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TRABAJO FINAL

Seminario Investigativo de Filósofo Medieval

PBRO. LUIS ADÁN MONSALVE SIERRA.


Docente

VICTOR MANUEL BARRIENTOS PATIÑO


Seminarista

Seminario Diocesano Santo Tomas de Aquino


Santa Rosa de Osos
2021
EL PROBLEMA DEL BIEN Y EL MAL SEGÚN SAN AGUSTÍN DE HIPONA
“Era detestable, pero la amé; amé mi perdición, amé mi defecto.
Y lo que amé no era el objeto por el que cometía el defecto, sino el defecto en sí mismo.”
(S. Agustín, Conf... II,)
Un hombre que confesó en su autobiografía haber tenido muchos momentos de debilidad,
un hombre que conectó las ideas del neoplatonismo con las ideas del cristianismo, un héroe
de la retórica que no solo logro convertirse en uno de los máximos referentes de la filosofía
medieval, sino que también se hizo un santo para la Iglesia católica: Ese hombre es San
Agustín de Hipona.
El pensamiento de este autor fue tan importante que sentó las bases del cristianismo, su
vida estuvo marcada por la herejía, la confesión y la conversión. Su obra representa una
búsqueda de la verdad a través de la fe. Pero vale la pena preguntarse ¿qué significa dicha
búsqueda para San Agustín y que implica? Él define que el fundamento de dicha
exploración, es el amor.
El amor a la verdad define la vida de San Agustín, y la búsqueda de la misma está insertada
en su existencia concreta y personal. Como todo filósofo le inquieta sobremanera el deseo
de saber, y además, es consciente de las dificultades de la inteligencia para encontrarla. A la
verdad se va por el amor, quien le mueve e impulsa a ir en búsqueda de ella. El santo va a
decir, que por una parte: “Él enamorado de la verdad, nunca está solo y también que: “El
amor a la verdad le lleva al hallazgo de la Verdad, a abrazarse a ella misma por amor y
proseguir el viaje de la vida anclado en la Verdad.” [ CITATION Laz10 \l 3082 ]. Es preciso
recalcar, que el amor es la manifestación del bien y la expresión más concreta de Dios,
quien, según el obispo de Hipona, es la misma Verdad y el Sumo Bien.
Teniendo en cuenta lo anterior, para entender la existencia del mal, según el pensamiento
de san Agustín, primero es necesario recurrir al concepto de la creación misma, sobre el
cual afirma la eternidad de Dios, y que “De la Plenitud de su Bondad es de donde viene la
subsistencia de las creaturas.”[CITATION Agu44 \p 472 \l 3082 ] Pues de la nada, nada puede
existir, tal y como lo dicen los principios lógicos de los antiguos griegos (Principio de
identidad, Principio de no-contradicción, Principio del tercero excluido).
Asimismo, para que se creara el mundo era necesario que algo existiera, según el Santo de
Hipona, Dios es ese algo que existe y que creó el universo: “Tú, únicamente Tú, el único
que simplemente Es; pues para Ti es lo mismo vivir que ser feliz, ya que tú eres tu propia
felicidad”[CITATION Agu44 \p 474 \l 3082 ] es decir, Dios como aquel ser perfecto que hace y
trasforma todo.
Por otro lado, esa eternidad de Dios, se debe entender como una realidad apartada del
concepto de tiempo, ya que: “en la eternidad nada pasa, todo es presente, mientras el
tiempo es esencialmente fugitivo.”[CITATION Agu44 \p 395 \l 3082 ] Pues para que existiera el
tiempo debió existir la creación, y como Dios generó la creación misma, no se puede pensar
en un tiempo antes de ello. En pocas palabras, Dios creó la existencia incluyendo al tiempo
mismo en la contingencia de las criaturas.
La creación, según Agustín de Hipona, hay que entenderla como un acto divino y
voluntario de Dios, él va a decir: “la voluntad de Dios no es una creatura, sino algo
anterior a toda creación, ya que la creación sería impensable si no hubiera en Dios una
antecedente voluntad de crear. Y la voluntad pertenece a la sabiduría misma de
Dios.”[CITATION Agu44 \p 393 \l 3082 ] Ahora bien ¿Qué problema surge cuando se le otorga
de voluntad divina a la creación? pues que todo lo que existe es por decisión de Dios, luego
¿Dios creo el mal? En este punto, San Agustín nos dice que se podría afirmar dos cosas, en
primer lugar: que el mal no existe, pero nuestro temor a él no admite duda; en segundo
lugar: se podría considerar al mal como imperfección de la materia, pero si Dios es
omnipotente, él podría modificar la estructura de la naturaleza misma, aceptar lo anterior es
negar el poder de Dios, de esta forma ¿Cómo surge el mal?
En relación con lo anterior, hay que definir el mal. Este filósofo nos dice que para
precisarlo se debe hacer por la vía negativa, es decir, reconocer el mal como la ausencia del
bien, como aquello que se aleja de la voluntad de Dios, esto afirma que el hombre por su
parte no puede ir en contra de la voluntad divina, pero está dotado de libre albedrío para
tomar sus propias decisiones y encaminarse hacia el bien.
El hombre es un ser que posee libertad, según San Agustín, es la única forma de la creación
que puede dar cabida a la maldad, y ésta se manifiesta mediante el pecado, como una
tendencia hacia el mal, que nace por el pecado original proveniente de Adán y Eva, de tal
forma que el mal es la ausencia de Dios, pero no existe en sí mismo, dado que es la
carencia del bien.
Dios creó y crea seres pensantes, racionales, capaces de distinguir entre el bien y el mal y
poder elegir entre ambos. San Agustín afirma que desde que los primeros hombres
desobedecieron a Dios comiendo del árbol del conocimiento, los seres humanos están
destinados a nacer con dicho pecado. Él mismo juzga acerca de su pecado y debilidad:
“Era detestable, pero la amé; amé mi perdición, amé mi defecto. Y lo que amé no era el
objeto por el que cometía el defecto, sino el defecto en sí mismo.” [CITATION Agu44 \p 57 \l
3082 ] Aún después de narrar en “Las Confesiones”, la manera como se roba, en la
adolescencia, unas frutas, va a decir: “bonitas eran aquellas frutas que robamos, pues eran
creaturas tuyas ¡Oh tú, creador de todas ellas, sumo Bien, y verdadero Bien!” [CITATION
Agu44 \p 55 \l 3082 ].

De algún modo, el Santo trata de explicar cómo su vida de perdición, tiniebla, ausencia de
Dios, se convierte en un encuentro con ese ser que lo creó, que es todopoderoso, que estaba
dentro de él y él lo buscaba afuera, un ser que es antiguo y nuevo, sumo Bien y Verdad de
todo.
Agustín para remediar el mal nacido y causado por el pecado de Adán, solo encuentra una
solución en la bondad y misericordia de Dios, ésta es el bautismo, el cual rompe las
ataduras de ese mal y hace a la creatura hijo de Dios.
En conclusión, según San Agustín: Dios genera mediante un acto voluntario de creación
toda existencia. Por otro lado, el mal nace, entonces, de la naturaleza misma del ser
humano, quien al poseer libre albedrío puede decidir si acercarse o alejarse de la Voluntad
Divina, la cual es pura bondad de Dios, pues al ser parte de la naturaleza humana el mal,
según lo propone el Obispo de Hipona, surge por el mero placer de desobedecer.
REFERENCIAS

Agustin, S. (1944). Las confesiones . Buenos Aires : Editorial San Pablo Riobamba .
Lazcano, R. (2010). El amor a la verdad según San Agustín de Hipona .

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