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LOGOTANASIA: por un deceso racional, libre, digno y legal

Una propuesta adicional a la Ley 1733 del 8 de septiembre de 2014


sobre servicios de cuidados paliativos
Por Luis E. García Restrepo

Terminología

Las diversas lenguas introducen neologismos para designar nuevos hechos, situaciones y conceptos, a
falta de otros vocablos castizos y precisos. Los tiempos y las sociedades cambian, y con ellas los
conceptos y las legislaciones. Nadie, por ejemplo, hubiera pensado en Colombia medio siglo atrá s que
se introduciría el concepto “familia homosexual”, cuando la homosexualidad era considera, descrita y
tratada como un trastorno de naturaleza, de conducta, o enfermedad tratable. Ya en el siglo XXI no
debe haber lugar para tabú es milenarios, como el de negar la libre elecció n de interrumpir la
existencia de manera libre y racional. Porque, como me comentó un amigo “si bien no podemos elegir
el momento y lugar para nacer, creo que lo tenemos para decidir có mo y cuá ndo partir” (Gorka Sierra).

Puesto que la idea que tratamos no parece encajar en los vocablos existentes correspondientes a la
misma familia conceptual, he empleado un neologismo, logotanasia* (de “logos” –razó n- y “tanatos” -
fallecimiento, deceso, muerte-) entendido como la decisión serena, racional, libre y legal de un adulto
mayor para terminar la propia existencia por causas presentes o para anticiparse a la decrepitud
mediante procedimientos dignos y en pleno uso de facultades, incluso sin padecer en el momento
enfermedad o trastorno terminal doloroso o incapacitante. Esto evitaría los conocidos medios crueles,
cruentos, impresionantes, agresivos y traumá ticos para los allegados, a los que se ven forzados quienes
deciden terminar su existencia, ya sea porque no pueden o no quieren sobellevarla, por agotamiento
existencial, una incapacidad insufrible, inmovilidad, por insoportable dependencia absoluta de sus
familiares, de otros o del estado, o por evitar convertirse en una carga para quienes ama o para el ya
menguado sistema de salud. Desde luego que al tratarse de un acto susceptible de abusos, la
legislació n incluiría una mínima reglamentació n, que incluiría un lapso de tiempo –un mes, digamos-
entre expresar la decisió n y facilitarla (en casas funerarias, hospitales, la propia habitació n, etc.).

Vemos entonces que el concepto logotanasia contiene una diferencia específica que la distingue de
otros vocablos pertenecientes a un amplio campo semá ntico a saber:

-Eutanasia: adelantar deliberadamente la muerte de un paciente para aliviar su dolor.

-Ortotanasia: no emplear medios artificiales exagerados para mantener la vida.

-Suicidio: acto de quitarse la vida, generalmente por motivos emocionales, desesperados y mediante
los medios disponibles, generalmente dolorosos, sangrientos, traumá ticos, y horrendos para
espectadores o familiares, como lanzarse de las alturas, ahorcarse en casa, envenenarse, cortarse la
venas, dispararse, arrojarse a un vehículo en marcha, por ejemplo.

-Suicidio racional: suicidio fríamente decidido por una persona que no recibe adecuados cuidados
paliativos o apoyo moral para su enfermedad.

-Suicidio pasivo: suprimir los medicamentos o tratamientos que conservan la vida.

-Suicidio asistido (Kevoricidio”): asistencia del médico personal a un paciente para que se quite la
vida.

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-Suicidio altruista: provocarse la muerte (por los métodos a su alcance) en beneficio de otras
personas o de la sociedad

El cará cter de la logotanasia radica en la motivació n personal, racional, independiente del estado de
salud y con reconocimiento legal que le permitirá a quien tome la decisió n, o al profesional que lo
asista, emplear métodos directos e incruentos, no disponibles ahora para el comú n de las personas. No
podría definirse el concepto extensivamente, o sea listando los casos donde cabría aplicarse, porque
habría lagunas o contradicciones. Pero, por citar un caso que al parecer será muy frecuente, alguien a
quien se le detecte un Alzheimer irreversible –perfilada como enfermedad del futuro- bien podría
optar por la logotanasia, y evitar el dolor moral de saber que se convertirá en una carga cotidiana y
duradera para sus seres queridos o, peor aú n, que quedará abandonado a su infortunio. Aunque para
estar a tono con la legislació n mundial (de Suiza, y Bélgica, por ejemplo) podría también subsumirse en
el multivocablo “suicidio-racional-asistido-legal”.

Consideraciones filosóficas

Sería una discusió n estéril enfrentar a los filó sofos o los teó logos cuando censuran o defienden la
opció n suicida, porque al fin de cuentas, cada posició n, siendo ló gica, se basa en valores, presupuestos
o creencias ú ltimas sobre las cuales no cabe discutir con sentido, porque nadie ostenta la ú ltima
palabra para todos. La logotanasia es el derecho a morirse sano y consciente sobre el supuesto de la
autonomía de la voluntad. Quienes quisieran censurar, condenar o impedir la logotanasia, arguirían
que atenta contra:

a) el designio divino,
b) la naturaleza,
c) la sociedad,
d) los seres queridos,
e) la moral
f) la ley
Examinémoslas brevemente:

(a) Designio divino. Primero, eso de presumir conocer las ideas y la voluntad del eventual creador del
universo vale só lo para quienes comparten la creencia religiosa en un pretendido designio de ese ser
supremo que condenaría el acto libre de quitarse la vida. Ademá s, lo obligante para un grupo de
creyentes, no tiene porqué serlo para quienes no comparten dicha creencia.

(b) Naturaleza. La naturaleza nos ha hecho mortales, y a los hombres con posibilidades de elegir entre
opciones (salvo limitaciones o coacciones); por lo tanto, una opció n personal humana puede ser
adelantar el propio fin (privilegio que no tiene un herbívoro antes de ser despedazado por carnívoros).
Sería de patoló gica vanidad creer que anticipar voluntariamente mi deceso afectaría al resto del
mundo natural.

(c ) Sociedad. “Un hombre que se retira de la vida no hace dañ o alguno a la sociedad; só lo quizá s
dejaría de producirle bien. Y si esto es una ofensa, es, ciertamente, muy modesta. … y no estoy obligado
a hacer un pequeñ o bien a la sociedad si ello supone un gran mal para mí” (David Hume). Nadie
objetará que primero está la solidaridad conmigo mismo y mis convicciones, luego con quienes se ama,
con la familia y la sociedad.

(d) Seres queridos. Reglamentada la logotanasia, los allegados tendrían oportunidad y tiempo para
disuadir al interesado o comprender sus motivos; incluso entenderían que sería má s reprochable aun
impedirle o forzarlo a actuar conforme a convicciones éticas ajenas. Podría ser reprobable terminar la
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vida cuando en tanto se afecte a quienes nos aman o dependen econó micamente de nosotros, pero el
amor a uno mismo está primero, y sin voluntad de vivir no habrá voluntad de ayudar.

(e) Moral. La moral es el conjunto de normas con las cuales una sociedad exhorta a sus miembros a
comportarse de determinada manera; pero tampoco hay principios morales absolutos (salvo tal vez, el
de “no hacerle dañ o a otro deliberadamente y sin motivo o causa”). Por eso, calificar el quitarse la vida
como un acto inmoral: de cobardía, huida de la realidad, egoísmo, falta conciencia social, exceso de
conciencia social –p. ej. para no perjudicar el sistema colectivo de salud con gastos fú tiles-, o como un
acto de valor, coraje, sensatez, valentía (por sobreponerse al instinto fundamental de conservació n), de
locura, consideració n –o desconsideració n- a quienes se ama para evitarlas la carga de cuidarnos… son
calificaciones morales cuya discusió n a nada conduce. Pero nadie dudará que se trata del acto
supremo de libertad de un ser humano, sobre el que los demá s no pueden aducir ningú n derecho a
intervenir.

(f) Ley. Las leyes humanas son convenciones de forzosa aceptació n promulgadas en contextos
espacio-temporales particulares y basadas en los valores mayoritarios; por tanto, en principio, todas
son modificables. De ahí que no resulte insensato proponer al ente legislador incluir la logotanasia
como una opció n personal permitida e incluso facilitada por los organismos de salud. Ya la eutanasia
legal da por hecho que no es irracional ni ilegal interrumpir artificialmente el curso natural vida-
muerte.

A los anteriores considerandos podríamos agregarle decenas. Solo mencionemos que la racionalidad y
conveniencia de la logotanasia viene apoyada desde los filó sofos epicú reos (...se puede abandonar la
vida cuando esta pierde sentido), los estoicos, cuando la calidad de vida está seriamente amenazada,
como actualmente podría suceder en el posible escenario de una tormenta solar que destruyera toda la
energía eléctrica del planeta, de una guerra nuclear donde “los vivos envidiará n a los muertos”
(Churchill), de una hambruna por cambio climá tico…¿ Valdrá la pena conservar la supervivencia a
cualquier precio, incluso matar por un mendrugo de pan? En tragedias colectivas así, la gente
anhelaría la logotanasia ¿Por qué no, entonces, facilitarla en tragedias individuales?

Para concluir, dos digresiones:

1., Del escritor Juan Goytisolo: “…“Mi decisió n de recurrir a no prolongar inú tilmente mis días obedece
a razones éticas de índole personal. Desaparecida la libido y con ella la escritura, compruebo que ya he
dicho lo que tenía que decir. Tampoco mi cuerpo da para má s. Cada día constato su deterioro y antes
que ese declive afecte a mi capacidad cognitiva prefiero anticiparme a mi ruina y despedirme de la vida
con dignidad”. …”así aseguro el porvenir de los tres muchachos cuya educació n asumo. Me parece
indecente malgastar los recursos limitados de que dispongo, y que disminuyen a diario, en
tratamientos médicos costosos en vez de destinar este dinero a completar sus estudios. Por todo ello,
escojo libremente la opció n má s justa conforme a mi conciencia y respeto a la vida de los demá s”.

2. Cinco personas deciden morir en Bélgica cada día e incluso los menores de edad pueden acabar con
su vida si cuentan con el consentimiento de sus padres y un informe psiquiá trico que lo avale. Eso no
significa que sea un rá pido trá mite administrativo. Para poder estampar su rú brica en el documento
que protege su derecho a morir, Marieke Vervoort tuvo que convencer a un psiquiatra de que su
decisió n no respondía a un estado de ánimo puntual y probar a tres médicos diferentes que los
dolores son tan intensos que no puede vivir con ellos y no hay ninguna esperanza de mejorar.

En Colombia, la eutanasia la decide el médico. Con la logotanasia, la podrá decidir el


individuo adulto con capacidad de discernimiento, y el sistema de salud proporcionará
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los medios convenientes para facilitar el proceso evitando así las opciones cruentas,
traumatizantes y horrendas.

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