Está en la página 1de 6

La lírica

La poesía lírica y su vertiente elegiaca en época republicana: Catulo

Concepto de poesía lírica


Conviene, en primer lugar, deshacer un equívoco que puede llevarnos a identificar el concepto de
lírica con el de una poesía relativamente breve y de tono personal y sentimental subjetivo. En
realidad, el concepto de poesía lírica se opone fundamentalmente a los otros dos grandes tipos de
poesía tradicionales: la poesía épica, como poesía narrativa y a la poesía dramática, de carácter
más representativo. En oposición a estos dos grandes tipos, el concepto de lírica engloba
diferentes géneros que en el mundo antiguo grecolatino estaban bien diferenciados:
- poesía yámbica: escrita en versos yámbicos, de tono popular y festivo, especializada en
la sátira y el vituperio más descarnados, así como en la temática erótica y sexual (Arquíloco e
Hiponacte)
- poesía elegíaca: compuesta en dísticos elegíacos, derivada de la poesía hexamétrica y
especializada en Roma en la temática amorosa (Teognis, Calino, Tirteo, Solón, Mimnermo, etc.)
- poesía lírica propiamente dicha: presenta una variedad monódica (Safo y Alceo) y otra
coral (Píndaro), representa el género menos popular de la poesía no hexamétrica.
Como en la práctica totalidad de los otros géneros literarios también la lírica latina siguió los
pasos de los maestros griegos, aunque su desarrollo se produjo un tanto tardíamente por la
primacía indiscutible del género épico frente al resto. La nómina de autores es muy breve y los
fundamentales están comprendidos entre el final de la República y la época de Augusto: al primer
momento pertenece Catulo ; al segundo, Horacio y Ovidio.

Catulo
Catulo pertenece a un círculo de poetas procedentes de la Galia Cisalpina conocidos como
neotéricos, de gran importancia en la evolución de la poesía latina. Su nombre es una denominación
peyorativa acuñada por Cicerón para referirse a su actividad innovadora en el campo de la poesía.
La contribución de este grupo no puede ser ponderada con precisión, puesto que sólo conservamos
la obra de uno de sus miembros, pero tanto por su tarea como por la influencia que tuvieron en
poetas como Horacio o Virgilio o en los poetas elegíacos merecerían una mención.
De Catulo conservamos un único libro del que no sabemos si fue editado por el propio poeta o por
algún compilador posterior. Con esta obra Catulo nos ofrece importantes precedentes de los
géneros líricos:
- poesía yámbica: junto con algunos ejemplos de poetas alejandrinos como Calímaco en la
poesía de Catulo hallamos estructuras y metros tomados de los maestros del género Arquíloco e
Hiponacte; en ellas, así como en algunos epigramas, Catulo se nos presenta como un digno heredero
de la tradición yámbica de los griegos, sin olvidar la influencia de la sátira y sus cultivadores
romanos. Lo más destacado de este tipo de composiciones es el tono personal y la virulencia de
tales composiciones, en las que aparecen personajes contemporáneos de importancia, incluido el
propio César.
- poesía lírica: desde el punto de vista técnico, la contribución de Catulo a la lírica es
limitada. Si bien cultivó algunos de los ritmos de la lírica eolia, apenas existen ejemplos de
utilización de la estrofa, tal y como era propio de este tipo de poesía: tan sólo los poemas 11 y 51,
compuestos en estrofas sáficas se pueden citar en este terreno. Sin embargo, la sinceridad y el
tono vital que se hallan en muchas de sus composiciones hacen de Catulo el primer lírico de la
poesía occidental, tal y como nosotros la concebimos.
- poesía elegíaca: aunque la contribución más importante para el género elegíaco parece
deberse al neotérico Cornelio Galo, son las elegías de Catulo las primeras conservadas. Sus poemas
66, 67 y 68, especialmente este último, nos presentan los primeros ejemplos de un tipo de poesía
que encontró sus mejores representantes (Tibulo , Propercio y Ovidio) en la época de Augusto.
No podemos terminar la mención al libro de Catulo sin aludir a su relación amorosa con Lesbia
(pseudónimo seguramente de Clodia). A través de los poemas breves de la primera y tercera parte
asistimos a la relación de Catulo con su amante, su alegría, dolor, las infidelidades de esta mujer
hasta la definitiva ruptura. En este aspecto, por la sincera pasión que alientan sus versos, es
Catulo, sin duda, el más lírico de los poetas romanos
En resumen, el libro de Catulo nos presenta los primeros pasos conservados en la evolución de la
poesía no épica latina, y por todo ello, además de por su propia importancia, posee una relevancia
considerable.
La pervivencia de Catulo
Catulo gozó de buena reputación entre sus contemporáneos. La primera influencia destacable de
Catulo, de los neotéricos en general se encuentra en el propio Virgilio. La depuración y el
clasicismo de la lengua del autor de la Eneida, no se entendería sin apelar al papel de los poetas
que le precedieron. Huellas de Catulo hallamos asimismo en Petronio o Marcial, junto los poetae
novelli del siglo II. En la Edad Media la influencia del poeta es poco importante y el lírico
reaparece con vigor entre los poetas neolatinos italianos del Renacimiento: Cotta, Pontano,
Cariteo, etc.
En Francia debemos destacar a Ronsard. También otras naciones de Europa presentan seguidores
de relevancia: en Inglaterra Skelton o Ezra Pound; en Alemania puede incluirse hasta el propio
Goethe; precedido por Lessing o Ramler. El siglo XX contempla un renacimiento catuliano casi
mundial: en este sentido cabe mencionar los Catulli Carmina de Carl Orff.

La lírica y su vertiente elegiaca en época de Augusto: Horacio y Ovidio.

Horacio
Fue la obra de Horacio la que introdujo el género lírico con todas sus consecuencias en la
literatura latina. Sólo Horacio se atrevió a cultivar el género en toda su extensión, con sus
elementos formales y su poética particular, difícil y poco accesible, lo que posiblemente
explicaría que finalmente su obra constituyera un ejemplo prácticamente único. Las obras
horacianas pertenecientes al género lírico son dos: Epodos y Odas.
Epodos
Los Epodos pertenecen a la primera época de su producción. Se trata un libro que contiene una
colección de 17 poemas en los que Horacio recoge la tradición yámbica, -él mismo los llamó Iambi
-. Horacio llegaba más lejos que sus predecesores en la perfección formal de sus obras; sin
embargo, el tono de estas obras no daba paso a los sentimientos vivos que impregnan los poemas
catulianos: ni el amor desenfrenado ni el odio visceral que impregnan los versos del poeta veronés
aparecen aquí en ningún momento. En su lugar el tono de los poemas amorosos suena con el acento
convencional y sus epodos satíricos parecen más bien estudios literarios que invectivas. Además
los personajes satirizados por Horacio no son personas concretas, sino más bien arquetipos útiles
para la ocasión, (una vieja, un usurero, etc) en los que Horacio más que a personas concretas
centra su atención en la censura de determinados comportamientos.
Odas
Pero fueron sus libros de Odas los que le han merecido la inmortalidad: nadie hasta él había
cultivado la lírica ni experimentado con este género poético como lo hizo él. Horacio sintetizó en
su obra las creaciones de todos los representantes de la lírica griega monódica y coral, explorando
y explotando todas las posibilidades del género de una forma que no conocía precedentes ni
sucesores, lo cual, dada la dificultad de la tarea, no es de extrañar.
Horacio compuso inicialmente 3 libros de Odas, para añadir posteriormente un cuarto. La
temática de las Odas es muy variada: elogios de la figura y de la política de Augusto, la amistad,
obras de inspiración filosófico-moral, odas eróticas, odas dedicadas al vino, odas dedicadas al
campo y a la descripción de la naturaleza, odas de temática mitológica, reflexiones de carácter
literario, etc. El tratamiento de estos temas por parte de Horacio, parte siempre de una visión
reposada y distante de las cosas. En todo caso, Horacio destaca con frecuencia la satisfacción de
deleitarse con los placeres moderados en una visión alejada de convulsiones y extremos, cuya
caracterización resume perfectamente su frase Aaurea mediocritas@: el término medio, como
lugar ideal.
Como arquitecto Horacio es también un maestro: la estructura de las Odas muestra una gran
variedad (anular, bimembre, trimembre, en gradatio, con final sorpresivo, etc.) y en todas ellas
Horacio sabe manejar la disposición de una forma asombrosa, sin duda deudora de las enseñanzas
que en ese terreno le ofrecía la retórica a los autores de la Antigüedad.
Desde el punto de vista estilístico, Horacio es un heredero de la tradición purística de los
neotéricos y la misma preocupación por la pureza lingüística de los poetas clásicos y la urbanitas
de su vocabulario. Pero además de todo eso, Horacio fue capaz de crear un mundo expresivo y
estilístico propio. El dominio y la riqueza creativa abarcan todos los niveles indicados y se suman a
su increíble capacidad para inventar un lenguaje poético mediante una técnica especial que ya
Quintiliano definió como callida iunctura. Este procedimiento consiste en asociar palabras de
manera que el choque conceptual o sonoro producido por la combinación resulto novedoso, y así
incorpore connotaciones y resonancias inesperadas y significativas.
Utilizando al máximo las posibilidades que le ofrecía el género lírico Horacio emplea una riquísima
gama de metros y ritmos, que cultivó con exquisito cuidado formal. La enorme cantidad de formas
métricas cultivadas proceden de los mejores versificadores del género y la exploración y la
adaptación de las posibilidades no hallan descanso. Las estrofas alcaicas , asclepiadeas y sáficas
forman la parte fundamental de su rica polimetría. Todas sus estrofas son tetrásticas (de cuatro
versos), mas la disposición métrica encubre estructuras variadas de cuatro, dos o un solo verso.
Pervivencia
Horacio es junto a Píndaro, el maestro indiscutible de la lírica europea. Por la dificultad intrínseca
del género lírico, no existen sucesores de su altura en la literatura latina posterior. Con sus
diferencias particulares respecto a él, señalaremos únicamente a Estacio y al poeta cristiano
Prudencio.
Sin embargo, pronto se incorporó su obra a las escuelas, lo cual certifica su influencia no
prescribió nunca. En la Edad Media Horacio fue más tenido en cuenta como moralista que como
poeta y, por tanto, fueron sus Sátiras la obra más significativa. A partir del Renacimiento Horacio
fue reivindicado como lírico. En España fue Garcilaso de la Vega e primero en imitarle, más tarde
Fernando de Herrera, pero entre todos ellos, quien más se acercó a la hora de abordar los
requisitos de la poética lírica fue Fray Luis de León. En Italia debemos destacar a Bernardo de
Tasso así como a los miembros de la Pléiade, especialmente Ronsard, en Francia.
En Inglaterra las Odas de Horacio se enseñaban en la escuela. El primer poeta horaciano fue Ben
Jonson, como lo fueron en distinta medida Milton y Wodrsworth. En la época barroca Horacio fue
tenido en cuenta sobre todo como teórico, aunque siguieron encontrándose poetas y obras
inspirados por el lírico latino. En la época revolucionaria Píndaro ejerció una influencia mucho más
importante. Desde el final de la era revolucionaria son multitud los poetas que han compuesto
odas: en muchas de ellas, aunque de menor calidad que su original, puede aún rastrearse la
influencia de Horacio.

LA ELEGÍA ROMANA
El término elegía evoca en la actualidad un tipo de poesía de asunto triste, pero en la literatura romana no
tenía siempre ese contenido. Lo que caracteriza a la elegía romana y la hace original es la expresión de
sentimientos personales e incluso autobiográficos. El amor ocupa una parte importante de ese contenido.
El poeta elegíaco narra con frecuencia su propia experiencia amorosa, que en algunos casos es
desgraciada. De ahí que el dolor y el sufrimiento estén también
presentes en la elegía.
En Grecia la elegía tuvo un carácter menos personal y más objetivo. En su origen era un canto de
lamentación fúnebre, pero después dio cabida a temas muy diversos: exhortaciones al combate, normas de
comportamiento político o, ya en época helenística, narraciones mitológicas de contenido amoroso. Los
poetas alejandrinos del siglo III a. C. componen elegías de tema amoroso pero no personal. Este tipo de
elegías pasa a Roma con los poetas neotéricos: la “cabellera de Berenice” de Catulo, escrito en dísticos
elegíacos, constituye el modelo exacto de lo que era la elegía alejandrina.
En Roma encontramos una elegía predominantemente subjetiva y amorosa, aunque con restos de esos
elementos presentes en la elegía griega, en la que tiene su origen. Lo que verdaderamente definía a la
poesía elegíaca, tanto griega como romana, y le prestaba unidad como género (o subgénero) literario por
encima de la diversidad de temas era, indudablemente, su métrica: la combinación del hexámetro y del
pentámetro dactílicos, que constituye una pequeña estrofa, típica de la elegía, llamada dístico elegíaco.
Va a ser en época de Augusto cuando surgirá la gran elegía romana, con el metro elegíaco tradicional,
pero con una característica diferenciadora: es una elegía de tema amoroso personal; y con su último gran
representante, Ovidio, surgirá la elegía dolorosa, que pasará luego a ser exclusiva en el concepto moderno
del género.
Pero tanto la elegía amorosa personal, como la de tipo doloroso, están ya prefiguradas en CATULO.
Además de elegías de tipo alejandrino, escribe en dísticos elegíacos poemas de amor; y compone, sobre
todo, su poema 68, que puede considerarse ya una gran elegía, donde se mezclan diversos elementos
propios del género: consolación a un amigo, dolor por la muerte de un hermano y por las traiciones de la
mujer amada, junto a una narración mítica aplicada a su propio caso personal. Puede decirse que Catulo
es, además del primer gran lírico, el primer gran elegíaco romano.
Sin embargo, la gran poesía elegíaca florecerá y cristalizará en la época de Augusto con cuatro grandes
figuras: GALO, TIBULO, PROPERCIO y OVIDIO.

II.- PRINCIPALES AUTORES ELEGÍACOS


Es posible que el inventor de la elegía romana, es decir, el primero en dotarla de contenido personal fuese
Cornelio GALO. Compuso cuatro libros de elegías dedicadas a su amada Licoris pero se han perdido
todos ellos, pero en las citas y alusiones de otros poetas podemos deducir que el contenido de sus elegías
era sentimental y subjetivo. Los temas fundamentales, ya presentes en la obra de Galo, del género son los
siguientes:
– Idea del servitium amoris: el poeta se entrega a su domina, su amada, a la cual dedica sus poemas.
– La amada muestra desprecio o infidelidad al poeta.
– El paraklausithyron o lamento del amante frente a la puerta de su amada.
– El amor entendido como lucha o militia amoris.
– Reproches contra el dinero y el amor venal.
– Interés por la narración mítica con tintes eruditos.
– Recusatio de la épica y la tragedia. Renuncia expresa al cultivo de los géneros mayores, como tópico
literario.

Fue en época de Augusto cuando el género elegíaco encuentra a sus principales exponentes:
A TIBULO se le atribuyen tres libros de elegías de los que sólo dos (el I y el II) son indiscutiblemente
suyos. El I se dedica al amor, perdido, de Delia; en el II la amada es otra, Némesis. La expresión sincera
del sentimiento amoroso, el gusto por el campo y la naturaleza y la actitud antimilitarista son los rasgos
que lo caracterizan.
PROPERCIO, protegido por Mecenas, entró a formar parte de su círculo literario y se integró en la vida
de la gran sociedad romana. Así conoció a la Cintia de sus poemas, con la que vivió un amor apasionado
que a menudo fue para él una auténtica tortura, y con la que acabó rompiendo. Esta relación amorosa es el
motivo predominante del primero de sus cuatro libros de elegías. Deseos insatisfechos, celos, lances
amorosos....son algunos de los temas de este libro que Propercio expone con auténtica emoción y con un
dramatismo y apasionamiento muy alejados de la suavidad de Tibulo. Además gusta de revestir sus
sentimientos de erudición mitológica. El libro IV contiene elegías patrióticas con las que Propercio se pone
al servicio de las ideas de restauración nacional que predominaban en el círculo de Mecenas.

OVIDIO
El único género de la tradición lírica cultivado por Ovidio fue la elegía. La primera obra de Ovidio Amores,
forma parte de la tradición elegíaca. Compuesta en cinco libros y reeditada en tres. La obra está dedicada a
Corina, de cuya autenticidad se duda. Al parecer Corina es tan sólo un motivo literario que Ovidio utiliza para sus
composiciones. Se ha observado que Corina tiene un poco de todas las amadas de sus predecesores. Lo que
interesa a Ovidio es reproducir los temas y situaciones del género y la obra está plagada por ello más de ecos
literarios que de experiencias personales. Pero también es un renovador y desecha las manidas expresiones
del lenguaje amatorio e intenta renovar los recursos expresivos del género y que supiera encontrar
orientaciones personales dentro de los temas tradicionales. Ovidio es un ubérrimo versificador, y todo en
sus versos se ajusta con perfección y musicalidad, que dan la impresión de espontaneidad.
Por las mismas fechas de composición de su obra elegíaca fundamental Ovidio creó una obra de
inspiración semejante Heroidas, pero abandona en ella un mundo real y contemporáneo y se sitúa en un
mundo mítico. Heroidas consiste en una colección de 21 epístolas poéticas que dirigen las más famosas
enamoradas a sus amantes; en tres casos son ellos los que escriben. La invención de este género no
corresponde a Ovidio, pues se puede citar a Propercio en IV,6 y hay menciones a una actividad semejante
del propio Tibulo.
Debemos aunque sea tan sólo citar los poemas elegíacos (no elegías exactamente) que Ovidio escribió;
Ars Amatoria, Remedia Amoris o Medicamina faciei femineae son un juego, una especie original de
poesía didáctica, en la que el poeta, como maestro del amor (magister amoris) aconseja sobre las técnicas
de seducción. El tono y la forma (dístico elegíaco) aunque no la extensión, se sitúan dentro de la tradición
elegíaca.
Como consecuencia quizá de estas obras Ovidio fue condenado al exilio por Augusto. En las últimas
obras elegíacas que compuso Ovidio, los cinco libros de Tristia y los cuatro de Epistulae ex Ponto,
Ovidio desgranó los recursos que había utilizado en su poesía amorosa, pero esta vez al servicio de su
nostalgia de Roma. Si se había reprochado al poeta la falta de implicación personal en sus Amores, estas
últimas obras, acusadas de ser monótonas y poco dignas de su autor, nos ofrecen a cambio un buen
testimonio personal de nuestro autor en los duros días del destierro.
Pervivencia
La influencia de Ovidio en la literatura y las artes en general es enorme. Teniendo en cuenta la riqueza y
variedad de sus obras, la presencia de Ovidio reaparece en las obras técnicas, en las artes plásticas 1 y,
naturalmente, en la lírica.
Ya durante su vida fue el poeta más leído y su influencia sobre autores posteriores (Séneca, Lucano,
Estacio, Juvenal, Apuleyo, Claudiano) es considerable. Sus poemas amorosos se hallan en el origen del
amor caballeresco medieval. Hacia finales del siglo XI la presencia de Ovidio se hizo aún mayor, de tal
manera que suele describirse esta época como aetas Ovidiana. Entre los siglos XI y XIII Ovidio es uno de
los autores fundamentales en las escuelas. La poesía de los goliardos suele terminar con un verso tomado
del poeta. Entre sus admiradores cristianos se interpretan alegóricamente sus versos y así se publica en
Francia el Ovide moralisé, utlilizado incluso con más frecuencia que el propio original. Es en esta aetas
Ovidiana (XI- XIII) cuando empiezan a aparecer las versiones en lenguas modernas de sus obras en
Europa.
En el primer Renacimiento la vigencia de Ovidio sigue viva: Dante, Bocaccio, Petrarca, Chaucer, Du
Bellay, Spenser o Michel de Montaigne forman una extensa nómina de seguidores. También podemos citar
a autores de la importancia de Shakespeare, Milton, Goethe o el danés Holberg, especialmente, en relación
con las Metamorfosis. Igualmente sue elegías del exilio sirvieron de inspiración a escritores como Byron,
Shelley o Pushkin. También en el siglo XX su influencia sigue viva: piénsese en las Metamorfosis de
Kafka o en la admiración de Ezra Pound. La música, la pintura o la escultura son también testigos de la
prolífica pervivencia del fértil poeta latino.

LÍRICA IMPERIAL POSTAUGÚSTEA


Existe una larga serie de poetas en época imperial, todos ellos a la sombra de la época de Augusto, pero
dignos de una breve consideración.
En primer lugar, destacaremos a ESTACIO, de la segunda mitad del siglo I. Su obra lírica son sus Silvae,
en cinco libros. Se trata de una serie de 32 poemas de ocasión, escritos mayoritariamente en hexámetros.
A lo largo de las Silvae, tenemos noticias de sucesos, personas, monumentos y sentimientos personales del
autor y de su época. La influencia de Catulo, de Horacio, de la retórica y de toda la tradición literaria
anterior está muy presente en a obra del poeta. Estilísticamente, en la obra se abren paso la elegancia y
dificultad del alto estilo poético junto con las construcciones prosaicas más próximas. Su obra lírica,
ensombrecida en la Edad Media por su obra épica, se recuperó en el Renacimiento.
El grupo de los poetae novelli, retoma en el siglo II la tradición lírica romana. Los nombres fundamentales
de este grupo son: ALFIO, ANIANO y SEPTIMIO SERENO. Al igual que los poetas alejandrinos
griegos, evitan competir con los grandes maestros del género y sus composiciones presentan un estilo
ligero, sencillo y fácil para su público. Parece que obtuvieron un relativo éxito con sus obras, casi
desaparecido para la posteridad.
A épocas posteriores pertenecen algunos nombres destacados del género, que mencionaremos
continuación.

AUSONIO. Poeta de origen galo, que vivió en el siglo IV, posee una amplia obra en 20 libros, de

1 Las Metamorfosis de Ovidio son la fuente fundamental del conocimiento de la mitología clásica en
Europa y, en consecuencia, un punto de partida inexcusable para conocer la historia del arte europeo.
temática, estructura ycaracteres muy diversos. Su obra muestra la influencia de Catulo y Horacio, pero
muestra asimismo, ecos de los comediógrafos, de los poetas épicos y de la prosa artística anterior a él.

CLAUDIANO Orginario de Alejandría, es el último gran lírico romano. Su estilo elegante y su rica
versificación compiten con los grandes poetas de la época augústea. Su influencia y popularidad se
observa en Petrarca, Bocaccio en el Renacimiento y en autores como Montaigne o Montesquieu.

PRUDENCIO. Poeta cristiano del siglo IV, de origen hispano, es el poeta más admirado e imitado en la
Edad Media. Entre los años 404 y 405, publicó una colección de sus poemas: una colección de himnos a
mártires. Sus fuentes son muy variadas: la Biblia, compilaciones como las Actas de los mártires y muy
diversos autores, como San Ireneo, Tertuliano, Minucio Félix, Lactancio, San Ambrosio de Milán, sobre
un fondo clásico de reminiscencias sobre todo de Virgilio y Horacio. Siguiendo el ejemplo de este último,
además, utilizó muy diversos metros y estrofas. Autor, entre otros múltiples géneros, de himnos líricos, su
referencia fundamental es Horacio. Su lengua y estilo son pretenciosos. En ocasiones, altamente poéticos y
artificiosos. Creador de palabras y de conceptos nuevos, domina todas las técnicas de la retórica antigua.

También podría gustarte