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Desde tiempos inmemorables nos hemos preguntado ¿qué es el mal? ¿Quién pone
las normas de lo que está bien y mal? muchas preguntas dificil de responder, pero
hace unos siglos atrás nació un filósofo de nombre Agustín de Hipona, que dedicó
prácticamente su vida al catolicismo, doctrina que tiene una ideología monoteista y
autoritaria a la vez, que siguiendo esa línea, basó sus hipótesis y será de lo que
hablaremos en nuestra disertación, sus principales planteamientos sobre el tema ya
comentado. El libre albedrío del hombre, de cómo se consume en su libertad para
llegar a la felicidad plena, a pesar de las dificultades y límites de la voluntad.
Veremos las necesidades eclesiásticas que explicaran el porqué de sus
pensamientos y actos, nos adentraremos en la mente del autor y explayaremos la
misma para entender estas ideas de una manera clara y concisa
Para Agustín es posible ser libre acatando una voluntad ajena, la de Dios. Definir
enseguida que la voluntad de Dios, para Agustín, nos dirige al verdadero bien, al
inmutable y eterno, (Caritas). Entonces, su contrarío sería la búsqueda del falso
bien, el amor a las cosas mudables, (Cupiditas). Entonces caritas y Cupiditas, de
acuerdo a su objeto, sea el amor a Dios por Dios y al prójimo por Dios; o del mundo
por el mundo respectivamente. El primer tipo de amor, la (Caritas) sólo asegura la
felicidad y vida eterna al hombre, ya que se basa en un amor pleno e inmaterial,
más allá de la vida terrenal. Por el contrario, el amor de tipo (Cupiditas) al ser
materializado, tiende a desaparecer y ser efímero, ya que no logra la trascendencia
espiritual, existe sólo en torno al temor, la temporalidad y la pérdida, y a la
imposibilidad de alcanzar la inmortalidad. La felicidad eterna se relaciona con la
(Caritas), mientras que la felicidad de la (Cupiditas) no es total y suficiente, siempre
vuelve a la nada porque se basa en la posesión y pérdida.
En el amor debe haber un orden subjetivo para que sea correcto, y para poder
alcanzar la felicidad, es decir, en la (Caritas) hay jerarquías, lo más importante para
Agustín: es amar a Dios por sobre todas las cosas, que se establezca una unión del
hombre con Dios; y por último el amor por bienes materiales y temporales, como el
amor por el cuerpo. Con este orden ético en el amor, dominio de la voluntad y ayuda
de la gracia, se puede alcanzar la libertad.
El alma humana se separa en tres partes: alma, corazón y mente. Una vida
vegetativa (con el alma), con capacidad de conocer la palabra de Dios (con la
mente) y ponerla en práctica amándolo (con el corazón). El hombre debe ser capaz
de despojar su libertad de las tendencias naturales inferiores, por lo que el alma
debe atenerse al orden subjetivo y objetivo del amor, y su mente debe ser
contemplativa. De esta manera para Agustín, el hombre podrá preparar su corazón
para dar y recibir amor a Dios.
Conclusión