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PROGRAMA MODULAR: VALORACIÓN DE

INCAPACIDADES

UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A


DISTANCIA

Curso de experto en Valoración de incapacidades y daño


corporal para la protección social

Sexto tema: Prestaciones de la Seguridad Social relacionadas con la


incapacidad laboral. Contingencias protegidas.

ÍNDICE

1. Introducción.

2. Incapacidad temporal.
2.1. Concepto de incapacidad temporal (IT).
2.2. Agentes implicados en el control y gestión de la IT: Guía para un mar de siglas.
2.3. Requisitos para acceder a la prestación por IT.
2.4. Regímenes del Sistema de la Seguridad Social.
2.5. Contenido de la acción protectora.
2.6. Las Mutuas Colaboradoras con la Seguridad Social.
2.7. Las contingencias protegidas.
2.7.1. Concepto de accidente de trabajo (AT).
2.7.2. Concepto de enfermedad profesional.
2.7.3. Concepto de accidente no laboral y enfermedad común.
2.8. Cuando la incapacidad es previsiblemente definitiva: la incapacidad permanente.
2.9. Extinción del derecho al subsidio de IT.
2.10. Pérdida o suspensión del derecho al subsidio.
2.11. El control de la IT.

3. Incapacidad permanente.
3.1. Concepto de Incapacidad Permanente.
3.2. Grados de incapacidad permanente.
3.3. Contenido de la acción protectora.
3.4. Revisiones de grado.

4. Lesiones permanentes no invalidantes.


4.1. Cuando las lesiones definitivas no suponen incapacidad: concepto de lesiones
permanentes no invalidantes.
4.2. Cuantía de la indemnización.
5. Prestación económica por cuidado de menores afectados por cáncer u otra
enfermedad grave.
5.1. Concepto.
5.2. Dinámica de la prestación.
5.3. Listado de enfermedades graves.

6. Prestaciones por riesgo en el embarazo y riesgo en la lactancia.


6.1. Introducción.
6.2. Marco normativo básico.
6.2.1. Constitución Española de 1978.
6.2.2. Normativa Europea.
6.2.3. Legislación española.
6.3. Prestación de riesgo en el embarazo y su trámite.
6.3.1. Situación protegida.
6.3.2. Beneficiarios y requisitos.
6.3.3. Cuantía.
6.3.4. Duración / Extinción.
6.3.5. Anulación / Suspensión.
6.3.6. Gestión de la prestación.
6.4. Prestación de riesgo durante la lactancia natural y su trámite.
6.4.1. Situación protegida.
6.4.2. Beneficiarios y requisitos.
6.4.3. Cuantía.
6.4.4. Duración / Extinción.
6.4.5. Anulación / Suspensión.
6.4.6. Gestión de la prestación.
6.5. Valoración del riesgo laboral en el embarazo y durante la lactancia natural.

7. Resumen.
8. Ejercicios de autoevaluación
9. Bibliografía comentada.
10. Bibliografía complementaria (citada en el texto)
11. Actividades para la evaluación a distancia
12. Recursos en la web
1. Introducción.

En el presente tema vamos a abordar las prestaciones contributivas de la Seguridad


Social destinadas a proteger determinadas situaciones de necesidad relacionadas con la
incapacidad para el trabajo. Comenzaremos estudiando con detalle la incapacidad
temporal, prestación cuya dinámica y gestión se ha hecho tremendamente compleja en
los últimos años merced a las diversas modificaciones normativas de que ha sido objeto.
Posteriormente abordaremos la incapacidad permanente en su modalidad contributiva,
configurada para proteger al trabajador que por causa de enfermedad o accidente ha
perdido su capacidad para el trabajo de una forma previsiblemente definitiva.
Estudiaremos, a continuación, las llamadas lesiones permanentes no invalidantes, de
carácter indemnizatorio. Seguiremos con la prestación por cuidado de menores afectos
por cáncer u otra enfermedad grave, introducida en nuestro sistema de Seguridad social
más recientemente (el reglamento que la desarrolla se publicó a finales de julio de
2011), para finalizar con las prestaciones por riesgo laboral en el embarazo y en la
lactancia natural, destinadas a proteger a la mujer trabajadora que por alguna de esas
circunstancias referidas debe mantenerse alejada de su entorno o actividad laboral.
2. Incapacidad temporal.

2.1. Concepto de IT.

La Incapacidad Temporal (IT) es una prestación de la Seguridad Social cuya


actual definición legal está recogida en el Real Decreto Legislativo 8/2015, por el que se
aprueba el Texto Refundido de la Ley General de la Seguridad Social (TRLGSS), el
cual establece que tendrán la consideración de situaciones determinantes de incapacidad
temporal (IT) “las debidas a enfermedad común o profesional y a accidente, sea o no de
trabajo, mientras el trabajador reciba asistencia sanitaria de la Seguridad Social y esté
impedido para el trabajo, con una duración máxima de doce meses, prorrogables por
otros seis cuando se presuma que durante ellos puede el trabajador ser dado de alta
médica por curación. También tienen consideración de IT los períodos de observación
por enfermedad profesional en los que se prescriba la baja en el trabajo durante los
mismos, con una duración máxima de seis meses, prorrogables por otros seis cuando se
estime necesario para el estudio y diagnóstico de la enfermedad”.
Un análisis somero de esta definición nos permitirá destacar las características
básicas de la prestación.
1) En primer lugar, puesto que se trata de una prestación destinada a proteger al
trabajador que se encuentre impedido para el trabajo, resulta obvio que se trata de una
prestación de carácter contributivo, es decir, destinada a personas que están
contribuyendo al mantenimiento del sistema de Seguridad Social. Por ello, el primer
requisito que hay que cumplir, con carácter general, es el de estar afiliado y en alta en el
sistema de Seguridad Social, aunque hay algunas excepciones: existen situaciones en las
que el asegurado, aún cuando no se encuentre en situación de alta, podrá disfrutar de
esta prestación si cumple los restantes requisitos que garantizan el acceso a la misma; se
trata de las llamadas, por ese mismo motivo, situaciones asimiladas al alta. Entre ellas
podemos citar la situación del trabajador que se encuentra en situación de desempleo
involuntario total y subsidiado (percibiendo la prestación por desempleo de nivel
contributivo), trasladado por su empresa fuera del territorio nacional, o ejerciendo como
diputados o senadores o gobernantes y parlamentarios de comunidades autónomas (la
protección social de los cuales se rige por un convenio especial).
En relación con lo anterior, otro de los requisitos necesarios para generar el
derecho a la prestación por incapacidad temporal es el de haber estado cotizando un
tiempo concreto antes de que tuviese lugar el problema de salud que condicionó la
incapacidad: es lo que llamamos carencia. En el argot de los seguros, carencia es el
periodo de tiempo que el asegurado ha de permanecer vinculado a la agencia
aseguradora (es decir, pagando las cuotas) antes de tener derecho a disfrutar de las
prestaciones que el seguro le garantiza (en los seguros de salud, por ejemplo, no es raro
encontrar que se exige un tiempo de carencia antes de poder disfrutar de determinadas
prestaciones, como las derivadas de la atención del embarazo y parto: la explicación es
que la agencia aseguradora evita, de esta forma, que una mujer embarazada inicie su
relación contractual con la agencia ante la inminencia del parto y únicamente con la
finalidad de ser atendida en esa circunstancia, sin voluntad de prolongar la relación más
allá de la misma).
Pues bien, en el caso de la IT, se exige carencia cuando la circunstancia que
desencadena la incapacidad es lo que llamamos una enfermedad común (de la cual, en
espera de un posterior abordaje más preciso del concepto, adelantaremos que no tiene
relación, en su origen, con la actividad laboral que desempeña el enfermo). Los
accidentes (de cualquier tipo), por el contrario, se protegen por esta prestación aunque
tengan lugar el primer día en que se inicia la relación de trabajo, es decir, aunque el
trabajador no tenga acumulada absolutamente ninguna carencia en el momento de su
producción. Éste es, también, el caso de las llamadas enfermedades profesionales, cuya
definición abordaremos más adelante.
Cuando se trata de una enfermedad común, la carencia necesaria es de 180 días
cotizados en los cinco años inmediatamente anteriores al hecho que dio lugar a la
situación de incapacidad.
2) Las situaciones determinantes de incapacidad temporal serán debidas a enfermedad
común o profesional y a accidente, sea o no de trabajo. Esta aseveración nos permite
introducirnos en el contexto de las llamadas contingencias: en el argot de los seguros,
las contingencias son los riesgos protegidos. En el caso de la IT, pueden ser de dos
tipos: contingencias comunes (enfermedad común y accidente no laboral) o
contingencias profesionales (enfermedad profesional y accidente de trabajo). Estas
últimas vienen definidas de forma explícita en la Ley General de la Seguridad Social,
mientras que al concepto de las segundas se llega por exclusión: lo que no es
profesional, es común.
Por otra parte, el precepto anterior limita las circunstancias en las que puede
estar justificada la IT: cualquier situación de incapacidad que no sea debida a
enfermedad o accidente no es susceptible de protección por esta prestación. Un ejemplo
claro de ello sería el caso del conductor profesional que se ve privado temporalmente de
su licencia de conducir como consecuencia de una sanción: el trabajador está, en este
caso, imposibilitado para ejercer su profesión u oficio mientras dure el periodo de
privación del permiso o licencia, pero, al no tratarse de una incapacidad de causa
médica, no está justificada la prestación por IT.
En la práctica, la realidad social nos va descubriendo situaciones fácticas en las
que puede resultar razonable suspender el contrato de trabajo y proporcionar al
trabajador o trabajadora una prestación económica sustitutiva del salario sin que la
causa que lo justifica sea una incapacidad. Ello ha hecho que el legislador haya ido
introduciendo nuevas prestaciones para proteger a esas personas a quienes, en el
pasado, no era raro encontrar acogiéndose de forma irregular a la prestación por
incapacidad temporal: se trata, por ejemplo, de las prestaciones por riesgo en el
embarazo (introducida en 1999 y modificada sustancialmente en 2007) o por riesgo para
la lactancia (introducida en 2007), o de la más reciente prestación para padres de
menores hospitalizados o en tratamiento por enfermedades graves (que entró en vigor en
2011).
3) La incapacidad temporal se puede prolongar mientras el trabajador reciba asistencia
sanitaria de la seguridad social. En esta frase podemos asumir que se establecen dos
condiciones para el disfrute de la prestación: una condición temporal y una condición
cualitativa.
El criterio temporal hace referencia al tiempo durante el cual el trabajador esté
recibiendo tratamiento: finalizado el mismo, ya no tiene cabida la IT. Obviamente, si la
finalización del tratamiento estuviera justificada por la curación del enfermo, cabe
asumir que se ha superado la situación incapacitante. Pero es que si, por el contrario, el
tratamiento hubiese finalizado por agotarse las posibilidades terapéuticas sin que se
hubiese alcanzado la curación, y después de su finalización persistieran circunstancias
incapacitantes, la prestación destinada a proteger a ese trabajador no sería ya la
incapacidad temporal, sino la incapacidad permanente, prestación que abordaremos más
adelante.
El criterio cualitativo al cual aludíamos antes se refiere al hecho de que la
asistencia sanitaria recibida debe ser proporcionada por servicios dependientes del
sistema de Seguridad Social: podemos entender que, con carácter general, se refiere al
dispositivo asistencial del servicio público de salud (de cualquiera de los servicios
públicos de salud dependientes de las Comunidades Autónomas o de la Administración
Central del Estado), pero, como también veremos posteriormente, en algunas ocasiones
esa asistencia puede ser proporcionada por parte de las Mutuas Colaboradoras con la
Seguridad Social (hasta 2014 llamadas Mutuas de Accidentes de Trabajo y
Enfermedades Profesionales de la Seguridad Social, e identificadas con el acrónimo
MATEPSS), en quienes se delega, por ejemplo, la protección de los trabajadores en los
casos de contingencias profesionales (incluyendo la asistencia sanitaria mientras dure la
situación de IT). Con esta condición, resulta obvio que el legislador ha querido reservar
la llave de acceso a la prestación a los médicos encargados de la gestión de prestaciones
públicas. Puesto que son estos médicos los que, con carácter general, disponen de la
posibilidad de expedir el parte de baja, en ellos recae la responsabilidad de valorar que
las circunstancias clínicas que afectan al trabajador son, efectivamente, aquéllas que la
Ley exige para tener derecho al acceso a la prestación, es decir, resultan efectivamente
incapacitantes para los requerimientos concretos de la profesión de cada cual. El hecho
de que en circunstancias excepcionales el trabajador pueda estar recibiendo asistencia
sanitaria fuera del sistema de Seguridad Social (citemos, como ejemplo significativo, la
intervención oftalmológica mediante cirugía refractiva, que no está incluida entre las
prestaciones proporcionadas por el Sistema Nacional de Salud) no cambia en nada el
hecho de que ha de ser el médico del servicio público de salud (o, en su caso, de la
Mutua, si el riesgo protegido dependiera de ésta) quien valore si, efectivamente, procede
proteger al trabajador mediante la prestación de IT.
Es necesario hacer, llegados a este punto, una aclaración. Existen personas,
concretamente el caso de los funcionarios acogidos a la Mutualidad de los Funcionarios
de la Administración Civil del Estado (MUFACE) o a la Mutualidad General Judicial
(MUGEJU), o protegidos por el Instituto Social de las Fuerzas Armadas (ISFAS), cuya
situación de incapacidad temporal puede ser iniciada, legítimamente, por un médico que
no esté adscrito a la sanidad pública. Esto se explica por las particularidades que
presenta la protección social de estas personas, que detallaremos llegado el momento.
4) La siguiente condición, “[mientras] esté incapacitado”, no necesita especial análisis,
pues es una obviedad: en el momento en que el trabajador recupere la capacidad
funcional podrá reincorporarse al trabajo.
5) A continuación, el precepto legal establece la duración máxima de la prestación: doce
meses, que podrán prorrogarse por otros seis adicionales cuando quepa razonablemente
asumir que durante ellos podrá tener lugar el alta del trabajador. En la actualidad, la
competencia de decidir si procede la mencionada prórroga corresponde al Instituto
Nacional de la Seguridad Social (INSS), por el procedimiento que describiremos en
páginas posteriores.
6) Finalmente, el periodo de observación por enfermedad profesional es aquel periodo
temporal durante el cual, aún cuando el trabajador no carezca de la capacidad funcional
necesaria para cumplir los requerimientos de su puesto de trabajo, la sospecha de que
pueda estar afectado por una enfermedad profesional hace procedente mantenerle
separado de su puesto de trabajo mientras se confirma o se descarta el diagnóstico
sospechado. En estos casos, como puede verse arriba, la duración es diferente (seis
meses, prorrogable por otros seis adicionales si fuese necesario para completar el
mencionado estudio).

2.2. Agentes implicados en el control y gestión de la IT: guía para un mar de siglas.

Como se desprende de su propia definición, la IT es una prestación que tiene un


doble componente: por una parte, comprende un subsidio económico sustitutivo del
salario que el trabajador incapacitado deja de percibir precisamente por esa situación de
incapacidad, que acarrea una pérdida de la capacidad productiva; por otra parte,
conlleva la asistencia sanitaria necesaria para recuperar la salud perdida.
Nuestra Constitución Española de 1978 establece que las Comunidades
Autónomas pueden asumir competencias en materia de sanidad e higiene, y esas
competencias han sido asumidas por los respectivos Estatutos de Autonomía, para lo
cual en la actualidad cada Comunidad autónoma cuenta con un servicio de salud propio
(con la salvedad de las Ciudades Autónomas Ceuta y Melilla, en las cuales la asistencia
sanitaria sigue dependiendo de la Administración Central de Estado, a cargo del
llamado Instituto Nacional de Gestión Sanitaria, INGESA). Ello determina que en la
gestión de la IT intervengan tanto la Administración Central del Estado, como la
Administración Autonómica: Por un lado, el INSS, dependiente del Ministerio de
Empleo y Seguridad Social, se encarga de la prestación económica, y tiene
competencias en el seguimiento y control de las situaciones determinantes de IT. Por
otro lado, las Comunidades Autónomas son las que proporcionan al trabajador (en el
caso, al menos, de las contingencias comunes) la asistencia sanitaria necesaria para la
recuperación de su salud, motivo por el cual, también, la Administración Autonómica
ostenta competencias en el control de la prestación.
La concurrencia de la Administración Central del Estado y la Administración
Autonómica en el control de esta prestación, cada una de ellas con sus propias
competencias, explica la complejidad de la normativa que la regula.
Por otra parte, la similitud nominal de algunos de los agentes implicados en el
control de las prestaciones por IT, junto con la frecuente alusión a los mismos por
medio de acrónimos, son factores que no favorecen su identificación inequívoca. Por su
importante papel, directo o indirecto, en el reconocimiento del derecho a estas
prestaciones, resulta evidente que los médicos asistenciales deben tener claro quién es, y
qué competencias tiene, su interlocutor en cada momento. De igual forma, cualquier
profesional que tenga o aspire a tener competencias relacionadas con estas situaciones,
sea cual sea su ámbito de trabajo, debe conocer cuáles son los agentes que intervienen
en la gestión y control de las prestaciones de la Seguridad Social destinadas a proteger
la incapacidad laboral.
En 1995 se crearon los Equipos de Valoración de Incapacidades (EVI), adscritos
al INSS, Entidad Gestora de la Seguridad Social dependiente del Ministerio de Empleo
y Seguridad Social, y sus Unidades Médicas (UMEVI) están dotadas de médicos
evaluadores que forman parte de la Escala de Médicos Inspectores del Cuerpo de
Inspección Sanitaria de la Administración de la Seguridad Social. Entre otras funciones,
las UMEVI participan directamente en el control de la prestación por IT, y también
elaboran los informes médicos en base a los cuales los EVI ejercerán sus funciones de
asesoramiento del Director Provincial del INSS, a quien corresponde el reconocimiento
de la Incapacidad Permanente (IP) en su modalidad contributiva y a quien las novedades
normativas más recientes han otorgado también competencias importantes, que más
adelante desarrollaremos, en materia de IT.
La creación de los EVI supuso la desaparición, en muchas Comunidades
Autónomas (CCAA), de las llamadas Unidades de Valoración Médica de Incapacidades
(UVMI), órgano dependiente de la Administración Sanitaria Autonómica que se
encargaba de la evaluación de los pacientes y la emisión del informe médico del que
posteriormente podría derivarse el reconocimiento de la incapacidad (concretamente, las
del ámbito de gestión del ya extinto Instituto Nacional de la Salud fueron suprimidas
por la misma norma que determinó la creación de los EVI). En otras CCAA, sin
embargo, entre ellas Andalucía (donde actualmente reciben el nombre de Unidades
Médicas de Valoración de Incapacidades, UMVI), continúan existiendo, si bien ya
generalmente con competencias limitadas a la IT, sin perjuicio de que, precisamente por
este motivo, pueda ser en ellas donde se evidencie que un perceptor de esta prestación
cumple criterios para su calificación como incapacitado permanente en cualquiera de
sus grados. Las UVMI (UMVI en Andalucía) suelen formar parte de los Equipos
Provinciales de Inspección (EPI), en los casos en que éstos existen, y, aunque es
frecuente asociarlas con el Servicio Público de Salud de la Comunidad Autónoma, en
realidad dependen de la Administración Sanitaria Autonómica (Consejería de Salud o
equivalente), pero no de los Organismos Autónomos responsables de la provisión de
servicios sanitarios (es decir, el Servicio Andaluz de Salud en el caso de la Comunidad
Autónoma de Andalucía, por citar tan sólo un ejemplo), debido a que entre las
funciones de los EPI se encuentra, precisamente, la inspección de las prestaciones y los
servicios gestionados por los mismos. Por ello, cualquier alusión al médico inspector
del Servicio Público de Salud debe entenderse referida al médico inspector adscrito
orgánicamente a la Administración Sanitaria Autonómica.
Cataluña constituye una excepción a lo hasta aquí expuesto, pues allí no se han
constituido los EVI, y el asesoramiento científico-técnico para la evaluación,
calificación y revisión de la Incapacidad Permanente en su modalidad contributiva
corresponde a la unidad operativa Centro de Reconocimientos y Evaluación Médica
(cuyo acrónimo, CRAM, responde a las siglas de su denominación en catalán, Centre de
Reconeixements i Avaluació Mèdic) dependiente del Instituto Catalán de Evaluaciones
Médicas (ICAM), adscrito al Departamento competente en materia de sanidad de la
Generalitat.
En los casos de las llamadas contingencias profesionales, que son el accidente de
trabajo y la enfermedad profesional (ambos definidos en la Ley General de la Seguridad
Social), la prestación (en su componente asistencial sanitario y en su componente
económico) suele correr a cargo de las Mutuas Colaboradoras con la Seguridad Social
(que hasta el 31 de diciembre de 2014 todavía se llamaban Mutuas de Accidentes de
Trabajo y Enfermedades Profesionales de la Seguridad Social, por lo que no es raro
encontrarlas todavía referidas con el acrónimo MATEPSS), cuyo nuevo nombre deja
constancia explícita de que son, en definitiva, entidades colaboradoras de la Seguridad
Social.
2.3. Requisitos para acceder a la prestación por IT.

Los requisitos para acceder a la prestación los hemos deducido ya de la propia


definición legal de la prestación: además de estar impedido para el trabajo y estar
recibiendo asistencia sanitaria de la Seguridad Social, otros requisitos imprescindibles
para generar el derecho a la prestación por IT son la necesidad de estar afiliado y en alta
en la Seguridad Social (o en situación asimilada al alta), así como tener cubierto, en los
casos de enfermedad común (pues no se exige en caso de enfermedad profesional ni de
accidente, sea o no de trabajo) un periodo de cotización a la Seguridad Social
equivalente a un mínimo de 180 días dentro de los cinco años inmediatamente
anteriores.

2.4. Regímenes del Sistema de la Seguridad Social.

El sistema de la Seguridad Social viene integrado por los siguientes Regímenes:


a.- El llamado Régimen General, en el cual estarán incluidos los trabajadores por cuenta
ajena o asimilados.
b.- Los Regímenes Especiales, considerándose como tal en la actualidad los que
encuadren a los grupos siguientes:
- Trabajadores del mar.
- Trabajadores por cuenta propia o autónomos.
- Funcionarios públicos, civiles y militares.
- Estudiantes.
- Los demás grupos que determine el Ministerio de Empleo y Seguridad Social,
por considerar necesario el establecimiento para ellos de un Régimen Especial. En la
actualidad, además de los arriba citados se considera un Régimen Especial el de los
trabajadores de la Minería del Carbón.
Hemos de matizar, no obstante, que recientemente ha dejado de existir como tal
otro Régimen Especial, el que protegía a los trabajadores dedicados a las actividades
agrícolas, forestales y pecuarias, así como los titulares de pequeñas explotaciones que
las cultivaran directa y personalmente, todos los cuales estaban comprendidos en el
llamado Régimen Especial Agrario. Este Régimen Especial dejó de existir como tal el 1
de enero de 2012, fecha en la que entró en vigor de la Ley 28/2011, de 22 de
septiembre, por la que se procedió a la integración del Régimen Especial Agrario de la
Seguridad Social en el Régimen General de la Seguridad Social; y que de igual modo, el
antiguo Régimen Especial de los Empleados de hogar quedó integrado en el Régimen
General con efectos de la misma fecha, en esta ocasión por imperativo de la Ley
27/2011, de 1 de agosto, sobre actualización, adecuación y modernización del sistema
de Seguridad Social.

2.5. Contenido de la acción protectora.

Durante la situación de IT se produce una suspensión del contrato de trabajo.


Como consecuencia de la misma, las obligaciones recíprocas de ambas partes del
contrato quedan temporalmente suspendidas: el trabajador no está obligado a prestar
servicios (de hecho, el parte de baja sirve como justificante para la falta de asistencia al
trabajo), y el empresario no está obligado a abonarle el salario pactado. El contrato, sin
embargo, no finaliza (no se extingue), por lo que las obligaciones respecto a terceras
partes siguen en vigor: ello quiere decir que subsiste la obligación de cotizar a la
Seguridad Social mientras dure esta situación.
La prestación económica por IT busca compensar la pérdida del salario, es decir,
cubre el llamado lucro cesante. La cuantía de esta prestación económica equivale a un
porcentaje (que no es constante, sino variable a lo largo del periodo de la IT) de la
llamada base reguladora.
La base reguladora se calculará sobre las bases de cotización por contingencias
comunes (si deriva de accidente no laboral o enfermedad común) o profesionales (si
deriva de accidente de trabajo o enfermedad profesional) del beneficiario,
correspondientes al mes natural anterior al de la fecha de inicio de la Incapacidad
Temporal.
El porcentaje que percibe el trabajador es también diferente dependiendo de la
contingencia de que se trate:
1.- En el supuesto de contingencia común (enfermedad común o accidente no laboral):
- 60% desde el cuarto día a contar desde la baja en el trabajo, hasta el vigésimo
día inclusive. Por tanto, durante los tres primeros días no hay protección económica por
IT (aún cuando sí tiene lugar la suspensión del contrato). Desde el cuarto hasta el
decimoquinto día, ambos inclusive, el subsidio corre por cuenta del empresario. En la
práctica, muchos convenios colectivos amplían esa protección a cargo del empresario a
los tres primeros días del proceso.
- Desde el vigésimo primer día en adelante el porcentaje es de 75 por 100.
2.- En el supuesto de contingencia profesional (accidente de trabajo o enfermedad
profesional, incluyéndose los periodos de observación por enfermedad profesional):
- 75% desde el día siguiente al de la baja médica, siendo el día de la baja médica
retribuido por el empresario como día de trabajo.
Puesto que la cuantía de la prestación establecida por Ley es inferior al salario
del trabajador (y, además, en el caso de las contingencias comunes, la Ley no obliga a
cubrir con el subsidio los tres primeros días), no es extraño encontrar en los convenios
colectivos mejoras de la prestación consistentes en que la empresa se hace cargo de un
determinado porcentaje superior al fijado por la regulación de Seguridad Social o/y que
se abona el subsidio, igualmente a cargo de la empresa, durante los tres primeros días en
que la Seguridad Social no se hace cargo. Estas mejoras reciben el nombre de mejoras
voluntarias de la prestación por parte del empresario, debido a que su introducción no es
imperativa sino una consecuencia de la autonomía de las partes en la negociación
colectiva, si bien una vez que dicha mejora está incluida en el convenio colectivo deja
de ser voluntaria para el empresario, pues éste queda obligado a su abono. Hay, no
obstante, determinadas circunstancias en que, para algún caso individual, puede quedar
eximido del mismo.

2.6. Las Mutuas Colaboradoras con la Seguridad Social.

Las Mutuas Colaboradoras con la Seguridad Social (antes, Mutuas de


Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales de la Seguridad Social,
MATEPSS) son, de acuerdo con la Ley, las asociaciones privadas de empresarios
constituidas mediante autorización del Ministerio de Empleo y Seguridad Social e
inscritas en un registro especial dependiente de éste, que tienen por finalidad colaborar
en la gestión de la Seguridad Social, bajo la dirección y tutela del referido Ministerio,
sin ánimo de lucro y asumiendo sus asociados al efecto una responsabilidad
mancomunada.
La colaboración de las Mutuas en la gestión de la Seguridad Social comprenderá, entre
otras actividades, la colaboración en la gestión de contingencias de accidentes de trabajo
y enfermedades profesionales. Ello implica que las prestaciones de IT dependientes de
estas contingencias corren a cargo de las Mutuas, tanto en su vertiente económica como
en la vertiente asistencial sanitaria.

2.7. Las contingencias protegidas.

La calificación de una enfermedad o accidente como contingencia profesional o


común no es cuestión baladí, pues tiene repercusiones para todos los agentes
implicados:
- Para el trabajador.
- Para el empresario.
- Para la entidad responsable del pago.
- Para la sociedad en su conjunto.

- Para el trabajador:
En caso de tratarse de contingencia profesional, se flexibilizan los requisitos para el
acceso a la prestación (la enfermedad profesional se protege sin el requisito de un
periodo de cotización previo, a diferencia de la enfermedad común), y mejora la cuantía
de las prestaciones económicas.
- Para el empresario:
Ya hemos visto que, en caso de contingencia común, el empresario tiene la obligación
de hacer frente al subsidio que recibirá el trabajador entre el cuarto y el decimoquinto
día de duración del proceso. Pero, por otra parte, entre las consecuencias que tiene para
el empresario la declaración de un accidente de trabajo o enfermedad profesional está la
posibilidad de exponerse a un recargo de las prestaciones a percibir por el trabajador por
déficit de medidas de seguridad. Es decir, si se constata que la lesión o enfermedad del
trabajador puede relacionarse con una falta de medidas de seguridad en el puesto de
trabajo atribuibles al empresario, éste puede verse sancionado con la obligación de
pagar un recargo sobre las prestaciones que reciba el trabajador. Este recargo cumple la
doble finalidad de incrementar las cantidades que el trabajador recibe, con lo cual
funciona como indemnización, y de sancionar al mismo tiempo al empresario infractor.
- Sobre la entidad aseguradora:
Además de determinar la cuantía que debe abonarse al trabajador, la calificación como
profesional o común de una enfermedad o accidente determina, en la mayoría de los
casos, cuál será la entidad responsable del pago de dicha prestación, pues en la mayoría
de los casos las contingencias comunes y profesionales no están cubiertas por la misma
entidad.
- Sobre la sociedad en su conjunto:
El conocimiento adecuado de cuáles enfermedades o accidentes son atribuibles a las
condiciones de trabajo permite avanzar en el conocimiento científico de los mismas,
profundizar en la delimitación de sus factores etiológicos y, consecuentemente, permite
mejorar el desarrollo de medidas preventivas que eviten eventos similares en el futuro.

2.7.1. Concepto de accidente de trabajo (AT).

El Real Decreto Legislativo 8/2015, por el que se aprueba el Texto Refundido de


la Ley General de la Seguridad Social incluye el siguiente concepto del accidente de
trabajo:
“Se entiende por accidente de trabajo toda lesión corporal que el trabajador sufra
con ocasión o por consecuencia del trabajo que ejecute por cuenta ajena”.
No obstante, aún cuando en el texto legal sigue manteniéndose esta definición,
la realidad es que el requisito de que el trabajo sea ejecutado por cuenta ajena ha sido
superado: en la actualidad, los trabajadores afiliados al régimen especial de los
trabajadores autónomos (RETA) pueden optar voluntariamente por asegurar, para su
propia persona, las contigencias de accidente de trabajo y enfermedades profesionales.
Hay, además, algunos supuestos en los que esa cobertura es obligatoria. Entre ellos, los
siguientes:
- Los llamados Trabajadores Autónomos Económicamente Dependientes
(TRADE).
- Los socios de las Cooperativas de Trabajo Asociado dedicados a la venta
ambulante, que perciban los ingresos directamente de los compradores.
- Los trabajadores autónomos que realicen actividades con alto riesgo de
siniestralidad (este punto está pendiente de desarrollo reglamentario).

A continuación, el mismo texto legal establece una serie de precisiones:


Tendrán la consideración de accidentes de trabajo:
a. Los que sufra el trabajador al ir o al volver del lugar de trabajo.
Este supuesto es el llamado “accidente in itinere”, y con él se busca proteger al
trabajador que sufre un accidente cuando se dirige a su trabajo o regresa del mismo,
recorriendo un trayecto que se considera necesario para poder acceder a su puesto de
trabajo o volver del mismo, y, por tanto, teleológicamente vinculado a la realización de
su trabajo (es decir, el objetivo de ese desplazamiento no es otro que el de poder
cumplir con sus obligaciones laborales).
b. Los que sufra el trabajador con ocasión o como consecuencia del desempeño de
cargos electivos de carácter sindical, así como los ocurridos al ir o al volver del lugar en
que se ejerciten las funciones propias de dichos cargos.
c. Los ocurridos con ocasión o por consecuencia de las tareas que, aún siendo distintas a
las de su categoría profesional, ejecute el trabajador en cumplimiento de las órdenes del
empresario o espontáneamente en interés del buen funcionamiento de la empresa.
d. Los acaecidos en actos de salvamento y en otros de naturaleza análoga, cuando unos
y otros tengan conexión con el trabajo.
e. Las enfermedades que, sin ser enfermedades profesionales, contraiga el trabajador
con motivo de la realización de su trabajo, siempre que se pruebe que la enfermedad
tuvo por causa exclusiva la ejecución del mismo.
Este último párrafo merece que nos detengamos brevemente en su análisis, aún
cuando para ello nos veamos obligados a hacer una breve referencia al concepto de
enfermedad profesional, que se desarrollará más adelante.
En España se sigue, para definir las enfermedades profesionales, un modelo de
lista cerrada: sólo pueden considerarse enfermedades profesionales aquellas que están
expresamente contempladas en el listado desarrollado al efecto. Sin embargo, es posible
que un trabajador padezca una enfermedad cuya causa radique en la actividad laboral
desempeñada por el enfermo y que, sin embargo, no esté incluida en la lista referida (lo
deseable sería que esta circunstancia no se diera, pero la experiencia demuestra que la
posibilidad existe). En estos casos, puesto que lo justo es brindarle protección como
contingencia profesional y, sin embargo, no puede considerarse enfermedad profesional,
la misma Ley permite darle categoría de accidente de trabajo.
f. Las enfermedades o defectos, padecidos con anterioridad por el trabajador, que se
agraven como consecuencia de la lesión constitutiva del accidente.
g. Las consecuencias del accidente que resulten modificadas en su naturaleza, duración,
gravedad o terminación, por enfermedades intercurrentes, que constituyan
complicaciones derivadas del proceso patológico determinado por el accidente mismo o
tengan su origen en afecciones adquiridas en el nuevo medio en que se haya situado el
paciente para su curación.
Por otra parte, hemos de asumir, salvo prueba en contrario, que son constitutivas
de accidente de trabajo las lesiones que sufra el trabajador durante el tiempo y en el
lugar del trabajo. Este precepto establece una presunción legal (que, como se dice,
admite prueba en contrario) en el sentido de considerar como accidente de trabajo todas
las lesiones que el trabajador sufra durante el tiempo y en el lugar del trabajo: si existe
constancia de que la lesión ha ocurrido durante el tiempo y en el lugar del trabajo, el
trabajador no está obligado a demostrar que la causa de aquélla fue éste, pues se supone
así. Sin embargo, si algún agente considera que la lesión no tuvo su origen en el trabajo
(a pesar de cumplir los requisitos mencionados) y desea que no conste como accidente
de trabajo, puede aportar pruebas que demuestren su argumento. Estas circunstancias
nos permiten introducir el concepto de lo que los juristas llaman la carga de la prueba:
aquella persona o agente que, en un conflicto, se vea obligado a demostrar lo que
argumenta para que se le pueda dar la razón, tiene “la carga de la prueba” en ese
conflicto. En este caso, la carga de la prueba la tiene el agente que desea que no se
considere accidente de trabajo, mientras que el trabajador tiene a su favor la presunción
legal de que sí lo es. Nótese, por el contrario, que en el caso del accidente in itinere no
rige esa presunción: puesto que no ha ocurrido durante el tiempo ni en el lugar del
trabajo, no podemos asumir directamente que se trata de un accidente de trabajo, y en
este caso el trabajador es quien tiene la carga de la prueba, es decir, el que debe
demostrar que guarda alguna relación con su trabajo (por ejemplo, un accidente de
tráfico que ocurrió cuando iba o volvía del trabajo, y al cual el trabajador no se habría
visto expuesto de no estar en ese momento en ese lugar concreto) para que pueda
considerarse como accidente de trabajo.
No obstante todo lo establecido en los apartados anteriores, no tendrán la
consideración de accidente de trabajo:
- Los que sean debidos a fuerza mayor extraña al trabajo, entendiéndose por ésta la que
sea de tal naturaleza que ninguna relación guarde con el trabajo que se ejecutaba al
ocurrir el accidente.
- En ningún caso se considerará fuerza mayor extraña al trabajo la insolación, el rayo y
otros fenómenos análogos de la naturaleza.
- Los que sean debidos a dolo o a imprudencia temeraria del trabajador accidentado.
No impedirán, por el contrario, la calificación de un accidente como de trabajo:
- La imprudencia profesional que es consecuencia del ejercicio habitual de un trabajo y
se deriva de la confianza que éste inspira.

- La concurrencia de culpabilidad civil o criminal del empresario, de un compañero de


trabajo del accidentado o de un tercero, salvo que no guarde relación alguna con el
trabajo.

2.7.2. Concepto de enfermedad profesional (EP).

También define el Real Decreto Legislativo 8/2015, por el que se aprueba el


Texto Refundido de la Ley General de la Seguridad Social, el concepto de enfermedad
profesional, aunque lo hace de un modo que puede parecer un poco complejo:
“Se entenderá por enfermedad profesional la contraída a consecuencia del
trabajo ejecutado por cuenta ajena en las actividades que se especifiquen en el cuadro
que se apruebe por las disposiciones de aplicación y desarrollo de esta Ley, y que esté
provocada por la acción de los elementos o sustancias que en dicho cuadro se indiquen
para cada enfermedad profesional”.
Como señalábamos arriba, la norma remite a un listado elaborado al efecto (al
cual se refiere como “el cuadro que se apruebe por las disposiciones de aplicación y
desarrollo de esta Ley”), ya que en España seguimos un sistema de lista cerrada.
Este sistema tiene, obviamente, entre otras ventajas, la de la seguridad jurídica:
puesto que ninguna enfermedad que no esté incluida en el listado podrá recibir
consideración de enfermedad profesional (lo cual no implica que no pueda ser protegida
como contingencia profesional, pues ya hemos visto que existe la posibilidad de
considerarla accidente de trabajo), todos los agentes cuyos intereses puedan verse
afectados (en un sentido o en otro) por la calificación de una enfermedad como
profesional saben a qué atenerse, ya que dicho listado es de público conocimiento.
También simplifica y facilita el diagnóstico al proporcionar una referencia,
fomenta la equidad al disminuir la variabilidad interevaluador, disminuye el margen de
error y agiliza los trámites para acceder a las prestaciones.
Sin embargo, también reúne múltiples inconvenientes. Entre los principales
están su carácter cerrado (ya hemos dicho que la enfermedad que no esté en el listado no
puede considerarse enfermedad profesional), y la dificultad (o, directamente, falta) de
actualización del listado, lo cual conlleva que, con el tiempo, éste pueda quedar obsoleto
en muchos ámbitos.
En la actualidad, el listado de enfermedades profesionales está recogido en el
Real Decreto 1299/2006, el cual incorpora algunas novedades sobre su predecesor. Una
de las novedades más importantes es el hecho de que incorpora dos anexos: el primero
de ellos corresponde al listado de enfermedades profesionales propiamente dichas,
mientras que el segundo propone una lista complementaria de enfermedades cuyo
origen profesional se sospecha y cuya inclusión en el cuadro de enfermedades
profesionales podría contemplarse en el futuro.
Además, en el Real Decreto citado se establece el procedimiento que habrá de
seguirse para la notificación y el registro de las enfermedades profesionales que se
hayan diagnosticado.
Por último, respecto a la definición de enfermedades profesionales hemos de
hacer la misma aclaración que hicimos en su momento referente a los accidentes de
trabajo: aún cuando en el texto legal sigue manteniéndose la limitación de la figura en
relación con el trabajo ejecutado por cuenta ajena, la realidad es que en la actualidad los
trabajadores afiliados al régimen especial de los trabajadores autónomos (RETA)
pueden optar voluntariamente por asegurar, para su propia persona, las contingencias de
accidente de trabajo y enfermedades profesionales.

2.7.3. Concepto de accidente no laboral y de enfermedad común.

Finalmente, como ya adelantamos, el concepto de accidente no laboral y de


enfermedad común se establece por exclusión:
1. Se considerará accidente no laboral el que, conforme a lo establecido en la normativa
que ya hemos expuesto, no tenga el carácter de accidente de trabajo.
2. Se considerará que constituyen enfermedad común las alteraciones de la salud que no
tengan la condición de accidentes ni de enfermedades profesionales, conforme a las
definiciones que ya hemos analizado.

2.8. Cuando la incapacidad es previsiblemente definitiva: la incapacidad


permanente.

De acuerdo con su definición legal (recogida, igualmente, en la Ley General de


la Seguridad Social), la incapacidad permanente (IP), en su modalidad contributiva, es
“la situación del trabajador que, después de haber estado sometido al tratamiento
prescrito, presenta reducciones anatómicas o funcionales graves, susceptibles de
determinación objetiva y previsiblemente definitivas, que disminuyan o anulen su
capacidad laboral, sin que suponga obstáculo a tal calificación la posibilidad de
recuperación de la capacidad laboral del inválido, si dicha posibilidad se estima
médicamente como incierta o a largo plazo”.
En la actualidad, como hemos adelantado arriba, el reconocimiento de la
situación de IP y sus grados corresponde al Director Provincial del INSS, con el
asesoramiento preceptivo y no vinculante del EVI.
Cuando la situación de incapacidad temporal se extinga por el transcurso del
plazo máximo (incluida la prórroga) de dieciocho meses, o bien por haber recaído un
alta médica con propuesta de declaración de IP (propuesta que no se concretará en
calificación como IP hasta que se dicte resolución del Director Provincial del INSS en
dicho sentido), el INSS examinará necesariamente, en el plazo de tres meses, el estado
del incapacitado a efectos de su calificación en el grado de IP que corresponda.
Mientras tiene lugar dicha valoración, los efectos de la situación de IT se prorrogarán
hasta la mencionada resolución del Director Provincial del INSS sobre la calificación de
incapacidad permanente. Esto implica que el trabajador continuará percibiendo el
subsidio y que el contrato de trabajo continuará suspendido (lo cual, como se ha dicho,
tiene como consecuencia que el trabajador no estará obligado a reincorporarse a su
puesto de trabajo, ni el empresario a abonar el salario) hasta el momento en que se dicte
la resolución del Director Provincial del INSS referente a la capacidad laboral del
trabajador.

2.9. Extinción del derecho al subsidio de IT.

El derecho al subsidio se extinguirá por cualquiera de las causas siguientes:


1.- Por el transcurso del plazo máximo establecido para la situación de incapacidad
temporal de que se trate.
2.- Por ser dado de alta médica el trabajador, con o sin declaración de incapacidad
permanente.
3.- Por haber sido reconocido al beneficiario el derecho al percibo de la pensión de
jubilación.
4.- Por la incomparecencia injustificada a cualquiera de las convocatorias para los
exámenes y reconocimientos establecidos por los médicos adscritos al Instituto
Nacional de la Seguridad Social o a la Mutua Colaboradora con la Seguridad Social.
5.- Por fallecimiento.

2.10. Pérdida o suspensión del derecho al subsidio.

Aún persistiendo las circunstancias que dieron lugar al inicio del proceso de IT,
el derecho al subsidio por incapacidad temporal podrá ser denegado, anulado o
suspendido:
1.- Cuando el beneficiario haya actuado fraudulentamente para obtener o conservar
dicha prestación.
2.- Cuando el beneficiario trabaje por cuenta propia o ajena.
También podrá ser suspendido el derecho al subsidio cuando, sin causa
razonable, el beneficiario rechace o abandone el tratamiento que le fuere indicado.

2.11. El control de la IT.

Durante años, se delegaron todos los aspectos del control de la IT por


contingencias comunes en los Servicios Públicos de Salud. Generalmente, era el médico
de atención primaria quien certificaba el cumplimiento por parte del paciente de los
requisitos para acceder a la prestación mediante la expedición del parte de baja, avalaba
la persistencia de la situación de incapacidad mediante la expedición de los sucesivos
partes de confirmación y ponía fin a la prestación, cuando el paciente había recuperado
la capacidad funcional, mediante la expedición del parte de alta.
Respecto a las contingencias profesionales, todos los aspectos relacionados con
la gestión de la IT se delegaban en la entidad responsable del pago de la prestación
económica, aún cuando ello supusiera -como ocurría, y aún ocurre, cuando dicha
entidad es una Mutua Colaboradora con la Seguridad Social- que la asistencia sanitaria
orientada a la recuperación de la salud del trabajador fuese proporcionada por una
entidad diferente del Servicio Público de Salud (SPS): al fin y al cabo, la asistencia
sanitaria que proporcionan las Mutuas puede y debe entenderse como “asistencia
sanitaria de la Seguridad Social” en el sentido exigido por la Ley General de la
Seguridad Social para que un trabajador sea acreedor de la prestación por IT.
En la actualidad, la situación se ha vuelto bastante más compleja.
Veámoslo, comenzando por la descripción de los documentos necesarios para el
acceso del trabajador a la situación de IT, su permanencia en la misma, y la extinción
del proceso una vez resuelto.

Parte médico de baja.


La declaración de baja médica, derivada de contingencias comunes o
profesionales, se formulará en el correspondiente parte médico de baja de IT, que será
expedido inmediatamente después del reconocimiento del trabajador por:
a) El facultativo del SPS, cuando se trate de contingencias comunes y en las
contingencias profesionales cuya cobertura esté a cargo de la Entidad gestora (INSS o
Instituto Social de la Marina, ISM). Dicho parte médico origina la iniciación de
actuaciones conducentes a la declaración o denegación del derecho al subsidio.
El servicio público de salud o la mutua, en función de quien lo hubiera
expedido, remitirá el parte de baja al Instituto Nacional de la Seguridad Social, por vía
telemática, de manera inmediata y, en todo caso, en el primer día hábil siguiente al de su
expedición.
Dos copias del parte serán entregadas en formato papel por el facultativo al
trabajador, el cual conservará una copia para él mismo y remitirá la otra a la empresa en
el plazo de tres días desde su expedición (el diagnóstico de la situación que justifica el
proceso de incapacidad temporal figura en el parte destinado al propio trabajador, pero
no así en la copia que éste deberá remitir a la empresa).
La empresa tiene la obligación de transmitir al Instituto Nacional de la
Seguridad Social el parte de baja presentado a la misma por el trabajador, después de
cumplimentar los apartados a ella concernientes, por vía telemática (a través del sistema
RED), con carácter inmediato y, en todo caso, dentro del plazo máximo de tres días
hábiles a partir de su recepción. Dicha obligación corresponde a las empresas aun
cuando hayan asumido el pago, a su cargo, de la prestación económica de incapacidad
temporal, en régimen de colaboración voluntaria.
b) Los servicios médicos de la Entidad colaboradora (Mutua o empresa
colaboradora), cuando la causa de la baja médica sea debida a un AT o una EP y el
trabajador preste servicios en una empresa que haya concertado la protección de tales
contingencias con las mismas, o se trate de un trabajador por cuenta propia que,
asimismo, haya concertado con una Mutua la cobertura de la prestación económica de
IT por contingencias profesionales.
Partes médicos de confirmación de la baja.
Los partes médicos de confirmación de la baja, derivada de contingencias comunes o
profesionales, serán expedidos por:
a) El facultativo del SPS, cuando se trate de contingencias comunes y en las
contingencias profesionales cuya cobertura esté a cargo de la Entidad gestora (INSS o
ISM). Dichos partes se extenderán con periodicidad variable (el Real Decreto 625/2014
establece pautas diferentes dependiendo de la duración estimada del proceso), y nunca
más allá de transcurrido el plazo de 12 meses de duración de la IT.
b) Los servicios médicos de la Entidad colaboradora (Mutua o empresa colaboradora),
cuando la causa de la baja médica sea debida a un AT o una EP y el trabajador preste
servicios a una empresa que haya concertado la protección de tales contingencias con
las mismas, o se trate de un trabajador por cuenta propia que, asimismo, haya
concertado con una Mutua la cobertura de la prestación económica de IT por
contingencias profesionales.

Partes de alta durante los 365 primeros días de la IT:

Parte médico de alta:


Durante los 365 primeros días de la situación de IT, el parte médico de alta, en los
procesos derivados de contingencias comunes o profesionales, se extenderá por:
a) El facultativo del SPS, cuando se trate de contingencias comunes y en las
contingencias profesionales cuya cobertura esté a cargo de la Entidad gestora (INSS o
ISM). Dicho parte estará precedido de un reconocimiento médico del trabajador.
Dos copias del parte serán entregadas por el facultativo al trabajador, el cual
conservará una copia para él mismo y remitirá la otra a la empresa en el plazo de las 24
horas siguientes.
b) Los servicios médicos de la Entidad colaboradora (Mutua o empresa colaboradora),
cuando la causa de la baja médica derive de un AT o una EP y afecte a trabajadores de
empresas que hayan concertado la protección de tales contingencias con las mismas, o
se trate de un trabajador por cuenta propia que, asimismo, haya concertado con una
Mutua la cobertura de la prestación económica de IT por contingencias profesionales.
Frente a las altas médicas expedidas por las Mutuas y empresas colaboradoras en los
procesos de IT derivados de contingencias profesionales, con anterioridad al
agotamiento de los 365 días, el interesado podrá iniciar, ante la Entidad Gestora,
procedimiento especial de revisión de dicha alta.
c) La Inspección Médica de los Servicios Públicos de Salud. Además de poder expedir
el alta por los mismos motivos que los médicos asistenciales del Servicio Público de
Salud (por curación, por mejoría, por incomparecencia injustificada), los médicos
inspectores adscritos a los Departamentos de Sanidad u órganos equivalentes de las
Comunidades Autónomas disponen de la posibilidad de expedir el alta por propuesta de
incapacidad (cuando detectan que la situación incapacitante es previsiblemente
definitiva y, por tanto, susceptible de poner en marcha el proceso encaminado a la
valoración de la posible calificación del enfermo como incapacitado permanente por
parte del INSS) o la llamada alta por inspección, con la cual el médico inspector se
reserva el derecho de valorar la procedencia de expedir o autorizar una nueva baja por la
misma o similar patología durante los seis meses siguientes (no teniendo competencias,
por tanto, los médicos asistenciales para iniciar un nuevo proceso de IT por la misma
causa durante ese periodo temporal).
En cualquiera de los casos mencionados, el alta médica extingue la situación de
incapacidad temporal en la misma fecha de su expedición, por lo que el trabajador
queda obligado a incorporarse a su trabajo en el siguiente día laborable.

A partir de 1997 se han ido introduciendo paulatinamente una serie de medidas


normativas encaminadas a proporcionar competencias en el control de la prestación a
los facultativos del INSS (los inspectores médicos integrantes de las UMEVI) y a los
médicos de las Mutuas.
Entre 1997 y 1998 fueron publicadas una serie de normas que introdujeron en el sistema
dos nuevas herramientas de control de la prestación:
- Por una parte, se proporcionó a la entidad gestora (INSS) y a las Mutuas la posibilidad
de hacer propuestas de alta a través de la Inspección Médica del correspondiente SPS.
Para ello, se les reconoció el derecho a realizar reconocimientos médicos a los
beneficiarios de la prestación, imponiéndose, en correspondencia, a éstos la obligación
de acudir a las citas para los referidos reconocimientos médicos.
- En segundo lugar, se autorizó a los médicos del INSS a expedir el alta médica en el
proceso de IT a los exclusivos efectos de las prestaciones económicas de la Seguridad
Social, que determinaba la extinción de la prestación económica por IT y la
consiguiente obligación del trabajador de incorporarse a la empresa, sin perjuicio de que
el SPS continuase prestándole la asistencia sanitaria que aconsejara su estado. Sin
embargo, la efectividad del alta a los exclusivos efectos económicos quedaba
condicionada a la no oposición por parte de la Inspección Médica del SPS, la cual podía
manifestarse en dicho sentido en el plazo de los 5 días hábiles siguientes a su emisión,
dejándola completamente sin efectos (éste era el motivo por el cual la fecha de efectos
prevista para este alta siempre se demoraba hasta 5 días hábiles después de la fecha en
que había sido emitida, pues, de ese modo, si dicha oposición efectivamente tenía lugar
y el alta no entraba en vigor, la prestación no se habría visto interrumpida).
Como puede deducirse, tanto la propuesta de alta como el alta a los exclusivos efectos
económicos son dos intentos de atribuir competencias efectivas al INSS en el control de
esta prestación sin dejar por ello de respetar, ni limitar, las competencias que en este
ámbito eran propias de la Inspección Médica de las Comunidades Autónomas. La
efectividad de estas medidas, en la práctica, ha estado muy condicionada, durante los
más de diez años que han estado en vigor, por las relaciones institucionales entre el
INSS y el Departamento de Salud de cada Comunidad Autónoma, y, más
concretamente, por las relaciones personales de los representantes de una y otra
Administración en cada provincia. De hecho, los diversos agentes con competencia en
la gestión y control de la prestación de incapacidad temporal se han referido
habitualmente al alta a los exclusivos efectos económicos con el nombre de “intención
de alta”, haciendo suya la expresión que el propio INSS ha utilizado y difundido, debido
a que, aún tratándose de un alta (si bien con efectos limitados), su efectividad se veía
siempre condicionada a la no oposición expresa de otra institución diferente de la
institución que la expedía.
Ambas figuras, la propuesta de alta canalizada a través de la Inspección Médica del
SPS, y el alta a los exclusivos efectos económicos, han estado plenamente en vigor en el
esquema competencial vigente (si bien habían dejado de tener sentido para aquellos
procesos de IT que habían alcanzado su duración máxima de 12 meses, aún cuando
hubiesen sido prorrogados) hasta las novedades normativas introducidas en el año 2010,
que a continuación describiremos, las cuales han proporcionado más competencias al
INSS en detrimento de las competencias de los médicos (asistenciales e inspectores)
adscritos a las Comunidades Autónomas.

Aunque la introducción en el sistema de las medidas mencionadas se justificó en un


intento de dotar a la gestión de la IT de una mayor eficacia y transparencia, evitando los
riesgos de abusos y fraudes, es obvio que su aplicabilidad no quedaba restringida a los
mismos, sino que se buscaba además paliar el efecto de determinadas deficiencias
institucionales como la falta de tiempo disponible para que los profesionales de atención
primaria pudiesen realizar reconocimientos concienzudos a todos y cada uno de sus
pacientes en situación de IT, así como proporcionarles un apoyo que permitiera finalizar
la prestación minimizando las consecuencias indeseables de dicha actuación sobre la
buena relación médico-paciente cuyo mantenimiento es especialmente deseable en la
atención primaria de salud.
Las más recientes novedades normativas profundizan en ese traspaso de competencias
en el control de la IT, del médico del servicio público de salud a las entidades gestoras y
colaboradoras, hasta el punto de que la Ley 35/2010, de 17 de septiembre, de medidas
urgentes para la reforma del mercado de trabajo (la conocida como Ley de la reforma
laboral de 2010, publicada en el BOE número 227 de 18/9/2010), vino a modificar el
referido escenario de modo muy sustancial, con la introducción del siguiente párrafo,
que transcribimos de forma literal:
“Hasta el cumplimiento de la duración máxima de trescientos sesenta y cinco días de los
procesos de incapacidad temporal del Sistema de la Seguridad Social, el Instituto
Nacional de la Seguridad Social, y, en su caso, el Instituto Social de la Marina, a través
de los Inspectores Médicos adscritos a dichas entidades, ejercerán las mismas
competencias que la Inspección de Servicios Sanitarios de la Seguridad Social u órgano
equivalente del respectivo Servicio Público de Salud, para emitir un alta médica a todos
los efectos. Cuando el alta haya sido expedida por el Instituto Nacional de la Seguridad
Social o el Instituto Social de la Marina, éstos serán los únicos competentes, a través de
sus propios médicos, para emitir una nueva baja médica en la situación de incapacidad
temporal si aquélla se produce en un plazo de ciento ochenta días siguientes a la citada
alta médica por la misma o similar patología.”
De este modo culmina el traspaso de competencias descrito, llevando la situación a un
punto en que el INSS, que 10 años antes tenía competencias muy limitadas y siempre
supeditadas a la no oposición de la inspección médica de los Servicios Públicos de
Salud, se equipara ahora a aquélla durante los 12 primeros meses de la prestación (y,
además, como describiremos detalladamente en párrafos posteriores, será quien se haga
cargo de la misma, de forma exclusiva, a partir de esa fecha).
No obstante, la norma que introdujo esta última modificación sustancial terminaba
concretando que la Secretaría de Estado de la Seguridad Social, a propuesta del Instituto
Nacional de la Seguridad Social, y mediante resolución publicada en el Boletín Oficial
del Estado, sería quien determinara la fecha a partir de la cual se asumirían las funciones
comentadas; y esa resolución no se publicó hasta el mes de noviembre, por lo que, en
realidad, de forma efectiva esa parte de la norma entró en vigor el 26 de noviembre de
2010.
Así pues, en la actualidad los inspectores médicos del INSS (y del Instituto Social de la
Marina para los trabajadores afiliados al Régimen Especial de los Trabajadores del Mar)
pueden, en cualquier momento durante los 12 primeros meses de la prestación, expedir
un alta médica (que, en esta ocasión, se trata ya de un alta médica a todos los efectos,
con las consecuencias de interrupción del subsidio económico y de reanudación de la
obligación de incorporarse al trabajo por parte del trabajador desde el día siguiente a la
expedición), teniendo ese alta también la consecuencia de que sólo el INSS o el ISM
serán los competentes, a través de sus propios médicos, para emitir una nueva baja
médica en la situación de incapacidad temporal si aquélla se produce en un plazo de
ciento ochenta días siguientes a la citada alta médica por la misma o similar patología.
Otra de las modificaciones normativas introducidas en la última década ha
supuesto la recuperación de una figura que en años anteriores había sido desterrada de
nuestro sistema de Seguridad Social: la llamada demora de calificación, procedente en
los casos en que, una vez agotado el plazo máximo de 18 meses de IT, pero
continuando, no obstante, la necesidad de tratamiento médico por la expectativa de
recuperación o la mejora del estado del trabajador, con vistas a su reincorporación
laboral, la situación clínica del interesado hiciera aconsejable retrasar la calificación de
una eventual incapacidad permanente; en tales casos, dicha calificación podrá retrasarse
por el período preciso, que en ningún caso podrá rebasar los 24 meses siguientes a la
fecha en que se haya iniciado la IT.
En su redacción actual, la Ley General de la Seguridad Social establece que, una
vez agotado el plazo de duración de doce meses previsto como máximo para la situación
de IT, el INSS, a través de los órganos competentes para evaluar, calificar y revisar la
incapacidad permanente del trabajador, será el único competente para reconocer la
situación de prórroga expresa con un límite de seis meses más, o bien para determinar la
iniciación de un expediente de incapacidad permanente, o bien para emitir el alta
médica, a los efectos previstos en los párrafos siguientes.
Ello implica que los EVI adscritos al INSS deberán valorar, de forma individual,
todos y cada uno de los procesos de IT que alcancen el plazo máximo de un año, y
deberán emitir propuesta de resolución al Director Provincial de la entidad. Para ello,
las UMEVI deberán citar a los pacientes en dicha situación a reconocimiento médico en
fecha próxima al agotamiento de 12 meses. Simultáneamente, el SPS (es decir, los
médicos asistenciales y los médicos inspectores del SPS) deja de tener competencias en
el control de la prestación una vez alcanzado el duodécimo mes desde la baja, sin
perjuicio de que continúe siendo responsable de la asistencia sanitaria necesaria.
La resolución del Director Provincial del INSS derivada del reconocimiento
médico y consiguiente dictamen del EVI podrá orientarse en uno de los tres sentidos
referidos: prórroga expresa de la situación de IT, con un límite de seis meses más; o
iniciación de un expediente de incapacidad permanente; o emisión del alta médica.
Veámoslas:
1) Prórroga expresa de la situación de IT, con un límite de seis meses más.
Lógicamente, la prórroga de la situación de IT procederá cuando, llegada esa
fecha, se constate que continúan presentes los requisitos determinantes de la situación
de IT sin que la situación pueda calificarse como IP.
En el caso de que la situación de IT se vea prorrogada, el paciente no necesitará,
durante el tiempo que dure la prórroga, ningún parte de confirmación más. Sin perjuicio
de que el perceptor de la prestación continúe vinculado con el SPS para recibir la
asistencia sanitaria que su estado haga necesaria, el médico de atención primaria deja de
estar obligado a emitir los partes de confirmación consecutivos con periodicidad
semanal: el control de la situación de IT del paciente, con la posibilidad, en cada
reconocimiento sucesivo, de prolongar la prórroga, emitir el alta o abrir un expediente
de IP, pasa a ser competencia exclusiva del INSS.
Como consecuencia de lo anterior, los SPS han incorporado una nueva variedad
entre los motivos que justifican la emisión del alta por parte del médico asistencial: en
este caso, se trata del “Alta por Agotamiento de 12 meses”, que no implica la
incorporación del paciente a su trabajo, sino simplemente la sumisión del proceso a
control por parte del INSS (por eso, también puede identificarse como “Alta por Pase a
Control por INSS”, que es precisamente el nombre con que aparece en los partes de alta
de algunos servicios públicos de salud, como el andaluz). Los pacientes que alcancen un
año en situación de IT recibirán por parte del SPS este Alta por agotamiento de plazo de
12 meses (o por “pase a control por INSS”), lo cual permite al médico cerrar el proceso
de IT en el aplicativo informático con que trabaje en su consulta.
La resolución que reconoce inicialmente la prórroga a partir de agotados los 12
meses de la prestación, establecerá también el plazo a partir del cual el paciente podrá
ser llamado a nuevo reconocimiento médico por parte de la UMEVI. Cualquier decisión
derivada de ese reconocimiento que no sea la prolongación de la prórroga ya iniciada,
requerirá un nuevo dictamen del EVI y una nueva resolución del Director Provincial.
Otra consecuencia importante de la prórroga para el perceptor de la prestación es
el hecho de que, en los casos de pacientes pertenecientes al Régimen General de la
Seguridad Social que estén en situación de alta, puede suponer un cambio en la entidad
responsable inmediata del pago del subsidio.
En el caso de la prestación por IT (entre otras), de acuerdo con las normas que
establecen la colaboración obligatoria de las empresas con la Seguridad Social, éstas se
harán cargo del pago del subsidio a sus trabajadores, por delegación,
independientemente de que la entidad responsable final del mismo sea la entidad gestora
-INSS o Instituto Social de la Marina (ISM)- o, en su caso, una Mutua. En tales casos,
se habla de prestación en pago delegado, mientras que, por el contrario, cuando es la
Entidad gestora o la Mutua la responsable directa e inmediata de abonar el subsidio, se
habla de pago directo.
El pago delegado tiene la ventaja para el trabajador de que no detectará cambios
importantes en la periodicidad o entidad pagadora del subsidio, percibiéndose entonces
esta renta sustitutiva del salario de un modo en todo comparable a la forma en que
habitualmente se percibe el propio salario.
Durante la situación de prórroga de IT (mes 12 al 18), la prestación económica
se abonará en régimen de pago directo por la entidad gestora o colaboradora (Mutua)
responsable: el inicio del pago directo se efectuará a partir del primer día del mes
siguiente a la fecha de la resolución del Director Provincial en que se haya reconocido
la prórroga expresa de la IT (como excepción a lo anterior, el trabajador percibiendo la
prestación contributiva de desempleo continuará percibiéndola en régimen de pago
delegado, a cargo del Servicio Público de Empleo).
Si durante los doce primeros meses de la prestación el trabajador ha percibido el
subsidio en régimen de pago delegado a través de la empresa, el reconocimiento de la
prórroga implica el paso a pago directo a cargo de la entidad gestora (INSS o ISM) o
colaboradora (Mutua), una vez que el trabajador lo haya solicitado de forma expresa
siguiendo las instrucciones que se le proporcionan conjuntamente con la resolución que
reconoce la prórroga. Ello implica que, a partir de este determinado momento, el
empresario deja de estar obligado a hacerse cargo del pago de la prestación por
delegación, y también a abonar lo que antes hemos llamado mejoras voluntarias de la
prestación, por lo que el trabajador deja de percibirlas. Le corresponderá, entonces,
percibir el 75% de la base reguladora; en aquellos casos (no excepcionales) en que las
mejoras voluntarias del empresario habían estado aumentando esa cuantía hasta el 100%
de la base reguladora durante los 12 primeros meses, el trabajador notará una
disminución del 25% en la cantidad percibida a partir del mes decimotercero (incluido)
en adelante.
Durante la prórroga de IT (desde el mes 12º al 18º) subsiste la obligación de
cotizar a la Seguridad Social (la empresa ingresa la cuota patronal y la entidad
responsable del pago del subsidio descuenta del mismo e ingresa la cuota obrera).
2) Iniciación de un expediente de IP.
Cuando, llegado el momento de la valoración, el trabajador presente lesiones
invalidantes definitivas y objetivables, se iniciará un expediente de IP. Durante la
tramitación del expediente de IP, el trabajador continuará percibiendo, en prórroga de
efectos, la prestación económica por IT hasta la fecha de su resolución, iniciándose a
partir de este momento los efectos de la pensión.
La prestación económica en prórroga de efectos, se efectuará en régimen de
pago directo por la entidad gestora o colaboradora responsable.
El hecho de que la resolución del Director Provincial del INSS comunique el
inicio de un expediente de IP no debe interpretarse como que el trabajador tiene derecho
a una prestación por IP permanente, sino que, por el contrario, la apertura del
mencionado expediente supone sencillamente que se pone en marcha el procedimiento
destinado a que la situación del trabajador sea valorada a esos efectos por los órganos
encargados del reconocimiento y revisión de la IP. Incluso reuniendo criterios médicos
para ser calificado de IP, el expediente puede concluirse con resolución denegatoria por
circunstancias diferentes de las puramente médicas (como podría ser una falta de
periodo de cotización a la Seguridad Social en los casos en que la contingencia
determinante sea la de enfermedad común y el paciente no haya reunido el periodo
necesario para generar el derecho, pues, al igual que en el caso de la incapacidad
temporal, la incapacidad permanente derivada de enfermedad común tiene unas
exigencias de carencia que, en este caso, dependen de la edad del trabajador).
3) Emisión del alta médica.
El alta médica emitida por el INSS mediante resolución del Director Provincial
surtirá plenos efectos y extinguirá la prestación de IT.
Este alta médica es, obviamente, diferente de la ya mencionada figura del alta a
los exclusivos efectos económicos (ya en desuso), que podía ser utilizada por el
inspector médico de la UMEVI en cualquiera de los doce primeros meses de la
prestación. A diferencia de ésta, el alta médica emitida por el INSS mediante resolución
del Director Provincial tras el agotamiento del plazo de 12 meses no tiene efectos
exclusivamente económicos, sino que debe entenderse de efectividad plena (no existe
aquí, pues, la posibilidad teórica de que el SPS pueda seguir justificando la ausencia al
trabajo mediante la sucesiva expedición de partes de confirmación, aún cuando la
prestación económica se hubiera suspendido), y su entrada en vigor no está
condicionada a la no oposición por parte de la Inspección Médica del mismo.
Se ha instituido, no obstante, un procedimiento por el cual el interesado puede
dejar constancia de su disconformidad frente al alta emitida, dando lugar a la
implicación en el proceso de la Inspección Médica del SPS.
En los casos de alta médica, pues, frente a la resolución recaída podrá el
interesado, en el plazo máximo de 4 días naturales, manifestar su disconformidad ante la
Inspección Médica del SPS, la cual, si discrepara del criterio de la entidad gestora,
tendrá la facultad de proponer, en el plazo máximo de 7 días naturales, la
reconsideración de la decisión de aquélla, especificando las razones y fundamento de su
discrepancia.
Si la inspección médica se pronunciara confirmando la decisión de la entidad
gestora o si no se produjera pronunciamiento alguno en el plazo de los 11 días naturales
siguientes a la fecha de la resolución, adquirirá plenos efectos el alta médica
mencionada. Durante el período de tiempo transcurrido entre la fecha del alta médica y
aquella en la que la misma adquiera plenos efectos se considerará prorrogada la
situación de IT.
Si, en el aludido plazo máximo, la inspección médica hubiera manifestado su
discrepancia con la resolución de la entidad gestora, ésta se pronunciará expresamente
en el transcurso de los 7 días naturales siguientes, notificando la correspondiente
resolución al interesado, que será también comunicada a la inspección médica. Si la
entidad gestora, en función de la propuesta formulada, reconsiderara el alta médica, se
reconocerá al interesado la prórroga de su situación de IT a todos los efectos. Si, por el
contrario, la entidad gestora se reafirmara en su decisión, para lo cual aportará las
pruebas complementarias que fundamenten aquélla, sólo se prorrogará la situación de IT
hasta la fecha de la última resolución.
No obstante, este procedimiento de reclamación no tiene cabida cuando el alta
médica hubiese recaído como consecuencia de cualquiera de las revisiones médicas
realizadas entre los meses 12 a 18 de la prestación, en aquellos casos en los que ya
hubiese existido una resolución previa del Director Provincial reconociendo la prórroga
expresa de la IT, pues en tales casos, la Inspección Médica del SPS carece ya, por
completo, de competencias en el control de la prestación (las cuales, como
especificábamos previamente, no se prolongan más allá del mes 12º). Por tanto, en tales
casos, un alta médica emitida por el Director Provincial del INSS como consecuencia de
una propuesta realizada por el EVI en las circunstancias referidas, tendrá plenos efectos
desde la fecha de la resolución, sin que una manifestación de disconformidad del
interesado pueda tener un valor diferente al de una reclamación previa frente al alta
emitida.
Por otra parte, en el esquema competencial actual, la Ley establece que el INSS
será el único competente para emitir una nueva baja médica en la situación de
incapacidad temporal cuando aquélla se produzca por la misma o similar patología en
un plazo de seis meses inmediatamente posterior a la antes citada alta médica.
Si el paciente presenta, por tanto, durante los seis meses siguientes al alta
emitida por resolución del Director Provincial del INSS (en cualquier momento desde
que se alcanzó el mes 12 hasta que se cumpla el plazo máximo de la prórroga), otra
patología diferente a la que justificó el periodo de IT previo, el SPS, en uso de sus
competencias, podrá emitir una nueva baja, la cual, por entenderse que inicia un nuevo
proceso de IT distinto e independiente del anterior, será plenamente válida.
Por el contrario, si la circunstancia incapacitante constatada durante esos seis
meses siguientes al alta emitida por resolución del Director Provincial del INSS es por
la misma o similar patología que la que justificó el periodo de IT previo, el único
competente para emitir una nueva baja médica será el INSS. En cuyo caso, cualquier
baja médica emitida por el SPS, cuando concurran las circunstancias descritas, carecerá
de validez.
Como consecuencia de lo anterior, el INSS citará a reconocimiento médico en
las UMEVI a todos los pacientes a quienes, encontrándose en la situación referida (esto
es, a quienes se les ha emitido un alta médica, por resolución del Director Provincial,
entre el mes 12 y el 18 de la prestación), el SPS haya expedido una nueva baja, para
determinar si la expedición de dicha baja entra dentro de sus competencias (es decir, si
se trata de la misma o similar patología que la que justificó el periodo previo de IT), y,
en tal caso, si, a criterio del EVI, dicha baja resulta efectivamente procedente por ser la
situación clínica del paciente incompatible con las exigencias de su actividad laboral.
Igualmente, el INSS ha habilitado el procedimiento para que aquellos pacientes a
quienes el SPS no ha expedido nueva baja, por entender que es competencia del INSS,
puedan solicitarla ante la entidad gestora.
Es muy importante para el médico asistencial del servicio público de salud
conocer este hecho para actuar en consecuencia, pues las repercusiones para el paciente
perceptor de una prestación de IT que ha sido iniciada de buena fe por su médico de
atención primaria pueden ser muy nocivas si posteriormente se descubre que la baja que
dio inicio a dicha prestación carecía de validez.
En resumen, el esquema de lo dicho queda así:
Desde su inicio hasta el cumplimiento del día 365, la competencia en materia de
control de la situación de incapacidad temporal (IT) corresponde a las siguientes
entidades:
- Servicio Público de Salud (SPS), para emitir partes de baja, confirmación y alta.
- Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), para emitir altas por inspección y
bajas cuando el paciente necesita una nueva IT por la misma patología en los seis meses
siguientes a la emisión de un alta por esta institución. También pueden iniciar el
expediente de incapacidad permanente (IP) cuando se detecta que las limitaciones del
trabajador son previsiblemente definitivas. Respecto a las propuestas de alta y altas a los
exclusivos efectos económicos, no han sido expresamente derogadas, aunque existe una
Resolución de la Secretaría de Estado de la Seguridad Social (de 15 de noviembre de
2010) que establece que su empleo “no procede”.
- Mutuas Colaboradoras con la Seguridad Social, para emitir partes de baja,
confirmación y alta por AT y EP y propuestas de alta por contingencias comunes.
- Empresas colaboradoras, para emitir partes de baja, confirmación y alta respecto de los
trabajadores a su servicio, siempre que tengan asumidas las competencias en la
gestión de la asistencia sanitaria y de la IT derivadas de accidente de trabajo y
enfermedad profesional.
Agotado el plazo de los 365 días, el INSS o el ISM serán los únicos
competentes, en sus respectivos ámbitos, para:
- Reconocer la situación de prórroga expresa.
- Determinar la iniciación de expediente de IP.
- Emitir el alta médica.
- Emitir nueva baja médica cuando se produzca en el plazo de 180 días posteriores al
alta médica por la misma o similar patología.

Como consecuencia de todo lo anterior, podemos concluir que, tras la entrada en vigor
de los cambios normativos analizados, el médico inspector del INSS ha visto
sustancialmente ampliadas sus competencias en el control de la IT. Durante los
primeros 12 meses, ya puede emitir altas por inspección con la misma validez que la de
la inspección médica de los servicios públicos de salud, y, superado el duodécimo mes,
el INSS asume en exclusiva las competencias en el control de la prestación, quedando el
médico del SPS liberado incluso de la obligación de emitir partes periódicos de
confirmación. No obstante, el paciente queda vinculado al SPS para seguir recibiendo la
asistencia sanitaria precisa para la recuperación de la salud, asistencia que sigue siendo
parte consustancial de esta prestación. Durante este periodo, además, el médico de
atención primaria conserva, como no podía ser de otra forma, sus funciones de
asesoramiento y orientación al paciente en sus relaciones con los demás agentes
implicados en el control de la IT (INSS, Inspección Médica del SPS, Mutuas, ...), y su
conocimiento de las circunstancias clínicas del paciente puede resultar decisivo,
comunicadas éstas por los cauces oportunos, para orientar la decisión de aquéllos.
3. Incapacidad permanente.

3.1. Concepto de Incapacidad Permanente

Retomemos, para su análisis, la definición de incapacidad permanente (IP), en


su modalidad contributiva, tal como viene recogida en la LGSS: “es la situación del
trabajador que, después de haber estado sometido al tratamiento prescrito, presenta
reducciones anatómicas o funcionales graves, susceptibles de determinación objetiva y
previsiblemente definitivas, que disminuyan o anulen su capacidad laboral, sin que
suponga obstáculo a tal calificación la posibilidad de recuperación de la capacidad
laboral del inválido, si dicha posibilidad se estima médicamente como incierta o a largo
plazo”.
Enumeremos, como hicimos en el caso de la IT, las características de esta prestación
que pueden deducirse a partir de la anterior definición:
1) En primer lugar, se deja claro que el beneficiario es un trabajador (o, en su caso,
trabajadora): es decir, se trata de una prestación contributiva (al igual que la IT),
destinada a proteger a personas que han tenido capacidad para el trabajo y la han
perdido. Ello no quiere decir que el beneficiario de la prestación necesariamente haya de
estar trabajando en la fecha del hecho causante (es decir, en la fecha en que sobrevenga
la incapacidad permanente), pues habitualmente se accede a la condición de
incapacitado permanente tras un periodo más o menos largo de IT durante el cual las
lesiones van evolucionando hacia la curación o la estabilidad (de hecho, la IP habrá de
derivarse de la situación de incapacidad temporal, salvo que afecte a quienes carezcan
de protección en cuanto a dicha IT), o incluso, en determinados casos, se puede acceder
a la IP desde la situación de no alta.
2) La calificación como incapacitado permanente puede proceder después de haber
estado sometido al tratamiento prescrito y de haber sido dado de alta médicamente. Ello
quiere decir que durante el periodo en que el enfermo o accidentado está sometido a
tratamiento de cualquier índole con expectativas razonables de recuperar la capacidad
funcional no se cumplen los criterios que la Ley establece para acceder a la calificación
de incapacitado permanente, pudiendo protegerse la situación de incapacidad, si reúne
los requisitos necesarios para ello, mediante la prestación de IT.
3) Habrá de presentar reducciones anatómicas o funcionales graves: lo suficientemente
graves, en cualquier caso, como para determinar una disminución o (en el peor de los
casos) anulación de su capacidad laboral. De este enunciado puede deducirse ya que
cabe establecer una gradación de la incapacidad permanente: no tendrán la misma
consideración (a efectos protectores, que es lo que nos ocupa) aquellas situaciones que
determinen una disminución parcial o total de la capacidad para realizar las funciones
de la profesión que habitualmente se ejerce, pero conservando una capacidad funcional
residual que permita dedicarse a otras actividades productivas, que aquellas situaciones
en que la pérdida de capacidad funcional sea tal que no exista posibilidad razonable de
que el asegurado pueda desempeñar actividad productiva alguna de forma regular con
mínimas garantías de eficacia y seguridad. Esta circunstancia es la que determina la
existencia de los llamados grados de la incapacidad permanente, en cuya consideración
entraremos más adelante.
Por otra parte, debe especificarse también que las reducciones anatómicas mencionadas
son relevantes a estos efectos cuando condicionan una merma funcional que repercute
en la capacidad laboral. Si, por el contrario, no tienen repercusión alguna en la
capacidad funcional del trabajador, no determinan, por sí solas, la calificación como
incapacitado permanente; pudiendo, no obstante (en algunos casos que ya
especificaremos), convertir al enfermo o accidentado en beneficiario de otra prestación
diferente: la que deriva de las llamadas lesiones permanentes no invalidantes.
4) El hecho de que tales reducciones anatómicas o funcionales hayan de ser susceptibles
de determinación objetiva es un requisito que busca garantizar la equidad: abrir la
puerta a interpretaciones subjetivas haría imposible valorar con el rigor necesario para
evitar desigualdades indeseables.
5) El carácter previsiblemente definitivo no precisa ulterior explicación, pues es,
precisamente, lo que diferencia a esta prestación de la prestación por IT. No obstante, la
norma establece que, cumplidos todos los requisitos referidos, la posibilidad de
recuperación de la capacidad laboral del inválido, si se estima médicamente como
incierta o a largo plazo, no debe suponer obstáculo a la calificación como incapacitado
permanente, lo cual supone un reconocimiento al inevitable grado de incertidumbre que
debe asumirse en gran parte de las decisiones que se adoptan en Medicina.
Por otra parte, las reducciones anatómicas o funcionales existentes en la fecha de
afiliación del interesado en la Seguridad Social, no impedirán la calificación de la
situación de IP, cuando se trate de personas discapacitadas y, con posterioridad a la
afiliación, tales reducciones se hayan agravado provocando, por sí mismas o por
concurrencia con nuevas lesiones o patologías, una disminución o anulación de la
capacidad laboral que tenía el interesado en el momento de su afiliación.

3.2. Grados de incapacidad permanente.

Es importante estar familiarizado con la terminología con que se designan los


distintos grados de incapacidad permanente. Así pues, cualquiera que sea su causa
determinante, la incapacidad permanente puede clasificarse con arreglo a siguientes
grados:
a.- Incapacidad permanente parcial para la profesión habitual.
Se entenderá por incapacidad permanente parcial para la profesión habitual la que, sin
alcanzar el grado de total, ocasione al trabajador una disminución no inferior al 33 % en
su rendimiento normal para dicha profesión, sin impedirle la realización de las tareas
fundamentales de la misma.
b.- Incapacidad permanente total para la profesión habitual.
Se entenderá por incapacidad permanente total para la profesión habitual la que
inhabilite al trabajador para la realización de todas o de las fundamentales tareas de
dicha profesión, siempre que pueda dedicarse a otra distinta.
c.- Incapacidad permanente absoluta para todo trabajo.
Se entenderá por incapacidad permanente absoluta para todo trabajo la que inhabilite
por completo al trabajador para toda profesión u oficio.
d.- Gran invalidez.
Se entenderá por gran invalidez la situación del trabajador afecto de incapacidad
permanente y que, por consecuencia de pérdidas anatómicas o funcionales, necesite la
asistencia de otra persona para los actos más esenciales de la vida, tales como vestirse,
desplazarse, comer o análogos.

3.3. Contenido de la acción protectora.


Cada uno de estos grados en que se clasifica la incapacidad permanente dará
derecho, en su caso, a la correspondiente prestación económica por incapacidad
permanente:
a.- En el caso de la incapacidad permanente parcial para la profesión habitual, la
prestación consiste en una indemnización a tanto alzado, que se abona en un pago único,
equivalente a 24 mensualidades de la base reguladora que sirvió para el cálculo del
subsidio de la prestación por IT de la que se deriva la IP (o, en los supuestos en que no
existiera incapacidad temporal previa, por carecer de tal protección el beneficiario, la
base reguladora que hubiera correspondido por incapacidad temporal, si hubiese tenido
derecho a dicha prestación). Su percepción es compatible con el desarrollo de cualquier
actividad laboral, tanto por cuenta ajena como por cuenta propia, incluyendo el trabajo
que se viniera desarrollando previamente.
b.- En la incapacidad permanente total para la profesión habitual, la prestación
económica consiste en una pensión vitalicia mensual (que puede ser sustituida
excepcionalmente por una indemnización a tanto alzado, cuando el beneficiario sea
menor de 60 años). Su cuantía se obtiene de se obtiene de aplicar un porcentaje a la base
reguladora que corresponda: con carácter general, dicho porcentaje equivale al 55% de
dicha base reguladora, y su percepción es compatible con la realización por parte del
pensionista de cualquier trabajo que su capacidad funcional le permita, en la misma
empresa o en otra distinta, si bien el pensionista debe comunicar a la Entidad gestora
dicha circunstancia.
El mencionado porcentaje del 55% podrá incrementarse en un 20% más para los
mayores de 55 años cuando, por su falta de preparación general o especializada y
circunstancias sociales y laborales del lugar de residencia, se presuma la dificultad de
obtener empleo en actividad distinta de la habitual.
c) En el caso de la incapacidad permanente absoluta para todo tipo de trabajo, la
prestación económica consiste en una pensión vitalicia mensual equivalente al 100% de
la base reguladora. Aunque su reconocimiento implica la constatación de la
inhabilitación del trabajador para toda profesión u oficio, su percepción no impedirá el
ejercicio de aquellas actividades, sean o no lucrativas, compatibles con el estado del
inválido y que no representen un cambio en su capacidad de trabajo.
Si bien la afirmación anterior podría parecer una incongruencia, es un hecho que existen
actividades productivas que, de forma excepcional, pueden ser realizadas por personas a
quienes razonablemente no podría exigirse que desempeñen actividades productivas
regladas con un mínimo de eficacia y/o seguridad; en ocasiones, por razón del tipo de
actividad (como la venta de cupones por personas invidentes), y, en otras ocasiones, por
la especial preparación o características del sujeto (como la impartición de conferencias
científicas por parte de una persona parapléjica).
d) Respecto a la gran invalidez, la cuantía de la pensión estará compuesta por el importe
de la pensión que corresponda por incapacidad permanente incrementada con un
complemento destinado a remunerar a la persona que atienda al beneficiario. Dicho
complemento adicional, con carácter general, se calcula del modo siguiente: será el
resultado de sumar el 45% de la base mínima de cotización vigente en el Régimen
General en el momento del hecho causante, cualquiera que sea el régimen en el que se
reconozca la pensión, y el 30% de la última base de cotización del trabajador
correspondiente a la contingencia de la que derive la situación de incapacidad
permanente. En ningún caso este complemento podrá tener un importe inferior al 45%
de la pensión percibida (sin el complemento) por el trabajador.
En caso de enfermedad profesional o accidente de trabajo, las cuantías referidas (con
exclusión del complemento destinado a remunerar a la persona que atienda al
beneficiario en casos de gran invalidez) se aumentarán de un 30% a un 50% (según la
gravedad de la falta) cuando la lesión se produzca por no haberse observado las
necesarias medidas de seguridad e higiene en el trabajo. Tal incremento recae
directamente sobre el empresario infractor, y no es asegurable.

3.4. Revisiones de grado.

A pesar del adjetivo “permanente” que se incluye en el nombre de esta


prestación, no es descartable que, en ocasiones, el trabajador a quien se ha reconocido la
condición de incapacitado permanente en cualquiera de sus grados pueda experimentar
una mejoría o un agravamiento de tal magnitud que ello implique un cambio en el grado
de incapacidad permanente inicialmente reconocido. Puede ocurrir, además, que una
vez reconocida la incapacidad permanente se constate la existencia de un error de
diagnóstico que pueda hacer reconsiderar la decisión. Por ello, la situación de IP puede
revisarse, y en caso de constatarse cualquiera de las circunstancias descritas, puede estar
justificado un cambio en el grado de la incapacidad (con el consiguiente cambio en la
prestación económica que le correspondería) o, incluso, puede constatarse que la
capacidad funcional se ha recuperado del todo, en cuyo caso dejaría de tener derecho a
la protección de la que hasta tal fecha era beneficiario.
Por ello, toda resolución, inicial o de revisión, por la que se reconozca el derecho
a las prestaciones de incapacidad permanente, en cualquiera de sus grados, o se
confirme el grado reconocido previamente, hará constar necesariamente el plazo a partir
del cual se podrá instar la revisión por agravación o mejoría del estado invalidante
profesional, en tanto que el incapacitado no haya cumplido la edad mínima para acceder
al derecho a la pensión de jubilación. Este plazo será vinculante para todos los sujetos
que puedan promover la revisión.
No obstante lo anterior, si el pensionista por incapacidad permanente estuviera
ejerciendo cualquier trabajo, por cuenta ajena o propia, el Instituto Nacional de la
Seguridad Social podrá, de oficio o a instancia del propio interesado, promover la
revisión, con independencia de que haya o no transcurrido el plazo señalado en la
resolución. Las revisiones fundadas en error de diagnóstico podrán llevarse a cabo en
cualquier momento, en tanto el interesado no haya cumplido la edad mínima para
acceder al derecho a la pensión de jubilación.
Las pensiones de incapacidad permanente, cuando sus beneficiarios cumplan la edad de
sesenta y cinco años, pasarán a denominarse pensiones de jubilación.
4.- Lesiones permanentes no invalidantes.

4.1. Cuando las lesiones definitivas no suponen incapacidad: concepto de lesiones


permanentes no invalidantes.

En algunas ocasiones, puede ocurrir que el paciente presente secuelas definitivas


que, sin embargo, no condicionan incapacidad. Se trata de alteraciones morfológicas
que suponen una merma de la integridad corporal y que incluso pueden tener
repercusión funcional, pero que, en cualquier caso, esa posible repercusión funcional, si
es que existe, no condiciona la calificación del trabajador como incapacitado
permanente en ninguno de sus grados. Son las llamadas lesiones permanentes no
invalidantes, y, sólo en los casos en que tengan su causa en una contingencia
profesional, se indemnizan mediante una cantidad a tanto alzado, que el paciente recibe
por una sola vez, de acuerdo con un baremo establecido al efecto. Las lesiones
permanentes no invalidantes son compatibles con el regreso del trabajador a su mismo
puesto de trabajo, pues por definición no implican una merma de su capacidad funcional
de tal intensidad que la situación clínica resultante inhabilite para el desempeño de los
requerimientos del mismo.
El carácter indemnizatorio de esta prestación está recogido de forma expresa en
el texto de la Ley General de la Seguridad Social, y resulta congruente con el hecho de
que únicamente proceda su abono cuando el origen de las lesiones, mutilaciones y
deformidades de carácter definitivo que constituyen su hecho causante está en
accidentes de trabajo o enfermedades profesionales.

4.2. Cuantía de la indemnización: el baremo de lesiones permanentes no


invalidantes.

En la actualidad, el baremo que resulta de aplicación está recogido en la Orden


ESS/66/2013, de 28 de enero, por la que se actualizan las cantidades a tanto alzado de
las indemnizaciones por lesiones, mutilaciones y deformidades de carácter definitivo y
no invalidantes:

Cuantías de las indemnizaciones por baremo de las lesiones, mutilaciones y


deformidades de carácter definitivo y no invalidantes causadas por accidentes de
trabajo y enfermedades profesionales de la Seguridad Social

Cuantía
(euros)
I. Cabeza y cara
990 a
1. Pérdida de sustancia ósea en la pared craneal, claramente apreciable por exploración
2.240
clínica
2. Disminución de la agudeza visual de un ojo en menos del 50 por 100, siempre que
1.140
con corrección no alcance las siete décimas .
3. Disminución de la agudeza visual de un ojo en más del 50 por 100 1.920
4. Disminución de la agudeza visual en ambos ojos en menos del 50 por 100, siempre
2.420
que con corrección no alcance en ambos ojos las siete décimas
720 a
5. Alteraciones de la voz y trastornos del lenguaje, conservándose voz social
2.420
Nota. La agudeza visual se especificará siempre con arreglo a la escala de Wecker, con
y sin corrección óptica
1º. Organos de la audición:
6. Pérdida de una oreja 1.810
7 . Pérdida de las dos orejas 3.830
8. Hipoacusia que no afecta la zona conversacional en un oído, siendo normal la del
1.210
otro
9. Hipoacusia en ambos oídos que no afecta la zona conversacional en ninguno de ellos 1.800
10. Hipoacusia que afecta la zona conversacional en un oído, siendo normal la del otro 2.420
11. Hipoacusia que afecta la zona conversacional en ambos oídos 3.580
2º. Organos del olfato:
12. Pérdida de la nariz 7.940
13. Deformación o perforación del tabique nasal 1.210
14. Pérdida del sentido del olfato 1.210
3º. Deformaciones del rostro y en la cabeza, no incluidas en los epígrafes anteriores:
15. Deformaciones en el rostro y en la cabeza que determinen una alteración 1.280 a
importante de su aspecto. 2.560
16. Deformaciones en el rostro que afecten gravemente a la estética facial o impidan 1.920 a
alguna de las funciones de los órganos externos de la cara . 7.940

II. Aparato genital

17. Pérdida anatómica o funcional de testículos:


Uno 2.840
Dos 6.380
18. Pérdida parcial del pene, teniendo en cuenta la medida en que afecte a la capacidad 2.420 a
«coeundi» y a la micción 4.820
19. Pérdida total del pene 6.810
20. Pérdida anatómica o funcional de los ovarios:
Uno 2.840
Dos 6.380
1.570 a
21. Deformaciones de los órganos genitales externos de la mujer
6.380

III. Glándulas y vísceras

22. Pérdida de mama de la mujer:


Una 2.560
Dos 5.460
23. Pérdida de otras glándulas:
a) Salivares 2.420
b) Tiroides 2.560
c) Paratiroides 2.560
d) Pancreática: 4.540
24. Pérdida del bazo 2.420
25. Pérdida de un riñón 4.260

Cuantia Cuantía
(euros) (euros)
Derecho Izquierdo
IV. Miembros superiores

1º. Pérdida de los dedos de la mano:

A) Pulgar:
26. Pérdida de la segunda falange (distal) 2.240 1.810
B) Indice:
27. Pérdida de la tercera falange (distal) 1.140 920
28. Pérdida de la segunda y tercera falanges (media y distal) 1.810 1.320
29. Pérdida completa 2.420 1.810
30. Pérdida del metacarpiano 960 920
C) Medio:
32. Pérdida de la tercera falange (distal) 1.210 920
33. Pérdida de la segunda y tercera falanges (media y distal) 1.920 1.350
34. Pérdida completa 2.420 1.810
35. Pérdida del metacarpiano 960 920
36. Pérdida completa, incluido metacarpiano 2.870 2.240
D) Anular:
37. Pérdida de la tercera falange (distal) 960 680
38. Pérdida de la segunda y tercera falanges (media y distal) 1.460 1.140
39. Pérdida completa 1.920 1.350
40. Pérdida del metacarpiano 790 750
41. Pérdida completa, incluido metacarpiano 2.420 1.810
E) Meñique:
42. Pérdida de la tercera falange (distal) 680 540
43. Pérdida de la segunda y tercera falanges (media y distal) 1.140 920
44. Pérdida completa 1.350 1.140
45. Pérdida del metacarpiano 1.100 1.100
46. Pérdida completa, incluido metacarpiano 1.810 1.710
Nota. La pérdida de una falange de cualquier dedo de la mano en más del
50 por 100 de su longitud se equiparará a la pérdida total de la falange de
que se trate.

2º. Anquilosis:

A) Codo y muñeca:
47. Anquilosis del codo en posición favorable (ángulo de 80 a 90 grados) 2.940 2.240
48. Anquilosis de la muñeca 2.770 1.990
B) Pulgar:
49. De la articulación interfalángica 1.920 920
50. De la articulación metacarpo falángica 2.420 1.810
51. De la articulación interfalángica y metacarpo falángica asociadas 2.870 2.240
52. De la articulación carpometacarpiana 3.200 2.590
C) Indice:
53. De la articulación segunda interfalángica (distal) 960 680
54. De la articulación primera interfalángica 1.460 1.140
55. De la articulación metacarpo falángica 1.460 1.140
56. De las dos articulaciones interfalángicas asociadas 1.460 1.140
57. De las articulaciones metacarpo falángicas y una interfalángica
1.920 1.350
asociadas
58. De las tres articulaciones 2.560 1.920
D) Medio:
59. De la articulación segunda interfalángica (distal) 750 570
60. De la articulación primera interfalángica 960 680
61. De la articulación metacarpo falángica 960 680
62. De las articulaciones interfalángicas asociadas 1.210 920
63. De las articulaciones metacarpo falángicas y una interfalángica
1.460 1.140
asociadas
64. De las tres articulaciones 2.060 1.460
E) Anular y meñique:
65. De la segunda articulación interfalángica (distal) 750 570
66. De la articulación primera interfalángica 860 610
67. De la articulación metacarpo falángica 860 610
68. De las articulaciones interfalángicas asociadas 1.170 920
69. De las articulaciones metacarpo falángicas y una interfalángica
1.390 1.100
asociadas
70. De las tres articulaciones 1.920 1.390
Nota. Tendrán también la consideración de anquilosis las alteraciones de
sensibilidad, así como los estados que, por sección irrecuperable de
tendones o por lesiones de partes blandas, dejen activamente inmóviles
las falanges

3º. Rigideces articulares:

A) Hombro:
71. Limitación de la movilidad conjunta de la articulación en menos de un
990 830
50 por 100
72. Limitación de la movilidad conjunta de la articulación en más del 50
2.870 2.420
por 100
B) Codo:
73. Limitación de la movilidad en menos de un 50 por 100 1.920 1.350
74. Limitación de la movilidad en más del 50 por 100 2.560 1.920
C) Antebrazo:
75. Limitación de la prosupinación en menos de un 50 por 100 1.070 610
76. Limitación de la prosupinación en más de un 50 por 100 2.560 1.810
(Ambas limitaciones se medirán a partir de la posición intermedia.)
D) Muñeca:
77. Limitación de la movilidad en menos de un 50 por 100 1.070 610
78. Limitación de la movilidad en más del 50 por 100 (También se
2.420 1.810
determinarán estas limitaciones a partir de la posición intermedia.)
E) Pulgar:
79. Limitación de la movilidad global en menos de un 50 por 100 1.460 920
F) Indice:
80. Limitación de la movilidad global del dedo en más de un 50 por 100 860 610
G) Medio, anular y meñique:
81. Limitación de la movilidad global en más de un 50 por 100 750 500
Nota. Cuando la mano rectora para el trabajo sea la izquierda, la
indemnización será la fijada en el baremo para el mismo tipo de lesión en
la mano derecha. Igual norma se aplicará en el caso de trabajadores
zurdos.

Cuantía
(euros)
V. Miembros inferiores

1º. Pérdida de los dedos del pie:

A) Primer dedo:
82. Pérdida total 2.240
83. Pérdida de segunda falange 990
B) Segundo, tercero y cuarto dedos:
84. Pérdida total (cada uno) 680
85. Pérdida parcial de cada dedo 500
C) Quinto dedo:
86. Pérdida total 680
87. Pérdida parcial 500

2º. Anquilosis:

A) Rodilla:
88. En posición favorable (extensión o flexión hasta 170 grados, incluido
2.870
acortamiento hasta 4 centímetros).
B) Articulación tibioperonea astragalina:
89. En posición favorable (en ángulo recto o flexión plantar de hasta 100 grados) 2.420
C) Tarso:
90. De la articulación subastragalina o de las otras medio tarsianas, en buena posición 1.920
funcional
91. Triple artrodesis 2.660
D) Dedos:
92. Anquilosis del primer dedo:
a) Articulación interfalángica 500
b) Articulación metatarso falángica 830
c) Anquilosis de las dos articulaciones 1.280
93. Anquilosis de cualquiera de los demás dedos 500
94. Anquilosis de dos dedos 610
95. De tres dedos de un pie 830
96. De cuatro dedos de un pie (en el caso de anquilosis de los cinco dedos, el pulgar
990
se valorará aparte)
Nota. Serán aplicables a las anquilosis de las extremidades inferiores las normas
señaladas para las de los miembros superiores

3º. Rigideces articulares:

A) Rodilla:
97. Flexión residual entre 180 y 135 grados 1.990
98. Flexión residual entre 135 y 90 grados 1.210
99. Flexión residual superior a 90 grados 610
100. Extensión residual entre 135 y 180 grados 860
B) Articulación tibioperonea astragalina:
101. Disminución de la movilidad global en más del 50 por 100 2.130
102. Disminución de la movilidad global en menos del 50 por 100 990
C) Dedos:
103. Rigidez articular del primer dedo 430
104. Del primero y segundo dedos 680
105. De tres dedos de un pie 720
106. De cuatro dedos de un pie 920
107. De los cinco dedos de un pie 1.280

4º. Acortamientos:
1.140
108. De 2 a 4 centímetros
109. De 4 a 10 centímetros 2.420

VI. Cicatrices no incluidas en los epígrafes anteriores


540 a
110. Según las características de las mismas y, en su caso, las perturbaciones
2.130
funcionales que produzcan
5. Prestación económica por cuidado de menores afectados por cáncer u otra
enfermedad grave.

5.1. Concepto
La Ley de Presupuestos Generales del Estado para el 2011 (Ley 39/2010),
publicada en el BOE del día 23 de diciembre de 2010, introdujo una nueva prestación en
el sistema, concebida para proteger la situación de los progenitores, adoptantes o
acogedores de carácter preadoptivo o permanente, en aquellos casos en que ambos
trabajen, para el cuidado del menor/es que estén a su cargo y se encuentren afectados
por cáncer (tumores malignos, melanomas y carcinomas), o por cualquier otra
enfermedad grave, que requiera ingreso hospitalario de larga duración, durante el
tiempo de hospitalización y tratamiento continuado de la enfermedad, acreditado por el
informe del Servicio Público de Salud u órgano administrativo sanitario de la
Comunidad Autónoma correspondiente.
Dicha prestación, con naturaleza de subsidio, tiene por objeto compensar la
pérdida de ingresos que sufren las personas interesadas al tener que reducir su jornada,
con la consiguiente disminución de salarios, ocasionada por la necesidad de cuidar de
manera directa, continua y permanente de los hijos o menores a su cargo, durante el
tiempo de hospitalización y tratamiento continuado de la enfermedad. El subsidio, por
tanto, viene predeterminado por la reducción efectiva de la jornada laboral y por las
circunstancias en que ésta se lleva a cabo por las personas trabajadoras.
En la actualidad, las características de la prestación y los requisitos que deben
cumplirse para poder optar a ella están recogidos en el Real Decreto 1148/2011
(publicado en el BOE de 30 de julio de 2011), el cual establece que el cáncer o
enfermedad grave que padezca el menor deberá implicar un ingreso hospitalario de
larga duración que requiera su cuidado directo, continuo y permanente, durante la
hospitalización y tratamiento continuado de la enfermedad. Se considerará asimismo
como ingreso hospitalario de larga duración la continuación del tratamiento médico o el
cuidado del menor en domicilio tras el diagnóstico y hospitalización por la enfermedad
grave. La acreditación de que el menor padece un cáncer u otra enfermedad grave de las
que puedan dar lugar a esta prestación, así como la necesidad de cuidado directo,
continuo y permanente del menor durante el tiempo de hospitalización y tratamiento
continuado de la enfermedad se efectuará, incluso en aquellos casos en que la atención y
diagnóstico del cáncer o enfermedad grave se haya llevado a cabo por servicios médicos
privados, mediante declaración cumplimentada por el facultativo del Servicio Público
de Salud u órgano administrativo sanitario de la Comunidad Autónoma correspondiente,
responsable de la atención del menor. Cuando el diagnóstico y tratamiento del cáncer o
enfermedad grave del menor se haya realizado a través de los servicios médicos
privados se exigirá que la declaración sea cumplimentada además por el médico del
centro responsable de la atención del menor.
Cuando exista recaída del menor por el cáncer o la misma enfermedad grave no
será necesario que exista un nuevo ingreso hospitalario, si bien en la recaída de la
enfermedad deberá acreditarse, mediante una nueva declaración médica, la necesidad,
tras el diagnóstico y hospitalización, de la continuación del tratamiento médico así
como del cuidado directo, continuado y permanente del menor por el progenitor,
adoptante o acogedor.

5.2. Dinámica de la prestación.

Serán personas beneficiarias del subsidio por cuidado de menores afectados por
cáncer u otra enfermedad grave las personas trabajadoras, por cuenta ajena y por cuenta
propia y asimiladas cualquiera que sea su sexo, que reduzcan su jornada de trabajo en,
al menos, un 50 por 100 de su duración, siempre que reúnan la condición general de
estar afiliadas y en alta en algún régimen del sistema de la Seguridad Social y acrediten
los periodos mínimos de cotización exigibles en cada caso.
El subsidio se reconocerá en proporción al porcentaje de reducción que
experimente la jornada de trabajo que disfruten las personas trabajadoras.
En el supuesto de personas trabajadoras por cuenta propia y asimiladas incluidas
en los distintos regímenes especiales del sistema de la Seguridad Social y en el de las
personas trabajadoras de carácter discontinuo incluidas en el Régimen Especial de los
Empleados de Hogar, se considera situación protegida los periodos de cese parcial en la
actividad, para el cuidado de menores afectados por cáncer u otra enfermedad grave.
Cuando ambas personas progenitoras, adoptantes o acogedoras tuvieran derecho al
subsidio solamente podrá reconocerse a una de ellas, con independencia del número de
menores que estén afectados por cáncer u otra enfermedad grave y que requieran un
cuidado directo, continuo y permanente.
En los casos de separación judicial, nulidad o divorcio, si ambas personas
progenitoras, adoptantes o acogedoras tuvieran derecho al subsidio podrá ser reconocido
a favor de la determinada de común acuerdo. A falta de acuerdo y de previsión judicial
expresa, se atribuirá la condición de persona beneficiaria del subsidio a aquella a quien
se conceda la custodia del menor y si ésta fuese compartida a la que lo solicite en primer
lugar.
Lo dispuesto en este apartado será igualmente de aplicación en los supuestos de
ruptura de una unidad familiar basada en una análoga relación de afectividad a la
conyugal.
Mediante acuerdo entre ambas personas progenitoras, adoptantes o acogedoras y
la empresa o empresas respectivas, podrán alternarse entre ellas el percibo del subsidio
por periodos no inferiores a un mes, en cuyo caso el percibo del subsidio quedará en
suspenso cuando se reconozca un nuevo subsidio a la otra persona progenitora,
adoptante o acogedora.
Las personas trabajadoras contratadas a tiempo parcial tendrán derecho al
subsidio por cuidado de menores afectados por cáncer u otra enfermedad grave, siempre
que reduzcan su jornada en, al menos, un 50 por 100, reconociéndose el subsidio en
proporción al porcentaje de reducción que experimente la jornada de trabajo que
disfruten las personas trabajadoras.
Cuando los solicitantes de la prestación tengan menos de 21 años de edad en la
fecha en que inicien la reducción de jornada, no se les exigirá periodo mínimo de
cotización previo para el reconocimiento del derecho al percibo del subsidio. A partir de
los 21 años, sin embargo, la exigencia de un periodo mínimo de cotización es uno de los
requisitos que el beneficiario debe cumplir:
a) Si la persona trabajadora tiene cumplidos 21 años de edad y es menor de
26 en la fecha en que inicie la reducción de jornada, el periodo mínimo de
cotización exigido será de 90 días cotizados dentro de los siete años
inmediatamente anteriores a dicha fecha. Se considerará cumplido el
mencionado requisito si, alternativamente, la persona trabajadora acredita
180 días cotizados a lo largo de su vida laboral, con anterioridad a la fecha
indicada.
b) Si la persona trabajadora tiene cumplidos 26 años de edad en la fecha en
que inicie la reducción de jornada, el periodo mínimo de cotización exigido
será de 180 días dentro de los siete años inmediatamente anteriores a dicha
fecha. Se considerará cumplido el mencionado requisito si,
alternativamente, la persona trabajadora acredita 360 días cotizados a lo
largo de su vida laboral, con anterioridad a la fecha indicada.
La prestación económica por cuidado de menores afectados por cáncer u otra
enfermedad grave consistirá en un subsidio, de devengo diario, equivalente al 100 por
100 de la base reguladora establecida para la prestación por incapacidad temporal,
derivada de contingencias profesionales o, en su caso, la derivada de contingencias
comunes, cuando no se haya optado por la cobertura de las contingencias profesionales,
aplicando el porcentaje de reducción que experimente la jornada de trabajo.
Se tendrá derecho al subsidio por cuidado de menores afectados por cáncer u otra
enfermedad grave a partir del mismo día en que dé comienzo la reducción de jornada
correspondiente, siempre que la solicitud se formule en el plazo de tres meses desde la
fecha en que se produjo dicha reducción. Transcurrido dicho plazo, los efectos
económicos del subsidio tendrán una retroactividad máxima de tres meses.
El subsidio se reconocerá por un periodo inicial de un mes, prorrogable por
periodos de dos meses cuando subsista la necesidad del cuidado directo, continuo y
permanente del menor, que se acreditará mediante declaración del facultativo del
Servicio Público de Salud u órgano administrativo sanitario de la Comunidad Autónoma
correspondiente, responsable de la asistencia médica del menor, y, como máximo, hasta
que éste cumpla los 18 años.
Cuando la necesidad de cuidado directo, continuo y permanente del menor, según
se acredite en la declaración médica emitida al efecto, sea inferior a dos meses, el
subsidio se reconocerá por el periodo concreto que conste en el informe.

La percepción del subsidio quedará en suspenso:


a) En las situaciones de incapacidad temporal, durante los periodos de descanso
por maternidad y paternidad y en los supuestos de riesgo durante el embarazo y de
riesgo durante la lactancia natural y, en general, cuando la reducción de la jornada de
trabajo por cuidado de menores afectados por cáncer u otra enfermedad grave concurra
con cualquier causa de suspensión de la relación laboral.
No obstante cuando, por motivos de salud, la persona que se hacía cargo del
menor no pueda atenderle y se encuentre en situación de incapacidad temporal o en
periodo de descanso obligatorio de maternidad por nacimiento de un nuevo hijo podrá
reconocerse un nuevo subsidio por cuidado de menores a la otra persona progenitora,
adoptante o acogedora, siempre que la misma reúna los requisitos para tener derecho al
subsidio.
b) En el supuesto de alternancia en el percibo del subsidio entre las personas
progenitoras, adoptantes o acogedoras, el percibo del subsidio quedará en suspenso para
la persona progenitora, adoptante o acogedora que lo tuviera reconocido cuando se
efectúe el reconocimiento de un nuevo subsidio a la otra persona progenitora, adoptante
o acogedora, tal como se ha especificado anteriormente.

El subsidio se extinguirá:
a) Por la reincorporación plena al trabajo o reanudación total de la actividad
laboral de la persona beneficiaria, cesando la reducción de jornada por cuidado de
menores afectados por cáncer u otra enfermedad grave, cualquiera que sea la causa que
determine dicho cese.
b) Por no existir la necesidad del cuidado directo, continuo y permanente del
menor, debido a la mejoría de su estado o a alta médica por curación, según el informe
del facultativo del Servicio Público de Salud u órgano administrativo sanitario de la
Comunidad Autónoma correspondiente, responsable de la asistencia sanitaria del
menor.
c) Cuando una de las personas progenitoras, adoptantes o acogedoras del menor
cese en su actividad laboral, sin perjuicio de que cuando ésta se reanude se pueda
reconocer un nuevo subsidio si se acredita por la persona beneficiaria el cumplimiento
de los requisitos exigidos y siempre que el menor continúe requiriendo el cuidado
directo, continuo y permanente.
d) Por cumplir el menor 18 años.
e) Por fallecimiento del menor
f) Por fallecimiento de la persona beneficiaria de la prestación.

La gestión de la prestación económica por cuidado de menores afectados por


cáncer u otra enfermedad grave, así como el pago del subsidio correspondiente, se
llevará a cabo por la entidad gestora o mutua de accidentes de trabajo y enfermedades
profesionales con la que el trabajador tenga cubiertas las contingencias profesionales.
No obstante, cuando la persona trabajadora no tenga la cobertura de los riesgos
profesionales, será competente para la gestión de la prestación la entidad gestora o la
mutua que asuma la cobertura de la incapacidad temporal por contingencias comunes.

5.3. Listado de enfermedades graves

En un anexo del referido Real Decreto se mencionan un total de 109 circunstancias que
pueden dar lugar a la prestación, contemplándose la previsión de que el Ministro de
Trabajo e Inmigración podrá acordar, mediante orden ministerial, la incorporación de
nuevas enfermedades a dicho listado de enfermedades consideradas graves, cuando,
previos los estudios e informes correspondientes, se trate de enfermedades graves que
requieran el cuidado directo, continuo y permanente del menor por los progenitores,
adoptantes o acogedores, durante su ingreso hospitalario, de larga duración, y
tratamiento continuado de la enfermedad.

El listado de enfermedades graves, en la fecha de elaboración de este tema, es el


siguiente:

I. Oncología:
1. Leucemia linfoblástica aguda.
2. Leucemia aguda no linfoblástica.
3. Linfoma no Hodgkin.
4. Enfermedad de Hodgkin.
5. Tumores del Sistema Nervioso Central.
6. Retinoblastomas.
7. Tumores renales.
8. Tumores hepáticos.
9. Tumores óseos.
10. Sarcomas de tejidos blandos.
11. Tumores de células germinales.
12. Otras neoplasias graves.
II. Hematología:
13. Aplasia medular grave (constitucional o adquirida).
14. Neutropenias constitucionales graves.
15. Hemoglobinopatías constitucionales graves.

III. Errores innatos del metabolismo:


16. Desórdenes de aminoácidos (fenilcetonuria, tirosinemia, enfermedad de la orina con
olor a jarabe de arce, homocistinuria y otros desórdenes graves).
17. Desórdenes del ciclo de la urea (OTC).
18. Desórdenes de los ácidos orgánicos.
19. Desórdenes de carbohidratos (glucogenosis, galactosemia, intolerancia hereditaria a
la fructosa y otros desórdenes graves).
20. Alteraciones glicosilación proteica.
21. Enfermedades lisosomiales (mucopolisacaridosis, oligosacaridosis, esfingolipidosis
y otras enfermedades graves).
22. Enfermedades de los peroxisomas (Síndrome de Zellweger, condrodisplasia
punctata, adenoleucodistrofia ligada a X, enfermedad de Refsum y otros desórdenes
graves).
23. Enfermedades mitocondriales: por defecto de oxidación de los ácidos grasos y de
transporte de carnitina, por alteración del DNA mitocondrial, por mutación del DNA
nuclear.

IV. Alergia e inmunología:


24. Alergias alimentarias graves sometidas a inducción de tolerancia oral.
25. Asma bronquial grave.
26. Inmunodeficiencias primarias por defecto de producción de anticuerpos.
27. Inmunodeficiencias primarias por defecto de linfocitos T.
28. Inmunodeficiencias por defecto de fagocitos.
29. Otras inmunodeficiencias:
a. Síndrome de Wisccott-Aldrich.
b. Defectos de reparación del ADN (Ataxia-telangiectasia).
c. Síndrome de Di George.
d. Síndrome de HiperIgE.
e. Síndrome de IPEX.
f. Otras inmunodeficiencias bien definidas.
30. Síndromes de disregulación inmune y linfoproliferación.

V. Psiquiatría:
31. Trastornos de la conducta alimentaria.
32. Trastorno de conducta grave.
33. Trastorno depresivo mayor.
34. Trastorno psicótico.
35. Trastorno esquizoafectivo.

VI. Neurología:
36. Malformaciones congénitas del Sistema Nervioso Central.
37. Traumatismo craneoencefálico severo.
38. Lesión medular severa.
39. Epilepsias:
a. Síndrome de West.
b. Síndrome de Dravet.
c. Síndrome de Lennox-Gastaut.
d. Epilepsia secundaria a malformación o lesión cerebral.
e. Síndrome de Rassmussen.
f. Encefalopatías epilépticas.
g. Epilepsia secundaria a enfermedades metabólicas.
h. Otras epilepsias bien definidas.
40. Enfermedades autoinmunes:
a. Esclerosis múltiple.
b. Encefalomielitis aguda diseminada.
c. Guillain-Barré.
d. Polineuropatía crónica desmielinizante.
e. Encefalitis límbica.
f. Otras enfermedades autoinmunes bien definidas.
41. Enfermedades neuromusculares:
a. Atrofia muscular espinal infantil.
b. Enfermedad de Duchenne.
c. Otras enfermedades neurosmusculares bien definidas.
42. Infecciones y parasitosis del Sistema Nervioso Central (meningitis, encefalitis,
parásitos y otras infecciones).
43. Accidente cerebrovascular.
44. Parálisis cerebral infantil.
45. Narcolepsia-cataplejia.

VII. Cardiología:
46. Cardiopatías congénitas con disfunción ventricular.
47. Cardiopatías congénitas con hipertensión pulmonar.
48. Otras cardiopatías congénitas graves.
49. Miocardiopatías con disfunción ventricular o arritmias graves.
50. Cardiopatías con disfunción cardiaca y clase funcional III-IV.
51. Trasplante cardiaco.

VIII. Aparato respiratorio:


52. Fibrosis quística.
53. Neumopatías intersticiales.
54. Displasia broncopulmonar.
55. Hipertensión pulmonar.
56. Bronquiectasias.
57. Enfermedades respiratorias de origen inmunológico:
a. Proteinosis alveolar.
b. Hemosiderosis pulmonar.
c. Sarcoidosis.
d. Colagenopatías.
58. Trasplante de pulmón.
59. Otras enfermedades respiratorias graves.

IX. Aparato digestivo:


60. Resección intestinal amplia.
61. Síndrome de dismotilidad intestinal grave (Pseudo-obstrucción intestinal).
62. Diarreas congénitas graves.
63. Trasplante intestinal.
64. Hepatopatía grave.
65. Trasplante hepático.
66. Otras enfermedades graves del aparato digestivo.

X. Nefrologia:
67. Enfermedad renal crónica terminal en tratamiento sustitutivo.
68. Trasplante renal.
69. Enfermedad renal crónica en el primer año de vida.
70. Síndrome nefrótico del primer año de vida.
71. Síndrome nefrótico corticorresistente y corticodependiente.
72. Tubulopatías de evolución grave.
73. Síndrome de Bartter.
74. Cistinosis.
75. Acidosis tubular renal.
76. Enfermedad de Dent.
77. Síndrome de Lowe.
78. Hipomagnesemia con hipercalciuria y nefrocalcinosis.
79. Malformaciones nefrourológicas complejas.
80. Síndromes polimalformativos con afectación renal.
81. Vejiga neurógena.
82. Defectos congénitos del tubo neural.
83. Otras enfermedades nefrourológicas graves.

XI. Reumatología:
84. Artritis idiopática juvenil (AIJ).
85. Lupus eritematoso sistémico.
86. Dermatomiositis juvenil.
87. Enfermedad mixta del tejido conectivo.
88. Esclerodermia sistémica.
89. Enfermedades autoinflamatorias (Fiebre Mediterránea Familiar, Amiloidosis y otras
enfermedades autoinflamatoras graves).
90. Otras enfermedades reumatológicas graves.

XII. Cirugía:
91. Cirugía de cabeza y cuello: hidrocefalia/válvulas de derivación, mielomeningocele,
craneoestenosis, labio y paladar hendido, reconstrucción de deformidades craneofaciales
complejas, etc.
92. Cirugía del tórax: deformidades torácicas, hernia diafragmática congénita,
malformaciones pulmonares, etc.
93. Cirugía del aparato digestivo: atresia esofágica, cirugía antirreflujo, defectos de
pared abdominal, malformaciones intestinales (atresia, vólvulo, duplicaciones),
obstrucción intestinal, enterocolitis necrotizante, cirugía de la enfermedad inflamatoria
intestinal, fallo intestinal, Hirschprung, malformaciones anorrectales, atresia vías
biliares, hipertensión portal, etc.
94. Cirugía nefro-urológica: malformaciones renales y de vías urinarias.
95. Cirugía del politraumatizado.
96. Cirugía de las quemaduras graves.
97. Cirugía de los gemelos siameses.
98. Cirugía ortopédica: cirugía de las displasias esqueléticas, escoliosis, displasia del
desarrollo de la cadera, cirugía de la parálisis cerebral, enfermedades neuromusculares y
espina bífida, infecciones esqueléticas y otras cirugías ortopédicas complejas.
99. Cirugía de otros trasplantes: válvulas cardíacas, trasplantes óseos, trasplantes
múltiples de diferentes aparatos, etc.

XIII. Cuidados paliativos:


100. Cuidados paliativos en cualquier paciente en fase final de su enfermedad.

XIV. Neonatología:
101. Grandes prematuros, nacidos antes de las 32 semanas de gestación o con un peso
inferior a 1.500 gramos y prematuros que requieran ingresos prolongados por
complicaciones secundarias a la prematuridad.

XV. Enfermedades infecciosas:


102. Infección por VIH.
103. Tuberculosis.
104. Neumonías complicadas.
105. Osteomielitis y artritis sépticas.
106. Endocarditis.
107. Pielonefritis complicadas.
108. Sepsis.

XVI. Endocrinología:
109. Diabetes Mellitus tipo I.
6. Prestaciones por riesgo en el embarazo y en la lactancia.

6.1. Introducción.

En la valoración del posible riesgo laboral durante el embarazo hay que tener
en cuenta una serie de cuestiones fundamentales. En primer lugar hay que decir que el
embarazo no es una enfermedad, sino un aspecto de la vida cotidiana, una situación
fisiológica en la que en principio con la aplicación de las normas y procedimientos
preventivos que ya existen en los ámbitos laborales permitirían con frecuencia
garantizar la protección de la salud y la seguridad de las embarazadas. Y por tanto, el
trabajo per sé no supone un riesgo para la salud. De hecho, en nuestro entorno social
muchas mujeres trabajan durante el embarazo, y muchas reanudan su actividad
profesional durante el período de lactancia.
Otro aspecto a tener en cuenta es la diferenciación entre los conceptos de riesgo
clínico y riesgo laboral ya que estos conceptos no son coincidentes: así el concepto de
embarazo de riesgo para un médico clínico no significa que ese riesgo se atribuya al
trabajo.
Además, los problemas que nos podemos encontrar en el momento de identificar
riesgos ambientales y laborales son muchos, ya que en la mayoría de las ocasiones
coexisten situaciones propias de la mujer o de su entorno social con otras del entorno
laboral y la causa real del riesgo está enmascarada por lo que en la valoración debemos
ser cautos.
a) Riesgos clínicos del embarazo: son situaciones que dificultan o impiden el
normal desarrollo del mismo, que no deben alegarse ni admitirse como
riesgo laboral y que se clasifican en :
 Factores socio-demográficos: situaciones que implican un mayor
seguimiento y que no pueden ser agravados por factores puramente
laborales
▪ Edad materna menor o igual de 15 años
▪ Edad materna mayor o igual de 35 años
▪ IMC > a 29 ó < 20
▪ Tabaquismo
▪ Alcoholismo
▪ Drogadicción
▪ Nivel socioeconómico bajo
 Antecedentes reproductivos: situaciones que implican igualmente un
mayor seguimiento y que no pueden ser agravados por factores
puramente laborales y que en principio tampoco serían
necesariamente incapacitantes pero que en algunos casos puede
recomendarse reposo y darían lugar a situaciones de IT:
▪ Esterilidad en tratamiento al menos 2 años
▪ Abortos de repetición
▪ Antecedentes de parto pretérmino
▪ Antecedentes de nacido con CIR
▪ Antecedentes de muerte perinatal
▪ Hijo con lesión neurológica residual
▪ Antecedente de nacido con defecto congénito
▪ Antecedente de cirugia uterina
▪ Malformación uterina
▪ Incompetencia cervical
 Antecedentes médicos que afectan al embarazo: con cierta frecuencia
la mujer presenta patologia previa que se agrava durante su gestación
o que el embarazo sirve para detectar y que en ocasiones pueden
alterar la capacidad de trabajo:
▪ Hipertensión arterial
▪ Cardiopatía
▪ Enfermedad renal
▪ Diabetes mellitus
▪ Otras endocrinopatías
▪ Enfermedad respiratoria crónica
▪ Enfermedad hematológica
▪ Epilepsia y otras enfermedades neurológica
▪ Enfermedad psiquiátrica
▪ Enfermedad hepática con insuficiencia
▪ Enfermedad autoinmune con afectación sistémica
▪ Tromboembolismo
▪ Patología médico-quirúrgica grave

 Complicaciones del embarazo actual: son las complicaciones


obstétricas o gestosis y muchas de ellas pueden dar lugar a
situaciones igualmente de IT:
▪ Hiperémesis gravídica
▪ Eclampsia y preeclampsia
▪ Hidropesía gravídica
▪ Placenta previa y acretismo placentario
▪ Crecimiento intrauterino retardado (CIR)
▪ Tromboembolismo en la gestación
▪ Embarazo ectópico

b) Riesgos laborales: cuando un determinado puesto o actividad laboral se


convierte en riesgo por la existencia de alguna de las siguientes
circunstancias:
 Riesgos físicos
 Riesgos químicos o tóxicos
 Riesgos psicosociales
 Riesgos biológicos
 Riesgos por procedimientos industriales

Situaciones que vamos a intentar analizar más detenidamente en el presente tema, con
la intención de que nos oriente a la hora de valorar si una situación alegada por una
trabajadora es o no una situación de riesgo laboral y por tanto, en caso de no ser posible
la adaptación o cambio de puesto, debería procederse a la suspensión del contrato y al
reconocimiento de la prestación por riesgo.
6.2. Marco normativo básico.

6.2.1. Constitución Española de 1978.


Articulo 14 : todos los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda
prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión
o cualquier otra condición o circunstancia personal o social
Articulo 15: Derecho fundamental a la vida y a la integridad física y
moral.
Artículo 40.2: Los poderes públicos deben velar por la seguridad e
higiene en el trabajo.
Artículo 41: los poderes públicos mantendrán un régimen público de
Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones
sociales suficientes ante situaciones de necesidad.
Artículo 43: Derecho constitucional a la protección de la salud.

6.2.2. Normativa Europea:

- Directiva 92/85/CEE del Consejo: sobre las directrices para la evaluación de


los agentes químicos, físicos y biológicos, así como los procedimientos industriales
considerados como peligrosos para la salud o la seguridad de la trabajadora embarazada,
que haya dado a luz o en período de lactancia .

6.2.3. Legislación española:

- Ley de prevención de riesgos laborales 31/95: en su artículo 26 establece las


obligaciones que debe cumplir el empresario para asegurar la protección de la
maternidad en el centro de trabajo.

- Ley 39/1999 de 5/11/1999, (BOE 6/11/1999). Ley de conciliación de la vida


familiar y laboral de las personas trabajadoras: concretan en el reconocimiento de la
prestación por riesgo durante el embarazo, el establecimiento de la nulidad del despido
por embarazo y los primeros pasos para la elaboración de un procedimiento de
contingencias en el embarazo.

- Ley Orgánica 3/2007 para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres:


establece mejoras en el régimen jurídico de tutela y en la protección social tanto para la
situación de riesgo durante el embarazo como para la situación de riesgo durante la
lactancia natural, creándose una nueva prestación que protege esta última situación e
incrementa el subsidio al 100% de la base reguladora de la Incapacidad Temporal por
contingencias profesionales y elimina el periodo de carencia exigido para el acceso a la
prestación, al considerar ambas situaciones contingencias profesionales.

- Real Decreto 298/2009: por el que se completa la transposición a la legislación


española de la directiva 92/85/CEE y se modifican los anexos del RD 39/1997 con dos
listas no exhaustivas de agentes o condiciones que pueden suponer un riesgo para la
salud de la trabajadoras embarazadas o en periodo de lactancia natural .

6.3. Prestación de riesgo en el embarazo y su trámite.

6.3.1. Situación protegida:

A los efectos de la prestación económica por riesgo durante el embarazo, se


considera situación protegida el período de suspensión del contrato de trabajo en los
supuestos en que, debiendo la mujer trabajadora cambiar de puesto de trabajo por otro
compatible con su estado, en los términos previstos en el artículo 26, apartado 3, de la
Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales, dicho cambio de
puesto no resulte técnica u objetivamente posible, o no pueda razonablemente exigirse
por motivos justificados.

6.3.2. Beneficiarios y requisitos:

Las trabajadoras por cuenta ajena o propia en situación de suspensión del


contrato de trabajo o de interrupción de su actividad profesional por riesgo durante el
embarazo, que cumplan los requisitos exigidos:
• Estar afiliadas y en alta.
• Estar al corriente en el pago de las cuotas de las que sean responsables
directas.

6.3.3. Cuantía:
Subsidio equivalente al 100% de la base reguladora correspondiente, que será la
establecida para la prestación de IT derivada de contingencias profesionales.

6.3.4. Duración / extinción:


El derecho al subsidio nace desde el mismo día en que se inicia la suspensión del
contrato de trabajo o el permiso por riesgo durante el embarazo, se abonará durante el
tiempo que sea necesario para la protección de la salud de la trabajadora embarazada y/o
del feto y finalizará el día anterior al de inicio del descanso por maternidad o el de
reincorporación al puesto de trabajo.
El derecho se extingue:
• Trabajadoras por cuenta ajena: Por suspensión del contrato de trabajo por
maternidad; por reincorporación al puesto de trabajo anterior o a otro
compatible con su estado; por extinción del contrato de trabajo por causas
legales; por interrupción del embarazo; por fallecimiento.
• Trabajadoras por cuenta propia: Por inicio del descanso por
maternidad; por reanudación de su actividad profesional; por causar baja en el
Régimen Especial de la Seguridad Social; por interrupción del embarazo;
por fallecimiento.

6.3.5. Anulación / suspensión:


• Actuar fraudulentamente para obtener o conservar el subsidio.
• Realizar cualquier trabajo o actividad, por cuenta ajena o propia, salvo en
los supuestos de pluriactividad.

6.3.6. Gestión de la prestación.

La gestión y el pago de la prestación corresponde a la Dirección Provincial de la


Entidad gestora (INSS o ISM) en la que tenga su domicilio la interesada, o a la Mutua
Colaboradora de la Seguridad Social, en función de la Entidad que cubra los riesgos
profesionales.
El Director provincial de la Entidad gestora de la provincia en que tenga su
domicilio la interesada dictará resolución expresa y se la notificará a la misma en el
plazo de 30 días.
El derecho al reconocimiento de la prestación prescribe a los 5 años, contados desde el
día siguiente al del hecho causante, sin perjuicio de que los efectos se produzcan a partir
de los 3 meses anteriores a la fecha de la solicitud.

La valoración médica del riesgo le corresponde a los médicos inspectores del


INSS o en su caso a los servicios médicos de las MUTUAS que tengan la cobertura de
la prestación, que serán los responsables de en su caso emitir el certificado de riesgo
durante el embarazo.

6.4. Prestación de riesgo durante la lactancia natural y su trámite.

6.4.1. Situación protegida:

Prestación económica que trata de cubrir la pérdida de rentas que se produce,


durante el período de suspensión del contrato por riesgo durante la lactancia natural, en
los casos en que debiendo la trabajadora cambiar de puesto de trabajo o de actividad por
otro compatible con su situación, dicho cambio no resulte técnica u objetivamente
posible o no pueda razonablemente exigirse por motivos justificados.

6.4.2. Beneficiarios y requisitos:

Las trabajadoras por cuenta ajena o cuenta propia incluidas en cualquier


Régimen de la Seguridad Social, en situación de suspensión del contrato de trabajo o de
interrupción de su actividad profesional por riesgo durante la lactancia natural, que
cumplan los requisitos exigidos:
• Estar afiliadas y en alta.
• Estar al corriente en el pago de las cuotas, en el caso de trabajadoras
responsables de la cotización.
6.4.3. Cuantía:

Subsidio equivalente al 100% de la base reguladora correspondiente, que será la


establecida para la prestación de IT derivada de contingencias profesionales.

6.4.4. Duración / extinción:

Se abonará durante el tiempo necesario para la protección de la salud de la


trabajadora y/o del hijo y finalizará:
Trabajadoras por cuenta ajena:

• Por cumplimiento de los 9 meses del hijo.


• Por reincorporación al puesto de trabajo anterior o a otro compatible con su
estado.
• Por extinción del contrato de trabajo por causas legales.
• Por interrupción de la lactancia natural.
• Por fallecimiento.
Trabajadoras por cuenta propia:
• Por cumplimiento de los 9 meses del hijo.
• Por incorporarse a su actividad profesional.
• Por causar baja en el Régimen Especial de la Seguridad Social.
• Por fallecimiento.

6.4.5. Anulación / suspensión:

• Actuar fraudulentamente para obtener o conservar el subsidio.


• Realizar cualquier trabajo o actividad, por cuenta ajena o propia, salvo en
los supuestos de pluriactividad.

6.4.6. Gestión de la prestación.


La gestión y el pago de la prestación corresponde a la Dirección Provincial de la
Entidad gestora (INSS o ISM), en la que tenga su domicilio la interesada, o a la Mutua,
en función de la Entidad que cubra los riesgos profesionales.
El Director provincial de la Entidad gestora de la provincia en que tenga su
domicilio la interesada dictará resolución expresa y se la notificará a la misma en el
plazo de 30 días.
El derecho al reconocimiento de la prestación prescribe a los 5 años, contados desde el
día siguiente al del hecho causante, sin perjuicio de que los efectos se produzcan a partir
de los 3 meses anteriores a la fecha de la solicitud.
La valoración médica del riesgo le corresponde a los médicos inspectores del
INSS o en su caso a los servicios médicos de las MUTUAS que tengan la cobertura de
la prestación , que serán los responsables de en su caso emitir el certificado de riesgo
durante la lactancia .

6.5. Valoración del riesgo laboral en el embarazo y durante la lactancia natural.

La Ley de Prevención de Riesgos Laborales, recoge la obligatoriedad del


empresario de adoptar las medidas necesarias para evitar cualquier exposición de riesgo
para la seguridad o la salud de las mujeres y su descendencia durante el embarazo o en
periodo de lactancia, adoptando las medidas necesarias.
Dichas medidas incluirán, cuando resulte necesario, la no realización de trabajo
nocturno o de trabajo a turnos.
Así el empresario deberá identificar todos los peligros y situaciones generales,
así como los agentes físicos, biológicos o químicos y las condiciones de trabajo que
pueden suponer un riesgo potencial para la salud de la mujer embarazada, que ha dado a
luz recientemente o en periodo de lactancia.
Es obligación del empresario eliminar los riesgos que se hayan identificado. No
es necesario esperar a hacer una evaluación técnica detallada para eliminar agentes o
situaciones de riesgo para la maternidad evidentes.
Así mismo el empresario esta obligado a informar a los trabajadores de la
presencia de dichos riesgos así como de las medidas a adoptar.
El empresario debe determinar, previa consulta con la representación de los y las
trabajadores, la relación de los puestos de trabajo exentos de riesgos para el embarazo.
El RD 298/09 de 6 de Marzo completa la transposición a la normativa española
de las directrices europeas recogidas en la directiva 92/85/CEE del Consejo, de 19 de
octubre de 1992, relativa a la aplicación de medidas para promover la mejora de la
seguridad y de la salud en el trabajo de la trabajadora embarazada, que haya dado a luz
o en período de lactancia.

A continuación se enumeran los agentes y procedimientos recogidos en ambos:

6.5.1. Lista no exhaustiva de agentes, procedimientos y condiciones de trabajo que


pueden influir negativamente en la salud de las trabajadoras embarazadas o en
período de lactancia natural, del feto o del niño durante el período de lactancia
natural.

6.5.1. A. Agentes.

1. Agentes físicos, cuando se considere que puedan implicar lesiones fetales o provocar
un desprendimiento de la placenta, en particular:
a) Choques, vibraciones y movimientos.
b) Manipulación manual de cargas pesadas que supongan riesgos, en
particular dorsolumbares.
c) Ruido.
d) Radiaciones no ionizantes.
e) Frío y calor extremos.
f) Movimientos y posturas, desplazamientos, tanto en el interior como en
el exterior del centro de trabajo, fatiga mental y física y otras cargas físicas vinculadas a
la actividad de la trabajadora embarazada, que haya dado a luz o en período de
lactancia.

2. Agentes biológicos.

-Agentes biológicos de los grupos de riesgo 2, 3 y 4, según la clasificación de los


agentes biológicos establecida en el Real Decreto 664/1997, de 12 de mayo, sobre la
protección de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición a
agentes biológicos durante el trabajo, en la medida en que se sepa que dichos agentes o
las medidas terapéuticas que necesariamente traen consigo ponen en peligro la salud de
las trabajadoras embarazadas o del feto y siempre que no figuren en el anexo VIII.

3. Agentes químicos.

–Los siguientes agentes químicos, en la medida en que se sepa que ponen en


peligro la salud de las trabajadoras embarazadas o en período de lactancia, del feto o del
niño durante el período de lactancia natural y siempre que no figuren en el anexo VIII:

a) Las sustancias etiquetadas R 40, R 45, R 46, R 49, R 68, R 62 y R63 por el
Reglamento sobre clasificación, envasado y etiquetado de sustancias peligrosas,
aprobado por el Real Decreto 363/1995, de 10 de marzo, o etiquetadas como H351,
H350, H340, H350i, H341, H361f, H361d y H361fd por el Reglamento (CE) n.º
1272/2008 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 16 de diciembre de 2008, sobre
clasificación, etiquetado y envasado de sustancias y mezclas, en la medida en que no
figuren todavía en el anexo VIII.
b) Los agentes químicos que figuran en los anexos I y III del Real Decreto
665/1997, de 12 de mayo, sobre la protección de los trabajadores contra los riesgos
relacionados con la exposición a agentes cancerígenos durante el trabajo.
c) Mercurio y derivados.
d) Medicamentos antimitóticos.
e) Monóxido de carbono.
f) Agentes químicos peligrosos de reconocida penetración cutánea.

6.5.1.B. Procedimientos.
Procedimientos industriales que figuran en el anexo I del Real Decreto
665/1997, de 12 de mayo, sobre la protección de los trabajadores contra los riesgos
relacionados con la exposición a agentes cancerígenos durante el trabajo.

6.5.2. Lista no exhaustiva de agentes y condiciones de trabajo a los cuales no podrá


haber riesgo de exposición por parte de trabajadoras embarazadas o en período de
lactancia natural.

6.5.2.A. Trabajadoras embarazadas


1. Agentes.

a) Agentes físicos:

Radiaciones ionizantes.
Trabajos en atmósferas de sobrepresión elevada, por
ejemplo, en locales a presión, submarinismo.

b) Agentes biológicos:
Toxoplasma. Virus de la rubeola.

Salvo si existen pruebas de que la trabajadora embarazada está suficientemente


protegida contra estos agentes por su estado de inmunización.

c) Agentes químicos:

Las sustancias etiquetadas R60 y R61, por el Reglamento sobre


clasificación, envasado y etiquetado de sustancias peligrosas, aprobado por el Real
Decreto 363/1995, de 10 de marzo, o etiquetadas como H360F, H360D, H360FD,
H360Fd y H360Df por el Reglamento (CE) n.º 1272/2008 del Parlamento
Europeo y del Consejo, de 16 de diciembre de 2008, sobre clasificación,
etiquetado y envasado de sustancias y mezclas.
Las sustancias cancerígenas y mutágenas incluidas en la tabla 2
relacionadas en el “Documento sobre límites de exposición profesional para
agentes químicos en España” publicado por el Instituto Nacional de Seguridad e
Higiene en el Trabajo para las que no haya valor límite de exposición asignado,
conforme a la tabla III del citado documento.
Plomo y derivados, en la medida en que estos agentes sean
susceptibles de ser absorbidos por el organismo humano.

2. Condiciones de trabajo.

–Trabajos de minería subterráneos.

6.5.2. B. Trabajadoras en período de lactancia.

1. Agentes químicos:
Las sustancias etiquetadas R 64, por el Reglamento sobre
clasificación, envasado y etiquetado de sustancias peligrosas, aprobado por el Real
Decreto 363/1995, de 10 de marzo, o H362 por el Reglamento (CE) n.º 1272/2008
del Parlamento Europeo y del Consejo, de 16 de diciembre de 2008, sobre
clasificación, etiquetado y envasado de sustancias y mezclas.
Las sustancias cancerígenas y mutágenas incluidas en la tabla 2
relacionadas en el “Documento sobre límites de exposición profesional para
agentes químicos en España” publicado por el Instituto Nacional de Seguridad e
Higiene en el Trabajo para las que no haya valor límite de exposición asignado,
conforme a la tabla III del citado documento.
Plomo y derivados, en la medida en que estos agentes sean susceptibles de ser
absorbidos por el organismo humano.

2. Condiciones de trabajo.
–Trabajos de minería subterráneos.
7. Resumen.

En el presente tema hemos analizado diversas prestaciones contributivas del


Sistema de Seguridad Social relacionadas con la incapacidad para el trabajo. La
incapacidad temporal es la prestación que protege al trabajador que, por causa de
enfermedad o accidente, se encuentra impedido para el trabajo, mientras recibe
asistencia sanitaria de la Seguridad Social. La incapacidad permanente protege al
trabajador cuyas lesiones son previsiblemente definitivas, una vez que el tratamiento ha
finalizado. Las secuelas definitivas que, sin embargo, no suponen una limitación
funcional definitiva se indemnizan, siempre y cuando deriven de accidente de trabajo o
enfermedad profesional, como lesiones permanentes no invalidantes. Más recientemente
se ha introducido en el sistema una prestación para cubrir las necesidades de quienes se
encuentran en la necesidad de atender a menores enfermos por cáncer u otras
enfermedades graves, mientras tal necesidad persista. Por último, hemos estudiado las
prestaciones destinadas a proteger a la mujer embarazada o en periodo de lactancia
natural, cuando las condiciones de su trabajo pudieran suponer un riesgo para la normal
evolución del embarazo o para la salud de la madre o el hijo.
8.- Ejercicios de autoevaluación.

8.1. Preguntas.
Seleccione una de las cinco opciones de respuesta planteadas para cada pregunta:

1.- El agente competente para valorar al paciente en situación de IT, en los doce
primeros meses desde el inicio de la misma es:

a) El medico de atención primaria.


b) La Inspeccion del SPS.
c) El INSS a través de las Unidades Médicas del EVI.
d) Las MATEPSS en caso de contingencias profesionales.
e) Cualquiera de los anteriores.

2.- En lo que se refiere a la IT, señale la respuesta verdadera:

a) No protege a los trabajadores del régimen especial de empleados de hogar.


b) No protege a los trabajadores del régimen especial de trabajadores autónomos.
c) No protege a los trabajadores del régimen especial de trabajadores del mar.
d) a y b son correctas.
e) Todas las anteriores son falsas.

3.-El periodo máximo de IT es:

a) 24 meses.
b) 15 meses
c) 12 meses, prorrogables por otros 6 en los casos de periodo de observación por
enfermedad profesional.
d) 15 meses
e) 12 meses, prorrogables por otros 6 si durante ellos es previsible el alta por curación.

4.-El agente competente para valorar al paciente en situación de IT, una vez que han
transcurrido 12 meses desde el inicio de la misma es:

a) El Médico de Atención Primaria en todos los casos.


b) La Inspección del SPS si se trata de contingencias profesionales.
c) El INSS en todos los casos.
d) Las Mutuas Colaboradoras si se trata de contingencias comunes.
e) Cualquiera de los anteriores

5.-Si un trabajador afiliado al régimen especial de trabajadores del mar sufre un


accidente mientras realiza su trabajo en la cubierta del barco, a resultas del cual es
diagnosticado de fractura de Colles, se iniciará un proceso de IT por:

a) Enfermedad común.
b) Accidente de trabajo.
c) Accidente no laboral.
d) Cualquiera de las anteriores.
e) No tiene derecho a IT

6.-Para generar derecho a la prestación de IT, hace falta haber cotizado:

a) Un mínimo de180 días en los últimos 5 años, si es por AT


b) Un mínimo de 180 días en los últimos 5 años si es por ANL
c) Un mínimo de 180 días en los últimos 5 años si es por EC
d) Un mínimo de 180 días en los últimos 5 años , sea cual sea la contingencia
e) No hace falta haber reunido periodo de cotización previo en ningún caso.

7.-¿Puede el médico de atención primaria dar el alta a un paciente a los 15 meses de


iniciada la baja laboral?

a) Sí.
b) No , es competencia de la Mutua Colaboradora
c) No, es competencia de la Inspección del SPS
d) No, es competencia exclusiva del INSS
e) Cualquiera de las anteriores es cierta

8.-¿Puede un trabajador afiliado al régimen especial de los trabajadores autónomos


(RETA) estar en situación de IT por AT?

a) Sí, en cualquier caso.


b) No.
c) Sí, pero sólo si tiene cobertura para contingencias profesionales.
d) Sí, igual que el resto de los regímenes.
e) Sí, a estos efectos no hay diferencia entre los trabajadores afiliados al RETA y los
trabajadores del régimen general.

9.-¿Qué estamos definiendo a continuación?:


“Prestación consistente en una indemnización a tanto alzado que la Seguridad Social
reconoce a los trabajadores que sufran lesiones, mutilaciones y deformidades causadas
por accidentes de trabajo o enfermedades profesionales, que sin llegar a constituir
incapacidad permanente, supongan una disminución de la integridad física del
trabajador, siempre que aparezcan recogidas en el baremo establecido al efecto”.

a) Incapacidad permanente parcial.


b) Incapacidad permanente total.
c) Incapacidad permanente absoluta.
d) Lesiones permanentes no invalidantes.
e) Se refiere a la prestación económica de la IT.

10.-¿Puede iniciarse un expediente de IP si han transcurrido tan sólo 3 meses desde el


inicio del proceso de IT?

a) No, es muy pronto.


b) Sí, lo puede solicitar la Inspección del SPS.
c) Sí, aunque nunca por solicitud del propio trabajador.
d) Sí, se puede iniciar el expediente desde el propio INSS.
e) b y d son correctas.

11.-Un paciente recibe el alta a los 14 meses de iniciado el proceso de IT, ¿Quién ha
emitido ese alta?

a) El Médico de Atención Primaria.


b) La Mutua Colaboradora.
c) El INSS, mediante Resolución de su Director Provincial.
d) La Inspección del SPS.
e) Cualquiera de los anteriores

12.-En relación con las lesiones permanentes no invalidantes:

a) Es el mismo concepto de la incapacidad permanente parcial


b) Son compatibles con la reincorporación del trabajador a su puesto de trabajo.
c) Son lesiones derivadas exclusivamente de enfermedad común o accidente no laboral.
d) a y b son correctas.
e) Ninguna de las anteriores es correcta.

13.- ¿Qué se entiende por accidente in itinere?

a) El ocurrido al ir o volver del trabajo, y tiene consideración de accidente de trabajo.


b) El ocurrido al ir o volver del trabajo, y tiene consideración de accidente no laboral.
c) El ocurrido durante el tiempo y en el lugar de trabajo, y tiene consideración de
accidente de trabajo.
d) El ocurrido durante el tiempo y en el lugar de trabajo, y tiene consideración de
accidente no laboral.
e) Es una enfermedad profesional que no está incluida en el listado.
14.-¿Cada cuánto tiempo se expide el parte médico de confirmación durante los
primeros 12 meses de una incapacidad permanente?

a) En caso de incapacidad permanente no se expiden partes de confirmación.


b) Cada 15 dias.
c) Semanalmente desde el primer parte.
d) Mensualmente desde la fecha de reconocimiento de la prestación.
e) Ninguno de los anteriores.

15.-¿Cada cuánto tiempo se expide el parte médico de confirmación en la prestación por


riesgo en el embarazo?

a) El primero al cuarto día, y a partir de ahí cada semana.


b) Cada 15 dias.
c) En la prestación por riesgo en el embarazo no se expiden partes de confirmación.
d) Mensualmente desde la fecha de reconocimiento de la prestación.
e) Ninguno de los anteriores.

16.-¿Cada cuánto tiempo se expide el parte médico de confirmación después de los


primeros 12 meses de IT en caso de accidente de trabajo?

a) Depende de la contingencia.
b) Cada 15 dias.
c) Semanalmente desde el primer parte.
d) En el caso de accidente de trabajo no se necesitan partes de confirmación en ningún
periodo de la IT.
e) Ninguno de los anteriores.

17.-¿Cada cuánto tiempo se expide el parte médico de confirmación después de los


primeros 12 meses de IT en caso de accidente no laboral?

a) Depende de la contingencia.
b) Cada 15 dias.
c) Semanalmente desde el primer parte.
d) En el caso de accidente no laboral no se necesitan partes de confirmación en ningún
periodo de la IT.
e) Ninguno de los anteriores.

18.- La llamada gran invalidez es:

a) Un grado de incapacidad permanente.


b) Una lesión permanente no invalidante.
c) Una IT por contingencia común.
d) Una IT por contingencia profesional.
e) Ninguna de las anteriores.
19.- Durante la IT:

a) El contrato de trabajo se extingue.


b) El contrato de trabajo se suspende.
c) El contrato de trabajo se anula.
d) El contrato de trabajo no se modifica.
e) Depende de la contingencia.

20.- En cuál de los siguientes casos es necesario haber acumulado un periodo de


cotización previo para tener derecho a la IT:

a) Enfermedad común.
b) Enfermedad profesional.
c) Accidente de trabajo.
d) Accidente no laboral.
e) En todos los anteriores.

21.- En cuál de los siguientes casos rige en nuestro país un sistema de lista:

a) Enfermedad común.
b) Enfermedad profesional.
c) Accidente de trabajo.
d) Accidente no laboral.
e) En todos los anteriores.

22.- La apertura de un expediente de IP por parte del INSS supone:

a) Que el trabajador cobrará una pensión vitalicia.


b) Que el trabajador cobrará una pensión durante lo que queda de IT.
c) Que se ponen en marcha los mecanismos destinados a valorar si el trabajador reúne
criterios de incapacidad permanente.
d) Que se extingue el contrato de trabajo.
e) a y d son verdaderas.

23.- El alta médica por resolución del Director Provincial del INSS:

a) Se trata de un alta a los exclusivos efectos económicos.


b) Puede cerrar el proceso de IT en cualquier momento desde el inicio del mismo.
c) Sólo tiene validez en los 12 primeros meses de la IT si no hay oposición por parte de
la Inspección del SPS.
d) Sólo tiene validez en los 12 primeros meses de la IT si deriva de una propuesta de
alta.
e) No tiene validez antes de alcanzado el mes 12 de la prestación.
24.- Los grados de la incapacidad temporal son:

a) Parcial, total, absoluta y gran invalidez.


b) Parcial, total, absoluta, gran invalidez y lesiones permanentes no invalidantes.
c) Comunes y profesionales.
d) Accidente de trabajo, accidente no laboral, enfermedad común y enfermedad
profesional.
e) La incapacidad temporal no tiene grados.

25.- Los grados de la incapacidad permanente son:

a) Parcial, total, absoluta y gran invalidez.


b) Parcial, total, absoluta, gran invalidez y lesiones permanentes no invalidantes.
c) Comunes y profesionales.
d) Accidente de trabajo, accidente no laboral, enfermedad común y enfermedad
profesional.
e) La incapacidad permanente no tiene grados.

8.2. Respuestas correctas:

1.- e) Cualquiera de los anteriores.

2.- e) Todas las anteriores son falsas.

3.- e) 12 meses, prorrogables por otros 6 si durante ellos es previsible el alta por curación.

4.- c) El INSS en todos los casos.

5.- b) Accidente de trabajo.

6.- c) Un mínimo de 180 días en los últimos 5 años si es por EC

7.- d) No, es competencia exclusiva del INSS

8.- c) Sí, pero sólo si tiene cobertura para contingencias profesionales.

9.- d) Lesiones permanentes no invalidantes.

10.- e) b y d son correctas.

11.- c) El INSS, mediante Resolución de su Director Provincial.


12.- b) Son compatibles con la reincorporación del trabajador a su puesto de trabajo.

13.- a) El ocurrido al ir o volver del trabajo, y tiene consideración de accidente de trabajo.

14.- a) En caso de incapacidad permanente no se expiden partes de confirmación.

15.- c) En la prestación por riesgo en el embarazo no se expiden partes de


confirmación.

16.- e) Ninguno de los anteriores.

17.- e) Ninguno de los anteriores.

18.- a) Un grado de incapacidad permanente.

19.- b) El contrato de trabajo se suspende.

20.- a) Enfermedad común.

21.- b) Enfermedad profesional.

22.- c) Que se ponen en marcha los mecanismos destinados a valorar si el trabajador reúne
criterios de incapacidad permanente.

23.- e) No tiene validez antes de alcanzado el mes 12 de la prestación.

24.- e) La incapacidad temporal no tiene grados.

25.- a) Parcial, total, absoluta y gran invalidez.


9.- Bibliografía comentada.

1.- Real Decreto Legislativo 8/2015 por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley
General de la Seguridad Social. BOE núm. 261, de 31 de octubre de 2015.
Este Real Decreto Legislativo ha entrado en vigor precisamente en enero de este año,
sustituyendo al anteriormente vigente Real Decreto Legislativo 1/1994 (BOE núm.154
de 29 de junio de 1994). No obstante, de momento siguen en vigor las definiciones de
los grados de incapacidad permanente (en su modalidad contributiva) que incluía el
mencionado Real Decreto Legislativo 1/1994.

2.- Real Decreto 1299/2006, por el que aprueba el cuadro de enfermedades


profesionales en el sistema de Seguridad Social y se establecen criterios para su
notificación y registro. BOE núm. 302, de 19 de diciembre de 2006.
En este Real Decreto se incluye el listado completo de las enfermedades profesionales
del sistema de la Seguridad Social actualmente en vigor (Anexo 1: Cuadro de
enfermedades profesionales), así como un segundo listado (Anexo 2) en el que se
incluyen enfermedades cuyo origen profesional se sospecha y cuya inclusión en el
cuadro de enfermedades profesionales podría contemplarse en el futuro.

3.- Gómez-Álvarez AM, de la Fuente-Madero JL, Rodríguez-Martínez MN, Cabuchola-


Moreno S. Novedades normativas en materia de incapacidad temporal. SEMERGEN
2009;35(4):203-6.
Con ocasión de algunas de las principales modificaciones normativas ocurridas en años
recientes, los autores exponen a los médicos de atención primaria las características de
las prestaciones destinadas a proteger la incapacidad laboral en cuya gestión aquellos
intervienen.
4.- , de la Fuente-Madero JL, Fuentes-López T, González Gomila P, Cabuchola-Moreno
S. El médico como gestor de prestaciones de la Seguridad Social. Atención Primaria
2006; 38: 131.
Los autores argumentan sobre la sujeción de los agentes implicados en la gestión de las
prestaciones de la Seguridad Social a las directrices establecidas en la normativa legal
de aplicación.

5.- Orientaciones para la valoración del riesgo laboral y la incapacidad temporal durante
el embarazo. Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia – INSS. 2008.

6.- Orientaciones para la Valoración del riesgo laboral durante la lactancia natural.
Asociación Española de Pediatría – INSS. 2009.

7.- Información complementaria al documento Orientaciones para la Valoración del


riesgo laboral durante la lactancia natural. Comité de lactancia materna. Asociación
Española de Pediatría, 2010.

8.- ERGOMATER: Requisitos ergonómicos para la protección de la maternidad en


tareas con carga física. Instituto de Biomecánica de Valencia, 2005.
Las referencias 5 a 8, ambas incluidas, constituyen fuentes de información valiosas para
los lectores interesados en ampliar conocimientos sobre la valoración del riesgo laboral
en el embarazo o en la lactancia natural.
10.- Bibliografía complementaria (citada en el texto).

Real Decreto 1300/1995, de 21 de julio, por el que se desarrolla, en materia de


incapacidades laborales del Sistema de la Seguridad Social, la Ley 42/1994, de 30 de
diciembre, de medidas fiscales, administrativas y de orden social. BOE núm. 198, de 19
de agosto de 1995.

Ley 31/2002, de 30 de diciembre, de medidas fiscales y administrativas. BOE núm. 15,


de 17 de enero de 2003.

Real Decreto 575/1997, de 18 de abril, por el que se regulan determinados aspectos de


la gestión y control de la prestación económica de la Seguridad Social por incapacidad
temporal. BOE núm 98 de 24 de abril de 1997.

Orden de 19 de junio de 1997 por la que se desarrolla el Real Decreto 575/1997, de 18


de abril, que modifica determinados aspectos de la gestión y del control de la prestación
económica de la Seguridad Social por incapacidad temporal. BOE núm. 150, de 24 de
junio de 1997.

Ley 66/1997, de 30 de diciembre, de Medidas Fiscales, Administrativas y de Orden


Social. BOE núm 313 de 31 de diciembre de 1997.

Orden de 25 de noviembre de 1966, por la que se regula la colaboración de las empresas


en la gestión del Régimen General de la Seguridad Social. BOE de 7 de diciembre de
1966.
Ley 35/2010, de 17 de septiembre, de medidas urgentes para la reforma del mercado de
trabajo. BOE núm. 227 de 18 de septiembre de 2010.

Resolución de 15 de noviembre de 2010, de la Secretaría de Estado de la Seguridad


Social, por la que se fija la fecha en la que determinadas Direcciones Provinciales del
Instituto Nacional de la Seguridad Social y del Instituto Social de la Marina asumirán
competencias en relación con la gestión de la prestación por incapacidad temporal. BOE
núm. 282 de 22 de noviembre de 2010.

Ley 27/2011, de 1 de agosto, sobre actualización, adecuación y modernización del


sistema de Seguridad Social. BOE núm. 184 de 2 de agosto de 2011.

Ley 28/2011, de 22 de septiembre, por la que se procede a la integración del Régimen


Especial Agrario de la Seguridad Social en el Régimen General de la Seguridad Social.
BOE núm. 229 de 23 de septiembre de 2011.

Orden ESS/66/2013, de 28 de enero, por la que se actualizan las cantidades a tanto


alzado de las indemnizaciones por lesiones, mutilaciones y deformidades de carácter
definitivo y no invalidantes. BOE núm. 26, de 30 de enero de 2013.

Ley 39/2010, de Presupuestos Generales del Estado para 2011 (BOE de 23 de diciembre
de 2010).

Real Decreto 1148/2011, de 29 de julio, para la aplicación y desarrollo, en el sistema de


la Seguridad Social, de la prestación económica por cuidado de menores afectados por
cáncer u otra enfermedad grave (BOE de 30 de julio de 2011).

Ley 39/1999, para promover la conciliación de la vida familiar y laboral de las personas
trabajadoras. BOE núm. 266, de 6 de noviembre de 1999.

Ley orgánica 3/2007, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. BOE núm. 71, de
23 de marzo de 2007.
Real Decreto 625/2014, de 18 de julio, por el que se regulan determinados aspectos de
la gestión y control de los procesos por incapacidad temporal en los primeros trescientos
sesenta y cinco días de su duración. BOE núm. 176, de 21 de julio de 2014.

Ley 35/2014, de 26 de diciembre, por la que se modifica el texto refundido de la Ley


General de la Seguridad Social en relación con el régimen jurídico de las Mutuas de
Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales de la Seguridad Social. BOE núm.
314, de 29 de diciembre de 2014.
11.- Actividades para la evaluación a distancia.

11.1.- Describa las diferentes repercusiones que puede tener la calificación de un


accidente o enfermedad como accidente de trabajo o enfermedad profesional frente a su
calificación como accidente no laboral o enfermedad común.

11.2.- Seleccione alguna noticia o artículo de la prensa nacional o local, publicado


durante los meses de duración del curso, en el cual se evidencie alguna o algunas de las
consecuencias referidas en la pregunta anterior, y coméntelo destacando tal o tales
consecuencias.
12.- Recursos en la web.

La página web de la Seguridad Social del Ministerio de Trabajo e Inmigración dedica


un apartado a presentar las prestaciones de que se compone la protección de los
trabajadores, con descripción detallada de la dinámica de las mismas y de los
procedimientos a seguir para su solicitud, incluyendo también las referencias
normativas que las configuran.
http://www.seg-social.es/Internet_1/Trabajadores/PrestacionesPension10935/index.htm

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