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El agua, inicialmente estudiada en la antigua Grecia por el filósofo Empédocles, la define como uno

de los 4 elementos fundamentales, esta idea es adoptada por Aristóteles y es aceptada durante
muchos siglos. Y fue Gay Lussac y Humboldt en 1805 los que demostraron que el cociente de
volúmenes de Hidrógeno y Oxígeno es igual a 2, lo cual condujo, finalmente, a la fórmula H20.

Las conformaciones ordenadas en los estados sólido y líquido del agua se debe a su polaridad o
dipolaridad. Es este carácter dipolar establece relaciones dipolo-dipolo entre sus propias
moléculas, la interacción electrostática entre uno de los átomos de hidrógeno ligeramente positivo
de una molécula de agua y el átomo de oxígeno ligeramente negativo de otra se denomina puente
de hidrógeno. Son estos puentes de Hidrógeno, los cuales, a pesar de sus uniones débiles, la
disposición escalonada y yuxtapuesta de estas moléculas, da formación al agua (líquida o solida)
una estructura de tipo reticular, responsable en gran parte del comportamiento anómalo y de la
peculiaridad de las propiedades fisicoquímicas del agua.

Las propiedades del agua son, por ejemplo, su acción disolvente, elevada fuerza de cohesión,
elevada fuerza de adhesión, gran calor específico, elevado calor de vaporización, alta tensión
superficial, alta constante dieléctrica, notable conductividad térmica y la constante de disociación.

La orina constituye el medio importante para la eliminación del agua suministrada al cuerpo en
exceso. Los riñones tienen una gran capacidad para regular la excreción urinaria de agua. Se
acostumbra a dividir el agua del cuerpo en dos compartimientos principales: a) el agua
extracelular (líquido extracelular) y el agua intracelular (líquido intracelular). El primero está
formado por el líquido intersticial y el plasma sanguíneo. Cuando ocurre un aumento en la
concentración de los solutos (un aumento en la presión osmótica), ya sea en el agua extracelular o
en la del interior de las células, se lleva a cabo una desviación del agua hacia el líquido extracelular
o hacia fuera de él y entonces se produce un cambio en el volumen del agua extracelular.

Para el mantenimiento de la vida, el organismo tiene mecanismos homeostáticos o reguladores


que ayudan a mantener la presión osmótica y el volumen del agua extracelular dentro de los
límites fisiológicos. La presión osmótica es regulada por la hipófisis posterior mediante la hormona
antidiurética (vasopresina o ADH). La ADH regula la presión osmótica del medio extracelular y, por
ende, la de las células por retención o excreción de agua por los riñones.

De lo expuesto con anterioridad, las propiedades fisicoquímicas hacen del agua un compuesto
singular, único en la naturaleza y capaz de dar inicio y mantener la vida, como es conocida y hacer
que los organismos vivos dependen absolutamente de ella para su existencia, por lo que,
efectivamente, el agua constituiría el líquido de la vida.

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