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Estrategias cualitativas de

investigación social en salud


Autora:
Grisel Adissi

Edición y armado:
Carla Carbonelli

Dirección de Investigación en Salud -Ministerio de Salud


de la Nación

Cómo citar este material:


ADISSI, G. (2022). Estrategias cualitativas de investigación social en salud. Dirección de
Investigación en Salud. Ministerio de Salud de la Nación, Argentina.

Estos materiales, al igual que la propuesta del libro, fueron concebidos desde una perspectiva que
incorpora la preocupación por utilizar un lenguaje no binario, que no oculte, subordine, ni excluya ninguna
identificación sexogenérica. Sin embargo, con el fin de evitar la sobrecarga gráfica y la eventual barrera
comunicativa que supondría utilizar la “x” para prácticamente todos los sustantivos y adjetivos, hemos
optado por recurrir al masculino genérico en el modo clásico. Dada esta contradicción, queremos
explicitar nuestro posicionamiento y nuestra convicción acerca del carácter históricamente construido de
aquella desigualdad que se reproduce al situar a lo masculino como universal. Conservaremos el modo
inclusivo para las bienvenidas de cada módulo y para el programa de este libro
Adissi, Grisel
Estrategias cualitativas de investigación social en salud / Grisel Adissi. - 1a ed. -
Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Ministerio de Salud de la Nación, 2022.
Libro digital, PDF

Archivo Digital: descarga y online


ISBN 978-950-38-0312-7

1. Investigación Social. 2. Salud Pública. I. Título.


CDD 362.042

ESTRATEGIAS CUALITATIVAS DE INVESTIGACIÓN SOCIAL EN SALUD

Primera edición (digital): 2022

Dirección de Investigación en Salud


Ministerio de Salud de la Nación

Av. 9 de Julio 1925


(C1073ABA) CABA
https://www.argentina.gob.ar/salud

ISBN 978-950-38-0312-7

Fecha de publicación: año 2022

Libro de edición argentina

Queda hecho el depósito que establece la ley 11.723

Este documento puede ser reproducido en forma parcial o total sin permiso especial, siempre y
cuando se mencione la fuente de información
Autoridades

• Ministra de Salud

Dra. Carla Vizzotti

• Secretaría de Acceso a la Salud

Dra. Sandra Marcela TIRADO

• Subsecretaría de Medicamentos e Información Estratégica

Dra. Natalia GRINBLAT

• Dirección Nacional de Epidemiología e Información Estratégica

Mag. Analía REARTE

• Dirección de Investigación en Salud

Lic. María Bárbara GARCÍA GODOY


Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

Capítulo 1

Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas


de investigación en salud

En este primer capítulo nos introduciremos en las estrategias cualitativas de


investigación. Decir “estrategias cualitativas de investigación social”, en este sentido, es
casi una redundancia: los abordajes cualitativos se han originado en las ciencias sociales,
y sus propuestas y puntos de partida poseen este sello distintivo.
A lo largo de este primer material iremos señalando algunos de los principios generales
comunes. Porque elegir una estrategia cualitativa no implica únicamente una elección
de técnicas, sino que trae aparejados una serie de supuestos acerca del mundo y del
conocimiento. Es por eso por lo que en este capítulo nos proponemos abordar los
supuestos o puntos de partida implícitos en este tipo de aproximaciones a la realidad
social.
A partir de identificar este sustrato de las propuestas cualitativas, nos interesará que
puedan visualizar la potencialidad de utilizar este tipo de estrategias para distintos
problemas de conocimiento relacionados con el proceso salud – enfermedad- atención
- cuidados.
Por lo anterior, esperamos que al finalizar este Capítulo puedan:

• Comprender los aspectos básicos sobre la concepción del mundo social que
se vinculan con las propuestas cualitativas
• Comprender la concepción del conocimiento presente en las investigaciones
cualitativas y en la intención investigativa de comprender el mundo social
• Comprender el vínculo entre los posicionamientos epistemológicos y la
flexibilidad y reflexividad como características centrales de los abordajes
cualitativos
• Identificar el error habitual de asociar enfoque cualitativo con utilización de
técnicas no estandarizadas
• Comprender la relación entre la forma de comprender al mundo y al
conocimiento propia de los abordajes cualitativos, y determinadas
concepciones de “salud”
• Conocer distintos usos, oportunidades y aportes de los abordajes cualitativos
en diversos aspectos relacionados al proceso salud-enfermedad-atención-
cuidados
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

Presentación

En el campo de la salud la producción de conocimiento tiende a ser, en mayor medida,


biomédica y epidemiológica. A su vez, la investigación social es realizada por
profesionales de diversas disciplinas, y a menudo como respuestas a necesidades
formuladas desde aquellos paradigmas, por lo que mayormente es cuantitativa.
La investigación cualitativa en salud con frecuencia ocupa un lugar secundario o
periférico, y muchas veces es incomprendida. Si bien estas grandes afirmaciones deben
ser matizadas según el contexto, en Argentina esto ha tendido a presentarse de esta
manera. Y ha sido así también porque este desarrollo estuvo condicionado por los
modos concretos en que se produce conocimiento en salud, y la compartimentación
frecuente entre disciplinas tanto a nivel académico como en otros ámbitos de
producción de conocimiento. Es que la investigación cualitativa se vincula
particularmente con disciplinas sociales. En nuestro país, fue primero la antropología y
luego la sociología las que fueron punta de lanza de estos desarrollos. En la actualidad
el universo de la investigación cualitativa es interdisciplinario, principalmente por el
auge de los estudios de posgrado. No obstante, suele persistir cierta equivalencia entre
las disciplinas sociales y los abordajes cualitativos en salud, tanto como los
malentendidos respecto de qué es exactamente la investigación cualitativa.
Hemos diseñado este libro en atención a ese contexto. Por eso en primer lugar nos
preocupa despejar posibles malentendidos, respecto de qué no es la investigación
cualitativa.
En primer lugar, la investigación cualitativa no tiene que ver con el uso de variables
nominales, también denominadas “cualitativas”, en la investigación estandarizada. No
se trata de contar cuántos atributos comparten las unidades de análisis, aun cuando
estos atributos sean la nacionalidad, la orientación sexual, la ocupación, o cualquier otra
propiedad.
En segundo lugar, la investigación cualitativa no consiste en aplicar ciertas técnicas para
producir datos que luego van a ser contabilizados. Cuando el resultado de una
investigación es una frecuencia numérica, aún en el caso de que se hayan realizado
entrevistas o grupos focales para obtener esa cifra, no sería del todo correcto pensar
que se ha realizado un abordaje cualitativo.
Por último, hemos comenzado diciendo que no es la investigación cualitativa porque
esto es relativamente sencillo. Por el contrario, es bastante complejo transmitir qué sí
es la investigación cualitativa. Es esto lo que nos proponemos en este libro, porque
comprender de qué se trata requiere una inmersión en cierto modo de comprender la
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

realidad social que lleva a que surjan determinadas preguntas y que, de manera
coherente con ellas, debamos apelar a ciertas estrategias –cualitativas- para poder
responderlas. Sumado a esto, la investigación cualitativa requiere una expertise en quien
investiga que sólo puede adquirirse a costa de empezar a investigar, equivocarse, y
poder identificar los errores para corregirlos. No hay recetas. Ni tampoco hay una
definición unívoca de qué es la investigación cualitativa: dado su origen en las ciencias
sociales, responde a una lógica en la cual el disenso es considerado provechoso. Es por
esto que el último malentendido a señalar es el siguiente: la investigación cualitativa
está lejos de ser una solución simple para quien no conoce bien cómo producir
conocimiento cuantitativo. Más bien lo contrario.
Las estrategias cualitativas no implican meramente recolectar datos de tal o cual
forma, o evitarse los procedimientos de estandarización, sino que conllevan una serie
de supuestos acerca de qué es el conocimiento para las personas, qué lugar ocupa el
conocimiento en la realidad social y, de la mano con aquello, qué características posee
el conocimiento científico que se busca producir mediante la investigación propuesta.
Por lo anterior, traen aparejadas ciertas formas específicas de concebir a los datos y de
analizarlos e interpretarlos en función de construir conocimiento sistemático. Sin
embargo, vaya a saberse por qué (aunque podríamos presumir que por las relaciones de
estatus internas a los campos de conocimiento), este error puede encontrarse no pocas
veces en distintos ámbitos vinculados con la salud.
Hecho este señalamiento, comenzaremos por señalar una característica propia de las
ciencias sociales: su pluralidad constitutiva.

La diversidad propia de las estrategias cualitativas

Tal como hemos mencionado, y como iremos desplegando a lo largo de nuestros


capítulos, el rótulo “estrategias cualitativas” recubre un universo amplio y por demás
heterogéneo.
Es necesario hacer la advertencia de que mucho de lo escrito acerca de estas estrategias
se corresponde con algunas disciplinas específicas, por lo que no debería sorprendernos
leer materiales que piensan a sus destinatarios como sociólogos o antropólogos. Por el
contrario, es preciso dejarse interpelar por ese tipo de materiales para introducirse al
mundo de la investigación cualitativa, aun cuando se provenga de otras disciplinas. A su
vez, en ocasiones la identificación es tal que también es posible encontrar literatura que
habla de “etnografía” haciendo referencia a lo que aquí denominamos estrategias
cualitativas. O de métodos. O de enfoques. O de perspectivas.
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

Lo primero que tenemos que saber para introducirnos en este universo, es que tenemos
que partir de asumir que los conceptos son convenciones, y que se utiliza uno u otro en
función del ámbito institucional en que se escribe, del público al que se supone que va
a llegar ese escrito, de la experiencia personal en esos temas. No se trata de barreras
unívocas que alerten sobre lo pertinente o no de acercarse. Esto ha estado presente en
nuestra selección de textos, como irán viendo en este Capítulo y en los siguientes.
Para quienes provienen del mundo de la investigación cuantitativa, o de disciplinas más
consensuales donde la utilización de los términos tiende a ser unívoca, lo anterior puede
resultar, en principio, desconcertante. Sin embargo, dado que hace al espíritu de lo que
nos proponemos presentar, y al modo de ser propio de las ciencias sociales, invitamos a
atravesar esa sensación inicial y a tratar de ir incorporando –como cuando se aprende
un nuevo idioma- esta dinámica particular del conocimiento. Un conocimiento
fuertemente argumental, donde cada utilización de conceptos debe ser explicada
porque no es posible suponer que se entienda de idéntica forma. Y un mundo polifónico,
diverso, donde es necesario anticipar que lo que predomina no es lo único que existe, y
que, si hay algún consenso, siempre será condicional y provisorio.
Un primer consenso, de los pocos: por una cuestión de agilidad en la lectoescritura, se
suele usar el término “cuali”, y así lo haremos a lo largo de los capítulos. También
incorporar esta denominación nos lleva a introducirnos en la jerga específica de la
investigación social.
Dicho aquello, cabe advertir que en este libro hemos optado por recuperar algunas
líneas predominantes y con tradición investigativa en nuestro país y en la región, con la
intención de ser lo más abarcativos posible. No obstante, es posible anticipar que
seguramente algo dejemos afuera en el recorte que nos orienta.
Siguiendo con los propios preceptos planteados por los abordajes cualitativos, que
iremos desarrollando, también quienes armamos este libro tenemos una perspectiva
particular, desde la cual consideramos algunos desarrollos más fructíferos o efectivos
que otros. Y seguramente la selección que hicimos haya recuperado lo que nos resultaba
más afín, y dejado por fuera lo que no nos interesaba tanto. Por eso es importante
comenzar este libro explicitando que nuestro recorrido no será objetivo ni el único
posible, sino el que hemos considerado apropiado y relevante desde nuestra propia
experiencia y nuestro propio bagaje teórico.
Dicho esto, estamos ya en condiciones de adentrarnos en este primer Capítulo, donde
nos ocuparemos de señalar cuáles son las concepciones del mundo que otorgan
relevancia a la necesidad de producir conocimiento científico a través de estrategias
cualitativas.
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

Las concepciones del mundo que motivan los


estudios “cuali”

Las investigaciones cualitativas fueron surgiendo en base a preocupaciones que sólo


lograban ser respondidas mediante el diseño y la implementación de estrategias
singulares, distintas de los modos de producir conocimiento en otros campos (Vasilachis
de Gialdino, 2006; Yuni y Urbano, 2005). Aquellas preocupaciones tuvieron que ver con
la necesidad de producir conocimiento situado, que busca conocer en profundidad lo
singular antes que recortar aspectos de lo existente para encontrar leyes generales que
expliquen los fenómenos. Y además, con la necesidad de comprender la perspectiva de
las personas, los motivos que los llevan a tomar ciertas decisiones, a soportar ciertas
condiciones, a los modos en que comprenden al mundo que los rodea y las
circunstancias en que viven. Entonces: las preocupaciones iniciales tienen que ver con
recuperar modos de vida y sentidos específicos que las personas atribuyen a sus
entornos (Sáez, 2016). A su vez, esto ha llevado a desarrollar teorías extensas respecto
de cómo es que los sujetos conocen sus realidades.
Quien investiga toma por objeto un mundo previamente interpretado por quienes lo
habitan (Iñiguez, 2003; Sáez, 2016). Las personas conocen al mundo que habitan; de
manera más o menos parcial y fragmentaria, pero lo conocen. “Lo conocemos”,
podríamos agregar, dado que es importante señalar que quien investiga es también,
necesariamente, parte del mundo social –aunque con cierta frecuencia no pertenezca
al mismo grupo social de aquellos sobre quienes busca producir conocimiento.
Quien opta por realizar una aproximación cualitativa a la realidad está suscribiendo (de
manera explícita o implícita) una serie de supuestos acerca de cómo es el mundo, y de
cómo es posible conocerlo. Porque algo fundamental en los abordajes cuali es la íntima
relación que existe entre el mundo y el conocimiento. Siendo que las personas conocen
el mundo que habitan, el conocimiento científico, es decir, el que se busca producir a
través de una investigación, es un conocimiento de segundo grado. Un conocimiento
que debe ser construido recuperando el conocimiento que las personas tienen de ese
contexto. Este es uno de los principios centrales de las estrategias cualitativas (Sáez,
2016). Las concepciones del mundo son, centralmente, concepciones acerca del
conocimiento.
De este modo, se parte de la capacidad de todas las personas para comprender e
interpretar la realidad que habitan, y de actuar de modos originales en base a esas
interpretaciones. Es por ello que conocer estas interpretaciones resulta de importancia
tanto para entender los procesos de transformación social como la transmisión de
modos de hacer, sentir y pensar que trascienden el aquí y ahora. Períodos de tiempo
largo siempre se actualizan, a su vez, en lo que sucede en momentos específicos.
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

Considerando que las personas construimos el mundo que habitamos, los abordajes
cualitativos exploran los diversos significados atribuidos a los eventos cotidianos (Sáez,
2016). Exploran, a su vez, la vida cotidiana como espacio fundante de los procesos
sociales, y como espacio donde estos se encarnan en formas singulares y experiencias
particulares. Se trata de abordar cuestiones microsociales o de pequeño alcance,
entendiendo que es allí donde se juegan los aspectos centrales de cada momento
histórico, y donde se pueden observar las verdaderas conexiones que guardan unos
fenómenos con otros. También, donde se vuelven concretos los grandes postulados
generalizantes, y lo hacen siempre de modos distintos, en función de lo específico de
cada escenario, de las interacciones sociales, de las tradiciones, de las relaciones de
poder, etcétera. Mientras que tanto la ciencia como el sentido común tienden a separar
en esferas los sucesos (lo económico, lo político, lo sanitario, lo cultural) es en la vida
concreta de las personas donde podemos observar cómo se articulan estas dimensiones,
que son resultado del análisis.
Las investigaciones cualitativas parten de entender que el mundo es diverso, que
pensamos de modos distintos y vivimos en condiciones diferentes. Esa heterogeneidad
resulta interesante para este tipo de abordajes. De la mano con lo anterior, se vuelve
necesaria una actitud de respeto hacia la diversidad. Los sujetos se vuelven productores
de sentidos: es preciso aproximarse a ellos en tanto conocedores del mundo que los
rodea (aun cuando su conocimiento difiera de lo que yo entiendo como conocimiento),
independientemente de su nivel educativo, su sector social de origen, su ocupación,
etcétera. Es decir, tengo que partir de que toda persona es igualmente capaz de pensar,
reflexionar y construir conocimiento acerca de su propia realidad. Y que todo
conocimiento se produce bajo ciertas condiciones sociales, con las que dialoga (es
resultado de ellas y a su vez, contribuye a (re)producirlas).
Siendo que las personas conocen el mundo que habitan, el conocimiento científico, es
decir, el que se busca producir a través de una investigación, es un conocimiento de
segundo grado. Un conocimiento que debe ser construido recuperando el conocimiento
que las personas tienen de ese contexto. Este es uno de los principios centrales de las
estrategias cualitativas.
Las concepciones del mundo son, a su vez y fundamentalmente, concepciones acerca
del conocimiento. El punto de partida es la capacidad de todas las personas para
comprender e interpretar la realidad que habitan, y de actuar de modos originales en
base a esas interpretaciones. Luego, conocer estas interpretaciones resulta de
importancia tanto para entender los procesos de transformación social como la
transmisión de modos de hacer, sentir y pensar que trascienden el aquí y ahora.
Considerando que las personas construimos el mundo que habitamos, los abordajes
cualitativos exploran los diversos significados atribuidos a los eventos cotidianos.
Exploran, a su vez, la vida cotidiana como espacio fundante de los procesos sociales, y
como espacio donde estos se encarnar en modos concretos y experiencias particulares.
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

Se trata de abordar cuestiones microsociales o de pequeño alcance, entendiendo que


es allí donde se juegan los aspectos centrales de cada momento histórico, y donde se
pueden observar las verdaderas conexiones que guardan unos fenómenos con otros. En
otras palabras, mientras que tanto la ciencia como el sentido común tiende a separar en
esferas los sucesos (lo económico, lo político, lo sanitario, lo cultural) es en la vida
concreta de las personas donde podemos observar cómo se articulan estas dimensiones,
que son resultado del análisis.
Se concibe así a la actividad humana como creadora, y orientada por afectos y sentidos.
Es decir, no es posible comprender por qué las personas actuamos como actuamos
desde afuera, en base a una racionalidad abstracta, porque no es esta la que nos orienta.
Resulta interesante señalar las implicancias de esta concepción para la salud: mientras
que desde ámbitos profesionales, científicos o de gestión se tiende a suponer que las
personas sólo requieren información para tomar las decisiones que desde allí se
consideran deseables, las personas en nuestras realidades concretas nos movemos por
otro tipo de motivos. Hay cuestiones prácticas, cuestiones afectivas, creencias, y una
serie muy amplia y difícil de anticipar de asuntos que condicionan nuestro accionar. Por
eso, en lugar de sorprenderse porque “la gente no se cuida” (en realidad, a decir verdad,
tampoco nos cuidamos en todos los aspectos siguiendo todas las pautas al pie de la letra
quienes trabajamos en salud), las perspectivas cualitativas proponen comprender qué
significa “cuidar” o “cuidarse” en contextos particulares y por personas concretas.
Las investigaciones cualitativas parten de entender que el mundo es diverso, que
pensamos de modos distintos y vivimos en condiciones diferentes. Esa heterogeneidad
resulta interesante para este tipo de abordajes. De la mano con lo anterior, se vuelve
necesaria una actitud de respeto hacia la diversidad. Los otros se vuelven productores
de sentidos, tengo que entenderlos como conocedores del mundo que los rodea (aun
cuando su conocimiento difiere del mío o de lo que yo entiendo como conocimiento),
independientemente de su nivel educativo, su sector social de origen, su ocupación,
etcétera. Es decir, tengo que partir de que toda persona es igualmente capaz de pensar,
reflexionar y construir conocimiento acerca de su propia realidad. Y que todo
conocimiento se produce bajo ciertas condiciones sociales, con las que dialoga (es
resultado de ellas y a su vez, contribuye a (re)producirlas).
Por otra parte, desde este paradigma hay elementos que cobran un valor especial. Esto
se debe al modo en que se ha ido construyendo y consolidando la investigación
cualitativa.

El lugar central del lenguaje en los abordajes cuali


Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

Un elemento central es considerar que la materia prima de la experiencia es el lenguaje.


El lenguaje es constitutivo de los seres humanos, de su forma de vivir y de entender al
mundo que los rodea, y de construir significado. La forma en que decimos sobre lo que
vemos tiene que ver con el modo en que lo comprendemos, y condiciona la forma en
que actuamos. Aquí se podría mencionar al conocido chiste de que no es lo mismo un
partido de fútbol que veintidós personas corriendo a una pelota: conocer el vocablo
“fútbol” implica un bagaje de conocimientos (sobre las reglas —aunque sea de modo
vago—, sobre su objetivo, sobre quiénes, cómo y cuándo habitualmente lo juegan en un
grupo social, sobre qué es conveniente y qué no, etcétera) que nos marca la existencia
de un mundo social distinto, y una percepción completamente diferente del mismo
fenómeno observable.
Las palabras, en tanto convenciones sociales, construyen la atribución de sentidos:
relacionan aspectos de lo real entre sí, y con sentimientos que de ellos se desprenden.
Nombrar algo de cierto modo es predisponerse a cierta reacción. Los nombres que les
damos a lo que nos pasa construyen qué experimentamos ante aquello.
El lenguaje no es un reflejo de lo que existe, sino que es un sedimento del accionar
humano. Y no sólo pone nombres, sino que también arma categorías, relaciones entre
conceptos, órdenes sociales. El lenguaje organiza. Cuando alguien cree que su hijo tiene
un problema de aprendizaje, posiblemente consulte a un profesional de la
psicopedagogía, algo que no haría si interpreta lo que observa como un problema de
conducta, y podríamos imaginar que muy otra sería la trayectoria si interpretara eso
mismo como resultado de una posesión demoníaca. Los eventos son los mismos, lo que
se modifica es el modo de interpretarlos. Y la interpretación es mucho más abierta que
lo que solemos pensar. De hecho, podría considerarse de esta misma manera los
disensos que suele haber ante un diagnóstico en salud, visualizando que son mucho más
frecuentes que lo que quiere creerse.
Junto con lo anterior, las dinámicas propias de la enunciación, es decir, el conocimiento
que tenemos respecto de qué es correcto decir y cómo ante quiénes y en qué
situaciones, y qué incorrecto, son también consideradas constitutivas. Desde esta
perspectiva, resulta ingenuo pensar que lo que alguien recuerda y cree conveniente
decir a otra persona que va a determinar el libro de un padecimiento sea un reflejo de
lo que efectivamente le ha pasado (algo que sucede con frecuencia al completar
historias clínicas).
Finalmente, estas concepciones suelen estar atentas a que no todas las personas tienen
igual capacidad de imponer sentidos. Impregnadas por tradiciones propias de las
ciencias sociales donde las relaciones de poder son un asunto central a desentrañar, los
abordajes cuali suelen estar atentos al modo en que determinados sentidos circulan
desde lugares estratégicos: la escuela, la iglesia, los medios de comunicación, etcétera.
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

En consecuencia, se suele partir de entender que hay formas predominantes o


hegemónicas de nombrar, y otras subalternas que tienden a ser invisibilizadas o pasadas
por alto. También existen disputas por el modo de nombrar lo que nos rodea. En salud
conocemos la disputa por hablar de “salud mental” o “padecimiento psíquico” en lugar
de “enfermedad mental”, por ejemplo, o de hablar de “usuario de sustancias” en lugar
de “adicto”, o de “persona con VIH” en lugar de “portador”. También sabemos que en
áreas donde no ha habido tanta movilización política, los significados son más inerciales,
como sucede con “los diabéticos” o “los hipertensos”. Estas denominaciones nos hablan
de una realidad social más amplia, de instituciones, organizaciones, grupos, dinámicas
históricas, y relaciones de poder.
Somos seres sociales, y eso implica que tenemos un lenguaje. Tenemos una lengua (o
más), tenemos jergas, tenemos modos de decir que marcan nuestro posicionamiento
político, nuestra clase social, nuestra profesión, en qué momento nacimos y en qué lugar
vivimos. Nuestro carácter social como sujetos implica la internalización de un lenguaje
y de significados específicos, propios de los contextos en que hemos ido interactuando.
Todo lenguaje implica códigos sociales de aceptación: establece qué resulta conveniente
decir, ante quienes y en qué situación. A su vez, el lenguaje es dinámico, está vivo: se
actualiza continuamente al ser hablado, en atención a nuevos hablantes, a nuevas
situaciones, a nuevos intercambios. Por eso interesa describir cómo viven y
experimentan los sujetos su realidad, de la mano con cómo (se) explican aquello que les
sucede.
Como el significado y el lenguaje son cambiantes y responden a sus contextos de
surgimiento y circulación, no es posible generar leyes acerca de ellos. En cambio, resulta
de interés interpretar qué sentidos tiene la acción para quienes la hacen. Esto además
implica que no hay acciones “sin sentido”.

El conocimiento científico desde una perspectiva


cuali

Los abordajes cuali exploran aspectos del mundo social relacionados con el significado
y con la vida cotidiana. El supuesto es que las personas construimos el mundo en que
habitamos: lo cuali permite acercarse a los pequeños procesos y experiencias que,
sedimentándose, van construyendo la historia. Es por ello que la investigación busca
adoptar una perspectiva “desde el interior” para estudiar los fenómenos de manera
completa, comprendiendo cómo se crea y cómo se da significado a la vida.
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

En cuanto a la relación entre el saber experto y el saber de la vida cotidiana, se parte


de reconocer que todas las personas conocemos, y que el conocimiento científico –
resultante de una investigación- es un conocimiento sistemático. Es decir, más ordenado
que el del sentido común, orientado por lecturas específicas (actualizadas y relevantes)
sobre un tema, y producido a través de una intencionalidad consciente y organizada. A
diferencia de lo anterior, el conocimiento cotidiano de las personas surge
espontáneamente y en general no está sujeto a verificación; posee contradicciones
internas y vacíos, y da por sentadas cuestiones que no han sido indagadas por lo que no
encuentran fundamento real.
A su vez, las aproximaciones cuali consideran que ese conocimiento de sentido común
no debe ser menospreciado. Si bien no es conocimiento científico, es considerado un
saber: un cúmulo de significados compartidos que sirve para orientarse en la vida
cotidiana y en los encuentros con los semejantes. La acción de las personas no es una
pura conducta exterior, sino que está orientada por el sentido que ellas dan al mundo
que las rodea. Por ello es preciso recuperar ese conocimiento de las personas en base a
su experiencia, e incluso recuperar sus prejuicios, para comprender el modo en que
actúan rutinariamente. Este reconocimiento de la centralidad del significado y las
experiencias de las personas comunes para comprender los procesos sociales e
históricos es algo fundamental en la investigación cualitativa. Esto implica a su vez un
compromiso ético de respeto, aun cuando el punto de partida es, precisamente,
reconocerlos como distintos del saber científico.
Por lo anterior, las principales preocupaciones que motivan una investigación
cualitativa remiten a los modos diversos y cambiantes en que se experimenta y da
significado al mundo, y particularmente a los fenómenos sociales e históricos. Estas
investigaciones están centradas en los sujetos, buscan acercarse a ellos en sus entornos
reales, y poseen la intención de captar los fenómenos de un modo cercano al que se
presentan, es decir, de manera lo más integral posible. Esto implica que, a la definición
inicial de un problema, realizada desde una mirada teórica, se la enriquece con las
conexiones que aquel presenta desde la perspectiva de las personas.
Existen múltiples discusiones respecto de en qué medida el trabajo de campo permite
acercarse a los dichos de los protagonistas y en qué medida es factible conocer las
experiencias de las personas. ¿Es posible acercarse a las vivencias de las otras personas?
¿O siempre uno quedará confinado a su propia percepción y entendimiento acerca de
tales vivencias? Por otra parte, dado que los productos de investigación siempre son
escritos, ¿Es posible traducir en palabras la experiencia? ¿Es posible expresarla a través
del lenguaje, no pierde acaso de este modo sus cualidades más esenciales, vinculadas
con el mundo inexpresable de las emociones? Cabe advertir, sin embargo, que en las
ciencias sociales no es un problema la existencia de desacuerdos o discusiones, ni es un
momento transitorio previo al consenso disciplinar. Por el contrario: aquellos son el
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

motor del conocimiento. No es que deba ser desterrada la multiplicidad de lecturas y


posicionamientos, sino que se los considera fecundos, y se busca de hecho estimularlos,
provocarlos.

Un poco de epistemología
La Epistemología es aquella rama de la filosofía que se ocupa de reflexionar acerca del
conocimiento, con un interés particular en distinguir lo específico del conocimiento
científico. Los supuestos epistemológicos de los abordajes cualitativos definen una
forma específica de entender a las personas, al mundo social y a los tipos de
conocimiento respecto de la realidad. Nos detendremos brevemente en esto.
El acto de conocer supone a un sujeto que conoce y a un objeto, al cual se conoce. Sujeto y
objeto son los elementos centrales de este acto. La pretensión de objetividad del conocimiento
científico consiste en despojarse, en tanto sujeto de conocimiento, de todo lo particular. Un
conocimiento objetivo es aquel que resume las propiedades del objeto tal como se lo vería
desde cualquier lugar. O desde un no-lugar. Como si quien observa no fuera un sujeto.

Resumidamente, aquella es la concepción predominante en las denominadas “ciencias


duras” o “ciencias naturales” (no por su objeto, sino por el modo en que históricamente
se fueron delimitando los ámbitos de conocimiento). Y es uno de los pilares centrales de
aquello que, reconociéndose como corriente o perspectiva, se ha denominado
“positivismo”: la creencia es que es posible lograr ese tipo de conocimiento.
En discusión con el positivismo como modo de aproximación a la realidad, las
estrategias cualitativas parten de suponer que los seres humanos no podemos conocer
el mundo que nos rodea de un modo neutral y objetivo. Es decir, que siempre
conocemos desde algún lugar: desde algún momento en la historia, desde algún lugar
geográfico, desde alguna cultura, desde cierta posición social. Todas estas
particularidades marcan qué nos resulta interesante conocer, qué es posible o deseable
encontrar, qué técnicas es posible utilizar y cómo, qué se puede comunicar y de qué
forma, etcétera. Y además, conocemos a partir del conocimiento previo disponible. En
este sentido, el conocimiento científico no podría ser distinto de otros tipos de
conocimiento: es un conocimiento condicionado por el momento y lugar en que se
produce. Para sólo poner algunos ejemplos simples, pensemos en algunas diferencias
técnicas (la diferencia de investigar cuando es posible grabar, o filmar y cuando no,
cuando es posible viajar a un país remoto) o socialmente paradigmáticos (cómo se
podría investigar sobre la discriminación en el contexto del apartheid, o cómo conocer
lo relativo a la violencia doméstica).
Toda vez que algo se conoce, existe un punto de vista. Esta cuestión de perspectiva, en
primer lugar, implica una mirada particular junto con ciertos intereses que la originan
y condiciones materiales en que se produce. Intereses y condiciones materiales
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

determinan qué es posible conocer y qué no. En segundo lugar, implica que no sólo
quien investiga tiene una perspectiva, sino que fundamentalmente todas las personas
tenemos una mirada particular acerca de nuestra propia vida.
Entonces: el conocimiento se concibe como necesariamente contextual: nunca es
posible un conocimiento desprendido del marco histórico y social en el que tiene lugar,
es decir, no es posible un conocimiento absoluto y universal. Esta afirmación vale tanto
para el conocimiento que tenemos como personas del mundo que nos rodea, como
para el conocimiento científico. Y esto nos lleva a otro principio epistemológico clave,
comentado arriba: el conocimiento científico del mundo social siempre es un
conocimiento de segundo nivel, porque trata de interpretar una realidad donde ya
quienes la habitan poseen saberes y valoraciones.
En los abordajes cualitativos, se trata no de buscar lo impersonal, sino por el contrario,
de explicitar todos los aspectos subjetivos: lo que se conoce es así porque se mira desde
cierto lugar particular. Pero además, la intención es cuestionar el carácter de “objeto”
de conocimiento de aquellxs a quienes se investiga, o sobre los que se busca producir
conocimiento, partiendo de señalar lo obvio: son sujetos. Esta obviedad en realidad no
suele ser afrontada por la historia del conocimiento científico, sino más bien al contrario.
La tradición cualitativa se encuentra articulada con una preocupación ética acerca de
aquellxs sobre los que se busca producir conocimiento, y sobre la relación que quien
investiga establece con ellos, así como sobre el modo en que esto influye en el
conocimiento obtenido.
Cabe advertir que decimos “tradición cualitativa” buscando una denominación que
permita dar cuenta de muchos desarrollos distintos y divergentes, y sin pretensión de
absolutizar todos los desarrollos investigativos “cuali”, sino más bien comentar qué
elementos fueron apareciendo regularmente en las indagaciones y teorizaciones.
En el conocimiento en general, y en el conocimiento científico como parte de aquel, los
sujetos resultan fundamentales. La subjetividad de la mirada no es un defecto para este
tipo de aproximaciones ni algo a superar. Al contrario: la calidad de una investigación
cuali se desprende de la profundidad con que logre dar cuenta de esa subjetividad,
exponiéndola y presentándola en lugar de dejarla implícita. Por eso no se trata de lograr
conocimiento “objetivo” como finalidad de una investigación cuali, es decir,
independiente del lugar en que se haya mirado, sino, por el contrario, por describir en
detalle cuál es aquel lugar subjetivo desde el cual se miró. Esto permite entender cómo
y qué se veía desde allí. Por lo anterior, no se pretende lograr una validez universal de
lo que se afirma en base a lo investigado.
En cuanto a los sujetos investigados, el interés está puesto en describir y analizar en
profundidad modos singulares del ser en el mundo. Dado que se otorga una valoración
central a las circunstancias particulares en que tiene lugar la existencia, interesa mirar
de cerca aspectos propios de la cotidianeidad, y de los modos concretos en que se
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

desarrolla la existencia. Nuevamente: parte constitutiva de esos modos concretos es el


significado particular que los sujetos otorgan a sus situaciones y contextos.
Investigador/es e investigado/s poseen una identidad común en tanto sujetos sociales,
y es este pie de igualdad lo que les permite una interacción cognitiva. Y desprendida de
aquella, una influencia recíproca –quien es investigado posee un cúmulo de saberes que
condicionan su posicionamiento ante quien investiga, pero además aprende en la
interacción qué decir, qué no, qué mostrar y qué ocultar, y quien investiga debe ser
consciente de todo este proceso y de cómo él mismo se va reposicionando. Las personas
no son depositarias de datos, sino productoras activas de los mismos.
Insistimos: no se considera que el saber científico sea neutral. Para que lo fuera, debería
haberse producido desde un no- lugar. Como todo conocimiento, el de carácter
científico está producido por seres humanos, en contextos históricos específicos. Esto
implica que se produce bajo ciertas condiciones, y con cierto punto de vista. Partir de
reconocer esto implica, para la investigación cualitativa, que un abordaje considerado
científico no es ingenuo, por lo que debe explicitar de manera detallada las
condiciones y puntos de vista en que se ha producido: qué se ha elegido conocer y por
qué, desde qué marco teórico-conceptual se ha elegido aquello como un problema, con
qué relibros se cuenta para aproximarse a la realidad, quién y cómo se aproxima a la
realidad, qué relación guarda con aquello que quiere conocer.
Finalmente, desprendido de lo anterior, es preciso señalar que tampoco el objeto de
conocimiento “está ahí”, afuera, ostensivo y comprobable por todos. Sino que se trata
de una construcción, de un recorte de lo existente (que en sí mismo, es inaprensible,
sino es a través de conceptos que lo delimitan y organizan en su relación con otros
objetos, tan construidos como aquel).

La construcción del objeto


El objeto de conocimiento de toda ciencia, desde los paradigmas que informan las
estrategias cualitativas, es una perspectiva construida por quien investiga. Un recorte
de ciertas dimensiones, una serie de hipótesis acerca de sus conexiones internas, que
surge a partir de un repertorio de conocimientos de sentido común y de teorías previas
disponibles. El bagaje cultural y social condiciona la mirada y lo que se percibe; sobre
esto, el posicionamiento teórico adoptado permite ver ciertos aspectos de la realidad, e
impide ver otros.
Este punto de partida es central porque vamos a ver como punto determinante de la
investigación cuali su construcción de objeto: el objeto no está ahí previamente para
ser interpretado, sino que se construye teóricamente.
Si bien hay observables (un hospital, un equipo de salud conformado por doce
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

profesionales, una sala de espera repleta de personas, etcétera), los problemas de


investigación no surgen en ese nivel empírico, de lo que se capta inmediatamente a
través de los sentidos, sino en base a preocupaciones por lo que no es directamente
observable. El padecimiento, la sobrecarga laboral, la adherencia a un tratamiento, la
discriminación, la vulnerabilidad, entre otros constructos conceptuales, pasan a ser el
tipo de preocupaciones que orientarán las investigaciones cualitativas.
Como las aproximaciones cuali no consideran que haya una realidad independiente de
las personas a la cual acceder, sino que por el contrario siempre se accede a ella a través
de los significados, el problema de investigación se considera como resultado de una
construcción teórica –inicialmente del investigador; luego sería deseable que integre la
perspectiva de aquel con la de los investigados. Esta construcción teórica no es
únicamente un punto de partida, sino que su carácter más acabado se obtiene al
momento de finalizar la investigación. La teoría se va identificando, construyendo y
articulando a partir de las necesidades de la empiria y el trabajo de campo.
Esta concepción acerca del objeto orientará nuestro capítulo 2.

Otros aportes de los abordajes cuali: lo cognoscible


desde el interior

Arriba nos detuvimos en lo relativo al paradigma interpretativo. Pero también


mencionamos que no siempre la investigación cualitativa parte de aquel. Esto es porque
los abordajes cuali permiten un tipo de acercamiento a la realidad social que posibilita
captar fenómenos observables que, aun cuando no se busque acompañarlos del
significado que los protagonistas les atribuyen, consisten en un acercamiento
estratégico al mundo de la vida cotidiana.
En otras palabras, más allá de la preocupación por el significado, las investigaciones
cualitativas resultan estratégicas para conocer algunos fenómenos a los que no es
posible acceder de otro modo, aún en aquellos casos donde el interés central no pasa
por conocer significados.
La investigación cualitativa sobre prácticas sociales, sobre grupos e instituciones es
también un terreno fértil, pese a que no siempre recupera los sentidos atribuidos a
aquello que busca conocer.
¿Cómo son las condiciones de vida en un asentamiento? ¿Qué hacen las personas
mientras esperan durante horas ser atendidas en un hospital? ¿A cuántos profesionales
tuvieron que consultar quienes poseen una enfermedad rara antes de encontrar el
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

diagnóstico? ¿Cómo presentan su condición de veteranos de guerra los ex combatientes


de Malvinas ante los equipos médicos que los atienden? ¿Cuál fue la trayectoria
terapéutica de los sobrevivientes de Cromagnon ante sus padecimientos psíquicos?
¿Qué dificultades encuentran quienes padecen una discapacidad para trasladarse a los
controles médicos requeridos por esta última? ¿De qué maneras y por quiénes es
consumido el paco? ¿Qué instituciones recorren y qué tipo de respuestas encuentran
las víctimas de violencia sexual? ¿De qué maneras se presenta la violencia doméstica?
¿Cómo son las redes de corrupción que se entretejen desde los laboratorios
farmaceúticos? Esas preguntas, muy diferentes entre sí, requieren una aproximación al
campo que no puede suponerse de antemano, así como requieren un modo de
indagación distinto de la realización de preguntas estructuradas con anticipación e
idénticas para todo el mundo. Esto no implica que no deban confeccionarse guías de
pautas o de preguntas para realizar las entrevistas que, si bien pueden tener un carácter
orientativo, suponen una intencionalidad por parte del investigador de cuáles aspectos
desea conocer.
Al mismo tiempo, sólo un modo flexible y cuidadoso puede acercarse a los fenómenos
que por algún motivo podemos considerar “ocultos”: sea por su carácter estigmatizado,
sea por su invisibilidad, sea porque representan un tema sensible para quienes los
experimentan, aun cuando su interés principal consista en describirlos y no en
comprender los sentidos que ellos asumen para los sujetos.
Finalmente, diremos la investigación cualitativa puede resultar particularmente útil para
algunos propósitos:

❖ Tomar conocimiento de un tema del cual es poco lo que se sabe.


❖ Explorar aspectos no cuantificables.
❖ Acercarse a comprender un tema muy difícil y al cual es difícil acceder.
❖ Conocer en profundidad un único caso.
❖ Dar cuenta de la experiencia personal en tanto estamos implicados en una situación
específica.

En líneas generales, podemos decir que en todas aquellas opciones, lo que subyace es
la inquietud por comprender los modos diversos en que los fenómenos macrosociales,
es decir que tienen lugar en períodos largos de tiempo o en espacios ampliados (la
desocupación, el aislamiento social, la precarización laboral, el aumento de la esperanza
de vida, la transición epidemiológica, la inflación, la sanción de un nuevo marco legal,
los procesos migratorios, etcétera) se vuelven experiencias personales concretas.
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

Atributos centrales de las estrategias “cuali”

Hablar de “estrategias cualitativas” implica la necesidad de resumir –seguramente, con


poca justicia- un sinnúmero de estudios, objetos, y experiencias completamente
heterogéneas. No obstante, tal como lo venimos haciendo señalaremos algunos
atributos dado que resultan recurrentes, y que por otra parte son específicos de este
tipo de abordajes. Nuevamente, la selección y la acentuación son propias, y están lejos
de ser un reflejo. Pero creemos que pueden ser de mucha utilidad.
Recuperaremos lo mencionado hasta aquí para desembocar, de su mano, en la mención
de cuatro atributos, de los que nos detendremos particularmente en dos.
En primer lugar, lo que hemos mencionado respecto del interés por los significados y
por el mundo de la vida cotidiana convierte a la investigación cualitativa en una tarea
compleja. Si bien resulta habitual que se la considere más sencilla dado que aborda
aspectos humanos que a primera vista resultan menos artificiales que los de las
aproximaciones cuantitativas, al no ser tan claramente discernibles los aspectos
técnicos de la investigación se vuelve preciso un saber experto para distinguir una
buena investigación de un conocimiento vulgar o de sentido común, y por tanto para
poder producir un conocimiento riguroso.
Sumado a lo anterior, al reconocer al mundo social como un mundo preinterpretado,
es preciso señalar que tales interpretaciones no son únicamente intelectuales, o
conceptuales. Por el contrario, ese conocimiento está atravesado por emociones,
temores, pasiones, esperanzas, afectos. Los seres humanos son considerados seres de
significado. La propia investigación científica forma parte de aquel mundo social,
evidentemente. Y como los investigadores son lógicamente seres humanos, también
investigar produce emociones –positivas o negativas- condicionadas por los motivos
que han llevado a investigar (si es para hacer una entrega en la facultad, si es nuestro
trabajo, si lo hacemos por militancia, etcétera).
Como dijimos, las preguntas que se busca responder tienen que ver básicamente con el
significado que los eventos poseen para las personas, así como con los motivos que las
llevan a actuar de determinados modos. Este interés por las personas y el modo en que
experimentan lo que las rodea incluye a quien investiga como parte de lo indagado. Para
quien decide emprender una investigación cualitativa, intenciones e intereses, aspectos
humanos y emocionales, se ponen en juego tanto en las personas estudiadas como en
quien investiga. Porque investigar forma parte del mundo social, no se concibe como
algo externo y neutral.
Es en base a lo anterior que se han acuñado una serie de conceptos que permiten revisar
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

distintos aspectos de lo anterior durante el trabajo de campo, en la relación con los


sujetos de investigación, e incorporarlas como componente de la estrategia. Algunos de
ellos son el de “extrañamiento” o el de “descentramiento”. Sin detenernos en lo singular
de cada uno por una cuestión de espacio, ambos tienen en común la alusión al
movimiento interno que es preciso hacer para no dar por sentado en nuestro lugar de
investigadores aquello que sí nos parecería obvio desde el sentido común. En otras
palabras, deslindar el conocimiento científico de los preconceptos o prejuicios, tanto
propios de quien investiga como de quienes ocupan el lugar de investigados. Es decir,
cuestionar lo que a priori puede parecernos obvio. Salirnos de nuestros propios zapatos,
para tratar de comprender el mundo desde los zapatos de otros. Claro que es un
movimiento no acabado: ¿es real o es ilusorio eso de poder comprender cómo se ve el
mundo desde un lugar distinto? Esto es objeto de muchas discusiones. La respuesta que
más nos gusta es la que dice que todas las preguntas irresueltas y las respuestas
provisorias son parte constitutiva del conocimiento producido por la investigación.
De tal manera se hace referencia a la práctica (que resulta necesario ejercitar y vigilar,
una y otra vez) de corrernos a nosotros mismos, a nuestros valores y prioridades, a
nuestros propios conceptos, del centro de nuestras valoraciones. Debemos
desprendernos de lo que nos parece lógico y natural, asumiendo que se trata de una
mirada construida culturalmente, no desde un punto de vista neutro desde el cual se
mira el mundo. Y debemos entender que la nuestra es sólo una forma de comprender
lo que nos rodea, pero que hay otras, igual de válidas, dejando de lado la actitud de
creer que podemos juzgar a los demás en base a nuestros propios parámetros. Esto
implica un esfuerzo comparable al de identificar que desde que tenemos conciencia,
hemos estado utilizando ciertos anteojos para ver el mundo, y luego sacárnoslos. Esto
es tan difícil como necesario. Tenemos que reconocer las diferencias sin convertirlas en
jerarquías –es decir, sin pensar que hay conocimientos superiores a otros. No juzgar,
sino comprender, aquellos modos de vida diferentes del propio.
Como sabemos, el marco teórico conceptual siempre implica una toma de posición. Sin
embargo, tenemos que tomar ciertos recaudos: también pueden existir posiciones que
tenemos tomadas y que no las hemos plasmado allí. Estas posiciones son afirmaciones
de sentido común que nos van a condicionar qué vamos a buscar en nuestra
investigación y cómo lo vamos a interpretar. No siempre es posible empezar con una
duda completa: muchas veces cuando aparece una inquietud viene rodeada de ideas
previas. Es habitual comenzar a investigar cargando una serie de prejuicios. Las dudas
surgen en el marco de profundas creencias y convicciones, que son las que hace que
sean relevantes para nosotros y por eso queramos investigarlas.
A veces nuestras creencias previas pueden corroborarse en la investigación, y pasar a
ser juicios con fundamento. Pero otras veces no. Por eso es importante tomar conciencia
de ellas, porque si no se corre el riesgo de que la investigación sea una pérdida de
tiempo: que no encontremos nada nuevo, sino que escuchemos sólo lo que confirma
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

aquello que pensábamos de antemano. Y para generar conocimiento nuevo es necesario


estar abiertos a eso: a lo nuevo.
Para investigar, primero tenemos que hacer un trabajo sobre nosotros mismos:
reconocer que hay cosas sobre las que no sabemos. Ese trabajo implica que tenemos
que tener precaución frente a lo que creemos saber, pero que no lo hemos confirmado
sistemáticamente.
En cuanto al trabajo investigativo, para forjar una mirada lo más integral posible sobre
el fenómeno bajo estudio, el contacto del investigador con el campo es profundo y
comprometido, lo cual puede generar dilemas éticos que deben ser explicitados,
reflexionados y resueltos. También puede llevar a poner bajo interrogante la autoría de
los resultados de la investigación, puesto que los sujetos investigados tienen un rol
protagónico en ellos. Asimismo, relaciones de afinidad y cooperación, o de conflicto y
reticencia a colaborar, entre quien investiga y los sujetos investigados son centrales
para comprender aquellos resultados, por lo que también deben ser tenidas en cuenta
con precisión, explicitarse, y ser interpretadas junto con los resultados.
Dado que una investigación cualitativa busca producir conocimiento científico, estas
emociones deben estar controladas. Por “control” no debe entenderse el evitar que se
produzcan, sino el explicitarlas: ser conscientes de lo que genera la investigación, y
registrarlo. Y poder reconocer el producto de la investigación como resultado,
también, de esas emociones, de las dudas, de las indecisiones. Este carácter controlado
y explícito de la posición asumida por quien investiga, de sus avatares, sus dinámicas y
su propia implicación, es lo que ha sido llamado “reflexividad”. Cabe advertir que, como
en casi todo lo que estamos mencionando, hay diversos sentidos atribuidos a este
concepto y no es algo consensuado. Pero sí podemos decir que esta explicitación y
monitoreo continuos son atributos propios de la investigación cualitativa, aunque se
utilice otro nombre.
Quien investiga desde una perspectiva cuali debe involucrarse para comprender desde
adentro, en su multiplicidad y su dinámica permanente la realidad de las personas a
quienes le interesa conocer. Dada la tensión entre lo propio y lo ajeno, quien investiga
debe convertirse en sujeto y objeto de la investigación: sus experiencias, percepciones
y sensaciones son válidas como objeto de estudio, tal como las de los otros actores
sociales. Esto implica un trabajo de extrañamiento: comprenderse a uno mismo
restando familiaridad a lo que nos sucede, lo cual incluye la realidad cotidiana que nos
rodea.
Aquellas cosas que suponemos, pero que no hemos encontrado en trabajos previos, ni
hemos podido especificar en la definición de conceptos, tenemos que dejarlos a un lado
para que no entorpezcan la investigación. La fórmula para eso es explicitarlas. Es decir,
una buena investigación debe partir de comentar qué cosas supone que va a encontrar.
Entonces, es trabajo del lector evaluar hasta qué punto esa investigación resultó como
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

una profecía autocumplida (se fue a buscar lo que se suponía) o bien aporta un
conocimiento nuevo e interesante. Si esto no se hace, es muy posible que invalide los
datos que obtenga. Es necesario que al investigar tengamos nosotros en claro cuáles
son nuestros prejuicios y nuestras valoraciones. Esta toma de conciencia debe ser
objeto continuo de reflexión, y quedar debidamente registrada como parte misma del
proceso de producción de conocimiento. Por lo que regresamos aquí a la reflexividad
como aspecto central de los abordajes cualitativos. Esto es porque, tal como iremos
viendo, un componente central de los estudios cualitativos tiene que ver con
problematizar la propia inserción en la propuesta de investigación.
Ahora integremos lo mencionado en este subtítulo con los apartados anteriores. La
lógica de la investigación cualitativa está directamente vinculada al reconocimiento y
asunción del carácter de construcción teórica de los problemas investigativos, es decir,
todo problema investigativo representa una construcción teórica. A su vez, todo punto
de partida teórico es considerado preliminar, en la medida en que se va redefiniendo al
confrontarse paulatinamente con los hallazgos empíricos. La teoría se va así
consolidando o reformulando en el proceso mismo de investigación, y el objeto de
investigación es más un punto de llegada que de partida. Esto requiere profesionalismo,
porque implica transitar la incertidumbre a lo largo del proceso investigativo. Y esta
incertidumbre tiene un reflejo concreto: los diseños cuali son flexibles, porque es preciso
ir tomando decisiones sobre la marcha.
Sumado a lo anterior, y habiendo mencionado que uno de los principales objetos de
conocimiento tiene que ver con los significados, debemos advertir que los modos de
significar un fenómeno o situación pueden ser infinitos, y que como se van originando
de manera particular en los distintos grupos de personas, no pueden ser anticipados.
Sólo se accede a ellos a través de un abordaje empírico, es decir, durante el desarrollo
mismo del trabajo de campo. El verdadero conocimiento se obtiene a partir del
acercamiento concreto a los involucrados. Un ejemplo: mientras se suele prejuzgar por
parte de los equipos de salud que alguien que abandona un tratamiento médico no se
cuida o es “descuidado”, las investigaciones cualitativas buscan comprender cuál es la
perspectiva, los motivos, la forma en que entiende esa persona aquel abandono del
tratamiento. De esta manera, suelen encontrar que en realidad las personas están
siguiendo otro tipo de cuidados, o que están priorizando otras necesidades más
urgentes, lo cual es bastante distinto de la desidia.
Entonces, el diseño flexible posibilita captar aquellos significados que no pueden
conocerse de antemano. Si bien hay que reconocer que no siempre es posible seguir
este atributo en investigaciones que requieren un tiempo reducido de trabajo de campo
o que surgen por demanda de alguna entidad que las financia, la calidad de un abordaje
cualitativo puede reconocerse en la medida en que quien investiga reconoce haberse
sorprendido por algo que ha encontrado. No por la frecuencia con que acontece
determinada situación, sino por la conexión que guarda con otras situaciones, o por el
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

modo en que es interpretada por sus protagonistas. Un buen investigador cuali es quien
tolera la incertidumbre de no saber con qué va a encontrarse. Y una buena propuesta
cualitativa es aquella que no quedó tal como en su diseño inicial, sino que fue
reformulada.
Resulta fundamental la apertura a que la realidad vaya sorprendiendo al investigador,
y que este vaya respondiendo a la necesidad continuamente renovada de generar
categorías, asumir perspectivas, incorporar teorías, recoger datos, identificar
situaciones, y reconocer temas relevantes y no se habían tenido en cuenta
anteriormente. Los diseños cuali se consideran orientativos del camino que se visualiza
antes de comenzar a andar, que señala inicialmente categorías, estrategias y enfoques
provisionales, así como cuáles podrían ser los participantes, los escenarios, las técnicas,
el cronograma. Esta propuesta es una referencia para el trabajo, pero es preciso
transformarla de acuerdo con lo que los avances vayan mostrando. Esas
transformaciones deben ser acompañadas de decisiones argumentadas, en base a un
proceso permanente de evaluación y reflexión sobre lo recorrido y acerca de cómo
continuar.
La flexibilidad implica que no se intenta acomodar la realidad al método sino por el
contrario, el método a la realidad, es decir, es algo que se va encontrando a medida
que avanza la investigación. La realidad se entiende como cambiante según los
escenarios singulares (asumiendo características distintivas en cada uno de los tiempos
y espacios) y compleja, por lo que no se busca reducirla a leyes generales válidas en todo
momento y lugar.
La flexibilidad también atañe a las técnicas: como lo que se busca conocer no puede
predecirse, tampoco puede anticiparse de manera inamovible cómo conocerlo. Una
aproximación cualitativa se define por su capacidad de modificarse a medida que
avanza, incorporando aspectos importantes que se van descubriendo. Es decir que las
decisiones se van tomando sobre la marcha, en base a aspectos que no conocíamos en un
principio.

Entonces, el problema de investigación se va “amasando” continuamente, debiendo


estar siempre abierto a lo que aparece. Así, por ejemplo, se pueden ir incluyendo nuevas
unidades de análisis, nuevas unidades de recolección, o incluso re-definir al universo.
También, incorporar nuevas técnicas de abordaje, y fundamentalmente, nuevos
elementos del marco teórico-conceptual. Ahora bien: cada una de esas modificaciones
respecto del diseño original debe estar justificada, porque el gran peligro de las
investigaciones cualitativas es perderse en una gran maraña de datos que no se sabe
muy bien para qué han sido juntados. Cuando esto pasa, se puede disponer de mucha
información suelta, que al no poder ordenarla no permite sacar ningún tipo de
conclusión. Y cabe recordar que en una investigación científica no sólo es importante
obtener datos sino, fundamentalmente, saber qué estoy buscando y por qué.
La flexibilidad tiene que ver con que la investigación se va reformulando a medida que
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

avanza. El proceso mismo de acercarse a la información es considerado un proceso de


aprendizaje, por lo cual hay que estar siempre alertas a lo que vaya apareciendo en la
mitad del camino. A veces por aferrarse a un proyecto inicial hay cosas que se nos pasan
de largo y con ellas, las oportunidades de conocimiento son desperdiciadas. Por eso en
los abordajes cuali la clave del conocimiento está en la flexibilidad acompañada de una
reflexión continua y, sobre todo, en desprenderse lo más posible de las cosas que uno
cree saber.
De tal manera, el carácter flexible es una cuestión de principios, y la necesidad de una
atención continua a los motivos que acompañan dicha flexibilidad también lo es. Este
estado de “atención continua”, para ser sistemático y configurar una reflexión precisa
sobre cada toma de decisión, debe estar debidamente registrado.
Las estrategias se modifican en un diálogo continuo con lo encontrado, buscando modos
de conocer aquello que aparece como un hallazgo. Ahora bien: que un diseño sea
flexible no quiere decir que se pueda hacer cualquier cosa, de cualquier manera. Por el
contrario, cada modificación debe estar minuciosamente justificada. Y aquí regresamos
al concepto de “reflexividad”. A lo largo del abordaje empírico, cada paso dado debe
ser registrado y ser insumo de análisis, y cada modificación debe ser intencional,
consciente, y quedar registrada. También las dudas e incertidumbres que conlleva.
Un último atributo de las estrategias cuali, desprendido de lo que venimos mencionando
es que, a diferencia de los abordajes estructurados, la investigación cuali requiere seguir
diferentes líneas de trabajo a un mismo tiempo, en lugar de hacerlo en etapas
secuenciales. Las actividades de indagación, análisis y reformulación son simultáneas: al
mismo tiempo se revisan las técnicas, se establecen contactos, se construyen los datos
en terreno, y se avizoran conclusiones que se irán afinando con el correr de la
investigación. El trabajo de campo remite a nuevas búsquedas bibliográficas, y la mirada
debe permanecer atenta para captar múltiples puntos de conexión. Para lograr un
producto riguroso, se va construyendo a lo largo de la investigación una memoria
metodológica en la cual dar cuenta de la distancia entre el diseño inicial y el
emergente, describiendo de manera clara y detallada las decisiones que se van tomando
y sus fundamentos. Las definiciones éticas deben ser parte constitutiva de aquella
memoria, así como lo relativo al vínculo con los sujetos de la investigación. Es así como
flexibilidad y reflexividad acompañan el desarrollo de las estrategias cualitativas.

Las diferencias entre aproximaciones cualitativas y


cuantitativas
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

Hemos dejado este apartado para el final, a sabiendas de cuán habitual es que las
estrategias cualitativas se presenten por contraposición a las cuantitativas. Esto es
porque, a diferencia de aquel gesto recurrente, nos interesó focalizar lo específico de
las estrategias “cuali”. Porque si bien las aproximaciones cuali pueden articularse con
las cuanti para conocer el mundo, y de hecho es deseable que así lo hagan dado que
ambas nos muestran aspectos distintos de los fenómenos bajo estudio, es habitual
presentar a las cualitativas -menos conocidas por provenir de disciplinas con menor
reconocimiento social- por oposición a las cuantitativas. Pero para finalizar este capítulo,
recuperaremos lo visto realizando señalamientos acerca de las diferencias entre ambas
aproximaciones a la realidad empírica.
Los abordajes cuantitativos encuentran sus raíces en el paradigma positivista, con una
orientación empirista. Los supuestos en que se basan respecto de cómo se concibe al
mundo y al conocimiento se hacen presentes en cada indagación cuanti,
independientemente de las intenciones de quien investiga. Brevemente, diremos que
estos consisten en suponer que los hechos hablan por sí mismos, y que es posible lograr
un conocimiento neutral, objetivo y generalizable de ellos a través de una observación
sistemática de aspectos aislados o variables. Con ello se minimizan los problemas
teóricos, vinculados con la construcción del objeto, y se concibe a cualquiera que
investiga como a alguien que a fuerza de conservar distancia y utilizar instrumentos
apropiados puede relevar datos claros y evidentes, es decir, idénticos para cualquiera
que los busque. En otras palabras: el positivismo considera que el conocimiento, para
ser científico, debe ser independiente de quien lo produce, de sus intereses e
intencionalidades. Este tipo de conocimiento es “el” conocimiento válido y legítimo, y
consiste en el hallazgo de afirmaciones válidas para la generalidad de los casos:
relaciones de causa-efecto universales que permitan explicar y predecir los fenómenos.
Siendo relaciones que se corroborarían en todo tiempo y lugar, encontrarlas sirve para
poder predecir y controlar eventos en el futuro, dado que se supone que las variables
se comportarán de manera idéntica a como lo hicieran en el pasado.
En el caso de la investigación social, aquella forma de concebir al mundo y al
conocimiento se plasma en la idea de que es posible conocer un fenómeno a partir de
suministrar siempre y a todos un mismo estímulo (una pregunta), para poder medir y
comparar las respuestas. Esta perspectiva proviene de las ciencias naturales, donde se
investiga acerca de objetos y fenómenos que no se ven afectados por la presencia del
investigador, y que no poseen en sí mismos conocimiento (como los animales, las
plantas, los climas, los suelos, el organismo, etcétera). Como sólo cuenta el
conocimiento experto, es posible anticipar exactamente cuál es el interés antes de
realizar el trabajo de campo. Por tanto, se considera deseable estipular lo más posible de
antemano cómo obtener los datos. Es por esto que los abordajes cuantitativos son
estructurados.

Los abordajes cualitativos parten de entender al mundo en tanto conformado por


Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

personas que piensan, sienten, recuerdan, desean, temen. Por el acento que, en
consecuencia, ponen en lo particular, se diferencian en dos puntos centrales de los
cuantitativos: no tienen como objetivo decir algo representativo del universo, y no son
estructurados.
Las técnicas cualitativas buscan comprender las particularidades. No están interesadas
en obtener datos representativos ni comparables, sino en brindar elementos para
pensar lo que sucede de modo más complejo -es decir, teniendo en cuenta una mayor
cantidad de aspectos involucrados. Lo central entonces no son las leyes generales, sino
la vida cotidiana y las experiencias de las personas comunes. Desde ellas se busca
comprender aspectos claves del funcionamiento del mundo social.
Que provengan de las ciencias sociales hace que la teoría se considere fundamental
para la construcción del objeto, así como durante la investigación a fin de propiciar un
proceso de reflexión continua. También la teoría interviene en la forma artesanal de
procesar los datos (nunca siguiendo un formato preestablecido, sino siempre
ajustándose a cada investigación en particular, lo cual debe ser meticulosamente
justificado) y en el tipo de interpretaciones que pueden hacerse.
En contraste con las aproximaciones cuantitativas, tal como mencionamos antes, el
conocimiento cuali parte de reconocerse como un conocimiento de segundo orden: el
objeto de estudio ya tiene un conocimiento sobre sí mismo. Para indagar cualquier
hecho social, las aproximaciones cuali se preocupan por considerar qué
piensan/sienten/recuerdan/opinan los protagonistas al respecto. Estos saberes de la
vida cotidiana son complejos, tienen ramificaciones, contradicciones internas,
conexiones. No pueden por tanto abordarse de manera externa ni general: deben ser
conocidos aproximándose en profundidad a cada realidad y grupo social en particular.
A su vez, como precisamente resultan de interés porque no pueden suponerse de
antemano, la investigación debe ser flexible, para ir amoldándose a lo que va
encontrando. Y como se derivan de experiencias y perspectivas particulares, tampoco
pueden ser generalizados. No se busca en consecuencia explicar el comportamiento
social, sino comprender por qué las cosas han sucedido o están sucediendo de
determinado modo y no de otro. Y no se cree posible anticipar a futuro o predecir cómo
serán.
Las aproximaciones cualitativas no son estructuradas: cuál es su objeto, qué teorías son
relevantes, qué técnicas son pertinentes para la construcción de datos, son todos
interrogantes que permanecen abiertos hasta el final de la investigación. En la etapa
de diseño se hace una propuesta que guiará los primeros pasos, pero se espera que
esto se vaya modificando en el translibro de la investigación, como reflejo de que la
realidad muestra sus relevancias y conexiones, inimaginables antes de acceder al
campo. Tal vez este sea un aspecto donde queda más claro explicarlo por oposición a
las cuantitativas: mientras que en estas últimas detallo de antemano que quiero conocer
y cómo, para luego seguir estos pasos del modo más apegado posible (y todo
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

inconveniente o desvío es visto como un traspié de la investigación, algo no


contemplado en el diseño que entorpece la investigación), en las aproximaciones cuali
sucede todo lo contrario: no sólo es posible sino que es deseable que la propuesta inicial
se vea modificada. Claro que esa modificación no hace que sea “cualquier cosa”, sino
que implica una revisión y reformulación del proyecto de investigación que debe estar
claramente especificada y justificada. La argumentación de esta revisión es parte
fundamental de los resultados. La teoría y la empiria se van reformulando en diálogo
recíproco.
Por otra parte, mientras que las investigaciones cuantitativas se ocupan de establecer y
distinguir variables, es decir, aspectos del fenómeno a los que aíslan, las aproximaciones
cuali buscan conocer la realidad de manera holística. En otras palabras, se interesan
por reconstruir las conexiones entre los fenómenos de forma tal de acercarse a los
eventos de manera lo más integral posible. Los abordajes cualitativos permiten
recuperar la diversidad con que se experimentan los procesos sociales, mientras que
lo cuanti enfoca aquello que tienen en común los elementos para poder medirlo –por lo
que permanecen invisibilizadas sus diferencias.
El paradigma que subyace detrás de los abordajes cualitativos (pese a la gran diversidad
de estos) es que lo definitivo de la producción y reproducción de cada orden colectivo
se juega en los aspectos más rutinarios y en principio sin importancia. A su vez, indagar
en este nivel permite identificar las formas en que las prácticas de los sujetos son
constitutivas de los procesos sociales. Se considera importante indagar cómo se
sostiene cierto orden político, institucional, familiar, etcétera, al tiempo que recuperar
los modos en que aquellos ámbitos son transformados.
Existe el error de pensar que los abordajes cualitativos son más sencillos e incluso
triviales, mientras que los cuantitativos serían más complejos. Pero no se trata de elegir
un método por lo simple o complicado, sino de entender que las preguntas que pueden
hacerse y, en consecuencia, las respuestas que pueden forjarse, son distintas porque
cambia el objeto de estudio y la forma de abordarlo, es decir, de acuerdo a cuáles sean
mis preguntas de investigación debe escoger cuál es la mejor metodología para intentar
construir respuestas.

Algunas aplicaciones en el campo de la salud

Pese a su versatilidad y fecundidad, en el campo de la salud han sido más frecuentes los
abordajes cuantitativos. Sea en investigaciones diagnósticas, de implementación, o
evaluativas, generalmente se encuentra que reciben mayor confianza y credibilidad los
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

indicadores numéricos. Posiblemente esto guarde relación con las disciplinas que gozan
de mayor prestigio en este campo, cuya proveniencia remite a los paradigmas
positivistas. Nos referimos mayormente a los enfoques biologicistas que imperan en las
disciplinas abocadas a la salud, si bien últimamente los intereses cuanti también resultan
de enfoques economicistas. Tanto en un caso como en otro, las miradas recortan
exclusivamente aspectos biológicos o económicos, no sólo dejando de lado sus
conexiones con otro tipo de fenómenos sino también proponiéndose como explicación
única (de este simplismo es que deriva el sufijo de “istas”).
La vida cotidiana como ámbito de observación permite comprender cómo se conectan
fenómenos concernientes a distintas esferas. O, mejor dicho, posibilita traspasar las
fronteras arbitrarias que se han ido construyendo entre lo que se ha delimitado como
esfera, según las tradiciones disciplinares y gubernamentales (donde habitualmente se
distingue entre lo laboral, lo educativo, lo sanitario, lo laboral, lo habitacional, etcétera).
Las investigaciones cuali previenen respecto de la naturalización de que se trata de
objetos diferenciados, cuando en realidad lo que ha ido seccionando la realidad son
las diferentes tradiciones de abordaje.
Esto no sólo sucede entre disciplinas o sectores, sino también al interior de los propios
campos de estudio, donde habitualmente se delimitan ámbitos de investigación. Tales
delimitaciones permiten orientarse respecto de los subsidios disponibles, las
acreditaciones en estudios de grado y posgrado, los encuentros científicos pertinentes,
los destinatarios del conocimiento, etcétera. Sin embargo, estas divisiones no
representan una propiedad intrínseca a los objetos o a las investigaciones, sino un modo
posible – entre otros- de agrupar las aproximaciones. En el campo de la salud podemos
encontrar que se denomina a investigaciones de muy distinto tipo, tema y procedencia
como “investigaciones en salud pública” o como “investigaciones en servicios de salud”,
según quien elija la categoría –es decir que una misma investigación puede ser
clasificada de uno u otro modo. Todo aquel ámbito o problemática que pueda ser
abordado desde la investigación social, admite incluir estrategias de corte cualitativo.
Y, de hecho, los abordajes cualitativos permiten reconstruir las relaciones del objeto con
lo que a priori puede haber quedado como concerniente a otro ámbito.
Por lo anterior, un campo fecundo para la investigación cualitativa se abre a partir de
las propuestas de la salud colectiva/medicina social. Esto se vincula con la discusión
que estas perspectivas sostienen con los reduccionismos biológico y económico, y el
consiguiente diálogo con las ciencias sociales. La investigación cualitativa en salud
encuentra así múltiples puntos de coincidencia con los intereses de la salud
colectiva/medicina social, lo cual puede observarse en el tipo de problemáticas que se
propone estudiar. Bien podemos hacer el ejercicio de buscar en algún portal científico
artículos que reporten resultados de investigaciones cualitativas para, a partir del
título y el resumen de cada uno de ellos, revisar si existe conexión entre los problemas
de investigación y las propuestas de la salud colectiva/medicina social.
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

Por ejemplo, la noción de proceso salud-enfermedad-atención/cuidado ofrece la


posibilidad de distintos abordajes cualitativos, lo mismo que el padecimiento como algo
distinto de la patología. También otra rama es ofrecida por los modelos de atención de
padecimientos (biomédico, tradicional, popular) y las alternativas presentes en la
búsqueda de alivio y tratamiento. La vida cotidiana como ámbito de observación
permite comprender prácticas de cuidado o de exposición a riesgos, así como describir
las redes de apoyo que sostienen cada una de las prácticas, concibiéndolas como
fenómenos colectivos en lugar de conductas individuales. También permite acercarse a
los modos concretos en que las condiciones de vida afectan a la salud, permitiendo
“encarnar” lo que habitualmente es leído como indicador epidemiológico. En los últimos
años se han multiplicado los estudios sobre el mundo de los cuidados y las prácticas de
autoatención, así como en el modo en que la experiencia de estar enfermo pone en
suspenso la cotidianeidad generando espacios y tiempos específicos. Anteriormente el
auge de los abordajes cualitativos había girado en torno del papel de las rutinas
profesionales y administrativas en los servicios, y las relaciones de poder, conflicto y
negociación entre los distintos actores y trabajadores del campo de la salud.
La investigación cualitativa nos sirve para acercarnos a conocer las perspectivas de
personas cuya posición social es distinta de la nuestra. Por ejemplo, lo que para los
trabajadores de la salud puede significar solamente la aplicación de un protocolo de
acción, para los pacientes puede implicar sentirse manipulados -cuando no se les explica
qué va a hacerse y por qué-. Como esto puede llevar a que prefieran no volver a
consultar, es importante estar atentos a ese significado. Lo mismo puede decirse
respecto de las creencias que pueden llevar a un paciente a buscar algunos modos
específicos de aliviar sus problemas de salud, independientemente de la eficacia
comprobada de estos. O también, puede pasar que un paciente no haya entendido
alguna explicación porque fue hecha con vocabulario demasiado técnico, y que esto le
produzca desconcierto, dificultando su colaboración en el tratamiento. En este sentido,
regresando a lo que comentábamos respecto de la posición social, lo que para un
enfermero puede ser totalmente normal, para un sociólogo puede resultar totalmente
arbitrario.
Los abordajes cualitativos permiten complementar intervenciones y saberes técnicos a
fin de conocer la realidad como algo distinto de lo que se proyecta desde los propios
supuestos profesionales. Por eso resultan particularmente fértiles para indagar, por
ejemplo, barreras de atención.
De igual modo, resultan particularmente útiles para abordar fenómenos como la
relación médico-paciente, los itinerarios terapéuticos, la falta de adherencia a la
medicación, el abandono de tratamientos, la demora en la consulta, la experiencia de
enfermedad, la discriminación y el estigma. También para contribuir con los diagnósticos
iniciales de toda planificación, a partir de comprender los escenarios y las lógicas que
orientan a los actores que en ellos intervienen.
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

También puede servir para desterrar prejuicios de los equipos de salud, como pensar
que determinados pacientes no se cuidan –cuando al indagar en profundidad se
comprende que tenían otros sentidos respecto del cuidado, porque si bien no tomaban
medicación porque descreían de ella, hacían sistemáticamente dietas y ejercicio. O bien,
porque estaban cuidando a otros –algo que en nuestra cultura suele encontrarse
respecto de las mujeres y la falta de consulta por problemas ginecológicos. Así, puede
suceder que mientras se creía que lo que faltaba era información acerca de una
determinada enfermedad, encontremos que en realidad lo que falta son juegotecas o
guarderías que permitan a las mujeres con hijos pequeños realizar una consulta por su
propia salud. O que el problema es que una determinada institución todos los médicos
son varones, y en determinado grupo social es inconcebible –tanto para las propias
mujeres como para sus maridos- que revisen a alguien de otro sexo. O podemos
encontrar que, mientras desde los manuales de atención primaria la cercanía geográfica
siempre es valorada positivamente, hay personas que para determinadas situaciones
(enfermedades estigmatizadas o violencia doméstica, por ejemplo) prefieren atenderse
lejos de su casa. O que la cercanía no pasa por estar a doscientos metros de distancia,
porque en el medio hay un desarmadero y los vecinos prefieren tomarse un colectivo
para el otro lado antes que pasar por ahí.
Ahora bien, mediando lo dicho por los párrafos anteriores es preciso resituar lo dicho
arriba respecto de “otra posición social”. Porque con frecuencia se percibe a los
destinatarios, a los pobres o a los grupos socialmente vulnerables o estigmatizados
desde una mirada caritativa o lastimosa. Esto implica habitualmente desconocer
iniciativas, gestos de creatividad, e incluso las propias formas de dar significado a sus
vivencias. La investigación cualitativa en estos casos permite, sin desconocer los
procesos estructurales que provocan miseria y desigualdad, (re)conocer a quienes
ocupan posiciones socialmente desventajosas como semejantes, con toda su
capacidad de acción, su poderío y su coraje, y recuperar sus saberes específicos
respecto de la propia situación. En otras palabras, permite revertir las miradas
objetualizantes que muchas veces tienen lugar respecto de quienes son considerados
socialmente como “otros”.
La investigación cualitativa previene respecto de invisibilizar los distintos
conocimientos. Ella permite comprender el punto de vista de aquellos cuya interacción
con el sistema de salud puede resultar extraña o poco comprensible. No obstante, como
mencionamos arriba, también es posible convertir al propio equipo de salud en objeto
de estudio. Por ejemplo, para comprender por qué se prescriben antibióticos en casos
en que no son necesarios, o por qué se maltrata a determinado grupo de pacientes, o
por qué existe un subregistro de determinada patología –por sólo poner algunos
ejemplos.
Un error habitual en los abordajes cuali en salud, que se desprende de cierta debilidad
en el manejo de los principios epistemológicos que subyacen a los marcos teóricos
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

elegidos, consiste en utilizar este tipo de aproximaciones para concluir que existe una
distancia entre el saber experto y el de sentido común. En consecuencia, algunas
investigaciones se encaminan a mostrar cómo las personas no pueden definir de qué se
trata tal o cual enfermedad, o no conocen terminología biomédica. Esto es
absolutamente esperable: ninguna persona que no sea un profesional de la salud puede
definir los problemas tal como lo hace un profesional de la salud (así como un
profesional de la salud no podría describir la construcción de un edificio tal como lo hace
un ingeniero –por sólo poner un ejemplo). Este tipo de investigaciones no debe
confundirse con aquellas que se encaminan a comprender los sentidos específicos de
eventos de salud a fin de crear puentes que permitan mejorar la calidad de vida de los
grupos sociales.
Por último, nos interesa señalar que la investigación cualitativa no sólo es una forma
de indagar, sino que familiarizarnos con ella genera una serie de preguntas que se
vuelven luego constitutivas del actuar en salud.
En atención primaria de la salud desde un enfoque integral (entendiendo por tal a
aquellas miradas de la que buscan diferenciarse de las vertientes focalizadas de la APS)
se trabaja en base a conceptos tan centrales como imprecisos, como ser “estilo de vida”,
“bienestar” o “promoción de la salud”, ¿estamos refiriéndonos a realidades
consensuadas y tangibles, o acaso no tienen lugar allí las distintas percepciones? ¿Es
posible generalizar qué contenidos concretos asume cada uno de esos conceptos,
independientemente del contexto cultural, político, histórico? No se trata únicamente
de que las poblaciones tienen derecho a decidir qué es importante para su propia salud
–lo cual no es algo menor- sino además de que el sistema de salud oficial pueda
enriquecerse incorporando estas perspectivas y a través del diálogo continuo con sus
destinatarios.
Cuando pensamos en políticas públicas y nos preguntamos si fueron efectivas, ¿desde
qué punto de vista evaluaremos esto? ¿Desde los objetivos políticos, o desde la mirada
de los destinatarios? ¿Se correspondía lo hecho con las necesidades sentidas de los
involucrados? ¿Fue apropiado para ellos el modo de intervención? ¿Resultó oportuno?
La investigación cuali abre la posibilidad de identificar las preocupaciones de las partes
interesadas para poder mejorar las intervenciones.
La investigación cualitativa parte de reconocer como legítimo todo saber. Al mismo
tiempo, nos advierte respecto de que lo que consideramos obvio puede no serlo para
nuestros interlocutores; esta advertencia nos ayuda a potenciar la escucha respecto
de qué es lo que concretamente le sucede a la otra persona, en lugar de suponer que
es lo mismo que nos pasa a nosotros.
Recordemos: los abordajes cualitativos implican involucrarse con la vida cotidiana, en
las situaciones, relaciones y problemas que tienen los sujetos a quienes interesa
comprender. Se trata de zambullirse lo más posible en otras realidades para comprender
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

de la manera más abarcativa posible aquello que sucede. Se trata de una comprensión
“desde el interior”. Estas aproximaciones sirven por tanto para acceder a datos que de
otro modo no conseguiríamos, y para “pararse en los zapatos” de sujetos o grupos de
sujetos y describir cómo es la vida desde ese lugar particular. Especialmente, cuando la
definición misma de aquellos sobre los que nos interesa conocer los define en su
carácter particular y no generalizable: en estos casos el objetivo es acercarse en
profundidad a pocos casos, y sólo una estrategia cualitativa puede lograrlo. De este
modo, permiten comprender situaciones que para los equipos de salud resultan
incomprensibles. Sea la demora en consultar o el abandono de tratamientos, sea la
utilización de drogas peligrosas o el regreso a la convivencia con personas violentas, o la
predisposición al consumo de alimentos no saludables. Por lo anterior, posibilitan
comprender las causas no biológicas de las enfermedades y el sufrimiento como
problema de salud no reducible a lo orgánico, al permitir identificar vulnerabilidad y
exposición de modos no perceptibles a través de otros abordajes.
Finalmente, es preciso señalar que los abordajes cualitativos son particularmente
efectivos para abordar temas tabú; es decir, aquellos temas sensibles cuyo abordaje
requiere cautela y sensibilidad, además de respeto, como ser los relativos a violencia,
adicciones, abusos, etcétera. Por ello permiten ver los modos concretos en que factores
de riesgo abstractos y universales se encarnan en situaciones concretas y en sujetos
reales, que es lo que permite comprender cómo operan y pensar soluciones
apropiadas para enfrentarlos.
Por lo dicho podemos concluir que los datos cualitativos proporcionan una
profundidad que los números no llegarían nunca siquiera a rozar, ni a insinuarlo.
También permiten conocer asuntos que resulta imposible, por su propia naturaleza,
abordar en términos cuantificables.
Sintetizando, mencionaremos algunos ejemplos de investigaciones cualitativas:

✓ Las dificultades que encuentran un determinado grupo de personas (ej: quienes tienen
discapacidad motriz, quienes no hablan castellano, quienes habitan en calles de tierra,
etcétera) para acceder a una consulta temprana.
✓ Las estrategias que despliegan grupos de personas (ej: una organización barrial, un
conjunto de estudiantes universitarios, las mujeres a cargo de más de tres hijos,
etcétera) para afrontar los gastos necesarios para su supervivencia a lo largo de un mes.
✓ El modo en que vivieron las inundaciones de la provincia de Buenos Aires las familias
localizadas en áreas semi-rurales; el modo en que experimentaron la inflación del último
año las familias con hijos pequeños; el modo en que vivieron la desocupación de los
últimos años las personas cercanas a la edad de jubilación, etcétera.
✓ Los recuerdos acerca del último censo de población; los recuerdos acerca del último
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

proceso eleccionario; los recuerdos acerca de la instauración de la Asignación Universal


por Hijo, etcétera.
✓ Qué significa hacer un libro de agentes de salud para quienes han tenido padres con
primaria incompleta; qué significa ganar un sueldo por debajo de la línea de pobreza
para quien no ha tenido previamente inconvenientes económicos; qué significa no
poder acceder a un medicamento para una enfermedad rara para quien no ha tenido
antes problemas de salud, etcétera.
✓ Cómo valoran trabajar en salud los distintos miembros de los equipos; cómo se valora
trabajar en una determinada institución para quien posee muchos empleos; cómo
valoran la cercanía geográfica a un establecimiento de salud sus potenciales usuarios,
etcétera.
✓ Cómo es la rutina de un servicio de cuidados paliativos; cómo es la rutina de un servicio
de internación en salud mental; cómo es la rutina de una terapia intensiva pediátrica,
etcétera.
✓ Cómo son los circuitos de administración de medicamentos en un hospital del
conurbano; cuáles son los procesos habituales para obtener un cargo en los centros de
salud municipales; cómo son los recorridos en medios de transporte que realizan los habitantes
del conurbano para trasladarse a sus lugares de trabajo, etcétera.

✓ Cómo son las relaciones de poder y de conflicto en un hospital provincial; cómo son las
relaciones de conflicto y negociación entre dos municipios del conurbano; cómo son las
disputas y la cooperación entre enfermeros pertenecientes a distintos servicios de un
hospital municipal, etcétera.
✓ Cuáles son las condiciones de contratación de personal de enfermería en una región;
cuáles son las trayectorias políticas de quienes ocupan cargos directivos en la gestión
pública; cuáles son las deficiencias de las viviendas de un determinado asentamiento;
etcétera.
✓ Qué tipo de aflicciones a nivel subjetivo produce la situación medioambiental –y
habitualmente es desconsiderada como efecto de ella por lo que no se la incluye en las
denuncias por contaminación; qué tipo de aflicciones a nivel subjetivo provoca el
cuidado de un familiar internado; qué tipo de aflicciones a nivel subjetivo produce recibir
el diagnóstico de una enfermedad terminal, etcétera.

A partir de lo trabajado hasta aquí, los desafiamos a que encuentren otros ejemplos con
que rellenar los “etcétera” de cada uno de los puntos anteriores, y a que prueben
completar cada uno de los puntos con coordenadas concretas en espacio y tiempo
diferentes para comprender cómo quedan las distintas inquietudes. En ese sentido, el
contexto en que estamos produciendo estos materiales, de plena pandemia y
aislamiento social, puede resultar fecundo para encontrar nuevas aplicaciones y
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

desarrollos posibles. Como comentaremos más adelante, flexibilidad y reflexividad se


vuelven atributos clave en este tipo de contextos.

Para finalizar…

En estas páginas hemos buscado resumir y sistematizar lo que la literatura más difundida
acerca de las estrategias cualitativas plantea respecto de las mismas, y hemos hecho
énfasis en algunos aspectos que nos resultan centrales a la luz de lo que muchas veces
encontramos como poco conocido. Hemos buscado también ilustrar lo comentado con
ejemplos provenientes del área de salud, la mayoría de ellos conectados con nuestra
experiencia personal –por lo que, desde ya, hay muchísimos otros.
Para cerrar, creemos importante repetir y subrayar que las estrategias cualitativas
buscan recuperar el punto de vista y las experiencias de las personas. Describir qué
reglas gobiernan su acción, en qué contextos se producen, qué elementos implican.
Comprender sus acciones y sentimientos “desde el interior”: entender en qué contexto
se producen, cuáles pueden ser sus motivos y qué significado tienen para los
involucrados.
Dijimos que las estrategias cualitativas suponen una concepción del mundo social,
dentro de la cual un aspecto básico es que este mundo contiene interpretaciones por
parte de quienes lo habitan y actúan cotidianamente en él (es decir, de todas las
personas). Tales significados son, precisamente, un objeto central de estos abordajes.
Dado que la realidad social consiste en un mundo interpretado por quienes lo habitan,
quien investiga realiza una interpretación sobre aquellas interpretaciones –lo que se
llama “una interpretación de segundo orden”. Quien investiga no accede jamás a “lo que
es”, porque “lo que es” no puede concebirse sin interpretaciones.
A la concepción del conocimiento como históricamente construido, y a la consiguiente
forma de entender la relación entre conocimiento cotidiano y conocimiento científico,
se la denomina “paradigma interpretativo”. Cabe advertir que si bien no todas las
investigaciones cualitativas se ubican en esta perspectiva, es ella la más frecuente. La
propiedad específica de los fenómenos sociales, desde este paradigma, consiste en
estar cargados de significados e intencionalidades por parte de sus protagonistas. Es
por ello que se percibe como necesario comprender qué sentido poseen los eventos
para quienes participan en ellos. Al privilegiar lo subjetivo, las aproximaciones incluyen
los saberes cotidianos. Los métodos y las técnicas buscan acercarse a lo que las personas
sienten, piensan, creen, valoran, imaginan, representan.
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

Junto con lo anterior, las estrategias cualitativas se interesan por el mundo de la vida
cotidiana. Por cómo viven sus rutinas las personas concretas en sus contextos
inmediatos: qué costumbres tienen, qué reglas de acción los orientan, qué motivos
orientan sus decisiones.
Por otra parte, al investigar se accede a una interpretación condicionada, y es
imprescindible dar cuenta de esos condicionamientos. Con “condicionamientos” nos
referimos a cuándo accede, dónde, de qué manera, en base a qué tipo de
concepciones, por qué le interesa conocer eso, con qué relibros cuenta para conocerlo,
y en definitiva quién es aquel que está tratando de conocer algo.
Constituida por una gran diversidad interna, lo cual vuelve un desafío presentarla. No
es raro ver manuales que anuncian qué es y dejan por fuera algunas de sus variantes.
Buscan ver holográficamente la realidad tal cual es, en lugar de abstrayendo rasgos a
modo de variables.
Podemos considerar que flexibilidad y reflexividad son las dos características
principales de una investigación cualitativa rigurosa. Pese a ello, un error frecuente es
creer que estas investigaciones se caracterizan únicamente por la aplicación de ciertas
técnicas.
Finalmente, algunos aspectos clave de la investigación cualitativa tienen que ver con su
carácter de conocimiento sistemático, es decir, científico. En este sentido resulta
imprescindible:

❖ valorar la importancia de la precisión terminológica en cuanto a la delimitación del


objeto de estudio –cada palabra es un concepto, por lo cual no es reemplazable por lo
que desde el sentido común o en otro tipo de actividad sería considerado un sinónimo.
❖ identificar requerimientos investigativos según el problema empírico a fin de realizar
una investigación que brinde resultados útiles y relevantes. Parte fundamental de esto
es dominar el estado del arte en función de investigar sobre aquello que se desconoce.
❖ identificar aspectos centrales del proceso de construcción de un problema de
conocimiento, distinguiéndolo de otros tipos de problemas (de intervención,
básicamente, dada la confusión habitual en el campo de la salud a este respecto).

En el próximo Capítulo abordaremos los enfoques como parte constitutiva de la


construcción del objeto, entendiendo por enfoque el modo en que recortamos la
realidad y nos posicionamos ante ella según nuestros intereses y preocupaciones. De
esta manera buscaremos tanto mostrar diversas opciones al momento de definir la
realización de una investigación social cualitativa en salud, como sistematizar y aclarar
conocimientos previos respecto de estas opciones.
Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

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Capítulo 1. Qué son y qué suponen las estrategias cualitativas de investigación en salud.

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Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

Capítulo 2

Enfoques frecuentes dentro del universo de


investigaciones cualitativas en salud

En este capítulo recuperaremos los principios ya trabajados acerca de las estrategias


cualitativas para adentrarnos en el mundo de lo que denominaremos “enfoques”.
Siguiendo con las advertencias respecto de la vinculación entre ciencias sociales e
investigación cualitativa, señalaremos en este caso que este es el concepto por el que
hemos optado aquí, pero no es el único utilizado para referir a lo que presentaremos.
De hecho, más frecuente es encontrar que se denomina a los que aquí iremos
describiendo como “métodos”. Sin embargo, este término podría asociarse con algo
prescriptivo, parecido a una receta: un procedimiento preestablecido al que es
debido guardar apego. Y nada más distante de lo que buscamos transmitir.
En este capítulo presentaremos una suerte de “anti-clasificación” algunos de los muchos
enfoques posibles. La selección estuvo orientada por la frecuencia en que pueden
encontrarse investigaciones desde esa perspectiva en las propuestas de investigación
cualitativas relacionadas al proceso salud/enfermedad/atención/cuidado, y también por
la frecuencia con que la literatura sobre investigación cuali los refiere.
Dijimos “anti-clasificación” porque lo que describiremos está lejos de presentar las
opciones posibles, y también está lejos de reflejar un sistema de opciones diferenciables.
Por el contrario, como mostraremos, la realidad concreta de la investigación cualitativa
consiste en buscar articulaciones entre enfoques según el interés teórico y los desafíos
de cada problema de conocimiento.
Por lo anterior, nuestra intención es que al finalizar este Capítulo puedan:

• Comprender qué significa el carácter construido de un objeto investigativo

• Valorar la utilidad del concepto de “enfoque” para identificar vacancias y, con


ellas, oportunidades de producir conocimientos novedosos, útiles y relevantes.
• Comprender la apertura a la creatividad implícita en la idea de “enfoque” y la
necesidad de realizar una propuesta con coherencia interna
• Conocer los fundamentos que llevan a optar por uno u otro enfoque, dentro de
las propuestas cualitativas
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

• Disponer de pautas para identificar enfoques en investigaciones ajenas e


identificar necesidades que faciliten la opción en propuestas propias

• Conocer algunos elementos y objetivos propios de los enfoques biográficos,


etnográficos, relacionales, de Teoría Fundamentada, críticos, comunitarios, de
Investigación Acción Participativa (IAP), de género, de análisis del dislibro,
fenomenológicos y de inducción analítica.

Presentación

Como ya hemos mencionado, los abordajes cualitativos se originaron en las ciencias


sociales, y a ellas se deben. Es por esto que, tal como lo subrayamos respecto de lo
epistemológico, tiene mucho peso en estas estrategias la instancia de construcción del
objeto, es decir, la definición del “qué” de la investigación.
Como dijimos en el Capítulo 1, resulta habitual encontrar que se hable de “métodos
cualitativos” haciendo referencia exclusivamente a las técnicas. En realidad, el nombre
de “método” –si bien su utilización no es unívoca- se suele utilizar para hacer referencia
al modo en que son utilizadas y combinadas aquellas técnicas, sobre todo en función
del tipo de abordaje que se pretende realizar y en consonancia con una determinada
propuesta investigativa. Método es aquello que constituye una aproximación
sistemática a ciertos aspectos de la realidad, según los fines que me propongo.
Sin embargo, la finalidad no está determinada por las técnicas, sino al contrario: se
define a partir de cierta perspectiva teórica que señala la importancia de indagar
determinados elementos. ¿Me interesa la historia personal de la gente, o me interesa
cómo se relacionan entre sí? ¿Me interesa la forma en que las instituciones limitan el
accionar humano, o cómo las personas van moldeando las instituciones de las que
forman parte? ¿Me interesa conocer qué implicancias tiene en general trabajar con la
muerte, o qué sucede cuando las muertes son muchas y suceden todas juntas –como en
el caso de las catástrofes o pandemias? ¿Me interesa un evento histórico particular (la
creación de la primera escuela de enfermería), o me interesa un proceso social que tuvo
lugar en el tiempo (la incorporación de mujeres a cargos directivos, por ejemplo)?
Son varios los nombres que se utilizan para esto: método, enfoque, perspectiva, diseño,
teoría. Aquí utilizaremos la denominación de “enfoques”, en la medida en que por el uso
cotidiano la palabra “método” suele asimilarse con una receta –algo completamente
diferente de lo que queremos transmitir. Pero debemos advertir que esta no es la única
denominación posible. Tampoco mencionaremos todos los enfoques existentes, sino
sólo algunos de ellos.
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

En salud estamos muy acostumbrados a que los temas se definan en función de las
enfermedades. Se dice entonces que investigamos sobre enfermedades crónicas, sobre
VIH, sobre cáncer, sobre sarampión, sobre tuberculosis, etcétera. Esta delimitación de
temas tiene una base biológica, y a su vez marca tanto dónde conseguir financiamiento
como las formas en que podremos difundir nuestra investigación –quienes leerán los
resultados, con qué interés, con qué otros investigadores entraremos en diálogo,
etcétera. En investigación social, en cambio, y mucho más aún en investigación
cualitativa, resulta deseable prestar atención a lo artesanal de los abordajes, porque
además del fenómeno bajo estudio, ellos nos hablan de la posibilidad de conocer, y de
los avatares que tienen lugar al intentar conocer determinado objeto.
Por ejemplo, resulta interesante para las ciencias sociales poner en común distintas
investigaciones que pueden referir a eventos biológicos completamente diferentes,
pero que todas tienen en común el que fueron realizadas con especial atención a la
diferencia socialmente construida entre varones y mujeres y al mundo de la
reproducción cotidiana de los cuidados intrafamiliares. Entonces, un enfoque de género
puede ser una manera de delimitar la investigación, además de los datos que ella
permita obtener sobre enfermedades crónicas, sobre VIH, sobre cáncer, sobre
sarampión, sobre tuberculosis, etcétera. En sentido inverso, un problema biológico
puede ser abordado cualitativamente desde distintos enfoques. Todos ellos nos dirán
algo acerca de la perspectiva que las personas tienen sobre el mismo, pero el recort e
será distinto. Así, podremos mirar una enfermedad crónica desde un enfoque de género,
desde un enfoque crítico, desde un enfoque relacional, desde un enfoque
fenomenológico, etcétera. O también, a partir de distintas articulaciones entre ellos.
Los enfoques marcan senderos de investigación según cómo se construyen
teóricamente los objetos, diferenciándose en este movimiento de las formas en que
el sentido común organiza y recorta los temas. No remiten a cuerpos unificados de
conocimiento (como las disciplinas), sino que iluminan determinados aspectos y nos
llevan a hacer ciertas preguntas. Al mismo tiempo, ningún enfoque pretende que a
través suyo pueda agotarse el conocimiento de la realidad existente, sino que se
postulan como una posibilidad, entre muchas otras, de construir conocimiento.
El concepto de “enfoque”, finalmente, debería servirnos para evitar una confusión
habitual de los proyectos en salud: la confusión entre problema empírico, problema de
intervención y problema de conocimiento. El problema empírico siempre es mirado
desde una perspectiva, y es la perspectiva lo que configura la pregunta principal o
problema (y a su vez, los objetivos) de un diseño de investigación. Y los problemas de
intervención son problemas empíricos que nos plantean la necesidad de un cierto
accionar. En investigación, lo que se trata es de producir conocimiento; actuar o no en
función de lo que ese conocimiento permite diagnosticar, ya entra en el campo de lo
político, y excede a lo específico de la investigación. Pero para orientar la acción, es
fundamental visualizar que los datos de que se dispone siempre responden a la
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

perspectiva desde la cual se plantean las preocupaciones.


A diferencia de lo que sucedía con los contenidos presentados en el capítulo 1, que en
general se encuentran dispersos en la literatura, lo escrito respecto de los enfoques es
abundante. En ocasiones esta abundancia puede producir confusión, sobre todo en la
medida en que no es específica de salud. Por lo anterior, trataremos de realizar
descripciones breves, invitando a leer la literatura de referencia en caso de querer
ampliar lo relativo a algún enfoque y también a leer reportes de investigaciones
concretas que retomen una u otra perspectiva, o bien una articulación entre aquellas.

Algunos de los enfoques más frecuentes en el


campo de la salud
Vamos a mencionar algunos de los enfoques más frecuentes en investigaciones
cualitativas en el campo de la salud. Una vez más, resulta necesario señalar que las
denominaciones no están consensuadas: es posible que lo presentado aquí de cierto
modo reciba distintos nombres en diferentes manuales o investigaciones. Por este
mismo motivo, los enfoques que identificaremos no son excluyentes: hay abordajes que
pueden ser clasificados de una u otra forma, indistintamente. Esto se relaciona con el
carácter polémico de las ciencias sociales, siempre abiertas a discusión y revisión.
También, por supuesto, puede haber muchas otras versiones respecto de cuáles serían
los más frecuentes.
El carácter artesanal de la investigación cualitativa hace que siempre puedan
articularse dos o más enfoques o reinventarse, según las necesidades del campo y el
objeto empírico, así como según el fundamento teórico que está en la base de la
construcción del problema.
Pero resulta fundamental señalar que la articulación singular que quiera lograrse
siempre debe guardar coherencia interna. En otras palabras: se pueden tomar múltiples
elementos distintos y combinarlos, siempre que no se elijan elementos que se
contradigan entre sí. Por ejemplo, si me interesa adoptar un enfoque crítico, sería poco
riguroso articularlo con un enfoque comunitario, porque desde el primero lo que se
recorta son las conexiones entre los ámbitos cotidianos y las estructuraciones sociales
de poder o de distribución desigual de relibros, por lo que un determinado territorio
debería ser aprehendido en esos términos en lugar de hacerlo apelando a los valores
compartidos y los mecanismos de solidaridad y ayuda mutua.
Vale finalmente advertir que habitualmente el enfoque suscrito al momento del diseño
persiste a lo largo de la investigación. El carácter flexible de los abordajes cualitativos
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

tiene lugar sosteniendo en buena medida la mirada que originó la pregunta: si bien la
pregunta puede transformarse, y con frecuencia se requiere articular nuevas lecturas
teóricas para la conceptualización de lo que el campo va mostrando y no se había
previsto, las inquietudes que orientan esa búsqueda suelen permanecer. Cabe aclarar
que no se trata de forzar lo encontrado a las teorías previamente conocidas: no es este
sentido que afirmamos lo anterior, sino respecto del tipo de interés por el mundo social
que construye el objeto de estudio particular. No se trata de una regla ni mucho menos,
sino de una regularidad que puede constatarse en los proyectos concretos. Y que en
todo caso, llama a reforzar la atención prestada a los principios de cada enfoque, en la
medida que implican un posicionamiento fuerte desde el cual aprehender la realidad.

Enfoques biográficos
Dentro de la disciplina histórica, fue Edward Thompson (1924-1993) uno de los
historiadores que subrayó la importancia de comprender las vivencias de las personas
comunes para explicar los grandes eventos históricos, marcando un giro importante en
el cúmulo de investigaciones disciplinares. Esta perspectiva se fue consolidando con la
corriente de la historia oral, cuyo interés es recuperar cómo se perciben en la vida
cotidiana, por personas concretas con experiencias singulares, los grandes fenómenos
históricos, construyendo a contrapelo de los libros clásicos una “historia de la gente de
a pie”.

Muchas veces con base en la disciplina histórica, suele existir el interés de acercarse a
los modos en que los grandes eventos o procesos son vivenciados en la vida cotidiana.
¿Cómo fue vivida la catástrofe de Cromagnon por parte de quienes se encontraban
trabajando esa noche en el SAME o de guardia en los hospitales porteños? ¿Cómo afectó
la epidemia de gripe A del 2009 la vida cotidiana de las personas? También, a recuperar
elementos históricos que se han perdido o no se conocen, o bien conocer la pluralidad
y los conflictos que puede existir en torno a sucesos que pueden parecer simples y
evidentes.

Derivado de lo anterior, un interés semejante es conocer la memoria que se guarda de


cierto acontecimiento, o cuánto de él se ha olvidado. ¿Cómo se recuerda hoy en día a la
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

escuela de enfermería fundada por Evita? ¿Qué cosas se desconocen? ¿Cuáles se


conocieron, pero se han ido olvidando? ¿Y quiénes fueron olvidando qué tipo de cosas?
¿Acaso se tiende a confundir a esta escuela con alguna otra, o con alguna otra acción de
la Fundación Eva Perón? ¿Y sobre la gestión de Ramón Carrillo como ministro de salud?
¿Existen recuerdos acerca de enfermedades erradicadas –como la poliomelitis- que
faciliten la realización de campañas de prevención a partir de la voz de vecinos? Cabe
advertir que cada una de estas preguntas se construye desde un marco teórico distinto.
Dentro de este enfoque se incluye la historia de vida. Como su nombre lo indica, consiste
en recopilar la vida de una persona. Puede tratarse de alguien relevante (por ejemplo,
de Mario Testa, referente de la salud pública en Argentina y Latinoamérica) o de
personas que vivieron algún fenómeno que nos interesa conocer en profundidad (por
ejemplo, personas que nacieron intersexuales). Para juntar estos relatos orales del
pasado, se realizan una serie de entrevistas en profundidad con una misma persona. Por
lo general, se acostumbra usar cada encuentro o entrevista para un momento de la vida
del entrevistado (siguiendo el ciclo de vida -por ejemplo “niñez”, “juventud”, “adultez”-
o armando una periodización según el fin de la investigación -por ejemplo “antes de la
guerra”, “durante la guerra”, “después de la guerra”). También se pueden utilizar
documentos, o bien complementar con entrevistas de personas allegadas. Las técnicas
no están restringidas: el foco está puesto en la vida de las personas, y las técnicas se
van eligiendo según vayan apareciendo como útiles para los fines que se van
formulando.
A diferencia de la historia de vida, los “relatos de vida” no están centrados en la biografía
entera de una persona, sino que se enfocan en algún acontecimiento. Por ejemplo, cómo
se percibió/valoró/vivenció/experimentó (según marco teórico de referencia) cierto
evento (por ejemplo, un itinerario diagnóstico, o la apertura de una fábrica
contaminante cerca de la casa).
Los enfoques biográficos pueden comprender, además del relato de los protagonistas,
otra información adicional que puede ser aportada (o no) por los propios informantes
(grabaciones de vídeo, imágenes, cartas privadas, agendas, diarios personales, recortes
de periódico, etc.), o externa (documentos oficiales, periodísticos, históricos), que
ayudan a dar valor histórico a la vida del sujeto, sus palabras y su contexto. También
pueden incluir observación de escenarios y/o actores significativos.
La gran diferencia entre una investigación cualitativa con este enfoque y una biografía –
en el sentido corriente del término- tiene que ver con el carácter sistemático del
abordaje. En una investigación nos va a interesar mucho identificar quién vivenció qué
cosa, más que reconstruir una historia. Esto implica recuperar las palabras, los olvidos,
los recuerdos, y ubicar claramente quién dijo qué cosa, cómo y en qué contexto . No es
lo mismo que algo lo diga un diario, que un hombre que estuvo allí, o una mujer. Hay
una preocupación minuciosa por no atribuir al informante cosas que no haya dicho, ni
interpretaciones que no son suyas. En general, se trabaja a partir del recuerdo (o el
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

olvido): más que buscar con objetividad qué fue lo que sucedió verdaderamente interesa
como aquello fue vivido y percibido. Esto puede también incluir como dato la existencia
de relatos contradictorios entre sí, sin intención de identificar al relato correcto.
Actualmente en salud son muy utilizados conceptos teóricos que, de tanto indagarlos,
fueron adquiriendo carácter de enfoques: trayectorias o itinerarios terapéuticos. En
tanto suele ser bastante utilizado, incluimos en nuestro material obligatorio una
proporción importante de lecturas sobre el mismo.

Enfoques etnográficos
El significado literal de la palabra etnografía es "descripción de los pueblos". La
etnografía surge como enfoque particular de la antropología cultural, cuando los
antropólogos se trasladaban a comunidades alejadas de las propias para vivir en ellas
durante un tiempo más o menos prolongado. Eran investigaciones de tiempo completo:
el investigador se encontraba sumergido en la realidad que quería describir. Un trabajo
fundador de este abordaje fue la etnografía sobre “Las islas Trobiand” (1915) de
Malinowski.

La etnografía surge inicialmente en la investigación de grupos culturalmente


específicos, caracterizados por su diferenciación respecto de la cultura de origen de
quien investiga. Derivado de aquel contexto, una de las formas centrales de la
etnografía era la corresidencia: vivir de manera más o menos prolongada con aquellos
a quienes se investigaba. Esto implicaba aprender las costumbres (comidas,
vestimentas, parentescos, rituales, etcétera), tradiciones, códigos, lógicas y lenguaje
propios de aquel contexto, lo cual se iba sedimentando en registros de campo que
posibilitaban reconstruir aquel modo de vida como una totalidad. La corresidencia
permite una descripción densa y detallada.

Si bien la técnica básica de la etnografía es la observación participante, y una y otra se


suelen considerar equivalentes, es posible problematizar de manera independiente al
enfoque etnográfico. Sobre todo en la actualidad, donde se suele aplicar como parte de
investigaciones que habitualmente no implican trasladarse a vivir a un lugar
completamente diferente. Lo etnográfico consiste entonces básicamente en convertir
a la propia experiencia en parte fundamental de lo investigado . De hecho, es desde
una perspectiva etnográfica que ha surgido la inquietud por resaltar el lugar de quien
investiga y modificar la retórica: en lugar de utilizar el impersonal, propio de la escritura
científica, reportar lo investigado hablando en primera persona.

La inclusión de las experiencias personales como investigador como parte fundamental


de los hallazgos de campo puede incluir, por ejemplo, lo que sucede al gestionar un
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

contacto con un informante clave, al acercarse a él, al entrevistarlo, luego de realizada


la entrevista, o a raíz de la difusión de resultados. Lo central en la etnografía es que la
forma en que los datos recogidos “informalmente” (por ejemplo, en una entrevista al
apagar el grabador, o al dirigirse al lugar en que va a tener lugar una observación)
forma parte fundamental de la investigación. En ocasiones, las etnografías integran
observación y entrevistas a informantes clave. Y cabe recordar lo advertido en nuestro
módulo anterior, respecto de que también es posible encontrar en la literatura una
equivalencia entre “etnografía” e “investigación cualitativa”.

Algunas de las preocupaciones recurrentes de los abordajes etnográficos son las reglas
sociales de interacción, la construcción de “otredad” entre grupos sociales, la inmersión
en grupos sociales diferenciados respecto del origen social del investigador (por ejemplo
gitanos, testigos de jehová, migrantes africanos, etcétera). Todo aquello cruzado, a su
vez, por la preocupación por las reflexiones sobre el acceso a campo; según el marco
teórico, además, aparece la problematización de la propia producción de conocimiento
y del rol del investigador como participante y/o como co-productor del conocimiento.

Dentro del universo de las etnografías, hay autores que han buscado diferenciar ramas,
como la microetnografía, la etnografía procesal, la etnohistoria, la etnografía visual o la
autoetnografía. No resulta de nuestro interés inmediato detenernos en estas variantes,
pero sí señalar que esto es indicativo de la creatividad que puede desplegarse en todo
abordaje cualitativo. Respecto de la última únicamente mencionaremos que ha sido
bastante explorada en salud en base a diarios o registros minuciosos de la experiencia
de vivir con una enfermedad, con las consecuencias de una intervención médica, o de
estar al cuidado de alguien con un problema grave.

Enfoques relacionales
Las características e intereses de los abordajes relacionales fueron descriptos en
profundidad para el campo de la salud por Eduardo Menéndez. Ha sido este autor
(reconocido en nuestro campo principalmente por su conceptualización de lo que
denominó como “Modelo Médico Hegemónico”) quien se ha detenido en conceptualizar
los principios de este enfoque.
Menéndez llama la atención respecto de que toda acción y significado tiene como
referencia ineludible a otro, no tanto en su calidad de individuo sino en tanto grupo o
sector social. No es posible comprender el rol familiar de las mujeres sin ponerlo en
referencia con el rol de los varones; no es posible comprender la perspectiva de los
pacientes sin ponerla en relación con la de los médicos. Esta intención de incluir en las
investigaciones puntos de vista recíprocos, constituidos por su referencia mutua, guía
la recolección empírica. La advertencia teórica tiene que ver con no compartimentar
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

aspectos de la realidad que son consustanciales, es decir, en evitar que la construcción


de un objeto de investigación sea tan artificial que nos impida comprender el modo en
que suceden los fenómenos. En estos casos, se trata de incluir aquellos actores que
resulten significativos para comprender determinado fenómeno: no pueden delimitarse
a priori, sino que dependen del objeto de indagación. Es decir: si me interesa indagar
acerca de la derivación de pacientes, deberé incluir a todos los involucrados en los
procesos de derivación.
A veces no tiene tanto que ver con la recolección empírica, sino con la advertencia de
no esencializar características: por ejemplo, si estoy investigando sobre jóvenes, tener
presente que no es que la juventud posee rasgos propios, sino que siempre implica, para
cada sociedad concreta, una cierta caracterización socialmente construida por
contraposición a otros grupos de edad.
Otra de las aplicaciones propuestas desde un enfoque relacional, según propone el
propio Menéndez, consiste en indagar los itinerarios terapéuticos o “carrera del
paciente” para identificar allí los distintos modelos de atención de padecimientos que
intervienen a lo largo del tiempo, superponiéndose e integrando acciones con fines
incluso contradictorios, evitando de este modo considerar como modo único de
atención al biomédico. Aquí el interés está puesto en cómo se vinculan, articulan,
niegan o tensionan la relación entre sistema de salud y otras realidades cotidianas.
Como puede suponerse, en este enfoque es posible incorporar todo tipo de técnicas,
según el objeto que se desee indagar. Lo central es que la unidad de análisis no será un
sujeto o grupo de sujetos en posición similar, sino siempre una o varias relaciones.

Enfoque de Teoría Fundamentada


A diferencia de la mayoría de los enfoques presentados, elegimos referir a este en
particular en singular (como “enfoque”). Esto es porque, a pesar de las múltiples
apropiaciones y versiones, originalmente esta propuesta posee un sentido unívoco y
responde a los autores que acuñaron el concepto. Y preferimos, además, presentarlo de
este modo, porque es un enfoque poco comprendido, a pesar de que es frecuente
encontrar que buena parte de las propuestas cuali lo refiere. Es que existe una confusión
habitual, por la que esta propuesta específica se cree equivalente a la producción de
conocimiento desde abordajes cualitativos.
“Teoría Fundamentada” es el nombre con que se conoce en castellano a lo que en inglés
-el idioma original en que surge este enfoque- se denomina “Teoría enraizada”
(Grounded Theory). Como dijimos: este es uno de los enfoques más difundidos. Tanto
que en ocasiones llega a confundirse con el conjunto de la investigación cualitativa
misma.
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

Sin embargo, este enfoque tiene un objetivo que lo distingue de otros enfoques
cualitativos: se propone construir teorías de manera inductiva, es decir, generalizar los
resultados de lo encontrado durante el trabajo de campo mediante la
conceptualización. Lo que se busca es una interpretación de lo observado (y no, tal
como en los enfoques etnográficos, por ejemplo, una descripción en profundidad).
Lo que le interesa de las realidades no es su carácter particular, sino desarrollar
categorías emergentes de cada vez un nivel mayor de abstracción. Este propósito busca
recuperar la sensibilidad y creatividad propia de los trabajos cualitativos en campo para
construir teorías provisorias, apegadas a los datos, que luego puedan incluso ser
testeadas a partir de abordajes cuantitativos. No se trata de una generalización
estadística, sino de aprehender características estructurales, que por estar en el centro
de los fenómenos sociales resultan consustanciales a cada una de las situaciones
particulares. El interés por generalizar hace que los resultados estén más alejados de
la recuperación de la voz de los sujetos concretos: esta está presente, no obstante, en
el hecho de que es al integrar y sistematizar estas voces cuando emerge la teoría. Tal
como su nombre lo indica, es una teoría que surge “desde abajo”.
A su vez, el enfoque de Teoría Fundamentada se plantea en base a ciertas operaciones,
que le son consustanciales. Uno de los errores frecuentes en investigación cualitativa en
salud es recortar estas operaciones como si tuvieran un valor en sí mismas, como “modo
correcto” de investigar, en lugar de conectarlas con el objetivo de generar teoría. Una
de estas operaciones es la que denomina “método de comparación constante”, a través
del cual se posibilita afirmar que algo observado singularmente admite ser
generalizado. Dentro de esta modalidad de aproximación al campo es que cobran a su
vez pleno sentido los conceptos de “muestreo teórico” y “saturación teórica”: se trata
de orientar la recolección empírica hacia unidades y compararlas hasta que la
información comience a repetirse. El muestreo teórico selecciona casos o participantes
según vaya necesitando refinar la teoría que se está desarrollando. Es por esto que no
resulta correcto estipular de antemano la cantidad de casos a ser incluidos. Tampoco
hay un plan predeterminado: no se puede determinar a priori el momento en que una
muestra comienza a saturarse. Si bien cualquier técnica puede utilizarse con aquellos
fines, la más recurrente es la observación participante. Una de las dificultades que este
procedimiento trae aparejadas tiene que ver con el permiso de acceso: aquel trabajo
requiere un ingreso a las instituciones que no puede predecirse, y que suele ser
dificultoso.
Se trata de teorizar sobre situaciones o fenómenos concretos, e ir comparándolos con
los que suceden en otros escenarios –por ejemplo, la espera en salud con la espera de
una noticia, para construir teoría sobre el esperar. Así, se va subiendo en términos de
abstracción en la medida en que se incorporan más ámbitos en consideración. No
busca comprobar lo que propone, sino sugerirlo como posibilidad. Esto se logra a partir
de ordenar conceptualmente aquello observado, codificarlo, y compararlo con lo
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

observado en otro ámbito. La codificación es el procedimiento a través del cual se


identifican los conceptos (sea los propios de los actores, o un concepto que se le
aparezca como fecundo al investigador para reunir los datos observados), y se
descubren en ellos dimensiones. Luego se busca poner en relación estos códigos entre
sí, así como sus dimensiones y subdimensiones. Este procedimiento es sumamente
dinámico y creativo; el trabajo de campo, la codificación y el análisis se realizan
simultáneamente, y es esta simultaneidad la que posibilita seleccionar casos nuevos
en función de cuánto ayudarían a refinar o expandir aquel cúmulo de códigos y
relaciones, entendidos como una teoría emergente.
Desde aquí se generan hipótesis, en la medida en que puede considerarse que toda
teoría considerada como provisoria es tal. Es decir, no se parte de supuestos a priori, de
otras investigaciones o de marcos teóricos existentes; esta idea es uno de sus aportes
centrales, dado que obliga al investigador a un descentramiento importante, un olvido
de sus propias categorías, para centrarse en la teoría que emerge del campo.
La teoría resultante puede ser formal (es decir, referida a la sociedad como un todo –
por ejemplo, sobre las respuestas hacia la muerte) o sustantiva (es decir, acerca de una
temática específica –por ejemplo, sobre la forma de reaccionar en nuestras sociedades
contemporáneas a la problemática de las adicciones). Si bien no se basa en sentido
estricto en este enfoque, dado que pertenece a la misma tradición e instituciones y es
mucho más conocido en nuestros ámbitos, puede servir pensar en los desarrollos de
Erving Goffman para entender a qué se apunta. Porque constructos como “institución
total” o “estigma” bien podrían ser desarrollados mediante este enfoque. Se trata de
conceptos que no buscan explicar la totalidad social, pero sí buscan afirmar propiedades
de ciertos fenómenos que trascienden ámbitos y fronteras.
Recuperando lo dicho previamente respecto de la importancia de una propuesta con
coherencia interna, es importante señalar que la inclusión del enfoque de Teoría
Fundamentada debe corresponderse con la intención de desarrollar teoría, y con un
diseño emergente. Un ejemplo que podemos poner al respecto sería el concepto de
“experiencia de enfermedad”, concepto relativamente difundido en el campo de la
investigación cualitativa. Para conceptualizar lo relativo a la experiencia de enfermedad
de manera generalizante, es decir, abstraída de las experiencias singulares, es preciso
relevar puntos en común de experiencias de personas de distintas edades, en distintos
contextos habitacionales, con distintas situaciones socioeconómicas, y desde ya, con
muy variado tipo de enfermedades (agudas, crónicas, invalidantes y no invalidantes, las
que están socialmente estigmatizadas y las que no lo están, etcétera). Vale decir que la
saturación del concepto, validando su carácter común y general, sólo puede darse a
través de un cuidadoso muestreo que vaya comparando qué sucede en cada una de
estas situaciones particulares.
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

Enfoques críticos
Desde estos enfoques se considera que los abordajes cualitativos son particularmente
efectivos cuando la descripción y el análisis de los universos simbólicos de
determinados grupos sociales no son presentados de manera independiente, sino
contextualizándolos en su base material. Es decir, comentando también el acceso
desigual a distinto tipo de relibros (dinero, bienes, servicios, prestigio, visibilidad pública,
acceso al poder político, etcétera) presente tanto al interior de estos grupos, como en
relación con la sociedad mayor en que se encuentran. Esto permite comprender la
acción humana como resultado a la vez de los significados de sus protagonistas y de
los condicionamientos externos (sean o no estos percibidos por los propios sujetos).
Los enfoques críticos habitualmente responden directa o indirectamente a la influencia
teórico-conceptual del materialismo dialéctico, también conocido como marxismo por
haber sido Karl Marx quien desarrollara inicialmente esta propuesta teórica. En cuanto
a la investigación empírica, estos enfoques se orientan en pos de identificar vacíos u
omisiones en lo recogido en campo, que aparecen al contrastar los elementos
singulares con datos estructurales o macrosociales. Las versiones más clásicas de este
enfoque contrastan apreciaciones subjetivas o dislibros situados, con las condiciones
materiales en que emergen aquellos, dando cuenta de aspectos que hacen a la base o
distribución de lo producido socialmente con elementos a los que cabría denominarse
de “superestructurales”. Un supuesto epistemológico fuerte de estos enfoques es la
existencia de datos objetivos irrefutables, que es lo que permite la contraposición: ya no
se trata de una aproximación relativista donde todo tiene igual valor de realidad puesto
que depende de una perspectiva, sino de entender que algunos aspectos del mundo,
mayormente aquellos que condicionan la existencia material de los grupos sociales, son
incuestionables.
Lo silenciado o invisibilizado resulta uno de los temas fundamentales, y para encontrar
eso desde un abordaje cuali es necesario un análisis específico de lo recogido.
Habitualmente esto implica utilizar técnicas de distinto tipo para recoger datos de
diverso nivel. En nuestro país este enfoque fue muy trabajado en la indagación de los
modos de funcionamiento y consecuencias de la dictadura, donde la forma concreta en
que aquella operó no se pone en duda. Dentro de este marco de estudios existen varios
que hacen referencia al funcionamiento de los servicios de salud en aquel contexto.
Asimismo, distintas investigaciones en salud parten de definir escenarios materiales
concretos –como por ejemplo, la falta de presupuesto, o la influencia de la industria
farmacéutica- para luego indagar la percepción respecto de estos hechos. Otro ejemplo
es el análisis de las temáticas abordadas en congresos científicos, identificando cuáles
son los temas que no aparecen en ellos.
Pueden incluirse en este tipo de enfoques las investigaciones orientadas por las teorías
del conflicto –también desprendidas de una perspectiva marxista- que parten de
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

entender que existen siempre intereses contrapuestos y perspectivas plurales acerca de


los fenómenos, por lo que las investigaciones empíricas se orientan a la búsqueda de
desacuerdos, tensiones o diferencias que resultan de –y dan origen a- posiciones
contradictorias en el espacio social. De hecho, es habitual encontrar la inclusión del
concepto en proyectos que surgen discutiendo con visiones establecidas acerca de
distintas prácticas en salud, reservando el concepto de “crítico” para esa revisión.
En salud, resulta habitual que este tipo de enfoques se orienten hacia la indagación de
las determinaciones sociales del proceso salud/enfermedad/atención/cuidado. También
se originan en ellos las investigaciones que tienen por objeto la relación asimétrica que
suele establecerse entre los equipos de salud y los usuarios, en la medida en que tal
asimetría no se debe a características personales de los implicados, sino que obedece al
modo en que socialmente están estructuradas las relaciones de poder.

Enfoques comunitarios
De la mano con distintas vertientes disciplinares, entre las que se puede incluir la
psicología comunitaria tanto como una parte importante de los desarrollos teóricos
desde el Trabajo Social, el concepto de “comunidad” ha ido cobrando un auge cada vez
más fuerte en el campo de la salud. Habitualmente se lo utiliza desde concepciones
vinculadas con la medicina social o salud colectiva. No obstante, si bien en términos de
intervención en salud esto no implica un problema, es preciso señalar que para la
construcción de conocimiento científico el principio de no contradicción, es decir, la
coherencia lógica, es un elemento constitutivo. Por lo anterior, y dado que este es un
error habitual en las investigaciones cualitativas en salud, es preciso señalar qué es lo
específico de los enfoques comunitarios, dado que estos pueden muy bien articularse
con distintos enfoques, pero no con aquellos que parten de una perspectiva de conflicto.
Los enfoques comunitarios han surgido discutiendo con las miradas que invisibilizaban
la acción colectiva y las perspectivas locales. Principalmente amalgamados a las teorías
del desarrollo, específicamente las del desarrollo local, han impuesto en la agenda la
necesidad de conocer y valorar los modos en que las personas se organizan, gestionan
sus necesidades cotidianas, y potencian su accionar en base a la confianza recíproca y
el mutuo entendimiento.
Estos enfoques han ido de la mano con la preocupación política por valorizar el accionar
de personas anónimas en sus contextos cotidianos. Por lo anterior, encuentran en la
investigación cualitativa una herramienta óptima para (re)descubrir aquello que
consideran valioso, y creen conveniente además respetar, potenciar y fortalecer desde
los equipos de salud en sus ámbitos inmediatos y desde las políticas públicas.
Desde un enfoque comunitario, la preocupación investiga consiste en develar las redes
de cooperación y la orientación de reciprocidad que organizan las rutinas de los distintos
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

grupos poblacionales. Sea que se trate de un grupo de pacientes externados, de grupos


de autoayuda de distintas problemáticas o, con bastante mayor frecuencia, de un
determinado barrio o territorio, el concepto de “comunidad” organiza la mirada hacia el
encuentro de aquellos objetivos, valores y creencias compartidas.
Por lo anterior, el concepto de “comunidad” ubica el énfasis de la mirada en lo que
tienen de común distintas personas. Desde este concepto caen por fuera del recorte
todo lo que tenga que ver con lo que diferencia a quienes conforman ese grupo: el
disenso, la desigualdad, la explotación, la imposición y, principalmente, el conflicto.
Cabe advertir que, si bien existen investigaciones cualitativas que logran articular alguno
de estos elementos con la mirada comunitaria, son escasos: lo que mayormente se
advierte es la convivencia de dos planos contradictorios de trabajo en el seno de una
misma investigación.
Se recortan los aspectos en común porque lo que interesa poner de relevancia es la
confianza, lo que en algunos textos se denomina “capital social”. La forma en que los
grupos sociales encuentran puntos de acuerdo que sirven para generar prácticas
ganador-ganador, donde se ven beneficiados por igual los distintos actores involucrados
(mientras que cuando el foco se pone en las relaciones de poder o explotación, desde
una perspectiva de conflicto, cuando alguien se ve beneficiado es debido a que hubo
alguien perjudicado).
Pongamos un ejemplo concreto. Desde un enfoque comunitario, un centro de salud
debería estar preocupado por garantizar el acceso de la población a cargo en un
determinado territorio. Un concepto como “accesibilidad” suele articularse de un modo
coherente con este tipo de enfoques. Ahora bien, si esa es la perspectiva, resulta en
principio contradictorio incorporar en el mismo proyecto el concepto de
“medicalización”, que hace referencia al poderío del modelo biomédico y su expansión
hacia problemáticas que pueden ser consideradas como pertenecientes a otro ámbito
(el educativo, el vincular, el social o el cultural –por ejemplo, en el caso de un niño que
desde una escuela es señalado como con “problemas de conducta”), o bien parte de lo
normal (un duelo, la menopausia, el envejecimiento, o un parto, por ejemplo). Si bien
no es imposible articular ambas perspectivas, es bastante difícil lograrlo. Y esto no
significa –ni mucho menos- que un profesional no pueda adscribir a ambos enfoques. Lo
que significa es que es preferible no forzar esta convivencia entre perspectivas con
principios contradictorios cuando se trata de diseñar un proyecto cuya finalidad es la
construcción de conocimiento científico.
Hasta el momento no se encuentra suficientemente sistematizado lo relativo a la
utilización y alcances del enfoque comunitario en investigación social cualitativa. Más
bien se trata de un enfoque de hecho, derivado de la recuperación de marcos teóricos
forjados con preocupaciones derivadas de la intervención. En este sentido, en ocasiones
se yuxtapone la referencia con la Investigación Acción Participativa, aun cuando esta –
como veremos- posee otras implicancias. En esta línea, para quien se interese por este
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

enfoque sugerimos repasar los desarrollos de Maritza Montero para el campo de la


Psicología Social Comunitaria.

Enfoque de Investigación-Acción-Participativa (IAP)


Para este enfoque hemos optado por conservar el singular, dado que el término fue
acuñado por Orlando Fals Borda (1925-2008) en referencia a un tipo particular de
investigaciones. Cabe advertir, sin embargo, que en la actualidad existe una gran
divergencia entre las investigaciones que se desarrollan bajo esta denominación. Y cabe
advertir, también, que la IAP no es estrictamente una estrategia cualitativa. No obstante,
dado que en general se clasifica de este modo, optamos por incluirla entre nuestras
referencias.
La IAP surge motivada por obtener respuestas participativas, vinculadas a la producción
de conocimiento, ante situaciones problemáticas, con vistas al logro de situaciones más
justas y equitativas. No es una preocupación de este enfoque el carácter científico del
conocimiento, sino los procesos democráticos y la transformación social. El modo en
que se construyen los problemas es parte de esta investigación tanto como la generación
de capacidades para transformarlos. El desarrollo de la IAP viene de la mano con la
motivación para convertirse, en tanto participantes, en propulsores de ese cambio, dado
que se considera que la producción de conocimiento produce involucramiento y
aminora la sensación de desvalimiento y desaliento propio de quienes se encuentran en
una situación de desventaja. La IAP nace preocupada por situaciones de opresión o
desigualdad social, y se propone ser una herramienta con la cual aportar a revertirlas.
La intención es que sean los destinatarios del conocimiento producido –es decir, quienes
se servirán de él a través de su accionar- quienes controlen el proceso. O sea que, a
diferencia del resto de los enfoques, es al mismo tiempo una propuesta investigativa y
de intervención, que se despliega a partir de los saberes prácticos y la reflexión en
sectores populares. ¿Cómo se hace para trabajar en las habilidades de lecto-escritura
cuando los niños llegan a la escuela sin comer? ¿Cómo se atiende a las personas que
llegan con un problema de salud que requiere un medicamento que se encuentra en
faltante? ¿Cómo se negocia con los circuitos de distribución de productos agrícolas
cuando una plaga o una sequía echan a perder buena parte de la cosecha? ¿Cómo se
respeta la autonomía de un paciente cuando éste declara no tener interés en cuidarse?
Poner en común situaciones y estrategias implica buena parte de la producción de
conocimientos que requiere una IAP.
La IAP la lleva adelante un equipo conformado por investigadores profesionales o con
experiencia previa y miembros de los grupos sociales que demandan esta
investigación. Porque para que la IAP sea tal, es preciso que la inquietud se origine al
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

interior de quienes perciben la necesidad de resolver un problema concreto, y buscan


para ello la ayuda de expertos. El equipo técnico será quien ubique a los hechos, datos,
fenómenos, en sus respectivos contextos, donde son resultado y al mismo tiempo causa
de otras situaciones. La mirada profesional es la que tiene en mente un panorama global
de situaciones problemáticas a nivel social ampliado, dentro de la cual cobran sentido
los problemas particulares que se enfrentan. Quien esté formado previamente como
investigador se encarga de conectar lo particular con lo general, brindando elementos
para historizar y contextualizar lo que aparezca, y deberá aportar elementos de análisis
que permitan diferenciar en cada caso lo "deseable", lo "probable" y lo "posible”. Una
vez establecidas las causas, se trata de priorizar aquellas sobre las que se podría
intervenir. Porque el proceso completo de una IAP integra la producción de
conocimientos y la toma de decisiones. Los objetivos se orientan a la acción, y consisten
principalmente en la obtención de información básica para programar acciones
concretas de la manera más conveniente, siempre con acento en los actores y relibros
locales disponibles, y en el respeto a las perspectivas de sus habitantes. Se trata de
producir un conocimiento enriquecido por distintas perspectivas y matices, al tiempo
que se legitima el proceso de programación de un accionar específico.
De tal modo, la IAP pone sobre la mesa problemas propios de la participación, sus
dinámicas particulares y sus dificultades. En tanto la intención es que la participación
sea lo más amplia posible, quienes tienen que conocer los resultados y comprenderlos
para tomar decisiones deberían ser la mayoría de los afectados. Uno de los desafíos
centrales de la IAP es la fuerte diferencia social que suele existir entre investigadores
profesionales y aquellos grupos sociales que, según se propone, deben ser protagonistas
del proceso de construcción de conocimiento y del accionar que le corresponde. Otro
de los desafíos tiene que ver con cómo se gestionan los liderazgos al interior de la
organización en general, y particularmente dentro del equipo involucrado en la IAP.
Dado que los procesos participativos tienen una intencionalidad política, los desafíos
que enfrentan también son políticos, por ejemplo: ¿se debe convocar por igual a
quienes ocupan cargos directivos y a los trabajadores? ¿A varones violentos y a mujeres
víctimas de violencia? ¿A quiénes están de acuerdo con las acciones realizadas desde un
centro de salud y a quienes están en desacuerdo?
Inicialmente dijimos que la IAP no es en sentido estricto un enfoque cualitativo. Esto es
porque dentro de lo mencionado en estos párrafos, no ocupa un lugar central el modo
en que se construyan los datos. Puede tratarse de datos secundarios, de datos
producidos a través de una encuesta, o de sistematizar observaciones o realizar
entrevistas. Lo fundamental es el involucramiento en la toma de decisiones respecto de
qué datos son necesarios, cómo obtenerlos, y cómo interpretarlos. Por otra parte, a
diferencia de la rigurosidad implicada por la idea de conocimiento científico, para los
enfoques de IAP no resulta inconveniente que persistan lagunas o inconsistencias.
Tampoco resulta necesario partir de un relevamiento lo más exhaustivo posible del
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

estado de la cuestión, sino que lo relevado resulte operativo. Al mismo tiempo, en la


búsqueda inicial de conocimiento disponible, es indistinto tomar fuentes periodísticas u
opiniones de expertos o de otro tipo como para conocer el tema al que se quiere
abordar, porque esta búsqueda de información está orientada principalmente a
producir transformaciones sociales. Por ejemplo, para intervenir sobre alimentación
saludable puede ser suficiente con conocer cuál es la alimentación que recomiendan los
especialistas, qué alimentos consume la gente en un barrio según sus edades, y qué
alimentos venden –y a qué precios- los comercios del barrio (advirtiendo que se trata de
un ejemplo: lo verdaderamente suficiente es algo que se definirá durante el propio
proceso, y no puede ser estipulado de antemano). Esto deja por fuera de consideración
cómo se consumen, preparan y conservan los alimentos; qué venden los negocios en
barrios aledaños; por qué un alimento es considerado saludable, etcétera. Y puede ser
suficiente con una definición aproximada, extraída de internet, acerca de la alimentación
saludable, aunque esta no resulte del todo precisa. En cuanto a la toma de decisiones,
parte del conocimiento producido apuntará a que sea lo más consensuada posible.

Enfoques de género
Los enfoques de género reúnen una serie de corrientes distintas (como los feministas o
los queer); también existen modos contrapuestos de ser entendidos. Grosso modo,
puede decirse que “género” suele incluir tanto investigaciones sobre mujeres, como
sobre diversidades o disidencias sexuales, como sobre la relación entre distintos
estereotipos desprendidos de las atribuciones socialmente construidas sobre la
diferencia sexual. En este sentido, existen investigaciones que comparan situaciones
entre mujeres y varones, buscando lo común para esta diferencia en la experiencia
sexuada; investigaciones que indagan sobre mujeres concretas, señalado la diversidad
de experiencias y situaciones y los atravesamientos de otros clivajes (como clase social
o grupo étnico de origen); y las investigaciones que ponen el acento en las disidencias
sexuales, buscando poner en tensión el binarismo. Más recientemente se ha ido
desarrollando una línea específica de estudios sobre masculinidades, tomando lo
relativo al ser varón en su condicionamiento social, en vistas de poner de relieve la
existencia de un modelo de masculinidad hegemónica que no coincide con la totalidad
de las experiencias reales y que oprime también a los varones desde una serie de
mandatos patriarcales.
Cada una de estas formas teóricamente fundadas de concebir lo relativo al género
orienta respecto de qué problemas resultan de interés y qué elementos empíricos es
preciso recabar. En general parten de un marco teórico que orienta la indagación en
términos de construcción del objeto, y que no interesa poner en cuestión; la recolección
empírica habitualmente se funda en mostrar cómo ese marco opera en situaciones
particulares y concretas. Inicialmente los estudios basados en este tipo de enfoques se
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

ocuparon de documentar la diversidad de situaciones en función de mostrar cómo lo


atribuido a uno u otro sexo, o a una u otra orientación sexual, no eran algo natural sino
condicionado social y culturalmente, y por tanto pasible de ser modificado.
La desigualdad de trayectorias y oportunidades según sexo, género u orientación sexual
suele ser el elemento central en estas investigaciones, al igual que tomar como punto
de partida que estas desigualdades son históricas y socialmente construidas, por lo que
la realización de aportes para la transformación social en estos sentidos es también una
de las preocupaciones centrales de estos enfoques.
En salud, el enfoque de género ha sido muy utilizado en referencia a las oportunidades
de influir en el campo concreto de las instituciones. Dado lo que denomina “techo de
cristal” (la desigualdad de oportunidades para ocupar posiciones de poder, tanto en
establecimientos como en la gestión pública y en los órganos de representación
sindical), este enfoque parte de la subrepresentación de las miradas y necesidades de
mujeres al momento de la toma de decisiones. Por otra parte, también se ha
documentado cómo las investigaciones clínicas han tomado como sujetos de
investigación mayormente a varones, o bien han desconsiderado la particularidad de
mujeres y disidencias sexuales, por lo que muchas de las generalizaciones y
recomendaciones consisten en la traspolación de situaciones particulares, conocidas en
varones, a universos diferentes en los que su impacto no es en términos de mejora de
la salud.
En línea con lo anterior, debemos señalar que los enfoques de género han sobrepasado
lo relativo a los hallazgos de las investigaciones científicas, para relevar las condiciones
sociales en que se produce ciencia. En este sentido, han echado luz respecto de la
composición de evaluadores, formadores, equipos de investigación, señalando el
carácter masculinizado de la producción científica. Algo que hace a las preocupaciones
que entran en agenda, al modo en que lo hacen, y a las estrategias empíricas
concomitantes.
Buscando revertir aquella falta de identificación de problemas a lo largo del proceso
salud-enfermedad-atención-cuidados, los enfoques de género han permitido la
instalación de una serie de temáticas que han ido ganando cada vez más espacio. En
primer lugar, debemos mencionar lo relativo a la interrupción voluntaria del embarazo,
relevando el impacto de la clandestinización de esta práctica. En segundo lugar se
encuentra lo relativo a violencias (doméstica o sexual, mayormente). Luego también han
surgido estudios, aunque con menos frecuencia, sobre diversidades sexogenéricas y más
reciente sobre masculinidades, así como sobre el trabajo sexual o la situación de
prostitución (según la perspectiva adoptada se opta por uno u otro término). Un tipo de
estudios muy frecuente en otros campos pero que recién recientemente está
ingresando al campo de la salud son los estudios sobre cuidado: de manera incipiente
se están desarrollando investigaciones empíricas que cuestionan la responsabilización
exclusiva de las mujeres respecto de este tipo de tareas (práctica muy habitual en salud,
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

donde el sujeto por excelencia del cuidado en las unidades domésticas son las mujeres,
y así son interpeladas por los servicios de salud). También se han abordado las
características de ocupaciones altamente feminizadas, tomando en consideración los
estereotipos sociales que las orientan —por ejemplo, en lo relativo a la enfermería. Cabe
advertir, de la mano de aquello, que no necesariamente se trata de estrategias
cualitativas las que trabajan desde este enfoque ni las que han acompañado esta
entrada en agenda.
Finalmente, cabe advertir la diversidad de usos del concepto de “género”. Este es un
concepto trabajado por las ciencias sociales, y ha sido frecuente encontrar que en su
divulgación, ha sido tomado como equivalente del concepto de “sexo”, sólo que en una
utilización políticamente correcta. Es frecuente encontrar este tipo de errores en
investigaciones en salud; de hecho, en investigación cuantitativa es habitual encontrar
que se ha modificado el nombre de la variable para hacer referencia a la condición
biológica (lo mismo que sucede en estadísticas de servicios y programas). Esto puede
producir confusión respecto de la utilización o no del enfoque que estamos
mencionando. Porque hacer una investigación acerca de mujeres no equivale a adoptar
un enfoque de género. Un ejemplo es en lo relativo a la preocupación por la situación
de bebés y niños: mientras desde un abordaje empírico sin perspectiva género se tiende
a naturalizar la responsabilidad exclusiva de las mujeres de este cuidado y pueden
realizarse estudios acerca del cuidado infantil que incluyan como participantes
exclusivamente a mujeres, desde un abordaje empírico que sí parte del enfoque de
género el punto de partida será problematizar esa naturalización —así, el campo
empírico puede ser equivalente, pero serán otros los resultados.

Enfoques de análisis del dislibro


La denominación inicial de este enfoque deriva de la recuperación de los aportes que la
lingüística como disciplina ha ido desarrollando a partir de la propuesta inicial de
Ferdinand de Saussure. Esta sentó el punto de partida para la comprensión de la lengua
como algo vivo y dinámico a lo que sólo puede accederse a través de los hablantes,
diferente de las estructuras rígidas de la corrección gramatical. A partir de ese quiebre,
el denominado significativamente “giro lingüístico” en las ciencias sociales se fue
haciendo eco, de distintos modos y a partir de distintas preocupaciones teórico-
metodológicas, de distintos aspectos implicados en el habla, en el dislibro escrito, en
elementos propios de la espontaneidad de la comunicación oral o bien en marcas
discernibles en documentos considerados oficiales por alguna institución o actor social.
Las confusiones respecto de este rótulo son habituales. Es que, dicho lo anterior,
debemos señalar que la denominación de “análisis del dislibro” puede corresponderse
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

con una variedad muy amplia de enfoques y abordajes, y admite múltiples modos de ser
comprendida. De hecho, a contrapelo de lo que muchas veces se piensa, “dislibro”
también puede ser un término utilizado al referir a la investigación visual, acerca de
imágenes. Siendo un mundo tan plural, cabe advertir, su mera declaración no es
suficiente para comunicar cuál es el enfoque específico al que se apela en la construcción
de un determinado problema. Por otra parte, cabe advertir que la preocupación por el
contexto en que algo se dice y el modo en que es dicho es habitualmente consustancial
a los abordajes cualitativos de todo tipo, lo cual no hace más que enfatizar el carácter
vago de comprender al análisis del dislibro como si se tratara de un enfoque específico.
Sumado a lo anterior, el nombre deja habitualmente la sensación de que se tratara de
un modo de analizar los datos, secuencialmente distinto o posterior al momento del
diseño, independiente. Mientras que, contrariamente, se trata de una perspectiva que
hace a la construcción del objeto.
Decepcionando posiblemente a los lectores, diremos que este enfoque es casi
omnipresente, y que requiere aclaración específica qué lugar definamos otorgar a los
fenómenos discursivos en el abordaje teórico y empírico de lo que nos interesa indagar.
Por ejemplo, podemos estar interesados en los circuitos comunicacionales de
determinada organización; en los escritos e imágenes producidos en el marco de
determinada campaña de publicidad; en el modo de tomar la palabra, dar la palabra, o
escuchar dentro de determinados roles sociales (habitualmente,
profesionales/pacientes); en lo no dicho u omitido en relatos orales sobre fenómenos
históricos; en la modalidad diferencial de habla a lo largo de distintos grupos sociales
(por ejemplo, el modo en que se refiere a determinada enfermedad); en la
especificación de connotaciones de ciertas temáticas desencadenadas mediante la
realización de entrevistas a determinados informantes clave; en la organización interna
de una determinada secuencia discursiva; en las polarizaciones, contraposiciones o
antagonismos configurados en y a través del dislibro; en la relación entre texto y
contexto en determinados escenarios, entre muchas otras posibilidades.

Enfoques fenomenológicos
La fenomenología fue primero una corriente filosófica y luego, a partir de la influencia
de aquella, una perspectiva teórica en ciencias sociales, que señala la importancia de
estudiar los fenómenos sociales desde la perspectiva de los sujetos. Esto, desde ya,
guarda muchísima afinidad con la propia propuesta global de los abordajes cualitativos.
Sin embargo, el objeto de estudio suele ser específico en estos casos, sobre todo porque
sigue una determinada tradición intelectual e investigativa, por lo que se trata de
estudios que van basándose unos en otros, y discutiendo entre sí. Dicho lo anterior, es
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

preciso subrayar que estamos tomando la acepción de “fenomenología” propia de las


ciencias sociales, porque este concepto ha sido utilizado en otros sentidos y para
describir otro tipo de fenómenos en el campo disciplinar de la psicología.
Este enfoque, con esta denominación, se origina en Chicago (Estados Unidos) un grupo
de sociólogos que trabajaron en la Universidad de Chicago entre 1910 y 1940 (los cuales
son conocidos, precisamente, como “Escuela de Chicago”). Ellos propusieron estudiar la
vida cotidiana de las personas en las sociedades urbanas, haciendo hincapié
principalmente en aquellas personas que por una u otra razón admitían ser calificadas
como “marginales” (drogadictos, personas internadas por motivos de salud mental,
prostitutas, etcétera). Algo fundamental a relevar para ellos fue la intencionalidad que
orientaba las acciones, a fin de comprender el carácter racional –orientado por
razones- de aquellos comportamientos que para la sociedad oficial resultaban
irracionales. La intencionalidad, en este sentido, no es entendida como un evento
psíquico sino como algo construido por las categorías del lenguaje, lo cual implica formas
de vida. La comprensión de las acciones y la comprensión del lenguaje van, en este
sentido, de la mano. Y también la comprensión de la sociabilidad, puesto que las
personas somos, en esencia, seres que nos definimos en y a través de la interacción. Es
mediante la interacción (o mejor dicho, mediante las múltiples interacciones concretas
en que participamos desde el momento en que venimos al mundo) que los distintos
objetos y fenómenos del mundo que nos rodea cobran ciertos sentidos específicos.
Desde la sociología, parte central de los marcos fenomenológicos se emparentan con el
constructivismo social, dada la amplia difusión que han logrado los trabajos de Peter
Berger (1929-2017) y Thomas Luckmann (1927-2016). No obstante, ha sido Alfred Schütz
(1899-1959) quien ha echado las bases más sólidas para las concepciones
fenomenológicas del mundo social. De hecho, el concepto de “realidad social” que aquí
estamos utilizando remite a sus desarrollos: se considera real aquello a lo cual los sujetos
consideran real, y según lo cual orientan sus acciones. No se trata necesariamente de
una realidad en el sentido positivista del término, ni requiere ser observable. Por
ejemplo, si hay un grupo social que teme cierto desorden físico provocado por entes
invisibles y organiza en función de eso sus rutinas, esto será parte de la realidad social.
O si un grupo profesional limita la atención prestada a cierto padecimiento porque lo
supone poco prevalente (aunque esto no sea así) o porque cree que no forma parte de
sus incumbencias, será necesario incorporar estas concepciones a los hallazgos para que
cobren sentido. En otras palabras, desde una perspectiva fenomenológica lo central es
el modo en que perciben y organizan su realidad cotidiana las personas. La búsqueda es
comprender esta perspectiva. Para el proceso salud/enfermedad/atención/cuidado,
estos puntos de partida se vuelven centrales.
Desde los enfoques fenomenológicos la intención central es describir conductas
observadas y dislibros empleados; no importa tanto organizar conceptualmente o
interpretar lo que sucede. sino que el investigador debe salirse lo más posible de sí
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

mismo para relevar cómo viven los otros.


Hay quienes consideran como sinónimos a los enfoques etnográficos y
fenomenológicos, y quienes consideran que se trata de dos aproximaciones
completamente distintas, o al menos, con distintos supuestos e implicancias.
Podríamos incluir dentro de este tipo de enfoques (así como también podríamos
considerarlos separadamente, como enfoques independientes) al interaccionismo
simbólico y la etnometodología. En ambos casos se trata de investigaciones surgidas en
base a marcos teóricos específicos, propuestos inicialmente desde la sociología. En el
primero de los casos se trata de describir en profundidad el significado que
determinados eventos o fenómenos van adquiriendo en función de la interacción social;
el etiquetamiento de determinadas situaciones, que genera una suerte de profecía
autocumplida, es parte fundamental de los intereses de este enfoque; se trata de relevar
cómo las interpretaciones se van generando y reforzando, construyendo realidades. En
el segundo de los casos el interés está puesto en el modo en que se negocian las reglas
que estructuran los intercambios cotidianos; considerando que toda regla –incluida la
de cuán apropiado es cierto concepto para denominar a un fenómeno- es de carácter
general mientras que cada evento es singular, la etnometodología busca describir y
comprender cómo se produce la apropiación entre estos dos niveles por parte de sujetos
que siempre son considerados competentes en la construcción del mundo que los rodea
a partir de la clasificación y el consenso que de esta actividad interpretativa resulta. Las
reglas se negocian, en la aplicación de sentencias abstractas a situaciones concretas que
nunca son idénticas, dado que siempre tienen atributos singulares. En ambos casos se
entiende la acción humana como práctica socialmente organizada en base a la
comprensibilidad que los sujetos les otorgan. Por poner un ejemplo: denominar a
veintidós personas que se disputan una pelota como “partido de fútbol” implica señalar
un conjunto de reglas, contextos y sentidos que aquel deporte posee.

Enfoque de Inducción Analítica


Para el caso de este enfoque, tal como lo hemos hecho para la Teoría Fundamentada,
hemos reservado el singular. Nuevamente, esto se debe a su carácter de propuesta
específica con nombres particulares –inicialmente, el de Florian Znaniecki (1882-1958)-
tal vez más cercana a la idea de “método” que aquí buscamos problematizar. Y que, a
diferencia de lo que proponen los manuales, no ha tenido demasiada resonancia en la
investigación social concreta en salud. Es que los manuales de metodología que nos
llegan no siempre se han producido en estas latitudes, y mayormente tienen como
destinatarios a lectores provenientes de las ciencias sociales. Por lo anterior, es habitual
que incorporen referencias a enfoques que han sido significativos en la historia de
algunas disciplinas específicas (en este caso, principalmente de la sociología). Por eso
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

hemos elegido hacer una breve mención a este enfoque, presente en diversos
materiales sobre metodología cualitativa, para contribuir a zanjar la dificultad implicada
por encontrarlos en formatos retóricos un tanto ajenos al campo de la salud.
Yendo a lo específico de la inducción analítica, este enfoque propone acercarse al
trabajo de campo con la intención de contrastar hipótesis previamente construidas, a
fin de verificarlas o rechazarlas (debiendo en este caso reformularlas con un nivel mayor
de apropiación). La recolección empírica de datos cualitativos se orienta en esta
búsqueda de evidencias. Al igual que la Teoría Fundamentada, la principal preocupación
de este enfoque consiste en obtener teorías de mediano alcance.
Este enfoque resulta análogo a la propuesta investigativa de Karl Popper: a través de un
abordaje cualitativo se trata de buscar activamente casos negativos, mediante
informantes o escenarios que permitan inducir aquellos datos necesarios. El primer paso
es, a partir de la literatura previamente disponible, realizar una descripción provisional
del fenómeno que se desea explicar. De esta descripción se deduce una hipótesis
explicativa, y se pasa a seleccionar un caso para ver en qué medida aquella conjetura
coincide con lo encontrado. La búsqueda activa de casos que rechacen la hipótesis
permite cierta rapidez y efectividad en el método: si se buscaran casos que validen lo
conjeturado, podría tardarse muchísimo tiempo en aceptar la hipótesis o realizarle los
ajustes necesarios. En cambio, al seleccionar casos que probablemente la rechacen, es
mucho más acelerado el proceso de reformulación. Esto obliga a precisar las teorías
generadas una y otra vez, en contraste con las realidades concretas. De esta manera la
realidad es utilizada de manera inductiva, para realizar todos los ajustes necesarios a
una proposición universal o generalizable.
No es que no haya estudios en salud con el enfoque de inducción analítica, sino que
requieren un cierto dominio de marcos teóricos que no son los más frecuentes entre los
equipos interdisciplinares que suelen encarar parte importante de los equipos de salud.
También cabría conjeturar que las preocupaciones teóricas que los orientan no resultan
tan coincidentes con las predominantes en los actores que organizan la producción
investigativa, sea en términos de colectivos profesionales o en órganos financiadores.
Finalmente, otra conjetura que podría hacerse es que este enfoque ha logrado cierta
trascendencia por la originalidad de su propuesta y por hacer referencia principalmente
a la instancia de análisis de los datos (una etapa que suele ser menos conocida que la
relativa a la producción concreta de los mismos, dada la gran divulgación que ha tenido
lo relativo a las técnicas cualitativas). Lo cierto es que lo mencionamos porque suele
estar incluido en los manuales, y a veces al no resultar claro que se trata de un enfoque,
se suele pensar como equivalente de la investigación cualitativa en su conjunto.
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

Para finalizar…

En estas páginas hemos querido transmitir el concepto de “enfoque” como modo de


comprender aquello que puede asumir distintas denominaciones: perspectiva,
metodología, método, entre otras. Nos ha interesado enfatizar en que los enfoques son
parte constitutiva de la construcción de objeto y que, de manera recíproca, la idea de
que el objeto de investigación se construye tiene que ver con que podemos optar por
una serie de enfoques o una combinatoria de ellos diferente para cada investigación que
nos propongamos. A su vez, nos preocupó señalar que aquella opción surge en diálogo
con el conocimiento previamente disponible: que un determinado objeto de
conocimiento no haya sido abordado con anterioridad significa, para una investigación
cualitativa, que determinado recorte empírico no ha sido mirado anteriormente desde
determinada perspectiva. Esto implica la relación directa entre punto de observación,
bagaje teórico-conceptual, y conocimiento resultante.
Junto con lo anterior, hemos descrito brevemente los enfoques más habituales en salud
poniendo a disposición, junto con aquello, bibliografía específica de carácter
ampliatorio, en función de que puedan optar por profundizar aquel/los enfoque/s que
despertaran mayor interés. Hemos creído que esto resulta de utilidad tanto para una
evaluación crítica de los enfoques utilizados para investigaciones ajenas como para
tomar decisiones en diseños propios. Desde esta inquietud, hemos presentado
sucintamente características y preocupaciones recurrentes de los enfoques biográficos,
etnográficos, relacionales, de Teoría Fundamentada, críticos, comunitarios, de
Investigación Acción Participativa (IAP), de género, de análisis del dislibro,
fenomenológicos y de inducción analítica, señalando tanto la diversidad como la
existencia de modelos canónicos, según el caso. A su vez, el concepto de “enfoque”
plantea una oportunidad fecunda de encuentro y discusión entre perspectivas
similares que aborden objetos empíricos diferentes (y, además, distantes entre sí),
incluso por fuera del campo de la salud.
A partir de lo expuesto, esperamos tanto que haya quedado clara la pluralidad del
universo de investigación social cualitativa como el hecho de que en este campo de
prácticas —a diferencia de lo que sucede en los abordajes cuantitativos— no se trata de
seleccionar un formato preestablecido sino de construir una mirada singular en
consonancia con el objeto a indagar. Dado que las miradas son singulares, un mismo
objeto empírico admite infinidad de vacancias. Resulta de interés enfatizar lo anterior,
dado que en el campo de la investigación social en salud, pese a aquello, es frecuente
encontrar que una y otra vez se elige el mismo objeto empírico y se lo aborda desde un
idéntico enfoque, desarrollando investigaciones que insumen tiempo y relibros pero que
no producen conocimiento novedoso.
Los enfoques o “métodos” guardan una estrecha relación con las preocupaciones que
Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

se desprenden de las teorías que los orientan, y que son diferentes de las técnicas que
los componen. Postulándolos como elemento transversal al diseño y determinante del
empleo de las técnicas, el interés de este capítulo también ha sido insistir en la diferencia
mencionada en el Capítulo 1: investigación cualitativa no equivale a la aplicación de
determinadas técnicas. Los abordajes cualitativos están informados por ciertas
preocupaciones y modos de entender al mundo que ciertamente las trascienden.
Lo presentado arriba no pretende ser una clasificación de lo existente, en tanto no es ni
exhaustiva ni excluyente. Se trata sólo de la mención de algunos ejemplos de enfoques
utilizados recurrentemente en la actualidad para investigaciones cualitativas en el
campo de la salud. No incluyen todas las posibilidades (no sería posible hacerlo: debido
al propio carácter de la investigación cualitativa, dado que son infinitas), ni pretende
sólo abordar aquellos enfoques que no se solapan entre sí. Nada de lo presentado tiene
límites claros. De tal manera, podríamos incluso decir que este capítulo comparte una
serie de anti-clasificación de enfoques.
Todos los enfoques mencionados implican posicionamientos políticos, ideológicos, o
interés por ciertas teorías. Optar por uno de ellos colabora con la explicitación de
supuestos, permitiendo identificar qué puntos de partida tenemos, para evitar que
confundamos lo que pensábamos de antemano con lo que encontramos en campo.
Ahora sí, presentados los enfoques y el carácter construido de los objetos de indagación
(a los que no se considera equivalentes de los objetos empíricos), cabe abordar lo
relativo al modo concreto en que se realiza trabajo de campo en las investigaciones
cualitativas. Esto lo haremos comentando las distintas técnicas, junto con sus alcances y
limitaciones respectivas. De tal manera, en el próximo Capítulo, finalizaremos este
recorrido inicial en torno de los abordajes cualitativos en el campo de la salud.

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Capítulo 2. Enfoques frecuentes dentro del universo de investigaciones cualitativas en salud.

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Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

Capítulo 3
Técnicas de construcción de datos en abordajes
cualitativos

Hemos secuenciado los contenidos de este libro de modo tal de presentar (recién) en
nuestro tercer capítulo las técnicas, con el propósito de disipar una confusión habitual:
la que supone que el empleo de alguna de las técnicas que aquí comentaremos define
el carácter cualitativo de una determinada estrategia. Al respecto, debemos explicitar
que el objetivo de este capítulo es ofrecer un acercamiento a las técnicas propias de las
estrategias cualitativas enfatizando la importancia de un uso reflexivo y flexible de las
mismas.
Por lo anterior, la intención de este último capítulo es que al concluirlo sean capaces de:

• Comprender a las distintas técnicas como elementos creativos supeditados a la


(re)definición de unidades de análisis, de observación, y del concepto de “campo”
• Conocer las características básicas de las técnicas basadas en el acto de preguntar,
identificando desafíos comunes y oportunidades.
• Conocer las características básicas de las técnicas basadas en el uso de registros,
identificando desafíos comunes y oportunidades
• Comprender el concepto de “documento” en su amplitud constitutiva, identificando
desafíos y oportunidades de su incorporación en el marco de un abordaje cualitativo
• Problematizar la propia inserción de quien investiga en la propuesta (sea propia o ajena),
atendiendo a las particularidades del proceso salud/enfermedad/atención/cuidado
• Valorar la utilización reflexiva y flexible de las distintas técnicas presentadas en el marco
de toda estrategia cualitativa de producción de datos

Dado el objeto de este capítulo, incluirá muchos más ejemplos prácticos que los
anteriores. Esperamos que puedan resultarles de utilidad no sólo para la investigación
cualitativa, sino también para repensar el carácter de la información y la comunicación
en los encuentros cotidianos y, específicamente, en lo relativo al proceso salud-
enfermedad-atención-cuidados.
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

Presentación

Tal como hemos venido subrayando, la investigación cualitativa tiene un carácter


profundamente artesanal: se adapta a lo largo de su ejecución a lo que va encontrando
en terreno. Es decir, parte de estar atenta a lo que se va necesitando particularmente
en cada ocasión y en cada caso. Por ello es un error confundirla con sus técnicas: estas
pueden ser reapropiadas, utilizadas de manera diferente, y no resulta conveniente
confundir las técnicas que inicialmente son propuestas en los diseños de investigación
con los abordajes que efectivamente se terminen realizando. Lo fundamental, como
no existen recetas, es que cada decisión al respecto sea minuciosamente justificada.
En este capítulo vamos a recorrer algunas de las técnicas más comunes de investigación
cualitativa, subrayando que se trata de sugerencias para orientar la acción, pero que
el modo específico en que cada una se lleva adelante debe ser definido para cada
investigación específica.
Cabe advertir que en la literatura al respecto pueden encontrarse otras formas de referir
a estas técnicas, u otros agrupamientos de las mismas. A fines expositivos, dado que esta
clasificación nos permite enfatizar oportunidades y desafíos transversales, hemos
elegido agruparlas del siguiente modo:
• Técnicas “artificiales” basadas en el acto de preguntar.
• Técnicas “naturales” basadas en el uso de registros.
• Técnicas donde el objeto no se ve afectado por quien investiga.

Esta clasificación nos permitirá comprender las particularidades de las técnicas más
habituales que son:

Entrevistas en profundidad.
Grupos de discusión (entrevistas colectivas/talleres).
Observación (no participante y participante).
Análisis de documentos.

Es importante tener presente que las técnicas son sólo una parte de las estrategias cuali,
porque lo fundamental es cómo son aprovechadas. Por esto, luego de describirlas,
volveremos a lo señalado en el Capítulo 1 acerca de la reflexividad y la flexibilidad.
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

Técnicas “artificiales” basadas en el acto de


preguntar

Estas técnicas tienen en común el armado de un dispositivo dentro del cual obtener
información a partir de la realización de preguntas. La artificialidad de este dispositivo
consiste, en primer lugar, en la falta de reciprocidad entre quien/es habla/n y quien/es
escucha/n. Los roles no circulan ni son intercambiables. Si bien muchas veces se habla
de “diálogo” para hacer referencia a estos casos, es importante advertir que mientras
esa palabra puede sugerir reciprocidad y horizontalidad, así como una idea de fluidez
propia de la vida cotidiana, estos dispositivos no se corresponden con tales principios.
Por un lado, porque quien está interesado en obtener información es quien investiga,
en base a fines que le son propios (una entrega para la facultad, un trabajo por el que
le pagan, etcétera), y que cuenta con la posibilidad de no exponer nada acerca de su
vida, sus experiencias, sus opiniones, ni nada parecido. En otras palabras: es quien saca
el principal rédito del encuentro, y no se expone en lo personal. En cambio, quien
accede a responder las preguntas que se le realizan está colaborando con la
investigación, y no obtiene en principio ningún beneficio directo de ella. Si bien es
cierto que puede resultar agradable sentirse escuchado, y que puede llevar a dar nuevos
sentidos a eventos que han sucedido, o que también puede ser incluso terapéutico el
expresarse, la intención de quien responde es personal, y sus desenlaces no están fijados
ni forman parte de la investigación.
En segundo lugar, para que la palabra fluya se convoca a un encuentro específico, con
sus propias reglas, en un espacio y tiempo diferentes del de la vida cotidiana. Esto
implica que debe ser planeado con antelación, al tiempo que debe convertirse en objeto
de reflexividad, considerando las características de este entorno artificial en tanto
condicionantes de los dislibros obtenidos. Para ejemplificar lo anterior, no es lo mismo
lo que se dice estando en la propia casa, rodeado de familiares, que sentado en un bar,
que en un aula de la universidad. No sólo porque cambia lo que se considera correcto o
incorrecto, sino porque además cada uno de estos espacios implican una atención
distinta, y condicionan qué se evoca al recordar ciertos acontecimientos o experiencias.
Por lo anterior, lo dicho en el marco de una entrevista también referirá que es lo que
quien ocupa el lugar de entrevistado sabe o cree respecto de qué se espera de él, así
como de sus experiencias previas en situaciones a las que considere análoga. En salud,
es importante remarcar esto, puesto que si quien investiga es parte del equipo de
atención, lo comentado en el marco de una entrevista no puede interpretarse fuera de
este contexto, ni resulta válido suponerlo reflejo de lo que sucede o equivalente a lo que
se hubiera dicho en cualquier otra ocasión.
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

Sumado a lo anterior, las técnicas basadas en el acto de preguntar, al provocar lo que se


dice, convocan precauciones que tienen por finalidad evitar la realización de preguntas
sesgadas (es decir, que contengan su propia respuesta o bien que tiendan a provocar
que se responda de determinadas formas y no de otras). La reflexividad también debe
considerar el modo en que se fue preguntando como condicionante de las respuestas:
en los términos utilizados, en el orden que se fue dando a las preguntas y a los temas,
entre otros.
A diferencia de lo que sucede en los abordajes cuantitativos, no hay un interés en
comparar las respuestas. Por eso no se supone que todos los sujetos deban contestar a
las mismas preguntas, sino por el contrario: la idea es ir adaptando qué se pregunta y
cómo a la situación y al destinatario. Porque, fundamentalmente, la intención es poder
obtener información en profundidad de cada uno de los sujetos a quienes les realizamos
las preguntas -algo imposible de lograr en las aproximaciones estructuradas. En las
técnicas basadas en el preguntar, la flexibilidad, no sólo entre encuentros o sujetos, sino
al interior mismo de cada situación, es una virtud fundamental. Por ejemplo, si
empezamos una entrevista hablando de la “lactancia” y luego escuchamos que el modo
en que las entrevistadas hacen referencia a esta práctica es hablando de “dar la teta”,
lo que más va a ayudar a desplegar el hilo de pensamiento y a que se sientan cómodas
es recuperar ese mismo término, en reemplazo del inicialmente utilizado.
Como lo que interesa es la profundidad de lo que se va diciendo, hay que evitar las
preguntas que se pueden responder con “si” “no”, “bien”, “mal”. Pensemos qué tipo de
diálogos entablamos cuando nos queda la sensación de que sólo nos comunicamos por
cortesía... Bueno: las preguntas que tenemos que evitar son justamente las que se
pueden contestar así.
Cabe advertir que mientras que en las aproximaciones estructuradas se busca formular
del mejor modo posible la pregunta y opciones de respuesta para que esta última sea
comparable, esa misma forma de preguntar al interior de una aproximación cuali se
considera mal formulada. Es decir, es un error incluir preguntas que sólo obtendrán una
respuesta simple, porque lo que se busca es incentivar la producción de relatos.
Por este motivo, en los abordajes cuali lo importante es que la palabra la tenga el
mayor tiempo posible el sujeto que colabora con la investigación, y no quien investiga.
Sólo si nos sirve tener algún dato objetivo (por ejemplo, cuántos años tiene o en qué
barrio vive) debemos introducir algunas preguntas más directivas. Salvo en estos casos,
es importante que los datos aparezcan con sus correspondientes valoraciones. Es decir:
las personas no sólo cuentan lo que les pasó, sino también reflexionan sobre eso,
opinan y comentan. Y ese tipo de datos son los que más nos pueden interesar en los
abordajes cuali.

Ejemplos de preguntas a evitar:


Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

o ¿Fuiste a ver al pediatra? (“Sí”)


o ¿Te pareció buena la atención? (“No”)

En vez de eso, podemos preguntar:

o ¿Cómo fue que tomaste/ron la decisión de consultar al pediatra?


o ¿Qué es lo que más te/les gustó de cómo te/los atendió/eron? ¿Por qué?

Otros ejemplos de preguntas para un acercamiento en profundidad:

o ¿Podrías describir la última vez que te atendiste en el Hospital?


o ¿Qué hacés en tus tiempos libres?
o ¿Qué es lo que primero te viene a la mente si te nombro la
palabra “prevención”? ¿Por qué creés que la relacionaste con eso?
o Si pudieran cambian una cosa del hospital, ¿Qué cambiarían? ¿Por qué?
o ¿A quién consultan primero, antes de ir al médico, cuando necesitan algún
consejo sobre un cuidado de salud? ¿Por qué? Les propongo que compartan
cómo fue la última vez que sucedió eso.
o En el último año, ¿alguno de los miembros de tu familia estuvo enfermo?
¿cómo se resolvió esa situación?

A partir de este último modo de preguntar, el entrevistado puede estar hablando largo
rato, y eso es lo que buscamos. Y si en algún momento se siente tentado por dar una
respuesta fácil, resulta siempre importante contrarrestar esto preguntando el “por qué”
de las afirmaciones que el entrevistado haga. Esto resulta fundamental para el
descentramiento, dado que nos previene de suponer que entiende lo mismo que
nosotros frente a los conceptos utilizados.
Esta utilización del “por qué” se llama “re-pregunta”. También puede realizarse con
expresiones del tipo “¿En qué sentido?”. Re-preguntar es necesario cuando las
personas consideran que dicen todo con una palabra. En estos casos, donde quien
habla resume el sentido en un concepto que podría tener distintos contenidos, resulta
fundamental indagar qué entienden por él. Retomando lo dicho arriba sobre los
aspectos centrales de la investigación cualitativa, recordemos que es fundamental estar
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

atento a no dar por supuesto qué significa lo que están queriendo expresar.
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

Por ejemplo, ante respuestas como estas:

-Me pareció correcta la forma en que me atendió.

-Creo que está bien lo que me recetaron.

-El hospital es un lugar triste.

-Es feo estar enfermo.

-Lo que me dijeron me pareció raro.

-No creo que sea justo tener que hacer una segunda consulta.

-Considero insuficiente que me hagan un estudio de laboratorio.

Para que la palabra la tengan los otros y no quien investiga, la realización de preguntas
y los temas a tratar deben ir siguiendo lo más posible el hilo del relato del/los
infomante/s. La selección de la información y el orden en que van apareciendo los
temas no deben imponerse, sino ir acomodándose al despliegue de quien tiene la
palabra. Junto con lo anterior resulta importante tener presente que no se debe jamás
interrumpir, sino intervenir en los silencios que la persona haga, y recuperar lo que
viene diciendo en lugar de cambiar de tema. También debe evitarse algo que suele
acompañar las interrupciones, que es completar lo que creemos que la otra persona
iba a decir, anticipándonos. Cuando hacemos esto en general abandonamos la
oportunidad de escuchar verdaderamente, porque es difícil que luego nos contradigan.
Vamos a ilustrar esto con algunos ejemplos de interrupciones que completan el sentido
de lo que aún no fue dicho (donde “E” es el entrevistado y “e” el entrevistador):

E: -Yo me siento un poco en falta…


e: -…te sentís en falta porque no la acompañaste en ese momento, claro.
***
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

E: -A veces me pregunto si pude haber hecho alguna otra cosa…


e:-…Como por ejemplo visitarla, ¿no?
***

En los ejemplos anteriores podemos ver algo que resulta muy habitual en las
conversaciones, pero que generalmente nos pasa desapercibido. Es que, para ser
sinceros, lleva mucho más esfuerzo del que podemos suponer evitar este tipo de
interrupciones. Y esta es parte fundamental de la expertise de un investigador
cualitativo.
Siempre que la persona no se disperse, es importante escuchar con atención. En tal
sentido, es preciso ser muy cuidadoso con identificar cuándo el informante se está
yendo del tema, y cuándo me está hablando de conexiones o sentidos del fenómeno
que me interesa, y que yo no había podido suponer antes. Recordemos que una riqueza
particular de las aproximaciones cuali es poder acercarse a una perspectiva distinta de
la nuestra, y que desconocemos de antemano. Lo que nos interesa no sólo es responder
a nuestros objetivos iniciales, sino también abrirnos a todo lo que pueda resultar
importante y que ni lo hubiéramos sospechado.
Cabe advertir que el orden de los temas y el modo de asociar unos con otros reflejan
las conexiones que las personas encuentran, que van a ser distintas de las que yo
piense que existen. Por ejemplo, si estoy investigando sobre salud sexual y reproductiva
yo puedo pensar que algo fundamental es la relación de pareja, pero puedo encontrar
con que para el otro lo determinante es la disponibilidad de un espacio apropiado, o la
apariencia física, o cualquier otro aspecto que a mí no se me ocurriría. Lo fundamental
es respetar la perspectiva de quien habla, y evitar por todas las formas imponer la de
quien investiga: esto se logra adaptándose a las relaciones que encuentra en lo dicho
quien está hablando.
Lo mismo sucede respecto del vocabulario: es preciso estar atentos para recuperar la
forma en que quien habla refiere a los acontecimientos, en lugar de imponer modos de
mencionarlos que les resulten ajenos o poco familiares. Por ejemplo, ante una pregunta
sobre profilácticos, si la persona los nombra como “forros” sería importante recuperar
esa denominación, aunque fuera de la situación concreta podamos considerarla poco
apropiada. Es importante respetar la comodidad de quien se está expresando: el
carácter con que se menciona (si es coloquial para expresarse libremente, o es más
formal por pudor), porque el encuentro debe sostener el tono marcado por esta
persona.
Tras cada uno de los elementos que venimos señalando, subyace algo fundamental:
nunca introducir valoraciones personales, sino recibir como algo lógico y natural los
relatos, contengan lo que sea que aparezca. Los encuentros son el momento de
obtener información, y el acuerdo tiene que ser respetar la perspectiva de los otros.
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

Será el momento del análisis aquel en que podamos valorar lo que escuchamos, y
siempre respetando la confidencialidad de lo dicho –sobre todo, en base a respetar el
anonimato. Si le marcamos a quien habla que lo que dice nos resulta correcto o
incorrecto lo único que haremos será restringir el flujo de lo que nos cuentan.

Resumiendo, es preciso escuchar con atención:

• Qué tipo de cosas que no había ni imaginado que tuvieran algo que ver
con el tema aparecen.
• Qué tipo de lenguaje usa la persona.
• Cómo entiende la relación entre los aspectos que menciona.
• Qué significado tienen para el otro las cosas que va relatando.

Con lo dicho no estamos haciendo otra cosa que volver operativo el descentramiento
que requiere toda aproximación cualitativa. Recordemos que con “descentramiento”
nos referimos al intento de suspender por un momento nuestras propias opiniones,
valoraciones, creencias, experiencias. Es decir, dejar de ver el mundo a través de
nuestros propios ojos, para intentar verlo con los ojos de las otras personas. Escuchar
lo que el otro realmente dice, acercarnos a su mundo interior, no es fácil, sino que
requiere un entrenamiento. Como verán, si incorporásemos este tipo de destrezas a la
atención en salud, posiblemente los procesos de trabajo y de atención se verían
profundamente transformados, porque tomarías en cuenta otro tipo de datos.
Debe sobre todo quedar claro que se trata de abordajes flexibles, y qué implica este
carácter de flexibilidad. Esto requiere una mayor destreza técnica que la necesaria para
administrar un formulario estructurado. Estas técnicas requieren estar muy atentos a lo
que se va diciendo, porque tiene que ir siguiendo el hilo del relato. No debemos perder
ningún detalle, y tenemos que estar abiertos a “cazar al vuelo” cualquier novedad que
aparezca, a fin de profundizarla. Y además, hay que solicitar más información donde lo
que se dice no resulta demasiado claro. Pero al mismo tiempo, no debemos perder de
vista nuestros propios objetivos como investigadores.
Tal vez se estén preguntando, si es tan flexible lo que puede suceder entre quien
pregunta y quien responde ¿Cómo se organiza el encuentro? ¿Cómo se prepara o
planifica? Con una guía. La guía es un punteo para no olvidar los ejes acerca de los cuales
interesa obtener información. Pero cuanto más se memorice esa guía, mejor: eso
permite seguir el hilo del relato de los otros. Lo mejor es solicitar permiso para grabar
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

el encuentro, así podemos estar atentos a lo que va sucediendo sin preocuparnos por
registrar ni recordar nada en particular.
Las preguntas de la guía habitualmente se van modificando . Se modifica en qué
momento se pregunta y con qué palabras se lo hace en cada uno de los encuentros. Y
además, se modifica qué cosas es importante no olvidarnos de preguntar entre un
encuentro y otro. Por eso decimos que hay que respetarla: la única forma de saber si
sirve o no, para irla amoldando, es cumplir con las preguntas que nosotros mismos nos
propusimos realizar. Ahora bien, es “guía”, y no cuestionario.
Entonces, no nos va a importar respetar el orden. De hecho, si los temas los va tocando
solito el entrevistado, es mejor no interrumpirlo ni anticipar lo que creemos que va a
decir, completándolo. Tampoco nos va a importar el lenguaje. De hecho, si podemos
“mimetizarnos”, y usar las mismas palabras que usa el entrevistado, mejor todavía. La
idea de la guía es ser sólo una orientación, porque cuanto mayor naturalidad y
espontaneidad haya en la persona al expresarse, mejor.
La recomendación es empezar a utilizar estas técnicas gradualmente, porque estamos
trabajando con personas y debemos evitar a toda costa hacer pasar al otro un mal
momento -sea porque no lo escuchamos, o porque emitimos un juicio de valor que lo
hizo sentir incómodo. Y la mejor forma de aprender a usarlas es escuchando y
desgrabando uno mismo los encuentros, para ir encontrando todas las veces que se
equivocó, que es donde la propia intervención corta el flujo de lo que se venía diciendo.
Finalmente, debemos mencionar lo relativo a la reflexividad, que es precisamente lo
que acompaña aquella posibilidad de aprendizaje. Al tiempo en que debemos revisar los
sesgos que introducimos con nuestras formas de preguntar, debemos conjurar la
tentación de considerar lo que se dice como un reflejo de lo que sucede. Por ello es
importante considerar, junto con lo dicho por las personas, las características de quien
pregunta (sexo, edad, aspecto físico) y del entorno del encuentro en lo que se dice, así
como la presentación que se haga, el tiempo de duración, y otros aspectos que en cada
caso puedan aparecer como relevantes. Esto debe ser incluido en el análisis.
Ahora sí, una vez detalladas las propiedades comunes, pasemos a especificar lo propio
de cada una de las técnicas.

Entrevistas en profundidad
Las entrevistas en profundidad consisten en una serie de preguntas realizadas de modo
flexible. Esta técnica suele ser la más habitual en los abordajes cuali. También se las
denomina “entrevistas semiestructuradas”, haciendo referencia con ello a que están
relativamente estructuradas en base a una guía de preguntas (lo cual les confiere un
grado importante de apertura, como hemos visto, pero al mismo tiempo señala la
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

necesidad de indagar respecto de ciertos temas). Podemos analizar que la


semiestructuración también tiene que ver con el encuadre: tienen un momento y lugar
definidos, distinto de los encuentros espontáneos propios de la vida cotidiana.
Las entrevistas en profundidad pueden ser individuales –realizadas por quien investiga
a un individuo solo- o tomar como entrevistados a más de una persona, con todas sus
variantes. En este segundo caso es posible decidir, según los objetivos de la
investigación, si interesa que haya personas con un vínculo entre sí (por ejemplo,
entrevistar parejas, o familias, o compañeros de trabajo, etcétera), o si es preferible
realizar entrevistas grupales a sujetos entre sí desconocidos. Para la literatura sobre
investigación cualitativa esto marca una diferencia de técnicas, dado que se considera
que la entrevista sería por definición más intimista, abarque a la cantidad de sujetos que
fuere. La técnica que propone abordar a sujetos desconocidos entre sí será abordada
luego.
Cuánto más íntimo sea el tono de la entrevista, y cuánto más abierta sea esta, tanto
menos intervenciones se requiere que genere quien entrevista. En el extremo de
entrevistas individuales, el entrevistador sólo toma la palabra...

• para presentarse, introducir el tema de investigación, y comprometerse en que la


información es confidencial.

• para ir presentando en el momento en que sea oportuno (generalmente, ante


alguna pausa o silencio) algún tema de la guía de entrevista que no haya sido
tocado espontáneamente por el entrevistado.
• para pedir precisiones si algo fue contado de manera confusa.
• para preguntar más en profundidad algún aspecto que el entrevistado mencionó
sólo al pasar porque dio por supuesto que se entendía sin aclararlo demasiado

• al final, para agradecer y volver a mencionar el carácter confidencial de lo


escuchado

Cuando las entrevistas se realizan a más de una persona, siempre es preciso realizar
algún tipo de intervención en aras de hacer circular la palabra. Es decir, para que no
siempre responda la misma persona, y para que todos tengan la misma oportunidad de
contestar. Esto requiere mayor destreza, dado que implica no sólo escuchar y aplicar la
guía de manera flexible, sino además habilidades para dar la palabra a quien no la toma
espontáneamente, o devolverla a quien fue interrumpido. También es preciso controlar
los juicios de valor que puedan aparecer entre los entrevistados, para que todos los
presentes puedan expresarse libremente. Es decir que en estos casos se requieren
destrezas propias de la coordinación, que también están presentes en el trabajo con
grupos (desarrollaremos esto abajo).
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

Es importante siempre tener presente que lo que uno dice ante los demás no es lo
mismo que lo que dice solo: quizás en un caso se avergüenza más que otro, quizás en un
caso recuerda cosas distintas que en otro, quizás en un caso se permite mostrarse más
inseguro o distorsionar un poco las respuestas. Esto también se encuentra condicionado
por el vínculo que existe entre los presentes. De tal manera, el carácter individual o
grupal de la entrevista, así como la definición de quienes participaron de esta instancia,
son aspectos cruciales a recuperar durante los procesos de reflexividad de la
investigación. Lo mismo debe ser señalado respecto del entrevistador, dado que en
ocasiones se decide que en la entrevista participe más que un investigador, decisión que
debe estar fundamentada para ser válida.
Por otra parte, si bien en ocasiones se emplea a personas para que realicen entrevistas
(distintas de quienes conducen la investigación) lo deseable es que sea quien está
realizando la investigación la persona que realice al menos una parte de ellas, dado que
los encuentros son fundamentales para el descubrimiento de hallazgos. Sumado a lo
anterior, lo necesario para encarar estas tareas no puede ser transferido con un
entrenamiento simple –a diferencia de lo que sucede con las técnicas estructuradas-
sino que quien entrevista debe tener cierta destreza adquirida previamente en otros
trabajos de campo, y debe estar profundamente embebido de los objetivos de la
investigación y la construcción del problema.
Esto mismo debe decirse respecto de las tareas de desgrabación de las entrevistas, dado
que –como hemos señalado arriba- es la revisión minuciosa del diálogo la que posibilita
tanto flexibilidad como reflexividad en los abordajes. Transcribir una conversación es
bastante más difícil de lo que pueda pensarse antes de haber pasado por esta
experiencia.
Refiriéndonos brevemente a la presentación de resultados, diremos que se denomina
verbatim a todo fragmento literal, sea de una desgrabación de entrevista o de un diario
de campo, que se cita de manera directa. Las investigaciones también pueden contener
referencias indirectas a lo dicho en entrevistas, o bien generalizar sobre aspectos en
común que fueron encontrados en varias de ellas, entre otras posibilidades. A su vez, los
verbatims pueden ser utilizados de diferentes maneras al presentar resultados de
investigación: puede partirse de ellos para postular ciertas afirmaciones, o bien pueden
utilizarse de manera inversa, para ilustrar, fundamentar o ejemplificar lo que se
desarrolló de manera más abstracta.

Grupos de discusión o grupos focales


Según la propuesta de muchos manuales de metodología, los grupos de discusión son
entrevistas colectivas. Es decir, entrevistas en profundidad, realizadas a un grupo de
personas. Sin embargo, como hemos anticipado, es posible discutir en qué medida un
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

grupo de discusión permite acercarse a la perspectiva de los sujetos con idéntica


profundidad a las entrevistas. Aquí señalaremos que más que permitir recuperar una
perspectiva de manera holística, es decir visualizando las conexiones entre temáticas,
asuntos o problemas, lo que permite es recuperar múltiples puntos de vista acerca de
un único aspecto, recortado.
El carácter particularmente fértil de los grupos de discusión, como su nombre lo indica,
es que permiten conocer los puntos de acuerdo y de desacuerdo de distintas personas
ante un hecho o un producto, así como contraponer distintas experiencias encontrando
coincidencias y divergencias entre los entrevistados. Claro que en qué medida algo es
parecido o algo es diferente, en estos casos, no surgirá únicamente de la valoración de
quien investiga, sino de quienes están presentes: pueden valorar que es muy distinto o
muy similar aquello que para quien está moderando el encuentro no es interpretado de
este modo. Esto sucede principalmente cuando los participantes provienen de grupos
sociales muy diferentes de quien coordina, por ejemplo, cuando un adulto coordina
grupos de adolescentes, o alguien no afectado por una inundación coordina un grupo de
afectados. En ocasiones los grupos de discusión también se utilizan para observar las
formas en que los entrevistados buscan generar apoyos, convencer al otro, confrontan,
o realizan otro tipo de acciones discursivas que tienen que ver con los eventos que
suceden a nivel de la conversación.
Definir quién coordina un grupo, y cómo se compone este, son aspectos centrales de
la técnica. Puede pasar que para los participantes sea más relajado que una entrevista
personal, porque se sienten más cómodos con un grupo de pares. O, por el contrario,
que se sientan incómodos para decir las cosas que piensan, y prefieran decírselas al
investigador a solas. Recordemos que al ser una técnica cuali, puede calificarse de
“artesanal”: hay que estar muy atentos para ver qué sucede en cada caso. Todos los
grupos son distintos, y cada decisión a su vez define una serie de condicionamientos que
deben ser registrados y analizados.
Los grupos de discusión presentan una dificultad agregada a la tarea de investigar: es
necesario tener habilidades para manejar un grupo. Las destrezas de coordinación y
moderación son fundamentales. Es decir: hay que hacer que la palabra circule, que
todos puedan hablar, y cuidar de que nadie ofenda o agreda a otro participante.
Muchas veces esto hace que se lleven adelante por dos personas: una que se encarga
de la coordinación y realizar las preguntas, y otra que ocupa un rol secundario,
interviniendo sólo a veces y dedicándose mayormente a observar el encuentro. Como
son varios los participantes, las grabaciones no siempre logran dar cuenta de todo lo que
está sucediendo, así como no siempre captan las interrupciones, superposiciones, y
menos aún el lenguaje gestual y corporal. En estos casos, se suele preferir –cabe
advertir- la grabación en video antes que en audio, pero también es preciso tener
presente que esto introduce un mayor condicionamiento en los participantes (al
aumentar los registros, disminuye la comodidad para expresarse). En la actualidad
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

existen salas específicas que pueden ser alquiladas donde realizar este tipo de
entrevistas, pudiéndose grabar por cámaras. En general, también poseen una pecera
donde pueden alojarse otros investigadores o interesados en la investigación sin ser
visualizados por los entrevistados.

Como coordinador se debe:

• Mantener la discusión centrada en el grupo, cuidando que resulte interesante


para todos -y que nadie se aburra o se sienta excluido.
• Promover que todos participen.
• Promover que todos se sientan en confianza para decir lo que piensan aunque
sea distinto al resto.
• Pedir aclaraciones cuando alguien utiliza palabras difíciles o hace referencia a
temas que pueden no ser compartidos por los otros participantes, para que
todos entiendan qué se está diciendo.
• Mediar en los conflictos que puedan aparecer.

Así como la diferencia entre una entrevista en profundidad realizada a más de una
persona y los grupos focales puede ser sutil, también resulta semejante esta técnica de
otras que suelen utilizarse en el marco de diseños participativos. A fin de simplificar
nuestra exposición, aquí presentaremos a continuación estas últimas.
Es posible comprender a los “talleres” como grupos de discusión que se sostienen en el
tiempo. Es decir, a la misma gente que es reunida varias veces a los fines de tratar sobre
un determinado tema. Este tipo de talleres se utiliza mucho como método de
investigación cuando interesan acontecimientos históricos -dicho de otro modo: es un
uso relativamente frecuente entre historiadores. Entonces, la gente se reúne para hablar
cada día de un momento distinto (por ejemplo, la creación del sindicato, su crecimiento
en números de afiliados, el logro de una ley específica, etcétera), o de un aspecto
particular (la relación con los afiliados, la relación con el poder político, la difusión de la
experiencia, por seguir con el ejemplo). A medida que pasan los encuentros los
participantes se van sintiendo más a gusto y posiblemente también, recordando más
cosas.
En el campo de la Salud, puede suceder que nos toque coordinar u observar un taller.
En salud, se le suele decir “taller” a otro tipo de reunión: un encuentro participativo,
donde primero se indagan las ideas previas de las personas sobre un determinado tema
(por ejemplo, uso de métodos anticonceptivos, estrategias de crianza, prevención de
DBT, entre infinitos otros posibles). Esta primera indagación se realiza a fin de brindar
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

información correcta en los aspectos donde las personas posean creencias erróneas, y
reforzar y validar aquellas creencias que sí son correctas.
Resulta frecuente que las instituciones de salud desarrollen este tipo de talleres. Sin
embargo, no resulta habitual que se registre lo que durante ellos sucede. Esta falta de
registro puede derivar en una lamentable pérdida de información, puesto que durante
los talleres surgen experiencias, hábitos, costumbres, sensaciones, sentimientos,
opiniones, creencias, temores, deseos... En definitiva, el taller resulta un ámbito
privilegiado a fin de acercarnos a la perspectiva de los participantes. Entonces, si
logramos registrar esto que va apareciendo, vamos a contar con un material
extremadamente útil para conocer a la población con la que trabajamos - o a nosotros
mismos como equipo de salud, también.
Muchas veces cuando trabajamos nos damos cuenta que no sólo nosotros necesitamos
saber más sobre algo, sino que también las personas necesitan saber más sobre eso.
Según la circunstancia, ese “ida y vuelta” de la información puede tener distintas
utilidades.
La fertilidad de una técnica como la de grupos de discusión aumenta exponencialmente
cuando, al mismo tiempo de que registramos el debate entre un grupo de personas o la
exposición de un tema que ellas hacen, les facilitamos, como trabajadores de la salud,
información que puede resultarles de utilidad. Así como antes hacíamos referencia a
actividades que tienen como finalidad el poner en común distintos conocimientos sobre
salud, existen otro tipo de actividades que son convocadas a fin de generar nuevos
conocimientos. Es decir, donde el encuentro se genera para producir saberes sobre
aquello que antes sólo se conocía de manera fragmentaria.
Cuando se trata de construir un conocimiento de manera conjunta (a diferencia de
cuando se trata de que nosotros ya tenemos de antemano un saber acerca de lo correcto
y lo incorrecto), es particularmente útil sistematizar lo que surja del encuentro, es decir,
registrarlo. En estos casos, la actividad suele llevar el nombre de “diagnóstico
participativo”. Los diagnósticos participativos se realizan en base a grupos de discusión.
Cuando hay un tema sobre el cual tanto los profesionales como los pacientes conocen
poco, se pueden promover espacios para aprender de manera conjunta. A esto también
se lo denomina “co-investigar”, y se trata de analizar de modo compartido datos que
entre todos se van poniendo en común. Por ejemplo, sobre cuáles creen los vecinos que
son los problemas del barrio. Así, los vecinos pueden conocer qué grado de acuerdo o
desacuerdo tienen sobre eso y, quizás, se decidan a buscar alguna solución en conjunto.
Otro ejemplo sería cómo se arreglan las madres con muchos hijos cuando tienen que
hacer una consulta al médico. Entonces, las madres pueden darse cuenta de formas que
probaron otras personas en situaciones similares, y que les pueden ser útiles. Un último
ejemplo: los remedios caseros para la tos. En este caso, también es necesario saber
cuáles son adecuados y cuáles no. En definitiva, al mismo tiempo que obtengo la
información, puedo yo ir buscando fundamentación científica para orientar sobre
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

aquellos que pueden ser más convenientes y sistematizar en qué ocasiones pueden
serlo. De manera conjunta se puede producir un manual sobre remedios caseros que
resulte útil a su vez para otras personas.
Finalmente, respecto de los grupos de discusión debemos señalar que es posible
identificar aspectos clave de su ejecución para adaptarlos a nuestras actividades
cotidianas cuando estas implican la reunión de varias personas en forma de grupos
(como sucede en una clase como esta).
Los manuales de metodología suelen distinguir entre grupos de discusión y grupos
focales (o por su nombre en inglés, “focus group”), aunque en qué consiste esta
diferencia no es materia de consenso. Existen diversas concepciones acerca de las
características de uno y otro. Lo central parece ser que mientras el grupo de discusión
es una técnica desarrollada desde la investigación social por preocupaciones varias, el
grupo focal fue desarrollado como parte de las estrategias de mercadeo, con la intención
de valorar el lanzamiento de algún producto en el mercado (incluyendo lo relativo a
candidaturas políticas, dado que estas técnicas se utilizan también en estudios sobre
opinión pública). En definitiva, lo central de la diferencia sería el carácter más o menos
focalizado del encuentro convocado. La denominación de “grupo focal” suele reservarse
para las convocatorias cuya finalidad consiste en discutir algo específico, donde no
resulta tan importante seguir las asociaciones que traen las personas ni profundizar en
sus respectivas experiencias personales.
El grupo focal puede ser una técnica apropiada para entrevistar a personas que
estuvieron relacionadas entre sí por algún acontecimiento que nos interesa. Por
ejemplo, haber participado de una misma campaña de vacunación, haber pertenecido a
una misma asociación vecinal, ser pacientes de un mismo traumatólogo, etcétera.
Entonces, al juntarlas, van recordando y opinando juntas, y surgen distintos puntos vista
sobre el mismo tema.
En este sentido es importante saber que la memoria es un fenómeno colectivo y siempre
en reconstrucción. Por un lado, es mucho menos lo que se puede recordar
individualmente que lo que consigue ser evocado entre varios, al tiempo que el
entrevistado siempre recuerda desde su presente o pasado próximo y va
reconstruyendo su memoria en base a sus experiencias. Por eso para trabajar sobre
memoria colectiva las entrevistas grupales, los grupos de discusión y/o grupos focales
resultan ineludibles.
Resumiendo lo anterior señalaremos entonces que

• En los grupos de discusión, las preguntas no son personales, sino que se dirigen
al grupo en general.

• En el marco de una estrategia de abordaje flexible, los grupos de discusión


Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

pueden seguir distintas variantes.

En todos esos casos, la potencialidad de esta técnica consiste en la reunión de un grupo


de personas y no sólo para juntar información, sino además para facilitar que ellas
aprendan entre sí. Al mismo tiempo, también puedo utilizar ese espacio para corregir
alguna información errónea. De hecho, se ha demostrado que un consejo de salud es
más efectivo cuando ha existido una interacción fundada en esa recomendación.

Técnicas “naturales” basadas en el uso de registros


(“observación”)
Cuando decimos “observación” no estamos hablando únicamente de mirar, sino
también de escuchar y de participar con todos los sentidos - e incluso emociones, como
veremos abajo- de la realidad bajo estudio. Por sus objetivos, las observaciones suelen
implicar una preocupación por intentar que la investigación no se produzca de una
manera artificial. Debido a lo anterior, se busca desarrollar formas más parecidas a
aquello que sucede de modo espontáneo en la vida cotidiana.
En la observación nos limitamos a contemplar y tomar nota de lo que vamos viendo (o
tomar nota después, tratando de recordar todo, si en el momento no resulta
apropiado hacerlo). La observación surge de la antropología, cuando la tarea del
investigador consistía en vivir algunos años con un grupo cultural diferente (se trataba
de colonias, con otros idiomas y costumbres), tomando registro de lo que iba
sucediendo. Aquí el dato fundamental que acompaña a la observación como técnica
de investigación es el uso de registro.
La memoria siempre puede engañarnos. Por eso para hacer una observación sistemática
es importante REGISTRAR. Como además, cuando solamente observamos, es fácil que
nos distraigamos, muchas veces resulta conveniente armar de antemano un formulario
para el registro. Se trata en este caso, de una guía de observación. A su vez, el registro
puede ser escrito –completando la guía- o bien oral, grabando lo que vamos
identificando respecto de cada uno de los aspectos relevados. La difusión del uso de
teléfonos celulares ha vuelto viable la aplicación de este último tipo de registros.
Cuando recordamos algo, lo que gravita en nuestra memoria es todo aquello que está
mediado por la emoción. Es por eso, por ejemplo, que el tiempo o las distancias pueden
parecernos más largos o más cortos según qué interés tengamos en que pasen o no.
Asimismo, nuestra memoria realiza un trabajo de generalización, en el que se pierden
las características particulares de cada evento aislado (de cada momento, o de cada
encuentro, o de cada paciente, etcétera). Este tipo de cosas son las que se logra evitar
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

a través del uso sistemático de registros.


Una observación realizada como parte de una investigación científica se diferencia de
una observación de sentido común, entre otras cosas, en que no considera que lo
observado sea generalizable sino que más bien busca considerar cada situación en su
singularidad.
La observación es seguramente la más “natural” de las técnicas (de hecho, las ciencias
sociales denominaban inicialmente a este tipo de técnicas como “naturalistas”). Se
ocupa de registrar las cosas que suceden en el momento en que se producen, sin un
documento o un testimonio como intermediarios. En este sentido, el investigador
accede a los hechos tal como estos se producen, conociendo escenarios, actores,
ritmos tal como son en la vida cotidiana, sin ningún artificio para aprehenderlos.
La observación como técnica de investigación se utiliza generalmente para conocer de
modo sistemático aspectos no verbales (es decir, distintos a lo que las personas dicen).
Su intención es evitar la artificialidad de otras situaciones donde hay uno que pregunta
y otro que contesta. De esta manera, la observación intenta reducir al mínimo el efecto
de quien investiga en la situación investigada, aunque veremos que esto puede ser
discutible.
Por supuesto que a través de la observación sólo puedo investigar cosas “observables”.
Por eso es importante distinguir bien si esta técnica sirve o no a nuestros objetivos. Es
porque sólo algunos datos y algunos escenarios pueden ser contemplados
directamente.
La observación como técnica de investigación resulta muy similar a lo que hacemos
cotidianamente. Si bien esto podría ser considerado como una ventaja en términos del
entrenamiento requerido, es más bien una desventaja en la medida en que implica
diferenciar claramente sus formas y usos científicos de los vulgares. La diferencia con la
observación cotidiana es de calidad. Entendemos por “calidad” a que en la investigación
cualitativa la observación debe ser rigurosa y sistemática. Puede resultarnos fácil
hacerla por eso, pero es fundamental no confundirnos, porque justamente por esta
cercanía requiere un alto grado de profesionalismo. En primer lugar, se requiere apelar
al descentramiento: no estamos observando como cualquier otra situación de
nuestras vidas, sino que nuestro interés es completamente distinto: consiste en
reconstruir ese pedazo de mundo desde la perspectiva de sus protagonistas (no desde
la mía). Un problema de esta técnica consiste en que, al no contar con la palabra de las
personas involucradas, corro el riesgo de atribuir significados que a ellos les sean ajenos.
Esto puede llevar a que, según los objetivos del estudio, se opte por usar de modo
complementario con otras técnicas.
Al mismo tiempo, se debe apelar a lo que hemos mencionado como extrañamiento:
aquello que me resulta más familiar debe ser aprehendido como algo desconocido, a
fin de poder registrarlo en lugar de que se pase de largo como algo normal u obvio.
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

Una de las ventajas, por otra parte, de esta técnica, que también se deriva de su carácter
similar a lo que realizamos cotidianamente, es que una vez que nos entrenamos en la
utilización de registros, el des-centramiento y el extrañamiento, podemos ser capaces
de convertir muchas situaciones diarias en objeto de indagación sistemática. De esta
manera, podremos por ejemplo proponernos construir conocimiento científico a partir
de una observación rigurosa, por ejemplo, de nuestras prácticas asistenciales o de
nuestras rutinas en un servicio de salud.
A fin de que esto último sea viable necesito tener un problema de conocimiento,
partiendo de un marco teórico conceptual y delimitando otros elementos del diseño
necesarios. También necesito ser plenamente consciente del rol que ocupo, y de las
expectativas que puede generar mi presencia o mis preguntas, como aspectos
centrales de la reflexividad.
La observación como técnica de investigación no es casual sino que tiene una intención
que la guía. Eso implica la necesidad de seleccionar de modo sistemático

• Qué vamos a mirar/escuchar


• Cuándo vamos a mirar/escuchar

• En qué momento
• En qué lugar
• A quiénes

Lo anterior debe estar planificado metódicamente. A diferencia de la observación en la


vida cotidiana, utilizar esta técnica de investigación requiere tener una conciencia plena
del contexto de lo observado. Si se descuidan las particularidades del escenario se
pueden sacar conclusiones apresuradas –y erradas.

✓ Si observo una sala de espera de un Centro de Salud, no es lo mismo un día que


atiende el pediatra que un día que no.
✓ No es lo mismo una sala de Traumatología un día lunes que un día miércoles
✓ No es lo mismo una clase de metodología de la investigación un martes a la
mañana que un viernes a la tarde

Observación (no participante)

La observación no participante es la que más respeta la intención naturalista de estas


Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

técnicas. Su limitación es que únicamente puede hacerse en escenarios donde resulte


habitual encontrar a personas mirando y sin participar.
Puede servir, por ejemplo, para ver cómo se entregan los turnos. Seguramente el relato
de los agentes de salud o de los pacientes no registre cosas que sí podemos darnos
cuenta cuando vemos “la escena”, todo el conjunto de cosas que pasan al mismo
tiempo.
En la observación no participante, para no interferir en lo que registramos, es
importante “pasar desapercibidos”, que las personas actúen normalmente y no se
sientan observadas. Ese es otro factor que lleva a que por más que haya cosas
observables, no siempre nos sirve la observación como técnica. Una situación óptima
para aplicarla es, por ejemplo, estando como alumno en una clase, o como público en
una conferencia.
Es por ello que la posibilidad de aplicar o no esta técnica, así como su utilidad, depende
del objeto a investigar. Por ejemplo, si lo que queremos es conocer cómo se realiza una
consulta ginecológica, es imposible observar eso en condiciones de naturalidad. Las
personas siempre se sentirán incómodas si hay alguien mirando, y esto impedirá acceder
a los modos reales en que tienen lugar este tipo de consultas.
Ahora bien, esta técnica en otros casos también puede generar dilemas éticos. Porque
algunos investigadores la han aplicado considerando que era mayor el beneficio de
conocer cierto fenómeno que la verdad de presentarse como investigadores, y han
mantenido oculto su verdadero interés.
En cualquier caso, la guía de observación nos orientará respecto de qué aspectos vamos
a observar, a fin de no desvinculas nuestra observación de los objetivos investigativos.

Por ejemplo, para una charla sobre diabetes:

• Observar la actitud de los participantes (¿parecen entretenidos?


¿aburridos? ¿indiferentes?..)
• Observar el trato de quien da el taller (¿es amable cuando le hacen una
pregunta? ¿explica con palabras entendibles? ¿cómo es su tono de
voz?...)
• Observar si hay interrupciones en el espacio (¿se acerca algún profesional
que no entienda de qué se trata? ¿un nuevo paciente? ¿un vecino? ¿el
pariente de algún participante?...)
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

Como estamos siempre en el marco de la investigación cualitativa, también los temas


que nos van pareciendo interesantes pueden ir cambiando. Por eso se trata de una guía
que orienta, y que podría ir cambiando junto con la modificación de nuestros intereses
de investigación. Pero al mismo tiempo, es preciso distinguir entre un cambio justificado
de orientación, y por tanto vinculado con la redefinición del problema de conocimiento,
y algo que no reviste importancia, dado que no guarda conexión con lo que me propongo
conocer.

Por ejemplo...

¿Qué me interesa conocer de unas jornadas de salud mental? ¿cómo están peinados
quienes presentan las ponencias o qué formato asume la participación en las rondas de
preguntas?
¿Qué me interesa conocer de una posta de vacunación? ¿si los niños lloran mucho o si el
cartel que la anuncia está visible?

Observación participante
La observación participante es, para muchos autores, un sinónimo de la etnografía. Para
otros, es una de las técnicas a las que se recurre en el marco de aquella. Más allá del
modo en que se la identifique, nos interesa señalar que las particularidades y desafíos
que presentaremos no son nuevos a esta altura del libro, sino que pueden ser articulados
con lo presentado en los capítulos anteriores.
Arriba mencionamos que la posibilidad de realizar observación no participante dependía
del objeto. Pusimos como ejemplo la consulta ginecológica. Sin embargo, también
habíamos dicho antes que es posible registrar qué sucede cuando es uno quien lleva
adelante esa misma actividad. A esto se lo denomina “observación participante”, y ubica
a quien investiga como integrante de lo que busca ser investigado.
La observación participante tiene que ver con protagonizar aquello que se va a
investigar. Dado que el protagonista central es quien investiga, esta técnica requiere
prestar particular atención a los miedos, esperanzas, frustraciones, confusiones,
alegrías, y demás emociones y sentimientos que la situación le provoca. Los registros
no sólo contienen datos acerca de los contextos, sino que también toman en cuenta sus
propias experiencias, convirtiéndolas en objeto de investigación. Vale decir, no es lo
mismo protagonizar una situación que nos pone incómodos o nos aterra, que una que
nos provoca optimismo y confianza.
Hay situaciones donde es posible hacer una observación prolongada. El pensar que es
posible participar en algo, pero al mismo tiempo conservar una mirada de
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

extrañamiento (es decir, mirar como si fueran raras las cosas que vamos haciendo),
tiene su origen en la técnica que utilizaron inicialmente aquellos investigadores que se
iban a vivir con otras comunidades para entender su forma de vida. En estos casos, quien
investiga se sumerge en la actividad cotidiana de la gente, para así conocer las
situaciones en que viven, viviéndolas. La observación participante intenta recuperar la
situación de extranjería que tenemos cuando entramos en un lugar nuevo, registrando
lo observado a partir de ella.
Los datos en la observación participante surgen de llevar un registro, que muchas veces
pasa de ser una guía de observación a convertirse en una suerte de diario, donde se
anota sistemáticamente todo lo que se va observando, detallando -para evitar sesgos-
día, hora, lugar, personas involucradas en cada observación. En estos casos el diario de
campo se confecciona fuera de las situaciones, e incluye no sólo lo visto y escuchado
sino también reflexiones y sentimientos al respecto. Un aspecto a tener presente en
relación con el registro, es que como casi nunca es posible tomar nota en el mismo
momento en que observamos, siempre es importante no dejar pasar mucho tiempo
entre la observación y las notas.
Al estar participando, parte importante de la investigación consistirá en la forma en
que reaccionan las otras personas ante nosotros. ¿Hemos realizado un comentario
fuera de lugar, según las miradas que nos recibimos? ¿Hemos realizado una pregunta
incómoda, según la forma en que nos responden? La interacción forma parte
fundamental de esta técnica, y permite comprender las reglas y lógicas que organizan
aquellos modos de vida que no conocemos.
A todos nos pasó que cuando entramos a trabajar, o empezamos a estudiar en un nuevo
lugar, o entramos de visita por primera vez a la casa de alguien, al principio estamos un
poco incómodos. Así, como nos damos cuenta de que no sabemos bien cómo
comportarnos, nos esforzamos por aprender muy rápido qué es conveniente decir y qué
no, qué es conveniente hacer y qué no, ante quién, en qué momento, etcétera. Como
esa situación nos genera ansiedad, tratamos de que pase lo más rápido posible, y llegar
a estar habituados. En la observación participante, se trata, al contrario, de tener esa
sensación, de mirar con ojos de extraño, todas las cosas que nos parecen habituales
pero que en algún momento tuvimos que aprenderlas. Entonces, tratamos de
recuperar los códigos con que nos manejamos sin darnos cuenta. Qué es lo correcto y
qué no, en qué momentos y ante quiénes se dicen o hacen cosas distintas . En ese
sentido, cabe señalar que habitualmente la fertilidad de utilizar esta técnica se relaciona
con el ingreso a lugares o la permanencia en situaciones que en principio nos son ajenos
(no nos resultan familiares). Puede ser una comunidad diferente a la nuestra de origen
(un grupo gitano, una familia judía ortodoxa, una colectividad de migrantes), un barrio
(un asentamiento, un “country”), una institución (la cárcel, el ejército, una iglesia), una
situación (una consulta a un tarotista, una manifestación a la que no habríamos asistido
por interés personal, un recital de un grupo que no nos gusta).
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

Hay un investigador social clásico a quien ya hemos mencionado, Erving Goffman, que
trabajó en un Hospital Psiquiátrico en Estados Unidos tomando notas sistemáticas
acerca de cómo eran tratados los pacientes, qué tipo de actividades cotidianas
realizadas, cómo eran sus comidas, sus actividades de esparcimiento, sus tratamientos.
El libro donde cuenta esto se llama “Internados”, y leyéndolo podemos tener idea de
cómo sucede el día a día en un hospital de internación aun sin haber estado nunca en
uno.
Ahora bien, en ocasiones la observación participante no surge de un planteo
predeterminado; podemos mencionar algunos ejemplos al respecto. Hace pocos años
una antropóloga española enfermó gravemente mientras realizaba una investigación
sobre salud en Bolivia; durante su convalecencia tomó un registro meticuloso de su
experiencia de internación, registrando el ámbito hospitalario en que se encontraba
junto con las prácticas y diálogos que allí tenían lugar; eso enriqueció increíblemente su
trabajo sobre el proceso salud/enfermedad/atención en la ciudad de Potosí. Por otro
lado, en los últimos años ha ido creciendo la producción por parte de quienes han ido
registrando sus itinerarios terapéuticos a partir del momento en que fueron
diagnosticados con determinada patología, o quienes han registrado las reacciones
encontradas ante la decisión de modificar su género.

Resumiendo los desafíos de las técnicas basadas en registros

Como puede sospecharse, la observación (tanto participante como no) genera muchos
debates. Por un lado, respecto de aspectos éticos, ¿En qué medida, cuándo, y de qué
modo pongo en conocimiento mi intención investigativa ante los demás? En algunos
entornos, además, es posible que la tarea de quien investiga no sea comprendida. Y en
otros podría suceder que presentar abiertamente esta tarea implique perder la
oportunidad de producir conocimiento al respecto (como sucedería por ejemplo en caso
de realizar una observación participante sobre una red de falsificación de
medicamentos). Al considerar estos dilemas es preciso recordar que los abordajes
cualitativos parten de reconocer que el conocimiento no es algo que “está ahí”,
disponible de idéntico modo para quien quiera ir a buscarlo, sino que es algo que se
construye, y que toda construcción implica una serie de condicionamientos.
Junto con los debates éticos, resulta habitual encontrar debates epistemológicos, es
decir que toman por objeto la posibilidad misma de conocer. Varios de ellos giran en
torno de interrogarse, ¿En qué medida mi presencia altera el escenario, y en qué medida
es posible pensar un escenario “no alterado”? -recordemos que la intención inicial de
estas técnicas era recuperar entornos de manera “natural”; hoy en día en cambio se
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

tiende a optar más por registrar los efectos de la propia presencia, tal como hemos
mencionado. Otra serie de interrogantes, más contemporáneos, surgen vinculados con
la pregunta ¿En qué medida puedo conocer una situación desde la perspectiva de los
otros si no comparto el mismo interés, dado que estoy ahí por elección y no como
afectado, y lo que me interesa no es resolver algo práctico sino obtener conocimiento?
Hay casos donde esto está claro, como cuando se participa como observador o
profesional en reuniones preparatorias con pacientes en lista de espera para un
trasplante o de un servicio de cuidados paliativos: si bien quien observe se verá
profundamente afectado por emociones, estás serán muy distintas de las que afectan a
los verdaderamente involucrados. El interés por conocer no es el mismo que el interés
por sobrevivir o por no sufrir. Sin embargo, hay otras situaciones donde esta distancia
que no llegará a resolverse entre quien investiga y quien vive es más sutil.

Técnicas donde el objeto no se ve afectado por


quien investiga

Existen otras técnicas cualitativas, posiblemente más propias del historiador o del
arqueólogo, donde se investiga a partir de objetos y no de personas. En estos casos lo
específico –a diferencia de las técnicas presentadas arriba- es que no hay influencia del
investigador sobre lo investigado. Claro que siempre hay un interés y un recorte, porque
recordemos que las técnicas cualitativas parten de concebir a la realidad no como algo
que “está ahí”, sino como relativa a la construcción teórico-conceptual que se hace de
la misma. El conjunto de estas técnicas puede ser denominado como “análisis de
documentos” en la medida en que se entiende por documento a todo soporte material
que fue producido por finalidades distintas a las de ser objeto de una investigación.
Ante la potencial confusión, cabe aclarar que no se trata de “datos secundarios”,
precisamente por la construcción cualitativa del objeto de indagación que trabajamos
durante el capítulo pasado. Y es que no estamos pensando que vamos a encontrar nada
parecido a un dato que podamos recuperar y luego reproducir, sino muy por el contrario,
que vamos a producir un dato en base al modo en que miremos nuestro documento.
Este es un error central en lo que hace a la comprensión de esta técnica. Por ejemplo, si
hago un análisis de documentos cualitativo tomando como unidad de análisis una serie
de historias clínicas, mi resultado no puede ser contabilizar los diagnósticos allí
consignados. En ese caso sí estaría reproduciendo sin cuestionar el modo de organizar
la realidad que reflejan las historias clínicas. Sí en cambio sería interesante, para una
estrategia cualitativa, describir cómo se va sedimentando un modo precodificado de
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

escritura a lo largo de los años, según el momento en que haya comenzado a ejercer la
práctica cada uno de los profesionales. O qué aspectos que pueden conocerse del
problema en base a otras fuentes no son nunca mencionados por las historias clínicas
(por ejemplo, las condiciones habitacionales para el caso de infecciones respiratorias
agudas, o la potabilidad del agua de consumo para el caso de diarreas crónicas). O se
podrá también reparar en el modo en que se estructuran: qué datos solicitan completar
y de qué manera (si con campos abiertos o cerrados, por ejemplo).

Análisis de documentos
Esta técnica, también llamada “investigación documental”, parte de concebir como
“documento” cualquier escrito o imagen que se produjo con algún fin propio de la vida
cotidiana: difundir un servicio, publicitar un producto, registrar un tratamiento, impartir
un consejo, establecer una normativa, comunicarse con otra persona, recordar lo que
debe hacerse en determinada circunstancia, mostrar a los demás, guardar como
recuerdo. También los registros fílmicos o fotográficos son considerados material
documental. Por tanto, la investigación documental consiste en el empleo sistemático
de material impreso o audiovisual, con un fin distinto -el de investigar- a aquel con el
que fue producido.

✓ Puede ser cualquier revista o diario de circulación masiva.


✓ Puede ser una normativa.

✓ Pueden ser cartas personales (si es que me dejan acceder a ellas, claro).

✓ Pueden ser distintos tipos de registros y estadísticas.

✓ Pueden ser fotografías.

✓ Pueden ser historias clínicas.

✓ Pueden ser manuales educativos.

✓ Pueden ser propagandas.

✓ Pueden ser programas de televisión.

Como dijimos arriba, la investigación documental busca explorar la construcción de esos


documentos, no sus contenidos en términos de veracidad. En el caso de tomar por
objeto historias clínicas (insistimos en este ejemplo por ser un error habitual), la
pregunta podrá estar en torno de qué tipo de cosas interesó registrar a los profesionales
que las confeccionaron, o qué cosas se dejaron sin completar, o qué modos de
completarlas hubo a lo largo del tiempo. Lo que va a interesar es cómo esa institución
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

construye una mirada sobre sus pacientes a través de registrarlos en la Historia Clínica,
no los pacientes que fueron atendidos y sus respectivas patologías. Entonces, no es que
recurre a documentos para relevar los datos en sí mismos ni como forma de acceder a
los pacientes que fueron atendidos. Otro ejemplo sería tomar las estadísticas de
atención de un determinado establecimiento, pero en lugar para conocer cuántas
personas se atienden y por qué motivos, para conocer qué tipo de categorías se utilizan
para codificar la complejidad de lo existente.
Un documento puede hablar de cómo funciona una institución. Es decir: es el
investigador quien hace hablar al documento en un sentido distinto del original. Los
documentos nos dan información sobre lo que pasó, pero es preciso cierto
entrenamiento para hacer de ellos un objeto de análisis cualitativo. Hay que tener
presente que no es lo mismo lo que realmente pasa que lo que se registra o escribe. Esa
información siempre está tamizada por la perspectiva de quien la escribió. No hay que
confundir lo que un documento dice con lo que pasó realmente: todo lo escrito -como
lo oral- tiene condiciones de producción: quién lo escribió, por qué motivo, con qué fin,
para que lo leyera quién, cuándo, dónde... La investigación documental, entonces, no
habla sobre lo que sucede o sucedió, sino lo que tales y cuales documentos dicen sobre
aquello.
La investigación documental suele implicar una mirada histórica. Y a la inversa: cuando
lo que nos interesa es obtener información histórica, casi siempre tenemos que acudir a
algún documento. De hecho, esta técnica fue desarrollada y consolidada por las
disciplinas históricas. Aun cuando aborde temas de actualidad, implica acercarse a algo
producido en otro momento. Por eso es importante saber quién lo produjo, por qué, y
en qué contexto.
Porque resulta sencillo el acceso, y también porque proporcionan información que nos
habla acerca de cómo las personas fueron leyendo su propia historia, el análisis de
documentos más frecuente se realiza en base a diarios y revistas. Pero nuevamente: lo
que generalmente me va a interesar es cómo cada diario o cada revista comunica una
noticia, más que la noticia en sí misma.
Un ejemplo ya clásico en las Ciencias Sociales son los trabajos de un autor francés,
Michel Foucault. Entre otros documentos, él hizo la tarea -para muchos, impensable- de
revisar reglamentos internos de escuelas, prisiones, regimientos y hospitales. También
planos e imágenes que permiten conocer cómo estaban construidos los edificios de
aquellas instituciones. De este modo, pudo llegar a la conclusión que todas estas
instituciones tienen algo en común: el interés por controlar el tiempo y el espacio de
quienes están subordinados (alumnos, presos, soldados, pacientes). Este ordenamiento
disciplinar proporcionaba además la ventaja de obtener conocimiento sobre ellos al
seguir su evolución.
El trabajo con documentos nos puede, también, deparar algunas frustraciones: no
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

siempre el acceso a los documentos es posible. Ahora bien: desde un abordaje


cualitativo es posible convertir esta dificultad de acceso en objeto de nuestra
investigación. En tal caso estaremos articulando el análisis de documentos con la
observación participante. Un ejemplo personal: para ver cómo iban sucediéndose
algunos cambios en un órgano de salud, me propuse recopilar los organigramas
sucesivos entre 1983 y el 2010. Fui encontrando que esa información no siempre estaba
disponible. Así, analicé que cada cambio de gestión solía hacer “borrón y cuenta nueva”
al asumir, y que eso tenía un impacto directo en el diseño de políticas públicas.
Como venimos diciendo, la investigación cualitativa es por definición flexible. Una de sus
virtudes, entonces, es su capacidad de amoldarse, incorporando toda nueva información
que pueda aparecer y que resulte interesante. Por eso siempre resulta enriquecedor,
cuando estamos haciendo cualquier tipo de investigación cualitativa, incorporar algún
dato documental. Así, podemos pedir a nuestros entrevistados, por ejemplo, si tienen
material escrito para facilitarnos sobre aquello que nos cuentan. O alguna foto. En
conclusión, más allá de que no estemos llevando adelante una investigación basada en
documentos, siempre es interesante incluir algún corte de datos que recupere este tipo
de materiales, previamente producidos.

Convirtiendo flexibilidad y reflexividad en


operatoria: el proceso de construcción de datos en
investigación cualitativa

Los procesos de construcción de datos en investigación cualitativa exceden


ampliamente la mera aplicación de las técnicas. En primer lugar, porque en un abordaje
cualitativo fiel a los paradigmas de conocimiento que lo sustentan, las técnicas no suelen
proponerse de una vez y para siempre, sino que el diseño inicial puede (o debe, según
quien lo considere) ir modificándose según se vaya encontrando más fructífero a lo
largo del trabajo de campo. En tal sentido, cabe señalar, la investigación cualitativa
implica un proceso profundamente creativo.
Para que esta reformulación sea posible, es preciso intercalar etapas de campo con
etapas de análisis. La reflexividad se aplica, en este caso, a reparar en la influencia de las
técnicas y del modo de llevarlas adelante, en los datos que voy construyendo. Ir
acompañando el trabajo de campo de este análisis me da la oportunidad de adaptar mi
estrategia a las necesidades específicas del objeto, así como ir re- construyéndolo en
función de hacerlo más apropiado a las realidades que voy encontrando.
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

Recordemos que, a diferencia de las investigaciones estructuradas, en las


investigaciones flexibles lo más fecundo es reorientar, modificar o ajustar la estrategia
de abordaje empírico, dado que la idea es encontrar aquello que no sospechábamos de
antemano. En este sorprenderse por lo encontrado, es esperable que algo de lo que se
pensaba inicialmente deba ser modificado, o bien que resulte conveniente hacerlo.
Para que esto sea posible, es indispensable tener plena conciencia del proceso
investigativo. Es decir, ir analizando no sólo los resultados (las desgrabaciones, por
ejemplo) sino también el modo de producirlos, los contextos en que fueron producidos,
la relación que posee lo recolectado con lo que dice la bibliografía al respecto, etcétera.
Es todo esto lo que nos permitirá detectar cuáles serían los verdaderos hallazgos de la
investigación –es decir, el encuentro de aquello que no se conoce lo suficiente- y
encaminar el rastreo hacia su profundización y una delimitación más precisa. Intercalar
etapas de análisis con etapas de campo no necesariamente implica momentos rígidos
ni planificados desde el principio. Implica más bien ir monitoreando el desarrollo de la
investigación, e ir volviendo una y otra vez a la bibliografía, o buscando nuevas lecturas
que me permitan comprender mejor lo que voy encontrando, o ir realizando otros
abordajes en campo. También puede suceder que a lo largo de este proceso se visualice
que los puntos de partida contienen algún tipo de preconcepto o prejuicio, y sea
necesario revisarlo.
Así por ejemplo si me propuse entrevistar enfermeros que trabajen en funciones de
responsabilidad en una gestión ministerial, lo recomendable sería realizar unas pocas
entrevistas, desgrabarlas y comenzar a analizarlas. En función de eso, decidir si tiene
sentido seguir haciendo entrevistas, y en ese caso a quiénes. O si es preferible incorporar
otra técnica –por ejemplo, acompañar a un enfermero particular durante su jornada
laboral durante el tiempo que él me lo permita- u otras unidades de observación –
entrevistando por ejemplo a sus compañeros de trabajo que provienen de otras
profesiones, para conocer si encuentran algo singular en trabajar con enfermeros. Y
también puede suceder que caiga en la cuenta de que había considerado como natural
que fueran varones quienes ocupaban puestos de responsabilidad, pero que esto en
realidad escondía un sustrato amplio y complejo de relaciones de género que era preciso
indagar para acercarme mejor a la descripción y el análisis del ejercicio de poder en la
profesión de enfermería.
Cada una de las decisiones que vaya tomando como investigador en este proceso debe
estar minuciosamente registrada (y luego se deberá dar cuenta de ella al momento de
comunicarla) y estar claramente justificada. Recordemos que es esta reflexividad lo que
diferencia a la flexibilidad de estos abordajes de un hacer “cualquier cosa”. El diseño
inicial, tanto como sus reformulaciones, son sustanciales: no se trata de descartarlo,
sino por el contrario: de reenfocarlo, enriquecerlo, reformularlo. Son las revisiones de
aquel diseño inicial las que subrayan cuáles fueron mis hallazgos específicos. Dicho de
otro modo, mis hallazgos se configuran en base al recorte y la propuesta que dieron
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

comienzo al trabajo de campo. El diseño no es un corset, sino una brújula que permite
no perder el norte.
Creímos necesario complementar la referencia a las técnicas con la mención de otras
dimensiones propias del trabajo de campo cualitativo, para ofrecer una mirada más
acabada del proceso completo.

Muestreos cualitativos: el desafío de seleccionar


unidades de análisis/observación

La investigación cualitativa posee una mirada estratégica respecto de quién nos provee
cada dato. Existe una figura particular, vinculada con la producción de conocimiento en
profundidad sobre recortes particulares: el “informante clave”. Se trata de una persona
que por la confianza que nos tiene, o por el lugar que ocupó como testigo en alguna
situación, o porque ocupa un cargo jerárquico importante y por eso tiene más acceso a
los datos que necesitamos conocer. El “informante clave” nos puede aportar
información más significativa que ninguna otra persona en lo que queremos investigar.
Pero debemos tener la precaución de mantener nuestro principio de confidencialidad.
Esto se vuelve un desafío al momento de presentar los resultados. Otra figura clave, esta
vez en relación con el acceso al campo, es el denominado “portero”, que es quien tiene
capacidad de definir en qué medida nos será posible ingresar al campo (sea que se trate
de un espacio físico, o de contactar ciertas personas) y sostenernos en él. No en todas
las investigaciones hay porteros, pero donde los hay, es preciso identificarlos
oportunamente.
Junto con aquellas figuras, aparece la cuestión de las unidades de análisis. La literatura
distingue en ocasiones el término “unidad de análisis”, utilizado para hacer referencia a
la unidad mínima en que se descompone el universo de estudio (personas, familias,
viviendas, hospitales, servicios, equipos, etcétera) o aquello sobre lo cual se desea
predicar algo, del término “unidad de recolección”, en referencia a que en ocasiones un
dato puede construirse sin preguntar directamente a quienes me interesa conocer. Por
ejemplo, mi unidad de análisis pueden ser los trabajadores sociales porque estoy
buscando indagar su inserción laboral, pero mis unidades de recolección pueden ser
quienes ocupen el cargo de jefatura en los lugares en que los trabajadores sociales se
insertan, independientemente de su profesión. En los casos de unidades de análisis
colectivas, esta diferencia es clave: para conocer por ejemplo acerca de las estrategias
familiares de cuidado, ¿quién/es van a ser mis unidades de recolección? ¿a quiénes
observo, a quiénes convoco, a quiénes pregunto? No será lo mismo preguntar a las
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

mujeres adultas que a los varones, o que a las personas más jóvenes. Lo mismo
podríamos anticipar respecto de la exploración de los procesos de trabajo en un
establecimiento sanitario, por ejemplo.
Pese a la utilidad práctica de la distinción anterior, principalmente en estrategias
versátiles y creativas como las cualitativas, el concepto de “recolección” no le hace
mucha justicia a los paradigmas en que ellas se sustentas, porque daría la pauta de un
dato previamente existente que se “recolecta” simplemente, como una fruta madura. Y
nada más lejos del proceso de construcción de datos propio de estos abordajes, como
venimos insistiendo. Para zanjar esta diferencia, algunos autores utilizan el término
“unidad de observación”. Esto requiere conservar como metáfora el acto aludido,
puesto que “observación” también puede aludir a lo escuchado, no necesariamente a lo
mirado.
Dimos este rodeo para advertir que no nos interesa ser fieles a uno u otro término, sino
más bien apuntar a cuestiones prácticas propias del despliegue del trabajo de campo.
Cuando el objetivo es hacer un estudio en profundidad y ver qué tipo de factores están
en juego puede realizarse un muestreo intencional, seleccionando unidades de análisis
porque son socialmente relevantes (porque la difusión que lograron, por ejemplo), o
porque son desconocidas, o porque nos resultan paradigmáticas. Puede ser
especialmente fecunda la investigación cualitativa cuando lo que voy a analizar se
presenta con poca frecuencia, o cuando se trata de casos extremos, o casos únicos. En
ocasiones lo considerado fundamental tiene que ver con lograr cierta heterogeneidad
en la muestra. Por ejemplo, si voy a estudiar embarazos no deseados, y quiero comenzar
haciendo entrevistas, puede ser interesante incluir a mujeres de distintas edades.
Podríamos incluir a mujeres que tienen pareja estable y a las que no, a mujeres que no
usaron métodos anticonceptivos y también a aquellas que quedaron embarazadas
porque aun usándolos, este les falló.
También puede realizarse un muestreo denominado “muestreo teórico” en la medida
es que es en base a la teoría previamente disponible que se definen unidades de
observación. Este consiste en seleccionar aquellas unidades de observación que sea más
importante considerar desde la perspectiva de mi investigación. Este muestreo a su vez
puede estar relacionado con el Estado de la Cuestión, en la medida en que el motivo de
elegir cierta unidad de análisis/observación con frecuencia remite a lo que fue hecho
(sea porque se quiere repetir un abordaje previo en otro contexto, o bien porque se
desea llevar adelante un tipo de abordaje inédito).
Finalmente, a fin de resumir la variedad de posibilidades, el muestreo puede ser
pragmático, dado que la viabilidad del ingreso al campo y la permanencia, así como de
la posibilidad de encontrar colaboración, resultan centrales en este tipo de estrategias.
Hay muchos motivos que pueden guiar en la selección de los casos. Lo fundamental es
que siempre controlar (y explicitar, al comunicar los resultados) el criterio que orientó
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

la selección. Algunos ejemplos de muestreo cualitativo:

• Una unidad de cuidados paliativos (puesto que es algo novedoso y no existen


demasiadas).
• Una serie de usuarios de pasta base (puesto que es muy difícil acceder a ellos y tengo
que aprovechar si tengo cercanía y confianza a algunos de ellos).
• El armado de un plan de contingencia para la atención en el marco del COVID-19 en la
primera institución que contó con uno (puesto que es un objeto único).

El muestreo cualitativo no termina allí. Porque es preciso controlar los momentos, las
situaciones –qué día, qué momento del día, quiénes están presente, qué pasó antes,
etcétera. Como hemos venido señalando, “controlar” implica tener un registro
sistemático de estos aspectos contextuales, considerando que todo dato construido
responde a un contexto específico de producción. El muestreo incluye escenarios y
circunstancias, también, para aquellos casos donde no se trate de un análisis
documental.
El hecho de que los abordajes cualitativos no se encuentren preocupados por la
generalización, sino que busquen dar cuenta de los contextos singulares de producción
de cada dato, no implica el descuido de los procesos de selección. Por el contrario, la
atención destinada al muestreo es extrema. A quién miro/pregunto, cómo, cuándo.
Estas definiciones no pueden realizarse únicamente al comienzo.
Las decisiones respecto de qué técnica aplicar y a quiénes se puede reformulando junto
con aquello que nos interesa indagar. También puede suceder que consideremos que, a
diferencia de lo que inicialmente creíamos, resulta más efectivo incluir en nuestro
estudio a unas personas que a otras. O que creamos necesario complementar la
información obtenida hasta el momento con el punto de vista de otro tipo de
protagonistas. En cualquier caso, el carácter flexible de la investigación y la reflexividad
que acompaña al proceso investigativo implicarán la revisión de las unidades de
análisis/observación.

Cantidad de información

Hasta dónde recoger información, o bien hasta cuándo extender el trabajo de campo,
es algo que en investigación cualitativa no puede ser determinado de antemano. Ahora
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

bien, como los cronogramas no poseen la misma flexibilidad que los abordajes –dado
que en general es necesario cumplir con aquellos- la extensión y profundidad del trabajo
de campo se relaciona íntimamente con lo mencionado arriba respecto de la inclusión
de unidades de análisis/observación.
Muchas el tipo de abordaje está determinado por los relibros con que se cuenta. Por
ejemplo, si dispongo de un financiamiento por un año para investigar, o si tengo que
presentar mi tesis a mediados del año que viene porque se me vence el plazo. La
destreza del investigador consiste en poder adaptarse a estas restricciones sin que ello
vaya en desmedro de la calidad de lo obtenido: siempre es necesario balancear las
ambiciones acerca de qué conocer con cuánto tiempo tengo para conocerlo, algo que
se relaciona principalmente con la construcción del objeto . Es decir, no es lo mismo
que me interese conocer las relaciones de autoridad en un hospital que las relaciones
de autoridad en un servicio. Y no se trata de tamaño: en investigación cuali, seleccionar
un servicio en lugar de un hospital nos puede proveer información mucho más
interesante en la medida en que particulariza el objeto. Es decir, conocer las relaciones
de autoridad en contextos donde se están empezando a insertar laboralmente
profesionales con nuevos títulos, o varones donde antes no los había, puede ser mucho
más interesante que conocer las relaciones de autoridad en un hospital. Dicho lo
anterior, es importante señalar que las consideraciones respecto de cuánta información
recolectar no remiten a contextos ideales de disponibilidad de tiempo, sino al buen uso
del poco tiempo que tengamos disponible. Y este uso, para ser bueno, deberá siempre
ir acompañado de una reflexión continua, y de la flexibilidad necesaria para adaptarse
a lo que va encontrando. Contrariamente a lo que suele suponerse, es más importante
para una investigación cualitativa no atarse a lo planificado para cumplir con los
tiempos que sí hacerlo. Sobre todo, considerando que es habitual que el campo
muestre que aquel abordaje inicialmente propuesto o bien es muy costoso, o bien el
acceso es limitado, o bien la información que permite obtener no es suficientemente
rica.
Ahora bien, respecto de hasta cuándo juntar información, un término clave que resulta
habitual encontrar es el de “saturación teórica”. Si bien podría discutirse su empleo por
fuera del enfoque que lo acuña, que es el de Teoría Fundamentada (por lo cual este
concepto se origina con la pretensión de generar teoría) es empleado con mucha
frecuencia. Advertiremos que, sin embargo, no siempre resulta pertinente. Se denomina
“saturación teórica” al momento en que la inclusión de nuevas unidades de
observación ya no produce información nueva.
La calificación de “teórica” tiene que ver con que, en sentido estricto, nunca deja de
aparecer información nueva: lo que no resulta novedoso es aquello que hace
específicamente al interés investigativo, es decir, lo que tiene que ver específicamente
con el recorte. La saturación teórica es el fenómeno por el cual después de una cierta
cantidad de datos, el investigador tiene la impresión de no aprender nada nuevo en lo
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

que está buscando. Lo que nos permite conocer el punto de saturación teórica es ir
organizando y analizando la información recogida a medida que la voy juntando. Esto
no depende tanto de la cantidad de unidades incluidas, como de la buena formulación
del objeto de investigación, y una correcta reflexividad al respecto.
Un error frecuente es que los diseños cuali propongan utilizar la saturación teórica y al
mismo tiempo estipulen de antemano cuántas unidades de observación van a incluir
(ejemplo, cuántas entrevistas van a realizar). La saturación teórica parte de entender
que es imposible estipular de antemano cuántas personas o situaciones deberán ser
incluidas en el estudio. El número final vendrá dado por la falta de información nueva,
y la confirmación de la pertinencia de lo que se fue analizando a lo largo del proceso
investigativo.

Conceptos sensibilizadores /conceptos emergentes

Flexibilidad y reflexividad implican, en cuanto al marco teórico-conceptual que fue


punto de partida, que la delimitación del objeto de interés, y por tanto de los
conceptos centrales, sea considerada provisoria. El trabajo que hace el investigador
para des-centrarse implica también que los conceptos que maneja, a los que adhiere y
que conforman sus preocupaciones, siempre son “mientras tanto”. Son brújulas que lo
orientan respecto de cómo empezar y qué buscar. Pero es el trabajo de campo donde
se irá viendo en qué medida resultan pertinentes o deben ser reformulados,
descartados, o complementados por otros para resultar útiles a fin de comprender lo
hallado. A esta característica que asume el uso de conceptos se hace referencia cuando
se dice que en la investigación cualitativa los conceptos poseen un carácter
“sensibilizador”.
Junto con lo anterior, uno de los intereses centrales de la investigación cualitativa
consiste en recuperar los conceptos con los que las propias personas otorgan significado
a los eventos y a sus experiencias. A este tipo de conceptos se los denomina “émic” (o
“émicos”) o “nativos”. Estos conceptos, que no son del investigador sino de los sujetos
con lo que se encuentra en campo, deben ser reconstruidos por la investigación en
toda su densidad y complejidad (incluyendo las acepciones, usos y contradicciones que
pueden implicar). Es importante señalar esta necesidad de sistematización, dado que el
uso espontáneo de conceptos – es decir, el uso que hacemos en nuestra vida cotidiana-
suele ser impreciso e intuitivo, mientras que la reconstrucción implica explicitar
significados, señalar contradicciones, indicar contextos en que son usados de manera
apropiada y cuándo resultan incorrectos, etcétera. Una vez que logran ser
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

sistematizados de aquella manera, se constituyen en conceptos emergentes. Se los


denomina así en la medida en que emergen del campo, y no se los conocía previamente.
Cabe advertir que los conceptos emergentes no tienen necesidad de ser una palabra
nueva, sino que puede tratarse de una forma de significar eventos a partir de cierto
uso recurrente de un vocablo o expresión. Esto sucede cuando se recuperan las propias
palabras de los protagonistas, detectadas a partir de su repitencia en distintos sujetos.
Por último, la necesidad de conceptualizar lo que se va encontrando en función de
organizarlo e identificar regularidades y conexiones, lleva a acuñar también conceptos
emergentes, pero definidos por el investigador. De este modo, es preciso identificar
cuáles conceptos emergentes se corresponden con categorías nativas y cuáles fueron
producto de la construcción analítica realizada para el estudio en cuestión.

Flexibilidad y reflexividad en la revisión de técnicas

Al momento de escribir este libro, la realidad nos sorprendía con algo imprevisto: la
pandemia por COVID-19 y las políticas de aislamiento y distanciamiento surgidas en
respuesta. Creímos oportuno incluir algo de este contexto que irrumpió en todas
nuestras prácticas, incluyendo la investigativa, en un material que en definitiva se dedica
a proponer modos de producir conocimiento acerca de nuestras respectivas realidades.
A partir del mes de marzo de 2020 (al menos para la cronología en nuestro país), las
investigaciones cualitativas en libro se vieron en la necesidad de reconfigurar sus
trabajos de campo. Quienes estaban por comenzar su indagación empírica luego de un
diseño aprobado quedaron paralizados. ¿Era posible investigar en estas condiciones?
Más o menos rápido, al igual que el resto de las prácticas sociales, las investigaciones
cualitativas se volcaron al uso de plataformas virtuales y aplicaciones digitales para dar
continuidad de algún modo a las distintas propuestas. En general, con la sensación de
que se hacía de esta manera por no quedarse de brazos cruzados, pero que era estas
vías eran deficientes y no podrían ni remotamente reemplazar la presencialidad y las
relaciones cara a cara.
Sin embargo, dentro del universo de la investigación social cualitativa, la utilización de
tecnologías digitales está lejos de representar una novedad. En sentido estricto, desde
el mismo momento en que nuevos desarrollos tecnológicos comenzaron a mediar
distinto tipo de relaciones sociales, investigadores sociales sintieron la necesidad de
describir sus usos y significados. Así, a partir de objetos de investigación construidos en
torno de las mediaciones tecnológicas, distintos investigadores sobre todo provenientes
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

de matrices teóricas vinculadas con estudios culturales los abordaron. Y para hacerlo,
fueron desarrollando estrategias que también se encontraban a su vez inmersas en el
mundo estudiado. Por ejemplo, la participación en foros, blogs, plataformas de citas,
entre otros, fueron multiplicándose como objeto y medio de indagación. ¿Qué hacían
estos investigadores? ¿Etnografía? ¿Observación participante? ¿Análisis de
documentos? Los aspectos metodológicos e instrumentales son arena de debate. Sin
intención de posicionarnos al respecto, nos interesa señalar que estos antecedentes
marcan no sólo la posibilidad, sino también la potencialidad, de incorporar las nuevas
tecnologías como parte de los campos empíricos.
La pandemia nos encuentra, de esta manera, tanto con desconcierto como con una
tradición en ciernes, a la cual es factible echar mano para orientarnos un poco mejor en
los desafíos actuales de la investigación cualitativa. Tan fecunda es esa producción
previa, que tiene numerosas ramificaciones y debates. EScience, eResearch son marcos
generales de desarrollos teóricos y epistemológicos que han festejado la incorporación
de las nuevas tecnologías en su aspecto promisorio, es decir, en la medida en que
aumentan la potencialidad investigativa, para el mundo de las ciencias y la investigación
en general. De manera más específica, ha sido principalmente la antropología como
disciplina y la etnografía como perspectiva y práctica las que, al tener como parte de su
objeto las prácticas culturales, han ido desarrollando reflexiones epistemológicas,
teóricas y metodológicas a través de la antropología digital, la etnografía digital, la
netnografía, antropología de las ciberculturas, y otros libros de debates y experiencias
que van recibiendo distintos nombres en la medida en que van nucleando distintos
investigadores con preocupaciones y posicionamientos similares.
En la línea de lo que hemos venido presentando en estos tres capítulos, creemos
necesario subrayar la estrecha conexión entre construcción del objeto investigativo y
modo de abordaje. Creemos que sostener la coherencia interna de esta conexión debe
ser prioritario para lograr una investigación de calidad, y que el debate acerca de las
técnicas es secundario o accesorio, en la medida en que debe estar subordinado a la
revisión del objeto que conlleva. Es esto lo que permite que quien investiga deje de lado
la sensación de déficit o pérdida debido al impedimento de la copresencia, para pasar a
definir claramente qué es lo que está investigando cuando realiza su investigación
mediante internet, redes sociales, u otras nuevas tecnologías. En este sentido,
flexibilidad y reflexividad vuelven a presentarse como conceptos clave para aprehender
las perspectivas cualitativas. Ellos pueden conectarnos con la fecundidad específica (tan
limitada como cualquier otro tipo de abordaje, sólo que con limitaciones distintivas) de
la investigación mediada por tecnologías, al tiempo que señalarnos no sólo la
discontinuidad impuesta por la pandemia y las medidas de cuidado respectivas, sino
también las continuidades respecto de los abordajes cualitativos en general, desde sus
inicios.
Vale insistir en el hecho de que, desde esta mirada, se trata de incluir en el quehacer
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

investigativo elementos que —lejos de ser prerrogativa de investigadores, como en


algún lo fueron los grabadores de voz— forman parte de la cotidianeidad de los sujetos,
antes de la pandemia, y mucho más fuertemente a partir de ella.

Para finalizar…

En este, nuestro último Capítulo, hemos abordado las distintas técnicas cualitativas de
construcción de datos. Tal como hemos insistido en los dos Capítulos anteriores, nos ha
interesado poder diferenciar su mera aplicación a nivel de técnica de la complejidad
de lo implicado por la investigación social de corte cualitativo.
Así como lo mencionamos en el Capítulo 2 respecto de los enfoques, la selección y el
empleo de las distintas técnicas remiten de decisiones de carácter artesanal y situado,
donde es mucho más importante el carácter flexible y reflexivo de su ejecución que el
cumplimiento de preceptos. Porque las técnicas, lejos de agotar en sí mismas el trabajo
de campo, sólo tienen sentido en la medida en que acompañan cierta definición
particular del sujeto bajo estudio, del objeto de conocimiento, e incluso de qué se está
entendiendo por “campo”.
A fin de sostener nuestra propuesta expositiva, hemos mediatizado la presentación de
las técnicas bajo una categorización que nos permite señalar elementos comunes a ellas,
que hacen a la decisión de sus usos respectivos. Por un lado, el empleo de técnicas que
apelan al diseño de dispositivos “artificiales”, es decir, de encuentros entre
investigador/es y sujeto/s desprendidos de los contextos más cotidianos, diferenciados
en tiempo y/o espacio, donde el dato es construido principalmente en torno a las
preguntas de quien investiga. Por otro lado, el empleo de técnicas en los entornos
mismos (momentos y lugares) en que las personas desempeñan sus prácticas habituales,
donde quien investiga se encuentra supeditado al ritmo y formato en que pueden
observarse directamente dislibros y acciones. Finalmente, el abordaje de materiales
producidos con fines no investigativos, en el marco de acciones y tareas disímiles pero
siempre con anterioridad a su empleo para la construcción de conocimiento sistemático.
De esta manera, hemos presentado lo relativo a entrevistas en profundidad, grupos de
discusión, grupos focales, talleres, observación participante y no participante y análisis
de documentos.
En todos los casos, nos ha interesado enfatizar que las técnicas presentadas admiten
ser pensadas como materia prima sobre la cual imprimir las propias necesidades en
términos de selección de unidades de análisis y/o de observación. También, en todos
los casos, hemos problematizado la inserción de quien investiga como parte del
Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

proceso de construcción de datos y del conocimiento a ser producido, incorporando


dentro de esto las particularidades del proceso salud/enfermedad/atención/cuidado.
Finalmente, hemos recuperado de manera espiralada lo desarrollado en nuestro
Capítulo 1, regresando a ello de manera enriquecida luego de nuestro recorrido. Para
ello, hemos señalado el carácter fundamental de una utilización reflexiva y flexible de
las técnicas, cuidadosa y atenta a cuestiones de oportunidad, conveniencia y respeto
a los participantes.
En contextos históricos absolutamente inéditos como en el que hemos escrito estos
materiales, estas consideraciones asumen nuevos sentidos, dada la necesidad de
reinventar los abordajes, dando continuidad a las tradiciones investigativas
cualitativas y otorgando centralidad a la construcción de conocimiento novedoso,
relevante, pertinente y riguroso. En vistas de lo anterior, la recuperación de las
perspectivas propias de los sujetos y de sus prácticas, de un lado, y el descentramiento
que permite desarrollar una mirada analítica que no se limita a reproducirlas sino a
conocerlas sistemáticamente, en sus vacíos, contradicciones, disensos, creatividades e
imperfecciones, del otro, nos presentan la oportunidad de aportar puntos de vista
originales, que permitan mejorar las acciones dentro de procesos de
salud/enfermedad/atención/cuidado.
Esperamos haber contribuido con nuestros contenidos y también con nuestras
inquietudes, a enriquecer sus perspectivas y acciones respecto de la construcción de
conocimiento cualitativo en el campo de la salud.

Bibliografía de referencia

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investigaciones cualitativas. Revista Facultad Nacional De Salud Pública, 26(1). Recuperado a
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Capítulo 3. Técnicas de construcción de datos en abordajes cualitativos

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Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

Capítulo 4

Construcción del conocimiento a partir de los datos


en abordajes cualitativos

En este capítulo nos interesará poner en común algunos elementos centrales respecto
de cómo producir conocimiento en estrategias cualitativas: ¿qué hacer con los datos de
campo? ¿cómo analizarlos, cómo interpretarlos? Este suele ser uno de los puntos
menos abordados. Porque tal vez la característica central de este tipo de estrategias sea
la necesidad que impone de revisar la comprensión del concepto de “método”, para
entenderlo como camino sistemático, pero siempre original, en lugar de como una
receta o prescripción a la que atenerse.
En el caso de la instancia misma de “decir algo” sobre los datos, la necesidad de apelar
a la experticia de quien investiga y a la creatividad se potencia. Porque a investigar, se
aprende investigando, y en el intercambio con quienes ya vienen haciéndolo. Esto no
quiere decir que no pueda decirse nada al respecto. Por el contrario. De hecho, hemos
elegido comenzar de esta manera nuestro libro para mostrar que es posible enunciar
diversas propiedades de las estrategias cualitativas a partir de sus elementos
recurrentes. Cabe advertir, dada la heterogeneidad de este universo: nada de lo que
presentaremos pretende mostrar con exhaustividad lo que sucede en él, ni puede
considerarse representativo del mismo. Se trata de un recorte (consistente con las
epistemologías que orientan las tradiciones en que se basan las estrategias cualitativas)
de algunos aspectos, elementos y desarrollos que nos ha parecido pertinente compartir.
Al respecto señalamos, para quienes comienzan por este libro, que las estrategias
cualitativas de investigación provienen de las ciencias sociales, por lo que guardan la
misma concepción acerca del conocimiento científico. Este último no se considera
consensual y acumulativo, sino que se entiende que su desarrollo está promovido por
el disenso interno, por el debate acerca de los alcances y límites de cada una de las
propuestas. Resulta central tomar esto como punto de partida, porque nos
encontraremos trabajando dentro de paradigmas con visiones radicalmente distintas
a las que informan los paradigmas cuantitativos. Si no partimos de comprender esta
diferencia, corremos el riesgo de no entender la particularidad de lo que se presenta,
o de contrastar cada punto con lo que se conoce previamente desde otro paradigma.
Recordemos respecto de la definición de paradigmas como modo de comprender al
pensamiento científico, que quien se considera mentor de estas concepciones, Thomas
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

Kuhn1, ya había señalado como parte misma de este concepto su característica de


inconmensurabilidad. Los paradigmas son distintos, no son comparables entre sí. No
hay uno mejor que el otro, ni uno más acabado que el otro. Son distintas tradiciones
en cuanto a la construcción del objeto de estudio.
Esto posee al menos dos implicancias para nuestro libro. En primer lugar, la necesidad
de explicitar que no nos ubicamos en un lugar neutral (no lo consideramos posible) y
que lo presentado aquí es sólo un recorte posible de lo existente, entre muchos otros.
Un recorte, por supuesto, con el que guardamos afinidad, pero con el que es posible –
desde ya- estar en desacuerdo. En segundo lugar, que los términos y conceptos que
utilicemos tendrán siempre un carácter abierto, porque no son utilizados de un modo
unívoco en la literatura.
Dicho lo anterior, señalaremos que hemos vacilado bastante respecto del nombre de
este capítulo. ¿Procesamiento y análisis de datos? ¿Análisis e interpretación?
¿Organización de los datos de campo? Ningún nombre permite reflejar con exactitud los
contenidos, aunque resulten más sencillos de comprender por los potenciales
destinatarios. Es por eso que optamos por un nombre que nos permitiera aludir a
aquello que hacemos cuando no estamos in situ en el campo, nuestr a tarea “de
escritorio” continua que nos permite tanto describir lo que vamos encontrando como
predicar distinto tipo de propiedades abstractas sobre aquello. Lo que hagamos con los
datos va a depender de nuestro enfoque y nuestra propuesta. Como fuere, es preciso
anticipar que por “dato” no vamos a entender una porción de lo existente, un reflejo,
algo que se “recolecta”, sino un conocimiento que se construye cuando desde alguna de
las infinitas perspectivas posibles observo la realidad empírica.
En base a estos puntos de partida, esperamos que al finalizar este Capítulo puedan:

✓ Identificar el rol central de la escritura en el tratamiento de los datos cualitativos,


familiarizándose con sus implicancias
✓ Valorar la conexión entre el tratamiento de los datos y el enfoque investigativo
propuesto
✓ Conocer distintas modalidades de tratamiento de datos cualitativos
✓ Comprender algunos elementos propios de los procesos de producción de conocimiento
cualitativos
✓ Familiarizarse con aspectos centrales de la codificación y categorización, en tanto uno
de los procedimientos más frecuentes para el tratamiento de los datos y la producción
de conocimiento

1
Kuhn, Thomas “La estructura de las revoluciones científicas”. Fondo de Cultura Económica. México:
2004
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

✓ Identificar errores frecuentes en el tratamiento de datos cualitativos


✓ Conocer la existencia de programas informáticos que pueden colaborar con el
tratamiento de datos cualitativos

Presentación

A la par de la comprensión de que nos encontramos bajo un paradigma singular,


radicalmente distinto del positivista, y al que para simplificar denominaremos
“interpretativo” (habiendo ya mencionado que el formato que ocupan aquí los
conceptos no es unívoco ni preestablecido, sino polémico y abierto o provisorio),
creemos necesario reponer algunos mínimos puntos de partida al respecto, para poder
avanzar con nuestros contenidos específicos.
Desde los paradigmas interpretativos se asume que el conocimiento siempre es social
e históricamente construido, es decir, que siempre es contextual. Esto refiere tanto al
conocimiento científico, como al conocimiento de todas las personas acerca de sus
historias, sus entornos, sus deseos, sus limitaciones, sus afectos, etcétera. A su vez,
partiendo que se concibe a los sujetos, siempre, como “conocedores”, las estrategias
cualitativas se plantean como un conocimiento de segundo grado: un conocimiento
acerca de los conocimientos. Lo que se busca es recuperar, sistematizar, organizar,
mostrar asociaciones, limitaciones, relaciones, entre distintos fenómenos, sucesos,
situaciones y el conocimiento que las personas tienen acerca de ellos.
Cuando decimos “conocimiento”, cabe advertir, no estamos queriendo decir
“información”. Sino que estamos hablando acerca de percepciones, valoraciones,
interpretaciones, opiniones, y también de conocimientos no discursivos sino prácticos,
como los que nos orientan en la vida cotidiana respecto de cómo manejarnos en
distintas situaciones, qué es conveniente decir y qué no, cómo es apropiado actuar,
cómo se espera que nos comportemos en diversos ámbitos y relaciones, cómo se
ejercen los distintos roles, qué es legítimo y qué no, etcétera. (Advirtamos que el
“etcétera” es siempre parte constitutiva del carácter abierto de lo planteado, por lo que
con frecuencia acompaña nuestras afirmaciones, y no por imprecisión de las mismas,
sino también por coherencia interna con el propio paradigma que nos orienta).
Siendo la investigación científica un conocimiento de segundo grado —un conocimiento
acerca de los conocimientos— posee tanto diferencias para con los conocimientos de
los sujetos (principalmente, porque se produce de manera sistemática y controlada)
como puntos en común. Respecto de esto último, diremos que toda producción de
conocimiento científico se considera inherentemente situada: resultado de un
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

contexto singular (social, cultural, económico, político, etcétera) que condiciona tanto
las preocupaciones que orientan la búsqueda de conocimiento, como los procesos
mismos de su producción y la circulación de sus resultados. Imbricada en lo anterior,
se encuentra la relación entre quienes investigan y quienes son investigados, que es
siempre inevitablemente una relación social. Es decir, carga con muchos más sentidos
(algunos predecibles, otros inesperados) que la mera instrumentalidad técnica. Esto se
potencia considerando, además, que el tipo de relaciones establecidas son más
profundas, tanto por ser prolongadas como por el tipo de acercamiento que se pone en
juego durante el trabajo de campo.
Una última mención breve, en cuanto a los paradigmas interpretativos, refiere al
carácter construido del conocimiento científico. Se parte de entender que todo
conocimiento “construye” un punto de mira particular acerca de la realidad, y que es
humanamente imposible conocer desde un “no lugar”. Siempre se conoce desde alguna
perspectiva, también en el conocimiento científico. Siempre hay conceptos, teorías,
investigaciones previas, que orientan respecto de qué mirar y cómo hacerlo, además de
intereses que marcan el cómo de la producción. Desde este punto de partida, se descree
de toda posibilidad de objetividad y neutralidad en las ciencias, y particularmente en lo
que a investigación cualitativa respecta, el énfasis de su cientificidad está puesto
principalmente en la explicitación de la perspectiva asumida. Junto con esta (presente
desde la construcción misma del problema de conocimiento), el proceso de producción
de conocimiento es un elemento central a analizar, porque todo resultado estará en
íntima relación con aquel. Y aquí entra un concepto central para estos abordajes: el de
“reflexividad”. Con este concepto nos referimos a la atención meticulosa y sistemática
prestada a cada una de las decisiones tomadas en el campo (un campo investigativo
que, además, si aprovecha lo específico de estas propuestas, será flexible), a la
intersubjetividad entre quien investiga y quien es investigado, a las emociones,
vivencias, dudas, recuerdos, experimentadas por quien produce conocimiento en el
proceso investigativo como materia prima fundamental del análisis y los resultados .
Dicho lo anterior, cabe señalar que el trabajo de campo cualitativo lleva con frecuencia
a una producción realmente inmensa de datos. De hecho, muchas veces por provenir
de la investigación cuantitativa o por tener internalizados sus parámetros los propios
diseños se proponen generar una cantidad difícilmente manejable de entrevistas,
grupos focales, observaciones. Además, estipulados de antemano. Este es uno de los
errores más frecuentes en las propuestas cualitativas (que para quien evalúa puede
fácilmente servir para distinguir al novato del experimentado). De acá deriva el gran
problema, ¿qué se hace luego con todo eso? Inevitablemente, el tratamiento que suele
dársele con los relibros disponibles es pobre, y la investigación termina siendo un
montón de tiempo –de investigadores, pero sobre todo, de investigados—
desperdiciado. Nuestra intención aquí es contribuir a evitar este error tan habitual.
Las investigaciones cualitativas, en la medida en que se proponen enfatizar la riqueza
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

singular y distintiva de estos abordajes, poseen un carácter abierto. Parten de reconocer


que no es posible anticipar aquello que durante el trabajo de campo aparecerá como
un hallazgo. Puede ser la aparición de un tema conexo que no se había previsto, por el
tipo de conexión entre aspectos previamente conjeturados, por la forma de
presentación de lo que buscábamos indagar, por aspectos vinculados con el acceso y la
permanencia en el campo, por el orden de prioridad de los asuntos involucrados en el
problema, o muchas otras cuestiones que también es imposible de anticipar (porque
cada campo siempre es único y singular). Lo fundamental de los abordajes cuali consiste
en su sensibilidad para sorprenderse ante lo que no podía ser sospechado con
anterioridad, antes de la entrada al campo. Para lograr esto, las estrategias se diseñan
como provisorias: se propone un abordaje que se considera oportuno y conveniente
dado el conocimiento previo disponible, pero que está abierta a reformulación en todos
sus aspectos: técnicas a desplegar y características de las mismas; selección de sujetos,
circunstancias, espacios, momentos; conceptos centrales para comprender los
hallazgos, son algunos de los elementos que deben ser flexibles para que una
investigación cualitativa pueda desplegar la riqueza de un conocimiento en
profundidad y que recupera la perspectiva de sus protagonistas –tal es el conocimiento
que se busca producir mediante estas estrategias. La cantidad de datos a reunir es parte
de lo anterior. Por lo anterior, el ordenamiento de los datos, su análisis e interpretación
son actividades simultáneas al trabajo de campo.
Las estrategias cualitativas, aún aquellas que deben realizarse en un período corto de
tiempo, tienen como característica central –insistimos, en función de desplegar sus
propios puntos de partida, y no a modo de protocolo- que las acciones de “salir” a
construir datos y “sentarse” a leerlos y tratar de comprenderlos no son secuenciales. Si
no, no habría margen para la flexibilidad. Y sin flexibilidad, no habría modo de poder
recuperar la perspectiva de los otros, aquello que es imposible anticipar desde un lugar
distinto, y que por eso mismo interesa conocer.
A partir de lo anterior se abren distintas posibilidades. Dicotomizando: intercalar
momentos de escritorio con momentos de campo, en un movimiento de vaivén o cíclico,
o bien trabajar en distintas tareas simultáneamente. Esto depende de las preferencias
de quien investiga, y también del modo de organización con otros, dado que con
frecuencia las investigaciones son realizadas por equipos. Explicitado esto, es preciso
señalar que los términos suelen prestarse a malos entendidos. “Momento” puede
comprenderse como una etapa en el tiempo, y no lo es; “paso” es peor aún. Hemos
elegido recuperar metáforas habituales en la investigación porque en principio las
creemos claras, o al menos no tan proclives a generar confusión. Así, utilizaremos el
término “escritorio” y la acción de “sentarse” para aludir a un cúmulo de tareas que lo
que tienen en común es que no se realizan en el mismo instante en que se hace trabajo
de campo (sino unas horas más tarde, al día siguiente, a la semana siguiente, o como
cada quien pueda y quiera llevarlas adelante). De este modo, “campo” y “escritorio” se
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

convierten en dos grandes ámbitos donde transcurre una investigación. Aquí nos
abocaremos a desarrollar muchas de las posibilidades que existen cuando hacemos
“escritorio”.
Las tareas “de escritorio” pueden recibir el nombre de “procesamiento”, de
“tratamiento” de “análisis” o de “interpretación”, sin que necesariamente esos términos
designen realidades diferentes. Este uno de los momentos menos aludidos por los
manuales de metodología (sobre todo, por los que presentan a un mismo tiempo
“métodos cuantitativos” y “métodos cualitativos”, y terminan mostrando gran
desconocimiento respecto de lo específico de estos últimos). Pero también, es una de
las experticias menos visibilizadas de quienes se dedican a investigar. Este es el desafío
que asumiremos en este capítulo. Esperamos poder hacerlo con la claridad que —
entendemos— le suele faltar a este tipo de temáticas. Y esperamos que puedan
resultarles esclarecedoras del trabajo investigativo en el marco de estrategias
cualitativas de producción de conocimiento.

Principios generales del procesamiento, análisis e


interpretación en abordajes cualitativos

Los atributos distintivos de las estrategias cualitativas se ponen en juego al momento de


trabajar con los datos construidos en campo. En primer lugar, diremos que esto
compromete al cuándo se realizan las tareas de “escritorio”: no se trata de una etapa
en orden secuencial, menos aún de una etapa final, sino de una actividad simultánea
al trabajo de campo, longitudinal al desarrollo del proyecto.
Lo anterior implica recuperar la flexibilidad y la reflexividad como componentes
centrales del proceso de producción de conocimiento, tal como el conocimiento es
comprendido desde las epistemologías que informan estas estrategias. Repasando lo
anterior, por “flexibilidad” entendemos el carácter abierto de los diseños cualitativos,
que buscan adaptar sus metodologías a lo que el campo va mostrando como apropiado
y relevante en lugar de aplicar formatos preestablecidos. Y por “reflexividad” al carácter
consciente y explícito de cada una de las tomas de decisión al respecto, que incluyen a
quien investiga (su posición, sus emociones, sus limitaciones, el modo en que es visto
por los sujetos, los pasos que ha dado, etcétera) como parte constitutiva del proceso
investigativo.
Dicho lo anterior, cada revisión de los datos que se van produciendo debería estar
acompañado en mayor o menor medida de marcas acerca de contextos y situaciones
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

en que cada dato fue producido. Para ser factible, aquello requiere reducir los datos
disponibles de modo tal de poder aprehenderlos de manera conjunta e integrada. Sea
mediante resúmenes, codificaciones, cuadros sinópticos, diagramas, clasificaciones u
otro tipo de estrategias (mencionaremos luego las más frecuentes), es importante
visualizar de manera continua de qué información se dispone. En otras palabras: ver qué
se tiene no es algo que sólo sucede al final, sino que se tienen que diseñar formas de
monitoreo continuo, que permitan acompañar todo el proceso de conjeturas
personales, revisión de bibliografía, establecimiento de relaciones internas a lo
disponible y externas –vinculadas con el contexto- y redefiniciones acerca de cómo
continuar la tarea de campo.
Por otra parte, dada la intención de conocer realidades concretas en profundidad, y
comprendiéndolas en sus peculiares contextos sociohistóricos (en lugar de la
preocupación más ligada al positivismo de establecer relaciones válidas para todo
tiempo y lugar), el procesamiento de los datos debe incluir siempre el registro de las
excepciones, de los casos negativos, de las variaciones que asumen los fenómenos. No
eliminar lo diferente al momento de reducir los datos implica también otorgarle un
lugar al analizar los componentes del problema bajo estudio, e incluir la diversidad y la
polifonía en las interpretaciones. Es desaconsejable llegar a aseveraciones
generalizantes porque tienden a invisibilizar la complejidad, los matices, las
contradicciones, siendo que precisamente la virtud de las estrategias cualitativas es
poder incorporar esto al análisis de lo real (en lugar de reducir lo real a variables que
permitan ser contabilizadas).
Herramientas como la utilización de tipologías pueden contribuir a conservar lo
disonante al ir visualizando lo recogido (tipos de situaciones, de actores, de procesos,
etcétera). También es recomendable ir contrastando los datos en la medida en que los
vamos produciendo (en lugar de ir asimilándolos como parte de una misma totalidad,
buscar activamente las diferencias al identificar patrones o recurrencias, y temas).
Esto va de la mano con la producción inductiva de conocimiento: en lugar de relacionar
grandes categorías teóricas con datos directamente observables (lo cual en los métodos
hipotético-deductivos se realiza mediante la operacionalización), aquí la intención es ir
subiendo de nivel en la descripción de los datos, yendo desde las presentaciones
concretas a dimensiones en que organizar esta información, y así en sucesivas capas
hasta llegar a análisis con mayores niveles de abstracción. Pero siempre, partiendo de la
descripción empírica.
Algunos señalamientos más pueden ser necesarios en función de evitar malos
entendidos, frecuentes en quienes incursionan en este tipo de estrategias. En estos
materiales utilizamos precisamente el concepto de “estrategias” para evitar algunas
asociaciones o resonancias propias de la palabra “método” en nuestro idioma. Porque
estamos hablando de un conjunto heterogéneo de abordajes cuyo carácter
compartido consiste en la epistemología sobre la que reposa, es decir, en las
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

concepciones acerca de la realidad social y el conocimiento que informan las


tradiciones que se recuperan –explícita o tácitamente- en cada una de estas
investigaciones. No abordaremos entonces “métodos” o modos prefijados de
procesamiento, análisis e interpretación, porque esta concepción acerca de la
producción de conocimiento no guarda correspondencia con el modo de concebir al
conocer2. Sí, en cambio, comprendemos que todo lo que expondremos tiene como
referencia una producción metódica de conocimiento, entendiendo por tal un
procedimiento controlado, consciente, reflexivo, distinto del carácter asistemático del
sentido común. Esta producción metódica implica ir visualizando lagunas y
contradicciones de lo que se va encontrando. Incluyendo no sólo las lagunas y
contradicciones internas de lo empírico, sino también de las teorías disponibles y de la
articulación entre teoría y empiria (porque lo encontrado puede contradecir o poner
en tensión las teorías preexistentes, e incluso sería deseable que así lo hiciera).
En este sentido, cabe advertir respecto del riesgo de ir acumulando información sin
recuperar las preguntas iniciales, ni los elementos constitutivos del enfoque elegido .
O también, del riesgo de llevar a cabo un diseño de investigación cualitativo como si
sólo se tratara de implementar lo consignado al inicio, en la primera planificación.
Ambos caminos suelen llevar a que quien investiga se encuentre con un cúmulo
difícilmente manejable de datos, sin saber qué hacer con ellos. O bien, que —sin pasar
por esa etapa de desconcierto— realice un análisis mucho más simple y de lo que podría
hacer con tal volumen de información, desperdiciando en buena medida el trabajo de
campo. Ambas faltas de “método”, en el sentido cualitativo del término, conspiran
contra la relevancia y rigurosidad en la producción de conocimiento.
Algo similar a lo descrito ha tendido a suceder con los denominados “análisis de
contenido” y “análisis del dislibro”. No abordaremos aquí ninguna de estas etiquetas.
Porque si bien las formas de analizar e interpretar en investigaciones cualitativas no
pueden ser estandarizadas, la realización de estas investigaciones por quienes se han
formado en métodos cuantitativos, pero no así en cualitativos, ha llevado a un uso poco
apropiado de aquellos rótulos. Así, encontramos versiones que los contraponen y otras
en que ambos tipos de análisis serían equivalentes. Por lo anterior, es desaconsejable
suponer que con la utilización de alguna de aquellas etiquetas se dice algo unívoco,
entendible de igual modo para cualquiera que lo lea. O que se alude a una forma única
y prefijada de tratar los datos cualitativos. Una buena práctica, en cambio, es precisar
qué se hizo o qué se planea hacer, y cómo.
Comencemos por señalar que el concepto mismo de “dato” implica para nuestras
estrategias un recorte, una acentuación de cierta dimensión de lo existente, una
lectura posible entre muchas otras, y no algo que está “ahí afuera” de nuestra mirada
y que nos limitaríamos a reflejar o “recolectar”. Vemos lo que vemos a partir del
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

enfoque desde el que miramos, y lo mejor que podemos hacer, para producir un
conocimiento riguroso, es explicitar cuál es ese lugar particular desde el que nos
hacemos las preguntas y buscamos responderlas. Las notas de campo, los audios, las
transcripciones, los memos, no son datos sino materiales empíricos a partir de los cuales
construimos nuestros datos.
El modo en que se organizan los datos y se los analiza es objeto de una toma continua
de decisiones a lo largo del desarrollo de un proyecto. Y está abierto a la creatividad:
dónde encontramos recurrencias y dónde excepciones, qué conexiones vemos, qué
contrastes, qué matices. Qué articulaciones, parecidos o analogías encontramos en
aquello que para el sentido común es de orden diferente, y que distinciones y
heterogeneidades encontramos en aquello que a priori es pensado como uniforme. Qué
de lo descripto nos remite al estado de la cuestión (porque lo reitera, porque lo
contradice), y qué a las teorías disponibles.
No hay reglas respecto de cómo hacerlo, pero sí está la necesidad de convertir estos
procedimientos en un trabajo cuidadoso, atento a cada paso. Al mismo tiempo, si
“análisis” implica la división de lo que existe en categorías más pequeñas a fin de
observarlo más en detalle, lo recomendable es realizarlo tratando de sostener la tensión
entre una descripción apegada a lo concreto y singular de lo encontrado, y el
mantenimiento continuo de su conexión global con la totalidad de lo que se va
conociendo. Por eso el principal desafío es cómo almacenar los datos en función de
poder recuperarlos de manera continua y desde distintas entradas . Porque esto es lo
que facilita relacionar cada dato con su contexto de producción, con las teorías
preexistentes, con el estado de la cuestión, y a su vez con otros elementos del propio
proceso investigativo. Este relacionamiento es continuo en el trabajo con datos
cualitativos, y puede encontrarse también referencias a este en términos de
triangulación en algunos manuales de metodología.
Por otra parte, contrapesando los párrafos anteriores, debemos recordar que las
estrategias cualitativas son profundamente heterogéneas entre sí, por lo que el
procesamiento de datos, su análisis e interpretación dependerán estrechamente del
enfoque adoptado. No será lo mismo procesar datos cuando la intención es realizar una
descripción histórica (donde lo cronológico es una dimensión ineludible) que cuando la
intención es desarrollar algún tipo de teoría sobre cierto fenómeno bajo estudio, por
ejemplo. Asimismo, el enfoque determinará en qué medida es importante conservar
qué tipo de marcas respecto del lugar de quien investiga (sus sensaciones, emociones,
vacilaciones, reflexiones, etcétera). En cualquier caso, es en el marco de cada propuesta
específica que podremos distinguir qué datos pueden convertirse en la usina principal
de lo que va a ser dicho respecto del estudio y cuáles sólo podrían aportar información
complementaria o convertirse en meros ejemplos. Lo cual no obsta que muchas veces
resulte bastante difícil llevar a cabo este discernimiento, ni que podamos ir y volver
respecto de esa línea demarcatoria, siempre artificial (en la medida en que es el artificio
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

teórico y analítico el que establece límites en lo existente).


También el destino de la investigación brindará su impronta: no es lo mismo un informe
institucional que debe ser acompañado de un apartado de recomendaciones, que una
tesis. El tipo de producto final marcará en qué medida es deseable la síntesis o bien el
desagregado detallado de cada una de las dimensiones observadas, de escenarios,
actores, etcétera. Incluyendo la consideración de estas diferencias, es menester señalar
que todo producto final debe tener una sección metodológica (que no se agota en la
mención del software utilizado, sino por el contrario: suele ser prácticamente nula esta
mención), por lo que es preciso ir incorporando en el translibro de la investigación una
relatoría o memoria de lo que se va realizando y de las tomas de decisiones –cuya
amplitud o no dependerá nuevamente del producto que se busque alcanzar con la
investigación.
Finalmente, repetiremos lo que ha sido dicho hasta el cansancio para las estrategias
cualitativas. Y es que no existen recetas para el procesamiento, el análisis y la
interpretación bajo estos paradigmas. Pese a esto, hemos armado este material que en
lugar de rehuir la respuesta —como muchas veces se hace— respecto de qué implican
estas dimensiones del trabajo en investigaciones cualitativa, busca mostrar opciones y
recurrencias a quien aún no ha incursionado en la experiencia concreta o bien identifica
dificultades o falencias en el modo en que lo ha realizado.

La escritura como tarea continua

Tal como suele suceder con lo que de un modo u otro asume carácter de tabú, el carácter
poco explicitado de las tareas de escritorio suele generar un enigma que tiende a
soslayar lo obvio. Y es que buena parte de las tareas “de escritorio” tiene que ver con
la escritura.
He aquí otro error frecuente a combatir, vinculado con los mencionados arriba: el creer
que escribir es la etapa final de todo proceso investigativo. Esto, que en general no es
así, es mucho menos así en las estrategias cualitativas. En ellas lo escrito es
consustancial a todo el desarrollo.
Sea para conseguir aprobación, financiamiento o para conformar un equipo o generar
consensos internos, en general toda investigación comienza con una propuesta escrita.
El diseño es un primer momento de escritura. No es nuestra intención detenernos en lo
relativo al diseño. Pero sí señalaremos que diseñar una propuesta suele conllevar una
vivencia que puede ser útil poner de relieve, dado que en los abordajes cuali acompaña
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

la totalidad del proceso. Nos referimos a la sensación de que el pasaje de una idea inicial
a lo escrito no suele ser sencillo ni mucho menos, mecánico. Por el contrario, asentar
por escrito aquello que queremos nos muestra a un mismo tiempo el carácter vago y
ambiguo de lo que nos interesa, y el modo en que la organización lógica que imp one
la escritura nos permite visualizar lagunas e inconsistencias, señalándonos en qué
dirección es preciso tomar nuevas decisiones. Y muestra que escribir siempre es, en un
punto, tomar decisiones.
Hemos organizado nuestra exposición en tres de las tareas principales vinculadas con el
acto de escritura que atraviesan los procesos de organización de datos, análisis e
interpretación. Cabe advertir: escribimos para leernos. Por lo que toda actividad de
escritura y reescritura implica, también, una actividad concomitante de lectura y
relectura. Escribir y leernos, reescribir y releernos, son acciones recursivas que
acompañan todo el proceso de investigación cualitativa.

El desafío de la transcripción
En investigación cualitativa es habitual que una parte de los datos (más o menos
importante) esté en formato audio. Para poder manejar esos datos lo habitual es
convertirlos en texto 3. En esos casos lo que más recomendable es la desgrabación.
Pueden desgrabarse la totalidad de los audios, o sólo aquello que se considere más
importante a partir de la escucha: en este último caso, es preciso tener presente que se
deberá escuchar varias veces el mismo archivo, evaluando el tiempo que demandan
ambas tareas. Siendo que el material con el que trabajaremos para la interpretación y
el análisis será la desgrabación, la calidad de esta es un aspecto central de la
rigurosidad de nuestro trabajo.
Para quien haya experimentado la acción de desgrabar, resultará ostensiva la siguiente
afirmación: todo pasaje de audio a texto implica un proceso de traducción. Como tal,
entraña la toma de decisiones respecto de qué transcribir y cómo hacerlo. Esta toma
de decisiones debe estar orientada (para resultar acertada) en lo que nos interesa
recuperar. ¿Es importante el tono de voz? ¿Puede tener algún valor conocer las
vacilaciones, los actos fallidos, los furcios? ¿Es necesario saber que en un momento
alguien abrió la puerta? Estas son algunas de las tomas de decisión que orientan qué es
lo que se pasa a texto.

3
En la actualidad existen los medios técnicos para un manejo del formato audio (incluso audiovisual)
que tiempo atrás hubiera sido impensable para quienes no provienen del trabajo en el campo
mediático. Sin embargo, dado que las presentaciones suelen ser escritas, y que la tradición investigativa
es escrita, no abordaremos lo relativo a organización de este tipo de datos en particular.
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

Las tomas de decisión tienen que ver con cómo se construyó el objeto de
conocimiento. Vale decir, por ejemplo, si me interesa investigar acerca de la relación
médico-paciente en un determinado establecimiento que busca ser innovador, ¿incluye
mi objeto de estudio los momentos de interacción? ¿y qué aspectos de ellos? ¿es
factible observar las consultas? (al respecto valga señalar que una dificultad frecuente
es construir como objeto a las relaciones, pero abordarlas de manera fragmentaria, a
través de la perspectiva de alguno de los miembros de la relación).
Junto con lo anterior, dudaremos en momentos clave de la conversación: ¿cómo
represento mejor este énfasis, con dos puntos, con punto y coma, con punto aparte? Si
pongo siempre puntos suspensivos para que se note que esta persona hace muchas
pausas antes de contestar, ¿cómo marco que algunas pausas son bastante más largas
que otras? Estos son sólo algunos ejemplos. Desgrabar no es un proceso mecánico. Y si
bien siempre puede contribuir con la agilidad de los tiempos contratar a alguien que
desgrabe, la recomendación es revisar las desgrabaciones al tiempo que se escucha el
audio en caso de no poder desgrabar quien investiga. O poder trabajar con quien
desgraba las pautas específicas de aquello que buscamos, abriendo el canal de diálogo
para que pueda consultarnos acerca de todas aquellas incertidumbres propias de este
tipo de traducciones.
En caso de trabajar con videos o imágenes, puede haber también elementos que sea
preciso transcribir, en caso de que puedan resultar interesantes para nuestra mirada.
Por ejemplo, durante un taller o grupo focal, ¿en qué dirección iban las miradas de los
participantes? ¿cambiaba el tono corporal según la interacción, o la postura? ¿hubo
algún tipo de contacto corporal –palmada, abrazo, patada- entre los participantes? ¿se
acompañó algo de lo dicho por algún gesto elocuente que enfatizaba o transformaba lo
expresado oralmente? ¿alguien se quedó dormido durante el encuentro? ¿cómo
estaban vestidos los participantes? El lenguaje no verbal puede contener elementos
que sirvan a nuestros fines, y en esos casos será necesario buscar cómo trasponerlos
a texto. Lo mismo debe ser mencionado respecto de observaciones que nos surjan
acerca de los escenarios, distribución de objetos o cuerpos en una imagen; acerca de
lo que muestra un mapa o cartografía; así como muchas otras cuestiones que tienen
que ver con estrategias de investigación que incorporan los datos visuales como insumo.
Así, lo que más abajo abordaremos como tareas de interpretación y análisis en las
estrategias cualitativas, se nutre fundamentalmente de materiales escritos.

Los “memos”
El término “memo” hace referencia a un recordatorio. No vamos a hacer acá una
definición técnica del mismo: en la literatura pueden encontrarse distintas utilizaciones
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

del mismo, sobre todo porque la Teoría Fundamentada lo incorporó como parte de sus
procedimientos. Se trata de no olvidar alguna observación particular realizada a lo largo
del proceso de trabajo de campo y tratamiento de los datos. Lo que nos interesa es
identificar bajo este término un uso particular de la escritura, que es de mucha ayuda
en los procesos de investigación cualitativa.
Los memos son notas de proceso, absolutamente provisorias, que buscan fijar y
registrar aspectos que habitualmente “se tienen en la cabeza”, marcando el hábito de
bajar a texto escrito lo que en otros contextos sería parte de un fluir de pensamiento
espontáneo. Se trata de convertir en materia prima de la investigación a pequeñas
anotaciones, surgidas ante diversas circunstancias del proceso investigativo. Esto
marca fuertemente la advertencia de que la escritura no es una etapa final. Por otra
parte, tiende a contradecir una concepción implícita de la escritura que la entiende
como una instancia más bien ceremoniosa, que la piensa como producto acabado al que
se vuelcan las ideas una vez maduradas. Además, cabe advertir, tendemos a ser
excesivamente optimistas respecto de la capacidad de nuestra memoria.
Contrarrestando lo anterior, adquirir el hábito de escribir recordatorios sobre las ideas
que nos aparecen de manera poco sistemática (o sea, no cuando estamos trabajando en
escribir sobre eso) puede permitirnos capitalizar asociaciones o apreciaciones que
posiblemente, en caso de no hacerlo, se perderían.
¿Respecto de qué es conveniente realizar memos? De casi todo, pero sobre todo, de
esas ocurrencias “al vuelo”. Por ejemplo, cuando estamos haciendo trabajo de campo,
de impresiones acerca de los sujetos con quienes interactuamos, de sus entornos, de
sus tonos de voz, de sus silencios. O de entretelones que acompañaron la gestión, por
ejemplo, de una entrevista, o la observación de un determinado ámbito en cierto
momento. También respecto de nuestras propias sensaciones: nuestras dudas,
vacilaciones, decepciones, esperanzas. De hecho, puede ser una muy buena estrategia
para explicitar nuestros prejuicios y tratar de mantenerlos lo más a raya posible al
momento de construir los datos.
Asimismo, los memos pueden referir a lecturas que hayamos hecho alguna vez y que se
nos vengan a la mente en algún momento porque conectamos algo de lo que sucedió
con algún concepto o explicación en ellas. O de posibles conceptualizaciones de lo que
estamos observando, sea apelando a algún concepto preexistente (por ejemplo “esto
tal vez tenga que ver con los procesos de afrontamiento” o “acá tal vez se pueda rastrear
un itinerario terapéutico”) o bien acuñando uno nuevo, al que tal vez luego encontremos
que resulta interesante sistematizar (por ejemplo “llamaría a esta dificultad para
contactar mandos medios “reticencias hospitalarias” o “sería interesante fijarme si
existe algo como “expectativas usuario/profesional no asistenciales” cuando se
establecen vínculos en el primer nivel de atención”). También podemos escribir memos
mientras leemos algo en principio desvinculado de la investigación, o mientras
hacemos otras tareas. O durante las tareas de la investigación misma, por ejemplo,
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

cuando desgrabamos o rearmamos una guía de entrevista.


Los memos tienen que ver con el proceso creativo: cuando estamos con un tema,
muchas veces las “pistas” nos aparecen por maduración, porque nos decanta una idea,
y eso puede no suceder en el momento más apropiado para tomarlas en serio,
rastreándolas. El memo pone en valor estas lógicas de pensamiento que no
controlamos, y las incorpora al proceso de investigación.
Cabe advertir que en esta sección nos estamos refiriendo a las notas, que no sólo son
notas “de campo” en el sentido de que aluden al modo en que tiene lugar el trabajo de
campo, sino también de teorizaciones y conceptualizaciones incipientes. Notas que
pueden ser tomadas en papel o tipeadas en computadora, y organizadas según la
conveniencia de quien investiga. Sin embargo, para quienes utilizan programas de
procesamiento como el Atlas Ti (nos referiremos a esto más abajo), los “memos” son
campos a rellenar con observaciones que pueden referir a los materiales sobre los que
se trabaja, a fragmentos de estos materiales, o a modos de organizar estos últimos (algo
a lo que también referiremos abajo).
En abordajes cualitativos que toman por objeto documentos visuales, los memos suelen
ocupar un lugar central para el procesamiento, la interpretación y el análisis, puesto que
las observaciones que quien investigue realice sobre las imágenes tenderán a desplazar
a los materiales de origen en el tratamiento de lo encontrado en campo.
Es posible también encontrar utilizaciones más acotadas del término “memo”, en
referencia a una función contextualizadora de los datos con los que trabajamos. Por
ejemplo, si estamos escuchando una entrevista donde alguien habla de un “ex adicto”,
puede ser importante reponer que esta forma de conceptualizar los problemas de uso
de sustancias (como algo que no desaparece, sino que sólo se controla, siendo un trazo
identitario de por vida) es frecuente en grupos de autoayuda como NA, Narcóticos
Anónimos. O también reponiendo en una desgrabación de entrevista lo que sabemos
que sucedía en el entorno al momento que el entrevistado hacía algún tipo de
comentario. Esta utilización de los memos apunta a recuperar el conocimiento de que
disponemos para dar sentido a lo que vemos y escuchamos, integrándolo como parte
del dato. Y se fundamenta en una concepción situacional de los datos, donde acciones
y significados remiten siempre a sus contextos singulares de producción. También
agrega la virtud de recuperar lo no verbal junto con lo enunciado, para esclarecer lo que
en caso de atenerse únicamente a la retórica, puede ser malinterpretado (por ejemplo,
en el caso de una persona que manifieste verbalmente no estar preocupada por su
enfermedad mientras que observamos cómo los ojos se le llenan de lágrimas cada vez
que refiere a ella).
Aquí no nos estamos ateniendo a una única definición de qué es un memo, sino más
bien señalando la importancia del trabajo de escritura provisional y continuo, de la
explicitación de los libros de pensamiento que rodean al proceso investigativo. Podría
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

pensarse, tal vez con razón, que los memos no son otra cosa que un diario de campo. Lo
que tienen de especial es que permiten “ablandar” nuestro contacto con la escritura,
hacerlo más fluido y continuo. En general, quienes llevan un diario de campo, también
desarrollan un sistema personal de anotaciones satelitales o “ayudamemorias”.
Pero los memos no sólo implican escritura, sino también lectura. Deberíamos decir: re-
escritura y re-lectura, en la medida que se trata de un proceso abierto y continuo. Como
insumo para el monitoreo y la eventual reformulación de un proyecto, darle lugar
relevante a la lectura sistemática y continua de nuestros memos puede resultar de vital
importancia. Por eso es importante no sólo realizarlos con sistematicidad, sino también
organizarlos y revisarlos de igual manera.

Lo escrito como organizador lógico (y la mirada de lxs otrxs)


Así como hay escrituras “internas”, realizadas en pos de ir organizando los datos, hay
escrituras cuyos destinatarios son externos y que se proponen dar a conocer la
investigación, no sólo una vez que esta ha finalizado, sino durante el translibro de la
misma. Siendo que el reporte específicamente lo abordaremos en nuestro último
capítulo, aquí nos referiremos al sentido de la escritura durante el desarrollo de la
investigación.
Y así como las estrategias cualitativas, a diferencia de las estandarizadas, son de carácter
flexible y sus etapas son simultáneas en lugar de secuenciales, lo relativo a la escritura
no debería ser una excepción. Dejar la escritura para el final es un error que
frecuentemente deriva en una pérdida de calidad del proceso.
Como comentamos antes, esto tiene que ver con las virtudes de la escritura, en tanto
organizadora de lo existente. La necesidad de dar una secuencia a lo que vamos a
encontrando, así como la de evitar lagunas y contradicciones, funcionan como una
brújula fundamental para ir detectando qué es lo que ya tenemos y por dónde
necesitaríamos continuar.
En una maraña de asuntos interconectados entre sí, la necesidad de empezar por algún
lado a contar qué sucede, y de ir desenvolviendo poco a poco el objeto de estudio,
permite visualizar nuestros hallazgos de forma tal que nos posibilita, en primer lugar,
visualizar lagunas. Otro de ese ordenamiento puede ser observar qué es necesario
reponer acerca de las decisiones que fueron tomadas in situ respecto del trabajo de
campo –puesto que muchas de ellas posiblemente hayan sido espontáneas. Es decir,
mediante el ordenamiento de los datos disponibles podemos identificar qué
necesitamos conocer, y qué necesitamos explicitar, para describir con mayor precisión
o integralidad aquello que nos interesa. También el vacío puede remitir a aspectos
teóricos, a bibliografía que necesitamos incorporar para poder comprender de modo
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

más acabado lo que vamos encontrando.


En investigación cualitativa, tanto el análisis (entendido como la disección de algo que
aparece como una unidad, a fin de inspeccionar sus elementos constitutivos) como la
interpretación (entendida como el hallazgo de un sentido que conecta distintos datos
entre sí –sea que esto se entienda como explicación o como comprensión) son procesos
continuos, que se originan en el mismo inicio de la investigación, es decir al diseñar un
proyecto. Junto con el interés en una determinada temática comenzó el rastreo de
bibliografía específica que fue decantando en aquello que informó nuestra propuesta,
tanto en el marco teórico-conceptual como en el estado de la cuestión. Estas lecturas
probablemente tengan continuidad en aquello que logre detectar en el trabajo de
campo. Y en una investigación cualitativa, seguramente se vayan revisando,
resignificando, ampliando, reorientando. La mejor forma de tener gobierno sobre esas
lecturas, y servirnos de ellas, es organizarlas. Y nuevamente, la escritura es una gran
aliada. Así, por ejemplo, la redacción de artículos teóricos, de reseñas, o incluso de
monografías, durante el proceso de investigación puede ser de gran ayuda.
En cuanto a la articulación entre teoría y empiria, el entrenamiento en investigación
cualitativa, y en su reporte escrito, nos lleva a detectar cuándo algo que exponemos
precisa de un fundamento teórico. Un momento fundamental en que esto se pone de
manifiesto es cuando encontramos sugerente un concepto o hacemos alguna conjetura
pero desconocemos si alguien antes había teorizado o investigado al respecto. Por
ejemplo, si mi investigación puso en el centro del foco a la población adolescente y
encuentro que con recurrencia aparecen situaciones vinculadas con la deserción
educativa, si nunca he leído nada sobre este tema sería conveniente buscar bibliografía
relevante y actualizada que me permita comprender mis hallazgos (si eran esperables,
o no, por ejemplo).
Por otro lado, se agregan a aquellas virtudes de la organización escrita, el
enriquecimiento propio de la mirada de otros, sea quienes fuera. Puede tratarse de la
puesta en común de los miembros del equipo, donde no sería sorprendente encontrar
que los supuestos tácitos que se creían compartidos resultan no serlo tanto al
plasmarlos en un escrito. Puede tratarse de otros profesionales o investigadores que
conozcan el tema, habitualmente en el formato de ponencias u otro tipo de
presentaciones, cuyas devoluciones seguramente resulten de mucha utilidad para
reorientar o consolidar el rumbo de la indagación. Puede tratarse, también, de los
sujetos participantes, con quienes puede reforzarse la confianza al anticiparles por
escrito las líneas de la investigación, y al mismo tiempo esto a su vez puede llevar a la
apertura de nuevos caminos, inéditos; también puede resultarles de utilidad para la
visualización de alguna situación problemática ante las autoridades, o para poder poner
en discusión entre distintas partes, o muchísimos otros usos y efectos de lo escrito que
sería imposible anticipar (algunos de ellos se encuentran referidos en la bibliografía de
este capítulo). Los manuales de metodología apelan a distintos conceptos para señalar
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

el rol de los lectores externos; algunos de estos serán trabajados en el próximo capítulo,
en la medida en que se relacionan con aspectos éticos y de calidad de los proc esos
investigativos.
Finalmente, para terminar con este apartado, quisiéramos señalar que el carácter
longitudinal de la escritura no sólo remite a la argumentación narrativa, sino que
existen otros formatos de lo escrito, más esquemáticos, que pueden ser útiles en el
mismo sentido, y que tal vez al ser más visuales para muchos sean incluso más
eficaces. El más habitual es el de índice analítico.
Bajo la idea de lo que podría ser el índice de un escrito largo (un libro, o una tesis), se
van desplegando las ideas centrales a modo de títulos. El carácter analítico lo da la
apertura de estos títulos en varios subtítulos y a estos últimos en varios apartados, para
lo que puede ayudar un sistema de numeración secuencial. El armado de índices
provisorios nos permite identificar cómo iríamos construyendo una descripción o
argumentación, visualizando qué elementos estaríamos necesitando para completarla,
así como qué elementos pueden entrar en conflicto entre sí. En estos índices
provisionales ya partimos de saber que una sección al menos debe ser metodológica (si
es que esto no es longitudinal) y al menos otra, de carácter teórico para la presentación
del problema y sus antecedentes (ídem anterior). Para que resulten útiles, estos índices
deben estar abiertos a reformulación hasta último momento.
Los índices analíticos representan un modo de categorizar lo encontrando, separando y
conectando los datos a través de distintos niveles de análisis (que pueden ir tanto de lo
concreto hacia lo abstracto, como de lo particular a lo recurrente, o ser en orden
cronológico o espacial, entre otros muchos modos posibles de organizar los hallazgos).
El desarrollo paralelo de índices analíticos contribuye a orientarnos: si tuviéramos que
comunicar algo en este momento sobre nuestros datos, ¿qué diríamos? ¿qué
aclaraciones tendríamos que decir sobre cada una de esas cosas? ¿y qué tipos de datos
podrían incluirse en cada categoría? Un buen armado de títulos y varios niveles de
subtítulos resulta indicativo de lo que va apareciendo importante en la investigación, y
del ordenamiento y las dimensiones relevantes.

Opciones de estilo, que no son sólo estilísticas

La escritura de productos a poner en circulación, sean los informes (de avance, final),
sean artículos, tesis o libros, o sean materiales de divulgación, en general plantean la
posibilidad de ser encarados de múltiples formas distintas (salvo en el caso de ciertos
artículos científicos, lo que abordaremos en el capítulo 6). La investigación cualitativa es
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

un campo de mucha creatividad literaria, e incluso muchas veces las fronteras son
borrosas.
En términos de este capítulo, comentaremos únicamente aquello que tiene que ver con
la (re)construcción del dato, realizada al presentarlo. Porque parte del procesamiento
de la información, el análisis y la interpretación se vincula al producto que tengamos
proyectado lograr.
Toda investigación se propone construir conocimiento nuevo, y en términos generales
este conocimiento proviene de la articulación (en distintos grados y modos) de teoría y
empiria. Sin embargo, en términos del producto final, hay investigaciones que se
proponen limitar al máximo la aparición de conceptos o conjeturas ajenas al campo, y
otras que ambicionan delimitar conceptos del modo más abstracto posible. Podríamos
vincular a estos dos formatos con las tradiciones de la etnografía y la Teoría
Fundamentada, respectivamente (aún a riesgo de no hacer justicia a buena parte de
estas investigaciones, pero con la finalidad de que se comprenda la conexión entre
enfoque investigativo y producto esperado).
Entonces, no será igual nuestro tratamiento de los datos si lo que buscamos es
comunicar a nuestros lectores cómo es un día habitual en tal o cual escenario, cómo
ha sido la vida de tal o cual persona, o si lo que buscamos es conceptualizar
determinado fenómeno o proceso. Recuperando la idea de índice arriba comentada,
diremos que en los primeros casos la mayor parte de los títulos responderán a lugares o
momentos del ciclo vital, recuperando la forma que estos asumen en el campo para sus
protagonistas, mientras que en el último el índice podrá estar organizando siguiendo
conceptos que alumbren distintas dimensiones del mismo fenómeno.
En algunas ocasiones, no es tan clara la relación del enfoque adoptado con el tipo de
reporte que necesitaremos. Por esta misma razón, ir “ensayando” distintos formatos
durante el proceso de campo puede resultar orientador respecto de qué tipo de
producto estamos visualizando implícitamente en nuestra construcción de datos,
también para poder tomar decisiones durante el translibro de la producción empírica.
Decisiones de campo, decisiones de procesamiento de datos, y decisiones acerca del
producto final a conseguir van dialogando y están abiertas a reformulación. A fin
exclusivamente de lo que nos interesa enfatizar acá, diremos que, en un extremo, los
enfoques biográficos incluyen propuestas cuya intención es comunicar una historia de
vida, a veces recuperando y editando las palabras de los propios sujetos en un producto
que así queda escrito en primera persona (borrando la figura de quien investiga) o bien
relatándola en tercera persona, en palabras del investigador, pero sin marcas respecto
de cómo fueron obtenidos cada uno de los datos consignados. Una alternativa análoga
remite a la medida en que se plantea recuperar o no las reflexiones, sensaciones,
vacilaciones, de quien investiga; mientras que en un extremo esto no integrará el
producto que se busca construir, en el otro formará parte constitutiva y es preciso
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

definir qué lugar asignarle. En estos casos, el procedimiento de organización de los datos
disponibles, a medida que se los va construyendo y consolidando, estará guiado por esa
intencionalidad, la cual marca una direccionalidad clara en el proceso de análisis e
interpretación. La escritura es un elemento constitutivo de esta tarea continua de
organización de los datos.

Procesamiento, análisis e interpretación: un mismo


proceso continuo

Periódicamente (en períodos que variarán según el tiempo de duración total de la


investigación, la disponibilidad de quien/es investiga/n y el ritmo del trabajo de campo,
entre otras cosas) es preciso juntarse con los datos. Entendemos aquí por “datos” a los
productos intermedios, sean estos desgrabaciones (que a su vez deben también ir
haciéndose continuamente, y no dejarse para el final), documentos o registros de
campo, y memos. Para poder manejar el cúmulo de estos productos intermedios, es
preciso ordenarlos de alguna forma. El orden que se les vaya dando es al mismo
tiempo interpretación y análisis. Porque ordenar materiales o fragmentos de
materiales implica la decisión respecto de cómo dividir la totalidad en unidades que
guarden un sentido, qué conectar con qué bajo una misma carpeta o etiqueta, e ir
generando criterios acerca de qué es relevante y qué no.
En el caso de la investigación cualitativa, el orden que le demos a los datos no está
prefigurado. Y cuánto más podamos “jugar” a pensar distintos ordenamientos
simultáneos y no excluyentes, tanto más novedoso será el tipo de conocimiento que
estemos produciendo.
En otras palabras: el mismo proceso de ordenamiento de los datos es,
simultáneamente, un proceso interpretativo. Porque valorar con qué otros datos
clasificar un determinado fragmento, y poner un nombre al grupo que se va
conformando, es inherentemente una tarea interpretativa. Y es también es un proceso
analítico, porque consiste en dividir la totalidad de lo encontrado en primer lugar,
entre lo que aparece como relevante y lo que no, y luego entre distintos agrupamientos
o componentes.
De tal manera, si bien es cierto que no hay recetas acerca de cómo interpretar los datos,
este tratamiento de los mismos nos va poniendo en la pista acerca de regularidades y
variaciones de lo encontrado en campo. Qué elementos se repiten y de qué modo lo
hacen, en qué ejes es posible encontrar heterogeneidades, y cuáles son ellas. Luego se
verá en todo caso si algo de esto remite a la literatura existente, por ejemplo, o si nos
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

surge la idea de acuñar un nuevo concepto con el cual dar cuenta de lo que
encontramos. En principio, con mostrar las relaciones, regularidades y diferencias,
sumadas a la descripción de enfoque y estrategia metodológica, tenemos mate rial
para un muy buen informe de avance. Y, como hemos dicho, cuánto más nos
desprendamos de las relaciones obvias entre los datos (por ejemplo, aquellas que
asocian lo recabado con la unidad de observación), más novedoso será lo encontrado.

El ordenamiento u organización de los materiales

Vamos a avanzar sobre algunos formatos frecuentes de tratamiento de los datos, no sin
antes advertir —una vez más— que no existen recetas ni modos canónicos de proceder
en el marco de las estrategias cualitativas, debido a sus propias características
paradigmáticas.
Como dijimos arriba, en principio los materiales que vayamos generando tendrán un
formato escrito. Podemos tener desgrabaciones, documentos (leyes, informes, historias
clínicas, artículos periodísticos, etcétera), memos, registros y/o diarios de campo.
Un primer ordenamiento corresponde al conjunto de materiales que vayamos
produciendo, de modo tal de identificar qué tenemos, poder ir definiendo qué más
necesitaríamos según los resultados que vayamos obteniendo, y a su vez poder
recuperarlos con facilidad. Podemos utilizar para esto algún programa informático, o
bien darnos algún sistema “artesanal”, armando cuadros o grillas de seguimiento y
carpetas para ir organizando estos materiales. Nombrar apropiadamente cada material
(algo que muchas veces conlleva varios reintententos) en función de recuperarlo con
facilidad, y agruparlo con otros, son actividades centrales de esta fase de ordenamiento,
longitudinal a todo el trabajo de campo.
En segundo lugar, lo que debemos organizar será el contenido de estos materiales. Es
esto lo que permite encontrar elementos transversales a ellos. Para este fin, el trabajo
más habitual es el de “descomponer” los materiales en fragmentos. En cuántos y cuáles,
es algo que debe responder a cada situación y cada investigador. También para esto
podemos apelar a algún programa informático a sistemas “artesanales” (habitualmente
ya no en papel, sino en computadora) de copiado y pegado, resaltado con colores
distintos, etcétera.
Los memos acompañarían por un lado esta transversalidad, consistiendo en
observaciones sobre los motivos del ordenamiento. Pero a su vez, podrían ser objeto del
ordenamiento, siendo a su vez reorganizados.
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

El trabajo con fragmentos implica descontextualizar (recortar ese fragmento del


contexto en que aparece) y recontextualizar (ponerlo en relación con otros fragmentos
para observar sus relaciones recíprocas). La característica fundamental de esta tarea,
para que resulte fecunda, es que puedan probarse distintos agrupamientos, es decir,
que sea realizada de manera provisoria y, habitualmente, de modos alternativos y no
excluyentes entre sí. El procesamiento implica articular aquello que inicialmente
aparecía separado (por ejemplo, enunciados sobre distintos temas de distintas personas
en donde se repite una misma idea –por ejemplo, la discriminación). Y al mismo tiempo,
como contracara, separar lo que inicialmente aparecía unido (para seguir con el
ejemplo, encontrando matices o conexiones distintas bajo enunciados discriminatorios
que se repiten como si fueran “lo mismo”). Estas nuevas relaciones entre los datos son
las que permiten encontrar lógicas subyacentes, temas y subtemas, relaciones
internas, y visualizar contradicciones.
A su vez, es importante conservar los contextos de producción de cada uno de los
datos. Por ejemplo, no es lo mismo que algo sea dicho espontáneamente, que aparezca
como una asociación de las personas, o que haya aparecido como respuesta al ser
preguntado de manera directiva. Estas marcas de origen deben conservarse, también,
en el análisis y en la presentación de resultados. Y para que esto sea posible, es preciso
que el trabajo mencionado arriba no implique la imposibilidad de recuperar los
materiales en su formato original (habiendo señalado arriba, además, los desafíos de la
escritura, que en el ejemplo mencionado se ponen de manifiesto). Dicho de otro modo:
debemos trabajar tanto con el desglose de los materiales, como con estos como unidad.
Lo anterior gira en torno de esta necesidad: ordenar materiales y fragmentos de
materiales de modo de poder volver a ellos de manera continua, así como de poder
recuperar algún elemento acotado que hayamos visto que podría resultar de interés.
Podríamos incluso pensar que el desafío es análogo al de un trabajo de archivo. Y sí:
parte importante del tratamiento de datos en abordajes cualitativos tiene que ver con
la atención prestada a tareas de archivo, en tanto organización y ordenamiento de
materiales. Sin embargo, este trabajo de archivo debe proveer más de una entrada a
los datos. Cuantas más entradas permitamos, tanto más rico será el análisis. Por
ejemplo, una única entrada implicaría organizar un diario de campo siguiendo un orden
cronológico, distinguiendo cada registro según el día en que fue tomado. U organizar
desgrabaciones de entrevistas en profundidad según el nombre de quienes fueron
entrevistados). Esto implicaría una vía estéril: no nos permite un modo de descomponer
esos datos. Es sobre esta descomposición de los datos, y su posterior tratamiento, que
se funda lo central de la interpretación y el análisis en los abordajes cualitativos.
El proceso de reducción y agrupamiento de datos, al repasarlo, posiblemente nos
evoque alguna asociación o conjetura, ¿por qué algo se repite tanto? ¿por qué otra cosa
que creíamos generalizada aparece sólo en algunos casos? ¿qué relación podría haber
entre las características de los sujetos y entornos y estos datos? ¿hay algo que aparece
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

y pone en cuestión lo que dice la literatura sobre el tema? ¿hay algo que resulta
ilustrativo de algún concepto teórico? Estas son algunas de las múltiples lecturas que
pueden desencadenarse al releer los datos, habiendo deslindado algunos aspectos a
los que accedemos ahora reagrupados.
Las estrategias utilizadas para el procesamiento de la información deben ser pensadas
por cada investigador para cada caso, como parte de un proceso cuya principal
característica general es la falta de linealidad. Para precisar esto con un ejemplo,
pongamos como ejemplo la realización de un grupo de discusión. La recomendación es
desgrabarla (según el momento de la investigación y la forma de trabajo esto puede
realizarse en simultáneo con otras instancias, sin “congelar” el campo hasta que esté
disponible esa desgrabación), y a partir de la lectura del texto resultante y la
organización interna de sus fragmentos (qué es relevante y qué no, qué guarda relación
y de qué tipo con lo encontrado anteriormente, etcétera), tomar decisiones de diverso
tipo acerca del proceso de producción de datos —¿Qué debo modificar en mi guía de
pautas? ¿Cómo resulta conveniente preguntar sobre los distintos temas? ¿Debo seguir
incluyendo a estos mismos tipos de personas en los nuevos grupos, o es mejor variar su
composición? E incluso, ¿resulta conveniente continuar realizando grupos de discusión?
Las etiquetas o nombres que damos al agrupamiento de fragmentos de datos, al
leerlas, nos dan una pauta de qué fuimos encontrando hasta el momento. Si sumamos
a los materiales que vayamos analizando (desgrabaciones, registros de campo,
documentos) nuestros propios memos, seguramente vayamos encontrando nuevos
sentidos a los datos que vamos construyendo –siempre con la advertencia de ir
realizando este trabajo de lectura y organización de datos a medida que se va avanzando
con el campo.
Como puede deducirse de lo anterior, el diseño se irá reformulando como parte del
tratamiento continuo de los datos. También se irá redefiniendo el problema inicial.

Codificación

Presentaremos en primer lugar lo esencial de la codificación, es decir, en qué consiste


esta actividad. Para organizar la información se arman grupos de datos, a través los que
se los recortan de sus contextos iniciales de surgimiento (del registro de observación, de
la desgrabación de esa entrevista o ese grupo focal, del memo, del documento). Cada
grupo recibe un nombre, denominado “código” (cabe advertir que no se trata de un
sistema codificado en el sentido de algo críptico, sino de un etiquetamiento). Esto
permite:
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

➢ encontrar qué de lo que tengo me resulta interesante (seleccionar y reducir


información)
➢ reunir elementos que pueden ser redundantes (reducir información)
➢ organizar lo disponible en función de poder recuperarlo según el código que le asigné

Debe subrayarse la necesidad de explicitar cada paso dado y el sentido específico de


cada código cuando este trabajo es realizado por más de una persona. Para ello se
recomienda el armado no sólo de listado de códigos, sino también de pequeños
glosarios que contengan la definición y/o el sentido de cada uno de ellos.
El nombre de “codificación” para designar un tratamiento habitual de los datos
cualitativos alcanzó una difusión bastante generalizada a partir de la propuesta de
Teoría Fundamentada. Sobre todo, a partir del diseño de un software específico basado
en sus principios, que llegó a ser el más utilizado en el campo de estrategias cualitativas
(el Atlas Ti). Esto tiende a producir algunas confusiones, puesto que aquella propuesta
incorpora la codificación como parte de un procedimiento cuyo objetivo es producir
teoría, mientras no siempre (de hecho, muy pocas veces) el objetivo de una
investigación cualitativa es este mismo. Lo anterior no implica que no pueda deslindarse
la codificación de la Teoría Fundamentada, sino que es preciso tener en claro que se está
realizando este deslinde.
No es la intención de este capítulo presentar a la Teoría Fundamentada, por eso a los
fines de este material no abundaremos en detalles al respecto. Sí en cambio nos
detendremos en lo relativo a la codificación como procedimiento.
A grandes rasgos, podemos identificar al menos tres tipos de códigos simples, es decir,
códigos apegados a la descripción de los datos.
Primero, aquellos que se limitan a describir lo encontrado según lo que quien investiga
entiende que hace referencia. Esto habitualmente tiene que ver con lo que fue a buscar
inicialmente (su marco teórico-conceptual, su guía de entrevistas, etcétera).
Supongamos que, al codificar una serie de entrevistas, yo tomo todos los fragmentos de
aquellas en que se haga referencia a las condiciones habitacionales del grupo familiar y
las marco bajo la etiqueta “condiciones habitacionales”. O a la modalidad de
contratación en el lugar de trabajo y lo etiqueto como “modalidad de contratación”. El
título es puesto por quien investiga, en base a sus intereses y preocupaciones y sus
marcos teórico-conceptuales. La recomendación es no abstraer demasiado,
moderando el uso de grandes nociones teóricas para describir los datos, pero en la tarea
de ordenamiento puedo resultar importante reunir fragmentos sobre estos temas
mencionados (en el caso de los ejemplos, cabe advertir que esto resultaría fecundo
únicamente en investigaciones cuyo tema central no fuera, precisamente, condiciones
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

habitacionales o modalidad de contratación, porque en estos casos deberíamos más


bien profundizar con detalle al interior de estas etiquetas, en lugar de generalizar
transversalmente los datos).
Si esto lo hiciera con un procesador de textos (o, tal como se hacía al principio,
artesanalmente), tendría que cortar cada uno de estos párrafos y pegarlos en un
documento aparte que lleve por título, precisamente, “condiciones habitacionales” o
“modalidad de contratación”, identificando cada fragmento a qué entrevistado
pertenece para no perder la posibilidad de relacionarlo con la totalidad de lo
comentado, con la persona entrevistada, y/o con el contexto de la entrevista. Leer este
documento (y releerlo a medida que se agregan nuevos fragmentos porque avanza el
trabajo de campo) permitirá tanto observar elementos que se repiten como variaciones
sobre este tema. En este tipo de códigos, el nivel de interpretación es reducido, sobre
todo en la medida en que el código responda al marco teórico-conceptual que orientó
el diseño (es decir, a aquello que se sabía que se iba a encontrar, porque se lo buscó
directamente).
Un segundo tipo de códigos tiene que ver con identificar aquello que no se esperaba
encontrar, pero que fue apareciendo y surge como relevante recuperarlo. De esta
manera, se etiquetan los datos de modos que difieren de las expectativas iniciales, y que
hablan de las particularidades y novedades de lo encontrado en campo. Siguiendo con
el ejemplo, si al releer entrevistas donde el foco estaba puesto en trayectorias de
atención, pero sin embargo encontramos que al preguntar dónde viven estas personas
aparecen referencias al modo en que se percibe la vivienda como pequeña o grande (al
margen de su tamaño o de mi propia percepción al respecto), o como apropiada o
inapropiada (de nuevo, en base a parámetros propios de los sujetos, no
universalizables), puedo codificar esto como “percepciones sobre el tamaño de la
vivienda”. Algo similar podríamos pensar respecto del otro ejemplo, construyendo un
código “percepciones sobre lo apropiado/inapropiado de la modalidad de
contratación”. Ir encontrando esto que en principio no podía anticiparse, denominado
“emergente”, resulta una guía fundamental para ir reorientando la investigación hacia
aquello que para los sujetos aparece como relevante. Esto es porque de este modo se
podrá reorientar el interés inicial hacia la reconstrucción de la perspectiva de los
protagonistas, descentrando las inquietudes propias de quien investiga —virtud central
de las estrategias cualitativas.
En tercer lugar, potenciando aún más la singularidad de los abordajes cualitativos,
podemos codificar apelando a significados propios de los sujetos, independientes de
nuestros propios criterios. Desde ya que el nombre que se pone a cada código siempre
es creación personal de quien está investigando. Identificar qué fragmento codificar, y
elegir cómo hacerlo, es parte de la tarea artesanal del investigador que trabaja siguiendo
una estrategia cualitativa. Sin embargo, en estos casos, el título que elegimos para los
datos no es un concepto nuestro, sino una conceptualización “nativa”. Por ejemplo,
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

recuperar cómo utiliza cierto grupo de sujetos la noción de “cachivache” para aludir a
una vivienda, puede llevarnos a explorar sus criterios, valoraciones y percepciones sobre
la misma, indagando con profundidad en este término propio de ese contexto. O la
noción de una contratación laboral “que es cualquiera” para un grupo de jóvenes. Estas
denominaciones son compartidas; se utilizan en un grupo porque las personas que lo
hacen logran comprenderse recíprocamente a través de ellos. Implican acuerdos acerca
de la concepción del mundo. ¿Qué implícitos aparecen cuanto utilizan estos conceptos?
Finalmente es posible mencionar un cuarto tipo de códigos, deseables en la medida en
que permiten avanzar hacia un proceso de reflexividad: códigos que tengan que ver con
la propia experiencia del investigador en campo (ejemplo: “datos que me
sorprendieron”). Puede optarse por incluir esta dimensión como parte de la
codificación, o bien volcarla al formato de “memos” que acompañen el desarrollo del
proceso de codificación mismo.
En síntesis, resulta útil codificar fragmentos de los materiales siguiendo criterios
complementarios, que pueden superponerse: según el interrogante inicial al que
responden (por ejemplo, esto implicaría tomar las preguntas de una guía inicial de
entrevistas como aspectos transversales en las que organizar los distintos datos),
según asociaciones de los sujetos, o según conceptos suyos, en la medida en que vayan
emergiendo como relevantes en el trabajo de campo (por ejemplo, delimitando las
prácticas de un servicio que son vistas como normales y las que son consideradas como
excepcionales, o las tareas que se visualizan como correspondiendo con las injerencias
de un puesto y las que no). En caso de haber trabajado con distintos cortes de datos o
técnicas, estos ordenamientos seguramente resulten transversales a los distintos
materiales, provengan estos de registros de campo, documentos, otras
desgrabaciones, etcétera.
La codificación posee algunas características básicas:

• Busca acompañar un proceso inductivo, que se produce a partir de los datos (y


no a la inversa), por lo que cobra mayor relevancia cuando da lugar a
etiquetamientos que no podían sospecharse antes de realizar el trabajo de
campo
• Los códigos utilizados son creación de quien investiga, no existen recetas para
esto
• Los códigos utilizados son provisorios, están abiertos a modificación en la
medida en que vaya generando nuevas conjeturas a la luz de la relectura de los
datos

• La codificación es un procedimiento efectivo en la medida en que está


acompañado de una continua relectura
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

La Teoría Fundamentada propone acompañar este procedimiento, dinámico y creativo,


de lo que denomina “Método comparativo constante”, “muestreo teórico” y “saturación
teórica”. Más allá de que estos términos han sido comprendidos de diferente forma,
diremos brevemente que el método comparativo constante implica que esa codificación
continua se realiza en función de ir comparando distintas unidades de observación, de
manera sistemática, para poder realizar generalizaciones apropiadas –puesto que la
finalidad de la teoría, objetivo de este enfoque, es encontrar elementos comunes. Esto
implica buscar intencionadamente unidades de observación similares, hasta que
parezca evidente que siempre algo se repite, y luego ir a buscar unidades de observación
diferentes en ciertos aspectos que se consideran definitorios, para ver qué sucede.
Siendo la intención producir teoría, lo similar y lo diferente no hace referencia tanto a
aspectos observables como a constructos teóricos. Al respecto, cabe advertir que este
enfoque distingue entre “teorías formales”, con pretensiones de explicaciones
generalizantes, y “teorías sustantivas”, más apegadas a contextos particulares y a
elementos que no se pretenden con carácter universal, la intención continúa siendo
pensar en cierto nivel de replicabilidad o transferencia de resultados, lo cual la Teoría
Fundamentada plantea como posible a partir de este método.
Pongamos un ejemplo de lo anterior. Supongamos que me interesa teorizar acerca del
repertorio argumentativo con el que los miembros directivos de empresas de medicina
prepaga justifican los incumplimientos legales. Esto implicará la realización de
entrevistas a personal jerárquico de estas empresas. Si tengo un listado acerca de las
empresas, podré por ejemplo empezar entrevistando en una empresa grande, una
mediana y una pequeña. Ahí podré encontrar argumentos comunes y diferentes. Podré
hipotetizar que esas diferencias tienen que ver con el tamaño de la empresa, pero antes
de otorgar veracidad a esta conjetura, necesitaré hacer entrevistas en cantidad
suficiente como para que esto parezca evidente (este punto no es determinable a priori,
desde ya). Cuando siempre se repite la misma información, hablamos de “saturación
teórica”. Pero puede pasar que encuentre que los argumentos son diferentes pese al
tamaño de la empresa, y que esto me lleve a seleccionar empresas según su antigüedad
en el mercado. Esto me va a llevar a recoger otras variaciones en los argumentos.
También puedo conjeturar que el lugar de origen de las empresas puede influir en estas
argumentaciones, o su localización geográfica. O que la trayectoria personal de los
directivos (si siempre han trabajado vinculados al área de salud, o provienen de otras
áreas comerciales, por ejemplo) puede incidir en los argumentos. Esto me llevará a
buscar intencionalmente cierto tipo de entrevistados. Acá tenemos el relibro al
“muestreo teórico”. Se espera que en algún momento yo pueda armar una teoría
general respecto de las argumentaciones con las que miembros directivos de empresas
de medicina prepaga justifican los incumplimientos legales. Dependiendo de los relibros
disponibles y de la creatividad de quien investiga, lo que afirme será relativo a un
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

delimitado contexto espacio-temporal (por ejemplo, Argentina en 2021) o podrá


desanclarse de aquel, así como podrá también asumir características que lo desanclen
de la propuesta inicial (por ejemplo, si hubiera empezado a investigar lo mismo en
miembros directivos de otros tipos de empresas –también de manera controlada, a
través de muestreo y saturación teóricos- para realizar una afirmación que trascienda
los límites (posiblemente artificiales) de un cierto tipo de empresas.
Comentado lo anterior, debemos señalar que el interés de la Teoría Fundamentada está
en generar teorías, y no en describir los datos de manera singular. Mientras que, tal
como comentamos arriba, la investigación cualitativa podría plantearse como un
continuo entre el polo descriptivo y el teorizador.
Dicho esto, postularemos que es posible reapropiarse de la codificación, tal como la ha
desarrollado este enfoque (así como de los softwares vinculados con su propuesta), a
fin de organizar la descripción de espacios, trayectorias o experiencias singulares.
Porque la codificación es un procedimiento que facilita la descripción de los elementos
recurrentes y excepcionales encontrados a lo largo del trabajo de campo. Recurrencia
y excepción pueden hacer referencia a situaciones, comentarios, valoraciones,
asociaciones causales, similitudes encontradas por los sujetos, condicionantes,
conceptos utilizados, experiencias, etcétera.
Vale decir que las recurrencias y variaciones que encontremos no necesitan estar
vinculadas con constructos abstractos, sino que pueden estar haciendo referencia a
realidades específicas y concretas. Y también pueden realizarse con apego a lo
situacional. Si cada uno de los componentes del código, es decir, cada elemento del
trabajo de campo que se haya identificado como una unidad (un fragmento de una
entrevista o del diario de campo, una fotografía o un aspecto de ella, etcétera), se
acompaña durante el procesamiento por referencias que permitan identificar su
contexto de aparición o emergencia, tanto en cuanto al proceso de producción de los
datos (en cuál entrevista, en qué parte de aquella) como a su origen (quién dijo eso, qué
características tiene esa persona, quién escribió eso, dónde, con qué fines, etcétera),
podremos ir realizando conjeturas que vincule las condiciones de producción con lo
producido, algo que será central para el análisis y luego para la publicación de
resultados.
Por otra parte, puede resultar aconsejable acompañar la reducción por un
procedimiento inverso: la codificación de un mismo elemento (párrafo, por ejemplo)
bajo distintos rótulos. Es decir que una misma frase puede etiquetarse
simultáneamente, por ejemplo, como “respuestas evasivas”, “decisión de buscar
atención”, “sugerencia de conocidos”, “influencia de curadores tradicionales”, lo cual
permitirá recuperarla cuando analice cada uno de esos códigos. La superposición no es
un problema, porque estamos haciendo una lectura del mismo elemento desde distintas
perspectivas. Un mismo fragmento puede ser codificado de distintas formas, y así ser
recuperado desde distintos códigos. Y esos códigos pueden ser nombrados de distintas
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

formas.
Con cada código es posible armar un “documento único”, conformado por todos los
elementos que hayan resultado codificados. Insistimos: todo este procedimiento es
continuo y provisorio. Y explicitamos: la codificación es transversal a todos los cortes
de datos, es decir, al corpus construido sea cual fuere la técnica empleada. Trasciende
las técnicas. Es por esto que el proceso de codificación es consustancial a las estrategias
flexibles.
La codificación continua permite orientar la toma de decisiones respecto de qué
continuar buscando, y cómo. A esto se denomina “codificación abierta”: no se ciñe o
limita a lo que en principio me propuse indagar, sino que se abre a lo nuevo que pueda
aparecer. En términos más técnicos, señalaremos que la codificación es un
procedimiento inductivo. Una parte de los códigos estará en relación con el marco
teórico inicial (por ejemplo “asimetría entre profesionales y usuarios”), otra parte con
los ejes del instrumento de recolección o las dimensiones iniciales (por ejemplo,
percepción acerca de lo saludable de su barrio). Y se espera que buena parte esté
asociada con elementos novedosos. Por eso se pueden dividir o unificar códigos,
eliminarlos, crear nuevos. Como toda codificación es provisoria, siempre es posible
conectar esos datos con su contexto inicial de producción, o con otros contextos, para
comprender desde distintos ángulos su posible significado.
Por último, cabe hacer mención a aquello que la literatura denomina habitualmente
como “categorización”, y que representa un mayor nivel analítico. Se entiende por tal al
agrupamiento de distintos códigos que implica indicar conexiones entre ellos, es decir,
relaciones tanto horizontales (del mismo nivel de análisis) como verticales (de distinto
orden lógico).

Categorización
Como dijimos, los códigos permiten organizar fragmentos de los materiales de manera
transversal. Una primera forma básica de ordenar los fragmentos de datos es entonces
encontrar aquello que se repite. Supongamos que hicimos una serie de entrevistas: en
primer lugar, ya sabemos que posiblemente lo que se repita a lo largo de ellas sean
aquellos asuntos por los que hemos preguntado a todos los entrevistados (por ejemplo:
sector en el que trabaja, trayectoria laboral, trayectoria formativa, valoración acerca del
establecimiento, etcétera). En este caso, lo que se repite es la temática de los datos.
Pero también puede repetirse el contenido de los datos. Por ejemplo, encontrar que
buena parte de los entrevistados realizó una residencia posbásica como parte de su
formación. Todos estos fragmentos los podemos ordenar de maneras no excluyentes,
acerca del tema sobre el que versan, acerca de su contenido, o también acerca de las
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

terminologías y aseveraciones propias de las personas entrevistadas que coinciden para


describir una misma situación (enfatizando lo que nos interesará conservar a modo de
verbatim). En este caso, diremos que aquello que se repite puede estar ordenado bajo
algún título o etiqueta puesta por quien investiga, o bien “nativa”, es decir, comentada
por los entrevistados (por ejemplo, si en estas entrevistas coincide el hablar de
“derechos de piso” bajo este concepto, y este término apareciera espontáneamente por
parte de los entrevistados). Entonces: esto que se repite, puede a su vez organizarse en
una nueva etiqueta. Una etiqueta que reúna las etiquetas anteriores. Ya no estamos
trabajando a nivel de codificar fragmentos, es decir, asignarles nombres, sino de
establecer relaciones entre aquellos códigos. Ya fue previamente definido qué era
relevante, y fue interpretado.
Por poner un ejemplo, “experiencias laborales al egreso de la residencia”, donde se
reúna lo relativo a residencias posbásicas, contrataciones nuevas, etcétera. Aquí esta
etiqueta de mayor nivel de abstracción o categoría reúne una serie de componentes
que la constituyen. Como si fuera una operacionalización, pero construida
inductivamente. Es una descripción enriquecida, analítica, en base a una descripción
con cierta densidad empírica.
Ahora bien, lo que se repite puede, además de ser un tema o comentario, ser una
asociación, una relación entre dos situaciones, que puede ser hecha por los
entrevistados o por quien investiga. Retomando el ejemplo, podríamos encontrar que
todos los entrevistados han visto condicionada su inserción laboral por su situación
habitacional y familiar: si debían pagar un alquiler y/o sostener una familia, no podían
optar por empleos que les resultaran más afines sino buscar aquellos que fueran mejor
pagos. Aquí ya estamos a nivel de los hallazgos. El agrupamiento de códigos que
hagamos ya no representa distintas formas en que se presenta un fenómeno, sino una
conexión de circunstancias, de dimensiones vitales. Se encuentra así más cerca de lo
explicativo. Si ordenamos los materiales en función de esta asociación, estaremos
subiendo un nivel de abstracción. Estamos conectando distintos fragmentos de datos
entre sí, y encontrando una relación entre ellos. En algunos casos, el término
“categorización” se reserva para este formato de agrupamiento de códigos, donde no
se agrupan únicamente códigos que contribuyen a describir un fenómeno, sino aquellos
que por el tipo de relación que establecen, implican una interpretación de mayor
complejidad.
Las categorías surgen a partir de conjeturas que pueden irse encontrando en el
ordenamiento de los datos —conjeturas que siempre dependerán de una perspectiva y
serán provisionales.
Pongamos otro ejemplo. Supongamos que estamos investigando las decisiones
habitacionales de un grupo de familias en condiciones de vulnerabilidad social. A lo largo
de la codificación, tal vez hayamos encontrado fragmentos que refieren a valoraciones
de sus propias viviendas como apropiadas o inapropiadas. Incluso podríamos tener un
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

sistema de códigos armados como racimo (códigos más apegados a los datos, y luego
códigos sobre esos códigos —también denominados “familias de códigos”) sobre
aquellas valoraciones encontradas. Luego podríamos ir visualizando que aquellas
valoraciones tienden a presentarse de manera diferencial según si se reciben visitantes
o no, y cuál es el origen social de estos. Si hay personas con mayor capital cultural o
económico que visitan sus viviendas, es más probable que estas familias consideren
altamente inapropiada su situación habitacional (en este ejemplo, desde una
perspectiva interaccionista estaría comprendiendo que es este carácter intersubjetivo
lo que va moldeando la propia percepción). Para poder seguir esta hipótesis, necesitaría
relacionar “valoraciones familiares acerca de la vivienda en que habitan” con “distancia
social de posibles visitantes”. Resulta interesante señalar que estos nombres no son
necesarios, sino que surgen de la creatividad de quien investiga, y de su marco teórico
(en el segundo de los casos, “distancia social” en relación con “capital cultural y
económico” responde a conceptualizaciones del sociólogo Pierre Bourdieu). Armada
esta categorización provisoria, de un alto nivel de abstracción, buscaré especialmente
los datos que a ella refieran, y posiblemente relea los que ya tengo en función de seguir
esta hipótesis.
De esta manera, los códigos pueden agruparse entre sí según distintas relaciones.
Como variaciones de un mismo fenómeno. Como condición anterior y necesaria. Como
algo análogo o similar. Como imposibilidad lógica o excluyente. Como asociación
realizada por los sujetos. Como conexión con algún marco teórico. Y así en un
sinnúmero de posibilidades. A este nuevo agrupamiento de códigos es que se
denomina categorización.
La categorización puede asumir distintos nombres, sobre todo dependiendo de si para
ello se utiliza algún programa informático 4. Lo que nos interesa visualizar, más allá de la
denominación, es el tipo de tarea inductiva que va de los datos a su interpretación y
análisis.
Finalmente, debemos insistir en que, para poder explotar la riqueza de lo cualitativo,
esta tarea debe realizarse no una única vez como etapa final, sino de manera
provisoria y longitudinal al campo, “jugando” con distintos modos de categorización
que no sean excluyentes para poder detectar cuál de ellas es la que va resultando más
fecunda en la medida en que se va reorientando el diseño y el campo para ir avanzando
sobre los aspectos que van apareciendo como relevantes.

4
Los programas informáticos incluyen modos específicos de denominar esta tarea que no siempre
coinciden entre sí; en caso del Atlas Ti, por ejemplo, por mencionar al más difundido por fuera de las
ciencias sociales en nuestro país, las categorizaciones pueden denominarse familias, codificación axial,
codificación selectiva
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

Usos de la codificación y categorización


Hemos mencionado que las propuestas más sistemáticas que habitualmente se
encuentran en la literatura metodológica sobre procesamiento suelen venir de la mano
de la Teoría Fundamentada. Sin embargo, no siempre la pretensión de una investigación
cualitativa es generalizar, y por tanto no se suele apelar al método por el que aquel
enfoque acompaña su propuesta. De hecho, esto suele no ser así la mayoría de las veces.
Si la pretensión no es generalizar, es importante visualizar los fragmentos como
manifestaciones singulares de cada uno de los códigos. En función de esto, resulta
fundamental poder recuperar sus contextos de producción y/o emergencia. Esto hace
tanto al marco de la desgrabación o del documento como a las características del
enunciante original de ese dislibro y la situación en que fue enunciado (algo que es válido
tanto para documentos escritos como para fuentes orales).
Estas marcas contextuales resultan fundamentales para realizar un análisis atento a
evitar generalizaciones indebidas. Abordemos esto de manera detallada.
Si una idea aparece repetida, no es fundamental decir cuántas veces (porque, de hecho,
esta metodología no permite medir), pero sí si algo se encontró en todos los casos, en
muchos de ellos, en algunos, o fue una excepción. Un análisis apropiado, en caso de
haberse encontrado en todos los casos, recordar también el recorte implicado por el
modo de acercamiento al campo: ¿es en todos los casos vistos, o es que en la realidad
es una constante? De lo anterior se desprenden valoraciones acerca de qué tan común
o que tan infrecuente resulta algo. Y esto permite precisar lo que se afirma: lo descripto,
¿es habitual, o es raro? ¿es un caso típico, o un caso límite? Probablemente en toda
investigación encontremos elementos en uno y otro sentido, y la rigurosidad aumentará
en la medida en que podamos distinguir lo anterior en cuanto a distintos aspectos de
los fenómenos observados.
Al respecto, debemos insistir con que el propósito de la mayoría de las investigaciones
cualitativas es obtener datos singulares, ver el modo particular en que suceden ciertos
fenómenos, o cómo son ciertas experiencias. Esto, partiendo de entender que la
realidad siempre se presenta de manera singular, en función de que siempre “es-en-
contexto”. Salvo para aquellos enfoques que explícitamente se proponen generalizar, y
siguen para ello un procedimiento claro para lograrlo, inferir algo universal a partir de
una investigación cualitativa contradice los propios principios de los paradigmas en que
se apoya. Por tanto, el esfuerzo debe encaminarse hacia la recuperación de toda la
complejidad propia de los contextos concretos.
Cabe advertir, no obstante, que aun en los casos donde interesa generalizar, identificar
el contexto resulta fundamental, tanto a fin de aplicar el método de comparación
constante como de ubicar cuándo se está frente a un caso negativo. Entonces, más allá
de cuál fuera la intención concreta que se busca con la investigación en libro, la
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

búsqueda de casos negativos es un procedimiento fecundo para guiar el trabajo


empírico. Y esto se corresponde con el diálogo entre campo y “escritorio”: ante
cualquier afirmación que aparezca de manera espontánea, sea por parte de los sujetos
participantes o de quien investiga, reorientar el campo hacia la búsqueda sistemática
de situaciones que contradigan aquella información suele provocar hallazgos
novedosos. Es que al realizar esto de manera sistemática, se previene la traslación de
modos de interpretación propios del sentido común tanto como las miradas
complacientes, y se profundiza la singularidad de los datos concretos, así como el
carácter novedoso del conocimiento producido.
También resulta apropiado buscar intencionalmente aquello que no encaja con la
comprensión generalizante del objeto bajo estudio, prestando mayor atención a
aquello que contradice las concepciones previas: esos son los verdaderos hallazgos.
Cabe recordar que toda interpretación implica un recorte y una acentuación de ciertos
aspectos de lo existente, pero es preciso que esto no fuerce lo encontrado para hacerlo
encajar en moldes predeterminados.
Procesar los datos, analizarlos e interpretarlos es, entonces, encontrar un modo
sistemático de hacer inteligible un sector de la realidad. En esa sistematicidad, la
rigurosidad consiste en explicitar claramente qué describe lo encontrado y qué es una
conjetura acerca de cómo esto podría ser. Explicitar qué vimos, diferenciándolo de qué
suponemos que significa. En lenguaje vulgar, esto implica estar en alerta frente a
aseveraciones como que ciertas personas o instituciones “hacen”, “dicen”,
“establecen”, “usan”, etcétera. Sólo podemos dar cuenta de lo que observamos bajo
ciertas circunstancias a modo de afirmación, el resto es una conjetura interpretativa,
y es propio de la honestidad intelectual deslindar una de otra. Dado que la
interpretación no está al final del proceso, sino que acompaña la investigación, es
preciso que dicha precaución acompañe todo el tratamiento de los datos. Por eso al
agrupar situaciones, actores, escenarios, fenómenos, actores, siempre es útil armar
tipologías, para saber que, si bien pueden entrar en una misma categoría, esto no
disuelve sus variaciones internas. Y además, no apegarse a las clasificaciones realizadas,
sino dejarlas siempre abiertas a ser modificadas.
Es posible asimismo encontrar otros usos de la codificación y la categorización, menos
inductivos y más centrados en la ejemplificación de cómo un determinado concepto
teórico se manifiesta en un contexto singular. Por ejemplo, al codificar situaciones o
intercambios concretos bajo el rótulo de “biologicismo”, o ciertas propuestas
pedagógicas bajo el concepto “aprendizaje basado en problemas”. Si bien esto obtura
la conceptualización emergente (es decir, conceptualizar a partir de los datos), el vaivén
entre trabajo de campo y análisis propio de las estrategias cualitativas podría implicar,
en tales casos, la búsqueda continua de nuevas referencias teóricas para comprender
de modo más apropiado lo encontrado, así como la revisión del estado de la cuestión
acerca de las temáticas que van surgiendo, para valorar la vacancia o no de ciertos
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

tópicos en la literatura disponible, en contrapunto con nuestros propios hallazgos. Por


ejemplo, si estamos indagando acerca de cómo se produce la reinserción laboral en
pacientes externados de instituciones de internación por motivos de salud mental,
podremos ir dialogando con el conocimiento previo disponible acerca de esta temática,
y simultáneamente podemos encontrar líneas de análisis que conecten lo situado con
otros desarrollos teóricos que no han sido inicialmente relacionados con la temática (por
ejemplo, con estereotipos de género, o con procesos de mercantilización de la salud,
con la promoción de ciertas terapéuticas provenientes de otros contextos, etcétera).

Utilización de programas informáticos

Tal como mencionamos arriba, los procedimientos propios de la Teoría Fundamentada


se difundieron enormemente de la mano con la masificación del software Atlas Ti. Este
es uno de los softwares existentes; en la actualidad existen muchos otros. A este tipo de
programas se los conoce como CAQDAS, por su sigla en inglés: Computer Assisted
Qualitative Data Analysis Software.
Cabe advertir que estos programas no realizan más que tareas mecánicas, vinculadas
principalmente con la visualización de los datos. Toda interpretación y análisis
cualitativo corre exclusivamente por cuenta de quien investiga. En otras palabras, si bien
estos programas pueden resultar de gran ayuda en términos de economía de tiempo y
agilidad, no resultan indispensables para el tratamiento de los datos.
Estos programas facilitan la tarea permitiendo

✓ Trabajar al mismo tiempo y de la misma forma con distintos orígenes y formatos de


datos (textos, audios, videos, imágenes).

✓ Armar carpetas y menús con distintos niveles e hipervínculos


✓ Acceder a carpetas, menús y documentos originales para recuperarlos de forma muy
simple

✓ Añadir anotaciones o memos a cualquier tipo de archivo o nivel


✓ Vincular archivos desde distintos orígenes con distintos formatos de documentos
✓ Codificar y categorizar contando con un armado automatizado de listados de códigos y
visualizaciones de categorías

✓ Simplificar la provisionalidad de códigos y categorías, al poder armarlas, desarmarlas y


Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

reagruparlas de manera simple.

✓ Asociar datos entre sí, y armar redes de relaciones en distintos niveles


✓ Organizar las referencias y citas bibliográficas, recuperándolas para cada caso
requerido

✓ Visualizar los datos, los agrupamientos de datos o sus elementos constitutivos en


formas claras e ilustrativas

Además del mencionado Atlas Ti, podemos mencionar al Ethnograph, el HyperResearch,


el Nud*dist, el NVivo, el Aauad y el Qualpro. En todos estos programas pueden llevarse
adelante procedimientos de codificación transversales a los materiales y
procedimientos de categorización que faciliten la búsqueda de relaciones frecuentes o
excepcionales de distintos niveles de análisis entre los códigos. Así, es posible ir armando
una red que vaya conectando y marcando tipos de conexión (qué cosas aparecen
siempre juntas, qué parece ser causa de otra cosa, qué formas suele asumir un
determinado fenómeno, etc).
Junto con estos softwares específicos del análisis cualitativo, también deben ser
referidos otros más inespecíficos de organización general de escritos y documentos,
como el Evernote. Y aquellos cuya finalidad exclusiva es el tratamiento de bibliografía y
referencias, como EndNote, Zotero o RefWorks, a los que podría también sumarse el
Mendeley, aunque este último permite un uso más complejo de los documentos y
referencias bibliográficas.
Sea cual fuere el programa, es fundamental tener presente que cualquiera de ellos
posee una curva de aprendizaje, es decir que inicialmente resultará costoso comenzar a
manejarlo, y luego con el tiempo se habrá internalizado su lógica de funcionamiento.
Esta realidad hace que muchas veces sea recomendable un uso conservador de los
programas (utilizar el que ya se conoce), salvo en los casos de afición específica a la
tecnología.

Estrategias auxiliares de visualización

Habitualmente el trabajo investigativo no es un trabajo solitario. Mayormente,


investigamos en el marco de equipos de investigación. Esto a su vez puede implicar
distintas circunstancias, porque puede tratarse de un equipo de investigadores con
experiencia previa en el trabajo conjunto como un equipo heterogéneo, con diversidad
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

de trayectorias y pertenencias disciplinares, así como también incluyendo


investigadores en formación. Pero también hay otros “otros” en los procesos
investigativos: quienes nos autorizan a realizar la investigación, quienes colaboran con
ella a modo de participantes, eventualmente quienes nos la han sugerido o demandado.
En algunos casos, lo anterior se relaciona con propuestas participativas, donde la
intención es involucrar a un grupo de pobladores, afectados, beneficiarios, militantes, u
otro tipo de actores en las distintas etapas de la producción de conocimiento.
Siempre según cuál fuera la circunstancia en cada caso, el carácter flexible y reflexivo
de las estrategias cualitativas señala la conveniencia de incluir instancias intermedias
de encuentro compartido con los datos, a fin de retroalimentar el proceso de
construcción de conocimiento.
Las distintas miradas en juego siempre resultan deseables por el enriquecimiento que
permiten. Pero a su vez, para que los procesos sean verdaderamente compartidos,
requieren planificación. Porque no es lo mismo juntarse a conversar o debatir sin tener
pleno conocimiento del proceso, que hacerlo en base a materiales simples que permitan
poner en común lo central del desarrollo de la propuesta.
Cabe advertir entonces, en primer lugar, que las tareas de procesamiento,
interpretación y análisis requieren una cuota importante de dedicación, por lo que
muchas veces parte importante del tiempo destinado a una investigación cualitativa es
tiempo invertido en puestas en común, debates y búsquedas de consenso.
Simplificar la información disponible, y visualizarla de manera global, siempre suelen
resultar de gran ayuda para el análisis y la interpretación. Por tanto, es recomendable
incluirlas como parte del tratamiento de los datos.
En todos estos casos, es aconsejable la incorporación de productos intermedios
visuales que permitan mostrar los datos conseguidos para retroalimentar y
eventualmente reorientar la indagación. Entre ellos podemos mencionar tanto los
elementos con base cartográfica (mapas, esquemas de georreferenciamiento, o
cartografías más artesanales en las que se ilustran barrios, instituciones o territorios),
redes visuales con sistemas cromáticos para identificar conceptos centrales y
relaciones entre ellos, matrices de datos, diagramas, flujogramas, y otros sistemas
surgidos de la creatividad de quien quiere compartir datos de manera simple e inventa
una estrategia apropiada para esos datos específicos 5.
Los programas informáticos mencionados en el apartado anterior incluyen como relibro
distintas estrategias de visualización, que también pueden ser utilizadas para la propia
visualización del proceso de trabajo y de sus hallazgos. En ocasiones también permiten
modificar desde la visualización (por ejemplo, a través de conectores visuales que
indican relación) aspectos relacionados con la codificación y categorización.

5
Al respecto, recomendamos navegar por las producciones colaborativas de colectivos como
“Iconoclasistas”, y sus producciones de mapeos participativos
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

Nos detendremos brevemente en la caracterización de las matrices de datos, por ser


este uno de los formatos más difundidos para la presentación de los hallazgos de
campo. Una matriz de datos consiste en un cuadro de doble entrada, donde se describe
para cada unidad de observación cuál fue la información obtenida en cada una de las
dimensiones relevantes. Esto permite realizar una lectura (fila) que asocia datos de una
misma unidad de observación y otra lectura (columna) que asocia los distintos datos
encontrados para una misma dimensión de análisis. En otras palabras, se relaciona la
información con la fuente. Según nuestro análisis esté más volcado a los contenidos o a
los dislibros lo rellenaremos con la referencia o bien con la cita textual de la cual hemos
obtenido el dato. Copiamos a continuación un fragmento de una matriz utilizada para
análisis de contenido. En este caso, la lectura era realizada por miembros de un equipo
de investigadores ya formados.

Nombre Edad del bebé Momento Situación actual Condición Cuidados actuales
ficticio de pareja serológica de en
del embarazo su relaciones sexuales
de en que la
pareja actual
entrevist diagnostican
ada

Claudia Está embarazada Ella supo del vih No está en pareja - No tuvo relaciones desde
en este momento. antes del con el padre del que se enteró del
embarazo. bebé y este embarazo, pero tampoco
tampoco quiere está en pareja. La ex
hacerse cargo al pareja (padre del bebé) la
menos por el abandona antes de que
momento. ella se entere del
Estaban algo embarazo. El supo que
distanciados ella tenía desde el
cuando ella se comienzo de la relación
entera del (estuvieron 2 años juntos)
embarazo y y a veces se cuidaban y a
cuando le cuenta veces no por alergia al
que estaba látex.
embarazada él le
dice que no quiere
continuar la
relación ni
hacerse cargo del
hijo.

Ayelen 2 años Se entera En pareja con Tiene vih, se Si, a veces se cuidan y a
cuando la padre de su hija entera luego veces no porque él no
internan por que ella sabe quiere usarlo
rotura de bolsa a de su
los 6 meses de diagnóstico y
embarazo, es su él se testea
segundo
embarazo.
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

Yamila 7 meses A los 3 meses de Si. Tiene vih, se Si, ella dice que no mucho
embarazo entera luego porque solo se ven los
que ella sabe fines de semana y que
de su además están con la nena
diagnóstico y y como que no tiene
él se testea tantas ganas.

Organizar encuentros intermedios de lectura de datos para propiciar interpretaciones


colectivas de los mismos es una instancia particularmente fecunda en abordajes
cualitativos. Lo relativo a la lectura de datos compartida con los participantes,
ahondaremos con mayor profundidad su sentido en el próximo capítulo.

Para finalizar…

Los manuales sobre investigación cualitativa suelen tener un sesgo: dedican buena parte
de sus páginas a hablar de las técnicas, y raramente se detienen en lo relativo al
procesamiento de datos, su análisis e interpretación. Podemos suponer que esto se
debe a la inexistencia de recetas, dado el carácter artesanal de este proceso y la alta
pericia que demanda por parte de quien investiga. Sin embargo, la escasez de esta
temática tiende a incidir en la baja calidad de investigaciones cualitativas que suelen
circular, porque no permite socializar aspectos clave entre quienes no provienen de un
campo especializado en este tipo de investigación.
Por lo anterior, creímos necesario ofrecer un capítulo específico sobre el tratamiento de
datos cualitativos, en el cual consignar elementos básicos y comunes, aspectos
recurrentes, ejes centrales y precauciones al momento de procesar, analizar e
interpretar los datos cualitativos. Cabe nuevamente advertir que de ningún modo se
trata de algo prescriptivo, puesto que no pueden concebirse las estrategias cualitativas
de manera unívoca. Pese a lo anterior, buscamos volver accesible un trabajo que, debido
al hermetismo que suele rodearlo, suele concebirse como poco inteligible.
Hemos partido del carácter flexible y reflexivo de las estrategias cualitativas, dado que
estas no siguen una secuencia predeterminada, sino que incorporan un movimiento
de vaivén, yendo y viniendo de los datos al campo para poder cumplimentar su
objetivo de recuperar la perspectiva de los actores, aquello que a priori no es posible
imaginar sin haber realizado trabajo de campo. Hemos luego detallado las implicancias
de este carácter longitudinal al detallar lo relativo a las actividades de escritura que
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

acompañan o pueden acompañar una propuesta cualitativa. Todo el tratamiento de


datos cualitativos implica un proceso de traducción de la realidad, de recorte y
acentuación. Empezando por la transcripción: la escritura es tanto una actividad
longitudinal como una gran metáfora de los desafíos propios de estas estrategias.
Visualizado lo anterior, nos hemos detenido en las formas más habituales de tratar los
datos y en los principios que las guían, nuevamente enfatizando el continuo entre
trabajo de campo y procesamiento/análisis/interpretación. Hemos abordado la
organización y clasificación de los datos como tarea a un mismo tiempo interpretativa
y analítica, consistente en reducir información, multiplicar relaciones internas entre
los datos, y etiquetar con qué se corresponden fragmentos significativos de los
materiales construidos mediante el trabajo de campo.
De tal manera, si bien no existen prescripciones respecto de cómo procesar, analizar o
interpretar los datos —incluso cuando el propio carácter de “dato” es abierto— y
siempre hay una cuota importante de creatividad e intuición, apostamos a la
posibilidad de compartir de manera simplificada los rasgos constitutivos de estas
actividades porque, en definitiva, el verdadero aprendizaje al respecto se adquiere en
la práctica misma de la investigación. Y para ejercitarla, qué mejor que contar con
elementos orientadores.
En nuestro próximo capítulo recuperaremos lo trabajado aquí para centrarnos en los
desafíos que implica este trabajo en términos de calidad y ética –aspectos que desde
nuestra perspectiva, sólo pueden distinguirse analíticamente, porque en la realidad se
presentan amalgamados.
Esperamos que este primer acercamiento les haya resultado útil.
Capítulo 4. Construcción del conocimiento a partir de los datos en abordajes cualitativos

Bibliografía de referencia

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STRAUSS, A. Y CORBIN, J. (2002) Bases de la investigación cualitativa. Técnicas y procedimientos
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Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

Capítulo5
Desafíos de los abordajes cualitativos y
su especificidad en el campo de la salud 6

Continuando con el desafío que nos hemos propuesto en general para este segundo
nivel del libro, abordaremos dos temas poco visibilizados: ética y calidad en la
investigación cualitativa en salud. Asumiendo el riesgo de despertar debates, dado que
los temas a exponer son particularmente polémicos, nos parece importante incluir en la
agenda de la producción de conocimiento cualitativo en salud estos tópicos, que hacen
a la práctica concreta de la investigación. Porque toda experiencia concreta de
indagación se topa, de manera explícita o implícita, con desafíos éticos y de calidad .
Puede asumirlos, “mirarlos de frente” y ensayar un modo de resolver aquello en el
propio trabajo, según lo creo conveniente. O puede dejarlos pasar dado que en general,
“de esto no se habla” —o bien se está comenzando a hablar, en algunos ámbitos, pero
sólo un poco.
Este capítulo comparte la propuesta de poner sobre la mesa estos desafíos, al tiempo
que busca correrse del dictado de prescripciones respecto de cómo realizar una
investigación respetuosa de criterios éticos y de calidad. La intención es recorrer
algunos debates respecto de estos temas, y recuperar también algunas experiencias
acerca de posibles tomas de posición basadas en el compromiso con la rigurosidad y
la ética investigativas.
La inclusión de este capítulo en un libro avanzado sobre estrategias cualitativas de
investigación en salud busca responder a dos necesidades. De un lado, la de contribuir
a paliar una vacancia, al menos en nuestro país, de estos debates en la agenda de la
investigación cualitativa en general. De otro lado, la de acercar algunas orientaciones
respecto de cómo problematizar estos aspectos en un campo marcado por el prestigio
de los abordajes cuantitativos, donde pareciera que todo lo que responde a lógicas
diferentes pasa a ser, automáticamente, inferior.
Respecto de esto último, en el campo de la salud la asimilación entre “ciencia” y un tipo
particular de conocimiento científico es recurrente en buena parte de los ámbitos
relacionados con la producción de conocimiento; desnaturalizar esta equivalencia forma

6
Agradezco profundamente la lectura atenta y minuciosa de Marisa Ponce y los comentarios y aportes
de Ana Palmero respecto de los principios bioéticos.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

parte de los desafíos centrales de la investigación cualitativa en salud. La falta de


homologación de una estrategia (“receta”) así como la ausencia de listas de
comprobación (“check lists”) suelen provocar recelo, ¿cómo comprobar que lo que se
hizo es correcto y apropiado, y que lo obtenido es verdadero? A partir de allí, se concluye
muchas veces con rapidez y como si fuera autoevidente, que las investigaciones que no
pueden cumplir aquellos criterios no son científicas. A lo largo de este libro, defendemos
una idea distinta, que no tiene nada de novedosa ni de original: las ciencias sociales
proveen un modo de acercamiento a la realidad que parte de otros principios
paradigmáticos, tanto acerca del mundo como del conocimiento científico, y en base a
esto construyen conocimiento en el que es posible valorar distintos grados de
rigurosidad. Que la rigurosidad y la ética no sean un a priori basado en criterios
universales y estandarizados no significa de ningún modo que no estén presentes en
la investigación cualitativa. En este capítulo nos planteamos como desafío desarrollar
con la mayor claridad y precisión posible esto último.
Cabe advertir que al estar concebida como una propuesta didáctica y de divulgación, no
buscaremos hacerlo al modo monográfico citando trabajos y autores, ni puede
considerarse un estado de la cuestión. Nuestra intención aquí es introducir a la
visibilización de estos temas, y quien lo desee puede incursionar en lecturas más
académicas o especializadas. Es por eso que en este capítulo lo comentado incluirá tanto
referencias eruditas como valoraciones que resultan de la experiencia en investigación
y evaluación investigativa.
Dicho esto, esperamos que al finalizar el presente capítulo ustedes puedan:

• Estar familiarizadxs con distintos desafíos éticos presentes en estos abordajes


• Conocer distintos debates respecto de la calidad y la ética en las estrategias
cualitativas de investigación social en salud
• Contar con herramientas para problematizar propuestas y reportes concretos de
investigación cualitativa en salud en cuanto a la ética y la calidad
• Valorar la importancia de la explicitación como criterio orientador de relaciones éticas
en la investigación y de productos de calidad en cuanto a la producción de
conocimiento

Presentación

Este capítulo buscará presentar las temáticas vinculadas con la ética y la calidad a
modo de desafíos y debates abiertos. El propósito es sentar las condiciones para que
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

nos detengamos a pensar sobre estos temas, habitualmente desconsiderados. Se trata


más de problematizar estos aspectos y abrir preguntas que de ofrecer pautas de
comportamiento. Contrapesando lo anterior, para ser consecuentes con los principios
de los paradigmas interpretativos, cabe advertir que este material no se escribe desde
un lugar que pretenda erigirse como neutral y objetivo, sino que responde a ciertas
concepciones, idearios y experiencias, por lo que a lo largo de su desarrollo se irán
manifestando posicionamientos y criterios personales. De hecho, la misma decisión de
incluir estos temas en un libro es parte de una convicción personal acerca de su
importancia. Y al respecto, también cabe explicitar el motivo del armado de un único
capítulo para estas temáticas, aún a pesar de su extensión: consideramos que la división
entre ambos temas es artificial, puesto que realizar una investigación de calidad, o
deberíamos decir, orientarse hacia la producción de un conocimiento de calidad, es
una actitud ética. De allí su tratamiento conjunto.
La falta de visibilidad de los aspectos éticos y de calidad en las investigaciones
cualitativas va de la mano con la falta de formación en la temática no sólo de quienes
quieren dedicarse a investigar, sino también de quienes ofician como evaluadores en
distintos ámbitos de la investigación científica en salud. Esto deriva más de una vez en
situaciones de incomprensión recíproca cuando quienes evalúan nos juzgan a través de
lógicas que nos son ajenas y que remiten más bien a la estandarización. Como resultado,
es habitual que se termine pensando que preguntarse por los criterios de ética y de
calidad resulta ajeno a la investigación cualitativa, dado el carácter singular y situado de
cada una de las propuestas. Es decir, en lugar de interpretar que se trata de una
incomprensión de aquello específico de los abordajes cualitativos, se tiende a
interpretar que se trata de temas que, en su totalidad, no nos afectan. La utilización
común del término “bioética” como equivalente a los asuntos éticos en salud no hace
más que reforzar estos malos entendidos. Hay muchísimos aspectos éticos distintos del
compromiso biológico en una investigación científica.
Aquella falta de visibilidad se repite en distintos actores del campo de la investigación
en salud —comités, revistas científicas, instancias formativas, entes financiadores,
etcétera. Así, podría conjeturarse que la expansión de un tipo de estrategias
investigativas desde las ciencias sociales al campo ampliado e interdisciplinario
denominado “ciencias de la salud” no estuvo acompañado, al menos no en nuestro país,
de instancias de diálogo que permitieran llegar, si no a consensos, a un entendimiento
mutuo.
Dicho lo anterior, consideramos que es necesario poner en agenda lo relativo a ética y
calidad en el mismo gesto en que se marca que “puesta en agenda” no equivale a
estandarización de criterios, sino a la promoción de instancias de intercambio sobre
estos temas. Porque precisamente, esta es la singularidad que traen de la mano los
paradigmas vinculados con el desarrollo de estrategias cualitativas: la concepción del
conocimiento científico como algo que se despliega y potencia mediante el disenso, y
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

mediante la construcción de abordajes singulares adaptados a cada situación y


entorno, en lugar de mediante la cristalización de criterios unívocos y preestablecidos.
De tal manera, el presente capítulo busca contribuir con la promoción de una agenda de
debates acerca de calidad y ética en las estrategias cualitativas. Para ello, abordará una
serie de desafíos que interesa dejar planteados como tales. Desafíos prácticos en
contrapunto con horizontes de lo deseable, y no estándares: esa es la propuesta de
este material.
Compartir la trastienda de este capítulo implica señalar la dificultad de organizarlo
siguiendo un orden lineal, que es el que impone la lógica de la escritura, puesto que lo
que abordaremos aquí remite a elementos entrelazados recíprocamente y, en sentido
estricto, ninguno de ellos termina de comprenderse completamente si no es en
referencia con los restantes. A fines operativos, la presentación fue dividida en dos ejes
centrales: aspectos éticos, y criterios de calidad. Deslindar unos de otros no fue tarea
sencilla, puesto que esta distinción es en buena medida arbitraria. No obstante, se optó
por esta división dado que algunos de los debates toman una u otra dimensión como
objeto, dado el grado de imbricación entre los desafíos propios de la investigación social
cualitativa en salud y la investigación social, o la investigación en salud. En función de
enmarcar lo desarrollado, incluimos una primera parte en la que nos detenemos en la
singularidad implicada por las estrategias cualitativas de investigación, sugiriendo
recuperar desde allí los distintos debates que –insistimos- no son privativos de este tipo
de abordajes, pero sí pueden cobrar coloraciones específicas en ellos.
Dado lo poco habitual de estas temáticas, hemos estructurado nuestra presentación en
aquella primera sección donde presentamos gradualmente los desafíos y problemáticas,
para luego profundizar en el tipo de debates que tienen lugar respecto de los aspectos
éticos, y finalmente centrarnos en el tipo de debates que se dan respecto de criterios
posibles para valorar la calidad de las investigaciones concretas en las estrategias
cualitativas. Cabe advertir que esta organización de contenidos implicará recorrer tres
veces consecutivas, puntos de tensión similares, sólo que abordados desde ángulos
distintos. Esto es porque consideramos que ética y calidad son dos caras de una misma
moneda, discutiendo con otras perspectivas que tienden a verlas como aspectos
contradictorios o que rivalizan entre sí.
De esta manera, presentaremos distintas dimensiones propias de la calidad y de la
ética, atendiendo a que se trata de cuestiones de suma importancia al tiempo que
arenas de debate –puesto que no existe una única concepción clara que delimite
cuando una investigación es de calidad, y cuándo cumplimen ta parámetros éticos. Se
trata de horizontes que resulta de interés incorporar en la práctica investigativa, como
preocupación por orientar lo que se realiza en esa dirección, más que de aspectos que
puedan juzgarse con una check list7 en alguno de los cortes transversales de un proyecto

7
Una check list o lista de comprobación, en el sentido aquí empleado, implica una serie de ítems o
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

–sea en el diseño, en los informes de avance, o en las publicaciones finales.


Cabe advertir que lo presentado obedecerá a un recorte entre otros posibles, orientado
por experiencias concretas ante estos dilemas y por un conocimiento específico del
campo (informado en buena medida por la práctica de evaluación realizada desde la
Dirección de Investigación en Salud). Asimismo, partirá de una concepción (que
también cabe ser puesta en debate), desde la cual se considera que las estrategias
cualitativas se caracterizan por su flexibilidad y reflexividad; que parten de un vínculo
singular con el campo de estudio y los sujetos que participan de la investigación, y que
su aporte a la construcción de conocimiento requiere de la explicitación de las
sucesivas tomas de posición, de las vacilaciones, de los errores y redefiniciones, y en
definitiva, de las decisiones tomadas a lo largo del trabajo de campo –nunca neutrales
y objetivas; siempre condicionadas por perspectivas, intuiciones, experiencias, etcétera.
Desde este modo de concebir a las estrategias cualitativas, bien puede anticiparse que
calidad y ética serán principios que orienten las tomas de decisión más que aspectos
claramente distinguibles y anticipables de una determinada propuesta o una
determinada ejecución. Y que posiblemente, en el translibro de una investigación, no
resulte del todo claro qué libro de acción garantiza en mayor o menor medida la calidad
y la ética, sino que esto surja posiblemente de un análisis a posteriori, en función de los
avatares sucesivos del proceso.

Implicancias de las estrategias cualitativas en ética


y calidad
La gran mayoría de las propuestas de libros y seminarios en investigación social,
investigación en salud, o investigación cualitativa, tienden a centrarse bien en aspectos
propios del diseño, en las técnicas de producción de datos, o en alguna dimensión
particular y acotada (por ejemplo, en algún enfoque específico). Pero en cambio es raro
encontrar que quienes no tienen una formación avanzada y específica sobre el tema,
encuentren espacios donde reflexionar acerca de situaciones concretas que afectan a
su práctica en términos de ética y calidad, así como que tengan la oportunidad de
acercarse a los múltiples y fecundos debates que existen sobre estos temas.
Antes de entrar de lleno en lo anterior, nos detendremos en la presentación de una serie
de implicancias desprendidas del modo en que los abordajes cualitativos conciben la
realidad social y el conocimiento, que son las que condicionan el modo particular en que

elementos predeterminados de los que debe constatarse la existencia. Si bien su origen remite a una
función de recordatorio, se emplea como formato básico de la estandarización de productos.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

—a diferencia de las investigaciones biomédicas— debemos plantearnos lo relativo a la


ética y la calidad de las investigaciones en salud.
Dicho lo anterior, cabe nuevamente advertir que nuestra presentación no es neutral (no
creemos en la posibilidad de serlo, sino que entendemos que todo recorrido conceptual
implica una selección) y que encontrarán tanto ejes de discusión como posiciones
propias —con las que, por supuesto, no será necesario que acuerden—.
Comenzaremos entonces aludiendo a los principios paradigmáticos que orientan la
particularidad de este capítulo, explicitando el modo en que estamos comprendiendo a
los abordajes cualitativos y que da sentido a los desafíos que abordaremos luego. En
segundo lugar, contextualizaremos aquellos a su vez en el marco de los desafíos que
conlleva toda práctica investigativa en tanto práctica social; finalmente
mencionaremos los desafíos particulares de un elemento propio de los abordajes
cualitativos dado el paradigma singular al que responden.
Una vez abordado lo anterior, estaremos en condiciones de presentar elementos
comunes en los debates sobre ética y calidad, para luego dar lugar a los apartados en
que nos detendremos por orden en cada una de esas temáticas.

Particularidades de investigar desde paradigmas


interpretativos

El universo real de las investigaciones cualitativas es un universo amplio y heterogéneo.


Tan plural que resulta ficticio remitir a aquel como si se tratara de un conjunto. Ahora
bien, mientras que esa afirmación vale para las investigaciones concretas bajo
estrategias cualitativas que se desarrollan en distintos lugares del mundo, es posible
hacer algunas afirmaciones respecto del surgimiento y desarrollo de estas estrategias,
que remiten a orígenes comunes. Porque las estrategias cualitativas han nacido como
respuesta a necesidades e inquietudes que han puesto en tensión las prácticas y
concepciones propias del paradigma positivista. De este modo, en lugar de proponerse
un conocimiento cuya cientificidad consista en reflejar la realidad tal como esta es, bajo
la pretensión de ser neutral y objetivo (es decir, de ser un conocimiento unívoco y
verdadero), los paradigmas interpretativos proponen al conocimiento de la realidad
social como un conocimiento de segundo grado: un conocimiento sobre el conocimiento
que las personas tienen sobre sus realidades, y que condiciona su accionar. A su vez,
dada esta concepción del conocimiento, los paradigmas interpretativos entienden al
conocimiento científico como sistemático, pero al mismo tiempo inevitablemente
condicionado por el contexto en que tiene lugar (tanto en términos de relibros
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

disponibles, como de concepciones en boga, y enmarcado en ciertos marcos teóricos-


conceptuales que delimitan un cierto foco de interés vinculado con ciertos actores
sociales en un determinado momento histórico).
Remitiendo a este linaje (que responde al criterio de recorte del que partimos para este
libro), y aludiendo de manera simplificada a lo que puede denominarse “paradigma
interpretativo”, insistiremos en explicitar lo específico de sus concepciones acerca de la
realidad social y del conocimiento. El conocimiento científico que se busca producir
desde paradigma es un conocimiento experto acerca del conocimiento cotidiano o de
sentido común (es decir, un tipo conocimiento que recupera, dialoga, discute o refuta
otros conocimientos, pero que no es el único existente). Y los seres humanos somos
considerados seres de significado: no es que únicamente habitamos una realidad, sino
que tenemos ideas y opiniones respecto de cómo ella funciona. De tal modo, las
interpretaciones del investigador son interpretaciones de segundo orden, es decir,
interpretaciones sobre las interpretaciones que las propias personas hacen de su vida
cotidiana. De la mano con lo anterior, siendo una práctica social, el conocimiento
científico se considera inevitablemente condicionado por los entornos en que se
produce. Esto lleva a problematizar la creencia propia del positivismo en la neutralidad
y objetividad como condición de cientificidad: siempre se produce conocimiento desde
una determinada posición, en base al conocimiento previamente disponible, con ciertos
relibros, en base a ciertos intereses y preocupaciones etcétera 8.
Para los abordajes cualitativos es fundamental el carácter construido de la mirada sobre
el objeto. De allí el rol central que adquieren los distintos enfoques como mediación
entre lo que existe y el conocimiento sistemático de aquello. De esta manera, mientras
que existe una confusión habitual que asimila a los abordajes cualitativos con las
técnicas que estos emplean, revisar la diversidad de enfoques posibles nos ayuda a
comprender que estamos lejos de un universo preestablecido, del cual tomar modelos
a seguir. En el universo de las estrategias cualitativas, hay sistematicidad pero no
recetas universalmente válidas. Y, lejos de ser aquello un defecto o un indicador de
inmadurez del conocimiento, resulta deseable que no las haya.
La vida cotidiana es valorada por los abordajes cualitativos como el ámbito donde se
produce y reproduce la vida social. A su vez, los contextos en que tiene lugar la vida

8
El positivismo es una concepción acerca del conocimiento que considera al conocimiento científico como
el único con carácter de verdad, y que identifica a su vez al conocimiento propio de las ciencias biofísicas
como conocimiento científico por antonomasia. Bajo este paradigma, conocer científicamente implica
abordajes estandarizados que desagregan en aspectos medibles todo objeto de conocimiento, con el
propósito de obtener magnitudes cuantitativas y analizarlas matemáticamente. El conocimiento obtenido
se considera universal e invariante, y por tanto, acumulativo y progresivo. Este paradigma ha sido
fundante de la modernidad como época signada por la ilusión del control de la naturaleza y la discusión
con el pensamiento religioso. Dada su vinculación con modos de ejercer el poder y el gobierno, bajo el
afán de previsión, la idea de un progreso unidimensional e indefinido. y la de una única verdad (todas
ideas que históricamente acompañaron la expansión de los países centrales, tanto a través del dominio
colonial como comercialmente), este paradigma ha sido profundamente discutido, por lo que, si bien en
algunos campos como en el de la salud continúa siendo dominante, está lejos de ser el único.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

cotidiana son diversos y cambiantes. Por lo anterior, se busca recuperar algunos de los
múltiples aspectos que hacen a esas realidades, tal como son experimentadas por los
propios sujetos. Es la contextualización, y por tanto la singularidad, lo que permite
comprender la realidad tal como esta se presenta. Es por ello que su interés suele estar
más enfocado en las complejidades y relieves propios de los casos particulares, y no en
las generalizaciones.
Las investigaciones cualitativas parten de entender que no podemos anticipar los
significados de los demás, y es esto lo que vuelve necesario estudiarlos empíricamente.
Subyace aquí una concepción acerca del significado: este es, por definición, plural. El
modo en que se otorga sentido a la realidad es diverso, además de dinámico.
De lo anterior se desprende un modo particular de abordaje empírico, que busca
obtener de manera inductiva un tipo de conocimiento que no cabría ser anticipado.
Porque recupera la perspectiva de los sujetos y sus realidades singulares; implica
descentrarse del propio conocimiento, para tratar de reconstruir cómo se mira al mundo
desde una posición diferente. En función de hacer un lugar efectivo a lo que no podría
haberse anticipado, las estrategias cualitativas se distinguen por el carácter no
secuencial entre diseño, trabajo de campo y resultados —instancias que son simultáneas
y están en redefinición continua, en función de adaptar la propuesta de investigación
para que pueda captar mejor la realidad social, evitando forzar los resultados.
Una estrategia apropiada y pertinente es, desde estas preocupaciones, aquella que
surge de un diálogo con lo encontrado, y no lo que se ha establecido protocolarmente
al inicio. Estas concepciones entran en tensión con los modos predominantes en las
ciencias de la salud para valorar ética y calidad de una producción científica. Con cierta
frecuencia, al interior del campo de conocimiento bajo estrategias cualitativas se postula
como criterio de rigurosidad el que cada investigación sea siempre una producción única
y artesanal de carácter flexible y reflexiva, resultado del diálogo continuo entre trabajo
de campo y análisis. Bajo estas concepciones —a las que por otra parte adscribimos—
la reflexión y toma de decisiones continua respecto del proceso investigativo, de la mano
con recuperar la subjetividad de quien investiga (dado que no es posible considerarla
inexistente, corresponde explicitarla) forman parte sustantiva de los resultados del
trabajo de campo, y hablan del universo bajo estudio.

Aspectos estructurales de la práctica investigativa

Mencionadas las particularidades de los paradigmas interpretativos dentro de los que


se originaron las estrategias cualitativas, es menester a su vez aludir a una serie de
generalidades que atraviesan a toda la producción de conocimiento científico.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

Sea cual fuere el motivo que nos lleve a hacerlo, investigar es una decisión personal.
Como tal, está cargada de valoraciones, intereses, inquietudes propias. Esto motoriza
tanto la elección inicial del tema o ámbito bajo estudio —o la incorporación a un
determinado equipo—como el sostenimiento del proceso investigativo a lo largo del
tiempo. Estas decisiones e intereses, propios del rol de quien investiga, son diferentes
a los de quienes deciden participar de una investigación en calidad de “informantes”
o bien quienes “colaboran” con ella. Esta es la primera característica estructural de
todo proceso investigativo.
Por otro lado, para quien se encuentra investigando, el proceso de construcción de
datos implica transitar una serie de tensiones propias de abordar algo desconocido,
que pueden derivar tanto en incomodidad o malestar como constituir un estímulo
intenso. Que produzcan malestar o estímulo depende de diversos factores. En primer
lugar, de la personalidad de quien esté encarando esta aventura. Pero más que
individualizar o esencializar lo anterior, debemos señalar que aquello se vincula con
su grado de experticia y la autoconfianza que haya logrado adquirir respecto de su
capacidad para resolver situaciones conflictivas, dilemáticas o imprevistas. Y que esto
se encuentra a su vez condicionado por el grado de soledad o acompañamiento con
que transite este recorrido, las presiones que reciba para obtener resultados de
determinado tipo o de determinada forma, y las rutinas de trabajo. Esto nos remite a los
ámbitos en el marco de los cuales se investiga. A ellos aludiremos de forma general
como “institucionales”, sin detenernos en los distintos contextos concretos en que
puede tener lugar una investigación (centro de investigación, institución de educación
superior, equipo de salud, etcétera), dado que excedería ampliamente nuestro objetivo.
Junto con las tensiones que conlleva abordar algo desconocido, a su vez, pueden
mencionarse tanto la incertidumbre acerca de la toma de decisiones ante situaciones
imprevistas durante el trabajo de campo (incluyendo encontrarse con datos
imprevistos, propios de producir un conocimiento novedoso), como la combinación de
seducción y desaliento que genera hablar en nombre propio al publicar los resultados,
en la medida en que implica autorizarse a producir un conocimiento que se sabe
provisorio y falible.
Hablar de calidad y de ética en la investigación científica implica remitir a estas
cuestiones, propias de esta práctica social. Porque todo el proceso de construcción de
conocimiento se encuentra atravesado por las implicancias de sostener públicamente
tal o cual afirmación, y hacerlo con pretensión de cientificidad, con el correlato que
esto trae en términos de credibilidad (¿a quiénes puede beneficiar? ¿a quiénes puede
perjudicar? ¿esto será siempre así, o podrá cambiar en el mediano o largo plazo? ¿puedo
perder mi trabajo, amistades, o apoyos si digo algo contrario a lo que otros esperan que
yo diga? ¿cómo puedo decir algo coherente sobre una realidad que se muestra caótica?
¿qué lugar le doy a los datos contradictorios? —son algunos de los muchos interrogantes
que aparecen a lo largo de la producción de conocimientos).
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

Ahora bien, por otra parte, en todas las prácticas sociales, sea lo que fuere que se está
haciendo, es posible encontrar personas que se comportan de manera incorrecta, es
decir, personas cuyas declaraciones no coinciden con sus actos, o cuyas conductas
están reñidas con los marcos formales (con las leyes, por ejemplo) o bien hieren la
sensibilidad y por eso se consideran inapropiadas. Esto también atraviesa, como
veremos, lo relativo a la calidad y la ética en la investigación, en tanto estamos hablando
de qué resulta deseable, correcto y apropiado. Ahora bien, dejando de lado los
comportamientos cuyas intenciones son deshonestas, vale advertir que tanto los
marcos formales como la sensibilidad son históricos: están en continua transformación,
son dinámicos. Por lo que definir qué es correcto y qué no, puede resultar problemático.
No obstante, para el caso del conocimiento científico, la particularidad de un
comportamiento incorrecto es el tipo de conflicto que genera con el estatus singular
que nuestros entornos sociales atribuyen a este tipo particular de conocimiento .
Profundamente embebido en la concepción moderna del progreso, el conocimiento
científico trae de la mano una serie de expectativas tanto acerca del desarrollo o la
mejora de la realidad que nos rodea, como acerca de la verdad. Si bien es posible
problematizar lo anterior en la medida en que se encuentra enraizado en las
concepciones positivistas —algo que sería muy largo de hacer aquí— nos interesa
señalar que aquellas expectativas gravitan fuertemente al momento de pensar la ética
y la calidad. Porque los problemas de ética y de calidad, más allá de ser problemas en
sí mismos, afectan a la credibilidad del conocimiento científico, en tanto conocimiento
experto que difícilmente pueda ser juzgado con propiedad por quienes no son
especialistas. Hay una tradición de confianza social en los resultados de investigación
de la que, quiérase o no, se terminará gozando al momento de encarar o difundir un
estudio empírico. Como parte de aquella tradición, investigar es una práctica social que
confiere estatus. Si bien podríamos también debatir sobre esto, “los científicos” como
actor social suelen aparecer como sinónimo de palabra válida a priori. ¿Cómo se ejerce
este lugar de autoridad social? 9 Esta es una pregunta amplia y polémica, que atraviesa
toda práctica de investigación. La calidad y la ética en lo investigado forma parte
intrínseca de esas respuestas.
Por último: más allá de este lugar socialmente asignado, o mejor, de la mano con aquel,
investigar insume relibros. Tiempo, necesariamente. Dinero, en la medida de lo
posible (no nos detendremos aquí tampoco en referencias a las políticas científicas, pero
de ellas estamos hablando, se trate de iniciativas públicas o privadas). Siendo relibros
ambos siempre escasos, el buen uso de estos relibros también está en agenda al hablar
de ética y calidad en la investigación. Tal vez aún más cuando se trata de investigar
con fondos públicos. Nuevamente, la ética y la calidad aparecen involucradas al abordar
estas temáticas.

9
En el Capítulo siguiente daremos continuidad de algún modo a esta reflexión al mencionar lo relativo a
la publicación de resultados.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

Si bien encarar lo propio y específico de las estrategias cualitativas no suele recurrir a


este punto de partida, dado que nos interesan en tanto contribuciones de las ciencias
de la salud, y en estas últimas la cientificidad es un punto importante, hemos creído
conveniente apuntarlo como marco global de nuestras reflexiones.

Desafíos propios de las estrategias cualitativas

Toda investigación implica atravesar una serie de desafíos. Empezando a mencionar


estos desde lo relativo a la formación profesional, podemos señalar que pone en marcha
un cúmulo de sensaciones, derivadas de la producción de conocimientos y del
involucramiento personal, a las que es necesario responder con una actuación
profesional. Miedo, pasión, ansiedad, confianza, duda, enojo, son algunas de las
experiencias que resultan inevitables. En los abordajes convencionales en salud, con
diseños y metodologías estandarizados, seguir una serie de pasos preestablecidos
rutiniza el trabajo y puede aliviar o incluso contrapesar las emociones propias de la
implicación. Ahora bien, en las estrategias cualitativas, lo anterior más bien tiende a
potenciarse. Adentrarse en estrategias que no poseen estándares ni prescripciones
puede aumentar exponencialmente los desafíos de la formación, ante la incertidumbre
respecto de a qué parámetros atenerse. Los criterios que permiten valorar la corrección
de la estrategia no pueden apegarse a una serie preestablecida de normas o
procedimientos. Porque cada estrategia es siempre, necesariamente, situada.
De la mano con lo anterior, una buena estrategia cualitativa afronta el desafío de
producir los mejores datos posibles con un modo particular de utilizar el tiempo,
puesto que requiere abordar cada situación con el debido cuidado, prestándole
atención a los detalles. También requiere un buen manejo del tiempo la necesidad de
capitalizar lo propio de estas estrategias, aventurándose por asociaciones y conexiones
no previstas entre problemas y circunstancias. Esto no necesariamente implica que la
duración de un estudio debe ser larga o ilimitada, sino que la forma en que debe
abordarse debe implicar sopesar cada paso, y proponerse avanzar en la medida de eso,
sin fijar de antemano cuotas o números que puedan implicar el descuido de lo que
empieza a suceder durante el trabajo de campo.
Las estrategias cualitativas se distinguen por el alto grado de incertidumbre que las
caracteriza, en la medida que se distancian (o abren la posibilidad de distanciarse) del
cumplimiento de un diseño inicial. Simultáneamente, estas investigaciones plantean un
margen extremadamente amplio de posibilidades, y por tanto demandan una mayor
toma de decisiones a lo largo de su libro. A su vez, en la medida en que las inserciones
en profundidad suelen adentrarnos en las facetas más polifónicas y contradictorias de
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

todo evento, también la incertidumbre se presenta al momento de tener “que decir


algo” respecto de ese magma confuso. Resulta un desafío importante tolerar esas
incertidumbres, evitando en todo momento la tentación de forzar los datos o
simplificarlos. Sin embargo, en lugar de percibir esta necesidad, se tiende a invisibilizar
el desafío, considerándolo de menor importancia, puesto que la expertise no consiste
en dominar estándares, sino más bien todo lo contrario.
Aquello cobra una forma para algunos todavía más reñida con lo que se tiende a
sobreentender por “científico” cuando se pone sobre la mesa que lo situado no refiere
sólo a los enfoques, a las técnicas y al entorno de investigación, sino también el tipo
particular de vínculos y de implicación que suelen acompañar al desarrollo de estas
estrategias. Porque si hay algo que distingue a las estrategias cualitativas, es la
experiencia concreta de investigación durante el trabajo de campo. Aun cuando el
contacto con los participantes se limite a la realización de entrevistas, grupos focales u
observaciones, el formato concreto de interacción que implica se abre mucho más a la
circulación de emociones y sentimientos propios de cualquier otra práctica social que lo
que suele suceder en prácticas de investigación con formatos más estructurados o
artificiosos (como en las encuestas o los ensayos clínicos). Las relaciones entre
investigadores y participantes se articulan y entraman con formatos y expectativas
propios de otras relaciones, y puede ser difícil discernir qué aspectos de ese vínculo
son específicos de la producción sistemática de conocimiento, es decir, cuánto del
contacto establecido obedece exclusivamente a ese propósito. De más está decir que
aquello se pone mucho más en evidencia cuanto más se prolonga en el tiempo la
interacción —siendo que lo distintivo de las estrategias cualitativas incluyen
inmersiones mucho más profundas y sostenidas en el campo.
La cotidianeidad del vínculo y el grado de intimidad que se comparte, en buena parte de
los casos, hace que continuamente se deba estar prestando atención a qué entienden
los demás acerca de nuestras propias acciones —partiendo del principio de que este
entendimiento siempre es divergente, y requiere aclaraciones continuas—. Y también,
de modo correlativo, a que continuamente se deba estar prestando atención al propio
accionar, puesto que nuestra espontaneidad, inevitable, debe estar siempre
monitoreada: ella es condición del conocimiento producido. Sumado a lo anterior,
cuando quien investiga ocupa otro rol ante los sujetos sobre quienes se investiga —por
ejemplo, cuando es un profesional tratante, o integra el equipo de salud— se agrega la
necesidad de evitar la confusión de expectativas, clarificando no sólo inicialmente sino
a lo largo de toda la investigación cuál es la finalidad de cada intercambio.
Dicho lo anterior, las estrategias cualitativas de investigación social ponen en juego los
factores emocionales de los distintos involucrados de un modo singular. Si bien
siempre hay factores emocionales en juego en cualquier actividad, acá cobran un lugar
central: no sólo están imbricados, sino que además es preciso controlarlos para obtener
un producto de calidad en términos de conocimiento resultante. Por “controlarlos”
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

entendemos la necesidad de hacerlos conscientes y poder explicitarlos, puesto que no


se trata de situaciones íntimas o privadas, sino de aspectos sustanciales del proceso
mismo de investigación.
En la medida en que desde los paradigmas que orientan el surgimiento y desarrollo de
las estrategias cualitativas esto es ineludible, el modo de darles lugar en un abordaje
investigativo es reconociéndolo. De manera recíproca, una clave para valorar las
buenas investigaciones cualitativa es identificar en qué medida las incorporan al
reporte, y reflexionan acerca de ellas. Dado un determinado reporte de resultados,
¿detalla las condiciones en que fue producida la investigación? ¿incorpora elementos
subjetivos acerca del proceso investigativo? ¿comenta reformulaciones y/o preguntas,
o lo encontrado confirma los supuestos enunciados como punto de partida? ¿reporta la
heterogeneidad de lo encontrado, o refiere los resultados de manera generalizante?
¿sitúa en un espacio y tiempo determinados los hallazgos, o los presenta como si
estuvieran cristalizados y quien investiga se limitara a constatarlos? Al responder estas
preguntas, estaremos siempre hablando de calidad y de ética, simultáneamente.
Si ponemos a jugar lo anterior con el propósito específico de construir conocimiento
sistemático y riguroso, posiblemente vayamos acercándonos un poco más al contenido
concreto de la afirmación “no hay recetas”. No las hay; tampoco hay garantías y es muy
posible que no siempre tengamos la mejor respuesta ante cada una de las situaciones
que se nos presentan. Transitar una investigación cualitativa implica la predisposición
a aprender de los propios errores, y a la atención cuidadosa puesta en detectarlos
oportunamente. Porque como no se conoce del tema a investigar en el punto de
apertura que el propio diseño plantea, necesariamente se cometerán errores, que
deben ser no sólo advertidos sino también enmendados a tiempo. De aquí se deriva una
tensión singular entre saber y no saber. Es necesario contar con elementos previos para
investigar, y al mismo tiempo es necesario reconocer con humildad el desconocimiento
de aquello que se desea investigar –si la meta es, genuinamente, producir conocimiento.
Reflexionar sobre este tipo de desafíos propios de la experiencia de quien investiga,
forma parte fundamental de los abordajes cualitativos. Porque todas las limitaciones y
dificultades forman parte intrínseca de una concepción del conocimiento como
resultado de las condiciones en que se produce. Esto vuelve necesario explicitar los
propios condicionamientos, lo que requiere poder aprehender cuál es efectivamente el
paradigma que está orientando nuestra mirada. También aquí, estaremos hablando de
alcances y limitaciones del conocimiento producido.
Dar publicidad a las limitaciones no forma parte del repertorio habitual en distintas
arenas de la vida social. Tal vez en el ámbito de la salud sea donde menos estemos
acostumbrados a construir conocimiento a partir de reconocer los obstáculos,
dificultades y errores. Se potencia con lo anterior el carácter polémico de los
paradigmas que orientan las estrategias cualitativas de producción de conocimientos.
Porque se parte de reconocer que todas las propuestas están sujetas a discusión. Todas
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

las estrategias exigen creatividad para resultar provechosas, y pueden ser mejoradas.
Al tratarse de metodologías de carácter abierto, siempre permeables a nuevas
soluciones y propuestas innovadoras, los debates se consideran provechosos y
continuos. Y dado el carácter reflexivo de estas investigaciones, cada una encuentra
no sólo resultados respecto de los objetivos de conocimiento sobre el asunto
específico que aborda, sino también una serie de hechos y reflexiones acerca del
propio abordaje y de las condiciones (siempre particulares) en que se produce
conocimiento. Desde los modos en que habitualmente se entiende la cientificidad en la
producción investigativa en salud, si bien la falibilidad es reconocida discursivamente
como característica de lo producido (a diferencia del dogmatismo propio de abordajes
no científicos), estos formatos explícitamente abiertos al disenso son en ocasiones
tomados como una producción menor. Esta jerarquización diferencial es uno de los
mayores desafíos que enfrentan las estrategias cualitativas en el campo de la salud .
Existe el preconcepto de que únicamente es útil publicar los resultados exitosos. Esto es
transversal a las distintas áreas del conocimiento científico: la escasa visibilidad de los
errores y el fracaso, que llevan a suponer que el camino de la producción de
conocimientos es lineal y sin escollos, cuando más bien es todo lo contrario. Las
estrategias cualitativas tienden a desafiar este sentido común, explicitando marchas y
contramarchas, vacilaciones, dilemas; también, mencionando el vínculo entre las
emociones de quien investiga y el libro de la investigación. Asimismo, juzgan muchas
veces como especialmente valioso poner en visibilidad hallazgos imprevistos, en lugar
de presentarlos como resultado de una estrategia meticulosamente diseñada. Y muchas
veces, cargan con las sanciones propias de quien explicita lo que no quiere ser
escuchado: se las denomina poco rigurosas. Así, cuanto más honesto y de calidad es un
reporte cualitativo, más puede llegar a ser juzgado como poco riguroso por parte de
quienes no comprenden sus principios.
Podemos concluir con la existencia de una doble fuente de desafíos: los propios de las
perspectivas asumidas, y los derivados de los criterios imperantes en el campo de la
salud. Si los desafíos paradigmáticos de estas estrategias requieren desarrollar el
esmero para cuidar con detalle cada aspecto del campo, la perspicacia para distinguir
líneas emergentes, el reconocimiento y control de aspectos emocionales, un excelente
manejo del tiempo y, de fondo, una gran habilidad comunicativa, los entornos
formativos y laborales deberían preocuparse por transmitir estas habilidades. No
obstante, muchas veces al desconocimiento de aquellas particularidades se agrega otro
obstáculo: la productividad instalada como medida de lo bueno. Si un buen investigador
es aquel que obtiene resultados rápidos, y lo demuestra en cantidad de publicaciones,
el esmero y la atención puesta en los detalles se ven desalentados. Sobre todo, porque
son aspectos que no reciben publicidad.
Es en este marco que deben ser comprendidos los apartados que desarrollaremos a
continuación.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

Criterios de calidad y ética en investigaciones


cualitativas

Dado que las investigaciones cualitativas proponen una comprensión “desde el


interior”, implican un involucramiento con los sujetos de la investigación que incluso
admite ser pensado a modo de vínculo. Esto muchas veces se pone en juego cuando
termina el trabajo de campo, y se hacen notorias situaciones de apego. ¿Qué sucede
luego con esos vínculos? ¿Fue ético generarlos, dado que el interés era investigar?
¿Podrían haberse evitado en alguna medida, o asumir otras formas? ¿Constituyen un
sesgo para los resultados de la investigación? ¿Deberían haberse evitado en pos de
generar un conocimiento más certero? Estas son algunas de las preguntas que pueden
surgir con frecuencia al atravesar el trabajo de campo. Ante ellas, ética y calidad parecen
ser puestas en cuestión. Sin embargo, en la mirada que venimos a proponer, no es que
ellas queden en entredicho, sino que el problema surge al valorarlas bajo parámetros
forjados de paradigmas positivistas.
Podemos llegar a una conclusión similar siguiendo la pista de otras situaciones
particulares que pueden presentarse. Porque dado el modo en que los participantes se
involucran con estas investigaciones, compartiendo sus propias interpretaciones y
conjeturas o incluso participando de la toma de decisiones respecto del libro a seguir en
el trabajo de campo, otras preguntas que podrían surgir son ¿a quién le pertenecen los
datos? ¿En qué medida es honesto firmar únicamente con el nombre del equipo de
investigación los informes de resultados? ¿Qué lugar darle a los participantes en la
presentación de resultados? ¿Sólo debe decirse lo que los participantes consientan que
sea dicho? Y si se sintieran molestos por lo que se informa sobre el fenómeno, porque
pone en entredicho sus propias interpretaciones o porque se sienten expuestos ¿sería
suficiente con anonimizar las referencias?
Este tipo de inquietudes son consustanciales a las investigaciones cualitativas. Pese a
esto, no resulta demasiado frecuente encontrar que se expliciten. Buscaremos ir
ahondando estos debates siguiendo una división artificial en función de organizar la
exposición: abordaremos primero los criterios éticos, y en segundo lugar los relativos a
la calidad. Hemos elegido este ordenamiento dado que para la investigación cualitativa
en salud (a diferencia de lo que sucede con estas estrategias en otros campos), el tema
de la ética surge como necesidad por el tipo de estándares propios de esta área. Siendo
la bioética un elemento constitutivo de la investigación en salud, es un tema que
aparece siempre en algún momento, y plantea en general el dilema de valorar las
estrategias cualitativas bajo los parámetros establecidos o bien asumir el desafío de
pensarlas bajo coordenadas propias. Esto también hace que en cuanto a la ética existan
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

algunas ofertas formativas (tal vez algo dispersas) y equipos o actores del campo de la
investigación social abocada a estas reflexiones (si bien de manera aún incipiente).
En la propuesta que hace a este libro, nos interesa particularmente relacionar lo relativo
a la calidad con los aspectos éticos. Y en ambos casos, creemos que se trata más de abrir
instancias de problematización, y compartir algunos principios a modo de horizontes.
Esto, a su vez, considerando que nos encontramos en lo que podríamos delimitar como
un campo particular (el de las estrategias cualitativas de investigación social en salud),
con una historia singular, con tensiones que lo atraviesan (como la que existe entre las
tradiciones investigativas de las ciencias sociales y las de la biomedicina) y con pautas
que lo orientan, las cuales en no pocas oportunidades entran en conflicto.

Debates sobre aspectos éticos

Si miramos con atención, podremos observar que es posible enjuiciar en términos


éticos casi todas las acciones propias y ajenas que se realizan en la vida cotidiana. ¿Qué
efectos no intencionados puede desencadenar nuestra acción? Lo que hicimos, ¿fue lo
mejor posible? ¿Se podría evitar algún riesgo eventual de nuestro accionar si
hubiéramos actuado de otro modo?
¿Cuál es la forma más conveniente de manejarse ante las distintas situaciones para no
reproducir desigualdades o asimetrías? Sería verdaderamente muy difícil llevar adelante
nuestra vida cotidiana de esta manera. Sin embargo, en nuestro rol como
investigadores, es preciso sostener este cuidado de manera continua. Porque a
diferencia del conocimiento espontáneo de la vida cotidiana, el conocimiento científico
se caracteriza por ser sistemático. Porque un comportamiento ético tiene que ver con
enfrentar todas las consecuencias de nuestra acción, aun cuando no hayan sido las
buscadas. Parafraseando a Max Weber (autor considerado clásico para la Sociología): en
el conocimiento científico nos enfrentamos a una ética de los resultados, en lugar de
una ética de las intenciones. En tal sentido, una actitud responsable es asumir lo que fue
desencadenado, aun cuando difiera de lo que nos proponíamos 10.
Tal como la entendemos, hablar de ética no debería significar pararse en un lugar
moralmente intachable al enunciar ciertos principios, sino más bien preguntarse por las
implicancias de la puesta en marcha de una investigación. Poner en visibilidad que
siempre se produce un impacto al llevar adelante un proceso investigativo, y que —
desde la perspectiva en la que nos paramos— este impacto no sólo es imposible de ser
medido, sino que también es indeterminado y por tanto difícilmente anticipable. Poner
en agenda estas situaciones es comenzar a prestarles atención y, por tanto, tomar

10
El político y el científico, Madrid: Alianza Editorial (1967). Max Weber (1864-1920) es considerado
uno de los “padres fundadores” de la Sociología como disciplina.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

mayores resguardos. A esto nos referimos aquí cuando hablamos de ética.


¿Es posible dañar a alguien por participar de una investigación cualitativa? Este es un
punto central para empezar. Porque, en contraposición con los estudios biomédicos,
cuyo potencial riesgo orgánico es claro, en este tipo de investigaciones el riesgo y los
posibles daños son bastante más difusos. Nuestra propuesta parte de afirmar que sí,
que es posible producir daños en investigación cualitativa. Que sean de otro tipo, no
quiere decir que no los haya. Nuevamente, el tema es el parámetro que utilicemos
para valorar lo que acontece.
Partamos de que es posible dañar a otro en cualquiera de nuestras interacciones
cotidianas, cuando lo decepcionamos. Si partimos de este acuerdo, podemos comenzar
a visualizar que ciertamente en una investigación, mientras no quede claro el sentido y
los alcances de la misma para quienes participan (y nunca podremos afirmar con certeza
que quedó claro, así como esta claridad nunca será de una vez y para siempre),
entreveremos que tenemos una alta chance de contradecir las expectativas de los
participantes, tanto con nuestro accionar concreto en campo como con los productos
de la investigación. ¿Qué puede suceder, por ejemplo, cuando un participante tiene
altas expectativas de que su interpretación acerca de cierto contexto o situación sea
considerada como apropiada, y encuentra un artículo de resultados donde se la
problematiza, se la pone a discutir con interpretaciones de otros sujetos, y no se toma
posición ni se manifiesta especial acuerdo con sus valoraciones? Dicho esto, una posible
pregunta sería, ¿es la decepción un daño comparable al tipo de daños que puede
producir la investigación biomédica? ¿es una situación trivial y en la que por tanto no
amerita detenerse? Esto es arena de debates.
¿Alguien podría afirmar que no existe ninguna probabilidad de que suceda algo
desagradable para los participantes? ¿La incomodidad al recibir ciertas preguntas? ¿Los
inconvenientes por acudir a alguna cita para ser entrevistado? ¿Los efectos de recordar
situaciones desagradables? ¿Siempre y en todos los casos estos daños serán tan
“menores” que ameritan ser soslayados?
En contrapunto con lo anterior debemos señalar que, a diferencia de lo que sucede en
los estudios biomédicos, no es sencillo identificar riesgos y beneficios de las
estrategias cualitativas. Los efectos adversos pueden no sólo ser de distintas
magnitudes, sino también de muy variada índole. Son menos perceptibles, no son
cuantificables, y además son bastante más diferidos (es decir, no inmediatos).
Toda investigación social tiene efectos, tanto sobre los participantes como sobre los
escenarios. La reflexividad continua, consideramos, debe apuntar esto como parte de
la tarea de monitoreo: qué implica ante cada paso lograr los objetivos que nos
habíamos propuesto, qué implica involucrar ciertos actores de determinado modo, o
qué posibles implicancias tiene la implementación de ciertas técnicas (algo
particularmente sensible cuando nos proponemos abordajes grupales, respecto de a
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

quienes juntamos, por ejemplo). En la medida en que podamos prever la existencia de


modos más cuidadosos que otros para con los sujetos participantes, es una
responsabilidad seguirlos.
¿De qué manera contribuimos con esta puesta en agenda? ¿Cuáles son los modos más
apropiados de generar resguardo? Esto es parte de los debates que nos interesa
presentar. Nos interesa plantearlos como debates, y no como prescripciones.
Entendemos que el consenso, al menos en este momento de escasa visibilidad de estas
temáticas, debe ser relativo a la necesidad de atender lo ético, pero no establecer de
qué modo hacerlo. Es aquí donde resulta indispensable considerar cómo articular el
resguardo de quienes participan (y también, de quienes investigan) en cada una de las
situaciones concretas. Porque si hay algo que caracteriza a las estrategias cualitativas,
es su carácter situacional.
Entonces: creemos importante generar consensos en cuanto a los horizontes éticos,
dejando los aspectos prácticos, propios de cada circunstancia y habitualmente
dilemáticos, abiertos al debate. Nos encontramos así entre los principios más pluralistas,
propios de las perspectivas epistemológicas de las que abrevan las estrategias
cualitativas, y las preocupaciones por la regulación y la estandarización que gravitan en
el campo de la salud. Como solución de compromiso, para adentrarnos en este terreno
que suele ser un poco resbaladizo, nos posicionaremos afirmando que es preciso pensar
en estándares éticos realistas, conectados con el interés investigativo y con sus
entornos, si lo que nos interesa es favorecer un comportamiento ético y no un mero
formalismo. Con “realistas” hacemos referencia a que, si bien no hay un límite claro
entre lo laxo y lo rígido, cuando un criterio ético formal es considerado como irrelevante
por parte de quien investiga, se tiende a incumplirlo. Y esto es algo muy habitual que
suceda como resultado del malentendido entre instituciones forjadas con perspectivas
biomédicas y preocupadas principalmente por eventuales daños orgánicos, y quienes
provenimos de formaciones e intereses que nos han llevado a encarar propuestas
cualitativas de investigación en el campo de la salud.
Los malentendidos son habituales tanto en las instancias de guías y orientaciones
formales como ante las instancias de evaluación, donde es habitual sentirse
incomprendido: los parámetros más frecuentes en el campo de la salud están forjados
para otros tipos de estudios. Pareciera entonces que nuestras propuestas son
irrelevantes, o que bien en contrapunto con la posibilidad de producir un daño orgánico,
son inherentemente inocuas. En discusión con esto, nos interesa promover que las
instancias de evaluación o los documentos orientadores admiten ser pensados como
instancia de puesta en visibilidad de aspectos éticos, en lugar de como trámites
administrativos a sortear. Siempre que —claro— aquellas instancias y documentos
sean respetuosos de las particularidades de nuestras estrategias, y no busquen
ajustarlas a modelos que les son ajenos.
Pensar la ética como arena de debate implica dar batalla a un mismo tiempo en dos
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

frentes. El primero, ante la creencia de que lo ético es irrelevante o una mera


obstaculización. El segundo, ante quienes —probablemente por no estar familiarizados
con las ciencias sociales— entiendan que la apertura a disensos en lugar de un check list
no constituye una actitud científica para abordar los aspectos éticos. Es precisamente
en esta encrucijada donde nos encontramos al hablar de criterios éticos en investigación
social cualitativa en salud.
Los conflictos éticos afectan a todos los actores involucrados en un proyecto de
investigación, empezando por el propio equipo de investigación y sus relaciones internas
(o por las relaciones entre investigadores en formación y supervisores/orientadores, o
la relación entre colegas), siguiendo por la relación entre quienes investigan y aquellos
a quienes se les ofrece participar de la investigación, y terminando por quienes no han
sido consultados sobre su participación pero se encuentran incluidos directa o
indirectamente en relatos y observaciones (como en el caso de los pacientes cuando
investigamos sobre prácticas de los equipos de salud). Quienes investigan casi con
seguridad se han enfrentado como mínimo alguna vez a alguno de ellos. Entonces, ¿por
qué no se visualizan como algo propio del proceso de investigación? Sería muy largo
responder a esa pregunta con la profundidad que requiere. En principio insistiremos en
que nos encontramos en la intersección de aquellas dos tradiciones completamente
diferentes: la de la estandarización, de un lado, y la de invisibilización de los riesgos, del
otro.
Buscando trascender aquel dualismo, argumentaremos aquí que todo el proceso de
investigación admite ser transitado de la mano con una continua reflexión ética,
cuando se lo lleva a cabo con la debida atención. Porque las experiencias concretas de
llevar adelante estas estrategias, dado su carácter abierto, están plagadas de dilemas
éticos —entendiendo por tales las preguntas acerca de qué sería lo correcto que no
encuentran una solución única o simple. Por eso es importante revertir la tendencia a
no hablar de estas situaciones, porque esta suerte de tabú lleva a desconsiderarlas.
Creemos fundamental promover la revisión continua de las circunstancias, contextos,
participantes, técnicas y una atención cuidadosa a cada una de las implicancias de los
distintos libros de acción.
Finalmente, antes de pasar a profundizar distintos aspectos, es preciso contextualizar
en lo concreto de la investigación estos debates. Puesto que muchas veces los aspectos
éticos se vuelven evidentes al ser señalados por alguien —mientras que desde nuestra
sola perspectiva no existía conflicto— la posibilidad de otros libros de acción aparece
con la pluralidad de miradas. También es habitual que lo que consideramos claro y
evidente resulte mucho más ambiguo e impreciso de lo que nos parecía. Todo esto nos
señala la importancia del intercambio entre investigadores.
En este sentido, además, hay una responsabilidad diferencial por parte de quienes nos
ocupamos de la formación y la orientación, o quienes contamos con cierta experiencia,
y quienes recién se encuentran haciendo sus primeros pasos. También por parte de
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

quienes cumplen un rol evaluador. No advertir los riesgos éticos y su particularidad en


estas estrategias no resulta igual en distintos roles. Yendo más allá de lo intersubjetivo,
también es preciso señalar lo institucional. Porque el resguardo y la cautela pueden
deparar tensiones con los procesos de promoción científica o estabilidad laboral,
muchas veces atados a metas de productividad. Esto a su vez puede llevar a que los
principios sean muchas veces enunciados y debatidos, pero que pierdan solidez como
orientadores concretos de los procesos cotidianos involucrados en la producción de
datos. La ética pasa a naturalizarse como una actitud individual en la medida en que
no es una atención de los encuadres. Porque también admite ser pensada en términos
de promoción o evitación de actitudes reñidas con ella desde las instituciones. Las
actitudes responsables en la investigación también pueden ser fomentadas o
desalentadas desde los actores que encuadran la tarea.
Entre la incomprensión desde criterios que no pueden ser trasladados mecánicamente
y la convicción de que la investigación social no posee riesgos para los participantes,
buscaremos instalar el debate.

Principios de bioética, ¿aplicables a la investigación social?


El campo de la bioética ha sido definido en términos clásicos como aquel que compete
al estudio sistemático de la conducta humana al producir conocimiento en las ciencias
biológicas y la atención en salud, a la luz de valores y principios morales consensuados.
En la actualidad se ha expandido desde un primer eje centrado en las personas hacia la
totalidad de los seres vivos y el ambiente.
Dentro de la bioética, lo específicamente relativo a la producción de conocimiento
biomédico buscó ir explicitando consensos mediante el desarrollo de códigos,
normativas, pautas internacionales y otra serie de documentos, dado que fue en esta
rama donde más violaciones a la dignidad humana se evidenciaron históricamente,
principalmente por su vinculación con el desarrollo de tecnologías con afán comercial
(principalmente, medicamentos). En tales escritos constan los principios básicos a ser
respetados y estos a su vez han sido objeto de compromisos internacionales. ¿En qué
medida lo anterior resulta relevante para la investigación social? Sobre el campo de la
salud, decididamente gravita, pero al mismo tiempo es cierto que han surgido en base
a otras preocupaciones, como el cuidado de la vida en sus aspectos más ligados a lo
biológico.
Sin embargo, al acercarnos con más detenimiento a las pautas, aparecen una serie de
situaciones vinculadas con la producción de conocimiento donde lo biológico no parece
gravitar tanto. Porque la bioética incluye elementos que hacen a la integridad científica,
como la evitación de conductas impropias, reñidas con la honestidad. La tergiversación
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

de datos y el plagio (robo de autoría que se produce al citar escritos ajenos como
propios) son ejemplo de estas conductas que se busca en primer lugar poner en
visibilidad, para luego buscar mecanismos que puedan limitarlas o impedirlas. También
existen conductas deshonestas en el modo en que se contactan a los participantes, las
expectativas que se generan en ellos, o en las presiones desde lugares de autoridad o
influencia para que se publiquen cierto tipo de resultados y no otros. Hay otras menos
notorias, como la inclusión como autores de personas que no han participado de los
procesos de escritura. O la incorporación de investigadores en formación para llevar
adelante procesos o situaciones que requieren de experticia. Nada de esto parece muy
privativo de lo biomédico, por cierto.
Continuemos entonces con aquellas columnas de la bioética que hace a principios que
se repiten con insistencia apelando a los mismos términos. Tomaremos aquí los tres
originales: autonomía, beneficencia y justicia 11. Convengamos que, así enunciados,
parece difícil enunciar un desacuerdo con ellos. Ahondemos ahora un poco más. Porque
la única forma de responder si son o no aplicables, es abordándolos.
La autonomía tiene que ver con la dignidad, y se especifica principalmente en respetar
a los participantes de la investigación en su toma de decisiones, dicho de otro modo, en
el derecho de los sujetos a decidir si quieren participar o no de la investigación, y en caso
de qué sí, cómo, cuándo, cuánto. El principio de beneficencia refiere a que una
investigación, para llevarse adelante, debe considerarse beneficiosa. Si el conocimiento
que va a obtenerse no es útil para mejorar la vida humana, no tiene sentido solicitar a
los sujetos su participación, ni destinar relibros a ella. Al mismo tiempo, la beneficencia
implica no sólo evitar investigaciones ociosas, sino también garantizar que el beneficio
sea mayor a los daños o perjuicios que pueda ocasionar. Y esto refiere no sólo al corto
plazo, es decir, durante la investigación, sino también a sus posibles secuelas.
Finalmente, el principio de justicia hace referencia a que los costos y beneficios de la
producción del conocimiento sean equitativos: que los participantes no se elijan
exclusivamente de una única población (para evitar tanto la explotación como la
selección de grupos vulnerables cuyo acceso resulte por algún motivo más simple), ni
que excluyan cierto tipo de sujetos porque eso implicará que no se verán beneficiados
por el conocimiento producido (como en el caso de las mujeres de manera arquetípica,
pero también en debates respecto de los niños o adultos que no pueden consentir), y
que la utilidad del conocimiento obtenido a través de ella se igualitaria, perceptible
también y principalmente para quienes participaron del estudio. Este principio surge en
respuesta a las situaciones que se dan entre países con distinto grado de desarrollo,

11
Esta clasificación tripartita se basa en el Informe Belmont (1978) como documento que da inicio a la
temática. Si bien allí el término utilizado en lugar de autonomía es “respeto a las personas”, se elige aquí
reemplazarlo por el que en la actualidad resulta de uso más frecuente. Estos principios, reformulados para
ser aplicados a las intervenciones asistenciales, se transformaron prontamente en cuatro: no
maleficencia, beneficencia, autonomía y justicia. Largo se ha debatido respecto de la relación entre no
dañar y hacer el bien; dados los fines de este libro, se toma aquí un único principio entre ambos.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

donde habitualmente se investigan en países pobres (porque es más barato y está


menos regulada la investigación) las bases para producir tecnologías que serán utilizadas
y/o comercializadas en los países centrales.
Dicho lo anterior, es posible tanto pensar que hacen referencia a los estudios
biomédicos, como que estos principios son tan amplios y generales que podrían abarcar
casi cualquier circunstancia. De hecho, su amplitud los vuelve poco precisos. Por
ejemplo, ¿cómo medir el balanceo entre beneficio y riesgo de una investigación? Tal vez
con indicadores cuantitativos biológicos resulte algo más sencillo, pero ¿qué pasa
cuando potenciales riesgos y beneficios son indirectos, impredecibles, y dependen de
aspectos subjetivos que no pueden ser determinables a priori? Esta es la situación de las
investigaciones cualitativas. En lugar de rechazar estos principios por considerarlos
meramente formales, nos interesa asumir el reto de poner estos términos en debate.
¿Corresponde aplicarlos, o no?
En caso de que sí corresponda, lo que parece quedar claro es que no puede tratarse de
un contrato inicial, sino que debe encontrar algún tipo de mecanismo para ser
refrendado de manera continua. Atender los resguardos éticos es un proceso continuo,
no un momento específico de la investigación. Si bien la instancia de diseño es
fundamental para una aproximación rigurosa y cuidadosa, no es la única relevante, dado
que no es posible anticipar totalmente qué tipo de daños pueden producirse. Los riesgos
son relativos, en el sentido de que quedan a merced de las distintas perspectivas en
juego, y estas sólo se conocen cuando se da inicio a la investigación. Esta dificultad de
aseverar una medida entre potenciales riesgos y beneficios es distinta de afirmar que no
posee unos u otros.
Algo similar sucede respecto de la autonomía. Este término se suele aplanar, volviéndolo
equivalente a una mera operatoria de consentimiento informado, confidencialidad y
anonimato. Sin embargo, puede resultar conveniente recordar que no atañe
únicamente a estos, sino al respeto por la dignidad humana (tal como fue planteado
inicialmente), que se relaciona a su vez con el respeto a la privacidad e intimidad de las
personas. En todos estos casos, nos interesa nuevamente revisarlos no a modo de
principios formales sino de ejes sobre los que observar distintas situaciones dilemáticas
que tienden a presentarse continuamente a quien investiga. Vale decir, en lugar de
prescribir qué debe hacerse (y qué no) siguiendo un código general y estandarizado, nos
interesa señalar que de modo implícito o explícito siempre tomamos decisiones en estos
sentidos. Yendo así a lo específico de las estrategias cualitativas, tal vez lo más apropiado
—postularemos— sea considerar que las decisiones, para ser apropiadas, deben ser
provisorias y singulares, y estar acompañadas de una reflexión continua sobre la
responsabilidad ética de investigar. ¿Qué implica “respetar a los otros”? Esta pregunta
no puede responderse de manera general y a priori en una investigación que parte de
un abordaje dialógico.
Vayamos ahora al principio de justicia. Esto puede llevarnos a realizar algunas preguntas
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

que resultan útiles para visualizar los componentes más materiales de nuestro proyecto
de investigación. ¿Qué obligaciones tiene quien investiga hacia sus informantes?
Cuando se ensaya un medicamento, es este principio el que vendría a marcar la
importancia, por ejemplo, de que quienes participaron y recibieron un placebo, tengan
prioridad para acceder al medicamento una vez aprobado. Ahora bien, ¿esto es por
entero inaplicable a la investigación social, o podemos pensar qué es lo específico en
nuestro caso para compartir a modo de beneficio?
Siguiendo con el principio de justicia, ¿Qué pasa con el rédito económico de una
investigación? ¿Y qué es –por otra parte- el rédito económico? En nuestro país los
subsidios de investigación que es posible obtener mediante un proyecto cualitativo no
suelen ser demasiado abultados, por lo que estos debates tenemos que reconocer que
se originan a partir de los financiamientos que suele otorgar la industria farmacéutica.
Sin embargo, pensarnos haciendo trabajo de campo resulta interesante en este sentido:
quienes obtenemos un rédito directo (sea en términos de prestigio, de titulación, o
económico) somos quienes investigamos. Por otra parte, también se pueden
comercializar productos más indirectos, derivados de la investigación, como un libro o
una película. Tal vez tomando estas definiciones, hay quienes sostienen que cabría
tomar el mismo tipo de recaudos, y que la diferencia estriba principalmente en el lugar
que cada uno de los campos (biomédicos o sociales) otorga en su agenda a las distintas
preocupaciones vinculadas con la ética. Para responder con más elementos a lo anterior,
detengámonos en un asunto tan central como constitutivo. El tema de los potenciales
daños de la investigación cualitativa.

Los conceptos de “riesgos” y “daño” en investigación cualitativa


Es importante visualizar que no son biomédicos los únicos daños posibles. Pese a las
décadas pasadas ante la definición de la salud como “biopsicosocial” por parte de la
OMS, aún con todas las críticas que ha recibido, sigue costando percibirla como algo que
excede lo biológico. Lo mismo sucede con los potenciales perjuicios de una
investigación. Paradójicamente, mientras que desde las ciencias sociales se identifica y
critica el reduccionismo propio de la biología al abordar temáticas de salud, en lo relativo
a la ética el movimiento suele ser el contrario. Incluso puede encontrarse investigadores
que subrayan el lugar de las ciencias sociales en los procesos de salud-enfermedad-
atención-cuidados y que al mismo tiempo sostienen con énfasis que la investigación
social no conlleva ningún riesgo, como si el único daño posible a la salud fuera el que
afecta exclusivamente al organismo. Sin embargo, los daños posibles son innumerables.
Ahora bien, tienen como particularidad no sólo no ser de orden orgánico, sino además
el resultar muy difícilmente anticipables.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

Desde los paradigmas que informan las investigaciones cualitativas, partimos de


reconocer que los significados atribuidos a interacciones y eventos son plurales, y
pueden ser incluso contradictorios. Atentos a este punto de partida, ¿cómo asegurar
que en todo momento los participantes vayan a sentirse respetados, escuchados,
comprendidos? ¿cómo garantizar que no existan malentendidos? Claramente, la
respuesta es que no hay reaseguro. Sin embargo, esto no debe impedirnos reconocer
que hay un margen muy amplio de acción y que los comportamientos de quien
investiga no son indistintos. Para poder abordar esto de manera conveniente, entonces,
es necesario evitar el falso dualismo que implicaría pensar que se controla todo, o bien
no se controla nada. Una actitud ética implica visualizar posibles daños e intentar
minimizarlos.
Quien participa de una investigación pone al servicio de otro/s sus saberes. De otros,
que obtendrán un rédito personal (salarios o financiamiento, aunque sean magros, y
prestigio, en casi todos los casos). Esto de por sí se topa con un viejo dilema anticipado
por Immanuel Kant 12: hay alguien que está siendo considerado un medio por otra
persona, para obtener sus propios fines. Los fines no son equivalentes. Los intereses
son divergentes. En esta situación, aparece un desafío que por cierto no se resuelve en
todos los casos de manera espontánea: volver convergentes aquellos intereses.
No resulta infrecuente encontrar investigaciones que, en lugar de realizarse con el fin
de recuperar saberes, se desarrollan con el fin de conocer la distancia que existe entre
prácticas y creencias populares, de un lado, y conceptos y prescripciones médicas, del
otro. En estas investigaciones, por el tenor mismo del objeto, se busca conocer cuáles
son las creencias que a priori se caracteriza como falsas, y las prácticas que se sabe que
serán erróneas. De tal manera, confirmando el punto de partida —es decir, que
lógicamente quienes no son expertos poseerán un saber distinto al especializado— estas
investigaciones realizadas con técnicas cualitativas poseen un punto de partida
controvertido en términos éticos: parten de ir a constatar el desconocimiento. La
participación en este tipo de investigaciones puede resultar ofensiva para quienes han
colaborado con ellas sin comprender bien este apriorismo. Claro que nuevamente el
grado y la gravedad de la ofensa no puede ni calcularse de antemano en sí misma, ni dar
por supuesto qué significará para los participantes —si es algo menor, o no. Desde un
paradigma respetuoso de la diversidad, el que exista esta posibilidad en cierto tipo de
investigaciones es algo que requiere ser advertido.
Ahora bien, dado que estamos hablando de los aspectos éticos en su carácter
controversial, es preciso también incorporar el movimiento contrario al prestar atención
a ciertas recurrencias que tienen lugar en las investigaciones cualitativas. Porque en
otras situaciones, el lugar que ocupa el recuperar saberes es exactamente el inverso.

12
Crítica de la razón práctica. Madrid, Alianza: 2000. Immanuel Kant (1724-1804) es considerado un
filósofo fundamental de la era moderna occidental, y sus obras son piedra basal de buena parte de la
filosofía posterior.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

Nos referimos a aquellas situaciones en que el respeto a las percepciones de los


participantes puede incluso entrar en conflicto con la rigurosidad del conocimiento
producido. Esto es así cuando existen expectativas de que el resultado de una
investigación reproduzca un punto de vista como si se tratara de una interpretación
cierta, encontrando luego que se discute con aquella interpretación de sentido común.
Tal vez este sea uno de los conflictos más frecuentes en investigación cualitativa, no
pocas veces saldado con resultados complacientes y poco conflictivos (respetando a los
participantes en detrimento de la precisión del conocimiento producido —algo
frecuente cuando se investiga sobre movimientos políticos o sociales con los que se
acuerda políticamente).
Por ejemplo, es posible que al incluir de manera directa (bajo formato de verbatims) o
bien indirecta narrativas de los sujetos, estos puedan tener la sensación de que nuestro
recorte no respeta lo dicho por ellos, que lo fragmenta, lo saca de contexto, le quita el
sentido. En caso de que se trate de una presentación de ellos mismos, puede llegarse a
sentir incluso que la propia identidad está siendo violentada en esa presentación. O tal
vez sospechar que son fácilmente reconocibles aun cuando se hayan tomado todos los
recaudos para preservar confidencialidad y anonimato. O quizás, sentirse ofendido
porque la sensación del propio protagonismo en ciertos eventos difiere con la del
investigador. Estas percepciones en conflicto son relativamente frecuentes.
Los dilemas éticos son consustanciales a la investigación cualitativa. Sin embargo,
suelen ser poco comprendidos de ambos lados: tanto desde quienes investigan como
desde quienes habilitan el trabajo de campo desde los servicios de salud. Mientras que
hasta aquí hemos señalado los daños potenciales en investigación cualitativa, lo anterior
no debe dejar sin considerar que es un hecho cotidiano la falta de comprensión
recíproca para con la mayor parte de los actores del campo de investigación en salud.
Pongamos un ejemplo. El uso potencial de los datos que no se esperaba que aparecieran
también es eje de debate para los abordajes cualitativos. Porque el campo de
investigaciones biomédicas implica en principio propuestas estructuradas, en las que
puede saberse de antemano cuál es el objetivo de conocimiento y que es lo que se va a
producir. En consecuencia, se considera un incumplimiento ético desviarse del
protocolo aprobado por un comité de ética. Ahora bien, para el caso de las
investigaciones cualitativas, que el diseño inicial se deje afectar por el campo,
reformulando la propuesta, es muchas veces prácticamente un requisito de calidad.
Como resultado, al no estar formados los comités en este tipo de investigaciones,
consideran incorrectos aquellos protocolos que no pautan de antemano la totalidad
del procedimiento a seguir, mientras que lo apropiado sería explicitar que las
propuestas son flexibles e ir informando el libro de la investigación (algo para lo cual
los comités suelen no estar preparados).
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

Tipos de riesgos y daños


A sabiendas de lo anterior, haremos un breve recorrido por posibles consecuencias de
la investigación cualitativa en salud, advirtiendo que en este caso los daños pueden
darse tanto por acción como por omisión. Ante todo, porque el contrato que distingue
a la relación entre quien investiga y quien es investigado puede no resultar claro (sobre
todo, cuando las personas desconocen lo relativo a los procesos de producción de
conocimiento científico, o asocian con otras situaciones el término “investigación” o
“estudio”), ni discernible de otros posibles vínculos entre ellos. Desde las ciencias
sociales, sabemos que esta es una relación social y que por tanto trae aparejada una
serie de sentidos e historias propias de cierto subuniverso social (al que podríamos
definir como “profesional” o “ilustrado”, por ejemplo), que puede resultar bastante
incomprensible por parte de muchos otros —por parte de todos aquellos que no están
familiarizados con la producción de conocimiento científico ni con las ciencias sociales.
La interacción con otros durante el trabajo de campo, como cualquier otra interacción,
produce efectos en los involucrados. Estos efectos pueden ser beneficiosos, pero
también perjudiciales. Porque plantear que son “neutrales” ciertamente implicaría una
mirada imparcial, que desde los paradigmas que subyacen a este tipo de investigaciones
en principio resulta ajena a las concepciones epistemológicas que los orientan. En la
posibilidad omnipresente de los malentendidos y divergencias, además, no sólo se
pone en juego lo dicho y lo realizado, sino también lo omitido (lo no dicho, lo no
realizado).
El campo de la salud plantea desafíos específicos en la medida en que los problemas
de salud y enfermedad poseen implicancias sociales. Estar enfermo no es algo
meramente biológico: posee también un significado social. Una investigación cualitativa
puede llevar a que una persona sea visualizada por su entorno de manera diferente a la
anterior, generando tanto lástima como rechazo o discriminación. También padecer una
enfermedad compromete la propia sensación de vulnerabilidad, por lo que recordarlo,
presentarse o ser convocado desde allí, o incluso sistematizar la experiencia en un relato
con toda la resignificación que esto conlleva pueden tener efectos incluso devastadores.
Por ejemplo, en el caso de alguien que posee una discapacidad poco notoria (y que por
tanto puede ser puesta en suspenso por la propia persona en su vida cotidiana), o bien
en el caso de alguien que ha sufrido anteriormente serios problemas de alcoholismo,
internaciones por salud mental, o ha sido abusada sexualmente en su infancia.
Ahora bien, también pueden existir riesgos físicos en una investigación cualitativa. El
caso específico de las temáticas de violencia es claro en ese sentido. Por ejemplo, hacer
una investigación sobre mujeres víctimas de violencia conyugal puede implicar para las
mujeres participantes una revictimización tanto como una represalia por parte de sus
parejas. Abordar de manera cualitativa este tipo de temáticas requiere una infinidad de
recaudos éticos que nunca deben ser relajados. Algo similar podríamos decir, por
ejemplo, respecto de la interrupción voluntaria del embarazo: ser incluida en una
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

investigación de este tipo podría en algunos casos comprometer la seguridad de las


mujeres, dada la oposición moral a este derecho que aún existe en ciertos entornos.
Otros efectos más indirectos podrían tener que ver, con ejemplo, con la pérdida del
empleo. Por ejemplo, si un empleador se entera que un trabajador fue convocado a
participar de una investigación por tener cierta enfermedad que no fue declarada (o
incluso, una infección aguda y curable como la tuberculosis, altamente estigmatizada).
Otro ejemplo de un daño frecuente, cuando el acuerdo que vincula a las partes de la
investigación (investigadores e investigados, por referirlo de manera simple) no queda
claro, es la decepción. Desde ya que es posible valorar de distintos modos la decepción
—habrá quienes consideren que es un daño menor y quienes crean lo contrario.
También el grado de decepción puede ser variable, así como las implicancias de aquella
en términos subjetivos (que seguramente dependerán de en qué medida tal
decepción, en caso de existir, actualiza otras decepciones previas, y cuáles). Podemos
ilustrar lo anterior mencionando la existencia de grupos sociales de poblaciones
originarias (denominados con frecuencia “comunidades”) que rechazan la presencia de
investigadores. Y lo hacen en base a la experiencia previa de haberlos recibido y luego
percibir que la presencia de quien investiga era expropiadora, o extractiva (por emplear
alguno de los términos que se emplean en la conceptualización de este tipo de prácticas,
donde están en juego aspectos étnicos, sociales, culturales, y de clase). Hay casos donde
incluso se han patentado conocimientos tradicionales, generando propiedad intelectual
para los investigadores. Esto tiene que ver con los actuales marcos legislativos en cuanto
a la propiedad, el patrimonio, los usos comerciales. Otra situación negativa con efectos
similares se produce cuando los resultados de una investigación abonan la reproducción
de preconceptos — como cuando las divergencias entre saberes tradicionales o
populares y saber biomédico son interpretadas en clave de “ignorancia”.
Tanto la incomodidad como la decepción son daños. Las situaciones de conflicto entre
participantes o entre estos y otras personas de sus entornos también lo son. Ni qué
decir de la discriminación y todas sus consecuencias. La ansiedad tanto como la mala
reputación son, asimismo, daños potenciales. No sólo por lo que refiere exclusivamente
al proceso de construcción de conocimiento, sino porque la participación con fines
investigativos puede venir a resignificar o actualizar malestares previos, renovando
una inquietud previa o bien generando malestar donde antes un episodio vivido era
tomado como algo sin importancia.
Participar de una investigación cualitativa puede llevar a que movilice la historia
personal, que se recuerden vivencias que tal vez estaban olvidadas, que se las
resignifique, que se revise la percepción de sí mismo, tanto como la imagen ante los
demás, todo lo cual plantea implicancias emocionales. Si bien todo esto puede
movilizarse en términos que a los sujetos les resulten beneficiosos, claramente también
puede suceder lo contrario.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

¿Qué tan beneficioso o perjudicial puede resultar a alguien recordar un momento crítico
de su vida? Puede ayudarle a hablar de algo por primera vez, darle sentido, encontrar
que otra persona se interesa en escucharlo, que tiene valor su experiencia. O también
puede llevarlo a revivir experiencias desagradables, impactando en la percepción de sí
mismo. Entre ambas opciones, hay muchos grados, variantes y hasta es posible que
sucedan ambas en simultáneo. Es imposible anticipar si recordar situaciones críticas va
en una u otra dirección —sólo es posible anticiparle a la persona en qué va a consistir
la investigación con claridad, dejando en sus manos la decisión de participar o no de
ella.
También puede suceder que, en el translibro de una investigación, en tanto participante,
una persona aparezca vinculada a cierta condición de salud que no tenía deseos de
develar, porque habitualmente los diagnósticos se comparten en función de la confianza
interpersonal, más que de manera anónima, sobre todo en el caso de algunas
problemáticas socialmente estigmatizadas, pero también en el caso de enfermedades
con fuerte gravitación ante la mirada de los demás, como las oncológicas. Esto se hace
particularmente notorio en aquellos casos donde, precisamente por contribuir
socialmente con los procesos de salud, se busca articular la producción de conocimiento
con el trabajo en prevención (mediante la información o el asesoramiento) o
tratamiento. Pensemos, por ejemplo, en situaciones pasadas de descuidos, por el
motivo que fuere. Sea respecto de una persona dependiente (niños, ancianos o
discapacitados a cargo), o se trate de la ausencia de un cuidado personal, esto es algo
que realmente acontece muchísimas veces sin consecuencias. Sin embargo, el motivo
de la puesta en marcha de nuestra investigación puede llevar a interpelar a las
personas específicamente por aquellos casos en que sus descuidos sí tuvieron
consecuencias a futuro, mayormente inadvertidas en un primer momento o no
intencionales. Es decir, podemos contactar a estas personas en la medida en que han
contraído una enfermedad contagiosa, sus hijos han padecido un accidente, o montones
de otras circunstancias donde, incluso el mismo hecho de contactarnos, puede
interpretarse como una culpabilización.
En estos casos, la única guía que puede tenerse es no forzar en absoluto ningún tipo de
relato, ninguna valoración específica, sino simplemente habilitar la escucha y recibir de
igual modo y con el mismo respeto lo que pueda ser dicho. Esto implica prestar mucha
atención no sólo en términos de escuchar, sino de las circunstancias en que se escucha
(la tranquilidad del espacio, la confidencialidad, la disponibilidad de tiempo, etcétera).
También en ocasiones puede resultar de utilidad contar con algún equipo o profesional
de salud mental con quien contar llegado el caso de necesitar algún tipo de asistencia.
A su vez, esto requiere capacidad personal de resolver situaciones que pueden
complicarse –algo que es posible evaluar según la expertise del equipo cuando se evalúa
un diseño, por ejemplo, desde un comité de ética. Hay temáticas que sería preferible
que no sean abordadas por profesionales sin experiencia concreta de investigación
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

cualitativa. Si bien este criterio es formal y podría resultar insuficiente, es un piso básico.
Pero no terminan aquí los daños potenciales.
Puede suceder que durante el trabajo de campo se observe o escuche algo que resulta
inapropiado. Por ejemplo, si en entrevistas a personal de enfermería se cae en la cuenta
de que se está administrando mal la medicación a un grupo de pacientes internados. O
si directamente en algún espacio o momento compartido alguien nos cuenta haberse
apropiado para beneficio personal de un bien o insumo que era de uso compartido o
estaba destinado a otros. Desde ya que esto puede deberse a dificultades prácticas (falta
de insumos, por ejemplo), a problemas de autoridad (hay alguien que da órdenes
incorrectas, pero el personal directamente encargado se ve obligado a cumplirlas), con
falta de capacitación, sobrecarga laboral o distintos motivos. ¿Qué hacer en estos casos?
Estos problemas son propios de la investigación cualitativa, y es preciso estar atentos a
ellos. Porque si bien el objetivo central es la producción de conocimiento, la
responsabilidad ante el cuidado de la salud no debe ser un tema olvidado, al menos
desde una perspectiva de derechos o una actitud ética. Es posible incluso que en alguna
circunstancia la mejor decisión sea interrumpir una investigación.
Reforzando los ejemplos mencionados, vale mencionar también a los sujetos sobre los
que también nos cabe el resguardo, aun cuando no las hayamos incluido como
participantes en la investigación. Porque como ya hemos mencionado, cuando se está
realizando una investigación, puede suceder que tomemos contacto directa o
indirectamente con más personas que aquellas consideradas como participantes. Por
ejemplo, en caso de realizar una investigación sobre equipos de salud, necesariamente
entraran en juego los pacientes, de manera directa o indirecta. En este caso, es
necesario considerar que la situación de vulnerabilidad atañe a estos últimos, aun
cuando no estén incorporados al estudio, y algún grado de compromiso con su bienestar
debe estar reflejado. La obligación ética es proteger a todos, no solo a los directamente
involucrados.
Por otra parte, mientras que el análisis habitual de riesgos y beneficios pone el foco en
los participantes, también es preciso visualizar la necesidad de proteger a las personas
que forman parte de los equipos de investigación. También quien investiga puede estar
en una situación de riesgo. En equipos integrados por investigadores formados y otros
en formación, los primeros tienen la responsabilidad de proteger a estos últimos en la
medida en que tienen más herramientas para poder anticipar posibles situaciones de
fragilidad. Esto a su vez vuelve necesario el conocimiento del contexto al que se ingresa
para investigar, sus vínculos, jerarquías. Y requiere la democratización de los equipos, a
fin de prestar atención por igual las distintas inquietudes de todos los investigadores,
independientemente de su trayectoria. Esto es algo mucho menos visualizado que lo
anterior en los manuales sobre ética.
Mientras que hasta aquí nos referimos al trabajo de campo, cabe hacer breve mención
a otras etapas de la producción de conocimiento. En cuanto a los resultados, diremos
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

que puede existir una tensión entre el compromiso por volver relevante el trabajo de
campo al publicar los resultados, y potenciales riesgos de publicar ciertos datos, so bre
todo en la medida en que en ocasiones las publicaciones pueden ser capitalizadas por
actores con más relibros de poder o influencia. La publicación es un momento donde
prestar muchísima atención a los posibles daños, porque precisamente es cuando
mayor publicidad adquiere lo dicho respecto de personas, organizaciones y escenarios,
pudiendo circular de modos y por vías insospechadas para quien investiga. En cuanto al
diseño, debemos decir que mientras que los riesgos o beneficios de participar en una
investigación no resultan autoevidentes, el beneficio de llevar adelante una
determinada investigación sólo tiene lugar cuando ésta está justificada en términos
del carácter novedoso y relevante del problema sobre el que se busca construir
conocimiento. Un buen diseño, en este sentido, es el mejor de los comienzos para
atender a los resguardos éticos. Ante los eventuales daños, no hay recetas ni pautas
correctas que sirvan de manera universal. Es necesario ver en cada caso cómo
responder, siempre buscando el mayor cuidado en la solución. Pero minimizar los
riesgos sólo es posible cuando asumimos la potencialidad de algún daño y buscamos
evitarlos, desde la misma concepción de la investigación, durante su puesta en
marcha, y al difundir los resultados.
En otro orden, también cabe incluir en el terreno de las reflexiones éticas al uso que se
realiza como investigador del tiempo que las personas destinaron a colaborar. Sea
porque se las ha requerido en el marco de una investigación que no se ha concretado o
cuyos resultados nunca fueron publicados, o porque se ha realizado un tratamiento
subóptimo de lo recogido. Aquí calidad y ética encuentran uno de los tantos puntos de
conexión.
Finalmente, mencionaremos una serie de reflexiones y precauciones que cabría incluir
como temas de agenda en aras de evitar lo que algunos han denominado “extractivismo
académico”. Dado que nuestra vinculación se basa pura y exclusivamente en nuestros
propios intereses – sostienen— en caso de descuidar lo que sucede con aquellos que
han prestado su tiempo para nuestros fines, se tratará de un aprovechamiento desleal
más que de una colaboración. En el caso por ejemplo de investigaciones sobre saberes
populares, como la medicina tradicional, es posible cuestionar en qué medida quienes
investigan no se “apropian” de un bagaje de conocimientos propio de un grupo social, y
lo “expropian” hacia la medicina alopática. Es sabido que en muchos casos el origen de
la investigación farmacológica por parte de los laboratorios se encuentra en este tipo de
indagaciones cualitativas. Esto lo hemos mencionado arriba respecto del principio de
justicia: ¿a quienes les serán útiles los resultados? Esta advertencia tiene que ver con
que muchas veces lo que se diga puede afectar intereses de aquellos que son
investigados –por ejemplo, cuando investigamos en un barrio y ocupamos buena parte
de nuestra investigación en describir su peligrosidad. Esto también atañe a los análisis
descontextualizados –que presentan datos sobre grupos de personas sin tener en
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

cuenta los condicionantes de aquellas. O quienes despolitizan el tratamiento de


cuestiones que se encuentran determinadas por conflictos de poder (como la
contaminación ambiental). Tal como veremos abajo en lo relativo a la calidad, siempre
que se acentúe unilateralmente un aspecto se estará corriendo el riesgo de resultar
perniciosos para quienes han colaborado con nosotros –además de no estar siendo
fieles a la realidad, que siempre es compleja y contradictoria.
Dicho lo anterior, quien investiga tiene la responsabilidad de disminuir lo máximo
posible los riesgos que se corran, para con ello minimizar los daños. La inserción en
campo no debe ser considerada una práctica menor, y debe prestarse especial atención
a qué se escucha, qué se observa, cómo se lo hace, para sostener una actitud
respetuosa. Asimismo, la confidencialidad debe ser garantizada, no sólo en la
divulgación de datos, sino también a lo largo de los procesos de producción. Otros
detalles prácticos también deben ser contemplados: no hacer esperar a las personas,
costear los gastos de transporte en caso de haberlos requerido, ofrecer algún refrigerio
a los participantes en caso de haber sido convocados ad hoc. Hay quienes también
consideran apropiado otorgar un mínimo reconocimiento monetario por esta
participación, aunque esta práctica también es considerada por otros como reñida con
la ética, dado que condiciona la participación en lugar de que esta sea libre.

Confidencialidad
Las pautas bioéticas, en coincidencia con otros desarrollos éticos de la investigación,
señalan como uno de los principales aspectos a preservar la confidencialidad de los
datos, aspecto que aparece asociado con el principio de autonomía o respeto a la
dignidad humana.
El respeto a la confidencialidad aparece en prácticamente todos los códigos y
normativas.
¿Cómo interpretarlo? Por un lado, atendiendo a que el interés de quien investiga no
debería avasallar los intereses y perspectivas de los sujetos involucrados en la
investigación. Por otro lado, a que el interés de producir conocimiento debe
diferenciarse del conocimiento cotidiano o de sentido común sobre tal o cual persona,
o tal o cual ámbito: nos interesa conocer ciertos aspectos que debemos preocuparnos
por aislarlos lo más posible de la identificación de individuos o entornos concretos que
pueda comprometer la imagen pública de personas o instituciones. Sea porque lo que
decimos es positivo o porque es negativo, no es nuestra función como investigadores
generar ninguna imagen pública (de hecho, si la imagen que transmitimos es positiva
únicamente, tal vez esté en entredicho la calidad de nuestra investigación, como
abordaremos más adelante).
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

En primer lugar, debemos disipar una confusión frecuente: pensar como sinónimos
“confidencialidad” y “anonimato”. Mientras que el anonimato implica que los datos no
son acompañados por un dato identificatorio de quien los proporcionó, la
confidencialidad implica un respeto a lo comunicado que va más allá, puesto que
implica evitar que los datos se asocien con ciertos informantes, o incluso la necesidad
de tomar la mayor cantidad de recaudos posibles para que esa persona no puede
sentirse expuesta a ser identificada (para lo cual el anonimato no resulta suficiente,
sobre todo cuando se sabe que hubo una investigación determinada en un grupo, barrio
o establecimiento). Es decir: el daño puede consistir en la sensación de exposición, aun
cuando para un observador externo esto sea improbable. Esto implica que mientras
que en general la confidencialidad se piensa asociada al procesamiento de datos o, en
mayor medida, a la difusión de resultados, puede ser necesario prestar especial
atención a las circunstancias en las que se construyen los datos (por ejemplo, tal como
hemos mencionado arriba, cuando quienes son incluidos en la investigación, lo son por
pertenecer a grupos estigmatizados).
Desde los paradigmas que informan las estrategias cualitativas, debemos estar
advertidos respecto de que el criterio acerca de la confidencialidad puede ser
divergente para quien investiga y para los sujetos participantes. Esto es importante
tanto en los casos en que se sostiene la convicción de que no se difundió ningún dato
que permita identificar a las personas, mientras que ellas se sientan expuestas ante lo
dicho, como en circunstancias donde podamos encontrar que tal vez no se desee
anonimato, porque interesa visibilizar que se hace. En definitiva, la variedad de
situaciones posibles llama a desarrollar cierta sensibilidad para detectar y para ofrecer
cuidados que vayan más allá de omitir los nombres, porque es posible identificar a
alguien al mencionar el escenario en que se encuentra, o incluso comprender cuándo
respetar la inquietud de los informantes e incluirlos identificándolos. La identificación
no solo se produce de manera directa, sino también por la eliminación de otras
posibilidades (es decir, cuando alguien se reconoce como la única persona que estuvo
en tal lugar, hizo tal cosa, puede conocer tal otra cosa, etcétera).
En tanto estudios mayormente preocupados por lo singular, los abordajes cualitativos
encuentran fuertes dilemas asociados con la confidencialidad. La tensión entre
anonimato y confidencialidad viene a poner sobre la mesa que la difusión de resultados
en un contexto ligado a su producción, sea institucional o territorial, lleva a que los
participantes puedan ser individualizados y reconocidos (o sospechados) aun cuando no
se escriba su nombre o se los presente bajo un código o nombre ficticio. Por otro lado,
está el hecho de que en muchas circunstancias no es posible anonimizar, por ejemplo,
cuando los participantes ocupan lugares de autoridad. De hecho, en estos casos puede
resultar imprescindible contar con el consentimiento de los informantes para toda
difusión de resultados, en caso de que no haya forma de que no resulten
comprometidos.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

Junto con la confidencialidad, aparece el principio de privacidad, entendido como el


derecho de controlar el acceso a la información sobre su persona. Esto implica respetar
que no hay necesidad de contestar las preguntas que se hacen, ni de ser observado
cuando no se lo desea, en cuanto al proceso de producción de datos. En cuanto a la
comunicación de resultados, tiene que ver con el modo en que se enuncian o describen
informaciones sobre las personas. Y este es otro aspecto a cuidar, puesto que la
privacidad es tanto individual como grupal o colectiva: aun cuando no fuera posible
identificar a las personas, un grupo, organización o institución, y por supuesto sus
integrantes en calidad de tales, pueden estar en desacuerdo con que se los mencione o
describa de formas que consideren poco respetuosas o no coincidentes con su propia
perspectiva. Los potenciales daños pueden no ser individuales, pero sí compartidos y
no por ello afectar menos (por ejemplo, en el caso de desacreditar una determinada
institución).
El respeto por la autonomía implica habilitar la decisión de retirarse de una
investigación como de no aportar un dato, tanto durante el proceso como una vez que
se encuentran publicables (o incluso, ya publicados) los resultados. El pedido de quitar
algo de circulación tiene que ver con este principio. Lo cual, desde ya, implica una
tensión con el principio de veracidad en la comunicación de resultados. Es esta tensión
la que marca el hecho de que los aspectos éticos son dilemáticos. Implican tensiones
que hay que ver cómo resolver en cada caso de la mejor manera. Nada más lejos de
seguir una prescripción que garantice el éxito.
Y, en sentido contrario, también debemos mencionar que, en ocasiones, el pedido de
no permanecer anónimos es lo que permite a los sujetos controlar la información sobre
sí, como en los casos donde se busca poner en valor las propias prácticas —algo habitual
cuando estas se encuentran desvalorizadas, como en el caso de comunidades
originarias, o agentes de salud—.
Respecto de la privacidad en la producción de conocimiento en investigaciones
cualitativas, es preciso señalar que las técnicas grupales, sean entrevistas de más de
una persona, grupos focales o talleres, implican que las personas al mismo tiempo
hablan de sí mismas para quien investiga y para el resto de los participantes. Este es
un aspecto clave a considerar, porque pueden existir riesgos específicos (tanto en
relación con la estigmatización, la discriminación, la descalificación o la burla con
posterioridad al encuentro, como con la pérdida de empleo, por ejemplo) derivados de
esas situaciones. Por lo que estas técnicas demandan una atención más específica y
cuidadosa que las individuales o las que se desarrollan en contextos cotidianos de
interacción. En estos casos, es indispensable maximizar los resguardos explicitando
con la mayor claridad y anticipación posibles las pautas de participación y los
participantes con quienes compartirán el encuentro, para que los sujetos puedan
decidir libremente si tienen interés o no de participar.
Algo menos dilemático puede ser la precaución al archivar documentos intermedios
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

(por ejemplo, transcripciones, desgrabaciones o notas de campo) o en el acceso a ellos,


de modo tal de asegurar anonimato y confidencialidad, como puede hacerse a través de
la utilización de seudónimos o códigos para desvincular la información de los
informantes.
Finalmente, vale remarcar que antes que una solución simple, nos encontramos con un
punto de tensión y debate. Porque en contraposición con los estudios biomédicos, la
producción de conocimiento cualitativo requiere reponer los contextos singulares en
que fueron obtenidos los datos. Dado que no se considera que los datos existan por
fuera de su proceso de construcción, para los abordajes cualitativos es central durante
el reporte hacer mención a situaciones particulares, lo que desde otras perspectivas
puede parecer inapropiado. Cómo hacerlo, cuánto explicitar, son asuntos abiertos
siempre a debate.

Consentimiento informado
En el campo de la salud es casi una tradición hablar de consentimiento informado, algo
que no sucede en otras áreas de la investigación social. Es que este no aparece como un
mecanismo privativo de la producción de conocimiento, sino también asociado a la
actividad asistencial. Tal vez por esto último, el grado de aceptación de este formato
para el mundo de las ciencias sociales suele encender los debates. Ahora bien, mientras
que es cierto que el origen de esta práctica se encuentra en las intervenciones médico-
farmacológicas, o en la ausencia de ellas cuando existían los medios disponibles (en
función de investigar los efectos de la falta de intervención), y que su utilización está
asociado con este campo de intervención y asistencia, es preciso señalar que en la
historia de la humanidad, así como en la historia de sus dispositivos científico-
tecnológicos, nada tiene por qué permanecer atado a sus orígenes. Sobre todo, en la
medida en que resulte útil como instrumento.
Cabe a su vez advertir que el consentimiento informado, como derecho de los pacientes,
tampoco resulta algo sencillo y exento de debates para el mundo biomédico, dado que
implica definir aspectos como capacidad y voluntariedad, que están lejos de ser
autoevidentes. Mucho menos, en relaciones fundadas en la distribución desigual de
conocimientos. Como fuere, instalar sobre la mesa la necesidad de prestar atención a
la coacción, persuasión o manipulación como actitudes indebidas, no parece per se
algo nocivo.
Por tanto, antes de responder si puede resultar útil el procedimiento consentimiento
informado para los abordajes cualitativos, es preciso señalar que, en sentido estricto, el
consentimiento informado desde una perspectiva bioética consiste en un proceso,
fundado en el diálogo entre investigador y sujeto de investigación, y requiere que este
último disponga de tiempo suficiente como para considerar su participación, así como
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

de la falta de presiones. Para que efectivamente se realice en base al respeto por la


autonomía de la persona, es preciso tanto brindar información suficiente para una toma
de decisión libre como no imponer coerciones. Sumado a lo anterior, este proceso
implica no sólo informar, sino además constatar que la persona comprendió
correctamente la información que le fue brindada.
La firma de un documento escrito es donde se plasma la conformidad con este proceso,
pero no es en sí mismo el consentimiento informado. Ahora bien, en las prácticas
cotidianas de la investigación en salud, muchas veces se denomina “consentimiento
informado” al formulario en que se plasman las firmas al tiempo que se descuida el
proceso concreto comunicativo que da sentido al procedimiento. Es preciso entonces
advertir esta confusión: no se trata de firmar un documento, sino de un proceso
comunicativo. Explicitado esto, podríamos dar por descontado que la mera formalidad
no le es útil, tampoco, a la salvaguarda de los sujetos de investigación de manera
ampliada (más allá de las estrategias que aquí nos convocan). Obtener el consentimiento
y firmar un documento son dos cuestiones diferentes.
Desde las ciencias sociales, una de las objeciones al consentimiento informado es que
este puede obviarse en caso de “riesgos mínimos”, argumento que minimiza lo relativo
a los riesgos propios de investigaciones cualitativas, asunto ya debatido. Otro eje de
debates se produce en términos de sesgos en las poblaciones accesibles y, por tanto,
en los resultados: la necesidad de un cumplimiento formal podría llevar a que se
incluyan únicamente quienes poseían ya cierta familiaridad con el procedimiento por
contactos previos con el sistema de salud, o a quienes la firma de un documento les
generó expectativas específicas al asociarla con alguna otra situación que consideraron
análoga (que no tiene por qué coincidir con las que quien investiga da por supuesto).
Esto limitaría fuertemente las poblaciones accesibles para las estrategias de
investigación cualitativa, cuya potencialidad muchas veces consiste precisamente en
este acceso diferencial.
También sobre el consentimiento informado puede existir un acuerdo sobre su
necesidad, pero en cambio disentir con que sea útil en el formato habitual en que es
utilizado para los estudios biomédicos, consistente en un documento firmado al inicio,
antes del comienzo de la investigación. Es decir, existen posiciones que acuerdan con la
necesidad de explicitar los términos en que se lleva adelante una investigación, pero
consideran inapropiado pensarlo exclusivamente como un documento escrito que se
firma al inicio. De un lado, por el carácter escrito y documentado, que puede poner en
compromiso la garantía de confidencialidad ante los ojos de los participantes, o que
—nuevamente recuperando los principios subyacentes en estas estrategias— supone
que la comprensión de un documento escrito es universal y unívoca, cuando e sto no
es así (siquiera por la capacidad de comprensión lectora o incluso por la alfabetización
o la diversidad idiomática). De otro lado, porque al ser el contacto prolongado y
difícilmente anticipable, el consentimiento dado en un inicio requiere ser renovado
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

continuamente, a riesgo de resultar un mero formalismo (retroalimentando el primer


recelo, puesto que no pareciera conveniente hacer firmar continuamente documentos
a quienes participan de una investigación).
Lo escrito y estandarizado puede no ser la posición ética más conveniente para una
estrategia de investigación flexible. ¿Qué implica comprender algo, qué implica aceptar
algo, que implica firmar algo? ¿Qué correspondencia guarda esto con otras situaciones
o prácticas con las que los sujetos inevitablemente terminaran asociando la
investigación, más allá de que el papel asiente por escrito otra cosa? Estas respuestas
sólo pueden encontrarse para cada situación, y a lo largo del trabajo de campo: las
prácticas traen consigo un cúmulo de significados que pueden ser mucho más
gravitantes que lo dicho. En este sentido, puede incluso suceder que una actitud
responsable desde la perspectiva de quien investiga sea no instalar la necesidad de
firmar un documento escrito para ser escuchado. Desde los paradigmas que orientan la
investigación cualitativa, resulta problemático definir a priori una determinada acción
es en sí como ética y deseable, independientemente del contexto de utilización y cómo
los sujetos interpretan la interacción y el sentido de reciprocidad.
Por otra parte, dado el carácter flexible de una investigación cualitativa, el
consentimiento debería poder ser retirado en cualquier momento de la investigación
(incluso, como hemos mencionado, luego de un primer informe de resultados solicitar
eliminar algún dato —por supuesto, siempre que medie el acceso al reporte, algo que
discutiremos luego). Lo formal no es suficiente en un tipo de estrategias caracterizadas
por los imprevistos, es decir, por lo que no puede anticiparse. Es cierto que firmar un
documento puede tener una importancia relativa como acuerdo con participar de una
investigación. Pero también es cierto que esa misma firma puede ser vivida como un
proceso de coerción o algo intimidante. La firma de un consentimiento informado
puede implicar imponer ritmos y modalidades poco cuidadosas de las perspectivas de
los sujetos. Sumado a lo anterior, los formatos estandarizados y apriorísticos dejan de
lado los aspectos singulares de personas, situaciones y entornos. ¿Protege
efectivamente a los participantes, o termina protegiendo a quienes investigan? Esa es
una buena pregunta para plantearse en términos de debates éticos.
Según se ha señalado desde perspectivas interpretativas, el consentimiento informado
tal como lo conocemos parte de concepciones emparentadas con el positivismo.
Presupone un sujeto racional, y una razón universal (es decir, una lógica neutral y
equivalente para todas las personas). Un sujeto que actúa libremente en base a la
información de que dispone (información que también se considera neutral y evidente,
inequívoca, transparente). Desde los paradigmas que subyacen a la producción de
conocimiento a través de estrategias cualitativas, estos principios se encuentran
fuertemente discutidos. La polisemia se considera ineludible, y las personas somos
consideradas como mucho más complejas que una mera racionalidad instrumental. Los
principios del universalismo (una misma razón y lógica humanas, común a todas las
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

culturas y grupos sociales, e independiente de toda experiencia vital concreta) son


ajenos a estas concepciones. Se considera imposible que el lenguaje alcance un nivel de
claridad y accesibilidad completas, en la medida en que no se lo considera un reflejo del
mundo sino un artefacto histórico, social y cultural.
Desprendido de lo anterior, hay quienes señalan que, en ocasiones, la firma de un
consentimiento informado tiene por resultado proteger más a quien investiga, en el
sentido de que advirtió posibles consecuencias, que a los sujetos participantes. Porque
la privacidad e intimidad de quien investiga queda siempre protegida. De este modo, se
ha criticado a la firma apriorística de un formulario por considerarla una práctica
meramente procedimental, y vacía de sustancia ética. Desde esta perspectiva, lo ético
de un accionar depende de las circunstancias concretas en que se produce y queda atada
a ellas: no puede ser anticipado ni replicado. En otras palabras, una actitud ética se
corresponde con desarrollar la sensibilidad suficiente para reconocer inquietudes,
dudas, ansiedades, aun cuando fueran insinuadas o formuladas de manera indirecta,
haciéndoles lugar más allá de que conspiren contra los propios intereses de quien
investiga.
Excediendo lo plasmado por escrito, la actitud propia de quien realiza trabajo de campo
debería considerar la importancia del respeto y la honestidad. Estos son los que
condicionan la misma posibilidad de hacer trabajo de campo y producir nuevos
conocimientos. Al mismo tiempo, el trabajo de campo no sólo implica producción de
conocimientos, sino que genera una responsabilidad dado que quien investiga, más allá
de sus intenciones, representa ante los otros a las instituciones productoras de
conocimiento (habitualmente se menciona al menos una, en que se estudia o para la
cual se trabaja), y al mismo tiempo a la producción misma de conocimiento científico.
En caso de no sostener una actitud ética ante los demás, tanto las instituciones como
la propia producción de conocimiento se ven amenazadas de caer en descrédito.
En sentido contrario, también es preciso considerar que un formulario de
consentimiento informado, tiene la virtud de obligar a comentar aspectos que no
deberían pasar desapercibidos, no sólo respecto de la finalidad del estudio (lo cual es
preciso comunicar de manera entendible, evitando por tanto reproducir
mecánicamente los términos expertos presentes en los diseños), sino también
respecto de quién lo financia, para qué será utilizada la información, y ofrecer un dato
de contacto (algo no menor, puesto que implica la posibilidad de realizar consultas
sobre el estudio por fuera de los momentos de interacción concreta con quien
investiga). También es posible pensar que resulta recomendable brindar a los sujetos
que colaboran con una investigación algún tipo de reaseguro respecto de su
participación en la misma.
En la intención de explicitar aspectos centrales de la investigación, un formulario escrito
como documento de referencia puede servir como orientación recíproca, sentando
acuerdos acerca de cuáles son los comportamientos juzgados aceptables —algo que
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

los participantes no tienen por qué conocer o haberse detenido a pensar de antemano.
Por otra parte, la formalización de un instrumento también es un modo de asegurarse
una base igualmente compartida por todos los involucrados.
Junto con los debates acerca del consentimiento informado aparecen los debates acerca
del rol de los comités de ética, en este caso sí, para las estrategias cualitativas. En
Argentina, al momento estos comités cuentan ciertamente con escaso conocimiento de
las particularidades propias de la investigación social cualitativa. Esto se debe tanto a las
disciplinas de origen de los miembros que los integran como a la falta concreta de
oportunidades de formación. Ahora bien, ¿en qué medida esto invalida per se la
instancia de una evaluación ética por miembros externos, cuyos intereses concretos son
diferentes de los del equipo de investigación? Los debates al respecto mencionan
distintas situaciones concretas de incomprensión recíproca. Sin dudar de la existencia
de aquellas, creemos que también cabe la pregunta respecto de si acaso no resultaría
conveniente trabajar en pos de mejorar esta comunicación en lugar de concluir que las
instancias de evaluación externa son meros obstáculos que carecen en sí mismas de
utilidad (como en ocasiones sucede en equipos de investigación cualitativa).
Por último: detengámonos por un momento en pensar al consentimiento informado
como práctica social, más allá de sus particulares. La confianza y la motivación son dos
elementos fundamentales para la participación en un proceso investigativo. De ellas se
deriva la voluntad de cooperación, el compromiso que genera la intención de colaborar
con este proceso. Una pregunta clave, en este sentido, es qué función cumple lo
contractual al respecto. En otras palabras, ¿brindar un marco formal a una relación de
confianza, es innecesario, es imprescindible, es indistinto? ¿qué implicancias posee
vincular una relación singular con normas de orden general que asientan derechos y
obligaciones potencialmente exigibles ante terceros? Estas preguntas también cabría
hacerlas extensibles a otras relaciones sociales basadas en la confianza y/o en la
motivación personal por cooperar (las relaciones de pareja, las relaciones comerciales o
financieras entre amigos o parientes, los voluntariados, entre muchas otras).

Autoría
Existe un tema que suele dejarse librado a los sobreentendidos, y que pocas veces es
visualizado como vinculado a la responsabilidad investigativa —y, por tanto, como un
aspecto en el que es preciso atender a pautas éticas. Nos referimos a la autoría de lo
producido a modo de resultados.
Habitualmente los estudios se llevan adelante por parte de equipos, o bien con
supervisión de investigadores más avanzados. Para toda persona que haya participado
de equipos, la experiencia de que el trabajo se distribuye de modo desigual en cantidad
y calidad seguramente no resulta extraña. Sumado a lo anterior, con cierta frecuencia
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

se encuentra que el estatus o la poca disponibilidad de tiempo a veces lleva a las


personas más formadas a comprometerse en menor medida que quienes están en
formación. O también puede suceder que el compromiso sea diferencial según la
trayectoria, el grado de formación o la inserción profesional, por lo que hay integrantes
del equipo que “sacan adelante” la investigación mientras que otros sólo realizan
aportes aislados. También en algunos casos existe la costumbre de incluir como
coautores a quienes han promovido, posibilitado o permitido una determinada
investigación, con frecuencia autoridades formales o informales de distintas áreas.
Finalmente, algo habitual en la buena práctica de la investigación es ir conversando e
intercambiando sobre estudios en libro, recibiendo comentarios y sugerencias de
personas no involucradas directamente en la investigación. En todos estos casos, la
cuestión de la autoría enfrenta dilemas éticos. ¿Quién o quiénes firman los reportes de
investigación? ¿Es indispensable incluir una mención en términos de agradecimientos?
¿En qué medida es justo que todos sean referidos de igual modo como autores? La
cuestión de los créditos es un tema a considerar.
Para las investigaciones científicas en general, se recomienda considerar como autores
únicamente a quienes han realizado contribuciones significativas en al menos dos de
las cuatro etapas de un proyecto: diseño, trabajo de campo, análisis e interpretación
y redacción de resultados. Esto trata de equilibrar el prestigio que se obtiene de las
publicaciones con la responsabilidad implicada por firmar un determinado resultado.
A lo anterior, que es propio de todo proceso de construcción de conocimientos, las
estrategias cualitativas agregan otros desafíos. Porque mientras en otro tipo de
investigaciones resulta claro que corresponde al equipo que diseña el proyecto o los
instrumentos, el proceso de investigación cualitativo tiende a producir una serie de
interrogantes diferenciales.
El transcurrir de un proceso de producción de conocimiento cualitativo puede llevar a
que algún informante –o varios— asuman un rol activo de búsqueda y producción de
datos, acompañando de manera cercana a quien investiga. También dependiendo del
grado y tipo de involucramiento, puede en algunos casos llegar a convertirse en una
necesidad incorporarlos al análisis, y esto a su vez generar inquietudes respecto de la
autoría de los resultados. En la medida en que se parte de reconocer saberes, a los que
se busca poder abordar de manera flexible, y se supone una mínima situación de
reciprocidad en la producción de conocimientos (es decir, que todos tenemos saberes,
y todos ellos son igualmente válidos, aunque respondan a fines y cosmovisiones
diferentes), la falta de reciprocidad entre quien investiga y quien colabora con la
investigación en cuanto a la autoría puede llegar a resultar artificiosa. Sean artículos,
informes, o cualquier otro producto intermedio o final, el grado de involucramiento de
los sujetos que forman parte de lo investigado, quienes no sólo aportan información
sino también interpretaciones, ha llevado no pocas veces a cuestionarse respecto de
en qué medida el o los investigadores son los únicos autores de esos resultados.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

En estos casos, puede plantearse la inquietud respecto de si no se ha deslizado el rol,


desde informante a coinvestigador, con lo que le cabe el derecho a que su nombre
aparezca en publicaciones o premios relativos a la investigación, y que su mérito sea
reconocido. Desde ya que esto es mucho más ostensivo en algunos enfoques como los
participativos (de hecho, plantear un diseño participativo y entregar un informe firmado
en nombre propio resulta a priori un contrasentido que es preciso argumentar). No
obstante, mientras que las lógicas de investigación pueden llevar a esto con frecuencia,
sólo en excepciones los sujetos participantes son considerados “coinvestigadores” y, por
tanto, involucrados como coautores a la firma de los resultados. En la medida en que
una investigación incluye ideas de otros, apropiarse de estas poniéndoles la firma
propia podría pensarse como una apropiación desleal.
Por otra parte, cabe advertir que este tipo de situaciones ponen en tensión los
prerrequisitos de confidencialidad, dado que identificar a alguna de las personas suele
significar identificar actores y escenario concretos en que tuvo lugar la investigación.
Lo cual a su vez abre una nueva serie de debates éticos. También es posible que, en caso
de que un informante se incorpore al equipo de investigación, qué se dice, cómo y
cuándo pase a encontrarse condicionado de una manera distinta a la que inicialmente
fue comunicada al resto de los sujetos participantes (y en función de la cual decidieron
participar).
Sumado a lo anterior, es preciso considerar que la elección de marcos teórico-
conceptuales es prerrogativa de quien definió apelar a ellos a sabiendas de que otros
eran posibles, siendo esto propio del equipo de investigación , quien valorará en base
a tales conocimientos teóricos lo encontrado. Por otra parte, los marcos teórico-
conceptuales, para ser comprendidos apropiadamente, deben remitirse a las
discusiones teóricas y disciplinares en base a las que se han desarrollado, lo cual suelen
implicar un recorrido disciplinar o intelectual que no siempre es posible reponer para
los sujetos participantes. En este sentido, hay quienes señalan que la coautoría debe ser
siempre un proceso cuidadoso, porque incluir como coautores de productos
académicos a quienes no han transitado por estos niveles educativos y sus códigos
respectivos puede implicar forzarlos a suscribir un tipo de dislibro que les resulta ajeno
—por lo que la coautoría se volvería poco ética, en la medida en que estaría falseando
los procesos reales de producción de conocimientos. Es por ello que en ocasiones se
busca como vía alternativa al reconocimiento por la participación la entrega de
productos intermedios, donde el aporte de los participantes se encuentre más “en
bruto”, sistematizado. En este sentido, organizar y presentar de manera ordenada los
aportes de los participantes puede constituir una oportunidad para realizar
devoluciones de aquellos aspectos donde la autoría es claramente compartida.
¿Qué sucede cuando un participante manifiesta que quiere aparecer en una publicación
con nombre propio? ¿O cuando un investigador se pregunta si no sería ético que esto
sucediera? En uno u otro caso se disparan una multiplicidad de preguntas que no tienen
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

una respuesta simple. También es preciso incorporar la reflexividad a este tipo de


cuestiones, aun cuando sucedan una vez finalizada la investigación. Poder revisar qué
ha sucedido con el tema de la autoría puede revestir una riqueza importantísima: cabe
recordar que las investigaciones cualitativas no sólo producen resultados respecto de
sus objetivos, sino también respecto del propio proceso investigativo.

Devolución de hallazgos y de reflexiones


Desde algunos enfoques (habitualmente denominados “participativos”, como la
Investigación Acción Participativa), hay quienes consideran conveniente éticamente
involucrar a los participantes desde la etapa del diseño de una investigación. Si bien
esto no es lo más habitual, es importante saber que existe esa posibilidad porque, según
la circunstancia o el tema, puede ser interesante incluirlo como opción. Pero si
pensamos que una actitud ética es aquella comprometida en minimizar los daños en
general, un momento particular para pensar en la investigación cualitativa es la
devolución de los datos.
Resulta así más habitual encontrar experiencias investigativas que buscan involucrar a
los participantes en las instancias de difusión de datos, tanto armando devoluciones
específicas que los tomen como audiencia (encuentros, talleres, materiales de difusión),
como en formatos originales —por ejemplo, armando mesas o charlas donde se
presenten los resultados de una investigación y quienes expongan sean al mismo tiempo
investigadores y protagonistas de la situación relatada.
Sin embargo, también es posible pensar instancias anteriores. En este sentido, hay
quienes consideran necesario programar una instancia intermedia de acceso a
documentos como las transcripciones de entrevistas. También, quienes han encontrado
fecunda la realización de instancias de devolución de resultados preliminares para incluir
asimismo el resultado de estos diálogos como parte del campo, atendiendo a la
valoración de los protagonistas. Desde ya que no se trata de aspectos apriorísticos
necesariamente, sino que pueden ser incluidos o no según vaya apareciendo como
propicio o conveniente.
En términos éticos, la devolución de datos es una instancia central a considerar. Una
actitud ética podría incluir especialmente en el cronograma y en la planificación de
actividades un momento específico para esta retroalimentación (sea de resultados
preliminares o finales, según el caso). Algunos autores sugieren conveniente prestar
atención a que los participantes puedan obtener un beneficio por participar que
implique el acceso a información procesada o a materiales intermedios
confeccionados ad hoc para ellos. Cabe advertir que siempre al sistematizar y ordenar
los datos construidos se visualizan aspectos y relaciones que no son tan evidentes, y
que pueden incluso resultar novedosos, puesto que no era posible aprehenderlos
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

cuando la información de que se disponía era fragmentaria. Según el caso, esto puede
implicar la devolución de una historia familiar o de un árbol genealógico; de un diagrama
de redes acerca de intercambios según su frecuencia en un territorio o institución; de
materiales que acompañen la transmisión intrainstitucional, barrial o intergeneracional
de determinados saberes; entre muchos otros formatos posibles. Resulta importante
señalar que lo anterior atañe a lo relativo a saberes concebidos como conocimientos
relevantes y verídicos por los propios sujetos, por lo que no sería replicable en todos los
casos.
En cuanto a la devolución de las transcripciones de entrevistas, si bien hay quienes
sostienen que lo dicho pertenece en primer lugar a quien lo enuncia, es preciso
considerar que existen elementos propios de lo oral que en ocasiones los sujetos no
esperan encontrar (por ejemplo, cuando se transcriben furcios, vacilaciones, etcétera),
porque en ocasiones el hecho de que muestre un dislibro con vacilaciones y no pulcro
puede provocar rechazos. Por otra parte, la ventaja es que al ir haciendo devoluciones
durante el proceso habrá más oportunidades de definir qué información parece
conveniente y cual no, agudizando la sensibilidad para detectar posibles temas
inconvenientes. A su vez, hay quienes señalan que estas instancias de devolución
intermedia contribuyen a una democratización en el acceso al conocimiento, y a que los
participantes puedan apropiarse de distintos resultados en función de transformar sus
realidades (por supuesto, siempre dependiendo de cuál sea el objeto y el entorno de la
investigación).
Cabe advertir que existe la posibilidad de diseñar instancias participativas de
validación de los productos intermedios, donde el proceso mismo de validación y los
debates que pueda generar sean a su vez incluidos como parte del resultado final. La
validación externa, llamada en ocasiones “credibilidad”, refiere a que los participantes
se expresen respecto de si lo descripto puede ser considerado como real o verdadero –
criterio coherente con la concepción epistemológica que subyace a las estrategias
cualitativas, en cuanto se considera que la construcción de conocimiento no consiste en
reflejar lo existente sino en poder recuperar elementos que hacen a lo considerado
intersubjetivamente como verdadero. Esta instancia puede ser utilizada para evaluar en
qué medida lo escrito es plausible, es decir, verificar que lo descripto se condiga de
alguna manera con las interpretaciones de las personas. En algunos casos, hay
investigadores que sólo dan por terminada la versión final de sus publicaciones una vez
que los sujetos de investigación manifestaron acordar con ella. Nuevamente, es preciso
señalar que estas experiencias pueden tener lugar sólo con ciertos problemas de
conocimiento, ciertos temas y poblaciones participantes, pero de ningún modo
pueden considerarse buenas prácticas a ser generalizadas.
Comentado lo anterior respecto de los datos, es preciso incorporar los debates respecto
de resultados que no han sido producidos en especial atención a los participantes como
audiencia, sino en vistas de otros espacios de circulación. La actitud ética ideal sería
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

ponderar en qué medida difundir un dato redunda en beneficios mayores al daño


eventual que pudiera acarrearle a algún participante, quien pueda sentir que no fue
respetado el acuerdo de confidencialidad. Es decir que el momento de difusión de
resultados es, si se quiere, tal vez el más delicado al momento de realizar tal balanceo.
Ahora bien, sabemos que este parámetro es indeterminable, puesto que no es posible
establecer a ciencia cierta beneficios y perjuicios. También es difícil determinar cuáles
van a ser los itinerarios de circulación de cada producto: en ocasiones, producciones que
fueron pensadas para el ámbito académico son difundidas de distintos modos por fuera
de estas fronteras. Cabe advertir a su vez que habitualmente en las investigaciones no
sólo hay un escenario conformado por sujetos individuales con sus respectivos
intereses, sino también por actores sociales (organizaciones, empresas, ámbitos de
gobierno, etcétera) desiguales y en conflicto, y que la difusión de resultados puede
generar situaciones también imprevistas en términos de favorecer a alguno por sobre
otro con lo difundido.
Hay quienes señalan la necesidad de informar y/o consultar antes de cada publicación
particular. También los consentimientos informados pueden variar en términos de
especificar ciertos derechos en cuanto a las futuras publicaciones (es decir, si esto se
considera autorizado en su conjunto y a priori, o si bien deberá ser autorizado por los
sujetos en cada caso). Si bien esto es objeto de debates, en la medida en que sea posible
identificar a los participantes (por ejemplo, cuando se incluyen imágenes o nombres
propios) resulta más necesaria la consulta específica en términos éticos. En los casos
donde no se planifica ninguna instancia o producto específico, también puede aparecer
como pregunta en qué medida no corresponde hacer llegar los resultados publicados a
los sujetos que participaron la investigación. Esto también se abre a debates, porque no
tiene un valor ético real en los casos donde por el tipo de vocabulario empleado, por
ejemplo, aquellos resultan incomprensibles. Sin embargo, también hay quienes señalan
que los informes finales de resultados en muchos casos pueden servir como herramienta
de visibilización de situaciones de injusticia o como denuncia, y que es importante
ofrecer a los participantes esta alternativa (en casos donde la diferencia de vocabulario
incluso puede ir de la mano con ganar capacidad de acción ante entes gubernamentales,
por ejemplo). Si bien es posible poner en debate las distintas opiniones al respecto, es
importante advertir que no existe una única forma apropiada, sino que es necesario
definir para cada situación investigativa particular qué resulta más correcto en
términos éticos.
La devolución también pone en tensión lo relativo al carácter de verdad, y llama a una
actitud cuidadosa respecto de lo comunicado. Puesto que a su vez puede resultar
problemático en términos éticos hacer una devolución de una interpretación (siempre
a su vez condicionada por el enfoque de quien investiga) como si se estuviera
comunicando una verdad ostensiva, no evidente para los participantes. En este sentido,
resulta conveniente situar con claridad y en términos comprensibles cuál es el carácter
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
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concreto de verdad de cada uno de los elementos presentados, deslindando en la


medida de lo posible lo que pueda ser comprobado o validado por la totalidad de
personas (participantes, investigadores, otros expertos) de lo que quede sujeto a
posterior validación, sea porque es una conjetura abierta a futuras indagaciones o
porque se trata de una valoración posible entre otras.
En ocasiones, es necesario valorar que no todo lo conocido puede ser dicho al presentar
los resultados. En sentido contrario, mientras que omitir información puede ser una
actitud de resguardo, debemos señalar que tergiversarla sí se pone en tensión con los
criterios éticos. De todos modos, omitir información debe ser un gesto muy cauteloso,
porque puede implicar también una inconducta ética. Nuevamente, esto nos llama a la
necesidad de considerar situación por situación cuál es la actitud más conveniente en
términos de respeto a los participantes.

La asimetría estructural entre investigadores e investigados


Todo proceso de producción de conocimientos plantea una situación de asimetría
estructural, fundante de la relación entre quien investiga y quien es investigado. Sea el
interés de publicar, de finalizar una tesis y obtener un grado académico, el de ser
reconocido por sus pares, el de acrecentar su curriculum o el de poder obtener un
financiamiento, la puesta en marcha de una investigación responde al interés de quien
investiga más que al de quienes son investigados.
Lo anterior podría llevarnos a la discusión respecto del modo en que se produce y circula
la ciencia en una determinada sociedad (considerando que todas las sociedades
conocidas poseen algún tipo de estratificación social o desigualdades internas). Porque
quien investiga saca rédito de sus publicaciones, sea en términos económicos (aun
cuando este sea magro) y/o de status. Pero quien aporta sus saberes, su tiempo, se abre
honestamente para compartir sus rutinas, sentires, pensares, ¿qué rédito obtiene?
Desde ya que esta es una pregunta que deja de lado el presupuesto positivista acerca
de que la producción de conocimiento científico se caracteriza por el desinterés (desde
el cual podría argumentarse, por ejemplo, que el beneficio es general cuando gracias a
una determinada investigación un equipo de salud logra mejorar la adherencia de las
personas en tratamiento).
Si bien puede pensarse que en definitiva la obtención de conocimiento se orienta por la
intención de favorecer a poblaciones que se encuentran en una posición similar a
quienes participen de la investigación, está claro que el rédito no es tan inmediato ni
tan evidente para cada una de las partes involucradas. Tampoco es equivalente la
forma en que se expone la intimidad (algo que resulta evidente cuando los sujetos
reclaman reciprocidad, solicitando información personal de quien investiga). También
es preciso tener muy presentes las necesidades y limitaciones del otro (por ejemplo,
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

respecto de posibles gastos de transporte, o de tiempo). Finalmente, la prerrogativa de


poder retirarse del escenario en caso de conflictos atañe únicamente a quien se
encuentra inserto con fines investigativos. Todos estos elementos resultan centrales en
términos de estructuración de las relaciones.
Los procesos de construcción de conocimiento desencadenan una serie de relaciones
jerárquicas o de poder, no siempre en un sentido determinable a priori. Lo cual refuerza
la importancia de que esté justificado llevar adelante una determinada investigación:
que sea necesario producir cierto conocimiento, porque no se dispone de él
anteriormente.
Por otra parte, se vuelve preciso no reforzar la asimetría entre quien investiga y quien
es investigado al suponer que el conocimiento científico es más valioso que el respeto
a los participantes y la honestidad para con ellos. Por el contrario, es preciso balancear
lo mejor posible en qué medida el accionar investigativo se encuentra justificado por el
conocimiento que se busca obtener. Esta es una de las razones por las que la revisión
por parte de un comité externo puede resultar de utilidad, en la medida en que implica
una tercera instancia que puede tener una perspectiva diferente acerca de aquel
balanceo. Por otra parte, lo anterior a su vez refuerza el hecho de solicitar colaboración
únicamente en casos donde esta es necesaria; en este sentido, producir datos que no
van a recibir el tratamiento correspondiente (por falta de experticia o de tiempo
disponible) sería una actitud reñida con la ética.
En vistas de esta asimetría, y en consonancia con el carácter de “colaboración” que se
solicita a quienes participan de una investigación, hay quienes creen conveniente
remunerar la participación, algunos a modo de jornal (considerando en ocasiones la
pérdida de ingreso para quienes tienen trabajos informales), otros bajo el concepto
“viático” incluyen un estipendio simbólico. Esto también dependerá de la circunstancia.
A su vez, a la asimetría investigativa se le suelen agregar otras. En el campo de la salud,
existe la posibilidad de que se amalgame aquella con la asimetría que existe entre
profesionales tratantes y quienes ocupan el lugar de pacientes. Porque mientras en
aquellos casos donde la inserción es únicamente investigativa, la honestidad del
investigador implica vigilar que no se desdibuje su rol de investigador (es decir, que
siempre sea tenido en cuenta por aquellos con quienes interactúa), cuando quien está
investigado asume a su vez otro rol, aquello se vuelve más dilemático.
Cuando quien investiga es parte de equipo de salud, las personas pueden no sentirse
libres de decidir no participar, tanto como pueden sentirse condicionadas en el modo
de hacerlo; también pueden tener la expectativa de que su colaboración con la
investigación mejore sus oportunidades de obtener algunas prerrogativas en su
atención en salud, tal como muchas veces sucede (por ejemplo, obtener más facilidades
al momento de gestionar un turno, o ganar una vía de contacto directa ante cualquier
situación de consulta con los profesionales).
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

Cabe entonces advertir que, si bien en términos de principios éticos se busca evitar
situaciones de claro abuso de poder, como la coerción directa, la explotación, la
seducción o el engaño, no siempre los problemas éticos atañen de manera exclusiva a
los actos realizados de mala fe. Porque la autonomía para tomar una decisión —como
la de estar interesado/a en colaborar con una investigación— se ve comprometida en
situaciones de vulnerabilidad. Y hay situaciones de vulnerabilidad de muy variada índole
(social, psicológica, orgánica), pero también hay relaciones donde la vulnerabilidad
viene dada por la dependencia. La relación entre equipos de salud y sujetos que ocupan
el lugar de pacientes cabría incluirse entre estas últimas. Por otra parte, también la
vulnerabilidad se define por la imposibilidad de evaluar los riesgos de las propias
decisiones. En este último sentido, es preciso considerar aún con más cuidado en qué
situación se encuentran aquellos a quienes estamos solicitando que colaboren con
nuestra investigación. Quien está a la espera de que le brindemos una solución para
una situación de salud (o de bienestar social, en caso de un equipo de trabajadores o
asistentes sociales), se encuentra ante nosotros en una situación de vulnerabilidad.
Las personas pueden sentirse presionadas aun cuando no lo estén; pueden interpretar
que la calidad de su cuidado depende de su colaboración, o bien pueden sentirse
moralmente obligadas en términos de reciprocidad si sienten que son bien atendidas —
por sólo poner algunos ejemplos. Por otra parte, suele ser dificultoso trazar una
frontera clara entre aquellas interacciones que tienen finalidad terapéutica y las que
guardan una finalidad investigativa, confundiéndolas. También pueden confiar en que
su buena predisposición podrá servirles para que los tengamos presentes en caso de a
futuro conocer alguna situación que pudiera beneficiarles (cabe advertir que quienes
trabajamos en salud solemos estar en mejores condiciones de acceso a distinto tipo de
relibros —incluyendo la información— que quienes no).
Las situaciones reales pueden resultar a su vez bastante más controversiales. Porque
también para quien trabaja en salud puede convertirse en un problema ético la
compartimentación entre investigación y asistencia con la que debería
comprometerse. Es posible que pacientes divulguen mayor información personal para
una investigación que la que ponen a disposición en el caso de un tratamiento.
Pongamos por caso que un profesional tome conocimiento, mediante una investigación,
de que uno de sus pacientes posee una enfermedad que no ha declarado. O que utiliza
una práctica de automedicación que en combinación con la prescripción médica puede
tener efectos graves. ¿Será correcto éticamente que prosiga con la compartimentación
de funciones con la que se comprometió? ¿Y si un trabajador social toma conocimiento
en el marco de una investigación de que alguien está sufriendo violencia de género y no
había llegado con ninguna demanda al respecto al equipo de salud? En este sentido, hay
investigadores que consideran poco ético no involucrarse con las necesidades
detectadas durante el trabajo de campo, es decir, vincularse con los sujetos únicamente
con la finalidad de obtener la información necesaria para el estudio en libro (en estos
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

casos, muchas veces optan por incluir en sus interacciones finalidades de orden no
investigativo, como brindar información sobre contenidos de salud, sobre relibros
disponibles, o incluso colaborar con los sujetos poniendo a disposición su saber o sus
contactos para distintas gestiones). Es importante señalar de la mano con esta realidad
el hecho de que la ética es un terreno controversial: tanto quienes se oponen a esto
como quienes lo conciben como un imperativo poseen argumentos éticos para sostener
sus respectivas posiciones.
En términos éticos, parece indispensable prestar atención a las relaciones de poder y
desigualdad que están en el campo, para no reproducirlas. Por ejemplo, al trabajar con
mujeres víctimas de violencia, para no revictimizarlas ni provocar situaciones que
puedan afectarlas en relación con quienes las violentan. Nuestros informantes no
deben ser vistos como meros “instrumentos” para nuestros fines, sino que resulta
conveniente tener en cuenta las expectativas que se generan, haciéndonos
responsables por ellas. En las investigaciones en servicios de salud, o con personas que
poseen una determinada problemática de salud/enfermedad que de hecho es lo que
nos llevó a incluirlas como sujeto de investigación, aquellos aspectos se vuelven clave.
Resulta fundamental encaminar todos los esfuerzos posibles para diferenciar ante los
informantes nuestro rol productor de conocimiento de cualquier otro, sobre todo
cuando investigamos en el mismo lugar en que trabajamos. Esto tiene que ver con no
generar falsas expectativas ni producir nuevas inequidades, pero también implica
consideraciones adicionales respecto de la confidencialidad.
Los vínculos interpersonales de proximidad o cercanía afectiva, sobre todo aquellos
donde existe un conocimiento recíproco y confianza, requieren un cuidado particular
puesto que hay expectativas diversas y complejas en juego. Esto se puede poner de
manifiesto de manera particular al momento de retirarse del campo. Es preciso recordar
que la posibilidad misma de retirarse del contexto de investigación es un privilegio
diferencial de quien investiga, y lo ubica en un lugar de poder. Sobre todo, en los casos
donde una investigación se realiza en un contexto donde la población se encuentra en
situación de vulnerabilidad (sea un barrio o un determinado establecimiento), pero lo
mismo vale respecto de quienes se desempeñan laboralmente en una institución en la
que realizamos trabajo de campo: quien investiga tiene muchas menos ataduras que
quienes no. La finalización del trabajo de campo es un momento que merece ser
especialmente cuidadoso, porque luego de una interacción con cierto grado de
compromiso, el momento en que aquello que para los otros puede ser considerado un
vínculo de afecto se finaliza –sobre todo según el grado de soledad o vulnerabilidad. Es
posible que una actitud cuidadosa lleve a quedar disponible para eventuales consultas
sobre la investigación luego de un tiempo para que resulte más transicional la retirada
del campo.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

Descentramiento y reflexividad (vigilancia de los propios


preconceptos)
Luego del recorrido anterior, parece preciso incluir una serie de reflexiones sobre
aspectos éticos ya por completo alejados de las inquietudes bioéticas, y ligados a los
paradigmas que informan las estrategias cualitativas de investigación social.
Respetar la diversidad (de prácticas, de valoraciones, de significados, etcétera) y las
divergencias interpretativas es un aspecto central y estructurante de la actitud ética
para quien realiza investigación cualitativa. En primer lugar, por coherencia para con
los paradigmas en que se apoyan estas estrategias. En segundo lugar, porque lo
contrario implicaría un abuso de confianza respecto de la honestidad de los
participantes, y una actitud de menosprecio que puede tener consecuencias subjetivas
en los demás. Esta actitud debe ser sostenida por los propios investigadores, lo cual
requiere una continua vigilancia. Fundamentalmente en los casos en que se abordan
grupos sociales que desde el sector salud podrían ser calificados como “ignorantes”, los
investigadores deben evitar reforzar, cristalizar o reproducir las desigualdades y
preconceptos que ya estructuraban previamente las relaciones sociales. En muchos
casos (tal vez, no en los suficientes) la formación de investigadores cualitativos incluye
esto como parte del desafío del des-centramiento, y requiere del acompañamiento de
investigadores más entrenados y capacitados (lo cual a su vez vuelve problemático
cuando no existe tal acompañamiento).
Toda estrategia siempre depende de los contextos en que se vaya desarrollando, y no
puede ser determinada de manera abstracta. Las implicancias éticas deben ser
sopesadas a cada paso, y reformularse en la medida que aparezca como necesario algún
aspecto de recaudo que no pudo ser entrevisto anteriormente. Es preciso señalar que
se trata de actitudes, pero no de reglas. Porque es diferente pensar que debe haber
cierto “espíritu” de un hacer investigativo, ciertas preocupaciones que resulten
orientadoras, a pensar que pueden existir determinados procedimientos preconcebidos
que sean correctos (y otros, incorrectos). El comportamiento ético es situacional, no
sigue reglas que puedan traspolarse de sus contextos concretos de ocurrencia.
Resulta propicio entonces señalar que la reflexividad, propia de toda propuesta
cualitativa (entendida como la necesidad continua de prestar atención y revisar la toma
de decisiones respecto del proceso investigativo), si es verdaderamente holística, debe
incluir la referencia a lo ético. Esto convierte a los aspectos éticos en objeto de revisión
continua, y no únicamente inicial ni exclusivamente de manera formal.
Desde esta perspectiva, los aspectos éticos —o tal vez deberíamos decir “los dilemas
éticos”— resultan constitutivos de la memoria metodológica de la investigación.
Puede haberse planificado la realización de una entrevista grupal y haber detectado
conflictos que hicieron pensar que resultaba éticamente inconveniente la utilización de
esta técnica. O determinados temas pueden haber ido apareciendo como socialmente
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

sensibles, convirtiéndose en un desafío su abordaje. Todo lo que pueda implicar un


efecto negativo para los participantes y/o para el contexto que se está abordando debe
ser reformulado.
A lo anterior también debemos agregar otro punto que podría producir malentendidos.
Y es que las estrategias cualitativas nacen a partir de la convicción de que los datos no
se relevan o recogen, es decir que no se “refleja” una realidad preexistente, sino que se
construye activamente un determinado recorte o selección como objeto de
conocimiento. Desde algunas perspectivas más cerradas, esto podría llegar a
confundirse con una conducta contraria a la ética: “fabricar datos”. Es preciso tratar con
cautela el concepto de veracidad para poder valorar en qué medida una investigación
cualitativa cumple pautas éticas de honestidad con lo que reporta y en qué medida no
lo hace. No es posible valorar apriorísticamente ni de manera universal lo anterior. Para
esto se requiere un saber específico, embebido de las tradiciones que informan las
estrategias cualitativas en salud.

Debates sobre calidad

En el campo de la salud, dado el prestigio concedido a priori a las estrategias


cuantitativas, la investigación cualitativa aparece en ocasiones como deficiente, poco
rigurosa o, directamente, como un tipo de estudios que no produjeran conocimiento
científico. La asimilación entre “ciencia” y un tipo particular de conocimiento científico
es recurrente y atraviesa buena parte de los ámbitos de investigación (eventos
científicos, comités evaluadores, instancias de capacitación, órganos de difusión,
etcétera); desnaturalizar esta equivalencia forma parte de los desafíos centrales de la
investigación cualitativa en este campo. Abordaremos aquí lo anterior en cuanto
impacta en los debates sobre la calidad de un proceso o de un producto investigativo.
El contrapunto continuo con perspectivas biomédicas lleva a que la falta de estándares
universales para valorar calidad de una investigación sea entendida como sinónimo de
falta de rigurosidad de este tipo de estrategias. Esto tiene que ver con las inquietudes
particulares de aquellas aproximaciones, preocupadas por medir y comparar aspectos
de la realidad. ¿Es posible universalizar aquellos valores como si fueran propios de toda
producción científica de conocimiento? Aquí encontramos nuevamente el conflicto
paradigmático que venimos mencionando desde el comienzo de este capítulo. Si los
criterios propios de investigaciones cuantitativas fueran respetados, terminaríamos
valorando como rigurosas (o pertinentes, o apropiadas, según el caso) a las
investigaciones cualitativas que no lo son. Por ejemplo, si distintos investigadores
concluyeran lo mismo, o distintas entrevistas fueran respondidas de igual forma (ambos
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

estándares propios de la investigación cuantitativa, que valora como criterio de calidad


el carácter replicable de herramientas y resultados), la potencialidad específica de lo
cualitativo por observar lo singular y concreto habría sido desaprovechada. Algo similar
podría afirmarse si investigaciones cualitativas realizadas en contextos distintos
produjeran idénticos hallazgos.
Tal vez uno de los puntos que suscita mayor rechazo a las opciones de adopción de
dichos estándares o su retraducción sea el carácter de replicabilidad que los abordajes
cuantitativos postulan como criterio clave. En la medida en que se pretenden objetivos,
es decir desprendidos del carácter subjetivo de quien realiza la investigación, aquellos
consideran que lo afirmado luego de una investigación debería poder ser concluido por
cualquiera que siguiera los mismos procedimientos. Esta suposición de consenso lleva
también a suponer que lo realizado en un determinado tiempo y espacio guarda interés
no sólo por lo que afirma respecto de esas coordenadas concretas, sino también porque
permite extender lo conocido al resto de lo existente. Replicabilidad y universalidad de
los hallazgos son dos supuestos que van de la mano.
En contrapartida, un interés característico de los abordajes cualitativos es conocer en
profundidad fenómenos singulares, dado que es en contextos singulares donde los
fenómenos reales se hacen presentes. Lo mismo debe decirse respecto de quién
investiga: los abordajes cualitativos parten de entender que el conocimiento se
encuentra determinado por quién conoce, por sus características específicas (que, por
tanto, deben ser explicitadas para poder comprender el sentido real de lo afirmado). Si
bien por supuesto ambas estrategias conviven y se articulan en numerosos abordajes
empíricos, sus principios plantean esta contradicción lógica. De un lado, propuestas que
buscan desprenderse lo más posible del carácter personal y situado de quien investiga
para encontrar verdades generalizables; de otro lado, propuestas que parten de
entender que no existe un punto de vista neutral y se abocan a potenciar el carácter
creativo y propio de la sensibilidad de quien busca conocer algún recorte de lo existente.
Por eso, mientras que los cánones de la investigación cuantitativa hacen referencia a
validez y confiabilidad como criterios centrales para valorar la calidad de un abordaje,
en qué medida los abordajes cualitativos deben adoptar estos estándares, retraducirlos,
crear estándares propios, o bien aceptar la imposibilidad de establecer dichos
estándares, es terreno de discusión.
Dado que las estrategias cualitativas poseen preocupaciones singulares, extrapolar
criterios utilizados para otros propósitos parece contradecir el principio de rigurosidad
que orienta la consideración de un determinado conocimiento como “científico”.
Siempre que entendamos que “rigurosidad” no implica replicar mecánicamente
principios, sino considerar metódicamente su pertinencia y adecuación.
Mientras que la “confiabilidad” ha tendido a ser desestimada, existen debates y
posicionamientos respecto del criterio de validez, que son los que abordaremos aquí.
¿Es que se pueden usar los mismos criterios de validez? ¿Es que hay que traducirlos? ¿Es
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

que los abordajes cualitativos requieren otros criterios? ¿Es que los criterios habituales
tampoco resultan pertinentes para los propios abordajes considerados “duros”?
Las investigaciones cualitativas requieren pericia, destreza técnica y sistematicidad. Sus
resultados pueden tener distinto grado de rigurosidad (incluida su ausencia). Pero no
hay reglas a seguir. ¿Es esto una paradoja, es preciso contar con una regla para hablar
de rigurosidad? ¿Cómo distinguir entonces una investigación cualitativa rigurosa de una
que no lo es? En otras palabras, ¿cuáles son los criterios de calidad para diferenciar
malas de buenas investigaciones, o para reconocer cuándo un conocimiento obtenido a
través de estos abordajes es sólido y cuándo no lo es?
Recuperando los desarrollos en términos de convergencia, abordaremos lo que muchos
han señalado como criterio compartido: la coherencia metodológica, es decir, la
consistencia interna entre lo que se busca conocer y el modo en que se pretende
hacerlo. Esto sería tanto algo distinto para cada uno de aquellos abordajes (y de aquí se
derivaría la potencial incompatibilidad) como un elemento común que marcaría la
cientificidad de ambos. A diferencia del conocimiento espontáneo, que admite lagunas,
superposiciones y contradicciones, el conocimiento científico es un conocimiento
ordenado, sistemático, metódico, controlado. La concordancia entre la forma de
acercarse a la realidad y lo que se afirma como consecuencia de ese acercamiento
debería estar presente en todo abordaje investigativo de calidad.
Recuperando al mismo tiempo los debates acerca de las divergencias, partiremos aquí
de entender que la rigurosidad debe ser valorada asumiendo el carácter abiertamente
plural y polifónico de las producciones investigativas bajo estrategias cualitativas. Es
decir, que requiere poder valorar la calidad tanto de un diseño como de un producto
investigativo sin apelar a estándares e incluso incorporando en la valoración términos
como “sensibilidad” (por ejemplo, para detectar temáticas emergentes), o “creatividad”
(en cuanto a la tarea interpretativa).
Desde ya que no nos encontramos tampoco aquí en un terreno de consensos
establecidos, pero sí en condiciones de problematizar algunos aspectos y abrirlos a
debate. En la medida en que estos aspectos integren la agenda investigativa, se estará
en mejores condiciones de responder a ellos de manera clara, tal como lo comentamos
respecto de la ética.

La “saturación” y la generalización, ¿criterios para evaluar


calidad?
Desde los paradigmas cuantitativos, la posibilidad de replicar las estrategias y de
generalizar los hallazgos representan condiciones para la valoración de calidad de las
propuestas investigativas. Con cierta frecuencia, este estándar es aplicado a las
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

estrategias cualitativas, sea para poner en tensión su cientificidad o bien para buscar
modos de hacer frente a este desafío desde los paradigmas interpretativos.
Respecto de esto último, mencionaremos que, si bien no es el uso mayoritario de las
estrategias cualitativas, existen entre sus enfoques e intereses algunos que han
desarrollado procedimientos específicos para encontrar resultados generalizables,
como los desarrollados desde la Teoría Fundamentada o desde la Inducción Analítica.
En ambos casos, cabe advertir, la posibilidad de generalizar se encuentra asociada a la
adopción de procedimientos específicos, según lo propuesto por cada uno de estos
enfoques. Dada la preocupación por producir teoría, en ambos se proponen estrategias
para lograrlo. La valoración de calidad, en estos casos, implica conocer los
procedimientos y evaluar si fueron desarrollados con propiedad.
Ahora bien, tal vez por la impronta de estatus que acompaña a los paradigmas
cuantitativos, con cierta frecuencia se encuentra que quienes están dando sus primeros
pasos en el mundo de la investigación cualitativa enfrentan un vacío de
conceptualización al respecto, ante el cual terminan recortando un único criterio propio
de la Teoría Fundamentada y declarando su realización como si esto fuera sinónimo de
calidad. Nos referimos al término “saturación” de la información. Dada esta confusión
relativamente habitual, es preciso despejar este concepto, puesto que ello permite
valorar calidad en la medida en que su utilización sea apropiada.
Desde el enfoque de Teoría Fundamentada, se denomina “saturación” al momento en
que la información obtenida comienza a ser redundante. “Saturar” categorías requiere
necesariamente extender el trabajo de campo hasta el momento en que no aparece
más información novedosa acerca de un mismo tema. Si bien esto depende del grado
de abstracción de aquella categoría, requiere una flexibilidad de la estrategia que suele
entrar en contradicción con las condiciones concretas en que se suele realizar
investigación, principalmente en los casos donde se cuenta con financiamiento. Porque
para que la saturación sea efectiva, es preciso acompañarla de un muestreo teórico y
del método de comparación constante 13, tal como lo desarrolla este enfoque. Cabe
advertir que esto sucede porque el concepto de “dato” en investigación cualitativa no
se propone reflejar un aspecto de la realidad, sino una construcción teórica acerca de la
misma. En vistas de aquello, surge la cautela de distinguir la saturación teórica del
efecto de las generalizaciones propias del sentido común. Porque para el conocimiento
propio de la vida cotidiana (espontáneo o “natural”, pero sin características ni
pretensión de conocimiento científico) resulta habitual enfatizar los aspectos
compartidos en lugar de las singularidades. De esta manera, llegamos a una
generalización vulgar, pero no a una saturación, para la cual aquel enfoque plantea la
necesidad de realizar un procedimiento cuidadoso de selección de las unidades de
observación, y de prestar atención específica a lo disonante, para no perderlo de vista.

13
Al respecto, remitimos al Capítulo 2 de este libro.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

Si bien no es un criterio de calidad universal ni establecido, podemos señalar que en la


medida en que un reporte de investigación cualitativa recupere disensos, conflictos,
divergencias, tanto recurrencias como excepciones, es posible conjeturar que se trata
de un reporte más honesto que aquel otro que reporta únicamente aspectos de
manera general. Esta advertencia se relaciona con los paradigmas que informan las
estrategias cualitativas, puesto que estas se originan precisamente con la intención de
conocer lo diverso, lo singular, los procesos de transformación en libro, las
contradicciones. A su vez, dado el interés de conocer científicamente la realidad, muchas
veces el aporte de las investigaciones cualitativas consiste en desnaturalizar
preconceptos de sentido común, mostrando diversidad donde se partía de estereotipos.
En estos casos, la afirmación que corresponde es la relativa a que los fenómenos varían
(esta afirmación es posible de ser generalizada), pero no así a los modos concretos en
que lo hacen (afirmación difícil de sostener puesto que implicaría agotar las diversas
posibilidades). Simplificando lo anterior a través de la ejemplificación, diremos que para
un abordaje cualitativo resulta más provechoso mostrar cómo la maternidad en la
adolescencia o la elección de una carrera universitaria están asociadas a distintos
sentidos, que cargar con la preocupación de presentar una categorización con
pretensión de exhaustividad de los posibles sentidos que asumen.
Ahondaremos brevemente en la fundamentación de lo anterior desde un paradigma
interpretativo. Hemos mencionado que el conocimiento científico de lo social es
considerado para aquel un conocimiento de segundo grado: un conocimiento acerca el
conocimiento. Es decir, un conocimiento científico acerca del conocimiento de sentido
común de los sujetos. Lo cual vuelve necesario tanto recuperar la perspectiva de los
sujetos, como diferenciarse de ella para construir conocimiento riguroso y sistemático.
El sentido común, en tanto conocimiento, se basa en la generalización de lo singular, a
la que Schütz 14 denomina tipificación. Esto implica poner bajo visibilidad, de modo
exclusivo, sus rasgos comunes, para poder predecir a futuro como actuaran los demás y
como es correcto, en consecuencia, comportarse uno mismo. De esta manera, la
interacción se vuelve predecible y podemos aprender cómo comportarnos. La
tipificación tiene una finalidad práctica, que es nuestro manejo apropiado en los
entornos cotidianos, así como la simplificación de una complejidad que, de ser
observada, llevaría más a la inacción que a un correcto desempeño en entornos
compartidos.
Tipificar implica a su vez enfatizar el carácter de permanencia, estabilidad, acuerdo. Algo
que, en caso de realizarse, debe ser consciente, puesto que en realidad es la
transformación (el estar siempre “en proceso”) el carácter continuo de la vida social. Al
mismo tiempo, esto no permite visualizar las libertades concretas de las personas

14
Schütz, Alfred. El problema de la realidad social. Amorrortu. Buenos Aires: 1995. Alfred Schütz (1899-
1959) fue un sociólogo austríaco que, en base a aportes de la filosofía, conformó una de las piedras
basales de la sociología del conocimiento.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

respecto de lo esperado, los modos concretos en que se apropian de normas y pautas,


las formas de cumplir con o burlar las normas aceptadas, la tolerancia ante esto mismo
en los demás. La vida cotidiana consiste en una adaptación continua y una negociación
con lo que retóricamente aparece como obligatorio.
Cuando nuestra intención es producir conocimiento científico desde un paradigma
interpretativo, un punto de partida es no reproducir esta modalidad, puesto que el
interés es otro. De hecho, en investigaciones cualitativas, lo esperable es que los datos
“no encajen”, dado que al recuperar lo singular y las situaciones en profundidad lo que
encontramos son contradicciones y divergencias. Porque desde los paradigmas
interpretativos, es incorrecto tanto pensar que el conocimiento científico refleja la
realidad, como suponerlo respecto del conocimiento de sentido común. Las
afirmaciones de los sujetos no deberían ser tomadas como sinónimo de lo existente,
sino como una generalización de situaciones particulares, o como una simplificación
propia de la memoria al evocar fenómenos o circunstancias plurales, diversas y
contradictorias. También el sentido común es una interpretación, y en esto se basa el
tratamiento apropiado de las fuentes (tomarlas como tales, en lugar de reproducir la
perspectiva que plantean como si fuera un “no lugar” desde el cual observar el mundo).
Desprendido de lo anterior, un posible criterio de calidad sería que los verbatims de un
reporte sean tratados como enunciado singular, en lugar de como representante de algo
generalizado o generalizable.
Regresando a lo comentado arriba respecto de la generalización, diremos que lo anterior
señala un criterio de calidad en el diseño de propuestas de investigación: la coherencia
interna. Si bien abordaremos este tema más abajo, diremos aquí que, en cuanto a la
saturación como procedimiento para la generalización, requiere estar entramada en
estrategias particulares, en lugar de representar un criterio universal para valorar la
investigación cualitativa. En términos de diseño, requiere un muestreo flexible y un
cronograma que intercale momentos de campo con momentos de análisis. En términos
de reporte, requiere detallar los procedimientos seguidos para tal generalización, a fin
de que el lector pueda valorar su adecuación.
Entonces: es tan erróneo decir que las estrategias cualitativas pueden generalizar
como afirmar que no pueden hacerlo. Porque tener la capacidad de generalizar o no
un hallazgo tiene que ver con el procedimiento que se haya seguido. Y también, con el
nivel de análisis de lo que se pretenda generalizar.
Podemos de este modo distinguir entre generalizaciones internas y externas. La
generalización interna implica hacer una afirmación extensiva a todo un grupo, barrio,
establecimiento, sector social, universo de involucrados, etcétera, pese a no contar con
información directa sobre todos los sujetos respecto de aquello, sino sólo sobre algunos.
La generalización externa, en cambio, hace referencia a trasladar lo encontrado hacia
otros contextos (grupos, barrios, establecimientos, sectores sociales, universo de
involucrados, etcétera) lo encontrado en uno de ellos. Este último tipo de generalización
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

es una de las preocupaciones de los paradigmas cuantitativos, mientras que los


cualitativos desarrollan más las generalizaciones del primer tipo.
Tomemos un ejemplo: podemos afirmar que adherir a un determinado tratamiento
implica siempre un esfuerzo de acompasamiento entre rutinas previas y nuevas
exigencias derivadas de la prescripción. Ahora bien, lo que no podemos afirmar de
manera general es qué de la rutina debe acompasarse y cómo. Otro ejemplo posible es
señalar que la relación entre médicos y pacientes siempre es una relación donde una de
las partes está en una situación de mayor vulnerabilidad que la otra. Esto hace a las
propiedades estructurales de esa relación, y puede ser generalizado, pero tiene valor
investigativo siempre que se acompañe de descripciones concretas respecto de los
modos particulares y situados en que se presenta esa situación (que, por otra parte, es
dinámica y admite muchos grados y variaciones).
Finalizando este apartado, es posible concluir que la calidad de una afirmación
dependerá de que el grado de generalidad o abstracción se corresponda con el proceso
concreto de producción de conocimiento, de un lado, y con el marco teórico o enfoque
adoptado, por el otro. De esta manera, calidad y honestidad de procedimientos y
reportes van de la mano, y las inconsistencias saltan a la vista para el ojo entrenado.

Triangulación y calidad
Resulta frecuente encontrar que se considere a la triangulación como procedimiento
que optimiza la rigurosidad de una propuesta investigativa de corte cualitativa. Lo
escrito acerca de la triangulación como criterio de calidad es profuso. En principio, la
literatura al respecto surge preocupada por generar estándares de validación en
investigaciones cualitativas, por lo que representa un posicionamiento posible si bien no
el único.
Tal como es característico del universo al que pertenecen las estrategias cualitativas, el
sentido dado al concepto de “triangulación” no es unívoco. En distintos textos se
realizan intentos por clasificar los tipos de triangulación posibles o existentes. Desde ya,
tal como venimos señalando que resulta inherente a este universo investigativo, no
existe un único modo consensuado y establecido. Esto es necesario advertirlo para
evitar confusiones, y también para marcar el escenario en que se producen debates y
tomas de posición.
En términos generales, diremos que el término de triangulación se utiliza con mayor
frecuencia en referencia a la inclusión de abordajes cuantitativos y cualitativos para un
mismo objeto, a la utilización de distintas técnicas, al intercambio con distintos
informantes, a la incorporación de distintos investigadores, entre otras múltiples formas
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

de entender el concepto. Salvo para el primer caso, cabe entonces advertir que en
principio sería factible aplicar este concepto a buena parte de las investigaciones
cualitativas, dado que es habitual que estas incluyan aquellas variaciones entre sus
procedimientos.
Aun cuando no apelen a esta denominación, las estrategias cualitativas suelen
incorporar un corpus heterogéneo de datos y basarse en enfoques teóricos que casi
siempre surgen de la articulación de perspectivas preexistentes. Incluso en algunos
enfoques (como los relacionales, por ejemplo), la inclusión de distintos actores como
participantes es parte fundamental de la propuesta.
Ahora bien, respecto de la intención con que esto se realiza, cabe advertir que
mayormente remite a que el criterio de verdad en que se basan recupera el carácter
polifacético de la realidad, antes que con la intención de contrastar los datos como
modo de comprobar su veracidad. Porque —valga la insistencia— según las tradiciones
teórico-epistemológicas que han motorizado el desarrollo de estas estrategias, no es
una verdad objetiva lo que se busca sino, por el contrario, la recuperación de las
perspectivas de los sujetos acerca de sus entornos (perspectivas que pueden incorporar
también como verdaderos y estructurantes elementos que no son en sí mismos
resultado del conocimiento científico ni es un objetivo someter su existencia a
comprobación o exigir veracidad, como la religiosidad). Tan es así que un posible criterio
de calidad en investigación cualitativa es el grado de congruencia con aquellas
tradiciones, ostensible cuando no se busca juzgar o elucidar el carácter de mentira o
verdad de lo dicho por los informantes, sino por el contrario, recuperar sentidos y
relatos enunciados en ciertos momentos ante ciertos interlocutores y bajo ciertas
condiciones.
Finalmente, cabe mencionar que existe también una acepción del término
“triangulación” mucho menos frecuente, que hace referencia a la búsqueda activa de
casos negativos, de divergencias entre los datos. Desde esta perspectiva, un criterio
enriquecedor de la calidad de investigaciones cualitativas más acorde con los
paradigmas en que reposa implica ya no buscar convergencias entre los datos, sino
divergencias entre ellos, dado que esto implica un reconocimiento de la pluralidad y
polifonía constitutivas de la realidad social.

Validez en investigación cualitativa


Si bien entre los criterios tradicionales para evaluar calidad se mencionan también la
fiabilidad y la objetividad, para las estrategias cualitativas el aspecto principal que ha
sido arena de debates es el criterio de validez. El concepto de “validez” puede indicar —
según el contexto en que sea empleado— verdad, veracidad o credibilidad.
Básicamente, implica confianza en que lo que se afirma es tal como se lo está
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

sosteniendo.
Antes de adentrarnos en el tema, es preciso despejar posibles confusiones respecto de
la “validez”. Porque lo que se trata de chequear es el grado de verdad de las
afirmaciones realizadas por quien investiga, no así de chequear el grado de verdad de
lo que afirman los informantes o sujetos participantes en la investigación. No se trata
de una investigación policial, consistente en encontrar la verdad a partir de contrastar
posibles afirmaciones falsas o tergiversadas, porque el criterio acerca de lo verdadero
no es el mismo (no se trata de detectar un culpable mediante pruebas fehacientes, lo
cual a su vez es un derivado del paradigma positivista). Se trata de comprender que los
sujetos en su vida cotidiana tienen usos específicos respecto de la verdad, que
generalmente coinciden por un lado con los criterios acerca de qué resulta apropiado
decir ante ciertos interlocutores y en ciertas situaciones, según las expectativas
recíprocas socialmente instaladas (y no será lo mismo lo que respondamos a un maestro
que a un médico o un juez, no sólo porque sea verdadero o falaz, sino por el tipo de
detalles o valoraciones por ejemplo a los que apelaremos), y que además por otra parte
la memoria humana siempre está condicionada por el momento en que se produce la
evocación, y es sesgada. Como consecuencia, el criterio de validez no corresponde a que
los sujetos “digan la verdad”, sino a que los investigadores sean precisos respecto de
cómo realizaron su búsqueda, qué encontraron, y qué valoraciones (y con qué limites)
pueden realizar al respecto.
Por lo anterior, el principio de validez requiere ser puesto en consonancia con el
principio matriz que orienta las estrategias cualitativas: la convicción de que el
conocimiento científico no refleja lo existente, sino de que se trata de una
construcción de conocimiento. Siendo lo existente polifacético, multidimensional,
diverso, polémico, siempre conocerlo de manera sistemática y en profundidad implica
un recorte, que toma en consideración algunos aspectos de la realidad y,
necesariamente, deja otros por fuera. Siempre se trata de una operación de selección y,
por tanto, de acentuación. Lo cual, sin embargo, no quiere decir que se puede afirmar
cualquier cosa y que todas sean igualmente válidas. Porque el hecho de recortar un
aspecto de la realidad no significa considerar que la realidad no exista, ni que sea
imposible conocerla. Se trata, si se quiere, de atribuir un lugar más humilde al
conocimiento científico, como conocimiento humano, limitado, fragmentario, y siempre
situado.
En este marco, pueden encontrarse investigadores que descreen del propio concepto
de “validez”, puesto que consideran estéril disputar un término colonizado por el
sentido común cuantitativista o bien de un término formal que poco refleja la práctica
investigativa. También, quienes consideran fecundo debatir su especificidad para el
universo de lo cualitativo. En ambos casos, cabe advertir que cuando se intenta un
abordaje cuanti-cualitativo, es preciso ser prudente y reconocer que se están
incorporando dos niveles paradigmáticos en disputa (lo cual no quiere decir que resulte
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

imposible ponerlos en diálogo, sino que este diálogo debe ser respetuoso por igual de
las dos lógicas incluidas).
Entre quienes no consideran conveniente utilizar el término “validez”, los argumentos
indican que las estrategias cualitativas parten de comprender que no existe una única
interpretación legítima acerca de la realidad, sino más bien todo lo contrario. Mientras
que quienes sí lo creen conveniente, podemos encontrar tanto a los partidarios de hacer
una traducción de los criterios clásicos, encontrando que son pertinentes, también, para
la investigación cualitativa, como quienes defienden la idea de que la validez de las
estrategias cualitativas sigue otros parámetros, no comparables. Finalmente, cabe
también incluir la mención a quienes consideran que incluso para las investigaciones
cuantitativas, los criterios tradicionales no son correctos ni representativos (tema desde
ya que no abordaremos en este libro por exceder nuestra propuesta). Desde ya que esto
vuelve muy difícil abordar el tema —pese a lo cual hemos elegido, no obstante, hacer
frente al desafío, a sabiendas de que no postularemos una única posibilidad como
legítima.
Ahondando en estos debates, es posible identificar distintos sub-tipos de validez.
Nuevamente, las clasificaciones no remiten a consensos establecidos, y pueden
encontrarse diversos agrupamientos. Entre los más habituales encontramos la “validez
descriptiva”, entendida como la precisión con que se describe lo encontrado en campo
en contrapunto con el abordaje seguido; la “validez interpretativa” como el
acercamiento al significado que los sujetos tienen acerca de acontecimientos,
fenómenos, roles, etcétera; la “validez teórica”, que puede ser entendida tanto como el
grado de fidelidad a las teorías previas adoptadas como marco para la delimitación de
las preocupaciones investigativas y/o de posibles hallazgos, como respecto a la
propiedad con que es posible generalizar lo encontrado. Un criterio de calidad
comunicativa hace al reporte de los aspectos relevantes del proceso de construcción de
datos, lo cual implica primero delimitar cuáles fueron los aspectos significativos y cuáles
son accesorios —lo que a su vez marcaría pericia o calidad en la totalidad del proceso,
atendiendo a la identificación de la relación existente entre procedimientos
investigativos y resultados obtenidos.
En este sentido, cabe resaltar que muchas veces la validez es una característica o virtud
de los textos producidos por quien investiga (diseños, reportes) antes que de los datos
o métodos. Porque no se trata de la evidencia que muestra la realidad sobre algo, sino
del grado de evidencia que respalda cierta afirmación. Lo fundamental que se valora son
los elementos que se comunican de una investigación (sea un diseño o un reporte),
considerando que son estos el observable sobre el que se emite un juicio de valor, y no
la investigación en sí misma (algo que guarda a su vez consonancia con los paradigmas
que informan las estrategias cualitativas). De esta manera, la narración resulta central
para la validez en investigación cualitativa, no sólo para sus productos finales o
reportes, sino también para los intermedios: la transcripción de lo encontrado en
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

campo es también un aspecto fundamental de su rigurosidad. La capacidad de


expresión escrita de un investigador se vuelve así un criterio clave de calidad para
valorar sus producciones, que permanecen de este modo atadas a la pericia de quien las
condujo.
Hay elementos de descripción empírica y de interpretación, más o menos distinguibles,
en toda presentación de resultados, sean estos intermedios o finales. De manera
congruente con los paradigmas interpretativos, puede considerarse como reporte de
calidad aquel que clarifica para el lector qué de lo dicho se basa en la teoría previa
disponible, y qué en los datos construidos, siempre atendiendo a reportar
cuidadosamente el carácter particular y situado de estos últimos. Es decir, que resulte
comprensible qué se hizo y en qué se basa lo afirmado, no sólo para convalidarlo sino
también para poder discutirlo.
Los criterios de verdad pueden ser múltiples. También hay quienes se han detenido en
problematizar la relación entre lo narrado y lo que busca representar o comunicar,
problematizando que la ambigüedad e incertidumbre en la terminología, habitualmente
consideradas como aspectos a combatir en una buena comunicación científica,
constituirían en realidad el modo de recuperar la perspectiva nativa (entendida como la
interpretación de primer grado de los sujetos). Desde esta perspectiva, presentar como
algo claro y distintivo, fácilmente comprensible, lo que se encontró en campo implicaría
forzar los resultados.
Estos debates son tan intensos como interesantes. Probablemente el enfoque elegido
condicione la respuesta: no es lo mismo una investigación que busca describir la
cotidianeidad que otra que se propone contrastarla con un determinado marco teórico.
Poniendo un ejemplo concreto, resulta improbable obtener consensos por parte de
enfoques basados en la teoría del conflicto.
Recorramos con un poco más de profundidad los dos tipos de validez más mencionados
en relación con la calidad en investigaciones cualitativas.

Validez interna. La consistencia como criterio


La validez interna ha sido comparada con lo que desde el paradigma cuantitativo se
conoce como “validez de constructo”, dado que se trata de una validez fundada en lo
discursivo y en la explicitación de cierta perspectiva e intereses particulares.
“Coherencia interna” o “coherencia metodológica” son otras de las denominaciones que
la validez interna asume. Se trata de una validez propia de la producción investigativa
(sea un diseño o una comunicación de resultados), de implicancias lógicas y
discursivas, más que una validez en términos de cuánto eso condice con la realidad
concreta de lo existente. Esta validez requiere ante todo la claridad de lo comunicado
(la precisión de los términos implicados, la explicitación de definiciones conceptuales, la
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

evitación de ambigüedades o vaguedades, la explicitación del accionar concreto de


quien investiga durante el proceso de conocimiento, etcétera). Esto también configura
un terreno de debates, ¿es posible evaluar en qué medida un texto se corresponde con
la realidad? La respuesta dependerá del posicionamiento epistemológico, puesto que
será relativa al modo en que se entienda tanto la realidad como la factibilidad de
aprehenderla.
En todos los casos, la validez interna remite a la valoración de la congruencia entre la
pregunta- problema y la estrategia propuesta (si se trata de un diseño) o seguida (si se
trata de un reporte). Seguiremos aquí este orden (diseño y reportes) para presentar la
temática.
La consistencia interna es un criterio de calidad distintivo de las propuestas de
investigación. El grado de coherencia lógica de sus distintos elementos, es uno de los
principales criterios para valorar la precisión con que se ha construido un objeto de
conocimiento y una estrategia de abordaje. Junto con lo anterior, aparecen sub-criterios
relativos a la consistencia interna de los distintos elementos. Dicho lo anterior,
puntualicemos a qué hace concretamente referencia esa consistencia interna, que se
entiende como necesaria. ¿Qué aspecto me interesa conocer? ¿Hace éste referencia a
un carácter común, abstracto y por tanto desprendido de los modos concretos –siempre
singulares- en que se presenta, a sus variaciones efectivas y su conexión con otros
elementos, tal como sucede en la realidad empírica? ¿Cómo y por qué se seleccionará
un momento, un lugar, una persona, un escenario, como modo de acercamiento
investigativo? ¿Cómo y por qué se abordará mediante ciertas preguntas, realizadas de
cierto modo, o mediante otro tipo de observación? ¿Cómo y por qué se trabajará con
esos datos empíricos para construir conocimiento? ¿Hasta qué momento se buscará
más información, y por qué?
Valorar un diseño en términos de calidad implica valorar si la pregunta de
investigación se encuentra en consonancia con sus objetivos, y si ambos elementos se
corresponden con los abordajes cualitativos. Lo mismo respecto del modo de acceso
propuesto para el campo, y las técnicas que inicialmente se proponen como
convenientes (si bien el diseño se considera provisorio, digamos que pueden existir
contradicciones en los términos mismos que se emplean, como por ejemplo si se
propone abordar una temática relativa a la interacción médico/paciente únicamente a
través de entrevistas a profesionales médicos, o una temática relativa a trayectorias
terapéuticas mediante la observación —que por definición es sincrónica). Cabe recordar
que las estrategias cualitativas se distinguen por el lugar que la teoría asume en el
planteo del problema de conocimiento (dado que no se considera que este último pueda
ser neutral o limitarse a reflejar un problema empírico), por lo que las concepciones
teóricas no sólo deben ser enunciadas, sino asumidas en el modo de abordaje que se
propone.
En cuanto al marco teórico, la consistencia se encuentra asociada con la pertinencia, y
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

está dada por el carácter sólido de las referencias. Cabe advertir que, en este sentido,
no necesariamente se trata de actualización. Una referencia a autores clásicos en cierta
disciplina puede brindar solidez al planteo. Ahora bien, según la temática, es posible que
también se requieran desarrollos conceptuales cercanos en tiempo y espacio. En
términos generales, se trata de anclar el planteo de un problema en supuestos y
afirmaciones, en valoraciones y posicionamientos, que no sean personales ni
prejuiciosos, sino que estén basados en autores relevantes para cada campo temático.
Los marcos teóricos son principios generales, apriorísticos y valorativos. Ahora bien, más
allá de qué significa el concepto de “teoría”, hay autores que postulan como criterio de
calidad respaldar la indagación con un marco teórico pertinente y sólido, focalizado en
el asunto y no vago y general, a partir del cual se desemboque en el planteo del
problema. Un buen marco teórico es aquel que sitúa el recorte en el marco de ciertas
preocupaciones, en lugar de presentar los resultados o procedimientos como únicos
legítimos o posibles.
Los marcos teóricos, las lógicas y dinámicas que ellos a su vez asumen como propias de
la realidad social, también pueden marcar ciertos puntos de partida. Por ejemplo, si se
remite desarrollos teóricos que de uno u otro modo refieran a desacuerdos y puntos de
vista divergentes, o a relaciones de hegemonía/subalternidad, de desigualdad de
estatus y/o conflictos de intereses, siendo la intención conocer en profundidad cierto
fenómeno, en su carácter singular y situado, será necesario desplegar a lo largo del
diseño una propuesta que permita recuperar una mínima diversidad de voces, así como
situaciones ante las cuales los sujetos no siempre encuentran idénticas oportunidades.
Posiblemente la atención prestada a estos aspectos sea uno de los elementos distintivos
de calidad en los abordajes cualitativos, dado que partimos de considerar que los
objetos de investigación son construidos y no un reflejo de lo existente.
Los antecedentes o estado de la cuestión, a diferencia de lo anterior, resultan
consistentes cuanto mayor sea su actualización. Se trata de estudios empíricos que
hacen referencia a realidades concretas. Resulta conveniente que reúna las últimas
producciones en la temática, describiendo qué se ha investigado concretamente, desde
qué perspectivas, y con qué resultados. Además, al criterio de temporalidad (que sean
recientes) resulta propicio conjugarlo con el de espacialidad: que remitan al escenario
que se busca abordar, en la medida en que haya sido anteriormente abordado. El grado
de relevamiento del estado de la cuestión es clave, porque de allí deriva la vacancia
de la propuesta. Esto debe ser subrayado dado que resulta habitual que, dado el
financiamiento existente para determinados temas, o que estos se encuentren de
alguna manera en la agenda pública, se descuide el hecho de que investigar implica
producir un conocimiento novedoso. De esta manera, podemos aventurar, por ejemplo,
que estudiar estrategias de alimentación resulta más apropiado que indagar si las
personas pobres poseen suficientes ingresos para comprar alimentos saludables; o que
conocer las trayectorias de atención resulta más interesante que comprobar que las
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

personas legas no poseen los mismos conocimientos que las expertas en un tema; o que
conocer las experiencias concretas de las personas ante determinadas situaciones
puede resultar más relevante que conocer sus representaciones sociales en asuntos
donde aquellas ya han sido abordadas con insistencia previamente.
Valorar la consistencia interna del marco teórico y los antecedentes implica que, en su
puesta en diálogo, derive su articulación al planteo del problema de conocimiento .
Este se encuentra en el punto exacto donde se reconoce un vacío en el conocimiento
disponible. También puede contribuir a delimitar este vacío la importancia práctica de
un problema empírico siempre atendiendo que en investigación cualitativa (dado que
se parte de entender que el problema de conocimiento es una construcción teórica, en
base a cierta preocupación y cierto enfoque, y no un reflejo de la realidad existente)
esto es parte de la justificación.
En cuanto a los objetivos, un proyecto de investigación resulta consistente cuando
incluye únicamente objetivos de conocimiento. Los objetivos de incidencia o
intervención son objetivos de acción que se prosiguen a la obtención de resultados, y
tienen que ver con el uso que se haga de estos últimos, pero hay factores que los
condicionan que son ajenos a la producción de conocimiento (dependen de la inserción
institucional, de quien esté en el momento de finalización del proyecto como autoridad
en los lugares con injerencia, y de una suerte de aspectos tanto de coyuntura como
vinculados a la destreza estratégica de quienes difundan los resultados, que escapan a
la lógica de producción de conocimiento). De tal manera, resulta apropiado que el
diseño proponga la construcción de datos rigurosos y novedosos, y que lo relativo a su
circulación a nivel social, territorial o institucional sea evaluado y valorado aparte. Salvo,
claro, que se trate explícitamente de un proyecto de investigación-acción, cuyo diseño
debe ser acorde con esa propuesta. A su vez, respecto de los objetivos, el general debe
brindar un marco lógico en términos de tiempo y espacio, y universo, a los objetivos
específicos, que no deben excederlo y que deben desprenderse del general y ser
suficientes para cumplimentarlo. Esta es la consistencia interna de los objetivos, pero
también estos deben guardar coherencia con el resto de la propuesta.
El problema planteado resulta consistente cuando se encuentra en armonía con los
objetivos y, a su vez, puede ser respondido en el tiempo y con los relibros disponibles.
Relibros que no sólo son materiales, sino que también hacen al equipo (su grado de
experticia en la temática, en el escenario y en la investigación cualitativa en general; su
experiencia previa como equipo —o la falta de ella) o bien, a la falta de aquel. Cabe
advertir que ni el poco tiempo disponible, ni el financiamiento escaso, ni la falta de
expertise constituyen per se un obstáculo al desarrollo de una investigación de calidad.
Esta última se define, en cambio, por el grado de concordancia entre estos
condicionantes externos y la propuesta presentada. Para el caso de falta de experiencia
previa, siempre resulta fundamental encontrar instancias de orientación y seguimiento
que en ocasiones ofrecen las instituciones que respaldan los proyectos.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

Finalmente, la consistencia del diseño remite a haber propuesto o realizado un


muestreo apropiado 15. Según la propuesta, esto tendrá que ver con anticipar cuotas o
bien con explicitar su carácter abierto e indeterminado. Si la propuesta busca saturación
(sostener las técnicas hasta el momento en que la información que comienza a aparecer
es redundante con la obtenida hasta aquel momento), el muestreo es un factor
fundamental para poder lograrla; si no la busca, la heterogeneidad de perspectivas y
“casos negativos” puede marcar la clave de la riqueza de un estudio. Asimismo, según el
caso, es posible evaluar consistencia según se plantee seleccionar a quienes se
encontrasen más accesibles (según tiempo y relibros disponibles), a quienes tuvieren
mayor cercanía con el fenómeno bajo estudio, o bien a quienes permitieran acercarse a
distintos aspectos del mismo —con sus posibles combinaciones.
En segundo lugar, como mencionamos, la consistencia también puede valorarse
respecto del reporte. La coherencia interna hace a la explicitación de puntos de partida
o preocupaciones iniciales, los procedimientos seguidos, y el tipo de resultados
obtenidos. Por ejemplo, si la preocupación comentada era conocer las categorías
“nativas” sobre el embarazo, todo reporte requiere reproducir de algún modo
verbatims; en sentido contrario, si la preocupación partía de una perspectiva crítica pero
los reportes de resultados se limitan a reproducir lo que los propios sujetos comentan
de sí mismos y/o de sus entornos, estaríamos ante un reporte poco consistente o de
baja calidad.
En la medida en que todo reporte de resultados debe incluir lo relativo al por qué y al
cómo se llegó a tales hallazgos, es posible rastrear aspectos de la consistencia de la
propuesta en cualquier informe escrito. Cabe advertir al respecto: no se trata de que se
deba conservar fidelidad al diseño original, muy por el contrario. Sino de que la
flexibilidad de estas estrategias debe implicar que en la medida en que se avanza y se
reformula la propuesta inicial, no por eso se deje de tener en mente el sentido de lo
investigado, la preocupación que orienta tanto los datos a recuperar como el modo de
interpretarlos. Es por eso que en cada corte transversal (de medio término) o al finalizar,
lo que se diga debe estar en consonancia con un planteo de problema que, aunque sea
recomendable que no sea idéntico que el inicial, siga orientando la producción de
resultados.
Toda investigación cualitativa se produce desde un determinado enfoque, que marca las
preocupaciones, el recorte y/o el marco teórico desde el cual se aborda la realidad. Al
momento del reporte, la coherencia viene dada por la armonización entre el enfoque
y los resultados: si el resultado no coincide con el enfoque reportado, quiere decir que
se estaba optando por otro enfoque, que no fue convenientemente explicitado. Esto no

15
Entendemos aquí por “muestreo” a la selección de informantes, escenarios, momentos y todas las
tomas de decisión que implican un acceso concreto al campo. El término “cuotas” refiere a ciertas
proporciones establecidas de antemano respecto de qué, cuándo o a quiénes observar/preguntar, según
intereses teóricos o conocimiento previamente disponible sobre el campo (en investigación cualitativa,
estas en general buscan lograr heterogeneidad en las personas o contextos seleccionados).
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

quiere decir que el enfoque venga dado por el diseño, de una vez y para siempre. Muy
por el contrario: el devenir del campo puede ir marcando limitaciones y necesidades de
reformular la mirada inicial de la que se había partido. Pero esta reformulación no
implicará en ningún caso la objetividad o falta de enfoque, sino la adopción o
elaboración de uno nuevo, que debe constar al momento de presentar resultados.
Porque todo resultado surge de una determinada construcción del objeto, es necesario
explicitar esta construcción (incluso en su carácter dinámico, a lo largo del trabajo de
campo) para poder valorar convenientemente los hallazgos. Por poner un ejemplo, si en
un reporte de investigación se menciona que el enfoque adoptado considera al poder
como aspecto constitutivo de toda relación social, pero la descripción del campo sólo
presenta situaciones de armonía y cooperación, podemos deducir que el enfoque que
orientó la mirada no coincide con el explicitado.
La consistencia interna de un reporte viene dada, entonces, por la explicitación del
enfoque o perspectiva adoptada a lo largo de la investigación (con sus
correspondientes reformulaciones, en caso de haberlas habido) y la explicitación de
los procedimientos a través de los que se construyeron los datos —la forma de
contacto con el escenario y/o los informantes, la selección de participantes, las técnicas
utilizadas, el tratamiento de la información, etcétera. En cuanto a lo descripto e
interpretado, resulta a su vez clave la distinción entre términos nativos (los utilizados
por los sujetos en su vida cotidiana), términos teóricos tomados de los enfoques
utilizados, y términos emergentes acuñados por quien investiga para describir lo
encontrado. Es por esto que la interpretación de los datos requiere ser presentada como
un diálogo entre el conocimiento previo disponible y lo que la investigación en particular
ha venido a mostrar. Nuevamente, la capacidad argumentativa y el dominio de la
expresión escrita resultan destrezas clave a tales fines. Cabría preguntarse, sin embargo,
si esto resulta suficiente.
Dicho esto, ¿quién y cómo valora la consistencia interna de una propuesta o reporte? Si
bien es un criterio que debe orientar la producción de diseños y presentación de
resultados, muchas veces quien está directamente involucrado como investigador no
logra desapegarse lo suficiente como para valorar apropiadamente esta congruencia.
Por tanto, hay quienes eligen hablar más que de “validez”, de procesos de “validación”,
entendiendo por tal al proceso mediante el cual otros sujetos consideran apropiada
una determinada propuesta o determinados resultados. La validación hace a la
credibilidad de una estrategia y/o de ciertos hallazgos. De esta manera, nos
encontramos en la frontera de lo que en términos esquemáticos puede ser diferenciado
de lo anterior, asumiendo el nombre de “validación externa”.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

Validez externa en la investigación cualitativa


Para abordar lo relativo a la validez externa es preciso tener presente qué implica una
estrategia cualitativa, en términos de asumir al conocimiento científico como resultado
del proceso de construcción de un objeto investigativo, y de la interpretación de
segundo grado respecto de la realidad (una interpretación acerca de las formas en que
los sujetos interpretan sus contextos de vida). En principio el concepto de “validez
externa” refiere al grado de apego de un determinado resultado respecto de la
realidad. Y es esto lo que tensiona la concepción específica de realidad en que se basan
las estrategias cualitativas.
Para referir a este tipo de validez resulta más apropiado recuperar el concepto de
“procesos de validación”, y advertir que nos situaremos ya no en la etapa de diseño, sino
en la presentación de productos intermedios y resultados.
Los procesos de validación externa pueden a su vez clasificarse en dos: la validación
por parte de la comunidad científica (es decir, la validación de las interpretaciones de
segundo grado) y la validación por parte de los sujetos de investigación (que remite a
la validación de la reconstrucción realizada de las interpretaciones de primer grado).
Ambos procesos irían de la mano con considerar que la verdad no consiste en reflejar
de manera objetiva algo que existe independientemente de todo punto de vista, sino
por el contrario, que ésta se basa en acuerdos intersubjetivos acerca de lo real que
configuran un cierto horizonte paradigmático y cultural – sea en cuanto a la expertise
propia de una comunidad científica, tal como la describiera Thomas Kuhn, o no. Vale
decir que ambas validaciones remiten a en qué medida lo dicho recoge elementos que
el resto convalida como verdaderos, sea en cuanto al modo en que se presenta la
realidad cotidiana ante los sujetos o al modo de interpretar y aplicar las teorías
relevantes disponibles (junto con la relevancia asignada a aquellas). Podría pensarse
que de un lado estaríamos más inclinados a identificar la validez de lo descrito y de otro,
la validez de lo interpretado. A su vez, ambos procesos se concretan en diversas
instancias. Abordaremos brevemente ambas situaciones.
Cuando la validez externa remite a los procesos de validación por pares también puede
recibir nombres como “auditabilidad” o “confirmabilidad”. Estos procesos tienen que
ver con valorar el registro de documentos de campo y la explicitación de tomas de
decisión. A su vez, con valorar la pertinencia respecto de lo que fue dicho hasta el
momento sobre el tema y/o sobre el enfoque adoptado, tanto en términos de marco
teórico-conceptual como de estado de la cuestión. No sólo son validaciones técnicas,
sino que además incorporan la validación teórica (es decir, en este punto confluye esta
validación con lo que arriba llamamos “validación interna”, marcando la artificialidad de
las fronteras demarcatorias).
La validación por pares atañe tanto al ejercicio de evaluación propio de reuniones de
expertos (congresos, jornadas, etcétera) como al proceso de evaluación intrínseco a la
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

publicación en revistas científicas. En el campo de la salud, se tiende a considerar que la


evaluación por parte de Comités de Ética es consustancial a este tipo de validaciones. A
su vez, los procesos de validación por pares también pueden entenderse de manera más
continua e informal, remitiendo al intercambio con referentes de determinada área y/o
garantizada a través del trabajo colaborativo en equipos y centros de investigación.
Los debates al respecto problematizan, por un lado, si la validación externa más
apropiada en términos de garantía de calidad son las producciones intermedias
(registros, documentos de campo, memos) en tanto mediaciones que dan cuenta de la
construcción concreta del objeto investigativo, o la de reportes finales, orientada a
valorar en qué medida lo concluido es apropiado según la construcción del objeto y los
procedimientos empleados. Por otro lado, también señalan el posible conservadurismo
de este tipo de validaciones, algo que retomaremos más abajo.
Que una determinada investigación haya obtenido este tipo de validación externa
significa que es posible basarse en los conceptos, en los métodos o en las valoraciones
de un estudio para continuarlo con futuras líneas de investigación o para teorizar acerca
de ello, porque provee “pistas” interesantes respecto de ciertos modos de
funcionamiento, lógicas o fenómenos de la realidad.
En cuanto a los procesos de validación externa por parte de los sujetos que participaron
de la investigación, se encuentran tanto quienes defienden este mecanismo como
indispensable para un control de calidad de resultados como quienes valoran que este
procedimiento se corresponde con cierto tipo de enfoques o propuestas, pero no así
con la totalidad de investigaciones cualitativas. En ambos casos, se considera que sólo
los participantes pueden decir en qué medida lo que se ha dicho sobre ellos es
correcto, apropiado o razonable. Los sujetos participantes, si bien son legos en materia
de investigación, son los únicos expertos acerca de su propia realidad, tanto sobre las
categorías nativas como sobre los comportamientos juzgados aceptables en los distintos
ámbitos donde transcurre su cotidianeidad. Desde esta óptica, si los abordajes
cualitativos buscan reconstruir las perspectivas de las personas estudiadas, la única
forma de decidir si sus resultados son correctos es que resulten creíbles para estas
mismas personas. La validación por parte de los sujetos puede realizarse de distintas
maneras, a lo largo del proceso de construcción de datos o con posterioridad al mismo
en clave de devolución de resultados, existiendo infinitas variantes para establecer y
conducir estos diálogos.
Si bien hemos abordado lo anterior en términos éticos (y reiteramos nuestra convicción
de que ética y calidad son aspectos inescindibles), puede resultar conveniente
problematizar aquí una arista que tal vez haya concitado renovada atención en los
últimos años. Nos referimos a lo que el sociólogo Pierre Bourdieu describió como la
“tentación de profetismo” por parte de intelectuales e investigadores: el dejarse seducir
–de manera consciente o inconscientemente- por la ilusión de decir algo relevante para
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

determinada audiencia, a fin de ganar reputación y reconocimiento social 16. En líneas


generales, la adhesión social tiende a ganarse cuando en lugar de producir conocimiento
de segundo grado, se reproducen postulados de sentido común; es decir, cuando se
replica como válido (o amplifica, difundiéndolo bajo la legitimidad que otorga el
conocimiento socialmente considerado como científico) aquello que los propios sujetos
sostienen, en lugar de realizar una nueva interpretación que lo problematice,
contextualice, muestre disensos y tensiones lógicas, etcétera. Creemos relevante
mencionar lo anterior como uno de los puntos dilemáticos en que lo que podría ser un
proceso de validación, puede comprometer la calidad. En este sentido, quienes
suscriben estas concepciones señalan que muchas veces los trabajos científicos pueden
provocar resistencias, en la medida en que tiendan a cuestionar las verdades de
sentido común, explicitar los sobreentendidos, develar relaciones de
jerarquía/subalternidad o problematizar los preconceptos de los participantes.
También el conocimiento científico puede desvincular lo que habitualmente se cree
conectado, o articular lo que a priori se supone que no guarda relación entre sí,
provocando desconcierto.
En esa dirección, se plantea que un posible criterio de calidad se encontraría en cambio
en el “plus” que un trabajo cualitativo propone por sobre las interpretaciones de los
protagonistas acerca de sus propios entornos y realidades. “Plus” que no
necesariamente consiste en contradecir lo que es tomado por verdad, sino más bien en
mostrar sus límites: bajo qué condiciones es verdadera cierta afirmación y bajo cuáles
se muestra falaz. Esto puede ir de la mano con visualizar la pluralidad de voces, la
diversidad de matices que aparecen en situaciones e interpretaciones de los
protagonistas, o bien en la intención de equilibrar el reporte de fortalezas y debilidades,
de oportunidades y barreras, de determinaciones y márgenes de libertad, de
recurrencias y excepcionalidades. En ocasiones lo anterior también se logra visualizando
relaciones de jerarquía/subalternidad que otorgan una capacidad diferencial de acción
y/o de expresión a los distintos sujetos. Cuando se realiza este trabajo de manera
sistemática, el resultado siempre difiere de la mera reproducción del decir de los
protagonistas, aun cuando éste sea tenido en cuenta y valorizado.
En la tensión entre validación externa por pares o por los sujetos de investigación,
diremos que tras identificar a las interpretaciones de investigadores cualitativos como
interpretaciones de segundo grado, se abre la pregunta respecto de en qué medida no
corresponde validar la recuperación de las de primer grado, o si también la validación
atañe al resultado de la investigación, que para ser de calidad, requiere tener
componentes que no repitan meramente lo enunciado por los participantes, sino que lo
problematicen a la luz de la literatura previa (teórica, estado de la cuestión), algo que

16
Bourdieu, Pierre, Jean-Claude Chamboredon y Jean-Claude Passeron, El oficio de sociólogo. Buenos
Aires: Editorial Siglo XXI (1975). Pierre Bourdieu (1930-2002), sociólogo francés, es considerado uno de
los teóricos sociales contemporáneos más influyentes.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

en principio escaparía a los participantes.


Por ello hay quienes sostienen que para que un abordaje cualitativo sea de calidad, debe
ser una interpretación de segundo orden, y que aquello conllevaría en cambio
permanecer atado a un primer orden en la investigación –es decir, repetir lo que las
personas ya saben sobre sí mismas. En estos casos, se sostiene, sólo quien conoce sobre
los elementos teóricos de la construcción de objeto y procedimentales de las estrategias
cualitativas, puede juzgar de modo conveniente si algún resultado es o no válido.
En este sentido, se advierte que una investigación cualitativa que confirme los
supuestos o preconceptos que se sostenían con anterioridad al campo, difícilmente
sea una investigación de calidad. Esto es porque necesariamente las afirmaciones
generales se ponen en tensión, muestran sus limitaciones, al abordar situaciones
singulares y/o contextos particulares. Por lo anterior, sostienen, resultaría sospechoso
corroborar puntos de partida. Sumado a lo anterior, dado el peculiar trabajo de campo
que suelen implicar las investigaciones cualitativas, es posible que surja o se refuerce
algún tipo de apego para con ciertas valoraciones de los sujetos, o para con ciertos
grupos de sujetos, o para con ciertos resultados. Es habitual que el trabajo de campo
implique empatía, y esto puede producir enfatizar unos resultados por sobre otros, o no
mencionar contradicciones internas. Sea de manera consciente o inintencional, el apego
y la empatía pueden llevar a manipular los resultados. Cuando se incluyen instancias de
validación externa con los sujetos protagonistas, estas posibilidades se acrecientan.
La validación externa también requiere la precaución de estar atentos a los efectos
políticos de los reportes, porque lo dicho raras veces resulta inocuo o neutral para
quienes ocupan distintas posiciones en el espacio social. Por otra parte, la producción
de nuevos conocimientos debería ser distinta a una confirmación de lo sospechado
inicialmente para que haya tenido sentido emprenderla. En otros términos: en las
estrategias cualitativas es más propio realizar una investigación para encontrar lo
insospechado.
A su vez, hay quienes identifican que esta limitación no atañe a la validación por parte
de sujetos participantes únicamente, sino a la totalidad de los procesos de validación
externa. Al respecto, se señala que la comunidad científica tiende a mirar con buenos
ojos aquello que confirma lo que ya se sabía, y a desconfiar de lo que pone en cuestión
el conocimiento previo, tal como lo describió oportunamente el propio Thomas Kuhn al
describir los procesos de desarrollo del conocimiento científico 17.
Sin embargo, hay quienes también señalan que lo disruptivo suele generar conflicto en
todos los casos. Por lo que, tanto dentro de la comunidad académica como en relación

17
La estructura de las revoluciones científicas. Madrid: Fondo de Cultura Económica (1975). Thomas
Kuhn (1922-1996) desarrollo una filosofía del conocimiento científico a partir de datos históricos acerca
del desarrollo y pérdida de vigencia de los denominados “paradigmas científicos”, donde la validación
por parte de la comunidad de pares resulta constitutiva del conocimiento científico y, al mismo tiempo,
tiende a ser conservadora.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

con los participantes, una buena investigación que arroje resultados que contradigan los
consensos establecidos se pondrá necesariamente en entredicho por los interesados:
no sólo los sujetos pueden tener interés en sostener su propia versión sobre la realidad
en que viven, sino también los científicos cuyo prestigio se basa en cierta concepción
acerca de aquellas realidades. ¿Esto invalidaría de todos modos dichos resultados?
Y, en sentido inverso ¿qué sucedería si los resultados de una investigación contribuyeran
a reforzar prejuicios preexistentes? ¿O relaciones de desigualdad, preconceptos,
estigmatización? Esto nos reconduce a los debates mencionados arriba respecto de los
aspectos éticos. Porque un posible criterio para valorar la calidad de un proceso
cualitativo es el cuidado que se haya puesto, la atención que se haya prestado, a posibles
efectos de desigualdad producidos por la puesta en marcha del proceso investigativo.
Con esto nos referimos, básicamente, a los réditos económicos y de reconocimiento que
puedan resultar de una investigación, además de a los resultados en términos de nuevos
conocimientos. Lo comentado sería una dimensión de la investigación que también
admitiría la validación externa.
Para ambas ópticas de validación, por otra parte, se han utilizado otros términos
vinculados con la calidad, como la “autenticidad” (a falta de un criterio considerado
objetivo y unívoco sobre la realidad), también calificada como “ontológica” como
criterio de “equidad” o de “justicia”. Todos estos conceptos remiten a lo que aquí hemos
presentado como la necesidad tanto de recuperar la complejidad de las perspectivas de
primer grado (fundamentalmente, su carácter plural, ambiguo y contradictorio) como
de reelaborarlas para producir conocimiento de segundo grado. Regresamos con ellos,
de esta manera, al núcleo de los debates presentados.
Resumiendo lo presentado, diremos que todos los procesos de validación externa han
sido problematizados en términos de calidad. En ese sentido, según se ha señalado, es
probable que tanto abordajes como resultados innovadores o que puedan contradecir
lo establecido hasta el momento sean invalidados por motivos meramente
tradicionales, que no hagan a la calidad de estrategias o datos. Habida cuenta de que
toda novedad radical desafía las relaciones de poder y jerarquías preexistentes en
cualquier campo; en lo específico del conocimiento, esto va acompañado de una
desautorización de los saberes previos.
Determinar qué resulta conveniente y qué no aparece entonces como una práctica que,
por situada, no puede considerarse neutral u objetiva desde los paradigmas que
informan las estrategias cualitativas.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

Los atributos propios de las estrategias cualitativas como


criterio de calidad: la reflexividad en primer plano
Un eje particular de debate respecto de las estrategias cualitativas, sobre todo por parte
de quienes no comprenden o rechazan sus puntos de partida paradigmáticos, es la falta
de garantías respecto de que lo comunicado haya sucedido efectivamente tal como se
lo reporta. Sobre todo, en investigaciones largas y en profundidad, donde el campo y el
vínculo con los sujetos dista de poder ser comentado sintéticamente de manera
exhaustiva. Como respuesta a este tipo de cuestionamientos, y reforzando la mirada
paradigmática, se ha tendido a señalar a la reflexividad como aliada para el
reconocimiento de la calidad investigativa: cuánto más cuenta se dé de ambigüedades,
dudas y reformulación, toma de decisión, de la presencia de quien investigó en los
hallazgos, más se minimiza el riesgo de idealización o simplificación excesiva del
proceso investigativo en el reporte. La interacción entre quien investiga y quienes son
investigados es siempre un condicionante clave de los resultados, por lo que es preciso
comentar los resultados como producto de aquella.
Enfatizando lo anterior, creemos legítima la pregunta respecto de si acaso asumir un
compromiso con la especificidad distintiva de las estrategias cualitativas no cabría ser
considerado un criterio de calidad. En otras palabras, si estas estrategias poseen
singularidades características, una investigación de calidad sería aquella que logre
capitalizarlas. Desde este parámetro, mientras otros abordajes son estructurados
(proponen de antemano técnicas y el dato surge de la aplicación de estos diseños
iniciales), una estrategia cualitativa que replicara esta modalidad de trabajo podría
considerarse como pobre.
Cabe advertir que, si el criterio de calidad es la utilización “apropiada” de los abordajes
cualitativos, el grado de apropiación sólo puede juzgarse caso por caso, atendiendo a la
definición de estas estrategias. De tal manera, mientras que una vez más el
establecimiento de parámetros universales puede mostrarse árido para valorar la
calidad en investigación cualitativa, la dimensión de reflexividad de la propuesta puede
resultar fértil para valorar en qué medida la experiencia investigativa (gestionar el
trabajo de campo, las sensaciones de quien investiga, sus recuerdos y asociaciones, la
recepción recibida por parte de los sujetos de la investigación, el tipo de intercambios
informales que se producen, etcétera) es integrada a los resultados. En términos de
adecuación teórica, resulta importante visibilizar el rol de quien investiga como parte
constitutiva del conocimiento producido. Aquí aparecen cuestiones socioculturales, de
género, generacionales, profesionales, que son las que enmarcan los intercambios
(intercambios que no son sólo entre individuos, sino también entre distintas posiciones
del espacio social). Cada investigación concreta actualiza —más allá de las intenciones
de quien investigue— relaciones sociales.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

Contrariamente a lo que suele pensarse, los sentimientos están presentes en toda tarea
científica, y de hecho son los que nos proveen la persistencia necesaria. Sería largo —y
excedería los límites de este libro— enumerar las distintas formas en que aquellos se
ponen en juego a lo largo del proceso de conocimiento, y lejos estaríamos por otra parte
de lograr una mención exhaustiva. Desde el punto en que las estrategias cualitativas
parten de reconocer que quien conoce siempre es un sujeto, al igual que quien es
conocido, resulta ineludible señalar que el proceso de producción de conocimientos se
encuentra atravesado por sensaciones, emociones, contrariedades. La comunicación
de al menos una parte de ellas —esa parte que más ha condicionado el libro de la
investigación, por ejemplo, en cuanto a la interacción con los participantes— puede
convertirse en un criterio interesante para valorar la calidad de un reporte de
investigación cualitativo.
En la medida en que todo conocimiento resulta de un proceso de producción, resulta
interesante transmitir las vicisitudes concretas de la tarea. Lo emocional forma parte
del contexto en que se produce la investigación; puede ser a través de cierto temor que
nos produzca un escenario o una situación, a través del acuerdo que sintamos con las
razones de algunos, o la bronca que nos genere la injusticia que atraviesan otros.
También puede ser por la sensación de falta de relibros suficientes (de tiempo, de
formación, de relibros tecnológicos) y la impotencia que genere esto en el trabajo de
campo. Sensaciones como la incertidumbre o el desconcierto, por otra parte, integran
casi ineludiblemente el gesto de aventurarse en la elaboración de un conocimiento
novedoso.
Para un proceso de reflexividad enriquecida, el intercambio con colegas y otro tipo de
pares resulta clave, porque permite percibir conflictos, entrever libros alternativos de
acción y revisar las implicancias de cada toma de decisión. Por lo anterior, y dado que
no siempre se investiga en equipo además de que no siempre los equipos están
igualmente abiertos a los disensos internos, resulta recomendable proveerse instancias
que posibiliten estos intercambios del trabajo en proceso (a través de libros, jornadas,
grupos de estudio, etcétera). Por otra parte, debemos mencionar que aun cuando no
sea desarrollada por un equipo, una investigación nunca es puramente “individual”,
aun cuando el financiamiento o el encuadre (por ejemplo, un trabajo de tesis) sí lo sean.
La investigación se produce en el marco de soportes institucionales, o bien en su
ausencia. Estos elementos, enfocados y recortados según el recorrido disciplinar de
quien investiga, forman parte de las condiciones de producción de una investigación.
Otras condiciones de producción, más obvias, son el tiempo y los relibros disponibles,
las autorizaciones necesarias para entrar al campo, etcétera.
Cuando hablamos de reflexividad, y lo que nos interesa es valorar la rigurosidad de esta,
los aspectos que venimos señalando necesariamente condicionaron la toma de
decisiones (incluyendo la vigilancia sobre implicancias éticas), por lo que debieron ser
registrados, y por tanto deben a su vez estar incluidos en el reporte de investigación,
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

para que los resultados se comprendan a la luz de las condiciones en que fueron
producidos.
Reflexividad y explicitación van de la mano. Puede considerarse desde esta perspectiva
que un buen reporte de investigación es aquel que incluye, junto con los hallazgos,
información respecto de cómo se produjeron aquellos, remitiendo cada una de las
afirmaciones que se haga sobre lo encontrado al contexto y modo específico en que
fuera obtenido. Esto atañe al clima del trabajo de campo, los informantes, las técnicas
que fueron aplicadas y la modalidad de dichas aplicaciones, etcétera.
Recuperando las ideas de flexibilidad y reflexividad como aspectos centrales de una
investigación cualitativa de calidad, es posible identificar como buenos reportes —
producto a su vez de buenas investigaciones— a aquellos que incorporan referencias al
proceso de construcción de datos. Esto nos orienta respecto de tomar en consideración
en qué medida un abordaje cualitativo siguió fases predeterminadas (procedimiento
que entra en tensión con los aportes específicos de estas estrategias) o bien se
realizaron procedimientos que se fueron monitoreando y desarrollando según las
necesidades que iban emergiendo en el trabajo de campo. Junto con lo anterior, por
supuesto, es preciso valorar las argumentaciones en que se apoya el reporte de qué fue
hecho y cómo. En definitiva, es un criterio de calidad haberse dejado afectar por lo
encontrado en el trabajo de campo, tanto como el que toda toma de decisión respecto
de aquel esté debidamente justificada (lo cual no se puede valorar en abstracto, sino en
la medida del conocimiento de que disponía quien investigaba al momento de tomar
aquella decisión sobre el rumbo de su acceso o permanencia en campo, muestreo,
técnica a utilizar, etcétera).
Resumiendo lo anterior: la explicitación de alcances y límites de lo afirmado, junto con
la flexibilidad como parte del despliegue de la estrategia, vuelven más veraz el proceso
completo de producción de conocimiento. Dado que estas estrategias están
caracterizadas por la reflexión crítica, y la ausencia de formatos preestablecidos sino
más bien la corrección de abordajes siempre situados contextualmente, la construcción
de conocimiento debe ser entendida como condicionada. No se trata de un estándar de
cientificidad en sentido estricto, pero sí de coherencia y, por tanto, calidad.

Originalidad y transferencia como posibles criterios de calidad


Los aspectos vinculados con la calidad actualizan a su vez la pertinencia ética de una
propuesta. Toda investigación implica puesta en marcha de relibros, solicitar que otras
personas dediquen tiempo a nuestros intereses, observar escenarios que escapaban a
la observación sistemática, potenciales riesgos (tal como los hemos enunciado arriba).
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

Es por esto que lo más ético resulta realizar aquella investigación siempre que esté en
condiciones de producir conocimiento de calidad, pero además novedoso.
En tensión con lo anterior, en algunos ámbitos o algunos autores proponen como
criterio de calidad el grado de contribución a la resolución de problemas concretos en
términos de transferencia investigativa (sea lo que fuera que se entienda por este
concepto, que también por supuesto es polisémico y abierto a debates). Lo cual a su vez
tiene resonancias con una vieja discusión respecto de las prioridades de financiamiento
en investigación científica (discusión mucho más general que lo que específicamente
refiere a las estrategias cualitativas de investigación social), en torno de la priorización
de investigación básica o aplicada, no sólo en cuanto a ciencias tradicionalmente
consideradas como “duras” sino también en cuanto al financiamiento de la formación y
el estudio en disciplinas como la filosofía. Cuando el parámetro de valoración acentúa
la importancia de investigaciones que brinden herramientas directas para afrontar
situaciones urgentes, o graves, o masivas, se tiende a poner en entredicho la necesidad
de una mirada que no se reduzca a lo inmediato —que es en definitiva el sustento a
mediano y largo plazo del desarrollo científico. Las miradas cortoplacistas suelen dejar
por fuera de observación el carácter histórico de la producción de conocimientos,
mientras que las de mediano y largo plazo permiten observar cómo se recuperan y
retroalimentan preguntas que no parecen tener conexión con los problemas concretos
de una coyuntura cercana, mientras que sí muestran absoluta relevancia en términos
de proyección. Por lo anterior, cuando se toma como criterio de calidad de una
propuesta el aporte a situaciones problemáticas que le son contemporáneas, se corre el
riesgo de perder de vista la dinámica histórica de la producción de conocimientos,
restando insumos al desarrollo del conocimiento científico.
La historia de las ciencias muestra que los grandes desarrollos surgieron a partir de
principios cuyo estudio estuvo vinculado más a un interés teórico que a un interés
práctico; principios surgidos de la investigación desvinculada de la aplicación concreta.
Para el campo de salud, con una fuerte tendencia prescriptiva (es decir, a concluir de
qué manera son los fenómenos y qué debe hacerse ante ellos), esto es una señal de
advertencia, porque la demanda de soluciones que por definición recibe continuamente
nuestra área puede llevar a perder de vista aquello aún más que en otros campos.
Asimismo, fijar como criterio de calidad el aporte a la resolución de problemas puede
llevar a condicionar los resultados o realizar interpretaciones forzadas. Desde este punto
de vista, hay quienes incluso se han preguntado si acaso un criterio de calidad para
valorar una investigación no sería acaso su honestidad respecto del limitado aporte que
podría realizar a una situación concreta. Fundamentando lo anterior, cabe a su vez
recordar que la realidad es siempre multidimensional, mientras que el conocimiento
científico para lograr sistematicidad requiere necesariamente partir de un recorte.
Finalmente, tensionando originalidad y transferencia como criterios, es posible
preguntarse en qué medida la priorización esquemática del segundo no podría poner en
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

entredicho la calidad en términos del primero. Puesto que nada garantiza que la
vacancia no provenga de la falta de rastreo sistemático por parte de quien la delimita,
sobrevalorar la transferencia podría llevar a la replicación de abordajes simples en
temáticas que ya han sido anteriormente abordadas desde tales estrategias, más que a
impulsar la creatividad que sería más propia de las propuestas situadas, distintivas de
estos paradigmas.

Para finalizar…

En este capítulo nos propusimos abordar dos temas polémicos y poco mencionados por
los actores involucrados en la investigación cualitativa en salud: la ética y la calidad.
Hemos planteado nuestro acercamiento a ambos buscando presentar debates
existentes. También hemos planteado algunos posicionamientos en términos de
criterios —es decir, haciendo referencia a lo que consideramos deseable. En todos los
casos, nos interesó señalar que suscribir la relevancia de ciertos criterios no implica
considerar que hay formatos únicos ni preestablecidos para valorar las investigaciones
concretas, siempre singulares. Tal vez la única excepción al respecto sea lo relativo a la
consistencia interna de los diseños, donde los elementos constitutivos se encuentran
relativamente consensuados (las distintas planillas de presentación de proyectos
pueden divergir en cómo agrupan o denominan a los elementos, pero estos en general
son constantes).
Comenzamos nuestro recorrido comentando aspectos generales de las estrategias
cualitativas tal como estas son entendidas en este libro, en función de ir desarrollando
los contenidos en base a esta explicitación inicial. De tal manera, incorporamos
elementos propios de estas aproximaciones y sus paradigmas subyacentes, y también
aspectos que desde una perspectiva problematizadora, análoga al tipo de enfoques que
las investigaciones cualitativas suelen utilizar para abordar los distintos fenómenos,
sobresalen como constitutivos de la producción científica de conocimientos en tanto
práctica social. A su vez, señalamos las implicancias de realizar un tipo de abordaje
investigativo infrecuente e incluso muchas veces desestimado o incomprendido en el
campo general de la producción de conocimiento en salud. Esto último nos permite
comprender la tensión que existe entre la imposición por responder a ciertos formatos
sedimentados como arquetípicos (en los que la estandarización aparece como sinónimo
de investigación rigurosa) y la necesidad de construir parámetros propios, respetuosos
de otras lógicas investigativas. En base a estos puntos de partida hemos abordado lo
relativo a la ética y la calidad.
Seguidamente nos centramos en lo relativo a criterios éticos, para lo cual fue necesario
incluir los debates en un nuevo marco: lo específico de los aspectos bioéticos, dado que
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

estos sí se encuentran ampliamente desarrollados y consensuados. De tal manera, lo


propio de las estrategias cualitativas de investigación social en salud lo fuimos
desplegando en contrapunto con similitudes y diferencias en torno de los principio s
éticos que han sido más pensados en relación con la potencial afectación de las prácticas
de producción de conocimiento en la vida, entendida en el sentido más orgánico del
término. Así, hemos buscado abordar tanto situaciones donde tal vez correspondan los
mismos resguardos (y hemos abierto a debate cada uno de los puntos, sin por ello dejar
de explicitar nuestra postura), y situaciones donde claramente corresponden
resguardos de otro tipo, sea porque aquellos no se condicen con nuestras
aproximaciones empíricas (por ejemplo, en cuanto al carácter anticipado de los
procedimientos) o bien porque nuestras aproximaciones plantean dilemas éticos
novedosos, que exceden a los biomédicos.
Finalmente, abordamos un tema que ha tendido a permanecer aún más alejado de las
agendas de discusión sobre las características metodológicas, como es el de calidad. Al
respecto, se buscó discutir con algunos sobreentendidos frecuentes (como considerar
a la saturación y a la triangulación como criterios de calidad, aún cuando estos términos
no resultan empleados con la precisión necesaria). Asimismo, se puntualizó la
importancia de la precisión comunicativa al señalar la distinción entre distintos tipos de
generalizaciones. También se describió someramente la validez interna como criterio
más consensual que lo relativo a validez externa, presentando en ambos casos el
concepto más dinámico y estratégico de “procesos de validación”, y problematizando
las concepciones sobre la verdad presentes en los paradigmas interpretativos. Por
último, se mencionaron aspectos propios y originales de las estrategias cualitativas
como posibles criterios de rigurosidad, y se pusieron en tensión otros criterios
extrainvestigativos como el de transferencia.
Esperamos que este recorrido haya resultado fructífero en términos de familiarizarse
con algunos conceptos y debates. Asimismo, confiamos en que haya disparado distintas
reflexiones en contrapunto con experiencias concretas de investigación, y que en ese
sentido pueda ser apropiado, motorizando preguntas y posibles tomas de posición. En
este sentido, creemos fundamental instalar la necesidad de abordar estas temáticas, y
de incorporarlas como ejes en base a los cuales problematizar las prácticas
investigativas, sin pretensión de establecer consensos ni parámetros universales.
Visualizar las particularidades de los abordajes cualitativos de investigación social en
salud en cuanto a ética y calidad —entendemos— resulta un primer paso ineludible
para instalar espacios respetuosos de la particularidad de estas aproximaciones,
tendiendo al mismo tiempo a promover estudios comprometidos con la rigurosidad
del conocimiento.
Capítulo 5. Desafíos de los abordajes cualitativos y su especificidad en el campo de la
salud

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Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

Capítulo 6
El reporte de resultados de
investigaciones cualitativas. Puntos de
encuentro con las convenciones en
revistas indexadas de salud 18

Para sostener y finalizar el desafío propuesto para este libro, abordaremos un tema que
habitualmente presenta dificultades: la escritura. Pero no lo abordaremos simplemente
en términos generales, sino que además lo haremos siguiendo un desafío mayor, como
es pensar la escritura de reportes finales de investigación bajo formatos que en principio
parecen ajenos. Y además, lo haremos bajo la convicción de que es posible no sólo
negociar con esos formatos, sino también reapropiarlos en función de desplegar uno
de los principios fundantes de las estrategias cualitativas —la concepción de que los
resultados de una investigación no resultan de un reflejo de la realidad, sino de la
construcción de un abordaje singular de la misma.
La escritura en la investigación tiene un lugar tan medular como habitualmente dado
por supuesto. Como si no se aprendiera, o como si dependiera exclusivamente del
talento personal o del grado de profesionalismo adquirido en base a otras experiencias,
distintas de la escritura. Esto no es casual, sino que plantea una continuidad con el lugar
que la escritura tiene en las distintas formaciones disciplinares y carreras de grado y
posgrado.
En el campo de la salud y en lo atinente específicamente a la publicación de resultados
de investigaciones originales, el formato que mayor jerarquía fue ganando en los últimos
años en tanto indicador de “cientificidad” reconoce preocupaciones y orígenes en
principio ajenos a las ciencias sociales. Como resultado, el paper, tal como se utiliza en
las revistas de ciencias de la salud que proveen de y se dirigen a un público
interdisciplinario, suele resultar un obstáculo para la publicación de resultados de
estrategias cualitativas en buena parte de las revistas indexadas de este campo. No es
que ello sea necesariamente un requisito, sino que muchas veces se pierde la
oportunidad de decidir en qué revistas queremos publicar y qué lectores nos interesa
tener, optando habitualmente por aquellas revistas en las que resulta más viable
hacerlo, en función de las exigencias de formato.

18
Agradezco los comentarios y sugerencias que Marisa Ponce realizó al borrador de este material.
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

Es por ello que en este capítulo nos proponemos historizar los requerimientos del
subgénero paper como segmento específico del género “escritura científica”, atentos a
la definición de un género narrativo como aquel que instaura ciertos modos correctos
de decir en el marco de ciertas prácticas y relaciones sociales. A su vez, buscaremos
compartir modos posibles de apropiarse de este subgénero para el reporte de
investigaciones cualitativas. Esto implica de alguna manera tensionar los límites de
preocupaciones divergentes, para encontrar aquello que resulte convergente y que
permita, en caso de así desearlo, divulgar resultados de estas investigaciones en
formatos que las llevan a circular por campos disciplinares distintos de las ciencias
sociales. Cabe sostener la pregunta respecto de si lo anterior implica una diseminación
ampliada o bien la desustancialización de lo específico de las estrategias cualitativas. Sin
intentar acallar posibles debates, presentaremos aquí algunas rutas viables para
convertir las convenciones de escritura de artículos originales en ciencias de la salud, en
caminos transitables.
Comentado lo anterior, esperamos que al finalizar este capítulo ustedes puedan:

● Valorar la consistencia interna y la precisión conceptual como elementos centrales de


la rigurosidad y validez de un reporte científico de investigación empírica
● Reconocer al reporte de investigaciones empíricas en salud como resultado histórico y
convención social
● Conocer el significado, origen y los usos frecuentes de la indexación de revistas
científicas
● Conocer las secciones habituales para los reportes de investigaciones originales en
revistas científicas en salud indexadas
● Identificar puntos de diálogo y conflicto en la “traducción” de una investigación
cualitativa al formato de reporte frecuente en ciencias de la salud

Presentación

La publicación de resultados o “reporte de investigación” es un momento clave en la


producción de conocimientos. Implica la socialización o puesta en disponibilidad del
conocimiento producido. En ese sentido, es su consagración, en términos de aporte a
aquel caudal de conocimientos previos en el que a su vez se basó. De esta manera, da
conclusión al ciclo de producción de conocimientos y al mismo tiempo, convalida la
pertenencia a la comunidad científica.
Ahora bien, lejos de ser un momento de conclusión lógica, en el que se desemboca casi
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

naturalmente, suele ser una instancia de aprendizaje, respecto de qué de lo


encontrado puede ser comunicado, a quiénes y cómo. Porque en general (y esto es lo
que pocas veces se comenta), no es infrecuente que la presentación inicial de un escrito
(llamado con frecuencia “manuscrito”) reciba un rechazo. Por el contrario, la producción
de conocimientos con frecuencia termina refinándose o puliéndose al momento de
reescribir un reporte de resultados. Cabe a su vez recordar, a la luz de lo comentado en
el Capítulo anterior, que el reporte de resultados bajo formatos convencionalmente
científicos forma a su vez parte constitutiva de los procesos de validación externa.
Esto implica la necesidad de considerar los procesos de reescritura como parte de la
tarea de publicación. Al respecto, pensar en términos de procesos de validación implica
tener presente que las respuestas negativas, los comentarios y señalamientos son parte
constitutiva de la producción de conocimiento, entendido este como conocimiento que
atañe a una comunidad de pares, y que no se produce en solitario. Los procesos
editoriales son parte sustancial de la calidad de lo publicado, puesto que implican una
mirada ajena que exige comprensibilidad y justificación de lo expuesto. Aprender a
sobrellevar estos procesos, en ocasiones muy exigentes y reiterados, es una capacidad
fundamental para quien decide encarar una investigación.
Sumado a lo anterior, y recuperando desde otro ángulo lo que fuimos presentando, el
reporte de resultados cualitativos enfrenta el desafío de asumir formatos que en
principio le son ajenos, en caso de optar por contribuir al campo de ciencias de la salud,
diversificando la proveniencia disciplinar de posibles lectores. En otras palabras,
mientras que las publicaciones en ciencias sociales plantean especificaciones más
compatibles con las estrategias cualitativas, sus destinatarios difícilmente incluyan
personas que no provengan de estas mismas disciplinas. Por lo anterior, si bien es una
opción publicar en formatos más afines, hacerlo apropiándose de formatos de otras
tradiciones permite ampliar los destinatarios, brindando otras oportunidades de
recepción a los propios hallazgos.
El carácter abierto o artesanal de los procesos de investigación cualitativa tiene su
correlato en el tipo de formatos que le resultan más afines para la publicación. Pero, así
como los procesos de construcción de datos implican instancias de negociación y
acuerdo con los participantes de la investigación, es posible pensar que existen puntos
de conciliación con formatos más rígidos que los habituales. Cabe advertir, por otra
parte, que la trasposición a estos últimos, y el proceso de traducción que implica, puede
en ocasiones convertirse en una oportunidad para desnaturalizar lógicas provenientes
de las ciencias sociales: pasar de géneros más teóricos o ensayísticos a otros donde las
referencias empíricas y el detalle de los procedimientos se vuelven centrales, puede
contribuir a visualizar aspectos que en ocasiones pasan desapercibidos, y que en
definitiva enriquecen la producción de conocimientos.
De manera coherente con los principios de las estrategias cualitativas, nos interesará
aquí problematizar brevemente este formato, para pasar a trabajarlo como opción. Esto
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

es, para des- naturalizar su carácter científico a secas, y considerarlo como asociado a
un cierto modo de concebir el conocimiento científico, entramado a su vez en ciertos
procesos y tendencias.
En función de esto último, abordaremos lo relativo a escritura científica no en sí mismo,
ni mucho menos naturalizando un formato como si fuera el único posible para el reporte
de investigaciones, sino señalando particularidades y posibilidades de apropiación del
formato convencionalmente utilizado en revistas indexadas para el reporte de
investigaciones empíricas, para quienes han desarrollado investigaciones cualitativas.
A fin de cumplir con nuestro propósito, comenzaremos contextualizando y
problematizando el subgénero paper, para luego realizar sugerencias y
recomendaciones en caso de elegir la apuesta por reportar investigaciones cualitativas
en este formato.

Sobre el género discursivo “escritura científica”

A fin de problematizar (o des-cristalizar) el formato que actualmente es convención para


la difusión de resultados de investigaciones científicas resulta fecundo el concepto de
“género discursivo” 19. Se entiende por tal a un formato específico de comunicación, con
reglas propias, cuya historia y lógica remite a contextos de interacción social que se
expresan a través de tales convenciones.
Como ya hemos mencionado, la escritura acompaña como proceso a la totalidad de los
proyectos cualitativos. En este sentido, podemos distinguir escrituras “internas”, a
través de las cuales se van organizando los datos y sistematizando las conjeturas e
interpretaciones, comprobando avances y visualizando lagunas en el camino recorrido,
de otro tipo de escrituras, “externas”, cuyos destinatarios desconocen el proceso de
producción de conocimientos y sus vicisitudes, y que tienen por propósito dar a conocer
la investigación y sus hallazgos.
Respecto de estas últimas, existen diversos formatos, cada uno de los cuales imprime
ciertas particularidades a la comunicación. Los más habituales en ciencias sociales son
los libros, mientras que en los últimos años las tesis han ido ganando cada vez mayor
lugar, de la mano con la masividad de los estudios de posgrado. En general aquellos
formatos admiten un grado de originalidad importante, tanto respecto de cómo
organizar secuencialmente el relato como respecto de la permeabilidad para con estilos
propios de géneros literarios, como el ensayo. Los usos retóricos y narrativos pueden

19
Bajtín, Mijail (1998). Estética de la creación verbal. México: Siglo XXI
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

ser múltiples, y es posible encontrar una voz propia en el modo de apropiarse de la


comunicación escrita. Por ejemplo, es posible pensar distintos modos de comunicar una
investigación con enfoque biográfico: siguiendo un orden cronológico o temático,
organizando el material de modo tal de que las voces mayoritarias sean de los
participantes de la investigación y no de los investigadores, articulando resultados de
campo con fragmentos de obras de ficción o letras de canciones, entre otras múltiples
posibilidades.
Las comunicaciones escritas en ciencias sociales reconocen algunos legados específicos:
dado que estas hunden sus raíces en la filosofía, ha sido más un interés la influencia en
términos de pensamiento crítico sobre las condiciones que informan distintos aspectos
de la existencia, que la producción de conocimientos escuetos y específicos sobre
territorios claramente delimitados del saber. La legitimidad en las ciencias sociales ha
tendido a estar más ligada a la capacidad de influencia mediante la expresión escrita,
asociada a la destreza argumentativa, la muestra de erudición y/o la fuerza estética de
las comunicaciones, que a la comunicación de hallazgos empíricos. Quienes se dedican
a las ciencias sociales en general han tendido a asumir roles sociales más cercanos a la
figura del intelectual que a la del científico tradicional (filiado para imaginarios legos y
expertos en la física y la química).
En contrapunto con lo anterior, los informes de investigación y artículos científicos
suelen tener requisitos más técnicos. En líneas generales, estos tienen que ver con la
precisión de lo comentado: se busca la tarea (imposible, para quienes provenimos de
otro paradigma) de volver transparente el lenguaje, quitando términos ambiguos,
definiendo términos polisémicos, evitando generalizaciones para las que no se
dispone de suficiente evidencia y eliminando vaguedades. Lo escrito debe permitir a
quien lee conocer exactamente qué se hizo y qué se encontró, y todos los potenciales
lectores deben interpretar de modo idéntico lo consignado.
Cuando no los tienen de antemano, el código implícito lleva a elegir tonos con
pretensión de neutralidad y dejar de lado los usos más literarios del lenguaje. Pero
muchas veces, además, estipulan formatos o plantillas que imponen secuencias a la
exposición. Esto puede pensarse como limitante —ciertamente, lo es. Pero también, en
ocasiones, esos formatos nos fuerzan a explicitar nuestro lugar como investigadores, y
es en esa medida donde los abordajes cualitativos pueden encontrar un punto
interesante de contacto. Porque para la preocupación por pensar el dato como algo
construido, estas convenciones habilitan en ocasiones algunos deslindes que formatos
más literarios tienden a invisibilizar.
De tal modo, puede considerarse como criterio de calidad de un reporte cualitativo la
claridad con que se exponen las particularidades de un fenómeno, el modo en que fue
construido como problema de conocimiento, e incluso se exponen las vicisitudes y
reformulaciones de campo. Esta preocupación por mostrar los hallazgos junto con sus
condiciones de emergencia consiste, por ejemplo, en presentar los verbatim incluyendo
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

fallidos, titubeos, errores, vacilaciones, y todas aquellas marcas que acompañan a los
dislibros espontáneos, sobre todo cuando se trata de enunciados orales. Esto, a
diferencia de estilos más literarios, donde puede tener legitimidad ocultar estas marcas
pretendiendo “dejar hablar” o “dar la voz” a los sujetos, que suele ir de la mano con
estrategias de redacción que buscan provocar en el lector la sensación de encontrarse
con esa situación o con esa persona que nos interesa poner en conocimiento 20.
Volviendo a las comunicaciones que explícitamente son reconocidas en el campo de
ciencias de la salud —campo interdisciplinario por definición— como “científicas”,
desde ya que esta valoración nos remite a la discusión respecto de qué es el
conocimiento científico. De manera aledaña, nos puede llevar a debates
epistemológicos respecto del carácter de verdad de los enunciados, y respecto de la
univocidad o multiplicidad, del carácter consensuado y establecido o bien polémico y
provisorio, del conocimiento. Si bien no es la finalidad de este capítulo aventurarse por
esas tangentes, tampoco lo es desconocer los supuestos e implicancias de considerar sin
más como “científicos” determinados formatos. Porque el propio concepto de ciencia
es histórico, se va transformando continuamente, y admite distintas versiones
contrapuestas.
Es en este terreno donde las estrategias cualitativas, informadas por tradiciones y
preocupaciones propias de las ciencias sociales, tienden a ocupar un lugar incómodo.
Posición desde la cual es difícil hablar en nombre de las propias singularidades sin que
estas sean percibidas como defectos, en contraposición con los modelos centrales del
conocimiento científico. Ahora bien, antes que insistir en las singularidades de las
estrategias cualitativas, a lo cual hemos dedicado buena parte del capítulo anterior, aquí
nos proponemos pensar en puntos de encuentro, de acuerdo o negociación con los
modelos convencionales de ciencia, advirtiendo que pueden proveer algunos beneficios
para los procesos de investigación en general.
Lo que presentaremos en este capítulo en términos de escritura y producción de
conocimiento se asemeja al formato de escritura que suele tenerse más naturalizada
para la etapa de diseño de una propuesta. Porque aun cuando las ciencias sociales
acostumbran comunicarse con productos escritos donde las preocupaciones estilísticas
muchas veces lindan con lo ensayístico y literario, el momento de presentar un diseño
suele incluir la aceptación de formatos más bien rígidos y estandarizados, y la necesidad
de explicitar procedimientos, enfoques y conceptos. Partamos entonces de recuperar
esta experiencia: la propia de la escritura en fase de diseño.
En este sentido, resulta interesante señalar que el diseño es una etapa donde la
escritura juega un rol comunicativo singular, puesto que requiere alcanzar eficacia

20
Esto puede verse con frecuencia en libros concebidos desde un enfoque biográfico, donde en
ocasiones se busca adrede mostrar el relato como si hubiera aparecido espontáneamente, omitiendo la
intervención del investigador al reconstruir esa historia —postura que a su vez es objeto de intensos
debates.
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

comunicativa para transmitir una propuesta de un modo claro y preciso. Detenernos


en la experiencia de escritura de un diseño, a contrapelo de la aridez que suele
identificarse con esta etapa, puede mostrarnos las implicancias de una escritura
científica bajo el formato habitual en salud, puesto que el tipo de requerimientos es
similar: precisión y claridad. Porque los diseños se realizan para ser evaluados por
quienes indirectamente controlan los accesos a la profesionalización (siendo las tesis un
caso particular de las acreditaciones a tales fines), y con frecuencia, para competir por
financiamiento. Y el tipo de reportes de investigación al que haremos aquí referencia
remite al mismo origen, y a similares intereses.
Históricamente, la competencia por financiamientos escasos mediante la presentación
de proyectos de investigación ha ido de la mano con la profesionalización de las
trayectorias científicas. Se trata de un proceso global que ha tenido lugar en las últimas
décadas, donde la producción de conocimiento científico ha acompañado también
formatos novedosos en la vida académica. En estos ámbitos, las dinámicas que fueron
asumiendo las políticas públicas de ciencia y tecnología, influenciadas por agencias
internacionales, han instalado la necesidad de acreditación bajo parámetros originados
en el mundo de la investigación en ciencias duras, y bajo lógicas propias del mercado,
asumiendo a la competencia por relibros escasos como modo de garantizar la calidad de
lo producido.
En cuanto al conocimiento científico, lo anterior se verifica en la estandarización de
recorridos a modo de “carreras”, estructuradas en torno del cumplimiento de ciertos
parámetros cuantificables establecidos de modo uniforme y a priori. De allí deriva la
exigencia institucional de publicar. Esto ha estado asociado a parámetros que provienen
de asimilar el conocimiento científico con la producción de tecnologías gracias a su
aplicación industrial. En este universo, la estandarización y cuantificación son criterios
centrales no sólo para valorar un conocimiento como científico, sino también para la
legitimación del profesionalismo de quienes asuman socialmente el rol de “científicos”.
Las desigualdades entre países y regiones (que llevan a lo que habitualmente se define
como relaciones entre países centrales y periféricos) han sido consustanciales a este
proceso. Hasta hace pocos años el proceso de diseminación del conocimiento científico
exigía pagar cifras abultadas tanto por publicar como por acceder a la lectura de lo
publicado, lo cual tendía a perjudicar a autores y lectores de países e instituciones con
menor capacidad adquisitiva. Por otra parte, el rol protagónico de los Estados Unidos en
la capacidad de producir conocimiento y diseminar resultados (debido a su capacidad
diferencial de financiamiento) ha llevado a que la producción escrita en habla inglesa
termine jugando un rol de “lengua franca” dado su franco predominio. Como resultado
de ambos procesos, se ha tendido a considerar como universal un conocimiento
científico cuyo formato e intereses responden a sus particularidades de origen 21. En este

21
Esta afirmación se fundamenta en los mismos paradigmas sobre los que venimos trabajando, dado
que implica comprender al conocimiento como resultado de un proceso histórico de construcción, en
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

marco, de la mano con la exigencia de publicar los reportes de investigación (con un


fuerte sesgo hacia la publicación de resultados exitosos) para avanzar en las carreras
profesionales, se consolida el concepto de paper, que abordaremos abajo.
Como contrapartida de las tendencias mencionadas, se ha abordado la accesibilidad en
términos de aprovechamiento de plataformas digitales para evitar la necesidad de
registro, suscripción o pago, favoreciendo de este modo la llegada a públicos de lectores
locales. La tendencia a incluir tales preocupaciones ha sido denominada como de
“acceso abierto”. Los principios del movimiento internacional así autodenominado han
estado ligados a la democratización del conocimiento científico poniendo el foco en la
diseminación de resultados, planteando que científicos de distintos lugares e
instituciones deben tener el mismo derecho de poder dar a conocer sus hallazgos, y que
cualquier persona en cualquier lugar del mundo debe tener derecho a convertirse en
destinatario. En la actualidad existen plataformas de acceso abierto en distintos campos
del conocimiento; en salud algunas de las más conocidas son PubMed y Scopus. Desde
una perspectiva de ciencia abierta y colaborativa, en América Latina se han armado
repositorios específicos como Scielo, Redalyc y Clacso (este último, con publicaciones
propias); en salud se encuentra también la BVS. La publicación de artículos en revistas
presentadas por estas plataformas no representa costos económicos ni la publicación
en estas revistas, ni la lectura de lo publicado. Pero, además, se han ido eliminando
otro tipo de restricciones al acceso, como la necesidad de un registro.
Las plataformas —en este caso, de acceso abierto— contribuyen con la diseminación del
conocimiento, pero a su vez son servicios de indexación (ahora abordaremos este
término) y resumen. Estas pueden tener origen en instituciones particulares o bien
surgir en el marco de redes de cooperación trasnacionales, y permiten almacenar la
producción científica y que sea posible acceder a ella de manera simple, a través de
buscadores y filtros internos. Pero no cualquier revista puede ser incluida en estas
plataformas.
Que una revista científica figure en un índice o base de datos se denomina “indización”
o “indexación”. Las revistas científicas que resultan indexadas son aquellas
publicaciones que se consideran por la comunidad científica como cumpliendo ciertos
parámetros de calidad. Entre ellos se encuentran tanto aspectos formales, como ser la
periodicidad de sus ediciones (que a su vez habla de la estabilización de los procesos
editoriales y evaluativos), como aspectos de contenido (la trayectoria de los
especialistas que integran sus comités científicos y evaluativos). A su vez, entre ellos se
incluye la necesidad de contar con cierta proporción de artículos originales que reporten
resultados de investigaciones empíricas, bajo ciertos formatos de presentación, y que
haya seguido ciertos procesos de evaluación. En términos circulares, el que se consulte
estas revistas y se cite artículos publicados en ellas lleva a que ganen reconocimiento,

lugar de como un reflejo neutral y objetivo de la realidad.


Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

sean consultadas, y por tanto que publicar en ellas otorgue mayor visibilidad a los
artículos.
Conocer la existencia de plataformas indexadas es fundamental, puesto que este es el
formato que acompaña la preeminencia del subgénero paper, mientras que las
publicaciones en formato libro no poseen este tipo de parámetros ni figuran en bases
de datos 22. Es preciso señalar que las revistas indexadas poseen distintas secciones, de
las cuales en principio hay sólo algunas que reportan resultados orinales de
investigaciones (otras son reseñas, comentarios, sistematizaciones o “metaanálisis” —
subgénero propio de salud—, relatos de experiencias, etcétera). El formato que aquí
abordaremos como específico del paper en general distingue las secciones de
investigaciones originales, pero muchas veces en las revistas de salud su impronta
también gravita en las restantes.
Cabe advertir que mientras inicialmente el movimiento internacional de acceso abierto
pugnó por la democratización del conocimiento científico (tanto en cuanto a su
producción como a su diseminación), la normalización de este formato fue a su vez
procesada bajo lógicas preexistentes, por lo que la medición del impacto de las
publicaciones (la cantidad de lectores y de citas) llevó a que el imperio de la
productividad pugnara con el de una democratización efectiva y de calidad. El paper
como formato ha jugado un rol clave en la configuración de una arena de disputa en la
que tienen lugar estos procesos. Es por ello que entendemos que la destreza para
expresarse bajo estas convenciones (o su falta) responde a y tiene impacto en
dinámicas macrosociales respecto de la producción de conocimiento científico.

El subgénero paper

El artículo científico por antonomasia, denominado globalmente mediante su nombre


en inglés paper, se define como un informe escrito y publicado que describe resultados
originales de una investigación. Sus características centrales son las de precisión,
claridad y brevedad. El formato convencional de su estructura se denomina IMRD por
los elementos centrales que lo organizan: una secuencia lógica predeterminada y
excluyente entre los componentes “Introducción, Métodos, Resultados y Discusión”
(IMRD por su sigla). Este formato, por tanto, surge en un determinado momento
histórico y bajo preocupaciones específicas. Fue propuesto en 1972 por el American

22
Es preciso señalar que las revistas de ciencias sociales aún cuando estén indexadas no plantean el
formato que aquí abordaremos, lo cual las particulariza en el universo general de revistas indexadas,
que sí lo hacen.
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

National Standards Institute. La recomendación de su uso se fue generalizando de tal


modo que, en 1978, el Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas (conocido
como “grupo de Vancouver”) publicó una guía para su correcta utilización. De esta
manera, pasó de recomendación a estándar, y fue siendo paulatinamente adoptado por
revistas de diversas disciplinas como sinónimo de “escritura científica”. De hecho, su
difusión fue de la mano con la de procedimientos propios de la evaluación científica,
como el denominado “doble ciego”, consistente en que un artículo es evaluado por
alguien de reconocida trayectoria, que es desconocido para el autor y que a su vez
desconoce quién es este último, a fin de evitar valorar la calidad del escrito en función
de afinidades o rivalidades interpersonales. Desprender los aspectos humanos y
subjetivos del juzgamiento de un producto vienen así a jugar el rol de garantizar la
pretensión de objetividad del conocimiento. Uniformarlo, también. A contrapelo de
las tradiciones presentes en las estrategias cualitativas.
El formato IMRD refiere específicamente a la presentación de resultados de
investigaciones originales, que es en principio aquel que mayor expondría los avances
en términos de conocimiento científico. O el de mayor grado de “cientificidad” por así
decirlo, en la medida en que comenta resultados empíricos apenas estos han sido
obtenido y por parte de quienes los han producido. Este formato proviene del campo de
la física, y comenzó a utilizarse en publicaciones que comunicaban resultados de
investigaciones científicas con cierta periodicidad de edición. La frecuencia de su uso
creció exponencialmente luego de la Segunda Guerra Mundial.
Desde los principios que orientan estos campos de conocimiento, se considera a la
estandarización como una ventaja per se, además de como el corazón mismo del
trabajo científico. En tal sentido, busca unificar las expectativas por parte de
escritores, lectores y evaluadores, uniformando a un mismo tiempo criterios de
producción y recepción. Una vez establecido como formato, pasa a cumplir una segunda
función: de formalidad, pasa a ser considerada como demostración de competencia.
Quien puede leer y escribir en este formato puede considerarse miembro de la
comunidad discursiva que le da origen: la comunidad científica.
La diseminación del formato paper no puede considerarse neutral: se ha señalado que
esto implica privilegiar unos abordajes en detrimento de otros, así como implica
priorizar la publicación de lo producido en ciertas latitudes por sobre lo producido en
otras. A su vez, posee implicancias en cuanto a la producción de conocimiento, puesto
que muchas veces implica la preeminencia de priorizar el imperativo de productividad
antes que la calidad y originalidad de los hallazgos.
Cabe advertir que la multiplicación de papers y revistas científicas, impulsada por las
nuevas tecnologías de comunicación e información, va de la mano con el proceso
general de sobreabundancia informativa, que hace que cada vez haya más publicaciones
que potenciales lectores. Sumado a lo anterior, también la indexación de las
publicaciones (produce sus efectos en términos de reproducción de segmentaciones y
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

desigualdades en el mundo de la producción de conocimientos, lo cual aparece visible


al analizar qué tipo de publicaciones, de qué disciplinas y en qué países son las que
mayormente se encuentran indexadas.
En términos de discusiones con el formato, en la actualidad se debate fuertemente
desde las ciencias sociales cuáles son concretamente sus alcances. Sobre todo, en
términos de en qué medida implica una garantía de calidad o bien una “burocratización”
o “industrialización” de los procesos de producción de conocimiento científico. Cabe
advertir que estos debates ponen en relación el formato con las prácticas sociales que
lo informan, relativas a la valoración de la productividad cuantitativa por sobre la calidad
sustantiva de los artículos. Y, de manera concomitante, a lo relativo a la
sobreabundancia de publicaciones cuya originalidad no tiende a ser un elemento central
del proceso que se está valorizando, en contextos donde la visibilidad (es decir, la
cantidad de lectores que recibe un texto) se considera como un indicador de
reconocimiento.
A fin de mencionar las grandes tendencias y debates que rodean a los papers como
subgénero de la comunicación científica, debe nuevamente mencionarse lo relativo a la
democratización del conocimiento. Porque en tanto la cuantificación de citación de
autores, artículos y revistas es utilizada como criterio para valorar su alcance e impacto,
la presencia del conocimiento producido por fuera de los países centrales y que no utiliza
el inglés como idioma central para su reporte, continúa siendo un desafío, y pone en
tensión la idea de una inclusión igualitaria en el concierto del conocimiento científico,
entendido como “conocimiento universal”. Cabe insistir en que la existencia de
publicaciones en acceso abierto, si bien permiten una diseminación antes inédita del
conocimiento científico, también ha tendido a producir una sobreabundancia tal de
publicaciones científicas que vuelve difícilmente cognoscible (y gobernable) lo escrito
sobre un determinado tema. Esto vuelve aún más candente el debate acerca del sentido
social del aprovechamiento del conocimiento científico.
Es en este marco donde se produce (junto con la decisión de qué publicar y para qué)
la decisión de dónde publicar. Para quienes producen conocimiento en salud desde
aproximaciones cualitativas, lo anterior confluye con ciertas tensiones específicas . Por
un lado, los formatos más tradicionales, extensos y embebidos en preocupaciones
literarias, en diálogo a su vez con una vasta producción ensayística —la publicación en
formato libro. Por otro lado, los formatos más breves, sintéticos y sobre temas
específicos, que son los incorporados a los nuevos estándares de cientificidad. En
principio, pareciera que la capacidad crítica y expresiva entran en conflicto con la
capacidad de producir conocimiento sistemático. Creemos, sin embargo, que es posible
encontrar puntos de negociación y encuentro entre ambas perspectivas. Puntos que, si
bien pueden ser interpretados como de aceptación al sometimiento a pautas
provenientes de otros campos, también es posible comprenderlos como un modo de
democratizar (o al menos, hacer más plural) el acceso a la diseminación y legitimación
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

contemporánea del conocimiento.


Sin dejar de lado la pretensión de producir conocimiento crítico (lo que en general
requiere extensión) o de entrar en diálogo con las preocupaciones de las teorías
literarias, apropiarse del formato que actualmente goza de mayor legitimidad en
términos de conocimiento puede potenciar la difusión de los paradigmas
interpretativos y de sus aportes singulares. Esto requiere comprender que se trata de
un subgénero discursivo particular, con sus propias reglas de enunciación.
Por otra parte, cabe advertir que la escritura como modo de comunicación de los
procesos de conocimiento ha sido hasta hace poco un área descuidada de la formación
profesional en las distintas disciplinas. Diversos autores han señalado la inexistencia de
instancias sistemáticas de orientación en tal sentido, no sólo en las carreras de grado
sino también en los posgrados. Aun cuando las evaluaciones exigen la expresión escrita,
las instituciones dan por supuesta esta destreza o bien desconocen que remite a
recorridos específicos por lo cual no enseñarla tiende a reproducir desigualdades. La
comunicación escrita es una asignatura pendiente para las trayectorias profesionales,
sea cual fuere la disciplina de origen.
De tal manera, a las tensiones propias de responder a formatos originados en intereses
ajenos a los de las estrategias cualitativas, se agregan dificultades de índole más general
vinculadas con la expresión escrita. Es preciso ser conscientes del desafío para encarar
los procesos de escritura, porque esto implica anticipar las operaciones de revisión y
reescritura como parte de la misma tarea. Visibilizar la reescritura y edición como
práctica central de la escritura científica implica brindarle otro lugar en los cronogramas,
asumiendo que se trata de una práctica costosa y no exenta de obstáculos. Nos interesa
particularmente visualizar esto último, discutiendo con la idea de que la escritura es un
resultado lógico en el que se desemboca de manera natural al finalizar una investigación
empírica.

Recomendaciones generales de escritura científica

La precisión y claridad de las comunicaciones son las características distintivas del


género “escritura científica” (como vimos, forjado desde concepciones propias de las
ciencias exactas y biomédicas). A diferencia de otros géneros, el lugar del lector es el
que estructura la propuesta de escritura. Esto quiere decir que la comunicación tiene
por objeto poder ser comprendida de la manera más uniformemente posible por los
distintos receptores. Sabemos que la lectura no es una operación neutral, ni mucho
menos objetiva: lo mismo que los paradigmas dicen sobre el conocimiento cabría ser
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

trasladado a las operaciones de recepción de la escritura. Pese a ello, los esfuerzos


deben estar encaminados a reducir lo máximo posible la pluralidad de
interpretaciones y lecturas.
Esto incluye distintas aristas. Eliminar palabras que funcionan más como muletillas pero
no comunican nada sustancial; explicitar qué significan los términos empleados a modo
de conceptos; unificar internamente lo que se comunica, para que el texto tenga
autonomía; explicitar todos los datos o referencias locales que requieran un
conocimiento del contexto específico de quien escribe. El procedimiento al que deben
someterse todos aquellos términos que cumplan la función de conceptos es la
desambiguación. Es preciso quitar en la mayor medida posible la diversidad de
interpretaciones a las que presten. Eliminar la vaguedad de las referencias implica
acercarse a suponer que la relación entre concepto y realidad es unívoca. O al menos,
intentarlo con la mayor profundidad en que sea posible. Hay otros usos y costumbres
estilísticos, como la evitación de gerundios y verbos pasivos. Pero de aquí lo que más
nos interesa recuperar es la evitación o el control de sustantivos abstractos sin previa
definición conceptual.
En tal sentido, puede ser útil diferenciar la transparencia comunicativa de la pretensión
de transparencia comunicativa. Lo que necesitamos es recorrer el camino que se abre
cuando nos proponemos ser lo más claros que sea posible, antes que desestimar este
recorrido por considerarlo inviable.
Modos de recorrer este camino son la definición concisa de los conceptos centrales y la
reiteración de estos conceptos a lo largo del texto evitando la utilización de sinónimos
(cabe al respecto advertir que este género va a contrapelo de otros basados en estéticas
literarias, donde la evitación de reiterar una misma palabra es el primer imperativo).
También, la evitación de afirmaciones generales —detectar la utilización de
afirmaciones que incluyan los términos “todos”, “siempre”, “nunca”, “nada” puede ser
una buena clave para la relectura y reedición de textos bajo una exigencia de precisión.
Otro de los principios tiene que ver con la neutralidad valorativa, lo cual implica no
utilizar adjetivos valorativos que denoten emocionalidad o apego por parte de quien
escribe. Esto implica por ejemplo que nada puede ser descripto a secas como
“oportuno” o “apropiado” sin desarrollar concretamente en qué aspectos y por qué se
lo considera de tal manera. Asimismo, que la utilización de énfasis (“muy”, “gran”,
“escaso”, etcétera) deben ser eliminados, dejando las descripciones en los formatos más
consensuales y autoevidentes que sea posible.
Finalmente, lo comentado en nuestro capítulo anterior respecto de la precisión con que
se realizan afirmaciones, generalizando únicamente aquello que el procedimiento
seguido nos permite generalizar, y explicitando los procedimientos en todo momento,
son aspectos fundamentales que retomaremos abajo al mencionar las secciones
internas del formato IMRD.
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

El pasaje de una investigación a un paper

Las ciencias sociales, tanto por las temáticas que abordan como por las instituciones que
avalan su producción, cuentan con dificultades para equiparar a las ciencias “duras”
(biomedicina y ciencias exactas) en cuanto a indicadores bibliométricos y
cientificométricos, dado que tienden a responder a preocupaciones de orden más bien
local y difícilmente generalizable. En proporción, sus artículos son menos citados a nivel
internacional, y las tradiciones aparecen más apegadas a los centros de producción de
conocimiento (es decir que producción y lectura tienden a seguir un formato más
endogámico). Desde las ciencias sociales puede problematizarse el estatus diferencial
de lo hegemónico, en términos de jerarquías entre los campos de conocimiento (a su
vez, conectadas con jerarquías sociales de otros órdenes), así como problematizar el
supuesto de una comunicación unívoca, exenta de polisemia. Pero también es posible
pensar en apropiarse del formato y dar disputa por la inclusión en ese campo validado
como “científico” en lugar de renunciar a él.
Cabría sostener que revertir las dificultades de formación de grado y posgrado en la
escritura científica bajo formatos normalizados (como el IMRD) podría contribuir a un
mejor desempeño en cuanto a los metadatos que hoy son necesarios para la valorización
internacional del conocimiento científico. Y esta, a su vez, podría aumentar la visibilidad
de las producciones (incluso, tal vez, dados los parámetros en boga, su credibilidad). Es
desde esta apuesta que nos paramos cuando decidimos “traducir” los hallazgos de una
investigación cualitativa bajo el formato normatizado de papers en ciencias de la salud.
En principio cabe recordar que, si entendemos que la escritura científica es un género,
lo que lo vuelve comprensible es la socialización en la comunidad discursiva que lo
utiliza. Dicho lo anterior, para familiarizarse con este subgénero de escritura es
fundamental leer comunicaciones escritas bajo este formato . Para conseguir escribir
un artículo científico en formato IMRD, es necesario antes leer con la mayor asiduidad
posible otros papers.

El reporte: autonomía y consistencia


El concepto de “reporte” de una investigación científica presupone la necesidad de
alcanzar cierto grado de transparencia comunicativa, es decir, la pretensión de
erradicar lo más posible la polisemia propia del lenguaje. En otros términos, implica
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

buscar formas de reponer qué se hizo y qué se encontró del modo más claro posible.
El reporte se estructura en distintos elementos o secciones. Cada una de ellas excluye
a las restantes, esto quiere decir que se conectan sin superponerse. Cada sección debe
incluir un tipo de información específica, que tiene que aportar el conocimiento
necesario y suficiente para comprender las restantes, y limitarse a proveer el que es
necesario a fin de esta presentación conjunta. Esto implica tanto la consistencia
interna como la armonización de los elementos presentados.
Para cumplir con el cometido de este formato de reporte, es preciso identificar la
descripción como operación fundamental de la escritura, escindida de la
argumentación, que aparece en segundo lugar para respaldarla. La descripción debe ser
sintética pero integral: lo que se presenta debe estar explicitado, evitando
sobreentendidos, y a su vez cada decisión presentada debe ir acompañada de su
justificación. Se deben evitar tanto los saltos descriptivos como los argumentativos,
ciñendo el desarrollo del texto a la cuestión acotada de qué se investigó y qué es lo que
esto permite concluir. Esto implica, por ejemplo, evitar relacionar aspectos concretos
con posicionamientos generales de orden ético o político. El reporte describe
centralmente qué se hizo y con qué resultados, todas las declaraciones acerca de
concepciones generales tienen que reducirse al mínimo y presentarse únicamente en la
medida en que justifican decisiones procedimentales.
Dadas las normas del género “escritura científica”, la credibilidad de lo expuesto tiene
que ver con aquella precisión. Incorporar estas pautas implica focalizar el reporte en la
descripción de procedimientos y resultados. Si comparásemos estas dos secciones con
la estructura narrativa, podríamos decir que allí se encuentra el “nudo” de lo presentado
(siendo las restantes la introducción al nudo y luego su desenlace). Resulta notorio cómo
al incorporar estas pautas también se modifica la valoración de lo leído, y se comienza a
exigir a los escritos ajenos una claridad de la que poco a poco se detecta su ausencia.
En este sentido, leer reportes científicos implica esta exigencia de austeridad
argumentativa, y se tiende a desconfiar de aquellos artículos que declaman adhesiones
a grandes postulados teóricos pero cuyos procedimientos y resultados no son
reportados con el detalle necesario. En un punto, es como si el acuerdo tácito fuera que
convalidar procedimientos y resultados no debería implicar compartir posicionamientos
teóricos o ideológicos. Los resultados deben valer por sí mismos, independientemente
del fin último de la investigación. Por dar un ejemplo concreto, el acuerdo o desacuerdo
con pensar la salud desde una perspectiva de derechos no debería incidir en que se
convaliden ciertos procedimientos y resultados; es por esto que lo relativo al derecho a
la salud debería tener únicamente una parte modesta, en caso de aparecer, al momento
de escribir un paper. Este tipo de principios suelen convertirse en un obstáculo para los
reportes de investigaciones sociales, algo a lo que volveremos más abajo.
Consistencia y autonomía del reporte requieren reponer en el cuerpo del artículo todo
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

lo que resulte sustancial para comprender lo explicado, respetando a un mismo


tiempo la brevedad y síntesis. Es por esto que lo fundamental es priorizar el detalle de
procedimientos y resultados, reservando la sección introductoria para incluir todos los
implícitos que, por locales, los potenciales lectores extranjeros desconocen. En este
sentido, cabe resaltar que, siendo un género concebido para la internacionalización de
la comunicación científica, las referencias a políticas públicas, procesos históricos o
actores propios de un escenario particular deben ser comprensibles para cualquier
lector sin necesidad de estar interiorizado de este último.
Por lo comentado, la reescritura es un procedimiento clave, porque detectar los
supuestos e implícitos de un texto, así como los contenidos que refieren a algo que no
está contenido en el propio artículo, requiere un descentramiento fuerte respecto de
la propia experiencia investigativa, acercándose al texto como si fuera un producto
ajeno para así exigirle consistencia y autonomía.

Armonización de elementos
Si bien habitualmente el formato convencional de los papers es referido como IMRD, y
en algunos casos se incluyen referencias a la sección “conclusiones”, el formato en su
totalidad incluye como elementos centrales, absorbidos por las mismas exigencias del
género, al título, el resumen y las palabras clave. Resulta fundamental visualizarlos al
momento de trabajar en la consistencia interna, armonizando los distintos elementos.
La fluidez del escrito requiere que éste esté centrado en un eje vertebrador. Si se logra
hacer coincidir ese eje con el título, es más probable que el proceso de armonización
interna sea exitoso, toda vez que se “mida” para con el título el estar desarrollando un
escrito que se encuentra estrictamente bajo su órbita.
Cabe advertir que, en un escrito breve, aspectos que hacen a la fluidez de la lectura
ocupan un lugar clave. De esta manera, que el peso dado a cada sección, medido incluso
en cantidad de párrafos, sea equivalente, contribuye a acompasar el recorrido del lector
por el texto. Sobre todo, considerando que los potenciales lectores no se centrarán
únicamente en el artículo presentado, sino que este será revisado junto con muchos
otros, por lo que la uniformización de estilos contribuirá con su incorporación al
procedimiento de revisión.
El proceso mismo de la escritura se presta a seguir modos personalizados: hay quienes
eligen empezar por el título y quienes eligen dejar esto para el final; quienes prefieren
comenzar por la sección de resultados y quienes por la de métodos; qui enes prefieren
escribir libremente y luego organizar los párrafos según secciones y quienes encuentran
más ordenado seguir la estructura de las secciones para desarrollar sus ideas, y así
sucesivamente. Lo fundamental es que el producto sea un todo coherente y articulado.
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

Para lograrlo, suele ser imprescindible revisar varias veces lo escrito, acoplando lo que
haya quedado desacoplado (eliminando o agregando, explicitando o sintetizando).
Nuevamente, la reescritura como procedimiento ocupa un lugar clave. “Estacionar” el
escrito y releerlo permite recortar referencias accesorias dejando únicamente las que
resultan orgánicas para con el planteo realizado.

Negociar con los formatos convencionales desde las estrategias


cualitativas23
El formato IMRD tiene algunos puntos de partida, que habitualmente figuran entre las
recomendaciones básicas de una buena escritura. Tales puntos de partida tienen que
ver con el “contrato” que se hace con los lectores: quien escribe y quien lee acuerdan,
de modo implícito, estar refiriéndose a un mismo objeto. Es por eso que las expectativas
de los lectores (tanto de evaluadores como de público en general, a sabiendas de que
se trata de un público experimentado) llevarán a valorar como buen o mal producto a
un artículo según la medida en que se amolde al formato preestablecido. Es aquí donde
es preciso tomar una decisión: si interesa publicar bajo estas convenciones en función
de la diseminación que ganarían los resultados de nuestra investigación, es
indispensable atenerse a sus códigos. Hemos escrito este capítulo porque entendemos
que es posible reportar estrategias cualitativas rigurosas en este formato aun cuando
pareciera que a priori contradice los criterios de calidad propios de los paradigmas
interpretativos. Sin modificar los principios básicos del formato (que abordaremos más
abajo), es posible tensionar sus contornos e introducir modificaciones.
Un ejemplo simple puede encontrarse respecto del carácter impersonal o plural en que
se recomienda presentar los escritos. En consonancia con las características que se le
suponen al conocimiento científico, para que los resultados presentados puedan ser
considerados como objetivos, esto es, desprendidos de la subjetividad de quien los
presenta, aquella es una de las recomendaciones centrales del género. Sin embargo,
apelar a las tradiciones propias de la etnografía, utilizando la primera persona del
singular, puede ser un modo de presentar resultados embebiéndolos de las
circunstancias particulares en que fueron producidos que, en caso de ser consistente
con la totalidad de la propuesta, resulta difícil objetar. En otras palabras: si logramos
claridad, precisión, brevedad y consistencia en el reporte, modificar la persona
utilizada para la enunciación se hace mucho más aceptable y seguramente exija intensos

23
Utilizamos el término “negociar” en sentido análogo al que Eduardo Menéndez utiliza el término de
“transacciones” desde una perspectiva gramsciana: en referencia a los puntos de encuentro y
reapropiación que se producen en el marco de relaciones de hegemonía/subalternidad. Véase por
ejemplo Menéndez, Eduardo (2003) Modelos de atención de los padecimientos: de exclusiones teóricas y
articulaciones prácticas. Ciência & Saúde Coletiva 8 (1)
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

debates a los editores de revistas científicas.


Otro ejemplo puede obtenerse ya no del formato, sino de los usos habituales de los
papers: desde una perspectiva crítica, se ha señalado como limitación fuerte de este
subgénero la invisibilización de los procesos poco exitosos, es decir, el que acompaña la
multiplicación de estos artículos una tendencia a publicar únicamente los resultados que
muestran la pertinencia de una propuesta investigativa y la fecundidad de sus
resultados. A contrapelo de lo anterior, puede resultar de sumo interés instaurar
prácticas relacionadas con el comentario sistemático de los fracasos investigativos,
entendiendo que el criterio de éxito es relativo: encontrar que una propuesta
investigativa no funcionó, desde un paradigma cualitativo, siempre implica un cúmulo
importante de nuevos conocimientos acerca del objeto. Que esto no sea un hábito en
las publicaciones no quiere decir que no sea una realidad de los procesos de producción
de conocimiento; contribuir a visualizar estas situaciones es un aporte que a su vez
replantea los supuestos sobre los que suelen reposar las publicaciones científicas.
Más allá de aquellos ejemplos que buscan tensionar el formato, apropiarse de sus
códigos también puede resultar provechoso en la medida en que fuerza a utilizar
herramientas comunicativas que han tendido a ser descuidadas por las tradiciones
cualitativas. De tal manera, puede pensarse como una instancia de enriquecimiento,
que permita luego regresar a formatos más cómodos para las estrategias cualitativas
recuperando y apropiándose de elementos poco comunes en nuestras comunicaciones
habituales.
Respecto de esto último, cabe señalar que la influencia del género ensayístico en las
ciencias sociales ha llevado a que muchas veces los reportes de investigaciones
cualitativas (en formato de tesis, ponencias o libros) descuiden la presentación de
procedimientos. Comprometiendo los paradigmas de partida, esto termina por
presentar los resultados como si fueran un reflejo de lo existente, en lugar de mostrarlos
como resultado de una construcción. En vistas de aquella tendencia, un formato en
principio ajeno como el IMRD plantea la necesidad de explicitar de manera clara el
proceso de construcción de conocimiento. La obligación de escindir metodología de
datos, si bien contradice las concepciones presentes en la investigación cualitativa, lleva
a la necesidad de explicitar los procedimientos de modo tal de que la comunicación de
estos posea autonomía. Muchas veces esto contribuye a reponer tomas de decisión que
tienden a omitirse o soslayarse cuando la comunicación pone en el centro lo que se ha
encontrado durante el trabajo de campo (tendencia habitual en los escritos sobre
investigaciones cualitativas a la que nos referimos arriba). Reportar de manera separada
las acciones realizadas durante el trabajo de campo vuelve la lectura más proclive a la
detección de decisiones tomadas, pero no comentadas (por ejemplo, respecto de qué
escenarios y momentos observar, a qué personas preguntar o a quienes reunir para
realizarles preguntas, etcétera).
Otro aspecto en el que el formato IMRD puede resultar provechoso, en su rigidez al
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

separar secciones, es en la clarificación del origen de los conceptos. Esto es algo central
para las estrategias cualitativas, fundadas en buena medida en distinguir los conceptos
teóricos iniciales que movilizaron el interés del investigador de las conceptualizaciones
propias de los sujetos (“nativas” o “émicas”), y de los conceptos emergentes que de
manera inductiva se va necesitando acuñar para poder presentar lo encontrado en
campo.
En todos los casos, algo fundamental que un reporte cualitativo debería cuidar, es que
nada de lo presentado deje la idea de que quien investigó únicamente se dedicó a
constatar lo que existía de manera autoevidente. El proceso de construcción de datos
tiene que ser mostrado de manera clara (incluyendo los aspectos interactivos y de
implicación de quien investiga), así como la circunstancia y modalidad en que se
obtuvieron los que se presentan como resultados. A contrapelo de los textos que
provienen de otras estrategias, lo anterior implica cuidar, al interior de cada sección, la
terminología empleada. Por ejemplo, en lugar de decir “los adolescentes piensan que…”
lo correcto es decir “ante la pregunta por… los adolescentes entrevistados respondieron
que…”. O en lugar de decir “se observó que…” se debe dar cuenta de quién, cómo y bajo
qué condiciones observó lo que se presenta. A su vez, es preciso evitar pal abras como
“se evidenció que…” o “se constató que…”, dado que también invisibilizan los procesos
de construcción de datos.
Finalmente: al tratarse de un texto condensado, resulta imprescindible incluir
únicamente lo relevante, y esto demanda definir y seleccionar qué lo es y qué no. A su
vez, implica discernir el grado de generalidad o de detalle con qué es comentado cada
uno de los aspectos —la bibliografía previamente disponible, los procedimientos, los
hallazgos, las interpretaciones posibles. El trabajo intelectual que requiere este armado
puede resultar altamente capitalizable para la revisión de la experiencia investigativa,
dado que a su vez produce conocimiento novedoso en la misma organización de los
datos.
A continuación, mostraremos algunas opciones que pueden resultar útiles para el pasaje
general de investigación cualitativa en formato IMRD, para luego detenernos en lo
específico de cada una de las secciones.

Reconstruir la lógica
Desde un paradigma interpretativo, la autonomía y consistencia interna de un artículo
científico conllevan el imperativo de brindar al lector elementos suficientes para juzgar
por sí mismo los resultados, en función de cómo se construyó el objeto y cómo se
realizó el trabajo de campo.
Por otra parte, considerando el carácter abierto y flexible de las estrategias cualitativas,
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

el requerimiento de brevedad implica que el artículo puede armarse en función de un


único tópico o dimensión, sin necesidad de incluir referencias a la totalidad de una
investigación. Esto es debido a que posiblemente el recorrido total de una investigación
cualitativa haya incluido sucesivas reformulaciones, distintos cortes de datos, y una serie
relativamente amplia de dimensiones.
En la conjunción de ambas situaciones, es posible que la escritura de un buen artículo
en formato IMRD implique reportar únicamente un aspecto de una investigación mayor.
Incluso en muchos casos esto puede ser recomendable, como modo de presentar algo
acotado, breve, que exige simplicidad y consistencia interna. Cabe advertir que lo
anterior no significa que toda investigación cualitativa pueda descomponerse en
múltiples reportes bajo este formato, porque no todos los aspectos son igualmente
significativos ni susceptibles de asumir estas características.
Cuando el reporte se arma en función del artículo y no comunica la investigación en su
totalidad, requiere un trabajo retórico intensivo a fin de construir un recorte diferente
y claro. En estos casos, todo lo que se incluya en el artículo debe referir estrictamente
a lo presentado (no a la investigación de origen). Y a su vez, todo lo presentado tiene
que tener un contorno preciso y delimitado. Esto implica reconstruir una racionalidad
que probablemente no coincida con la de origen, ¿cuál es vacío de conocimiento que se
viene a llenar con esta información empírica?, ¿cuál es el objetivo de conocimiento que
se busca cumplimentar con lo presentado? ¿Por qué se siguieron ciertos procedimientos
y no otros? Al reportar la estrategia metodológica, por ejemplo, lo comentado debe
aludir únicamente a aquellas técnicas, escenarios e informantes que llevaron a obtener
los resultados que se presentan en el artículo (y no así la totalidad del abordaje).
Resumiendo lo anterior: para lograr un reporte breve, con autonomía y consistencia
suele ser conveniente presentar un recorte de las aproximaciones investigativas
cualitativas, dado el carácter complejo y no lineal de estas últimas.

Organizar la información
Que las secciones sean sólo cuatro no implica la necesidad de que lo único que funcione
como título sea el nombre de la sección. Por el contrario, en muchos casos la utilización
de subtítulos clarifica lo presentado.
Siguiendo con la lógica del formato, en caso de incluir subtítulos estos deben ser claros,
y orientarse a especificar cuál es la información que se presenta abajo. Cabe señalar que
el reporte siempre implica modos particulares de agrupar la información (sea esta
referida a los antecedentes, a los procedimientos, a lo encontrado en campo, o a la
interpretación de esto último). Por lo cual, sin abusar ni universalizar este relibro, los
subtítulos pueden resultar elocuentes y simplificar la exposición cuando se logra armar
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

párrafos claramente diferenciables en torno de contenidos distintos. Por ejemplo, si se


presenta un problema que parte de un concepto principal divido en tres dimensiones,
puede resultar esclarecedor presentar cada dimensión bajo un subtítulo diferente. O si
se describe lo obtenido a través de distintas técnicas, en distintos escenarios, o
enunciado por distintos actores, puede resultar de utilidad presentar esto a través de
subtítulos. También podría resultar útil diferenciar temas emergentes.
Otra clave para organizar internamente lo presentado es la advertencia respecto de que
las afirmaciones que se vuelcan en las distintas secciones (sea sobre los antecedentes,
sobre lo hecho, sobre lo encontrado o sobre posibles interpretaciones) suelen incluir
distintos niveles de generalidad. La comunicación se optimiza cuando se busca
conscientemente ordenar lo comentado atendiendo a estas diferencias, sea de lo
general a las particularidades o a la inversa. Así, habrá oraciones que incluyan a la
totalidad; oraciones que refieran a algún subgrupo debidamente identificado; oraciones
que versen sobre un tema o escena particular; oraciones que articulen lo general con
algún caso de lo particular. En este sentido, el formato IMRD sirve muchas veces para
controlar la tendencia a realizar generalizaciones que no se corresponden con lo
efectivamente realizado (sino que tienden a representar preconceptos de los
investigadores, sea en relación con la bibliografía existente pero no leída, o en la
interacción con los sujetos de investigación).
Variar el nivel de lo comentado evitando ir y volver de los distintos planos suele clarificar
muchísimo la exposición y la lectura. También lo hace, en caso de relatarse eventos a lo
largo del tiempo, seguir un orden cronológico. Esto último, que puede parecer una
obviedad, suele ser un déficit frecuente en artículos bajo formato IMRD.

Respetar la pluralidad
Pese a que se opte por realizar un recorte ad hoc para el artículo, las aproximaciones
cualitativas permiten captar contradicciones, tensiones, ambigüedades, matices,
diversidad de manifestaciones, que suelen constituir una de las fortalezas específicas de
estas investigaciones. Los artículos cualitativos ganan riqueza al señalar lo
heterogéneo, evitando remitir únicamente a los aspectos más consensuales o
frecuentes.
Un relibro útil para mostrar lo heterogéneo de manera breve y sintética es el armado
de tipologías: clasificar el tipo de reacciones ante una situación, o de motivaciones que
llevan a una determinada elección, o de eventos implicados por una trayectoria, o de
funciones cumplidas por ciertos trabajadores, o lo que fuere que estemos investigando.
Por ejemplo, ¿qué tipos de reacciones encontramos ante el diagnóstico de un tumor
maligno? O ¿qué tipos de motivaciones llevan a inscribirse en una licenciatura en
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

nutrición? O ¿qué tipos de itinerarios existieron antes de llegar a consultar un equipo


especializado en violencia conyugal? O ¿qué tipos de tareas asumen en sus lugares de
trabajo las enfermeras que sólo tienen título de auxiliares? Las tipologías permiten
desplegar el abanico de posibilidades encontradas marcando como central la
alternativa y diversidad, antes que la cantidad de veces en que ocurren. Para abordar
fenómenos que se consideran dinámicos, por otra parte, resulta de interés mostrar
opciones.
Ahora bien, cabe advertir que se trata de presentar un reporte que sintetice una
investigación. Por lo anterior, si bien las tipologías guardan características similares a las
matrices, dado que suelen presentarse en cuadros de doble entrada, debe señalarse que
las matrices incluyen los datos sin tratamiento, habitualmente en correspondencia con
las preguntas que fueron realizadas, mientras que las tipologías surgen luego de un
trabajo de análisis más profundo que implica organizar la información según lo obtenido,
muchas veces en diálogo con el marco teórico. Las matrices muestran los datos tal como
fueron obtenidos, mientras que las tipologías muestran una síntesis de ellos.
Más allá de la tipología como relibro, cabe advertir respecto de uno de los más utilizados
en reportes cualitativos, que es el de los verbatim o frases textuales extraídas de
transcripciones de campo. Más abajo nos detendremos en ellos, lo que importa aquí
advertir es el tratamiento que debe recibir este tipo de inclusiones, en función de evitar
homogeneizaciones por parte del lector. Al incluir un párrafo en palabras de los sujetos
de investigación en el marco de un reporte sintético, de no mediar aclaración, la lectura
tenderá a considerarlo como representativo del conjunto. Es preciso resituar lo anterior,
describiendo con claridad a qué realidad corresponde y/o argumentando brevemente
por qué se ha elegido ese párrafo y no otro, a fin de no invisibilizar la complejidad y
polifonía del campo.

Secciones en formato IMRD


En este apartado abordaremos las secciones internas de los papers bajo formato IMRD.
Cabe advertir, tal como mencionamos arriba, que el concepto de “secciones” también
se utiliza en el universo de las revistas indexadas para hacer referencia a las partes
preestablecidas de las publicaciones, cada una con sus respectivas normas editoriales.
En este caso, nos abocaremos específicamente a desarmar la sigla IMRD al tiempo que
a señalar que, a pesar de su codificación, no se agotan en ella las secciones de un paper.
En la tensión que buscamos transmitir en este capítulo, es preciso advertir que el
ordenamiento predeterminado de las secciones puede considerarse tanto como una
estandarización que va a contrapelo de las particularidades de cada proceso
investigativo, como una secuencia expositiva que puede ayudar a la claridad con que
se presentan los resultados. Porque es ésta la sección fundamental, que representa el
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

conocimiento novedoso: las anteriores buscan contextualizarlos y brindar elementos


para juzgarlos convenientemente, mientras que la posterior sugiere posibles
interpretaciones planteadas en términos de apertura a debates.
Mientras que el formato es habitualmente denominado como IMRD, y en ocasiones se
incluye también una sección de “conclusiones”, lo cierto es que no comienza por la
introducción, sino por otros elementos que son centrales para el contexto de
circulación: el almacenamiento en grandes bases de datos y la posibilidad de ser
recuperados por potenciales lectores. También haremos mención breve a otros
elementos que es preciso cumplimentar en todas las ocasiones (como la sección de
referencias bibliográficas) o en algunos casos (como las secciones de relevancia). Más
allá de que no todos estos elementos suelen recibir el nombre de “secciones”, nos
parece relevante realizar algunas sugerencias y recomendaciones comenzando por
ellos.

Título, resumen y palabras clave


El título de un artículo científico en el subgénero IMRD posee un formato que para
quienes provienen de otras tradiciones de lectoescritura suele parecer árido e, incluso,
poco interesante. Es que lo que se privilegia para este texto es que radicalice el g esto de
un paper: si ya el paper es una comunicación sintética, el título debe expresar una
síntesis de aquella síntesis. Debe permitir en un único golpe de lectura comprender de
qué se trata el texto como para poder determinar si resulta o no acorde con la búsqueda
que se está realizando.
En tal sentido, se sugiere que el título coincida con el objetivo general del artículo,
recordando para el caso de los reportes cualitativos que este puede no coincidir con el
objetivo general de la investigación que le dio origen. El título construye ese “paraguas”
bajo el cual deben estar incluidos la totalidad de elementos presentados. En tal sentido,
es conveniente que incluya los conceptos centrales de la propuesta. En sentido inverso,
al construir el foco del artículo, resulta oportuno realizar un recorte tal que pueda caber
en una oración breve, a modo de título. Comenzar por el título o dejarlo para el final,
englobando la totalidad de lo escrito, siempre es una decisión personal que tiene que
ver con los modos que para cada quien resulten más simples a fin de encarar el proceso
de escritura. Y también puede ser motor de las sucesivas reescrituras, en la búsqueda
de lograr la consistencia interna.
Si bien no siempre se solicita formalmente, escribir el resumen respetando las
secciones, e incluyendo en una oración lo central de cada una de ellas es un desafío
que, si bien dificultoso, puede resultar útil a fin de trabajar la consistencia interna. Más
allá de las discrepancias que puedan existir con este concepto para la construcción de
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

un objeto investigativo, el verbo “reflejar” resulta bastante apropiado para pensar ya no


la relación con la verdad, sino el vínculo interior a la retórica de un artículo: el resumen
debe ser un reflejo de lo expuesto en cada sección, en lugar de apuntar hacia ángulos
distintos. También puede realizarse al final o bien servir como indicador del grado de
coherencia logrado: si se puede traducir en una única oración, el recorte es correcto y
apropiado. Desde ya que deslindar aspectos centrales de detalles no es algo ni sencillo
ni autoevidente. Nuevamente la reescritura y también la lectura por parte de colegas
puede ayudar a detectar en qué medida lo comentado es sustantivo o anecdótico.
Un nuevo paso en la consistencia lo encontramos al cotejar el título con el resumen: la
meta a alcanzar es un grado de equivalencia total entre ambos. Si cada uno de estos
elementos apunta a un recorte distinto, hay algo que está mal elaborado en ellos, o bien
algo que no está funcionando bien en el recorte elegido para presentar en el artículo.
Ahora bien, en cuanto a las palabras clave, encontramos aquí un dilema en cuanto a su
utilización. Por un lado, podríamos pensar que, siguiendo con la misma lógica
comentada para título y resumen, lo conveniente es repetir los conceptos centrales del
título y algunos otros que puedan haberse agregado en el resumen. Este es un criterio
correcto, ciertamente. Sin embargo, por otro lado, también es posible optar por incluir
términos presentes en los listados predefinidos de términos para clasificar artículos,
denominados “tesauros” 24. En el campo de la salud la utilización de estos últimos resulta
habitual, y se denomina a los términos allí incluidos “descriptores”. Estos buscan
controlar (una vez más) la univocidad de referencias.
En función de definir lo anterior, es preciso señalar que las palabras clave son motores
fundamentales para la recuperación de los artículos en las bases de datos. Siguiendo
con la misma lógica que da origen al formato comentado, los tesauros fuer on armados
teniendo en consideración la lógica de producción de conocimiento en las ciencias
“duras”, donde los términos suelen ser de uso consensuado. De tal manera, para las
ciencias sociales se encuentran tanto quienes priorizan que potenciales lectores
encuentren el artículo, y por tanto consideran que estos pueden recurrir a la utilización
de términos consagrados por aquellos tesauros, como quienes privilegian la utilización
de terminologías consistentes con sus propios problemas y enfoques, apelando a
conceptos que permitan recuperar el artículo a quien esté específicamente interesado
en aquellos y no oriente su búsqueda por los términos preestablecidos (que no reflejan
debates teóricos ni realidades locales y por tanto pueden implicar un forzamiento de lo
presentado o incluso contradecirlo).

24
Por ejemplo, la Revista Argentina de Salud Pública, en acuerdo con actores internacionales del campo,
sugiere la utilización de los Descriptores en Ciencias de la Salud (DeCS)
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

Introducción
La sección de “introducción” requiere una capacidad de síntesis considerable: condensa
distintos elementos de una investigación, algunos de los cuales pueden provenir incluso
de lo elaborado para la etapa inicial de diseño. Nos referimos a lo que podría
comprenderse como marco teórico, estado de la cuestión, planteo del problema y
justificación (incluyendo dentro de esta última lo relativo a situaciones y escenarios
locales, que requieren ser explicitado ante lectores que no conocen el contexto).
Las investigaciones en salud suelen tener la particularidad de fundamentarse a partir de
datos sanitarios o epidemiológicos, que podrían ser considerados como un problema
empírico, en base a los cuales, y habiendo seleccionado un determinado enfoque,
construir un problema de conocimiento. Para la presentación de escenarios, actores,
programas, etcétera, lo que importa es describir brevemente a qué tipo pertenecen y/o
qué los distingue —resulta insuficiente mencionar únicamente la denominación local
con la que se los conoce. En primer lugar, porque el nombre no justifica qué aspecto de
aquellos fue tomado en consideración para su selección. En segundo lugar, porque el
texto tiene que poder ser comprendido de igual modo por lectores que conocen el
contexto que por quienes no.
En el formato paper puede resultar de interés recuperar brevemente a modo de
contexto aquellos datos previamente disponibles sobre la situación empírica
problemática que dio origen a la investigación, dado que es un modo de captar la
atención de potenciales lectores —quienes tal vez a priori ni considerarían relevante leer
una investigación cualitativa pero que, motivados por el interés acerca de la cuestión
sanitaria, pueden sorprenderse y encontrar un corte de datos para ellos desconocido.
Con frecuencia lo anterior coincide con la delimitación de un área temática, que a su vez
plantea la convergencia con otros posibles abordajes, distintos de la investigación social
cualitativa. Cabe advertir nuevamente que, siendo que el artículo puede representar un
recorte de la investigación, los aspectos del problema empírico mencionados deben
coincidir con los que efectivamente aborda el artículo.
Para una investigación cualitativa no resulta suficiente describir un problema empírico
o situación concreta problemática para formular un problema de conocimiento: es
preciso comentar desde qué perspectiva o enfoque se ha encontrado un vacío de
conocimiento acerca de aquel fenómeno. Todo problema de conocimiento se construye
desde una mirada informada teóricamente, nunca se trata de un mero reflejo de la
realidad existente. Es por ello que, seguidamente, es recomendable presentar la
construcción del problema de conocimiento —un vacío en el conocimiento previo
disponible, abordado desde cierto enfoque. Lo cual plantea el desafío de sintetizar qué
temas fueron indagados anteriormente y desde qué perspectivas, qué vacancia
delimita aquello; desde qué perspectiva se eligió abordar dicha vacancia y por qué .
Insistimos: dada la síntesis del formato, esto debe ser realizado sin incluir grandes
debates teóricos sino ateniéndose a presentar elementos centrales, y siempre en
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

relación con el recorte elegido para el artículo. Como se trata de un texto condensado,
debe conjurarse el riesgo de que lo dicho asemeje al sentido común: es a partir del
conocimiento previo disponible que se han observado ciertos aspectos de cierto modo.
El nivel de análisis desde el cual se plantea el problema debe estar en consonancia con
la propia indagación y los resultados que se presenten en el artículo. El grado de
generalidad de los enunciados debería llevar al lector a preguntarse por la escala del
escenario concreto (institución, barrio, servicio, etcétera), sobre el que versa el resto
del artículo. Por ejemplo, plantear como preocupación si se garantiza la accesibilidad
con la sola apertura de un nuevo hospital no nos remite a la indagación sobre la
extensión horaria de un servicio.
Conviene recordar que en esta sección se presentan los conceptos clave, y que ellos
deben estar en consonancia con el título, al tiempo que ser los mismos que vertebrarán
las siguientes secciones. Los conceptos clave son aquellos que gravitan a lo largo de todo
el artículo, y deben ser aludidos siempre de idéntica forma. Es recomendable brindar un
tratamiento equivalente a cada uno de los conceptos, mencionando su origen,
definición y autores relevantes en todos los casos. Dada la síntesis, puede resultar
simplificador construir el recorte en base a la articulación de dos o tres conceptos, y
entramar la totalidad del artículo a partir de ellos. Por otra parte, es indispensable evitar
el formato monográfico. No se trata de desarrollar la perspectiva de un autor ni de
presentar un debate teórico, sino de presentar aquellos conceptos que se operativizaron
en la concreción de una investigación empírica. Los artículos originales no son espacios
para dar aquellas discusiones: hay otras secciones de las revistas indexadas cuyo
propósito es recibir este tipo de propuestas (es posible encontrarlas rastreando los
portales de acceso abierto en las “instrucciones para autores” de las distintas
publicaciones). Dada la brevedad del texto, sólo deben incluirse las palabras necesarias,
evitando las redundancias. Todos los relibros de énfasis o los rodeos de gentileza quedan
por fuera de este género comunicativo. No obstante, no es posible reemplazar los
párrafos por glosarios al momento de ofrecer definiciones.
Cabe advertir que, dada la pretensión de cientificidad, todas las afirmaciones
realizadas deben estar debidamente fundamentadas. En esta sección, ese fundamento
se obtiene en las fuentes referenciadas. Vale decir que todo aquello que se afirme debe
estar respaldado por literatura específica, convenientemente citada en la sección
correspondiente. No resulta válido en este subgénero realizar afirmaciones que apelen
al sentido común o a presupuestos, como por ejemplo “todos sabemos que…”, “está
establecido que…”, “como ya fue dicho…”. Tampoco omitir referencias en los casos
donde se asumen propiedades o características de fenómenos o conceptos. También es
preciso evitar desviarse de los conceptos clave, realizando únicamente afirmaciones que
remitan a la cuestión central del artículo. Dado que las investigaciones cualitativas se
caracterizan por la diversidad de enfoques, es preciso a su vez no dar por sentado que
el lector comparte la misma orientación que quien escribe, por lo que también conviene
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

referenciar en literatura el marco desde el cual se parte (evitando afirmaciones c omo


“desde una perspectiva de derechos” o “desde una perspectiva de género” que no estén
respaldadas en bibliografía específica). En este sentido, vale advertir que las referencias
pueden mencionarse como fundamento o en función de plantear un disenso.
Una sugerencia posible es desarrollar la introducción como si se tratara de un embudo:
distintos elementos que se van combinando para desencadenar, a modo de conclusión
lógica, una pregunta cuya respuesta presenta el artículo. Un conocimiento previo
disponible que, desde cierto enfoque, plantea un vacío de conocimiento ante cierta
problemática empírica: desde allí se plantea la pregunta o problema. Esa pregunta
puede ser formulada como tal, o a modo de objetivo del reporte. Tiene que estar
suficientemente argumentado por qué a partir de ciertas concepciones se producen
ciertas preocupaciones que a su vez requirieron cierto abordaje empírico. Recordemos
que, en todos los casos, dado que se trata de reportar conocimiento novedoso, la
pregunta u objetivo debe ser de conocimiento (y no de intervención, en términos de
cómo realizar algo de manera exitosa, por ejemplo).
Cabe prestar atención a que dado lo apretado de la síntesis, es probable que para quien
lee aparezcan dadas por supuestas ciertas cadenas causales o de determinación: todas
ellas deben ser explicitadas en función de evitar un acercamiento ingenuo al planteo del
problema. Por otra parte, la pregunta u objetivo en que se desemboca debe sostenerse
a lo largo de todo el artículo.
Recordando lo mencionado arriba, insistiremos en que muchas veces la introducción
implica reconstruir una racionalidad distinta de la que orientó el desarrollo
investigativo, dado que es la racionalidad de un recorte. Por ejemplo, si la investigación
tuvo lugar en distintos hospitales, pero en el artículo se presentan resultados sólo de
aquellos de mayor tamaño, se debe justificar la estrategia presentando este escenario y
sus particularidades en cuanto a la pregunta planteada.

Material y Métodos
Esta sección debe su nombre a investigación de tipo más experimental; algunas revistas
conservan estos dos términos mientras que otras directamente utilizan el de “métodos”.
Más allá del nombre original y sus posibles acepciones, lo que se reporta en esta sección
son los procedimientos. Una vez presentado el foco y dejado por fuera del artículo todo
aquello que no guarde consistencia con este recorte, el desafío siguiente es describir a
un mismo tiempo de manera sintética y con el mayor detalle posible, los
procedimientos utilizados para construir los resultados que se reportan en el artículo.
Nuevamente se trata de reconstruir la racionalidad de una estrategia que puede
representar sólo una parte de lo realizado. Es importante insistir en que sólo se
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

presentan los procedimientos que llevaron a construir los resultados que se muestran.
Los elementos centrales de esta sección son los criterios utilizados para la selección de
contextos, unidades de análisis y técnicas, y la descripción de lo específicamente
realizado. La expertise de quien reporta se pondrá de manifiesto al definir en qué casos
es apropiada la enumeración de contextos, unidades de análisis o técnicas y en qué
casos es conveniente mencionar la categoría mayor a la que pertenecen (por ejemplo:
“servicios de alta complejidad” o la enumeración de los servicios hospitalarios en que se
realizó la investigación; “profesionales no médicos” o la enumeración de profesionales;
“entrevistas en profundidad y grupos focales” o técnicas cualitativas). Esto siempre
dependerá de la escala en que haya sido planteado el problema y en la que se presenten
los resultados. La única regla es lograr claridad, y que lo reportado pueda ser
comprendido de idéntico modo por cualquier lector, evitando a la vez detalles que lo
abrumen con información que no resulte relevante.
La expertise se pone de manifiesto en la valoración de los detalles. En este sentido, hay
detalles que sólo en algunas circunstancias modifican los resultados, mientras que en
otros no tienen incidencia —como por ejemplo el programa informático que se utilizó
para el procesamiento, o si se administró un consentimiento informado. Sólo deben ser
reportados cuando condicionan la comprensión de resultados. Por eso, sólo en cada
caso es posible conocer si el modo en que se contactó a los participantes, o si hubo casos
en que se rechazó participar de la investigación, por sólo dar algunos ejemplos, afecta
la valoración de lo encontrado. O si lo comentado sobre cierto aspecto apareció de
manera espontánea por parte de los participantes, o se les preguntó especialmente por
ese tema. O de qué manera se llevaron adelante las técnicas, si había otras personas
presentes, si se conocía de antemano a los participantes, entre otros aspectos. Incluso
en ocasiones puede ser relevantes las características físicas del investigador, dada su
inserción en el campo (por ejemplo, si se realizó una investigación sobre violencia en el
fútbol siendo mujer, o sobre interrupción voluntaria del embarazo siendo una persona
no gestante; si se realizó una investigación sobre población migrante y el propio origen
étnico permite reconocer a quien investiga como parte de esa colectividad a partir de
sus rasgos; o una investigación sobre obesidad siendo muy delgado, etcétera). A su vez,
las características de los contextos y unidades de análisis serán relevantes según la
pregunta u objetivo y/o según los resultados, por lo que es preciso comentar con
precisión los aspectos que resulten significativos, pero únicamente estos. Qué es
relevante incluir y qué no, sólo puede saberse en términos de consistencia interna del
artículo.
También en algunos casos puede ser de interés comentar la existencia de devoluciones
posteriores de resultados a los participantes, o incluso el haber brindado información,
asesoramiento o contactos en caso de que la temática abordada o la estrategia utilizada
implique considerar alguno de estos aspectos en términos éticos. Los resguardos éticos
efectivamente empleados (no las declaraciones, sino las prácticas concretas que se
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

consideraron convenientes en cada caso) forman parte de los procedimientos, y


comunicarlas también hace a un comentario integral de lo realizado para quien lee.
La sección de procedimientos requiere precisión en cuanto a qué es lo que permitió
obtener los resultados presentados. Como en los abordajes cualitativos el abanico de
posibilidades al momento de investigar es prácticamente infinito, se requiere ser
precisión al ubicar las condiciones bajo las que se obtuvo lo que se afirma. Por ello es
fundamental especificar detalladamente el contexto y el modo en el cual hemos
obtenido la información. Los términos deben ser claros en este sentido. Es necesario
comunicar lo realizado evitando referencias vagas (como el concepto de “triangulación”,
sin especificar concretamente a qué se está haciendo referencia). También, comentar
con sinceridad lo realizado; por ejemplo, si el criterio para la selección de participantes
fue pragmático, y se convocó a quienes se conocía previamente, es fundamental
explicitar esto en lugar de hacer una mención imprecisa a un muestreo teórico que no
se condiga con lo realmente hecho. Nuevamente: lo fundamental es que nos permita
comprender los resultados presentados (y no resultan relevantes las declaraciones de
métodos incluidas por considerarlas correctas, pero que no permitan valorar lo
concretamente realizado).
Aspectos que hemos definido como centrales en las estrategias cualitativas, como la
flexibilidad del abordaje y la reflexividad de quien investiga acerca de su presencia
concreta en el campo y sus propias emociones (es decir, la persona de quien investiga
como elemento fundamental en la construcción del dato), deben aparecer sólo en la
medida que refieran al recorte elegido para la presentación.

Resultados
Como mencionamos arriba, esta sección es el núcleo del artículo: podría pensarse que
las previas sólo la introducen en función de otorgarle inteligibilidad y credibilidad,
permitiendo valorarlos apropiadamente, mientras que las posteriores se limitan a
sugerir posibles implicancias, alcances y límites. En esta sección se presentan los datos
que son relevantes en el marco del artículo y su correspondiente foco; no así, todo lo
concluido a partir de la investigación de origen, en caso de haber optado por un recorte.
El criterio de relevancia para presentar resultados debe ser fijado en función del artículo,
y esto puede modificar tanto el peso específico de cada una de las dimensiones
presentadas como el modo de hacerlo. Siempre la consistencia interna es clave para
valorar qué resulta pertinente incluir y qué no.
Esta sección permite abrir la riqueza de la investigación empírica, por lo que se debería
controlar aquellas conceptualizaciones que cierran o “encorsetan” los posibles sentidos
atribuidos a lo encontrado. Ejemplificando lo anterior, será mucho más rico describir
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

qué informaciones contradictorias se encontraron acerca de los tratamientos seguidos


antes que simplemente decir “existe confusión acerca de los tratamientos”. Los
resultados resultan más interesantes cuanto más refieren al modo concreto en que se
le presentaron a quien investigó. Esto requiere trabajar en esta sección lo descriptivo
por sobre lo interpretativo, y controlar el nivel de generalización de lo afirmado. En
términos de conceptos, será más rico presentar aquí los conceptos nativos y los
emergentes que inferir conclusiones generales y abstractas en base a los conceptos
provenientes del marco teórico, porque no le permitirían al lector comprender las
particularidades del campo.
A su vez, desde los paradigmas cualitativos es fundamental mostrar los datos según sus
modos de producción, en el contexto concreto del trabajo de campo. Esto implica
prestar atención a los términos, a fin de que no contradigan con sus connotaciones la
perspectiva adoptada. Con cierta frecuencia se comete el descuido de utilizar
inadvertidamente términos propios de otros abordajes, que tienden a soslayar lo
realizado. Por ejemplo, afirmar que se puede “dar cuenta” de cierto fenómeno, o que la
experiencia de campo “indica” que estaría sucediendo determinado proceso, tiende a
transmitir más la sensación de que la investigación reflejaría lo que efectivamente
sucede, antes que comunicar que ella recuperó sentidos presentes en algunos de los
protagonistas, en cierto momento, y a partir de ciertas técnicas, aplicadas por personas
específicas en situaciones particulares. Los procedimientos deben ser mostrados al
comentar qué se encontró, lo cual resulta un aspecto clave de la consistencia interna.
Así, por ejemplo, si se entrevistaron a algunas personas y se les preguntó sobre sus
familias, no es correcto afirmar que en las familias sucede tal o cual cosa, sino más bien
que los entrevistaron relataron que estarían sucediendo. Si en un grupo de discusión se
planteó desacuerdo con una estrategia sanitaria, lo conveniente es describirlo así, y no
como que “existe desacuerdo”. Recordemos que, desde una perspectiva interpretativa,
el dato tiene que ver con su contexto de producción, y tal vez otra forma de acceder
al campo hubiera dado un resultado diferente. El dato, en este caso, es que
determinadas personas creyeron conveniente explicitar desacuerdo en ciertas
circunstancias. Tal vez en otras no lo hubieran manifestado del mismo modo, lo cual no
impide poder describir los motivos y razones de dichos desacuerdos. En el marco del
apego a presentar la construcción del dato en lugar de soslayarla, tampoco la presencia
de quien investiga debería ser descuidada en la presentación de resultados. Lo mismo
debe señalarse respecto del modo en que se obtuvo conocimiento de ciertas situaciones
o significados. Por ejemplo, puede ser conveniente describir que, ante cierta pregunta,
se respondió de tal forma, en lugar de simplemente describir qué fue dicho. También,
prestar atención a evitar verbas que no se condigan con las técnicas empleadas, como
“se observó que…” o “se evidenció que…” cuando el abordaje fue hecho a través de
dispositivos que reunieron a investigadores e investigados por fuera de los escenarios
cotidianos del campo, como suele suceder con las entrevistas en profundidad y los
grupos focales. Los actores y las fuentes deben quedar claros para cada uno de los
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

datos. Afirmaciones como que las personas “desconocen”, “confunden” o “ignoran”


determinado aspecto o información deben ser siempre matizadas, en atención a los
procedimientos concretos por los que quien investiga no encontró conocimiento o
información. No es lo mismo lo que las personas “piensan”, que lo que las personas nos
han dicho en ciertos contextos concretos.
Resulta central identificar cuándo cierto concepto o enunciado apareció de manera
literal durante el trabajo de campo, como parte de la perspectiva de los sujetos, y
cuándo se trata de un modo de describir o comprender lo encontrado por parte de quien
investiga. Esto incluye también las referencias: por ejemplo, no es lo mismo que quien
investiga afirma algo sobre “las familias de los entrevistados” que el que los propios
entrevistados lo hayan hecho, puesto que el propio concepto de familia puede ser
distinto: así, mientras quien investiga puede suponer que un hermano de alguien es su
familia, para esa persona “familia” puede remitir a su descendencia únicamente. Y
asimismo incluye valoraciones: no es lo mismo que las personas manifiesten sentir
ansiedad, tal como ellas la experimentan, que el que hayan comentado preocupación,
expectativa, temor, o una serie de sensaciones que quien investiga resume con el
término “ansiedad”. Tampoco es lo mismo que quien investiga haya observado apuro o
gritos y describa lo anterior diciendo que las personas estaban ansiosas.
Por otra parte, es en esta sección donde corresponde incluir las citas textuales de
transcripciones o registros de campo. En los reportes cualitativos un relibro habitual es
el verbatim, entendiendo por tal a un fragmento literal tal como fue enunciado o escrito
por un informante o participante de la investigación. En términos generales, los
verbatims confieren riqueza a los reportes porque implican una intertextualidad: dejan
la sensación de que aparece una voz distinta a la de quien escribe. Sin embargo, cabe
advertir que esa voz siempre está editada por quien escribe. De tal modo, una
utilización apropiada requiere ser reflexiva y consciente. En este sentido, es importante
evitar la sensación de transparencia, de que quien lee se encuentra directamente con
“lo que pasa” o “lo que se dice”, e identificar quién lo dijo o escribió, y en qué contexto
de enunciación surgió originalmente esa frase literal (si es parte de una entrevista,
como respuesta a qué pregunta, o si de manera espontánea, por parte de qué
entrevistado referenciado por las características genéricas que fueran relevantes para
la investigación —sexo, edad, profesión, rol, o las que fuere—; si es parte de un
documento, para qué audiencia fue redactado y cómo circuló, etcétera). También es
preciso mencionar si es algo que se repite de distintos modos, algo que se cita por
considerarlo un caso límite, o por considerarlo arquetípico (porque alguien enunció lo
que muchos parecen estar pensando), si es algo que tiene un valor especial por haber
sido enunciado desde algún lugar de autoridad o legitimidad para el campo, o cuál fue
el motivo para incluirla. Asimismo, resulta indispensable, para un reporte de calidad,
que la transcripción haya sido también rigurosa, y esto puede notarse cuando se
incluyen titubeos, equivocaciones u otras marcas de oralidad, en caso de que no fueran
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

documentos escritos.
Por otra parte, recordando que las investigaciones cualitativas consisten en
interpretaciones de segundo orden, el uso de verbatims debe ser controlado: las frases
de las personas no agotan el sentido de lo que puede decirse, sino que vienen a ilustrar
algo que el investigador quiere comunicar. En este sentido, si bien la sección de
resultados describe lo encontrado en campo, siempre la exposición implica una
interpretación, realizada en distintos grados de resumen y generalidad, aun cuando se
eviten directamente las valoraciones. En otras palabras, si bien los datos cualitativos se
basan en las voces de los actores, lo comunicado por el artículo debe remitir a la
interpretación de segundo grado, que es la que se vincula con la autoría del mismo.
Recuperando a su vez lo comentado en el capítulo anterior, ante la tendencia que suele
existir respecto de generalizar lo encontrado, cabe recordar que la fertilidad específica
de los abordajes cualitativos consiste en encontrar matices, contradicciones, disensos,
aspectos que si bien son excepciones muestran que los fenómenos o significados
pueden ser de un modo distinto al más frecuente o habitual. Incluso cuando los propios
sujetos parecen concordar en una apreciación, resulta interesante recuperar los
múltiples sentidos que hay atrás de los aparentes consensos (por ejemplo, si
encontramos con recurrencia que un grupo de usuarios de cierto servicio mencionan
haber recibido “maltratos”). Resumir lo encontrado evitando mostrar únicamente lo
más frecuente es un desafío propio del reporte de investigaciones cualitativas.
Tanto en aras de la fecundidad de los abordajes cualitativos, como en atención a la
escritura científica, es necesario controlar el tipo de afirmaciones que se realizan: los
términos deben ser comprendidos de igual manera por cualquier lector, y el grado de
generalización debe ser apropiado (por ejemplo, no es lo mismo algo dicho por todos
los entrevistados que algo que todas las personas del grupo creen). Las generalizaciones
tienen que estar fundadas no sólo respecto del universo (no considerar que todos los
habitantes de un barrio creen algo cuando sólo se les preguntó a algunos, por ejemplo),
sino también respecto de los escenarios concretos que fueron abordados para la
investigación, y del tiempo en que fue realizada. En este sentido, poder identificar que
se está accediendo a un momento en el tiempo de procesos dinámicos y contradictorios,
por lo cual no es posible afirmar qué es lo que las personas “sienten”, sino lo que
manifiestan estar sintiendo en determinado momento. Así, al reportar lo encontrado es
importante mostrar los procesos como inacabados, en lugar de hacerlo como si se
tratara de realidades fijas e inamovibles. De hecho, una recomendación útil puede ser
evitar el uso del tiempo presente, remitiendo los enunciados o situaciones al
momento en que fueron escuchados u observadas.
Esta sección se ocupa de presentar lo encontrado en campo tal como fue obtenido, por
lo que se deben evitar tanto las generalizaciones que no resulten de lo concretamente
encontrado (por ejemplo, afirmando que “mientras duró la observación del centro de
salud, no se encontró a nadie en sala de espera y los profesionales también comentaron
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

no estar recibiendo demandas en esos días” en lugar de “los habitantes del barrio no
acuden al centro de salud”), como las teorizaciones que carezcan de referencias
empíricas (siguiendo con el ejemplo “la falta de accesibilidad al centro de salud
desalienta la consulta”). Así, por ejemplo, es posible incluir una afirmación de este tipo
“según se desprende de las entrevistas, el capital social de los usuarios puede resultar
un facilitador del acceso a los turnos médicos” siempre que, antes o después de ella, el
lector pueda conocer qué fue concretamente lo que encontramos y que nos llevó a sacar
aquella conclusión.
Finalmente, otra recomendación que puede resultar útil es tener presente la posibilidad
de incluir gráficos, tablas o cuadros, que pueden utilizarse para presentar
características de la muestra, para armar redes conceptuales que grafiquen relaciones
entre lo encontrado, o presentar tipologías —por mencionar algunos de sus usos más
frecuentes. En caso de apelar a estos relibros, se sugiere buscar un equilibrio con el texto
que permita desarrollar algunos elementos de manera más clara a través de lo visual,
sin replicar información ni compartimentarla.

Discusión
Mientras que los resultados describen lo encontrado tal como se accedió a aquello, la
sección de Discusión resulta oportuna para problematizar en qué medida se trata de
algo que podría ser más general, señalando posibles alcances y límites de lo
encontrado. Es la instancia en que se proponen posibles interpretaciones,
explicaciones, de valorar singularidades y recurrencias, en vistas del conocimiento
previo disponible. En la medida en que se presentan diferenciadas de los resultados, es
el momento de intercambiar con los lectores en calidad de pares, postulando
apreciaciones abiertas a debate.
En esta sección se pueden valorar lo encontrado según los procedimientos y según datos
acerca del fenómeno provenientes de otras fuentes. Se puede realizar contrapuntos con
trabajos anteriores, corroborando o polemizando con ellos a la luz de los hallazgos.
También, conceptualizarlos a la luz del marco teórico inicial, o bien comentar tensiones
o debates a partir del enfoque presentado. Asimismo, es posible comentar
posicionamientos respecto de lo encontrado, en términos de juicios de valor, siempre
que estén debidamente fundados en bibliografía. Esto implica que la sección de
discusiones puede ser un buen momento para proponer conceptualizaciones de orden
más abstracto, conectando el campo específico con otro tipo de fenómenos (por
ejemplo, al definir como “violencia simbólica” alguna dimensión de lo reportado en la
sección de resultados). Todas las posibles utilizaciones de esta sección resultarán
pertinentes en la medida en que se fundamenten estrictamente en las secciones
anteriores, y que se planteen como abiertas al intercambio. En este sentido, puede
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

resultar más conveniente sugerir implicancias (”nos preguntamos si acaso lo descripto


no cabría ser calificado de violencia simbólica dado que…”) antes que afirmarlas de
manera categórica (“encontramos situaciones de violencia simbólica”), apelando a
desarrollar la argumentación e invitando al disenso.
Reforzando lo anterior, señalaremos que en esta sección no deben aparecer datos
nuevos. Todo lo que refiera a hallazgos de campo ya tiene que haber sido compartido
en la sección anterior. A su vez, todo lo que se discuta tiene que guardar relación con lo
presentado: se busca potenciar los resultados a partir de interpretaciones,
problematizar sus implicancias. Pero únicamente, en relación con lo presentado. No es
el lugar para plantear debates o dar discusiones de orden teórico que no se conecten
con el trabajo empírico que fue comentado.

Bibliografía
Si bien esta sección se excluye de la sigla IMRD, ella no resulta poco relevante. En
términos formales diremos que la corrección con que se incluyen las referencias en
términos de las normas editoriales es una carta de presentación fundamental para el
artículo, que incide en la predisposición de editores y evaluadores. También, en caso de
haber errores no detectados oportunamente por ellos, incide en la credibilidad ante el
lector.
Más allá de los aspectos formales, nuevamente la consistencia interna es un criterio
básico para juzgar al artículo. Porque todo lo referenciado en el cuerpo del artículo
respecto del conocimiento previo disponible debe estar aquí respaldado, y al mismo
tiempo no deben incluirse referencias que sean ajenas al foco de lo presentado.
Puede resultar también importante advertir la diferencia entre bibliografía y fuentes: la
bibliografía remite a teorías e investigaciones previas, mientras que documentos como
las normativas hacen al corpus bajo análisis —aún en los casos en que el marco teórico-
conceptual haya sido construido en vinculación con cierta normativa.
En la medida en que conectan lo presentado con el conocimiento previo disponible, esta
sección resulta por sí misma una suerte de argumento de relevancia y actualidad de las
secciones anteriores. Según qué referencias se hayan incluido (clásicas,
contemporáneas o ambas; teóricas, investigativas o ambas) se juzgará el conocimiento
del área sobre la que se están mostrando resultados, el posicionamiento asumido
respecto de ella y, por consiguiente, el grado de legitimidad para sostener lo enunciado.
Las referencias son un modo de introducir voces expertas para sostener lo dicho, sea
adhiriendo a ellas o bien poniéndolas en tensión.
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

Otras secciones —relevancia


Algunas revistas científicas pueden armar versiones propias del formato IMRD,
agregando por ejemplo nuevas secciones. Es el caso de la Revista Argentina de Salud
Pública, la publicación científica de la Dirección de Investigación en Salud. Tratándose
de la revista científica del Ministerio de Salud de la Nación, al concebirla se consideró
necesario reflejar esta particularidad promoviendo la conexión entre los resultados de
investigaciones originales, y el diseño y la implementación de políticas públicas. En
función de esto, se incluyeron junto con las secciones básicas otras denominadas “de
relevancia”. Estas secciones vienen de alguna manera a reforzar las discusiones, pero en
este caso pensando posibles aplicaciones de lo descripto.
Pese a algunas asociaciones que puede desencadenar su nombre, conduciendo a
confusiones, no se trata de argumentar por qué el artículo presentado es relevante, si
no por el contrario, de describir concretamente esta relevancia a partir de conexiones
concretas con el área de referencia. En el caso de la Revista Argentina de Salud Pública,
se promueve pensar aportes de lo presentado para políticas públicas de distintos niveles
de intervención desde las acciones del sistema de salud y desde la formación
profesional. Finalmente, reforzando un gesto habitual en los escritos científicos, que es
abrir preguntas a futuras investigaciones, se promueve explicitar qué aspectos
encuentran los autores que sería fecundo continuar indagando, en qué contextos, o
desde qué estrategias.

Para finalizar…

A través de este último capítulo hemos cerrado el segundo nivel del libro Estrategias
cualitativas de investigación social en salud. Hemos buscado con ello poner sobre el
tapete distintas dimensiones de la producción de conocimiento bajo estas estrategias
que suele estar ausente de las múltiples esferas de formación, aún a pesar de su carácter
transversal a cualquier proyecto.
En este caso, las particularidades del abordaje cualitativo y las tensiones en que entra
con las formas hegemónicas de concebir al conocimiento científico se ponen en juego
si no en la escritura en general, sí en la intención de publicar en revistas indexadas de
ciencias de la salud. Es por esto que hemos dedicado la mayor parte del capítulo a
abordar el formato IMRD, que constituye la plantilla bajo la cual presentar papers que
reportan investigaciones originales en publicaciones que no son exclusivas de las
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

ciencias sociales. Lo hemos hecho luego de situar contextualmente el origen y sentido


de este formato.
La dificultad de respetar el carácter flexible y reflexivo de los procesos de producción de
conocimiento bajo estos formatos rígidos, junto con la tradición ensayística de la
escritura en ciencias sociales, llevan muchas veces a considerar inconciliable la
publicación de reportes cualitativos en estos formatos. Pese a lo anterior, y en base a
nuestra experiencia en la Revista Argentina de Salud Pública, creemos que es posible
encontrar puntos de acuerdo entre los requerimientos del formato IMRD y las
estrategias cualitativas de investigación social en salud.
A partir de esta convicción, hemos realizado un recorrido que, recuperando las lógicas
de ciencias sociales, inicia problematizando el formato considerado en la actualidad
como propio del conocimiento científico. Hemos historizado brevemente la aparición de
las plataformas de acceso abierto tanto como del formato paper, en función de situar la
opción o la decisión de publicar bajo el formato IMRD en el marco de procesos
macrosociales vinculados con la diseminación de las ciencias. Entendiendo que la
elección de un formato de publicación no debe ser ingenua, hemos creído relevante
abordar aquel escenario.
Seguidamente hemos abordado algunos tópicos más prescriptivos, propios de los
cánones de la escritura científica. A fin de no limitar lo que puede decirse a elementos
normativos, hemos también realizado sugerencias acerca de posibles modos de
traducción entre investigaciones cualitativas y formatos IMRD, que permitan utilizar
convenciones sin por ello contradecir el sentido de lo realizado. Finalmente, haciendo
un repaso por las secciones habituales de un paper, que no sólo incluyen lo relativo a la
secuencia introducción, método, resultados y discusión, hemos abordado
recomendaciones acerca de cómo apropiarse de este formato.
La necesidad de síntesis es una de las características centrales del paper. Ella se suma
a la necesidad de precisión, propia de las comunicaciones científicas tal como son
definidas desde las ciencias comúnmente denominadas “duras”. Las contradicciones,
reformulaciones, tensiones, matices, parecen quedar amenazadas de extinción en estos
formatos; sin embargo, hay formas de no traicionarlas para no perder la posibilidad de
publicar en revistas que podrían llevar nuestros aportes a lectores distintos de los
habituales. En términos de aprendizajes que pueden proveernos estas convenciones,
podemos encontrar que —aun a contrapelo de sus intenciones— nos pueden servir
para reforzar principios paradigmáticos presentes en la investigación cualitativa, como
aquel que sostiene que a través de nuestras indagaciones no reflejamos la realidad tal
como existe, sino que construimos una vía de acceso a ella, entre otras posibles.
Esperamos que les hay resultado de interés tanto el capítulo como el libro en su
totalidad. Y les deseamos muchos éxitos en sus aventuras investigativas.
Capítulo 6 El reporte de resultados de investigaciones cualitativas

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