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OSVADO ORTEMBERO

PRÁCTICA PROFESIONAL

Estrategias para Negociación, Mediación y el Juicio


El cliente ante el Abogado de Familia
Nuevas Estrategias en los casos de Familia
Violencia Familiar: ¿Quéhacer y como actuar?
Honorarios, significación para el cliente y el abogado
Como hablar con los clientes: escucha activa
La Familia y la Ley; matrimonio y dinero
El Conflicto Familiar, abordaje: estrategias y tácticas
La sucesión en la Empresa Familiar: cambios nuevo C.C.C.

ediciones d
innovaci6nJuridica
Ortemberg, Osvaldo Daniel
Práctica profesional del abogado de familia / Osvaldo Daniel Ortemberg. - l a
ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : DyD, 2016.
237 p. ; 23 x 16 cm.

1. Derecho de Familia . l. Título.


CDD 346.01 5

-
O 2020 EDICIONES DBD S.R.L.
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cualquier otro idioma.

Impreso en Argentina

Hecho e l depósito que marca la ley 11.723


OSVALDO ORTEMBERG

PRÁCTICA PROFESIONAL
DEL
ABOGADO DE FAMILIA

ediciones
k!mvodónjurldca
CAP~TULO1.-
Cómo debe formarse unla abogadola de familia. Estrategias
para la negociación, la mediación y el juicio
.-
1 El abogado con e l cliente .................................................... 19
.,
2.- La negociacion.. ............................. . . .. . . . .. . . . .. .. . . . 21
3.- La mediación.. ................................................................. 23
.......................................................................
4.- El juicio.. 25
5.- La formación ............... ...... ...... ......................... 26

CAP~TULO11.-
El trabajo intradisciplinario. Entrecruzamiento de discursos
científicos. Tribunales como lugar de encuentro
Los cambios de la familia .................................. . .. . . . .. .. . . . 29
.-
1 Los cambios económicos como causa del cambio en la conformación
familiar. Acotación de nuestro campo de estudio............................. 29
2.- Los cambios en los hábitos de las nuevas familias respecto de las
........................................................................
patriarcales 30
3.- Los cambios en la subjetividad.............................................. 31
4.- Los cambios de la familia expresados en los cambios en e l Derecho de
Familia ..............................................................................
31
5.- La libertad de elección del cónyuge. El ingreso del amor en e l
Derecho ............................................................................
32

CAP~TULO111.-
Los discursos científicos. La intradisciplina
1.-El individuo modelado desde lo externo.. ............................... . 36
2.- Lo externo en e l individuo. El cliente ante e l abogado de familia .... 37
3.- Nuestro concepto de la intradisciplina..................................... 40

CAP~TULOIV.-
La madre de las ciencias: la razón
.-
1 El cuento infantil y la novela del cliente .................................. 41
2.- La transformación del cuento en novela por e l diálogo con e l abogado. 41
Practica profesional del abogado de familia

3.. La historia y e l supuesto de la historia................................ 43


4.. La Razón........................................................................ 43
5.. La Razón en la pasión......................................................... 44

CAP~TULOV.-
La estrategia del abogado de familia El tribunal .
1 .. La versión del otro ............................................................ 49
2.. ¿Ganar e l juicio o lograr un acuerdo?...................................... 50
3.- El cambio en la legislación autoriza una nueva estrategia en los casos
de familia ........................................................................... 50

CAP~TULOVI.-
Violencia familiar
a) Qué hacer........................................................................ 53
1) El grado de protagonismo de nuestro cliente en la situación de
violencia que está padeciendo .................................................. 53
2) El vínculo que tiene establecido nuestro cliente con quien o quienes
ejercen violencia sobre é l........................................................ 54
3) Finalmente e l grado de autonomía económica y habitacional de
nuestro cliente..................................................................... 55
b) Cómo hacerlo ................................................................... 55
c) El temor del abogado para actuar en estos casos.......

CAP~TULOVI¡.-
Los honorarios
a) Significación de los honorarios para e l cliente ............................. 59
b) Significación de los honorarios para e l abogado........................... 62

CAP~TULOVI¡¡.-
Cómo hablar con e l cliente
a) ¿Qué significa para e l cliente concurrir a l abogado para hablar de su
problema de familia?.............................................................. 65
b) Cómo le habla e l cliente a l abogado................................. 65
C) Cómo no escuchar al cliente.................................................. 66
d) Cómo escuchar al cliente ...................................................... 68
e) Cómo tratar a l cliente......................................................... 69
1) Clientes con abogados a repetición ...................................... 70

VOLVER A ~NDICE
Osvoldo Ortemberg

2) Licitadores................................................................... 70
3) Diferencia entre la emergencia familiar y angustia del cliente ..... 71

CAP~TULOIX.-
La familia y la ley
a) La prohibición del incesto ..................................................... 73
b) Matrimonio y dinero: su incidencia en e l divorcio ......................... 76
c) La exclusión del hogar .......................................................... 82
d) Comunicación con los hijos ................................................... 83

CAP~TULOx.-
Abordaje del conflicto familiar a través del cliente Producción .
.
de estrategias Los tiempos subjetivos .
a) La problemática de familia es un campo propio que abarca lo
patrimonial pero no se confunde con éste..................................... 85
b) Abordaje del conflicto Familiar a través del Cliente ...................... 89
c) Producción de estrategias y tácticas ........................................ 93
d) Los tiempos subjetivos ......................................................... 99

CAP~TULOXI.-
Partir de la crisis para llegar al conflicto del cliente

CAP~TULOXII.-
Culpa y repetición: tenaza histórico.religiosa . Causa y
responsabilidad: libertad histórico-filosófica
a) Cuando éramos estudiantes ...................................................
b) Ahora como abogados................................. ........
c) Culpa y causa....................................................................
d) La culpa ..........................................................................
e) Precedente histórico de la culpa .............................................
..
f) La prohibicion ...................................................................
g) Falla en la simbolización ......................................................
h) La represión del incesto.......................................................
i ) El imperio. e l odio y la culpa..................................................
j ) El amor y la culpa ...............................................................
k) La culpa en los casos de familia ..............................................
1) Entre sábanas....................................................................
Practica profesional del abogado de familia

11) Dos tiempos del vínculo amoroso. ................................. .. . . . 134


n) El amor-odio del varón hacia los hijos................................... 136
m) Transformación del amor de la pareja en marido y esposa.. ............. 138

CAP~TULOXIII.-
La perturbación de la genitalidad adulta en las parejas

CAP~TULOXIV.-
La sucesion de la empresa familiar - Las cosas por su forma -
a) La transición a la generación siguiente..................................... 161
b) El desafío de la sucesión.. ............................... . . .. . . . .. . . 162
c) Claves para reparar a los sucesores: como desarrollar sus capacidadesy
habilidades.. .... .... . . . . . . . . . .
....
..... ..... ..... .. . .. . .. . . . . . . . 163
d) Las opciones del fundador. .................................................... 165
e) Estilos de dirección. Resistencia a planear la sucesión ................... 167
f) Intervención del mediador para un eficiente manejo de la situación.. 169
g) Transferencia del control y de la propiedad o disociación entre lo
.. . .. . .. . .. . .. .
jurídico y lo económico.. .... . ..... . ..... . ..... . ..... . ...... .... 171 ...
CAP~TULOXV.-
La mujer en la empresa familiar -Las cosas por su fondo-
a) Cambios en la familia empresaria derivados del nuevo Código Civil
y Comercial
.
1) lntroduccion .....
*
................................................................
2) Cambios en la condición de la mujer........................................
3) El apellido de los hijos y e l derecho de propiedad sobre ellos.. ........
4) ¿A qué se debió e l cambio?.. ..................................................
4a) El salto hiperbólico del feudalismo al capitalismo ...................
4b) Reflejo en e l derecho de la caída de la familia patriarcal y de la
liberación femenina ...........................................................
4c) La autonomía de la voluntad de la mujer la gran revolución
sexual.. .........................................................................
4d) La libertad sexual de la mujer: e l intento de marcar una diferencia
en la ley que marco nuestra diferencia respecto del resto del mundo
animal. ....... ....... ....... ....... ....... ....... ....... . ..... .
.. .. .. .. .. .. .. . .. .
4e) El cambio de la situación de la mujer en la voz que ella no
pronuncia.. . . ..... .. ..... .. ..... .. ..... .. ..... .. ..... .. ..... .. ....
. . . . . . . . . . . . . .
Osvaldo Ortemberg

b) Cambios en la familia empresaria derivadas del nuevo Código Civil


y Comercial .inclusión de la mujer y los hijos
1) Régimen hereditario ........................................................... 186
2) Hijos incapaces................................................................. 188
..
3) Conclusion....................................................................... 189

CAP~TULOXVI.-
La violencia y la mediación en las crisis adolescentes
A) La violencia humana ..........................................................
1. Nuestros aspectos animales ...............................................
..
2 . La repeticion.................................................................
3 . Identidad y diferencia en la repetición..................................
4 . ¿Qué entendemos por ley?.................................................
5 . La violencia ..................................................................
6 . La inscripción de la ley en la subjetividad y e l lugar de la violencia ...
7. El camino masculino ........................................................
8 . El rechazo de la ley: e l delito y la enfermedad mental...............
9 . La fuerza del instinto y e l poder que lo doblega -o intenta hacerlo .

B) Mediación en las crisis de los adolescentes ..............................


1. Objetivo de la mediación..................................................
2 . El pedido de mediación....................................................
3 . ¿Quiénesparticipan del conflicto?........................................
4 . El asentimiento para mediar...............................................
5 . La retribución del mediador...............................................
6 . Relación del mediador con los adultos ...................................
7 . ¿Laspartes en conflicto pueden estar asistidas por otras personas?..
a) Los adultos................................................................
b) Los adolescentes.........................................................
8 . El mediador con e l adolescente ...........................................
a) La diferencia de generación ............................................
b) La mediadora y e l adolescente ........................................
c) La mediadora y la adolescente .........................................
d) El mediador y e l adolescente ..........................................
e) El mediador y la adolescente ..........................................
9 . El abordaje del diálogo .....................................................

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Practica profesional del abogado de familia

.
10 EL Lugar....................................................................... 226
11. EL tiempo .................................................................... 226
12. EL acuerdo................................................................... 227
Osvaldo Ortemberg

Cuando fui estudiante de Derecho en la UBA, cada materia era para


e l docente la más importante de la carrera. Y es razonable que así lo
considerara, ya que haber elegido ser docente de la materia que impartía
significaba que para é l era la más importante.

Es posible que yo caiga en la misma apreciación ya que elegí esta


especialidad hasta e l punto de no tomar casos que no sean de familia y
sucesiones.

Entonces así lo haré. Para ello debo destacar que cualquiera sea la
especialidad que se tome del derecho, e l abogado, e l juez, e l funcionario,
todos ellos son productos de una familia, como cualquier persona.

En toda elección de una carrera hay una cuota de inclinación y otra


mayor: los mandatos familiares. Este ultimo aspecto tiene una extensión
y profundidad que e l término mandato no expresa. Así como la religión
dice que e l primer humano fue hecho a imagen y semejanza de Dios, e l
recién nacido se forma como humano a imagen y semejanza de los que
lo criaron. Y los que lo criaron son su familia: madre, padre, hermanos,
tíos y aquellos a estos asimilados, aunque no sean parientes de sangre.

De locos bajitos nos van transformando en niños, adolescentes y adultos,


conformándonos en esos espejos que van moldeando nuestra alma, que
incide en e l rol de la naturaleza al moldear nuestro cuerpo.

Los "mandatos" llegan sin beneficio de inventario de esos dioses menores,


nuestros progenitores, en lo que pensamos y sentimos consciente e
inconscientemente. Pero ellos nos transmiten, sin saberlo, e l modo en
que ellos fueron criados.

Así, aquellas actitudes que nuestros progenitores detestaron de sus padres,


en muchos casos ponerles límites necesarios y en otros -muchísimos-
reprimirlos porque les molestaba sus demandas permanentes o travesuras,
ahora les toca llevarlas a cabo con nosotros. No lo pueden evitar: lo
hacen del mismo modo, por la contraria -darles total libertad-, o con los
matices que su época y sus inclinaciones les impone.

Duele ver a un hijo llorar por algo que uno le exige. Cuando no duele ...
pobre hijo.

Y este dolor va acompañado por e l afecto más doloroso que padecemos, la


Practica profesional del abogado de familia

culpa. Ella es nuestra peor consejera: nos castiga. Pero lo hace de modos
sutiles, por recorridos que no detectamos: nos hace actuar situaciones
que nos causan dolor y que sin embargo no nos damos cuenta que fue
ella, la culpa, la que nos gobernó para ese resultado.

Es evidente que ese recorrido no pasa por nuestra conciencia sino por
ese río subterráneo que nos atraviesa sin que lo podamos manejar. Claro,
salvo que alguien nos ayude a verlo.

Así como nos pasa con nuestros hijos, nos ocurre con nuestra compañera
o compañero: somos portadores de modelos familiares que gobiernan
nuestros afectos sin que nos demos cuenta. Afectos que conviven con
nuestras inclinaciones y que suelen hacerles trampas para satisfacerlos.

¿Yesto cómo se resuelve cuando a l abogado le llega un cliente que padece


una crisis familiar?, sea con su compañerola, con sus hijos, padres o los
herederos de un difunto?

Resolverlo es una ambición desmedida. Lo posible es encauzarlo con


e l menor sufrimiento posible de nuestros clientes y también e l menor
dispendio económico que puede requerir.

Para esto es necesario que e l cliente se entere de esos torrentes


subterráneos que le lleva a tomar actitudes que van en contra de sus
propios intereses, sean económicos o afectivos.

Por ello e l profesional debe tener una escucha sutil para comprender lo
que e l cliente relata y, a partir de ese relato y los diálogos que entre ellos
se produzcan, poder profundizar en estos para llevarlo a los torrentes
subterráneos que vienen guiando su conducta ¿Para qué? Para que sepa
en qué situación se encuentra y, de ser posible, e l recorrido del que
proviene esa crisis que ahora lo trae a consultarnos.

Eso no está en e l Código Civil ni en ninguna ley. La misma ley se aplica de


modo diferente en cada caso, aun en los que se manifiestan de manera
parecida, porque estamos acompañando a nuestro cliente por las zonas
que é l ignora y que lo llevan a su mundo inconsciente.

Esta escucha del profesional no la adquiere en la Facultad de Derecho,


sino e l llegar a conocerse a sí mismo. El saberse que é l es también
manejado por esas tormentas interiores. Y ¿esto cómo lo consigue? Hasta
ahora e l remedio que se conoce es averiguarlo con algún profesional que
se especialice en las profundidades del alma: psicólogos, psicoanalistas,
Osvaldo Ortemberg

psiquiatras.

Sin conocerse es imposible al profesional conocer a otros. Dije "imposible",


aunque a veces acierte en su intervención. Será la casualidad la que lo
haya logrado o alguna corriente subterránea que l e haya hecho dar los
pasos que resultaron Útiles. Pero no habrá arte en la profesión, sino azar.

Y esto que es necesario para los profesionales que actúan en esta


especialidad, es también indispensable para los jueces y funcionarios
que actúan en e l fuero. INDISPENSABLE; de lo contrario se perpetuará e l
modo en que viene actuando e l Poder Judicial en esta especialidad: como
elefante en un bazar. Las crisis pueden llevara la sangre de los involucrados
y e l remedio de la sanción es una aspirina para una enfermedad terminal.
Los especialistas se refugian en La ley para abordarlos. Se refugian
dije, porque estos casos desencadenan inevitablemente angustia en
e l operador, sea consciente o inconsciente. Para huir de ella ponen e l
escudo del Código, los pasos procesales y los psicólogos para que digan lo
que hay que hacer o dejar de hacer.

Los psicólogos son necesarios, pero no se puede delegar en ellos la


comprensión de las situaciones planteadas. Un juez, un abogado, un
funcionario, no puede quedarse cruzado de brazos en su título esperando
que otros "comprendan". Debe hacer e l esfuerzo como si eso que hacen
fuera una vocación. Tienen que conocer todos los recursos a su disposición,
tanto en lo que hace para llegar a conocerse, como en llegar a estudiar
las ramas del conocimiento de nuestra época. Esta especialidad que,
como vemos, requiere jugarse.

En otras publicaciones me refen a la escucha sutil que e l abogado de


familia tiene que tener con su cliente, para poder hablarle de Lo que
éste le dice. Asimismo, que la palabra del abogado, por este modo de
escuchar, le ayuda al cliente comprender la situación que está viviendo.

En las palabras que e l abogado l e brinda, debe haber un equilibrio donde


la razón predomine. Este elemento racional debe navegar por e l mar
turbulento de las emociones del cliente y queda impregnado de ellas. Ya
no es la razón pura. Es, valga la metáfora, las razones del corazón que la
razón desconoce.

Es la razón salpicada por e l torrente de la emoción. El cliente es ciego


a estas palabras que e l abogado l e devuelve y puede sorprenderlo
llevándolo a una comprensión instantánea de aspectos de su situación. O
bien puede generarle rechazo ya que eso profundo no lo quiere conocer.
Practica profesional del abogado de familia

En el primer caso el cliente es corrido de la situación en que llegó, se


tranquiliza, confía en el abogado y colabora en la introspección para
comprender mejor su crisis. En el segundo se impone en el abogado
prudencia, una escucha pasiva ante la reacción de su cliente y aun
tolerar su enojo si se produce. Fomentará que el consultante continúe su
relato, aunque para ello deba disculparse como tributo a la resistencia
del cliente. De este modo tanto el cliente como el abogado tendrá nuevas
oportunidades de continuar el diálogo. Y modestia, mucha modestia,
porque no sólo es la resistencia del cliente a escuchar una verdad
dolorosa. El abogado pudo haberse equivocado, sea porque fue erróneo
lo que dijo, como siendo verdadero no era el momento de decirlo. El
devenir de la conversación de ambos permitirá darnos cuenta si el cliente
es permeable a nuestra palabra y si nosotros somos permeables a aceptar
a ese cliente. A veces es el abogado quien lo rechaza sin darse cuenta.

En cuanto al lenguaje que tenemos que emplear es e l que el cliente


pueda comprender, sin perjuicio de incluir el propio que utilizamos
cotidianamente. En esto último, olvidar el del Código Civil.

El lenguaje cotidiano para hablar de la intimidad del consultante son


todas las palabras. La convivencia es fuente de alegrías y amarguras. Si
el cliente llegó a nosotros es por choques pasionales. En ese escenario
la pareja usa todas las palabras, incluso las llamadas "malas palabras".
Estas es mejor que aparezcan en el diálogo durante la entrevista, surjan
del cliente o del abogado. Si se logra esa apertura es que se instaló un
grado de confianza que facilita que e l cliente se afloje y cuente lo que se
dijeron con las palabras que usaron.

El abogado no debe temer indagar la intimidad del cliente, como ser si


duermen en la misma cama, si tienen relaciones sexuales, cuánto hace
que dejaron de tenerlas, si la o lo ama, si piensa que la otra parte lo o
la ama. Si alguno desea al otro, cómo son como padre y madre, si comen
juntos y un larguísimo etcétera. Es decir, abrir una ventana a la vida
íntima, cotidiana, del conjunto familiar.

Asimismo, es importante conocer la infancia del cliente y también la de


su compañeralo. La manera de hacerlo es preguntándole por la relación
con y entre sus padres. Muchas veces el vínculo entre y con sus padres nos
brinda una pista invalorable para que el cliente y el abogado comprendan
más la crisis con su pareja actual. Estos temas los desarrollamos
ampliamente, con ejemplos y análisis en nuestro libro "Mediación en las
Empresas Familiares".
Osvaldo Ortemberg

La ley, e l Código, hablan a la cabeza. Hay que incluir e l cuerpo para


esta especialidad. Sin é l nos movemos a ciegas. A este propósito quiero
finalizar esta introducción con una anécdota.

Cuentan que cuando una dinastía que gobernaba China fue derrotada
por tribus bárbaras -posiblemente los antecesores de los Hunos- e l jefe
de los vencedores se erigió en nuevo emperador chino y l e propuso a
la corte del derrotado que si l e prestaban juramento de fidelidad les
permitiría mantenerse con vida y en sus cargos. Todos, menos e l más
sabio, se negaron rotundamente con fuertes reproches contra éste. Salvo
e l que aceptó, fueron decapitados. El sabio fue fiel al nuevo emperador
victorioso y se mantuvo como confidente y consejero durante muchísimos
años. Ya muerto e l sabio confidente, e l bárbaro emperador se había
transformado en un sabio gobernante gracias a las enseñanzas de su
fallecido consejero.

El consejero vio más allá de la evidencia. Esta posición es la que debe


tener e l abogado y e l juez de familia. El motor de la sabiduría es e l
corazón. Es cuestión de permitirle funcionar. Para ello es necesario abrir
la cabeza, e l gendarme que lo custodia.

OTROSI DIGO: Me propongo en este libro cambiar la posición del abogado


en su trabajo. Estamos inmersos, todos, en e l mercado donde "el cliente
tiene razón". La posición a la que quiero llevar al colega, es que "el cliente
tiene intereses, aunque los ignore". Y en función de este corrimiento de
la razón que tiene e l cliente porque es e l que compra y por ello paga,
llevarlo a que aquello que compra contratándonos sea a cambio de
satisfacer sus intereses. Intereses que tienen una característica singular:
e l cliente normalmente los ignora y nos pide que le entreguemos, con
nuestro trabajo, otra cosa que suele atentar contra ellos.

En este cambio de cabeza del abogado insistiré y lo aclararé de diversas


maneras. Repetiré todo lo que sea necesario para que algo quede.
Reiteraré mis planteos y usaré todos los recursos argumentales hasta
llegar a neutralizar la consigna en la que estamos inmersos y alienados
de que "el cliente siempre tiene razón".

Esto no va en detrimentos de nuestros intereses económicos, sino todo


lo contrario: los justificará y hará más natural y ético obtenerlos. Me
propongo con ello que se pueda vivir de esta especialidad y al mismo
tiempo poder mirarse en e l espejo y estar tranquilo con nuestra
conciencia. Nuestra honestidad también será satisfecha con un ejercicio
Practica profesional del abogado de familia

provechoso de nuestra tarea para e l cliente de familia.

Cuando lea algo que ya expuse, no se detenga. Al repetir se están diciendo


también cosas diferentes. Son dos pájaros de un tiro: para que algo nuevo
se incorpore, debe volver a verse porque lo que está instalado en uno es
una costra que inmuniza contra e l cambio. Por eso insistir. El otro tiro es
por e l agregado nuevo que se hace al repetir, porque es otra herramienta
para poder horadar la costra mental.

Anhelo en la repetición, además, levantar los velos de la unicausalidad


en nuestro modo de reflexionar. Pues no sólo hay pluricausalidad para e l
mismo efecto, sino sobredeterminación de la pluricausalidad. Este nivel
que llegamos a desplegar en otras publicaciones como "El Pensamiento
Critico" es un paso más para nuestra reflexión en los temas de familia.

Este aspecto -la sobreterminación- es lo que las religiones llaman destino,


la filosofía inclinación. e l animismo sino.

Lo que l e ocurrió a Edipo, en e l drama de Sófocles, que, huyendo del


destino, se encargó, paso a paso, de realizarlo, es un buen ejemplo.
El ciego Tiresias l e previno que estaba destinado a "matar a su padre
y yacer con su madre". Como Edipo ignoraba que los reyes de Corinto,
Pólibo y Peribea, que lo criaron no eran sus padres, huyó de ellos. En su
camino a Tebas venía en sentido contrario en e l mismo camino, e l rey
Layos -su padre real-. Edipo se negó a darle prioridad de paso porque
siendo Layos un rey, Edipo habría de serlo a la muerte de los que creía
sus padres. Hubo lucha y Edipo mató a Layos -una causa que lo acerca a
su destino-. Llega a Tebas que estaba azotada por una peste de la que
sólo habrían de librarse si e l monstruo que la provocaba, la Esfinge- daba
la respuesta acertada a su acertijo que era "Qué animal es e l que en su
niñez anda en cuatro patas, en su adultez en dos y en su vejez en tres".
Edipo acierta la respuesta diciéndole "el humano, que de niño gatea,
de adulto camina sobre dos piernas y de anciano se vale de un báculo
para hacerlo". Derrota a la Esfinge que se arroja al vacío, no sin antes
advertirle "El vacío al que me arrojas es a l de t u propio ser". La peste
desaparece y recibe e l premio que en polis ofrecían: casarse con la reina:
Yocasta, que era la esposa del difunto Layos y madre de Edipo.

De este modo, por los caminos en que creía huir va tocando los resortes
-múltiples causas- que lo arrojan a su propio destino, que es lo que
sobredeterminó su recorrido.

En este libro abordamos las diversas causas respecto del mismo efecto:
Osvaldo Ortemberg

la crisis familiar por las que consulta nuestro consultante: efecto formal
y visible de recorridos diversos que se condensan en e l estado emocional
desbordante de ese cliente que llega a nosotros. Sobre ellas -las diversas
causas- operan como sobredeterminantes las historias pretéritas de
ambos cónyuges o convivientes, sus padres, abuelos...q ue no llegan
nunca a agotarse. Por ello requieren un corte y aceptar lo inagotable
que es la herencia recibida. Pero en lo que se puede reconstruir está
lo posible de conocer para orientar e l caso en la conversación con e l
cliente para hacerle posible que eso que viene destinado a marcarlo no
le provoque los daños que suelen ocurrir cuando se marcha a ciegas de la
palabra y sus silencios.
Osvaldo Ortemberg

CÓMO DEBE FORMARSE UNIAABOGADOIA DE FAMILIA.


ESTRATEGIAS PARA LA NEGOCIACIÓN, LA MEDIACIÓN
Y EL JUICIO

1 .-El abogado con el cliente


Para responder al primer planteo, es decir, acerca de cómo debe formarse
e l l l a abogadola de familia, debemos partir de aquello que se debe
satisfacer en e l cliente que consulta.

El cliente llega a l abogado para que le resuelva un problema de familia


que casi siempre lo desborda afectivamente. Así, desde e l comienzo e l
abogado se encuentra con un problema que va más allá del derecho -
que es en lo que está formado-: lo que concierne a la esfera emocional.
Esto hace que haya muchos colegas que, aunque hagan de todo un poco
en la abogacía, suelan rehuir a los temas de familia. Nosotros estamos
dispuestos a abordarlos.

Sin embargo, e l lado emocional no es e l único de los aspectos que, sin


corresponder al campo jurídico, tienen una incidencia notable sobre e l
caso. Otro de ellos es e l económico.

Si viene una cliente contándonos su situación y nos dice que se quiere


divorciar, efectivamente, con e l Código actual puede promover una
acción judicial de manera inmediata. Le planteamos incluso, aunque no
haya violencia, una exclusión, y nos quedaríamos cortos en nuestra tarea
si no indagáramos acerca de su economía. Muchas veces suele ocurrir que
e l violento es e l único aportante; en ese caso la situación se complica
y nuestra clienta debe saberlo. Pero no sólo saberlo, sino que nosotros
tenemos que ayudarla a pensar cómo afronta esa situación: si está
trabajando o proyecta hacerlo, si tiene parientes que la puedan asistir en
algún momento o bajo algunas condiciones, si está en pareja con la que
puede contar económicamente y un largo etc.

Uno puede cuestionarse sobre si estos aspectos del caso no debieran estar
a cargo del cliente. ¿Cuando e l cliente hace un planteo de divorcio o de
una medida judicial en un problema de familia, no debiera tener é l mismo
la responsabilidad de hacerse cargo de sus iniciativas? Si pide e l divorcio
y lo lleva a cabo ¿NOdebiera arreglárselas é l con las consecuencias? La
Practica profesional del abogado de familia

respuesta es no. El cliente llega desbordado emocionalmente y por ello


le ocurre lo que a cualquier persona: ignora muchos aspectos de la vida,
aun aquellos que lo involucran directamente.

Por si esto fuera poco -me refiero a todo aquello que e l abogado debe
considerar en esta especialidad- se agrega un aspecto muy importante:
nuestros honorarios.

De ello es conveniente hablar de entrada con e l cliente. Ver la posibilidad


que tiene de pagarnos, pensar en qué montos proponerle teniendo en
cuenta lo que solemos cobrar por casos como e l que plantea y la situación
económica del cliente, por lo que, también por este motivo, debemos
preguntarle por su aspecto económico. Ello puede implicar no sólo pactar
una suma sino una manera de pagarla que se adecue a sus posibilidades,
tanto económicas como subjetivas.

Destaco e l aspecto subjetivo porque ante idénticas situaciones


económicas las personas tienen diferente disposición para pagar. Esto es
de la vida cotidiana y si no, observémonos a nosotros mismos en cuanto
a nuestra variedad de actitudes ante e l pago. No siempre actuamos
igual. A veces nos sorprende nuestro dispendio como en otras situaciones
nuestra avaricia. Así como somos nosotros -si aceptamos observarnos sin
prejuicios- es en general la gente y, por supuesto, también los clientes
que concurren a vernos.

De esta manera, hemos desplegado e l campo de saberes que debiéramos


poder manejar por e l solo hecho de tener ante nosotros, en una primera
entrevista, a un cliente de familia.

Se darán cuenta que no destaco e l derecho como un saber específico,


porque somos todos abogados y derecho es lo que sabemos que sabemos.
Después, la especificidad del campo en e l terreno del derecho la iremos
incorporando y comprendiendo con la práctica de esta tarea, que nos
hará dejar de temblar en la mesa de entradas del Juzgado o dando
una respuesta jurídica ante un abogado veterano que parece sobrarnos
desde su conocimiento supuesto -por la edad más que por otra cosa-
. En algún momento e l abogado joven deja de temblar, pero no basta
envejecer para ello. La seguridad se logra con e l trabajo y e l esfuerzo de
hacerlo de modo reflexivo, porque a veces e l temblor nos manda a actuar
mecánicamente y esta manera no brinda saber; la reflexión sobre lo que
se hace e hizo es lo que lo posibilita.

Los saberes de los que hablé se ponen en juego en la relación inicial


Osvaldo Ortemberg

con nuestro cliente, pero también en la relación que continuaremos


teniendo con é l a lo largo del caso que nos encomendó. Esto implica una
gran dosis de paciencia, donde a veces nos repite hechos o preguntas
que ya le respondimos, lo que nos hace sentir cierta fatiga. Debemos
saber que e l cliente, cuando hace frente a su problema de familia,
necesita un apoyo emocional, afectivo. Este apoyo proviene, de manera
fundamental, del mismo abogado, que es quien lo calma con su escucha,
con las explicaciones de la situación por la que está atravesando y con la
orientación acerca de lo que puede o l e conviene hacer. Esta palabra que
e l abogado dice a partir de lo que escucha de su cliente, es una palabra
tranquilizadora que le permite avizorar un horizonte distinto. Con ella
suelen calmarse algunos miedos y ansiedades que e l cliente padece por la
crisis familiar en que está inmerso y que lo acompaña en todos los actos
de su vida actual -su trabajo, sus novias o novios, sus hijos, sus padres,
sus amigos-. En esta situación, la contención más importante es e l trato
con e l abogado, en un nivel igual y a veces mayor que e l que vuelca en su
terapia psicológica -si la tiene-.

Pero además del cliente hay otros personajes fundamentales, que


intervienen en la tarea que se debe realizar: la otra parte, e l abogado de
la otra parte, e l mediador -si se hace mediación-, e l Tribunal o Juzgado,
las relaciones y parientes de ambas partes.

2.- La negociación

Es mejor que e l cliente no hable con la otra parte del conflicto por e l cual
nos consulta, por lo menos de los temas en los que no están de acuerdo.

Aquí debemos hacer una distinción entre los casos que nos llegan.

Hay asuntos en los que de entrada tenemos que promover una acción: por
ejemplo, si hay violencia física y debemos hacer una exclusión, o si la otra
parte está vaciando bienes de la sociedad conyugal en los cuales tenemos
que pedir una medida cautelar. Estos son sólo unos pocos ejemplos, ya que
tales situaciones son muy variadas. En estos casos no se puede comenzar
por una negociación porque implicaría levantar la perdiz; en todo caso,
la negociación se puede proponer después de realizada la medida judicial
que neutraliza los riesgos.

Entonces, para e l caso de que no haya riesgos en hacer frente al caso a


través de una negociación, lo conveniente es comenzarla.

El objeto de la negociación es e l mismo que e l de la mediación: llegar a


Practica profesional del abogado de familia

un acuerdo con la otra parte para hacer frente al abordaje del conflicto.

¿Cuál es e l primer paso? Lo aconsejable es poder hablar con e l abogado


de la otra parte, pero puede ocurrir que la otra parte no tenga abogado,
o que e l cliente no sepa quién es.

En este caso hay diversos caminos: que e l propio cliente le pida a su


cónyuge e l nombre del abogado para que lo llamemos, o bien que l e de
nuestra tarjeta proponiéndole que su abogado nos llame. De estas dos
opciones, la segunda suele ser la más aconsejable porque despeja las
paranoias y recelos que las partes se tienen en estos casos.

Otro camino puede ser que uno mismo llame a La otra parte y, hablándole
con voz de seda, se presente como abogado de su cónyuge, pidiendo
hablar con su abogado para conversar sobre los conflictos, con e l fin de
resolver de común acuerdo. En este caso es conveniente dejar todos
nuestros datos, aunque no nos lo pidan.

Si da resultado y e l abogado de la otra parte llama, se puede iniciar la


negociación. En caso contrario, se puede insistir con otra llamada, o bien
que e l propio cliente le hable. Cuál de las opciones a elegir depende de lo
que pueda discernir e l profesional por la entrevista o entrevistas que haya
tenido con e l cliente. Si e l abogado de la otra parte no llega a aparecer,
se verá o bien de iniciar una mediación o iniciar e l juicio en aquellos
casos en que la mediación no sea obligatoria. Lo adecuado es, de todos
modos, mediar. Esto como regla básica, y sólo en casos excepcionales
litigar directamente.

Estamos entonces en la negociación.

Aquí es muy importante e l trato cordial con e l otro abogado, porque es


un aliado respecto del objetivo de lograr un acuerdo. Es conveniente que
la negociación no sea exclusivamente por teléfono, mail, fax, mensaje de
texto, WhatsApp, sino que e l encuentro sea personal.

Al primer encuentro con e l colega uno va con algunas indicaciones y


propuestas del cliente que suelen ser más de lo que se espera obtener. El
colega también nos va a pedir más de lo que espera obtener. No hay que
ofenderse ni forzar los argumentos. El perfil tranquilo es muy importante,
como también tener internalizado que uno no es su cliente y repetírselo
cuando la conversación sube la tensión. Hay abogados que toman la causa
como si fueran ellos mismos la persona involucrada. No es lo adecuado,
e l abogado debe saber tomar distancia. También hay que tomar distancia
Osvaldo Ortemberg

de lo que e l cliente dice de sí mismo; debemos partir de La base de que


e l cliente está bajo efectos de una fuerte crisis emocional, ya que está
viviendo una pérdida. Este sentimiento se traslada a todos los aspectos de
su vida, no sólo a las personas y situaciones que lo rodean. Cuando dicen
que no tienen, por ejemplo, para pagar alimentos, no mienten, aunque
la realidad indique que pueden más de lo que dicen. No necesariamente
le está ocultando algo al abogado, es que está transfiriendo su pérdida a
ese aspecto de su vida y se ve carente, aunque la realidad lo desmienta.
También, por supuesto, puede tratarse de un avaro que siente eso porque
es su moral habitual. En este, como en todos los casos, es necesario
enterarse de la situación económica real del cliente, como ser, preguntarle
sin tapujos cuánto gana, qué actividades realiza o está en condiciones
realizar, cuál es su situación patrimonial y de sus vínculos con sus padres,
y un largo etcétera.

La negociación siempre dura mayor tiempo que e l que tiene en mente


nuestro cliente, ya que, este tiempo que é l estima es e l de su ansiedad,
un tiempo subjetivo y no e l que corresponde a una negociación. Esto
tenemos que decírselo a l comienzo y recordárselo de vez en cuando.

Durante la negociación hay que tener en cuenta un principio ético en


La relación entre colegas: mientras se negocia no se promueve ninguna
acción contra la otra parte. S i hay necesidad de promovérsela o presentar
un escrito en e l expediente referido a algo relacionado con la negociación,
hay que advertirlo antes al colega. Si no se puede advertir, lo adecuado
es comunicarle que cesó la negociación. El colega es un compañero de
trabajo, sobre todo en e l trance de la negociación. Una negociación se
puede interrumpir y después volver a abrirse, esto en cualquier instancia,
aun con e l proceso terminado, por ejemplo, para acordar una liquidación
común para cumplir la sentencia. Si se traicionó la ética del diálogo, e l
colega desconfiará con razón o lo tomará como una ofensa personal y
no colaborará, aun en aquello que no pone e l riesgo los intereses de su
cliente. Ello amén de que e l trato correcto es siempre lo aconsejable.

La negociación es un recurso que nunca cesa aun cuando está e l juicio


promovido, o en plena prueba, aunque las partes estén enemistadas
hasta e l punto del odio. Claro que para que la misma se pueda realizar
debemos contar con e l consentimiento de nuestro cliente para hacerla.
Sobre todo, si hay odio.

3.- La mediación

Si la negociación no da resultados o no es posible, la mediación es un paso


muy conveniente, aun en los casos en que se hubieran trabado medidas
Practica profesional del abogado de familia

cautelares tan fuertes como la exclusión del hogar, o en momentos donde


puede haber un conflicto entre las interpretaciones de los abogados
respecto de las posiciones o posibilidades de sus clientes en e l juicio. La
mediación bien hecha es altamente eficaz. Si no da resultado y se hizo
con respeto y buen trato -como aconsejan las escuelas de formación, de
ahí los caramelos, los brebajes, las masitas que sugieren ofrecer- es un
espacio al que las partes no temerán volver a recurrir en e l futuro y aún
pueden llegarlo a proponer los mismos clientes.

Antes del encuentro en la primera reunión de mediación, es necesario


que e l abogadola se reúna con su cliente en una entrevista donde se
aborden los temas que se van a tratar, especificándose lo que se quiere y
aquello que se está dispuesto a dar para lograrlo; e l abogado colaborará
entonces con e l cliente ayudándolo a pensar. Si es e l caso detallar
minuciosamente, por ejemplo, e l sistema de vistas que se desea, donde
e l abogado le pregunte también si ello es factible para la otra parte
teniendo en cuenta e l ritmo de vida de ambos y también, si se puede
saber o inferir, e l deseo del otro. En caso de alimentos hay que poder
detallar, pormenorizadamente y con lápiz y papel, los gastos en todo
concepto de la o las personas que los requieren, para lo cual conviene
hacer una lista como saber qué reclamar, donde se contemplen también
los gastos invisibles, los cotidianos, aunque para ello se l e haga hacer a l
cliente e l deber de anotar durante una o dos semanas tales gastos.

Los encuentros en la mediación deben hacerse en ambientes separados, no


alrededor de la misma mesa. Cada parte con su abogado en un ambiente
diferente. El mediador hará de correveidile, se cansará, adelgazará un
poco, pero se evitarán tensiones y, a veces, situaciones de violencia.
Hay que partir de la base de que, con la extensión actual de la noción
de violencia familiar, en todo matrimonio en crisis debió haber habido
violencia. Ponerlo a uno al lado del otro es darles la oportunidad de
repetirla. Y la repetición es con recursos que suelen ser invisibles para los
operadores porque corresponde al código de comunicación de la pareja
que, como la huella digital, es en cada caso diferente.

Durante e l proceso de mediación la estrella no es e l abogado, pero


tampoco las partes: e l rol central es del mediador. Aquí los colegas
debemos frenar nuestro narcisismo. Aunque tengamos una estrategia, o
cuestiones que consideramos centrales, a l mediador debemos escucharlo
a favor, para entender qué nos dice. Después uno habla con e l propio
cliente, piensa con él, no lo presiona. El límite, e l "no", es del cliente,
no del abogado. Hay veces que lo posible en la visión del abogado no es
lo posible para e l cliente. Entonces no es posible. Ello no significa que e l
abogado no de su punto de vista a l cliente.
Osvaldo Ortemberg

Si en la mediación no se puede todo, hay que intentar acordar la parte


que sí se puede. Aveces no es posible porque la otra parte condiciona eso
posible a acordar también con lo otro, entonces se evalúa si es posible
disponer un tiempo para pensar, fijando otra reunión, o cortar, para
e l caso de fatiga. A veces, en la crisis en los que está nuestro cliente,
dejar transcurrir un tiempo puede ser conveniente para modificar sus
exigencias. Esto es a favor y también en contra, pero e l tiempo es un
factor que siempre hay que tener en cuenta. Con e l tiempo lo perdido
puede revertir en ganado, ya que lo no pensado y aun lo no pensable
puede ponerse en escena y modificar e l tablero del conflicto.

4.- El juicio

La parte litigiosa es amplia. No es lo mismo un divorcio contencioso,


que de alimentos o una exclusión. Pero hay que tener en cuenta que
e l juzgado o Tribunal, en casi todos los casos, es e l aliado natural del
profesional en cuanto está dispuesto a colaborar en que se arribe a un
acuerdo. Dina que una regla de oro es que e l abogado de familia sepa
que litigar contra la otra parte no significa hacerlo contra e l Tribunal.
Los códigos procesales contienen normas que facultan a l juzgado para
promover acuerdos entre las partes y esas normas expresan con claridad
un principio del saber popular que reza "más vale un mal acuerdo que
un buen juicio".

Otro aspecto es que e l abogado, en los pleitos, no sólo debe contener al


cliente, sino también ponerle límites en todo aquello que quiere que "el
juez sepa". Las demandas culebrones suelen no ser leídas, y si lo son, por
ejemplo, al tener que dictarse sentencia, son leídas con resistencia, con
bronca. Una demanda de 20 carillas arranca de quien la tiene que leer
un sentimiento de malestar y resignación que lo mal dispone para todo.
No es que eso determinará e l destino del pleito; hablo simplemente de
ser compasivo con e l prójimo, con los funcionarios que deben acometer
e l recorrido de una larguísima historia desgraciada con relatos que en
nada inciden en e l pleito, con excesos retóricos y casuísticos, detalles de
intimidades y hechos vulgares y cotidianos que son los reproches que la
parte l e endilga al otro y que le obliga a l abogado a poner en la demanda.
Ahorremos a l Tribunal esos suplicios, expliquemos a l cliente que en nada
favorece eso a nuestras pretensiones en e l pleito.

Cada audiencia es una oportunidad de negociar. El Juzgado siempre va a


ayudarnos. No es sólo lo que para e l juzgado significa un acuerdo en ahorro
de trabajo, es también evitar los riesgos de Los desbordes emocionales
que los pleitos de familia suelen provocar. Eso altera tremendamente al
equipo judicial, les resta laboriosidad y eficacia.
Practica profesional del abogado de familia

Finalmente, si nos toca como Letrado de La contraparte un Legalista al


mango: paz y resignación. En ese caso litiguemos, tomando el principio
de economía procesal en nuestra actuación como el axioma supremo.
No nos ofendamos ante La tozudez del colega. Es así por propios méritos
y no Lo hace contra nosotros, acostumbra a gastar en cada pleito que
Le toca mucha más energía que La necesaria. Probablemente así sea en
muchos otros aspectos de su vida. Pensemos que se trata sólo de una
persona con algunos conflictos que Le dificultan ir por Los caminos que
indican el sentido común y que es quien más perjuicios recibe por su
modalidad, como asimismo que el cliente que Lo eligió no se equivocó, en
algún Lugar ama ese perjuicio que Le afecta al otro y a sí mismo. No hay
cliente inocente víctima de un picapleitos. Hay clientes que buscan un
picapleitos porque son querellantes, aunque no se Les note.

De todos modos, La negociación y La fumata de La paz tiene que estar


siempre disponible, en cualquier momento y en Las circunstancias menos
esperadas. La consigna de Los boys scouts "siempre Listos", debe ser
también nuestra.

5.- La formación

Para formarse en esta especialidad, como en cualquier otra disciplina,


hay dos niveles. Uno es el que indica La sabiduría antigua cuando nos dice
"historiae magistera vitae est"; el otro es producto de La sabiduría
popular, que nos dice "agarra los libros que no muerden".

Traduciéndolo a nuestro Lenguaje, Los dos criterios para formarse


son: experiencia y conocimiento; éste no requiere tanto de nuestros
sentimientos para incorporarlo, en cambio, el primero nos demanda
nuestros sentimientos y e l cuerpo.

Para formarse hacen falta Los dos registros: por un Lado, las clases teóricas
en que se profundizan cada uno de Los puntos que aquí expusimos y el
debate que se abre a partir de La exposición, a Los que hay que agregar La
Lectura y discusión de Las normas jurídicas más importantes del campo del
Derecho de Familia. Por otro Lado La parte vivencial, Los talleres, entre Los
que se destacan: a) La teatralización de casos, en que Los inscriptos Llegan
a sentir en su cuerpo Los dramas que Les toca abordar en La especialidad
como abogados y también como partes; b) La supervisión de Los casos
que planteen Los alumnos, donde se pueda comprender cómo pensarlos,
qué hay detrás de Las situaciones que Los clientes nos presentan y qué
caminos son Los más adecuados para resolverlos; c) La ampliación del
imaginario simbólico y emocional de Los alumnos a través de La Lectura,
debate y escritura de breves textos poéticos y filosóficos para que cada
Osvaldo Ortemberg

caso que tomamos pueda ser pensado con la amplitud necesaria, en


cuanto siempre hay algo nuevo y único que sólo con una apertura mental
debidamente entrenada estaremos en condiciones de abordar.
Osvaldo Ortemberg

EL TRABAJO INTRADISCIPLINARIO. ENTRECRUZAMIENTO


DE DISCURSOS CIENTIFICOS. TRIBUNALES COMO
LUGARDEENCUENTRO

Los cambios de la familia

Sabemos que La familia cambió su conformación hace unas tres


generaciones. La modalidad patriarcal transmutó en lo que hoy llamamos
familia nuclear. Es decir, la familia numerosa de diez o más hijos, con
un padre proveedor y habilitado moralmente para tiranizar con la
anuencia misma del derecho, cambió por la actual en la que el número de
integrantes es de uno a tres hijos, con un padre que provee junto con la
madre; a las antiguas características de tiranización hoy se las denomina
violencia y reciben el rechazo del derecho.

Esto nos pasó en muy poco tiempo si tenemos en cuenta que, además
de habernos ocurrido individualmente, es un hecho que afectó a toda
la sociedad, por lo menos en las grandes y medianas ciudades de
nuestro país y el mundo occidental. Estamos hablando, entonces, de un
acontecimiento histórico.

.-
1 Los cambios económicos como causa del cambio en la conformación
familiar. Acotación de nuestro campo de estudio.

Un cambio en nuestra subjetividad sostenido en un cambio histórico


tiene una dimensión casi infinita. Intentar comprenderlo requiere acotar
nuestro afán a algunas pautas determinadas por el interés que nos mueve
a su comprensión. Y esta es una postura científica, en tanto la ciencia,
para poder inaugurarse, debe acotar un campo determinado respecto de
un punto de la realidad. Este acotamiento del campo lo da el interés que
la mueve.

Nuestro campo está acotado en la regulación jurídica de la familia. Pero


aun de este modo circunscriptos, lo acotamos aun más, ya que nuestro
interés es el de abordar y resolver los conflictos que la afectan. Es decir
que nuestro territorio específico es el abordaje de los conflictos familiares
en la esfera que regula el derecho.

Desde este interés constatamos que e l derecho de familia ha cambiado


Practica profesional del abogado de familia

radicalmente en e l mismo período en que señalamos este cambio. Las


causas del mismo corresponden a la realidad económica-social que,
como no puede ser de otro modo, atravesó a la familia condicionándola
a transformarse.

La gran revolución capitalista deshizo la forma de producción campesina


que venía transcurriendo desde hacía siglos y que conocemos como
período medieval o feudal. Esta alteración tuvo un impacto crucial en
las familias. La emigración del campo -sede de las familias patriarcales-
a las ciudades, donde están las industrias, significó una alteración
fundamental en la economía familiar. Antes era e l grupo familiar quien
producía en un área de tierra de cuyo producto consumía una parte y otra
se entregaba al Señor laico y otra al Señorío religioso. Era una economía
de subsistencia en que se consumía lo que se producía. En la industria la
familia dejó de consumir lo que producía, que pertenecía al empresario,
y recibía a cambio de su trabajo un salario. El salario alcazaba para cubrir
malamente sus gastos y los de la numerosa progenie, por lo cual también
los hijos debían ingresar a l trabajo industrial, como antes lo habían
hecho en la tierra explotada por la familia patriarcal, y también la mujer
ingresaría, ya que toda energía humana era la nutriente necesaria para
e l veloz y voraz crecimiento industrial naciente.

2.- Los cambios en los hábitos de las nuevas familias respecto de las
patriarcales.

En la familia patriarcal e l ritmo productivo estaba supeditado a las


costumbres heredadas de siglos en las cuales toda la familia trabajaba y
estaba supeditada al gran patrón familiar que era e l padre. El padre era
e l que debía rendir ante e l Señor y e l Clérigo la entrega del porcentaje
de lo producido y era también e l que defendía con sus armas y los hijos
varones que cobijaba las necesidades bélicas del Señor.

La mujer podía administrar, dentro de estos marcos, la distribución


interna de los productos, es decir, garantizar la comida y vestimenta de
sus integrantes. El padre era e l patrón y la mujer gerenciaba internamente
los productos que se generaban del trabajo común.

En las ciudades, con las industrias, se alteró totalmente este esquema.

El hombre recibía un salario insuficiente, los hijos recibían un salario


insuficiente y la mujer debió, también, volcarse a l mercado del trabajo.

Esto que pasó primero con los sectores humildes, se trasladó luego, a
Osvaldo Ortemberg

partir de la primera guerra mundial, a los sectores medios.

3.- Los cambios en la subjetividad.

Cuando la mujer tuvo su propio dinero, e l mundo social que antes


monopolizaba e l varón, ingresó en ella y modificó su lugar en la familia,
es decir, su subjetividad.

Pero los acontecimientos históricos de cambio nunca se imponen borrando


todo lo anterior, sino que, por e l contrario, se postfetan en lo existente
agregándole una capa de renovación donde lo anterior, amordazado por
su nueva pátina, continúa con sus exigencias. Por ello llegamos a ver
hasta casi principios del siglo XX, la vigencia de la familia patriarcal,
numerosa y con un mando masculino tiránico. No lo vemos en la realidad
material, pero sí persisten, visibles para quien agudice su mirada, en la
subjetividad de los integrantes de las modernas familias, las de uno a tres
hijos con una mujer que produce y tiene autonomía social.

4.- Los cambios de la familia expresados en los cambios en el Derecho


de Familia.

Hace 50 años, la mujer casada era incapaz de hecho respecto de su


patrimonio, tanto propio como ganancial; los hijos, a su vez, debían
obedecer a su padre que podía imponerles sus deseos y enmendarlos con
castigos mesurados, que podían ser verbales, corporales, psicológicos,
económicos. No existía e l divorcio vincular sino la separación personal
y sólo por causales determinadas. Estas causales configuraban e l
incumplimiento de obligaciones conyugales.

Esta legislación correspondía a la modalidad patriarcal de familia, en la


cual la figura central y soporte del núcleo de los derechos era e l padre, e l
varón. En aquellos casos en que e l juez era llamado a dirimir un conflicto
donde a la mujer se le concedía la posibilidad de opinar y con ello, dar
un criterio que colisionara con e l de su cónyuge masculino, e l juez debía
dirimirlo como lo haría "un buen padre de familia". Obviamente no era
por entonces una figura aceptable la opinión de "una buena madre de
familia".

Adivino rostros de extrañeza entre los colegas y operadores judiciales


jóvenes, ya que estas prerrogativas y forma de legislación le resultarán
extrañas totalmente a su mentalidad. Y lo son por dos motivos: por un
lado, porque ha cambiado la conciencia social respecto de los derechos
de las mujeres y de los niños; por e l otro, porque en nuestros sistemas
Practica profesional del abogado de familia

educativos universitarios suele omitirse el estudio de la historia del


derecho. No es que no figure en los libros, es que no suelen tomarse
como contenidos de las preguntas de las cátedras en los exámenes. El
criterio en la formación del abogado es que su capacitación consiste en
conocer el derecho vigente, el que rige actualmente, porque es el que
debe aplicar a los casos que debe resolver.

La legislación que actualmente rige reconoce que la mujer casada tiene


los mismos derechos y obligaciones que e l hombre casado. Admite el
divorcio vincular por el solo pedido de uno de los cónyuges sin invocar
ninguna causa. Los niños tienen derechos que deben no sólo respetarse,
sino que son considerados con un rango superior al del conjunto familiar,
al priorizar sus intereses respecto del de sus padres.

El régimen machista en nuestro derecho de familia se remonta a la lejana


Roma primitiva, que se atemperó, pero se mantuvo durante la república y
el imperio, la legislación de Alfonso el Sabio, las recopilaciones de Indias,
el Código Napoleónico, el originario Código Civil de Vélez Sarsfield y la ley
2393 de Matrimonio Civil. Esta larga historia sufrió un vuelco copernicano,
transformándose en una nueva legislación en que el machismo como
régimen jurídico de la familia quedó subvertido.

Y es, en efecto, una nueva legislación, ya que la originaria machista tenía


un solo sujeto de derecho con capacidad plena: el varón. La mujer tenía
incapacidad de ejercer sus derechos y los niños tenían que obedecer a su
padre bajo pena de castigos por parte de éste y hasta sanciones judiciales
como la internación it en un establecimiento correccional a pedido de los
padres (Art. 278 del Código Civil de Vélez Sarsfield).

Este cambio en las leyes es porque cambió la realidad de la familia que


las leyes regulaban.

5.- La libertad de elección del cónyuge. El ingreso del amor en e l


Derecho.

De todos los cambios mencionados en la legislación, nos detendremos


en el que autoriza el divorcio por mutuo acuerdo, aunque con el nuevo
Código no es necesario acuerdo para divorciarse.

Esta modalidad surge en nuestro país cuando la elección del cónyuge


ya no dependía de los padres de los contrayentes sino de la decisión
de éstos. Esta diferencia es esencial. En la familia machista, los padres
elegían la pareja de sus hijos según sus propias pautas y valores que, sin
Osvaldo Ortemberg

duda, eran genéricamente en beneficio de su hijo o hija, como ser, que


ella fuera una buena persona, de una familia trabajadora o rica y que
supiera llevar adelante e l hogar. Por su parte, los padres de la mujer
tenían un análogo criterio para esta elección: que é l fuera un muchacho
trabajador, buen hijo, con un futuro o una posición económica familiar
como para que la hija tuviera un techo y recursos adecuados para su
futuro y e l futuro de sus hijos. La predilección amorosa del hijo o hijo se
la tenía en consideración como un componente más de sus evaluaciones
para autorizar o rechazar la propuesta de matrimonio, es decir que e l
amor que pudiera haber entre los jóvenes no era un factor decisivo para
que se concretara e l matrimonio.

Hoy los que se van a casar son los que se eligen. S i lo hacen por amor, e l
vínculo suele durar lo que dura e l amor. Esto es una verdadera subversión
en la familia, porque esos que deciden por amor no se privan de tener
hijos, los hijos del amor. Y como los viejos tenían razón, en cuanto e l
amor es ciego, la ceguera dura e l tiempo del entusiasmo erótico, e l
tiempo de la pasión. Y luego de satisfecha, los cónyuges se ven sus rostros
verdaderos, los que traen de su crianza y que e l impacto de la atracción
física con frecuencia oculta. Cuando cae la pasión se retoman los
imperativos familiares originarios y ahí surgen los conflictos que llevan, a
veces, a la separación y a l divorcio, y otras, a la construcción de nuevos
hábitos de relación y convivencias con la pátina que brinda la ternura.

El divorcio por mutuo acuerdo consagró e l distracto del casamiento por


mutuo acuerdo. Es su reverso contractual. Esto más allá de que ante las
audiencias que marcaban e l art. 236 del Código Civil la pareja se veía
compelida a exagerar aquello que hace moralmente la vida en común,
brindando a l juez una película de terror que, con frecuencia, ocultaba
una sola causal: que ya no se querían, que cada uno deseaba hacer la vida
sin e l otro o la otra, aunque no le haya hecho nada. Esta exageración ante
e l juez era una precaución necesaria porque aún pervivía en nosotros,
oculta en nuestras convicciones más modernas, la antigua subjetividad
donde las únicas causales que autorizaban a disolver e l vínculo, eran
las enumeradas en e l art. 202 del Código Civil derogado. Es decir que si
decían que e l motivo para separarse es "no lo quiero" o "no la quiero",
cornan e l riesgo de que e l juez no considerara a l desamor un motivo lo
suficientemente grave como para decretar e l divorcio, como ha pasado
en algunas oportunidades. Hoy, a diferencia de ayer, si e l amor no une, la
ley ya no obliga a seguir juntos.

El ingreso del amor en e l derecho de familia es una caja de pandora


que trastocó los parámetros judiciales conocidos hasta este momento.
La mujer y los niños rompieron sus cadenas. Estamos, judicialmente
Practica profesional del abogado de familia

hablando, en pleno temblor. Con un toque optimista proclamamos


"bienvenido e l temblor", aunque para hacerle frente debamos recurrir
a una facultad a nuestro alcance: pensar y poner en un primer plano los
sentimientos, a la par de los aspectos patrimoniales que hasta ahora -con
un barniz moral- eran los que tenían la palabra.

Con e l nuevo Código, vigente a partir del 1 de agosto de 2015, e l amor ocupa
todo e l escenario de la vida en común entre las personas -cualesquiera
sean sus orientaciones sexuales- sea matrimonial o convivencial.

La complejidad se multiplica, porque ya no basta e l derecho para abordar


las crisis de los vínculos familiares.

Ingresa aluvialmente a l Derecho e l universo emocional, rompiendo los


límites con que éste pretendió -y en general lo logró- encadenarlo.
Osvaldo Ortemberg

LOS DISCURSOS CIENT~FICOS.LA INTRADISCIPLINA

Hemos hecho un brevísimo recorrido por los cambios que ha sufrido la


familia. Sin embargo, para verlo, hemos debido hablar de los cambios
sociales, económicos, psicológicos y jurídicos. En cada uno de estos
abordajes utilizamos un discurso que no se hizo evidente, pero era e l
soporte de los cambios abordados: e l discurso histórico.

Hablamos de hechos acontecidos, pero son hechos de una magnitud


inabarcable porque uno no tiene una experiencia directa de los cambios
de la sociedad en que vive, aunque padezca los efectos de los mismos: los
cambios que e l contexto social nos produce. El discurso es e l recurso que
nos permite extender nuestra mirada hacia las causas para comprender
estos acontecimientos. De otro modo, nos resultarían no sólo invisibles,
sino que les daríamos una significación utilizando recursos emocionales
subjetivos, a l igual que un primitivo podía atribuir la muerte de un
enemigo a sus conjuros.

Entonces, la comprensión de aquellos hechos que van más allá de nuestra


experiencia directa como son los que abarcan a l conjunto de la sociedad
a la que pertenecemos, los podemos comprender a través de un recurso
humano fundamental: e l conocimiento que nos brinda e l discurso.

También hay que remarcar que esta comprensión no la proponemos por


e l solo hecho de incorporar un conocimiento para ser más ilustrados o
cultos, sino porque es desde esa comprensión que podemos abarcar los
efectos que eso exterior provoca en nosotros. Es decir que hay algunos
cambios que nos ocurren que provienen de cambios del contexto en que
nos movemos: la familia, e l trabajo, la manera de ganar dinero, la ciudad,
la nación, e l hemisferio en que vivimos, e l mundo en su totalidad.

Sin embargo, e l conocimiento no se limita a permitirnos comprender


algo exterior que incide en nuestra interioridad, sino también a algo
interior que es común a la interioridad de todos o gran parte de nuestros
semejantes.

Así como sabemos que la penicilina nos cura porque se constató este efecto
en e l cuerpo enfermo de nuestros semejantes, también sabemos que
todos los individuos tenemos en e l terreno afectivo caracteres comunes
que hacen a l desarrollo de nuestra personalidad, tanto patológica como
Practica profesional del abogado de familia

sana.

Sabemos así que un niño no puede crecer si no hay algún mayor que actúe
de madre y le cubra sus necesidades. Pero también sabemos que abrigamos
respecto de nuestra madre un vínculo amoroso que debe ser reprimido en
nosotros, en cuanto tenemos vedado satisfacerlo totalmente. El discurso
científico lo llama Complejo de Edipo y nos arroja luz al hecho de que para
que nos hayamos constituido en humanos, operó sobre nuestros instintos
una ley que denominamos la Prohibición del Incesto. Y este concepto
formulado hace menos de un siglo en e l Estructuralismo de Claude Lévi
Strauss y e l Psicoanálisis de Sigmund Freud, es una posibilidad para
comprender y abordar cualquier conflicto que acontece en las familias
que se presentan en e l Estudio del abogado y en e l Tribunal Judicial.

1.- El individuo modelado desde lo externo

Pero ¿para qué necesita e l abogado o e l funcionario tener conocimiento


de los fenómenos sociales, económicos, psicológicos, antropológicos que
acontecen en la historia humana? ¿Para ser mejor considerados en su
diálogo con e l cliente? ¿Paralucirse en las reuniones sociales?¿Para hacer
preguntas inteligentes en los cursos de capacitación en los que participa?

Nada de esto.

Lo necesita para ser un especialista en derecho de familia. Ocupe la


posición que ocupe en los conflictos de familia que ingresan o deben ser
encarados en su aspecto jurídico, estos conocimientos son un requisito
muy importante, dina indispensable, para poder desempeñar su función
profesional de manera eficaz.

Porque sólo es posible que se den esos cambios en la sociedad si los


mismos son sostenidos por sus integrantes en sus propias subjetividades
y donde hay cambio hay crisis. Y la crisis en un individuo siempre lo
trasciende y abarca, necesariamente, a los vínculos de aquellos con
quienes convive: la familia.

En efecto: los cambios en e l medio social sólo son tales si los miembros que
conforman la sociedad los padecen. Lo mismo nos pasa con e l derecho,
como nos enseña Kelsen. Si la norma jurídica no es aplicada y cada vez
que se infringe no acontece la sanción, la norma entra en desuetudo. Su
falta de cumplimiento generalizado hace que la norma jurídica pierda su
Osvaldo Ortemberg

carácter.

Los cambios sociales se guían por una lógica idéntica. Sólo son tales si
llegan a ser internalizados por los integrantes de la sociedad en que
dichos cambios se dan y, en aquellos casos en que tales cambios son
resistidos, e l medio social los segrega, los repudia, los elimina.

Pero podemos indagar ¿Cómo opera ese cambio de la familia patriarcal


en familia nuclear? ¿Cómo opera ese cambio en la interioridad de cada
individuo que va a consultar a un abogado por un conflicto familiar?

De una manera tan evidente que ni la percibimos: mientras que sus abuelos
y bisabuelos eran una familia constituida por diez o doce hermanos,
nuestros clientes tienen una familia integrada por dos o tres hermanos.
Nuestro mismo cliente, además, que hoy tiene un conflicto con su esposa,
tiene sólo dos hijos y, a diferencia de sus abuelas o bisabuelas, su esposa
trabaja, gana y aporta dinero y, lo que también es muy importante, tiene
una palabra en lo que hace al destino de los propios hijos que nuestra
bisabuela jamás hubiera podido imaginar.

Entonces, eso externo que decíamos que se nos abría a nuestra


comprensión a través de diversos discursos científicos, constituyen
recursos que auxilian al operador jurídico para e l abordaje concreto de
los casos de conflictos de familia que debe afrontar.

~ C Ó ~ De
O ?la siguiente manera.

2.- Lo externo en el individuo. El cliente ante el abogado de familia

Cuando llega e l cliente al estudio de abogado de familia se establece e l


primer contacto con e l cliente y con e l relato del cliente.

Se trata de un discurso que podríamos llamar cotidiano, en e l que


están mezclados narraciones de hechos con expresiones y relatos de
sentimientos. Más aun, los hechos contados y los pensamientos están
fuertemente influenciados, por no decir subsumidos, en e l conjunto de
sentimientos que tiene e l cliente.

Con frecuencia e l encuentro con e l abogado lleva al cliente a una


verdadera catarsis, como la de alguien que viene conteniendo con
esfuerzo un profundo malestar y que e l encuentro con e l abogado es la
medicina que l e permite que todo ese malestar salga, abruptamente, a
veces con violencia, con dolor, con angustia. Pero que salga.
Practica profesional del abogado de familia

El discurso, entonces, con e l que se encuentra e l abogado, es una mezcla


de sentimientos con relatos de hechos y afectos revueltos, sin un orden,
sin una comprensión clara por parte de quien los refiere que, además,
suele venir acompañado por una convicción, a veces consciente, de que
e l abogado tiene en sus manos una vía de solución inmediata para sus
problemas.

Es una catarsis que supone la existencia de ese remedio que rápidamente


habrá de poner fin a l desborde emocional que lo afecta y que consiste en
un conflicto familiar en crisis.

Ese discurso del cliente es e l material con e l que e l abogado deberá


procesar para poder llevar al cliente a una mínima comprensión de su
situación, como primer paso, como primer acercamiento a un acuerdo de
trabajo con su cliente.

La ilusión de la solución que tiene e l cliente, es e l ariete que lo estimula


a colaborar con e l abogado para que éste pueda hacer comprensible su
desorden discursivo y, a través de este ordenamiento inicial, puedan
tener ambos una aproximación acerca de dónde está parado e l cliente en
su conflicto familiar, desde su punto de vista.

Para poder llevar un poco de orden a este desborde, la primera actitud


del abogado es la de escuchar.

La escucha supone silencio. Pero junto con e l silencio para que e l otro
pueda hablar y extenderse en su necesidad de hacer su catarsis, están
también las preguntas, sobre todo para profundizar algunos relatos
de hechos, sean aspectos de la realidad de aquellos hechos, como
señalamientos acerca de la situación particular del cliente que supone,
siempre, una historia del conflicto que frecuentemente es ajena a la
comprensión del cliente.

En esos señalamientos se relacionan algunos hechos entre sí con ciertos


efectos de tales vínculos en e l cual cobran sentido aspectos de la situación
actual del cliente.

Este quehacer del abogado pone en acción todos los discursos a los que
hicimos referencia. Es decir, esos discursos que e l abogado conoce son
los medios de lectura que emplea para comprender y transmitírselo al
cliente para que también se comprenda.

El tránsito de la familia patriarcal a la nuclear de la ciudad suele estar


Osvaldo Ortemberg

dado por los hechos que e l cliente l e narra al abogado respecto de su


familia actual. Reacciones de violencia que correspondían al antiguo
patriarca que ahora no está porque é l no lo es, pero esa posición pervive
tanto en é l como en su esposa, inconscientemente. La arrogancia ante e l
hecho, por ejemplo, de que ella trabaje afuera y que a é l le haya dado
celos y odio, son sentimientos que corresponden a l penodo anterior y
que hoy se llama machismo. Que ella no le haga la comida, no le lave,
no le planche y que eso que al comienzo de su relación tomaban como
una alegre autonomía de ella, con e l tiempo se tornó en un factor de
irritación y aun de ofensa profunda a sus prerrogativas.

El origen de la propia familia y la de su cónyuge es también un factor


importante en la comprensión del conflicto familiar actual del cliente.
Hoy son argentinos por segunda o tercera generación, pero los dos tienen
apellido italiano, lo que supone una concepción singular del lugar de
la mujer y e l varón en e l matrimonio, y quizás traen una ideología del
trabajo en la familia que aun en la actualidad continúan, por ejemplo,
fabrica y venta de muebles, o ropa o pieles, o militares, o profesionales.
Todo ello supone una mentalidad especial, una ideología especial que se
transmite por generaciones más allá del cambio de la forma patriarcal
a la matrimonial de la ciudad. Esta mentalidad, esta ideología suele
ser un factor que tiene una incidencia especial y por la cual e l abogado
debe prestar especial atención para comprender la trama emocional de
su cliente y e l sentido de los hechos que relata, porque en ello está la
posibilidad de comprender la posición actual del cliente en e l conflicto
familiar. Quién gana e l dinero en la familia, quién lo administra, quién
lo gasta, cómo circula e l dinero entre los hijos, de quién proviene. S i e l
cliente es gitano o japonés, es muy claro que estos datos acerca de la
ideología que tiene su nación respecto del vínculo entre la esposa y e l
marido y los roles que deben tener habrán de resultar indispensables para
comprender la situación concreta familiar del estado del conflicto en que
está inmerso e l cliente.

En estas posibilidades de lectura y respuesta del abogado ante e l relato


de su cliente tenemos así, singularizados, los discursos a los que antes
hicimos referencia y que aportaban al conocimiento de aspectos externos
al individuo, pero sobre é l actuaban. Y esta actuación sobre e l cliente
es lo que orienta al abogado para hacer las conexiones entre hechos y
sentimientos que expone e l cliente en su tumultuoso relato que brinda
al abogado.

Los discursos científicos son así, aquello de lo cual se vale e l abogado para
comprender la situación de su cliente y que éste también la comprenda
como para poder elaborar una estrategia que permita modificar la crisis
Práctica profesional del abogado de familia

del conflicto por el cual consulta.

3.- Nuestro concepto de la intradisciplina

Consideramos intradisciplina el conjunto de discursos de otros campos


del derecho que debe conocer el abogado especializado en derecho de
familia para poder abordar, con eficacia, el conflicto familiar que le
plantea su cliente.
Osvaldo Ortemberg

LA MADRE DE LAS CIENCIAS: LA RAZÓN

1 .-El cuento infantil y la novela del cliente


Luego de la primera entrevista con e l cliente -frecuentemente prolongada
hasta e l punto que a veces requiere otra más para completar este
encuentro inicial- obtenemos un relato con cierta coherencia en cuanto
a la concatenación de los sucesos que lo llevaron a su situación actual.

Al llegar tenía la convicción de que estaba padeciendo una situación muy


dolorosa que solía atribuir a la conducta del otro de manera exclusiva, o
a su propia mala conducta. Un relato donde había santos y demonios con
roles normalmente fijos en los cuales siempre había una víctima inocente
y un victimario diabólico.

Es decir que e l estado emotivo y la convicción que nos traía era un cuento
infantil donde e l malo era siempre e l malo y e l bueno su víctima. Para
él, e l rol del abogado y ni que hablar e l del juez, era e l de modificar, por
arte de su magia o sus poderes prodigiosos, este padecimiento actual,
transformando todos sus males.

Este primer encuentro debería lograr tres resultados: que e l cliente


transforme su cuento infantil en una novela adulta donde los personajes
crezcan hasta representar a hombres, mujeres y niños con rasgos
humanos y no mágicos; que e l abogado comprenda e l drama que afecta
a su cliente en la singularidad del caso; y que e l cliente se desilusione
de sus expectativas mágicas de resolución. Sólo en excepcionalísimas
oportunidades se puede resolver en una entrevista e l conflicto por e l
que acude, que normalmente se debe a equívocos del cliente en sus
relaciones afectivas que e l abogado le aclara y e l cliente acepta.

2.- La transformación del cuento en novela por el diálogo con el


abogado

La transformación del cuento infantil del cliente en su novela es e l


resultado del diálogo que tiene con e l abogado de familia al que consulta.
Está en e l arte del abogado lograr este resultado. A veces no se obtiene
porque e l cliente no quiere salir de su versión e insiste en mantenerse en
un estadio infantil de la comprensión de su mundo familiar. Cuando este
Practica profesional del abogado de familia

estadio infantil se limita a su familia y no al mundo exterior podemos


hablar de una alteración emocional limitada. Si esta convicción abarca
también e l mundo exterior, cuando no tiene en é l una actitud adulta, la
alteración emocional puede ser grave. Sin embargo, debemos hacer dos
acotaciones:

Una: que esta permanencia en la creencia infantil del cliente puede


deberse a una mala relación con nosotros, los abogados de familia a
quienes consulta. Aveces, sin darnos cuenta, la problemática del cliente
nos afecta en algunos aspectos de nuestra subjetividad, que tiene que ver
con nuestra historia familiar sin que lo lleguemos a percibir. Entonces,
sin darnos cuenta, rechazamos al cliente y aun, podemos hacerlo sin que
para ello deba resultarnos odioso o antipático. También somos humanos
y tenemos rengueras, aunque nuestra profesionalidad se haya puesto a
prueba con éxito, a lo largo de nuestra experiencia. Es prudente, en estos
casos, que no seamos omnipotentes y podamos consultar e l caso y las
dificultades que en e l mismo notamos, con un colega. En casos extremos,
podríamos recomendar a nuestro cliente consultar con otro abogado, es
decir, apartarnos del asunto por no poder desinvolucrarnos del mismo.

Otra, es que esta creencia infantil puede requerir más encuentros con
nuestro cliente y aun transitar por la mediación y e l pleito, para que e l
cuento mágico vaya adquiriendo los visos humanos de una novela. Vemos
así que debemos tener tolerancia, paciencia y la aceptación de que e l
cliente nunca llegue a modificar su visión inicial, o sea que nosotros
fracasemos en nuestra propuesta de llevarlo a una actitud adulta para
abordar e l conflicto familiar que padece.

¿Cuál es la diferencia, desde nuestra actividad profesional, entre e l


cuento infantil del cliente y la novela que logra construir al transformar
ese cuento?

La diferencia está en que para la transformación del cuento en novela


requirió que tengamos incorporados los discursos científicos que antes
hemos hecho referencia. Con ello nuestra intervención podrá lograr
que e l relato inicial del cliente, proveniente de su mundo infantil, se
transforme en otro que esté conectado con su realidad adulta.

Este cambio requiere de nuestro arte, porque cada caso es Único y también
en cada caso es única nuestra intervención y, en todos ellos, estará
nuestra singular habilidad y torpeza en e l uso que podamos hacer de
nuestra ciencia. Esta ciencia es e l conocimiento del derecho y e l manejo
de los otros discursos que hemos aludido: e l económico, e l psicológico, e l
sociológico, todos ellos en e l marco de uno más, que está como supuesto
Osvaldo Ortemberg

en todos ellos: e l de la historia. La historia se nos presenta así, como la


ciencia mayor que está presente en todos los demás discursos científicos.

3.- La historia y el supuesto de la historia

¿Por qué está la historia? Porque todo relato es una secuencia de sucesos
que se concatenan entre sí en e l transcurso del tiempo. Toda disciplina
tiene como soporte este transcurso temporal. De otro modo no podna
aplicarse sobre e l sector de la realidad que estudian para producir sobre
ellos transformaciones. Sin esta ambición de transformar, un discurso no
es científico, será en todo caso, un intento muy tímido de descripción
más o menos afortunada de una realidad, la que estudian, pero no
una ciencia. Decimos muy timido porque para no tener posibilidad de
transformar eso que estudian tienen que omitir los mecanismos que lo
produjeron, es decir, debieran omitir e l tiempo y limitarse a sacar una
foto de ese paisaje. Y esa foto ocultana que eso que está en la foto
deviene, es decir, padece e l tiempo.

4.- La Razón

El tiempo, que es consubstancial a la historia a l ordenar los sucesos, se


guía por una pauta rectora: la causalidad. No es cualquier pasado e l que
se vincula con un suceso actual, sino e l pasado que ha causado ese suceso
actual. Y si estamos hablando de causalidad ya estamos mencionando un
componente de la historia que no lo provee la disciplina histórica, sino
e l uso de otra disciplina que, invisible, es la que sostiene ese discurso y
e l nuestro cuando hablamos entre nosotros, y en este mismo momento e l
que uso yo con e l lector y e l lector en su vida cotidiana.

En nuestra vida personal vivimos los sucesos en los que participamos


con mayor o menor intensidad, según la naturaleza de los mismos. El
transcurso del tiempo mantiene como recuerdos, en general, aquellos
sucesos que tuvieron un impacto especial en nosotros de modo tal que
continúan en nuestra memoria.

Es la Razón la que nos permite hacer una vinculación comprensible entre


ese magma de recuerdos que vamos recogiendo a lo largo de nuestra vida.
Sin e l recurso de la Razón, estos sucesos que recordamos no tendnan
para nosotros una comprensión, sino que operarían como chispazos,
impactos inconexos entre sí aunque en todos ellos estuviéramos presente
nosotros. Pero la Razón abarca un espectro muy amplio en e l campo del
pensamiento, hay un área dentro del pensamiento racional que tiene una
importancia calificada para hacer coherente nuestra vida basada en esa
Practica profesional del abogado de familia

secuencia de recuerdos: la causalidad.

Las ciencias en general se valen de este recurso para comprender los


mecanismos de los fenómenos que someten a su estudio. El derecho
también. Toman al fenómeno que están investigando como proveniente
de una o más causas y en ese recorrido en que se llega a reconstruir algún
o algunos sucesos que acontecieron en e l pasado, encuentra un sentido a
ese fenómeno que lo consideran efecto de ese pasado. Esta comprensión
profundizada, llega a colegir los mecanismos por los cuales ese pasado
llegó a provocar e l efecto actual que se está investigando. En e l derecho
también hacemos esto. Entonces este recurso del pensamiento científico
nos permite conocer e l sentido actual del fenómeno que investigamos por
e l modo en que se produjo, y que es e l recorrido por e l cual esa causa
devino en este efecto.

El conocimiento de los mecanismos de ese transcurso nos permite incidir


en lo actual como para transformarlo en e l devenir futuro. Y aquí, la
noción de causa adquiere otro acento: e l de hacia dónde se dirige este
fenómeno actual para devenir en un efecto futuro. Ese futuro sólo
podremos visualizarlo e intentar evitarlo, desviarlo parcialmente o
ayudarlo a que ocurra, conociendo e l modo en se fue generando lo actual
que estamos investigando.

Este conocimiento es activo, se da en la conversación con e l cliente que,


al ir modificando su actitud y sentimientos, produce una alteración en
su subjetividad que es e l motor de sus hechos y sentimientos futuros, es
decir de los efectos que habrá de producir e l devenir de su existencia.

Esto que es conveniente que ocurra en e l derecho de familia, también


debiera suceder en todas las demás ramas del Derecho. Una parte central
de las pruebas que se ofrecen en los pleitos son acreditar hechos del
pasado que causaron los efectos dañinos cuya reparación se reclama.

Así, e l abogado de familia, al abordar su tarea y conversar con e l cliente


que le relata su visión infantil de sus padecimientos, intenta conocer las
circunstancias de su pasado que lo llevaron al momento actual como para
incidir en e l mismo, con e l fin de obtener un cambio en e l devenir de su
conflicto.

5.- La Razón en la pasión

El primer encuentro entre e l cliente y e l abogado de familia es un trabajo


especial en que e l abogado tiene que escucharlo munido de un conjunto
Osvaldo Ortemberg

de discursos científicos para poder saber de qué se trata la consulta que


le llega.

En esta misma operación e l abogado pone e l cuerpo a la contención


del estado emocional del cliente. Pero no es un cuerpo físico, sino
predominante discursivo.

Dijimos que e l desborde del cliente sólo le permite concebir su propio


drama en los términos de un cuento infantil doloroso, que se repare
velozmente. Pero un cuento infantil sin resolver con la reparación
justiciera de estos cuentos. Mientras se mantiene en esa situación, su
estado emocional es también e l de un niño con angustia, con violencia,
con miedo. Un niño descuidado por sus padres a quienes en mayor o
menor medida busca en La persona del abogado.

El abogado en ese encuentro l e brinda una primera contención al llevar


su drama no a la solución infantil anhelada, donde l e dan la razón en todo
y la reparación merecida, sino a la comprensión de su situación actual y,
en base a ello, a un contrato con e l profesional, de adulto a adulto, con
objetivos acotados por las posibilidades de la realidad elaborada como
novela en esa conversación.

No es una tarea sencilla la del abogado en este primer encuentro. La


desmesura de la pasión que caracteriza e l estado anímico con que suele
llegar e l cliente, reclama un tributo de satisfacción inmediato que e l
abogado puede brindar por e l solo hecho de escuchar. Sólo un tiempo
de conversación. Un tiempo en que las palabras del cliente cargadas de
afecto l e son devueltas por e l abogado relacionándolas entre las diversas
escenas que e l relato infantil va desplegando. Con esas palabras y afectos
deshilvanados, e l abogado tiene que intentar construirle un fragmento de
su historia familiar.

El conocimiento de la propia situación tranquiliza, como tranquiliza


al enfermo e l diagnóstico certero de su dolencia porque lo lleva a una
posición adulta de saber qué obstáculo debe hacer frente para sortear,
enfrentar o convivir con él. Le permite al cliente un plan de acción que
encontrará más que en la palabra del abogado, en sus propios deseos
de modificar su estado y en la orientación que en esa situación l e vaya
indicando e l letrado.

En este primer encuentro la respuesta rápida del letrado con un artículo


del Código Civil, frena e l relato utilizando e l derecho como un escudo
contra la palabra del cliente. Es una manera de huir ante la angustia del
Práctica profesional del abogado de familia

otro. Y ese no es el camino que conviene al cliente y tampoco a la función


del abogado que se especializa en estos temas.
Osvaldo Ortemberg

LA ESTRATEGIA DEL ABOGADO DE FAMILIA.


EL TRIBUNAL

La estrategia es la idea del lugar u objetivo que se desea alcanzar, al


iniciar un proceso de la naturaleza que sea, un trabajo, una empresa
o, como en nuestro tema, un asunto legal. En e l lenguaje de La Razón,
esta idea se denomina "causa fin". Es decir, es una causa, pero no la que
explica de dónde viene la situación actual, sino hacia dónde se desea
arribar desde la situación actual.

Cuando llega e l cliente y nos dice "quiero divorciarme, quedarme con los
chicos y que é l me pase alimentos", tenemos e l objetivo de la estrategia
en su generalidad. ¿Por qué en su generalidad? Porque la meta, e l fin al
que se desea arribar, está condicionado a l conocimiento de la situación
actual, que e l cliente suele ignorar en la dimensión que aquí le damos
a ese conocimiento, y por e l desconocimiento de una parte importante
de la situación actual, como es la versión que tiene del conflicto la otra
parte.

En efecto, cuando logramos luego de una o más entrevistas con nuestro


cliente poner un poco de orden en los sucesos que llevaron a la crisis que
hoy padece, sólo tenemos una campana que logramos escuchar en medio
del bochinche inicial. Nos falta la otra. Sin embargo, es sobre la base
de este conocimiento incompleto inicial que debemos elaborar nuestra
estrategia.

Por lo incompleto del conocimiento del caso, por tratarse de una versión
y no de las dos, la estrategia que podemos elaborar es también precaria,
por lo cual la misma tiene un carácter provisorio. Sin embargo, esta
provisoriedad es la característica de toda estrategia, ya que e l camino
que se hace para arribar al fin deseado nos va enseñando nuevos aspectos
de aquello sobre lo cual estamos operando, en este caso, e l conflicto
familiar.

Por ello, la estrategia, que trasunta en una propuesta a nuestro cliente,


tiene que ser prudente, un compromiso de intentar llegar a algo pero no
una seguridad de lograrlo.

Esta ausencia de certeza en nuestra propuesta, si está seriamente


Practica profesional del abogado de familia

formulada, no intranquilizará a nuestro cliente. Más aun, debiera


tranquilizarlo en cuanto lo llevamos a un terreno de la realidad que é l
necesita para sostener su inestabilidad emocional causada por la crisis
que atraviesa.

Otro punto de esa realidad está dado por e l acuerdo de honorarios que
es conveniente realizar desde e l comienzo. Este pacto puede tener
diversas formas de abordaje. Una de ellas es una propuesta de honorarios
si logramos resolver e l caso mediante una negociación, otra es por una
mediación y otra más si debemos litigar porque la negociación o la
mediación no convienen encararla -por ejemplo se es necesario tomar
medidas cautelares urgentes- o han fracasado. Y aun en este último tramo
del convenio se puede dejar una condicionalidad abierta a los avatares
que pueden surgir a lo largo del juicio.

No es necesario que desde e l inicio le demos al cliente todas las


propuestas. A veces es lo más conveniente, otras no. Evaluarlo queda
librado a cada situación. Y esto no está en ningún manual.

El acuerdo de honorarios inicial es también un factor que tranquiliza


a nuestro cliente, lo contiene, y también al abogado, en cuanto le
permite que todas sus medidas estén orientadas a resolver e l conflicto y
no condicionadas por la protección del propio interés. Con un acuerdo
claro somos abogados de nuestro cliente; sin un acuerdo claro somos
abogados de nuestro cliente y también abogados nuestros en relación a
nuestro cliente. Debemos llevar dos casos y, si hay colisión de intereses,
nos vemos en la perjudicial situación de obrar como santos, resignando
nuestros intereses en beneficio del cliente -como corresponde a nuestra
ética profesional- o como demonios, priorizando lo nuestro en detrimento
de los intereses de nuestro cliente. Es mejor no ponernos en esa situación
infantil. Un acuerdo claro de honorarios es lo mejor que nos puede pasar
y también lo mejor que l e puede pasar a nuestro cliente. Es así, salvo que
no vivamos de nuestro trabajo. En este caso nadie se opone a la caridad, a
trabajar sin remuneración e incluso ayudando económicamente a nuestros
clientes. Pero esto no es lo mejor. En todos nosotros está instalado que
lo que se paga vale. Esto tranquiliza al cliente porque si valen nuestros
servicios, tiene las espaldas cubiertas para salir de su conflicto familiar
lo mejor parado posible. También para nosotros es lo mejor, porque si
nuestro cliente reconoce en dinero e l valor de nuestra tarea profesional,
actuamos estimulados por ese reconocimiento y con una tranquilidad
económica de que nuestro trabajo no nos será robado.

Despejados los primeros momentos, pasaremos a considerar e l abordaje


judicial, esto es, luego del fracaso de la mediación o la negociación, para
Osvaldo Ortemberg

e l caso de que se haya hecho.

1 .-La versión del otro


Al comenzar e l juicio y obtener la primera respuesta de la otra parte,
constatamos que en la novela que tenemos de nuestro caso, hay algunos
aspectos nuevos que la rectifican o que abren interrogantes a conclusiones
que pudimos obtener con la versión de nuestro cliente.

La versión del otro tiene también los componentes que tenía la de nuestro
cliente: una versión acalorada bajo un impacto emocional y con afanes
de resolución mágicas. No sabemos si e l colega de esa parte l e brindó e l
espacio de conversación que nosotros pregonamos, o adhirió llanamente
a lo requerido por su cliente en su reclamo inmediatista.

Si la otra parte está contenida por su abogado y le ayuda a pensar en su


situación, luego del primer encuentro judicial puede que se instale la
posibilidad de conversar. Es mejor que esta conversación sea entre los
abogados. De otro modo habrá que esperar e l tiempo propicio y desplegar
las acciones que e l litigio demande hasta que la trama judicial fije alguna
posición en cada parte donde la apertura del diálogo no sea tomada
como un ardid, sino como un acercamiento entre dos combatientes
que se reconocen como tales para intentar concesiones y proponer
requerimientos que puedan resolver algunos puntos del conflicto.

En ambas situaciones, la conversación a l comienzo o luego de un transcurso


del proceso judicial, es indispensable obrar desde la novela conocida,
la de nuestro cliente y, en caso de ser posible, desde la que podamos
conjeturar o enterarnos del cuento o la novela de la otra parte. ¿Para
qué? Para saber qué puede interesarle satisfacer al otro, o bien qué es lo
que la otra parte quiere de nuestro cliente. Estas alternativas son cosas
diferentes. La primera -el cuento- está impregnada de requerimientos
imaginarios en mayor medida que la segunda -la novela-. En e l cuento,
predominan los reclamos de satisfacciones afectivas y suelen tener su
origen en la infancia, es decir, reclamos dirigidos a los propios padres
o hermanos hace largo tiempo olvidados, pero que cobran actualidad
en e l nuevo vínculo establecido con e l o la cónyuge y demás parientes
actuales. Por eso es importante que en las novelas que podemos ayudar
a construir a nuestro cliente, se incluyan partes de las historias infantiles
de ambas partes. Con frecuencia esta parte remota de la historia de cada
uno nos brinda una pista acerca de recursos para lograr acercarnos a un
acuerdo.
Practica profesional del abogado de familia

2.- ¿Ganar el juicio o lograr un acuerdo?

A veces e l caso planteado requiere una rápida respuesta judicial como


paso previo: e l embargo de un bien, la intervención de un negocio para
determinar e l patrimonio, la exclusión por violencia, etc.

Lograda la medida. ¿Cuál es e l paso siguiente?

En principio, lo ideal es una negociación.

¿Qué significó entonces la medida judicial obtenida?

Evitar un daño irreparable. El nombre de medidas autosasfactivas califica


que esa medida se agota en su realización. Que son hasta ahí. Que eso no
resuelve e l conflicto sino que evita que un conflicto irrogue a una de las
partes un daño. Nada más. El conflicto sigue, aunque ese riesgo se haya
neutralizado. Son medidas provisorias, aunque indispensables y urgentes,
y que por ello invierten la presunción de inocencia que establece nuestra
constitución.

Del mismo modo debemos ver la instancia judicial en e l marco de la


estrategia en los casos de familia. La orientación estratégica central no es
la de ganar un juicio, sino establecer un nuevo orden en e l grupo familiar.
Este nuevo orden puede requerir un divorcio, e l desmembramiento del
ejercicio de la patria potestad, un régimen de asistencia alimentaria,
etc.

Esta orientación es una revolución en la concepción del litigio en la


que fuimos formados los abogados. Es un rotundo torcimiento de la
estrategia básica del manual ancestral del perfecto abogado. Pero este
cambio proviene del propio cambio en nuestra conciencia respecto de los
derechos de la mujer y de los menores, que se incorporaron a nuestra
legislación.

3.- El cambio en la legislación autoriza una nueva estrategia en los


casos de familia

Cuando la Única manera de divorciarse o lograr la separación personal


era mediante un juicio contradictorio en que se probara la culpa de uno
o ambos contrayentes, la vía litigiosa era la única estrategia admitida
por la ley.

Cuando la legislación aceptó e l divorcio de común acuerdo, ganar e l juicio


Osvaldo Ortemberg

ya dejó de ser la Única estrategia en los casos de familia. El acuerdo de


voluntades entró en escena con una fuerza monumental. Este fue un
viraje copernicano en la concepción tradicional del derecho que ingresó,
en nuestra legislación, con la cuña del derecho de familia y se expandió,
en nuestro país, a todas las demás ramas del derecho, con e l instituto
de mediación. El ingreso de la mediación generalizó e l principio del
acuerdo de voluntades como objetivo sustitutivo de la solución litigiosa.
En sintonía con ello, e l reconocimiento del interés del niño como e l de
rango superior a tener en cuenta en los conflictos de familia, ayudó al
viraje desde e l litigio hacia e l acuerdo. La consideración de que la vara
con la cual medir la resolución de un conflicto familiar es la del interés de
los hijos, supedita los derechos que las partes se reclaman a ese interés.
Y ese interés resulta afectado cuando los padres despliegan una batalla
judicial en reclamo de sus propios derechos. Por ello esa guerra es hoy
una prerrogativa que ha perdido su cetro y debe ceder, en la conciencia
jurídica actual, a un valor que la supera y al que se debe adecuar: e l
interés del menor.

Antiguamente, antes del reconocimiento de los derechos del niño, los


matrimonios solían permanecer unidos aunque contrariara su deseo de
separarse, en aras de los niños. Esta actitud ocultaba, con frecuencia,
e l prejuicio ante e l divorcio en que e l interés de los niños era utilizado
como pretexto.

Hoy la ley legitima ese anhelo de sacrificarse por los hijos, pero no exige
que se mantengan unidos los progenitores como en ese entonces en que
la salida del divorcio era un camino tortuoso, costoso y de mucho dolor.
No. Hoy la ley autoriza a no sacrificarse en una convivencia tormentosa,
sino a una separación sin guerra, sin sangre, sin venganzas.

Hoy la ley pone en e l trono a la negociación, quitándole e l cetro al litigio.

¿El lugar del Tribunal?

Evitar los daños psicológicos, morales y económicos en todos los


integrantes de la familia en conflicto y contenerlos cuando ello no resulte
posible.

Hoy, e l lugar principal del Tribunal es propender a la solución del conflicto


mediante un acuerdo entre los involucrados cuando la estrategia de la
negociación necesita de su colaboración y, si sus medidas son insuficientes
para orientar las pasiones incontrolables hacia acuerdos, contener
la locura en la medida de sus posibilidades sosteniendo los infinitos
Práctica profesional del abogado de familia

incidentes con fuertes inversiones de energía judicial. Peleas, éstas,


que no terminan nunca, porque cuando cesan los ataques judiciales por
e l transcurso de los años o de la vida, esa batalla sigue en pie en los
sobrevivientes: los hijos, que pueden llegar a continuar o repetir esos
combates para mal de todos.
Osvaldo Ortemberg

VIOLENCIA FAMILIAR

Todo lo que analizaremos a continuación está referido al momento en que


el cliente llega al estudio particular del abogadola de familia, por los
medios que sea -derivado por colegas, por amigos de ellos que conocen
al profesional, por página web, por alguna entrevista en los medios que
se le hace al profesional, etc.-

a) Qué hacer.

Lo primero que hay que hacer es tener una actitud de escucha. Esta
actitud no es el silencio, sino entrar en conversación con el cliente
para poder comprenderlo, y con ello hacerle notar la situación en que
se encuentra en el momento actual. El hoy del consultante es lo más
importante. Pero e l sentido de lo actual no es sólo lo que pasó hace unos
instantes. Para saber dónde está parado es necesario hacer un recorrido
de La historia que tiene con aquel, aquella o aquellos, que lo hacen
víctima de la violencia, escuchando su relato.

A lo largo de este diálogo el oído desprejuiciado del profesional es


fundamental. Oído desprejuiciado significa correrse del horror y la angustia
que padece normalmente el cliente que nos está consultando. Con el
sentimiento en la piel que tiene e l cliente resulta obstruida su facultad
de pensar, y nuestra función en ese diálogo es poder pensar en lo que le
vino ocurriendo. Nuestro pensamiento, sin embargo, no lo construimos
en nuestra cabeza sino a lo largo del relato que va transcurriendo con
nuestro cliente. Nosotros le ayudamos a anudar hechos o situaciones que
en él emergen en olas emocionales, como balsas o restos de maderas
en e l mar. Relacionarlos de tal modo que van construyendo una historia
comprensible, ya que describe un recorrido que desemboca en el hoy del
cliente.

Esta historia que a lo largo de una entrevista es posible avizorar con un


cierto grado de verosimilitud, tiene varios elementos importantes que
debemos intentar comprender:

1) El grado de protagonismo de nuestro cliente en la situación de


violencia que está padeciendo. Así como ellla violentola suele provenir
de una familia violenta, con la víctima puede ocurrir lo mismo. Esas
situaciones familiares, por lo dolorosas, suelen no ser recordadas por
Práctica profesional del abogado de familia

e l cliente, o bien pueden ser ocultadas en su relato. Para que podamos


comprender, es necesario que formulemos algunas preguntas que
permitan desencadenar sus recuerdos, darle espacio al cliente para que
pueda hablar sin censura. Es fundamental que e l cliente pueda hablar
sin censura es fundamental y esto tiene que predominar a lo largo de
toda la conversación. Diríamos que aquí la consigna es que e l cliente
pueda diletar, pueda hablar de los temas que le surjan, aunque no tengan
relación directa con e l conflicto que lo trajo a nosotros. Debemos saber
que todo lo que diga e l consultante, aunque esté en las antípodas de su
problemática manifiesta, está vinculado con su problema. A veces para
llegar a los puntos dolorosos, la imaginación avanza en relatos que suelen
aludir metafóricamente a esos dolores. Aunque e l cliente no sea poeta,
su lenguaje, forzado por ese dolor, utiliza de los recursos de la poesía,
para poder acercarse, sin que su propia conciencia lo sepa, a esos hechos
dolorosos. Así, dejarle hablar para que todo lo ingenuo en é l o ella se
pueda manifestar, es una consigna que nunca debemos olvidar. Nuestra
actitud es siempre, ante sus palabras, e l intentar comprender. El tratar de
encontrar lo que quiere decir sin darse cuenta. Nuestra disposición debe
ser entonces de una atención flotante. Esto significa que no utilizaremos
sólo nuestra conciencia para escuchar, más bien es permitir que nuestra
conciencia descanse un poco, dejándonos invadir por las palabras que nos
dice con la misma actitud con la que solemos ver una película, una obra
de teatro o leer un libro. Nos dejamos penetrar, nos olvidamos de la ley,
nos olvidamos -escuche bien- de nuestra moral y nos abrimos. Nuestra
apertura será e l espejo en que nuestro cliente podrá abrirse ante sus
propios prejuicios, ante sus propios discursos armados, ante sus propias
censuras infantiles y represiones. Y todo para que pueda hablar, aunque
sea con medias palabras, palabras indirectas, fantasías o recuerdos
aparentemente alejados del tema.

2) El vínculo que tiene establecido nuestro cliente con quien o quienes


ejercen violencia sobre él. Comprender este aspecto es fundamental y
no es tan sencillo, aunque lo parezca, ya que suele ser lo primero que
nos relata e l cliente. Su importancia obedece a que permite evaluar la
peligrosidad de la relación actual, de lo que depende la urgencia de las
medidas que se indicar o realizar.

Aquí suele haber una voz de sirena que nos confunde: nuestra inclinación
natural a considerar como totalmenteverdadera laversión que escuchamos
del cliente. Debemos por ello distinguir entre aquello que nos relata sobre
su vida de los hechos reales que está viviendo. Los hechos reales sabemos
que nunca nadie los llega a saber, ni siquiera aquellos que los viven.
Cada cual tiene una historia singular, una subjetividad particular desde
la que percibe aquello que le toca vivir. La percepción de los hechos que
Osvaldo Ortemberg

se protagonizan son como nuestras huellas digitales: todos las tenemos


como todos tenemos los ojos, oídos y demás órganos perceptivos, pero
no hay dos huellas ni dos percepciones de los mismos hechos que sean
idénticas. Percibimos con e l color del cristal de nuestra subjetividad. Por
ello debemos, como abogados, decodificar. Y hacerlo con cierta sutileza,
ya que e l elemento que ahora consideramos es e l grado de peligrosidad
de la situación. Este grado nos va a inclinar por tomar algunas medidas y
no otras, sabiendo que todas ellas tienen consecuencias muy importantes
y aun determinantes en e l devenir de la vida de un conjunto de personas,
ya que lo frecuente es que se trate de un grupo familiar.

3) Finalmente el grado de autonomía económica y habitacional de


nuestro cliente. No es lo mismo una persona víctima de violencia que
tiene recursos propios que quien no los tiene. Las medidas que se pueden
proponer a la primera no tienen consecuencias económicas que la afecten
gravemente. En cambio, la situación de la segunda es muy falible, ya que
no tiene autonomía de vida.

Esta última situación hace que nuestro impulso natural de tratar de


que por una medida directa y contundente se produzca de inmediato la
cesación de la situación de violencia, deba ser parentizado hasta elucidar
Las vías de abordaje de esta carencia económica de nuestro consultante.
Esta carencia puede tornar insolubles la situación de violencia sin un
cambio de actitud radical en nuestro cliente. Por ejemplo, que se
disponga a trabajar, o bien recurrir a algún pariente o amigos que se
puedan hacer cargo, aunque sea transitoriamente, de sus necesidades
económicas. Si esto no se da, la Única alternativa para resolver este
aspecto es la asistencia del estado o alguna entidad de bien público, como
una iglesia o una ONG. Pero estas vías son extremas y están relegadas a
Las búsquedas que pueda hacer nuestro cliente o las personas que pueden
estar apoyándola, dado que exceden e l marco de asistencia que puede
brindar un abogado particular.

b) Cómo hacerlo.

Las medidas a tomar dependen, en primer lugar, de las características


y singularidades del propio cliente. Las mismas tienen como límite e l
"no" o e l "si" de éste. La mejor medida, tomada por alguien que no
está convencido interiormente de hacerla, no da buen resultado. Por
otro lado "la medida" puede no consistir en una acción determinante y
concluyente, sino de una serie de pasos, una estrategia que puede llevar
un tiempo. Lo habitual, lo necesario para estos casos, es que haya una
estrategia que se aborde en e l diálogo con e l cliente. La estrategia, como
vimos, es un plan de acción a lo largo del tiempo con e l objeto de lograr
Práctica profesional del abogado de familia

un fin -en nuestro caso e l cese de la violencia- sin que nuestro cliente
caiga en e l desamparo. Este plan supone que e l abogado actúa, pero que
también tiene que actuar e l cliente.

Tomemos un caso en que e l cliente carece de autonomía económica. Si


vemos que e l mismo cliente participa con su conducta en la situación de
violencia que padece y percibimos por su relato que no hay un riesgo en
su vida, puede requerirse que e l cliente permanezca en la misma vivienda
con quienes tienen esas reacciones violentas, pero actuando de tal modo
de no colaborar con su conducta en desencadenarlas. Esta permanencia es
a efectos de juntar dinero, o lograr un trabajo que l e brinde autonomía, o
intentar obtener los compromisos familiares necesarios como para poder
abastecerse. Todo ello para llegar a irse de la vivienda, o bien de lograr
la exclusión del violento o violenta sin que esta ausencia l e genere una
grave carencia económica.

Que e l cliente no desencadene la violencia del otro requiere que pueda


visualizar este aspecto de su conducta y lo llegue a aceptar, lo cual no
es sencillo. No es sencillo de visualizarlo en e l diálogo con e l abogado y,
una vez visualizado, no es fácil que e l cliente lo acepte. Que sea difícil
no debe inhibir e l tratar de verlo, transmitirlo e intentar que e l cliente
lo comprenda. Cuando la situación es crítica y e l instinto de vida en e l
cliente es e l factor que predomina -y e l hecho de hacer una consulta
para tratar de que cese la violencia habla de que e l instinto de vida
predomina- es más fácil que sea inteligente y comprenda e l lugar en
que le molesta e l zapato. La emergencia hace mover la materia gris en
quienes tienen apego a la vida. La urgencia suele colaborar en ver las
cosas claras, aunque haya predominado hasta ese momento la tendencia
a ocultárselas. Estos obstáculos en tratar de obtener la claridad y la
colaboración del cliente se deben a que, por e l estado de víctima en que
concurre, su situación es parecida a la de un niño necesitado de amparo,
al que no sólo tiene derecho, sino que además no tiene los recursos propios
como para liberarse de aquello que padece. El trabajo del abogado es
aquí sublime, en cuanto tiene que fortalecer su autoestima para que e l
consultante logre salir de su situación de niño sufriente y logre asumirse
como un adulto capaz de valerse por sí mismo en la parte que l e toca
actuar como tal y que e l trabajo del abogado sea útil.

En caso de que e l peligro de violencia sea grave -como ser que haya
habido situaciones de violencia física y amenaza de uso de elementos
contundentes o de armas- la opción necesaria e inmediata suele ser e l
abandono de la vivienda. Lo primero es la vida y la integridad física. Si
hay niños en riesgo ello se hará con un plan minuciosamente conversado
en e l que puede incluso participar algún pariente o amigo de la persona
Osvaldo Ortemberg

víctima de esa situación. Estas son fugas como cuando se hunde un barco:
con lo puesto.

Una vez comenzado e l despliegue de la estrategia, e l vínculo con e l


abogado se transforma en una relación de colaboración. El abogado y
e l cliente conforman un equipo. Esto significa que es factible, y además
indicado, que existan reuniones con e l abogado para ir ajustando e l plan
que se va desarrollando.

Este ajuste tiene una variación muy grande:

Puede consistir en revisar la historia que se viene construyendo y con ello


profundizar o modificar la comprensión del caso, elaborar los resultados
de lo que se vino haciendo para reajustar las acciones futuras y realizar
ciertas diligencias, averiguaciones, modificaciones de conductas.
Asimismo, promover, simultanea o alternativamente con todo lo demás,
acciones judiciales como ser excluir del hogar a l violento, reintegrar
al hogar a nuestro cliente, embargo preventivo, juicio de alimentos,
denuncia penal, audiencia en e l Juzgado para conciliar, mediación -para
acordar e l divorcio, un régimen de visitas, un importe alimentario, e l uso
del hogar conyugal -, iniciar e l divorcio de manera unilateral y un largo
etcétera.

En e l "cómo" quisiera destacar un aspecto que suele ser menoscabado.


Si se da la separación, sea por huida del cliente, sea por exclusión del
violento, es muy importante, dina fundamental, intentar entablar una
conversación con e l violento. Esto se da en aquellos casos en que continúan
vigente con e l mismo otros vínculos, sean jurídicos, emocionales,
económicos o de cualquier orden, como ser hijos en común.

En tantocontinúen vínculos, es importante e l paño fno de la comunicación.


Dije paño fno ya que sobre e l violento se ejerció una medida que éste
visualiza necesariamente como violenta. La exclusión sin aviso previo
es como asestarle un golpe en la mandíbula. No debe impedirnos la
negociación nuestra percepción de que e l violento se merece dicho
golpe. No somos los justicieros divinos. Somos abogados que tenemos que
tratar de resolver e l problema por e l que se nos consulta con e l menor
daño posible para nuestros clientes y para todo e l grupo familiar, y aun
para e l violento. Un abogado de familia es alguien que debe contemplar,
como interés del cliente, e l conjunto de sus vínculos familiares, y entre
ellos están las necesidades económico-afectivas de nuestro cliente y de
sus hijos. La mediación es un camino posible para efectuar este tipo
de contactos con aquel a quien con nuestra intervención profesional lo
hemos excluido de su casa. Este contacto no es directamente entre las
Práctica profesional del abogado de familia

partes. Si se llega a hacer una negociación, será entre los abogados, si


se hace una mediación será en habitaciones separadas y aun en días u
horas separadas. No estarán frente a frente. Y esta sugerencia es no
sólo para los casos de violencia manifiesta, sino para todos los casos de
mediación familiar. La intervención del Juzgado con frecuencia es un
recurso altamente positivo para estas negociaciones.

c) El temor del abogado para actuar en estos casos.

Estos casos despiertan temor al abogado, ya que patrocinar una exclusión


de alguien que prima facie es un violento, le lleva a sentir que esa
violencia puede ser dirigida contra él.

Este temor tiene una base real. Es cierto que tomar medidas contra un
violento, aunque sea en defensa de una causa justa, acarrea el riesgo de
que ese violento quiera vengarse del abogado. Pero debo destacar que,
en cualquier intervención en temas de familia, al ser abogados de una de
las partes la otra suele visualizarnos como un aliado de su rival amoroso y
puede también hacernos víctimas de su furia, tal como suele ocurrir con
un tercero que se mete en la pelea de una pareja y se encuentra con que
desencadena sobre sí la furia del otro y a veces la de la pareja misma. Los
casos de violencia conllevan ese riesgo, que es el riesgo de la especialidad
en todos los casos de familia. Nos metemos en la vida privada de la gente,
en el terreno de sus pasiones íntimas, esas que antes estaban preservadas
de las miradas y los juicios de quien no era integrante de la familia. Si
no logra vencerse e l temor, es conveniente buscar supervisar el caso con
un colega de experiencia, y aun de llevarlo con otro colega. Si esto no es
suficiente, debe admitirse esa limitación y derivar el caso.

En todos los casos, como dijimos en nuestra Introducción, es conveniente


que el abogado de familia tenga contención terapéutica.
Osvaldo Ortemberg

LOS HONORARIOS

En este tema debemos considerar dos aspectos: la significación de los


honorarios para e l cliente y su significación para e l abogado.

a) Significación de los honorarios para el cliente.

El cliente que concurre al abogado por un problema de familia, sea


o no de violencia, proviene de una situación familiar en la que están
alterados los vínculos afectivos básicos. Entiendo por "vinculos afectivos
básicos" aquellos que existen entre una persona y aquellas otras con
las que convive o con las cuales mantiene un contacto permanente
dentro de los límites de lo que solemos considerar una familia, o que
se asimila funcionalmente a ella. Esta familia que consideramos es de
carácter primario, esto es, hijos, cónyuges, convivientes, parejas con
"cama afuera", padres, hermanos, tíos, nietos, abuelos, etc. Estos
vínculos responden a pautas morales que se encarnan en las modalidades
afectivas que existen entre los miembros de la misma. Las pautas morales
indican criterios de intercambio entre los miembros de esta familia que
la ley positiva recoge, como la de brindarse alimentos, educación, salud,
asistencia afectiva, etc. La ley positiva establece criterios de vinculación
que denomina derechos y obligaciones recíprocas. Es cierto que la ley
recoge, en gran medida, las pautas vigentes de lo que la familia en general
vino siendo y las modificaciones que a la misma l e van aconteciendo a lo
largo de los tiempos y las modalidades económicas de las que depende su
subsistencia. Pero también lo es que tales formas de vincularse que se dan
indican cargas y beneficios que suelen imponerse entre los integrantes y
en la misma comunidad en que la familia vive, más allá de su acogida por
e l derecho.

Cuando una persona concurre a l abogado para que l e ayude a resolver un


problema de familia o, por lo menos hacerle frente, hay una alteración
en estos intercambios en la singularidad de su familia. Hay algo que dejó
de funcionar adecuadamente, para e l caso de que haya funcionado de
este modo alguna vez, ya que también suele ocurrir que algo que siempre
se toleró aunque no haya funcionado adecuadamente, en cierto momento
puede resultar intolerable para quien o quienes padecen esa disfunción y
anhelan entonces modificarla.

De este modo podemos ver que quien concurre a consultarnos, padece una
Práctica profesional del abogado de familia

crisis con los límites por la alteración de los límites con algún o algunos
integrantes de su familia. Tiene derechos y obligaciones recíprocas que
adolecen de una falla. El abogado es quien puede hacer algo por modificar
esta situación.

Pero en la relación con e l abogado esta falla cobra una característica


especial, en tanto es la familia la que brinda a cada uno de nosotros e l
primer ámbito en que incorporamos las pautas sociales que nos permitirán
desplegar una vida adulta fuera de la familia, como e l lugar de trabajo,
de estudio, y en todos aquellos que estén fuera del ámbito familiar.

Claro que la familia que brindó esa educación suele no ser la que ahora
está en crisis, sino la nueva familia que la persona produjo luego de
haber asimilado las enseñanzas de la familia de su niñez que l e permitió,
precisamente, armar esta nueva familia.

La falla que vemos en su actual familia tiene necesariamente que ver


con mucho de lo que recibió de su familia primitiva. Es una concepción
aceptada que e l violento y la víctima de la violencia familiar suelen
provenir de una familia violenta. Y esta modalidad habitualmente es
correcta, esto es: si vamos a escuchar a una de estas personas y su relato
se extiende a su vida infantil, efectivamente comprobamos que la familia
que lo crió o que crió a sus progenitores, padecía algunas de estas fallas
que ahora se repiten.

Así, lo que hoy no funciona tiene que ver con la falla de ayer. El individuo
con problemas actuales es portador de vivencias remotas, de su edad
infantil, que le acontecieron en su relación con sus padres y hermanos,
en una situación de inmadurez propia de la edad en que hubo de haberlas
padecido. Los sentimientos que suelen afectar a estas personas hoy,
son los mismos que le afectaron en esas remotas épocas de las cuales,
normalmente, no guardan memoria. Pero la memoria que no guardan es
acerca de los hechos que, con excepciones, logramos enterarnos cuando
la confianza que depositan en nosotros es lo suficientemente amplia
como para permitirles bajar su guardia emocional con que lo remoto y
doloroso suele protegerse ante la conciencia del sujeto -y de cada uno
de nosotros-. Puede no recordarse los hechos, pero lo que sí afloran
son los sentimientos que entonces padecieron ante esos hechos. Estos
sentimientos remotos normalmente son idénticos a los actuales. Digo
bien, idénticos, porque ante e l individuo en que se repite de una u otra
manera una situación infantil dolorosa, lo que repite de manera idéntica
es e l sentimiento, aunque no guarde memoria del hecho remoto en que
ese sentimiento se manifestó entonces.
Osvaldo Ortemberg

Así, si bien quien concurre es una persona adulta, su estado emocional,


invadido por un conjunto de afectos subordinados a ese sentimiento
infantil actualizado por los hechos familiares que hoy le toca vivir,
esa persona actúa en gran medida como un niño. Esta modalidad
infantil normalmente se expresa sin que debamos convocarla: llora,
no comprende, manifiesta angustia, acusa sin fundamentos, debemos
ayudarle, en definitiva, a pensar.

Y ayudarle a pensar es la función primaria del abogado ante los problemas


de familia. El abogado no es e l que indica e l camino ya que sin la
subjetividad del cliente la ley es una horma rígida carente de humanidad.

Ayudarle a pensar es, como vimos antes, transformar e l cuento infantil


con e l cual concurre, en una novela. Esto significa un cambio en e l relato
donde e l niño abandona por un momento sus balbuceos para dar paso a
un adulto que emerge a un relato en que existen límites. En e l balbuceo
no había personas sino valores rígidos en que e l bien estaba encarnado
en algunos personajes, y e l mal en otros; es decir que eran ángeles
unos y demonios otros. En e l relato adulto ambos elementos son los que
conforman a cada una de las personas.

Con esa mentalidad infantil, e l honorario ocupa un lugar central para


arrancar e l adulto del niño que predomina en e l cliente. El honorario
pone una pauta adulta en quien como niño tendrá la tendencia en ver
en nosotros al salvador, quien habrá de hacer justicia poniendo las
cosas en su orden, castigando al culpable y compensando a l cliente
por e l sufrimiento padecido. Esta expectativa que pone en nosotros es
semejante al anhelo infantil que acompañó al sentimiento que hoy se
repite. El dolor de entonces conllevaba un fuerte deseo de reparación,
un pedido, a veces mudo y otras a los gritos, de que se haga justicia, de
que eso doloroso cambie, que no fuera é l quien estuviera sufriendo eso,
de que se castigue a l culpable. Y este anhelo ja quién se lo pedía? Quizás
a un padre, a un hermano, a la madre o a alguna divinidad mágica que en
esos tiempos convivían en e l espíritu infantil. Y esas figuras retornan en
e l tiempo actual como fantasmáticas presencias, mágicas invocaciones,
desesperados anhelos que, todos ellos, cobran cuerpo en la persona del
abogado. Y e l abogado llega a ser e l producto del conjuro de todo eso
anhelado y reclamado. Salir de ese mundo infantil es una necesidad, ya
que sin la adecuada colaboración del cliente en las estrategias que se
puedan diseñar para modificar su situación, no es posible para e l abogado
hacer su labor.

El pacto de honorarios con e l cliente lo traslada a éste del mundo infantil,


mágico y amoroso, a l mundo social en e l que se puede reconocer que
Practica profesional del abogado de familia

hay alguien, e l abogado, que actuará con e l propósito de modificar la


situación del cliente mediante un arte que no es la magia sino e l trabajo.
Y ello a cambio no del amor que e l cliente le pueda entregar -como lo
propone a sus fantasmas y padres protectores-, sino mediante e l pago de
los honorarios con lo cual reconoce e l trabajo del abogado. Para ello debe
e l cliente abandonar su infancia y ver de qué modo proveerse del dinero
como para hacer frente a las obligaciones ante e l abogado para que éste
asuma las propias ante su cliente.

En ese pacto e l desborde que infantiliza al cliente cede y ya su relato


entra en un juego con e l del abogado en e l que son dos conversando
acerca de la resolución de una problemática que uno de ellos padece.
Lo hacen como un equipo ante un objetivo común. Como ese objetivo
común tiende a beneficiar a uno de ellos, ese que es e l que recibirá e l
beneficio le paga al otro porque ese otro trabaja para él. Y este es ya e l
mundo adulto.

b) Significación de los honorarios para el abogado.

¿Qué debe hacer e l abogado cuando e l cliente concurre desesperado por


una situación familiar que lo desgarra?

Si e l abogado vive de su trabajo debe recibirlo como un cliente. Un cliente


es alguien que nos viene a contratar para que realicemos un trabajo a
cambio de una suma de dinero. Como cualquier trabajo. Si e l abogado
no cobra por su trabajo debe intentar conseguir una fuente de ingresos
alternativa para poder subvencionar su vida y la de las personas que de
é l dependen.

Es frecuente que muchos abogados tengan otra fuente de recursos por lo


cual pueden dar al cliente la respuesta humanitaria que de é l esperan. Esta
respuesta implica que "no se va a fijar si e l cliente puede o no pagarle".
Es decir, no le va a hablar de honorarios en los momentos en que tiene
ahí a esa pobre persona desangrándose por su drama. Estos abogados no
ganarán entonces de su profesión por lo cual es posible que no la lleguen
a ejercerla "de verdad", ya que para hacerlo deberían "endurecerse"
como para poder cobrar y así tratar al doliente como un cliente. Recién
cuando cobran se puede decir que son profesionales de eso que están
ejerciendo. No es fácil cobrar a un cliente de familia, es cierto, pero esta
dificultad se da en los primeros tiempos. No es fácil por e l prejuicio que
tiene e l abogado de que se piense de é l que trabaja por e l dinero. De este
primer prejuicio se debe despojar asumiendo que es cierto, que trabaja
por dinero. Pero e l prejuicio parece inducirlo a pensar que trabaja "sólo"
por dinero. Este es e l engaño del prejuicio. Podemos preguntarnos por qué
Osvaldo Ortemberg

lo tienen los abogados de familia y no los demás abogados, o más aun, no


lo tiene e l resto de las personas cuando realizan un trabajo cualquiera.
Todos trabajan por e l dinero y, muchos que no tienen ningún prejuicio,
lo hacen sólo por e l dinero. El abogado que elige esta especialidad tiene
una vocación especial. No es una especialidad para cualquiera porque
hay que soportar y sostener e l dolor del cliente. Lo frecuente es que e l
cliente no acuda alegremente al abogado con un conflicto de familia.
Estos conflictos son muy perturbadores emocionalmente y e l abogado que
lo atiende tiene, como una de sus tareas, que contenerlo y comprenderlo
en este dolor. Esto lo realiza escuchando y hablándole al cliente para
ayudarlo a construir una historia de ese conflicto con e l objeto de hacer
una estrategia que pueda incidir sobre e l mismo. ¿Por qué este abogado
es un interesado y desalmado cuando a su cliente l e plantea que por su
trabajo cobra y que e l cliente debe pagarle?

Una respuesta posible es que esa misma vocación por la cual elige esta
especialidad tiene que ver con la propia historia familiar del abogado y
que, por ello, todo lo que tenga que ver con ese mundo tiene un objetivo
oculto de modificar algo propio que vino perturbando, y eso está fuera
del comercio. Es frecuente que esto ocurra con las mujeres abogadas, ya
que en cuanto mujeres vienen con una historia de sometimiento al varón
que heredaron de las abuelas y madres y que recorrió su género durante
milenios y en las cuales e l padecimiento de una mujer es una causa
moral, política y que la arrastra visceralmente. Es decir que hacen de la
especialidad una militancia. Y por la militancia no se cobra, e incluso se
paga.

Con esta actitud no se ayuda a ser especialista en derecho de familia,


tampoco ayudan a sus clientes en tanto colaboran con sus deseos infantiles
de encontrar un amparo desinteresado, ese padre, esa madre protectora
y reparadora de su tiempo infantil. De este modo impiden que esta crisis
que padece se transforme en una posibilidad para ingresar a l mundo
adulto. Una crisis familiar es -como toda crisis- una oportunidad, además
de un dolor y una caída. Tener un abogado de familia de verdad es, si no
un azar, un verdadero logro para un cliente. Es como para un enfermo
encontrar un buen médico y para quien quiere hacer una obra un buen
arquitecto. Y no es azar en tanto e l cliente tiene una tendencia interior,
como cualquier humano, que le lleva a encontrar e l abogado que mejor
responda a sus inclinaciones. Así, quien no quiera dejar de lado su mundo
infantil, encontrará un abogado incondicional que nada l e exija a cambio
de lo que l e da que, por ello, deja de ser trabajo para transformarse en
caricias de consuelo y energía para luchar contra e l mal que le aqueja.
Si e l cliente anhela curar en algo ese mundo infantil que le invade en ese
momento, encontrará e l abogado que se l e presente como un espejo de
Práctica profesional del abogado de familia

adultez y le ayude a resolver ese estado de perturbación para que pueda


actuar como un adulto.
Osvaldo Ortemberg

CÓMO HABLAR CON EL CLIENTE

a) ¿Qué significa para el cliente concurrir al abogado para hablar de su


problema de familia?

Aquí no hay una sola respuesta porque cada cliente tiene diferente
personalidad, diferentes deseos, anhelos y, obviamente, diferentes
expectativas a l concurrir al abogado a consultar sobre algo que hasta
hace dos o tres generaciones correspondía a l ámbito de la intimidad,
como es un conflicto familiar.

Para ir a consultar a un abogado, e l cliente debió haber podido superar e l


tabú de que eso que l e pasa en su familia es privado por lo cual nadie debe
saberlo, salvo algún personaje muy directo o de ascendencia aceptada,
como e l cura, e l analista, la madre, una amiga o amigo íntimo, etc. Nadie
debe saber lo que ocurre puertas adentro. Ante e l "afuera" nadie tiene
problemas familiares. Ante e l afuera "está todo bien". La imagen que se
brinda es que todos somos personas más o menos felices con una familia
normal o por lo menos como cualquier persona.

Al concurrir, entonces, a hacer la consulta sobre ese problema tan íntimo,


e l cliente va porque ya no puede más, y alentado porque hoy se admite
socialmente que eso privado, e l conflicto familiar, puede ser confesado
-esa es la palabra- ante un especialista que tiene los conocimientos y
habilitación para resolverlo, como es un abogado especializado en
derecho de familia.

b) Cómo le habla el cliente al abogado.

El cliente concurre a consultar al abogado con e l objeto de solucionar, de


la manera que sea, su conflicto familiar.

¿Cómo se lo cuenta a l abogado? ¿Cómo le habla de su problema familiar


en la primera o primeras entrevistas que hace?

Se lo cuenta como é l lo vive. No intenta quedar bien con e l abogado


mediante una exposición que a éste l e agrade. No intenta que e l abogado
vea lo inteligente o brillante que es y que por ello lo admire. Se lo cuenta
como e l cliente puede hablar en esa situación, sin ahorrar lágrimas ni
Practica profesional del abogado de familia

que afloren estados emocionales que suelen ser incontenibles para los
clientes, como inevitables de presenciar para e l abogado. Lo habitual
es que e l cliente se presente, en algún momento de la entrevista en
que logre abrirse espiritualmente por la confianza que le puede brindar
su abogado, como un corazón descarnado y palpitante. No puede
evitar transmitir su dolor, su furia, su angustia, sus miedos, su amor, su
desencanto de la manera más desgarrada y sincera. Trae asimismo varias
preguntas. Creencias e interrogantes acerca de lo que la ley dice acerca
de su situación que necesita refrendar con e l abogado. Aveces lleva una
lista obsesivamente escrita que es, a la vez que una expresión obsesiva
de libro, un modo de controlar sus propios sentimientos, una manera
de evitar que afloren, como si estuvieran atenazados por su razón, por
su voluntad consciente. En esas preguntas y creencias existe e l anhelo
profundo de que la ley lo ampare, l e dé la razón y, en lo más profundo,
que restablezca de algún modo la armonía en su vida que e l conflicto
familiar ha deshecho.

Esta armonía que anhela volver a tener no es que se reestablezcan las


cosas al estado anterior a l conflicto que le aflige. No es que vuelva a
tener con su pareja, con sus hijos, e l vínculo anterior que e l conflicto ha
deshecho, sino liberarlo de su crisis actual. Es decir, no la de reencontrar
su felicidad perdida, sino e l dejar de padecer la infelicidad actual.

En este sentido, e l abogado es e l que tiene la llave para que mediante


su conocimiento de la ley lo libere de un mal, de un dolor, de todo ese
estado anímico desgarrador que le provoca e l conflicto. Es e l cirujano
que mediante su arte le extirpará e l mal.

c) Cómo no escuchar al cliente.

Ante una persona que está angustiada y nos quiere hablar, es habitual que
uno se angustie. Es decir que la angustia del que nos habla es muy difícil
eludirla, por lo cual la respuesta habitual ante ella suele ser e l consuelo,
las palabras de aliento, tratando de hacerle ver que en e l futuro eso no
va a estar más, que esa situación es transitoria, que ya va a pasar. Incluso
si uno es amigo o pariente de la persona, traerle recuerdos de muchas
otras situaciones en que e l angustiado estaba bien y que, así como solía
estar bien antes, lo estará en e l futuro, como también que ya pasó otras
situaciones dolorosas que hoy son tan sólo un recuerdo.

Esas respuestas ante la angustia del otro son muy humanas. Y estaríamos
en lo cierto, pero en un doble sentido en cuanto es un consuelo que
muchas veces da resultado porque la angustia es uno de los estados
normales a lo largo de la vida, que se alterna con muchos otros que
Osvaldo Ortemberg

son más felices o francamente felices. Y eso ciertamente consuela al


doliente. Pero también es humana porque significa una huida que hace e l
que escucha, de la angustia que no puede evitar sentir ante la angustia
del otro, en tanto es un afecto que en más de una oportunidad también
padeció, y al tenerlo ahí enfrente lo revive, aunque no tome conciencie
de ello.

¿Por qué es una huida?

Porque hacerle frente a esa angustia, ayudar verdaderamente al otro


en ese estado es ayudarle a pensar en aquello que l e despertó la
angustia. Las palabras que iluminan las zonas oscuras de los hechos que
desencadenaron la angustia son las que permiten modificar ese estado.

El abogado puede tener ambas actitudes con e l cliente: huir o ayudarlo


a resolver su situación.

La huida la puede emprender, predominantemente, de dos maneras:

Una es e l consuelo. El consuelo alivia, pero no cura -cura en e l sentido


que estamos viendo de tratar de ayudar a l cliente a liberarse de su
conflicto-. El abogado puede en e l consuelo manifestar rasgos humanos
que conmueven a l cliente, que hacen que éste vea en e l abogado a una
muy buena persona. Puede incluso que se vaya de la entrevista con
alegría. Pero en la casa las cosas siguen igual. La alegría dura e l trayecto
hasta llegar a l lugar donde los hechos se mantienen esperándolo.

Otra es usar e l Código como escudo contra la angustia del otro y recitarle
los artículos que tienen que ver con e l caso. Y decírselo en e l lenguaje
que usaba como estudiante de derecho ante e l profesor que l e tomó
e l examen. Con esta actitud e l cliente suele calmarse, pero no porque
e l discurso l e lleva tranquilidad, sino porque l e despierta un temor
reverencial, ya que no entiende de qué habla e l abogado. Pero sí sabe
que está hablando de la ley. Y la ley para e l cliente es algo enorme, que
amenaza, que tiene una espada que empuña e l Estado y esa figura terrible
que es e l juez. Sí, terrible en ese momento porque de eso depende que é l
deje de sufrir o que siga sufriendo. El cliente está en manos de todo eso
que para é l se personifica en e l abogado. Y é l no puede, en esa situación
quedar mal con e l abogado, sino que quiere que le sea propicio. En ese
momento de desprotección, no se le cruza por la cabeza que e l abogado
está trabajando para él, que así como lo contrató puede dejar sin efecto
e l contrato, que en ese contrato al ser é l e l que paga tiene una posición
en gran medida dominante en e l vínculo: é l es e l que compra y puede
Practica profesional del abogado de familia

prescindir de los servicios que paga al abogado. El cliente está con un


estado en ánimo y en una posición que lo hace sentir ante este discurso
una rata. Y el abogado actúa, al ampararse en el Código y con el lenguaje
de la ley pelada, como para que el cliente se sienta de ese modo.

d) Cómo escuchar al cliente.

El abogado puede no huir ante la angustia del cliente si tiene una


disposición a escucharlo y ayudarlo a comprender su historia, teniendo
como fondo y referente de sus palabras el conocimiento de la ley y de las
pasiones humanas.

Escuchar con esta disposición es un acto doble, ya que se comprueba el


modo en que e l abogado escucha por la manera en que le habla al cliente.
Escucharlo entonces requiere que el dolor que el cliente le exhibe no
neutralice su disposición a acercarse al problema que le plantea en lo que
le cuenta. Estas palabras del cliente están impregnadas de sentimientos
que no sólo las entrecorta, sino que suelen dificultar la coherencia de lo
que dice.

Si bien nuestra percepción de coherencia ante un habla normal es ilusoria


si la vamos a analizar minuciosamente, estamos habituados a entender
aun con tales incoherencias porque las mismas son las habituales,
digamos, las socialmente aceptables. En cambio, lo habitual es que el
relato de nuestro cliente no rinda estos cánones de normalidad en sus
aspectos incoherentes. En efecto: suele saltar de un recuerdo a otro
sin haber terminado el anterior, también tienen una fuerte presencia
los reproches al otro y los autoreproches, las repeticiones de algunos
hechos o conductas del otro o propias que pueden llegar a fatigarnos.
En fin, dejarlo que se exprese requiere una alta dosis de paciencia y
profesionalidad ya que de esas palabras saldrán aquellas que nosotros
podamos decir acerca del sentido de esos hechos y reproches que nos
relata y las relaciones que podemos avizorar entre ellos. Esto y, por qué
no, algunas palabras de consuelo y aliento, son el contenido fundamental
de nuestras palabras al cliente. Y nuestras palabras, en lo posible habrán
de recoger las expresiones y, si nos resulta a nuestro alcance, con un
estilo que sea semejante al de nuestro cliente. Esto significa entrar en la
historia del cliente para que él la pueda comprender, por lo cual tiene que
ser dicha en términos semejantes a nuestro cliente. Por ejemplo, cuando
le hablamos a un niño solemos emplear un lenguaje que contemple el del
chico. Esta actitud es el lenguaje que considero debe usar el abogado
de familia con su cliente. El cliente tiene que poder entender lo que le
decimos.
Osvaldo Ortemberg

Al entrar nosotros en e l lenguaje del cliente éste podrá escucharnos


y seguir con nosotros las relaciones que llegamos a avizorar sobre ese
relato inconexo y casi mágico donde está perdido. Perdido en cuanto está
invadido, como venimos diciendo, en e l magma emocional que le impide
darse cuenta donde está parado en esta crisis, porque recién se la puede
comprender viendo e l proceso que desencadenó en la situación actual, y
esto es la reconstrucción de fragmentos de su historia afectiva en e l seno
de su familia. El material de esta reconstrucción es ese relato inconexo
del cliente. Y quien hace la relación entre esos hechos y muestra así sus
sentidos a lo largo de su transcurso, es e l abogado.

Hablando e l abogado e l lenguaje del cliente l e puede transmitir la ley de


un modo comprensible, evitando en lo posible la utilización del lenguaje
técnico. Sustituyendo las palabras técnicas por e l sentido de las mismas
en e l lenguaje cotidiano, aunque sea e l cotidiano del abogado y no del
cliente. Ingresando e l abogado al lenguaje del cliente, éste tendrá e l
buen ánimo para comprender e l lenguaje cotidiano del abogado, y por
esta vía la ley que l e transmite e l abogado será la ley para su situación,
será la ley para e l cliente, algo de lo que se podrá apropiar por e l hecho
de poderlo escuchar. Poderlo escuchar es e l objetivo. La comprensión se
produce a veces, otras no. Pero escuchar lo aparta del temor reverencia1
o la desconfianza con que suelen reaccionar los clientes ante un discurso
incomprensible para él, cuando no lo captura e l temor reverencial.

e) Cómo tratar al cliente.

Es más fácil que e l cliente tolere un error del abogado en e l abordaje


del caso que e l maltrato. El maltrato, normalmente, echa al cliente. El
cliente se va, aunque e l abogado que eligió haya resuelto e l caso de la
persona que lo recomendó de una manera maravillosa. El buen trato es
parte de la tarea del abogado. La persona que viene es un sufriente que
lo contrata para que lo ayude a resolver su situación. Es un ser humano
que por serlo merece que lo tratemos como pretendemos que nos traten
a nosotros. Pero también es nuestro empleador. En ambos sentidos e l
trato tiene que ser respetuoso y, de ser posible, cordial, amable. El
reconocimiento del otro en ambos sentidos -persona y cliente- requiere
que tengamos una disposición a explicarle cosas que a nosotros nos
parecen obvias. Para e l cliente la mayor parte de estas cosas que son
obviedades para nosotros, no las sabe. Hay que explicárselas aunque
nos fatigue por las reiteradas veces que lo hicimos. Esta obviedad tiene
más que ver con las veces que las repetimos a nuestros clientes que lo
elemental que las podamos considerar. Finalmente, al cliente hay que
mantenerlo informado de la marcha del caso aunque tengamos poder
judicial. S i no lo hacemos hay parte de nuestra tarea que no cumplimos.
Practica profesional del abogado de familia

El proceso de un juicio es un aprendizaje para el cliente acerca del


modo en que se va resolviendo el conflicto que padece. Tiene más valor
explicarle, paso por paso, cada escrito que hacemos que no sea de mero
trámite, que una larga explicación con lujo de detalles al final del juicio
si el juicio se pierde. Aun perdiendo el juicio, si el trato es correcto, si
se advirtió al cliente que perderlo era una de las posibilidades y que el
abogado no hace magia, el cliente puede volver si e l trato fue correcto y
hubo diálogo y explicación a lo largo del proceso.

1) Clientes con abogados a repetición.

A veces llegan consultantes con litigios en los que cambió varias veces
de abogado. No me refiero al que consulta porque no está satisfecho
con su abogado actual, sino al que ya cambió varias veces de abogado.
En estos casos sugiero que tengamos las siguientes actitudes: una, saber
que los problemas que tiene con los abogados son más del cliente que
de los colegas y que podemos sospechar que no logró cambiar el cuento
infantil con que llegó a la primera consulta, por la novela. Otra, saber
que lo más probable es que nosotros entremos también en la lista de
abogados prescindibles, aunque hayamos puesto mucho más empeño de
lo que habitualmente necesitamos para otros casos con una problemática
jurídica semejante, tanto en labor judicial, negociación como
contención, reproches y disconformidades del cliente. Tres: ir cobrando
honorarios a medida que desempeñamos nuestra labor, que deberán ser
proporcionales a la mayor labor que este cliente requiere. Cuarta, que
es posible que haga comentarios desfavorables de nuestra labor y aun de
nuestra honestidad.

No digo que no tomemos el caso, pero sí que estemos advertidos de las


probables consecuencias. Sin embargo, no descartamos que logremos
resolver el caso. Pero aun así no espere que el cliente lo reconozca, sin
descartar que pueda ocurrir: simplemente no esperar que lo haga, ya que
siempre puede alegar que podría haberse resuelto mejor.

Si se resuelve y el cliente lo reconoce, es que usted logró algo muy difícil:


el cliente se modificó, se hizo adulto. Entonces puede enorgullecerse de
usted.

2) Licitadores.

Es aquel que concurre a diferentes abogados para elegir a cuál le deja su


caso. Ocurre con bastante frecuencia: son muchos de los que consultan
y luego no vuelven. Puede que liciten para ver qué abogado le convence
Osvaldo Ortemberg

como e l más apto para resolver su caso. No es reprochable sino todo lo


contrario, ya que es mejor que e l cliente confíe en su letrado.

Pero están los clientes que licitan para ver quien le cobra menos y uno
se entera porque suelen comentarlo directa o indirectamente. En estos
casos sugiero que uno no resigne honorarios para que quede e l caso.
Esto no significa que uno no adecue sus honorarios a las posibilidades del
cliente, tanto en e l monto como en la forma de pago.

El licitador que pretende pagar lo menos posible nos muestra una faceta
que tiene que ver con su crisis familiar. Ésta tiene relación con su manejo
del dinero y aflorará cuando tomemos e l asunto, en caso de que nos
lo deje. Esta dificultad inicial en su actitud en la elección de abogado
será una dificultad que tendremos no sólo en la relación del cliente con
nosotros, sino con la otra parte.

3) Diferencia entre la emergencia familia y angustia del cliente.

Una advertencia que brinda la experiencia: poder diferenciar una


emergencia crítica de una emergencia emocional -una crisis de angustia
del cliente-.

La primera puede requerir indicaciones precisas a l cliente - abandone


inmediatamente la casa, llame a la policía, venga ahora, etc.-. La otra
requiere palabras, tanto del cliente como nuestras: se trata simplemente
de contenerlo y, sin perjuicio de ello fijar una entrevista, no de emergencia
sino normal. Para e l cliente es un alivio saber que va a encontrarse con
su abogado.
Osvaldo Ortemberg

LA FAMILIA Y LA LEY

a) La Prohibición del Incesto.

Sabemos que el ser humano pertenece al reino animal. Como tal, padece
instintos que le imponen una tendencia a reproducirse mediante el acople
sexual. Los hijos provienen de la hembra, en cuya conformación orgánica
encuentran su alimento y el instinto de protección que les permitirá
sobrevivir hasta valerse por sí mismos.

Hasta aquí no hay mucha diferencia entre los humanos y los perros, los
gatos, los tigres. Pertenecemos a la naturaleza y nunca nos podremos
emancipar de ella. Pero hay ciertos aspectos que no nos lo provee la
naturaleza. Estos aspectos son los que nos convierten en animales
humanos, o bien en animales racionales -zoon politikon-. La combinación
entre ese substrato natural con otro aspecto que pertenece a nuestra
estirpe y constituye nuestra diferencia especifica: humanos, racionales,
politikones. Este segundo elemento agregado a nuestra condición animal,
consiste en que nuestros instintos no solo se adecuan a Las situaciones
naturales que lo conforman, sino a una adquirida, agregada, que los
modifica.

Esta alteración consiste en el establecimiento sobre los mismos, de una


interdicción sobre ciertos objetos a los cuales estos instintos tienden y en
los que intentan satisfacer el impulso que los guía. A esta interdicción la
llamamos Ley. La interdicción recae sobre uno de los objetos del instinto
sexual del macho humano: la madre, y sobre uno de los objetos del
instinto de destrucción: el padre. La Ley de la que estamos hablando es
la de la Prohibición del Incesto.

Por imperio de ella el macho no puede luchar contra su padre por poseer
a su madre.

Este aspecto diferencia al humano de otros animales.

Y como los animales envejecen, el destino de los machos padres hubiera


sido el de ser derrotados o muertos por sus hijos y serles arrebatadas las
hembras que pudo haber poseído mientras su vigor físico le permitirá
sostener su privilegio. La Ley, entre los humanos, sustituye el uso de la
Practica profesional del abogado de familia

fuerza entre las generaciones, que se dana si e l instinto de reproducción


no tuviera e l límite que le impone a l objeto de su satisfacción.

Pero e l efecto de la Ley, a la par de erradicar esos objetos interdictos de


las tendencias instintivas, los fija.

Es un efecto paradójico: no anula lo prohibido, sólo lo inhibe y a l


hacerlo lo convierte en algo inolvidable, fijo y privilegiado. Estos objetos
constituirán una búsqueda obsesiva en e l sujeto, a diferencia de los
animales, que no tienen una preferencia por la hembra madre en sus
predilecciones sexuales, ni por e l macho padre en sus predilecciones
destructivas.

¿De qué modo se produce este efecto contrario al buscado?

Esto es posible porque la Ley genera una partición en e l animal humano


en dos universos que conforman e l aspecto humano de su animalidad:
e l consciente y e l inconsciente. La fijación del instinto en los objetos
prohibidos se mantiene en lo inconsciente, pero la interdicción de los
mismos en lo consciente.

Esta participación afecta la conformación del instinto, ya que perdió un


componente natural, en cuanto hay un objeto sobre e l que no, y que a
los demás animales no les ocurre. Y esto que no se transforma en una
fuerza interior de búsqueda infructuosa que lo mantiene en actividad
permanente y que se denomina deseo inconsciente.

Pero la conciencia ignora lo que e l inconsciente busca con su deseo, lo


cual no significa que ambos universos sean ajenos. Esta partición se da en
e l mismo sujeto, en e l mismo psiquismo y tienen una relación tan íntima
que uno depende del otro.

Dijimos que la Ley establece una interdicción. Tal interdicción opera


sobre los instintos y con relación a un objeto determinado. La madre.
El padre. Para que los instintos sepan cual es t a l objeto prohibido,
determina aquello sobre lo que recae la prohibición mediante la palabra,
que nombra a l vínculo. No se refiere a algo que se ve sino a una relación.

Así, la Ley de la Prohibición del Incesto, se manifiesta también como la


Ley del Lenguaje y opera sobre los sentimientos que son e l campo en que
se manifiestan los instintos.

¿Cómo es posible que los objetos incestuosos se mantengan en lo


Osvaldo Ortemberg

inconsciente y Lo ignore La conciencia?

Porque La Ley, cuando instala La interdicción en Los objetos de Los instintos,


simplemente Los reprime, no Los extingue. Más aun, habíamos dicho que
Los fijaba, pero La característica de Lo reprimido es que no tiene acceso
a La conciencia. La conciencia no sabe que en Lo inconsciente, La única
obsesión de su deseo es satisfacerse en e l objeto incestuoso, en aquello
que tiene absolutamente prohibido, censurado.

Pero, hecha La Ley, hecha La trampa.

¿Enqué consiste La trampa?

Consiste en que e l instinto transfigurado por La prohibición mantiene su


tendencia a obtener satisfacción a sus exigencias, en e l objeto prohibido.
Pero por La prohibición establecida no La puede realizar directamente:
se Lo impedinan Los sentimientos conscientes que son Los estandartes de
La prohibición. A La conciencia en resultaría absolutamente aberrante,
se Lo impedirá, Lo expulsaría tanto de su territorio afectivo, como de La
acción. Entonces La vía que Le queda a La tendencia incestuosa del deseo
es La de buscar otros objetos que representan a ese objeto prohibido.
Sustituir, disfrazarse de otra cosa. Esa es La trampa, en que realizan esa
satisfacción a través de otra cosa. Donde eso prohibido LLega a convencer
a La conciencia que La prohibición se respeta. La conciencia resulta
engañada. Pero es un engaño consubstancial a nuestra condición humana,
ya que La vía de t a l sustitución es mediante algo que represente a algo.
EL paradigma de dicha sustitución es La palabra que, tras su apariencia
de representar alguna cosa, Lo que está sustituyendo es otra palabra en
una red que LLega aL motor de su actividad: e l objeto incestuoso prohibido
.
aue., de ese modo. se satisface mediante e l uso de todas esas mediaciones
que Le facilita e l Lenguaje inaugurado por La misma prohibición, que Le
da e l material que usa para sustituir: La misma palabra. Y ese es vasto
movimiento que mantiene La actividad de nuestro psiquismo es, como
dijimos, e l deseo humano. La burla consiste en que e l objeto en que
recaerá e l impulso sexual es, para Lo inconsciente, un representante de
La madre o del padre. Así, La conciencia feliz y e l inconsciente satisfecho.

Pero, como hablamos de La Ley y Lo hacemos para abogados, y más aún


para que quienes deban afrontar casos de familia, habremos a agregar
algunos ingredientes a Los avatares del sujeto en su crecimiento, bajo Los
efectos de La impronta de La Ley y de La crianza.

La inscripción de La interdicción en Los instintos no es un acontecimiento


Practica profesional del abogado de familia

único, es un proceso en e l cual hay ritmos temporales diferenciales, hay


acontecimientos que expresan estos procesos como crisis de manera
esporádica y espasmódica.

b) Matrimonio y dinero: su incidencia en el divorcio

Como dice la Biblia "la culpa la tuvo la mujer". En realidad no es la mujer


sino e l capitalismo. La culpa es la liberación de la mujer de la esclavitud a
la que estaba sometida. ¿Estoqué significa? Nuestras abuelas se dedicaban
a la casa, a los chicos que eran muchos, nueve, diez. Es decir, ella en las
tareas del hogar y los servicios sexuales que é l necesitaba y, a cambio, é l
proveía e l dinero. Era una división del trabajo clarísima. Ella mantenía
en orden la casa, los chicos y la tranquilidad erótica del hombre. Cuando
ella tenía que hacer las compras é l le daba e l dinero.

¿Estamos hablando de la época de las cavernas?


No. De nuestros abuelos.

¿Qué pasó?

Pasaron dos guerras en Europa. En la primera no se pensó que iba a ser


una guerra total, es decir, que toda la sociedad iba a estar implicada,
porque hasta esa época -salvo la de las cruzadas- las contiendas eran
entre ejércitos. Pero esta fue total, porque todas las labores civiles
de cada nación se realizaban en función a la guerra. Las fábricas que
producían cuchillos ahora hacían balas. Las que fabricaban coches, hacían
jeeps, tanques y balas. Los varones fueron a la guerra y ésta duró mucho
tiempo. Las mujeres fueron a las fábricas y empezaron a ganar dinero.
Cuando volvieron los muchachos, quisieron volver a la fábrica, pero ellas
querían seguir. Entonces les empezaron a dar beneficios a las mujeres,
por ejemplo, licencia por maternidad. A los empresarios no les convenía
contratarlas porque les salían caras. Entonces los muchachos volvieron a
las fábricas y las mujeres a la casa.

Luego advino la crisis del '30 motivada fundamentalmente por e l


desarrollo que se les había dado a las industrias para abastecer de
productos la primera guerra. Culminada ésta, se volvió a producir los
mismos productos de antes, pero con la diferencia de que e l voraz
consumo de los insumos bélicos potenció la capacidad industrial, ya que
se agotaban rápidamente. Una bala duraba un disparo, una ametralladora
la vida de un soldado -digamos, tres, cuatro meses-, un avión podía durar
un año, hasta que lo abatían. A ello agreguemos uniformes, medios de
Osvaldo Ortemberg

comunicación, combustibles. Es como si La producción y Las invenciones


consecuentes para potenciarla -producir más y mejores productos en
menos tiempo- se moviera en cámara rápida. A su vez, La reconstrucción
de Los países en conflicto -salvo EEUU, e l gran ganador- impulsaron aún
más La capacidad productiva. Una Locomotora marchando a mil, que
cuando Llegó a destino - La reconstrucción orientada-, se encontró con
que Le faltaba vías para continuar su rumbo, es decir, dónde insertar -
vender- Los productos que generaba. EL frenazo fue abrupto. EL mercado
no estaba preparado para semejante invasión de mercancías. Entonces
sobrevino una crisis de consumo. Y si Las empresas producían bienes o
servicios que no se consumían, quebraba. La capacidad de Las industrias
había aumentado notablemente acorde a Las necesidades de La guerra
y fabricar menos productos que Los que se podían fabricar significaba
despedir trabajadores. Hubo un quiebre generalizado. Los años '30, vino
La guerra unos años después y de nuevo Los muchachos volvieron a La Lucha
y Las mujeres a Las fábricas, pero con La diferencia de que éstas tenían La
experiencia que habían heredado socialmente de La primera posguerra,
y sabían que después Las iban a hacer caer en alguna trampa -que había
sido darles demasiados beneficios- para que vuelvan a Las casas. A ello
se sumó que e l capitalismo tenía La experiencia que esta gran capacidad
productiva después se Les volvía en contra. Estas mujeres empezaron a
tener derechos a partir de sus Luchas y junto con Las mujeres Los niños..y
e l asentimiento ciego del capitalismo, que necesitaba intensificar La
venta incluyendo nuevos sujetos de consumo, que fueron Las mujeres y
Los niños. Esta fue La sociedad de bienestar.

Con tales antecedentes, La sociedad se modificó aceptando que La mujer


y Los niños tuvieran derechos. La mujer podía trabajar, disponer de su
dinero y consumir. Ésta situación generó un cambio en La familia. Antes
una mujer si no tenía alguien que Le proveyera e l dinero se mona de
hambre. Ahora empezó a trabajar, comenzó a tener La experiencia de
ganar y administrar dinero durante La primera y segunda guerra mundial
y en La posguerra de ésta última. Ya tenía una experiencia de que tener
dinero era tener futuro y Libertad, aunque esa Libertad significara entregar
su tiempo a una empresa y obtener Los recursos -salarios- para comprar
Las mercancías que la empresa necesitaba vender.

La organización patriarcal se empezó a resquebrajar EL poder del varón


se cimentaba sobre La base económica de creer que sustentaba todo.
Se perdió esta base de poder. La mujer empezó a producir dinero a
tener su propia economía. ELLa podía elegir con quién casarse, hacer
transacciones e incluso comprar y administrar Los bienes propios que
traía al matrimonio, que hasta ese momento era monopolio del hombre.
Practica profesional del abogado de familia

En la actualidad la mujer no depende económicamente del hombre. En


este momento tiene autonomía económica. Esto genera conflictos con
las antiguas "potestas" masculinas que perviven por herencia ancestral.
Ello, aunque aun haya hogares de tipo tradicional.

La mujer tiene autonomía económica, pero también una herencia


ancestral donde al mismo tiempo de reclamar su libertad requiere los
antiguos privilegios de ser mantenida por un hombre.

¿Será porque la mujer no se desliga de los quehaceres de la casa? ¿Porque,


si bien sale a trabajar y gana dinero, también se ocupa de las cosas de
la casa?

Es cierto, pero ser madre y ama de casa lo delega cuando trabaja afuera
o tiene que ir al médico. Administra la función materna a través de
delegados, como es e l personal doméstico. Hay tareas femeninas que
siempre se hacían, pero que ahora se delegan, como en e l ejemplo
que vemos, e l lavadero, la rotisena, la confección de ropas y un largo
etcétera. Todo se va aggiornando hacia una mujer que tiene que delegar
en gran medida quehaceres que antiguamente eran exclusivos de las amas
de casa, todo ello para poder desempeñar un rol en la sociedad que antes
le estaba vedado. Esto le permite que si e l hombre la maltrata puede
divorciarse. Por eso hoy en día hay situaciones de violencia familiar que
la mujer no tolera. Antes e l débito conyugal era una obligación. Hoy es
considerado violación aun estando casados.

Antes la mujer era sujeto de derecho pero bajo la tutela del marido, es
decir, incapaz de ejercerlos por sí misma. Ahora ya no necesita la tutela
del marido. Ella se puede divorciar y autoabastecerse.

La crisis se da porque pervive la ideología anterior. Es algo muy arraigado


en nosotros porque más allá de la experiencia que tenemos, esta
ideología se transmite en la crianza infantil. A nosotros nos trasmitieron
nuestros sentimientos y valores cuando éramos chicos y después lo vamos
modificando, pero esta modificación tiene incidencia en la superficie
de nuestro ser. Lo profundo se adquiere en los primeros años de vida y
esto lo transmiten nuestras mamás y papás, que son de una generación
anterior. Pero ellos son antiguos también, porque esos valores les fueron
transmitidos por sus propios padres, nuestros abuelos. Hay una fuerza
interior que es antigua e inconsciente: la ideología de los vínculos
afectivos, entre ellos e l rol del hombre y la mujer.

En este momento conviven la situación en la cual ella gana y é l gana,


Osvaldo Ortemberg

podna ser como una situación pareja. Pero no es pareja porque subsiste
La ideología anterior, que es machista. S i ella gana más que él, a éL suele
hacerle mal. Aella también. Si é l deja de trabajar, al principio puede estar
todo bien. Pero después é l se deprime, ella lo comienza a desvalorizar,
Le sugiere al principio tareas que hacía ella o e l servicio doméstico, que
quizás tienen que despedir por La disminución de ingresos. Él deja de
cumplir e l rol que cumplía su padre y su abuelo. En estas situaciones la
modernidad suele caerse en pedazos.

Vivimos en un tránsito que se da porque ella tiene un conjunto de


derechos y tiene dinero, autonomía, autovaloración que no tenía. Al
mismo tiempo tiene La historia del rol ancestral en e l cual e l hombre es
e l macho que proveía y protegía. Y como la protección era a través del
dinero, es contradictorio. Él también es moderno, pero jsi gana menos
dinero que ella? Le cae mal. Si ella triunfa y é l no, le cae mal, porque
se siente desplazado, desvalido. Es decir, en é l como en ella está la
ideología machista a pesar de que puede gozar de la nueva ideología de
no ser e l Único soporte de una familia.
Este conflicto es una de las fuentes del divorcio que suelen ser invisibles,
que les pasa pero no se dan cuenta. Esa ideología ancestral irrumpe en
Las crisis. Escuché en audiencias mujeres jóvenes que le reprochan a
é l que nunca fue lo suficientemente hombre -ella era arquitecta, que
Le iba bien en su profesión- "nunca pusiste lo que hay que poner" ...
y é l le contestaba "vos nunca atendiste l a casa". Es la ideología de los
abuelos en gente joven y moderna, que incide en e l divorcio. Porque si
cae la figura de é l o se siente despreciado por ella, ahí empiezan a surgir
Las disputas, malos tratos e intolerancia donde é l se siente que no es
comprendido por ella. No es que no Lo comprenda, sino que gana más. El
no tolera eso, y se fija en su secretaria que no sólo es más joven y aun
puede ser más linda, pero e l hecho importantísimo en esta trama actual
es que gana menos y está supeditada a las órdenes de él. Ella ante una
situación así empieza a mirar hacia otros horizontes ve otros hombres
más valiosos, más potentes que ella, más parecido a ese abuelo mandón
del que todos se quejaban, pero que era macho de la casa. Figura que
nunca dejó de palpitar en ambos y que en ese momento cobra actualidad
y conciencia. Esta ideología afectiva inconsciente va a durar por mucho
tiempo, porque es ancestral, viene de cuando éramos monos, e l macho
mandaba y poseía todas las hembras y comandaba a los demás machos
para Las guerras y para obtener los recursos para La supervivencia.

iPodemos acaso considerar que esto es lo que genera un divorcio?

Digamos que es tan sólo un factor. Es uno de los motivos que incide en las
crisis en los matrimonios. Más allá de los pactos que se hagan durante e l
Practica profesional del abogado de familia

período de la pasión inicial. La crisis viene cuando ella gana más que éI
y entonces "le pasa" a pesar de los pactos y promesas, que "no banca"
a un mantenido.

Tampoco podemos dejar de lado que eso ancestral tiene otras


manifestaciones duras, ya que ambos pueden trabajar y aportar, pero
cuando la mujer llega a la casa tiene un montón de cosas que hacer, por
ejemplo, cocinar. En cambio, e l hombre llega y se pone a ver la tele. A
ella le da bronca que lo haga; a él, en cambio, l e parece natural, porque
así lo vivió -como ella misma- en su casa cuando era chico.

Este también es otro factor que incide en e l divorcio. Pero no tiene que
ver con e l dinero. Sí es una consecuencia de que la mujer sale a trabajar
y cuando vuelve tiene que hacer y é l en cambio distraerse, descansar.

En las películas norteamericanas se ve otro trato en la pareja en la cual


se comparte las actividades del hogar, y tiene que ver con esta cuestión
del bienestar, en donde existe lavadoras, microondas, etc. que antes
sólo eran patrimonio de las clases altas y hoy de las clases medias y
bajas. Hoy están en todos los hogares. Pero la cuestión es más cultural,
porque nosotros venimos de una cultura latina en la cual se potencia más
las "potestas" del varón. En la cultura sajona son más igualitarias las
tareas del hogar. Quizás nos llevan una generación. En una generación
podríamos ser iguales. Esperemos que no en todo, porque la sajona
no tiene erotismo, ni la sajona n i la alemana. No creo que no hayan
tenido erotismo, pero veo una caída en la sensualidad. La tecnología
está trayendo este problema. Al ser humano los adelantos tecnológicos
lo lleva a transformarse en una máquina. Se mimetiza con la máquina,
se hace un servidor de ella en e l mismo acto de utilizarla. Pero cuando
llegan a l abogado planteando divorciarse, esa alienación en los objetos
que utilizan, no impide que e l universo inconsciente, originario en cada
uno de ellos, sea e l motivo real de lo que desencadena la crisis que quiere
resolver. Es como si esa alineación saltara por los aires cuando estalla la
crisis. Como si e l fanatismo de é l por ver los partidos de fútbol por TV
cuando ella quiere ver la novela, o e l fanatismo de ella por las carteras
más caras cuando é l ni se da cuenta de esos cambios, aunque sí del valor
de esas compras, fueran emergentes de algo más profundo, inconsciente,
que se manifestara en esos fenómenos cotidianos.

¿Cómo llevar al cliente de estas visualizaciones de sus conflictos a través


de esos elementos manifiestos a sus causas profundas que ignora, como
las ignora e l abogado en e l momento en que le son planteadas?

¿Qué es lo que tiene que hacer para manejar esto?


Osvoldo Ortemberg

Lo primero es una Larga conversación con e l cliente, como venimos


diciendo, en la cual esos elementos manifiestos son las puntas de ovillos
latentes que e l abogado ayuda a articular del relato del cliente. Con
esta primera aproximación al "otro mundo", hay que dar un nuevo paso:
escuchar la otra campana que alimentará esa profundización de la parte
conflictiva que llevó a la crisis.

Este nuevo paso es hacer una negociación, donde hay que poder escuchar
a la otra parte, o su abogado. El dinero suele aparecer en primer término.
Es un tema central en que se manifiesta la pervivencia de la organización
machista del vínculo de la pareja. Esto hace estallar todos los pactos y
promesas igualitarias que se habían hecho a los comienzos, aunque ella
era entonces dueña de una empresa y é l un profesor de secundaria.

Una vez en crisis no podemos cambiar esas modalidades machistas que


anidan en e l inconsciente de ambos. Hay que contemplarla, transmitírselas
-es decir ayudarles a pensar- porque de sí mismos y del otro o la otra tienen
una idea que proviene de su conciencia pero que expresan esas pulsiones
atávicas que no perciben. Es como si se manifestaran en enigmas que hay
que decodificar. La decodificación les permitirá pensarse a sí mismos y
en la relación entre ellos y de ellos con sus hijos. La desvinculación entre
ellos mantiene los vínculos económicos cuando hay hijos o bienes, o e l
amor despechado de uno hacia e l otro o la otra.

Aquí a la conversación particular se le agrega otra forma de conversar,


ya con la otra parte, que llamamos negociación. Es un término equívoco,
que proviene del lenguaje comercial, es decir, e l que pone e l acento en
lo un aspecto manifiesto del drama y con ello oculta lo latente ignorado.

En la negociación hay que tener muy presente la incidencia del machismo


o e l feminismo. Uno no lo va a cambiar, pero lo tiene que considerar
y aun dar lugar a que esos aspectos sean satisfechos, aunque sean
simbólicamente.

Esto es mostrar la parte invisible de un tema que es jurídico. En e l


manejo de la negociación jurídica de estos casos se tiene en cuenta
factores emocionales y e l aspecto machista no se puede evitar, ya que
afecta a ambos. Estas actitudes machistas son difíciles de removerlas.
Por ejemplo, en la mujer: cuando juntos mantenían los gastos en $10.000
por mes y ella ahora pide que ese importe se mantenga, se actualiza
la moral de la antigua familia patriarcal donde e l varón proveía todos
los gastos. Esto, aunque ella comprenda que é l tiene que irse y para
ello pagar un alquiler, comprar heladera, cama, utensilios de comida,
lavarropas, etc. Su posición "no me importo, que se arregle", no es
Práctica profesional del abogado de familia

sólo despecho, es una exigencia que l e transmitió la ideología que viene


de los siglos en que é l era e l proveedor y ella no se enteraba de cómo
obtenía aquello que brindaba porque era un "problema de los varones"
que ella no se enteraba, porque no participaba del mundo social, e l
del trabajo remunerado con dinero. Esto, aunque ella ahora tenga un
trabajo remunerado con dinero. Conviven los dos mundos: e l actual,
que proviene de una experiencia que ella despliega, con e l anterior, que
era la experiencia de su madre para atrás, su abuela, su abuelo, y así
hasta la oscuridad de los tiempos sin memoria. Como si se tratara de
algo que brinda la naturaleza y no la cultura, que cambia más rápido,
en los humanos, que la naturaleza. En la antigua familia no se concebía
que e l hombre no mantuviera e l hogar, e l divorcio era una locura. El
hombre estaba autorizado para tener "queridas", la mujer no podía tener
queridos. Además los conflictos matrimoniales no eran tantos porque en
la familia había muchísimos hijos para criar. La mujer trabajaba de sol a
sol y cuando é l llegaba de la fábrica había que atenderlo como si fuera e l
hijo más querido y si é l tenía todavía fuerza para querer tener relaciones
con ella, no había seducción, sino que era directo a los papeles. Y ella
tenía que ceder por eso del débito, que estaba diseñado para ella que,
abriendo las piernas, estaba resuelto. No para él, que requena una
erección que sólo se producía si la impulsaba e l deseo. El deseo de ella
no contaba. Por eso se inventó e l dolor de cabeza que con frecuencia é l
respetaba y después se iba al prostíbulo y todo en paz.

c) La exclusión del hogar.

Había menos conflictos cuando a ella le estaba vedado disfrutar de la vida


como a él, pero su resolución era muy violenta, se hacía a las cachetadas,
golpes, insultos. Había un fuerte sometimiento hacia e l varón del mismo
modo que é l estaba sometido al patrón.

La mujer que no tenía carácter sumiso se las veía mal. Era mal vista por
la familia y las mujeres. El consejo de las madres, siempre era "nena vos
sabes cómo son los hombres, hay veces que hay que satisfacerlos, aunque
uno no tenga ganas". Hoy eso no se admite en las clases medias de las
grandes ciudades. En los pueblos chicos es diferente.

Es cierto que hay roles invertidos, donde la tiranía la ejerce la mujer y que
aun llega a golpear a l varón, a reclamarle la totalidad del sobre del sueldo
y le tira unos pesos para sus viajes y algún mínimo vicio. Hay hombres
golpeados que suelen no reconocerlo por vergüenza. Y la vergüenza es
porque si alguien pega o grita, es e l hombre. Eso es e l machismo residual
que seguramente va a durar mucho tiempo. Pero e l golpe al hombre no lo
mata; al revés sí. Además, la violencia mayoritariamente es del macho a
Osvaldo Ortemberg

La hembra. Por eso hoy tenemos leyes que facilitan a la mujer -aunque al
hombre también, pero es bastante restringido- excluir al varón violento
del hogar sin aportar pruebas sino un discurso verosímil o exhibiendo
lesiones y estados emocionales alterados. Es decir, no aporta pruebas
de que e l que le causó eso haya sido quien ella denuncia. En esto hay
una inversión de la presunción de inocencia, justificada en e l intento de
frenar e l femicidio.
Antes era prácticamente imposible excluir al violento, porque se exigía
no sólo la prueba de la lesión o la grave alteración emocional, sino que
la misma fuera imputable a quien se quena excluir. Era imposible probar
este último aspecto, ya que la violencia solía darse dentro de la casa, sin
testigos.

Esta exclusión se puede renovar a l vencimiento del plazo que establece


e l juez. En e l ínterin intervienen los equipos interdisciplinarios, que
siempre mandan a hacer terapia a toda la familia. Y ello suele no
modificar la base de la violencia. Lo mejor en estos casos es e l divorcio o
la separación definitiva o por un tiempo prolongado si ambos concurren
a alguna terapia efectiva. Porque no toda terapia modifica estructuras
tan consolidadas como e l vínculo violento en una familia, habitualmente
aprendido en la familia de origen de cada integrante.

Los casos que me llegan de varones excluidos mi consejo es que se vayan


haciendo a la idea de una nueva vida. En general e l hombre violento no
reconoce que lo es.

d) Comunicación con los hijos.

El otro tema es restablecer e l contacto con los hijos, porque normalmente


la exclusión trae impedimento de contacto con los hijos, que en general es
una barbaridad para los chicos mismos. En realidad, debena mantenerse
e l contacto con la intervención de una asistente social. Porque la denuncia
no es con pruebas y eso hace que e l violento se haga más violento porque
se siente violentado.

No estoy de acuerdo con la exclusión de contacto con los hijos, salvo en


los casos en que la violencia haya recaído sobre éstos o en su presencia.
Piensen que esta exclusión se fija por un tiempo tan prolongados como
son los estudios psicomédicos que deben realizarse por las leyes que
regulan estas medidas. Así, si fijan la exclusión por tres meses, este plazo
se debe renovar, ya que en ese tiempo no tenemos los informes de los
profesionales por lo cual hay que prorrogar la medida que lleva a que
e l contacto entre e l excluido y sus hijos se vea interrumpido por largos
Práctica profesional del abogado de familia

períodos. Lo cual es una barbaridad. Y esta barbaridad es tanto para los


hijos que pueden querer y necesitar ver al padre, como para éste, que el
contacto con sus hijos puede ser un estímulo indispensable para trabajar
y sostenerlos.

Diferente es que el hijo no quiera ver al padre o madre. Hace treinta años
un juez hubiera obligado al hijo a ese contacto. Hoy se tiene en cuenta
si el chico se opone. En este caso no se lo obliga. Sí obliga, en cambio, a
hacer un tratamiento para revincularlos, que en general fracasa.

Además, con frecuencia, cuando hay conflicto los chicos se influencian


con la postura del progenitor con el que viven. Aveces la madre le habla
mal del padre, pero, aunque no lo haga, el chico recibe este rechazo que
la madre tiene.
Osvaldo Ortemberg

ABORDAJE DEL CONFLICTO FAMILIAR A


TRAVES DEL CLIENTE.
PRODUCCION DE ESTRATEGIAS. LOS TIEMPOS SUBJETIVOS

a) La problemática de familia es un campo propio que abarca lo


patrimonial pero no se confunde con éste

El título de este punto señala que e l caso de familia es substancialmente


diferente al de los casos patrimoniales.

En los asuntos patrimoniales e l cliente plantea un reclamo contra un


tercero, que le debe dar algo a expensas de su patrimonio. De este
modo, la ganancia de uno es el perjuicio del otro, y este es un modo de
justicia que consideramos aceptable en nuestros días, donde el principio
filosófico -o ético si lo queremos llamar por su especificidad- que preside
es la Ley del Talión.

En los casos de familia esta modalidad de justicia es insuficiente en


nuestros días. En otros tiempos sí lo era, en cuanto el contenido del
derecho de familia era substancialmente retributivo: mal por mal,
bien por bien, donde la sentencia establecía ganadores y perdedores.
Obviamente los aspectos afectivos y los efectos que en ese campo la
decisión podía generar no eran contemplados.

Por ejemplo, en la decisión de la custodia de los hijos menores, el criterio


que prevalecía era que la misma correspondía al cónyuge inocente del
divorcio. Esto a pesar de que el mismo Vélez Sarsfield, en una nota
admirable, nos decía que un cónyuge culpable, es decir un mal marido
o una mala esposa, podían ser perfectamente buenos padres o madres.
Obviamente no se contemplaba el derecho de los niños a estar con aquel
de los padres que estuviera más capacitado para su crianza. Para las
visitas no se tenía en cuenta la aceptación o rechazo que pudiera tener
el niño, la ley se lo imponía.

En los alimentos, estos correspondían al cónyuge inocente del divorcio,


mientras se mantuviera célibe, aunque pasaran 50 años desde la
separación.

Con la irrupción de la mujer y los niños como sujeto de derecho pleno,


Practica profesional del abogado de familia

este punto de vista está dando un giro substancial.

Esta irrupción proviene del protagonismo que la mujer viene teniendo


por primera vez en la historia de nuestra cultura en e l campo de la
producción social. Entendiendo por producción social aquel ámbito del
trabajo en e l cual éste sea reconocido. No basta que trabaje -también e l
esclavo trabajaba-, es necesario además que e l mismo sea reconocido,
por ejemplo, mediante e l pago de un salario.

Junto con estas prácticas sociales irrumpieron interrogaciones acerca


de la subjetividad del humano masculino y femenino en e l campo del
pensamiento, como en las disciplinas psicológicas.

Esta situación era inédita y vino a remover las concepciones vigentes


acerca de la naturaleza misma de la ley jurídica que, hasta entonces,
venía siendo considerada como la voluntad del poder, que se exteriorizaba
mediante mandatos y prohibiciones imperativas, y sanciones ante su
incumplimiento. Esta voluntad provenía, en esta concepción, de dios,
del padre o del estado. Es decir que provenía de la voluntad de uno y los
demás debían obedecer. En e l matrimonio este uno era e l varón, que era
la cabeza de donde emanaba la voluntad y decía que hay que hacer, como
lo explica San Pablo en la Biblia.

La irrupción de la mujer alteró completamente esta manera de pensar


la ley y e l lugar del hombre en la familia -y e l mundo-. El paso siguiente
fue que la familia alberga dos voluntades, la de ambos cónyuges y tantos
intereses protegidos como personas la integren, cualquiera sea su sexo
o edad.

Dos fueron entonces las voluntades que una familia matrimonial


albergaba y, como sabemos, la voluntad que e l derecho reconoce es
la manifestación de un interés, debemos agregar a los intereses de la
esposa y e l marido, un tercer interés, e l de los niños, cuya voluntad e l
derecho actualmente ampara en la medida de su discernimiento, hasta
llegar a su carácter de sujeto de derecho pleno a los 18 años, salvo para
actos excepcionalísimos.

Tenemos, entonces, que donde había una sola voluntad, la del pater
familias que mantuvo su vigencia en la familia llamada patriarcal, hoy
deben coexistir varias voluntades, la de la esposa, e l marido, y los hijos
a medida que crecen.

Esta ampliación de los derechos con una investigación y modificación


Osvaldo Ortemberg

substancial de la noción de subjetividad que produjeron las disciplinas


psicológicas, especialmente e l psicoanálisis.

La filosofía venia centrando su concepción del sujeto humano, en su


voluntad y en los límites que esta ponía a las fuerzas de su pasión. La ética,
área privilegiada de la filosofía, es e l conjunto de normas que limita a la
pasión valiéndose de la potencia de la voluntad. La ética se transforma
con ello en e l contenido que debe tener una voluntad virtuosa. El ámbito
de la voluntad así considerada, es nuestra conciencia. En ésta radican
los límites a las pasiones desordenadas, las afectaciones naturales del
cuerpo que no son conscientes.

Nuestro siglo asistió a una modificación substancial de esta concepción


del sujeto humano. Puso en escena la existencia de un nuevo universo:
e l inconsciente. Esta transferencia de la conciencia al inconsciente
en la determinación fundamental del ser llevó a una compresión de
dimensiones humanas hasta entonces ignoradas. Hizo caer la ilusión de
que e l individuo es a imagen de las ideas que se tiene acerca de cómo
debe ser. Mostró que e l ser de cada individuo es una producción donde
e l aspecto central de la misma cobra cuerpo en los modos en que sus
pasiones son humanizadas, esto es, son reguladas, limitadas y desviadas
de sus objetos naturales. Mostró también como los rasgos de personalidad
que cada uno tiene se van construyendo a imagen y semejanza de otros
sujetos, ocupando un lugar central y determinante las personas que lo
criaron en sus primeros tiempos de vida.

La irrupción de nuevos sujetos de derecho en e l seno de la familia


matrimonial y las nuevas teonas del sujeto que irrumpieron en ámbitos
separados, se imbricaron en e l campo de la realidad en que ambas teonas,
la jurídica y la psicológica, encuentran su material para elaborar: la vida
real del individuo en e l seno de su familia.

Nuestra época reconoce a la mujer como sujeto de derecho en e l seno


de su familia, por su protagonismo social en e l campo del trabajo. Esto
significa que primero debió conquistar un lugar en e l mundo del hombre,
e l campo social, donde por sus luchas fue reconocida como trabajadora,
con derechos y obligaciones, para poder ser reconocida como sujeto de
derecho pleno. Este carácter universal sólo es posible liberándola de la
tutela familiar, ya que mal puede tener derechos económicos si al llegar
a su casa debe entregar su dinero y la decisión de su destino al varón que
allí actúa como cabeza de ella.

Este reconocimiento de persona humana, consiste en poder decidir su


destino, del que e l pensamiento religioso la había excluido.
Practica profesional del abogado de familia

La caída de la ilusión de la omnipotencia de la voluntad consciente, en


que se concentraba e l concepto de sujeto humano, implico la apertura al
campo de la pasión como componente de esa condición de sujeto.

En esta apertura ingresa la mujer, ampliándose e l horizonte de humanidad


a ambos sexos y a todas sus edades.

El ingreso de la mujer como sujeto de derecho trae consigo e l campo de la


pasión, que hasta entonces estaba abolido por los poderosos dictámenes
de La ética.

Con ella viene lo excluido, y lo reprobado cobra vida y protagonismo. Por


ello no podemos dejarlo fuera de la escena cuando debemos abordar los
conflictos jurídicos del campo familiar.

Los intereses que cada individuo puede exigir que le sean reconocidos
o satisfechos en e l contexto de su familia, no solo están vinculados con
los otros integrantes cuyos interesas también son contemplados, sino que
su propia subjetividad está integrada por esa relación de intereses. El
ejemplo más claro es e l derecho del niño a mantearse en contacto con
sus progenitores, digamos, e l derecho de comunicación pensado desde
e l niño. Este interés hoy está jurídicamente protegido con preferencia
incluso a los que puedan colisionar con e l de sus progenitores. La
realización, privación o perturbación de ese derecho tendrá efectos en
su personalidad, que será diferente según haya sido tratado y asistido
durante su infancia.

Así, la modalidad en e l ejercicio de los derechos que la ley reconoce a


todos los miembros de una familia, están atravesados por la conformación
de la subjetividad de cada uno de ellos y la que vayan conformando en
los hijos.

El ejemplo de lo que ocurre con e l niño, es una muestra de lo que ocurre


entre todos los miembros de la familia, es decir, en relación de intereses
entre e l cónyuge y su esposa, entre e l padre y cada uno de sus hijos y
entre la madre los niños.

La subjetividad de las personas recibe sus marcas esenciales en e l


periodo de su infancia y esto ocurre también con e l modo actual de ser
de los padres, que son también los resultados de la crianza durante su
niñez. Dicho periodo es una marca indeleble que guiará desde lo remoto
de sus pasiones inconscientes, e l vínculo que establezca con los demás
adultos y los niños. Esta guía no es monolítica, es polivalente, en ella
Osvaldo Ortemberg

suelen predominar algunas de las marcas durante ciertos periodos y


luego cambiar, como también pueden eternizane. Es decir que e l cambio
es posible y con ello la modificación de los vínculos. En cada uno hay
diferentes modos de acontecer cuando nada lo hacía previsible. Las
marcas que se repiten dejan en las sombras otras marcas o combinaciones
de ellas que nunca dejan de pujar por expresarse, y la peor manera de
lograrlo es a través de su impotencia en capturar a l ser. Entonces suelen
manifestarse como sentimiento de culpa. Sentimiento que es e l manto de
castigo por impedir que aflore aquello que puja por hacerlo y cuestiona
aspectos que predominan en nosotros.

Estas marcas conforman las maneras de ser del individuo, suscaracterísticas


singulares. Tales características pautan todas las relaciones que establece
a lo largo de su vida, fundamentalmente aquellas que con mayor intensidad
afectiva recrean esas relaciones primigenias, pero simultáneamente
estos modos actuales repetitivos pueden ser un retroalimento, que l e
permitirá reelaborar tales rasgos, dando o quitando intensidad a alguna
característica de los mismos, o bien, logrando que se despierten aspectos
que estuvieron reprimidos, a partir de ciertas experiencias críticas.

Todos los miembros de la familia encuentran en e l núcleo familiar e l lugar


en que su subjetividad recrea las escenas primitivas y donde también
modifica sus rasgos singulares que adquirió en esas escenas infantiles en
e l acto mismo de recrearlas.

b) Abordaje del conflicto familiar a través del cliente

El cliente llega al estudio y expone su conflicto que considera algo propio,


único y doloroso, que fue motivado por culpa de alguien.

El primer aspecto que deseamos destacar, es que e l tiempo de la


entrevista es muy difícil de acotar. Necesita mucho tiempo. Necesita
poder expresarse en sentimientos, no sólo en palabras, e l drama que l e
ocurre.

Esta carga afectiva lleva, con frecuencia, a muchos abogados a platearles


que concurran a profesionales de la salud mental para que se hagan cargo
de esa parte, los afectos desbordados, así e l abogado se puede hacer
cargo del problema jurídico.

En nuestra especialidad no se puede escindir lo jurídico de lo afectivo en


e l abordaje del caso, ya que e l drama que le pasa con e l otro integrante
de su familia, es, como lo estuvimos viendo, un conflicto interior.
Practica profesional del abogado de familia

Tan interior, que, durante la separación o e l divorcio, se produce una


reconciliación, e l cliente suele distanciarse de su abogado con reproches
que no suelen ser ciertos.

Esta situación es semejante a cuando vemos que alguien es maltratado


por un ser muy próximo y acudimos en su ayuda, puede ocurrir y aun es
normal que así suceda, que tanto e l maltratado como e l mal tratante
rechacen agresivamente a quien sale en defensa de la víctima. Es decir,
se ponen de acuerdo en repeler aquel que interviene de afuera, como si
eso externo invadiera la interioridad de la que ambos formaban parte.
¿Por qué ese rechazo de la propia víctima? Porque e l agresor es también
amado por e l o la agredida. Apenas se lo ataca, aunque sea en defensa
del agredido mismo, cesa e l odio que le despertó la violencia del otro o
la otra, y por e l amor que resurge ante e l cese de la agresión generada
por la acción del de "afuera", puede expresarse la parte amorosa y sentir
que está, ese tercero, agrediendo a un ser amado.

Es decir, e l drama que e l cliente trae como algo de lo que hay un


culpable que presenta como externo, debemos tener la amplitud de
poder escucharlo como un drama interior de quien lo relata. Le ocurre
con otro, otra u otros, que, aunque e l derecho los considere sujeto de
derechos distinguibles y autónomos. Desde su realidad psíquica son
predominantemente, aspectos de u interioridad.

Esto e l cliente no lo sabe por lo cual no lo dice, n i uno se lo puede


decir de manera directa porque su efecto sería nuestra desacreditación
profesional. Más bien su discurso pone énfasis en la diferencia con la
otra parte. Las partes están imbuidas en esta ceguera respecto de su
compromiso subjetivo con la conducta del familiar, sostenida por una
moral matrimonial socialmente establecida.

Los reproches contra la otra parte suelen enmarcarse en las situaciones


que la ley civil enumeraba como causales del divorcio. Sus palabras y
sentimientos llegan hasta ahí, como emblema de una moral avasallada
que reclama reparación. Sólo cuando estalla la pasión que estos valores
reprimen, escuchamos otros libretos, otras palabras e historias que
tienen más relación con e l drama que le afecta.

Del mismo modo que e l médico, para comprender e l problema que le


trae e l enfermo, debe escuchar su palabra, e l abogado de familia, para
comprender e l problema que le trae su cliente, también debe escucharlo.

El cliente es quien posee las claves de su drama, no e l abogado.


Osvaldo Ortemberg

El drama tiene en nuestra época un punto nodal que e l cliente no ve:


e l conflicto afectivo en que e l drama es la expresión de la crisis de este
conflicto. La represión que afecta a sus protagonistas suelen desviar este
lugar del drama -el proceso del conflicto-, a otros rincones, los económicos,
que con frecuencia son epifenómenos de éste. Una modificación en
e l aspecto afectivo, normalmente logra un reordenamiento en los
problemas económicos. A su vez e l reordenamiento económico supone
una modificación afectiva. Por ejemplo, la tranquilidad de haber podido
concertarse una cuota alimentana cuando no la había, o su cumplimiento
cuando la había, pero no se materializaba, supone e l cambio de actitud
de uno o ambos protagonistas del drama. Ese cambio es afectivo. Sin
este cambio no se hubiera producido ese otro cambio, e l económico. Es
esa modificación subjetiva la que permite que lo que existe pueda ser
utilizado de un modo diferente a l que se lo venía usando.

La palabra del cliente es e l Único camino por e l cual comenzar, a diferencia


de los casos patrimoniales en los cuales los documentos tienen un lugar
privilegiado y la palabra es más bien un recurso aleatorio y normalmente
insuficiente. La diferencia obedece, en gran medida, a que en e l primero
es necesario arribar a un lugar de la subjetividad del consultante, en
cambio en e l segundo es necesario arribar a un lugar de la realidad.
En e l primero tenemos un drama subjetivo, esto es, vinculado con la
subjetividad de otras personas: su familia. En e l segundo e l drama que
vive en su subjetividad es efecto de un avasallamiento de algún derecho
patrimonial que puede reclamar. La causación es, en principio, inversa:
en lo familiar e l acento causal es lo afectivo, en lo patrimonial no familiar,
es objetivo.

Pero arribar a un estado subjetivo de un drama no es algo sencillo. Es más


fácil evaluar la viabilidad de un reclamo patrimonial en e l cual la cuestión
se centra en e l análisis de la documentación, los hechos materiales y e l
derecho. En e l primero es necesario un recorrido diferente, ya que la
subjetividad no es un campo donde las cosas son de una manera que puedan
ser comprendidas mediante la lógica, en que lo blanco sea opuesto a lo
negro y cuando no se puede establecer con claridad ambos límites, deba
optarse por e l gris. La subjetividad es una tierra sinuosa, una extensión
que requiere como referencia la subjetividad misma del profesional que
atiende e l caso, como complemento tangible de aquello con lo que tiene
que tratar: las pasiones. En esa dimensión, lo blanco puede ser al mismo
tiempo negro y gris, a lo cual se le debe sumar la gama de todos los
restantes colores y aun los sonidos, los olores, los sabores, es decir, e l
magma de todos los sentidos en los cuales la lógica no tiene e l privilegio,
sino a lo sumo, podrá compartir su cetro con la poderosa intuición, que
suele ser soberana a la hora de comprender. Esta, la intuición, suele
Practica profesional del abogado de familia

aparecer como una irrupción de sentido, de comprensión, luego viene la


razón que a veces le da razón a secas y otras acotar sus límites porque
e l entusiasmo que crea ese "descubrimiento", suele arrasar la cordura.

Como vemos, en e l drama familiar, e l primer paso no es e l dictamen


de la Ley. El cliente viene y dice: "Ella me engaña y por eso me quiero
divorciar". Había dos caminos posibles para e l abogado con e l antiguo
Código: determinar cómo fue ese engaño, día, hora con quién, si hubo
testigos, o bien, dejarle hablar a su cliente y que esa frase inicial haya
sido e l comienzo de su palabra, como para acercarle al conflicto que hay
detrás de ese engaño, de eso que la ley anterior condenaba.

Si puede llegar a hablar, porque e l abogado se lo permite, tendrá


posibilidades de arribar a lugares conflictivos de esa relación como
para que la ley se pueda utilizar en función de ese conflicto. Si todo se
centra en la determinación de ese hecho que e l derecho condenaba, la
utilización de la ley será para resolver esa crisis, sin tener en cuenta e l
conflicto que esa crisis expresa.

El cliente suele recurrir a l abogado para que le resuelva la crisis sin


abordar su conflicto, pero si se l e brinda e l espacio para abordarlo, cobrará
cuerpo en e l escenario de esa conversación los restantes personajes del
drama, la esposa, los hijos, los padres, la crianza infantil que gozaron
o padecieron, los hermanos, y todo lo relevante e irrelevante en e l hilo
del relato del consultante. Una sinuosa historia -como toda vida humana-
que permitirá que se ponga luz no sólo en un aspecto de esa humanidad,
como es e l hecho puntual de que "ella me engaña". Se escenifica en la
historia los vínculos a lo largo del tiempo y los diversos acontecimientos,
lejanos y cercanos, que es una red de relaciones, siempre conflictiva, de
un grupo humano, donde ese hecho se emparenta con e l dinero, quien
lo gana, cómo lo hace circular en su familia, e l trabajo, las perdidas
y, los logros a disgusto o a gusto, las enfermedades, los casamientos,
los divorcios, las rabietas, las tiranías, las expectativas amorosas, lo
que se esperaba del otro o la otra y resultó defraudado o satisfecho, e l
crecimiento de los hijos, e l amor hacia ellos o las broncas bestiales y
reprimidas ante sus rebeldías -necesarias rebeldías-, la mayor o menor
tolerancia con ellos, la muerte o grave enfermedad de un ser querido
-familiar o no- y un etcétera tan largo que debiéramos pedir a Borges
su Aleph para darnos cuenta de lo inabarcable que es una historia de
cualquier humano. Y dentro de ese magma, nuestros instrumentos de
lectura, que aportan la razón, las teonas que con ella se crearon y con las
que podemos estar en mayor o menor medida imbuidos, nuestro sentido
común y nuestra necesaria desconfianza ante e l mismo ya que cada
vida es un mundo con su propio sentido común. Todo ello para acotar,
Osvaldo Ortemberg

privilegiar unos aspectos sobre otros, para que ponga acentos donde e l
hecho o sentimiento aparece como al pasar, oculto en una voz baja o en
una simple acotación "sin importancia".

Si e l abogado permite la palabra del cliente en los casos de familia,


se estará acercando en su práctica profesional, a l campo que abarca la
especialidad de consultor jurídico familiar.

Emplear e l bisturí para erradicar la crisis de un golpe, como e l cliente


nos reclama, es ayudarle a eternizar un conflicto que, seguramente,
tendrá crisis periódicas, que serán del mismo signo. O del contrario,
como aquellos que habiéndose quemado con leche dejan de beberla que
le lleva a una crisis de privación de elementos necesarios para su salud,
como lo es e l amor para e l espíritu. Amor a todo lo que se pueda amar
para permanecer en la vida firmemente sostenido.

Si en una familia un integrante se enferma o pierde su trabajo, se


produce una modificación en las relaciones que venían teniendo todos
sus integrantes. Este cambio, si se mantiene, además de manifestarse en
una alteración permanente en los hábitos de convivencia, se proyecta al
futuro de cada uno de ellos. Es decir, modifica e l destino que les hubiera
correspondido si esa alteración no hubiera acontecido.

Del mismo modo, e l dialogo, o su ausencia, o bien la manera de dialogar,


entre e l cliente y e l abogado, habrá de incidir directamente en e l resto
de los integrantes de esa familia.

El cliente, en su humanidad individual, es un representante de una familia


que se habrá de modificar de un modo o de otro, con ese encuentro, o
desencuentro, que se produzca entre é l y su abogado.

c) Producción de estrategias y tácticas

Entendemos por estrategia e l establecimiento de un fin a l que se desee


arribar. Táctica es e l conjunto de acciones parciales para arribar al fin
estratégico que nos hemos propuesto.

La necesidad de abordar cualquier caso jurídico implica elaborar


estrategias. Este aspecto abarca la dimensión integra de la función del
abogado, y más aún, la de toda actividad humana.

En un juicio patrimonial la estrategia general es la de obtener la


reparación que reclame la parte o e l rechazo, disminución o postergación
Practica profesional del abogado de familia

de ese reclamo si se asiste a l demandado. La estrategia es la idea de


aquello que se desea obtener, como es, de un modo general, satisfacer
los intereses del cliente. La medida posible de esta satisfacción es e l
ideal de una estrategia, es decir, no prometer más de lo que con los
elementos de análisis que dispone e l abogado, está en condiciones de
proponerle a l cliente, con la acotación de que siempre hay aspectos que
irán apareciendo y que habrán de rectificar esa meta. En cambio, las
tácticas son, como dijimos, los caminos que se eligen para obtener ese
fin que llamamos estrategia.

De tal modo caracterizados estos conceptos, debemos destacar un


elemento común entre ambos: así como las tácticas deben ir adecuándose
a variaciones que tienden a sortear los obstáculos que ofrece e l fin al que
están supeditadas, las estrategias también deben ser, blandas, es decir,
poder modificarse a medida que se va realizando e l camino que a ellas
conduce.

Tanto las estrategias como a las tácticas las hemos caracterizado de un


modo abstracto. A las segundas, como las acciones idóneas para arribar
a un fin; y a las estrategias debemos considerarlas como lograr a l interés
del cliente.

Pero estas abstracciones de nada sirven si no les damos un contenido que


tengan que ver con e l caso concreto.

Es como cuando un cliente nos dice: "yo lo que quiero es l o mejor para mis
hijos". Esto mismo es lo que puede pretender la parte contraria. Es decir
que debemos darle un contenido que especifique eso abstracto al caso
concreto. Así, para ella ese contenido puede ser que vayan a un colegio
privado, y nos daría argumentos que serían perfectamente atendibles,
como ser: no padecen huelgas de los docentes, se relacionan con niños
de cierta clase social que luego le permitirán mejores oportunidades
laborales y aun matrimonios que tengan buena posición económica. Para
él, en cambio, puede ser que e l contenido sea que vayan a colegios del
estado que, aunque padezcan huelgas y las perturbaciones de tener que
resolver e l problema de qué hacer con los niños cuando hay paros, les
permitirá tener compañeros de todas las clases sociales y comprender la
realidad en que viven.

Ambos tienen la misma estrategia formal, pero difieren en los contenidos


que le dan.

No sólo en esto podemos hablar de la estrategia que habremos de seguir


Osvaldo Ortemberg

en plural, es decir, estrategias, sino también en las variaciones de las


mismas.

En e l mismo caso que vemos en que ella quería un colegio privado, l e


ocurre que pierde e l trabajo altamente remunerado que tenía, con lo
cual "lo mejor para sus hijos" con ese contenido concreto de "colegio
privado" se vería afectado, en tanto e l dinero para hacerle frente sena
insuficiente y se vena en la obligación de hacer una elección por la
medida del sacrificio personal que implicaría insistir en ese contenido.
Si é l no gana lo suficiente como para cubrir esa disminución del ingreso
de ella para e l colegio, se vería en la obligación de resignarlo y aceptar
"provisoriamente" que sus hijos vayan a un colegio público.

Siguiendo con e l ejemplo, puede ocurrir que ella insista, a pesar


de la disminución de sus ingresos, en e l contenido de su estrategia y
plantee que é l tiene que pagarlo. Uno le puede decir que si é l paga eso
tendna que disminuir la cuota en efectivo que a ella le pasa por mes.
Entonces ella puede replicarle que é l le oculta ingresos, que es técnico
en computación, que una parte lo cobra en negro y que además hace
trabajos por su cuenta en los horarios en que no está en la empresa.

En esta situación se impone una modificación en las tácticas.

Cuando ella acepta que por la pérdida de sus ingresos los hijos vayan a
un colegio público, nuestra táctica era la negociación. En cambio, si ella
insiste por "él tiene que pagarlo", la táctica sería demostrar esos ingresos
que é l oculta y la vía sería, posiblemente, exclusivamente judicial, donde
se requeriría oficios a la AFIP, a la empresa donde trabaja, a testigos
para acreditar su nivel de vida que no condice con e l de sus ingresos
"blancos", a pericias contables, a la aduana para que informe los viajes
al exterior que hizo en los últimos dos años y un largo etc.

Amén de esta modificación táctica puede ocurrir un cambio de opinión


de ella o él. Donde ella se convence, finalmente, que é l en definitiva
nunca l e había fallado con e l dinero y que había comprobado durante la
convivencia que cuando é l podía daba e l dinero y cuando no podía, era
verdad

Entonces vuelve la táctica anterior de la negociación y la litigiosidad se


llama a reposo para alegría del Tribunal y de los abogados intervinientes.

De la variación en los contenidos concretos de las tácticas e l interés del


cliente, que es nuestra estrategia, también cambia. Vemos entonces que
Practica profesional del abogado de familia

hay, en principio, una supeditación recíproca de ambos conceptos.

Decimos "en principio" porque puede ocurrir que e l contenido de una


estrategia haya sido considerado por la existencia de "una prueba
contundente" que después vemos que no existía o se perdió e l documento
que é l había firmado. Y si eso cae, cae también la posibilidad de demostrar
esos ingresos "negros" que l e atribuíamos. Entonces e l contenido de la
estrategia se resiente y con frecuencia, agotada la búsqueda delos medios
que puedan sustituir con éxito esa carencia, e l contenido de la estrategia
debe cambiar porque e l reclamo se puede perder en la vía judicial.

En cambio, en e l fuero mercantil, si bien esta movilidad de ambos factores


también sufre las fluctuaciones que señalamos, las mismas tienen menos
elasticidad y e l factor emocional tiene menor incidencia.

Por ejemplo, si reclamamos la escrituración de un inmueble que adquirió


nuestro cliente solemos pedir, subsidiariamente, un reclamo de daños
y perjuicios si dicha escrituración se ha tornado imposible, como ser, si
e l inmueble fue transferido por e l vendedor a un tercero de buena fe,
o por cualquier otro motivo imposible de remediar. Aquí la estrategia
formal, e l fin, es obtener una reparación para quien compró y no le fue
transferida la propiedad. La estrategia tiene dos contenidos: reclamar
la escrituración y reclamar simultáneamente, los daños y perjuicios. Para
cada camino me valgo de recursos variables que son, a su vez, tácticas
para cada estrategia. En las tácticas tengo en cuenta los medios para
llegar a l resultado: escrituración y10 daños y perjuicios. Para ello tengo
que valerme de los elementos para llegar a uno o ambos resultados,
como ser: la presentación del boleto de compraventa, pericia caligráfica
en caso de desconocimiento de firma, un embargo preventivo sobre e l
inmueble si no fue enajenado, todas las cuales tienden a la estrategia de
la escrituración. Pero también, en la misma demanda, pido la evaluación
del inmueble, los perjuicios que su falta de escrituración o escrituración
tardía produce en e l patrimonio y expectativas de mi cliente, etc., Éstas
medidas responden a la segunda estrategia: la indemnización por la
demora o la frustración de la operación comprometida.

Ahora tomemos e l aspecto emocional.

Este juega un rol central en los casos de familia y casi secundario y a


veces inexistente en los mercantiles.

Si e l deudor con quien se mantuvo un vínculo mercantil durante muchos


años hasta forjar una especie de "afectio" entre los comerciantes,
Osvaldo Ortemberg

este sentimiento suele ceder ante e l riesgo de la quiebra del deudor.


Lo primero suele ser aquí, e l resguardo patrimonial del acreedor. Si e l
abogado l e dice "pero mire que l a situación es por l a crisis económica
y que su deudor sufrió por ello dos infartos y que l a mujer no lo
aguantó y se fue con e l socio". Ante estas palabras - que, dicho con todo
cariño, es muy difícil que e l abogado repare en ello- es factible que e l
acreedor "derrame" unas lágrimas y exprese su tristeza por la "afectio"
que históricamente les uniera, luego que esa descarga pudo aliviar su
conciencia, e l imperativo de sus intereses económicos le llevarían a
cambiar su actitud y ya no vea más que un moroso que no le quiere
pagar y si e l abogado comercialista insiste, es posible que e l cliente se
enoje y aun que cambie de abogado. Es lógico que e l abogado cuide su
trabajo, entonces es también comprensible que e l abogado comercialista
no repare en la parte emocional que puede afectar a la contraparte y se
atenga a l principio supremo de nuestra sociedad "money is money" y e l
corazón es un Órgano que no interviene en los negocios.

En familia este aspecto cambia.

Cuando e l marido intenta y no logra quitar fraudulentamente de la


sociedad conyugal ciertos bienes, y es condenado a compartirlos con su
cónyuge, siente que sus intereses no fueron contemplados, que perdió
e l juicio. Sin embargo, esa situación logra reanudar las comunicaciones
con sus hijos, porque la cónyuge aminora su rencor contra éste por la
maniobra fallida y no lo obstruye, y sus hijos conserven la clase económica
de su padre. Esta situación puede llevar a l mismo cónyuge que consideró
un fracaso esa parte de su pleito de divorcio, como una satisfacción de
sus "verdaderos" intereses.

Cuando la esposa consigue que una sentencia l e reconozca alimentos por


una suma superior a la que su ex cónyuge puede pagar, se puede ver en
la situación de no poder cobrar nada porque e l ex renuncia a su trabajo
y se va a otra provincia para hacerse invisible al reclamo y, aunque no
se lo haya propuesto, ante sus propios hijos que de este modo pierden
contacto con su padre.

La cuota excesiva conseguida por la madre podna ser considerada un


triunfo, pero e l precio de la victoria es tan costoso que equivale a
una derrota. O bien e l triunfo de un deseo de mostrarlo como un mal
padre, incapaz de sostener a sus hijos, a los que deja de ver. Ella obtuvo
satisfacción a sus intereses de venganza, pero los hijos tienen con ello un
modelo de padre, es decir, de varón, desvalorizado. Y esto les acarrea una
fragilidad emocional que suelen repetir cuando les toca desempeñar ese
rol o a las hijas elegir un varón. Lo que solemos explicar como repetición
Practica profesional del abogado de familia

de las vivencias infantiles.

Así, la venganza de ella recayó en una fragilidad de los hijos.

Como vemos, en los casos de familia, el interés nunca es claro y


unidireccional como en los casos patrimoniales, ya que en éstos la
satisfacción del interés se puede medir, inequívocamente, en dinero,
en cambio en los primeros, los intereses afectivos tienen una marcada
presencia y aun, una notable predominancia respecto del económico.

Sin embargo, el planteo que suele hacer el cliente en su conversación


inicial con el abogado, no sólo es claro, sino con frecuencia apremiante:
"quiero divorciarme", "necesito alimentos", "mi marido me pega, tengo
que irme o tiene que irse".

El cliente quiere que se resuelva lo antes posible y por la vía más directa
lo que para él es el nudo gordiano de su drama que si se puede cortar de
un solo tajo, se sentirá liberado y podrá recuperar o lograr su felicidad.

Lo apremiante o la claridad de su planteo al abogado, no es sinónimo de


claridad o precisión del interés. Es decir que la estrategia que habrá de
desplegar el abogado no la determina necesariamente la claridad con que
el cliente formula su planteo.

En sus primeras palabras, el cliente suele poner de manifiesto e l aspecto


visible de la crisis. Sólo excepcionalmente visualiza su drama, el conflicto
que late en las sombras de la crisis, que es el campo donde debemos
ubicar su interés.

Cuando el cliente llega al abogado es que el conflicto que tenía estalló y


se hizo crítico. La tarea del abogado, como venimos viendo, es intentar un
recorrido que parta de ese estado critico -que se expresa en los motivos
manifiestos que relata el cliente y los sentimientos contradictorios que
suelen cobijarlos- hacia el escenario más sutil de ese proceso en que se fue
forjando su conflicto familiar. Ese recorrido se realiza conversando con el
cliente. En esa conversación de van configurando las estrategias posibles.
El interés, esto es, el contenido de las estrategias se irá pergeñando
y modificando en estas conversaciones, en el encuentro con la otra
parte, es decir, con su abogado, o la demanda, o una medida cautelar,
o la enfermedad un hijo. La variación de este interés irá poniendo los
contenidos de la estrategia que, en función de ello irá variando, y con
ello las tácticas que se desplegarán.
Las líneas de acción en el abordaje del caso de familia son, de este modo,
Osvaldo Ortemberg

exactamente al revés que en los casos patrimoniales. En éstos lo primero


que se determina es la estrategia que es predominantemente fija y, en
función de esta, comienza el despliegue de las tácticas.

En la producción de las estrategias, el abogado de familia se vale,


fundamentalmente, de dos materiales y sus relaciones reciprocas: a) los
tiempos subjetivos, del cliente y de aquel o aquellos integrantes de su
familia afectados o participes del conflicto familiar, y b) lo establecido
por e l derecho positivo.

d) Los tiempos subjetivos

El tiempo es el campo más conflictivo para el ser humano, ya que es el


que le indica que sus días están contados, que es mortal. Si no hubiera
pensamiento sobre el tiempo no sabríamos que somos mortales. Este
tema, el de nuestro carácter de mortales, es un punto que no es tolerado
en nuestra civilización en la cual todas las religiones resolvieron este
conflicto negando lisa y llanamente nuestra muerte. El premio a la
creencia en cualquiera de ellas, es la vida en e l más allá. La filosofía
y las ciencias admiten que somos mortales, pero su dominio en e l alma
humana es menos vigoroso que el de las religiones, ya que el reino de
éstas es inconsciente, en cambio el de las primeras es la conciencia. Y
la conciencia de un débil instrumento de la acción cotidiana y social de
las personas, que recibe desde lo inconsciente, mandatos que, familia
mediante, los provee la religión. Aunque seamos ateos.

Por ello, al tratar los tiempos subjetivos, ingresamos al corazón del


conflicto que afecta a nuestro cliente. Su creencia inconsciente, que
repudia que es mortal, le genera una ilusión de eternidad.

Inconscientemente repudia su carácter de mortal y vive como si fuera


eterno, hasta el punto que la vida, en general, la deja para el día
...
siguiente porque siempre hay tiempo, es decir, porque el tiempo no
existe.

Esta postergación de su vida actúa en sincronía con su sentimiento de


culpabilidad, al compelerle a utilizar lo mejor de su energía, no en vivir
una vida propia, sino en actuar para mantener viva su culpa, que la vive
como si fuera su vida y es tan sólo aquello que se la roba viviéndolo.

Ingresar entonces a los tiempos subjetivos es abordar el campo del cual


nuestro cliente, y aun el mismo abogado, está acostumbrado a huir, a
negar.
Practica profesional del abogado de familia

Huye e l cliente cuando exige que se le resuelva la crisis por la que


concurre, sin dar oportunidad a que e l abogado le ayude a abordar su
drama, esto es, e l proceso conflictivo que eclosionó en esa crisis. Un
proceso requiere e l transcurso de una concatenación de hechos y acciones
que se despliegan en e l tiempo. No hay en ello eternidad sino transcurso.
Transcurso que, por tratarse de la subjetividad, nunca es lineal, ya que e l
hoy suele ser una actualización de diversos ayeres guardados en e l olvido
de los recuerdos.

Huye e l abogado cuando rechaza los casos difíciles de familia, o cuando


no escucha todo lo que e l cliente quiere decir, porque "se apartan de las
causales específicas que establece la ley", o cuando recita lo que dice
la ley para no hablar sobre lo que e l cliente, sin saber, l e está diciendo.

Huir es lo más fácil, por la fuerza del hábito y nuestra disposición


inconsciente.

Que e l abogado no huya y por ello combata su tendencia a hacerlo, no


significa que a l cliente l e impida la huida, ya que, si le cierra los caminos
para hacerlo, es factible que rompa e l pacto con e l abogado y se busque
otro.

En los tiempos subjetivos hay que contemplar esta ambivalencia del


cliente: recurrir por su crisis, pero huir del abordaje del conflicto.

El cliente se encuentra como una ley jurídica que sostiene la misma moral
que padece é l inconscientemente, ya que, si bien nuestra legislación
permite e l divorcio, esta estuvo en contra del mismo desde siempre,
aun en las mismas normas que lo concedía. Y si bien la ley establece e l
divorcio objetivo, la base histórica de la ley- e l valor que sostenía- era
que si había divorcio era por culpa de alguno o de ambos cónyuges. Así,
la misma ley de la que e l cliente debe valerse para poder divorciarse,
le potencia su sentimiento de culpabilidad. Y que e l Código actual haya
modificado esta concepción, la misma permanecerá inconscientemente
durante bastante tiempo.

Afrontar e l conflicto por parte del cliente es que pueda hablar con
e l abogado, sin atarse de manera estricta a l libreto que pudo haber
construido acerca de la monstruosidad del otro o la propia, es decir, del
culpable del divorcio.

Entablando e l dialogo se van estableciendo en e l mismo los pasos que


se puedan llegar a transitar. En ello se contemplará que e l tiempo del
Osvaldo Ortemberg

apremio del cliente, donde quiere que se resuelva la crisis de golpe,


por una sola medida, por una sola palabra, tiene su contratara en e l
tiempo prolongadísimo en que se fue produciendo su conflicto. Conflicto
cuyo escenario en la vida conyugal suele ser, como vimos, una repetición
de otros escenarios en su vida infantil. Un conflicto que no puede ser
extinguido, sino modificado en algunos de sus efectos mediante e l
abordaje del mismo.

Cada medida judicial que se llegue a producir tendrá un tiempo propio,


que será e l tiempo de la resistencia del cliente y e l de los otros implicados.
Un conflicto con e l que se convivió durante muchos años, tiene su cuota
de satisfacción inconsciente en e l dolor que e l mismo deparó. Y la culpa
exige también su tributo. El camino directo que no contemple este amor
por e l dolor que satisface la culpa, puede hacer fracasar e l cambio de
escenario que requiere e l abordaje de la situación. Un apresuramiento
o una excesiva demora pueden hacer fracasar las consecuencias del
divorcio y llevar a un litigio, donde lo tortuoso respecto de los hijos, los
bienes, los alimentos, que recibe una impronta de permanencia, y un alto
precio en dolor. Con ello se satisface la culpa en una medida mayor que
lo conveniente.

A veces hay que suspender una acción, esperar e l transcurso de tiempo


necesario para que alguna de las partes la admita, o bien la deseche y
deba abordarse otra vía que venía postergada.

No hay camino que no esté marcado por la conversación. Y una


conversación son las palabras que se dicen y los silencios que también
dicen.

El tiempo de las acciones a realizar se produce en ese espacio. La


conversación se llega a ampliar cuando ingresan en ella alguno de los
otros implicados. Es decir, se suma a los tiempos subjetivos que surgen de
la conversación con e l propio cliente, los tiempos subjetivos de los demás
implicados, en especial del otro cónyuge y también e l de su abogado.
Considerar la producción de esta relación de tiempos subjetivos indica
sólo la senda real a transitar, pero siempre será una senda particular,
individual para cada situación. A ellos se agregan los tiempos actuales y
futuros previsibles de los hijos que, como la ley y la Constitución lo dicen,
deben ser e l centro de nuestra protección.

La experiencia en estos casos indica que, sin e l saber de las pasiones y


e l derecho, las posibilidades del operador son limitadas, son tan sólo un
atajo de buenas intenciones, donde no se llega a l conflicto, sino que se
lo intenta encorsetar, lo que es también un modo de huir de él, como es
Práctica profesional del abogado de familia

La tendencia general.

AL decir saber, señalamos una instancia diferente al conocimiento, a


La aprehensión intelectual de una interrogación. Nos referimos a que
al conocimiento se Le haya agregado La experiencia en carne propia
de aquello que se conoce, donde Lo que se escucha del cliente pueda
referirse a La propia vida, aunque La manera en que se comprenda tenga
en cuenta que se trata de La vida del otro que, en todos Los casos será
siempre diferente a La propia.

Los tiempos subjetivos son una construcción que permite una base real-
sostenida en La subjetividad de cliente para que La pueda soportar- a La
negociación, mediación o La medida jurídica que se va a tomar.
Osvaldo Ortemberg

PARTIR DE LA CRISIS PARA LLEGAR AL CONFLICTO


DEL CLIENTE

Al tratar e l tema "La Familia y La Ley", lo hemos acotado en un doble


sentido. Por un lado, la ley de la que hablamos, no fue la jurídica, sino
la que allí denominamos la Ley, que es aquella que funda la condición
humana. Por otro lado, si bien tomamos la inscripción de dicha Ley en e l
ser naciente, por medio de los vínculos que entabla en e l seno familiar,
nos abocamos a especificar los efectos de dicha inscripción en e l contexto
de la separación de los padres.

Es desde e l análisis realizado acerca de la relación entre la Ley y la


familia, que podemos comprender que la relación entre e l cliente y su
conflicto es ambivalente. Hemos dicho que e l cliente quiere resolver
la crisis familiar que padece, habitualmente en su relación con su
pareja, pero desea que esta resolución la realice e l abogado de manera
instantánea. Ya. No aguanta más. Pide una intervención quirúrgica que de
un tajo erradique su mal. Esta manera de resolver en caso de familia es lo
más inhabitual, ya que normalmente requiere un tiempo, aun en aquellas
situaciones en que existe una emergencia, como son los malos tratos
físicos, o cuando alguno es alcohólico. Lo corriente es que e l reclamo del
consultante contenga esta carga de exigencia, aunque es excepcional que
la celeridad reclamada esté justificada por una situación de un peligro
real y actual. El reclamo está movilizado por un estado de ánimo que
podemos caracterizar como ansiedad y angustia.

Este estado del cliente debe ser modificado en la conversación con e l


abogado para que pueda verse, más allá de la crisis, e l conflicto que
ha llegado a ese punto crítico que lleva a La persona al efectuar la
consulta. Pero la modificación sólo puede acontecer si disminuye e l nivel
de ansiedad y, en gran medida, si la angustia puede ser mínimamente
contenida como para que la persona pueda hablar de su drama.

Normalmente e l cliente llega al abogado con un libreto sobre aquello que


le pasa. Este libreto trata su drama por aquellos puntos más conflictivos
de su momento actual, en e l cual hay una víctima y un victimario. Solo
excepcionalmente e l victimario es e l cliente, lo habitual es que sea la
víctima. La visión que tiene del otro suele ser absolutamente subjetiva
y, con frecuencia, terrorífica. El carácter de libreto se puede variar en
e l uso de las mismas frases para referirse al mismo tema, situación que
Practica profesional del abogado de familia

suele tronarse caricaturesca cuando se sustituye e l nombre del cónyuge o


su designación por e l vínculo, por apodos fijos que lo vincula con e l cargo
que le reprocha. Como ser, llamar Medea a la esposa a quien le reprocha
que les privó a los hijos de las visitas del padre, como si con ellos se los
matara. O llamar Don Juan al marido infiel.

Allí donde e l cliente nos repite e l libreto, opera su resistencia a abordar


su conflicto. Es e l lugar donde ya está todo resuelto, se sabe que e l otro
es un criminal y se viene a pedir la sanción que le corresponde. Y si no
logra que e l abogado sancione a l otro, es un mal abogado, incompetente
o vendido, o que no llega a comprender su problema.

En pleno magma de la crisis e l cliente está ciego, víctima de sus pasiones


desbordadas y si se mantiene en esa situación es poco lo que e l abogado
pueda hacer, ya que para realizar su tarea debe contar más que con la
participación del cliente, con su protagonismo.

Es e l cliente quien puede dar las pautas del camino que e l abogado
puede sugerirle que realice. Tiene entonces un rol protagónico, aunque
e l que puede llevar la luz de la senda a recorrer sea e l abogado. La senda
depende de la subjetividad del cliente. El abogado le ayuda a producirla
y recorrerla.

El abogado es quien conoce los recursos jurídicos, pero los mismos se


pueden realizar de diferentes modos. Por ejemplo, en los casos de
alimentos. El reclamo judicial que pueda llegarse a efectuar en diferentes
casos, requieren, todos ellos, hacer una demanda y ofrecer pruebas. Pero
en algunos casos se intentará una medida cautelar antes de promover la
demanda, en otro será conveniente una mediación previa, en otro más
habrá que sugerir a quien lo debe formular que se asegure una fuente
recursos alternativa, previendo que e l demandado podrá suspender los
aportes que venía realizando y, en cualquiera de ellos, se puede hacer
contemplando diferentes tiempos, o condicionándolos a otras acciones,
como un planteo de divorcio o un reclamo de comunicación con los hijos.
Todas estas variantes las mide e l abogado, pero lo hace contemplando la
situación del cliente. Y en esa evaluación se debe tener en cuenta, de
manera prioritaria, la subjetividad del cliente y de los demás integrantes
de su familia que se vean afectados por la medida que se debe tomar.
Este aspecto subjetivo surge del relato del cliente y e l modo en que se
vincula con e l abogado.

En lo que acabamos de ejemplificar, tenemos una comunicación entre dos


mundos, e l de la Ley, que rige e l intercambio de los afectos humanos que
se generan en e l seno familiar, con la ley jurídica, que rige e l intercambio
Osvaldo Ortemberg

de las conductas consecuentes de esos vínculos afectivos humanos.

Una, la Ley, tiene su dominio en e l universo inconsciente del individuo, la


otra, la ley jurídica, lo mantiene en los registros de la conciencia.

Habremos de agregar que e l ámbito que comprende la ley jurídica


contempla, dentro del intercambio de las conductas humanas, e l
proveniente de la producción de las riquezas materiales. Por este
motivo subsumimos en e l segundo mundo, e l de la ley jurídica, e l campo
económico en e l que están inmersos todos los sujetos. Recordemos que
la misma ley jurídica contempla este supuesto, al considerar que una
parte constitutiva del sujeto de derecho, es tener un patrimonio.

El vínculo entre e l mundo de los afectos y e l económico suele ser crítico,


sin que uno predomine sobre e l otro, aunque a veces ocurre, como cuando
La práctica productiva cambia las maneras de conformarse las familias.
Así pasó recientemente, cuando la producción agrícolalganadera feudal,
fue sustituida por la producción capitalista industrial. Esta modificación
desplazó a los jóvenes de los campos hacia los emprendimientos
industriales, en que fueron conformadas Las nuevas modalidades de
familia. Ese tránsito tuvo sus efectos en un aspecto ideológico que
cambió: e l sentimiento de culpabilidad.

Este aspecto se alteró cuando por la revolución capitalista ingresaron


al mercado de consumo generalizado no sólo todos los varones, sino
también las mujeres y los niños. Situación que se vio complejizada por
La pervivencia de los aspectos ideológicos correspondientes a la antigua
modalidad patriarcal.

La modificación de la realidad produce cambios en la subjetividad. Estos


cambios subjetivos alteran los modelos ideológicos inconscientes que los
venían guiando. Como tales modelos regulan las pasiones, se genera una
tensión interior entre los nuevos y los viejos modelos. Los anteriores no
son sustituidos por los nuevos, sino, para decirlos gráficamente, se instalan
en e l mismo territorio psíquico utilizando la antigua conformación para
la nueva forma. Se imbrican. Los anteriores no desaparecen, sino que
subsisten subsumidos en e l nuevo. Como una capa nueva de pintura en
la cual su grosor, que parece deberse a la pintura que se ve, se debe a la
que se ve y a la que no se ve.

Este cambio captura al individuo en aquello que regula la actualidad de


sus sentimientos. Es como tener una doble legislación, en la cual la nueva
suele ser la más visible pero menos poderosa. El modelo anterior, es e l
Practica profesional del abogado de familia

que tiene más vigor, aunque sea difícil reconocerlo.

Esta situación solemos verla en algunas madres que reclaman alimentos


para sus hijos en montos tales que están ellas mismas incluidas en e l
reclamo. Pueden ser trabajadoras, profesionales, empresarias. Es decir,
son de esta época, pero inconscientemente se posicionan en e l modelo
patriarcal, porque la mujer de esa época no trabajaba fuera de la casa,
y e l marido era e que debía aportar la totalidad del consumo familiar.
Puede tratarse de una mujer totalmente liberada, sin embargo, en este
reclamo, e l modelo que la guía no es actual, sino e l anterior, e l de una
época a la que ella, por otros aspectos y sentimientos, ya no pertenece.
Con frecuencia, la imposibilidad de satisfacer esta exigencia, la lleva a
estados de gran angustia y desasosiego, cuando no de odio, de violencia,
en la que siempre alguien que ella ama paga parte del precio que cobra
su rencor, como privarles a los hijos de las visitas de su padre.

En tales casos la crisis con la que llega la clienta no ha podido ser superada
para llegar a elaborar e l vínculo conflictivo, por lo cual la emergencia -
emocional-mantiene durante todo ese tiempo un lugar de predominancia.

Como hemos señalado anteriormente, la crisis es un estado en e l cual las


condiciones subjetivas de la persona son desbordadas por la realidad que,
por ello, no puede ser afrontada.

Una persona puede llegar a esta situación por una falencia psicológica,
como una fuerte neurosis que ante una situación dada que en si no tiene
una gravedad excepcional y aún ninguna en absoluto para una persona
corriente, la lleva a un estado de crisis, que se suele denominar brote.
En tales casos la dificultad con la realidad está determinada por las
condiciones subjetivas. Es poco lo que puede hacer e l abogado para
contenerla y ayudarla. Pero no l e suele resultar sencillo llegar a la
conclusión de que e l padecimiento familiar de la clienta o e l cliente está
más determinado por su patología que por las condiciones de los vínculos
familiares de los que forma parte.

También una persona puede llegar a esta situación por una grave
modificación de la realidad por la cual, por su singular modalidad
psicológica, no está en condiciones de afrontar y resulta desbordada.
Tales situaciones pueden ser de diversa índole: una crisis económica que
la deja sin trabajo, la muerte de un ser querido, e l divorcio mismo que
debe afrontar, e l ser privada de alimentos y tener hijos a su cargo, etc.

No es sencillo distinguir, como dijimos, entre las crisis en que e l aspecto


Osvaldo Ortemberg

psíquico predomina como desencadenante, de aquellas en las cuales e l


desencadenante está dado por cambios de la realidad que desbordan las
posibilidades psicológicas de hacerles frente por e l sujeto.

En ambos casos e l cliente se comporta con graves falencias en e l medio


social y10 familiar. ¿Cuándo predomina las perturbaciones emocionales
o las que provienen del cambio en la realidad? Como e l abogado carece
inicialmente de los recursos para determinarlo, lo conveniente es tener
una conversación con e l cliente dentro del encuadre habitual de una o
más entrevistas. Sólo después estará en condiciones de tomar e l caso, o
indicar que no lo puede hacer sino después que la persona sea tratada por
una especialista en dolencias mentales.

La crisis oculta en gran medida e l conflicto. Sin embargo, los elementos


que la integran corresponden a los del conflicto. Pero en la crisis tales
elementos aparecen parcialmente, es decir, algunos y no otros y aún
pueden no aparecer los más significativos. Asimismo, se presentan con
deformaciones que dificultan reconocerlos. Y debemos destacar que
a veces uno o alguno de los elementos de la crisis subsume toda la
capacidad psíquica del sujeto. Ejemplo de esto son aquellos casos en
los cuales e l cliente de presenta ante e l abogado para reclamar por una
situación concreta, medida por la alteración afectiva que pudo haber
desencadenado, por ejemplo, e l pedido de que se excluya del domicilio
conyugal a l cónyuge golpeador, planteado por la mujer que se presenta
al estudio con lesiones provocadas por e l marido.

Para hacer frente al conflicto es necesario contener las pasiones


desbordadas por la crisis que padece e l consultante. Para ello es necesario
dar alguna satisfacción a los reclamos que la crisis demanda.

Dar satisfacción requiere una singular escucha en e l abogado. Esta


escucha intentará determinar aquello que pueda significar una respuesta
de lo que desencadenó la crisis, sea una acción, explicación, indicación
al cliente, gesto por parte del abogado.

Respuesta de este orden, ante e l ejemplo de la esposa golpeada que


pide la exclusión del cónyuge, puede ser decir que es posible realizar
esa medida. Esta sola afirmación por parte del profesional le produce un
alivio a su angustia, como para entablar una conversación en la cual se
logre hacer un análisis más puntual de su estado critico. Allí se pueden
abordar otros problemas que no hubiera podido visualizar la clienta,
como ser, donde podrá pasar ella y sus hijos esa noche, y allí darse cuenta
que tiene una caja de ahorros propia donde dispone un dinero que como
é l lo manejaba no se daba cuenta de su existencia, etc.
Practica profesional del abogado de familia

Es decir que aun para e l abordaje del aspecto critico del planteo, tiene
que contarse con e l cliente para llegar a afrontarlo. Su resolución
apresurada, suele conducir a situaciones contraproducentes, aunque
logre una modificación transitoria del estado afectivo del consultante.
Por e l contrario, si se logra reflexionar algunos aspectos del conflicto que
la crisis oculta, puede conseguirse que e l cliente se "atreva" a afrontar
e l conflicto que tiene con la otra parte.

En las crisis e l cliente esta compelido a actuar para modificar esa


situación. Pero modificada, aunque transitoriamente y aun en un mínimo
aspecto de ella, suele postergar hacer frente a su drama, pero tiempo
después suele caer en e l mismo padecimiento, como un circuito sin fin.
Otros quedan de manera habitual en una situación precaria, eternizando
e l dolor. Se resigna.

Hay una resistencia para afrontar e l conflicto. La crisis se tiene que


afrontar porque no le queda más remedio por estar compelido por la
situación. Pero apenas desaparece dicha compulsión, desaparece también
e l interés de resolver la profundidad de su problema: e l conflicto que
llevó a la crisis.

Esta modalidad de actuar sólo ante la emergencia, la podemos ver


también en aquellos casos que no llegan a la consulta en un estado
critico. También allí e l consultante llega con una versión que lejos de
reflejar su conflicto familiar, suele ocultarlo mediante deformaciones y
aun desplazamiento de los elementos significativos del drama.

Un ejemplo nos permitirá mostrar lo que estamos explicando.

Se trataba de una joven señora, que estaba casada hacia cinco años. Vino
a consultar porque queria divorciarse y la principal preocupación que
manifestaba, era respecto de un departamento que habían comprado los
dos y que temía perder por e l divorcio.

Luego de aclararle lo que establecía la ley al respecto y hacerle algunas


aclaraciones acerca de las variables de lo que podía hacer para no verse
perjudicada en su parte en inmueble, le pregunto sobre los motivos de
la decisión de divorciarse. Cuenta que él está demasiado apegado a sus
padres y que la deja sola mucho tiempo. Ese "estar apegado" consistía
en que é l iba a verlos todas las semanas. Le pregunto en qué consiste ese
"ir todas las semanas". Me dice que los días domingos y que se queda a
dormir por la noche. Le pregunto porque no va ella también. Dice que se
lleva muy mal con sus suegros. Sigue hablando muy mal de esa relación
Osvaldo Ortemberg

entre su marido y sus suegros. El rumbo de la conversación se dispersa,


habla de los parientes de ella, de amigas que la acompañan por la noche
cuando é l se queda a dormir con los suegros, porque tiene miedo. Cuando
le pregunto si ella lo quiere, duda en su respuesta, dice que lo quiso, pero
que no sabe si lo quiere. Me llama la atención que no mencione a sus
padres, hasta que le pregunto si habló con alguno de ellos sobre e l tema.
Allí se pone triste, me dice que su padre murió poco después que ella
se casó y que su madre, con quien estaba muy apegada, había fallecido
hacia tan solo siete meses. Hablamos sobre la enfermedad de su madre a
quien había asistida hasta e l final. Ella había sido la preferida y muchas
veces se había quedado a dormir. Este tema la afecta notoriamente.
Evoca algunos recuerdos dolorosos y otros gratos sobre su relación con
su madre. Habla también de su padre y su última enfermedad. En otro
momento le pregunto cómo había sido la relación con su cónyuge. Me
dice que había sido buena y que las dificultades habían empezado hacia
poco tiempo. Le pregunto si cuando las relaciones eran buenas, é l era tan
apegado a sus padres. No recuerda bien, cree al principio que no, pero
comienza a recordar que ella lo acompañaba a visitar a los padres de é l ,
y que fue así hasta que su madre se enfermó, después dejó de hacerlo
y éL empezó a ir solo , aunque ella l e reprochaba que é l la abandonaba.
Le comentó que e l problema con é l parece haber comenzado con la
enfermedad y muerte de su madre. Ella escucha y asiente. Le digo que al
morir su madre ella tuvo una perdida tan dolorosa que en gran medida la
retrajo del vínculo con él.

Ella comienza a hablar de él, de cómo era y cómo había sido la relación que
tenían antes de la pérdida de su madre y después. Me comenta que desde
que su madre había enfermado había comenzado a hacer psicoterapia.

En total concurrió tres veces a consultarme. Sus dudas acerca de lo que


sentía por é l no se disiparon. El paso que se decidió dar fue una separación
de hecho por unos meses de común acuerdo. Se acordó de qué manera
se afrontaría, en ese lapso, las deudas y gastos del departamento. El
acuerdo fue hecho en un escrito.

Vemos que e l planteo con e l que concurre a consultar está movido


por la percepción de lo que ella siente en ese momento, desprovisto
totalmente del camino afectivo y vital que la llevo a ello. Sin embargo,
era conveniente, para que pudiera pensar en e l recorrido que la había
Llevado a ese punto, que se contemplara La inquietud que manifestaba. En
este caso fue respondiendo puntualmente a dicho requerimiento. tanto
en e l orden de loque la ley establecía, como los reca;dos que había que
tomar en su caso, ante ciertas situaciones vinculadas con e l divorcio.
La preocupación que traía ocupaba la esfera total de su conciencia
Práctica profesional del abogado de familia

obsesivamente. Varias veces le tuve que repetir algunas cosas, ante la


reiteración de sus preguntas de si podía divorciarse ya de é l sin perder
la casa. Esta preocupación tenía una energía que no era proporcionada
al temor que manifestaba de perder su parte en la casa si ella se iba, ya
que le tuve que reiterar, ante su insistencia, que la ley establecía que
a cada cónyuge que se divorciaba l e correspondía e l 50% de los bienes
gananciales, tanto a l "culpable" como al "inocente".

Obviamente que operaba la culpa de ella, pero en e l contexto del


conflicto que traía. Ella había sufrido una perdida, la de su padre primero
y la de su madre después. Al parecer, esta situación la llevo a un estado
de aflicción bastante profundo que había incidido en su relación con su
esposo con quien l e produjo una retracción afectiva. Ella misma marcó
la diferencia en la relación cuando enfermó su madre. Podemos intuir
que e l temor a perder su parte en su casa ocultaba y contenía la dolorosa
experiencia del fallecimiento de su padre y luego la reciente muerte
de su madre. Ella había "perdido" algo muy querido y, en gran medida,
eso que padecía, en lugar de abordarlo como duelo, lo repetía en su
realidad actual, como temor a perder su casa y promoviendo otra pérdida
que quizás le resultara también dolorosa: la su marido al plantearse e l
divorcio.

Esta reacción puede corresponder a los estados de melancolía, en los


que, en lugar de procesar psíquicamente la aceptación dolorosa de la
pérdida, la reprime y se angustia, rompiendo con los vínculos afectivos
que permanecen, retrayendo en sí mismo no sólo e l afecto que le unía a
quienes no estaban, sino a los que estaban. Es decir, repitiendo la pérdida
en quienes no había perdido.

Un estado de duelo puede no resolverse, durar toda la vida, cuando hay


una afección psíquica que impide al sujeto recuperarse de la pérdida.
Habitualmente la resolución de un duelo lleva un tiempo y luego la vida
se recompone en e l individuo, dejando tan solo una cicatriz y no e l
compromiso de toda su afectividad.

En e l caso que vemos, e l tiempo en que se había producido la perdida era


muy cercano. En cualquiera persona se podna considerar que estaba en
pleno duelo. Pero en este caso dicho proceso tenía un recorrido singular.
Hubo que preguntar por sus padres para que nos pudiéramos enterar
que habían muerto. Podemos decir que había reprimido e l afrontar esa
situación dolorosa. Pero e l sentimiento de pérdida no lo pudo reprimir,
en cuanto había una obsesión en un temor de perder su parte en e l
departamento. Este temor referido a ese objeto era irracional en esta
persona, que era bastante instruida, se ganaba la vida con su trabajo,
Osvaldo Ortemberg

tenía terminada una carrera terciaria y era manifiestamente capaz e


inteligente. La irracionalidad se verificaba en que a l explicarle e l régimen
de la ganancialidad lo entendía, pero no asimilaba esto que entendía en
tanto volvía una y otra vez a reiterarme la pregunta. El sentimiento de
pérdida que refería al departamento, estaba relacionado con la pérdida
de sus padres, que había reprimido en su recuerdo. Pero esta manera de
elidir su duelo, transfiriendo e l sentimiento que correspondía a la pérdida
a otro objeto, tenía un precio singular. Ella dijo que no acompañaba
a su marido a ver a sus suegros porque se llevaba mal con estos. Sin
embargo, luego pudo recordar que antes de la enfermedad de su madre,
sí lo acompañaba y no se llevaba mal con ellos. Este cambio en sus
sentimientos hacia sus suegros, nos permite pensar que cuando se produce
e l fallecimiento de su madre, la verificación de que su cónyuge tenia lo
que ella había perdido, le hacía revivir ésta perdida. Allí verificaba que
había perdido a su madre, por la cual esa visita comenzó a resultarle
dolorosa. Y si bien en esta situación no están ausente la envidia hacia é l
que se manifiesta en celos, como un reproche de un amor que é l tiene
y que ella perdió, vemos la ocurrencia de la repetición de una perdida
que es frecuente en los duelos con una dificultad en sus elaboraciones.
Todo esto la llevó a rechazarlo a él, pero lo rechaza en esa parte donde
é l mantiene un vínculo en e l cual ella comprueba que perdió a su madre,
esto es, e l vínculo de amor con sus propios padres.

Hay una ambivalencia en la cual no sabe si lo quiere o no lo quiere.


Podemos decir que lo quiere y no lo quiere. Sin embargo, esta situación la
lleva a plantear e l divorcio, que se resuelve en una separación de hecho
a prueba. En tal separación ella actúa una perdida, no sólo porque é l se
vaya, sino porque ella pone en duda lo que siente hacia él.

El conflicto que llevó a l cliente a formular, su consulta, se desarrolla en


e l campo de las pasiones, que son predominantemente inconscientes. El
abogado de familia puede ver muchas situaciones que padece a l cliente
en su relato, en la conversación que mantienen. Aún pueden ser claras
para cualquiera que las pueda escuchar. Esta claridad es para quien no
padece ese drama. La aclaración que l e pueda formular e l abogado,
suele dirigirse a la conciencia del cliente. Su resultado no modifica
necesariamente e l desarrollo de estas pasiones. Pero si permite que se
humanice la imagen del otro estos afectos pueden variar, e l profesional
puede ayudar a elaborar como duelo una situación melancólica sin salida
y permitirle afrontar su problema por caminos jurídicos más aceptables,
con menos sufrimiento y aun de crecimiento en la vida del cliente.
Osvaldo Ortemberg

CULPA Y REPETICIÓN: TENAZA HISTÓRICO-RELIGIOSA.


CAUSA Y RESPONSABILIDAD: LIBERTAD
HIST~RICO-FILOS~FICA

a) Cuando éramos estudiantes

Cuando éramos estudiantes y debíamos rendir los exámenes de las


materias de abogacía, e l aprobado estaba condicionado a poder explicar
bien los temas del programa.

Explicarlos "bien" suponía que los pudiéramos razonar ante la mesa


examinadora. Así como lo debíamos razonar al explicar, debíamos haberlos
razonado al estudiarlo, ya que mal podíamos explicar si previamente no
lo habíamos entendido.

Para nosotros entender era sinónimo de razonar y razonar era poder


aplicar la lógica en una secuencia de oraciones y dentro mismo de cada
una de ellas.

Así, los que estudiábamos la materia entendiendo lo que estudiábamos,


la asimilábamos de manera lógica, y estábamos orgullosos de ello, ya
que no debíamos repetir como loros, como los que debían valerse de la
memoria.

Aprendimos así que las conclusiones validas de cualquier planteo, eran


aquellas que provenían de un razonamiento. Para ello era necesario
reducir a pautas claras y precisas aquellos elementos que debían ser
"procesados" mediante ese recurso intelectual. Es decir, lo que debía
entrar en e l razonamiento, sin tomar en consideración lo que pudiéramos
saber de la vida cotidiana. Era sólo importante comprender, por ejemplo,
que la definición de persona implicaba "poseer un patrimonio" aunque
más no fuera e l bocado que malamente se llevaba a boca o los andrajos
que cubnan su desnudez. Con eso bastaba y en la definición entraban
todos los humanos del planeta.

El lenguaje actual en que la lógica atraviesa e l habla cotidiana, rigen


principios que constituyeron un avance en e l pensamiento humano,
porque permitió ir más allá de quienes reflexionaba los acontecimientos
guiados por e l pensamiento mágico.
Práctica profesional del abogado de familia

Entre estos principios lógicos destacaremos dos que son de un particular


interés para nuestra exposición: El principio de no simultaneidad de los
contrarios o de no contradicción, y el de la relación necesaria entre causa
y efecto.

Así, en virtud de estos principios, el sentido y naturaleza de las cosas


y sus relaciones son universales y van más allá de las inclinaciones o
preferencia de quien las piensa. Por ello, el lenguaje común al que hemos
incorporado la riqueza de la lógica, decimos que tal acontecimiento fue
motivado por tal otra situación, como ser que el agua hierve a los cien
grados centígrados. Y, ante esa temperatura el agua no puede hervir y
mantenerse simultáneamente en estado líquido. La causa no se confunde
con el efecto y, ante cierta causa el efecto debe ser uno, y no ese y su
contrario.

Llevado al ámbito jurídico, el demandado es el que ha causado el daño y


debe responder, o bien no lo ha causado y no debe responder, y todas las
variables intermedias mantienen ambos principios, como ser responder
en la medida de su responsabilidad en tanto el demandado contribuyó
al efecto dañoso por lo cual en esa medida corresponde la reparación
pretendida.

b) Ahora como abogados

Los abogados venimos, entonces, de una larga practica de estudio en el


cual, junto con el aprendizaje de las normas incorporamos los principios
de la lógica, que es la que rige la formación de sentido del pensamiento
que denominamos racional. Por eso fuimos, los que estudiábamos
entendiendo, razonadores. También por ello nos encontramos ahora con
el hecho de tener esta facultad fuertemente desarrollada, más aun,
consolidada con el ejercicio de la profesión, cuyo recurso argumental
se vale de ardides y sofismas que tienen a la lógica como su modelo
referencial.

Estos aspectos se nos presentan con más claridad en un proceso judicial.


Así, sabemos que el conjunto de las pruebas ofrecidas en un pleito,
tienden a demostrar que ocurrió un hecho, que ese hecho ocasiono un
perjuicio a nuestro cliente y que el demandado es el que realizó dicho
hecho. Aquí tenemos dos nexos causales que debemos acreditar: a) el
que existe entre la conducta del demandado, como causa y e l hecho al
que consideramos dañoso, como causa, y los perjuicios que ese hecho
produjo en nuestro cliente, como efecto.
Osvaldo Ortemberg

Esta manera de razonar y practicar la abogacía lleva a quien la ejerce a un


buen ejercicio profesional, pero también conlleva una singular situación
respecto de cierto tipo de juicios en los cuales esta modalidad de pensar
y actuar llega a resultar contraproducente o bien muy limitativa para
un adecuado desempeño. En efecto: en e l derecho, la noción de causa
esta investida con un atributo subjetivo, como es la noción de culpa.
Esta noción contempla un aspecto en que e l vínculo causal sólo contiene
cuando intervienen seres humanos. Este aspecto es la intención.

Así, acreditados los dos vínculos causales señalados, los grados de


intencionalidad que se pudo determinar en e l causante del hecho dañoso,
regulan e l nivel de la reparación que pueda establecerse por e l daño
ocasionado. Es en base a este elemento subjetivo, en e l Derecho Penal la
conducta del causante se clasifica en los grados de dolo, dolo eventual o
culpa y en e l Derecho Civil en delito y cuasidelito. Cuando la subjetividad
no es tomada en cuenta se habla de responsabilidad.

Podemos decir que e l derecho contempla un principio retributivo que es


también propio de nuestra moral cotidiana y que puede resumirse en la
frase corriente de "el que las hace las paga", que responde a un principio
filosófico-religioso más general y antiguo como es la Ley del Talión, e l
famoso "ojo por ojo, diente por diente".

En la práctica civil del derecho, e l elemento intencional sólo de manera


excepcional es objeto de una prueba que tienda a acreditar su existencia
y grado. En general se acreditan los hechos, la acción humana que
los generó y los perjuicios que los mismos provocaron. Sin embargo,
en la consideración del resultado del juicio, nuestra manera habitual
tiende a considerar que se acreditó que e l demandado es culpable o
no del hecho dañoso. No lo pensamos como causante del mismo. Para
nosotros la condena corresponde a una culpa o, excepcionalmente a una
responsabilidad sin culpa, que, para diferenciarla de la culpa la llamamos
objetiva.

c) Culpa y causa

Entonces, aun cuando habitualmente acreditamos la causa la pensamos


como culpa.

¿NOnos ocurrirá que a la noción de culpa la estamos invistiendo de los


atributos de la causa?

¿Cuál es la diferencia?
Practica profesional del abogado de familia

Kelsen nos diría que la noción de causa tiene que ver con el vínculo
necesario de las leyes naturales: que el agua hierva a cien grados
centígrados tiene una precisión que nunca podemos encontrar cuando en
el vínculo causal uno de los componentes del mismo es la intencionalidad
humana. Es decir, el nexo causal está concebido de manera universal,
no tiene excepciones, el agua siempre hierve cuando se le somete a un
grado determinado de calor. En cambio, la relación de la intención con
el acto y el daño, varía no solo de un individuo a otro, sino en el mismo
individuo, segun el momento, el estado de ánimo, etc.

Esta manera nuestra de concebir la culpa con los atributos de la causa,


esto es, como una determinación exacta de lo que genero el efecto,
esta sostenida por la manera en está escrita la sentencia firme. Ella esta
investida de la verdad definitiva e inapelable. Es la verdad del hecho sin
que nadie pueda discutirlo y todos están obligados a acatarla, cualesquiera
que sean las opiniones particulares que cada uno pueda tener.

Así como la cosa juzgada se presenta como una verdad absoluta en


nuestra práctica jurídica, la determinación de la culpa que proviene de la
sentencia esta investida con este mismo carácter absoluto, esto es, como
si se tratara de un acontecimiento natural con los atributos precisos que
damos a la noción de causa, aunque nos estamos refiriendo a la culpa.

Vemos que la noción de causa tiene caracteres que transferimos,


por nuestra formación y práctica, a la noción de culpa, por la cual
restringimos esta noción a una manera rígida, univoca y no contradictoria.
Nos preguntamos entonces cuales son los caracteres de la noción de
culpa, a la cual adjudicamos, en nuestras consideraciones, una mayor
amplitud, menor rigidez, como para admitir el elemento subjetivo de la
intencionalidad con que el derecho inviste a la conducta humana.

d) La culpa

La culpa se manifiesta en nosotros como un sentimiento. Decimos sentir


culpa ante un hecho que realizamos o pensamiento que tenemos, que
es contrario a ciertos valores nuestros. Este sentimiento puede también
actuar en nosotros sin que nos demos cuenta, de manera inconsciente.
En estos casos podemos percibirlo de diversas maneras, por ejemplo:
ante las consecuencias de ciertos actos en los que obtenemos resultados
contrarios a los esperados, por lo cual podemos inferir que actuó en
nosotros una tendencia contraria a la que pretendíamos, a modo de
sanción, por haber actuado en nosotros la culpa.
Osvaldo Ortemberg

Así considerado, podemos pensar que la culpa es un componente natural


de nuestra subjetividad, ya que un sentimiento no es algo que alguien
pueda inventar, está en uno como los pies, la cabeza y los dedos de las
manos, y es tan natural como respirar o comer. ¿Por qué? Porque es obvio
que lo normal es tener sentimientos ambivalentes ante muchos de los
actos y vínculos de nuestra vida: amamos a nuestros padres y cuando
nos ponen un no, los odiamos. Pero no por ello desaparece e l amor,
simplemente deja de predominar en la esfera de nuestros sentimientos.
Si damos rienda al odio, sea en gestos, palabras o actos, lo frecuente
es que ante esa reacción en que encontró satisfacción e l odio y por ello
disminuya sus exigencias, e l amor que por los mismos tenemos levante
un reproche ante esa reacción. Este reproche se expresa como culpa y
puede ser, como dijimos, consciente, en que sentimos mortificación y
autorreproche o inconscientemente, donde realizamos actos o dejamos
de hacerlos, que nos traen consecuencias perjudiciales, como si con ese
perjuicio "pagáramos" por e l mal que hicimos al ser amado.

Sin embargo, del mismo modo que los actuales avances en las
investigaciones, han llevado a considerar que n i e l lenguaje es algo
natural, sino una adquisición que le aconteció a nuestra especie,
habremos de considerar que este sentimiento, como todos los de orden
humano, son adquisiciones que nos acontecieron.

Adquirir algo e incorporarlo como propio, hasta e l punto de llegar a


conformar nuestra subjetividad, requiere un largo aprendizaje que
abarque fundamentalmente nuestra experiencia. Pensado a nivel de un
individuo, usted o yo, es sencillo encontrar la fuente donde nuestros
sentimientos fueron templados a l calor de la culpa: nuestra propia
familia. Desde pequeños nos lo transmitieron sin que lo hubieran podido
evitar, porque nos hicieron a su imagen y semejanza y nosotros somos
a esa imagen en todo lo que hay en nosotros, también en nuestros
sentimientos.

Si nos preguntamos de dónde obtuvieron ellos este sentimiento, la


respuesta la tenemos en e l acto: sus propias familias cuando a ellos se lo
transmitieron sus padres como ellos lo hicieron con nosotros.

Pero por este camino no Logramos una respuesta a l planteo que hicimos,
de que es algo adquirido, porque por la vía que abordamos llegamos a
remontarnos a pasados tan lejanos que pueden llegar más allá de nuestra
civilización.

Es cierto que nosotros lo adquirimos de nuestros padres, pero ja qué se


debe que este sentimiento exista en todas las familias de nuestros días?
Practica profesional del abogado de familia

Esto permite pensar que además de una experiencia familiar que nos
conforma e l sentimiento de culpa tuvo que haber habido una experiencia
social en la cual dicho sentimiento debió haber sido generado de tal
modo que hoy pueda abarcar a todas las familias que se lo transmiten a
sus hijos, como nos pasó a usted y a mí.

Cuando hablamos de una experiencia social, no aludimos a un solo hecho


histórico puntual, nos referimos a que se trata de acontecimientos
ocurridos en e l terreno extenso de la historia de los pueblos. Es decir,
no buscamos algo que pueda considerarse la causa de ese sentimiento,
e l de culpa, como nos suele ocurrir antes con los fenómenos naturales
al que antes nos hemos referido. Buscamos más bien algo que nos
permita vislumbrar de algún modo verosímil en e l que una comunidad
humana haya podido producir algún acontecimiento que conllevara la
elaboración de una modalidad afectiva como la culpa. Algo que pueda ser
considerado un modelo pero que provenga de una actividad comunitaria
y no de un recurso ideativo proveniente de un pensador o artista, sin
acontecimientos sociales.

e) Precedente histórico de la culpa

Tenemos en la historia una experiencia social que nos permite acercarnos


a la pregunta que planteamos: se trata de un acontecimiento ocurrido
en la antigüedad. Nos referimos al exilio forzoso que l e ocurrió a l pueblo
judío.

Cuando Nabucodonosor derrota a Judea en e l siglo VI AC, la parte más


rica de la población judía fue trasladada en masa por los vencedores
a la ciudad de Babilonia. En esa situación los exiliados elaboraron una
construcción de la naturaleza de su divinidad que permitió que la misma
permaneciera fiel a su dios Único, Javhe. Ello, no obstante tratarse de un
dios territorial como acontecía con las demás divinidades que adoraban los
pueblos cananéos. Ese carácter territorial constituía una restricción para
que pudiera seguir siendo adorado en otros territorios, máxime cuando
e l pueblo que lo adoraba había sido derrotado, lo que significaba, en las
creencias de entonces, que e l dios local también había sido derrotado
por e l o los dioses que auspiciaban a sus enemigos. En esta situación
en que la creencia en Jahve estaba condenada a la extinción, hubo una
modificación en esta manera de concebir la relación y lugar físico de
acción de la divinidad. Los profetas judíos del exilio interpretaron que
Jahve no había sido derrotado, sino su pueblo por haberse desviado de
sus mandatos, y que e l lugar de su imperio no era e l territorio de Judea
sino e l de todos los pueblos del mundo.
Osvaldo Ortemberg

El desastre era consecuencia de los actos de Las propias víctimas: los


judíos. Esta elaboración permite pasar de una concepción mágico-
mitológica, como atribuir la derrota a la falta de poder del propio dios
en relación a los dioses del enemigo, a una acusación de dicha derrota
como sanción del incumplimiento de los mandatos de ese dios. Es decir
que se modificó la causa de la derrota, que pasó de atribuirla a un afuera,
e l o los dioses propios, a una interior: la propia conducta. El dios siguió
siendo adorado, es decir amado y la derrota fue un castigo por Los propios
actos de desobediencia a sus mandatos. Así, e l odio ante la "falla" del
amparo del dios que despertó entre sus fieles, se trasladó de un objeto
externo; e l dios, a uno interno, los actos de desobediencia de la la
propia comunidad. Y este sentimiento encontrado entre e l amor y e l odio
internalizado es e l sentimiento de culpa.

Tenemos así los elementos que configuran la modalidad de un sentimiento:


un mandato, e l incumplimiento del mandato por una tendencia interna
del sujeto opuesta a l mismo y una consecuencia dolorosa como sanción.

El mandato proviene de la voluntad de Dios, cuyo contenido tiene por


objeto poner un freno a una tendencia instintiva del sujeto, ya que de
otro modo no haría falta un mandato que le impusiera una hacer o un
no hacer. Así le impone ese mandato la prohibición a algo que anhela. El
abstenerse de realizar lo prohíbo es una renuncia instintual que e l sujeto
realiza por e l temor a la furia de Dios, es decir e l miedo a la sanción. Era
entonces la contradicción a la que antes nos referimos: e l dios amado
es a l mismo tiempo odiado porque tememos que si no hacemos lo que
anhelamos nos sancione con un poder que es muy superior al nuestro,
ya que en este caso ese dios es omnipotente. Así, antes de la derrota,
estaba internalizado un odio a quien se amaba. Y esta internalización era
de toda la comunidad ya que sus mandatos frenaban todo lo que se venía
haciendo y deseado: matar, fornicar, robar, adorar ídolos, mentir y así
hasta e l último mandamiento.

El resultado de todo ello fue la derrota y pérdida de los que ese dios les
había deparado: e l territorio. Y para los que fueron a Babilonia, bien
merecido lo tenían porque e l pueblo entero era culpable.

Tenemos entonces que la conformación del sentimiento de culpa es


una regulación de los afectos de los individuos, si bien los mecanismos
que lo conforman suelen ser inconscientes y se presenten ante la
conciencia como angustia, como autoagresión, o como un hecho doloroso
inconscientemente buscado, como es una sanción.

En e l ejemplo histórico dado encontramos un modelo de generación


Practica profesional del abogado de familia

social de la conformación del sentimiento de culpa. Pero no es verosímil


que a ese movimiento podamos atribuir una modificación general de la
subjetividad humana como es, nada menos, que la instalación de la culpa.

Sin embargo, a este hecho social podemos agregar que esta modalidad
afectiva fue recogida por un libro que ha sido trascendente en nuestra
civilización, ya que fue consagrado como lectura obligatoria durante
e l milenio medieval europeo. En é l tenemos consagrada la estructura
afectiva del sentimiento de culpa como estructural a la humanidad. En
la Biblia, cuyos modelos escritos como historias y ejemplos, se fueron
conformando decenas de generaciones que abarcaron primero e l pueblo
del libro, luego naciones y finalmente, en nuestros días, al mundo
capitalista. El mismo mito de los orígenes contempla la estructura de
la culpa como e l sentimiento prototipito de la relación con dios, ya que
e l mandato de este es infringido por e l impulso - la tentación- a la que
dicho mandato ponía freno, y la consecuencia es la sanción, esto es, la
expulsión del paraíso. Para ser completado por aquel que entrega su vida
para liberarnos de nuestra culpa, esto es, por nuestra culpa que, en su
gesto de morir por nosotros, se renueva y potencia ante él.

Sin embargo, e l mecanismo inconsciente que hemos descrito como e l


que corresponde a l sentimiento de culpa es sustancialmente idéntico
al que debe inscribirse en e l sujeto para que su afectividad reciba la
impronta de la Ley, que lo hace humano. En efecto, la Ley aparece ante
cada individuo como un mandato cuyo contenido puede ser un imperativo
positivo, como "honrarás a dios" o un imperativo prohibitivo, como "no
matarás".

Por e l primero se l e impone la incorporación de una disposición afectiva


que le impela a realizar la conducta que establece e l mandato, esto es,
obligarle a algo a lo cual no tiende. Porque no se habrá de obligar a hacer
algo que se desea realizar. Y esto algo que se obliga es nuevo para e l
naciente. Lo nuevo es e l objeto que se fija como destinatario del amor y
no e l amor mismo No sería posible honrar a dios, a l soberano ni a nadie, si
no tiene e l individuo una conformación afectiva previa en la cual hubiera
establecido un lazo de amor y temor hacia e l padre o la madre o quienes
le hubieran criado.

f) La prohibición

Por e l segundo modo de mandato, la prohibición. se pone un freno a una


tendencia que posee originariamente, como es, en nuestro ejemplo, la
respuesta destructiva ante e l rival o enemigo, o la necesaria agresividad
para conseguir alimentarse de algo vivo, como es un animal o un vegetal.
Osvaldo Ortemberg

En este caso se conserva la tendencia originaria, pero se impone un desvió


respecto de objeto a l que iría dirigida, sea conservando la naturaleza de
la tendencia como en e l caso de la guerra, si bien restringiendo en e l
enemigo de su comunidad y no a los individuos de ésta. O bien poniéndola
al servicio de la supervivencia comunitaria e individual como es e l caso
del trabajo, en que necesario destruir la materia utilizada para contribuir
e l nuevo producto.

Cualquiera de los dos imperativos, como rigen e l mundo afectivo del


individuo, son activos partícipes del comando de la actividad del cuerpo.
Sea por medio de su voluntad, sean a través de sus hábitos.

De los imperativos, nos interesa e l positivo, en tanto hemos visto que


e l sentimiento de culpa se produce en e l conflicto entre una tendencia
prohibida que se realiza infringiendo la prohibición. Podemos decir que
esta estructura es común a la configuración psíquica de la Ley y la de la
culpa que estamos analizando.

Nos preguntamos entonces si la culpa juega un papel necesario en la


inscripción de la Ley en e l psiquismo. Es una interrogación que en este
trabajo no habremos de resolver en cuanto implicaría desplegar una
elaboración del campo psíquico y no del jurídico, o bien de la articulación
entre e l derecho y e l psicoanálisis al cual pretendemos pertenecer. Sin
embargo, hemos de mantener esta interrogación como una guía que nos
permitirá ampliar la red de reflexiones.

Quien actúa movido por la culpa tiende a reparar un daño que se atribuye,
en una medida que no tiene una adecuada proporción con e l daño que
intenta reparar. En la reparación da más de lo que se l e puede llegar
a reclamar. Esa misma persona, actuando sin culpa, repararía en una
proporción adecuada al perjuicio que se atribuye.

Una persona actúa con culpa pudiendo hacerlo sin culpa, por alguna
modalidad singular en su conformación afectiva. Presumimos que ello
obedece al modo de serle transmitida la Ley.

La estructura fundamental de la ley, es la prohibición de yacer con la


madre y de asesinar al padre. Pone un límite esencial a dos tendencias,
la sexual y la tanática, prohibiendo dirigirlas hacia dos objetos: la madre
y e l padre.

Esta conformación esencial se establece en e l transcurso de su inscripción


en e l individuo, la organización afectiva que llamamos humana. Sobre esta
Practica profesional del abogado de familia

matriz se formarán las nuevas adquisiciones a lo largo de la vida en la cual


tomará esta estructura para darle actualidad y nuevas complejidades.

Las tendencias censuradas - yacer con la madre y asesinar al padre- no


desaparecen, se mantienen reprimidas. Afloran y se realizan mediante
los caminos sustitutivos que la censura llega a admitir: en lugar de
acostarse con la madre lo hace con su novia que tiene e l perfume que le
evoca a su madre, en lugar de asesinar al padre asciende en su empleo
desplazando a su jefe que, de este modo "lo mata", simbólicamente, en
e l lugar de asesinar al padre. Son, digamos, satisfacciones sustitutivas
del objeto originario. Por ello seguirá intentando satisfacerlas, ya que no
es e l objeto originario, real motivo de búsqueda de satisfacción de sus
impulsos amorosos u hostiles.

Así, en la incorporación de la Ley, encontramos una diferencia con la


conformación del sentimiento de culpa que hemos visto. Esta diferencia
es que hace a la esencia de la prohibición, e l ser transgredida por los
caminos del simbolismo. Lo prohibido debe realizarse sustituyendo e l
objeto de la prohibición por otros que lo representen. En cambio, en la
culpa, la trasgresión genera una sanción que alivia y confirma la culpa.

g) Falla en la sirnbolización

Considerado de este modo, e l sentimiento de culpabilidad se nos


presenta como un mecanismo que se retroalimenta con aquella conducta
que impulsa a quienes lo padecen: e l pago. Se trata entonces de una
conformación que incluye la repetición en su interioridad. Esa misma
modalidad de transgresión de lo prohibido -la simbólica-, conlleva un
nudo donde e l simbolismo es impotente en su disfraz. No es engañado.
Mantiene del objeto prohibido contenidos por los que e l símbolo recoge,
como un espejo, aquello que simboliza. Entonces, en eso irreductible a
ser representado, se realiza e l incesto y e l remordimiento aflora, codo a
codo con la satisfacción que se obtiene. Así, la satisfacción va de la mano
con la mortificación y su resultado es la culpa. Me satisface lograr e l
objeto de mi deseo por caminos de lo simbólico, pero una voz interior me
dice que ahí mismo está también lo simbolizado. Como si e l símbolo no
pudiera lograr su autonomía dialogando con otros símbolos, arrastrando
su cordón umbilical primitivo de ser espejo de lo simbolizado.

Esta característica le da un toque diferencial a la manera en que hemos


descripto la incorporación de la Ley en e l individuo, donde la prohibición
habilita un mecanismo que tiende a realizar lo prohibido, desplazado en
algo que no es lo prohibido mismo, sino otra cosa que lo representa.
Osvaldo Ortemberg

En ambas modalidades hay una repetición de buscar lo prohibido por


medio de algo que lo diferencie: los símbolos, los recursos del lenguaje.
En e l mecanismo de la culpa, la repetición tiene una falla o una trampa
donde e l símbolo se mira con lo simbolizado en lugar de mirarse en
otros símbolos. Y ahí La culpa encuentra e l terreno de su perpetuación.
Entonces sustituyo, pero me arrepiento y busco la sanción consecuente
al incumplimiento de lo prohibido. Y en la misma sanción reedito la
culpa en tanto en ella misma, la sanción, reconozco que he realizado lo
prohibido, que es lo único que justifica esa sanción. Así ese mecanismo
asegura una culpa perpetua y todo, por e l sólo hecho de haber nacido
humano, como nos dice Segismundo en su monólogo, al que habría que
acotarle "humano judeocristiano". Es decir, hijo del monoteísmo. Esas
religiones del desierto en que la voz del padre es la suprema y los hijos no
dejan de luchar por apropiarse de su esclava, la madre, como le ocurrió
a Levi, que accedió a ella y, por ello, fue condenado a aquello de lo
que sus ancestros huían: la falta de un lugar propio en este mundo, y
a bregar por los territorios de sus hermanos, enseñándoles La ley que a
é l lo había condenado a la carencia de la promesa de un territorio para
esa comunidad nómada. La sanción de Levi es una privación dolorosa
que exhibe e l delito por e l cual la recibió, en su exaltado pregonar
sacerdotal de que hay que cumplir con la ley que é l no cumplió. Así, en
la mortificación se alivia y confirma su culpa.

Tras una idéntica conformación de la inscripción de la Ley, e l sentimiento


de culpabilidad nos impone una limitación en nuestro accionar, un cauce
que nos guía y se apropia de nuestros deseos, de nuestros anhelos, de
nuestra voluntad. Es decir que, como a Levi, nos impone un destino como
a é l l e impuso una profesión sin descanso, la sacerdotal, que implicaba
trasladarse de modo perpetuo por casa ajena y vivir de las mieses de los
demás, es decir, de la mendicidad. Mendicidad que le imponía sabiduría
por tener que avocarse a estudiar lo que había infringido y enseñarlo,
como cuando las antiguas maestras imponían al niño escribir infinidad de
veces aquello en que había fallado, para que le entre y como escarmiento
vergonzante ante los demás niños.

La inscripción de la Prohibición es propia de la especie. En cambio, e l


sentimiento de culpabilidad, es propio de una época, que se monta en lo
universal humano, la Prohibición.

Desde e l punto de vista de la economía psíquica en juego en los dos


mecanismos, vemos que la inscripción de la ley genera una búsqueda
infinita, que propende en su realización al logro de nuevos derroteros
y que solo termina con la muerte del sujeto. En cambio, e l mecanismo
de la culpabilidad tiende a inhabilitar todo derrotero que no conduzca
Practica profesional del abogado de familia

a la repetición del sentimiento de culpa y la necesidad de pago para


satisfacerla y reiterarla.

Volvamos por un instante al ejemplo histórico del que nos habíamos


valido para visualizar una muestra de la manera en que pudo haber sido
producida esa conformación sentimental, es decir, la adjudicación de la
derrota en la guerra de los hebreos a l apartamiento de los mandatos de
Jehová y no a la superioridad del enemigo, o bien la inferioridad propia.
El resultado fue la preservación de Jehová como dios que de otro modo se
hubiera tratado de un dios derrotado y por ello destituido de la creencia.
Con esta y otras medidas, por ciertas y muy severas, se preservó la
creencia de Jehová e incluso cambió su misma naturaleza de ser dios
territorial por la de ser un habitante en la subjetividad de sus creyentes.
El precio de esta adquisición fue la configuración del sentimiento de
culpabilidad en toda una comunidad.

En lo que e l ejemplo muestra, la culpa es la resultante del accionar


contrario a los mandatos de la divinidad. Sus consecuencias fueron
desastrosas para quienes tuvieron tales sentimientos. La obediencia,
entonces, tiene premio, que es no ser castigado, sino recompensado.

Si comparamos a una persona que actúa con culpa con otra que actúa con
responsabilidad, vemos que e l primero tiene una actitud compulsiva cuya
satisfacción consiste en un alivio. La satisfacción de la segunda reconoce
que e l cambio del resultado beneficioso de su acto proviene del afuera.
Vemos así que la satisfacción del primero es egoísta: liberarse de una
carga, la del segundo se mueve en un terreno que podemos llamar de
libertad, en tanto da cancelando una deuda.

Y Leví fue lo que quedó de esa frondosa historia de los hebreos en la


subjetividad de todo un pueblo del que emergió, para confirmarlo, su
último mesías, repudiado como tal, para confirmar esa deuda con e l
padre todopoderoso, e l cristo, que se ofreció para cancelar con su vida
esa culpa. Con ello confirmó la culpa, porque en la Ley del Talión la
vida que e l hijo entrega es por haber asesinado al padre -infringiendo la
prohibición-. Y en e l Cristo, en e l mismo acto que nos libera, nos condena
al decirnos "Yo soy e l camino". Ese "yo" es e l de los que leemos ese
texto. Es a la par e l "yo" del Cristo y e l "yo" del lector. Ambos son uno.
Con ello cada lector está en esa cruz reconociendo su culpa al pagarla
con su propia cruz, que seguirá llevándola en su vida.

Así la culpa se difundió más allá de un pueblo y abarcó una civilización


que hoy domina e l mundo y con ello la subjetividad de sus habitantes: la
monoteísta.
Osvaldo Ortemberg

Quien actúa con culpa convive con una potencia afectiva contraria a
aquella que se desea rechazar.

Cuando paga de más o no puede pagar en absoluto, hay un plus de afecto


que al intentar resolver ese conflicto lo perpetúa: se mortifica por el
exceso en el pago y también por no pagar.

El sentimiento de culpa es una escena desplazada respecto de aquella


en la cual se habría originado que repite, psíquicamente, esa escena
primera. Así, el pueblo del libro, sigue, como Leví, buscando los resquicios
de la ley que lo condenó, compulsivamente, acumulando premios y
reconocimientos y, también, persecuciones y escarmientos.

h) La represión del incesto

Tanto el individuo que actúa con responsabilidad como e l que lo hace con
culpa ante una situación similar, como por ejemplo pasarles alimentos a
sus hijos, o repartir los bienes de la sociedad conyugal, han incorporado
la ley en un proceso de hominización. Esto significa que en ambos casos
han debido reprimir sus impulsos eróticos hacia aquellos seres más
amados, si es varón, la madre, las hermanas y las hijas, como también su
impulso hostil hacia aquellos seres con los cuales entra en rivalidad por la
posesión erótica de tales seres amados, como son el padre, los hermanos
y los hijos.

La renuncia erótica a los seres amados genera tensiones. No es algo


instantáneo ni pacifico, sino que requiere la habilitación de vías de
sustitución en que dichas tendencias incestuosas puedan descargarse, es
decir encontrar satisfacciones que sustituyan a esos seres amados. Para
ello existe más de una posibilidad, que depende del modo en que se haya
instalado en la infancia, la represión de esa tendencia incestuosa.

Puede acontecer que la represión haya sido tan enérgica que produzca
una inhibición en las tendencias mismas, en cuyo caso no puede encontrar
satisfacción en vínculos con otras personas y se vuelva ensimismada,
retraída, solitaria. En estos casos es posible que sea proclive a manifestar
sus afectos con estallidos, con irrupciones que pueden ser inoportunas,
violentas, autodestructivas.

Puede darse que la represión haya sido débil y no le fije límites en


los vínculos que haga factible la satisfacción instintiva, como solemos
encontrar en sujetos confianzudos, indiscretos, temerarios.
Practica profesional del abogado de familia

Estos son tan sólo ejemplos extremos de una variación inmensa de


instalarse la represión en e l sujeto.

La represión de la que estamos hablando, es una instancia subjetiva de la


persona que se conforma durante su crianza en e l seno de su familia o la
red de vínculos afectivos que la sustituya.

Partiremos de considerar que tales modos de represión generan en


nuestros días e l sentimiento de culpabilidad que hoy todos padecemos.

Como nuestro tema son los conflictos de familia cuyas crisis generan
divorcios, herencias difíciles, disoluciones y guerras societarias,
habremos de tomar tales conflictos para acotar a ellos e l campo del
sentimiento de culpabilidad. Pero antes veremos la universalización de
dicho sentimiento.

1) El imperio, el odio y la culpa

Hemos visto una práctica social que ha llevado a construir un modelo


del sentimiento de culpabilidad en una comunidad, la judía en su exilio
babilónico. Fue, sin embargo, un hecho posterior e l que consagró de
manera universal este sentimiento, con e l advenimiento del cristianismo
que se originó dentro de dicha comunidad. El sacrificio de Jesús para
expiar la culpa de la humanidad, estatuyó la universalización de este
sentimiento, ya que e l individuo sólo puede liberarse de algo que padece.
El pago por la culpa es e l acto mismo en que nos reconoceremos como
culpables.

¿Peroculpable de qué?

Quizás e l contexto histórico en que se universalizó la culpa, nos brinde


una compresión de este interrogante.

Desde la irrupción del movimiento que habría de llevar a Jesús a la cruz,


hasta la consagración del cristianismo como la religión oficial del imperio
romano, transcurrieron tres siglos. En este transcurso se consolidó Roma
como e l imperio de la Única región civilizada del mundo de entonces, que
habría de predominar en e l planeta entero.

Este predominio fue mediante la guerra, la política y e l comercio y


su camino no dejó nunca de levantar fuertes resistencias por aquellos
que finalmente hubieron de sucumbir. Habremos de suponer que esta
conquista y triunfo generó en los derrotados un fuerte sentimiento anti
Osvaldo Ortemberg

romano que conllevaba una constante rebeldía contra la ley de Roma.

Este sentimiento habna sido tan poderoso como la opresión que cada
comunidad sentía ante las exacciones que e l imperio les imponía.

Cuando la potencia que nos esclaviza es muy poderosa y persistente,


nuestros actos incorporan una censura interior como recurso de
autodefensa, esto es, no exponernos a una retaliación que pueda
ocasionarnos un daño cierto o presunto.

El establecimiento final del imperio por un vasto periodo, como la Pax


Romana, habría llevado a internalizar una especie de invencibilidad del
opresor que llevó a resignar la lucha real. Tenemos entonces en e l mismo
sujeto sometido dos fuerzas en pugna: la rebelión y la aceptación del
amo que frenaba esta rebelión.

Esta experiencia social abarca a la actual civilización planetaria. Es una


herencia que modela la subjetividad de todos nosotros.

Los sentimientos de rebelión contenidos por ese freno internalizado


encontraron su expresión a través de la religión adoptada por e l imperio.
Cómo se manifestaba ese freno ante la presencia en e l mismo sujeto, del
rechazo que e l freno l e oponía: como mortificación, como autorreproche,
es decir, como culpa.

El mandato cristiano de amar a l enemigo, de poner la otra mejilla, para


salvaguardar a l sujeto de su mismo impulso hostil implicaba volver su
hostilidad contra sí mismo. El castigo, lejos de ser temido, era deseado,
precisamente por su rebeldía ante quien se lo propinaba. Ese que lo
propinaba, e l que imponía su mandato contra la tendencia del sujeto,
se internaliza, se vuelve una instancia interior contra e l mismo sujeto
y consolida una extensión del sentimiento de culpabilidad que abarca
la vida entera del sujeto. Quien acate, será premiado con una vida
espléndida en e l más allá. Pero para lograrlo debía expiar su impulso
hostil, pedir e l castigo para censurarlo y como premio consuelo, ganar la
vida eterna cuando abandone su cuerpo de este mundo.

La vigilancia debía ser constante, como constante era la opresión que


generaba e l odio contra la misma, y e l único garante que podía trabajar
las 24 horas en dicha custodia era esa instancia interior del individuo que,
como sentimiento de culpa, inhibía la rebeldía y pagar por ella e l tributo
necesario para e l perdón, que nunca podía cancelar su deuda.
Practica profesional del abogado de familia

j) El amor y la culpa

El odio, sin embargo, es tan sólo uno de los componentes de la pasión en


los términos que aquí la estamos viendo. La otra vertiente es e l amor.
Habremos por ello de considerar este otro aspecto de un modo semejante
al que hemos hecho con e l odio.

La universalización del cristianismo nos exime de fundamentar la


importancia que sus mandatos y modelos han tenido y tienen en nuestros
días. Entre los contenidos del Antiguo y e l Nuevo Testamento que
establecen las doctrinas que rigen en nuestras vidas, la regulación de
amor ocupa un lugar tan importante como la regulación del odio. De
tales aspectos habremos de considerar lo atinente al amor sexual. Si bien
en la Biblia aparecen diversas formas apareamiento, como la poligamia
en los patriarcas y casi todos los reyes de Judea e Israel, e l matrimonio
es e l modo que sus normas consagran de manera universal para la gente
común, es decir para todos nosotros. Pero va más allá, en cuanto excluye
e l amor sexual fuera del matrimonio al prohibe la fornicación. Fornicar
es cualquier relación sexual que realicen personas que no están casadas
entre sí. Por este mandamiento bíblico, los no casados están consagrados
al celibato. Como se ve, es una exigencia de abstenerse, a los solteros,
viudos y divorciados. A ello agrega la exclusión del goce sexual, aun en
e l acto genital permitido entre los conyugues, en cuanto a la figura de
Eva, la de pecado original, actualizada en la figura de la virgen María y
e l carpintero José. Mana pudo concebir sin acceso carnal, que excluye
toda posibilidad de gozar. José es e l modelo de marido que también
tiene excluido e l goce carnal, en tanto su cuerpo real es sustituido por e l
espíritu santo que es e l que engendra.

Pero la inhibición del goce sexual no se reduce a la exclusión carnal, sino


al supuesto de la misma, en tanto prohíbe desear la mujer del prójimo.
El deseo no responde a la voluntad ni a la conciencia, sino a tendencias
interiores, inconscientes, que son e l operador que empuja eróticamente
al cuerpo hacia las personas que l e atraen. Esta prohibición impone
una cadena interior, vigilante de aquello que domina las tendencias del
sujeto. La culpa es e l carcelero del deseo.

Nadie, salvo un asceta puede cumplir con estos mandamientos, a


fuerza de una profunda represión de sus tendencias sexuales, fuerza
de enfermarlo. El imperio de los mandatos entonces, no se limitan a la
regulación de las conductas y los pensamientos, sino, fundamentalmente,
clave de los anteriores, de los sentimientos inconscientes que, de por sí,
son ingobernables y que siempre habrán de infringir las cadenas que se le
imponen. ¿Quién está libre de los malos pensamientos?¿Quién está libre
Osvaldo Ortemberg

de malos sentimientos?: Los muertos. Y como la regulación se dirige a


seres vivos, nadie está libre de culpa. Una culpabilidad permanente nos
hace concluir que tal regulación es una política de dominio, de valerse de
los mismos potenciales de los individuos, para mantener su orden, donde
nadie pueda arrojar la primera piedra.

Todos tenemos que pagar porque nadie está exento de culpa.

Y e l pago más fácil en nuestros días, y más útil para quien cobra, es
e l dinero. Después que hagan lo que quieran, mientras paguen. O bien
hagan lo que quieran, para que la propia conciencia de culpa les compela
a pagar.

Los mandatos así universalizados se internalizados como parte del


psiquismo de cada uno de nosotros y son mecanismos de acatamiento, o
bien los modos de alineación en este momento histórico.

k) La culpa en los casos de familia

Esta regulación judeocristiana del odio y del amor sexual, son producto
de nuestro tiempo y por ello mutables. Es por ello que los órdenes que
sostienen este sometimiento, tanto morales, jurídicos como religiosas,
invocan que son naturales-y no sociables- y por ello eternos.

Este aspecto coyuntural nos permitirá concebir que un individuo que


debe modificar un problema de familia, no tiene como único destino e l
que l e indican los modelos y mandatos a que está sometido. Que padece
él, los miembros de su familia, e l abogado que le asiste, e l juez y e l
mismo Cuerpo Médico Forense que llegue a intervenir.

Junto con esos mandatos la condición humana tiene otra dimensión que
le puede llegar a permitir recorrer otros derroteros que los ya marcados.
Concretamente que puede cambiar de ideología. Este cambio es una
aventura maravillosa y ciertamente temida. Difícil, muy difícil y aun
excepcional, pero posible. No depende tanto de la voluntad y decisión de
la parte a la que le ocurre, sino a determinaciones que van más allá de
la conciencia del individuo y de la coyuntura que atraviesa. El abogado
puede facilitar que esto acontezca en su cliente, aceptando con una
escucha que prescinda de las propias opiniones y mandatos, para que en e l
consultante puedan afluir horizontes y proyectos que expresen proyectos
que aún no fueron experimentados en su vida y la de sus ancestros.

Sin autocensura, supone dos que parenticen sus propias censuras: e l


Practica profesional del abogado de familia

cliente y el abogado de familia. El contexto, excepcional en que esta


situación puede acontecer es el de absoluta confianza del cliente hacia su
abogado y una aceptación de éste a no dejarse llevar por e l Código Civil y
el horror de los mandatos que lo atenazan. Digamos que es algo parecido
al amor, a la amistad.

1) Entre las sábanas

La contención que debe brindar el abogado es por el desgarramiento que


ocurre en su consultante, sus sentimientos de pavor y angustia ante lo
nuevo que desvía los mandatos. Este es e l primer tiempo, que a veces
es el Único tiempo que llega a vivenciar su cliente. Y esta vivencia de
desgarramiento inunda la afectividad del consultante y le impide ver sus
motivaciones: el sentimiento inconsciente y consciente de culpabilidad
que estuvimos viendo.

Esta ceguera conforma en su psiquismo un doble orden de sojuzgamiento:


no rebelarse ante la opresión y repudiar aquella parte de su afectividad
que no se ajusta a los modelos sociales y sexuales autorizados.

Lo que en el varón es ceguera, en la mujer no lo es, sino más bien auto


desvalorización, auto desprecio, sentimiento de fealdad, como el rostro
actual de la culpabilidad inconsciente que la somete.

Basta imaginarnos la convivencia en una familia, como por ejemplo la


nuestra, para constatar el horror que conlleva apartarnos de los mandatos
que nos inhiben expresiones de conductas y afectos entre los miembros
de la misma.

En la obra de Henryk lbsen "Casa de Muñecas", cuya lectura recomiendo,


muestra claramente lo que acontece en una familia cuando la mujer se
aparta de los mandatos ancestrales y opta por la libertad, por su propia
responsabilidad ante la vida. Esta obra causó horror en su época (fines del
siglo XIX) y la causa hoy en día.

Tales vínculos están sostenidos por el conjunto de la afectividad de cada


individuo, en el que tienen cabida la totalidad de las pasiones, no solo las
autorizadas por los mandatos, que es la permitida.

Aquellos afectos que acontecen y que se encuentran sujetos a censura,


suelen ser desconocidos por quien los padece en esa situación que se da
no sólo entre los cónyuges, sino que abarca a los vínculos con sus hijos y
el éstos entre sí.
Osvaldo Ortemberg

Cuando hablamos, por ejemplo, del complejo de Edipo, y decimos que


es la atracción amorosa del hijo hacia su madre y de la hija hacia su
padre, rápidamente aclaramos que es un tiempo de la vida infantil que
cae bajo los efectos de la represión. Esta aclaración que tiene en cuenta
sólo e l Edipo en e l niño - e l llamado Edipo positivo- nos da un respiro,
un alivio ante esa situación que nos resulta horrorosa a nosotros. Es
también un modo de repudiar aquello que esta censurado de tal modo
que es considerado un pecado y un sostén estructural del sentimiento
de culpabilidad. Esa celeridad es más un efecto de nuestra culpabilidad
que tiende de manera veloz, al olvido que a la profundización de nuestro
conocimiento. Quizás e l menor conocimiento de los derroteros del Edipo
femenino -el llamado negativo- obedezca también a este repudio, ya que
esta atracción de la niña hacia su padre lejos de reprimirse, como e l
varón, es plenamente reconocido por la niña y lo mantiene más allá de su
vida infantil, quizás hasta e l final de sus días, como algo aceptado. Tal vez
la monstruosidad respecto a la propia condición o la auto desvaloración,
sea la manera en que la culpa sanciona a la mujer por este saber al que
no logra hacerla renunciar.

La mujer nunca deja de estar enamorada del padre y decepcionada por


no ser correspondida.

En e l seno de una familia moderna, monogámica, habitan dos potencias


totalmente diferentes, un hombre y una mujer, desempeñando dos
personajes iniciales que son un marido y una esposa, un compañero y
una compañera, sean de la orientación sexual que fueren, al que luego
se habrán de agregar oros dos personajes más, si las cosas salen como
está escrito...en la Biblia y en la historia familiar de cada uno de ellos: un
padre y una madre.

A tales potencias y a los personajes que irán encarnando, habrá de


agregárseles un factor más para que puedan cobrar una vida próxima a
nuestra realidad actual: e l transcurso del tiempo.

El amor de La juventud, es un ideal consagrado en consonancia con la


exaltación del individuo en la sociedad actual. Ello hasta e l punto de
ser considerado como e l sinónimo de esa misma palabra "un ideal". Así,
cuando hablamos del amor, todos entendemos que es e l heterosexual de
una pareja joven. Por ese motivo necesitamos aclarar cuando es amor y
no se trata de ello, por ejemplo, de padres a hijos, o al amor de la madre,
o a la sabiduría. Esta exaltación no debe llevarnos a l lugar irreflexivo que
su establecimiento conlleva. En efecto, qué crédito dar al amor entre
dos personas en un medio social como e l actual que, por la conformación
de su censura inconsciente padecen una afectividad con tan grandes
Practica profesional del abogado de familia

represiones. Sin embargo, ese estado es e l ideal que en e l orden de la


afectividad solemos aspirar cuando se trata de recién casados: que se
casen amándose.

El estado amoroso es una maravillosa exaltación de la valoración del ser


-o de aquello-que es amado. Dicho estado puede ser un resultado de
una convivencia, en cuyo caso esta exaltación estará impregnada de una
historia, de una construcción que le brindará visos de realidad, esto es,
de una vinculación tal entre aquellos que se aman, que la subjetividad
de cada uno se verá integrada con aspectos o rasgos que e l otro fue
aportando. Pero habremos de tomar e l caso de los no convivientes, que
son los que con mayor frecuencia dan lugar al matrimonio o la convivencia.

Aquellos que se casan o decidan convivir, aunque estén enamorados,


llegan sumidos en las fuertes represiones a Las que hemos aludido a l
analizar las fuentes y efectos del sentimiento de culpabilidad. Ello hasta
e l punto que no podemos descartar, más aun deberíamos considerar en
primer término, las dificultades que pueden padecer en sus relaciones
genitales. Se trata, sin embargo, de dificultades de todo orden que
son resultante de tales represiones, a l principio suavizadas por la
sobrevaloración del estado amoroso, será una fuente de tensiones que
llevará a modificar ese estado, disminuyéndolo, caricaturizándolo ante
sí mismos, desproveyéndolo de autenticidad. Y todo a espaldas de sus
protagonistas.

Ello aunque todo quede en e l silencio de las paredes y aun en las propias
paredes interiores del alma de cada uno, es decir, en los lugares en los
que uno es ajeno de sí mismo, como la censura interior le llevo a asimilar
por la permanente costumbre de irla padeciendo.

Es cierto que La cama no es todo, más aun, es en la actual moral


inconsciente, la menor parte. Pero más allá de esa hipocresía a que tal
moral nos arrastra, resulta claro que e l cuerpo es la sede de los poderosos
impulsos de La vida. Hambre y reproducción son los imperativos que la
naturaleza ha inscripto en todos Los organismos vivientes, también en los
que soportan nuestra humanidad. Estas poderosas exigencias orgánicas
son indestructibles, aun por la más firme censura con que se las pretenda
aprisionar, ya que si se destruyen cesa La vida, y sin embargo la vida
continua. Ante tales poderes, con plena vigencia, cómo podemos negar
e l lugar que cada uno de los enamorados pueda dar a eso de lo que
sólo en secreto se habla. Dos que han padecido e l dicterio, e l mandato
estrangulador de la prohibición de fornicar.

Prohibición que lleva a denigrar la importancia de ese acto en e l varón,


Osvaldo Ortemberg

desvalorizando a la mujer. Aunque no se tenga conciencia y se repudie todo


aquello que permita llegar a percibirlo. Pero se tenga o no conciencia,
este encuentro, e l genital está destinado a ser un aspecto fundamental
de la historia de encuentros y desencuentros pueden llegar a construir.

Sóloexcepcionalmente los cónyugesobtienen con su pareja unagenitalidad


satisfactoria. Es esta, pues una fuente de graves perturbaciones que poco
o nada llega a hacer cada uno de los cónyuges para poder modificarla,
por vergüenza de comentar estos temas a quienes pueden brindarles una
ayuda y aun reconocerlos ante sí mismos. Estas vergüenzas son también
un efecto de la profunda represión que padecen y que, entre otras cosas,
les provoca ese desencuentro genital.

Cuando llega e l divorcio o separación, es normal que tales desencuentros


estén totalmente elididos de la memoria y que no sean motivos de
preguntas por los profesionales a los que acuden para afrontar e l proceso
de separación. Los mismos no sólo se han olvidado, cuando pudiera
ser percibidos, sino que, aunque alguna vez se recordaran, se fueron
desplazando a otras situaciones a las que han ido transfiriendo tales
insatisfacciones, hasta llegar a los actuales reclamos que suelen hacerse.

Siempre se reclama en lo que se pide, satisfacciones de un orden diferente


al contenido manifiesto de tales pedidos.

A este desencuentro entre la mujer y e l hombre, se agregan personajes


que, más allá de las ilusiones de estar viviendo algo original e inédito,
ambos son la materialidad viva de un libreto que no escribieron, pero
padecen sin saberlo. Y no lo saben porque ese libreto es e l que dictó su
manera de sentir, de pensar y de hacer la vida que vienen haciendo. Más
aun, porque los transmisores de esa letra plagada de valores y censuradas,
fueron los menos sospechados de los seres amados: papá y mamá, los de
la infancia, los del amor, e l castigo y e l cuidado.

El resultado son una serie de sentimientos que están anudados a valores


que se materializan en la vida cotidiana. Entre estos valores, quizás
e l más importante y que mayores obstáculos provoca en los vínculos
afectivos, es e l de eternidad del amor. Un ideal que rara vez se da y que
es una fuente de desencantos y culpas por lo que se consideran fallas en
uno o en la elección que se hizo.

"Lo que dios ha unido e l hombre no lo separe" Es un antiguo mandato


que está instalado en todos de manera inconsciente y que más que bregar
por e l amor y e l bienestar de los hijos, responde a una realidad de otras
Practica profesional del abogado de familia

épocas. Tiempos en que la mujer y los niños eran patrimonio del varón,
que era quién, por ello, debía administrar y disponer del patrimonio de
su grupo familiar, fuera quien fuese su titular, ya que é l era la garantía
de permanencia del mismo: e l Único y omnipudiente proveedor de lo
necesario para que todos pudieran vivir.

Este imperativo mantiene su lozanía en la mayona de las parejas, del


sexo que fueren.

Hoy, con ambos sexos con capacidad de sostener su propia vida, reflejado
en la igualdad de los derechos que tienen la mujer y e l varón, este
principio se erige en un prejuicio por lo cual es más sencillo señalar sus
supuestos falsos.

Uno de ellos es que e l amor jurado no es eterno ¿por qué? Porque e l


vínculo varía con e l transcurso del tiempo.

Dos, porque junto con e l amor y mezclado con éste existen otros afectos
contrarios o diferentes a éste, como e l odio, la envidia, los celos.

Tres, porque además de variar e l vínculo, cada integrante varía en su


forma de ser y de sentir que cuestionan la repetición de sus modelos y
pautas familiares.

Cuatro, porque conviven con e l amor-desamor de pareja otros amores-


desamores, por ejemplo, hacia los hijos, hacia los padres, hacia los
amigos y parientes.

Cinco: e l amor más fuerte, consideramos, es e l primitivo hacia la madre


o quien haya desempeñado su función: esta es la maqueta que inviste
a los nuevos amores y que mantiene su originaria naturaleza: un amor
absoluto que se confunde con e l amor hacia sí mismo y que requiere una
fuerte dosis de odio, es decir, desamor, para poder apartarse de éste y
vincularse con otros, como ser la pareja, los hijos, e l estudio, e l trabajo,
sea varón o mujer, ya que e l amor de ésta hacia e l padre es un subrogado
del originario hacia la madre.

11) Dos tiempos del vínculo amoroso

Podemos decir que la pareja es e l vínculo que mejor posibilita transferir


esa maqueta vincular originaria, en que se actualizan con matices y
modalidades singulares ese amor-odio primigenio. En la crisis los abogados
de familia tenemos una posibilidad y una limitación. Ya que no se puede
Osvaldo Ortemberg

eludir ese vínculo originario en la transferencia al nuevo vínculo. Ésta


puede incluir un solo tiempo: aquel en que la unión con la madre era
lo suficientemente poderosa como para impedir que e l odio hiciera su
trabajo de separación y facilitar otros vínculos, es decir, lanzar a l niño al
mundo exterior. O bien puede incluir ambos tiempos, e l de la unión y la
separación. Es ésta segunda modalidad la que da más chance a la pareja
para continuar compartiendo la vida. Es decir, que cada uno tenga un
vínculo fuerte, como es una pareja y además un mundo propio que se
torne misterioso y algo opaco para e l otro o la otra. Este aspecto es lo
que alimenta e l deseo y lo mantiene vivo: la irreductibilidad del otro a
las constelaciones propias originarias.

En cambio, si predomina e l primer período originario, la seguridad es tan


sólida que se transforma en soledad ante los imperativos del mundo, e l
cielo pierde su poesía, las mañanas la ternura del despertar del sol, y los
pájaros se borran de los árboles y sus cantos son ciegos. Esta seguridad
lleva a la más absoluta desesperación en que se sabe lo que vendrá con
cada gesto, en cada hora, con cada sentarse a la mesa a la hora exacta
con cada cosa en su lugar. Este equívoco -creer que se conoce todo del
otro o la otra- anula las posibilidades de ambos y Las del vínculo que,
por ello, no pueden desplegar sus potencialidades, y quedan ausentes al
propio conocimiento y sus oscuridades.

Todo cambio es aquí un trauma, cada hijo que se casa es un nido que fue
arrasado por un vendaval de angustias e inseguridades, un morir por con
esa ausencia.

Si recurren al abogado, es porque alguno de ellos se rebeló y asumió que


es otro u otra de ese pacto siniestro de unidad matrimonial. Que ya no
rinde lo que e l otro o la otra espera, o porque ya no aguanta dos cuerpos
en una sola vida.

La otra situación en que cada parte tiene su mundo, la concurrencia es


más frecuente: cada mundo llevó al otro u otra a ser diferente a lo que
era cuando se unieron. O bien, que uno era de la primera manera y e l
otro de la segunda. Y e l tiempo no perdona porque se instala en nosotros
como la hiedra a la pared. Desnuda como e l niño ante e l rey con e l traje
invisible que, como no pudo mentir por su inocencia, exclamó "el rey
está desnudo".

Que cada cual tenga su mundo, tiene una gran riqueza, es que ambos
ejerzan una libertad inmensa y realicen sus inclinaciones, pero conlleva
e l gran riesgo que estos mundos de cada uno resulten incompatibles.
Practica profesional del abogado de familia

En los tiempos actuales, se observa una eyaculación precoz en los


conflictos de pareja, donde no se dan tiempo de constatar, ante una
crisis, si es de crecimiento o no, en que ambos, a los gritos, desaires y
malas maneras, expresen cambios muy importantes, sea en e l vínculo o
en cada uno de ellos. De tales cambios expresados como crisis, puede
resultar un crecimiento subjetivo individual o del vínculo, o bien la
manifestación de una incompatibilidad que justifica una separación. Para
darnos cuenta de si se trata de una u otra cosa, es necesario un tiempo
y coraje para hablar -sea entre ellos o con un tercero-. Hoy parece que
este tiempo, no se lo permiten. Es una lástima, porque van regateando al
futuro posibilidades que suelen no repetirse.

Y una última reflexión: nadie es de un solo modo. Uno cambia no solamente


con e l transcurso de los años, sino que en e l mismo día puede ser de modos
diferentes, es decir, tener sentimientos diferentes. No digamos bipolar,
que es un término psiquiátrico para etiquetar y neutralizar la imaginación
y la misma condición humana. Digamos multipolar. Y aquí debemos
retomar una noción: la de estrategias y tácticas. Uno tiene un libreto que
podemos llamar estrategia: está marcado por mandatos inconscientes,
por deseos inconscientes de sus mayores -no sólo los padres- para realizar
un destino. Pero este libreto, por fuerte que sea puede cambiar. Y cambia
porque e l contexto, que es cambiante, tiene un poder equivalente al de
los mandatos familiares y porque los mandatos más importantes que la
familia transmite, provienen también del contexto.

n) El amor-odio del varón hacia los hijos

Finalmente, -y vemos que cuando dije Última reflexión mentí o me


apresuré- quiero hablar del amor hacia los hijos. A los hijos se los ama
como uno puede amar: con todos los afectos mezclados: envidia, celos,
odio -con perdón-. Aveces uno dice "ay, lo quisiera matar". Y es porque
e l amor no basta para ponerle e l cuerpo a l crecimiento de una criatura.
Ni aun cuando en épocas remotas - la de nuestros abuelos, es decir en la
edad media de los vínculos familiares- e l trabajo de la mujer era parir y
criar a todo lo viviente que habitara su casa: era la reina del hogar de la
que todos se colgaban para recibir e l trozo de amor y la libra de carne
que les permitiera seguir viviendo.

No puedo abandonar este punto sin un agregado -prescindo del


"finalmente" porque ya no me creo-, que es e l descalabro que produce
en los vínculos familiares e l nacimiento de los hijos, fundamentalmente
del primero. Cuando e l primero llega, ella suele replegarse en su hijo y
e l padre siente e l impacto de esa retracción. Despierta en él, aunque
lo disimule, un afecto que ya antes experimentó: celos. Esta repetición
Osvaldo Ortemberg

puede llevarlo a situaciones extremas, aunque excepcionales, como huir,


abandonar e l vínculo. Cuando intenta volver, lleva la cruz de la culpa.
Pero su vuelta será muy resistida por la madre que suele no perdonar
y recriminar por los años de los años. El hijo, e l primero, precipita en
ella a la hembra ancestral que nunca la abandona y en esa situación
aflora. Sin e l amparo del macho la hembra ancestral y su criatura no
podían sobrevivir. Ella, hembra, es la vida misma, aunque tenga la misma
capacidad que él, hoy necesita esa garantía instintiva primitiva, y por eso
no perdona.

No sólo a cada hijo se lo quiere diferente, sino que se tienen con los
mismos todos los sentimientos que portamos, también e l odio y la
envidia, aunque nos sintamos capaces de dar la vida por ellos. Y esto se
agudiza en nuestros días en que la libertad tiene tanta fama y publicidad
que e l precio de nuestra libertad sacrificado en e l Molok de la crianza,
se torna una carga, un estigma que nos culpabiliza hasta e l punto del
arrepentimiento y la angustia. Por eso también surgieron los derechos
de los niños, no sólo porque a l capitalismo l e convenía transformarlos en
consumidores autónomos -quizás esta haya sido la fuerza más importante
- sino porque varió e l imperativo externo donde La mujer que era sólo
madre -también del marido, aunque con e l débito de ciertos favores que
con la madre real no-. Y ahora la mujeres una persona igual que e l marido.
Entonces quiere hacer lo que siempre -desde e l imperio monoteísta- l e
estuvo vedado: ir a l mundo a tomar lo que le apetece y cambiar en éste
lo que sus deseos e imaginación generan.

Ahí los hijos son, entonces, una carga que, por la permanencia de los
antiguos mandatos -que aun mueven sus hilos inconscientes- viene
la culpa: "soy una mala madre", "estoy demasiado tiempo afuera",
"abandono a m i familia", "no acompaño adecuadamente a m i pareja".
También aparece en las quejas: "él nunca está cuando lo necesito", "no
se hace cargo de nada", "no acepta que en mi especialidad tengo que
trabajar con varones", "es un irresponsable con la plata". Es decir, e l
universo de la culpa invade todos los rincones de los vínculos. Los hijos,
que tantos problemas acarrean, le generan actitudes de sobreprotección,
perjudiciales para todos: "puede ser vago...p ero es tan inteligente..."

La culpa es ineludible en una sociedad monoteísta. Hasta e l punto en


que, como vimos, hubo uno que murió para liberarnos de ella, es decir
que murió por nuestra culpa. Y todo lo que se aparta de los mandatos cae
en e l remolino de la culpa.

El profesional debe contemplar este poderoso afecto de lo que nuestro


cliente normalmente no es consciente.
Practica profesional del abogado de familia

m) Transformación del amor de la pareja en marido y esposa

El modelo del marido y de la esposa ira aconteciendo con e l transcurso de


las horas, los días y los meses, en que los fuegos iniciales con todos sus
misterios, se irán alternando con los ritos y rutinas en que los modelos
herederos dictarán los pasos que debe dar cada personaje para estar a la
altura del libreto. Y ambos, e l marido y la esposa, son un recipiente de
un doble discurso que incluye e l cálculo y la negociación tras las máscaras
de un amor destinado a mantenerse como mueca, si se impone e l libreto
que instaló la censura de la que estuvimos hablando. De ello entiende
más la esposa que e l marido. Ella maneja e l equilibrio con la distribución
de sus favores. Tanto su propio hogar como en la familia década uno. En
la vida genital agota e l resto de libido que en tan rígidos canales pueda
conservar. Las fantasías, e l deseo erótico frustrado, los galanes que los
sueños jamás dejaron de evocar, se mantienen en e l lugar de la ilusión
y no en los actos. O bien no llega a resignarse y acuden a su puerta
dando e l paso de la infidelidad, o simplemente rompe las compuertas
para extender sus amores a otros y otras. En é l las cosas trascurren de un
modo semejante en cuanto a la frustración que implica haber puesto en
ella toda la ilusión que difícilmente puede llegar a satisfacer. El erotismo
reprimido es usado en e l trabajo y en los ritos familiares, la visita los
domingos a los padres de ella, de é l y los sábados de cine, y su vida
comienza a vestirse de una cruel opacidad.

En ninguno de los dos personajes: las máscaras del amor y la previsible


rutina cotidiana, les permite una salida que contemple aquello que e l
hombre y la mujer hubieran podido intentar, de no haber sido por e l libreto
que les fue incorporando desde e l instante de nacer. La culpa, siempre
presente, marca los bordes del libreto que no deben transgredirse. Toca
la señal de alarma ante las fantasías de otras maneras de sentir, de otros
mundos, otros amores que la vida no les deja de ofrecer.

El breve transcurso de la convivencia y de los hijos va transformando al


hombre y la mujer en las figuras de la esposa y e l marido en nuestros días.

Tan rígidas maneras son e l pacto aceptado con los ancestros. El legado
principal de la moral y e l bien vivir, que e l sentimiento de culpabilidad
custodia en cada uno.

Cuando la joven pareja intenta a dar los propios pasos, aflora lo ancestral
que reprocha las creencias que tenían respecto de esos mismos pasos
antes de darlos. Hay un destiempo entre aquellas marcas interiores que
padecían, aunque creían que tenían superadas, y los tiempos actuales que
le plantean otras fuentes de hábitos y modelos de relación. El enemigo
Osvaldo Ortemberg

principal ante lo nuevo, la culpa, muestra aquí sus garras y su nido está
en uno mismo.

En nuestros días no es sencillo este protocolo establecido, que requiere,


por un lado, una sólida economía en e l varón que permita sostener cada
cosa en e l lugar que le asigna la tradición, y por otro resistir las nuevas
prácticas sociales que arrojaron a la mujer de tan complaciente posición,
la de la esclava fiel y obediente a la voluntad de su señor, a la de ser un
sujeto de derechos.

La rigidez del protocolo se encuentra acosada, y un resultado lamentable


es la violencia y la restauración de la culpa, que impide nuevos recorridos
que las actuales prácticas permitinan generar. Esta situación puede
perpetuarse o subvertirse.

Los cambios requieren que se cuestione lo actual. Sin embargo, e l


cuestionamiento que en nuestros días predomina, es tan solo en las
maneras manifiestas de los modelos conyugales, pero no en los modelos
ideológicos inconscientes que encorsetan las pasiones. Sin esa profunda
modificación, se trata sólo de una versión actualizada de las maneras
tradicionales de ser esposo y esposa, sin plantearse otros modos de
relación. En este hipócrita intento de cambio, lo nuevo perece y con ello
e l vínculo suele destruirse.

El precio de la libertad aparente es e l dolor y la desdicha, o bien la


enfermedad, cuando no la cárcel o la muerte. Decimos liberad aparente
a la rebeldía juvenil, emblema que los años no han podido consolidar
en cambios duraderos. Rebeldía que no superó la pasión impulsiva
adolescente, que se aquieta hasta llegar a las tranquilas vertientes de
la tradición.

Con e l tiempo y todas sus crueldades habrán de aflorar en la pareja


los personajes protagónicos de la historia: e l de padre y e l de madre.
Piedra destructora de ilusiones y de mundos anhelados. Feroz arma de la
realidad anticipada en e l libreto establecido.

Estos no son, como muchos suelen sostener, funciones naturales, por ello
los llamamos personajes, ya que es e l mundo social e l que establece los
modos de ser de cada uno, aunque se sostenga en la función natural de
La crianza.

La reproducción es vivida como una culminación. Como e l acto supremo


del destino. Como aquello que justifica todos los esfuerzos y sinsabores
Práctica profesional del abogado de familia

pasados y los que pueda deparar el porvenir. Se trate de una unión


heterosexual u homosexual. Que los niños son el "interés supremo" que
nuestro derecho ampara, es un encuentro tardío pero eficaz del "dejad
que los niños vengan a mí" porque "de ellos será el reino de los cielos".
Ante tales mandatos que hubimos de disfrutaren en nuestra niñez, es
necesaria una fortaleza, un escudo de pensamientos y compañías para
que la feroz custodia de la culpa, no arroje por la borda los sueños de
cambio y libertad.

Este conflicto es un desdoblamiento que la modernidad impone y que


no tiene precedentes en experiencias anteriores. En lo que viene de los
tiempos, los modelos se ajustan al libreto y su apartamiento a la sanción
que la culpa impone.

El modelo de marido es el propio padre, por la positiva o por la negativa.

El de esposa es el de la madre, también por la positiva o la negativa.

En el antiguo modelo no hay cabida para la mujer. Eso no debe


sorprendernos, solo hay madre o prostituta y, habremos de convenir, ni la
suma de ambas condiciones hace de ella una mujer. No habiendo mujer,
no hay varón, porque es en relación a ella y no a otro varón, como la
condición masculina puede lograrse. La mujer es la diferencia específica
que forma parte de "lo varón" Como "lo varón" loes de "la mujer".

Y tal diferencia es lo que excluye el modelo de familia que dictan los


libretos ancestrales.

Con tantas ilusiones y tanta culpa acechante, la joven pareja no sabe otro
modo de ser padres de sus hijos, porque el único modelo que conocen es
el de madre criadora y padre proveedor.

Con esta insuficiencia subjetiva se enfrenta a la nueva situación, que


les resulta incompatible con las exigencias cotidianas del trabajo, la
producción y el consumo. Se turnan y se llega a concebir que él, para ser
padre, debe hacer lo que la madre hace con el niño.

Es decir que, para ser padre, debe hacer de madre, y cuando el caos y
el extremo desorden del hogar exige un cambio, acontece e l abandono,
la crisis angustiosa, o la violencia. Resurge entonces, como estallido, el
modelo patriarcal, del que manda y todos se someten porque, a diferencia
del actual, le reconocían ese lugar imperativo.
Osvaldo Ortemberg

Sin embargo, nada de esto modifica e l sentimiento de culpabilidad


inconsciente.

Este corsette es e l que impide modificar los antiguos modelos, aceptando


incorporar la nueva experiencia que la vida nos impone.

Él no puede percibir los lazos afectivos que va generando con sus hijos,
que tocan los rincones del incesto como cosa natural e inevitable. El
enamoramiento hacia las hijas como condición de que estas pueden
crecer como mujeres lo exterioriza como enojo y excesos de amparo
y protección, donde la culpa le escupe una ceguera que desgarra. Las
hijas, en cambio, perciben e l amor que ellas le tienen y saben que está
en los registros que la prohibición proscribe, pero pueden percibirlos
sin culpa, aunque a veces con rencor. La rivalidad con sus hijos le lleva
a alianzas y confrontaciones, a veces resueltas a los golpes, donde e l
amor y e l odio no disimulan su presencia y le impone un paso adelante
y otro atrás, como un perfecto neurótico guiado por su sentimiento
ambivalente. Sentimiento que habrá de transmitir, aunque no quiera,
aunque lo mande a los mejores colegios, aunque le haga los obsequios
más costosos que despierte e l celo de sus hijas. La culpa con e l hijo y la
hija son constelaciones diferentes.

La madre se enamora de sus hijos y rivaliza con sus hijas, como si fuera
sin conflicto, pero éste se desplaza en toda distracción de sus tareas. El
trabajo, e l deseo de otra cosa, se disfraza con frecuencia de insatisfacción
con su pareja. El conflicto es por e l desvió de esa exclusividad, la de ser
madre, y la culpa l e suele llevar a ver perturbada ambas tareas: la casa
y e l trabajo.

El infierno en que llega a transformarse la vida familiar, por las graves


restricción a toda satisfacción de las pasiones, anudadas en roles vetustos
y en exigencias actuales que no pueda lograr generan las crisis.

El acto o conjunto de actos que e l Código anterior calificaba como causales


de divorcio se dan en ese arduo escenario que es la vida cotidiana de un
conjunto de personas que conviven. Que sea la vida cotidiana nos habla
de pasiones encontradas cuyas paradojas hemos venido señalando. Son
largos procesos en que han interactuado y por mandatos y prohibiciones
que rechazan todo desvío. Si decimos que aquello que la ley trataba
como causal, como e l adulterio, e l abandono de la sede del hogar o las
injurias, son resultados, estamos queriendo destacar que e l punto de
vista del abogado de familia que es llamado para asesorar, debe tomar
como emergente critico de un proceso que tiene larga historia.
Practica profesional del abogado de familia

El abordaje no consiste en limitarse a determinar si la causa ha existido.


Este es e l punto que proponía la ley cuando establecía que debía ponerse
de manifiesto la culpa para que opere una sanción. Así fuimos formados
los abogados: de espaladas a la propia vida cotidiana, en familia, que
nos podna mostrar La cara real de los vínculos humanos: e l deseo y las
cadenas que e l matrimonio l e impone.

Si en las normas jurídicas encontrábamos una expresión de estas


cadenas, no habremos de sorprendernos, ya que, en ellas, especialmente
en e l derecho de familia, imperan soberanos los poderes instituidos
ancestrales, los de Roma y los de la iglesia medieval.

Por eso aplaudimos la libertad que otorga e l nuevo Código a l no obligarnos


a interrogar como censores y habilitarnos a mantener una conversación
con nuestro cliente. Ya no hay causales. El amor de la pareja dejó de
ser obligatorio. Un avance de la libertad. Pequeño avance porque en las
consecuencias del divorcio las cosas permanezcan igual.

¿Por qué e l abogado viene siendo tan ajeno a esa trama afectiva familiar
que cada caso conlleva, hasta e l punto que los propios clientes suelen
considerar como inhumana su manera de pensar?

Porque sobre e l abogado mismo operan estas represiones que le impide


ver y valorar ese drama cotidiano. No lo ve en e l cliente. No lo ve en su
propia vida, sea la de su familia actual, cuando la tiene, sea en aquella
familia que lo crió. Al medir a su consultante desde la culpa o inocencia
respecto de alguno de sus actos, desprovista de la trama de la que esos
actos emergen, es un activo operador de la represión que imponen los
mandatos heredados. Más aun, se hace instrumento del interés que los
sectores que dominan al Estado para que los mandatos heredados que
éste asume, sean debidamente obedecidos. La culpa es e l policía interior
que garantiza la obediencia.

Desde estos firmes estandartes del poder, e l abogado es sostenido por


milenios de tradición con todos sus emblemas y sonoras referencias.

Desde la condición humana, que viene intentando una expresión


fallidamente, es un ser carente, víctima de las mismas armas que contra
ella empuña, alguien que seve necesitado de un destaponamiento sensorial
para poder escuchar los latidos de su propio corazón, que, aunque no lo
perciba se encuentra palpitando y esperando poder despertarlo al mundo
humano al que alguna vez, en sus desvelos, anhela arribar. Y si lo logra,
habrá esperando un universo de pasiones que lo acogerá con los brazos
Osvaldo Ortemberg

abiertos. Podrá entonces, recién entonces, participar en e l desfile de los


hombres y mujeres que no son, pero que en algún lugar desean serlo, y
quizás, si las inhibiciones que padecen son contempladas en su potencia
verdadera, se presentaran ante e l abogado y la abogada reclamando su
escucha y su palabra que lo pueda transformar, aunque sea en un espacio
de conversación.
Osvaldo Ortemberg

LA PERTURBACIÓN DE LA GENITALIDAD ADULTA EN


LAS PAREJAS

Una característica frecuente en los casos de familia es, como vimos, que
una de las partes demonice a la otra.

La demonización consiste en atribuir al otro la causa de todas las


perturbaciones que se están padeciendo, y que ello obedece a su maldad
intrínseca.

Un mecanismo psíquico habitual, por e l cual se produce este fenómeno,


es la proyección a l otro de aquellos impulsos hostiles que existen en quien
demoniza. De este modo se pierde la dimensión humana de la relación,
sustituida por otra imaginaria.

Este mecanismo tiene semejanzas con e l de la culpa, en la cual hay


también rasgos de hostilidad contra e l otro, pero en lugar de proyectarse,
son reconocidos como propios y lo llevan a autoincriminarse.

Ambas modalidades psíquicas funcionan en todas las personas y son


marcadas características de nuestra época, debido señalarse que e l de
demonización tiene tanta importancia que forma parte de la concepción
de la teología predominante en occidente, en la cual hay un dios que
encarna todo e l bien, y un demonio que se hace cargo de todo e l mal.

Se considera, sin embargo, que la demonización es un mecanismo psíquico


anterior a la generación de los dioses buenos, ya que habna surgido por
una actitud del hombre primitivo ante los muertos queridos. Con ellos
habían tenido una relación que no era sólo de amor sino también de odio,
como nos ocurre siempre, con aquellas personas de nuestra intimidad.
Al morir éstas, solo habrían reconocido e l amor que les tenían y no la
hostilidad, que, al no poder ser abolida, era proyectada sobre e l recuerdo
inconsciente del difunto amado que, como demonio o fantasma, perseguía
al deudo buscando dañarlo.

Como vemos, junto con e l sentimiento de culpabilidad debemos


contemplar este otro sentimiento: e l temor a l demonio. Por e l primero
la hostilidad proviene de nuestra interioridad y por e l segundo de algo
externo. Pero en ambos casos están sustentados en nuestras tendencias
Práctica profesional del abogado de familia

hostiles en conflicto con tendencias amorosas. En otras palabras: con la


ambivalencia afectiva que impera en toda relación humana, en la cual
una, la hostil, es censurada por los mandatos y la otra, la amorosa es no
sólo enaltecida, sino obligatoria. Recordemos e l "Honrarás a t u padre"
bíblico. S i e l mandato existe es porque hay una tendencia contraria. A
nadie se le va a ordenar algo que desea o no puede evitar hacer.

Con la muerte del ser querido, estos impulsos hostiles encuentran una
satisfacción y contra ellos se levantan los propios impulsos amorosos
dando como resultante la culpa.

Uno puede pensar que e l amor y la ternura que puede predominar en


nuestra adultez hacia nuestros seres queridos, borran lo acontecido en
nuestra infancia. No es así. Nuestros padres son los que nos debieron
poner límites a nuestras tendencias orgánicas. Ante estas prohibiciones
¿cuál fue nuestra reacción normal? El berrinche, la bronca, e l llanto.
Esta bronca es hostilidad pura contra quien pone ese límite. Y nuestra
reflexión adulta de agradecer esos límites que nos permitieron no sólo
crecer sino, a veces, seguir viviendo, no hacen desaparecer esos registros,
aunque queden relegados, como olvido, en nuestro inconsciente. Porque
e l olvido, es que no los podemos recordar conscientemente. Pero uno no
es sólo esa conciencia.

Tales sentimientos de hostilidad satisfechos no sólo se presentan como


fantasmas o temores -a la oscuridad, por ejemplo- o autoincriminarse,
sino que se llegan a corporizar en un ser cercano, por ejemplo, hacia su
pareja, que de este modo resulta demonizado. Este mecanismo intenta
anular e l sentimiento de culpa, pero no lo logra, sino que lo repite
inconscientemente. Obrando de manera inconsciente no se percibe que
esa misma demonización, que rompe un vínculo amoroso con su pareja,
puede ser una sanción que se está autoinfringiendo. En ello encuentra
satisfacción su sentimiento de culpa, que logra con esa nueva pérdida,
un castigo. Si no se produce ese desplazamiento, no se priva de lo que
e l amor puede brindar: un bálsamo ante e l dolor de la pérdida del ser
querido y una cuota importante de desincriminación ante la misma. Las
palabras y los gestos desde e l amor, alivian y, a veces, curan las heridas.

Es habitual que estas dos modalidades afectivas de la culpa, la


autoincriminación - dirigir la hostilidad contra si mismo- y la demonización
-dirigirla hacia afuera-, estén presentes en uno o ambos cónyuges
cuando llegan a consultar al abogado. Estas modalidades responden
a una categorización de valores que la familia trasmite, aunque no
necesariamente genera. Se trata de una categorización rígida que, como
señalamos, separa tajantemente lo bueno de lo malo.
Osvaldo Ortemberg

Cualquiera de nosotros tiende a considerar esta separación como algo no


sólo correcto, sino también natural. No es natural en absoluto. Es social,
es algo que responde a necesidades de una época, de una civilización, y
aun de un momento coyuntural en la vida de una comunidad. Considerarlos
natural es una limitación de nuestro pensamiento, que nos lleva a una
subvaloración de nuestra humanidad, en cuanto llega a elidir uno de los
elementos constitutivos de nuestra condición de seres vivientes, como es
la de repudiar nuestra condición de seres mortales. La muerte es e l mal
que con las diferentes creencias se llega a abolir de manera delirante,
sea por la reencarnación, sea por la pervivencia en e l paraíso, sea por los
viajes que a los muertos aseguraba Osiris. Esta ideología -la negación de
la condición de mortal- cobra un valor especial en e l marco de la familia.

La familia existe porque somos mortales. Adán y Eva recién fueron familia
al ser expulsados del paraíso. Antes no era necesario que fueran mortales,
y de hecho no lo eran. La raíz inmortal del mito originario se recupera
a través de la familia, jcómo?, mediante la procreación de individuos.
Hay procreación porque vamos a morir, pero con la procreación habrá de
pervivir nuestra especie por un tiempo que no sabemos cuál es su límite.
Ello recrea una potencial inmortalidad, aunque más no sea respecto de
una duda sobre e l tiempo de duración de nuestra especie.

Esta dialéctica entre la vida y la muerte, en la creencia religiosa y mágica,


queda abolida. Los buenos no mueren, vivirán como espíritu cuando su
cuerpo los abandone, reencarnados en otros cuerpos o en un paraíso.

El abogado, como cualquier persona en nuestra sociedad, recibe estos


modelos transmitidos en su medio familiar, y es de acuerdo a ellos. Pero
hasta ahí es alguien más con esta ideología, que necesita tenerla para
poder estar en e l medio social y que este medio lo acepte. En cuanto
abogado se embandera en estos valore y es un combatiente de los mismos
en cuanto estudia y practica los principios del Derecho que los sostiene y
promueve, sin conciencia de ello.

De acuerdo a los mitos que presiden e l discurso jurídico, la justicia es e l


Bien, en lo que refiere a la distribución de premios y castigos en e l orden
social y en e l seno familiar. Cuando se logra hacer justicia es que ha
triunfado e l Bien. Es por ello no sólo un abanderado de tales valores, sino
también de La categorización rígida con la que los mismos son medidos.
Es un san Jorge que está dispuesto en todo momento a luchar contra
e l dragón. Y e l mal es uno solo, es invariable, y suele ser encarnado
por alguien en quien no existe ningún sentimiento de los que llamamos
humanos. A lo sumo una poderosa inteligencia ..p uesta al servicio del mal.
Practica profesional del abogado de familia

Luthor nunca será un hombre que llegue a enamorarse, a alegrarse porque


un hijo se curó de alguna enfermedad.

Superman, en cambio hace e l bien sin mirar a quien y vive tímidamente


enamorado.

Ambos encarnan e l bien y e l mal de acuerdo con una época -la época en
que yo era niño-. Le falta de amor de Luthor no le impedina en nuestros
días, con una moral superficialmente diferente, mantener una relación
sexual, pero sería con ciertas dosis de sadismo, o con una mala mujer,
como él, que, aunque muy inteligente era un mal hombre. Superman
tenía un amor tímido con Luisa Duncan porque estaba excluido de tener
con ella relaciones sexuales, ya que en esa época los solteros no podían
hacerlo -"NO FORNICARÁS"-. Uno era todo e l mal y otro todo e l bien. Y la
categorización que de ellos se hace, impide que se puedan mezclar, como
ser que la inteligencia de Luthor permita descubrir un virus que cure a
los humanos, aunque Luthor lo haga por puro egoísmo. Como sí ocurre en
la vida real con un científico que logra un descubrimiento que remedia
una dolencia de la humanidad, cuyo motor, pudo haber sido este anhelo,
pero al mismo tiempo e l de su vanidad de ser reconocido, o e l dinero. Es
decir que hay una satisfacción del amor propio, pero logra un resultado
bueno para otros.

El abogado de familia es entonces un abanderado del Bien, que la Justicia


sea aplicando e l Derecho. Su actividad y formación l e lleva a absolutizar
esos valores y su categorización como bienes opuestos e l uno a l otro. Por
ello es un demonizador nato y cuanto más lo sea, mejor abogado será
considerado. El demonio es e l adversario.

En los casos de familia esta demonización cobra una especial virulencia


en cuanto la transferencia "al otro" o "la otra" de la propia hostilidad
obliga a reprimir los impulsos afectivos hacia ese otro. Esto lleva a
recurrir a una dosis "extra" de energía para imponer ese silencio a l amor.
Si e l deudor es un demonio para e l acreedor y viceversa, la cónyuge o e l
cónyuge, llegan a ser para e l otro, e l infierno entero.

Esta manera de concebir su situación determina e l modo en que habrá


de requerir los servicios del abogado. En ella se oculta su conflicto que
sólo permite emerger la crisis del mismo que es lo manifiesto de su
situación, esta es un fragmento de su historia con e l cónyuge, o bien
su desencadenante actual la incompatibilidad a que llevó e l proceso
conflictivo.
Osvaldo Ortemberg

El abogado, fortalecido por su formación y práctica profesional, en los


valores familiares t a l como los hemos analizado, esta sólo capacitado
para responder a estos elementos manifiestos del reclamo que formula e l
cliente, por lo cual se transforma, sin proponérselo, en cómplice de las
concepciones demoníacas y culposas del consultante.

Esta complicidad no permitirá que e l cliente pueda elaborar su conflicto,


más aun, que la orientación y acciones del abogado le llevará a alejarse
del mismo. Es habitual que ocurra de este modo. Que e l cliente no logre
arribar al campo en que su drama se desenvuelve, sino a las sombras que
lo representan y al mismo tiempo lo desfiguran.

Sin embargo, no se trata tampoco de demonizar al abogado. Cuando


decimos cómplice, nos referimos que e l cliente está conforme con la
respuesta con que e l abogado fortalece sus anhelos manifiestos en la
cual hay un culpable a quien se l e pueden adjudicar todos los males,
ocultando con ello e l conflicto que subyace.

El tiempo puede llegara modificar la posición del cliente, pero difícilmente


su solo transcurso l e acerque a una posición más reflexiva como para
intentar comprenderse en términos diferentes al de esta ideología tan
limitada.

¿Cómo es posible que las personas que tienen estos conflictos, no estén
dispuestas a afrontarlos y prefieran que e l abogado atienda los aspectos
superficiales y ocultadores de su drama?

¿Cómoes posible que prefieran, de este modo, sufrir por las consecuencias
permanentes de un conflicto no resuelto huyendo de é l y aumentar su
padecimiento? ¿Les pasará lo que a Edipo?

Se debe a sus represiones inconscientes, que le obligan a eludir aquellas


tendencias contra los cuales su conciencia moral se opone: romper los
mandatos. Conciencia moral que le obliga a pagar, en las pérdidas de
riquezas, de contacto con los seres amados como los hijos, del disfrute
de la vida, de establecer nuevas relaciones amorosas y un largo etcétera.
Un circuito sin fin, con lo cual podemos decir que encuentra en la
permanencia del conflicto una amplia satisfacción ...del sentimiento de
culpabilidad que porta y lo condena.

Sin embargo, la experiencia nos muestra que, con e l tiempo, algunas de


las personas que atravesaron estos dramas, llegan a verlos de un modo
diferente. Es decir, que logran visualizar algunos de los registros del
Practica profesional del abogado de familia

conflicto que los mismos conllevaban y por ello a cambiar de opinión


respecto a la otra parte, su esposa o su marido. Muestran así que llegan
a tener una compresión posterior, que no habían tenido en e l momento
en que les pasó. En tales casos e l sentimiento que predomina no es e l
arrepentimiento, sino una serenidad consoladora. "Errores de juventud"
suele ser la expresión que mejor define ese estado de ánimo.

Pero esto ocurre tan solo con algunas personas. En la mayona, si bien
disminuye la energía de sus pasiones hostiles por la incomprensión de
sus causas -la historia del conflicto-, su visión sigue siendo la misma y
también la versión que dan de esos hechos, que nunca dejan de evocar. En
otros casos, parece haber acontecido una comprensión, que es sólo eso,
una apariencia, ya que la versión de los hechos suele sufrir una inversión
casi absoluta. En lugar de culpar a la otra parte, se culpan a sí mismos,
mostrando un arrepentimiento con tal intensidad que consideramos que
se trata de la misma energía hostil que, en lugar de dirigirla hacia afuera,
e l o la cónyuge, la dirigen contra sí mismos. Semejante a muchos santos
consagrados por la Iglesia, que, de una juventud disoluta, como Francisco
de Asís, que pasa a ser lo contrario en su adultez y fundar una orden
desposeída y mendicante.

Son tres situaciones diferentes, pero sólo en La primera vemos que hubo
un cambio en e l sujeto.

La segunda situación llevó a una eternización del drama, que ahora está
investido de un carácter automático y en alto grado desafectivizado. Hay
un reproche al otro, pero es nominal, como si se repitiera una historia
que es ajena. Se mantuvo la estructura, pero hubo una retracción
afectiva. Hasta e l punto que no siente ni odio ni amor por la otra
parte. Pero no hubo olvido, más bien una fijación en una escena que
ha quedado enclavada en e l recuerdo. El resultado es que no se puede
pensar en ésta situación de otro modo. Impide la experiencia, si por ella
entendemos poder comprender hay que poder pensarla, y e l pensamiento
no puede prescindir, cuando se trata de nuestra experiencia, de nuestros
sentimientos. Aquí no hubo aprendizaje.

En la tercera situación, e l tiempo llevó a una inversión, pero no de los


valores, sino de los sujetos que con los mismos eran calificados. Antes "el
otro" era e l demonio, ahora es uno. El sentimiento se mantiene, pero con
la transformación de los destinatarios de los valores. Antes era odio hacia
e l otro que era e l demonio, ahora es arrepentimiento y angustia dirigida
hacia sí mismo.

S i contemplamos las elaboraciones que hemos formulado a l principio,


Osvaldo Ortemberg

podemos decir que e l mecanismo de demonización por e l cual se


transferiría al otro muchos aspectos hostiles que uno tenía, ha revertido
manteniéndose la misma energía, como si se tratara de un hoy permanente,
como si no hubiera habido transcurso temporal. Tan extensas magnitudes
de energía vueltas contra si mismo, potencian la autocensura moral,
e l sentimiento de culpabilidad. "Ahora que e l tiempo ha transcurrido,
comprendo mi error", parece decirnos e l tanguero arrepentido.

Tampoco en este caso hubo comprensión. Se ha mantenido la misma


conformación afectiva que ocultaba e l drama cambiando los personajes,
e l malo ahora es bueno y e l bueno es malo, pero la interrogación acerca
de qué le pasó a uno en relación con la otra, y viceversa, sigue tan
ausente como entonces. El conflicto, es decir la historia de la relación,
está elidido de los sentimientos y e l pensamiento que lo sustenta.

Dijimos que la primera situación hubo cambio, ya que e l sujeto logró


dejar de estar invadido por los sentimientos desbordados del momento
de la crisis, y pudo acercarse al proceso humano que pudo haber llevado
a esa crisis. Podemos decir que sólo en este caso hubo crecimiento del
sujeto. Porque e l único modo de crecer -y también decrecer- es si hay
cambio en la subjetividad.

Esto que vemos en los clientes, o bien en quienes sufren una crisis
familiar, tiene su paralelismo en los mismos abogados que los atendemos.

Gran parte de Los abogados que no atienden casos de familia, pasaron por
La experiencia de haber atendido algunos y luego desistieron de continuar
haciéndolo. Optaron por otros tipos de asuntos que pudieron haberles
llevado a ser especialistas de otros campos del derecho, o bien a atender
todo tipo de asuntos, salvo algunas ramas, entre las cuales están Los casos
de familia.

Los motivos por los cuales argumentaban que no atienden casos de


familia, en general, aluden a que son muy complejos e impredecibles
en cuanto a la variación anímica de los clientes, y que son difíciles de
cobrar.

Hay en esta actitud algo que reconocen y también algo que desconocen.
Reconocen que los casos de familia tienen una complejidad que los
diferencian de los otros tipos de casos, pero huyen a esa singularidad que
estos asuntos tienen.

Comparados con los casos civiles, comerciales o laborales, los problemas


Practica profesional del abogado de familia

de familia tienen un contenido que transciende los reclamos manifiestos


que los encuadran en lo que indica la normativa jurídica, leída como se
la lee para esos otros asuntos.

En los casos que nos son de familia se toma la manifestación en que suele
expresarse e l cliente, sin tomar en cuenta que siempre hay otra historia,
la del conflicto. La manera de reflexionar del abogado es sutilizar los
componentes manifiestos. Este es su modo de profundizar, para lo cual
utiliza la razón. En cambio, en e l caso de familia, e l modo de reflexionarlo
debe llegar a la lógica de la pasión, a partir del discurso que proviene del
cliente. Se aparta de los casos de familia porque reconoce que e l campo
de la razón es desbordado. Entonces considera que e l caso es inabordable
pero no es así, simplemente es limitado e l instrumento que utiliza y no
se atreve o no puede llegar a ver más allá. Ese más allá está dentro de
si mismo, en cuanto también a é l le ocurre, como hemos visto, estar
atravesando por las pasiones que ahora, se despliegan ante sus oídos y
sus ojos.

Este rechazo del abogado ante cualquier asunto que sea de familia, es al
mismo tiempo una huida de ese mundo propio que mantiene reprimido y
que l e suele resultar hostil y temido. Esa es la parte de sí que no quiere
escuchar.

Este abogado llega a tener experiencia en su profesión y aun a ser un gran


profesional, pero mantiene esta aversión por este tipo de casos. No porque
le resulte ajeno por sus aspectos jurídicos, sino por los componentes
afectivos del mismo, que prefiere seguir considerándolos como imposibles
de comprender. Hoy los sigue rechazando con la misma decisión que ayer,
aun cuando se le hace alguna consulta ocasional, por algún pariente o
amigo. Son los colegas que parecen cada vez más abogados hasta ser
estereotipos de la profesión. Es decir que no puede dejar de notarse
en todas sus relaciones sociales y familiares que "son abogados", como
suele pasar en muchas otras actividades y profesiones. El abogado de
familia tiene otra posibilidad. Pero le significa un alto precio, e l poder
verse en lo que ve en e l cliente y en ese verse, cambiar. Y cambiar no
tiene buena prensa, porque significa una cuota, a veces muy importante,
de dolor. Una pérdida. Un dejar aspectos o modos subjetivos de ser, para
que se pueda desplegar emociones que en general un abogado rechaza.
La sensibilidad que se llega a lograr no lo muestra ante sí -y sus clientes-
porque prefiere considerarse como un abogado con "garra", alguien que
"tiene uñas de guitarrero".

Hubo en los abogados que llevan casos de familia una acumulación de una
práctica, pero no se modificó su subjetividad como para comprender, o
Osvaldo Ortemberg

intentarlo, que las conductas contradictorias y caprichosas de sus clientes


tienen un más allá de su apariencia que es accesible a su comprensión: e l
mundo de sus pasiones inconscientes, donde cobran sentido y permiten ir
adecuando las estrategias a esa parte "invisible".

La vida no lo llevó a la comprensión de estos asuntos, que tienen que ver


con e l amor y e l odio, permaneciendo en ello, igual a cuando comenzó a
ejercer su profesión.

La práctica en la profesión suele consolidar, en estos casos, aquellos


aspectos morales y racionales en e l abogado, endureciendo sus posturas.
Hay de estos sobrados casos que vemos en entrevistas por los medios de
comunicación.

Hay otros abogados que, en cambio, toman casos de familia y aun llegan a
especializarse en ellos, pero en la manera de conducirlos no considera e l
conflicto en sus niveles profundos, sino que suelen quedarse en los modos
estereotipados en que la ley y e l mismo cliente los consideran. Es decir, en
e l modo en que se manifiesta la crisis de tales conflictos. Llevan adelante
las acciones contra la otra parte, adoptando la concepción demoníaca con
que la ley caracteriza e l incumplimiento de Las obligaciones familiares.
Pretenden que estos casos hay que resolverlos mediante la imposición de
sanciones a la parte que no cumple. En fin, se llegan a erigir en verdaderos
verdugos de una de las partes, contribuyendo con mucha frecuencia, a la
desdicha de su cliente y del conjunto familiar. Como elefante en un bazar
ingresa a un campo en que, si no se contempla la naturaleza afectiva y
recíprocamente dependiente de los conflictos, se arrastra al cliente a
situaciones de pérdidas irreparables y desgarramientos permanentes. Si
la lucha está concebida como e l triunfo del bien y la verdad, contra e l mal
y la mentira, es un enfrentamiento a muerte contra e l otro o la otra. Es
un combate aberrante en cuanto se busca la venganza, asesorando de un
modo hipermoralista, sea del signo machista, feminista o fundamentalista
de la moral.

A estos abogados, e l tiempo y la experiencia profesional les ha llevado


a consolidar sus represiones y más aún, son sostenes y difusores de las
mismas. En esta posición, lejos de ayudar a sus clientes a comprender sus
conflictos, se erigen en sus censores imponiéndoles acciones y exigencias
que estos estarían dispuestos a no hacer y aun a desistir. Anteponen
sus escalas de valores, sus ideales de los que debe ser un buen padre,
una buena madre, un marido o una esposa normal, a las modalidades
específicas que pueda llegar a tener e l consultante. Anteponen a l dialogo
con e l cliente, la orden que reciben del consultante o su propia orden
a éste. Con ello privan al consultante la posibilidad de comprender su
Practica profesional del abogado de familia

drama.

Finalmente está e l abogado que, habiendo partido de considerar estos


casos desde su propia dificultad para comprenderlos, e l tiempo y la
práctica profesional -y con frecuencia someterse a terapia- le han llevado
a comprender e l conflicto que padece e l consultante está más allá de
aquello que le trae, y que los dioses y demonios son historias infantiles
que ocultan otras historias que están más próximas a las vidas de las
personas. Esta es la manera de ser buenoslas abogadoslas de familia.

Hemos reseñado algunas modalidades, tanto de las personas que padecen


problemas de familia, como de los abogados que deben asistirlos. Vimos
que hay entre todos ellos, salvo excepciones, un elemento en común, que
es la oposición a comprender e l conflicto familiar que se está padeciendo
o que padece e l consultante.

¿Porqueocurre esto?

Hemos analizado que hay una disposición inconsciente en cada uno de


nosotros, por la cual tendemos a huir de aquellos aspectos nuestros que
nos provocan angustia, como es e l tema de la muerte, pero también e l
tema de lo prohibido. Ambos nos provocan horror. El primero porque está
estigmatizado por nuestras creencias religiosas que la niegan. El segundo
porque lo prohibido es lo que en e l fondo se desea. La ley, como decía
Freud, no prohibirá algo que nadie desea realizar.

Vimos también que hay dos niveles de aquello que podemos considerar
como prohibido. Uno es e l que corresponde a la dimensión de la Ley,
que es esencial por ser la que nos lanza desde nuestra condición animal
a nuestra dimensión humana. Otro es e l que corresponde a la manera
concreta en que en e l cliente se da esa prohibición, y que tiene que ver
con su historia familiar y su clase social a la que pertenece e l individuo.
Este otro nivel es coyuntural, corresponde a un tiempo determinado y
por ello es perecedero, ya que está destinado a cambiar ante un cambio
de ese especifico modo social y familiar en que aconteció la referida
prohibición.

Vimos que esta prohibición coyuntural y cambiable, para tener eficacia,


debe instalarse en e l contexto de la prohibición esencial, esto es, de la Ley.
Por ello, la Ley se presenta al análisis y a la consideración del individuo,
en la forma concreta de una época. Es decir, e l carácter permanente de
la Ley se inscribe con que la singulariza una época concreta. Uno de los
atributos de la Ley, es e l de permanencia en e l universo inconsciente de
Osvaldo Ortemberg

cada uno de nosotros.

La ley, o la prohibición coyuntural se instalan como modelo y mandato


ideológico en nuestras instancias inconscientes y desde ahí cobran
imperio a l regular nuestros afectos.

Para abordar e l aspecto esencial y e l coyuntural de la Ley habremos de


ver un momento de ambos aspectos de nuestros sentimientos.

Los sentimientos tal como nosotros los percibimos, son e l resultado


de un largo proceso en e l cual sufrieron las modificaciones propias del
crecimiento orgánico y de la Ley en los modos singulares, coyunturales
que en ellos se inscribe. Ese proceso parte de impulsos afectivos
localizados y que no se dirigen a un objeto externo del individuo, por eso
se denominan autoeróticos. Con esta modalidad se vinculan positivamente
a aquellos que les causa placer y lo asimilan en su interioridad y rechazan
aquello que les provoca la sensación contraria considerándolo ajeno a
su interioridad. La localidad de estos impulsos afectivos son zonas del
cuerpo del individuo localizadas de su organismo.

Tales impulsos están destinados a agruparse, con e l desarrollo orgánico,


con la madurez, en dos grandes núcleos instintuales, los eróticos y los
tanáticos. Ambos impulsos realizan un fin, más allá de sí mismos, que es
la conservación de la vida del sujeto. Este fin se impone de t a l modo que
no es concebible uno sin e l otro. Es tan importante e l amor como e l odio.
Sin odio -que tiene muy mala prensa- no destruiríamos un árbol para
hacer una mesa, n i mataríamos una vaca para alimentarnos, y aun, no
Lograríamos separarnos de un ser con quien tenemos una historia afectiva
con conflictos irreparables. Por tal motivo, bajo la imposición que les
unifica, podemos nominarlos a ambos con un solo concepto, como ser
instinto eróstano.

La imposición de la Ley en la regulación de ambos instintos establece,


como antes hemos explicado, una limitación en los objetos de tales
instintos. Esta imposición comienza a inscribirse en e l individuo antes
de que la organización instintiva le habilite la elección de un objeto
-tanto amoroso como hostil-. Es desde e l nacimiento que la Ley se l e
impone, a l condenarlo a ser representado en todos los registros de su
vida por palabras, y quedar esclavizado a ellas a las que debe acudir, para
poder obtener eso que requieren sus impulsos instintivos, aun parciales
y desorganizados: alimento, caricia, abrigo de quienes, en algún otro
momento de su maduración, podrá reconocer como sus padres, o los que
hagan sus veces. El lenguaje es e l nombre de la Ley que está en boca de
todos y que nadie puede ver por su cercanía y transparencia.
Practica profesional del abogado de familia

Como la Ley está antes de que los instintos estén maduros como para poder
satisfacerse en un objeto que busquen encontrar. De ese modo, cuando
lleguen a esa madurez, ya la marca de la Ley habrá hecho un trabajo en
e l proceso de maduración instintual. Y este trabajo se manifiesta en un
segundo momento de ese recorrido.

Existe un primer momento de maduración que se establece en un


destiempo respecto a la maduración del organismo. Este primer tiempo
es anterior a los 4 o 5 años aproximadamente, en que e l niño y la niña
reconocen a su madre y a su padre y los invisten de tales instintos
eróstanos. En este período, e l niño ama a su madre y la niña ama a
su padre. El progenitor del sexo contrario es investido por e l impulso
tanático, e l niño rivaliza con e l padre - por la posesión de la madre - y
la niña rivaliza con la madre - por la posesión del padre-. Se trata de un
momento muy importante y necesario, ya que, mediante esa rivalidad,
tiende e l niño y la niña a ocupar e l lugar del progenitor con quien rivaliza
y con ello se identifica.

Es parte del crecimiento normal, que la niña se identifique con la madre


y e l niño con e l padre, como e l impulso tanático que estamos viendo
permite y autoriza.

Aquí ya actúa un efecto de la Ley, en cuanto inhibe a esos impulsos


de tales objetos. La Ley se corporiza en la presencia del que recibe e l
impulso hostil, pero se inviabiliza en e l deseo de quien desempeña la
función madre o padre. Vemos en esto un doble carácter simultáneo,
aparece alguien que prohíbe, como una fuerza superior a las fuerzas del
niño o la niña, pero aparece algo que desengaña, que es e l deseo de
la madre hacia e l otro, o e l padre hacia la madre. La prohibición de la
Ley llega a precipitarse y hacerse carne por e l desengaño. Y con ello se
constituye en e l niño y la niña e l deseo humano, en cuanto le obliga a
sustituir tales objetos incestuosos, por otros.

En este primer tiempo de la elección de objeto, hay una maduración de


los instintos, pero los mismos no pueden satisfacerse en ellos por dos
motivos. Uno porque la Ley ya estaba establecida cuando se produce
e l hallazgo de t a l objeto, por lo cual se encuentran con la prohibición
en e l instante mismo del hallazgo. Otro, porque la falta de maduración
orgánica les impide poseer al objeto elegido, esto es, satisfacerse en él,
como es la realización del acto genital.

Los instintos operan separados, pero actúan uno sobre otro. Con e l
impulso hacia e l objeto del instinto erótico llega, por la vía del deseo
que tiene ese objeto, la presencia del tercero que lo prohíbe y con e l cual
Osvaldo Ortemberg

e l niño se identifica. Con e l impulso hostil hacia quien prohibe, le llega


e l "cuerpo" con que e l niño o la niña habrán de vestir su pequeño cuerpo
desarticulado para poder acceder a su objeto amado...y prohibido. Así se
identifican con lo odiado.

Postfetado en esta conformación con que la Ley va regulando las pasiones


del animal humano, está la manera ideológica en que nuestra época
conforma La Prohibición de acuerdo a sus características singulares.
Manera que, como hemos dicho, dejará su impronta en ese recorrido
con que la Ley domestica nuestros instintos en e l matiz ideológico que
corresponde a l momento familiar, social e histórico, de ese proceso en
que se produce.

El modelo ideológico que consideramos más relevante, es e l que


establece las pautas de la regulación sexual por la religión. La religión
que tomaremos es la que predominó en la civilización que subsumió a
todas las civilizaciones que pervivieron en gran parte del planeta hasta
nuestros días. La judeocristiana.

¿Cuál es e l modelo por excelencia que nos brinda e l antiguo y e l nuevo


testamento?

Es aquel donde Dios establece claramente su mandato en este punto. En


Adán y Eva y en Jesús.

Por e l primero, la eternidad se pierde como resultado de infringir la


prohibición establecida respecto del conocimiento. Con e l conocimiento
se abre la comprensión de las diferencias sexuales, que existía antes,
pero que eran ciegas para ambos. Recién con la comprensión acontece la
vergüenza, es decir, la atracción entre los sexos, e l erotismo. Se pierde
entonces la eternidad y con ello se funda la familia, que antes no existía
y que ahora, con la necesidad de la reproducción queda establecida.

La base de la familia es e l pecado originario, es su causa directa. Una


consecuencia de esta necesidad de aceptar la sexualidad, hace necesaria
su regulación. Es la regularización del mal esencial en cuanto no es posible
abolirlo. Esta primera regulación es la prohibición de la fornicación. Es
decir, tener relaciones sexuales fuera del matrimonio.

El segundo modelo, la familia de Jesús, es un nuevo movimiento donde se


recupera a la mujer que había sido la causante de la caída. La fornicación,
que estaba prohibida, sufre una nueva restricción en cuanto e l modelo.
María concibe sin pecado. Concibe por intervención del espíritu, es decir,
Practica profesional del abogado de familia

con ausencia de aquello del cuerpo que e l modelo censura, e l goce. La


prohibición de la fornicación se extiende a la del vínculo sexual mismo.
Así, no sólo se prohíbe e l goce de la fornicación, sino también e l que se
obtiene en la reproducción.

¿Cuál puede ser un efecto de este modelo ideológico de regulación


sexual, en e l momento de la regulación de la Ley sobre la pasión que
estamos viendo?

El modelo ubica a la mujer en una posición de objeto respecto a la


posición masculina. La mujer aparece como la tentación que atrae hacia
la caída del varón. La sagrada familia de Cristo, no rescata a la mujer
de esa situación, ya que si bien hay una revalorización de la mujer, es a
costa de la pérdida del goce genital. María, que "concibió sin pecado",
es e l modelo de renuncia al goce de la carne.

El modelo que estamos viendo considera a la madre, en tanto objeto


originario del deseo inconsciente, e l matiz de ser e l mal. Mal que
impregna al instinto sexual en su conjunto, ya que los objetos del deseo,
que sustituyen a la madre, buscan e l goce genital, que, en e l modelo de
la sagrada familia, está excluido.

El protagonista es e l cuerpo de la mujer inmaculada, que no goza. Al


varón, en cambio, no se le permite ni goce ni cuerpo, es todo espíritu,
solo imagen e ilusión. Es e l pobre carpintero José, que no engendra por
la acción de su cuerpo sino por la del espíritu divino: Jehová.

La Ley a l establecer la prohibición, se limita a dejar interdicto un solo


objeto, la madre y e l padre, pero autoriza la sustitución en otros objetos
al interdicto, con lo cual e l instinto no está afectado. Pero e l modelo
religioso proscribe e l goce. Con ello queda interdicto cualquier objeto
sustituto y la única posibilidad del instinto es sublimar.

Con esta regulación e l individuo no accede a la etapa genital de su


sexualidad, que se inicia en e l periodo de la pubertad.

El efecto de ese choque de las tendencias instintivas que entrelaza lo


sexual y lo tanático, que hemos tratado anteriormente, inaugura una
partición en e l impulso sexual.

El instinto se divide en impulso de ternura e impulso erótico. Ambos


pertenecen al signo sexual, pero tratan de un modo diferente a l objeto
Osvaldo Ortemberg

en que intentan satisfacerse. El impulso de ternura esta deserotizado, no


busca la copula sino un acercamiento que no implique acople genital. El
erótico busca e l acople genital.

Con esta participación, e l objeto originario prohibido, puede ser investido


por e l impulso amoroso en su componente de ternura, y se habilitan
otros objetos eróticos en los cuales satisfacer e l componente erótico del
instinto. Estamos en este punto en un paso intermedio del desarrollo
del instinto sexual, conforme la regulación que del mismo hace la Ley.
El paso siguiente a la madurez sexual es la posibilidad de unir la ternura
al objeto erótico sustituto. Esa es la sexualidad adulta o genital: sentir
ternura por e l objeto erótico permitido.

En cambio, e l modelo religioso que inviste a la Ley con sus imperativos,


al haber calificado como malo e l goce, proscribiendo cualquier objeto y
con ello al instinto en su conjunto, genera un doble efecto.

Por un lado, la maldad hace a la esencia del impulso erótico, cualquiera


que sea e l objeto en que recaiga, en cuanto está comandado por e l
goce genital. Se resuelve en transformar esa necesidad de expresión del
instinto en su contraria, e l goce del dolor. Un dolor en que la energía que
no tiene autorizado e l goce del cuerpo se trasforma en la angustia del
cuerpo.

Por su lado e l impulso de ternura tiene en su historia, que nunca deja


de formar parte de su esencia, e l ser una parte tomada del impulso
sexual en su conjunto. Por ello, es también sospechoso de los malos
sentimientos, de ese afán de gozar, al que ha renunciado pero que guarda
en su memoria.

En esta sospecha, aun e l sentimiento de ternura más puro tiene algo de


espurio, que l e permite ser caldo de cultivo de la culpa, ese excedente
de represión que pretende mantener en e l olvido ese pecado originario.

REPASEMOS: La madurez de la ternura y e l erotismo, conforme la Ley, se


consuman en su encuentro en e l amor adulto, e l genital. Esto es, un en un
objeto que a la par de no estar prohibido para la posesión erótica, pueda
ser investigado con e l impulso de ternura. El destino de esta manera
genital del ser humano está proscripto en e l modelo religioso. El mal
sobre toda muestra de erotismo degenera a l impulso mismo, que resulta
condenado a fracasar en todo intento de ir un poco más allá de una de
una descarga. La ternura por su lado no puede conceder en investir con
sus finas maneras a l mismo objeto que e l erotismo pueda poseer, porque
Práctica profesional del abogado de familia

este evoca algo que lleva en sus entrañas y que insiste en tornarse actual.
La ternura sufre un permanente desencuentro con e l objeto genital.

Así partido se mantienen y la ternura no quiere saber nada con la corriente


erótica condenada al pecado. El erotismo por su lado está siempre
dispuesto a prescindir de la caricia que en ser caricia agota su fin. No
llegan al salto que los pueda abrazar al uno con e l otro en un objeto en
que estén dispuestos a encontrarse. No llega ese sujeto condenado a
crecer, a ser maduro, a saber.

Esta falta de encuentro entre los componentes de la pasión amorosa,


restringe e l campo del amor a una vinculación preadolescente. Desarmado
de esta potencia, nosólocada individuoencuentra insatisfacción en aquello
que más le debiera satisfacer. No sólo encuentra síntomas invalidantes
que despliega en su vida familiar. Tampoco le permite comulgar con e l
saber. Nada sabe de sí en cuanto está fragmentado en impulsos que se
niegan a encontrar. Nada quiere saber uno del otro porque todo está
dispuesto para que ese encuentro genere terror y angustia. Nada teme
más e l individuo así conformado, que un encuentro consigo mismo. Y
aquel que no se encuentra, no se encuentra en los vínculos que llega a
establecer con otras personas, que no son sino sus objetos de amor y de
odio, en las proporciones diversas de los vaivenes de la relación con e l
otro. Todo su universo cabe en un cuento de hadas, poblado de dioses y
demonios que son su única y alucinada realidad.

Esto es lo que ocurre habitualmente con una persona sin problemas


manifiestos en su vida conyugal. Esto ocurre igualmente en quienes
tienen esos problemas y recurren al abogado a consultar y también con
e l abogado que evacua las consultas y aunque se dedica a l Derecho de
Familia como especialidad.
Osvaldo Ortemberg

LA SUCESIÓN DE LA EMPRESA FAMILIAR


- Las cosas por su forma -

a) La transición a la generación siguiente

Son dos los modos en que se hace la transición de una a otra (u otras)
generaciones: en vida de la generación anterior o después de fallecida.

Es frecuente que se realice la transición de ambos modos, esto es, en


vida de la generación vieja algunos de los sucesores se desempeñan en la
empresa y otros no. A esto se puede agregar que aún pueden incorporarse
algunos de los nietos de hijos mayores.

Así, e l fundador puede trabajar en su empresa con su esposa, algunos de


los hijos y a veces también con algún nieto.

Compartir la tarea común es una fuente de conflictos. No se concibe que


no haya en ese compartir, salvo un vínculo totalmente diferenciado y
complementario, o que se trate de una clara y aceptada relación de amo-
esclavo, donde uno o una manda y otro u otra obedecen. Estos conflictos
suelen originarse en e l seno de la familia y se escenifican en la empresa,
que fuerza una convivencia laboral.

El afecto entre parientes es lo que permite y facilita e l tránsito de una


generación a otra y es también lo que lo perturba.

Las fuentes más habituales de estas perturbaciones suelen ser las


siguientes:

.-
1 Que unos hayan trabajado con la generación anterior y otros no.
2.- Que los que no trabajaron quieran ingresar a la empresa sin tener
vocación sino tan sólo por considerarse con derecho a hacerlo.
3.- El rechazo de la generación que se retira a delegar a la generación
siguiente algunas de las tareas que vino haciendo.
4.- Las rivalidades entre los miembros de las nuevas generaciones por las
preferencias afectivas- reales o imaginarias- respecto del fundador, que
se manifiesta en asignaciones de funciones en la empresa o retribuciones
y regalos que son vistos como "preferencias" y no como reconocimientos
de aptitudes o necesidades.
Practica profesional del abogado de familia

5.-Duelos por e l fallecimiento del fundador que se transfieren a la pelea


entre los sucesores por ocupar su lugar. Es decir, identificarse con e l
fallecido y actuar como e l sucesor consideró que debía haber actuado.
6.- El personal leal al fundador que, a su fallecimiento, actúa con la
inercia previa al fallecimiento entrando en colisión con los sucesores que
suelen traer ideas de cambio.
7.- Los cónyuges de los sucesores que con frecuencia son alter egos de la
vanidad celosa de los sucesores, que incrementan las rivalidades entre
los sucesores.

Como consigna o máxima de estos temas diremos: no hay transición sin


crisis. ¿Por qué? Porque todo vínculo familiar es conflicto. El conflicto
es la relación entre diferentes que supone una tensión elástica. La
elasticidad significa que adquiere diversas formas pero que se mantienen
relacionadas. Hay cantos y llantos, amores y odios, obsequios y desaires,
pero esta es la armonía en que se combina lo agrio con lo dulce, la flor
y su espina.
Cuando se da la sucesión e l conflicto suele dejar de ser e l que era. El
elástico que vinculaba a los nuevos con los que se van, se rompe. Ya e l
vínculo no es con e l ausente, sino que los nuevos son los que llevan la
posta de eso que hoy es un fantasma del que los sucesores se apoderaron
en rasgos, gestos y un lugar en la empresa. Por eso es una crisis. El
conflicto cambia los elementos que vinculaban a cada uno con quien no
está. Ahora e l vínculo será entre ellos y eso está por armarse. Crisis.

b) El desafío de la sucesión

Nosotros no somos psicólogos, ni teólogos, ni moralistas, ni médicos.


Somos profesionales del derecho, sea que ejerzamos como consultores,
mediadores, patrocinantes de parte. Cuando nos convocan como
profesionales, lo hacen con un solo objetivo, sea manifiesto o no: que
resolvamos la transmisión del acervo heredado a la generación que hereda.
El acervo que se transmite por e l cual nos contratan, es e l patrimonio
económico. No es nuestra misión mantener los vínculos familiares. Es
frecuente que en esa transmisión se escenifiquen las peleas que tienen
que, aunque sean económicas, tienen una base emocional determinante
de los vínculos familiares. Nuestra tarea es tenerlos en cuenta. Esto no
significa priorizarlos en detrimento de lo que es nuestra tarea para la cual
nos contratan: la transmisión de un patrimonio de una generación a otra.

A diferencia de otras crisis en las que intervenimos como abogados y


en las que se transmiten o distribuyen patrimonios, como las sucesiones
en las que hay diversos bienes, o en las disoluciones de las sociedades
Osvaldo Ortemberg

conyugales cuando hay un divorcio, en e l caso de las empresas familiares


hay un elemento singular. Esta diferencia consiste en que e l bien
que se transmite es siempre una empresa en marcha que debe seguir
funcionando.

Tenemos con ello dos componentes: por un lado, que los sucesores deben
mantener una relación con la empresa que requiere una vinculación
entre ellos. Por otro, que sin solución de continuidad la empresa debe
seguir funcionando.

Así, e l factor emocional, los vínculos familiares, hay que tenerlos en


cuenta en la tarea que desempeñamos, en función de facilitar que la
empresa pueda continuar funcionando, salvo que la voluntad o deseo
de todos o la mayona de los sucesores se oponga a ello. En ese caso
e l asesoramiento se orientará a la mejor solución económica para los
mismos. Sea que se venda la empresa. Sea que cierre y se ayude a
programar la liquidación de los bienes que la integran.

c) Claves para reparar a los sucesores: como desarrollar sus capacidades


y habilidades

El abogado de familia que interviene, en este caso para la sucesión de una


empresa familiar, no puede aportar a los herederos elementos técnicos
que requieren las tareas de la empresa.

Sí tiene, en cambio, otra tarea que va más allá del conocimiento de


la ley: ayudarle a cada sucesor a encontrarse con aquello que posee
en su interioridad y que le permita tomar una posición respecto de su
herencia: integrarse al trabajo de la empresa o no. En este último caso,
si le conviene mantenerse vinculado económicamente a la misma- seguir
siendo dueño- con una participación en las utilidades, o retirarse y
reclamar su parte.

Todas estas son tareas del abogado de familia.

Ayudar al heredero a encontrarse exige del abogado una escucha que


contemple los aspectos emocionales del heredero para permitirle
construir un relato de la historia personal. El heredero tiene de su historia
girones sueltos, impactos emocionales que e l recuerdo guarda como
mojones aislados, que ocultan los vínculos con otros mojones del mismo
heredero. Estos elementos están conectados con la realidad actual del
heredero, como ser, si trabaja o no en la empresa, que actividad hace,
cómo lo hace. Por ejemplo: puede ser médico, pero dirigir una clínica,
Practica profesional del abogado de familia

lo cual manifiesta que tiene una capacidad para liderar. El liderazgo, es


fundamental para la continuidad de la empresa. Tiene una aptitud para
desempeñar esa función en la empresa heredada. Pero hay que ver si
quiere, en tanto eso l e puede implicar dejar de hacerlo en la clínica.
Tiene que evaluar que dedica su trabajo para continuar una actividad que
habrá de tener que afrontar otras sucesiones de los demás herederos, con
lo cual la actual crisis puede repetirse bajo otras formas. Esta situación
puede solucionarse transformando la empresa familiar en una sociedad
accionaria, en que las crisis futuras por las sucesiones podnan regularse
y aun evitarse. Pero ello sería modificar e l carácter con que la empresa
familiar se vino desempeñando hasta e l fallecimiento del fundador. A
todo ello agregan Los vínculos personales con los demás herederos y sus
parientes -cónyuges e hijos- que pueden aceptarlo, rechazarlo o tener
actitudes ambivalentes y cambiantes.

Todo ello se aborda en conversaciones que e l abogado de familia debe


mantener con todos o algunos de los herederos, sea con varios a l mismo
tiempo, sea en forma aislada.

Si se conversa con herederos que están trabajando en la empresa, se


intentará ayudarle a pensar, dada la nueva situación, en qué tareas
continuar. Para eso se tendrá en cuenta lo que la empresa requiere, dado
e l retiro o fallecimiento del empresario, sus habilidades, las habilidades
y maneras de relacionarse con los demás herederos y ellos entre sí, y e l
mercado actual y futuro en que se desenvuelve la empresa.

S i no está trabajando en la empresa al momento de la sucesión, ayudarlo


a pensar si le interesa y tiene aptitudes para integrarse a la misma y
posibilidades concretas en función de los vínculos con los demás
herederos. No se trata de que e l abogado lo induzca a integrarse, sino que
le permita al heredero expresar su deseo. Luego le ayudará a elaborar
su mejor opción, pero es importante que e l otro pueda hablar con toda
libertad con un abogado que olvide los códigos y leyes y un poco de su
historia cuando lo escucha. Si opta por retirarse ayudarlo a evaluar con
un principio de realidad como posicionarse: si pedir su parte o participar
en la empresa como si fuera un accionista en una S.A.

Se deberá asimismo tener en cuenta que los herederos que no trabajan


en la empresa suelen desconfiar de los que sí lo hacen. Como asimismo
que los que vinieron trabajando ven a los que no lo hicieron como
apropiadores de los beneficios que aquellos hicieron a la empresa.

Estas desconfianzas tienen una base real y es que los que vienen
trabajando suelen sentirse los "verdaderos" dueños de la empresa. En
Osvaldo Ortemberg

gran medida por la identificación que tienen con e l empresario retirado


o fallecido. El fondo de verdad que tiene esta identificación, es que
sin ellos trabajando la empresa no hubiera seguido, y posiblemente no
siguiera en e l futuro ya que es muy difícil la sustitución de todas las
tareas por terceros contratados.

Si e l heredero "de afuera" no va participar y reclama su parte, e l trabajo


del abogado es contenerlo para que prime e l principio de realidad por
sobre e l reclamo imaginario de ultra valorización que suele atribuirle a esa
empresa, habitualmente fundada en e l "valor llave", además del vínculo
afectivo con las ilusiones que en ellas puso e l fundador que falleció -el
tono que vino con una mano atrás y otra adelante y con su trabajo levantó
de la nada la empresa y dio estudio a sus hijos doctores en cambio otros
se dedicaron a sudar con é l para que la empresa sea lo que hoy se tiene-.
Este aspecto es muy difícil de programar con e l pensamiento racional.
En ello ocurre como con las huellas digitales: todos las tenemos, pero en
cada uno es diferente. El secreto es, siempre, e l modo de conversar que
tiene e l abogado con los herederos, como para ayudarles a encontrarse
con esos aspectos ocultos a ellos mismos. En su tarea en que la intuición
del profesional, alimentada no sólo por su historia personal sino por
algunas palabras y actitudes de sus interlocutores, l e ayuda a dar luz en
esta opacidad que son los conflictivos vínculos humanos, en particular los
familiares.

En todos los casos, ante e l heredero que se retira, como los importes que
pretenden los que se quedan, se tendrá en cuenta un aspecto técnico
que e l abogado no maneja y quizás tampoco los herederos: que estos
reclamos permitan la continuación de la empresa. Para ello, no se puede
sortear la evaluación de los herederos apartándolos, en lo posible de lo
que puede ser su necesidad individual y, con frecuencia, la palabra de
algún amigo experimentado en esto. Este aporte puede tener la misma o
mejor orientación que los expertos que se puedan contratar.

d) Las opciones del fundador

Las opciones del fundador son básicamente dos: programar su sucesión


O no.

La segunda es la más sencilla: directamente no se plantea que fuera


de é l pueda haber alguien que conduzca la empresa. Suele tratarse de
una actitud inconsciente, en tanto pude no plantearse e l problema y
afrontarlo en los hechos, como ser recurrir a la colaboración de hijos o
cónyuges en lugares de decisión, lo cual implicaría que éstos adquieren
una experiencia en la actividad de la empresa posibilitándole su futura
Práctica profesional del abogado de familia

de su conducción. Pero si e l fundador bloquea a sus colaboradores, sean


parientes o empleados, la comprensión de la conducción empresaria
guardando sus pensamientos, no estimula a que alguno de ellos se pueda
formar para continuarla. Se trata de una falta de reconocimiento no sólo
a sus sucesores- evitándose los enfrentamientos habituales con los hijos,
que suelen afirmarse como tales en oposición al fundador, disputándole e l
lugar y las ideas de "lo que hay que hacer"- sino también a su condición
de mortal. Este aspecto, la de reconocerse mortal, no es un acto de
conciencia meramente, sino también una actitud en la cual los proyectos
van acortando los plazos, las tareas se van modificando a l ritmo en que
los años acumulan limitaciones y dolencias al cuerpo. La negación de este
carácter conlleva a no acusar en las actividades y cálculos esos límites.
Siempre es e l papá o e l marido vigoroso que se las puede arreglar solo y
los demás simplemente "lo ayudan".

La primera opción, programar la sucesión es más compleja. En primer


término, e l fundador o las generaciones mayores, tienen que tener e l tino
o la intuición de visualizar si alguno de sus herederos tiene inclinación
de mando, requisito indispensable para poder conducir una empresa. Si
bien este es e l aspecto fundamental para la continuidad de la empresa
después de su retiro o fallecimiento, hay otra complejidad de un tenor
semejante: la de los lugares de aquellos sucesores que se incorporan a la
empresa en cargos que no son de conducción y e l de aquellos que están
fuera de la empresa.

Los que se incorporan suelen hacerlo con la fantasía de "hacer lo que hace
e l fundador". Pero sus experiencias en la empresa son las de desarrollar
tareas concretas que van marcando su experiencia y exhibiendo sus
capacidades. Este desempeño es lo que va mostrando al fundador para
que es Ú t i l cada uno.

Esta visión del fundador suele no coincidir con las de sus sucesores. Los
sucesores de la generación más joven, no poseen la experiencia aquilatada
por la mayor y e l haber "probado" que es un empresario con dones de
mando y conducción por e l sólo hecho de que la empresa funciona y
continúa.

El fundador tendría que tener una habilidad para poner, con caricias y
palabras a "cada uno en su lugar" en los hechos. Para ello hace falta
mucha prudencia y paciencia y, a veces, estar dispuesto a tener un rinde
menor en los negocios para "mostrar" a algunos de sus herederos, qué
lugar le conviene y cuál no.

Hay que tener en cuenta que los hijos no son "como debieran" ser, es
Osvaldo Ortemberg

decir como é l quisiera. Tienen celos y envidias que acumularon a lo largo


de la crianza. Debe tener en cuenta estas características personales
y no cuestionarlos frontalmente cuando tales sentimientos hostiles se
manifiestan. Y se manifiestan en e l trabajo que realizan en la empresa.

Es más arduo todavía cuando entre los sucesores no surge alguien con
facultades de mando. En tal caso la opción es más dura: entre ver la
posibilidad de que alguno de sus colaboradores que no heredan o un
contratado externo la tenga y lo encumbre a un nivel de mando dándole,
eventualmente, parte de las acciones o su equivalente y delegado
funciones en éste, mientras e l fundador desempeña su actividad.

Su otra opción es programar la venta de la empresa en las condiciones


más favorables para todos, incluso para sí mismo.

Respecto de aquellos sucesores que no trabajan en la empresa es


conveniente orientarlos y hablar con ellos y los que continuarán
trabajando, para que los primeros tengan la opción de participar de los
beneficios de la empresa como accionista, o de vender su parte a los que
habrán de continuarla o a alguno de ellos, de modo tal que quien la compra
pueda pagarla sin llevar a la empresa a riesgo de una descapitalización
que la paralice. Es decir que quienes quedan fuera de la gestión o trabajo
en la empresa, no se transformen en saboteadores de su continuidad.

Estas conversaciones pueden ser individuales, con algunos de ellos, con


todos. Cada situación es diferente según los vínculos y los momentos por
los cuales éstos están atravesando. Y los vínculos son con e l empresario
y entre los hijos.

Es evidente que una manera recomendable para planificar la sucesión


empresaria, es contratar un profesional especializado en empresas
familiares que lo asista en esta política que se debe desplegar.

La asistencia a l fundador pude ser sólo a él, o involucrarse también


con los sucesores, tanto los que habrán de continuar trabajando en la
empresa como aquellos que no lo harán.

e) Estilos de dirección. Resistencia a planear la sucesión

Para abordar ambos temas, agrupados por su íntima conexión, debemos


partir de caracterizar cuales son los componentes de personalidad que
atribuimos a "un empresario" en nuestro mundo capitalista.
Practica profesional del abogado de familia

El componente central es la posibilidad de prever La oportunidad de


generar un producto Ú t i l para e l consumo en e l mercado. Sea este
mercantil o espiritual. En ello está la intuición acerca de los que requiere
e l mercado y los recursos y procesos aptos para lograr esa meta.

El mercado de que estamos hablando no es e l que aparece en las


estadísticas económicas o en los comentarios de los especialistas en los
medios de difusión. Es lo que l e "dicta" la experiencia de vivir todos los
días.

Es, digamos, quien tiene en su cabeza un proceso integro de trabajo


y está atento a lo que la gente quiere y é l mismo y su familia quieren
consumir.

El otro elemento es que, para materializar su idea, es indispensable que


tenga que utilizar e l trabajo de otras personas además del propio. Sea
este trabajo para producir e l objeto, o distribuirlo o venderlo.

Sobre esta característica surge otro aspecto central y que nos acerca a los
temas de este apartado: debe delegar en los terceros con cuyo trabajo
debe contar para desarrollar y sostener la empresa. Como hablamos de
empresa familiar, muchos o todos estos terceros son sus parientes.

Dos son las formas de delegar, a grandes rasgos, en las personas que se
desempeñan con él: la parte de ejecución de las tareas, reservándose
las ideas que hacen a su proyecto empresario, o delegar, compartir o
explicar sus ideas acerca del proyecto que está realizando.

Los que se reservan todas sus ideas y "consultan con la almohada" generan
una modalidad de empresa donde se cuenta con un "imprescindible". A
su retiro o fallecimiento su vacío produce un "no saber qué hacer" y
una lucha despiadada entre los sucesores por "ocupar su lugar". Es muy
difícil que acepte una planificación sucesoria por lo cual, normalmente,
no recurre a los servicios de un profesional para ello. Salvo, claro, cuando
ya llega a percibirse con una decadencia física o con una enfermedad
final o que lo discapacita.

Si recurre a un profesional, es verosímil que intente dictarle las


condiciones de la sucesión. El profesional deberá acompañar y ayudarle a
pensar, poniendo e l acento en la delegación a los propuestos a sucederle,
no sólo la parte técnica sino también la de las ideas.

Si quien recurre a un profesional es uno de los sucesores, primero hay


Osvaldo Ortemberg

que evaluar cómo llegar a acceder a l empresario. La alternativa es que


lo haga e l profesional o bien e l sucesor- solo o con otro sucesor o persona
que se considere conveniente-. En este último caso e l profesional ayudará
al sucesor a pensar los temas a tratar con e l empresario, como también
los modos y oportunidades para hacerlo. El trabajo profesional, en esta
variante, será en las sombras de las que a veces no podrá apartarse.

Una clave para abordar las resistencias del empresario es comprender


los vínculos con sus sucesores como también su historia familiar desde su
infancia y, a veces, a alguna generación anterior.

Antes de abordar un terreno hay que conocerlo, sobre todo cuando es


pantanoso.

f) Intervención del mediador para un eficiente manejo de la situación

No es forzoso hacer la mediación con todos los involucrados presentes.


Más aun, es conveniente que e l mediador pueda evaluar cuándo es
conveniente que su actividad se realice, evitando juntar aquellos
involucrados que tiene vínculos de hostilidad- rivalidad, celos, envidia,
preferencia, choques de los que tiene noticias, etc.- O bien juntándolos
para provocar una catarsis -crisis- que ponga de manifiesto aquello oculto
que perturba ahora y que habrá de atentar contra la continuidad de la
empresa luego del retiro de la generación mayor.

Como vemos, la tarea del mediador, tiene un que ver más con e l arte
que con la ciencia. Ello sin perjuicio de tener todos los conocimientos
posibles.

Es adecuado que tenga una idea del funcionamiento de la empresa


familiar desde e l primer momento, conversando con quién o quiénes
vienen a solicitarle sus servicios.

Este relato de la historia y funcionamiento de la empresa conviene que lo


reciba de cada involucrado.

Asimismo se propondrá, en cada relato, aclarar los vínculos afectivos que


existe entre los involucrados y sus aptitudes laborales en función de los
lugares de la empresa o la dificultad o rechazo para desempeñarlos.

En la conversación que desarrolle brindará a sus interlocutores lo que se


desprende de sus relatos. Guardará la reserva de lo que escuche respecto
de aquellos que no participaron en cada encuentro, salvo conveniencia
Practica profesional del abogado de familia

de trasmitirla previamente consentida con el interlocutor con el que


antes habló.

En los encuentros con varios de los involucrados emitirá señalamientos


prudentes en todo lo que perciba de los relatos, para evitar decir
"verdades" que puedan afectar o irritar la sensibilidad de alguno de ellos,
o bien decírselas de tal modo que no sea algo terminante y definitivo.

Sobre todo porque de su palabra no se tiene que desprender nada


definitivo, en cuanto su intervención exitosa es un acuerdo en que el sí lo
den los involucrados. Y aun este acuerdo es provisorio ya que está sujeto,
como todo lo humano, a la prueba del tiempo.

Ayudará y cooperará en forjar propuestas que abran nuevas maneras de


ver las cosas en la empresa y señalará actividades posibles en la misma
o modalidades en ella que puedan ser desarrolladas por algunos de los
sucesores.

Suele ocurrir durante el transcurso de la mediación situaciones de crisis.


Si se da en un encuentro con varios involucrados, hay que suspender el
encuentro y, de ser posible, contener a la persona que desencadenó la
crisis o quien resultó fuertemente afectado por la misma. Salvo que haya
riesgo de violencia física en cuyo caso hay que suspenderla, separar los
que juntos estallan y tratar de poner un tono calmo para lograrlo. El
tono va desde la voz, actitud corporal, el contenido de sus palabras y
sus silencios, las disposiciones de los que intervienen y, si cuadra, una
propuesta de otro acercamiento en otro momento. La contención de los
afectados puede ser ir con él o ella o algunos de ellos a conversar a otro
lado, por ejemplo, a un café. Del mismo modo se obrará si la entrevista
es individual: es conveniente cambiar el espacio en que se da porque eso
ayuda a que la persona vea en el nuevo lugar otro "espacio" mental.

Si las partes no tienen abogados igual se puede hacer la mediación. Pero


basta que una de ellas tenga abogado para que se promueva que las
restantes también lo tengan.

Para la firma del acuerdo, si se logra, es necesario que haya más de un


abogado patrocinante -como mínimo dos- además del mediador para el
caso de ser abogado.

En el primer encuentro es importante pactar los honorarios y el modo de


percibirlos y de quién o quiénes. Aquí la timidez es un obstáculo para el
trabajo.
Osvaldo Ortemberg

Todo lo que se hable en e l proceso de mediación no puede salir de la boca


del mediador.
Hay pacto de confidencialidad se haya o no hecho por escrito.

La mediación tendrá los tiempos propios de cada caso. Hay conflictos que
duraran 5 encuentros y otros 50. Unos que duraran un mes y otros tres
años. Cada caso es un traje a medida con un molde único. Es conveniente
que cada reunión tenga un horario de comienzo y de fin. Puede terminar
antes, pero es mejor que no termine mucho después. Es indispensable
poder utilizar medios de comunicación alternativos a los encuentros, pero
hay que saber acotarlos. Por ejemplo, es mejor que e l mediador no de
su celular, aunque sí tenga e l de los clientes, por una razón sencilla: con
frecuencia las urgencias del cliente son estados emocionales dolorosos y
aun de angustia que justifican una llamada a las 3 de la madrugada. Es
preferible que e l mediador sepa acotar los límites y que pueda dormir
bien.

g) Transferencia del control y de la propiedad o disociación entre lo


jurídico y lo económico

Para ejemplificar acerca de la diferencia entre control y propiedad


podemos tomar como ejemplo que la empresa es una sociedad anónima.
La sociedad tiene accionistas, que son los dueños, y personal que trabaja
en la empresa materializando la actividad de la misma.

Los gerentes y jefes son los que tienen la gestión, pero la estrategia a la
que se deben sujetar es la que determinan los accionistas, que tienen e l
control y la facultad de designarlos y removerlos. Podemos decir entonces
que e l control lo tiene la asamblea de accionista en la que e l directorio
tiene una notable influencia sobre ella. Pero estaríamos equivocados
porque sólo veríamos e l aspecto jurídico del funcionamiento. Detrás
del mismo y valiéndose de la propia regulación jurídica, está e l aspecto
económico del funcionamiento, donde e l control de la empresa suele
tenerlo un grupo titular un porcentaje de acciones que, en la asamblea
tiene la palabra y decisión porque a la asamblea no concurre la gran
cantidad de personas que tiene acciones y que son inversores. Ese pequeño
porcentaje de las accionistas es la que suele dominar las decisiones y
designar al directorio. Por eso, e l control no lo tiene e l "propietario" que
es e l total de los accionistas, sino una pequeña parte de los mismos.

Este es e l paradigma de toda empresa, sea o no familiar, dónde está e l


poder formal y visible, y dónde e l poder real e invisible que, a veces,
es la esposa del fundador, e l hijo que gestiona en ausencia del fundador
Práctica profesional del abogado de familia

según Las ideas que se Le va ocurriendo en sus encuentros con una prima
Lejana de La que está enamorado.

Una tarea del mediador es poder avizorar Las puntas de ese poder invisible,
de eso que genera La "voluntad" de La empresa. Herederos, cónyuges,
parientes, gerentes y empleados están en La red de involucrados en La
conducción, aun ignorándolo.

La transferencia de La conducción debe tener en cuenta La red humana


que vino produciendo La voluntad de La empresa, para que La pueda
asumirla La nueva red.

Se requiere no solo oído sutil, sino una reducción de La omnipotencia del


operador contratado: La prueba de fuego está en La acción que realicen
Los herederos al sustituir al fundador o La generación anterior. ALLí se
verán si cada uno está en su Lugar o se requiere un ajuste, es decir,
nueva intervención del operador ante crisis de ajuste o desajuste en La
conducción de La empresa, más allá de Los titulares de Las acciones de La
misma.
Osvaldo Ortemberg

LA MUJER EN LA EMPRESA FAMILIAR


- Las cosas por su fondo -

Haremos una consideración especial a un aspecto del régimen jurídico


familiar: su patrimonio, en la medida en que se proyecta al ámbito
social. Tal es e l caso de la empresa familiar. Este nexo que conecta ambos
campos, produce un efecto que es indispensable analizar, en tanto lo
social instala sus pautas de intercambio en e l orden afectivo familiar,
como también e l orden familiar pone pautas afectivas en lo social.

En esta interrelación, como más adelante desarrollaremos, fue


determinante e l cambio que se produjo en e l vínculo entre e l hombre
y la mujer, en que lo social marcaba a fuego lo familiar estableciendo
puertas adentro del hogar un amo macho y una esclava hembra donde sus
frutos -de ella- eran los pajes que contribuían a servir a ese amo. Amo
que se reservaba e l destino de cada hijo y la elección para sucederlo.

Hoy estamos en e l temblor del cambio de ese escenario: la mujer ingresa


a lo social y la empresa familiar hasta hoy vedada a ella por la moral y
e l derecho patriarcal. La empresa familiar es la bandera de ese cambio.

Y como antes vimos que, sin conflicto, sin crisis, sin proceso, no hay
comprensión que desentrañe la verdad -o verdades- de aquello en lo que
habremos de operar, debemos abordarlo con idéntico parámetro.

A ello vamos.

a) Cambios en la familia empresaria derivados del nuevo Código Civil


y Comercial

1) Introducción

Los cambios en la empresa familiar están íntimamente relacionados con


los que recogió e l nuevo código respecto de los de la mujer casada y
que se expresan en lo que regula respecto de la mujer en general, e l
matrimonio y las uniones convivenciales.

Digo "recogió" porque las formulaciones jurídicas que incluyó, son


producto de cambios que acontecieron en la condición de la mujer y los
Practica profesional del abogado de familia

niños en e l ámbito social, económico y familiar.

2) Cambios en la condición de la mujer

A partir del nuevo código los hijos pueden llevar e l apellido de ella, sea
casada, soltera o viva en unión convivencial. ¿Por qué?

Respecto de la muerte es diferente la situación del varón que la de la


mujer.

Sabemos que los hijos siempre son de ella - sin perjuicio de la nueva
situación que se plantea respecto al vientre subrogado-.

El hijo se gesta como parte del cuerpo de ella. Y si decimos parte lo


estamos viendo con ojos del varón. Desde ella no son "parte", son e l
mismo cuerpo.

La actitud gatuna de ensimismamiento de la embarazada, que la hace tan


atractiva a los ojos masculinos, se debe a que amándose ama la vida que
va creciendo en ella. Desde ella no podemos decir la "nueva vida". Ella
y eso interior que crece es uno solo y que así lo será para e l mismo hijo
durante los primeros tiempos de su nacimiento de manera explícita, y por
e l resto de su vida en su inconsciente.

La psicosis post puerperal es la llamada patología que padece la mujer


que habiendo desprendido su hijo del vientre, todavía no acusa recibo,
actúa y siente como si eso externo no fuera externo.

Es psicosis cuando se manifiesta con actos, dichos y crisis. No lo es


cuando sencillamente tiene la tranquilidad de saber que es así y que
las cosas transcurran sin sobresaltar a nadie. Tan es así que e l bebé no
necesita manifestarse para que ella "sepa" qué lo perturba. Esto la lleva
a saber del cuerpo del hijo tanto como sabe acerca del suyo. Y la mujer
sabe del cuerpo a niveles que e l varón desconoce del propio, salvo que
su sensibilidad lo lleve a escucharla. Hasta ahora difícil porque hablan
lenguajes diferentes.

En la mujer hay una inmortalidad en tanto su cuerpo es "su cuerpo" visto


desde la superficie, porque sigue conectado a lo que de ella emerge: sus
hijos, los hijos de sus hijos.. .y así. Como los árboles que van ramificándose
y perpetuándose por los brotes de sus raíces, son inmortales, aun después
que un incendio los arrasa porque lo que está bajo la tierra volverá a
germinar. Para evitarlo la sal provoca su muerte definitiva, como hicieron
Osvaldo Ortemberg

los romanos cuando vencieron a los cartagineses.

La inmortalidad de la mujer es entonces, a través de esa ramificación de


su cuerpo que son los hijos. En ellos sigue en este mundo después que su
envoltura individual la haya abandonado.

El varón, en cambio, es la inmortalidad de otro cuerpo, e l de ella. De é l


no se desprenden gajos que lo perpetúan como partes de sus ramas.

En él, e l temor a la muerte es una presencia abrumadora hasta e l punto


que debió negarla a través de su ideal de sí, como son los dioses de todas
las religiones, monoteístas o politeístas, que son inmortales.

La base material de este ideal de eternidad es su condición infantil de


dependencia absoluta de los cuidados maternos. Ella es e l primer dios
omnipotente, su condición para no morir.

Por ello los dioses más importantes son masculinos, más aun, todos los
dioses monoteístas son machos. El Dios de las tres religiones monoteístas
dominantes es Jehová. Dios padre, y Alá. Porque si bien la inmortalidad
está en la madre, ella depende del macho para poder alimentar día a
día su inmortalidad con e l amparo del varón, como viene siendo desde
la protohistoria y dura hasta hoy con nuestra conformación afectiva
patriarcal. El macho es e l que impide que arrojen sal sobre sus raíces,
que le quiebren la inmortalidad. Y ese macho llega, a través de la madre,
al hijo y a la hija.

Él provee inmortalidad a ella y sus hijas porque la hija es también


inmortal por hembra. Él en cambio es mortal en sí, aunque sea proveedor
de inmortalidad.

El cuerpo del hijo del padre no es, como en la madre, una raíz de su
cuerpo como lo es en la mujer porque mater certum est ...p ero padre ...
en diferentes épocas fueron dioses del lugar, en otra fueron hermanos,
en otras más fueron sus propios lares familiares ...p ero todo era incierto.
En ella la certeza es y fue desde e l comienzo de los tiempos y no sólo
porque irrumpiera esa raíz de su vientre, sino porque estaba anudada a
sus sentimientos de sí que recaían, como sentimiento de sí en esa raíz.

Los recursos de inmortalidad simbólicos, como e l apellido fijo, que hace


pocos siglos existe, y los dioses machos, no eran suficiente. Símbolo -el
apellido- e imaginación -dioses- carecían de materialidad corpórea.
Practica profesional del abogado de familia

¿Cuálfue e l cuerpo material de esa inmortalidad que e l varón anhela que


vaya más allá de lo simbólico e imaginario? La empresa.

Lo fue desde los orígenes de nuestra homineidad cuando comenzamos,


hace millones de años, a habitar la llanura, donde e l cobijo perdido de los
árboles impuso una nueva organización. Mientras la hembra era e l refugio
y la proveedora de los hijos, los machos aliados eran los proveedores y
amparadores de las hembras y sus hijos. La primera empresa humana fue
esta organización protohistórica de los machos, donde las hembras no
podían estar.

El transcurso de los milenios no modificó ese estado de cosas, más allá


de las excepciones que pudieran haber existido donde eran comunidades
de hembras las que se abastecían y se defendían. Y aquí quiero tomar
un mito ilustrativo. Las amazonas, que no requerían del amparo del
macho debían, sin embargo, renunciar a una parte de su ser hembra
para poder sustituirlo: se cortaban e l seno izquierdo para poder disparar
con facilidad e l arco y la flecha. Fueron así mitad mujer, con un seno y
mitad varón con e l pecho a l peligro y la batalla. De la forma patriarcal
no pudieron prescindir, para hacerlo debieron asumirse funcionalmente
como hermafroditas.

El cuerpo en que se corporeizó esa eternidad del macho fue entonces la


empresa.

Esta es la gran dificultad para que en ella ingrese e l espacio de inmortalidad


de los machos.

La empresa y en igual medida e l patrimonio, es lo que del varón continúa


en este mundo de manera corpórea después de su muerte.

El hijo sentado en e l asiento de su padre pondrá a ese cuerpo la sangre


que mantendrá palpitando e l detenido corazón paterno.

Todo está en contra de que ella ingrese, de que ella herede, y los lares
serán un custodio emocional de que así sea. Esos dioses son los varones
muertos y es la propia mujer la que mantiene encendido e l fuego y los
transmite con la llama y su leche proteica de sentimientos e ideologías
que habitarán en sus hijos durante e l resto de sus vidas.

Pero los humanos somos mutantes.

No sólo mutó nuestro simio originario en nuestra humanidad. Al simio

VOLVER A ~NDICE
Osvaldo Ortemberg

se llegó en e l transcurso de las mutaciones que le precedieron desde la


lejana ameba unicelular que e l mar lanzó a sus diversas formas. Pero la
mutación no cesa. También desde e l mono bípedo de las llanuras se llegó
al universo de los símbolos desde su precario lenguaje animal llegando
a un cambio de mundo. Y ni ahí se detuvo. En nuestro último segundo
en la historia de la tierra, la etapa medieval en que aun e l paternalismo
dominaba, irrumpió, sin que nadie pudiera preverlo, un cambio notable
hasta arribar a nuestros días y que expresa nuestro nuevo código en
relación a la empresa familiar. Ello a despecho del gran Vélez Sarsfield
que nada de ello anticipó en su maravilloso Código Civil. Debió ser en
1954 con la ley 14.394 que se diera cabida al reconocimiento de la
empresa familiar, cuando autorizó en sus artículos 51 y 53 su indivisión,
dando asimismo un tímido reconocimiento a la mujer - la viuda-, para e l
caso de que hubiera sido ella quien la hubiera "adquirido o formado en
todo o en parte".

3) El apellido de los hijos y el derecho de propiedad sobre ellos

El nuevo Código admite que e l apellido de los hijos sea e l del padre, la
madre o de ambos, en e l orden que ellos determinen o en e l que sortee
e l responsable del Registro Civil en caso de discordia.

El varón pierde un privilegio exclusivo, de orden simbólico. Pero e l


mismo Código deroga e l privilegio de la mujer en la tenencia de los
hijos menores de cinco años. Quita a la madre e l reconocimiento de un
verdadero derecho de propiedad sobre los hijos, en e l sentido carnal
del cuerpo que, de un modo u otro lo vino desempeñando a pesar de
...
las intervenciones judiciales que se pudieran oponer a ello cuando se
oponían.

Como si una balanza tendiera a hacer un equilibrio entre los sexos, donde
aquello que se concede conlleva algo que se quita.

La tenencia, ahora "cuidado" puede ser dada al varón, tenga la edad que
tenga e l hijo. En e l Lugar reservado a la madre como exclusivo, ahora
ingresa e l varón.

Ya antes la mujer había avanzado en la Patria Potestad, al admitir por


ley 23.264 que e l ejercicio de la misma correspondía a ambos. Pero
con e l mismo criterio de balancear lo que da, esa misma ley la hacía
responsable de brindar alimentos a sus hijos, como e l varón, aunque
tuviera la tenencia.
Practica profesional del abogado de familia

4) ¿A qué se debió el cambio?

La primera ley animal es que, si no se adecua a la variación del medio en


que habita, su especie se extingue. Para no extinguirse debe adaptarse.
Y esta adaptación es un cambio. Con el humano pasa lo mismo, ya que
no es una excepción de lo que acontece en el reino natural. Con una
característica que lo diferencia. No es sólo el medio natural e l que lo
modifica, sino su accionar sobre la naturaleza a la que modifica a su
medida.

Y en este registro está el cambio en la condición de la mujer que motoriza


el de la empresa familiar cuando ella es lanzada a que la integre.

Este cambio en la condición de la mujer aconteció -hubiera dicho causó,


pero me parece demasiado determinante, ya que no creo que sea el
único factor, aunque sí el más importante o, como diría la filosofía, el
determinante en última instancia-. Repito, este cambio en la condición
de la mujer aconteció con el tránsito de la etapa feudal a la capitalista
de nuestra civilización.

4a) El salto hiperbólico del feudalismo al capitalismo

La supeditación de la mujer al hombre aún sigue rigiendo, pero está en


proceso de ser modificada. ¿En qué consiste este camino?

Veamos:

En las tres grandes religiones monoteístas de occidente el lugar de la


mujer es la familia y el lugar del hombre es el medio social del cual
obtiene los recursos para sostener a su mujer y a sus hijos. Tanto la mujer
como el hombre tenían restringida su sexualidad. El único sexo permitido
era el destinado a tener hijos dentro del matrimonio. Toda relación
extramatrimonial estaba prohibida. La familia se fundaba en el vínculo
matrimonial cuya consagración no proviene de la autoridad humana sino
de Dios. Era por la voluntad de Dios que se formaba el matrimonio con
las normas de exclusividad y restricción sexual que el mismo establece.

Respecto de los monos de los que provenimos la monogamia fue un


avance, porque el jefe no es ahora el único poseedor de las hembras, sino
que todos los machos pueden poseer una hembra. Pero obviamente la
subordinación de la mujer era igual a la de los monos: eran una posesión
masculina.
Osvaldo Ortemberg

La posesión masculina de las hembras proveniente de nuestro origen


instintivo, se mantuvo en la Ley de la Prohibición del Incesto sin
modificaciones hasta que irrumpió e l capitalismo.

El capitalismo, sin renegar de la fe, alteró la subjetividad humana de un


modo radical cuyas consecuencias aun se siguen produciendo. En efecto,
uno de los grandes recursos del capitalismo para modificar la manera
primitiva de producir en e l largo período feudal, fue e l de los cambios en
la organización y los medios de trabajo. Estos permitieron la producción
en serie y con ello se alteró e l modo de intercambio que existía hasta ese
momento, en que los siervos producían y se distribuían estos productos
entre los mismos siervos, e l Señor y la Iglesia, en porcentajes fijos de
acuerdo con las tradiciones.

La producción en serie necesitaba del mercado en que se vendieran los


productos y para que esto pudiera realizarse era necesario que hubiera
compradores con capacidad para celebrar contratos. El contrato sustituyó
la tradición feudal en e l intercambio. Y ello requirió a individuos que
tuvieran una voluntad propia para celebrarlo, es decir, intención,
discernimiento y libertad, como establecen las legislaciones de occidente
y por supuesto nuestro derogado Código Civil y e l actual.

Esta modificación fue un golpe a la autoridad feudal, al clérigo y a Dios


mismo, cuyas voluntades para pautar e l consumo de las personas -el
contenido material de sus vidas- resultaba relegada. No es lo mismo la
persona que decide por sí misma, que la que hace lo que otros deciden o
lo que establece la tradición.

El inventode la imprenta consolidó esteincipiente cambio en la producción,


que al tiempo que enriqueció al individuo, alfabetizándolo, significó la
pérdida de la exclusividad de la iglesia en la lectura y explicación de los
textos, diciéndole a cada feligrés lo que debía y no debía hacer, para no
recibir los castigos divinos y del señor feudal.

Este fenómeno masivo modificó la subjetividad de las personas cuya


conducta hasta ese momento estaba supeditada a dos fuerzas que los
gobernaba: la tendencia de sus propias pasiones y los frenos que a las
mismas les ponían las autoridades, tanto civiles como religiosas. Ahora se
sumó a estas dos fuerzas una tercera: la de su voluntad, cultivada por e l
intercambio a través del contrato y e l aprendizaje de la lectura.

Esto se genera en un largo proceso de varios siglos que altera e l orden


vigente por otro, e l actual, que aun se sigue conformando. El feudal
Práctica profesional del abogado de familia

era un sistema al que se supeditaban las personas que tenía la siguiente


jerarquía: la autoridad mayor era Dios, cuya voluntad era la ley que
regía la vida de todos. Los intérpretes de su voluntad eran las iglesias a
través de sus autoridades mayores, como e l papa católico o e l patriarca
ortodoxo y los eventuales concilios ecuménicos, e l gran rabino, e l imán.
A ella supeditada estaba la autoridad de los nobles en la medida que no
tenían mayor poder bélico que las iglesias. Estos, a su vez, imponían, su
voluntad a los siervos, que también estaban supeditados a la voluntad de
la iglesia. Todo e l circuito de legitimación de la autoridad a través de la
voluntad que regía, era masculino. El último recipiendario de ese orden,
e l siervo, era e l varón, no la mujer ni lo hijos, ya que dentro de la familia
del siervo, a semejanza del Señor o e l clero, e l hombre era la cabeza a la
que debían obedecer La mujer y sus hijos, como San Pablo lo explica en
e l Nuevo Testamento.

Este esquema se rompe al rescatar a l siervo de la necesidad de supeditarse


a la voluntad tanto del señor como a la de Dios, a l hacer los contratos y
cultivarse en la lectura. La mujer y los niños continuaron con e l mismo
sistema de supeditación a la voluntad del cabeza de familia. El camino
de La nueva subjetividad abarcaba sólo al varón, en cuanto la familia no
sufrió modificación en su conformación patriarcal.

Esta situación se mantuvo hasta mediados del siglo XX en que la condición


de la mujer casada tuvo un cambio notable, como resultado también
de los grandes cambios del capitalismo. La expansión del nuevo sistema
requena una constante ampliación del mercado porque sus modificaciones
tecnológicas se convirtieron en una constante. Cada revolución técnica
aumentaba la cantidad de productos que se fabricaban y la variedad de
los mismos. Esto requería nuevos mercados y que en cada mercado se
intensificara e l consumo. Así como e l hombre fue arrojado de la placidez
feudal a consumir y trabajar por un salario, con la mujer ocurrió algo
semejante. Las necesidades productivas requenan de una mujer que
fuera consumidora y productora autónoma, no alguien dependiente de la
voluntad de un amo, sea padre, marido o hijo. Las dos guerras mundiales
potenciaron este proceso por la aceleración que las necesidades bélicas
dieron a los cambios tecnológicos. Así, e l último reducto patriarcal,
la familia, resultó afectado por e l nuevo sistema que requirió que la
mujer, como también los niños, ingresaran al mercado con la facultad de
contratar y la cultura necesaria para que su voluntad sea un componente
de su celebración.

Son los cambios de la familia los que nos pueden develar los que
ocurrieron en la subjetividad de la mujer, cuyo único destino desde los
orígenes mismos de nuestra humanidad, era e l de estar en una familia a
Osvaldo Ortemberg

las órdenes de algún varón, para asistirlo y reproducir.

4b) Reflejo en el derecho de la caída de la familia patriarcal y de la


liberación femenina

Los que estudiamos derecho hemos sido testigos de este veloz proceso
de cambio del lugar social de la mujer. En efecto: en e l históricamente
breve período transcurrido desde la sanción del Código Civil, en 1871
hasta nuestros días, la situación de la mujer casada pasó de ser una
incapaz de hecho, cuyos bienes tanto propios como gananciales debían ser
administrados por su marido, conforme lo establecía e l Código Civil, lo que
se mantuvo con la ley 2393. A partir de modificaciones introducidas con
posterioridad, como la ley 17.71 1 fue adquiriendo derechos respecto de
sus propios bienes y l o que adquiriera durante e l matrimonio, proveniente
de actividad "honesta", manteniendo sin embargo la condición de incapaz
de hecho como situación jurídica básica, hasta que la adhesión por ley
23.179 de la CONVENCIÓNSOBRE LA ELIMINACIÓN DE TODAS LAS FORMAS
DE DISCRIMINACIÓN DE LA MUJER, incorporada a nuestra Constitución
Nacional de 1994, consagró la igualdad entre la mujer y e l hombre. La
ley 23.515 adecuó las normas del Código Civil a l o establecido por dicha
Convención. No obstante, ello aún quedaba en e l Código artículos a los
que no había llegado la revisión, por inadvertencias del legislador, como
e l art. 1276 en cuyo párrafo segundo establecía que "Si no se puede
establecer el origen de los bienes (...) la administración y disposición
corresponden al marido.. .".
Es decir que, de ser una menor sujeta a la tutela de su marido, pasó a ser
un sujeto con capacidad plena de hecho y de derecho. También respecto
del ejercicio de la Patria Potestad de sus hijos su situación cambió
radicalmente: de no poder ejercerla, por estarle reservada al padre,
pudiendo hacerlo en casos excepcionales que la ley preveía, pasó a tener
e l ejercicio de la misma compartido con e l padre. La mujer casada dejó
de estar obligada a seguir a su marido a dónde éste fijara e l domicilio
conyugal, para ser ambos los que pueden fijarlo.

Este aceleradísimo cambio en e l derecho es concluyente: la condición de


la mujer ha variado. Ya no está sujeta a la potestad del varón, sino que
tiene una autonomía semejante a la de éste, compartiendo en ello las
responsabilidades que originariamente recaían sobre e l marido. Y este
elemento es indiciario de la fuente del cambio. En efecto: e l hombre ya
no es e l exclusivo proveedor familiar, dado que también la mujer está
obligada a l aporte alimentano en idéntica situación a la que se l e exige
al marido. Nuevamente e l capitalismo, en su vertiginoso desarrollo y
sus ínsitas necesidades de acumulación constante, empujó a la mujer
Practica profesional del abogado de familia

a la autonomía familiar como consecuencia, y tal vez también como


condición, de tener que lanzarla activamente al mercado y e l consumo.

4c) La autonomía de la voluntad de la mujer, la gran revolución sexual

Sin proponérselo, e l capitalismo invadió e l último reducto de la


autoridad masculina sobre la mujer. Ahora ella es también un sujeto cuya
conducta está regida, no sólo por sus pasiones y los límites que e l orden
social establece, sino también por su voluntad autónoma. Hoy ella no
está dispuesta a tener los hijos que Dios le mande. Su voluntad y las
posibilidades económicas para mantenerlos tienen más incidencia en su
decisión de tenerlos que los mandatos recibidos. Y esto fijó una nueva
moral donde la mujer está autorizada a tener hijos sólo si los desea y en
la medida que su grupo familiar, autónomo de su familia originaria, los
pueda mantener.

La autonomía de la voluntad de la mujer llegó entonces a la decisión de


tener hijos, aunque no se detuvo allí. La década del 60 del siglo XX fue
testigo del gran cambio de la moral sexual que transformó la subjetividad
femenina hasta lugares no previstos.

La regulación de la sexualidad estuvo pautada en nuestra civilización por


e l mandato del NO FORNICARÁSque aun rige en e l decálogo mosaico.
Esta prohibición de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio sólo
formalmente afectaba al hombre ya que materialmente debía acatar la
mujer. El varón tenía una legitimación social para mantener relaciones
sexuales por e l goce de las mismas, es decir, desprovistas de la finalidad
reproductiva que tales relaciones conllevan. De ahí que la prostitución
femenina fuera e l oficio más antiguo de la humanidad, que nunca dejó
de existir con la mayor o menor tolerancia en los diversos regímenes en
las comunidades de occidente. Esta permisividad al varón de disfrutar del
sexo llegó a ser reconocida jurídicamente en cercanos ejemplos como e l
Derecho de Pernada o "Prima Notte" del que gozaba e l Señor respecto
de la mujer desposada por su siervo. La mujer en cambio estaba sujeta
a los rígidos cánones de dicha moral sexual que no l e daban alternativa:
o llegaba virgen a su matrimonio, o era excluida del circuito social y
familiar para cubrir la triste función de ser objeto de goce del varón: la
prostitución.

Hoy a la mujer se l e planteó una tercera alternativa: ni virgen, es decir


animal sagrado reproductivo destinada a l matrimonio, ni prostituta: hacer
con su sexo lo que e l varón l e mostró que se podía hacer, que era disfrutar
del mismo por e l goce que depara y desprovisto del fin reproductivo. Dejó
de haber, a partir de la gran revolución sexual de los años 60, una moral
Osvaldo Ortemberg

sexual para el hombre y otra para la mujer. La mujer quedó legitimada


para tener relaciones sexuales por el goce de tenerlas. Y también
aquí e l capitalismo brindó su aporte, con la producción de mercancías
anticonceptivas. Aunque existen vastos sectores que rechazan la libertad
sexual de la mujer, hay ya dos generaciones que vienen practicando esta
libertad, en base a cuya experiencia podemos, ya no interrogar sino
afirmar, que la mujer tiene los mismos derechos a la libertad sexual que
el hombre. La libertad sexual implica el respeto por la voluntad de la
mujer respecto del uso de su cuerpo. Quedando sólo algunos lazos de
condicionamientos jurídicos sobre ella, como es el del aborto voluntario.

4d) La libertad sexual de la mujer: el intento de marcar una diferencia


en la ley que marcó nuestra diferencia respecto del resto del mundo
animal

Dijimos que la prohibición de matar y la renuncia a ciertas mujeres es


una Ley que inscribió en nuestro animal la condición humana. También
dijimos que según esta regulación la hembra humana era el objeto de
intercambio entre los varones cuyo dominio sobre ellas las dejaba en la
misma situación que se encontraban nuestros antecesores, los monos de
la llanura. Pues bien, esta emancipación sexual de la mujer modifica los
términos de la LEY DE LA PROHlBlClON DEL INCESTO, que imponía al varón
la renuncia a ciertas mujeres, con la actual tendencia de abolir la tiranía
del hombre sobre la mujer.

No es la primera vez que se intenta. Ya en la caída de Roma se liberalizaron


las relaciones familiares y la mujer adquirió derecho a disolver el vínculo
matrimonial. En el antiguo Egipto hubo un período en que la mujer tuvo
una posición familiar dominante respecto del varón a partir del faraón
Bok-En-Rani, presumiblemente de la IV dinastía, hasta que el Código
de Amasis promulgado en e l año 544 a.c. abolió este estatus femenino
restituyendo la tiranía del varón (La Mujer en el Mundo Antiguo de R.
Signorelli Marti, Ed. Dédalo, Buenos Aires, 1960). Hubo comunidades
indígenas originarias del territorio de EEUU, que hoy residen en Canadá,
en que la conducción tribal y familiar correspondía a la mujer.

Si el intento de liberación de la mujer de la tutela del varón no es nuevo,


sí es nueva la mundialización del intento actual ya que, por la pujanza
del capitalismo, este cambio ético en la consideración de la mujer
abarca todas las comunidades de nuestro planeta. Incluso aquellas que,
como las musulmanas tradicionales, mantienen incólume el sistema de
sometimiento femenino a la mejor usanza nuestra durante la familia
patriarcal, aun cuando el proceso de occidentalización que están
padeciendo anticipa cambios.
Practica profesional del abogado de familia

Este cambio en la condición del sometimiento de la mujer impugna


que la LEY DE LA PROHIBICIÓN DEL INCESTO sea un pacto en e l que ella
está excluida como sujeto. La inclusión de la mujer a l emanciparse del
sometimiento al varón, no deja de lado los dos principios de la renuncia
instintiva que esta ley establece. Por e l contrario, es un aporte a la
posibilidad de su realización en cuanto es verosímil pensar que si e l
varón, en lugar de ser e l hijo de una esclava, como lo fue hasta casi
nuestros días, sea e l hijo de una mujer libre, es posible que e l flagelo
de la guerra como método para resolver las discordias entre los machos,
pueda ser arrinconada y logre desaparecer.

4e) El cambio de la situación de la mujer en lavoz que ella no pronuncia

La mujer de otro ya no.


Ella perdió propietario.
¿De quién ahora?
Gira y gira sobre su cuerpo madre
y se amarra en hijos.
La ley que no, hijos pierdan cordón.
Ella cae, cae, cae,
añora amo,
llora, llora, llora.
Libertad, libertad, invento infernal sin cadenas que sostengan.
Hijo va a otras amarras.
Ella llora, llora, llora
cadenas perdidas por libertad que añora.

Nos llenamos la boca y los textos con e l gran cambio que significó e l
capitalismo.

Pero cada vez que ella pidió que la libertad sea también de ellas, los
revolucionarios dijeron: después.

Ella, revolucionaria, tomó emblemas masculinos en e l reclamo. El mundo


social era la casa del varón y ella la que mantenía e l refugio del solaz, las
caricias, e l sexo, los hijos, e l pecho generoso que alimenta a todo varón
y a las hijas para que puedan continuarla.

Recordemos, la división sexual del trabajo era: é l proveedor, e l mundo


social, ella la reproductora, e l mundo familiar.

Lo social de é l hoy se llama capitalismo por e l modo de intercambio


Osvaldo Ortemberg

y producción, antes era feudal, antes todavía esclavista. Todo eso era
universo masculino. Cosa de hombres.

Cuando ella exige ser contemplada en e l mundo de él, en cada coyuntura


en que todo se revuelve, en cada revolución, en cada crisis prolongada o
condensada del mundo social, é l vino frenándola sin grandes argumentos,
más bien como una fuerza interior que pujaba por mantener las cosas en
e l lugar donde siempre habían estado y ella no logró, ni con muertes, ni
ruegos, ni fascinaciones, modificarlo.

Así, hasta ahora.

¿Ella triunfó?

¿Fueronsus luchas la causa de los cambios de roles que se están avizorando?

Más bien no que sí.

Vimos que e l capitalismo la mandó a ella al mundo social por fuerza de la


propia dinámica productiva: requería cada vez más consumidores y ella
fue empujada a ser persona, a tener intención, discernimiento, y libertad
en e l mundo social-capitalista, reino del varón. Sin que é l lo supiera,
porque e l mundo que é l crea es con sus fuerzas, pero a sus espaldas,
cuidando su lugar porque é l es responsable de mantener e l territorio que
ampare la manada.

Ellas lucharon por su dignidad desde siempre, pero nunca pudieron. Las
troyanas lograron un triunfo en un abrir y cerrar de piernas. Pero fue una
vez. Y una vez hubo muchas veces, pero en e l mundo social nada cambió
en que la mujer atrás, reservada y para un macho.

El capitalismo disfrazó sus logros en las luchas de ellas y aun hoy los
promueve.

Pero e l capitalismo no es una persona, es más bien una vasta trama que
todos sostenemos jugando e l juego que nuestro lugar nos exige, ante la
benévola mirada del Dios macho, Jehová, que es e l modelo de todos y
tiene emblemas masculinos, a l que ella adora más que él, porque é l más
bien lo rivaliza por ser Dios Padre. Y e l varón crece en la lucha contra e l
padre o no es varón, aunque sepa que no debe derrotarlo.

Así, estamos en un camino donde e l triunfo de la mujer parece marcar e l


recorrido, empujada por lo varón del sistema, por sus propias necesidades.
Practica profesional del abogado de familia

Aunque é l sabe que e l engañador puede resultar burlado, porque una


mujer que manda con emblemas masculinos, no deja de ser mujer,
aunque debió haberse disfrazado de varón -acatar las leyes del poder
vigente para estar en lo social- pero detrás de esos emblemas nunca
dejará de haber una mujer que, en e l momento menos pensado mostrará
que los cambios que introdujo disfrazada de varón tienen pintados los
labios con su nombre. Por ello está por verse e l devenir en este momento
en que e l nuevo Código nos plantea un paso en ese recorrido a l que ahora
nos vamos a referir.

b) Cambios en la familia empresaria derivadas del nuevo codigo civil y


comercial - inclusion de la mujer y los hijos

Los cambios en la empresa familiar están íntimamente relacionados con


los que recogió e l nuevo código respecto de los cambios en la mujer
casada, los hijos y la herencia.

.-
1 Régimen hereditario

El Código ha regulado a las empresas familiares en caso de fallecimiento


de alguno de los fundadores, estableciendo una excepción a la prohibición
de pactar sobre herencias futuras.

Art. 1010.- HERENCIA FUTURA. -...Los pactos relativos a una explotación


...
productiva o participaciones societarias con miras a la conservación
de la unidad de la gestión empresarial o a la prevención o solución de
conflictos, pueden incluir disposiciones referidas a derechos hereditarios
y establecer compensaciones a favor de otros legitimarios.. .

Una verdadera preocupación por la pervivencia de la unidad económica,


es decir de la empresa familiar -ya que si hablamos de herencia hablamos
de familia- y una anticipación a intentar resolver los conflictos entre los
que están dentro de la empresa y los que están afuera y tienen derechos.
Conflicto que es lo que normalmente desguaza la empresa porque los que
están adentro consideran que sin ellos la empresa deja de funcionar y
se sienten sus verdaderos dueños, y los que están afuera sienten que los
de adentro los estafan porque se sienten dueños de ella. Ambos Tienen
Razón.

Cada cual tiene su verdad y e l principio de compensación por la legítima,


avizora esa preocupación del legislador. Se apunta bien al abordaje de la
solución: antes del retiro del fundador dejar los papeles en orden para la
continuidad. Pero ese pacto tiene que tener una legislación más amplia
Osvaldo Ortemberg

y algunas de sus disposiciones tener carácter obligatorio donde e l orden


público tenga su palabra. La empresa familiar está en los ámbitos de la
función social de la propiedad, lamentablemente omitido en la redacción
definitiva del Código, aunque e l anteproyecto y e l proyecto la hayan
contemplado.

Art. 2330.- INDIVISIÓN IMPUESTA POR EL TESTADOR. - El testador puede


imponer a sus herederos, aun legitimarios, la indivisión de la herencia
por un plazo no mayor de 10 años (en los siguientes casos) ...b) Un
establecimiento comercial, industrial, agrícola ...cualquier otro que
constituya una unidad económica.. .
Art. 2332.- OPOSICIÓNDEL CÓNYUGE.-Si en e l acervo hereditario existe
un establecimiento comercial.. .o de otra índole que constituya una unidad
económica. ..el cónyuge supérstite que ha adquirido o constituido en todo
o en parte e l establecimiento o que es e l principal socio o accionista ...
puede oponerse a que se incluya en la partición, excepto que puedan
serle adjudicados en su lote.. .Tienen e l mismo derecho e l cónyuge que no
adquirió n i constituye e l establecimiento pero que participa activamente
en su explotación.. .la indivisión se mantiene hasta diez años a partir de la
muerte del causante, pero puede ser prorrogada judicialmente a pedido
del cónyuge sobreviviente hasta su fallecimiento. Durante la indivisión,
la administración.. .corresponde al cónyuge sobreviviente.. .

Art. 2333.- OPOSICIÓN DEL HEREDERO.- En las mismas circunstancia


que las establecidas en e l art. 2332, un heredero puede oponerse a la
partición del establecimiento...si, antes de la muerte del causante, ha
participado activamente en la explotación de la empresa-

Esta normativa toma y amplía en beneficio de la permanencia de la


empresa familiar, las disposiciones que rigieron durante la ley 14.394
en sus arts. 51 y 53, por lo cual podemos hablar de un avance en la
conciencia del legislador. Mínimo avance en cuanto los poderosos lobbies
que los sostienen y pagan sus campañas y a son empresas
de gran envergadura que han superado La organización de la primitiva
empresa familiar que alguna vez fue, en sus remotos comienzos.

Podemos decir que la conciencia del legislador, en este punto, es perezosa


respecto a una realidad social que viene de lejos y que, rodeado por los
que pueden llegar a ellos: los grandes poderes, es muy difícil despejar
porque todo hace para que ello no ocurra, como los grandes medios
formadores de opinión y los necesarios apoyos para las costosísimas
campañas electorales.
Practica profesional del abogado de familia

Sin embargo.. .esa verdad palpita y llegará.. .lentamente.. .llegará.

Art. 2375.- DIVISIÓN ANTIECONÓMICA.-Aunque los bienes sean divisibles,


no se los debe dividir si ello hace antieconómico e l aprovechamiento de
las partes.. .

Art. 2377.- ...Debe evitarse.. .la división de las empresas.. .


Art. ~~~O.-ATRIBUCIÓN PREEFERENCIALDELESTABLECIMIENTO. - Elcónyuge
sobreviviente o un heredero pueden pedir la atribución preferencial de
la partición, con cargo de pagar e l saldo si lo hay, del establecimiento
...q ue constituya una unidad económica en cuya formación participó ..."
Art. 2381 .- ATRIBUCIÓN PREFERENCIAL DE OTROS BIENES. El cónyuge
sobreviviente o un heredero pueden pedir la atribución preferencial... c)
del conjunto de las cosas muebles necesarias para la explotación de un
bien rural realizada por e l causante como arrendatario o aparcero cuando
e l arrendamiento o aparcería continúa en provecho del demandante o se
contrata un nuevo arrendamiento con éste.

Art. 2382.- PETICIÓN DE VARIOS INTERESADOS. - Si la atribución


preferencial es solicitada por varios copartícipes que no acuerden en que
les sea adjudicada conjuntamente, e l juez la debe decidir teniendo en
cuenta la aptitud de los postulantes para continuar la explotación y la
importancia de su participación personal en la actividad.

En esta normativa, que repite parte de lo establecido en los artículos


2332 y 2333, marca un principio que es e l rector para e l abordaje de
las empresas familiares: la decisión de la adjudicación deberá tener en
cuenta la aptitud para continuar la explotación.

2.- Hijos incapaces

En e l régimen de la tutela de los hijos menores, también e l Código


brinda una protección a l mantenimiento de la empresa familiar cuando
establece:

Art. 127.- "FONDO DE COMERCIO. - Si e l tutelado es propietario de un


fondo de comercio, e l tutor está autorizado para ejecutar todos los
actos de administración ordinarios propios del establecimiento. Los actos
que excedan de aquellos, deben ser autorizados judicialmente. Si la
continuación de la explotación resulta perjudicial, e l juez debe autorizar
e l cese del negocio facultando al tutor para enajenarlo, previa tasación,
Osvaldo Ortemberg

en subasta pública, o venta privada según sea más conveniente. Mientras


no se venda, e l tutor está autorizado para proceder como mejor convenga
a los intereses del tutelado".

Debemos tener en cuenta que e l objeto de la tutela es la protección de


la persona y bienes del menor. A todo lo largo del articulado del Código,
cuando se nombra al menor se le adiciona, compulsivamente, que su
interés es e l superior. En e l caso de la tutela también se nombra su
interés superior, pero cuando se refiere a l objeto de la misma habla de la
persona y los bienes. Poner en e l mismo nivel de importancia persona y
bienes, vinculándolo a la empresa familiar, expresa que e l codificador l e
da un rango superior de importancia a ésta, lo que es razonable porque
e l patrimonio del menor es su recurso de vida, y se trata de una empresa
familiar porque si es e l único titular de ese fondo de comercio, lo normal
y habitual es que del mismo haya sido titular e l padre o la madre o ambos.

3.- Conclusión

El legislador antepone la continuidad en la empresa familiar a todo otro


argumento e incluye en este fin jurídico la incorporación de la mujer
adecuando con ello e l avance que ésta vino teniendo en e l último siglo
al campo social. Y, como manifestamos al principio de este apartado, la
empresa familiar es e l germen de toda producción social ya que en sus
orígenes, las corporaciones capitalistas que dominan hegemónicamente
la producción, tuvieron sus inicios en empresas familiares.
Osvaldo Ortemberg

LA VIOLENCIA Y LA MEDIACIÓN EN LAS


CRISIS ADOLESCENTES

Cuando a l Estudio llega una consulta por un conflicto con algún hijo
adolescente, su resolución judicial se torna muy difícil y si llegó a
consultarnos es porque han fallado las intervenciones psicológicas
que pudieron haber intentado. Y, si no las intentamos no es razonable
responder "vaya a consultar a un psicólogo por e l solo hecho de haber
concurrido a nosotros con la expectativa de vernos como los profesionales
capacitados para poder abordar e l conflicto que nos trae.

¿Cuál es e l paso que resulta adecuado para nosotros?

Es que actuemos como mediadores de los involucrados en esa crisis.


Pero no será una mediación convencional. No hace falta que estemos
inscriptos en e l Ministerio de Justicia, ni que se cumplan todos los
requisitos que la normativa establece. Es una mediación sui generis
atravesada por la negociación. Estas mediaciones suelen manifestarse
en hechos de violencia. Por ello trataremos de comprender, en primer
término, qué es la violencia para luego abocarnos a la mediación en las
crisis adolescentes.

a) La violencia humana

La violencia forma parte del componente orgánico que la naturaleza


provee a sus criaturas para posibilitar su subsistencia. Es decir que, si
bien es un atributo indispensable de todo ser viviente, somos los humanos
quienes hacemos de ella una calificación negativa por la cual decimos
que la violencia es mala. Cuando las circunstancias la tornan aceptable,
no La llamamos violencia sino con otros nombres, como legítima defensa,
necesidad impostergable, justicia, enérgico rechazo, legítimo correctivo,
etc., que no sólo justifican e l empleo de laviolencia, sino que la consideran
un bien. Estas ideas las recibimos de nuestros padres, maestros y del
medio social y familiar en que vivimos. Por ello, para pensar la violencia
humana, debemos tener en cuenta las ideas que aprendimos y que
todos sustentamos, acerca de lo bueno y lo malo que hay en nuestra
propia naturaleza, ya que desde ellas diferenciamos nuestra violencia
en justificada e injustificada. Nuestro análisis se orientará contemplando
especialmente la distinción que en tales ideas se hace en función del
Práctica profesional del abogado de familia

género.

En nuestro imaginario se debaten dos posturas respecto de nuestra


bondad o maldad, que podemos sintetizar en las máximas que en mayor o
menor medida todos conocemos: "El hombre nace bueno y la sociedad
lo hace malo" y "El hombre es e l lobo del hombre".

Sin embargo, hay un principio anterior, indiscutido en cuanto forma


parte de nuestra dogmática religiosa de la que todos, consciente o
inconscientemente, participamos, que establecería las cosas de otro
modo: el hombre (Adán) nació bueno y la mujer (Eva) lo hizo malo.

Conforme a las dos primeras máximas, el medio social requiere del


hombre una dosis importante de maldad, sea porque debe adquirirla en
su contacto con los demás hombres forzando su manera esencialmente
buena con que viene al mundo, sea por participar originariamente de
dicha naturaleza.

Conforme con el principio religioso, el hombre nació bueno y la mujer


lo pervirtió. Esta perversión, la caída, el pecado original, habna de
dar lugar a la familia, ya que, si no hubiera ocurrido lo que ocurrió,
ambos, el hombre y la mujer, es decir Adán y Eva, serían inmortales y no
necesitarían de la reproducción sexuada para perpetuarse, como a partir
de ellos nos ocurrió a todos los humanos.

La familia viene, entonces, con una carga importante de culpa, ya que


en ella se realiza aquella actividad que significó la condena, la actividad
sexual, el conocimiento de las diferencias y su consecuente seducción
hacia el otro sexo, que se vale de la ocultación de aquello que más lo
representa.

Pero si bien los pecadores fueron dos, ya que para el amor como para la
guerra, hace falta más de uno, las culpas no se distribuyeron parejas: en
ella, la mujer, recayó el mayor peso, ya que fue la que incitó al mal, por
lo cual corresponde, en nuestro imaginario, la condena plena. En él hubo
ingenuidad, casi inocencia, por lo cual le cabe la condena del simple,
del tonto, en fin, del que debe pagar por haber sido víctima, casi, de un
engaño.

La maldición del antiguo testamento la condenó a ella al dolor del cuerpo,


e l parir con dolor, y a él al esfuerzo del trabajo, a ganar el pan con el
sudor de su frente.
Osvaldo Ortemberg

Podemos considerar que tanto las dos máximas como el dogma bíblico
tienen vigencia en nuestra vida cotidiana, en cuanto es en e l ámbito
familiar donde se manifiesta una violencia de la que es principal víctima
la mujer, y los frutos de su vientre, los niños, y que el sudor de la frente
que él debe entregar en el medio social, resulta harto insuficiente para
sostener a esa familia, es decir que resulta víctima de los lobos que le
piden todo y no le dan lo necesario.

Pero esta pacífica división sexual del trabajo y el dolor vino hoy a
ponerse en cuestión. Y ocurrió en un doble movimiento que es, en gran
medida, simultáneo: cuando se empieza a enfrentar al lobo, con las
luchas sociales, él comienza tener derechos que limitan sus ilimitadas
obligaciones; y cuando ella sale a trabajar empieza a tener derechos en
el ámbito familiar, que limitan sus ilimitados deberes. Demás está decir
que con los niños y los ancianos ocurre lo mismo, como también con los
enfermos, los mutilados, los subnormales.

Cuando acontece esta transformación empiezan a ser consideradas


aberraciones los resultados de la antigua moral que legitimaban el castigo
y la violación de la mujer en el seno del hogar y el castigo de los niños,
que son, junto con el padre-marido, los protagonistas de las familias en
su conformación nuclear actual.

Lo que hoy es violencia en la familia, antes era legítimos correctivos


hacia ella y los hijos.

Ocasiona más repudio aquello que de algún modo se padece, que aquello
que nada tiene que ver con uno. Por este motivo es que e l problema
de la violencia familiar está ampliamente estigmatizado, pero no está
aun suficientemente analizado como para incidir sobre el mismo. Y esta
situación nos condena a seguir repitiéndola, porque el mero repudio no
modifica los notables fundamentos ideológicos y experienciales heredados
que la perpetúan.

No partiremos de un rechazo a las máximas y el principio religioso que


sustentan la concepción que estamos poniendo en tela de juicio, que son,
que el hombre es originariamente bueno, o bien que es originariamente
malo, o bien, que es bueno y la mujer lo hizo malo. Partiremos de abordar
el tema desde una concepción que se aparte de la interrogación moral,
para plantearla en un plano filosófico. Nos preguntaremos:
Practica profesional del abogado de familia

¿Qué lugar tiene la violencia en la conformación de nuestra


subjetividad?

Para abordar la pregunta debemos despejar, en primer término, aquello


en que se asienta la violencia, esto es, nuestra subjetividad. ¿En qué
consiste entonces, nuestra subjetividad?

Lo más evidente es tomar para ello a nuestra propia persona y preguntarnos


¿Qué somos? Allí nos damos cuenta que tenemos un doble componente
del que daba cuenta la clásica definición de hombre: animal racional. Es
decir, tenemos un soporte animal consistente en nuestra corporeidad y
otro espiritual, o cultural que se asienta en esta misma corporeidad. Las
hipótesis más modernasseñalan que ese aspectocultural que nos diferencia
del resto de los animales, habría sido una adquisición que se generó en
nosotros por caminos que aún siguen siendo una incógnita, respecto del
cual ninguna de las conjeturas planteadas da una aproximación verosímil.
No habremos de tener en cuenta, entonces, la manera en que lo cultural
se generó en nuestra especie y nos limitaremos a considerar cómo, en
el animal humano, en cada uno de nosotros, se va incorporando nuestra
parte cultural. Consideraremos asimismo que esta adquisición es capaz
de producir importantes modificaciones en nuestra raigambre animal,
pero que todas estas deben instalarse en ese soporte animal, que por ello
impregna a estos aspectos culturales con su propia naturaleza.

Partiremos ahora de un análisis somero de nuestros aspectos animales.

1) Nuestros aspectos animales

En su estado natural, todo organismo viviente, sea del reino que fuere,
tiene una capacidad autónoma limitada de supervivencia, en cuanto no
encuentra en sí todo lo necesario para continuar viviendo. Decimos por
ello que está en una relación de dependencia con su medio para continuar
su ciclo vital por el lapso posible a sus condiciones orgánicas.

Un ser viviente animal requiere reponer sus energías mediante el


alimento, protegerse de los aspectos hostiles de la intemperie, como el
frío, el calor y los predadores. Su organismo le provee de recursos para
hacer frente y resolver de manera favorable estas exigencias. Ello ha
permitido que su especie se haya podido perpetuar y continuar viviendo.
De otra manera estaría extinguida.

Aquello que e l organismo provee para tales fines, tiene un doble registro
de abordaje:
Osvaldo Ortemberg

Por un lado, e l aspecto morfológico: provisto de garras, venenos letales,


picos lacerantes, pueden atrapar las persas que habrán de ingerir y
mediante las complejas operaciones de su aparato digestivo, proveerse
de nuevas energías para que e l organismo las consuma viviendo un tiempo
más.

Por otro lado, esta morfología orgánica es solidaria con una orientación
de tales recursos hacia un fin: la presa, con un objeto: alimentarse. Esta
orientación que habita en e l organismo es lo que denominamos instintos,
aquello que hace que, ante la presa, e l animal reaccione atrapándola y
devorándola.

La desvinculación de ambos componentes del instinto (su fin y su objeto)


nos permite constatar la solidaridad en lo orgánico, de lo corpóreo y los
instintos.

Así, un animal al que se le provee de todo lo necesario para vivir, como


un gato doméstico, puede reaccionar ante sus presas tradicionales, como
un ratón o un pajarito, atacándolas, guiado por e l fin de su instinto,
pero luego puede no saber qué hacer con la presa capturada, ya que
no necesita comérsela para saciar su apetito, que está satisfecho por e l
humano que lo asiste. Es decir que conserva e l fin instintivo al atacar,
pero e l objeto de nutrirse ha desaparecido, porque lo obtiene por otros
medios que l e provee su nuevo hábitat.

Asimismo, si se l e practicara una lobotomía a un animal para privársele


de su agresividad, sus garras y colmillos no le servirán para atacar a sus
presas tradicionales. Llegara morirse de hambre en cuanto sus potencias
instintivas agresivas, solidarias con estos componentes de su morfología,
han sido inhibidas por la operación.

Esta misma inhibición llega a producirse en seres humanos, no sólo por


operaciones como la referida, sino también por padecimientos psíquicos,
como los casos de anorexia, en la cual resulta afectado e l instinto
alimentario, en que la persona puede llegar a morir por inanición.

En estos dos aspectos del instinto, vemos un componente esencial de la


condición orgánica: la repetición.

Veamos este singular componente:


Practica profesional del abogado de familia

La repetición

Vimos que, dada la falta de autonomía energética de los seres vivos,


su propia morfología les provee de recursos como para proveerse,
periódicamente, de alimentos para continuar vivos. Este carácter
periódico les lleva a repetir una función, la alimentaria, junto con
una acción: aquella que le provee, mediante la captura de la presa, e l
alimento. Hasta tal punto esta particularidad es un aspecto constitutivo
del ser viviente, que en los animales se puede desvincular la función
alimentaria de la acción de captura, y ésta ultima seguir funcionando
con autonomía respecto de la primera. En este caso decimos que la
repetición reviste un carácter compulsivo, esto es, más allá de la función
que la repetición satisface.

Aquello que se repite es una acción ya incorporada, es decir, se trata de


la repetición de algo idéntico. Sin embargo, esta identidad puede llegar
a variar inscribiendo, en eso idéntico, formas diferentes.

3) Identidad y diferencia en la repetición

Las variaciones del instinto están vinculadas, fundamentalmente, con las


modificaciones del medio en que e l organismo pervive.

Entendemos por pervivencia, tanto e l mantenerse con vida como


individuo, como e l producir, ese mismo organismo, otros individuos que
sobrevivan e l ciclo vital de cada uno de ellos.

Entendemos por medio, e l vínculo que cada individuo mantiene con e l


hábitat en que vive, y e l que se establece con sus congéneres como
proyección de sus potencialidades individuales que conforman las
cualidades de sus instintos.

La repetición instintiva abarca al organismo en su relación con e l hábitat


y sus congéneres.

Esta caracterización nos podría hacer pensar que e l contenido de la


repetición es lo idéntico, con exclusión de lo diverso. Sin embargo, no
es así.

La simple comprobación de las evoluciones animales nos muestra que e l


factor preponderante son los cambios instintuales, que varían conforme
varía e l hábitat. Esto es, se adapta. Tales cambios están determinados,
predominantemente, desde afuera de cada individuo y no por cambios
Osvaldo Ortemberg

de sus condiciones orgánicas individuales, ni de sus relaciones con sus


congéneres.

Esta modificación de su hábitat, puede consistir en cambios climáticos que


lo abrumen de calor o de frío o que modifiquen los recursos alimentarios
disponibles, todo lo cual implica e l riesgo de extinción de una especie.
Esta situación puede llevar a que algunof de los individuos de esa especie
logren, por ejemplo, una vía alimentaria alternativa que le lleve a sustituir
las presas que abandonaron su hábitat o se extinguieron, por otras que
las reemplacen o que l e brinden recursos energéticos diferentes como
para soportar la variación del hábitat. Los que realicen tales cambios
lograrán sobrevivir y adquirirán un nuevo hábito que transmitirán a
sus descendientes. Este nuevo hábito perdurará mientras las nuevas
condiciones se mantengan. Sin embargo, e l fin anterior se mantendrá
en la memoria del instinto, como algo a punto de aflorar en cuanto se
lleguen a reeditar las condiciones anteriores al cambio.

En lo que venimos explicando, tanto en la identidad como en la


diferencia, tratamos de determinar ciertas maneras invariables de la
condición animal. Estas invariancias nos remiten a un tema central en
esta temática, que es la noción de ley.

4) ¿Qué entendemos por Ley?

El elemento esencial de la Ley es la invariancia, aquello que permanece,


aquello que se repite. Pero para poder ver aquello que se repite es
necesario analizar y reparar muy detenidamente en e l magma de los
sucesos qué es aquello que una y otra vez se presenta. Entonces desde
un lado, podemos decir que Ley es ese aspecto invariable que se hace
necesario descubrir en un magma de sucesos. Así es Ley que e l agua
en su contacto con una intensidad de calor cambie su estado líquido
por otro vaporoso, como es Ley, en e l ejemplo que estamos tomando,
que periódicamente los animales deban nutrirse para continuar con vida.
Este es e l aspecto idéntico de la repetición que admite, por la necesidad
ínsita de esta identidad en cuanto al objeto (alimentarse), la diferencia,
como es e l cambio del fin del instinto ante variaciones del hábitat.

Sin embargo, en e l registro humano, la noción de Ley debemos extenderla


a otra situación: la de establecer una invariancia que contradiga un fin
instintivo. Establecerla allí donde no la hay, como hemos visto en los
capítulos anteriores.
Practica profesional del abogado de familia

5) La violencia

En e l ejemplo que tomamos, e l instinto responde a una necesidad vital


de los animales: sin alimentos no hay vida posible. Para procurárselos,
hemos visto, su misma conformación corpórea le provee de garras, picos,
músculos, etc. que le permiten la captura de la presa. Esta captura es
una acción violenta. Sin ella e l animal no perviviria, y como al nacer no
tiene aún desarrollada estas potencialidades, e l mismo instinto tiene, en
e l animal desarrollado, inclinaciones anímicas de protección hacia los
recién nacidos desvalidos. Pone su capacidad de violencia para capturar la
presa al servicio del hambre que hay que saciar de los hijos y defenderlos
de los predadores. Pone muchas cosas más, en las que e l sentimiento que
predomina es e l contrario al que habita en la violencia, ya que también
brinda ternura.

La violencia se nos muestra como un componente esencial de la condición


animal sin e l cual éste no podna sobrevivir ni su especie permanecer
sobre la tierra.

Parece una paradoja que aquello que consideramos e l bien, en este caso la
vida, requiera para permanecer, de aquello que consideramos algo malo:
la violencia. Es una paradoja tan sólo por la manera en que pensamos
las cosas. El amor, que parece lo más sublime del bien, nos muestra, en
la misma naturaleza, que necesita de la violencia. El celo animal, que
garantiza la perpetuación de la vida mediante la reproducción, requiere
la violencia que nos resulta más terrible. En efecto: mientras que la
violencia que se despliega para proveer e l alimento va dirigida hacia
afuera de la manada, hacia otros animales o plantas que son atacadas
y destruidas, en la reproducción, por e l contrario, esta violencia está
dirigida hacia adentro. Es frecuente que, en las especies, e l celo lleve a
los machos a la lucha entre ellos por e l privilegio de poseer a las hembras
o a alguna de ellas. Esta lucha entre machos lleva a l triunfador a fecundar
a las hembras y, al parecer, de este modo la raza rinde la descendencia
más apta, más vigorosa y fuerte para la supervivencia. Esta violencia
que para nuestros ojos piadosos es cruenta y dolorosa, la sabiduría de la
naturaleza nos muestra como un beneficio.

En cuanto a la violencia que desencadenan los machos de una misma


manada para repeler agresiones de otras manadas de la misma especie,
asume, en casi todas las circunstancias, la defensa más sublimada de
la vida, donde las hembras, amparando a sus cachorros esperan los
resultados favorables de la batalla como la única esperanza, e l bien más
preciado, para ellas y sus hijos.
Osvaldo Ortemberg

Sin e l componente violento no habría vida animal, como tampoco vida


humana.

6) La inscripción de la Ley en la subjetividad y el lugar de la violencia

Se ha comprobado que, si un recién nacido humano no recibe en su crianza


Las adquisiciones logradas por nuestra especie, crece sin éstas como un
animal más. Esta comprobación se dio en circunstancias extremas, los
llamados "niños lobos", en las que criaturas humanas habían logrado
sobrevivir en un ámbito salvaje a pesar de haber perdido e l contacto con
sus padres y con cualquier otro humano. Su incorporación a l medio social
y e l intento de educarlos fue infructuosa: no se logró hominizarlos hasta
su muerte, que no tardó en llegar para liberarlos de su singular tragedia.

Estos hechos nos muestran algo que nosotros debiéramos saber sin
necesidad de los mismos: las cualidades humanas que poseemos son
adquisiciones que se instalan en nuestra animalidad, que es anterior a
tales adquisiciones. En nosotros habita e l animal que está gobernado por
instintos. Nuestra condición cultural, es decir, nuestras adquisiciones
humanas, se montan en nuestros instintos y les imponen modificaciones.
Pero estas modificaciones no pueden abolir los instintos, sino que, por e l
contrario, deben nutrirse de sus caracteres para poder instalar en ellos
algún desvío que los oriente hacia un rumbo diferente, que llamamos
humano.

Sobre nuestros instintos animales se monta entonces nuestra humanidad,


pero para que se lo pueda lograr, debe ser desde nuestra animalidad
inicial, desde e l nacimiento, como muestran los casos de niños lobos, y
como la vida cotidiana también nos muestra: que lo que de no se apuntaló
en su comienzo es difícil enderezarlo después.

El organismo del recién nacido requiere, para sobrevivir, que dos de


sus actividades funcionen correctamente: la ingesta y la defecación.
Carece prácticamente de todos los demás recursos que habrá de tener su
organismo adulto: no reconoce un exterior ni puede incidir en él, esto es,
no puede acercarse a los alimentos, n i capturar presas, ni huir o atacar
a sus predadores, ni proveerse de abrigo, ni refrigerarse. Sólo comer y
excretar. Y la asistencia de quién le provea de comida, abrigo, afecto,
palabras, le resulta indispensable para no morir.

En estas primeras funciones instintivas, se instalarán sus primeros niveles


de humanidad. Alimentarse y defecar es su experiencia instintiva que se
repetirá incesante y periódicamente. Y como acontece en todo lo animal,
dejará en é l las huellas de su paso, hasta que, en cierto momento de su
Practica profesional del abogado de familia

maduración, logrará evocar, ante una necesidad instintiva, como ser la


sensación de hambre, aquello que por su experiencia puede reconocer
que es capaz de saciarla. Pero como esto ocurre en un tiempo en que su
capacidad de movimiento no está aún madura, realiza esa relación en e l
registro que su madurez orgánica le permite: llega a evoca, a alucinar su
alimento, pero no puede ir a buscarlo.

En ese vínculo que logra realizar, entre dos órdenes de experiencias, e l


hambre y aquello que lo sacia, se instala la primera presencia humana:
la prohibición. Se l e prohíbe permanecer alucinando e l recuerdo -que es
e l primer acercamiento del instinto del organismo inmaduro hacia su fin-
para incitarlo a concebir lo evocado como idea. Esa idea representará ese
recuerdo que guiará su acción, que por ello será humana, para intentar
encontrarla o producirla en la materialidad del mundo exterior. Sin
embargo, la prohibición no anula la tendencia hacia la alucinación de lo
evocado, que lo habitará para siempre como un estadio infantil de dicho
instinto, solidario con su originaria condición animal.

Esta tendencia la conocemos con e l nombre de deseo inconsciente.


Sus caracteres son los mismos que posee e l instinto en que se monta:
repite las experiencias anteriores, tiene un movimiento de presente a
pasado, busca lo idéntico, se tropieza con la diferencia que le impone la
prohibición y comienza a elaborarla en un largo proceso en que llegará
a acatarla y rebelarse por la fuerza en que se sostiene: su tendencia
anterior.

Vemos aquí un instinto que conserva su naturaleza y que ha sido desviado


del fin al que tendía.

La primera instalación de la Ley humana le impone precozmente un


primer discernimiento: diferenciar lo interior de lo exterior, ya que no es
lo mismo un recuerdo que la realidad, que en la alucinación se confunden,
y en cambio con la idea se disciernen.

En sus primeros tiempos la distinción que le va aconteciendo está


circunscripta a sus propios límites: es sólo un cuerpo que tiene impulsos
y sensaciones sin capacidad de acción sobre e l exterior. Todavía es un
adentro total y los impulsos que en sí percibe son su única realidad. Toda
la realidad, sin formas ni más límites que esa incipiente Ley que l e viene
de un afuera que aún no puede reconocer.

Su acción más importante de esta época: la succión del alimento, que,


aunque le venga de su madre, no la distingue como externa a él. No tiene
Osvaldo Ortemberg

exterior. La madre que lo alimenta, que será con el tiempo un sujeto


diferenciado de él, es algo que está sometido a su devoración. El amor, lo
que será el amor, hoy está ligado a su destrucción, es devorado, destruido
para poder cumplir la función de alimentarlo. Lo que hoy es lo mejor, si
se mantiene sin cambios, mañana podrá ser su enfermedad mental o su
inclinación delictiva. La violencia que ejerce, sin saberlo, en la acción
vital de comer, podrá desvincularse de esta situación y, en otro contexto,
podrá ser un ataque contra alguien o contra sí mismo.

Pero este límite que la Ley le impone a su regresión alucinatoria, le


provoca displacer, en cuanto alucinar el alimento le calma ilusoriamente
el displacer que le despierta el hambre. La prohibición de alucinar es
entonces un acto de violencia a su tendencia instintiva. Es un dolor
por impedirsele aliviar otro dolor, en nombre de un crecimiento que no
anhela, ni sabe que existe, ni eligió. Es algo contra él, es la primera
violencia que nombre de la Ley, de La Ley humana. Pero aquí el precio
de la domesticación puede ser muy alto, si el freno que el adulto pone al
niño no se acompaña con el amor, ya que un exceso de represión puede
llevar a abolir e l universo imaginario del niño, en quien su tendencia a
soñar predomina sobre los dictados de la realidad. Abolición que lleva a
restringir severamente su inteligencia al privarla de su materia vital: la
fantasía.

Sin embargo, esta situación es sólo e l comienzo, ya que los rigores que
habrá de padecer recorriendo lo que podemos llamar el buen camino, son
aún más dolorosos.

La doma de los instintos mediante la ley humana tiene un vertiginoso


recorrido que abarca los primeros años de la vida. Luego de ellos, como
ocurrió con los niños lobos, ya la suerte del sujeto está echada. Podrá
mejorar o empeorar sus condiciones futuras, pero sus tendencias estarán
marcadas para siempre en esos años del comienzo, donde el azar de las
combinaciones afectivas y sociales en que ha sido cultivado aquello que
le vino dado por el hecho de nacer, son una marca que le seguirá en todos
los pasos de su vida.

En este vertiginoso recorrido, el deseo humano llega a un punto crítico


que le permite el discernimiento, no sólo entre interior y exterior,
como le vino ordenado en la primera intervención, sino entre él y otros
sujetos humanos. Es el tiempo del Edipo en que al individuo se le impone
una partición en dos modos humanos: el masculino y el femenino.
Discernimiento y partición en que la violencia estará presente con un rol
protagónico.
Práctica profesional del abogado de familia

La percepción que le viene aconteciendo, de que aquello que formaba


parte de su propio ser, la madre, no es su propio ser, es también una
violencia. Es como si dentro de sí algo l e fuera arrancado. Con esta
percepción e l individuo se desgarra, se rompe en su interioridad. Odio y
dolor. Violencia hacia adentro y hacia afuera. Pero ¿hacia dónde dirigir
este odio, este anhelo de destruir? Hacia aquello que lo provoca. Y ¿qué
lo provoca? Es algo invisible pero que se percibe: e l deseo de la madre
hacia algo que no es él. Aquí e l afuera del niño tiene la forma de aquél
-o aquello- que desea su madre. Ese que su madre desea es e l enemigo,
porque rompió la exclusividad que hasta entonces tenía con ella. Eso
que lo sigue haciendo humano, porque puede reconocer la presencia de
otros, es lo que más odia porque siente que lo destruye. Y es real que
lo destruye. Lo destruye al arrancarlo de los brazos de su madre para
lanzarlo al mundo.

Odiará con todo su ser a eso que le quitó exclusividad. Odio con e l cual
tendrá que convivir de por vida y que llevará un nombre que todos
respetaremos porque sabemos inevitable en e l sentimiento humano: los
celos.

Ese odio pretendía que ese que su madre deseaba, e l padre, desapareciera
y si no se lo podía abolir, se anhelaba ser como él, para recapturar esa
parte perdida del deseo de ella. Ser é l mismo como ese padre, en que e l
deseo de su madre se escapaba.

Estamos en e l tiempo psíquico en que a l individuo le empieza a acontecer


e l reconocimiento de que en e l mundo hay otros sujetos. En este punto
los caminos de la masculinidad y la femineidad toman rumbos diferentes.
Pero ambos rumbos serán seguidos por los individuos de ambos sexos,
aunque suele predominar uno de ellos, habitualmente e l que corresponde
al sexo biológico del individuo.

A los efectos del análisis de la ley y la violencia, que estamos recorriendo,


seguiremos e l recorrido masculino.

7) El camino masculino

De todos aquellos aspectos en que e l ser humano puede diferenciarse del


resto de sus congéneres animales, tomaremos uno que, posiblemente,
sea "el modelo" privilegiado de esas diferencias: su conducta sexual. En
e l mismo encontramos que la violencia es un componente privilegiado: la
lucha de los machos por las hembras.
Osvaldo Ortemberg

Ahí donde los machos luchan entre sí por poseer a las hembras, en e l
macho humano este impulso ha sido regulado por la Ley. No la ley de
la naturaleza que guía sus instintos, y que l e llevan a luchar, sino por la
Ley de la Prohibición del Incesto. Esta es una ley humana que contraria
su impulso instintivo. O mejor aún, que, sin extinguirlo, logra desviarlo
en algunos de sus objetivos. Estos objetivos de los que lo desvía están
expresados por dos prohibiciones: No Asesinarás a t u Padre y No Matarás.
Ambas prohibiciones apuntan a impulsos instintivos que habitan más allá
de nuestra conciencia como parte de nuestra animalidad, esperando
agazapados e l momento en que pueden aparecer con todos sus emblemas,
como también actuando disfrazados en otros sentimientos e ideas que
nuestra consciencia pueda aceptar. Más aun, como un componente
positivo y necesario para nuestro intercambio social y afectivo con las
personas y con las cosas.

La inteligencia humana, que abarca más que nuestra conciencia,


reconoce estos impulsos horrorosos en tanto mantiene vigente su
prohibición universal, es decir que rige sobre todos, aunque en nosotros
no reconozcamos tales impulsos. Y los reconoce de manera directa, como
e l NO MATARAS bíblico, como también de manera indirecta, al sancionar
e l parricidio en las leyes positivas de todo e l mundo.

Con lo que hemos expuesto podemos comprobar la gran diferencia que


en este punto existe entre nosotros, los humanos, y nuestros congéneres
animales: mientras que en ellos no existe la prohibición de matarse y
menos aún de abstenerse de hacerlo respecto de su padre, entre nosotros
existe tal ley que viene a limitar ese impulso instintivo.

Iremos ahora más allá de la descripción, para intentar ver como en cada
uno de nosotros ingresó esa ley humana que, sin extinguir la violencia del
instinto, la desvía.

El desvío que opera sobre e l vínculo con e l padre, o aquello que lo


represente, es e l camino primitivo de la inscripción de la ley, cuya
proyección posterior es la prohibición universal de matar. Por ello,
nuestro análisis se centrará en ese vínculo entre e l padre y e l hijo.

En e l tiempo del complejo de Edipo, e l niño rivaliza con su padre en tanto


es e l hombre que la madre desea. Sus fuerzas instintivas concentran en
ese hombre todo su potencial destructivo, ya que se siente atacado por
é l en la integridad de su ser. Y en efecto, por ese hombre e l niño pierde
esa ilusión de que para su madre é l era lo único. Ante e l ataque, ese
ser infantil entra en crisis, se parte violentamente interferido, porque
ahora ya no es único. La respuesta a esta violencia, que percibe como
Practica profesional del abogado de familia

proveniente del padre, es la violencia contra e l padre.

La medida de su violencia estará dada, fundamentalmente, por la


intensidad del amor que la madre siente hacia ese hombre. Esa rivalidad
del niño hacia su padre es e l sentimiento de celos, semejante al que a los
machos animales les hace enfrentarse al luchar por las hembras.

Con estas dos modalidades de la violencia, -la que percibe del padre y la
lanza hacia e l padre- se conformará en e l sujeto una instancia interior
que heredará este conflicto y la Ley humana que lo regula, en que la
violencia se internaliza y será empleada para atacarlo como también
para atacar a otros.

La Ley humana l e prohibirá, en esa situación, ejercer esa violencia hacia


otros. Esta prohibición asume la forma de los preceptos: HONRARASATU
PADRE Y ATU MADRE -es decir, no asesinarás a t u padre para yacer con t u
madre-, y e l más genérico NO MATARAS.

Y la misma Ley dirigirá esa violencia en contra de sí mismo, en cuanto


irrumpa la inclinación de la violencia hacia otros, sea como impulso hacia
e l asesinato -ya no sólo contra e l padre, sino contra todo ser humano-,
o amorosas hacia cualquier persona prohibida. Este auto ataque se
manifiesta como los sentimientos de angustia, remordimiento, auto
reproche.

Esta instancia interior es la memoria de la historia de ambos instintos, e l


violento y e l amoroso y e l desvío humano, e l de la Ley, ante ellos.

La Ley se vale de la violencia que habita en e l individuo para imponerle


un autocontrol. Y si no se logra autocontrolar, requerirá que haya
siempre algo exterior a é l que lo frene ante la falta de inhibición de estos
instintos que la comunidad humana considera antisociales, inmorales,
ilícitos, criminales. Esto que le controlará desde e l exterior puede ser
tanto los barrotes de una celda, como los de un hospicio.

Estamos así ante una regulación humana de los instintos, por la cual se
tiene que instalar en e l individuo algo nuevo que los limite. Es algo que
siempre entrará en cuestión con las tendencias naturales en las que se
debe asentar.

8) El rechazo de la ley: el delito y la enfermedad mental

La Ley que prohíbe debe regir de manera constante, porque es constante


Osvaldo Ortemberg

la tendencia del instinto que la prohibición censura. Es un "no" que ante


e l menor descuido da paso a las fuerzas originarias. El supuesto de la Ley
es su rechazo por la tendencia que ella prohíbe, ya que si dicha tendencia
desapareciera la Ley dejaría de tener sentido.

Quien se opone a la Ley instalada en e l sujeto, es e l mismo sujeto. Y esta


oposición tiene dos caminos para realizarse: infringirla a sabiendas, o sin
saberlo por no llegar discernir la prohibición.

El primero es e l camino del delito, e l segundo e l de la enfermedad mental.

Son actitudes diferentes que no está en e l individuo la posibilidad de


elegir.

Entre ambas posiciones ante la Ley, tendría que estar e l sujeto que la
acata y a l que debiéramos considerar normal. Pero es una ilusión pensarlo
de este modo. Todos participamos de las dos modalidades contrarias al
acatamiento, es decir, entre e l delito y la enfermedad, sea en e l mismo
instante en que nuestra conducta puede ser juzgada, sea en diversos
tiempos de nuestra vida. El normal, participando de ambas condiciones,
es quien respeta los pactos de simulación exigidos por la convivencia. Es
aquel a quien no se le nota que a veces actúa como un enfermo y otras
como un delincuente.

La madurez, e l discernimiento, no son logros que pueden consolidarse.


Son equilibrios de instables mientras se transita, a ciegas, los extremos
de lo humano: la locura y e l delito.

9) La fuerza del instinto y el poder que lo doblega -o intenta hacerlo-

Dijimos que La Ley humana pone límite a nuestras tenencias instintivas y


vimos en qué consistían tales límites respecto de nuestra violencia. Ahora
nos preguntamos:

¿Cómoingresa en nosotros la Ley humana?

Si partimos de nuestra experiencia, es relativamente sencillo: como desde


que nacimos estuvimos en contacto con nuestros padres, fueron éstos los
que nos la transmitieron. Pero ahí recapacitamos que esta transmisión no
consistió en una explicación de lo que no debíamos o sí debíamos hacer.
De ninguna manera. Cuando ya podíamos entender las palabras, teníamos
hábitos y estados psíquicos ordenados por la Ley humana, restringidas a
nuestra madurez mental y orgánica. Es decir que esa incorporación ya
Práctica profesional del abogado de familia

había estado realizándose desde antes.

Junto con el lenguaje nuestros padres nos transmitieron los valores de la


Ley, es decir la prohibición y los mandatos, en la manera de tratarnos,
de querernos, de no querernos, de celarnos, de estar indiferentes, de
relacionarse afectivamente entre ellos y con cualquier persona. Estos
sentimientos y acciones que mantienen con nosotros y entre ellos y los
demás, se anudan a nuestros propios sentimientos, cuyos contenidos
originarios son solidarios con nuestros componentes instintivos. Al
comer, entra en acción nuestro instinto de conservación, que está siendo
educado, alterado, cultivado, en el lazo afectivo que mantenemos con la
persona que nos da la comida, y con ese lazo están los ritmos temporales
de esa asistencia alimentaria, que a veces toma en cuenta nuestro tiempo
instintivo natural y otras los altera hasta inculcarnos otros ritmos que nos
obligan a postergar la satisfacción de nuestros apetitos. Espera que con
el tiempo llegará a generar una sensación que no es propiamente la del
hambre, sino otra, derivada de ese encuentro afectivo con la persona
que alimenta. Eso "otro" es el alimento humano: valores e ideas que,
condensadas en esa sensación, hará de ello un sentimiento "cultivado".

La manera de actuar del padre suele ser diferente a la de la madre.


Pero nos equivocanamos si pensáramos que tales diferencias son tan
sólo sexuales. Las diferencias sexuales son un componente más, ya que
tales modos de comportamiento cambian con el tiempo, la distancia y las
clases sociales. En los modos de actuar de todos los padres y las madres,
actúan modelos que no son fijos. Tales modelos pautan formas de ser a las
que nuestros padres se adecuaron sin haberlas elegido, y del mismo modo
nos las transmitieron. ¡Que golpe a nuestra vanidad! Nosotros creíamos
que éramos ejemplares exclusivos, donde todo lo que podíamos ser y
hacer respondía a nuestra voluntad.

Pero el desencanto es aún mayor cuando indagamos un poco más y nos


preguntamos cuales son esos modelos a los que nosotros nos adecuamos,
porque hasta ahora la "culpa" era de nuestros padres. Pero si ellos
tampoco eligieron, y si lo mismo pasó con sus padres -nuestros abuelos-
y los padres de nuestros padres -nuestros bisabuelos-, llegamos a una
regresión infinita donde los modelos no tienen generador.

En medio de tanta incertidumbre, a punto ya de renunciar a buscar una


respuesta, acudimos a las palabras de un filósofo, Kant, que escribió una
reflexión muy enigmática que tiene relación con nuestra interrogación.
Dijo este pensador que sin la idea de Dios nuestra moral no tendría
sustento.
Osvaldo Ortemberg

¿Qué quiso decirnos? ¿Se refiere a nuestra idea contemporánea de Dios o


a toda noción de Dios?

Veamos: si tomamos las nociones de Dios que conocemos, constataremos


no sólo que existe e l monoteísmo y e l politeísmo, sino también diversas
formas de ser monoteístas y politeístas. ¿Cuál es e l común denominador
de todas ellas? Sea e l Dios una montaña, e l espíritu de un lugar, un tótem,
o un dios Único, e l elemento común a todos ellos es que siempre nos
exigen conductas y tributos determinados que se atribuyen a su voluntad.
Y si no se obedece las consecuencias será dolorosas para e l infractor o
su familia.

Vemos que, en la relación con e l Dios, o los Dioses, hay un vínculo por e l
cual se nos pone un límite, que es e l elemento esencial de la Ley. Pero
hay algo más, y es que los Dioses, tienen la posibilidad de vernos todo
e l tiempo, aunque nosotros no lo veamos a él. Pensamos que es por este
aspecto de Dios, que Kant lo consideró fundamental para que haya moral.
Porque si nos ve todo e l tiempo quien nos exige una renuncia instintiva, e l
control de dicha exigencia la desempeña todo e l tiempo, aunque nosotros
no lo veamos. Ello no ocurre con nuestros educadores naturales, nuestros
padres, que a veces están, pero otras no, y entonces, cuando no nos
ven podemos hacer lo que nos prohibieron. Y más efectividad tiene esta
función de controlar cuando este Dios es todopoderoso, omnisciente y
omnipresente, como ocurre con e l monoteísmo, a diferencia de los dioses
politeístas que solían estar en e l lugar donde habitaba e l individuo o su
tribu.

El Dios nuestro, e l monoteísta está en todas partes, pero aún más, está
dentro nuestro.

¿Dentro nuestro? cómo ha llegado a estarlo? Algunos podrán decir que


por un milagro. Nosotros, sin entrar a considerar esta manera de resolver
e l enigma, preferimos encontrar la respuesta por otro camino.

Dijimos que al crecer podíamos visualizar que la relación con nuestro


padre era diferente a la que teníamos con nuestra madre. Sin embargo,
los rasgos de nuestro padre, como la severidad, la exigencia del
cumplimiento, en fin, una cantidad que características que nuestros
prejuicios suelen depositar de manera excluyente en la figura masculina,
no sólo tiene parecidos a las conductas de su padre y su abuelo y los
padres de nuestros amigos, sino que tiene algunos rasgos en común con
la manera de ser del Dios, o Dioses, que vemos en la Biblia. En e l Antiguo
y e l Nuevo Testamento.
Practica profesional del abogado de familia

b) Mediación en las crisis de los adolescente

1) Objetivo de la mediación

El objetivo de la mediación, cuando una de las partes en conflicto es un


adolescente, es lograr, mediante un diálogo directo o indirecto entre las
partes, un cambio en la manera de relacionarse que elimine o disminuya
los efectos violentos de la crisis adolescente respecto de las personas
involucradas.

Este cambio puede manifestarse en un acuerdo, que se puede formalizar


por escrito o verbalmente, o en un esclarecimiento del vínculo que
permita alterar las pautas de relación.

El acuerdo logrado no es, en principio, exigible judicialmente. Ello no


obsta a que, si hay intervención judicial, el Juez y10 el Asesor de Menores
lo tome en consideración cuando debe adoptar una resolución que afecte
al menor.

2) El pedido de mediación

Ante un problema de violencia familiar, originada en la crisis de un


adolescente o concurrente con ésta, el pedido de mediación puede
provenir de cualquiera de los involucrados en la situación, como ser:
a) alguno de los padres del menor; b) el menor; c) si hubo intervención
judicial, algún funcionario del caso, como el Juez o el Asesor de Menores;
d) por otras personas que tengan una intervención importante en la
contención o actuación en esa situación, como un profesional de la
salud que asiste al joven o al núcleo familiar, e l representante de una
institución en que esté internado el joven o alguno de los involucrados.

Cualquiera sea el origen del pedido, para que la mediación se pueda


llevar a cabo, se debe contar con el asentimiento, inicial o posterior a
la intervención, de aquellos que participan del conflicto, ya que sin el
mismo no habrán de participar en el proceso de mediación.

3) ¿Quiénes participan del conflicto?

Del conflicto participan, en principio, todas aquellas personas que


mantienen un vínculo permanente afectado por conductas violentas.

Decimos en principio, ya que participan también las demás personas


convivientes, aunque no estén implicados de manera directa en la
Osvaldo Ortemberg

violencia, en cuanto toman partido en esas disputas a favor o en contra


de alguna de las partes, o bien, a veces a favor y otras en contra. Aun
cuando no tomen partido y se manifiesten como neutrales, participan no
sólo porque su subjetividad siempre resulta afectada por la situación,
sino porque su vínculo afectivo con los implicados directos, puede jugar
un rol en ese conflicto, como, por ejemplo, provocar celos entre los
enfrentados.

En la trama de la violencia familiar, además de quienes están enfrentados,


hay una red de alianzas y rivalidades fijas o móviles que afecta a todos
sus integrantes.

4) El asentimiento para mediar

El asentimiento debe provenir de quienes están manifiestamente


implicados. Esto no excluye que en la labor e l mediador llegue a solicitar
la colaboración de otros integrantes no convivientes, para lo cual debe
también requerirse su asentimiento.

Partiremos de la situación que consideramos más frecuente, que es donde


e l pedido proviene de uno de los padres del menor.

Si hay dos progenitores, lo habitual será que e l que no lo pide esté


conforme con la solicitud. Para e l caso de no ser así, se deberá tener en
cuenta esta situación como un aspecto muy significativo del conflicto que
deberá formar parte de la tarea de investigación que implica la actividad
del mediador.

Si e l pedido lo hiciera e l mismo menor, hay un obstáculo que es tan sólo


aparente: e l menor no tiene capacidad para celebrar un contrato como
es e l de mediación. Pero decimos que es aparente, en cuanto entre las
personas involucradas en e l conflicto suele haber un mayor de edad que
sí puede contratar y que acordará en hacerlo.

En las mediaciones privadas, e l pedido debe provenir o estar avalado por


un adulto, ya que de otro modo no resultana exigible la retribución del
mediador. En cambio, si se trata de mediación efectuadas por medio de
instituciones públicas o privadas - como escuelas, colegios facultades,
reformatorios, etc.-, e l respaldo institucional puede sustituir este
requisito.

La mediación se llevará adelante con quienes asientan en participar,


aunque no comprenda a todos los que estén involucrados, aun si e l mismo
Practica profesional del abogado de familia

menor inicialmente no la acepta. Los efectos de la intervención del


mediador afectan no sólo a las personas que participan del proceso, sino
a las relaciones que estas mantienen con los demás involucrados, incluso
aquellos que no participan en e l mismo.

5) La retribución del mediador

Es conveniente acordar mediante un contrato -verbal o escrito según la


costumbre del profesional y la confianza que inspire e l cliente- antes
de comenzar la intervención, e l objeto y tareas que se realizarán y
e l importe de la retribución o la base sobre la cual se la fijará, como
asimismo quién se hará cargo de la misma y la modalidad o plazos del
pago. Lo habitual es que e l acuerdo se celebre con e l adulto responsable
que la haya solicitado.

6) Relación del mediador con los adultos

Lo normal es que e l mediador tenga e l primer contacto con un adulto del


grupo conviviente. Se puede tratar de quien padece la violencia, u otro
adulto, como puede ser e l cónyuge.

En e l primer contacto se brindan al mediador muchas de las claves del


conflicto y e l lugar que en e l mismo tiene la persona de este primer
contacto. El relato del conflicto no tiene que limitarse a la descripción
detallada del acto o actos de violencia, ya que también debe abarcar las
tramas afectivas que se vienen desarrollando entre los manifiestamente
afectados.

Es conveniente tomar en cuenta la opinión que tiene e l que relata,


respecto de la participación en e l conflicto, de los restantes miembros
del grupo conviviente, la suya propia y los factores externos que pueden
influenciar. Asimismo hay que relacionar los diferentes recorridos de la
historia con las edades de los afectados directamente por la violencia,
como también con sucesos que individualmente les haya conmovido, como
la graduación de alguien, algún nacimiento, la primera menstruación, la
menopausia, la pérdida del trabajo, la muerte de algún ser querido, la
ruptura de algún noviazgo, algún casamiento, la enfermedad de algún
integrante, y un etcétera que llega a abarcar la imaginación que pueda
desplegar e l mediador. Dichos sucesos no tienen, necesariamente, que
tener de por si un valor impactante -sea doloroso o feliz- para todos, sino
para cualquiera de los involucrados en la situación de violencia

El relato de la situación de violencia tiene que abarcar, además de la vida


Osvaldo Ortemberg

de los partícipes en dicha violencia, un contexto más amplio que incluya


factores ajenos a esos vínculos y a los padecimientos propios del proceso
adolescente, que pudieron haber ayudado o incrementado e l nivel de
conflictividad del grupo familiar.

7) ¿Las partes en conflicto pueden estar asistidas por otras personas?

Debemos aquí distinguir entre los adultos y los adolescentes

a) Los adultos

Puede ocurrir que e l padre o la madre, o ambos, le hayan consultado a un


psicólogo, o que ellos mismos estén en un trámite de separación y hayan
recurrido a un abogado, o que tengan un abogado que les esté asesorando
sobre e l problema con e l hijo o la hija. También puede suceder que alguno
de los padres esté sostenido por una persona a quien le haya venido
comentado e l problema, algo así como un confidente, que puede ser un
pariente o amigo.

Estas personas pueden participar en algunos de los diálogos que


se establezcan con e l mediador. El mediador debe saber que dicho
acompañante tiene una posición tomada en la que se juega su vanidad
y que, tanto por esa posición como por su vanidad, rivalizará con e l
mediador. Es decir que, posiblemente, colaborará conscientemente y se
opondrá inconscientemente. Parte del obstáculo del adulto para resolver
la situación de la violencia, la asumirá en una medida muy significativa,
la posición de su acompañante.

El acompañante no sólo vino actuando para contener la angustia del


adulto por su drama, sino también para ayudarlo a modificar este drama,
cosa que no ha logrado. En esa contención de la angustia, lo que se suele
hacer, es apuntalar la posición del adulto, para que no se derrumbe,
adjudicando a l adolescente la causa de la violencia. Esta adjudicación se
sostiene fácilmente, en cuanto de manera manifiesta la violencia y las
infracciones a las normas de convivencia y sociales, suelen provenir de
éste. Esta adjudicación de culpas por La evidencia no modifica la situación,
y la angustia, que se alivia en e l breve tiempo de la conversación, retorna
rápidamente al no haber modificación en la conducta del adulto.

El obstáculo más importante reside en la resistencia inconsciente que


existe en e l adulto para modificar su conducta, esto es, asumir que
parte de esa violencia que suele provenir del adolescente es un efecto
de su misma actitud para con éste. A ella se le suma otra que tiene una
Practica profesional del abogado de familia

análoga potencia: la oposición a que "alguien de afuera" pueda resolver


ese conflicto en su familia, cuando e l adulto es quien debena haberlo
resuelto, conforme las exigencias sociales. Este segundo aspecto suele
aflorar cuando hay algunos alivios en la situación de violencia, o cuando
e l adulto llega a aceptar, con cambios profundos en su actitud para con
e l adolescente, que é l formaba parte del problema.

Es quizás paradojal, pero en la situación de violencia creada hay aspectos


inconscientes del adulto que encuentran satisfacciones. De este modo la
cesación de la violencia le privana de las mismas. Estas satisfacciones
pueden ser masoquistas, como reacciones ante tendencias incestuosas
del adulto que pueden provenir de su propia adolescencia y ante las
cuales e l padecimiento que le provoca la situación, es tomado como una
sanción que le alivia, aunque l e angustie.

La satisfacción puede ser también de tipo sádica, en cuanto siempre


hay en e l adulto celos y envidias de toda índole hacia e l adolescente,
como que tiene "la vida por delante" y sin más responsabilidades que
capacitarse para hacerle frente, pero no tiene las responsabilidades
abrumadoras que le caben a l adulto; que e l adolescente cuenta con e l
mismo adulto con quien está en conflicto, en cambio e l adulto no cuenta
con otro adulto que lo ampare; que e l adolescente nace al amor, y e l
adulto normalmente está desilusionado y resignado en ese ese territorio.

Como e l masoquismo y la envidia del adulto están potenciados por la


atracción sexual inconsciente hacia e l joven, e l sentimiento de culpa es
la resultante obligada de este condimento afectivo.

La envidia recibe un complemento de potencia de la atracción amorosa,


que, en lugar de manifestarse como amor, porque está prohibido,
se exterioriza como un ataque. Esta satisfacción sexual, a su vez,
potencia la censura con e l doble mecanismo de la angustia y e l auto
ataque masoquista comandados por e l sentimiento de culpa que en ellos
encuentra satisfacción. La culpa requiere, para mantenerse como tal, la
satisfacción de ambas tendencias, la de amor y la que lo censura, sea de
manera sucesiva o simultánea.

El adulto, cuando llega al mediador, suele pensar que ha intentado todos


los caminos para modificar la conducta del adolescente. Lo habitual es que
no haya dejado de tener con e l adolescente, una conducta adolescente
que responde a las propias exigencias psíquicas del adulto. Exigencias
que no pueden modificar la realidad explosiva en que se encuentran
imbricadas, porque en ella encuentran su máxima satisfacción, aunque
se sufra, o más bien, porque se sufre.
Osvaldo Ortemberg

El adulto suele no ver los padecimientos afectivos que la violencia l e


trae a l adolescente, al considerar que e l unico que sufre es é l mismo
como víctima. Toma las posiciones airadas del adolescente como libres de
angustias y remordimientos, ensañándose contra dicha actitud, sin medir
los riesgos que en La vida y la salud mental del joven puede acarrear una
insatisfactoria resolución de esa emergencia.

Esta conducta es la que normalmente tienen con sus hijos adolescentes,


la mayona de los padres. Conducta que puede exteriorizarse conforme al
modelo ancestral del padre autoritario, o la lisa y llana anulación de su
autoridad, sometiéndose a la voluntad autoritaria de sus hijos, o ambas
modalidades de manera sucesiva.

El mediador no debe adoptar la actitud que tienen los sostenedores del


padre o la madre, que es tratar de aliviar su culpa. Es conveniente no
incriminar ni intentar desincriminar. Hay que ayudarlos a hablar. No sólo
que describan la conducta del hijo y cómo modificarla, que suele ser e l
unico tema del que pretenden hablar. También ayudarles a pensar en si
mismos, en su propia adolescencia, y, en general, en su propia vida. Con
ese material e l mediador ayudará a que e l padre o la madre se entere
de lo que está diciendo, esto es, decirle lo que dice, pero intentando
conectar los hechos y anécdotas que cuentan. De estas conexiones surgen
las propias dificultades que se transfieren a l conflicto con e l hijo. Ese
material está a flor de piel, aunque normalmente interferido por las
personas que los escuchan. Si a los padres se les permite ese espacio
de expresión, no se sabe a dónde conducirá, pero aliviará la situación.
Dándole sentido a esas historias silenciadas, los padres podrán convivir
con ellas, y dejarán de satisfacerse en conductas compulsivas con sus hijos
adolescentes. Es decir, ese diálogo entablado en esos términos, permitirá
una modificación en e l vinculo que se tiene con e l hijo adolescente que
ayudará a cambiar la situación de violencia creada.

b) Los adolescentes

El mayor obstáculo que se le presenta al mediador, es e l de legitimarse


ante e l adolescente como para mantener un diálogo con é l o ella, salvo
en aquellas situaciones excepcionales en que e l adolescente mismo haya
solicitado su intervención.

El mediador representa e l mundo adulto de sus padres, con los que


e l adolescente está en crisis. Salvo los casos en que e l adolescente se
retrae, "su mundo", está conformado por otros adolescentes como él, con
quienes se siente comprendido y amparado. Este refugio es una estación
intermedia entre e l mundo infantil y e l adulto, donde puede volcar
Practica profesional del abogado de familia

aquellos valores y acciones que todos comparten. Allí pueden manifestar


su reacción contra las exigencias del mundo adulto, al que tanto temen
y están compelidos a acceder, como también a ese mundo infantil que
puja por mantenerlos prisioneros y que deben abandonar, contra e l cual
también se defienden. Este "mundo" les brinda un marco de permisividad
que les alivia la culpa. La culpa y sus poderosos remordimientos son
casi inevitables, ya que cuando se ataca a l mundo adulto, se arremete
contra aquello que representa a sus padres, a los que también se ama,
aunque ese amor se encuentre, en ese momento de la vida, subordinado
e invisible ante la potencia del odio que lo reprime.

Si e l adolescente tiene ese refugio en otros adolescentes, es factible


que, para posibilitar e l puente del diálogo, e l mediador deba recurrir
a otro adolescente amigo de éste para comunicarle la propuesta de
mediación. Es más sencillo e l diálogo con un adolescente cuando éste
no está implicado en e l tema de dicho diálogo. El amigo, si bien es
portador del reclamo de un adulto, ya está legitimado ante e l requerido.
La propuesta de conversar con e l adolescente supone un encuentro para
hacerlo, en e l que puede estar presente ese amigo. En algunos casos
puede ser conveniente incluir la posibilidad de su presencia en e l mensaje
inicial, en cuyo caso se le debe plantear al que está colaborando, si está
dispuesto a hacerlo.

El lugar de intermediario en la propuesta de mediación, puede ser


ocupado por cualquier otra persona, familiar o no, que tenga un buen
diálogo con e l adolescente, o que e l adolescente lo respete, como un
tío, un amigo de la familia, alguno de los padres de amigos o compañeros
suyos. También en este caso la propuesta de reunirse con e l adolescente
puede incluir a l mensajero en ese primer encuentro.

Respecto de esta participación de un tercero, mensajero y eventual


acompañante del adolescente en e l diálogo con e l mediador, debemos
hacer una doble advertencia. Por un lado, a l mediador l e puede tentar
optar por esta modalidad para poner una distancia con e l adolescente,
por su propio temor a este encuentro. Por otro lado, como los datos sobre
las personas allegadas al adolescente son habitualmente proporcionados
por la familia, dicha información suele estar atravesada por pasiones
opuestas a este diálogo o a solucionar e l conflicto, que padezcan
inconsciente quienes lo proveen.

Mientras e l adolescente no acepte e l diálogo que e l mediador le propone a


través del tercero, éste puede operar de intermediario entre e l mediador,
e l adolescente y sus padres.
Osvaldo Ortemberg

El abordaje puede ser también directo, ya sea porque no se conozcan


amigos o adultos aceptables para e l adolescente, o no se los pueda
localizar, no los tenga, o no acepten la propuesta, o bien porque e l
mediador considere que es mejor hacerlo sin intermediarios. Ello no
obsta a que en la primera entrevista o en las subsiguientes e l adolescente
concurra acompañado por alguien de su confianza, sea amigo, novia o
novio, o un adulto.

Finalmente, e l abordaje puede ser por cualquier otro camino que las
circunstancias aconsejen recurrir, desde e l teléfono, e l correo electrónico,
hasta una carta. Con los adolescentes la imaginación y e l juego tiene un
lugar muy importante, en cuanto suelen ver e l mundo adulto como algo
torvo, conformado sólo por obligaciones donde se reprime e l deseo y las
emociones, que es lo que e l adolescente necesita poder expresar para
dejar de hacerlo mediante la violencia.

El lenguaje a utilizarse con e l adolescente no debe inhibir la manera en


que éste se expresa. Cada cual debe hablar en su lengua y si es necesario
para comprenderse, e l adulto debe "traducir" sus palabras al lenguaje
adolescente, Ni obsecuencia de ensalzar al joven, ni admonición:
aceptación de las diferencias. Por ejemplo, aceptar que e l adolescente
se exprese con malas palabras, cuando hoy forman parte del lenguaje
cotidiano de los mismos, o que tutee al mediador.

El diálogo tendrá como objetivo la modificación de las manifestaciones


violentas, pero no se logra mediante un discurso moral de reproche ante
las mismas. La posibilidad de esta modificación es e l supuesto y aun la
propuesta directa de ese encuentro. Y si e l adolescente concurre para
dialogar, en ello debemos ver su aceptación de que esa modificación se
llegue a producir. El mismo adolescente padece por esa violencia que
ejerce, porque ama a los que hace sufrir, y ello es una fuente adicional
de sufrimiento. Cuando é l concurre, lo hace en e l intento de aliviar este
dolor.

El camino que habrá de recorrerse con ese diálogo no es, entonces,


decirle al adolescente "eso está mal", porque ya lo sabe en algún lugar
de su subjetividad, sino poder conversar sobre lo que e l adolescente
esté dispuesto a hablar. Es decir, ayudarle a pensar. En esta apertura
se vestirán de palabras los conflictos que l e imponen sus acciones
compulsivas. Muchas de las cosas las hace guiado por una hostilidad cuyas
causas ignora. Siente e l odio, siente la culpa, siente e l remordimiento,
siente deseos de huir, pero sin esa extensión hacia e l mundo exterior que
significa hablar con otro de todo aquello que esté dispuesto a contar, no
sabrá lo que hay detrás de eso que siente, es decir, no podrá pensar.
Practica profesional del abogado de familia

El mediador con el adolescente

Cuando e l adolescente accede al diálogo con e l mediador, puede tener la


ilusión de encontrarse con alguien capaz de ver las cosas como é l las ve.
Esto es una ilusión que posibilita que e l adolescente acepte dialogar, pero
que se transforma en un obstáculo luego que e l diálogo se ha establecido.

Así, para que e l adolescente acepte e l diálogo hay que vencer una serie
de dificultades, pero también hay que hacerlo cuando lo acepta.

Se puede pensar que la tarea del mediador con e l adolescente en crisis


está plagada de obstáculos. Esta reflexión la tendremos si lo pensamos
desde e l punto de vista del mediador. Pero si lo analizamos desde la
actividad misma, concluiremos que tales obstáculos son en realidad las
condiciones necesarias de ese trabajo. Es aquello que debe darse para que
se haya pedido que intervenga e l mediador. Los obstáculos son, en efecto,
aquello que e l mediador debe llegar a modificar para que La situación de
violencia se morigere o, en e l mejor de los casos, desaparezca.

Para lograr este fin, e l mediador debe resolver una serie de obstáculos
intermedios para generar su vínculo con las partes. En ellos encontrará la
clave del "problema de fondo" porque tienen su misma naturaleza.

En estas condiciones necesarias para la tarea, debemos tener en cuenta


dos factores fundamentales: e l de las generaciones y e l de las diferencias
de sexos.

El mediador es una persona de mayor edad que e l adolescente.

Por otro lado, e l mediador puede ser varón o mujer, lo mismo que e l
adolescente. Estas situaciones también deben tenerse en cuenta porque
pautan diferentes posibilidades e inconvenientes en la tarea que e l
mediador debe realizar.

Tomaremos ahora en cuenta las variantes que hemos enunciado:

a) La diferencia de generación

El adolescente al que e l mediador debe abordar tiene una relación crítica


con sus padres, que se manifiesta en hechos de violencia, que la tornaron
inmanejable para éstos.

En esta situación intervienen diversas tendencias contrarias que pujan


Osvaldo Ortemberg

dentro del menor sin logran una combinación que les permita coexistir. De
dichas fuerzas nos interesan en este momento dos: aquellas que intentan
aferrarse a l mundo infantil donde los padres son los protectores, y las
que se oponen fuertemente a esto por la exigencia de acceder al mundo
adulto. Éstas provienen tanto del mundo adulto como de las imperiosas
exigencias de su maduración orgánica. La crisis de violencia es e l tránsito
doloroso de ese conflicto trasladado al vínculo con los padres y e l mundo
adulto que representan: la escuela, las obligaciones cotidianas.

Si quieren separarse, como de la acción de violencia se puede muchas


veces inferir, es porque están unidos. El poder de esa unión da una
medida del rechazo.

Si e l mediador logra legitimarse ante e l adolescente para que éste acepte


hablar con él, es factible que e l adolescente entable un vínculo inspirado
en esas fuerzas infantiles a las que debe renunciar. Su aceptación o
rechazo nunca es de un sólo signo. Siempre en e l camino para que e l
adolescente entable un vínculo de colaboración, se manifestarán ambas
posiciones afectivas con las que se vincula con e l mundo: aceptación
y rechazo. Se trata de pruebas que e l adolescente pone a l mediador,
por su desconfianza que proviene de la puja entre dichas tendencias. Lo
habitual es que predomine e l rechazo. No es adecuado responderlas del
mismo modo, ya que así se consolida la hostilidad del adolescente.

Es entonces un camino sinuoso, no es directo, en cuyo recorrido no se


intentará borrar ese rechazo, sino comprenderlo y admitirlo como parte
de la subjetividad del adolescente, que requiere expresión para no tener
que hacerlo mediante e l estallido de violencia.

En este recorrido se va forjando un vínculo afectivo entre e l mediador y


e l adolescente, que tendrá características diferenciada segun e l sexo de
uno y otro.

b) La mediadora y el adolescente

Así como es árido e l camino para acortar las distancias cuando en e l


adolescente predomina la hostilidad, también lo es, aunque en otro
sentido, cuando ha sido quebrada esta oposición y la distancia se acortó.
En este caso al predominio del odio le ha sucedido e l del amor y entonces
se torna necesaria mantener una distancia entre la mediadora y e l
adolescente que haga productiva esa cercanía.

El puente establecido del amor está sostenido por ambas partes. Así
Práctica profesional del abogado de familia

como la mediadora debe moderar su rechazo como reacción ante e l


rechazo del adolescente, cuando éste ha sido conquistado, debe moderar
su respuesta amorosa al amor del adolescente. Esta moderación es una
condición indispensable para poder continuar con su labor.

La mediadora mujer puede ser ante e l joven un subrogado de su madre,


e l amor verdadero y originario del cual huye por prohibido y anhelado.
Una manera de esta huida es la violencia y una manera de este anhelo
es la idealización amorosa. En esta idealización hay dos fuerzas: las
ancestrales maneras infantiles, en que ambos eran uno de manera
indisoluble, y la potencia que la madurez genital o sus anuncios, pone a
ese afán de fusión primitivo. Este doble componente da como producto
lo que conocemos como "el amor loco". Es e l amor sin barreras, e l de
Romeo y Julieta y también e l de Quijote y Dulcinea. Es un amor que hace
del otro una instancia propia en que e l otro no es visto propiamente sino
a través de rasgos que puedan evocar esa experiencia infantil de unidad
indiscernible.

El adolescente está dispuesto a este loco amor y de hecho lo ejerce,


enamorándose ocultamente a lo largo de su vida, de profesoras y parientes
en edad de ser su madre. La mediadora, como mujer en edad de ser la
madre de ese adolescente, también puede provocárselo.

En este amor se combinan e l componente infantil con e l contenido


erógeno maduro. Esta fuerza, que puede ser desencadenada de manera
total, parcial o potencial, es necesario que esté presente para hacer
posible la labor. S i la misma llega a producirse, e l adolescente no tendrá
dificultades para entablar e l diálogo, aunque no estará en condiciones
de controlarlo. Podrá asustarlo y huir, o expresase por contraria, como
rechazo y aun mediante la violencia, o podrá asumirlo plenamente y
demandará muestras de afecto excesivas.

El límite debe ponerlo la mediadora. Pero debe hacerlo de tal modo que,
sin ceder a lo que ese amor reclama o rechaza, no lo anule, no lo impugne
ni reproche. Si se anula se rompe e l puente establecido. Si se cede,
desvirtúa su labor. El límite es sostener en ella misma una prohibición
de realizar, en la medida de su objetivo final, este amor que ella es
capaz de sentir por ese joven. En ella están combinadas las tendencias
que en e l joven están dispersas. El amor establecido y acotado es e l
puente por e l cual e l joven puede ver en ella lo que é l puede lograr: e l
modelo de una convivencia entre e l amor y e l odio -es decir, e l amor con
límites-, con lo cual no cederá e l conflicto, porque requiere su tiempo y
experimentación, pero sí podrá ceder su fase crítica, la violencia.
Osvaldo Ortemberg

Las palabras de la razón, en este diálogo, siempre son insuficientes si no


se sostienen con e l corazón.

c) La mediadora y la adolescente

El rechazo de la mujer adolescente hacia su madre tiene una diferencia


con e l rechazo del varón adolescente. En la mujer predomina la rivalidad,
esto es, e l anhelo de ocupar e l lugar de la madre. En e l varón predomina
la vergüenza, es decir, e l deseo amoroso hacia su madre.

En la mujer adolescente, tras e l repudio hay admiración, donde ella, la


joven, quiere ser su madre. Esta ambivalencia de aceptación y rechazo
marca las pautas de la identificación femenina, que contendrá esta
misma ambivalencia respecto de sí misma: afirmarse en su femineidad,
ser la madre, y rechazar su femineidad, no ser la madre. La hija no
anhela ser "como" la madre, sino "ser" la madre. Este anhelo conlleva e l
afán asesino de extinguir a la madre que se quiere reemplazar. Por ello,
este modo de identificación es hostil, aunque haya admiración.

Si la mediadora representa ante la adolescente la persona de la madre, e l


puente del diálogo estaría pautado por un componente de acercamiento,
la admiración, que conlleva otro fuerte componente rechazo, la
hostilidad.

Pero junto con estas corrientes contradictorias habita otra más antigua,
correspondiente al período anterior al edípico: e l de la indiferenciación
entre la madre y su hija. En ese tiempo la presencia de la madre era la
garantía del propio ser, es decir, e l amparo total, e l único mundo. Este
aspecto ancestral del vínculo está siempre presente y en estas situaciones
de crisis suelen aflorar con mayor intensidad.

Teniendo en cuenta estas características, e l diálogo requerirá de la


mediadora, por una parte, una actitud de amparo y por otra tolerancia
con la rivalidad que la joven l e manifiesta, en forma de desplantes e
insolencia.

La mediadora, en principio, no tendrá dificultades para brindar e l


amparo que l e pueda requerir la adolescente. Pero sentirá e l deseo de
reprochar la rivalidad y rechazo que la joven l e oponga. Ese reproche
representa para la adolescente, e l sentirse rechazada, sin medir que es
una respuesta a su propia actitud. Con ello se quita legitimidad a ese
sentimiento necesario que l e ocurre a toda adolescente en su normal
crecimiento, y se incrementa su culpa por intensificarse su odio. Odio
Practica profesional del abogado de familia

que, aunque apunte contra la mediadora le impacta a ella, directamente,


por las paradojas de su identificación femenina.

Repite en esta situación lo que le ocurre con su madre, en que la culpa


que siente ante ella la satisface atacando su femineidad. Es una culpa
que difícilmente desaparezca de su vida, pero que en e l caso crítico que
la mediadora debe afrontar, se requiere que disminuya en intensidad.

La culpa es e l poderoso motor que se potencia con la violencia que


despliega la adolescente. Con e l acto antisocial, la adolescente logra que
los reproches hacia ella vengan del afuera, donde los aleja de sí misma,
ya que ella misma se los viene reprochando por esa hostilidad contra su
madre.

Para que esa hostilidad disminuya debe ser legitimada, no rechazada.


Difícil tarea que la mediadora deberá afrontar, en e l lugar mismo en que
la madre fracasó.

La legitimación de esa hostilidad la tornará tolerable para la misma


adolescente y podrá convivir con ella en mejores términos.

Para poder afrontarla, la mediadora deberá recurrir a sus fuerzas


adolescentes, las que tenía en ese tiempo de su vida como hija: por un
lado, aceptarse en su hostilidad hacia su madre, que normalmente se
mantiene reprimida y convive en su vida adulta en actitudes de desprecio
o menoscabo hacia sí misma. Por otro lado, recuperar la admiración que
sentía hacia su madre, normalmente reprimido por efectos de la culpa
que tiende a arrasar esa vivencia. Si lo logra podrá verse en esta joven
en crisis y brindarle e l sentimiento de aceptación de su femineidad. Con
este lazo de amor, la joven puede proyectarse hacia e l futuro y aceptarse.
Esta fuerza no debe carecer de los límites que impone la función, ya que
la confusión con la otra, necesaria confusión, puede llevarla a sustituir
los deseos de joven con los propios deseos, sobre todo aquellos que están
insatisfechos, e imponer una tiranía de la que, seguramente, la propia
madre de la joven ya la había hecho víctima y que, por ello, forma parte
de la crisis de violencia de la joven.

Deberá asimismo tomar consciencia de la dosis de envidia que nos


suele acontecer a los adultos, hombres y mujeres, por los jóvenes que
representan nuestro ideal de la belleza. Tomar conciencia que no es
necesario resolverla, sino saber que es una fuerza que puja en nosotros y
que tiende a realizarse. Con ello estableceremos sobre nosotros mismos
una saludable sospecha, que nos impedirá creernos libre de torpezas y
Osvaldo Ortemberg

de errores. Habrá error y, si tenemos consciencia de ello, posibilidad de


rectificarlo.

d) El mediador y el adolescente

Hemos visto que durante la adolescencia se reactivan los estadios afectivos


infantiles, que deben ser reelaborados para e l salto hacia la adultez.
De dichos estadios, nos interesa en este caso e l del complejo de Edipo,
en que e l niño tiene con e l padre una relación de rivalidad y también
de admiración. Es factible que, ante e l adolescente, e l mediador varón
herede muchos aspectos de esta posición paterna. Habrá una rivalidad
que dificultará la tarea, pero si se logra desplazar hacia formas menos
agresivas o de competencia simbólica, se podrá trabajar conviviendo con
ella. Más aun, aunque su manifestación no se perciba, dicha rivalidad es
un supuesto que e l mediador siempre debe tener presente.

El padre es un modelo con e l que se compite y se admira. Entre los


caracteres de la figura paterna, hay uno de gran importancia para e l
adolescente, e l de ser modelo -a favor y en contra- de aquello que se
quiere llegar a ser. Pero e l modelo contiene una prohibición, un límite de
aquello a lo que puede aspirar e l hijo.

En e l caso que estamos viendo estos límites entran en cuestión, son


violentamente rechazados. Estaviolencia suele manifestarse apropiándose
extremadamente de la manera de ser del padre -sin límites-, o con un
rechazo total del modelo paterno -siendo todo lo contrario o totalmente
diferente-. En esta situación opera una fuerza interior en e l adolescente
que representa la exigencia de tales límites y suele manifestarse como
culpa llevándole a profundos sentimientos de angustia. Esta culpa la
transfiere a sus padres y le provoca reacciones de ira y de violencia
contra ellos. Pero esto no disminuye ni la culpa n i la angustia, muy por e l
contrario, las perpetua.

El adolescente no es feliz con su situación ni puede neutralizarla


supeditándose a los limites que las morigerarian. Es como si la aceptación
de los límites no tuviera otro destino que la renuncia lisa y llana a sus
fuerzas erógenas. Su erotismo suele descargarse en agresiones que
alimentan su culpa, arrojándolo a tensiones insostenibles que pueden
llevarlo a atacarse, e incluso al intento de suicidio.

El estado del joven no es feliz, por lo que hay en é l un anhelo de lograr un


cambio, pero ignora en qué sentido. Ignora de qué modo puede rivalizar,
con limites, con su padre.
Práctica profesional del abogado de familia

Estamos analizando e l componente masculino considerado en su modalidad


predominante heterosexual. Por lo cual no se puede dejar de tener en
consideración, que hay en esta edad un fuerte componente homosexual.
En este punto e l mediador no puede dar rienda a sus prejuicios ya que
debe dar cabida a este aspecto de la vida adolescente. Su dificultad de
aceptarlo nos habla de su represión respecto de estos mismos aspectos
que existen en él, aunque los niegue, como componente necesario de su
período edípico y adolescente.

El mediador, entonces, en cuanto subrogado paterno, representa para


e l adolescente también una esperanza, alguien con quien anhela, quizás
ciegamente, una reconciliación, ya que ella significará una morigeración
de la culpa y la angustia que padece.

Un camino para que e l mediador pueda llegar a l adolescente violento, es


e l de morigerar la culpa. Camino cuyas sendas para arribar son múltiples,
depende de cada caso y en cada caso de cada situación. Esto no significa
que se tenga con e l adolescente la actitud de considerar que no hubo
daño en lo que hizo, sino más bien que ese daño no hizo que dejara de
ser querido, es decir que su violencia, aunque duela, no mató. La lisa y
llana exoneración por lo que hizo, no logra engañar a su sentimiento de
culpabilidad, por lo que se hace necesario que no se borre la realidad en
e l afán de tranquilizarlo. Lo que si es conveniente es reducir e l grado de
la pena que é l mismo se inflige con la angustia, por otra que sea menos
terrorífica y con la cual e l adolescente pueda convivir sin esa violencia.
El camino es la franca conversación de aquello que e l adolescente esté en
condiciones de hablar. Este es e l camino más directo y e l que posiblemente
más dificultad encuentre en e l adulto, pero que e l mediador debe poder
encarar.

e) El mediador y la adolescente

En este tiempo de su vida a la adolescente se le ha reactivado, con e l


vínculo infantil edípico, e l impulso amoroso hacia e l padre. Pero a dicho
impulso se le opone una fuerza intensa. Con e l padre tiene un amor
contrariado, así como con la madre tiene un impulso hostil en tanto está
identificada con ella en ese lazo con e l padre.

El mediador, en tanto figura sustituta del padre, goza de un cierto privilegio


para ser aceptado en e l diálogo que propone. Es para la adolescente
algo así como una nueva oportunidad para sus amores contrariados, pero
están las frustraciones que experimentó en estos anhelos, es decir, e l
límite que provino del afuera, de la conducta de su padre y de su madre.
Osvaldo Ortemberg

El mediador habrá de desempeñar su rol entre estos dos caminos. No


podrá evitar una relación idílica, un auténtico noviazgo -como e l que
deben transitar e l padre para acompañar e l crecimiento de su hija-. Pero
es hasta ahí. Y e l "hasta ahí" no refiere sólo a la prohibición del vínculo
genital, sino también a aquellos aspectos de la subjetividad que puedan
ser objeto de los celos de la muchacha, ante los que e l mediador no
podrá ceder, con e l consecuente desencanto de ésta.

El amor que se habrá de desplegar tendrá para é l un viso platónico


-aunque para la joven tenga una significación erótica- donde sus actos
y palabras apuntarán a la posibilidad de recorrer parte de la historia de
esa joven, que hasta ese momento se manifestó en e l lenguaje de las
acciones. Se llegará a establecer entre e l mediador y la adolescente un
vínculo de afecto con un alto componente erótico que e l mediador habrá
de orientar hacia las formas de sublimación que implica e l diálogo con
ella. La prohibición que pesa sobre e l accionar de la adolescente y que no
la puede elaborar de manera pacífica, es semejante a la que pesa sobre
e l mediador que tendrá que transmitírsela en acto y también de manera
simbólica.

No se trata de brindar explicaciones, o por lo menos no tan sólo, sino de


una manera de hablar, comportarse y estar con la joven. El riesgo que
conlleva esta intervención, es un enamoramiento profundo o un profundo
rechazo por parte de la joven -y también por parte del mediador-. Es
decir, que en la joven predomine la neutralización de la culpa ante un
amor prohibido -hacia su padre o, en este caso, un subrogado del mismo
- y que se enamore del mediador, o e l predominio de la culpa con e l
rechazo consecuente plegándose al único mandato de la prohibición que
neutralizará e l amor.

Lo normal será que ambas potencias se manifiesten, de modo alternado y


simultáneo. A la hostilidad que normalmente se adelantará en e l primer
contacto podrá suceder e l vencimiento de la misma y la irrupción de un
amor y aceptación profunda. El devenir del contacto con la joven, dará
su palabra a la posibilidad de que ésta pueda combinar o convivir con
ambas tendencias.

En e l lenguaje con la joven se tendrá en cuenta los valores femeninos de


las palabras, las ideas y las cosas, que ella podrá tolerar o rechazar, pero
que en cualquier caso l e ofrecerá un modelo de recorrido posible para
su vida, como un registro que en algún momento podrá ayudarla en su
camino de crecer que ahora se encuentra en entredicho.
Practica profesional del abogado de familia

9) El abordaje del dialogo

No es posible enunciar una regla general acerca del modo de acercar a


las partes en conflicto para lograr una solución, o a un acuerdo mínimo
de convivencia o de relación en que cambien los rasgos violentos o de
intolerancia que hacían incompatible e l vínculo.

Un camino adecuado para intentarlo es e l de conversar con cada parte,


por separado o con algún otro miembro de la familia con quien no hay
una relación manifiestamente conflictiva, y sólo si las circunstancias
lo indican juntarlas con quien se plantea e l problema para intentar un
diálogo directo entre ellas.

¿Cómo debe abordar e l mediador e l dialogo que tiene que realizar con
cada parte?

Tenemos que distinguir e l motivo por e l cual se requirió su intervención,


que suele ser una situación de hostilidad del adolescente hacia algún
adulto u otros integrantes de la familia, de las causas de t a l agresividad.

El especio que e l mediador inaugura con su diálogo, deberá apuntar a las


causas, ya que ese recorrido es e l que podrá generar los cambios para que
se modifique la situación de violencia planteada.

También hay que diferenciar e l diálogo que debe tener con e l adolescente,
del que tendrá con los restantes miembros de la familia y los profesionales
que intervengan.

La consigna general, en ambos casos, es dejarlos hablar, escucharlos y


hablarles de lo que ellos estén hablando, fundamentalmente de aquellas
cuestiones que las digan sin reparar en lo que están diciendo. Aunque
sorprenda, esto es lo que habitualmente ocurre con las personas que
padecen fuertes conmociones afectivas y aun con quienes no la padecen.

Extremando este aspecto, podemos decir que e l mediador casi no se


tendría que notar. No tiene que tener ningún rol estelar y su vanidad debe
estar, en su tarea, a buen resguardo, como si no fuera e l protagonista. Si
lo logra será realmente un protagonista, ya que habrá logrado que circule
la palabra de tal modo que pueda cambiar la manera de relacionarse los
integrantes de una familia en crisis.

El acercamiento a cada parte será respetando las normas de cortesía,


con la menor supeditación posible a normas rígidas de procedimiento, ni
Osvaldo Ortemberg

solemnidades. Sencillez, sobriedad, sin temor. Un trato humano será la


gran novedad para esta gente. No se trata de bondad. Ni bueno, n i malo.
La presencia de alguien que comprende las pasiones. Éste es e l mayor
requisito y, quizás, la única exigencia, la condición sine qua non.

El diálogo más preocupante para e l mediador es e l que le plantea e l


adolescente en crisis.

El mediador no podrá evitar en algún momento de su diálogo con e l


adolescente, referirse a la conducta que a éste se l e reprocha. Pero
la conversación no podrá centrarse en esta conducta, ya que entonces
se asumirá un rol moral y admonitorio, que provocará su rechazo. El
tema central con e l adolescente será también e l de las causas, cuyos
derroteros en la conversación requieren de toda la amplitud imaginativa
del adolescente.. .y del mediador. En esta orientación, e l diálogo recorrerá
temas que no tendrán que ver, en apariencia, con e l conflicto planteado.
Pero todo tendrá que ver, aunque los puentes entre los temas dispersos y
la conducta violenta, no sean visibles para e l mismo mediador. Se hable
de lo que se hable, e l tema de la violencia está siempre presente.

Sin embargo, la verdad de las motivaciones subjetivas de cada uno de


los involucrados en la violencia, no necesariamente emergerán de esa
misma persona. Hay que tomar e l diálogo con cada integrante de la
familia, como si se tratara de un solo discurso. De este modo, hablando
con cualquiera de ellos, sabremos un fragmento de la verdad respecto
de éste, pero también de muchos de los otros. Nunca podremos tener
más que fragmentos, jamás llegaremos a una verdad total y menos aún
definitiva, sino a lugares provisorios que deberemos medirlos por su
eficacia, esto es, por su posibilidad de modificar sus conductas.

Normalmente en e l reclamo de intervención se pretende que e l mediador


obtenga e l cese de la situación de violencia. Este cese se visualiza por
quienes lo requieren, no sólo como que e l adolescente se abstenga de
desplegar las conductas reprochables, sino de manera positiva, como
estudiar, trabajar, arreglar la habitación, lavarse, cumplir los horarios en
las comidas, etc.

En esto hay una limitación que e l mediador debe poder manejar. Aquello
que se logre modificar de la situación de violencia, deberá ser posible para
e l adolescente, es decir tiene que responder a sus propias inclinaciones
que no necesariamente habrán de coincidir con las exigencias paternas.
Por otro lado, e l mediador podrá incidir en modificar algunos aspectos de
la violencia, o todos ellos, pero no con la rebeldía adolescente que recién
cesará en los tiempos de adultez, si e l adolescente logra arribar a ellos.
Practica profesional del abogado de familia

Y esto que decimos del adolescente también se aplica a los padres. EL


adolescente podrá requerir de éstos cambios de actitudes, como que
cese la insistencia de que siga t a l carrera, que no les avergüence ante sus
amigos diciendo ciertas cosas o asumiendo ciertas actitudes, que vista
de otra manera, que le de cierta libertad que mediante la violencia se la
tomó con excesos, etc. También los padres tienen que ser contemplados
en los límites de lo que para ellos es posible. Es decir, que e l cambio que
en ellos se logre con la intervención, no será, necesariamente, aquello
que podría exigir inicialmente e l adolescente.

Se trata de modificaciones que tiene que respetar la subjetividad de las


partes.

10) El lugar

El lugar en e l cual se realice la mediación, es mejor que sea cómodo, sin


ruidos ni interferencias, como si se tratara de un invitado a la casa de
uno, a quien se aprecia, pero con quien no se tiene confianza. Tiene que
haber límite, pero no rigidez. Con quien se debe ser más flexible es con
e l menor. Si bien puede resultar conveniente que éste concurra donde
se encuentra e l mediador, la situación puede tornar conveniente, por las
susceptibilidades del menor o condiciones que ponga, realizar la tarea
en otro sitio, como e l hogar familiar, una confitena, o caminando por la
calle. Es decir, en estos casos se aplican las nociones y pautas generales
de la mediación, pero con mayor flexibilidad y sensibilidad.

11) El tiempo

Lo ideal es que la mediación logre un resultado positivo en e l menor


tiempo posible. Pero este ideal se aleja de las condiciones mismas de esta
tarea, en la cual debe tenerse en consideración los tiempos subjetivos
de las partes involucradas. Estos tiempos son los que a las mismas les
demande la elaboración de aquellos conflictos interiores que, vinculados
de un modo crítico entre ellas, dio lugar a los estallidos de violencia por
los que fue convocado e l mediador.

Sin embargo, debe haber límites, como la duración de cada entrevista, la


frecuencia, y aun la cantidad de reuniones. Pero tales límites no pueden
ser rígidos, como tampoco excesivas las excepciones a los mismos. Debe
haber ley, pero no una ley rígida, ya que debe admitirse, no sólo la
alteración de tales límites, sino también los desbordes que no impliquen
violencia. El vínculo con e l mediador opera como un modelo ejemplar
y alternativo de legislar los vínculos entre las partes. Con ello estará
Osvaldo Ortemberg

modificando aspectos de la subjetividad que las llevaron al conflicto de


violencia.

La cantidad de las entrevistas estará determinada por la naturaleza del


caso, pero como no se trata de una labor terapéutica, esta extensión
no debe eternizarse. Cuando hay una prolongación no habitual, o una
indefinición en los efectos de la intervención, puede resultar conveniente
que se fije una o dos de reuniones más -que informará a las partes-, con
lo que finalizará la intervención sea cual fuere el resultado. Esto puede
ayudar a precipitar una solución total o parcial del conflicto.

Resulta conveniente que luego de transcurrido un tiempo de una


mediación finalizada, por ejemplo, una semana, un mes, tres meses,
etc., las partes se reúnan nuevamente con el mediador, sea para verificar
si las pautas modificatorias logradas han permanecido, han variado, no se
han cumplido dando lugar nuevamente a escenas de violencia, o resulta
necesario establecer nuevas normas de convivencia de acuerdo a los
cambios verificados en las situaciones personales de las partes.

12) El acuerdo

El acuerdo al que se arribe respecto a aquello que cada parte involucrada


habrá de modificar en sus conductas, puede hacerse de manera verbal
o por escrito. Puede asimismo haberse ido modificando las conductas
como efecto del proceso de mediación, en cuyo caso el acuerdo puede
asumir la modalidad de un compromiso, en cada parte, de mantener esas
conductas.

El compromiso escrito tiene una ventaja, que no refiere a su eficacia


jurídica, sino a su incidencia en la asunción de responsabilidades en
los implicados, ya que lo escrito tiene un mayor poder persuasivo. La
firma del mismo por todas las partes, incluyendo al menor, permitirá
posicionarse al hijo en una actitud adulta, donde su firma lo compromete
y ayudará a los padres a visualizarlo en esta actitud que suele costarles
reconocer.

No es forzoso acabar una mediación con un acuerdo para que debamos


logrado exitosa. La sola intervención como mediador de un abogado de
familia capacitado tiene una incidencia positiva que se manifiesta de
manera inmediata o mediata.
Osvaldo Ortemberg

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"Más Allá del Bien y del Mal; *Genealogía de la Moral (Porrúa, 1993, México)
"Así Hablaba Zaratustra (Porrúa, 1993, México)
*El Origen de la Tragedia (Espasa Calpe, 1995, México)

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Practica profesional del abogado de familia

*La Gaya Ciencia (Coyoacán, 1996, México)


* Segunda Consideración Intempestiva (Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2006)
ORGAZ Alfredo
*La Culpa (Lerner, 1970, Buenos Aires)
ORTEGA Y GASSET José
* La idea del principio (Revista de Occidente, Madrid, 1992)
ORTEMBERG Osvaldo Daniel
"Aborto & Divorcio -Una Lectura Psicoanalítica- (Grupo Cero, 1990, Buenos Aires)
*La Mujer y la Ley -Divorcio, Familia y Estado- (Biblos, 1995, Buenos Aires)
"Mediación Familiar -Aspectos Jurídicos y Prácticos- (Biblos, 1996, Buenos Aires)
*La Formación del Mediador Familiar y su Intervención en e l Divorcio (Biblos,
1999, Argentina)
* La discriminación de la mujer en e l derecho de familia (en colaboración)
(Ediciones Profesionales D&D, Argentina 1999)
* Mediación en la violencia familiar y en la crisis de la adolescencia (Editorial
Universidad, Buenos Aires, 2002)
Mediación en empresas familiares (Gedisa, Barcelona, 2006)
* Problemas de familia: conversaciones con e l abogado (Argentina, enero de 2011)
PITHOLD ABELARDO Y DODERO SANTIAGO
* La empresa familiar (El Ateneo, Argentina, 1997)
PIRANDELLO Luigi
* Seis Personajes en busca de un Autor (Guernika, 1994, México)
PITHOD Abelardo y DODERO Santiago
"La Empresa Familiar (El Ateneo, 1997, Argentina)
PlZARNlK Alejandra
* Poesía completa
PLATON
*Las Leyes o De la Legislación (Porrúa, 1991, México)
Diálogos (Porrúa, México, 1993)
PROUST Marcel
* Un Amor de Swann (Biblioteca La Nación, 2001, España)
PUGET Janine y KAES René (Compiladores)
"Violencia de Estado y Psicoanálisis (Centro Editor de América Latina, 1991,
Argentina)
RABlNOVlCH Diana
"Sexualidad y Significante (Manantial, 1991, Argentina)
RAMIREZ Carmen O.
*La Mujer su Situación Jurídica en Veintiséis Países Americanos (Marcoles Lerner,
1987, Córdoba)
RAPOPORT Mario
Historia Económica, Política y Social de la Argentina (1880-2000) (Ediciones
Macchi, Argentina, 2004)
* El ojo de la tormenta - La economía política Argentina y mundial frente a la
crisis (Fondo de Cultura Económica, 2013, Argentina)
RASCOVSKY Arnaldo
*El Filicidio (Beas, 1992, Argentina)

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Osvaldo Ortemberg

REGNAULT Francois
"Dios es Inconsciente (Manantial, 1986, Buenos Aires)
ROMERO José Luis
La cultura occidental (Columba, Buenos Aires, 1953)
SAGRADA BIBLIA (La Editorial Católica, 1957, Madrid)
SALGADO Jorge Félix (Compilador y Comentarista)
"las. Jornadas Nacionales Sobre Violencia 1995 PFA (Editorial Policial, 1996
Buenos Aires)
SALVADÓAlbert
"Los ojos de Aníbal (Planeta, Barcelona 2003)
SARTRE Jean Paul
A Puerta Cerrada
La Mujemuela respetuosa (Losada, 1992, Argentina)
SARAMAGO José
* Ensayo sobre la ceguera (Seix Barral, Argentina, 1996)
SCIARRETA Raúl
cursos desgrabados sobre "Epistemología"; "Epistemología del psicoanálisis";
"La interpretación de los sueños" y "Tiempo y temporalidad) Buenos Aires,
década de 197011980)
SHAKESPEARE William
Medida por Medida
Venus y Adonis (Espasa - Calpe, 1974, Madrid)
El Mercader de Venecia (Altamira, 2002, Argentina)
SHORE Eduardo
Entender a Kant (Biblos, 2001, Argentina)
SILBER Marcos
"Bajo continuo (El mono armado, Argentina 2008)
SIMPSON Máximo
La Casa y otras Visiones (Libros de Alejandría, 1995, Argentina)
SlGNORELLl MARTI Rosa
"La Mujer en e l Mundo Antiguo (Dédalo, 1960, Buenos Aires)
SlTlNSKY Mano
"De la Negociación (Argonauta, 1985, Buenos Aires)
SPARVlERl Elena
"El Divorcio (Biblos, 1997, Buenos Aires)
"Principios y Técnicas de Mediación (Biblos, 1995, Buenos Aires)
SPERLING Diana
"Del deseo (Biblos, 2001, Argentina)
STlGLlTZ Joseph E.
(Taurus, Argentina, 2006)
TAHAN Malba
El Hombre que Calculaba (Pluma y Papel Ediciones, 2006, Argentina)
TAVlTlAN Agustín
* La Palabra Invicta
TOYNBEE Arnold J.
Practica profesional del abogado de familia

* Estudios de la historia (Atalaya, Barcelona, 1998)


VASALLO Ángel
¿Qué es Filosofía? (Losada, 1982, Argentina)
VELEZ SARFIELD Dalmacio
*Código Civil Argentino (Abeledo Perrot, 1996, Buenos Aires)
VERNANT Jean-Pierre
* Los orígenes del pensamiento griego (Piados, Argentina 2008)
VIVES Juan Luis
"Diálogos Sobre la Educación (Altaya, 1995, Barcelona)
WAA
"El Hombre y la Mujer (Americalee, 1954, Buenos Aires)
WASHBURN S.1 y MOORE Ruth
Del mono a l hombre (Alianza, Madrid, 1986)
WEBER Max
* La Ética protestante y e l Espíritu del Capitalismo (Carnonte, 2006, Argentina)
WEISCNIEWER Matías
Vericuetos del Espanto - Filosofía de la Tragedia y la Revolución (del Signo, 2007,
Argentina)
WHlTE Hayden
Metahistoria (Fondo de cultura económica, Buenos Aires, 1998)
YOUCERNAR Margarite
Los Ojos de Aníbal (Biblioteca La Nación, 2001, España)
YUPANQUI Atahualpa
* El Payador Perseguido (Compañía General Fabril Editora, 1979, Argentina)
PRÁCTICA PROFESIONAL
deLABOGADO DE FAMILIA
..U Nuestro campo está acotado en la regulación jurídica de la familia. Pero aún de este
modo circunscriptos, lo acotamos aun más, ya que nuestro interés es el de abordar y
resolver los conflictos aue la afectan. Es decir aue nuestro territorio es~ecíficoes el
abordaje de los conflict'os familiares en la esfeia que regula el derecho. Desde este
interés constatamos aue el derecho de familia ha cambiado radicalmente en el mismo
período en que señal'amos este cambio. Las causas del mismo corresponden a la
realidad económica-social que, como no puede ser de otro modo, atravesó a la familia
condicionándola a transformarse..."

..."Debemos saber que el cliente, cuando hace frente a su problema de familia,


necesita un apoyo emocional, afectivo. Este apoyo proviene, de manera fundamental,
del mismo abogado. Es quien lo calma con su escucha y con las explicaciones de la
situación por la que está atravesando y la orientación acerca de lo que puede o le
conviene no hacer. Esta palabra que el abogado dice a partir de lo que escucha de su
cliente, es una palabra tranquilizadora que le permite avizorar un horizonte..."

Hay abogados que toman la causa como si fueran la persona involucrada. No es lo


...O

adecuado, el abogado debe saber tomar distancia. Pero también hay que tomar
distancia de lo que el cliente dice de sí mismo. Debemos partir de la base de que el
cliente está bajo efectos de una fuerte crisis emocional ya que está viviendo una
pérdida..."

..U No estoy de acuerdo con la exclusión de contacto con los hijos, salvo en los casos
en que la violencia haya recaído sobre éstos o en su presencia. Piensen que esta
exclusión se fija por un tiempo tan prolongado como son los estudios psicomédicos
que deben realizarse por las leyes que regulan estas medidas. Así, si fijan la exclusión
por tres meses. este plazo se debe renovar, ya que en ese tiempo no tenemos los
informes de los profesionales por lo cual hay QueProrrogar la medida que lleva a que
el contacto entre el excluido y sus hijos se vea interrumpido por largos períodos..."

Del pensamiento del Dr. Osvaldo Ortemberg

Tel: (011) 4519-8204

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