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MÁSTER UNIVERSITARIO EN EL

MUNDO CLÁSICO Y SU PROYECCIÓN EN LA CULTURA OCCIDENTAL

EL LEGADO DE LA POESÍA

TAREA 6
RELACIONES FORMALES, DE CONTENIDO, GRADO DE SEMEJANZA Y RELACIONES
DE DEPENDENCIA ENTRE LOS POEMAS DE SAFO, ALCEO, ANACREONTE, LAS ODAS
DE HORACIO, CARMINA DE CATULO, LESBOS DE BAUDELAIRE, GIACOMO DE
LEOPARDI Y GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA

ALUMNA: NAIARA DÍAZ-GUERRA CASTILLO


PROFESOR: DRA. ROSARIO LÓPEZ GREGORIS
CURSO 2021-22
MÁSTER EN EL MUNDO CLÁSICO Y SU PROYECCIÓN EN LA CULTURA OCCIDENTAL

Las composiciones tratadas en este trabajo pertenecen al género de la poesía lírica,


concretamente al de la lírica monódica. Esta poesía era cantada y, al contrario que en la lírica coral,
era una persona la que cantaba frente a un coro. No obstante, originariamente era el propio autor el
que se dedicaba a cantar sus composiciones. Como poesía cantada, estaba acompañada de un
instrumento, el βάρβιτον. Mientras que el nacimiento de la lírica se da en Jonia entre los siglos VIII y
VI a.C, con la monodia nos situamos ya en el s. VI en las islas del Egeo. La monodia presenta una
dimensión musical mucho más marcada que la del yambo y la elegía, es decir, más elaborada, además
de que tiene una gran variedad de metros. Aparte de esto, hay que decir que, teniendo en cuenta que
los romanos tomaron como modelo a los griegos en muchos aspectos literarios, en este caso no fue
menos, ya que adquirieron la lírica griega con los mismos aspectos formales.

La temática de la lírica monódica resulta ser intimista, pues está estrechamente relacionada
con la aristocracia. Con ella se tratan temas de amor, se hace alusión al mundo de las mujeres, al
simposio, así como al vino. Los poemas que pertenecen a esta poesía están escritos en dialecto eolio.
Esta poesía tiene como principales representantes a Safo, Alceo y Anacreonte, tres poetas cuya
producción literaria se conserva de forma fragmentaria. Safo y Alceo son casi coetáneos, ya que ambos
vivieron en Lesbos, lugar en el que se cultivó una cultura refinada y donde, al modo griego se unió
una elegancia oriental y unos prestigios exóticos. Asimismo, se llegó a considerar que Safo dirigiera
un círculo de muchachas ‒un Tyaso, es decir, un culto religioso vinculado, en este caso, a Afrodita‒,
donde no solo podían aprender no solo aspectos relacionados con la música, la poesía y la filosofía,
sino que eran educadas para el matrimonio. Esta es conocida por sus epitalamios, es decir, cantos de
boda con motivos populares y tradicionales, caracterizados por su carácter dramático-imitativo, y por
sus plegarias, como es el caso del himno a Afrodita.

El carácter y la poesía melancólica, refinada y de una exquisita sensibilidad femenina


contrasta con Alceo, poeta de carácter ardiente y belicoso, que aparece inmerso en diferentes intrigas
políticas, siendo posteriormente desterrado. Este se inspira, además, en la épica y en autores como el
yambógrafo Arquíloco o el elegíaco Solón, aunque conservando un tono propio, realista y vivaz. En
su poesía destaca la incitación al carpe diem, la alusión a la nave de estado y la incitación a la bebida.

En los poemas de Safo se ven continuas alusiones a mujeres, donde además habla del amor y
del desamor con ellas (como cuando dice en un poema “ya no volveré a ti…ya nunca más volveré”),
por lo que entonces se entiende que el círculo de muchachas que dirigía resultó ser fundamental para
la composición de sus poemas. Alceo, por su parte, era conocido por luchar por sus ideales, algo que
queda reflejado a la perfección en sus composiciones, que, al contrario que las de Safo, son
generalmente de contenido político. También escribe sobre el exilio, dirigiéndose en numerosas
ocasiones a los dioses como suplicante. No obstante, aunque se esfuerza en escribir sobre sus
contiendas políticas, también hay poemas en los hace alusión al vino, a la embriaguez o a aspectos de
la naturaleza. El tercer lírico por excelencia, Anacreonte, hace notar en sus poemas un ambiente alegre,
lleno de vida, marcado por la presencia del simposio y en general las diferentes celebraciones que se

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hacían. Con respecto a la métrica, mientras que Safo introdujo la estrofa sáfica y Alceo la estrofa
alcaica, este último utilizó el gliconio y el ferecracio.

Por otro lado, en Roma sobresalen autores líricos como Catulo y Horacio. Hay que destacar,
en primer lugar, que los romanos quisieron apartarse por completo de las diferentes rivalidades
políticas de la época para dedicarse de lleno a la expresión de sentimientos y plasmación de sus
pasiones. En el s. I a.C surge la corriente de los poetae novi, a la que pertenece Catulo. Este grupo de
poetas se inspira en la poesía alejandrina, por lo que hacen poemas breves, cuidados, mediante los que
buscan la belleza formal a través de diversos recursos. La poesía de Catulo, así como su vida, estuvo
marcada por la relación que mantuvo con Lesbia (Clodia), a la que dedica gran parte de sus carmina.
Su obra está compuesta por 116 poemas, clasificados según su contenido, métrica, etc. El primer libro
comprende desde el carmen 1 hasta el 60. Estos poemas son conocidos como nugae, que dota a estas
composiciones de un carácter meramente lúdico. En este libro se incluye el Odi et Amo, así como la
traducción del poema 31 de Safo. Esta no es más que una adaptación que hace Catulo dándole su toque
personal. A esto hay que añadir que incluso el nombre que Catulo le da a su amada, Lesbia, es un
homenaje a Safo y a cómo esta entendía el amor. El segundo libro, que comprende desde el carmen
61 al 68, es el de los epilios, un libro con mucha más erudición, con poemas más extensos y cuidados.
En este destacan el carmen 61 y 62, el primero de ellos un epitalamio que en honor a Manlio Torcuato
y Julia Aurunculeva, y el segundo un epitalamio que no se dedica a nadie en particular. En este, al
igual que en el anterior, aparecen tópoi propios del género epitalámico, ‒y de la tradición griega, como
se ve en Safo‒ como la invocación al dios Himeneo (dios de las bodas), la referencia a la deductio
romana, así como al banquete de bodas, el enfrentamiento de los jóvenes… También se observa un
estilo propiamente latino, notable en el uso de diminutivos o expresiones toscas.

Horacio, por su parte, es de época augústea y es oriundo de Venusia. Como miembro del
círculo de Mecenas es considerado, además, el mayor poeta lírico. Con él surge la lírica latina como
género literario. Sus Odas están formadas por unos 103 carmina y, aunque toma como modelo la
poesía helenística y más concretamente sus versos polimétricos, lo cierto es que sus poemas parten de
los modelos eolios, incluso de una forma más marcada que en Catulo. Particularmente le sirvieron
como modelo los himnos monódicos de Alceo, esos himnos dedicados a los dioses, en los que además
hacía diferentes súplicas, sobre todo para las Odas de su primer libro. En la Oda 10 el poeta se esfuerza
en alabar las excelencias de Hermes-Mercurio, como dios civilizador, fundador de la elocuencia y de
la gimnástica, además de mensajero de los dioses. La Oda 14 es un ejemplo de alegoría producido por
el uso reiterativo de la metáfora de la nave del estado ‒mencionada ya por Alceo‒. La Oda 18 es un
elogio a la vid y al vino, así como una advertencia sobre su exceso. La 32, por su parte, es un himno a
la lira, instrumento que propicia el nombre del género al que pertenecen estas Odas. El contenido de
este autor es variado y está cargado de reflexiones filosóficas, tramas mitológicas, dedicatorias a
amigos, actualidad política, etc. Este busca la perfección formal de cada verso, sin olvidar el elemento
musical, rasgo que toma de la lírica griega arcaica.

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La lírica monódica arcaica va perdiendo fuerza con el tiempo, hasta que en la Edad Moderna,
con los ecos catulianos, vuelve a entrar en una época de pleno apogeo, como se puede observar en los
himeneos de los siglos XVII y XVIII, que aparecen repletos de mensajes políticos y patrióticos. Sin
embargo, no es hasta el s. XIX cuando se empezará a sacar verdaderamente provecho a la monodia
griega, principalmente a través de la obra traducida de Safo y de la imagen de la artista o mejor dicho,
a través de su reconstrucción legendaria trágico-amorosa. En este sentido, Giacomo Leopardi (1798-
1837) hace ver en su Último canto a Safo (1822) una versión de la vida de Safo un tanto peculiar. La
describe como a una joven fea y de gran espíritu, enamorada a su vez de un joven bello, pero de alma
impía, que no le corresponde. Este canto representa, de entre otras cosas, el anhelo del amor, así como
la infelicidad de un alma sensible y delicada como es la de Safo. En el año 1842, la poetisa Gertrudis
Gómez de Avellaneda (1814-1873), tomando como modelo e inspiración el fragmento 31, escribe una
versión conocida como Soneto, imitando una oda de Safo. Uno de los objetivos de este poema es poner
de relieve la presencia de la mujer en la literatura hispánica. Es, sin duda, un ejemplo claro de
romanticismo. En él se aprecia una clara combinación de elementos de la literatura clásica de Safo con
el romanticismo del siglo XIX. De hecho, este soneto presenta una estructura parecida a la de la obra
de Safo, ya que, en ambos casos se presenta a una mujer celosa por otra mujer que se encuentra con
su amante. Safo se convierte en el ejemplo perfecto de mujer escritora, hasta el punto de que Gertrudis
es conocida en numerosas ocasiones como Doña Safo. Hay multitud de obras en las que se relaciona
a Safo con el tipo de amor conocido como lésbico, obras que alcanzaron una calidad literaria
inigualable. Un ejemplo de ello lo tenemos en el poema Lesbos de Charles Baudelaire (1821-1867),
incluido en su edición póstuma de 1868. Lesbos es un poema dotado de cierta sensualidad femenina,
que resulta ser también bastante transgresor, ya que en él se relaciona el suicidio de Safo con la traición
al amor lésbico, cargado de grandes dosis de patetismo, que en este caso el autor explota a través del
topos trágico del suicidio del buen artista. Todos estos ejemplos son una muestra del gran legado que
dejó la lírica griega arcaica en la literatura posterior, llegando a estar presente en numerosos siglos y
autores.

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