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vejez?
Por Irene Lebrusán Murillo
Sobre la vejez y las personas mayores de 65 años, como sabemos, existen muchos
prejuicios. Los prejuicios son, como sospechamos, una opinión previa -un juicio
previo al conocimiento profundo de la realidad- por lo general desfavorable. De
manera muy sintética, podríamos decir que todo prejuicio es una actitud
ser valorada por sí misma. Dicho de otro modo, los prejuicios que tenemos hacia
en la que no valoramos las características del individuo (Juan, mi vecino del quinto)
sino las del grupo (ese viejo del quinto) y por supuesto, de las que creemos que
diferenciamos de los otros grupos (los jóvenes versus los viejos, por ejemplo) a los
asumimos automáticamente que todas las personas de ese grupo presentarán esas
categoría grupal, que provocan los prejuicios y los justifican. Es decir, están
decir, de cómo recibimos los estímulos del exterior) y de la representación que nos
percepción, según la que solo percibimos una pequeña parte de la realidad que nos
conclusiones a partir de un hecho que tal vez no tiene mayor trascendencia). Nos
información como recibimos, aunque sea de una forma inexacta y nos lleve a
fijaremos más en el día que Juan está enfadado -aunque sea justificado- para
prejuicios afectan a los demás, pero también a nosotros. Por ejemplo, nos privará
de conocer a Juan, que resulta que es un tipo estupendo y campeón en el juego del
mahjong.
estéticas incluso a riesgo de la salud. Pero también a otras cuestiones que niegan
Según está visión, cambiaríamos a medida que nuestra categoría cambia. Lo que
siquiera en su sentido negativo, sino como creencias que asumimos sobre los
señoras mayores son buenas cocineras, ¿será mi guiso de albóndigas tan bueno
como era el de mi abuela cuando cumpla los 65? Pues debería ir asumiendo que
probablemente no (aquí tengo que decir que mi abuela Pepa era una cocinera
estupenda. El mejor arroz con leche del mundo). Si bien cuando aplicamos estas
creencias a nosotros mismos vemos el absurdo, ¿Por qué al aplicarlos a los demás
nos parece lógico? La respuesta nos llevaría a pensar en el sesgo con el que
interpretamos la realidad que nos rodea, y que dificulta tanto que acabemos con lo
ilógico de los prejuicios. El problema para acabar con los estereotipos y prejuicios
es que éstos hacen que tendamos a fijarnos solo en aquellas acciones que son
coherentes con nuestro idea previa, mientras que prestamos menor atención (o
lo validan.
la sonrisa de Juan, el vecino del quinto (esperemos que tenga ascensor ese edificio,
por cierto). Incluso, llegamos a utilizar explicaciones del tipo “pero esa es la
excepción que confirma la regla”. O decimos barbaridades, a veces sin querer, como
“los de tu grupo son así, pero tú no, tú eres diferente”. Tendemos a reforzar la
Nos pasa a todos y nos pasa todo el tiempo. Lo importante es ser conscientes de