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TEMA 25: COHESIÓN TEXTUAL: ESTRUCTURAS, CONECTORES,

RELACIONANTES Y MARCAS DE ORGANIZACIÓN

1. INTRODUCCIÓN
2. DEFINICIÓN DE COHESIÓN: LA ESTRUCTURA SINTÁCTICA DEL TEXTO
3. LOS MARCADORES DEL DISCURSO
3.1. Los estructuradores de la información
3.2. Los conectores
3.3. Los reformuladores
3.4. Los operadores discursivos
3.5. Los marcadores de control de contacto
4. LA SUSTITUCIÓN COMO MECANISMO DE COHESIÓN
5. LA ELIPSIS COMO MECANISMO DE COHESIÓN
6. CONCLUSIÓN
7. BIBLIOGRAFÍA

1. INTRODUCCIÓN

Un texto es una unidad de significado. Tiene una unidad temática y constituye una
estructura, puesto que se compone de distintas partes organizadas jerárquicamente y
relacionadas entre sí por su contenido. Esta estructura semántica se manifiesta mediante
elementos lingüísticos diversos, que constituyen la estructura sintáctica del texto. Estos
elementos, llamados elementos cohesivos, son imprescindibles para conformar la
coherencia del un texto y son los que analizaremos en las siguientes líneas, siguiendo,
como veremos, un enfoque básicamente pragmático.

2. DEFINICIÓN DE COHESIÓN: LA ESTRUCTURA SINTÁCTICA DEL TEXTO

Por cohesión se entiende el conjunto de mecanismos que asegura la conexión de las


partes de un texto entre sí desde el punto de vista formal. Analizar los mecanismos
lingüísticos que dotan al texto de cohesión nos permitirá percibir las relaciones entre las
ideas, la estructura sintáctica y la unidad del mismo. Elemento cohesivo es, pues, todo
aquel elemento que sirve para asegurar la cohesión. Por tanto, la cohesión es un pilar en
el que se sustenta la unidad estructural de un texto, una manifestación visible,

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“superficial”, de la conexión o interrelación de las distintas partes de un discurso.


Observemos el siguiente ejemplo:

“Husein ha querido emular a Saladino, el hombre que unió bajo su dirección a todos
los árabes en tiempos de las cruzadas. Ambos nacieron en Tikrit. Pero las diferencias que
los separan son tan abismales que sus sueños de grandeza resultan patéticos”.

Las expresiones subrayadas son elementos cohesivos. Hay expresiones que remiten
a “Husein y Saladino” (ambos, los, sus); otras a “Saladino” (el hombre, que, su). También
hay una pieza lingüística que sirve para conectar dos partes del texto (pero). Todos estos
elementos establecen “lazos” que dotan al texto de una unidad formal.
Queda claro que gran parte de la coherencia textual, esto es, la unidad de las partes
del texto con un todo, se logra, entre otros factores, mediante la cohesión. En este sentido,
todos los elementos subrayados en crean en la superficie textual una red de relaciones
que constituyen una manifestación material de la coherencia. Sin embargo, la cohesión,
aunque proporciona trabazón entre los constituyentes del texto, no garantiza por sí sola la
coherencia de tal texto. Dicho de otro modo: la cohesión no es una propiedad necesaria
ni suficiente para que un texto sea coherente. En el siguiente texto hay varios elementos
cohesivos (los subrayados), pero se detecta en él una deficiente coherencia:

El río Guadiana pasa por Mérida; Mérida pasa por ser fundación romana;
al fin y al cabo, el Museo de arte romano es un edificio reciente.

No obstante, lo más frecuente es que los textos coherentes estén cohesionados. De


hecho, los textos coherentes presentan frecuentemente una coherencia interna fuerte por
medio de elementos cohesivos (si son textos de mucha longitud esto es más plausible).
Es más: el dominio de los procedimientos idiomáticos cohesivos es un importante indicio
del grado de competencia en la construcción de discursos concatenados e inteligibles.

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3. LOS MARCADORES DEL DISCURSO

Seguiremos aquí la terminología de Portolés (1999, 2007), que denomina marcadores


del discurso a aquellos elementos relacionantes o marcas de organización de un texto.
Los marcadores del discurso son unidades lingüísticas invariables, no ejercen una
función sintáctica en el marco de la predicación oracional y poseen un cometido
coincidente en el discurso: el de guiar de acuerdo con sus distintas propiedades
morfosintácticas, semánticas y pragmáticas, las inferencias que se realizan en la
comunicación. Según las instrucciones semánticas que constituyen su significado, los
marcadores del español se pueden agrupar en: estructuradores de la información,
conectores, reformuladores, operadores discursivos y marcadores de control de contacto.
Con excepción de los conectores, Maria Josep Cuenca (2010) agrupa el resto de los
marcadores en lo que denomina conectores parentéticos. Aquí seguiremos el análisis de
todos los marcadores, incluidos los conectores, según Portolés, puesto que es mucho más
detallado.

3.1. Los estructuradores de la información


Estos elementos cohesivos permiten regular la organización informativa de los
discursos, esto es, la organización de tópicos y comentarios. Se trata de unidades que
carecen de significado argumentativo. Se dividen en tres grupos:
a) Los comentadores presentan el miembro discursivo que introducen como un nuevo
comentario, lo que lo distingue del discurso previo. Este discurso anterior se comprende
como un comentario distinto -esto es, responde a otro tópico- o como una preparación al
nuevo comentario introducido por el marcador. Los comentadores más frecuentes son
pues y bien. Algunos de sus usos se conservan en pues bien.
b) Los ordenadores son estructuradores de información con dos funciones
primordiales: en primer lugar, indican el lugar que ocupa un miembro del discurso en el
conjunto de una secuencia discursiva ordenada por partes; y, en segundo lugar, presentan
el conjunto de esta secuencia como un único comentario y cada parte como un
subcomentario. Existen tres tipos de ordenadores:
- Los marcadores de apertura sirven para abrir una serie en el discurso: en primer
lugar, por una parte, de un lado.

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- Los marcadores de continuidad indican que el miembro que acompañan forma parte
de una serie de la cual no es el elemento inicial: en segundo lugar, por otra parte, por
otro lado.
- Los marcadores de cierre señalan el fin de una serie discursiva: por último, en último
lugar, en fin, por fin, por lo demás.
c) Los digresores introducen un comentario lateral con respecto a la planificación del
discurso anterior. El digresor más frecuente es por cierto.

3.2. Los conectores


La conexión es un mecanismo de cohesión que se establece entre unidades de la
oración o del texto y un conector, el cual manifiesta la relación sintáctica y/o semántica
que hay entre aquellas. Si las unidades corresponden a dos oraciones o conjuntos de
oraciones, hablamos de conexión extraoracional o conexión textual y, si corresponden a
las dos (y ocasionalmente más) constituyentes de la oración, hablamos de conexión
intraoracional o composición oracional (Cuenca, 2010).
Las diferencias en el proceso de conexión no solo afectan a los elementos unidos
(conjuntos de oraciones, cláusulas, sintagmas o partes de sintagma), sino también a los
conectores. De hecho, la conexión, como pone de manifiesto la definición propuesta, se
relaciona de manera directa con el concepto de conector. El problema es que ese
concepto es difícil de definir y delimitar, puesto que no encaja con una única parte de la
oración o categoría gramatical.
Portolés (2007) denomina conectores a los marcadores discursivos que vinculan
semántica y pragmáticamente un miembro del discurso con otro miembro anterior, o con
una suposición contextual fácilmente accesible. El significado del conector proporciona
una serie de instrucciones argumentativas que guía las inferencias que se han de obtener
del conjunto de miembros relacionados. De acuerdo con su significado, se distinguen tres
tipos de conectores:
a) Los conectores aditivos unen a un miembro del discurso anterior otro con la misma
orientación argumentativa, permitiendo la inferencia de conclusiones que serían difíciles
de lograr si los miembros permanecieran independientes. De Beatriz es alta se puede
concluir, por ejemplo, que alcanzara a cambiar la bombilla, que se cargará de espaldas o

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que puede jugar al baloncesto. De Beatriz es alta y, además, bota bien el balón, las
posibles conclusiones se limitan.
Dentro de los conectores aditivos se distinguen dos grupos: aquellos que vinculan dos
miembros discursivos que se ordenan en una misma escala argumentativa (Cuartero,
2002): incluso y es más; y aquellos otros que no cumplen esta condición: además, encima
o aparte.
b) Los conectores consecutivos presentan el miembro del discurso en el que se
encuentran como una consecuencia de un miembro anterior. El pues consecutivo y así
pues se limitan a mostrar el miembro en el que se encuentran como un consecuente de
un miembro anterior. Por tanto, por consiguiente, de ahí, etc. fundamentan su paso de un
antecedente al consecuente en un razonamiento. Con en consecuencia, el consecuente
es un estado de cosas que se produce a partir de otro estado de cosas.
c) Los conectores contraargumentativos vinculan dos miembros del discurso de tal
modo que el segundo se presenta como supresor o atenuador de alguna conclusión que
se pudiera obtener del primero. Existen conectores contraargumentativos que presentan
un contraste o contradicción entre los miembros vinculados: en cambio, por el contrario,
por contra. Antes bien se sitúa en un miembro del discurso que comenta el mismo tópico
que el miembro anterior. Sin embargo, no obstante, con todo, ahora bien, introducen
conclusiones contrarias a las esperadas de un primer miembro. Por último, eso sí muestra
un miembro del discurso que atenúa la fuerza argumentativa del miembro anterior.

3.3. Los reformuladores


Son marcadores que presentan el miembro del discurso en el que se encuentran como
una nueva formulación de lo que se pretendió decir con un miembro anterior.
a) Los reformuladores explicativos presentan el miembro del discurso que introducen
como una reformulación que aclara o explica lo que se ha querido decir con otro miembro
anterior que pudiera ser poco comprensible. Pertenecen a este grupo o sea, es decir, esto
es, a saber.
b) Los reformuladores rectificativos sustituyen un primer miembro, que presentan
como una formulación incorrecta, por otra que la corrige o, al menos, la mejora.
Reformuladores rectificativos son mejor dicho y más bien.

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c) Los reformuladores de distanciamiento presentan expresamente como no relevante


para la prosecución del discurso un miembro del discurso anterior a aquel que los acoge.
Con ellos no se pretende formular de nuevo lo antes dicho, sino mostrar la nueva
formulación como aquella que ha de condicionar la prosecución del discurso, al tiempo
que se priva de pertinencia el miembro del discurso que lo precede. Son reformuladores
de distanciamiento: en cualquier caso, en todo caso, de todos modos.
d) Los reformuladores recapitulativos presentan el miembro del discurso como una
conclusión o recapitulación a partir de un miembro anterior o una serie de ellos. Este
miembro recapitulador puede mantener la misma orientación argumentativa de los
miembros anteriores, como sucede con en suma o en conclusión. Pero también pueden
introducir miembros con orientación argumentativa opuesta reformuladores como en
definitiva, en fin, al fin y al cabo.

3.4. Los operadores discursivos


Son aquellos marcadores que por su significación condicionan las posibilidades
discursivas del miembro del discurso en el que se incluyen o al que afectan, pero sin
relacionarlo por su significado con otro miembro anterior. Se pueden distinguir, al menos,
tres grupos:
a) Los operadores de refuerzo argumentativo refuerzan como argumento el miembro
del discurso en el que se encuentran frente a otros posibles argumentos, sean estos
explícitos o implícitos, y al tiempo que se refuerza su argumento se limitan los otros como
desencadenantes de posibles conclusiones. Son operadores de refuerzo argumentativo
en realidad, en efecto o la verdad. Muestran estas unidades su miembro del discurso como
una realidad o un hecho cierto frente a otros posibles argumentos. También se pueden
encuadrar en este grupo los marcadores claro, desde luego y por supuesto, que presentan
el miembro discursivo al que afectan como evidente.
b) Los operadores de concreción presentan el miembro del discurso en el que se
localizan como una concreción o ejemplo de una generalización. Son operadores de
concreción por ejemplo o en particular.
c) Un operador de formulación lo vemos en la interjección bueno. Presenta su
miembro del discurso como una formulación que transmite satisfactoriamente la intención
comunicativa del hablante. Este hecho permite su mayor independencia en relación con

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el discurso precedente, lo que facilita su uso para modificar o renovar la planificación


discursiva.

3.5. Los marcadores de control de contacto


Son aquellos marcadores que manifiestan la relación entre los participantes de la
conversación, sujeto y objeto de la enunciación, y de estos con sus enunciados, refuerzan
o justifican los razonamientos de los emisores ante sus receptores, sean argumentos o
conclusiones; bien como retardos en la comunicación; como llamadas de atención para
mantener o comprobar el contacto; o como fórmulas exhortativas y apelativas que implican
activamente al interlocutor. Son marcadores que admiten alguna variación morfológica y
capacidad combinatoria, aunque carecen de una total libertad sintáctica y de flexión. Su
captación de la atención del interlocutor se produce por su origen vocativo: hombre / mujer,
mira, oye.

4. LA SUSTITUCIÓN COMO MECANISMO DE COHESIÓN

La sustitución consiste en la reiteración de una determinada unidad del texto mediante


el empleo de unas unidades, conocidas como proformas, que están especializadas en
esta función sustitutiva y cuya nota semántica característica es la de ser unidades sin
significado léxico pleno: frente a las unidades léxicas, que tienen referencia propia, las
proformas son unidades gramaticales, pues solo aportan información gramatical, como
persona, género, número y significado categorial, esto es, la clase de palabra: sustantivo,
adjetivo, verbo o adverbio (su es adjetivo y le pertenece a la clase sustantiva). Por tanto,
a diferencia de las palabras con significado léxico, las proformas no tienen un significado
que remita directamente la descripción del mundo extralingüístico.
En virtud de la entidad del elemento A, del que dependen las proformas gramaticales
para asignarles una referencia, se distinguen la deixis exofórica y la deixis fórica o
endofórica. Si el elemento que da interpretación a B pertenece al contexto
extralingüístico, esto es, “está” fuera del texto, hablamos de deixis exofórica. En la deixis
exofórica la interpretación del pronombre gramatical no se obtiene de acuerdo con
constituyentes presentes en el texto (deixis endofórica) sino por la referencia
extralingüística identificable “fuera” del texto: Dame ese (señalando un libro).

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Dado que las proformas “necesitan” un elemento con información léxica para poder
ser interpretados, lo más frecuente es que la proforma remita a un antecedente (a un
segmento previo del discurso): en este caso la proforma es un anáforo que mantiene una
relación anafórica con su antecedente. En términos informativos, las proformas siempre
introducen una información conocida, pues reiteran una información ya aparecida
previamente en el discurso, y esto es lo que explica que lo más habitual, tanto en el discurso
escrito como en el oral, sea que la proforma aparezca después del elemento del que
depende. Sin embargo, también es posible que la proforma se anticipe al término al
que sustituye: en este caso su función es catafórica: Él sabía que era cierto, pero a Santiago
Nasar los fastos de la iglesia le causaban una fascinación irresistible.
Según lo que se acaba de decir, la catáfora es un mecanismo especial, de uso más
restringido, pues de algún modo el pronombre convierte al sintagma pleno como algo
conocido, que no es totalmente nuevo en el discurso.

5. LA ELIPSIS COMO MECANISMO DE COHESIÓN

Es tradicional incluir el fenómeno de la elipsis entre los procedimientos de cohesión


lingüística del texto. En sentido estricto, la elipsis posee función cohesiva cuando es
posible restablecer un constituyente hipotéticamente elidido, es decir, cuando la
omisión de material lingüístico es recuperable en el contexto lingüístico o cotexto. El
signo Ø sirve para simbolizar el elemento no representado superficialmente pero
necesario para la organización textual y para la inteligibilidad del discurso.
La elipsis es, en rigor, un proceso de sustitución anafórica, solo que en este caso el
sustituto es “cero”. De hecho, la elipsis alterna con la sustitución gramatical por medio de
proformas como medio de economía:

Los voluntarios de servicios sociales escucharon aullidos extraños junto


a un lavadero próximo a la vivienda y, cuando ø se acercaron a comprobar
el origen de los ruidos, ø encontraron a la mujer.

La elección entre la elipsis (sustitución vacía o “débil”) y la sustitución pronominal


(también llamada “plena”) depende de factores discursivos complejos. En el ejemplo que

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se acaba de proponer quizá nos resulte más “natural” la sustitución elíptica (19a). Esto
se debe al hecho de que, en español, funciona la regla de elisión del sujeto: cuando dos
anillos de la misma cadena van a continuación uno del otro y a breve distancia en el
texto, lo normal, lo “no marcado”, es que haya elipsis del sujeto. Sin embargo, si
aparecen en medio otras cadenas o la longitud entre los dos anillos es excesiva, tiene
menos preferencia la elipsis y más la aparición fuerte del sujeto con una sustitución plena
o con un mecanismo cohesivo léxico. Además, estas reglas de índole gramatical y
discursiva tienen que ver mucho con la solución a posibles problemas de ambigüedad:
cuando hay problemas de identificación referencial es más plausible que se activen las
formas de anáfora plena mediante pronombres.

6. CONCLUSIÓN

En las líneas anteriores hemos intentado sintetizar de la manera más completa posible
lo mucho que en lingüística del texto se ha dicho sobre la cohesión. No hemos descartado
hacer referencia al concepto de coherencia, del cual la cohesión es acaso su parte más
visible. En cuanto a los medios de estructuración del texto, hemos destacado ante todo el
comportamiento y la importancia de los marcadores del discurso, a través de una
descripción bastante detallada en la que, además, se observa una apuesta por el punto
de vista pragmático. Creemos que es este el enfoque más adecuado para dar cuenta de
una realidad comunicativa como es el texto.

7. BIBLIOGRAFÍA

CUARTERO SÁNCHEZ, J.M. (2002): Conectores y conexión aditiva, Madrid, Gredos.


CUENCA, M. J. (2010): Gramática del texto, Madrid, Arco.
PORTOLÉS, J. y M.A. MARTÍN ZORRAQUINO (1999): “Los marcadores del discurso”, en
BOSQUE, I. Y V. DEMONTE: Gramática descriptiva de la lengua española, Madrid,
Espasa.
PORTOLÉS, J. (2007): Pragmática para hispanistas, Madrid, Síntesis.

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