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POESÍA ELEGÍACA Y LÍRICA.

CATULO. HORACIO
LOS TÓPICOS HORACIANOS

1. ORÍGENES

Este género nace en Grecia, y recibe su nombre porque se trata de una poesía para ser cantada
o recitada al son de la lira. Caracteriza a la poesía lírica la variedad de formas métricas,
musicalidad, expresión de sentimientos personales, utilización de composiciones breves. Los temas
son muy variados: erótico, patriótico, religioso.....

La primitiva lírica romana tenía una versificación muy peculiar: el verso Saturnio que es la
más antigua forma de versificar en Roma. No se sabe a ciencia cierta si este tipo de verso se basaba
en la cantidad, como el verso griego y el romano posterior, o en el acento, como lo hacemos
nosotros. Tampoco se conocen sus reglas. Es posible que fueran menos precisas que las que había
en la época clásica. Tenían otros mecanismos además de la cantidad de las sílabas y el acento, como
la aliteración y la rima.

La lírica latina comienza en Roma mucho más tarde que la épica o el teatro, concretamente a
finales del siglo II a.C., en plena influencia helenística y cuando las circunstancias políticas y
sociales habían abocado los ánimos de los ciudadanos cada vez más hacia la intimidad y la vida
privada.

Tal vez, el primer poeta lírico reconocido sea Lucilio (180 - 103 a. C). Era amigo de Escipión
el Africano y de Laelius. Escribió 30 libros de Satyrae, en las que trataba todo tipo de temas:
políticos, morales, literarios, gramáticos, etc. generalmente con un espíritu mordaz y polémico:
golpea con fuerza y hiere profundamente. El término satira/satura expresa mezcla, revuelto, es
decir, que bajo el título de Satyrae se puede tratar cualquier cosa. El significado español de este
término, indicando  crítica dura y mordaz contra todo tipo de personas, procede del uso que se ha
dado a este tipo de poesía desde tiempos antiguos.

Las características de esta nueva poesía siguen siendo semejantes a las de la lírica griega
(mitología, polimetría, etc.), pero la diferencia es que los romanos escribieron poca poesía lírica
propiamente dicha y además fue un producto completamente literario no arraigado en la costumbre
social, pensado para ser leído y no cantado. En este marco afloró en primer lugar el círculo de
Lutacio Cátulo y sus célebres epigramas eróticos, a quien podemos considerar como precedente de
los neotéricos, verdaderos artífices y abanderados de toda una renovación literaria y estética.

Los principales representantes de la lírica latina son: Catulo, Ovidio, Horacio, Tibulo,
Propercio, Persio y Juvenal, además del representante de la poesía didáctica: Lucrecio.
2. LOS “POETAE NOVI” O NEOTÉRICOS

En el siglo I a. C. aparecen en Roma una serie de poetas llamados por Cicerón poetae novi,
que imitan los modelos alejandrinos y al mismo tiempo desprecian a todos los poetas romanos
anteriores. Su gran maestro es Calímaco (310 - 240 a. C.) cuyas obras tratan de imitar.
Son un grupo de poetas que pretenden componer como los griegos. Propugnaban el abandono
de la épica en aras de unas pequeñas composiciones en las que predominaban la pureza estética, la
propiedad en el lenguaje, la selección del vocabulario y la polimetría, buscando siempre la
perfección métrica. Básicamente insisten en un nuevo tratamiento poético que gira en torno al culto
a la forma perfecta y a la introducción de una nueva temática.
La obra maestra que tenía que escribir el neotérico romano para graduarse de "doctus poeta" era un
epilio. El epilio o pequeña epopeya es un excelente testimonio del gusto alejandrino, que odiaba la
gran epopeya. El concepto de poema corto y gracioso es consustancial a la palabra epylion en toda
la Antigüedad, cuyo ejemplo más representativo es el, por otra parte, poema más extenso de Catulo,
Las bodas de Peleo y Tetis (64), en 408 hexámetros.

Prefieren la brevedad y los rasgos concretos a los largos análisis sicológicos. La lengua y  la
métrica son trabajadas hasta el extremo: emplean términos rebuscados y palabras raras y poco
conocidas, y son partidarios de las rarezas en la versificación. Tienen, por otra parte, grandes
conocimientos, sobre todo, en mitología. Sus temas son preferentemente amorosos.
Los principales representantes de esta corriente poética son: P. Valerius Cato, C. Licinius
Calvus, C. Helvius Cinna, M. Furius Bibaculus, Q. Cornificius, pero, sobre todo C. Valerius
Catullus.

3. CATULO
Máximo representante de los poetae novi o neotéricos, es el único autor del que se nos han
conservado todos sus poemas y uno de los poetas latinos más populares hoy día. En realidad su
inclusión en el apartado de la poesía lírica se debe fundamentalmente a su calidad de líder de los
neotéricos, pues propiamente líricas tiene escasas composiciones, entre las que podemos mencionar
los poemas 11-17-30- 34-51-61 y otros. Por otra parte todavía hoy se discute su pertenencia al
movimiento elegíaco, aunque por una cuestión meramente formal.

Cayo Valerio Catulo, nacido en Verona (84.54 a.C.), tuvo una vida breve, pero intensa, aunque
sin acontecimientos extraordinarios. Era hijo de una familia provinciana, que aún sin grandes bienes
de fortuna, pudo dotarle de una excelente educación y facilitarle un trato social elevado: políticos,
aristócratas, intelectuales. Su padre se preciaba de la amistad con César, sentimiento que Catulo no
compartía. Tuvo poca inclinación por los cargos oficiales y el comercio, y gustaba, por el contrario,
del otium, de la vida social, del trato con los amigos, de las mujeres, del arte poético...

Ya en Roma, sólo con 20 años se enamoró perdidamente de la Lesbia que canta en sus
poemas, que probablemente era Clodia, esposa de Q. Metellus Celer. No se dedicó a  la política, a
pesar de que era amigo de personajes importantes y posiblemente la podrían haber ayudado. Se
arruino en varias ocasiones, y murió joven de una enfermedad del pecho.
Sus obras principales que poseemos son 116 poemas cortos y podemos clasificarlos en tres
partes claramente diferenciadas:

 La primera parte, del poema 1 hasta el 60, comprende poemas líricos cortos, en metros y
contenidos variados: Así encontramos incidentes de la vida diaria, expresiones de amistad,
sátiras, críticas políticas, poemas de amor e, incluso, un himno a Diana y la traducción (51)
de un célebre poema de Safo.

 La segunda parte, del poema 61 hasta el 68, se caracteriza por una mayor extensión de las
poesías e importancia del asunto: himnos nupciales, elegías epistolares, y hasta una breve
epopeya con motivos mitológicos. Aquí Catulo se nos revela como el poeta doctus, de
influencia alejandrina y carga erudita hasta el punto de versionar dos poemas de Calímaco.

 La tercera parte, del poema 69 hasta el 116, es parecida en cuanto al contenido a la tercera
parte, pero se caracteriza por su forma métrica común, el dístico elegíaco, y además porque
expresa los sentimientos del poeta de una forma más tradicionalmente romana.

Catulo escribió, pues, básicamente dos modos de poesía:

 poemas yámbicos o mélicos (de corta extensión) y epigramas en dísticos elegíacos, que en
su mayoría reflejan sentimientos personales o impresiones vividas y

 poemas total o predominantemente narrativos, en los que o no se alude en absoluto a su


persona o sólo para dar pretexto a una extensa digresión, donde el preciosismo y la precisión
técnico-poética dominan absolutamente.

En suma, Catulo se nos presenta como la figura más destacada entre los poetas jóvenes de su
época, que buscaban la inspiración no en sus antepasados romanos sino en los griegos, tanto en los
poetas cultos y esmerados de la época helenística, como en los poetas líricos más directos de siglos
precedentes, como Safo.

En él se resumen todas las características de los neotéricos en cuanto a temática:

 poesía erótica
 descripciones de la naturaleza
 pasquín político
 sátira privada
 epitalamios de influencia mitológica...

Y de la misma manera se observa en conjunto la influencia de los líricos griegos:

 preocupación por la consecución de formas perfectas


 selección del vocabulario
 introducción de nuevos metros y temas
 sentimentalismo
 plasmación de vivencias personales.

Para terminar hay dos circunstancias vitales determinantes que marcaron su vida y su obra:

 la infidelidad de Lesbia
 la muerte de su hermano.

En la vida del poeta se mezclan momentos de felicidad, demasiado breves, con momentos de
abatimiento y autodestrucción. La pasión desencantada junto con el angustioso drama de la muerte
de su hermano le hacen llegar a una revelación íntima que llena de luz su alma, indecisa entre el
odio y el amor: llega la hora amarga de la resignación.

Se observa una sólida entereza, insospechada en alguien que creció en medio de un mundo
galante, de disipación y amores livianos. La angustia catuliana, el dolor que apenas encuentra alivio,
son el testamento profundamente humano del primer elegíaco que intentó sobrellevar la carga de un
amor burlado, de una vivencia asumida en su integridad y que, gracias a ello, pudo proporcionarle
una visión trascendental y serena a su existencia.

A través de los breves retratos de su pasión observamos un tesoro de expresiones y motivos


populares y de la tradición poética. Su lengua surge del habla familiar y nos sumerge de lleno en la
sociedad romana de la época. Fue, en suma, uno de los fundadores de la escuela "modernista" de la
poesía latina, el primer lírico de esta literatura y un autor cuya obra reúne todas las cualidades
técnicas y emotivas necesarias para llegar al equilibrio deseado. Ello la ha convertido en uno de los
"corpus" más armónicos y atractivos de cualquier autor lírico latino.

4. HORACIO

Quinto Horacio Flaco (65-8 a.C.) nació en Venusia (Apulia), hijo de un liberto que ejercía el
cargo de recaudador de impuestos en las subastas. Con gran sacrificio de su familia, recibió una
esmerada educación en Roma y más tarde en Grecia, entusiasmándose con la filosofía epicúrea. Se
enroló en el ejército de Bruto y combatió en Filipos con el grado de tribuno militar.

Tras la derrota volvió a Roma y compró un puesto de amanuense de los cuestores para poder
vivir. Allí empieza a escribir con amargura sus Épodos y Sátiras, trabando amistad con Virgilio,
quien lo presentó a Mecenas, al cual le unió una profunda amistad durante toda su vida. No se casó
nunca. Se dedicó por completo a su actividad literaria, permitiéndose incluso rechazar el cargo de
secretario particular del "princeps", que el propio Augusto le había ofrecido.

Su OBRA lírica se divide en dos grupos:

 ÉPODOS: 17 obras de juventud, escritas entre los años 41 y 30 a. C., en los que Horacio
imita, con temas romanos, los metros y el espíritu del griego Archiloco. Son poemas cortos
escritos en dísticos yámbicos. Sus temas son: 1.- Los que se dirigen contra personas
concretas; 2.- los que simplemente sirven de distracción; 3.-los epodos cívicos, 4.- los
épodos amorosos y báquicos. Entre todos estos poemas el más famoso es el “Beatus ille qui
procul negotiis...”, (“Dichoso aquel que de pleitos alejado…”), que sirvió de inspiración a
Fray Luis de León para su “Oda a la vida retirada” .

 ODAS (CARMINA): Escritas entre el 30 y el 20 a.C., se trata de composiciones líricas


agrupadas en cuatro libros, con las que intenta crear una poesía lírica que rivalice con la
griega; naturalmente utiliza temas y metros líricos griegos, estrofas eólicas sobre todo. En
los primeros libros de Odas, Horacio apoya las intenciones morales y religiosas de Augusto,
incluyendo una temática muy variada:

• Temas político-nacionales, centrados en el valor educativo de la guerra y en la


predicación de la vida serena y la aurea mediocritas, como medio de freno para las ambiciones y
ansia de novedades provocadas por la guerra civil. Igualmente habla del sometimiento de los
pueblos bárbaros para garantizar la paz de Roma y dedica también poemas de alabanza a Augusto.
Tanto gustaron al "princeps" estos cantos, entre los que se encuentran las llamadas Odas
Nacionales, que pidió a Horacio que compusiera un himno para los Juegos Seculares del 17 a.C.
(destinados a conmemorar la paz definitiva en Oriente, tras el sometimiento de los Parthos), al que
se denominó Carmen Saeculare.

• Temas religiosos, donde Horacio usa a los dioses como un mero artificio literario.

• Temas de ética y moral, donde se pueden incluir también alguno de tipo erótico y otros de
tipo profano (la alegría de los banquetes, la tranquilidad de la vida del campo, amores propios y
ajenos...), pero donde fundamentalmente se deja ver la influencia de la filosofía epicúrea que
Horacio profesaba, en clara contradicción con su carácter típicamente romano: se ha de vivir el
presente, disfrutando de la vida ("carpe diem"), pero de una manera sensata, con calma y
tranquilidad, evitando el ansia de riqueza y las esperanzas infundadas, que fueron, según él, las
causantes de la crisis romana. En el fondo Horacio entiende el deber por encima de los placeres del
alma.

Por otro lado, en el libro IV de las Odas Horacio se nos presenta de forma diferente a los
anteriores: es un libro más personal e íntimo, como el apogeo del hombre, ya anciano, que ve pasar
su vida y agudiza sus sentimientos; ante la tristeza de la muerte busca la inmortalidad que puede
conferirle la poesía y, como tal instrumento de recuerdo, la alaba. Aquí desaparece el anonimato y
se confiesa abiertamente sin seudónimos.

En realidad toda la lírica de Horacio, en sus aspectos más elevados, no es otra cosa que una
meditación en torno a la muerte: ésta es el hilo conductor de su mundo. Pero su pesimismo no es
absoluto, como lo demuestra su evolución fatigosa desde el epicureísmo al estoicismo, manifestada
en su producción lírica donde supo aunar los aspectos ambiguos de la vida humana.

Por otra parte, la posición señera de Horacio como uno de los mayores poetas latinos se basa
en la perfección formal que muestra su poesía y en la profundidad y detalle de su propio retrato:
aparece como uno de los hombres más agradables, urbanos, graciosos, tolerantes, observadores,
amantes de las cosas buenas de la vida y de su país que podamos imaginar.

Precisamente esta capacidad de observación lo aleja definitivamente, en un tema tan común en


la lírica como el amoroso, de Catulo y, sobre todo, de los elegíacos Tibulo y Propercio. En Horacio
las pasiones son contempladas con un espíritu de observación casi objetivo como si el autor no
estuviera implicado en ellas: ante la belleza de Cloe, no ejercita el sentimiento, sino la fantasía.

Muestras fundamentales de su producción lírica y reflejo de sus preocupaciones vitales


permanentes son las siguientes Odas: "Tu ne quaesieris, scire nefas..." (I,11) "Rectius vivis,
Licini,... (II,10) "exegi monumentum aere perennius..." (III,30) "Diffugere nives, redeunt iam
gramina campis..." (IV, 7).

5. LOS TÓPICOS HORACIANOS


Los topica o lugares comunes son un asunto muy antiguo en la literatura. Ya los usaron los
griegos y los denominaron con el nombre de tópicos, haciendo referencia a la palabra griega topos,
que significa lugar. Aristóteles había escrito un tratado sobre este tema. Cicerón, en un escrito que
lleva por título precisamente Topica, hace un resumen de memoria del libro de Aristóteles. Se trata
de desarrollar asuntos repetidos que podrían dar lugar a desarrollos posteriores, pero ya conocidos
por el público.

Bien es verdad que el autor latino que ha proporcionado más expresiones latinas al acervo
cultural de Europa es Cicerón. Sin embargo Horacio nos ha dejado unas cuantas perlas, expresiones
concisas, contundentes, expresivas, que han tenido mucho éxito en la filosofía y en la literatura
universal e incluso en el habla popular. ¿Quién no ha oído decir carpe diem, beatus ille, por
ejemplo? No todas ellas son de cosecha propia, ya que muchas, como hemos apuntado
anteriormente, procedían de la tradición literaria y filosófica griega. Sin embargo, han hecho fortuna
a partir de Horacio.

Numerosas son las frases de Horacio que han llegado a ser tópicos, es decir, que, vengan o no a
cuento, se dicen o se escriben. Sin embargo también nos han quedado otras muchas menos
conocidas, que merece la pena descubrir, porque, en unas pocas palabras, son un compendio de
sabiduría. Estas expresiones, junto con otras de diversos autores, han sido adoptadas por filósofos,
moralistas o literatos posteriores para explicar en pocas palabras y con contundencia todo un
razonamiento filosófico, moral o literario.

Estos son los tópicos horacianos:


1. Ab ovo usque ad mala (Sermones, 1, 3, 6): Desde el huevo a las manzanas.
Esta expresión viene a significar lo mismo que los refranes españoles “de cabo a rabo”, “de principio a
fin”, etc. La razón hay que buscarla en los referentes domésticos, y más concretamente en la comida.
Quiere decir que se trata desde el principio (en la comida comenzaban generalmente con huevos), hasta el
final (en las comidas el final más normal era la fruta, y concretamente las manzanas).
idioma tenemos más de un refrán que expresa muy bien lo que quiere decir: “Hasta el mejor escribano
echa un borrón”. Todas las personas tenemos la debilidad de cometer errores, hasta el más experto en su
trabajo.
2. Aurea mediocritas (Odas, 2, 10, 5): La dorada medianía.
Esta oda está dedicada a un tal Licinio. Prescindiendo de quién fuera el tal Licinio, ya que no se ponen
tampoco de acuerdo los estudiosos, haremos el comentario de la oda pensando en la palabra mediocritas.
Si la traducimos por “mediocridad”, nos encontramos que en español tiene un sentido peyorativo, es decir,
medianía, algo que no sobresale, o, como se dice vulgarmente, ni fu ni fa. Sin embargo el término correcto
sería “el justo medio”, ese en el que está la virtud, como dice otro aforismo in medio consistit virtus. Por
eso tiene sentido llamar a la mediocritas con el apelativo aurea, es decir, “dorada”, o como traduce alguien
“más preciosa que el oro”. Las Odas son, tal vez la obra más conocida de Horacio. El espíritu de Horacio
era lírico, y por tanto sus mejores obras están entre las odas, en las que, imitando a Safo y a Alceo, toca
todo tipo de temas, porque todos se prestan más o menos al lirismo. Fijó sus ritmos con vigor, y obtuvo de
la lengua latina efectos admirables con una forma muy sobria. Las odas familiares son las que más se
prestan, ya que tratan con gran finura de sus alegrías, de sus tristezas, de los consejos a sus amigos.
Cuando habla de la naturaleza, se le nota que ama al campo por la tranquilidad que proporciona, no por sí
mismo, como Virgilio.
3. Beatus ille (Epodos, 2, 1): Dichoso aquél.
Este tópico pretende hacer una alabanza del campo, de la vida rural, frente a la guerra, al mar y a la
ciudad, a la urbana. Entre la obras de Horacio se cuentan los Epodos, 17 obras de juventud, escritas entre
los años 41 y 30 a. C., en los que Horacio imita, con temas romanos, los metros y el espíritu del griego
Arquíloco. Entre todos el más famoso es el Beatus ille qui procul negotiis…, (“Dichoso aquel que de
pleitos alejado…”), que sirvió de inspiración a Fray Luis de León para su Oda a la vida retirada.
4. Carpe diem (Odas, I, 11, 8): Aprovecha el día.
“No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”, nos advierte el refrán español. El mensaje de esta oda de
Horacio, que tiene como colofón el famoso aforismo carpe diem, es muy claro. No sabemos lo que vamos
a vivir, no sabemos si podremos disfrutar del día de mañana, no sabemos si lo que dejamos para mañana lo
podremos llevar a cabo o se quedará sin hacer. Por eso tenemos que aprovechar el tiempo presente que es
el único que existe, pero que al mismo tiempo es fugaz: “Mientras estamos hablando, he aquí que el
tiempo, envidioso, se nos escapa”, dice Horacio. El pasado ya no existe, ya no podemos modificarlo, se
nos ha ido de las manos. El futuro todavía no ha llegado, y no sabemos si llegará. Sólo tenemos el
presente, pero tan fugaz, que en seguida se convierte en pasado y es el futuro quien se convierte en
presente. Por eso, carpe diem, aprovecha el día de hoy. Marcial, en su epigrama nº 15 del libro I nos hace
una interpretación de este aforismo de Horacio.
5. Dulce et decorum est pro patria mori (Odas III, 2, 13): Es dulce y honroso morir por la patria.
6. Exegi monumentum aere perennius (Odas, III, 30, 1): He levantado un monumento más
duradero que el bronce.
7. Non omnis moriar (Odas, III, 30, 6): No moriré del todo.
8. Rara avis (Sermones, 2, 2, 26): Un ave rara.

6. LA POESÍA ELEGÍACA
La elegía constituye un subgénero de la poesía lírica.

Este género tiene su origen en Grecia. En Grecia se llamaba elegía primitivamente a toda
composición escrita en dísticos elegíacos, es decir, dísticos formados por un hexámetro y un
pentámetro y podía tratar diferentes temas.

En el siglo III a.C. los poetas alejandrinos comienzan a componer elegías de tema amoroso,
pero en ellas no explican sus experiencias y sentimientos personales, sino que narran leyendas de
amores míticos. La elegía griega es una composición poética mitológica, erudita y objetiva.

En Roma aparece un nuevo tipo de elegía, cuyas características fundamentales son:

1) Utilizan el dístico elegíaco como los griegos.


2) Los poetas narran su amor, su propia experiencia amorosa, sus sentimientos y forma de actuar,
por lo tanto, la elegía en Roma tiene un carácter sentimental, pasional, y sobre todo, subjetivo.
3) La elegía romana añade una nueva nota, la tristeza y el dolor, como elemento fundamental. La
elegía se convierte en una poesía dolorosa, tal como hoy la entendemos.
La elegía romana es, en definitiva, la expresión de sentimientos personales, entre los que
figura en primer lugar la experiencia amorosa, que casi siempre es desgraciada, de ahí que el dolor
y el sufrimiento estén siempre presentes.

Además de este amor desgraciado, los poetas elegíacos utilizan un repertorio común de
tópicos: 1) pseudónimo de la amada. 2) Encantamientos para lograr el amor. 3) El poeta se presenta
como un experto en las penas de amor, que pretende ayudar a los demás.4) Paralelismo del amor
con la milicia. 5) Exhortación a disfrutar del presente......

AUTORES:

TIBULO

Con Tibulo y los poetas de su entorno, la elegía alcanza en Roma una calidad insuperable.
Escribió 16 elegías, dividas en dos libros, que constituyen el llamada Corpus Tibuliano. El primer
libro consta de 10 y el segundo de 6.
La mayoría de las elegías del primer libro son de tema amoroso. Pero no todo es pasión
amorosa en ellas, los placeres del campo, los lamentos por la enfermedad y la muerte salpican toda
la obra del poeta.

PROPERCIO

Escribió cuatro libros de elegías. Los tres primeros se centran en su amor por Cintia. Es una
poesía fogosa y apasionada. Responde a un fuerte sentimiento, y a la pasión enfermiza que siente
por ella. El mismo se reconoce cautivado, subyugado y vencido ante ella.
En el cuarto libro, Propercio que ya ha roto su relación con su amada, da cabida a temas
relacionados con leyendas romanas. Escribe poemas laudatorios a Roma, a Augusto y a sus
progresos.

OVIDIO (50-19 AC.)


Ovidio nació en el año 43 a. C en Sulmona. Su autobiografía nos llega en un fragmento de su obra
Tristia, en concreto, en IV 10, además sus elegías de destierro están llenas de alusiones a su vida. Es
un poeta de amor, de dioses y der exilio. Se dedica por completo a la poesía amorosa, tomando
como referente la generación elegíaca anterior representada por poetas a los que conoce a través de
Propercio.
Ovidio compara en sus versos la vida militar con el servicio al amor.
Sus obras más importantes son:

- Amores, está formada por tres libros de poesía erótica subjetiva, incluyen todos los tópicos del
género y tienen un cierto carácter ligero y superficial. En ellos el poeta demuestra su dominio
sobres los temas y modelos.
-Heroidas: cartas poéticas de heroínas a sus amantes.
-Ars Amatoria: poema didáctico que tiene que enfrentarse a la moralidad defendida por Augusto en
ese momento y con la que se inicia una campaña de desprestigio contra el poeta.
-Fastos: obra en la que relata las fiestas, ceremonias y aniversarios más importantes cuyo
destinatario es Augusto. Como esta obra, varias composiciones tienen un carácter adulatorio hacia
Augusto para conseguir el perdón.
- Tristia (tristes) y Epistulae ex Ponto: compuesta durante su destierro de Roma, en ellas vemos al
Ovidio más sincero y profundo, entristecido por la soledad y nostalgia de su tierra. En ambas se
lamenta de su situación y suplica el regreso.
La obra más destacable de Ovidio es Las Metamorfosis poema narrativo y una obra de madurez. En
el proemio nos dice qué va a contar y cómo lo va a hacer. El rasgo común en todas las narraciones
es que terminan con una transformación. Ovidio pretende hacer con esta obra una especie de
epopeya.

Metamorfosis de Dafne y Apolo

Europa

Narciso-Eco

Píramo y Tisbe

Midas

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