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Generar cambios en el pensamiento

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El Espectador

Artificialmente inteligente

El ChatGPT, por ejemplo, no es una herramienta para aumentar el riesgo del


plagio. Al contrario, puede significar una importante oportunidad para abolir
los extensos, pesados e inoficiosos trabajos.

Rogelio Gutiérrez P.*


28 de agosto de 2023
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El ChatGPT, por ejemplo, no es una herramienta para aumentar el riesgo del


plagio. Al contrario, puede significar una importante oportunidad para abolir
los extensos, pesados e inoficiosos trabajos.

Hace un par de meses asistí a una discreta conferencia sobre los retos que
enfrentaría un profesor de educación superior ante los avances y desarrollos de
la transformación digital. Digo discreta porque el título de convocatoria
prometía tratar sobre los desafíos del profesor actual frente a los desarrollos de
la inteligencia artificial (IA), y pensé que, por ser profesores los integrantes
del público objetivo, la exposición no se limitaría a recrear definiciones
básicas ni a compartir el asombro por los insospechados desarrollos de esta
cuarta revolución industrial. El desconsuelo se completó cuando una de las
opciones propuestas para enfrentar las amenazas de la IA podía consistir en
hacer preguntas al ChatGPT, para que los estudiantes descubrieran errores en
sus respuestas.
El enfoque -que ya lo he escuchado en varios medios educativos- repetía los
mismos yerros que tienden a catalogar como peligros potenciales, a los
cambios y las circunstancias resultantes de muchos avances tecnológicos
globales. La verdad es que lo indeseable no viene implícito en sus impactos,
sino en la manera como los afrontamos (“…radica en el arquero, y no en la
flecha”, diría el adagio popular).

Porque si tanto insistimos en que el imperativo clave para el éxito de la


transformación digital no radica tanto en lo tecnológico, sino en lo cultural,
pues los grandes esfuerzos para su asimilación no deben enfocarse a
determinar sus limitaciones, sino a generar cambios en el pensamiento y
actuar de las personas.

La IA no puede ser un riesgo para un sistema educativo verdaderamente


centrado en el alumno; por el contrario, es un novedoso complemento que les
permitirá a él y a sus tutores centrarse en el objetivo final que debe tener la
información: proporcionar conocimiento. Ese conocimiento explícito, unido a
los factores socioemocionales, constituye la base de la toma de decisiones y la
asimilación de realidades. Y ese no es proceso algorítmico, como no lo son
todos los procesos de los individuos ni de las organizaciones. Por ello su
alcance tampoco debe ser sobredimensionado (la calculadora no acabó con la
aritmética, ni los afinadores electrónicos con el oído musical).

Antes que atrincherarse y alertar sobre los peligros de la IA en la educación,


es prioritario revisar aquellas malas prácticas y convicciones que caracterizan
nuestro actual sistema educativo, que son en buena parte quienes han
ocasionado los graves problemas que lo aquejan, como lo son la deserción, la
baja demanda y el negativo aporte al deterioro de la salud mental de muchos
alumnos, entre otros.

El ChatGPT, por ejemplo, no es una herramienta para aumentar el riesgo del


plagio. Al contrario, puede significar una importante oportunidad para abolir
los extensos, pesados e inoficiosos trabajos, que a falta de objetivos
propositivos o una apropiada retroalimentación de su contenido se convierten
en mecanismos de “exigencia académica”, que sustrae el tiempo del
estudiante, pero no logran generar en él la interiorización y aplicabilidad como
resultados.

*MBA DBA. Consultor internacional. Máster en gestión de empresas de la


Universidad Ramón Llull de Barcelona. rgpconsultores@outlook.com.

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