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CATULO. HORACIO
LOS TÓPICOS HORACIANOS
1. ORÍGENES
Este género nace en Grecia, y recibe su nombre porque se trata de una poesía para ser cantada
o recitada al son de la lira. Caracteriza a la poesía lírica la variedad de formas métricas,
musicalidad, expresión de sentimientos personales, utilización de composiciones breves. Los temas
son muy variados: erótico, patriótico, religioso.....
La primitiva lírica romana tenía una versificación muy peculiar: el verso Saturnio que es la
más antigua forma de versificar en Roma. No se sabe a ciencia cierta si este tipo de verso se basaba
en la cantidad, como el verso griego y el romano posterior, o en el acento, como lo hacemos
nosotros. Tampoco se conocen sus reglas. Es posible que fueran menos precisas que las que había
en la época clásica. Tenían otros mecanismos además de la cantidad de las sílabas y el acento, como
la aliteración y la rima.
La lírica latina comienza en Roma mucho más tarde que la épica o el teatro, concretamente a
finales del siglo II a.C., en plena influencia helenística y cuando las circunstancias políticas y
sociales habían abocado los ánimos de los ciudadanos cada vez más hacia la intimidad y la vida
privada.
Tal vez, el primer poeta lírico reconocido sea Lucilio (180 - 103 a. C). Era amigo de Escipión
el Africano y de Laelius. Escribió 30 libros de Satyrae, en las que trataba todo tipo de temas:
políticos, morales, literarios, gramáticos, etc. generalmente con un espíritu mordaz y polémico:
golpea con fuerza y hiere profundamente. El término satira/satura expresa mezcla, revuelto, es
decir, que bajo el título de Satyrae se puede tratar cualquier cosa. El significado español de este
término, indicando crítica dura y mordaz contra todo tipo de personas, procede del uso que se ha
dado a este tipo de poesía desde tiempos antiguos.
Las características de esta nueva poesía siguen siendo semejantes a las de la lírica griega
(mitología, polimetría, etc.), pero la diferencia es que los romanos escribieron poca poesía lírica
propiamente dicha y además fue un producto completamente literario no arraigado en la costumbre
social, pensado para ser leído y no cantado. En este marco afloró en primer lugar el círculo de
Lutacio Cátulo y sus célebres epigramas eróticos, a quien podemos considerar como precedente de
los neotéricos, verdaderos artífices y abanderados de toda una renovación literaria y estética.
Los principales representantes de la lírica latina son: Catulo, Ovidio, Horacio, Tibulo,
Propercio, Persio y Juvenal, además del representante de la poesía didáctica: Lucrecio.
2. LOS “POETAE NOVI” O NEOTÉRICOS
En el siglo I a. C. aparecen en Roma una serie de poetas llamados por Cicerón poetae novi,
que imitan los modelos alejandrinos y al mismo tiempo desprecian a todos los poetas romanos
anteriores. Su gran maestro es Calímaco (310 - 240 a. C.) cuyas obras tratan de imitar.
Son un grupo de poetas que pretenden componer como los griegos. Propugnaban el abandono
de la épica en aras de unas pequeñas composiciones en las que predominaban la pureza estética, la
propiedad en el lenguaje, la selección del vocabulario y la polimetría, buscando siempre la
perfección métrica. Básicamente insisten en un nuevo tratamiento poético que gira en torno al culto
a la forma perfecta y a la introducción de una nueva temática.
La obra maestra que tenía que escribir el neotérico romano para graduarse de "doctus poeta" era un
epilio. El epilio o pequeña epopeya es un excelente testimonio del gusto alejandrino, que odiaba la
gran epopeya. El concepto de poema corto y gracioso es consustancial a la palabra epylion en toda
la Antigüedad, cuyo ejemplo más representativo es el, por otra parte, poema más extenso de Catulo,
Las bodas de Peleo y Tetis (64), en 408 hexámetros.
Prefieren la brevedad y los rasgos concretos a los largos análisis sicológicos. La lengua y la
métrica son trabajadas hasta el extremo: emplean términos rebuscados y palabras raras y poco
conocidas, y son partidarios de las rarezas en la versificación. Tienen, por otra parte, grandes
conocimientos, sobre todo, en mitología. Sus temas son preferentemente amorosos.
Los principales representantes de esta corriente poética son: P. Valerius Cato, C. Licinius
Calvus, C. Helvius Cinna, M. Furius Bibaculus, Q. Cornificius, pero, sobre todo C. Valerius
Catullus.
3. CATULO
Máximo representante de los poetae novi o neotéricos, es el único autor del que se nos han
conservado todos sus poemas y uno de los poetas latinos más populares hoy día. En realidad su
inclusión en el apartado de la poesía lírica se debe fundamentalmente a su calidad de líder de los
neotéricos, pues propiamente líricas tiene escasas composiciones, entre las que podemos mencionar
los poemas 11-17-30- 34-51-61 y otros. Por otra parte todavía hoy se discute su pertenencia al
movimiento elegíaco, aunque por una cuestión meramente formal.
Cayo Valerio Catulo, nacido en Verona (84.54 a.C.), tuvo una vida breve, pero intensa, aunque
sin acontecimientos extraordinarios. Era hijo de una familia provinciana, que aún sin grandes bienes
de fortuna, pudo dotarle de una excelente educación y facilitarle un trato social elevado: políticos,
aristócratas, intelectuales. Su padre se preciaba de la amistad con César, sentimiento que Catulo no
compartía. Tuvo poca inclinación por los cargos oficiales y el comercio, y gustaba, por el contrario,
del otium, de la vida social, del trato con los amigos, de las mujeres, del arte poético...
Ya en Roma, sólo con 20 años se enamoró perdidamente de la Lesbia que canta en sus
poemas, que probablemente era Clodia, esposa de Q. Metellus Celer. No se dedicó a la política, a
pesar de que era amigo de personajes importantes y posiblemente la podrían haber ayudado. Se
arruino en varias ocasiones, y murió joven de una enfermedad del pecho.
Sus obras principales que poseemos son 116 poemas cortos y podemos clasificarlos en tres
partes claramente diferenciadas:
La primera parte, del poema 1 hasta el 60, comprende poemas líricos cortos, en metros y
contenidos variados: Así encontramos incidentes de la vida diaria, expresiones de amistad,
sátiras, críticas políticas, poemas de amor e, incluso, un himno a Diana y la traducción (51)
de un célebre poema de Safo.
La segunda parte, del poema 61 hasta el 68, se caracteriza por una mayor extensión de las
poesías e importancia del asunto: himnos nupciales, elegías epistolares, y hasta una breve
epopeya con motivos mitológicos. Aquí Catulo se nos revela como el poeta doctus, de
influencia alejandrina y carga erudita hasta el punto de versionar dos poemas de Calímaco.
La tercera parte, del poema 69 hasta el 116, es parecida en cuanto al contenido a la tercera
parte, pero se caracteriza por su forma métrica común, el dístico elegíaco, y además porque
expresa los sentimientos del poeta de una forma más tradicionalmente romana.
poemas yámbicos o mélicos (de corta extensión) y epigramas en dísticos elegíacos, que en
su mayoría reflejan sentimientos personales o impresiones vividas y
En suma, Catulo se nos presenta como la figura más destacada entre los poetas jóvenes de su
época, que buscaban la inspiración no en sus antepasados romanos sino en los griegos, tanto en los
poetas cultos y esmerados de la época helenística, como en los poetas líricos más directos de siglos
precedentes, como Safo.
poesía erótica
descripciones de la naturaleza
pasquín político
sátira privada
epitalamios de influencia mitológica...
la infidelidad de Lesbia
la muerte de su hermano.
En la vida del poeta se mezclan momentos de felicidad, demasiado breves, con momentos de
abatimiento y autodestrucción. La pasión desencantada junto con el angustioso drama de la muerte
de su hermano le hacen llegar a una revelación íntima que llena de luz su alma, indecisa entre el
odio y el amor: llega la hora amarga de la resignación.
Se observa una sólida entereza, insospechada en alguien que creció en medio de un mundo
galante, de disipación y amores livianos. La angustia catuliana, el dolor que apenas encuentra alivio,
son el testamento profundamente humano del primer elegíaco que intentó sobrellevar la carga de un
amor burlado, de una vivencia asumida en su integridad y que, gracias a ello, pudo proporcionarle
una visión trascendental y serena a su existencia.
4. HORACIO
Quinto Horacio Flaco (65-8 a.C.) nació en Venusia (Apulia), hijo de un liberto que ejercía el
cargo de recaudador de impuestos en las subastas. Con gran sacrificio de su familia, recibió una
esmerada educación en Roma y más tarde en Grecia, entusiasmándose con la filosofía epicúrea. Se
enroló en el ejército de Bruto y combatió en Filipos con el grado de tribuno militar.
Tras la derrota volvió a Roma y compró un puesto de amanuense de los cuestores para poder
vivir. Allí empieza a escribir con amargura sus Épodos y Sátiras, trabando amistad con Virgilio,
quien lo presentó a Mecenas, al cual le unió una profunda amistad durante toda su vida. No se casó
nunca. Se dedicó por completo a su actividad literaria, permitiéndose incluso rechazar el cargo de
secretario particular del "princeps", que el propio Augusto le había ofrecido.
ÉPODOS: 17 obras de juventud, escritas entre los años 41 y 30 a. C., en los que Horacio
imita, con temas romanos, los metros y el espíritu del griego Archiloco. Son poemas cortos
escritos en dísticos yámbicos. Sus temas son: 1.- Los que se dirigen contra personas
concretas; 2.- los que simplemente sirven de distracción; 3.-los epodos cívicos, 4.- los
épodos amorosos y báquicos. Entre todos estos poemas el más famoso es el “Beatus ille qui
procul negotiis...”, (“Dichoso aquel que de pleitos alejado…”), que sirvió de inspiración a
Fray Luis de León para su “Oda a la vida retirada” .
• Temas religiosos, donde Horacio usa a los dioses como un mero artificio literario.
• Temas de ética y moral, donde se pueden incluir también alguno de tipo erótico y otros de
tipo profano (la alegría de los banquetes, la tranquilidad de la vida del campo, amores propios y
ajenos...), pero donde fundamentalmente se deja ver la influencia de la filosofía epicúrea que
Horacio profesaba, en clara contradicción con su carácter típicamente romano: se ha de vivir el
presente, disfrutando de la vida ("carpe diem"), pero de una manera sensata, con calma y
tranquilidad, evitando el ansia de riqueza y las esperanzas infundadas, que fueron, según él, las
causantes de la crisis romana. En el fondo Horacio entiende el deber por encima de los placeres del
alma.
Por otro lado, en el libro IV de las Odas Horacio se nos presenta de forma diferente a los
anteriores: es un libro más personal e íntimo, como el apogeo del hombre, ya anciano, que ve pasar
su vida y agudiza sus sentimientos; ante la tristeza de la muerte busca la inmortalidad que puede
conferirle la poesía y, como tal instrumento de recuerdo, la alaba. Aquí desaparece el anonimato y
se confiesa abiertamente sin seudónimos.
En realidad toda la lírica de Horacio, en sus aspectos más elevados, no es otra cosa que una
meditación en torno a la muerte: ésta es el hilo conductor de su mundo. Pero su pesimismo no es
absoluto, como lo demuestra su evolución fatigosa desde el epicureísmo al estoicismo, manifestada
en su producción lírica donde supo aunar los aspectos ambiguos de la vida humana.
Por otra parte, la posición señera de Horacio como uno de los mayores poetas latinos se basa
en la perfección formal que muestra su poesía y en la profundidad y detalle de su propio retrato:
aparece como uno de los hombres más agradables, urbanos, graciosos, tolerantes, observadores,
amantes de las cosas buenas de la vida y de su país que podamos imaginar.
Bien es verdad que el autor latino que ha proporcionado más expresiones latinas al acervo
cultural de Europa es Cicerón. Sin embargo Horacio nos ha dejado unas cuantas perlas, expresiones
concisas, contundentes, expresivas, que han tenido mucho éxito en la filosofía y en la literatura
universal e incluso en el habla popular. ¿Quién no ha oído decir carpe diem, beatus ille, por
ejemplo? No todas ellas son de cosecha propia, ya que muchas, como hemos apuntado
anteriormente, procedían de la tradición literaria y filosófica griega. Sin embargo, han hecho fortuna
a partir de Horacio.
Numerosas son las frases de Horacio que han llegado a ser tópicos, es decir, que, vengan o no a
cuento, se dicen o se escriben. Sin embargo también nos han quedado otras muchas menos
conocidas, que merece la pena descubrir, porque, en unas pocas palabras, son un compendio de
sabiduría. Estas expresiones, junto con otras de diversos autores, han sido adoptadas por filósofos,
moralistas o literatos posteriores para explicar en pocas palabras y con contundencia todo un
razonamiento filosófico, moral o literario.
6. LA POESÍA ELEGÍACA
La elegía constituye un subgénero de la poesía lírica.
Este género tiene su origen en Grecia. En Grecia se llamaba elegía primitivamente a toda
composición escrita en dísticos elegíacos, es decir, dísticos formados por un hexámetro y un
pentámetro y podía tratar diferentes temas.
En el siglo III a.C. los poetas alejandrinos comienzan a componer elegías de tema amoroso,
pero en ellas no explican sus experiencias y sentimientos personales, sino que narran leyendas de
amores míticos. La elegía griega es una composición poética mitológica, erudita y objetiva.
Además de este amor desgraciado, los poetas elegíacos utilizan un repertorio común de
tópicos: 1) pseudónimo de la amada. 2) Encantamientos para lograr el amor. 3) El poeta se presenta
como un experto en las penas de amor, que pretende ayudar a los demás.4) Paralelismo del amor
con la milicia. 5) Exhortación a disfrutar del presente......
AUTORES:
TIBULO
Con Tibulo y los poetas de su entorno, la elegía alcanza en Roma una calidad insuperable.
Escribió 16 elegías, dividas en dos libros, que constituyen el llamada Corpus Tibuliano. El primer
libro consta de 10 y el segundo de 6.
La mayoría de las elegías del primer libro son de tema amoroso. Pero no todo es pasión
amorosa en ellas, los placeres del campo, los lamentos por la enfermedad y la muerte salpican toda
la obra del poeta.
PROPERCIO
Escribió cuatro libros de elegías. Los tres primeros se centran en su amor por Cintia. Es una
poesía fogosa y apasionada. Responde a un fuerte sentimiento, y a la pasión enfermiza que siente
por ella. El mismo se reconoce cautivado, subyugado y vencido ante ella.
En el cuarto libro, Propercio que ya ha roto su relación con su amada, da cabida a temas
relacionados con leyendas romanas. Escribe poemas laudatorios a Roma, a Augusto y a sus
progresos.
- Amores, está formada por tres libros de poesía erótica subjetiva, incluyen todos los tópicos del
género y tienen un cierto carácter ligero y superficial. En ellos el poeta demuestra su dominio
sobres los temas y modelos.
-Heroidas: cartas poéticas de heroínas a sus amantes.
-Ars Amatoria: poema didáctico que tiene que enfrentarse a la moralidad defendida por Augusto en
ese momento y con la que se inicia una campaña de desprestigio contra el poeta.
-Fastos: obra en la que relata las fiestas, ceremonias y aniversarios más importantes cuyo
destinatario es Augusto. Como esta obra, varias composiciones tienen un carácter adulatorio hacia
Augusto para conseguir el perdón.
- Tristia (tristes) y Epistulae ex Ponto: compuesta durante su destierro de Roma, en ellas vemos al
Ovidio más sincero y profundo, entristecido por la soledad y nostalgia de su tierra. En ambas se
lamenta de su situación y suplica el regreso.
La obra más destacable de Ovidio es Las Metamorfosis poema narrativo y una obra de madurez. En
el proemio nos dice qué va a contar y cómo lo va a hacer. El rasgo común en todas las narraciones
es que terminan con una transformación. Ovidio pretende hacer con esta obra una especie de
epopeya.
Europa
Narciso-Eco
Píramo y Tisbe
Midas