Está en la página 1de 2

Aún con todo lo que no sé

Por Jorge Cervantes

No tengo certeza intelectual de nada,


Ni de lo más metafísicamente obvio
Ni de lo lógicamente oculto.

Desconocido permanecen las formas de las cosas;


Ideas que desentonan, carecen de continuidad con el mundo,
Y no es manifiesto que convoquen a un cuerpo puro.

El mundo se reparte entre los grandes y los comunes,


Aparte de ser un común, soy un ladrón;
pues robó de los grandes sus iluminaciones,
Y apropiado quedan en mi alma sus pasiones.

He aquí, entonces,
hago de estos grandes genios del siglo veintiuno;
enriquecidos del más alto y virtuoso entendimiento cuasi divino:
un buffet de saberes y destinos.

Cómo un niño que persigue la azúcar de los cereales,


el sabor de los pasteles
y sobrecarga el plato de todos los manjares a su mano.

Bien dijo la filósofa descalza:


<<Dios creó las grandes almas para las pequeñas>>.
Hago mío de cada uno de los grandes lo mejor.
Yo no soy en este mundo para ser chef, sino comensal.

Corto con un cuchillo de plata sus ideas,


desmenuzó su sabiduría con las manos grasosas,
Sus saberes más profundos los pincho con palos
Y degusto el dulce fruto de sus misterios.

Cuando llego más temprano que los segundos,


los límites de la materia quedan ignotos;
cuando llego tan tarde como la primera estrella de la noche;
lo que pensé, escribí y dije en onírica soledad,
una mente en vigilia, de la cual el tiempo no estampará en sí misma,
hubo iluminado los tonos más ininteligibles de la realidad.

Si he de ser anímicamente un pequeño invitado,


en este, el grande buffet del complejo mundo,
Y no es para mí el uniforme de chef;
la misión será: en el mejor degustador de la realidad yo convertirme.

También podría gustarte