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¿Conciencia y vida congeladas?

Por Lic. Mireya Cárdenas Blanco


Centro de Orientación para la vida y la Familia

Me resulta un tanto paradójico y no menos inquietante pensar que


en el mundo en este momento se encuentra un sin número de
embriones congelados, “seres humanos a la espera de una señal
aprobatoria que decida si ya es hora o no de iniciar su desarrollo,
o simplemente seguir a merced de la crio conservación y sus
“propietarios” o al menos poseedores, para tener una destinación
más o menos clara, que los libere de su estado de “congelación.”
Recuerdo los juegos infantiles en los que un participante tocaba al otro y éste
último quedaba congelado hasta que alguien más lo liberara. Parecía solo un
inofensivo juego pero hoy es una lamentable y escalofriante realidad en el
mundo. Millones de seres humanos en “receso”, diferentes generaciones, que
“aguardan el momento oportuno para ser liberados”… a veces ante la
indiferencia de los demás.
¿Qué podríamos pensar o que argumentos serían lo suficientemente
contundentes para frenar esta barbarie? Se tiene aquí un problema
científico, ético, moral y humano que se escurre en los laboratorios y en las
plumas de quienes pretenden legislar a favor o en contra.
Difícil debate, que pone en contienda a la biología, la filosofía, la ética, la
moral y otras ciencias que determinan o abogan su licitud o ilicitud.
Dependiendo de las posturas, que entran en disertación sobre el momento
preciso en el que se inicia la vida y más aún la vida humana. Desde la
biología y apoyándonos en la conclusión de
Ernst Haeckel (evolucionista - materialista) quien afirmó en l876 “
Si bien debemos considerar al espermatozoide como una célula tan real
como el óvulo, y el proceso de concepción como la fusión de ambos, es
preciso considerar a la célula resultante como un organismo nuevo e
independiente. La mezcla de ambas células, es el germen del niño o el
germen del nuevo organismo concebido”
Podemos concluir, que desde el primer momento de fusión de los gametos
femenino y masculino y - en este caso humanos- se da inicio a una nueva
vida humana, que se desarrolla por sí misma, pero, sin embargo requiere
el ambiente y los cuidados externos que le permitan adherirse al medio y
sobrevivir en él. Podemos constatar que esta innegable verdad, es
manejada según los “intereses creados.” Así, mientras quienes legislan y
apoyan prácticas como el aborto, ponen en duda, el inicio de la vida, la
esencia de la especie formada llegando incluso a afirmar que en los primeros
meses de gestación “no hay vida” o que no debe considerarse vida humana,
por cuanto no está la expresión total de la persona. La filosofía, la ética y el
mismo derecho hablan entonces, de la licitud del procedimiento, de la calidad
de persona y los derechos que puede tener el embrión, - la persona misma-
dependiendo de la etapa en la que se encuentre y según se considere.
Resulta no menos que inquietante y absurdo que simultáneamente quienes
practican y defienden otras técnicas como la “fertilización asistida y todos los
métodos de fecundación in vitro, si tienen la “absoluta certeza que su
tratamiento garantiza que “uniendo las dos células germinales” se consiga
un nuevo ser – en este caso humano- y le brinden “artificialmente” todos los
cuidados y la protección que requieren hasta el momento de ser implantados.
Reconociendo ellos mismos sin lugar a vacilaciones que los embriones
fecundados aún en sus inicios son “los hijos de la pareja o de la persona
involucrada”. Y al transferirlos afirman “estos embriones ya están con mami”
<título promocional de una clínica de fertilización asistida y en la que la asistente
dice claramente en el momento de la implantación “ya estos embriones están
con mami” > paradójicamente a una mujer que concibe “naturalmente” se le
dice que aún no es madre, que realmente no se trata de su hijo o cualquier otra
afirmación que reduce el impacto del procedimiento en sí mismo.
Diferentes teorías y argumentaciones saltan a la palestra pero parece que
precisamente en medio de esta sociedad liquida y sus ideas cambiantes,
estamos a merced de los político; y el vacío que ha dejado la falta de
educación de las recientes generaciones, y la práctica de valores como la auto
estima, el auto conocimiento y el auto control que ayudan en el ejercicio de la
castidad; han permitido que la advertencia que hacía Pablo VI en la Encíclica
Humanae Vitae, ya sea una realidad y por eso son los gobernantes de turno,
quienes reglamentan la licitud de métodos que reduzcan la población mundial y
no vacilan en “favorecer aconsejar y reglamentar practicas anti conceptivas,
abortivas, de eutanasia, e incluso dejen vació crasos frente al tema de los
embriones congelados.
El Papa Pablo VI, en la Enciclica Humanae Vitae; recomienda desde entonces:
Reflexiónese también sobre el arma peligrosa que de este modo se llegaría a poner en las
manos de autoridades públicas despreocupadas de las exigencias morales. ¿Quién podría
reprochar a un gobierno el aplicar a la solución de los problemas de la colectividad lo que hubiera
sido reconocido lícito a los cónyuges para la solución de un problema familiar? ¿Quién impediría a
los gobernantes favorecer y hasta imponer a sus pueblos, si lo consideraran necesario, el método
anticonceptivo que ellos juzgaren más eficaz? En tal modo los hombres, queriendo evitar las
dificultades individuales, familiares o sociales que se encuentran en el cumplimiento de la ley
divina, llegarían a dejar a merced de la intervención de las autoridades públicas el sector más
personal y más reservado de la intimidad conyugal.
Por tanto, sino se quiere exponer al arbitrio de los hombres la misión de engendrar la vida,
se deben reconocer necesariamente unos límites infranqueables a la posibilidad de dominio del
hombre sobre su propio cuerpo y sus funciones; límites que a ningún hombre, privado o revestido
de autoridad, es lícito quebrantar. Y tales límites no pueden ser determinados sino por el respeto
debido a la integridad del organismo humano y de sus funciones, según los principios antes
recordados y según la recta inteligencia del "principio de totalidad" ilustrado por nuestro predecesor
Pío XII [21].

Asistimos entonces o somos partícipes, - a veces mudos- de un degradante


espectáculo social que va marginando o relegando las opiniones y personas
que pretendan andar en contravía de los atropellos a la humanidad, mientras
se aboga por sus “nuevos derechos y con sofismas ideológicos muy bien
patrocinados, se va adelante dañando y lesionando profundamente el germen de
la vida y la familia.”

Es paradójico contradictorio y por momentos hasta ilógico y demencial, que


mientras se abogan, descubren y proclaman nuevos derechos, estos vayan
precisamente en detrimento de la persona. Podemos hablar de innegable
verdad científica, hoy cuando todo ha entrado en un relativismo craso y singular
que da campo para todo y todos los gustos con sus innumerables variaciones.
Y no hablamos de la necesidad de aceptar y dar cabida, hablamos de esos
“nuevos paradigmas, que van desplazando los existentes, y las verdades “otrora
indiscutibles desde la ciencia” ahora solo parecen una teoría más sin piso y a
juicio de los nuevos “eruditos” sin valor y en detrimento.
El artículo tres de la Declaración Universal de los Derechos humanos, dice:
“Todos tenemos el derecho a la vida y a vivir en libertad y con seguridad”.
Y ésta afirmación que es tan clara, demostrable y contundente, ya que si se
niega el derecho a la vida, todos los demás derechos quedan relativizados- se
pretende manipular o acomodar dependiendo de las circunstancias y los
objetivos que se persigan.

Gira en mi pensamiento y me parece inaudito la era de “avances en la que


vivimos” parece una alocada carrera en la que las personas en individual y
colectivo quieren ganar posiciones y ventajas en cuanto a sus títulos de
–“avanzado, mente abierta, visionario futurista, en fin, apelativos todos que
quieren mostrar una persona que va a la vanguardia y al primer lugar en los
avances, pero es bueno preguntarnos ¿a costa de qué? ¿Cuál es el precio que
debe pagar la humanidad para que unos cuantos llamados de avanzada
pretendan llevar la humanidad lanza en ristre?
Dios mío, ¿es posible tanta barbarie? El tema en cuestión aquí es la vida
humana, si bien en la categoría de los seres vivos hay diferentes niveles de
acción y reacción, determinadas por sus más o menos complejos mecanismos y
modos de interactuar con el ambiente, hoy parece que no se distingue entre una
bacteria, un protozoo, un hongo un animal o un humano… para cada grupo hay
aficionados que defienden a capa y espada las bondades de sus propios
gustos sin respetar las jerarquías propias, necesarias e indiscutibles de cada
una de sus categoría, hoy es tan “natural, de moda, moderno, en tendencia,
humanizar una mascota, como negar la dignidad de la persona humana, y dar
categorías superiores incluso a la especie animal en detrimento de la vida
humana, y racional. Si bien es cierto que algunos humanos dejan mucho que
desear por sus actitudes y comportamientos, no se puede generalizar ni negar
la condición humana a -seres vivos - originados a partir de dos células
humanas y vivas con una categoría de ADN, humana, y con características y
dignidad intrínsecas que le vienen precisamente del hecho de ser creadas a
imagen y semejanza de Dios.
Es preciso que nosotros los llamados cristianos católicos continuemos en
constante formación que nos ilumine y capacite para abordar y afrontar sin
miedo estas temáticas, y que podamos ser una luz en medio de la obscuridad,
para que no se sigan produciendo “seres humanos a la carta” o haciendo
“mejoras personales”, con tratamientos posteriores, para “cambiar de sexo o
especie y dando espacio a toda suerte de “trans”
Es necesario encontrar argumentos científicos y legales, que detengan esta
barbarie este desenfrenada carrera hacia la extinción de la especie humana.
Por eso considero que es inaudito pretender banalizar o desprestigiar a
capricho personal la persona humana. O darle significado y valor de acuerdo
con el lugar la etapa, o la condición en que se encuentre.

Es urgente continuar sin desfallecer en esta lucha para alcanzar una ética
racional que nos permita “descongelar nuestra conciencia individual y colectiva y
entender el ser humano como obra maestra de la creación.
Centro de Orientación para la vida y la Familia
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