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Max Weber
Iógfi(-a
io Ensayos sobre
metodología sociológica
,1-^. Los'cuatro ensayos de Max \/Veber escogidos para es-
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.` Q te volumen se presentan ordenados cronologicamen-
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te: pero ese orden es también lógico, pues represen-

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tan la marcha de un único pensamiento y remiten
unos a otros en cuanto al contenido: son testimonio
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del proceso de formación de la metodología weberia- 1**
na. Su estructura interna es particularmente esclarecedora respecto
de la comprensión de aquella: cada uno tiene un tema central (deli-
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nición metodológica de los tipos ideales. concepción de la causali-
dad en materia histórico-social, historia de una tipología de la acción
savossobremetodologíasoc
social y tratamiento de los juicios de valor relativos a la realidad y a
la política) pero recapitula las cuestiones consideradas en los otros
trabajos desde puntos de vista diferentes. De tal modo, la obra for-
ma un todo coherente, y pone a disposición del lector de habla espa-
ñola una herramienta insustituible para la comprensión de uno de
los pensamientos más ricos del siglo XX en materia de anáisis eco-
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nómico-social y de conceptuación histórica, cuya problemática man- \\'Nl›er(ti-lx
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tiene hoy toda su vigencia.
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ISBN 950-518-O41
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Dseñota;
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los trabajos de la edición alemana ya fue traducido al español Introducción
con el título «La ciencia como vocación»-_*
Estos ensayos de Weber son susceptibles de diferentes lectu- Pietro Rossi
ras. Los temas considerados continúan siendo, de uno u otro
modo, el centro de los debates metodológicos, no solo en so-
ciología, sino en las ciencias humanas en general. Una de esas
lecturas posibles sería el estudio del pensamiento de Weber
en relación con el materialismo hístórico.'Weber procura de-
limitar su método respecto del empleado por Marx, y parece Las formulaciones metodológicas de Max Weber encuentran
considerar científicamente correctos los análisis económicos de su presupuesto histórico y su término de referencia más ade-
este último en la medida en que aplican de manera implícita cuado en las discusiones y polémicas que, a partir de mediados
el método de los tipos ideales.*`“`*` Por otra parte, Lukács, en del siglo XIX, empeñaron a la cultura alemana en una determi-
una de sus primeras obras, ha utilizado la categoría Weberìana nación más precisa de la tarea de las ciencias histórico-sociales
de «posibilidad objetiva», y autores marxistas posteriores in- y de la validez de sus procedimientos de investigación. En
tentaron reivindicar para sí el método de la <<comprensión››.
esas discusiones y polémicas entraba en crisis, a través de un
Sin embargo, siguiendo el ejemplo de la tercera edición ale- proceso gradual y solo en parte consciente, el programa que
mana, hemos preferido presentar el texto sin notas explicati- la escuela histórica había establecido en su esfuerzo por reali-
vas. En cambio, nos pareció oportuno incluir la <<Introducción››
zar, en el terreno de la investigación concreta, los presupuestos
redactada por Pietro Rossi para la versión italiana de los en-
de la concepción romántica. Cuestionábase, de esta manera, el
sayos (Il metodo delle scianze storíco-sociaíi, Turín, Einaudi,
edificio de las ciencias histórico-sociales que la escuela histórica
1967, traducida de la segunda edición alemana por Pietro
había construido de acuerdo con su proyecto de proporcionar
Rossi, quien agregó también notas propias). Se trata de un
excelente trabajo, que permite encuadrar el pensamiento de
un fundamento historiográfico a las disciplinas relativas al
Weber en el ambiente cultural de la Alemania de comienzos mundo humano; al mismo tiempo, sometíanse a la crítica los
del siglo XX y dilucida exhaustivamente sus supuestos filosó- instrumentos elaborados por aquella escuela. Desde la econo-
ficos. mía política hasta la investigación sociológica, desde las cien-
cias sociales hasta el derecho, la confrontación entre los he-
rederos directos de la escuela histórica y aquellos que, en di-
versa medida, procuraban desvincularse de sus posiciones pro-
gramáticas, dio lugar a un prolongado debate metodológico
que caracterizó, durante casi medio siglo, el desarrollo de la
historiografía y de las disciplinas concernientes a la existencia
social d-el hombre. El origen de aquel se remonta a divergen-
cias de enfoque que se manifestaron dentro de cada drsci-
plina, a propósito de problemas específicos y de orientaciones
concretas de la investigación: solo más tarde se amplió hasta
abarcar la función de las ciencias histórico-sociales, transfor-
mándose en una discusión acerca de su fundamento y su vali-
dez. La actitud polémica frente a la metodología positivista,
respecto de la cual el desarrollo de las ciencias histórico-soci:1-
les de Alemania permaneció en sustancia ajeno, no impedía, sin
* En M. Weber, El político y el científico, Madrid: Alianza Editorial, ¡ embargo, que la exigencia de una investigación objetiva con-
1961.
** Cf._ a este respecto, I. Zeitlin, Ideología' jv teoria sociológica, Bue-
tribuyese también, de manera indirecta, a delinear tal discu-
nos Aires: Amorrortu editores, 1970, cap. 11. sión. Por esta vía, el planteo programático de la escuela his-

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tórica no era refutado en bloque; antes bien, sufría un proceso La Met/Jodenstreit (disputa metodológica) económica ilumi-
de corrección y de transformación mediante el cual el edificio naba también, por reflejo, las cuestiones análogas que subsis-
de las ciencias histórico-sociales -y la fisonomía de cada dis- tían en otras disciplinas sociales; mientras tanto, el problema
ciplina perteneciente a él-- cobraba un nuevo aspecto. de la relación entre estas disciplinas y la investigación históri-
Esta crisis encontró su primera manifestación en el campo de
ca se configuraba gradualmente en términos más definidos:
la economía con la crítica planteada por Menger en 1883 en
aquellos con que Weber se encontraría, y a los cuales aplicaría
contra del hìstoricismo económico. Desde los últimos años su esfuerzo de solución. En efecto, al mismo tiempo, la polé-
de la primera mitad del siglo, los herederos de la escuela mica desencadenada en el terreno de la economía volvía a pre-
histórica -primero Roscher, luego Hildebrandt y Knies---
sentarse, en forma diversa, a propósito de una disciplina que
habían entrado en polémica con el modelo de análisis elabo- por aquellos años empezaba a adquirir autonomía y a definir
rado por la economía clásica, asignando a la investigación cien- sus tareas: la sociología. La escuela histórica, mientras cons-
tífica la tarea de determinar las tendencias de desarrollo que truía un edificio científico con fundamento histórico, no había
rigen el funcionamiento y la sucesión de las formas históricas abierto la posibilidad de una investigación sociológica autóno-
de economía. A la abstracta economía clásica, fundada en la ma; antes bien, había procurado resolver toda ciencia social
ficción de un /:omo oeconomicus que tiende a la exclusiva sa- en la obra de sistematización de un material históricamente
tisfacción de sus necesidades individuales, siempre idéntico en individualizado, obra subordinada al fin de la comprensión
su estructura intemporal, oponían una economía histórica di-
histórica. En cambio, el camino de la sociología había sido em-
rigida a discernir las leyes del desarrollo económico, sobre la prendido por el positivismo francés e inglés, frente al cual la
base del estudio de la conexión orgánica que liga los fenóme- cultura alemana se veía constreñida ahora a tomar posición.
nos económicos con los fenómenos sociales de cualquier otro Al rechazo del método de investigación sociológica empleado
tipo. Servíanse, de tal modo, de instrumentos conceptuales de
por Comte o Spencer --y por los estudiosos que seguían sus
origen romántico, persiguiendo en el mundo económico un es-
huellas--- debía sumarse, en consecuencia, o bien un rechazo
quema de desenvolvimiento necesario de las formas históricas
de la sociología en cuanto tal, o bien un esfuerzo positivo por
de economía como parte integrante de la vida de un pueblo,
definir sobre otra base el modo de consideración que la socio-
es decir, como manifestaciones de su <<espíritu›› peculiar en
logía puede adoptar, así como sus relaciones con la historio-
sus diversas épocas. Con las Untersuc/mugen über die Metho-
grafía y las otras ciencias sociales. La primera solución habría
de der Sozialwissenscbaƒten und der politisc/:en Oekonomie
sido la más coherente con los presupuestos de la escuela his-
(Investigaciones sobre el método de las ciencias sociales y de
tórica; la segunda, en cambio, fue la elegida por la cultura ale-
la economía política), en particular, Menger atacaba el planteo
mana, con una crítica de las consecuencias fi_lgosóf,ica,s¶de la
de la escuela histórica de economía, ilustrando el alcance me-
todológico de los esquemas formulados por la economía clásica søciolosíaspcasitbdsta <:_1titír1.1ìë.Íš.š;Zs§v;12'1flbfl,› SiH,_,¢1;ab,e,r,s0.-
el empeño_pgr_as@_a_r,__a,,la ,investigación sociólógiciai otra ,tarea
y refiriendo el análisis económico a la elaboración de modelos
hipotético-deductivos. Por un lado, en consecuencia, la heren- ly por cqn,$,tru›ir,,,para ella otroraparato conceptual. De tal mo-
cia de la escuela histórica se transformaba, en Schmoller y sus E'l`ò`,'y'a_Í1o era posible sostener la reducción de las ciencias so-
discípulos, en la exigencia de una indagación verdaderamente ciales a la filosofía, como aún lo pretendían, en ocasiones, los
histórica de los fenómenos económicos; por el otro, la ciencia herederos de la escuela histórica: se imponía la necesidad de
económica, que cobraba conciencia de la función específica de diferenciar la función de la sociología ytde formular u,1_j1,_,,si,st,e_:_1†n¬a
sus propios modelos analíticos, podía reivindicar de nuevo su de cate 0rías,_,__sç_;›gcpiol_ó,gicas que poseyesen, ,un,,,_usfo†fesppecífi_t'¿_o_.
autonomía frente a la consideración historiogrãfica. La síntesis Aun cuando estuviese todavía vinculado con los presupuestos
entre investigación histórica e investigación científica, que la ideológicos del Romanticismo, Tönnies se esforzaba, en Co-
escuela histórica había intentado remitiéndose a presupuestos munidad y sociedad, por marchar precisamente en esa direc-
de origen romántico, se disociaba de tal modo para dejar sitio ción, y echaba las bases de una distinción que habría de re-
a dos procedimientos, a dos direcciones del conocimiento in- sultar fu-ndamental para el posterior desarrollo de la sociología
dependientes entre sí. alemana, hasta Weber y aun más allá. Una vez rechazado el
presupuesto positivista de un orden necesario de leyes sociales
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que la sociología debe determinar, y que permitiría una pre- de ciencia social y de politica social)-F puede comprobar en
vision infalible de los fenómenos de la sociedad, y rechazada, seguida de qué modo la labor de investigación concreta que
por lo tanto, la analogía c_o_mteana entre física y soc1oIogìa,__Ia la cultura alemana desarrollaba en todos aquellos sectores se
'cu tura ialemafiåii aslgnabiaii axila" investigación sociológica la ita- entrelazaba, a cada paso, con la controversia acerca de los mé-
rea de flflelìëat_laS,f_0m1_a_sa cióí'š5<`:ìa1l; ïàl wm@ todos, hallando en esta su guía cotidiana.
íiíëdeiigiiesultar de la consideración del modo en que la vida Dentro de este panorama de discusiones y polémicas, a las que
del hombre en sociedad se ha configurado en las diversas épo- se agregaban otras cuya resonancia político-ideológica era más
cas. Trazaba con ello, junto con una diferenciación de la so- directa, planteábase, por lo tanto, la exigencia de precisar la
ciología frente a la historiografía, una conexión entre esas dos fisonomía de las ciencias histórico-sociales sobre bases distin-
orientaciones de la investigación; al mismo tiempo, la socio- tas de las establecidas por la escuela histórica. El debate me-
logía podía abandonar la pretensión de constituir la ciencia de @,d¢88rr011flba.,d,sHtf0 de ¢aëaš,i§sie.1ÍH'.il es- _,9011-
la sociedad como totalidad y reconocer su función específica uía en un problema d_e_order1__11¿¿_s_general :_ _la__determ1nación å
dentro de un conjunto de otras ciencias sociales. Planteábanse if
yd-el piriocãimientoi de;e;sei;g§_up_gMde ,eii,,cu__ant_o
dife-
entonces, en forma diversa en cada uno de los grandes repre- ría del _prp_pi9u_d__e,,aquellas ,gue constituyenïa: ciencia de la na-
sentantes de la investigación sociológica alemana, problemas turaleza. Ya la Met/øodenstreit”económica había puesto de re-
de este tipo: ¿Cómo se configura la conexión entre sociolo- lieve los caracteres peculiares de la investigación económica
gía e investigación histórica? ¿Sobre qué base se distingue la frente al método de investigación naturalista; el propio Men-
Sociología de las otras ciencias sociales? ger lo había reconocido. Además, la olémica en _çontr_a de, la
He ahí, precisamente, eL_ti;x.1_,de__problemas que aparecen sociología_p_Ho§,¿it_ivispta_ insistía a cada paso en el carácter infun-
tratados _,en,,la,,.S`0crÍoZogia (1910) de Simmel, y después en íl e a anal o 1a " comteana " ` y ,soclo l og1a.
e f1s1ca, " En me-
Von Wiese y en Vierkandt, dando lugar a la tentativa de ela- dio de su esfuerzo por liberarse progresivamente de la heren-
borar una sociología formal como análisis de las formas de cia de la escuela histórica, la cultura alemana mantenía la co-
relación social, es decir, de formas que subsisten con indepen- nexión entre ciencias sociales y consideración histórica, cual-
dencia de las variaciones del contenido histórico; por otra par- quiera que fuese el modo en que se definiera luego tal relación.
te, esos mismos problemas aparecen en Oppenheimer o en Con ello, su tarea se presentaba como heterogénea respecto
Alfred Weber, dando lugar a una tentativa opuesta: la subor- de la de la ciencia natural, por lo cual surgía la necesidad de
dinación funcional de la sociologg a la consideraç establecer el alcance de esa heterogeneidad y las condiciones
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ide la cultura. El debate metodológico iniciado con relación a
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bajo las cuales las ciencias histórico-sociales poäan ser reco-
lã c1enc1a economica, se extendia de ese modo a todo el ed1- nocidas como una forma de conocimiento objetivamente válida.
ficio de las ciencias sociales; en efecto, para cada una de ellas Conocidas son las soluciones@'livergentesj que Dilthey, por un
se trataba de definir el campo de investigación que garantiza- lado, y Windelband R_i<__:l_<§_1_lt_,, por el otro, propus1e,
se su autonomía, y, más aún, de determinar su relación posi- este problema metodológico y gnoseológico. Segú ?
tiva con la historiografía o con otras disciplinas. Y aquel de- las ciencias historico-sociales forman parte, junto con la psi-
bate alcanzaba también al derecho, planteando el problema de cología, de las ciencias ,,g_;l,,el_,ç__sp__í_r_i_t,g,;, yppestas se contraponen a
la distinción entre la consideración jurídica, dirigida a estable- raleza en virtud de una diferencia origi-
cer el significado de las normas, y la consideración empírica naria en cuanto al caniipoii de investigación, que condiciona la
de las ciencias histórico-sociales, vuelta hacia el estudio de su diversidad del método empleado, pero que, a su vez, solo
génesis y de su aplicación de hecho en determinado grupo so- puede ser comprendida remontándose a la diversidad de la
cial. Quien hojee las revistas más importantes de ese período relación entre el sujeto que investiga y la realidad estudiada,
-en primer lugar el Scbmoilers Ia/:rbucb (Anuario de Schmo- la cual es, en un caso, el mundo de la naturaleza extraño al
ller) o bien el Archiv ƒiir roziale Gesetzgebung and Statistik hombre, y, en el otro, el mundo humano al cual pertenece
(Archivo de legislación y de estadística sociales), que se con- el sujeto. El punto de partida de las ciencias del espíritu será,
vertirá en 1903, siendo uno de los codirectores Max Weber, en consecuencia, según afirma Dilthey en la Introducción a Zas
en el Arc/:iv für Soziaiwissemc/aaƒt and Sozialpoiitik (Archivo ciencias del espíritu (1883), la Erlebnis en guinmediatez, «la
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experiencia vivida que el hombre tiene de su mundo; y su ta, la contra `cìón,,__çl_i_lthçyanamç__gt,re,,_,_natLirals:1a_,_x¿¬,çspíritu5%Í


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procedimiento fundamental, según precisará luego en los es- , ier e sua.


im ortanci Cu a l quier fenomeno," en efecto, sea na “Í
critos mas maduros del período 1905-11, ha de señalarse en tura 0 espiritual, extrano o perteneciente al mundo del hom-
la relación entre el plano inmediato del Erlelven, la expresión bre,'puede ser investigado con miras a insertarlo como caso
en la cual este se objetiva históricamente, y la <<ç;¿m_pre_ns,ión_›› particular dentro de un conjunto de uniformidades ajustadas
que re,çoge__,t,al.._9bjetivación,remitiéndola a su origen. Por ello a ley, o bien con miras a dilucidar su carácter individual e
' ' ' -i I I- 'I

ëšwtaisjdiisciplinas emplean categorías que constituyen la traduc- irrepetible


ción a términos abstractos de las formas estructurales de la
'_ ' -C911 ell@ deia?-311€'-Ce
.s c - lfiionfixlou entre ciencias c'so-
es
Li.fl coì@ii(%%Éfka, desde el momento en
vida -categorías -como las de valor, significado, fin--; ellas q ue_ las p ri m er as -en a me 1 a en que procuran establecer
crean métodos particulares para remontarse desde cada mani- uniformidades expresables en forma de leyes- son ciencias
festación históricamente determinada hasta el espíritu de los naturales lo mismo que la fisica, y la segunda resulta aplicable
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hombres que la produjeron, en lo cual consiste el procedimigg- en principio, tambien a sucesos carentes de relacion con el
to de la comprensión, análogo al de la introspección. Las cien- hombre y sus condiciones de existencia En Dze Grenzen der
en cambio, se valen de la c___a__teg0ria c se naturwzssensc/:aƒtzlzc/.ven Begrzƒƒsbzldzmg (Los limites de la for
pausa, y, a travéfde la dilucidación de las relaciones causales, macion de conceptos en las ciencias de la naturaleza, 1896
edifican un sistema de leyes: pero el mundo que indagan per- 1902) Rickert procuro, en cambio, recuperar una distincion
manece siempre extraño al hombre, es un mundo con el cual . _ › i ii _ ' ii ' "
objetiva que permitiese mantener aquella conexion sobre nue
el hombre se encuentra en constante relación, pero al cual re-
conoce como distinto de sí e inteligible sólo con otros instru-
vas bases La natura a es la r_ealida_¢¿1mçLon§ideradaT coriprefe 1
rencia a _ _ral' la histo ` _ alidad considewrada con i rieíe-
mentos. En su reivindicación de la obra de investigación po- rencia alp individugl Pero considerar un objeto como indivi
sitiva de la escuela histórica, y en su esfuerzo por justificar ual significa determinarlo en forma de individuo, fundado ¦
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críticamente sus adquisiciones, Dilthey mantiene, por lo tanto, sobre una «relación de valor» con ciertos criterios que han
la conexión entre ciencias sociales y consideración historiogra- permitido aislarlo y caracterizarlo. El mundo histórico se pre-
fica, señalando la comprensión como el procedimiento comìín senta, en consecuencia, como una multiplicidad organizada de
a ambas. Las ciencias del espíritu desempeñan su labor, sea
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individuos, pertenecientes a una totalidad e insertos en un


mediante el análisis de las regularidades y recurrencias de com- proceso de desarrollo; su base está constituida por la referen-
portamiento de los fenómenos históricos, sea mediante la de- cia de la realidad empírica al mundo de los valores que lo
terminación de la individualidad que caracteriza a cada uno califica como el mundo de la «cultura››. El campo del investi-
de ellos; orientación igeneralizante y orientación individuali- gación del conocimiento histórico es la cultura; los valores a
zante se presentan siempre como paralelas y conexas. Lo que los cuales ella refiere su objeto propio son los valores cultu-
distingue a las ciencias del espíritu de las _ciencias de la i¬atu- rales; las disciplinas que la constituyen son las ciencias de la
raleza en el terreno metodológico es la antítesis entre expli- cultura, y estas comprenden también disciplinas nomotéticas
cación y comprensión, entre la causalidad y el «comprender››. subordinadas a la rientaciónfundamenal del conocimiento
Muy distinta es, en cambio, l de Winidelbagiiiifd"ify de historico. ei icio e as ciencias istorico-sociales se cons
Rickert, quienes abordan el problema en el p ano lógico de- tituye 1 - nuevo como el edificio de las ciencias d la cultur
finido por el _neocriticismQ,_al,emán. Con su crítica de la distin- sobre la base de la «relación de valor› uereresent e sini-
ción diltheyana, porque esta sewréfiere a un fundamento meta-
1ca0_e Oleto 01`§C0; por in, en 921, Ric ert admitirá
físico, Windelband se propone, en Gesc/:ic/ito und Naturwis- la pocion de «_cpmprensión››, para calificar con ella la compren-
sense/oaƒt (Historia y ciencia natural; 1894), diferenciar ambos åion dpi signifipado a que tienden las ciencias de la cultura.
términos según la diversidad abstracta de su fin cognoscitivo: ormu ada inicialmente en el puro terreno lógico, la distin-
existen ciencias orientadas hacia la construcción de un sistema cion entre ciencia natural y conocimiento histórico se transfor-
de leyes generales (las ciencias nomotéticas) y ciencias orienta- maba, de este modo, en una distinción de campos de investi-
das hacia la determinación de la individualidad de determinado gación, 'ustificada or la ausencia o la resencia de un,__a_,,_«r_,e-
fenómeno (las ciencias idiográficas). Desde este punto de vis-
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laci e valor». 8

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Durante casi dos decenios, desde 18_8§,_h,a,st,a los umbrales del nios del siglo xix y que proseguía aún. En efecto, Weber
nuevo si¿ghJ,_ '"Éö`iìfit'üidia¬ por estas dos posiciones había tropezado con esos problemas en su propia labor de
ëstujvio en el centro de la controversia sobre el método y sobre historiador y de sociólogo, en cuanto había debido precisar
las condiciones de validez de las ciencias histórico-sociales. las condiciones de uso de sus propios instrumentos de investi-
Las discusiones y polémicas que se desarrollaron en torno de gación y la relación de la investigación objetiva con sus pro-
ella --y en las cuales se insertó la original labor de Simmel-- pios intereses políticos. Mientras estudiaba la historia del de-
tuvieron su constante término de referencia en tal alternativa, recho comercial en el medioevo, y la historia del derecho
y, con frecuencia, se agotaron en el intento de probar o re- agrario romano, había debido enfrentar el problema de la
futar una u otra tesis, o bien de conciliarlas de algún modo. relación entre las instituciones económicas y la elaboración
Determinando, como procedimiento propio de las ciencias del de los conceptos jurídicos correspondientes, y, por lo tanto,
espíritu la comprensión, Dilthey señalaba el fundamento de su la cuestión de la diferencia entre investigación histórica y con-
validez rcular entre Erleben, expresión y Vers- sideración jurídica; del mismo modo, el análisis de la decaden- l
te/Jen: las ciencias del espíritu están validadas -si bien de cia económico-social de la civilización antigua lo había enfren-
manera limitada y condicionada- por la identidad del sujeto tado con el problema del «peso›› de los factores económicos
cognoscente con elmundo que constituye su campo de inves- en el curso histórico. Por otra parte, su participación en los
tigación. El hombre puede comprender su mundo, el mundo trabajos del Vereirz für Sozialpo-lite'/e (Unión para la política
histórico-social, porque forma parte de él y lo capta desde social) y en la encuesta sobre las condiciones de vida de los
adentro. La justificación de la validez de las ciencias del es- campesinos de Alemania oriental lo había puesto frente a la
píritu se remite, en consecuencia, a una tesis fundamental del problemática de una investigación sociológica «sobre el tc-
historicismo diltheyano -también Sìmmel la admite en forma rrenoi», y frente al problema más vasto de la relación entre
no muy disímil--, y se inserta en la compleja relación entre esta investigación y la posibilidad de una toma de posición
la crítica de la razón histórica y el esfuerzo por lograr la de- política orientada hacia la transformación práctica de las con-
terminación de la historicidad humana. , Windel nd diciones dilucidadas empíricamente. Cuestiones análogas plan-
Rickert en cambio, una vez reconocida la «relacion e valor» teábanle también el análisis de las condiciones humanas del
como esencia a o eto istorico as ciencias de la cu tura trabajo industrial y su influencia sobre la vida de los obreros
o B tienen
' l`d ez - gue en ta l ca s o e s u na validez incondi-
su vai ___, o bien el estudio de algunos aspectos característicos de lá
. cionada que se realiza en resultados incontrovertibles, adqui" economía moderna. En cada uno de estos casos, la labor de
ridòišw e una vez ara siem re--- de la validez e os lotes investigación se mostraba ligada al planteo de problemas me-
_ que ellas asumen_çQp§1Q ,,,C_tite,rin.s,,pai;a,,.,¬a_,_,,§_§ección del dato todológicos, a la formulación lógica de instrumentos que per-
tificación de la validez de las ciencias de Ta mitiese lograr los resultados a que se aspiraba. La metodolo-
'cultura se encuadra, por lo tanto, dentro de la filosofía ricker- gía weberiana construíase, de este modo, en el curso de la in-
tiana de los valores, y encuentra su base ina en la tesis vestigación concreta, día tras día, hallando su núcleo genuino
del carácter absoluto gue es preciso atribuir a tales valores. en la exigencia de definir la función respectiva del análisis
La contraposición entre el punto de vista de Dit ey y el empírico de las ciencias histórico-sociales y de la actividad
compartido, al menos en sus líneas principales, por Windel- política. Su primera manifestación explícita puede dìscernirse
band y Rickert, revélase de este modo en su alcance gnoseo- en un ensayo dedicado a la discusión de un problema clave
lógico, mostrando su relación con una diferencia más funda- del debate metodológico de los últimos años del siglo XIX:
mental de prospectiva filosófica. el ensayo Rosc/acer und Krzies und die Zogiscberz Problema
der /Jzstorzsc/sen Natzonalökonomie (Roscher y Knies, y los
En este ambiente formose la metodolo g ia de Max Weber ,gue problemas lógicos de la economía política histórica; 1903-
re resenta recisamente e esfuerzo or ánico or resolver los 1906).
Es a través del análisis de los presupuestos de la escuela histó-
istorico-sociales y por el debate general acerca de su función, rica de economía como Weber toma posición frente a la he-
desarrollado por la cultura alemana en los dos últimos dece- rencia metodológica romántica y, al mismo tiempo, define su

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actitud con relación a la antítesis entre el punto de vista de ,metodologa ,_¶v__eberi_ana a e1e ición diltheyana
Dilthey y el compartido por Wiiidelband y Rickert. 1 ague a gue,,,Ri'Él§ert,,,pdri ésoscmismos años,“aéàba`l5a“dë†dÉ-
Retomando las críticas de Menger, Weber destaca de qué fi_iiir_gn,,,l9_sH§fre¿z;e¿¢. La elección de Weber es expficita a este
modo el procedimiento del historicismo económico no es, en respecto.. A través del ,rechazo del objetivismo
realidad, un procedimiento hìstoriográfico, sino que constituye '
nismo Hhistórico,
_, c descarta Weber en los hechos algunas tesis
una investigación de tendencias evolutivas inficionada por el del análisis de Dilthey: las ciencias histórico-sociales no se dis-
empleo de categorías románticas. La contrapartida positiva de tinguen por tener como objeto el espíritu antes que la natu-
esa crítica es, por un lado, la exigencia de investigaciones de raleza, o bien porque procedan mediante la comprension ni
I' I I' I'

historia económica propiamente tales, orientadas a determmar terna de l signi fica do d e cierto fenómeno antes que mediante
la estructura de las diversas formas de economía y el proceso su explicación causal. Lo que distingue al conocimiento his-
que conduce de unas a otras, y, por otro lado, el reconocimien- tórico, y a las disciplinas que pertenecen a su ámbito, de la
to de la validez del planteo de la economía clásica, dentro de ciencia natural es su particular estructura lógica, es decir, la
los límites ya señalados por Menger. Rechazando la noción orientación hacia la ` dividualidad Precisamente, el recurso
de «espíritu del pueblo» como fundamento real de las mani- al punto de vista elaborado por Rickert ofrece a la metodolo-
festaciones de desarrollo de determinada sociedad, así como gia weberiana los mstrumentos para llevar la polemica en
la indebida trasposición de conceptos biológicos al estudio de contra de la herencia romantica de la escuela historica y para
los fenómenos económicos, trasposición iinpficita en la cpu- encontrar una primera definicion positiva No el objeto, sino
cepción «orgánica››, Weber amplía el alcance de su análisis el fin con miras al cual es indagado y el metodo de su elabora-
hasta convertirlo en una crítica rigurosa de los presupuestos ción conceptual; no la comprensión como procedimiento psi- 1
que el historicismo económico de Roscher y de Knies había cológico, sino el mo o en gue ela encuentra verificación em- i
heredado de la escuela histórica, y, en consecuencia, en una pirica y se traduce en una forma esp__<=;@fig_a,,,,_<:_l,e_exp_licaciónccm;-É”
crítica de la herencia romántica sobreviviente dentro de las sal He las ciencias histórico-sociales.
ciencias histórico-sociales. Aquel proceso de liberación gradual Shi embargo, esta elección en favor de las posiciones de Win-
respecto de tal herencia, que el debate metodológico de los delband y Rickert no constituye un rechazo integral de las
últimos dos decenios del siglo XIX había iniciado, se transforma tesis diltheyanas. Lo que Weber combate en estas ---y es sig-
aquí en una ruptura explícita, en un rechazo de principio. La njficativo que la toma de posición frente a Dilthey sea por
obra de la escuela histórica se muestra inficionada por la lo scomún solo implícita--- es su aspecto romántico, no las
introducción de presupuestos metafísicos que, dado que % _
adquisiciones positivas que ha logrado. Weber no niega, en
implican una pretensión valorativa, no permiten desarrollar efecto, que las ciencias histórico-sociales tengan un campo de
una investigación objetiva. Sobre esta base adquiere signifi- investigación: y un procedimiento particular propios: niega
cado la polémica que, partiendo del análisis de las formula- solamente que ambos basten para caracterizar su estructura
ciones de Knies, la metodología weberiana emprende .en contra lógica. La posición diltheyana, en consecuencia, es sometida
de Wundt y Münsterberg, de Simmel y Gottl,_ y, p0r_últ1i_ri0, a un proceso de reinterpretación, por cuya vía sus tesis pue-
de Lipps y Croce. La autonomía del conocimiento historico, den entrar en relación con las de Rickert. Afirmar que las
en cuanto forma de conocimiento provista de validez propia, ciencias histórico-sociales deben emplear un procedimiento de
no puede ser garantizada mediante un objeto específico (la comprensión adecuado a su objeto es plenamente legítimo, si
realidad «psíquica›› por contraposición a la realidad «física››) tal procedimiento no es ya un Versteben inmediato, un acto
ni mediante un procedimiento psicológico específico (la cpm- de intuición sino ue se convierte en la formulación de hi "'
prensión como intuición inmediata) ; en efecto, ni el objeto tesis interpretativas ue es eran su ver icacion e___mpíri§:_a, y,
ni el rocedimiento, tomados or sí o en su relació:n, pueden por o tanto, que se las asuma sobre la base de una expiicación
caracterizar a estructura ó ica d n disci ina, asi como causal. La comprensión ya no excluye la explicación causal sino
tampoco un ar su va i ez objetiva. De este mo o, la polémica que coincide ahora con una forma específica de esta: con la
antirromántica, y el esfuerzo a ella ligado por justificar el determinación de relaciones de causa y efecto individuadas.
carácter objetivo del conocimiento histórico, constrineron a la Las ciencias histórico-socialesison, por lo tanto, aquellas dis-
¿ï¿í

is 19
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ciplinas que 1 ,sirviéndose d rocesg,


_______ _ ,de_,,in_terpretación¿
_... .__ pro- tlf” Ñ 1 ración respecto de sus consecuencias pofiticas; por otra parte,
curan discernir relaciones causales entre fenómenos _i;_id_iy__i i.i-*-P-f~'”"" 'i el desarrollo de las ciencias histórico-sociales había constituido
I

duales es decir explicar ca a enomeno e acuerdd con las


I' una tentativa por ilustrar y enfrentar las cuestiones prácticas
re aciohes, diversas en cada caso, que lo ligan con otros: la planteadas a cada momento por el cambio de la estructura
comprensión del significado coincide con la determinación de económico-social de Alemania y su nueva posición en el campo
las condiciones de un evento. internacional. No por casualidad muchos de los exponentes
Por la vía de este análisis, Weber determinaba algunas direc- más importantes de ese desarrollo ---desde Schmoller hasta
ciones de investigación que habrían de ser fundamentales para A. Wagner y desde L. Brentano hasta muchos otros- fueron
el desarrollo de su metodología; al mismo tiempo,_ precisaba también los representantes de aquel «socialismo de cátedra»
el planteo del_problema central que esta enfrentariaf el pro- que aunaba el estudio científico de los problemas económico-
blema de la objetividad de las ciencias historico-sociales. La sociales con la aspiración a una transformación en sentido
polémica en contra e la erencia romantica e la €SCL1€1fi moderno del ordenamiento social de Alemania. Y no por ca-
histórica ya ha puesto de relieve ¿as dos condiciones que pue- sualidad, en las revistas de ese período, la discusión de las
den garantizar tal objetividad: 1),? ,Las ciencias historico-so- cuestiones de política social marchaba a la par del planteo
ciales no deben recurrir a esupu os que i_mp_li_quen una toma de los problemas teóricos y de la elaboración de los instrumen-
de posición valorativa, 2" las ciencias historico-sociales de- tos de investigación. Precisamente, estos eran los hombres con
ben verificar sus propios asertos mediante el recurso a la ex- quienes más ligado se sentía Weber, como estudioso y como
plicación causal. En el análisis de estas os con iciones y de político: recuérdese su participación en la encuesta promovida
su posi ii a de realizacion efectiva, la metodologia webe por el Verein für Soziaipoliti/e. También eran esas las revis-
riana se constituye en sus líneas directrices, primero en el tas con las que colaboraba. Por eso, en el momento de asumir
ensayo «La “objetividad” cognoscitiva de la ciencia sopial y la codirección del Arcbiv für Sozialwissenscbaft :md Sozialpo-
de la política social» (1904), y luego, a través del estudio del litik se vio obligado a tomar posición con respecto a eso, y a
esquema explicativo historiográfico, en los sucesivos «Estudios deslindar su punto de vista metodológico del de Schmoller, y
críticos sobre la lógica de las ciencias de la cultura» (1906); en general de los exponentes del «socialismo de cátedra».
al mismo tiempo, encuentra el modo de afirmarse polémica- Las ciencias histórico-sociales pueden, por cierto, tomar sus
mente mediante toda una serie de discusiones contenidas en temas de la vida político-social y contribuir a la orientación
diversos ensayos de menor relieve. '-¡__
_'-\-i_

ideológica con la solución de determinados problemas. Pero


El análisis de la primera condición es realizado con referencia su investi ación debe ser ob`etìva Esto si nifica ue nomíf fi
I'
J ,-""'
_,

a la distinción rickertiana entre juicio de valor y -«relación de den formular juicios de valor › Y q ue sus resultados no pueden
valor». Pero también aquí, tras a abstracta órmula enunciada convertirse en la base e una posicion politica p ano en
por Rickert, existen problemas de investigación concreta y que se mueven no es el de la va i ez ideal de los valores, sino
divergencias metodológicas que Weber encontraba presentes solamente el de la existencia de hecho; no pueden decirnos
en el ambiente de las ciencias histórico-sociales de Alemania, si estos valores valen o no, ni prescribir un comportamiento
a saber: los problemas que también él había debido enfrentar en lugar de otro: pueden solamente indagar los valores en su
en su labor de historiador y de sociólogo, y aquellas divergen- génesis histórica. La investigación científica que las ciencias
cias que había procurado resolver en la confrontación cotidia- histórico-sociales desarrollan es independiente de cualquier
na entre tal labor y sus intereses políticos no menos vigorosos. toma de posición valorativa: discierne lo que es, n a
Los presupuestos metafísicos en los que se había basado la lo gue debe ser. Entre ellas y el juicio de valor media una
escuela histórica tenían muchas veces un alcance político con- eterogenei a radical, una solución de continuidad. Sobre
l
servador; en efecto, la concepción «orgánica» de la sociedad esta base Weber puede adoptar la distinción rickertiana entre
designaba por lo común, no solo un método de estudio, sino juicio de valor y «relación de valor»: las ciencias histórico-
también un ideal político-ideológico que servía como criterio sociales no admiten en su ámbito ninguna valoración práctica,
de valoración. La liberación respecto de aquellos presupues- sino que están en relación -una relación purame nte te'orica
' --
tos había significado, por lo tanto, al mismo tiempo, una libe- con los valores que delimitan su objeto entro de la multipli-

20 21
-.

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¬.
_ *If I
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cidad de los datos empíricos. Y <la¿<,,<relación"d,e¿valor››,,, no es, la conexión interna de sus investigaciones y, más aún, su rela-
por lo tanto, un rinci io de vaglppracìónj, sino uniprincipiopúde ción con otras disciplinas tienen una base, no ya sistemática,
. _, . "- ¬=-ri
seleccion: sirve gara determinar un cam_p9__,de_ 1 vesti acion,
s . 1 ,if
sino problemática.. De allí se sigue también que la cultura,
"dentro del cual la indagación procede de manera objetiva a fin antes que constituir un campo de investigación determinado
de lograrla ex licación c l,<_?t_.$. _ÍÉ'-.l1É_11.Ä1_Éí*r1Hc_›¿s. de una vez para siempre mediante la referencia a valores uni-
La metodología weberìna encuentra el punto dÍ=: partida de su versales y necesarios, pasa a ser un complejo de campos de
elaboración sistemática, por lo tanto, en el análisis del cono- investigación autónomos, coordinados entre sí de una manera
cimiento ` 'ric realizado por Rickert del cual extrae dl- que varía con el desarrollo histórico de las diversas disciplinas.
gunos de sus presupuestos mas importantes. La «relacion de A través de este cambio el roblema de la explicación causal
valor» vuelve. posible la determinación del objeto histórico, en el dominio de las ciencias histórico-sociales adquiere, sin
el cual se constituye como tal en virtud de su «significado embargo, nueva fisonomía. Weber se aplica a su análisis en
cultural»; este significado es siempre individual -es decir, el la segunda parte de los «Estudios críticos sobre la lógica de
de un cierto fenómeno condicionado por relaciones particulares las ciencias de la cultura». Si la ciencia natural exlica los fe-
con otros--; el conocimiento histórico, por lo tanto, es siem- nómenos -;-to o . n si 'n- -tlf : _-3, raes, y as
pre una «ciencia de realidad». Pero, a través de esta exigencia, ciencias histórico-so ` es uiere -. - ` . ø en camio, en
la doctrina del método formulada por Rickert en los Grenzen su inividualida, y, por lo tanto, en el proceso especi ico e
sufre una transformación interna de importancia decisiva; el cual surgen, ¿cómo es empero posible esta forma de explica-
punto crucial de esa transformación es el modo en que_Weber ción -que al mismo tiempo es comprensión- de un objeto
interpreta la relación del objeto histórico con los valores. histórico, y mediante qué procedimiento es posible llegar a
Para Rickert, esta relación constituia, no solo un principio de ella? También la explicación de un objeto histórico, en los
selección, sino también el fundamento de la validez incondi- hechos, implica una selección dentro de-la multiplicidad del
cionada del conocimiento histórico, en cuanto los valores que dato empírico y de las infinitas relaciones que ligan a cada
presiden la selección son -según el postulado central de uno de sus elementos con otros, infinitos. Puesto que la tota-
la teoría windelbandiana y rickertiana de los valores- univer- lidad de las relaciones de causa y efecto de las que depende
sales y necesarios. Para Weber, en cambio, la referencia del la ocurrencia de un fenómeno es conceptualmente inagotable,
dato empírico a los valores no representa ya una garantía el campo de investigación dentro del cual se mueve la investi-
absoluta, y la selección entre la multiplicidad de los datos está gación debe ser delimitado sobre la base deguna selección; y
dirigida por criterios que no son universales y necesarios, sino esta se" encuentra ligada al punto de vista específico desde el
que, a su vez, son el resultado de una selección. Esta no recae cual se realiza la investigación. La explicación se restringe,
ya solo sobre el dato empírico, ,sino también sobre los valores por lo tanto, a una serie finita de elementos, determinada en
a los cuales es referido; y el procedimiento de as ciencias is- cada caso sobre la base de cierto punto de vista, y de este
tórico-sociales aparece encuadrado dentro de una dimensión se- modo se desarrolla siguiendo una dirección particular de rela-
lectiva fundamental. En consecuencia, el plano trascendental ciones entre los fenómenos, abstractamente aislada de las otras
rtìana del método deja sitio al plano meto- direccioneš posibles de investigación. Tal es el proceso de
dológico de un análisis dirigido a llustrar s «imputación›› de un acontecimiento a sus «causas», según se
, y el mo o en que las cien- configura en las ciencias histórico-sociales. En este punto se
cias istórico-sociales se organizan sobre esta base. La relación / presenta, sin embargo, el problema de la posibilidad de veri-
con los valores pasa a designar la particular dirección del in- ,/ ficar empíricamente la «imputación», esto es, la determinación
¢---7---------I-'k . - . _,
teres cognoscitivo que mueve la investigacion, es ecir, e espe-
d - 1
de una relación de causa y efecto en forma individual: deter-
cífico punto de vista que esta adopta, delimitando su campo. minada cierta serie de relaciones sobre la base de una selec-
De aquí se sigue que las disciplinas pertenecientes al edificio ción, ¿cómo es posible establecer que ellas y no otras han
del conocimiento histórico no tienen un ámbito determinado conducido al acaecimiento del fenómeno a explicar? La de-
a priori, sino que se lo constituyen sobre la base de un cierto mostració --r ` . ~ olament _ ma 1l_çbë¡;,_,m¢_
punto de vista o de un cierto conjunto de puntos de vista; I'
int -_ onstrucción de un pr0çg;s9_hip9t_eÍti_co,-diverso del

22 23
'-r-ug:-1.1

totalidad los factores determinantes de su ocurrencia, en el


proceso real por la exclusión preliminar de uno o de varios
e 1 ementos.__ 1 a posterior
' comp aracion
de _ ' ,_,Sc__¬___iD_L†,p,,èìdàÍ,,
entre el roceso 8 real ámbito del es uema explicarlo condicinal existe to
› sibi-
liad de '- o órenes 1-9 un 1 ` con re ación a a
y el rocesohipot,eticarnet¿t§,,É911,$Í,1?L11_p. egun, que a I

'versidadde los puntos de vista que indican la dirección de


sión de tal e emento conduzca a la construccion de un proceso
las relaciones inda giad as.
posible más o menos diferente del proceso real, __d«_e_bp_rg
De esta manera, la metodolo ía vveberiana lo raba ilustrar el
rirse que su importancia causal en el proceso en cuestion es
_a,,l,ç_a___ific_e____§l*_e las došufd-ndiciones fdnda tales arantizan
'r
I

mayp,r)_g,_iiïé*nor. Por lo tanto, la_«imputacion» de un a_cgn_te-


a o 'S` ' . ¢ 1 - . ' 1 ias histórico-sociles A través de la
cimiento se produce de manera indirecta, a traves de juicios
distinción entre investigación objetiva y juicio de valor, deter-
de «posibilidad objetiva», los cuales se disponen siguiendo
minó primero tal objetividad de modo negativo; en cambio,
*Hiïì'HïrI'¡¬-

una serie de grados comprendidos entre dos casos limite: ia


«causación adecuada» y la «causación accidental». _En el caso a través del estudio del procedimiento de explicación causal,
obtiene una determinación positiva. Las ciencias histórico-so-
en que el proceso hipotetico no conduce ya al objeto que se
debe explicar, se deberá inferir que el elemento excluido esta ciales, en cuanto condicionadas en su punto de vista y en la
delimitación del campo de investigación por el interés del
ligado a él por una relación de «causación adecuada», es decir
estudioso, y, por lo tanto por la situación cultural dentro de
que es imprescindible en el conjunto de sus condiciones; en J'
1
_ ,r I - ¢ -I
la cual este actua, arten n termino sub e vo pero
- e caso en que e proceso hipotetieo ten a esen ace ana- 'Iii

el ambito del campo e investia ø i i deli 1 tado, sus re


logo al roceso rea se ebe ferir p ue e e ement0,,,É,?ïC,11±1_},,_0
su taos son o etivamen alidos, y lo son en virtu ela
esta i ado con el ob eto mediante una re aciójfiiidie «causación
ace La ››, e e ` cguefsiiiiiipfesenciia oiiausënëiajoresultan in- estructura o ica de rocedimiento Q a unica a
l rantía de tal objetividad se encuentra, en consecuencia, en la
diferentes. La comparación entre el proceso construido hipo-
téticamente y el proceso real permite establecer, en cada caso, reta alicación de sinsrmentos u,en su con`no, cons-
la importancia causal de cierto elemento, con relacion al fe- tituyen ta est c ura o ica y no en i re erencia a valores
nómeno que debe ser explicado. Solo que, de esta manera, incon icionados sustraidos a la selección. El esinde respecto
las «causas» dílucidadas de este modo no son ya todas las de Rickert se muestra, en este punto, nítido e incontroverti-
causas del acontecimiento en cuestión, sino solamente las con- ble. Pero de ello se sigue también una diversa interpretación
diciones individualízadas siguiendo cierta dirección de la in- del edificio de las ciencias histórico-sociales. Para Rickert, el
vestigación, correlativa a la adopción de un _punto de vista conocimiento histórico estaba constituido por un conjunto de
disciplinas -las ciencias de la cultura- ligadas por relaciones
específico; en segundo lugar, el nexo de causalidad admite una
serie de grados que van desde la «causación adecuada» a la inmutables y provistas, cada una, de un campo objetivo de
«causación accidental». Con esta doble restricción del proce- indagación. Para Weber, la conexión entre tales disciplinas
dimiento explicativo de las ciencias historico-sociales, Weber es problematica, y puede variar en relación con el surgimiento
realiza el abandono del modelo clásico de explicacion causal de nuevos problemas propuestos por situaciones nuevas; nue-
y el pasaje a un esquema de explicación que ya no es causal vas disciplinas pueden constituirse, transformarse otras, y los
limites entre ellas pueden variar y de continuo lo hacen.
sino, antes bien, condicional. Cuando ponen de manifiesto una
serie finita de fenómenos -diversa de acuerdo con el punto
de vista de la investigacion-, de la cual depende un cierto
fenómeno considerado en su individualidad, las ciencias his-
Común as es solame rientación e
exlicac” 4- ø acont -unir, ver de f.«..~¢ if man -'if su
'ndiuiduailidadc orlo ii o el emleo u- 1. nstrumentos
' d a
M
_ ue permiten tal ex ` i' Las ciencias historico-sociales
tórico-sociales no establecen sus factores deterrninaiites sino
son por eso, en ultimo analisis, disciplinas de conocimiento K
que determinan un cierto grupo de condiciones que, junto con
otras, lo vuelven posible. La relación de causa efecto inter-
re ad mo relación necesaria es stituida or una rela-
ción de condicionamiento. Si desde el punto de vista del mo-
si histórico. Cuál » entonces el c 1- -- los conc
las reglas enerales -e o o
1C0-- €I`l Cl lle-9 1- una n'| 0
un - de -1 olo-
I ¿F0f
C

parte de ela sistemas de conceptos abstractos -por ejemplo,


delo clásico de explicación causal podía darse por explicado
cierto fenómeno si, y solo si, habían sido descubiertos en su
los de la ciencia económica- y, en caso afirmativo, qué fun-

24
; 25 ~
» 1

1.
I-
fl

ción ejercitan? De la res uesta a estos interrogantes sur e 1%! conexión sistemática de onceptos de re las que presentan
teori»- b
e e ¡¡an - _ 'W _ P i caracter tipico-ideal. Todas las ciencias histo:rico-sociale _,
eterminar un sistema e leyes generales afin de explicar sobre _su con unto, tienden hacia lo individual. Per el cainin hacia AI
la base de ellas la multiplicidad de los fenómenos, progresan- W o in ivi ua pasa en ca a caso, a través de lo eneral, del
do hacia un nivel creciente de generalización; el conocimiento saEr nomologlico. De esta manera, la investigación historio-
histórico se sirve en cambio, de las uniformidades formula- gráfica y las disci linas sociales abstractas -como la ciencia
das como Islas flflfil',_-si el económica o la sociología, etc.--- confluyen en el mismo pro-
o rar a ex ' " OS f¢HÓm¢fl0S ,srl cedimiento de elaboración típico-ideal y en la misma orienta-
er nomológico, sino su ción hacia un fin fundamental común.
diversa función distingue entre sí la ciencia natural las cien-
çias Eis`to'ricoïsocial,e§¿ lo que en la primera es el telrmino de Reconduciendo la validez del conocimiento histórico a la va-
la investigación, en las se ndas en 11 bio, es un momento lidez incondicionada de los valores, Rickert había subordinado
provisiona
` ` lde ell a asta que punto e o es cierto o emues- 1 el análisis metodológico a la teoría del conocimiento.. Su doc-
tra a misma construccion de un proceso posible, que no puede J trina del método se movía, de hecho, en un plano trascenden-
realizarse sin recurrir a reglas generales del devenir que per- tal, a saber, en el plano de discusión adoptado por el neocriti-
mitan trazar la sucesión de los fenómenos, que deberia haberse "i
cismo alemán Para Weber, en cambio el problema de la ob-
producido sobre la base de la exclusión de uno o varios ele- jetividad de las ciencias istó,r_ig_Q;§ociales encuen raäsu solii-
mentos: la ex licación de la individualidad resu one el saber cion enuina a traves de nfilliciones, discerói-
nomoló ico es decir un conjunto de unziormidaåe ti picas _ , es en a estructura lógicahginternapppde tale,s__disciplinas. La
;Í1-išï teoría del conocimiento se resuelve conl ello denrrgwflë F me-
nceptos generales, están cons- todología, y esta se configura como un análisis que se atiene al
_±.¡,p., ¡¬.|›_.,lI"flI'1|

tituidas mediante un procedimiento abstractivo que, aislando modo de laborar efectivo de las ciencias histórico-sociales. Na-
dentro de la multiplicidad de lo empíricamente dado algunos cida como esfuerzo de solución de problemas planteados por
elementos, procede a coordinarlos en un cuadro coherente, sin el desarrollo de estas disciplinas, y con los que el propio We-
contradicciones._De este modo el resultado de tal ,procedimien- ber había tropezado en su obra de investigador, la metodolo-
to ab stractivo ' '
es siem 1 r, t i o ideal ueW 1 0 r un lado se í gía vveberiana toma de continuo su material -y obtiene su
1erencia e a ralìdad y no uede ser con n'o con ella, vitalidad-- de la referencia a cuestiones de investigación con-
pero ue or el otro, Hebe _serrvi,r ppiinsptriìmecntalmeknte para la creta. Las polémicas siempre renovadas que Weber entabló
explicación de los fenolmenos en su individualidadì es siempre
R-jun criterio de comparación al cual debe ser Íëferido el dato
N.. F desde 1903 hasta su muerte -con Stammler, con Brentano,
con Ostwald, además de la que sostuvo con Eduard Meyer-
empirico, es decir, es un conce to-Zzrnzt e _ son el mejor testimonio de esa referencia y de la tentativa de
_rcionar un esuema concetual orientador aa,_¬l_gm_i_n_vest1- 1mostrar la validez de los resultados del análisis metodológico
gacion. aa reg a genera e eveniry caa concepto genììäl
----"""-""-"" I
en el banco de prueba de la clarificación de problemas espe-
revisten un carácter típico-ideal en este sentido Las reglas ge- ríficøs. Pero la relació Ldemns
nerales del devenir son construcciones abstractas dotadas de l'l1StÓ i - II 1 ES ll' N19;-_ H--_ y' ' tal@ ya gi' _u'
una vai l`dez prob abl e, que revis't en un si gn if'ica do h eu rístico-, _ las_ ri me ras h aci_
' ._ seun d eip., _\,(-,.+- te ttimrelación
los concep to S generales son conceP tos que P onen abstracta- t _i1reccional ue, 1111 lica ar p t i.1_a....
1d d
mente de relieve los elementos esenciales de cierto fenomeno e orientar la labor de las diversas disci linas medi nt -
`
O Cierto grL1pO de fC110'menos , reuniéndolos en un cuadro libre p mu acionp a stract a, a Su ere nC1a d C 11'1St1'n_
' W - n 0 1 - ' 1 - 1'-
de contradicciones, y que se organizan en diversos niveles de 1 acion. esquema explicativo condicional, determinado en
generalidad (desde los concetos tíico-ideales de esecìes la teoría, encuentra de hecho su realización, primero, en la
,__l_1asta_ los de `o eto 1 óricos particu ares). nadisciplina 1-
«sociología de la religión» _desde los dos ensayos La ética
como a ciencia económica, y e manera análoga el aparato protestante y el espiritu dei capitalismo (1904-1905) y Die
teórico de cualquier ciencia social, no es otra cosa que una protestantisc/Je Sekten und der Geist des Kapitalismus (Las
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26 27
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sectas protestantes y el espíritu del capitalismo; 1906), hasta bpración de conceptos típico-ideales como el momento socio-
Die Wirtscbaƒtsetbik der Weltreligionen (La ética económica log1co_ de la formulacion abstracta de conceptos que deben
de las religiones universales; 1915-19)-, y luego en Econo- cumplir una funcion instrumental. Pero el propio desarrollo
mia y sociedad (editada póstumamente en 1922); el uso de de la sociología alemana -la Sociología de Sìmmel es de
los conc › s "co-ideales uese m f tra en estos estudios 1910- se encargaba de mostrar el carácter inadecuado de
representa la con ar-t. . ii- .at ~ .t efinicionesteó- esta Vía› X1__1a C>fÍå<f_1I1.<š.l§=1,_.,_f_l,e,,,ii,,efinii;` sde. maneratrígurosattel sìgni;
ricas. examen de la relación entre desarrollo económico
desarrollo reli ioso, considerada desde el punto de mira de la
fi¢fid° de OS ¢0fl¢6PrQS,_ s09i,dógir§QS
diversidad de la eltica económica propia de cada forma histó-
tentativa .,, .
Ä_si _ la sociología se prepara a para ser reconocida como
rica de religión, se realiza en la «sociología de la religión» so- disciplina autónoma, en relativa antítesis respecto de la histo-
bre la base del presupuesto de un nexo de condicionamiento riografía.. Este paso se cumple en el ensayo «Sobre algunas
recíproco, al que se procura, en cada caso, discernir en cuanto categorías de la sociología comprensiva» (1913). Si se atri-
a su dirección y a sus límites. Y en Economia y sociedad el buye autonomía a la sociología, ella debe poseer un campo de
análisis sistemático de las relaciones entre fenómenos econó- investigación distinto del campo de la investigación histórica,
micos y otros tipos de fenómenos sociales se configura como y debe hacer de los conceptos típico-ideales un uso diverso
el análisis del condicionamiento de los primeros por parte de (al menos dentro de ciertos límites) del historiográfico. Des-
los segundos y, al mismo tiempo, de acuerdo con estos. Del de este punto de vista, el objeto de la sociología resulta cons-
mismo modo, el análisis comparativo de las religiones univer- tituido por las uniƒormidades de la conducta humana en cuan-
sales, con la tipología elaborada con ese fin, sirve en la «so- to dotadas de sentido, es decir, por modos típicos de compor-
ciología de la religión» con miras a la determinación de su di- tamiento accesibles a la «comprensión». Tales u-niformidades
versidad y de la diversidad de la ética económica correspon- np son por cierto «leyes» en el sentido en que lo había soste-
diente a aquella. En Economia sociedad la obra de la socio- nido la sociología positivista; antes bien, son uniformidades
loía se resentalcomola construcción ii- i ema econ- empíricamente comprobables v expresadas en forma de tipos
`cetos ti -icaes ue een ermitirel estu'o di erencia- ideales. Como conceptos típico-ideales, _los conce tos socioló- /
o elas diversas relaciones socia es en consecuencia, su em
anmiasa la M
Ñ »P pleo, en ultimo analisis ara la com rension historio ra:fica e_x icación de los fenómenos sociales toma_dq_s:eij_isu,,individ_ua-
e os enomenos de l a socie ` d a d. __ig_:l_@._ Pero a conexion entre historiografía y sociología deja
Pero en el pasaje del planteo de la «sociología de la religión» de constituir una conexión inmediata para encontrar su tér-
al análisis de Economia y sociedad se pone de manifiesto, con mino medio en la organización sistemática, lo que posibilita
particular claridad, la importancia gun la mç_to=dol,ogía,v¿ebe,r_i_a¿ a ambos configurarse como orientaciones de investigación di-
demesúga- V6f§6SJ_Y_d1V6Ig6r1I6S- _E1_lÃfïSLefie¿¢, es decir la <<comprensión»
cion concreta. En la teoría, Weber había establecido la cone- sociologica, se sirve siempre deconceptos para detgjpgmflinarp gl
xión entre investigación historiográfica y disciplinas sociales: sentido de una cod . ta onerde relieve sus uniformidades.
pero los límites de esa conexión permanecían todavía impre- Sore esta base pasa eer a caraterizar alsle cerc el
cisos. Y justamente la sociología seguía constituyendo el pun- campo de investigación de la ciolo ía «comprensiva». La
to crucial de la cuestión, al que la contraposición entre la definición de <<conducta›› repres e tal
H'WÑ
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orientación sistemático-formal y la orientación histórica volvía procedimiento. Conducta es cualquier especie de acción del
siempre más urgente y de difícil solución. La elaboración de hombre que tome posición frente a cierto objeto, encontran-
conceptos socioló icos, ¿es posible solamente en relación di- do en él su; término de referencia: de tal modo, se identifica
istórico de determinados fenómenos en con la ¿_ccion humana en cuanto condicionada por una situa-
su individualidad, o bien puede dar lugar a un sistema orga- cion objetiva. Pero la conducta pertinente sociológicarnente no
nizado y coherente de conceptos, análogo al de la ciencia eco- es la accion humana como tal sino la acción social, vale ecir,
nómica? En la «sociología de la religión» Weber había ,em- 11118 656016 ~« 9 eacción ues e iere a a acción de
prendìdo, en concreto, el primer camino, considerando la ela- pì Lo que caracteriza a la conducta estudiaa

28 29
por la sociología es, por lo tanto, la orientación en vista de la nal con relación a fines» a la «racional con relación a valores»
conducta de otros individuos, y la consiguiente posi i 1 a e (tal como se la definirá más tarde); de la conducta «afectiva»
comprensio'n s“o`Br"e'1_`b`ase_dae esta orientación: ella posee, de a la tradicional. La tipología rápidamente enunciada por We-
este modo, una dimensión de alteridad que la vuelve pertinen- ber en el ensayo «Sobre algunas categorías de la sociología
te para la investigación sociológica. Resulta ahora claro qué comprensiva» --y retomada más tarde en Economia y socie- H
$1

entiende Weber por «sentido» de una conducta: trãtase del dad--- constituye la elaboración de algunas formas fundamen- -Il-_

-Mi

li- ,-
sentido subetivamente mentado or la coJn§l_i_i<_:_t_a- misma › ___y tales de conducta, que van desde el «actuar en comunidad»
coincide or o tanto con su orientacion en v1i_s_ta____c_le___ lpawcqili- hasta el «actuar en sociedad», pasando por las diversas espe-
*Jducta de otros individuos. Ía posibilidad de comprensión so- cificaciones de ambos. En el ámbito de tal tipología, por otra
\cio ogica e una conducta consiste en la posibilidad de deter- parte, puede Weber remitirse a análisis característicos de la
minar su término de referencia y su orientación en vista de sociología alemana anterior a él, y en particular retomar la
ester disåinåtión formulada por Tönnies entre «comunidad» y «so-
discerni o so re bases em íricas. Pero establecer la orienta- cie a ».
cion dë'füñì tablecer el modo en que es En efecto, los diversos tipos de acción social desinan al___ mis-
adoptada y mantenida dentro de ciertas condiciones; su tér- mo tieo, tipos de relacionëïïorreso' - s.
mino de referencia, en efecto, se encu-entra en las condiciones Dese e momento en que e término último al cual puede lle-
que la tornan posible, y su dirección representa, precisamente, gar la a›› es el individuo que asume
la toma de posición frente a tales condiciones. Desde el mo- cierta conducta en relación con otros individuos, la relación
mento en que la acción social está orientada en vista de la social no designa, en los hechos, una entidad superior al plano
acción de otros individuos, de allí se sigue también que tal de la existencia individual, que poseyese una suerte de exis-
determinación solo puede realizarse dilucidando a qué con- tencia heterogénea. No es otra cosa gueruna tconductarrlersias
ducta de otros individuos se vincula y como toma posicion rios individuos instauradajobre la base de una condu_c_t_a,rç-
=±n~1__m-;;l._-¿---=--------- -- _ ._ _

frente a estos. La com tensión del s_e_i_'i_t_ì;:=_lè<_:_¿ de la conducta se czproca, es decir, un mo o e ' " inter-individual. Con ello
convierte, por lo tanto, en la explicacion de su configurarse se rescata el aná isis de Simmel de las formas de relación so-
en relación con las condiciones que la vuelven posible, vale cial, pero dejando de lado el presupuesto de una diferencia de
decir en una dtrinada rel ión social. y ,,_,,__,,_,,,____,__,,_,,_m___, plano respecto del modo de vida de los individuos: el funda-
La tarea de la socio o ía `«com ensìva» conviértese, por lo
tanto, en la de elaborar ti os ideales de conducta, es decir
formas de acción s ial que pueden ser discernidas de manera
1 mento de cualquier relación social es la posibilidad, determi-
nable empíricamente y por ello previsible, de que ciertos in-
dividuos adopten y mantengan determinada conducta. Tam-
'recurrent en el modo de com ortamiento de los individugs,_ bién es cierto que ur clación social -como había observa-
umanos. 1 a clave para este análisis está representada, pre- ,do Simmel-de -› -_- t ermanecer a › sar e cam io e os
cisamente, por la consideración de la orientación de la con- iniviuos 1 _ o an artede ella, pero ella muere si cesa
ducta, esto es, del término al cual se refiere y la dirección que a conducta eauellos indi ` to o eotros - _- . nt te-
toma. El esquema interpretativo de inteligìbilidad inmediata nían viva. Entre las formas de conducta y las formas de rea-
estará constituido, entonces, por un tipo de conducta que se ición social existe, en consecuencia, una correspondencia inevi-
oriente en vista de determinados medios, considerados adecua- table: la «comunidad» y la «socìedad», la «unión de fines» y
dos para la realización de cierto fin establecido de manera la «relación por consenso», para mencionar solo algu-nas, son
'
precisa: l a con duc t a «raciona
` l con r e lación a fines» .p Sobre la formas de relación social que se rigen según cierto tipo de
base de este ti o 1 ea a socio o ía procede a a ormulacion conducta. Cuando este desaparece o se transforma, la relación
El e otros tiposi
' ea le s El eriva d os ue l e ermit an c om render social cesa o se transforma también. A partir del estudio siste-
_.- - . .›-"""`í"-""-*-¬--
`ormas econucta otaas eun ra_o, ,nie,n,qr,_,e,,r,a,ç,1_QI,i_ai1- matic de las rela nf ntre estas formas de conducta ylgs
dad. Ea sociología pasa, en consecuencia, a la determinación or i- corresondientes d 1 por un ado, y las
Íldotros tipos ideales que se distribuyen a lo largo de una ormas de or aniza i' conó ica, por el otro, surgirá el com-
escala de inteligibilidad decreciente: de la conducta «racio- plejo edificio sociológico de Economia ue encon-

30 31
trará ya establecida, en esta determinación de las categorías de los valores, a través de los intentos de aquel por realizar-
sociológicas fundame su enuina trama conceptual. los: todo este proyecto a que aspiraba la especulación ricker-
tiana no era ya posible. Pero a estas consecuencias negativas
En su labor de investigacion concreta, primero mediante el debía sumarse una contrapartida constructiva.. Era preciso de-
análisis comparativo de la «sociología de la religión», y luego finir la nueva manera en que Weber interpretaba la relación
mediante la determinación de la tarea de la sociología «com- del hombre con los valores, con valores que habían perdido
prensiva», Max Weber puso en práctica, por lo tanto, las tesis su carácter absoluto; era preciso determinar el significado que
principales de su metodología. Pero la metodología weberiana pudiera atribuirse a los valores en cuanto adoptados en virtud
.F
-tal como se la formulo en el ensayo «La objetividad
ii ' " ' ,Í
de una selección. Pero este discurso debía sobrepasar el ám-
cognoscitiva de la ciencia social y de la politica social» y luego bito de la metodología de las ciencias histórico-sociales, y re-
en los «Estudios criticos sobre la logica de las ciencias de la quería una ampliación del campo de consideración que su
cu1tura››- os " "' i ' " ` n análisis había permitido abordar.
eneral 1 . . rmanecido sorentendidas Ya modo A C110 Heflfífl W ~ * »xaminando a m_ r it decenio de
en que se habia deslindao de Rickert, mediante un proceso distancia _a `sticiónentre a inv 1-_._ ` Qberiva las
de transformacion interna del cuadro elaborado en los Gren ciencias histórico-sociales y el `uicio de valor. Si bien a sus
zen, contribuyo a que no explicitase la diferencia radical que en ojos esa distinción parecia clara e indubitable, insistir en ella
lo sucesivo lo separaba de la prospectiva rickertiana En reali era una necesidad suscitada por las degeneraciones políticas
dad, al abandonar el resupuesto de la vali 'ncondicionada de la cultura alemana en el período de la guerra y por el re-
de los valores calificar e «se eccion» la ado ción e os va- novado debate que había sido su consecuencia. En el ensayo
lores como criterios rectores ara la investi acion de las cien «Elƒsentido de la “neutralidad valorativa” de las ciencias so-
cia istoric s iales rompia los puentes respecto de la tesis ciologicas y económicas» (1917), la severa condena a la in-
central, no solo de la doctrina del metodo, sino de la propia troducción de valoraciones políticas en la enseñanza académica
filosofía de los valores de Windelband y Rickert. Desde este vuelve a poner a Weber frente al problema de la diferencia
punto de vista perdía significado, en los hechos, el propósito que separa esas valoraciones de la dilucidación empírica de la
mismo de elaborar una doctrina del método sobre el plano historiografía o de las disciplinas sociales. Y la solución que
trascendental; y la metodología vveberiana podía elevarse a presenta retoma, en sus líneas principales, la ofrecida ya en
un plano por entero diverso, en el cual se volvía posible el 19041. Pero un problema ulterior, solo insinuado entonces, se
análisis de la estructura lógica interna de las ciencias histórico- perfila con toda su gravedad: es verdad que la investigación
sociales. Pero la distancia era todavía mayor. En efecto, desde no puede formular juicios de valor ni procurar su justificación,
este punto de vista perdía también significado el esfuerzo de ¿pero significa esto que las ciencias histórico-sociales nada ten-
aunar la reflexión acerca del método con una prospectiva filo- gan que decir con relación a los valores? ¿Se declara con ello ¿I-Si

sófica como la filosofía de los valores; y la metodología We- imposible una crítica de los valores? Las ciencias histórico-
r/
ÉII'-T

beriana, en cuanto se constituía como forma autónoma, ex- sociales no pueden pronunciarse acerca de la validez norma- i
|
¡
I

cluía también un discurso acerca de los valores y acerca de la tiva de los valores, pero pueden establecer su existencia em-
píricaƒy elucidar las condiciones y las consecuencias de su rea-

L_fl-flriu

relación entre el hombre y los valores, del tipo desarrollado 1

por Windelband y Rickert. Tomar del conocimiento histórico lizacion. Puesto que poner en acto cierto valor como fin im-
el material para la determinación de los valores; remontarse plica cierto «costo», es decir el empleo de determinados me-
desde los valores realizados en el desarrollo de la cultura a dios y la aparición de ciertas consecuencias, una crítica técnica
los valores trascendentes; reconocer su validez incondicionada, de los valores podrá establecer la coherencia de los medios con
independiente del esfuerzo humano de realización; determinar relación al fin, y la relación de este con las otras consecuencias. i

la conexión sistemática de los valores en el mundo que les es En el plano empirico es posible, por consiguiente, una crítica
propio; indicar en tal conexión la base normativa estable de de los valores, atinente a los medios y, por lo tanto, a las con-
la actividad humana en cada campo; definir la historicidad del diciones de realización del valor adoptado como fin. Ella no
hombre sobre la base de la relación necesaria con el mundo puede afirmar que un valor sea válido y otro no; puede, sí,

52 33 0
t
establecer que determinados medios son apropiados o inapro mana es deci erzo cotid' no ue el hombre desa- i
piados para realizar cierto valor, o que determinadas condicio- rrolla para tomar osición frente a los valores realizarlos
nes vuelven posible _o_ imposible su realizacion. Ante_ todo, freclìazarlos históricamente. Cambia n d e este mo d o, a l mismo
`
puede poner de manifiesto como los medios ue contribuyen tiempo, la eterminacion del status de los valores y la deter- l

,___,._._. v minación de la relación del hombre con ellos. El valor ya no


a rea izar cierto va or vue ven recaria o impi en a exis eni i
.i

Í IC lia es, como para Rickert, un criterio normativo absoluto, indi-


ferente al esfuerzo hu-mano de realización, que subsistiese en
como resulta de la oposición entre las diversas condiciones
de realización que cada uno de ellos exige. _ _ _
De esta manera llega Weber a afirmar la multiplicidad de los
una esfera trascendente: xisteen su osiløilidadde diriir la
acción humana en virt e a eeccton ue › .. - no 'o
4,, ui:

valores, reconociendo la tensión existente, sea entre las diver- ïèlsu ~ gniad norii3_ati_g,a,;y,_,pgrmplopgtanto, en su osibilidadde
sas esferas e va ores o bien entre los va ores pertenecientes realizacion ldacczon /aurnana. Desaparece la trascendencia
a ca a una de estas esferas. Tal multiplicidad ya se había ontológica de los valores; réstales una trascendencia normati-
puesto de relieve en el curso del análisis de las ciencias histó- va, que designa su irreductibilidad a la existencia de hecho. A
rico-sociales, que habia discernido la diversidad de los puntos la vez, la relación del hombre con los valores ya no es una rela-
de vista desde los cuales puede desarrollarse la investigación ción con un mundo autónomo y provisto de validez incondi-
y su vinculación con determinadas orientaciones ideologicas cionada. Conviértese en una relación que adopta los valores
y culturales. Ahora se insiste en lla a través d 6 como tales y comprueba su validez a través de la realización
que experimentan en la acción humana, es decir, a través de
las condiciones de la accin humana. Así como las ciencias
istorico-sociales pueden orientar u a_r_ S01'6 6 686 6 su capacidad de ser refirmados como términos de referencia
de la elección. La relación necesaria entre el mundo de los
mismo modo la {0 valores trascendentes, estructurado de manera sistemática, y
normativo en va ores eteroeneos erten ientes__ "- la acción humana que no puede sino reconocer su carácter ab-
Diversas es eras. Imp ica siempre una toma de posicion fren- soluto --tal como Rickert la había definido- ,es reemplazada
'te a los valdfed, la que implica, al mismo tiempo, la aceptacion orla relacion entre criterios normativos uevalen orsu o-K'
de cierto valor y el rechazo de otros contrapuestos o competi- sii ia eser -. IME. 1 accion hmana que op, costi-
ttl 6 * _ - 1'. -WI- I * ._ elección ueefectúa, lt “RPM”
dores._Al igual ue en el cam o metodológico, en el de la re-
flexión acerca e a accion humana la re acion con os va ores De este modo, mientras rebasa el ámbito de la metodología
se eterminasobr a ' *D 6 60010- _0 Ue Camila es de las ciencias histórico-sociales, Weber se mantiene fiel al ti-
“ so amente e mo d o en ueta 1 e l ecc i'on seponi__gu____¦_.__
ra en ___i} ncaso
,_ ___ A po de consideración que había elaborado en aquel campo. En
Se trata ¢ a adoçión e ierto -_ de vista capaz de con- el análisis de las ciencias histórico-sociales el problema consis-
tía en demostrar la objetividad de su investigación a través
ã
% 1n -¿ _m¡ï_--.:?.ìP JI- 1%-L -gr -¶I

ucira una delimitación del ç,ampQ_d6Ífl§$, §S


I'

-que en el otro se trata de una td,ecisión,¬l1ecl1a,possible, p,Q_111;D.ë de la determinación de las condiciones que la vuelven posible:
la metodología Weberiana se había aplicado, por ello, a dilu-
i . El mundo de los valores, que para Rickert cidar las condiciones de la elección de los valores como crite-
*constituía una conexión sistemática provista de coherencia in-
terna, se convierte para Weber en un mundo caracterizado rios rectores de la investigación, y las condiciones de la o-
por la irreductible multiplicidad y la lucha recíproca entre los r sibilidad de obtener sobr C es 3 b ase una 1±S_ͬa_CÂ.Qll. -Calles 3: Yraf,
valores: hay divergencia entre las esferas, pero tambien dentro lida. En el analisis de la acción humana, el roblema consiste
de cada una de ellas. Consecuencia de esto es que la referen- -l
en
' reconocer l as con d'iciones
' de l a e l eccion_____e
'E d I os__v_a_,p_i;ç§,,,çp
1 "¬'.
cia al mundo de los valores ya no ofrece a la acción humana mo criterios normativos de est_,a o a uella conducta. Tanto en
una garantía de validez incondicìonada; tal referencia, en efec- uno como en otro caso , l a re l acion
¬'__g`tWFlìi*iiil3'
en re e om re y l os va-
to, implica siempre una elección. El hombre debe decidir en lores pasa a constituir la línea siguiendo la cual avanza el
cada caso, enterrada ue defìa actuar, qU6,1vfiï0fiä`¿ï1 análisis de Weber; enfambos casos, esa relación se determina
'mitira cuá 1 rá: am, 1 aiitrpmøm 1¬ -r
_ _ 21.r¬,, _ì_{r,, ÃUC t3_f1llf.ç OS sobre la base de las mismas categorías. Que se trate de dos
formas de relaciones diferentes, ligadas a condiciones diversas
va ores encuentra su terreno de explicitacion en la accion hu-

34 35

i 'I
ïí

J'

y que expresan tipos distintos de elección, he ahí lo que We- una elección caract ri ende la situación del bom-
ber se había propuesto ilustrar ya desde el momento en que re en e mundo. O, más bien, la concatenación histórica de
había aceptado, de Rickert, la distinción entre juicio de valor sus diferentes situaciones, mudables de época en época y de
y «relación de valor». Pero esta heterogeneidad de las dos civilización en civilización, constituye su estructura. En el caso
formas de relación presupone la analogía del procedimiento de las ciencias histórico-sociales, esta toma de posición sobre-
analítico que logra reconocerlas como tales. ,Es significativo viene mediante la adopción de determinados valores como cri-
que, sobre la base formulada en este ensayo, Weber aya in- terios rectores de la investigación; en el casg de la ciencia na-
tentado determinar paralelamente, en La ciencia como voca- tural, 1,- -_ “ e no obstante orsu estructura lóica una
ción (1919 - 1 La oalítica omovôcación (1919), el sen- «re ación de valor» se realza meanamente a través ela
tio ela ciencia el sentido de, ._ t ítica.¿ué significado capacidad de volver al hombre consciente de relaciones entre
reviste la ciencia en relación con el puesto del hombre en el medios y fines que son intrínsecos a su obra de elaboración
mundo, definido sobre la base de su relación con los valores? fëfiflififi; en el ¢a,si2,_d;e_1_a.,a,Q§ión_,rpráctì¢a,ttytfifl tptartìcularstten del
¿Qué significado reviste la política? La respuesta es eviden- ._..,_...._.rI11U11<ï10
d@:l§.,il221írt,ì§fis Ss,@HYi¢r,†§s,11r,lar§1_§_fšQ§fi de ,ci¢,r,tos.xa-
temente diversa, P S F1@-res e "'e,iQLt'r0ši,,_,61íf 1à l>atial1i1a_en, conirÍaide.,esr0S_y eii
que se la formula. a ciencia, de hecho, en su desarrollo en u,r,ac ìóa Cvlisssfvacióii de aquellas. Mèdiatnie
una serie de disciplinas específicas, tiende a elaborar instru- la enunciación de las consecuenciias “filosóficas de su metodolo-
mentos técnicos susceptibles de uso práctico; pero nada puede gía, Weber ha podido realizar así un análisis de la st ., 'ii
garantizarnos que el fin que cierta técnica se propone sea de histórica del homlïìre con f - ` - 1 _- r análisis que
por sí válido, y que el objeto de una investigación sea digno obtiene su coherencia del empleo desprejuiciado_l_rigirost¿de
de ser conocido. Acerca de esta validez y esta dignidad de ob- nuevas cate orías inter retati __¬E,_s_t,a___s_catego_rías_,,, ,y,t_la.-.cói1-
jeto cognoscìtivo deciden las valoraciones divergentes que los ce ción definid_a,_§9_lg!§§,la,,l1asc de ella(s,,_c@_tituyl“eln una adqui-
hombres pueden formular. Pero, junto con esta función técni- ,SiCiÓI1 de__,_g_1§gi_iñi__ii_i_]_:_i§)i§1:__a_.i'1(:__i._a para la obra del hist_oriçi§_n1g1_,_a,le-
ca, la ciencia cumple otra: vuelve al hombre consciente de su _1}iái1_ço,iiteii3po,r_aÍneo¬y señalan, alllliiinismo tiempo, un paso de-
actuar, de la relación entre los fines a que tiende y los medios cisivo en su proceso de desarrollo.
que emplea; el producto cultural permanente de la ciencia es
la claridad, la toma de posición consciente del hombre frente
a sí mismo y al lo que hace. La filosofía, precisamente, no es
otra cosa que este esfuerzo de clarificación creciente, realizado
en un grado de generalización mayor. En el caso de la política,
en cambio, nos encontramos con un espectáculo de violencia,
de lucha, de mal: su dominio es el de lo éticamente irracional.
El mundo de la política consiste siempre, pues, en una oposi-
/ ción, al menos tendencial, alas normas de la ética; y esta con- ff"

u traposición, si bien puede atenuarse o ser puesta entre parén-


tesis con relación a la ética de la responsabilidad, se convierte
en antinomia insoliible respecto de la ética de la intención.
Pero la lucha que la política implica es inescindible, en cada
uno de los bandos, del esfuerzo por defender determinados
valores. También en el mundo de la política se reali otidia-
namente a
10S vaiares, aceptando
hacerse portador de algunos jv rechazando otros. La lucha po-
lítica es, en último análisis, Lina lucha entre valores. ""';
La posibilidad de tomar posici-fi los valores mediante

36 37
1. La «objetividad›› cognoscitiva de la
ciencia social y de la política sociall
(1904) s

La primera pregunta que se suele dirigir auna revista de cien-


cias sociales ---ïy, más todavía, de política social-- en el mo-
mento, en que aparece o se hacetttcargopde ella una nueva re-
.- -...__:__\`_ I)

dacción es la concerniente a su;-«_tendencia».' Tampoco nosotros


podemos rehusar una respuesta, y en este lugar debemos dar-

1 Siempre que, en la primera parte de las consideraciones que siguen,


se habla en nombre de los editores o se proponen las tareas del Ar-
c/Jiv ƒiir Sozialwissenscbaƒt und Sozial politik no se trata, naturalmente,
de opiniones privadas del autor sino de formulaciones expresamente
autorizadas por los coeditores. La responsabilidad por la segunda parte
recae exclusivamente sobre el autor, tanto en cuanto a la forma como
al contenido.
El Arcbin jamás caerá en el sectarismo de una determinada opinión dog-
mática, pues ello está garantizado por la diversidad de puntos de vista,
no solo entre sus colaboradores, sino incluso entre sus editores, aun en
materia de metodología. Naturalmente, un acuerdo en cuanto a ciertas
concepciones fundamentales fue prerrequisito de la dirección colectiva.
Consiste, en particular, en la apreciación del valor del conocimiento
teórico desde puntos de vista «urLìlaterales», así como en la exigencia
de la formación de conceptos precisos y la estricta separación entre sa-
ber empírico y juicios de valor, tal como aquí se la sostiene, aunque
sin que se pretenda decir con ello algo nuevo.
La amplitud de la discusión (en la segunda parte) y la frecuente repe-
tición de la misma idea sirven al exclusivo fin de alcanzar con tales
consideraciones el máximo posible de comprensibilidad. En aras de este
interés se ha sacrificado -esperamos que no excesivainente- el rigor
de la expresión, y en virtud de ello también se ha dejado de lado el
intentó de presentar, en lugar de la ejemplifícación de algunos puntos
de vista metodológicos, una investigación sistemática. Esta habría exi-
gido introducir una multitud de problemas de teoría del conocimiento
que en parte se encuentran situados en un nivel de profundidad toda-
vía mayor.
No hemos de tratar aquí cuestiones de lógica, sirio ciertos notorios
resultados de la lógicai moderna, a fin de que los podamos aprovechar;
tampoco hemos de resolver problemas, sino ilustrar su significación pa-
ra los no especialistas. Quien conozca los trabajos de los lógicos mo-
dernos --mencionaré sólo a Windelband, Siinmel y, para nuestros fines,
en especial a H. Rickert- t advertirá en seguida que aquí lo esencial
se relaciona con ellos.
2 Este ensayo se publicó en el momento del traspaso del Arcbin ƒilir

39
H

la, con relación a nuestra «Nota introductoria»,* dentro de un 1


planteo más fundamental. Con ello se ofrece la oportunidad
de ilustrar, siguiendo varias direcciones, la especificidad de la Todos sabemos que, como cualquier otra ciencia cuyo objeto
labor de la «ciencia social» tal como la entendemos, lo cual sean las instituciones y los procesos de la cultura humana (y
puede resultar útil, si no para el especialista, sí para muchos exceptuada, quizá, la historia política), la nuestra partió histó-
lectores alejados de la práctica científica, a pesar de que se ricamente de perspectivas prácticas. Formular juicios de valor
trata de «nociones obvias», o quizás a causa de ello. sobre determinadas medidas del Estado en materia de econo-
mía política constituyó su fin más inmediato y, en un comien-
Propósito expreso del Arcbiv fue, desde su nacimiento, junto zo, el único. Fue una «técnica››, en el sentido en que también
a la ampliación de nuestro saber acerca de las «condiciones so- lo son las disciplinas clínicas de las ciencias médicas. Ahora
ciales de tddos los países», y, por lo tanto, de los becbos de bien, es sabido cómo esta posición se modificó de manera
la vida social, la formación del juicio acerca de los problemas progresiva, pero sin que se trazase una división de principio
prácticos mismos y, con ello --en la medida limitada en que entre el conocimiento de «lo que es» y el de «lo que debe ser».
semejante meta puede exigirse de estudiosos particulares-, la En 'contra de ello operpó, antetodo, la opinión de que los pro-
crítica de la práctica político-social, incluida la legislación. A C.6S0S Ecpnóniicos estaban presididos por leyes naturales in-
pesar de ello, también desde el comienzo el Arc/viv ha sosteni- mutables o por un principio de desarrollo unívoco, y que, en
do que pretendía ser una revista exclusivamente científica y consecuencia, el deber ser coincidía, o bien -en el primer ca-
que laboraría con los solos medios de la investigación cienti- so;-, con lo que inmutablemente es, o bien _en el segundo-
fica. Surge, de este modo, una pregunta: ¿Cómo se concilìa en con lo que inevitablemente deviene. Con el despertar del sen-
principio aquel fin con la limitación a estos medios? ¿Qué tido histórico, pasó a predominar en nuestra ciencia una com-
significa que el Arcbiv dé cabida en sus columnas a juicios bìnación de evolucionismo ético y de relativismo histórico que
acerca de reglas legislativas o de administración, o proyectos buscaba despojar a las normas éticas de su carácter formal,
de tales? ¿Cuáles son las normas para estos juicios? ¿Cuál es determinarlas en cuanto a su contenido, introduciendo la to-
la validez de los juicios de valor formulados o que determina- talidad de los valores culturales en el ámbito de lo «étìco», y,
do autor supone en los proyectos prácticos sugeridos por él? con ello, elevar la economía política a la dignidad de una «cien-
¿En qué sentido se mantiene este, con ello, en el terreno de cia ética» sobre bases empíricas. En cuanto se aplicaba a la
la dilucidación científica, ya que lo característico del conoci- totalidad de los ideales de cultura posibles el sello de lo «éti-
miento científico ha de hallarse en la validez «objetiva» de co››, se volatilizaba la dignidad específica del imperativo mo-
sus resultados en cuanto verdades? llustraremos 'pìimero nues- ral, sin que por ello se ganase nada en cuanto a la «objetivi-
tro punto de vista sobre tales cuestiones, para pasar luego a dad» de la validez de aquellos ideales. Por el momento pode-
esta otra: ¿En qué sentido existen «verdades objetivamente mos y debemos dejar de lado una confrontación de principio
válidas» en el terreno de las ciencias de la vida cultural en con esa posición: nos atendremos sencillamente al hecho de
general? Pregunta esta que no puede ser esquivada en vista que, .todavía hoy, n_o___,ha__d_esap_arecido la opinión imprecisa
de los continuos cambios y las enconadas polémicas suscitados -antës')"afl contrario, es muy común entre los prácticos- de
en torno de los problemas aparentemente más elementales de _queïla, economía política deba producir juicios de valor a par-
nuestras disciplinas, del método de su trabajo, del modo de de una «cosmovisión económica» específica.
formación de sus conceptos y de su validez. No hemos de
ofrecer aquí soluciones sino indicar problemas, a saber, aque- Nuestra revista, como representante de una disciplina empí-
llos a los cuales nuestra revista, a fin de cumplir cabalmente rica, debe --queremos establecerlo de antemano_ recbazar
sus tareas actuales y futuras, debe prestar atención. por principio ese punto de vista, pues opinamos que jamás
puede ser tarea de una ciencia empírica roporcionar normas
Sozialivissenscbaƒt und Socialpolitik a los editores Werner Sombart,
Max Weber y Edgar Jaffé. (N. de Marianne Weber.) e ideales obligatorios, de los cuales puecfan derivarse precep-
* Se refiere a la nota programática que iniciaba la nueva serie del tos para la práctica.
Arcbiv. (N. del T.) Pero, ¿qué se desprende de esa afirmación? En modo alguno

-io 41
que los juicios de valor hayan de estar sustraidos en general, a personal. La ciencia puede proporcionarle la conciencia de que
la discusión científica por el hecho de que derivan, en última toda acción, y también, naturalmente, según las circunstancias,
instancia, de determinados ideales y, por ello, tienen orišën la in-acción, implica, en cuanto a sus conseciiencias, una toma
«subjetivo»,._jÍa,.la práctica, y el fin mismos de nuestra il revista Í
de posición en favor de determinados valores, y, de este mo-
desautorizarían semejante afirmación. La critica no se detiene
Í 'Ú-

do, por regla general en contra de otros -_cosa que se desco-


ante los juicios de valor. Antes bien, la cuestión es la siguiente: noce hoy con particular facilidad--. Pero practicar la selección
¿Qué significa y que se propone la crítica científica de los idea- es asunto suyo.
les y juicios de valor? Esto requiere una consideración más Respecto de esta decisión, podemos ofrecerle todavía algo: el
âleflliâ. conocimiento del significado de aquello a que se aspira. Po-
Cualquier reflexión conceptual acerca de los elementos últi- demos enseñarle a conocer los fines que él procura, y entre los
mos de la aóción humana provista de sentido se liga, ante todo, cuales elige, de acuerdo con su conexión y significado, ante
a las categorías de «fin» y «medio››. Queremos algo en con- todo poniendo de relieve y desarrollando en su trabazón ló-
creto «en virtud de su valor propio» o como medio al servicio gica las «ideas» que están o pueden estar en la base del fin
de aquello a lo cual se aspira en definitiva. A la consideración concreto. En efecto, una de las tareas esenciales de cualquier
científica es asequible ante todo, incondicionalmente, la cues- cienciade la vida cultural del hombre es, desde luego, poner
tión de si los medios son apropiados para los fines dados.fEn de manifiesto para la comprensión espiritual estas «ideas» por
cuanto podemos (dentro de los límites de nuestro saber eñ ca- las cuales se ha luchado y se lucha, en parte realmente y en
da caso) establecer válidamente cuáles medios son apropiados parte solo en apariencia. Esto no sobrepasa los límites de una
o ineptos para un fin propuesto, podemos también, siguiendo ciencia que aspire al un «ordenamiento conceptual de la realidad
este camino, ponderar las chances de alcanzar un fin determi- empírica», ni los medios que sirven a esta interpretación de
nado en general con determinados medios disponibles, y, a valores espirituales son «inducciones» en el sentido corriente
partir de ello, criticar indirectamente la propuesta de los fines del término. No obstante, esta tarea, al menos en parte, rebasa
mismos; sobre la base de la situación histórica correspondien- los marcos de la economía política como disciplina especiali-
te, como prácticamente provifla de sentido, o, por lo contra- zada dentro de la división del trabajo habitual; trátase de la-
rio, como sin sentido de acuerdo con las circunstancias dadas. bores propias de la filosofia social. Pero la fuerza histórica de
Podemos, también, si la posibilidad de alcanzar un fin pro- las ideas ha sido y es tan predominante para el desarrollo de
puesto aparece como dada, comprobar las consecuencias que la vida social que nuestra revista no puede sustraerse a esta
tendría la aplicación del medio requerido, además del eventual labor; antes bien, hará de su atención uno de sus más impor-
,, I
logro del fin que se busca, a causa de la interdependencia de tantes deberes.
todo acaecer. Ofrecemos de este modo a los actores la posibi- Pero el tratamiento científico de los juicios de valor permite,
lidad de ponderar estas consecuencias no queridas con las bus- además, no solo comprender y revivir los fines queridos y los
cadas, y con ello de responder a la pregunta: ¿Cuánto «cues- ideales que están en su base, sino que también,-y ante todo,
ta» el logro del fin deseado en los términos de la pérdida pre- enseña a «juzgarlos» críticamente. Esta crítica, por cierto,
visible respecto de otros valores@ Puesto que, en la gran ma- solo puede tener carácter dialéctico, es decir que solo puede
yoría de los casos, cualquier fin a que se aspire «cuesta›› o constituir un enjuiciamiento lógico-formal del material que se
puede costar algo en este sentido, la auto-reflexión de hom- presenta en los juicios de valor e ideas históricamente dados,
bres que actúen responsablemente no puede prescindir de so- y un examen de los ideales con respecto al postulado de la
pesar entre sí fines y consecuencias de la acción; justamente, ausencia de contradicción interna de lo querido. En cuanto se
hacer posible esto es una de las funciones más esenciales de propone este fin, ella puede proporcionar al hombre que quie-
la crítica técnica, que hemos considerado hasta aquí. Ahora re la conciencia de los axiomas últimos que están en la base
bien, extraer una decisión de aquella ponderación no constitu- del contenido de su querer, de los criterios de valor últimos
ye ya una tarea posible para la ciencia; es propia del hombre de los cuales parte inconscientemente, o de los cuales, para
que quiere: este sopesa los valores en cuestión, y elige entre ser consecuente, debiera partir. Ahora bien, llevar a la con-
ellos, de acuerdo con su propia conciencia y su cosmovisión ciencia estos criterios últimos que se manifiestan en el juicio

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de valor concreto cs, por cierto, lo máximo que ella puede fines últimos varían y han sido cuestionados históricamente.
realizar sin adentrarse en el terreno de la especula_cio_n. Que En efecto, también el conocimiento de las proposiciones más
el sujeto que juzga deba profesar estos criterios ultimos es seguras de nuestro saber teórico _de las ciencias naturales
asunto suyo, personal, y atañe a su voluntad y a su conciencia, exactas o de la matemática- es, lo mismo que el afinamien-
no al saber científico. to y aguzamiento de la conciencia, ante todo un producto de
Una ciencia empírica no puede enseñar a nadie que debe hacer, la cultura. Solo cuando reflexionamos en especial acerca de
sino únicamente qué puede hacer y, en ciertas circunstancias, los problemas prácticos de la política económica y social (en
qué quiere. Es verdad que, en el campo de nuestras ciencias, el sentido corriente del término), muéstrase con claridad que
las cosmovisiones personales se introducen de continuo tam- existen numerosas, y hasta incontables cuestiones particulares
bién en la argumentación científica; la perturban siempre, y prácticas para cuya discusión se parte, de común acuerdo, de
dejan traslücir su gravitación de maneras distintas, aun en el ciertos fines que aparecen como obvios --piénsese, por ejem-
campo del establecimiento de simples conexiones causales en- plo, en la ayuda previsional, en tareas concretas de la salud
tre los hechos, con el resultado, en cada caso, de aumentar o pública, el socorro a los pobres, o en disposiciones como las
disminuir las chances de los ideales personales, a saber: la inspecciones de fábrica, los tribunales industriales, las bolsas
posibilidad de querer algo determinado. En este respecto, a de trabajo y gran parte de las normas legales de protección
los editores y colaboradores de nuestra revista «nada humano para los trabajadores---, y respecto de los cuales solo se cues-
les es ajeno». Pero hay mucho trecho entre este reconocimien- tiona, al menos en apariencia, los medios para lograrlos. Pero
to de las debilidades humanas y la creencia en una ciencia aun si confundiésemos --cosa que la ciencia jamás podría ha-
«ética›› de la economía política que pudiera extraer ideales de cer iinpunemente- la apariencia de lo obvio con la verdad, y
sí misma, o bien producir normas c_oncretas por aplicacion, a quisiésemos considerar los conflictos a que de inmediato con-
su materia, de principios éticos universales. Es verdad, ade- duce el intento de realización práctica como cuestiones técni-
más, que precisamente aquellos elementos más íntimos de la cas de oportunidad --lo cual a menudo sería erróneo-, nos
«personalidad», los juicios de valor últimos y suprernos que percataríamos, sin embargo, de que también esta apariencia
determinan nuestra acción y confieren sentido y significado a del carácter obvio de los criterios reguladores de valor desapa-
nuestra vida, son percibidos por nosotros como algo «objeti- rece en cuanto, desde los problemas concretos de los servicios
vamente» válido. Podemos sostenerlos solamente cuando se del bienestar, nos elevamos hacia las cuestiones de la politica
presentan como válidos, como derivados de los valores supre- económica y social. El signo del carácter politico-social de un
mos de nuestra vida, y, por lo tanto, cuando se desarrollan en problema consiste, precisamente, en que no se lo puede resol-
lucha contra los obstáculos de esta. Sin duda, la dignidad de la ver sobre la base de meras consideraciones técnicas a partir
«personalidad» reside en que para ella existen valores_ a los de fines establecidos, y en que los criterios reguladores de va-
cuales refiere su propia vida, y si estos, en el caso particular, lor pueden y deben ser puestos en cuestión, porque el proble-
residiesen exclusivamente dentro de la esfera de la propia in- ma pertenece a la región de las cuestiones culturales generales.
dividualidad, el «exteriorizarse» en aquellos de sus intereses Y tal disputa no se produce solo, como se cree hoy con tanta
para los cuales exige la validez en cuanto valores constituye facilidad, entre «intereses de clase», sino también entre cos-
para ella, precisamente, la idea a la cual se refiere. De todos movisiones, aunque sigue siendo verdad que la elección, por
modos, solo en el supuesto de la fe en valores tiene sentido parte del individuo, de una cosmovisión determinada depen-
el intento de sostener desde fuera juicios de valor. No obs- de, entre otros factores y con seguridad en alta medida, del
tante, enjuiciar la validez de tales valores es asunto de la fe, y, grado de afinidad que ella presente con su «interés de clase»
junto a ella, quizá tarea de una consideración e interpretacion -para aceptar aquí este concepto, unívoco solo en aparien-
especulativas de la vida y del mundo con respectoa su sentido; cia-.. Pero una cosa es segura en cualquier circunstancia:
con seguridad, no es objeto de una ciencia empirica en el sen- cuanto más «universal›› sea el problema en cuestión, es decir,
tido que se le debe atribuir aquí. Respecto de esta diferencia- ' en nuestro caso, cuanto más amplio sea su significado cultural,
ción no tiene _en contra de lo que a menudo se cree--- peso tanto menos susceptible será de una respuesta extraída del
decisivo el hecho, empíricamente demostrable, de que aquellos material del saber empírico, y tanto mayor el papel de los

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axiomas personales últimos de la fe y de las ideas valorativas. opiniones contrapuestas, o tomar partido por una de ellas.
Es sencillamente una ingenuidad, aunque tambien caigan en ella Pero esto nada tiene que ver con la «objetividad›› cientifica.
ciertos especialistas, considerar que sea preciso, para la cien- La ,«lín_ea media›› en modo alguno se acerca ,más a la verdad
cia social práctica, erigir ante todo «un principio», demostrado cientifica que los ideales partidistas más extremos, de derecha
científicamente como válido, a partir del cual puedan .dedu- o de izquierda. En definitiva, nada ha perjudicado más el in-
cirse luego, de manera unívoca, las normasƒpara la solucion de terés de la ciencia que el que no se quieran ver los hechos
los problemas singulares prácticos. Por mas queen la ciencia incómodos y las realidades de la vida en su dureza. El Arc/Jiu
social sean necesarias las explicaciones «de principio» de pro- luchará incondicionalmente en contra de la grave ilusión de
blemas prácticos, es decir, la referencia de los juicios de_valor, que se pueda, a través de la síntesis entre opiniones partidis-
que se introducen de manera no reflexiva, a su contenido de tas, o siguiendo la diagonal entre muchas de ellas, obtener
ideas; y por ìnás que nuestra revista se proponga C01:1S8g1'¦êlIS€ normas prácticas de validez cientifica; en efecto, puesto que
de manera particular precisamente a tales explicaciones, la estas tentativas gustan de encubrir de manera relativista sus
determinación de un común denominador practico para nues- propios criterios de valor, son más peligrosas para una inves-
tros problemas en la forma de ideales últimos universalmente tigación imparcial que la antigua fe ingenua de los partidos en
válidos no puede, con seguridad, ser su tarea, ni, en general, la «demostrabiliclad›› científica de sus dogmas. La capacidad
la de una ciencia empírica: como tal sería, no solo insoluble, de diƒerenciar entre conocer y juzgar, y el cumplimiento, tan-
sino también carente de sentido. Y por más que sea posible to del deber científico de ver la verdad de los hechos, como
señalar el fundamento y el modo de obligatoriedad de los im- del práctico de adherir a los propios ideales, he ahí aquello
perativos éticos, es seguro que a partir d_e_ellos, en cuanto con lo cual queremos familiarizarnos cada vez más.
normas para la acción concretamente condicionada de los m- Es y seguirá siendo --esto es lo que nos interesa--, en cual-
diuiduos, es imposible deducir de manera unívoca contenidos quier época, una diferencia insalvable el que una argumenta-
de cultura que sean obligatorios, y por cierto tanto menos ción se dirija a nuestro sentimiento y a nuestra capacidad de
cuanto más abarcadores sean los contenidos en cuest_ion. S010 entusiasmarnos por fines prácticos concretos o por formas y
las religiones positivas -expresado con mayor precision: las contenidos de cultura, o bien a nuestra conciencia, en caso ,de
sectas ligadas por un dogma- pueden conferir al contenido que esté en cuestión la validez de ciertas normas éticas; o
de valores culturales la dignidad de un mandato ético incon- bien el que se dirija a nuestro poder y necesidad de ordenar
dicionalmente válido. Fuera de ellas, los ideales de cultura que conceptualmente la realidad empírica de un modo que preten-
el individuo quiere realizar y los deberes éticos que debe cum- da validez como verdad empírica. Y esta proposición sigue
plir poseen una dignidad fundamentalmente distinta. El des- siendo correcta no obstante que, como mostraremos, aquellos
tino de una época de cu-ltura que ha comido del arbol de la <<va1ores›› supremos del interés práctico tienen importancia
ciencia consiste en tener que saber que podemos hallar el sen- decisiva, y la tendrán siempre, respecto de la orientación que
tido del acaecer del mundo, no a partir deliresultado de una la actividad ordenadora del pensamiento introduce, en cada
investigación, por acabada que sea, sino siendo capaces de caso, en el ámbito de las ciencias de la cultura. En efecto, es
crearlo; que las <<cosmovisiones›› jamás pueden ser producto y seguirá siendo cierto que una demostración científica metó-
de un avance en el saber empírico, y que, por_ lo tanto, los dicamente correcta en el ámbito de las ciencias sociales, si pre-
ideales supremos que nos mueven con la máxima fuerza se tende haber alcanzado su fin, tiene que ser reconocida también
abren camino, en todas las épocas, solo en la lucha con otros como correcta por un chino. Dicho con mayor precisión: debe
ideales, los cuales son tan sagrados para otras personas como aspirar en cualquier caso a tal meta, aun cuando esta, por de-
para nosotros los nuestros. _ _ ficiencia de los materiales, no sea alcanzable. Esto significa,
Solo un sincretismo optimista, cual surge a veces del relativis- también, que el análisis lógico de un ideal en cuanto a su con-
mo histórico-evolutivo, puede engañarse teóricamente acerca tenido y a sus axiomas últimos, y la indicación de las conse-
de la extrema seriedad de este estado de cosas o eludir en la cuencias que su persecución producirá en los terrenos lógico
práctica sus consecuencias. Como es obvio, en casos particula- y práctico, han de ser válidos también para un chino, si es
res puede ser obligatorio para el politico practico conciliar que deben considerarse logrados. Y ello aunque este pueda

46 47
carecer de <<sensibilidad›› para nuestros imperativos éticos, y ser realizada en todo su alcance, en forma intuitivamente
aunque rechace -como seguramente lo hará muy a menudo- comprensible, si no es mediante la confrontación de los cri-
el ideal mismo y las valoraciones concretas que de él derivan, terios valorativos que están en su base con otros, y por cierto
pues nada de eso afecta el valor científico de aquellos análisis también, ante todo, con los propios. Ninguna valoración pro-
conceptuales. Nuestra revista en modo alguno ignorará los vista de sentido de una voluntad ajena puede consistir en
intentos, que siempre y de manera inevitable se repiten, de otra cosa que en una critica cumplida a partir de la propia
determinar unívocamente el sentido de la vida cultural. Por «cosmovisión››, en una lucha en contra del ideal ajeno condu-
lo contrario, ellos se cuentan, precisamente, entre los más im- cida sobre la base del propio. Por lo tanto, si, en el caso par-
portantes productos de esa misma vida cultural y, en ciertas ticular, el axioma de valor último que está en la base de una
circunstancias, también entre sus más poderosas fuerzas im- voluntad práctica debe ser, no solo comprobado y analizado
pulsoras. Por ello seguiremos siempre con cuidado el curso de científicamente, sino también presentado en sus relaciones
las discusiones de «filosofía social» en este sentido. Más to- con otros axiomas de valor, es inevitable una crítica «positiva››
davía: en nada compartimos el prejuicio de que las considera- realizada por medio de una exposición de la conexión recí-
ciones de la vida cultural que procuran interpretar metafísica- proca de estos últimos.
mente el mundo, yendo más allá de la ordenación conceptual Por ello, en las columnas de la revista se hablará, en especial
de los datos empíricos, no puedan, por causa de este carácter en el tratamiento de las leyes, de ciencia social -el ordena-
suyo, contribuir de algún modo al conocimiento. En qué con- miento conceptual de los hechos--, pero inevitablemente tam-
sista esta contribución es un problema propio de la doctrina bién de politica social ---la exposición de ideales-_ Pero en
del conocimiento, cu-ya respuesta debemos y también podemos modo alguno nos proponemos hacer pasar tales polémicas por
dejar de lado aquí para nuestros fines. Con respecto a nuestra «ciencia››, y emplearemos nuestros mejores esfuerzos en pre-
labor, en efecto, una cosa es segura: una revista de ciencias cavernos de que se mezclen y confundan con ella. En tal caso,
sociales en el sentido en que la entendemos debe, en la medida no sería ya la ciencia quien hablara. En consecuencia, el se-
en que tiende a ser ciencia, ser un lugar donde se busca la gundo imperativo fundamental de la imparcialidad científica
verdad, y tal que --para seguir con nuestro ejemplo-~ exija consiste en lo siguiente: En tales casos, es preciso indicar
también de un chino el reconocimiento de la validez de cierto al lector (Y s-digámoslo nuevamente--› a nosotros mismos)
ordenamiento conceptual de la realidad empirica. cuándo calla el investigador y comienza a hablar el hombre
como sujeto de voluntad, dónde los argumentos se dirigen al
Por cierto, los editores no pueden prohibir de una vez por intelecto y dónde al sentimiento. La confusión continua entre
todas, a sí mismos y a sus colaboradores, que expresen los elucidación científica de los hechos y razonamiento valorativo
ideales que alientan, incluso en juicios de valor. Pero de ello es, una de las características más difundidas en nuestras dis-
brotan dos importantes deberes. En primer lugar, el de que ciplinas, pero también la más perjudicial. En contra de esta
tanto el autor como los lectores tengan clara conciencia, en confusión, precisamente, se *dirigen las anteriores considera-
cada instante, acerca de cuáles son los criterios empleados ciones, ty no por cierto en contra de la intromisión de los
para medir la realidad y obtener --partiendo de ellos-- el propios ideales. Descaracterización y <<objetividad›› cientifica
juicio de valor; ello en lugar de engañarse acerca del conflicto nada tienen en común. Nuestro Arcloiv, al menos de acuerdo
entre los ideales y de pretender «ofrendar un poco a cada con sus propósitos, jamás ha sido ni deberá ser un lugar don-
uno», como sucede con demasiada frecuencia mediante una de se polemice contra determinados partidos políticos o de
confusión imprecisa de valores del más diverso tipo. Si este política social; menos todavía un sitio donde se haga prose-
deber es observado estrictamente, la toma de posición práctica
litismo en favor o en contra de ideales políticos o de política
puede resultar, respecto del puro interés científico, no solo social; para ello existen otros órganos. Antes bien, desde el
inocua, sino directamente útil y hasta necesaria: en la crítica
comienzo, la característica de la revista ha sido, y deberá
científica de las propuestas legislativas y de otros proyectos ser en el futuro, en cuanto esté al alcance de los editores, la
prácticos, la elucidación de los motivos del legislador y de
colaboración, en la labor cientifica, de los más encarnizados
los ideales del publicista criticado muy a menudo no puede
enemigos políticos. Hasta aquí no ha sido un órgano «socia-

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lista», ni será en el futuro un órgano «burgués››. Nadie que
I ,
determinados problemas practicos relativos a la «cuestion
,.
quiera permanecer en el terreno de la discusión científica será obrera» en el sentido tradicional del término. Aquellas per-
excluido del círculo de sus colaboradores.. No puede ser la lsloñàdlidãdes para quienes los problemas que la revista se pro-
arena en que se debaten «respuestas››, réplicas y contrarrépli- ponía tratar se ligaban con las ideas de valor supremas y de-
cas, pero tampoco protegerá a sus colaboradores, y menos to- cisivas, y que de este modo se convirtieron en sus colabora-
davia a sus editores, de quedar expuestos a la más aguda dores regulares, pasaron a ser, precisamente por eso, repre-
crítica basada en hechos científicamente comprobados. Quien sentantes de una concepción cultural caracterizada, de manera
no pueda soportar esto, o bien se encuentre en tal situación si no idéntica al menos semejante, por esas ideas de valor.
que no quiera colaborar con personas que están al servicio Todo el mundo sabe, pues, que si la revista rechazó de modo
de un ideal distinto del suyo, el ideal del conocimiento cien- expreso toda «tendencia››, no obstante poseyó con seguridad
tífico, puede mantenerse alejado de nuestra revista. un «carácter›› en el sentido ya expuesto, a pesar de su limita-
Por desgracia -no queremos engañarnos acerca de esto---, ción a las discusiones científicas y a su invitación a «los miem-
con esta última afirmación se ha dicho mucho más que lo que bros de cualquier sector político››. Ese carácter fue creado por
a primera vista parece. Ante todo, como ya hemos señalado, el círculo de sus colaboradores regulares. Se trataba de bom-
la posibilidad de colaborar imparcialmente con opositores po- bres que, por más que sus opiniones difirieran en cualquier
líticos en un terreno neutral -social 0 ideal-- tiene sus otro campo, tenían por meta la defensa de la salud física de
limitaciones psicológicas en todas partes; más todavía eri las las masas laboriosas y su creciente participación en los bienes
condiciones de Alemania. Digno de ser combatido en sí como materiales y espirituales de nuestra cultura, para lo cual, sin
signo de estrechez fanática y de atraso en materia de cultura embargo, consideraban que el medio consistía en aunar la
política, este rasgo cobra para una revista como la nuestra intervención del Estado en las esferas de intereses materiales
gravedad decisiva por la circunstancia de que, en el ánibito con el libre desarrollo ulterior del ordenamiento estatal y ju-
de las ciencias sociales, el impulso para el tratamiento de los rídico existente; además, cualquiera que fuese su opinión
problemas científicos proviene, por regla general, de «cuestio- acerca de la forma del ordenamiento social para el futuro
nes» prácticas, de manera que el mero reconocimiento de la remoto, defendían para el presente el desarrollo capitalista,
existencia de un problema científico se liga estrechamente, en no porque este les pareciera el mejor respecto de las formas
lo personal, con la voluntad de hombres vivientes, orientada más antiguas de articulación social, sino porque lo considera-
en un sentido preciso. Por ello, en las columnas deuna revista ban inevitable en la práctica y pensaban que el intento de
que ha nacido bajo el influjo de un interés general acerca de un llevar una lucha fundamental en contra de él significaría, no
problema concreto, comúnmente han de agruparse, en calidad el mejoramiento, sino un obstáculo al ascenso de la cla-
de colaboradores, hombres que prestan su interés personal a se obrera hacia las luces de la cultura. En las condiciones
ese problema en cuanto consideran que ciertas circunstancias existentes en Alemania -que no necesitan aquí una exposi-
concretas están en contradicción con los ideales en que creen, ción detallada- esto era inevitable, y lo sería también hoy.
los cuales están amenazados por ellas. Muy pronto la afinidad En realidad, redundó en beneficio de la más amplia participa-
de tales ideales acercará ese círculo de colaboradores y permi- ción* en las discusiones científicas, contribuyendo a prestar fuer-
tirá reclutar otros, nuevos, lo cual conferirá a la revista, al za a la revista y hasta -en las condiciones dadas- constituyó
menos en cuanto al tratamiento de problemas politico-sociales uno de los títulos que justificaron su existencia.
prácticos, un «carácter›› determinado, como inevitable secuela Ahora bien, no hay duda de que el desarrollo de un «carácter››
de la cooperación de hombres sensibles, que ni aun en la la- en el sentido mencionado puede constituir, en el caso de una
bor puramente teórica sofocan sus tomas de posición valora- revista científica, un peligro para la imparcialidad de la labor
tivas respecto de los problemas, y que se expresan con totfl científica, y que, de hecho, debe constituirlo si la selección de
legitimidad también -dentro de los sprerrequisitos que ya los colaboradores fuese deliberadamente parcial: en tal caso,
hemos aclarado- en la crítica de proyectos y medidas prác- admitir tal carácter equivaldría a sostener una «tendencia››.
ticos. Ahora bien, el Arcbiv apareció en una época en que Los editores tienen plena conciencia de la responsabilidad que
ocupaban el primer plano de las discusiones de ciencia social les impone esta situación. No se proponen modificar delibera-

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damente el Arc/viv, ni conservarlo de manera artificial median- y deslindamientos de ciencias; no obstante, debemos aclarar
te la restricción premeditada del círculo de colaboradores a sucintamente qué significa ello.
los especialistas que sostengan determinadas opiniones. Lo Que nuestra existencia física, así como la satisfacción de nues-
aceptan como algo dado y confían en su ulterior «desarrollo››. tras necesidades más espirituales, choquen en todas partes
Cómo se configurará en el futuro y cómo se transformará con la limitación cuantitativa y la insuficiencia cualitativa de
quizás, a consecuencia de la inevitable ampliación del círculo los medios externos necesarios para tal fin, y que tal satisfac-
de nuestros colaboradores, es algo que dependerá, en primer ción requiera la previsión planificada y el trabajo, al par que
lugar, del carácter de aquellas personalidades que, con el pro-
la lucha contra la naturaleza y la asociación con los otros hom-
pósito de ponerse al servicio de la labor científica, ingresen
bres, he ahí -expresado del modo más impreciso- el hecho
en ese círculo y tomen las páginas de la revista como algo pro-
fundamental al que se ligan todos los fenómenos que carac-
pio, o bien' permanezcan en ellas en esa condición. Dependerá,
terizamos, en el sentido más lato, como económico-sociales.
también, de la ampliación de los problemas cuya indagación El carácter «económico-social» de un fenómeno no es algo que
se proponga.
este posea objetivamente. Antes bien, está condicionado por
Con esta observación llegamos al problema, no considerado
la orientación de nuestro interés cognoscitivo, tal como resulta
hasta aquí, de la delimitación objetiva de nuestro ámbito de
de la significación cultural específica que en cada caso atribui-
labor. No es posible responder a él, sin embargo, sin conside-
mos al proceso correspondiente. Cada vez que un proceso de
rar la índole del fin cognoscitivo de la ciencia social. Hasta
ahora, en cuanto distinguimos por principio «juicio de valor»
la vida cultural está anclado, de manera directa o mediata, en
y «saber de experiencia», hemos presupuesto que existía un aquel hecho fundamental, en cuanto a aquellos aspectos de su
tipo de conocimiento incondicionalmente válido, esto es, el especificidad en que para nosotros consiste su significación
ordenamiento conceptual de la realidad empírica en el campo
particular, entonces contiene un problema de ciencia social,
de las ciencias sociales. Ahora tal supuesto se convertirá en 0, en la medida en que ese sea el caso, puede al menos conte-
problema, pues hemos de averiguar qué puede significar la nerlo; representa, pues, una tarea para una disciplina que se
«validez›› objetiva de la verdad a que aspiramos en nuestro proponga elucidar el alcance de aquel hecho fundamental.
ámbito. Que este problema existe como tal, y que no lo Dentro delos problemas económico-sociales podemos distin-
creamos aquí por gusto de ergotizar, es algo que no puede gl-_1:1lÍr,, en primer lugar, procesos y complejos de estos, normas,
escapar a nadie que observe la lucha en torno de métodos, instituciones, etc., cuya significación cultural reside para no-
«conceptos básicos» y presupuestos, así como el continuo cam- sotros esencialmente en su aspecto económico, y que -como
bio de los «puntos de vista» y la constante reelaboración de los procesos de la vida bursátil y bancaria- en lo esencial nos
los «conceptos›› en uso, y que contemple cómo un abismo interesan solo desde este punto de vista. Esto ocurrirá como
al parecer insalvable separa los modos de consideración histó- regla general (aunque no exclusivamente) cuando se trate de
rico y teórico, al punto de que existan «dos economías políti- instituciones que fueron creadas o que son utilizadas cons-
cas», según se quejó cierta vez en Viena un apesadumbrado cientemente con fines económicos. A tales objetos de nuestro
..¿_v
examinando. ¿Qué significa aquí «objetividad»? Es esta la conocer podemos denominarlos procesos o instituciones,-f«eco-
única cuestión que queremos examinar en las consideraciones ,›iiómicos››. A estos se añaden otros -por ejemplo, los proce-
que siguen. r soside la vida religiosa- que no nos interesan (con seguridad
al menos no en primer lugar) desde el punto de vista de su
significación económica y en virtud de esta, pero que, en
ciertascircunstancias, cobran significación en ese sentido por-
11 p que producen eƒectos que sí nos interesan desde ,aquel punto
de vista: los llamaremos fenómenos! «económicamente perti-
Desde el comienzo, la revista concibió los objetos de que se il “iTeï'1)íe“s}›. Por último, entre los fenómenos que no son «econó-
ocupaba como objetos económico-sociales. Poco sentido ten- micos» en nuestro sentido, existen algunos cuyos efectos eco-
dria que emprendiéramos aquí determinaciones de conceptos nómicos carecen de interés o lo tienen muy escaso (por ejem-
plo, la orientación del gusto artístico de una época), pero que

52
53
ri,
en casos individuales están influido: en mayor o menor grado, excepción, incluidos los más delicados matices de la experien-
en ciertos aspectos significativos de su especificidad, por mo- cia religiosa o estética. 'Los procesos de la vida cotidiana, lo
tivos económicos (en el ejemplo mencionado, digamos por la mismo que los acontecimientos «históricos» de la alta pofi-
organización social del público interesado en el arte), Los tica y los fenómenos colectivos y de masas, así como las ac-
llamaremos fenómenos «económicamente condicionadosn.. El ciones «singu.lares» de los estadistas o las realizaciones litera-
complejo de relaciones humanas, de normas y de vinculaciones rías y artísticas individuales, están co-influidos por aquellos
determinadas normativamente, al que denominamos «Estado›› intereses: están «económicamente condicionados». Por otra
es, por ejemplo, un fenómeno «económico›› con respecto a sus parte, la totalidad de los fenómenos y condiciones de vida
finanzas; en la medida en que opera por la vía legislativa u de una cultura históricamente dada opera sobre la configura-
otra sobre la vida económica (e incluso allí donde rige de ma- ción de las necesidades materiales, el modo de satisfacerlas,
nera consciente su comportamiento según puntos de vista por la formación de grupos de interés material y los tipos de sus
entero distintos que el económico) es «económicamente perti- instrumentos de poder, y con ello sobre el curso del «desa-
nente»; por último, en cuanto su comportamiento y sus carac-
'¬-

rrollo económico». Tal totalidad se vuelve, pues, «económi-


terísticas, también respecto de relaciones no «económicas››, es- camente pertinente». En cuanto nuestra ciencia, en el regreso
tán codeterminados por motivos económicos, está «económi- causal, impute a los fenómenos culturales económicos causas
camente condicionado». Compréndese de suyo, de acuerdo con individuales ---sean o no de carácter económico-, procura
lo dicho, que por un lado las fronteras de los fenómenos «eco- un ,conocimiento «histórico». En cuanto persiga un elemento
nómicos» son imprecisas y no susceptibles de nítida delimi- específico de los fenómenos culturales, a saber, el económico,
tación, y que, por el otro, los aspectos «económicos›› de un en su significación cultural, av través de las más diversas cone-
fenómeno, como es natural, en modo alguno están solo <<eco- xiones de la cultura, procura una interpretación histórica des-
nómicamente condicionados» ni son solo «económicamente de un punto de vista específico, y ofrece un cuadro parcial,
operantes», y que, en general, un fenómeno tiene la cualidad una contribución preliminar para el pleno conocimiento histó-
de «económico›› solo en la medida y por el tiempo en que rico de la cultura.
nuestro interés se dirija de manera exclusiva a la significación Si (bien no en todos los casos en que entran en juego momen-
que posee respecto de la lucha por la existencia material. tos económico-sociales, como consecuencias o causas, existe
Nuestra revista, como lo ha hecho la ciencia económico-social un problema económico-social -pues este se presenta sólo
a partir de Marx y Roscher, se ha ocupado no solo de los cuando la significación de tales momentos es problemática y
fenómenos económicos, sino también de los «económicamente el único modo de determinarla con precisión es el empleo de
pertinentes» y de los «económicamente condicionados». El los métodos de la ciencia económico-social--, con ello se es-
ámbito de tales objetos se extiende naturalmente -de manera tablece el ámbito de labor, prácticamente inabarcable, del mo-
fluctuante, de acuerdo con la orientación de nuestro interés do de consideración económico-social.
en cada caso- a la totalidad de los procesos culturales. Mo- En virtud de una ponderada autolimitación, nuestra revista
tivos propiamente económicos -o sea aquellos que en su ha renunciado a considerar toda una serie de campos especia-
especificidad para nosotros significativa tienen sus raíces en el les muy importantes de nuestra disciplina, por ejemplo, la
hecho fundamental que hemos mencionado- operan siempre economía descriptiva, la historia económica en sentido estricto
que la satisfacción de una necesidad, por más inmaterial que yfila estadística. Del mismo modo, ha dejado en manos de
esta sea, se liga al empleo de medios externos escasos. El peso otras publicaciones el tratamiento de las cuestiones de técnica
de estos, por lo tanto, no solo ha codeterminado y modificado financiera y de los problemas económico-técnicos de formación
en todas partes la forma de la satisfacción, sino también el del mercado y de los precios en la moderna economía de in-
contenido de las necesidades culturales, aun las de naturaleza tercambio. Su ámbito de labor estuvo constituido por ciertas
más íntima. La influencia indirecta de las relaciones sociales, constelaciones y conflictos de intereses, considerados en su
instituciones y agrupamientos humanos sometidos a la presión significación actual y en su desarrollo histórico, que brotan del
de intereses «materiales » se extiende (a inenudo sin que se papel dominante que en la economía de los modernos países
tenga conciencia de ello) a todos los ámbitos de la cultura, sin civilizados desempeña el capital ávido de valorizarse. No se ha

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'

ll'
limitado, en consecuencia, a aquellos problemas prácticos y de por cierto, pero tal unilateralidad es deliberada. La creencia
desarrollo histórico incluidos en la expresión «cuestión so- en que la ciencia, a medida que progrese en su labor, tendría
cial» en sentido estricto, esto es, las relaciones de las modernas por misión poner remedio a la «unilateralidad» del enfoque
clases trabajadoras con el orden social vigente. Es cierto que económico mediante su ampliación en una ciencia social ge-
la profundización científica del interés que por esta cuestión neral adolece ante todo de un defecto, a saber, que el punto
especial se difundió en Alemania a partir de la década de 1830 de vista de lo «social›› (esto es, de las relaciones entre los
tuvo que ser una de sus tareas esenciales. Sin embargo, en la hombres) solo posee determinación suficiente para delimitar
medida en que el tratamiento práctico de las relaciones obre- problemas científicos cuando está acompañado por un predi-
ras fue convirtiéndose en objeto permanente de la actividad cado especial en cuanto al contenido. De otro modo, conce-
legislativa _y del debate público, el centro de gravedad de la bido como objeto de una ciencia, comprendería naturalmente,
labor científica debió desplazarse hacia la determinación de las por ejemplo, la filología, así como la historia de la Iglesia y,
conexiones más universales en que se insertaban tales proble- en especial, todas aquellas disciplinas que se ocupan del ele-
mas, y, por lo tanto, debió desembocar en el análisis de todos mento constitutivo más importante de cualquier cultura -es
los problemas culturales engendrados por el carácter especí- decir, el Estado- y de la forma más importante de su regula- I

fico de las bases económicas de nuestra cultura, problemas ción normativa -el derecho-. Que la economía social se
F

que, en consecuencia, son específicamente modernos. Por ello ocupe de relaciones «sociales›› es un fundamento tan endeble
la revista comenzó muy pronto a tratar también desde los para considerarla precursora necesaria de una «ciencia social
puntos de vista histórico, estadístico y teórico las más diversas general», como lo es el que trate acerca de fenómenos de la
condiciones de vida, en parte «económicamente pertinentes» vida o bien se refiera a procesos que acaecen en uno de los
y en parte «económicamente condicionadas», de las restantes planetas para considerar que forma parte de la biología o de I

grandes clases de las naciones civilizadas modernas, así como


f.

una astronomía futura, ampliada y perfeccionada. No las co-


sus relaciones recíprocas. No haremos ahora otra cosa que ex- nexiones «de hecho» entre «cosas›› sino las conexiones con-
'FI¢I'¶.¬;.='1¦":.fl'I""'

traer las consecuencias de este comportamiento si designamos ceptuales entre problemas están en la base de la labor de las
como ámbito propio de labor de nuestra revista la investiga- diversas ciencias. »Una nueva «ciencia›› surge cuando se abor-
ción científica de la significación cultural general de la estruc- dan nuevos problemas con métodos nuevos, y, por esa vía, se
tura económico-social de la vida de la comunidad /rumana y descubren verdades que inauguran nuevos puntos de vista
sus formas históricas de organización. Esto y nada más qui- significativos.
simos significar cuando llamamos a nuestra Revista Arcbiv
für Sozialwissenscbaft. La expresión debe abarcar aquí el es- No es accidental que el concepto de lo «social››, poseedor
tudio tanto teórico como histórico de los mismos problemas en apariencia de un sentido totalmente general, muestre, en
cuya solución práctica es objeto de la «politica social» en el cuanto se examina cuidadosamente su empleo, un significado
sentido más lato del vocablo. Con ello hacemos uso del de- por entero particular, coloreado de manera específica, aunque
recho de emplear la expresión «social›› en su significado ia... más de las veces indefinido. Su «generalidad», en efecto,
determinado por los problemas concretos del presente. Si las consiste precisamente en su carácter indeterminado. Cuando
disciplinas que consideran los procesos de la vida humana des- se lo toma en su significación «general», no proporciona nin-
de el punto de vista de su significación cultural han de deno- gún punto de vista especifico desde el cual se pueda echar luz
minarse «ciencias culturales», la ciencia social, en el sentido en sobre la significación de determinados elementos de la cultura.
que la entendemos, pertenece a esta categoría. Pronto veremos Liberados como estamos de la fe anticuada en que todos los
qué consecuencias de principio tiene esto. fenómenos culturales pueden ser deducidos, como producto
Sin duda, destacar los aspectos económico-sociales de la vida o función, de constelaciones de intereses «materiales», cree-
cultural implica una sensible limitación de nuestros temas. mos, sin embargo, que el análisis de los fenómenos sociales
Se dirá que el punto de vista económico o «materia.lista», de los procesos de la cultura desde el especial punto de vista
como se lo ha denominado de manera imprecisa, desde el cual de su condicionamiento y alcance económicos ha constituido,
se considera aquí la vida de la cultura, es «unilateral». Lo es, y constituirá para el futuro previsible, un principio científico

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mi

sumamente fecundo, en caso de que se lo aplique con circuns-› ¬ de la «raza» doeu,meni_:_a#_sólo,,,nuestrawignorancia, lo mismo
pección e independencia de cualquier estrechez dogmática. La ueiën siiiniomentopplai referencia al «medio›› of)ãñjtë`s“iatúI1;' a
denominada «concepción materialista de la historia», como i t ,Easkircunstanciasl de la época». Si algo ha perjudicado esta
cosmovisión o como denominador común para la explicación i investigación es la creencia de ciertos fervorosos diletantes en
causal de la realidad histórica, ha de rechazarse de la manera que ella pueda proporcionar para el conocimiento de la cultura
más decidida; no obstante, uno de los fines más esenciales de algo específicamente diferente, y superior, que no la amplia-
nuestra revista es la interpretación económica de la historia. ción' de la posibilidad de una segura imputación de procesos
Esto requiere elucidación más precisa. culturales concretos de la realidad histórica a causas concretas,
La llamada «pconcepëión materialista de la,historia›› en su vie- bistóricamente dadas, imputación efectuada mediante la ob-
jo sentido, genialmente primitivo,]del Manifiesto Comunista, tención de un material de observación exacto, recogido sobre
por ejemplo, sólo sigue prevaleciendo hoy en las cabezas de la base de puntos de vista específicos. Solo en la medida en
legos y diletantes. Entre estos aún se encuentra difundido que pueda ofrecernos esto, sus resultados revestirán interés
por cierto el curioso fenómeno de que no quedan satisfechos para nosotros y calificarán la «biología racial» como algo
en su necesidad de hallar una explicación causal de cierto he- más que un producto de la fiebre moderna de fundamentación
cho histórico hasta que, de algún modo o en alguna parte, cientifica.
no se muestran causas económicas coactuantes (0 que parez- No otro es el significado de la interpretación económica de la
can serlo). Pero cuando este es el caso, en cambio, se confor- historia; Si después de un período de ilimitada sobrestimación
man con las hipótesis más socorridas y los lugares comunes hoy casi existe el peligro de que se la subestime en cuanto a
más generales, ya que entonces han satisfecho su necesidad su capacidad de logros científicos, ello es resultado del acriti-
dogmática de creer que las «fuerzas impulsoras» económicas cismo sin precedentes con que la interpretación económica de
son las «auténticas››, las únicas «verdaderas››, las «decisivas en làlirealidad fue aplicada como método «universal››, en el sen-
última instancia». Este fenómeno en modo alguno es único. tido de una deducción de todos los fenómenos culturales
Casi todas las ciencias, desde la filología hasta la biología, han -esto es, de todo lo que en ellos es esencial para nosotros-
pretendido en su momento producir, no solamente un saber en ¿fuanto en última instancia económicamente condicionados.
especializado, sino también «cosmovisiones». Y bajo la impre- Lia* forma lógica en que hoy se presenta no es del todo unitaria.
sión del profundo significado cultural de las transformaciones Cuando aparecen dificultades para una explicación económica
económicas modernas y, en especial, de la importancia domi- pura, se dispone de diversos medios para mantener su validez
nante de la «cuestión obrera», espontáneamente se desliza general como factor causal decisivo.,A, veces, todo aquello que
por esta vía la inevitable tendencia monìsta de cualquier tipo
de pensamiento carente de conciencia crítica. Esta misma ten-
en la fÉê._l.Í.š_?l.._._...fi<ï1
l1ÍS,.tó.rìç:,a .nn esttvdedueìblrer fidel fn1fÓlÍ.ÍÉ?§$_,f¦ÉfÉ9I}9mi'
¿'ÍÓ*i_§flš§:considerado,,,per,,,esa, misma ,razón como un ,<<accì<Ilente›>
dencia se manifiesta en la antropología hoy, cuando la lucha que carece de signifiwfilo científico, O bien se extiende el con-
política y comercial de las naciones entre sí por el dominio cepto de lo «económico» hasta lo incognoscible, de modo que
del mundo se está librando con encarnizamiento creciente: cualquier interés humano que de alguna manera esté vinculado
está difundida la creencia en que, «en última instancia», todo a medios externos queda inserto en su ámbito._§i se comprue-
acaecer histórico es resultado de la acción recíproca de «cua- ba que en dos situaciones históricas, iguales respecto de lo eco-
lidades raciales» innatas. En lugar de la mera descripción acrí- nómico, se obtuvieron empero respuestas distintas en virtud
tica de «caracteres nacionales» sobrevino la erección, todavía de diferencias de los determinantes políticos, religiosos, climá-
más acrítica, de las propias «teorías sociales» sobre la base de ticos u otros innumerables de carácter no económico, entonces,
las «ciencias naturales». En nuestra revista hemos de seguir para “mantener la supremacía de lo económico, se reducen to-
atentamente el desarrollo de la investigación aiitropológica dósesos momentos a la categoría de «condiciones›› histórica-
en la medida en que resulte pertinente para nuestro punto de mente accidentales, tras de las cuales los motivos económicos
vista. Es de esperar-que se supere gradualmente, mediante la actúan como causas. Es obvio, sin embargo, que todos_esos
lâbülï,113@f9ClQlÓâÍC3H1§H,te,disciplinada, este estado de cosasleiiv aspiectos que, de acuerdo con la interpretación económica de
que la €X}__?lí,efiCÍón causal de los procesos culturales por niedió
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la historia, serían «accidentales››, siguen sus propias leyes en
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el mismo sentido que los aspectos económicos, y que, para
un modo de consideración que atienda a la significación especi-
dicionamiento econórnico-- deriva, en el plano puramente me-
todológico, del hecho de que el adiestramiento de la vista para
fica de aquellos, las «condiciones» económicas son, a la in- observar la acción de categorías de causas cualitativamente ho-
versa, «históricamente accidentales» en cada caso y en el mis- mogéneas y la utilización repetida del mismo aparato concep-
mo sentido. Por último, un intento muy socorrido para salvar tual y metodológico ofrece todas las ventajas de la división del
la supremacía de lo económico a pesar de todo, consiste en trabajo. En esa medida no es «arbitrario», como lo muestra
interpretar la correspondencia y sucesión constantes de los su resultado, es decir, en cuanto proporciona el conocimiento
elementos singulares de la vida cultural como dependencia de conexiones plenas de valor para la imputación causal de
causal o funcional de unos respecto de los otros, o, más bien, procesos históricos concretos. Sin embargo, la «unilateralidad»
de todos respecto de uno, a saber: el económico. Allí donde y el carácter irreal de la interpretación puramente económica
cierta institución, no económica, ha desempeñado también de- de lo histórico no es más que un caso especial de un principio
terminada «función» al servicio de intereses económicos de válido, en forma por entero general, para el conocimiento
clases; allí donde, por ejemplo, ciertas instituciones religiosas científico de la realidad cultural. Ilustrar las bases lógicas y
admitieron ser utilizadas, y en efecto lo fiieron, como «policía las consecuencias metodológicas generales de este principio es
negra», toda la institución es imaginada como si se la hubiese el propósito esencial de las discusiones que siguen.
creado para esa función o -de manera por entero metafísi- Ningún análisis) científico «objetivo» de la vida cultural o
ca- como informada por una «tendencia de desarrollo» que -lo que quizás es algo más restringido, pero con seguridad
parte de lo económico. no significa en esencia otra cosa para nuestros fines- de los
Hoy ya no es preciso explicar a ningún especialista que esta «fenómenos sociales» es independiente de puntos de vista espe-
interpretación del fin del análisis económico es en parte ex- ciales y «unilaterales», de acuerdo con los cuales estos -ex-
presión de determinada constelación histórica que centró el presa o tácitamente, de manera consciente 0 inconsciente-
interés científico en ciertos problemas culturales económica- son seleccionados, analizados y organizados como objeto de
mente condicionados, y, en parte, de un rabioso patriotismo investigación. La razón de ello reside en la especificidad de la
científico; tampoco es preciso demostrar que esa interpreta- meta cognoscitiva de cualquier investigación de ciencias socia-
ción está, por lo menos, envejecida. La reducción a las solas», les que quiera ir más allá de una consideración puramente for-
causas económicas en ningún sentidoies exhaustiva en ningtij* mal de las normas ----legales 0 convencionales- de la convi-
campo de la vida cultural, ni siquiera en el de los proceso vencia social.
«económicos››. En principio, una historia bancaria de cualquier? ! 'i
La ciencia social que queremos promover es una ciencia de
pueblo que pretendiese aducir solo motivos económicos con realidad. Queremos comprender la realidad de la vida que nos
miras a la explicación, sería naturalmente tan imposible como -circunda, y en la cual estamos inmersos, en su especificidad;
una explicación de la Madonna Sixtina basada en los funda- queremos comprender, por un lado, la conexión yjsignificación
mentos económico-sociales de la cultura de la época en que fue cultural' de sus manifestaciones individuales en su configura-
creada. Y ella no sería, por principio, más exhaustiva que, por ción actual, y, por el otro, las razones por las cuales ha llegado
ejemplo, el intento de derivar el capitalismo a partir de ciertas históricamente a ser así-y-no-de-otro-modo. Ahora bien, tan
transformaciones de los contenidos de la conciencia religiosa pronto como tratamos de reflexionar sobre la manera en que
que cooperaron en la génesis del espíritu capitalista, o bien se nos presenta inmediatamente, la vida nos ofrece una multi-
una formación política cualquiera a partir de sus condiciones plicidad infinita de procesos que surgen y desaparecen, suce-
geográficas. En todos estos casos resulta decisiva, respecto del siva y simultáneamente, tanto «dentro›› como «fuera» de no-
grado de significación que hemos de asignar a las condiciones sotros mismos. Y la infinitud absoluta de esta multiplicidad
económicas, la clase de causas a las que cabe imputar aquellos para nada disminuye, en su dimensión intensiva, cuando con-
elementos específicos del fenómeno en cuestión, a los cuales, sideramos aisladamente un objeto singular -por ejemplo, un
por nuestra parte, conferimos importancia en cada caso. La acto concreto de intercambio-, tan pronto como procuramos
justificación del análisis unilateral de la realidad cultural desde con seriedad describirlo de manera exhaustiva en todos sus
«puntos de vista» específicos -en nuestro caso,`el de su con- componentes individuales; tal infinitud subsiste todavía más,

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como es obvio, si intentamos comprenderlo en su condiciona- bargo, se interesa por la cuestión de qué resultado individual
miento causal. Cualquier conocimiento conceptual de la reali- produce la acción de estas leyes en una constelación individual-
dad infinita por la mente humana finita descansa en el supues- mente configurada, en cuanto tales constelaciones individuales
to tácito de que solo una parte finita de esta realidad consti- revisten significación para nosotros. Cada constelación indivi-
tuye el objeto de la investigación científica, parte que debe dual que ella «explica›› o predice es explicable causalmente
ser la única «esencial» en el sentido de que «merece ser co- solo como consecuencia de otra, igualmente individual, que
nocida». Pero, ¿siguiendo qué principios se seleccionará esa la preceda. No importa cuánto podamos retroceder hacia la
parte? Repetidas veces se ha creído que el criterio decisivo, gris nebulosa del pasado remoto: la realidad a la cual se apli-
también en las ciencias culturales, puede discernirse en defi- can las leyes sigue siendo individual, no deducible a partir de
nitiva en la recurrencia «ccfi arreglo a leyes» de ligazones cau- leyes. Un «estado primordial» del cosmos que no poseyese ca-
sales deteriiíinadas. Aquello que contienen en sí las «leyes›› rácter individual, o lo tuviese en menor grado que la realidad
que podemos discernir en el curso infinitamente múltiple de cósmica del presente, sería naturalmente una representación
los fenómenos debe constituir, de acuerdo con esta concepción, sin sentido. Pero, ¿acaso no queda un resto de tales represen-
lo único científicamente «esencial» en ellas: apenas hemos taciones, dentro de nuestras disciplinas, en aquellas conjeturas,
demostrado la «legalidad» de una ligazón causal, como válida discernidas sobre la base del derecho natural o bien verifica-
sin excepción, con los medios de la inducción histórica com- das por la observación de los «primitivos», que postulan un
prensiva, o bien la hemos vuelto intuitivamente evidente para «estado primitivo» económico-social exento de «accidentali-
la experiencia interna, y cualquiera que sea la fórmula que ha- dad» histórica ---por ejemplo: el «comunismo agrario primiti-
yamos encontrado de este modo, una multitud de casos, por vo», la «promiscuidad sexual», etc.-, a partir del cual el de-
elevado que pueda concebirse su número, se subsume en ella. sarrollo histórico individual surge mediante una especie de
Y los elementos de la realidad individual que, una vez esta- caída en lo concreto?
blecida la «ley››, quedan fuera de ella, son considerados resi- El interés de las ciencias sociales parte, sin duda alguna, de la
duos no elaborados científicamente todavía, que habrán de ser configuración real y, por lo tanto, individual de la vida social
introducidos en el sistema «legal» a través del perfecciona- que nos circunda, considerada en sus conexiones universales,
miento de este, o bien permanecerán como algo «contingente» mas no por ello, naturalmente, de índole menos individual,
y se los dejará de lado por científicamente inesenciales, en así como en su ser-devenidas a partir de otras condiciones so-
cuanto no son «concebibles legalmente» y no encajan, por ello, ciales que a su vez, evidentemente, se presentan como indivi-
en el «tipo» del proceso; en tal caso, solo pueden ser objeto duales. Es manifiesto que aquí se presenta, con una intensidad
de una «curiosidad ociosa». De este modo, aun entre los re- específicamente mayor, la misma situación que dilucidábamos
presentantes de la escuela histórica reaparece de continuo la en la astronomia como caso límite (por regla general, también
convicción de que el ideal al cual tienden todas las ciencias, aducido con el mismo propósito por los lógicos). Mientras
incluidas las ciencias culturales, y al cual deben tender aun que en la astronomía los cuerpos celestes nos interesan solo en
en vista de un remoto futuro, es la obtención de un sistema sus relaciones cuantitativas, susceptibles de medición exacta,
de proposiciones del cual la realidad pueda ser «deducida». en las ciencias sociales nos concierne la tonalidad cualitativa
Como es sabido, un eminente naturalista creyó que podía ca- de los procesos. A esto se agrega que enlas ciencias sociales
racterizar el objetivo ideal (inalcanzable en la práctica) de tal trátase de la acción conjunta de procesos espirituales, cuya
elaboración de la realidad cultural como un conocimiento «as- «comprensión» por vía de revivencia es, naturalmente, una
tronómico» de los procesos de la vida. Por nuestra parte, no tarea de índole específicamente distinta de aquella que pueden
omitiremos examinar estos asuntos más de cerca, sin que in- of pretenden resolver las fórmulas de las ciencias naturales
terese cuán a menudo se los haya discutido ya. Salta a la vista, exactas en general. No obstante, estas diferencias no son tan
en primer lugar, que ese conocimiento «astronómico» en que fundamentales como a primera vista parecen. Tampoco las
se piensa en modo alguno es un sistema de leyes. Antes bien, ciencias naturales exactas -salvo la mecánica pura- proce-
obtiene las leyes que constituyen los presupuestos de su labor den sin cualidades. Además, en nuestro propio campo trope-
de otras disciplinas, como la mecánica. La astronomía, sin em- zamos con la opinión (francamente errónea) de que por lo me-

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nos el fenómeno del intercambio monetario, fundamental para «entelequias» o de cualquier otro modo (pues ello sería una
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nuestra civilizacion, es cuantificable y, por esa razon, aprehen Í

cuestión aparte), sino, sencillamente, a que, con relación al


sible según «1eyes». Por í1l?`i:no, depende de la mayor o menor conocimiento de la realidad, nos interesa la constelación en
amplitud del concepto de ,<ley» el que este comprenda regu- que se agrupan esos «factores» (hipotéticos) en un fenómeno
laridades que, no siendo cuantificables, tampoco son suscepti- cultural históricamente significativo para nosotros; se debe
bles de expresión numérica. En lo que respecta, en particular, también a que, si queremos «explicar causalmente» esta con-
a la acción conjunta de motivos «espirituales», en ningún caso figuración individual, debemos recurrir a otras configuracio-
excluye la formulación de reglas de la acción racional. Y, so- nes, igualmente individuales, sobre la base de las cuales expli-
bre todo, todavía hoy persiste el punto de vista de que la psi- caremos aquella mediante el empleo, desde luego, de esos
cología tiene por misión desempeñar, con relación a cada una conceptos (¡hipotéticos!) de «leyes››. Comprobar esas «leyes»
de las ciencias del espíritu, un papel comparable con el de las y «factores» (hipotéticos), en todo caso, sería la primera de
matemáticas, puesto que ha de descomponer los complicados las múltiples tareas que nos llevarían al conocimiento a que
fenómenos de la vida social en sus condiciones y efectos psi- aspiramos. El análisis y la exposición ordenadora de la confi-
quicos, reconduciéndolos a los factores psíquicos más simples guración individual, históricamente dada en cada caso, de
que se pueda, para clasificarlos luego en diversos géneros e in- aquellos factores, y su acción recíproca concreta, condiciona-
vestigarlos en sus conexiones funcionales. Con ello se crearía da de ese modo y significativa en su especificidad, y ante
una especie de «química››, si no de «mecánica», de los funda-
todo la dilucidación del fundamento y de la índole de este
mentos psiquicos de la vida social.. No hemos de decidir aquí condicionamiento, sería la tarea siguiente por resolver, aunque
si tales investigaciones pueden proporcionar resultados parti- en sí misma por entero nueva y autónoma. Podría concebirse
culares valiosos y -lo que no es lo mismo- utilizables para la tercera etapa como la indagación de las propiedades indivi-
las ciencias culturales. Pero ello carece de toda importancia duales, significativas para el presente, de estos agrupamientos
con respecto a la cuestión de si la finalidad del conocimiento en cuanto a su devenir, tan lejos en el pasado como se pueda,
económico-social en el sentido en que lo entendemos, esto es, así como su explicación histórica a partir de configuraciones
el conocimiento de la realidad en su significación cultural y su precedentes, individuales a su vez. Por último, la cuarta etapa
conexión causal, puede lograrse mediante la búsqueda de re- consistiría en la predicción de configuraciones futuras posibles.
currencias ajustadas a leyes. Supongamos que, por medio de Para todos esos fines, como es manifiesto, la existencia de con-
la psicología o de otra ciencia, se logre un äa descomponer ceptos claros y el conocimiento de aquellas «leyes» (hipotéti-
todas las ligazones causales de fenómenos sociales, observadas cas) revisten considerable valor, y hasta son imprescindibles,
o imaginables para el futuro, en algunos «factores›› simples como medios cognoscitivos -pero solo como tales-. Pero
últimos, y que se pueda abarcarlas luego de manera exhaustiva aun en esta función muestran pronto, en un punto decisivo,
en una imponente casuística de conceptos y de reglas que val- sus límites, establecidos los cuales alcanzamos la peculiaridad
gan estrictamente como leyes: ¿Qué importancia revestiría el decisiva del modo de consideración de las ciencias de la cul-
resultado de todo esto respecto de nuestro conocimiento de tura. Hemos designado «ciencias de la cultura» a las discipli-
la cultura bistóricamente dada, o de cualquier fenómeno indi- nas quiiempiöcuran conocer los fenómenos de la vida en su
vidual de ella, como por ejemplo el capitalismo en su desarro- significacióni cultural. La significación de la configuración de
llo y significación cultural? Como medio cognoscitiva, no re- un fenómeno cultural, y su fundamento, no pueden ser obte-
vestiría utilidad mayor ni menor que la que tendría un catá- nidos, fundados y vueltos inteligibles a partir de un sistema
logo de las combinaciones de la química orgánica respecto del de conceptos legales, por perfecto que fuere; en efecto, presu-
conocimiento biogenético del mundo animal y vegetal. Tanto ponen la relación de los fenómenos culturales con ideas de va-
en uno como en otro caso, ciertamente, se habría dado un paso lor. El concepto de cultura es un concepto de valor. La realidad
preliminar importante y útil; pero en ninguno de los dos empírica es para nosotros «cultura» en cuanto la relacionamos
puede la realidad de la vida deducirse de «leyes» y «factores». con ideas de valor; abarca aquellos elementos de la realidad
Esto no se debe a que en los fenómenos de la vida residan que mediante esa relación se vuelven significativos para noso-
«fuerzas» superiores y misteriosas, llámeselas «potencias», tros, y solo esos. Unicamente una pequeña parte de la realidad

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individual considerada en cada caso está coloreada por nues- de la significación cultural del hecho histórico de que el inter-
tro interés condicionado por aquellas ideas de valor; ella sola cambio sea hoy un fenómeno de masas. En cuanto él debe ser
tiene significación para nosotros, y la tiene porque exhibe re- explicado, en cuanto queramos comprender qué es lo que dis-
laciones para nosotros importantes a causa de su ligazón con tingue nuestra civilización económico-social de la propia de la
ideas de valor. Solo en cuanto ello es así, esa parte será para Antigüedad, por ejemplo, en la cual el intercambio presentaba
nosotros digna de ser conocida en sus rasgos individuales. los mismos rasgos genéricos que hoy, y, por lo tanto, quera-
Ahora bien, qué es lo significativo para nosotroses algoque mos comprender dónde radica la significación de la «economía
ninguna investigación «sin supuestos» de lo empíricalïlente monetaria», se introducen en la investigación principios lógi-
dado puede discernir; antes al contrario, su determinación es cos por entero heterogéneos en cuanto a su origen: como me-
prerrequ.isito.para que algo llegue a ser objeto de investigación. dios de exposición emplearemos, por cierto, los conceptos que
Lo significativo no coincide, naturalmente, en cuanto tal, con nos proporciona la investigación de los elementos genéricos
ninguna ley, y, por cierto, tanto menos cuanto más general de los fenómenos económicos de masas, en la medida en que
sea aquella. En efecto, la significación específica que un ele- ellos contengan elementos significativos de nuestra cultura;
mento de la ilealidad tiene para nosotros no se encuentra en pero la meta de nuestra labor no se alcanza con la exposición
aquellas relaciones que comparte con muchos otros fenóme- de esas leyes y conceptos, por precisa que fuere. Más aún, la
nos. La relación de la realidad con ideas de valor, que le con- cuestión de qué debe pasar a ser objeto de la formación de
fieren significación, así como el aislamiento y el ordenamiento conceptos genéricos no puede resolverse «sin presupuestos»,
de los elementos de la realidad así destacados desde el punto sino solo por referencia a la significación que, respecto de la
de vista de su significación cultural, constituyen un modo de cultura, poseen determinados elementos de esa multiplicidad
consideración por entero heterogéneo ys dispar respecto del infinita que llamamos «circulación». Procuramos conocer un
análisis de la realidad basado en leyes, y de su ordenamiento fenómeno histórico, esto es, pleno de significación en su espe-
en conceptos generales. Ambos tipos de ordenamiento con- cificidad. He aquí lo decisivo: solo mediante el supuesto de
ceptual de la realidad en modo alguno presentan relaciones que únicamente una parte finita entre una multitud infinita de
lógicas necesarias entre sí. Pueden coincidir en algún caso par- fenómenos es significativa, cobra, en general, sentido lógico
ticular, pero tendría desastrosas consecuencias que esa conjun- la idea de un conocimiento de fenómenos individuales. Aun si
ción accidental nos indujera erróneamente a creer que no di- poseyésemos el conocimiento más amplio que pudiera conce-
fieren en principio. La significación cultural de un fenómeno, birse acerca de las «leyes» del acaecer, nos encontraríamos per-
por ejemplo el intercambio monetario, puede consistir en que plejos frente a esta pregunta: ¿Cómo es posible en general la
se presente en escala de masas, como componente fundamental explicación causal de un hecho individual? En efecto, jamás
de la cultura moderna. Pero el becbo histórico de que desem- puede concebirse como exhaustiva aun la descripción del seg-
peñe este papel, precisamente, debe ser vuelto comprensible mento más ínfimo de la realidad. El número y la índQ,1¢,,d¢,,las
en su significación cultural y explicado causalmente en su ori- causas que pdehptejrrnipigargon cualquier evento individual son siem-
gen histórico. La investigación de la esencia general del inter- -lìliììlìhfilälibïsr Y nada hayhen las cosas mismas que indique qué
cambio y de la técnica del mercado es una labor previa impor- parte de ellas debe ser considerada. El único resultado de
tantísima e indispensable. Con ello, sin embargo, no solo que- cualquier intento serio de conocer la realidad «sin presupues-
da sin contestar la pregunta de cómo el intercambio alcanzó tos» sería un caos de «juicios de existencia» acerca de innu-
históricamente esta significación, hoy fundamental, sino que, merables percepciones particulares. Pero aun tal resultado sólo
ante todo, de ninguna de esas «leyes» se ,sigue lo que en defi- es posible en apariencia, ya que cada percepción aislada, en
nitiva nos interesa, a saber: la significación cultural de la eco- cuanto se la considera con mayor atención, muestra infinitos
nomía monetaria, única en virtud de la cual nos interesa la elementos que jamás pueden ser expresados de manera exhaus-
descripción de la técnica del intercambio, y única en virtud tiva en juicios de percepción. Lo único que introduce orden en
de la cual existe hoy una ciencia que se ocupa de esa técnica. este caos es la circunstancia de que, encada caso, sølguna
Los rasgos genéricos del intercambio, la compraventa, etc., in- parte de la realidad individual reviste para nosotros interés y
teresan a los juristas; la tarea que nos concierne es el análisis significación, porque únicamente ella muestra relación con las

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ideqãrrdervalor culturales con las cuales lfljeflhdfid- individual, de una conexión se le haya de imputar en la reali-
c 0 de ' ados ,tin-ver de los rfeflømrflvs mdlrldvfllss dad, en concreto, significación causal respecto del resultado de
siem re infiiiitamenlte múltiples -es decir, aquellos a los cua cuya explicación causal se trata, es algo que, en caso de duda,
' es atri uimos significacìiólnl ,$011 PDI? 10 Iflflïüs solo puede ser determinado estimando los efectos que general-
digñošwdlelsler conocidos, y solo ellos son objeto de explicaciori mente esperamos de él y de los otros componentes del mismo
lclaulsal Esfawall su vez, denuncia el mismo fenómeno: un re-
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complejo que consideramos .a los fines de la explicación: en
greso causal exhaustivo desde cualquier fenomeno concretoen otras palabras, sólo puede ser determinado a partir de los efec-
su realidad plena, no solo es imposible en la práctica, sino tos «adecuados›› de los elementos causales en cuestión. De-
sencillamente disparatado. Solo determinamos aquellas causas pende de los casos individuales la medida en que el historia-
a las cuales son imputables, en el caso individual, los compo- dor (en el sentido lato del término) podrá llevar a cabo con
nentes «esenciales» del acontecimiento. En cuanto se trata de seguridad esa imputación a partir de su imaginación, nutrida
la individualidad de un fenómeno,_la pregunta por la causa no por su experiencia de vida y metódicamente disciplinada, o
inquiere por leyes sino por conexiones causales coneretas; no bien requerirá la ayuda de ciencias especiales que le permitan
pregunta bajo qué fórmula ha de subsurriirse el fenomeno co- realizarla. En todas partes, sin embargo, y por lo tanto tam-
mo espécimen, sirio cuál es la constelacion individrial a la que bién en la esfera de los complicados procesos económicos,
debe imputarse en cuanto resultado: es una cuestion de impu- cuanto más seguro y abarcador sea nuestro conocimiento ge-
tación. Siempre que entra en consideración la explicacion eau- neral; tanto mayor será la seguridad de la imputación. Que se
sal de un «fenómeno de la cultura» -o de un «indi`viduo trate siempre, aun en el caso de las denominadas «leyes eco-
bi`stórico››, para emplear esta expresión, ya usada en ocasiones nómicas» sin excepción, no de «leyes» en el sentido riguroso
en la metodología de nuestra disciplina y que ahora, en una de las cencias naturales exactas, sino de conexiones causales
formulación más precisa, se vuelve habitual en logica-, el adecuadas, expresadas en reglas, y, en consecuencia, de una
conocimiento de leyes de la causación no puede ser el fin de aplicación de la categoría de «posibilidad objetiva» que no he-
la investigación sino solo un medio. Nos facilita y pesibilita mos de considerar en detalle aquí, en nada menoscaba la afir-
la imputación causal de los componentes de los fenomenos, mación precedente. La determinación de tales regularidades,
culturalmente significativos en su individualidad, a sus causas sin embargo, no es la meta sino el medio del conocimiento; y
concretas. En la medida en que cumpla eso, pero solo en esa en cada caso constituye una cuestión de oportunidad estable-
medida, es valioso para nuestro conocimiento de conexiones cer si tiene sentido expresar en una fórmula, como «ley», una
individuales. Y cuanto más «generales››, es decir, cuanro mas regularidad de ligazón causal conocida a partir de la vida coti-
abstractas sean las leyes, tanto menos pueden contribuir _a la diana. Para las ciencias naturales exactas, las «leyes» son tanto
imputación causal de fenómenos individuales y, por via indi- más importantes y valiosas cuanto más universalmente váli-
recta, a la comprensión de la significación de los procesos das. Para el conocimiento de los fenómenos históricos en su
culturales. condición concreta, las leyes más generales son por lo común
¿Cuál es la consecuencia de todo esto? _ _ también las menos valiosas, en cuanto las más vacías de con-
De lo dicho no se sigue, naturalmente, que el conocimiento de tenido. Mientras más amplio es el campo de validez de un
lo general, la formación de conceptos de género abstractos, el concepto genérico -su extensión-, tanto más nos desvía
conocimiento de regularidades y el intento _de formular cone- de la riqueza de la realidad, ya que para contener lo común al
xiones «legales›› carezcan de justificación científica en el mayor número posible de fenómenos debe ser lo más abstrac-
bito de las ciencias culturales. Todo lo contrario; si el conoci- to posible y, en consecuencia, más pobre, en contenido. En las
miento causal de los historiadores consiste en la imputación ciencias de la cultura, el conocimiento de lo general nunca es
de resultados concretos a causas concretar, sería totalmente valioso por sí mismo.
imposible, respecto de cualquier resultado _individual, una De lo dicho hasta aquí se infiere que carece de sentido un
putación válida que no recurriese al conocimrento «nomologi- tratamiento «objetivo›› de los procesos culturales, si por tal se
co», es decir, el conocimiento de las regularidades de las co- entiende que, como meta ideal de la labor científica, haya de
nexiones causales. Que a determinado componente particular, valer la reducción de lo empírico a «leyes». Esto no se debe,

68 69
contrariamente a lo que con frecuencia_se sostiene, a que los adoptan históricamente despiertan, de manera directa o indi-
procesos culturales o ps1qu1cos, por e1emplo, se_ componen recta, nuestros intereses culturales y nuestro afán de conoci-
«objetivamente›› de una manera menos <<lc8fi1>>› $1110 21 las S1' mientos desde pu-ntos de vista derivados de aquellas ideas de
guientes razones: 1) a que el conoclmlento de las leyes socla- valor que vuelven para nosotros significativo el fragmento de
les no implica conocimiento de la realldad soclal sino, antes realidad pensado en aquellos conceptos.
bien, uno de los diversos medios auxiliares que nuestro pïn- Todo conocimiento de la realidad cultural es, como se infiere
samiento emplea con ese f1n, y 2) a que el conoc1m1ento de QS de lo anterior, siempre un conocimiento que parte desde pun-
procesos culturales solo es conceb1ble sobre la base_de la sig- tos de vista especificamente particulares. Cuando exigimos al
nificación que la realidad de la vlda, conf1gurada_ s1empre en historiador y al investigador social que, como presupuesto ele-
forma individual, tiene para nosotros en determlnadas cone- mental, puedan distinguir lo importante de lo accesorio, y
xiones singulares. En qué sent1do y en que relacmnãs sätceåe que posean para ello los «puntos de vista» requeridos, esto
esto es algo que ninguna ley nos revela, ya que se ecl o C quiere decir solamente que deben saber cómo relacionar los
acuerdo con las ideas de valor desde las cuales conslderamos la fenómenos de la realidad --conscientemente o no--- con «va-
«cultura›› en cada caso individual. «Cultura››_âs tán? secc1on lores culturales» universales, para elucidar luego, a partir de
limitada de la 1nf1n1tud desprov1sta del sent1 o e acaecer allí, las conexiones significativas para nosotros. Si de continuo
universal, a la cual los seres humanos otorgan sentldo y slg- se reitera la creencia de que esos puntos de vista podrían
nificación. Ella sería tal incluso para los hombres que se opu- «extraerse de la materia misma», ello se debe a la ilusión in-
sieran a una cultura concreta como a su mortal enemigo, y genua del especialista, quien no se percata de que, en virtud
exigieran un «retorno a la naturaleza». En efecto, solo podrlan de las ideas de valor con las cuales inconscientemente ha abor-
llegar a esa toma de posición en cuanto refzrzeran esa cultura dado la materia, ha destacado, de una infinidad absoluta, un
concreta a sus ideas de valor y la encontrasen «demasiado fr1- pequeño elemento en cu-anto lo único que interesa a su consi-
vola». Es este hecho purarnente ZÓQÍQO-f0†mƒ{_l el qu@ Éïeåta' deración. En esa selección de «aspectos›› singulares especiales
mos aquí, cuando nos referrmos a la v1nculac1on necesana es- del acaecer, realizada siempre y en todas partes, consciente-
de el punto de vista lógico de todos los individuos b1stor1cos mente o no, opera también ese elemento de la labor de las
con «ideas de valor». La premisa trascendental de toda czen- ciencias culturales que está en la base de la afirmación, fre-
cia de la cultura no consiste en que encontremos plena de va- cuentemente oída, de que lo realmente valioso de un trabajo
lor una determinada «cultura››, o cualquier cultura en general, científico es lo que hay en él de «personal›>, y que en toda
sino en que so-mos hombres de cultura, dotados de la capaci- obra, si es que su existencia ha de justificarse, debe expresar-
dad y la voluntad de tomar conscientemente posición ante el se «una personalidad». Y, por cierto, sin las ideas de valor del
mundo y de conferirle sentido. Y este, cualquiera que Sea, investigador no existiría ningún principio de selección del ma-
conducirá a que en la vida yuzguefnos determmados fenome- terial ni conocimiento provisto de sentido de lo real en cuanto
nos de la coexistencta humana a partlr de el, y a_ que tomemos individual; además, así como sin la fe del investigador en la
posición frente a ellos como _szgnzfzcatzvoS (POSIIÍIV-'=1 0 Élãgaål' significación de cualquier contenido cultural toda labor de co-
vamente). Ademas, sin que 1mporte cual _sea e contenl 0 e nocimiento de la realidad individual carecería directamente de
esta torna de posición, tales fenómenos tlenen para nosotros sentido, del mismo modo su labor estará orientada por la di-
significación cultural y únicamente ¡en ella estrtba su lntetãs rección de su fe personal, por la refracción de los valores en
científico. Por lo tantoucuando aqu1 nos teferlmlos, slguleu 0 el prisma de su alma. Y los valores a los que el genio cien-
la term1nolog1a de los logicos modern0§, 3 que 3 009091911311' tífico refiere el objeto de su investigación podrán determinar
to de la cultura está condtclonado por ideas de valor, lo hace- la «concepción›> de toda una época, es decir resultar decisivos,
mos en el entendimiento de que no se supondra que para no- no solo respecto de lo que es «pleno de valor», sino también
sotros solo hay que atribuir s1gn1f1cac1on cultural a fenomenos de lo significativo o insignificante, «importante›› o «accesorio››
plenos de valor. La prostituc1ón es un fenomeno de la cultura en el fenómeno.
al igual que la religión o el dinero. Los tres lo son solo en El conocimiento de las ciencias de la cultura, en el sentido en
cuanto, y en la medida en que, su existencla y la forma que que lo entendemos aquí, está vinculado a premisas «subjeti-

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vas» en cuanto se ocupa sólo de aquellos elementos de la rea- un resultado que pasa a ser causa de una acción. Tomamos en
lidad que muestran alguna relación, por indirecta que sea, con cuenta esta, como cualquier otra causa que produzca o pueda
procesos a los que atribuimos significación cultural. A pesar producir un resultado pleno de significación. Y su significación
de ello es, naturalmente, un conocimiento puramente causal, específica consiste en que no solo comprobamos la acción hu-
en idéntico sentido que el de procesos naturales individuales mana sino que queremos y podemos conzprenderla.
significativos que posean carácter cualitativo. Entre las muchas
confusiones que ha traído la invasión del pensamiento jurídi- Sin duda, tales ideas de valor son «subjetivas». Entre el inte-
co formal en la esfera de las ciencias culturales, se cuenta el rés «histórico›› por una crónica familiar y el interés por el de-
intento reciente de «refutar» la «concepción materialista de la sarrollo de los más vastos fenómenos culturales concebibles,
historia» en sus principios, mediante una serie de sutiles so- que eran y son comunes a una nación o a la humanidad du-
fismas; sostiénese que, desde el momento en que toda vida rante largas épocas, hay una infinita escala de «significaciones»,
económica debe desenvolverse dentro de formas reguladas ju- cuya serie difiere en cada uno de nosotros. Como es natural,
rídica o convencionalmente, todo «desarrollo›› económico debe estas varían históricamente de acuerdo con el carácter de la
cobrar la forma de un esfuerzo por crear nuevas formas juri- cultura y de las ideas que guían a los hombres. Pero de esto
dicas. En consecuencia, se afirma que sólo se lo puede com- no se sigue, evidentemente, que la investigación en las cien-
prender sobre la base de máximas éticas, y que, por esta cau- cias de la cultura solo pueda tener resultados «subjetivos»,
sa, difiere por esencia de cualquier desarrollo natural. El co- en el sentido de válidos para una persona y no para otras.
nocimiento del desarrollo *económico sería, por lo tanto, de Antes bien, lo que varía es el grado en que interesan a diver-
carácter «teleológico». Sin pretender discutir aquí el signifi- sas personas. En otras palabras, qué pase a ser objeto de la
cado que pueda tener para la ciencia social el ambiguo término investigación, y en qué medida se extienda esta en la infinitud
de «desarrollo», o el concepto no menos difuso, desde el pun- de las conexiones causales, estará determinado por las ideas
to de vista lógico, de «teleología», podemos establecer que tal 1 de valor que dominen al investigador y a su época. En cuanto
conocimiento no necesita ser «teleo1ógico» en el sentido su- al «cómo», al método de investigación, el «punto de vista»
puesto. Aun permaneciendo formalmente idénticas las normas orientador es determinante -como hemos de ver- para la
jurídicas vigentes, la significación cultural de las relaciones ju- construcción del esquema conceptual que se empleará en la
rídicas objeto de las normas, y con ello de las normas mismas, investigación. En el modo de su uso, sin embargo, el investi-
puede variar radicalmente. En efecto, para entregarnos por gador está evidentemente ligado, en este caso como en todos,
un momento a una fantasía anticipatoria, se podría concebir por las normas de nuestro pensamiento. Pues la verdad cien-
teóricamente una «socialización de los medios de producción», tífica es-lo que pretende valer para todos aquellos que quieren
cumplida sin que originase ningún «esfucrzo» consciente para la verdad.
obtener tal resultado, y sin la supresión o adición de ningún No obstante, ello implica el carácter absurdo de la idea, que
parágrafo de nuestra legislación: la frecuencia estadística de prevalece en ocasiones incluso entre los historiadores de nues-
ciertas relaciones objeto de regulación jurídica se alteraría fun- tra disciplina, de que la meta de las ciencias de la cultura, por
dan¬-entalmente, y en muchos casos se reduciría a cero; gran lejana que esté, podría consistir en la formación de un sistema
parte de las normas se vaciarían de significación práctica y cerrado de conceptos, en el cual la realidad quedaría abarcada
toda su significación cultural cambiaría hasta volverse irreco- en una suerte de articulación definitiva, y de la cual pudiera
nocible. La «concepción materialista de la historia» podría, ser deducida luego nuevamente. La corriente del acaecer in-
pues, con justicia, dejar de lado las discusiones de lege fcren- conmensurable fluye de manera incesante hacia la eternidad.
da, puesto que su punto de vista central consistiría, precisa- Siempre de nuevo y de maneras distintas se configuran los pro-
mente, en la inevitabìlidad del cambio de significación de las blemas culturales que mueven a los hombres, y con ello se
instituciones jurídicas. Quien considere subalterna la sencilla mantiene fluctuante el círculo de lo que, para nosotros, pre-
labor de comprensión causal de la realidad histórica puede elu- senta sentido y significación entre el flujo permanente de lo
dirla; pero es imposible suplantarla por cualquier «te1eología». individual, y que se convierte en «individuo histórico». Cam-
Desde nuestro punto de vista, «fin» es la representación de bian las conexiones conceptuales con las cuales aquello es con-

72 73
ì -

pírico en sus conexiones legales, un conocimiento monìsta, pu-


I'

siderado y aprehendido científicamente. Los puntos de parti-


da de las ciencias de la cultura se proyectan, por ello, cam- ramente «objetivo» (libre de todo valor) y racional en su in-
blantes, hacia el más remoto futuro, mientras un entumeci- tegridad (independiente de toda «contingencia individual»),
miento de la vida intelectual al estilo chino no incapacite a la de la totalidad de la realidad, que cobrara la forma de un siste-
humanidad para plantear nuevos interrogantes a la corriente ma conceptual provisto de validez metafísica y formulación
eternamente inagotable de la vida. Un sistema de ciencias de matemática. Las disciplinas naturales ligadas a puntos de vista
la cultura, aunque más no fuese en el sentido de una fijación valorativos, como la clínica médica y en mayor grado aún
el lo que habitualmente se denomina «tecnología», se convirtie-
definitiva, objetivamente válida, que sistematizase las cuestio-
nes y los ámbitos que debe tratar, sería un sinsentido. Tal ron en «artes» puramente prácticas. Los valores que debían
tentativa solo podría producir una multitud de puntos de vis- servir ---salud del paciente, perfeccionamiento de un proceso
ta innumerables, específicamente particularizados, heterogé- productivo concreto, etc.- quedaron fijados en cada caso pa-
neos y dispares entre sí, desde los cuales la realidad es o ha ra todas ellas.. Los medios que emplearon consistieron -y
sido para nosotros «cultura», es decir, plena de significado en solo pudieron consistir-- en la aplicación de las leyes descu-
su peculiarldad. biertas por las disciplinas teóricas. Para cada fin dado, la re-
L

ducción progresiva de cuestiones prácticas singulares (por


Después de esta prolongada discusión, podemos por fin abor- 5. ejemplo, un caso de enfermedad o un problema técnico) a
dar lo que nos interesa metodológicamente en una considera- casos especiales de leyes universalmente válidas, esto es, la
ción de la «objetividad» del conocimiento de la cultura: ¿Cuál ampliación del conocimiento teórico, se ligaba directamente
es la función lógica y la estructura de los conceptos con los con un aumento de las posibilidades técnico-prácticas, y era
que nuestra ciencia, como cualquier otra, labora? O, formu- i
idéntico a este. En cuanto la biología moderna hubo subsumì-
lada más específicamente en relación con el problema decisivo,
li
do los aspectos de la realidad que nos interesan históricamen-
¿cuál es la significación de la teoria y de la conceptualización te, es decir en el modo de su ser-devenidos así-y-no-de-otra-
teórica para el conocimiento de la realidad cultural? manera, bajo el concepto de un principio de desarrollo univer-
La economía política fue originariamente, como vimos, una salmente válido, que al menos en apariencia --aunque no en
«técnica», por lo menos de acuerdo con el centro de gravedad
¿_II-|q-| 1.',1
la realidad- permitía subordinar todos los aspectos esencia-
de sus discusiones. Consideraba los fenómenos de la realidad les de aquellos objetos bajo un esquema de leyes universal-
desde un punto de vista valorativo que, al menos en aparien- mente válidas, pareció que se anunciaba el ocaso de todos los
cia, era unívoco, estable y práctico: el aumento de la «rique- puntos de vista valorativos en las ciencias. En efecto, como
za» de la población. Por otro lado, no fue desde sus comien- I.
I
el denominado acaecer histórico era parte de la realidad total;
zos solamente una «técnica», pues estuvo articulada en la po- como él principio de causalidad, premisa de toda labor cientí-
tente unidad de la cosmovisión propia de las doctrinas del de- fica, parecía requerir la resolución de todo el acaecer en «le-
recho natural y del racionalismo del siglo XVIII. Pero la pecu-
I yes» de validez universal, y como, por último, era evidentelel
liaridad de esa cosmovisión, con su fe optimista en la posibi- abrumador éxito de las ciencias naturales, que habían tomado
lidad de racionalización teórica y práctica de lo real, operó en esta idea en serio, parecía inimaginable otro sentido de la la-
el sentido de impedir que se descubriera el carácter proble- bor científica que no consistiese en el descubrimiento de leyes
mático de aquel punto de vista, presupuesto como obvio.. Co- del acaecer. En los fenómenos, solo lo «conforme a leyes» po-
mo la consideración racional de la realidad social surgió en día ser científicamente esencial, y los procesos «individuales››
estrecha relación con el desarrollo moderno de la ciencia na- solo entraban en consideración como «tipos», es decir, en este
tural, permanecìó afín a esta en todo su método de estudio.. caso, como representantes ilustrativos de las leyes; interesarse
Ahora bien, en las disciplinas naturales el punto de vista va- por ellos en cuanto tales parecía «no científico».
lorativo, práctico, dirigido a lo inmediata y técnicamente útil, Es imposible seguir aquí las fuertes influencias que ejerció
se asociaba íntimamente, desde un comienzo, con la esperanza, esta actitud optimista del monismo naturalista sobre las disci-
heredada de la Antigüedad y desarrollada luego, de lograr, por plinas económicas. Cuando la crítica socialista y la labor de
la vía de la abstracción generalizante y del análisis de lo em- los historiadores empezaban a transformar los puntos de vista

r'
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I l

valorativos en problemas, el vigoroso desarrollo de la inves- las proposiciones económicas abstractas tomadas por sí mis-
tigación biológica, por un lado, y la influencia del panlogismo mas, sino de tal modo que, una vez formadas las correspon-
hegeliano, por el otro, impidieron a la economía política reco- dientes teorías «exactas» respecto de todos los demós factores
nocer de manera unívoca y en todo su alcance la relación en- susceptibles de ser considerados, el conjunto de esas teorías
tre concepto y realidad. El resultado de ello, en la medida en abstractas debiera contener la verdadera realidad de las cosas,
que nos interesa aquí, fue que, a pesar del poderoso dique esto es, todo lo que en la realidad es digno de ser conocido.
opuesto a la intrusión del dogma naturalista por parte de la La teoría económica exacta verificaría la acción de un motivo
filosofía idealista alemana a partir de Fichte, por parte de los psíquico, mientras que las demás teorías tendrían por misión
logros de la escuela histórica del derecho y de la labor de la desarrollar los restantes motivos de modo similar en proposi-
escuela alemana de economía política, y también a causa de ciones de validez hipotétìca. De acuerdo con ello, respecto de
esa labor, el punto de vista naturalista no ha sido todavía la labor teórica, es decir, de las teorías abstractas de forma-
superado en ciertos puntos decisivos. Entre ellos se cuenta, ción de los precios, de la renta, el interés, etc., se ha planteado
en particular, la relación entre labor «teórica›› e «histórica», en ocasiones la fantástica pretensión de que pudieran, de
todavía problemática en nuestra disciplina. acuerdo con una ---pretendìda-- analogía con las proposicio-
El método teórico «abstracto» se contrapone todavía hoy ás- nes de la ciencia física, ser empleadas para deducir con vali-
peramente, de un modo en apariencia insuperable y sin me- dez, acerica de la realidad de la vida, resultados determinados
diación alguna, a la investigación empírico-histórica. Quienes cuantitativamente a partir de premisas reales dadas -esto es,
sostienen este método reconocen de una manera totalmente leyes en el sentido más estricto-, ya que, según se afirma,
correcta la imposibilidad metodológica de suplantar el conoci- dado cierto fin la economía humana estaría «determinada››
miento histórico de la realidad por la formulación de «leyes», de manera unívoca respecto del medio. No se reparó en el
o, a la inversa, la imposibilidad de construir «leyes» en sentido hecho de que, para alcanzar este resultado, aun en el caso
riguroso mediante la mera yuxtaposición de observaciones his- más simple, habría que suponer como «dada» y conocida la
tóricas. Ahora bien, para llegar a esas leyes --pues están con- totalidad de la realidad histórica respectiva, incluidas todas
vencidos de que la ciencia debe tender a ellas como su meta sus conexiones causales; tampoco se rcparó en que, si el es-
suprema-, parte del hecho de que vivenciamos directamente, píritufinito pudiese alcanzar este conocimiento, sería impen-
en toda su realidad, las conexiones de la acción humana, por sable atribuir valor cognoscitivo a una teoría abstracta. El
lo cual -piensan- podemos volver inteligible de manera in- prejuicio naturalista según el cual esos conceptos debieran mos-
mediata, con evidencia axiomática, el curso de esa acción hu- trar afinidad con los de las ciencias naturales exactas, había
mana y discernir sus leyes. La única forma exacta del cono- traído como consecuencia la incomprensión del sentido de es-
cimiento, es decir, la formulación de leyes evidentes, intuibles tas formaciones conceptuales teóricas. Se creyó que se trataba
de manera inmediata, sería al mismo tiempo la única que per- del aislamiento psicológico de un «impulso» específico del
mitiría realizar inferencias acerca de procesos no observados hombre, el afán de lucro, o de la observación aislada de una
de modo directo; por ello, al menos en lo que concierne a los máx-ima específica de la acción humana, el llamado principio
fenómenos fundamentales de la vida económica, la construc- económico. La teoría abstracta pretendía poder apoyarse en
ción de un sistema de proposiciones abstractas, y en conse- axiomas psicológicos, con la consecuencia de que los historia-
cuencia puramente formales, análogas a las de las ciencias na- dores clamaban por una psicología empirica a fin de compro-
turales exactas, sería el único medio de dominar mentalmente bar la invalidez de aquellos axiomas y de poder deducir psi-
la complejidad de la vida social. No obstante la distinción cológicamente el curso de los procesos económicos. En este
metodológica de principio entre conocimiento histórico y co- lugar no queremos criticar de manera exhaustiva la fe en la
nocimiento de «1eyes››, que el creador de la teoría había esta- importancia de una ciencia sistemática de la «psicología so-
blecido como primera y única, él mismo pretende ahora, para cial» --a la que primero habría que crear_-- como base fu-
las proposiciones de la teoría abstracta, validez empírica en tura de las ciencias culturales, en especial de la economía so-
el sentido de deducibilidad de lo real a partir de las «leyes». cial. Justamente los ensayos, en parte brillantes, que se han
Y ello no por cierto en el sentido de la validez empírica de hecho hasta ahora de interpretación psicológica de los fenó-

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ll
menos económico; muestran en todo caso que no se pasa del
análisis de cualidades psicológicas de los hombres al análisis que aguardan también otros problemas. También la «teoría
de instituciones sociales, sino que, por lo contrario, la eluci- de la utilidad marginal» está sometida a la «ley de la utilidad
dación de las precondiciones psicológicas y de los efectos de marginal».
las instituciones presupone el conocimiento preciso de estas y
el análisis científico de sus conexiones. El análisis psicológico Tenemos delante de nosotros, en la teoría económica abstracta, '¦

un ejemplo de aquellas síntesis que suelen ser caracterizadas


implica luego exclusivamente una profundización, muy valiosa
como «ideas» de fenómenos históricos. Nos ofrece un modelo
l
en el caso concreto, del conocimiento de su condicionamiento
y significación culturales, históricos. Lo que nos interesa res- ideal de los procesos del mercado de mercancías, propios de
pecto del comportamiento psíquico del hombre en sus relìí- una organización social basada en el intercambio, la libre
ciones sociales está específicamente recortado, en cada caso, competencia y la acción estrictamente racional. Este cuadro
'de acuerdo con la significación cultural específica de la relación conceptual reúne determinados procesos y relaciones ,de la
respectiva. Trátase, pues, de motivos e influencias psíquicas vida histórica en un cosmos, carente en sí de contradicciones,
muy heterogéneas entre sí y combinadas de manera muy con- de conexiones conceptuales. En cuanto a su contenido, esta
creta. La investigación psicológico-social implica el detenido construcción presenta el carácter de una utopia, obtenida me-
diante el realce conceptual de ciertos elementos de la realidad.
|

examen de diversos géneros individuales, muy dispares entre i


|
.I
|

Su relación con los hechos empíricamente dados de la vida


|

sí, de elementos culturales con referencia a su interpretabilidad E


mediante nuestra comprensión por vía de revivencia. Con ella, consiste exclusivamente en esto: allí donde en la realidad se
partiendo del conocimiento de las instituciones individuales, comprueba o se supone que en algún grado operan de hecho
aprenderemos a comprender espiritualmente en grado cada vez conexiones del tipo abstractamente representado en aquella
mayor su condicionamiento y significación culturales, mas no construcción, esto es, procesos dependientes del «mercado»,
pretendemos deducir las instituciones a partir de leyes psico- podemos ilustrar y volver comprensible pragmáticamente la
lógicas ni explicarlas a partir de fenómenos psicológicos ele- especificación de tal conexión en un tipo ideal. Esa posibilidad
mentales. Poco fructífera ha sido, en consecuencia, la dilata- puede resultar conveniente, y hasta indispensable, sea con fi-
da polémica en torno de la legitimidad, en términos psico- nes heurísticos o expositivos. Respecto de la investigación, el i
a

lógicos, de las construcciones teóricas abstractas, así como del conceptoMtjíppiço-ideal,pretende:guiar el juicio de imputación:
no es una «hipótesis», pero quiere señalar una orientación a
l
alcance del «afán de ganancia» y del «principio económico».
la formacióndpep hipótesis._Ng_o_ constituye una exposición de la
Solo en apariencia se trata, en el caso de las construcciones de realidad, pero quiere proporcilonarlfmëiiiosi delexpresión uní-
las teorías abstractas, de «deducciones» a partir de motivos viocos-,para representarla. Consiste, pues, en la «idea» de la I

psicológicos básicos; en verdad, ellas constituyen un caso es- organización moderna de la sociedad, históricamente dada,
pecial de un tipo de formación de conceptos propios de las fundada en el intercambio, idea elaborada por nosotros si-
ciencias de la cultura humana, tipo que, dentro de ciertos guiendo los mismos principios lógicos con que se ha construi-
límites, es imprescindible. Es conveniente que lo caracterice- do, por ejemplo, la idea de la «economía urbana» de la Edad
mos en este lugar de manera algo más profunda, pues por esa Media como concepto «genético». En este caso, no se forma el
vía nos acercamos a la cuestión de principio acerca del signi- concepto de «economía urbana>› como un promedio de los
ficado de la teoría para el conocimiento de las ciencias socia- principios económicos existentes de hecho en la totalidad de I
1

les. En ese empeño dejamos por completo de lado si las las ciudades observadas, sino, antes bien, como un tipo ideal.
formaciones teoréticas que tomamos como ejemplos o a las Se los obtiene mediante el realce unilateral de uno o de varios
que aludimos son adecuadas para el fin que pretenden cum- puntos de vista y la reunión de una multitud de fenómenos
plir, esto es, si están convenientemente construidas. La cues- singulares, difusos y discretos, que se presentan en mayor me-
tión de la medida en que las «teorías abstractas» ya existentes, dida en unas partes que en otras o que aparecen de manera
por ejemplo, deben ser todavía desarrolladas en sus detalles esporádica, fenómenos que encajan en aquellos puntos de vis-
atañe exclusivamente a la economía de la labor científica, a la ta, escogidos unilateralmente, en un cuadro conceptual en sí
unitario. Este, en su pureza conceptual, es inhallable empíri-

78
79 I

l
camente en la realidad: es una utopia que plantea,a__la_,labor nuestro --su «significación cultural»- en virtud de ideas de
hisìioriogrlšficall la tarea de comprob`ar, en cada caso sin¿u_lg_r_, valor muy diversas, a las cuales podemos referirlos. Por ello,
en qué medida la realidad se acerca o se aleja de ese cuadro existiendo los «puntos de vista» más diversos desde los cuales
ideal, y, por lo tanto, en qué medida el carácter económico podemos considerar aquellos como significativos, es posible
de las relaciones imperantes en determinada ciudad puede aplicar los más diversos principios de selección de las conexio-
calificarse como «economía urbana» en el sentido conceptual. nes incluidas en un tipo ideal de una determinada cultura.
Pero ese concepto, empleado con precaución, presta un ser- Ahoia bien, ¿cuál es el significado de esos conceptos típico-
vicio específico a los fines de la investigación y la ilustración. ideales para una ciencia de experiencia tal como la que que-
De la misma manera -para analizar todavía otro ejemplo- remos impulsarP Destaquemos, ante todo, que la noción de
se puede caracterizar la «idea›› del «artesanado›› en una uto- «debe ser», de «ejemplaridad», debe ser cuidadosamente dis-
pía, en cuanio se acentúan determinados rasgos que se presen- tinguida de estas formaciones conceptuales, «ideales›› en un
tan de manera difusa entre los trabajadores de ramas indus- sentido puramente lógico, a que aludimos aquí. Trátase de la
triales de los más diversos países y épocas, destacándolos uni- construcción de conexiones que aparecen como suficientemen-
lateralmente en sus consecuencias para acordarlos en un cuadro te motivadas para nuestra fantasia, esto es, como «objetiva-
ideal, en sí carente de contradicciones, y referirlos a una ex- mente posibles», adecuadas respecto de nuestro saber nomoló-
presión conceptual que se manifiesta en ellos. Cabe intentar, gico. Quien sostenga el punto de vista de que el conocimiento
luego, delinear una sociedad en la que todas las ramas de la de la realidad histórica puede 0 debe ser una copia «sin su-
actividad económica, y hasta de la espiritual, estén regidas por puestos» de hechos «objetivos», negará a estas construcciones
máximas que se nos aparecen como aplicación del mismo prin- todo valor. Pero también quien haya reconocido que en el
cipio, característico del «artesanado» erigido como tipo ideal. terreno de la realidad no existe una «falta de supuestos» en
Es posible, como paso ulterior, contraponer ese tipo ideal del sentido lógico, y que el más sencillo extracto de actas o
artesanado, como antítesis, a un tipo ideal correspondiente a reseña de documentos sólo puede adquirir sentido científico
una organización industrial capitalista, abstraído de ciertos ras- por su referencia a «significaciones», y con ello a ideas de
gos de la moderna gran industria, e intentar, en conexión con valor como instancia última, considerará la construcción de
ello, delinear la utopía de una cultura <<capitalista», esto es, «utopías» históricas como un medio de ilustración peligroso
regida exclusivamente por el interés de valorizar los capitales para la imparcialidad de la labor historiográfica, y las más de
privados. Esa utopía destacaría rasgos singulares, que se pre- las veces como un mero juego. En efecto, es imposible de-
sentan de manera difusa, de la vida cultural moderna tanto cidir a priori si se trata de un puro juego conceptual o de una
material como espiritual, considerados en su especificidad, a formación de conceptos científicamente fructífera; también
fin de reunirlos en un cuadro ideal carente para nosotros de aquí existe solo un criterio: el de su éxito para el conocimiento
contradicciones. Se trataría, pues, de un ensayo de delinear de fenómenos culturales concretos en su conexión, su condi-
una «idea›› de la cultura capitalista; aquí hemos de dejar de cionamiento causal y su significación. De acuerdo con ello, la
lado la cuestión de si y cómo se la puede obtener. Ahora bien, formación de tipos ideales abstractos entra en consideración,
es posible, y hasta debemos considerar seguro, que se esbocen no como meta, sino como medio. Cualquier observación aten-
varias utopías de este tipo, de las cuales ninguna sea idéntica ta de los elementos conceptuales de la exposición histórica
a otra y, más todavía, ninguna sea observable en la realidad muestra, sin embargo, que el historiador, en cuanto se propo-
empírica como ordenamiento social válido de hecho, pero que, ne ir más allá de la mera comprobación de conexiones concre-
sin embargo, todas ellas pretendan constituir una represen- tas para establecer la significación cultural de un proceso indi-
tación de la «idea» de la cultura capitalista, pretensión posi- vidual, por sencillo que fuere, con el propósito de «caracteri-
ble porque todas ellas han extraído de la realidad determina- zarlo», labora y debe laborar con conceptos que por regla ge-
dos rasgos de hecho de nuestra cultura, en su especificidad neral solo son determinables de manera precisa y unívoca como
plena de significación, para incluirlos en un cuadro ideal uni- tipos ideales. ¿O bien, acaso, conceptos como «individualis-
tario. En efecto, aquellos fenómenos que nos interesan como mo», «imperialismo», «mercantilismo››, son «convencionales»,
manifestaciones culturales reciben comúnmente este interés y las innúmeras formaciones conceptuales de índole semejante,

80 , 81
por medio de las cuales procuramos dominar conceptual y
comprensivamente la realidad, pueden ser determinadas, de aprehender, en conceptos genéticos, individuos históricos o
sus elementos singulares. Considérese, por ejemplo, los con-
acuerdo con su contenido, por la descripción sin supuestos de
ceptos de «iglesia›› y «secta». Estos admiten ser resueltos,
un fenómeno concreto cualquiera o mediante la reunión abs-
tractìva de aquello que es común a varios fenómenos concre- por la vía puramente clasificatoria, en complejos de rasgos,
con lo cual no solo los límites entre ambos sino también su
tos? Centenares de términos del lenguaje usado por los histo-
contenido conceptual ha de permanecer siempre fluctuante.
riadores contienen tales cuadros conceptuales indeterminados,
que brotan de una necesidad de expresión que se impone in-
Pero si quiero captar genéticamente el concepto de «secta»,
conscientemente, y cuya significación no es pensada con clari- por ejemplo con relación a ciertas significaciones culturales
dad smo que solo puede ser intuida. En numerosísimos casos, importantes que el «espíritu de secta» ha tenido para la cul-
por crerto, ante todo en el campo de la historia política des- tura moderna, entonces determinados rasgos de ambos se vuel-
cr1pt1va, el carácter indeterminado de su contenido en nada ven esenciales porque se encuentran en una relación de causa-
perjudica la claridad del relato. Basta, en efecto, que en el caso ción adecuada respecto de aquellos efectos. Pero esos concep-
particular se perciba lo que el historiador tiene in mente, 0 tos se vuelven al punto típico-ideales, es decir que, en su ple-
bien cabe contentarse con que una precisión particular del na pureza conceptual, no encuentran representante en la reali-
contenido conceptual se presente como pensada respecto de dad, o lo encuentran solo parcialmente. Aquí, comoen todas
una slgmficación relativa. Sin embargo, con cuanta mayor cla- partes, cuãlquier concepto que no sea puramente clasificatorio,
rrdad se vuelva consciente la significatividad de un fenómeno se aparta de la realidad. Pero la índole discursiva de nuestro
cultural, tanto más apremiante será la necesidad de laborar con conocer, esto es, la circunstancia de que aprehendemos la rea-
conceptos claros, determinados no solo de manera particular lidad solo a través de una cadena de transformaciones de re-
smo en todos susaspectos. Una «definición›› de esas síntesis presentación, postula semejante estenografía de los conceptos.
del pensamlento hlstórico de acuerdo con el esquema de genus Con seguridad, nuestra fantasía puede prescindir a menudo de
pro:-:zmum y differentia specifica es, naturalmente, un absurdo: su formulación expresa como medio de la investigación; no
hágase, si no, la prueba. Tal forma de determinar la significa- obstante, para la exposición, en la medida en que esta quiera
clon delos términos existe solo en el terreno de las disciplinas ser unívoca, su empleo es totalmente imprescindible en nu-
dogmáttcas, que laboran con sìlogismos. Tampoco es posible merosísimos casos en el campo del análisis de la cultura. Quien
una s1mple «resolución descriptiva» de aquellos conceptos en la rechace por principio debe limitarse al aspecto formal de
sus componentes, o lo es solo en apariencia, pues lo que inte- los fenómenos de la cultura, por ejemplo, la historia del de-
resa, precisamente, es cuales de esos elementos deben valer recho. El cosmos de las normas jurídicas, naturalmente, es
como esenciales. Solo queda, pues, si es que se debe procurar susceptible de determinación conceptual clara y al mismo
una definición genética del contenido conceptual, la forma del tiempo valida (en el sentido jurídico) para la realidad histó-
tipo ideal en el sentido antes establecido. Constituye este un rica. Pero lo que interesa a la labor de la ciencia social, en el
cuadro conceptual que no es la realidad histórica, al menos sentido en que la entendemos, es su significación práctica.
no la «verdadera», y que mucho menos está destinado a servir Muy a menudo, empero, solo refiriendo lo empíricamente dado
como esquema bajo el cual debiera subsumirse la realidad a un caso límite ideal es posible volver consciente de manera
como especimen, sino que, en eambio, tiene el significado de unívoca esta significación. Si el historiador (en el sentido más
un concepto limite puramente rdeal, respecto del cual la rea- lato del término) rechaza un intento de formular un tipo
. . f 1
lldad es medtaa y comparada a fm de esclarecer determmados
s
ideal semejante por considerarlo una «construcción teórica»,
elementos s1gn1f1cat1vos de su contenido empírico. Tales con- es decir algo prescindible o inútil para su fin cognoscitiva con-
ceptos son forrnaclones en las cuales, por aplicación de la ca- creto, por regla general la consecuencia de ello es que, sea
tegorla de pos1b1l1dad ob1et1va, construlmos conexiones a las consciente o inconscientemente, aplica otras semejantes sin
que_nuest_ra fantasia, disciplinada y orientada en vista de la formulación expresa ni elaboración lógica, o bien permanece
realrdad, fuzga adecuadas. en el ámbito de lo «experimentado» de manera indeter-
El tipo ideal es, en particular en esta función, el intento de minada.
Nada más peligroso, sin embargo, que la confusión de teoría

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e historia, originada en prejuicios naturalistas, ya porque se a través de una formación conceptual precisa, esto es, típico
crea haber fijado en aquellos cuadros conceptuales teóricos el ideal; en todo caso, en ello debiera parar mientras quien se
contenido «auténtico y verdadero», la «esencia» de la realidad burle de las «robinsonadas» de la teoría abstracta mientras no
histórica, o bien porque se los emplee como un leclïo de disponga de algo mejor, esto es, más claro, para reemplazarlas.
Procusto en el cual deba ser introducida por fuerza la his- La relación causal entre la idea históricamente verificable que
toria, o porque, en fin, las «ideas» sean hipostasiadas como gobierna a los hombres y aquellos elementos de la realidad
una realidad «verdadera» que permanece detrás del fluir de histórica a partir de los cuales es posible abstraer el tipo ideal
los fenómenos, como «fuerzas» reales que se manifiestan en correspondiente puede, como es natural, configurarse de ma-
la historia. neras muy diversas. Solo cabe establecer, en principio, que
En especial, este último peligro es mayor si estamos habitua- ambas cosas son fundamentalmente distintas. Ahora bien I en
dos a entender por «ideas» de una época, también y en pri- este punto se impone la segunda consideración: Aquellas
mera línea, pensamientos o ideales que han imperado sobre «ideas» mismas que gobiernan a los hombres de una época,
las masas o una parte históricamente importante de los hom- esto es, que operan en ellos de manera difusa, solo pueden
bres de esa misma época, y que, por esa vía, han sido signifi- ser apreheñdidas a su vez con precisión conceptual --en cuan-
cativos como componentes de su peculiaridad cultural. Res- to se trate de formaciones conceptuales algo complicadas-
pecto de esto, es preciso todavía agregar dos consideraciones. bajo la forma de un tipo ideal, porque ellas alientan en las
En primer lugar, el hecho de que entre la «idea» en el sentido cabezas de una multitud indeterminada y cambiante de indi-
de una orientación práctica o teórica de pensamiento y la viduos y experimentan en ellos las más variadas gradaciones
«idea›› en el sentido de un tipo ideal de una época, construido de forma y contenido, claridad y sentido. Aquellos elementos
como instrumento conceptual, por lo regular existen determi- de la vida espiritual de los individuos de una época determi-
nadas relaciones. Un tipo ideal de una determinada situación nada de la Edad Media, por ejemplo, que podemos caracteri-
social, que admite ser abstraído a partir de ciertos fenómenos zar como «el cristianismo» de esos individuos, si pudiésemos
sociales característicos de una' época, puede -y con mucha 'Ú- exponerlos en toda su "plenitud, se convertirían, naturalmente,
frecuencia es este el caso- haber estado presente para los en un caos de conexiones de pensamientos y sentimientos de
propios contemporáneos como ideal por alcanzar prácticamen- toda índole, sumamente contradictorios y diferenciados hasta
te o como máxima para la regulación de determinadas relacio- lo infinito, a pesar de que la Iglesia de la Edad Media pudo
nes sociales. Esto sucede con la «idea» del «socorro de ma- establecer, en un grado particularmente elevado, la unidad de
nutención» y de muchas teorías de los canonistas, en espe- la fe y de las costumbres. Ahora bien, si se pregunta en qué
cial de Santo Tomás, en relación con el concepto típico-ideal consistió, dentro de ese caos, el «cristianismo» medieval con
empleado hoy con referencia a la «economía urbana» de la el cual es preciso operar de continuo como si se tratase de
Edad Media, al que antes aludimos. Ello vale más todavía un concepto bien definido, y se inquiere dónde reside lo
para el famoso «concepto fundamental» de la economía polí- «cristiano» que encontramos en las instituciones de la Edad
tica: el «valor económico». Desde la escolástica hasta la teoría Media, muéstrase al punto que también aquí, en cada caso sin-
de Marx se combina aquí la idea de algo que vale «objetiva- gular, se aplica una formación conceptual pura construida por
mente», esto es de un deber ser, con una abstracción extraída nosotros. Consiste esta en una ligazón de artículos de fe, de
del curso empírico de formación de los precios. Y tal con- normas morales y del derecho canónico, de máximas para la
cepción, a saber, que el «valor» de las mercancías debe estar conducción de la vida y de innumerables conexiones singulares
regulado por determinados principios de «derecho natural», a las que nosotros reunimos en una «idea»: una síntesis que,
ha tenido -y tiene todavía- inconmensurable importancia sin el empleo de conceptos típico-ideales, jamás podríamos al-
para el desarrollo de la cultura, por cierto no solo de la Edad canzar.
Media. En especial, ha influido también fuertemente sobre la La estructura lógica del sistema conceptual en el que expone-
formación empírica de los precios. Sin embargo, qué se en- mos esas ideas y su relación con lo que nos es dado de ma-
tienda o se pueda entender por tal concepto teórico es algo nera directa en la realidad empírica son, como es natural, co-
que solo puede volverse claro, de manera realmente unívoca, sas muy distintas. La situación es sencilla cuando se trata de
*_
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casos en los cuales un principio directivo teórico, o_unos po- ser considerados como exposición histórica de lo que existe
cos, expresables con facilidad en_ formulas -1---por ejemplo la empíricamente; en cambio, revisten un elevado valor heurís-
fe en la predestinación, de Calvino-, o bien un postulado tico para la investigación y un considerable valor sistemático
ético claramente formulable, han dominado a los hombres y para la exposición cuando se los aplica exclusivamente como
han producido efectos históricos, de modo tal que podemos un medio conceptual para la comparación y medición de la
articular las «ideas» en una jerarquia que se desarrolla logica: realidad respecto de ellos. En esta función, precisamente, son
mente a partir de aquellos principios rectores. Pero aun asì imprescindibles. Ahora bien, a estas exposiciones tipico-idea-
con facilidad se pierde de vistaƒque, por grande_que sea e les suele atribui'.se algo más, que complica considerablemente
poder constrictivo puramente logico del pensamiento en, a su significado. Pretenden ser, o lo son inconscientemente,
historia --y el marxismo constituye un ejemplo sobresalien- tipos ideales, no solo en sentido lógico, sino también practico:
te---, el proceso empírico-histórico que se' desarrolla en la modelos que contienen -en nuestro ejemplo- lo que el cris-
cabeza de los hombres por regla general debe ser e0_I11Pfã11" tianismo, en opinión del expositor, debe ser, aquello que en
dido como psicologico, no como logicamente condiciona 0. él y para él es «esencial» porque está provisto de valor per-
Con mayor claridad todavía muéstrase el caracter tipico-ideal manente.'Sin embargo, ocurra ello de manera consciente o
de tales sintesis de ideas históricamente operantes cuando ---con mayor frecuencia- inconsciente, tales modelos contie-
aquellos principios rectores y postulados fundamentales no nen ideales a los cuales el expositor refiere valorativamente
rigen, o no rigen más, en la cabeza de los individuos que el cristianismo: tareas y fines según los cuales orienta su «idea››
están dominados por pensamientos que derivan de ellos logi- del cristianismo y que, naturalmente, pueden diferir notable-
camente, o que se desprenden de ellos por asociacion, porque mente de los valores a que los contemporáneos, por ejemplo
las «ideas» que históricamente, en el origen, estan en su base los primeros cristianos, refirieron el cristianismo; y no solo
han caducado o, en general, se han difundido solo en sus con- pueden diferir de ellos: sin duda diferirán siempre. En esta
secuencias. Más nítidamente resalta el caracter de €Sa S1I1ï€S1S significación las «ideas» no son ya, por cierto, instrumentos
como una «idea» creada por nosotros cuando esos principios puramente lógicos, conceptos respecto de los cuales la realidad
rectores básicos, desde el comienzo, solo de manera incom- es medida comparativamente, sino ideales a partir de los cua-
pleta han llegado a la conciencia, o no han llegado en modo les ella es juzgada valorativamente. Ya no se trata aquí del
alguno, o bien, al menos, no han cobrado la forma de cone- proceso puramente del relacionar lo empírico con valores, sino
xiones conceptuales claras. En cuanto adoptainos este proce- de juicios de valor admitidos en el «concepto» de cristianismo.
dimiento, como sucede y debe suceder en infinidad de casos, Puesto que el tipo ideal exige aquí validez empírica, penetra
tales «ideas» -por ejemplo: el -É<liberalismo›› de cierto perio- en la región de la interpretación valorativa del cristianismo:
do, el «metodismo» o alguna variedad no desarrollada concep- se ha abandonado el terreno de la ciencia empirica; estamos
tualmente de <<socialismo››- son un tipo ideal puro de ca- frente a un credo personal, no a una formación conceptual
rácter idéntico a las sintesis de _«principios» de un periodo tipico ideal. Esta diferencia es fundamental; no obstante, la
económico de las que hemos partido. Cuanto mas abarcadoras confusión de esas dos significaciones de «idea›› se cuela muy
son las conexiones de cuya exposición Se trata, Y CWUÍO, mas a menudo en la labor historiográfica. Cabe presuponerla siem-
multifacética ha sido su significacion cultural, tanto mas su pre que el historiador empieza a desarrollar su «concepción››
exposición conjunta en un sistema conceptual se aproxima al de una personalidad o de una época. En contraposición a los
tipo ideal, y tanto menos es posible manejarse con un solo criterios éticos constantes que aplicaba Schlosser siguiendo el
concepto de ese tipo, y, por lo tanto, mas naturales e inevi- espíritu del racionalismo, el historiador moderno, de forma-
tables se vuelven los ensayos repetidos de continuo de llevar ción relativista, que desea «comprender›› la época a que se
a la conciencia siempre nuevos aspectos significativos median- refiere «desde ella misma» y también «juzgarla», experimenta
te la formación de nuevos conceptos típico-ideales. Todas las la necesidad de extraer los criterios de su juicio «de la mate-
exposiciones sobre una «esencia» del cristianismo, por ejem- ria» misma, esto es, de dejar que las «ideas» en el sentido del
plo :I son tipos ideales cuya validez siempre
J, _ y necesariamente ideal broten de las «ideas» en el sentido del «tipo ideal». Y
sigue siendo muy relativa y problematica cuando pretenden el atractivo estético de semejante procedimiento los induce ca-

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da vez más a confundir la línea de separación entre ambas, defi- -por ejemplo: la metafísica alemana «orgánica» del Estado
ciencia esta que por un lado no puede evitar los juicios de por contraposición a la concepción «comercial» norteameri-
valor, mientras que, por el otro, declina la responsabilidad cana--, reviste una eminente significación práctica; con otras
por ellos. No obstante, la nítida distinción entre la referencia palabras: también aquí las ideas prácticas en las cuales se tiene
lógica comparativa de la realidad a tipos ideales en sentido fe en cuanto valen o deben valer y el tipo ideal teórico, cons-
lógico y el juicio valorativo acerca de la realidad a partir de truido con fines cognoscitivos, se confunden y muestran la ten-
ideales constituye un deber elemental del autocontrol cientí- dencia a traspasar las unas en el otro.
fico y el único medio de evitar sorpresas. Un «tipo ideal» en
nuestro -iSeHtìd9,,e§i,_,insistimos eSf9i,,,ê180,, POI enter@ ln' Habíamos caracterizado antes de manera deliberada el «tipo
diferente-a cualquier juicio valorativo, y nada tiene que ver ideal» -en lo esencial, aunque no exclusivamente- como
con una «peffección» que no sea puramente lógica. Existen construcción conceptual para la mediación y caracterización
tipos ideales tanto de burdeles como de religiones, y en cuan- sistemática de conexiones individuales, es decir, significativas
to a los primeros hay algunos que, desde el punto de vista en su singularidad, como por ejemplo el cristianismo o el ca-
de la ética policial de hoy, parecerían «ajustados al fm», mien- pitalismo. Lo hicimos con el propósito de desechar la idea
tras que en otros sucede precisamente lo contrario. corriente de que en el ámbito de los fenómenos culturales lo
Por fuerza hemos de dejar de lado aquí la discusión más pro- abstractamente tipico es idéntico a lo abstractamente genérico.
funda del caso con mucho más complicado e interesante: la Ello no es así. Sin que podamos analizar aquí en sus principios
cuestión de la estructura lógica del concepto de Estado. Re- el concepto de lo tipico, tantas veces discutido y tan desa-
paremos solo en lo siguiente: Si inquirimos a qué correspon- creditado por su uso indebido, ya de las consideraciones hechas
de en la realidad empírica la idea de «Estado››, encontramos podemos inferir que la formación de conceptos típicos en el
una infinidad de acciones -activas o pasivas- dìfusas y dis- sentido de la exclusión de lo «contingente» encuentra su lugar
cretas, de relaciones reguladas de hecho y jurídicamente, en propio también en el caso de individuos históricos. Ahora
parte única y en parte de carácter regularmente recurrente, bien, también aquellos conceptos de género que encontramos
que se mantienen reunidas mediante una idea: la fe en_ nor- a cada paso como elementos de exposiciones históricas y de
mas, que valen de hecho o que deben valer, y en relaciones conceptos históricos concretos, pueden ser configurados como
de poder de unos hombres sobre otros. Esta fe es en parte tipos ideales mediante la abstracción y el realce de algunos
un patrimonio espiritual conceptualmente desarrollado, en de sus elementos conceptuales esenciales. Trátase, incluso, de
parte sentido oscuramente, en parte aceptado de manera pa- un caso de aplicación de los conceptos típico-ideales particu-
siva, proyectándose de las maneras más diversas en la cabeza larmente frecuente e importante desde el punto de vista prác-
de los individuos, quienes, si realmente concibiesen con clari- tico, y cada tipo ideal individual se compone a partir de ¿le-
dad la idea como tal, no habrían menester, en primer lugar, mentos conceptuales que presentan carácter genérico y se cons-
de la «doctrina general del Estado», que pretende desarrollar tituyen como tipos ideales. También en este caso muéstrase
aquella. El concepto científico de Estado, no importa cómo la específica función lógica de los conceptos típico-ideales. Un
se lo formule, es naturalmente siempre una síntesis que no- concepto genérico simple, en el sentido de un complejo de
sotros emprendemos con fines cognoscitivos determinados. rasgos comunes a muchos fenómenos, es, por ejemplo, el con-
Por otro lado, sin embargo, se lo abstrae también de las sín- cepto de «intercambio››, en cuanto prescinde de la significa-
tesis imprecisas halladas en la cabeza de los hombres histó- ción de los elementos conceptuales y, por lo tanto, analizo
ricos. Pero el contenido concreto que el Estado histórico co- simplemente el uso lingüístico cotidiano. Si pongo en relación
bra en aquellas síntesis de los contemporáneos puede ser in- este concepto, por ejemplo, con la «ley de la utilidad margi-
tuido solamente mediante la orientación en vista de conceptos nal» , y formo el concepto de «intercambio económico» como
típico-ideales. Tampoco cabe la menor duda de que el modo un proceso económicamente racional, entonces este contiene,
en que aquellas síntesis son cumplidas por los contemporá- como cualquier concepto plenamente elaborado desde el punto
neos, en forma siempre imperfecta desde el punto de vista de vista lógico, un juicio acerca de las condiciones «típicas»
lógico, esto es las «ideas» que ellos se forman del Estado del intercambio en sí. Cobra carácter genético y con ello se

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capital podría ser la renta de la tierra. A partir de allí puede
vuelve igualmente, en sentido lógico, típico-ideal, esto es, que construirse quizá -pues no podríamos investigar en este lu-
se aparta de la realidad empírica, la cual solo puede ser com- gar la corrección de esto-- un cuadro ideal de la transforma-
parada con él, referida a él. Algo semejante vale para todos los ción dela forma de economía artesanal en la capitalista, cuadro
llamados «conceptos básicos» de la economía política: se los condicionado por determinados factores simples: tierra limi-
puede desarrollar en forma genética solo como tipos ideales. tada, crecimiento demográfico, afluencia de metales preciosos,
La contraposición entre simples conceptos de género, que se racionalización de la conducción de la vida. Si el curso empí-
limitan a la mera reunión de lo común a los fenómenos em- rico-histórico del desarrollo ha sido de hecho el curso cons-
piricos, y tipos ideales de carácter genérico --por ejemplo, truido, es algo que habría que investigar solo con ayuda de
un concepto típico-ideal de la <-zesencia» del artesanado- es, esta construcción, como medio heurístico, por la vía de la
naturalmente, fluctuante en los casos particulares. Pero ningún comparación entre tipo ideal y <<hechos››. Si el tipo ideal es-
concepto de género tiene, como tal, carácter «típico››, y no tuviese «correctamente›› construido, y el curso de hecho no
existe un tipo <<medio›› de carácter puramente genérico. Cuan- coincidiese con el tí, ico-ideal, se probaría con ello que la so-
do nos referimos, por ejemplo en la estadística, a magnitudes ciedad medieval no fiue, en determinadas relaciones, de índole
«típicas››, trátase de algo más que de un mero promedto. estrictamente «artesanal››. Y si el tipo ideal estuviese construi-
Cuanto más estamos frente a una simple clasificación de pro- do de un modo «ideal›› heurísticamente ---para nada conside-
cesos, que en la realidad se presentan como fenómenos de ma- ramos si y cómo podría hacerse esto en nuestro ejemplo-_,
sas, tanto más se tratará de conceptos de género; por lo con- entonces encaminará la investigación por la vía de una capta-
trario, cuanto más se formen conceptualmente conexiones ción más nítida de aquellos elementos no artesanales de la
históricamente complicadas, en aquellos de sus elementos en sociedad medieval en su especificidad y significación históri-
los que estriba su específica significación cultural, tanto más ca. Si ha conducido a este resultado habrá cumplido su fin
el concepto -o el sistema conceptual- presentará el carácter lógico, precisamente en cuanto habrá manifestado su propia no
del tipo ideal. En efecto, fin de la formación de conceptos realidad. En ese~caso, constituyó la prueba de una hipótesis.
típico-ideales es en todas partes obtener nítida conciencia, no El proceso no ofrece dificultades metodológicas en la medida
de lo genérico, sino, a la inversa, de la especificidad de fenó- en que se tenga siempre presente que construcciones típico-
menos culturales. ideales del desarrollo e historia son dos cosas a las que es
Que los tipos ideales, incluidos los de carácter genérico, pue- preciso distinguir nítidamente, y que la construcción ha -sido
dan ser y sean aplicados, ofrece interés metodológico ante aquí solamente el medio de cumplir la imputación válida, sis-
todo en conexión con otro hecho. temâticamente, de un proceso histórico a sus causas reales,
Hasta aquí hemos aprendido a discernir los t_ipo_s__i_çlç__a_lçs, en dentro del círculo de las posibles de acuerdo con el estado de
lo esencial, solo como conceptos abstractos de conexiones que, nuestros conocimientos.
permaneciendo en el flujo del acaecer, son representadas por Como lo muestra la experiencia, hay una circunstancia que
nosotros como individuos históricos en los cuales se cumplen vuelve muy difícil mantener firmemente esta distinción. En
ci¬ert_lo_s,,,desarrollos. Pero interviene en este punto una com- interés de la demostración intuitiva del tipo ideal o del desa-
licación, introducida siempre de nuevo con extraordinaria rrollo típico-ideal se procurará ilustrarlo mediante material de
facilidad por el prejuicio naturalista según el cual la meta de intuición extraído de la realidad empírico-histórica. El peligro
las ciencias sociales debe consistir en la reducción de la reali- de este procedimiento en sí totalmente legítimo reside en que
dad a «leyes››, con ayuda del concepto de lo «típico››. Tam- el saber histórico aparece aquí como servidor de la teoría y
bién los procesos de desarrollo admiten, por cierto, ser cons- no a la inversa. Hay la tentación, para el teórico, de considerar
truidos como tipos ideales, y estas construcciones pueden
esta relación como normal o, lo que es peor, de trocar los
revestir altísimo valor heurístìco.-Pero en la misma medida
papeles de teoria e historia, confundiéndolas de este modo.
aparece con ello el peligro de que tipo ideal y realidad sean
Este peligro es todavía mayor cuando la construcción ideal
confundidos entre sí. Es posible, por ejemplo, alcanzar el re-
de un desarrollo, consistente en la clasificación conceptual de
sultado teórico de que en una sociedad organizada de manera
tipos ideales de ciertas formaciones culturales, es elaborada
estrictamente «artesanal›› la única fuente de acumulación de

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en la forma de una clasificación genética (por ejemplo, par- tar seriamente las cuestiones metodológicas prácticas, a saber:
tiendo de la forma de empresa industrial de la «economía dilucidar en profundidad las relaciones del conocimiento típico
doméstica cerrada», o bien de los conceptos religiosos de los ideal con el «legal››, de los conceptos típico-ideales con los
«dioses del instante››). La serie de los tipos, que resulta de conceptos colectivos, etcétera.
las características conceptuales escogidas, aparece entonces co-
mo una secuencia histórica legalmente necesaria. El ordena- El historiador persistirá, no obstante todas estas polémicas,
miento lógico de los conceptos, por un lado, y la disposición en sostener que el predominio del modo típico-ideal de for-
empírica de lo conceptuado en el espacio, el tiempo y el en- mación de conceptos y de construcción constituye un síntoma
cadenamiento causal, por el otro, parecen ligados tan estre- específico de la juventud de una disciplina.. Y en ello es pre- 1 'II

chamente que la tentación de violentar la realidad para justifi- ciso en cierto sentido darle la razón, pero con otras conse- 1
car la validez -real de la construcción se vuelve casi irresistible. cucncias que las que él ha de extraer. Examinemos un par de 1
Deliberadamente hemos evitado demostrar esto con relación ejemplos tomados de otra disciplina. Es cierto que el estudian- 1
E
al caso más importante de construcciones típico ideales: el de te fastidïado, lo mismo que el filólogo primitivo, se represen-
Marx. Lo hemos hecho para no complicar la exposición in- tan una lengua ante todo «orgánicamente››, esto es, como un
troduciéndonos en las interpretaciones de Marx, y para no todo supraempírico regido por normas; la tarea de la ciencia
anticipar las discusiones que regularmente se llevarán a cabo ha de consistir, en cambio, en la comprobación de lo que
en nuestra revista respecto de la literatura que se desarrolla debe valer --como regla lingüística-_ Elaborar lógicamente
acerca del gran pensador y en relación con él, haciéndola ob- el «lenguaje escrito», como lo ha hecho la Crusca, a fin de
jeto de análisis crítico. Limitémonos a establecer aquí que, na- reducir su contenido a reglas, es normalmente la primera ta-
turalmente, todas las «leyes» específicamente marxistas, así rea que se plantea a una «filologia››. Y si hoy, por lo con-
como las construcciones de procesos de desarrollo _en la trario, un destacado filólogo proclama como objeto de la fi-
medida en que no sean teóricamente erróneas- poseen ca- lología «el habla de cada indiniduo››, la formulación de seme-
rácter típico-ideal. La significación bcuristica eminente, y has- jante programa solo es posible en cuanto en el lenguaje escrito
ta única, de estos tipos ideales cuando se los emplea para la se nos presenta un tipo ideal relativamente estable, con el l
comparación de la realidad respecto de ellos, y su peligrosidad
en cuanto se los representa como «fuerzas operantes», «ten-
cual puede operar (al menos tácitamente) la investigación de
la infinita multiplicidad del habla, de otro modo totalmen- 1
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dencias», etc., que valen empíricamente o que son reales (esto te ilimitada y carente de orientación. Por otro lado, no de _?.-1 n-1.-ug.

es, en verdad, metafísicas), he ahí cosas que conoce quien manera distinta funcionaron las construcciones de las teorías
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haya laborado con los conceptos marxistas., del Estado jusnaturalistas u orgánicas, o, por ejemplo -para ll¦
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Conceptos de género; tipos ideales; conceptos de género típi- recordar un tipo ideal en nuestro sentido-, la teoría de Ben-
co-ideales: ideas en el sentido de combinaciones de pensa- jamin Constant acerca del Estado antiguo: como puerto de
miento que operan empíricamente en los hombres históricos; refugio hasta que se hubiese aprendido a orientarse en el in-
tipos ideales de tales ideas; ideales que dominan a los hombres menso mar de los hechos empíricos. La maduración de la cien-
históricos; tipos ideales de tales ideales; ideales a los cuales cia implica, por lo tanto, la superación del tipo ideal, en cuan-
el historiador refiere la historia; construcciones teóricas me- to se lo piensa como válidos empíricamente o como concepto
diante el empleo de conceptos teóricos como cosas-límite idea- de género. No obstante, el empleo de las sutiles construccio-
les; esto es, las distintas complicaciones posibles que aquí nes de Benjamin Constant sigue siendo hoy legítimo con res-
sólo hemos podido indicar, son formaciones conceptuales cuya pecto a la demostración de ciertos aspectos de la especificidad
relación con la realidad empírica de lo inmediatamente dado histórica de la vida estatal antigua, en tanto se tenga cuida-
es, en cada caso, problemática: este muestrario basta para tes- dosamente presente su carácter típico-ideal. Más todavía:
timoniar el infinito entre-lazamiento de los problemas meto- existen ciencias a las que les es propia una eterna juventud;
dológico-conceptuales que permanecen siempre vivos en el ám- entre estas se cuentan todas las disciplinas históricas, esto es,
bito de las ciencias de la cultura. Y debimos abstenernos todas aquellas a las cuales el flujo en eterno progreso de la
aquí, donde solo han de ser señalados los problemas, de tra- cultura plantea problemas siempre nuevos. Pertenece a la

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lll
esencia de su tarea superar todas las construcciones típico-
y que este varía junto con el contenido de la cultura. La rela-
ideales, pero también construir, inevitablemente, otras nuevas.
De continuo se repiten los intentos de establecer el «auténti-
ción entre los conceptos y lo conceptuado lleva consigo, en las
ciencias culturales, la transitoriedad de tales síntesis. Los gran-
co», el «verdadero›› sentido de los conceptos históricos, pero
des intentos de construcción conceptual han obtenido por re-
nunca se consuman. Por ello las síntesis con las cuales la his-
gla general su valor en el campo de nuestra ciencia en cuanto
toria labora siempre siguen siendo, por regla general, o bien
han puesto de relieve el carácter limitado de la importancia
conceptos determinados solo relativamente, 0 bien, en cuan-
de los puntos de vista que estaban en su base. Los mayores
to se debe obtener una univocidad del contenido conceptual,
progresos en el campo de las ciencias sociales se ligan de
el concepto se convierte en un tipnticlealsalflstracto y, con ello,
se revela un punto de vista teórico, «unilateral›› en conse-
/sec/oo con el desplazamiento de los problemas culturales prác-
ticos y cobran la forma de una crítica de la formación de con-
cuencia, desde el cual la realidad es ilustrada y al cual puede
ser referida, pero que se muestra sin duda como inapropia- ceptos. Será una de las principales tareas de nuestra revista
do en cuanto esquema dentro del cual la realidad hubiera de servir los fines de esta crítica y, con ello, la investigación de
subsumirse sin residuo.. En efecto, ninguno de aquellos sis- los principios de la sintesis en el campo de la ciencia social.
temas conceptuales, de los cuales no podemos prescindir para
la captación de los elementos significativos de la realidad en Con las consecuencias que han de extraerse de lo expuesto,
cada caso, puede agotar su infinita riqueza. Ninguno es otra alcanzamos un punto en el cual nuestras opiniones se apartan,
cosa que el intento de poner orden en el caos de aquellos he- quizás, en algunos puntos, de las de muchos de los represen-
chos que hemos introducido en cada caso en el círculo de tantes de la escuela histórica --incluidos algunos muy eminen-
nuestro interés, y ello sobre la base del estado de nuestros tes--, entre cuyos continuadores empero nos contamos. En
conocimientos y de las formaciones conceptuales de que dis- efecto, ellos perseveran, de manera tácita o expresa, en la opi-
ponemos. El aparato conceptual que el pasado ha desarrollado
nión de que la meta final, el fin de cualquier ciencia, es orde- l
nar su materia en un sistema de conceptos, cuyo contenido 1
a través de la elaboración conceptual, esto es, en realidad, la
transƒormación conceptual de la realidad inmediatamente dada, se obtendría mediante la elaboración de regularidades empí-
ricas, la formación de hipótesis y la verificación de estas, hasta
y a través de la clasificación bajo los conceptos que correspon-
el momento en que de ello surgiese una ciencia «completa›› .
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dieron al estado de sus conocimientos y a la orientación de


y, por lo tanto, deductiva. Respecto de esta meta, la tarea his-
su interés, está en permanente contraposición con aquello que
tórico-inductìva del presente seria una labor preliminar, im-
queremos y podemos obtener a partir de la realidad en un
puesta por el carácter incompleto de nuestra disciplina: nada
nuevo conocimiento. En esta lucha se consuma el progreso de
más sospechoso, desde el punto de vista de este modo de con-
la labor de las ciencias de la cultura. Su resultado es un con-
tinuo proceso de transformación de aquellos conceptos en los sideración, que la formación y el empleo de conceptos preci- - - I_.&_-. -_.¬gn,_.¿I-i.Z_-í1
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sos, que pretendieran anticipar prematuramente esa meta, pro- 5-

cuales procuramos captar la realidad. La historia de las cien-


pia de un futuro remoto. indiscutible por principio sería esta
cias de la vida sociales y sigue siendo, por lo tanto, una alter-
concepción en el terreno de la doctrina del conocimiento de
nancia continua entre el intento de ordenar conceptualmente
la antigua escolástica, doctrina que lasmasa de los especialistas
los hechos a través de la formación de conceptos, la resolución
de la escuela histórica llevan en la sangre: se supone que fin
de los cuadros conceptuales así obtenidos mediante la amplia-
de los conceptos es constituir copias representativas de la rea-
ción y el desplazamiento del horizonte de la ciencia, y la for-
lidad «objetiva››; ello explica la recurrente observación acerca
mación de nuevos conceptos sobre las bases así transforma-
das. Esto no indica, por cierto, que el ensayo de construir sis- de la irrealidad de todos los conceptos precisos. Pero quien
temas conceptuales sea en general erróneo, pues cualquier piense hasta el fin la idea básica de la teoría del conocimiento
ciencia, aun la historia meramente descriptiva, labora con los moderna, iniciada por Kant, a saber, que los conceptos cons-
conceptos disponibles en su época; expresa, así, la circunstan- tituyen, antes bien, medios conceptuales en vista del fin de
cia de que en las ciencias de la cultura humana la formación
dominar espiritualmente lo empíricamente dado, y que solo
de los conceptos depende del planteamiento de los problemas, pueden ser tal cosa; quien piense esto hasta el fin -decimos-
no considerará el hecho de que los conceptos genéticos preci-

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sos son necesariamente tipos ideales como obstáculo a la for- del dolor» de nuestra disciplina, que puede recibir un sentido
mación de tales conceptos. Para él la relación entre concepto y unívoco sólo por la vía típico-ideal--, o expresiones como
labor historiográfica se invertirá: aquella meta final le parece-
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«procluctivo», «desde el punto de vista de la economía polí-
rá lógicamente imposible; en efecto, los conceptos no son ya tica», etc., que ensgeneral no resisten un análisis conceptual-
fin sino medio con miras al conocimiento de las conexiones mente claro, resulta increíble para quien la observe desde
significativas desde puntos de vista individuales: precisamen- fuera. Y los que han provocado más daño son, por cierto, los
te porque el contenido de los conceptos históricos es necesa- conceptos colectivos tomados del lenguaje cotidiano. Tome-
riamente mudable, deben ser formulados en cada caso de ma- mos, para escoger el ejemplo más transparente posible para un
nera necesariamente precisa. Quien tal piense exigirá sólo que lego, el concepto de «economía agraria», tal como aparece en
en la aplicación de esos conceptos se recuerde cuidadosamente la frase «intere`ísesede la economía agraria». Consideremos en i
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su carácter de cuadros conceptuales ideales, y que no se con- primer lugar los «intereses agrarios» como las representacio- l
fundan tipo ideal y realidad histórica. Puesto que no puede nes subjetivas, más o menos claras, empíricamente comproba-
pensarse realmente en conceptos históricos definitivos como bles, que los actores económicos se forman de sus intereses y
meta general, a causa del cambio inevitable de las ideas de va- prescindamos, lisa y llanamente, de los incontables conflictos
lor rectoras, aquel considerará que el hecho mismo de que se entre criadores e invernadores de ganado, cultivadores y con-
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formen congeptos precisos y unívocos con relación al punto I sumidores de grano para forraje, destìladores de aguardiente,
de vista singular, rector en cada caso, proporciona la posibili- etc.; en tal caso, no por cierto cualquier lego, pero si cualquier
dad de volver conscientes, de manera clara, los limites de su especialista advertirá la inmensa maraña de relaciones de va- i
validez. lor, contrapuestas y contradictorias, que ese concepto repre-
Con respecto a esto se señalará, y por nuestra parte lo hemos senta de manera confusa. Enumeremos solo algunas: intereses
admitido, que una conexión histórica concreta puede, en el de agricultores que quieren vender su haber y por lo tanto solo
caso particular, ser vuelta intuitiva en su curso sin que sea desean un rápido aumento del precio de la tierra; el interés
puesta de continuo en relación con conceptos definidos. Y, de
acuerdo con esto, se exigirá al historiador de nuestra discipli-
I , sesiones o arrendar; el de quienes, por causa de ventajas so-
contrapuesto de quienes aspiran a comprar, aumentar sus po-

na lo mismo que se ha requerido del historiador político: que ciales, desean conservar determinado bien para sus descendien- .
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hable «el lenguaje de la vida». Eso está muy bien. Hemos de tes y por ello están interesados en la estabilidad de la propie-
agregar solo que, con este procedimiento, depende en grado dad agraria; el interés opuesto de quienes, para si o para sus
excesivo del acaso si el punto de vista a partir del cual el pro- hijos, desean la movilidad del suelo en dirección al mejor due-
ño o _lo que no es, sin más, lo mismo- al adquirente pro-
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ceso considerado cobra significación se vuelve consciente con


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claridad. No estamos, en general, en la feliz situación del his- visto de capitalcs; el interés puramente económico del «dueño si
más apto», en el sentido de la economía privada, por la libre
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toriador político, para quien los contenidos de cultura a los


cuales se refiere su exposición por lo general son -o pare- movilidad económica; el interés, conflictivo con el anterior,
cen-- unívocos. Toda pintura que sea solo intuitiva cobra el de ciertas capas dominantes por el mantenimiento de la posi-
carácter de la exposición artistica: «Cada uno ve lo que lleva ción social y politica heredada de su kestamento» y, con ello,
en el corazón». Inicios válidos presuponen siempre la elabo- de su descendencia; el interés social de las capas de agricul-
ración lógica de lo intuido, esto es, el empleo de conceptos; tores no dominantes por la abolición de aquella; capas supe-
siempre es posible, y a menudo estéticamente atrayente, guar- riores, que los oprimen; su interés, que en ciertas circunstan-
darse estos en el pecho, pero ello amenaza siempre la segun- cias se contrapone al anterior, de poseer en esas capas superio-
dad de la orientación del lector y, muchas veces, la del propio res un conductor que resguardo sus bienes. Y la lista podría
autor, con respecto al contenido y al alcance de sus juicios. multiplicarse interminablemente, aun cuando procediéramos
Peligrosa en extremo puede volverse la omisión de formar de manera sumaria e imprecisa. Dejamos de lado el hecho de
conceptos precisos para las discusiones prácticas en materia que con los intereses más «egoístas» de este tipo se mezclan
de politica económica y social.. La confusión que han creado los más diversos valores puramente ideales, obstaculizándolos
aquí, por ejemplo, el empleo del término «valor» -ese «hijo o desviándolos, para recordar, ante todo, que cuando habla-

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mos de «intereses de la economía agraria» por regla general


no pensamos solo en aquellos valores materiales e ideales a los ejemplo del concepto de «interés de clase de los obreros», para
cuales los agricultores mismos refieren sus «intereses», sino advertir .qué contradictoria maraña oculta, en parte de inte-
también en las ideas de valor, en parte totalmente heterogé- reses y de ideales de los obreros y en parte de ideales des-
neas, a las cuales podemos referir la economia agraria. Por de los cuales nosotros consideramos a los obreros. Es imposi-
ejemplo: intereses relativos a la producción, derivados del in- ble hacer a un lado el lugar común de la lucha de intereses me-
terés de una alimentación razonable y --lo que no en todos los diante una insistencia meramente empirista en su «relativi-
casos coincide con ello- cualitativamente mejor de la pobla- dad»: una comprobación conceptual clara, precisa, de los dis-
ción; en este respecto, los intereses de la ciudad y del campo tintos puntos de vista posibles es la unica via que permite ir
pueden contraponerse de las más diversas maneras, y el inte- más allá de la oscuridad de la frase. El «argumento de la liber-
rés de la generación presente no tiene por qué ser idéntico con tad de comercio» como cosmovisión o norma válida es una
el interés probable de las generaciones futuras. Intereses rela- ridiculez, pero ha traido consigo graves perjuicios para nues-
tivos a la población, en particular a una población agraria más tras discusiones de politica comercial -y es de todo punto
numerosa, derivados de intereses «del Estado», de pofitica in- indiferente qué ideales de política comercial quieran sostener
terna o externa, o de otros intereses ideales de diversos tipos, los individuos- el, hecho de que hayamos subestimado, en su
por ejemplo, relativos a la esperada influencia que una pobla- valor heurístico, la antigua sabiduría de la vida acuñada en
ción agraria numerosa tiene sobre la originalidad cultural de tales fórmulas típico-ideales por los grandes mercaderes de la
un país. Estos intereses relativos a la población pueden con- tierra. Solo mediante fórmulas conceptuales típico-ideales se
traponerse a los de todos los sectores de la población agraria, vuelven realmente nítidos en su especificidad, por la vía de la
y hasta a los intereses actuales de la masa de esta. Mencione- confrontación de lo empírico con el tipo ideal, los puntos de
mos también el interés por un determinado modo de articu- vista que entran en consideración en cada caso. El empleo de
lación social de la población agraria en virtud de su influen- los conceptos colectivos con los cuales labora el lenguaje coti-
cia cultural 0 política: este puede contraponerse, de acuerdo diano es siempre la ocasión de confusiones del pensamien-
con su orientación, a todos los intereses concebibles, hasta a to o de la voluntad, y con bastante frecuencia el instrumento
los más urgentes, tanto presentes como futuros, de los agri- de dudosos contrabandos, pero siempre un medio de obstacu-
cultores individuales así como «del Estado». Y --lo que com- lizar el desarrollo de un planteo correcto.
plica más las cosas- el «Estado», al cual solemos referir es- *Hemos llegado al final de estas consideraciones, que perse- 'I

tos intereses e infinidad de otros semejantes, es para nosotros guían exclusivamente el propósito de destacar la línea, a menu-
a menudo solo una etiqueta para una *maraña intrincadísima do difusa, que separa la ciencia de la fe, y de reconocer el
de ideas de valor, con las cuales, a su vez, es puesto en rela- sentido* de la aspiración al conocimiento económico y social.
l
ción en cada caso singular: la pura seguridad militar frente al La validez objetiva de todo saber empírico descansa en esto,
exterior; la seguridad del dominio de una dinastía o de deter-- y solo en esto: que la realidad dada se ordene según categorías
mìnadas clases en el interior; interés en el mantenimiento y que son subjetivas en un sentido específico, en cuanto repre-
acfecimiento de la unidad estatal, formal, de la Nación, por sentan el presupuesto de nuestro onocimiento y están ligadas
ella misma o en bien de ciertos valores culturales objetivos, a al presupuesto del valor de aquella verdad que solo el saber
su vez muy diferentes entre sí, que creemos representar como empírico puede proporcionamos. Nada tenemos que ofrecer,
pueblo estatalmente organizado; transformación del carácter con los medios de nuestra ciencia, a quien no juzgue valiosa
social del Estado en el sentido de determinados ideales cultu- esta verdad; y la fe en el valor de la verdad científica es un
rales, otra vez muy distintos entre sí. Y podríamos proseguir producto de determinadas culturas, no algo dado por natura-
indefinidamente, con solo indicar lo que cabe tras la etiqueta leza. En vano buscará alguna otra verdad que sustituya a la
de «intereses estatales», a los cuales podemos referir «la eco- ciencia en aquello que solo ella puede cumplir: conceptos y
nomía agraria». El ejemplo escogido y, más todavía, el aná- juicios que no son la realidad empírica, ni la copian, pero que
lisis sumario que hemos realizado son toscos y simples. El lego permiten ordenarla conceptualmente de manera válida. En el
podría intentar un análisis semejante (y más profundo), por ámbito de las ciencias de la cultura, sociales, empíricas, como
hemos visto, la posibilidad de un conocimiento pleno de sen-

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tido de aquello que para nosotros es esencial en la multiplici- grandiosa, suele manifestarse en la sabiduría para crear algo
dad infinita del acaecer está ligada al constante empleo de pun- nuevo mediante la relación de hechos conocidos con puntos
tos de vista de carácter específico, todos los cuales, en última de vista también conocidos.
instancia, están orientados según ideas de valor que, por su Toda la labor de ciencia de la cultura, en una época de especia-
parte, son comprobables y susceptibles de ser vividas empíri- lización, luego de haberse orientado a través de determinados
camente, por cierto, como elementos de cualquier acción hu- planteos de los problemas hacia una cierta materia, y luego
mana provista de sentido, pero que no son fundamentables, de haber creado sus principios metodológicos, considerará la
como válidas, sa partir de los materiales empíricos. La «obje- elaboración, de esa materia como fin en sí, sin controlar de
tividad» del conocimiento de las ciencias_,spocialesͧ;le`&nde continuo, de manera consciente, el valor cognoscitivo de los
más bien de esto: que lo empíricamente dadbflšielmoriente de hechos singulares respecto de las ideas de valor últimas, y
continuo coh relación a aquellas ideas de valor, las únicas`Íqu_e hasta sin tener en general conciencia de su dependencia de
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le prestan valor cognoscitivo; -que, en su significación, sea esas ideas de valor. Y está bien así. Pero en cierto momento
comprendido a partir de ellas, pero que jamás sea ,convertido la situación cambia: la significación de los puntos de vista em-
en pedestal para la prueba, imposible empíricamente, del la pleados de manera irreflexiva se vuelve incierta, y la ruta se
validez de aquellas. Y la ƒe, presente en alguna forma en todos . l 1, pierde en el crepúsculo. La luz de los grandes problemas cul-
nosotros, en la validez supraempírica de ideas de valor últimas turales despunta de nuevo. También la ciencia se apresura en-
y supremas, de las que tomamos el sentido de nuestra exis- tonces a cambiar su posición y su aparato conceptual, y a
tencia, no excluye sino incluye la incesante mutabilidad de mirar la corriente del acaecer desde lo alto del pensamiento.
los puntos de vista concretos desde los cuales la realidad em- Ella sigue solamente a aquellos astros que pueden conferir
pírica recibe un significado: la vida en su realidad irracional sentido y orientación a su tarea:
y en su contenido de significaciones posibles son inagotables;
por ello, la configuración concreta de la relación de valor per- «. _ .mas un joven anhelo en mí despierta,
manece fluctuante, sometida al cambio en el oscuro futuro de corro a beber su claridad eterna,
la cultura humana. La luz que brota de aquellas ideas de va- ante mi el día y tras de mi la noche,
lor supremas cae sobre una parte finita, siempre cambiante, sobre mi el cielo y ar mis pies las olas».*
de la inmensa corriente caótica de los acontecimientos, que
fluye a lo largo del tiempo.

Todo ello no significa que la tarea propia de la ciencia social


consista en una caza continua de nuevos puntos de vista y
construcciones conceptuales. Por lo contrario, nada debiera
destacarse más que la afirmación de que servir al conocimien-
ÍO de 1,?.-Jlâlfilficación cultural de conexiones bistóricas concre-
tas es la meta única y exclusiva, a la cual, junto con otros
medios, tambiéncontribuye la labor de formación y crítica de
conceptos. En nuestro ámbito existen, para emplear una ex-
presión de F. T. Vischer, «buscadores de materiales» y «bus-
cadores de sentido». El inextinguible apetito de hechos de los
primeros solo puede saciarse con documentos, con tablas esta-
dísticas y encuestas, pero son insensibles al refinamiento del
nuevo pensamiento. La gula de los segundos echa a perder el
gusto por los hechos a través de siempre nuevos destilados
conceptuales. Aquella auténtica capacidad artística, que entre
los historiadores, por ejemplo, poseía Ranke en medida tan
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* Versión poética directa do N. Silvetti Paz. (N. del T.)

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