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Trovadores
El deseo de manifestar los sentimientos y de relatar los sucesos más destacados en canciones es un impulso
universal que han experimentado todos los pueblos en todas las épocas. En las literaturas vernáculas el verso
nació antes que la prosa. Dado que poca gente sabía leer y escribir (y quien sabía lo hacía en latín), los textos
literarios se transmitían casi exclusivamente en forma oral. Dentro de esta tradición oral se prefería el verso,
que era más fácil de memorizar y podía ir acompañado de música.
Anonimia y tradicionalidad
Por su propia naturaleza, la poesía oral era y es anónima. Esto no significa que los poemas o canciones
carezcan de autor, ya que en el origen de toda composición hay un creador individual.
Pero cuando un poema es cantado o recitado por las gentes, éstas comienzan a considerarlo de su propiedad y
se transforma así en una pieza tradicional. Por otra parte, la transformación oral favorece que una
composición sea interpretada de distinta manera por individuos diferentes.
Esto hace que puedan existir múltiples versiones de una canción lírica (o también de un romance).
Juglares acompañándose con instrumentos musicales, según una miniatura de las Cantigas de Alfonso X el
Sabio (Biblioteca del Monasterio de El Escorial).
Origen: es imposible saber cuándo se compusieron los primeros poemas. Aunque hay testimonios
escritos bastante antiguos, no se puede descartar que hayan existido otros anteriores. Además,
surge la duda de si la versión conservada es un poema que ya existía o si fue inventado
tardíamente por un escritor conocido que imitaba el estilo tradicional.
Recopilación: no puede determinarse tampoco el conjunto de obras tradicionales, ya que muchas
de ellas no han pervivido y otras lo han hecho sólo después de ser filtradas por la sensibilidad de
un poeta culto.
Tres son los géneros de la poesía de tradición oral cultivados durante la Edad Media:
Poesía lírica.
Poesía épica o epopeya (ver t4).
Romances (ver t4).
Pervivencia: la poesía épica desapareció pronto, cuando terminó el periodo más duro de la
Reconquista. En cambio, tanto la poesía lírica tradicional como los romances han superado el
paso del tiempo y se conservan vivos en la memoria hasta nuestros días.
Las faenas agrícolas solían acompañarse de cancioncillas que se transmitían de padres a hijos y que hacían más
llevadero el trabajo. En la imagen, escena de siembra según un Libro de horas (BIBLIOTECA NACIONAL,
MADRID).
La poesía lírica
Su tema principal es el amor, expresado casi siempre desde una perspectiva femenina y en forma
de queja. En algunas de estas composiciones se encuentran referencias a las faenas agrícolas, al
mar, a las romerías y a otras actividades de la vida cotidiana.
Las quejas impregnan de patetismo y misterio los versos, especialmente gracias a las formas
sintácticas afectivas (exclamaciones, interrogaciones, apóstrofes) y a la escasez de detalles
concretos.
Las referencias simbólicas a la naturaleza sirven con frecuencia para señalar el enlace entre la
vida y la muerte.
El estilo es conciso y de gran sencillez sintáctica y léxica. Consigue la hondura lírica con la
repetición de ideas que comunican el gozo o el dolor que produce el amor.
Francia
Los trovadores (del idioma occitano trobador, pronunciado [tɾuβa'ðu]) fueron músicos y
poetas medievales, que componían sus obras y las interpretaban, o las hacían interpretar
por juglares o ministriles, en las cortes señoriales de ciertos lugares de Europa, especialmente del
sur de Francia, entre los siglos XII y XIV. La poesía trovadoresca se compuso principalmente
en idioma occitano.
os trovadores, personajes mayoritariamente de la nobleza, con sus canciones amorosas sobre todo,
pero también con sus composiciones de propaganda política, sus debates y, en definitiva, con su
visión del mundo, muestran el inicio de una historia cultural y política con una variedad que no se
encuentra en ningún otro documento de la época. Su literatura, además, será una de las fuentes
básicas de la poesía que durante siglos se cultivará en Europa occidental. Incluso en el siglo XX,
autores catalanes como Josep Vicenç Foix (1893-1987) no se pueden explicar del todo sin conocer
aquello que compusieron estos escritores de los siglos XII y XIII que cantaban por los pueblos.
El estudio de los trovadores se incluye habitualmente dentro de la historia de la literatura occitana.
Escribían en una variedad culta del idioma provenzal antiguo (lengua poética de los trovadores),
que surgió en Occitania a finales del siglo XI y se extendió por el occidente europeo, sobre todo
en Cataluña y el norte de Italia, conformando una literatura de una unidad importante en un
momento en que las diferencias entre el provenzal y el catalán eran poco notables. Así, en la
plenitud de su producción literaria ―siglo XIV y parte del siglo XV― en Cataluña, un mismo escritor
usaba el occitano en su obra poética, y el catalán en la prosa. Esta situación pervive hasta la obra
de Ausiàs Marc (1397-1459). La tradición literaria de los trovadores aún tuvo vigencia en parte de la
poesía catalana del siglo XX, tanto con respecto a los aspectos formales como de contenido,
representando una de las bases esenciales de la lírica catalana.
Conviene esclarecer la diferencia entre trovador y juglar. El trovador era un poeta lírico, por lo
general de condición social elevada, que se acompañaba de una melodía fija y cuyo texto se fijaba
por escrito y no se transmitía con variantes, además de que no necesitaba utilizar sus facultades
artísticas como medio de vida. El juglar, sin embargo, llevaba una vida ambulante, recitaba con una
entonación específica pero no melódica, memorizaba los textos e incluso improvisaba a partir de
determinados motivos temáticos, podía ayudarse de la mímica y la dramatización; características
que lo convierten en uno de los máximos representantes de la literatura de transmisión oral de
carácter folclórico o popular. No obstante, en ocasiones es posible confundirlos o reconocer
individuos que reunieron las dos tipologías. De modo muy esquemático, suele asociarse al trovador
con el autor (creador), y al juglar con el actor (intérprete). 1 Ambos se sintetizarían en la cultura
musical del siglo XX con la imagen del cantautor.
Entre 1110 y 1280 se registran unos 450 trovadores de idioma occitano.2
Pierre A. Riffard —citando a autores como Marrou, Roubaud y A. Moret—, menciona entre los más
notables trovadores cátaros a Pierre Rogier de Mirepoix, Bernard Mir y Guilhem de Dulfort, y
a Chrétien de Troyes (desde 1164) como máximo representante en lengua de oil. También incluye
el fenómeno de los «minnesänger» germanos (1170 a 1340) y a los poetas del «stil nuovo»
como Dante y Cavalcanti, insistiendo en el aspecto esoterista de la obra trovadoresca de Chrétien y
Dante.3
Asimismo, se han considerado trovadores personajes como: Guillermo de Poitiers,
el papa Clemente IV, no siendo papa, sino antes de ser arzobispo de Narbona y obispo del Pueg,
conocido como Gui Folqueis,4 o el rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León (que antes de presidir
la corte inglesa fue duque de Aquitania y conde de Poitiers), Pedro el Grande y Federico III de
Sicilia; a diversos personajes de la nobleza como el catalán Guerau de Cabrera, o a individuos de
origen humilde, como Marcabrú, que empezó como juglar. Entre las mujeres trovadoras
(«trobairitz»), casi siempre de la nobleza, destacó Beatriz de Día.
La poesía trovadoresca se manifestaba a través de estilos (o trovas) diferentes: