Está en la página 1de 141

La salud emocional

Qué es y cómo alcanzarla

Alicia López Blanco

Colección
Psiquiatría, Psicología y Psicoanálisis

www.librosenred.com
Dirección General: Marcelo Perazolo
Diseño de cubierta: Stefanie Sancassano
Diagramación de interiores: Guillermo W. Alegre

Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, su tratamiento


informático, la transmisión de cualquier forma o de cualquier medio, ya sea
electrónico, mecánico, por fotocopia, registro u otros métodos, sin el permiso
previo escrito de los titulares del Copyright.

Primera edición en español en versión digital


© LibrosEnRed, 2013
ISBN 978-1-62915-073-4
Una marca registrada de Amertown International S.A.

Para encargar más copias de este libro o conocer otros libros de esta colección
visite www.librosenred.com
Índice

Agradecimientos 9

A modo de presentación 10

Introducción 11

Capítulo 1 - La respuesta emocional 14

Motivación y emoción 15

La emoción como energía 17

Capítulo 2 - Inteligencia y salud emocional 19

Inteligencias múltiples 19

Inteligencia emocional 22

Salud emocional 23

Capítulo 3 - El universo afectivo 27

Las emociones 27

Las emociones básicas 29

El bienestar emocional 31

Capítulo 4 - Sentimientos y pasiones 33

Los sentimientos 33

Las pasiones 34

Pasiones constructivas 34

Pasiones destructivas 37
Capítulo 5 - La expresión de las emociones 42

¿Naturaleza o cultura? 42

Tecnología y nuevas formas de expresión emocional 44

La represión de las emociones 46

Capítulo 6 - El lenguaje corporal de las emociones 49

Las expresiones faciales 49

El tono e intensidad de la voz 51

Formas de contacto 51

Lo que expresan las manos 53

Capítulo 7 - La postura corporal 55

La postura corporal y la expresión de los afectos 56

Actitudes corporales 58

La marcha reveladora 59

Actividad de autoconocimiento: la emoción en el cuerpo 61

Capítulo 8 - El sustrato orgánico de la emoción 63

El cerebro emocional 64

La corteza cerebral 65

La integración de los dos cerebros 65

Los hemisferios cerebrales y las emociones 67

Las moléculas de la emoción 70

La oxitocina 72

Investigaciones reveladoras 73

Adicción a las propias emociones 74


Capítulo 9 - Enojo 76
El enojo 76
La ira y la salud 79
La violencia 79

Capítulo 10 - Estrategias para neutralizar la ira 81


Comprensión del mecanismo 81
Evitación del estímulo 82
Redireccionar la energía 82
Reemplazo de la reacción 83
Expresión asertiva 84
Transformación de la energía 86

Capítulo 11 - Tristeza 89
Depresión 90
Depresión y salud 91
Duelos saludables 91

Capítulo 12 - Estrategias para elaborar las pérdidas 94


Prevención ante lo previsible 94
Pedir ayuda y compartir 94
Escuchar las propias necesidades 95
Entrenar el cambio 96

Capítulo 13 - Miedo 98
El miedo 98
Ansiedad 100
Pánico 101
Capítulo 14 - Estrés 103
El estrés 103
Fases del estrés 105
Teoría transaccional del estrés 106
La resiliencia 107
Autoestima y estrés 108

Capítulo 15 - Estrategias para el alivio del estrés 112


La prevención 112
Escuchar y atender al cuerpo 113
El manejo del tiempo 117
Cuidar la mente 118

Capítulo 16 - Alegría 122


La alegría 122
La felicidad 124
Filosofía griega y felicidad 126
Freud y la felicidad 127
Salud emocional y felicidad 130
Algunas reflexiones personales sobre la felicidad 131
Alcanzar la felicidad 132

Epílogo 134

Bibliografía 136

Acerca de la autora 140

Editorial LibrosEnRed 141


A la memoria de Mabel Blanco, mi madre.
Por la poesía, los cuentos, la danza,
la música y el estímulo sensible.
Agradecimientos

A Claudia López Blanco, su incondicional apoyo,


paciencia e impecables sugerencias en la revisión
y corrección de este libro.
A Eleonora Biaiñ, sus excelentes aportes a los
contenidos.
A Marcela Luza y Emilce Paz, su renovada
confianza en mi persona.
A mis pacientes, por ser permanente fuente de
inspiración.
A modo de presentación

Conócete a ti mismo es una máxima ancestral del oráculo de Delfos,


que encontramos en la antigua Grecia. La ignorancia, por otra parte es
considerada causante de sufrimiento en tradiciones religiosas como el
budismo. La salud emocional es un libro contemporáneo, sustentado
en hallazgos científicos, que nos da pautas para conocer nuestra propia
psique y, en particular, nuestro mundo emocional. Alicia López Blanco
equipara el autoconocimiento y adecuado manejo de las emociones con
la salud mental. La autora nos conduce, de manera clara y amena, por los
diversos sentimientos y estados que experimentamos día a día como enojo,
ira, tristeza, miedo y estrés con el fin de que podamos identificarlos. A
la vez, nos proporciona estrategias sencillas y factibles de aplicar para su
manejo adecuado. Aborda las pérdidas, experiencia frecuente a la que nos
enfrentamos los humanos, ya sea de personas, situaciones u objetos y que
nos producen gran desasosiego y sufrimiento. A este respecto, nos muestra
cómo elaborarlas.
No tengo duda de que este libro será de gran utilidad para muchos
lectores que estén buscando alcanzar una salud emocional satisfactoria y
que requieran de una guía confiable y fácil de seguir.

Dra. María Asunción Lara Cantú 1

1 Autora de ¿Es difícil ser mujer? Una guía sobre depresión. Profesora de la Facultad de
Medicina, integrante del padrón de tutores de la Facultad de Psicología de la Universidad
Autónoma de México e investigadora del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la
Fuente Muñiz”, México.

10

LibrosEnRed
Introducción

Caminando despacio, pensó en este sentimiento que le llenaba por completo.


Razonó hondamente, se dejó deslizar como a través de unas aguas profundas,
se dejó caer hasta el fondo de ese sentimiento,
hasta allí donde se encuentran las causas.
Creía que comprender las causas era precisamente pensar,
y que solo a través de la razón
los sentimientos pueden convertirse en comprensión,
es decir que no se pierden,
sino que se transforman en sustancias y empiezan a derramar su contenido.
Herman Hesse, Siddartha

Cuando contaba apenas cinco años, mi mamá me llevó a un estudio de


sonido porque quería regalarle a mi padre, en su día, la grabación de una
poesía recitada por mí. El resultado fue un disco de pasta desde el cual, con
voz balbuceante y temerosa, se me escuchaba decir:
No dicen las palabras,
papá, cuánto te quiero.
Ni tampoco lo dice
la música del verso.
Que amor habla un idioma
purísimo y secreto,
idioma de suspiros
con música de besos.
Si quieres escucharlo
acércate a mi pecho,
que el corazón te diga
lo mucho que te quiero.
Germán Berdiales, “A mamita”.

Había recitado este poema desde más pequeña aún, y solo de grande
me enteré de que, en realidad, estaba dedicado a la madre y no al padre
como mi mamá me había hecho creer. Del otro lado del disco grabé otro:
“Ya dice tata mi chango” de José Ramón Luna.

11

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

Mi chango ya dice tata,


ya dice tata mi chango,
estirándome los brazos
y alumbrándome la cara.
Hay otra luz en el cerro
y otro canto en la quebrada
y en mi rancho, canto y flor,
mi chango ya dice tata.
José Ramón Luna,
“Ya dice tata mi chango” (fragmento).

En ambos, el amor filial era el protagonista. En ambos, para dar


cuenta del sentimiento, los poetas habían recurrido a imágenes, metáforas
y analogías porque, como bien afirmó Germán Berdiales en el primero de
los poemas, “No dicen las palabras”, que es lo mismo que decir que las
palabras no bastan para dar cuenta de la profunda sutileza del sentir, del
torbellino de sensaciones inundándolo todo, del dolor en la alegría, de la
tristeza en el encuentro.
Aun así, para poder acceder a un conocimiento del universo de los
afectos es necesario ponerle palabras, sabiendo que serán insuficientes, que
nada de lo que pueda decirse podrá atrapar completamente sus veladas
formas, sus complejos matices, sus sombríos despertares o sus sinuosos
recorridos. Que sonarán frías, distantes, atravesadas por una carencia
esencial.
Solemos brindar atención a todo lo relacionado con nuestros intereses,
pero no es habitual que nos detengamos a percibir el vibrar de nuestro
cuerpo, a observar cuáles son los pensamientos con que respondemos
automáticamente ante determinados estímulos, o cuál es la relación que
guardan ambos procesos con nuestro accionar. El “estar atento” implica
estar en el “aquí y ahora” del fenómeno, no como observadores distantes
sino como protagonistas conscientes de la vivencia, involucrados en ella con
todo nuestro ser.
Si las emociones nos dominan, no somos capaces de mantener la calma,
ni la capacidad de razonar, a la hora de enfrentar o resolver situaciones:
significa que no estamos ejerciendo el control sobre nosotros mismos. Esto
actúa en detrimento de nuestra salud, la satisfacción personal y los vínculos.
Nuestro guión emocional se representa en el escenario cuerpo/mente:
si evaluamos algo como amenazante, el cerebro dará la orden al organismo
a fin de que se active preparándolo para la lucha o la huida pero, si de

12

LibrosEnRed
La salud emocional

pronto nos percatamos de que la amenaza no era tal, nos calmaremos. Esto
deja en evidencia la estrecha ligazón entre pensamiento y emoción pues,
según cómo interpretemos un hecho, será el afecto que se despierte.
Poseer salud emocional implica saber reconocer nuestras emociones;
sentirnos cómodos al expresar nuestro sentir, y hacerlo en forma apropiada;
poseer la habilidad para percibir las emociones y los sentimientos de los
otros; e interactuar de manera empática.
Obtendremos mayor poder sobre nuestras propias vidas cuanto más
conocimiento tengamos acerca de la realidad interior y exterior en la
que estamos involucrados, y cuanto más logremos integrar pensamiento,
sentimiento y acción.
Con el fin de facilitar este proceso he intentado, en este libro, atender
ambos aspectos, aun sabiendo que el resultado estará regido por la ley que
atraviesa toda existencia: la imposibilidad de ser satisfecho plenamente.
Por un lado, la propuesta constituye una invitación a recorrer el universo
de los afectos en general y, en particular, el del mundo de las emociones, su
lenguaje, sus mecanismos e imbricadas relaciones. Para esto me he abocado,
especialmente, al desarrollo de cuatro de las emociones básicas que, a mi
parecer, contribuyen especialmente a la salud emocional: enojo, tristeza,
miedo, alegría, y sus variables. Por otra parte, he incluido actividades de
autoconocimiento y estrategias que podrán ayudar al lector a reconocer sus
propios patrones emocionales, evaluar si estos le resultan o no funcionales a
los fines de experimentar bienestar y salud, tomar conciencia de sus estados
afectivos, y registrar los cambios que necesita realizar para sentirse mejor.
Si entramos en contacto con nuestro mundo emocional aprenderemos
a registrar e integrar sentimiento, pensamiento y acción. Ese tránsito hacia
la coherencia personal es el que posibilitará la identificación de los cambios
que necesitamos realizar para mejorar nuestra calidad de vida y elevar la
medida del propio bienestar, hecho que, además, repercutirá positivamente
en nuestro entorno.

13

LibrosEnRed
Capítulo 1 - La respuesta emocional

La frondosidad de los fenómenos afectivos es como un bosque,


en donde siempre hay sorpresas y zonas intransitadas.
Enrique Rojas

Isabel compartía con amigos un elegido encuentro en un restaurante.


Se sentía tranquila y contenta. Había pasado un sábado apacible en el
que nada la había perturbado. Cuando el mozo se acercó a la mesa para
alcanzar la carta con el menú, ella le solicitó que, cuanto antes, le trajera
una botella de agua gasificada pues debía tomar un remedio. A los po-
cos minutos el empleado retornó para tomar el pedido sin traer el agua.
Isabel le preguntó por ella pero él, mirando hacia otro lado, no pareció
registrar sus palabras. Sintiendo la furia crecer por el cuerpo, lo increpó
con un modo en extremo desagradable recriminándole, con tono enérgi-
co y elevado, su falta de atención, su escaso sentido de la responsabilidad
y su ineficiente servicio. Cuando el mozo se alejó, ella continuó expre-
sando su molestia con mucha vehemencia, incomodando a su marido y
a los amigos, y creando un ambiente de tensión en medio de una velada
especialmente diseñada para pasar un rato distendido y placentero.

Las emociones son respuestas súbitas a estímulos que, por alguna


razón, evaluamos relevantes en relación con nuestros intereses. Son
reacciones derivadas de las evaluaciones automáticas que realizamos ante lo
que nos acontece. El diferente grado de fuerza y duración varía en función
del motivo que provocó su aparición.
Los sentimientos y los pensamientos se influyen recíprocamente, la
calidad y la intensidad de lo que sentimos dependen de lo que pensemos
respecto de los otros o de un acontecimiento determinado y, viceversa,
lo que sentimos con relación a alguien o a algo va a afectar nuestro
discernimiento respecto a eso. Por esta razón, si aprendemos a modificar
nuestro pensamiento girándolo de lo negativo a lo positivo, vamos también
a producir un cambio en nuestro campo emocional.
El acontecimiento que estimuló en Isabel su reacción no provocaría
la misma respuesta en cualquier persona y cuesta entender, a primera
vista, por qué despertaría una conducta tan violenta un hecho que,

14

LibrosEnRed
La salud emocional

mirado objetivamente, tiene una significación menor. En primer lugar,


la interpretación que ella realizó respecto de la acción del camarero fue,
sin lugar a dudas, negativa. Tomó su falta de atención como algo dirigido
hacia su propia persona. Otra evaluación posible hubiera sido pensar que el
hombre se encontraba distraído por algún otro suceso, con lo cual bastaba
con pedirle en tono más enérgico que le alcanzara el agua, y allí hubiera
terminado el episodio.
Como se trata de una paciente a la que conozco muy bien, sé que su
modalidad de respuesta deriva de un entrenamiento iniciado en etapas muy
primarias de su desarrollo, y que su extrema reactividad constituye en ella
un rasgo de personalidad y, por ende, un patrón usual de comportamiento
que le trae bastantes inconvenientes en sus relaciones interpersonales. Si
no supiera eso, otra cosa que podría inferir de su conducta sería que Isabel
probablemente estaba atravesando por una situación coyuntural que le
provocaba estrés, estado que podría también explicar su hiperreactividad.
La forma en la cual cada uno experimenta las emociones es subjetiva;
depende de vivencias anteriores, de aprendizajes, del carácter y también del
momento que se esté atravesando. Algunas de las reacciones fisiológicas y
conductuales que desencadenan las emociones son innatas, mientras que
otras se adquieren y desarrollan en el marco de la cultura, entendida esta
como el conjunto de saberes, creencias, tradiciones, costumbres, lengua y
conductas, que comparten y transmiten los miembros de una sociedad.
A Isabel su enojo le provocó no solo un malestar subjetivo sino que,
como su marido se sintió molesto, tanto por el mal trato infligido por ella al
mozo como por generar incomodidad en la velada, terminó teniendo con
él una de sus habituales discusiones referidas a su “mal carácter”. En su caso
se trata de un patrón conductual reiterado: sus emociones suelen dominar
sus acciones afectando su calidad de vida y la de su entorno.

Motivación y emoción
Las emociones y las motivaciones constituyen los dos procesos
psicológicos responsables de nuestra adaptación, tanto a las exigencias
del medio interno como del externo. Ambos afectan a los demás ítems
relacionados con la actividad humana de atención, memoria, pensamiento,
aprendizaje y conducta.
El vocablo “motivación” deriva del latín motus y significa “movimiento”.
Implica una movilización desde dentro hacia fuera de nosotros mismos,

15

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

con el objetivo de aprehender una realidad a la que nos encontramos


íntimamente ligados por razón de nuestros intereses. La motivación, que
nos induce a la acción, puede ser intrínseca, si el estímulo proviene desde
nuestro interior, y extrínseca cuando procede del exterior.
La motivación es lo que le da energía y dirección a la conducta,
provocando determinado comportamiento o modificando uno ya
existente. Desde el punto de vista psicológico, el comportamiento siempre
es motivado, sea que esté dirigido hacia un objetivo previamente fijado
o no.
En términos generales nos sentimos motivados a dirigirnos hacia
metas relacionadas con satisfacer necesidades o realizar deseos que, solo a
los efectos de ordenar el panorama motivacional, podrían agruparse en las
siguientes categorías:

• Fisiológicas primarias: respirar, calmar la sed y el hambre, descansar,


dormir, reproducirse.
• Fisiológicas secundarias: protegerse del peligro y las inclemencias del
tiempo; satisfacer el deseo sexual; delimitar un territorio.
• Afectivas: establecer contacto corporal; construir una red afectiva de
contención; dar afecto y que sea retribuido por parte de los otros sig-
nificativos; cuidar; proteger; intimar; aproximarse; realizar actividades
lúdicas; entretenerse; divertirse; alcanzar estados de bienestar y tran-
quilidad interior.
• Económicas: proveerse de los medios para satisfacer las necesidades
primarias y secundarias (sean cuales fueren para cada individuo).
• Sociales: pertenecer a grupos, y obtener reconocimiento, respeto y
estima por parte de los otros.
• Espirituales: desarrollar una ética interna; ordenar la conducta de
acuerdo con valores; trascender a través del desarrollo de los propios
potenciales; reflexionar acerca del sentido de la propia existencia.
• De conocimiento: conocer el mundo circundante: aprender sobre el
ambiente, los otros y la producción cultural.
• De logro y ambición: alcanzar metas; superar obstáculos; destacarse;
diferenciarse.
• De obtener poder: influir o controlar a otras personas o grupos.

16

LibrosEnRed
La salud emocional

Como bien decía Abraham Maslow en su libro El hombre autorrealizado,


una necesidad satisfecha no origina ningún comportamiento; solo las
no satisfechas lo despiertan y encaminan hacia el logro de objetivos
individuales.

La emoción como energía


Las emociones son, en esencia, una forma de energía que, si no se
canaliza por las vías adecuadas, busca caminos alternativos y lo hace a
través de síntomas diversos. Todas las células vivas del organismo utilizan,
almacenan, liberan energía, y también la transforman. La energía es la
capacidad o fuerza para realizar un trabajo. A grandes rasgos, en el ser
humano se podrían diferenciar dos formas básicas e indispensables:
• Vital básica primaria: la fuerza que genera la vida y abarca a la totali-
dad del individuo. Sin este tipo de energía estaríamos muertos. Es el
alma entendida como principio que da forma y organiza el dinamismo
vegetativo, sensitivo e intelectual de la vida. Para las religiones se tra-
ta de la sustancia espiritual e inmortal de los seres humanos.
• Vital básica secundaria: es la fuerza que sostiene a la vida y nos per-
mite a los seres vivos continuar siéndolo. La obtenemos del medio
externo a través de la satisfacción de las necesidades fisiológicas (su
satisfacción resulta imprescindible para que la energía vital primaria
no se extinga), afectivas, sociales, económicas, espirituales, de conoci-
miento, de logro y de poder.
La cantidad de energía vital primaria variará según la persona, lo
mismo que la asimilación y aprovechamiento que cada uno haga de la
secundaria. Esto dependerá del grado de satisfacción obtenido con relación
a las propias expectativas.
Por otra parte, la cantidad y la calidad de energía que tenemos influye
en los otros, y en nuestro entorno. Si, por ejemplo, nos invade la ira, la cual
produce un movimiento energético sanguíneo y expansivo, aun cuando no
expresemos abiertamente la emoción, su carga energética será captada por
personas sensibles. En este caso, la energía captada difícilmente posea la
misma medida que la emitida pues, a su vez, depende de las características
de cada uno la forma de absorberla, asimilarla, metabolizarla y desecharla.
La carga energética está siempre vinculada a su descarga. Mientras la
carga y la descarga se encuentren balanceadas, se mantiene un equilibrio

17

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

dinámico. El desequilibrio energético se produce cuando esta relación, por


múltiples factores, se ve alterada, tanto por exceso como por deficiencia.
Observemos este fenómeno en el ejemplo de Isabel en el restaurante:
motivada por su necesidad de tomar el remedio, ella evaluó la actitud del
mozo como poco atenta y considerada. Eso la llevó a experimentar ira, con
toda la activación fisiológica que esta emoción acarrea: su cuerpo se vio
invadido por una descarga de adrenalina que le produjo sensaciones poco
placenteras. Exteriorizó su sentir a través de un mal trato que afectó a su
entorno. Su accionar generó, en su grupo de pertenencia, una reacción
adversa de molestia y recriminación, lo que hizo que retornara hacia ella la
calidad de la energía que había emitido. Como no canalizó la emoción de
manera asertiva, es probable que un resto energético haya quedado alojado
en su cuerpo. Al tratarse de un patrón repetido, esto podría conducir a un
déficit en las funciones de órganos y sistemas, y devenir en un síntoma
somático.

18

LibrosEnRed
Capítulo 2 - Inteligencia y salud emocional

La teoría de las múltiples inteligencias representa


un esfuerzo por crear bases científicas al concepto de inteligencia, y
ofrece un conjunto de herramientas a los educadores
para que ayuden a cada individuo a desarrollar su potencial.
Howard Gardner

Inteligencias múltiples
El diccionario define la inteligencia como la capacidad de entender o
comprender, y de resolver problemas. De acuerdo con su etimología, implica
la capacidad de escoger entre opciones.2 El término fue introducido por
Cicerón (siglo I a.C.), referido específicamente a la capacidad intelectual,
íntimamente relacionada con las funciones mentales de pensamiento,
atención, memoria y capacidad de aprendizaje.
A fines del siglo XX surgió una teoría que marcaría una diferencia
respecto de la idea tradicional de considerar inteligentes solo a las perso-
nas con alto cociente intelectual. Se trató de la “teoría de las múltiples in-
teligencias”, desarrollada por Howard Gardner, psicólogo estadounidense,
doctorado en educación y profesor de la de la Universidad de Harvard.
En su modelo concibe la inteligencia como un conjunto en el cual
coexisten destrezas diferentes, y la define como la “capacidad para procesar
información, resolver problemas o elaborar productos que sean valiosos en
una o más culturas”.
Analizando su definición, podemos observar que, en primer lugar, la
considera como un conjunto y establece muchos tipos de inteligencia en
el interior del mismo. En segundo lugar la considera una capacidad, un
potencial cuyo desarrollo puede estimularse.

2 Deriva del término latino intelligentĭa, el cual, a su vez, proviene de intelligere (Indus
= “entre” y legere = “escoger”).

19

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

Gardner no niega el componente genético, pero valora la influencia


de las experiencias derivadas de la interacción del individuo con su medio
circundante y la fuerza de su motivación.
Sostiene la idea de que poseer una elevada capacidad intelectual no
garantiza el desenvolvimiento eficaz y eficiente en la vida, pues personas
poseedoras de un alto cociente intelectual (CI) pueden ser verdaderos
analfabetos en el arte de relacionarse adecuadamente con otras personas,
o de nutrirse de aquello que pueda traer felicidad a sus vidas.
Basándose en la idea de que existe la posibilidad de ser inteligente
para resolver distintas clases de problemas, identificó y describió, hasta el
momento, ocho tipos diferentes que implican un funcionamiento cerebral
diverso, específicamente en lo relacionado con el mayor o menor desarrollo
de las capacidades atribuidas a los hemisferios cerebrales. Actualmente
está considerando la posibilidad de una novena, la existencial, referida a la
capacidad de plantearse cuestionamientos acerca de la existencia, la vida,
la muerte y la finitud.
• Inteligencia lingüística. Capacidad para utilizar el lenguaje oral y
escrito de manera fluida y adecuada con el fin de informar, comu-
nicar, persuadir, entretener y adquirir nuevos conocimientos. La po-
seen los escritores, poetas y redactores. Utiliza ambos hemisferios
cerebrales.
• Inteligencia lógico-matemática. Capacidad para resolver problemas
que tienen los científicos. Se corresponde con el modo de pensamien-
to del hemisferio izquierdo y con lo que, desde siempre, la cultura
occidental ha considerado como única inteligencia.
• Inteligencia espacial: La capacidad de formarse un modelo mental del
mundo en tres dimensiones. La poseen los marineros, pilotos, inge-
nieros, cirujanos, escultores, arquitectos, decoradores y diseñadores.
• Inteligencia musical: Es la habilidad para captar y/o comunicar emocio-
nes e ideas a través de la composición musical y la ejecución de instru-
mentos musicales. Podemos encontrarla en cantantes, compositores y
músicos.
• Inteligencia corporal-kinestésica: Capacidad de utilizar el propio cuer-
po para realizar actividades o resolver problemas. La habilidad para
usar el cuerpo en la ejecución de destrezas motrices, tareas físicas y en
la manipulación de objetos. Está relacionada con el aprendizaje, me-
diante la realización de movimientos, deportes y teatro. Deportistas,
artesanos, cirujanos y bailarines.

20

LibrosEnRed
La salud emocional

• Inteligencia naturalista: Es la utilizada cuando se observa y estudia la


naturaleza. Implica habilidad para interactuar con la naturaleza, orga-
nizar, clasificar y ordenar. Biólogos, herbolarios, geólogos.
• Inteligencia intrapersonal: Capacidad para acceder al propio universo
emocional a fin de poder discriminar entre categorías de emociones,
identificarlas y utilizarlas como medio para interpretar y orientar la
propia conducta. Tomar conciencia de sí mismo, plantearse metas y
evaluar el propio desempeño de manera realista. Habilidad para el
autoconocimiento, la meditación, la autodisciplina y el autocontrol.
• Inteligencia interpersonal: Capacidad de entender a otras personas
y poder trabajar con ellas. La capacidad para percibir, en los demás,
contrastes en sus estados de ánimo, temperamento, motivaciones e
intenciones. Hay algunos aspectos biológicos que podrían estar re-
lacionados con este tipo de inteligencia. Por un lado, la prolongada
infancia de los primates hace que se establezca un vínculo estrecho
con la madre y, por el otro, la imprescindible interacción social y orga-
nización entre los humanos, a los fines de la supervivencia de la espe-
cie, demanda participación y cooperación. Se encuentra en los buenos
vendedores, líderes religiosos, políticos, terapeutas y maestros.
Según Gardner, la teoría de las inteligencias múltiples tiene dos
proposiciones básicas. La primera es la afirmación de que todos los seres
humanos poseen la totalidad de las inteligencias. En verdad, esa sería para él
la definición del homo sapiens, cognitivamente hablando. La segunda es que,
como todos somos diferentes en apariencia, personalidad y temperamento,
también lo somos en lo referido al perfil de nuestra inteligencia.
Ni siquiera los hermanos gemelos poseen la misma combinación de
fortalezas y debilidades. Esto es porque, aun en el caso de una idéntica
herencia genética, los individuos viven distintas experiencias y tienen,
además, una inclinación a tratar de diferenciarse de los otros. También
sostiene que tanto el número de las inteligencias como sus características
están sujetos a los cambios que pudieran arrojar nuevas evidencias.
Esta teoría ha sido muy bien recibida en el área de la educación pues
no solo determina que un niño puede ser eficiente en diferentes tipos
de habilidades, sino que el hecho de detectarlas ayuda a los docentes a
estimular el aprendizaje de manera más eficaz. Por otra parte, esta mirada
estimula la toma de conciencia personal respecto de los propios potenciales
y capacidades, y promueve la valoración de aspectos que podrían no
haber sido tenidos en cuenta a la hora de construir el autoconcepto y la
autoestima.

21

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

Inteligencia emocional
La inteligencia intrapersonal (la referida al conocimiento de uno
mismo) y la interpersonal (la relacionada con la capacidad de entender
los estados emocionales y motivaciones de los otros) son las predecesoras
directas del concepto de inteligencia emocional, la cual está formada por la
integración de ambas. Juntas determinan la capacidad de dirigir la propia
vida de manera satisfactoria, y dan cuenta de la mayor o menor habilidad
para tener conciencia de los propios sentimientos y emociones, grado de
sensibilidad, entusiasmo, perseverancia, control de impulsos, empatía y
motivación.
El término fue acuñado en 1990 por Mayer y Salovey, pero adquirió
popularidad de la mano de Daniel Goleman, psicólogo estadounidense que
publicó, en 1995, el libro Inteligencia emocional.
Goleman la define como la capacidad para reconocer sentimientos
propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos, afrontar las circunstancias
que la vida presenta, la motivación, la persistencia frente a las decepciones,
el control de los impulsos, la regulación del humor y la empatía, entre otras
características que influyen de manera significativa en el bienestar de las
personas.
Ubicó estas habilidades de carácter socioemocional en dos áreas.
Una, relacionada con la capacidad de formarse una idea realista de uno
mismo, reconociendo los propios sentimientos y usándolos como guías en
la conducta. Otra, referida a la capacidad de comprender a los demás, sus
motivaciones y acciones, y al modo de relacionarse adecuadamente. De
este modo la inteligencia emocional guarda relación con el conocimiento
y el manejo de las emociones tanto propias como ajenas con el objetivo de
obtener determinados fines.
Gardner, con excelente criterio, se manifiesta de acuerdo con Goleman
en la importancia que este da a la empatía en la inteligencia emocional,
pero considera que cruza una línea peligrosa al sugerir su uso para manejar
voluntades ajenas. En sus propias palabras: “Un sádico podría utilizar su
conocimiento de la psiquis de otra persona para infligirle dolor”. La empatía
de la que habla Gardner no tiene más objetivo que la de aprender a ponerse
en el lugar del otro para comprenderlo mejor.
En la cultura occidental, a la cual pertenecemos, se suele valorar al
pensamiento puro, liberado de la carga emocional, y se cree que razonar bien
es hacerlo fríamente. Desde ese punto de vista, inteligencia y emoción resultan
incompatibles. Goleman propone una conciliación, un equilibrio en el cual

22

LibrosEnRed
La salud emocional

la razón controle y dirija a las emociones para obtener resultados eficaces o


“exitosos”, en función de los objetivos que cada uno se proponga alcanzar.
En relación con el conocimiento y el control de las propias emociones,
plantea como principales cualidades de la inteligencia emocional:
• La conciencia de uno mismo: implica al desarrollo de la percepción
de las propias emociones; mediante un esfuerzo deliberado podemos
hacernos más conscientes de nuestras reacciones viscerales y, con ello,
de nuestras emociones.
• El equilibrio anímico: refiere a la capacidad de control del mal humor
para evitar sus efectos perjudiciales, entendidos estos en términos de
conductas indeseables.
• La motivación: remite a la capacidad para autoinducirse emociones
y estados de ánimo positivos, como la confianza, el entusiasmo y el
optimismo.
• El control de los impulsos: se relaciona con la capacidad de dilatar la
obtención de la satisfacción inmediata de un deseo con el fin de lo-
grar un objetivo mejor en un plazo más largo.
Con relación al conocimiento y el control de las emociones y estados de
ánimo de los demás, resalta: la habilidad para entablar vínculos y reconocer
las emociones ajenas.

Salud emocional
Para acercarnos a una conceptualización de la salud emocional es
necesario ubicarnos en el contexto de la salud holística o salud integral
de la persona. La palabra “holística” deriva del vocablo griego holos que
significa “completo, entero”. La filosofía holística propicia la idea de que las
distintas partes del todo se encuentran y conjugan de acuerdo con cierto
orden u organización dinámica, y entiende al ser humano como una unidad
de cuerpo, mente, espíritu, energía, sentimientos, vínculos, medioambiente,
cultura, historia personal y todo aquello que lo conforma tal cual “es”.
Desde este punto de vista solo puede entenderse el “estar en salud”
si en ese estado se encuentran interactuando, en un equilibrio dinámico,
todos los planos del individuo y su contexto: cuerpo, mente, afectos, espíritu
y relaciones. Cada elemento del conjunto posee sus propias características
particulares, por lo que se podría distinguir una salud del cuerpo, de la
mente, de las relaciones, del espíritu y de los afectos o emocional.

23

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

La salud del cuerpo nos cuenta de la capacidad de respuesta del


organismo ante las exigencias vitales, la resistencia que puede oponerles
a las enfermedades y la fuerza de recuperación que demuestra cuando las
padece.
La salud de la mente se asienta en algunas capacidades:
afrontamiento; identificación y resolución de problemas; adaptación a
los cambios; conciencia de la responsabilidad por los propios actos y sus
consecuencias; reconocimiento, aceptación e integración de los aspectos
conflictivos; ser creativos; pensar de manera optimista; y poseer una
autoestima positiva.
La salud de las relaciones se refiere a la capacidad para generar y
sostener relaciones interpersonales satisfactorias.
La salud espiritual corresponde a la conciencia de trascendencia y
finitud, estar en contacto con el sentido de la propia vida y desarrollar
valores éticos alrededor de los cuales ordenar la propia conducta.
La salud emocional implica un manejo responsable del estado de
ánimo, las emociones y los sentimientos, propios y ajenos, reconociéndolos,
dándoles nombre, aceptándolos, integrándolos y orientándolos de acuerdo
con valores.
La salud emocional integra los cuatro componentes básicos de
la inteligencia emocional: autoconocimiento, autocontrol, empatía y
asertividad.
Autoconocimiento
El autoconocimiento implica la conciencia de:
• Uno mismo.
• Las propias emociones.
• El modo en que nuestras emociones nos afectan e inciden en
nuestro comportamiento.
• Nuestras fortalezas y debilidades.
El registro de aquellas emociones y sentimientos que habitualmente
experimentamos facilita nuestra participación consciente y activa en su
manifestación. Esta toma de conciencia nos brinda la libertad de elegir la
manera en la que vamos a expresarlas: la canalización que consideremos
más adecuada, y afín con nuestros intereses. No se trata de reprimirlas
sino de orientarlas hacia una forma asertiva de expresión. Esto colabora
también al desarrollo de una autoestima positiva.

24

LibrosEnRed
La salud emocional

Autocontrol
El autocontrol nos ayuda a:
• Regular la oportunidad, intensidad y forma de expresión de
aquellas emociones que experimentamos.
• Mantener la calma, y la capacidad de razonamiento, a la hora de
enfrentar y resolver situaciones.
• Soportar la espera que requieren los diversos procesos.
• Tolerar la frustración si algo no se da de acuerdo a nuestras ex-
pectativas.
Empatía
Implica desarrollar las capacidades de:
• Reconocer las emociones ajenas.
• Poder ponerse en el lugar del otro y hacer lo posible para mirar
la realidad desde su punto de vista.
• Entablar nuevas relaciones sociales.
• Intimar.
• Generar y sostener vínculos afectivos comprometidos.
• Establecer un clima afectivo y agradable con los que nos rodean.
Asertividad
La asertividad se refiere a las capacidades de:
• Poner límites sin agredir.
• Reconocer ante los demás las propias limitaciones y errores.
• Aceptar la responsabilidad por los propios actos sin excusarse o
buscar afuera a los responsables.
• Pedir ayuda en caso de necesitarla.
• Enunciar con claridad deseos y necesidades.
• Reconocer y expresar, con tacto, cuidado y respeto, tanto los sen-
timientos positivos como los negativos.
• Poseer disposición y capacidad de cambio.
Tomar contacto con emociones desagradables no es tarea fácil. Por
eso, el mecanismo de defensa, que habitualmente nos protege del malestar
que causan, es el de negarlas o desplazarlas. Ese acto, que parecería

25

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

beneficiarnos en un punto, nos perjudica enormemente pues, solo si nos


hacemos cargo de nuestros sentimientos reconociéndolos como propios,
podremos ejercer la libertad de elegir y actuar en consecuencia. Si no somos
conscientes de aquello que nos está impidiendo alcanzar el bienestar, será
muy difícil que podamos cambiar lo que nos aleja de ese estado.

26

LibrosEnRed
Capítulo 3 - El universo afectivo

Si lo primero para lo que se desarrolló evolutivamente el cerebro


es para asegurar la supervivencia del cuerpo propiamente dicho,
entonces, cuando aparecieron cerebros capaces de pensar,
empezaron pensando en el cuerpo.
Antonio Damasio

Se denomina afectividad al conjunto de emociones, sentimientos y


pasiones que experimentan las personas. El término se refiere a los diversos
estados de ánimo que tienen lugar en nuestro mundo interior y que forman
parte permanente de nuestras vivencias. En todo momento nos estamos
sintiendo de alguna manera, pero no siempre prestamos atención a esa
vivencia; solo cuando la conciencia y el afecto se unen tiene lugar el “darnos
cuenta” de la experiencia afectiva.

Las emociones
La palabra “emoción” proviene del latín emotio. El Diccionario de la
Real Academia Española, en su primera acepción, la define como “Alteración
del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de
cierta conmoción somática”.
Este fenómeno surge como reacción a una evaluación automática que
hacemos de aquello que nos acontece. Es un estado que sobreviene de
manera súbita, con diferente grado de fuerza y duración según cuál sea
el motivo que lo provocó. De manera indiscriminada cualquier suceso no
es capaz de estimular una respuesta emotiva; solo nos movilizan en ese
sentido los hechos que percibimos como relevantes con relación a nuestros
intereses.
El modo en que experimentamos las emociones es personal y depende
de nuestras vivencias anteriores, nuestros aprendizajes, nuestro carácter, el
momento que estemos atravesando y la cultura a la cual pertenezcamos.
En toda emoción pueden diferenciarse seis dimensiones:

27

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

• Genética. El conjunto de reflejos e instintos, innatos y heredados, que


brindan sustrato orgánico a la experiencia emocional básica. Se trata
de respuestas físicas, controladas por el cerebro, que le permitieron a
los organismos antiguos la supervivencia y la procreación en entornos
hostiles.
• Fisiológica. Un conjunto de sensaciones y cambios fisiológicos internos
que llegan a todo el organismo y lo afectan. Por ejemplo, en el mie-
do se activa el eje hipotálamo-hipofisiario-adrenal estimulando a las
glándulas suprarrenales a segregar las hormonas que modularán una
respuesta motriz.
• Motivacional. La emoción se despierta cuando están en juego los inte-
reses, la satisfacción de una necesidad o la de un deseo. Por ejemplo,
ante una amenaza, la necesidad de ponerse a resguardo, o sobrevivir,
es lo que motiva la reacción de huida o lucha. La intensidad de la emo-
ción deriva de la motivación, o sea del grado de interés que cada uno
tiene hacia aquello que la promueve.
• Psicológica. Posee dos momentos. Una evaluación primaria de la si-
tuación, automática e instantánea, que da lugar a las respuestas
fisiológicas y expresivas. Por ejemplo, estimar rápidamente algo co-
mo amenazante, gritar y huir. Y una evaluación secundaria que da
contenido lógico a la información derivada del proceso primario. Por
ejemplo, tomar conciencia del peligro real y actuar en consecuencia,
atenuando, rectificando o intensificando la reacción.
• Conductual. Las reacciones internas llevan a la expresión en acto de
lo vivenciado. Incluye las expresiones faciales, las posturales y las res-
puestas vocales no lingüísticas. Por ejemplo, ante la amenaza gritar,
confrontar o huir. En sentido inverso, la búsqueda consciente de es-
tas actitudes corporales puede también activar la emoción correspon-
diente a ese patrón.
• Cultural. Las culturas en general, y la subcultura de la familia en parti-
cular, transmiten formas de sentir y expresar las emociones al tiempo
que habilitan, estimulan o inhiben el sentimiento y la expresión de
algunas manifestaciones afectivas.
• Temporal. Las emociones siempre se experimentan en tiempo presen-
te. Aunque se active una impronta de algo pasado, se vivencia como
presente.
La analogía del teatro podría ser útil para visualizar más claramente
este entramado sincrónico de eventos. En ella, la Obra Emocional se

28

LibrosEnRed
La salud emocional

representa en tiempo presente en el escenario Cuerpo, siendo la Mente la


autora del guión y, por lo tanto, la que motoriza la acción de los actores
y actrices encarnadas por las Emociones. El público está constituido por el
Entorno Sociocultural que, en una permanente retroalimentación, aplauso
o abucheo, modela y regula la experiencia sensible, su comunicación y su
expresión.

Las emociones básicas


En 1873 Darwin publicó La expresión de las emociones en los animales
y en el hombre. Este libro quedó en el olvido durante décadas pero, a partir
de la segunda mitad del siglo XX, se convirtió en un punto de referencia
obligado para los estudiosos de la psicología de la emoción.
Para Darwin, las emociones son parte del proceso de adaptación de las
especies ya que contribuyen a que el organismo se acomode al medio. Según
su teoría, en la expresión de las emociones se ponen en juego los reflejos
y los instintos, los cuales son innatos y se heredan de los antepasados. Del
mismo modo que existe continuidad en la evolución biológica, también hay
una continuidad filogenética en la expresión de las emociones. Así, tanto la
expresión de las emociones propias, como el reconocimiento de las de los
demás, se realizarían de manera principalmente involuntaria y no aprendida.
La aportación más destacable de la teoría de Darwin a la expresión
de las emociones es la asunción de que los patrones de respuesta expresiva
emocional son innatos, y que existen programas genéticos que determinan
la forma de la respuesta. No obstante, el aprendizaje puede modificar
ese patrón, puesto que lo constitucional es el programa que determina la
respuesta emocional, pero esta no podrá producirse si no tienen lugar el
adiestramiento o el aprendizaje necesarios.
Para demostrar sus afirmaciones, Darwin realizó una serie de estudios,
de los cuales los más representativos fueron los siguientes:
• Estudio de la expresión de las emociones en animales filogenética-
mente cercanos al ser humano.
• Estudio de la expresión de las emociones en ciegos de nacimiento que
nunca habían visto su manifestación gestual y que, por lo tanto, no
habían podido aprender dichos gestos.
• Estudio de la expresión de las emociones en niños antes de que hubie-
ran podido aprender cómo exteriorizan dicha emoción otras personas.

29

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

• Evidencia de que las personas de diferentes culturas y etnias realizan


movimientos y gestos parecidos cuando experimentan emociones si-
milares.
• Estudio de las emociones expresadas en obras de arte: pintura y
escultura.
• Emociones manifestadas cuando se estimulan eléctricamente ciertos
músculos asociados a determinadas experiencias emocionales.
Las observaciones que derivaron de esos estudios fueron:
1. Que cada reacción emocional puede caracterizarse por una serie de
gestos, o movimientos faciales específicos que facilitan su reconocimiento
por parte de observadores externos.
2. Que cada emoción puede definirse en función del grado de
activación que genera en el organismo, e incluso de los tipos de respuesta
que favorece, de modo que de esto puede inferirse su valor adaptativo
y de supervivencia. Así, habría emociones que se caracterizan por una
disminución de la activación del organismo, como la tristeza, mientras que
otras, por el contrario, producirían una gran activación, como la ira o la
alegría. De la misma manera, unas favorecen una respuesta de huida o
evitación, como el miedo, mientras que otras favorecen una respuesta de
confrontación, como la ira.
Las concepciones neodarwinistas sobre las emociones poseen en la
actualidad una extraordinaria vigencia. Una de las posiciones teóricas hoy
en día más significativas defiende la existencia de una serie de emociones
básicas, de las que emergerían el resto de reacciones afectivas. Tales
emociones se distinguirían por las siguientes características:
• Son universales en su expresión y reconocimiento.
• Se presentan en todos los individuos de la misma especie y cualquiera
de ellos puede reconocerlas en los otros, independientemente de las
diferencias étnicas o culturales.
• La expresión se produce sin necesidad de un aprendizaje previo, lo
que queda constatado en las investigaciones realizadas con niños y
con ciegos de nacimiento.
Compartimos las llamadas emociones básicas con los animales más
evolucionados y están directamente relacionadas con la supervivencia de
la especie. Se encuentran asociadas con expresiones faciales características,
determinados patrones neuroendocrinos y localizaciones cerebrales
específicas. Están ligadas con aspectos tales como: la reproducción; la

30

LibrosEnRed
La salud emocional

regulación de las relaciones; la comunicación de intenciones e intereses; la


defensa del territorio; la elaboración de las pérdidas; los cuidados personales
y los de las crías.
Aunque no hay un total consenso, en general los investigadores del
tema se inclinan por reconocer la existencia de estas emociones básicas.
Paul Ekman, psicólogo contemporáneo pionero en el estudio de la relación
de las emociones con las expresiones faciales, realizó, junto a un equipo
de colaboradores, un análisis transcultural de las expresiones emocionales
para proponer la universalidad de, al menos, seis, con todos sus matices y
variaciones: el miedo, el enojo, la alegría, la tristeza, el asco y la sorpresa. La
comunidad científica de la actualidad está de acuerdo en que los hallazgos
de Ekman son válidos. Otros incorporan el amor y la vergüenza a esta lista
de emociones primarias.
Además de las emociones mencionadas, los seres humanos somos
capaces de experimentar un enorme repertorio de emociones diversas y de
combinaciones posibles entre ellas.

El bienestar emocional
Se encuentra muy difundido el hecho de valorar a las emociones como
positivas o negativas con relación, más que a su esencia, a su manera de
ser experimentadas y a los efectos que pueden llegar a provocar en las
personas y su entorno.
El bienestar, desde un punto de vista subjetivo, se corresponde con
sentirse satisfecho en relación con lo que para cada uno eso signifique.
Desde un punto de vista objetivo, ese estado puede quedar en evidencia
en determinadas conductas: la capacidad para experimentar emociones y
sentimientos agradables, trabajar; resolver problemas; afrontar situaciones;
recuperarse de las crisis; y poner en acto la creatividad.
Desde una mirada holística, el bienestar involucra al ser humano,
su micromundo y su mundo circundante. Como todos formamos parte
de una unidad que nos abarca y supera, y con la que sostenemos una
relación de interdependencia, el “estar bien” de nuestro entorno nos
influirá positivamente, del mismo modo que el nuestro se verá reflejado
en él.
A la hora de acceder a estados subjetivos de bienestar algunos aspectos
resultan claves:

31

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

• La valoración positiva de uno mismo y de la propia vida.


• Poder experimentar de manera frecuente estados anímicos agra-
dables.
• Sostener, con los otros, relaciones positivas: ser capaz de confiar,
experimentar empatía, intimar y contener.
• Poseer una vida con sentido.
Con respecto, específicamente, al bienestar emocional, este se
relaciona con la capacidad para reconocer las emociones propias y ajenas,
expresarlas en forma apropiada, experimentar empatía y orientar el
pensamiento hacia lo positivo.
Las emociones no son ni buenas ni malas en sí mismas pues todas han
estado, y están, al servicio de la evolución. Todas nos son útiles para regular
la relación con nosotros mismos y con los demás, por lo que, aunque lleguen
a proporcionarnos una experiencia subjetiva desagradable, si aprendemos
a controlarlas y canalizarlas asertivamente seguirán siéndonos beneficiosas
en algún sentido.

32

LibrosEnRed
Capítulo 4 - Sentimientos y pasiones

En el corazón tenía
la espina de una pasión,
logré arrancármela un día,
ya no siento el corazón.
Antonio Machado

Los sentimientos
En los seres humanos los afectos se integran con la cognición para
generar una experiencia emocional que da lugar a los sentimientos,
conscientemente experimentados.
Los sentimientos son emociones en un estado evolutivo más elevado.
Del mismo modo que ellas, integran experiencia corporal, cognición,
motivación y conducta, pero en una estructura más compleja. En el caso de
los sentimientos:

• Los cambios corporales se presentan de manera más sutil y


permanente.
• Conforman patrones estables respecto del modo de sentir con
respecto a personas, cosas o situaciones.
• Los significados que se encuentran disponibles para la conciencia
están atravesados por experiencias anteriores, por lo que inclu-
yen creencias y expectativas.
• La motivación se encuentra ligada a la satisfacción de diferentes y
variados tipos de necesidades: fisiológicas, afectivas, económicas,
sociales, espirituales, de conocimiento, logro, ambición y poder.
• En las tendencias a la acción interviene también la cognición, in-
cluida en ella la memoria y el entrenamiento cultural.

33

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

No todos los sentimientos tienen su origen en las emociones. A los


que no tienen esa raíz Antonio Damasio los llamó “sentimientos de fondo”.
Estos, evolutivamente hablando, serían anteriores a los emocionales y se
refieren a lo que sentimos entre una y otra experiencia emocional, algo así
como un profundo sentimiento de mismidad que nos confiere identidad.
Los sentimientos, junto con las emociones y las pasiones, constituyen
los elementos de base del universo emocional.

Las pasiones
La palabra “pasión” viene del latín passio (padecimiento, sufrimiento),
sustantivo derivado del verbo patior (sufrir, padecer), raíz de voces como
paciente, paciencia, pasivo, etc. También se relaciona con la palabra griega
pathos “sufrimiento”.
El Diccionario del la Real Academia Española, la define como:
“Perturbación o afecto desordenado del ánimo”. “Inclinación o preferencia
muy vivas de alguien a otra persona” y “Apetito o afición vehemente a algo”.
Por su etimología, se opone a la acción, de la misma manera que
padecer se opone a actuar. La expresión “Pasión de Cristo”, que se refiere
a los acontecimientos de la vida de Jesucristo desde su detención hasta su
muerte, designa lo que padeció, lo que tuvo que soportar en ese período.
El término también puede emplearse en un sentido diferente al valor
original de “sufrimiento”, y entenderlo como una acción transformadora
asumida de modo positivo por quien la vive.
Las pasiones poseen la intensidad de la emoción y la vigencia
temporal del sentimiento. En sí mismas no son esencialmente negativas,
pero sí pueden llegar a serlo sus consecuencias, dependiendo de cuál sea el
sentimiento que se encuentra exacerbado y el objeto sobre el cual recaiga.
En la conceptualización de los afectos desarrollada en este libro
tomaremos ambas concepciones, designando las pasiones positivas como
“constructivas” y las negativas como “destructivas”.

Pasiones constructivas
Están representadas por aquellos sentimientos experimentados con
intensidad y que poseen las siguientes características con relación a lo que
las motiva:

34

LibrosEnRed
La salud emocional

• Una inquietud interior que impulsa el movimiento.


• Una sensación de exultación y entusiasmo que obnubila al pen-
samiento y lo orienta hacia un tipo de razonamiento sesgado por
el deseo.
• Confianza en la propia intuición e impulso interior.
• Un grado moderado de obsesión combinado con una elevada
inclinación a la acción.
• Una sensación de control, poderío y fortaleza que les imprime
energía y dirección a las acciones.
• La persona es consciente de su entrega y dedicación pero elige
esa experiencia, pues la satisfacción anticipada del logro supera
con creces los padecimientos que le depara el esfuerzo.
La historia de la humanidad está plagada de ejemplos de personas
que experimentaron pasiones por las cuales hasta llegaron a dar la vida.
Los idealistas de todos los tiempos se han jugado apasionadamente por sus
ideales, aun cuando para algunos el costo haya sido demasiado alto.
Hermann Hesse relata en Siddharta su “camino del héroe”, un
paradigma de la pasión por elevarse, encontrarse a sí mismo y superarse.
Primero aparece en el interior de su protagonista la inquietud que
impulsa al movimiento; un descontento con su situación actual lo impulsa a
la búsqueda de su propia esencia.
A todos daba alegría y gozo. No obstante, el propio Siddharta no sentía
alegría ni gozo de sí mismo. Su corazón no compartía ese júbilo general
cuando andaba por los caminos rosados del jardín de higueras, o se ha-
llaba sentado a la sombra azul del bosque de la contemplación, cuando
lavaba sus miembros en el diario baño propiciatorio, o hacía sacrificios
entre las profundas sombras del bosque de mangos.

Incesantemente se le aparecían sueños y pensamientos en que veía la


corriente del río, el brillo de las estrellas nocturnas, el resplandor del sol.
El ánimo se le intranquilizaba con pesadillas salidas del humo de los sacri-
ficios, de los versos del Río Veda, de las doctrinas de los viejos brahmanes.

Siddharta había empezado a alimentar el descontento en su interior. Co-


menzó por comprender que el amor de su padre, el cariño de su madre,
y también el afecto de su amigo, Govinda, no le harían feliz para toda la
vida. No le satisfacía ni le bastaba.

[…].

35

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

El espíritu no se hallaba satisfecho, el alma no estaba tranquila, el cora-


zón no se sentía saciado. Las abluciones eran buenas, pero eran agua; no
lavaban el pecado, no curaban la sed del espíritu, no tranquilizaban el
temor del corazón. Los sacrificios y la invocación de los dioses eran exce-
lentes… Pero ¿lo eran todo?

Más adelante, luego de pasar por infinidad de pruebas y aventuras,


firme en su propósito de desapegarse de lo mundano y encontrar su verdad
interior, Siddartha se pregunta:
¿Hacia dónde me seguirá llevando este camino? Mi sendero sigue un iti-
nerario absurdo, da rodeos, y quizá también vueltas. ¡Que siga por don-
de quiera! ¡Yo lo seguiré!

Podemos observar cómo, en Siddartha, el entusiasmo por alcanzar


la meta deseada orienta su pensamiento y sus acciones en esa dirección.
Él confía en su intuición e impulso interior, se siente seguro, poderoso y
fuerte como para enfrentar y superar los obstáculos que lo separan de su
objetivo. Es consciente de todo el renunciamiento que implica, de toda la
energía que le demanda sostener su decisión y continuar adelante, pero
la satisfacción anticipada de llegar a lograrlo es mayor que el sufrimiento
implícito en el proceso de alcanzar su meta.
En la novela de Julio Verne Viaje al centro de la tierra, tenemos un
ejemplo de cómo opera la pasión por el conocimiento que mueve a los
estudiosos, investigadores y científicos. En ella el profesor Lidenbrock
intenta, sin éxito, descifrar el mensaje de un manuscrito que revela la ruta
para realizar un viaje a todas luces descabellado pero que él intuye pleno
de aventuras y, sobre todo, de descubrimientos. Su sobrino Axel descifra
por casualidad el mensaje oculto pero prefiere no comentárselo a su tío
pues conoce el carácter apasionado con que este encara sus proyectos. Sus
expresiones dan cuenta de cómo, si de pasiones se trata, el ánimo es capaz
de someter a la razón:
—¡Ah! —exclamé dando un brinco—; no, no; ¡mi tío jamás lo sabrá! ¡No
faltaría más sino que tuviese noticia de semejante viaje! En seguida que-
rría repetirlo sin que nadie lograse detenerlo. Un geólogo tan exaltado
partiría a pesar de todas las dificultades y obstáculos, llevándome consi-
go, y no regresaríamos jamás; ¡pero jamás!

Axel, como era de esperar, no puede mantener en secreto demasiado


tiempo la noticia a su tío, quien, al enterarse de que hay una ruta posible
hacia su objetivo, despliega el abanico de emociones y conductas que
caracterizan a las pasiones:

36

LibrosEnRed
La salud emocional

Al leer esto, pegó mi tío un salto, cual si hubiese recibido de improviso la


descarga de una botella de Leyden. La audacia, la alegría y la convicción
le daban un aspecto magnífico. Iba y venía precipitadamente; oprimía-
se la cabeza entre las manos; echaba a rodar las sillas; amontonaba los
libros; tiraba por alto, aunque en él parezca increíble, sus inestimables
geodas; repartía a diestro y siniestro patadas y puñetazos. Por fin, se
calmaron sus nervios, y, agotadas sus energías, se desplomó en la butaca.

—¿Qué hora es? —me preguntó, después de unos instantes de silencio.

—Las tres —le respondí.

—¡Las tres! ¡Qué atrocidad! Estoy desfallecido de hambre. Vamos a co-


mer ahora mismo. Después…

—¿Después qué…?

—Después me prepararás mi equipaje.

—¿Su equipaje?—exclamé.

—Sí; y el tuyo también —respondió el despiadado catedrático, entrando


en el comedor.

Pasiones destructivas
Están representadas por aquellos sentimientos experimentados con
una intensidad superlativa, y que poseen las siguientes características con
relación a lo que las motiva:
• Un alto grado de obsesión, de afición exagerada.
• Una experiencia emocional fuerte y continua, que aliena la men-
te y orienta la conducta.
• Un elevado grado de padecimiento que puede llegar al extremo
de la autodestrucción.
• Una fuerza avasalladora sobre la cual, quien la experimenta, no
tiene control.
• La impotencia del yo, testigo de su propio sometimiento y sufri-
miento, para accionar un cambio.
• Se presentan como una forma de adicción.

37

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

• El que la padece se encuentra atrapado en una paradoja: la de


experimentar un sentimiento condenado a la insatisfacción cuan-
do es esa misma insatisfacción la que lo sostiene.
Flaubert, en su célebre novela Madame Bovary, describe las
tribulaciones de Emma, su romántica e insatisfecha protagonista:
Antes de casarse, ella había creído estar enamorada, pero, como la felici-
dad resultante de este amor no había llegado, debía de haberse equivo-
cado, pensaba, y Emma trataba de saber lo que significaban justamente
en la vida las palabras felicidad, pasión, embriaguez, que tan hermosas le
habían parecido en los libros.

[…].

El amor, creía ella, debía llegar de pronto, con grandes destellos y fulgu-
raciones, huracán de los cielos que cae sobre la vida, la trastorna, arranca
las voluntades como si fueran hojas y arrastra hacia el abismo el corazón
entero. No sabía que, en la terraza de las casas, la lluvia hace lagos cuan-
do los canales están obstruidos y hubiese seguido tranquila de no haber
descubierto de repente una grieta en la pared.

Al no obtener en la vida real lo que las novelas románticas prometían,


Emma cae en los brazos de quien, captando su necesidad, le dejar entrever
que va a darle lo que tanto ansía. Flaubert describe de excepcional manera
las sensaciones y sentimientos del encuentro en que el enamoramiento
envuelve a los personajes:
Hablaban de una compañía de bailarines españoles que iba a actuar en
breve en el teatro de Rouen.

—¿Irá usted? —le preguntó ella.

—Si puedo —contestó él.

¿No tenían otra cosa qué decirse? Sus ojos, sin embargo, estaban llenos
de una conversación más seria; y, mientras se esforzaban en encontrar
frases banales, se sentían invadidos por una misma languidez; era como
un murmullo del alma, profundo, continuo, que dominaba el de las voces.

Más adelante Emma sentiría que:


Iba, pues, a poseer por fin esos goces del amor, esa fiebre de felicidad
que tanto había ansiado. Penetraba en algo maravilloso donde todo sería
pasión, éxtasis, delirio; una azul inmensidad la envolvía, las cumbres del
sentimiento resplandecían bajo su imaginación, y la existencia ordinaria

38

LibrosEnRed
La salud emocional

no aparecía sino a lo lejos, muy abajo, en la sombra, entre los intervalos


de aquellas alturas.

Entonces recordó a las heroínas de los libros que había leído y la legión
lírica de esas mujeres adúlteras empezó a cantar en su memoria con voces
de hermanas que la fascinaban. Ella venía a ser como una parte verdade-
ra de aquellas imaginaciones y realizaba el largo sueño de su juventud,
contemplándose en ese tipo de enamorada que tanto había deseado.
Además, Emma experimentaba una satisfacción de venganza. ¡Bastante
había sufrido! Pero ahora triunfaba, y el amor, tanto tiempo contenido,
brotaba todo entero a gozosos borbotones. Lo saboreaba sin remordi-
miento, sin preocupación, sin turbación alguna.

Luego del éxtasis inicial todo fue, para Emma, sufrir y sufrir. No podía
dejar de pensar en Rodolfo. Se arreglaba para él, vivía para y por él, pero
su amante no retribuía tal devoción:
Ya no empleaba como antes aquellas palabras tan dulces que la hacían
llorar, ni aquellas vehementes caricias que la enloquecían; de modo que
su gran amor en el que vivía inmersa le pareció que iba descendiendo
bajo sus pies, como el agua de un río que se absorbiera en su cauce, y
percibió el fango. No quería creerlo; redobló su ternura; y Rodolfo, cada
vez menos, ocultó su indiferencia. Emma no sabía si le pesaba haber cedi-
do o, por el contrario, si deseaba amarle más. La humillación de sentirse
débil se tornaba en rencor que los placeres atemperaban. No era cariño,
era como una seducción permanente. Rodolfo la subyugaba. Ella casi le
tenía miedo.

Las apariencias, sin embargo, eran más tranquilas que nunca, pues Ro-
dolfo había acertado a llevar el adulterio según su capricho; y al cabo
de seis meses, cuando llegó la primavera, se encontraban, el uno frente
al otro, como dos casados que mantienen tranquilamente una llama
doméstica.

¿Qué pasó con ese amor encendido y palpitante de amantes


clandestinos? En palabras de su creador:
el encanto de la novedad, cayendo poco a poco como un vestido, dejaba
al desnudo la eterna monotonía de la pasión que tiene siempre las mis-
mas formas y el mismo lenguaje.

Emma, sumida en la decepción y la culpa, termina suicidándose:


No sufría más que por su amor, y sentía que su alma la abandonaba por
este recuerdo, como los heridos que agonizan sienten que la vida se les va
por la herida que les sangra.

39

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

Podríamos sintetizar el proceso afectivo de Emma del siguiente modo:


cuando Rodolfo llega a su vida él ocupa completamente sus pensamientos,
al punto de que ella descuida su matrimonio y sus responsabilidades como
madre. Queda en evidencia allí la obsesión, la afición exagerada hacia
quien le despierta el sentimiento. Su experiencia emocional es fuerte y
continua. Goza y padece permanentemente. No tiene control sobre su sentir
ni sobre sus actos. Se da cuenta de lo dañino de su vínculo con Rodolfo,
pero se encuentra impotente para accionar un cambio. Su adicción la lleva,
finalmente, a la autodestrucción.
En la cultura rioplatense hay un ícono representativo de la pasión:
el tango, un verdadero paradigma de pasiones sufrientes y encendidas.
Como muestra de esto, podemos ver en la letra Amargura, de Alfredo Le
Pera, con música de Carlos Gardel, cómo se cumplen las características de
la pasión destructiva:

Me persigue implacable
su boca que reía,
acecha mis insomnios
ese recuerdo cruel,
mis propios ojos vieron
cómo ella le ofrecía
el beso de sus labios
rojos como un clavel.
Un viento de locura
atravesó mi mente,
deshecho de amargura
yo me quise vengar,
mis manos se crisparon,
mi pecho las contuvo,
su boca que reía
yo no pude matar.
[…].
Doliente y abatido
mi vieja herida sangra.
Bebamos otro trago
que yo quiero olvidar,
pero estas penas hondas
de amor y desengaño
como las yerbas malas
son duras de arrancar.

40

LibrosEnRed
La salud emocional

Del fondo de mi copa


su imagen me obsesiona,
es como una condena
su risa siempre igual,
coqueta y despiadada
su boca me encadena,
se burla hasta la muerte
la ingrata en el cristal.

La secuencia que relata a lo largo de los versos muestra la pasión


destructiva en los diversos estados y transformaciones del personaje:
obsesión al punto de perder el sueño, fantasías de destruir a la que tanto
ama, falta de aceptación de la realidad pues no asume el hecho de que ella
no retribuye su amor, e imposibilidad de alejarse pues queda “encadenado”
a un imposible. No la puede matar a ella pero se deteriora él destruyéndose
por medio de la bebida.
Las pasiones destructivas contienen el ansia en su esencia, un estado
de agitación que no se calma sino en la presencia de lo que la provoca.
Nunca es suficiente, nunca es bastante.

41

LibrosEnRed
Capítulo 5 - La expresión de las emociones

Cuando una sensación, un deseo, una aversión, etc., han


conducido durante muchas generaciones a algún movimiento voluntario,
casi con toda seguridad se creará una tendencia en la ejecución de un
movimiento similar en cuanto se experimente la misma sensación u otra
análoga o asociada, por muy débil que sea, y a pesar de que ese
movimiento pueda no ser en ese caso de la menor utilidad. Dichos
movimientos habituales son a menudo, o por lo general, hereditarios y
difieren entonces muy poco de las acciones reflejas.
Charles Darwin

¿Naturaleza o cultura?
Al arribar al mundo, traemos como matriz un cerebro equipado con
reflejos e instintos que dan origen a respuestas afectivas innatas, heredadas,
universalmente reconocidas y reconocibles, que estimulan nuestro
desarrollo, no solo en el plano orgánico, sino también en lo referente a la
obtención de conocimientos y al comportamiento social.
Sobre este programa de base innato se instalan y desarrollan nuevos
aprendizajes relacionados tanto con nuestro mundo interior como con la
interacción con el entorno. Si bien nacemos con la potencialidad de “ser”
escrita en nuestros genes, nuestro entorno nos proyecta su impronta, y
recibe a su vez la nuestra, en una retroalimentación que nos modifica de
manera recíproca.
La cultura no crea las emociones pero sí les da significado, las modula,
regula, inhibe la aparición de unas o estimula la de otras, adjudicándoles
valores y formas adecuadas de expresión en tiempo y forma. La cultura es,
además, responsable de la aparición de las emociones secundarias y sus
combinaciones.
Para poder desarrollar y poner en acto nuestros potenciales necesitamos
de la intervención de quienes nos anteceden en esta vida. Ellos se encargan

42

LibrosEnRed
La salud emocional

de transmitirnos el lenguaje, sus saberes y el orden moral. Gracias a la


memoria acumulada de nuestros antepasados podemos sumergimos en un
mundo significado y significativo.
El cúmulo de experiencias provisto por la cultura nos ayuda a explicar
tanto lo ya establecido como lo novedoso que pueda presentarse, y
también nos enseña a “sentir” de una determinada manera aquello que nos
acontece. Cada cultura, al igual que cada subcultura de la que participamos,
condiciona el desarrollo y la forma de experimentar las emociones.
La sensación de pertenencia a un grupo surge del hecho de poseer
conocimientos, tradiciones y creencias en común, ser parte de una misma
nación, habitar un mismo territorio, hablar en un mismo idioma, compartir
un estatus social semejante y estar atravesados por el mismo lenguaje
afectivo. Esto último es lo que verdaderamente nos liga: entendernos en el
humor, la mirada, la expresión emocional y la vivencia sentimental.
Muchas culturas registran o categorizan los sentimientos y emociones,
pero algunas no poseen palabras para designar estos fenómenos y los
explican por medio de sus sensaciones físicas.
El doctor Josep Maria Fericgla, etnopsicólogo y profesor de la
Universidad de Barcelona, en su Manifiesto por una antropología de las
emociones, propone entenderlas como el campo básico sobre el cual se
crea la red de conexiones y prácticas sociales que devienen en sistemas y
contenidos culturales.
Como ejemplo de estados emocionales que solo pueden entenderse
en el interior de una cultura determinada, Fericgla menciona la morriña
que manifiestan sufrir los gallegos cuando se encuentran lejos de su tierra.
Se trata de una determinada añoranza de la lluvia, de los olores y del verde
especial que tiene la naturaleza de Galicia, a la que se añade una mezcla de
tristeza, pena, angustia, desazón y otros sentimientos de difícil definición
en español. La morriña es intraducible lingüística y culturalmente.
Lo mismo afirma de la tuza, una emoción típica de la Colombia
andina, que experimentan los denominados paisas. La sufren algunos
hombres al ser abandonados por su amada. Es una combinación de pena,
rabia, frustración, sequedad interior, tristeza, abandono y temor infantil.
Los colombianos saben reconocer esa emoción porque, cuando alguien
está entuzado, se embriaga de aguardiente y canta la misma canción
melancólica horas y horas, a veces noches enteras, evocando al ser querido
sin nombrarlo aunque todo el mundo lo sabe (lo cual forma parte esencial
de la socialización de la tuza), y a veces llorando. Son generalmente los
hombres quienes experimentan este sentimiento.

43

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

Además de compartir estados emocionales que les son propios, las


diferentes culturas valoran determinadas emociones en detrimento de otras
y, de este modo, habilitan, estimulan o inhiben el sentimiento y expresión
de algunas manifestaciones afectivas. A modo de ejemplo, podemos
observar cómo los europeos meridionales valoran de manera positiva las
reacciones irascibles, sobre todo las de sus hombres, en los momentos en
que las circunstancias las requieren (por ejemplo para defenderse de una
afrenta), mientras que los anglosajones, en esos casos, suelen reprimir su
ira considerándola de mala educación.
Mario Benedetti , en su poema El sur también existe, reivindica la
validez de un sur emocional, rural, cálido y artístico frente a un norte
industrial, urbano, racional y frío. El contraste valorativo de un norte frío
y productivo en contraposición a un sur emocional y desordenado forma
parte tanto de la realidad de Europa como de la de América. Esto se debe
a la escasa valoración cultural que el mundo de los afectos tuvo durante
siglos, frente a la elevada valía que se le adjudicó a la lógica racional.
En las subculturas familiares, y en general las de los grupos de
pertenencias, se crea también un código emocional que regula las
interacciones de sus integrantes. Un código implícito del cual estos participan,
y al que todos comprenden y respetan: estilos de humor, variaciones en la
intensidad de la expresión emocional, emociones permitidas o prohibidas,
etc. En mi familia, por ejemplo, muchísimas actitudes eran consideradas
vergonzosas (habilitando de ese modo una exacerbación de la presencia
de esa emoción): reírse en voz alta, realizar ademanes amplios, dejar
expuestos los sentimientos, o expresarlos con demasiada efusividad. Esa
característica, que podría definirse como inhibitoria de determinados
estados emocionales, me marcó profundamente, disminuyendo mi
capacidad para la alegría y la espontaneidad, aspectos cuya desinhibición
tuve que trabajar, abundantemente, en talleres y terapias diversas.

Tecnología y nuevas formas de expresión emocional


Hasta el siglo XX, los seres humanos se enteraban de las emociones de
los otros observando su lenguaje no verbal: expresiones faciales, ademanes,
gestos, posturas y tonos de voz. Si las personas se encontraban distantes
entre sí, solían utilizar el género epistolar para contactarse. En este modo de
comunicación, los signos emocionales se expresaban a través del contenido,
las formas, la letra o el papel elegido. Los enamorados desarrollaron una
serie de detalles para imprimirles a sus mensajes un sello que superara

44

LibrosEnRed
La salud emocional

lo explícito del discurso y diera cuenta de los sentimientos: tonalidades,


aromas, flores, hojas secas, moños, dibujos, retratos o fotografías…
La revolución informática iniciada a mediados de la década del ochenta
marcó el comienzo de nuevas maneras de comunicación a escala mundial.
Con el desarrollo y la expansión de Internet se permeabilizaron las fronteras
de las naciones generando entre estas intercambios de bienes culturales de
todo tipo, incluidas las formas de expresión afectiva. De la mano de estos
avances tecnológicos, las emociones han ido adaptando su lenguaje a las
características que les van brindando los diversos soportes. En esta línea,
la comunicación virtual ha ido construyendo y universalizando sus signos,
y los seres humanos hemos ido desarrollando y practicando, además de
las tradicionales, otras vías no menos válidas para percatarnos del estado
emocional del otro y transmitir el nuestro.
Cada medio de comunicación elegido (teléfono, correo electrónico,
chat, mensaje de texto por teléfono celular, o redes sociales a través de la
Internet) posee un abecedario propio que se ha ido gestando a través de
su empleo. En todos, de una u otra manera, hemos encontrado el modo
de dejar traslucir nuestras emociones y captar las de los otros, pero nada
reemplaza al contacto cara a cara a la hora de comprender y transmitir los
estados afectivos.
El teléfono fue el primero de los instrumentos que cambió las reglas
de juego. En la actualidad, y en nuestra cultura occidental, tomamos como
natural el hecho de poder darnos cuenta del humor de nuestro interlocutor
telefónico. Para reconocerlo, no necesitamos de parámetros visuales ya que,
además del contenido de su discurso, nos bastan el tono e intensidad de su
voz, la velocidad con que habla y el modo en que destaca las frases.
El correo electrónico o e-mail vino, aparentemente, a reemplazar a la
comunicación epistolar pero, aunque para muchos es útil con ese fin, en
general las personas lo emplean como un medio más rápido y superficial
de transmitir mensajes que el empleado en las cartas. Suele usarse para
anunciar un evento, compartir una información, combinar un encuentro
con amigos, acordar citas o reuniones, intercambiar impresiones sobre
un suceso o sobre cuestiones laborales, solicitar información acerca de un
producto o servicio, etc. Este medio, junto con el chat y los mensajes de texto
de los teléfonos celulares, posee el recurso de los llamados emoticones para
dar cuenta de los diferentes estados emocionales: caritas que reproducen
la expresión gestual de las distintas emociones. También es habitual el uso
de explícitas expresiones de risa con las correspondientes onomatopeyas:
ja ja, je je. No obstante el uso de estas herramientas, en la práctica suele
generarse una enorme cantidad de malentendidos, ya que es muy difícil

45

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

dar cuenta de un humor que, necesariamente, requiere de la confirmación


gestual o auditiva.
Estas formas de comunicación virtual pueden también dejar al
descubierto algunos rasgos de la personalidad a través de diferentes
variables: el tipo de fuente elegida al redactar los mensajes enviados
mediante correo electrónico; la aparición o no de una firma preasignada,
y su forma y contenido; el uso o no de mayúsculas, minúsculas y signos de
puntuación; el aspecto del contenido; la frecuencia de la comunicación;
si los mensajes son personalizados o se envía el mismo mensaje a muchos
contactos; si se reenvían cadenas de las que suelen circular por Internet, y
con qué frecuencia; si se oculta o no la lista de destinatarios. No es el objetivo
de este libro ahondar en el significado de estas conductas pero sí subrayar
que, por medio de esas actitudes, esta nueva forma de comunicación
expresa tanto estilos de personalidad como el universo afectivo del que
participa en ella.

La represión de las emociones


Somos emergentes de una cultura que tiende a separar más que a
unir y que, en virtud de esa cualidad, ha producido escisiones en el interior
del propio individuo dividiéndolo en cuerpo, mente, emociones, espíritu
y relaciones. No conforme con eso, tanto de manera explícita como por
los medios más sutiles, las cartesianas3 formas de pensamiento, que
predominaron a partir del Renacimiento (siglos XIV-XVI), se encargaron
de establecer jerarquías entre las partes, asignándole a cada una valores
diferentes. Desde ese punto de vista, se estableció que las emociones no
tenían por qué mezclarse con la razón, y se partió del supuesto de que
pueden y deben separarse, ya que se consideraba que los sentimientos
enturbiaban el buen juicio. Esto derivó en que se le diera mayor importancia
a lo racional respecto de lo afectivo, proponiéndole al ser humano que, en
vez de integrar cuerpo, sentimiento, pensamiento y acción, dejara a un lado
su sentir para atender a su pensar o, muchas veces, accionara en contra de
ambas variables.
Este entrenamiento disfuncional hizo que se nos fuera instalando
una dificultad para experimentar, de manera espontánea, el hecho de ser
una unidad en la que nuestros múltiples aspectos convergen y se integran.
3 René Descartes (1596-1650). Filósofo, matemático y científico francés que estableció la
separación de dos realidades: mente y materia, proponiendo la dualidad cuerpo y mente,
y la idea del cuerpo como máquina.

46

LibrosEnRed
La salud emocional

También ha propiciado que no seamos hábiles para reconocer, aceptar,


transitar y controlar nuestras emociones.
Las emociones poseen cuatro elementos principales:

1. Una reacción orgánica expresada como sensación y cambios fisioló-


gicos internos.
2. Una cognición: un pensamiento inicial automático (la evaluación
instantánea de la situación), y uno posterior (que le da significado a
la experiencia).
3. Una motivación: reflejada en forma de necesidades e intereses.
4. Una conducta: señales externas de las reacciones internas.
La disociación de las emociones puede tener diversas maneras de
manifestarse según las diferentes combinaciones entre los elementos
mencionados cuando uno o más se encuentran desligados.
Las formas más frecuentes son:
• La persona registra la reacción fisiológica y la motivación, realiza
la evaluación cognitiva, pero inhibe la conducta expresiva. Podría
ser que no quiera confrontar un hecho estresante y, si bien se da
cuenta de lo que le pasa, no lo deja en evidencia. En este caso, el
cuerpo y la cognición se encuentran disociados de la conducta.
Un ejemplo podría ser que, ante una ofensa o un ataque, se re-
prima la conducta que resultaría del enojo y se disimule.
• La persona registra la reacción fisiológica pero no la motivación,
realiza la evaluación cognitiva automática (la que motoriza la
conducta sin que llegue a la conciencia), pero no puede realizar
aquella que le da sentido, y la conducta expresiva la sorpren-
de como si tuviera vida propia. Por ejemplo: sensación de an-
gustia (reacción fisiológica interna) y llanto (conducta expresiva)
que irrumpe sin motivo reconocido ni explicación. En este caso,
motivación y cognición se encuentran disociadas del cuerpo y la
conducta. Otro ejemplo podría ser una fuerte sensación de enojo
apoyada por la conducta expresiva de esa emoción, pero sin re-
gistro consciente de lo que lo provoca, o el mal humor sin razón
ni sentido para quien lo experimenta.
Para vivir de manera plena y saludable, necesitamos un aprendizaje
que nos ayude a superar estas disociaciones. En mi caso personal, ha sido
una tarea permanente, y aún continúa siéndolo, la de tratar de estar lo
más posible en contacto con mi sentir pues, a pesar de haberme abocado

47

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

la mayor parte de mi vida tanto al conocimiento del ser humano y sus


conductas como a conocerme a mí misma, en muchas ocasiones advierto
que fuertes emociones se me presentan inesperadamente, ante situaciones
en las cuales nada parecía indicarme que esto sucedería. Es precisamente en
ese momento cuando soy capaz de preguntarme: entonces, ¿esto me afecta
más de lo que yo creía? o ¿mis sentimientos son más fuertes o profundos de
lo que yo registraba?
He escuchado mucho comentar a mis pacientes ese mismo tipo de
vivencia. A la hora de acompañarlos en estas circunstancias, mi estrategia es
la misma que aplico para mí misma: conjugar conciencia y saber estimulando
el desarrollo de la atención, conjuntamente con la incorporación del
conocimiento necesario para generar la integración. La salud emocional
depende de esto.

48

LibrosEnRed
Capítulo 6 - El lenguaje corporal de las emociones

Para asegurar la supervivencia del cuerpo de la manera más efectiva posible,


la naturaleza dio con una solución muy efectiva: representar el mundo externo
en términos de las modificaciones que causa en el cuerpo propiamente
dicho, es decir, representar el ambiente mediante la modificación
de las representaciones primordiales del cuerpo propiamente dicho
siempre que tiene lugar una interacción entre el organismo y el ambiente.
Antonio Damasio

Cada emoción, además de generar un movimiento en el interior del


organismo, posee un correlato gestual y postural característico que da cuenta
de la experiencia y sirve para comunicar estados e intenciones a los otros.
El lenguaje del cuerpo, o lenguaje no verbal, posee como elementos
constitutivos las expresiones faciales, la mirada, las particularidades de
tono e intensidad de la voz, la velocidad del habla, las formas de contacto a
través de la piel, el tono muscular, la calidad y el estilo de los movimientos
del cuerpo, los ademanes efectuados con las manos, la postura corporal y
el modo de andar.

Las expresiones faciales


Según se ha podido comprobar, nuestras expresiones faciales expresan
con claridad las emociones básicas: sorpresa, miedo, enojo, alegría, tristeza,
asco, y muchas de las combinaciones posibles entre ellas, con sus múltiples
gradaciones.
En la sorpresa, la expresión facial consiste en cejas elevadas y curvas,
una mayor apertura de los ojos y arrugas horizontales en la frente. La
mandíbula desciende sin tensión provocando la abertura de los labios. La
intensidad de la emoción puede evaluarse por cuánto cae la mandíbula
de quien la experimenta. La mayor apertura ocular hace que se amplíe
nuestro alcance visual y obtengamos una información más detallada del
suceso imprevisto.

49

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

En el miedo las cejas se levantan y contraen al mismo tiempo. La piel


de la frente se arruga en su centro. Ambos párpados se elevan.
Las expresiones de sorpresa y miedo tienden a confundirse porque
poseen algunas semejanzas. La diferencia es que en el miedo las cejas
descienden y se alarga la comisura de los labios, y en la sorpresa no.
La expresión facial del enojo es intimidatoria: boca tensa, cejas bajas,
contraídas y en disposición oblicua. Arrugas verticales entre las cejas. Párpado
inferior tenso, elevado o no. Mirada frontal y fija, con un aumento del brillo
de los ojos. Puede ocurrir un enrojecimiento del rostro o su contrario, la
palidez. Los labios pueden presentarse apretados, con las comisuras rectas o
bajas, o abiertos en forma cuadrangular, como en el grito.
Es menos probable el ataque de un rival iracundo y de rostro
congestionado que el de uno con cara pálida y labios apretados. El de cara
encendida, ve todo rojo, la sangre le ha subido a la cabeza. Eso lo entorpece
e inhibe. El de rostro pálido tiene mayor control sobre sus actos, piensa más
fríamente y se encuentra mejor preparado para entrar en acción.
En la tristeza la mirada aparece lánguida, desesperanzada y resignada;
las cejas, elevadas en su parte interna, descienden en la externa como
formando un triángulo; la comisura de los labios y los pómulos tienden
hacia abajo; las mejillas se muestran pálidas.
La expresión facial de asco o disgusto, consiste en torcer el labio
superior hacia un lado y fruncir la nariz. Parece tratarse de un intento muy
primario de bloquear las fosas nasales para evitar un olor nocivo o para
escupir un alimento detectado como perjudicial. Las mejillas se elevan, la
piel del párpado inferior se arruga, las cejas descienden empujando hacia
abajo al párpado superior.
La expresión facial de la alegría comunica entusiasmo. La piel, brillante
y sonrosada. La que se encuentra debajo del párpado inferior se extiende
hacia la sien y hacia arriba. La mirada, chispeante, ágil, encendida. Los
pómulos elevados, las comisuras de los labios hacia atrás y arriba exponiendo
o no los dientes.
Cuando los labios se extienden hacia los lados y quedan al descubierto
los dientes, aparece la sonrisa. Esta se asocia a la alegría pero puede expresar
muchos otros mensajes diferentes, entre otros: sarcasmo, amabilidad,
hospitalidad. Para esbozar los diferentes tipos de sonrisas suelen utilizarse
diferentes músculos.
La sincera, o genuina, se activa de manera involuntaria. Es bien
marcada y simétrica, aparece y desaparece lentamente.

50

LibrosEnRed
La salud emocional

En la falsa, o estereotipada, el gesto se percibe como afectivamente


vacío. Se produce una contracción muscular menos intensa, una expresión
menos marcada del gesto. Suele prolongarse por más tiempo y detenerse
abruptamente dando la sensación de que nunca estuvo ahí. Puede ser
soslayada y, generalmente, es asimétrica.
La sonrisa “nerviosa” suele ser leve y de interrupción rápida.
La sarcástica muestra una porción de dientes menor, eleva más una
comisura que la otra y se acompaña con una mirada burlona.

El tono e intensidad de la voz


El tono de nuestra voz está determinado por las características de
nuestras cuerdas vocales, la tensión que el aire ejerce sobre ellas y la forma
en que respiramos. Una vez que se origina, resuena en el pecho, la garganta y
la cavidad bucal. Para articular los sonidos nos valemos del movimiento de los
labios, la lengua, los dientes, las mandíbulas y el paladar. Su calidad depende
de la caja de resonancia y de la manera en que vibran nuestras cuerdas vocales.
Según lo acelerado o lento de su ritmo, lo ligado o cortado de su
cadencia, o su volumen, podemos transmitir nerviosismo, tensión,
tranquilidad, seguridad, inseguridad, miedo o duda.

Formas de contacto
La piel es el órgano más grande de comunicación y de protección con
relación al mundo exterior. A través de sus capilares recibimos múltiples
estímulos que nos brindan información acerca de lo que nos circunda, a
la vez que nos estimula a responder de alguna determinada manera. Por
otra parte, cubre la superficie del cuerpo formando una barrera protectora
contra la acción de agentes físicos, químicos o bacterianos.
Su color puede variar según la raza, la edad y el color de tez. La
palidez puede ser signo de debilidad, baja energía, apatía o cansancio. Si
se observa enrojecida, estará expresando hiperactividad, o la irrupción de
alguna emoción como vergüenza o ira.
De las personas puede decirse, en sentido figurado, que son suaves o
ásperas en referencia a su carácter o formas de expresarse verbalmente, y
de piel gruesa o fina según su grado de sensibilidad.

51

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

La textura está en general asociada con la humedad, pues una piel


seca es áspera, mientras que otra bien hidratada tendrá, seguramente, una
textura suave.
El amor y el contacto significan para la persona tanto como el agua
para la piel. La carencia afectiva y la falta de acercamiento corporal podrían
estar relacionadas con un carácter áspero u hostil.
Este órgano cumple un importante papel en el mantenimiento de la
temperatura corporal gracias a la acción de sus glándulas sudoríparas y de
los capilares sanguíneos. La temperatura del cuerpo varía en función de
la temperatura ambiente. En nuestras casas, cuando hace calor abrimos
las ventanas y cuando hace frío las cerramos. Del mismo modo, el cuerpo
tiende a concentrar el calor interno cuando el ambiente externo es más frío
y a expandirlo cuando hace calor. Si tomamos esto en un sentido amplio,
podemos inferir que, si el ambiente afectivo en que la persona crece y se
desarrolla es “cálido”, marcará en ella la tendencia a abrirse a las relaciones
interpersonales y a brindarse, y si, por el contrario, este es “frío”, lo invitará
al repliegue.
El contacto corporal con los seres significativos de las etapas más
primarias de la vida deja un sello indeleble en el cuerpo y está implicado
en muchas de las dificultades de comunicación corporal en etapas adultas,
fundamentalmente las que se refieren a las muestras de afecto y a la
sexualidad.
No es lo mismo tocar que hacer contacto. Las características que
marcan la diferencia se basan, fundamentalmente, en dos cualidades:

• La atención, sustentada en la calidad de registro que cada uno


tiene respecto a los mensajes que provienen tanto de su propio
cuerpo como del cuerpo del otro.
• La intención, que remite a la capacidad de abrirse a la comuni-
cación energética desde el propio cuerpo hacia el del otro y, en
sentido opuesto, a la retroalimentación que proviene de aquella
persona con la que se produce el encuentro corporal.
En etapas prenatales la comunicación corporal es indiscriminada. Si
bien el útero aísla y protege al feto, este recibe constantemente mensajes
que inciden en su formación y desarrollo, y, al mismo tiempo, la madre
recibe los mensajes que los movimientos de su hijo le transmiten. Hay un
diálogo cuerpo a cuerpo, una fusión que se prolonga durante los primeros
meses de vida.

52

LibrosEnRed
La salud emocional

El nacimiento no representa el fin de la etapa de gestación: es una


continuación de la vida intrauterina con cambios fundamentales en la
funcionalidad y en el espacio donde continúa el desarrollo. En esta etapa
de formación fuera del útero la relación corporal madre/hijo es de gran
importancia para la maduración del bebé. Los mensajes que este recibe a
través de la piel constituyen su primer medio de comunicación con el mundo
exterior. El contacto con el cuerpo del padre, por la diferente calidad de la
energía masculina, lo va a proveer de sostén, seguridad y confianza.
La sexualidad se desarrolla sobre la estructura de base construida por
el contacto corporal de los primeros años de vida. El cuerpo aprende o
no, de este modo, a obtener placer, a responder a los estímulos y a emitir
mensajes eróticos.
El significado de tocarse entre las personas es relativo al contexto en el
que tiene lugar, y variará si el escenario es social, familiar o laboral, amistoso
o romántico. Dependiendo de esos factores, el tacto puede sugerir afecto,
interés sexual, dominio, preocupación e incluso agresión.
Muchas investigaciones demostraron que, cuando una persona toca a
otra de un modo aceptable para el contexto y la circunstancia, la reacción
habitual es positiva.

Lo que expresan las manos


Tomando como base nuestra cultura y la subcultura familiar a la que
pertenecemos, cada uno de nosotros ha desarrollado un modo propio de
expresarse con las manos. Los gestos que efectuamos con ellas nos son
útiles para aclarar, enfatizar o ilustrar el contenido de cualquier discurso.
Sus movimientos son también eximios reveladores de nuestras emociones.
Ciertos movimientos o posturas de las manos poseen un significado
reconocido en la mayoría de las culturas:

• Con la mano estirada en diferentes posiciones podemos despe-


dirnos, mendigar, prometer, detener o amenazar.
• Para rogar las unimos por las palmas.
• Para expresar afecto apoyamos la palma sobre el corazón.
• Para indicar silencio cruzamos los labios con el dedo índice en
posición vertical.

53

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

• Para indicar desaprobación apoyamos la yema de todos los de-


dos sobre los labios.
• Levantamos el pulgar con su coronilla hacia arriba en señal de
aprobación y hacia abajo para indicar lo contrario.
• El besar la mano de aquel que está en una jerarquía superior es
un signo de sumisión y respeto que se ha sostenido a lo largo de
la historia de la humanidad, y que aún tiene vigencia en ámbitos
religiosos.
• Mostramos el puño cerrado en señal de enojo.
• Las frotamos anticipando un disfrute.
• Las sacudimos para incitar a alguien a apresurarse.
• Las mantenemos apretadas si nos encontramos tensos o expec-
tantes.
Observando el lenguaje corporal podemos saber mucho sobre el
estado emocional, la salud, los sentimientos y los pensamientos de las demás
personas. El desarrollo de esta observación forma parte del entrenamiento
necesario para optimizar nuestras relaciones interpersonales.

54

LibrosEnRed
Capítulo 7 - La postura corporal

Mi idea es que el complejo somatosensorial del cerebro,


especialmente el del hemisferio
derecho en los seres humanos, representa nuestra estructura corporal en
referencia a un esquema
corporal en el que hay partes centrales (tronco, cabeza),
partes apendiculares (extremidades) y una frontera corporal.
Antonio Damasio

La postura corporal es la manera en que disponemos nuestra estructura


ósea en el espacio y la calidad de nuestro tono muscular al hacerlo. Puede
revelar características de la personalidad, afectividad y funcionamiento
del organismo. Da cuenta de cómo nos plantamos ante la vida, cuáles son
nuestras prioridades, qué ocultamos, cuál es el aspecto personal con el que
estamos en mayor contacto, y qué desatendemos.
Desde las etapas más tempranas de nuestro desarrollo, las diferentes
experiencias han influido en la estructuración de nuestra postura corporal.
Esto ha generado la construcción de un patrón fijo de distribución del cuerpo
en el espacio sobre el que desplegamos actitudes corporales coyunturales.
También tendemos a organizar estas actitudes en esquemas repetidos: un
abanico propio de respuestas fijas para cada ocasión.
Podemos observar y analizar las posturas estructuradas, o fijas,
diferenciando cuatro áreas fundamentales:

• Cabeza y cuello. Área que simboliza el pensamiento, la imagina-


ción y el vuelo creativo. Es la base operativa del control, las ideas
y los proyectos. Sede, además, de los principales órganos relacio-
nados con la capacidad de percibir el mundo exterior.
• Tronco y brazos. Área del impulso y la acción, por ser la zona
que alberga al corazón, motor de todo el organismo, y a los pul-
mones, su filtro vital. En esa área se reflejan los sentimientos, la
identidad, el ego, el impulso, la responsabilidad, la valentía y el
coraje. Los brazos expresan la capacidad de alcanzar lo deseado

55

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

y de satisfacer las propias necesidades. También la de abrazar,


sostener y retener.
• Abdomen. Área de las emociones donde se evidenciará la capa-
cidad para aceptar, asimilar, transformar y aprovechar lo que la
vida brinda. La metabolización de afectos y sentimientos. La vul-
nerabilidad y la sensibilidad.
• Pelvis y extremidades inferiores. La pelvis es el área que simbo-
liza la supervivencia con todos los aspectos en ella involucrados:
alimentación, techo, trabajo, familia, hijos, casa, relación con la
autoridad, límites, descanso, sexualidad y sostén. La capacidad
para cuidar y proteger. La eliminación de los desechos. La sa-
tisfacción de las propias necesidades. El soltar o desprenderse
de aquello que no es de utilidad o perjudica. La capacidad de
cambio, disfrute, apertura y entrega. Las piernas simbolizan el
andar por la vida. Las rodillas, la aceptación, los pies el sostén y
las raíces.

La postura corporal y la expresión de los afectos


Cabeza y cuello adelantados. Indica prioridad del plano mental o de las
ideas. Tendencia a proyectar y fantasear. Se adelanta a los acontecimientos,
estilo visionario. Puede tener bajo registro de sus necesidades más básicas
como la de saciar su hambre o buscar abrigo ante el frío, y también ciertas
dificultades a la hora de concretar proyectos.
Cabeza hundida dentro del tronco.Puede asociarse con dificultad para
expresar ideas, proyectos e imágenes. Dificultades en la comunicación con
los otros. Tendencia a ubicarse en posiciones desfavorables en las relaciones
con los otros.
Tronco curvado hacia delante y hombros en anteroversión (proyectados
hacia delante y hacia abajo). Dificultades para la acción, la autoexpresión y la
autorrealización. Tendencia a hacerse cargo de los deseos y necesidades de
los otros. Inclinación a la melancolía y a experimentar sentimientos de culpa.
Típica postura de agobio, sobrecarga, abatimiento, desesperanza y culpa.
Tronco proyectado con amplitud, esternón elevado, hombros relajados.
Persona entusiasta con tendencia a la impulsividad. Alegría. Empuje. Puede
ser sociable y con capacidad de entrega al otro. Capacidad de acción.
Inclinación a exponerse y a sentirse vulnerable en la relación con los otros.
Cierta desconexión con los propios sentimientos.

56

LibrosEnRed
La salud emocional

Tronco proyectado hacia delante, esternón elevado, hombros en


retroversión (llevados hacia atrás). La espalda está tensa entre los omóplatos,
signo de miedo o tendencia a sentirse perseguido.
Abdomen proyectado hacia fuera.Sensible y emocional. Capacidad
empática. Vulnerable y dependiente en las relaciones con los otros. Adaptable,
tratará de complacer. Proclive al desborde emocional y a la melancolía.
Pelvis en anteroversión. Dificultades para concretar logros y obtener
placer. Actitud defensiva ante la vida. Probables problemáticas sexuales y
de contacto con el otro.
Pelvis en retroversión, abdomen retraído.Prioriza aspectos instintivos y
de supervivencia. Esconde sus emociones y tiene dificultad para contactarse
con lo que siente. Estilo retentivo en todos los planos. Apego. Dificultad para
los cambios. Falta de sostén, estabilidad o rumbo. Cualquier problemática
que involucre a las necesidades básicas: familia, trabajo, casa. Retención de
lo tóxico.
Rodillas estiradas. Típica posición militar de “firme”. Para sostener las
rodillas de ese modo, es necesario tensar los cuádriceps, o sea que el peso
está retenido por la parte alta de las piernas. La persona se sostiene desde
una tensión, no descarga el peso en sus pies, ni es el piso el que lo soporta.
Este tipo de rasgo puede deberse a la sensación de no tener sostén y haber
desarrollado una forma de compensar la falta de apoyo. Indica inseguridad,
miedo.
Rodillas semiflexionadas. Dificultades para autosostenerse y una
tendencia a buscar el apoyo de los demás. Evidencia un rasgo dependiente,
con poca capacidad para sostener al otro y también para conservar las
propias ideas, las cuales tienden a acomodarse a la tendencia general.
Diferentes modos de apoyar los pies. Una estática ideal está dada por
tres puntos de apoyo: las cabezas distales del primero y el quinto metatarsiano
(debajo de los dedos primero y quinto y el calcáneo (talón); cualquier alteración
en estos apoyos desordena el equilibrio orgánico y cuenta en cuáles aspectos
nos apoyamos más, dónde hay sobrecarga y dónde hay déficit.
Si tomamos como base la lectura de los pies que propone la reflexología
podal observaremos que:

• Un exceso de apoyo en los talones deja en evidencia inseguridad, ape-


go y dificultad para los cambios.
• Una mayor descarga en el colchón metatarsiano habla de una tenden-
cia a la acción y a hacerse cargo de las necesidades de los otros.

57

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

• Cuando los pulpejos de los dedos no apoyan en el piso podrían indicar


un retraimiento en aspectos de la comunicación. Si conjuntamente se
observa tensión en los tendones del dorso del pie, y por tal razón los
dedos no apoyan, la traba puede relacionarse con sentimientos de
culpa, que impiden alcanzar lo que la persona desea y necesita.
• En el caso de que no apoye el istmo plantar, como en el “pie cavo”,
puede haber una desconexión entre los sentimientos y las acciones.
Por ejemplo, la persona puede actuar, en general, de manera racional
y controlada, y, de pronto, verse sorprendida por emociones que la
desestabilizan, y de las cuales no tenía registro. Experimenta inseguri-
dad. Siente que se afirma si gobierna la situación desde el pensamien-
to.
• Cuando el arco longitudinal desciende y se apoya en el piso, como en
el “pie plano”, el peso del cuerpo tiende a llevarse hacia el borde in-
terno de los pies. Los bordes externos se elevan levemente y por esta
razón no ofrecen una base segura de sustentación pues ese apoyo sa-
ca de eje a todo el cuerpo. Esto muestra una tendencia de la persona a
salirse de su centro con facilidad y permitir que sus emociones circulen
sin control invadiéndolo por completo.
Codos en flexión constante (entre 45 y 90 grados).Muestran dificultad
para dar y recibir en los planos afectivo o material.
Puños cerrados. Signo de agresividad contenida.

Actitudes corporales
En el enojo. Toda la actitud corporal está puesta al servicio de disuadir
al enemigo: cuerpo erguido, mentón, pecho y hombros elevados, los brazos
rígidos extendidos a lo largo del cuerpo o con los codos doblados, los
puños apretados. Puede acompañarse con gestos de pegar o empujar, y un
incremento del tono de la voz que puede llegar hasta el grito.
En la tristeza. La actitud corporal muestra agobio: esternón hundido,
espalda encorvada, hombros caídos, cabeza inclinada hacia el suelo, tono
muscular bajo.
En la alegría. La actitud expresa entusiasmo y vitalidad: tono muscular
alto, movimientos rápidos que tienden a elevar del piso a la estructura ósea.
El habla acompaña con fluidez y matices de sonido. Las palabras brotan
atropellándose.

58

LibrosEnRed
La salud emocional

En el miedo.La musculatura se tensa y el cuerpo se repliega como si


quisiera ocupar menos lugar. El esternón se hunde, la cabeza se agacha, las
rodillas y los codos tienden a la flexión.

La marcha reveladora
La manera en que caminamos también revela mucho acerca de rasgos
de nuestra personalidad y estado emocional:
• Un andar lento o rápido expresa la misma tendencia en la forma en
que encaramos la vida.
• Arrastrar los pies muestra necesidad de apoyo y seguridad. Cansancio,
desesperanza. Dificultad para despegar de aquello que sostiene. Es la
típica caminata del adolescente.
• A los saltos, remite a personas que no pueden quedarse en ningún
lugar y que van por la vida esquivando el compromiso.
• El taconeo remarca el apoyo en el talón. Es indicativo de inseguridad
encubierta en la imagen contraria: un carácter enérgico y autoritario,
con dificultades para los cambios.
• Rozando apenas el piso, muestra poco contacto con la realidad, indica-
tivo de rasgos románticos, con tendencia a fantasear. Dificultades para
concretar proyectos y solventarse económicamente.
• En puntas de pie, expresa inseguridad, timidez y necesidad de recono-
cimiento y aprobación por parte de los demás.
Respecto al ritmo en el andar, según sea este parejo o desparejo dará
cuenta del grado mayor o menor de armonía general. Todos los cambios
bruscos en la velocidad o el ritmo se refieren a la misma característica en
otros planos. Son expresión de desarmonía e inestabilidad.
La dirección de los pasos expresa la actitud hacia “el sentido de la propia
vida”. Las puntas de los pies paralelas muestran a una persona que sabe lo que
quiere y se dirige hacia una meta. Las puntas hacia fuera son indicativas de
dispersión, de personas que hasta último momento no saben que dirección
tomarán; puede ser que duden o que se abran a muchas posibilidades al
mismo tiempo. Esta característica puede también revelar una tendencia a la
dispersión de la energía y dificultad para encauzar la propia vida.
Las puntas hacia adentro al caminar pueden indicar carencia de un
proyecto personal, timidez, retraimiento, introversión.

59

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

Otro aspecto a tener en cuenta es el de la inclinación del cuerpo al


andar:

• Adelantar la cabeza muestra que se prioriza el aspecto mental.


• Si es el pecho el que se proyecta en primer lugar, mostrará personas
de acción que “van para adelante”, “arremeten”.
• Si lo primero que se adelanta es la pelvis (esto sería caminar con el tor-
so inclinado hacia atrás), son los aspectos instintivos de supervivencia
los que tienen prioridad.
• El caminar alineado evidencia poseer un cierto grado de equilibrio y
armonía.
Un caminar fluido necesita de rodillas que se adapten al movimiento
flexionándose y estirándose según la necesidad.

• Si, al andar, se tiende a cortar la energía en las rodillas, no se está efec-


tuando una buena descarga a tierra lo que deja al descubierto una
falta de confianza en la propia capacidad de sostenerse.
• Si permanecen constantemente estiradas brindan la ilusión de un sos-
tén, que no es real.
• El estar todo el tiempo en flexión implica falta de fuerza y empuje
para salir adelante.
El registro consciente del propio modo de caminar puede echar luz
sobre algún aspecto no reconocido de nosotros mismos y, la toma de
conciencia del mismo ayudar en el propio proceso de evolución personal.
A lo largo de cada día adoptamos diferentes y variadas actitudes
corporales, y ponemos en acto un repertorio de movimientos según cuáles
sean nuestros pensamientos y sentimientos, y la interacción con nuestro
entorno. En muchos casos, alguna de esas formas se torna crónica y, sin
oponer resistencia, repetimos hasta el cansancio maneras poco satisfactorias
de posicionarnos en la vida. Este es un círculo vicioso del cual podemos salir
si tomamos conciencia de que nos es disfuncional y deseamos el cambio.
La transformación puede llevarse a cabo por dos vías: la de la mente
y la del cuerpo. Desde la mente, revisando nuestro sistema de creencias,
maneras de vincularnos e historia personal, y, desde allí, estimular al cuerpo
para que acompañe el cambio. Desde el cuerpo, amplificando la percepción
y conciencia, modificando la postura y el modo de andar, y conectándonos
con la experiencia afectiva.

60

LibrosEnRed
La salud emocional

Si tomamos contacto con aquello que necesitamos cambiar para


obtener una mayor plenitud, podemos encontrar maneras de ubicarnos en
un nuevo espacio que nos provea de mayor bienestar.
Es muy diferente experimentar una emoción negativa y culpar a
cualquier causa externa por su aparición, que tomar conciencia de que esa
emoción alojada en el cuerpo nos pertenece: “Si es mía tengo el poder
para modificarla y eso depende de mí”. Somos los constructores de nuestra
propia existencia, y poseemos un caudal de potenciales que esperan ser
llamados a escena.

Actividad de autoconocimiento: la emoción en el cuerpo


Un trabajo consciente y voluntario con nuestro cuerpo puede
facilitar un cambio postural y actitudinal. El primer paso consiste en
prestar atención a la propia postura y a las actitudes corporales. Es un
“prestar atención” sin intentar en lo más mínimo modificarlas. Una vez
que uno lo descubre no es fácil permanecer pasivo, pero esa instancia
es sumamente importante en el proceso de transformación, ya que el
movimiento interno, y su retención voluntaria, le dan energía al motor
del cambio para que este se produzca.
A continuación, una sencilla propuesta para tomar conciencia del
poder del cuerpo en este sentido:

1. Preste atención a la emoción con la que se siente identificado en


este momento.
2. Intente registrar de qué manera repercute y se expresa en su cuerpo
y en qué parte podría ubicarla o la siente con mayor intensidad.
3. Registre ahora al modo en que está respirando, haga consciente
esa respiración sin modificarla, simplemente intente sentir cómo es.
Dedíquele unos minutos solo a esta observación. Sin cambiar nada.
Solo observar.
4. Imagine ahora que va llevando el aire a esa zona del cuerpo donde
ubicó la presencia de la emoción. Sienta cómo el aire recorre ese espa-
cio y lo atraviesa.
5. Busque, por unos minutos, el modo de expandir esa zona con la
ayuda de ese aire.

61

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

6. Realice ahora un recorrido imaginario por todo su cuerpo registran-


do zonas de tensión y aflojando la musculatura. Déjese sostener por
sus apoyos.
7. Vuelva a prestar atención a la emoción que experimenta y a cómo
siente su cuerpo en relación con ella.
8. Respire ahora libremente, del modo en que el cuerpo se lo pida. Si
necesita suspirar o bostezar no inhiba estas descargas.
9. Compare su sentir al principio del ejercicio con el actual. ¿Registra
alguna modificación?

62

LibrosEnRed
Capítulo 8 - El sustrato orgánico de la emoción

Nuestros cerebros aman las dicotomías, como razón y emoción, bueno y malo,
conservador y liberal.
Pero, en realidad, estas son siempre simplificaciones desmedidas.
Uno de los grandes desafíos de hoy en la investigación del cerebro es entender
cómo funciona el cerebro en su conjunto más que cómo funciona
en sus pequeñas partes.
Joseph LeDoux

El sistema nervioso es el encargado de conducir y relacionar las


complejas actividades psíquicas y orgánicas, voluntarias e involuntarias,
del cuerpo humano. Tiene como actividad principal la de captar estímulos,
conducir los impulsos que aquellos generan, elaborar las respuestas
adecuadas, y ejecutarlas. Estos estímulos pueden provenir tanto del medio
exterior como del interior del propio organismo.
Este sistema posee receptores nerviosos destinados a recibir el estímulo
y excitarse generando un impulso nervioso. Los impulsos generados por
los receptores se trasladan a través de fibras nerviosas hasta centros que
procesan la información recibida, y elaboran u ordenan la respuesta
necesaria, la cual viaja por otras fibras nerviosas hasta los órganos efectores,
que son los encargados de ejecutarla.
En el sistema nervioso se pueden distinguir dos subsistemas
fundamentales: el sistema nervioso central y el sistema nervioso periférico.
El central, que se encuentra relacionado con la génesis de los procesos
emocionales, está formado por el encéfalo y la médula espinal. El encéfalo,
encerrado dentro de la caja craneana, se halla constituido por el cerebro,
el cerebelo y el tronco encefálico, que es, evolutivamente hablando, su
sección más antigua. El comportamiento humano en general se vale de la
actividad combinada de las tres regiones.

63

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

El cerebro emocional
El tronco encefálico sirve de camino para las señales que viajan entre
el cerebro superior y la médula espinal, y es también la sede de funciones
vitales y básicas como la respiración, la presión sanguínea o el ritmo cardíaco,
y de actos reflejos como el movimiento ocular y el vómito.
En el tronco encefálico se encuentra el sistema límbico, también
llamado cerebro medio, o cerebro emocional, situado inmediatamente
debajo de la corteza cerebral, y que comprende centros como el tálamo, el
hipotálamo, el hipocampo y la amígdala cerebral.

• El tálamo tiene la función de retransmitir hacia la corteza cerebral la


información proveniente de los sentidos, que viene subiendo por el
tronco cerebral.
• El hipotálamo se ocupa de la organización y el control del sistema
nervioso autónomo.
• La amígdala es la encargada de dar la medida emocional a la infor-
mación que llega al sistema nervioso. Nos permite diferenciar si una
situación representa una amenaza, requiere de nuestra alarma, preo-
cupación o temor.
• El hipocampo se ocupa de la memoria (recuerda, por ejemplo, lo que
es peligroso y lo que no lo es) y nos ubica en el contexto en que se
produce el hecho (no es lo mismo encontrarse con un león en la cocina
de la casa que ver proyectada su imagen en una película).
La corteza prefrontal, la parte filogenéticamente más evolucionada
del sistema nervioso, se ocupa de la planificación de la información.
La amígdala recibe información desde los órganos de los sentidos y
elabora una respuesta emocional rápida que no requiere intervención de la
corteza. Responde antes de saber de qué se trata. Las situaciones peligrosas
producen un aprendizaje de respuesta ante los peligros, y cada vez que el
sistema los detecte va a reaccionar, inclusive antes de tener conciencia de lo
que ocurre. En los desórdenes de ansiedad, la reacción aprendida se dispara
sin que medie un estímulo externo, pues el afecto ha quedado desligado
de la cognición.
Joseph LeDoux, profesor del Departamento de Psicología y del Centro
de Investigaciones Neuronales de la Universidad de Nueva York, y autor
de El cerebro emocional, ejemplifica muy claramente este mecanismo: una
persona caminando puede confundir una rama con una víbora y reaccionar

64

LibrosEnRed
La salud emocional

con una respuesta automática acorde con el peligro que implica lo que
interpreta. A los efectos de la supervivencia esta reacción de defensa es
eficaz, pues si confundiera a una víbora con una rama quedaría expuesto a
una situación de riesgo.
LeDoux ha profundizado en la investigación de las emociones como
procesos biológicos, y ha podido determinar el camino de la información
desde los sentidos hasta el cerebro emocional, particularmente a la región
de la amígdala, observando cómo se crea en ella una memoria emocional
que condiciona nuestro comportamiento y nuestra percepción del mundo.
Hormonas y péptidos, liberados en el cuerpo durante un estado emocional,
llegan al cerebro por el torrente sanguíneo traspasando la barrera
hematoencefálica. Esto produce una alteración de la actividad neuronal.

La corteza cerebral
La corteza cerebral es la que nos hace humanos, pues allí tienen origen
el pensamiento y el lenguaje. Estos le brindan a nuestra vida emocional
una nueva dimensión ya que el cerebro emocional (el sistema límbico) y el
cerebro racional (el neocórtex) trabajan en equipo. Esto es lo que explica el
hecho de que podamos tener control sobre nuestras emociones.
Los lóbulos prefrontales y frontales de la corteza se encargan de
moderar nuestras reacciones emocionales, frenando las señales del cerebro
límbico, y de desarrollar planes concretos de acción para situaciones
emocionales.

La integración de los dos cerebros


Antonio Damasio, director del Institute for Neurological Study of
Emotion, Decision-Making and Creativity, es un neurocientífico que aborda
el estudio del ser humano como un todo indisoluble en el que se integran
cuerpo, mente y emociones. Postula que la razón no puede desligarse de su
contexto emocional, ya que este es en realidad un componente fundamental
de la toma de decisiones. También afirma que en la memoria se consustancian
razonamiento y sentimiento, pues esta se halla formada mayoritariamente
por recuerdos y vivencias emocionales subjetivas e intransferibles.
En su libro El error de Descartes describe el caso de un paciente llamado
Elliot, que resulta altamente revelador para establecer la naturaleza de la

65

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

conexión entre los cerebros emocional y racional. Elliot tenía un tumor


del tamaño de una naranja pequeña situado justo detrás de su frente.
Mediante una intervención quirúrgica le fue extirpado por completo.
Aparentemente, la operación había resultado un éxito, pero quienes lo
conocían bien notaron un cambio extremo en su personalidad.
Antes de la cirugía, Elliot se desempeñaba como abogado en una
corporación donde mostraba un excelente desempeño en su profesión, pero,
tras la extirpación del tumor, le resultó imposible cumplir con su trabajo, lo
mismo que llevar adelante su matrimonio. Más tarde, malgastó sus ahorros
en inversiones disparatadas hasta llegar al punto de perder su vivienda y
tener que alojarse en la habitación de huéspedes de la casa de su hermano.
Su caso desconcertaba a los médicos porque, aun siendo
intelectualmente brillante como siempre había sido, mostraba una enorme
dificultad para administrar su tiempo. Parecía haber perdido toda noción
de las prioridades y se dispersaba en detalles sin importancia. Cuando Elliot
llegó a la consulta de Antonio Damasio este quedó sorprendido al notar que,
aunque su lógica, su memoria, su atención y las demás habilidades cognitivas
no presentaban ningún problema, en el repertorio mental de Elliot faltaba
un elemento: era prácticamente inconsciente de sus sentimientos. Podía
narrar los trágicos acontecimientos de su vida con absoluta imparcialidad,
como si fuera un observador de las pérdidas y fracasos de su pasado, sin
mostrar la mínima nota de arrepentimiento o tristeza, frustración o ira por
nada. Ni siquiera su propia tragedia le provocaba dolor.
Damasio llegó a la conclusión de que la fuente de la falta de conciencia
emocional se debía a la eliminación, junto con el tumor cerebral, de una parte
de sus lóbulos prefrontales. En efecto, la cirugía había cortado las conexiones
entre los centros inferiores del cerebro emocional –sobre todo la amígdala y
los circuitos relacionados– y la capacidad pensante de la neocorteza.
El pensamiento de Elliot no difería del de una computadora capaz
de dar todos los pasos anteriores a una toma de decisión, pero incapaz de
asignar valores a las diferentes probabilidades. La ausencia de sentimientos
hacía que el razonamiento de Elliot resultara finalmente defectuoso.
La desventaja quedaba de manifiesto incluso en las decisiones
cotidianas y aparentemente poco importantes. Por ejemplo, cuando
Damasio intentó coordinar la siguiente cita, Elliot se sumergió en un mar de
indecisiones. Encontró argumentos, a favor y en contra, de todas las fechas
y las horas que este le proponía, sin lograr elegir entre ellas.
En un nivel racional, existían razones perfectamente adecuadas para
objetar o aceptar casi todos los momentos posibles para la cita, pero

66

LibrosEnRed
La salud emocional

Elliot no podía acompañar la decisión con ningún tipo de sentimiento


que diera cuenta de una preferencia que fuera más allá de las razones,
pues no tenía la menor idea de lo que sentía con respecto a cualquiera
de esos horarios. Al no ser consciente de sus propios sentimientos, y al
no encontrar argumentos racionales contundentes que sustentaran su
elección, no sabía cómo hacerla.
Este caso dejó en evidencia el papel fundamental de los
sentimientos a la hora de tomar decisiones en la vida, ya que casi todas
ellas requieren no solo racionalidad, sino que exigen la presencia de
sensaciones viscerales y de la sabiduría emocional acumulada gracias a
las experiencias pasadas.
El raciocinio no es suficiente para decidir en quién confiar, con quién
casarse, dónde vivir, qué trabajo aceptar o cómo ocupar el tiempo libre. Las
señales intuitivas que nos guían en esos momentos surgen bajo la forma de
impulsos provocados por el sistema límbico, desde lo que Damasio llama
“marcadores somáticos”, literalmente “sentimientos viscerales”: estos se
comportan como una especie de alarma automática que llama la atención
con respecto a un peligro potencial a partir de un determinado curso
de acción. Por tal motivo, cuanto más en sintonía estemos con nuestros
sentimientos, podremos desarrollar mecanismos de prevención más eficaces
y adoptar mejores decisiones.

Los hemisferios cerebrales y las emociones


La corteza cerebral se divide por una fisura longitudinal en una parte
derecha y otra izquierda: los hemisferios cerebrales. Son simétricos y poseen
funciones interrelacionadas. Están interconectados por el cuerpo calloso,
un conglomerado de fibras nerviosas blancas que transfieren información
de uno a otro. El hemisferio izquierdo controla la parte derecha de nuestro
cuerpo, y el hemisferio derecho controla la parte izquierda del mismo.
Cada hemisferio nos provee de diferentes características de pensamiento
y modos de captar la realidad. Para vivir en armonía necesitamos utilizar
ambos, pero cada persona posee una predisposición o un desarrollo mayor
de uno de ellos, y también pueden observarse diversos grados entre los
sexos. Esta diferencia se construye a partir de componentes genéticos y
culturales a los que se les adicionan las propias experiencias vitales.
Cada hemisferio tiene sus propios lenguaje, capacidad de memoria,
tono emocional, área de competencia y proceso cognitivo.

67

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

El hemisferio izquierdo
Es analítico y racional. Esto significa que, para comprender la totalidad,
tiende a separar las partes, y por eso su punto de vista es más estático.
Reduce el todo en sus componentes básicos, determinando su jerarquía u
orden de importancia.
Su concentración en los detalles hace que desarrolle planes muy
precisos y poco flexibles, que pueden obstaculizar su adaptación a las
cambiantes condiciones inherentes a la vida misma.
Es el hemisferio de la acción, verifica la validez de sus teorías en la
práctica y experimenta hasta obtener los resultados deseados.
Se ocupa de:
• Pensamiento abstracto.
• Lenguaje.
• Ciencias exactas.
• Comunicación verbal.
Formas de acción:
• Separa elementos.
• Es detallista.
• Se ocupa de una variable a la vez.
• Se convence mediante la experiencia de la validez de sus teorías.
• Elabora detalladas teorías, generalmente difíciles de trasladar a
la acción.
• Intenta acumular conocimiento. Es enciclopedista.
• Capta la realidad gradualmente.
Características:
• Rígido.
• Poca adaptable.
• Racional.
• Tiene dificultad para los cambios.
• Extrovertido.
• Sociable.
• Optimista.

68

LibrosEnRed
La salud emocional

El hemisferio derecho
Es sistémico y puede captar la totalidad. Posee una visión más dinámica,
un pensamiento más creativo y una mirada totalizadora de las cosas.
Relaciona unos hechos con otros y estudia los efectos de esa interacción.
Para llegar a su objetivo, puede trabajar al mismo tiempo con un
número de variables. Su gran perseverancia hace que no se deje apabullar
por el tiempo que demande llegar a una meta.
Es capaz de desarrollar un proyecto delineando su contorno general
aun antes de tener especificados sus objetivos.
Sus planes son flexibles y se adaptan fácilmente a todo tipo de
situaciones. Su estilo es confrontar sus ideas con la realidad antes de aplicar
la totalidad del plan. Es un teórico práctico.
El lado derecho del cerebro es el más involucrado con la experiencia
emocional.
Se ocupa de:
• Pensamiento concreto derivado de la experiencia.
• Arte.
• Ciencias sociales.
• Psicología.
Formas de acción:
• Posee mirada totalizadora.
• Relaciona elementos entre sí.
• Trata de determinar los efectos de esta interacción.
• Trabaja sobre muchas variables a la vez.
• Capta la realidad de manera integral.
• Tiene memoria de la experiencia.
Características:
• Introvertido.
• Serio.
• Reservado.
• Paciente.
• Perseverante.
• Flexible.
• Adaptable.
• Con capacidad de cambio.

69

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

Reflexionando acerca de las características de cada hemisferio puede


deducirse cuál es el que cada uno de nosotros tiene más desarrollado
o proclive a dominar los pensamientos, sentimientos y acciones. Este
conocimiento puede sernos también útil para entrenar al hemisferio que
reconozcamos como menos aprovechado.
Para modificar patrones fijos de funcionamiento cerebral es beneficioso
cambiar hábitos motores: alternar la utilización de las manos, realizar con la
izquierda lo que solemos hacer con la derecha y viceversa; dormir en el lado
de la cama opuesto al que se ocupa habitualmente; activar el pie contrario
al que usualmente ponemos primero al subir o bajar una escalera, o al
iniciar la marcha; modificar la ubicación de muebles, objetos y utensilios
para desactivar la automatización de los movimientos; realizar secuencias
de gimnasia diferentes a las habituales; incorporar el aprendizaje de danzas
diversas que signifiquen un desafío a la psicomotricidad; aprender idiomas;
abocarse a aprendizajes novedosos.
Respecto a la diferencia de los hemisferios entre los sexos, en 1983
la bióloga Christine de Lacoste-Utamsing, de la Universidad de Columbia,
demostró que los haces de fibras nerviosas del cuerpo calloso, que unen los
dos hemisferios cerebrales, son más voluminosos en las mujeres que en los
hombres. Esto determinaría un intercambio de información más intenso entre
ambos lados del cerebro y, por lo tanto, una capacidad mayor de integración
a la hora de resolver los problemas que se presentan en la vida cotidiana.
Luego de este descubrimiento inicial, muchos neurofisiólogos han
confirmado la existencia de variaciones al comparar los cerebros masculino
y femenino. Por ejemplo, el cerebro femenino posee una pequeña asimetría
que indica un volumen mayor del hemisferio derecho con relación al
izquierdo. Esta podría ser la causa de que las mujeres tengan una menor
capacidad para disociar el comportamiento emocional del racional. Ninguno
de estos hallazgos indican superioridad de un sexo con relación al otro, sino
solo que sus características son diferentes.
Algunas ventajas del cerebro femenino radicarían en que posee más
elevadas la flexibilidad para adaptarse a situaciones nuevas, la sensibilidad
e intuición, y una mayor visión integral del mundo.

Las moléculas de la emoción


Los filósofos griegos anteriores a Platón no consideraban la psykhé
como sede de la razón sino del valor, de la pasión y la compasión, de la

70

LibrosEnRed
La salud emocional

ansiedad y del apetito animal. Para los griegos clásicos, no existía ningún
antagonismo entre la psykhé –las emociones– y el soma –el cuerpo–. Para
ellos, aquella era el correlato mental del soma.
De esta misma creencia da cuenta, en su libro Las moléculas de la
emoción, la neurocientífica norteamericana Candace Pert al afirmar que
cada emoción experimentada circula por nuestro cuerpo en forma de
elementos químicos llamados neuropéptidos. Estos son sustancias químicas,
específicas para cada estado emocional: endorfinas, serotonina, dopamina,
oxitocina y norepinefrina, entre otras.
Cada vez que activamos un determinado tipo de pensamiento,
nuestro hipotálamo libera inmediatamente el péptido correspondiente en
la corriente sanguínea. De esta manera, actúan tanto a lo largo del sistema
nervioso, como en otras partes del cuerpo, pues cada una de las células del
cuerpo está abierta a recibirlos.
El término neuropéptido fue inicialmente utilizado en 1971 para nominar
a los fragmentos de las hormonas peptídicas que carecían de actividad
hormonal pero exhibían capacidad de producir cambios conductuales. En
la actualidad, para que un péptido sea considerado “neuropéptido”, tiene
que ser sintetizado dentro del sistema nervioso.
Los neuropéptidos pueden cumplir funciones como neurotransmisores,
neuromoduladores y también como hormonas. Según su constitución, se
clasifican por familias:
• Los opioides modulan las vías del dolor; a esta familia pertenecen las
endorfinas.
• Los hipotalamohipofisiarios, de acción hormonal, como la oxitocina,
se distribuyen ampliamente en todo el sistema nervioso.
• Los gastrointestinales, en el aparato digestivo. Se los vincula con el
procesamiento de funciones fisiológicas y conductas complejas, como
el consumo de agua, la ingesta alimenticia, el sueño, la actividad se-
xual, la memoria, el aprendizaje, y las respuestas al estrés y al dolor.
Por las características plásticas de su patrón de expresión, y por la
localización preferencial en los circuitos neuronales que procesan el miedo,
la ansiedad y los estados afectivos, los neuropéptidos constituyen la base
bioquímica de las emociones.
Candace Pert y el inmunólogo Michael Ruff realizaron un estudio
del comportamiento de las células inmunológicas llamadas macrófagas,
cuya función es rodear las zonas infectadas para eliminar a los invasores y

71

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

reconstruir los tejidos dañados. Observaron que los neuropéptidos opiáceos


podían adherirse al macrófago y alterar así su velocidad y el sentido de su
movimiento. Dedujeron entonces que, como la secreción de los diferentes
neuropéptidos dependía de los estados de ánimo, estos podían tener
influencia en el modo en que los macrófagos combatían una enfermedad.
Para confirmar esta hipótesis, evaluaron la actividad de los macrófagos
extraídos a personas sometidas a diferentes experiencias emocionales,
y pudieron confirmar que, en sujetos que se sentían desamparados,
desanimados o impotentes, los macrófagos se movían más lenta y
pesadamente, quizá debido a las características de los neuropéptidos que
se les habían adherido.

La oxitocina

Es un neuropéptido sintetizado por células nerviosas en el hipotálamo.


Desde allí viaja a la neurohipófisis para ser volcado luego en el torrente
sanguíneo.
Durante el orgasmo, la oxitocina estimula la circulación del esperma
y la contracción de la musculatura pelviana femenina con el doble objetivo
de proporcionar placer y asegurar la reproducción.
Por otra parte, facilita el parto estimulando la distensión del cuello
uterino y, en equipo con la prolactina, promueve la secreción láctea en las
mamas y estimula el reflejo de succión en el recién nacido.
Fue descubierta en 1953 por el estadounidense Vincent du
Vigneaud. Por este logro obtuvo, dos años más tarde, el premio Nobel
de Medicina.
Durante la lactancia y la succión, los niveles de oxitocina de la madre se
elevan por la estimulación somatosensorial. Esto puede también ocurrir por
acción de otros estímulos como el contacto corporal o la temperatura cálida.
Por consecuencia, los investigadores sugieren que también se relaciona con
los efectos psicológicos y conductuales inducidos por las relaciones sociales
en general.
Si se aplican inyecciones diarias de oxitocina durante un período
de cinco días, descienden la presión arterial y los niveles de cortisol. Por

72

LibrosEnRed
La salud emocional

otra parte, se elevan la insulina4 y la colecistoquinina5. Estos efectos se


mantienen durante varias semanas después de haber sido administrada.
Pero, si el tratamiento se repite, los efectos no parecen tan benéficos, pues
produce ganancia de peso corporal y retardo en el tiempo de cicatrización
de las heridas.

Investigaciones reveladoras
El profesor Ernest Fehr, de la Universidad de Zurich, ha estudiado,
junto con su equipo de investigadores, los efectos de la oxitocina sobre el
comportamiento humano. Llegó así a la conclusión de que niveles elevados
de oxitocina en la sangre mejoran la capacidad de los individuos para
confiar en otras personas, y los movilizan hacia la generosidad.
Estos investigadores también han comprobado que el buen humor
y la risa, junto a los pensamientos positivos, incitan en cierta medida la
liberación suficiente de oxitocina como para conseguir un clima de confianza
en las relaciones interpersonales. Para facilitar su secreción, estos científicos
aconsejan fomentar un clima agradable en torno a las personas con que
se convive, desarrollar valores sociales como la tolerancia, el respeto, el
agradecimiento, la empatía, y reír y disfrutar de la vida.
Investigadores de la Universidad de California (San Francisco) afirman
que esta hormona es la de mayor influencia en nuestra capacidad de
relacionarnos con otras personas. En un estudio preliminar, realizado por
la doctora Rebeca Turner, la oxitocina demostró estar relacionada con la
habilidad para mantener buenas relaciones interpersonales y poner límites
saludables.
En este estudio participaron veintiséis mujeres no amamantadoras
de entre 23 y 35 años a quienes se les solicitó que recordaran, y trataran
de reexperimentar, un suceso del pasado relacionado con una relación
interpersonal significativa que les hubiera causado una emoción agradable
como amor o ternura, e hicieran lo mismo con una negativa como pérdida
o abandono. Las participantes recibieron, además, un masaje relajante en
la nuca y en los hombros.

4 La insulina es una hormona producida por una glándula denominada páncreas. Ayu-
da a que los azúcares obtenidos a partir del alimento ingerido lleguen a todas las células
del organismo para suministrar energía.
5 Péptido producido en el intestino delgado que facilita la digestión al estimular la
producción de enzimas del páncreas y de bilis, por la vesícula biliar, produciendo que se
contraiga y suelte estas sustancias.

73

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

Se les tomaron muestras de sangre antes, durante y después de


cada una de las tres situaciones mencionadas, para verificar los niveles de
oxitocina y sus variaciones. Los resultados fueron significativos: el masaje
de relajación elevó el nivel, el recuerdo negativo lo bajó, y el positivo no
produjo ningún efecto, pero lo que sorprendió a los investigadores fue
la diferencia de respuesta entre las mujeres que participaban. Algunas
mostraron importantes alzas y bajas mientras otras permanecían sin
afectarse.
Decidieron entonces observar las características de personalidad de
cada mujer para ver si había una correlación entre estas y los cambios de
los niveles de oxitocina. Encontraron mayor oscilación del nivel de oxitocina
en sangre entre las que reportaron ansiedad y distrés en sus relaciones
interpersonales con respecto a las que se sentían más seguras en ellas.
Por otra parte, las mujeres que se hallaban en una relación de
compromiso tuvieron una elevada alza de oxitocina en respuesta a las
emociones positivas en comparación con las solteras. Los investigadores
especularon que una relación regular influye en la respuesta de la hormona.
Según la doctora Teresa McGuinness, coautora de este estudio,
estos hallazgos preliminares plantearon algunas inferencias: dado que la
oxitocina es liberada en hombres y mujeres durante el orgasmo, es probable
que esta se encuentre relacionada con la unión de pareja. También evalúa
que, además de facilitar el parto y la lactancia, pueda promover lazos
emocionales entre la madre y el hijo, favoreciendo la crianza.
La oxitocina también cumpliría un rol activo en los altos niveles de
depresión y dificultades en las relaciones afectivas que pueden padecer las
mujeres, cuya frecuencia es significativamente mayor que en los hombres.

Adicción a las propias emociones


La experiencia reiterada de una misma emoción, lo mismo que el uso
de cualquier droga, hace que, en el interior del organismo, los receptores
de las células comiencen a esperar, y a necesitar, el neuropéptido al cual
están acostumbrados, lo cual significa que podemos hacernos adictos a
nuestras propias emociones. Esto no sería perjudicial si ellas nos producen
bienestar, y no dañan nuestras relaciones interpersonales, pero, si nos
generan malestar y nos traen problemas con los otros, corremos el riesgo
de quedar atrapados en la repetición de estados emocionales destructivos
y perniciosos.

74

LibrosEnRed
La salud emocional

Para modificar, en el nivel de los receptores de los neuropéptidos,


nuestra biología celular, debemos cambiar nuestra forma de pensamiento
poniendo la atención en lo que tenemos en lugar de en lo que nos falta,
haciendo crecer el aspecto bueno que toda situación posee, y evitando la
negatividad, la crítica destructiva, la queja, la manipulación y la violencia,
que tanto daño infieren a las relaciones con los demás.
La plasticidad de nuestro sistema nervioso nos permite desarticular
patrones establecidos de respuestas, y formar nuevas redes de pensamiento
que ayudan a las células de nuestro cuerpo a desarrollar mayor cantidad de
receptores que nos conducirán hacia estados emocionales más satisfactorios.

75

LibrosEnRed
Capítulo 9 - Enojo

Las diferencias individuales que hay en el comportamiento humano,


y concretamente en comportarse con mayor o menor probabilidad violentamente,
se deben a una constante y compleja interacción de factores
biológicos, psicológicos y ambientales.
Pedro Javier Amor Andrés

El enojo
Representa un grupo de emociones que comparten el mismo patrón
fisiológico y cuya diferencia consiste en una cuestión de grado: irritabilidad,
molestia, fastidio, hostilidad, rabia, ira, cólera, furia. En mi libro, aún inédito,
Memorias azules de tiempos grises, narro esta experiencia:

Alrededor de mis seis o siete años, mi madre me dio una “clase magistral
de generosidad”. En ella estaba involucrada mi valorada colección de libros
“Bolsillito”. Una serie de pequeños cuentos y relatos que ella me compra-
ba, semanalmente, en el puesto de diarios y revistas de la esquina de casa.

Más allá de ser proclive a su lectura, yo los quería como objetos, podía
pasar horas mirándolos, distribuyéndolos sobre la mesa, o apilándolos
según las imágenes que me sugerían sus tapas.

Un anhelado y esperado día completé la serie. Con el último número de


la colección vendían una cajita, con forma de pequeña valija, que mi ma-
dre también me compró, y que servía para guardar todos los ejemplares.

Esa tarde, justo después de que con mamá terminamos de acomodarlos


en la valijita, vino a verlos mi amiga Lucía, vecina del edificio, a la que yo
le había comentado el gran acontecimiento. Yo solo quería mostrarle la
colección en su caja, pero ella quería que los leyéramos. Aunque lo último
que yo deseaba era sacarlos de su lugar, como mi madre me instó enérgi-
camente a hacerlo no pude negarme.

76

LibrosEnRed
La salud emocional

Jugamos con los libritos un buen rato y, antes de irse, mi amiga me pidió
prestado uno. Le respondí que me era imposible darle ni siquiera uno,
porque tenía la colección completa. Le aseguré que, en esos casos, no se
podía desarmar.

Mamá, evidentemente, estaba escuchando nuestra conversación desde


la cocina pues, no bien terminé de negarme al pedido de mi amiga, se
asomó y, con tono imperioso, dijo: “Alicita, prestale el libro a Lucía”. Yo
me negué rotundamente: “Es mío y no quiero, no se lo presto nada”.
Mi madre, encendida como un fuego, llegó en dos pasos hasta donde
nos encontrábamos nosotras. Con la cara deformada por la ira y el gesto
amenazante, comenzó a ordenarme a los gritos que se lo diera. Se me
ocurrió entonces la mala idea de responder en el mismo tono, afirmando
a voz en cuello que nadie tocaría mis libritos porque eran míos, a lo que
mi madre respondió: “Si no se los prestás ya no van a ser de nadie”. Acto
seguido los empezó a romper uno por uno.

Yo, entre sollozos, no paraba de suplicarle que no lo hiciera. Lucía tam-


bién lloraba rogándole que se detuviera. Finalmente claudiqué y grité lo
más fuerte que pude: “¡No los rompas, se lo presto, mamá, se lo presto!”
pero ella, desbordada, no paraba de destrozarlos con furia uno por uno
hasta reducirlos a minúsculos trocitos. Ni la valijita se salvó del huracán.

Por el aire volaron las imágenes tantas veces miradas y, junto con ellas,
un pedazo de mi infancia. Solo quedaron, como muestra de que alguna
vez habían existido, unos pocos sobrevivientes dispersos por el suelo, que
no me preocupé por recoger.

La función primordial del enojo ha sido la de defensa del territorio


y búsqueda del alimento mediante la caza, para lo cual la fiereza era
necesaria. La agresividad es una respuesta adaptativa que forma parte de
las estrategias de afrontamiento de las que disponemos los seres humanos.
En sí misma, no es negativa ni positiva, pero sí pueden serlo las conductas
que genera.
Se activa ante:
• Invasión del territorio personal o familiar: intimidad, afectos, ca-
sa, bienes.
• Frustración.
• Ataques u ofensas.
• Engaño o traición.
• Injusticias.

77

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

• Algo que no responde a nuestras expectativas.


• Como repetición de patrones aprendidos.
• La evocación de asuntos pendientes que provocan irritación.
Con esta emoción, la mente se llena de pensamientos negativos y
deseos de destruir. Cuanto más elevado es el grado del enojo, como en la
ira, la cólera o la furia, tendremos menor capacidad para reflexionar.
En el nivel orgánico se producen los siguientes fenómenos:

• Los músculos se tonifican aumentando su fuerza y contracción.


• La sangre se dirige con fuerza hacia el cerebro, para facilitar la
eficacia del pensamiento, y a los músculos, para posibilitar la ac-
ción violenta.
• La vasoconstricción y la aceleración de los procesos de coagula-
ción permiten que, si se produce una herida, la pérdida sanguí-
nea sea menor.
• El ritmo cardíaco y el respiratorio se aceleran, aunque también
puede producirse una falta de aliento o dificultad para respirar.
• El proceso de la digestión se interrumpe.
• El recto y la vejiga no se vacían con la misma facilidad que en
condiciones normales.
• El hígado envía a la sangre los hidratos de carbono almacenados
y la llena de azúcar. Este incremento de la glucemia aumenta la
eficacia muscular eliminando la fatiga y suministrando grandes
cantidades de energía para la lucha que se presenta.
• Se activan los mecanismos de regulación de la temperatura.
• El sudor mana copiosamente. Esto hace que el cuerpo esté resba-
loso y se dificulte la captura por parte del enemigo.
• Los pelos se erizan. Lo que ayuda a que la piel se airee y, con ayu-
da del sudor, se refresque.
• La capacidad de acción se ve favorecida por la elevación del nivel
de adrenalina en la sangre.
En un grado de mayor intensidad, el enojo se convierte en ira, furia
o cólera, y da lugar a comportamientos violentos. Cuando la emoción
se convierte en sentimiento y se prolonga en el tiempo, da lugar al
resentimiento, el rencor y a conductas vengativas que, indefectiblemente,

78

LibrosEnRed
La salud emocional

tienden a retornar como un búmeran hacia quien las actúa, pues provocan
malestar subjetivo y dañan las relaciones interpersonales.
Por otra parte, el enojo constituye la base del negativismo en la forma de
pensamiento, y conduce a un mal humor crónico con todas las consecuencias
que esto implica en cuanto a malestar personal y en las relaciones con los otros.

La ira y la salud
Una investigación realizada en la Facultad de Medicina de la
Universidad de Stanford con pacientes que habían sufrido, al menos, un
ataque cardíaco demostró que esta emoción, cuando está exacerbada,
afecta peligrosamente a la función cardíaca. Por esta razón, y también por
el modo en que puede perjudicar la salud de las relaciones interpersonales,
requiere ser controlada y encauzada.
En su forma explosiva la agresividad se dirige hacia el mundo exterior
a través de conductas verbal o físicamente violentas que pueden generar
hipertensión arterial, infarto de miocardio, o accidente cerebrovascular. En
su forma implosiva se dirige hacia el interior del propio organismo y puede
provocar, entre otros síntomas, gastritis o úlcera estomacal, enfermedades
autoinmunes, o cáncer.
Una muestra de hostilidad ocasional no causa daño permanente,
pero si esta actitud se torna crónica puede llegar a definir un tipo de
personalidad: la tipo A. Esta se caracteriza por elevada agresividad, que
puede desembocar en violencia física o psicológica; alta competitividad y
autoexigencia; habla rápida y atropellada en tono alto de voz; reactividad
exagerada a los estímulos.
Esta forma extrema de respuesta acelera el ritmo cardíaco, provocando
una sensación de urgencia que aumenta la tensión y que contribuye aún
más a la probabilidad de padecer problemas coronarios.

La violencia
La violencia es esencialmente destructiva, y puede dirigirse hacia
objetos, seres vivos, otras personas, o hacia uno mismo. Todos poseemos
un determinado grado de agresividad que nos es funcional para afrontar
los desafíos que la vida nos presenta, pero no tenemos, necesariamente,
que comportarnos de manera violenta. Si en etapas tempranas de nuestro

79

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

desarrollo hemos aprendido esa forma de interacción, nos inclinaremos a


repetir ese patrón en la vida adulta.
Los actos violentos suelen dejar en evidencia dificultades para controlar
los impulsos y expresar los afectos asertivamente. Cuando la ira se activa en
personas de estas características, la intensidad aumenta muy rápidamente
impidiendo la inhibición de la conducta. Esto le genera malestar tanto al
agresor como a los destinatarios de esa energía, y deja imborrables huellas
en el aparato psíquico.
Si estamos lo suficientemente motivados, podemos poner la energía
de la agresión al servicio de la superación de las barreras que condicionan
negativamente nuestra existencia. Todos los seres humanos podemos
cambiar y transformar nuestro mundo interior. Poseemos una enorme
plasticidad, y capacidad de adaptación a los cambios, ganada en siglos de
evolución permanente.

80

LibrosEnRed
Capítulo 10 - Estrategias para neutralizar la ira

Locura: seguir haciendo lo mismo y


esperar resultados diferentes.
Albert Einstein

Comprensión del mecanismo


1. Confeccionar un listado de aquello que nos produce irritación,
molestia, enojo, ira o furia descontrolada.
2. Agrupar esos elementos en listas independientes, según el grado del
estado emocional que generen: lo que me molesta, me enoja, me
provoca descontrol. Podemos armar una tabla de tres columnas para
poder visualizar mejor los resultados:

Me molesta: Me enoja: Me provoca descontrol:


ESPACIO
ESPACIO

3. Tratar de descubrir algún patrón común en aquello que despierta el


estado emocional. Puede que sea la ineficacia, la desconsideración,
o la falta de respeto de otro; una injusticia; algo no resulte como lo
esperábamos; que se vea invadida nuestra intimidad, bienes o lo que
consideramos nuestro; algún obstáculo que nos impida alcanzar una
meta; o alguna otra variable no mencionada.
4. Si se ha podido identificar algún patrón, tratar de confeccionar la
biografía del mismo: como si se tratara de la historia de una vida,
tratar de escribir todo lo que sepamos de él, remontándonos al
primer episodio recordado. Es probable que podamos descubrir cuál
fue su utilidad en ese momento, y evaluar si por alguna razón nos es
necesaria esa respuesta en la actualidad.

81

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

5. Durante este proceso es muy importante no culpar o responsabilizar a


otros de nuestras emociones: estas nos pertenecen, y somos nosotros
quienes respondemos de determinada manera, y no de otra, a los
estímulos. En tal caso puede que los otros o las circunstancias sean
suficiente razón para que nos molestemos, enojemos y alejemos,
pero no de que la emoción nos invada, nos obnubile el pensamiento,
y dirija nuestras acciones sin que podamos tener control sobre ellas.
La conducta emocional nos pertenece, la hemos construido en algún
momento de nuestras vidas, y, por eso, del mismo modo podemos
demolerla y reemplazarla por otra más asertiva.

Evitación del estímulo


Si hemos identificado aquellos estímulos capaces de despertar
nuestra ira, es conveniente, en la medida de nuestras posibilidades y si
las circunstancias lo permiten, evitarlos. Del mismo modo que, si somos
alérgicos a un alimento, tratamos de no ingerirlo porque nos provoca una
reacción perjudicial en el organismo, podemos elegir no confrontar, a no
ser que sea necesario, con lo que puede llegar a producirnos un desborde
emocional.
Por supuesto que el ideal sería que el estímulo dejara de ser eficaz y
ya no nos molestara, pero eso no se logra solo por nuestro deseo sino que
sucede como efecto de un proceso, cuando el factor irritador deja de serlo
y pasa a resultarnos indiferente. Mientras tanto, puede resultar saludable
no exponernos a lo que nos daña.

Redireccionar la energía
Muchas veces detrás del enojo se halla la frustración de no estar
viviendo como queremos, no estar haciendo lo que deseamos, sentirnos
presionados por los deseos y expectativas de los otros, no ser dueños de
nuestro tiempo. Tomar las riendas de la ira también implica tomar las de
nuestra propia vida y adueñarnos de nuestros deseos y su realización, al
menos en la medida de lo posible.
Para esto solo basta la decisión de disponer de un breve tiempo para
realizar actividades que nos hagan sentir bien. Cada uno, de acuerdo con
sus necesidades, gustos e intereses, podrá llevar a cabo aquellas que le

82

LibrosEnRed
La salud emocional

sirvan como drenaje de emociones negativas o como prevención para no


experimentarlas: practicar ejercicios o deportes; disfrutar de la naturaleza
y el aire libre; compartir tiempo y conversaciones con amigos y allegados;
escuchar música; ver una película; mirar televisión; entretenerse con juegos
de mesa o con la computadora; leer; salir a caminar o a mirar vidrieras en
los centros comerciales; asistir a talleres o cursos; concurrir a sitios de baile
o a espectáculos; arreglar cosas en el hogar; realizar actividades manuales,
u otras opciones que sean atractivas para cada uno.
Una manera de alejar el enojo es haciendo crecer la sensación de
bienestar en todas sus dimensiones: física, mental, emocional, social y
espiritual.

Reemplazo de la reacción
Si logramos registrar el momento anterior al “punto de no retorno”,
podremos incorporar alguna conducta que reemplace al descontrol.
Debe tratarse de un acto concreto pensado de antemano, que involucre
al movimiento corporal, breve, simple, con posibilidad de repetición, y
claramente recordable.
En una oportunidad le sugerí a una paciente que pensara en alguna
acción de estas características para recurrir a él en los momentos previos
a un desborde. Como no se le ocurría ninguno, yo, solo a los efectos de
ejemplificar a qué tipo de acción me refería, dije casi sin pensar: “Bueno…,
no sé, podrías dar cinco vueltas alrededor de una silla…, o cualquier otra
acción semejante que se te ocurra”.
Ella, a quien voy a llamar L., tenía serias dificultades para contener su
ira. Ante determinados estímulos podía llegar a estallar de manera feroz,
gritar y empezar a romper objetos. Luego se sentía agotada, terriblemente
culpable y desgraciada. Sus reacciones le habían traído muy serios problemas
en las relaciones con sus hijos adolescentes, al punto de que ellos habían
decidido irse a vivir con su padre. Este, a su vez, varios años atrás, había
usado como argumento la violencia de ella para solicitar el divorcio.
L. quería cambiar ese patrón a toda costa. En su tratamiento terapéutico
se abocó a ese objetivo con enorme voluntad. Su historia personal daba
cuenta de cómo se había instalado esa modalidad negativa de respuesta a
los estímulos, y de cuán funcional le había resultado en su infancia, pero L.
era consciente de que en su etapa adulta ya no le servía a los mismos fines,
y le traía consecuencias en extremo negativas.

83

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

Durante el proceso, había logrado reconocer con precisión ese momento


previo al tsunami. Muchas veces me había comentado que, en el momento
en que iba a perder el control sobre sí misma, experimentaba el fenómeno
de verse como desde fuera, en una especie de desdoblamiento en que podía
visualizar su desborde y armar una imagen anticipada de lo que iba a suceder.
Le dije que ese era un buen momento para incorporar un acto concreto de
reemplazo de la conducta disfuncional. Que eligiera previamente una acción
determinada para utilizarla ni bien tuviera el indicio de que iba a suceder.
La siguiente vez que el enojo la invadió con fuerza (la única empleada
que la asistía en su comercio le había anunciado que no concurriría a
trabajar, y ella tenía un día muy complicado) todavía no había logrado
pensar en uno. Ni bien sintió que la ira estaba escalando posiciones, recordó
el ejemplo que yo le había dado y empezó a dar vueltas alrededor de una
silla. De lo que no se acordó fue de contarlas, por lo que dio tantas, y con
tal energía y velocidad, que se mareó y tuvo que sentarse para no caer. Lo
más interesante fue que, cuando recobró el equilibrio, notó que su deseo
de destruir había bajado significativamente de intensidad.
A partir de esta experiencia, L. adoptó el sistema con increíble éxito y
yo he comenzado a sugerir lo de las vueltas a la silla como una opción, ni
mejor ni peor que la que cada uno pueda encontrar adecuada.

Expresión asertiva
Expresar la ira asertivamente significa hacerlo de manera respetuosa
para con uno mismo y para con los demás, haciendo explícitos los propios
sentimientos, deseos y necesidades, y poniendo límites claros y precisos.
No siempre se dan las circunstancias que hacen posible comunicar de este
modo el propio sentir, por lo que otra forma de afrontar esta emoción consiste
en reconocerla y, conscientemente, transformar su energía, o encauzarla en
otra dirección, para convertirla en un comportamiento más constructivo.

Descarga física
Si la ira nos invade, para neutralizarla puede ser eficaz: salir a caminar,
correr, limpiar la casa, arreglar el placard, o cualquier otra actividad que
implique un esfuerzo físico. También darse un baño, ya que el agua es una
excelente vía de descarga.
Poner al cuerpo en movimiento favorece al sistema inmune pues ayuda
a eliminar las toxinas del cuerpo y de la mente. Es también una fuente de

84

LibrosEnRed
La salud emocional

placer que incrementa la producción de endorfinas, analgésicos naturales


que alivian la tensión, despiertan sensaciones de alegría y facilitan la
conexión con las emociones agradables.
Es conveniente incorporar el hábito de realizar ejercicios físicos regulares
dos o tres veces a la semana. Para quienes tienen tendencia a experimentar
ira, los más recomendables son los que impliquen una descarga energética
intensa: caminar rápido y con ritmo sostenido, trotar, correr, danzar, andar
en bicicleta y nadar, entre otros.

Escribir
Cuando la razón del enojo es una persona, podemos escribirle una
carta dirigida a ella, pero no con la intención de enviársela sino con el
triple objetivo de ayudarnos a aclarar nuestro sentimiento, poder objetivar
la situación y descargar nuestros pensamientos negativos.
Si la razón de la molestia fue provocada por una situación o
circunstancia, podemos confeccionar un escrito, sin destinatario.
Es conveniente escribir todo lo que sentimos respecto a lo que nos
enoja sin obviar nada. Guardar luego lo producido en una caja destinada
a tal fin, con una etiqueta que diga: Aquí se encuentran mis sentimientos
negativos. Si estos tienen su propio lugar para permanecer, no necesitan
acompañarnos en lo que queda del día.
Después de un tiempo volvamos a leerlo. Si al hacerlo notamos que
el enojo persiste y nos genera aún la misma indignación, lo guardamos
nuevamente en la caja. Continuamos repitiendo esta secuencia hasta que
ya no nos provoque nada. Ese es el momento de romperlo y tirarlo.
Puede que llegue un día en que la caja solo reciba visitantes por un
rato, o que solo con el acto de escribir ya se obtenga el alivio, y el escrito
vaya a parar al cesto de los papeles al instante.

Hablarle a la silla
Puede dar buen resultado colocar una silla frente a nosotros y hablarle
como si allí estuviera sentado quien nos enoja, o la situación estuviera allí
personificada. Tratemos de decirle todo lo que sentimos hasta que el alivio
se haga presente.

Compartir con un amigo


Es también eficaz comunicar lo que nos pasa a algún amigo querido,
del que conozcamos su escucha atenta y amorosa. Compartir la carga
siempre alivia.

85

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

Transformación de la energía

Respirar hacia la calma


Consiste en tratar de encontrar la calma mediante técnicas de
respiración. Un control adecuado de nuestra respiración es una de las
estrategias más sencillas para hacer frente a las situaciones de tensión y
manejar los aumentos en la activación fisiológica provocados por éstas.
El objetivo de las técnicas de respiración es facilitar su control volunta-
rio y automatizarlo para que pueda ser aplicado en situaciones de desborde
emocional, bajo estrés o, mejor aún, como método de entrenamiento para el
autocontrol.
Repita cada paso del siguiente ejercicio al menos cinco veces.

• Inspiración abdominal. El objetivo es dirigir el aire inspirado a la parte


inferior de los pulmones. Coloque una mano sobre el vientre y ubique
la otra en la zona del estómago. Al inspirar, tiene que percibir mo-
vimiento en la mano situada en el abdomen inferior (a la altura del
vientre), pero no en la que está sobre el abdomen superior (a la altura
del estómago).
• Espire de manera lenta, continua y controlada cerrando los labios de
modo que, al salir el aire, se produzca un suave soplido.
• Inspiración abdominal y ventral. El objetivo es dirigir el aire inspirado
a la zona inferior y media de los pulmones. Las manos permanecen
ubicadas en las mismas zonas que en el paso anterior. Inspire y lleve
el aire a la parte inferior (percibiendo el movimiento de la mano en
el vientre), y luego ingrese más aire a la zona media (percibiendo el
movimiento de la mano en el estómago). Se debe notar el movimiento
primero en la mano del abdomen inferior y después en la del superior.
• Espire de manera lenta, continua y controlada cerrando los labios de
modo que, al salir el aire, se produzca un suave soplido.
• Inspiración abdominal, ventral y costal. El objetivo es realizar una ins-
piración completa. Llene primero de aire la zona del abdomen infe-
rior, después el superior y por último el pecho.
• Espire de manera lenta, continua y controlada cerrando los labios de
modo que, al salir el aire, se produzca un suave soplido.
• Inspiración-espiración. Inspire de manera continua enlazando los tres
pasos (abdomen inferior, superior y pecho) y espire de manera lenta,

86

LibrosEnRed
La salud emocional

continua y controlada pero procurando realizarla cada vez más silen-


ciosa.
Es conveniente entrenar el uso de estas secuencias en situaciones
cotidianas, en diferentes posiciones: sentados, de pie, caminando, realizando
actividades, lo mismo que en entornos y ambientes diversos.

Relajación consciente
La relajación constituye un método de autoeducación, un punto de
partida para el desarrollo de la conciencia corporal y mental que disminuye
las corazas energéticas, nos torna más receptivos y promueve el desarrollo
de la sensibilidad.
Mediante la focalización de la atención y pequeños movimientos, el
trabajo corporal consciente facilita el “darse cuenta” de sentimientos y
emociones, y promueve una mejor circulación de la energía.
El objetivo del siguiente ejercicio es aprender a regular el tono muscular
y bajar los niveles elevados de tensión. Requiere una dedicación mínima de
quince minutos.

1. Preparación previa. Es aconsejable realizar el ejercicio en un lugar


tranquilo, sin excesiva luz, libre de ruidos e interrupciones. Evite te-
ner prendas ajustadas de ropa o calzado, así como reloj o pulseras
que le ajusten. No es conveniente realizarlo después de las comidas:
espere al menos dos horas después de cada comida para hacerlo. Lo
más conveniente es realizarlo sobre una manta o colchoneta ubicada
directamente en el piso pero puede hacerlo en un sillón cómodo, re-
costado en un sofá o una cama. La posición requerida es boca arriba,
con ambos brazos paralelos a su cuerpo y, preferentemente, con los
ojos cerrados.
2. Una vez que se encuentre en la posición inicial, permita que el peso del
cuerpo descanse sobre los puntos de apoyo. Preste especial atención
a soltar la cabeza, hombros, espalda alta, espalda baja, piernas y pies.
Realice varias veces el recorrido de estos puntos de apoyo intentando,
cada vez más, soltar el peso cuerpo.
3. Preste ahora atención a su respiración sin intentar modificarla. Trate
de registrar la diferencia de temperatura del aire en la inspiración res-
pecto de la espiración. Luego inspire el aire por su nariz y diríjalo hacia
la parte baja de su vientre, reténgalo unos segundos y suelte el aire
suavemente entre sus labios. Repita esta respiración cuatro veces más.

87

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

4. Suba sus cejas todo lo que pueda hacia arriba, manténgalas elevadas,
note la tensión que se produce en frente, sienes y zonas cercanas a
su nariz. Ahora, suavemente, deje caer con lentitud sus cejas hacia la
posición inicial. Inspire aire por la nariz hacia la parte baja del vientre,
retenga el aire y suéltelo con suavidad entre sus labios. Continúe res-
pirando así unas cuatro veces más.
5. Apriete fuertemente sus párpados contra sus ojos. Note la tensión que
se produce en los párpados, los ojos y la zona cercana a la nariz y la
frente. Ahora, suavemente, suelte esos músculos. Vuelva a inspirar ai-
re por la nariz hacia la parte baja del vientre, retenga el aire, suéltelo
con suavidad entre sus labios. Repita esta respiración cuatro veces más
6. Abra los orificios de su nariz tanto como pueda. Note la tensión en el
puente de la nariz y las mejillas, y sosténgala. Suavemente suelte la ten-
sión, libérese de ella. Vuelva a inspirar aire por la nariz hacia la parte ba-
ja de su vientre, retenga el aire, suéltelo con suavidad entre sus labios.
Repita esta respiración cuatro veces más.
7. Tire de las comisuras o extremos de los labios, como si forzara una son-
risa, todo lo que pueda y mantenga esa tensión. Note la tensión en su
mandíbula y labios. Suavemente, suéltela. Vuelva a inspirar aire por
la nariz hacia la parte baja de su vientre, retenga el aire, suéltelo con
suavidad entre sus labios. Repita esta respiración cuatro veces más.
8. Apriete fuertemente sus dientes superiores contra los inferiores. Man-
téngalos apretados. Suéltelos, líbrese de la tensión acumulada en esa
zona, disfrute del estado de relajación cada vez mayor.
9. Incline la cabeza hacia adelante todo lo que pueda sin forzar. Mantén-
gala ahí. Observe si hay tensión en cuello, garganta y nuca. Suéltela
suavemente y repita la respiración cuatro veces.
10. Vuelva a realizar un recorrido por todo su cuerpo y preste atención a
si registra alguna zona de tensión. Deténgase en esa zona y lleve la res-
piración hacia allí soltando todo el peso del cuerpo en cada espiración.
11. Respire libremente del modo que el cuerpo le pida. Puede que nece-
site suspirar y/o bostezar: no lo inhiba.
12. Preste atención ahora a cómo se siente y compare este registro con el
realizado en primer lugar. ¿Algo se ha modificado?
Un simple “prestar atención” y un “respirar” pueden obrar milagros
en la experiencia afectiva. Puede que la emoción se haya intensificado,
que haya desaparecido o que otra haya ocupado su lugar, pero es poco
probable que el estado permanezca igual.

88

LibrosEnRed
Capítulo 11 - Tristeza

A ese sentimiento desconocido cuyo tedio, cuya dulzura me obsesionan,


dudo en darle el nombre, el hermoso y grave nombre de tristeza.
Françoise Sagan. Primera frase de Buenos días, tristeza.

La tristeza
La tristeza y sus variaciones: pena, aflicción, melancolía, desaliento,
desesperanza, duelo, nostalgia, nos movilizan hacia una nueva recomposición
personal.
Antón Chéjov, en su cuento titulado justamente “La tristeza”, la
describe así:

El cochero Yona está todo blanco, como un aparecido. Sentado en el pes-


cante de su trineo, encorvado el cuerpo cuanto puede estarlo un cuerpo
humano, permanece inmóvil. Diríase que ni un alud de nieve que le caye-
se encima lo sacaría de su quietud.

Yona vuelve la cabeza y abre la boca. Se ve que quiere decir algo; pero
sus labios están como paralizados y no puede pronunciar una palabra.

Sucede que a Yona se le ha muerto un hijo. Él dice “he perdido un hijo”,


y trata de comunicar sin éxito su pesar a diferentes personas, que hacen
oídos sordos a sus comentarios o le responden con rudeza. Finalmente:

Torna a quedarse solo con su caballo. La tristeza invade de nuevo, más


dura, más cruel, su fatigado corazón. Observa a la multitud que pasa por
la calle, como buscando entre los miles de transeúntes alguien que quie-
ra escucharlo. Pero la gente parece tener prisa y pasa sin fijarse en él. Su
tristeza a cada momento es más intensa. Enorme, infinita, si pudiera salir
de su pecho inundaría el mundo entero. Yona exhala un suspiro. Expe-
rimenta una necesidad imperiosa, irresistible, de hablar de su desgracia.

[…].

Yona decide ir a ver a su caballo. Se viste y sale a la cuadra. El caballo,


inmóvil, come heno.

89

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

—¿Comes? —le dice Yona, dándole palmaditas en el lomo—. ¿Qué se le


va a hacer, muchacho? Como no hemos ganado para comprar avena hay
que contentarse con heno… Soy ya demasiado viejo para ganar mucho…
A decir verdad, yo no debía ya trabajar; mi hijo me hubiera reemplazado.
Era un verdadero, un soberbio cochero; conocía su oficio como pocos.
Desgraciadamente, ha muerto…

Tras una corta pausa, Yona continúa:

—Sí, amigo…, ha muerto… ¿Comprendes? Es como si tú tuvieras un hijo


y se muriera… Naturalmente, sufrirías, ¿verdad?…

El caballo sigue comiendo heno, escucha a su viejo amo y exhala un alien-


to húmedo y cálido. Yona, escuchado al cabo por un ser viviente, desaho-
ga su corazón contándoselo todo.

La tristeza aparece ante una pérdida significativa. La función de esta


emoción es contribuir a adaptarse a una ausencia, promover la resignación,
modificar actitudes, generar un trato considerado por parte de los otros y
elaborar planes para afrontar la nueva situación.
El metabolismo corporal se torna más lento. Disminuye la impulsividad.
La baja energía conduce a la persona al recogimiento, el aislamiento, la
reflexión y a un mayor contacto con la realidad.
Con relación a la vivencia temporal subjetiva, tiende a generar un
efecto del presente hacia el pasado.

Depresión
Cuando la tristeza se torna crónica se transforma en depresión, un
trastorno del estado de ánimo caracterizado por una sensación de melancolía
profunda que lo impregna todo, y que se prolonga en el tiempo más de lo
que sería esperable para la elaboración de un acontecimiento desgraciado.
No puede predeterminarse cuál es la medida temporal adecuada para
superar una pérdida, pues depende del estilo de la personalidad y también
de la magnitud del hecho que motivó la aparición de la tristeza en relación
con la capacidad de afrontamiento desarrollada por la persona a lo largo
de su vida.
Los síntomas de la depresión no son los mismos en todas las personas.
La mayor parte experimenta falta de motivación; fatiga o sensación de
lentitud; problemas de concentración; trastornos del sueño; sentimientos de
culpa; inutilidad o desesperanza; aumento, o pérdida, de apetito o de peso;

90

LibrosEnRed
La salud emocional

disminución del deseo sexual; ideación suicida y pensamientos negativos sobre


sí mismo, entre otros. En esas circunstancias, el individuo tiende a evaluar de
manera pesimista y negativa los acontecimientos en que está implicado.

Depresión y salud
La relación entre depresión y enfermedad fue investigada por Morris
y Greer (1980), quienes describieron a la personalidad tipo C relacionándola
con el cáncer. Sus características son: cooperación; pasividad; baja energía;
sumisión; represión emocional, sobre todo bajo estrés; vulnerabilidad;
dificultad para expresar las emociones negativas, particularmente del
enojo; depresión; desvalimiento.
El mecanismo psicológico que atribuyeron al desarrollo del cáncer en
este tipo de personalidades se centró en el paradigma de la indefensión
aprendida. Este se basa en experimentos realizados con animales de labo-
ratorio expuestos a estresores incontrolables. Estos desvalidos animales, al
no poder controlar su situación, tienen reacciones en su sistema neuroen-
docrino que afectan a su sistema inmunológico. Su sistema de defensas se
empobrece provocando el incremento del crecimiento de tumores implan-
tados, una reducción en la producción de linfocitos T y de la actividad de los
anticuerpos naturales. También ha sido observada, en estos casos, la eleva-
ción de los opiáceos naturales. De todos ellos, la merma de anticuerpos ha
sido la más vigorosamente perseguida como la conexión psicológica entre
la vulnerabilidad e indefensión humana y cáncer.

Duelos saludables
La tristeza aparece ante las pérdidas, y estas se elaboran a través
de duelos. Si podemos separarnos de aquello que perdimos, podremos
despedirnos de lo que ya no es ni será, y continuar siendo, esencialmente,
nosotros mismos.
El duelo se torna crónico cuando sentimos que lo que se fue, o ya no
está, se ha llevado una parte nuestra, nos ha escindido de alguna manera.
En ese caso no podemos discriminar lo propio de lo ajeno, y somos nosotros
los que hemos “perdido” la conexión con nuestro propio ser.
Es muy importante aclarar que, en el caso de tratarse del duelo por
la pérdida de un ser querido, el dolor es inevitable. Cuanto mayor sea el
amor experimentado hacia la persona fallecida, más grande y profunda
será la pena, pero no hay que olvidar que la muerte es lo esperable en
todos los casos.

91

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

Tener conciencia de la finitud y de lo precario de la existencia puede


ayudarnos a valorar más la vida, a disfrutar más del presente y de los
vínculos, y a estar más preparado para la muerte propia y para la ajena.
Sigmund Freud, en su artículo “Duelo y melancolía”, dice que el papel
del duelo consiste en recuperar la energía emotiva invertida en el objeto
perdido para reinvertirla en nuevos apegos.
En nuestra cultura, existen pautas culturales que determinan un
tiempo de duelo, que oscila entre los seis meses y un año. Luego de ese
lapso se espera que las personas muestren signos de estar recuperándose
de la pérdida, o de ya haberse recuperado.
Mi madre solía relatar que luego de la muerte de su mamá, hecho
que sucedió en 1934, cuando ella contaba apenas 9 años, los hombres de la
familia colocaron una banda negra en las mangas de sus sacos, las mujeres
se cubrieron de negro de la cabeza a los pies, y a ella la vistieron de gris. En
aquellos tiempos, durante el primer año después de un fallecimiento, los
allegados al difunto debían guardar un duelo que no solo involucraba la
vestimenta sino que restringía las actividades sociales y de esparcimiento.
Los adultos, a los seis meses, cambiaban la ropa negra por la gris, en
los hombres la banda de la manga se reemplazaba por una cinta negra en
la solapa, y a los niños se los comenzaba a vestir con tonos claros. Al año los
mayores comenzaban a usar colores tenues y, paulatinamente, incorporaban
los más estridentes. Mamá siempre recordaba el primer vestido de color
que le permitieron usar, y me contaba cómo, en la vereda de su casa, daba
vueltas y más vueltas para ver flotar su falda celeste.
Los cambios en la vestimenta habilitaban el inicio de la etapa de
recuperación. Este ritual era útil, por un lado, para comunicar al mundo
exterior que las personas ya estaban disponibles para interactuar
nuevamente y, por otro lado, el más importante, le daba al doliente un
permiso, avalado socialmente, para decirse a sí mismo que, aunque nunca
se olvidaría del ser querido fallecido, la vida continuaba y había pasado el
tiempo de penar.
En esa época, y también en la de mi propia infancia y juventud, los
velorios eran acontecimientos sociales. En ellos se reencontraban amigos y
familiares. Un dicho popular, “Solo nos vemos en los casamientos y en los
velorios”, daba cuenta de la poca frecuencia de los encuentros entre algunas
personas, y de lo importante de esos acontecimientos en la vida social.
Que los rituales del duelo se hicieran públicos brindaba algunos beneficios:
facilitaba la expresión de la tristeza, avalaba su presencia, y ayudaba a los
deudos a sobrellevar la pena pues, al compartirla, se aliviaba la carga.

92

LibrosEnRed
La salud emocional

Los rituales son procedimientos ancestrales, relacionados sobre todo


con crisis vitales, que promueven el cambio y el paso de una etapa a otra. Sin
proponérselo en especial, resultan altamente terapéuticos pues comprenden
un conjunto de acciones más o menos organizadas que, tanto en su etapa de
preparación como en la ceremonia final, ayudan a la superación de conflictos
y a la manifestación de emociones mediante actos simbólicos.
Las pérdidas forman parte esencial de la vida misma. La muerte se
nos presenta a diario de mil y una maneras ya que está implicada en todo
cambio, se evalúe este como positivo o no. Desde la palabra que muere
después de ser pronunciada, hasta el hijo que deja el hogar paterno, o
hasta un viaje.
Perder alguna cosa porque se ha elegido otra mejor hará que el duelo
sea mucho más llevadero. Si la pérdida sobreviene por situaciones sobre las
que no tenemos control ni elección, nos resultará más difícil. Es el caso de que,
adicionalmente, genere cambios que impliquen una cuota de sufrimiento,
tal como perder un trabajo, un descenso en la posición social o económica,
la ruptura de una pareja, el distanciamiento con alguna persona del grupo
familiar, el quiebre de una amistad, alguna traición u ofensa de quien menos
lo esperábamos, la pérdida de bienes materiales, una migración forzada o
realizada compulsivamente, o la muerte de un ser querido.
Muchos, para aliviar el sufrimiento, ocupan su mente con argumentos
y razonamientos. Tratan de convencerse de que, o el suceso desgraciado
no es tal, o que es mejor que las cosas se hayan dado de esa manera. Otros
han desarrollado un rígido mecanismo de defensa para protegerse del
sufrimiento y, directamente, no logran tomar contacto con lo que está
pasando si esto les duele mucho. Lamentablemente, la única manera de
superar la tristeza es transitándola, por lo que, si este proceso no se da, en
el mejor de los casos logra postergarse el dolor, y, en el peor, desviarlo y
transformarlo en síntoma.
La elaboración sana de los duelos depende de muchos factores: el
significado de la pérdida, el tipo de sentimientos que genera, los recursos
personales de afrontamiento, la red social de apoyo, los recursos espirituales
(valores, creencias, apertura a lo trascendente) y el entrenamiento basado
en experiencias anteriores de pérdidas o separaciones.
Tenemos incorporado todo lo vivido y, aunque no lo recordemos
en detalle, forma parte de quienes somos. Es más, somos quienes somos
gracias a ello.
El desafío que proponen los duelos es aprender a dejar ir, y a vivir
desde el presente hacia adelante. No necesitamos guardar aquello que da
cuenta de nuestras experiencias vitales, pues para eso estamos nosotros.

93

LibrosEnRed
Capítulo 12 - Estrategias para elaborar las pérdidas

Siddharta abrió los ojos y miró a su alrededor;


una sonrisa iluminó su rostro y recorrió todo su cuerpo,
hasta la yema de los dedos:
era el profundo sentimiento del despertar, después de largos sueños.
De repente se encontró andando otra vez, con paso rápido,
como el de un hombre que sabe lo que tiene que hacer.
Hermann Hesse, en Siddartha.

Prevención ante lo previsible


Si se trata de una pérdida previsible, podemos prepararnos para ese
hecho de modo que, cuando finalmente tenga lugar, el impacto se vea
amortiguado. Podemos planificar acciones para cuando llegue el momento,
o realizar aquellas que puedan llevarse a cabo antes de que lo esperado se
produzca.
Puede tratarse de la muerte de un ser querido debido a una
enfermedad terminal, el cese de una actividad o trabajo, la partida de un
hijo del hogar, una migración, o cualquier otra situación que implique la
pérdida o separación de algo o alguien a quien valoramos.
Por ejemplo: ante una jubilación, planear el inicio de alguna actividad
postergada: aprender un idioma, viajar, asistir a algún curso, iniciar el
estudio de una nueva carrera.

Pedir ayuda y compartir

Compartir el sentimiento
En el dolor por la pérdida, aunque no seamos conscientes de esto,
nuestra mayor necesidad pasa por la cercanía y el afecto de quienes nos

94

LibrosEnRed
La salud emocional

resultan más significativos. Por tal motivo, una estrategia saludable es


pedir ayuda y abrirse a compartir el sentimiento con aquellos que pueden
contenernos y acompañarnos.

Hablar del tema


Alivia enormemente hablar del tema, narrar cómo han sido las cosas
y describir los sentimientos. Para ese fin, deben elegirse muy bien los inter-
locutores pues no todas las personas, tal como lo experimentó el cochero
Yona, pueden proporcionar una escucha activa e interesarse sinceramente
por el mundo de los otros, y menos aún por su dolor.
Puede también suceder que no se trate de falta de afecto o interés
sino de tener poca capacidad para acompañar a otro en el sufrimiento, por
lo que, si no es posible escoger a alguien del entorno cercano que pueda
contener nuestra tristeza, conviene solicitar ayuda terapéutica o religiosa,
según la ideología o creencia de cada uno.
En el cuento de Chéjov vemos cómo Yona, el cochero, necesita de
manera imperiosa comunicar y compartir su pena. Si bien no elige a los
mejores interlocutores, su actitud es muy saludable porque acciona a favor
de ser comprendido y sostenido en su dolor.

Abrirse al contacto físico


Buscar la proximidad, la caricia o el abrazo de los seres queridos. Si este
es genuino y sincero, constituye una excelente práctica para derribar las
barreras defensivas, ya que protege, sostiene, ayuda a descargar tensiones
y a soportar la pena.
El contacto corporal es una forma reconocida de terapia para aliviar
el dolor y reducir la tensión, pues promueve la secreción de endorfinas.
Múltiples investigaciones han demostrado su efecto imprescindible y
positivo en el desarrollo infantil, y cuánto contribuye a aumentar la eficacia
del sistema inmune.

Escuchar las propias necesidades

Respetar momentos de recogimiento


Tratar de transitar con conciencia la experiencia emocional. Aunque
en ese momento se tenga la impresión de que el dolor no va a tener fin,

95

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

siempre lo tiene. El silencio y la soledad pueden ser muy beneficiosos si se


encuentran en equilibrio con la compañía y el habla. De esto tenemos un
fuerte ejemplo en la naturaleza cuando vemos a algunos animales lamerse
sus propias heridas.
Si se trata de la pérdida de un ser querido, la soledad permitirá
recordar y cubrir, de alguna manera, el vacío. No es el olvido el que ayuda
a elaborar un duelo sino el recuerdo que, en los primeros tiempos de la
pérdida, cumple una función adaptativa a la nueva situación.

Llorar
Dejar fluir el llanto, una reacción natural que tiene un efecto
enormemente benéfico: promueve la relajación y la tranquilidad de espíritu,
ayuda a drenar el dolor y a despedirse.

Agradecer, perdonar y perdonarse


Es de gran ayuda, en el caso de cualquier tipo de pérdida, reconocer y
agradecer lo bueno vivido con esa persona, actividad, objeto, casa, trabajo,
amistad, ciudad, país, o lo que sea que ya no esté en nuestras vidas y
extrañemos. También tratar de cerrar o sanar temas inconclusos mediante
rituales tales como escribir (solo para uno mismo) cartas de reparación, o
realizar algún tipo de ceremonia de perdón o aceptación que tenga sentido
para cada uno. A fin de que cumpla con su cometido, deben respetarse las
reglas que se hayan impuesto para su realización, encarando el ritual con
respeto y compromiso.

Entrenar el cambio
Para entrenar la capacidad de cambio y ponerla al servicio de elaborar
las pérdidas, podemos realizar una práctica paulatina que parta desde lo
más concreto (objetos, hábitos y rutinas) hasta lo más sutil (afectos y bienes
espirituales).

1. Dedíquese a ordenar cajones, placares y similares. Comience por tirar


lo inservible y regalar lo que ya no usa, y sabe que no usará. Si no ha
utilizado una prenda por dos o más años es seguro que puede pres-
cindir de ella. Por otra parte, trate de guardar como recuerdo solo lo
que sea altamente significativo. El resto descártelo.

96

LibrosEnRed
La salud emocional

2. Regale algo que le importe relativamente. Puede tratarse de algún


bien cuyo alejamiento no le resulte demasiado importante.
3. Identifique sus rutinas cotidianas repetidas. Confeccione un listado y,
durante una semana, elija cada día una diferente para hacerle una
modificación. Por ejemplo, si se lava los dientes con la mano derecha
hágalo con la izquierda, o si siempre desayuna café a la misma hora,
cambie por té a una hora diferente. Puede también cambiar sus reco-
rridos habituales de traslado.
4. Realice una revisión de los vínculos en que esté involucrado. Trate de
evaluar si le resultan en la actualidad beneficiosos, y si los sigue o no
eligiendo. No solo en relación a las personas, sino también al trabajo,
hobbies, actividades sociales. Si alguno ya no le resulta valioso trate
de encontrar una manera de alejarse de ellos.
5. Revise su estilo de pensamiento y trate de cambiar aquellos que re-
conozca como negativos, incorporando nuevos esquemas a su diá-
logo interior. Por ejemplo, si la idea que viene a su mente ante una
equivocación o error propio es descalificadora, intente cambiarla
conscientemente por otra más comprensiva, afectuosa, considera-
da y respetuosa. Solemos tratarnos a nosotros mismos del mismo
modo que nos han tratado en etapas primarias de nuestro desa-
rrollo. Si tenemos este patrón, y tomamos conciencia del mismo,
podemos elegir una conducta diferente y promover un cambio en
ese sentido.
6. Revise su estilo de vida y desactive las conductas que lo perjudican ta-
les como fumar, abusar de sustancias nocivas, llevar una vida sedenta-
ria, no descansar adecuadamente, alimentarse de manera descuidada,
no disponer de tiempo para el ocio, el esparcimiento o el intercambio
afectivo.
7. A esta altura ya está en condiciones de desprenderse de alguna cosa
que le resulte significativa. Puede donarla o regalársela a quien la se-
pa valorar.
8. Inicie y continúe una actividad que le agrade y que no haya realizado
antes. Cualquier cambio en un plano afectará e influirá en la totalidad.

Ejercitar la capacidad de cambio nos ayudará a estar más flexibles,


dinámicos, disponibles y fuertes para transitar los desafíos que la vida nos
presente.

97

LibrosEnRed
Capítulo 13 - Miedo

Haced lo que teméis y el temor morirá.


Jiddu Krishnamurti

El miedo
Abarca un grupo de emociones tales como temor, ansiedad,
preocupación, inseguridad, fobia, terror, horror, pavor, pánico y espanto.
Anticipa algo que se evalúa como amenazante o peligroso. Todas ellas se
corresponden con intensidades mayores, o menores, de un mismo patrón
afectivo y fisiológico.
Charles Dickens, en su novela Oliver Twist, describe del siguiente
modo el temor de su personaje cuando, después de atravesar terribles
desventuras, se encuentra a salvo y teme que Fagin, el ladrón, vuelva a
llevarlo a su guarida:

Fue entonces cuando Oliver despertó, sobresaltado y presa del pánico.


Miró por la ventana y allí, muy cerca, estaba Fagin mirándolo fijamente.
La sangre se le heló, se vio momentáneamente paralizado de espanto.
Junto a él se encontraba, además, aquel hombre violento que lo había
abordado a la salida de la posada. La visión duró tan solo unos instantes.
Los dos hombres desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos. Aterrori-
zado, Oliver saltó al jardín por la ventana y se puso a gritar pidiendo
socorro.

El miedo aparece cuando sentimos amenazados nuestros valores,


nuestra integridad física o psíquica, o la de nuestros seres queridos. También
ante la ausencia de algo que nos proporcionaba seguridad.
La función adaptativa de esta emoción es prevenir acerca del peligro
y orientar nuestra conducta hacia la protección. Según la reacción que nos
despierte, podemos distinguir dos formas:

98

LibrosEnRed
La salud emocional

• Miedo activo: predominan la hipertonía muscular y excitación motriz.


Se corresponde con la posibilidad de realizar actos eficaces de huida
o de defensa.
• Miedo pasivo: predomina la hipotonía e inhibición. Se vincula con la
sumisión, la entrega y quedarse congelado.
En el nivel fisiológico se produce una activación del sistema nervioso
autónomo, con aumento de la frecuencia cardíaca, sequedad de la boca,
dilatación de las pupilas, erección del vello, vasoconstricción periférica,
descenso de la temperatura, liberación de péptidos opiáceos que bloquean
la sensación de dolor, y aumento de la micción y evacuación que puede
llegar hasta la pérdida del control de los esfínteres.
La respiración se torna superficial e irregular. Se genera una sensación
de parálisis seguida de un aumento de la actividad somática que facilita la
huida o el ataque.
Las respuestas motrices del miedo están orientadas hacia el
afrontamiento de la situación que nos intranquiliza. Tienen el objetivo de
mitigar la inquietud y obtener un mayor bienestar.
Ante un hecho que evaluamos como amenazante nuestras estrategias
defensivas primarias podrían agruparse en cuatro categorías: ataque
o lucha, retirarse o huir, quedar inmóvil, o desviar el ataque del otro.
Traducidas a la vida moderna serían las de resolver un problema, evitarlo,
quedar paralizado o reformularlo buscando soluciones alternativas.
Entre las conductas de evitación se encuentran las de no confrontar,
adoptar una actitud sumisa, someterse al deseo del otro, tratar de cubrir
su expectativa. También pertenecen a esta categoría el alcoholismo, el
tabaquismo y la drogodependencia.
Detrás de los distintos temores, y sus diferentes grados, puede
esconderse un sentimiento de falta de confianza en las propias capacidades
para afrontar aquello que se evalúa como amenazante. Puede tratarse de
un peligro que realmente nos supere pero, en muchas oportunidades, la
sensación está sostenida por una baja autoestima. Esta puede basarse en
experiencias anteriores desfavorables; una falta de desarrollo de la capacidad
de afrontamiento, o no haber tenido la oportunidad de entrenarla.
Los reiterados fracasos en superar obstáculos pueden transformar el
miedo en ansiedad o fobia. Las fobias son miedos irracionales, persistentes
y de fuerte intensidad que se acompañan con el impulso irrefrenable de
evitar la confrontación con aquello que lo provoca.

99

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

El miedo, las fobias, la ansiedad y el pánico constituyen fenómenos que


comparten un patrón de activación fisiológica similar pero con diferente
grado de intensidad. El miedo en su forma adaptativa, y la ansiedad en
su presentación clínica, presentan la misma fenomenología, cogniciones,
neurofisiología y respuestas motrices de defensa o ataque, solo que
experimentamos una ante un peligro cierto, y la otra ante situaciones que
percibimos como de riesgo por la evaluación errónea o catastrófica que
hacemos de ellas.

Ansiedad
Es un estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo que responde
a un sentimiento de amenaza ante algo o alguien imaginario, fuera del
aquí y ahora, pero vivido como amenaza real, y al cual se dirige la atención.
Provoca una anticipación temerosa, plena de incertidumbre, por lo que hay
en ella un componente de la sorpresa, del sobresalto.
Esta emoción tiende a producir un efecto subjetivo de
“adelantamiento” en el tiempo que se experimenta del presente hacia el
futuro. Quien la padece tiene dificultades para permanecer en el “aquí y
ahora” de la experiencia.
El miedo, al igual que la fobia, es a algo, mientras que el objeto de la
ansiedad es incierto y se relaciona con la anticipación a un peligro futuro,
indefinido e imprevisible.
Existe una ansiedad positiva, necesaria para activar la realización de
ciertas tareas que requieren urgencia en su realización, o para resolver
problemas de un modo eficaz, pero la ansiedad excesiva interfiere nuestro
rendimiento en todos los ámbitos.
Con relación a la salud, esta emoción inhibe al sistema inmune.
Esto propicia el inicio de las enfermedades y constituye un obstáculo en
los procesos de recuperación. Influye, principalmente, en la contracción
de afecciones infecciosas tales como resfríos, gripes y herpes. Estamos
constantemente expuestos a virus y bacterias que nuestro sistema
inmunológico combate pero, cuando la ansiedad persiste, aquel pierde
eficacia. Por otra parte, las preocupaciones hacen que el sistema nervioso
simpático permanezca activado, lo que induce a los riñones a retener sal y
a alterar así la regulación de la presión arterial.

100

LibrosEnRed
La salud emocional

Pánico
Dentro del espectro de los trastornos de ansiedad se encuentran las
llamadas “crisis de angustia”6 o “ataques de pánico”, que remiten a los
episodios que experimentan quienes padecen “trastorno de pánico”. Los
“ataques” pasan a constituirse en “trastorno” cuando su ocurrencia alcanza
una relativa frecuencia.
Los “ataques” se manifiestan de manera brusca e inesperada, sin un
estímulo determinado e identificable. Los síntomas que pueden presentarse
son (según la descripción del Manual DSM-IV de criterios diagnósticos)
aparición temporal y aislada de miedo, o malestar intensos, acompañada
de cuatro (o más) de los siguientes síntomas, que se inician bruscamente y
alcanzan su máxima expresión en los primeros diez minutos:

• Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia


cardíaca.
• Sudación.
• Temblores o sacudidas.
• Sensación de ahogo o falta de aliento.
• Sensación de atragantarse.
• Opresión o malestar torácico.
• Náuseas o molestias abdominales.
• Inestabilidad, mareo o desmayo.
• Sensación de irrealidad o despersonalización (de estar separado
de uno mismo).
• Miedo a perder el control o volverse loco.
• Miedo a morir.
• Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo).
• Escalofríos o sofocaciones.
Los episodios de pánico suelen durar entre diez minutos y media
hora. La probabilidad de que se repitan genera temor, y eso deriva en
una importante limitación en el desarrollo de las actividades diarias. Los
temores de muchas personas que lo padecen giran alrededor de tres ejes:
6 La palabra “angustia” suele usarse como sinónimo de “ansiedad”, pero es un fenó-
meno que presenta algunas diferencias. Su vivencia está más cargada de sensaciones
somáticas, presenta un ritmo más lento y una conducta más inhibida.

101

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

salir de la casa, quedarse solos o encontrarse lejos del hogar en situaciones


en que puedan llegar a sentirse atrapados, molestos o indefensos.
Ante los trastornos de ansiedad en general, y de pánico en particular,
lo mismo que con las fobias, es conveniente pedir ayuda especializada, pues
esas problemáticas pueden resolverse de mejor manera en el ámbito de un
tratamiento psicoterapéutico.
Hay un dicho popular, “el miedo no es zonzo”, que alude al enorme
valor de esta emoción en la prevención de cualquier riesgo. Es evidente
que, en su justa medida, una cuota de inquietud visceral nos ayuda a estar
alertas y a cuidarnos.
Siempre trato de imaginarme al miedo como a un amigo que camina
a mi lado mostrándome los peligros. Trato de no ponerlo delante para que
no me trabe el paso, o me haga tropezar o caer. Menos que menos lo dejo
estar detrás, acechando a mis espaldas, porque entonces es él quien encarna
el peligro y, como no puedo verlo, es capaz de paralizarme, o matarme del
susto. Lo quiero tener siempre a la vista porque, habiendo padecido terrores
nocturnos en mi infancia, he comprobado que los fantasmas desaparecen
cuando se enciende la luz.

102

LibrosEnRed
Capítulo 14 - Estrés

Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía.
Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno,
porque sin crisis todo viento es caricia.
Albert Einstein

El estrés
La palabra “estrés” deriva del término inglés stress, que significa
“fuerza que impulsa, presión, tensión, contracción”. En el siglo XX, a
principios de la década del treinta, los pioneros de su investigación en el
campo de la medicina fueron Claude Bernard, Walter Cannon y Hans Selye,
quienes definieron al estrés como “una respuesta adaptativa del organismo
frente a los estímulos que amenazaban su estabilidad”.

Cuando mis dos hijos mayores eran pequeños, y el menor aún no había
nacido, tuvimos un accidente automovilístico camino a nuestras vacacio-
nes de verano. Recuerdo que, el momento inmediatamente posterior al
suceso, salí del vehículo, que era de dos puertas, rebatí el asiento delan-
tero para sacar a mi hijo, de un año y medio, y a mi hija, de cuatro años,
y los llevé alzados hasta la banquina.

Desesperada, empecé a revisarlos minuciosamente para ver de dónde


salía la enorme cantidad de sangre que teñía todo de rojo. Retiré infini-
dad de pequeños vidrios de sus cuerpos, pero no lograba encontrar las
heridas. En eso, en la ruta se detuvo un auto, y a los gritos les pedí a sus
ocupantes que me ayudaran, pues mis hijos estaban heridos, todo estaba
lleno de sangre, y yo no podía encontrar de dónde brotaba.

El hombre, asombrado, señaló mi cara con su dedo índice y me dijo: “Está


sangrando mucho, señora”. Miré mi ropa empapada, llevé la mano a mi
rostro y no reconocí su forma. Además del labio superior abierto, tenía
fracturado el maxilar, lo cual convirtió en un milagro el hecho de que hu-
biera podido hablar para pedir ayuda, si es que realmente había emitido
algún sonido entendible.

103

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

Ante un peligro real se producirán en nuestro organismo las reacciones


necesarias, y convenientes, que nos preparan, de manera instantánea, para
responder a la emergencia con todos nuestros sentidos y atención al servicio
de lo que es prioritario hacer en ese momento. Por esto, muchas personas,
en medio de situaciones de riesgo, desarrollan una fuerza insospechada,
sortean grandes obstáculos o realizan acciones que en circunstancias
normales no llevarían a cabo. En mi caso, la fuerte descarga de adrenalina
impidió que me conectara con mi propio dolor y me llevó a ocuparme de la
prioridad de ese momento, lo que en mi memoria ancestral estaba escrito
como “cuidar y proteger a la cría”.
Cannon planteó que tanto los animales como el hombre, cuando se
enfrentan a un peligro, tienen dos opciones para resolver el conflicto: la
huida o la lucha. Un estudio sobre la llamada muerte vudú, realizado por él
en 1942, demuestra cómo un estado de sobreexcitación fisiológica, sostenido
por la idea de estar ante una amenaza incontrolable, puede causar la muerte
de una persona. El caso que presentó para ejemplificar este postulado fue
el de un hombre que había sido señalado para morir por el brujo de una
tribu. La reacción de sus familiares y amigos fue la de retirarle el apoyo
social considerándolo, desde ese momento, muerto. Quedó entonces solo
e imposibilitado de resolver el conflicto: no podía huir porque donde fuera
que fuese la maldición lo seguiría, ni tampoco luchar porque la amenaza
era intangible. Convencido de que su muerte era inevitable, falleció debido
al estímulo excesivo de su sistema neuroendocrino.
El ser amenazado, demandado o exigido por el medio circundante,
o por los propios impulsos, forma parte de la existencia misma, y los seres
humanos lo hemos experimentado desde siempre. Muchas situaciones,
incluso las consideradas “positivas”, causan algún tipo de tensión: cambios
climáticos, búsqueda y obtención del alimento, provisión de abrigo y
cobijo, etc. Los hechos cotidianos traen aparejados desafíos que implican
exigencias para la mente, el cuerpo y las emociones. El clima frío causa
estrés físico al cuerpo; como respuesta este altera su circulación sanguínea,
la respiración y la frecuencia cardíaca. Preocupaciones laborales, problema
familiares o la muerte de un ser querido producen estrés psicológico y una
respuesta emocional destinada a realizar el ajuste necesario para que el
equilibrio se restablezca.
El estrés en sí mismo no resulta un fenómeno negativo. Una cantidad
regulable resulta incluso necesaria para activarnos y motivarnos a encarar
determinadas demandas, o movilizarnos hacia el logro de ciertas metas u
objetivos.

104

LibrosEnRed
La salud emocional

Para sobrevivir, necesitamos adaptarnos al estrés y aprender a vivir


con él, y a pesar de él, pero, muchas veces, un estímulo excesivo y constante
sobrepasa nuestra capacidad de adaptación. Como consecuencia nuestra
salud y calidad de vida pueden verse afectadas.

Fases del estrés


Hans Seyle identificó tres etapas en la respuesta al estrés:

• Alarma. El cuerpo reconoce la amenaza y se prepara para la acción,


sea de agresión o de fuga. El sistema nervioso simpático y las glándu-
las suprarrenales incrementan su actividad. Esto hace que aumenten
los latidos del corazón, el ritmo respiratorio, el nivel de azúcar en la
sangre, el tono muscular, la transpiración y la dilatación de las pupilas,
y que se lentifique la digestión.
• Resistencia. Si la primera etapa no ha sido exitosa, y no se ha podi-
do resolver el conflicto, las glándulas suprarrenales retoman su ritmo
habitual. Desaparecen los cambios de la fase anterior. Continúa el es-
fuerzo de adaptación, pero haciendo uso de las reservas del organis-
mo para reparar los daños causados por la reacción de alarma. Si en
esta etapa se resuelve el problema, el organismo recobra el equilibrio;
de lo contrario, pasa a la tercera fase.
• Agotamiento. El organismo agota sus reservas y muchos de los sín-
tomas de la primera etapa reaparecen. En estas condiciones, se hace
más vulnerable a la enfermedad y, en casos extremos, puede llegar a
morir.
Cuando la sensación de presión y amenaza se prolonga en el tiempo, y el
estímulo, excesivo y constante, sobrepasa nuestra capacidad de adaptación,
aparecen los signos y síntomas que usualmente se conocen como indicadores
de estrés, distrés o estrés negativo: depresión o ansiedad, dolores de
cabeza, alteraciones en el ciclo menstrual, problemas del sueño, trastornos
gastrointestinales, problemas en la piel, uñas o cabello, disminución de la
libido, nerviosismo, palpitaciones, contracturas musculares.
Por otra parte, este tipo de estrés afecta a nuestro sistema inmune
y lo torna ineficaz y vulnerable, situación que influye en el desarrollo de
aquellas patologías a las cuales estamos predispuestos genéticamente.
Todos tenemos, en estado de latencia, la probabilidad de desarrollar
las enfermedades que están escritas en nuestros genes, pero eso no

105

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

significa que vayamos a hacerlo. El estrés puede oficiar de disparador de


ese potencial oculto. Las patologías que más comúnmente responden a ese
estímulo son el cáncer, las cardiovasculares, la hipertensión, el colesterol
alto, las autoinmunes, el colon irritable, la gastritis y las úlceras en el
estómago.
Los cambios hormonales relacionados con los ciclos vitales, sobre
todo en las mujeres, son también una fuente de estrés. Estos se dan en la
pubertad y la adolescencia, el embarazo, el parto y el posparto, el climaterio
y la menopausia. El grado de estrés que provoquen será más o menos
severo según las características personales de respuesta. Todos los síntomas
que acarrean las alzas y bajas de los niveles hormonales provocan malestar
generalizado y cambios significativos en el estado de ánimo, además del
abanico de síntomas específicos para cada etapa.
Todos los seres vivos estamos genéticamente programados para
sobrevivir. Desde que nacemos, cada célula del cuerpo se defiende eficaz
y permanentemente de microbios y agentes infecciosos. Nuestro sistema
inmune posee anticuerpos de diferente calidad y función que se ocupan de
preservar la salud de nuestro organismo. Entre sus funciones también está
la de detectar y destruir células, que nosotros mismos generamos, y que
poseen alguna falla genética, como las cancerosas. Si nuestro médico interior
ha perdido capacidad de acción, y no es capaz de exterminar a las células
anómalas, estas se reproducen, invaden y devastan el territorio corporal.
Así como tenemos la capacidad de enfermarnos, también poseemos la
de curarnos. Ningún medicamento que ingiramos o terapia que realicemos
serán eficaces si nuestro sistema de defensas no se encuentra en buena
condición, y si nuestra actitud en general no se halla en consonancia con
el trabajo que le estemos demandando a nuestro sistema inmunológico. El
cuerpo no puede accionar algo diferente de lo que la mente experimenta.

Teoría transaccional del estrés


Luego de la teoría del estrés como respuesta, desarrollada por Seyle,
surgieron otras que lo consideraron como estímulo. Con posterioridad
Richard Lazarus (1922- 2002), un pionero en el estudio de la emoción y el
estrés, formula una teoría que combina las variables de estímulo y respuesta
describiendo al estrés como un proceso transaccional entre el individuo y
el entorno.

106

LibrosEnRed
La salud emocional

Esta teoría le reconoce a la persona un papel activo en sus respuestas


ante las situaciones demandantes ambientales, y también en cuanto a la
forma en que selecciona y determina su entorno.
Lazarus presta una atención especial a los procesos de evaluación
cognitiva que el sujeto realiza con relación a las demandas, y la conciencia
que posee de sus propios recursos de afrontamiento para responder a las
mismas. Afirma que una persona es vulnerable al estrés especialmente en
aquellas situaciones que propician creencias negativas sobre sus capacidades
para afrontarlas.

La resiliencia
La resiliencia es una capacidad que poseemos los seres humanos
de sobreponernos a las crisis, y de construir positivamente a partir
de ellas. Esta cualidad se basa en algunos factores que facilitan esta
respuesta:

• Autoestima positiva. Valoración positiva de uno mismo y autoconfianza.


• Introspección. Ser capaz de reflexionar acerca de sí mismo y el entorno
con espíritu crítico.
• Independencia. Desarrollar un criterio propio para evaluar la realidad.
• Relación. Establecer y sostener relaciones de intimidad y compromiso
con otras personas o grupos.
• Iniciativa. Saber elegir, decidir, proponerse metas y actuar responsa-
blemente.
• Humor. Afrontar las situaciones en forma lúdica, encontrando en las
crisis fuentes de inspiración.
• Creatividad. Generar orden y nuevos modelos a partir del caos.
• Espiritualidad. Encontrar un sentido trascendente a los propios actos,
ordenándolos en torno a valores de vida, dando y deseando a otros
el bien.
Quienes poseen resiliencia se recuperan rápidamente ante
frustraciones o fracasos, y continúan proyectándose en el futuro a pesar
de las situaciones desestabilizadoras, condiciones de vida difíciles y
experiencias traumáticas.

107

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

Autoestima y estrés
En las teorías del estrés como respuesta se sobrevalora el poder de la
amenaza para provocarlo sin tener en cuenta las diferencias individuales a
la hora de afrontar los desafíos. No todos reaccionamos del mismo modo
ante las presiones. La manera en la cual lo hacemos está muy relacionada
con nuestro autoconcepto y en especial, con nuestra autoestima.
El autoconcepto es el conjunto de creencias y conocimientos que
tenemos acerca de nosotros mismos. Estas ideas orientan nuestra conducta,
guían nuestras acciones y condicionan nuestros vínculos e interacciones.
La autoestima es el componente valorativo del autoconcepto. Refleja
la opinión que nos merecen nuestra propia persona y nuestro desempeño.
Todas las ideas que la conforman se incorporan en el transcurso de nuestras
etapas más primarias de la vida, pero diversas experiencias a lo largo de la
existencia pueden producir cambios.
La autoestima se construye sobre la estructura de base de la valoración
que hemos recibido por parte de los responsables de nuestra supervivencia,
educación y crianza: familia, escuela, barrio y demás ambientes en los cuales
“los otros” nos han devuelto la propia imagen, han calificado o descalificado
conductas, y han confirmado, o no, características, capacidades y aptitudes.
El modo en que nos sentimos respecto de nosotros mismos afecta
todas nuestras experiencias y respuestas ante los acontecimientos, pues
aquellas dependen de quién cada uno cree que es, de cuánto cree que vale
y de qué se considera capaz de hacer y afrontar.
Las marcas de la infancia y la adolescencia son muy importantes en
este sentido, pero el autoconcepto no es algo acabado o fijo. Es dinámico
y tiene la capacidad de modificarse a lo largo de la vida en función de las
distintas experiencias vitales. Muchas veces las situaciones límite provocan
un cambio drástico en ese sentido.
Voy a exponer un caso clínico que ilustra muy bien esta idea.
Se trata del caso de una pareja: Alberto, de 50 años, se desempeñaba
como ingeniero para una empresa internacional, y Rita, de 49, era profesora
de inglés, pero había dejado de trabajar para ocuparse de la casa y la familia
cuando nació el segundo de sus cuatro hijos, cuyas edades, al momento de
la consulta, eran de 28, 26, 25 y 20. Tres varones y, la menor, una mujer.
En la primera entrevista, él se mostró expansivo, simpático, seguro de
sí mismo, con cierto toque de sobreactuación. Ella, muy tímida, apocada,
insegura, sentada en el borde de la silla. Ya en esa ocasión quedó en evidencia

108

LibrosEnRed
La salud emocional

que en esa pareja todas las decisiones importantes las tomaba Alberto. Rita
no manifestaba molestia por esto en lo más mínimo, ni tampoco expresaba
que le hiciera alguna mella el hecho de que él no la consultara ni siquiera
en elecciones cuyas consecuencias los afectaban a ambos.
Lo que los trajo a la consulta no es relevante para el tema que nos
ocupa, pero sí mencionar su relación con el hecho de que a Alberto le
habían ofrecido un traslado a una ciudad de provincia, que significaba un
incremento importante en sus ingresos y su estatus dentro de la empresa.
Esto acarreaba una serie de decisiones familiares con respecto a los hijos
que ellos querían resolver.
A lo largo de las sucesivas entrevistas, que fueron alrededor de ocho,
la recurrente actitud pasiva de Rita despertaba en mí el impulso de hacer
señalamientos al respecto. Recuerdo que en los momentos previos a la
llegada de la pareja, cuando revisaba mis notas a fin de prepararme para
el encuentro, me sentía movilizada en un punto débil personal, al que
necesito estar atenta en mi rol de terapeuta: la fuerte opinión y movilización
emocional que me provoca el hecho de que las mujeres no se ubiquen en
un lugar de paridad con relación a los hombres. Sobre todo si se trata de
una relación de pareja que, como su nombre lo indica, implica un reparto
equitativo de roles y posiciones.
Por esto, antes de las sesiones me preparaba, cada vez, para diferenciar
lo que para mí era un problema de lo que era un problema para los demás,
tratando de respetar los pensamientos y sentimientos de estos pacientes.
Mi esfuerzo no impedía que, a través de alguna pregunta, intentara
provocar en Rita alguna reflexión al respecto. Por tal motivo, me encontré,
en varias oportunidades, preguntándole por su propio deseo o necesidad.
Nunca me dio una respuesta concreta. Se acomodaba a lo que él decía con
total naturalidad, casi sin que me diera cuenta de cómo lo hacía, en una
coreografía perfectamente incorporada.
Finalmente resolvieron las cosas de una manera que les resultó
satisfactoria: se trasladaron al interior con la hija y los tres varones quedaron
acá. Cada tanto, Rita me enviaba, por correo electrónico, algún breve saludo
en el que me contaba, escuetamente, que estaban bien.
Pasados casi dos años del traslado no volví a tener noticias suyas hasta
que, a cuatro años de aquella secuencia de entrevistas, Rita me llamó por
teléfono solicitándome un turno para consulta.
Ni bien abrí la puerta supe que me encontraba ante una persona dife-
rente. Su apariencia había cambiado de manera radical: de un prolijo y lacio

109

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

peinado de peluquería a un corte atrevido y ondeado, de una vestimenta


tradicional y poco llamativa a otra mucho más original y seductora.
Su modo de moverse y expresarse también dejaba en evidencia un
profundo cambio. Recordaba a Rita como una persona de caminar suave,
que ingresaba en los espacios como pidiendo permiso. Ahora tenía delante
a una mujer bien plantada expresando con calidez, espontaneidad y
resolución su alegría por el encuentro, y reafirmando con su postura una
fuerte determinación y voluntad.
La Rita que yo había conocido no parecía el tipo de persona que podía
movilizarse sola hacia un cambio tan radical. ¿Qué suceso había provocado
tal transformación? A los tres años de estar viviendo en el interior, Alberto
padeció un ACV (accidente cerebrovascular) que le provocó una hemiplejía
del lado derecho del cuerpo. Tal situación requirió de ella acciones inéditas
en su abanico de conductas: las de hacerse cargo y resolver.
Al principio él ni siquiera podía hablar, por lo que ella se vio en la
obligación de tomar decisiones importantes. Podría haberse declarado
inepta y delegado la responsabilidad en alguno de sus hijos, con lo que
el cambio no se hubiera producido, pero no fue así. Rita, a través de la
experiencia de decidir y solucionar eficazmente los problemas, fue,
paulatinamente, adquiriendo confianza en sí misma, empezando a disfrutar
de sus capacidades y a trasladarlas a otros planos de su vida.
Esta vez hacía su consulta para iniciar un proceso terapéutico personal.
Con Alberto estaban viviendo nuevamente en Buenos Aires; él había
recuperado el habla y cierta movilidad pero nunca había podido recobrarse
totalmente del episodio, por lo que se encontraba disminuido en sus
capacidades, y solo disponía de un subsidio que no les resultaba suficiente
para atender sus necesidades.
Ella había comenzado a trabajar como docente en escuelas secundarias,
y ahora se le había presentado la oportunidad de participar de un proyecto
educativo como socia. Alberto no alentaba el cambio y le transfería sus
propias dudas; entonces Rita pensó en consultarme para evaluar esta
nueva decisión. “Recuerdo que fuiste de gran ayuda en aquel momento.
Más tarde, cuando tuve que afrontar el huracán que arrasó con nuestras
vidas en minutos, te tuve muy presente y me resonaron fuertemente tus
palabras: «¿Qué necesitás vos, Rita? ¿Cuál es tu deseo?»”.
Lamentablemente, ella tuvo que llegar a una situación límite para
medir su fortaleza y cambiar la opinión que tenía sobre sí misma.

110

LibrosEnRed
La salud emocional

Me parece importante destacar que, en el caso relatado, si bien Rita


pudo cambiar su autoconcepto y valorarse a partir de las cosas de las que
fue capaz, en lo que se refiere a la pareja la situación de roles fijos no se
resolvió de una manera saludable, tal como hubiera sido el reconocimiento
y la flexibilización de las posiciones complementarias, sino a través de
un abrupto cambio de roles que los dejó fijos en el otro extremo: ahora
ella tenía la seguridad y la capacidad mientras él desempeñaba el rol
complementario.
Rita se dedicó a resolver esto último en su proceso terapéutico
personal: a tratar de reconocer y entender que no necesitaba unirse
a un discapacitado para sentirse ella capacitada pues, en una pareja, lo
interesante es que los lugares sean ocupados por uno o por otro según el
momento y la necesidad, permitiendo así que lo genuino del deseo de cada
uno aparezca.
Las opiniones internalizadas de los “otros significativos”, tanto las que
califican como las que descalifican características personales, capacidades o
aptitudes, forman parte de nuestras creencias acerca de nosotros mismos.
Son esas voces interiores que nos alientan o desalientan a la hora de
afrontar un desafío.
Si logramos reconocerlas, aceptar aquellas con las que acordamos y
nos sentimos alineados, y descartar las que nos traban a la hora de poner
en acto nuestros potenciales, ganaremos mucho terreno en el camino hacia
nuestra propia felicidad.
Para bajar el nivel de estrés hay que subir el del autoconocimiento.
Por un lado, aprender a reconocer, y atender, nuestras necesidades y
deseos. Por otra parte, tomar conciencia de nuestras capacidades, y
poner en acto nuestros potenciales. Esto nos ayudará a desarrollar la
autoconfianza necesaria para tomar el control sobre el rumbo y calidad
de nuestra propia vida.

111

LibrosEnRed
Capítulo 15 - Estrategias para el alivio del estrés

No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo.


La crisis es la mejor bendición que puede sucederles a personas y países,
porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia
como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis donde nacen la inventiva,
los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis
se supera a sí mismo sin quedar superado.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias
violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.
Albert Einstein

La prevención

Reconocimiento de los estresores


Si aprendemos a reconocer aquello que nos estresa podremos
prepararnos para afrontar los desafíos. La siguiente tabla puede ayudar a
ordenar este reconocimiento:

Lo que habitualmente me Modo en que manejo esa Cambio que podría hacer
estresa situación para manejarla mejor

ESPACIO
ESPACIO

Recarga energética
Como forma de prevención del estrés es importante organizar un
andamiaje de actividades regulares que nos sirvan para recargar la energía
que pudiéramos haber empleado en afrontar conflictos.

• Actividad física. Los tipos de ejercicios recomendados son aquellos que


desarrollan la tolerancia cardiorrespiratoria o capacidad aeróbica; de-
ben, por supuesto, adaptarse a la edad y la condición física de cada

112

LibrosEnRed
La salud emocional

persona. Son, entre otros: caminar, trotar, correr, practicar ciclismo o


natación. Con el complemento de técnicas de elongación.
• Es recomendable realizar alguna forma de trabajo corporal consciente
como la eutonía, el Método Feldenkrais, la expresión corporal o el
yoga.
• Un complemento ideal sería recibir un tratamiento de reflexología.
Mediante la estimulación manual de las áreas reflejas de los pies y de
las manos, en los que se encuentra representado todo el organismo,
esta disciplina promueve la relajación, alivia el estrés, ayuda a la fun-
cionalidad equilibrada del organismo y estimula cambios a todo nivel
en la persona.

Tiempo de ocio
El ocio es el tiempo libre, o tiempo no utilizado en una actividad
laboral, y no debe considerarse una pérdida de tiempo sino una actividad
recreativa.
El ocio productivo incrementa nuestra calidad de vida y la sensación
de bienestar en todas sus dimensiones: física, mental, emocional, social y
espiritual.
Podemos utilizar la siguiente tabla para organizarlo y registrar qué
solemos hacer con él.

¿Qué suelo hacer en mi


tiempo libre? ¿Qué me gustaría hacer y no ¿Qué dejaría de hacer porque
hago? no me da placer?

ESPACIO ESPACIO
ESPACIO ESPACIO

Observe lo que escribió en las diferentes columnas, y reflexione acerca


de los cambios que podría realizar para mejorar la situación actual.

Escuchar y atender al cuerpo

Relajación consciente II
Nuestro cuerpo siempre nos avisa cuando le estamos exigiendo más
de lo que puede dar. Para aprender a escuchar sus susurros nada mejor que
acceder a la conciencia corporal mediante la relajación y la atención.

113

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

Podemos realizar el siguiente ejercicio cada vez que dispongamos de,


como mínimo, media hora, o elegir el de la relajación consciente I propuesto
en el capítulo 11, si disponemos de 15 minutos. Puede grabar las consignas
calculando los tiempos para cada paso.

• Asegúrese, en la medida de lo posible, de que no será interrumpido.


Desconecte el teléfono de línea y apague el celular.
• Prepare el ambiente con una música suave a muy bajo volumen. Si lo
desea puede aromatizar el lugar con algún aceite esencial. La lavanda
es muy adecuada pues su aroma induce a la relajación.
• Recuéstese, preferentemente en el piso, sobre una colchoneta o man-
ta (si esto no le resulta posible, puede utilizar una cama o mesa larga
sobre la cual puede colocar la manta).
• Coloque una pequeña almohada bajo la nuca para que el cuello des-
canse con comodidad.
• Ubique una almohada bajo sus rodillas para que la zona lumbar de
la columna vertebral pueda apoyar en el piso y puedan relajarse los
músculos de esa zona.
• Descanse cómodamente y cierre sus ojos.
• Realice un recorrido imaginario por su cuerpo prestando atención al
modo en que lo dispone en el espacio. Preste atención a las zonas en
que registre algún grado de tensión.
• Trate de aflojar la musculatura y permitir que el peso del cuerpo de-
cante sobre los puntos de apoyo. Puede ayudarse con algunas respira-
ciones profundas soltando el aire con fuerza por la boca.
• Realice nuevamente un recorrido imaginario por su cuerpo desde la
cabeza hasta los pies. Preste atención a cuáles zonas tienen mayor
presencia y cómo las siente.
• Perciba el ritmo de su respiración sin tratar de modificarla.
• Sienta la diferencia de la temperatura del aire cuando entra y sale por
los orificios nasales. Permanezca un tiempo en este registro.
• Realice al menos tres respiraciones profundas. Al inspirar, retenga el
aire por unos segundos y suéltelo luego con fuerza.
• Preste ahora atención al modo en que sus pies se disponen en el espa-
cio. Permanezca en ese registro.

114

LibrosEnRed
La salud emocional

• Ahora ténselos llevando las puntas hacia atrás, retenga y luego aflóje-
los. Realice esta maniobra, al menos, tres veces.
• Lleve la atención a sus piernas. Ténselas, acompañando con la tensión
de los pies ya realizada. Retenga y aflójelas. Repita tres veces.
• Tense sus músculos abdominales presionando lo más posible sus órga-
nos internos, retenga la tensión y suelte. Repita tres veces.
• Cierre sus puños tensando manos y brazos. Retenga y afloje. Repita
tres veces.
• Presione su espalda contra el piso, retenga y luego afloje. Repita tres
veces.
• Intente elevar mínimamente su cabeza y afloje. Repita tres veces.
• Frunza su rostro de modo de tensar los músculos de su cara. Retenga
la tensión y afloje. Repita tres veces.
• Realice nuevamente un recorrido imaginario por su cuerpo tratando
de registrar cómo lo siente ahora, y si persiste alguna zona de tensión.
• Trate de percibir si existe alguna diferencia de sensación entre el lado
derecho y el lado izquierdo de su cuerpo.
• Trate de aflojar cualquier excedente de tensión que registre.
• Descanse unos minutos.
• Poco a poco vaya despertando al cuerpo para que vuelva a tonificarse.
Movilice manos, pies y musculatura del rostro. Desperécese. Suspire o
bostece si su cuerpo se lo pide.
• Póngase de costado con las rodillas flexionadas y, presionando en el
piso con el brazo que está arriba, vaya incorporándose lentamente
hasta llegar a la posición sentada.
• Con cuidado y sin forzar ningún movimiento póngase de pie y camine.
Preste atención a cómo se siente ahora.
• Continúe con sus tareas habituales disfrutando de las energías reno-
vadas de su cuerpo.

Respirar hacia la calma. Véase capítulo 10.

Alimentación equilibrada
Las exigencias a las que sometemos al cuerpo cuando afrontamos
desafíos requieren de una compensación acorde con el trabajo que le

115

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

demandamos. Por esta razón, al hallarnos bajo estrés debemos cuidar más
que nunca nuestra alimentación y proveernos de los nutrientes que nuestro
organismo necesita.
La licenciada Susana Zurschmitten, en su libro Dieta para una vida
sana, establece alimentos esenciales para fortalecer al sistema nervioso en
situaciones de estrés:

• Cereales integrales, pan integral, granola, nueces, almendras, legum-


bres y frutas frescas como fuentes de glucosa. Evite los azúcares refi-
nados, y reemplace las harinas blancas por integrales.
• Incorpore los ácidos grasos esenciales Omega 6 a través de las semillas
y aceite de sésamo, amapola, girasol y nueces; y Omega 3 consumien-
do pescado de mar, algas, semillas de chía, lino y nueces.
• El pescado aporta además fósforo, un mineral que participa de la
transmisión del impulso nervioso.
• La falta de magnesio acentúa el insomnio, la irritabilidad, el síndrome
de las piernas inquietas y los calambres, por lo que conviene su inges-
ta a través de las almendras, legumbres, algunos maníes y verduras en
abundancia.
• El grupo de vitaminas B es esencial para el sistema nervioso. En su
conjunto, se encuentran en la levadura de cerveza y los huevos. Los
dátiles, higos y almendras aportan B3; las algas, la espirulina y la leva-
dura, especialmente la B12.
• La C en los cítricos y el tomate.
• Por último, en estos casos, no olvide beber al menos dos litros de agua
al día, no saltear comidas, y no abusar del café, té, yerba mate o alcohol.

El tabaco
El tabaco es fuente de intoxicación para el organismo y lo limita en su
capacidad de afrontamiento del estrés. Por esta razón, si quiere aliviarlo y
fuma, le está dando al cuerpo un mensaje contradictorio.

El descanso
Bríndele al organismo un ritmo ordenado de actividad y reposo. Si se
encuentra muy cansado o exigido interrumpa antes de llegar al agotamiento
y tómese un rato para reposar o realizar alguna actividad que lo ayude a
reponerse.

116

LibrosEnRed
La salud emocional

El manejo del tiempo


Las personas que afrontan eficientemente las presiones de la vida
suelen tener un manejo eficiente del tiempo. Su inadecuada distribución y
empleo constituye una importante fuente de estrés.
El tiempo es un recurso que no se puede almacenar por lo que, si se
usa mal, o no se usa, se pierde. Esto es lo que sucede cuando lo empleamos
en algo que no tiene sentido para nosotros, o lo dejamos transcurrir sin
hacer nada que nos importe o interese.
El tiempo de que disponemos es el “tiempo de nuestra vida”, por
lo que valorarlo es valorarnos. Del mismo modo respetamos a los demás
si cultivamos la puntualidad como un principio o norma de nuestra ética
personal.
Indicadores de que una persona no tiene un manejo adecuado del
tiempo:

• Impuntualidad.
• Sensación constante de urgencia.
• Falta de tiempo para relajarse y descargar tensiones.
• Sensación de que el tiempo se le escapa de las manos.
• Deseo de una vida más sencilla, con menos actividades y compro-
misos.
• Persistente sensación de culpa por no estar haciendo todo lo que
“debiera”.
El análisis del uso que hacemos de nuestro tiempo puede contribuir
a que tomemos conciencia y revisemos lo que es o no prioritario, que
hagamos una distribución más eficiente del mismo y que podamos detectar
las dificultades que obstaculizan su adecuada distribución. El problema
también puede deberse a la evaluación poco realista de la cantidad de
cosas que se pretenden realizar en un lapso de tiempo no suficiente para
ello.
Confeccione un listado de las actividades que realiza habitualmente.
A modo de recordatorio propongo algunos ítems:

• Descanso.
• Higiene y cuidados personales.

117

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

• Alimentación.
• Desarrollo personal: actividad física, relajación, lecturas, cursos,
talleres, estudio, actividades varias que sienta que lo conducen a
ese fin.
• Entretenimientos. Hobbies. Encuentros con amigos.
• Actividades sociales.
• Traslados.
• Organice las actividades por orden de importancia. Reflexione
acerca del tiempo que les dedica. Piense si necesita hacer algún
cambio: descartar alguna actividad, incorporar una nueva o modi-
ficar el ritmo y la frecuencia con que lleva a cabo las que realiza.
• Confeccione un listado de actividades pendientes. Ubíquelas por
orden de importancia y urgencia. Propóngase la realización de,
al menos, una de ellas en las siguientes 24 horas.
• ¿Reconoce algún patrón que lo lleva a desperdiciar su tiempo?
¿Puede describirlo? Escriba sus conclusiones.
• Propóngase un pequeño cambio por día para empezar a modifi-
car ese patrón paulatinamente.
Lo más importante para el control de nuestro tiempo es tomar
conciencia de la importancia que este tiene como recurso no renovable, y
de la posibilidad real que tenemos de manejarlo.

Cuidar la mente

La capacidad de afrontamiento
Una manera de identificar recursos y capacidades es hacer un
recordatorio de aquellas experiencias estresantes que hemos logrado
enfrentar y superar.
Los recursos pueden estar en nuestro interior, o encontrarse en el
mundo de afectos y relaciones que nos rodean.
También puede ser de gran ayuda, en el proceso de conocernos mejor,
identificar nuestras debilidades, o aquello para lo que no somos capaces.
Esto puede impulsarnos a trabajar para desarrollar, o cambiar, lo que sea
necesario.

118

LibrosEnRed
La salud emocional

En lugar de preocuparse por lo incontrolable empleando una valiosa


energía en lo que no le brindará ninguna solución, ocúpese de controlar
aquello que sea posible.
Las siguientes tablas pueden facilitar la toma de contacto con los
propios recursos de afrontamiento y con aquellos aprendizajes que sería
beneficioso realizar.

Acontecimientos estresantes Capacidad de


Recurso utilizado
que tuve que afrontar en el afrontamiento
pasado (si es posible identificarlo)
(Calificar del 1 al 10)

ESPACIO
ESPACIO

Lo que puedo
Acontecimientos estresantes
controlar de esta Recurso que podría utilizar
actuales
situación

ESPACIO
ESPACIO

Aprender a decir “no”


Muchas veces nos vemos embarcados en actividades o proyectos que
nos complican la vida porque no hemos sido lo suficientemente rápidos
como para decir que no a tiempo.
Un recurso de probada eficacia es utilizar frases que nos permitan
reflexionar y elegir, sin dejarnos llevar por el impulso. Por ejemplo: “Lo voy
a pensar y luego te respondo”, “Lo evalúo y luego te digo”, “Mañana te
tendré una respuesta”.
Si ya al escuchar la propuesta nos damos cuenta de que no es de
nuestro agrado o posibilidad, lo más sano es decir simplemente NO.

La solución de problemas
Resulta imposible concebir la existencia de una persona sin la presencia
de problemas a los cuales esta tenga que dar respuesta y solución.

119

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

Una situación problemática es cualquier situación para la que no


hemos encontrado solución. Una de las características de las personas que
enfrentan exitosamente el estrés es desarrollar una actitud de “resolución
de problemas”, es decir, de búsqueda de soluciones.
En la otra vereda están los que, en vez de poner su energía en la
solución, buscan culpables, se lamentan y se centran en sus reacciones
emocionales.
Es necesario abrir la mente a nuevas posibilidades y flexibilizarnos,
pues muchas veces la búsqueda de la solución perfecta nos impide ver otras
opciones no tan ideales.
Los siguientes pasos pueden ayudar a organizarse de mejor manera
para afrontar, y solucionar, los problemas que se nos presentan:

• Identifique el problema. Formúlelo de la manera más clara y concisa


posible. Evite combinarlo con otros, trate de aislarlo. Todo puede lle-
gar a conectarse con infinitas variables, pero a la hora de enfrentar un
problema ese tipo de pensamiento dispersa la atención y no ayuda a
hacer foco en lo que se quiere solucionar.
• El problema no está afuera, usted es parte de él. Trate de precisar en
qué forma está contribuyendo a la existencia del problema. Descarte
la idea de que no tiene nada que ver con él, porque si así fuera, no se
le presentaría como obstáculo. Por otra parte, reconocer su parte de
responsabilidad le confiere un mayor poder para modificar la situa-
ción.
• Las alternativas. Tome papel y lápiz y deje fluir, como en lluvia de
ideas, posibles alternativas de solución.
• Analizar las alternativas. Reflexione acerca de ellas y seleccione las que
le parezcan de posible aplicación. Puede compartir con otro estas re-
flexiones y enriquecerse con sus aportes, siempre que se trate de una
persona con sentido común y que usted sepa que respetará las deci-
siones que finalmente adopte.
• Instrumentación y aplicación. Piense cómo se podrían instrumentar y
aplicar las alternativas seleccionadas.
• La acción. Si encontró la manera, lleve a cabo los pasos para la solución.
• La evaluación. Evalúe los resultados y capitalice los aprendizajes que
este problema le dejó. Tome nota de los recursos que le fueron útiles
para contar con ellos en la próxima oportunidad en que los necesite.

120

LibrosEnRed
La salud emocional

Cada paso evolutivo que realizamos da cuenta de que hemos podido


saltar algún obstáculo o solucionar algún problema. Es posible vivir evitando
el sufrimiento y el esfuerzo pero, al hacerlo, estamos dejando también a un
lado el disfrute y el placer, las caras opuestas de esas monedas.
Si uno elige vivir plenamente debería encontrar la manera personal
de afrontar los desafíos de la existencia y superarlos, para sentarse luego a
gozar de lo logrado.

121

LibrosEnRed
Capítulo 16 - Alegría

Hay que tomar las cosas con más alegría de la que merecen,
sobre todo porque las hemos tomado en serio
más largo tiempo del que merecían.
Friedrich Nietzsche, en Aurora

La alegría
Esta emoción y sus variantes (disfrute, diversión, felicidad, dicha,
euforia, contento) nos inducen a reproducir aquello que nos gratifica.
El mulá Nasrudin es el protagonista de una serie de historias sufíes
destinadas a provocar una toma de conciencia a través del humor y la
metáfora.
He aquí una relacionada con la alegría.

Nasrudin vio a un hombre muy afligido sentado a un costado del camino


y le preguntó qué le preocupaba.

—No encuentro interés en la vida, hermano —dijo el hombre—. Mi capi-


tal es suficiente para no tener que trabajar y hago este viaje en busca de
algo que dé interés a la vida que llevo. Pero, hasta hoy, no lo he hallado.

Sin hablar, Nasrudin tomó la mochila del viajero y salió corriendo como
una liebre. El conocimiento que tenía del lugar hizo que tomara ventaja.

La carretera tenía una curva; Nasrudin cortó distancia a través de varias


vueltas y pronto estuvo otra vez en el camino, en el lugar de donde había
partido. Puso la mochila a un lado del camino, se escondió y esperó que
el otro la recogiera.

El infeliz viajero pronto apareció en las vueltas del sendero, más descon-
solado que nunca por la pérdida de la mochila. Cuando la vio allí, corrió
hacia ella gritando de alegría.

—Esta puede ser una forma de conseguir felicidad —dijo Nasrudin.

122

LibrosEnRed
La salud emocional

En este relato se pone de relieve que para la vivencia emocional son


importantes los contrastes. El hombre de la historia recién valora lo que tiene
cuando lo pierde. Reconocía racionalmente tener todo, pero estaba afligido
porque nada le interesaba; es decir: sus emociones no despertaban. Estas
se activaron ante la pérdida y recuperación de su equipaje, que bien podría
simbolizar lo que cada uno es, la historia que acarrea, y sus experiencias
vitales. El mulá lo moviliza para que tome conciencia de cuánto posee y
valore lo que tiene.
La alegría es una emoción que genera un estado de plenitud y
satisfacción. Las reacciones del sistema nervioso parasimpático propician la
calma, nos incitan a relacionarnos con los otros y a cooperar.
Al experimentarla, tendemos a olvidarnos de los problemas, vemos
el lado bueno de las cosas, nos llenamos de pensamientos positivos y nos
sentimos poderosos.
Esta emoción suele despertarse cuando:

• Vivenciamos acontecimientos que valoramos como positivos.


• Logramos alguna meta que nos habíamos propuesto.
• Nos enteramos de algo que nos resulta agradable.
• Dejamos de padecer algún malestar.
• Estamos en contacto con lo que nos gusta y atrae: arte, naturale-
za, actividad creativa o recreativa, red afectiva o social.
• Amamos y somos amados.
La risa y el buen humor son expresiones de alegría que aumentan la
secreción de endorfinas, elevan al sistema inmune, favorecen la circulación
sanguínea e inducen a la distensión. Por otra parte, tomarse la vida con
humor, incluso las desgracias, favorece la aparición de soluciones creativas
ante los problemas y acerca a las personas.
El llanto es una conducta expresiva relacionada con la tristeza, pero
también podemos llorar de alegría. La diferencia es que este último tipo
de llanto se presenta más suave y calmo, acompañado de una sensación
de bienestar. Son las lágrimas que brotan cuando un acontecimiento
positivo largamente esperado finalmente se realiza, cuando este es de alta
significación para la vida o nos provoca algún grado de ternura.
La alegría es una emoción, y la felicidad, un sentimiento. La primera
se contrapone a la tristeza, y la segunda, a la melancolía. En comparación
con las emociones alegría y tristeza, tanto la felicidad como la melancolía

123

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

presentan una activación fisiológica más sutil y permanente, y conforman


un patrón más estable respecto de cómo nos sentimos y evaluamos nuestra
existencia en general.

La felicidad
El diccionario la define como placer, complacencia de ánimo al poseer
un bien cualquiera, satisfacción, júbilo, gusto. Su significado ha variado
según épocas y culturas pero, en todos los casos, se ha relacionado con
la idea de que los seres humanos estamos capacitados para alcanzar, en
alguna medida o en términos generales, plenitud y satisfacción.
En mi juventud, la alegría y el contento no tenían buena prensa. Con
mi grupo de amigos leíamos a Sartre, Kafka y Camus. Vestíamos de negro,
sonreíamos poco, éramos graves, serios, intelectuales. Nos reuníamos en los
cafés para hablar de lo duro de la existencia, recitar a Rimbaud o Mallarmé,
o comentar un libro de Jaspers.
Con mis compañeras del profesorado de literatura ensayábamos una
obra de teatro que me marcó profundamente: A puertas cerradas, de
Sartre, cuyo argumento daba cuenta de que la felicidad era inalcanzable.
En consonancia con su nombre, nunca llegamos a estrenarla.
Hermann Hesse, con su dualidad y melancolía, ocupó durante años un
lugar privilegiado en mi mesita de luz, y solo fue desplazado en ocasiones
por García Márquez o Bioy Casares.
Luego estuvo el psicoanálisis, bucear en mi interior, llorar por lo que
fue, lo que no fue, y lo que ya no podría ser. La pérdida de la democracia,
los tiempos duros de la dictadura militar de 1976 a 1983, los amigos que se
iban, los que desaparecían. ¿Cómo podía reflexionar acerca de la felicidad?
Durante años, ese tema no convocó mi atención. Si estaba alegre o contenta
lo disfrutaba, eso era todo.
Cuando apenas empezaban a circular teorías acerca de la felicidad y la
psicología positiva todavía no había visto la luz, por razones profesionales me
encontré trabajando en un círculo de representantes del movimiento New
Age que, según mi parecer de aquel momento, proclamaban la felicidad por
decreto. Algo así como el imperativo categórico de Kant aplicado a pensar
de manera optimista. El pensamiento positivo a costa de todo: la negación,
la omnipotencia, el pensamiento mágico. Mi cerebro lógico se vio sacudido
profundamente por tal extremismo. No quería negar la existencia de la
felicidad pero sí me resistía a aceptarla porque sí, adhiriendo por mandato
a una alegría inconsistente.

124

LibrosEnRed
La salud emocional

Como buena representante del género femenino, cuando un tema me


ocupa necesito hablar, preguntar y confrontar ideas, por lo que, durante un
tiempo, me aboqué a realizar pequeñas encuestas informales. Le pregunté
a un número considerable de personas qué era para ellas la felicidad, cómo
podían definirla y qué las hacía felices.
Además de, seguramente, haber movilizado emocionalmente a mis
interlocutores con el planteo, de sus respuestas extraje algunas ideas que
organicé en grupos:

• Para el primer grupo, la felicidad era un concepto abstracto, compara-


ble a una luz al final de un túnel. Una meta hacia la cual tender pero
de muy difícil o casi imposible acceso. Una especie de premio, como el
que prometen algunas religiones: a mayor sufrimiento en la tierra más
felicidad en el cielo.
• Para el segundo, el más numeroso, la respuesta surgía de realizar una
evaluación de la propia vida: una sensación de satisfacción con relación
a sí mismos, logros, relaciones interpersonales y realización personal.
• El grupo restante veía a la felicidad como momentos fugaces de
satisfacción.
A los dos últimos les pregunté si podían identificar qué cosas los hacían
felices, y organicé las respuestas, a su vez, en dos grupos:

• Los felices porque “tenían”: ese “tener” estaba asociado a bienes ma-
teriales, afectivos o espirituales.
• Los felices porque “eran”: el “ser” se relacionaba con la autorrealiza-
ción a través de desarrollos personales en diferentes campos como el
arte, la ciencia, un oficio, una profesión o un rol, y el reconocimiento
de otros significativos.
Otra conclusión que extraje de mi trabajo de campo fue que la
respuesta sobre la felicidad es personal, subjetiva, indefectiblemente
asociada a algún tipo de satisfacción o logro, mientras que su opuesto, la
infelicidad, se relaciona con pérdidas, desgracias o insatisfacción.

Filosofía griega y felicidad


Paralelamente, consulté de mi biblioteca libros clásicos de filosofía para
ver qué decían de esto los antiguos griegos, y me sorprendí al comprobar

125

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

que todos parecían relacionarla con el equilibrio, la ética, la moderación, la


integración cuerpo/mente, y la paz interior.
Algunos ejemplos:
Demócrito (460-370 a.C.) proponía la felicidad, o alegría, como el mayor
bien (una condición que se logra a través de la moderación, la tranquilidad
y la liberación de los miedos).
Antístenes (444-371 a.C.), fundador de la escuela de los cínicos,
consideraba la felicidad como alcanzable solo a través de la virtud,
censuraba el arte y la literatura, condenaba el lujo y la comodidad, y
alababa el trabajo duro. Los cínicos afirmaban que la civilización, con todos
sus problemas, era algo artificial y antinatural, y que debía considerarse con
desprecio. Proponían en consecuencia un retorno a la vida natural, que ellos
equiparaban a una existencia simple, y afirmaban que la felicidad completa
solo puede lograrse mediante la autosuficiencia, ya que la independencia
es el verdadero bien, y no las riquezas o la lujuria.
Platón (429-347 a.C.) tenía la certidumbre de que una persona virtuosa
era realmente feliz y, como los individuos siempre desean su propia felicidad,
siempre ansían hacer aquello que es moral. En Gorgias asegura que la única
causa que lleva al hombre a filosofar es el deseo de, por medio de este
ejercicio intelectual, llegar a ser feliz. Dice que el conocimiento de sí mismo
lleva al hombre a la felicidad.
Aristóteles (384-322 a.C), decía que todos los seres humanos anhelan
la felicidad. Que esta consistía en una realización activa y comprometida
de sus capacidades innatas, aunque este objetivo podía ser alcanzado por
muchos caminos. Consideró las reglas éticas como guías prácticas para
alcanzar una vida feliz y plena, que se lograba al actuar de acuerdo con el
equilibrio, evitando los extremos y decidiendo armónicamente.
Epicuro (341-270 a.C.) decía que el placer constituye el bien supremo
y la meta más importante de la vida. Prefería los placeres intelectuales a
los sensuales. Consideraba que estos últimos tendían a perturbar la paz
del espíritu. La verdadera felicidad consistía en la serenidad que resulta
del dominio del miedo, es decir, de los dioses, de la muerte y de la vida
futura. El fin último de toda la especulación epicúrea sobre la naturaleza es
eliminar esos temores. Su hedonismo personal mostró que solo a través del
dominio de sí mismo, la moderación y el desapego puede uno alcanzar el
tipo de tranquilidad que constituye la felicidad verdadera. Con relación a la
felicidad que acarrea la filosofía afirmó:

126

LibrosEnRed
La salud emocional

Pretender que aún no es tiempo de consagrarse a la filosofía es preten-


der que es demasiado pronto para ser feliz […]. Meditemos, pues, sobre
las verdaderas fuentes de la felicidad, porque con estas lo poseeremos
todo […]. Cuando decimos que el fin de la vida es el placer, no hablamos
de los placeres depravados, como algunas veces se supone por falta de
comprensión o por pura malquerencia; entendemos por placer la ausen-
cia de todo dolor corporal y de toda inquietud en el alma […], una razón
sana, capaz de profundizar las causas que en cada circunstancia deben
determinar nuestra elección y nuestra aversión; capaz, en fin, de alejar
las vanas opiniones, fuente de grandes agitaciones en el alma. […]. El
sabio es poco favorecido por los bienes de la fortuna; pero la razón le
procura bienes más grandes y más preciosos y estos bienes los goza y los
gozará todo el tiempo de su vida.

Séneca, filósofo estoico (c. 4 a.C. - 65 d.C.), en su obra Sobre la felicidad,


refiere que la vida humana tiene una naturaleza, algo que la define y hace
ser lo que es: la razón; y es feliz cuando coincide consigo misma, cuando es
fiel a la naturaleza racional. Dice:

La vida feliz es, por lo tanto, como la que está conforme con su naturale-
za; lo cual no puede suceder más que si, primero, el alma está sana y en
constante posesión de su salud; en segundo lugar, si es enérgica y ardien-
te, magnánima y paciente, adaptable a las circunstancias, cuidadosa sin
angustia de su cuerpo y de lo que le pertenece, atenta a las demás cosas
que sirven para la vida, sin admirarse de ninguna; si usa de los dones de la
fortuna, sin ser esclava de ellos. De ello nace una constante tranquilidad y
libertad, una vez alejadas las cosas que nos irritan o nos aterran […], pues
toda ferocidad procede de debilidad.

Freud y la felicidad
Dada la enorme influencia que ha tenido Sigmund Freud en el
pensamiento occidental, me pareció también importante hacer un recorrido
por su obra para ver cuál era su concepción acerca del tema.
En El malestar en la cultura (1930) se pregunta: ¿qué fines y propósitos
de vida expresan los hombres en su propia conducta; qué esperan de la
vida, qué pretenden alcanzar en ella? y contundentemente afirma que
“aspiran a la felicidad, quieren llegar a ser felices, no quieren dejar de
serlo”.
Él veía en esta aspiración dos finalidades de diferente valoración:

127

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

• Evitar el dolor y el displacer.


• Experimentar intensas sensaciones placenteras.
Freud aplica el término “felicidad” solo al segundo fin. Observa que,
de acuerdo con esta dualidad del objetivo perseguido, la actividad humana
se despliega en dos sentidos, según trate de alcanzar –prevaleciente o
exclusivamente– uno u otro de aquellos fines.
Freud describe que lo que, en el sentido más estricto, se llama
felicidad surge de la satisfacción, casi siempre instantánea, de necesidades
acumuladas que han alcanzado elevada tensión y, de acuerdo con esta
índole, solo puede darse como fenómeno episódico.
Cuando una situación anhelada por el principio del placer persiste, solo
proporciona una sensación de tibio bienestar, pues el ser humano puede
gozar intensamente el contraste, pero solo en muy escasa medida lo estable.
Así, las facultades de felicidad están limitadas por la propia constitución.
Por el contrario, es mucho menos difícil experimentar la desgracia. Bajo
la presión de las posibilidades de sufrimiento, el hombre suele rebajar sus
pretensiones de felicidad.
Según su postura, el sufrimiento amenaza por tres lados:

• Desde el propio cuerpo, que, condenado a la decadencia y a la ani-


quilación, ni siquiera puede prescindir de los signos de alarma que
representan el dolor y la angustia.
• Desde el mundo exterior, que se opone con fuerzas destructoras om-
nipotentes e implacables.
• De las relaciones con otros seres humanos: este es más doloroso que
cualquier otro. El aislamiento voluntario, el alejamiento de los demás,
es el método de protección más inmediato contra el sufrimiento sus-
ceptible de originarse en las relaciones humanas.
Desde la mirada de Freud, el ser humano puede estimarse feliz por
el mero hecho de haber escapado a la desgracia, de haber sobrevivido al
sufrimiento y, por esta razón, en general la finalidad de evitar el sufrimiento
relega a segundo plano la de lograr el placer. En primer lugar, la satisfacción
ilimitada de todas las necesidades se impone como más tentadora, pero
queda priorizado el placer con relación a la prudencia y, dice Freud, “a poco
de practicarla [la satisfacción ilimitada] se hacen sentir sus consecuencias”.
Como técnica para evitar el sufrimiento propone la sublimación,
que consiste en reorientar los fines instintivos de manera tal que eludan
la frustración del mundo exterior. Freud califica como más “nobles” y

128

LibrosEnRed
La salud emocional

más “elevadas” las satisfacciones obtenidas a través de este mecanismo,


como la que el artista experimenta en la creación, la del investigador
en la solución de sus problemas y en el descubrimiento de la verdad,
pero su intensidad, comparada con la satisfacción de los impulsos
instintivos groseros y primarios, es muy atenuada y de ningún modo llega
a conmover físicamente. El punto débil que ve en este método reside
en que solo es accesible a pocos seres, pues presupone disposiciones y
aptitudes especiales que no son precisamente habituales. Y “aun a estos
escasos individuos no puede ofrecerles una protección completa contra el
sufrimiento; no los reviste con una coraza impenetrable a las flechas del
destino y suele fracasar cuando el propio cuerpo se convierte en fuente
de dolor” (Freud, 1930).
También ubica el goce de lo artístico a la cabeza de las satisfacciones
accesibles aun al carente de dotes creadoras, los cuales pueden obtener
placer gracias a la mediación del artista. No obstante ello, considera que la
ligera narcosis en que sumerge el arte a las personas sensibles a él solo le
proporciona un refugio fugaz ante los azares de la existencia.
Freud remarca que todos nos conducimos, en uno u otro punto,
tratando de modificar lo que nos resulta intolerable del mundo mediante
una creación desiderativa e incluyendo esta quimera en la realidad.
Particularmente destaca el caso en que numerosos individuos emprenden
juntos la tentativa de procurarse un seguro de felicidad y una protección
contra el dolor por medio de una transformación delirante de la realidad.
Asimismo considera a las religiones como delirios colectivos de esta índole.
Desde luego, ninguno de los que comparten el delirio puede reconocerlo
jamás como tal.
En síntesis, algunas conclusiones a las que arriba Freud con relación a
la felicidad son:

1. El designio de ser felices que nos impone el principio del placer es


irrealizable.
2. No por ello se deben –ni se pueden– abandonar los esfuerzos para
acercarse de cualquier modo a su realización.
3. Al efecto podemos adoptar muy distintos caminos, anteponiendo
ya el aspecto positivo de dicho fin –la obtención del placer–, ya su as-
pecto negativo –la evitación del dolor–. Pero ninguno de estos recur-
sos nos permitirá alcanzar cuanto anhelamos.
4. La felicidad, considerada en el sentido limitado, cuya realización pa-
rece posible, es meramente un problema de la economía libidinal de

129

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

cada individuo. Ninguna regla al respecto vale para todos; cada uno
debe buscar por sí mismo la manera en que pueda ser feliz.
5. La elección del camino a seguir será influida por los más diversos
factores. Todo depende de la suma de satisfacción real que pueda
esperar del mundo exterior y de la medida en que se incline a inde-
pendizarse de este; por fin, también de la fuerza que se atribuya a sí
mismo para modificarlo según sus deseos.
6. Además de las circunstancias exteriores, desempeña un papel de-
terminante la constitución psíquica del individuo. Distingue así a:
- Quienes privilegian la satisfacción lograda en los vínculos afectivos
que los ligan a otras personas.
- Quienes buscan las satisfacciones esenciales en su propio mundo in-
terior.
- Quienes las encuentran en las acciones que realizan en el mundo
exterior.

Salud emocional y felicidad


Según los dos Estudios latinoamericanos sobre salud emocional,
bienestar y felicidad, realizados en los años 2007 y 2008 por la consultora
Magariños-Soto para la firma Coca Cola, algo de ese espíritu antiguo de
moderación parece ser el anhelado por la sociedad actual.
En ambas investigaciones se determinó que la felicidad es un resultado
al que se puede llegar a través del esfuerzo, una actitud consciente, el trabajo
y la dedicación. En palabras del propio informe: “algunos la consideran
un estado pero, fundamentalmente, lo que todos podemos desarrollar es
una disposición”. La felicidad da cuenta de un proceso, de una trayectoria
y, especialmente, de un trabajo. Por lo tanto, se aprende, se enseña, se
ejercita, en el tiempo y en movimiento.
Carmelo Vázquez, catedrático de la Universidad Complutense de
Madrid y miembro del comité de expertos del estudio, concluyó:
Sentirse satisfecho con la propia vida puede ser el producto de las
condiciones de vida en que vivimos, el azar y las casualidades, nues-
tros genes, y también de nuestra actitud vital, nuestro optimismo,
nuestra vitalidad y nuestra personalidad. Pero, además, sentirse feliz
puede a la vez ser una causa de cosas que nos suceden. Sentirse fe-

130

LibrosEnRed
La salud emocional

liz también puede traer dicha y afectar de modo positivo a nuestra


existencia cotidiana.

Familia y actitud positiva aparecen como las claves para la salud


emocional en América latina: más del 80 % de las personas entrevistadas
consideran que compartir en familia y tener una actitud positiva son las dos
prácticas fundamentales para tener una mejor salud emocional.
En esta época se registra en los latinoamericanos una necesidad
profunda de recuperar cuestiones básicas como los afectos y la
convivencia, valores que habían sido marginados. Esa recuperación de
los afectos y la convivencia es fundamental para gozar de una vida plena
y saludable.
Un dato muy revelador del estudio mencionado es que la salud
emocional se contagia y, con su efecto multiplicador, resulta un genuino e
invalorable motor del bienestar colectivo.

Algunas reflexiones personales sobre la felicidad


En la felicidad, cuerpo, mente y espíritu confluyen en una experiencia
subjetiva de plenitud y satisfacción. Lo que motiva esa experiencia es
personal y, si bien en términos generales hay coincidencias entre las
personas respecto de lo que las hace felices, en los aspectos sutiles esto no
puede generalizarse.
Sentirnos felices, que equivale a decir que estamos satisfechos con
nuestra existencia, no implica estar permanentemente contentos, alegres,
riéndonos y de buen humor. Los matices de la vida hacen que nuestro
estado de ánimo oscile, sin que esto le quite mérito a nuestra percepción
de base de bienestar.
La sensación mayor o menor de felicidad, del mismo modo que
la duración de los estados de alegría, dependen de cómo percibamos
nuestras experiencias vitales y de la evaluación que realicemos de
las mismas. En esta última influyen nuestro sistema de creencias y
expectativas.
Muchas veces para alcanzar la felicidad tenemos que atravesar procesos
de sufrimiento, o esforzarnos para cambiar patrones disfuncionales que
nos alejan de ella. Renunciar a algo para elegir otra cosa o, como el hombre
de la narración de Nasrudin, perder para valorar.

131

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

El autoconocimiento es imprescindible para integrar con coherencia


los planos de la existencia, proceso necesario a fin de desarrollar una salud
que abarque todos los planos y permita obtener el bienestar al que todo
ser humano aspira.

Alcanzar la felicidad
A lo largo de este libro he ido desarrollando algunos recursos que
facilitan el acceso a la salud emocional, sabiendo que la felicidad y la alegría
están intrínsecamente ligadas a ella:

• Reconocer y satisfacer las propias necesidades y deseos, orientando


nuestra conducta desde una ética interna que gire en torno a valores
de vida.
• Atender, y cuidar, cuerpo, mente y espíritu.
• Revisar las propias creencias y reflexionar acerca de si constituyen o no
un obstáculo en la obtención de placer y satisfacción.
• Trabajar la aceptación y búsqueda de soluciones creativas ante la pre-
sencia de obstáculos.
• Realizar una utilización gratificante del tiempo libre.
• Tomar las riendas de la propia vida sin delegar el poder en los otros o
en las circunstancias.
• Construir una red de afectos de intercambio y contención.
• Cuidar las relaciones interpersonales desarrollando la empatía y la
asertividad.
Para facilitar la experiencia de este sentimiento propongo un último
ejercicio:

• Confeccione una lista donde consigne todo lo que lo hace feliz o le


proporciona alegría. Escriba lo que venga a su mente, sin discriminar
ni desvalorizar nada; incluya desde lo más pequeño e insignificante
hasta lo más importante y trascendente.
• Pregúntese también por aquello que no ha logrado u obtenido pero,
según intuye, lo haría feliz. Inclúyalo en la lista.

132

LibrosEnRed
La salud emocional

• Lea con atención sus anotaciones deteniéndose en cada una. Imagine


que está viviendo aquello que desea. Cierre los ojos y permanezca allí
unos momentos.
• Recurra cotidianamente a esas imágenes todas las veces que pueda.
Este ejercicio tiene dos efectos, y ambos son maravillosos. Uno es que la
conexión con el placer estimulará la secreción de endorfinas en su cerebro,
y estas contribuirán a elevar su salud y bienestar. El otro es que, al visualizar
sus sueños, y creer en ellos, tendrá más posibilidades de convertirlos en
realidad.

133

LibrosEnRed
Epílogo

Entre los tres y los once años habité, junto con mis padres, un
departamento tipo casa en el barrio de Almagro. Se trataba de un edificio
sencillo y bastante humilde, con un pasillo a cielo abierto a los que daban
las entradas de los departamentos que, habitualmente, permanecían con
las puertas sin cerrar.
Desde muy chica me entretuve observando la vida de los adultos. El
umbral de la puerta de mi casa era un buen lugar para mirar el ir y venir de
los vecinos, y escuchar sus conversaciones.
Los retazos de intimidad que se escurrían por las rendijas, los murmullos
de las mujeres en el pasillo, los reveladores comentarios de los chicos
cuando jugábamos todos juntos, el colorido espectáculo de emociones sin
cauce ni rumbo que habitaba mi propia casa, y el edificio entero, me fueron
acercando sustanciales saberes acerca de cómo eran las cosas de la vida, los
mundos sutiles de la existencia, los sentimientos y las pasiones.
Mientras desarrollaba los contenidos de este libro, me transporté
sin proponérmelo al territorio de mi infancia, sus recuerdos, las voces del
barrio, y a los universos imaginarios de las poesías que recitaba mi madre.
Dentro de su repertorio, y entre mis preferidas, estaba “El dulce
milagro”, de Juana de Ibarbourou. A la hora de escribir este epílogo, vino
a mi mente este poema que da cuenta, mucho mejor de lo que yo puedo
explicar, de cómo me siento en este momento…
¿Qué es esto? ¡Prodigio! Mis manos florecen.
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.
Mi amante besome las manos y, en ellas,
¡oh gracia!, brotaron rosas como estrellas.
Y voy por la senda voceando el encanto
y de dicha alterno sonrisa con llanto
y bajo el milagro de mi encantamiento
se aroman de rosas las alas del viento.
Y murmura al verme la gente que pasa:
“¿No veis que está loca? Tornadla a su casa.
¡Dice que en las manos le han nacido rosas

134

LibrosEnRed
La salud emocional

y las va agitando como mariposas!”.


¡Ah, pobre la gente que nunca comprende
un milagro de estos y que solo entiende
que no nacen rosas más que en los rosales
y que no hay más trigo que el de los trigales!,
que requiere líneas y color y forma,
y que solo admite realidad por norma.
Que cuando uno dice: “Voy con la dulzura”,
de inmediato buscan a la criatura.
Que me digan loca, que en celda me encierren,
que con siete llaves la puerta me cierren,
que junto a la puerta pongan un lebrel,
carcelero rudo, carcelero fiel.
Cantaré lo mismo: “Mis manos florecen.
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen”.
¡Y toda mi celda tendrá la fragancia
de un inmenso ramo de rosas de Francia!

…porque cuando las palabras no bastan, surge la poesía y la emoción


se expresa.

135

LibrosEnRed
Bibliografía

Amor, A. (2005): Personalidades violentas. Madrid, www.revistacritica.com


Baron, R. (1996): Psicología. México, Prentice Hall Hispanoamericana [3ª ed.].
Bell, J. E. (1956): Técnicas proyectivas. Exploración de la dinámica de la per-
sonalidad. Buenos Aires, Paidós.
Bohm, D. (1992): La totalidad y el orden implicado. Barcelona, Kairós.
Córdova, A. (2003): Fisiología dinámica. Barcelona, Masson.
Chéjov, A. (2008): Obras completas. Madrid, Aguilar.
Chóliz, M. (1995): “La expresión de las emociones en la obra de Darwin”.
En F. Tortosa, C. Civera y C. Calatayud (comps): Prácticas de historia de la
psicología. Valencia, Promolibro.
Chóliz, M. y Tejero, P. (1995): Neodarwinismo y antidarwinismo en la expre-
sión de las emociones en la psicología actual. Revista de Historia de la
Psicología (en prensa).
Christen, I. (1991): Sex Differences. USA, State University of New Jersey.
Cohen, D. (1996): El cuerpo habla. Buenos Aires, Sudamericana.
Damasio, A. (1996): El error de Descartes. Santiago de Chile, Andrés Bello
[2ª ed.].
Darwin, C. (1873): The Expression of Emotions in Animals and Man. Nueva
York, Appleton.
— (1989): El origen del hombre. Madrid, EDAF.
Davis, F. (1998): El lenguaje de los gestos. Buenos Aires, Emecé.
Dickens, C. (1995): Oliver Twist. Madrid, RBA.
Fast, J. (1971): El lenguaje del cuerpo. Madrid, Kairós.
Fericgla, J. M. (2009): Manifiesto por una antropología de las emociones.
Barcelona, Universidad de Barcelona (pendiente de publicación).
Fernández Berrocal, P. y Ramos Díaz, N. (1999): Ansiedad y estrés. Málaga,
Universidad de Málaga.

136

LibrosEnRed
La salud emocional

Flaubert, G. (2004): Madame Bovary. Madrid, Libros en Red.


Freud, S. (1990): Obras completas. Buenos Aires, Amorrortou.
Fromm, E. (1947): El arte de amar. Buenos Aires, Paidós.
Gardner, H. (1983): Multiple Intelligences, Nueva York, Basic Books.
— (1999): Intelligence Reframed: Multiple Intelligences for the 21st Century,
Nueva York, Basic Books.
Goleman, D. (1996): Inteligencia emocional. Buenos Aires, Javier Vergara
Editores.
Hammer, E. F. (1982): Tests proyectivos gráficos. Psicometría y psicodiagnós-
tico. Buenos Aires, Paidós.
Jung, C. G. (1980): El hombre y sus símbolos. Barcelona, Luis de Caralt [2ª
ed.].
Kandel, E., Jessel, T. y Schwartz, J. (1999): Neurociencia y conducta. Madrid,
Prentice Hall.
Lazarus, R. (1999): Stress and Emotion. Londres, Free Association Books.
Le Breton, D. (2002): Antropología del cuerpo y la modernidad. Buenos
Aires, Nueva Visión [2ª ed.].
LeDoux, J. (1999): El cerebro emocional. Madrid, Planeta.
Lescano, R. (2003): Sistema límbico, emoción y clínica. II Congreso
Internacional de Neuropsicología en Internet.
Leventhal, H. y Patrick-Miller, L. (1993): “Emotion and illness: the mind is in
the body”. En M. Lewis y J. M. Haviland (comps.), Handbook of Emotions.
Nueva York, Guilford Press.
Locke, S. y Colligan, D. (1990): El médico interior. Buenos Aires, Sudamericana.
López Blanco, A. (2001): Manual de reflexología. Método holístico. Barcelona,
Robin Book.
— (2005): El cuerpo tiene la palabra. Barcelona. Robin Book.
— (2008): Por qué nos enfermamos. Buenos Aires, Paidós.
Lowen, A. (1992): Bioenergética. México, Diana [14ª ed.].
Luria, A. (1980): Conciencia y lenguaje. Madrid, Pablo del Río.
Magariños, P. y cols. (2007): Estudio latinoamericano sobre salud emocional,
bienestar y felicidad.

137

LibrosEnRed
Alicia López Blanco

— (2008) Segundo estudio latinoamericano sobre salud emocional, bienes-


tar y felicidad.
Martínez Echeverri, L. y Martínez Echeverri, H. (1998): Diccionario de filoso-
fía. Bogotá, Panamericana [3ª ed.].
Maslow, A. (2000): El hombre autorrealizado. Barcelona, Kairós [13ª ed.].
Matthews-Simonton, S., Simonton, O. C. y Creighton, J. L. (1992): Recuperar
la salud. Una apuesta por la vida. Madrid, Los Libros del Comienzo [3ª ed.].
Merleau-Ponty, M. (1977): La fenomenología y las ciencias del hombre.
Buenos Aires, Nova.
Nietzsche, F. (1968): Obras inmortales. Madrid, EDAF.
Oblitas Guadalupe, Luis Armando. (2005): Cómo hacer psicoterapia exitosa.
Bogotá, Psicom.
— (comps.) (2006): Manual de psicología clínica y de la salud hospitalaria.
Bogotá, Psicom.
— (2003): Psicología de la salud y calidad de vida. México, Thomson.
— (2007): Psicología de la salud y enfermedades crónicas. Bogotá, Psicom.
Pichot, P. (2000): DSM-IV. Manual de criterios diagnósticos. Barcelona,
Masson.
Prigogine, I. y Stengers, I. (1983): La nueva alianza: Metamorfosis de la cien-
cia. Madrid, Alianza.
Quitmann, H. (1989): Psicología humanística. Barcelona, Herder.
Reeve, J. (1994): Motivación y emoción. Madrid, Mc Graw Hill.
Rodríguez, C. (1986): Los tipos humanos. Caracterología general. Madrid,
Ediciones Iberoamericanas Quórum.
Rojas, E. (1989): La ansiedad. Madrid, Temas de Hoy.
— (1999): El laberinto de la afectividad. Madrid, Espasa Calpe.
Rozo Castillo, J. A. (2005): Reflexiones sobre la psicología contemporánea.
Bogotá, Psicom.
Russell, B. (2007): La conquista de la felicidad. Buenos Aires, De Bolsillo.
Sapir, E. (1966): El lenguaje. México - Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica [3ª ed.].
Satz, M. (1994): El cuerpo y sus símbolos. Buenos Aires, Planeta.

138

LibrosEnRed
La salud emocional

Shah, I. (1969): Las hazañas del incomparable mulá Nasrudin. Buenos Aires,
Kalendar.
Séneca, L. A. (1986): Sobre la felicidad. Madrid, Alianza Editorial.
Verne, J. (2009): Viaje al centro de la tierra. Madrid, Heliasta.
Wainwright, G. (1988): El lenguaje del cuerpo. Buenos Aires, REI Argentina.
Watzlawick, P., Beavin, J. y Jackson, D. (1967): Teoría de la comunicación
humana. Barcelona, Herder.
Yalom, I. (1984): Psicoterapia existencial. Barcelona, Herder.
Zaldívar Pérez, D. (1996): Conocimiento y dominio del estrés. La Habana,
Científico-Técnica.
Zurschmitten, S. (2009): Dieta para una vida sana. Buenos Aires, Paidós.
<http://www.candacepert.com/>
<http://www.howardgardner.com/>
<http://www.oxytocin.org/index.html>

139

LibrosEnRed
Acerca de la autora

Alicia López Blanco


E-mail: alopezblanco@yahoo.com.ar

Es escritora, licenciada en Psicología con es-


pecialidad Clínica (UP), diplomada cum laude. Pos-
grado en enfoque holístico de la salud. Reflexóloga
holística, profesora de danzas y expresión corporal,
y columnista en diversos medios gráficos, radiales y
televisivos. Ha publicado, entre otros, los libros El cuerpo tiene la palabra, Qué
es la salud holística; Por qué nos enfermamos, La salud emocional, Mujeres al
rescate, Estar mejor y Cada vez mejor. Su sitio es www.alicialopezblanco.com.
Editorial LibrosEnRed

LibrosEnRed es la Editorial Digital más completa en idioma español.


Desde junio de 2000 trabajamos en la edición y venta de libros digita-
les e impresos bajo demanda.

Nuestra misión es facilitar a todos los autores la edición de sus obras y


ofrecer a los lectores acceso rápido y económico a libros de todo tipo.

Editamos novelas, cuentos, poesías, tesis, investigaciones, manuales,


monografías y toda variedad de contenidos. Brindamos la posibilidad
de comercializar las obras desde Internet para millones de potencia-
les lectores. De este modo, intentamos fortalecer la difusión de los
autores que escriben en español.

Nuestro sistema de atribución de regalías permite que los autores


obtengan una ganancia 300% o 400% mayor a la que reciben en el
circuito tradicional.

Ingrese a www.librosenred.com y conozca nuestro catálogo, com-


puesto por cientos de títulos clásicos y de autores contemporáneos.

También podría gustarte