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FUNDAMENTALES
La ética es un análisis sistemático y crítico de la moralidad, de los factores morales que guían la
conducta humana en una determinada práctica o sociedad.
19 DE AGOSTO DE 2023
ALUMNO: MARIA GUADALUPE DIAZ MONRREAL
QUINTO CUATRIMESTRE
MATERIA: ETICA
PROFESOR: LIC. ELIA YORSELY AVILA PEREZ
MARIA GUADALUPE DIAZ MONRREAL
QUINTO CUATRIMESTRE DE DERECHO
UNIVERSIDAD AZTLAN
MATERIA: ETICA
LIC. ELIA Y. AVILA PEREZ
Contenido
DOCTRINAS DE ETICAS FUNDAMENTALES........................................................................................3
ETICA PLATONICA..........................................................................................................................3
Líneas generales de la ética de Platón........................................................................................5
Virtudes intelectuales:................................................................................................................7
Virtudes morales:.......................................................................................................................7
Vicios:.........................................................................................................................................7
República:...................................................................................................................................7
Gorgias:......................................................................................................................................7
Fedón:........................................................................................................................................7
Filebo:.........................................................................................................................................8
Banquete:...................................................................................................................................8
Leyes:.........................................................................................................................................8
Fedro:.........................................................................................................................................8
Teeteto:......................................................................................................................................8
Laques:.......................................................................................................................................8
Menón:.......................................................................................................................................8
ETICA ARISTOTELICA......................................................................................................................8
La Teoría ética aristotélica..........................................................................................................8
¿Cuál fue el aporte de Aristóteles a la ética?...........................................................................10
¿Qué tipo de ética tenía Aristóteles?.......................................................................................10
¿Cómo debemos actuar según Aristóteles?.............................................................................10
¿Cuál es la frase más famosa de Aristóteles?...........................................................................10
ETICA TOMISTA............................................................................................................................11
¿Qué dice la ética de Santo Tomás?.........................................................................................13
Los Valores de Santo Tomás.....................................................................................................13
ÉTICA KANTIANA..........................................................................................................................15
¿Cuáles son los valores de Kant?..............................................................................................15
¿Qué es lo más importante para Kant?....................................................................................15
ETICA EXISTENCIALISTA...............................................................................................................17
ETICA PLATONICA
Para Platón, las Ideas éticas son patrones morales universales con los que podemos juzgar los
comportamientos humanos. Los valores universales (las Ideas) son válidos para el individuo y para
la colectividad. Definen el ideal de sociedad humana. Según Platón, existe algo que es “la verdad
sobre cómo tenemos que vivir”, y el intelecto humano la conoce cuando consigue el conocimiento de
las Ideas perfectas, inmutables e inmateriales. Sólo quien logre este conocimiento tendrá la
cualificación adecuada para dirigir la organización política y moral de la sociedad. Según Platón, el
filósofo es el hombre que conoce las ideas y, por tanto, es el hombre que podrá solucionar los
problemas de la convivencia humana. El Estado ideal será el que esté gobernado por hombres
amantes de la sabiduría y, a la vez, excelentes y felices.
Platón, (427-347 a.C.), filósofo griego nacido en Atenas, fue el creador de un sistema filosófico y de
un método de exposición de la filosofía que le convierte, probablemente, en el filósofo más influyente
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de toda la historia. Descendiente de una acomodada y aristocrática familia, era hijo de Aristón y
Perictíona. Tuvo dos hermanos: Adimanto y Glaucón, y una hermana, Potone. A la muerte de
Aristón, la madre de Platón se casó con Pirilampo, un antiguo amigo de Pericles, con quien tuvo un
hijo, Antifón.
Aunque el verdadero nombre de Platón era Aristocles, era conocido por el apodo de Platón debido a
su gran envergadura y a su ancha frente. Como descendiente de una familia aristocrática, tuvo una
educación esmerada en todos los ámbitos del conocimiento. Su educación filosófica estuvo durante
un cierto tiempo a cargo del filósofo heracliteano Crátilo, aunque su verdadero maestro fue Sócrates.
Desde los veinte años y hasta el último día de la vida de Sócrates, que murió ejecutado en el año
399 a.C. por orden del gobierno democrático de Atenas, Platón fue discípulo y amigo suyo, y la
influencia de Sócrates sobre el pensamiento platónico fue muy importante, hasta el punto de que en
sus obras Platón siempre le rindió homenaje. Por otra parte, a través de sus obras, se puede
constatar que Platón tenía un amplio conocimiento de los filósofos presocráticos y que recibió una
gran influencia de Heráclito y de Parménides. La influencia del pitagorismo es especialmente
importante en el pensamiento platónico, hasta el punto de que Aristóteles considera el platonismo
como una variante de la filosofía pitagórica.
Tanto por su pertenencia a una familia muy relacionada con la política de Atenas, como por
vocación, Platón parecía estar destinado a dedicarse a la acción política. Sin embargo, viendo los
nefastos resultados de una dirección política que llevaba a la sociedad a la ruina moral y engendraba
la injusticia (la dictadura injusta de los Treinta Tiranos, en un caso, y la demagogia que condujo a la
muerte de Sócrates, en la restablecida Democracia, en otro caso), Platón orientó su pensamiento en
el sentido de encontrar un fundamento sólido para conseguir instaurar un orden justo. Como su
maestro Sócrates, consideraba que sólo el conocimiento de la justicia puede hacernos más justos, y
el fundamento de la justicia y la posibilidad de su conocimiento deben encontrarse a partir de la
filosofía. De todas maneras, aunque Platón renunció a la política activa en su ciudad, no abandonó
nunca el proyecto general de instaurar un Estado ideal. Esta orientación, no sólo está presente en
todo su pensamiento, sino que le impulsó también a intentar, por tres veces, llevar a la práctica su
proyecto en Siracusa.
A la muerte de Sócrates, Platón emprendió diversos viajes. Fue primero a Megara donde fue
acogido por el filósofo Euclides. Se trasladó a Egipto (probablemente hacia el año 390 a.C.), viajó
también a Cirene, donde entró en contacto con el filósofo y matemático Teodoro, y reencontró a
Aristipo, que había formado parte del círculo de discípulos de Sócrates. Finalmente viajó al sur de
Italia y Sicilia, donde trabó amistad con filósofos pitagóricos como Filolao, Eurito y, especialmente,
con el filósofo y gobernante pitagórico Arquitas de Tarento. De estos contactos se deriva buena
parte de la orientación pitagorizante de la filosofía platónica.
En Sicilia, Platón conoció a Dion, que sería durante muchos años su gran amigo, y a través suyo
intentó llevar a la práctica sus ideas políticas en tres ocasiones (años 388, 367 y 361 a.C.),
fracasando en las tres ocasiones. Dion era cuñado del tirano de Siracusa, Dionisio I, y persuadió a
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Platón para intentar llevar a la práctica sus ideas políticas. Un primer intento (en el año 388 a.C.)
acabó con un estruendoso fracaso y Platón tuvo que huir de Siracusa, ya que Dionisio creyó que era
víctima de un complot urdido por Dion y Platón para arrebatarle el poder. En el 387 a.C., de regreso
a Atenas, Platón, con intención de fundar una «escuela», compró unos terrenos situados al lado del
gimnasio dedicado a Akademo, en el noroeste de Atenas, junto a la Doble Puerta, razón por la cual
dicho centro de enseñanza e investigación se conoció como la Academia, que se convertiría
rápidamente en un gran centro de investigación cuya existencia perduró hasta el año 529. En el año
367 a.C., Platón acudió de nuevo a Siracusa llamado por Dion, ya que había muerto Dionisio I y
había accedido al poder el hijo de este, Dionisio II. Con la esperanza de llevar a la práctica sus ideas
políticas y, especialmente, con el afán de volver a encontrarse con Dion, Platón intentó por segunda
vez pasar de la teoría a la práctica. Nuevamente la experiencia constituyó un fracaso y, en el año
365 a.C., volvió a Atenas. Todavía haría Platón un tercero e infructuoso intento de colocar a la
filosofía como rectora de los destinos políticos, de manera que en el año 361 a.C. volvió por tercera
y última vez a Siracusa, con la promesa de Dionisio II de aprender a comportarse como un filósofo-
rey. En esta última ocasión, la experiencia acabó con la muerte de Dion y con el convencimiento de
Platón de la necesidad de revisar algunos aspectos de su concepción política. A partir del año 360
a.C., Platón residirá en Atenas dedicado a su labor en la Academia hasta su muerte.
Aristóteles expone sus reflexiones éticas en la "Ética a Nicómaco", fundamentalmente. Sus otras dos
obras sobre el tema son la "Ética a Eudemo", que recoge elementos de la reflexión aristotélica de su
período de juventud y, por lo tanto, anteriores a la teoría de la sustancia, por lo que contienen
algunos vestigios de platonismo; y la "Gran Moral", en la que se resumen las ideas fundamentales
de la "Ética a Nicómaco", por lo que lo que coincide con el Aristóteles de la madurez; ninguna de
ellas aporta, pues, algo distinto a lo expuesto en la "Ética a Nicómaco" (en la "Ética a Eudemo", por
ejemplo, se repiten textualmente cuatro de los libros de la "nicomáquea").
La ética de Platón, al igual que la socrática, identificaba el bien con el conocimiento,
caracterizándose por un marcado intelectualismo. Por naturaleza el hombre tiende a buscar el bien,
por lo que bastaría conocerlo para obrar correctamente; el problema es que el hombre desconoce el
bien, y toma por bueno lo que le parece bueno y no lo que realmente es bueno. De ahí que Platón
en la República, en la explicación del mito de la caverna, insista en que la Idea del Bien debe
necesariamente conocerla quien quiera proceder sabiamente tanto en su vida privada como en su
vida pública, una Idea de Bien que es única y la misma para todos los hombres. Para Aristóteles, sin
embargo, en consonancia con su rechazo de la subsistencia de las formas, no es posible afirmar la
existencia del "bien en sí", de un único tipo de bien: del mismo modo que el ser se dice de muchas
maneras, habrá también muchos tipos de bienes.
La Ética a Nicómaco comienza afirmando que toda acción
humana se realiza en vistas a un fin, y el fin de la acción es el bien
que se busca. El fin, por lo tanto, se identifica con el bien. Pero
muchas de esas acciones emprendidas por el hombre son un
"instrumento" para conseguir, a su vez, otro fin, otro bien. Por
ejemplo, nos alimentamos adecuadamente para gozar de salud,
por lo que la correcta alimentación, que es un fin, es también un
instrumento para conseguir otro fin: la salud. ¿Hay algún fin
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último? Es decir, ¿Hay algún bien que se persiga por sí mismo, y no como instrumento para alcanzar
otra bien? Aristóteles nos dice que la felicidad es el bien último al que aspiran todos los hombres por
naturaleza. La naturaleza nos impele a buscar la felicidad, una felicidad que Aristóteles identifica con
la buena vida, con una vida buena. Pero no todos los hombres tienen la misma concepción de lo que
es una vida buena, de la felicidad: para unos la felicidad consiste en el placer, para otros en las
riquezas, para otros en los honores, etc. ¿Es posible encontrar algún hilo conductor que permita
decidir en qué consiste la felicidad, más allá de los prejuicios de cada cual?
No se trata de buscar una definición de felicidad al modo en que Platón busca la Idea de Bien, toda
vez que el intelectualismo platónico ha sido ya rechazado. La ética no es, ni puede ser, una ciencia,
que dependa del conocimiento de la definición universal del Bien, sino una reflexión práctica
encaminada a la acción, por lo que ha de ser en la actividad humana en donde encontremos los
elementos que nos permitan responder a esta pregunta. Cada sustancia tiene una función propia
que viene determinada por su naturaleza; actuar en contra de esa función equivale a actuar en
contra de la propia naturaleza; una cama ha de servir para dormir, por ejemplo, y un cuchillo para
cortar: si no cumplen su función diremos que son una "mala" cama o un "mal" cuchillo. Si la cumplen,
diremos que tienen la "virtud" (areté) que le es propia: permitir el descanso o cortar,
respectivamente; y por lo tanto diremos que son una "buena" cama y un "buen" cuchillo. La virtud,
pues, se identifica con cierta capacidad o excelencia propia de una sustancia, o de una actividad (de
una profesión, por ejemplo).
Del mismo modo el hombre ha de tener una función propia: si actúa conforme a esa función será un
"buen" hombre; en caso contrario será un "mal" hombre. La felicidad consistirá por lo tanto en actuar
en conformidad con la función propia del hombre. Y en la medida en que esa función se realice,
podrá el hombre alcanzar la felicidad. Si sus actos le conducen a realizar esa función, serán
virtuosos; en el caso contrario serán vicios que le alejarán de su propia naturaleza, de lo que en ella
hay de característico o excelente y, con ello, de la felicidad.
Si queremos resolver el problema de la felicidad, el problema de la moralidad, hemos de volvernos
hacia la naturaleza del hombre, y no hacia la definición de un hipotético "bien en sí". Ahora bien, el
hombre es una sustancia compuesta de alma y cuerpo, por lo que junto a las tendencias apetitivas
propias de su naturaleza animal encontraremos tendencias intelectivas propias de su naturaleza
racional. Habrá, pues, dos formas propias de comportamiento y, por lo tanto, dos tipos de virtudes:
las virtudes éticas (propias de la parte apetitiva y volitiva de la naturaleza humana) y las virtudes
dianoéticas (propias de la diánoia, del pensamiento, de las funciones intelectivas del alma).
Siendo, pues, de dos especies la virtud: intelectual y moral, la intelectual debe sobre todo al
magisterio su nacimiento y desarrollo, y por eso ha menester de experiencia y de tiempo, en tanto
que la virtud moral (ética) es fruto de la costumbre (éthos), de la cual ha tomado su nombre por una
ligera inflexión del vocablo (éthos).
En este sentido la ética aristotélica mantiene lo que se conoce como eudemonismo, es decir, afirma
que la conducta humana se dirige hacia la felicidad.
Lo importante, según Aristóteles, es “actuar rectamente”, porque quienes lo hacen “alcanzan las
cosas buenas y hermosas; y la vida de éstos es por sí misma agradable”. Una virtud solo puede
adquirirse con práctica.
La verdadera felicidad
"La verdadera felicidad consiste en hacer el bien"
Para Aristóteles, no hay otro camino para alcanzar el bienestar que el obrar bien.
Como en esta frase, en muchas otras veremos cómo para este filósofo griego la virtud y la
honestidad eran los pilares básicos de un ser humano y de la sociedad.
ETICA TOMISTA
Tomás de Aquino, nació en Italia, a finales de
1224, fue un teólogo y filósofo católico
perteneciente a la Orden de Predicadores, es el
principal representante de la tradición escolástica,
y fundador de la Escuela Tomista de Teología y
Filosofía. Es conocido también como “Doctor
Angélico” o “Doctor Común”, es considerado santo
por la Iglesia Católica.
Su trabajo más conocido es la “Suma Teológica”, tratado en el cual pretende exponer de modo
ordenado la doctrina católica. Canonizado en 1323, fue declarado Doctor de la Iglesia en 1567 y
santo patrón de las universidades y centros de estudios católicos en 1880.
La felicidad consiste en perseguir lo más natural para la propia naturaleza. Según Aristóteles lo más
genuino del ser humano es el uso de la razón, logos. Así el individuo será feliz en la medida en que
desarrolle al máximo su poder cognoscitivo y ejercite la capacidad racional (intelectualismo).
Si la felicidad intelectual, racional aristotélica se alcanza en este mundo, Tomás de Aquino defiende
que la felicidad terrenal no es absoluta ni total, si no que se proyecta hacia cotas más altas, como es
el conocimiento divino. La perfecta felicidad, el fin último consiste en la visión de Dios (visión
beatífica).
“El valor es un bien descubierto y elegido en forma libre y consciente, que busca ser realizado por la
persona, y reconocido por los demás.” (Octavio Derisi)
Respeto a la persona En Santo Tomás, el valor más importante es el de la persona,
individuo único e irrepetible, inteligente y libre. Conforme a este principio, la primera norma
práctica que debe orientar nuestro comportamiento es la de tratar a cada persona de
acuerdo a su dignidad, con respeto y afecto. Esto significa avanzar mucho más allá de la
mera tolerancia; nos importa acoger las ideas y aportes de cada hombre y mujer que sale a
nuestro encuentro. Y dado que cada persona crece junto con sus semejantes y en un
entorno concreto, nos preocupamos también de la calidad de vida de su familia y de las
condiciones en que desarrolla su estudio o su trabajo. Entre las personas que forman parte
de nuestra comunidad universitaria, sin duda los estudiantes constituyen el destinatario
principal de nuestra atención. Su desarrollo mismo está en el centro de nuestra misión,
pues de su crecimiento humano y profesional depende nuestro prestigio y el cumplimiento
de misión. En atención a este respeto, resulta contradictorio realizar cualquier actividad que
vaya en contra de la persona, que la denigre, la humille o la menoscabe física, moral o
espiritualmente.
Amor a la verdad Honestidad y transparencia En Santo Tomás se habla con la verdad y se
actúa en consecuencia. La sinceridad y la honestidad son valores fundamentales, pues sólo
ellos permiten una convivencia fecunda y acorde con la dignidad de la persona. Nuestro
lenguaje debe ser siempre franco y respetuoso, con nuestros superiores, con nuestros
pares y con todas las personas que tengamos a cargo. El amor a la verdad implica,
además, ser cuidadoso en revelar información privada o institucional hacia quienes no
tienen derecho a recibirla, y conlleva mantener una actitud muy transparente y objetiva
respecto de esta misma información, al momento de transmitirla o difundirla. Cuanto más se
esfuerza una comunidad por resolver los problemas guiada por la verdad, tanto más se
aleja de los abusos, del arbitrio y del conflicto estéril.
MARIA GUADALUPE DIAZ MONRREAL
QUINTO CUATRIMESTRE DE DERECHO
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LIC. ELIA Y. AVILA PEREZ
Excelencia y esfuerzo Autonomía y responsabilidad Santo Tomás privilegia la
responsabilidad y la autonomía personal en la toma de decisiones. En este ámbito, virtudes
como la laboriosidad, la iniciativa, el espíritu de servicio, el cumplimiento de la palabra
empeñada y el amor al trabajo bien hecho son fundamentales. La misma responsabilidad
nos invita a no conformarnos con lo mínimo, y a aspirar a la excelencia académica y
profesional. Esta excelencia no se queda sólo en el éxito inmediato, en el cumplimiento de
metas o la producción de bienes y servicios de calidad, por importantes que sean; sino que
aspira a construir una comunidad mejor. Así, en Santo Tomás, cada uno está invitado a
alcanzar las metas más altas, poniendo sus mejores esfuerzos y su mayor ingenio y
creatividad en favor del otro.
Solidaridad y fraternidad Integración y austeridad Los integrantes de Santo Tomás deben
caracterizarse como personas solidarias, capaces de sentir las preocupaciones y
expectativas del otro como propias. Esta solidaridad significa que todos somos
responsables de todos y que el trabajo y el aporte personal de cada uno es una
contribución al bien colectivo. La solidaridad implica, también, la tarea de promover
ambientes familiares y fraternos, donde todos se sientan integrados y valorados,
comprendidos y apoyados, sin discriminación ni favoritismos particulares. La solidaridad
conlleva, además, un cuidado especial con el patrimonio y la infraestructura de la
Institución, así como un manejo responsable y austero de los recursos corporativos, con el
fin de que éstos den su mayor utilidad y hagan más fecundo el trabajo.
ÉTICA KANTIANA
Kant identifica el valor moral con la moralidad misma, en el sentido de legalidad -"ley moral"-, lo que
hará que asuma explícitamente como valores morales de la "humanidad", la "dignidad", la
"sabiduría" y la "santidad".
ETICA EXISTENCIALISTA
Para la ética existencialista, la existencia del ser humano está antes o por encima de su esencia. Los
representantes máximos de la ética existencialista son los filósofos Sören Kierkegaard, José Miguel
de Unamuno y Jean Paul Sartre.
SÖREN KIERKEGAARD (1813-1855). Para este filósofo, en el hombre ético es más valioso el deber
que el amor, la ley moral que la religión, la existencia social que la divinidad y la existencia humana
se explica a través de tres etapas: estético, ético y religioso.
En la etapa religiosa el hombre vive lo auténtico, bajo el signo de la fe y la mirada de Dios. Aquí
emerge al máximo la culpabilidad y el sentimiento de finitud; la razón resulta absurda frente a los
dictámenes de la fe.
Según Kierkegaard, la verdad hace al hombre libre y “la verdad sólo existe para el individuo cuando
él mismo la produce actuando”.
JOSÉ MIGUEL DE UNAMUNO (1864-1935), egregio escritor y profesor español, pensaba que “Sólo
existe el hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere, el que come y bebe, el que juega y
duerme, el que piensa y quiere; el hombre a quien se oye, el hermano, el verdadero hermano”.
Para Unamuno cada hombre individual es un fin en sí mismo y no un medio. Él siempre abogó
siempre por los hechos “concretos”, “experimentales” del hombre vivo individual.
JEAN-PAUL SARTRE (1905-1980), afirmaba que “La existencia precede a la esencia”, es decir, que
el hombre comienza por existir, se encuentra, surge en el mundo y después se define. El hombre es
un proyecto que va determinándose a través de su existencia. El hombre no es otra cosa que lo que
él se hace.
Considera que la existencia es la fundamental actividad del hombre, en donde se van articulando las
ideas y las cosas. La existencia humana es actividad y movilidad por doquier. Existir o vivir equivale
a elegir entre diferentes propósitos y objetivos. La existencia no es un estado, sino un permanente
llegar a ser. En opinión de Sartre, el hombre está condenado a ser libre, es decir los hombres no
somos libres de dejar de ser libres. El hombre es íntegramente libre y enteramente responsable de
sus actos, absolutamente incondicionado. Sólo nuestros actos nos juzgan: son irreversibles.
Decía que los seres humanos somos una libertad que escoge, pero no escogen ser libres, están
más bien condenados a la libertad.
“Yo estoy obligado a desear, al mismo tiempo que mi libertad, la libertad de los otros. El hombre es
lo que él hace de sí mismo”.
Por lo tanto, afirmaba Sastre, nuestra ética debe consistir en querer ser libres, en serlo nosotros y en
querer que los demás lo sean: obrar en todo momento para que esta libertad se realice de modo
efectivo.
La angustia, según Sartre, proviene de que el hombre no es sino que se hace y al hacerse asume
responsabilidad, porque se resuelve en actos absolutamente suyos y libres.
MARIA GUADALUPE DIAZ MONRREAL
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LIC. ELIA Y. AVILA PEREZ
La corriente denominada existencialismo arranca del danés Kierkegaard, filósofo que hacia la mitad
del siglo XIX insistió en el carácter paradójico y angustioso de la existencia humana. Esta teoría
alcanzó su máxima influencia social tras la Segunda Guerra Mundial. Según esta tendencia
filosófica, cada ser humano es único, irrepetible e imposible de comprender desde las aportaciones
de las ciencias positivas.
Las tesis del movimiento existencialista coinciden con el pensamiento de Kant en defender una Ética
formal y autónoma. Pero, mientras que Kant creía posible encontrar a priori criterios morales de valor
objetivo y universal, es decir, válidos para todas las personas, los existencialistas adoptan una
posición individualista y subjetivista.
Según el existencialismo, la libertad es la característica primordial del individuo humano, lo que le
diferencia de todos los demás y de todos los objetos de la Naturaleza. El resto de los seres se
encuentran ajustados y en perfecta armonía consigo mismos, son opacos, cerrados e inconscientes
(ser en sí); el ser humano, por el contrario, es conciencia, relación y libertad (ser para sí), y debido a
estas cualidades cada persona es humanamente diferente a todas las demás.
Por tanto, si cada sujeto es absolutamente
diferente a los demás, no pueden existir
valores ni normas morales universales válidas
para todos los individuos. En consecuencia,
nadie puede señalarnos lo que debemos hacer
ni cómo debemos comportarnos; cada cual,
quiera o no quiera, tiene que determinar por sí
mismo y en la soledad de su conciencia sus
obligaciones morales. La libertad no es una
capacidad de acuerdo con la cual podemos
decidir o no decidir, sino que constituye una especie de fatalidad: somos libres a la fuerza, podemos
decidirnos en un sentido o en otro, pero necesariamente tenemos que decidir.
De esta manera, el verdadero sentido de la Moral consiste en obligar al individuo humano a asumir
(a aceptar o a vivir) su plena libertad. La libertad absoluta de cada persona constituye la única
justificación y el único fundamento de sus principios, de sus decisiones, así como de sus
obligaciones, y, en consecuencia, la propia libertad constituye el supremo valor de la vida humana o,
lo que es lo mismo, no existe ningún valor superior a la propia libertad: lo importante es decidirse
libremente.
Y, en efecto, los existencialistas nos enseñan que cada vida posee el sentido que ella libremente ha
elegido. Cada individuo es el autor tanto de su propio proyecto vital como de sus normas y de sus
valores, "elegir ser esto o aquello es afirmar, al mismo tiempo, el valor de lo elegido, porque nunca
podemos elegir mal; lo que elegimos es siempre el bien".
De esta manera podemos llevar una vida auténtica o una vida inauténtica. Llevamos una vida
inauténtica cuando renunciamos a nuestra libertad y nos refugiamos en la muchedumbre, en la