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EL LENGUAJE NATURAL DEL DERECHO

Por Mario Burgos

Introducción – I. El lenguaje natural – II. El origen del español – III. La Gramática:


III. 1. Vicios en el empleo de las palabras - IV. Lengua, cultura y sociedad: IV. 1.
¿Es machista la lengua española? - V. El texto normalizado. El texto jurídico: V. 1.
Redacción de normas constitucionales. V. 2. El lenguaje jurídico-administrativo. V.
3. Tipos de textos administrativos – V. Conclusión.

Introducción
El discurso jurídico se expresa a través del lenguaje natural, es excepcional
la remisión a palabras técnicas. Las leyes, los fallos, la dogmática, los alegatos,
todos son textos, esto provoca el traslado de los problemas lingüísticos generales
al campo del lenguaje jurídico.
Un término es vago cuando carece de claridad, cuando no se puede
determinar con precisión su significado, y es ambiguo cuando es aplicable a más
de un hecho o cosa, cuando es susceptible de dos o más interpretaciones.
Según las célebres Leyes De Partidas: “Las leyes deben ser muy
meditadas, recayendo sobre cosas que puedan ocurrir según el orden natural. Sus
palabras han de ser sencillas y claras, de modo que todos las puedan entender y
retener sin admitir tergiversación ni ser contrarias las unas a las otras”1.
Y como expresa el viejo y sabio Fuero Juzgo: “El legislador debe hablar
poco y bien, y no ha de hacer uso de conceptos dudosos, a fin de que el contenido
de la ley, luego que se oiga, sea entendido por todos sin duda ni dificultad alguna”.
Lo menos que puede pedirse es que la redacción de la Constitución sea lo
bastante clara y concisa como para que todos los habitantes puedan
comprenderla y de esta manera respetarla y cumplirla2.
Pero el Derecho no es sólo texto, también es sistema. Esto exige el
cumplimiento de los principios lógicos que procuren la coherencia, independencia
y plenitud jurídica. Las leyes son significaciones lógicas que, en su coordinación y
subordinación sistemáticas con otras, integran un ordenamiento total y reciben su
sentido del todo en que se insertan.
La redacción e interpretación jurídica no termina con la suficiencia lingüística
y la coherencia lógica, en toda decisión interpretativa hay siempre una voluntad
actuante y actuando, ello implica una connotación política entendida como
ejercicio del poder. Jerzy Wroblewsky lo explica magníficamente al decir: “La
interpretación de reglas constitucionales decide más sobre problemas
políticamente relevantes y está vinculada a más opciones políticas que la
interpretación de otras reglas”3.
El arte de redactar textos jurídicos requiere esencialmente el dominio del
lenguaje natural, y además el conocimiento de los principios generales de la
hermenéutica jurídica. Para escribir bien, el redactor necesita también saber


Abogado – Especialista en Derecho Administrativo - Profesor de Sociología en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
y Políticas de la Universidad Nacional del Nordeste – Profesor de Derecho Ambiental y de los Recursos Naturales en la
Facultad de Abogacía de la Universidad de La Cuenca Del Plata – Director de Técnica Legislativa, Secretaría Legal y
Técnica en el Gobierno de la Provincia de Corrientes – Asesor de la Comisión de Redacción en la Honorable Convención
Constituyente de Corrientes, 2007 - Periodista.

1
Segundo V. Linares Quintana, Tratado de Interpretación Constitucional, T I, Pág. 18. Buenos Aires, 2007.

2
Segundo V. Linares Quintana, Ob. Cit., TI, Pág. 18.

3
María Sandra Flores, Interpretación Constitucional, Pág. 15, Córdoba 2006.
1
interpretar. El presente trabajo aspira a desarrollar algunas consideraciones
acerca de la redacción de textos jurídicos con arreglo a la noción de lenguaje
natural. En definitiva, se trata de la relación del Derecho con la lengua.

I. El lenguaje natural
El Derecho se expresa en lenguaje natural. El “lenguaje natural” es el del
habla cotidiana, el que usamos en nuestra forma diaria de comunicarnos entre
nosotros. Se le dice “natural” para distinguirlo del llamado “lenguaje científico”. Las
normas, las sentencias, los alegatos se escriben en el lenguaje que habla y
entiende la gente, de una manera sencilla que facilite su lectura y comprensión, y
con contenidos técnicos solamente cuando resulten imprescindibles. Ello implica
que el redactor tenga que conocer el lenguaje natural, manejar las reglas de la
gramática.
El término lenguaje natural designa una variedad lingüística, conjunto de
palabras, oraciones y frases con fines comunicativos, que está dotado de una
sintaxis, donde la semántica o significado específico y contextual de sus
componentes interviene en la validez de la frase, a diferencia de los lenguajes
formales; entre los que están la lógica, la matemática y los lenguajes de
programación; que son estructuras dotadas de algo similar a la sintaxis de las
lenguas humanas, pero tienen un alcance más reducido. En el lenguaje formal el
significado de una cadena o frase sólo está influido por su "forma".
Una buena redacción es el resultado de un correcto manejo de la lengua,
logrado a través del conocimiento profundo de ella y de la lectura de obras
clásicas y modernas, científicas, humanísticas y literarias.
Antes de seguir rígidamente algún manual de estilo, conviene iniciar una
exploración en el territorio propio de la lingüística, aunque sea a vuelo de pájaro,
para entender lo que implica la noción de lenguaje natural o común y conocer
nuestro idioma como instrumento de comunicación.
Si de repente me preguntan ¿Qué es patria? No voy a poder definirla, pero
al punto imagino la tierra en que nací, sus paisajes y bellezas naturales, el
conjunto de mujeres y varones que la habitan, que la aman, la defienden y son
capaces de dar la vida por ella; pienso en una lengua común, un acervo cultural
compartido, instituciones, costumbres, tradiciones y leyes. No sé definirla pero la
puedo imaginar, la puedo representar en mi mente. Tengo una idea de patria. Una
idea es la representación de un objeto en la mente.
Cuando enuncio con la voz el objeto que pienso, por ejemplo patria,
pronuncio una palabra. La palabra es la expresión oral de una idea. La palabra
también puede representarse de manera escrita por medio de signos
convencionales, tenemos entonces la expresión escrita de una idea. Las ideas
pueden también expresarse por ademanes, señas o gestos.
El lenguaje es el medio para expresar las ideas, puede ser hablado u oral,
escrito o gráfico y mímico o gestual.
El idioma o lengua es el conjunto de voces y signos escritos propios de cada
nación. Nuestra lengua oficial es la española, antes llamada castellana porque en
Castilla fue donde se habló primero con mayor perfección.
La palabra es el núcleo esencial de la comunicación. La palabra es una
unidad de sentido, que relacionada con otras unidades de sentido forman un
sistema de palabras.
Emitir un juicio es establecer vínculos entre pensamientos, es afirmar o
negar algo acerca de un objeto, es atribuirle un predicado a un sujeto. Cuando
expreso un juicio con palabras formulo una oración o proposición. Las palabras se
unen formando conjuntos sintácticos que llamamos oraciones, que se agrupan en

2
períodos enlazados por nexos coordinantes y subordinantes, separadas
normalmente por el punto y seguido. Las oraciones vinculadas entre sí de manera
coherente construyen frases o párrafos.
Las actividades de hablar y de escribir constituyen las dos manifestaciones
más importantes de la expresión lingüística humana. A través de ellas nos
intercambiamos mensajes para compartir pensamientos, sentimientos, creencias,
valores, la imaginación, la experiencia, la cultura, la ciencia. En definitiva, siempre
se transmiten pensamientos, ideas. Si preguntamos a alguien ¿Cómo está? Y
responde: Bien, más o menos, o mal; para decirlo antes lo pensó. Pensó en cómo
se siente.
Cuando hablamos no necesitamos ser demasiado rigurosos en el uso del
lenguaje, porque la comprensión está facilitada por el contexto. Hablamos y
además hacemos gestos, ademanes, mímica, modulamos la voz, entonamos, hay
un lenguaje gestual que aporta significado. El mensaje oral es resultado de una
espontánea e instantánea producción lingüística.
Para escribir se requiere una actitud más reflexiva y rigurosa. Las formas de
expresión escrita son tan variadas como las de la oral, pero son más exigentes en
el manejo del repertorio léxico, en la propiedad gramatical, la ortografía, la sintaxis.
El texto escrito es producto de un proceso de elaboración.
La redacción es una forma de composición organizada que reproduce ideas
por escrito. El proceso de redacción ha de estar dirigido a escribir con corrección,
orden, precisión y claridad, a fin de asegurar que el contenido de la información
que se transmite pueda ser comprendido sin dificultad por el destinatario. La
redacción tiende a asegurar que el texto de la ley sea interpretado del mismo
modo por todos aquéllos que deban utilizarlo.

II. El origen del español


Según lo afirma Rodolfo Ragucci4, no es fácil determinar cuál haya sido el
idioma primitivo de España, sólo se sabe que al llegar los romanos a la Península,
en ella se hablaban ya el íbero, el vasco, el celta y el celtíbero, y una gran
cantidad de dialectos y subdialectos derivados de mezclas de aquellas con el
fenicio, el griego y el cartaginés.
Los romanos en 206 a.C. llevaron el latín, pero no el latín clásico de los
escritores como Cicerón, Tito Livio, Virgilio y Horacio; ni siquiera el latín urbano,
sino el latín vulgar de los plebeyos, agricultores y advenedizos, que en su mayoría
formaban los cuadros del ejército. Para entenderse los romanos con los nativos
españoles, y viceversa, aprendieron el idioma ajeno. Se impuso el más fuerte, el
latín vulgar, pero no sin mezclarse con la lengua o dialecto de cada región. Ello dio
origen a otras tantas hablas neolatinas o romances.
En 409 los visigodos invadieron España y la dominaron durante tres siglos.
Durante ese tiempo se mezclaron las lenguas y los bárbaros dejaron huellas del
suyo.
En 711, y por ocho siglos, los árabes dominaron la Península Ibérica, y con
su aporte lingüístico las romances se modificaron aun más.
Romances españoles o lenguas neolatinas son el catalán, aragonés, leonés,
asturiano, gallego, castellano, etc., en otras partes se formaron el provenzal,
italiano, portugués y rumano.
Son múltiples los elementos que concurrieron a la formación de nuestra
lengua, los principales son: el elemento latino, a él pertenecen unas tres cuartas
partes del caudal idiomático español; elemento vascuence, griego, godo, árabe,
hebreo; elementos de lenguas modernas como el francés, italiano, portugués,
4
Rodolfo Ragucci, El habla de mi tierra, Pág. 3, Buenos Aires, 1960.
3
inglés, alemán; es notable el elemento americano, que contribuyó con una gran
variedad de voces de diversos pueblos aborígenes.

III. La Gramática
Es la ciencia que estudia los elementos de una lengua y sus combinaciones.
Es el conjunto de reglas para hablar y escribir correctamente un idioma. La
gramática es parte del estudio general del lenguaje denominado lingüística o rama
del saber que se encarga del estudio del lenguaje, entendido como el conjunto de
reglas que gobierna cualquier proceso de comunicación.
Se divide en cuatro niveles:
1) Ortología: enseña a pronunciar correctamente las palabras.
2) Analogía o Morfología: clasifica las palabras de acuerdo con la función.
Estudia la oración, funciones gramaticales y los accidentes.
3) Sintaxis: enseña a ordenar las palabras para expresar correctamente los
pensamientos. Enseña a formar oraciones.
4) Semántica: Estudio del significado de las palabras.
La semántica es el estudio del significado de los signos lingüísticos; esto es,
palabras, oraciones y frases. Para ello estudia qué signos existen y cuáles son los
que poseen significación, es decir, qué significan para los hablantes, cómo los
designan, de qué forma se refieren a ideas y cosas, y cómo los interpretan los
destinatarios.
Todo signo lingüístico tiene dos aspectos: el significante o parte material del
signo y el significado o imagen mental que sugiere el significante. Tanto
significado como significante se refieren al referente o elemento real, existente.
No es lo mismo la palabra que designa un referente que el referente mismo.
El significado -imagen mental- está compuesto por una serie de rasgos
conceptuales que todos los hablantes de una lengua asocian de una manera
general a un significante. Este significado tiene dos componentes: denotación y
connotación.
Se llama denotación a los rasgos conceptuales objetivos. Es el significado
específico que presenta una palabra fuera de cualquier contexto. Constituyen el
núcleo semántico fundamental. Son comunes a todos los hablantes. Es el
significado que encontramos en el diccionario.
Se llama connotación a los rasgos conceptuales subjetivos. Son las
significaciones añadidas a una palabra. Estas significaciones tienen un carácter
marcadamente subjetivo. Dependiendo de los hablantes, una misma palabra
puede tener connotaciones distintas.
Sin embargo, no es suficiente el estudio exclusivo de la gramática para hablar
y escribir bien una lengua, porque ésta es un arte, y el arte sólo se llega a poseer
a fuerza de ejercitación constante.

III. 1. Vicios en el empleo de las palabras

4
Barbarismo: empleo de palabras extrañas al idioma. Ejemplo: attaché, marketing,
clown, leader. Galicismos, italianismos, anglicismos, germanismos, según de
dónde procedan.
Vulgarismo: error propio del vulgo o gente sin instrucción. Ejemplo: Yo cabo
(quepo); desplega (despliega); la sartén, etc.
Neologismo: empleo innecesario de palabras nuevas, por haber en la lengua
otras equivalentes. Ejemplo: preciosidad (preciosura); desvariación (desvarío);
fulgurecer (fulgurar)
Arcaísmo: empleo de palabras caídas en desuso. Ejemplo: Agora (ahora); fidalgo
(hidalgo); vide (vi); traxe (traje); fermosa (hermosa).

IV. Lengua, cultura y sociedad


Todos los hablantes del español participamos de una misma lengua, aunque
notemos características diferentes en la entonación, la acentuación, el uso de
palabras típicas en ciertas regiones que no se usan en la nuestra, la utilización de
modos expresivos peculiares; que resultan de su contexto cultural. Podemos
distinguir fácilmente el español pronunciado por un chileno del mejicano,
venezolano, paraguayo, portorriqueño, uruguayo y argentino. Es más, en nuestro
país con sólo escuchar la entonación podemos identificar al hablante como
oriundo del NOA o del NEA, o de Cuyo o de la Patagonia y, por supuesto,
reconocer al “porteño”.
Las diferencias se dan, en la mayoría de los casos, por el uso que de la
lengua hacen los distintos grupos humanos según su asentamiento geográfico,
sus condiciones naturales y fundamentalmente por sus pautas culturales. Dentro
de cada sociedad se pueden notar también diferentes modos de hablar, según sea
el nivel cultural y el contexto social. Se puede usar un lenguaje culto,
especializado, coloquial, vulgar y hasta jergal, dado el caso. Un prestigioso escritor
acostumbrado a hablar en círculos literarios una lengua culta, seguramente en su
hogar familiar o compartiendo una velada deportiva con amigos lo hará de un
modo más informal.
El español es uno solo, no obstante la variada gama de usos locales. La
gramática es una sola a pesar de las diferencias de estilos. Pero esto no significa
que haya un español puro y desprendimientos imperfectos de la lengua materna.
El español de Burgos no es mejor que el rioplatense ni que el centroamericano, el
lenguaje5 cumple una función esencial en la supervivencia de la sociedad, es un
vehículo de la cultura. Entonces, si cumple esta función en su respectivo grupo
social, es bueno, aunque no se ciña estrictamente a las reglas de la Real
Academia. Las diferencias que se perciben en la fonética, entonación y
acentuación, responden a reglas y valores culturales propios de cada sociedad
particular.
¿A qué nos referimos entonces cuando hablamos de un español correcto o
del buen uso de la lengua? ¿Cómo y quiénes determinan lo que es correcto? En
toda sociedad se pueden distinguir diferentes usos de la lengua, según el nivel
cultural o el grado de instrucción, o la falta de la misma, en los distintos grupos.
Hay segmentos que se comunican con una lengua plagada de vulgarismos y
jergas, pero también hay una lengua de prestigio propia de sectores sociales de
elevada educación, escritores, ensayistas, comunicadores sociales, profesores,
etc., que son respetuosos de las reglas de la gramática y marcan una tendencia.
Aunque se perciban diferencias en el habla de distintos grupos sociales, éstas no
son tan notorias en la escritura, sobre todo en el lenguaje de prestigio. Hay una
conciencia colectiva que nos permite aceptar o rechazar, desde nuestra estructura
cultural y lingüística, ciertos usos que utilizamos al hablar o al escribir en un
lenguaje estándar.
5
Lenguaje implica la lengua, oral y escrita, y elementos paralingüísticos como gestos y ademanes.
5
La lengua expresa y transmite la cultura de la sociedad a la que sirve de
vehículo de comunicación y, por lo tanto, la lengua interpreta el sentir general y
particular del ser humano, pero también reproduce una forma heredada, unas
determinadas estructuras y unos procesos de funcionamiento que le son propios,
que son estructurales, por el hecho de constituir en sí misma un sistema lingüístico
perfectamente diferenciable de otros6.
No hay sociedad sin cultura, y la cultura sólo puede desarrollarse en el seno
de una sociedad. Ninguna sociedad puede mantenerse sin una segura trama de
relaciones sociales basada en un sistema de conductas previsibles y de
expectativas recíprocas respecto de la conducta de los otros. La lengua vive en la
sociedad en cuanto es vehículo de comunicación y de transmisión lingüística y
cultural en un contexto espacio-temporal.
La sociedad evoluciona, su estructura cultural cambia, sus escalas de valores,
ideas, creencias y normas, mutan con el devenir histórico. La sociedad se
caracteriza por el pensamiento dominante en una determinada época, que se
modifica incesantemente, a veces drásticamente. El lenguaje cambia por el
arrastre de la evolución de la cultura, aunque lo hace a un ritmo más lento. El
lenguaje no es invariable sino cambiante. Cervantes escribía octubre y otras veces
otubre, éste último hoy es un arcaísmo, pero nosotros usamos indistintamente
septiembre y setiembre.
Las palabras, como vehículos de expresión de ideas, tienen un campo de
significación establecido por normas culturales en una sociedad determinada, en
un contexto temporal y espacial. Los cambios culturales -en las instituciones,
ideas, creencias y valores- conllevan mutaciones en el campo de significación del
lenguaje y así el sentido y alcance de un término se puede extender, reducir, o
indicar algo distinto a su significado específico. Alguna palabra; sin cambiar su
denotación, es decir su significado objetivo, aquel definido en el diccionario; puede
cambiar su connotación influenciada por las mutaciones culturales de la sociedad,
cambios que en algunos casos pueden ser por imitación a otras sociedades. Las
cosas novedosas son extrañas hasta que se hacen normales.
“Aquí debo hacer también un paréntesis, porque nos tropezamos con una
palabra abstrusa, con una palabra rara, la palabra trascendental. Es una de las
palabras más curiosas que hay; y, por lo menos en la lengua española ha tenido
esa palabra, semánticamente, en su significación; una suerte bien curiosa, bien
extraña, bien rara. Se usa bastante esa palabra en el idioma español actual; se
usa bastante, pero se usa en el sentido más absurdo que se pueda nadie
imaginar, en el más extravagante que se pueda nadie imaginar; se usa en el
sentido de ‘muy importante’. Se dice de algo que es trascendental y eso significa
que es muy importante. Pero la palabra trascendental no ha significado nunca
nada que tenga que ver con la importancia o con la no importancia. Ahora bien, he
aquí lo que ha pasado en España con esa palabra. Es un caso curioso de la
historia contemporánea. Los primeros que usaron esa palabra en España, que la
usaron ante el gran público, fueron los grandes oradores republicanos de los años
1870-1875-1880, en la Primera República. Por ejemplo, don Nicolás Salmerón,
profesor de Metafísica en la Universidad de Madrid; don Emilio Castelar, profesor
de Historia en la misma universidad; Pi y Margall, gran filósofo español. Estos
hombres usaron mucho esa palabra, la usaban casi siempre en un recto sentido,
porque conocían la filosofía Kantiana, y sobre todo las filosofías alemanas
derivadas de Kant. Pero el pueblo que los oía no sabía lo que ella significaba. Le
parecía que sonaba muy bien. Trascendental es una palabra que llenaba el oído.
Trascendental es una palabra que suena bien. Y como no entendían bien lo que
eso significaba, les parecía que significaba algo muy importante. Y poco a poco,
rodando esa palabra por bocas indoctas, de mitin en mitin, ya de los labios de los
primeros que la pronunciaron -Salmerón, Pi y Margall- pasó a labios menos
doctos, a labios de oradores de mítines de segunda, tercera o quinta categoría, y
cuando ya llego a esos mítines que se daban en villorrios, la palabra había perdido

6
Saber Escribir, del Instituto Cervantes, Pág. 37.
6
por completo su significado primitivo y había pasado a significar pura y
simplemente muy importante. Pero no significa nada de eso.
” ¿Cuál es el sentido de la palabra trascendental? Vamos a dejar de un lado
el sentido que tenga antes de Kant, porque nos llevaría muy lejos; sería muy
interesante, pero nos llevaría muy lejos buscar el sentido de esta palabra en la
historia. Nos vamos a fijar en el sentido que tiene a partir de Kant, y ese sentido
nos vendrá fácilmente indicado si ponemos en relación la palabra trascendental
con la palabra trascendente, de la cual es derivada (…) Trascendente significa lo
que existe en sí y por sí, independientemente de mí”7.
Los derechos humanos, por ejemplo, tienen su raíz histórica en el tránsito a
la modernidad como reacción a la cultura del poder soberano de la Edad Media,
regida por monarcas absolutos con la influencia de los señores feudales. Han
surgido y han sido reconocidos de manera progresiva, se han generado en etapas.
Derechos de primera generación, de segunda y de tercera y hasta se puede
hablar de una cuarta generación.
La primera generación de derechos humanos comprende a los derechos
civiles y políticos. Surgen como una valla a las atribuciones del Estado. Son los
llamados “derechos libertades”: derecho a la vida, a la integridad y libertad física,
libertad de pensamiento y de expresión. Interposición de recursos ante un Poder
Judicial independiente. Participación en la vida política del Estado, etc.
Los de segunda generación son los derechos económicos, sociales y
culturales. Son “derechos prestaciones” o “derechos acreencias”. El Estado debe
cumplir con las respectivas prestaciones para la satisfacción de las necesidades
públicas: alimentación, habitación, vestido, salud, trabajo, educación, cultura,
seguridad social, etc.
Los derechos humanos de tercera generación son los llamados “derechos a
la solidaridad”. Comprenden el derecho a la paz, al desarrollo, a un medio-
ambiente sano y ecológicamente equilibrado. Se incluyen los denominados
“derechos difusos”, el patrimonio común de la humanidad. Los derechos del
usuario y del consumidor, etc. El derecho a la paz, implica el derecho de todo
hombre a oponerse a toda guerra y a no ser obligado a luchar contra la
humanidad; de negarse a ejecutar una orden injusta que afecte a la dignidad
humana si el conflicto bélico resulta inevitable.
Ya existe una cuarta generación de derechos humanos que comprende el
derecho de concebir a la humanidad como una sola familia. El derecho a la plena
integración de la familia humana sin distingos de nacionalidad.
Con las palabras familia y matrimonio sucede lo mismo. La organización
social y política más rudimentaria es el clan, conglomerado humano constituido
por todos aquellos que adoran y responden a la protección de un mismo tótem. La
organización totémica se caracterizó por la exogamia y el carácter matriarcal de la
filiación, en los orígenes del clan la familia propiamente dicha todavía no hizo su
aparición.
Con el devenir de los siglos el matriarcado es sustituido por la organización
patriarcal, con el pater como cabeza de familia. La unión matrimonial ha pasado
por distintos estatus culturales, la poligamia, poliandria, poliginia, monogamia; en
las civilizaciones más avanzadas de la antigüedad, por caso Egipto, se
practicaban uniones entre consanguíneos a fin de mantener la pureza del linaje.
La nueva ley de matrimonio entre personas del mismo sexo, recientemente
sancionada, nos pone de cara al cambio del campo de significación de la palabra
matrimonio.

IV. 1. ¿Es machista la lengua española?


7
Manuel García Morente, Lecciones Preliminares de Filosofía, Págs. 252 y 253. Conferencias en la Universidad Nacional
de Tucumán, publicadas en 1938.
7
La lengua no lo es. Ninguna lengua lo es. La lengua es vehículo de
comunicación, sirve para nombrar, describir, exponer, expresar. El género
masculino en plural, desde la perspectiva gramatical y en la tradición
cultural del español, sirve para expresar tanto a las personas masculinas y
femeninas. No es práctico para una ágil lectura ser muy minuciosos en las
cuestiones de género cuando se nombra a varones y mujeres.
“Para la función se requiere: ser ciudadano/a argentino o argentina,
nativo o nativa o por opción, tener título de abogado o abogada, contador o
contadora”.
¿Presidente o Presidenta? ¿La Primer Ministro, la Primera Ministro o la
Primera Ministra? ¿La Juez o la Jueza?
No son vacilaciones de la lengua sino prejuicios culturales. La gramática tiene
soluciones para cada caso.
Las palabras terminadas en “o” y en “e”, y en “n”; forman su femenino con
“a”: abogado/ abogada; monje/monja; león/leona.
Algunos nombres forman el femenino mediante los sufijos “esa”, “isa”; “ina” o
“iz”: duque/duquesa; poeta/poetisa; héroe/heroína; actor/actriz.
Las palabras de género común se distinguen por el artículo: cómplice,
homicida, joven, testigo, amante.
La Real Academia Española acepta los femeninos de términos que indican
cargo, oficio o condición: Ej.: Presidenta, ministra comedianta, clienta,
dependienta, edila, concejala, giganta, confidenta.
No obstante, por razones culturales o eufónicas hay resistencias a la solución
gramatical. Por ello deben evitarse usos que se emplean por corrección política,
pero contrarios a la corrección lingüística, que explicita la diferencia de género8.

V. El texto normalizado. El texto jurídico


El texto es el resultado de la expresión escrita, en él se pueden diferenciar
dos aspectos: contenido y forma. El contenido es el conjunto de pensamientos que
se quiere expresar y que sólo comprendemos a través de la forma, es decir con
cierta organización, y en un lenguaje caracterizado por la utilización de ciertos
recursos expresivos. En la forma del texto distinguimos estructura y estilo. La
estructura es la organización que adquiere el conjunto de ideas que constituye el
contenido, el modo peculiar de expresión se denomina estilo.
El texto nace a partir de un propósito, una intencionalidad del escritor. Esto
determina cierto contenido, y para que el autor logre su propósito debe haber una
absoluta concordancia entre los recursos expresivos, el propósito y el contenido.
Un poeta, en general, se propone expresar sentimientos y utiliza recursos
expresivos adecuados a su propósito (metáforas, imágenes, comparaciones).
Evidentemente este texto no está dirigido a la razón sino a la afectividad y lo que
resalta es su valor estético, por ello es susceptible de ser interpretado de más de
una manera. El texto normativo contiene disposiciones que ordenan la realización
o abstención de ciertas conductas, o que permiten o prohíben ciertos actos. Por lo
tanto, la exigencia mayor de un texto normativo es la certeza, esto significa que no
puede haber dudas en cuanto a cuáles son las normas contenidas en el texto. La
norma no puede ser diferente para cada lector.
Si un libro se divide en unidades denominadas capítulos, que se narran
acontecimientos que forman parte de un proceso, que contiene amplias
descripciones y diálogos, diremos que se trata de una novela.

8
Saber Escribir, Instituto Cervantes. Pág. 121.
8
Si el texto presenta una división en estrofas integradas por versos; que el
lenguaje posee un cierto ritmo, como conjunto de sonidos; que el escritor transmite
una vivencia para lo cual utiliza metáforas y comparaciones, diremos que es una
poesía.
Si el texto se nos aparece dividido en libros, partes, títulos, capítulos y
artículos y su contenido consiste en normas, diremos que es un código.
El texto normalizado es el tipo de texto por el que contamos hechos,
describimos la realidad, opinamos, informamos, razonamos, reflexionamos y
sacamos conclusiones. Presentan una disposición secuencial donde se combinan
de forma variada lo concreto con lo abstracto y el hecho con la idea.
La forma de relacionar las ideas, los datos o los hechos puede partir de lo
abstracto para llegar a lo concreto, de lo general a lo particular (deducción), y al
contrario, de lo particular a lo general (inducción).
Un texto normalizado presenta un desarrollo ordenado donde aparecen tres
partes bien diferenciadas9:
1) Presentación o parte introductoria, cuya función es presentar la idea básica
del tema, señalar los antecedentes y dirigirse al destinatario.
2) Cuerpo o parte central, donde se explica y se justifica el contenido y la
información conocida y desconocida por medio de argumentos, ejemplos,
opiniones, citas, testimonios o mediante recursos dialécticos.
3) Conclusión, donde se resume lo tratado o se deduce la tesis de la
explicación informativa. Al final, pueden añadirse otras informaciones
complementarias donde se planteen otros supuestos que dejen abierto el
tema a nuevas expectativas.
En la redacción de un texto normalizado hemos de saber claramente qué
vamos a escribir, cuál es el núcleo temático en el que nos vamos a centrar y
cuáles son las ideas secundarias.
La redacción ha de ir dirigida a que el lector perciba de manera rápida el
sentido del texto y descubra con facilidad el tema central. Lo normal es escribir
con orden, claridad y corrección pero también con propiedad y precisión.
Es preferible utilizar el lenguaje positivo frente expresiones negativas, si
decimos por ejemplo, Pedro no es malo, parece no tener la misma fuerza que si
decimos Pedro es bueno. Evitar el uso de palabras que contengan elementos
discriminatorios y los vocablos vacíos de contenido, la redundancia, los términos
comodines, las fórmulas hechas, el uso de barbarismos, el abuso del gerundio, el
empleo de frases grandilocuentes, el exceso de acotaciones.
Es fundamental la adecuación del lenguaje a la finalidad y al tipo de texto de
que se trate. Respecto de los textos jurídicos se recomienda, de acuerdo con la
norma vigente, que se empleen formas más naturales y se eviten las expresiones
formulares, los términos protocolarios, las fórmulas hechas, los tratamientos
suntuosos y los arcaísmos tradicionales. El texto normativo es una modalidad de
texto normalizado.
El texto normativo se origina en una decisión política que para ser
instrumentada necesita normas que deben ser respetadas por el conjunto de la
sociedad. Por tanto, no es posible que de un texto normativo surjan numerosas y
diversas interpretaciones. La legislación tiene que ver con la vida de los hombres
pues la acota, la limita, la encanala, tiene que ver con la sociedad en cuanto la
constituye, la legislación tiene que ver con el gobierno, con la política, tiene que
ver con el derecho.

9
Saber Escribir, Instituto Cervantes. Págs. 318 y 319.
9
La técnica normativa abarca dos procesos. Uno de ellos es la técnica para
la formulación y redacción de normas (nomografía) y el otro es la técnica para la
interpretación de las mismas (hermenéutica jurídica). Una interpretación deficiente
puede conducir al fracaso de la mejor normativa. De igual modo, una redacción
incorrecta puede tornar inoperantes a los más elevados propósitos que pudieron
inspirar a un gobernante. El texto debe transmitir información y conocimientos
útiles para la toma de decisiones a través de productos de fácil comprensión y en
tiempo oportuno.

La formulación de un texto normativo es el procedimiento intelectual por el


cual el autor de una idea la exterioriza públicamente. Esta labor no puede
desenvolverse de manera inorgánica, sino sujeta al cumplimiento estricto de
ciertas reglas.
Los textos normativos deben ajustarse a las reglas de la lengua española y
para lograr la certeza preceptiva deben caracterizarse por la concisión, precisión y
claridad, que garanticen la calidad del producto. Calidad es hacer las cosas bien.

V. 1. Redacción de normas constitucionales


De acuerdo con Gregorio Badeni10, la formulación de la norma constitucional
es el procedimiento intelectual por el cual el autor de una idea la pone de
manifiesto mediante la elaboración de un proyecto que luego se incorpora al texto
normativo. Este procedimiento no puede desenvolverse de manera inorgánica,
sino sujeto al cumplimiento estricto de ciertas reglas.
La primera regla a seguir en la redacción de normas constitucionales es la
del lenguaje común. Las normas se escriben en el lenguaje que habla y entiende
la gente, de una manera sencilla que facilite su lectura y comprensión. Cuando se
trabaja con conceptos técnicos es conveniente definirlos y no utilizar sinónimos
sino el mismo vocablo en todas las ocasiones, porque un sinónimo puede tener
una significación distinta.
Las normas expresadas en lenguaje común padecen los vicios propios de
éste, la ambigüedad y la vaguedad, por ello el constituyente debe reparar en el
estilo de los textos normativos, que se caracterizan por la concisión, precisión y
claridad. La concisión es el resultado de la economía de palabras, esto quiere
decir evitar palabras innecesarias y expresar las ideas con las palabras justas y
adecuadas. La Constitución no es una novela, ni una comedia, ni una prosa
narrativa, tampoco es un tratado de Derecho Constitucional, entonces el
constituyente debe respetar las condiciones del estilo normativo del texto. La
precisión está vinculada principalmente al significado de las palabras, al uso de la
palabra exacta para referirse a cada objeto. La claridad depende en gran medida
de la sintaxis y de la aplicación correcta de los signos de puntuación y evitando las
explicaciones y citas contenidas en las normas.
Asimismo, se debe respetar el principio de generalidad de las normas
fundamentales, una Constitución tiene que limitarse a contener los grandes
principios generales cuya adecuación y proyección sobre la realidad corresponde
al legislador ordinario a través de las leyes reglamentarias. A mayor generalidad
del texto constitucional, mayores casos específicos y situaciones fácticas se
abarcan con él a través de las leyes comunes, que el legislador procura adecuar a
las circunstancias y necesidades de cada momento. De esta manera se asegura la
estabilidad de la Constitución que le permitirá cumplir con su misión ordenadora,
no se sanciona una norma constitucional de corto plazo sino con la finalidad de
que se sostenga en el tiempo.
Asimismo, las normas deben ser flexibles para que sus contenidos genéricos
y estables puedan albergar las necesidades imprevisibles del futuro. Si las normas
son rígidas e inflexibles el texto constitucional no tendrá la ductilidad necesaria
10
Gregorio Badeni, “Tratado de Derecho Constitucional”, T I, Págs., 77 y subsiguientes. Bs As. 2006.
10
para adecuarse a la dinámica social. Pero no hay que confundir normas flexibles
con constituciones flexibles, lo primero se refiere a una técnica de redacción y lo
segundo tiene que ver con los mecanismos de reforma constitucional.
La eficacia y subsistencia de una constitución depende además de que
responda lo más fielmente posible a la realidad política, social, cultural, económica
e histórica de un pueblo, también de que respete sus tradiciones y costumbres. La
mejor Constitución puede ser ineficaz si no se adecua a la realidad social, por lo
tanto las normas constitucionales tienen que ser realistas.

V. 2. El lenguaje jurídico-administrativo
Elena de Miguel11 hace un interesante planteo sobre el lenguaje
administrativo teniendo en cuenta su especificidad, y marcando una sutil línea con
el lenguaje jurídico. Textos jurídicos son tanto los legales (la manifestación
concreta de las leyes) como los judiciales (los derivados de la puesta en práctica
de la legislación por parte de los profesionales del derecho). El lenguaje
administrativo es el empleado por los órganos de la Administración del Estado
tanto en sus relaciones internas como en su relación con los administrados. El
Poder Ejecutivo descansa en el organismo de la Administración para hacer cumplir
la legislación vigente, de ahí la estrecha relación entre los textos jurídicos y los
administrativos.

La frontera entre lenguaje jurídico y administrativo no está bien delimitada y


hasta cierto punto el primero puede considerarse una clase especial del segundo.
Lo que distingue al texto jurídico-administrativo es la especificidad del conjunto de
factores que intervienen en su producción.

En efecto, el emisor de un texto jurídico-administrativo suele ocupar una


posición de dominio y buscar el anonimato. El receptor por lo general ocupa una
posición “subordinada” con respecto al texto, que se le impone tanto cuando es un
texto preceptivo como cuando es informativo. Estos papeles se invierten cuando
se trata de un texto elaborado por el ciudadano para dirigirse a la Administración
(en instancias y recursos, por ejemplo).

El texto jurídico-administrativo no busca convencer a la manera del lenguaje


publicitario o del político, ni le mueve un objetivo estético, como ocurre con el
lenguaje literario; el texto jurídico-administrativo tiene una finalidad
fundamentalmente práctica: la de informar, ordenar y, a veces, disuadir y solicitar
o reclamar cuando el emisor es el ciudadano.
Tradicionalmente, el texto jurídico-administrativo se caracteriza por la rigidez
de su estructura, un esquema invariable establecido de antemano para cada
modalidad (contrato, instancia, sentencia, etc.), y por la de su léxico, muy
conservador, lleno de tecnicismos y fijado también de antemano a través de
fórmulas y frases hechas. En consecuencia, el emisor del texto jurídico-
administrativo tiene vedada en gran medida la creatividad, la expresividad, la
subjetividad: no puede usar metáforas no fijadas previamente, ni improvisar una
organización nueva para su mensaje, ni jugar de forma personal con la lengua;
constituye un mero “notario” o “amanuense”, en sentido literal.
Así, por ejemplo, una sentencia es un texto redactado por un emisor distinto
de quien la ha dictado y éste, por su parte, la dicta en nombre de otro. Aquí
tenemos otra característica de estos textos y es que en ellos se delega mucho. El
emisor real del texto muchas veces parece tener como única pretensión la de
desaparecer de su escrito. Desde esta perspectiva, el lenguaje jurídico-
administrativo es más bien la negación del estilo.

11
Elena de Miguel. Círculo de Lingüística Aplicada a la Comunicación 4, noviembre 2000. ISSN 1576-4737. Revista de
Lengua y Literatura Españolas 2, 2000, pp. 6-31, ed. Asociación de Profesores de Español “Francisco de Quevedo”, Madrid.
11
No obstante la rigidez formal de los escritos administrativos, que hasta exigen
un determinado tipo de papel12, ello no significa que los marcos formales sean
inflexibles y que configuren un lenguaje indescifrable que conduzca al fracaso
comunicativo y a la frustración del propósito del emisor. Los textos jurídico-
administrativos deben actualizarse y simplificarse para así poder acercarse al
ciudadano común.

V. 3. Tipos de textos administrativos


El Decreto 333/1985 establece que, de acuerdo a la finalidad, contenido, uso y
medio de emisión, los proyectos de normas y documentación administrativa
adoptarán alguna de las formas o denominaciones siguientes:
Mensaje: nota que el Poder Ejecutivo Nacional remite al Honorable Congreso de
la Nación, mediante la cual puede detallar los pormenores y fundamentos que
inducen a proponer la sanción de un proyecto de ley, solicitar el acuerdo necesario
para concretar la designación de determinados funcionarios, vetar total o
parcialmente una ley ya sancionada, pedir la devolución de mensajes remitidos
con anterioridad o realizar cualquier otro tipo de comunicación o requerimiento.
Proyecto de ley: proposición escrita cuyo contenido, en caso de ser sancionada
por el Honorable Congreso de la Nación, constituirá el texto completo de la ley,
instituyendo una norma de derecho que permitirá la adopción de decisiones
fundadas en ella.
Proyecto de decreto: propuesta de una decisión a adoptar por el Poder Ejecutivo
Nacional, que constituye un acto unilateral, de alcance individual o general, y que
puede tener vigor y curso dentro de la Administración Pública Nacional, fuera de
ella, o en ambas esferas al mismo tiempo.
Resolución: medida que dictan los ministros, secretarios de los ministerios o de
la Presidencia de la Nación u otras autoridades facultadas para ello, ya sea en uso
de atribuciones propias o de aquellas que les hubieran sido delegadas y que,
según el tema, puede tener vigor y curso dentro de la jurisdicción respectiva o
también fuera de ella.
Resolución conjunta: acto que suscriben como mínimo dos de las autoridades
citadas en el punto anterior y que tiende a resolver cuestiones expresamente
delegadas en ellas por el Poder Ejecutivo, inherentes a distintas esferas de la
Administración Pública Nacional.
Disposición: decisión emanada de una autoridad administrativa no superior
(subsecretarios, titulares de organismos descentralizados, directores generales)
sobre cuestiones o asuntos de su competencia.
Nota: comunicación escrita referente a asuntos del servicio, que se dirige de
persona a persona.
Nota múltiple: nota que se confecciona en varios ejemplares de un mismo tenor
y que se dirige a distintos destinatarios.
Circular: nota que se confecciona en varios ejemplares de un mismo tenor y que
se dirige a diversos destinatarios, a través de la cual se comunica una directiva de
la autoridad facultada para impartirla y que tendrá vigencia prolongada o por
tiempo indeterminado.
Informe: dato u opinión fundados que se da sobre un asunto determinado y que
se dirige de dependencia a dependencia.

12
El Decreto Nacional 333/1985 establece: “Se confeccionará en papel tipo "Romaní", peso relativo ciento seis gramos
(106 gr.) por metro cuadrado, tamaño doscientos diez… por leyenda "El poder Ejecutivo Provincial" impresa en relieve en la
parte superior izquierda de la hoja y el Escudo Nacional en seco en el centro de la misma…”.
12
Dictamen: opinión que emite un órgano de consulta, basada en las normas
jurídicas de aplicación y, en su caso, en la jurisprudencia o antecedentes que
pudieran existir, y que tiende a orientar a la autoridad que debe resolver el caso.
Memorándum: escrito de uso interno que se cursa a una autoridad determinada,
comunicándole una situación especial o exponiendo elementos de juicio referentes
a un asunto en trámite, que le servirán de ayuda memoria para encarar la solución
del caso. (Se dirige de persona a persona).
Parte: comunicación sintética que, por lo general, se efectúa a diario o
periódicamente, para informar sobre un asunto determinado. (Se dirige de persona
a persona).
Providencia: escrito, no sujeto a la emisión de opinión, que resuelve cuestiones
de trámite o peticiones accidentales.
Expediente: conjunto de documentos o actuaciones administrativas originados a
solicitud de parte interesada o de oficio, y ordenados cronológicamente, en el que
se acumulan informaciones, dictámenes y todo otro dato o antecedente
relacionado con la cuestión tratada, a efectos de lograr los elementos de juicio
necesarios para arribar a conclusiones que darán sustento a la resolución
definitiva.

VI. Conclusión
El hombre por naturaleza tiende a vivir en comunidad de manera permanente.
Espontáneamente se asocia y racionalmente organiza su vida colectiva de manera
jurídica y política. La comunidad de vecinos se vuelve entonces un Estado como
forma de organización política global. “El Estado es una asociación orgánica de
tipo finalista. Pero no una transitoria asociación de individuos hecha para realizar
un fin particular, sino una alianza necesaria, una unión completa y estable cuyo fin
permanente es lograr la virtud y la felicidad de todos los hombres”13.

La trama de relaciones sociales que integran una sociedad es posible en un


esquema de conductas predecibles, más o menos regladas. Las normas jurídicas
tienden a asegurar la convivencia pacífica en una sociedad política y jurídicamente
organizada, pero para ello deben ser conocidas por los miembros de la
comunidad. Entonces, el Derecho debe expresarse en un lenguaje sencillo,
preciso y claro, fácil de comprender y accesible al ciudadano común.

El Derecho se expresa a través de recursos lingüísticos y debe respetar, según el


tipo de texto jurídico que se trate, un estilo determinado. El proceso de elaboración
de textos jurídicos también debe seguir ciertos criterios de organización, debe
ordenarse en una estructura determinada. Entonces, el contenido del pensamiento
jurídico debe expresarse orgánicamente mediante una forma peculiar y con un
estilo apropiado.

Con este trabajo propongo una lectura preliminar, básica, sobre la naturalidad del
lenguaje jurídico, antes de estudiar los manuales de estilo, como el Manual de la
Procuración del Tesoro de la Nación o el Manual de Técnica Legislativa de
Antonio Martino, entre otros; para luego abordarlos con mayor simpatía y
entusiasmo.

El principio esencial de la comunicación jurídica es garantizar su conocimiento y


comprensión, la fluidez y sencillez de su mensaje y la claridad y precisión de sus
prescripciones. Las ideas jurídicas más conspicuas se frustrarán si no son
debidamente paridas al mundo real mediante un lenguaje natural sencillo y
actualizado, nutrido de los aspectos más importantes de la cultura, las
instituciones, leyes, costumbres, tradiciones, usos populares, ideas, ciencia,

13
Juan Carlos Smith, El desarrollo de las concepciones jusfilosóficas, Abeledo Perrot, 1999, pág.39.
13
técnica, valores y creencias, que dotan de unidad, cohesión y sentido a la vida en
sociedad.

14

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