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La Parte ‘Orgánica’ III

El abordaje de esta lectura debe entenderse de manera integral. La mera división de


títulos y acápites representa una forma de organización, pero no que los términos
analizados puedan ser estudiados de manera aislada ni como compartimentos
independientes, los unos de los otros.

Habiendo abordado las competencias centrales del Poder Legislativo y Ejecutivo,


debemos continuar con las correspondientes al Poder Judicial.

El Poder Judicial

La Corte Suprema de Justicia de la Nación

Referencias
LECCIÓN 1 de 3

El Poder Judicial

En nuestro país este departamento de gobierno está encabezado por la


Corte Suprema de Justicia de la Nación y luego, según el texto del artículo
108 de la Constitución. 

El poder judicial es el encargado de la administración de justicia y la


Constitución diseña un reparto de competencias al respecto, dividiendo el
ámbito de ejercicio de la Justicia Nacional y la Justicia Local. En este sentido,
debemos distinguir las competencias que ejerce cada ámbito de justicia.

La Constitución establece este doble orden jurisdiccional, como


consecuencia directa de la forma de Estado Federal adoptada por el
constituyente en 1853:

Jurisdicción Local:1 Su fundamento es resguardar y asegurar las


autonomías provinciales. Como reza el artículo 5 de la
Constitución, las provincias deben asegurar su propio régimen
de justicia. La competencia de la justicia local u ordinaria es más
amplia que la de la justicia Federal, por lo cual la primera (justicia
local) es la regla y la segunda (justicia Federal) la excepción.

[1] Abandonamos la distinción clásica que la denominaba provincial puesto que, luego de la

reforma de 1994, el nuevo status de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires implica otro orden

de gobierno, con sus respectivas competencias jurisdiccionales.

Jurisdicción Federal: como ya señalamos, es de excepción. Las


fuentes de la competencia específica de la justicia Federal, es
taxativa al determinarse por la CN y la ley únicamente en cuáles
casos debe intervenir. Estos casos se pueden clasificar según la
materia, las personas o las cosas, como lo afirma la Constitución
en sus arts. 116 y 117. 

La competencia compartida de las provincias o de la Nación: en


los casos del art 75 inc 12. o derecho común, es decir, la
aplicación de los Códigos Civil, Comercial, de Minería, del
Trabajo y la Seguridad social que fueron dictados por la nación,
pero, dice el art. 75, inc. 12, “sin que tales códigos alteren las
jurisdicciones locales, correspondiendo su aplicación a los
tribunales federales o provinciales, según que las cosas o las
personas cayeren bajo sus respectivas jurisdicciones”.

Lo que decide si el caso es federal o provincial es el artículo 116,


en principio en razón de la materia, pero debemos preguntarnos,
para determinar la competencia, si la cosa o persona “cae bajo la
jurisdicción federal o provincial” en razón del territorio, lugar o
persona. La mayoría de los casos comunes, como la falta de
pago de un pagaré, se hacen en la primera instancia provincial.

Por ende, las provincias tienen competencias jurisdiccionales


para aplicar los códigos de fondo cuando las cosas o las
personas estén en su jurisdicción y para las demás causas que
no sean de competencia federal. (2008, recuperado de
https://bit.ly/2KwhswY)

Características de la jurisdicción federal

Las características principales de la jurisdicción federal son las siguientes,


como se establece en Bidart Campos (2009):

Es limitada y de excepción, puesto que como vimos, la jurisdicción


provincial es la regla. Ello quiere decir que sólo se ejerce en los
casos que la Constitución y las leyes reglamentarias señalan.

Es privativa y excluyente, lo que significa que, en principio, no


pueden los tribunales provinciales conocer de las causas que
pertenecen a la jurisdicción federal.

Es improrrogable si surge por razón de materia o de lugar. No


obstante, es prorrogable –es decir que las partes pueden elegir ser
juzgados por la justicia federal o la local- cuando sólo surge por
razón de las personas –hay casos en que las partes a cuyo favor
está discernida la jurisdicción federal, como en los vecinos de
distintas provincias, pueden prorrogarla a favor de un tribunal- salvo
los casos de competencia originaria y exclusiva de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, que se reputan absolutamente
improrrogables.

En virtud del carácter limitado, privativo, excluyente, e


improrrogable de la jurisdicción federal, la incompetencia de sus
tribunales puede y debe declararse de oficio (o sea, aun sin
petición de parte), tanto por: a) el tribunal provincial si
corresponde intervenir a uno federal; b) el tribunal federal si
corresponde intervenir a uno provincial. (Bidart Campos, 2009, p.
353).

En cambio por ley no puede excluir ninguna de las tres causas


enumeradas en el art. 116, que hace referencia a la palabra
“todas” –que son las que versan sobre puntos regidos por la
constitución, las leyes federales y los tratados- y que solamente
para la jurisdicción originaria y exclusiva de la Corte se impide
total y absolutamente que la ley la amplíe o la disminuya –
recordemos que la CSJN en el caso Sojo, que haciendo suyo el
razonamiento del caso Madbury vs Madison, de 1803, dijo que
no se puede ampliar ni disminuir dicha competencia sea por ley
como por decreto-.
No es suficiente que una ley determine la inclusión de
determinadas causas en la jurisdicción federal; el tribunal que
deba aplicarla tendrá que verificar si existe verdadera y real
sustancia o cuestión federal en relación con la materia, las
personas, o el lugar, conforme a la letra y al espíritu del art. 116,
ya que, si bien la enumeración de causas en dicha norma no es
taxativa, la ampliación debe responder esencialmente a la
misma razón de las enumeradas -igualmente la disminución-.
(2008, recuperado de https://bit.ly/2KwhswY).

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 3

La Corte Suprema de Justicia de la Nación

La Constitución ha establecido una Corte Suprema de Justicia, órgano


colegiado y titular del poder Judicial y cuya composición no fija directamente,
dejando esta competencia al Congreso. La Constitución, en el artículo 111,
fija las condiciones que debe reunir un/a ciudadano/a para ser miembro de
ella: a) ser abogado/a de la Nación, con ocho años de ejercicio. Estos ocho
años no deben interpretarse como de ejercicio de la profesión liberal
correspondiente al abogado, puede bastar el ejercicio en cualquier cargo,
función o actividad –pública o privada- que requiera la calidad de abogado; b)
reunir las condiciones requeridas para ser Senador: tener 30 años y 6 años de
ejercicio de la ciudadanía. (2008, recuperado de https://bit.ly/2KwhswY). 

“La Corte Suprema no fue establecida hasta 1863 –entonces por iniciativa
del presidente Bartolomé Mitre- y en su primera composición, contó con
nueve miembros, y para sostener los gastos que esta organización
demandará creó los impuestos de exportación.” (Sagüés, 1999, p. 178). 

En lo relativo a la duración en el cargo de los jueces, el principio


básico es que habrán de permanecer en el mismo "mientras
dure su buena conducta". De esta manera se pretendió que la
estabilidad pudiera ayudar al buen desempeño del mismo.

La designación de los miembros de la Corte se efectúa por el


Poder Ejecutivo, con acuerdo del Senado con el voto de los 2/3
de los miembros presentes, en sesión pública, convocada al
efecto. (Art. 99, inc. 4 CN). Desde 2003, un decreto del
Presidente Néstor Kirchner dispone un período de tiempo donde
la sociedad puede hacer objeciones a dicha candidatura.

Una vez designados, los miembros de la CSJN "... prestarán


juramento en manos del presidente de la Nación, de
desempeñar sus obligaciones...” debiendo luego "En lo sucesivo
lo prestarán ante el presidente de la misma Corte. Cada vez que
se renueve totalmente debe volver a prestarse ante el
presidente de la Nación.”

Actualmente la CSJN está conformada por cinco magistrados.


(2008, recuperado de https://bit.ly/2KwhswY).  

Composición interna de la Corte Suprema: la Presidencia.

Hasta 1930, en nuestra práctica constitucional, se


acostumbraba a conceder al Presidente de la Nación la facultad
de designar al presidente de la Corte Suprema. Luego de 1930
se visualiza como la costumbre constitucional ha mutado siendo
que actualmente el presidente de la CSJN surge de una
votación entre sus miembros y también se elige el
vicepresidente primero y segundo. El presidente puede ser
reelecto. Dura en su cargo tres años. Su renuncia se debe elevar
a la propia Corte y resuelta por ella.

Por otro lado, es menester destacar que, en virtud del art. 59, el
presidente de la CSJN deberá presidir el senado cuando el
acusado en el juicio político sea el Presidente de la República.

Funcionamiento interno.

La Corte Suprema está integrada por una serie de secretarías


que constituyen su apoyatura institucional y administrativa
fundamental, ya sea para realizar un análisis pormenorizado de
las cuestiones a dirimir, como para proveerla de la asistencia
necesaria para cumplir esos fines. De allí que entre las
dependencias a su cargo se encuentre la Morgue Judicial, la
Secretaría de Investigaciones de Derecho Comparado, la
Biblioteca, el Servicio de Informática, así como de los Cuerpos
de Peritos Calígrafos y Tasadores, entre otros.

La ley orgánica de la Justicia Nacional, 15.271, dispuso facultar


a la CSJN dividirse en salas, pero para los asuntos de
competencia originaria debía actuar en Pleno, pero la CSJN, por
acordada 44/1989, la reputa inconstitucional y nunca puso en
ejercicio lo dispuesto por ley.

Para Bidart Campos, en razón de ser la Corte el órgano judicial


máximo del Poder Judicial y por surgir su competencia de la
propia Constitución, esta división en salas no es posible. Ello
equivaldría a que sus sentencias fueran dictadas por una sala y
no por el tribunal en pleno. De otro modo podría darse lugar a
fallos contradictorios lo cual no es compatible con la función de
órgano máximo e intérprete final de la Constitución que detenta
la Corte.

Las resoluciones de la CSJN se toman siempre en acuerdo de


sus ministros en votos de mayoría y minoría. (2008, recuperado
de https://bit.ly/2KwhswY). 

Autonomía funcional: los poderes de reglamentación y de


administración. 

La Corte, en tanto supremo tribunal del país, tiene facultades


constitucionales como para organizarse internamente, por
medio del dictado de la reglamentación correspondiente. Todo
ello conforme lo preceptúa el artículo 113, de la Constitución
Nacional, al establecer que "La Corte Suprema dictará su
reglamento interior y nombrará a sus empleados".
Este artículo ha sufrido, de hecho, algunas modificaciones
indirectas. Por ejemplo, todo lo referido al aspecto económico y
administrativo –es decir el manejo del presupuesto del Poder
Judicial- se excluye presuntamente a partir de la creación del
Consejo de la Magistratura –art. 114 CN- reservándose la
designación de empleados en su propio y exclusivo ámbito.

Importancia institucional de la Corte Suprema.

La Corte es el órgano supremo y máximo del Poder Judicial. Es


titular de ese poder, como el presidente lo es del Ejecutivo y el
Congreso del legislativo. Pero, como afirma Bidart Campos, que
mientras el Ejecutivo es unipersonal monocrático y el Congreso
es un órgano complejo, la Corte es: a) un órgano colegiado; b) un
órgano en el cual (no obstante la titularidad) no se agota el
Poder Judicial, porque existen otros tribunales inferiores que
juntamente con la Corte lo integran en instancias distintas,
además de órganos que no administran justicia (carecen de
Funciones jurisdiccionales) pero Forman parte del poder judicial
(Consejo de la Magistratura, art. 114 y Jurado de Enjuiciamiento,
art. 115).

La Corte Suprema es tribunal de última instancia en el país, es


decir que sus decisiones están exentas de control de
constitucionalidad por tribunales inferiores, incluso cuando el
derecho provincial discrepa con la constitución asignándole un
papel relevante en el diseño de las políticas estatales juzgando
su constitucionalidad (“Hilandería Olmos”, Fallos 307: 1709;
“Guarda”, Fallo 307:1601) y conciliando las diferencias entre
competencias federales y locales

Es, como hemos dicho, intérprete final de la CN, de los tratados


internacionales y de todo el derecho argentino. Da desarrollo a la
doctrina constitucional con sus sentencias al interpretar, integrar
los vacíos normativos y aplicar la constitución. Además, se ha
erigido como custodia de las garantías constitucionales, y así lo

ha sostenido, entre otros, en el fallo “Pérez de Smith”2 (2008,


recuperado de https://bit.ly/2KwhswY). 

[2] C.S.J.N., “Pérez de Smith”. Fallos 297:338. (1977)

En el marco de su actividad jurisdiccional controla la correcta aplicación del


derecho, especialmente cuando se hace cargo de las sentencias arbitrales
dictadas por tribunales inferiores federales o locales.

Por último, integra el Gobierno de la Nación, en las competencias que le son


propias como cabeza del Poder Judicial Federal -“Venini”, Fallos 286:17
controlando y evitando la supremacía de un poder sobre otro. Es, en
resumen, el órgano que actúa en mayor medida como freno al ejercicio
arbitrario de los demás Poderes.
La discusión de la “cuarta instancia”

Como sabemos, desde la incorporación de la Convención Americana sobre


Derechos Humanos mediante el Pacto de San José de Costa Rica al bloque

de constitucionalidad el (artículo 75, inciso 22)3 y al crearse la Corte


Interamericana de Derechos Humanos (con sede en San José de Costa
Rica), se ha establecido, entre otras cuestiones, que sus sentencias –las que
pueden versar sobre asuntos concernientes a los derechos mencionados por
el Pacto, resueltos incluso por la Corte Suprema- serán definitivos e
inapelables.

[3] Artículo 22. Ley 24430. (15 de diciembre de 1994). Constitución de la Nación Argentina. Honorable Congreso

de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3pU4TMn

Entonces, dicho esto, ¿puede un fallo de la Corte Interamericana dejar sin


efecto una sentencia de nuestra Corte Suprema? 

De aceptarse lisa y llanamente lo propuesto, la Corte Suprema de Justicia de


la Nación, perdería –en la materia de la mencionada Convención- carácter de
Suprema, al existir otra posibilidad de juzgamiento.

Ahora bien, no debemos caer en la confusión que parte de la doctrina ha


sostenido, entendiendo lisa y llanamente los efectos de los fallos de la Corte
Interamericana.
Distingamos brevemente que los fallos de la Corte Interamericana condena
al Estado por incumplimiento de los estándares de la Convención y que estos
fallos son una condena que no implica la revisión procesal de la causa, sino
un mero análisis de cumplimiento de los Derechos Humanos. Así, es una
sentencia que no está conectada procesalmente como cualquier recurso de
apelación, sino que es un proceso separado. En ese sentido, las condenas
suelen ser económicas y están en cabeza del Estado que incumple la
convención.

Esto fue decidido por el diálogo jurisdiccional que se dio en razón del reclamo

de Fontevecchia4, que originó entre otras reparaciones, el pedido de la Corte


Interamericana de revocar una sentencia de la Corte Suprema. La Corte
Suprema sostuvo que revocar dicha sentencia iba en contra de los principios
de derecho público consagrados en el artículo 27 de la Constitución Nacional,
puesto que la misma se encontraba firme y tenía autoridad de cosa juzgada.

[4] CSJN, 14 de febrero de 2017, 368/1998 (34-M)/CS1 Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto s/ informe

sentencia dictada para el caso “Fontevecchia y D ’Amico vs. Argentina” por la Corte Interamericana de Derechos

Humanos.

Estos sucesos trajeron consigo fuertes críticas a la Corte Suprema, que no


vienen al caso exponer, pero que generan un interesante debate en torno a

las competencias de ambos órganos.5 Al respecto, se sugiere consultar el


trabajo de Hitters (2017), llamado “Control de convencionalidad ¿Puede la
Corte Interamericana de Derechos Humanos dejar sin efecto fallos de los
tribunales superiores de los países? (El caso Fontevecchia vs. Argentina)”.
[5] Hitters, J. C. (2017). CONTROL DE CONVENCIONALIDAD ¿Puede la Corte Interamericana de Derechos

Humanos dejar sin efecto fallos de los tribunales superiores de los países? (El caso Fontevecchia vs. Argentina).

Estudios constitucionales, 15(2), 533-568.

Estabilidad, inamovilidad

La adopción del sistema institucional heredado del constitucionalismo


clásico llevó a los constituyentes a pensar una judicatura independiente y
lejana a los asuntos políticos, en pos de defender los principios republicanos.
Así fue que se extendieron sobre los miembros del Poder Judicial las
garantías de inamovilidad e intangibilidad. La primera, para impedir la
remoción de jueces cuando cambiaran los aires políticos, quedando solo las
causales para su remoción en casos de mal ejercicio; la segunda, para que su
dependencia económica no se vea afectada por intereses que pudieran
vulnerar la imparcialidad de sus decisiones. No obstante, la facultad de
designar a los miembros del Poder Judicial se reservaba al Ejecutivo, quien
solo requería de una mayoría agravada del Senado para plasmar su voluntad,
en tanto su remoción, seguía los procedimientos de juicio político.

Llegada la reforma de 1994, la garantía de inamovilidad tuvo algunas


limitaciones en torno a la edad de los magistrados –cuestión que hemos
abordado al estudiar el Caso Fayt- y la forma de designación y remoción de
los jueces del Poder Judicial de la Nación que no fueran los miembros de la
Corte Suprema se convirtió en competencia de un órgano nuevo, creado por
la misma reforma y que abordaremos en la lectura siguiente.
La competencia federal

La competencia federal es la facultad de actuación de los todos los órganos


jurisdiccionales de orden federal (es decir, los juzgados federales y la Corte
Suprema de Justicia de la Nación) en supuestos taxativamente regulados
por la Constitución Nacional en el artículo 116:

Corresponde a la Corte Suprema y a los tribunales inferiores de


la Nación, el conocimiento y decisión de todas las causas que
versen sobre puntos regidos por la Constitución, y por las leyes
de la Nación, con la reserva hecha en el inciso 12 del artículo 75;
y por los tratados con las naciones extranjeras; de las causas
concernientes a embajadores, ministros públicos y cónsules
extranjeros; de las causas de almirantazgo y jurisdicción
marítima; de los asuntos en que la Nación sea parte; de las
causas que se susciten entre dos o más provincias; entre una
provincia y los vecinos de otra; entre los vecinos de diferentes
provincias; y entre una provincia o sus vecinos, contra un Estado

o ciudadano extranjero.6

[6] Artículo 116. Ley 24430. (15 de diciembre de 1994). Constitución de la Nación Argentina.

Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3pU4TMn


 

Sus características son:

  

Es de excepción: las provincias (y también C.A.B.A., con sus


particularidades) deben administrar ordinariamente la justicia
dentro de sus respectivos territorios y la Nación lo hará en los
casos de excepción que surgen de las facultades delegadas por
las provincias al poder central (art. 1º, C.N.), y con las
atribuciones limitadas a casos en determinadas materias, casos
vinculados con determinados sujetos o por hechos realizados en
determinados lugares.

Es expresa:  sólo actúa cuando el caso está expresamente


atribuido al fuero federal por la ley con fundamento en la C.N. Es
decir, una causa no puede ser sustraída de los tribunales
provinciales sino por una ley consecuente con la C.N., y sin que
pueda ser extendida a los casos no señalados.

Es limitativa o restrictiva: las leyes que la prevén no pueden ser


extendidas a casos análogos ni ampliadas por vía de
interpretación.
Es suprema y privativa: las resoluciones dictadas por la justicia
federal no pueden ser revisadas por un tribunal provincial. Sólo
los tribunales federales pueden entender en las causas a ellos
asignadas por las leyes.

Es inalterable: no puede variar por las modificaciones que sufra


la materia o los elementos objetivos o subjetivos del hecho del
proceso. El hecho objeto del juicio fija la competencia
definitivamente en el momento de su comisión, aunque después
pierda su naturaleza federal. (Borinsky, 2016, citado en
Marinello, 2018, p.16).

La competencia de la Corte Suprema

La competencia de la Corte Suprema de la Nación Argentina


puede ser ordinaria o extraordinaria. Cuando entiende en virtud
de su competencia ordinaria, lo hace como tribunal con
jurisdicción plena exclusivamente en algunas causas de
competencia de la justicia federal pudiendo, como cualquier
tribunal, examinar los hechos, la prueba y resolver sobre el
derecho aplicable. En esos casos su actuación puede ser
promovida como tribunal originario, de primera y única instancia,
o como tribunal de apelación, encontrándose en este último
caso limitada su competencia por la materia del recurso y el
modo en que éste ha sido concedido. Por otro lado, cuando la
Corte ejerce competencia extraordinaria, su jurisdicción se
extiende a toda clase de causas en su carácter de guardián final
de la Constitución, pero su competencia se encuentra limitada a
la decisión sobre el derecho aplicable y ello en la medida del
recurso en virtud del cual el asunto llega a su conocimiento. Por
último, como cabeza del Poder Judicial la Corte interviene en los
juicios para decidir cuestiones de competencia y conflictos entre
jueces y tribunales que no tienen un órgano superior jerárquico
común que deba resolverlos y toma intervención que sea
indispensable para evitar una efectiva privación de justicia
(artículo 24, inciso 7°, del decreto-ley 1285/58). (Sabic, 2014,
https://bit.ly/2UZ5u0K).

La competencia “originaria”

Entendemos por competencia originaria a la situación que lleva a tramitar


una causa determinada en los estrados de la CSJN, sin pasar previamente
por otra instancia. La CSJN solamente puede asumir su competencia
originaria y exclusiva sobre una causa en ciertos casos determinados, los
cuales abordaremos a continuación.

El artículo 116 de nuestra Constitución Nacional preceptúa que


corresponde a la Corte Suprema y a los tribunales inferiores de
la Nación, el conocimiento y decisión de todas las causas que
versen sobre puntos regidos por la Constitución, y por las leyes
de la Nación, con la reserva hecha en el inc. 12 del artículo 75; y
por los tratados con las naciones extranjeras; de las causas
concernientes a embajadores, ministros públicos y cónsules
extranjeros; de las causas de almirantazgo y jurisdicción
marítima, de los asuntos en que la Nación sea parte; de las
causas que se susciten entre dos o más provincias; entre una
provincia y los vecinos de otra; entre los vecinos de diferentes
provincias; y entre una provincia o sus vecinos, contra un Estado
o ciudadano extranjero. (Sabic, 2014, https://bit.ly/2UZ5u0K).

Asimismo, el artículo 117 determina que, en todos los asuntos


concernientes a embajadores, ministros y cónsules extranjeros, y
en los que alguna provincia fuese parte, la Corte Suprema
ejercerá la competencia en forma originaria y exclusiva. La
competencia establecida en este artículo tiene carácter taxativo
y no puede ser extendida por persona o poder alguno, esto fue
sostenido por la Corte en el precedente “Sojo” [i], publicado en
Fallos: 32:120, y reiterado en Fallos: 270:78; 285:209; 302:63;
322:1514; 323:1854; 326:3642, entre muchos otros. 

Asimismo, la Corte ha dicho que por provenir la competencia


originaria de la Corte de una norma constitucional de carácter
excepcional que no es susceptible de ampliarse, modificarse, ni
restringirse, una provincia no está legitimada para requerir su
aplicación cuando son sus magistrados los que deben dirimir la
contienda; de lo contrario, sin razón legal suficiente, se excluirá
de la causa a los jueces naturales por la sola voluntad del Poder
Ejecutivo provincial.

En consecuencia, conforme lo dispuesto por la Carta Magna, lo


cual se encuentra receptado en la ley 48 (B.O. 25/08/1863) y
reglamentado por el art. 24 del Decreto-ley 1285/58 (B.O.
4/02/1958 y modo.) la Corte entiende con competencia
originaria y exclusiva en los siguientes supuestos:

I. Todos los asuntos en que una provincia sea parte: 

a) De las causas que versan entre dos o más Provincias, o una


Provincia y el Estado Nacional; 

b) Las causas civiles que versen entre una Provincia y algún


vecino o vecinos de otra o ciudadanos o súbditos extranjeros; 

c) De aquellas que versen entre una Provincia y un Estado


extranjero;

II. De las causas concernientes a Embajadores u otros Ministros


diplomáticos extranjeros, a las personas que compongan la
Legación, a los individuos de su familia, o sirvientes domésticos,
del modo que una Corte de Justicia puede proceder con arreglo
al derecho de gentes.
III. De las causas en que se versen los privilegios y exenciones
de los Cónsules y Vicecónsules extranjeros en su carácter
público. (Sabic, 2014, https://bit.ly/2UZ5u0K).

C O NT I NU A R
LECCIÓN 3 de 3

Referencias

Bidart Campos, G. (2009). Manual de la Constitución reformada. Tomo III.


Buenos Aires, AR: Ediar. 

CSJN. (14 de febrero de 2017). 368/1998 (34-M)/CS1 Ministerio de


Relaciones Exteriores y Culto s/ informe sentencia dictada para el caso
“Fontevecchia y D ’Amico vs. Argentina” por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos

El Altillo. (2008) El Poder Judicial de la Nación. (Bolilla XIII). Recuperado de


https://www.altillo.com/examenes/unl/dereconsti/dereconsti_2008_resume
n13.asp 

Hitters, J. C. (2017). Control de convencionalidad. ¿Puede la Corte


Interamericana de Derechos Humanos dejar sin efecto fallos de los
tribunales superiores de los países? (El caso Fontevecchia vs. Argentina).
Estudios constitucionales, 15(2), 533-568.

Marinello, P. (2018). El Poder Judicial Federal Argentino. Historia, evolución y


perspectiva. Revista de Informação Legislativa RIL Brasília, N° 218, p. 13-31.
Sabic, M. A. (2014). La competencia originaria de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación. Recuperado de
https://tuespaciojuridico.com.ar/tudoctrina/2014/09/09/la-competencia-
originaria-de-la-corte-suprema-de-justicia-de-la-nacion/

Sagüés, N. P. (1999). Elementos de Derecho Constitucional. 3ª edición. Tomo


I. Buenos Aires, AR: Astrea.

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