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país

pequeño
mapa
grande
con

Fernando Reyes Matta


© Fernando Reyes Matta, 2009
© Pehuén Editores, 2009
María Luisa Santander 537, Providencia, Santiago
Fono/Fax (56-2) 795 71 30 / 31 / 32 / 33
Correo electrónico: editorial@pehuen.cl
www.pehuen.cl

Inscripción Nº 177.166
ISBN 978-956-16-0464-3

Primera edición, enero de 2009

Diseño y diagramación
Olaya Fernández A.

Impreso en los talleres de


Salesianos Impresores S. A.

Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, transmitida o almacenada, sea por procedimientos
mecánicos, ópticos, químicos, eléctricos, electrónicos, fotográficos, incluidas las fotocopias, sin
autorización escrita de los editores.

IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE


Fernando Reyes Matta
ÍNDICE

Presentación ............................................................................................................................................... 9

I. Razones de un testimonio.................................................................................................................. 11

II. Política y palabra: repensar el mundo desde Chile ................................................... 23


Cruzar hacia el 2000 buscando los nuevos mapas .................................................... 25
¿De dónde viene el que viene? .................................................................................................... 33
“Uno hace política exterior desde su región” ................................................................. 45
Siete puntos clave con América Latina ............................................................................... 58
Globalización sí, pero justa y humana ................................................................................ 75

III. El mapa de los valores escenciales ........................................................................................... 91


La tarea de un “laicisista ecuménico”.................................................................................... 93
Saber más, conocer más, atreverse a innovar ................................................................. 110
Cultura y vida; la tarea de la identidad ............................................................................. 125
El pasado y el futuro: esa interacción ineludible ........................................................ 144

IV. De puño y letra ....................................................................................................................................... 165


“Pasar del yo al nosotros”..................................................................................................................... 167
La urgencia de una agenda social frente a la realidad global ............................ 170
Volver al rastro principal ................................................................................................................. 175
Nuevas tareas en el mundo de hoy.......................................................................................... 178
APEC y Mercosur .................................................................................................................................. 180
El amplio respeto que ganó Lagos ......................................................................................... 184
Presentación

H
an pasado tres décadas desde que publicara mi primer libro sobre las
vinculaciones entre comunicación y las relaciones internacionales. Edi-
tado en México y Brasil con el sello de ILET, “La Información en el
Nuevo Orden Internacional” representó un esfuerzo colectivo para abrir la mirada
sobre lo que atisbábamos en el horizonte: la profunda transformación al interior
de nuestras sociedades y en el mundo, ligada a la revolución en las tecnologías de
la comunicación y al surgimiento de las redes digitales.
Hoy las fronteras no son lo que fueron. Las noticias sólo respiran simultanei-
dad. Las distancias se diluyen. La diplomacia ya no es exitosa si no sabe manejar
el escenario de “lo público”.
Y de eso trata este libro. De una experiencia con la mirada en el futuro.
Me impulsaron a escribirlo amigos como Eduardo Araya, Pedro Durán, Osvaldo
Rosales, Andrónico Luksic, Ivan Auger, José Miguel Puccio o Renato Hevia. A
ellos y a otros agradezco profundamente por su estímulo y sus comentarios. Por
cierto a Ricardo Lagos, ex presidente y amigo, por sus comentarios y a la vez por
el respeto a mi independencia para escribir sobre la experiencia vivida durante su
gobierno.
Mi agradecimiento a Jorge Barros y Editorial Pehuén por un trabajo minu-
cioso y de alto profesionalismo, tras el cual este libro sale al encuentro de sus lec-
tores. De todos ellos, unos en especial: los alumnos de la Academia Diplomática
10 Fernando Reyes Matta

“Andrés Bello”, hoy ya convertidos en diplomáticos del siglo XXI. Fui su profesor
de “Diplomacia Pública” entre 2005 y 2006, y con ellos pude desarrollar muchos
temas que han servido de base a los contenidos de este texto.
Los cambios en la diplomacia serán aún más fuertes cuando crucemos el
Bicentenario de nuestra independencia. Será necesario tener mucha flexibilidad
y agudeza, para actuar en un mundo crecientemente comunicado y con agendas
inevitablemente públicas.

diciembre 2008.
I. Razones de un testimonio

Diplomacia Pública: “Las acciones del gobierno de una nación


para influir sobre la opinión pública y de las elites de otra nación
con el propósito de que su política exterior sea favorable a la
primera” (Mannheim, 1994).
Mannheim, J.B. (1994), Strategic Public Diplomacy & American Foreign Policy,
Oxford University Press, Nueva York/Oxford.

Objetivo de la DP: “La Diplomacia Pública no debiera consistir


simplemente en hablar, sino en prestar atención a cómo los otros
escuchan lo que se está diciendo”
(Lynch,2005)
Lynch, D. (2005), Communicating Europe to the World: What
Public Diplomacy for the EU?, European Policy Centre.
Y el 2008 nos llegó con tiempos de crisis. No de una crisis cualquiera,
sino de la más dura, profunda y extendida vivida por el mundo desde la
Gran Depresión de 1929. Ahora, para bien o para mal —en realidad, lo
último— se puso en evidencia lo que en Chile se venía diciendo constantemente:
el mercado no se regula solo. Por lo menos, era la afirmación sustancial de quie-
nes tenían la obligación de conducir el Estado y el Gobierno.
Si el mercado no se regula solo y no sabe responder a las expectativas de la
gente desde sus necesidades y no desde su dinero, es al Estado al que correspon-
de buscar los equilibrios y responder con su principal instrumento: las políticas
públicas.
Cuando se revisa lo hecho en Chile, especialmente los avances conceptuales
entregados a partir del 2000, se entiende por qué, ahora en tiempos de crisis, se
dice que Chile está mejor preparado para ello. No es que pasaremos inmunes
—de este temporal saldremos con velas rotas y más de un mástil abajo— pero,
por haber entrado al siglo XXI con políticas estratégicamente sólidas, podremos
seguir adelante tras la meta principal: llegar a ser un país desarrollado.
Una meta, que entre otras cosas, significa asumir que Chile ya no tiene cua-
tro fronteras naturales, sino cinco. Las cuatro históricas: Desierto, Cordillera,
Antártica y Océano. La quinta es el mundo. Con chilenos por todos lados, con
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negocios en todos los continentes. Ahí está la necesidad de recuperar a miles de


los nuestros —repartidos en geografías tan diversas como Canadá, España, Aus-
tralia, Suecia, Estados Unidos o China— para un todo de identidad compartida,
especialmente con aquellos de segunda generación. Un país que por su apertura,
no puede vivir sin entender el mundo y sus tendencias.
Estas acciones vienen de una mirada estratégica. Fueron planteamientos
hechos sobre la huella dejada por la crisis asiática de fines de los noventa y los
efectos más cercanos de la crisis en Argentina, con una intervención implacable
del Fondo Monetario Internacional (FMI). Desde Chile hubo una persistente
propuesta de cambios urgentes, un reclamo con solidez para decir cuán necesario
era colocar al orden internacional en sintonía con el siglo XXI.
Hoy, cuando se revisan aquellos discursos y declaraciones, se advierte la
anticipación que hubo en sus contenidos. Es cierto que al ex presidente Ricardo
Lagos se le cita ahora desde diversas capitales del mundo diciendo que la crisis
financiera internacional puso en evidencia otra crisis: la de las instituciones de
Bretton Woods. Y se le ve diciendo que será importante saber “cuál llegará a ser
la arquitectura financiera que va a asumir (el FMI) después de la crisis” y “qué
rol va a cumplir”, agregando que “sería fundamental una voz común de América
Latina” y si se “incorpora a España, una voz común de Iberoamérica”. No es poca
cosa porque esa agrupación puede llegar a ser una quinta parte del G20 y eso sig-
nifica poder tener otra voz, tener un peso distinto en el debate que viene.
Pero la verdad es que sobre estos escenarios de hoy, Chile ha sido claro y
categórico desde que entramos al siglo XXI. Allí están los discursos en la Cumbre
sobre Financiamiento para el Desarrollo, en México, o los diálogos sostenidos por
el Presidente Lagos con los ex directores del FMI, Horst Köhler (también cuando
éste ya era presidente de Alemania) y con Rodrigo Rato, ya fuera en Santiago como
en Washington.
También en el marco de APEC como en las Cumbres de Gobernabilidad
Progresista y en otras instancias, el mandatario chileno habló con insistencia so-
bre la necesidad de crear nuevas instituciones financieras mundiales dejando atrás
el sistema gestado en 1945, del cual habían salido el FMI y el Banco Mundial.
Y así también insistió en asumir que la globalización se estaba disparando sin
reglas y lo multilateral quedaba atrás. Por eso, revistas de alta influencia en las
finanzas mundiales como The Banker, le entrevistaron y pidieron artículos sobre
su pensamiento.
País pequeño con mapa grande 15

Detrás de aquello había una sola preocupación: un país pequeño y con eco-
nomía abierta no puede navegar contra las corrientes internacionales. Más aún
cuando en éstas se instala la “codicia”, como tan certeramente dijera la Presidenta
Michelle Bachelet en la ONU.
No siempre le fue fácil a la prensa entender, especialmente a los medios na-
cionales, los implícitos existentes cuando el Presidente Ricardo Lagos hablaba de
llevar adelante una política financiera anticíclica o de cómo se aplicaba la norma
del superávit estructural del uno por ciento.
En palabras fáciles, era seguir gastando en políticas sociales y de desarrollo
cuando el precio del cobre era bajo, pero saber mantener el mismo ritmo sin des-
bordarse cuando el precio fuera alto. Aplicar el concepto de superávit estructural
para acumular defensas. Aplicar políticas anticíclicas cuando la necesidad obliga
a aplicar paquetes de estímulos si hay amenazas de recesión, como consecuencia
de tormentas externas que no podemos controlar.
Y también estuvo aquello del encaje bancario para las inversiones exter-
nas, una regla heredada de los gobiernos anteriores como instrumento contra
la especulación y las inversiones “golondrinas”, muy criticado al comienzo,
pero al final reconocido como una protección valiosa por el influyente The
Economist.
Sería bueno mirar sin apasionamientos ni miopías todo lo planteado en ese
período. Fue un tiempo de siembra profunda, la cual hoy permite escuchar a un
empresario como Carlos Slim o un líder como José Luis Rodríguez Zapatero, de-
cir que Chile “hizo bien las cosas”. Una frase, que desde su perspectiva, también
dijeron Chirac o Bush en su momento.
Ahora, cuando la crisis lleva al gobierno de Estados Unidos a “nacionalizar”
varios bancos muy importantes, cuando se plantea la necesidad de dejar atrás
las instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y refundar el
sistema financiero, cuando se dice que esta globalización reclama normas claras
y resueltas entre todos los miembros de la comunidad internacional, cuando se
vuelve la mirada hacia nuevos actores en el desarrollo mundial como China e In-
dia, uno siente que Chile no ha estado mal en todo esto. Son temas muy presen-
tes en el discurso colocado por nuestro país en el escenario mundial al despertar
el siglo. Y lo hicimos a tiempo.
Se hizo, además, porque necesitamos vivir entendiendo al mundo e inser-
tándonos en él. En el 2007, ya con los datos precisos del sexenio anterior, pudo
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afirmarse que el 80 por ciento del crecimiento de Chile, incluyendo comercio de


bienes y servicios, dependía de nuestros intercambios con el exterior.
De ahí la idea de ser y saber ser “un país pequeño con mapa grande”. Ser un
país capaz de moverse por las nuevas geografías de la política, la economía y la
cultura del mundo, con algunas certezas y algunos consensos.
A Lagos le correspondió ser el primer Presidente de Chile en el siglo XXI.
Pero tuvo siempre muy claro el sentido de la herencia recibida de sus predeceso-
res democráticos en La Moneda. Desde esa base era posible dar el salto. Patricio
Aylwin, había impulsado la reinserción internacional de Chile y reconstruido la
confianza exterior en este país, no obstante algunas operaciones con marca del
autoritarismo en retirada. Eduardo Frei Ruiz-Tagle, había expandido la presen-
cia y el interés en Chile, consolidando y abriendo espacio a las exportaciones
chilenas, firmando tratados de libre comercio con México y Canadá, a la vez
que haciendo al país un actor dinámico en foros como APEC o las Cumbres
Iberoamericanas.
Y en ese marco emerge este libro, en el cual venía trabajando hace tiempo.
El propósito fue dar a conocer los ejes centrales del pensamiento desde el cual
el Presidente Lagos construyó nuestro discurso internacional tras su llegada a La
Moneda. Como dijo uno de mis profesores de Historia, saber entender como se
expresaba su “conciencia de época”.
Tuve el privilegio de trabajar como su asesor internacional en el desarrollo
de una “diplomacia pública” moderna, ágil y oportuna. Una tarea casi inédita en
nuestras prácticas de política exterior, no sólo para dar cuenta de ciertas acciones
y hacerlas visibles y claras, sino también para ser propositivos y novedosos. Y ello
buscando tener voz desde los grandes medios de influencia mundial.
Cuando en marzo del 2000 sonó el teléfono en Wellington, Nueva Zelanda,
donde era embajador, eran las cuatro de la mañana. Tras el salto, supe que al otro
lado de la línea se abría una oportunidad. “Quiero que nos ayudes a pensar y
proyectar la imagen internacional de Chile, especialmente en la prensa mundial;
tenemos una gran tarea en ese campo” fue su frase. Por cierto le dije que estaría
lo antes posible en Santiago. El 1° de junio de 2000 asumí mis responsabilidades
en La Moneda.
Yo venía estudiando y elaborando sobre el tema. Había pasado de la historia
al periodismo, del periodismo a la diplomacia. Tras el fin de la Guerra Fría y la
caída del Muro de Berlín, la interacción entre los países sería otra. La simultanei-
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dad aparecía como una acompañante persistente y cercana a los responsables del
quehacer internacional en el mundo.
Había dedicado parte de mi tiempo a profundizar en ello cuando el Presi-
dente Eduardo Frei me nombró embajador, a “dieciséis horas de diferencia con
Chile”. Mientras trabajaba para convertir a Nueva Zelanda en “país vecino”,
pensaba en los efectos para la diplomacia derivados de las expansiones de la co-
municación digital. Después del tiempo en La Moneda también lo he podido
hacer desde un escenario aún más desafiante, donde me nombró la Presidenta
Michelle Bachelet: embajador en China, un gigante que se propuso construir su
nueva imagen con los Juegos Olímpicos de Beijing y con la Exposición Universal
de Shanghai del 2010. Un país donde la imagen internacional, por múltiples
factores, es un tema esencial en su agenda.
Diplomacia pública es un concepto nuevo, aún en desarrollo incluso en los
países más avanzados. En esencia, reordena el instrumental comunicacional y
sus métodos, convirtiéndolo en factor central dentro de la política exterior de un
país. Es lo que nos propusimos entonces. Buscamos tener accesos preferenciales a
los editores claves de ciertos medios en el mundo. Nos propusimos ser capaces de
proponer temas, artículos, entrevistas, con anticipación o en respuesta oportuna
dentro de la coyuntura internacional.
Cada vez que alguien vino a ofrecernos publicar separatas o cuerpos especia-
les de promoción del país les dijimos que nosotros no creíamos en eso. Los publi-
reportajes no estaban en nuestra estrategia. Lo nuestro era trabajar para “crear el
acontecimiento”, y a la vez atender con profesionalismo a quienes nos buscaban
por sus intereses periodísticos. El Presidente Lagos fue un gran entusiasta de esta
forma de hacer diplomacia; él mismo dejó una huella de artículos personales
como pocos mandatarios lo han hecho en el mundo.
En el 2005, estando en el comedor de delegados de Naciones Unidas, divisé
a Karen Hughes, entonces recién nombrada Secretaria de Estado Adjunta para
Diplomacia Pública en el Departamento de Estado. En realidad, ella era, por
encima de todo, una persona de alta confianza del Presidente Bush desde sus
tiempos de gobernador en Texas. Me acerqué buscando conocer algo de su mira-
da para una tarea muy difícil, sobre todo tras la invasión en Irak. Cuando le dije
quién era y cuál era mi tarea, se produjo este diálogo:
—Que gusto conocerlo, ustedes lo han hecho muy bien...
—Bueno, tratamos de hacerlo lo mejor posible dentro de nuestros recursos...
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Lo importante es que nos crean y nos escuchen, porque dependemos de la relación


con el mundo.
—Ah, ese es el gran punto..Si no te creen ni te escuchan la tarea es muy
difícil. En eso estoy...
Un par de palabras más y eso fue todo, pero cuando ella presentó su renun-
cia al cargo en octubre de 2007, recordé la conversación. En realidad, por mu-
chos fondos que se tengan, la clave está en la credibilidad. Y en llegar al otro con
ideas atractivas, con algo nuevo. En nuestro caso, no se trataba sólo de colocar
a Chile como buen socio para firmar acuerdos —lo cual es muy bueno para el
crecimiento— sino también ser un país con ideas, sugerencias, compromisos y
principios para actuar en un mundo cada vez más determinado por una globali-
zación desatada y un multilateralismo atrasado.
La Presidencia, el Ministerio de Relaciones Exteriores, el de Hacienda y
otras instituciones, como las entidades empresariales, sindicales y académicas,
fueron convocados a una tarea mayor, con espíritu de proyecto nacional. La Can-
ciller Soledad Alvear asumió con gran entrega el desafío que tenía por delante.
Hubo empresarios como Hernán Somerville, Andrónico Luksic o Juan Claro,
que pusieron especial entusiasmo en la tarea. Ello, por cierto, encontró su eco en
el Parlamento, responsable de dar aprobación a las nuevas dinámicas internacio-
nales por las cuales se adentraba Chile.
El saldo internacional de ese primer gobierno del siglo XXI fue concreto:
amplió el mapa de nuestras perspectivas comerciales, reforzó nuestra imagen po-
lítica y gestó vínculos nuevos con distintos países en el planeta. Hubo varios casos
donde por primera vez llegó un presidente chileno, como fueron Turquía, India,
Egipto o Indonesia.
Se suscribió el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, el primero de
esa potencia económica con un país sudamericano, y el Acuerdo de Cooperación
y Complementación Económica con la Unión Europea, que significó ser el más
ambicioso firmado por Europa con país alguno: los 15 millones de chilenos se
asociaron a 450 millones de europeos de 25 países; hoy ya son 27. A ello se sumó
el acuerdo con EFTA (integrada por Noruega, Suiza, Islandia y Liechtenstein).
En Asia, Chile firmó el Tratado de Libre Comercio con Corea del Sur, el
primero suscrito por una nación asiática con un país externo a ese continente, y
el Tratado del mismo tipo con China, también el primero firmado por el gigante
asiático con un país de economía occidental. Igualmente, dando cuenta de una
País pequeño con mapa grande 19

mirada de futuro sobre las relaciones entre un lado y otro del Océano Pacífico, se
logró el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (P4) entre
Chile, Nueva Zelandia, Singapur y Brunei (ahora en perspectiva de ampliación
tras la cumbre de APEC en Lima), mientras se dejaban encaminadas las nego-
ciaciones con Japón, las cuales culminaría exitosamente la Presidenta Bachelet
al firmar ese tratado en el 2007. A éste pronto lo seguiría el TLC con Australia,
completándose así un puente transpacífico.
Todos estos tratados, además de abrir oportunidades para el comercio chileno
con diversos mercados, establecieron la vigencia de un concepto muy importante:
la protección. En otras palabras, los beneficios tarifarios ya existentes, quedaban
ratificados y protegidos por el texto suscrito. Y las tarifas y plazos definidos en el
acuerdo quedaban afianzados cualquiera fueran las circunstancias posteriores en
esos mercados. Ahora, cuando se anuncia un 2009 donde muchos pretenden le-
vantar la palabra proteccionismo, esa suma de tratados resulta muy importante.
Tuve el privilegio de ver como muchos líderes escuchaban al Presidente de
Chile con especial interés. En sus palabras aparecían visiones nuevas. Con solidez
intelectual, rechazó más de una vez los reduccionismos de quienes confundían
mercado con sociedad o consumidores con ciudadanos.
Por cierto, le dolían los fracasos. Muchas veces dijo que uno hacía política
exterior desde su región. Pero las cosas no se dieron siempre como hubiera que-
rido, especialmente con los países vecinos. Sabía que la palabra ¨integración¨
aparecía muy gastada, pero no dejó de trabajar por intentar nuevas formas de
cooperación y de acciones compartidas entre los países latinoamericanos.
Si me preguntan cuál fue la frase que más me dijo, sería ésta: “¿Y qué vamos
a decir aquí?”. No era poco como desafío, sobre todo cuando se recibía a un go-
bernante o se presentaba una oportunidad difícil sobre la cual pronunciarse.
A poco andar descubrí que desde la Cancillería se le preparaban dos ins-
trumentos para una visita: por un lado, la carpeta con muchos detalles sobre los
vínculos bilaterales (comercio, intercambios, posiciones comunes, candidaturas
mutuas a organismos internacionales, biografías y datos de la política del país);
por otro, los contenidos posibles para el discurso en el banquete u acto oficial.
Pero, ¿qué había dicho ese gobernante o personaje clave en días recientes
frente a tal o cual tema? ¿Cómo le había ido en otras visitas bilaterales antes de
llegar a Chile? Se trataba de contar con elementos para una conversación viva,
cercana, de intereses mutuos sobre la realidad internacional.
20 Fernando Reyes Matta

Ese fue uno de los primeros instrumentos nuevos de trabajo: una minuta de
dos a tres páginas con citas y referencias noticiosas recientes del personaje a recibir.
Luego vino el otro: las minutas con frases de apoyo para declaraciones a la
prensa. Aquí se trataba de hacer visible, con palabras precisas y frases concretas,
la esencia del diálogo con otro país. Si se recibía a Condolezza Rice, ¿cómo íba-
mos a calificar la relación al hablar con la prensa? como una relación “madura y
moderna, en un diálogo de respeto mutuo”. Si estabamos en Finlandia, ¿cuál era
la afirmación esencial? “Este es el modelo a seguir”. Si llegabamos a Rumania,
la respuesta venía de la cultura: “Aquí está un extremo de la latinidad, allá en el
extremo sur, allá en Chile, está el otro”.
Y si teníamos una situación de coyuntura, saber actuar sobre ella con la ur-
gencia del caso, para reforzar nuestras posiciones internacionales.
Un ejemplo a la mano: el 13 de diciembre de 2003 recibimos la visita del
Canciller de Rusia, Igor Ivanov. Por primera vez un responsable de las Relaciones
Exteriores de Rusia llegaba a Chile. Pero un hecho nuevo pasó ese día, ante lo
cual era evidente que debíamos decir algo si tendríamos a la prensa nacional e
internacional al frente: en Irak habían detenido a Saddam Hussein.
Discutimos rápidamente el tema, vimos que ello podía dar un marco para
reiterar nuestras posiciones sostenidas tras la invasión norteamericana a ese país.
Llegado el momento, el Presidente tenía el texto adecuado al frente y las agencias
internacionales lo citarían luego:
“Esperamos que esto sea clarificador en el escenario político de Irak.
Todos queremos que exista paz y no guerra, todos queremos que
exista un fortalecimiento y una restitución democrática en Irak. Y
para eso, la detención del ex dictador creo que genera las posibilidades
de avanzar en esa dirección...esperamos, claro, que él tenga un juicio
justo, como corresponde, probablemente lo que él no otorgó a su
gente. Pero sí creemos muy importante aprovechar esta oportunidad
para que lo que ocurrió hoy signifique el fin de una etapa en la
historia de Irak y el espacio indispensable, político, para poder
encontrar una solución a través de los organismos multilaterales,
en particular Naciones Unidas. Y, por cierto, que el pueblo iraquí
pueda elegir sus autoridades de una manera democrática y con un
claro respeto a lo que es su identidad cultural”.
País pequeño con mapa grande 21

Uno vivía escuchando sus diferentes discursos, sus conversaciones dentro y


fuera de Chile, sus comentarios ante ciertos artículos de la prensa internacional, y
de allí iba saliendo el material a trabajar comunicacionalmente, como también de
los análisis con sus asesores principales, en especial con Ernesto Ottone y Eugenio
Lahera.
De todo eso sale este libro. Estas páginas no pretenden entregar una crono-
logía histórica ni un análisis interpretativo de las relaciones exteriores chilenas en
un momento dado. Aquí sólo queremos entregar elementos para entender las ba-
ses de ese pensamiento desde el cual el Presidente Lagos buscó explicar la realidad
de Chile al mundo, como también hacer visible ese mundo a los chilenos. Y, por
cierto, tiene la marca de los entusiasmos con que uno lo vivió.
Contar cómo la mirada de un país sobre la globalización en marcha se con-
vertía en verbo y relato, para buscar incidir en esa nueva realidad planetaria.
Muchos me han dicho que haber sido testigo privilegiado de esa experiencia
involucraba también la obligación de contarla. Y lo hago sabiendo que no todo
estará dicho y ni siquiera todo estará bien dicho. Tampoco es un texto que invo-
lucre ninguna otra responsabilidad sino la propia.
Cuando llegué a ocupar mi cargo llevaba en la mochila más de sesenta paí-
ses visitados, entrevistas y encuentros con personalidades claves de los cuales no
siempre escribí, pero siempre gané; traía mi presencia en seminarios internacio-
nales, en artículos y libros. También traía los ecos de aquellas conversaciones y
tareas realizadas en distintos momentos de la vida, algunas en los comienzos con
Hernán Santa Cruz y Clodomiro Almeyda, otras más próximas con Juan Soma-
vía, José Miguel Insulza y Mariano Fernández. De ellos saqué la sabia y la mirada
amplia para entender los procesos y los actores, las circunstancias y las metas, a
partir de un ángulo particular para el análisis: la comunicación internacional.
Cuando salí de La Moneda la experiencia era sustancialmente mayor. Mis
amigos me incitaban a escribirlo ya. Preferí esperar un poco, ver que las cosas
tomaran un cierto orden.
Pero la crisis aceleró la razón de ser de este relato, el cual, si algún destinatario
especial tiene, son las futuras generaciones de diplomáticos. Son ellos a quienes co-
rresponderá trabajar en un mundo donde la distancia importará menos y las coin-
cidencias más, donde la inmediatez irá unida a la globalización, donde la economía
podrá tener sentido si sabe derrotar la pobreza. Donde un país como el nuestro, por
el peso de sus ideas, pueda ser visto como “un país pequeño con mapa grande”.
II. Política y palabra:
repensar el mundo desde Chile
Globalización: 1. f. Tendencia de los mercados y de las empresas a
extenderse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las
fronteras nacionales.
Por primera vez se incorporó en el Diccionario de la
Real Academia Española, edición 2001.

Multilateralismo: La palabra multilateralismo


no está en el Diccionario.
Nota en página web de la Real Academia Española.
Cruzar hacia el 2000
buscando los nuevos mapas

C
ruzar hacia el 2000 fue para el mundo una cierta aventura. El temor
de la crisis digital estaba en todas partes. ¿Seguirían funcionando correc-
tamente los computadores cuya programación histórica reconocía los
años sólo marcando los dos últimos dígitos? ¿Qué pasaría al llegar al 01-01-00?
Aquella fórmula donde se dejaba de lado la referencia al mil novecientos, se había
aplicado primero en las grandes computadoras con un fuerte ahorro de memoria,
luego siguieron los computadores personales. Ahora lo que se temía era llegar al
2000 y encontrarse con una red mundial para la cual estábamos en 1900.
Con cierta histeria, en los medios de comunicación se colocaba el tema. Ese
31 de diciembre la televisión chilena dio gran cobertura a una conferencia de
prensa del Ministro de Planificación, Germán Quintana, quien confirmó todas
las medidas tomadas. Las preguntas de los periodistas eran inquietantes: ¿Funcio-
naría el sistema de aviones en el mundo? ¿Podrían continuar los bancos con sus
servicios? ¿Cómo operarían los sistemas de alarma y emergencia si algo pasaba?
Se venía el 2000.
Aunque era embajador en Nueva Zelanda, esos días me encontraba en Chile
y en la oficina del ministro. Entonces se me ocurrió que era posible tener una
26 Fernando Reyes Matta

respuesta. Eran las 12 del día en Santiago, pero ya los relojes marcaban las 4 de la
madrugada del 1º de enero en aquel país, al otro lado del Océano Pacífico y muy
cerca de la línea imaginaria que marca el cambio de fecha en el mundo. Invité
al periodista de TVN a un cajero cercano y frente a su cámara saqué mi tarjeta
del banco en Wellington y la coloqué en la ranura. ¿Se la tragaría o todo andaría
bien? unos segundos de espera y todo funcionó, allí estaba el dinero tras la opera-
ción hecha con un computador lejano, donde ya se caminaba por el mítico año.
Volví para contárselo a Quintana: “no hay problema, podemos entrar seguros
al 2000”. Me miró y dijo: “pero antes habrá que ganar la segunda vuelta”.
Y ahí estaba la esencia de nuestras inquietudes fundamentales. Por primera
vez se requería una segunda consulta electoral para decidir quién sería Presidente
de Chile. Todo indicaba que la Concertación terminaría por imponerse, pero era
una tarea de gran esfuerzo. Estaban claros los pasos a seguir: primero, ganar la
segunda vuelta con Ricardo Lagos y luego avanzar hacia el siglo XXI.
¿Qué significaba entrar al nuevo siglo desde un país relativamente pequeño en
el contexto internacional? Por una parte, saber que esa dimensión de tiempo ocu-
rriría sobre los nuevos mapas heredados del siglo XX. La transformación profunda
generada tras el fin de la Guerra Fría y el colapso de la Unión Soviética había dado
paso a un tiempo de turbulencias, de falta de certezas, más allá de los entusiasmos
de intelectuales como Francis Fukuyama en proclamar “el fin de la historia”.
Es cierto que desde la paz de Westfalia, en 1648, no se vivía en un mundo sin
equilibrio de poderes y con una superpotencia dominante. Pero también estábamos
en un mundo que parecía inventarse a sí mismo sobre la marcha. Emergían con-
flictos que habían estado sofocados bajo las confrontaciones ideológicas entre
Washington y Moscú. Y de nuevo podíamos ver cómo se levantaban banderas y ar-
mas para enfrentarse en nombre de etnias, religiones y visiones tribales de la historia.
La paradoja es que aquello ocurría mientras la comunicación digital se con-
vertía en una explosión de globalidad.
Sólo en 1994 se había puesto en marcha el protocolo de hipertexto que per-
mitiría el gran salto de Internet. Seis años después ya era posible leer muchos
diarios en su página web, escuchar las radios de lado a lado del mundo con cali-
dad local, poner en marcha un blog y ver la televisión en el computador. Era sólo
el comienzo de una transformación histórica. Por su parte, la llamada sociedad
civil —apoyándose en estos nuevos instrumentos de comunicación— avanzaba
en colocar una agenda de desarrollo social y de preocupación por la condición de
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vida del ser humano. La Conferencia de la Tierra, en Río de Janeiro; la Confe-


rencia de la Mujer, en Beijing; o la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, en
Copenhague, entre otras, habían marcado hitos.
Y todo ello estaba ahora allí, en la víspera del mítico 2000, reclamando accio-
nes nuevas y pensamiento innovador frente a una realidad desbordante: la globa-
lización.
La expresión más fuerte se daba en la transformación registrada en los merca-
dos financieros, los cuales con muy poca transparencia ya eran capaces de mover
miles de millones de dólares al día. Si ello favorecía a los países ricos y a los cen-
tros económicos mundiales, arrastraba una maraña de riesgos como lo demos-
traban las graves crisis financieras de los noventa en México, Brasil, Rusia y la
apabullante caída de los mercados en Asia.
Nadie imaginaba entonces que las cosas podrían llegar a ser mucho peor,
cuando a esa capacidad tecnológica se le uniera “la especulación” como objetivo
principal en muchas entidades financieras, especialmente norteamericanas. Los
ojos cautelosos estuvieron puestos en el enorme déficit que acumulaba el gobier-
no de Estados Unidos, sin advertir la profundidad de lo que podía ocurrir en el
2008 con un sistema financiero al cual no se le controlaba como correspondía.
Pero en ese 2000 se buscaban, desde distintas opciones, las bases para nuevos
paradigmas. Chile vivía la experiencia de un gobierno de centro-izquierda donde
concurrían distintas visiones humanistas. No era poco, en medio de un mundo
confuso y perplejo. Pero la confrontación electoral obligaba a ser concreto, inme-
diato y cercano. No había mucho espacio para mirar lo que estaba ocurriendo en
el planeta y los debates de los cuales pronto seríamos partícipes.
¿Cómo tener un buen gobierno en medio de esta ebullición de cambios? ¿Era
posible pensar en crecimiento económico y políticas de igualdad social como parte
de una misma ecuación? ¿Cuánta transformación positiva venía con la revolución
tecnológica y digital y cómo podía orientarse su presencia para crear más equidad?
Eran preguntas como esas las que habían llevado a Bill Clinton, Tony Blair
y Gerhard Schröeder, en la Cumbre de Washington de abril 1999, a tomar la
propuesta de la llamada “tercera vía” como una referencia para pensar los cam-
bios en marcha. Las cifras internacionales sobre desarrollo y la crisis financiera,
demostraban que la globalización con patente neoliberal no estaba funcionando.
Los análisis se harían más críticos cuando a esos tres mandatarios se les unieran,
en noviembre 1999, Fernando Henrique Cardoso, Presidente de Brasil; Máximo
28 Fernando Reyes Matta

D´Alemma, Primer Ministro de Italia, y Lionel Jospin, Primer Ministro de Fran-


cia, en la conferencia denominada “Gobierno Progresista para el Siglo XXI”.
Bajo la preocupación por abrir paso a nuevas reformas para el siglo XXI, el de-
bate no estuvo exento de tensiones, especialmente porque a líderes como D´Alema
o Jospin no les gustaba el enfoque ni el concepto “tercera vía”. Clinton señaló:
“Todos queremos responsabilidad fiscal, plena ocupación, justicia
social. La vida es más satisfactoria cuando las personas están
inspiradas por filosofías civilizadas e integradoras”.
Jospin empujó las cosas hacia la izquierda, con énfasis:
“El siglo que está a punto de comenzar presenta un panorama de
desigualdades mayor del que tenía el que termina, con cuatro quintas
partes de la población sin acceso alguno a las nuevas tecnologías. Ha
llegado la hora de fijar reglas internacionales en diferentes campos:
financiero, medioambiental, social, sin olvidarnos de una defensa
internacional de los derechos humanos”.

Colocando oídos atentos a lo que allí ocurría, también estaba en Florencia


el nuevo Presidente de la Internacional Socialista, Antonio Guterres, entonces
Primer Ministro de Portugal. Venía de reemplazar hacía pocos días al legendario
Pierre Mauroy, en el Congreso de la IS en París, donde habían culminado los
esfuerzos de la organización por tener una política hacia la globalización y sus
diversos desafíos, como veremos luego.
Eran días vertiginosos. Estaba la crisis de Timor Oriental, la cruenta guerra
en Kosovo donde Europa no sabía tener una respuesta propia, la retirada defini-
tiva del colonialismo desde China con la entrega de Macao. Pero también en la
víspera del 2000 —exactamente el 30 de noviembre— una multitud de más de
50 mil personas se habían tomado las calles de la ciudad de Seattle para protestar
contra la Ronda del Milenio de la Organización Mundial de Comercio.
Las voces contra la globalización sobrepasaron a las autoridades locales y fe-
derales. Tras dos días de disturbios fue necesario implantar el toque de queda.
Revistas como Foreign Affairs interpretarían en los meses siguientes lo que allí ha-
bía ocurrido: la coordinación de los manifestantes, la coincidencia en su discurso
central más allá de sus diversidades, ratificaban que ahora las redes digitales daban
País pequeño con mapa grande 29

una oportunidad de confrontación como nunca antes a los detractores del sistema
mundial emergente.
Era evidente que las protestas de Seattle no iban a cambiar el devenir de las
conversaciones comerciales, pero obligarían a preguntarse dos veces por el senti-
do de esa transformación global que se venía con el nuevo siglo. Ya nadie podía
pensar que aquello le era ajeno. Los nuevos gobernantes tendrían que actuar y a
la vez buscar entender las causas y los efectos, los ciclos y las conexiones de este
nuevo tiempo planetario.
Así se venía el 2000 y allí debía entrar Chile. Tal vez por ello, demostrando
además un instinto para captar la atmósfera política, Joaquín Lavín emergió
no sólo como el postulante de la derecha y de los sectores proclives a Pinochet,
sino también como un candidato capaz de apropiarse de la palabra “cambio”.
Si la visión de cambio y de transformación de la sociedad había sido inherente
al lenguaje de la izquierda y las fuerzas progresistas, los estrategas de Lavín
habían logrado instalarse allí. Aquello podía ser calificado de oportunismo,
pero les estaba resultando.
Ricardo Lagos era el candidato de la Concertación de Partidos por la Demo-
cracia, entonces una coalición singular en el mundo, porque allí concurrían los
demócratas cristianos junto a los partidos ligados a las corrientes socialistas. Y
ello significaba representar los sueños y visiones de quienes habían sabido vencer
a Pinochet en el plebiscito de 1988.
La Concertación había demostrado que era capaz de gobernar a Chile, de
llevar adelante una transición lenta y difícil, pero conduciendo al país con un
sentido político superior en el cual lo fundamental era profundizar la democracia.
Todos sabían cuánto pesaba aún la Constitución heredada de Pinochet, a pesar de
las modificaciones incorporadas en 1989. Pero aún así no se dejaba de avanzar: y
ahí estaba la candidatura de Lagos como un ejemplo.
Por primera vez un político ligado a la izquierda tenía la posibilidad de lle-
gar a La Moneda. Los medios extranjeros querían verlo aún como el que había
levantado su dedo acusador directamente contra Pinochet en una entrevista en
televisión. La derecha trataba de remarcar que había sido embajador designado
por Salvador Allende para representar a Chile ante la Unión Soviética.
Pero en rigor Lagos estaba por cruzar hacia el 2000 trayendo a Chile un dis-
curso de progresismo moderno, una propuesta donde se diera “el crecimiento con
equidad”. O dicho desde otra perspectiva, donde el Estado fuera fuerte, el mer-
30 Fernando Reyes Matta

cado sólido y dinámico, con una sociedad donde las políticas públicas sembraran
oportunidades y buscaran eliminar la exclusión. Aquello se había convertido en
una inteligente promesa de su campaña: “Mañana será otro Chile”. La meta la
había descrito en una de las tantas entrevistas de entonces:
“¿De qué se trata? de construir un Chile moderno, de mente más abierta, de
miradas al futuro, de propuestas sólidas para intervenir en un escenario interna-
cional complejo como el que viene con el nuevo siglo.”
Sin embargo, al cruzar hacia el 2000 las evidencias de nuestras propias crisis,
divisiones y dolores del pasado estaban muy presentes: Augusto Pinochet seguía
detenido en Londres, aunque por poco. Mientras se acercaba la segunda vuelta
de la elección presidencial, las tratativas entre Londres y Santiago parecían haber
encontrado un camino de salida.
Todo era confidencial, pero en septiembre de 1999 la cumbre de la APEC en
Auckland, Nueva Zelanda, y una cita internacional paralela para tratar la situa-
ción de Timor Oriental, permitieron al canciller Juan Gabriel Valdés reunirse con
su par inglés Robin Cook.
“Curioso, mas está llamando el embajador inglés con insistencia, dice que
es urgente” le comenté a Valdés. “Yo sé para que es”, me dijo y la entrevista se
produjo.
Allí, junto con revisar la situación médica de Pinochet, se consideraron los
aspectos políticos de una situación compleja para el futuro de Chile. Por ello,
las perspectivas de un acuerdo tenían un implícito: si Pinochet regresaba a Chile
tendría que responder por sus actos ante los tribunales chilenos. Según los infor-
mes médicos, su salud mostraba indicadores preocupantes, aunque reservaba una
sorpresa para sus partidarios: su espectacular llegada, donde se levantó de su silla
de ruedas para saludar con su bastón en alto.
Lagos* no había eludido pronunciarse internacionalmente sobre el tema. En
la revista Foreign Policy (Spring, 1999), en autoría compartida con Heraldo Mu-
ñoz, tocó los alcances internacionales del tema y cómo la globalidad reclamaba
también desarrollar el derecho internacional. El texto, publicado posteriormente
en español en la revista Nueva Sociedad, concluía con este importante párrafo:

* Al leer los borradores de este libro, alguien me acotó: ¿cómo lo vas a tratar, como Presidente Lagos o como
Lagos, a secas? Contesté: con la investidura cuando sea pertinente o con el apellido, siempre referente de
una alta personalidad política, cuando así fluya. En ambos hay respeto.
País pequeño con mapa grande 31

“El caso Pinochet ha demostrado a Chile que una transición a la


democracia debe enfrentar todos sus asuntos pendientes por penosos
que ellos sean y no «barrerlos debajo de la alfombra». Más allá de
lo que ocurra con Pinochet, lo principal es que los chilenos seamos
capaces de recuperar plenamente la soberanía popular, crear las
condiciones para que la justicia opere sin limitaciones, impulsando,
al mismo tiempo, un régimen internacional humanitario como
instrumento efectivo de reserva contra la impunidad”.
El 3 de marzo de 2000 Augusto Pinochet estaba de regreso en Chile tras 503
días de detención en Londres. Ocho días después, Ricardo Lagos asumía como
Presidente de la República.
Casi un año y medio más tarde, en su discurso oficial ante las Cortes en Es-
paña explicaría que en el caso del ex dictador se habían conjugado dos principios:
los de soberanía y de justicia.
Para unos, lo importante era que los tribunales chilenos tenían prioridad
sobre los de cualquier otro país en exigir responsabilidades y abrir un juicio.
Para otros, lo principal era la justicia, aunque esta ocurriera más allá de Chile y
demostrara la importancia que ahora tenía el derecho internacional. Pero al final
ambos principios lograron ser preservados. De hecho, en agosto de 2000 se había
aprobado en la Corte Suprema el desafuero a Pinochet y el 1º de diciembre de
ese año se abriría el primer proceso en su contra.
Como remarcaría Lagos en su primer mensaje al país, las circunstancias histó-
ricas le llevaron a ser el primer presidente de Chile en el siglo XXI. Se encontraba
con la herencia dejada por sus predecesores: un país que volvía a ser respetado en
el mundo, con una democracia compleja, pero estable y con un crecimiento que
ya se mostraba como paradigma de economía abierta.
Patricio Aylwin supo convertir el modelo económico heredado en un pro-
yecto de desarrollo para Chile, donde las puertas se abrían porque ahora era la
democracia la que daba sustento al diálogo económico con Chile. Sus visitas a
Estados Unidos, España, Alemania, China, Japón y Nueva Zelandia, entre otros,
habían sido pioneras en forjar esa nueva imagen del país.
La senda la siguió Eduardo Frei no sólo recibiendo a los líderes del conti-
nente más España y Portugal en la VI Cumbre Iberoamericana (regreso de Fidel
Castro a Chile), sino también Chile había sido país anfitrión de la II Cumbre de
32 Fernando Reyes Matta

las Américas (visita de Clinton incluida) y se había incorporado con entusiasmo


en un diálogo fértil y de futuro para el país al participar, desde 1994, en el foro
APEC. Fue en sus encuentros con Jiang Zemin donde por primera vez se habló
de un posible tratado comercial entre Chile y China. Al mismo tiempo había
convertido a Chile en miembro asociado de MERCOSUR y había suscrito los
TLCs con Canadá y con México, mientras buscaba, aunque sin éxito, crear las
condiciones para hacer lo propio con Estados Unidos y con la Unión Europea.
Todo ese esfuerzo de una década quedaba ahora en las manos de Ricardo
Lagos. Si la siembra anterior era importante, la nueva tarea de la política exterior
chilena requería ir mucho más allá. La crisis asiática y los conflictos en los Bal-
canes hablaban de un mundo interdependiente y complejo. Nadie imaginaba el
gran cambio que traería el 2001 con el ataque a las Torres Gemelas.
Ahora se trataba de intentar colocar a Chile en los escenarios donde se jugaba
el futuro, pero también donde se le escuchara. Entender la oportunidad de estar
sobre el Océano Pacífico cuando todas las estrategias para el siglo XXI colocaban
aquí el desarrollo del mundo, como el Atlántico lo había sido en el siglo XX.
Ser un país donde a la capacidad de manejar bien la economía y mantener la
estabilidad política, se le uniera un compromiso a fondo con el desarrollo social.
Un país capaz de vivir en la globalidad, de entenderla y beneficiarse de ella, pero
al mismo tiempo de comprometerse en trabajar para que esa globalidad fuera
más equilibrada, más justa y más humana. Más de una vez se le escuchó decir a
Lagos:
“No quiero una globalización de globalizados y globalizadores, no
quiero una globalización sin reglas, porque cuando no existen las
reglas se imponen las del más fuerte”.
Esta era una visión muy profunda con cara a la historia del siglo XXI, una
historia determinada por lo simultáneo, por la interacción digital como lo había
insinuado aquella presunta crisis computacional en el 2000.
Si Chile era capaz de comprender todos esos nuevos mapas del siglo emergen-
te, marcados por lo cultural, por lo político, por lo económico, por lo ético, por el
desarrollo humano, era posible dar un gran salto en su política exterior.
¿De dónde viene el que viene?

L
o dijo más de una vez en sus conversaciones con la prensa internacional:
“en el mundo de hoy se compite con todo lo que se es”. Y la clave para
ello estaba en tener un “proyecto-país”. Una visión del conjunto a donde
se quiere llegar, un avanzar progresivamente mientras se busca hacer coincidir las
piezas del puzzle.
“¿Se imaginaron alguna vez que viviríamos en un mundo unipolar?”, pre-
guntó un día, mostrando un artículo en profundidad de Le Monde. Y de esa lec-
tura como de otras surgía la urgencia de absorver las verdades de un mundo aún
confuso, pero en el cual Chile debía construir una política exterior dinámica.
Eso significaba, por ejemplo, hacer visible la opción tomada por Chile con las
recetas del llamado Consenso de Washington. Aplicarlas era sólo una parte de la
ecuación, aquella que llevaba a una economía equilibrada y sana y Chile lo había
hecho bien. Se le consideraba “un buen alumno de la clase”. Pero estaba la otra par-
te, aquella ausente en las propuestas de ese consenso, la parte ligada a las políticas
públicas para reducir la pobreza, mejorar la atención de salud, extender la educa-
ción como derecho de todos, mejorar los equilibrios de género e incrementar los
espacios de cultura. Una ecuación para conformar un todo moderno y progresista.
Lagos venía tras un recorrido no habitual en los políticos chilenos. Venía
del mundo académico y de su trabajo en los organismos internacionales. Venía
34 Fernando Reyes Matta

de recorrer América Latina como ningún otro presidente chileno lo hizo antes
de ocupar su cargo. Venía también de una gran interacción con intelectuales y
políticos europeos.
Había estado en el centro de decisiones fundamentales en la reciente historia
latinoamericana, como fue asesorar la estructura administrativa panameña y sus
políticas de empleo al asumir el control del Canal de Panamá.
Allí llegó a presentar ante el gabinete en pleno, con cuadros y referencias,
la necesidad de impulsar una política que, si bien parecía un retroceso en los
beneficios que los empleados del Canal tenían con la autoridad norteamericana,
permitía al país ser capaz de manejar la vía interoceánica con sanidad económica
y eficiencia de largo plazo. Una noche, ya como presidente y en una de las tantas
escalas en el aeropuerto Tocumen, se lo dijo Marcos Torrijo, hoy Presidente
de Panamá e hijo del general Omar Torrijos, el estratega de la recuperación del
canal:
“Aquella fue una decisión muy correcta y ahora, ya con plena soberanía
panameña sobre el canal, podemos pensar en las ampliaciones y en
una segunda vía”.
Y como ello, existen registros de su presencia en otros momentos claves en
países como Honduras, Venezuela o Colombia. Estuvo diez años, entre 1975 y
1985, trabajando en distintos proyectos en el continente.
A la vez, Lagos era parte de una red de intelectuales latinoamericanos
siempre desafiados por entender los devenires del continente, sus compleji-
dades políticas y sociales, unido al esfuerzo por avizorar salidas democráticas
para el futuro.
También venía con un conocimiento profundo de Estados Unidos, porque
había vivido allí durante los tiempos de la lucha contra la segregación racial y
siguió siempre de cerca la evolución de esa sociedad hacia formas más abiertas y
tolerantes en su convivencia. De entonces venía su alto dominio del inglés, un
instrumento clave en sus diálogos directos con muchos líderes.
Siempre siguió el debate de las ideas en Estados Unidos, siempre leyó a sus
columnistas más conocidos y construyó relaciones de amistad con académicos y
empresarios del país. Conocía bien a los norteamericanos, rechazando lo recha-
zable, valorando sus aportes al desarrollo humano y dispuesto siempre al diálogo
franco con ellos sobre las relaciones interamericanas.
País pequeño con mapa grande 35

Por otra parte, había cultivado en Europa los vínculos con las fuentes de
pensamiento político desde las cuales se nutría un socialismo moderno y de cam-
bio. En particular, su diálogo con los socialistas españoles tras la caída del fran-
quismo había sido cercano y fecundo.
Posiblemente, la primera vez que los medios de comunicación chilenos habla-
ron de Ricardo Lagos fue con motivo de la publicación de su tesis “La Concentra-
ción del Poder Económico: su teoría y la realidad chilena”. El libro lo lanzó la Editorial
del Pacífico, en 1962. Para muchos fue una sorpresa escuchar a Luis Hernández
Parker, el más importante periodista político de la época con su programa “Tribuna
Política”, dedicar casi una emisión completa a comentar dicho texto.

Y aparece Cardoso

Luego de obtener un doctorado en Economía en la Universidad de Duke,


Lagos se incorporó al trabajo académico en la Universidad de Chile. Primero
estuvo en el Instituto de Economía y en 1967 sería nombrado Director de la
Escuela de Ciencias Políticas y Administrativas, cargo que ejerció hasta 1969,
cuando se convirtió en Secretario General de esa universidad.
Esos también son los años en los cuales comienza a construirse la amistad
con Fernando Henrique Cardoso. Los años cuando ni uno ni otro piensan que el
11 de marzo del 2000 el brasileño estará como Presidente de Brasil siendo testigo
del juramento de Ricardo Lagos como Presidente de Chile.
¿Por qué detenerse en esta circunstancia especial? porque en ella también
hay raíces de aquellos sueños, experiencias y visiones sobre América Latina
con las cuales el mandatario chileno llegó a su cargo. Economía, cultura, pro-
cesos políticos y sociales eran un todo en los diálogos de ese tiempo. Santiago
era centro de muchas búsquedas, también de un tiempo político complejo:
Eduardo Frei Montalva en la Presidencia de la República, Salvador Allende en
la Presidencia del Senado.
Los brasileños trajeron un aporte a la élite intelectual y artística chilena que
aun hoy no se valora en todos sus alcances.
“Hay un libro que aún falta por escribir: el aporte de los brasileños
en el Chile de los sesenta. Un día habrá que escribirlo” ­le dije un día
36 Fernando Reyes Matta

en una de nuestras tantas conversaciones. La respuesta fue concreta:


“hazlo”. Por ahora, está pendiente.
Los brasileños instalaron nuevos debates en los claustros universitarios. Tra-
jeron a la televisión una calidad que no conocíamos, tanto en telenovelas como
en programas periodísticos. Con la Librería del Tercer Mundo demostraron lo
que era una gran librería, siempre atenta a los debates contemporáneos. Paulo
Freyre, Darcy Ribeiro, José Serra, Almino Afonso, Ayrton Fausto, Herbert de
Souza, entre muchos otros marcaron un tiempo de cambios en el Chile bullente
de esos años. No todos pensaban igual, por cierto, pero desde la diversidad de sus
visiones también descubrieron la idea de “lo latinoamericano”.
“Yo me di cuenta de cómo nosotros brasileños, en aquellos tiempos, éramos
ignorantes de América Latina, siempre culturalmente vueltos para la producción
intelectual de Europa y de Estados Unidos. A pesar de que ya estuviera familiariza-
do con algunas obras de la literatura latino-americana publicadas en Brasil, como
efecto del éxito de Gabriel García Márquez, tomé contacto con la historia política y
cultural riquísima de esos países, y con la realidad de aquellos días, y los efectos de
las dictaduras militares asaltando el poder en casi todo el continente. La FLACSO
me hizo latinoamericano.” dijo no hace mucho Antonio Rangel Bandeira, entonces
joven estudiante y ahora profesor/investigador en dicha entidad en Brasil.
Cardoso había llegado a Chile en 1965 tras el golpe militar en Brasil y la
persecución en las universidades, lo cual le obligó a dejar su cargo de profesor de
la Universidad de São Paulo. Sus escritos y su mirada sobre la llamada “teoría de
la dependencia” (en trabajos compartidos con el chileno Enzo Faletto, amigo de
Lagos siempre querido y recordado) le convirtieron en un referente de la izquier-
da brasileña y del continente a lo largo de la década de los sesenta.
Ricardo Lagos conoció a Cardoso y a varios de los brasileños en la casa de
Aníbal Pinto, cuando el destacado economista y maestro, dirigía una investigación
en profundidad sobre las condiciones del desarrollo económico de Chile. Fuera
de sus horas en CEPAL había tomado ese tema como parte de la relación con el
Instituto de Economía y la mirada externa de economistas como Cardoso resultaba
enriquecedora.
Pero en cuanto pudo, Cardoso regresó a Brasil, aunque las autoridades milita-
res le prohibieron el ejercicio de la docencia en cualquier universidad brasileña. En
1969 fundó el Centro Brasileño de Planificación y Análisis, CEBRAP, en torno al
País pequeño con mapa grande 37

cual se agruparon intelectuales y académicos progresistas del país y desde allí inició
la tarea de pensar el Brasil del futuro y el diálogo de su país con América Latina.
Los puentes con la institución brasileña se tendieron rápidamente desde Chile.
Cuando todos esos intelectuales, políticos, periodistas y artistas brasileños
caminaban por Santiago nos parecía que su tragedia nunca tendría lugar en nues-
tra realidad. El error de apreciación fue grande. Tras el derrocamiento del go-
bierno de Salvador Allende, el diálogo de brasileños y chilenos debió darse en
las geografías más diversas y lejanas, mientras buscábamos ver en el horizonte el
reencuentro con la democracia.
A comienzo de los setenta, Ricardo Lagos fue designado Secretario General
de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, cuando ésta sólo
tenía sede en Santiago de Chile y a ella llegaban estudiantes y profesores de toda
América Latina, como también de Estados Unidos y Europa. Allí estaba, preci-
samente, cuando se produjo el golpe militar en Chile. En una entrevista con el
diario Clarín, de Buenos Aires, aún siendo candidato, recordó el momento y un
gesto de Cardoso.
“—¿Cómo vivió el 11 de septiembre del 73?
—En la Facultad Latinomericana de Ciencias Sociales de la cual era su
secretario general. Una de las primeras llamadas internacionales que recibí, el 13
de septiembre, fue del director del Centro Brasileño de Planeamiento, Fernando
Henrique Cardoso.
—¿Eran ya amigos?
—Sí, claro, éramos muy amigos en Chile, cuando él vivió su exilio en este
país. Y ahora puedo revelar que esa vez Fernando Henrique expresó su solidaridad
y me explicó que con los amigos de Centro habían recolectado dinero. Esos
recursos permitieron salvar la vida de muchos chilenos que se fueron primero a
Buenos Aires y de ahí se repartieron por el mundo.”
Como Lagos diría en una conferencia a mediados del 2006, cuando
FLACSO le otorgó un Doctorado Honoris Causa, hay veces en que “el Príncipe”
no quiere saber nada de los cientistas sociales porque estos cuestionan el statu
quo. Y más aún cuando llegan con el poder de las armas.
“Tuvimos a estudiantes y a profesores detenidos. También tuvimos un
conflicto difícil de entender, en tanto FLACSO tenía el status de organismo
internacional y, como tal, tuvimos que exigir a las nuevas autoridades unos
diplomas muy elegantes que decían que esta institución era extra territorial y
38 Fernando Reyes Matta

que no podía ser invadida. Recuerdo esto porque en un momento, mi secretaria


entra presurosa a decirme “unos señores lo buscan”, y sin que alcance a terminar
la frase, entran cuatro soldados del ejército de Chile y me apuntan desde los
cuatro rincones de mi oficina”, dijo entonces. Pero remarcó, ya con la mirada a la
distancia, que lo esencial era recordar la trascendencia de FLACSO y su devenir
posterior en el continente.
Sin perjuicio de sus deberes académicos, Ricardo Lagos había formado
parte de los equipos diplomáticos chilenos durante el gobierno de Allende,
especialmente en ciertas áreas donde su aporte era clave como era la realidad
económica internacional.
Como lo recuerda la Fundación CIDOB, de Barcelona, en una minuciosa
biografía, Lagos “prestó servicios diplomáticos al Gobierno allendista como
representante chileno en la XXVI Asamblea General de las Naciones Unidas, en
1971, y en la III Conferencia sobre Comercio y Desarrollo de esta organización
(UNCTAD), en 1972. En estos foros, causaron sensación sus discursos sobre la
crisis financiera internacional y la política monetaria de la Administración de
Nixon en Estados Unidos, cuyo decreto de la inconvertibilidad del dólar en oro
criticó enérgicamente”.
El texto completo de la intervención para la UNCTAD lo publicó Patricia
Politzer como anexo en “El Libro de Lagos”. Leerlo hoy, en medio de la crisis que
este 2008 agobia al mundo, resulta sorprendente por su vigencia.
A los treinta y cinco años y tras el golpe militar en Chile, Lagos se encontró
viviendo en Buenos Aires. Tiempos duros, tiempos donde más de una vez salió a
caminar a solas con el general Carlos Prats, sopesando lo vivido. Ni uno ni otro
podían imaginar que un atentado terminaría pronto con la vida del militar chi-
leno y su esposa.
En la capital argentina dirigió el Consejo Latinoamericano de Ciencias So-
ciales, CLACSO, y ello le llevó a nuevos contactos por toda la América Latina,
en una época especialmente difícil para el continente. Su diálogo con los inte-
lectuales y políticos latinoamericanos —pocas veces en sus países, muchas en sus
lugares de exilio como Venezuela, Costa Rica o México— unido a consultorías y
conferencias ligadas al campo de la educación superior y los nuevos desafíos de
la universidad en la región, le entregaron una amplia y profunda base de conoci-
miento sobre América Latina.
País pequeño con mapa grande 39

Recordar a los maestros

En medio de ese andar, siempre mantuvo una actitud: estar abierto a las
nuevas ideas y a imaginar futuro, pero sin olvidar a quienes pusieron las raíces.
En 2004, en los mismos días que tenía lugar en Santiago la conferencia de APEC,
entré a su despacho con una noticia que sabía le iba a importar.
“—Presidente, murió Celso Furtado. Murió en París.
Ese breve silencio de siempre, cuando algo le impactaba. Furtado había sido
un brillante economista brasileño que había iluminado los debates sobre Brasil y
América Latina a mediados del siglo.
—La última vez que lo ví fue en su departamento en París, en 1981. Yo
estaba haciendo una consultoría para la OECD. Era un departamento pequeño,
lleno de libros, donde tuvimos una conversación muy cordial. Estoy seguro que
yo hice más preguntas que entregar respuestas…Me gustaría escribir algo sobre
él”.
El artículo se publicó en un diario brasileño. Allí, en Folha do Sao Paulo,
bajo el título “Celso Furtado y la América Latina”, aquellas líneas dieron cuenta
de raíces esenciales en su pensamiento.
“Desde la Cepal, con Raúl Prebish, Aníbal Pinto y un grupo de
intelectuales de primera, Furtado contribuyó a gestar un proyecto
de importancia mayor, un proyecto con identidad y con sentido de
futuro. Con ellos aprendimos a preguntarnos sobre la interacción
entre el centro y la periferia, a comprender en profundidad
los significados de un concepto de desarrollo propio, de visión
estructural, y también a preguntarnos qué variables de la historia,
de la sociedad y de la cultura se instalaban en el espacio de lo
“económico” para modificarlo por dentro. Fueron ciertamente ideas
para un debate profundo. Hubo detractores, y en buena hora. Pero
nadie pudo calificar a Furtado como superficial. En Brasil, en Chile,
en Francia, en Estados Unidos y en muchos otros lugares del mundo
él fue escuchado con respeto y con admiración”.
De esas dimensiones, pero también de la necesidad de ir más allá de ellas,
Lagos había tenido tiempo de pensar y escribir cuando estuvo durante un año
como profesor visitante en la Universidad de Carolina del Norte.
40 Fernando Reyes Matta

Allí, en Chapel Hill, ocupó la William R. Kenan chair para Estudios Lati-
noamericanos. Participó en seminarios, incrementó sus diálogos con los intelec-
tuales de la región y comenzó lo que podría llamarse la larga caminata hacia la
recuperación democrática en América Latina y hacia el diseño de un pensamiento
político capaz de terminar con la dictadura en Chile.
Regresó a Chile en 1978, como funcionario del Programa Regional de Em-
pleo de la ONU, una posición que, a lo menos por un tiempo, le protegería de
la arbitrariedad dictatorial.
Fue casi a mitad de los ochenta que los chilenos le descubrieron como un
líder político de fuerte carácter enfrentando a Pinochet. Allí estaba un socialista
de nuevo cuño, atento a juntar fuerzas y no a dividir.
La Concertación logró el triunfo del NO frente a Pinochet y en marzo de
1990 Aylwin entró a La Moneda. Lagos perdió en su candidatura al Senado, pero
la democracia le trajo otras tareas. Trabajó haciendo sus aportes como ministro en
Educación y Obras Públicas. Allí se reflejaron sus afanes por sembrar más igual-
dad en el acceso al conocimiento y más desarrollo en las infraestructuras, con una
novedosa participación de los privados.
Pero en su ámbito más personal no había dejado de pensar, especialmente
durante la década de los noventa, en este mundo de cambios que se venía encima
tras el fin de la Guerra Fría y la caída del muro de Berlín. Lector infatigable de
The Economist, el International Herald Tribune, El País o Financial Times y de
los libros donde emergían las nuevas tesis sobre el mundo que se configuraba en
el avance hacia el siglo XXI. Y, por cierto, seguidor permanente de los ensayos
históricos sobre Chile.
Por esas y otras razones, se le eligió como uno de los 14 miembros de la
Comisión Progreso Global creada por la Internacional Socialista en su congreso
mundial en Nueva York, en 1996. La entidad conducida por Felipe González,
tenía la tarea de responder a las cuestiones que se habían planteado en aquella
cita:
“¿Qué ideas, programas e iniciativas políticas va a desarrollar la
Internacional Socialista ante una nueva era, la de la globalización,
con nuevos problemas, nuevos retos y posibilidades inéditas?”
Decíamos al comienzo: ¿de dónde viene el que viene? A las huellas del mun-
do académico y del profundo conocimiento de América Latina y de Estados Uni-
País pequeño con mapa grande 41

dos, cabe agregar esta otra experiencia: la interacción con el progresismo europeo
y la mirada desde la socialdemocracia.

Progresismo para pensar Chile y el mundo

Si la década de 1975 a 1985 fue determinante para el conocimiento profun-


do de Ricardo Lagos sobre América Latina, la década de 1990 al 2000 fue clave
para elaborar una visión sobre el mundo global y los nuevos desafíos que llegaban
con el siglo XXI.
Allí está la raíz de muchas de sus ideas. Por cierto, su tarea como presidente
la llevó adelante conduciendo una coalición donde también estaban los demócra-
ta cristianos y buscando siempre representar el conjunto de Chile. Pero la matriz
desde la cual emergió su pensamiento y su mirada internacional está impregnada
de su interacción con los líderes y núcleos de pensamiento de la Internacional
Socialista, sobre todo tras el derrumbe de la Unión Soviética.
Los suyos fueron diálogos con figuras de diversos países, en una Internacional
Socialista que había dejado de ser eurocéntrica. Entre los 14 miembros de la Co-
misión Progreso Social estaban Helen Clark, líder del Partido Laborista de Nueva
Zelanda; Gro Harlem Brundtland, ex-Primera Ministro de Noruega; Shimon Pe-
res, líder del Partido Laborista y ex-Primer Ministro de Israel; Milos Zeman, Pre-
sidente del Parlamento Checo; Fathallah Oualalou, Presidente del Grupo Socialis-
ta del Parlamento Marroquí; Ibrahim Boubacar Keita, líder del Partido Africano
para la Solidaridad y la Justicia y Primer Ministro de Mali; Takako Doi, líder del
Partido Socialdemócrata, SDP, y ex-presidenta del Parlamento, Japón.
Desde 1997 la Comisión trabajó con intensidad. Felipe González puso el
acento en el paso de la sociedad industrial a la sociedad de la información y del
conocimiento, marcando que ello ocurría con rapidez y profundidad desconoci-
das en anteriores cambios históricos. Lo que estaba viviendo la humanidad no era
un paso más en su desarrollo, era un cambio de era.
Como dirían en uno de sus documentos, “la revolución tecnológica, in-
cluida la biotecnología y, particularmente, la información, es el factor desenca-
denante de este proceso histórico. Con la globalización de la información, de la
economía, del comercio y de los movimientos de capital, se abren espacios de
oportunidad completamente nuevos, que permiten iniciativas transformadoras
42 Fernando Reyes Matta

de dimensiones extraordinarias, como muestra la incorporación de nuevos países


y regiones al desarrollo y los avances científicos en materia de medicina o en la
producción alimentaria. Hasta hoy, sin embargo, los efectos más llamativos son
los lacerantes incrementos de la desigualdad en todas las sociedades nacionales y
entre las distintas zonas del mundo”.
En las deliberaciones de la Comisión y en sus conversaciones formales e infor-
males se fue consolidando una visión de las nuevas obligaciones del progresismo.
Lagos era parte de aquello. En junio de 1999, no obstante la campaña presidencial,
concurrió a la cita del Consejo de la IS en Buenos Aires. Fue otra oportunidad para
encontrarse con líderes como Massimo D´Alema, Primer Ministro de Italia; Göran
Persson, Primer Ministro de Suecia; el propio Felipe González y los latinoamerica-
nos Tabaré Vásquez, Fernando de la Rúa e Hipólito Mejía, entre otros.
Allí colocó una mirada que se enlazaba directamente con la situación vigente
en Chile:
“hay una tensión en diferentes partes del mundo entre los avances
de la economía de mercado, por una parte, y un estancamiento
persistente en lo que respecta a las cuestiones sociales, por otra;
es preciso que el progreso material y social vaya acompañado
simultáneamente de un proceso de inclusión social”.

La mirada desde el Sur

Pero también en todo ese proceso iba señalando las diferencias de construir
respuestas desde el norte o desde el sur para los desafíos planteados por la globa-
lización.
En agosto de 1999 escribió una columna en la revista Nexos de México:
“Latinoamérica, otra Tercera vía”. Se refería a la de acá, la del sur, la cual requiere
más políticas públicas y no menos; requiere más Estado benefactor y no menos;
requiere empezar en buena parte a dar protección social y no a disminuirla por su
alto costo, como se debate en los países europeos bajo conducción social demó-
crata. Las coincidencias están en valorar el crecimiento económico para avanzar
en el desarrollo y en reconocer que la globalización debe hacerse con el ser huma-
no en el centro de ella.
País pequeño con mapa grande 43

El 8 y 9 de noviembre de 1999, es decir un mes antes de la primera vuelta


de la elección presidencial en Chile, la Internacional Socialista realizó su Con-
greso en París, donde se aprobó un documento clave —la llamada Declaración
de París— que representa una síntesis del proceso de reflexión y debate que
impulsó la Comisión Progreso Global. No hay en esa Declaración una propues-
ta de “pensamiento único” alternativo, sino un esbozo de una nueva mirada
progresista, basada en la diversidad y el pluralismo, “como base para renovar
los recursos críticos, teóricos, políticos y simbólicos del socialismo democrático
internacional, para que recupere el hilo de la historia en los inicios del nuevo
siglo”.
Esquemáticamente, los campos definidos en la Declaración de París de la
Internacional Socialista podrían resumirse en los siguientes elementos: Glo-
balización del progreso material, de los derechos humanos y de la democracia
(Progreso Global); gobierno democrático y regulación económica de la globa-
lización; expansión y revitalización de la política democrática; igualdad social,
territorial y de género; lucha contra la pobreza absoluta y relativa; lucha con-
tra la guerra y las políticas de fuerza; impulso de una ecopolítica (desarrollo
sostenible); estado activo y dinamizador, de nuevo tipo; nueva relación entre
sectores público y privado.
Al día siguiente de asumir el gobierno —el domingo 12 de marzo de
2000—, la primera actividad del nuevo Presidente de Chile en La Moneda fue
reunirse con un grupo de líderes que habían venido a la transmisión del mando.
Fue una reunión que se dio espontáneamente. Comenzó con una audiencia con
Mássimo D´Alema, al que se unió luego Fernando Enrique Cardoso, de Brasil.
Tarja Jalonen, de Finlandia, tenía también una cita, y Helen Clark, no quiso
irse a Nueva Zelanda sin despedirse de su amigo, ahora Presidente de Chile.
El tema del grupo fue cómo ampliar y fortalecer la nueva propuesta que
venía respaldada por Tony Blair y German Schröeder: la Red de Desarrollo Pro-
gresista, aunque algunos decían que la traducción correcta era desarrollo progre-
sivo. La cita ya estaba programada para junio 2000 en Berlín y los organizadores
contemplaban invitar a los nuevos presidentes de Argentina y Chile. ¿Podía ser
esa una instancia capaz de impulsar coordinaciones mayores para abordar los
enormes desafíos impuestos por la globalización al mundo?
La respuesta en ese momento no era clara, pero esa Red sería una de las
instancias donde Lagos colocaría mucha energía para demostrar que desde Chile,
44 Fernando Reyes Matta

desde el sur, teníamos miradas y visiones capaces de hacer un aporte a esta época
de cambios. A mitad de su mandato, en el parlamento rumano, lo diría con es-
pecial claridad:
“Son tiempos en los cuales las certezas no son muchas, salvo aquellas
enraizadas en los valores esenciales por los cuales estamos en la vida
política. Valores como luchar por crear sociedades más justas, por dar
al ser humano el espacio de la libertad y de la equidad, desde el cual
las oportunidades estén abiertas a todos y donde las imaginaciones
puedan desplegarse sin atadura... Somos países de tamaño pequeño
frente a otros, pero convencidos que nuestro futuro está marcado
por el ineludible desafío de movernos y actuar en un mundo global
que requerimos con tres características esenciales: más justo, más
compartido, más simétrico”.
“Uno hace política exterior desde su región”

E
n los días cercanos a marzo 2006, ya en los finales de su gobierno, el
Presidente Lagos recibió muchas peticiones de entrevistas. Era lógico. Ter-
minaba bien, con un fuerte respaldo en el país y con una imagen interna-
cional muy positiva. The New York Times, El País, Le Monde, fueron parte de la
secuencia, pero también algunos medios latinoamericanos de alta influencia.
Con estos últimos fue especialmente franco, para hablar de ilusiones, logros
y decepciones en su política hacia América Latina.
“El tema regional siempre ha sido de primera prioridad para mí. Pero, otra
cosa es qué sucede cuando hay una relación vecinal compleja, producto de la his-
toria” señaló, junto con lamentar que no se dieran los grandes avances con Bolivia
como pensó que podrían lograrse. Reconoció pasos muy importantes durante el
gobierno de Hugo Banzer, porque se habló de dónde y cómo podía instalarse un
espacio boliviano de producción y exportación del gas de ese país, y ambos co-
incidieron en abordar una agenda bilateral propia del siglo XXI, porque si eso lo
hacían bien sería más fácil resolver los problemas originados en el siglo XIX.
“Pero vino su enfermedad y falleció”, recordó entonces Lagos, quien fue el
único mandatario extranjero presente en el funeral de Banzer en 2002. Ese fue un
gesto mayor y una sorpresa para las autoridades bolivianas, incluso para el Presi-
46 Fernando Reyes Matta

dente Quiroga cuando le comentó su intención de estar allí. No había relaciones


diplomáticas, históricamente Lagos y Banzer venían de matrices políticas opues-
tas. Pero aquello podía simbolizar muchas cosas, podía abrir caminos a futuro.
“Cuando bajé del auto y miré hacia la plaza me di cuenta que había llegado
el momento de la verdad: caminaría solo por en medio de la multitud, podría
haber abucheos o respeto. Las cosas podrían salir bien o muy mal. Felizmente,
todo ocurrió como deseábamos” confesaría al regresar.
La verdad es que, por la inestabilidad política en Bolivia, al gobernante chile-
no le tocó tratar con seis presidentes bolivianos en sus seis años de gobierno.
“Con el presidente que más he hablado en estos años es con el Presidente de
Bolivia, claro que no ha sido siempre la misma persona. Con unos pudimos avan-
zar, con otros las cosas fueron muy difíciles, pero el saldo es de conversaciones un
poco más abiertas al entendimiento” remarcó por esos días del 2006.
Seguramente estuvo satisfecho cuando, poco después de haber dejado el go-
bierno, pudo leer unas declaraciones del Presidente Evo Morales. Las vueltas de
la vida la entrevista la hizo Joaquín Lavín, para El Mercurio:
“­—Presidente, ¿qué sintió cuando Ricardo Lagos levantó la voz al Presidente
Mesa en la Cumbre Iberoamericana y habló de “relaciones aquí y ahora”?
—Nosotros no somos sólo de la cultura del diálogo, primero somos de la
cultura de la vida…Estaba convencido de que toda esa estrategia del Presidente
Mesa, confrontacional, era profundamente equivocada. Hay que apostar a la
diplomacia de los pueblos, a la diplomacia militar, empresarial; la gente de la
calle, la gente pobre, puede perfectamente entender esto”.
Y luego recordaría la visita del Presidente Lagos a su modesto departamento en
La Paz, cuando fue a la transmisión del mando. Allí, pasando por la cocina, se re-
unieron en un sencillo salón, que no por eso dejó de tener trascendencia histórica.
“El Presidente Lagos me informó en detalle de todas las conver-
saciones que hubo en el pasado, por qué fracasaron avances como
ése, lo que nunca aquí informaron los gobiernos. Hay buenas bases
para seguir avanzando, con compensación, sin compensación, pero
el tema de fondo es que entre Bolivia y Chile debe haber relaciones
diplomáticas, no solamente comerciales”.
Con Sánchez de Losada, con Mesa, con Rodríguez o con el propio Morales
en aquella conversación, el Presidente Lagos debió ser claro en un tema: la solu-
País pequeño con mapa grande 47

ción entre Chile y Bolivia, para que funcione, requiere de la cooperación y de la


aprobación de Perú. Es lo establecido en el tratado de 1929.
Por cierto, en esa hora de la mirada larga y del balance, también le pregunta-
ron por las relaciones con Perú. Dijo que lamentaba mucho reconocer que estas
habían sido “muy complejas”. En realidad, no alcanzaban a aquietarse las aguas
cuando surgía un nuevo tema de crispación con Lima, a veces en cuestiones que
no parecían estar a la altura de intervenciones presidenciales, como fue la crisis
planteada por un video turístico muy impropio para la imagen peruana, mostra-
do en aviones de LAN. Es cierto que la opción por aquel video por parte de la ge-
rencia de la empresa en Perú había sido muy poco feliz, pero de ahí a convertirlo
en tema mayor de la política bilateral había una gran distancia. Lo mismo con la
tontería de unos muchachos “graffiteros” en el Cuzco.
Si el gobierno peruano convertía el hecho en una crisis, ahí estaban la mayo-
ría de los medios agitando airadamente a la opinión pública. Como siempre, era
necesario buscar espacio en alguno de los medios más serios —a veces ofreciendo
declaraciones exclusivas— para explicar la verdadera dimensión de los hechos,
según la percepción de Chile.
Nadie puede negar que los vínculos empresariales entre Chile y Perú se in-
crementaron y se sembraron las condiciones para un Tratado de Libre Comer-
cio. También hubo momentos protocolares de fuerte significado: por primera
vez, en julio 2001, un presidente de Chile fue invitado a una Parada Militar
en Lima; por primera vez, en agosto 2002, un presidente del Perú habló en el
Congreso Nacional de Chile. Hubo frases del Presidente Toledo ante senadores
y diputados que no sólo sacaron aplausos allí, sino también ganaron titulares en
Lima y Chile.
“Damas y caballeros, Diputados y Senadores, el reto común ya no es
una guerra entre Perú y Chile… El futuro nos aguarda con esperan-
za. (Aplausos). Juntemos nuestras convicciones, unamos nuestras
manos para ganar la batalla contra la pobreza en nuestros dos países.
No nos dejemos distraer.”
Pero más allá de ello y a pesar de todos los esfuerzos, Chile no encontró en
el Presidente Toledo un vecino como esperaba, para avanzar hacia el futuro. La
confirmación llegó en noviembre de 2005.
Tras la aprobación en el Congreso de Lima, el presidente peruano promulgó
una ley para establecer un nuevo criterio de delimitación en las aguas territoriales
48 Fernando Reyes Matta

del Pacífico. Chile reaccionó de inmediato ante un acto que se propuso la revisión
de límites ya fijados y con efectos directos sobre la soberanía marítima chilena. El
gobierno de Chile calificó la decisión peruana como “un acto unilateral sin efecto
jurídico internacional”. El Presidente Lagos convocó de urgencia al embajador de
Estados Unidos, por ser éste un país garante del Tratado de 1929, y al embajador
del Reino Unido, por estar a la cabeza de la Unión Europea en ese momento.
Hasta hoy el tema es fuente de controversia entre los dos países. Colocado en el
trance de defenderse, Chile usará de todos sus recursos jurídicos para demostrar
la validez de su posición. Aunque se diga que existe una agenda paralela positiva,
el diferendo no ayuda a la plena confianza entre ambos pueblos.
¿Y Argentina? por cierto, en aquellas entrevistas de cierre le preguntaron al
gobernante chileno cómo valoraba la relación con Argentina, ante lo cual Lagos
se cuidó de enfatizar que los vínculos con Argentina eran un todo, más allá del
gas, aunque teníamos muchas razones para reclamar.
Desde el comienzo de la crisis lo dijo: “no debemos gasificar la relación con
Argentina, es necesario entender los hechos en todos sus alcances.”. A Kirchner le
argumentó en una conversación a solas: “Chile no es parte del problema, es parte
de la solución” Ello no significaba dejar de reaccionar con mucha fuerza ante el
incumplimiento argentino en el abastecimiento de gas a Chile, pero al mismo
tiempo era necesario actuar con una perspectiva más amplia. Y repensar el tema
de la energía con toda la importancia que hoy sabemos tiene para la independen-
cia económica de un país.
Lagos había iniciado su gobierno buscando construir el mejor diálogo posible
con De la Rúa, quien había llegado a la Casa Rosada sólo tres meses antes que Lagos
a La Moneda. Había coincidencias políticas y conocían la matriz común de pensa-
mientos impulsados por el progresismo europeo. Cuando De la Rúa, Cardoso y La-
gos concurrieron a Berlín, en junio 2000, en la reunión de la Red de Gobernabilidad
Progresista, se les vio como un trío de proyecciones importantes en la región.
Por eso a Lagos le dolió e impresionó mucho la caída de De la Rúa en diciem-
bre 2001. En Montevideo —donde ya se había decidido suspender la cumbre se-
mestral de Mercosur— nos sentamos frente a un televisor y vimos, con consterna-
ción, cómo tras varios días de saqueos e ingobernabilidad, el mandatario argentino
renunciaba y salía en helicóptero desde el techo de la Casa Rosada.
Vinieron los días del desorden político total, con una cascada de presidentes
que duraban horas. Al fin se impuso Duhalde, por quien Lagos se jugó a fondo,
País pequeño con mapa grande 49

reconociéndole siempre su habilidad para conducir a Argentina en duros mo-


mentos y llevarla a una salida democrática.
“Nunca debemos olvidar cuánta ira política había en los argentinos cuando
llegó Duhalde, una ira que se expresaba en ese grito brutal para la política: ¡que
se vayan todos!..Enfrentó la situación, restituyó la vigencia de las instituciones y
entregó el poder a un líder surgido del voto ciudadano” comentó Lagos en una
cena con periodistas extranjeros, durante una gira por el norte de Chile.
Llegó Kirchner, otro estilo, un duro de la zona austral, pero con el cual se
construyeron bases de diálogo. Los momentos de ambos fueron múltiples, de al-
tos y bajos, “como corresponde a dos países con una larga frontera y una densidad
de relaciones como no tenemos con ningún otro país” decía siempre Lagos. Un
día, quiso remarcar aquello desde la dimensión personal: “Véalo usted así: algo
significa que la madre del Presidente Kirchner haya nacido en Chile y yo tenga
una hija que nació en suelo argentino”.
En mayo de 2003, Lula y Lagos le habían “dado una mano” a Kirchner en los
días previos a la segunda vuelta presidencial, la cual al final no llegaría a realizarse
cuando Menem renunció antes de enfrentarse a la derrota en el “ballotage”. En
sólo dos días Kirchner pudo estar en Brasilia y en Santiago, saliendo entusiasma-
do tras su cita a La Moneda. Juró el 25 de mayo. Tras el discurso oficial, el man-
datario chileno comentó: “Creo que lo esencial es el llamado que hace a ejercer
un gobierno serio y responsable”.
Se aproximaba la Cumbre de Líderes Progresistas de julio, en Londres, y
Lagos se dió cuenta de que esa era una magnífica oportunidad para entregar
una imagen conjunta de los presidentes de Argentina, Brasil y Chile. Sería una
señal de confianza hacia muchos lados, tras las turbulencias vividas en el Cono
Sur.
En la capital británica Lagos nos dió instrucciones precisas: “Organicemos un
desayuno de trabajo y luego hacemos declaraciones a la prensa; creo que será muy
bueno que nos vean juntos y en acción”.
Los tres mandatarios anunciaron que trabajarían para “fortalecer y ampliar
el Mercosur, con el fin de convertirlo en un bloque sólido frente a otras regiones
del mundo”, para lo cual se decidió avanzar hacia un plan de acción específico. Al
mismo tiempo, se propusieron tener una estrategia de coordinación permanente
en los diversos foros internacionales, especialmente en la ronda de la Organiza-
ción Mundial de Comercio, que ya se preparaba para su cita en Cancún. Y eso
50 Fernando Reyes Matta

también significaba un respaldo a Argentina en las duras negociaciones que esta-


ba enfrentando con el FMI y otros acreedores.
Llegó agosto de ese 2003 y el Presidente de Chile puso el acelerador a fondo
en el afán de reactivar la coordinación entre los tres países. En su mente eso era
clave para ir gestando un mecanismo de influencia en los debates regionales y
mundiales. Por cierto, siempre decía que era fundamental sumar a México. Am-
bos países habían tenido una posición independiente y coordinada en la crisis de
Irak y se anunciaban dos grandes cumbres en México para el 2004, una cumbre
extraordinaria de las Américas y otra con la Unión Europea. Dos foros para temas
multilaterales de alto significado.
Los demás —especialmente Brasil— no seguían a Lagos con el mismo en-
tusiasmo en aquello de sumar a los mexicanos, pero éste tenía en su mano una
buena explicación estratégica: en el 2003 Chile y México compartían lugares en
el Consejo de Seguridad, allí llegaría Brasil en el 2004 para reemplazar a México
y cuando Chile se fuera, en el 2005, Argentina asumiría su cargo por dos años en
tandem con Brasil. Era una secuencia con mucho potencial.
Con motivo de la transmisión del mando en Paraguay, se realizó una cumbre
especial del Mercosur. Allí Lagos puso especial énfasis en el momento multilateral
que se vivía y el papel que América Latina podía jugar en esas citas. Recordó que
de septiembre en adelante tendría lugar la Conferencia Ministerial de la OMC y
la Conferencia Hemisférica de Seguridad —también ambas en México— además
de los debates ministeriales sobre ALCA. Tanto frente a estos desafíos como a los
emergentes en otros foros y organismos internacionales, el mandatario enfatizó
que hoy como nunca, “lo multilateral es tarea nacional”.
Esa idea pasaría a estar en el corazón de sus discursos dentro y fuera de Chi-
le, para describir cómo se movía hoy el mundo. Recorriendo Chile lo explicaría
hasta en las comunas más apartadas. Del mismo modo, sería un concepto central
en sus intervenciones internacionales, para señalar cómo en el mundo de hoy,
especialmente para países pequeños como Chile, las reglas claras y un orden mul-
tilateral justo, eran requerimientos esenciales en su desarrollo. Así lo reafirmó en
su último mensaje presidencial:
“Constatamos que lo que ocurre en el resto del mundo tiene un
impacto tremendo para Chile. Lo multilateral cada vez es más parte
de una política local, las cosas importantes que ocurren producen
efectos sustanciales en nuestra patria. Aquello que tradicionalmen-
País pequeño con mapa grande 51

te llamamos lo internacional, lo externo, cada vez es más parte de


nuestra propia realidad y afecta nuestras decisiones internas. Así es
el mundo de hoy, así va a ser el de mañana.”
Por cierto, ese fue un tema clave de un artículo publicado en Chile y luego
reproducido en otros diarios de la región.
En aquel agosto del 2003 lo dijo en Brasil: “el siglo XXI nos obliga a trabajar
juntos”. Y lo remarcó en Argentina: “América Latina tiene un sur y en ese sur
Argentina y Chile tienen una tarea que cumplir, para dar a este continente una
presencia significativa en la realidad del siglo XXI”.
Ahora, al acercarse el fin de su gobierno, pensaba en todos esos pasos, en
los buenos y en los malos resultados, cuando los periodistas le interrogaron en
aquellas entrevistas de síntesis y balance. Cruzaban, como en película fugaz, los
debates con la Unión Europea en Madrid y Guadalajara; el discurso en el Parla-
mento de Ecuador donde lanzó la tesis de la “cohesión social” como un nuevo
paradigma con el cual América Latina podía superar las recetas del Consenso de
Washington; recordaba cuánto había aprendido en sus diálogos con los líderes
del Caribe como nunca antes los había tenido un presidente chileno; repasaba la
profundidad de la amistad construida con México y el Presidente Fox, capaz de
sobrepasar tensiones y construir una alianza estratégica. Y estaba, por cierto, esa
mirada de especial simpatía y respeto hacia el Presidente Lula.
La primera vez que se vieron en La Moneda, aún Lula como presidente elec-
to, hablaron de lo importante que era mantener un control de la economía capaz
de lograr un riesgo-país lo más bajo posible. Lagos lo había explicado más de una
vez a la prensa chilena y extranjera: las calificaciones de riesgo-país las colocan
unas oficinas que ningún gobierno designó ni fueron consideradas en las decisio-
nes de Bretón Woods de 1945, pero cuyos efectos son determinantes para el éxito
o fracaso de un gobierno. Allí están, entre otras, Moody´s, Fitch Ratings y Standard
& Poors con sus reportes en los cuales, precisamente, juega un papel fundamental
la imagen de un país y sus políticas en el escenario internacional. Chile aparecía
colocado en la mejor posición dentro del continente.
“Si uno crea confianza y logra mantener bajo el riesgo-país, los créditos pagan
intereses más bajos y eso permite tener más recursos para los programas sociales”
le dijo Lagos al Presidente Lula. Una fórmula que el mandatario brasileño apli-
caría en Brasil rigurosamente. Ambos fueron construyendo una gran afinidad y
Lagos recordaba siempre cómo había escuchado con emoción el relato de Lula
52 Fernando Reyes Matta

cuando este describió, en una cumbre sobre democracia, la forma en que el PT


había descubierto que su tarea no era “ganar la presidencia y gobernar para los
suyos, sino ganar y gobernar para todo Brasil”.
Antes de la visita oficial a Venezuela, en abril 2005, Lagos pasó por Brasil en
una jornada de trabajo y consultas políticas. Nuevamente había crisis en Ecuador,
ahora las protestas populares habían expulsado del poder a Lucio Gutiérrez. Pero
en Sao Paulo, donde se encontraron, Lula estaba para celebrar treinta años de un
hecho clave en su vida: la primera vez que le habían elegido dirigente sindical. Y
el presidente chileno quiso destacar el momento, cuando ambos hablaron con la
prensa.
“Creo que este es un motivo de celebración para Brasil y para esta
América nuestra, porque aquel que treinta años atrás buscó mejo-
rar las condiciones de vida de los trabajadores, ahora sigue, con la
misma mirada larga, para mejorar no sólo las condiciones de vida
de los trabajadores, sino también de todo el pueblo brasileño…He-
mos llegado acá para dar una mirada larga a nuestras relaciones y,
como muy bien lo ha dicho el Presidente Lula, es una mirada que
tiene que ver con las nuevas realidades de un mundo de post Guerra
Fría, un mundo cada vez más global y que plantea cada vez desafíos
distintos a los que teníamos antes…En todo esto creo que es muy
importante el liderazgo que el Presidente Lula, en estos pocos más
de dos años de gobierno, ha dado a este país y desde este país a la re-
gión. Él ha demostrado que se puede tener un gobierno progresista,
que profundiza la democracia y que al mismo tiempo tiene políticas
macroeconómicas sólidas. Y ello con políticas públicas claras, en be-
neficio de la mayoría…Eso, que se hace a escala nacional, también
debe hacerse a escala internacional.”
Lula, emocionado, sólo dijo: “recibo con mucha gratitud las palabras del com-
pañero y Presidente Lagos”. En realidad ambos tejieron una cantidad de iniciativas,
como fue la acción en Haití. La operación en el país más pobre del continente, refor-
zó las relaciones de Chile y Brasil. Por una parte, el Secretario General de Naciones
Unidas nombró al ex canciller chileno Juan Gabriel Valdés como su representante
personal en aquella misión, mientras a cargo de las fuerzas —donde participaba un
importante contingente chileno— se designó a un general brasileño.
País pequeño con mapa grande 53

También fue una determinante que, en cierta forma, sacó un poco a Brasil de
su contundente “visión sudamericanista”, con la cual ha optado por moverse en
el continente. O, por lo menos, esa fue su estrategia principal hasta que llegó el
2008 y convocó a la cita continental, sin Estados Unidos y Canadá.
Tanto en Haití como en la Campaña Mundial contra el Hambre, Chile y
Brasil aparecieron con la mirada puesta en el siglo XXI. Desde sus respectivas en-
vergaduras colocaron agenda, como veremos más adelante cuando hablemos del
pensamiento del Presidente Lagos respecto de la globalización o de las políticas
impulsadas con otros países emergentes como China, India o Sudáfrica.
Y esa vez, después de Brasil, vino Venezuela. Lagos vivió con Chávez momen-
tos de alzas y bajas, especialmente por sus referencias a Bolivia. Pero, en verdad,
los problemas empezaron cuando en abril del 2002, Chávez fue sacado por 48
horas del poder.
El Presidente Lagos, pronto a hablar en San José, Costa Rica, en la inaugu-
ración del Grupo de Río del cual Chile había sido sede en el año anterior, pedía
datos e informaciones a medida que se acercaba la apertura. Con las noticias de
una confusa situación en la mano, decidió marcar una posición:
“Yo no podría concluir sin una referencia a los acontecimientos que
tienen lugar en la República de Venezuela, y que nos preocupan a
todos. Con el mayor respeto, no queremos la polarización en nues-
tros países. Es indispensable expresar preocupación porque allí se
respeten los cauces institucionales y los procedimientos democráti-
cos...Las soluciones de fuerza no están a la altura de América Latina
en este siglo XXI”. (La Nación,Costa Rica)
Tal vez porque al recuperar su puesto Chavez sintió que Chile no había es-
tado firme con él durante la crisis (unido a descoordinaciones que obligaron a
sacar pronto al embajador chileno en Caracas), a partir de allí las relaciones se
enfriaron. Hubo convivencia formal en la Cumbre Iberoamericana de República
Dominicana y en otras citas regionales, hasta que llegó la reunión del Grupo de
Río en el Cuzco, a fines de mayo del 2003.
Entre los temas de la agenda estaba la situación de Colombia. Allí a puertas
cerradas, tras una exposición del Presidente Álvaro Uribe, se puso en discusión la
posibilidad de una intervención de Naciones Unidas para encontrar una salida a
la crisis. El texto de la declaración propuesta —que al final se aprobó— termina-
54 Fernando Reyes Matta

ba señalando que de no haber éxito, los demás países del continente a través del
Grupo de Río, la ONU y Colombia buscarían “otras alternativas de solución”.
En otras palabras, en el debate se planteó la posibilidad teórica de un proceso
que podría llevar a la intervención de una fuerza multinacional.
Lagos opinó que esa era la forma de tratar las crisis, por la vía multilateral, y
las regiones debían ser las primeras en asumir sus desafíos, o no quejarse después
porque otros llegaran a intervenir desde fuera. Chávez respondió:

“Ricardo, no puedes decir eso, lo que estás proponiendo es dar pie


a una intervención norteamericana. Además, el ejército venezolano
no ha salido nunca más allá de sus fronteras”.

Lagos, quién además venía de decirle “no” a Bush por su intervención en Irak al
margen de la ONU, se sintió tocado. El mandatario chileno, con la severidad que
se le conoce, entregó más argumentos, pero terminó diciendo, con fina ironía:

“Además, fue Simón Bolívar el primero en llevar a los soldados ve-


nezolanos más allá de su país, para luchar por la independencia de
Sudamérica; y usted debería saberlo”.

La primera reacción del líder venezolano fue pedir su avión para regresar a
Caracas, pero luego se calmó y el incidente pareció no haber trascendido a la
prensa. Sin embargo, pocos días después la revista Caretas, de Perú, lo entregaba
con todos sus detalles.
Pero la fase más crítica de los desencuentros se produjo cuando Chávez, en
noviembre del 2003, durante la Cumbre Iberoamericana, se apropió de los micró-
fonos en Santa Cruz y soltó su frase: “Bolivia tuvo mar y se lo quitaron”. Y poco
después, por si había dudas, agregó: “Sueño con bañarme en una playa boliviana”.
Carlos Mesa, quien acababa de asumir la presidencia de Bolivia tras las asona-
das populares que derribaron a Sánchez de Losada, sintió que había encontrado
un aliado para su etapa dura.
En una larga conversación de medianoche durante aquella cumbre, Lagos ha-
bía descubierto que Mesa venía con la reivindicación marítima como estandarte.
Y no estaba dispuesto a ceder.
Al día siguiente me dijo: “ven, te quiero contar lo que pasó anoche”, Mesa
había demostrado que no era débil en usar la historia, pero Lagos, por su parte,
País pequeño con mapa grande 55

también podía ser contundente en referencias históricas. Le insistió en que ahora


el tema era otro, era dar facilidades a Bolivia para exportar su gas, como también
en avanzar hacia un acuerdo comercial donde, prácticamente, todos los productos
bolivianos entrarían a Chile con arancel cero. Como se lo había dicho a Banzer y
luego a Quiroga, Chile estaba disponible para establecer un puerto boliviano por
donde el país altiplánico procesara y embarcara su gas hacia otros mercados.
Esa noche Mesa fue categórico: el debía colocar la salida al mar para Boli-
via como tema principal en su relación con Chile. Bajo esa lógica, el Presidente
Lagos le dijo que, entonces, se había equivocado de interlocutor, porque para
eso primero debía ir a Lima. Según el Tratado chileno-peruano de 1929, toda
entrega que Chile pueda hacer de territorio antes perteneciente a Perú requerirá
del acuerdo de este país.
Como lo demostrarían los meses siguientes, Mesa optó por la confrontación.
Cuando llegó la Cumbre de las Américas, en Monterrey, en enero 2004, Mesa se
acercó al Presidente Lagos para brindar juntos. El mandatario chileno fue contun-
dente y enérgico. “No lo haga” le dijo, ante los anuncios provenientes de La Paz so-
bre una posible intervención del Presidente Mesa para colocar allí la reivindicación
marítima boliviana. Le remarcó que, después de 1929, más o menos cada 20 a 25
años se había dado una negociación para un eventual corredor boliviano. Había
fracasado en 1950, como también había ocurrido en el intento Pinochet-Banzer
de 1975. Si Mesa hacía su discurso sólo se lograría un nuevo fracaso.
Mesa siguió su pauta, suponiendo que ello le daría beneficios internos y soli-
dez a su gobierno. Lagos reaccionó con un contundente discurso, especialmente
significativo por sus palabras finales: “y si de relaciones diplomáticas se trata, las
ofrezco aquí y ahora”.
Mesa sólo duró un año y cinco meses en el cargo, pero su paso abortó defini-
tivamente el intento del gobierno de Lagos por llegar “a un acuerdo mirando al
siglo XXI, para buscar solución a los problemas que vienen del siglo XIX”.
Volvamos a Chávez. Este, como siempre, logró lo suyo en aquel noviembre
de 2003, en Santa Cruz: atracción total de todos los medios y titulares en la
región. Un desafío para la “diplomacia pública” chilena, al cual se sumaron las
supuestas declaraciones del Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan,
quien al pasar por La Paz —malas traducciones mediante— apareció diciendo
que existía la posibilidad de mediar en el problema marítimo. Después rectificó.
Chile mandó llamar a su embajador en Caracas y lo propio hizo luego Venezuela.
56 Fernando Reyes Matta

Fueron meses de distancia. Al coincidir en la transmisión del mando en Panamá,


Lagos y Chávez no se hablaron y evitaron encontrarse. El venezolano por un
lado, mientras en otro el Presidente Lagos sostenía una larga conversación con el
Príncipe Felipe y su reciente esposa, Doña Leticia.
Pero como la razón de Estado obliga y la diplomacia existe para ello, progre-
sivamente se fueron eliminando las tensiones. Explicaciones y gestiones diplomá-
ticas permitieron recuperar poco a poco la normalidad.
A fines del 2004, el propio Chavez se acercó a Lagos y le invitó a caminar
juntos por las seculares calles del Cuzco, donde otra vez estaban, ahora para una
Cumbre Sudamericana. La foto, por cierto, fue ampliamente difundida, tanto en
Caracas como en Santiago.
Y así se llegó a ese abril de 2005, tras el paso por Brasil. Con la visita de Esta-
do del Presidente Lagos a Venezuela, se completó su programa de viajes oficiales
a todos los países latinoamericanos y a la mayoría en el Caribe. Un récord de
vinculaciones de Chile en el continente.
En aquellas entrevistas realizadas durante los últimos días de gobierno, el Pre-
sidente Lagos se vio persistentemente interrogado sobre Chávez y su influencia
en la región, pero fue claro. Dijo que, sinceramente, no lo veía como “una fuerza
desestabilizadora de América Latina”. Y cuando alguien le retrucó preguntando si
eso significaba ver a Chávez como un retórico impactante, pero sin capacidades
de influir realmente en la agenda latinoamericana, Lagos no respondió, sólo se
limitó a sonreír.
Esas y otras preguntas eran comprensibles desde el ámbito periodístico, pero
uno tenía la sensación que detrás de ellas quedaba la huella de una cierta miopía. En
otras palabras, a los periodistas —
­ e incluso a destacados columnistas locales— pa-
reció escapárseles por entre los dedos una forma distinta de mirar el sentido de las
relaciones de Chile con el resto de América Latina durante ese período.
Tal vez si hubieran estado en la CEPAL el 1 de marzo del 2006, habrían te-
nido la oportunidad de ver a un Ricardo Lagos muy emocionado, agradeciendo
lo recibido en esa casa latinoamericana, como también haber sabido por qué
siempre estaba la referencia histórica en sus análisis.
“Creo que el progreso para nuestra América supone a ratos co-
nocer la historia, no sólo para fortalecer nuestra identidad con
la conciencia de lo que hemos sido, que no es menor, sino tam-
País pequeño con mapa grande 57

bién para comprender cómo hemos llegado a ser lo que somos


en la actualidad y aproximarnos a lo que queremos llegar a ser.
Nuestras metas de hoy —superación de la pobreza y desigualda-
des inicuas, un crecimiento económico sustentable, seguridad so-
cial, progreso democrático, expansión de nuestras libertades, in-
tegración de la región al mundo—, cada una de estas tareas tiene
su propia historia en nuestra región. Historia que comienza hace
más de 500 años, con el encuentro de huestes conquistadoras eu-
ropeas y los pueblos originarios. Y de ese encuentro, caracterizado
por confrontación y dominación a la vez, y por la mezcla e inter-
dependencia, van surgiendo sociedades basadas en una tremenda
asimetría del poder, una subordinación y discriminación social y
étnica reforzadas también por la internación de esclavos de África.
Esta historia, muchas veces con una tremenda inequidad, y a ratos
iniquidad, todavía continúa, a pesar de las luchas sociales del siglo
XX, de los avances de nuestros días.”
Y allí también había insistido en una afirmación fundamental: no somos
iguales. No lo decía con connotaciones peyorativas, sino precisamente para resca-
tar el valor de la diversidad en el continente.
“No todos tienen los mismos recursos naturales ni la misma estruc-
tura social. Y por Dios que es distinto tener recursos naturales y una
chequera abundante, a no tenerla. Entonces, no pidamos que todos
tengan las mismas políticas. Y no todos tienen la misma densidad
cultural y política en una mesa negociadora... No todos están inser-
tos de igual manera en la economía mundial. El país pequeño va a
querer insertarse; el país grande va a querer defender su mercado in-
terno primero y después insertarse. Y la forma en que el país grande
discute, es distinta de cómo discute el chico.”
La verdad es que ese día habló a corazón abierto. Pero, hay que reconocerlo,
la cobertura informativa fue precaria.
Siete puntos clave con América Latina

E
n realidad, en la hora del balance, el puzzle podía ordenarse de otra
forma. Por ejemplo, ¿era posible analizar la política del gobierno del Pre-
sidente Lagos en América Latina mirando más allá de lo ocurrido con los
países inmediatos a la frontera? ¿Era posible colocar los hechos sin entrar a la eter-
na cuestión de si había dos o más izquierdas en el continente? ¿Cómo reordenar
los hechos tomando en cuenta el eje América Latina- globalización?
Sin duda la relación con los vecinos es muy determinante, pero el pensa-
miento del mandatario chileno siempre pareció colocarse en una perspectiva más
amplia. Uno tiene la impresión que trabajó con otro mapa en la cabeza, con la
obstinación —y a veces con más de una decepción— de ampliar el escenario de
los vínculos de la región latinoamericana y caribeña en dos dimensiones: por una
parte, con ella misma; por otra, con el mundo.
Entró al siglo XXI con esa perspectiva. La tarea se hizo a partir de una máxi-
ma: en el mundo sólo pesarán las regiones con identidad clara, con principios
sólidos y con propuestas imaginativas y modernas. Y con ella otra idea no menor
para Chile: uno hace política exterior desde su región.
Claro, la política exterior chilena se impulsó desde el ámbito geográfico la-
tinoamericano, pero con una fuerte práctica de “regionalismo abierto”. Y eso no
se comprendió del todo por parte del resto del vecindario, si no recordemos el
País pequeño con mapa grande 59

enojo de los brasileños y del propio Cardoso en diciembre del 2000 porque Lagos
y Clinton habían anunciado el inicio de negociaciones entre Estados Unidos y
Chile para llegar a un TLC.
“­—Presidente, la cosa está difícil…Mire los titulares en Brasil: se
habla de la puñalada por la espalda de Chile al Mercosur. Están
sentidos” le dijimos en la víspera de la cumbre del acuerdo en
Florianópolis, Brasil.
Hubo que hacer operaciones profundas con la prensa brasileña —entrevistas
exclusivas y artículos con firma presidencial— para que los brasileños entendie-
ran que Chile no podía sumarse al Mercosur así como así, porque tenía arance-
les mucho más bajos que el arancel común de ese grupo y tenía una economía
abierta al mundo. Pero que ello no podía poner en duda lo esencial: la vocación
latinoamericana de Lagos.
Hoy, siguiendo la matriz de su visión latinoamericana y el contexto mundial, re-
sulta posible identificar siete núcleos de pensamiento, desde los cuales Lagos impul-
só determinadas acciones de la política exterior chilena en su relación con América
Latina y el Caribe. Alrededor de ellos se pueden ordenar diversas acciones. En todos,
de una u otra forma, está el afán de entregar respuestas coherentes de los latinoame-
ricanos ante los nuevos mapas de la globalización. Estos son esos siete puntos:

1. La acción coordinada frente a desafíos mayores en la arena internacional nos


hace más fuertes.
En ciertas circunstancias, es posible la emergencia de temores y dudas, como
las hubo dentro de Chile cuando el Presidente Lagos se opuso a la invasión en
Irak. Pero la experiencia histórica demuestra que la coordinación de México y
Chile en aquella circunstancia, cuando ambos países integraban el Consejo de
Seguridad, sentó las bases de un paradigma a seguir en el futuro, un referente
mayor para los países latinoamericanos. Entre 2004 y 2006 Brasil y Argentina
integraron a diplomáticos del otro país en sus respectivas delegaciones ante el
Consejo de Seguridad, una experiencia inédita, hija de la política de coordina-
ción impulsada desde el 2003.
Pero aquellos momentos de marzo 2003 fueron difíciles. El Presidente Lagos
sabía que al final la decisión sólo podía ser suya, más allá de las consultas hechas:
60 Fernando Reyes Matta

“Hablamos mucho con Blitz, el inspector jefe de Naciones Unidas,


sobre cuál sería el tipo de benchmark (exigencias concretas) que él
pondría para que Hussein lo tuviese que cumplir. Cuando el presidente
Bush me llama y le digo: “Presidente, tenemos que hacer esto”, él
me dice: “No queda espacio, Ricardo, el próximo lunes termina el
tiempo”. “Bueno”, le dije yo:”Chile no está disponible para el próximo
lunes porque yo creo que hay espacio”...Esto me lo criticó mucha
gente en Chile, porque se dijo que estábamos poniendo el acuerdo
de libre comercio en riesgo. Y yo siempre dije: eso es no comprender
a Estados Unidos. Una cosa es la política y otra cosa es el comercio”.
(Conversación con Vargas Llosa)
Sólo tres meses después el Secretario de Estado, Colin Powell, estaba en Chile
para la Asamblea de la OEA. La reunión permitió que Powell visitara al Presiden-
te Lagos en La Moneda. El tema de Irak, en tres minutos se dejó atrás. Powell, de
nuevo en Chile para la APEC 2004 y ya en sus últimas actuaciones antes de dejar
el puesto a Condoleezza Rice, sintetizó lo vivido, en entrevista con Canal 13:
“Nuestra relación con Chile era tan sólida que nunca estuvo en
riesgo el Acuerdo de Libre Comercio. Quedamos decepcionados
por la posición que Chile asumió respecto a Iraq en ese momento.
Pero mire, ahora estamos trabajando con Chile para ayudar en la
situación en Haití…y ustedes tienen soldados en Haití.

Chile está desempeñando una función más responsable en la región


y en el escenario mundial. Piense por qué estoy aquí; estoy para la
reunión de APEC. Todas las economías de la Región de Asia y el
Pacífico están aquí con Chile como anfitrión. Chile va a ser anfitrión
de la Comunidad de Democracias en mayo próximo. Por lo tanto,
Chile está desempeñando un papel cada vez más importante en
todos los foros internacionales y ha tenido un papel importante en
las Naciones Unidas, más allá de que no pudimos conseguir su voto
en esa resolución sobre Iraq”.
Para Chile la posición adoptada ante la crisis de Irak derivó en una doc-
trina a tener siempre presente: cuando las decisiones se toman dentro de los
País pequeño con mapa grande 61

organismos multilaterales, se puede contar con Chile; cuando se elude a los


organismos multilaterales, Chile dirá no.

2. Si una región no actúa en su espacio para resolver por ella misma una crisis
de seguridad y de gobierno, son otros los que llegan de afuera a imponer el
orden.
El 5 febrero de 2004, estalló una rebelión armada al oeste de Haití la cual se
propagó a otras ciudades con rápido éxito, no pudiendo ser contenidas por las
fuerzas policiales haitianas que sólo contaban con un total de 5.000 miembros.
Poco a poco, los insurrectos se hicieron con el control de gran parte de la re-
gión septentrional del país. Pese a las gestiones diplomáticas, la oposición armada
amenazó con entrar en la capital.
A primeras horas del 29 de febrero, el presidente Jean Bertrand Aristide aban-
donó el país y en medio de la crisis, Boniface Alexandre, Presidente de la Corte
Suprema, juró el cargo de Presidente interino. Mientras tanto, el Consejo de
Seguridad —del cual Chile seguía siendo miembro por segundo año— debatía
la petición planteada por el Representante de Haití en la ONU y aprobaba la
resolución 1529 en que autorizaba el despliegue de la Fuerza Multinacional Pro-
visional (FMP). El Secretario General, como otras veces, pidió apoyo a los países
miembros.
Lo que nadie esperaba era que Chile reaccionara con rapidez y gran profesio-
nalismo. En setenta horas, un contingente de 300 soldados chilenos ya estaba en
Puerto Príncipe.
“Así es como debemos hacer las cosas, porque si nos quedamos inmóviles no
nos quejemos después que sean otros los que llegan a arreglar los problemas que
no asumimos nosotros” comentaría el mandatario a unos periodistas, tras los
primeros meses de presencia en el país caribeño. Tenía en mente lo que pasó a
los europeos en Kosovo. Por cierto, había otro significado político: si Chile había
dicho “no” a la invasión en Irak al margen de la ONU, decía “sí” a la misión de
paz de la ONU en Haití.
Pronto prosperó la coordinación con Brasil, Argentina, Perú y otros países y
nació la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minushta).
El 20 de julio de 2004 fue un día excepcionalmente intenso, tras haber estado el
día anterior en la Casa Blanca, en una visita de trabajo con Bush y su equipo. En
la mañana concurrió por seis horas a la sede de la ONU, para cumplir la rigurosa
62 Fernando Reyes Matta

agenda preparada por el embajador Heraldo Muñoz. Se reunió con Kofi Annan
y el recién designado representante para Haití, Juan Gabriel Valdés. Entre una
reunión y otra habló con la prensa.
“La palabra que regula nuestras tareas en Naciones Unidas es
“coherencia”. Creemos en las instituciones multilaterales, nos parece
central el rol de Naciones Unidas y es a partir de esa decisión que
Chile tomó una participación muy activa en la situación en Haití”,
registró la agencia EFE.
En la tarde viajó a Jamaica, para intentar convencer al Primer Ministro Per-
cival Patterson, hombre clave en la comunidad del Caribe, que el CARICOM
dejara atrás sus primeras posiciones tras la caída de Aristide y se sumara al difícil
proyecto de organizar las elecciones en Haití y poner en marcha el país. Tarea
compleja, en una nación donde el 70 por ciento son analfabetos.
En la noche aterrizó en Haití, convirtiéndose en el primer presidente en visi-
tar la isla tras la crisis.
Al día siguiente visitó a las tropas chilenas, en un encuentro, sin duda, muy
emocionante. Era segunda vez que vivía una situación como esa: antes, en el
2000, había estado con la unidad chilena de helicópteros del Ejército, en el lejano
Timor Oriental. Por cierto, en Cabo Haitiano, habló a la formación tras recibir
su saludo:
“He sentido orgullo al escuchar las expresiones del trabajo de ustedes
aquí en Haití. Ustedes están acá porque su presencia indica el
compromiso de Chile con el sistema multilateral. Chile participará
de un proceso cada vez más global en el siglo XXI y eso implica
responsabilidades para cada uno de nuestros países; ustedes son la
avanzada que hace posible expresar, de una manera concreta, nuestra
responsabilidad”
Sin duda, la operación de paz ha enseñado mucho a la región. La iniciativa y
la conducción latinoamericana han permitido también algunos apoyos de países
más lejanos. Por cierto, más de una vez han existido voces preguntando cuándo
termina la tarea. Pregunta difícil, si las condiciones de gobernabilidad no termi-
nan de asentarse en Haití.
País pequeño con mapa grande 63

Lo concreto es que ahora América Latina demostró saber responder desde sí


misma, bajo la lógica multilateral y dejando atrás aquellas duras experiencias de
intervencionismo externo vividas en el pasado.

3. La integración sólo puede llevarse adelante superando las retóricas del pasado
y levantando proyectos donde las urgencias de hoy encuentren respuestas
políticas sólidas y modernas.
Uno de los sueños del Presidente Lagos fue haber colocado a Chile como
parte de un Mercosur con ganas de ser sujeto político, una entidad que fuera
mucho más allá de su origen como acuerdo arancelario. Era la región inmediata
desde la cual Chile podía agrandar su presencia internacional. Lo había dicho en
forma categórica en su primer discurso internacional como Presidente de Chile,
al hablar en el Congreso de la Argentina, en mayo de 2000. ¿Qué significaba
aquello? tener coordinación de políticas macroeconómicas, tener mecanismos de
solución de controversias, tener coordinaciones políticas y de desarrollo social.
En suma, querer pesar como región.
Y del mismo modo se planteó con el Grupo de Río: asumirlo como lo que
decía su nombre oficial, un mecanismo de coordinación política. Ya no convoca-
do sólo para el rescate de la democracia y la libertad ciudadana, como fueron sus
primeros quince años, sino para ir más allá, a un diálogo sólido con otras regiones
del mundo con una agenda concreta en la mano, una agenda de siglo XXI.
Pero eso requería tener un perfil claro. Construir una identidad donde, más
allá de sus diferencias, se viera que esta región sabía caminar con agenda común.
Así lo esperaban en Europa o en cualquier otra parte donde se tuviera interés por
mantener un diálogo con estos países.
“Tengo la convicción que la identidad ha ido más allá de lo que
nuestra acción puede representar. Aquella, la identidad, es fuerte y
atractiva para otras regiones del orbe que desean llegar a acuerdos con
este conglomerado. Se ve al Mercosur como un proyecto novedoso
con grandes posibilidades. La acción, sin embargo, ha ido más lenta
y sin el realismo que tal vez debiéramos colocar en nuestras metas”,
dijo Lagos al intervenir en la cita de los diez años del Mercosur.
Más de un hecho insólito demostró la irracionalidad con la cual se socavaba
muchas veces el discurso por la integración. Más de una vez quedaron preguntas
64 Fernando Reyes Matta

flotando. ¿El Anillo Energético quedó en suspenso sólo porque los técnicos pe-
ruanos estimaron que las reservas de gas en Camisea no eran suficientes o porque
la clave de la red estaba en construir un oleoducto entre Pisco, en el sur del Perú,
y Tocopilla? ¿Y por qué los primeros buses traídos desde Brasil para el Transantia-
go tuvieron que pagar un permiso especial para cruzar por Argentina? Y, por cier-
to, como ejemplo mayor de una actitud contraria a una integración con visión de
siglo XXI, quedaría ahí la demanda planteada por el presidente boliviano Carlos
Mesa, dispuesto a entregar gas a Argentina, pero exigiendo que ni una gota de ese
gas podía derivar a Chile.
Sin embargo, los encuentros regionales no dejaron de ser persistentes y —aun-
que fuera dificultoso— Lagos buscó allí colocar raíces de una integración moderna
y concreta. Entre el 4 de noviembre y el 17 de diciembre de 2004 tuvieron lugar la
cumbre del Grupo de Río, la cumbre de la Comunidad Sudamericana para definir
su programa de trabajo, y la cumbre semestral del Mercosur.
Porque eran casi los mismos actores, en esas semanas se configuró un tejido
especial de convergencias entre los diversos procesos de integración. En la cita
de Mercosur, en la hermosa Ouro Preto, Lagos se jugó a fondo para demostrar
que había espacio para el trabajo conjunto, más allá de ser miembro asociado o
miembro pleno de la entidad.
Y propuso cinco programas de acción.
“Creo que tenemos cinco áreas —al igual que lo fueron las del carbón y el
acero en los orígenes de la Unión Europea— que podrían ser los caminos de la
consolidación regional de cómo se ve al Mercosur desde fuera. Ellas son:
• Los programas de infraestructura y construcción de carreteras definidos en la
iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional de América del
Sur, IIRSA.
• El desarrollo de proyectos energéticos donde concurran los recursos de los
diversos países de la región,(ya se hablaba de un Anillo Energético).
• El análisis de las diversas modalidades de financiamiento y la coordinación de
las entidades financieras involucradas, (un sistema capaz de discriminar entre
gasto en infraestructura y gasto corriente, como lo tienen los europeos).
• Un programa para avanzar hacia una agenda digital común para todos los
países de la región.
• La coordinación en programas de ciencia y tecnología ligados, especialmente,
al mejoramiento de la calidad exportadora del Mercosur.”
País pequeño con mapa grande 65

En aquella intervención, Lagos diseñó el mapa de la geopolítica futura de


la región. Un mapa, claro, donde no hubiera triquiñuelas. “Yo no espero que si
llegamos a dar una cuota de azúcar a Bolivia, los demás me lleven a un panel en
la OMC” comentó más de una vez, remarcando el espíritu necesario para avanzar
seriamente en las estrategias comunes de la región.
“La integración hay que decirla, pero también hay que practicarla” dijo a un
grupo de periodistas camino a Jujuy, en el norte argentino, en septiembre del
2005. Allí, junto con el Presidente Kirchner, inauguraron el camino pavimenta-
do que, por el Paso de Jama, une a Jujuy con San Pedro de Atacama, para conec-
tar con Iquique, Mejillones y Antofagasta.
“Este corredor, que viene desde el corazón de la América del Sur, porque une
a Chile, Argentina, Brasil, Bolivia y Paraguay, nos guía hacia los desafíos del futu-
ro” dijo a los periodistas argentinos cuando le pidieron una declaración.
Muy cerca un letrero caminero indicaba: “Al límite con Chile 320 kilómetros”.

4. La geografía y la historia han colocado a América Latina y Caribe en el


mismo continente con la primera potencia mundial. Ello reclama de los
latinoamericanos y caribeños una visión nueva respecto del papel de organismos
como la OEA.
La idea de pensar a la OEA como el foro no sólo para discutir temas he-
misféricos, sino donde América Latina y el Caribe también puedan debatir con
Estados Unidos y Canadá el mundo global, la colocó el Presidente Lagos en el
discurso que pronunció al inaugurar la Asamblea General de la entidad en San-
tiago, a comienzos de junio de 2003.
“Hoy día, en un mundo de integración creciente, todas las regiones,
unas más, otras menos, están construyendo mecanismos eficientes
y adecuados para participar en el diálogo mundial. En los nuevos
mapas del siglo XXI las articulaciones son múltiples, los países tienen
diversas pertenencias ligadas a distintos proyectos económicos, a
tradiciones políticas, a diálogos interregionales, a determinantes
geográficas. Creo, entonces, que podemos utilizar mucho más y
mucho mejor este foro multilateral.”
Por cierto, la prensa tomó las frases políticas de Lagos ligadas a la temática
principal de la cita: gobernabilidad democrática. Sin embargo, si se analiza su
66 Fernando Reyes Matta

pensamiento en ese discurso, se entiende mucho más por qué levantó la candida-
tura de José Miguel Insulza para Secretario General de la OEA.
“Aquí podemos coordinar un papel decisivo en materia de política
exterior frente a muchos temas. ¿Qué nos impide abordar en este
foro, con países como Estados Unidos y Canadá, temas como el de las
finanzas internacionales, la seguridad hemisférica, o la generación y
expansión de bienes públicos globales? ¿Cómo abordamos los temas
culturales que tienen que ver con la esencia de nuestros países?”
remarcó, colocando agenda.
También esas preguntas las colocó antes la prensa internacional, a medida
que se acercaba la elección ordinaria de abril 2004. Por cierto, las preguntas fue-
ron constantes durante la visita a Costa Rica, para la reunión del Grupo de Río.
Y se lo dijo al propio Presidente Miguel Ángel Rodríguez, cuando este pidió el
apoyo de Chile para su candidatura.
Nadie imaginaba que al asumir su cargo, Rodríguez apenas duraría un mes en
sus funciones. Había tomado posesión el 15 de septiembre y su renuncia se hacía
efectiva el 15 de octubre. Dos días después estaba en la cárcel.
Las circunstancias precipitaron un hecho nuevo. Había elecciones otra vez
en la OEA, convocadas para abril 2005. Francisco Flores, de El Salvador, levantó
su candidatura con apoyo de Estados Unidos. Lo inesperado fue que el canciller
mexicano Luis Ernesto Derbez y el ministro José Miguel Insulza, emergieron casi
al mismo tiempo como candidatos. Sin duda, aquello produjo ruido entre México
y Chile, pero los fuertes vínculos llevarían más adelante a superar el hecho. El mo-
mento era de competencia y de argumentos fuertes. Allí Lagos remarcó su tesis:
“Lo que nos interesa desde el punto de vista país y a las naciones de
América, es una Organización de Estados Americanos fortalecida,
que juegue un rol fundamental en lo que son los grandes temas con-
temporáneos. Todos los grandes conglomerados tienen mecanismos
de entendimiento entre ellos. Estados Unidos y Europa, cuando tie-
nen grandes temas, los discuten en el seno de la OTAN…O cuando
Estados Unidos tiene temas a discutir con sus socios del sudeste
asiático lo hace en la sede de ASEAN. Nosotros tenemos que hacer
de la OEA la instancia donde los latinoamericanos discutamos estos
País pequeño con mapa grande 67

temas fundamentales, también con Estados Unidos, en un ámbito


regional. Ese es el sentido profundo de esta postulación”.
Finalmente, ganó Insulza, en un proceso donde las conversaciones del Pre-
sidente Torrijo, de Panamá, en Washington fueron muy determinantes, como
también el diálogo de la canciller colombiana Carolina Barco con Condoleeza
Rice, ambas en viaje a Santiago para participar en la Conferencia de las Demo-
cracias.
No cabe duda que la OEA ha sido el lugar hemisférico para “identificar coin-
cidencias y diferencias”. Lo es y lo seguirá siendo, lo cual es bueno porque otorga
cauce a esas miradas diversas. Pero la entidad tiene el desafío de abrirse a una
agenda más allá de lo hemisférico, una agenda de los temas nuevos de carácter
más global. Y si allí emergen las diferencias, que las habrá, poder acotarlas y tra-
tarlas con madurez.
La clave también está en que Washington entienda que la América Latina y
el Caribe del siglo XXI están viviendo un tiempo muy distinto a aquellos ligados
a la Guerra Fría o a la era de los gobiernos militares. Hay otras dinámicas sociales
y económicas en la región, como también hay otros actores presentes: algunos
cercanos, como España, otros lejanos, como China.

5. América Latina puede ser capaz de tener una agenda distinta de aquella
impulsada por el llamado Consenso de Washington, una agenda a favor de la
cohesión social.
Desde antes de asumir su cargo, el Presidente Lagos venía hablando de cohe-
sión social. Un concepto que él colocaba en el debate sabiendo que no siempre le
entenderían. Sí, se trataba de las clásicas políticas de desarrollo, pero impulsadas
desde el crecimiento económico llevado adelante con políticas macroeconómicas
serias y donde la participación de sectores privados no estaba excluida. Salud,
educación, vivienda, protección en la vejez, certezas, en definitiva. Y, como el
mismo lo dijo una vez en un seminario del PNUD —citando el ensayo “En lugar
del miedo” del político y luchador británico Aunerin Bevan—, “una sociedad
donde haya ausencia de temor”.
“No se puede andar por el mundo promoviendo la economía de
su país y al mismo tiempo no tener políticas públicas a favor de los
más postergados. La cohesión es algo que los amigos europeos han
68 Fernando Reyes Matta

sabido hacer y nosotros debiéramos seguir ese camino” dijo en un


par de entrevistas al cumplir el primer año de gobierno.
Fue curioso. En los discursos de Lagos y de José María Aznar en la solemne
ceremonia del 17 de mayo de 2002, donde se suscribió el Acuerdo de Asociación
entre Chile y la Unión Europea, hubo una diferencia especial entre uno y otro: el
gobernante español saludó la negociación y su buen término, sugirió que otros la
siguieran y propuso un diálogo que, entre otros temas, se comprometiera a luchar
contra el terrorismo. Lagos, en cambio, colocó como centro la cohesión social.
“Este acuerdo nos obliga a trabajar más intensamente por una
sociedad mejor, por lograr lo que otros en este viejo mundo han
logrado, democracia y respeto a los derechos humanos, pero
también cohesión social, para que estas sociedades funcionen bien.
Es el deseo de nuestra América Latina: crecer con cohesión social
para tener un mundo mejor”, dijo Lagos ante mandatarios europeos
y latinoamericanos.
Tal vez la lectura del subtexto explicaba las cosas: uno hablaba desde el progre-
sismo, otro desde la derecha que terminaría por sumarse a la invasión en Irak.
Cuando triunfó Rodríguez Zapatero en las elecciones de marzo 2004, llamó
al Presidente Lagos para pedirle que antes de la Cumbre Unión Europea-América
Latina y Caribe, a realizarse en México, pasara por Madrid. Era una vía curiosa
pero política, para ir a Guadalajara.
No era la primera vez que Lagos hacía algo así: antes de la Cumbre de las
Américas, en Québec, había pasado a su primera conversación con Bush en Was-
hington, desde allí viajó a París para una reunión clave con Chirac y con Jos-
pin, especialmente con este último, para explicar el sentido político de apoyar el
Acuerdo de Chile con la UE en paralelo al que se negociaba con Estados Unidos.
Luego fue de regreso a América, para la cita en Canadá.
Por cierto, le dijo que sí a Rodríguez Zapatero y en entrevista exclusiva con La
Vanguardia, de Barcelona, dio luces de cómo debía entenderse la nueva relación
política.
“Lo que tenemos ahora es una relación de continuidad y de afinidad.
De continuidad porque hemos tenido buenas relaciones con José
María Aznar, que fue muy importante para la firma del TLC con
País pequeño con mapa grande 69

la UE. Pero ahora, también hay afinidad, la propia de una forma


común de mirar el mundo…Afinidad también en la necesidad de
tener cohesión social en nuestros países. El gran debate en América
Latina es cómo construimos una economía con cohesión social, con
una red de protección social, mientras que el gran debate en Europa
es qué parte de la red de protección social van a mantener ustedes
para seguir siendo competitivos.”
Pero lo que Lagos pretendía no era sólo instalar un concepto político de
referencia. Era más que eso: era poner sobre la mesa una respuesta contundente
al Consenso de Washington. Levantar una suerte de paradigma, donde al buen
manejo de la economía y las finanzas propiciado desde Washington por diversas
entidades a comienzos de los noventa, se le una el impulso de políticas públicas
por las cuales el crecimiento económico derive en beneficios tangibles para el
conjunto de la sociedad.
Su gran discurso sobre el tema lo lanzó en el Congreso de Ecuador, en julio
del 2002. Aquello derivó en un artículo con su firma publicado por El Comercio,
de Quito, bajo el título “La urgencia de una agenda social frente a la realidad
global”. Pronto el texto fue reproducido en otros diarios de la región y en los
artículos seleccionados para los periodistas que concurrieron a la Cumbre Ibero-
americana en Punta Cana.
“Debemos asumir que no hemos sido capaces de sostener con la
misma fuerza la necesidad de impulsar políticas económicas serias
en paralelo a políticas sociales impostergables. Esa es la única vía
para superar los riesgos sociales instalados entre nosotros a partir de
la globalización, a la vez que dar calidad a la democracia y cohesionar
sociedades escindidas durante siglos…La caída del Muro de Berlín
fue una conquista importante de la libertad, sin embargo no hizo
caer el muro entre ricos y pobres, entre alfabetos y analfabetos,
no hizo caer el muro entre los que tienen y no tienen acceso a
oportunidades de educación o de salud, esos muros existen, y esos
muros plantean desafíos frente a los cuales todos somos llamados
a actuar. Lo anterior hace que frente a la nueva realidad global, los
países de América Latina debemos tener una posición activa”, dijo
en uno de sus párrafos.
70 Fernando Reyes Matta

Uno puede imaginar que, en el fondo, Lagos ha caminado con un sueño en


la mente: poder decir en Europa o donde le preguntaran ¿y en qué anda Amé-
rica Latina?, “construyendo naciones con cohesión social”.
Falta para eso, sobre todo si uno recuerda los dichos recientes de Chávez en el
2007, cuando se presentó a la Cumbre Iberoamericana convocada por la Presidenta
Bachelet, para impulsar un gran proyecto común en pro de la cohesión social.
“La cohesión social no me gusta. El infierno puede estar muy cohesionado”,
dijo Chávez al llegar. Sin embargo, el texto que salió de Santiago dejó definitiva-
mente atrás las recetas del Consenso de Washington.

6. La diversidad en América Latina es un dato de la realidad, más allá de la gran


matriz cultural común.
Allá por los comienzos de 1993 Ricardo Lagos, entonces ministro de educa-
ción, había sido invitado a Madrid para entregar su conferencia “Hacia la recons-
titución de un mundo iberoamericano”. En medio de su análisis señaló:
“La apertura económica y en general la dureza de los ajustes
introducidos en casi todas partes en los últimos años ha sido
igualmente una lección colectiva. Es verdad que las diferencias
entre algunos de nuestros países han aumentado y que la noción de
una América Latina homogénea —que nunca fue cierta— se hace
hoy más insostenible que antes…pero me parece que nunca antes
habíamos logrado la consonancia de criterios políticos y económicos
que permiten generar transferencias de modernidad entre nosotros.”
Diez años después diría algo parecido, pero con otra lógica. Estaba próxima la
negociación para la posible creación de un Área de Libre Comercio de las Amé-
ricas (ALCA), con una cita ministerial en Miami. Invitó a los presidentes Fox,
Kichner y Lula a un desayuno, en medio de la Cumbre Iberoamericana de San
Cruz. De allí saldría la idea de trabajar por una propuesta piramidal:
“Queremos tener un ALCA que tenga un mínimo común
denominador para todos y un conjunto de otros temas o niveles,
respecto de los cuales los distintos países puedan suscribir si así lo
estiman, pero que no son obligatorios para todos” dijo a la prensa.
Fox, por su parte, agregó: “Los cuatro países estamos decididos a
País pequeño con mapa grande 71

seguir adelante con las negociaciones del ALCA, pero con mucha
flexibilidad y, sobre todo, favoreciendo el desarrollo económico y
social de los países pobres y las economías chicas”.
Por los subsidios agrícolas, las compras gubernamentales y otros rubros, las
negociaciones se congelaron. Y la voluntad política de seguir adelante también.
Pero quedó en evidencia que, desde cualquier ángulo que se buscara revivir ese u
otro acuerdo, el tema clave era tener una estrategia para la diversidad.
Así se lo señalaron en el CARICOM, cuando concurrió como el único invi-
tado latinoamericano a los 30 años de ese acuerdo de integración del Caribe, esos
países requieren soluciones distintas para aceptar un tratado de libre comercio
porque viven en gran medida de los ingresos aduaneros. En la cita bilateral con
Bush y su equipo, el 2005 en Mar del Plata, Lagos hizo ver la necesidad de asumir
las asimetrías existentes en la región. Dijo que era necesario pensar en un Fondo
de Transición para los países pequeños que pasaban de una economía protegida a
una economía abierta. Luego habló a la prensa:
“Creo que es muy difícil poder plantear acuerdos de libre comercio
cuando tenemos una asimetría que va a favor del que tiene más y no
del que tiene menos. Cuando yo he planteado algunas soluciones
asimétricas es precisamente en el sentido contrario (se refería a la
propuesta de Tratado Comercial hecha por Chile a Bolivia, con
arancel cero para aquel país)…Así se hicieron los grandes procesos
de integración en Europa, con transferencia de recursos de las
economías más desarrolladas a las menos desarrolladas”
Es el dato de la realidad continental. Diversidad por las opciones políticas,
por economías más abiertas o más cerradas, por dimensiones geográficas mayores
o menores, por riquezas naturales y recursos básicos diversos. Y eso reclama cons-
truir respuestas distintas según sean los efectos.

7. La reforma de los organismos financieros como el Fondo Monetario


Internacional o el Banco Mundial reclama de acciones latinoamericanas
concertadas.
Desde Washington, la agencia AFP, envió un análisis a mediados del 2004
sobre las reformas necesarias en las llamadas instituciones de Bretton Word, esto
72 Fernando Reyes Matta

es el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, FMI, creadas ambas en


aquella localidad, en 1946. Dijo allí la agencia francesa:

“El Presidente de Chile, Ricardo Lagos, también pidió cambios hace


un año y lamentó que ambas instituciones impongan condiciones
que son procíclicas y no anticíclicas, con lo que causa más daño el
remedio que la enfermedad”.
Si uno tenía en mente a Argentina, el tema se hacía evidente. Los efectos se
hacen más fuertes cuando las exigencias de tales entidades agobian el desarrollo
de un país, presionando por cumplimiento de metas monetarias sin medir las
consecuencias en el desarrollo social.
La experiencia con Argentina enseñó mucho al respecto. Demostró que se
lograban resultados actuando con unidad y Chile, en el momento de conducir el
Grupo de Río, actuó con la máxima energía política para hacer ver a Estados Uni-
dos —en comunicación telefónica directa con Bush— que presionar a Argentina
no conduciría a ningún buen resultado.
¿Para qué se creó el FMI? para garantizar la estabilidad financiera en la eco-
nomía de la posguerra y en particular la forma de definir los tipos de cambio. Al
mismo tiempo, el FMI pasó a ser la institución encargada de gestionar el nuevo
sistema monetario basado en el patrón “divisas-oro”, cumpliendo a la vez una
función reguladora y una crediticia.
La función reguladora consistía en registrar las paridades de cada moneda con
el oro y el dólar, tratando de evitar posteriores variaciones de los tipos de cambio,
de modo que se facilitase el desarrollo del comercio mundial. El problema surgió
en 1971 cuando Estados Unidos devaluó el dólar y rompió la paridad de éste con
el oro. Atrás quedó el cambio fijo y se pasó a un sistema de fluctuación continua.
Como el FMI se encontró sin identidad buscó otro espacio. Y allí, en el reforza-
miento de sus funciones evaluadoras, fue donde sufrimos sus efectos.
En las crisis del Sudeste Asiático, en Rusia, Turquía, Brasil o Argentina de-
mostraron que los enviados del Fondo ponían atención en las cuentas y no en las
consecuencias sociales de las mismas. Fue duro, pero con firmeza y buen control
en los últimos meses de 2005, Argentina y Brasil pudieron cancelar totalmente
su deuda. Uruguay, también redujo sensiblemente su nivel de endeudamiento al
cancelar por adelantado al Fondo US$900 millones, disminuyendo sus obliga-
País pequeño con mapa grande 73

ciones a unos US$1.000 millones. El Fondo tuvo una fuerte pérdida de influen-
cia en la región.
Sin embargo, los anacronismos globales persisten y la incapacidad de actuar
frente a crisis como la desatada este 2008 por las dobles hipotecas sin control, así
lo demuestra.
¿Es lógico que ahora, ya en el siglo XXI y a seis décadas de la creación de
tales entidades, siga vigente ese entendimiento por el cual el elegido para el Ban-
co Mundial sea quien proponga el presidente de Estados Unidos y el cargo de
director general del FMI le corresponda a quien nominen los principales países
de Europa Occidental?, preguntaba Lagos en un artículo escrito cuando Rato
renunció al FMI. Y allí agregó:
“Nosotros en América latina sabemos muy bien cuán duras han
sido algunas de las decisiones de estas entidades. Queremos, sin
embargo, que ellas existan porque un orden multilateral es lo que más
conviene a países como los nuestros. Pero en ese orden multilateral
queremos que se nos escuche. Y allí, a su vez, emerge nuestra propia
responsabilidad. Sólo tendremos peso en las decisiones y diseños
de la nueva estructura internacional si construimos una voz común
y de consenso. Las reformas de los organismos de Bretton Wood
siguen siendo tarea pendiente, pero América Latina hoy sabe mucho
más cómo pararse ante ellos.”
Esa mirada más sólida es la que Argentina, Brasil y México deben llevar a la
mesa del G20. Ya hubo una primera aproximación en la cita de noviembre del
2008 en Washington, pero el desafío mayor quedó planteado para los debates a
largo plazo, ya con la instalación de Barak Obama en la Casa Blanca.

Un dirigente sindical, un indígena y una mujer

Cuando se toman esos siete núcleos de pensamiento como referencia para


entender la política del Presidente Lagos en América Latina y el Caribe, los re-
sultados son positivos y novedosos. Y sus declaraciones en diversos foros como
sus artículos personales y entrevistas refuerzan esta matriz conceptual.
74 Fernando Reyes Matta

Pero siempre hubo que tratar de colocar esas ideas en medio de situaciones
coyunturales que, como es comprensible, inquietaban especialmente a los medios
de comunicación. Era aquí donde la “diplomacia pública” requería de una estra-
tegia central: instalar desde las preguntas cargadas de inmediatez la perspectiva
de largo alcance.
En las semanas previas a marzo del 2006, preparando un día las entrevistas de
prensa para dos importantes medios mexicanos, afloró esa cierta decepción del man-
datario por lo que éste sentía a veces como una lenta marcha de América Latina tras el
2000. Los periodistas querían “la clase magistral”, la visión donde se hicieran visibles
los cambios y las tensiones mayores, según la percepción del presidente que partía.
“¿Cuál es el gran cambio que podemos mostrar después de estos seis años?
¿Tenemos un Mercosur distinto, tenemos un Grupo de Río con influencia? ¿Te-
nemos un diálogo entusiasmante con Europa? ”, me preguntó con cierta moles-
tia.
Caminaba alrededor de su escritorio. Fue una conversación intensa. De allí,
precisamente, comenzaron a surgir las aproximaciones a los siete núcleos de
análisis descritos anteriormente. Pero hubo más.
“Presidente, usted en este período estuvo en la transmisión del mando donde
asumió Lula, acaba de estar en la toma de posesión de Evo Morales y ahora en
este 11 de marzo entregará la presidencia a Michelle Bachelet. Ahí hay un sím-
bolo” le dijimos.
Meditó un rato y luego remarcó:
“Cierto, cuando un dirigente sindical, un líder indígena y una mujer
llegan a la Presidencia de la República, algo hemos avanzado en la
democracia latinoamericana”.
Y esa fue una de sus afirmaciones centrales en las entrevistas de esos días. Así
surgió una imagen, una idea- fuerza, que muchas veces después hemos visto en
comentarios y entrevistas de otros líderes latinoamericanos.
Globalización sí, pero justa y humana

E
l 5 de septiembre de 2003 el diario El País, de España, publicó un artículo
del Presidente Lagos con un título quizás algo hermético para los lectores
medios: “Bienes públicos y ciudadanía: ¿cómo dar el salto?”
Su alcance fue suficientemente impactante como para verlo reproducido po-
cos días después en su versión francesa, en Le Monde. Allí estaban, ahora en
artículo de opinión, los argumentos que había presentado dos meses antes en
la Cumbre de Líderes Progresistas. En esa ocasión, junto al ex Presidente Bill
Clinton y al Primer Ministro de Canadá, Jean Chretien, más Jack Straw y Pascal
Lamy, como comentaristas especiales, había descrito los fundamentos que Chile
tenía para mirar con inquietud la globalización en marcha y al mismo tiempo, la
urgencia de traer al siglo XXI el concepto de “bienes públicos globales”.
En Londres había marcado la importancia de las “políticas públicas” en el
espacio nacional, porque son ellas las que recomponen los desequilibrios de una
sociedad cuando sólo rige el mercado.
“Si tenemos crecimiento, se requieren políticas públicas para que ese
crecimiento llegue a los muchos que tienen muy poco. Si no lo hacemos
estamos en el camino equivocado y en el plazo no existirá cohesión
social y con ello vamos al fracaso. Eso creo que es lo que les pasó a la
mayoría de los países de América Latina” señaló en esa ocasión.
76 Fernando Reyes Matta

Y luego, hablaría con la prensa, como también lo había hecho Lula, ambos las
dos voces claves en el mensaje “desde el sur”. Se multiplicaron los comentarios de
aquellas intervenciones por toda América Latina. En Uruguay, la Radio36 (par-
tidaria del Frente Amplio y por eso interesante de ver como colocaba los hechos)
dijo en parte de su reportaje:
El Presidente socialista chileno Ricardo Lagos, realizó también una contribu-
ción “ideológica” en esta cumbre sobre la “gobernabilidad progresista”.Desde la
práctica del poder, el socialista chileno llamó a las cosas por su nombre y le expli-
có al resto de los mandatarios lo que significa ser progresista desde los países del
Tercer Mundo y después de las salidas de las dictaduras. Hablando en perfecto
inglés, Lagos explicó que la estabilidad chilena es algo más que el cumplimiento
del Consenso de Washington, que es insuficiente. “La globalización debe ser para
todos y no para pocos, por que ahora es para pocos” recalcó Lagos.
Con el servicio latinoamericano de la BBC, el diálogo se dio así:
­—¿Qué significa para Chile y para América Latina la “tercera vía”?
—Gobiernos que tienen una orientación en donde lo esencial es cómo ha-
cemos que el crecimiento económico llegue a todos los sectores, cuáles son las
medidas de política pública para que eso sea así, en educación, en salud, etc.
El mercado es muy eficiente para poder resolver un conjunto de temas, pero
el mercado no va a resolver temas sociales de nuestros países. Una cosa es tener
cuentas fiscales sólidas, políticas monetarias serias, determinadas empresas que
pueden privatizarse, acuerdos de libre comercio como los que tenemos con Eu-
ropa, Estados Unidos o con países del Asia. Otra cosa es asegurar que todo esto
que conduce al crecimiento, llegue a los que más lo necesitan. Eso requiere de
políticas públicas. Para eso usted también puede usar el mecanismo del mercado.
Si a eso lo llaman “tercera vía”, bienvenido sea.
Esto de los bienes públicos tenía su historia. En 1954, el economista norte-
americano y Premio Nobel, Paul Samuelson, había lanzado su teoría de los bie-
nes públicos en unos textos que se convirtieron en clásicos. Allí se definía como
tales a aquellos bienes sobre los cuales ninguna persona tiene derechos exclusivos
de consumo (no exclusividad) y al ser consumidos por una persona no impide
que otra también pueda hacerlo (no rivalidad). Dicho en otras palabras, yo tengo
acceso, pero otros también. Y, además, si yo tomo mi parte no significa que ese
bien disminuya y se deje de dar a otro.
El ejemplo más obvio es educación, pero con ello los servicios de salud, de
justicia, de transporte, de limpieza comunal y urbanismo, de medio ambiente, de
País pequeño con mapa grande 77

protecciones y seguridad. También en el acceso a energía, agua y otros elementos,


aunque aquí la teoría se puso más compleja cuando llegaron las privatizaciones
en América Latina”.

Desempolvar a Samuelson

Más de una vez le escuchamos al Presidente Lagos hablar con periodistas


sobre estas cosas, a veces en las largas horas de avión en los viajes a otros países. Y
allí se producían diálogos como éste:
—Miren, el tema no es si quienes ejecuten las políticas públicas son entida-
des estatales o privadas. En el pasado fue distinto. Si voy a entregar agua potable
pongo en acción la empresa estatal. Si voy a construir caminos, los caminos los
hará el Estado. Ahora lo esencial es tener políticas públicas y quienes las deciden
son los ciudadanos, a través de las instituciones y las personas que han elegido
para la tarea. En el pasado tuvimos cuatro años de educación mínima obligatoria.
Obligatoria para quién debía recibirla y obligatoria para el Estado en otorgarla.
Llegamos a 1964 y dijimos que lo mínimo eran ocho años. Ahora hemos estable-
cido que la educación obligatoria son doce años.
—Está bien, pero ¿cuál es la novedad en lo que usted está promoviendo ahora?
—La novedad es que vinieron quienes dijeron dejemos todo en manos del
mercado. Ahí tendremos buena educación, buena salud y todo lo demás. Pero,
no pues mi amigo. Porque el mercado no irá nunca a entregarle agua potable a
quienes están en los sectores rurales porque allí el costo será de tres mil dólares
por cada casa a la que usted llegue. Entonces se trata de tener políticas públicas
donde nadie se nos quede atrás, porque tener agua potable es un bien público.
Y ahora, que aún nos falta mucho por hacer en América Latina para aplicar
políticas públicas modernas, se nos viene el tremendo desafío de luchar por la
existencia de políticas públicas globales.
Buscando en sus entrevistas previas, uno puede advertir que el mandatario
chileno venía largo tiempo pensando y planeando estas ideas. En una entrevista
realizada para un número especial de la revista Pensamiento Iberoamericano, en
1991, había adelantado:
“El mercado no capta una necesidad sin poder de compra; en
consecuencia, debemos establecer con claridad necesidades desde
78 Fernando Reyes Matta

el punto de vista de la democracia. Es aquí donde creo que va


estar la clave de la relación entre democracia y desarrollo…Son
aspectos de los cuales la democracia, para subsistir, deberá hacer
que el Estado se haga cargo en los casos en que no puedan llegar al
mercado…Eso no quiere decir política estatal o estatista, porque
las soluciones pueden ser comunales u otras; yo prefiero hablar de
políticas públicas…”
De alguna forma la teoría de Samuelson y de otros que le siguieron, había
quedado aceptada por la práctica —o a lo menos por el afán de cumplirla—. Era
lo que se debía hacer, otra cosa era cuanto se lograba ejecutar. Era un texto clási-
co, un poco dormido en la obviedad.
Pero llegó la globalización y con ella la urgencia de desempolvar a Samuel-
son y otros teóricos. La existencia de los bienes públicos en el espacio nacional
se convertía en matriz para pensar en los “bienes públicos globales”, porque el
mundo estaba viviendo fenómenos nuevos, donde las fuerzas de la globaliza-
ción dejaban atrás lo construido por el multilateralismo tras la Segunda Guerra
Mundial.
El ejemplo más a la mano lo daban las crisis financieras y su efecto dominó,
unido a las nuevas capacidades de transferir billones o trillones de dólares por el
mundo con sólo apretar el botón de un computador. Y aparecían las evidencias
del efecto invernadero o las pandemias como el SIDA. Llegaba una tarea inédita
frente a fenómenos que desbordaban fronteras y afectaban a muchos.
Un dato curioso, pero relevante, demostraba cuán nuevas eran estas realida-
des: sólo en 2001 la Real Academia de la Lengua había admitido en su diccio-
nario el concepto globalización. Allí dijo: “tendencia de los mercados y de las
empresas a extenderse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las
fronteras nacionales”. Ese era, precisamente, el punto.
Tal vez uno de los textos que más influyó en el pensamiento del Presidente
Lagos, configurando la certeza sobre la necesidad de pensar con ojos y oídos
nuevos la política exterior, fue aquel publicado en los días de mayo de 1999, los
mismos en los cuales él recorría Chile como candidato a la presidencia. Entonces
el UNDP, Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, dio a conocer un
libro que llegaría a convertirse en referente esencial: Global Public Goods: Inter-
national Cooperation in the 21st Century (Bienes Públicos Mundiales: Cooperación
internacional en el siglo XXI).
País pequeño con mapa grande 79

Fue este un trabajo colectivo editado por Inge Kaul, Isabelle Grunberg y
Marc A. Stern, donde se llamó a introducir un cambio de gran magnitud en las
políticas públicas y, en especial, en las relaciones exteriores de los países.
El texto —entre cuyos autores figuraron Amartya Sen, laureado con el Pre-
mio Nobel de Economía en 1998, Joseph Stiglitz, entonces economista principal
del Banco Mundial, Jeffrey Sachs, del Instituto de Harvard para el Desarrollo
Internacional— surgió en la víspera de la cita del entonces G-7 (a punto de con-
vertirse en G-8 con la incorporación de Rusia) en Colonia, Alemania. Y, entre
otras propuestas, ya venía sosteniendo la necesidad de ampliar el grupo de países
participantes, si se quería entrar a debatir en serio la nueva agenda que estaba
transformando al mundo.
Con esas ideas el Presidente Lagos había llegado a La Moneda, convencido de
que ellas debían marcar un centro en la política exterior de Chile. Si queríamos
asumir en sus verdaderas dimensiones los desafíos del siglo XXI, se requería no sólo
impulsar políticas públicas en Chile y los países vecinos, sino también llevar adelante
con vehemencia el concepto de políticas públicas en el espacio de la globalización.
Muchas de las tareas y los avances de un país como Chile, abierto al mundo,
podían verse alteradas por lo que el mandatario insistentemente llamaba “globali-
zación sin reglas”. Y todo iba a la par con un proceso de creciente apertura, donde
Chile estaba negociando acuerdos comerciales con Estados Unidos, con la Unión
Europea y otros actores del sistema económico mundial.

La oportunidad tras el atentado a las Torres Gemelas

¿Cómo construir y poner en el debate la urgencia por esos “bienes públicos


globales”? de alguna forma, tras el atentado a las Torres Gemelas le pareció ver un
campo propicio para hacer un giro en favor de esta nueva agenda.
Los dramáticos hechos del 11 de septiembre de 2001 sorprendieron al Pre-
sidente Lagos y a su delegación en un almuerzo oficial con el Primer Ministro
Antonio Guterres, en Lisboa. Cuando el subsecretario de Relaciones Exteriores
Heraldo Muñoz me pidió averiguar qué pasaba en Nueva York porque algo le
habían advertido a Guterres, me paré de la mesa y sólo dos salas más allá encon-
tré a los policías de seguridad consternados mirando un televisor: ya una de las
torres ardía, aunque aún se hablaba de una avioneta. Poco después los hechos se
precipitaron; la segunda torre también había sido atacada. Tomando un rápido
80 Fernando Reyes Matta

café antes de salir hacia el aeropuerto para seguir viaje a Londres, Lagos le dijo a
Guterres: “el mundo ya no volverá a ser igual”
Al día siguiente se encontró con Tony Blair. Sobre el escritorio de éste estaba
esa edición única, fuera de toda su línea, del conservador diario The Times. La
primera y última página las cubría una sola gran foto con este titular: “La guerra
llegó a América”.
Tras reunión con Tony Blair, el Presidente Lagos indicó que cabía esperar
“una respuesta común a lo ocurrido ayer por parte de los gobernantes de los
países de todo el mundo”. Contó que Blair había tenido una conversación con el
Presidente Bush, mientras él lo había hecho con el Presidente Cardoso, de Brasil.
La idea de la acción concertada ya estaba presente a la salida de Downing Street
10, la residencia del gobernante británico:
“Hemos coincidido en que hoy tenemos un mundo diferente y en
la necesidad de generar una agenda común, para colaborar entre
todos los países en combatir este nuevo tipo de terrorismo que ha
emergido en el mundo”
Pocos días después, Lagos decía que aquel brutal atentado había creado una
“gran coalición”. En noviembre de 2001, aún con el estupor por el atentado terro-
rista en el aire —pero también cuando Chile se había atrevido a colocar un bono
soberano en Nueva York por 650 millones de dólares y le había ido muy bien en su
demostración de no quedarse inactivo tras el shock mundial—, un conglomerado
de emisoras internacionales (Radio Netherland, Radio Exterior de España, Radio
Francia Internacional y Radio Cooperativa, de Chile) le pidieron una entrevista co-
lectiva al Presidente de Chile. Allí éste hizo pública una tesis, la cual venía de plan-
tear en Shanghai ante los líderes de APEC: la crisis podía ser una oportunidad:
—Después del atentado al Pentágono y las Torres Gemelas en los Estados Uni-
dos, el mundo ya no es el mismo. No cabe duda. ¿Cómo se ordena internamente
Chile frente a esta nueva realidad que se nos presenta, presidente Lagos?
—En un doble sentido. Primero, formando parte de esa gran coalición que se
ha gestado de China a Rusia, de Rusia a Estados Unidos, de Estados Unidos a los
países europeos para decir NO al terrorismo. Pero también nos parece que como
toda gran coalición en la historia, ese NO tiene que ser seguido con un signo posi-
tivo. El NO al terrorismo es porque queremos seguridad. Si queremos seguridad, la
seguridad no es sólo la ausencia de actos terroristas, es también algo más que eso. Es
seguridad para no tener hambre, seguridad para tener educación, para tener salud.
País pequeño con mapa grande 81

Es decir, creo que esta gran coalición debería plantearse objetivos suficientemente
ambiciosos, como fueron aquellos propuestos al finalizar la Primera o la Segunda
Guerra Mundial. Me parece, en consecuencia, que precisamente porque el mundo
no va a ser nunca igual, tenemos que plantearnos este nuevo tipo de metas”.
En octubre de 2002, de visita oficial en Rusia, reforzaría este enfoque. Pero
allí lo haría con la connotación lógica que los rusos podían entender más, desde
su propia historia. La audiencia estaba formada por destacados profesores de la
Universidad de Lomonosov, donde le otorgaban el doctorado honoris causa.
Si uno piensa sobre la institucionalidad actual, aquella que emergió después
de esa otra gran coalición, la gran coalición para combatir el nazismo y el fascis-
mo; esa gran coalición en la cual Rusia jugó un rol tan fundamental; esa gran coa-
lición en la cual ustedes aquí en Moscú y en San Petersburgo enfrentaron desde
tan cerca a aquellos que querían erradicar determinadas normas de convivencia
civilizada; esa gran coalición dio origen a la Carta de Naciones Unidas —la Carta
de San Francisc y esa gran coalición reflejó las demandas del mundo después de
la II Guerra Mundial.
Hoy día se busca un equilibrio para resolver los grandes temas de la huma-
nidad, es un otro equilibrio. Entendemos que no basta sólo con el equilibrio
político de naciones que se expresa en la carta. Se requiere también un equilibrio
de las distintas naciones para abordar todos estos temas que son centrales en los
desafíos de hoy.
Entre los problemas evidentes que la globalización estaba dejando como hue-
llas, estaba el incremento de la brecha entre países ricos y países pobres. O, para
decirlo sin abstracciones, de seres humanos ricos y seres humanos pobres en el
mundo. Los viejos debates del desarrollo debían ser colocados en los nuevos esce-
narios globales. Ya no bastaba con aquel 0,7 por ciento de ayuda de países ricos
a países pobres (pocas veces cumplido) para hablar de políticas de desarrollo en
el mundo del siglo XXI.
La mejor ocasión internacional para exponer esos temas llegó antes de aquel
viaje a Rusia, a fines de marzo 2002, con la Conferencia Mundial de Financia-
miento para el Desarrollo, realizada en Monterrey, México. La cita había sido
convocada mucho antes de los atentados a las Torres Gemelas, pero ahora su
impacto flotaba en el ambiente: el mundo había cambiado.
Para América Latina había un tema principal: la crisis en Argentina, para la cual
ese país buscaba aún fórmulas de salida, siempre muy afectadas por el gasto fiscal
tan autónomo en las provincias argentinas. Fox y Lagos se reunieron en un desa-
82 Fernando Reyes Matta

yuno de trabajo, junto con sus cancilleres Soledad Alvear y Jorge Castañeda, para
ver cómo aterrizaban el tema en la conferencia. Pero, al mismo tiempo, querían le-
vantar la voz para intervenir en los debates estratégicos dentro de la nueva situación
mundial. Pocos minutos tenía el presidente chileno, para decir muchas cosas.
Lo primero fue marcar enfáticamente que había países para los cuales la ayuda
al desarrollo era muy importante, a veces esencial. Pero había otros, como Chile,
México, Brasil o la propia Argentina, donde lo fundamental estaba en el acceso a
los mercados. Países que buscaban, para su desarrollo, un comercio con normas
claras y sin barreras artificiales, como eran los subsidios agrícolas de los europeos
o las leyes antidumping de los norteamericanos. El alegato del Presidente Lagos
fue con datos en la mano:
“Un estudio reciente señala que si se levantaran las barreras
comerciales, los países en desarrollo generarían una ganancia
potencial de 130 mil millones de dólares, más del doble que los 50
mil que nos hemos propuesto tener para la Cumbre del Milenio.
Esa es la magnitud de la transferencia de la que estamos hablando. Y
eso tiene que ver, en consecuencia, con acceso a mercados.”
Pero también estaba lo otro: ver formas nuevas para financiar los requeri-
mientos del desarrollo. Como lo destacaron CNN y TV Azteca en reportajes
especiales desde la Conferencia, el presidente chileno planteó la posibilidad de
dar un nuevo uso a los llamados Derechos Especiales de Giro. Aquellos se habían
creado en 1969, en el FMI, siendo una unidad monetaria artificial definida en
función de una canasta de monedas, hoy integrada por el dólar, el euro, la libra
esterlina y el yen janponés. Lo concreto que es una especie de reserva contable,
pero que podría tener nuevas aplicaciones.
“Creo que debiéramos seguir avanzando en la posibilidad de explorar
que estos derechos especiales de giro y esos recursos que se crean,
que no implican transferencia de un país a otro, se puedan destinar
al financiamiento de bienes públicos. Cómo compatibilizamos, por
ejemplo, los derechos de propiedad intelectual para los laboratorios
que quieren combatir el Sida u otras enfermedades con el acceso a
bienes genéricos en nuestros propios laboratorios.
¿Pueden los derechos especiales de giro pagar por el derecho de
propiedad intelectual, de manera que en determinados países
País pequeño con mapa grande 83

podamos enfrentar este tipo de situaciones? ¿Estamos en condiciones


de tener un conjunto de bienes públicos que puedan ser financiados
por esta vía? Creo que éstas son las formas innovadoras que tenemos
hacia adelante respecto de este tema.”

Aquellos 10 temas con la Unión Europea

La Cumbre UE-América Latina y Caribe realizada en Madrid en mayo 2002


fue para Chile una circunstancia de gran significado: frente a destacados líderes
de los dos continentes se suscribió el compromiso político por el cual el Acuerdo
de Asociación entre Chile y la Unión Europea quedó listo para su ratificación.
Constituyó el acuerdo más amplio firmado hasta esa fecha por la entidad europea
con un país tercero no candidato a la Unión.
Fue lo más destacado en la prensa chilena e internacional de lo registrado en
aquella cita.Pero algo más ocurrió en Madrid.
El método de trabajo elegido fue encargar a algunos mandatarios la coloca-
ción de ciertos temas claves, derivados de los nuevos escenarios internacionales.
Al Presidente Lagos le correspondió presentar el tema de la “concertación inter-
nacional”, entendida como los esfuerzos de ciertos países para incidir de mane-
ra conjunta ante la nueva realidad global. El mandatario chileno identificó diez
áreas temáticas que la prensa recogió en detalle cuando así se lo dió a conocer
José María Aznar, en ese momento Presidente del gobierno español.
“Cuando vamos unidos se nota la diferencia” dijo el presidente chileno, según
citó la prensa española en sus notas del 18 de mayo. Y los medios indicaron que
Lagos había señalado los siguientes ejes, para lo que denominaron “un decálogo” de
prioridades:
• El desarme • La lucha contra el terrorismo • Las operaciones de paz de la ONU
• El comercio internacional • El Tribunal Penal Internacional • La defensa de los de-
rechos humanos y la democracia • La lucha contra el racismo • La protección del me-
dio ambiente • El combate contra la droga • El desarrollo científico y tecnológico.
Estos diez puntos también darían base a un artículo del propio Presidente
Lagos, solicitado por El País y otros medios europeos. Era una matriz de trabajo
con proyecciones en otros foros, como la Cumbre Iberoamericana, el Grupo
de Río y los diálogos en Naciones Unidas, especialmente durante la Asamblea
General.
84 Fernando Reyes Matta

Paralelamente, en mayo de 2003 se había producido un hecho novedoso


dentro del Grupo de Río, en la perspectiva de intentar influir en la agenda global
emergente. Con motivo de la reunión del G-8 en Evian, el Presidente Chirac
había decidido invitar a un grupo externo, una especie de voces distintas en la
marcha hacia el desarrollo y por América Latina ya estaban convocados México
y Brasil.
Con ese dato en la mano, el Presidente Lagos vió que la cita del Grupo de Río
podía ser animada con un enfoque distinto: definir ciertos puntos, una especie de
mandato, que se le pediría a los presidentes Fox y Lula presentaran en Evian. Así
colocó la cuestión, hubo un debate interesante y los dos invitados latinoamerica-
nos llegaron a Europa pudiendo decir que estaban allí para transmitir también las
aspiraciones de todo un continente.
“Los países de América Latina y del Caribe, que integran el Grupo de Río, en
la reciente Cumbre de Cuzco, encargaron al Presidente Vicente Fox de México
y a mí para que fuésemos sus portavoces aquí en Evian. Allá fueron discutidos
mecanismos innovadores de financiamiento para combatir la pobreza e invertir
en la infraestructura. Recomiendo a mis colegas aquí presentes la lectura atenta
de esas propuestas” dijo el Presidente Lula. Luego colocaría la propia aspiración
de su país de avanzar hacia la creación de un Fondo Mundial contra el Hambre,
como ya lo venían haciendo en Brasil. Y concluyó con un fuerte respaldo a lo
multilateral, de plena sintonía con las posiciones de países como Chile.
“Queridos colegas, la multilateralidad representa, en el plano de las
relaciones internacionales, un avance comparable al de la democracia
en términos nacionales. Valorilzarla es obligación de toda nación
comprometida con el progreso de la civilización, independientemente
de su dimensión económica y de su peso político y militar. Tenemos
que mantener el diálogo, ampliándolo con bases duraderas, y no de
forma episódica. Eso se aplica al G8 y al Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas”.
Habían pasado sólo dos meses de la invasión a Irak, pero ya Estados Unidos
y el Reino Unido se daban cuenta que les urgía colocar el tema en la agenda de
la ONU. Sin embargo, una oportunidad histórica, aquella vislumbrada tras el
ataque a las Torres Gemelas, se había quebrado.
País pequeño con mapa grande 85

Avanzar con los socios posibles

¿Fue la invasión a Irak la circunstancia que echó definitivamente por tierra la


posibilidad de la “gran coalición”, desde la cual el mundo emergiera con un nue-
vo orden capaz de dar un cauce a la globalización galopante? posiblemente, sí.
Y por ello —por lo menos para Chile — comenzó a hacerse nítida otra etapa:
aquella de trabajar con los socios posibles, en circunstancias concretas, para ir
avanzando paso a paso hacia las mismas metas, aquellas de la globalización con
rostro humano. Y para ello buscando reforzar siempre lo multilateral.
Por primera vez un presidente de Chile visitó la India, en enero 2005. Y ello
ocurrió sólo meses después que los presidente de China y Rusia habían realizado
una visita oficial a Chile en el marco de APEC. Con cada uno se hablaba de lo
bilateral, pero también de la nueva marcha que estaba tomando el mundo. Una
marcha donde el Presidente Lagos sabía que también debíamos acostumbrarnos
a mirar y pensar lo que podría significar la transversalidad de entidades como el
grupo BRIC, esto es Brasil, Rusia, India y China.
El concepto había salido de la oficina de Goldman Sachs, donde se argumen-
tó que el potencial económico de Brasil, Rusia, India, y China es tal que pueden
convertirse en las cuatro economías dominantes hacia el año 2050. La tesis fue
propuesta por Jim O’Neill, economista global en Goldman Sachs. Estos países se
estima que tendrán más del 40% de la población mundial y tendrán un PIB com-
binado de $14.951 trillón dólares. De una u otra forma, serían las entidades más
grandes en la escena global, aunque sin el intento de formar una alianza política.
¿Cuál podría ser el significado de ello para Chile? Observar y construir puentes,
sabiendo que uno de esos cuatro es el más grande de nuestro vecindario. Y que
los cuatro serán determinantes en el orden del comercio mundial, más allá de los
fracasos acumulados en la Ronda de Doha.
Allí, como en otros diálogos, lo que se buscó fue mostrar un país militante del
multilateralismo. Por eso existió Haití, por eso se trabajó con especial dedicación
en los proyectos de reforma en Naciones Unidas, por eso hubo franquezas en las
discusiones al interior del Grupo de Gobernabilidad Progresista, por eso hubo
un compromiso mayor en la lucha emprendida por el Presidente Lula para crear
un Fondo contra el Hambre.
La forma como el Presidente Lagos se incorporó a esta iniciativa fue singular.
A fines de enero 2004, en viaje a Dinamarca, recibió una llamada del Presidente
Lula, quién en ese momento se encontraba haciendo una visita oficial a Japón.
86 Fernando Reyes Matta

Tras hablar de un tema específico de la agenda bilateral, el presidente chileno


mencionó que estaba en Europa y que el miércoles de esa semana se veía con el
Presidente Chirac.
Lula señaló que él también tenía acordado un encuentro con Chirac el vier-
nes de esa semana, pero en Ginebra y con el Secretario General de la ONU, Kofi
Annan, para lanzar todos juntos la idea de una “alianza contra el hambre y la po-
breza”, la cual pretendía buscar soluciones financieras y operativas concretas en
este campo. Allí le dijo: “por qué no acortas tu visita a Croacia y llegas a Ginebra
para estar ahí, eso sería muy importante”.
Juan Martabit, embajador en Ginebra, entró en acción, en coordinación di-
recta con Carlos Portales, director general e integrante de la delegación. Lo im-
portante era conocer el texto de la declaración conjunta que se haría y el sentido
de una operación, claramente comunicacional política. Y todo ello un viernes a
las cinco de la tarde, cosa insólita en esa ciudad y en el Palais des Nations, la sede
de la ONU en Europa.
Se hizo y tuvo impacto. Las agencias de noticia, como EFE, dijeron que “el
Fondo Lula” pretendía encontrar nuevos recursos en impuestos a las ventas de
armas y las transacciones financieras. Posteriormente, una comisión de expertos
—entre los cuales el chileno Ricardo Frech-Davis participó como delegado pre-
sidencial— encontraría formas diversas de allegar fondos. Chile decidió gravar
con un dólar extra los pasajes aéreos. Lula había dicho en en la sede europea del
organismo internacional: “No vengo a Ginebra sólo para recordar que el hambre
es un arma de destrucción masiva que mata 24 mil personas por día y 11 niños
por minuto. Vengo en busca de soluciones, vengo a que todos, y aquí con el
Presidente Chirac y el Presidente Lagos y con el Secretario General de Naciones
Unidas, queremos poner en marcha una acción a la que invitamos también a
otros países”.
El Presidente Lagos marcó allí también la importancia de esa iniciativa den-
tro de la nueva realidad generada por la globalización.
“Este será el primer intento de buscar un financiamiento más allá de la ac-
ción de los países individualmente. Esta es la gran diferencia de lo que estamos
haciendo aquí. Estamos buscando, a partir del proceso de globalización, un fi-
nanciamiento vinculado a ese fenómeno, eso es lo nuevo” dijo el mandatario
chileno esa tarde.
País pequeño con mapa grande 87

Sin eludir el debate

Lagos sabía que podía dialogar con personalidades mundiales sobre estos te-
mas, las cuales, a su vez, registraban con alto interés las conversaciones con el
mandatario chileno, más allá del acuerdo que pudieran tener. A veces era con el
sociólogo francés Alain Touraine, para quién la globalización no es algo nuevo y
viene de siglos. Lagos siempre le respondía que lo nuevo estaba en la simultanei-
dad y allí era donde había que lograr accesos igualitarios. En otras, el diálogo era
con Joseph Stiglitz, crítico de la globalización y Premio Nobel de Economía.
“Muchos dicen que Chile siguió el Consenso de Washington. Yo le pregunté
esto a Ricardo Lagos y él me dijo: ‘No, Chile fue exitoso justamente porque no si-
guió la receta del FMI’. Por supuesto, Chile aceptó algunos aspectos de las reformas
neoliberales, pero fundamentalmente los mezcló con sus propias políticas”, recordó
Stiglitz en una entrevista concedida a La Nación, de Chile, a comienzos de 2007.
Todas esas vivencias, las anteriores y posteriores, son determinantes para en-
tender la conclusión adoptada por el Presidente Lagos en aquel septiembre de
2003: había llegado el momento de expresar sus preocupaciones de fondo sobre
la globalización y la urgencia de los bienes públicos globales desde un medio de
influencia internacional. Entregar un artículo principal, para hablar desde el sur,
desde América Latina. Así se sustentó aquella página en El País.
Una vez más, Lagos optó por hacer la entrada al tema desde la lógica histórica.
En más de una ocasión había comentado que los cambios a los cuales nos tocaba
asistir eran de época, de paso de un tiempo histórico a otro. Y cuando eso ocurre,
hay reglas y normativas que se dejan atrás, para generar otras capaces de dar insti-
tucionalidad y coherencia a los tiempos emergentes. Por ahí comenzó el artículo:
“Hace 500 años un gran debate conmocionó a Europa cuando
los Estados feudales pasaron a ser parte de Estados-naciones y fue
necesario establecer ciertas reglas: sólo el Estado podría acuñar
monedas, estar a cargo de las relaciones exteriores y tener una política
de defensa. Aquello fue un cambio mayor, un salto histórico. Y
luego vino la revolución industrial y obligó al mundo a repensarlo
todo, a ver crecer las ciudades, a recibir el impacto del ferrocarril, a
conocer de profundos cambios económicos y sociales.
Cuando hoy la globalización comienza a cruzar las esferas de la
política, de la economía, de la sociedad y de la cultura, cuando esa
realidad nos convoca a caminar por el siglo XXI con instituciones
88 Fernando Reyes Matta

adecuadas y no sólo con aquéllas gestadas hace más de cinco décadas,


uno tiene la impresión de que estamos en el inicio de un ciclo mayor,
donde las normas deben ser otras.
Si en esos grandes saltos lo esencial estuvo en entender los nuevos
escenarios históricos y se crearon normas para vivir en ellos, ¿qué
pasa hoy ante la realidad global? ¿Vamos a tener normas y reglas
por las cuales la relación entre los países como entre las entidades
económicas y entre las personas fluya con dinamismo de futuro? ¿O
seguirá todo como es en la actualidad? ¿Vamos a tener políticas para
incrementar los llamados bienes públicos globales como el medio
ambiente, la justicia internacional, los derechos humanos, la lucha
contra las epidemias mundiales, la diversidad cultural, el conocimiento
humano, el uso de los bienes comunes? ¿Cuánto se podrá avanzar en
normas que regulen las transacciones económicas internacionales, la
macroeconomía mundial y la estabilidad financiera?”
El texto rescataba la mirada de la CEPAL, entre otras entidades, cuando ésta
señala que al frente tenemos tres metas a alcanzar: un sistema de bienes públicos
globales; un concepto de ciudadanía global ligado especialmente a los derechos
humanos; un sistema capaz de superar las asimetrías de hoy.
“Hay que colocar nuevas imaginaciones ante los mapas emergentes”, y deli-
neó áreas concretas de políticas públicas posibles de ejecutar: a) en el desarrollo
incorporar fondos privados en sectores que tradicionalmente han sido dominios
de la acción pública: educación, infraestructura, salud e incluso en el sistema car-
celario; b) realizar, a escala global, procesos de transferencias de fondos para redes
de infraestructura, como lo ha hecho el Gobierno Federal de Estados Unidos
con sus gobiernos estatales o lo realizado en el proceso de integración europea; c)
ejecutar un uso distinto en los países desarrollados —más allá de transferir recur-
sos— de los subsidios entregados para actividades específicas, especialmente en el
área de la agricultura, y disminuir así la competencia desleal.

La globalización y sus preguntas: ¿quién responde?

En una ocasión, en medio de una comida oficial, explicó al Presidente Bush,


a Condoleezza Rice y otros altos asesores del gobierno norteamericano, la necesi-
País pequeño con mapa grande 89

dad que tenía un país relativamente pequeño como Chile de normas multilatera-
les para enfrentar la globalización. Y para ello usó el ejemplo de lo que ocurría en
Punta Arenas con el deterioro en la capa de ozono. Tiempo después lo recordaría
en algunas entrevistas de prensa y en una significativa conferencia ofrecida en la
sede de la Fundación Friedrich Ebert, en Berlín.
“En el extremo sur de Chile, allá en Punta Arenas, como resultado
de las emisiones de gas en el hemisferio norte, la capa de ozono
se hace cada vez más delgada y cuando los jóvenes tienen recreo
en el colegio, si van al patio y hace sol tienen que protegerse con
algo. Porque los rayos solares atacan de una manera distinta cuando
cambia la capa de ozono. Y el hoyo de la capa de ozono se está
expandiendo. ¿A quién le reclamo por lo que ocurre en Punta Arenas?
¿A qué instancia voy? Y, como les dije a los amigos norteamericanos,
ustedes tienen todo el derecho a decir que no les gusta el Acuerdo
de Kioto, pero díganme entonces donde voy yo a reclamar por mis
ciudadanos de Punta Arenas si lo que ocurre aquí no depende de
mí, depende de un acuerdo global.”
Y ese sería el espíritu de las cartas que dirigió a cada uno de los líderes del G8
poco antes de dejar el gobierno. Tras promulgar la ley de Protección a la Capa de
Ozono, con la cual Chile se comprometería a cumplir el ordenamiento internacio-
nal sobre la materia, anunció el envío de esas misivas para llamar a los líderes mun-
diales a un debate franco y directo sobre el calentamiento global y sus efectos en el
mundo. “Mañana será demasiado tarde. Por lo tanto, este país del sur del mundo le
dice a las potencias económicas del norte que el momento para actuar es ahora”.
Varias de las respuestas las recibiría ya como ex presidente, justo antes de
iniciar sus tareas como representante especial del Secretario General de la ONU
en los temas del cambio climático.
Pero allá en Berlín, una vez más, había recordado a Nelson Mandela. Afuera
caía la nieve, pero la memoria le llevó hacia el líder sudafricano porque éste, tal
vez sin saberlo, le regaló al Presidente Lagos una frase que éste citaría muchas
veces. A comienzos del 2004, preparando el viaje a Sudáfrica, la encontramos
en uno de los discursos del líder africano: “la globalización es como el invierno,
sabemos que viene y hay que preparase para ella”. Y, entonces, Lagos se refugió
en esas palabras, para decir lo suyo:
90 Fernando Reyes Matta

“Cuando se dice: pero esta gente no entiende, está en contra de la


globalización y la globalización está aquí para quedarse; yo digo sí,
la globalización está aquí para quedarse, pero como dijo Mandela en
una frase muy lúcida: la globalización es como el invierno, sabemos
que va llegar, va a llegar a un momento de mucho frío, que va a caer
mucha nieve, como hoy día, lo importante es que nos preparemos
para eso y tengamos abrigo y tengamos una casa y tengamos
calefacción. Entonces, el tema multilateral tiene que ver con cómo
hacemos para tener abrigo y calefacción cuando llegue el invierno. Y
si no, sólo algunos van a tener abrigo y calefacción y otros no”.
El 30 de enero de 2006, para inaugurar su nueva sede en el remozado ex
Hotel Carrera, el Ministerio de Relaciones Exteriores organizó el seminario “Hu-
manizar la Globalización”. Invitado de honor fue Pascal Lamy, recién nombrado
Director de la OMC, quién veía el camino de la Ronda de Doha duro, difícil y
cuesta arriba, pero ineludible de recorrer. Lamy dijo entonces que la reforma de
la globalización implica una mayor “gobernabilidad mundial”.
Y allí mismo, el Presidente Lagos entregó una suerte de epílogo de todo lo
pensado, dicho y elaborado alrededor de la globalización en esos años de su go-
bierno y las tareas venideras. Junto al ministro Ignacio Walker y al propio Lamy,
develó el texto escrito sobre el muro. Debe ser el primero existente en algún mo-
numento o edificio de Chile, donde se dejó grabada la palabra globalización. Allí
quedó, como testimonio de las tareas internacionales de Chile en el siglo XXI:
“Queremos un mundo donde Chile esté presente, crezca y se
desarrolle. Un mundo de reglas justas, de respeto mutuo, de política
internacional centrada en el ser humano, con una globalización
capaz de sembrar futuro y esperanzas para todos. Esa es la tarea de
los que aquí laboran”.
III. El mapa de los valores esenciales

“Una nación es una identidad entrañable,


pero también es un proyecto que se perfecciona,
se renueva permanentemente”
Ricardo Lagos, Mensaje de despedida al país,
10 marzo 2006

“Esto no ha ocurrido en ninguna parte. Ni en


Sudáfrica ni en ningún otro lado que yo conozca”
Ex Presidente Bill Clinton, al conocer el Informe Valech.
La tarea de un “laicisista ecuménico”

N
unca pretendió decir otra cosa. Lagos reconoció siempre que era ag-
nóstico o, como dijo en un par de entrevistas, “no tengo el don de la
fe”.
Pero más allá de esa perspectiva personal, siempre remarcó su responsabilidad
de estadista en el ámbito de lo religioso. Hablaba desde Chile y por los chilenos,
para expresar el compromiso del país con la tolerancia y el respeto mutuo entre los
distintos credos religiosos. Uno podía advertir cómo su palabra, cuando hablaba en
este campo, buscaba dar cuenta de un consenso mayoritario en el sentir del país.
“Creo interpretar a los 15 millones de chilenos al decir que hemos recibido
con gran pesar la noticia de su muerte, pero Juan Pablo II no se aleja de nosotros.
Su nombre se hizo parte de nuestra memoria, su pensamiento será una inspira-
ción siempre presente para construir un Chile más justo y, entre todos, un mun-
do más en paz”, dijo en abril de 2005, tras el fallecimiento del Sumo Pontífice.
Al mismo tiempo, fue asentándose en su pensamiento la certeza que en este
ámbito había algo singular que Chile podía entregar al mundo: el testimonio de
la convivencia entre los diversos credos. Esta idea la fue afinando y presentando
ante líderes muy disímiles a medida que avanzaba su Gobierno. Un día, comen-
tando el Te Deum de Fiestas Patrias, le dijo a un corresponsal extranjero:
94 Fernando Reyes Matta

“Creo que en el mundo de hoy no existe otro país con una


ceremonia igual. Nosotros deberíamos enorgullecernos del sentido
profundo que hay en ello, pero tal vez no lo vemos porque, con
cierta ingenuidad, nos parece normal”.
Le correspondió ser el primer presidente chileno no creyente que cruzó las
puertas del Vaticano, para sostener en el 2002 un diálogo con el Papa Juan Pablo
II. Pero también quiso, en ese mismo año, llegar hasta el monasterio Danilovsky,
en las afueras de Moscú, para ser recibido por el Patriarca Alexey II, de la iglesia
ortodoxa rusa. En el 2004, fue el primer mandatario chileno en entrar a la mez-
quita de Kamaz, en Indonesia, para desde allí subrayar la convivencia de otras re-
ligiones con la mayoría musulmana existente en el país. Y en noviembre de 2005
el poderoso American Jewish Committee le eligió para ser el primero en recibir la
distinción “Luz entre las Naciones”, en su versión para América Latina.

Creencias y culturas

Más allá de sus visiones personales, el mandatario se instalaba con gran sol-
tura en este ámbito de lo religioso desde la dimensión de la cultura y desde un
principio básico de respeto a la diversidad cultural. Muchas veces le ví quedarse
en silencio y con asombro al contemplar cuánto ha podido hacer el ser humano
movido por sus creencias.
Al visitar el Parlamento Europeo, en octubre de 2005, se produjo un vacío
de una hora en el programa, por ajustes con la próxima actividad. Estábamos en
Estrasburgo. Con entusiasmo dijo “vamos a la plaza, tenemos tiempo para visitar
la catedral”.
Y allí estaba la fachada magnífica, monumento gótico iniciado en el siglo XII
y terminado casi a la mitad del siglo XV, en 1440. Desde el exterior, asombra la
verticalidad del templo y su torre muy elevada. “Fue la más alta, hasta que se hizo
la catedral de Colonia”, señaló Lagos. Ya en el interior recordó la famosa clase
magistral que dictaba cada año el historiador Jaime Eyzaguirre, describiendo la
catedral gótica para explicar desde esa dimensión arquitectónica y espiritual el
sentido profundo de la Alta Edad Media. Le comentó a los periodistas que le
acompañaban:
País pequeño con mapa grande 95

“Lo impresionante es que hubo quienes durante toda su vida


estuvieron aquí para dejar una gárgola, una figura en el pórtico,
una columna o un pedazo de la torre; esa fue su vida, entregaron lo
suyo, se fueron y vinieron otros. Así es como se construye la historia
profunda”.
Algo parecido había ocurrido tres años antes al recorrer el museo del Ermi-
tage, durante su visita oficial a Rusia. Entre las magníficas obras atesoradas en
aquel palacio de San Petersburgo, hay varias de Rembrandt. Una de ellas es El
Regreso del Hijo Pródigo. “Aquí está” dijo, como quién encuentra algo buscado
por mucho tiempo, y se quedó observando los detalles.
El cuadro responde al estilo clásico de Rembrandt. El fondo está oscuro, pero al
lado izquierdo se ven dos figuras iluminadas: un hombre viejo con ropa elegante
donde domina un gran manto rojo. A sus pies, un joven vestido pobremente se
arrodilla y se abraza al pecho del anciano. El padre extiende las dos manos un
poco bajo los hombros de su hijo. Al lado derecho dos hombres miran desconcer-
tados. Detrás, casi a punto de desaparecer la imagen del hijo mayor.
Cuando se dio vuelta, Lagos nos dijo a quienes estábamos ahí con él, incluidas
tres diputadas, los trasfondos de esa tela.
“Observen las manos. Una es fuerte, firme. La otra, suave, más
femenina. He leído un libro muy interesante de un sacerdote
holandés que vino por horas y horas a observar el cuadro.
Interpretó el sentido de esas manos, como también todo lo que
sugiere la figura del padre y el entorno”
Tiempo después encontré el libro. Fue escrito por el padre Henry Nouwen,
un sacerdote muy sólido y prolífico que entregó sus reflexiones desde distintos
lugares en el mundo. También trabajo en las barriadas de Lima. Murió cuando
se dirigía, precisamente, a filmar un documental en San Petersburgo sobre “El
Regreso del Hijo Prodigo”. Mirando aquel cuadro, Nouwen se había interrogado
sobre el sentido de su propia vida.
“Rembrandt retrata al padre como el hombre que ha transcendido los ca-
minos de sus hijos. Su soledad y su ira podían haber estado allí, pero han sido
transformadas por el sufrimiento y las lágrimas. Su soledad se ha convertido en
una soledad infinita, su ira se ha convertido en una gratitud sin fronteras.”
96 Fernando Reyes Matta

Y, por cierto, estaban los párrafos referidos a las manos diferentes, de las que
había comentado el presidente chileno frente al cuadro.
“Cuanto más contemplo, más claro veo que Rembrandt quiso hacer
algo diferente al pintar a Dios como un sabio y anciano padre de
familia. Todo empezó con las manos. Es algo diferente la una de la
otra. La izquierda, sobre el hombro del hijo, es fuerte y musculosa. Los
dedos están separados y cubren gran parte del hombro y de la espalda
del hijo. Veo cierta presión, sobre todo en el pulgar. Esta mano no
sólo toca sino que también sostiene con su fuerza. Aunque la mano
izquierda toca al hijo con gran ternura, no deja de tener firmeza.
Muy diferente es la mano derecha. Esta mano no sujeta ni sostiene.
Es fina, suave y muy tierna. Los dedos están cerrados y son muy
elegantes. Se apoyan tiernamente sobre el hombro del hijo menor.
Quiere acariciar, mimar, consolar y confortar. Es la mano de una
madre…En cuanto me di cuenta de que las dos manos eran diferentes,
se abrió ante mí todo un mundo nuevo de significados. El Padre no es
sólo el gran patriarca. Es madre y padre. Toca a su hijo con una mano
masculina y otra femenina. Él sostiene y ella acaricia.”
Seguramente, lo que más atrajo a Lagos de aquel libro era la profundidad a
la que Nouwen había llegado entregándose a la observación de una gran obra, al
mismo tiempo que se interrogaba por el sentido de su vida como sacerdote y de
su compromiso con los postergados.
El pensamiento de Nouwen y el cuadro de Rembrand estarían presentes en
sus palabras al despedir al cardenal Juan Francisco Fresno. Quién desde su bon-
dad había impulsado el Acuerdo Nacional, esa primera piedra que finalmente
condujo a la recuperación de la democracia, había muerto a mediados de de
octubre del 2004. A metros de su féretro, colocado en el suelo sobre la Plaza de
Armas de Santiago, el Presidente Lagos recordó aquel cuadro del Ermitage.
“A ratos pienso que su figura, su figura alta, su gesto bondadoso, son tan si-
milares a aquellos de ese padre que, con sus brazos abiertos, acoge al hijo pródigo
en el cuadro de Rembrandt. Allí, en sus brazos abiertos, monseñor Fresno quiso
abarcarnos a todos, a los que pensábamos tan distinto unos de otros, porque
entendía que el regreso de ese hijo pródigo que era Chile, sólo era posible con la
concurrencia y voluntad de todos”
País pequeño con mapa grande 97

Diálogo y orgullo de lo propio

Al término del Te Deum del 18 de septiembre de 2002 el Presidente Lagos


expresó por primera vez ante la televisión y la prensa su orgullo por esa cere-
monia, en términos que luego se convertirían en una constante en su discurso
internacional. Buscó remarcar que este era una acto casi único en medio de un
mundo de actos terroristas, intolerancias y acciones suicidas. Hacía poco se había
cumplido el primer aniversario de los ataques a las Torres Gemelas y durante ese
año se habían sucedido acciones violentas en Kabul, en Riad, en Karachi, entre
otros sitios en crisis.
“Chile en muchos contextos es hoy una excepción. Cuidémoslo
entre todos para seguir siendo eso…el Te Deum fue una acción de
gracias ejemplar, como estamos acostumbrados en Chile. Cuando
en otros países hay guerra, aquí, bajo un mismo techo, judíos y
musulmanes, protestantes y católicos agradecen a Dios. Eso es parte
de nuestra riqueza”.
Esta percepción sería muy significativa en los preparativos de su viaje al Va-
ticano. Tras definirse el 16 mayo de 2002 como la fecha de la visita al Papa
Juan Pablo II, fueron varios los que comenzaron a suponer los contenidos del
encuentro. Por una parte, persistía en algunos las confusiones ligadas a las notas
de prensa de febrero de ese mismo año cuando, por razones de agenda y algunas
tensiones subterráneas, no se dio el encuentro con el Papa. La verdad es que todo
había salido para mejor,
­“¿Te das cuenta? vamos a hacer lo que casi nadie hace: ir en un viaje especial
a Roma sólo para visitar al Papa en el Vaticano” fue su comentario cuando nos
dijo que su visita ya tenía fecha.
Hubo una nota de la agencia católica ACI muy ilustrativa sobre esos su-
puestos señalando que “el Presidente Ricardo Lagos estaría dispuesto a llevar
a su próxima audiencia con el Papa Juan Pablo II en el Vaticano, una ´agenda
conciliadora´ para tratar los contados puntos en los que su gobierno coincide con
las enseñanzas de la Iglesia”. Agregaba que “según fuentes del ejecutivo, Lagos
—quien se confiesa agnóstico— llevará a la Santa Sede aquellos temas sobre
“cultura de vida” en los que coincide con el Pontífice”. La agenda, según la agen-
98 Fernando Reyes Matta

cia, estaría compuesta por las implicancias de la globalización y sus efectos en la


ciudadanía, el desempleo, el respeto a los derechos humanos y el combate a la
pobreza.
Pero la meta era más amplia. En verdad, el Presidente quería que aquella cir-
cunstancia estuviera marcada por la fuerza del diálogo con respeto mutuo.
Los equipos encargados de preparar contenidos recibíamos indicaciones claras:
“no se olviden de la visita del Papa a la mezquita en Siria, en marzo del año pasado,
fue la primera vez en la historia; vean que pasó ahí”. Y en otra ocasión: “es impor-
tante ver lo que dijo la Santa Sede en la Cumbre del Milenio”.
Por eso, estuvo muy satisfecho cuando le entregamos una información detallada
de lo que había sido la Jornada de Oración por la Paz, convocada por Juan Pablo
II en Asís, el 24 de enero de 2002. En ese histórico encuentro habían participado
representantes de las principales religiones del mundo —musulmanes, judíos, bu-
distas, taoístas, ortodoxos, entre otros— a invitación del jefe de la Iglesia Católica.
Grandes líderes religiosos de todos los continentes estaban allí. Entre los textos
entregados al mandatario figuraron estos párrafos de la declaración interreligiosa:
“Hemos venido a Asís en peregrinación de paz. Estamos aquí,
como representantes de las diversas religiones, para interrogarnos
ante Dios sobre nuestro compromiso en favor de la paz, para pedirle
ese don y para testimoniar nuestro anhelo común de un mundo más
justo y solidario.
Queremos dar nuestra contribución para alejar los nubarrones
del terrorismo, del odio y de los conflictos armados, nubarrones
que en estos últimos meses se han cernido particularmente sobre
el horizonte de la humanidad. Por eso queremos escucharnos los
unos a los otros: sentimos que esto ya es un signo de paz, ya es
una respuesta a las inquietantes interrogantes que nos preocupan, ya
sirve para disipar las tinieblas de la sospecha y de la incomprensión.
Las tinieblas no se disipan con las armas; las tinieblas se alejan
encendiendo faros de luz”.
No recuerdo su comentario inicial, pero sí el largo rato en que estuvo leyendo
calladamente la declaración y los informes de la cita de Asís. Cuando levantó la
cabeza sólo dijo:
País pequeño con mapa grande 99

“Esto es, aquí está la esencia de nuestro viaje, se trata de un diálogo


que busca respuestas en el mundo de hoy; el diálogo de las culturas,
de las religiones, en que cada cual tiene que hacer su tarea. Nosotros
iremos al Vaticano para decirle al Papa lo que hemos hecho en Chile
por nuestra convivencia y por reducir la pobreza”.
En realidad, Lagos —en el marco de nuestra realidad nacional— había teni-
do actitudes similares a aquella del Papa en Asís.
Por una parte, estaban los avances con la Ley de Igualdad de Cultos, pero
más allá de eso estaba la reunión que había convocado antes de ir a la Asamblea
General de Naciones Unidas, una cita pospuesta para noviembre 2001, tras la
crisis generada por el ataque terrorista a las Torres Gemelas.
En esa oportunidad, antes de viajar a la postergada Asamblea General había
invitado a La Moneda al Cardenal de la Iglesia Católica, Francisco Javier Errá-
zuriz; al Presidente del Comité de Organizaciones Evangélicas, Francisco Anaba-
lón; a los representantes de las comunidades judías y musulmanas; al serenísimo
Gran Maestro, para con todos ellos “avanzar en definir la forma en que Chile
puede aportar, desde la paz que hemos sabido construir entre nosotros en materia
religiosa, a la paz que tanta falta hace en el mundo”. A su regreso de la ONU, el
13 de diciembre de 2001 se recibió a Neftalí Aravena como capellán evangélico
en La Moneda, uniéndose al padre Percival Cowley, capellán católico de la sede
de gobierno.
Días antes de su viaje al Vaticano la revista 30 Giorni le envió un cuestio-
nario preguntándole, entre otros temas, cual sería su agenda con el Papa. Lagos
respondió:
“Hablaremos de todos aquellos temas que ambos consideremos
oportuno tocar dentro del tiempo disponible. Las complejas
condiciones de vida en el mundo de hoy y las realidades críticas
que afectan a tantos seres humanos, ya de por sí constituyen una
agenda de urgencia que desborda el tiempo de la entrevista. No hay
otro Papa en la historia de la humanidad que haya llegado a tantos
lugares en el mundo, para llevar su palabra a gente de culturas muy
diversas. Conocer su visión de este mundo que emerge en el siglo
XXI constituye, de por sí, un momento muy significativo”
100 Fernando Reyes Matta

Pero también entre las respuestas estaba una definición sobre las relaciones
con la Iglesia chilena y cómo desde allí se debía entender su visita al Vaticano.
Algo poco conocido es que las conversaciones con el Cardenal Errázuriz tuvieron
lugar en diversas oportunidades durante su gobierno, tanto en la casa del Presi-
dente como en la del propio purpurado chileno.
“Ello ocurre (la visita) porque nuestras relaciones son normales,
como lo son con la Iglesia chilena, en un mundo que reclama
mucha fraternidad y mucha entrega a las mejores causas a favor
de los humildes y los postergados, un mundo donde los pobres,
aquellos que no pueden esperar, ven que la globalización toca la
puerta de otros, pero pasa muy lejos de la suya. Como dijo el Papa
Juan Pablo II al llegar el nuevo milenio, la humanidad comienza
esta nueva etapa de su historia con muchas heridas abiertas. Y es ahí
donde cada nación busca en las raíces de su cultura, en aquellos que
son sus sentimientos compartidos, la fuerza para avanzar ante los
nuevos desafíos. En Chile, la Iglesia, desde antes de la República, ha
sido un actor clave en la constitución de la identidad nacional”.
Cuando faltaban diez minutos para las 11 de la mañana de aquel día de mayo,
el Presidente Lagos y su reducida comitiva llegaron hasta el Patio San Dámaso de
la ciudad del Vaticano, para iniciar la visita oficial al Papa Juan Pablo II. En el lu-
gar, la guardia suiza pontificia le rindió honores e interpretó el himno nacional de
Chile. Aquel momento estaba cargado de solemnidad, como lo estaría también la
entrevista a solas en la Biblioteca Vaticana. Tras veinte minutos de ese encuentro
entre el Sumo Pontífice y el presidente chileno, ingresaron el presidente del Sena-
do, Andrés Zaldívar, y el presidente de la Corte Suprema, Mario Garrido, más la
Canciller, Soledad Alvear. Ahí estaban los tres poderes del Estado, era el nivel en
el cual Lagos había querido la visita.
Cuando ya la comitiva se encontraba en los aposentos papales, apareció cruzan-
do el gran patio el Cardenal Jorge Medina, que públicamente se había pronunciado
contrario a la visita. Junto con Pablo Orozco esperábamos el fin de la audiencia.
“—Cardenal, buenos días; somos chilenos.
—¿Y qué hacen por acá?
—Venimos con el Presidente Lagos, ¿usted no se cruzó con él?
—No, no…yo estaba en otra cosa. Gusto de verlos”.
País pequeño con mapa grande 101

Se alejó con una sonrisa hacia el exterior. No imaginamos que en sus próxi-
mos pasos aparecería provocando un ruido inesperado en torno a la visita, al cru-
zar frente a las cámaras y a los periodistas chilenos que esperaban al mandatario;
pero su gesto no pasó de eso: ruido.
Lagos habló en la Plaza de San Pedro para dar cuenta de los contenidos de esa
jornada, la cual también incluyó un diálogo con el entonces Secretario de Estado
de la Santa Sede, Cardenal Angelo Sodano.
“Hemos pasado revista a lo que ha sido la evolución de Chile desde
su visita. Quince años atrás el Santo Padre estuvo en Chile y planteó
la necesidad de reconciliación y paz. También entonces hizo un
llamado muy fuerte a todos nosotros diciendo: los pobres no pueden
esperar. Hoy le he contado de nuestros avances, de por qué Chile
tiene mayor reconciliación y cómo hemos logrado tener un mayor
nivel de paz. Y, más importante, le hemos señalado que esa norma
de los pobres no pueden esperar, la estamos cumpliendo.”
Y dio cuenta de cómo se había reducido a la mitad la pobreza respecto de
la que había en 1990, como también del recuerdo que había hecho del Padre
Hurtado, señalando el deseo de los chilenos en ver pronto cumplida su canoni-
zación.
Pero la dimensión de fondo de su intervención pareció estar en la manera
como interpretaba aquella visita, en tanto una vivencia concreta de la cultura del
diálogo. Si el Papa había entregado en Asís un testimonio de la más alta trascen-
dencia para el devenir global del siglo XXI, lo que Lagos deseaba era aterrizar esa
visión en la marcha de Chile hacia su propio destino. Estas fueron sus palabras en
aquella declaración a la prensa:
“Constatamos hoy lo que planteó el Papa hace cuatro meses cuando
fue a Asís y habló de la necesidad de una cultura del diálogo. Es en el
marco de esa cultura del diálogo —esa que enriquece la diversidad—
donde se encuentran los que piensan distinto. Lo que hizo él en Asís
fue un tremendo esfuerzo para abrir la Iglesia a otros diálogos, a otras
visiones, a otros mundos…Lo que estamos haciendo en Chile es
también propender a una cultura del diálogo que nos permita tener
un país más integrado, más fecundo, más fuerte, pero también más
102 Fernando Reyes Matta

diverso. En tanto preservemos la diversidad, creo que preservaremos


la riqueza de Chile”.
Tres años y medio después, a fines de octubre de 2005, volvería a estar en
aquella plaza. Ahora sería otro Papa, Benedicto XVI, y otra circunstancia: la ca-
nonización del Padre Hurtado. El nuevo Pontífice recibiría al Presidente de Chile
y su esposa Luisa en un saludo especial, con motivo de aquella ceremonia.
Tanto en la Iglesia de San Ignacio en la víspera de la canonización, como tras
el gran acto en la plaza de San Pedro, la palabra del mandatario tuvo fuerte carga
de orgullo nacional. “Esta jornada aquí en Roma enriquece a Chile, enriquece
el alma de Chile. La enriquece porque uno de los nuestros ha alcanzado grados
superiores de dignidad, de reconocimiento en el marco de su fe y de su iglesia”
señaló en medio del templo atestado de chilenos y banderas.
Pero su concepto más profundo, aquel que calaría fuerte en todos los sectores
del país, fue cuando dijo que el Padre Hurtado era “un padre de la patria del siglo
XX”. Había en ello, como en tantas circunstancias de su discurso fundamental,
la persistencia de la continuidad histórica como referente esencial cuando se go-
bierna y se trabaja por un proyecto país. Y desde esa historia propia, también la
pertenencia a una historia más amplia, aquella que nos hace latinoamericanos. La
esencia, estuvo en estas palabras:
“Creo que, como dijera el Padre Hurtado, los padres de la patria
tienen muchos rostros. Y mañana cuando se produzca la canonización
del padre Alberto Hurtado, habremos ganado un nuevo padre de la
patria, un padre que nos pertenece a todos y que, al igual que los
padres de nuestra patria latinoamericana, es un padre de la patria
que compartimos con todos los hermanos de América Latina”

El desafío de la tolerancia

En realidad, aquel año de 2005 había dado espacio en muchos sentidos a pen-
sar y expresar una posición más sólida respecto a los temas de diálogo, tolerancia
y convivencia de culturas y religiones en el mundo del siglo XXI. El Presidente
Lagos había vivido una caminata conceptual y valórica que, tras cruzar el mile-
nio y constatar el impacto de la intolerancia terrorista, obligaba a ser claro y a
País pequeño con mapa grande 103

entregar desde un país pequeño en el sur del Pacífico, el testimonio de nuestras


convicciones compartidas. No venían de la nada, venían de una historia propia
de los chilenos, también dura y difícil.
En las conversaciones con su entorno, Lagos reconocía que Samuel Hunting-
ton había acuñado una propuesta interesante y con fuerza para explicar los nue-
vos escenarios internacionales, cuando escribió “El Choque de Civilizaciones”.
Y, por cierto, reconocía que tras el ataque a las Torres Gemelas para muchos el
libro se había convertido en texto profético. Pero más allá del reconocimiento a
esa tesis socio-política (a veces forzada, como cuando se refiere a América Latina)
la posición del Presidente chileno se afincaba en rescatar todo aquello que fuera
en la otra dirección: en la de los acercamientos, los encuentros y la riqueza de la
diversidad religiosa y cultural.
Por eso, desde el comienzo fue enfático en respaldar la propuesta del Presi-
dente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, quién en su primera
intervención en Naciones Unidas, en septiembre del 2004, había planteado la
creación de una Alianza de Civilizaciones entre occidente y el mundo árabe y
musulmán, “para combatir el terrorismo internacional por otra vía que no sea
la militar”. Poco más de dos meses después de los atentados en la estación de
Atocha, en Madrid, Lagos, su esposa y comitiva estaban allí. “Aquel día de terror,
todos fuimos madrileños” dijo mientras acariciaba la cabeza de Nacho, un niño
hijo de chileno que perdió a su padre en los atentados de marzo del 2004. Y,
precisamente, lo tomó como referencia para un mensaje optimista: “A través de
Nacho también estamos haciendo una apuesta al futuro, al decir no al terrorismo
y sí a la vida, y la vida se expresa con los más jóvenes”.
Ya hacia fines de su gobierno, en una entrevista con agencia EFE, Lagos mar-
caría el aporte que Chile hacía a la propuesta del Presidente español. “Esa alianza
se ha dado acá —dijo— en Chile, donde tenemos un entendimiento con una
comunidad judía muy importante y la comunidad palestina es la mayor fuera de
Palestina”.
Tal vez hubiera sido pertinente rescatar entonces lo dicho por el Canciller Igna-
cio Walker, en mayo 2005, cuando habló en la sede del American Jewish Comi-
té, en Nueva York.
“Quizás esto nadie lo representa mejor que Nicolás Massú Fried,
el único chileno ganador de dos medallas de oro en la última
104 Fernando Reyes Matta

Olimpíada: medalla de oro de tenis en singles y dobles en Atenas


2004. El es hijo de padre chileno-árabe y madre chilena-judía”
El 17 de enero de 2005 Lagos tuvo la oportunidad de hablar en la sede de
la Liga Árabe, en El Cairo, y allí remarcó el sentido de su afán por abrir espacio
a la diversidad y el diálogo en el siglo emergente. La ocasión tenía, además, un
significado profundo, porque pocos momentos antes se había firmado el acta por
la cual Chile era aceptado como observador de la entidad.
Los fundamentos de esa decisión estaban ligados a nuestra acción como país
que, desde la Unión Panamericana de entonces, había trabajando junto a la Liga
Árabe en la Conferencia de San Francisco para contribuir de manera fundamen-
tal a la creación de las Naciones Unidas. Y al marcar la fuerza de la identidad
árabe, lo hizo como muchas veces, rescatando a un poeta porque “los poetas son
síntesis y camino por donde ir”. Dijo allá en el Cairo:
“Esa dimensión cultural es la que forma parte por esencia de la
Liga Árabe, esa dimensión cultural es lo que nos permite entonces
también iniciar una nueva forma de aproximación. Como dice
el poeta Mahmud Darwish: Anota... soy árabe. Mis raíces se
anclaron antes de la génesis de los tiempos, mucho antes del
principio de las eras, antes de los cipreses y olivos, antes que
germinara la hierba”.
Sólo el Presidente Lula, de Brasil, había estado en la Liga Árabe antes que el
mandatario chileno. Allí había echado a andar la cumbre Liga Árabe/Comuni-
dad Sudamericana, una novedosa propuesta de la diplomacia brasileña que Chile
apoyó plenamente.
“Vemos con interés esta iniciativa, cuyo propósito es afirmar el
imperativo del diálogo entre los pueblos y estados pertenecientes
a distintos horizontes culturales, religiosos y laicos en este mundo
del siglo XXI. Todos sabemos que este mundo árabe dejó raíces
y dejó su impronta en el espacio cultural ibérico. Fue desde allí
que nosotros en América Latina recibimos una influencia desde la
cual se construye hoy un diálogo moderno y de mayor cercanía e
inmediatez entre ambas realidades.”
País pequeño con mapa grande 105

Por cierto, al hablar en la Liga Árabe, reiteró la posición de Chile a favor de


soluciones políticas que permitan la creación de un Estado Palestino viable y la
coexistencia con el Estado de Israel dentro de fronteras seguras e internacional-
mente reconocidas. Una coyuntura siempre marcada por la interacción entre lo
político y lo religioso y, muchas veces, entre las militancias a ultranzas ,ajenas a
la convivencia y la diversidad.
El origen de la crisis extendida hasta hoy es el cumplimiento parcial de la
resolución 181 de Naciones Unidas, en 1947, que dio nacimiento a la necesidad
de formar, para el pueblo israelita, el Estado de Israel, y para el pueblo palestino,
el Estado Palestino. Lagos lo enfatizó en El Cairo:
“Por distintas razones de la coyuntura internacional se ha cumplido
la mitad de esa resolución. Es necesario cumplir la otra mitad. Ese
ha sido el drama de los últimos años”
Reconoció allí cuán difícil era esa meta. Especialmente, si el diálogo se interrum-
pía como resultado de hechos de violencia, a los que no se les debía permitir ser el
factor que coartara las posibilidades del encuentro. Por esos días, cuando recién era
electo el nuevo Presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, esas palabras
fueron más que oportunas. De hecho el propio Canciller palestino había conversado
a solas con Lagos poco antes de ese discurso, donde éste enfatizó nuestra mirada.
“(Este proceso) necesita el aporte de todas las culturas, un diálogo
constructivo entre todas las civilizaciones. Nosotros, desde ese
pequeño país en el sur del mundo, queremos ser protagonistas de
ese encuentro entre las distintas naciones de la Tierra, donde la paz
permita hacer realidad nuestros sueños de progreso y bienestar para
el conjunto de la humanidad. Entonces, creo que podemos dar un
pequeño paso en esa dirección, fomentando la cooperación por
encima de las diferencias.”
Después de la Cumbre en Brasil, el Presidente de la Autoridad Palestina, Mah-
moud Abbas, vino a Chile. También lo hizo uno de los fundadores de la Argelia
independiente, el Presidente Abdelaziz Bouteflika. Y con la visita del Canciller de
Egipto, Ahmed Aboul Gheit, se dio otro paso: era la primera vez que un Ministro
de Relaciones Exteriores de ese país visitaba Chile.
106 Fernando Reyes Matta

En cada una de esas conversaciones predominó el apoyo de Chile al cumpli-


miento de la deuda histórica existente con el pueblo palestino. Pero al mismo
tiempo, el mandatario chileno fue enfático en decir que “Chile valora la búsque-
da de soluciones políticas que permitan la creación de un Estado Palestino viable
y la coexistencia con el Estado de Israel, dentro de fronteras seguras e internacio-
nalmente reconocidas”. Hubo música, hubo pañuelos de tejido negro y blanco,
hubo presencia de raíces del Medio Oriente.
Cuando se reunió con el Presidente Bouteflika, este le pidió visitar el lugar
donde había muerto el Presidente Salvador Allende. Fue un momento emocio-
nante la visita a aquel lugar, un memorial sencillo sobre una pared de ladrillos al
aire en el segundo piso del Palacio de La Moneda.
Uno de los dos aludió a cómo la Guerra Fría había cobrado también su precio en
Chile. Ahora, coincidieron, era urgente dar un orden compartido al mundo emer-
gente. Al llegar a la sala de prensa, Lagos definió las reflexiones de esos días en una
frase breve, pero contundente y donde la palabra “laico” daría cuenta de su visión:
“Es imperativo el diálogo entre los pueblos y Estados pertenecientes
a distintos horizontes culturales, religiosos y laicos, porque el
mundo del siglo XXI sólo podrá construir una historia positiva para
la humanidad si se sostiene en la rica plataforma de la diversidad
cultural”.

Pluralismo en los nuevos mapas globales

Si uno recordaba lo que había dicho en Turquía ocho meses antes, podía ad-
vertir el fondo que había tras esas palabras: “La importancia de Turquía no está
sólo dada por la estabilidad que ofrece a la región, sino porque es un puntal en la
lucha contra el terrorismo y el fundamentalismo, así como un importante eje del
diálogo entre civilizaciones” dijo entonces Lagos junto al Presidente turco.
Como en tantas otras ocasiones de esos años fundacionales, le correspondió
ser el primer Presidente chileno que visitaba la nación euroasiática. Por ello, y
recordando el hermoso monumento a Ataturk —el fundador de la Turquía mo-
derna y secular— en Santiago, recalcó que “el diálogo de ambos países, pese a la
distancia que los separa, puede ser útil para resolver los problemas del siglo XXI”.
País pequeño con mapa grande 107

Hubo conversaciones formales, pero en realidad la más significativa y suelta


se dio alrededor de una taza de café turco, donde del Primer Ministro Recep Ta-
yip Erdogan le explicó a Lagos cómo se veía la suerte con la borra del café. ¿Cómo
se dio aquello? por un comentario hecho en la cita del día anterior.
“—Si, estuve antes en Estambul y lo recorrí mucho. Lo único que
no encontré fue el Café de Pierre Loti.
—Yo lo llevo mañana y ahí conversamos— le dijo el premier
turco”.
Pierre Loti fue un escritor y viajero francés, que vivió en Estambul y dejó
valiosos relatos sobre la ciudad a comienzos del siglo veinte. Donde Loti pasó
muchas de sus horas, en una colina alrededor de la cual se despliega un cemen-
terio medieval, se instaló un café. A paso firme, ambos subieron hacia el lugar y,
aunque no fue fácil lograr que el numeroso contingente de seguridad, asesores y
periodistas les dejaran solos, al fin pudieron tener su conversación privada. Desde
la terraza se veía una impresionante vista del mar Bósforo y a lo lejos Estambul
salpicada de mezquitas.
Ambos líderes hablaron de la dimensión cultural e histórica de Turquía, espe-
cialmente por su situación como puente entre Europa y el Medio Oriente.
En ese marco, cuando Lagos habló con la prensa, subrayó que Europa debía
entender en profundidad el sentido de la postulación de Turquía a la Unión
Europea. Se pronunció en favor de ella, hizo gestiones ante Blair por petición
de Erdogan, para que se analizara la aspiración turca en todos sus alcances, aun
sabiendo que este es un proceso complejo y difícil, en lo interno y externo. Pero
también necesario, si se piensa con estrategias de largo plazo donde la integración
de las civilizaciones sea el eje articulador de un nuevo sistema internacional.
Detrás de esas ideas, estaba el concepto de la tolerancia. En distintas instancias
el Presidente Lagos remarcó el sentido de ese principio. No es fácil porque ello
reclama no sólo aspirar a vivir en el pluralismo, sino también ser comprometidos
con la construcción de la pluralidad, entendida ésta como la consecuencia de las
distintas visiones capaces de construir un ethos común. La tolerancia, como diría
más de una vez en esos años, no es la mera aceptación, es entender que en el punto
de vista del otro “hay una parte que puede enriquecer el punto de vista propio”
De ello habló cuando la Gran Logia Masónica le recibió en el Club de la
República, en octubre del 2005.
108 Fernando Reyes Matta

“El cultivo de la tolerancia fue lo que impulsó en su origen a la


masonería a abrir más espacios para el debate libre de las ideas, para
el desarrollo de la ciencia, para que se ampliaran los horizontes del
arte, de la filosofía, de la política. Hoy, me parece, necesitamos un
nuevo impulso en este sentido. Podemos apreciar cómo esta sociedad
chilena se ha hecho cada vez más compleja, más diversa. Alguien
diría, más global. Sí, es cierto, la globalización demanda también
el fortalecimiento de identidades locales y cómo fortalecemos
identidades locales para adentramos en un mundo que es más global.
Ello, a mi juicio, hace indispensable dar nuevos pasos que aseguren
una convivencia fundada en el respeto y la capacidad de apreciar las
diferencias no como un mal sino como un factor positivo que nos
enriquece como nación.”
Cuando el Presidente Lagos caminaba hacia los finales de su gobierno, la co-
munidad judía le anunció que el American Jewish Committee (AJC), a través de
su recién creado Instituto Latino Americano, le había elegido para ser el primero
en recibir el premio “Luz entre las Naciones”.
El AJC llegaba a Chile con los pergaminos de haber sido fundado un siglo
antes, en 1906, para proteger a los judíos que entonces sufrían duras persecucio-
nes en Rusia. La ceremonia fue solemne, a la cual concurrieron también los ex
presidentes Patricio Aylwin y Eduardo Frei. Pero, por encima de todo, hubo un
reconocimiento de esa siembra hecha por el primer gobierno chileno del siglo
XXI, en el afán de construir un mundo más tolerante y abierto.
En su discurso el director ejecutivo del AJC, David Harris definió el sentido
de la tarea del mandatario chileno desde el pensamiento judío.
“En nuestra herencia judía, quizás sea uno de nuestros estudiosos el
que más resalta sobre los demás. Su nombre era Maimonides. Nació
en Córdoba, España, y vivió en el siglo XII. El escribió: “Todo hombre
debe verse a sí mismo en equilibrio total: mitad bueno y mitad malo.
De igual manera, debe ver al mundo entero como mitad bueno y
mitad malo… para que con solo una buena acción la balanza se incline
hacia sí mismo y hacia el mundo, hacia el lado del bien”. Presidente
Lagos, usted ha inclinado la balanza hacia el lado del bien.”
País pequeño con mapa grande 109

Aquellas palabras fueron fuertes para Lagos. “Un reconocimiento no para


mí, sino para Chile” había comentado al aceptar la entrega. Y la ocasión le dio
pie para hablar de cómo aquí habían aprendido a convivir los que venían con
diferentes historias, a veces una historia dolorosa.
“Los pueblos, siempre he pensado, se enriquecen de muchas formas.
Se enriquecen por el progreso material, pero también se enriquecen
por ese otro progreso, más tenue, más complejo, más difícil de
aprehender a ratos, que es la incorporación y asimilación de distintas
culturas. No para erradicarlas, sino para potenciarlas, entendiendo
que un país es más rico, una sociedad es más abierta cuando es capaz
de preservar distintas culturas. Ese es el aporte más importante, a mi
juicio, que la comunidad judía ha hecho a Chile: hacer nuestros los
valores permanentes de una cultura que es milenaria, pero que al
mismo tiempo es actual.”
La coyuntura de aquel acto también le permitió hablar de la Declaración de
Naciones Unidas sobre Derechos Humanos y de cómo aquí, desde nuestros pro-
pios dramas, íbamos avanzando en el rescate de la tolerancia.
“También en esta patria nuestra han habido algunos que en un
momento pensaron que era posible violar impunemente los derechos
humanos. Pero hoy puedo decir, con tanta convicción como energía,
que en Chile no hay lugar para el antisemitismo ni para ninguna
expresión de odio, discriminación o prejuicio nacional, racial o
religioso.”
Las entrevistas hacia los finales de su gobierno no sólo le pidieron evaluacio-
nes políticas y resultados económicos. También surgieron allí los análisis sobre los
temas valóricos y cómo Chile había logrado avanzar en este ámbito. En aquella
entrevista final con agencia EFE ya citada, develó con cierto humor la posible lógica
desde la cual había actuado. La nota de prensa dijo que el Presidente de Chile había
admitido el concepto de “laicismo ecuménico” en este andar y había agregado:
“Será porque soy laicista que puedo ir a cualquier lugar y decir más
o menos lo mismo”.
Saber más, conocer más,
atreverse a innovar

A
la mitad de su gobierno, el Presidente Lagos hizo una afirmación en el
diario español El País, reproducida luego en medios chilenos, algo sor-
prendente para algunos: “Ser de izquierda hoy es darle a todo el mundo
la posibilidad de ser un Bill Gates”.
Detrás de la frase había un concepto relacionado con los medios de produc-
ción y la evolución experimentada por éstos.
En el siglo XIX y buena parte del siglo XX se consideró que los medios
básicos de producción eran el capital, los recursos naturales y la mano de obra.
Pero con la llegada del siglo XXI se hizo evidente que el medio de producción
por excelencia es el conocimiento. Y ello significa, para países como Chile, tener
estrategias nacionales para “profundizar y captar el saber”, a la vez que alcanzar
niveles de educación donde esa relación con el saber sea amplia y de calidad.
Cuando Ricardo Lagos dirigió su primer mensaje presidencial al país el 21 de
mayo del 2000, sólo habían pasado seis años desde la transformación de Internet
en una fuerza nueva de comunicación para el mundo.
En 1994 emergió el concepto “triple w” (world wide web) y el británico Tim
Berners-Lee impactó a la comunidad científica mundial al entregar los funda-
País pequeño con mapa grande 111

mentos técnicos del ciberespacio, el lenguaje de programación para crear páginas


de Internet (HTML, siglas en inglés de hypertext mark-up language) y el proto-
colo de transferencia de hipertextos (http: hypertext transfer protocol), utilizado
para codificar las páginas y transmitirlas.
Sólo seis años, pero esas herramientas digitales se habían hecho aventura hu-
mana. Aparecían los buscadores, se lograba integrar imágenes y textos con facili-
dad en la pantalla, y se hacía posible obtener la información de interés para cada
cual. Para muchos, la primera protesta antiglobalización de noviembre 1999,
en Seattle, que paralizó la reunión de la OMC, había tenido como herramienta
esencial la coordinación de todas las organizaciones vía Internet.
Cuando Lagos habló, ya estábamos en pleno 2000 y el temor por la crisis di-
gital y el cambio de siglo había quedado atrás: la red digital respondió y el sistema
financiero mundial respiró aliviado.
Ahora estaba allí, entre otras expresiones mayores, la posibilidad del gran
salto adelante, el cambio de época donde el modo de hacer política y la forma de
pensar un proyecto-país se reconfiguraba. Con la globalización había llegado el
concepto de red. Este comenzó a nivel mundial con 10 mil sitios en aquel 1994 y
ya sobrepasaba los 100 millones cuando Lagos concluyó su gobierno.
Hubo caras de sorpresas ante su primer mensaje, porque dedicó buena parte
de su intervención ante el Parlamento a las potencialidades de Internet. Pero
el nuevo mandatario sabía cómo y por qué era necesario colocar el acento de
un nuevo tiempo en ese desarrollo digital. “Nos ha correspondido encabezar el
primer gobierno del siglo XXI. Esto nos obliga a mirar con detención el nuevo
mundo que vivimos” dijo para abrir el tema.
En el pensamiento de Lagos ese nuevo mundo, configurado tras el cruce del
2000 con la imagen del ingreso al Tercer Milenio, definía una línea de trabajo
donde lo hecho en el país debía ser llevado a un nivel de democracia y participa-
ción mucho más amplio. Saber más, conocer más, atreverse más con el mundo,
recoger más de la experiencia internacional, todo ello estaba directamente vincu-
lado con un sentido de tarea innovadora para el país.
“Chile debe asumir la vanguardia entre los países que usan las
tecnologías de la información, especialmente Internet, como motor
de un nuevo progreso. Un progreso que se basa en la flexibilidad de
las empresas y no en su tamaño, en la inteligencia de la gente y no
en la cercanía geográfica, en la cooperación y no en el antagonismo.
112 Fernando Reyes Matta

Es que esta nueva época es sólo equivalente en la historia de la


humanidad a los cien o doscientos años posteriores a cuando
Gutenberg descubre la imprenta y permite el avance de los libros
para todos y aparecen los periódicos doscientos años después.”
“Estamos en el umbral de una época distinta y diferente. ¿Cómo
nos vamos a beneficiar de estas nuevas tecnologías?: empresarios,
comerciantes y consumidores, que estarán integrados entre sí,
reduciendo costos; los usuarios de los servicios públicos, que podrán
hacer sus trámites desde una cabina de Internet instalada en su barrio;
los niños y jóvenes, que tendrán en los computadores de sus escuelas
las mismas bibliotecas que hoy están disponibles en cualquier ciudad
del mundo, Estocolmo o Nueva York. Chile tiene las condiciones
de la región. Disponemos del mayor número de computadores per
cápita de América Latina y nos acercamos al liderazgo regional en el
porcentaje de los usuarios de la red Internet.”
Los fundamentos históricos para afinar la mirada al futuro estaban allí. Tam-
bién la necesidad de advertir desde ya el desafío principal: el peligro de la brecha
entre los que tienen y no tienen.
“Sabemos que la mayoría de las familias chilenas no puede, todavía desde
sus casas, acceder a esta red. Pero no pueden quedarse atrás. Debemos evitar que
se produzca una nueva división entre chilenos, entre los que están y no están
conectados a la red. Es la fractura digital de la cual muchos hablan que se puede
producir mañana entre países avanzados, que están en la nueva economía” su-
brayó en ese mensaje fundacional de su gobierno y el primero de un mandatario
chileno en el nuevo siglo.
También en esas palabras se reflejó el persistente afán de ver la realidad de
Chile en su vinculación con lo global. El país de 15 millones de habitantes pre-
parándose para caminar bien por un mundo sobre 6.000 millones de seres huma-
nos. Ni la brecha digital en Chile ni la brecha digital en el mundo.
Por eso, en junio de ese año y tras regresar de Berlín de su primera participa-
ción en la Cumbre de Gobernabilidad Progresista, fue uno de los tres firmantes
de una declaración, muy difundida en diversos medios internacionales. Junto
con el Presidente Lagos allí estuvieron Thabo Mlabeki, Presidente de Sudáfrica y
Goran Persson, Primer Ministro de Suecia. Los tres señalaron:
País pequeño con mapa grande 113

“La tecnología de la información es, en todo el mundo, un factor


clave en los procesos de desarrollo económico, político y cultural,
sin embargo, hasta ahora solamente una elite tiene acceso a ella. Si
la tecnología de la información no está disponible para todos, puede
llegar a ser otra fuente de división y de mayor desigualdad, además
de un obstáculo para el desarrollo. La brecha digital ya existe, y
nuestra tarea como líderes políticos es asegurar que disminuya,
dentro y entre nuestras naciones.”
Casi al mismo tiempo que el texto completo de Mbeke, Persson y Lagos se pu-
blicaba en el Internacional Herald Tribune, se reunió en Japón el llamado G-8, esto
es, el Grupo de Países de mayor desarrollo en la economía de mercado, más Rusia.
Allí coincidieron en resaltar los beneficios que supone la revolución digital para la
economía mundial, pero también advirtieron los peligros de una brecha creciente
entre los ricos y los pobres en este sector. “Debemos asegurar que sirva al crecimien-
to económico sostenible, al bienestar social y a la cohesión social, a fortalecer la de-
mocracia, promover los derechos humanos, resaltar la diversidad cultural, así como
la paz y la estabilidad internacional.”, dijo la declaración del G-8 en Okinawa.
Para el análisis de los líderes estaba la contundencia de los datos. El número
de usuarios de Internet se había casi duplicado en un año: de 180 millones a fines
de junio de 1999 estaba llegando a 330 millones en junio del 2000. Sin embargo,
los informes también remarcaron que el 90% de los usuarios de Internet existían
en los países más desarrollados.
Lo dicho en el mensaje del 21 de mayo del 2000 y la declaración de los tres
gobernantes de América Latina, Europa y África estaba en plena concordancia
con una creciente inquietud mundial: aumentar los accesos y disminuir la bre-
cha digital. Poco después, entre el 2003 y 2005, esa agenda estaría en el corazón
de los debates de la Cumbre de la Sociedad de la Información convocada por
la Internacional Telecomunication Union (la entidad más antigua de Naciones
Unidas) en Ginebra y Túnez.
Para Chile, el nuevo mandatario había hecho promesas concretas: una red
pionera de infocentros públicos, conexión de todas las escuelas de Chile a In-
ternet, facilidades para la compra de computadores por los profesores, créditos
para la instalación de computadores en cien mil empresas emergentes, dictación
de una ley para establecer la firma digital, expansión total del sistema digital tri-
114 Fernando Reyes Matta

butario para la declaración de impuestos, puesta en marcha de sistemas digitales


en los servicios públicos para atender a los ciudadanos. También prometió que
Chile abriría una oficina en Silicon Valley, porque “es hora que nuestro país allí
en la vanguardia del conocimiento y la tecnología con nuestros jóvenes para las
empresas del siglo XXI”.
Al final de ese período de gobierno el saldo fue muy importante. Entre el
2000 y el 2006 Chile tuvo una transformación profunda en la expansión y uso de
la red digital. Chile pasó a ser reconocido mundialmente por sus avances en esa
materia. En el Reporte de las Tecnologías de la Información del 2006 elaborado
por el Foro Económico Mundial, Chile alcanzó la primera ubicación de América
Latina, con el lugar 31 de un total de 122 naciones. Hoy existen en el país 183
computadoras por cada mil habitantes, cifra que supera en más de 62 por ciento
la media regional de 112 unidades. Asimismo, 35,3 por ciento de la población
se conecta a Internet, más del doble del promedio latinoamericano de 14,4 por
ciento, e incluso superior al de España.
Y en ello, por cierto, el logro más admirado cuando el Presidente chileno lo
daba a conocer en el extranjero era el uso de Internet por el Servicio de Impuestos
Internos: no sólo que a cada uno le llegue la referencia de su posible pago, sino
que la declaración ya venga hecha. En Estados Unidos, al hablar en San Diego
ante la Cámara de Comercio, escuchó con satisfacción este comentario:
“Ustedes tienen que venir a decirnos cómo se hace; nosotros estamos
muy lejos de eso”.
Diversos informes destacaron en el 2006 que de los dos millones de contribu-
yentes chilenos, 96,3 por ciento hizo su declaración de impuestos por Internet.
Todo eso se hizo, pero había una inquietud mayor en la cabeza del gobernan-
te. No se trataba sólo de tener más computadores y más conectividad. El tema
es cómo se trabajaba con esas herramientas, cómo se incrementaba la eficiencia
y, sobre todo, cómo los científicos chilenos entraban en una lógica nueva para el
desarrollo de Chile.
A comienzos de septiembre de 2000 dio un importante paso en esa dirección
al participar en la ceremonia por la cual oficialmente se incorporó Chile a Intra-
net2. Ese era un hecho clave para la comunidad académica y los científicos del
país, para las universidades y sus proyectos de investigación. Era un paso más en
la incorporación pionera de Chile al nuevo desarrollo digital.
País pequeño con mapa grande 115

Con ello Chile pasó a ser parte de redes exclusivamente dedicadas a investiga-
ción y desarrollo tecnológico, con un alto estándar de velocidad de conexión, que
en la práctica implicó ganar un acceso privilegiado a las fuentes de información,
y una verdadera revolución en el uso de recursos informáticos para investigación
y docencia. En ese marco, Lagos remarcó el sentido en el cual se debía entender
ese nuevo paso.
“He querido participar esta mañana con ustedes, porque creo que
son los países que hacen ciencia los que están preparados para avanzar
hacia el desarrollo con bases sólidas y estables. No basta, como
algunos dicen, con importar la ciencia. La ciencia tiene que crearse
y desarrollarse en cada uno de los países. Debemos entender que el
liderazgo científico y tecnológico va de la mano con el crecimiento
económico, particularmente en la realidad del mundo de hoy. Durante
décadas, el crecimiento económico se basó en la explotación de riquezas
naturales. Está bien, en buena hora, pero en el largo plazo esto es
insostenible. En el largo plazo, sabemos que el crecimiento se va a basar
en el conocimiento y en la capacidad de generación de nuevas fuentes
de conocimiento. Por ello hoy, con esta nueva herramienta, podemos
tener otras capacidades para poder pensar en el Chile del futuro.”
Casi tres meses después visitaba durante la mañana a Bill Gates en sus oficinas
de Microsoft, en Seattle; en la tarde del mismo día llegaba al sur de San Francisco,
para reunirse con Larry Ellison, de Oracle. Dos personalidades mundiales, de muy
difícil diálogo entre sí, pero ambas abiertas en un mismo día a escuchar las ideas de
ese gobernante que venía del sur para debatir proyectos de futuro. Pero había una
dimensión que sólo percibí tras un diálogo con un periodista del San José Mercury.
“—¿Y de aquí se van a Washington?
—No, no vamos a Washington.
—¿Cómo? ¿Lagos vino a Estados Unidos y no irá a un encuentro con Bush?
—No, tal vez el mundo ha cambiado. Vinimos primero a ver a Gates y a
Ellison”.
En esa visita, quizás más que en ninguna otra, Lagos llegó junto a una dele-
gación del más amplio espectro político y empresarial nacional. Y el sentido de su
viaje lo explicó en una video-conferencia simultánea con diversas universidades
del país. Tal vez allí, en ese diálogo con Antofagasta, con Valparaíso, con Santia-
116 Fernando Reyes Matta

go, Valdivia y otras ciudades sostenido desde los centros de la revolución digital,
estuvo uno de los momentos fundacionales del Chile del siglo XXI.
Del viaje a Silicon Valley, como se le llamó, salió también el proyecto de tener
en ese sector de California una oficina de Chile. Esta quedó abierta en marzo del
2001, al mismo tiempo que se garantizaba la expansión del proyecto Enlace a todas
las escuelas de Chile y la Fundación Bill y Melinda Gates (el brazo de cooperación
al desarrollo del multimillonario digital) concretaba su donación de siete millones
de dólares para colocar Internet en 300 bibliotecas públicas del país.
Allí, cerca de la ciudad de San José, entre una y otra visita a las corporaciones
del sector informático, se gestó por teléfono con el Presidente Bill Clinton el
anuncio de iniciar las negociaciones para un Tratado de Libre Comercio entre
Chile y Estados Unidos, sin fast track de por medio.
­¿Con quién habla tanto por teléfono? ­—preguntó alguien de la delegación
cuando, al llegar a la puerta de la corporación donde le esperaban para mostrarle
satélites y redes de cable submarino, se quedó varios minutos en el interior del
auto. Hablaba con Clinton.
Por cierto, hubo una ovación cuando el Presidente Lagos, en medio del dis-
curso durante el almuerzo ofrecido por empresarios chilenos y norteamericanos,
dio a conocer la noticia. Entre los presentes estaban varios de los cuales echarían
a andar, posteriormente, la Fundación País Digital.
Tras el almuerzo, se inició el encuentro previamente acordado con Carly
Fiorina, por entonces la poderosa CEO de Compaq y un año después también
CEO de Hewlett-Packard. Aquella sería la primera conversación de dos personas,
una desde el ámbito empresarial y la otra desde el ámbito político, que en tres
ocasiones coincidieron para hablar de las estrategias del desarrollo digital en el
mundo, en América Latina y en Chile.
Había una alta sintonía entre ambos porque si Lagos es un hombre con la
Historia como referente para ver los procesos, Carly Fiorina no se quedaba atrás.
Después de todo, se graduó con honores en Historia y Filosofía Medieval, en la
Universidad de Stanford, antes de entrar al mundo empresarial. Hablar del Re-
nacimiento y de cómo lo digital nos lleva ahora hacia otro renacimiento fue un
eje de sus conversaciones.
A fines de julio del 2004 se reunieron por última vez en La Moneda, donde
la ejecutiva llegó al día siguiente de vivir un desaire en la Casa Rosada, en Buenos
Aires. La audiencia fue larga y animada, tras lo cual se le ofreció un almuerzo en
su honor. Entre otros allí estaba el entonces senador Alejandro Foxley y el Mi-
País pequeño con mapa grande 117

nistro Nicolás Eyzaguirre. Al bajar las escaleras de piedra en la sede de gobierno


comentó a sus acompañantes: “Chile es otra cosa, este país llegará lejos”.
La frase respondía exactamente a la estrategia que el mandatario chileno se
había propuesto. Nada podía resultarle más satisfactorio que inscribir el nombre
de Chile en la mente de los conductores mundiales. Pero, ¿por qué todo aquello?
¿por qué, por ejemplo, aquella oficina en Silicon Valley?
En una primera instancia, pensó que ese proyecto podía ser una propuesta de
integración distinta y moderna con Argentina, colocando juntos una casa bina-
cional en California. Lo planteó en el mismo Congreso del país trasandino en su
primer viaje al exterior como Presidente de Chile, pero al final hubo que ir solos.
El propósito de la iniciativa lo entregó también en el primer mensaje presiden-
cial: “(Un lugar) donde podamos enviar a los mejores jóvenes talentos nuestros
del mundo de la empresa y la creatividad. Allí en Silicon Valley están también las
empresas de los principales países del Sudeste Asiático”. Si bien el proyecto tuvo
un despegue más difícil de lo previsto, su aporte fue esencial como apoyo a los
emprendedores jóvenes en el ámbito tecnológico.
Al concurrir a la inauguración de Intranet2 había dicho una frase con resonan-
cias profundas y que anticipaba una de las ideas centrales en su pensamiento político
al imaginar la inserción de Chile en el mundo: “el crecimiento se va a basar en el co-
nocimiento y en la capacidad de generación de nuevas fuentes de conocimiento”.
Más de una vez le oímos comentar con decepción cuán mal andábamos en
la creación de conocimiento internacionalmente reconocido, en la generación de
patentes, en la preocupación porque Chile aprendiera a constituir su patrimonio
de conocimiento para moverse por el mundo. Si en la primera etapa de su gobier-
no fue discreto, poco a poco levantó la voz para remecer a los científicos del país
y hacerle ver que eran piezas claves del desarrollo futuro de Chile.
“Nuestra situación ahí es bastante más crítica. En el año 2000 Chile obtuvo
una patente por cada millón de habitantes concedida en Estados Unidos y reco-
nocida como tal, una por cada millón. Holanda tuvo 78 patentes reconocidas;
Finlandia 119. Hay una pequeña diferencia con 1 en Chile. Creo que aquí se
están jugando riquezas, pero claro, todos sabemos que para patentar, antes de-
bemos invertir en investigación y desarrollo y, antes que eso, debemos tener una
buena asociatividad entre el mundo empresarial y el mundo científico. Digámos-
lo con mucha franqueza, en los países líderes, el sector productivo destina a la
investigación y desarrollo el 60% de sus utilidades, 60%. En Chile, con suerte,
se destina el 18%. Entonces, cuando decimos que se requiere un esfuerzo del
118 Fernando Reyes Matta

ámbito público y un esfuerzo del ámbito privado, estamos hablando de temas


muy sustantivos y concretos, tan concretos como estos números que estoy dan-
do” remarcó al hablar en septiembre del 2003 en el lanzamiento del Sistema de
Información en Ciencia, Tecnología e Innovación.
A esa altura, sus viajes por el mundo le habían llevado a acumular suficientes
datos y una perspectiva clara de hacia dónde debe ir el camino de Chile.
A fines de febrero de 2002 realizó una visita a Suecia, Finlandia e Italia, en
la que participó, como integrante de la delegación oficial, Juan Claro, entonces
Presidente de la Sociedad de Fomento Fabril (SOFOFA). Se trataba de ver juntos
cómo se daba en otros países de poca población, pero alto desarrollo, la vincula-
ción entre sector público y privado para el avance tecnológico.
Con el viaje, además de la participación personal de Lagos en la Cumbre de
los líderes Progresistas, en Estocolmo, se buscó incentivar la inversión extranjera
en Chile, agilizar las negociaciones para la aprobación del Tratado de Libre Co-
mercio con la Unión Europea y concluir las tratativas para alcanzar un acuerdo
de cooperación con Europa en el campo científico y tecnológico.
Este había sido un tema central en los análisis del grupo progresista. Aquella
era la cita que el atentado a las Torres Gemelas había postergado para el 2002.
Por eso la agenda se abrió hacia múltiples ámbitos, tras los nuevos desafíos plan-
teados en la situación mundial.
“Nosotros, jefes de Estado y de Gobierno de cinco continentes,
nos unimos con el propósito de implementar políticas modernas
y progresistas. Compartimos una sólida base de valores comunes
y el propósito de usar el poder del Gobierno para mejorar la vida
de la gente, promover una sociedad más justa y una economía más
dinámica y asegurar que las poderosas presiones de la globalización
sirvan a la necesidad de muchos, no de unos pocos”
Ese era el primer párrafo la declaración de la Progressive Governance Summit,
como se le conoce en inglés. Pero, en ese marco, había un texto ligado directa-
mente con los afanes del mandatario por traer a Chile un nuevo entusiasmo en
torno de las tecnologías y la ciencia. Dijeron los líderes en la Cumbre:
“Seremos innovadores. Necesitamos ser tan innovadores en el siglo
21 como lo fuimos en el siglo 20, asegurándonos que los servicios
País pequeño con mapa grande 119

públicos sean constantemente modernizados y diseñados para


enfrentar las necesidades actuales de los ciudadanos más exigentes...
Debemos estar preparados para experimentar con los distintos tipos
de asociación entre los sectores público y privado y ser imaginativos
en el acceso y uso de las tecnologías”.
Por eso, al llegar a Finlandia, Lagos colocó toda su atención en los grandes
logros de ese país y las lecciones que de ello podíamos sacar para Chile. Con poco
más de cinco millones de habitantes, Finlandia se ha convertido en una de las
principales naciones del mundo en el desarrollo de la industria tecnológica. De allá
viene Nokia; de país productor de cobre derivó en el número uno en maquinaria y
equipos sofisticados para la minería. El éxito de su política de constante innovación
es tal que en el 2000 los productos de alta tecnología significaron el 30% de las
exportaciones, seis veces más que en el año 1988. Es considerado uno de los países
más desarrollados de Europa con un per capita en torno a los 25 mil dólares.
Hace medio siglo este país de largos inviernos vivía casi exclusivamente de la
agricultura. Hacia fines de la década de los 80, tras un proceso de industrializa-
ción ligado a la celulosa y papel, Finlandia tomó la decisión de transformarse en
una sociedad tecnológica para ingresar a la era de la información.
Estos avances fueron patentes en la visita a VTT, un complejo de investiga-
ción tecnológica bajo tierra, con especiales condiciones de seguridad, donde la
delegación conoció la metodología de la innovación en Finlandia.
“Lo que aquí ocurrió fue que el gobierno, en conjunto con las empresas y las
universidades decidieron hacer una apuesta en serio. Los fondos para la investi-
gación y desarrollo alcanzaban al uno por ciento del Producto Interno Bruto en
1984. Me informan que en el 2000 los fondos para la investigación científica
llegaron a los 4 mil millones de dólares, lo que equivalió al 3,3 por ciento del
producto. ¿No nos dice algo todo esto? ambos somos países pequeños que hemos
decidido jugarnos nuestro crecimiento participando en la economía mundial.
Hay lecciones que tomar de aquí” dijo el mandatario chileno en sus comentarios
a la delegación y la prensa nacional que le acompañaba.
Aquella gira de febrero del 2002 le llevó también a Italia. Eran los días en que
se buscaba en cada país el apoyo para la aprobación del Acuerdo con la UE. Y en
Roma, hablando en un seminario empresarial también colocó las posibilidades
que se abrían para Chile en esta nueva relación con Europa:
120 Fernando Reyes Matta

“Quiero decirles que el acuerdo que buscamos con Europa es más


que un acuerdo de comercio. Es un pacto de entendimiento político
y también científico y tecnológico, en virtud del cual nuestros
académicos, nuestros científicos, van a poder acceder a los programas
de desarrollo en estas áreas en la Unión Europea”.
Esa idea de un puente entre la búsqueda de conocimiento en Europa y el
desarrollo científico en Chile, tenía —como siempre— ciertos fundamentos his-
tóricos que venían desde lejos: ni más ni menos que de la relación entre Manuel
de Salas y Claudio Gay.
En 1830, Gay había viajado de Francia a Chile contratado como profesor de
física y para hacer un estudio de la geografía de Chile y de sus recursos. Se quedó
varios años en el país, lo recorrió de punta a cabo y luego, ya en París, publicaría
su “Historia Física y Política de Chile”, en 30 volúmenes claves para definir las ca-
racterísticas de la naciente nación. En todo ese tiempo —no obstante la diferencia
de años— cultivó una nutrida correspondencia con Manuel de Salas. Esas cartas
volvieron a Chile en septiembre de 2001 y ello motivó una sencilla, pero solemne
ceremonia en La Moneda. El Presidente Lagos, conocedor de aquella historia y
admirador de su aporte al conocimiento de la flora, fauna y minería de Chile vio en
ello un signo, el mismo que ahora buscaba construir en el despegue del siglo XXI.
“No nos cabe duda que en esos días convulsos, cuando esta nación
quería apostar a ser independiente, se estaba buscando la forma
de dar a este país aquellos cimientos imperecederos constituidos
por el saber, por la comprensión de la propia realidad, por las
herramientas científicas y culturales con que debe contar una nación.
El entendimiento de Salas y Gay indica que este país nació a partir
de algo más sólido que la pura independencia política”.
Ahora se trataba de mirar esa dimensión del conocimiento en los mapas de
la globalización, ya que allí podían encontrarse condiciones de afinidad. Por eso,
era Finlandia, era Suecia, como también fue Irlanda y, por cierto, Dinamarca.
Cada uno de ellos enseñó y confirmó al Presidente Lagos los fundamentos de su
proyecto de cambio. Su paso por Irlanda le demostró la trascendencia que era
posible alcanzar cuando gobierno, empresarios y trabajadores se unían en la for-
mulación de un plan nacional de desarrollo, como había ocurrido allí en 1987.
País pequeño con mapa grande 121

Una de sus decisiones fue abrir en Irlanda una embajada de Chile, para seguir de
cerca este proceso y alentar los vínculos tecnológicos entre ambos países.
Dinamarca también sembró lo suyo en los fundamentos de ese pensamiento
abierto al futuro. Y ello sería especialmente significativo a la hora de discutirse el
royalty a la minería del cobre.
“No quedan minas de cobre en Finlandia, pero Finlandia hoy día le
vende los bienes de capital a todo el mundo que quiera sacar cobre.
Les quedó el know how, les quedó la tecnología, y con ello Finlandia
sigue siendo Finlandia. Es distinto ¿verdad?
¿Y qué hace Dinamarca con su gas? veinte por ciento de las utilidades,
nada de 2%, 3%, no, 20% a un fondo sólo para investigación. Y el
año 2012 ese 20% se transforma en 20% de la propiedad. Y, por lo
tanto, ¿qué es lo que estoy diciendo? Si acá vamos a tener 100, 120,150
—dependiendo el precio del cobre— millones de dólares, no es para
gastarnos los 150 en un año. Pero sí el producto de eso, y al año siguiente
tendremos 300 y al subsiguiente 400, al año subsiguiente 500, y lo
que podemos hacer es utilizar, entonces, el producto de eso —repito,
es un fondo que crece—, el producto de eso tiene que ir a ciencia y
tecnología. Los gobiernos tienen que pensar en largo plazo. Ni un peso
de esto, ni un peso se va a utilizar antes del 2006. Mi obligación es
pensar lo que viene después. Esa es la obligación de un país.”
Ese categórico análisis fue parte de su discurso en mayo del 2004, cuando se
dieron a conocer los resultados de los proyectos presentados al Fondo Nacional
de Desarrollo Científico y Tecnológico. En la selección había una cuota impor-
tante de investigadores menores de 35 años y que por primera vez recibían ese
respaldo. Fue dos días antes de su penúltimo mensaje presidencial. Para quienes
le habíamos seguido en el extranjero y en Chile en el desarrollo de esa política,
estuvo claro que allí hablaría con singular franqueza.
“Lo que hemos hecho como comunidad científica es tremendamente
importante, pero en el mundo de hoy no basta con tener investigadores
de excelencia, no basta con tener más y mejores laboratorios. Es necesario
un cambio más profundo, que tiene que ver prácticamente con un
cambio de mentalidad. Y aquí nos falta por avanzar, quiero ser bien
122 Fernando Reyes Matta

franco. Tenemos que generar más conocimiento, pero también tener


capacidad para proteger los resultados de las investigaciones que se hacen
en Chile. Y el resultado de las investigaciones que se hacen en Chile, en el
mundo de hoy se mide por cuántas patentes. Así de concreto.”
Una sensación de incredulidad más que de sorpresa recorrió la audiencia
cuando contó que en un país —que prefirió no nombrar— tras recibir plantas
de frutillas y frambuesas habían patentado el ADN de éstas. Y lo mismo ocurrió
cuando contó cómo buena parte de los productos autóctonos, de origen mapu-
che, que se venden en Temuco estaban siendo patentados en el extranjero.
Por cierto, dijo que se estaban tomando medidas de protección, especialmente
en los tratados a firmar. Pero dejó claro que esta era una batalla donde había que
actuar unidos y con imaginación, ahí estaba la riqueza del presente y del futuro.
“Cuando estuvimos en Nueva Zelandia nos dijeron: ustedes y nosotros somos
los mayores productores de pino radiata en el mundo. Aquí estamos trabajando
en el pino radiata, porque el pino radiata consumible por el fuego a 120° ya tiene
ciertas dificultades, no es aceptado en China. Y al de Chile le pasa lo mismo. A
lo mejor podemos hacer un joint venture para ver cómo hacemos que nuestro
pino llegue a resistir 180° y entonces va a ser declarado un pino adecuado para la
industria de la construcción en China. Y claro, es un poco distinto tener un pino
radiata que puede entrar o no puede entrar al mercado de China. Ese es el mundo
de hoy”, dijo hablando de un ejemplo concreto de los nuevos desafíos.
Lo remarcó muchas veces en esos años, sobretodo cuando impulsó los acuer-
dos entre CORFO y CONICYT y lanzó un proyecto con respaldo del Banco
Mundial para promover la investigación científica con la mirada puesta en el país
y no sólo en el artículo próximo a publicar en una revista especializada. A veces
pudo sonar rudo, pero siempre en la fuerza de sus palabras estuvo la ansiedad por
hacer ver su percepción del futuro.
“Hay que reordenar nuestra institucionalidad, porque no me cabe la
menor duda que en el mundo de este siglo XXI, en un tiempo más
vamos a exportar el ADN protegido con la patente tanto, que tiene su
genético que antes era pera, uva, manzana, etc. Pero lo que usted va a
exportar es ese producto con ese nivel de protección. Entonces nuestros
agricultores van a descubrir, como algunos ya lo están descubriendo,
que, o compran esa patente con ese ADN o no van a exportar”.
País pequeño con mapa grande 123

La clave de su preocupación estaba en que era necesario crear un diálogo


nuevo en una conjugación triple: Estado-Universidad-Empresa.
El tema era llevar adelante políticas en esa dirección. Como señaló más de
una vez, ello tenía que ver con la capacidad del país de ser efectivamente global
y llegar al desarrollo.
En mayo 2005 por fin pudo firmar la ley que creaba el llamado Impuesto
Específico a la Minería, más conocido como Royalty II. Había sido una nego-
ciación difícil en la cual, con buenos argumentos, las regiones reclamaron tener
beneficios directos. La ley permitió echar a andar el Fondo Nacional de Innova-
ción para la Competitividad.
“Mediante ese impuesto, Chile recibirá lo que en justicia le corresponde por
sus riquezas, en el cobre y en otros minerales. Y podrá disponer de ellos, ya que
son indispensables para nuestro desarrollo futuro. Lo que aquí se extrae no es
renovable. Sin embargo, con este impuesto derivado de la extracción, podemos
generar un fondo para la investigación, la ciencia y la tecnología, y ese recurso
que estamos creando, de conocimiento, ese sí que es renovable”, subrayó el
Presidente Lagos, quien además sostuvo que en diez años, el país tendrá una base
de desarrollo a partir del cluster minero, conformado por empresas que “van a
estar en la frontera tecnológica en diferentes áreas”.
Poco a poco comenzaron a verse los resultados de esa política mayor. Hacia
fines de septiembre del 2005 se presentaron en la Moneda nueve “Consorcios
Tecnológicos Empresariales de Investigación” que agruparon a profesionales, en-
tidades y capitales públicos y privados. Su propósito apuntó a conjugar en cinco
años la investigación de frontera, creando patentes y la comercialización de los
nuevos productos generados en su marcha.
Las metas determinadas fueron muy concretas. Los nueve consorcios se fija-
ron, entre otras materias, desarrollar mediante biotecnología aplicada nuevas va-
riedades de frutas, mejorar la producción de madera mediante el uso de genómica
forestal, desarrollar un cluster o alianza entre productores e investigadores de la
leche en la Décima Región y mejorar la industria vitivinícola, así como desarro-
llar nuevos productos de valor agregado a partir de los desechos de las industrias
exportadoras tradicionales, construir un programa de tecnología aeronáutica e
implementar un polo de desarrollo en el área de Biomedicina Aplicada.
Un ejemplo de lo que Lagos soñó desde su presidencia puede estar en el
proyecto Macromix.
124 Fernando Reyes Matta

En el 2000, con apoyo de Fondef se inició la “Investigación y desarrollo de


tecnología de aprovechamiento de recursos hidrobiológicos para la producción
de fertilizante orgánico sobre la base de especies algales y desechos de la industria
pesquera”, presentado por investigadores de la Universidad de Los Lagos, de la
zona sur. En tres palabras, cómo hacer de las algas y otros desechos un fertilizante
orgánico para beneficio de la producción agrícola. Tras dos años y medio se pasó
a la segunda etapa cuando se aprobó el proyecto “Promoción y comercialización
del paquete tecnológico para la producción de fertilizantes orgánicos a base de
algas marinas, Macromex”.
Ahora ya había un procedimiento, se había pasado de la investigación a la
aplicación tecnológica. Y, por ello, se empezó a buscar el reconocimiento inter-
nacional. En el 2006 Estados Unidos le otorgó la patente al nuevo producto y lo
mismo ocurrió luego en la Unión Europea. Un gran logro en innovación para
aquella universidad y sus investigadores.
“Ese es el camino, por ahí tenemos que ir” comentó Lagos cuando lo supo.
Y, por cierto, luego agregó: “pero todavía nos falta mucho”.
Entre otras cosas, sería necesario darse cuenta que ese desarrollo científico
y tecnológico es parte de un escenario mayor como país. No se trata sólo de la-
boratorios, proyectos y publicaciones. Ni siquiera de lograr más patentes. Todo
eso está bien, pero tiene un marco más amplio, aquello dicho por el gobernante
chileno en noviembre del 2001, al inaugurar la reunión anual del Club de Roma
en la Universidad Austral.
Esta realidad del siglo XXI va a obligar a pensar en un conjunto de normas,
de reglas, de instituciones acordes que permitan que en los proyectos de cons-
trucción de futuro tan importante como los avances materiales sean los valores
espirituales. Esa capacidad de transmitir el conocimiento del presente a las fu-
turas generaciones, es también la capacidad de transmitir valores espirituales y
esperanzas.
Cultura y vida; la tarea de la identidad.

D
espués de visitar Argentina y Brasil, el Presidente Lagos quiso que su
tercera visita en la región fuera a Uruguay. Llegó allí en noviembre del
2000 sabiendo que los lazos eran fuertes entre dos países con mucha
hermandad, pero también porque en lo personal siempre le ha tenido mucha ad-
miración a “la República Oriental”, a su cultura y a su gente. Y, por cierto, ello se
refuerza con su esposa Luisa, la cual vivió su adolescencia en aquel país cuando su
padre, el destacado doctor Hernán Durán, cumplió allí una misión de la OMS.
Eso lo sabían los uruguayos. Pero no esperaban que al ser recibido en el Parla-
mento, Lagos rescatara a Ingmar Bergman, el director de cine sueco, para referirse
a ellos y su modo especial de ser.
“Llego a un país de una dimensión cultural profunda. Una vez,
en una entrevista, le preguntaron a Ingmar Bergman qué país le
gustaría visitar en el mundo, donde no hubiera estado. Uruguay,
dijo. ¿Uruguay? le preguntaron, con sorpresa. Sí, Uruguay, porque
es el único país donde mis películas provocan muchas críticas, con
debates profundos, y son un éxito de taquilla”
Aquello era verdad. En marzo de 1952, se presentó “Juventud divino tesoro”,
una de las primeras películas de Bergman en el Festival de Punta del Este, y poco
126 Fernando Reyes Matta

después cuando se le exhibió en Montevideo, el nombre de Bergman comenzó a


gravitar en la crítica y público uruguayo. Fue de los primeros países en el mun-
do, fuera de Suecia, donde se valoró con mucha seriedad los aportes que traía
el nuevo creador. Después todas sus películas fueron un acontecimiento en el
Uruguay.
Pero al comentar aquello, Lagos no quería instalarse en la anécdota. Lo que
trataba de subrayar era cómo las dimensiones culturales —en este caso un país
de cinéfilos y críticos entendidos y con una serie de cinematecas organizadas que
causan admiración— proyectaban la imagen de una nación, le daban un sentido,
para concurrir con ello al diálogo global del siglo XXI, donde lo cultural será
determinante.
¿Cómo debía hacerlo Chile? en primer lugar, “sin miedo” para ver todas sus
verdades, pero también todas sus raíces. Mirar al futuro junto con afirmarse en la
siembra de los mejores, de aquellos buscadores de vanguardias que fueron capa-
ces de ir desde Chile a una dimensión universal. Por eso le importó que los cien
años de Pablo Neruda se convirtieran en un acontecimiento no sólo para Chile,
sino para la América Latina y muchos otros países en distintos continentes. Por
eso, buscó recuperar a Roberto Matta como uno de los nuestros, un chileno que
desde la pintura se había convertido en ciudadano del mundo.
Y el afán por crear el Consejo de la Cultura no estaba colocado sólo en dar
forma a una institucionalidad superior y eficiente desde la cual abrir los mejores
cauces para la creatividad artística chilena, sino también una entidad desde la cual
descubrir a los sucesores de Claudio Arrau, de Gabriela Mistral, de Neruda, de
Matta o de Roberto Bolaño que estén por allí, en medio de la sociedad chilena.
Sobre todo si están casi ocultos en los sectores pobres y modestos, desde donde
será muy difícil salir adelante si no cuentan con el apoyo del Estado o de un es-
fuerzo conjunto de la sociedad.

La cultura es la amalgama principal

Aquello también venía desde su propia convicción sobre la cultura y su tras-


cendencia. En julio de 2002, hablando en la Fundación Guayasamín, en Quito,
Lagos entregó su visión sobre la centralidad de la cultura en medio de la globali-
zación y las realidades latinoamericanas del siglo XXI.
País pequeño con mapa grande 127

“Si creemos que la cohesión social es esencial para abrir nuestros


países al mundo, la amalgama de esa cohesión social es la cultura.
Por eso siempre he dicho que la cultura debe estar en el centro de
nuestras preocupaciones como gobierno. No es la economía, no
son las políticas sociales, no son los esquemas democráticos los que
están en el centro. Lo que da fuerza a todo ello, lo que le da sentido
ético a todo ello, es la capacidad que tenemos de desarrollar nuestras
propias identidades culturales que son las que priman cuando se
forja un sistema democrático más profundo, una economía con
rostro más humano, unas políticas sociales que nos den cohesión en
lo que estamos construyendo cada día”.
¿Quién se acuerda quién gobernaba cuando Mozart o Bach creaban su mú-
sica? ¿O quién reinaba en Holanda cuando Rembrandt transformaba la relación
entre luz y sombra, dando un nuevo paso en el desarrollo de la pintura universal?
preguntas como esas colocó más de una vez en conferencias, entrevistas o discur-
sos para marcar la trascendencia la cultura en la historia humana.
Por ser un hombre de izquierda, también por haber sido Secretario Gene-
ral de la Universidad de Chile cuando ésta era la institucionalidad cultural más
bullente del país, Lagos sabía que al hablar de Estado y cultura no faltarían los
que abrirían los ojos con sospechas. Decidió ser claro desde el comienzo. Antes
de su primer mensaje presidencial, el 16 de mayo del 2000, convocó a artistas
y creadores de todos los sectores, para darles a conocer la política cultural de su
gobierno. Una política que se asentaba en todos los esfuerzos previos desde la
recuperación de la democracia, pero llamada ahora a consolidar y crecer, a pro-
fundizar y expandir.
“Una política cultural es algo tan necesario como delicado para un
gobierno que, como el nuestro, entiende que la cultura no es un
aderezo del desarrollo del país, sino un componente indispensable
del propio desarrollo. De ahí entonces nuestro afán por explicitar
con rapidez la política cultural del gobierno y con igual rapidez
someterla a análisis y discusión pública para su mejor difusión y
perfeccionamiento.
El Estado no puede dirigir la cultura de un país, pero tampoco
debe estar ausente de ella. Sin Estado hay ciertamente cultura,
128 Fernando Reyes Matta

pero sin Estado no hay desarrollo cultural. De ahí entonces nuestra


preocupación por definir una política cultural que estuviera lejos
de dos extremos inaceptables: el dirigismo cultural del Estado y el
ausentismo cultural del Estado.
En suma: ni dirección ni ausencia del Estado en el ámbito cultural
¿Qué, entonces? presencia del Estado. Y presencia activa, porque es
mucho lo que el Estado puede y debe hacer en este sentido, tanto a
nivel de políticas como de instituciones, recursos, infraestructura y
gestión al servicio de la participación cultural, la creación artística y
la conservación, incremento y difusión del patrimonio cultural de
la nación.”
Fue un mes después de aquel discurso que concedió una entrevista al editor
de Artes y Letras de El Mercurio. Un hecho sin duda fuera de lo habitual, las
entrevistas a los presidentes van en el cuerpo de reportajes o en las páginas de
política. Lagos le dio mucha importancia a esa conversación y por años la valoró
como un buen retrato de sus aficiones culturales, de sus lecturas, de su manera de
entender que cultura es todo, la popular y de masas, como la de vanguardia y de
elite, o como le gusta decir, citando al filósofo Gustav Radbruch, “todo lo que el
hombre colocó entre el polvo y las estrellas”.
En aquella entrevista también apareció, por cierto, el tema del papel del Es-
tado y su relación con la libertad de los artistas, con los espacios propios de crea-
ción, o con el apoyo supuestamente preferente hacia algunos.
—(Si miramos el ejemplo de la izquierda mexicana), ¿no cree que la iz-
quierda cultural chilena debiera buscar con más fuerza su legitimación fuera
del Estado?
—La verdad es que durante 17 años no estuvieron precisamente dentro del
Estado, fueron contestatarios, como Ictus, Andrés Pérez y otros. Y yo creo que
muchos de ellos dirían que nunca se han sentido en el Estado… Sí es cierto que
hay algo en ese mundo: una demanda por una cierta política cultural. Afirmar
que el Estado no se mete en esto, porque el mercado lo resuelve, lleva implícito
muchas veces otra cosa. El lema es que, cuando el mercado lo resuelve, se da ese
viejo dicho: “El que tiene la plata ordena la melodía”. A mí me parece muy bien
que haya un amplio campo del mercado. Mire usted las galerías, mire la exposi-
ción de Matta. Pero es la combinación de ambos mundos lo que da vida. A mí
País pequeño con mapa grande 129

me encantaría poder abrir un espacio a un museo Guggenheim en Chile, pero me


doy cuenta de que ahí se requieren también recursos públicos. Ojalá sin recursos
públicos llegara el Guggenheim. Me saco el sombrero al tiro. Es en ese contexto
que yo digo: la cultura siempre es algo que viene del príncipe. El problema es
cómo lo hace el príncipe para no ordenarla, maniatarla, acartonarla.
La tarea impulsada después del 2000 terminó con la censura cinematográfica
previa y se definió un sistema de clasificación para todo tipo de películas, se apo-
yaron las Fiestas de la Cultura, se ampliaron los presupuestos del FONDART,
del Fondo del Libro, del Consejo Nacional de Televisión. Se estableció un Pro-
grama de CORFO de apoyo a la producción cinematográfica, se ampliaron los
recursos para la infraestructura, se estableció el fondo de fomento audiovisual y
de la música.
Pero más allá de todo ello, comenzó a respirarse otro aire cultural en el país.
Y eso tenía consecuencias concretas en la percepción sobre Chile en el escenario
internacional. Cuando en diciembre de 2002 promulgó la nueva ley de Califica-
ción Cinematográfica, el Presidente Lagos lo afirmó claramente:
“Cuando prometimos censurar la censura, terminar con la censura,
lo hicimos también pensando en cómo Chile da un examen ante el
mundo; en cómo Chile llega a la conclusión de que su sociedad es
lo suficientemente madura como para que cada adulto pueda definir
libremente lo que quiere ver, escuchar, mirar y oír”
La historia previa de Chile en este campo era vergonzosa. Como Lagos lo
recordó en aquel acto, “un puñado de burócratas”, habían prohibido en Chile
a Bergman, a Bertolucci, a Scorsese, a Ripstein, a Bigas Luna, a Almodóvar y
hasta al propio Woody Allen. Habían dejado a la sociedad chilena sin poder ver
películas que en otros países eran centro de debate y desarrollo de las ideas. En
verdad, por aquello habíamos pagado un precio internacional, con consecuen-
cias directas para la imagen de Chile. Ahí estaba lo ocurrido con “La Última
Tentación de Cristo”.
La sentencia de la Corte Suprema de Chile, en junio de 1997, acogiendo la
petición de un grupo de abogados conservadores por la cual se prohibió la exhibi-
ción de dicha película, llevó el caso a la Corte Interamericana de Derechos Huma-
nos. Seis abogados chilenos, se habían quejado ante la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos de violación de sus derechos y los de la sociedad chilena
130 Fernando Reyes Matta

por aquella sentencia. Tras ver los antecedentes, la Comisión colocó, en enero de
1999, una demanda ante dicha Corte contra el Estado de Chile.
La Corte Interamericana, desde Costa Rica donde está su sede, pidió infor-
mes a juristas como Juan Agustín Figueroa, Francisco Cumplido, José Luis Cea
y José Zalaquett, para conocer los fundamentos y contextos de la decisión de la
Corte Suprema de Chile, de las posibles reformas a la Constitución donde se
incorporaba la eliminación de la censura y la situación de los derechos humanos
sobre libertad de expresión en Chile. Los abogados conservadores quisieron tam-
bién ser parte en el juicio, pero la Corte de San José fue clara: el tema era entre
los demandantes y el Estado de Chile.
Es cierto que en abril de 1997 el gobierno del Presidente Eduardo Frei ha-
bía enviado la reforma constitucional a la Cámara de Diputados para terminar
con la censura fílmica y se había aprobado en esa rama del Parlamento. Pero
nada había pasado en el Senado, donde el gobierno del Presidente Lagos trata-
ba de reunir los votos para aprobarla. Fue lo que se pudo informar a la Corte
hemisférica antes de su resolución.
Con cierta vergüenza, el Presidente Lagos y la mayoría de los chilenos de-
bieron conocer la sentencia dictada por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en el caso “Última Tentación de Cristo” (Olmedo Bustos y Otros vs.
Chile) el 5 de febrero de 2001. El texto, tras un largo análisis, dictaminó que no
se habían violado aspectos relacionados con la libertad de conciencia, pero sí con
la libertad de expresión. El acápite principal fue contundente:
“4. (La Corte) decide que el Estado (de Chile) debe modificar
su ordenamiento jurídico interno, en un plazo razonable, con el
fin de suprimir la censura previa para permitir la exhibición de la
película “La Última Tentación de Cristo”, y debe rendir a la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, dentro de un plazo de seis
meses a partir de la notificación de la presente Sentencia, un informe
sobre las medidas tomadas a ese respecto”.
El tiempo requerido fue mayor, pero al fin se pudo promulgar la tan esperada
ley en aquel diciembre de 2002. Lo que quedaba atrás no eran sólo los tiempos de
la censura cinematográfica, sino también algo tan duro para la imagen de Chile,
como haber sido llevado a una corte internacional por violación de los derechos
humanos, en ese caso la libertad de expresión.
País pequeño con mapa grande 131

Con todo y en forma paralela y persistente, el país iba cambiando. En abril de


2001 se abolió la pena de muerte en Chile y, cumpliendo un rito instaurado por
la Municipalidad de Roma para tales circunstancias, el Coliseo Romano fue ilu-
minado a plenitud. También lo destacó Juan Pablo II quién, al recibir las creden-
ciales del embajador Máximo Pacheco en esos días, remarcó que Chile hacía una
defensa de la vida con esa decisión. Su discurso fue publicado en L’Observatore
Romano, en primera página.
Una y otra experiencia demostraban que cada paso de la sociedad chilena por ga-
nar espacios de libertad, por impregnarse de una cultura más amplia y plural, era
mirado de cerca y con interés desde el resto del mundo. La globalización también
acerca los ojos de los otros.
Y el símbolo principal de esta nueva realidad se dio el 30 julio de 2003,
cuando se promulgó la ley con la cual se puso en marcha el Consejo Nacional
de Cultura. Ante un Teatro Municipal de Valparaíso repleto de artistas, escrito-
res, músicos, poetas, realizadores cinematográficos y distintas personalidades del
mundo de la política, la cultura y el ámbito social, el Presidente Lagos firmó el
documento con el cual se instituyó la nueva entidad cultural.
El camino para llegar a ese momento no había sido corto, pero ahí estaban
todos con razones para el entusiasmo. Habló en aquel acto Paulina Urrutia, pre-
sidenta de Sidarte, la organización gremial de los artistas, remarcando que se ini-
ciaba una nueva etapa para seguir avanzando. Lo hizo sin suponer que tres años
después estaría a la cabeza de la nueva institución, como ministra nombrada por
la Presidenta Bachelet.
En el Palacio de La Moneda había una política novedosa, la cual parecía tener
un lema: “abrir las puertas”. Los patios de la casa de gobierno pudieron ser visi-
tados por chilenos y extranjeros a partir de marzo 2000, pero lo notable fue para
los visitantes encontrar allí una exposición de esculturas repartidas entre cañones,
escaleras coloniales y naranjos con las creaciones de diversos artistas de Chile. Allí
estuvieron los clásicos y los modernos. Los del fierro, la madera y la piedra como
aquellos capaces de crear desde la fibra de vidrio, el plástico u otros materiales.
Más de una vez, hubo visitantes destacados o simples turistas extranjeros que ma-
nifestaban su admiración por la muestra y sus contenidos. Y por el lugar donde
se presentaba.
Con las esculturas también llegaron a esos patios los Conciertos de Estación
y las Conferencias Presidenciales de Humanidades. Desde el 2001, los conciertos
132 Fernando Reyes Matta

tuvieron lugar cuatro veces al año, con la participación de los más prestigiosos
cantantes líricos y orquestas del país, como la Orquesta Sinfónica de Chile, la
Orquesta Filarmónica de Chile, la Orquesta de Cámara de Chile, la Orquesta
Clásica de la Universidad de Santiago, la Orquesta de Cámara de la Universidad
Católica de Santiago, entre otras.
Las Conferencias Presidenciales de Humanidades, en tanto, fueron inaugura-
das el año 2002 con la intervención del filósofo español Fernando Savater acerca
de “Necesidad de la filosofía en un mundo globalizado”. Por invitación del Presi-
dente Lagos, el Programa reunió a destacados pensadores contemporáneos, tanto
nacionales como extranjeros, haciendo de la sede de gobierno un lugar donde
también era posible hacer un alto para desplegar la reflexión crítica de alto nivel
y el análisis de diversas visiones de la sociedad contemporánea. Siguiendo a Sava-
ter, allí estuvieron José Saramago, Mario Vargas Llosa, Gianni Vattimo, Carlos
Fuentes, Manuel Castells y Jorge Edwards, entre otros.
De todos ellos, quién no ocultó sus emociones fue Carlos Fuentes. El mexi-
cano sentía que su chilenidad también se le venía a flor de piel, mientras recorría
Santiago. Tenía razones personales, como muchas veces lo dijo y escribió en
diarios mexicanos y europeos.
“Mi relación con la República de Chile es intensa, entrañable e
inevitable. Crecí y estudié en Santiago entre mis once y mis quince
años. En el Boletín del Instituto Nacional publiqué mis primeros
escritos. Formé con otros jóvenes de mi generación amistades
perdurables. Educado, durante mi niñez, en escuelas de Washington
y la ciudad de México, a horcajadas entre el inglés y el castellano,
mi pleno ingreso a la lengua española tuvo lugar en Chile y asoció
para siempre en mi ánimo la palabra y la política…Mis amigos, mis
estudios, mi pasión inseparable por la vida pública y la vida literaria
se confirmaron para siempre en Chile. Desde entonces, he seguido
con pasión, jubilosa a veces, otras dolorosa, los acontecimientos de
esa segunda patria mía, raíz de mi palabra y de mi conciencia”.
En la invitación a cada uno de aquellos nombres, portadores de su palabra
singular y de su mirada distinta, había un afán: decirles que Chile quería ser otro.
Lagos sentía que el diálogo con cada uno de aquellos escritores, filósofos o inte-
lectuales diversos, Chile hacía una siembra en favor de su identidad. El desafío
País pequeño con mapa grande 133

estaba en fortalecer “el alma” del país y proyectarla, para ir al encuentro de otras
identidades culturales. En octubre del 2002, en el magnífico escenario del Museo
Surab Tseretelli, en Moscú, había colocado el concepto con especial fuerza.
“¿Cuánto hemos aprendido allá en Chile de lo que es el alma de
Rusia a través de sus escritores? ¿Cuánto a través de La Guerra y
la Paz? ¿Cuánto a través de Dostoievski? ¿Cuánto a través de Ana
Karenina? ¿Cuánto a través de las creaciones de sus músicos? Y,
seguramente, ustedes algo han aprendido de lo que es Chile a través
de Pablo Neruda y Gabriela Mistral.”
La caminata por el siglo XXI nos obligaría a reiterar una y otra vez la perte-
nencia de Neruda y la Mistral a Chile; a estar siempre atentos de subrayar —en
medio de tanta vertiginosidad contemporánea —su origen y la geografía donde
habían comenzado el camino.
No eran los únicos por cierto. Pero había uno en especial —porque a veces se
le miraba como lejano o él mismo lo remarcaba— que Lagos no quería dejar en
la distancia: Matta. Era como decirle, no se olvide que cuando se abrió la primera
galería de arte en el centro de Santiago se hizo con sus trabajos y usted estuvo. O
cuando los muchachos de las Brigada Ramona Parra trajeron otro colorido y otra
estética a los muros de Chile, inspirados en las utopías de entonces, usted estuvo
y salió a pintar con ellos por los barrios populares. Lagos sabía que, en el fondo,
en la intimidad, aquel que había llegado a ser figura mundial del surrealismo
tenía un cable a tierra con Chile.

Matta y la nueva cercanía

Cuando el Presidente Lagos presentó en mayo del 2000 la política cultural


del nuevo gobierno, en el Palacio de Bellas Artes, recordó con entusiasmo la
gran exposición de Matta que estaba a pocas cuadras de allí. Se trataba de una
muestra 140 obras, entre esculturas, óleos y dibujos de gran y mediano formato,
todas reunidas bajo el título “Matta: el año de los Tres 000”, traída a Chile por la
Fundación Telefónica. Aquel era un esfuerzo desde el ámbito privado que había
tenido enorme impacto y demostraba cuánto interés despertaba, especialmente
entre los jóvenes, su creatividad desbordante.
134 Fernando Reyes Matta

Cuando Matta lo supo estuvo especialmente contento, como también cuan-


do le mostraron fotos de donde estaban ahora sus obras en La Moneda. Desde la
instalación de las esculturas en el palacio de gobierno, siempre dominó por enci-
ma de los naranjos del patio sur la presencia de una alta columna de bronce, con
simbologías pascuenses. Es el “Tolomiro, todomiro”, creado por Roberto Matta
en 1992, para el pabellón de Chile en la Expo Sevilla.
Lo mismo ocurrió cuando supo del cambio hecho en el salón de audiencias
presidenciales de La Moneda, el llamado Salón Azul. Allí, hasta hoy, se destaca
otro magnífico cuadro de Matta, instalado a las pocas semanas de la llegada del
nuevo gobierno. Se trata de “Espejo de Cronos”, una gran tela de cinco metros
de ancho por tres de alto, obra cúlmine de la “Serie Azul” de 1980, que comenzó
con “El nacimiento de Cronos”.
Más de una vez, presidentes y altos dignatarios, personalidades destacadas y
artistas quedaron fascinados con este óleo donde se reflejan centauros, heroínas
clásicas, cosmovisiones telúricas, revolviéndose todo en el espejo central de asas
laterales, con un esfumado polvo cósmico-original.
La verdad es que Lagos tuvo especial cariño por Matta y éste también por
quien llegaría a ser gobernante de Chile. Sabía que el pintor podía salir a veces con
reacciones abruptas e inesperadas, como cuando lo llamó para comunicarle el otor-
gamiento del Premio Nacional de Arte 1990 y se le invitó a visitar el país para reci-
birlo, y contestó “No, Chile está tan lejos y yo estoy viejo. ¿Por qué no les venden
Chile a los japoneses y se compran un lugar más chico y cerca de aquí?”. Al final,
recibió su distinción en París y el dinero correspondiente lo donó para una beca.
La amistad entre ambos comenzó a fortalecerse en 1992, cuando Matta reali-
zaba un gran mural para la ExpoSevilla. Allí llegaba el entonces Ministro de Edu-
cación cuando estaba de paso por España y hablaban del sentido de los ángulos y
curvas que iban emergiendo, de los colores y sugerencias. A veces el mandatario
recordaba aquella experiencia:
“Para mi era fascinante ver cómo se iba dando ese proceso de
creatividad, las instrucciones que entregaba a sus ayudantes y cómo
allí, junto al Puente de la Barqueta, iba naciendo una obra de uno
de los grandes de la pintura mundial del siglo XX”
Fue por 1994, ya con Lagos como Ministro de Obras Públicas, que Matta le
ofreció donar a Chile su gran mural “Verbo América”, una obra realizada en 55
País pequeño con mapa grande 135

plaquetas de cerámica e instalada inicialmente frente al aeropuerto de Pudahuel,


tras su presentación en 1996 con motivo de la Cumbre Iberoamericana.
Largo tiempo estuvo en ese lugar; el azul dominante reverberaba bajo el sol de
verano o languidecía en los días de invierno. En realidad, se le veía a la distancia.
Cuando en el 2003 se constató el peligro en que se encontraba, se ordenó retirarlo
de ese lugar. Felizmente ahora, tras una operación coordinada entre el gobierno y
las autoridades del Metro de Santiago, el mural fue colocado en el gran espacio de
la estación Quinta Normal. Llegó donde tenía que estar, en el ir y venir cotidiano
de la gente, esos hombres y mujeres a los cuales Matta quiso entregar su obra.
“Verbo América” trajo también los juegos de palabras con los cuales Matta
presentaba su creación: “Si la palabra verbo es conjugar los juegos del tiempo,
el verbo América es la historia y los juegos que allí se enjuagan entre el Medite-
rráneo y lo que la Europa llama América (...). El verbo América es búsqueda de
acontecimientos que no se cuentan en el cuento”.
La muerte de Matta, en noviembre de 2002, le importó mucho a Lagos. Es-
taban ahí los recuerdos de sus últimas conversaciones y encuentros.
Ya como Presidente lo había visitado en Francia, un año y medio antes, lle-
vándole —por sugerencia de Carmen Waugh— dulces chilenos, camotillos, pis-
co y otras cosas insólitas siempre esperadas por el pintor, en el cual una cierta
nostalgia remota asomaba a veces, no obstante la distancia y los años lejos de
Chile. Por última vez se vieron a comienzos de ese 2002. Entonces el mandatario
hizo un alto en la visita oficial a Italia para visitarlo en su casa en Tarquinia, en las
cercanías de Roma. Hablaron, se rieron, Matta le mostró sus trabajos más recien-
tes y le regaló una insólita silla, una especie de trono, que aún domina el salón del
departamento donde Lagos volvió a vivir, tras dejar La Moneda.
El 6 de noviembre de ese año se abrió la exposición retrospectiva de su obra
en la galería Casa d’Arte Ulisse de Roma. Matta, no obstante estar algo resentido
de salud, asistió a la inauguración. “Ya no pinto, no trabajo, no hago nada. Toda
esa gente que ha venido es como si hubieran venido a mi funeral”, bromeó. El
catálogo tenía un prólogo escrito por el propio Presidente:
“Sigo la pintura de Matta desde mis años de juventud. Podría
decir que son sus figuras, sus colores, sus interpelaciones audaces
las que me seducen en sus cuadros y grabados. Pero es mucho
más que eso: es esa magia con la cual toca el borde de nuestras
136 Fernando Reyes Matta

propias imaginaciones, para gritarnos que aún es posible dar un


salto un poco más allá. Abrirse a los sueños, a lo posible de lo
imposible”.
Matta en aquella inauguración, se refirió también a Lagos. “Tiene algo de
roto chileno, como yo”, había dicho al diario La Segunda. La muerte llegó para
el pintor dieciocho días después. En esa circunstancia, el mandatario invitó a la
prensa a la casa que entonces ocupaba, cosa muy poco habitual, donde mostró
esculturas y catálogos de la obra del artista. Recordó con emoción la amistad
que los unía y “su mirada punzante, con esa lengua ágil y esa capacidad infinita
que tenía de reírse de sí mismo”. El presidente añadió: “Es un tremendo orgullo
que Matta sea chileno, pero hace mucho tiempo pasó a ser parte de la pintura
mundial”.
Junto con decretar tres días de duelo nacional, pidió a su esposa Luisa Durán
le representara en el funeral del artista, allí mismo donde concurrió el Canciller
de la época, luego Primer Ministro de Francia, Dominique de Villepine, el al-
calde de Roma y otras autoridades italianas, aunque el gobierno de Berlusconi
pareció no advertir la importancia del acontecimiento.
A través de Luisa, el Presidente Lagos se despidió de su amigo con un discur-
so donde quedó en evidencia la relación que les unía.
“He venido a despedirme de ti, Roberto Matta, porque fui tu amigo,
y porque represento también el dolor de tus compatriotas chilenos
que admiraron tu pintura tanto como celebraron tu palabra. Vengo
a decir adiós a un chileno, es cierto, pero también a uno de los
más grandes artistas contemporáneos, a alguien que fue uno de los
nuestros, pero que fue también un consumado artista del mundo.
Vengo a decir adiós al artista y al hombre de su tiempo que declaraba
que su patriotismo era la solidaridad y que su patria era cualquiera
donde hubiere víctimas que compadecer y rescatar. Vengo a decir
adiós a la imaginación, a la inteligencia, a la gracia y a la libertad que
pusiste tanto en tu vida como en tu obra, dejándonos un legado tan
rico y diverso que nunca podremos hacer caber en un solo catálogo.
Vengo a decir adiós a un artista que miró no al paisaje, sino al hombre,
o cuyo único paisaje fue el misterio del ser humano sobre la tierra…
Vengo a decir adiós a quien nos aleccionó también en el campo de
País pequeño con mapa grande 137

la política y en el de la consecuencia que es preciso tener siempre


en ese campo. Vengo a agradecer a Roberto Matta que cierta vez
haya podido decir de la política que “ella es el arte de las relaciones
humanas, el arte de saber vivir juntos, de cómo se hace para que
vivir juntos sea bello”.
En fin, vengo a decirte que ahora estarás definitivamente en la
tierra, pero también en nuestra memoria y en nuestro recuerdo, y
que en Chile continuaremos esforzándonos para que vivir entre la
Cordillera de Los Andes y el Océano Pacífico continúe siendo algo
bello, emocionante y digno como tú siempre lo quisiste”.
“El nacimiento de Cronos” y el “Tolomiro, todomiro” siguen hasta hoy en el
Palacio de La Moneda, como testimonio de un grande que nació y se formó en
Chile, para luego llevar su genialidad a otros mapas.

Neruda, un atlas poético universal.

Desde su llegada a La Moneda el Presidente Lagos sabía que tenía una cita
con Neruda. Le esperaría en el 2004, con cien años, con el Premio Nobel y una
poesía transformada en patrimonio universal.
Por eso, un par de años antes se creó la Comisión Asesora Presidencial Cen-
tenario Pablo Neruda, encabezada por Javier Luis Egaña. Poco a poco se fueron
entregando ideas para un programa capaz de entusiasmar a Chile en torno de su
poeta, pero también de abrazar el mundo. A la vez, se constituyó el Comité de
Honor Internacional, encabezado por Ernesto Sabato. Y se puso en marcha el
proyecto “Neruda en el corazón”, que terminaría por agrupar a artistas de España
y América Latina en torno de su poesía, para producir canciones y un espectáculo
transmitido por televisión internacional desde Barcelona.
Pasaron muchas cosas para recordar a Neruda. Desde la plástica a la música, des-
de la poesía al cine, desde el ensayo al documental. Pero la caminata venía de antes.
Ya en agosto de 2000, en la conmemoración de los cincuenta años de la pu-
blicación del “Canto General”, fue evidente el peso que Neruda tendría en los
años de Lagos en La Moneda. Se iniciaba un nuevo siglo, Neruda abría la puerta,
el mandatario lo subrayaba:
138 Fernando Reyes Matta

“Chile comienza su caminar en este siglo de la mano de los mejores


de los suyos. Rinde un homenaje hoy a uno de sus grandes, al poeta
austral que amó a esta tierra y la dejó como herencia para toda la
humanidad… El Canto de Neruda es el canto de su generación a
las otras que vienen después de él, con esa singular capacidad de la
palabra poética para reinventar el mundo y así devolverle su más
secreto sentido… Neruda ha devenido en un poeta de todos, de todos
los chilenos, de todos los latinoamericanos, de la poesía universal, y
ésta es su obra más amplia y más ambiciosa, la que quiso recoger esta
tierra tal como era antes de la llegada de los españoles, y la que era al
momento de terminar de escribir su epopeya hace 50 años”.
En el 2003, la memoria llevó a otro recuerdo y homenaje: se cumplieron
los treinta años de la muerte del poeta, registrada pocos días después del golpe
militar. Hubo un acto en Isla Negra, junto a la tumba de Neruda, donde el Pre-
sidente habló con palabras sentidas y profundas. Pero también asumiendo como
referencias válidas algunos hechos, llenos de magia, ocurridos tras su muerte.
Algunos cercanos le dijeron que aquello podría convertirlo en un artículo, reflejo
de su mano y su estilo. Pocos días después tenía el texto, que sería publicado en
España, México, Argentina y otros países.
Como título le puso “Neruda, Chile y el águila”, un encabezamiento algo
hermético, pero cuya explicación estaba ahí, como sorpresa. Tras reiterar su ho-
menaje “al poeta, al político, al orador, al memorioso, al que reinventó la historia
de América en el Canto General”, Lagos hacía el puente con el Chile de hoy a
partir de una anécdota singular.
“Francisco Velasco, médico, amigo de Neruda, con quien adquirió
La Sebastiana, la casa que ambos habitaron en Valparaíso, cuenta
que Neruda, agnóstico como era, no creía en la vida eterna. A
ratos admitía la posibilidad de la reencarnación. “¿Y en qué te
gustaría reencarnarte?”, le preguntó Velasco. La respuesta del
poeta fue inmediata: “En un águila”. Pues bien, algunas semanas
después de la muerte del poeta, nadie sabe cómo, en una escena
garciamarqueana, entró en La Sebastiana un águila, desde donde
voló, luego de que el propio doctor Velasco, alertado por los vecinos,
ingresara y abriera alguna de sus ventanas. En conocimiento de tan
País pequeño con mapa grande 139

extraño suceso, una vez superado el alboroto, Matilde Urrutia,


su viuda, certificó sin ningún género de dudas: “Era Pablo”.
Como Presidente de Chile, me gusta imaginar que Pablo
transformado en águila nos ayuda a tener una visión más amplia,
más aguda, más perspicaz. Con ojo de águila sobrevuela éste su país
querido, vigilando nuestros pasos, protegiendo nuestro camino,
bajo el manto amplio de sus alas. Y me gusta creer que flecha y flor
es el pájaro de su vuelo.
Como Presidente me gusta sentir al país como ese cometa marino,
como ese largo pétalo de mar, vino y nieve al que Neruda cantaba
con estas mismas bellas palabras. Decía él en Las uvas y el viento:
“Creo que nos juntaremos en la altura, creo que bajo la tierra nada
nos espera, pero sobre la tierra vamos juntos, nuestra unidad está
sobre la tierra”.
Y llegó julio de 2004. Las actividades eran múltiples en Chile y en todos los
continentes, bajo la conducción de Javier Luis Egaña. Pero especial trascendencia
y complejidad tuvo la idea de celebrar el centenario condecorando a cien perso-
nalidades del mundo, por su aportación a la cultura, la literatura y las artes. Se
trataba de entregarles en un acto sobrio, pero solemne, la medalla Centenario
Pablo Neruda y un diploma especial con la firma del Presidente de Chile.
Elegir las figuras fue tarea de pasos sucesivos, primero las propuestas de las
65 misiones diplomáticas chilenas en el exterior. Luego las consultas con críticos
y académicos. Por último, la decisión final con la Comisión Asesora. Aquello fue
un acierto porque las ceremonias realizadas en todas las embajadas de Chile alre-
dedor del 12 de julio de 2004, constituyeron acontecimientos de fuerte impacto
en los medios de comunicación de muchos países.
Entre los galardonados figuraron los escritores José Saramago, Carlos Fuen-
tes, Arthur Miller, Ernesto Sábato, Mario Benedetti, Thiago de Mello Ernesto
Cardenal, Augusto Roa Bastos, Mario Vargas Llosa, Sergio Ramírez y Jorge En-
rique Adoum. También el líder de U2, Bono, la actriz británica Julie Christie, el
griego Mikis Theodorakis por su gran obra musical con el “Canto General”.
También se había distinguido a los artistas que participaron cantando los
poemas de Neruda en el disco ‘Neruda en el corazón’, entre los que se contaba
a Ana Belén, Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina y Miguel Bosé, por el lado
140 Fernando Reyes Matta

español, y Julieta Venegas, Jorge Drexler, Adriana Varela y Pablo Milanés, por
el lado latinoamericano. Casi todos ellos, más el actor Julio Jung interpretando a
Neruda, habían dado forma, el 4 de julio y en el marco del Foro de las Culturas
en Barcelona, a un espectáculo del mismo nombre, que había repletado el Palau
Saint Jordi.
Lagos sabía del concierto porque un mes antes, en una breve pasada por el
Foro de las Culturas durante la visita oficial a España, recibió de Ana Belén y
Víctor Manuel una presentación de lo que iba a ser el espectáculo y parte de un
video de canciones ya grabado. Oír a la bella cantante española en su versión para
las “Tonadas de Manuel Rodríguez”, conmocionó al Presidente chileno y no lo
ocultó cuando improvisó unas palabras:
“Mientras veía esto, el regalo que ustedes hacen en este Foro, no podía
menos que recordar cuando Neruda le canta a Bolívar y termina
diciendo que Bolívar miraba el cuartel del Quinto Regimiento, y le
pregunta a Bolívar: “¿Eres o no eres, o quién eres?”. Y según Neruda,
Bolívar, mirando el cuartel del Quinto Regimiento, responde:
“despierto cada cien años, cuando despierta el pueblo”. El poeta que
cantó en el siglo XX nace ahora aquí, también colgado al mar como
estaba allá en el sur del mundo, desde esa otra esquina del mar, para
volver a soñar como hacemos la poesía del siglo XXI…”
También entre los homenajeados por la medalla del Centenario Pablo
Neruda estuvieron el ex ministro francés de Cultura, Jack Lang, la representante
literaria Carmen Balcells y el editor de la obra de Neruda en Estados Unidos,
Ilan Stavans. Más lejos, en una ceremonia celebrada en Beijing, el Ministro de
Relaciones Exteriores y poeta Li Zhaoxing recibía con orgullo la distinción,
mientras agradecía el gesto del gobierno chileno recitando unos versos de “Alturas
de Machu Pichu”, en chino.
En Santiago, aquel 12 de julio se inició con la inauguración frente al Palacio
de la Moneda de una instalación artística singular: un corazón realizado con
cuatro toneladas de manzanas rojas, en medio de las cuales se leía el nombre del
poeta. La obra fue dirigida por el pintor chileno-español José Balmes, uno de
aquellos que siendo un niño había llegado en el Winnipeg, el barco fletado por
Neruda para traer los exiliados españoles a Chile. El Presidente Lagos, autorida-
des y poetas nacionales y extranjeros inauguraron la obra ante la prensa.
País pequeño con mapa grande 141

Por cierto, fue parte de los reportajes de CNN, de la televisión española y


otras cadenas internacionales. Mientras, en Valparaíso, cientos de chilenos escri-
bían un poema de dos kilómetros de largo en memoria de Neruda.
Uno de los puntos más altos de estos festejos fue la instauración del Premio
Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. El primer galardonado fue el poeta y
ensayista mexicano José Emilio Pacheco, de 65 años, abriendo una línea de rela-
ción cultural de Chile con el mundo capaz de llevar el nombre de Neruda como
un mascarón de proa.
Pero el gran acto tendría lugar en Parral, la ciudad donde había nacido Nef-
talí Reyes Basoalto, el nombre originario de Neruda. Un tren llegó a aquella
estación, la misma de donde partía muchas veces el padre del poeta, llevando a
heterogéneo conjunto de políticos, escritores, dirigentes sociales y artistas Allí
iban el propio Pacheco, Ernesto Sabato, el brasileño Thiago de Mello, el nicara-
güense Ernesto Cardenal, entre muchos otros. Según el diario español El País, allí
el mandatario chileno había pagado una deuda con el poeta. Lo describió así, al
día siguiente de la ceremonia.
El presidente, Ricardo Lagos, ante un millar de personas, escogió este escena-
rio 300 kilómetros al sur de Santiago para saldar públicamente, como gobernan-
te, una deuda personal con Neruda, la de la capacidad de combinar “el realismo
y el irrealismo”, el trabajo concreto y los sueños, sin los cuales la labor pública
carece de sentido….
Recordó que Neruda estuvo a cargo de renegociar la deuda externa chilena
cuando fue embajador en París, durante el Gobierno del presidente Salvador
Allende. Y que el mismo poeta saldó su deuda con los poetas Walt Whitman y
Rimbaud. Lagos quiso hacerlo con Neruda citando una frase del poeta: “Creo
en el realismo y en el irrealismo”, algo que es fundamental tanto para los artistas
como para los gobernantes, confesó.
El influyente periódico citó lo que había sido uno de los momentos claves
del discurso del Presidente Lagos en Parral. Unas frases de aquellas donde uno
podía entender el trasfondo de su andar político. En esas palabras dijo asumir la
similitud que debía guiar a poetas y políticos, para moverse entre las concreciones
del presente y las fronteras de lo utópico.
“Quisiera decir aquí que hay una frase de Neruda que quienes nos
desenvolvemos en la actividad pública debiéramos preservar. Dijo
142 Fernando Reyes Matta

Neruda: ¨Creo en el realismo y en irrealismo, y estas dos leyes son


fundamentales en la creación artística. El que suprime el realismo se
aleja de la vida y llega a ser un espectro flotante. Y el artista que se
niega al sueño y al misterio naufraga a mitad de la calle.¨
Así tiene que ser también un gobernante…Por eso quisiera decir
aquí, como gobernante tributario de un hombre como Neruda,
que el realismo esencial y que, a la vez, el irrealismo de los sueños
posibles resulta fundamental para dar sentido a la tarea de conducir
un país.”

Un centro cultural junto a La Moneda

En la tarea de soñar hubo un proyecto para muchos instalado en lo impo-


sible: hacer un centro cultural pegado al Palacio de La Moneda. La idea la ve-
nía trabajando Álvaro Covacevich desde hacía tiempo, según él desde hacía diez
años. Le pidió un minuto por año al Presidente Lagos, cuando logró acercársele
en México a fines del 2000.
Fue en el largo viaje a Shanghai, para el foro APEC 2001, cuando el Pre-
sidente Lagos invitó al arquitecto, cineasta y hombre de arte a acompañarle y
conversar en detalle la idea. Entre paradas y largas horas de vuelo, Covacevich
mostró planos, imágenes virtuales y todo aquello que podría ser fundamento de
esa transformación: arriba la Plaza de la Ciudadanía, abajo el gran centro cultu-
ral. En esencia, como finalmente se haría, se trataba de construir hacia abajo, con
un gran espejo de agua arriba más un suelo transparente, capaz de llevar la luz
hacia los niveles inferiores.
La inauguración del Centro Cultural Palacio de La Moneda, en enero 2006,
se hizo con una exposición símbolo de muchas cosas: “México del cuerpo al cos-
mos”. Allí estaban piezas arqueológicas únicas, algunas nunca antes mostradas
fuera de ese país, provenientes de las culturas Maya, Tolteca, Zapoteca y Azteca,
entre otras, ese deslumbrante mosaico de civilizaciones heredado al México de
hoy. Era el extremo norte de la América Latina uniéndose al extremo sur.
Al iniciar su discurso el Presidente Vicente Fox dijo: “Excelentísimo señor
Ricardo Lagos Escobar, Presidente de la República de Chile; Doctora Michelle
Bachelet, Presidenta electa de la República de Chile.” Fue emocionante escuchar
País pequeño con mapa grande 143

aquello, ahí estaba la continuidad democrática del país, aquella definida por los
ciudadanos en las urnas. Y luego Fox agregaría:
“Hoy Chile y México son en América Latina un ejemplo de
vanguardia económica, política y de compromiso con la cultura.
Son un ejemplo de amistad entre dos pueblos hermanos…Estoy
seguro de que durante los próximos años, nuestros dos países
continuarán de la mano, luchando por una América Latina unida,
en donde impere el progreso y no la desigualdad, la tolerancia y no
la discriminación, la justicia y no la arbitrariedad. El arte y la cultura
nos permiten comprender mejor nuestra condición humana, como
habitantes de un cuerpo y testigos privilegiados del misterio de la
vida y del cosmos”.
Un par de años después, ya en Beijing, uno no podía dejar de sentir que ese
espíritu impregnaba los grandes proyectos culturales de Chile en el exterior. En
el año de los Juegos Olímpicos en China, se presentaba en el Museo Capital, el
más grande y moderno de Beijing, la exposición “Mapuches, semilla de Chile”.
Tres meses estuvo allí la muestra, con la platería, los tejidos, los objetos de su vida
cotidiana, de sus cantos y de su religión. Entre los miles de visitantes, un niño
escolar chino dejó estampada una frase en el libro de comentarios, buena síntesis
del camino a recorrer en la tarea cultural de Chile en el siglo XXI.:
“A esta hora los chilenos duermen porque Chile está al otro lado
del mundo. Pero aquí está despierto y la distancia no importa. Hoy
hemos aprendido mucho sobre Chile y su gente. Gracias”.
El pasado y el futuro:
esa interacción ineludible

A
comienzos de noviembre de 2004 tuvo lugar una cita más del Grupo
de Río, precisamente, en Río de Janeiro. Cuando lo supo el alcalde de la
ciudad, César Maia, quién vivió años de exilio en Chile, le dijo al Presi-
dente Lagos que quería entregarle las llaves de la ciudad e inaugurar una plaza que
llevara el nombre de Pablo Neruda, con motivo de los cien años del nacimiento
del poeta. Así se hizo, pero al final de la ceremonia le regaló un libro con fotos
inéditas del funeral de Neruda, preparado por un reportero gráfico brasileño y
quién había guardado aquellas imágenes por décadas.
“Uno dice cómo es posible que treinta y un años después aparecen todavía
estas imágenes desconocidas del pasado. El pasado siempre vuelve de la manera
más impensada, y es importante que la sociedad lo asuma con todo el realismo”,
comentó Lagos en una conversación con el diario La Tercera, realizada en el avión
de regreso. El periodista no supo cuán profundo era el alcance de sus palabras.
Pocos días después, exactamente el 10 de noviembre, el mandatario recibiría el
Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura.
Como dijeron las agencias informativas al mundo, el informe recogió los “dramá-
ticos testimonios de las víctimas de la tortura bajo el régimen militar del ex dic-
tador Augusto Pinochet”. Al mismo tiempo remarcaron que el Presidente Lagos
País pequeño con mapa grande 145

lo calificó como “un nuevo paso para avanzar en el conocimiento de la verdad,


justicia y reparación de las víctimas”. La agencia AFP fue una de aquellas y estos
fueron algunos párrafos de una nota informativa reproducida en muchos medios
de América Latina y Europa.
Antes de recibir el trabajo, calificado de “histórico” por las víctimas de tor-
turas durante la dictadura, Lagos aseguró que “este es un paso muy importante.
Debemos estar orgullosos. ¿Cuántos países se han atrevido a mirar en profundi-
dad su historia?”.
El presidente recibió los tres tomos del documento de manos del obispo Ser-
gio Valech, quien encabezó la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortu-
ra, creada por Lagos hace un año. Mientras, familiares de víctimas de la dictadura
y grupos de derechos humanos se concentraron frente al palacio presidencial de
La Moneda con pancartas que exigían: “Contra la tortura y la impunidad, juicio
y castigo”.
Lagos recién dará a conocer el contenido completo del estudio a comienzos
de diciembre. “Espero que todos estemos en condiciones de mirar con altura el
paso que se está dando”, aseguró ayer el Presidente.
Aquel documento tan clave y estremecedor llegaba en momentos donde Chi-
le, a su vez, debía hacer un alto para colocar todas sus energías en un buen resul-
tado de la Cumbre APEC, del 19 al 21 de noviembre.
Se trataba de la más importante reunión internacional realizada hasta la fecha
en Chile, con tres de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad
(China, Estados Unidos y Rusia), con cuatro de los miembros del G8 (Canadá,
Estados Unidos, Japón y Rusia). Y todo ello con el peso de tener en Chile un
conjunto de países ligados directamente al polo de desarrollo del siglo XXI: el
Pacífico. La cita se había iniciado con el encuentro de los llamados SOM (altos
representantes de los líderes) sólo cuatro días después de aquel acto de entrega
del Informe.
El sábado de ese fin de semana la Guardia de Palacio vió llegar al Presidente,
a algunos ministros y altos funcionarios ligados a la diplomacia económica de
Chile. Todos ellos, más Ricardo Lagos Weber (SOM por Chile), se juntaron en
La Moneda para revisar la declaración y los resultados que esperaban de aquella
trascendental reunión internacional.
Si hay una circunstancia donde uno puede advertir el significado de la frase
“en el mundo de hoy se compite con todo”, tan propia de Lagos, fue aquella.
146 Fernando Reyes Matta

El mismo país que pocos días antes era noticia internacional por la entrega del
Informe Valech, lo era ahora por el debate sobre el comercio internacional, los
desafíos globales pendientes y las proyecciones de la cuenca del Pacífico: “una
comunidad, nuestro futuro”.
Eran días llenos de simbología. Y los signos parecían desplegarse desde cual-
quier lado, incluso de hechos casi anecdóticos, pero en verdad trascendentes. Por
ejemplo, la suspensión de la cena de Estado con el Presidente Bush. En el mismo
lugar donde se había ofrecido una cena en honor de los Presidentes de China, Hu
Jintao, y de Rusia, Vladimir Putin, no pudo efectuarse aquella programada con el
Presidente de Estados Unidos, George Bush. Eran 300 invitados, con representa-
ción de los tres poderes del Estado, del mundo empresarial, académico y político.
Pero el personal de seguridad norteamericano pidió que todos los invitados pasa-
ran bajo el detector de metales para ingresar al banquete oficial.
Fue el propio Presidente quién se negó a ello. “Cómo voy a tratar como
sospechosos a quienes yo invito a la casa de Gobierno”, comentó Lagos a sus cer-
canos. Finalmente, la cena fue de 16 personas, estaban el Presidente del Senado y
de la Corte Suprema, además del mandatario y algunos ministros. Fue cordial y
distendida, pero sin concesiones. Había un tema de dignidad de por medio.
Y cuando se fueron George Bush, Vladimir Putin, Hu Jintao, Helen Clark,
Vicente Fox y los demás, el mandatario chileno decidió irse a su casa de descanso
en Caleu. Pero no iba a descansar, le esperaba el Informe.
Allí estaban los testimonios recogidos en 110 localidades de Chile y algunos
lugares en el exterior. Treinta y cinco mil chilenos se habían acercado a la Comi-
sión para contar su caso, su dolor a veces escondido hasta de sus familiares más
cercanos. De ellos la Comisión calificó a 28.000 de los declarantes como presos
políticos o torturados y dejó para un análisis posterior al resto. Pero el tema no
eran los números, eran los hechos, lo que allí se contaba por primera vez.
¿Cómo vivió el Presidente Lagos aquellos momentos? ¿Cuánta conmoción le
atravesó en esa circunstancia? Era el primer lector de unas páginas donde se había
instalado el horror.
“La primera vez que leí el informe hubo un momento en que no pude
seguir. Era tan fuerte que tuve que salir a respirar. Estaba con mi esposa
en Caleu. Me fui a caminar por unos cerros. Regresé y seguí leyendo.
Más que indignación, me asaltaba la pregunta de cómo podía ocurrir
País pequeño con mapa grande 147

aquello en la sociedad chilena. La comisión trabajó con más de 80


funcionarios, profesionales muy jóvenes, asistentes sociales, abogados,
psicólogos... Escuchaban los testimonios de personas que en pleno
relato se quedaban sin habla, sin poder continuar. Para muchos, era la
primera vez que contaban en voz alta el infierno que vivieron.”
Así se lo dijo al corresponsal de El País cuando vino especialmente a entrevis-
tarlo. El periódico tituló su conversación con una frase significativa: “Nos hemos
atrevido a mirar la verdad sin esconderla debajo de la alfombra”. Era cierto. Lo
principal era la verdad y así había querido remarcárselo a los chilenos cuando el
domingo 28 de noviembre habló al país por cadena de radio y televisión.
Se sentía una atmósfera de solemnidad, de momento histórico, cuando co-
menzó sus palabras. Y tras dar por abierto al conocimiento público las 700 pági-
nas del Informe, fue al fondo de lo que estabamos viviendo:
“El informe nos hace mirar de frente una realidad insoslayable: la prisión
política y las torturas constituyeron una práctica institucional de Estado que es
absolutamente inaceptable y ajena a la tradición histórica de Chile”.
Hablaría del dolor y la crueldad extrema reflejada en esas páginas. Expresaría
su solidaridad, afecto y cercanía hacia las víctimas y sus familias. Plantearía tres
preguntas profundas ligadas a lo relatado en el Informe: ¿Cómo explicar tan-
to horror y qué pudo producir conductas humanas como las que allí aparecen?
¿Cómo pudimos vivir 30 años de silencio? ¿Qué sentido tiene hacer un Informe
31 años después?
Para lo primero, diría no tener respuesta y sobre el sentido del informe remar-
caría que las heridas de entonces extendían sus huellas hasta hoy. Pero fue ante
la segunda pregunta cuando entró a aquellas dimensiones donde el silencio y el
dolor pueden unirse, porque la verdad atemoriza.
“¿Cómo pudimos vivir 30 años de silencio? sin duda, por el miedo.
Pero también el silencio se relaciona con una actitud de dignidad
básica de la persona. El Informe lo dice: “descorrer el velo de la
tortura, de la humillación, de la violación física y psicológica, es algo
muy difícil de hacer. Incluso ante los propios cónyuges. Y ese mismo
silencio comprensible fue ahondando el daño de los sufrimientos no
compartidos, de aquello que preferimos esconder, ocultar, arrancar
de los archivos de nuestra historia”.
148 Fernando Reyes Matta

El Informe había sido conducido por una Comisión encabezada por el


obispo Valech, pero donde había jugado un papel fundamental la Directora
Ejecutiva, María Luisa Sepúlveda, una destacada asistente social entregada a
la defensa de los derechos humanos. Bajo su orientación, una amplia gama de
profesionales jóvenes vivió la experiencia de escuchar y preguntar por aquello
ocurrido en Chile cuando habían nacido o apenas comenzaban sus vidas. Y eso
también lo subrayó el mandatario chileno aquella noche. Tras agradecerles su
trabajo, como también agradecer a quienes habían entregado su testimonio,
concluiría con una frase bajo la cual se sintetizaba todo: “Para nunca más vivir-
lo, nunca más negarlo”.
Por cierto, aquel discurso y los contenidos del Informe fueron noticia en todo
el mundo. Quienes llevábamos los contactos con la prensa internacional tuvimos
especial preocupación de marcar el itinerario vivido por Chile desde el rescate
de la democracia: primero, la Comisión de Verdad y Reconciliación, la Ley de
Reparación de 1992 y la carta del Presidente Patricio Aylwin a la Corte Supre-
ma, exhortándola a que la amnistía no fuera obstáculo para investigar los casos;
segundo, la Mesa de Diálogo, creada en 1999 por iniciativa de Edmundo Pérez
Yoma, ministro de defensa de entonces; tercero, los tres meses de consultas del
Presidente Lagos que dieron forma a la propuesta política conocida como “No
hay mañana sin ayer”. De allí venía todo.
Como era de esperar, hubo pedidos de entrevistas en aquella circunstancia.
Pero, especialmente para el público de habla inglesa, pareció más adecuado mar-
car el momento y su trascendencia con un artículo personal del Presidente La-
gos. Y en la opción del medio donde se publicaría ese texto también pesó una
determinante de diplomacia pública. Podría haber sido The New York Times o el
Washington Post, pero se entró en conversaciones con el Christian Science Monitor,
un periódico de circulación menor en Estados Unidos, pero de fuerte compro-
miso con el tema de los derechos humanos y alta influencia en la elite intelectual
norteamericana.
Y el 3 de diciembre de ese 2004 allí estaba el artículo bajo el título: “Chile´s
latest step on path to truth” (El último paso de Chile en su camino a la verdad). El
título lo habían puesto los editores de la página de opinión, y era bueno. Era un
texto para hablar al mundo de lo ocurrido entre nosotros. Pronto otros medios y
agencias de noticias dieron cuenta de él y lo difundieron internacionalmente. La
agencia EFE lo presentó en esta forma, para el mundo de habla hispana:
País pequeño con mapa grande 149

En la columna publicada por The Christian Science Monitor este viernes, La-
gos señala que “cuando la gente de otros países piensa en Chile, a veces lo asocian
a terremoto. Efectivamente, de vez en cuando, Chile es remecido por algún sis-
mo. Pero allí hay ahora también otro tipo de terremoto, que afecta el alma del
país, la verdadera esencia de su ser. Y cuando eso sucede, también sentimos los
ojos del mundo sobre nosotros”.
En su texto, Lagos explicó a los lectores estadounidenses algunos detalles
sobre el informe que dio a conocer el domingo 28 de noviembre y que reveló por
primera vez a los chilenos “la verdad acerca de la responsabilidad del Estado por
torturas” durante el régimen militar entre 1973 y 1990.
“Es una verdad que previamente sólo se había sospechado, que algunos ha-
bían negado y sobre la que otros habían permanecido en silencio”, señala.
“Creo que no sería una exageración describir esta experiencia como única en
el mundo”, señala sobre el informe, a través del que Chile “fue capaz, luego de
tres décadas, de enfrentar un oscuro capítulo de su historia, un profundo abismo
de sufrimiento y tormento”.
“¿Por qué tomamos este difícil desafío? porque, al final, cada sociedad tiene
que encontrar la senda donde la verdad se encuentra con la historia”, agregó el
Presidente, quien afirmó que nuestro país, “por supuesto, no es el único en su-
frir un capítulo de sufrimiento. No fue hace mucho que Europa, a la que ahora
vemos como un modelo en el respeto a los derechos humanos y la libertad indi-
vidual, se sumió en un período donde los derechos de millones de civiles fueron
amplia y terriblemente violados”.
“La historia nos muestra que otros países que sufrieron este tipo de experien-
cias sanaron las heridas de su pasado y construyeron un presente de libertad y
prosperidad, algunas con más éxito que otras. En ninguna de ellas los recuerdos
fueron borrados; por el contrario, fueron convertidos en una parte de una visión
común del pasado. Y para las nuevas generaciones, el desafío es preservar el res-
pecto a los derechos humanos como una parte de su herencia social”, añadió en
el texto.
Poco tiempo después, una copia del Informe llegaría a las manos de cada uno
de los afectados, con una carta personal del Presidente. Un día, tras regresar de una
salida a provincias, comentó: “he vivido algo muy fuerte y emocionante; se me
acercó un hombre ya de edad y me dijo: mire, yo soy el número tanto, aquí está mi
verdad, aquí está lo que dije; gracias Presidente, ahora creo que estoy en paz”.
150 Fernando Reyes Matta

Otro camino, más allá de los tribunales.

Haber llegado a este punto tenía un recorrido previo. Todos recuerdan aque-
llas afirmaciones iniciales, al comienzo de su gobierno: “no vengo para adminis-
trar nostalgias” y “la justicia la hacen los tribunales”.
Eran dos conceptos con los cuales salía al paso de las insistentes preguntas
sobre la caminata que este socialista del siglo XXI haría para enfrentarse a la im-
punidad de quienes habían violado los derechos humanos. En marzo del 2000,
a pocos días de asumir el gobierno, el corresponsal de Liberation, de Francia, le
colocó el tema.
—¿Es posible juzgar a Augusto Pinochet en Chile?
—Debe ser posible juzgar a cualquier ciudadano. El papel de un presidente es
permitir que los tribunales funcionen libremente, sin presión alguna.
—¿Su juicio le parece una condición sine qua non para la consolidación de
la democracia chilena?
—Durante los años de la dictadura en Chile los derechos humanos fueron
violados y quedan muchos problemas sin resolver, como el de los desaparecidos.
Por consiguiente, todo lo que nos permita avanzar nos ayuda a reconciliarnos y a
mirar hacia el futuro. Ahora bien, que este proceso tenga que pasar por el juicio a
tal o cual persona es algo que tienen que decidir los tribunales, no yo.
En la frase “todo lo que nos permita avanzar nos ayuda a reconciliarnos” esta-
ba la clave de lo que vendría. El camino que no pasaba por los tribunales era aquel
de ayudar a construir la verdad, de demostrar lo ocurrido en Chile. Entregar un
testimonio contundente, capaz de cambiar los referentes sociales en cuyo marco
debían actuar los tribunales, desde su propia autonomía.
En esa estrategia se había inscrito la propuesta “No hay mañana sin ayer”, en
el 2003. Allí estaba la base del histórico Informe Valech del 2004.
Aquel planteamiento había tomado su tiempo. Tras consultas con diversos
sectores y también con organizaciones de derechos humanos, el 12 de agosto de
2003, el Presidente Lagos se había dirigido al país. Esencialmente, había señalado
que su gobierno no se haría cargo “de ninguna propuesta que signifique esta-
blecer un punto final en los procesos”. Remarcó que aquello era “moralmente
inaceptable” y jurídicamente inaplicable.
Pero sí tenía la idea de crear condiciones para que la verdad aflorara. Por eso
dijo: “Hay circunstancias en las cuales personas subordinadas han operado bajo
País pequeño con mapa grande 151

temor a la represalia que podía significar poner en riesgo sus propias vidas, o en
estado de ignorancia insuperable, y no han sido capaces de atender cabalmente a
las consecuencias de sus actos. Si estas personas están dispuestas a cooperar con
la verdad y la justicia, parecería lógico considerar una penalidad menor o incluso
nula para ellos, una vez establecida la verdad.”
Hubo propuestas para que todos los juicios pasaran de los tribunales militares
a la justicia penal. Del mismo modo, se planteó demandar del Poder Judicial el
nombramiento de jueces con dedicación exclusiva, la acumulación de los proce-
sos en una sola mano y la posibilidad de que quienes ya estuvieran condenados
pudieran entregar antecedentes sobre otros hechos de los cuales tuvieran cono-
cimiento.
Desde aquel momento se puso en marcha un andar distinto de Chile hacia
sus verdades. Fue emocionante una jornada en el Centro de Estudios Públicos,
cuando invitaron al abogado José Zalaquett —figura distinguida en la defensa de
los derechos humanos— para explicar los alcances de los planteamientos hechos
por el Presidente Lagos al país.
Emocionante porque la presentación del escritor y director del CEP, Arturo
Fontaine Talavera, rescató un poema de Óscar Hahn. Como dijo, “un poema
duro, pero que tiene que ver con el tema que nos ocupa y al cual José ha dedicado
buena parte de su vida”. Y, entonces, leyó un trozo del poema “Hueso”.
Curiosa es la persistencia del hueso
Su obstinación en luchar contra el polvo
Su resistencia a convertirse en ceniza
La carne es pusilánime,
Recurre al bisturí, a ungüentos y a otras máscaras
que tan sólo maquillan el rostro de la muerte
Tarde o temprano será polvo la carne
Castillo de cenizas barridas por el viento
Un día la picota que excava la tierra choca con algo duro
No es roca ni diamante,
es una tibia, un fémur, unas cuantas costillas,
una mandíbula que alguna vez habló y ahora vuelve a hablar.
Empezó un debate contundente en el país. Por cierto, desde los grupos liga-
dos a la defensa de los derechos humanos y a las agrupaciones de familiares de
los detenidos desaparecidos y ejecutados, emergieron voces que pedían más. A
152 Fernando Reyes Matta

veces se hacía dificil hacer comprender cuán importante era trabajar por hacer
profundo el camino de la verdad, porque éste era esencial para ayudar a cerrar las
heridas. Y determinar nuevas condiciones en el trabajo de la justicia.
Con todo, se habían dado avances importantes como el propio Zalaquett lo
señalaría en esa ocasión. Allí en el CEP fue claro: “En Chile, contrariamente a
lo que se piensa en el exterior, incluso por personas medianamente informadas,
ha habido más justicia que en ningún otro país en una situación comparable. En
Chile, cerca de 40 personas han cumplido condena por violaciones de los dere-
chos humanos y cerca de 250 están todavía sometidas a la justicia, en una u otra
condición procesal”.

La irrupción de los treinta años del Once.

Sí, había una nueva atmósfera en Chile en ese 2003. Por eso también, cuan-
do llegó septiembre y se aproximaron los treinta años del golpe, empezó un afán
inesperado, especialmente en la televisión, por mostrar aquello que nunca antes
habían visto los chilenos. Apareció la entrevista de Roberto Rosellini al Presiden-
te Allende, se vió el bombardeo de La Moneda en imágenes no mostradas an-
teriormente, hubo reportajes que las nuevas generaciones miraban con asombro.
Allí estaba la historia oculta, allí estaba la memoria con su obstinación per-
manente por emerger. Se abrieron nuevas puertas hacia la verdad. Por eso, fue
importante que volviera a abrirse la puerta de Morandé 80: un símbolo del Chile
republicano que había sido clausurada por la dictadura.
Porque era momento de símbolos profundos, también llegaron periodistas de
alta influencia a hablar con el Presidente Lagos. Entre ellos Ernesto Ekaizer, uno
de los editores claves de El País y seguidor profundo de la realidad chilena. Sus
preguntas no sólo buscaron en lo conmemorativo, sino también en las contradic-
ciones. Parte de lo publicado el 10 de septiembre de 2003 fue este diálogo:
—Lo determinante en su historia política fue su participación en la campaña
del no en el plebiscito convocado por el general Pinochet, el 5 de octubre de
1988.
—Los chilenos están muy preocupados con los 30 años del Once porque en
el fondo han visto la otra cara de la historia. Pero lo interesante es que se produce
cuando se van a cumplir en pocos días 15 años del no. El primero tiene más que
País pequeño con mapa grande 153

ver con el pasado, el segundo con el futuro, pero no se puede construir bien el
futuro sin conocer bien el pasado. Y en eso estamos.
—¿Qué dinámica explica la inmersión en el Once que se vive en el país?
—Mientras usted diga “no hay detenidos-desaparecidos, no es cierto que
hubo torturados”, y siga en esa línea de negación, hay una mitad que dice que es
cierto, otra mitad que no. Pero cuando repentinamente usted ve una televisión,
periódicos que dan cuenta de lo que pasó, señores que se arrepienten y te dicen
“sí, yo torturé”... En ese momento, tiene lugar la situación en la que estamos: se
explica por qué se produjeron los acontecimientos. Hay un revival de las discu-
siones sobre las causas. Cuando la televisión retransmite las escenas del bombar-
deo de La Moneda hace 30 años, que no se habían visto nunca, eso produce un
impacto enorme. El 50% de la población de Chile o no había nacido en 1973 o
tenía cuatro o cinco años, por lo que no tenía noción de lo que sucedía. La mitad
de Chile ha estado viendo en las últimas semanas algo que nunca había podido
ver antes.
—Este revival de la virulencia en los discursos, ¿no se podía haber evitado si
entre los socios de la coalición gubernamental se hubieran planteado los home-
najes de manera consensuada?
­—Estoy muy sorprendido porque, en efecto, yo era partidario de ese consen-
so. Los socialistas y demócrata-cristianos venimos trabajando juntos desde 1981
o 1982. Hoy existe consenso sobre el “nunca más” a los hechos que ocurrieron en
Chile. Si esto es así, el regreso a las causas de lo que se generó nos toca a todos.
Lo que hemos pretendido hacer como Gobierno no es, como se ha dicho, un
acto de homenaje a un presidente. Lo que tenemos que reivindicar es el fin de un
período y la necesidad de reestablecer un sistema republicano y democrático de
gobierno orientado al futuro. Y en estos 30 años hemos hecho un largo recorrido
para llegar a ello. El que podamos hablar de estas cosas habla de un país que es
capaz de recuperarse”.
La ceremonia de aquel 11 de septiembre en el Patio de los Naranjos fue
emocionante. Hubo muchos que por primera vez volvían a pisar La Moneda. Ja-
vier Luis Egaña había puesto toda su capacidad de organizador para que aquello
fuera perfecto. “La Cantata de los Derechos Humanos”, la misma que se había
cantado y recitado en 1978 en la Catedral Metropolitana, en un acto lleno de
rebeldía frente al régimen militar, era interpretada ahora en la sede del Gobierno
de Chile.
154 Fernando Reyes Matta

También allí cerca, en un muro del segundo piso, próximo al lugar donde
Allende se había inmolado, acababa de develarse una placa conmemorativa. Esta
se incrustaba en los centenarios ladrillos puestos al aire, con la imagen de Allende
y una reproducción en grande de la medalla emitida por la Casa de Moneda al
inicio del aquel gobierno.
A un salón de audiencias del Ministerio del Interior, por iniciativa del minis-
tro José Miguel Insulza, se le dió el nombre del ex presidente socialista, a la vez
que dos cuadros de fuerte realismo pasaron a impactar desde entonces al visitan-
te: en uno Allende saluda desde un balcón de La Moneda con un pañuelo en alto;
en el otro, el mismo balcón aparece destruido y un enorme boquete recuerda la
violencia del ataque a la sede del gobierno.
Y el acto más simbólico de todos había sido la reapertura de la puerta de Mo-
randé 80. Aquella había sido la entrada y salida por donde muchos mandatarios y
políticos accedían de manera no oficial a la casa de Gobierno. La puerta por don-
de habían sacado el cadáver de Allende. En la remodelación, bajo la orientación
de Pinochet, se había suprimido aquella entrada. La democracia la recuperaba
como un símbolo de las puertas por abrir.
Era lógico preguntarse: ¿qué estamos viviendo? para El Mundo, diario espa-
ñol de centro derecha, esta era la situación: “Mientras el ejemplo de Allende, de
optar por la muerte en aras de la dignidad de su cargo de presidente y en defensa
del orden institucional, se instala en las nuevas generaciones de chilenos, la figura
de quien lo derrocó, Augusto Pinochet, se eclipsa, empujada por el tiempo y el
juicio público a su régimen.”
Pero en ese 11 de septiembre, el Presidente Lagos quería que el mundo cono-
ciera cómo este país miraba su pasado, para saber caminar mejor hacia el futuro.
Por eso decidió escribir de su puño y letra un artículo para ser publicado ese día
en un periódico de alcance mundial. Tomamos los contactos y hubo interés de
inmediato. Su texto fue dado a conocer en el Internacional Herald Tribune.
Tres ideas cruzaban el titular elegido por el periódico. Chile 30 years later: The
legacy of a crushed dream: ‘Never again’ (Chile 30 años después: la herencia de un
sueño aplastado: “nunca más”)
Primero, el mandatario se refirió a la concurrencia de esas dos tragedias de
impacto internacional, marcadas para siempre en el calendario bajo el día 11 de
septiembre. Si el mundo aún vivía el tremendo impacto del ataque a las Torres
Gemelas en el 2001, había otro “once” allá lejos, en Chile, donde un edificio
País pequeño con mapa grande 155

también emblemático —el Palacio de La Moneda— había sido destruido y en-


vuelto por las llamas.
Luego recordó la muerte de Allende y la tragedia que siguió a ese día, junto
con preguntarse por qué aquello tuvo tan definitiva trascendencia en todo el
mundo. Tal vez porque por primera vez —inspirados en un sueño más que en
la realidad— se había pretendido llegar al socialismo por la vía democrática. En
esos tiempos de Guerra Fría, aquella utopía muchas veces soñada también en
Europa, se había dado en Chile. Y como dijera Allende, aquella caminata por un
camino nuevo se había hecho “sin guía y por terreno desconocido”.
Esa fue una de las primeras ocasiones en que, de su propia mano, Lagos es-
cribió sus reflexiones sobre las lecciones que aquella experiencia entregaba a los
chilenos treinta años después.
“El experimento terminó en tragedia. Ningún país puede sobrevivir
cuando los sueños se desbordan, cuando la polarización exacerba
las diferencias, cuando la autoridad no puede gobernar. Aquellos
fueron los errores. Pero, luego del 11 de septiembre, vino el horror.
Fue entonces cuando la solidaridad de tantas gentes en distintos
continentes nos dio refugio, nos entregó tiempo para sanar nuestras
heridas y pensar en el futuro. Nunca podremos agradecerles lo
suficiente.
Hoy, Chile es un país distinto. Los primeros en dejar de enfrentarse
fueron los partidos políticos que constituyeron la Concertación
para la Democracia. Nos unimos y, hace 15 años, fuimos capaces
de decirle No a una dictadura y reestablecer la democracia. Hoy,
las Fuerzas Armadas se encuentran completamente integradas a la
democracia. Por eso podemos mirar los hechos de hace 30 años con
otros ojos.
Después de nuestro 11 de septiembre, el mundo comenzó a tomar
conciencia de los derechos humanos de una manera jamás antes vista.
El otro 11 de septiembre, en el 2001, creó una nueva conciencia
sobre el terrorismo como una amenaza para la humanidad. Desde
estas dos tragedias, hemos emergido para mirar el futuro convencidos
que la intolerancia y la polarización no entregan respuestas éticas ni
políticas a las necesidades de la gente.
156 Fernando Reyes Matta

Nosotros no queremos un mundo dividido entre quienes se


benefician y no se benefician de la globalización, entre quienes están
dentro del sistema y quienes están fuera de él. Por eso creemos en
la importancia de establecer nuevas normas y reglas acordes con las
realidades del mundo de hoy. Chile está listo para cooperar en este
esfuerzo internacional. Más de la mitad de los chilenos vivos hoy no
habían nacido en 1973, pero todos sabemos que para avanzar hacia
el futuro, debemos empezar por asumir las lecciones del pasado.”
Fueron esas dimensiones conmemorativas del 2003, esos encuentros con la
verdad —como también la conducta de principios sostenida en tanto miembros
del Consejo de Seguridad de la ONU—, los que crearon el marco para que la
Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura llevara adelante su tarea. El
Informe Valech, hecho público a fines de noviembre de 2004, fue consecuencia
de un proceso, de un camino largo donde Chile se convirtió en otro país.
Y en ese proceso había existido un eslabón muy importante: las declaraciones
del Comandante en Jefe del Ejército, general Juan Emilio Cheyre, dadas a cono-
cer en un artículo personal publicado el 5 de noviembre de 2004. Por cierto, con
un alto impacto en la prensa internacional.
Bajo el propósito de explicar el cierre del Batallón de Inteligencia del Ejército
(BIE) y la creación de la Agrupación de Inteligencia Militar, Cheyre había descri-
to el peso de la Guerra Fría en Chile y sus consecuencias. De aquella lógica había
derivado, dijo, una comprensión de la política “que consideraba enemigos a los
que eran sólo adversarios”. Los considerando podían ser discutibles —tanto en-
tonces como ahora—, pero lo importante es que ellos llevaron a una afirmación
largo tiempo esperada por los chilenos.
“¿Excusa el escenario de conflicto global ya descrito, las violaciones
a los derechos humanos ocurridas en Chile? Mi respuesta es una e
inequívoca: no. Las violaciones a los derechos humanos nunca y para
nadie, pueden tener justificación ética”.
La afirmación fue categórica. No había llegado al “nunca más” y al emotivo
mea culpa que en 1995, en vivo por televisión, hizo el entonces jefe del Estado
Mayor en la Argentina, Martín Antonio Balza. Pero en Chile era un gran paso,
un hecho contundente en la construcción de una nueva convivencia nacional.
País pequeño con mapa grande 157

Por todo ello, por ese nuevo aire que se respiraba en el país, —como lo había
definido Sebastian Brett, representante de Human Rights Watch en Chile, en
declaraciones a periodistas norteamericanos— el tradicional encuentro de fin de
año del Presidente con los embajadores extranjeros y representantes de organis-
mos internacionales, fue en ese 2004 una circunstancia para afirmaciones más
allá de lo protocolar. Les dijo el mandatario:
“Cada país, según sus circunstancias, busca construir la coherencia
entre lo ineludible de la historia ya vivida y la búsqueda de espacio
para los sueños del futuro. Ustedes aquí han sido testigos de un
momento esencial en nuestra convivencia, marcado por el afán de
no negar el pasado, de abrir espacio a la verdad y mirar con nuevas
esperanzas el futuro.”
De visita en Chile, en junio del 2005, el ex Presidente Clinton conversó largo
con el Presidente Lagos en La Moneda. Este le explicó lo hecho y el carácter del
Informe Valech.
“Esto no ha ocurrido en ninguna parte. Ni en Sudáfrica ni en ningún otro
lado que yo conozca” dijo Clinton. Y agregó que en Chile se había dado un paso
muy profundo, muy ético, capaz de dar peso y estatura a este país en la nueva
realidad internacional emergente.
Pero hubo algo más. Lo incitó a que toda esta experiencia y lo conversa-
do tantas veces por ambos en los encuentros de la Gobernabilidad Progresista,
se plasmaran en un libro en inglés. De allí salió el proyecto que culminaría en
Londres con la publicación de un libro con prólogo de Tony Blair: “The 21st
Century: a view from the South”

El mundo no es ancho ni ajeno

No siempre los chilenos supieron cómo, desde esa dimensión ética de la política,
el Presidente Lagos también elevaba la voz cuando se trataba de denunciar lo que ocu-
rría con figuras emblemáticas en la lucha por los derechos humanos en el mundo.
Cuando visitó la Corte Interamericana de Derechos Humanos en San José de
Costa Rica, por el 2002, poco antes de pronunciar su discurso se dio vuelta hacia
quienes le acompañábamos.
158 Fernando Reyes Matta

“¿Cómo se llama la mujer que iban a lapidar en Nigeria?”. Se lo dijimos,


aunque sorprendidos por la pregunta. Luego todo tendría sentido en sus pala-
bras.
“Hemos iniciado el siglo XXI con la convicción que donde quiera
que se violen los derechos humanos, otro ser humano tiene derecho
a levantarse y gritar por él. La sociedad civil ha emergido con
fuerza. Zafia, esa mujer de 35 años en Nigeria, estaba condenada
a ser lapidada y no lo fue. La defensa de los derechos humanos fue
expresión de la voluntad mayoritaria de la sociedad civil en el mundo
que intercedió por ella”.
Al visitar Sudáfrica, cuando se cumplieron diez años del término del Apartheid,
lo primero que hizo fue llegar a la casa de Nelson Mandela, aquella humilde vi-
vienda del barrio Sowetto de donde la policía había sacado al líder africano para
llevarlo a la cárcel. Estuvo 28 años en prisión hasta recuperar la libertad y, luego
de un difícil período, fue elegido presidente del país. Mandela asumió su tarea
con generosidad y mirando hacia el futuro.
Aquello lo recordó Lagos parado en la misma calle por donde Mandela había
regresado a su barrio, para abrir las puertas a la democracia en Sudáfrica. Lo puso
como ejemplo, mirando a su vez, a la propia realidad chilena.
“La historia nuestra tiene distintas lecturas. Siempre será así, nunca
habrá una historia oficial. Pero sí podemos, a partir de volver la mirada
atrás y ver la historia, aprender a decir con más fuerza: nunca más.”
A la vez, en un artículo personal publicado en un diario de Johannesburgo,
enfatizó cómo estos temas esenciales de la condición humana creaban nuevos
diálogos entre países como Chile y Sudáfrica. El mapa global de los principios y
las identidades éticas había construido relaciones como nunca antes entre el sur
de la América Latina y el sur de África. Lo remarcó en el texto:
“Es un tema de diálogo y globalidad, de nuevas cercanías. Por eso
hemos querido estar aquí en un momento tan determinante para
quienes somos militantes de la libertad. Cuando se conmemoran
los diez años del fin del Apartheid emerge en nuestras emociones
la figura gigante del Presidente Nelson Mandela y su capacidad de
País pequeño con mapa grande 159

poner la mirada en el futuro. Y con él la capacidad del Presidente De


Klerk de reconocer las realidades ineludibles de la historia”.
Por aquellos días, cuando Clinton visitó Chile y Lagos se había visto obligado
a suspender su visita oficial a Suecia y Holanda por un terremoto en el norte, se
produjo una muestra más de esa disposición a actuar en los escenarios mundiales
a partir de un respeto a principios éticos esenciales.
Analizando la prensa internacional nos dimos cuenta que el 19 de junio de
2005 la líder birmana Aung San Suu Kyi cumpliría 60 años, sometida a dura pri-
sión domiciliaria por la junta militar de Myanmar (Birmania). En 1990 la Junta
Militar instalada en Birmania arrebató a ella y su partido el triunfo obtenido en
las elecciones de 1990. Entonces, la Liga Nacional para la Democracia consiguió
392 de los 485 escaños en juego en las elecciones de 1990, pero el régimen militar
—que había convocado los comicios— rechazó entregar el poder, lanzando una
campaña de acoso y represión contra la oposición.
La gran luchadora, hija de un héroe nacional que logró la independencia de
Birmania ante los ingleses, no abandonó el país. Tras múltiples presiones y ser
distinguida con el Premio Nobel de la Paz de 1991, pudo ganar cierto espacio ha-
blando desde las rejas de su casa. La represión volvería sobre ella, relegada a no ver
marido ni hijo. En el 2003, dentro de una mínima apertura volvió a encabezar
algunas concentraciones políticas. No duró mucho aquello: a fines de mayo de
2003 una fuerza militar atacó a su caravana y mató a muchos de sus partidarios.
No era la primera vez que el Presidente Lagos se refería a ella; ya lo había
hecho, a mediados del 2000, en una video-conferencia donde habló en directo al
Congreso de las Juventudes de la Internacional Socialista reunido en Estocolmo.
La consideró siempre una mujer de coraje.
La instrucción fue precisa: hacer una declaración, pero hacerla en conjunto con
otros líderes y lograr que ella tuviera alta difusión mundial. Los primeros contactos
fueron con la oficina del Presidente Mbeki, de Sudáfrica, que por cierto de inme-
diato dijo que sí. El tema se alcanzó a conversar con el Primer Ministro Persson an-
tes del regreso apresurado por el terremoto y se afinó el texto vía e-mail. El siguiente
paso fue con la Primer Ministro Helen Clark, de Nueva Zelandia.
Tres días antes de la fecha la coordinación ya estaba hecha para la publicación
en Internacional Herald Tribune, en inglés, en El País, en España, y en varios otros
periódicos en Asia y Europa. La verdad es que la difusión fue muy grande en cien-
160 Fernando Reyes Matta

tos de páginas web de diversas organizaciones. El texto, luego de su preámbulo,


era contundente respecto de un sentido político nuevo desde el cual esos líderes
de distintos continentes, comprometidos con una mirada progresista, decidían
actuar en conjunto:
La situación de Aung San nos duele profundamente y compromete
nuestra sensibilidad política. Su arresto constituye una afrenta a
todos los que creemos en la libertad, la democracia, los derechos
humanos y la soberanía de los ciudadanos para elegir su propio
destino…
Aung San es una mujer de coraje. Sabemos que seguirá adelante dando
el testimonio de su grandeza, esa fuerza que el mundo le reconoció en
1991 cuando se le otorgó el Premio Nobel de la Paz. Por nuestra parte,
reiteramos nuestro compromiso más profundo para seguir luchando
por su libertad y por los derechos del pueblo birmano de vivir en
democracia. Nosotros reclamamos del régimen militar iniciar un
verdadero proceso de reconciliación nacional y de transición pacífica
a la democracia y de libertad para los presos políticos.
En la defensa de los derechos humanos no hay fronteras. Es por
esto por lo que nuestras voces se unen desde una convicción ética
y política a aquellos que defienden y honran a Aung San Suu Kyi.
Y por ello, convocamos a otros líderes políticos, a los intelectuales
y los artistas, a los jóvenes y, en definitiva, a todos los ciudadanos a
unirse en este 19 de junio en la exigencia de libertad y justicia para
esta gran líder birmana.
Ricardo Lagos, Presidente de Chile; Thabo Mbeki, Presidente de
Sudáfrica; Göran Persson, Primer Ministro de Suecia, y Helen
Clark, Primera Ministra de Nueva Zelanda”.
Si Chile había dejado el Consejo de Seguridad con una huella de prestigio por
saber decir “no” a la invasión a Irak y había dicho “si” en responder con rapidez
frente a la crisis de Haití —sin tener intereses directos ni en una ni en otra situa-
ción— también en estas preocupaciones del mandatario chileno había un signo.
Una expresión de sensibilidad en un mundo donde la distancia importa cada vez
menos y el destino de otros también es nuestro destino. Algo así como los nuevos
mapas del siglo XXI, donde Chile iba aprendiendo a saber estar presente.
País pequeño con mapa grande 161

Pinochet: culpas, juicios y cuentas.

Pero, por cierto, desde el mundo también había una pregunta recurrente hacia
Chile: ¿Y qué pasa con Pinochet? al comienzo era un tema presente en todas las
entrevistas. Poco a poco, en tanto se avanzaba en la búsqueda de la verdad y el
país cambiaba, la inquietud periodística internacional dejó de buscar reacciones al
tema en La Moneda y se volcó a seguir los sucesivos procesos en los tribunales.
En torno del gobierno uno sentía que la mirada exterior era otra: esencial-
mente, ¿cómo lo había hecho Chile? Revistas lejanas como Asia Inc. o altamente
influyentes como The Banker, se referían al “modelo chileno”. Aunque el Pre-
sidente no aceptaba con comodidad el concepto, reconocía que el interés era
creciente para ver cómo “las piezas del puzzle” iban ajustándose en el panorama
nacional, teniendo como meta mayor la cohesión social.
También querían hablar de cómo evolucionaba América Latina y en esa pers-
pectiva, por cierto, de la posibilidad —cada vez más clara en el horizonte— de
tener una mujer como Presidenta de Chile. Se sentía que aquello era un tremen-
do cambio cultural en el país y en el continente.
El peso político de Pinochet se reducía progresivamente a una mínima expre-
sión. Tras las contundentes pruebas acumuladas por el juez Juan Guzmán —hijo
del poeta y Premio Nacional Juan Guzmán Cruchaga, un juez que inicialmente
fue partidario del golpe militar y luego, tocado a fondo por las evidencias de una
política de torturas y violaciones extremas impulsadas por el régimen de Pino-
chet— la Corte Suprema le había privado de su fuero y se le había declarado reo.
Inicialmente, frente a las acusaciones planteadas el 2003, sus defensores ale-
garon demencia subcortical leve e incapacidad de responder ante los tribunales.
Pero el propio Pinochet los dejó sin argumento al conceder una entrevista a un
canal de televisión de Miami.
Como dijeron diversas publicaciones de prensa en el continente, Pinochet
dijo no tener por qué pedir disculpas por lo que pasó durante su gobierno y que
son sus opositores quienes debían pedirle perdón. “Perdón de qué. Se olvidaron
de que son ellos los que tienen que pedirme perdón a mí, por los atentados que
sufrí contra mi vida”, afirmó Pinochet.
En una frase inédita, Pinochet culpó a algunos de sus subalternos de los “ex-
cesos” cometidos durante su régimen, a quienes definió como “gente que no se
controla, subalternos, que actúan y que ahora se quedan callados”.
162 Fernando Reyes Matta

Pero si las pruebas por su responsabilidad en la Operación Cóndor se hacían


cada vez más sólidas, los chilenos escucharían con estupor la otra dimensión de
sus acciones ignoradas: había acumulado varios millones de dólares en cuentas
secretas en el Banco Riggs, en Estados Unidos.
Y los hechos se destaparon, precisamente, cuando el Presidente Lagos realizó
una visita de trabajo a la Casa Blanca en julio del 2004.
Todo se había preparado para aquella conversación. Se trataba de revisar la
agenda bilateral, los temas de América Latina —especialmente Haití— y enfati-
zar la mirada de Chile sobre lo multilateral. Un diálogo donde Chile, aún miem-
bro del Consejo de Seguridad, quería decir lo suyo sobre la urgencia por reformar
Naciones Unidas y el sistema internacional.
Pero Bush y Lagos debieron referirse a Pinochet. Lo hicieron de la única forma
posible en ese momento: “habrá que investigar y se hará todo lo que corresponda”.
Las pruebas serían contundentes al paso de los meses. Los mismos abogados
que se habían esforzado por demostrar la demencia del ex gobernante, ahora
sumaban y acumulaban cifras de distintos lados para intentar demostrar que los
ingresos descubiertos tenían justificación.
De alguna forma aquello era patético y doloroso. La conducta del general que
había gobernado Chile por 17 años ya no era cuestionable sólo por su origen y
abusos en los derechos humanos, sino también por desfalcos y oscuros manejos
de dinero.
Había utilizado pasaportes falsos, había usado cuentas bajo distintos nombres,
había acumulado millones de dólares para los cuales no existía justificación. En
agosto de 2005, emitió una declaración asumiendo “toda responsabilidad por las
cuentas”. El 23 de noviembre, ya desaforado por la Corte Suprema, el caso Riggs
llevó a Pinochet a ser procesado por evasión tributaria, falsificación de instrumento
público, falsificación de pasaportes y omisión de bienes en su declaración jurada.
Frente a esta realidad, el Presidente Lagos mantuvo un discreto silencio, se-
ñalando que lo mejor era dejar trabajar a los tribunales. Sólo una vez, en el marco
de un diálogo menos formal en Radio W, tuvo una opinión que las agencias de
noticias recogieron con prontitud. Dijo el mandatario:
“Esto que ha aparecido respecto de cuentas en el extranjero, casos de
magnitudes que son insospechadas y que está tan lejos de la tradición
de quienes han dirigido Chile, creo que ha sido tremendamente
País pequeño con mapa grande 163

negativo para el país…Es algo que me duele, pensé que no era así...
Creo que también ha sido una sorpresa para muchos, incluido sus
propios partidarios”.
El 10 de marzo de 2006, en la víspera de dejar el gobierno, Lagos pudo
leer en el diario The New York Times un reportaje sobre el fin de la Llama de
la libertad, del denominado Altar de la Patria y de cómo aquello —incluido
el traslado de los restos del general Bernando O’Higgins— se había hecho sin
grandes complejidades, dentro de ceremonias que hablaban de un nuevo aire
cultural en el país. El mismo ambiente, decía la nota, se sentía en La Moneda
abierta a los visitantes. Frente al palacio de gobierno ahora se desplegaba la
Plaza de la Civilidad.
Dentro de tantas simbologías, donde pasado y futuro parecían mejorar las
empatías de los tiempos en la conciencia colectiva del país, ocurrían hechos me-
nores, pero no exentos de trascendencia.
En una radio, juvenil y roquera, la Rock and Pop, se había hecho una votación
de los personajes más destacados del país en ese año. Ganó Lagos y le pregunta-
ron en una entrevista en otra emisora, Radio Cooperativa, sobre el significado de
aquello. Sin embargo, antes de contestar se dió este contrapunto:
—Pero, ¿sabe usted quién salió segundo en la Rock and Pop, según me dijo
el ministro Secretario General de Gobierno?
—Claro,Cheyre.
—Cheyre. Entonces, algo ha pasado en Chile, en que a ese mundo juvenil
que usted menciona, le preguntan, ¿quién es el personaje del año? Ellos dicen
“Lagos”. ¿Y el segundo? ¿Quién llega segundo en una elección entre ellos? Es
Cheyre. Lo encuentro muy notable, muy notable porque refleja también los cam-
bios que se han producido en este país.
Lagos había demostrado que un hombre de izquierda podía gobernar Chile y
podía hacerlo colocando al país en un alto nivel de prestigio internacional.
Pero tal vez también nos había hecho entender los alcances mayores de aque-
lla cita de Norberto Bobbio, el filósofo político italiano tan profundamente es-
tudiado por Agustín Squella, asesor cultural del gobierno, una cita rescatada de
diversas formas por el Presidente en sus diálogos con la prensa, pero esencialmen-
te con este contenido:
“En la democracia las cabezas no se cortan, se cuentan”.
IV. De puño y letra

“La etimología de la palabra “arguir”, argumento,


argumentación es la misma raíz de argeros, argentus,
plata: el metal blanco y brillante. Es decir, se trata de
relucir, de hacer brillar las cosas. Cuando se escribe sobre
algo es para hacer brillar la realidad”.
Julián Marías, en entrevista con Artes y Letras,
de El Mercurio.

“El nuevo presidente de Chile ve con precisión que


el desarrollo económico en el siglo XXI se basará en
la información y que la información se basará en la
educación. Esa es una necesidad para ser socios efectivos y
paritarios de los procesos de mundialización”.
Carlos Fuentes, escritor mexicano, marzo 2000.
“Pasar del yo al nosotros” 1

¿Q ué significa que los pequeños agricultores de esta zona se hayan po-


dido asociar para extraer la leche, mantener una planta procesadora
y exportar? porque todo eso se ha hecho. ¿Y cómo? con recursos
estatales, de las distintas reparticiones. Así, lo que antes era un problema—cómo
vender la leche a un precio justo— ahora la cooperativa de la cual los agriculto-
res también son socios, lo ha solucionado. Y cuando a final de año se sacan las
cuentas, y aparece que se vendió la leche a un precio mayor del que se compró, se
pagan los costos, y la diferencia se reparte a los agricultores.
¡Ah, es que ellos han hecho lo que usted dijo, Magaly! porque doña Magaly
Díaz nos dio hoy día una gran lección. Nos dijo: “¡Qué difícil es pasar del yo al
nosotros!”. Esa es la gran lección.
Cuando el hombre, el ser humano, la mujer, pasa del “yo” a “nosotros”,
entonces nos escuchan más, pesamos más. El “yo” individual es distinto al “no-
sotros” colectivo. ¿Y qué es lo que están haciendo los productores de leche, si no
es pasar del “yo” al “nosotros”? Cada uno aporta sus pocos litros de leche, pero

1
Estos son segmentos del discurso del Presidente Ricardo Lagos en la localidad de Dalcahue, X Región, el 26
de agosto del 2004. Lo hemos elegido porque es un ejemplo concreto de cómo el gobernante sabía explicar,
pedagógicamente, la interacción entre la realidad de un pueblo de Chile y el mundo.
cuando todos tenemos la leche, la procesamos y la convertimos en queso, esa
leche convertida en queso, aquí de Chiloé, hoy día se exporta a México. ¿Acaso
pensamos antes que la leche que sale de nuestros campos, con nuestros pastos,
va a terminar en queso que se vende en México? Eso es porque fuimos capaces
de pasar del “yo” al “nosotros”. Ningún pequeño agricultor, con su campo, con
sus pocos litros de leche, va a poder convertirlos en queso y mandarlos a México.
Entonces, si les va bien es porque pasaron del “yo” al “nosotros”.
¿Qué es cultivar el mar, sino pasar también del “yo” al “nosotros”? ¿Y cómo
se organizan los pescadores, cómo se organizan los algueros para pasar del “yo” al
“nosotros”? Pues, la firma de un convenio como este es uno de los caminos por
los que, entre todos los chilenos, pasamos del “yo” al “nosotros”. Y eso también
ocurre para los países.
Si estamos vendiendo queso a México, es porque tenemos con México un
acuerdo de libre comercio, lo que quiere decir que podemos exportar sin pagar
impuestos para que este queso de Chiloé entre a ese país. Para tener mejores
acuerdos en el comercio del mundo, los distintos países tenemos que pasar del
“yo” al “nosotros”, y asociarnos.
Por eso, en noviembre vamos a recibir a los presidentes de los principales paí-
ses del Pacífico: de Canadá, Estados Unidos, México, Perú, Japón, China, Aus-
tralia, Nueva Zelanda, Indonesia. Y si lo hacemos bien, así como ahora hay queso
que va de aquí a México, también podremos pensar que vaya al otro lado del
Pacífico. ¿Por qué no, si lo hacemos de buena calidad? Y nuestras algas, ¿adónde
se exportan? al otro lado del Pacífico, a los países del Asia.
Todo empieza a tener sentido. Así, cuando decimos “hagamos este proyecto
con la Fundación, y aprendamos a cultivar el mar”, después tenemos que apren-
der a comercializar el producto, lo que implica que necesitamos acuerdos con el
mundo para ir a venderlo a los distintos países. En otras palabras, lo que se hizo
en el campo con la leche, es lo que hoy nos proponemos hacer en el mar con las
algas y con los cultivos. Y si eso lo hacemos y lo hacemos bien, si nos conectamos
con el mundo y aprendemos a comerciar, entonces este país se va a atrever a en-
trar a un mundo que es más difícil, más complejo, pero es el mundo que nos tocó
vivir. Y lo hará con buen pie.
Cuando ocurra esa reunión a la que van a asistir tantas personas tan im-
portantes de tantas partes del mundo, acuérdense de mí aquí en Dalcahue. Esa
reunión también se asocia con lo que pasa aquí. Porque si alguien dice que no es
posible lo que hemos dicho, pues estamos tan lejos de todo, ello es un error. Hoy
día estamos en el centro de todo, porque lo que antes nos parecía una lejanía, hoy
es parte de lo que somos...
Ahora, déjenme decirles, no da lo mismo quién gobierna, porque las políticas
que hacen unos y otros son distintas. Y déjenme decirles que hay que tener, sí,
hay que tener mucha mano firme cuando las cosas no salen como uno quiere
¿Por qué digo esto? porque a veces es bueno tener diferencias y que la gente tenga
claridad respecto de ellas.
Pero también necesitamos unidad de propósitos, unidad en la manera en
que todos los chilenos definimos cómo nos ordenamos. Y creo que en este país
lo que hemos definido los chilenos es que queremos, en primer lugar, vivir en
democracia y con respeto a los derechos humanos; en segundo lugar, queremos
un país que crezca, que se desarrolle; pero, tercero, queremos que ese crecimiento
y ese desarrollo lleguen a todas partes, a todos los sectores: queremos que haya
crecimiento en salud y en educación, crecimiento en empleo y en vivienda, y para
lograrlo necesitamos políticas adecuadas. Eso es lo que estamos haciendo.
Finalmente, queremos un país que sea fiel a sus tradiciones, a su cultura, a
lo que es. Por eso me gustó cuando usted le mandó un kultrún de regalo a mi se-
ñora, porque usted tiene orgullo de las tradiciones de su región. Eso forma parte
de un país.
Hace poco, el Presidente Lula, de Brasil, terminó una visita a Chile, y cuando
los presidentes van a un país, uno les hace un regalo. ¿Qué le regalé al Presidente
Lula? le regalé una de esas violas que fabrica un luthier de acá, de Putravé, porque
es expresión de los que hacen aquí en Chiloé ustedes, los chilotes. Le explicamos
que el recuerdo correspondía a una antigua tradición de esta parte del mundo. Y
eso también lo queremos conservar.
Queremos democracia, crecimieto; queremos que ese crecimiento se reparta
bien, y preservar nuestras tradiciones. Y, por último, queremos caminar por el
mundo con la frente en alto, como camina Chile. Y eso es lo que hemos he-
cho, a través de una política exterior clara y definida, coherente. Algunos, en un
momento, han estado asustados por nuestras decisiones, pero sabemos lo que
hacemos.
Por lo tanto, lo que yo les pido a ustedes es que nos continúen apoyando
como hasta ahora lo han hecho, porque ese apoyo es el que nos permite mantener
el rumbo de las tareas que estamos llevando a cabo y de las que nos esperan por
delante.
La urgencia de una agenda social
frente a la realidad global 1

H
América Latina enfrentan uno de los retos más difíciles
oy los países de
que han marcado su historia. Se trata, ni más ni menos, de encontrar
los espacios de nuestra acción y presencia en un mundo de globalidad
creciente, a la vez que renovamos el sentido y compromiso de la política y la de-
mocracia. Por eso, tal vez es necesario pensar en una nueva proclama a los pueblos
de este continente, la cual, enraizada en los valores de independencia y construc-
ción nacional de hace 200 años, nos convoque a una nueva gesta de inserción en
el mundo moderno a partir de un proyecto compartido capaz de generar socieda-
des más justas, cohesionadas socialmente y solidamente democráticas.
Al hablar en el Parlamento de Ecuador hace algunas semanas, dije que re-
ferirse a estos temas desde su capital ubicada en el equinoccio, en el centro del
planeta, era probablemente el mejor lugar para pensar los desafíos del mundo
global y su relación con las tareas cotidianas y concretas presentes en cada uno de

1
Este artículo se publicó originalmente en El Comercio, de Quito, el 22 de agosto de 2002. Luego fue
reproducido por otros diarios de la región, como también fue uno de los artículos claves —con una breve
introducción ad hoc— en los documentos para la prensa en la Cumbre Iberoamericana de ese año.
País pequeño con mapa grande 171

los países latinoamericanos. Desde los años 80, todos nuestros países, en mayor o
menor medida, hicieron suyo el así llamado “Consenso de Washington”. Refor-
mamos nuestras economías para lograr un marco macroeconómico equilibrado,
abrimos los mercados para aumentar la competitividad, reconocimos a un sector
privado eficaz y en expansión como el principal motor del progreso económico.
América Latina realizó notables esfuerzos, para incorporarse a las tendencias prin-
cipales del sistema internacional y aproximarse a la modernidad difundida por el
proceso globalizador.
Sin embargo, si bien nuestra región logró avances importantes, el balance de
hoy dista de ser positivo y una vez más la frustración asoma su rostro entre los
pueblos del continente. Ello se debe a que los cambios de las políticas económicas
no se han traducido en bienestar para gran parte de los ciudadanos y la desigual-
dad ha seguido reproduciéndose.
Este malestar económico y social se ha extendido en muchos de nuestros
países al campo político y amenaza la legitimidad de las democracias en el con-
tinente. Vemos que crece el desapego a las instituciones, a las organizaciones y
a los liderazgos. Aquí tenemos un reto mayor. Como resultado de dificultades
en el camino, los sistemas democráticos son percibidos por muchos de nuestros
conciudadanos como insuficientes para dar respuestas a las demandas de las ma-
yorías.
Creo que el problema puede resumirse en que las políticas económicas ba-
sadas en el Consenso de Washington no alcanzan por sí solas a resolver los de-
safíos de equidad y de igualdad de oportunidades, sin las cuales no es posible la
cohesión social. Esta cohesión social requiere de políticas públicas orientadas a
su consecución. Por lo tanto, ello exige poner la misma fuerza con la cual hemos
impulsado reformas económicas indispensables, en llevar adelante aquellas re-
formas sociales que brinden seguridad a la ciudadanía. La gente espera vivir con
más certezas en ámbitos como el trabajo, la salud, la educación y el acceso a la vi-
vienda, garantizando protección social mediante sistemas universales, solidarios,
eficientes e integrales.
Como todos sabemos, estas reformas no son fáciles de implementar. Ellas
provocan la resistencia de distintos intereses corporativos y, en muchos casos,
concitan el rechazo de los fundamentalistas del mercado. Ante ellos cabe hablar
con claridad: el mercado asigna recursos y asigna bien los recursos, pero actúa en
tanto somos consumidores. Esa es su dimensión, no otra. Ciudadanos y consu-
172 Fernando Reyes Matta

midores somos todos, pero los consumidores sólo participan según su bolsillo.
Los ciudadanos tenemos todos un voto y en ello se funda la igualdad democráti-
ca. Las sociedades deben articularse a partir de los ciudadanos, no de los consu-
midores. Ello está ligado directamente con la calidad del debate público y apunta
a construir democracias serias y responsables, que rechazan el populismo y la falta
de transparencia en el manejo de los asuntos públicos y saben decir “no” cuando
las prioridades y los recursos lo indican.
Lo que estamos viendo en la América Latina de hoy no es consecuencia de un
fracaso de la democracia ni lo es de determinados planteamientos económicos.
Pero sí debemos asumir que no hemos sido capaces de sostener con la misma
fuerza la necesidad de impulsar políticas económicas serias en paralelo a políticas
sociales impostergables. Esa es la única vía para superar los riesgos sociales ins-
talados entre nosotros a partir de la globalización, a la vez que dar calidad a la
democracia y cohesionar sociedades escindidas durante siglos.
Los cambios vividos en los años recientes nos convocan a entender los pro-
cesos de globalización en todas sus dimensiones. Hay quienes ven en ello sólo
los aspectos negativos, otros ven sobre todo sus oportunidades. La verdad es que
la globalización es un proceso irreversible y ambivalente que conlleva peligros y
posibilidades. La caída del Muro de Berlín fue una conquista importante de la
libertad, sin embargo no hizo caer el Muro entre ricos y pobres, entre alfabetos y
analfabetos, no hizo caer el muro entre los que tienen y no tienen acceso a opor-
tunidades de educación o de salud, esos muros existen, y esos muros plantean
desafíos frente a los cuales todos somos llamados a actuar. Lo anterior hace que
frente a la nueva realidad global, los países de América Latina debemos tener una
posición activa.
No queremos una globalización sin reglas porque en ese caso las reglas las
pondran los más fuertes. El mundo de hoy tiene reglas, pero muchas de ellas
marcadas por su origen tras la Segunda Guerra Mundial. Y esa realidad plantea
interrogantes: ¿Cuál es la carta de Naciones Unidas que necesitamos hoy? ¿Dón-
de se debate el futuro? ¿O se debate en el Grupo de los 8, y en ese caso, cuál es
nuestra voz ahí? ¿Qué ocurre con los acuerdos de Bretton Woods levantados para
reconstruir la Europa devastada por la guerra? ¿Y qué tiene que ver el mundo
económico de 1944, ese de Bretton Woods, con el mundo económico de 2002 a
escala planetaria? El Fondo Monetario Internacional surgió para cuidar los tipos
de cambio entre los países y promover su comercio. Hoy su rol es muy distinto
País pequeño con mapa grande 173

y hace inevitable la pregunta: ¿cuándo y dónde hemos debatido estos nuevos


poderes del FMI?
Frente al terrorismo el mundo ha conocido la más grande coalición nunca
registrada en la historia de la humanidad. Esta coalición tiene ante sí la opor-
tunidad de interrogarse por todos los temas que la globalidad del siglo XXI ha
traído a la realidad contemporánea. Para avanzar en la interacción globalidad,
democracia, equidad y ciudadanía, es necesario poner al ser humano en el centro
de nuestras políticas. El gran frente levantado ante la amenaza terrorista tras los
atentados del 11 de septiembre, también tiene la posibilidad de actuar en térmi-
nos positivos, definiendo los nuevos parámetros de convivencia en los cuales se
inscriba la acción política de este tiempo.
El terrorismo es un problema global pero existen otros problemas globales
que dan base a la inestabilidad, desigualdad e injusticia que operan como caldo
de cultivo del terror y la inseguridad.
Se requiere, en consecuencia, de una agenda que se proponga una nueva ar-
quitectura financiera internacional y sea capaz de proteger otros bienes públicos
tales como la vigencia de los derechos humanos, el medio ambiente, la supera-
ción de la pobreza y las desigualdades a través de instrumentos y reglas capaces de
proteger los esfuerzos de las economías más débiles.
Ya es hora de pensar cuál es la carta social a nivel mundial que queremos
para reforzar la cohesión de las sociedades a nivel global, tal como se han hecho
los pactos sociales a nivel nacional a lo largo del siglo XX, pactos como los que
hicieron posible el éxito económico y el fortalecimiento de la democracia en la
Europa devastada por la Segunda Guerra.
Por su parte, las fuerzas del mercado descubren día a día cómo sus estrategias
de crecimiento requieren de un ordenamiento institucional basado en valores y
de una cohesión social efectiva. Desafíos de esta envergadura exigen la creación
de condiciones internacionales que compensen las relaciones asimétricas de po-
der que hoy caracterizan al mundo global.
Ningun Estado, ni siquiera el más poderoso, puede hacer frente unilateral-
mente a los grandes retos del mundo actual. Si esto es así para las superpotencias,
para países como los nuestros la cooperación internacional es asunto de super-
vivencia. La alternativa es desarrollar una globalización de más calidad y en ella
nuestros países también pueden estar presentes, sentándose a la mesa con méritos
renovados.
174 Fernando Reyes Matta

Pero, para poder hablar al mundo, tenemos que hacer bien nuestras tareas
aquí. Para ser escuchados afuera debemos tener la autoridad surgida de lo que
hemos hecho adentro. No es excusa, para no hacer las tareas en nuestra realidad,
levantar el índice contra un mundo que aún no está ordenado. Hay políticas
públicas que no podemos eludir si queremos hacer de América Latina un espacio
de democracia sólida y profunda. Desde esa vitalidad, y uniendo nuestras voces
en una voz potente, podremos impulsar —mediante mecanismos o iniciativas
multilaterales a escala regional o mundial— una agenda que ofrezca soluciones
globales a problemas también globales, que de una u otra forma ya se han instala-
do en medio de nuestros países, de nuestras ciudades y de nuestros muros.
Volver al rastro principal 1

H
15 siglos, el poeta Imru’al-Qays, probablemente en el poema más
ace
famoso en lengua árabe, se preguntó: ¿Qué queda para afirmarse cuan-
do el rastro está borrado? Los tiempos que vivimos parecen convocar a
la misma pregunta. ¿Dónde está el rastro y cómo podemos reencontrarlo?
La crisis vivida en estos días nos trae enseñanzas a todos. Lo primero es que
los quince miembros, los cinco permanentes y los diez elegidos en el Consejo de
Seguridad, no fuimos capaces de alcanzar un consenso para evitar una conflagra-
ción. Todos tenemos que asumir nuestra cuota de responsabilidad en ese fracaso,
porque duelen las consecuencias derivadas de ello. Pero al mismo tiempo, todos
debemos tener claridad sobre el sentido del esfuerzo hecho por algunos, conven-
cidos como estábamos de ver aún un espacio antes de pasar a las armas.
Los historiadores siempre han juzgado los resultados de la guerra por los éxi-
tos de la paz que le sigue. ¿Qué paz vamos a construir ahora? ¿Cómo hacer para
que sea duradera y sólida?
El escenario internacional es más que elocuente para sembrar la desazón. Hoy
vemos el terrorismo como un actor internacional; miles de millones de personas
1
Este artículo fue publicado en el diario El País, de España, el 22 de abril de 2003. Es decir, un mes después
de la invasión a Irak, la cual Chile se negó a respaldar en el Consejo de Seguridad por los antecedentes
existentes a esa fecha.
176 Fernando Reyes Matta

viven el hambre cotidiana; se desconoce el papel de los organismos multilaterales;


no somos capaces de lograr un consenso dentro del Consejo de Seguridad de Na-
ciones Unidas para evitar un conflicto; el proteccionismo de unos pocos bloquea
la liberalización del comercio mundial; al amparo de regímenes dictatoriales se
violan los derechos humanos de la población; la intolerancia crea conflictos al
interior de nuestras propias sociedades, de nuestras propias culturas.
Sin embargo, frente a la adversidad, la humanidad es más sabia y abre espa-
cios para encontrar el camino cuyo rastro a veces no se divisa. Lo esencial es tener
claro el sentido de nuestra búsqueda. Si miramos al siglo XX, ese siglo corto del
que habla Eric Hobsbawm, extendido entre la I Guerra Mundial de 1914 y la
caída del Muro de Berlín, en 1989, podemos verlo como un tiempo de catástro-
fes, de genocidios y enfrentamientos. Pero también en ese tiempo se construyó
una historia donde la humanidad empezó a crear instituciones que abrieron paso
a un mundo multilateral y global.
Si hoy asumimos las herencias positivas del siglo XX y las bases que allí se co-
locaron para crear nuevas formas de convivencia internacional, Naciones Unidas
debe jugar un papel preponderante en el proceso de reconstrucción de Irak. El
pueblo iraquí debe determinar su futuro político y utilizar y controlar sus recur-
sos naturales. Como ha dicho recientemente un estadista europeo, es indispensa-
ble trabajar bien las implicaciones diplomáticas de los hechos recientes, para que
el futuro sea un futuro de paz y de una paz capaz de permanecer en el tiempo.
En medio de las incertidumbres debemos impulsar una integración mundial
que sirva a las personas, un proyecto de vida política global donde el centro sea el
ser humano. La modernización de la política será tal si tanto en sus dimensiones
al interior de los países como en los diseños de política exterior, se asume y aplica
como principio ordenador la condición de vida de hombres y mujeres en los
diversos escenarios del planeta.
Si somos capaces de captar lo mejor del siglo XX, tenemos tareas concre-
tas a las cuales abocarnos. La Carta de Naciones Unidas corresponde al mundo
y la realidad política de 1945, el mundo tal como quedó tras la conflagración
mundial. ¿Cómo actualizamos esa carta, cómo la ponemos en concordancia con
las demandas de un mundo global distinto y de realidades políticas y sociales
diferentes? Ya no se trata sólo de dar presencia a los gobiernos en el sistema mul-
tilateral, sino también a las organizaciones no gubernamentales que representan
la sociedad civil.
País pequeño con mapa grande 177

¿Cómo somos capaces de abordar el tema de una arquitectura económica,


financiera y comercial absolutamente distinta de aquella ligada a las instituciones
creadas bajo los acuerdos de Bretton Woods? Allí surgieron el Banco Mundial y
el Fondo Monetario, para resolver los temas y los debates de 1944, pero hoy ya
no se trata de resolver sólo lo que se hace con los tipos de cambio y los flujos de
mercaderías. Estamos ante una realidad donde un simple toque en la computa-
dora desplaza billones o trillones de dólares, como flujos financieros, de un lugar
a otro del mundo.
¿Estamos en condiciones de abordar todo esto o tendremos un mundo global
sin reglas? Una globalización sin reglas puede ser, en definitiva, una globalización
donde imperan los más fuertes.
La gente espera vivir, en Irak o donde sea, con más protección social y con
más certezas en el trabajo, en la salud, en la educación, en el acceso a la vivienda,
mediante sistemas solidarios, eficientes, integrales. Ésas son las tareas al inicio de
este siglo XXI, donde el mercado aparece como un gran dinamizador de las eco-
nomías y de las interrelaciones sociales, pero donde también tenemos que tener
claros los límites del mercado, porque éste es el espacio natural de los consumi-
dores, pero no el espacio natural de los ciudadanos. Los consumidores valen por
la cantidad de sus recursos; los ciudadanos valen por el voto que emiten.
Hemos avanzado mucho en el siglo XX porque aprendimos, como ha dicho
Norberto Bobbio, que las cabezas se cuentan y no se cortan. Nuevas formas de
madurez política nos señalan hoy que a la democracia debemos unir la cohesión
social. Las sociedades donde los desequilibrios y la falta de oportunidades se con-
vierten en una constante, son sociedades en peligro de fuertes convulsiones, más
allá de las prácticas democráticas que se registren cada cierto tiempo.
Irak es un punto de partida donde una crisis se puede transformar en una
oportunidad. La globalización será eficiente si es capaz de continuar la marcha
hacia sociedades más justas, más abiertas, más democráticas, más tolerantes. Aho-
ra el desafío es construir una lógica multilateral propia del siglo XXI, donde los
pueblos sean iguales en dignidades y derechos.
Nuevas tareas en el mundo de hoy 1

U
na de nuestras mayores obligaciones como país, junto con impulsar la
cohesión interna y profundizar nuestra democracia, es entender el mundo
de hoy. En él tenemos que actuar y en él se juega nuestro futuro.
La tarea no es fácil. Vemos una creciente contradicción entre dos corrientes
en la situación mundial: la globalización y el multilateralismo. La primera se está
fortaleciendo, la última está disminuyendo. Por eso, estamos preocupados por el
debilitamiento de los esfuerzos multilaterales en relación con casi todos los aspectos
de la agenda global.
En este marco, se hacen nítidos tres conceptos cuyo sentido apunta a la esencia
de la reflexión en la cual se sustenta nuestra política exterior. Aunque no nuevos,
esos conceptos adquieren una dimensión distinta ante los desafíos internacionales
del siglo XXI.

1
Este artículo del Presidente Lagos se publicó originalmente en el diario La Tercera, a mediados de 2003.
Constituyó una síntesis muy pedagógica de lo que postulaba su política exterior. En especial quizo marcar
aquí cómo el mundo global requería de un orden multilateral y cuán importante era ello para un país como
Chile.
País pequeño con mapa grande 179

I.

Primero, en el mundo de hoy los países participan con todo lo que son, lo
que han acumulado, lo que pueden mostrar. La presencia de un país no se cons-
truye sólo a través de sus tratados. También está determinada por lo que es en lo
político, en lo económico, en lo social, en lo cultural. Si Chile busca colocar sus
productos en el mundo porque ya el 65% de nuestro crecimiento depende de ello,
esa presencia no se sustenta sólo en la calidad de éstos, sino también en la fuerza de
los valores que compartimos. En el tiempo de la globalidad la identidad se constru-
ye conjugando todas esas facetas.
Por eso, cuando firmamos tratados de libre comercio y abrimos nuevas opor-
tunidades a nuestros productos, también lo hacemos para crear más empleo, más
protección social, más gasto en educación, más salud, más viviendas. Estos son los
bienes públicos que debemos garantizar a todos y es eso lo que produce la cohesión
social. Con ellos vamos por el mundo, que también nos pide cuidar el medio am-
biente y usar las tecnologías adecuadas.
Es todo ese conjunto el cual otorga un sello de calidad a un país y por todo eso
se nos califica y se nos pone nota. ¿Por qué nos parece que hemos tenido un logro
cuando resolvemos Ralco? porque no es un hecho ligado solamente a nuestra vida
interna, sino también a cómo se mira a Chile desde fuera.

II.

Segundo, la política exterior se hace desde la región a la cual se pertenece.


Por eso, es importante la forma como pesa esa región, las coordinaciones que asume
y los consensos que comparte. América Latina es nuestro continente y nosotros,
desde aquí, hacemos política exterior.
En estos países hemos aprendido que las crisis económicas golpean desde den-
tro y desde fuera. Hemos aprendido en un duro camino que si queremos incidir
debemos ser capaces de avanzar en procesos de integración realistas, concretos y en
donde no hay atajos. Si no lo hacemos, algunos querrán prescindir de nuestra voz.
Desde hace dos décadas la mayoría de los países de este continente realizaron
notables esfuerzos para aproximarse a la modernidad difundida por el proceso glo-
balizador, siguiendo el denominado “Consenso de Washington”. El problema es
que eso no era suficiente.
180 Fernando Reyes Matta

La realidad ha demostrado que las políticas económicas basadas en esa pro-


puesta no alcanzan por sí solas a resolver los desafíos de la equidad, la igualdad y
las demandas sociales. Al parecer esta visión comienza a abrirse paso y los recientes
acuerdos de Argentina con el FMI van en esa dirección.
Chile hizo su esfuerzo desde hace doce años y hoy es evidente que junto al libre
mercado, al rigor de los equilibrios macroeconómicos y a la economía abierta, se
requieren políticas públicas que impulsen la cohesión social.

III.

Y ello nos lleva al tercer elemento. En el mundo global, lo multilateral pasa


a ser tarea nacional. Si no entendemos que lo multilateral es parte de la política
nacional, seremos miopes ante las lógicas del mundo contemporáneo.
Supongamos que estamos llevando adelante una política nacional donde el cre-
cimiento económico va fuertemente unido a lo social. Supongamos que estamos
trabajando desde una región donde integración y desarrollo social van de la mano.
Aún así nos queda el desafío mayor: dar normas a un mundo donde la globalización
cruza todas las fronteras.
El mundo fue capaz de hacerlo en 1945 dando forma a Naciones Unidas y a
un sistema multilateral con normas para resolver las diferencias y avanzar. ¿Qué
pasa hoy? ¿Vamos a tener políticas para incrementar los llamados bienes públicos
globales, como el medio ambiente, la justicia internacional, los derechos humanos,
la lucha contra las epidemias mundiales, la diversidad cultural, el conocimiento
humano, el uso de los bienes comunes? ¿Cuánto se podrá avanzar en normas que
regulen las transacciones económicas internacionales, la macroeconomía mundial
y la estabilidad financiera?
En otras palabras, si queremos cohesión social en nuestros países como un ele-
mento fundamental, ¿cuánta cohesión social vamos a tener a escala planetaria en un
sistema multilateral? Este debate prácticamente no se inicia todavía.
Estamos convencidos que nuestra tarea es avanzar en estas perspectivas. Por eso
buscamos reforzar los vínculos en América Latina y estamos abriendo espacio al
diálogo de Chile con otras regiones del mundo. Es lo que sostiene nuestro trabajo
común con la Unión Europea, es la forma como entendemos debiera ser el Alca. Y,
por cierto, en ello se inspira nuestra participación en Apec, transformada hoy en un
compromiso nacional para el 2004 y en una gran oportunidad para nuestro futuro
desde este borde del Océano Pacífico.
APEC y Mercosur 1

C
uando el20 y 21 de noviembre próximo se reúnan en Chile los líderes
del Foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífico, APEC, será la
primera vez que esta Cumbre tenga lugar en América del Sur.
Es decir, en tres meses más los conductores de esta nueva ebullición de de-
sarrollo que se ha instalado alrededor del Océano Pacífico estarán más cerca de
nosotros, de esta región sur del planeta. Vendrán para vernos, para hablarnos de
sus políticas, para definir oportunidades. La cita oficial será en Chile, pero sus
ojos estarán mirando la región y varios de ellos irán al encuentro de nuestros
vecinos.
A Chile llegarán los mandatarios de las principales economías del globo como
Canadá, China, Estados Unidos, Japón y Rusia. Se les unirá un grupo de fuertes
economías emergentes como Corea, Tailandia, Malasia, Australia, Nueva Zelan-
da y Vietnam. Desde América Latina estarán México y Perú, que junto a Chile
y otras naciones conforman una entidad de 21 economías, como oficialmente se
llama en APEC a sus miembros.

1
Este artículo fue publicado en el diario Clarín, de Buenos Aires, el 30 agosto, 2004; posteriormente en Folha
do Sao Paulo, en su versión portuguesa. Su propósito, transmitir a los países vecinos que la cita de APEC
en Chile era también una oportunidad y un hecho significativo para toda América del Sur.
182 Fernando Reyes Matta

Chile ha tenido la tarea de conducir los trabajos de APEC en el 2004, el ma-


yor desafío de este carácter que nos ha correspondido llevar adelante. Y lo hemos
hecho pensando no sólo en los 4 mil y tantos kilómetros con los cuales Chile se
abraza con el Pacífico, sino también en la potente geografía sudamericana a la cual
estamos ligados y desde la cual proyectamos nuestra presencia internacional.
Sabemos que nuestro atractivo no está sólo en los méritos que hayamos podi-
do construir con una política de apertura al mundo y con avances significativos
en algunos tratados de libre comercio, sino también que ese atractivo radica en la
vecindad desde la cual nuestro país actúa.
Y es en esta coyuntura donde vemos cómo, con motivo de esta cita, se produ-
cen nuevos lazos y posibilidades para la interacción entre APEC y Mercosur.
Lo dijimos en el encuentro semestral de Mercosur en Montevideo en di-
ciembre pasado y lo hemos reiterado en Asunción: con APEC vienen diversas
reuniones ministeriales, viene la presencia de grandes empresarios de influencia
mundial, está la cercanía de autoridades de alto peso en el comercio internacio-
nal. Todo ello configura una red de posibilidades simultáneas para esta región del
mundo como pocas veces hemos tenido.
Ello coincide con un momento donde Mercosur parece haber tomado un
camino de mayor presencia y solidez, sobretodo después de la cita en Iguazú.
Argentina primero y ahora Brasil, han puesto en este 2004 una impronta política
a las decisiones y a la marcha del Mercosur. Todos saben cuánto entusiasmo des-
pierta en Chile ver este acuerdo no sólo como instancia de relaciones comerciales,
sino también de iniciativas y estrategias políticas. Estamos convencidos de que si
articulamos seriedad en nuestras economías, compromiso en la búsqueda de la
cohesión social y firmeza en poner orden en la globalidad, se nos mira con otros
ojos.
Y es con ello y desde ello que Chile pone sobre la mesa de la región su expe-
riencia en APEC y la potencialidad de esos vínculos.

Marchas paralelas

Hace diez años, en 1994, nos incorporamos como miembros plenos de ese
foro cuya meta es impulsar el libre comercio como la gran oportunidad para
crecer y llevar más bienestar a su gente. Es una agrupación singular, donde se
País pequeño con mapa grande 183

avanza por consenso, la cual reúne a más de 2.500 millones de personas y casi el
50% del comercio mundial. En sus primeros 10 años ha generado cerca del 70%
del crecimiento económico global, lo cual la convierte en la región más dinámica
económicamente en todo el planeta.
Pero fue también hace diez años que en la Cumbre de Ouro Preto, de diciem-
bre de 1994, se aprobó el Protocolo Adicional por el cual se estableció la estructu-
ra institucional del Mercosur y se le dotó de personalidad jurídica internacional.
A ello se sumó Chile en octubre de 1996 como país asociado para trabajar
con entusiasmo en cada una de sus instancias. Hay obstáculos en el camino, pero
bien sabemos por otras experiencias que las dificultades en los proyectos de inte-
gración se solucionan con realismo, con planes concretos y con más integración.
Es desde esta marcha paralela desde la cual emerge nuestro entusiasmo por
ser un puente entre una y otra realidad económica. Cuando Argentina y Brasil
ven exigidas al máximo sus capacidades productivas de soja para enviar a China
y otros mercados asiáticos, saben que los “corredores biocéanicos” y los puertos
adecuados y eficientes para cruzar el Pacífico son esenciales en sus estrategias de
crecimiento. Y ese es un ejemplo, como muchos otros, también en el sentido del
Pacífico hacia el Atlántico.
No es un dato menor que en la víspera de este gran encuentro en Chile los
presidentes de Brasil y Argentina hayan visitado —con pocas semanas de dife-
rencia— a las autoridades de China. Y allí hayan hablado en términos de largo
plazo y hayan coincidido, como nosotros también lo creemos, que es esencial
dar fuerza a la nueva ronda de negociaciones multilaterales de comercio por su
impacto en el desarrollo en todo el mundo, pero especialmente para países como
los nuestros.
Lo que ocurra este año en APEC será muy determinante para los planes de la
entidad también para el futuro del comercio mundial. Queremos que la Organi-
zación Mundial de Comercio (OMC) avance, queremos un comercio más libre
y justo en el mundo y ese será un tema ineludible en los debates de este año en
Chile. Y en esas deliberaciones, la presencia del G-20 se ha convertido en actor
determinante.
Como bien se ha dicho, los avances en la OMC han sido consecuencia del
predominio de lo multipolar como marco de las negociaciones. Y en la marcha
hacia el acuerdo que buscamos para el comercio mundial del siglo XXI, el diálogo
entre entidades regionales será esencial.
The New York Times, Marzo 11, 2006

El amplio respeto que ganó Lagos


Cosa poco común en América Latina, Ricardo Lagos dejó la presidencia de Chile
con un prestigio superior al que tenía cuando entró.
Por Larry Rohter

SANTIAGO, Chile, marzo 10.- Ricardo Lagos Escobar logró llegar por muy
poco a la presidencia hace seis años, ganando por apenas un pelo ligeramente más
de la mitad del voto en un desempate electoral sumamente reñido.
Con todo, el sábado pasado dejó el cargo de Presidente de Chile con tres
cuartas partes de la población diciendo que aprueban su desempeño, con base en
recientes sondeos de opinión.
Como el primer socialista que gobierna Chile desde que el General Augusto
Pinochet derrocó al entonces Presidente Salvador Allende en 1973, Lagos asumió
el cargo bajo una enorme carga histórica.
Sin embargo, mediante la combinación de cautelosas políticas sobre la econo-
mía con avances en la igualdad social y los derechos humanos, él ha dado origen
a un nivel de respeto que se extiende a lo largo de diferentes clases y generaciones,
desde conservadores empresarios hasta los seguidores del rock que le dieron una
ovación cuando se anunció su presencia en un concierto de la banda U2 en Chile,
hace dos semanas.
País pequeño con mapa grande 185

En un sondeo entre 20 prominentes historiadores chilenos, aunado a po-


litólogos y otros académicos, que fue publicado el fin de semana pasado en el
diario conservador El Mercurio —uno de sus detractores más incansables— la
presidencia de Lagos fue catalogada como la mejor de las 30 que el país tuvo
desde 1900.
Allende, quien murió en el golpe militar en su contra, apoyado por Estados
Unidos, estaba casi al final de la lista, en tanto que Pinochet estaba en un empate
por el décimo lugar.
“Este país está en condiciones mucho mejores actualmente que cuando Lagos
acababa de llegar al poder, tanto en lo concerniente al crecimiento económi-
co como a la reducción de la pobreza”, afirmó Patricio Navia, catedrático en la
Universidad Diego Portales, así como en la Universidad de Nueva York, el cual
participó en el sondeo mencionado.
Los gobiernos exitosos y estables difícilmente son la norma en esta parte del
mundo, y resulta incluso más inusual que un presidente abandone el cargo con
mayor popularidad que cuando empezó su mandato.
Durante el mandato de Lagos, por ejemplo, dos países vecinos, Argentina y
Bolivia, tuvieron seis mandatarios diferentes cada uno, de los cuales al menos dos
fueron derrocados por insurrecciones populares.
Durante una entrevista, Ricardo Lagos, de 68 años de edad, economista que
obtuvo un doctorado por la Universidad Duke, dijo que cuando él llegó al poder
tras un decenio en el que el país estuvo encabezado por democristianos, tanto
la clase empresarial como “los sectores militares se mostraron sumamente rece-
losos”. Consideró que su tarea, dijo, era algo similar a “dispersar fantasmas” del
pasado y ganarse la confianza de los escépticos.
Si bien él aún no goza de popularidad entre miembros de la derecha extre-
ma o de su propia ala de izquierda, que lo considera demasiado tímido, Lagos
tranquilizó a la poderosa elite empresarial al seguir con las principales políticas
económicas de sus predecesores: buscar excedentes presupuestarios y programas
para estimular las exportaciones.
Pero, debido a que el precio del cobre alcanzó niveles históricos y la economía
del país estaba creciendo más rápidamente que cualquier otra en Sudamérica, él
también pudo darse el lujo de permitirles a las fuerzas armadas del país que ad-
quirieran nuevas armas, al tiempo que invertía en los sectores de salud, educación
y programas de viviendas para los pobres.
186 Fernando Reyes Matta

En el prefacio de una colección, recientemente publicada, de ensayos, discur-


sos y entrevistas del Presidente Lagos, titulada “El siglo 21”: Visión desde el Sur”,
el Primer Ministro británico, Tony Blair, elogia a Lagos por demostrar “cómo los
valores heredados del socialismo pueden aplicarse en una sociedad del siglo 21”.
El indicador más concreto del éxito de Lagos para apaciguar los temores ini-
ciales en cuanto a que él pudiera ser una repetición de Allende es que el pasado
fin de semana el transfirió el poder a otra socialista, Michelle Bachelet.
Ella es la primera mujer elegida presidenta en un país latinoamericano que
no era la viuda de un líder político, y Lagos dice que él promovió su ascenso, en
parte, como una forma de mostrarle al resto del mundo que su percepción de
Chile no estaba actualizada.
“En 2002, aún se pensaba, sobre todo en el extranjero, que Pinochet estaba
dirigiendo la situación”, explicó. “Yo estaba harto de explicar que Pinochet no
estaba al mando”.
Cuando él transfirió a Bachelet del ministerio de Salud al ministerio de De-
fensa, dijo, “nadie se quejó nadie dijo nada”.
Lagos también abordó el doloroso pasado de Chile con la creación de una
comisión investigadora que informaría sobre los casos de tortura durante los años
de Pinochet y convenciendo a las fuerzas armadas de reconocer su responsabili-
dad por esos abusos.
Asimismo, él ha permitido que el poder judicial lleve a juicio a Pinochet,
dándoles a jueces investigadores que fueron nombrados de manera especial, los
recursos económicos y la independencia que ellos necesitan para hacerlo.
“Nosotros hemos tenido muchas diferencias con él, pero en retrospectiva,
durante el gobierno del Presidente Lagos, Chile ha logrado los avances más im-
presionantes en lo referente a los temas de los derechos humanos y la reforma al
sistema judicial y la libertad de expresión”, dijo José Miguel Vivanco, abogado
chileno que dirige al grupo por los derechos Human Rights Watch en América.
El mandato de Ricardo Lagos también ha estado marcado por importantes
cambios sociales, como la legalización del divorcio y el final de la censura fílmica.
“En general, el objetivo de la transición está llegando a un final”, dijo el presi-
dente en una entrevista. “Aún persisten unos cuantos elementos relativos a cerrar
las heridas, sí, pero van a cerrar con el tiempo”.
A pesar de los orígenes socialistas de Lagos, su gobierno logró acuerdos co-
merciales con los Estados Unidos y la Unión Europea, entre otros. Desde la en-
País pequeño con mapa grande 187

trada en vigencia del acuerdo con Washington, en 2004, las exportaciones chi-
lenas a los Estados Unidos aumentaron casi el 80 por ciento y las exportaciones
norteamericanas a Chile subieron el 90 por ciento.
Políticamente, hubo algunos momentos difíciles en relaciones con los Esta-
dos Unidos, el más duro cuando Chile era miembro del Consejo de Seguridad
de Naciones Unidas en 2003 y se opuso a la invasión de Irak impulsada por la
administración Bush.
Pero él ganó el reconocimiento de Washington al año siguiente al tomar,
junto con Brasil, el mando de una misión latinoamericana pacificadora en Haití,
ahorrando a la administración Bush el costo político y militar de una participa-
ción directa, mientras sus fuerzas tenían sus manos metidas en Irak.
“Hemos tenido una relación excepcional con el Presidente Lagos, —dijo la
Secretaria de Estado, Condoleezza Rice, a reporteros latinoamericanos en Was-
hington el jueves, justo antes de salir para la inauguración del gobierno de la
Presidenta Bachelet —pienso que él ha sido no solamente un gran presidente
para Chile, sino también una persona sabia y fuerte para la democracia y para las
economías libres en toda la región”.
En un continente donde el Presidente Hugo Chávez de Venezuela logra cap-
tar la mayor atención, el Presidente Lagos ha sido valioso para los Estados Unidos
porque él “incorpora la otra izquierda, la izquierda exitosa, “ dijo Arturo Valen-
zuela, quién fue director de asuntos latinoamericanos en el Consejo Nacional de
Seguridad durante la administración de Clinton.

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