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MALTRATO A LOS ANIMALES EN EL PERÚ

INTRODUCCIÓN

En estos tiempos de desarrollo tecnológico, donde se supone que la sociedad


está casi civilizada, no se puede permitir el maltrato a los animales, debido a que
existen todavía situaciones en las que el ser humano parece que no ha salido de
la prehistoria; es decir, continúa practicando el maltrato de éstos alguna u otra
manera.

Continuamente en los medios de comunicación o en el continuo transitar por


calles, avenidas o parques de cualquier lugar, podemos observar que algún
animal es víctima de todo tipo de maltratos, inclusive algunos de ellos los lleva a
la muerte. Se conoce que existe una normatividad legal que ordena su protección
pero hasta ahora sigue siendo “letra muerta”, es decir, simplemente no se le
acata. Por otro lado, también existen ordenanzas municipales para su protección
pero tampoco son acatadas. Por lo que una sociedad que aspira a ser sana y
civilizada no puede permitir que los animales estén a merced de agresores que no
reciben sanciones, o que de recibirlas, estas no desalientan conductas similares
en el futuro.

El objetivo de este ensayo es a través de una información descriptiva, explicar en


qué estado o que están haciendo las autoridades respectivas para disminuir esta
problemática, haciendo acápite que el hombre también su responsabilidad en este
tema. Porque necesitamos una legislación que realmente funcione, porque
contamos con una ley promulgada en el año 2000 que solo sanciona el maltrato
animal como falta no como delito, y que al carecer de reglamentación en muchos
casos quedan impunes. Es una burla y llama la atención que desde hace 15 años
no se haya reglamentado.

DESARROLLO
La crueldad puede definirse como una respuesta emocional de indiferencia o la
acción que innecesariamente causa sufrimiento, dolor y muerte a un ser vivo, o la
obtención de placer en el sufrimiento y dolor de éste. Esta actividad humana
anómala ha sido considerada por la ciencia como un signo de disturbio
psicológico, siendo un criterio diagnóstico para los desórdenes de conducta en
niños y adolescentes (American Psychiatric Association, 1995). Por tanto, la
crueldad hacia los animales debe ser tratada como un comportamiento
socialmente inaceptable (Ascione, 1993).

La Protección Animal Mundial, anteriormente denominada Sociedad Mundial para


la Protección Animal (WSPA, por sus siglas en inglés), es una organización
internacional de bienestar animal sin fines de lucro que ha estado en operación
por más de 30 años y es un centro de referencia para protección animal (World
Animal Protection, 2015). La WSPA considera que toda nación debe contar con
una legislación para la protección animal integral. Los animales son criaturas
consientes y, por ende, tienen derecho a reconocimiento, cuidado y protección
contra aquel sufrimiento que se pueda evitar. Asimismo, considera que la
legislación por sí misma es insuficiente para lograr un cambio real en las actitudes
y la protección práctica que se proporciona a los animales, ya que para ser
realmente eficaz requiere tanto del apoyo popular de una sociedad humanitaria
que se preocupa como de una aplicación adecuada. La educación puede
provocar mejoras duraderas, pero la legislación brinda la red de seguridad que
evita la crueldad y el abuso y debe reflejar el consenso actual de la sociedad.

Aproximadamente 65 de los 192 países del mundo tienen leyes nacionales para la
protección de los animales, aunque estas leyes no se aplican debidamente
(Mosaico Animal, 2015). El documento de la WSPA titulado ‘Animal Protection
Legislation: Guidance Notes and Suggested Provisions’ (Legislación para la
protección animal: notas guía y estipulaciones sugeridas), señala los puntos clave
que deben considerarse cuando se formula la legislación para la protección
animal.
La única norma de protección de los animales que existió en el Perú hasta fines
del 2015 fue la Ley N° 27265, promulgada en mayo del 2000. Dicha norma nunca
fue reglamentada, motivo por el cual se hizo difícil sancionar a los responsables
de maltrato animal, sumado al hecho de que adolecía de muchos vacíos que
hacían que la misma resultara inaplicable.

Si bien fueron presentados diversos proyectos de ley en los últimos 10 años a fin
de establecer una ley que condene el maltrato animal con pena privativa de
libertad, fue el proyecto de Ley 3371/2013-CR, presentado por el grupo
parlamentario Acción Popular – Frente Amplio, el que obtuvo el mayor alcance y
respaldo de la población en firmas para su presentación al Congreso de la
República del Perú. Este proyecto de ley trató de subsanar las omisiones
existentes en la Ley 27265, Ley de Protección a los Animales Domésticos y a los
Animales Silvestres mantenidos en Cautiverio, al establecer la participación activa
de la sociedad en la gestión de la protección y el bienestar animal, sobre todo en
las actividades educativas y fiscalizadoras de la aplicación de la norma, con la
finalidad de erradicar y prevenir todo maltrato y acto de crueldad contra los
animales, así como fomentar el respeto a la vida de los animales y la adopción de
medidas tendientes a su protección que impliquen su manejo o tenencia.

El proyecto de Ley 3371/2013-CR fue presentado al Congreso de la República del


Perú el 10 de abril del 2014 y luego de los respectivos trámites, la Comisión de
Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos, Ambiente y Ecología del Congreso
de la República del Perú en Sesión Ordinaria N° 15 del 21 de abril de 2015,
acordó por unanimidad su aprobación. No obstante, el Congreso desestimó esta
propuesta pero sirvió como base para acelerar las discusiones sobre maltrato
animal, llegando a promulgar el 08 de enero de 2016 la Ley N° 30407 de
Protección y Bienestar Animal, que en buena forma sintetiza las propuestas de los
proyectos de ley presentados en el periodo 2010-2015. De esta manera, el Perú
se sitúa como un país latinoamericano que ha dado un gran avance acorde al
proceso de globalización, concientización y sensibilización humana mundial frente
a la vida animal; más aun considerando que toda conducta que genera maltrato
cruel hacia un animal es una falta dolosa que implica conocimiento y voluntad
premeditada del ser humano.

Así, Prieto (2011) afirma que:


“El vínculo entre el hombre moderno y naturaleza deja de ser la quieta
contemplación y adopta el carácter activo del dominio. El apetito, la avidez
de mundo, que según Hegel caracteriza el advenimiento de los tiempos
modernos, se pone de manifiesto sobre todo en la explotación de la
naturaleza a través de la nueva ciencia experimental y la técnica. La
modernidad es la época del homo faber, nuevo demiurgo, activo y potente
transformador de la naturaleza” (p.340)

Todo esto, lleva a que los animales no humanos requieren, sobre todo en nuestro
país, de una protección constitucional, regulándose a nivel constitucional el
respeto y protección animal, por y para los animales, así como ha acontecido en
otros de Europa como en algunas constituciones de América Latina, teniendo en
cuenta sobre todo los instrumentos internacionales que existen al respecto.

En la mayoría de países, los animales son considerados como bienes o cosas


corporales (semovientes), es decir son cosas que se mueven o trasladan de un
lugar a otro, por sí mismos. Según Gonzales (2004), cuando se les consideran
como cosas o bienes jurídicamente, esto quiere decir, que se encuentran dentro
la categoría de objetos del Derecho, es decir, que al igual que los bienes
corporales (un auto, una moto o un inmueble) o bienes incorporales (derechos
que recae sobre determinados bienes) son susceptibles de brindar utilidad al ser
humano, de ser apropiados y aprovechados por él, de tener un valor económico y
de encontrarse dentro del comercio de los humanos, en otros términos significa
que el ser humano tiene poder sobre él, es decir, como titular de cada animal
puede ejercer sobre él cada uno de los atributos que nos concede el derecho de
propiedad, puede usar; servirse del animal, disfrutar; aprovecharse
económicamente del animal o de sus crías (consideradas como frutos naturales
para el derecho), disponer; desprenderse, abandonar, eliminar al animal como a
sus crías y, o reivindicar al animal.

Como en todo de índole controvertido, surgen posiciones a favor y en contra, todo


con la finalidad de re conceptualizar la categoría jurídica de los animales no
humanos. Así, las opiniones están divididas unos consideran que los animales no
humanos deben seguir siendo considerados objeto del derecho (como una cosa o
un bien) y otras que, opinan que los animales no humanos deben ubicarse dentro
de una categoría más de los sujetos del derecho (como el concebido, la persona
natural, la persona jurídica y las organizaciones no inscritas), posiciones
intermedias, conceden a los animales no humanos la categoría animal en
negativo, es decir, señalan que los animales no son cosas sino que son seres
sensibles, teniendo en cuenta su capacidad de sentir. Pero eso sí, las tres
posiciones están de acuerdo totalmente en la importancia de la protección animal.
Rodríguez (2008) afirma “nosotros nos hemos negado a aceptar una teoría que
propugne la atribución de personalidad jurídica a los animales y hemos apostado
por la existencia de un régimen de propiedad privada sobre los animales” (p.8);
pero ello no quiere decir, que por ser propietarios podemos hacer lo que
queramos con los animales. Existen objetos sobre los cuales no podemos hacer
lo que queramos cuando queremos y no por ello sugerimos que tienen una
personalidad especial. Lo que se propone es lo siguiente: nos queda claro que un
animal no es como un lápiz o un cuaderno. Dicha diferencia esencial se encuentra
constituida por la simple constatación de que los animales tienen emociones (o al
menos reacciones) que denotan sensibilidad.

Sigue afirmando Rodriguez (2008), que un animal puede estar emocionado o


puede estar atravesando un fuerte sufrimiento. Escapar a esta realidad es
ausentarnos de todo sentido de profundidad en nuestro análisis. Sin embargo,
cuando nos hablan de una personalidad propia y de una titularidad personal de
los animales para con ellos mismos; ello resulta claramente contradictorio (y hasta
inaudito)” (p.8). Por otra parte, Chávez Fernández, sostiene que “la capacidad de
sufrir se constituiría en una suerte de mínimo ético en el que los “animales
humanos” y los no humanos hallaríamos una igualdad por lo menos aproximada.
De otra manera: si se tiene derechos fundamentales no es porque se sufra o no
se sufra, ni por cálculos de conveniencia costo- beneficio sobre el resultado
solamente material de acto alguno, sino antes bien por el simple hecho de poseer
una dignidad ontológica, es decir, por las consecuencias éticas naturales que
proceden de la condición propia o inherente de todo ser humano.

Por lo que estos “derechos animales” terminarían siendo básicamente tres: a) el


derecho a la vida, b) a la protección de su libertad y c) a la prohibición de su
tortura. Haciéndose indispensable señalar que existe un rasgo estrechamente
vinculado al derecho que configura de una manera diferencial al ser humano; es
decir, si gozamos de libertad es porque somos criaturas de naturaleza humana.
Continúa afirmando Chávez (2007), que “más allá de las intenciones de quienes
los proponen, se hace referencia no a auténticos derechos subjetivos de los
animales, sino antes bien, a genuinos deberes éticos de justicia de los seres
humanos en relación con el cuidado de los animales” (p.203). Por lo que, estos
deberes éticos pueden adoptar incluso la forma de exigencias jurídicas positivas,
pero ello no debe confundirse con auténticos derechos subjetivos de los animales.
No se trataría de “derechos de los animales” sino, en todo caso, de “derecho de
los animales” o de “derecho animal”, o quizá con mas claridad aun: de legislación
sobre la protección de los animales.

La implementación de una ley de protección animal que establezca que los


animales son seres sintientes no humanos con derecho a la vida y bienestar ha
sido una necesidad de índole imperiosa en el Perú. El 08 de enero de 2016 fue
promulgada la Ley N° 30407 “Ley de Protección y Bienestar Animal”, luego de que
el Congreso de la República la aprobase en noviembre de 2015. La Ley 30407
consta de 36 artículos distribuidos en 8 capítulos y un anexo. Asimismo, y a
consecuencia de su promulgación, la Ley N° 27265 “Ley de Protección a los
Animales Domésticos y a los Animales Silvestres Mantenidos en Cautiverio” y el
artículo 450-A del Código Penal fueron derogados.

La presente ley es producto de un conjunto de propuestas de ley referidas a la


protección, bienestar y conservación animal, que ha sido motivo de preocupación
de diversos grupos de personas, asociaciones relacionadas a la protección animal
y similares, cuyas voces y peticiones fueron canalizadas por varios parlamentarios
a través de los años mediante proyectos de ley que tipificaban el maltrato animal
como delito.

La finalidad de esta ley, indicada en el artículo 2, consiste en “garantizar el


bienestar y la protección de todas las especies de animales vertebrados
domésticos o silvestres mantenidos en cautiverio, en el marco de las medidas de
protección de vida, la salud de los animales y la salud pública”. El objeto de la ley,
indicado en el artículo 3, es el de “proteger la vida y la salud de los animales
vertebrados, domésticos o silvestres mantenidos en cautiverio, impedir el
maltrato, la crueldad, causados directa o indirectamente por el ser humano, que
les ocasiona sufrimiento innecesario, lesión o muerte; así como fomentar el
respeto a la vida y el bienestar de los animales a través de la educación. Además,
de velar por su bienestar para prevenir accidentes a sus poblaciones y aquellas
enfermedades transmisibles al ser humano. Así como promover la participación
de las entidades públicas y privadas y de todos los actores sociales involucrados,
con sujeción al ordenamiento constitucional y legal”.

Si bien el Proyecto de Ley 3371/2013-CR propuso la incorporación de un texto al


artículo 207-A del Código Penal, en la Ley 30407 “Ley de Protección y Bienestar
Animal” se dictaminó la incorporación del artículo 206-A al Código Penal: “El que
comete actos de crueldad contra un animal doméstico o silvestre, o los abandona,
es reprimido con pena privativa de libertad no mayor de tres años, con cien a
ciento ochenta días-multa y con inhabilitación de conformidad con el numeral 13
del artículo 36”.

Si como consecuencia de estos actos de crueldad o del abandono el animal


doméstico o silvestre muere, la pena es privativa de libertad no menor de tres ni
mayor de cinco años, con ciento cincuenta a trescientos sesenta días-multa y con
inhabilitación de conformidad con el numeral 13 del artículo 36”. Esta ley
contempla la pena privativa de la libertad no mayor de tres años y 100 a 180 días-
multa a quien cometa actos de crueldad o abandono contra un animal doméstico
o silvestre. En caso el desenlace del animal sea la muerte como consecuencia de
crueldad o abandono, la pena no será menor de tres ni mayor a cinco años con
150 a 360 días-multa. En ambos casos se contempla la inhabilitación del agresor
responsable conforme al numeral 13 del art. 36 del Código Penal. Asimismo,
dispone que los gobiernos regionales y locales, así como las instituciones
públicas, vigilen la aplicación de esta ley.

Como es señalado en los anexos de la presente ley, se considera abandono a la


circunstancia o condición en la que se deja a un animal de compañía en la vía
pública o estando en posesión del dueño o tenedor no se le atiende en sus
necesidades básicas de alimentación, refugio y asistencia médica. La nueva
norma prohíbe las amputaciones quirúrgicas o cirugías consideradas
innecesarias, es decir, que no atiendan indicaciones clínicas; el entrenamiento,
fomento y organización de peleas entre animales; la crianza y uso de animales de
compañía con fines de consumo humano; la utilización de animales en
espectáculos de entretenimiento donde se fuerce a los animales a realizar
actividades que no sean compatibles con su comportamiento natural; y el
comercio de cualquier espécimen de fauna silvestre y sus productos que no tenga
origen legal, entre otros.

Nuestro país, hoy en día es reconocido como un país aparente para la inversión
privada debido a su economía creciente, por lo tanto, no puede ser ajeno a temas
de interés social en los que los derechos de seres vivientes, tanto humanos como
animales, sean ignorados. Todos los países desarrollados condenan y sancionan
el maltrato animal al ser considerado como crimen o delito, algunos con sanciones
más “justas” en comparación con otros, así como países del tercer mundo.

Según la Real Academia Española (RAE), la palabra crimen involucra un delito


grave, acción indebida o reprensible, mientras que el delito refiere a una culpa,
quebrantamiento de la ley, acción reprobable y omisión voluntaria o imprudente
penada por la ley. Desde el punto de vista jurídico, el crimen es una conducta,
una acción o una omisión tipificada por la ley que resulta antijurídica y punible. Un
crimen, por lo tanto, viola el derecho penal. El concepto está vinculado al de
delito, aunque esta palabra (del latín delinquere) tiene un origen etimológico que
remite a “abandonar” el camino establecido por la ley. Delito, por lo tanto, suele
usarse en un sentido genérico y crimen se reserva para hacer referencia a un
delito de gravedad.

Así la aplicación de la Ley N° 30407 “Ley de Protección y Bienestar Animal”,


produjo en los tres días siguientes a su promulgación, que el número de
denuncias de maltrato animal se incrementara en un 60%, de acuerdo con la
Asociación Peruana de Protección a los animales (ASPPA) (Carrión, 2016). Por
otro lado, a criterio de los autores, la excepción de corrida de toros y peleas de
gallos en la Ley N° 30407 contradice la normativa de la misma ley al rebatir las
definiciones de “bienestar animal”, “espectáculo de entretenimiento” y “sufrimiento
innecesario” señaladas en el Anexo de la misma y citadas a continuación:
 Bienestar animal: conjunto de elementos que se refieren a la calidad de vida
de los animales, basado en la protección de las especies, respeto a sus
hábitats naturales y adaptación a los entornos brindados por el ser humano
que les permita desarrollarse y mantener un comportamiento natural y un
estado de plena salud física y mental que implica aspectos de sensibilidad
referidos, principalmente, al dolor y al miedo”.
 Espectáculo de entretenimiento: actividad en la cual se obliga a un animal de
cualquier especie a realizar acciones en contra de su patrón de
comportamiento natural, afectando su integridad física y bienestar con la
finalidad de entretener a un grupo de personas”.
 Sufrimiento innecesario: condición en la que un animal experimenta dolor o
extremo nerviosismo manifiesto por respuestas conductuales como
hiperexcitación, que podrían evitarse con buenas prácticas de manejo y
destreza de un manipulador especializado.

A nivel mundial, los grupos animalistas condenan intransigentemente todo acto de


crueldad animal, incluido el uso de animales con fines de experimentación. En
este sentido, el movimiento antitaurino (o antitauromaquia) es el que se ha venido
manifestando con mayor fuerza en los últimos años a través de campañas por
parte de instituciones de protección animal sin fines de lucro, tales como ASPPA
PERÚ (www.asppa-peru.org) y Grupo Caridad (www.grupocaridad.org) como los
más representativos a nivel nacional, así como a través de redes sociales como
Facebook, el que inclusive añadió una opción de “denuncia de contenido” contra
todo material visual y audiovisual referente a las corridas de toros. Sin embargo,
fue retirado a los pocos días debido a protestas que sustentan este evento, al
igual que las peleas de gallos, como espectáculo cultural enraizado en la
idiosincrasia de muchos pueblos.

Finalmente, un ítem no contemplado en la Ley N° 30407 y a manera de


sugerencia por parte de los autores, es la implementación en el Código Penal de
un artículo en el que se describa la sanción por hurto de animales de compañía,
como en el caso de abigeato (Art. 189, incisos A, B y C del Capítulo II del Código
Penal).
Se conoce que en nuestro país, cualquier acto de crueldad practicado contra los
animales no se encuentran sancionados como delitos sino únicamente como
“faltas contra las buenas costumbres”. Desde la promulgación del Código Penal
(1991) hasta la modificación incorporada por la Ley No. 27265 (22 de mayo de
2000), la única sanción que recibía quien cometía estos actos era el de prestar
servicio comunitario por diez a treinta jornadas, el mismo castigo impuesto a quien
destruía las plantas que adornan jardines, alamedas, parques y avenidas. En la
actualidad, el infractor puede recibir una sanción pecuniaria (60 días-multa a 360
días-multa) o limitativa de derechos (prohibición de tenencia de animales).

Por lo que, nuestra regulación actual contiene algunas inexactitudes al abordar los
actos de crueldad contra los animales únicamente como faltas:
a) Siendo la tentativa no punible en las faltas, si se impide que se consuma un
acto de crueldad animal, el responsable del hecho no recibirá ningún tipo de
sanción por parte del Estado. Por ejemplo, si una persona vierte veneno en el
alimento de las mascotas de su vecino pero este las salva llevándolas a un
veterinario o suministrándole algún medicamento, el responsable no recibirá
castigo alguno pues los animales no se lesionaron ni murieron. A este hecho
debemos agregar y cuestionar, que el Código Penal sólo castiga la tentativa
en los casos de faltas contra la persona (lesiones) y el patrimonio (hurto
simple y daño).
b) En los actos de crueldad animal, sólo responde penalmente el autor del
hecho, no los cómplices (primarios o secundarios) ni los instigadores. Por
ejemplo: Supongamos que en el caso del joven que torturó y mató un gato,
existiese una persona que lo contrató para que lo hiciera, que le proporcionó
todos los instrumentos que necesitaba y que lo filmó mientras lo hacía. Toda
vez que nos encontramos frente a una falta, sólo respondería quien ejecutó el
acto pero no quien colaboró o fomentó su realización.
c) El plazo máximo que el Estado tiene para investigar y sancionar los actos de
crueldad es de un año desde que fueron cometidos pues tanto la acción penal
como la pena prescribe en este lapso de tiempo. En la práctica, este plazo es
muy corto para que el Estado pueda determinar la responsabilidad de una
persona en actos de crueldad animal ya que no dispone de 12 meses de
investigación sino del tiempo que quede desde el momento en que se
descubrieron los hechos. Si tenemos presente la burocracia estatal y la carga
con que cuenta el Poder Judicial, podemos inferir que muchos actos de
crueldad animal quedarán impunes.

CONCLUSION
El bienestar de los animales está en relación con el de los humanos porque se
considera que existe un solo paso entre la violencia hacia los animales a la
violencia hacia los humanos. Por esto la crueldad hacia los animales debe ser
atendida.
Los animales sienten, sufren por lo que su bienestar dependa de nosotros, y que
su maltrato afecte nuestra convivencia sana y pacífica, son razones suficientes
para que su protección jurídica tenga lugar.
La legislación aplicada debe ir acompañada de educación. Por eso los peruanos
debemos estar verdaderamente comprometidos con el buen trato a los animales.
Los padres y las escuelas tienen la responsabilidad de enseñar a los niños el
respeto a los animales.

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