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EXPOSICIÓN EN EL CONTEXTO DE LAS JORNADAS:

“EUROPA FRENTE A LAS NARRATIVAS Y LA


DESINFORMACIÓN”

MANUEL PABLO ROBLEDO TORRES

FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS.

UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID.


OBTENCIÓN DE INFORMACIÓN PARA LA CONSTRUCCIÓN DE
UNA NARRATIVA

Por Manuel P. Robledo

RESUMEN

El legado de las tácticas de los grandes maestros de la narrativa y la propaganda


persiste en la contemporaneidad, generando un contexto en el cual la objetividad se
desvanece gradualmente, dejando espacio para la propagación de narrativas
distorsionadas y manipuladoras. Es necesario reconocer y enfrentar este fenómeno
para salvaguardar la integridad informativa y el pensamiento crítico en la sociedad
actual. Solo mediante la concienciación y la promoción de la búsqueda de la verdad, se
podrá mitigar el impacto pernicioso de las tácticas propagandísticas y su influencia en
el devenir histórico.

En un mundo donde la información se ha convertido en un arma poderosa, nuestra


capacidad para informarnos de manera rigurosa y objetiva se vuelve imprescindible para
proteger nuestras sociedades de la manipulación y la desinformación. Solo mediante un
esfuerzo colectivo por mantenernos informados de manera veraz y crítica, podremos
salvaguardar la integridad de nuestras sociedades y tomar decisiones informadas que
nos conduzcan hacia un futuro más iluminado y justo.

En la búsqueda de inteligencia objetiva, se hace imperativo filtrar el ruido y aferrarse a


las señales más sólidas y sustanciales. La capacidad para interpretar con precisión nos
permite obtener una comprensión más completa de la realidad y tomar decisiones
informadas y fundamentadas.

El papel del receptor de información ha evolucionado significativamente en el mundo


actual. Ya no podemos ser pasivos; debemos adoptar un enfoque activo y crítico para
estar verdaderamente informados. La búsqueda de la verdad requiere valentía y
esfuerzo, pero también libertad intelectual y cultura sólida. Sólo a través de esta
búsqueda activa podemos evitar la trampa de la desinformación y alcanzar una
comprensión más profunda y objetiva de la realidad que nos rodea.

Herramientas como el targeting y la inteligencia son conceptos que tienen un papel


importante en la consecución de objetivos estratégicos. Al emplear el pensamiento
crítico y la inteligencia de objetivos, podemos identificar, desarrollar y valorar nuestras
acciones para influir en personas, estructuras o situaciones que son relevantes para
nuestros propósitos. Sin embargo, la ética y la responsabilidad deben ser los pilares
fundamentales que guíen nuestro accionar, asegurando que nuestras estrategias estén
alineadas con valores democráticos y respeto a los derechos humanos. De esta manera,
podemos utilizar estas herramientas con sabiduría y responsabilidad para avanzar hacia
un futuro más informado, equitativo y consciente.

Las operaciones de información representan un recurso valioso para influir en la


percepción y el comportamiento de las personas. Estas actividades buscan generar un
impacto significativo en cómo la audiencia ve y comprende la información presentada.
Sin embargo, su uso debe ser responsable y ético, evitando prácticas manipuladoras o
desinformadoras. Es fundamental que se realice un análisis reflexivo y cuidadoso para
garantizar que estas actividades estén en línea con los valores y objetivos establecidos,
y que contribuyan al desarrollo de una sociedad informada, consciente y comprometida.

La inteligencia en apoyo a las Operaciones de Información se erige como una pieza


fundamental para el éxito estratégico. Mediante un análisis detallado y exhaustivo, la
inteligencia proporciona el conocimiento necesario para tomar decisiones informadas,
anticipar las acciones del adversario y ajustar las operaciones en función de la
información obtenida. Su papel no solo radica en la recolección de datos, sino también
en la interpretación y comprensión profunda de la situación, lo que permite a quienes
toman decisiones actuar de manera efectiva y eficiente en un escenario complejo y
cambiante. Con una base sólida de inteligencia, podemos enfrentar los desafíos
actuales con mayor eficacia y precisión, buscando siempre promover el bienestar común
y la verdad en un mundo inundado de información y narrativas.
INTRODUCCIÓN

Paul Joseph Goebbels fue un político alemán que ocupó el cargo de ministro para la
Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich entre 1933 y 1945.

Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira
más gente la creerá

Joseph Goebbels fue el Ministro de Propaganda del Tercer Reich de Adolf Hitler y era
conocido por su habilidad para manipular la opinión pública a través de los medios de
comunicación y la propaganda.

En cuanto a las narrativas, Goebbels entendía que eran una herramienta muy poderosa
para influir en la opinión pública. Él creía que las personas eran más propensas a creer
y aceptar una historia que les llegara a nivel emocional y les hiciera sentir identificados
con ella.

Por lo tanto, Goebbels y su equipo de propaganda trabajaron duro para crear y difundir
narrativas que apoyaran los objetivos del régimen nazi.

Para lograr esto, Goebbels y sus colaboradores utilizaron una variedad de técnicas
narrativas, como la simplificación excesiva, la repetición constante de mensajes clave,
la creación de héroes y villanos, y la promoción de valores tradicionales y nacionalistas.

En los sombríos días del Tercer Reich, un hombre emergía como una figura central,
tejedor de mentes y corazones con maestría insidiosa. Joseph Goebbels, el astuto
Ministro de Propaganda de Adolf Hitler, personificaba el poder de la manipulación a
través de los medios y la propagación de narrativas cautivadoras.

Para él, la narrativa era una poderosa herramienta, capaz de moldear y dominar la
opinión pública. Comprendía que las emociones, la empatía y la identificación eran los
hilos invisibles que unían a las masas con la ideología que deseaba inculcarles. Con
frialdad calculada, se embarcó en una cruzada para tejer el tapiz narrativo más retorcido
que la humanidad hubiera visto.
Era un arquitecto maestro en la manipulación, un orfebre en la distorsión de la verdad.
Los objetivos del régimen nazi se convirtieron en los pilares de sus historias elaboradas:
la presunta superioridad racial, la justificación de una guerra despiadada y la
demonización de los judíos y otros grupos considerados "enemigos del Estado". Con
habilidad diabólica, forjó relatos que apuntaban a lo más profundo del corazón humano,
arraigándose en sus temores y aspiraciones.

Su caja de herramientas narrativas era vasta y tenebrosa. Simplificaba la realidad hasta


límites absurdos, repitiendo incesantemente mensajes clave hasta que resonaran en las
mentes más vulnerables. Creó héroes adorados y villanos despiadados, pintando un
mundo polarizado en blanco y negro. Y como un titiritero oscuro, manipuló los hilos de
valores tradicionales y nacionalistas, guiando a su audiencia hacia un abismo de
adoctrinamiento fanático.

Las consecuencias de sus tácticas fueron desgarradoras y atroces, dejando un reguero


de dolor y sufrimiento en la historia de la humanidad. Sin embargo, su legado siniestro
trascendió el tiempo y el espacio, perviviendo en las mentes de muchos otros líderes y
grupos políticos que abrazaron sus enseñanzas. El poder de las narrativas, aquella arma
de doble filo, seguía siendo utilizada en diferentes rincones del mundo, encantando y
corrompiendo a los incautos.

En los anales oscuros de la historia, Joseph Goebbels se alzó como un recordatorio


escalofriante de la fragilidad humana frente al engaño. Su sombrío legado dejó una
advertencia clara sobre el peligro de ser seducido por las narrativas que apuntan
directamente a nuestra vulnerabilidad emocional, un recordatorio de que debemos
permanecer vigilantes y críticos frente a las historias que nos rodean.

Aunque las tácticas de propaganda de Goebbels fueron despreciables y tuvieron


consecuencias terribles para la humanidad, sus ideas sobre el poder de las narrativas
han sido adoptadas por muchos otros líderes y grupos políticos en todo el mundo.

Las tácticas empleadas por los destacados maestros de la narrativa y la propaganda


han dejado un profundo impacto en las épocas posteriores, perviviendo hasta nuestros
días en su esencia inalterada. El contexto actual proporciona un terreno fértil y propicio
para la siembra de tales elementos persuasivos. El adoctrinamiento llevado a cabo
desde la década de los años 80 ha generado una permeabilidad que se extiende en la
actualidad, manifestándose incluso en la liquidación de la objetividad en ámbitos como
la educación, la prensa y la política.
La historia emerge como un testimonio de la eficacia y pervivencia de las tácticas
propagandísticas, las cuales han sido meticulosamente planificadas y ejecutadas por
maestros de la manipulación. La intrincada trama tejida por estos estrategas ha logrado
incrustarse en el subconsciente colectivo, dando lugar a una sociedad influenciada y
direccionada por mensajes cuidadosamente orquestados.

En efecto, la evolución de los tiempos ha dejado al descubierto un presente marcado


por la influencia insidiosa de narrativas distorsionadas y falsedades convenientemente
construidas. La penetración de dichas narrativas en las esferas de la educación, la
prensa y la política ha desembocado en una paulatina erosión de la objetividad. Las
aulas, concebidas originalmente como espacios de conocimiento imparcial, han sido
colonizadas por narrativas sesgadas que promueven una visión distorsionada de la
realidad y de la historia.

Paralelamente, los medios de comunicación, considerados el cuarto poder en una


sociedad democrática, han visto comprometida su misión de informar con veracidad y
transparencia. La manipulación y la falta de objetividad se han infiltrado en las noticias
y reportajes, erosionando la confianza del público y socavando el sentido de una opinión
pública informada y crítica.

Asimismo, en el escenario político, los líderes han sido hábiles artífices de narrativas
elaboradas que les permiten mantener y perpetuar su posición de poder. Estas
estrategias narrativas han llevado a la creación de una realidad política en la cual la
percepción de los eventos y las acciones gubernamentales es cuidadosamente
moldeada para favorecer los intereses de los líderes en detrimento del bienestar
general.
INVITACIÓN A LA REFLEXIÓN

En el análisis de la relación entre el ejercicio del voto y la obtención de derechos


concretos, surge una encrucijada de reflexiones que pueden arrojar luz sobre el destino
de una sociedad y su sistema de gestión. En un contexto donde la democracia otorga a
los ciudadanos el poder de elegir a sus representantes y, a su vez, garantiza el acceso
a determinados derechos fundamentales, es crucial examinar el equilibrio entre ambas
dimensiones.

En la búsqueda de otros derechos, no fundamentales, pero si prometidos tras crear una


sensación de necesidad a través de la propaganda, el acto del voto se convierte en una
piedra angular que define el rumbo político de una nación. Sin embargo, aquí yace un
desafío trascendental: ¿cuántos votantes ponderan las implicaciones de su elección
más allá del anhelo de obtener un derecho concreto? El magnetismo de estos derechos,
dotados de relevancia e impacto en la calidad de vida de las personas, puede eclipsar
el análisis riguroso del modelo de gestión propuesto por los candidatos.

Esta danza entre los derechos y el modelo de gestión puede tener efectos tanto positivos
como desastrosos. La garantía de derechos fundamentales es un pilar crucial en una
sociedad justa y equitativa, y el voto es la herramienta que empodera a los ciudadanos
para asegurar dichas conquistas. No obstante, la seducción de derechos específicos
puede llevar a algunos votantes a descuidar la valoración crítica de la idoneidad del
modelo de gestión asociado.

Es en este punto donde emerge el riesgo de encaminarse hacia un rumbo peligroso.


¿Cuántos derechos concretos pueden estar asociados a un modelo de gestión
inadecuado o insostenible? Al ignorar las implicaciones y consecuencias más amplias
de un modelo, la sociedad puede verse arrastrada hacia una senda que, en lugar de
garantizar derechos a largo plazo, desemboca en el precipicio de la ruina.

Es imperativo comprender que el acto del voto no solo se limita a obtener derechos
inmediatos, sino que también determina el tipo de liderazgo y gestión que prevalecerá
en una nación. La concienciación sobre esta relación entre derechos y modelo de
gestión es un deber ciudadano que requiere mirar más allá de las promesas efímeras y
ponderar con criterio las propuestas de los candidatos.

La sociedad debe enfrentar estas cuestiones con madurez y discernimiento. La


protección de derechos fundamentales y la elección de un modelo de gestión
responsable y viable son aspectos interdependientes que exigen una deliberación
profunda y fundamentada. La reflexión sobre el ejercicio del voto trasciende lo
meramente superficial y nos invita a considerar el panorama completo: un equilibrio
entre derechos y modelo de gestión que pueda sostener el bienestar y la prosperidad a
lo largo del tiempo. Solo mediante una participación consciente y comprometida en los
procesos electorales podremos construir un futuro sólido y próspero para nuestras
sociedades.

En el contexto actual, donde la información fluye sin cesar y las fuentes de conocimiento
son numerosas, la pregunta crucial que debemos hacernos es: ¿nos informamos de
manera adecuada? En un mundo inundado de datos, estadísticas y titulares, la
búsqueda de información precisa y veraz se convierte en una tarea cada vez más ardua.
La sobreabundancia de datos puede, paradójicamente, conducir a una falta de
discernimiento y selectividad en la obtención de información.

En medio de esta maraña informativa, emerge otra cuestión de suma importancia: ¿es
fácil engañarnos como masa? La manipulación de la opinión pública es un arma
poderosa que puede ser utilizada para moldear percepciones y comportamientos. Si no
somos críticos y cautelosos en nuestra búsqueda de información, corremos el riesgo de
convertirnos en víctimas de narrativas sesgadas o incluso de propagandas engañosas.
Como masa, nuestras emociones y prejuicios pueden ser explotados con fines
particulares, llevándonos a aceptar como ciertas ideas que carecen de fundamento
objetivo.
Y entonces, surge el dilema: ¿nos engañan o generalmente solo nos mienten? Aquí
reside una distinción relevante entre el papel de los emisores de información y nuestra
propia responsabilidad como receptores. Si bien ciertos actores pueden tener la
intención de engañarnos deliberadamente para lograr sus objetivos, también es cierto
que, en muchos casos, nuestra credulidad o falta de discernimiento nos hace
susceptibles a la desinformación. Es fundamental asumir la responsabilidad de verificar
y cuestionar la información que recibimos, para no caer presos de creencias infundadas
o noticias falsas.

En última instancia, la búsqueda de la verdad y la información veraz es una


responsabilidad compartida entre emisores y receptores. Es necesario que como
individuos desarrollemos un sentido crítico y una habilidad para discernir entre fuentes
confiables y engañosas. La educación, el pensamiento crítico y la curiosidad intelectual
son herramientas esenciales para afrontar este desafío.

SEÑALES Y RUIDO

Desarrollar la habilidad de diferenciar las señales del ruido se convierte en una


necesidad crítica en el panorama actual. La interpretación certera y objetiva de la
información que recibimos es fundamental para la toma de decisiones informadas y para
construir una sociedad ilustrada y resistente a la manipulación. Solo mediante un
enfoque crítico y reflexivo podremos sortear los desafíos que nos plantea el océano de
información y discernir con claridad las señales que nos conducen hacia un futuro más
plural y tolerante.

En un mundo saturado de información y datos, la capacidad para diferenciar las señales


del ruido se convierte en una habilidad vital. En el proceso de interpretar la avalancha
de información que llega hasta nosotros, nos enfrentamos a un desafío crucial: ¿somos
capaces de discernir con precisión las señales pertinentes y valiosas de aquel ruido que
solo distorsiona y confunde?

La interpretación de las señales se convierte en un arte y una ciencia, ya que nos permite
evaluar capacidades y estimar intenciones. Si aspiramos a desarrollar una inteligencia
objetiva y precisa, debemos abordar con diligencia y destreza el problema de la
interpretación de la información que recopilamos.

La complejidad radica en que las señales rara vez llegan puras y cristalinas. Están
invariablemente salpicadas de ruido, distorsiones que pueden desviar nuestra
percepción y afectar nuestra capacidad para tomar decisiones informadas. Es aquí
donde entra en juego la necesidad de desarrollar un enfoque crítico y reflexivo en
nuestro proceso de interpretación.

Las señales representan piezas de información valiosas que, si se interpretan


adecuadamente, pueden proporcionar un panorama claro y certero sobre una situación
dada. Sin embargo, identificar estas señales requiere habilidades de análisis y
discernimiento, ya que el ruido puede ser abrumador y nublar nuestra visión.

La tarea se torna aún más ardua en un entorno donde la desinformación y la


manipulación están presentes en diferentes niveles. Como receptores de información,
debemos ser conscientes de que no todas las señales provienen de fuentes confiables,
y que incluso las más válidas pueden ser presentadas de manera distorsionada o
sesgada.

PAN Y CIRCO

La expresión "Pan y Circo" ha sido utilizada históricamente para describir una estrategia
de distracción que busca mantener a las masas entretenidas y satisfechas, mientras se
ignoran problemas más profundos o se ocultan verdades incómodas. En el contexto
actual, la avalancha de información a la que estamos expuestos puede considerarse
como el nuevo circo, que compite por nuestra atención y nos rodea con un constante
zumbido de datos y noticias.

Dentro de esta vorágine informativa, el ruido emerge como una amenaza constante. El
ruido, esa amalgama de datos inútiles, puede llegar a nosotros en diversas formas:
información falsa, desactualizada, ambigua, engañosa o simplemente irrelevante.
Aunque algunas veces el ruido es producto de la malicia, no siempre implica un engaño
intencionado. En ocasiones, puede surgir de la confusión o el desconocimiento,
dispersando nuestra atención y entorpeciendo la interpretación de las señales valiosas.

El ruido se asemeja a la estática en una radio, interfiriendo con la claridad de las señales
valiosas. Este fenómeno dificulta nuestra capacidad para distinguir entre lo que es
verdadero y lo que no lo es. Como receptores de información, nos vemos en la
encrucijada de discernir entre lo que es auténtico y lo que es meramente una ilusión.

Es esencial reconocer que la diferencia entre información verdadera y falsa no siempre


es clara ni evidente. La habilidad para identificar la veracidad requiere un enfoque crítico
y una búsqueda constante de fuentes confiables y contrastadas.

En este panorama de ruido y señales, se presenta un desafío fundamental: la necesidad


de cultivar un pensamiento crítico y reflexivo. A través de la duda constructiva y el
análisis meticuloso, podemos comenzar a separar la verdad del engaño y a discernir las
señales valiosas que nos guiarán en la toma de decisiones informadas.

MENTALIDAD Y SEGOS

Hemos analizado cómo, en un mundo saturado de información y desinformación,


debemos ser conscientes de la presencia del ruido y de la importancia de diferenciar las
señales valiosas de la estática informativa. Nuestra capacidad para interpretar la
realidad con claridad y objetividad requiere de una vigilancia constante y un compromiso
con la búsqueda de la verdad. Solo así podremos navegar con destreza a través del
tumulto de información y tomar decisiones informadas y fundamentadas en el panorama
complejo y cambiante de nuestro tiempo.

Pero todo esto requiere además identificar otras barreras, y son nuestra propia
mentalidad y nuestros sesgos, ya sean inducidos u originarios.

La mentalidad, o complejo entramado de supuestos, sesgos y preconceptos, es un


factor determinante en la forma en que percibimos y procesamos la información que nos
llega. Funciona como un filtro que moldea nuestra visión del mundo y nos ayuda a
discernir las señales valiosas del ruido. Sin embargo, esta característica humana
también conlleva el riesgo de que nuestras percepciones estén sesgadas por nuestras
propias creencias preexistentes.

Como seres humanos, tendemos a ser más receptivos a la información que concuerda
con nuestra mentalidad y a ser escépticos con aquella que la contradice. Esta tendencia
a buscar la confirmación de nuestras creencias puede llevarnos a interpretar la
información de manera selectiva, encajándola en nuestro marco mental preestablecido.
La información coherente con nuestra mentalidad se convierte en una señal, mientras
que aquella que no encaja se percibe como ruido.

Este fenómeno puede ser igualmente aplicable tanto a los productores de información
como a sus usuarios. Los analistas pueden verse influenciados por sus propios sesgos
y percepciones, lo que puede llevar a la producción de informes sesgados y limitados
en su alcance. Por otro lado, los usuarios de la información también pueden caer en la
trampa de buscar únicamente aquella que respalde sus creencias previas, lo que los
lleva a ignorar o descartar señales alternativas que podrían proporcionar una
perspectiva más completa y equilibrada.
La búsqueda de una mentalidad equilibrada y objetiva se convierte en un objetivo crucial
en este contexto. Necesitamos desarrollar un juicio sensible y discriminatorio, uno que
no se encuentre tan arraigado en nuestras concepciones preconcebidas que nos impida
escuchar y considerar señales alternativas. La apertura a perspectivas diversas y el
cuestionamiento constante de nuestras creencias son pilares fundamentales para una
inteligencia informada y objetiva.

¿SOMOS MEROS RECEPTORES DE INFORMACIÓN?

Ya hemos visto que la mentalidad actúa a modo de un prisma a través del cual
interpretamos la información que nos rodea. La tendencia a buscar la confirmación de
nuestras creencias puede sesgar nuestra percepción y distorsionar nuestra
comprensión de la realidad. Para superar este obstáculo, debemos esforzarnos por
cultivar una mentalidad equilibrada y abierta, una que nos permita discernir entre
señales y ruido con objetividad y claridad. Solo a través de una mentalidad reflexiva y
flexible podemos acercarnos a una inteligencia verdaderamente informada y resistente
a los efectos perniciosos de los preconceptos.

En la era actual de la información, nuestro papel no puede ser el de un mero receptor,


ha de evolucionar de ser un mero espectador pasivo a convertirse en un participante
activo en el proceso de obtener conocimiento. Ya no podemos permitirnos simplemente
aceptar la información que nos llega de manera acrítica; si verdaderamente deseamos
estar informados, debemos asumir un enfoque proactivo y comprometido.

La dicotomía entre estar informados o desinformados se ha vuelto más evidente que


nunca. En un mundo inundado de datos y noticias, la desinformación y la manipulación
son constantes amenazas que acechan tras cada esquina. Si nos contentamos con ser
receptores pasivos, estamos expuestos a la influencia de agendas ocultas y a la
deformación de la realidad.

Para estar verdaderamente informados, debemos emprender una búsqueda activa de


conocimiento. Esto implica hacer preguntas pertinentes y exigir respuestas
fundamentadas. También significa reconocer y eliminar nuestros propios sesgos, esos
filtros invisibles que pueden distorsionar nuestra percepción y comprensión de la
información.

El pensamiento crítico se convierte en una herramienta indispensable en esta búsqueda


de la verdad. Nos exige cuestionar y analizar todo lo que nos llega, desde la fuente hasta
el contenido mismo. Contrastar la información, evaluar su veracidad y considerar
diferentes perspectivas se convierten en pasos esenciales para discernir la verdad de la
falsedad.

En esencia, el proceso de obtener inteligencia se asemeja a la búsqueda de la verdad


en un rompecabezas complejo. Necesitamos recolectar piezas de información, pero
también debemos colocarlas cuidadosamente en su lugar adecuado para construir una
imagen coherente y comprensiva de la realidad.

Para interpretar adecuadamente una situación, necesitamos ser detectives de la


información, aplicando técnicas de obtención de inteligencia para reconstruir la verdad
detrás de la fachada de la desinformación. Es un acto de empoderamiento y
autodefensa intelectual que nos permite tomar decisiones informadas y enfrentar los
desafíos del mundo con mayor sabiduría y discernimiento.

Pero, para lograr una sociedad informada y resistente a la desinformación, es


fundamental empezar en las aulas y repensar el papel de los medios de comunicación
en la difusión de información, estos sectores desempeñan un papel crucial en la
formación de ciudadanos críticos y conscientes, capaces de discernir entre señales y
ruido, y de enfrentar los desafíos informativos del mundo actual.

En las aulas, se debe promover la alfabetización mediática e informacional desde una


edad temprana. Esto implica enseñar a los estudiantes cómo buscar y evaluar
información de manera crítica y cómo reconocer sesgos y desinformación. Los docentes
deben fomentar la curiosidad intelectual y el pensamiento crítico, alentando a los
estudiantes a hacer preguntas, investigar y cuestionar la información que encuentran.

En cuanto a los medios de comunicación, es esencial promover la ética periodística y la


responsabilidad social. Los medios deben esforzarse por proporcionar información
verificada y precisa, y evitar difundir desinformación o noticias falsas. También es
importante promover la diversidad de perspectivas y fomentar el periodismo de
investigación para arrojar luz sobre temas importantes y a menudo complejos.

Los medios de comunicación deben actuar como una fuerza para el bien, empoderando
a los ciudadanos con información valiosa y relevante. Para ello, es necesario desarrollar
una cultura de verificación y corrección de errores, y promover la transparencia en la
forma en que se obtiene y presenta la información.

Además, es fundamental promover la educación y el uso responsable de las redes


sociales y otras plataformas digitales. Los medios sociales han desempeñado un papel
significativo en la propagación de la desinformación, por lo que es importante que los
ciudadanos sean conscientes de los riesgos y aprendan a identificar noticias falsas y
contenidos manipulados.

DESINFORMACIÓN Y PENSAMIENTO CRÍTICO

Los principios alumbrados por Joseph Goebbels, el citado maestro de la propaganda


del Tercer Reich, han dejado una huella indeleble que puede ser identificada en los
actuales postulados políticos. Estas estrategias manipuladoras han sido adoptadas y
utilizadas por diversos líderes y grupos en busca de influir en la opinión pública y
moldear la percepción colectiva. Todos podemos identificarlos en los postulados de la
actual narrativa socio política:

1) Principio de simplificación y del enemigo único: La estrategia de adoptar una


única idea o símbolo y enfocarla en un enemigo único sigue siendo una táctica
común en la política actual. La demonización de grupos específicos o la creación
de chivos expiatorios permite la polarización y la manipulación de la opinión
pública.
2) Principio del método de contagio: La tendencia a agrupar diversos adversarios
en una sola categoría, facilitando así la creación de una visión simplista y
reduccionista del mundo político, es observable en la actualidad. La suma
individualizada de adversarios refuerza la narrativa de la lucha contra un
enemigo común.
3) Principio de la transposición: Cargar sobre el adversario los propios errores o
defectos es una táctica política frecuente. La desviación de la atención hacia el
adversario y la respuesta al ataque con otro ataque son estrategias que buscan
desviar la atención de cuestiones incómodas.
4) Principio de la exageración y desfiguración: La transformación de cualquier
anécdota en una amenaza grave es un recurso que vemos con frecuencia en la
política actual. La magnificación de problemas o la manipulación de información
busca crear una sensación de urgencia y temor.
5) Principio de la vulgarización: La adaptación de la propaganda al nivel menos
inteligente de los individuos a los que va dirigida sigue siendo una estrategia
común. La simplificación de mensajes y discursos busca llegar a un público más
amplio y fácil de influenciar.
6) Principio de orquestación: La repetición incansable de un número pequeño de
ideas es un recurso utilizado en la política contemporánea. La insistencia en
ciertos temas busca crear una narrativa dominante y consolidar la percepción
pública.
7) Principio de renovación: La presentación constante de informaciones y
argumentos nuevos para mantener la atención y el interés del público es una
táctica que se mantiene vigente. La rapidez con la que se cambia de tema impide
que el adversario responda adecuadamente y mantiene a la audiencia en un
estado de constante expectativa.
8) Principio de la verosimilitud: La construcción de argumentos basados en
fuentes diversas, a través de globos sonda o informaciones fragmentarias, es
una estrategia que busca dar una apariencia de credibilidad y legitimidad a la
propaganda.
9) Principio de silenciación: El intento de acallar sobre cuestiones que carecen
de argumentos sólidos y de disimular noticias que favorecen al adversario es
una táctica que se emplea para controlar la narrativa y la percepción pública.
10) Principio de la transfusión: La propaganda se nutre siempre de un sustrato
preexistente, buscando conectar con ideas y emociones arraigadas en la
sociedad para obtener mayor aceptación.
11) Principio de la unanimidad: La estrategia de convencer a la gente de que
piensa "como todo el mundo", creando una impresión de unanimidad, es una
táctica utilizada para promover la conformidad y la aceptación de ciertas ideas.

Estos principios de la propaganda de Goebbels continúan siendo relevantes en el


contexto político actual. La identificación de estas estrategias es crucial para desarrollar
una ciudadanía informada y crítica, capaz de resistir la manipulación y la
desinformación. La promoción del pensamiento crítico y la educación en alfabetización
mediática son herramientas fundamentales para fortalecer la capacidad de discernir
entre la realidad y la distorsión.

La Fundación para el Pensamiento Crítico nos proporciona un valioso conjunto de


estrategias para combatir la manipulación y la desinformación en nuestra sociedad.
Estas pequeñas herramientas nos invitan a desarrollar una mentalidad inquisitiva y
analítica, una que desafíe constantemente las narrativas simplistas y cuestionables que
nos rodean.

- Cuestionar metas y propósitos implica indagar en los motivos y objetivos detrás


de la información que recibimos. Es esencial preguntarnos quién se beneficia o
se perjudica con la difusión de ciertas ideas, y si hay intereses ocultos detrás de
ellas.
- Cuestionar las preguntas es una habilidad valiosa para evitar trampas retóricas
o sesgos incorporados en la formulación de cuestionamientos. Necesitamos
examinar cuidadosamente las preguntas que se nos presentan y considerar si
hay suposiciones o limitaciones implícitas en ellas.
- Cuestionar la información, los datos y la experiencia nos insta a no aceptar
información de manera pasiva. Debemos buscar fuentes confiables y contrastar
diferentes puntos de vista para obtener una imagen más completa y precisa.
- Cuestionar inferencias y conclusiones nos ayuda a evaluar la lógica y la
coherencia del razonamiento detrás de las afirmaciones. Es necesario examinar
si las pruebas presentadas respaldan de manera sólida las conclusiones
propuestas.
- Cuestionar conceptos e ideas nos lleva a analizar la definición y el significado de
los términos utilizados en el discurso político y mediático. Es importante
desentrañar el lenguaje y la retórica para entender mejor lo que realmente se
está comunicando.
- Cuestionar suposiciones nos permite desafiar las creencias y prejuicios
subyacentes que pueden influir en nuestra interpretación de la información.
Debemos reconocer nuestras propias suposiciones y estar dispuestos a
someterlas a escrutinio.
- Cuestionar implicaciones y consecuencias nos invita a reflexionar sobre las
posibles ramificaciones y efectos que pueden tener ciertas ideas o políticas en
la sociedad. No solo debemos considerar los aspectos inmediatos, sino también
las implicaciones a largo plazo.
- Cuestionar puntos de vista y perspectivas es esencial para desarrollar una
comprensión más amplia y matizada de los problemas. Debemos estar
dispuestos a escuchar diferentes opiniones y considerar múltiples puntos de
vista antes de formar nuestras propias conclusiones.
En última instancia, preguntarnos constantemente qué, por qué, dónde, cómo, quién y
cuándo nos permite ejercitar nuestro pensamiento crítico y desarrollar una visión más
completa y objetiva del mundo que nos rodea.

La educación en pensamiento crítico es clave para cultivar ciudadanos conscientes y


responsables, capaces de discernir entre señales y ruido, y de resistir la manipulación y
la propaganda. Al adoptar estas estrategias en nuestra vida cotidiana, podemos
contribuir a construir una sociedad más informada, reflexiva y comprometida con la
verdad y la objetividad.
OBTENCIÓN DE INTELIGENCIA: OFENSIVA O REACTIVA

¿PREDICAMOS SÓLO PARA EL CREYENTE?

En el ámbito del pensamiento crítico, surge una importante reflexión sobre la efectividad
de nuestras argumentaciones y a quién van dirigidas. Una cuestión relevante es si nos
limitamos a predicar únicamente para aquellos que ya comparten nuestras creencias,
es decir, para el creyente, o si nos esforzamos por presentar nuestros argumentos de
manera que puedan persuadir a un público más amplio y diverso.

¿CONTRA ARGUMENTAMOS?

El pensamiento crítico, como la capacidad de analizar y evaluar razonamientos, nos


invita a cuestionar nuestras propias prácticas comunicativas. Si nos limitamos a predicar
solo para quienes ya están de acuerdo con nosotros, corremos el riesgo de caer en un
sesgo de confirmación, donde solo buscamos información y argumentos que respalden
nuestras creencias preexistentes. Esto puede generar una burbuja de información
donde solo escuchamos lo que queremos oír y perdemos la oportunidad de confrontar
ideas contrarias.

En cambio, el verdadero desafío radica en enfrentar la tarea de argumentar y presentar


nuestras ideas de manera persuasiva y coherente para un público más amplio. Es aquí
donde entra en juego la inteligencia de objetivos, que nos permite establecer metas
claras y alcanzables para nuestra comunicación. Si nuestro propósito es convencer a
otros y promover un cambio de opinión o de comportamiento, debemos desarrollar una
estrategia comunicativa efectiva.

¿A QUIÉN QUEREMOS CONVENCER?

La inteligencia de objetivos nos impulsa a planificar y ejecutar acciones que consideren


las características, intereses y valores del público al que queremos llegar. Esto puede
incluir el uso de argumentos sólidos respaldados por evidencia confiable, presentados
de manera clara y accesible. También puede requerir adaptar el tono y el estilo de
nuestra comunicación para conectar con audiencias diversas y generar empatía.

En última instancia, si buscamos influir en la opinión pública y construir puentes de


entendimiento, es necesario desarrollar habilidades de argumentación efectiva y evitar
caer en tácticas que excluyan o descalifiquen a quienes no comparten nuestras ideas.
En lugar de simplemente contra argumentar, el pensamiento crítico y la inteligencia de
objetivos nos animan a adoptar un enfoque constructivo y abierto, donde busquemos la
verdad y el entendimiento a través del diálogo y la deliberación respetuosa. Solo
mediante esta búsqueda constante de un discurso más inclusivo y persuasivo, podemos
aspirar a crear una sociedad más informada y comprometida con el pensamiento crítico.

GESTIONANDO OBJETIVOS

En el contexto del pensamiento crítico y la inteligencia de objetivos, el concepto de


targeting cobra relevancia. El targeting se refiere a la identificación y focalización de
objetivos específicos, ya sean personas, estructuras físicas o grupos de interés, en
función de nuestros propios objetivos estratégicos.

El primer paso para llevar a cabo un targeting efectivo es tener claramente identificados
los objetivos que deseamos alcanzar o influir. Estos objetivos pueden ser diversos,
desde personas que queremos que simpaticen con nuestro proyecto, hasta aquellos
que están atacando nuestra reputación y cuyo mensaje buscamos desacreditar.
También puede implicar identificar estructuras físicas u otros recursos que deseamos
adquirir para avanzar en nuestros propósitos.

La inteligencia juega un papel esencial en el proceso de targeting, ya que contribuye al


desarrollo y adquisición de los objetivos. A través del análisis y la recopilación de
información, la inteligencia propone blancos de interés que pueden estar alineados con
nuestros intereses estratégicos. Además, facilita el seguimiento y valoración de los
efectos conseguidos en relación con estos objetivos.

La inteligencia también desempeña un papel crucial en la evaluación de los efectos


sobre los “targets” identificados. Una vez que hemos llevado a cabo nuestras acciones
de adquisición y focalización, es fundamental analizar y valorar los resultados obtenidos.
Esta valoración nos permite medir el impacto de nuestras acciones y ajustar nuestras
estrategias en función de los resultados obtenidos.

Es importante destacar que, aunque el targeting y la inteligencia pueden ser


herramientas poderosas en el logro de nuestras metas, su uso debe ser ético y respetar
los principios fundamentales de la democracia y los derechos humanos. El pensamiento
crítico nos insta a cuestionar y evaluar la legitimidad de nuestros objetivos y acciones,
asegurándonos de que estén en consonancia con valores éticos y morales.

- Definir objetivos y efectos a lograr

En este contexto, el pensamiento crítico y la inteligencia de objetivos se convierten en


guías fundamentales para llevar a cabo el proceso de definir objetivos y efectos a lograr.
Este proceso implica una serie de preguntas cruciales que debemos abordar de manera
reflexiva y estratégica:
¿Qué objetivos adquirir y abordar?: El primer paso es determinar claramente los
objetivos que buscamos alcanzar.

Estos pueden variar dependiendo del contexto y pueden incluir metas políticas, sociales,
económicas o estratégicas. Es esencial definirlos de manera precisa y realista,
asegurándonos de que estén alineados con nuestros valores y principios
fundamentales.

¿Qué capacidades emplear?: Para lograr nuestros objetivos, debemos identificar las
capacidades y recursos necesarios. Esto puede incluir habilidades específicas,
tecnología, información, alianzas o cualquier otro recurso que nos permita llevar a cabo
nuestras acciones de manera efectiva. Es importante evaluar nuestras capacidades
actuales y considerar si es necesario adquirir nuevas habilidades o recursos.

¿Cuáles deben ser los efectos de las acciones?: Es esencial definir claramente los
efectos que esperamos alcanzar a través de nuestras acciones. Estos efectos pueden
ser cambios concretos en el comportamiento, la percepción o la situación de nuestros
objetivos. Al establecer estos efectos, podemos medir nuestro progreso y evaluar la
eficacia de nuestras acciones.

¿Cuándo producirlos?: El tiempo es un factor crítico en cualquier proceso estratégico.


Es importante determinar el momento oportuno para producir los efectos deseados. Esto
puede implicar considerar factores externos, eventos clave o momentos de oportunidad
para maximizar el impacto de nuestras acciones.

Al seguir el ciclo de decidir, detectar, actuar y valorar, estamos adoptando un enfoque


sistemático y reflexivo para abordar nuestros objetivos y efectos. En la etapa de
decisión, definimos claramente nuestras metas y estrategias. En la etapa de detección,
recopilamos información y realizamos análisis para comprender el contexto y las
oportunidades. En la etapa de acción, implementamos nuestras estrategias de manera
coherente y efectiva. Y finalmente, en la etapa de valoración, evaluamos los resultados
y aprendemos de nuestras experiencias para mejorar nuestras futuras acciones.

En esta dinámica, el pensamiento crítico nos guía para cuestionar nuestras


suposiciones, evaluar la validez de la información y considerar diferentes perspectivas.
La inteligencia de objetivos nos ayuda a establecer metas claras y alcanzables, planificar
y ejecutar acciones de manera estratégica, y evaluar el impacto de nuestras acciones.

Por tanto, la reflexión y la planificación estratégica son esenciales para definir objetivos
y efectos a lograr. Al seguir el ciclo de decidir, detectar, actuar y valorar, podemos
desarrollar una aproximación sistemática y fundamentada para alcanzar nuestras metas
de manera efectiva y responsable. Mantener una actitud crítica y abierta nos permite
adaptarnos a los desafíos cambiantes y asegurarnos de que nuestras acciones estén
alineadas con nuestros valores y propósitos más profundos.

INFLUENCIA

En la era de las redes sociales y la sobreabundancia de información, la influencia se ha


convertido en un poderoso instrumento para moldear la conducta, las actitudes y el
comportamiento de la población. Las actividades que se desarrollan en el entorno de la
información han adquirido una relevancia sin precedentes, y la capacidad de influir sobre
las percepciones de la gente se ha convertido en una herramienta determinante para
aquellos que buscan alcanzar sus objetivos y posicionar sus ideas.

La influencia no se trata solo de persuasión superficial, sino de un proceso que se


extiende a lo más profundo de nuestra psique colectiva. La propagación de ideas y
mensajes a través de las redes sociales y los medios de comunicación tiene un impacto
significativo en cómo percibimos el mundo y cómo actuamos en respuesta a esas
percepciones.

En este contexto, el posicionamiento y la actuación sobre el entorno de la información


se convierten en elementos cruciales para alcanzar el éxito en diversas operaciones.
Quienes buscan ejercer influencia sobre la población deben considerar cuidadosamente
cómo presentan su mensaje, qué tipo de narrativas utilizan y cómo utilizan las
emociones para captar la atención y generar respuestas emocionales.

La influencia no se limita únicamente a la promoción de productos o servicios, sino que


se extiende a cuestiones políticas, sociales y culturales. Aquellos que buscan influir
sobre la opinión pública deben ser conscientes del impacto que sus acciones pueden
tener en la sociedad en su conjunto. Esto implica una responsabilidad ética y moral para
garantizar que la información que se difunde sea precisa, verificable y que no busque
manipular o engañar a la audiencia.

En el mundo actual, donde las redes sociales y los medios digitales desempeñan un
papel dominante en la forma en que accedemos a la información, es crucial desarrollar
un pensamiento crítico y una conciencia reflexiva sobre cómo somos influenciados.
Debemos ser conscientes de cómo ciertos mensajes y narrativas pueden sesgar nuestra
percepción y nuestras decisiones.

La influencia, cuando se utiliza con responsabilidad y transparencia, puede ser una


herramienta poderosa para impulsar el cambio positivo y fomentar una sociedad más
informada y comprometida. Sin embargo, también puede ser explotada con fines
manipuladores y perjudiciales. Por lo tanto, es fundamental que todos nosotros, como
ciudadanos informados, nos esforcemos por desarrollar un pensamiento crítico y una
actitud reflexiva hacia la información que recibimos, para así poder discernir entre la
verdadera influencia constructiva y aquella que busca simplemente manipular nuestras
percepciones y comportamientos.
OPERACIONES DE INFORMACIÓN (En el entorno de la información)

En el ámbito de las operaciones de información, la capacidad de influir en la percepción


y el comportamiento de las personas a través del uso estratégico de la información se
ha convertido en una herramienta poderosa. Estas actividades de información tienen
como objetivo primordial afectar a una audiencia específica en tres aspectos
fundamentales: sus capacidades, su comprensión y su voluntad.

Voluntad
Comprensión

Capacidades

El propósito detrás de estas operaciones de información es promover percepciones,


actitudes y comportamientos favorables a las operaciones y objetivos propios de
determinadas audiencias. Se trata de influir en la toma de decisiones y en la forma en
que las personas ven y comprenden determinadas situaciones y eventos.

Para lograr esto, se diseñan mensajes estratégicos que buscan impactar a la audiencia
objetivo de manera específica. Estos mensajes son cuidadosamente formulados y
difundidos de la manera más adecuada para lograr el efecto deseado. La selección del
medio y el enfoque de la comunicación son elementos clave en este proceso, ya que
determinan cómo se recibirá y percibirá la información por parte de la audiencia.

Estas operaciones son esenciales para apoyar la narrativa y los mensajes clave que se
establecen a través de la comunicación estratégica. Se requiere un análisis detallado y
cuidadoso para garantizar que la información utilizada esté en línea con los objetivos y
valores de la entidad que la difunde.

El objetivo final de estas actividades es moldear la percepción y la voluntad de la


audiencia de manera deseada. Se busca generar un impacto significativo en cómo la
audiencia ve y comprende la información presentada, y cómo responde a ella en sus
actitudes y comportamientos.
Sin embargo, el uso de estas operaciones de información también plantea desafíos
éticos y morales. La manipulación y el uso irresponsable de la información pueden ser
perjudiciales y generar desconfianza en la sociedad. Es esencial que aquellos que
emplean estas estrategias lo hagan de manera responsable y transparente, evitando
caer en prácticas engañosas o manipuladoras.

EL APOYO DE INTELIGENCIA

En el ámbito de la inteligencia como apoyo a las Operaciones de Información, se plantea


un desafío considerable debido a la complejidad y variedad de temas a tratar. Las
necesidades requieren un esfuerzo de inteligencia al más alto nivel, lo que implica la
recopilación y gestión de importantes bases de datos, medios de obtención y análisis de
información específicos.

El refuerzo de analistas especializados en ciencias de la información, política, psicología


y otros campos se vuelve esencial para llevar a cabo una evaluación adecuada de la
audiencia objetivo y para determinar la eficacia probable de las operaciones. El personal
de inteligencia asume una tarea continua y permanente al brindar apoyo a estas
operaciones, ya que todos los aspectos del planeamiento y la ejecución demandan una
base sólida de inteligencia actual y básica.

El propósito principal de la inteligencia en este contexto es facilitar las decisiones


operacionales y lograr una comprensión precisa de la situación. En este sentido, la
inteligencia se enfoca en diversas áreas clave:

Evaluar las vulnerabilidades propias desde la perspectiva del adversario, considerando


las amenazas específicas y potenciales. Es fundamental conocer los puntos débiles que
puedan ser objeto de explotación por parte del adversario.

Comprender el funcionamiento de los sistemas de Mando y Control del adversario, lo


que implica identificar, evaluar y explotar sus sistemas de Comunicaciones e
Información. Se busca obtener información sobre sus medios, fuentes y procesos de
evaluación de datos e informes.

Integrar todos los factores de la situación, lo que requiere un profundo conocimiento del
proceso de decisión y las relaciones de mando del adversario. También se deben
considerar las influencias políticas, sociales y culturales que afectan el ambiente de
información.
Identificar a los líderes clave y conocer sus antecedentes biográficos, lo que permite
tener una visión completa de su personalidad y estilo de toma de decisiones.

En este sentido, el proceso de elaboración de inteligencia abarca una serie de


elementos fundamentales que deben ser considerados. Los analistas deben esforzarse
por obtener una comprensión profunda de las relaciones de mando y personalidad de
los elementos clave que asesoran y toman decisiones en el bando adversario.

La inteligencia en apoyo a las Operaciones de Información se erige como una pieza


fundamental para el éxito estratégico. Mediante un análisis detallado y exhaustivo, la
inteligencia proporciona el conocimiento necesario para tomar decisiones informadas,
anticipar las acciones del adversario y ajustar las operaciones en función de la
información obtenida. Su papel no solo radica en la recolección de datos, sino también
en la interpretación y comprensión profunda de la situación, lo que permite a quienes
toman decisiones actuar de manera efectiva y eficiente en un escenario complejo y
cambiante.

Manuel P. Robledo

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