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Categorías
San Agustín
Humanidad
Obstinado
Moralidad
Ordenada / Obligada
Sociabilidad
Tradicional
Responsabilidad
Justo
Fig.1
Humanidad:
La antropología agustiniana parte del hecho de concebir al ser humano como
corrompido en cuanto a su naturaleza. El hombre yace en un estado caído, se
encuentra herido, con una ruptura profunda en su naturaleza, alienado por el
pecado. San Agustín resulta en pesimismo antropológico, pues para él, los seres
humanos son naturalmente concupiscibles, incontinentes, débiles, insuficientes y
fracturados espiritualmente; todo esto quiere decir que el ser humano tiene una
inclinación significativa hacia el pecado y debido a esta inclinación inherente al
pecado, los seres humanos no pueden salvarse a sí mismos y necesitan de la gracia
divina para la redención y la reconciliación con Dios.
Por otro lado, San Agustín continua con el dualismo antropológico de Platón. El
ser humano es un compuesto de cuerpo y alma; sin embargo, el alma tiene
prioridad ontológica sobre el cuerpo, puesto que es el alma quien gobierna y
vitaliza al cuerpo. Cuando se dice que el hombre fue hecho a imagen y semejanza
de Dios, esto se refiere al alma y no al cuerpo, así el hombre es mente, una mente
que es siempre consciente de lo que conoce sobre sí misma, y no obstante “como la
mente en su estado caído está profundamente inmersa en la realidad sensible,
tiende a olvidar lo que realmente es y lo que sabe que es y se confunde con las
cosas a las que concede mayor importancia, es decir, los objetos sensibles que le
proporcionan placer” (Tornau, 2020). La mente es una realidad intermedia entre
Dios y la tierra cuya tarea es buscar y dirigirse a Dios, aun cuando el hombre sea
deficiente y torpe en cumplir dicha tarea.
En cuanto a la definición que ofrece Shook de la humanidad agustiniana como
obstinado puede resultar conveniente o no dependiendo de que se entienda por
“obstinado”. Partimos de dos posibles caminos: 1) obstinado es sinónimo de malo
y egoísta como aquel que busca hacer el mal en cuanto consigue un bien aparente
para sí mismo. 2) obstinado admite la noción de débil, pecaminoso o disfuncional
como alguien que posee una voluntad débil o está incapacitado o descontrolado
para obrar bien.
Moralidad:
La moralidad para San Agustín se sustenta una visión eudaimónica donde las
acciones del ser humano, a través de la virtud, deben de estar dirigidas hacia el
supremo bien o fin último el cual para San Agustín no es otro que Dios. Sin
embargo, la felicidad o la vida beata no una meta realizable en esta vida sino en la
siguiente por medio de la Gracia Divina, pues el ser humano es incapaz por sí
mismo de salvarse.
La virtud para San Agustín está ordenada a Dios por medio del amor; la virtud es
amar lo que debe ser amado, es decir, la ordenación del amor. El mayor bien u
objeto del amor es Dios; sólo cuando nuestros actos y nuestra voluntad va
encauzada hacia amar gozosamente a Dios obramos moralmente bien, aunque el
amor gozoso en menor grado también se da al prójimo que debemos amarlo como
a uno mismo y evitar el amor gozoso hacia las cosas terrenales como la carne y lo
material. “El amor es considerado por San Agustín la dimensión más fundamental
del espíritu humano, responsable de su movimiento tendencial” (Urbano, 2010). El
núcleo fundamental de la moralidad es el amor ordenado que, sin embargo, es
auxiliado por la Gracia.
Sociabilidad:
La ciudad de Dios de San Agustín no es un tratado de filosofía política sino más bien
teológico; aunque contiene algunas partes que se asemejan a una filosofía social, y
se puede y se han hecho interpretaciones políticas del pensamiento agustiniano.
San Agustín distingue entre una ciudad celestial y una ciudad terrena; a los
ciudadanos de la ciudad terrena los produce la naturaleza corrompida con el
pecado: pero a los ciudadanos de la ciudad celestial, los engendra la gracia.
San Agustín es crítico del Imperio Romano, ponía sobre tela de juicio de la
legitimidad del régimen y de su naturaleza república justa; dado que el amor de
los romanos no era un amor dirigido a Dios, sino al honor y a las riquezas. San
Agustín no pretende una abolición del Estado per se, sino que condena su
glorificación y engrandecimiento, ya que consideraba a los reinos como grandes
bandas de ladrones.
San Agustín es más partidario de un Estado pequeño, puesto que el Estado es “un
bien común acordado por todos los miembros de la comunidad” (Tornau, 2020,) y
cuya función sea únicamente asegurar la paz.
Responsabilidad:
La respuesta ante la moral agustiniana es en el amor a Dios y al prójimo; que todo
actuar este dirigido por el amor al otro por nuestro amor a Dios, “puesto que una
vida buena y honesta no se forma de otro modo que mediante el amar, como deben
amarse, las cosas que deben amarse, a saber, Dios y nuestro prójimo” (Urbano,
2010).
Categorías
San Agustín
Humanidad
Débil / Endeble
Moralidad
Afectivamente Ordenada
Sociabilidad
Tradicional
Responsabilidad
Diligente / Caritativa
Fig. 2