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Horacio

Introducción

Horacio representa la madurez plena en el arte poético de Roma por dos motivos: el
primero es la obra que nos llegó; y el segundo es la reflexión consciente y pausada
que sobre la creación poética se contiene en esa misma obra.
Él se presenta en su obra como modelo y crítico. Nada de lo que hay en su poesía es
fruto del azar. Su poesía exige una lectura meditada y cuidadosa. Toda su obra es una
fuente inagotable de inspiraciones.
No existe una diferencia absoluta entre las composiciones escritas en hexámetros
(Sermones y Epístolas) y en las escritas en los llamados metros líricos (Epodos y Odas).

Biografía

Horacio nació en Venusia entre el 65-68 a. C., y murió sobre el 8 a.C.


Era hijo de un liberto. Su padre, a pesar de ser pobre, invirtió mucho en la educación
de su hijo. Horacio inició sus estudios en Roma y más tarde, se trasladó a Atenas para
estudiar filosofía en la Academia, lugar donde se empapó del pensamiento
epicureísta.
Tras el asesinato de Julio César, fue acogido por Bruto, el cual lo nombró tribuno militar
de su ejército. Después de ser derrotado en la batalla de Filipos, Horacio volvió a
Roma.
Trabajó como escribano de cuestor, puesto que le permitía practicar su arte poético.
Con el tiempo, Horacio fue ganando el respeto y la admiración de los círculos literarios,
al que pertenecía Virgilio. Virgilio le presentó a Mecenas, amigo y consejero de César
Augusto, el cual emperador le ofreció su protección. Horacio, a pesar de ganarse a los
personajes más influyentes de la época, no sentía admiración por ellos, y prefería
seguir una vida epicureísta.
Mecenas llegó a convertirse en su protector y amigo personal, y le regaló a Horacio
una finca en Tíber, donde el poeta se retiró a redactar sus obras. Tan grande fue su
amistad que incluso fueron enterrados juntos.

Estilo

En toda la obra de Horacio se nota una gran influencia griega. El lenguaje que utiliza
es adaptado según el tema que trata: debe ser un reflejo del estado de ánimo y de la
condición de la persona que habla.
En un comienzo sus obras están influenciadas por el epicureísmo. Sus epodos están
influenciados por la poesía yámbica griega (sobre todo la de Calímaco), que se refleja
en los neotéricos y en el especial en Catulo. Se podría decir que Horacio desarrolla y
culmina el proceso que comenzó en Catulo.
En cuanto al ritmo y a los metros, Horacio se ve muy influenciado por Arquíloco. Se
presenta la dualidad: agresivo y tierno.
La más notable característica del estilo de Horacio es la concordancia perfecta entre
el pensamiento y la expresión. Tiene una idea muy elevada del poeta como educador
e intérprete de los sentimientos civiles y religiosos. Por eso la poesía no es para él una
distracción de sus ratos de ocio, sino una exigencia continua de perfección. Ningún
poeta latino le iguala en el labor limae (obsesión por la perfección formal). En sus
versos no falta ni sobra nada.
La armoniosa estructura de sus composiciones, la maestría en el manejo de las distintas
estrofas, el cuidado y el acierto al poner siempre la palabra exacta en el lugar exacto,
la vivacidad de sus imágenes, hacen de él el más perfecto modelo poético de
clasicidad.

Obra

Sus obras forman dos grupos cronológicamente separados:


 Sermones y Epodos → Compuestos entre el 41 y el 30 a. C. Existe una
correspondencia de intención y tono bien perceptible: los Sermones, también
conocidos como Sátiras, no están lejos de la agresividad, la burla y la invectiva
que animan en buena medida los Epodos.

 Epístolas y Odas → Compuestas entre el 23 y el 13 a. C. Se refleja una madurez


creativa y una sabiduría vital común a ambas obras.

Las cuatro obras están impulsadas por un espíritu innovador que las hace originales en
el más amplio sentido que en la Antigüedad puede conferirse a ese adjetivo. Y así las
cuatro son, en sus respectivos géneros, al mismo tiempo principio y culminación dentro
del propio poeta.
Los Epodos, a decir verdad, solo de un modo anacrónico pueden ser considerados
como poesía lírica. No lo son. Pues la poesía lírica, en la Grecia arcaica, requería
acompañamiento musical con una lira o una cítara. Si se consideran poesía lírica es
por aplicación indebida del concepto actual.
Por tanto, los Epodos responden a una tradición poética que se remonta a la poesía
yámbica de la Grecia arcaica, poesía popular y festiva, donde la libertad de palabra,
la temática sexual y la sátira eran usuales.

Los Epodos

Cuando Horacio inició la composición de los Epodos, lo hacía a sabiendas de que


comenzaba un camino apenas conocido en la poesía latina, e incluso cabe decir que
con la voluntad de innovar o modificar lo que ya se había hecho.
Horacio aceptaba la herencia neotérica, con Catulo al frente, en lo que suponía de
exigencia formal, composiciones breves, métrica y temáticas variadas.
Horacio se muestra perfeccionista y abierto, tanto como su predecesor. En su obra
conviven los temas públicos con los privados y el amor con los insultos, o el ritmo
yámbico con el dactílico.
Pero, por otro lado, esta poesía de Horacio se diferenciaba en muchos aspectos de la
de Catulo, aunque no la despreciaba. Horacio prescinde del dístico elegíaco, y su
obra no se aprecia el amor apasionado por una mujer concreta ni el odio personal
como motor principal de la creación poética.
El sentimiento patriótico que aparece en su obra es muy fuerte, y esta característica
será un signo distintivo que preludia buena parte de la poesía augustea.
Al igual que Catulo sentía gran admiración por algún poeta griego arcaico, como
Safo, Horacio sentía admiración por Arquíloco de Paros, el cual influyó en los ritmos y
en los metros de sus Epodos. En él destaca la dualidad: agresivo y tierno. El modelo de
Arquíloco dominaba en buena medida las actitudes vitales, libertarias y radicales,
violentas y apasionadas de los jóvenes.
Los personajes que son ridiculizados por Horacio, son con frecuencia son anónimos.
Horacio critica más la actitud y el comportamiento de los personajes que los
personajes en sí.
Los Epodos de Horacio son muchos más avanzados que los Yambos de Calímaco y las
Sátiras de Lucilio. Por lo que podríamos asegurar que Horacio tenía el deseo de emular
y superar la tradición poética de los neotéricos y de Catulo en particular.
Los Epodos se clasifican cronológicamente:
a) Epodo nº 13 → 42 a. C. Compuesto en el campamento de Bruto.
b) Epodos nº 16, 7, 4 → 40 – 36 a. C. El epodo nº 16 se relaciona con la bucólica 4
de Virgilio. Ambas tratan la misma temática, pero Horacio muestra una versión
pesimista frente a la optimista de Virgilio.
c) Epodos nº 1, 9 → 31 a. C. Trata sobre la Guerra contra Egipto y la toma de
Alejandría.
d) El resto de los epodos se compusieron entre 42-30 a.C.
La métrica es otro elemento que ayuda a diferenciar las dos colecciones en que
subdividimos los Epodos.
Del 1 al 8 la primera colección y del 9 al 17 la segunda colección.
Aunque no están ordenadas por temáticas, sí que tienen relación en cuantos a temas.
1 y 9 hablan sobre la grandeza de Roma.
8 y 17 críticas contra personas públicas.
5 y 12 críticas contra personas (privado).
7 y 16 trata cuestiones públicas.
El resto de los epodos usan temática libre.
La primera colección se asimila a Catulo y en la segunda colección en cada epodo
isa un ritmo diferente.
Las Odas

Horacio tenía un cierto interés en abrirse al mundo circundante, lo que provocó la


transición de sus Epodos hacia la poesía de las Odas, mucho más acordes a su
serenidad y madurez con la temperatura social del siglo de Augusto que los poemas
de la época de las guerras civiles.
Esto, y el sano orgullo de ser el primer poeta latino en adaptar el género lírico griego
fueron los motivos que condujeron a Horaco hacia un nuevo tipo de poesía.
La ruptura no es radical, pues, en las Odas se vuelve a tratar los temas de la poesía
anterior; lo nuevo es el tono y la intención.
La “rabia” de Arquíloco y sus yambos son sustituidos por la musicalidad de la métrica
eólica.
Una de las características más notables de las Odas es su extraordinaria variedad
temática, pareja a la variedad métrica. Dota a la lengua de Roma un nuevo género
poético y polivalente.
Se dice que toda esta poesía de Horacio es una retractatio, es decir, una
reelaboración de sus primeros impulsos creativos.
Los temas oscilan entre la reflexión interior, las posiciones filosóficas del estoicismo y del
epicureísmo, y la atenta mirada a la vida pública, en la cual Horacio a través de su
arte busca o sueña un mundo mejor. También trata los temas de amor y muerte, júbilo
y tristeza, de cantos a los amigos y a los dioses, de invitaciones a las fiestas y elogios del
vino, a la vez que celebraciones de triunfos o consideraciones profundas en torno a la
grandeza de Roma.
El tono va a seguir siendo en general agridulce, pues el destino inexorable se templa
con el deleite pasajero, y se intuye que la gloria de la obra inmortal no puede ser
gozada por su creador, es decir, que el poeta no puede disfrutar de la gloria de su
obra.
En las Odas hay poesía subjetiva y objetiva, poesía en la que se usa un tono elevado y
grandioso. Y en algunas de sus odas se reconoce el epigrama, donde Horacio
introduce abundantes elementos míticos que ilustran y se contraponen a la realidad
cotidiana.
A Horacio se le atribuye 4 libros de Odas, compuestas tras los Epodos.
Los libros de odas no parecen presentar una estructuración interna basada en la
diversidad temática ni en la variedad rítmica. No es fácil fijar los límites cronológicos de
los cuatro libros, pero según la biografía escrita por Suetonio, los tres primeros libros se
publicaron bastante antes que el cuarto.
Los tres primeros libros fueron escritos entre el 30 – 24 a. C. → Alcanzaron un escaso
éxito entre el público. No es de extrañar dado su altísimo nivel poético. Augusto sí que
apreció su arte, por eso le confió con ocasión de los Ludi Tarentini, la composición de
los Carmen Saeculare, himno solemne y grandioso en honor de los dioses de Roma.
Horacio por fin alcanzó la gloria suprema entre sus contemporáneos.
Después del éxito que tuvo con los cantos seculares, Horacio escribió su cuarto libro de
odas → 17-13 a.C. En estas odas predominan la autosatisfacción y el júbilo por los
triunfos de la familia del emperador.
Las Sátiras y las Epístolas

Pertenecen respectivamente a las etapas más temprana y más tardía de la carrera de


Horacio. Las dos obras están escritas en hexámetros, y en el estilo del sermo, un nivel
artístico cercano a la prosa. Ambas obras tienen en común el desarrollo de los
argumentos de argumentos morales, que el poeta ilustra con ejemplos, anécdotas y
fábulas. Le oímos hablar en primera persona, bien como portavoz de la censura o la
sabiduría filosófico-moral, bien para referirse a su vida o a su obra.

Las Sátiras

Esta obra se compone de dos libros publicados respectivamente en el 35 y en el 30 a.


C. Es muy probable que Horacio las publicara con el nombre de Sermones. El título de
Sermones era el más utilizado por el poeta para referirse a su obra satírica.
Horacio siguió a Lucilio en muchos aspectos, pero le hizo pocas concesiones en el
terreno de la invectiva.
Sermo es “conversación” y sus poemas se desarrollan con la aparente casualidad de
la misma. La soltura del sermo pasa con facilidad de un tema a otro.

Libro I

Está compuesto por 10 poemas que circularon primero sueltos. No hay un esquema
rígido que permitiera la ordenación de los poemas, pues la variedad de la
característica del género de la sátira y la soltura del sermo la excluían de este
esquema. Hay cuatro grupos:
1ª grupo → engloba las tres primeras sátiras. Estas tienen en común la temática moral.
En la 1 se critica el descontento con la propia suerte y la avaricia; en 2 se trata el
problema de adulterio y la satisfacción sexual; y en 3 aborda la tolerancia con las
faltas de los amigos y ataca el rigorismo estoico.
2º grupo → engloba las sátiras 4, 5 y 6. La 4 es una sátira programática, además se
consagra al autoperfeccionamiento moral y a la corrección recíproca entre amigos.
Enlazando así con el tema de la amicitia de la sátira 3. También presenta argumentos
autobiográficos que continuarán en las sátiras 5 y 6.
3º grupo → engloba las sátiras 7, 8 y 9. Las tres comparten su carácter narrativo y en
todas ellas se cuenta una anécdota divertida. En 7 no es posible distinguir una crítica
moral; en 8 hay crítica social; en 9 hay una crítica moral y estética.
4º grupo → la sátira 10 es el epílogo programático, donde Horacio expone la definición
de la sátira.
Vemos que la organización triádica no es rígida, porque el poeta no se limita a un
único modelo temático y formal, sino que incorpora novedades y síntesis. Horacio,
aunque mantiene los temas propios de la ética filosófico-popular, no se adhiere a la
doctrina de ninguna escuela. De todos modos, la filosofía por la que muestra mayor
inclinación en las sátiras es el epicureísmo. Horacio rechazaba el dogmatismo de los
estoicos y la agresividad.
Horacio pretendía aplicar a la sátira las exigencias artísticas de su propio tiempo. El
sermo tenía además la ventaja de que le permitía mantener la informalidad del
género, sin renunciar a los rasgos nuevos.
En esta sátira, aunque Horacio evoca a Lucilio como modelo, le critica por su estilo
descuidado, consecuencia de su excesiva productividad. Esta es la única crítica
explícita que le hace de su predecesor, al que alaba por su humor. Y frente a la
agresividad yámbica que había tenido un espacio considerable en la sátira luciliana,
Horacio opta por una forma de ataque satírico más tolerante e irónico. La obra de
Horacio es menos agresiva porque sus blancos han dejado de ser públicos. La sátira
política y la personal también quedarán excluidas, pues le interesan más los vicios que
los individuos que la encarnan.
En la sátira caben distintos tonos, y la censura satírica será más efectiva con humor. El
libro I es más fresco que el libro II, pues la exposición polémica de su proyecto le da
esa frescura que el libro II no tiene.

Libro II

Está compuesto por 8 poemas. Este libro fue concebido para publicarlo.
La primera novedad que se observa en este libro es que la mayoría de las sátiras son
dialogadas. Hay una pérdida del sermo. La temática moral se desarrolla mucho más y
lo hace al margen de la autobiografía.
La ética moral de las escuelas tiene más peso en el libro II.
Así pues, podemos concluir que el libro segundo es un libro irregular, menos brillante y
sostenido que el primero. Además, en él se pierde bastante la impresión del sermo en
desarrollo, siempre guiado por la batuta del satírico, una impresión que se recuperará
bajo una forma nueva en Epístolas.

Las Epístolas

También esta obra consta de dos libros bastantes diferentes por su carácter y
composición. El I, fue publicado por el poeta en el año 20 a. C. y está compuesto por
20 poemas. En el segundo fueron agrupadas después de la muerte del poeta dos
epístolas largas y el Ars Poetica.
Horacio vuelve a usar el sermo hexamétrico en las Epístolas, donde recupera también
el discurso moral. El tono es más íntimo y personal. El nuevo marco favorece la reflexión
sosegada en la que se invita entrar al destinatario, el cual es un amigo. El poeta ya no
transmite la verdad moral a través de la crítica, sino que expone su búsqueda y sus
preceptos morales desde un punto de vista positivo. Con el abandono de la censura y
la polémica desaparece también la agresividad satírica y disminuye la presencia de
los recursos humorísticos que la paliaban. Ocupan ahora el primer plano la reflexión
filosófico-moral y la intención didáctica.
Estos rasgos específicos de las Epístolas nos permiten hablar de un género distinto a la
vez que nuevo y original.
Se han buscado antecedentes para la epístola horaciana tanto en las cartas en prosa
de los filósofos a sus discípulos como en algunas cartas en verso de Catulo y Lucilio. Las
epístolas horacianas están escritas en verso, y muestran agilidad, viveza y sutileza con
las que desarrolla los argumentos éticos. Horacio les dio una autonomía a las epístolas
que ni Catulo ni Lucilio le dieron.

Libro I

Se publicó en el año 20 a. C. y está compuesto por 20 cartas. Estas no fueron escritas


para cumplir una función social práctica. Son cartas abiertas a los lectores, y eran
concebidas desde un principio como poemas.
El libro puede ordenarse en:
 Según el destinatario → 1 y 19 dirigidas a Mecenas, etc.

 Según la temática → 12, 13 y 14 tienen como destinatarios a hombres que en


diversas formas dependen de otros, etc.

 Según el tono → Discusión moral seria (como 1, 2; 6, 7), se combinan con


epístolas de carácter más personal (como 3, 4, 5) o con un tono más ligero
(como 8, 9).

La organización del libro, por tanto, es cuidadosa, pero compleja. Además, hay
algunos temas que se repiten y entrelazan a lo largo de todo el libro.
Estos temas se vislumbran ya en la primera epístola, que podemos considerar
programática. Horacio, frente al deseo de su poderoso amigo y protector (1-3),
defiende su decisión de dejar la poesía (10) y dedicarse a la búsqueda de la verdad
(11). El poeta quiere retirarse de y entregarse por completo a la reflexión filosófica; no
sigue a ninguna escuela (14).
Luego viene una serie de epístolas que tratan sobre diferentes escuelas filosóficas.
Cartas inspiradas por la filosofía epicúrea (4, 5), por la estoica (16), y por el hedonismo
(15).
Alcanzar la “autárkeia” (poder absoluto) era muy difícil en un mundo como el romano,
en el que la participación en la vida social y política pasaba por las relaciones de
amicitia. Él ve que no es capaz de alcanzar la autosuficiencia.
El poeta se muestra dispuesto a devolverle a Mecenas sus regalos con tal de mantener
la libertad. Todo esto se lo dice con tacto y prudencia, sin dejar de expresarle su
agradecimiento.
El poeta quiere abandonar la poesía (1, 10) pero esta afirmación no hay que tomarla
al pie de la letra, pues, en la carta siguiente (2) recuerda cómo de los poetas se
pueden sacar enseñanzas éticas incluso mejor que de los filósofos, poco cuidadosos
con el estilo.
Horacio intenta persuadir a sus corresponsales para que se involucren en la búsqueda
de la filosofía emprendida por él. Horacio no deja de lado sus preocupaciones
estéticas.
En su epístola 3 podemos leer sus consejos de poeta experimentado dirigidos a los
jóvenes poetas, defendiendo que sus actividades poéticas deben de estar basadas
en los estudios de los modelos griegos y en una imitación creadora llena de
originalidad. Horacio mantiene todavía la fe en la inmortalidad de su obra.

Libro II

Los poemas fueron recogidos después de la muerte de Horacio. Encontramos dos


cartas largas dirigidas a Augusto (1) y a Floro (2) y la que originalmente pudo llamarse
Epistula ad Pisones, pero a la que ya Quintiliano se refería como ars poetica.
La más antigua de las tres es la carta a Floro (19 a. C.), que es también la más
personal. En ella Horacio vuelve a explicar las razones por las que ha dejado la poesía
para dedicarse a la búsqueda filosófica.
En el último pasaje señalado de la carta a Floro recoge Horacio los principios básicos
que han regido su tarea poética. Estos mismos principios siguen estando en la carta de
Augusto, y en el Ars.
En la carta a Augusto el poeta trata sobre la poesía y su utilidad pública. Augusto
pretendía ampliar sus bases sociales utilizando la literatura como vehículo de
propaganda de los valores morales y religiosos destinados a garantizar la estabilidad
del régimen. Por esto estaba empeñado en crear un teatro nacional romano, ya que
los géneros dramáticos son los que de un modo más directo y eficaz pueden influir en
las masas. En Roma solo los poetas arcaicos gozaban de gran consideración, pero los
poetas modernos no. Horacio toma partido por estos últimos y le aconseja a Augusto
que preste atención a la literatura destinada a la lectura. Los autores dramáticos,
especialmente los cómicos, se dejan arrastrar por los gustos plebeyos y eso da lugar a
la degradación artística. Al final de esta carta Horacio critica tanto a los poetas
arcaicos como al teatro popular. Continuará con este tema en el Ars.
El poeta vuelve a dedicar gran parte de la crítica a los géneros dramáticos en el Ars.
Horacio decide aportar su contribución teórica al debate sobre el renacimiento del
teatro y sus preceptos literarios generales tanto para la comedia como para la
tragedia:
 La obra poética debe tener coherencia y unidad.
 La coherencia de caracteres del principio al fin de la obra.
 La necesidad de evitar la aparición en escena de acciones truculentas
 La regla de los 5 actos y la función del coro
 Dedicar bastante espacio a la música, al drama satírico y a la métrica
dramática.
 Recomienda repasar la historia del teatro griego y no abandonar nunca el
estudio de los ejemplos griegos. Y sobre todo recomienda hacer el drama y la
comedia de tema romano con la dedicación y la labor limae que requieren
para ser auténticas obras de arte.
El Ars poetica no es un tratado sistemático de poética, sino un sermo sobre este tema,
de ahí el carácter irregular de sus desarrollos y la falta de nitidez de sus partes. Este
perfeccionamiento técnico hablado anteriormente corresponde al clasicismo de la
literatura de la época.

Metro y estilo del “sermo” horaciano

El estilo medio del sermo es común a Sátiras y Epístolas, aunque hay diferencias
apreciables entre ambas obras también en este aspecto.
En Sátiras Horacio sigue a Lucilio en el empleo de una lengua inspirada en el uso
cotidiano. Incorpora diminutivos y términos populares sin evitar a veces los obscenos;
elimina sus registros más vulgares y plebeyos. El estilo llano de Horacio está más
próximo al de Terencio que al de Lucilio. De todas formas, su estilo es más elegante,
pues el hexámetro inevitablemente estiliza el sermo real.
En Epístolas el sermo se vuelve más suave y uniforme tanto en lo que se refiere al estilo
como en lo que se refiere al metro. El poeta sigue inspirándose en la lengua hablada
de la ciudad, pero ni hay rastro de obscenidad, ni encontramos la riqueza estilística
que tenía la sátira. El estilo se eleva en virtud de la seriedad de la exhortación moral o
de la importancia del personaje a quien va dirigida la epístola, pero se trata de casos
puntuales.

Fortuna

Para los antiguos Horacio fue sin discusión un clásico que entró pronto en las escuelas.
En lo que se refiere a la sátira el testimonio de Quintiliano pone de relieve su
preeminencia y clasicismo. Es evidente que logró lo que se proponía. A lo largo de
toda la Antigüedad no ha dejado de ser leído y citado.
En tiempos posteriores las obras de Horacio han sido traducidas e imitadas según los
intereses de cada época. Naturalmente su éxito ha sido mayor en las épocas de
predominio del clasicismo. La edad Media no entendió la concentración expresiva de
las Odas y prestó atención solo a las Sátiras, aunque solo a pasajes sueltos.
Fue el Renacimiento el que entendió por fin e imitó con fruición las Odas, las Sátiras, y
Epístolas horacianas. Las grandes tradiciones de sátira de las literaturas europeas
arrancan de ahí.
En España, en cambio, fueron las Epístolas las primeras en dar fruto. La Epístola a
Boscán de Garcilaso, que responde al tipo horaciano más ligero y personal; Epístola
Moral a Fabio de Fernández de Andrada, que pertenece al género filosófico-moral.
También destacan Aldana, los Argensola y Lope de Vega que escribieron sátiras de
inspiración horaciana.
El Ars Poetica fue también emulada tempranamente en castellano por Juan de la
Cueva en su Ejemplar Poético.
En el siglo XVIII destacan los sermones. La Poética de Luzán es un ejemplo de ello.
El siglo XIX fue poco receptivo con Horacio, pues con el Romanticismo no solo se dejó
de apreciar la poesía de las Odas, sino que también la doctrina clasicista del Ars se vio
rechazada.
En el siglo XX ha habido muchos poetas influenciados por Horacio. Se insistió mucho en
los aspectos filosóficos-morales de los sermones horacianos.

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