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Introducción:

Desde tiempos inmemorables nos hemos preguntado ¿qué es el mal? ¿Quién pone
las normas de lo que está bien y mal? muchas preguntas dificil de responder, pero
hace unos siglos atrás nació un filósofo de nombre Agustín de Hipona, que dedicó
prácticamente su vida al catolicismo, doctrina que tiene una ideología monoteista y
autoritaria a la vez, que siguiendo esa línea, basó sus hipótesis y será de lo que
hablaremos en nuestra disertación, sus principales planteamientos sobre el tema ya
comentado. El libre albedrío del hombre, de cómo se consume en su libertad para
llegar a la felicidad plena, a pesar de las dificultades y límites de la voluntad.
Veremos las necesidades eclesiásticas que explicaran el porqué de sus
pensamientos y actos, nos adentraremos en la mente del autor y explayaremos la
misma para entender estas ideas de una manera clara y concisa

La causa del mal, y libre albedrío según Agustín de Hipona

Agustín frente a la doctrina maniquea, que afirmaba la existencia de dos principios


creadores contrarios en eterna lucha, el dios del bien y el dios del mal.

Agustín reacciona negando la sustancialidad al mal con base en el principio


metafísico de la incorruptibilidad divina. Éste nos dice, que: Dios no es corruptible,
entonces tampoco puede recibir ningún daño, por lo tanto, carece de sentido
combate alguno. Todo lo creado por Dios es bueno, por ello posee la cualidad de
bondad. Acá Agustín nos dice algo muy importante: Si las criaturas se corrompen,
es precisamente porque participan a la vez de la bondad y del “ser”, de manera que
dicha corrupción no sólo les quita el bien, “sino también el ser”. Agustín también
aborda (el mal moral-pecado), que este elemento irrumpe en el carácter del hombre,
el cual es ineludiblemente positivo. El mal moral es aquél que depende de la
voluntad de la persona, en consecuencia, es un acto de libre albedrío. Este mal lo
representa por el pecado original, Adán y Eva frente a el árbol de la ciencia. Para él
fue la gran mancha que caracteriza toda la especie y naturaleza humana, y su gran
caída, que dio una libertad deficiente, como causa del apartamiento voluntario de
Dios. Ahora bien, como la voluntad -que es facultad de autodeterminación-
deontológicamente se aparta de Dios, transformándose en un acto culpable y
responsable. Para Agustín el hombre que comete lo anterior, subvierte el correcto
orden de lo que debe ser amado: vemos cómo antepone lo efímero y temporal a lo
eterno, el mundo a Dios. Agustín establece como causa del mal moral la preferencia
desordenada de los bienes, y que el hombre y su respectiva voluntad, pone en
abandono lo mejor. Finalizar, que el mal no sería por tanto el apetito de naturalezas
malas, porque para Agustín: Todo lo que es, es bueno, es sólo el abandono de las
mejores.

La necesidad de la iglesia frente al mal


La felicidad del hombre se encuentra ligada a la vida eterna, pero éste nace
manchado con el pecado original. Por lo cual le es imposible alcanzar la gracia de
Dios, sin antes dedicar su vida a ser partidario de la fe, y perseguir la resurrección
del cuerpo y santificación de su alma, con el fin final de entrar en el paraíso junto a
el creador luego de su muerte. Agustín cree que la voluntad del hombre se
encuentra mal "inclinada", o desviada hacia el mal, y que sólo puede ser rectificada
y elevada por encima del pecado con la ayuda de la gracia santificante y el auxilio
divino. La única forma de mantenerse alejado del mal es llenarse de una sensación
de plenitud. Si Dios es la entidad o fuente de la realidad primitiva, entonces el mal
es la privación de la entidad por nuestra propia decisión. Esto significa que el mal no
existe realmente, sino que existe debido a la privación del bien o de Dios.
Si Dios no hace el mal, si la propia criatura es buena, entonces la causa del mal
debe encontrarse en el libre albedrío de las criaturas racionales. Son la única causa
del mal, el abusar de su libertad, es decir, desviarse de su propio bien o perfección
orientados a la voluntad, por la misma razón la doctrina lleva una vida de fé para
alcanzar la dicha de entrar al paraíso.

La voluntad entre el bien o el mal, y los movimientos del alma


según Agustín de Hipona

Para Agustín es posible ser libre acatando una voluntad ajena, la de Dios. Definir
enseguida que la voluntad de Dios, para Agustín, nos dirige al verdadero bien, al
inmutable y eterno, (Caritas). Entonces, su contrarío sería la búsqueda del falso
bien, el amor a las cosas mudables, (Cupiditas). Entonces caritas y Cupiditas, de
acuerdo a su objeto, sea el amor a Dios por Dios y al prójimo por Dios; o del mundo
por el mundo respectivamente. El primer tipo de amor, la (Caritas) sólo asegura la
felicidad y vida eterna al hombre, ya que se basa en un amor pleno e inmaterial,
más allá de la vida terrenal. Por el contrario, el amor de tipo (Cupiditas) al ser
materializado, tiende a desaparecer y ser efímero, ya que no logra la trascendencia
espiritual, existe sólo en torno al temor, la temporalidad y la pérdida, y a la
imposibilidad de alcanzar la inmortalidad. La felicidad eterna se relaciona con la
(Caritas), mientras que la felicidad de la (Cupiditas) no es total y suficiente, siempre
vuelve a la nada porque se basa en la posesión y pérdida.
En el amor debe haber un orden subjetivo para que sea correcto, y para poder
alcanzar la felicidad, es decir, en la (Caritas) hay jerarquías, lo más importante para
Agustín: es amar a Dios por sobre todas las cosas, que se establezca una unión del
hombre con Dios; y por último el amor por bienes materiales y temporales, como el
amor por el cuerpo. Con este orden ético en el amor, dominio de la voluntad y ayuda
de la gracia, se puede alcanzar la libertad.

El alma humana se separa en tres partes: alma, corazón y mente. Una vida
vegetativa (con el alma), con capacidad de conocer la palabra de Dios (con la
mente) y ponerla en práctica amándolo (con el corazón). El hombre debe ser capaz
de despojar su libertad de las tendencias naturales inferiores, por lo que el alma
debe atenerse al orden subjetivo y objetivo del amor, y su mente debe ser
contemplativa. De esta manera para Agustín, el hombre podrá preparar su corazón
para dar y recibir amor a Dios.

Conclusión

El principio del pecado se funda con Adán y Eva, es el deseo en contra de la


voluntad de Dios. Esto hace referencia al “paraíso perdido”, el primer conocimiento
del hombre sobre el dolor, tinieblas, y su arrepentimiento. La pareja antes del exilio,
oye el anuncio de toda clase de males, pero también la futura esperanza de una
nueva invitación al paraíso del creador, si es que aprenden la lección. La caída de la
pareja se encuentra en el libre albedrío concreto de los dos, podemos notar que la
voluntad no puede sólo dirigirse hacia el bien, si fuera así, éstos serían un juguete
del “destino”, y que aunado de la ignorancia, estos cometieron el pecado. Pero
como vemos este no fue el caso, el pecado nos muestra que fue hecho con total
conocimiento de que irrumpían la voluntad de dios, incluso con total obstinación en
la conciencia del error. Vemos como la pareja se aleja del camino adecuado e
intenta cambiar el orden establecido. Acá hay un problema de difícil capitulación;
porque vemos que, gracias a la inteligencia, la pareja ansia conocimiento del árbol
de la ciencia, por ello, desafía el status quo y por eso fue castigada. Entonces con
palabras de Blake, poeta crítico de la religión: “Bien es lo pasivo que obedece a la
razón. Mal es lo activo emanando de la Energía. Sin contrarios no hay progreso. El
progreso hace caminos rectos; pero los tortuosos caminos sin progreso son los
caminos del genio.” Incurrir a este otro ejemplo: “La araña siempre será la mala si
sólo escuchamos la versión de la mariposa”. Esto nos supone la lucha entre la
voluntad del “yo” y el mundo, pasión y razón, egoísmo y solidaridad. Incluso
podemos ver como el mal tiene carácter pedagógico, en el que se funda un bien
mayor, es un ente accidental que ayuda a comprender el error, elevando la
moralidad a un nivel superior. Lo que hablamos lo podemos contrastar con la misma
biografía del autor que estamos tratando: Agustín de Hipona, conocido por transitar
una vida colmada de pasiones en el seno de su juventud. “Este nos responde que
Adán con una voluntad equivocada se complació en algo inferior, en lugar de
regocijarse en el poder de Dios”. Porque para Agustín: Dios es el summum bonum,
el creador de todas las cosas justamente. Agustín nos dice que, “De ninguna cosa
goza el alma con libertad, sino de la que goza con seguridad”. Pero aclarar, ¿Adán
hubiera sido respetable acatando la voluntad de Dios, sin amor a ello o de mala
gana?, ¿sería virtuoso de esa forma?, ¿o en su negación de su yo, de su querer,
éste sería feliz? ¿Hay algún sistema de moralidad que siempre sea perfectamente
correcto, en el que se pueda aceptar cualquier situación y que sirva para hacer
siempre lo correcto? ¿Será que no existe una moral adecuada? Entonces, ¿es cosa
de cada uno el decidir qué está “bien” y qué está “mal”? Pero si fuera así, un
hombre podría encontrar correcto asesinar a miles con ayuda de tergiversar ciertas
razones -Nazismo, Reinado del terror, etcétera- o ¿Será posible que el origen
común de todos los tiranos: es cuando comienzan a dárselas de protectores?,
cuando la gente virtuosa no necesita reglas, y la gente malvada siempre encontrará
alguna manera de incumplirlas. ¿Es posible que todo se reduzca a que sigamos las
leyes y las costumbres de la comunidad en la que nos encontremos, aún a
sabiendas de las atrocidades? Como fue el caso de la Rosa Blanca, cerca de la
segunda guerra mundial, o tal vez el caso de los Hugonotes en la Masacre de San
Bartolomé. Es como la cita del autor Baltazar Gracián, condenado a pan y agua por
una de sus obras. “Que la vida sólo se concierta de desconciertos” O la cita
expuesta por el autor de “Paradiso” José Lezama Lima, marginado y exiliado
interno. Que en una de sus cartas dicta una cita de Baudelaire que viene al caso.
«El mundo sólo se mueve por el malentendido universal, por el malentendido todo el
mundo se pone de acuerdo. Porque si, por desgracia, todo el mundo se
comprendiera, no podría entenderse jamás».
Muchas gracias.

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