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La exploración neurológica tiene un esquema claro en el que hay que tener en cuenta, de
forma secuenciada y ordenada, los siguientes aspectos:
Aplicando aquí el concepto clásico de Barkley (1998) para las disfunciones neurocognitivas
cualquier exploración clínica tiene 3 ejes fundamentales: la entrevista clínica, el examen
médico y la medición cualitativa cognitivo-comportamental. Todos estos elementos de la
exploración clínica son fundamentales. Tras el análisis del problema y la valoración de los
antecedentes del desarrollo psicomotor -y su influencia sobre la situación actual- pasamos a la
exploración general. En todos los casos ha de emitirse una opinión sobre el desarrollo
neuromotor, empleando las escalas desarrolladas para tal fin, sobre el movimiento y sus
alteraciones y finalmente no podemos olvidar la evaluación neurocognitiva.
Las formas de obtener la información por el pediatra en el niño desde la etapa preescolar
hasta la adolescencia se basan principalmente en el diálogo, en el juego y en el dibujo. En el
primero de los casos, si bien el diálogo tradicional “cara a cara” o entrevista es el más
empleado no deja de ser interesante aplicar a veces un diálogo “imaginario” a través de
marionetas u otras estrategias que permitan rescatar la información del niño.
Revisión por aparatos y sistemas: se debe buscar síntomas que sugieran una causa e incluyen
Ojo rojo o síntomas visuales (halos, visión borrosa): glaucoma agudo de ángulo estrecho
Déficits campimétricos, diplopía o visión borrosa: migraña ocular, lesión ocupante cerebral o
hipertensión intracraneanea idiopática
Lagrimeo y rubor facial: cefalea en racimos
Rinorrea: sinusitis
Mialgias o cambios visuales (en los individuos > 55 años): arteritis de células gigantes
Antecedentes personales: se deben identificar factores de riesgo para cefalea, que incluyen la
exposición a fármacos, el consumo de sustancias (sobre todo cafeína) y las toxinas (ver Causas
de cefalea secundaria); una punción lumbar reciente, los trastornos con inmunosupresión o el
uso de agentes IV (riesgo de infección), la hipertensión (riesgo de hemorragia cerebral), el
cáncer (riesgo de metástasis encefálicas) y la demencia, el traumatismo, la coagulopatía o el
uso de anticoagulantes o etanol (riesgo de hematoma subdural).
Los antecedentes familiares y sociales deben incluir cualquier antedente familiar de cefaleas,
sobre todo porque es posible que algunos miembros de la familia presenten una migraña que
no ha sido diagnosticada.
Para agilizar la recolección de datos, los médicos pueden pedir a los pacientes que llenen un
cuestionario de cefalea que cubre la mayor parte de la historia clínica relevante pertinente al
diagnóstico de la cefalea. Los pacientes pueden completar el cuestionario antes de su visita y
traer los resultados con ellos.
Examen físico
Se miden los signos vitales, incluida la temperatura. Se registra el aspecto general (p. ej., si está
inquieto o tranquilo en una habitación oscura). Se realiza un examen general, enfocado en la
cabeza y el cuello, y un examen neurológico completo.
Se inspeccionan los ojos y la región peri orbitaria para detectar lagrimeo, rubor e inyección
conjuntival. Se evalúa el tamaño de las pupilas y las respuestas a la luz, los movimientos
extraoculares y los campos visuales. Se controlan los fondos de ojo para detectar pulsaciones
venosas espontáneas y edema de papila. Cuando los pacientes presentan síntomas visuales o
alteraciones oculares, se mide la agudeza visual. Cuando las conjuntivas están rojas, se
examina la cámara anterior y la córnea con una lámpara de hendidura siempre que sea posible
y se mide la presión intraocular.
b) Epilepsia
Rendimiento escolar
Alteraciones conductuales
Patología psiquiatría
Epilepsia
Patología psiquiátrica
Para conseguir una información completa, la mayoría de las veces necesitaremos que el
paciente venga acompañado de alguien que haya observado sus crisis y que conozca detalles
de la infancia y el periodo neonatal. Conviene insistir en este punto e intentar contactar de
alguna manera con estas personas porque muchas veces los testigos de las crisis aportan
información, que es imprescindible tanto para el diagnóstico diferencial de epilepsia como
para el diagnóstico del tipo de epilepsia. El enfermo no siempre es consciente de que tiene
crisis y en la mayoría de los casos no sabe lo que ocurre durante las mismas, y además es
frecuente que no tenga toda la información sobre la etapa perinatal e infantil.