen
preceptos semejantes, pero son de tipo consuetudinario,
como la inglesa, o a pesar de su cuasi-rigidez aceptan el
sistema de leyes constitucionales, como la francesa de 1875,
distintas leyes, que no podemos enumerar para no hacer más
largo este trabajo, que es de síntesis, han incorporado al
acervo constitucional los "Derechos Sociales".
Al segundo grupo pertenecen las constituciones de Rusia
e Italia.
En estas naciones, según ya hemos dicho, la transforma-
ción cabal de los conceptos cambia por completo el aspecto
de la formulación constitucional de los llamados derechos
sociales, que en Rusia, corresponden todos al proletariado,
por ser su forma de gobierno una dictadura de esta clase, y en
Italia, se corresponden, con la idea de la perdurabilidad
eterna de la sociedad y la cooperación coordinada para el
mantenimiento del principio supremo nacionalista, en una
dictadura de la clase media-burguesa, que se supone unida y
controlada en el dominio y posibilidades absolutas del
partido Fascista.
a) RUSIA. En su Constitución, aprobada a raíz del ad-
venimiento del nuevo régimen, en 10 de julio de 1918, que
ha sido modificada en 1923 y está siéndolo nuevamente, en
este año, sin que conozcamos los detallas de esta última re-
forma, se dice:
__________
(25) Debemos recordar que algunos de estos principios se encontraban ya en el proyecto
de Robespierre, presentado a la Sociedad de los Jacobinos el 21 de Abril de 1793.
SECCION DOCTRINAL 235

"Art. 1°. Rusia recibirá el título de República de los Soviets de obreros, soldados y
campesinos".
Y en el artículo tercero, Capítulo II:
"proponiéndose esencialmente suprimir toda explotación del hombre por el hombre;
abolir definitivamente la división de la sociedad en clases; aplastar sin piedad a todos
los explotadores; realizar la organización socialista de la sociedad, y hacer triunfar el
socialismo en todos los países, el III Congreso Panruso de los Soviets, acuerda además:
a) Para realizar la socialización de la tierra, queda suprimida. la propiedad
privada de la misma; todas las tierras se declaran propiedad nacional y serán entregadas
a los trabajadores sin ninguna clase de indemnizaciones, sobre la base de su disfrute
igual por todos.
b) Los bosques, el sub-suelo y las aguas de interés público general; todo el
ganado y todo el material, así como las propiedades y empresas agrícolas, se declaran
propiedad nacional.
(e) Como primer paso para la plena transferencia de las fábricas, de las minas, de
los ferrocarriles y otros medios de producción y de transporte a la República obrera y
campesina de los Soviets, el Congreso ratifica la Ley sobre inspección obrera y sobre el
Consejo Supremo de Economía Nacional, con objeto de asegurar el poder de los
trabajadores sobre los explotadores.
d) El tercer Congreso Panruso de los Soviets considera la Ley concerniente a la
anulación de los empréstitos lanzados por el gobierno de los Zares, de los
Terratenientes y de la Burguesía, como un primer golpe dado al capital internacional, y
expresa la seguridad de que el poder de los Soviets continuará por ese camino hasta la
victoria completa del proletariado internacional y su liberación del yugo del capital.
e) El Congreso ratifica la transferencia de todos los Bancos al Estado Obrero y
Campesino como una de las condiciones de liberación de las masas trabajadoras del
yugo del capital.
f) Para suprimir los elementos parásitos de la Sociedad y organizar la vida
económica del país, queda establecido el trabajo general obligatorio.
g) Para asegurar la plenitud del poder a las masas trabajadoras y apartar toda
posibilidad de restauración del poder de los explotadores el Congreso decreta el
armamento de los trabajadores, la formación de un ejército rojo socialista de obreros y
campesinos y el desarme de las clases posesoras".
Y en la sección segunda, capítulo V, con el criterio clasista
de toda la Constitución, los derechos fundamentales, que en
este caso son todos sociales, (para la clase dominante) en la
siguiente forma:
"Art. 99 El problema esencial de la Constitución de la República Socialista
Federal de los Soviets, adecuado al período de transición actual, consistirá en la
instauración de la dictadura del proletariado urbano y rural y de los campesinos más
pobres en forma de un poder fuerte de los Congresos Panrusos, con objeto de aplastar a
la burguesía, de anular la explotación del hombre por el hombre y de hacer triunfar el
Socialismo, bajo cuyo régimen no habrá división de clases ni poder de Estado.
Art. 10. La República Rusa será una comunidad Socialista Libre, de todos los
trabajadores de Rusia. Toda la autoridad dentro de los límites de la B. S. E. S.
pertenecerá a toda la población obrera del país agrupada en los Soviets urbanos y
rurales.
Art. 13. Con objeto de asegurar a los trabajadores la plena libertad de conciencia,
la Iglesia queda separada del Estado, y la escuela de la iglesia, y se reconoce a todos
los ciudadanos la libertad de la propaganda religiosa y antirreligiosa.
236 REVISTA CUBANA DE DERECHO

Art. 14. Con objeto de asegurar a los trabajadores la libertad efectiva


de emisión del pensamiento, la K. S. F. S. terminará con el estado de
dependencia de la prensa respecto al capital; entregará al proletariado
obrero y campesino todos los órganos técnicos y material necesario para la
publicación de periódicos, folletos, libros y otras producciones de prensa,
y garantizará su libre difusión por todo el país.
Art. 15. Con objeto de asegurar a los trabajadores verdadera libertad
de reunión, la R. S. F. 8. reconociendo a los ciudadanos de la República de
los Soviets el derecho de organizar libremente reuniones, mítines,
manifestaciones, etc., pondrá a disposición de la clase obrera y campesina
todos los locales que dichas asambleas requieran, con mobiliario, alum-
brado, calefacción.
Art. 16. Con el objeto de asegurar a los trabajadores positiva libertad
de asociación, la R. 8. F. S., que ha destrozado el poder económico y
político de las clases posesoras, y que de este modo ha apartado todos los
obstáculos que en la Sociedad Burguesa impedían a los obreros y a los
campesinos hacer uso de la libertad de organización y acción, prestará a
los obreros y a los campesinos pobres todo su auxilio material o de cual-
quier clase para facilitar su unión y organización.
Art. 17. Para asegurar a los trabajadores la posibilidad efectiva de
instruirse, la R. 8. F. S. se propone conceder a los obreros y campesinos
pobres instrucción completa, universal y gratuita.
Art. 18. La R. S. F. S. decreta el trabajo obligatorio para todos los
ciudadanos de la República y proclama el principio "Quien no trabaja, no
come".
Art. 20. Partiendo del principio de la solidaridad de los trabajadores
de todas las naciones, la R. S. F. S. concederá todos los derechos políticos
de los ciudadanos rusos a los extranjeros que trabajen en el territorio de la
República Rusa y que pertenezcan a la clase obrera o a la clase campesina
que no vive del trabajo ajeno; se reconocerá a los Soviets locales la
facultad de conceder a estos extranjeros, sin más formalidades, los
derechos de los ciudadanos rusos."
En el capítulo I, de la segunda parte, de la reforma cons-
titucional de 6 de julio de 1923, se atribuyen a los órganos
supremos del Poder de la Unión de las Repúblicas Socialistas
Soviéticas, entre otras facultades: "p) Establecer las leyes
fundamentales del trabajo; q) Establecer los principios generales
sobre instrucción pública; r) Fijar las medidas generales
concernientes a la higiene pública; u) Fijar la legislación
fundamental respecto a derechos de los extranjeros dentro de la
Unión".
b) ITALIA. De acuerdo con la soberanía del Estado y el
sistema corporativo establecido, el individuo tiene dentro de la
organización una actividad muy limitada, aun cuando se aceptan los
principios de la libertad de tipo individualista, al permitirse el libre
juego de la iniciativa de cada cual, en tanto en cuanto no afecte la
supremacía del Estado y la unidad y preponderancia de la nación,
con todas las espléndidas posibilidades, para el bien o para el mal,
de la Dictadura y control absoluto del Partido Fascista y su jefe.
SECCION DOCTRINAL 237

En el tercer y último grupo tomaremos como ejemplo, para


no agobiar vuestra atención, en Europa: Las constituciones de
Alemania, Austria y España, y en América: la de Méjico por su
tipicidad reglamentaria y las muy recientes del Perú y de la
República, Oriental del Uruguay.
a) ALEMANIA. Constitución de 14 de agosto de 1919.
En el preámbulo se dice que el pueblo alemán se ha dado
esta Constitución animado del deseo de renovar y consolidar su
"Reich" en la libertad y la justicia... y fomentar el progreso
social.
En el art. 7°, entre las cuestiones sobre las que correspon-
de legislar al Reich, se encuentra: "6. Régimen de prensa,
asociaciones y reuniones"; "7. Política de la población y
protección de la maternidad, de los niños de pecho, la infancia
y la juventud".
"9. Derecho obrero, seguro y protección de trabajadores y
empleados y bolsas del trabajo". "10. Implantación de
representaciones profesionales en el Reich". "13. Socialización
de riquezas naturales y empresas económicas, así como
producción, fabricación, distribución y tasa de bienes para la
economía colectiva".
Por el art. 10 se concede al Reich la facultad de dictar
leyes fijando las bases en punto a: "1. Los derechos y deberes
de las confesiones religiosas". "2. El régimen de enseñanza,
incluso de la superior, y de las bibliotecas científicas". "3. El
derecho de los funcionarios de todas las corporaciones
públicas". "4. El derecho inmobiliario, el reparto de tierras, el
régimen de colonización interior y de patrimonios familiares,
limitaciones de la propiedad territorial, régimen de viviendas y
distribución de la población".
En el art. 18 se dispone que la división del Reich en paí-
ses, se encaminará a la obtención del máximo rendimiento
económico y cultural del pueblo.
La parte segunda comprende los "Derechos y Deberes
Fundamentales de los Alemanes", el título I de la cual se
refiere a "La persona individual", y el II a la "La vida social".
En el título I, de esta parte segunda, el art. 118, dice:
Art. 118. Dentro de los límites marcados por las leyes generales,
los alemanes tendrán derecho a la libre emisión de sus ideas, de palabra,
238 REVISTA CUBANA DE DERECHO

por escrito o mediante la imprenta, el grabado o cualquiera otro medio, sin que se
les dificulte este derecho por causa de su condición de dependencia como
trabajador o empleado como tampoco podrá nadie perjudicarles por haber hecho uso
de tal derecho.
No existirá censura, pero por medio de una ley del Reich podrán establecerse
respecto a las películas cinematográficas, disposiciones especiales. También cabrá
dictar medidas legislativas particulares, a fin de luchar; contra la literatura baja y
pornográfica, y para la protección de la juventud en materia de exposiciones y
espectáculos públicos."

El título II, comprende entre otros, que no son de especial


interés en este caso, y fueron ya tratados brillantemente por mi
compañero el Dr. Juan Antonio Mendoza, Secretario de esta
Escuela en su anterior conferencia, los siguientes preceptos:
"Art. 119. El matrimonio, fundamento de la vida familiar y del mantenimiento
y aumento de la nación, está bajo la protección especial de la Constitución. Se basa
en la igualdad jurídica de ambos sexos. Incumbe al Estado y a los Municipios mirar
por la pureza, sanidad y mejoramiento de la familia. Las familias de prole numerosa
tienen derecho a asistencia compensatoria. La maternidad tiene derecho a la
protección y asistencia del Estado."
"Art. 120. La educación de la prole para el desarrollo corporal, espiritual y
social, constituyen el deber supremo, y un derecho natural de los padres, velando
por su cumplimiento la comunidad política."
"Art. 121. Las leyes proporcionarán a los hijos ilegítimos los mismos
elementos que a los legítimos, para su desenvolvimiento corporal, espiritual y
social.
"Art. 122. La juventud será protegida contra la explotación, así como contra el
abandono moral, espiritual o corporal. El Estado y el Municipio habrán de procurar
la organización de las instituciones necesarias al efecto.
"Art. 124. Todos los alemanes tienen derecho a constituir uniones o
asociaciones para fines que no infrinjan la Ley Penal. Este derecho no puede ser
restringido con medidas preventivas. Para las uniones y confesiones religiosas
regirán estas mismas disposiciones.
Todas las asociaciones pueden adquirir la capacidad jurídica, con arreglo a los
preceptos del derecho civil. No podrá denegarse a ninguna asociación dicha
capacidad por el hecho de perseguir un fin político, político-social o religioso.
"Art. 129. El nombramiento de los funcionarios se hará de por vida, salvo qne
la Ley disponga otra cosa. La ley regulará los haberes pasivos de funcionarios y
familias. Son inviolables los derechos bien adquiridos de los funcionarios. Estos
podrán acudir a la vía judicial para sus reclamaciones de índole económica. Sólo en
los casos y en la forma previstos por la Ley, podrán los funcionarios ser
suspendidos de empleo, separados del 'servicio, provisional o definitivamente, o
trasladados a otro cargo de sueldo inferior. Contra toda sanción disciplinaria cabrá
recurso y habrá posibilidad de revisión. En el expediente personal del funcionario
no se anotarán hechos que les sean desfavorables, sino después de haberle dado
ocasión de justificarse respecto a ellos. El funcionario tendrá derecho a examinar su
expediente personal."
SECCION DOCTRINAL 239

"Art. 130. Los funcionarios son servidores de la comunidad, no de un partido.


Se garantiza a todos los funcionarios la libertad de opinión política y asociación.
Los funcionarios tendrán representaciones funcionaristas especiales, según regulará
detalladamente una Ley del Reich.

El título III se denomina; "Religión y Confesiones Re-


ligiosas", en el que se acepta la plena libertad de creencia y de
conciencia de todos los habitantes del Reich, siendo también
libre el ejercicio del culto y disponiéndose en el art. 139 que el
domingo y las fiestas reconocidas por el Estado, continuarán
gozando de protección legal, como días de descanso y de ele-
vación del espíritu.
En el título IV, en forma extensiva, casi reglamentaria, se
regulan la "Educación y enseñanza", dedicándose a este as-
pecto nueve artículos, siendo de especial interés, la declaración
de libertad del arte y la ciencia, así como la enseñanza, a los
cuales el Estado les garantiza su protección, tomando parte en
su fomento.
Por el art. 145 se determina que existe una obligación ge-
neral escolar, y a tal efecto, sirve, en primer término la escuela
pública primaria, con 8 años como mínimun de estudios, y
después, la escuela complementaria anexa, hasta los 18 años de
edad cumplida. En las escuelas primarias y complementarias
tienen carácter gratuito la enseñanza y los medios de estudios.
La enseñanza pública se constituirá en forma orgánica.
Sobre una escuela básica, común para todos, se asentarán la
enseñanza media y la superior. Para esta organización habrá de
tenerse en cuenta la multiplicidad de profesiones de la vida, y
para la admisión de un niño en una escuela determinada no se
atenderá más que a su capacidad y vocación, no a la posición
social o económica, ni a la confesión religiosa de sus padres.
Para el acceso a la enseñanza media y superior de personas
poco acomodadas, los países y los municipios consignarán
recursos públicos, especialmente auxilios por causas de
estudios a los padres de los muchachos considerados aptos
para el perfeccionamiento en las citadas enseñanzas, durando
tales auxilios el tiempo que los estudios. (Art. 146).
En todas las escuelas se procurará la formación moral, la
educación cívica y el perfeccionamiento personal y profesio-
nal. La enseñanza de la ciudadanía y del trabajo entra en la
240 REVISTA CUBANA DE DERECHO

disciplina del plan escolar. Todos los alumnos recibirán un


ejemplar de la Constitución al terminar sus deberes escolares.
(Art. 148).
El título V se refiere a "La Vida Económica". Se establece
que el régimen de la vida económica debe responder a
principios de justicia, con la aspiración de asegurar a todos una
existencia digna del hombre, reconociéndose al individuo,
dentro de estos límites, la libertad económica. La coacción
legal no es lícita sino para hacer efectivos los derechos ame-
nazados o para servir necesidades primordiales del bien pú-
blico, garantizándose con arreglo a las leyes del Reich la li-
bertad de comercio e industria. (Art. 151).
Se prohibe la usura. (Art. 152).
El reparto y utilización del suelo serán vigilados por el
Estado en forma que se impida el abuso y se tienda a propor-
cionar a todo alemán una morada sana y a todas las familias
alemanas, especialmente a la de numerosa prole, una morada y
un patrimonio económico que responda a sus necesidades.
El cultivo y explotación de la tierra es un deber de su pro-
pietario para con la comunidad. El incremento de valor del
suelo que se obtenga sin emplear trabajo o capital en el mismo,
quedará a beneficio de la comunidad. (Art. 155).
El Reich puede, mediante una ley, a reserva' de indem-
nizar, traer al dominio público las empresas económicas pri-
vadas aptas para la socialización, e interesarse el Reich, los
países o los municipios en la administración de empresas eco-
nómicas o sus federaciones, así como asegurarse en ellas por
otro medio una influencia decisiva.
En caso de apremiante necesidad y con vistas a la eco-
nomía general, puede también el Reich federar por medio de
una ley empresas y asociaciones económicas, con el propósito
de asegurar la colaboración de todos los elementos produc-
tores, interesar en la administración a patronos y obreros y
regular la producción, creación, distribución, consumo y tasa
de precios, así como la importación y exportación de bienes
con arreglo a principios de economía colectiva. Las coopera-
tivas de producción y consumo y sus federaciones serán incor-
poradas cuando lo deseen, a la economía colectiva, habida
cuenta de su constitución y caracteres. (Art. 156).
SECCION DOCTRINAL 241

La mano de obra gozará de la protección especial del


Reich y en todo él se establecerá un derecho obrero uniforme.
(Art. 157).
Se garantiza a todos y en todas las profesiones la libertad
de asociación para la defensa y mejora de las condiciones del
trabajo y económicas, considerándose contrario a derecho
todos los acuerdos y medidas que pretendan restringir o im-
pedir esta libertad. (Art. 159).
El Reich creará un amplio sistema de seguro para poder,
con el concurso de los interesados, atender a la conservación
de la salud y de la capacidad para el trabajo, a la protección de
la maternidad y a la previsión de las consecuencias eco-
nómicas de la vejez, la enfermedad y las vicisitudes de la vida.
(Art. 161).
El Reich procurará una regulación internacional de las
relaciones jurídicas referentes a los trabajadores, a fin de
proporcionar a toda la clase obrera de la humanidad un
mínimun general de derechos sociales. (Art. 162).
Sin perjuicio de su libertad personal, todo alemán tiene el
deber moral de emplear sus fuerzas intelectuales y físicas
conforme lo exige el bien de la comunidad. A todo alemán
debe proporcionársele la posibilidad de ganarse el sustento
mediante un trabajo productivo. Cuando no se le puedan
ofrecer ocasiones adecuadas de trabajo, se atenderá a su ne-
cesario sustento. Leyes especiales dictarán las disposiciones
complementarias. (Art. 163).
La clase media independiente agrícola, industrial y co-
mercial será atendida por las leyes y la administración, y se le
protegerá contra recargos excesivos, evitando su desaparición.
(Art. 164).
Los obreros y empleados serán llamados a colaborar, al
lado de los patronos y con igualdad de derechos, en la regu-
lación de las condiciones de la retribución y el trabajo, así
como en todo el desenvolvimiento económico de las fuerzas
productivas. Quedan reconocidas las agrupaciones de ambas
clases y sus federaciones.
Para defensa de sus intereses sociales y económicos, ten-
drán los obreros y empleados representaciones legales en Con-
sejos obreros de industria, así como en Consejos obreros de
242 REVISTA CUBANA DE DERECHO

distrito agrupados por regiones económicas, y en un Consejo


obrero del Reich. (Art. 165).
b) AUSTRIA. En la Constitución de 1* de octubre de
1920, según dispone el párr. I9 de su art. 79: "Todos los ciuda
danos austríacos son iguales ante la ley y no habrá entre el los
privilegios por razón del nacimiento, sexo, rango, profesión,
clase, o confesión".
En el art. 10 se expresa que serán de la competencia del
Estado Federal las funciones legislativas y ejecutivas, respecto
entre otras materias: "11) El derecho obrero así como la
protección de empleados y obreros, con excepción de los agrí-
colas o forestales, y los seguros sociales".
El art. XI dispone que será de la competencia federal la
legislación, y de la competencia de los países la ejecución
respecto entre otras: "6) Las casas baratas".
Por el art. XII se dispone que serán asimismo de la com-
petencia federal la legislación de bases, y de competencia de
los países el dictar leyes de aplicación y la ejecución en las
siguientes materias entre las 10 que comprende: "2) Benefi-
cencia; política de la población; dispensarios populares; pro-
tección de la maternidad, niños de pecho e infancia; estable-
cimientos de curación y asistencia, estaciones climatéricas y
aguas medicinales". "4) Las organizaciones públicas que
tengan por fin la mediación extrajudicial en las huelgas". "5)
Derecho obrero, y protección de obreros y empleados cuando
se trate de obreros y empleados agrícolas y forestales".
Por el art. 14 se dispone que una ley constitucional de la
Federación regulará especialmente la esfera de acción de ella y
de los países en materia de enseñanza, educación e instrucción
popular.
c) ESPAÑA. La Constitución española de 9 de diciembre
de 1931, en su art. 1°, declara que: "España es una re
pública democrática de trabajadores de toda clase, que se
organiza en un régimen de libertad y de justicia". (26)
El título 39 se dedica a: "Derechos y deberes de los
españoles", dividido en 2 capítulos, el primero (arts. del 25 al
42 inclusive) que comprende: "Garantías Individuales y Polí-
ticas", y el segundo (arts. del 43 al 50 inclusive): "Familia,
Economía y Cultura".
__________
(26) Véase: Pérez Serrano. "La Constitución Española".
SECCION DOCTRINAL 243

"No podrán ser fundamento de privilegio jurídico; la


naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social, la riqueza, las
ideas políticas ni las creencias religiosas". (Art. 25).
Por el art. 27 se declara la libertad de conciencia y el
derecho de profesar y practicar libremente cualquier religión,
salvo el respeto debido a las exigencias de la moral pública;
así como que nadie podrá ser compelido a declarar oficial-
mente sus creencias religiosas.
El art. 30 prohibe al Estado suscribir ningún convenio o
tratado internacional que tenga por objeto la extradición de
delincuentes político-sociales.
Se declara la libertad de toda persona para elegir pro-
fesión y se reconoce la libertad de industria y comercio, salvo
las limitaciones que por motivos económicos y sociales de
interés general, impongan las leyes. (Art. 33).
De acuerdo con el art. 34 en ningún caso podrá recogerse
la edición de libros y periódicos, sino en virtud de manda-
miento de Juez competente y no podrá decretarse la suspen-
sión de ningún periódico, sino por sentencia firme.
La prestación personal para servicios civiles podrá exi-
girla el Estado de todo ciudadano, con arreglo a las leyes.
Los españoles podrán asociarse o sindicarse libremente
para los distintos fines de la vida humana, conforme a las
leyes del Estado.
Los sindicatos y asociaciones están obligados a inscribirse
en el Registro Público correspondiente, con arreglo a la ley.
(Art. 39).
Los nombramientos, excedencias y jubilaciones de los
funcionarios públicos se harán conforme a las leyes. Su
inamobilidad se garantiza, por la Constitución. La separación
del servicio, las suspensiones y los traslados sólo tendrán
lugar por causas justificadas previstas en la ley. No se podrá
molestar ni perseguir a ningún funcionario público por sus
opiniones políticas, sociales o religiosas. Los funcionarios
civiles podrán constituir asociaciones profesionales que no
impliquen ingerencia en el servicio público que les estuviere
encomendado. Las asociaciones profesionales de funcionarios
se regularán por una ley. Estas asociaciones podrán recurrir
ante los tribunales contra los acuerdos de la superioridad que
vulneren los derechos de los funcionarios.
244 REVISTA CUBANA DE DERECHO

La familia está bajo la salvaguardia especial del Estado. El


matrimonio se funda en la igualdad de derecho para ambos
sexos, y podrá disolverse por mutuo disenso o a petición de
cualquiera de los cónyuges, con alegación en este caso de justa
causa. Los padres están obligados a alimentar, asistir, educar e
instruir a sus hijos. El Estado velará por el cumplimiento de
estos deberes y se obliga subsidiariamente a su ejecución. El
Estado prestará asistencia a los enfermos y ancianos, y
protección a la maternidad y la infancia, haciendo suya la
"declaración de Ginebra" o tabla de los derechos del niño.
(Art. 43).
Esta declaración comprende los siguientes puntos:
1.—El niño debe ser puesto en condiciones de realizar
normalmente su desarrollo físico y espiritual.
2.—El niño hambriento debe ser alimentado; el niño en-
fermo debe ser asistido; el niño retrasado en su educación debe
ser alentado a proseguirla; el niño desviado de la buena senda
debe ser vuelto a ella; el huérfano y el abandonado deben ser
corregidos y socorridos.
3.—El niño debe ser el primero en recibir socorros en toda
ocasión de calamidad pública.
4.—El niño debe ser puesto en condiciones de ganar la
subsistencia y ser protegido contra toda clase de explotación.
5.—El niño debe ser educado, inculcándole el sentimiento
del deber que tiene de poner sus mejores cualidades al servicio
de sus hermanos.
Toda la riqueza del país, sea quien fuere su dueño, está
subordinada a los intereses de la economía nacional. Los
servicios públicos y las explotaciones que afecten al interés
común pueden ser nacionalizados en los casos en que la ne-
cesidad social así lo exija. El estado podrá intervenir por ley la
explotación y coordinación de industrias y empresas cuando así
lo exigieran la racionalización de la producción y los intereses
de la economía nacional. (Art. 44).
El trabajo en sus diversas formas, es una obligación
social, y gozará de la protección de las leyes. La República
asegurará a todo trabajador las condiciones necesarias de una
existencia digna. Su legislación social regulará: Los casos de
seguro de enfermedad, accidente, paro forzoso, vejez,
invalidez y muerte; el trabajo de las mujeres y de los jó-
SECCION DOCTRINAL 245

venes y especialmente la protección a la maternidad; la jornada


de trabajo y el salario mínimun y familiar; las vacaciones
anuales remuneradas; las condiciones del obrero español en el
extranjero; las instituciones de cooperación; la relación"
económico jurídica de los factores que integran la producción;
la*,participación de los obreros en la dirección, la adminis-
tración y los beneficios de las empresas, y todo cuanto afecte
a la defensa de los trabajadores. (Art. 46).
La República protegerá al campesino y a este fin legislará,
entre otras materias, sobre el patrimonio familiar inembargable
y exento de toda clase de impuestos, crédito agrícola,
indemnización por pérdidas de las cosechas, cooperativas de
producción y consumo, caja de previsión, escuelas prácticas de
agricultura y granjas de experimentación agropecuaria, obras
para riego y vías rurales de comunicación. La República
protegerá en términos equivalentes a los pescadores.
El servicio de la cultura es atribución esencial del Estado,
y lo prestará mediante instituciones educativas enlazadas por
el sistema de la escuela unificada.
La República legislará en el sentido de facilitar a los es-
pañoles económicamente necesitados el acceso a todos los
grados de enseñanza, a fin de que no se halle condicionado
más que por la aptitud y la vocación.
La enseñanza será laica, hará del trabajo el eje de su ac-
tividad metodológica y se inspirará en ideales de solidaridad
humana. Se reconoce a las iglesias el derecho, sujeto a ins-
pección del Estado, de enseñar sus respectivas doctrinas en sus
propios establecimientos. (Art. 48).
d) MÉJICO.—(27) La Constitución de 31 de enero de 1917
dispone que el Congreso de la Unión y las legislaturas de cada
Estado deberán expedir leyes sobre el trabajo, fundadas en las
necesidades de cada región, sin contravenir a las bases
siguientes, las cuales regirán el trabajo de los obreros,
jornaleros, empleados, domésticos y artesanos, y de una ma-
nera general todo contrato de trabajo: 1) La duración de la
jornada máxima será de ocho horas. 2) La jornada máxima
de trabajo nocturno será de siete horas. Quedan prohibidas
__________
(27) Véase: Lanz Duret. "Derecho Constitucional Mexicano".
246 REVISTA CUBANA DE DERECHO

las labores insalubres o peligrosas para las mujeres en general


y para los jóvenes menores de 16 años. Queda también
prohibido a unos y otros el trabajo nocturno industrial; y en los
establecimientos comerciales no podrán trabajar después de las
10 de la noche. 3) Los jóvenes mayores de 12 años y menores
de 17 tendrán como jornada máxima la de 6 horas. El trabajo
de los niños menores de 12 años no podrá ser objeto de
contrato. 4) Por cada 6 días de trabajo deberá disfrutar el
operario de un día de descanso por lo menos. 5) Las mujeres,
durante los 3 meses anteriores al parto, no desempeñarán
trabajo físico que exija esfuerzo material considerable. El mes
siguiente al parto disfrutará forzosamente de descanso,
debiendo percibir su salario íntegro y conservar su empleo y
los derechos que hubieren adquirido por su contrato. En el
período de la lactancia tendrán dos descansos extraordinarios
por día, de media hora cada uno, para amamantar a sus hijos. 6)
El salario mínimo que deberá disfrutar el trabajador será el
que se considere, suficiente, atendiendo a las condiciones de
cada región 'para satisfacer las necesidades normales de la
vida del obrero, su educación y sus placeres honestos,
considerándolo como jefe de familia. En toda empresa agrícola,
comercial, fabril o minera, los trabajadores tendrán derecho a
una participación en las utilidades, que será regulada como
indica la fracción 9ª. 7) Para todo trabajo igual debe
corresponder salario igual, sin tener en cuenta sexo ni
nacionalidad. 8) El salario mínimo quedará exceptuado de
embargo, compensación o descuento. 9) La fijación del tipo de
salario mínimo y de participación en las utilidades, a que se
refiere la fracción 6ª., se hará por comisiones especiales que se
formarán en cada municipio subordinadas a la Junta Central de
Conciliación que se establecerá en cada Estado. 10) El salario
deberá pagarse precisamente en moneda de curso legal, no
siendo permitido hacerlo con mercancías, ni con vales,
fichas, o cualquier otro signo representativo con que
se pretenda sustituir moneda. 11) Cuando por cir-
cunstancias extraordinarias deban aumentarse las horas de
jornada, se abonará como salario por el tiempo excedente un
ciento por ciento más de lo fijado para las horas normales.
En ningún caso el trabajo extraordinario podrá exceder de
3 horas diarias, ni de 3 veces consecutivas. Los hombres me-
SECCION DOCTRINAL 247

nores de 16 años y las mujeres de cualquier edad no serán


admitidos en esta clase de trabajos. 12) En toda negociación
agrícola, industrial, minera o cualquiera otra clase de traba-
jo, los patronos estarán obligados a proporcionar a los tra-
bajadores habitaciones cómodas e higiénicas, por las que po-
drán cobrar rentas que no excederán del medio por ciento
mensual del valor catastral de las fincas. Igualmente debe-
rán establecer escuelas, enfermerías y demás servicios nece-
sarios a la comunidad. 13) Además, en estos mismos cen-
tros de trabajo, cuando su población exceda de 200 habitan-
tes, deberá reservarse un espacio de terreno que no será me-
nor de 5.000 metros cuadrados para el establecimiento de
mercados públicos, instalación de edificios destinados a los
servicios municipales y centros recreativos. Queda prohibi-
do en todo centro de trabajo el establecimiento de expendios de
bebidas embriagantes y de casas de juegos de azar. 14) Los
empresarios serán responsables de los accidentes del trabajo y
de las enfermedades profesionales de los trabajadores, su-
fridos con motivo o en el ejercicio de la profesión o trabajo que
ejecuten; por lo tanto, los patronos deberán pagar la in-
demnización correspondiente, según que haya traído como
consecuencia la muerte, o simplemente incapacidad temporal o
permanente para trabajar, de acuerdo con lo que las leyes
determinen. Esta responsabilidad subsistirá aún en caso de
que el patrono esté obligado a observar en la instalación de sus
establecimientos los preceptos legales sobre higiene y sa-
lubridad, y adoptar las medidas adecuadas para prevenir ac-
cidentes en el uso de las máquinas, instrumentos y materiales
de trabajo, así como a organizar de tal manera éste que re-
sulte para la salud y la vida de los trabajadores la mayor ga-
rantía compatible con la naturaleza de la negociación, bajo las
penas que al efecto establezcan las leyes. 18) Tanto los
obreros como los empresarios tendrán derecho para coaligar-
se en defensa de sus respectivos intereses, formando sindica-
tos, asociaciones profesionales, etc. 17) Las leyes reconoce-
rán como un derecho de los obreros y de los patronos las huel-
gas y los paros. 18) Las huelgas serán lícitas cuando ten-
gan por objeto conseguir el equilibrio entre los diversos fac-
tores de la producción, armonizando los derechos del trabajo
con los del capital. En los servicios públicos será obligatorio
248 REVISTA CUBANA DE DERECHO

para los trabajadores dar aviso, con 10 días de anticipación,


a la Junta de Conciliación y Arbitraje, de la fecha señalada
para la suspensión del trabajo. Las huelgas serán conside-
radas como ilícitas únicamente cuando la mayoría de los huel-
guistas ejerciere actos violentos contra las personas o las pro-
piedades o en caso de guerra, cuando aquéllos pertenezcan a
los establecimientos y servicios que dependen del Gobierno.
Los obreros de los establecimientos fabriles militares del Go-
bierno de la República no estarán comprendidos en las dispo-
siciones de esta fracción por ser asimilados al ejército nacio-
nal. 19) Los paros serán lícitos únicamente cuando el ex-
ceso de producción haga necesario suspender el trabajo para
mantener los precios en un límite razonable, previa aproba-
ción de la Junta de Conciliación y Arbitraje. 20) Las diferen-
cias o los conflictos entre el capital y el trabajo se sujetarán a
la decisión de una Junta de Conciliación y Arbitraje, formada
por igual número de representantes de los obreros y de los pa-
tronos y uno del Gobierno. 21) Si el patrono se negare a so-
meter sus diferencias al arbitraje o a aceptar el laudo pro-
nunciado por la Junta, se dará por terminado el contrato de
trabajo y quedará obligado a indemnizar al obrero con el im-
porte de 3 meses de salario, además de la responsabilidad que
le resulte del conflicto. Si la negativa fuere de los trabaja-
dores, se dará por terminado el contrato de trabajo. 22) El
patrono que despida a un obrero sin causa justificada o por
haber ingresado en una asociación o sindicato, o por haber
tomado parte en una huelga lícita, estará obligado, a elección
del trabajador, a cumplir el contrato o a indemnizarlo con el
importe de 3 meses de salario. Igualmente tendrá esta obli-
gación cuando el obrero se retire del servicio por falta de pro-
bidad de parte del patrono o por recibir de él malos trata-
mientos, ya sea en su persona o en la de su cónyuge, padres,
hijos o hermanos. El patrono no podrá eximirse de esta res-
ponsabilidad cuando los malos tratamientos provengan de de-
pendientes o familiares que obren con el consentimiento o to-
lerancia de él. 23) Los créditos en favor de los trabajado-
res por el salario devengado en el último año y por indemni-
zaciones tendrán preferencia sobre cualquier otro en los casos
de concurso o quiebra. 24) De las deudas contraídas por los
trabajadores a favor de sus patronos, de sus asociados, fami-
SECCION DOCTRINAL 249

liares o dependientes sólo será responsable el mismo trabaja-


dor y en ningún caso y por ningún motivo se podrá exigir a
los miembros de su familia, ni serán exigibles dichas deudas
por la cantidad excedente del sueldo del trabajador en un mes.
25) El servicio para la colocación de los trabajadores será
gratuito para éstos, ya se efectúe por oficinas municipales,
bolsas del trabajo, o por cualquiera otra institución oficial o
particular. 26) Todo contrato de trabajo celebrado entre un
mejicano y un empresario extranjero deberá ser legalizado por
la autoridad municipal competente y visado por el cónsul de
la nación a donde el trabajador tenga que ir, en el concepto de
que además de las cláusulas ordinarias especificarán cla-
ramente que los gastos de repatriación quedan a cargo del
empresario contratante. 27) Serán condiciones nulas y no
obligarán a los contratantes, aunque se expresen en el con-
trato: a) Las que estipulen una jornada inhumana por lo
notoriamente excesiva, dada la índole del trabajo, b) Las que
fijen un salario que no sea remunerador a juicio de las juntas
de Conciliación, c) Las que estipulen un plazo mayor de una
semana para la percepción del jornal, d) Las que señalen un
lugar de recreo, fonda, café, taberna, cantina o tienda para
efectuar el pago del salario, cuando no se trata de empleados
en esos establecimientos, e) Las que entrañen obligación
directa o indirecta de adquirir los artículos de consumo en
tiendas o lugares determinados, f) Las que permitan retener el
salario en concepto de multa, g) Las que constituyan renuncia
hecha por el obrero de las indemnizaciones a que tenga
derecho por accidentes del trabajo y enfermedades
profesionales, perjuicios ocasionados por el incumplimiento
del contrato o despedírsele de la obra, h) Todas las demás
estipulaciones que importen la renuncia de algún derecho
consagrado en favor del obrero en las leyes de protección y
auxilio a los trabajadores. 28) Las leyes determinarán los
bienes que constituyan el patrimonio de la familia, bienes que
serán inalienables, no podrán sujetarse a gravámenes reales ni
embargos, y serán transmisibles a título de herencia con
simplificación de las formalidades de los juicios sucesorios.
29) Se consideran de utilidad social: el establecimiento de ca-
jas de seguros populares, de invalidez, de vida, de cesación
involuntaria de trabajo, de accidentes y otros con fines ana-
250 REVISTA CUBANA DE DERECHO

logos, para lo cual, tanto el Gobierno Federal como el de cada


Estado, deberán fomentar la organización de instituciones de
esta índole para infundir e inculcar la previsión popular. 30)
Asimismo serán consideradas de utilidad social las sociedades
cooperativas para la construcción de casas baratas e higiénicas
destinadas a ser adquiridas en propiedad por los trabajadores
en plazos determinados.
e) PERÚ (28).—La Constitución promulgada en 9 de
abril de 1933, dedica el título 29 a las garantías constitucio
nales dividido en dos capítulos, el primero que comprende:
"Garantías nacionales y sociales" y el segundo, "Garantías
individuales". El título 3' está dedicado a: "Educación"
Casi todas las cuestiones en relación con la cuestión social
se dejan a la regulación que dicten las leyes, haciéndose ciertas
declaraciones como la contenida en los arts742"7garantizando
la libertad del trabajo, el 44 prohibiendo toda estipulación en el
contrato de trabajo, que restrinja el ejercicio de los derechos
sociales, y el 52 el deber primordial del Estado a la defensa de
la salud física, mental y moral de la infancia.
f) URUGUAY (29).—La Constitución sancionada por
la Convención Nacional Constituyente, el 24 de marzo de 1934
dedica su sección 2ª. a: "Derechos, deberes y garantías", que
comprende 3 capítulos, comenzando el 1? en el art. 7 con la
declaración de que los habitantes de la república tienen de
recho a ser protegidos en el goce de su vida, honor, libertad,
seguridad, trabajo y propiedad, siendo de interés la afirma
ción contenida en el art. 8°, según la cual, "todas las personas
son iguales ante la ley, no reconociéndose otra distinción entre
ellas sino la de los talentos o las virtudes". (30)
Toda persona puede dedicarse al trabajo, cultivo, industria,
comercio, profesión o cualquier otra actividad lícita, salvo las
limitaciones de interés general que establezcan las leyes. (Art.
35).
__________
(28) Edición oficial. Lima. Imprenta Libertad. 1934.
(29) Publicación oficial de la Convención.
(30) José Francisco Lemus en su Proclama de 1823 decía que "no nos sea conocida otra
distinción que la debida al verdadero mérito". Zamora. "Derecho Constitucional". Cuba. Pág.
175.
SECCION DOCTRINAL 251

La inmigración deberá ser reglamentada por la ley, pero en


ningún caso el inmigrante adolecerá de defectos físicos,
mentales o morales que pueden perjudicar a la sociedad. (Art.
36).
Se prohibe la usura. (Art. 51). s
Todo habitante de la República, sin perjuicio de su liber-
tad, tiene el deber de aplicar sus energías intelectuales o cor-
porales, en forma que redunde en beneficio de la colectividad,
la que procurará ofrecer con preferencia a los ciudadanos, la
posibilidad de ganar su sustento mediante el desarrollo de una
actividad económica. (Art. 52).
Declárase que la huelga es un derecho gremial. (Art. 56).
Se dice que "la pensión a la vejez constituye un derecho
para el que llegue al límite de la edad productiva, después de
larga permanencia en el país y carezca de recurso para subvenir
a sus necesidades vitales". (Art. 58).
Declárase de utilidad social la gratuidad de la enseñanza
oficial, primaria, media, superior, industrial y artística y de la
educación física; la creación de becas de perfeccionamiento y
especialización cultural científica y obrera, y el estableci-
miento de bibliotecas populares.
La regulación de los demás derechos y garantías seme-
jantes a los ya señalados en detalle en las constituciones antes
descriptas, se dejan también a leyes posteriores.
__________

Todo los derechos que quedan señalados además de la


garantía que reciben por encontrarse contenidos en el texto
constitucional, gozan de los distintos tipos modernos de
medios ofrecidos al ciudadano para hacer valer los mismos y
que aunque son de gran interés, no señalamos por corresponder
esta parte procesal a otra de las conferencias de este ciclo.
Igualmente, no podemos adentrarnos en el estudio de los
órganos de gobierno que se han creado en las distintas consti-
tuciones por razón de la cuestión social, ni tampoco en el
fundamento de integración de dichos órganos nuevos y aún de
algunos de los de tipo clásico, naciente del auge dentro del
campo del derecho constitucional, de lo que en la doctrina re-
cibe el calificativo de "servicios públicos".
252 REVISTA CUBANA DE DERECHO

Y pasemos ahora a la cuarta y última parte de este trabajo,


que a pesar de mis esfuerzos por acortarlo, va resultando ya
bastante largo. La parte que se refiere a nuestro país.

IV

Los derechos o garantías individuales incluidos en las


constituciones de La Yaya, y en la de 1901, son los clásicos de
las declaraciones típicas americana y francesa, careciendo en
verdad de toda eficacia para la garantía de los nuevos derechos
sociales, el precepto del art. 36 de la de 1901, referente a que
la enumeración de los derechos garantizados expresamente por
la Constitución, no excluye otros que se deriven del principio
de la soberanía del pueblo y de la forma republicana de
gobierno, por no admitir nuestro sistema la posibilidad de las
leyes constitucionales, que en Francia y los Estados Unidos
pueden resolver, y han resuelto en parte en el primero de
dichos países, el problema, sin necesidad de una reforma
constitucional.
La reforma constitucional de 1928 no introdujo modifi-
caciones de interés a este respecto.
El galimatías que en el derecho constitucional cubano se
ha producido durante el período comprendido entre el 12 de
agosto de 1933, hasta la fecha, todas cuyas transformaciones
fueron ya admirablemente estudiadas en otra conferencia pro-
nunciada en esta Escuela por el profesor ad-honorem de la
misma Dr. Enrique Hernández Corujo, y señaladas también en
la que sobre la parte dogmática de la Constitución dictara el
querido compañero Dr. Juan Antonio Mendoza, no presenta
ninguna característica de interés en cuanto a los derechos so-
ciales, ya que de las disposiciones legales de carácter social
limitativas de la propiedad y declaratorias con amplitud de
ciertos derechos como el de sindicalización y huelga y otras
semejantes, fueron producto algunas de la demagogia impe-
rante en ciertos momentos de este proceso histórico y ninguna
ha recibido una sanción o aceptación efectiva en la Consti-
tución modificada de 1901 vigente en este momento.
Pero el hecho cierto es que nuestra patria no está exenta
del problema, como lo han demostrado los desbordamientos
que se han producido cada vez que se han saltado los contenes,
SECCION DOCTRINAL 253

y que toda reforma seria que se realice en nuestro Código


Fundamental, tendrá que incluir en su texto preceptos seme-
jantes a los ya enunciados, so pena de defraudar los deseos po-
pulares y merecer la repulsa pública.
Para seguir la norma establecida por los distinguidos
compañeros que me han precedido con brillantez en este curso
de conferencias, obedeciendo los deseos de los directores del
mismo, sin podernos detener a analizar los distintos proyectos
de constitución formulados, incluyendo entre ellos el que tuve
el honor de remitir al Congreso en el año 1931, y que
aparecerán próximamente recopilados en una obra que prepara
el Dr. Gustavo Gutiérrez, diremos que conociendo la
idiosincrasia de nuestro país, no somos partidarios en la prác-
tica de la aceptación del sistema de leyes constitucionales, ni
tampoco del de las declaraciones dogmáticas en el texto cons-
titucional, dejando a futuras leyes la regulación de tales de-
claraciones y por tanto, nos decidimos por defender para la re-
gulación de los derechos sociales en la próxima constitución, el
sistema reglamentario limitado de la Constitución de Weimar.
DE LIBROS Y REVISTAS

NOTAS SOBRE LA U. R. S. S. — Raúl Maestri. Habana. 19 36.

Raúl Maestri, economista y escritor, nos ofrece en un libro


con el modesto título de "Notas sobre la U. R. S. S.", un
acabado estudio lleno de interés para los abogados y juriscon-
sultos.
Es bien sabido que el jurista de nuestros tiempos no se
limita como el de otras épocas al estudio del texto de la ley. La
escuela exegética ha cedido el pasado a la escuela científica.
De este modo el jurisconsulto de hoy, estudia el ambiente en el
cual la norma jurídica se desenvuelve. Así podemos observar
como en las grandes universidades europeas se establece para
los estudios del doctorado, el conocimiento de las ciencias
jurídicas conjuntamente con el de las ciencias económicas.
Claro está, que un libro de la calidad del que el Dr. Raúl
Maestri, ha escrito, debe interesar tanto al jurista como al
economista. De la misma manera que el legislador debe tener
presente en todo momento los factores económicos, morales y
sociológicos de un pueblo, el economista, por su parte,
cualquiera que sea la tendencia que propugne no puede
prescindir de determinadas concepciones jurídicas que los
siglos han consagrado. Lenine y Trotzky, en la organización
soviética hicieron caso omiso de instituciones civiles, tales
como el derecho de propiedad, hereditario, de usufructo, y no
transcurrieron más de 4 años sin que el legislador bolchevique
tuviera que echar mano a esos medios de distribución de las
riquezas.
La obra del Dr. Raúl Maestri constituye un notable ex-
ponente de la tendencia de los apóstoles del comunismo a sus-
traerse a la tradición jurídica que consagraran los siglos.
SECCION DOCTRINAL 255

El autor, con una clara visión que hace honor a su talento,


percibe estas realidades, que pone de relieve, denotando una
cabal comprensión de las insuperables dificultades que con-
fronta el actual régimen soviético.
Un hálito de sinceridad corre por todas las páginas del
libro que nos muestra el ambiente moral y espiritual de la
Rusia moderna. Observador profundo, nos revela, el autor,
todo lo que existe en aquel régimen de mito y de realidad, de-
nunciando valientemente las apariencias y convencionalismos.
Los distintos capítulos, son cuadros sobrios, impresos de
verismo, hechos de mano maestra que dan al lector una visión
rápida y completa, que traspasando la mise en scene, descubren
las dificultades y realizaciones del régimen soviético en lo que
se refiere a industrialización; a la distribución del trabajo; a la
importancia exagerada concedida a una técnica ilusoria; a los
magnos proyectos de conquista del mundo; a la posición de la
mujer; a la férrea dictadura del Estado; a la vida de la familia,
a la justicia, a la escuela; porque el autor no descuida ningún
aspecto, presentándonos así un concienzudo estudio de la
Rusia nueva.
Una buena parte de la obra está dedicada a la economía
soviética, al problema agrícola, y a los fundamentos del ré-
gimen, y en ellos se expone con una precisión, digna del más
alto elogio, las bases en que descansa el régimen de los
soviets.
Las conclusiones son pesimistas y los juicios acertados y
concretos.
El espíritu crítico, la pluma de Raúl Maestri no se deja
alucinar por la propaganda soviética que se dirige a todas las
manifestaciones de la vida social y que se pone de relieve en
virtud de recursos casi inverosímiles. El autor penetrando en la
esencia del régimen, sintetiza magistralmente, en brillantes
párrafos, cuanto existe de real o de ilusorio en el presente
régimen.
He aquí unos párrafos, en los que con gran acierto el Dr.
Maestri nos dice:
"Cuando se retorna de la URSS se pondera el papel
histórico del proletariado y se siente como uno de los mayores
provechos de la crítica excursión la certidumbre de que, aunque
256 REVISTA CUBANA DE DERECHO

en el momento de la preparación y de la acometida la ideología


sea una, férrea y legendaria, la realización diferirá de lugar a
lugar y de pueblo a pueblo. La URSS ha sido y es un
experimento absoluto que no se deja trasplantar. Un día, un día
de guerra un pequeño grupo de teóricos revolucionarios
emprendieron el viaje de Suiza a San Petersburgo para poner
en práctica la biblia marxista: hoy, 15 años más tarde, la Biblia
continúa en el altar' y la insólita realidad se ha modelado a sí
misma y ha modelado a sus hombres de manera profunda y
específica."
"El comunismo de partido no es una inevitable necesidad—
se piensa salvando la frontera soviética—. La sociedad
adelantada, compleja y trabajada que queda más allá de esta
línea, tendrá que descubrir el propio sentido de su acción y de
su desarrollo. Sus tareas, y los elementos con los cuales cuenta
para acometer estas tareas, son otros que en la secular tierra del
zarismo: sus hombres, sobre todo, son otros. Pero, de cualquier
modo, el nuevo orden occidental tendrá mucho que aprender y
que estudiar en la URSS. No, ciertamente, que imitar,
conforme hace el desorden actual".
"Sea como fuere el desarrollo por venir, el hombre, en la
URSS y en el resto del mundo, será objeto de una dura prueba.
Valores que se creían fundamentales, y que se hubieran
deseado eternos, no encuentran hoy puntos de asiento: la
libertad, la crítica, la polémica desinteresada, en gran parte
también, el confort. Todos los síntomas indican que se abre un
tiempo rudo, saludablemente barbárico (como todo tiempo
nuevo), fanático y despótico. Lamentarlo, o lagrimear, fuera
ridículo y tonto. No queda más remedio que aceptarlo y
vencerlo. Mediante la aquiescencia consciente y el control".
"El viajero deplora que sus últimos pensamientos en la
URSS sean escépticos y taxativos. Columbra, intuye, que es
una profanación en esta tierra de entusiasmo y de
construtivismo. ¡Espíritus entusiastas y espíritus
constructivos!: la URSS es vuestra tierra".
"En cuanto a mí, a pesar de mis reservas y mis dudas,
no me alejo de ella como un Dante que sale del infierno. La
SECCION DOCTRINAL 257

URSS, tierna que dice querer ser verdadera y honrada, será


benévola con mi crítica cuando sepa que era mi única posi-
bilidad de sinceridad".
Justa y ponderada conclusión que dice bien alto de la
elevada calidad mental del eminente economista y notable es-
critor Dr. Raúl Maestri, que ha tenido, repetimos, la modestia
de ofrecer con el título de "Notas de la U. R. S. S." un estudio
profundo, un libro valioso y de gran interés, por la excelente
documentación y la precisión de sus juicios.
Luis de Feria.
__________

SOCIEDADES DE RESPONSABILIDAD LIMITADA.— Ernesto


Dihigo. Bib. de la Rev. Cubana de Derecho. Serie A,
Tomo IV. La Habana, 1936.

Si el Dr. Ernesto Dihigo, joven y eminente profesor de


Derecho Romano en la Universidad de la Habana, no hubiese
alcanzado ya la nombradía, el respeto y la admiración de sus
colegas y alumnos y del público profesional de habla española,
en general, por su labor de cátedra, de publicista y de abogado,
esta nueva obra de su intelecto hubiérale franqueado las puer-
tas de la fama en una consagración que, ciertamente, no ha
menester; Porque en Dihigo se aunan y coordinan varios im-
portantísimos factores: Capacidad profesoral y profesional —
exposición clara y metódica, rica documentación, servida en
dosis prudentes, y agilidad mental extraordinaria para moverse
fácilmente por entre los más intrincados problemas,
haciéndolos comprensibles y amenos—dotes genuinas de es-
critor y de artista, para dar a todas sus producciones un sentido
de equilibrio, de armonía, de estética; condiciones óptimas de
carácter y de rectitud y serenidad de espíritu suficientes para
asomarse a todos los panoramas de la vida y atravesar por
todas sus vicisitudes, sin una claudicación, sin un desmayo, sin
un gesto agrio que denote aquella ponzoña interior de las
almas que tienen, a diferencia de la suya, algo de que
arrepentirse.
258 REVISTA CUBANA DE DERECHO

Pero no es una silueta de Ernesto Dihigo la que nos pro-


ponemos trazar, sino una ligera nota informativa, más que
crítica, de su mencionada obra.
Como buen romanista, Dihigo es también un consumado
mercantilista; o como buen mercantilista, es un consumado
romanista; primera condición que se advierte en sus cultivos
jurídicos; espiga en todos los campos, va del derecho público
al privado con la misma facilidad con que recorre los floridos
caminos de la literatura o del arte; pero su vocación más de-
finida es la que se expresa por aquella estrecha y, en aparien-
cia, paradójica relación entre un derecho muerto que arroja
sólo destellos de supervivencia en las páginas de los eruditos,
y un derecho vivo por excelencia, en cuyo contenido parece
concentrarse toda la actividad jurídico-económica de la socie-
dad contemporánea.

__________

La Ley de 17 de abril de 1929 que reguló entre nosotros


las sociedades de responsabilidad limitada, sirve de base al
autor para ofrecernos un acabado estudio de esa institución; en
la historia y en la legislación comparada; en su contenido, en
su importancia y en su trascendencia jurídicas y
extrajurídicas—como medio de llevar a cabo determinadas
empresas y como producto espontáneo de la actividad
comercial—especialmente en lo que a Cuba concierne, no
obstante la. escasa aplicación hasta ahora entre nosotros, de las
normas reguladoras de esa especie de compañía mercantil.
Hace el análisis y la crítica de la ley cubana de manera
acuciosa, siempre ponderada, señalando deficiencias de expre-
sión y de concepto, insuficientes no obstante para restarle va-
lor y utilidad: La explicación relativa al carácter civil o mer-
cantil de la sociedad limitada, no definido en la ley de 1929,
puede servir de ejemplo ilustrativo de lo que venimos
diciendo. Su explicación del criterio que mantiene acerca del
carácter de no comerciantes que cabe asignar a los socios
dentro de la limitada, es una sintética forma de demostrar las
lagunas del texto legal que forzosamente habrá de llenar la
Jurisprudencia.
SECCION DOCTRINAL 259

Y así, sobre las distintas y muy interesantes cuestiones que


suscita el estudio de esa clase de sociedades, siempre tratadas
con la precisión de concepto y la seguridad de juicio que
abonan una completa documentación y una reflexión profunda
sobre cada punto discutible, sobre cada problema que la doc-
trina o la experiencia plantean: acerca del nombre, del carácter
mixto de la sociedad, de la capacidad de los socios y tantos
otros que es innecesario señalar. En relación a todos ellos el
autor no se conforma con darnos la opinión de los demás, el
estado actual de la doctrina o de la legislación, sino su propio
criterio deducido de aquellos antecedentes o elaborado en su
retorta mental.
Los capítulos sobre "el capital" y "la cuota social", en las
limitadas, merecen un comentario que el espacio de que
disponemos no nos permite hacer. Constituyen más que un
estudio concreto de la materia—-el que desde luego no deja de
hacerse—un tratado general de la misma en relación a las di-
versas clases de sociedades, sin dejar de tener por ello las pe-
culiaridades de síntesis, método y claridad que caracterizan
toda la obra. Pero acaso en esos capítulos, más que en los
otros, puede apreciarse el buen uso que hace el autor de sus
conocimientos, aplicándolos y proyectándolos, pudiera decirse,
sobre las cuestiones de doctrina y de interpretación legal —
dado el silencio del texto positivo en la mayoría de los casos—
que la ley plantea, para, discreta y adecuadamente, resolverlas
y ofrecer sus conclusiones fundadas, capaces de orientar
definitivamente a la jurisprudencia o de servir de base para una
reforma legislativa.
Culminación lógica, por eso, del esfuerzo realizado es la
formulación concreta, articulada, de un proyecto de ley sobre
las sociedades de responsabilidad limitada en el que se recogen
los criterios personales del autor, los que ya parecen de-
finitivos en la doctrina o en la legislación comparada, y los
que las necesidades prácticas en Cuba o las peculiaridades
nuestras pudiesen ofrecer como adecuados o convenientes.
Obra de trascendencia legislativa y jurisprudencial, como
se ve, la del Dr. Dihigo, es de las que sirven para señalar un
verdadero progreso en los estudios y en la historia jurídicos de
un país; de aquellas para cuyos autores se contrae una deu-
260 REVISTA CUBANA DE DERECHO

da de gratitud; porque fundamentalmente no miran ni per-


siguen como objetivo el lucimiento o la satisfacción de
una personal vanidad, sino el progreso y el bienestar de la
patria en que se nace, en un sector importantísimo de sus
actividades sociales.
A. B.
__________

EL ESTADO EN LA TEORÍA Y EN LA PRACTICA.— Harold


Lasky. Edit. Rev. de D. Privado. Madrid, 1936.

Un análisis concienzudo de hechos y doctrinas políticos,


sobre el que se proyecta un arsenal de datos históricos y de
criterios filosóficos, integra esta nueva obra del profesor inglés
cuyos juicios constituyen en estos tiempos un índice inspirador
en la ciencia y en la técnica jurídico-política.
El análisis es tan profundo y tan amplio que no permite
encerrar dentro de un sistema., categoría, escuela o criterio
directriz, la obra del profesor Lasky: Se enfrenta con la rea-
lidad de los hechos y a ella subordina sus conclusiones, incluso
para formular conceptos fundamentales, como el del derecho
(puro) en cuanto supone norma obligatoria, emanada del poder
soberano; el de la soberanía, el de los fines del Estado—
derivados del asentimiento de los súbditos—el de la resistencia
al poder y tantos otros que juegan en la ciencia política con
variadísimas acepciones.
Pero—es esencial subrayarlo—el autor no da definiciones,
ni estudia en forma sistemática, mucho menos didáctica, esas
cuestiones, como pudiera hacerlo cualquiera en un manual de
Teoría del Estado, antes deriva sus conceptos y sus
conclusiones del mismo análisis que realiza, histórico actual,
de todas esas cuestiones, apreciándolas en la realidad, tal como
se producen en los estados contemporáneos y no a la luz,
siempre vacilante, de las construcciones teóricas. Todo el
libro, por ésto, es una fuente de inspiración para el avisado
lector más que un catálogo de conceptos. Estos se
hallan contenidos, se pueden deducir de lo que allí se expone,
pero no se formulan expresamente: Los datos, los materiales
para toda una construcción jurídico política y jurídico constitu-
SECCION DOCTRINAL 261

cional, allí se encuentran; pero no la construcción misma que


el carácter de la obra, en cierto modo, no permite. Allí están
las esencias del pensamiento laskiano, pudiera decirse, como
las esencias de toda la teoría del Estado, más no se trata de
formular una teoría del Estado, en forma sistemática—la teoría
del Estado de Lasky, como la de cualquier otro autor— ni de
ofrecer un matiz de escuela u orientación filosófica o científica
en el campo de la filosofía jurídica o en el de la ciencia del
derecho. Todo ésto quedará para una labor posterior del propio
autor—y ojala que así sea—o para que con sus ideas y sus
datos se elabore por otros esa obra final que las páginas de este
libro dejan entrever.
Otra de sus características que es importante señalar es la
de su fácil apartamiento de las realidades que señala—en las
que se funda—y su ascenso a las concepciones filosóficas que
nunca pierde de vista el autor. Por eso, aunque afirma que el
derecho es, y no puede dejar de ser, el mandato del soberano,
comprende y acepta que este concepto no puede satisfacer las
exigencias del "deber ser" ni la necesidad de mantener vigentes
los principios permanentes y universales, aunque variables y
siempre sujetos a "peros" y "síes", del derecho natural, únicos
que pueden lograr el asentimiento y la obediencia, en igual
grado de permanencia, de los componentes del Estado: La
obediencia política no puede justificarse meramente con un
concepto del derecho puro—lo que el Estado quiere hacer
cumplir—ni el problema de sus fines puede subordinarse a lo
que su voluntad, arbitrariamente, determine.

__________

Los desequilibrios que se observan, ya en la actuación del


gobierno, que es actuación del Estado, por los abusos que
comete en el ejercicio del poder; ya por la inconformidad de
los grupos o individuos que no ven satisfechos sus intereses o
sus aspiraciones, de distinto orden, hay que explicarlos
mediante una construcción filosófico política cuyas bases se
encuentran en la filosofía de la historia, única que puede
suministrarnos los datos y los criterios capaces de explicar los
262 REVISTA CUBANA DE DERECHO

acontecimientos y de hacer prever el curso de ellos; posible-


mente, cabe decir, de evitarlos, si fuere conveniente, o de in-
fluir en su desenvolvimiento para derivar de ellos el mayor
provecho.
El estudio del factor económico—predominante en las re-
laciones sociales—y de las contradicciones, dificultades y
amenazas a que se halla sujeta la democracia capitalista,
constituye interesantísimos capítulos de aquel análisis
acucioso, de acontecimientos y de conceptos, que es todo el
libro. Lo que el Fascismo significa, como aseguramiento de un
régimen económico que veía en peligro los beneficios
derivados de la propiedad privada de los medios de
producción, implica la más certera visión del sistema
imperante en algunas naciones de Europa y del papel que al
Estado corresponde desempeñar, de mantenimiento del régimen
existente, de apoyo a la clase social que tiene en sus manos los
instrumentos de la producción: Todo ésto lo hace el Estado
porque estima que es la defensa del orden—del orden
establecido—y de la paz pública también. Consecuencia: El
Estado defiende a la clase económica dominante como defensa
del orden público, una de sus funciones primordiales: La
conquista del Estado—que es Tanto como decir la conquista
del gobierno—es el único medio de evitar ese resultado y de
hacer variar, en el orden social, las relaciones de propiedad.
La defensa del Estado, en cuanto cada día trata de me-
jorar, y efectivamente ha mejorado, la situación de las clases
desposeídas, y las ventajas alcanzadas por éstas en los últimos
tiempos, parecen demostrar que el mismo no es, ni puede ser,
el instrumento de la clase dominante, sino el adecuado cauce
para que una completa evolución, en ese orden de cosas, se
realice. La realidad demuestra, afirma Lasky, cuanto hay de
espejismo en todo ésto: Lo que ha costado lograr ese mejora-
miento y las diferencias que se observan entre la aceptación y
promulgación teóricas de medidas de esa índole, y su apli-
cación práctica, justifican y mantienen las anteriores premi-
sas, sin que lo atractivo de esa defensa borre el imperio de la
verdad. Señala ejemplos que estima demostrativos de este
aserto. La clase rica tiene mejores medios de defensa ante
los tribunales (no siendo absolutamente gratuita la presta-
ción de la justicia) y a su servicio los mejores juristas, como
SECCION DOCTRINAL 263

instrumento de que se vale para mantener su predominio.


(No cabe juzgar tendenciosa la obra de Lasky ni producto
sus conclusiones del apasionamiento; su reputación
científica, el ambiente en que vive y su labor de cultura,
en general, impiden semejante aventurado criterio).
Desde otro punto de vista, cuando se trata del
sometimiento del Estado al derecho, a través,
principalmente, de una separación o independencia del
Poder Judicial respecto del Gobierno, encuentra
obstáculos insuperables a su mantenimiento, como son los
que parten de la soberanía del propio Estado—ejercitada
por el Gobierno—para hacer cambiar el contenido del
derecho a cuyo imperio se pretende someterlo. El tema se
presta a muy amplios desenvolvimientos que ahora, en
esta reseña, no es posible acometer.
Como complemento de lo dicho, cabe agregar que la
obra que nos ocupa constituye el estudio más enjundioso,
más acucioso y más certero de la realidad objetiva Estado,
de los problemas que en su seno se ventilan, de las
posibilidades de que el mismo pueda constituir el
instrumento adecuado a la evolución social que ya viene
operándose—en orden sobre todo a la posesión y manejo
de los medios de producción económica—no obstante las
fuerzas contrapuestas que paralelamente hacen o
pretenden hacer de él un medio de lograr finalidades
exclusivas, de predominio de una u otra clase social.
A. B.
PUBLICACIONES RECIBIDAS

NACIONALES:
Repertorio Judicial. Julio a Diciembre de 1936, Habana.
Revista de Derecho Internacional. 30 de Junio y 31 de Diciembre
(Nos. 58 y 60) de 1936, Habana.
Boletín Oficial de la Secretaría de Hacienda. Abril-Junio y Julio-
Septiembre (Nos. 4 al 9) de 1935 y Julio-Agosto y Septiembre-
Octubre (Nos. 7 al 10) de 1936, Habana.
Boletín de la Oficina Interamericana de Marcas. Abril-Junio y
Octubre-Diciembre de 1936, Habana.
Revista de Comercio. (Órgano de la Secretaría de Comercio)
Diciembre de 1936, Habana.
Revista de la Secretaría del Trabajo. Julio a Septiembre de 1936,
Habana.
Seguros. Noviembre y Diciembre de 1936, Habana.
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Revista de Comerciantes e Industriales. Mayo de 1936, Habana.
El Serviola. (Anuario Guía Marítima), Habana.
De la Secretara de Educación hemos recibido: Preparando la
Revolución, por Juan Gualberto Gómez (2); Disciplina y
Dignidad, por Antonio Maceo (6); Poesías, por Juan Clemente
Zenea (1); Humanismo y Humanitarismo, por Domingo Delmonte
(2).
La Sanción Jurídica y los Derechos de los Trabajadores, por Carlos
M. Raggi, 1935; Manual para la instrucción de expedientes
gubernativos a los funcionarios o empleados del Estado,
Provincia y Municipio, por Carmela Acebal y Mantilla, 1915; El
S7» aniversario del nacimiento de Enrique José Varona, por
Fermín Peraza; El ideario político de Várela, por Enrique Gay
Calbó (2); El Padre Benito Viñas S. J. y su obra científico-
humanitaria al frente del observatorio de Belén, por Mariano
Gutiérrez Lanza (3); Ideario Cubano: II Máximo Gómez,
recopilación de Emilio Roig de Leuchsenring (7).
El comercio clandestino en el derecho administrativo, por Orlando
Alonso Velasco, 1936, Habana.
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El secreto sumarial, por Miguel Ángel Campos, 1937, Habana.


Teoría General del Estado, por Ataúlfo Fernández Llano, 1937,
Habana.
La semi-locura como atenuante de la responsabilidad criminal, por
Mario de Franco Beoto, 1937, Habana.
La adaptación de Cuba al ritmo universal, por Oscar Gans, 1936,
Habana.
Las transformaciones del derecho constitucional cubano, por Enrique
Hernández Corujo, 1936, Habana. (Véase este trabajo publicado
en la Revista correspondiente a Octubre-Diciembre, 1935, pág.
276).
La verdad sobre la carta de Dupuy de Lome, por Ramón In-fiesta,
1937, Habana.
Sobre el problema constitucional cubano, por Antonio Lancís, 1936,
Habana.
Informe en relación con los Registros Centrales de Compañías, por
Luis Machado y Ortega, 1936, Habana.
Roosevelt, el New Deál y Cuba, por José Pérez Cubillas, 1937,
Habana.
El trabajo, el desempleo y el problema del jornal, por Rogelio Pina y
Estrada, 1936, Habana.
Cuba nueva, por Pierre de Ramos, 1937, Habana.
Proyecto de Código de represión criminal, por Diego V. Tejera,
1936, Habana.
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José lo Valvo; El técnico y la cultura, por Carlos A.
Niklison; Los problemas de la filosofía de la cultura, por
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266 REVISTA CUBANA DE DERECHO

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Revista Científica. Septiembre y Octubre de 1936. Caracas,
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Las sociedades irregulares de Comercio no tienen personalidad
jurídica, por Eloy Febres Cordero, h. Mérida, Venezuela,
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de VInstituí, 1935-1936. Obsequio del Institut International de
Rome pour l'Unification du Droit Privé.

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