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ÍNDICE:
1. Conceptos básicos: descanso y sueño………………………………………………...2
1.1. Descanso………………………………………………………………………...2
1.2. Sueño……………………………………………………………………………2
1.3. Indicadores de fatiga en el niño/a…………………………………..……….…..2
2. Características del descanso y del sueño en la infancia. Fisiología del ciclo vigilia-
sueño……………………………………………………………………………………..3
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1. CONCEPTOS BÁSICOS: DESCANSO Y SUEÑO:
1.1. DESCANSO:
1.2. SUEÑO:
Una mala calidad del sueño en la edad infantil puede alterar la estabilidad afectiva
del niñ@, generar problemas de integración social y provocar serias dificultades
escolares.
Cada ser humano se mueve dentro de unos umbrales de actividad que están en
relación con la edad, el estado de salud y, en esencia, con sus características
psicofísicas. De hecho, los ritmos de actividad-descanso en el niñ@ son diferentes a los
del adulto y contribuyen a su proceso de maduración y desarrollo.
Cuando hace su aparición la fatiga es necesario acudir al descanso; bien como pausa
de la actividad durante la jornada (recreos, relajación, etc...) o bien como pausa de toda
actividad para recuperar la energía gastada durante las actividades de la mañana
(siesta).
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La fatiga puede presentarse como un estado de hiperexcitación, hipermotricidad,
nerviosismo o bien como un estado de apatía con menor calidad en los movimientos,
disminución de la coordinación, aparición de errores con mayor frecuencia y
descenso de la precisión que originará todo ello un deterioro de la atención global y
focal. Centrándonos en indicadores más concretos podríamos especificar los
siguientes:
- Escozor de ojos, necesidad de frotarse.
- Molestia muscular.
- Incapacidad de concentrarse o mantener la atención
- Descontrol progresivo de los movimientos finos.
- Rabieta y llanto sin motivo aparente
La fatiga originada a lo largo del día debe eliminarse con un descanso nocturno
adecuado a las necesidades del niñ@, además de los periodos de descanso diurno.
Si tuviésemos que explicar los momentos clave del sueño hablaríamos de tres:
adormecimiento, sueño y despertar
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El SUEÑO LENTO o sueño NREM se caracteriza por ser un sueño lento, calmado. La
respiración es regular y la profundidad del sueño va aumentando paulatinamente. Pasa
por cuatro estadios, con leves diferencias entre todos los sujetos:
Al final de la fase REM, vuelven a empezar las cuatro fases del sueño lento. Así,
este ciclo completo se repite cuatro o cinco veces durante la noche cada dos horas,
aproximadamente, según las necesidades de cada persona.
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3. NECESIDADES DE SUEÑO.
En un adulto se establecen claramente dos períodos a lo largo del día, uno de sueño
y uno de vigilia. Sin embargo, el recién nacido está prácticamente todo el día durmiendo
y se llegan a establecer seis períodos de sueño alternados con períodos de vigilia que se
sincronizan con la alimentación y la higiene. Entre la situación del recién nacido y la de
un adulto hay toda una gradación de frecuencias horarias.
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niño o la niña no se siente a salvo, no dormirá bien. Unas palabras o un gesto de afecto
pueden facilitar que el niño esté cómodo.
El educador debe tener en cuenta los espacios, horarios, materiales y estrategias a la
hora de organizar la actividad del sueño:
Luminosidad En los momentos de sueño diurno no es necesario una total oscuridad pero sí
cierta penumbra, aunque durante la noche sí. De esta manera, también se ayuda
a los más pequeños a reconocer las diferencias entre el día y la noche, entre la
vigilia y el sueño. Por lo tanto la iluminación puede ser artificial, pero en
cualquier caso regulable.
5.2. Materiales.
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Durante la siesta se puede utilizar un objeto de apego.
La ubicación de las colchonetas o el mobiliario utilizado para el descanso debe
favorecer la individualidad de cada niño y la circulación de los educadores.
Ya hemos visto en el epígrafe 3 de esta unidad, que las necesidades del sueño varían
según las edades y características individuales de cada niño/a
Como norma general no pueden establecerse pautas sobre la duración del sueño, ya
que depende fundamentalmente de necesidades individuales, a veces muy variables, a
las que se suman las derivadas del "desgaste" general de origen exógeno, ambiental,
climático e incluso hábitos familiares y socioculturales.
En cualquier caso, no es conveniente fijar con rigidez el tiempo que debe dormir un
niñ@, ni tampoco establecer comparaciones por las grandes variabilidades individuales.
Sí, en cambio, deberá favorecerse su "libertad de sueño", no impidiéndole dormir en su
horas habituales debido a necesidades familiares o de los adultos que les cuidan, y
permitir que, en edades tempranas o en aquellas de mayor desgaste energético o
intelectual, se fraccione el día intercalando un periodo de sueño breve.
Sin olvidarnos de responder a las necesidades individuales de cada niño/a, el sueño
debe de ir adaptándose a las condiciones del entorno en el que vive. Y para conseguir
una buena adaptación a los horarios habituales y aprovechar óptimamente el tiempo
dedicado al descanso, es crucial que se respeten al máximo las horas destinadas al sueño
tanto en lo relativo a la hora de acostarse como a la hora de levantarse.
5.3. Estrategias.
Enseñar a un niño o niña a dormir no es tan fácil como pensamos. Los padres suelen
presentar varias dudas ante este tema. Es importante comprender que no existe una
única fórmula ideal para todos los niños. Lo que funciona perfectamente con unos no
tiene por qué dar el mismo resultado con otros.
Existen muchas teorías y métodos para enseñar a dormir: Ej.
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6. INTERVENCIÓN DEL EDUCADOR/A INFANTIL EN EL DESCANSO Y
SUEÑO DE LOS NIÑOS Y NIÑAS
La mayoría de problemas que presentan los niñ@s relacionados con el sueño son: no
poder conciliar el sueño cuando se quedan solos en su habitación o despertarse
repetidamente a lo largo de la noche. Muchas de estas situaciones se pueden prevenir
antes de los 6 meses o, en todo caso, durante el primer año.
Es frecuente que los niñ@s precisen de ciertos ritos o costumbres para irse a dormir
como acostarse con un peluche, que le cuente el adulto algún cuento o que le cante una
canción.... No obstante hay que evitar que el niñ@ se haga dependiente de la presencia
del adulto para conciliar el sueño.
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Los educadores estarán atentos a quienes necesiten una atención más
individualizada: niños a los que le cueste conciliar el sueño. Estas pequeñas dificultades
para conciliar el sueño, sin ser considerados trastornos del mismo (algo que
trabajaremos más adelante), pueden deberse a algunas cuestiones como el miedo a la
separación del adulto (muchas veces provocado por la familia) o a problemas
relacionados con la adquisición del hábito del sueño propiamente dicho (inadecuación
en horarios, actividades antes y durante el sueño y espacios inapropiados)
Es tarea de la educación infantil el mantener con los padres una buena comunicación
en este terreno para que las horas dormidas sean las necesarias, para que el sueño sea
tranquilo para todos - padres incluidos - para que la familia y la escuela infantil adopten
criterios comunes y estén informadas mutua y recíprocamente de los criterios y usos
propios de cada una.
Además, las familias deben informar a la escuela de los rituales de sueño, posturas,
objetos de apego etc.., para que la escuela infantil los tenga en cuenta a la hora de
organizar las actividades relacionadas con el descanso y sueño de los niños y niñas a los
que presta sus servicios. Los padres deberían mantener horarios regulares, evitando
fuertes excitaciones a la hora de irse a la cama. Acostándolo siempre en su cuarto que
será independiente de los padres
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actividad física durante el día. El equilibrio calórico desaparece: las calorías
ingeridas superan las calorías gastadas.
El niño está despierto durante más horas y puede comer durante más tiempo.
Durante los 6 meses de vida del niñ@ las alteraciones de sueño son muy frecuentes
básicamente porque su ritmo biológico es diferente al de los adultos. Los ritmos del
bebé se repiten cada 3 o 4 horas, período durante el cual se despiertan, se les limpia, se
les alimenta y se vuelven a dormir, igual durante el día que durante la noche.
A medida que vaya creciendo sus ritmos se irán adaptando progresivamente a los del
adulto, alargando sus períodos de sueño nocturno. Durante este proceso de
adaptación, se pueden producir trastornos en del sueño que se estudiarán
detenidamente en este apartado.
Los trastornos de sueño que afectan a los niños y niñas no suelen ser graves, pero si
perduran en el tiempo pueden afectar a la salud infantil y provocar un trastorno familiar.
Hay que destacar que la mayoría de los trastornos de sueño infantil no requieren
ningún tratamiento farmacológico, se resuelven cambiando los hábitos del niño o
disminuyendo el grado de estrés infantil.
Los trastornos que afectan a los niños menores de 6 años son muy variados y se pueden
clasificar en dos categorías: disomnias y parasomnias.
8.2.1. Disomnias.
Alteraciones en la cantidad del sueño, ya sea por déficit o por un exceso. A su vez se
pueden dividir en dos: dificultad para conciliar el sueño (insomnio) o para mantenerse
despierto (hipersomnia):
8.2.1.1.El insomnio
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Los dos primeros (insomnio inicial e insomnio de mantenimiento) son los más
frecuentes en los niños. El despertar precoz es característico de trastornos depresivos y
aparece más frecuencia en la vida adulta.
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8.2.1.2. Hipersomnia
En este trastorno el sueño se prolonga durante más tiempo de lo habitual y hay cierta
dificultad para despertar. Puede ser de carácter crónico o puede durar solo unos días.
8.2.2. Parasomnias.
Son episodios en los que se repite de una secuencia de conductas complejas cuando
el niño está profundamente dormido, que hacen que el sujeto se levante de la cama y
camine (en muchas ocasiones repite situaciones que se han dado durante el día). Al día
siguiente no recuerda nada de lo sucedido.
Respecto a la intervención:
- Intentar reconducir al niñ@ a la cama, hablándole poco a poco, utilizando frases
sencillas.
- No se le tiene que intentar despertar, dado que está profundamente dormido, con lo
que se encontraría desorientado y no entendería nada de lo que está pasando.
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Es una alteración benigna pero, se tomará alguna medida de seguridad para evitar
accidentes fortuitos (confundir la ventana con la puerta y querer salir por ella). No se
puede prevenir ni requiere ningún tratamiento.
Son las parasomnias más frecuentes entre los niños. En las pesadillas el niño tiene
un sueño muy emotivo, que se asocia con un miedo o una ansiedad muy intensos. Este
episodio se acompaña de sudoración moderada, taquicardia y taquipnea(respiración
acelerada). El niño se despierta gritando y dice que tiene mucho miedo. Puede recordar
lo que ha soñado y explica con detalle el contenido del sueño
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Dentro de la intervención es recomendable:
- No despertar al niño durante el episodio de terror nocturno, porque puede aumentar
su intensidad o su duración. Hay que mantener la calma y vigilar que el niño no se
haga daño.
- Otra medida preventiva a tener en cuenta es retirar de la habitación objetos que le
puedan causar lesiones, evitar que duerma en literas, cerrar puertas y ventanas
peligrosas…
Los terrores nocturnos infantiles no requieren ningún tratamiento farmacológico.
Consiste en hablar, gritar, reír o llorar mientras se duerme en cualquier fase del
sueño, aunque es más habitual durante la madrugada. Lo más habitual es que se trate de
palabras sueltas, ininteligibles o no, o frases muy cortas, que no responden a ningún tipo
de conversación, y el contenido de las cuales está relacionado con hechos de la vida
cotidiana. Al día siguiente el niñ@ no recordará nada. La causa puede estar relacionado
con el estrés. No presenta ningún problema para el niñ@.
Cuando estos hábitos se mantienen por encima de los 4 años, dejan de ser normales
y pueden ser debido a las siguientes causas:
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Carencia afectiva, deprivación materna.
Dificultades en la adquisición del hábito de dormir: dormir en la cama de los
padres, no querer irse a dormir, miedo a la oscuridad, necesidad de la presencia
de algún adulto....
No es una alteración propiamente del sueño pero se dan con mucha frecuencia y
puede producir alteración en el sueño y por lo tanto en la salud del niño. Suele darse
entre el 7 y el 10% de los niñ@s. Ante los ronquidos persistentes, acompañados de
apneas o ciertas dificultades para respirar, es necesario consultar con un especialista.
No es una alteración del sueño pero suele ocurrir cuando el niño está dormido. Es un
problema grave, y se trata de un proceso de “causa multifactorial” y poco conocido. Se
ha definido como aquella muerte repentina o súbita de un niño menor de un año de
edad, de naturaleza no explicada o sin causa aparente que en un porcentaje considerable
de los fallecidos acontecen durante el sueño, por lo que también se denomina “muerte
en la cuna”.
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