Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
(Síntesis de 29)
Presentación
El presente trabajo pretende servir como elemento de reflexión para todos los
ciudadanos y como factor de formación para la conciencia ilustrada de los
católicos.
Este documento aborda la eutanasia sin rehuir ni ocultar los argumentos de sus
partidarios; sin omitir los puntos de vista más conflictivos; sin silenciar los
temas más polémicos, pues creemos que la sociedad -los católicos y quienes
no lo son- puede y debe dedicar un tiempo razonable a reflexionar y lo
formarse antes de emitir un juicio sobre cuestión de tal relevancia.
En nuestro tiempo crecen sentimientos de ideas muy acordes con la idea de
hombre, de justicia y de derechos humanos que subyace en este trabajo, pero
a la vez se imponen en nuestras sociedades prácticas incompatibles con la
dignidad humana, y por eso se presenta esta reflexión, para poder dar la
postura de la Iglesia ante esta realidad.
I. Terminología
1. ¿Qué es la eutanasia?
Sin embargo, esta palabra ha adquirido desde antiguo otro sentido: procurar la
muerte sin dolor a quienes sufren. Término ambiguo puede significar realidades
no sólo diferentes, sino opuestas profundamente entre sí, como el dar muerte
al recién nacido deficiente para que no sufra una vida penosa, la ayuda al
suicida, la eliminación del anciano que se cree no vive ya una vida digna, la
abstención de dar tratamientos dolorosos o inútiles para alargar una agonía sin
esperanza humana de curación del moribundo, etc.
Aun cuando se pongan todos de acuerdo con que la eutanasia sea causarle la
muerte a otro con su consentimiento o no, para evitarle dolores insoportables,
algunos estarían a favor de ella porque interpretan la vida humana como no
merecedora de ser vivida sino en condiciones de plenitud, cuando la vida es un
bien superior un derecho, donde no es decisión de otros ni de uno mismo la
fecha de término de la misma.
La distanasia (del griego “dis”, mal, algo mal hecho, y “thánatos”, muerte),
consiste en retrasar la llegada de la muerte todo lo posible, por todos los
medios, aunque no haya esperanza alguna de curación y aunque eso
signifique infligir al moribundo unos sufrimientos añadidos a los que ya padece,
prolongando la vida sólo unas horas o días.
9. ¿Qué es la ortotanasia?
Es una palabra creada para definir la buena muerte, que se supone significa la
eutanasia, pero que actualmente esta última significa una forma de homicidio.
El dolor -físico o moral- está presente de forma habitual en todas las personas
de todos los tiempos. Quien dice sí a la vida, dice sí al dolor. El sufrimiento es
el aspecto subjetivo del dolor.
Por tanto, el dolor y la muerte no son obstáculos para la vida, sino dimensiones
o fases de ella, que hay que aceptarlos.
Es instintivo huir del dolor, porque el hombre fue creado para ser feliz. Por eso
se da una aversión ante lo que atenta su felicidad y huye por instinto del dolor y
de lo que se lo causa. Sin embargo, si sólo vivimos para evitar el dolor a toda
costa, se provoca más sufrimiento porque esta actitud acaba volviéndose
contra los que la mantienen, porque supone negar una parte de la realidad del
hombre. Además, convertir la ausencia del dolor en el criterio preferente puede
llevar a legitimar homicidios -bajo el nombre de eutanasia- y a privar a la
persona moribunda del efecto humanizador que el mismo dolor puede tener.
Es natural sentir miedo a una muerte dolorosa, como es natural tener miedo a
una vida sumida en el dolor. Si esta aversión se lleva al extremo entonces la
huida del dolor se convierte en valor absoluto.
Este miedo a morir de modo doloroso y dramático puede ser tan intenso que,
conduce a desear la muerte misma como medio de evitar tan penosa situación.
Este es, de hecho, el principal argumento para los defensores de eutanasia.
Sin embargo, cuando un enfermo que sufre pide que lo maten, en realidad está
pidiendo que le alivien los padecimientos, tanto los físicos como los morales: la
soledad, la incomprensión, la falta de afecto y consuelo en el trance supremo.
Si el enfermo recibe alivio físico y consuelo psicológico y moral, deja de
solicitar que acaben con su vida.
La medicina paliativa ha existido siempre, porque tiene que ver con el trato
digno que se debe tener hacia los pacientes que ya no tienen cura. La
alternativa a la eutanasia es el respeto a la vida y el acompañar el sufrimiento
humano, que a veces es más psíquico que físico.
No. Porque cuando lo único que se puede hacer por el enfermo terminal es
tratar el dolor y el medicamento para aliviarlo tiene el efecto secundario de
acortar su vida, no es una forma de eutanasia, porque su propósito es paliativo
no el de destruir esa vida. Los avances médicos son muchos que esto casi no
sucede ya.
Nada de eso tiene que ver con la eutanasia, que es provocar la muerte de un
semejante, por muy compasivas que sean las motivaciones. Porque la
eutanasia es siempre ajena a la noción de dignidad de la persona humana.
Las personas y los grupos que apoyan una legislación eutanásica constituyen
una minoría en relación con el conjunto de la sociedad. Pero esto no quiere
decir que en un futuro no pueda aumentar esta proporción, porque es
perceptible que están en marcha campañas de influencia sobre la opinión
pública en este sentido.
Cuando a Cristo se le preguntó por alguna de las facetas del dolor, no dijo
mucho, sólo explicó que no era un castigo divino. Más hizo algo mejor que dar
una explicación, él mismo sufrió el dolor total en la Cruz convirtiendo ese dolor
y esa muerte, por la Resurrección, en la Buena Nueva, dándole el máximo
sentido: ese dolor atroz hasta la muerte es el máximo bien de la Humanidad y
dio sentido al hombre, a la historia y al universo.
Por lo que, nosotros como cristianos, podemos imitar a Cristo: decir pocas
palabras sobre el dolor, pero vivir la experiencia de encontrarle sentido,
convirtiéndolo en fuente de amor y de superación de uno mismo, uniendo
nuestros sufrimientos a los de Cristo. Y, también podemos recordar las
promesas del Evangelio en las Bienaventuranzas: bienaventurados los que
sufren, los pobres, los que lloran, los que tienen hambre y sed, los
perseguidos, porque de ellos es el Reino de los Cielos, el consuelo, la paz,
verán a Dios…
Como Iglesia, también se trata de imitar a Cristo, que no teorizó sobre el dolor:
amó y consoló a los que sufren y Él mismo sufrió hasta la muerte, y muerte de
cruz. Por lo que, ella no elabora teorías sobre el dolor, más aporta a la
Humanidad una vocación de donación preferente hacia los que sufren.
Aunque en algunos casos, los que promueven la Eutanasia dicen hablar por sí
mismos, como personas que no le encuentran el sentido a su vida porque ya
sólo están postrados en cama y esperando el día de su muerte.
Hace falta volver a Dios, al orden social. Porque, algo que puede parecer súper
justificado para provocar la eutanasia (aunque no hay justificación alguna),
puede provocar el movimiento de normalizar el hecho y provocar la muerte de
gente inocente. Como pasó en Alemania Nazi, donde una abuela pide la
muerte de su nieto (un niño ciego, impedido mentalmente y con sólo dos
miembros en el cuerpo), y después se genera una ley donde se tiene que dar
aviso al gobierno de todos los niños que nacen con algún defecto para darles
muerte, aún cuando los padres querían conservar la vida de sus hijos.