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Persona, educación
y democracia
Una lectura desde Jacques Maritain
Persona, educación y democracia
RIL editores
bibliodiversidad
Hernán Enríquez
Persona, educación
y democracia
Una lectura desde Jacques Maritain
370.1 Enríquez, Hernán
E Persona, educación y democracia. Una lectura
desde Jacques Maritain / Hernán Enríquez. -- Santiago
: RIL editores, 2012.
222 p. ; 21 cm.
ISBN: 978-956-284-891-6
*NQSFTPFO$IJMFrPrinted in Chile
ISBN 978-956-284-891-6
Derechos reservados.
A mis padres
Ramón y Norma,
con amor
Índice
Presentación .......................................................................................11
Prólogo ..............................................................................................13
Introducción.......................................................................................15
Capítulo i
Persona Humana y Bien Común
1. El concepto de persona en la tradición ........................................25
2. El concepto de persona en Santo Tomás de Aquino.
Algunos antecedentes ..................................................................30
3. El concepto de persona en Jacques Maritain ...............................32
4. El bien común como tarea de la persona humana .......................48
Capítulo ii
El concepto de Educación
1. El concepto de educación en general ...........................................59
2. El concepto de educación en un sentido más profundo ...............61
3. Sentido y fin de la educación .......................................................62
4. Concepto de educación en Jacques Maritain.
Algunas ideas iniciales.................................................................63
5. La educación como camino de humanización:
objetivos educacionales y valores ...............................................64
6. La educación del hombre ............................................................67
7. El aporte del cristianismo a la educación.....................................69
8. Profundizando en el concepto de educación
en Jacques Maritain ....................................................................73
9. Algunos errores presentes en el proceso educativo ......................78
10. El dinamismo de la educación .....................................................84
11. Los requerimientos del presente y del porvenir ............................90
12. La tarea normal de la educación y sus
obligaciones complementarias ....................................................92
13. Una civilización en crisis que nos mueve a
buscar nuevos caminos................................................................94
14. Nuevos desafíos que la educación hoy nos presenta ...................95
15. El Sistema educacional y el Estado .............................................97
Capítulo iii
La formación del espíritu democrático
1. El concepto de democracia en general .......................................104
2. Algunas ideas que nos acercan al concepto de
democracia en Jacques Maritain ...............................................111
3. La educación como factor clave para la
formación del «espíritu democrático» en la
persona humana. Escuela y sociedad .........................................124
4. El aporte del cristianismo a la democracia ...............................147
Capítulo iv
Otros temas que cooperan en la formación del
espíritu democrático
1. La cuestión de los medios..........................................................161
2. El pluralismo.............................................................................165
3. La conquista de la libertad ........................................................171
4. La libertad de independencia y las aspiraciones de la persona ...172
5. Hacia una verdadera libertad política .......................................176
6. La educación en la encrucijada .................................................178
Capítulo v
Consideraciones finales
1. Algunas ideas fundamentales en el pensamiento
de Jacques Maritain ..................................................................186
2. Temas contemporáneos que un espíritu democrático
debe saber contemplar, juzgar y encausar ..................................194
Conclusión ....................................................................................211
Bibliografía ......................................................................................217
Presentación
12
Prólogo
1
Esto asumiendo la pedagogía enunciada por San Juan Bosco, con la corres-
pondiente proyección cultural y política.
2
Terencio, Comedias Terencio. Alma Mater, Barcelona, 1961.
3
Santo Tomás de Aquino, «De regimene principum», Losada, Buenos Aires, 1964.
4
2-VI-1980.
13
Hernán Enríquez
5
No en cuanto a considerar regímenes (o sistemas) que debieran ser designados
como «democratistas» (no «democráticos») y, al límite, confundiendo demo-
cracia con tiranía o totalitarismo.
6
Juan Pablo II, Evangelium Vitae, Ediciones Paulinas, Santiago, 1999, p. 12.
7
Es decir, el apetito racional del bien.
14
Introducción
16
Persona, Educación y Democracia
17
Hernán Enríquez
18
Persona, Educación y Democracia
10
Ver «Educación, ciudadanía y democracia» en Torres, Carlos, La educación en
América Latina y el Caribe, Ediciones Octaedros, Barcelona, 2006, pp. 131-ss.
11
Niño, Fernando, «Aproximación a la problemática de la filosofía de la educa-
ción latinoamericana». En Cuadernos de filosofía latinoamericana, volumen
28, número 96, Bogotá, 2007, p. 158.
12
Maritain es uno de los filósofos franceses que acoge con fuerza y vitalidad la
invitación que hace el papa León XIII, en 1879 al publicar la encíclica Aeterni
Patris, a recuperar y poner como línea orientadora de la teología y de la filosofía
el pensamiento de Tomás de Aquino. La invitación de León XIII tiene como
objetivo dar un cierto ordenamiento al desarrollo del pensamiento cristiano,
19
Hernán Enríquez
sin excluir otros caminos, como por ejemplo, el propuesto en la obra de San
Agustín. Maritain se ocupa de presentar el tomismo como una filosofía autóno-
ma y capaz de entrar en diálogo con otras filosofías sin apelar a la revelación,
y cuyos principios son válidos para enfrentar adecuadamente los problemas
modernos. Esta actitud suya es la que nos mueve a desarrollar esta investigación.
Reconocemos, sí, que no pocos que se entienden a sí mismos como tomistas
están un tanto alejados de este espíritu de diálogo y, por lo tanto, esa actitud
de apertura de Tomás de Aquino y, luego, de Maritain, no siempre luce en ellos
como se podría esperar.
13
Vela, Ferando, Persona, poder, educación, San Esteban, Salamanca, 1989,
pp. 49-50.
20
Persona, Educación y Democracia
21
Capítulo i
Persona humana
y Bien Común
Resulta relevante iniciar nuestra investigación acercándonos al
concepto de persona humana, tarea que comenzaremos con un breve
recorrido por la tradición pasando por la fuente de inspiración de
Maritain, Santo Tomás de Aquino; para luego centrarnos en lo que
al respecto nos enseña nuestro autor. Advertimos desde ya que este
tema no será abordado extensamente, pues no es la temática central,
no obstante nos esforzaremos por señalar aquellos aspectos que nos
situarán de mejor modo en lo que atañe a nuestro trabajo.
También nos referiremos al concepto de bien común expuesto por
Maritain, al que entendemos íntimamente unido al de persona pues,
en cuanto a su condición de ser en relación con otros, una de sus ta-
reas y exigencias consiste en trabajar para que el bien común sea un
objetivo a alcanzar.
14
Beinert, Wolfgang, Diccionario de teología dogmática, Herder, Barcelona, 1990.
25
Hernán Enríquez
15
Aranguren, Javier, Antropología filosófica. Una reflexión sobre el carácter
excéntrico de lo humano .D(SBX)JMM .BESJE Q
16
Boethius, De Persona et Duabus Naturis, ii, iii, in P.L., LXIV, 1342 sqq.
17
Tomás de Aquino. Summa theologiae, I, q. 29 a 1, BAC, Madrid, 1947.
26
Persona humana y Bien Común
27
Hernán Enríquez
28
Persona humana y Bien Común
20
Scheler, Max, Ética: nuevo ensayo de fundamentación de un personalismo
ético, Ediciones Revista de Occidente, Buenos Aires, 1960, p. 173.
21
Como complemento a lo expuesto en las líneas precedentes y a lo que desa-
rrollaremos posteriormente, nos resulta interesante lo que plantea Aranguren
en su obra ya citada, en particular lo reflexionado en el capítulo 6: “Personas.
Una reflexión sobre la esencia del amor” (pp.175-200).
29
Hernán Enríquez
22
Del Cura, Santiago, «Contribución del cristianismo al concepto de persona:
reflexiones de actualidad». En: Murillo, Ildefonso (Ed.), Religión y persona,
Ediciones Diálogo Filosófico, Madrid, 2006, pp. 17-45.
30
Persona humana y Bien Común
31
Hernán Enríquez
28
S. Th., I, q. 29, a. 2.
29
Se deduce de esta argumentación tomista que la racionalidad responde al género de
las criaturas más perfectas. Si la persona es la individualización y particularización
del género de lo racional, se agrega un plus de perfección, lo que hace suponer esta
caracterización de la persona como lo más perfecto que hay en toda la naturaleza.
30
S. Th., I, q. 29, a. 3.
31
Nos resulta importante señalar que al hablar de la preocupación filosófica de
Maritain en torno al concepto de persona no lo estamos situando en lo que la
filosofía reconoce como una escuela personalista. Maritain, a nuestro enten-
der, no rechaza el personalismo, pero sí manifiesta cierta distancia al respecto,
manteniendo en su pensamiento una clara y permanente identificación con el
tomismo. Esto se expresa “gráficamente” en la relación mantenida con Mounier,
la cual se fue distanciando paulatinamente.
32
Amengual, Gabriel, Antropología filosófica, bac, Madrid, 2007, pp. 4-10.
32
Persona humana y Bien Común
34
Persona humana y Bien Común
35
Hernán Enríquez
40
Ídem, p. 47.
41
Ídem, p. 47.
42
Ídem, p. 48.
36
Persona humana y Bien Común
43
Maritain, Jacques, Los derechos del hombre y la ley natural, Dédalo, Buenos
Aires, 1961, pp. 14-15.
44
Ídem, p 15.
45
Maritain, Jacques, La persona y bien común, p. 49.
37
Hernán Enríquez
46
Ídem, p 49.
47
Maritain, Jacques, Para una filosofía de la persona humana, Club de Lectores,
Buenos Aires, 1984, pp. 143-144.
48
Ídem, p. 145.
38
Persona humana y Bien Común
39
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54
Ídem, p. 150.
55
Ídem, p. 151.
56
Ídem, p. 153.
40
Persona humana y Bien Común
57
Ídem, p. 155.
58
Ídem, p. 155.
59
Ídem, p. 156.
41
Hernán Enríquez
42
Persona humana y Bien Común
los ángeles».62 Este nombre queda reservado a las substancias que son
capaces de determinarse por sí mismas, elegir los medios e introducir
en el universo, por el ejercicio de su libertad, nuevas series de sucesos.
Lo que constituye su dignidad y personalidad es la substancia del alma
espiritual e inmortal y su independencia dominadora frente a toda
imaginaría, y a todo el tinglado de los fenómenos sensibles.63
Por otra parte, señala Maritain, el término «individuo» es común
al hombre como a los animales, las plantas y al átomo. La indivi-
dualidad se funda en las exigencias propias de la materia, y esta es
principio de individuación porque es principio de división, pues la
materia exige espacio y cantidad, es decir, lo que está en este lugar
se diferencia de lo que está en aquel otro. Así, en cuanto individuos
somos un fragmento de materia, una partícula del universo, distinta
aunque siempre formando parte de la inmensa red de fuerzas y de
influencias físicas y cósmicas a cuyas leyes estamos sometidos pero
que, en cuanto personas, dominamos.64
Una vez asentadas estas nociones, que Maritain llama «nociones
metafísicas», podemos considerarlas bajo el aspecto moral o ético. Es
en este espacio donde el hombre deberá ganarse su personalidad y su
libertad, imprimir «por sí mismo sobre su propia vida el sello de su
radical unidad ontológica».65
El desarrollo del ser humano podrá realizarse en el sentido de la
individualidad material o en el de la personalidad espiritual. Si lo hace
en el primer sentido irá hacia el «yo aborrecible», cuyo principio es
«tomar para sí». En cambio, si lo desarrolla en el segundo sentido, el
de la personalidad espiritual, el hombre avanzará en la dirección del
yo generoso de los santos y de los héroes. Para Maritain, el hombre
solo será plenamente persona en la medida en que su comportamiento
ético traduzca en acción la realidad metafísica de su espíritu.
La personalidad se pierde si se busca, porque su ley propia es
opuesta al egocentrismo y resulta incompatible con él. La ley que
preside el desarrollo de la personalidad es una ley de generosidad y de
62
Maritain, Jacques, Tres reformadores, Excelsa, Buenos Aires, 1945, p. 26.
63
Ídem, p. 27.
64
Ídem, p. 27.
65
Maritain, Jacques, Para una filosofía de la persona, p. 162.
43
Hernán Enríquez
abnegación que rebasa las simples virtudes del intelecto, así como la
simple perfección intelectual.66
De algún modo la persona humana está llamada a «imitar a los
santos». Este «imitar» consiste en que el amor configura desde dentro,
según la forma que trasciende toda forma, para poder llegar a ser un
modelo y no una copia. «Los santos dejan que esta idea de Dios tome
cuerpo en ellos y los moldee nuevamente sin que ellos se percaten. Solo
entonces la persona empieza a conocer la verdadera faz de su libertad».67
Nuestro autor enfrenta adecuadamente ciertos problemas que
conciernen a la relación existente entre persona y sociedad. Para
explicar esta relación se vale de las nociones de personalidad y de
individualidad. La intención es mostrar de qué modo la persona
postula, en virtud de su vida y de sus exigencias, ser miembro de la
sociedad. En síntesis, se trata de responder a la pregunta: ¿por qué
la persona humana exige vivir en sociedad?
Y Maritain responde: la persona humana lo exige por las perfeccio-
nes mismas que le son propias. Ella es un todo pero no un todo cerrado
como la mónada de Leibniz68, o un ídolo que no ve, no oye ni habla.
Tiende, por naturaleza, a la vida en sociedad, más aún, procura la co-
munión. Se abre a las comunicaciones espirituales de la inteligencia y del
amor y en sus relaciones con otras personas va construyendo la sociedad.
Para esta apertura el hombre tiene un modelo supremo y trascenden-
te; la Santísima Trinidad; es decir, encuentra su paradigma en la sociedad
de las tres personas divinas: en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Pero la necesidad de comunión no se presenta solamente a causa
de las carencias de la naturaleza humana, en razón de las cuales cada
uno necesita de los otros para su vida material, intelectual y moral (si
así fuera no sería la trinidad el modelo adecuado), sino a causa de la
generosidad radical inscrita en el ser mismo de la persona69.
Además de necesitar esta relación con otros, la persona, en virtud
de su misma perfección, lo hace para acceder a la plenitud de su vida
y a su pleno desarrollo, es decir, a su realización propia, pues por sí
sola no es capaz de lograrlo.
66
Ídem, pp. 166-167.
67
Ídem, p. 168.
68
Maritain, Jacques, Los derechos del hombre y la ley natural, p. 17.
69
Ibídem.
44
Persona humana y Bien Común
45
Hernán Enríquez
74
Maritain, Jacques, “Court traité de l’existance et de l’existant”. En Maritain,
Jacques et Raïsa, Oeuvres completes, Editions Universitaires Fribourg Suisse-
Editions Saint-Paul, París, 1996.
75
Maritain, Jacques, “Principe d’une politique humaniste”. En Maritain, Jacques
et Raïsa, Oeuvres completes, Editions Universitaires Fribourg Suisse- Editions
Saint-Paul, París, 2008.
46
Persona humana y Bien Común
76
Burgos, Juan, op. cit., pp. 83-84.
77
Maritain, Jacques, “Trois réformateurs”. En Oeuvres completes, pp. 451-453.
78
Maritan, Jacques, “Du régime temporel et de la liberté”. En Maritain, Jacques
et Raïsa, Oeuvres completes, Editions Universitaires Fribourg Suisse- Editions
Saint-Paul, París, 1982.
79
Maritain, Jacques, “De Bergson a Thomas d’Aquin”. En Maritain, Jacques et
Raïsa, Oeuvres completes, Editions Universitaires Fribourg Suisse – Editions
Saint-Paul, París, 1982.
47
Hernán Enríquez
80
Maritain Jacques, Para una filosofía de la persona humana, p. 171.
81
Maritain, Jacques, La persona y el bien común, p. 53.
82
Ídem, pp. 54-55.
48
Persona humana y Bien Común
83
Ídem, p. 57.
84
Maritain, Jacques, “Du régime temporel et de la liberté”. En Oeuvres com-
pletes, p. 223.
85
Maritain, Jacques, La persona y el bien común, p. 59.J. Maritain La persona
y el bien común, 59.- La Personne et…, En Oeuvres completes, vol IX. 201.
86
Ibídem.
49
Hernán Enríquez
50
Persona humana y Bien Común
89
Ídem, p. 74.
90
Lo señalado puede ser ampliarse con lo que Maritain plantea en el capítulo
dedicado a "El problema de los medios" en su obra El hombre y el Estado.
91
Ídem, pp. 75-76.
92
Maritain, Jacques, “Du régime temporel et de la liberté”. En Oeuvres completes,
volumen V, p. 5.
51
Hernán Enríquez
93
Maritain, Jacques, Los derechos del hombre y la ley natural, p. 23.
94
Ídem, p. 24.
95
Maritain, Jacques, La persona y el bien común, pp. 78-79.
96
Ídem, p. 79.
52
Persona humana y Bien Común
97
Ídem, p. 82.
98
Maritain, Jacques, Los derechos del hombre y la ley natural, pp. 55-60.
99
Maritain, Jacques, La persona y el bien común, pp. 83-84.
53
Hernán Enríquez
54
Persona humana y Bien Común
104
Ídem, pp. 87-88.
105
Ídem, p. 88.
106
Ibídem.
107
Maritain, Jacques, Para una filosofía de la persona humana, pp. 175-176.
55
Hernán Enríquez
108
Maritain, Jacques, La persona y el bien común, pp. 90-91.
109
Ídem, p. 92.
56
Capítulo ii
El concepto de Educación
En el primer capítulo presentamos aquellos aspectos que nos han
parecido más relevantes en torno a los conceptos de persona humana
y bien común. No son pocas las conclusiones que de ellos se pueden
inferir, pero, en el contexto de nuestra investigación, hay una que
destacar. Nos referimos a cómo la persona humana está abierta a la
recepción de aquello que puede recibir en el ámbito de la educación.
En el presente capítulo abordaremos el tema de la educación y
formación de la persona humana. Así nos aproximaremos al núcleo de
nuestro trabajo que, como lo hemos señalado, apunta a mostrar que
es el proceso educativo donde la persona humana puede ser formada
para que en ella emerja y se desarrolle el espíritu democrático, en el
sentido ético-antropológico del cual Maritain nos habla.
La persona humana no puede entenderse a sí misma como un
simple espectador en una sala de cine que, sentado en una butaca,
contempla lo que acontece en la pantalla. En nuestra condición de
personas entendemos que debemos ser actores de lo que en nuestra
sociedad, en nuestro tiempo y en nuestra historia acontece. Por ello, en
la introducción hemos señalado que tras un proyecto educativo existe
un fundamento antropológico, es decir, una comprensión del hombre
y un modelo de ser humano que se aspira formar. Para nosotros ese
fundamento lo da la filosofía cristiana, porque entendemos que ella
presenta una visión de la persona y de la realidad humana completa. 1
1
Stein, Edith, «La estructura de la persona humana». En Escritos antropológicos
y pedagógicos, Monte Carmelo - El Carmen - Espiritualidad, Ávila, 2003, pp.
578-587.
2
Fermoso, Paciano, Teoría de la educación: una interpretación antropológica.
CEALC, Lima, 1982.
59
Hernán Enríquez
60
El concepto de Educación
2. El concepto de educación en un
sentido más profundo4
Educar (del latín educatio) es instruir para formar el espíritu y de-
sarrollarlo a partir de «algo» que se encuentra en potencia, incluso
virtualmente5 en un ser vivo animal, irracional o racional. Así, como lo
enuncia Santo Tomás de Aquino a propósito de la ley de la naturaleza6,
la educación de la prole, que es la primera y la más importante7, es una
exigencia común al hombre y a todo otro animal.
Sus principios son la verdad y el bien, asumidos analógicamente.
Solo en el hombre la educación tiene su causa en el bien moral y la
verdad, que formalmente se realiza en la inteligencia. Y es por lo cual8
la cuestión de la educación humana está diversa, complementaria
y enteramente centrada en la libertad. Consiste en «hacer» libre al
hombre; no «a pesar suyo», como lo pretendía ya totalitariamente
Rousseau9, sino a causa suya. Es decir, asumiendo que él, en cuanto
educando, es el agente principal y no el educador, quien sí es su agente
auxiliar y cooperador.10
La educación, entonces, es educación para la libertad, en relación
al cultivo de las facultades específicas del hombre, es decir, de su inteli-
gencia y voluntad.11 A partir de aquí podemos decir que «la educación
3
Flores, Rafael, Hacia una pedagogía del conocimiento .D (SBX )JMM
Bogotá, 1994.
4
Lo desarrollado en este título se obtiene fundamentalmente de Moreno, Fer-
nando, Educación y Estado, Universidad Gabriela Mistral, Santiago, 2007.
5
En el sentido propio y filosófico de la expresión. Santo Tomás de Aquino,
Comentario a los Analítico a Posteriores (Aristóteles), lect. 3.
6
S. Th. Iª, IIª, q.94, a.2.
7
Y que, en derecho estricto, corresponde a la familia.
8
Que tiene en el espíritu (¡no en el sexo!) su raíz; y es por ello un todo y no una
mera parte.
9
«Solo la fuerza del Estado realiza la libertad de sus miembros (…) Es por la
voluntad general que los miembros del Estado son ciudadanos y libres». Du
Contrat Social, libro II, capítulo 12 y libro IV, capítulo 2.
10
Maritain, Jacques, Para una filosofía de la persona humana, pp. 43-ss.
11
Santo Tomás de Aquino, De Magistro, q .XI, a.1.
61
Hernán Enríquez
12
(8 bis) Llano, Alejandro, Humanismo cívico, Ariel, Barcelona, 2005, p. 155.
13
Carr, David, El sentido de la educación. Una introducción a la filosofía y a la
teoría de la educación y de la enseñanza, Graó, Barcelona, 2006, pp. 18-22.
14
Aranguren, Javier, op. cit, pp. 123-124.
62
El concepto de Educación
15
Ídem, p. 21.
16
Moral, José, «Vida, humanización y educación». En Pensar y Educar, número
1, pp. 127-131.
17
Maritain, Jacques, The education of man. The educational philosophy of Jacques
Maritain, University of Notre Dame Press - Boston College, 1962, pp. 39-ss.
63
Hernán Enríquez
64
El concepto de Educación
19
Maritain, Jacques, The education of man, p. 51.
65
Hernán Enríquez
20
Ídem, p. 52.
21
Ídem, pp. 53-56.
22
Resulta de importancia aquí la obra de Jacques Maritain Nueve lecciones
preliminares de filosofía moral.
66
El concepto de Educación
67
Hernán Enríquez
68
El concepto de Educación
24
El profesor debe contar con tiempo libre, es decir, no con esa sobrecarga de pro-
gramas y horas de enseñanza que impiden el progreso del sistema educacional.
Es absurdo pedirle a gente que lleva una vida esclavizada realizar una labor
liberadora.
25
Ídem, p. 130.
69
Hernán Enríquez
26
Ídem, p. 131.
27
Ídem, pp. 131-132.
28
Stein, Edith, op. cit., volumen IV, p. 574.
29
Ídem, p. 587.
30
Gallaguer, Donal & Idella (Eds.), op. cit, pp. 133-136.
70
El concepto de Educación
31
Ídem, pp. 137-141.
32
Ídem, pp. 141-143.
33
Ídem, p. 44.
71
Hernán Enríquez
72
El concepto de Educación
36
Maritain, Jacques, La educación en la encrucijada, pp. 13-40.
37
Plaza, Julio, El error de la educación: la ausencia de una filosofía de la persona
IVNBOB $POTVMUBEP FO IUUQXXXIVNBOJTNPJOUFHSBMDPNEPDT@@MB@
TFOEB@EF@NBSJUBJO@EFNPDSBDJB@@FEVDBDJPOIUNM FMEFGFCSFSPEF
2010.
73
Hernán Enríquez
38
Maritain, Jacques, Los grados del saber, Club de Lectores, Buenos Aires, 1983,
p. 20.
39
Ídem, p. 21.
74
El concepto de Educación
75
Hernán Enríquez
una naturaleza es un sistema centrado sobre sí, para existir y para obrar.
Pero la noción de persona no se refiere solo a la subsistencia, sino a la
subsistencia de algo dotado de inteligencia y libertad. Maritain nos lo
expresa claramente:
«Una persona es un centro de libertad puesto frente a las cosas, al
universo, al mismo Dios; dialoga con otra persona, se comunica con ella
entendiendo y amando. La noción de personalidad, por muy compleja
que sea, es ante todo de orden ontológico. Es una perfección metafísica
y sustancial que, en el orden operativo, se abre y se desenvuelve en
valores psicológicos y morales».41
De este modo, el hombre es dueño de sí mismo por su inteligencia
y voluntad y tiene la existencia espiritual propia del conocimiento y el
amor. Es un todo y no una parte. Es la subsistencia de un ser capaz de
pensar, de amar y decidir por sí mismo, que puede conocer a otros seres
y entregarse a otros hombres que son para él como si fueran él mismo.
Así el hombre es capaz de reconocerse como tal en el otro. Esto debería
bastarnos para evitar toda tentación de atentar contra la otra persona.
Desde aquí se puede establecer que el bien moral para el hombre
será llegar a ser tal, a partir del uso de su libertad. El hombre debe
realizar lo que en su naturaleza es en esbozo, mediante un proceso
en el que por su libertad deberá lograr ser persona, «imprimir por sí
mismo sobre su propia vida el sello de su radical unidad ontológica».
Si esta propuesta fue difícil de comprender en los tiempos de
Maritain, mucho más lo es hoy, cuando se niega la metafísica y solo
se acepta como verdadero y útil para la vida humana aquello que es
medible, palpable o demostrable, como cuando en educación se entiende
que solo tienen peso efectivo los medios para entregar, e integrar en el
joven, determinados conocimientos.
Sin embargo, no debemos olvidar que la educación es un arte
moral, es decir, no es solo terreno del análisis especulativo. Entonces,
¿cómo llevar a la acción la ardua tarea propuesta? ¿Cómo lograr que
el obrar, creación de la inteligencia y de la voluntad, sea capaz de hacer
surgir en el ser su naturaleza propia?
La educación no solo tiene que ver con conocer aquello que es
bueno para el ser humano, sino con la sabiduría práctica que alcanza
la singularidad de la acción donde aquella realidad debe concretarse.
41
Maritain, Jacques, Los grados del saber, p. 364.
76
El concepto de Educación
77
Hernán Enríquez
43
Ídem, p. 25.
78
El concepto de Educación
44
Maritain, Jacques, Oeuvres completes, volumen VII, p. 71.
45
Ídem, pp. 771-772.
79
Hernán Enríquez
80
El concepto de Educación
81
Hernán Enríquez
82
El concepto de Educación
83
Hernán Enríquez
51
Ídem, p. 35.
52
Ídem, p. 41.
53
Stein, Edith, op. cit., volumen IV, pp. 104-109.
54
Maritain, Jacques, op. cit, p. 41.
84
El concepto de Educación
55
Ibídem.
56
Ídem, pp. 41-42.
57
García, María, «La formación de los profesores como tarea ética prioritaria».
En Murillo, Ildefonso, Filosofía práctica y persona humana, Ediciones Diálogos
Filosóficos, Salamanca, 2004, p. 276.
58
Maritain, Jacques, op. cit, pp. 42-43.
59
Maritain, Jacques, The education of man, pp. 60-62.
85
Hernán Enríquez
86
El concepto de Educación
62
García, María, op cit., pp. 275-285.
63
Carr, David, op. cit, pp. 65-72.
64
Maritain, Jacques, op. cit, p. 43.
65
Ibídem.
66
Ídem, pp. 44-45.
87
Hernán Enríquez
10.2. Desafíos
¿Cuáles deben ser las disposiciones básicas de la naturaleza
humana en quien recibe la educación?
Ya hemos señalado que el agente principal del proceso educativo es
el estudiante, lo que nos lleva a indicar los desafíos que su labor requiere.
Maritain señala cinco disposiciones68 que deben ser cultivadas en
un proceso o camino educativo, a fin de que la formación de la perso-
na humana alcance logros esenciales que hagan de ella una realidad
abierta al mundo, a la cultura, al compromiso social y político, a la
necesidad de trascendencia y al entenderse como parte constitutiva
de una comunidad donde ha de aportar lo mejor de sí misma en pro-
cura del bien común, de una sana convivencia y al fortalecimiento
del «espíritu democrático».
Estas disposiciones son las siguientes:
a. Amor a la verdad. Tendencia primordial de toda naturaleza in-
telectual que no se refiere al amor por decir la verdad, sino que
al amor por conocerla.
b. Amor al bien y a la justicia.
c. Sencillez y apertura respecto a la existencia. La sencillez es una
disposición natural, profundamente elemental, del ser que existe
gustoso, que no tiene vergüenza de existir y acepta las limita-
ciones naturales de la existencia de un modo simple, franco
e ingenuo. Es la tierra natural de las virtudes humanas, de la
magnanimidad y de la humildad.
67
Maritain, Jacques, Oeuvres completes, volumen VII, p. 809.
68
Maritain, Jacques, La educación en la encrucijada, p. 809.
88
El concepto de Educación
69
Ídem, pp. 48-51.
70
Ídem, p. 51.
71
Ídem, pp. 52-54.
72
Ídem, p. 58.
89
Hernán Enríquez
73
Ídem, pp. 58-59.
74
Ídem, pp. 61-62.
75
Ídem, pp. 63-ss.
90
El concepto de Educación
76
Rubertiello, Juan y León, Franklin, «El personalismo como filosofía de la
educación para el siglo XXI». En Anthropos, ½, 2007, p 114.
91
Hernán Enríquez
92
El concepto de Educación
78
Ídem, p. 107.
79
Ídem, p. 106.
80
Maritain, Jacques, Religión y cultura, Editorial del Pacífico, Santiago, 1975,
pp. 137-140.
93
Hernán Enríquez
81
Ídem, pp. 118-119.
82
Maritain, Jacques, La educación en la encrucijada, pp. 115-116.
94
El concepto de Educación
este mundo son para compartirlos con equidad y justicia. Por tanto,
no resulta exagerado hablar de una crisis de la civilización.
83
Ídem, p. 118.
95
Hernán Enríquez
miento de una educación con sentido y fines claros. Los jóvenes son
una reserva invaluable para el futuro, pero también son un presente
activo, creativo y generoso. La pasividad que en ellos se percibe no
es una opción que hayan por vocación adoptado, sino que se da (al
menos así lo vemos en nuestros pueblos iberoamericanos) porque
no se les generan verdaderos espacios de participación ciudadana.
También, porque en muchos casos se sienten utilizados por una
maquinaria política que les convoca cuando les necesita, pero luego
siguen sustentando el poder los de siempre y los anhelos de cambio
positivo una y otra vez se ven frustrados. Las adversidades sociales
y económicas en ellos se hace sentir con fuerza La juventud tiene la
tarea de unir lo real y lo ideal, y hacer que el pensamiento y la acción
se muevan con un solo movimiento. Maritain dirige a los jóvenes unas
palabras que, si uno hiciera el ejercicio de ocultar el autor y el año
en que fueron dichas, se pensaría que corresponden a un personaje
de nuestro tiempo hablándoles a los jóvenes de hoy. Son magníficas
y conmovedoramente atractivas.
«El mundo tiene hambre no solo de pan, sino de la palabra de
verdad que libera. El mundo tiene necesidad de vosotros: os pide que
seáis tan valientes en las luchas de la inteligencia y de la razón como
en las batallas en las que el hombre arriesga su vida en la tierra, en el
mar y en los aires. Lo que vuestra inteligencia y vuestra razón deben
conquistar, es algo que no se mide y no se manipula con instrumentos
científicos. Es algo que debe ser captado por la fuerza de la razón
natural, que nace a partir de lo que ven vuestros ojos y de lo que
tocan vuestras manos; un universo de realidades que hace verdadero
vuestro pensamiento en virtud de lo que es y no simplemente por
efecto de una acción exitosa. Es el universo del ser inteligible y del
valor sagrado de la verdad como tal. Entonces mostraréis al mundo
cómo la acción humana puede reconciliarse con un ideal que es más
real que la realidad y puede ser penetrada por él. Y mostraréis también
por qué es posible y razonable morir por la libertad».84
84 Ídem, p. 106.
96
El concepto de Educación
85
Maritain, Jacques, El hombre y el Estado, Ediciones Encuentro, Madrid,
1983, p. 125.
86
Ídem, p. 131.
97
Hernán Enríquez
87
Montesquieu, Charles, El espíritu de las leyes, Editorial Universitaria, Buenos
Aires, 1977.
88
Platón, Las leyes, Instituto de Estudios Públicos, Madrid, 1960.
89
Evangelio de Juan 8, 32.
98
El concepto de Educación
90
En Ops, Daniel, L’Eglise des révolutions, M. de Caralt, Barcelona, 1962, p. 50.
91
García-Huidobro, Juan (Ed.), La reforma educacional chilena, Editorial Popular,
Madrid, 1999.
92
«No es la conciencia la que determina la vida; sino la vida la que determina la
conciencia», afirmaba Marx en Marx, Karl, «Prefacio a la crítica de la economía
política». En Contribución a la crítica de la economía política, Editorial Fran-
cesa de Ediciones Sociales, París, 1957, p. 4.
99
Hernán Enríquez
93
Maritain, Jacques, El hombre y el Estado, pp. 42-43.
100
Capítulo iii
103
Hernán Enríquez
94
Maritain, Jacques, La educación en la encrucijada, p. 120.
104
La formación del espíritu democrático
105
Hernán Enríquez
106
La formación del espíritu democrático
107
Hernán Enríquez
108
La formación del espíritu democrático
109
Hernán Enríquez
95
Iturrioz, Jesús, Iglesia y democracia, BAC, Madrid, 1978, p. 30.
110
La formación del espíritu democrático
96
Este punto lo desarrollaremos más adelante.
97
Maritain, Jacques, Principios de una política humanista, Excelsa, Buenos Aires,
1946, pp.25-ss.
98
Ídem, p. 27.
99
Ídem, p. 28.
111
Hernán Enríquez
100
Ídem, p. 18.
101
Ídem, p. 29.
112
La formación del espíritu democrático
102
Ídem, p. 30.
103
Ídem, p. 33.
104
Ibídem.
113
Hernán Enríquez
105
Ídem, p. 34.
106
Ibídem.
114
La formación del espíritu democrático
107
Ídem, p. 35.
108
Ídem, p. 36.
109
Ibídem.
110
Ídem, pp. 36-37.
115
Hernán Enríquez
111
Ídem, p. 37.
112
Ídem, 38.
116
La formación del espíritu democrático
113
Ídem, p. 39.
114
Ibídem.
115
Ídem, p. 40.
117
Hernán Enríquez
116
Ibídem.
117
Ídem, p. 41.
118
Ídem, p. 42.
119
Ibídem.
118
La formación del espíritu democrático
119
Hernán Enríquez
120
La formación del espíritu democrático
124
Ídem, p. 46.
125
Ídem, p. 48.
126
Maritain, Jacques, El hombre y el Estado, p. 115.
121
Hernán Enríquez
122
La formación del espíritu democrático
129
Ídem, p. 118.
130
Ibídem.
131
Ídem, p. 119.
123
Hernán Enríquez
132
Maritain, Jacques, Arte y escolástica, Club de Lectores, Buenos Aires, 1983,
pp. 16-17.
124
La formación del espíritu democrático
125
Hernán Enríquez
134
Ídem, p. 63.
135
Idídem.
136
Maritain, Jacques, Humanismo integral, pp. 206-207.
137
Ídem, p. 207.
138
Sobre el pluralismo ahondaremos en uno de los últimos título del presente
capítulo.
126
La formación del espíritu democrático
139
Maritain, Jacques, The education of man, p. 65.
127
Hernán Enríquez
Maritain piensa que estas alternativas, sin ser perfectas, son dignas
de ser tratadas y probadas tentativamente, aun teniendo presente lo
indicado algunas líneas atrás.
El problema surge cuando el proceso educativo no se mueve
por una verdadera y auténtica búsqueda del desarrollo integral de
la persona, o cuando solo se busca promover algunas y no todas las
dimensiones de la persona humana. Lo propuesto por Maritain tiene
significación en la medida que la intención apunta a hacer crecer al
hombre del modo más pleno posible, es decir, permitiéndole desple-
gar al máximo sus libertades personales y sociales. De lo contrario
estaremos formando niños, jóvenes y, finalmente, adultos con una
visión parcial del mundo, con incapacidad para leer los signos de los
tiempos y hacer de esta cultura un espacio de humanización.
La escuela, por su parte, no puede olvidar que está trabajando con
personas y no con puras individualidades. Mejor aún, que el joven es
una unidad personal e individual, propia del ser humano.141 Recorde-
mos que, para Maritain, y siguiendo a Santo Tomás de Aquino, «la
persona es lo más noble y lo más perfecto en toda la naturaleza».142
El desarrollo de su interioridad es clave porque allí germinará todo
el potencial creativo del niño y del joven, que lo encaminará en bús-
queda de la perfección personal y el amor.143 Si ese potencial creativo
se conduce por el amor, cómo, entonces, no lo impulsará a buscar los
mejores modos de organización y de concreción social y política. La
preocupación por la comunidad y por promover y alcanzar el bien
común es una cuestión razonada pero que se completa en las accio-
nes prácticas. Si no es así, se cae en una cuestión banal o puramente
ideológica y, por ende, inconsistente y falsa.
En esta línea, Maritain se refiere al papel más activo que los
estudiantes pueden tener en la escuela: «En la vida de la escuela, los
140
Idem, p. 66.
141
Maritain, Jacques, La persona y el bien común, p. 48.
142
Ídem, p. 36.
143
Maritain, Jacques, La educación en la encrucijada, pp.45-47.
128
La formación del espíritu democrático
144
Maritain, Jacques, The education of man, p. 68.
145
Maritain, Jacques, La educación en la encrucijada, pp. 48-51.
146
Maritain, Jacques, The education of man, p. 68.
147
Ibídem.
148
Ibídem.
129
Hernán Enríquez
149
Entendemos por educación libre aquella que no excluye determinadas áreas
del conocimiento humano, es decir, una educación para la libertad que busca
el encuentro de la persona humana con la sabiduría.
150
Maritain, Jacques, La educación en la encrucijada, pp. 57-58.
130
La formación del espíritu democrático
151
Maritain, Jacques, The education of man, p. 71.
152
Ídem, p. 75.
153
Maritain, Jacques, La educación en la encrucijada, pp. 48-ss.
131
Hernán Enríquez
154
Maritain, Jacques, The education of man, pp. 75-77.
155
Maritain, Jacques, Religión y cultura, pp. 25-26.
132
La formación del espíritu democrático
133
Hernán Enríquez
158
Maritain, Jacques, Humanismo integral, pp. 133-135.
159
Maritain, Jacques, The education of man, p. 76.
160
Ibídem.
134
La formación del espíritu democrático
135
Hernán Enríquez
163
Ídem, p. 88.
164
Maritain, Jacques, The education of man, p. 77.
136
La formación del espíritu democrático
165
Maritain, Jacques, El hombre y el Estado, p. 174.
166
Ibídem.
167
Ídem, pp. 175-176.
137
Hernán Enríquez
168
Ídem, pp. 174-ss.
138
La formación del espíritu democrático
169
Ídem, pp. 175-176.
170
Maritain, Jacques, The education of man, p. 77.
171
Ibídem.
172
Maritain, Jacques, La educación en la encrucijada, p. 107.
139
Hernán Enríquez
140
La formación del espíritu democrático
174
Ídem, p. 79.
175
Ídem, pp. 83-84.
176
Ídem, p. 85.
177
Ibídem.
141
Hernán Enríquez
178
Idem, pp. 88-89.
179
Maritain, Jacques, Principios de una política humanista, p. 71.
180
Ídem, p. 71.
142
La formación del espíritu democrático
gran alegría o de un gran amor seca por un momento sus ojos. Brindan-
do ayuda a sus compañeros o siendo ayudado por ellos participando
de sus mismas acciones y de sus mismos sentimientos elementales y al
contemplar y querer a su prójimo –el más humilde gesto le descubre ante
sí mismo y ante los otros–, los recursos comunes y la común bondad
primitiva, rudimentaria, amortecida, inconsciente y rechazada de la
naturaleza humana; al mismo tiempo que se descubre él mismo como
el más propio bien, una desconocida maravilla, un sillar fundamental
de la existencia, mucho más importante que todas las diversidades y
desigualdades injertadas en ella. Pero también cuando sea devuelto a
sus medianas dichas se olvidará de este descubrimiento».181
El reconocimiento del otro no es resultado de cualquier instinto
relativo a nuestra condición de seres vivos, sino que responde al re-
conocimiento de la dependencia que tenemos de las otras personas
humanas, fundada en nuestra igualdad de naturaleza.
Maritain señala y reconoce que «el concepto realista de la igualdad
de la naturaleza es una herencia de la tradición judeo cristiana; es una
natural superposición del pensamiento y de la vida de los cristianos».182
A pesar de estar debilitado por el pecado, existe en el ser humano un
natural amor hacia su propia especie que, desde el Evangelio, nos invita
a superar todo tipo de distinciones de raza o nación. «¿Cómo podríamos
amarnos los unos a los otros en Dios si no fuéramos iguales en nuestra
condición y en nuestra dignidad específica de criaturas razonables?»183
En el cristianismo podemos ver confirmado y acentuado el senti-
do concreto y real de la igualdad entre los hombres. Desde allí se nos
asegura su carácter histórico y genealógico. Nos enseña un parentesco
real, pues en su enseñanza se nos transmite nuestra condición de ser
descendientes de una misma pareja original; somos hermanos en Adán
y en Cristo. En este contexto, como herederos de idéntico pecado y de
idénticos agravios, pero sobre todo de idéntica grandeza original, al
ser creados todos a imagen y semejanza de Dios, «¿qué cristiano podrá
considerar a los hombres con la demente mirada del orgullo racista?»184
143
Hernán Enríquez
185
Maritain, Jacques, The education of man, p. 95.
144
La formación del espíritu democrático
186
Ibídem.
187
Idem, pp. 95-96.
145
Hernán Enríquez
188
Ídem, p. 97.
189
Ibídem.
190
Ídem, p. 98.
191
Ídem, p. 99.
146
La formación del espíritu democrático
147
Hernán Enríquez
192
Maritain, Jacques, Humanismo integral, pp. 131-132.
193
Ídem, p. 135.
148
La formación del espíritu democrático
abajo, sino al que vendrá tras este tiempo (…) lo que vendrá después
del tiempo está, empero, preparado por el tiempo».194
4.3.2. La iglesia
La Iglesia es como una crisálida de este reino, por ello Maritain
afirma que «la Iglesia es ya substancialmente este reino, existente y
vivo, aunque peregrino y velado; su fin es la vida eterna misma; la
Iglesia está en el tiempo, pero no es del tiempo. En cuanto tal, de la
Iglesia puede decirse para el cristiano lo mismo que de su Jefe: en ella
no tiene parte el Príncipe de este mundo».195
4.3.3. El mundo
Es la noción de la «ciudad profana. Su fin es la vida temporal
humana. El mundo está en el tiempo y es del tiempo; el demonio
tiene su parte en él».196
Frente a estas tres nociones el filósofo se pregunta: ¿qué pensar
del mundo y de la ciudad terrestre, en relación con el Reino de Dios?
Antes de dar una respuesta más definitiva distingue tres errores típicos
que suelen manifestarse. Estos son:
a. La ciudad terrestre es pura y simplemente el reino de Satán. Su
historia se desarrolla en sentido inverso al de la Iglesia y conduce
al reino de la perdición. La naturaleza y sus estructuras externas
abandonadas por Dios al principado del Demonio.
Cierto racionalismo católico cae en lo mismo: escisión entre
naturaleza y gracia. La naturaleza es un mundo absolutamente
cerrado, abandonado a sus propias fuerzas y al que se le niega
su destino a la gracia y al advenimiento del Reino de Dios.197
b. No solo el mundo está salvado en esperanza, sino que en su mis-
ma existencia temporal como real y plenamente salvado, como
el Reino de Dios; y bien se desespera por completo de él, porque
es tal, o bien se espera demasiado de él, porque se intenta hacer
que lo sea así. Es, de algún modo, la capacidad que el hombre
194
Ídem, p. 138.
195
Ídem, p. 139.
196
Ibídem.
197
Ibídem.
149
Hernán Enríquez
198
Ídem, p. 144.
199
Ídem, p. 145.
150
La formación del espíritu democrático
200
Ídem, p. 147.
201
Ídem, pp. 147-148.
202
Ídem, p. 148.
151
Hernán Enríquez
152
La formación del espíritu democrático
204
Maritain, Jacques, Humanismo integral, 150-153.
205
Ídem, p. 152.
153
Hernán Enríquez
206
Ídem, p. 153.
207
Hurtado, Alberto, ¿Es Chile un país católico?, Los Andes, Santiago, 1995. Hur-
tado cuestiona a la sociedad chilena que vive su catolicismo solo en apariencia.
208
Maritain, Jacques, op, cit, pp. 154-156.
154
La formación del espíritu democrático
155
Hernán Enríquez
156
La formación del espíritu democrático
218
Ibídem.
219
Ídem, p. 160.
157
Hernán Enríquez
Por ello, adquirir conciencia del oficio temporal del cristiano recla-
ma un estilo nuevo de santidad como santificación de la vida profana.
Es así que en la «espera del más allá de la historia en que el Reino
de Dios se realizará en la gloria de la plena manifestación, la Iglesia es
ya Reino de Dios en el orden llamado espiritual y en estado peregrino
y crucificado. Y que el mundo, el orden llamado temporal, este mundo
encerrado en la historia, es un dominio compartido y ambiguo a la vez
de Dios, del hombre y del «Príncipe de este mundo».220
La persona humana que ha desarrollado en su camino educativo
el espíritu democrático está abierta a acoger todo aquello que puede
resultar bueno y noble para el engrandecimiento de la cultura y de la
humanidad. Por ello los hombres han de procurar que este espíritu se
engendre. Los caminos son muchos y complejos, y no siempre se verá
con claridad la posibilidad de llegar a la meta. Pero la esperanza que
mueve la inteligencia y la voluntad de los hombres mantendrá en pie
a aquellos que estén dispuestos a transitarlos.
220
Ídem, pp. 164-165.
158
Capítulo iv
221
Maritain, Jacques, El hombre y el Estado, pp. 64-ss.
161
Hernán Enríquez
222
Ídem, pp. 65-67.
223
Ídem, p. 68.
162
Otros temas que cooperan en la formación
224
Ídem, p. 73.
163
Hernán Enríquez
164
Otros temas que cooperan en la formación
2. El pluralismo226
Una manera de fortalecer la práctica del ejercicio democrático es el
pluralismo, principio que tiene en cuenta el hecho y la razón de la va-
riedad de modos de pensar, sentir, hacer y creer del hombre moderno,
y que acepta de buen grado la convivencia de hombres y grupos con
diferente visión del mundo.227
Hubo tiempos en que un monismo espiritual, o tal vez físico, se
imponía sin mayor violencia en las comunidades políticas, mientras
que en ciertas épocas históricas la unidad fundamental en torno a un
factor prevalente permitía la cohesión y la solidaridad grupal. Hoy la
complejidad de la sociedad ha multiplicado sus elementos de tal forma
que la diversidad de exigencias y la variedad de actitudes e instituciones
exige el respeto a «lo distinto» como fundamento esencial.
Obsérvese que el principio pluralista arranca de una base comuni-
taria. El error de las concepciones individualistas se nutría del espejismo
de una neutralidad irreprochable o de una sociedad imaginada como
un cuadrilátero de boxeo, en donde la competencia echaba al hombre a
pelear contra el hombre en un deseo vicioso de liberarse de la libertad,
pero de la libertad del otro.
La ley, como sabemos, es un presupuesto básico, que garantiza al
ciudadano velar por sus derechos y obligaciones ante la sociedad. Quienes
atentan contra el régimen de modo importante deben ser sancionados,
por ir contra la seguridad del orden socio–político. Pero el Estado de
Derecho no basta para aplicar la ley, se necesita una inspiración, una fe
común en la cual educar al pueblo para que no se permita, a los herejes de
las libertades democráticas, destruirlas. Llegar a ese principio de unidad
supone un acuerdo práctico antes que teórico o dogmático.
Esa fe es natural, no sobrenatural, pero, sin embargo, exige una
dedicación íntegra y un gran empeño de energías espirituales muy
íntimas. En la naturaleza racional y en la inspiración evangélica ve
Maritain la levadura para fomentar el espíritu común y múltiple. Es
necesario que el acuerdo, por más práctico que sea, indique una co-
226
Maritain, Jacques, Humanismo integral, p. 206.
227
Possenti, Vittorio, Las sociedades liberales en la encrucijada, Ediciones Interna-
cional Universitarias, Barcelona, 1997. Sugerimos especialmente leer el Epílogo
donde, junto con desarrollar el tema del pluralismo moral, el autor se explicita
ante otros temas relativos a la situación actual de las sociedades liberales.
165
Hernán Enríquez
228
Maritain, Jacques, op. cit., p. 206.
229
Ídem, p. 207.
166
Otros temas que cooperan en la formación
230
Ídem, p. 207.
231
Ídem, pp. 207-208.
232
Ídem, p. 208.
167
Hernán Enríquez
233
Ídem, pp. 201-211.
234
Ídem, p. 211.
235
Ídem, p. 212.
236
Ibídem.
237
Ídem, p. 214.
238
Ídem, p. 215.
168
Otros temas que cooperan en la formación
169
Hernán Enríquez
245
Ibídem.
246
Ídem, p. 219.
247
Ídem, p. 220.
170
Otros temas que cooperan en la formación
3. La conquista de la libertad248
Maritain plantea que, más que definir qué es la libertad, el desafío se
centra en ejercerla. Y comprende que ella se ha de convertir, para la
persona humana situada en la sociedad, en una conquista».
Cada uno de nosotros posee libertad de acción y los actos que
realizamos, sean buenos o malos, son lo que son porque la persona
misma ha comprometido en ellos su personalidad y ha dispuesto que
ellos sean así. Pero no hemos entendido bien en qué consiste esta
libertad de acción.249
Quienes profesan el intelectualismo absoluto no comprenden
la existencia del libre albedrío, pues para ello la inteligencia no solo
precede a la voluntad, sino que también lo hace al modo de una divi-
nidad separada que influiría a la voluntad sin ser influida por esta, y
sin recibir de ella ninguna noción calificadora.250
Los empiristas radicales tampoco comprenden la existencia del
libre albedrío «porque no conocen más que sus perceptibles conse-
cuencias y, la idea de la casualidad ejercida sobre el propio espíritu,
no tiene para ellos significación».251 Hoy el freudismo expresa de
mejor modo sus planteamientos, aunque también es cierto que su
influjo es cada vez menor.
Para Maritain, «el libre albedrío no excluye, por lo general, en
el hombre, sino que supone el enorme y complejo dinamismo de los
instintos, de las tendencias, de las disposiciones psico-físicas, de las
costumbres adquiridas y de las cargas hereditarias, punta extrema
por donde el dinamismo emerge hacia el mundo del espíritu para que
la libertad de acción se ejerza, dando o no, la decisiva eficacia a las
inclinaciones y a los impulsos de la naturaleza».252
El espíritu es una especie de infinidad; su facultad de desear va
desde sí hacia un bien que lo colma, y, por consiguiente, hacia un bien
sin límites donde nada podemos desear sin la voluntad de la felicidad.253
248
Maritain, Jacques, Principios de una política humanista, p. 5.
249
Ibídem.
250
Ídem, p. 6.
251
Ibídem.
252
Ídem, p. 7.
253
Ídem, p. 8.
171
Hernán Enríquez
254
Ibídem.
255
Ibídem.
256
Ídem, p. 9.
257
Ibídem.
172
Otros temas que cooperan en la formación
258
Ibídem.
259
Ídem, p. 10.
260
Ibídem.
261
Ibídem.
173
Hernán Enríquez
262
Ídem, p. 11.
263
Ibídem.
264
Ibídem.
265
Ídem, pp. 11-12.
174
Otros temas que cooperan en la formación
266
Ídem, p. 12.
267
Possenti, Vittorio, op. cit., pp. 238-239.
268
Maritain, Jacques, op. cit., p. 12.
269
Ídem, p. 13.
270
Ibídem.
175
Hernán Enríquez
176
Otros temas que cooperan en la formación
275
Ídem, p. 15.
276
Ídem, pp. 15-16.
277
Ídem, p. 16.
177
Hernán Enríquez
6. La educación en la encrucijada281
6.1. La educación enfrentada a una situación crisis
Decimos «tensión» sin una connotación negativa, sino reconociendo
que que este tema debe abordarse buscando los caminos más efectivos
para que ella sea realmente una instancia de crecimiento y desarrollo.
Resulta conmovedor e impresionante como Jacques Maritain,
al reflexionar sobre la educación y todo lo que ella involucra, se nos
muestra como un autor con absoluta vigencia. Por ello no dudamos
278
Ibídem.
279
Ídem, pp. 17-18.
280
Ídem, p. 18.
281
Maritain, Jacques, La educación en la encrucijada, p. 13.
178
Otros temas que cooperan en la formación
282
Ídem, pp. 22-23.
179
Hernán Enríquez
283
Ídem, pp. 104-105.
180
Otros temas que cooperan en la formación
181
Capítulo v
Consideraciones finales
Esta investigación nace con la intención de leer lo que acontece a
nuestro alrededor, buscando las razones más profundas del quehacer
y del comportamiento humano en la sociedad y en la cultura. Junto
con ello planteamos la afirmación de que es en la educación, de un
modo privilegiado, donde puede germinar uno de los aspectos esen-
ciales para el buen vivir del hombre en la sociedad: la formación del
espíritu democrático.
Para alcanzar el desarrollo nuestros países requieren ofrecer a
toda su población una educación de calidad cuyo sentido y finalidad
sea la formación integral de la persona humana. Esta permitirá que
los problemas que nos aquejan se traten con el conocimiento y la sa-
biduría que requieren para ser solucionados adecuadamente. Además,
la formación integral permitirá que los pueblos puedan participar
libre y conscientemente en sus procesos, evitándoles caer en engaños
o caricaturas que dañan su destino.
Pensamos que Jacques Maritain nos ha señalado importantes
elementos para seguir avanzando en este camino. Su filosofía ofrece
respuestas válidas a los problemas que hoy nos aquejan. Claro está que
su pensamiento, como el de cualquier filósofo, no puede comprenderse
como una receta que nos indicará los medicamentos para sanar todas
las enfermedades. Hay aspectos que hoy resultan inviables o insufi-
cientes y tópicos que no están presentes en sus obras. En ellas habrá
respuestas que nos pueden parecer un poco ingenuas o demasiado
optimistas. En fin, lo significativo es que su filosofía proporciona las
bases necesarias para poder, en nuestra época, en nuestros países y con
nuestros problemas, comenzar a recorrer caminos nuevos.
Debemos abrir espacios de participación en el ámbito social y
político. La democracia, como ya lo hemos señalado, no consiste en ac-
ceder a las urnas electorales cada cierto tiempo para emitir un sufragio.
Significa una participación real, concreta y responsable en las tomas
185
Hernán Enríquez
284
Maritain, Jacques, Religión y cultura, p. 18.
186
Consideraciones finales
187
Hernán Enríquez
188
Consideraciones finales
189
Hernán Enríquez
190
Consideraciones finales
1. 2. El humanismo integral
El humanismo integral es uno de los elementos relevantes en el
pensamiento de Maritain. Existe, casi espontáneamente, una asociación
mental entre Maritain y humanismo integral. Su aporte en esta concep-
ción de humanismo fue superar las perspectivas antropocéntricas que
inician y agotan la realidad humana en el propio hombre, haciendo
de él una realidad instalada en el mundo, sin atisbo de trascendencia.
El humanismo de Maritain pone las cosas en su justo lugar. Al
hombre lo sitúa donde le corresponde, para que desde allí pueda
contemplar, admirar y maravillarse con la realidad. Claro que desde
este puesto también tiene la posibilidad de ver los peligros que una
insana autonomía puede generar.
La civilización ha girado por siglos en torno a la idea del hombre.
El humanismo renacentista lo deificó, cayendo en un deplorable anti-
humanismo que fue la deshumanización misma del ser humano pues
le arrancó sus reflejos divinos. «La razón se reveló más incapaz que la
fe para asegurar la unidad espiritual de la humanidad de modo que el
sueño de un credo «científico» que uniera a los hombres en la paz y en
convicciones comunes (…) se desvaneció en las catástrofes contempo-
ráneas (…) fueron desmintiendo el racionalismo burgués de los siglos
xviii y xix, nos vimos frente al hecho de que la religión y la metafísica
constituyen una parte esencial de la cultura humana».292 Pensar que
la razón, convertida en un fin en sí misma, liberaría al hombre de la
«esclavitud» religiosa, no hizo más que desnudar su incapacidad para
resolver los problemas más hondos y profundos de una existencia
compleja donde las respuestas positivistas no acaban por convencer.
Pero, sin embargo, la base humana material del hombre es su
asiento primario. Esta materia también tiene su dignidad, solo que
no puede olvidarse el espíritu. Esta dimensión sobrenatural, en vez de
reducir al hombre a una realidad superior que lo aplasta, lo yergue a
una grandeza que le acerca cada vez más a su creador. Querido por sí
292
Maritain, Jacques, El alcance de la razón, Emecé, Buenos Aires, 1959, pp. 263-264.
191
Hernán Enríquez
293
Díaz, Carlos, «La concepción de la persona en Jacques Maritain». En Polis,
volumen 5, número 15, p. 13.
192
Consideraciones finales
1. 3. La Democracia
La democracia en Jacques Maritain consiste en algo más que un
simple «régimen» de gobierno. No la eleva a una dimensión sobre-
natural, en el sentido de señalarla como perfecta, porque claramente
no lo es, pero sí destaca que es el mejor modo de convivencia social y
política que el hombre hasta ahora ha concebido.
En su filosofía política, nuestro autor repasa las tres formas puras
de la famosa clasificación de gobierno de Aristóteles, concluyendo
que en su filosofía democrática existe una mezcla de los tres sistemas
clásicos en orgánica unión.
En el fondo, Maritain señala que la democracia ha de ser más que
una etiqueta o una sola forma. Debe ser un verdadero modo u opción
fundamental de vida, con toda una concepción cultural analógica del
universo social y político. La democracia significa participación orde-
nada, consciente y libre en la toma de decisiones y en las propuestas y
294
Maritain, Jacques, op. cit., pp. 263-264.
193
Hernán Enríquez
194
Consideraciones finales
195
Hernán Enríquez
196
Consideraciones finales
297
De Hipona, Agustín, Confesiones, bac, Madrid, 1974, p. 424.
298
Mounier, Manuel, Personalismo, Universitaria, Buenos Aires, 1980, p. 20. Asumi-
mos la discrepancia existente en la concepción metafísica de Maritain y Mounier,
O, más claramente, en la renuncia de este último a la inspiración tomista que
sí mueve a nuestro autor. Pensamos también que Mounier, desde su filosofía
personalista, aporta a desarrollar una visión del hombre abierta al mundo, en
búsqueda del otro y afirmando su pensamiento en una visión trascendente.
299
Flecha, José-Román, Cristianismo y tolerancia, Universidad Pontificia de Sa-
lamanca, Salamanca, 2007, pp. 93-101.
300
Possenti, Vittorio, op. cit., p. 146.
301
Cortina, Adela, «Pluralismo moral y político». En Murillo, Ildefonso (Coord.),
op. cit., pp. 619-622.
197
Hernán Enríquez
198
Consideraciones finales
303
De Hipona, op. cit., p. 344. Estas conocidas palabras de Agustín de Hipona
expresan, a nuestro entender, el sentimiento íntimo que está presente en la
persona humana.
199
Hernán Enríquez
304
García, Félix, «Mínimos y máximos en ética y política». En op. cit., pp.
525-532.
305
En los dos últimos aspectos que nos detendremos en este capítulo recogeremos
algunas ideas expuestas por el doctor Juan Manuel Burgos, profesor del Instituto
Juan Pablo II y de la Universidad Complutense de Madrid, fundador y presidente
de la Asociación Española de Personalismo y miembro del Instituto Internacio-
nal Jacques Maritain. Las ideas aquí presentadas han sido tomadas de Burgos,
Juan Manuel, Para comprender a Jacques Maritain. Un estudio histórico-crítico,
Fundación Enmanuel Mounier, Madrid, 2006, pp. 172-ss. Y de Juan Pablo II,
Evangelium Vitae, Ediciones Paulinas, Santiago, 1995, pp. 62 y ss.
200
Consideraciones finales
306
Juan Pablo II, Carta a todos los obispos de la Iglesia sobre la intangibilidad
de la vida humana inocente, Ediciones Paulinas, Santiago, 1991.
307
Possenti, Vittorio, op. cit., pp. 136-140.
201
Hernán Enríquez
308
Maritain, Jacques, Cristianismo y democracia, capítulo IV.
309
Maritain, Jacques, «Tres reformadores: Lutero, Descartes, Rousseau». En
Ouevres completes, volumen III, pp.
202
Consideraciones finales
203
Hernán Enríquez
metal celeste para activar la historia de este mundo. No han sido los
creyentes integralmente fieles al dogma católico, han sido los raciona-
listas, quienes han proclamado en Francia los derechos del hombre y
del ciudadano, y los puritanos quienes han dado en América el último
golpe a la esclavitud y comunistas ateos quienes han abolido en Rusia
el absolutismo del interés privado. Esta última operación habría sido
menos viciada por la potencia del error y habría costado menos catás-
trofe si hubiera sido hecha por cristianos. Los esfuerzos por liberar el
trabajo del hombre del dominio del dinero proceden, sin embargo, de
corrientes abiertas en el mundo por la predicación del Evangelio, del
mismo modo que el esfuerzo por abolir la servidumbre o por reconocer
los derechos de la persona humana».311
Continua el autor: «Muchas veces la tentación de unir la religión
con la suerte de los ricos y los poderosos, de un partido político o de
un Estado, a fin de utilizar sus recursos o acaso sus injusticias a favor
de la gente de la Iglesia o de las capas sociales que la favorecen, ha sido
ocasión de abusos más o menos graves y de un clericalismo totalmente
contrario al espíritu de la Iglesia y a sus verdaderos intereses».312 Por ello,
profundiza: «No debe crearse un partido político dirigido específica y
directamente a lo temporal (en tanto que partido político), pues calificado
por la religión corre el riesgo de comprometer el bien del catolicismo
en los asuntos mundanos, de temporalizar, particularizar y envilecer lo
espiritual, de crear confusión entre la religión y el comportamiento y la
política de un partido; y de traicionar por otro lado en ciertos momentos
al bien temporal al que tiene por objeto servir, dudando en comprometer
una denominación demasiado imponente en las iniciativas y en los riesgos
de orden puramente terrestre que a veces exigen precisamente ese riesgo
para la salud terrenal de nuestros bienes terrestres».313
311
Maritain, Jacques, Cristianismo y democracia, pp. 116-117.
312
Maritain, Jacques, «Raison et raisons». En Oeuvres completes, volume IX, pp.
396-397.
313
Maritain, Jacques, Du regime temporal et de la liberté %FTDMÊFEF#SPVXFSFU
cié, París, 1933.
204
Consideraciones finales
205
Hernán Enríquez
206
Consideraciones finales
319
1BSB.BSJUBJO QPSFKFNQMP OPUFOESÎBTFOUJEP DPNPQSPQPOF3BXMTFO"
Theory of Justice) que los ciudadanos entraran en la sociedad omitiendo su
concepción del bien. Se entra en la sociedad para vivir bien, lo cual es imposible
si no se posee una idea de lo que es bueno. Lo que sí rechaza es que el Estado
impulse una política de la virtud. En este sentido, pensamos que sería intere-
sante tener en cuenta a Maritain, algo que por el momento no ha sucedido, en
FMEFCBUFFOUSFDPNVOJUBSJTUBTZMJCFSBMFT.VMIBMM 4UFQIBOZ4XJGS "EBN El
individuo frente a la comunidad, Temas de hoy, Madrid, 1996.
320
Maritain, Jacques, «Raison et raisons». En Oeuvres completes, volume IX,
pp. 421-423.
207
Hernán Enríquez
208
Consideraciones finales
321
Juan Pablo II, Discurso a los participantes en la reunión de estudio sobre el
tema «El derecho a la vida y Europa»,1987.
322
Murillo, Ildelfonso, op. cit., p. 10.
209
Hernán Enríquez
323
Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial por la Paz, Roma, 1977.
210
Conclusión
Nuestra intención fue mostrar cómo es posible colaborar, desde
la educación, a la formación del espíritu democrático en la persona
humana. Para ello hemos recogido, en la medida de nuestras posibili-
dades y limitaciones, el aporte que al respecto hizo el filósofo francés
Jacques Maritain. Entendemos que no lo hemos agotado el tema, por el
contrario, recién hemos «abierto la puerta» para comenzar a transitar
por el pensamiento y las ideas que nuestro autor desarrolla.
Ante lo señalado en el prólogo como desafío podemos decir que
es posible colaborar en el proceso educativo del hombre, para que
en él florezca el espíritu democrático que fortalecerá la convivencia
comunitaria. Para ello se requieren las siguientes condiciones:
1. Un Estado comprometido auténtica y respetuosamente con la
educación.
2. Un sistema educacional abierto sin prejuicios a instituciones par-
ticulares que, con capacidad, vocación y profesionalismo, pueden
aportar lo suyo para el logro de esta tarea.
3. Proyectos educativos pluralistas que formen al niño y al joven con
una visión abierta al mundo.
4. Maestros o educadores formados no solo en lo técnico, sino, sobre
todo, en la dimensión vocacional de su tarea.
5. Acuerdo en que el sentido y el fin de la educación es formar a la
persona humana en el logro del bien y la verdad, es decir, educación
para la buena vida.
6. Educadores concientes de que lo que pasa por sus manos constituye
una realidad viva; con inteligencia, razón, valores y virtudes y no
materia inerte a la que puedan esculpir.
213
Hernán Enríquez
214
Conclusión
215
Hernán Enríquez
325
Maritain, Jacques, Cristianismo y democracia, p. 99.
216
Bibliografía
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Maritain, Jacques, Arte y escolástica, Club de Lectores, Buenos Aires, 1983.
217
Hernán Enríquez
218
Persona, Educación y Democracia
219
Hernán Enríquez
220
Este libro se terminó de imprimir
en los talleres digitales de
RIL® editores
Teléfono: 223-8100 / ril@rileditores.com
Santiago de Chile, junio de 2012
Se utilizó tecnología de última generación que reduce el
impacto medioambiental, pues ocupa estrictamente el
papel necesario para su producción, y se aplicaron altos
estándares para la gestión y reciclaje de desechos en toda
la cadena de producción.
Hernán Enríquez
Persona, educación y democracia
A lo largo de los cinco capítulos que conforman su trabajo doc-
toral, el padre Hernán Enríquez Rosas, de la mano de Maritain,
nos conduce al descubrimiento y a la valoración no solo de la
esencia de la persona humana, llamada a vivir en comunión
solidaria con los demás, sino también a enfatizar los ineludibles
requerimientos educativos que brotan de este maravilloso descu-
brimiento. El espíritu y las actitudes democráticas son educables
y requieren ser educadas, a fin de que el «bien común» pueda ser
alcanzado con el aporte responsable de todos. En este sentido,
la educación se convierte en un factor clave de comunión y de
espíritu democrático.