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florbarbero & Julie

Lauu LR Snow Q Miry GPE


nika Trece AndryGomez Val_17
JANI Majo Villa florbarbero
Sahara NicoleM Annie D
Julie Mae Vane Farrow
Beatrix Ana Avila Vane hearts
Maii Ivana Kyda
Dannygonzal evanescita Kath1517
Pachi Reed15 NnancyC Beatrix

Julie Miry GPE Sandry


Vane hearts Ana Avila itxi
Mary Warner Melizza Annie D
Daliam NicoleM Victoria.
Pachi Reed15 Jadasa Laurita PI
Daniela Agrafojo Dannygonzal

Julie

Mae
Sinopsis Capítulo 16
Capítulo 1 Capítulo 17
Capítulo 2 Capítulo 18
Capítulo 3 Capítulo 19
Capítulo 4 Capítulo 20
Capítulo 5 Capítulo 21
Capítulo 6 Capítulo 22
Capítulo 7 Capítulo 23
Capítulo 8 Capítulo 24
Capítulo 9 Capítulo 25
Capítulo 10 Capítulo 26
Capítulo 11 Epílogo
Capítulo 12 The Resolution of Callie &
Capítulo 13 Kayden

Capítulo 14 Sobre el autor

Capítulo 15
La vida de Violet Hayes es un desastre. Entre su acosador, Preston,
negándose a dejarla sola, el caso de sus padres aún sin resolver, y su retraso en
la universidad, siempre siente que está a punto de perderlo todo. Cuando una
noticia inesperada llega, es superada y termina haciendo algo que casi le cuesta
la vida. Afortunadamente, sobrevive y se promete a sí misma reorganizar su
vida y tratar de averiguar exactamente cómo se siente acerca de Luke Price, la
única persona que siempre está ahí para ella.
Pero como un apostador y alcohólico en recuperación, Luke tiene sus
propios problemas que superar. Está enamorado de Violet, pero teme que
decirle la verdad, va a hacerla correr asustada o aún peor, no va a corresponder
el sentimiento. Además, nunca parece encontrar el momento adecuado para
decírselo, ya que el caso, Preston, o la vida siempre se encuentran en el medio.
¿Podrán ambos conseguir paz en sus vidas para conquistar sus miedos y
finalmente decirse la verdad sobre cómo se sienten?
The Coincidence#5
Traducido por Lauu LR
Corregido por Julie

Violet
Cayendo.
Cayendo.
Cayendo.
Estoy cayendo en la inconsciencia, insegura de donde, cuando y si
alguna vez voy a aterrizar, por todo lo que sé, puede no haber fondo. Pero justo
ahora no me importa. Porque estoy completa y totalmente perdiendo la
cordura. Alguien podría discutir que eso pasó hace mucho tiempo, cuando
decidí correr frente a un auto por primera vez, así podía calmarme y enfocarme
en algunas emociones en lugar de las otras conectadas con la muerte de mis
padres. Quizás es un argumento preciso. Que la perdí hace mucho tiempo y
ahora solo voy más hondo hacia el final. Cayendo, cayendo, cayendo, sin
manera de regresar. Y como que por el momento tampoco quiero. Ahora me
estoy sintiendo muy bien, lo que no pasa tan seguido, si es que pasa. Y
últimamente… bueno, últimamente las cosas se han estado derrumbando a mi
alrededor.
Por ejemplo la escuela, algo en lo que solía ser buena, pero ya no. Hace
unos pocos días, recibí una llamada del consejero de la escuela queriendo
discutir mi asistencia, o la falta de ella. Había sabido que venía la llamada, pero
aún fue una patada en el estómago que no reconocía. “Violet Hayes, estamos
preocupados por ti y tu falta de asistencia.” El consejero me había dado la
mirada, la que todos me dan cuando descubren mi sangriento pasado y
comienzan a compadecerme. La mirada solía ser rara, ya que nunca le decía a
nadie acerca de mi pasado, pero como se reabre el caso, está cubriendo todos
los encabezados y algunas veces las noticias.
Entonces hay llamadas del detective Stephner, siempre cargadas de
malas noticias acerca del caso del asesinato de mis padres y de mi acosador.
Siempre es lo mismo: “No hemos encontrado a Mila Price”. Mila Price es la
madre de Luke Price (mi novio) y la mujer que fue presuntamente a mi casa esa
noche cantando esa jodida canción. “Y todavía no hay avistamientos de Danny
Hunterson”, siempre agrega el detective. Danny es el hombre al que me refiero
como Preston, mi una vez padre adoptivo que solía pensar era lo más cercano a
un padre que tuve. Pero no solo me animó a vender drogas para él a cambio de
comida y un techo sobre mi cabeza, él también me forzó a hacerle favores
sexuales. Solía creer que se lo debía, pero ya puedo ver más claramente. A pesar
de que eso no es mucho mejor; solo me hace sentir asqueada acerca de mí y las
cosas que hice.
Asqueada.
Asqueada.
Asqueada.
Preston podría también tener algo que ver con los asesinatos de mis
padres, pero eso aún est{ por determinarse. Una oportunidad del “cincuenta-
cincuenta”. O Preston es un asesino, o un loco enfermo con una obsesión y fotos
mías de cuando era niña, que conocía a mi madre antes cuando se drogaba.
Como sea que resulte, es nauseabundo y me hace odiarme por hacer las cosas
que hice con él, cosas que no puedo borrar sin importar cuánto me lastimen.
Nada puede borrarse en la vida. Esta es permanente, desde los alientos hasta las
decisiones que tomamos. Y he tomado algunas de mierda.
—¿Segura que quieres quedarte? —me pregunta Luke por milésima vez,
interrumpiendo mis inquietantes y depresivos pensamientos, y mis borrachos
movimientos de baile. La música está sonando a mi alrededor, el bajo vibra en
el suelo, y tengo un vaso en la mano lleno de algún tipo de alcohol, con la visión
nublada y alma entumecida.
Tengo que esforzarme solo para ver la cara de Luke, incluso aunque él
está parado justo enfrente de mí. Luke es probablemente la única decisión en mi
vida que no se convirtió en mierda, pero eso es desde mi punto de vista, no el
suyo. Él es el que ha estado cuidando de mí por las últimas semanas. En este
momento, luce preocupado. A pesar del ceño permanente que ha estado
practicando, sin embargo, aún luce deliciosamente sexy. Corto cabello castaño
por el que puedo pasar los dedos, una andrajosa barba, sus magros músculos
visibles a través de la playera gris que le queda a la medida y vaqueros
desgastados que quedan tan abajo en sus caderas que si levanto el borde de su
remera, tendré los ojos llenos. Infiernos, tal vez lo haré si me deja más tarde.
Tacha eso. Sé que lo hará. Desde que el asunto de Preston fue revelado, Luke
nunca me ha dicho que no, lo que estoy encontrando bueno y malo. Seguro, es
genial tener a un chico dándote lo que quieres, pero al mismo tiempo extraño
las bromas entre nosotros y los épicos retos que me atrajeron de él en un
principio. Hace la vida interesante, le da una pequeña curva, me distrae de lo
que pasa en mi vida, las cosas que ya he aceptado. Pero parece que no podemos
retroceder, volver a ese lugar.
Dios, desearía poder regresar el tiempo.
—Violet ¿me escuchas? —pregunta Luke, y su preocupación se
incrementa mientras se inclina más cerca para examinar mi cara. Sacudo la
cabeza y él suspira—. ¿Estás segura de que quieres quedarte aquí?
—Sí, estoy segura. —Vacío el resto de mi bebida del vaso de plástico
naranja con calabazas. Halloween es en unas semanas y todo parece ser acerca
de naranja, calabazas y sustos. He perdido la cuenta de cuántos de estos vasos
decorados he bebido—. Aún no estoy lista para ir a casa… —Escaneo la sala
que pertenece al chico que celebra la fiesta, buscando Dios sabe que: algo que
me meterá en problemas. Está colmada con botes de cerveza y basura, el aire
lleno con humo de cigarro, la música sale de los altavoces, la gente baila,
coquetea, y se lo monta en las esquinas. Un par de meses atrás, habría estado
ahí vendiendo para Preston.
Jodido Preston.
Demonios, ¡por qué no puedo superarlo y seguir adelante! ¡Déjame algo por una
vez!
—Es solo que tenemos clase mañana —me recuerda Luke, devolviendo
mi atención a él; sus ojos café tan llenos de preocupación como si estuviera
asustado de que vaya a romperme enfrente de él. Pero no lo haré. Después del
incidente en su camioneta donde tuve un derrumbe, y entonces de nuevo, en la
casa de su padre, me prometí que nunca me quebraría así—. Y aún estamos
tratando de recuperarnos de esas dos semanas que nos tomamos libres.
Habíamos estado de regreso en Laramie y la Universidad de Wyoming
por casi dos semanas desde que nos fuimos a las Vegas y luego a la casa de su
padre. La cantidad de trabajo escolar al que habíamos vuelto era abrumadora y
debería volver al departamento, estudiando a marchas forzadas para el examen
de química que tengo el viernes, el que debería planear asistir, considerando
que he sido advertida sobre mis faltas. Pero no puedo estudiar, tengo
demasiada energía, y mi mente trabaja de más mientras sigo pensando en la
misma secuencia de las cosas una y otra vez.
Preston.
Mis padres.
La madre de Luke.
Preston.
¿Quién soy ahora?
¿Esta chica rota?
Confundida.
Perdida.
Buscando algo que probablemente no encontrará.
—Qué tal si regresas —le digo a Luke, aplastando el vaso vacío y
lanzándolo a una mesa de café cercana—. Y yo iré a casa con Seth.
Su ceño se profundiza. —Sí, eso suena como un desastre en marcha.
Finjo estar ofendida. —Oye, nos hemos estado llevando mejor —le digo,
luego comienzo a bailar de nuevo porque quedarme quieta es imposible. Lo que
dije es verdad. Desde que volvimos, Seth, uno de mis compañeros de cuarto con
el que tengo una historia rocosa, tal vez porque pensó que era una prostituta, ha
sido más agradable conmigo. Creo que es más lástima que nada. Lástima
porque mis padres fueron asesinados. Porque la madre de Luke jugó un papel
en sus muertes. Porque la única figura paterna que conocí resultó ser un rarito
que me ha estado acechando desde que era más joven. Todos parecen sentir
pena por mí, y a sus propias maneras, tratan de ayudarme a sanar. Pero estoy
sanando en silencio, al menos es lo que me digo. Durante las raras veces, sin
embargo, que me admito la verdad, sé que estoy callando y evitando todo. Pero
parece que no puedo hacer nada más, de otro modo parece que voy a
romperme, y cuando me siento como si fuera a romperme, me pongo
peligrosamente en el borde para probar ataduras potencialmente irreversibles.
Sin embargo, es difícil hacer cualquier cosa cuando estoy siendo
observada constantemente. Por la noche hay una patrulla que se estaciona
enfrente de mi departamento, gracias al detective Stephner. Durante el día se
supone que esté con alguien. Y Luke, según parece, ha pasado a ser ese alguien
porque no ha dejado mi lado desde esa conversación en la casa de su padre. Me
siento mal. Es decir, tenía una vida antes de conocerme y siento que lo he
alejado de ella. Como una triste historia será —la nuestra— sé que
eventualmente toda esta mierda va a derrotarlo y me va a mandar a volar, justo
como todos los demás en mi vida. Antes no tenía problemas con eso; solía ser
capaz de levantarles mi dedo medio y alejarme con las alas ampliamente
extendidas. Pero ahora soy como un ave con un ala rota que ha caído en
picada, lo que me hace odiarme porque estoy tan vulnerable y débil. Extraño
ser la fuerte y malvada Violet, pero no sé cómo traerla de regreso.
Luke pone las manos en mis caderas, deteniendo mis movimientos. Me
doy cuenta de que me he adentrado más al centro de la multitud y estoy
rodeada por sudorosas personas follándose en seco unas a otras mientras se
mueven al sonido de la música. Luke y yo hicimos eso una vez, pero fue en el
pasado.
—Ya sea que estés siguiendo la corriente o no —Luke me deja ir y rasca
su nuca tensamente mientras mira alrededor del caos en el cuarto—, no voy a
dejarte aquí sola.
—Pero no estaré sola —apunto, retrocediendo cuando me fija la mirada.
La intensidad brotando de él es intimidante, incluso para mí—. Seth está aquí.
—Seth necesita una niñera tanto como tú —declara firmemente—, así
que es un argumento inválido.
Hago un puchero con mi labio inferior, tratando de volver hacia el área
de bebidas. —Eres un saboteador de fiestas.
—Y tú estás borracha —suspirando pesadamente, pone una mano en mi
brazo para detenerme—. Por favor, ¿podemos irnos?
—¿Es esto por el alcohol? —pregunto, inclinándome en su abrazo—. ¿Es
por eso que quieres irte tanto?
Niega con la cabeza. —Solo quiero ir a casa —dice y entonces presiona—,
contigo.
Luke, el rey de la bebida, ha estado sobrio por algo más de un mes y está
siendo extraño, pero es bueno verlo sanar. Después de una semana muy
explosiva bebiendo, dejó de hacerlo. Sé que ha sido duro para él, incluso a pesar
de que no habla de eso conmigo. Es más serio y responsable que en el pasado y
luce mucho más saludable. Incluso, tiene un trabajo en el restaurante donde
trabajamos Greyson y yo. Y así es como pasa cada día: trabajo, clase, viene a
casa y pasa el rato conmigo; me cuida mucho. Parece perfectamente feliz
haciéndolo y me sorprende porque no se supone que las personas sean felices
estando conmigo, especialmente cuando saben tanto sobre mí.
Pareciendo herido por algo, extiende la mano para que la tome. —
Cariño, por favor, ven a casa conmigo.
Las palabras “cariño” y “casa” pasan por mi cabeza como un farol y me
da un escalofrío bueno y malo. Las emociones batallan para llegar a la
superficie. Me preocupo por Luke. Él me da comodidad. Seguridad. Y podría
ser fácilmente alejado de mí. De nuevo, otra debilidad que he desarrollado.
Dependencia.
Debería estar enloqueciendo, pero el alcohol hace más difícil que sienta,
así que tal vez por eso me quiero quedar, para nublarme a un estado sin
emociones.
—Has estado diciéndome mucho así —digo entre mi propia estupidez
borracha; sobria, probablemente ignoraría el comentario.
Detecto la más ligera sonrisa en sus labios, el primer vistazo de humor
que he visto en un tiempo. —¿Cómo? —Hay un toque ligero en su tono
mientras pretende no tener ni idea de lo que hablo.
—Ya sabes. —Me muevo para poner las manos en mi cadera, pero el
cuarto comienza a girar y termino agarrándome de sus hombros como soporte.
Él se inclina hacia mí y pone sus labios junto a mi oído, encontrando mi
cadera con sus manos, y clavando los dedos en la tela de mi vestido y en mi
carne. —Cariño —susurra; su aliento cálido contra mi cuello.
Con un escalofrió, asiento. —Sí, eso… qué pasa con eso… por qué…
sigues diciéndome así.
El entretenimiento baila en sus ojos mientras se inclina hacia atrás. —¿Te
molesta que lo haga?
Dudo y entonces me encojo de hombros. —No estoy segura.
—¿Quieres que pare?
—Yo… de nuevo, no estoy segura… es solo que no entiendo lo que
significa. —De nuevo, sale la verdad. Maldito alcohol. Es como el jodido suero
de la verdad o algo parecido.
Su sonrisa se amplía. —La palabra en sí misma tiene pocos significados,
pero en mi caso lo estoy usando como un término de ternura.
—Sé lo que significa esa palabra. —Gesticulo entre los dos muy
lentamente y termino golpeándome la cara—. Pero no sé lo que significa para
nosotros. —Froto el lugar en mi cara donde me pegue mientras Luke se ríe ante
mi falta de coordinación.
Entonces de repente, mientras nota toda la extensión de lo que acabo de
decir, una extraña mirada de pánico y confusión cruza su cara, y comienzo a
entrar en modo ansiedad.
Luke debe darse cuenta de eso también porque rápidamente cambia el
tema. —Te voy a decir algo —dice, y sus dedos gentilmente se envuelven en mi
piel mientras me acerca más a él, alineando nuestros cuerpos, con los pechos
tan cerca que juro puedo sentir su corazón corriendo, o tal vez es el mío. Él
huele a colonia mezclada con cigarrillos; total y completamente Luke—. Ven a
casa conmigo y podemos hacer lo que quieras cuando lleguemos —dice.
—Pensé que dijiste que tenías que ponerte al corriente con el trabajo
escolar.
—Me preocupa m{s que llegues a casa a salvo… y sin hacer nada
irracional. —Atora un mechón de mi cabello rojo y negro detrás de mi oído.
No estoy segura de si quiere decirlo de la forma en que lo tomo. Luke
conoce mi secretito sucio: que tiento los límites de la vida, buscando adrenalina
encima de la emoción. Miedo por encima del dolor.
—Estoy bien, Luke, lo prometo. —Trato de liberarlo de la carga. Que
tome un descanso de cuidarme pero él no parece dispuesto a tomarlo.
Niega con la cabeza y me atrae hacia él hasta que puedo sentir el calor de
su aliento en mi cara y, casi saboreo sus labios. —Dije que no me voy sin ti. —
Luego me besa, solo un rápido beso suave, pero suficiente para alejarme de la
realidad—. Ahora, por favor, deja de ser un dolor en el trasero y ven a casa
conmigo.
Estoy a punto de rendirme, pero entonces veo su expresión. La forma en
que me está viendo, como si fuera todo para él. Me hace querer correr. Lejos de
él. De este lugar.
Correr.
Correr.
Correr.
Porque sé que una vez que vaya a casa y el silencio se asiente, todo va a
asentarse. Y me odio por ello, pero al final, voy a hacer de todo para no sentir
nada.
Traducido por Nika Trece
Corregido por Vane hearts

Luke
Es en realidad muy tarde y todo lo que quiero hacer es ir a casa. Pensé
que convencí a Violet con todo el asunto de “cariño”, pero luego algo que dije la
hizo entrar en pánico y repentinamente se fue a buscar más bebidas. Me mata
verla ahogar su dolor en el alcohol; entiendo la necesidad demasiado bien. El
verla pasar por esto ha hecho más fácil mantenerse sobrio, porque tengo que
tener la cabeza clara para ella. Sin embargo no es un maldito juego de niños. Mi
mente sigue a la deriva hacia el maravilloso sabor del alcohol cuando estoy
cerca de él. Pero lo que me ayuda a vencerlo, lo que me impide tomar un sorbo,
es recordarme que me preocupo por Violet; que le debo todo después de lo que
mi madre le quitó.
He estado manteniendo un ojo en ella durante la mayor parte de la fiesta.
Se ha convertido en una especie de rutina el último par de semanas. Se
emborracha y estoy allí para cuidarla. Pero metí la pata esta noche cuando me
desvié en una conversación con Drey Filtphermen acerca de la temporada de
este año y cómo vamos a estar “geniales”.
Asiento mientras, escuchando a medias, escaneo la multitud en busca de
Violet. —Sí, deberíamos hacerlo bien. —Lo último en mi mente es el fútbol.
Drey asiente y luego toma un trago. —¿Qué? ¿No beberás esta noche?
Niego con la cabeza. —No, soy conductor designado. —Eh. Nunca pensé
que esa frase alguna vez iba a salir de mi boca.
Me mira como si acabara de decir que la gravedad no existe. —¿De
verdad?
Me encojo de hombros. No lo culpo por preguntar qué pasa. Soy infame
por mi capacidad para emborracharme y tener sexo. Pero ya no hago eso y
deseo que la gente dejara de definirme como el mujeriego intenso, enojado y
bebedor.
—Tengo que encontrar a alguien —digo, apenas prestando atención
cuando Drey grita algo más. Me abro paso entre la multitud de personas
oliendo mucho a tragos de tequila, sudor y necesidad, y finalmente encuentro a
Seth charlando con Greyson en la esquina de la habitación.
—Oigan, ¿han visto a Violet? —Interrumpo su diálogo, pero los conozco
muy bien y sé que eso no importa. Seth y Greyson son mis compañeros de piso
y de Violet y, ambos son personas que considero amigos. Saben lo que sucede
en la vida de Violet lo suficiente para entender que no poder encontrarla
probablemente no es lo mejor.
Seth apunta hacia el pasillo. —La última vez que la vi, iba al baño.
Me dirijo en esa dirección mientras Greyson dice en voz alta—: ¿Todo
bien?
Echo un vistazo por encima del hombro y asiento, pero se siente como si
fuera el mayor mentiroso en el mundo. —Sí, necesito encontrarla. Eso es todo.
—Bueno, si necesitas ayuda, házmelo saber —dice, tomando un trago de
su botella de agua.
Asiento y me apresuro por el pasillo hacia la zona de baños. Hay una fila
formándose fuera y me lanzan un montón de maldiciones mientras camino
hasta la puerta del baño y llamo—: Violet, ¿estás ahí?
Hay una pausa y luego oigo un ahogado—: Sí
El alivio me recorre. Ni siquiera me di cuenta de lo nervioso que había
estado de perderla hasta ahora. Pruebo el pomo de la puerta, pero está cerrado,
por lo que toco de nuevo y la llamo, pero esta vez no responde.
Afortunadamente, la cerradura es bastante simple y soy capaz de desbloquearla
con una moneda. Un tipo me grita mientras entro en el baño, pero cuando le
doy al culpable mi mirada de: “Vete a la mierda”, él se encoge y cierro la puerta
detrás de mí. El cuarto de baño es pequeño, así que no debería tener problemas
para encontrarla, pero a primera vista no puedo verla en ningún lugar.
—¿Violet? —Camino más allá de la zona de lavabo hacia la bañera—.
¿Estás aquí?
—Aquí. —Su voz se oye pequeña y parece que viene de la zona de la
ducha/bañera.
Muevo la cortina y ahí está, en la bañera, con las rodillas en su pecho,
abrazándose tan fuerte que parece que trata de acurrucarse en sí misma. Me
agacho a su lado, acuno su barbilla en mi mano, inclinando su rostro hacia atrás
para poder ver su nivel de borrachera. Sus pupilas dilatadas y la incapacidad
para concentrarse en algo me permiten saber que es hora de sacarla de esto.
—Estoy lista para irnos. —Su oración tiene palabras arrastradas y las
lágrimas empiezan a deslizarse por sus ojos. Esto ha sucedido muchas veces, así
que sé exactamente qué hacer. La cargo y la saco del lugar, llevándola a casa
como pidió.
Cuando me detengo en nuestro complejo de apartamentos, en una zona
decente de la ciudad a poca distancia de la Universidad, son las dos en punto
de la mañana y recién está lo suficientemente caliente. Violet se desmayó en el
coche después de vomitar en los arbustos, así que tengo que cargarla al piso de
arriba, algo que no me importa hacer. Nunca ha sido una gran bebedora y se
nota cada vez que intenta beber. No me gusta lo que hace. Quiero a mi Violet de
regreso.
¿Mi Violet? ¿Qué demonios? Como si me perteneciera. No es así.
Aunque, al mirarla, sus ojos verdes cerrados, labios carnosos entreabiertos,
ondulado cabello negro y rojo colgando sobre mi brazo, su cuerpo acurrucado
contra mí, confiando en mí para llevarla adentro, se siente como si fuera mía.
—Si se enterara de lo que piensas, te castraría —murmuro para mí
mismo. Violet nunca ha sido el tipo de chica que le gusta ser propiedad de
nadie. Es siempre de carácter fuerte e independiente y, es parte de la razón por
la que me enamoré de ella. Ya he estado con mujeres necesitadas y es molesto
engancharse con mujeres que no solo buscan dirección, sino también quieren
aferrarse a mí. No lo odié en el momento. Me encantaba tener el control; lo
necesitaba después de pasar la mayor parte de mi infancia siendo controlado
por mi madre prepotente y psicótica. Pero una vez que conocí a Violet Hayes y
vi un lado diferente, sentí el desafío, la conexión, el deseo de querer a alguien
en un nivel más apasionado, y supe que no había vuelta atrás. No quiero
regresar a mi vida antes de Violet. Ojalá estuviéramos en un terreno más
estable; quisiera que pueda superar el tema con mi madre, que ésta estuviera en
la cárcel para que Violet tenga una razón para tratar de curarse a sí misma; me
gustaría poder ayudarla a traer de vuelta esa salvaje e independiente fuerza. No
la culpo por estar enojada, por luchar, o por encontrarse confundida. Tiene todo
el derecho y lo único que puedo hacer es ayudarla hasta que esté lista para
seguir adelante.
Cuando llego a la cima de las escaleras, saludo hacia el coche negro con
vidrios polarizados que sé es la policía. Viene aquí todas las noches,
estacionado cerca de la acera, vigilando el lugar, gracias a Preston y su
necesidad de burlarse constantemente de Violet con sus textos y amenazas de
muerte. Esto puso en alerta máxima a la policía, ya que Preston es ahora
sospechoso del asesinato de los padres de Violet.
Mientras llego a la puerta del apartamento, lucho por sacar las llaves sin
bajarla a ella, cuando me doy cuenta de una caja enfrente de la puerta. Al
principio creo que es parte del correo, pero luego me inclino hacia abajo y noto
que se la enviaron a Violet Hayes sin sello, sin remitente, o incluso nuestra
dirección. De inmediato tengo una sensación de inquietud al respecto. Mirando
alrededor, a las puertas de al lado y luego al estacionamiento de abajo, me
apresuro a abrir la puerta y entro. Después de acomodar a Violet
cuidadosamente en el sofá, regreso a la caja, para decidir qué hacer. ¿La abro?
Sinceramente, quiero tirarla a la basura sin ver lo que hay dentro, porque sé que
tiene que ser malo, porque todo lo que haya allí va a añadirse a la mierda
actual. Pero al mismo tiempo, no saber podría llegar a ser malo también. Con
gran vacilación, salgo y me agacho para arrancar con cuidado la cinta de la caja,
observando cuán ligera se siente. Cuando la abro, puedo ver por qué. Todo lo
que hay dentro es una foto, de Violet. Mi mandíbula se tensa al instante y mis
dedos anhelan embestir mi puño contra la pared. En la imagen, Violet
solamente lleva un sujetador y bragas. Está sosteniendo el vestido corto negro
que usa en este momento, listo para ponérselo, lo que significa que fue tomada
antes de ir a la fiesta. Desde el punto de vista, parece que la tomaron desde un
lugar al otro lado de la calle, ya sea en el balcón del restaurante en la esquina, o
en la casa de dos pisos que ha estado a la venta durante el último mes. No dice
quien la tomó, pero lo sé. El mismo tipo que tenía una habitación llena de fotos
de Violet, el que le envía los textos amenazantes: Preston.
Le doy la vuelta y leo la frase en la parte posterior. “Mira lo fácil que fue
pasarlos sin ser detectado.”
Mis manos comienzan a temblar de rabia. Asumo que con “pasarlos” se
refiere al coche de policía.
—Mierda. —Esto de venir directamente hasta la puerta es nuevo. Quiero
darle una paliza al hijo de puta, pero es complicado cuando se oculta. Pienso en
ir al otro lado de la calle para inspeccionar la casa y el restaurante, aunque dudo
que él siga allí. Pero la policía probablemente ya puede verme y estoy seguro de
que se preguntarán qué demonios hago, lo que estaría bien si no supieran quién
era mi madre. Sospechan de mí, como si pudiera saber dónde se encuentra y la
protejo; esto ha sido aclarado.
Después de cerrar la puerta, corro por las escaleras y cruzo el
aparcamiento hasta el coche de policía estacionado frente a la acera de la casa
en venta. Cuando doy un golpecito en la ventana, el conductor la baja, luciendo
cauteloso.
—¿Puedo ayudarle? —Debe tener casi cuarenta años, va vestido de civil,
en su Sedán normal, tratando de mezclarse, pero es evidente que el disfraz no le
funciona muy bien.
—Soy Luke... el novio de Violet... —Me aclaro la garganta, dándome
cuenta de que ni siquiera hemos hablado de lo que somos, pero se siente bien
decirlo—. Dejaron esto en la puerta de nuestro apartamento. —Le doy la foto y
la caja.
El policía ve la fotografía, luego mira a su pareja, una mujer policía de
unos cuarenta y tantos años, vestida con vaqueros y una camisa de cuello.
—¿Cuándo llegó? —me pregunta él, lo que es muy molesto. Debería
saber esto si en realidad vigilaba el sitio como era debido, ya que estaban aquí
cuando nos fuimos a la fiesta y la caja tuvo que haber llegado en algún
momento entre ese y ahora.
—Dígame usted —digo, irritado, metiendo las manos en los bolsillos en
tanto doy un vistazo alrededor, buscando algo fuera de lo común—. Ustedes
son los que se supone están vigilando el lugar.
Me da una mirada severa mientras agarra su café de la consola. —No me
sermonees acerca de mi trabajo, hijo.
—No sería necesario si estuviera haciendo su trabajo. —Mi mirada se
desplaza a la casa al otro lado del coche—. Parece que pudo haber sido tomada
desde allí. —Señalo al restaurante con aspecto tranquilo—. O allí, lo que
significa que estuvo cerca. —Me detengo, con mis ojos entrecerrados al
policía—. Lo que significa que él estuvo cerca.
El policía me da una mirada sucia. —Todavía no hay pruebas de quien lo
dejó.
—Es casi un hecho —le digo—, teniendo en cuenta que tiene un
acosador.
Arroja la caja y foto a su pareja. —Gracias por el aporte —dice—, pero
deja el trabajo policial a los profesionales.
Comienza a cerrar su ventana mientras, antes de alejarme, murmuro—:
Maldito idiota. —Debería haber esperado hasta mañana y habérselo llevado al
detective Stephner. Él es más profesional y se preocupa por la resolución de este
caso y por el bienestar de Violet.
Vuelvo al apartamento y cierro la puerta detrás de mí. Violet continúa
durmiendo en el sofá, tumbada de espaldas, con el brazo sobre la cabeza y
respirando suavemente. Es lo más tranquila que la he visto en un largo tiempo,
lo cual es triste ya que se desmayó borracha.
Decidiendo que lo mejor es llevarla a nuestra habitación en vez de tratar
de acurrucarme en el sofá junto a ella, la recojo y la llevo a la cama. La pongo
abajo, quito sus zapatos, luego saco mi camisa y pantalones vaqueros, y entro
en la cama con ella, tirando de la manta sobre nosotros. Inmediatamente se
desliza más cerca de mí hasta que su cara se frota contra mi pecho. Deslizo un
brazo alrededor de ella y la beso en la frente, fingiendo que todo está bien. Que
en la mañana nos despertaremos como una pareja normal, con la luz del sol
asomándose por la ventana en el silencio de nuestro hogar. Pero en el fondo sé
que voy a despertar, probablemente antes de que el sol incluso salga. Y la casa
estará cualquier otra cosa menos silenciosa. Va a estar llena de los gritos de
Violet.
Traducido por J A N I
Corregido por Mary Warner

Violet
Me siento tan pequeña, escondida en la oscuridad del sótano, escuchando los
sonidos de voces que me encuentro segura, pertenecen a monstruos. Sé que si me atrevo
a mirar, no veré rostros y cuerpos, sino formas extrañas cubiertas de agujas, púas o algo
más afilado, el tipo de piel que se supone que tengan los monstruos. Veré colmillos
puntiagudos en vez de dientes, garras en vez de dedos, ojos sin alma que reflejarán mi
horror.
Así que trato de quedarme oculta en mi escondite detrás de cajas y juguetes.
Trato de permanecer tan quieta cómo es posible, conteniendo el aliento. Me digo que,
con el tiempo, se irán y cuando todo se acabe iré al piso de arriba y me meteré en la cama
con mis padres, quienes me dirán que fue solo una pesadilla. Porque eso es lo que hacen.
Son buenos padres que saben cómo consolarme cuando el mundo está gris, cubierto de
sombras, cuando la luz del sol no parece existir más y todo lo malo del mundo emerge.
Trato de decirme que los monstruos no los hirieron.
Hay una señora cantando como loca. Creo que de verdad podría estar loca. Y el
hombre, su voz es tan baja, tan calmada, tan poco parecido a un monstruo. Tal vez me
equivoqué. Tal vez no era un monstruo. Tal vez solo estoy inventando cosas.
Entonces la señora deja de cantar y me digo que ya puedo mirar, solo un vistazo.
Girándome, me asomo por las cajas. Luz entra por las ventanas y soy capaz de ver solo
un poco. Al principio, la habitación parece vacía, pero luego mis ojos se adaptan y los
veo. Dos figuras, perfectamente quitas. De hecho, el mundo parece quieto en este
momento.
Pero luego así de quieto como estaba todo, comienza a moverse de nuevo, rápido,
más rápido y más rápido, luego el hombre sale de las sombras y se muestra ante mí.
Alto, con cabello castaño, rasgos faciales familiares, usando un abrigo a cuadros y
pantalones rasgados.
—Te… te conozco —tartamudeo mientras me levanto para salir de mi escondite,
arrastrando mis pies descalzos por el piso.
Da un paso hacia mí y me congelo de golpe a medida que la figura delante de mí
cambia a un monstruo como mi pensamiento original.
—Preston —exhalo.
Sus labios se curvan en una sonrisa satisfecha y yo abro la boca y grito.

Me levanto jadeando por aire y grito hacia la cosa más cercana que
puedo agarrar. Cuando era niña, solía agarrar una almohada o girar en el
colchón para amortiguar los gritos, pero hoy en día, usualmente suele ser el
pecho de Luke, así que termino enterrando el rostro contra su piel cálida. Ojalá
pudiera hacer que las pesadillas se detengan, ojalá pudiera liberarme de este
sentimiento de desamparo. No siempre es la misma pesadilla la que me hace
esto. A veces es sobre Preston, apareciendo esa noche en el sótano; mi cerebro
asustado lo coloca allí esa noche, incluso aunque en realidad nunca lo vi. A
veces son recuerdos dolorosos de mis padres que pensaba se hallaban
olvidados hace mucho. A veces es el hecho de que Luke me deja. Nunca me ha
preocupado que las personas me dejen, siempre lo hacen. Y por eso, permanecí
lo suficientemente indiferente para no conectar de forma emocional con nadie
que me preocupe por perder. Pero lo arruiné con Luke, uniéndome demasiado,
y ahora tengo miedo de que se vaya o de nunca ser capaz de dejarlo ir.
Cada noche después de levantarme con pánico e hiperventilando, Luke
permanece tranquilo, frotándome la espalda y susurrando en mi oreja que todo
va a estar bien. Después de tranquilizarme me aparto de él, me limpio el sudor
de la frente y ruedo sobre mi espalda. Miro el techo, tratando de olvidar la
pesadilla e intentando recordar que carajo pasó anoche en la fiesta. Aún es
tarde, el sol todavía no sale. Miro el reloj de la mesa de noche. Cinco y doce de
la mañana. Mierda. Es demasiado temprano para estar despierta.
Después de un minuto o dos, Luke pregunta tentativamente—: ¿De qué
se trató esta vez?
—Caer de un acantilado —miento, odiando lo que soy, pero incapaz de
decirle la verdad. Es como si tuviera cinco años otra vez y estuviera demasiado
asustada de decir la verdad porque entonces tendría que aceptarla. Como
cuando mis padres murieron. Me tomó una eternidad decirlo en voz alta, lo
cual lo hizo insoportablemente verdad.
—Parece que tienes mucho ese sueño. —Hay especulación en su voz. No
cree que mi sueño era sobre eso, sabe que miento, pero no me lo dice.
—Supongo que mi mente es muy buena repitiendo. —Mis ojos se hallan
fijos en el techo, a pesar de que puedo sentirlo observándome, tratando de
averiguar lo que pasa en mi cabeza. Si de verdad supiera, probablemente
huiría, como desearía poder hacerlo.
—Sabes que estoy aquí. —Rueda de lado y se apoya en su brazo—. Si
necesitas hablar.
Luke se ha vuelto un gran chico. No sé cómo demonios pasó esto, el que
esté conmigo, con una toxina enconando, contaminando su vida. Y quiere
ayudarme. Me gustaría que pudiera, que haya un botón interno que pudiera
encontrar y apagar en este insano desastre que vive dentro de mí. Pero si lo hay,
aún ninguno lo ha encontrado.
—Debes tratar de dormir un poco —susurra. Su firme brazo se desliza
por mi estómago, sus dedos encuentran mi lado, luego me urge a acércame a
él—. Aún es muy temprano.
—Es difícil dormir después de una pesadilla —admito en la oscuridad de
nuestra habitación—. Me hace… —Me muerdo el labio, sin estar lista para
hablar de mis sentimientos.
—Me quedaré despierto hasta que te duermas. No te pasará nada. Lo
prometo. —Su rostro se acerca unos centímetros más a mi mejilla y roza sus
suaves labios contra mi piel—. Siempre estoy aquí para ti.
—Siempre es una palabra fuerte —susurro, cerrando los ojos, peleando
con el deseo de rendirme a él—. Las cosas podrían cambiar, sabes. Un día…
podrías no querer la responsabilidad de cuidar de mí… o podrían ocurrir cosas
que hagan que quieras permanecer alejado de mí.
—Eso nunca pasará —promete—. No hay nada que pueda hacer que
quiera permanecer alejado de ti.
Se siente como si debiera responder algo a sus palabras poderosas, pero
no puedo encontrar que decir en la oscuridad de mi cabeza. Abro los ojos y son
recibidos por su intensa mirada. —¿Qué hay de tu mamá? —pregunto.
Su cuerpo entero se tensa mientras olas de pánico lo atraviesan. —¿Qué
hay de ella?
Quiero cerrar los ojos, pero me obligo a dejarlos abiertos. —¿Qué pasa
cuando… si es arrestada? Digo, eso es mucho que digerir y será mi culpa que se
encuentre allí.
—Ella misma se puso allí. —Su tono es duro, enojado, sus ojos arden con
rabia.
—Podría tener que testificar en su contra —señalo, algo que el detective y
yo hablamos si alguna vez la encuentra. Cómo tengo que tratar de recordar
como luce, para poder identificarla en esa noche, lo cual jugaría un papel
importante en lograr que la sentencien.
Luke inhala varias respiraciones, su rostro se encuentra afectado por la
ansiedad. —Podemos dejar de hablar de eso, ¿por favor? Tú y yo estaremos
juntos tanto tiempo como nos quieras jun… Por siempre, si… —Se va callando
al final, o bien quiere retractarse o le teme a sus palabras, y siento a mi propio
corazón golpear contra mi pecho. Sus palabras están llenas de muchas
emociones, muchos significados, muchas cosas de la relación de las que no
hemos hablado. Tenemos muchos desafíos delante de nosotros que todavía no
hemos discutido. Como qué pasará cuando la policía finalmente atrape a su
madre. ¿Y si tengo que testificar en su contra? ¿Y si descubren que fue la que
mató a mis padres? ¿Eso afectará lo que siento? ¿Lo que él siente? ¿Nos
arruinará?
Hay muchas preguntas, las cuales debería decir en voz alta para que por
fin podamos hablar de ellas. Pero no me encuentro lista para dejar ir a Luke, mi
manta de seguridad, mi…
Hay demasiadas palabras que fluyen en mi cabeza las cuales apenas
puedo procesar, así que busco una distracción. Mi distracción favorita.
—Bésame, por favor. —Prácticamente sueno como si rogara, pero no
puedo retractarme, así que lo dejo estar.
Puede verlo en mis ojos, también, el deseo de evitarlo, el intento de evitar
hablar sobre el equipaje emocional que retengo encerrado en mi interior.
Empieza a abrir la boca para decir quién sabe qué, probablemente algo que me
hará sentir más y que me cause incluso más pánico, supongo. Pero lo silencio
mientras me inclino y presiono los labios en los suyos, tan agresivamente que
chocamos los dientes. Es todo menos sexy y caliente, nunca me ha importado
eso, y no hay sentido en empezar ahora.
Besándolo casi con desesperación y tirando de su cabello, levanto la
cabeza y balanceo la pierna por encima de su costado, obligándolo a yacer de
espaldas y así poder estar a horcajadas sobre él. Mantengo nuestros labios
sellados mientras paso un dedo de arriba abajo sobre su pecho tatuado,
continuando la exploración de sus músculos delgados hasta que llego a la parte
superior de sus bóxers.
—Violet —dice con un gemido mientras deslizo una mano debajo de la
pretina—. Quiz{… no deberíamos… —Inclina la cabeza hacia atrás y yo pongo
un poco de espacio entre nuestros labios, observándolo empezar a perder el
control.
—Sabes, estaría herida por tus protestas, pero —deslizo la mano más
abajo en sus boxers y froto su dureza—, es bastante claro que tus palabras no
coinciden con lo que realmente quieres.
Me agarra la cintura, como si me asegurara en el lugar, bien para
mantenerme cerca o permitirse tener suficiente control sobre esta situación para
poder retirarse cuando quiera. —No es que no quiera… es que… creo que no
deberíamos… —Busca algo en mis ojos y supongo que no lo ve, porque al final
parece decepcionado—. No cuando te encuentras alterada.
—No me encuentro alterada. —Frunzo el ceño—. ¿Por qué siempre
piensas eso cada vez quiero tener sexo?
Aprieta los labios para contener lo que sea que tiene en mente.
Aprovecho la oportunidad para echarme hacia atrás, quitarme el vestido y
lanzarlo a un lado, así que me quedo en sujetador y bragas.
—Prometo que esto no tiene nada que ver con otra cosa más que querer
follar. —Mentirosa. Mentirosa. Mentirosa. Y una mala. Lo sé, lo sabe. Pero se
rendirá, siempre lo hace. Una parte de mí podría amarlo por eso y otra parte me
odia por hacerle eso, usar el sexo como remplazo temporal de mi adicción a la
adrenalina.
Una exhalación después, me jala contra sí y mientras nuestros labios se
vuelven a conectar con una chispa de calor, siento paz interior por una fracción
de segundo, como si tal vez esto fuera lo que quiero, como si no tratara de
enterrar mis sentimientos teniendo sexo sudoroso. Sin embargo, la sensación se
disipa al momento en que llego a la conclusión de que tal vez es algo más que
sexo. Negación. Vivo y muero en ella. Pero temo que la verdad no me hará
libre, me matará. Así que en vez de eso, me concentro en besar a Luke,
disfrutando de la sensación de sus manos vagando por cada centímetro de mi
cuerpo, dejando rastros de calor por mi piel. La manera en que sigue gimiendo
mi nombre cada vez que toco su piel y muerdo su carne, lleva a mi mente a un
estado de euforia. No nos apuramos, nos tomamos nuestro tiempo, pero
eventualmente siento como si fuera a hacer combustión por la necesidad y
termino de quitarme el resto de ropa. Luke sigue mi ejemplo, sacándose los
boxers.
De repente, hace una pausa. —Espera… necesitamos…
Lo interrumpo cubriéndole la boca con la mano. —He estado tomando la
píldora por un par de semanas, estamos bien.
Inhala, luego segundos después me voltea sobre mi espalda y se desliza
en mi interior. Toma mi pierna y la engancha sobre su cadera mientras embiste
dentro y fuera de mí. Una y otra vez hasta que dejo salir un grito suave,
clavando mis uñas en sus hombros. Por un momento me voy. Por un momento
siento que todo va a estar bien. Por un momento caigo en una feliz ilusión
donde soy libre de todo, y Luke se encuentra allí conmigo. Pero casi tan rápido
como llegó el alivio, vuelvo de golpe a la realidad. Luke se ha calmado en mi
interior, su rostro se encuentra enterrado en mi cuello, su pecho sudoroso
presionado contra el mío. Puedo sentir cada latido, cada respiración que toma.
Cuento cada una, tratando de igualar mi propia respiración con la suya.
Satisfecha. Me siento satisfecha y quiero pedirle que no se mueva nunca.
Quédate quieto. Para siempre. Por favor.
Aun si me atreviera a pronunciar esas palabras irreversibles, solo trataría
de vivir en un cuento de hadas y he vivido demasiado como para creer en esas
cosas. Así que me quedo en silencio y eventualmente Luke sale de mí, dándome
un último beso profundo antes de rodar sobre su espalda y mirar el techo con
un brazo sobre la cabeza. No dice nada, perdido en sus pensamientos,
ahogándose en una especie de agonía interna que me hace sentir culpable, ya
que probablemente la puse allí. Quiero decirle algo, quitar la expresión de
preocupación de su rosto, decirle que siento estar tan rota y que trataré de
arreglarme. Pero no puedo encontrar las palabras, no sé dónde se encuentran,
así que en lugar de eso, tomo el camino cobarde y digo—: Buenas noches. —
Luego cierro los ojos y dejo que mis pesadillas me absorban lentamente.
Traducido por Sahara & Vane hearts
Corregido por Daliam

Violet
Estoy de pie en medio de árboles secos y hierba, rosales marchitos, y filas y filas
de lápidas rotas. El cielo es tan oscuro que luce casi negro y cenizas caen del cielo como
nieve.
Sé por qué estoy aquí, lo que busco, a pesar de que no quiero encontrarlo. Cierta
lápida que pertenece a alguien que me importa y temo perder. Deambulo sin rumbo por
el cementerio, tratando de luchar contra la necesidad de ir a una lápida específica, la que
está escondida en la esquina bajo el único árbol floreciente. Pero finalmente llego a él y
tengo que mirar hacia abajo y leer las palabras grabadas en la piedra cubierta de cenizas.
—Luke Price —leo su nombre en voz alta mientras caigo al suelo, y cenizas caen
sobre mí. Las lágrimas se deslizan por mis ojos, pero salen negras y manchan mi piel
como una tinta, manchan mi vestido—. No... No... no puedo perderlo. No puedo hacer
esto de nuevo. No puedo perder a alguien de nuevo. —Mi cabeza cae y sollozo—. Por
favor, no quiero estar sola otra vez. —Pero el sonido hueco del mundo que me rodea es la
única respuesta que obtengo.

Soy sacada nuevamente de una pesadilla, y jadeando por aire, me integro


en la cama. Casi me desmayo por la falta de oxígeno, luchando para borrar de
mi mente la pesadilla, pero consume mis pensamientos.
Es el miedo de estar sola, de perder a Luke, de que alguien que me
importa me deje. El mero sueño se siente como si me matara, ¿qué me pasaría si
él me deja? O peor aún, ¿si algo terrible le sucediera?
Me acuesto en la cama sin hacer ruido por un tiempo, así no despierto a
Luke. Por lo general, lo levanto con mi ritual jadeante, pero debe estar súper
cansado esta mañana. Miro hacia el techo, diciéndome que es solo otro maldito
sueño y que debo superarlo. Que Luke no está enterrado bajo el suelo en su
lugar de descanso final. Que él está aquí a mi lado, respirando con dificultad,
sin camisa, el pecho sólido y firme como un lienzo, y que no lo voy a perder.
Pero el problema es que mis padres están enterrados bajo el suelo, y me
recuerda lo que sentía justo después de que los perdí, cuando me permití sentir
el dolor que dejó sus muertes. Cómo temía terminar sola en el mundo y lo
doloroso que fue cuando me di cuenta de que mi preocupación era la realidad;
estaba sola. Sin embargo, me acostumbré, me adapté lo mejor que pude. ¿Qué
sucedería si pierdo a Luke repentinamente? ¿Podría manejarlo nuevamente?
Mis miedos me mantienen así hasta que el sol sube y llena la habitación
con su luz. Luke comienza a despertar, dando vueltas y frotándose los ojos
antes de sentarse. Su mandíbula luce desaliñada, con necesidad de una afeitada,
y hay círculos oscuros bajo sus ojos marrones. —¿Cómo te sientes esta mañana?
—me pregunta con un bostezo. Debe ver algo en mis ojos que no le gusta,
porque oculta la preocupación de su expresión. Ojos malditos. Últimamente me
han estado delatando.
Aparto la mirada para evitar el contacto visual con él. —Bien, aparte del
dolor de cabeza asesino que tengo. —Sé que no se refería a mi resaca, pero no
quiero hablar de cualquier otra cosa. Sobre lo de anoche. Acerca de mis
pesadillas. Acerca del uso del sexo como una distracción.
Le toma uno o dos segundos responder. —¿Crees que irás a la clase de
hoy?
Mi estado de ánimo se desploma aún más con la idea de ir al exterior,
lleno de miradas y preguntas; es demasiado hasta imaginarlo. Niego con la
cabeza y ruedo a mi lado, frente a la pared en lugar de él. —Hoy no.
—¿Estás segura? —Su mano encuentra mi espalda, y sus dedos acarician
el espacio entre mis omóplatos—. Podría prepararte algo para que comas... tal
vez eso ayude.
Me estremezco con su toque, como siempre, pero me niego a moverme.
—Sí, estoy segura... Solo quiero quedarme en casa y descansar.
—Pero... no me gusta dejarte aquí sola.
—Seth está aquí; no estoy sola.
—Sí... pero podría tener clases.
Echo un vistazo por encima del hombro. —Estoy bastante segura de que
no tiene.
—Aun así... no me gusta que estés aquí sin alguien que te cuide. Y Seth...
Por mucho que me agrade, no es la persona más responsable. Prefiero cuidarte
yo. Haría un mejor trabajo. —Pone esa mirada divertida en su rostro como si
estuviera dándose cuenta de algo que lo aturde.
Me doy vuelta y coloco la mano en su mejilla. —Luke, estaré bien. No
voy a salir de la casa o cualquier cosa sin decírselo a nadie. —Meto las manos
debajo de mi cabeza y muerdo mi labio hasta que sangra, porque se lleva un
poco del dolor emocional—. No puedes observarme siempre y no es tu
responsabilidad hacerlo.
—Claro que puedo —murmura en voz baja, y se dirige a mi lado. El
silencio crece entre nosotros. Quiere decir más; deseo que lo haga. Aun así no lo
hacemos, no podemos.
Finalmente, sus labios rozan mi nuca, justo sobre las dos estrellas
tatuadas en mi piel, cada una representando a una persona que he perdido en
mi vida: mi madre y mi padre. —Me siento mejor si estoy aquí contigo.
—Y yo me siento mucho más culpable si te pierdes otra clase por mí —le
respondo, apretando la manta cuando coloca un suave beso sobre cada estrella.
Roza con su nariz mi cuello y suspira, rindiéndose. —Está bien. Pero
llámame si necesitas algo. Y mantén la puerta cerrada —dice—. Le diré a Seth
que mantenga un ojo sobre ti y prométeme que dejarás que él te cuide.
Abro la boca en protesta. —Voy a estar en la casa, como he dicho, no
voy…
—Sé que no vas a ir a ninguna parte —dice, colocando una mano sobre
mis labios—. Pero por favor, prométeme que vas a dejar que él esté
pendiente, para poder tener la mente en paz.
La suplica en su voz hace que sea difícil no concedérselo, por lo que
asiento con la cabeza, entonces de mala gana baja de la cama, haciendo que el
colchón suba, con la carencia de su peso y haciendo que la cama se sienta vacía
y fría. Oigo sus pasos cruzando la habitación estrecha, y él se detiene frente a la
cómoda.
—Hay algo que necesito decirte —dice, mientras busca en el cajón algo
de ropa.
El tono de su voz me hace dudar al contestar. —Bueno…
—Se trata de anoche… Después de que llegamos a casa. —Cierra el cajón,
y se queda ahí en el medio de la habitación. No puedo ver todo por el rabillo de
mi ojo, pero él parece incómodo. ¿Hice algo extraño anoche? Bueno, ¿más
extraño de lo normal para mí? ¿Hable en sueños, tal vez, cuando estaba medio
dormida o algo así?—. Había una caja en la puerta cuando llegamos a casa
después de la fiesta.
El pelo en mi nuca se eriza, y la piel se me pone de gallina en mis brazos.
—¿Y quién envió la caja? —pregunto, aunque en el fondo ya sé: el
monstruo que perturba mis sueños. Solo espero, deseo, que tal vez Luke
demuestre que estoy equivocada.
Se sienta en el borde de la cama, el colchón se hunde por su peso y el
vacío que había estado sintiendo disminuye de nuevo. —No dice exactamente
quién lo envió... pero había una foto de ti dentro... —Pone su mano en mi
espalda y siento un temblor por su toque—. Por favor, ven a clases conmigo.
Volteo y lo enfrento. El miedo en sus ojos me dice que debo tener miedo;
que todo lo que había en la caja debería darme miedo. Pero no voy a permitirme
sentir el miedo. —¿Qué había en la caja, Luke?
Fija sus intensos ojos marrones en mí. —Ya te dije... una foto de ti.
Mantengo constantemente su mirada. —¿Y qué hacía yo en esa foto?
Él busca en mis ojos algo y me pregunto qué es lo que ve exactamente.
Alguien perdido y asustado o la fachada que trato de mostrar, la que he estado
usando desde que tenía cinco años. —Quiero protegerte. —Sus dedos se
extienden a través de mi mejilla y calienta mi piel—. De todo lo malo y feo del
mundo.
—Ya conozco demasiado acerca de lo malo y lo feo como para
protegerme. Y es preferible saber lo que ocurre —le digo, aunque no estoy
segura de creer mis propias palabras. Hay muchas veces en mi pasado donde
me he preguntado si era mejor quedarse en la ignorancia, empezando a los
cinco años, en el sótano, donde murieron mis padres. Si me hubiera quedado
allí hasta que alguien viniera a la casa, nunca había visto a mis padres muertos.
El recuerdo de la sangre, y las últimas palabras de mi padre no se hubiesen
grabado en mi cabeza, como una barra de hierro caliente chamuscando la carne.
Y entonces, tal vez las familias de acogida no me habrían tenido tanto miedo.
Entonces tal vez habría crecido con una familia y no estaría aquí en este
momento. Pero, ese es el problema. Porque en el fondo, mi corazón quiere estar
aquí con Luke, lo que significa que todo eso tenía que suceder. Destino,
¿verdad? Bueno, he estado en conflicto con el destino mucho últimamente.
Debido a que me condujo aquí con Luke, pero tardó mucho para hacerlo.
Volver significaría perderlo, pero admitir que no quiero volver se sentiría como
una gran traición a mis padres. Y si no acepto lo mucho que me preocupo por
Luke, estaría aceptando que algo podría suceder —tal vez el destino otra vez—
que lo arrancaría de mi vida y quizá lo perdería para siempre. Y no estoy
segura de sí podría manejar eso; manejar el destino de nuevo. Todo lo que
quiero es... pues certeza supongo.
—Te encontrabas en este cuarto... en la foto —dice Luke y le tiemblan los
dedos—. Creo que la tomo desde el otro lado de la calle.
El miedo arde dentro de mí, pero lo extingo rápidamente. ¡Entiérralo,
maldita sea! —Entonces, piensas que fue Preston el que dejó la caja y tomó la
foto —digo sin emoción, negándome a sentir algo hacia Preston, odio o
miedo. No dejaré que me afecte. No pensaré en él. Pero solo tratar de no pensar en él
me hierve la sangre. Mis dedos se curvan hacia dentro, mis uñas apuñalan las
palmas de mis manos, cortando la piel, atravesando el dolor, distrayéndome de
pensar en otra cosa—. Eso es nuevo y audaz de su parte. Supongo que es mejor
que mandar mensajes.
—No estoy seguro de que sea él, pero… —Se calla, y su expresión decae.
—Pero solo tengo un acosador —termino por él, con la voz vacía. Vacía,
tal como me gusta. Lo odio, me odio a mí misma por todo lo que he hecho. ¿Por qué no
puedo simplemente superarlo y cambiar?
Luke comienza a decir algo, pero lo interrumpo. —Deberías irte. Vas a
llegar tarde a clase. —Me doy la vuelta a mi lado otra vez, frente a la pared.
—Violet, no creo que deberías quedarte aquí —dice, sacando sus dedos
de mi rostro.
—Ya hablamos de esto. No voy a ninguna parte y Seth está aquí. Voy a
estar bien. —Hay una frialdad forzada en mi tono para que me deje en paz. No
me gusta lo que tengo que hacer, pero si no lo hago, sé que se convencerá de
que se tiene que quedar aquí y cuidar de mí, y eso no es lo que quiero para él.
No dice mucho después de eso y me quedo inmóvil, fingiendo que me he
quedado dormida nuevamente mientras se viste. Antes de salir de la habitación,
me besa suavemente la parte posterior de mi cabeza. —Voy a estar de vuelta tan
pronto como las clases hayan terminado.
—¿No tienes que trabajar esta noche? —le pregunto. Hace un par de
semanas, con la ayuda de Greyson, Luke consiguió un trabajo en el restaurante,
ayudando en el bar. Me preocupaba un poco lo que le haría a su recuperación
esto, pero él me asegura que está bien, a pesar de que quiere obtener un nuevo
trabajo tan pronto como le sea posible.
—No, hasta este fin de semana no. —Él toma su kit diabético y lo mete en
su mochila, junto con sus libros.
—Bueno, hasta luego.
Susurra algo sobre estar a salvo, luego espera brevemente, como si
quisiera decirme algo o quisiera decir algo más, un hábito insoportable casi
doloroso que se desarrolló entre nosotros. Y como siempre, nada se llega a decir
y él termina yéndose en silencio.
Me muevo de nuevo cuando escucho la puerta del frente cerrarse y luego
de que pasó el tiempo suficiente, sé que él no va a volver. Con suerte, para
cuando regrese a casa más tarde ese día, me habré recompuesto lo suficiente
que poder fingir que estoy bien con todo. Colocaré mis sonrisas. Actuaré con
normalidad, limpiaré la casa. Me pondré estúpidamente borracha, más o
menos, porque eso es lo que hace falta.
Después de que pasa aproximadamente una hora, me levanto de la cama
y tomo una ducha rápida, luego me pongo un par de vaqueros lleno de
agujeros y una camiseta descolorida de Silverstein. Recojo mi pelo en un moño
desordenado y luego regreso a la habitación, pasando por la puerta del
dormitorio de Seth. Está agrietada y puedo ver que él duerme en su cama.
Greyson se ha ido, seguramente a trabajar.
Regreso a mi habitación, cierro la puerta detrás de mí y enciendo mi lista
de reproducción y suena “People Live Here” de Rise Against. Paso por encima
de mi cama, me acuesto en el suelo y me arrastro por debajo de ella hasta que
alcanzo la caja que busco. Una vez que mis dedos rozan la caja, me retiro con
ella en mis manos y la coloco en la cama.
Como cada día desde que la conseguí, me la quedo mirando al menos
media hora antes de que consiga el valor para abrirla. Entonces, me lleva otra
media hora meter la mano y sacar el contenido: una pequeña pila de fotos, una
pulsera de plata y un cuaderno de espiral con las notas que garabateó mi
madre. Estas eran las cosas que el detective Stephner pudo dejarme tomar que
pertenecían a mis padres. No jugaron ningún papel en la investigación, fueron
revisadas en busca de sangre y ADN, pero no apareció nada, así que me las
dieron hace un par de semanas —cuando volvimos de California— pensado
que las quería. Aún no estoy segura, ya que paso demasiado tiempo
simplemente sosteniéndolas y mirándolas. Ni siquiera he leído más allá de la
primera página en el cuaderno. Nadie sabe que tengo las cosas, excepto el
detective.
Todavía no estoy siquiera segura de qué hacer con esto. Cuando se trata
de mis padres, por lo general evito pensar en ello, de ahí la adicción a la
adrenalina que he desarrollado. Trato de no pensar en ellos, de recordarlos;
nunca he visitado sus tumbas. Simplemente parece demasiado difícil, hacer
frente a lo que pasó, lo que perdí, lo que nunca va a suceder. Dejarlo ir, seguir
adelante, en vez de ir a la deriva en algún lugar entre el pasado y el futuro,
como lo he hecho la mayor parte de mi vida. Afrontar el futuro. Dios, no puedo
siquiera imaginar cómo sería eso.
Giro el brazalete sobre mi mano y luego, con una respiración profunda,
lo pongo en mi muñeca. No es nada especial, simplemente una pulsera de plata
con una placa que dice Sempre, que después de tontear un poco con traductores
en línea, descubrí que significaba para siempre en italiano. No sé por qué lo
escribieron en italiano, ya que no conozco lo suficiente sobre mis padres para
entender por qué eligieron ese idioma, lo que me deprime.
Todo esto me deprime.
Pero no voy a reconocerlo nunca.
No puedo.
Dios, ojalá pudiera ser libre de mis pensamientos y el pasado. Pero nunca
va a suceder, no cuando este último tiene sus cadenas envueltas alrededor de
mis muñecas, sujetándome y reteniéndome constantemente. Sé que nunca seré
capaz de dejar de lado el dolor y la oscuridad en el interior hasta que haya
justicia para mis padres.
Termino lanzando todo de nuevo en la caja como si estuviera hecha de
fuego, y luego la cierro y empujo de nuevo debajo de la cama donde pertenece.
Debería dejar de mirarla; se está convirtiendo en una obsesión. Pero el solo estar
en la habitación, me da ganas de sacarlas y obsesionarme con cosas que no
puedo cambiar.
—Tengo que salir de esta maldita habitación —me murmuro mientras
me apresuro a mi armario y agarro mi chaqueta de cuero y botas. Me los pongo,
luego salgo, agarro las llaves y la cartera de la encimera de la cocina en mi
camino. Dudo un instante antes de salir, con la menor pizca de culpa por irme
sin decirle a Seth donde voy como le prometí a Luke que haría. Sin embargo, no
quiero explicarle a Seth, por qué me estoy volviendo loca. Así que salto sobre el
umbral y cierro la puerta detrás de mí; un edificio de culpabilidad dentro de mi
pecho como ladrillos de acero. Sé que salir sola no es necesariamente lo más
seguro y en el fondo sé que Luke tiene todas las razones para que no lo haga. El
detective Stephner estaría de acuerdo con él. La obsesión de Preston conmigo es
más allá de espeluznante... esa habitación con todas esas fotos de mí, algunas de
cuando era joven. Es inquietante y cualquiera se preocuparía, excepto yo.
Además, me sigue enviando mensajes de números aleatorios y luego, por
supuesto, está la caja de la noche anterior. También me pregunto si podría
haber más de eso que ni siquiera me cuentan. El hecho de que la policía envíe
un coche de policía por aquí cada noche hace que quiera saber, pero no tengo ni
idea de porqué el detective Stephner no me lo diría.
—Debería caminar de regreso a la casa y cerrar la puerta —digo,
tratando de convencerme a mí misma, pero no funciona y termino trotando por
la escalera. Porque estoy corrupta, rota, echada a perder. Un millón de cosas
diferentes. La voz dentro de mi cabeza no es la mía, sino un coro formado por
mis padres de acogida en los últimos años. Esto es lo que hago. Lo arruino. Hago
todo mal. Hago oídos sordos porque es fácil y soy el tipo de persona que toma el camino
más fácil.
Necesitando una distracción de las voces, recupero mi teléfono de mi
bolsillo y le envío un mensaje a Greyson, pensando que puedo tolerar salir con
él. Además, también puede contárselo a Seth, de esa manera estaré
manteniendo mi promesa a Luke sin tener que ir a explicarle a Seth que me
estoy volviendo loca y necesito salir de la casa.
Yo: ¿En dónde estás?
Bajo las escaleras, esperando su respuesta. Hace frío, el otoño está
llegando y pone crujientes a las hojas y a la hierba. Puedo sentir la brisa de
Wyoming picando mis mejillas y puedo oír las campanas de viento cantando de
algún lugar cercano. Parece pacífico. Ojalá pudiera congelarme. Nunca dar un
paso adelante, nunca dar un paso atrás. Solo quedarme en este momento, dejar
de moverme, dejar de respirar. Por siempre. Pero el teléfono zumba desde el
interior de mi bolsillo y tengo que moverme de nuevo. Tomando una bocanada
de aire, muevo mi dedo por la pantalla, notando que, junto con el mensaje de
texto, recibí un mensaje de voz. No tengo ni idea cuando perdí la llamada, pero
decido abrir primero el texto, ya que es de Greyson.
Greyson: En el trabajo. ¿Qué pasa? ¿Estás bien?
Yo: Sí, solo aburrida. Me tomé un descanso de la clase de hoy. ¿Te
importa si voy a relajarme en el bar?
Greyson: Sabes que Benny probablemente te ponga a trabajar si apareces
aquí. Estamos faltos de personal.
Yo: Mejor que estar sentada en casa.
Greyson: Muy bien, ven entonces. Estoy aburrido. Los bares siempre son
lentos por la tarde. Ni siquiera sé por qué Benny insiste en mantenerlo abierto.
El lado de la cafetería está locamente concurrido.
Lo mantiene abierto para gente como yo que quiere empezar a beber temprano
porque eso es lo que haré si voy allí.
Mi mano tiembla a la revelación. ¿Es ahí donde me he metido? ¿Estoy tan
mal? ¿Me importa? ¿Acerca de algo? No estoy segura; ya no estoy segura sobre
nada. Solía estar tan en contra de beber. Y vendía drogas, pero rara vez
incursionaba en las sustancias, sobre todo porque jodían mi cabeza y ésta ya
está demasiado jodida desde antes. Pero desde el asunto con Preston, he estado
viviendo en una nube que elegí crear, porque me ayuda a olvidar todas las
cosas sucias que hice con él...
—Guau, soy un jodido desastre. —La realidad me da una bofetada en la
cara, fría y dura. Me quedo en los escalones por un rato, inmóvil.
Siempre inmóvil.
Nunca en movimiento.
No es nada nuevo, pero todavía me afecta cada vez que pienso en ello —
en lo que me he convertido— y mis dedos están un poco inestables mientras
escribo una respuesta.
Yo: Te veo en unos quince minutos.
Escucho el buzón de voz mientras ando fatigosamente el resto del
camino por las escaleras, aplastada por el peso de mi vida. Las cosas empeoran
cuando escucho el correo de voz del detective Stephner. Al principio creo que
me da una actualización, aunque normalmente soy la que lo llama. Pero cuando
me doy cuenta de lo que dice... no, tuve que haber oído mal. Tengo que volver a
reproducir el mensaje. Lo reproduzco una y otra vez.
—No... No puede ser... —Sus palabras chocan contra mi pecho, se
estrellan sobre mí como una feroz ola del mar que me hace sentir como si me
estuviera ahogando. Y en lugar de luchar contra ella, me quedo ahí dejando que
el agua me lleve lejos.
Mira Price fue arrestada.
¿Mira Price fue arrestada?
Estoy sorprendida, conmocionada, tomada con la guardia baja. No
esperaba que esto alguna vez pasara, por lo menos me estoy dando cuenta a
partir de este momento. Y sin duda no esperaba este tipo de reacción. O tal vez
solo estaba en negación. Tal vez en el fondo, sabía que todo esto yacía bajo la
superficie, y que cuando pasara, iba a tener que admitirme muchas cosas.
Que Mira Price fue arrestada por el asesinato de mis padres, y que a
pesar de esto, mis padres nunca regresarán.
Nada volverá a traerlos de vuelta.
En el momento en que llego a la parte inferior de la escalera, me siento
como si estuviera hundiéndome en el suelo. Se necesita de toda mi energía para
no dejar que mis rodillas se doblen, pero al final me dejo caer, justo en la acera.
Puedo sentir la superficie rugosa del concreto frotando las capas de piel de
debajo de mis pantalones vaqueros, pero el dolor físico no es nada.
Nada.
El dolor físico es mi santuario.
Es el dolor emocional el que va a matarme.
Inhala. Exhala. Soy más fuerte que esto... ¿o no? No, necesito algo para
matar las emociones que se agitan dentro de mí... la confusión... la impotencia
de lo desconocido... ¿A dónde voy desde aquí? Lo que necesito es una ventana,
en lo alto. Algo peligroso. Algo. Algo. Algo. Para desactivar las emociones,
afiladas como agujas, potentes como cuchillos, desgarrándome. Duele. Lastima.
Me está matando. Juro que estoy sangrando por dentro... demasiado dolor. El
dolor se hace más potente cuando pienso en lo que me espera, el futuro tengo
que enfrentar.
Al final, me las arreglo para aguantar y enterrar el dolor lo suficiente
para ser capaz de ponerme de pie. Luego me paseo sin rumbo por la acera con
una idea formándose en mi cabeza, una que podría ayudarme a superar este
día. Aunque, podría no salir con vida. Quiero hallar el edificio más alto, para
pararme sobre el borde con las manos abarcando mi lado e inclinarme hacia
adelante hasta que toda la emoción dentro de mí se sustituya por miedo. La
idea es aterradora y hace que sea mucho más atractiva.
Hace que sea lo que necesito.
Lo ansío.
Alimenta mi adicción.
Me pregunto cuánto tiempo voy a ser capaz de seguir así hasta que lo
lleve demasiado lejos.
Traducido por Julie
Corregido por Pachi Reed15

Luke
Hoy me siento horrible. No es solamente la tensión por la caja y la foto,
sino que también estoy preocupado por Violet, más que antes. Se puso más
distante y anoche cuando tuvimos sexo, parecía como si estuviera en otra parte,
más lejos de mí, y un día, me temo que no voy a ser capaz de llegar a ella.
Dolió muchísimo y me recordó a mí mismo hace no mucho tiempo atrás,
cuando usaba el sexo para sentirme como si tuviera control sobre las cosas. No
me gusta que hayamos llegado a este punto, pero no sé qué hacer al respecto.
¿Pedirle que busque ayuda? Tal vez. Pero me sentiría hipócrita, como si no
tuviera derecho a decir nada al respecto.
Las clases se prolongan mientras yo analizo todo. Sigo mirando el reloj
cada maldito minuto, lo que da la sensación de que pasara más lento. Le envío
un mensaje de texto a Violet para ver cómo se encuentra y cuando no responde,
la llamo. Va directamente a su correo de voz, lo cual ya es bastante alarmante
en sí mismo, pero al añadir una hora de no poder ponerme en contacto con ella,
me estoy volviendo loco. Y tampoco puedo contactar a Seth. No me gusta la
sensación, pero al parecer no puedo controlarlo, y, al final, después de mirar el
reloj por aproximadamente quincuagésima vez, abandono la clase en medio del
discurso del profesor Haperson. Es completamente impropio de mí, señor
estructurado, por lo que me dan un montón de miradas extrañas, especialmente
Kayden Owens, mi mejor amigo desde que era un niño. Es probable que esté
pensando en la última vez que desaparecí, cuando simplemente abandoné las
clases y las prácticas de fútbol durante un par de semanas, sin ni siquiera una
explicación, que no es para nada típico de mi parte. Todavía no le he dado una
explicación, pero eso es principalmente porque la mitad de la misma pertenece
a Violet y no voy a contar su historia sin su permiso.
En efecto, estoy cruzando el campus cuando me llega un mensaje de
texto de Kayden.
Kayden: ¿Qué pasa? ¿Por q t largaste?
Yo: Tengo que comprobar algo.
Kayden: ¿Algo o a alguien? Porque últimamente parece que has tenido
que abandonar mucho la clase para comprobar a alguien.
Me detengo. No estoy seguro de si lo dice de forma grosera o no, pero
estoy teniendo la sensación de que él puede pensar que muchas de mis cagadas
están conectadas a Violet, lo que me pone un poco a la defensiva. Sea así o no,
no importa. Los padres de Violet han muerto por culpa de mi mamá. Haya sido
ella o no quién los mató, estuvo allí esa noche y tuvo algún tipo de participación
en la razón por la que Violet creció en familias de acogida. Pero Kayden no sabe
eso, así que supongo que sus acusaciones son comprensibles.
Yo: Mira, hay un montón de cosas que no sabes sobre Violet y yo.
Kayden: Lo imaginaba, pero aun así me preocupo, hombre... Pareces un
poco perdido últimamente, lo que es jodidamente impropio d ti.
Yo: Lo sé, pero no lo estaría si no fuera importante.
Le toma un momento responder y para cuando llega su respuesta, ya he
llegado a mi camioneta y puesto el motor en marcha.
Kayden: Bueno, si necesitas ayuda con cualquier cosa, dímelo.
Si tan solo pudiera ayudarme. Quizá no me sentiría como si,
continuamente, estuviera cayendo por un precipicio, sin saber cuándo llegaré a
tierra o dónde aterrizaré.
Yo: Gracias hombre, pero por ahora puedo arreglármelas.
Es la mentira más grande que he dicho. No me estoy arreglándolas bien.
Ni siquiera un poco. De hecho, Violet parece estar cada vez peor, y es como si
yo estuviera allí de pie, mir{ndola destruir su vida… Me siento tan
condenadamente impotente.
—Mierda —maldigo en voz alta mientras conduzco por la carretera,
frustrado y enojado conmigo mismo por no haber hecho un mejor trabajo en
mantener un ojo en ella. Hay tantas cosas malas que podrían suceder en este
momento, cualquier cosa desde que ella se haga daño a sí misma hasta que
Preston la haya encontrado. Siento un escalofrío por mi espalda y un dolor
fuerte en el estómago. No puedo perderla; no puedo perder a la única persona
que me ha importado. Es aterrador pensar al respecto y hallarme deseando —
esperando— que algún día, de alguna manera, las cosas no sean así. Que van a
estar mejor. Normales.
Por favor, que las cosas mejoren.
Traducido por Beatrix
Corregido por Daniela Agrafojo

Violet
Este es mi último intento para tratar de hacer que el dolor desaparezca; el
último intento de llenar el vacío en mi corazón. Solo espero que funcione,
porque nada más parece hacerlo.
Estoy de pie al borde del río embravecido, viéndolo fluir poderosamente
sobre las rocas, doblándose alrededor de las curvas, sumergiéndose bajo el
puente; es la belleza en su máxima expresión. Me gustaría ser pintora para
poder capturar la belleza. O fotógrafa. Me gustaría ser un montón de cosas; o al
menos saber lo que quiero ser, entonces tal vez esto sería más fácil, la vida
podría ser más fácil. Si tuviera una dirección, un propósito, que no fuera
siempre ir a la deriva como las hojas en el agua.
Alejo las largas secuencias de pensamientos de mi mente, las creadas por
la adrenalina corriendo a través de mí, junto con una gran cantidad de alcohol.
Luego me obligo a dar un paso hasta el borde, donde el torrente de agua se
encuentra con la orilla arenosa. Solo estoy postergándolo, distrayéndome de lo
que vine a hacer aquí, otro intento después de varios fallidos. No estoy segura,
pero hoy ha sido duro calmarme. No sé por qué. ¿Me siento más asustada de lo
habitual? No. ¿He cambiado de opinión? Definitivamente no. Una vez que
decido que debo hacer esto, me hallo más allá del retorno. He llegado al sitio
emocional que no puedo afrontar, no sé cómo hacerlo, y esta es la única forma
que conozco. Es lo que he estado haciendo durante años y ya no es un hábito,
una vía de escape, sino una parte de mí, se arraigó en mi piel como mis tatuajes.
—Necesito esto —susurro y luego, con una respiración profunda, me
meto en el agua violenta. Mi ropa se empapa y se pega a mi piel al instante, un
millar de pequeñas agujas, advirtiéndome que dé la vuelta. Pero sigo adelante,
hasta que me encuentro sumergida hasta la cintura... el pecho... el cuello...
apenas puedo mantener las piernas debajo de mí, en tanto el poder del agua
lucha por hundirme, succionarme, llevarme lejos. Una parte de mí quiere
dejarlo, quiere levantar los pies y dejarse llevar hacia lo desconocido. No tengo
idea de si voy a sobrevivir y ese es el punto. El embriagador e intoxicante
punto. Pero la poca voluntad que dejé dentro de mí, la que susurra que ya no se
trata solo de mí, me ruega que luche.
—No sé si quiero hacerlo más —digo sobre el agua—. Me cansé tanto de
luchar para poder andar con la cabeza por encima del agua. —El sonido de mi
voz se pierde en el ruido del agua mientras me quedo ahí esperando... bueno,
no estoy segura qué. ¿Una respuesta a lo que debo hacer? ¿A dónde voy desde
aquí?
No hay respuesta, sin embargo, y la única opción que tengo es retroceder
a la orilla. Tal vez no es la única opción. Después de todo, podría renunciar en
este momento, pero no lo hago. Estoy eligiendo regresar a mi vida, a mi casa, a
las personas en ella. ¿Qué significa eso?
Indecisa, empiezo a dar la vuelta hacia la costa de nuevo, pero a medida
que giro, mis pies son arrancados de debajo de mí. Una respiración más tarde,
cuando mi cabeza golpea contra una roca, estoy envuelta en agua. Trato de
agarrar algo, trato desesperadamente de ponerme de pie, pero no tengo
oportunidad. El agua tiene demasiada fuerza y mi cabeza se siente confusa por
el golpe. Apenas puedo ver algo... agua... rocas... agua... yo misma girando en el
centro.
Oh, Dios mío, me voy a morir.
Nunca he tenido ese pensamiento. Nunca realmente pensé que fuera a
morir con todas las cosas que he hecho. Me he llevado hasta el borde, pero
siempre supe cuál era el punto de la línea de no retorno y jamás la crucé.
Pero ahora la he cruzado.
Y voy a morir en este momento.
Quiero llorar porque no estoy preparada para esto, no estoy lista para
irme. Trato de abrir la boca para gritar por ayuda, recordando que había
personas en la orilla, pero cada vez que la abro, trago enormes bocanadas de
agua que me ahogan. Sin embargo, lucho por mi vida. Lucho como alguien que
quiere vivir más que cualquier otra cosa en el mundo. Me sorprende lo mucho
que peleo. Cuánto quiero regresar a la orilla. Cuánto quiero mi vida. Cuánto
veo las cosas que deseo... veo a la gente que quiero. Juro que en medio de todo
escucho la voz de mi padre, que me dice que sea fuerte. Juro que también lo
veo, nadando hacia mí, para ayudarme a volver a la orilla. Es solo una ilusión,
sin embargo, el rostro de la persona cambia a alguien más a medida que se
acerca.
Pero se trata de alguien.
Alguien que tal vez me puede salvar. Porque Dios, quiero ser salvada.
Hay gente gritando a la distancia y puedo ver a la persona cada vez más
cerca. Extiendo el brazo para alcanzarla y esa persona trata de llegar a mí,
nuestros dedos tan cerca mientras el agua resuena sobre mi cabeza y las rocas
golpean mi cuerpo. Pero de repente, una ola rompe sobre mí y así como así, se
van, mientras el agua me lleva a mí.
Traducido por Kyda
Corregido por Julie

Luke
Me las arreglo para aguantar mientras conduzco hacia el apartamento,
esperando que ella esté allí, cruzando los dedos para que de todas las cosas
malas que podrían estar pasando, en realidad sea algo que esté bien.
Por favor, que esté bien.
Estoy a mitad de camino cuando recibo un mensaje de texto. Sacando mi
teléfono del bolsillo, veo que es de Greyson.
Greyson: Oye, tengo algo tuyo.
Yo: ¿¿¿Eh???
Greyson: Una chica con el cabello negro y rojo, una perforación en la
nariz, tatuajes y una personalidad astuta. Responde al nombre de Violet.
El alivio me invade. Ella está con Greyson. Gracias a Dios.
Yo: Me alegro de que esté contigo He estado tratando de encontrarla.
Greyson: Sí, ha estado ocupada. Con qué no tengo ni idea, pero apareció
aquí con la ropa mojada, con un ojo hinchado, un corte en la muñeca y muy
ebria... Está muy mal, Luke. No voy a mentir. Algo debe haberla enojado. No
estoy seguro de qué, ya que no puedo hacerla hablar sobre ello.
Una oleada de culpabilidad barre a través de mi cuerpo, tan poderosa
que tengo que parar la camioneta y recomponerme antes de conducir por la
carretera para evitar tener un accidente.
Yo: ¿Dónde están exactamente?
Greyson: En la cafetería. Afortunadamente la barra está bastante vacía,
así que puedo mantener un ojo en ella, pero va a llenarse a eso de las tres más o
menos. ¿Puedes recogerla? La llevaría a casa yo mismo pero estamos escasos de
personal ya.
Yo: Voy en camino.
Conduzco como un murciélago del infierno por las calles de Laramie,
rompiendo demasiadas leyes de tránsito para contar. Pero estoy demasiado
preocupado, no solo porque Violet esté borracha, sino porque se presentó en la
cafetería con la ropa mojada y con contusiones. Sé lo suficiente para entender
que podría haberse hecho esto ella misma. Pensé que lo había estado tomando
con calma en cuanto a la búsqueda de adrenalina, pero ahora no estoy tan
seguro.
Me toma la mitad del tiempo habitual llegar a la cafetería y para cuando
llego, estoy todo acelerado por mi propia adrenalina, mi mente corriendo con
un montón de ideas de lo que Violet hacía mientras yo estaba en clase. Nunca
debí haberla dejado sola en casa. Debería haberme quedado con ella.
Salto de la camioneta y me voy a la puerta trasera del restaurante. Está
nublado, el cielo gris, el viento frío, y juro por Dios que puedo oír el trueno
retumbante en la distancia como un maldito presagio. Cuando abro la puerta y
entro a la cafetería, lo primero que noto es lo silencioso que está. Es inquietante
y la sensación solo se amplifica cuando el primer ruido que oigo es el sonido
sordo de gritos. Doy vuelta a la esquina y salgo al área de la plataforma que
está escondida entre la cocina y el bar, y encuentro a Violet acurrucada en la
esquina con las piernas elevadas hacia su pecho. Su cabello es una maraña y
hay suciedad en su ropa. Sus ojos rojos, enfocados en el espacio vacío, y
lágrimas corriendo por sus mejillas. Tanta tristeza saliendo de ella, sin embargo,
se ve tan vacía por dentro.
—Jesucristo. —Ni siquiera quise decirlo en voz alta. De alguna manera se
me escapó, pero es un poco chocante verla así. Solo la he visto llorar un par de
veces y ella odiaba que lo viera. Aquí fuera, abiertamente, donde cualquiera
puede verla... lo que pasó debe haber sido malo.
Me acerco como si fuera un gato asustadizo pero ni siquiera me nota
hasta que estoy casi de pie delante de ella. Entonces inclina su barbilla hacia
atrás y me mira, con los ojos grandes y húmedos, tan perdida, llena de
confusión.
Tengo que mantenerme sereno. —¿Qué pasa? —le pregunto, en cuclillas
frente a ella. Cuando no responde de inmediato, extiendo mi mano, pero niega
y se cierne hacia atrás, volviendo la cara hacia un lado. Veo el área inflamada de
la que Greyson estaba hablando. Ya se torna a un púrpura azulado, lo que
significa que lo que sea que pasó, probablemente fue un golpe duro.
—Por favor, no me toques —susurra—. Ahora no.
Me siento tan perdido como ella luce cuando descubro el rasguño en su
muñeca de la cual me habló Greyson, solo que no es un rasguño, es una herida
irregular y abierta en su piel, y aún sangra un poco. Un interruptor se voltea
dentro de mí y estoy a punto de perder el control mientras agarro su brazo.
—¿Qué demonios ha pasado aquí? —exijo; no es mi intención sonar tan
enojado, pero no puedo evitarlo. Odio que se haga esto, que se haga daño.
Merece algo mucho mejor que eso, sin embargo, no puede verlo.
Hace una mueca por mi agarre y me doy cuenta de cuán rudamente
estoy agarrándola, así que aflojo los dedos un poco. —Lo siento, pero... —Trago
saliva y niego—. Parece que te hiciste esto tú misma... como que te cortaste.
—Lo hice —responde con voz hueca—. Lo siento... Intenté apagarlo de
otra forma, pero esta vez... esta vez fue demasiado y no podía tratar con ello...
no podía hacer que el dolor se detuviera no importa cuánto lo intentara, por lo
que fui más lejos... hice cosas que nunca pensé que haría.
Rechino mis dientes mientras trato de mantenerme sereno, pero la idea
de que se haga daño, me asquea y enfada. No me enfado con ella, sino con
todos los demás que ayudaron a destruir a Violet a largo de los años. Todos sus
padres adoptivos que la abandonaron. Preston. Mi madre.
—¿Qué pasó? —Me siento en el suelo delante de ella, sin soltar su brazo.
Puedo oír a alguien en la cocina, golpeando ollas y sartenes, pero Violet parece
no darse cuenta—. ¿Y dónde está Greyson?
—Está trabajando en el bar —dice, mirando el espacio de suelo delante
de sus pies—. Él no sabe que decaí así... Esperé hasta que se ocupó demasiado
como para verme. —Inhala, tratando de contener las lágrimas, pero siguen
cayendo.
—¿Cómo lo hiciste... —Rozo suavemente con mi dedo su muñeca, donde
están los restos de la herida—. ¿Cómo sucedió esto exactamente?
Inhala y luego exhala hasta que su mirada reside en mí. Su expresión está
vacía, tanto que es escalofriante.
—Me corté. —Desliza su brazo de mi agarre, tira la manga de su
chaqueta sobre ella, entonces abraza su muñeca contra su pecho—. Lo intenté
todo... me paré en la parte superior de un edificio, inclinándome sobre el borde,
colgando mis pies sobre él. Cuando eso no funcionó, traté de cortarme. —Se
encoge de hombros con indiferencia—. Pero no sirvió de nada.
Estoy tratando de ignorar el hecho que está actuando demasiado
indiferente ante el haberse lastimado, pero es jodidamente difícil. Solo quiero
gritarle, decirle que se detenga, que es demasiado importante y demasiado
buena para hacerse esa mierda. —¿Cómo te ocurrió la contusión en la rostro? —
Rozo suavemente el sitio con mis dedos.
Su cara se arruga con perplejidad mientras extiende la mano a su mejilla,
casi como si hubiese olvidado que estaba allí. —Oh, eso... me tropecé con una
roca cuando me sumergí en el río. —Me doy cuenta que tiene una banda de
hospital en la muñeca—. Eso dolió.
Paso mis dedos por la banda de hospital, con los ojos amplios. —¿Qué
diablos es esto? —le pregunto, pero niega con la cabeza, rehusándose a decirme.
Negando, muevo mi mano a su rostro y acuno su mejilla, tratando de no estar
tan enojado, pero no puedo evitarlo, no cuando no parece que se preocupa por
sí misma. ¿No sabe lo importante que es... para mí? ¿Cómo podría, sin embargo,
cuando en realidad nunca le dije... le dije... que yo...
Que la amo.
—Tu piel está helada... —Mis manos viajan por su cuerpo, cuello, brazos,
dedos, que están igual de fríos—. Estás helada, cariño... ¿Qué te pasó?
—Hace frío afuera y caminé hasta aquí con la ropa húmeda del hospital.
—Contempla algo—. Pero creo que el alcohol me adormeció en su mayor parte
porque ni siquiera puedo sentirlo. —Hace una pausa, con su cabeza hacia un
lado mientras su ceño se frunce—. Es raro, pero ni siquiera recuerdo muy bien
haber caminado hasta aquí.
Odio que claramente haya perdido el conocimiento, ya sea por la
sobrecarga de adrenalina o el alcohol, y que en medio de ello de alguna manera
terminó en el hospital. Dios, tantos pensamientos corren por mi mente acerca de
qué diablos pasó mientras yo estaba en la escuela. Pero lo que me vuelve aún
más loco es que deambulaba sola cuando tiene un acosador tras ella. Y mientras
está borracha. No solo es peligroso, sino que todo lo que ha estado bebiendo es
malo para su salud. Algo que descubrí de primera mano casi un mes después
de que había tomado la decisión de dejar de beber. Había ido al médico para me
dieran una píldora que me ayudaría a pasar por la desintoxicación. Él hizo un
chequeo y dijo que con mi diabetes, era bastante afortunado de todavía estar
caminando por ahí con todo el consumo excesivo de alcohol. Creo que hace un
año, no me habría importado una mierda, pero ahora, con Violet, con alguien
que me importa que me necesite, me dan ganas de mejorar.
Solo deseo poder hacer que ella también mejore.
—Vamos a llevarte a casa. —Envuelvo mis brazos alrededor de ella para
levantarla. No opone resistencia y casi se hunde en mis brazos con un profundo
suspiro, como si ha estado esperando que hiciera exactamente esto.
—Esto se siente bien —murmura mientras la llevo hacia la puerta, con
los párpados revoloteando mientras lucha para mantenerlos abiertos—. Luke...
por favor no me dejes nunca. —Su voz se quiebra de una forma que me rompe
el corazón—. Ya no tengo a nadie más.
—Sí, los tienes. Me tienes y te prometo que no voy a ninguna parte.
Nunca —digo sin siquiera pensarlo dos veces. Cierro la puerta de una patada y
luego empiezo a caminar por el estacionamiento hacia mi destartalado camión
aparcado en el fondo.
—Dices eso ahora... pero podrías cambiar de opinión después de... —
Bosteza y entierra su cabeza en mi pecho.
—¿Después de qué? —le pregunto mientras trato de abrir la puerta del
acompañante sin soltarla.
—Después de lo que está a punto de suceder... tantas cosas... que
vienen... para nosotros...
Me detengo, y la tensión llena mi cuerpo. ¿Qué demonios ha pasado hoy?
—¿Qué está a punto de suceder?
No responde, desmayándose en mis brazos, y dejándome tan
desorientado. ¿Por qué pensaría que la abandonaría? ¿Y qué pudo haberla
enojado tanto? ¿Podría, posiblemente, las dos ir de la mano?
Dios, ¿y si soy la razón por la que se está rompiendo en pedazos?
Traducido por Maii
Corregido por Daliam

Violet
Cuando abro los ojos me encuentro en mi cama, con la luz del sol
brillando a través de la ventana, debo haber dormido durante todo un día.
Estoy usando una de las camisetas de Luke; su olor me abruma de la mejor
manera, y por un momento, todo está bien. Pero luego compruebo el resto de
mi cuerpo, mi cabello enmarañado huele a agua sucia y todo mi cuerpo se
siente como si hubiera sido la bolsa de entrenamiento de un campeón de boxeo.
No recuerdo ni cómo llegué aquí, pero entonces, lentamente, pequeños
fragmentos de lo que sucedió invaden mi mente. La llamada del detective
Stephner… lo que pasó… lo que necesita de mí… cómo reaccioné a todo eso…
Levanto mi brazo y examino el lugar donde comencé a cortarme con una
mierda de navaja que he tenido un tiempo, pero terminé por arrepentirme. Paso
la mano por el lugar donde mi cabeza golpeó contra la roca en el río. No
recuerdo cómo salí. Supongo que me sacó una persona que nadaba cerca de
mí… Luego apareció un grupo de personas y oí sirenas que me llevaron al
hospital. Mentí a la enfermera sobre lo sucedido; dije que estaba de pie en el
borde tratando de tomar una foto de un puente cercano y caí. Pienso que como
no tengo seguro ni nada, era más fácil para ellos dejarme ir sin cuestionar
demasiado lo qué pasó. Además, puedo ser muy buena mintiendo cuando lo
necesito.
Al salir del hospital, caminé, caminé y caminé, demasiado confundida
sobre la vida, y qué quería de ella. Claramente quería algo, de lo contrario
estaría en el fondo del río y me uniría con mis padres bajo la tierra. Pero no
podía averiguarlo, simplemente seguía pensando en Luke. Luego hallé el
restaurante, y a Greyson… y a Luke, que estaba ahí en persona, viéndome así…
—Mierda. Luke. —Dejé escapar un suspiro agotado, como lo estaban mis
emociones, de las que intentaba deshacerme, pero volvían con furia, junto con
todo lo demás. Cogí mi teléfono de la mesita de noche y comprobé la fecha; sip,
estuve dormida un día—. Mierda. —Pasé las manos por mi rostro, haciendo
una mueca de dolor, pero me congelo al ver el brazalete de plata gravado con la
palabra Sempre—. Juro que me saqué esto —murmuro—. ¿Qué demonios? —Me
obligo a sentarme, pero es como si me hubiese subido drogada a un carrusel.
La habitación da vueltas y estoy a punto de desmayarme y caer al suelo. Me
agarro del borde de la mesita de noche para sostenerme, y tiro una lámpara,
que no se rompe pero hace un ruido molesto.
Cuando intento volver a sentarme, la puerta se abre y Luke aparece. —
¿Qué haces? —pregunta, luego toma la lámpara del piso y se inclina hacia mí,
tratando de ponerme de pie.
Estremeciéndome, vuelvo a recostarme en la cama. —Intento pararme. —
Finjo un tono calmado—. Pero al parecer mis piernas han olvidado su propósito
en la vida.
Frunciendo el ceño, dice—: Esto no es gracioso, Violet.
—¿Qué? Que no pueda caminar. —No estoy segura de cómo reaccionar a
su enojo, porque no es algo usual en él—. Es algo divertido, ¿no crees? —
Levanto mis dedos índice y pulgar, levemente separados—. Solo un poco.
Sacude la cabeza, claramente molesto conmigo. —Deja de hacer bromas.
—Se hunde sobre la cama, haciendo que se mueva y me desliza hacia él—. No
puedo ni siquiera… ni siquiera… —Cuando su mirada se encuentra con la mía,
quiero echarme atrás y esconderme bajo las sábanas. Las personas que han
pasado por mi vida me regañaron muchas, pero muchas veces, aunque nunca
fue así, con tanta pasión, decepción, terror y preocupación en sus ojos—. ¿Qué
diablos pensaste? Salir de casa… tirarte al agua… ¡Maldita sea! —Cerrando las
manos en forma de puño, luce como si quisiera romper algo.
El tono áspero de su voz me hace estremecer, pero aun así, me siento
erguida, a pesar del dolor en la espalda. —Pensaba en lo mucho que ya no
quería pensar más. Cuánto duele hacerlo, lo difícil que es.
—Me prometiste que no dejarías el apartamento, y que te reportarías con
Seth, pero no cumpliste con tu palabra.
—No necesito una niñera, Luke. Te lo he dicho mil veces.
Con expresión dura, agarra mi brazo y toca la banda del hospital. —Sin
duda lo necesitas… ¿sabes cómo me preocupé al no saber nada de ti? —Niega
con la cabeza, con la mandíbula flexionada y las manos en puños, temblando—.
Luego te encontré ebria, mojada y con una banda del hospital en tu brazo, y eso
hace que sea mucho peor.
Deslizo mi mano de su agarre, sintiendo vergüenza por lo que hice. Luke
sabe mi secretito sucio. A diferencia de la enfermera en el hospital, a él no puedo
mentirle y decirle que fue un accidente. Honestamente, no quiero hacerlo. —
Metí la pata, eso fue lo que hice, Luke. Lo siento, pero no hay mucho más que
pueda decir.
Con la mirada fija en mi rostro, se mueve cerca hasta que nuestras
piernas se tocan, y apoya su frente en la mía, como si necesitara tocarme. —¿Por
qué metiste la pata? —dijo con voz gentil.
Una simple pregunta, pero con muchas emociones, y sentí que caía otra
vez. Abro la boca para decirle que no quiero hablar sobre eso, pero comprendo
que sin importar si quiero o no, lo necesito. Hice la elección de que iba a lidiar
con esto cuando decidí luchar en lugar de ahogarme.
—Llamó el detective Stephner —digo con voz tranquila—, algo ocurrió
con el caso.
Lucha por mantener una expresión neutral, mientras me echo atrás. —
Está bien… ¿qué pasa? —pregunta.
Todo lo que sentí cuando escuché el mensaje de voz vuelve a mí. El
miedo, el alivio, la preocupación, la emoción. La decepción al darme cuenta de
que incluso si resolvieran el caso de mis padres, nada cambiaría que ellos se han
ido. Todavía no tengo madre, padre, ni una familia. Nada. Y el pasado aún
existe, esto no me libera, probablemente nunca podré ser libre. Luego la
revelación y el temor de que también podía perderlo a él, estuvo cerca de acabar
conmigo.
Pero elegí vivir. Opté por no ahogarme. Eso tiene que significar algo, ¿verdad?
Que no quiero morir.
—Hace dos días arrestaron a tu madre y la transfirieron aquí. —Mi voz
es inestable, al igual que mi vida, cambiando y desplazándose hacia algo
desconocido y aterrador—. Quieren que vaya y haga un reconocimiento, para
ver si la puedo identificar… no creo que sea capaz, pero es algo que debo hacer.
—Me encojo de hombros como si nuestro tema de conversación fuera algo
casual, como el clima—. Si todo va bien, habrá un juicio. Ella irá a prisión… si
todo va bien, averiguarán quién mató a mis padres. —Trago con fuerza—. Nada
ser{ igual… lo sé… esto va a cambiar todo… y sé… sé que terminaré sola. —Me
siento tan vulnerable al admitir la verdad, avergonzada, débil, tantas cosas—.
Quiero ser más fuerte —admito—. ¿Por qué no puedo ser tan fuerte como
antes? —Porque, para empezar, no tenía nada que perder.
Sus ojos se deslizan por cada centímetro de mí, provocando un
hormigueo por todo mi cuerpo sin tocarme, y parece que quiere decir algo, pero
no puedo averiguar qué. El silencio se extiende entre nosotros. Parece como si
nunca fuera a acabar, y sé que mientras más prolongado sea, las palabras que le
siguen serán peores.
Finalmente, abre los labios y derrama las palabras: —Te amo.
Lo primero que se me viene a la mente es que no lo escuché bien, pero
sus ojos se abren como si estuviera procesando qué demonios acaba de decir.
—¿Eh? —Parpadeo, sorprendida—. ¿Qué, qué acabas de decir?
Más silencio entre nosotros, aunque esta vez se atesta con el sonido de
nuestra respiración. De pronto, quiero retractar mi afirmación inicial. Este es el
silencio más largo que compartimos. Es muy incómodo. Luke se ve
completamente perplejo, con las cejas fruncidas y una expresión pensativa,
como si se repitiera una y otra vez lo que acaba de decir, mientras que
pensamientos salvajes corren por mi mente estupefacta. ¿Acaba de decir que me
ama? Nadie me lo dijo desde los cinco años, cuando mis padres se encontraban vivos.
—Dios mío. —Son las primeras palabras que salen de mi boca. No sé de
dónde salen, o qué quiero decir con ellas. Todo lo que sé es que se siente como
si el aire me hubiese abandonado y me estuviera ahogando.
—No quise decir eso —agrega finalmente, pero no se ve arrepentido.
Está demasiado tranquilo. Muy, muy calmado, mientras yo estoy
enloqueciendo—. Es decir, tenía intención de decirlo, pero ahora no. —Fuerza
una media sonrisa, en tanto atrapa un mechón de mi cabello y lo pone detrás de
mi oreja—. Es un mal momento, ¿verdad?
Quedo boquiabierta y pierdo la capacidad de hablar. Está actuando como
si esto no fuese importante, pero lo es. Es algo enorme, jodido y confuso, que no
sé cómo comprender o manejar.
Me quedo callada hasta el punto de querer golpearme la cabeza contra la
pared, solo para hacer algo de ruido. Sigo observando a Luke, incapaz de
apartar los ojos de él. Una parte de mí, la que sigue conectada con el lado de mi
cerebro que quiere creer en cuentos de hadas, unicornios y toda esa mierda
imaginaria, me dice que la única razón por la que sigo aquí con él, es porque me
duelen mucho las piernas como para marcharme. Pero la otra parte de mí, la
que está conectada a la parte mental que se burla de mí cuando intento
mentirme, dice que aún estoy aquí porque quiero. Y eso en sí mismo, es
horrible.
—Violet, por favor, di algo. —Hay súplica en su voz, rog{ndome… ¿que
termine con la incomodidad? ¿Que tal vez le diga que siento lo mismo? No sé si
es eso, pero de lo que estoy segura, es que no puedo hacerlo. Ni siquiera sé qué
es el amor.
—Debo ir a la estación de policía. —Lo miro durante un segundo o dos
más, antes de desviar la mirada—. El detective Stephner se estará preguntando
dónde diablos estoy. —No sé cómo, pero me las arreglo para bajar mis piernas
y ponerme de pie sin caer. Me dirijo lentamente al armario, y saco algo de ropa
limpia.
—¿Segura que no quieres esperar a mañana? —pregunta—. ¿Descansar
un poco antes de ir?
—Quiero terminar con esto. —Agarro una camiseta roja, un par de
vaqueros y un sostén a juego con las bragas. Pienso en pedirle que salga para
cambiarme, pero me preocupa que solo empeore la situación. No es como si
normalmente se lo pidiera cuando voy a cambiarme, en realidad, usualmente
me desnudo delante de él para burlarme. Me quito la camiseta y la tiro en el
suelo; el brazalete queda atrapado allí—. Oye, ¿por casualidad encontraste un
brazalete de plata y me lo diste? —pregunto con toda la naturalidad que puedo,
mientras lucho para quitarlo de la tela de la camiseta.
—No… ¿por qué?... y, ¿qué brazalete?
—Solo un brazalete… —Aclaro mi garganta, sabiendo que va a
molestarse por no contarle sobre la caja hace tiempo, pero voy a tener que
hacerlo si quiero llegar a averiguar por qué tengo puesto el brazalete. Entonces
le cuento, no sobre la caja, sino cuán convencida estoy de que no estaba en mi
muñeca cuando salí de la casa.
Se rasca la cabeza, cuando finalmente desengancho el brazalete y lo tiro
de la camiseta, rasgando la tela. —¿Estás segura que no lo tenías puesto y
olvidaste quitarlo?
Una vez que logro sacarlo de la tela, arrojo la camiseta al armario. —
Puede ser… pero no me gusta, sería raro que lo use voluntariamente.
Su ceño se profundiza, estudiándome, y yo lucho para ponerme el sostén
con el dolor irradiando en toda mi espalda. —Podría ser que olvidaste quitarlo
por accidente, pero creo que deberías decirle sobre esto al detective,
considerando que la caja llegó la otra noche… Preston se está volviendo más —
aprieta los dientes—, más atrevido.
—Dios, ¿y si él estuvo en la casa?... pero, ¿cómo podría hacerlo sin que
yo lo note… —Me callo cuando imágenes de mí en el río y de una figura a la
distancia aparecen en mi cabeza. La multitud parada a mi alrededor mientras
me encontraba en el suelo, ahogándome con el agua. ¿Él estaba allí? ¿Entre
todas esas personas? No, es imposible, aunque juro que tengo su rostro
inquietante en mi memoria. Pienso en decirle sobre mi conclusión, pero ya lo he
preocupado demasiado, así que decido decírselo al detective—. Bueno, voy a
contarle.
Luke se relaja visiblemente y sale de la cama. —Ven aquí, déjame ayudar
a ponerte eso.
Mi cuerpo se tensa mientras cruza la habitación, deteniéndose tan cerca,
y el calor se derrama por mi piel como miel caliente. En cuestión de segundos
me pone el sostén, sin decir nada, agarra la camiseta limpia de mi mano y la
pasa sobre mi cabeza, luego me apoyo en su hombro mientras subo mis bragas
y vaqueros.
—¿Quieres que te acompañe? —pregunta, tan pronto como abrocho el
botón de mis vaqueros.
—¿A la estación de policía? —Aparto mi cabello atrapado por la camiseta
y percibo olor a humedad entre mis mechones. Jesús, necesito una ducha.
Luke asiente, inquieto. —Sí, puedo darte un aventón y luego esperar en
el estacionamiento.
—¿Qué pasa si tarda mucho? —Deslizo mis pies en las botas,
moviéndome lentamente por el dolor.
Luego de verme luchar por un par de segundos, se ocupa de atar mis
botas. —Estoy seguro de que tardará mucho, pero no quiero que vayas sola,
menos con todo lo que está pasando.
—Puedo pedirle a Grayson que me acompañe. —Intento darle una
salida, ya que no puede venir conmigo, no con lo que estoy por hacer—. Eso
podría ser más simple.
Mirándome, arquea una ceja con reprobación. —¿Para quién
exactamente? ¿Para ti? ¿Para mí?
—Para ti… Digo, es tu mam{… en prisión… y voy a ir allí para ayudar a
que siga así… ¿no sería raro?
Sacudiendo la cabeza, sin decir una palabra, me ayuda a poner la otra
bota. Cuando termina, me mira directamente a los ojos con pasión, y coloca sus
manos sobre mis hombros. —Violet, dejemos algo en claro. Aquí y ahora. Mi
madre me atormentó física, mental y emocionalmente. —Su voz se quiebra,
pero se recupera y sigue diciendo—: Ella destrozó a mi hermana, Amy, dejó
que alguien la violara… Esa es una de las razones por las que Amy decidió
suicidarse. Cada día viviendo con ella era como pasar un día más en el infierno.
La odio, quisiera ser el que la mande a prisión, así que créeme cuando digo que
también quiero que pase esto: quiero que permanezca encerrada durante toda
su vida.
Conozco las cosas que enfrentó Luke gracias a fragmentos de historias
que hemos compartido en la oscuridad de nuestra habitación, pero nunca fue
tan claro, tan abierto. Tengo que recuperar el aliento antes de volver a hablar.
Lo que deseo hacer es besarlo, pero tengo demasiado miedo por lo que dijo…
con todo el asunto del “te amo”. Miedo de lo que significará para él… para mí.
—De acuerdo, ven conmigo. —Tomo su mano y comenzamos a caminar, por
unos segundos, siento que estoy dando un paso hacia el futuro, en lugar de
continuar aferrada al pasado. Tal vez es por eso que elegí no ahogarme. Pero
luego recuerdo el lugar al que nos dirigimos, y el pasado me alcanza
nuevamente.
Traducido por Dannygonzal
Corregido por Miry GPE

Luke
Noto que no quiere que entre a la estación con ella pero me preocupa que
vaya a enfrentarse con la mujer que participó en uno de los peores días de su
vida. Verla de nuevo… ni siquiera puedo imaginar cómo la hará sentir eso.
Violet finge que no es para tanto pero sé que sí. No es extraño que ayer haya
tenido un colapso.
Sin embargo, no creo que el detective Stephner aprecie el hecho de que
yo esté allí, así que se lo facilito a Violet y le digo que esperaré en la camioneta.
Al instante, mi mente comienza a correr con ideas de lo que va a pasar adentro,
con lo que le dije hoy, con lo que va a pasar con nosotros. No solo con el hecho
de que mi madre finalmente fue capturada, sino con lo que le dije después. Que
la amo. Lo he sabido por semanas, pero he esperado hasta que ambos
estuviéramos listos antes de decirlo en voz alta, quería estar en los mejores
términos en nuestras vidas y en nuestra relación. Pero como que se me escapó.
Ni siquiera estoy seguro de cómo, además de que estuve pensando en la vida
de mierda con mi madre y lo contento que me sentía de que ella finalmente iba
a estar tras las rejas. Comencé a pensar en mi vida ahora y en lo mucho mejor
que es, lo mucho más feliz que soy, incluso con todas las complicaciones. Y en
lo contento que estoy por tener a Violet. Luego ella dijo algo sobre cómo se
preocupaba porque estaría sola, y de repente las palabras salieron porque
quería que entendiera que nunca la dejaría. Que ella significa demasiado para
que eso alguna vez pase, pero en vez de darle tranquilidad, eso la asustó y,
honestamente, como que me dolió.
—Maldición. ¿Lo arruiné? —Aprieto el volante, tratando de calmarme y
pensar en algo más, pero es en todo lo que puedo pensar. Cuando mi cabeza se
siente a punto de explotar, decido llamar a mi padre para que sepa lo que
ocurre, imaginando que será una distracción de mi obsesiva necesidad de
analizar la relación entre Violet y yo.
—Hola, Luke —responde después de tres timbres.
—Mamá se encuentra en la cárcel —le digo—. La arrestaron por… por
estar involucrada en el homicidio de los padres de Violet.
—Luke, lo siento tanto —dice con simpatía.
Me recuesto en el asiento de la camioneta y miro por la ventana hacia las
estrellas. Recuerdo cuando conseguí mi licencia por primera vez y esta
camioneta, cómo la usé para dormir solo para evitar ir a casa. La había
estacionado en algún lugar en las montañas, puse algo de música y levanté la
mirada hacia el cielo oscuro, disfrutando de la paz de no tener que estar en
ningún lado cerca de mi madre. —No tienes que lamentarlo. Estoy feliz de que
esté encerrada.
—Eso no es lo que lamento —me dice con un pesado suspiro—. Siento
que tengas que pasar por esto… que Violet y tú tengan que pasar por esto.
Tiene que ser difícil… tu madre… sus padres… Dios, ni siquiera puedo
imaginar cómo se siente Violet en este momento.
—Yo tampoco, ya que nunca me habla al respecto. —Nunca he sido de
los que cuentan las cosas personales que suceden en mi vida así que nos
sorprende a ambos cuando digo esto. No quería decirlo en voz alta, pero entre
el estrés y la falta de sueño, mi cerebro ha trabajado un poco despacio el último
par de semanas.
—Es muy entendible, considerando las circunstancias. —Hace una
pausa—. ¿Cómo lo estás manejando?
—Ya te dije que estoy feliz de que esté en la cárcel.
—Eso no. Me refiero a cómo manejas que Violet esté distante.
Me encojo de hombros aunque él no puede verme. —Bien, supongo.
—Luke… no suenas bien. —Hay duda en su voz, algo que existe porque
nuestra relación aún es inestable. Siento que logro conocer a mi papá después
de años de ser bastante inexistente en mi vida y creo que se siente culpable por
eso, especialmente después de descubrir algunas de las cosas que pasaron con
mi madre mientras Amy y yo crecimos—. Sabes que estoy aquí si necesitas
hablar.
Planeo decirle de nuevo que estoy bien. Que lo llamé solo para enterarlo
de lo que pasa con mi madre, pero de repente las palabras que no quiero decir
dejan mis labios. —Le dije a Violet que la amo. —Mierda.
—Oh. —Se queda en silencio, pensando en quién demonios sabe qué. Tal
vez que su hijo sigue arruinándolo, algo que le he probado algunas veces con la
bebida y el hábito de apostar.
—Se lo dije justo después de decirme lo de mi mamá —digo y luego
agrego con una risa sarcástica—. El maldito momento perfecto, ¿verdad?
Se ríe desde el otro lado de la línea. —Le dije a Trevor que lo amaba
durante el funeral de su abuela.
—Bueno, se casó contigo así que debió funcionar. —Finjo un tono ligero
pero apesto a más no poder.
Se ríe de nuevo. —Solo te lo decía para que supieras que cuando pasa,
pasa, y algunas veces no podemos evitarlo cuando nos enamoramos. Como que
nos llega por sorpresa, ya sabes.
Tiene toda la razón. Cuando me di cuenta por primera vez que me
enamoré de Violet, salió de la nada. En un minuto me gustaba y quería
ayudarla, y al siguiente la amaba y haría cualquier cosa por ella. —Lo he sabido
hace tiempo. —Libero una respiración atrapada, decidiendo si quiero hacer esto
con él, en donde hablamos sobre nuestros sentimientos y nuestra mierda
personal. ¿Qué demonios estoy haciendo? Esto no suena propio de mí. ¿Pero
sigo siendo yo? Mis ojos vagan hacia el espejo retrovisor, la persona que me
mira tampoco soy yo. Ellos se ven más sanos. Más estables. Mis ojos menos
brillantes, la piel menos pálida.
—¿Que la amas? —continúa con cautela.
Me retuerzo ante el sonido de amor. A diferencia de Violet, lo escuché un
montón de mi madre mientras crecía, pero siempre se sintió mal cuando ella lo
decía… y por la forma en que lo demostraba. —Sí… lo he sabido como por un
mes y esperaba el momento perfecto para decírselo. Pero como dije, lo arruiné
con ese gran momento.
Pasa un instante de silencio.
—¿Qué dijo Violet después de que se lo dijiste? —pregunta.
—No mucho. —Es doloroso recordar el silencio sin final que le siguió—.
Hubo una maldita descarga de silencio incómodo y luego dijo que necesitaba ir
a la estación de policía para ver si podía identificar a mamá como la persona en
la casa esa noche.
—¿Entonces dónde estás en este momento?
Picoteo la grieta en el volente mientras miro hacia la estación de policía,
notando a un tipo parado al lado del árbol cerca del camino de entrada,
fumando un cigarrillo. Probablemente ni siquiera lo habría notado, pero mira
directamente a mi camioneta. —Esperándola afuera de la estación. —Me inclino
hacia adelante tratando de tener una mejor vista del chico, pero se encuentra
demasiado oscuro para ver su cara. Por todo lo que sé, podría ser Preston. ¿Pero
se atrevería a venir a la estación de policía?
Mi padre se queda en silencio mientras continúo mirando al tipo y él se
ve como si estuviera haciendo lo mismo. Pienso en salir y, comienzo a alcanzar
la manija cuando él toma una calada de su cigarrillo, luego lo tira al suelo y se
aleja caminando hacia el estacionamiento. Abro la puerta para salir, pero para
cuando logro plantar mis botas en el piso, se está acercando a un Ford Taurus
donde una mujer embarazada lo espera. La besa luego de abrirle la puerta del
pasajero y la luz de la farola en el estacionamiento golpea su cara. No es
Preston, pero es una comprensión de lo preocupado y paranoico que estoy y de
lo mucho que nunca me relajo.
Solo quiero ser capaz de relajarme de nuevo. Sin preocupaciones.
—Trevor y yo pensábamos en viajar allí pronto. —Mi padre interrumpe
mis pensamientos, alejo la mirada del chico y regreso mi atención al cielo
nocturno—. Tal vez podríamos partir en un par de semanas… ayudar con
cualquier cosa que ustedes necesiten…
—Tengo partidos de fútbol los fines de semana —le digo, lo que es
verdad, pero tampoco estoy seguro de querer que ya venga, no estoy seguro de
estar listo para eso.
—Eso podría ser divertido —dice con un toque de entusiasmo—. Nunca
antes te he visto jugar.
Quiero decir: eso es porque me abandonaste, pero he tratado de trabajar en
esa mierda desde que tuve que pedirle dinero prestado para salirme de una
deuda de juego, y que nunca dejará que le pague. Y no quiero ser la clase de
hijo que usa a su padre por dinero.
—También tengo que trabajar los domingos —digo—. Pero si te parece
bien eso, entonces seguro. Ven.
—¿Todavía trabajas en ese bar? —pregunta con preocupación. No lo
culpo por preocuparse. Un bebedor en recuperación trabajando en un bar. No
es la situación ideal pero busco algo más que funcione con el horario de la
escuela, los partidos y la práctica. Pero aun así, el hecho de que saque el tema
como que me molesta.
—Apliqué para otros lugares —explico, ignorando mi molestia lo mejor
que puedo—. Pero aún no he oído nada.
—¿No est{s pensando en… en apostar de nuevo, verdad?
Honestamente, no he pensado en eso en mucho tiempo, pero podría ser
porque he estado demasiado enfocado en Violet. —Estoy bien. Lo prometo.
—De acuerdo… solo quería saber cómo est{s… Me preocupo, ya sabes,
por ti —dice y puedo detectar la más pequeña pizca de alivio en su voz, como si
hubiera estado preocupado de que regresara a mis viejos hábitos—. Reservaré
los boletos para poder partir en algunas semanas y te haré saber a qué hora
aterriza nuestro vuelo.
—Suena bien. —Es extraño. Mi papá viene a Laramie, a verme. No hace
mucho tiempo habría peleado, pero ahora solo tengo que aceptar que de otra
manera regresaré al Luke que pierde la calma por todo y que ahoga su dolor
con licor.
—¿Y Luke?
—Sí.
—Si necesitas algo llámame.
Unas pocas palabras, pero significan mucho. Escapándome de lo
demasiado emocional, respondo con un “est{ bien”, luego cuelgo, diciéndome
que deje de actuar como un marica y me aguante. Para distraerme, pongo algo
de música y comienzo a buscar anuncios de trabajo en internet en mi teléfono,
pero empiezo a inquietarme mientras más pasa el tiempo. Treinta minutos. Una
hora. Dos. Dios, me gustaría saber que sucede allí. Me gustaría saber que Violet
se encontraba bien y que ver a mi madre no estaba destrozándola.
Traducido por Kath1517
Corregido por Julie

Violet
Nunca he sido fanática de las estaciones de policía. Los ruidos: teléfonos
sonando, voces fuertes, conmociones. Huele a comida para llevar y me muero
de hambre. Está volviéndome loca, y trae de vuelta las pocas veces que, al
crecer, tuve que visitar una; algunas yo misma por las pocas veces que me metí
en problemas y por el caso de mis padres. Es inquietante y me pone intranquila.
Y no ayuda que se esté tardando una eternidad. He estado sentada afuera de la
oficina del detective Stephner por un par de horas, esperando que se aparezca y
me diga que es hora de regresar, hora de acabar con esto. Me siento mal por
Luke sentado afuera en su camioneta, preguntándose donde estoy, pero no
puedo llamarlo ya que dejé mi teléfono en el apartamento.
Pienso en salir a decirle que tal vez debería esperarme en el apartamento,
cuando el detective Stephner llega caminando hacia mí desde uno de los
cubículos. Tiene una carpeta metida en su mano, taza de café y está usando un
traje, con la chaqueta abierta, revelando su corbata con árboles de navidad.
—¿Sabe que no es Navidad, verdad? —Levanto mis cejas, al tiempo que
el sarcasmo gotea de mi voz mientras él tira el café dentro del cubo de basura a
mi lado.
Su frente se arruga mientras revisa algunos papeles en la mano. —¿Eh?
Apunto a su corbata. —Estamos en octubre, ¿no debería ser de calabazas
o algo así?
Distraídamente aparta la mirada de los papeles y mira su corbata. —Oh
eso. —Se ríe, rascándose la cabeza—. Sí, mi esposa debe haber alistado la
equivocada para mí esta mañana.
—¿Su esposa le alista la ropa? Muy al estilo de los años 50’s. Y algo
sexista.
Suspira, porque siempre le hago esto: lo presiono. Y ni siquiera estoy
segura de porqué. No es tan malo como los detectives con quienes he tenido
que lidiar en el pasado, pero estar aquí en la estación de policía me trae de
regreso muchos recuerdos dolorosos y esta amargura más o menos se derrama.
—Le gusta hacerlo —responde con un toque de agravación—. No le pido
que lo haga.
Apunto a su corbata. —Es bastante claro que lo disfruta, razón por la
cual lo vistió con cosas navideñas para octubre.
—¿Por qué haces esto cada vez que vienes?
—¿Qué? ¿Tirarle de las pelotas?
Me da una mirada en blanco. —Sabes, algún día esa boca tuya va a
meterte en problemas.
Lo miro; mi expresión hace juego con la suya. —Esas son palabras muy
sabias.
Suspira, rindiéndose. —Muy bien, estás lista para esto.
Sacudo la cabeza. —Nop.
Suspira de nuevo. —Violet, hablamos…
Lo interrumpo. —Nunca estaré lista para esto, pero lo haré. Simplemente
aclaraba un hecho. —Me levantó de la silla, mis rodillas tambalean y mi
estómago rebota por los nervios; un montón de mariposas deben haberse
despertado específicamente en este momento.
—Bien, sígueme —dice, dirigiéndose hacia el otro lado de la habitación
llena de cubículos y escritorios, hacia un pasillo con iluminación fluorescente.
Aún hay mucha gente en la estación y atrapo a algunos de ellos mirándome
mientras paso. Me pregunto si saben quién soy, si saben de mi triste y
deprimente historia. Me pregunto si eso los hace temerme—. Oh, y quería
decirte que recibí el paquete con la foto y estoy investigándolo.
—Est{ bien… —Apenas y soy consciente de lo que está diciendo cuando
la realidad de lo que va a suceder me hace decaer. Con cada paso, se siente
como si las paredes se cerraran, triturando, sofocando. Casi no puedo respirar.
Piensa. Funciona. Esto es todo. ¿De verdad voy a ver a la mujer cuya canción
me ha perseguido en mis pesadillas por años? ¿Cómo me hará sentir? ¿Puedo
manejarlo?
Zas.
Es como si el aire hubiera sido arrancado de mis pulmones. Tomo una
respiración profunda, mi visión se llena de puntos y mis rodillas comienzan a
ceder. Apoyo mi mano en la fría pared de ladrillo para evitar colapsar sobre el
piso.
—Mierda —digo entre jadeos. Esto no puede pasarme ahora–. Mierda,
mierda, mierda.
—¿Qué sucede? —pregunta el detective Stephner, inclinándose con una
mirada preocupada mientras estudia mi cara—. Violet, respira. Acabará pronto.
Sacudo la cabeza y me aparto de la pared. No me preparé para esto…
esta ola masiva de confusión emocional. Quiero ser fuerte, quiero tener la
fortaleza interna como la vieja Violet, pero ella solo era una fachada, un disfraz
que usaba para hacer más fácil el pretender que todo estaba bien cuando no era
así. Pero ese disfraz fue roto en pedazos y mi verdadero yo quedo de pie y
desnudo. Quiero salir corriendo y arreglar el problema de la única forma que
sé, pero después de darme cuenta que no quiero morir, no estoy segura de que
me calme incluso si lo intentara. —No puedo hacer esto… no si me siento así…
—¿Quieres que llame a alguien para que venga aquí contigo? —
pregunta, siguiéndome por el pasillo, pero él sabe que no tengo a nadie, de ahí
la pizca de inquietud de su parte.
Trabajo en recuperar el aire. —Necesito… —¿Qué necesito?—. A Luke.
Él parece extremadamente reacio con la idea mientras llego a un extraño
estado de calma por mi declaración. —Violet, esa no es una buena idea… es el
hijo de la sospechosa potencial… y… —Se mueve, cambiando su peso—.
Tenerlo aquí podría ser perjudicial para el caso.
—¿No puede venir y sentarse en una silla en la sala de espera? —El aire
está regresando a mis pulmones ante la comprensión de que esto es lo que
necesito. Sí, esto es lo que necesito: a Luke. Él siempre me hace sentir mejor, al
menos mejor de lo que me estoy sintiendo. Lo necesito.
Dios, de verdad lo necesito.
Vaya, eso fue difícil de admitir. Solo espero que haya hablado en serio con lo
que dijo: que quiere esto tanto como yo; con Mira, con nosotros. —Digo, él está
en el estacionamiento, así que no sería muy diferente si entrara.
El detective Stephner se rasca la cabeza mientras mira alrededor de los
ocupados cubículos alrededor de nosotros. —Tal vez… afuera en la sala de
espera, pero tengo que pedirle a mi compañero que se siente con él… para
mantenerlo vigilado.
Asiento con impaciencia. —Bien, voy a buscarlo.
—Te acompañaré hasta allí —dice, siguiéndome cuando me apresuro a
abrirme paso por el área de los cubículos.
—Estaré bien —le digo, cuando giro a la izquierda, más allá de la sala de
espera, hacia las puertas de la entrada.
—No es por ti —me dice, adelantándose para abrirme las puertas.
—¿Tiene miedo de que huya? —pregunto, envolviendo mis brazos a mi
alrededor mientras salgo hacia la fría brisa nocturna.
Se encoge de hombros, mirando hacia el parqueadero donde la
camioneta rustica de Luke se halla estacionada. —No sería la primera vez. —
Las puertas se cierran tras nosotros—. Estaré esperándote aquí.
Bajo las escaleras trotando, mientras mi corazón golpetea en mi pecho.
Recuerdo las numerosas cosas que tuve que hacer yo sola cuando era más
joven. En las citas médicas, uno de mis padres adoptivos me esperaba en la
salsa de espera. Al principio en las visitas a la policía, era escoltada por mi
madre adoptiva de ese momento, lo que quería decir que ella se sentaba en una
silla cercana y se limaba las uñas. Recuerdo estar sentada en la silla y esperar
sostener la mano de alguien. Traté de sostener su mano una vez, y ella deslizó
la suya casualmente para liberarla. Todo lo que quería era alguien que me
reconfortara.
Lo que quería era a mis padres. Pero eso no era posible ya que la razón
por la que me encontraba sola era porque estaban muertos.
Mientras me acerco a la camioneta de Luke, puedo escuchar música y
veo humo saliendo por la ventana rota. Cuando abro la puerta del conductor, él
está jugando con su esterero y termino dándole un susto de muerte. Salta, y me
mira como si estuviera a punto de golpearme.
—Dios, casi me matas del susto. —Coloca su cigarrillo en el suelo, con los
ojos precavidos mientras su mirada se eleva hacia mí—. ¿Estás lista para ir a
casa?
Sacudiendo la cabeza, apunto sobre mi hombro a la estación de policía.
—Necesito que vayas adentro.
Al instante frunce el ceño. —¿Pasó algo malo?
—No, solo… —Me muerdo el labio inferior. Dios, pedir ayuda puede ser
muy difícil. ¡Solo hazlo por el amor de Dios!—. No quiero estar sola cuando haga
esto.
Tan difícil como es pedir ayuda, su expresión me hace sentir ligeramente
mejor. —Está bien. —Agarra sus llaves, sale de la camioneta, y cierra la puerta.
—Pero tienes que esperar en la sala… porque… bueno, ya sabes. —Hay
un poco de incomodidad, al menos de mi parte, teniendo que recordarle que es
su madre quien está allí.
Pero Luke entrelaza sus dedos con los míos como si fuera lo más simple
del mundo. Si tan solo todo fuera así, pero incluso caminar por mi propia
cuenta se está volviendo complicado. Aún ayuda que Luke esté aquí, ayuda que
trate de hacerlo tan sencillo como es posible cuando el detective lo hace sentarse
afuera en el área de espera como si fuera el criminal, ayuda que cuando vuelvo
al cuarto con el espejo de dos vistas, sé que él se halla en el mismo edificio, a
poca distancia.
Hace más sencillo el respirar.
El cuarto en el que estoy es pequeño y oscuro, con excepción de la luz
que viene desde el otro lado donde van a llevar a Mira Price. El aire huele a
cigarrillo y a café, y hay un par de sillas de metal detrás de mí en las que podría
sentarme, pero me asusta que si me muevo, huiré, así que me quedo plantada
frente a la ventana.
Juro por Dios que estoy ahí de pie por horas, cuando en realidad es
probable que solo hayan sido minutos, tal vez incluso segundos antes de que el
detective se me una.
—¿Estas lista para esto? —pregunta, mirando los papeles que ha estado
llevando a todos lados.
No. —Sí. —Juego con la banda de cuero en mi muñeca, la que me puse
para cubrir lo que hice más temprano–. ¿Pero qué se supone que haga? ¿Solo
decirle sí o no si puedo recordarla?
Asiente, distraído con los papeles. —Si ella es la que estuvo allí esa noche
y puedes identificarla, entonces me dices. Pero es muy importante que estés
segura, ¿está bien?
Asiento. Como si fuera a decir otra cosa. Identificar equivocadamente a
la mamá de Luke, eso es algo que jamás querría hacer.
—Y también podemos hacerla hablar… Sé que dijiste que la escuchaste
hablar, ¿verdad? —pregunta cuando se abre una puerta al otro lado.
Trago el nudo en mi garganta cuando me acerco a la ventana de vidrio.
—Cantar… la escuché cantar… —Mi voz se apaga mientras la mujer
entra en el cuarto.
Esto es todo.
Esto es todo.
Mierda, esto es todo.
Ella camina incómodamente como si sus pies fueran demasiado pesados
para sus piernas, haciendo que sus zapatos se arrastren a lo largo del piso. Su
cabeza está agachada, su cabello marrón cae como un velo alrededor de su cara.
Retuerce sus manos frente a ella, nerviosa y asustada. Lo primero que pienso es
que no puede ser la mujer de esa noche. Pero rápidamente sé que mi primera
observación sobre Mira Price es errónea porque cuando llega al centro del
cuarto y gira su cabeza hacia la ventana, su expresión es tranquila y sus
hombros se ven derechos. Y esos ojos… esos malditos ojos que est{n tan vacíos
como solía estar mi corazón. Son del mismo color que los de Luke, pero aun así
lucen muy diferentes; tan faltos de vida y emoción. No, no son iguales para
nada.
Los ojos de Mira lucen inquietamente muertos, pálidos, sin expresión, y
cuando sonríe es como si le complaciera estar al otro lado del vidrio. Pero no
estoy segura si era la que cantaba en la oscuridad esa noche, y una tristeza barre
dentro de mí cuando me doy cuenta de esto y lo que significa; no puedo
identificarla.
Una lágrima se desliza de mis ojos, pero parece que no puedo alejar mi
atención de ella. Sus ojos están fijos justo en mi dirección, aunque ella no puede
verme. Pero es como si pudiera; se siente como si yo tuviera cinco años de
nuevo, escondiéndome en la oscuridad y ella está mirando directamente hacia
mí, pero nunca dice ni una palabra.
Luego sus ojos se ponen más intensos, su postura se vuelve más segura.
Hay un cambio en el aire, un presagio tal vez, uno del que debería huir, pero no
me muevo. Sus labios comienzan a moverse, giran y se conforman como si
estuviera complacida de lo que está a punto de hacer. Cuando la voz sale de su
boca, es como si hubiera sido arrojada a mi hogar de la niñez y estoy sola. Un
par de frases, eso es todo lo que se necesitaba, para que mi mundo cambie para
siempre.
—Inclínate hacia mí. Inclínate hacia mí —canta lentamente, mirando en
mi dirección como si pudiera verme a través de la ventana—. Toma. Ayúdame.
Necesito entender. Ayúdame. No puedo hacer esto sin ti.
Alguien comienza a gritar. Gritos. Cristales rotos. Está lastimando mis
oídos… mis manos… se siente como si estuviera desangr{ndome, heridas
abierta…
—¡Violet! ¡Violet! ¡Tranquila! —Brazos se enrollan alrededor de mi
cintura, y el toque me trae de regreso a la realidad. Me doy cuenta que los gritos
y los golpes vienen de mi parte. Que he enloquecido. Estrellé mi mano contra el
vidrio con tanta fuerza que es como si la hubiera roto. El detective me tiene
agarrada e intenta tranquilizarme. Le grita algo a alguien, pero no puedo
concentrarme en sus palabras. Solo puedo concentrarme en el dolor horrible, la
ira cegadora, el odio abrasador por la mujer cantando al otro lado,
atormentándome con sus letras, su voz, sus ojos. Mis venas queman con la
imperiosa necesidad de romper la ventana y lastimarla, hacerla pagar por lo
que hizo. Nunca había sentido tantas cosas en toda mi vida y si el detective me
suelta, no sé qué haría. Rompería el vidrio tal vez, llegaría hasta ella.
Pero el detective Stephner se las arregla para sacarme del cuarto antes de
que suceda, y ya no tengo que ver más al maldito demonio de pie a tres metros
de mí, donde lo único que nos separa es un pedacito de vidrio. Aun así la rabia
dentro de mí, arde y escalde en mi interior y sigo luchando por alejarme de él.
—¡Suélteme! —Pataleo, tratando de liberarme, y termino volcando una
silla cuando salimos al área de los cubículos. Estoy armando un escándalo, pero
no me importa una mierda. Que miren; estoy acostumbrada–. ¡Ella los mató!
¡Esa estúpida maldita canción!
—C{lmate… todo va a estar bien —trata de consolarme mientras me
lleva alrededor de los escritorios, hacia el área delantera del edificio.
—¿A dónde vamos? —Jadeo por aire—. ¿Me está echando? —Mientras
hablo, rodeamos la esquina y entramos al cuarto donde Luke está sentando.
Mira el suelo, con la cabeza gacha, pero su atención se pone alerta cuando
entramos, porque estoy siendo extremadamente ruidosa.
—¿Qué pasó? —pregunta mientras se apresura hacia mí, revisándome de
pies a cabeza.
Hay un incómodo intercambio cuando el detective Stephner me entrega
a Luke, y creo que a su propia forma el detective está ayudándome, como si
supiera que él es lo único que necesito en este momento. —Necesito que vengas
con nosotros a mi oficina.
Los brazos Luke se envuelven en mi cintura y se lleva algo del dolor,
pero no todo. —¿Por qué? —le pregunta a Stephner.
El detective mira a Luke. —Porque necesito hablar más con Violet, pero
eres el único al que parece escuchar. Así que tranquilízala y llévala, por favor,
para que podamos tener una conversación racional.
—Imbécil —digo, aunque no estoy enojada con él. Solamente enojada.
El detective me lanza una mirada de advertencia, luego se aleja.
Cuando desaparece por la esquina, Luke me acerca más a él, con mi
espalda presionada a su pecho. —¿Qué hizo ella?
—Cantó esa estúpida canción de mierda… Nadie ni siquiera le pidió que
lo hiciera… es como si quisiera ser atrapada o algo así. —Mi respiración es
feroz, mi corazón tiembla. Todo en mí está intranquilo, y lo único que me
sostiene es él.
—No, quiere joderte la cabeza —dice con los dientes apretados—. Eso es
lo que hace.
Es extraño pensar en lo mucho que conoce al monstruo de pie al otro
lado del vidrio. Él sintió en carne propia el dolor, sintió el daño que puede
infligir, y tan extraño como es, me hace sentir conectada con él, me calma un
poco.
Exhala. —El grito…
—Esa fui yo —admito, luchando por respirar normalmente—. Perdí el
control… no sabía que sucedía conmigo… como que me rompí.
—Cariño… yo…
—Estoy bien.
Deja un beso en mi cabeza. —No lo estás. ¿Qué puedo hacer para
ayudar?
—Est{s aquí… eso es suficiente por ahora. —Y lo digo de verdad. Luke
está teniendo un extraño efecto calmante sobre mí, como si estuviera
sosteniéndome sobre el agua cuando siento como si fuera a ahogarme de
nuevo—. Deberíamos regresar antes de que el detective Stephner piense que me
he acobardado.
Asiente y luego, a regañadientes, me suelta. Quiero agarrar sus brazos y
envolverlos de nuevo a mi alrededor, pero se para a mi lado y pasa su brazo
por mi cintura. Miro sus ojos, similares a los que pertenecen al monstruo al otro
lado del vidrio, al menos en forma y color. Pero eso es todo, y lo demás sobre
esto; todo lo demás en él es diferente. Me hace sentir reconfortada en lugar de
totalmente aterrorizada. Me hace sentir a salvo cuando nadie más puede.
Ves, a esto le tengo miedo. A perder esto. ¿En qué me convertiría si desaparece?
Es aterrador pensar en la respuesta.
Traducido por Pachi Reed15
Corregido por Daniela Agrafojo

Luke
Escuché el grito. Dios, escuché el grito. Sonó a Violet y quise correr hacia
ella, pero la recepcionista no me dejaba volver. Solo podría respirar libremente
otra vez cuando la viera de nuevo. Luego Violet me dijo lo que hizo mi madre y
esperé que me dejara, que se alejara de mí en ese mismo momento. Pero parece
tener la reacción opuesta, con ganas de estar más cerca de mí en vez de más
lejos.
Me permite llevarla de nuevo a la oficina del detective Stephner, con mi
brazo alrededor de su espalda y su cabeza apoyada en mi hombro. Se encuentra
prácticamente pegada a mi lado, lo que no me importa para nada. Simplemente
me gustaría que fuera bajo circunstancias diferentes. Ojalá no fuera por esto.
El resumen del detective es rápido. A pesar de que no lo dice por
completo, básicamente nos informa que en este momento es probable que haya
suficientes pruebas como para construir un caso contra Mira y que las cosas
comenzarán a moverse. Van a interrogarla, para tratar de averiguar quién es la
otra persona que estuvo en la casa de Violet esa noche.
Una vez que el detective ha terminado, nos despide, pero me detiene
antes de salir. Me guía hacia la habitación mientras Violet vaga hacia el área de
cubículo, sin saber que el detective me ha retenido. —Para que lo sepas, cuando
esto se ponga en marcha, puede que seas contactado como testigo... de ambas
partes. Pensé en hacértelo saber, teniendo en cuenta… —Asiente en dirección a
Violet.
Sé lo que dice. Que no solo podría ayudar a poner a mi mamá en la
cárcel, sino que también podría ayudar a liberarla. Como si fuera a hacer eso
alguna vez. Pero la idea de subir y encontrarme frente a ella para ayudar a
encerrarla me hace sentir como el niño asustado en mi interior, el que creció con
esa mujer horrible. ¿Podía hacerlo? ¿Subir al estrado y hablar de mi madre con
ella sentada allí frente a mí?
—Gracias por la advertencia —le digo al detective, luego salgo de su
oficina, con mi cabeza nadando con pensamientos, muchos que me hacen
odiarme por ser tan jodidamente débil, por estar asustado de la mujer que me
crió… o la mujer con la que viví cuando era más joven. Criar no parece ser la
palabra correcta.
—¿Qué fue todo eso? —pregunta Violet mientras camino más allá de los
cubículos y llego hasta ella.
Rodeo su cintura con mis brazos. —Nada. Solo quería que mantuviera
un ojo extra en ti.
—Ya has hecho suficiente por mí. —Descansa su cabeza en mi pecho—.
¿Qué más puedes hacer?
—Mucho, mucho más —le aseguro a medida que avanzamos hacia la
puerta—. Vamos, hay que llevarte a casa.
—Casa suena bien. —Se oye tan agotada como me siento.
Unos minutos más tarde, estamos en mi camioneta, preparándonos para
conducir por la calle camino a casa. Estoy a punto de salir a la calle, cuando me
doy cuenta de que Violet acuna el brazo contra su pecho.
Presiono el freno y me detengo en el área de salida. —Espera. ¿Qué le
pasó a tu brazo?
Violet aleja su atención en la ventana, baja la vista a su brazo, después
me mira. —Oh... me golpeé contra la ventana cuando Mira cantó... ni siquiera
puedo recordar hacerlo... como que enloquecí. —Sus ojos destellan con una
frustración desconcertante que envía un escalofrío por mi espalda—. Ves, es por
eso que tengo que hacer las cosas que hago, Luke. —Levanta su brazo y se
estremece—. De lo contrario, terminaré desmoronándome.
Quiero consolarla, pero no puedo cuando habla de hacerse daño. —Hay
otras maneras. Confía en mí, lo sé... recuerda lo mucho que solía meterme en
peleas y no lo he hecho desde hace tiempo. Es porque encontré algo más.
—¿Cómo qué?
—Hacer ejercicio. La universidad. Cuidar de mí mismo. —Hago una
pausa—. Tú.
Frunce el ceño con lo último que digo. —No quiero ser una tarea para ti.
—¿Una tarea? ¿Eso es lo que crees que eres? —Sacudo la cabeza cuando
no responde, luego detengo la camioneta y me acerco a ella a través del
asiento. Ni siquiera estoy seguro de lo que voy a decir, lo que quiero decir, pero
las cosas simplemente empiezan a salir de mi boca—: En primer lugar, eres todo
menos una tarea. Yo, eh... Adoro que cuentes conmigo. —Sostengo su brazo en
mi mano y ella se estremece ante mi tacto, pero sus músculos no se tensan—. Es
solo que ya no quiero que te sigas lastimando. —Cierro la boca y me concentro
en examinar su brazo. Planeo mantener mis labios sellados, pero hay algo en
mí, una presión construyéndose y tengo que dejarla salir de alguna manera. Tal
vez sea porque le dije que la amaba, que eso ha tenido algún tipo de efecto de
bola de nieve, pero sea lo que sea, mi mente se está volviendo jodidamente loca
y mi boca sigue diciendo cosas que no debería—. Podríamos ser buenos... tú y
yo... juntos. Y mi mamá va a ir a la cárcel... nos aseguraremos de que esté tras
las rejas para siempre... —Otra respiración ruidosa—. Y sé que nos espera
mucha más mierda, muchas más cosas con las que tratar, pero necesito que te
cuides mejor. Podemos trabajar en ello, tú y yo, juntos. Me refiero a mejorar. —
Dejo de hablar, sorprendido de que todo eso saliera de mi boca. Al parecer, esta
es la noche de las confesiones, con toda la mierda que estoy soltando.
Se queda callada un rato y me toma un momento subir la vista, después
de derramar mi corazón y alma de esa manera. Sus ojos son ilegibles, su
expresión neutral, su cuerpo quieto. No tengo idea de lo que piensa, pero joder,
me gustaría poder saber aunque fuera una vez que está pensando realmente.
—Lo intentaré —musita finalmente, con voz apenas audible. No me mira
a mí, sino a través de la ventana hacia las farolas y los edificios cerrados.
—Prométeme que lo harás —digo, pasando mi dedo por su muñeca.
Puede verse completamente tranquila, pero su pulso está martillando bajo mi
tacto… está aterrorizada en el interior.
Traga con fuerza, pero aun así no me mira. —Sí, de acuerdo. Lo prometo.
No estoy seguro de si le creo; odio que sea así. Pero todo lo que puedo
hacer es esperar que esté diciendo la verdad y estar allí para ella si no es así.
Traducido por Snow Q
Corregido por Meliizza

Luke
Los días siguientes se van volando, probablemente porque tengo muchas
cosas en que pensar. Violet, la escuela, mi madre, Violet, el caso, Violet, el
partido, Violet.
Violet.
Violet.
Violet.
Me consume más que cualquier otra cosa. Me preocupo por ella, la
quiero a mi lado todo el tiempo, pero eso se convirtió en una especie de
problema ya que parece estar alejándose de mí desde esa noche en la estación
de policías. No estoy seguro de si tiene que ver con mi mamá o que mi boca no
quería callarse; toda esa mierda emotiva que le arrojé fue demasiado.
Aun así, si me hubiera salido con la mía, la habría llevado a cualquier
lugar conmigo. Además, sería bueno para ella. Ha pasado demasiado tiempo
enjaulada en nuestra habitación, sobre todo desde que se dio a conocer la
noticia del arresto de mi madre. De algún modo, un reportero o dos
descubrieron que Mira era mi madre y que Violet y yo estábamos saliendo, y las
cosas se salieron de control. Llamadas telefónicas, golpes en la puerta, todos
queriendo hacer preguntas. He querido golpear a uno o dos en el rostro, pero
he resistido la necesidad de hacerlo, a pesar de que es condenadamente difícil,
la necesidad de proteger a Violet siempre arde en mis venas.
—Amigo, tu mente está muy lejos, ¿cierto? —dice Seth. Nos hallamos en
el balcón fumando, y él bebe una cerveza mientras yo tomo una soda.
Me desordeno el cabello con la mano, derramando cenizas sobre todo mi
cuerpo. —Sí, lo sé. —Sacudo las cenizas de la manga de mi camisa gris—. Es
solo que he estado pensando demasiado en algunas cosas.
Él descansa sus brazos en la barandilla, el humo del cigarrillo envenena
el aire. —¿En Violet? —pregunta y cuando asiento, añade—: ¿Qué sucede con
ustedes? Los dos se rehúsan a contarle a alguien que sucede con la policía y eso,
pero Greyson y yo nos damos cuenta de que está pasando algo enorme. Y Violet
llegó a casa con un yeso el otro día, pero se niega a decirnos como se quebró la
mano.
Acabó quebrándosela cuando golpeó el cristal en la estación de policía,
luego de que mi madre la provocara tanto que la hizo estallar. Al día siguiente,
después de marcharnos de la comisaría, tuve que llevarla al hospital a pesar de
sus protestas, porque sentía tanto dolor que apenas podía mover la maldita
cosa.
—No es mi historia. —Le doy una última calada al cigarrillo, lo dejo caer
en el suelo y lo apago con la punta de mi bota—. Mira, me encantaría
compartirlo, pero no me sentiría bien haciéndolo.
Pone los ojos en blanco. —Mentira. Nunca has sido del tipo que habla.
—Cierto. —Me giro y enfrento las puertas corredizas, apoyando los
brazos en la barandilla—. Pero esta vez, tengo una buena razón para no hacerlo.
No dice nada, e inhala el resto de su cigarrillo mientras voy dentro. —
Oye, Greyson y yo estaremos en el partido esta semana —dice, y entro en la sala
de estar.
—Me lo imaginé, Callie va a estar ahí —respondo. Callie es la novia de
Kayden y una de las mejores amigas de Seth. No es algo extraño que venga a
apoyarlo.
—Bueno, también vamos a animarte a ti. —Cierra la puerta y se quita la
chaqueta.
Me siento un poco mareado mientras me acerco al refrigerador,
pensando en agarrar una cerveza, solo para digerir la conversación. Durante
años, nunca tuve a nadie que viniera a los partidos, a la graduación, a ningún
evento. Me acostumbré a ello y ahora, muy repentinamente, tengo a Seth y a
Greyson, sin mencionar a mi padre y a su esposo, que vendrán a uno en un par
de semanas. Me hace sentir inquieto, como si estuviera perdiendo el control
sobre mi vida y hace que me pregunte si eso es lo que Violet siente cuando hace
las cosas peligrosas a las que acostumbra. Tal vez, mi problema con la bebida
equivale a su adicción a la adrenalina.
Agarro otra soda del refrigerador y abro la tapa, pensando en Violet, que
ha estado en la ducha, por demasiado tiempo si vamos al caso. —Bien, me
alegra que vayan, supongo.
Seth me da una mirada sarcástica en lo que se desploma en el sofá. —Oh,
¿en serio? ¿Entonces por qué suenas tan deprimido?
—Deprimido, no. —Tomo un sorbo de la soda y me encamino hacia el
baño—. Solo un poco sorprendido. Eso es todo. —Con eso, salgo de la
habitación y entro al corredor.
Cuando llego al baño, abro la puerta, contento de que Violet no le
pusiera el seguro. El agua todavía corre, la cortina está cerrada, y el aire, tintado
de vapor.
—Violet —digo, en lo que cierro la puerta detrás de mí. Me preocupa que
esté tan callada. Ha estado bastante tranquila desde que arrestaron a Mira, pero
ese corte en la muñeca y el yeso que lleva en el brazo es un recordatorio de su
inestabilidad. Y aunque me prometió que trataría de detenerse, entiendo muy
bien las adicciones. Detenerse es difícil, tal vez una de las cosas más duras que
he hecho. Creo que beber, apostar y luchar podrían vivir en mis venas, pero eso
no significa que tenga que seguir alimentándolas.
—Sí, aquí —responde por encima del sonido del agua corriendo.
—De acuerdo. —Me relajo contra la puerta y cruzo los brazos—. Solo me
preocupabas… llevas un rato aquí.
—Estoy bien… tienes que dejar de preocuparte tanto.
Sí… eso nunca va a suceder. Aunque no lo digo en voz alta, imagino que ya
sobrepasé el límite con la mierda amorosa desde que solté la palabra con A. No
lo hemos discutido, pero ambos estamos súper conscientes de que sucedió;
puedo verlo en sus ojos cuando me mira y lo siento en los latidos acelerados de
mi corazón cada vez que la miro.
Recoge la cortina de la ducha y asoma la cabeza. Su cabello está húmedo
y jabonoso y, riachuelos de agua hacen una cascada por su rostro y su cuello. —
No logro adivinar como lavar mi cabello y sacarme todo el jabón sin utilizar mi
brazo enyesado. —Me muestra el brazo envuelto en el yeso, que se halla
cubierto con plástico—. Esta cosa es un dolor en el trasero y no va a soportar
toda el agua si lo sumerjo por completo. —Considera algo con una mirada
reflexiva—. Aunque, sí fue de ayuda el otro día cuando fingí chocar mi brazo
contra esta perra, Daisy Miller, cuando iba de camino a la oficina. No sé cuál es
el problema de esa chica, pero me empujó y luego trató de actuar como si fuera
mi culpa, así que le respondí con un dulce golpe en el costado con esta cosa.
Está buscando que le pateen el trasero, lo juro.
No puedo evitar dejar escapar una carcajada. Fui a la escuela secundaria
con Daisy Miller y era una perra tal como Violet mencionó, pero todo el mundo
permitía que les pasara por encima, a excepción de mí, aunque a decir verdad
nunca acepté mierda de nadie. Y tampoco Violet, así que no me sorprende que
reaccionara “accidentalmente” golpe{ndola con su brazo enyesado.
—Sí, Daisy es una perra —digo. Cuando me da una mirada entretenida,
como diciendo “cómo mierda la conoces”, añado—: Kayden solía salir con ella
cuando estábamos en la secundaria.
—¿En serio? —Hace una cara de asco—. Eso es asqueroso.
Me encojo de hombros. —Creo que atravesaba algunos problemas o
algo… creo que por eso lo hizo.
—¿No nos pasa a todos? —murmura, luego suspira—. De acuerdo,
¿alguna idea para poder lavar mi cabello de forma más sencilla?
—Podría entrar y ayudarte —bromeo parcialmente pero cuando asiente,
la broma como que se evapora y asimilo todo. Bañarse parece tan íntimo, tan
propio de una pareja, y es malditamente aterrador lo mucho que quiero hacerlo
con ella.
—Pero apresúrate, por favor. —Retrocede en la ducha y abre la cortina—
. Tengo champú en el cabello que no puedo sacar.
El silencio crece mientras espera que entre. Me desnudo, preguntándome
si a) está nerviosa como yo y b) cómo demonios me convertí en la clase de chico
que se pone nervioso por bañarse con una chica. Sí, nunca antes lo he hecho,
pero aun así, simplemente es mucha desnudez y agua. No es la gran cosa para
alterarme tanto.
Y sin embargo, me siento fuera de mi elemento mientras recojo la cortina
y entro. Mis ojos están fijos en Violet mientras cierro la cortina. Está de pie
delante del flujo de agua, con el brazo enyesado adelante y el agua corriendo
por su cuello, sus pechos, su estómago y todo su cuerpo húmedo y ardiente.
Pequeñas corrientes de agua enmarcan el tatuaje que se extiende por su
costado, de flores entrelazadas que se desvanecen y crean patrones de
enredaderas, y tengo la urgencia de lamer. La atrapo mirándome, y sus ojos
permanecen en mi pecho antes de colisionar con los míos.
—¿Cómo quieres hacer esto? —Su pecho se eleva cuando toma una
bocanada de aire.
Me toma un segundo o dos procesar exactamente lo que quiere decir, mi
mente inmediatamente se llena con un millón diferente de ideas sucias, y cada
una incluye nuestros cuerpo desnudos presionados. Pero ella habla de su
cabello.
Me acerco, la calidez de la ducha golpea mis piernas mientras el agua me
salpica. —Ven, inclina la cabeza hacia atrás —le digo. Obedece, formando un
ángulo con su cuello y sumergiendo su cabello en el agua. Comienza a perder el
equilibrio y estira la mano buena para evitar caer. Me apresuro y envuelvo su
espalda con mi brazo, sosteniéndola—. Puedes soltarte… te tengo.
Traga con fuerza y suelta la pared. Sus ojos me miran de prisa mientras
paso los dedos por su cabello, limpiando el jabón. Su mirada está llena de
confusión, como si estuviera buscando algo en mi rostro o en mis ojos pero no
puede adivinar siquiera si existe. Estoy a punto de preguntarle si se encuentra
bien, cuando murmura—: Siempre evitas que me desplome. —Sus ojos se hacen
más grandes tan pronto como lo dice; claramente las palabras abandonaron sus
labios por accidente. Pero ya es demasiado tarde. Ya han golpeado mi corazón,
perforado mi alma, y me inclino y presiono mis labios en la base de su garganta.
Deslizo mis labios por su cuello, lamiendo y mordisqueando su carne,
moviéndome con suavidad, disfrutando su sabor. Deja escapar un gemido
incontenible, que solo he escuchado una vez, pero que conduce a mi cuerpo a
un frenesí de locura. Beso sus labios con fiereza y me lo devuelve con la misma
intensidad. Nuestros cuerpos mojados se mezclan, el aire está húmedo, pesado
y lleno de calor. Todavía se encuentra inclinada hacia atrás mientras la
sostengo, probándola, pero quiero más.
Retrocediendo, la guío conmigo hasta que estamos derechos. Me mira
como si fuera a protestar, pero la presionó contra la pared y mis labios
descienden, lamiendo el agua que cubre su tatuaje, justo como deseaba. Jadea,
relajándose debajo de mi lengua que recorre su cuerpo, hasta que alcanzo su
boca y mis labios chocan con los de ella. Su mano buena agarra mi nuca,
acercándome a medida que mi lengua explora cada parte de su boca.
—Luke —jadea, levantando la pierna y enredándola alrededor de mi
cintura. Algo cambia dentro de mí y cada parte de mi cuerpo quiere estar
conectado con el suyo.
No hemos tenido sexo desde lo que sucedió en la estación de policía. No
estoy seguro de la razón, aunque parece que ambos hemos estado enredados en
esta red emocional de confusión y tratando de poner las cosas en orden.
—Dime que está bien —susurro contra sus labios.
No responde con palabras, al contrario frota las caderas contra las mías y
gime. —Está más que bien.
Mis dedos ascienden por su pierna, agarran su muslo, tomándola con
fuerza mientras ajusto su otra pierna alrededor de mi cintura. Sus piernas se
abren para mí y sus brazos rodean con fuerza mi nuca. Mis labios chocan con
los suyos, acercándola, y nuestros cuerpos se alinean, pero se siente como si la
necesitara más cerca.
Continúa besándome, mordisqueando mi labio inferior, mientras apoyo
una mano contra la pared y me deslizo profundo en su interior, haciendo que
nuestros cuerpos húmedo colisionen, nuestras caderas se encuentran a un
mismo compás. El vapor nos rodea, nos consume, hace que sea difícil
respirar. La sensación de sus labios… su calidez… su interior… observar su
cabeza caer y sus ojos vidriosos mientras se deshace en mis brazos, aleja
temporalmente todo lo malo y me lleva al límite. Un instante después, la sigo,
luchando por mantenernos de pie. Ambos estamos sin aliento, y nuestros torsos
chocan con cada respiración que tomamos.
—Eso fue… —Su voz se desvanece, respirando agitadamente.
—Perfecto —termino por ella.
—Tan tierno —susurra. Por lo general, bromea cuando lo dice, pero
ahora solo se ve cansada y feliz.
Quiero decirle que ella es tierna, llevar la ventaja, porque eso es lo que
hacemos, pero me guardo el comentario, porque no quiero que nada arruine
este buen momento.
Un momento real, muy extraño, pero condenadamente bueno. Si tan solo
pudiera encontrar una forma de tenerlos más a menudo.
Traducido por AndryGomez & Majo Vila
Corregido por Ana Avila

Violet
Las cosas no han ido tan mal en el último par de semanas, y eso es decir
algo. Tampoco he recibido ningún paquete sorpresa de Preston, y los mensajes
se han detenido. Mira Price está tras las rejas por ahora, algo que había querido
desde que tenía cinco. Sigo sobrellevando a un nivel emocional la vistita que le
hice, y el yeso en mi brazo me recuerda constantemente lo que pasó. Pero es
extraño. Me puse muy enojada e inestable en la estación de policía, hasta el
punto de romperme el brazo, pero al pasar de los días, casi se siente como si
algunas de mis cicatrices internas estuvieran sanando, junto con mi muñeca
rota. Siento como que una parte de mí fue liberada durante mi arrebato. Ver a
Mira en esa habitación, sabiendo que estaba ahí; sabiendo que sigue ahí, es una
pizca de justicia para mis padres; si solo pudieran capturar a la otra persona. Sé
que eso no los traerá de regreso y es otro asunto con el que estoy lidiando, pero
después del ahogamiento, trato de evitar repasar mi vida hasta el momento,
escogiendo simplemente vivirla, creo.
El detective me cita en la estación para una pequeña conversación al día
siguiente, actualizándome del caso, lo cual era básico, informándome que Mira
era un completo dolor en el trasero. Sigue mirando hacia mi brazo enyesado y
luego sugiere que tal vez debería visitar a un terapeuta para ayudarme con esto.
Le dije que estaba bien, ya que la idea de contarle mis pensamientos a alguien
es algo que nunca he querido hacer. Recuerdo las miradas que la gente solía
darme cuando descubrían que había pasado veinticuatro horas en casa con los
cuerpos de mis padres.
Lástima.
Terror.
Miedo.
Pero resultó que podría no tener opción. La publicidad de todo esto
había logrado que se involucrara la universidad, y era “recomendado” por el
asesor de la escuela que hablara con un consejero. Al estar en terreno peligroso,
acepté y hoy tenía mi primera cita.
La mujer sentada detrás del escritorio cuando entro a la oficina es un
poco diferente a lo que esperaba. Tiene un ardiente cabello rojo, del tipo que
tienes que pintar para que luzca de esa manera. Y podía ver un tatuaje
asomándose del cuello de su blusa. Pero está vestida con un pantalón formal y
su cabello se encuentra puesto en un moño, como si fuera una mujer de
negocios con un toque rebelde, lo cual queda perfecto con su oscura obra de
arte colgada en las paredes.
—Oh, hola. —Cuando entro, me recibe como si no fuera un cliente—.
Violet Hayes, ¿verdad?
Asiento. —Sí, esa sería yo.
Sonríe, luego se inclina sobre su desordenado escritorio para estrechar mi
mano. —Soy Lana. Me alegra que hayas venido. Siéntate.
Me siento y tiro mi mochila al piso, hecha un manojo de nervios mientras
tomo mi reluciente uña y comienzo a mordérmela. Me digo a mí misma que
tengo que levantar mis muros, ser la Violet fuerte, porque esto no es zona
segura; esto no es como los momentos que paso con Luke.
—Entonces, ¿qué te trae por aquí, Violet Hayes? —pregunta Lana
mientras ordena unos archivos en su escritorio.
—¿No lo sabe ya? —Pongo las manos en mi regazo—. Porque supongo
que sí. Todos me conocen. Violet Hayes, la chica tenebrosa que vivió mientras
que sus padres fueron asesinados. Que se quedó en la casa por veinticuatro
horas.
Me sonríe, sorpresivamente sin enojarse por mi actitud de perra. —
Parece que eres una chica ruda.
—No, solo directa. —Esto va a ser más difícil de lo que pensé.
—Umm… tal vez… pero tal vez no. —Mira la carpeta otra vez, leyendo
un papel que se encuentra dentro. Después de observarlo brevemente, lo cierra
y lo desliza a un lado antes de juntar las manos y ponerlas en el escritorio—.
Además de lo que dicen sobre ti los noticieros, ¿qué más necesito saber?
Le doy un leve encogimiento de hombros. —¿No le dicen suficiente las
noticias… no le dicen lo que me ocurre?
Me da una sonrisa suave. —Me gustaría oír lo que tú piensas, nadie más.
Sinceramente no sé cómo responderle, ya que no suelo estar en este tipo
de situaciones. —No hay mucho que saber.
—¿Tienes trabajo?
—Sí.
—Y vas a la escuela. Ibas bien con las asistencia hasta hace un par de
meses. ¿Quieres decirme por qué?
Niego con la cabeza. —Nop.
—De acuerdo. —Lo deja pasar con facilidad y me siento aliviada; ya he
oído suficiente acerca de eso de parte de otras personas. Quizá esto no va a ser
tan malo después de todo—. ¿Y qué hay acerca de un novio? ¿Tienes?
Me encojo de hombros; los muros que he colocado comienzan a
debilitarse. —Tal vez.
Parece perdida. —¿Tal vez?
—Es complicado.
Asiente como si entendiera, pero ¿cómo podría hacerlo?, no le he dicho
nada. —¿Qué hay de amigos?
Cruzo los brazos sobre mi pecho. —Podría tener unos cuantos. —Tal vez.
Reflexiona sobre mi respuesta, luego eleva un bolígrafo y agarra una
libreta de un cajón. —¿Y qué hay de la familia? —Comienza a escribir algo.
—Muertos. —Los muros se rompen—. Soy una chica de familia de
acogida.
La veo dudando, pero rápidamente se recupera. —¿Eres cercana a alguna
de ellas?
Casi río. No porque quiera, quiero decir. Porque uno no me deja en paz. —No,
otra vez. Los adultos no son admiradores de esto.
Me mira. —¿De qué?
Me señalo. —De una chica que los asusta demasiado.
Escribe una cosa más, luego deja el bolígrafo y el papel a un lado,
concentrándose en mí otra vez. —¿Por qué piensas que todos están asustados
de ti?
—Porque eso es lo que dicen. —Estoy incomoda; mis demonios interiores
y adicciones se abren paso a los arañazos para tomar el control de la situación
de la única manera que sé—. No los culpo. Lo que hice es terrorífico.
Considera lo que dije un momento muy largo. —Sabes,
independientemente de lo que piensas, tu reacción no fue rara.
Suelto una risa despectiva. —Me senté ahí, en la casa, al lado de sus
cuerpos casi un día completo. Incluso yo pienso que es espeluznante.
—Ese puede ser el problema —dice, alcanzando un bote de pastillas de
menta en su escritorio.
Me siento extrañamente expuesta, como si estuviera sentada en una
vitrina y ella puede ver cada parte de mí, dentro y fuera, sin un lugar donde
esconderme. No es la sensación más cómoda y no puedo descubrir una
escapatoria. —¿Cuál es? ¿Que soy tenebrosa?
—No, el cómo piensas de ti misma. —Acerca una menta a su boca y
cierra el bote—. Algunas veces escuchamos a las personas tan frecuentemente
decir cosas de nosotros que comenzamos a creerlas, incluso si no son ciertas.
—No, es verdad —mi voz es tensa, incapaz de aceptar lo que está
diciendo.
Deja el bote a un lado. —Ya veremos —dice, entonces levanta el bolígrafo
y anota algo mas—. Me gustaría verte la semana siguiente, si eso está bien.
¿Mismo día y hora?
Quiero negarme, comportarme como una perra para no tener que
regresar y dejar que analice mi mente, pero me encuentro murmurando un:
“está bien”, luego tomo la tarjeta que me ofrece antes de largarme de la oficina
o antes de que pueda decir algo más.
Entre más camino, mas repito lo que dijo sobre mi problema. Que creo
todo lo que me dicen los demás. Entre más pienso al respecto, más me hace
enojar; como si fuera esa mente débil que solo cree lo que le dicen los demás. Y
esa es el problema. Simplemente hay cierta cantidad de veces en las que pueden
decirte que tan indeseable eres, antes de que empieces a creer que es cierto.
Me apresuro por el concurrido campus, hojas amarillas y cafés crujen
debajo de mis botas mientras doy pisotones sobre el césped, diciéndome que no
voy a volver aunque haya aceptado. Tengo el presentimiento de que la próxima
visita será mucho más profunda que nuestra corta cita preliminar, y Lana me
pone muy incómoda, probablemente porque va directo al grano. Sé que no seré
capaz de ser la Violet dura con ella y solo sonreír falsamente por todo. Voy a
terminar siendo la Violet inestable que llora en la privacidad de su propio baño
porque se siente tan desesperada, al grado de querer arriesgar su propia vida y
apagar el dolor, pero hizo una promesa de no intentar eso nunca más a la única
persona que le interesa.
Y no quiero estar aquí.
No obstante, en realidad sí, de otra forma ya me habría rendido.
Gruñéndome con frustración, bajo la acera del edificio de humanidades
para ir a clase. Comencé a ir ayer y continúo hoy, lo cual se siente como un paso
en la dirección correcta, sea cual sea esa dirección. Localizo la camioneta del
noticiero en el camino hasta allí, así que me decido por la ruta más larga, yendo
detrás de la construcción, donde hay una pared de árboles bloqueando su vista
de mí. Los medios están obsesionados con mi relación con Luke, el hijo de la
mujer que está siendo juzgada por involucrarse en el asesinato de mis padres.
Han aparecido reporteros en la universidad y en mi casa. Usualmente les doy
mi mejor actitud de váyanse-a-la-mierda, pero lo que realmente quiero decir es:
¿Cómo demonios puedo responder lo que pasa conmigo, cuando ni siquiera
puedo descubrirlo yo misma?
Sí, me gusta Luke.
Hasta el punto en que comienza a doler cuando se va.
Y mi corazón salta cuando se encuentra cerca.
Pero también hay dolor.
Este dolor unido con la idea de perderlo.
Sin embargo, quiero ser la persona que sé que puedo ser cuando estoy
con él. Una nueva persona, tal vez.
Pienso mucho, honestamente.
Tal vez es porque tengo una cosa menos en la que pensar. Todo el tiempo
desperdiciado pensado en Mira, y ahora no me tengo que preocupar más por
ella.
Mucho más tiempo ahora para pensar en lo que quiero.
¿Qué quiero?
Solo quiero ser feliz.
Pero la felicidad es algo que no me llega fácilmente, y creo que tengo que
aprender a dejarla entrar. Pero ¿dejo entrar algo que no estoy segura de haber
tenido?

***

Más tarde ese día, mi mente se balancea en algún lugar entre aburrida y
desanimada. Tengo incontables tareas esparcidas por mi cama, algunos trabajos
de recuperación que varios maestros fueron tan amables de darme debido a mi
“condición”. Como si tener el caso del asesinato de mis padres en todas partes y
una constante multitud de reporteros tratando de conseguir información, sea lo
mismo que tener una enfermedad. Sin embargo, estoy feliz de tener una
segunda oportunidad, aunque haya perdido dos clases, lo que es mi propia
culpa.
No obstante, eso no es lo que me desanima. Saqué la caja otra vez, la que
tiene las cosas de mis padres, por razones desconocidas, tal vez era terapia o
esta terrible necesidad de torturarme. Me las arreglé para voltear unas cuantas
páginas de la libreta y descubrí que eso era todo. Creo que mi madre trató de
empezar un diario pero se detuvo unos días después, porque murió.
Terminé tirando la caja debajo de mi cama, escuchando que el contenido
se derramó, pero no me atreví a recogerlo. Fuera de mi vista, fuera de mi mente.
Eso era lo que continuaba diciéndome. Entonces me sumí en mi tarea, tratando
de usarlo como una sana distracción en lugar de lo que quería hacer; ir al techo,
o tal vez beber algo fuerte y adormecedor.
—¿Qué haces aquí? —Luke entra a la habitación y cierra la puerta detrás
de él. Tengo un poco de música grunge a todo volumen en mi laptop,
totalmente combinada con mi humor indiferente. Sostengo un marcador en mi
mano y lo uso para dibujar garabatos en mi yeso morado en lugar de trabajar en
mis tareas. Mi cabello está trenzado hacia un lado, no llevo maquillaje, y estoy
vistiendo una camiseta sin mangas y un pantalón corto; un verdadero desastre.
Extiendo mi mano y bajo el volumen de la música. —Bueno, trabajaba en
una asignación de cálculo, pero empecé a ver números por todas partes, así que
me tomé un descanso. —Levanto mi yeso cubierto de dibujos, algunos míos,
otros de Greyson y de Seth, que se han encargado de convertir la decoración de
mi brazo en una obra de arte—. De verdad odio las matemáticas.
Cierra la puerta y se quita un zapato. Es tarde, y por su vestimenta
deportiva, pantalones cortos con cordón ajustable, una camiseta sin mangas y
unas zapatillas para correr, supongo que acaba de regresar del gimnasio. —
Entonces, ¿por qué tomaste cálculo? Sabes que no es un requisito para la
licenciatura de estudios globales, ¿verdad?
—Sí, pero no tenía nada mejor que tomar y me gustan los retos. —Me
reclino contra la cabecera y estiro mis piernas sobre el lío de libros de texto y las
asignaciones, frunciendo el ceño al libro de cálculo—. No es que sea difícil, es
solo que no es divertido.
Se ríe al tiempo que se saca otro zapato de una patada. —Las
matemáticas nunca lo son... aunque, puedo señalar que la mayoría de tus clases
son de cursos de niveles superiores y que toman la mayor parte de los
estudiantes de segundo año, y te resultan fáciles, así que no solo eres
inteligente, sino que es posible que desees volver a considerar la licenciatura en
estudios globales y hacer otra cosa, como física o algo así.
—¿Física? ¿En serio? —pregunto con escepticismo—. ¿Eso es lo que me
ves haciendo?
Se encoge de hombros al tiempo que saca la billetera y algo de cambio
esparcido en su bolsillo, y los deja sobre la mesita de noche. —Eres buena en
ciencias y en matemáticas.
—Tú también, por lo que quizás deberías hacer una licenciatura en ello.
—Me arrodillo en la cama y me quito la sudadera con capucha que llevaba,
porque el dormitorio está volviéndose demasiado caliente para usar abrigos—.
¿Y cómo sabes que soy buena en ciencias?
—Porque tomé química contigo —responde Luke al tiempo que lanzo la
sudadera al poste de la cama, añadiendo más caos a la habitación. Luke y yo
solíamos ser tan limpios y ordenados, pero en el último mes como que nos
hemos convertido en unos vagos; supongo que estamos demasiado ocupados
en otras cosas.
—Sin embargo, eso fue antes de que fuéramos novios —le digo—. ¿Me
observabas o algo así?
Hace una pausa, y luego se aclara la garganta varias veces, lo que
confirma mi acusación. —Tal vez, pero no es así como sé que obtenías A. Fue
porque el profesor publicó los finales en la puerta.
—El hecho de que me dieran una A, no significa que soy inteligente.
Pude haber hecho trampa.
—Sí, pudiste hacerlo. —Se posiciona frente al borde de la cama con sus
manos en los bolsillos—. Pero eres lo suficientemente inteligente como para que
no tengas que hacerlo.
—También tú... Y deja de decirme inteligente. —Me pongo incómoda con
los elogios sobre mi mente supuestamente maravillosa. En el pasado solamente
había negatividad cuando la gente la traía a colación. Loca. Errática. Inestable.
Perturbada. Psicópata. A eso es a lo que estoy acostumbrada y hace que sea más
difícil escuchar lo positivo. Se me ocurre entonces que Lana hoy pudo haber
estado planeando algo y no estoy segura de cómo me siento respecto a eso.
Al no querer pensar en esas cosas y en cómo me hace sentir, trato de
hacer una broma: —Si me sigues dando elogios, voy a empezar a brillar.
Su boca se curva en una sonrisa al tiempo que se ríe entre dientes. —Oh,
¿en serio? ¿Eso es lo que pasa?
Asiento, sentándome y doblando mis piernas para poder descansar los
brazos sobre mis rodillas. —Muchos elogios y nada de negatividad hacen de
Violet una chica brillante. —Le guiño un ojo, bien hábil.
Se ríe con aún más fuerza, envolviendo su brazo alrededor de su
estómago tenso, y sin poder evitarlo, dejo que una sonrisa adorne mis labios.
Entonces su alegría se desvanece e inesperadamente se está inclinando
hacia mí. —Es bueno verte sonreír —dice, pasando su dedo por mi mejilla y
dejando que las yemas permanezcan en la esquina de mis labios.
Sigo sonriendo, pero cada vez es más complicado con la sensación de se-
siente-bien que me está dando, no sé cómo lidiar con aquello excepto con entrar
en pánico y correr. Me tranquilizo, luchando para mantenerme tranquila y no
salir corriendo por la puerta. Trato de ser diferente. Intento no ser esa chica, la
que me pidió que fuera en la camioneta.
Alejándose de mí, Luke pasa la camisa por encima de su cabeza y la tira
al suelo, desviándome fugazmente de mis pensamientos hacia sus abdominales
musculares y su pecho pintado con símbolos, dibujos y bellas palabras.
—Últimamente te ves más musculoso —admito distraídamente.
Se desabrocha los vaqueros, levanta una ceja. —¿Eso te excita?
Paso mi dedo por los labios y finjo pensarlo mucho en tanto se saca los
pantalones. —Esa es una pregunta muy difícil de responder. Puede que necesite
ver más para llegar a una conclusión exacta.
Me lanza sus vaqueros y me golpean en la cara. Juguetonamente se los
arrojo de nuevo, pero los esquiva y termino no atinándole y golpeando una lata
vacía en la cómoda. Se ríe cuando le enseño el dedo medio.
—Estoy más musculoso porque me he estado cuidando y entreno más
con Kayden —dice, y como si probara su punto, que de hecho está cuidándose
mejor, levanta el estuche lleno de sus cosas para comprobar sus niveles de
azúcar en sangre debido a su diabetes.
—Lo sé. —Agarro un bolígrafo de la cama y me acuesto de nuevo sobre
mi estómago, tratando de no pensar en lo fácil que es esta conversación. Tan
sencilla. Ha pasado tanto tiempo—. Es bueno que lo hagas.
Después de pincharse el dedo, se pasea hasta la cómoda para conseguir
algo de ropa limpia, pero se detiene y vuelve a mirarme. —Debes venir
conmigo alguna vez.
Levanto mi mirada de uno de mis trabajos de literatura. —¿Al gimnasio?
—Cuando asiente, me carcajeo—. Sí, eso no va a suceder. No soy atlética. Para
nada.
Agarra un par de pantalones de pijama de la cómoda y luego se deja caer
en la cama conmigo. —No tienes que ser atleta... Callie viene con Kayden,
mucho.
—Bien por Callie. —Le doy la vuelta a la página de mi libro de texto—. Si
fuera al gimnasio, ni siquiera sabría qué hacer conmigo misma.
—Eso te haría salir de la casa. —Quita mis libros del camino para poder
deslizarse más cerca de mí y luego entrelaza sus dedos con los míos, haciendo
que deje caer mi bolígrafo—. Me preocupo por ti... no has salido de casa desde...
Bueno, desde que fuiste a la estación hace un par de semanas, ni has hablado al
respecto... y estoy preocupado.
—Has dicho eso dos veces —digo, luego suspiro—. Y es difícil cuando
hay una multitud siempre esperando por mí.
Se gira hacia un lado y peina mi cabello con sus dedos, mirándome con
gran admiración. —No puedes dejar que ellos controlen tu vida. Y además, les
daré un puñetazo en la cara si se acercan demasiado. —Las comisuras de sus
labios se levantan, burlándose.
Pero yo frunzo el ceño. —Nada de darle puñetazos a nadie en la cara. No
necesito que vayas a la cárcel.
—Por favor, ven conmigo.
Es evidente que esto es importante para él, aunque no sé por qué. Y si
soy sincera conmigo misma con respecto a poner en orden mi reacción, sanar
todo mi quebranto, además de los huesos, necesito comenzar a tratar de
compensarlo por todo lo que ha pasado últimamente. —Si voy, solamente voy a
sentarme allí.
—Puedes hacer lo que quieras. —Se acerca más y el calor de su cuerpo
me envuelve y me pone en este estado temporal elevado en donde, juro por
Dios, que estoy flotando—. Aunque hay una zona de kickboxing. Se parece a
algo justamente como tu callejón. Podrías sacar tu ira por la agresión con eso.
—¿Ira por la agresión? —Entrecierro mis ojos hacia él, pero es más
divertido que molesto—. ¿Estás diciendo que tengo problemas de ira?
—Tal vez... Me refiero a que tienes todo el derecho de estar enojada, pero
creo que sería bueno para ti el tratar de encontrar una salida saludable. —Baja
su mirada a mi yeso y luego atrapo su ojeada agitando la otra muñeca, en
donde hay una marca en mi piel escondida debajo de una pulsera de cuero; una
marca que coloqué ahí cuando me cortaba con la esperanza de que tal vez si me
hacía sangrar, mis emociones salían con la sangre.
También hay cuestionamiento en sus ojos, y entiendo lo que quiere saber,
lo que necesita saber.
—No he hecho nada desde ese día. —No paro de mover la banda de
cuero con timidez—. He estado tratando de no hacerlo. —Pero ha sido una
montaña rusa de dificultades. Que sube y que baja. Eso es lo que he sentido,
casi cada segundo de cada hora, de cada día.
—Sé que lo has hecho —dice—. Solamente me gustaría encontrar algo
que pudiera ayudar, para que así tal vez no tuvieras que hacerlo más... para que
así quizás no fuera tan difícil no intentarlo.
Es una locura lo mucho que comprende, y lo mucho que deseo parar de
hacerlo por él, y un poco por mí misma. Pero si soy honesta, no puedo imaginar
mi vida sin mi comportamiento imprudente, y eso hace que me pregunte
cuánto tiempo puedo continuar así. Ha pasado tanto tiempo que ni siquiera se
siente posible; a pesar de que no quiero tener otra vez esa sensación de
impotencia que tuve en el agua. Y no creo ni por un segundo que ir al gimnasio
me ayude a deshacerme de mi problema; pero él me observa con esperanza en
sus ojos, por lo que accedo.
—Muy bien, iré. —Fuerzo una sonrisa.
Él sonríe de oreja a oreja y hace que el acceder valga la pena, a pesar del
hecho de que voy a parecer idiota tratando de golpear una bolsa. —Bueno,
vamos a empezar mañana a las siete —dice.
—¿De la mañana? —Le doy una mirada de disgusto—. ¿Qué demonios?
No me levanto tan temprano.
Se ríe de mí, entonces me da un beso en la frente antes de sentarse. —Sí,
es temprano, pero tengo que pasar a buscar a mi papá y a Trevor al aeropuerto
al mediodía, y luego más tarde iremos a cenar, ¿recuerdas?
Honestamente, por todas las cosas que pasaron en el último par de
semanas, me había olvidado de ello. —Como que olvidé que venían —admito,
sentándome y alcanzando mi libro de cálculo.
—Eso es comprensible. —Se dirige hacia la puerta con los pantalones de
pijama en su mano—. Últimamente has estado bajo mucho estrés.
—Últimamente has estado sonando como un psicólogo. Así que, o Seth
te está usando, o tal vez es en eso en lo que deberías licenciarte.
Suelta una carcajada cínica. —Sí, ese será el día. Yo sentado detrás de un
escritorio, escuchando los problemas de otras personas y tratando de
solucionarlos.
—Eres mejor en eso de lo que piensas. —Mis palabras transportan más
significado de lo que llega a su oído.
Luke me da una sonrisa agradecida que astilla mi helado corazón
solamente un poco, pero su felicidad se convierte rápidamente en vacilación. —
Y, ¿cómo te fue hoy con la terapia? —pregunta tan indiferente como le es
posible, pero noto que está preocupado por curiosear.
Me encojo de hombros, sin querer hablar del hecho de que mi cabeza está
siendo examinada oficialmente. —No tan mal, supongo.
—¿Tienes que ir de nuevo? —pregunta, envolviendo sus dedos alrededor
del pomo de la puerta.
Asiento, preguntándome si voy a llegar hasta el final, seguir adelante y
dejar que Lana me diseccione. —Sí, la próxima semana.
—¿Hasta cuándo?
—Hasta dentro de un futuro imprevisible. —Me encojo de hombros, y
luego me encojo de nuevo, sin estar segura de qué más decir. Lana nunca
mencionó por cuánto tiempo tendría que ir allí. ¿Y si es mucho tiempo? Sentada
en la silla, hablando de cosas que siempre evito sin importar lo que cueste.
¿Podré lidiar con ello?
—Oh, está bien. —Luke deja el tema y abre la puerta.
Toda esta charla sobre nuestro futuro, me recuerda lo que soy. Como yo,
Luke no tiene una licenciatura elegida, pero aun así, juega fútbol y tiene
pasatiempos, por lo que al menos tiene eso, a diferencia de mí. No tengo ningún
pasatiempo aparte de mi extrema falta de habilidades con la gente y mi
adicción a la adrenalina. No tengo nada en realidad.
Quizás Luke tiene razón. Tal vez sí necesito elegir una licenciatura, salir
de la casa, hacer algo. Pero no sé ni por dónde empezar. Toda mi vida me he
sentido como si estuviera a la deriva, a la deriva a través de hogares, empleos,
incluso de clases, pasándolos, pero en realidad nunca profundizando en nada
de lo que me enseñaban.
A la deriva.
Eso es todo lo que hice, lo que hago. Mis pensamientos siempre se hallan
atrapados en el pasado.
Pero ahora el pasado puede que consiga su justicia, mis padres puede
que obtengan su justicia. Y eso me deja enfrentando al futuro, sin importar que
esté lista o no.
Traducido por Julie
Corregido por Daniela Agrafojo

Violet
—Te vi, Violet. Te vi en el agua. —Un susurro llena mi cabeza. Se
presenta en el medio de la noche. Una voz, flotando en algún lugar de la casa a
oscuras—. Querías lastimarte. No vas a librarte así de fácil.
¿Vino de la habitación? No estoy segura, pero suena tan cerca... espera, ¿en
dónde estoy?
Me sobresalto de mi sueño, luego me siento asfixiada por la oscuridad a
mi alrededor. Se siente tan pesada, tan aplastante, que no puedo respirar.
Estoy sola.
Sola.
Sola.
Sola.
En la casa a oscuras.
Pero no estoy sola.
Un extraño está aquí conmigo.
—Despierta.
Esta vez sé con certeza que oí algo y estiro la mano hacia Luke, sintiendo
su calor a mi lado. —Luke, despierta. —Le doy una fuerte sacudida, al tiempo
que mis ojos examinan frenéticamente la habitación. Pero no hay nadie allí—.
Creo haber oído a alguien... en la sala de estar.
Le toma un segundo despejarse, todavía con los ojos somnolientos
mientras enciende la lámpara y mira el reloj. —Son las dos de la mañana... ¿qué
pasa?
—Escucho a alguien en la sala de estar —siseo, sentándome y tratando
de oír el ruido en tanto agarro firmemente la manta.
Esto no puede estar pasando.
Otra vez no.
No.
Nadie está aquí.
Ruido... Ruido... Ruido...
Un segundo después, Luke está fuera de la cama y de pie, lanzándome el
teléfono. —Prepárate para llamar a la policía.
Agarro su brazo mientras abre un poco la puerta. —No vayas ahí. —
Clavo mis uñas en su piel, aferrándome como una niña aterrorizada.
—Tengo que ir a ver a ver si hay alguien en la casa. —Saca su brazo del
mío y sale de la habitación en calzoncillos, sin ningún arma, sin nada para
protegerlo.
El pánico se enciende dentro de mí como pólvora y las imágenes de esa
noche resplandecen a través de mi mente.
Oscuridad.
Las voces.
Los ruidos.
El canto.
La sangre.
El miedo.
Saltando de la cama, agarro el teléfono y corro detrás de él hacia el
pasillo, ya que no quiero dejarlo fuera de mi vista. Hacerlo puede significar no
volver a verlo nunca.
—Violet, regresa a la habitación —sisea Luke, extendiendo el brazo y
empujándome hacia atrás.
Niego con la cabeza, mi cuerpo entero temblando mientras oigo voces y
veo luces destellando desde fuera. La noche en que mis padres murieron hubo
fuegos artificiales y lo que, supuse, eran disparos. Eso está pasando ahora.
Está pasando de nuevo.
—¿Son fuegos artificiales? —Mi voz ni siquiera parece mía, perdida en
un recuerdo traumático al que me han introducido de nuevo.
Luke niega con la cabeza. —No... Creo que es la policía... Violet, vuelve a
la habitación. Por favor —suplica.
Sacudo la cabeza otra vez, abrazando el teléfono contra mi pecho.
Nerviosa, inquieta, no puedo pensar con claridad. Está tan oscuro. Hay tanto
ruido. Tengo tanto miedo. —No puedo... no puedo dejarte... no quiero estar sola.
No puedo ver su rostro, pero siento que sus dedos se entrelazan con los
míos y se aferran firmemente mientras mira a escondidas desde la esquina en la
sala de estar. —Te prometo que regresaré enseguida —dice, luego sus dedos se
desenredan de los míos.
Me pongo a llorar.
Berreo como una bebita al tiempo que me desplomo en el suelo.
No voy a verlo de nuevo.
Es el pensamiento más doloroso que he tenido, doliendo en mis huesos,
mis músculos, mis venas, mi corazón; todo. No quiero que eso suceda, no
puedo vivir sin él. El miedo me consume, es como si me estuviera enterrando
viva. Tengo que sacarlo de mí. Necesito ir a alguna parte, hacer algo. Nunca he
sentido tanto dolor y no puedo ni siquiera empezar a pensar en lo que significa,
porque sé que ir allí va a matarme.
No, Dios, no. Esto no puede estar pasando.
Momentos más tarde, se enciende la luz de la sala de estar y ya no estoy
en la oscuridad. Me resulta más fácil respirar, pero mi corazón sigue latiendo
violentamente contra mi pecho hasta que Luke regresa por fin a mí.
Aparece cansado y nervioso. —Quiero que te quedes adentro.
Lágrimas calientes caen de mis ojos y todo lo que quiero hacer es
agarrarlo y abrazarlo. —¿A dónde vas?
Finge estar tranquilo, pero puedo ver a través de su fachada; está
preocupado. —La puerta corrediza estaba abierta y la policía está afuera con la
sirena encendida. Alguien está en la puerta. Tengo que salir y hablar con él. —
Se agacha al nivel de mis ojos—. Violet, escúchame. No voy a ninguna parte. —
Acuna mi mejilla—. Lo prometo.
Asiento, aturdida por lo que está pasando dentro de mí. Algo es
diferente, algo está cambiando y me aterra tanto como me emociona.
Dejo que Luke me guíe de nuevo a la habitación y a la cama. Me siento
en el borde al tiempo que él se pone una camisa y luego desaparece de la
habitación. Miro el reloj. Escucho el viento afuera. Veo las luces azules y rojas
parpadeando. Parece que pasa una eternidad antes de que Luke por fin regrese
a nuestro dormitorio.
—¿Qué era? —pregunto, con el teléfono todavía en la mano.
Me quita el teléfono, lo deja en la mesita de noche, luego sube a la cama
junto a mí. Sus brazos me rodean, luego me acerca y nos acuesta en el colchón.
Segura.
Me siento tan segura.
—Alguien entró a la casa... la policía lo vio... encendieron sus luces. —
Sus músculos se tensan, su abrazo es tan apretado que me siento como si
estuviera siendo presionada contra él—. Creen que eso lo asustó. Están
buscando en los alrededores, pero no lo encuentran.
Me trago el nudo en la garganta. —Era él. —Estoy asustada, y a la vez
no. Porque esta vez no estoy sola.
¿No estoy sola?
—Violet, no era... —Se calla porque sabe que tengo razón. Era Preston.
Preston estaba dentro de mi casa. Y no creo que fuera la primera vez.
Traducido por NicoleM
Corregido por Julie

Luke
Todo iba tan bien. Había conseguido que aceptara ir al gimnasio y saliera
de la casa, con la esperanza de que tal vez podría descubrir otra manera de
liberar el dolor y la ira. Pero entonces una Violet muy aterrorizada me
despierta.
Tan pronto como vi esa maldita puerta corredera abierta, sabía que
alguien había entrado en nuestro departamento. No hemos sido tan cuidadosos
al cerrarla, ya que estamos en el segundo piso, pero al parecer deberíamos
haberlo sido. No puedo soportarlo más, voy a poner un maldito sistema de
alarma. Esta sensación de impotencia de que voy a despertar y encontrar a
Violet herida por ese pedazo de mierda.
El hecho de que la asustó fue suficiente para que me dieran ganas de
pegarle hasta el cansancio. Me habría vuelto loco, si cuando salí aún hubiese
estado en el departamento. Me di cuenta que ella pensaba en la noche en que
sus padres fueron asesinados, podía ver el miedo en su mirada. Pensó que algo
iba a pasarme y que nunca me vería de nuevo. Maldición, duele el verlo en su
mirada, me dan ganas de hacer algo para eliminarle el dolor y el miedo. Pero
una vez más, todo lo que siento es impotencia.
La observo dormir por el resto de la noche y por fin, alrededor de las
cinco de la mañana, me quedo dormido. Casi una hora después, me despierto
por un golpe en la puerta. El sol comienza a salir y la luz brilla por la ventana,
haciendo que se sienta un poco más seguro, pero todavía tengo dificultades
para dejar a Violet sola en la cama, incluso si es simplemente para abrir la
puerta.
Resulta ser la policía, queriéndome decir que no encontraron a la
persona, pero que llenaron un informe.
—Un reporte. —Me apoyo en el marco de la puerta y les doy una mirada
fría y dura—. Sí, eso va a ayudar mucho.
—Es mejor que nada —responde, agitado, el más alto de los dos policías
mientras que el otro anota algo en una tabla sujetapapeles.
—No, sería mejor si lo hubiesen agarrado antes de que entrara a la casa.
—Aprieto las manos en puños, sintiendo esa rabia que vive dentro de mí, la que
aumenta cada vez que pienso en mi madre. Pero esta vez se trata de Preston.
Quiero tanto golpearlo hasta la muerte que ya ni puedo soportarlo.
—Chico, tranquilízate —dice el oficial más bajo mientras garabatea algo
más en el papel—. Estamos haciendo todo lo que podemos.
—Es evidente que eso no es suficiente —digo de manera enojada—.
Dado que entró al maldito departamento antes de que se dieran cuenta de que
pasaba algo.
Se ven igual de enojados que como me sentía, pero siguen adelante con
su protocolo de mierda. Me muestran una pulsera de plata que encontraron en
el césped, preguntando si puedo identificarlo. Es de Violet, la que perteneció a
sus padres y que se encontraba confundida sobre si usarla o no. Cuando se los
digo, me explican que tienen que quedársela por pruebas, pero que la
regresarán cuando puedan. Entonces me dan un resumen de cómo planean
aumentar la seguridad, pero todo es mentira. Esta es la segunda, quizá tercera
vez que Preston ha estado aquí y se está poniendo más valiente. Lo que me
molesta es que, no estoy seguro de qué es lo que quiere. ¿Torturar a Violet? No,
creo que hay algo más que eso. Lo que en realidad me preocupa es que no creo
que se detenga hasta que la policía lo atrape. Después de haber vivido con ello
por años, sé cómo funcionan las personas enfermas y retorcidas.
Cuando regreso a la habitación, Violet continúa dormida. Siempre
cuando duerme se ve tranquila, hasta que se despierta gritando. Me gustaría
poder verla así cuando despierta, ojalá pudiera encontrar una manera de
simplemente darle paz en su vida por toda la tranquilidad que mi madre le
quitó.
—¿Quién era? —murmura adormilada, mientras me subo a la cama.
—Solo la policía —susurro, nos tapo con las mantas y nos acerco. Pienso
en contarle lo de la pulsera, pero decido esperar hasta que esté completamente
despierta.
—¿Lo... encontraron...? —pregunta, aunque es evidente de que está ida.
—No, pero estás a salvo. —Le beso la cabeza, cierro los ojos e inhalo su
aroma—. Te prometo que no voy a dejar que nada te pase.
—Sé que no lo harás —murmura, acercándose más—. Pero, Luke...
—¿Sí?
—Pienso que Preston... pensé que lo escuché decir que estuvo allí ese
día... que casi... me ahogué... creo que de verdad me puso la pulsera, lo que
significa que ha estado en el departamento antes.
Cada músculo de mi cuerpo se tensa como una cuerda anudada. No
solamente porque estuvo allí el día en que se tiró al agua, sino que también
porque ha estado en nuestro departamento antes. Mierda, me siento tan
enojado y tenso que estoy a punto de atravesar la pared con mi puño solo para
sentirme mejor, pero entonces Violet se acerca más y eso me recuerda que tengo
que ser más estable que ahora. Intentaré liberarlo mañana en el gimnasio, por lo
menos tanto como pueda.
—Gracias —dice Violet, dejando un beso en mi pecho.
El fuego que se encuentra ahí hierve a fuego lento hacia abajo.
—¿Por qué?
—Por... —Bosteza mientras traza círculos, encima de donde se encuentra
mi corazón latiendo—. Por no dejarme.
Mi corazón se aprieta mientras le acaricio el pelo y estudio su rostro, la
forma en que sus parpados siguen agitándose, la manera en que la luz del sol
golpea el diamante en su nariz, la forma en que sus labios están entreabiertos.
Tan hermosa y tan fuerte, ya sea si se da cuenta o no. Es una sobreviviente de
tanta mierda que un montón de afortunados ni siquiera comenzaría a
comprender.
Solamente cuando sé que duerme, me atrevo a susurrar la verdad.
—Nunca te dejaría —susurro—, porque te amo.
Traducido por Beatrix
Corregido por NicoleM

Violet
Al día siguiente me despierto de la pesadilla más extraña, si se puede
llamar así. Ni siquiera estoy segura de qué diablos es o significa. En ella estaba
mi mamá. Se encontraba de pie frente a su tumba con el brazo extendido hacia
mí y yo me hallaba congelada en el borde del cementerio, incapaz de poner un
pie en la hierba y acudir a ella.
—No puedo —grité—. Simplemente no puedo.
Por último, bajó su mano y me sonrió. —Está bien, Violet, mi niña. Puedes
hacerlo. Déjame marchar.
Fue ahí cuando desperté, jadeando por aire, no necesariamente
aterrorizada pero sí confundida. Una confusión que todavía daba vueltas
dentro de mí. Y esa misma creció cuando recordé los acontecimientos de la
noche anterior.
Todavía estoy de acuerdo con ir al gimnasio al día siguiente, a pesar de
que Luke me da una salida, diciendo que, o bien podemos permanecer en casa
si quiero o que no tengo que venir después de lo que pasó anoche. Sin embargo,
sé que quiere que vaya con él, y la verdad es que no quiero quedarme en el
departamento después de lo ocurrido. Lo peor de todo esto es que ni siquiera sé
por qué Preston hace esto o qué quiere de mí. En el pasado, siempre lo sabía:
vender drogas para él y favores sexuales. Pero ahora se siente como que
estuviese haciendo una especie de juego conmigo donde me pregunto qué
demonios continuará. Ha estado tan tranquilo últimamente, demasiado, que
empecé a bajar la guardia y casi olvidé que seguía aquí, al acecho. No puedo
hacer eso, pero tampoco quiero vivir mi vida con miedo.
Quiero ser valiente.
Quiero ser libre.
Solo quiero ser yo.
Tratando de borrar los pensamientos acerca de Preston lo mejor que
puedo, me visto para ir al gimnasio, poniéndome un par de pantalones cortos
ajustados, una camiseta sin mangas y una sudadera con capucha. A
continuación, me amarro el cabello, sin parar de fingir que todo está bien, que
no me encontraba preocupada anoche.
Me siento agotada, pero Luke se ve aún peor. Cuando le pregunto si
durmió algo, dice—: Lo suficiente. —Pero los círculos oscuros bajo sus ojos
contradicen esas palabras.
Nos dirigimos hacia la puerta cuando de repente Greyson viene saltando
hasta mí desde la cocina con demasiada energía para las seis y media de la
mañana. —¡Feliz Halloween! —Me ofrece una magdalena en forma de calabaza.
Está vestido con pantalones cortos, una camiseta y zapatillas, preparado para ir
al gimnasio. El cómo demonios se las arregla para estar listo y cocinar bizcochos
ya está más allá de mí.
—Gracias. —Lo tomo con gran aprecio, y luego le doy un gran bocado,
saboreando el subidón de azúcar que recibo.
—Vamos saliendo —le dice Luke, arrojándose la bolsa sobre el hombro—
. ¿Tú y Seth vienen?
Greyson asiente, volviendo a la cocina y sacando el resto de los bizcochos
que cocinaba.
—Yo sí. Ya veremos la bella durmiente. Odia el ejercicio.
—Me parece un hombre brillante. —Muerdo la magdalena y casi tengo
un comidasmo, el glaseado de mantequilla y tarta fundiéndose en el momento
que mi lengua lo toca—. Jesús, esto es bueno.
Luke me observa con una mirada lujuriosa como si observarme lamer el
glaseado fuera lo más atractivo que haya visto. —Sí, puedo ver eso. —Le toma
un momento, pero se las arregla para apartar la mirada de mi boca.
—Solo dile que puede quedarse con Violet —le dice a Greyson—. No está
demasiado animada con ello, simplemente viene a hacerme compañía.
—Bueno, tal vez eso lo impulse a ir. —Greyson pone la tapa del
recipiente donde guardó los bizcochos, entonces esquiva la cocina con otra
magdalena en la mano—. ¿Una para el camino?
—¿Qué aspecto tengo? ¿De una adicta al azúcar? —le pregunto, pero
luego tomo la magdalena de todos modos—. Gracias.
Greyson niega con la cabeza hacia mí con una sonrisa en los labios. —
Nos vemos en un rato, drogadicta de azúcar.
Me despido, entonces sigo a Luke hasta la camioneta, sintiendo mi
guardia elevarse al momento en que salgo por la puerta y los acontecimientos
de anoche corren por mi mente. Como si Luke detectase mi pánico, junta
nuestras manos y se aferra a mí con fuerza hasta que nos hallamos a salvo en la
camioneta.
Conduce por la carretera mientras saboreo la magdalena, mirando las
casas y tiendas que bordean la carretera. Todo se encuentra adornado con color
naranja, negro y morado. Brujas, esqueletos falsos y telarañas cubren el interior
y exterior de los edificios.
—Nunca me han gustado las festividades —le digo mientras tomo otro
bocado lleno de crema de vainilla.
—¿En serio? —me pregunta, aunque no parece muy sorprendido.
Me encojo de hombros, quitándole el papel de la magdalena. —Es quizá
porque nunca las he celebrado. Nunca tuve disfraces para noche de brujas,
salvo que quisiera hacérmelo yo misma, pero nunca lo hice porque nunca tuve a
nadie que me llevara a pedir dulces. Celebré Acción de Gracias un par de veces,
pero las cenas familiares solían ser incómodas para los marginados y los que no
eran miembro del clan familiar. Y luego viene la Navidad... La odio. No había
nada alegre, sobre todo cuando era más joven... Digo, después de que mis
padres... —Trago saliva mientras muerdo un poco de la magdalena y las
emociones dentro de mí, así que tengo que aclararme la garganta—. Sí,
recuerdo recibir un solo regalo una vez de una de las familias, que en realidad
parecía genial cuando lo abrí. Un anillo de plata decorado con una bonita
piedra violeta que estaba rodeada de estas pequeñas joyas de ónix. Era tan
hermoso y perfecto para la versión gótica de mí a los catorce años.
Eso hace sonreír a Luke. —Puedo imaginarte completamente vestida de
negro y cubierta de tachuelas.
—Sí, lo hice bastante bien. El anillo se habría visto impresionante, pero sí,
unos cinco minutos después de que lo recibiera, la señora Fairly me informó
que me había dado el regalo equivocado, se lo llevó, y le dio el anillo a su hija.
El mío terminó siendo un par de calcetines nuevos. —Dejo de hablar, con el
corazón acelerado por mi confesión larga—. Lo siento por la triste fiesta de
compasión. No sé qué me pasó. —Bajo la mirada a la magdalena. ¿Qué
demonios le puso Greyson a esta cosa? ¿Suero de la verdad?
Luke continúa conduciendo, dándole vueltas a algo. —También odio las
festividades —admite, prendiendo el intermitente para dirigirse a la carretera
principal—. Nunca las celebramos. Para noche de brujas, en general
limpiábamos la casa, aunque con Kayden sí fuimos a pedir dulces unas cuantas
veces. Para Acción de Gracias, si tenía suerte, ella nos dejaba a Amy y a mí
preparar una buena comida o invitar a uno de mis amigos, pero eso fue cuando
era más mayor. Y la Navidad... —Su boca se cierra de golpe y los nudillos se
vuelven blancos mientras agarra el volante—. Digamos que las Navidades eran
lo peor.
Siento como si estuviera dándome algo a cambio de mi historia, aunque
no era mi intención. Meto el resto de la magdalena en mi boca, me deslizo en el
asiento hacia él y sostengo mi meñique hacia arriba. —¿Sabes qué deberíamos
hacer? Debemos prometernos que no haremos una gran cosa de las
festividades.
Considera lo que dije, mirando del meñique a mi cara. —¿Nunca te has
disfrazado para noche de brujas y has ido a pedir dulces?
Niego con la cabeza. —Estoy segura de que lo hice cuando vivía con mis
padres, pero los recuerdos son demasiado borrosos, al menos la mayoría —le
digo, en tanto mi corazón se estrecha en mi pecho ante el doloroso recuerdo.
En lugar de darme una mirada de lástima, la determinación llena su
expresión. —Entonces ¿qué tal esto? Qué tal si celebramos todas las fiestas.
Cada una. Cada año. —Cuando se detiene en una señal de alto, se gira hacia mí
en el asiento y levanta su dedo meñique en frente de mí—. ¿Qué me dices? ¿Te
apuntas?
Sé que sus palabras tienen un significado mucho más grande que
celebrar unos días de fiesta, pero no estoy segura de si le estoy prometiendo
todo. Sin embargo, lo que propone suena como algo que siempre he querido,
pero nunca me permití desear, desde que tenía cinco años. Así que engancho
nuestros meñiques y decido darle una oportunidad.
—Muy bien, señor estoicamente distante, me apunto.
Traducido por Mae & Ana Avila
Corregido por Julie

Violet
—Oh, Dios mío, creo que me voy a morir. —Exhalo por la nariz porque
el olor de la alfombra en la que me encuentro es más asqueroso que huevos
dejados en el sol en un día húmedo. Seth yace a mi lado, algo que hizo después
de que declaró que tampoco era una persona de gimnasio. Greyson, sin
embargo, es, al menos, del tipo que le encanta correr en las cintas, pero no estoy
muy sorprendida, teniendo en cuenta lo alegre que estaba esta mañana por
venir.
Seth y yo estamos pasando el rato en las esteras, acostados de espaldas,
mirando hacia el techo, rodeados del sonido del tintineo y gruñidos. Callie
toma algún tipo de clase de kickboxing, y Greyson, en las bicicletas. Hay una
canción súper animada, con un ritmo y letras alegres, lo que me da ganas de
encontrar el equipo de música y romperlo.
No, no soy una persona mañanera, algo que sé desde hace un tiempo,
pero hoy le ha quedado claro a todo el mundo que ha sido honrado con mi
presencia.
—Dame un poco de tu café —exige Seth juguetonamente, acercándose
para robar mi latte helado.
Quito su brazo. —De ninguna manera. Consigue tu propio maldito café.
Él deja escapar un gruñido frustrado mientras yace de nuevo sobre el
tapete. —Greyson no nos dejó conseguir uno. Dijo que estábamos atrasados y
que era mi culpa, por lo tanto tuve que salir sin café.
—Amigo, él es tan intenso —bromeo, porque Greyson es cualquier cosa
menos eso.
—Totalmente —coincide Seth con sarcasmo.
Suspirando, me incorporo y le ofrezco un sorbo de mi café. —Pero no
bebas todo o voy a tener que patearte el culo.
Me lanza una mirada dudosa cuando toma el café de mi mano. —Lo
dudo mucho. Puedes actuar ruda, pero no lo eres.
Lo observo. Lleva una camisa a cuadros con las mangas enrolladas hasta
los codos, vaqueros oscuros, y su pelo está alborotado y tiene estas puntas
rubias que parecen pasar algún tiempo en un salón. Pero ahora que vivo con él
sé que no es el caso, son naturales. Se ve muy hipster, lo que estaría bien,
excepto que estamos en el gimnasio. —Mira quién habla. Parece que te
preparaste para ir a un concierto en vez de al gimnasio.
—Oh, hablando de conciertos. —Seth toma un largo trago de café y luego
me lo devuelve—. Hay uno increíble esta noche en The Silver Moon Grill. Nada
enorme ni nada, pero hay un buen programa. Además, es Halloween y tienen
una temática y todo. Deberías venir.
Lo miro con recelo. —¿Acaso Luke te dijo que me invitaras? —Parecía
tan seguro de sacarme de la casa que tengo que preguntar.
Él parece perdido. —No... no le he dicho siquiera al respecto. —Hace una
pausa—. ¿Por qué lo preguntas?
Me encojo de hombros, bebiendo mi café. —No es como si me invitaras a
salir ni nada. Apenas empezaste a hablarme civilizadamente hace un par de
meses. —Me pregunto si es porque me compadece con toda la mierda que me
pasa, aunque Seth no parece ser una persona que se compadece mucho de la
gente. Es muy contundente, y lo puedo manejar, pero esta mañana ha ido de
puntillas a mi alrededor, probablemente por lo que pasó anoche. Si fuera ellos,
pensaría antes de salir con la chica que atrae a la locura. No es que yo lo quiera;
solo parece que sería más seguro y más fácil para ellos.
—Y viceversa. —Reclina la espalda contra la pared y extiende sus piernas
delante de él—. Eres tan dramática como yo.
Me tomo mi café y luego lo dejo en la lona. —Prefiero el término
interesante y nunca aburrida.
—Eso no es lo mismo.
—Sí, tienes razón. —Hago una pausa—. ¿Por qué eres bueno conmigo?
Se encoge de hombros de nuevo, mirando a sus zapatos. —Cuando te
conocí, parecía como si fueras una verdadera perra con Callie y una puta, pero
después de saber quién eras, me di cuenta de que mi primera observación fue
errónea.
Tengo curiosidad por lo que piensa de mí ahora, pero no lo suficiente
para preguntarle. Decidiendo cambiar de tema, extiendo las piernas, haciendo
un pobre intento de hacer flexiones, creyendo que por lo menos puedo fingir
que entro en calor para hacer algo. Llevo puesto pantalones cortos ajustados,
una camiseta vieja y mi pelo recogido en una cola de caballo. —Bien, si quieres
que vaya al concierto, lo haré —digo—. Mientras que sea después de la cena
con el papá de Luke y Trevor, y si Luke puede venir conmigo. —Estoy segura
de que querrá, ya que prometimos celebrar las vacaciones hace solo media hora.
—No empieza hasta las nueve —me dice—. Y obvio, supuse que traerías a
Luke contigo. Ustedes dos están apegados a las caderas.
A pesar de que es verdad, su observación me pilla con la guardia baja.
Perdida en mis pensamientos, me estiro de nuevo, inclinándome hacia adelante
en esta posición incómoda. —Dios, por qué la gente hace esto; mi cara está más
o menos al nivel de mi vagina.
Seth se ríe. —Bueno, eliges hacerlo, así que tal vez estás disfrutando.
Le muestro el dedo medio sin levantar la cabeza. —Ja, ja, me atrapaste.
—Me quedo en la misma posición, poniendo las manos sobre mis piernas,
rodeando con los dedos mis muslos—. Sabes, creo que me voy a poner un
tatuaje en el lado de mi muslo —digo más para mí que cualquier otra cosa—.
Algo nuevo. —Sí, lo nuevo sería bueno. Todo es viejo ahora, conectado con el
pasado.
Una sombra aparece sobre mí y luego oigo a Luke decir—: ¿Qué hacen?
—Suena como si estuviera sin aliento.
—Oh, solo viendo a Violet tocarse —responde Seth en broma—. Y
escuchar su charla acerca de la auto-imposición.
—¿Eh? —Duda inunda la voz de Luke.
Pongo los ojos en blanco mientras me siento, y Seth repite mi gesto con
una sonrisa. —Nada —digo, mirando a un Luke sin camisa, sudado, y lo
admito, sexy—. Hablaba de hacerme un tatuaje. Eso es todo.
—Ah, sí, ¿dónde? —pregunta con curiosidad, tratando de recuperar el
aliento del entrenamiento. Trazo con mi dedo el lado de mi muslo, hasta mi
cadera. Su respiración se vuelve tranquila, tal vez incluso se detiene mientras
sigue el camino que hizo mi dedo—. Ese sería un buen lugar. —Su voz es baja y
ronca.
—¿Eso crees? —pregunto, disfrutando del hecho de que está excitado por
esto. Eso y el hecho de que es un momento normal. Ha pasado un tiempo y
parece venir de la nada, pero voy a tomarlo y agarrarlo con toda la fuerza que
tengo.
Luke asiente, finalmente, quitando la atención de mi cadera y se centra
en mis ojos. —Seguro. E iré contigo cuando lo hagas.
—No necesito que me tomes la mano. —Acerco mis rodillas a mi
pecho—. Sé lo que pasa. Es mi cuarto.
—Oh, no voy a tomar tu mano. —Su mirada es sofocante al punto donde
lo juro por Dios, mi piel comienza a derretirse, pero me parece que no puedo
mirar hacia otro lado—. Eso sería muy atractivo de ver —dice; sus ojos caen a
mi muslo de nuevo.
Quiero hablarle de cada tatuaje que quiero, solo para mantener esa
mirada fundidora de piel que me está dando en su cara.
Pero al parecer, Seth no está de acuerdo. —Jesús, podrían dejar de
follarse con la mirada.
Luke le da a Seth una mirada dura y luego sacude la cabeza. —En fin,
solo vine a ver lo que hacían y si todo estaba bien. —Hay un significado
subyacente en su tono; está preocupado acerca de cómo actué anoche y quiere
ver si estoy bien.
Asiento, haciéndole saber que estoy bien, pero no tengo ni idea de lo que
siento. Por lo general, en este tipo de situaciones, corro a la ventana más cercana
y me imagino que caigo. Justo antes de golpear el suelo, tomaría mi último
aliento. Tengo muchas ganas de hacerlo. Soñé sobre ello la noche anterior.
Pensé en las imágenes varias veces esta mañana, pero entre mi decisión de vivir
en el agua y la promesa a Luke de que iba a tratar de parar, no voy a hacerlo.
Él libera el aliento, luego asiente. —Está bien, pero si necesitas algo, ven a
buscarme. —Señala un dedo por encima del hombro y apunta una de las
habitaciones—. Kayden y yo cambiamos habitaciones.
Frunzo el ceño mientras me pongo de pie. —¿Aún no hemos terminado?
Él me encuentra divertida. —Hemos estado aquí una media hora.
Doblo los brazos sobre mi pecho. —Esa es una media hora demasiado
larga si me preguntas.
Entonces se echa a reír, a pesar de que hablaba en serio. —Eres linda. —
Entonces me da un beso en la mejilla y una palmadita en el culo antes de salir.
Me dirijo a Seth y levanto la ceja. —¿Qué soy? ¿Uno de sus compañeros
de fútbol ahora?
Seth me observa con una mirada divertida. —Creo que eres lo opuesto.
—¿Y qué es lo contrario de un compañero de fútbol?
—No lo sé... su amante. —Me lanza una sonrisa traviesa y agita las cejas.
Eso me molesta cuando pienso en un par de semanas atrás y cómo Luke
dijo que me amaba, y me di cuenta de que no tengo ni idea de lo que es el amor
y cómo me sentí mal de no poder decírselo. Quiero al menos entenderlo, pero
aún tengo que encontrar la manera de hacerlo.
Mi expresión cae de inmediato y Seth se da cuenta. Se sienta
rápidamente, con ímpetu escrito en toda su cara. —Mierda, te lo dijo, ¿verdad?
—Se pone de pie, deseoso de escuchar los chismes.
—No quiero hablar de eso —digo, incómoda, explorando la sala de
entrenamiento, en busca de diversión. Pero me rodean las máquinas que
parecen instrumentos de tortura y personas sudorosas que no conozco.
—¿Hablar acerca de qué? —Greyson se une a nosotros desde
aparentemente de la nada, con sudor en su frente y cabello. Su camisa tiene
también algo, sin embargo, parece contento con su cansancio y sudor.
—Nada, por lo tanto, dije que no quiero hablar de eso —le digo,
recogiendo mi café, lista para salir de apuros. Voy a decirle a Luke que tuve que
ir a alguna parte. Mentira. El problema es que después de anoche, enloquecerá
y estoy segura de que no quiero hacerle eso.
—Luke le dijo a Violet que la ama —anuncia Seth y le disparo una
mirada sucia mientras él coloca la mano sobre su boca—. Lo siento. Soy un
mentiroso terrible.
—¿Qué? —Greyson suena más herido que entusiasmado. Da un paso al
frente, bloqueando mi camino para salir de aquí—. ¿Cuando pasó eso?
Observo mi esmalte de uñas púrpura. —No sé, hace un par de semanas.
El dolor en sus ojos se magnifica. —¿Por qué no me lo dijiste?
Me encojo de hombros; la culpa arde en mi pecho. —Debido a que no
había mucho que contar.
Hay una pausa y luego agarra mi brazo bueno y me lleva a la esquina del
gimnasio que huele peor que la colchoneta. Seth le dice algo, pero no le hace
caso.
—¿Qué pasó? —pregunta Greyson, de pie delante de mí, así que estoy
un poco atrapada en la esquina. Un gato atrapado, eso es lo que soy. Y uno que
quiere correr.
—Me dijo —hago comillas en el aire—: “te amo”... No pude responder.
—Sí, vale. —Una respiración lenta escapa de sus labios mientras asiente a
algo que debe estar pensando—. ¿No pudiste porque no lo amas? ¿O porque
aún no podías decirlo?
Me gustaría poder decir que este último, que era el tipo de persona capaz
de amar y solo necesitaba más tiempo, pero, sinceramente, no lo sé. —No estoy
segura de cuál.
Me da una mirada triste. —Violet, sé que el amor puede dar miedo y
todo, pero da miedo en una manera increíble que te roba el aliento, se siente
como si volaras. No debes tener miedo de ello.
—No tengo miedo. —Mi corazón comienza a hacer la danza de pánico
dentro de mi pecho mientras las emociones recorren mis venas—. Me confunde
su significado.
No quiero tener que decirlo, ni siquiera sé qué es el amor. Que la última
vez que me sentí amada y verdaderamente amé a alguien fue cuando tenía
cinco años y mis padres se encontraban aún con vida. Greyson sabe lo suficiente
acerca de mi pasado; tal vez se dé cuenta de esto por su cuenta. Por favor, date
cuenta, así no tengo que decirlo en voz alta.
No sé si se lo imagina o no, pero da un paso atrás y deja el tema.
Nos dirigimos de nuevo a la colchoneta cuando de repente sus ojos se
iluminan. —Tengo una idea —dice, y su estado de ánimo sombrío se ha ido.
Mi mente nada con demasiadas emociones. He estado tratando de no
correr y buscar algún tipo de emoción peligrosa con el fin de calmarme de una
puta vez. Pero ya han pasado dos semanas, dos semanas de emociones fuertes y
dolorosas. —Oh sí…
Él asiente y luego me hace señas. —Sígueme.
No quiero seguirlo. Quiero correr hacia la puerta, la que puedo ver tan
cerca que solo necesito dar un paso hacia ella. ¿Pero qué sucederá cuando
llegue afuera? ¿Qué sucederá cuando decida sumergirme en el agua en esta
ocasión y no salga? ¿O qué si lo hago y Preston está allí, y esta vez no aparece
una multitud?
—Hola, Violet. —El sonido de una voz femenina saludándome me obliga
a girar la cabeza lejos de la puerta. En mi aturdimiento, he llegado a la zona de
colchonetas y, Seth, Greyson y Callie están todos de pie cerca de mí, como si
estuviéramos de campamento y tratáramos de formar una especie de círculo de
amistad. Siento que deberíamos sostenernos las manos y cantar. En serio.
Le doy a Callie una sonrisa tensa. No es que no me agrade. Es que las
cosas son un poco raras entre ella y yo, ya que compartimos un primer año de
residencia y pensó que era una prostituta. Vendía drogas, pero le dejé creer que
era una puta, porque nunca me importaba lo que la gente pensaba de mí, aún
no me importa. Pero era mala con ella a veces; aunque mi argumento es que no
era solo con ella, sino todo el mundo.
Estoy a punto de soltar un plan de escape, pensando: Voy a dejar que
ellos hagan lo suyo y yo puedo ir a hacer lo mío, cuando Greyson dice—: Callie,
deberías mostrarle a Violet algunos de tus movimientos de kickboxing. Creo
que sería bueno para que libere un poco de ira. —Me parece divertido el que
Callie me enseñe kickbox. Ella es unos diez o doce centímetros más baja que yo,
cabello castaño, ojos azules, delgada… b{sicamente una cosita pequeña. Sí, soy
delgada, pero me veo fuerte. Sin embargo las apariencias engañan y supongo,
por la forma en que actúa todo el mundo, que ella tiene algunas buenas
habilidades en patadas ocultas.
—¿Por qué todo el mundo cree que tengo problemas de ira? —le
pregunto, fijando mi liga de cabello, preguntándome si todos saben acerca de
mi retorcido pasado y las cosas que suceden entre Luke y yo. Simplemente los
noticieros les darán detalles sobre el caso, así que supongo que al menos saben
mi historia. Tal vez es por eso que creen que tengo problemas de ira. Eso, o
Luke les dijo algo, pero dudo que me haga eso, sobre todo cuando él tiene sus
propios secretos que, estoy bastante segura, no comparte con ellos.
—Um, porque los tienes —dice Seth rodando los ojos.
Callie le dispara una mirada de advertencia. —No seas grosero —dice
como si yo fuera algo precioso que no puede manejar un poco de brusquedad.
Casi me río de la idea, pero lo reprimo, pensando en que no pude
manejar la situación en la terapia el otro día. —Sí, pues tú también los tienes —
le digo a Seth, en un pobre intento de alejar la atención de mí. Además, antes lo
he visto enojado, muchas, muchas veces.
Seth rueda los ojos de nuevo. —Cariño, tengo exactamente lo contrario a
problemas de ira.
Cruzo los brazos y le doy una mirada intrigante. —Ah, sí, díselo al DVD
de Silver Linings Playbook.
Greyson lo mira horrorizado y después lo señala con el dedo. —Fuiste tú.
Seth me dirige una mirada sucia y yo sonrío inocentemente hacia él. —
Oye, fue un completo accidente. —Pero suspira tan pronto como lo dice—.
Bueno, eso es una mentira. Pero la maldita cosa no se reproducía.
—Era una de mis favoritas. —Greyson niega con la cabeza—. Y la
rompiste por la mitad.
—Te compraré una nueva hoy. Te lo prometo —dice Seth. Greyson
asiente y lo deja ir.
Entonces Seth se vuelve hacia mí. —Pagarás la mitad de eso por
delatarme —susurra, no muy enojado, solo siendo dramático, como indicó más
temprano.
—De ninguna jodida manera —replico—. No rompí el DVD. Tú lo
hiciste.
—Te diré algo —responde Seth—. Si golpeas la bolsa un par de veces, te
dejaré en paz. Pero tienen que ser patadas ninja.
—¿Por qué todo el mundo me empuja a hacer esto? —le pregunto—. Sí,
tengo problemas de ira. ¿Y qué? Patear una maldita bolsa no va a hacer nada
por mí.
—Oh, lo hará —me asegura Seth mientras Greyson se dirige de nuevo a
esa gran bolsa de boxeo colgando del techo sobre el centro de la colchoneta—.
Sé de estas cosas. Tomé una clase de psicología.
—He tomado tres diferentes —le digo—. Y eso no fue mencionado en
ninguna de ellas.
—¿Tres clases diferentes? —Seth me mira boquiabierto—. ¿De verdad?
Me encojo de hombros a la vez que Greyson dice en voz alta—: Violet es
una chica dura cuando se trata de clases. No dejes que su aspecto y actitud te
engañen, es inteligente.
Queriendo cambiar de tema, me eludo alrededor de Seth y camino hasta
la bolsa.
—Bien, voy a patear esta maldita cosa un par de veces, pero solo si
pueden dejar de hablar de mí, mi cerebro, y mis problemas de ira.
—Trato. —Greyson se mueve detrás de la bolsa y pone su mano sobre
ella para mantenerla en su lugar. No sé por qué. La maldita bolsa es muy
grande. Estoy segura de que no seré capaz de hacer que se mueva.
—Entonces, ¿qué debo hacer exactamente? —le pregunto—. ¿Solo
patear?
—Sí, pero gírate un poco hacia un lado, para empezar. —Callie se me
acerca y me sorprende poniéndome las manos en las caderas y obligándome a
cambiar de posición a un costado. Después le da a la cadera una palmadita—.
Gira la cadera y levanta la pierna. También puedes utilizar estos. —Agarra mis
brazos y los posiciona frente a mí—. Puedes incluso trepanar la bolsa, pero
probablemente no con esta mano. —Me da un empujoncito y luego da un paso
atrás, dándome espacio—. Adelante. Confía en mí, te vas a sentir mucho mejor.
—Tiene esa mirada en su cara, como si creyera sus palabras a la perfección.
Demonios, tal vez lo hace. Tal vez escondida en ese diminuto cuerpo hay una
persona que está rabiando de ira. Tal vez tiene un pasado jodido como yo. Dios,
tal vez cada uno lo tiene a su manera.
Dándoles lo que quieren, hago exactamente lo que dijo Callie, giro mi
cadera y levanto mi pierna, golpeando con el pie la bolsa. No se mueve, pero
también, apenas pateé.
—Oh, vamos —dice Greyson decepcionado—. Muéstranos esa patada,
chica dura.
Los complazco, dándole una buena patada. Por un breve momento,
cuando mi zapato choca con la bolsa, siento una punzada de alivio de la
sobrecarga emocional que experimentaba. Decido patear un par de veces más y
la sensación se hace más intensa.
Finalmente me detengo, respirando muy brusco. Secándome el sudor de
mi frente, no digo nada, pero Greyson me da esa mirada de te lo dije.
—Debes hacerlo con la otra pierna ahora —anima Callie—. Y esta vez,
trata de pensar en algo que te dé combustible.
Arqueo las cejas hacia ella. —¿Combustible?
—Sí, ya sabes, para las patadas —dice simplemente, inclinándose para
agarrar su botella junto a sus pies.
Imaginando que no va a hacer daño, me dirijo hacia el otro lado y trato
de averiguar qué diablos quería decir con combustible. Entonces algo encaja
dentro de mí y empiezo patear esa maldita bolsa. Anoche, hace dos semanas,
hace quince años, nada se siente tan pesado dentro de mí. En control. Es lo que
es. Me siento como si tuviera más control sobre mí misma. En este momento, no
hay más que yo y esta bolsa, y esta bolsa es todo: mis padres adoptivos, Mira,
Preston, todos los hombres que han renunciado a una sensación, todos los que
me han quitado algo.
Cuando finalmente me detengo, me falta el aire, mi piel está empapada
de sudor, y mi corazón late con fuerza dentro de mi pecho.
—Estoy tan cansada —digo, encorvándome para recuperar el aliento.
—Se llama ejercicio —se burla de mí Greyson con una sonrisa.
Estoy demasiado cansada para responderle con algo ingenioso, así que
volteo y sonrío con cansancio. Pero es una real, no es mi brillante y falsa sonrisa
que utilicé durante las primeras veces que hablamos. La misma sonrisa que usé
cuando iba a fiestas y comerciaba. La sonrisa que he utilizado con todo el
mundo casi toda mi vida.
No, ésta es real, porque en este momento me siento como yo misma.
Me siento como la verdadera Violet.
Traducido por Ivana
Corregido por Jadasa

Luke
Ha estado durmiendo por un par de horas. Me preocuparía que estuviese
deprimida, pero no solo se levantó muy temprano para ella, también se esforzó
con el kickboxing, así que imagino que tiene una razón para estar durmiendo.
Son alrededor de las once de la noche. En una hora tengo que pasar al
aeropuerto a buscar a mi papá y Trevor. Se ofrecieron a venir en un taxi y tuve
que explicarles que Laramie no era como San Diego y que conseguir un taxi
significa llamar y esperar al menos una hora por uno. Dijeron que podían rentar
un coche, pero insistí.
Sí, yo Luke Price insistí en que pasaría a buscar a mi padre. Nunca pensé
que sucedería y todavía estoy inseguro de cómo me siento al respecto.
Le pedí prestado a Seth la Camry para ir a recogerlos, así no tenemos que
amontonarnos en mi camioneta. Violet iba a ir conmigo, pero parece tan
tranquila durmiendo de costado, con su cabello extendido sobre la almohada,
sus piernas enredadas en las sábanas que casi no quiero despertarla.
Sentado en el borde de la cama, aparto el cabello de su rostro y luego
rozo su pómulo con mi dedo hacia arriba y abajo. Inhala suavemente y luego
pestañea; sus ojos verdes lucen vidriosos por el agotamiento.
Después de unos confusos pestañeos, se incorpora. —¿Qué hora es? —
Bosteza, arqueando su espalda como un gato cuando extiende sus brazos sobre
la cabeza.
—Las once. —Mis ojos dan un vistazo sobre su cuerpo casi desnudo. Se
quitó su sudorosa ropa de entrenamiento en el momento en que llegamos a
casa, se dejó puesta sus bragas y sujetador, colapsó en la cama y se quedó
dormida unos treinta segundos más tarde—. Puedes quedarte aquí y dormir si
lo necesitas. Seth y Greyson dijeron que estarían aquí hasta esta noche por lo
que no tendrías que estar en casa.
—No, quiero acompañarte —dice, balanceando las piernas en el borde de
la cama, luego se pone de pie.
No discuto con ella, contento de que quiera ir conmigo. Me siento en la
cama y la observo ponerse una camiseta y un par de pantalones vaqueros
negros.
—Aunque tengo que ducharme cuando volvamos —dice, oliéndose—.
Tengo aroma a gimnasio.
—¿Aroma a gimnasio?
Pone una expresión repulsiva en el rostro. —Sí, esas colchonetas ahí
huelen como si no hubiesen sido lavadas en años. —Pasa las manos sobre sus
brazos—. Juro que puedo sentirme el olor.
Me río mientras agarra sus botas y se agacha para ponérselas. —Bueno,
te ves bien.
Levanta su mirada hacia mí mientras se ata la bota. —Me veo como muy
mal, pero gracias. —Se pone de pie y peina con los dedos su cabello teñido de
rojo, luego agrega algo de mierda brillante en sus labios.
Me levanto y cruzo la habitación hacia ella, pateando la ropa sucia fuera
del camino. —Te ves hermosa —le digo, rozando su labio inferior con la yema
de mi pulgar—. Como siempre.
Se ve como si estuviera a punto de burlarse de mí por ser tonto, pero
entonces decide no hacerlo y se muerde el labio. —Pareces de buen humor. —
Sus ojos tienen un interrogante.
—Solo feliz de que pareces feliz. —Trazo sus labios de un lado a otro con
mi pulgar, hipnotizado por su suavidad—. Esa cosa brillante que acabas de
ponerles hace que se vean tan sabrosos.
Con una mirada malvada en sus ojos, abre sus suaves labios y muerde mi
dedo. Es suave, pero aun así, muy sexy. —Guau, ¿solías usar ese tipo de frases
con las mujeres? Te conozco y no hemos tenido citas —dice—. Por lo que no
estoy segura de cuáles son tus movimientos.
—Odio decírtelo, pero hemos tenido citas. Muchas.
—En realidad no. Al principio salimos en un par de citas, pero incluso
antes de eso, las cosas fueron diferentes entre nosotros. Quiero decir, no es
como que me conociste y de inmediato quisiste follarme. Es como que me metí
a la fuerza en tu vida, o de todos modos, fue el destino.
Hay un millón de cosas incorrectas con lo que acaba de decir. —En
primer lugar, siempre he querido follarte, incluso antes de conocernos.
Simplemente se agravó cuando nos conocimos. —Me detengo—. Recuerdas la
fiesta donde bailamos.
Eso le hace reír, sus ojos verdes brillan. —Me dijiste que era hermosa y
que deberíamos volver a una de las habitaciones, lo recuerdo.
—Sí, fue una frase impresionante, ¿verdad? —bromeo mientras coloco
mis manos sobre sus caderas y la traigo más cerca—. ¿La que te convenció?
Su expresión decae, su piel se pone blanca cuando me da una mirada
culpable. —En realidad, si estamos siendo honestos, me asusté, salí corriendo
de la casa, y salté al lago. —Suspira, pero continúa antes de que pueda hacer un
comentario—. Lo lamento, pero me hacías sentir cosas para las que no me sentía
lista.
—Eso está bien. También me hallaba asustado por lo que te dije, acerca
de lo que sentía.
Mira fijamente por encima de mi hombro, perdida en sus pensamientos.
—Se siente como que casi todos los recuerdos del tiempo que hemos
pasado juntos son así. —Su atención vuelve hacia mí—. No me malinterpretes.
Me encanta pasar tiempo contigo... es que... —Muerde su labio inferior y me da
una mirada de disculpa.
—¿Es que qué? —Me preocupa hacia dónde va esto.
Suelta su labio y su expresión transmite incertidumbre. —Es solo que
creo que quizás deberíamos tratar de cambiar eso. Ya sabes, no tener un mal
recuerdo conectado a uno semi-normal... Por lo que pensé que tal vez
podríamos intentarlo esta noche, me refiero a hacer algo normal. Después de
que cenemos con tu papá y Trevor, como ir a un concierto. Seth dice que hay
uno bueno en la ciudad y le dije que intentaría ir. —Habla muy rápido, como si
estuviera nerviosa.
Me hace sonreír, una maldita sonrisa como el idiota más feliz en el
mundo. —Oh, me estás invitando a salir.
Frunce el ceño. —¿Por qué sonríes así? —No puedo evitarlo, me río de
ella. Me golpea con su brazo sano—. Luke, en serio, ¿qué diablos es tan
gracioso?
Sacudiendo la cabeza, trato de dejar de reírme. —Lo siento, es solo que te
veías tan nerviosa que esperaba que dijeras algo muy malo, como que pensabas
que teníamos que tomarnos un descanso o algo. —En broma, golpea mi brazo
de nuevo y cubro la zona con mi mano—. Oye, ¿por qué diablos fue eso?
—Por reírte de mí. Sabes, nunca he invitado a salir a un chico, ¿bien?
—Y tampoco, nunca he usado frases coquetas con una chica. Créeme, en
su mayor parte, fui un maldito idiota.
Pone los ojos en blanco. —Jesús, qué está mal con la población femenina.
Trátalas como la mierda y te quieren aún más.
—Todas no. —Trazo su mentón, amando la manera en que parpadea por
mi tacto. Por lo que sé, es la única mujer que reacciona de esa manera cuando la
toco y eso es porque es la única mujer a la que le he prestado suficiente atención
como para ver sus reacciones en detalle—. Esa es una de las primeras cosas que
me atrajo de ti, porque mi mierda no funcionaba contigo. —Le doy una media
sonrisa—. Me sentí atraído por el hecho de que parecía molestarte mucho cada
vez que abría la boca. Bueno, eso y el hecho de que fueras tan jodidamente sexy
y no podía dejar de pensar en follarte. —Ahora le doy una sonrisa completa
mientras pone los ojos en blanco—. Ves, esas son mis frases. No es demasiado
impresionante, ¿verdad?
Niega con la cabeza, pero luego envuelve sus brazos a mi alrededor y
presiona sus labios en los míos, dándome un rápido, pero profundo beso.
Muerdo su labio mientras se aleja.
—Será mejor que nos pongamos en marcha. —Mira el reloj de la mesita
de noche—. O llegaremos tarde a buscar a tu papá y a Trevor.
—Sí, tienes razón. —Recojo mi billetera de la mesita de noche y luego me
dirijo a la puerta, pero agarra mi mano y me atrae hacia ella.
—¿Vas a estar bien con esto? —pregunta—. Con su presencia aquí. Digo,
sé que pasamos ese tiempo en su casa, pero esto se siente un poco diferente.
No, del todo. —Sí, estoy bien.
Tiene razón. Esto es diferente. Cuando con Violet fuimos a su casa, fue
para ocultarse. Sí, mi papá y yo hablamos, pero la mayor parte del tiempo me
dediqué a cuidar de Violet. Esto es solo simple y llanamente una visita, para
pasar el rato, conversar, cenar, pasar tiempo juntos. Es extraño, forzado y algo a
lo que no estoy acostumbrado. Pero todo lo que puedo hacer es cruzar mis
dedos para que todo esté bien.
Deseando que todo estará bien.
Llegamos cerca de quince minutos tarde a recogerlos, pero mi papá
parece feliz con que solo me presente, como si esperaba que no lo hiciera.
Cuando me detengo en la acera, estaciono y salgo, se acerca y me da un abrazo
torpe mientras Violet ayuda a Trevor a colocar las maletas en el maletero.
Después de que acaban, mi papá se aleja y me da una mirada extraña, casi
emocionada, y no puedo evitar pensar: Mierda, ¿va a llorar? Afortunadamente,
no lo hace y da un paso atrás para darme un buen vistazo.
—Juro que has crecido —me dice con una sonrisa. Mi padre es de unos
diez a doce centímetros más bajo que yo, de contextura mediana, con escaso
cabello castaño. Le gusta usar un montón de pantalones vaqueros y camisetas,
nada formal, algo que aprendí cuando estuvimos en San Diego.
—Tengo veinte años —digo—. Dejé de crecer como hace cinco.
Su sonrisa se tambalea, pero se recupera rápidamente y da un paso atrás
para dejar que Trevor me dé un apretón de manos. —Es bueno verte de nuevo,
Luke —dice. Él, con el cabello rubio, está más cerca de mi estatura y le gusta
llevar una gran cantidad de camisas, prácticamente, lo opuesto a mi padre.
—Tú también. —No sé qué decir. Con Trevor no nos conocemos mucho.
Nos hemos encontrado una vez y se hallaba trabajando mucho, por lo que tal
vez tuvimos como diez conversaciones a lo máximo.
Trevor libera mi mano y retrocede, abriendo la boca para decir algo
cuando mi padre se acerca a Violet y le da un abrazo. Noto que le asusta por el
modo en que se tensa como una tabla. Sin embargo, logra calmarse lo suficiente
para abrazarlo con una mano.
—Es tan bueno verte —dice mi papá cuando la libera del abrazo—. A los
dos.
Violet se aleja hacia la acera y comienza a juguetear con su yeso,
arrastrando sus uñas de arriba abajo, con la mirada perdida en las puertas del
aeropuerto. Sin embargo no hay mucho que ver; casi no hay gente entrando y
saliendo, dado que es un aeropuerto pequeño y estamos a media tarde.
Supongo que hay algún tipo de emoción desarrollándose dentro de ella e
intenta mantener la calma.
—Sí, es bueno verte. —Le doy un apretón a la mano de Violet. No me
mira, pero se acerca un milímetro más—. ¿Debemos ponernos en marcha? —
pregunto.
Mi padre asiente, luego abre la puerta de atrás del Camry de Seth.
Mientras suben, le abro la puerta del lado del pasajero a Violet y cuando
comienza a agacharse para subirse, coloco mi mano en la parte baja de su
espalda, para detenerla. Acercando mis labios a su oreja, susurro—: ¿Todo
bien?
Asiente y luego desciende al asiento. —Sí, todo está bien.
No le creo, pero ahora no es el momento para insistir. Rodeo el coche,
entro y conduzco al centro de la ciudad adonde Trevor y mi padre van a
quedarse las próximas tres noches. Siguen haciendo comentarios sobre lo
pequeño y pintoresco que es el pueblo, pero Laramie es cualquier cosa menos
pintoresco. Sí, tiene una población pequeña, pero no ese anticuado aspecto
hogareño. Y el viento sopla muchísimo; el invierno es lo bastante frío para
congelar tus pelotas si te quedaste al aire libre por demasiado tiempo.
Violet apenas dice algo en todo el viaje, mirando por la ventana como si
las vistas son fascinantes, como si no las ha visto mil veces. Una vez que
dejamos a mi padre y Trevor, me dirijo de nuevo al apartamento hasta que
salgamos a cenar en unas horas.
Finalmente, su silencio llega a ser demasiado y bajo el volumen del
equipo de música. —¿En qué estás pensando?
—En las muchas complicaciones y complejidades que constituyen mi
vida —responde sin mirar en mi dirección.
—¿Fue el abrazo? —pregunto—. ¿Te afectó?
Respira lo suficientemente fuerte para empañar la ventana en frente de
su rostro. —No quiero tener una fiesta de autocompasión. —Gira su cabeza
hacia mí—. O sentir lástima por mí misma.
—Tienes todo el derecho a sentirte mal por cosas —le digo,
disminuyendo la velocidad del vehículo para detenernos en un semáforo en
rojo.
Niega con la cabeza. —No, necesito superarlo. Quiero hacerlo, sabes.
—¿Qué quieres?
—Superar el ponerme nerviosa por todo. —Se desploma de nuevo en el
asiento y apoya sus botas sobre el salpicadero, mirando hacia delante—. Dejar
de ponerme nerviosa por cosas simples como un maldito abrazo... Es que ha
pasado un tiempo... —Inclina la cabeza hacia un lado mientras aleja su
aturdimiento, y su cabello cae alrededor de su cara—. Desde que alguien me
abrazó. Digo, tú lo haces, pero... —Se encoge de hombros—. Sinceramente, no
tengo idea de lo que quiero decir. Supongo que estoy divagando. —Mueve su
mano, queriendo olvidar esta conversación—. Ignórame.
Tenía exactamente el problema opuesto, ya que era obligado a pasar
horas siendo abrazado por mi madre de una manera que se sentía poco natural
y me enfermaba del estómago. Siempre pensé que las cosas habrían sido más
fáciles si nunca me hubieran abrazado, pero Violet contradice esta teoría.
Quizás si los abrazos hubieran venido de una persona sana, si mi papá no se
hubiese ido, tal vez pensaría diferente.
Aparto el cabello de su rostro, sabiendo que intenta ocultar cualquier
expresión que tenga, pero ahora me preocupo demasiado por ella para dejarla
ocultar su dolor. —No voy a ignorarte. No cuando dices algo como eso.
Sacude la cabeza, mirándome. Juro que puedo ver cada imposición, cada
cicatriz invisible. —Por favor, ¿podemos dejarlo?
Empiezo a inclinarme sobre la consola hacia ella. —Violet, no vamos a...
—Luz verde —interrumpe, agitando su mano hacia adelante, mientras la
persona detrás de mí hace sonar su bocina.
Conduzco en silencio el resto del camino a casa. Tan pronto como
estaciono el vehículo en la cochera, Violet abre la puerta y sale. Sigo su ansiosa
salida, apago el motor, salgo y la encuentro en la parte delantera. Antes de que
pueda alejarse de mí, la atrapo en mis brazos y la jalo contra mí.
—Luke, dije que estaba bien —protesta. Logra poner su mano buena
entre nosotros, luego intenta empujarme hacia atrás. Pero no es lo
suficientemente fuerte como para alejarme, sin importa lo que crea.
—Si fuera posible, te abrazaría cada segundo de cada minuto de cada
hora de cada día. —La acerco aún más, ignorando el hecho de que todavía no
ha puesto sus brazos a mi alrededor.
Permanecemos de esa manera un tiempo, yo dándole todo y ella
asustada de aceptarlo mientras el viento nos rodea y el cielo gris comienza a
retumbar. Le lleva uno o dos relámpagos llegar allí, pero finalmente se relaja.
—Nos veríamos bastante ridículos dando vueltas así todo el tiempo —
susurra, deslizando sus brazos alrededor de mi cintura. Mete su mano sana en
el bolsillo trasero de mis pantalones vaqueros y apoya la cabeza contra mi
hombro—. A pesar de que, mientras lo intentamos, me encantaría ver las
miradas en los rostros de las personas. —Suspira, rindiéndose—. Lamento
asustarme.
—No necesitas disculparte.
—No, necesito... —Levanta su mentón y mirada—. Necesito arreglar mis
problemas. Solo trato de averiguar cómo hacerlo. —El viento sopla el cabello en
su rostro y aparta mechones de su boca—. Quizás ayudará toda este asunto de
la terapia... sin embargo, no lo sé. Sigo siendo escéptica.
No estoy seguro de si estoy totalmente de acuerdo con esa idea. —¿Por
qué?
—No lo sé... supongo que no confío en los adultos. Pueden ser personas
desagradables y desleales.
—Nena, somos técnicamente adultos.
—Eso lo sé, pero a veces lo olvido —dice, entristecida—. Sin embargo, tal
vez funcione. Tal vez serán capaces de reparar todas las grietas y la fealdad
dentro de mi cabeza.
Presiono mis labios en su frente. —Esto es todo menos feo.
—Sí, sí, ya veremos si ese es el caso después de que me partan en dos y
vean lo que hay dentro. —Finge una voz atemorizada con un sonido fantasmal.
Mis cejas se levantan. —¿Qué pasa con los sonidos de Halloween?
—Prometimos celebrar las fiestas, recuerdas. —Echa un vistazo al
edificio principal del complejo de apartamentos, el cual está adornado con
fardos de heno y un espantapájaros—. Necesito un disfraz, si vamos a hacer
esto.
—Puedo ayudarte a encontrar uno —ofrezco, a pesar de que
probablemente sea lo último que quiero hacer. Tiendas. Personas dementes
corriendo para hacer las cosas a última hora.
Niega con la cabeza y me mira. —En realidad no es una cosa entre tú y
yo. Creo que le pediré a Seth.
—¿En serio? —No puedo ocultar mi sorpresa.
Se encoge de hombros. —Nos hemos estado llevando bien y sé que a él le
gusta ir de compras.
—Seguramente querrá invitar a Callie —digo; no porque crea que sea
malo que pasen el rato con Callie. Es que las dos tienen un pasado incierto.
Además, Violet tiende a asustar a otras chicas con su actitud de me-importa-
una-mierda.
—Está bien. —Asiente, como si se convenciera de que sus palabras son
verdaderas—. Todo saldrá bien. Lo presiento.
Pero justo cuando lo dice, una camioneta con el logo de alarma de
seguridad se detiene en el estacionamiento, recordándonos que no todo puede
estar bien hasta que Preston esté encerrado. Hasta que sea así, siempre
estaremos mirando por encima de nuestros hombros, durmiendo menos,
escuchando los sonidos de la noche. Me enfada pensar en ello, hace que me
hiele la sangre, sobre todo cuando Violet me da esa mirada, la que me hace
saber que de repente ha recordado todo y que, secretamente, está aterrándola.
Necesito encontrar una manera de quitarle esa mirada.
Pero la única manera de que vaya a suceder, es cuando Preston esté tras
las rejas.
Traducido por evanescita & Ana Avila
Corregido por Julie

Violet
Parece que las últimas pocas conversaciones entre Luke y yo han sido
más como sesiones de terapia. No sé qué me pasa, pero cuanto más tiempo
hablamos, le dedico menos tiempo a andar encima de los tejados, saltar a aguas
embravecidas, cortarme las muñecas, tomar pastillas, emborracharme. Y es
como si ya no tuviera ningún control sobre mi boca; las palabras se desbordan
sin pensar. Así que estoy un poco aliviada de pasar un tiempo lejos de Luke
para comprar un disfraz, con la esperanza de poder aclarar mi cabeza y
reponerme antes de asustarlo o asustarme yo.
—Entonces Halloween será una fiesta cachonda, ¿verdad? —le pregunto
a Seth mientras caminamos a través de los bastidores casi vacíos de la tienda de
Halloween más cercana que pudimos encontrar. Mirando lo que queda:
payasos, un dinosaurio, hay incluso un sexy disfraz de jirafa; no sé cómo
diablos se le consideraría sexy, pero da igual.
Seth asiente, buscando entre los bastidores con una mirada de disgusto
en su rostro. —Sí, si no cuál sería el sentido. —Por encima mira hacia a Callie,
quien está mirando la sección de capas de la tienda—. A menos que seas como
la señorita Callie. En ese caso vas con el estilo tradicional, pero disfrazada
perfectamente hermosa.
Sus mejillas se ruborizan como si eso fuera muy vergonzoso. —Voy con
lo que me sienta cómoda.
Seth asiente mientras ella camina a una sección que contiene máscaras. —
Sé que sí —dice.
Vago al siguiente bastidor y rebusco a través de la selección limitada. —
No quiero ser sexy ni tradicional, sin embargo sí perfectamente hermosa.
Seth mira alrededor de la sala patéticamente vacía que se supone es una
tienda. —Entonces, ¿qué quieres?
Le doy un indiferente encogimiento de hombros. —Algo vanguardista,
gótico, diferente.
Sus ojos se desplazan sobre el conjunto que tengo puesto; vaqueros
negros y una camiseta a juego, completado con mis botas con clavos. —Así que
básicamente como lo que llevas ahora.
—Tengo una idea —dice Callie con su voz tranquila mientras se acerca a
nosotros. Me mira de la cabeza a los pies—. Una muy buena de hecho, por lo
que has dicho, quiero decir.
—¿En serio? —No quiero sonar dudosa como lo hago.
Asiente y luego pasa entre nosotros para que la sigamos mientras se
dirige afuera de la triste tienda. —Sí, síganme.
Callie tenía razón. Su idea era buena para mí y terminé con el traje
perfecto, si se puede decir así. No puedo llevarlo a la cena de esta noche, sobre
todo cuando Luke me informó que el plan de Trevor y su padre era comer en
un restaurante lujoso de cinco estrellas. Sí, soy el tipo de chica de hamburguesas
y papas fritas, pero me digo a mí misma que puedo tolerar ir a comer algo de
comida cara. Dejo mi pelo ondulado suelto y me pongo un vestido negro fino
de tiras que tiene flores; probablemente es uno de los artículos más femeninos
que he usado. Luego por si fuera poco, me pongo mi chaqueta de cuero, botas,
lápiz labial rojo y delineador kohl porque aún quiero ser yo misma. Sin
embargo me hacen revisar mi chaqueta, al obtener algunas miradas mientras
estamos sentados en una mesa, excepto que ellos son camareros estirados, y
estoy segura, clientes derrochadores que pueden irse a la mierda.
—Este lugar es una locura —le susurro a Luke mientras el camarero deja
caer la servilleta de tela en mi regazo; ¿qué demonios? La mesa tiene el mantel
blanco más limpio que he visto en mi vida, y los platos y cubiertos, ni siquiera
puedo referirme a ellos. Son tan brillantes que es ridículo.
Luke desliza mi pelo hacia un lado y se inclina, bajando la voz. —Lo sé,
pero creo que querían hacer algo lindo para nosotros —dice mientras su padre
le explica al camarero algo sobre querer agua con gas; el agua nunca debería ser
así. Abro el menú mientras que Luke pone un beso en mi hombro desnudo,
cerrando los ojos momentáneamente como si saboreara mi olor—. Te ves
hermosa.
—Gracias —digo, luego bromeo—, pero mi belleza rara no va a
ayudarme a entender este menú.
Riendo entre dientes, se inclina sobre mi hombro y mira el menú a pesar
de tener uno. Sin embargo no me importa, el olor de él es absolutamente
increíble, a jabón y colonia con el más elemental toque a humo de cigarrillo.
Su rostro se frunce cuando ve de lo que hablo. —¿Qué es? —susurra—.
¿Está escrito en francés o algo así?
Arrugo la nariz. —Eso, o es comida de la que nunca hemos oído hablar.
Suspirando, Luke se sienta en su silla y repasa el menú en frente de él.
Me tomo el tiempo para observarlo, pensando que no tiene sentido mirar en la
sección de comida ya que no tengo idea de nada de lo que dice. Se ve más que
bien esta noche, con una camisa a cuadros con las mangas enrolladas. Tiene
puestos unos vaqueros oscuros y sus botas, y creo que le ha dado un corte a su
cabello porque está más corto; la longitud perfecta. No hay nada diferente en
sus labios, sin embargo, me detengo a mirarlos fijamente por más tiempo. Esos
labios que han explorado casi cada centímetro de mí y en este momento, antes
de hallar la manera más rápida de estar de vuelta en nuestra casa, usando mi
“disfraz de Halloween” con su boca por todo mi cuerpo, me prepararé para
llenar mi estómago de comida con nombres que ni siquiera puedo pronunciar.
—¿Disfrutas de la vista? —Luke ladea la cabeza hacia mí con una enorme
sonrisa presumida en su cara. Me doy cuenta de este espacio vacío, donde puse
mi codo en la mesa y apoyé la barbilla en mi mano. No debe ser la mejor
postura de etiqueta y al camarero parece molestarle al llenar las copas con agua
burbujeante.
—Tal vez. —Muerdo mi labio mientras me siento con la espalda recta.
Somos interrumpidos por la risa del padre de Luke y Trevor diciendo—:
Ustedes dos son adorables.
Luke y yo intercambiamos una mirada cuestionable, casi repulsiva, luego
él se dirige a su padre. —No sé si adorable nos describa correctamente.
Trevor toma un sorbo de agua. —Muy bien, entonces, descríbanse
ustedes mismos.
Pienso en lo que dijo. —Qué tal estoicamente distante y misteriosamente
impresionante. —Combino mi apodo para él con uno que invento para mí.
—Misteriosamente impresionante no es tu apodo —dice Luke mientras
alcanza su vaso.
—Sí, tienes razón. Soy más... —flaqueo, devanándome los sesos
pensando en quién diablos soy. Pienso en todos los nombres que me dijeron
mientras crecía, pero de ninguna jodida manera voy a mencionarlos en una
cena agradable.
—¿Qué te parece tremendamente hermosa, ridículamente inteligente y
una sorpresa sin fin? —Intensidad quema en sus ojos, arqueando sus labios,
medio en serio, medio burlándose de mí. Estoy a punto de ruborizarme, que
nunca, nunca sucede, y me niego a dejar que suceda ahora.
Estoy tratando de pensar en alguna respuesta, algo ingenioso para tomar
la sartén por el mango. Pero el padre de Luke interrumpe y estoy agradecida
por ello.
—Creo que deberíamos hacer un brindis por eso —dice, levantando su
copa al aire—. O por ustedes.
Echo un vistazo a Luke y le doy una mirada como diciendo: ¿Habla en
serio? Luke se encoge de hombros y luego levanta su copa, así que no tengo más
remedio que hacer lo mismo y seguirlo o mirarlo como una perra. Pero Jesús,
no creía que la gente hiciera eso. Por otra parte, no he pasado mucho tiempo
cenando con la gente.
—Por Luke y Violet —dice el padre de Luke—. Por qué siempre
encuentren la felicidad mutuamente, incluso en los tiempos más oscuros.
Bien, sus palabras no fueron tan malas. Más bien poéticas y apropiadas.
Chocamos las copas y luego acerco la mía para tomar un sorbo como
todo el mundo lo hace. Pero el agua con gas sabe mal y la efervescencia en mi
lengua me hace escupir de nuevo en la copa.
—Lo siento —toso, dejando la copa sobre la mesa—. Pero eso sabía a
mierda.
Hay una pausa y luego una explosión de risas, como carcajadas, con
caras sonrojadas y todo. Luke no está riendo fuertemente, sin embargo parece
totalmente divertido mientras pone su copa en la mesa sin haber bebido y luego
me guiña el ojo. —Gracias por el aviso contundente.
El resto de la noche va bien, al menos la parte de la conversación. La
comida es horrible y me refiero a, sumamente horrible. Ni drogada la hubiera
disfrutado mucho. Por suerte, Luke está en la misma página que yo y nos
encontramos con este sistema en el que constantemente escondemos tan
discretamente tanto como podamos en las servilletas en nuestros regazos cada
vez que Trevor y su padre conversan entre sí y no nos prestan atención.
Estamos haciendo el ridículo, riendo como niñitos que tienen un secreto. Pero
es lo más divertido que he pasado en mucho tiempo. Incluso hay
entretenimiento en vivo cuando un chico decide proponerle matrimonio a su
novia justo en el medio del restaurante, compartiendo la experiencia con un
centenar de extraños.
—Guau, qué falta de originalidad —señalo, haciéndole muecas a lo que
creo se supone es pollo, mientras está cubierto de una salsa de aspecto extraño.
—Impresionante, creo que es dulce —dice Trevor—. Aunque un poco
cliché. —Su mirada se desliza hacia el señor Price y pone una torpe sonrisa
inducida por el amor—. No es una cena a la luz de las velas en mi galería de
arte favorita, pero aun así, es dulce.
—¿Es así como te lo propuso? —pregunto, tomando un sorbo de mi coca
cola, la única cosa que reconocí en el menú.
Trevor asiente, alejando su atención del señor Price y tomando un
bocado de su ensalada. —Así que dime, Violet, en tu opinión, ¿hay una manera
poco cliché para proponer matrimonio?
Luke se aclara la garganta varias veces mientras me retuerzo en la silla.
Su pregunta parece estar llena de un significado alternativo, como si estuviera
preguntándome si alguna vez pienso en el matrimonio. Sí, claro. Apenas puedo
pensar en la próxima respiración, por no hablar de cinco años más adelante, y si
estaré haciendo promesas de estar para siempre junto a alguien.
Otro pensamiento me viene a la mente de cómo es que Luke ya hizo algo
así cuando empezó a divagar acerca de estar conmigo para siempre y amarme.
Me hace entrar en pánico, y mi mente corre por una respuesta para darle a
Trevor, así me deja en paz porque no puedo pensar en esto ahora, no cuando
estoy llevándolo tan bien. —Al aire libre, en el medio de la nada con nada más
que la luz de los faros de un camión y sonidos disparatados de animales.
—Eso suena lindo. —Trevor sonríe con esa mirada aturdida de nuevo—.
En la montaña, bajo las estrellas. Solo que en vez de sonidos disparatados de
animales, su canción favorita estaría sonando en la radio.
Hace de mi escenario poco convincente, algo que suena bien. Maldita
sea, necesito un cambio de tema. Quiero mirar hacia Luke en busca de ayuda,
pero estoy cagada de miedo de lo que podría ver en su expresión. —“The
River”, de Manchester Orchestra.
Me dan una mirada confusa. —¿Qué es eso exactamente?
—Una de mis canciones favoritas —digo sobre los aplausos de la
multitud mientras la novia dice que sí—. Y créanme, no sería nada romántico,
ninguna de mis canciones favoritas lo son. Son trágicas, deprimentes y
angustiosas.
—Aun así, sería una hermosa manera de comprometerse. —Sin embargo,
Trevor debe captar la pista, porque deja ir el tema—. Entonces, ¿qué van a hacer
esta noche, chicos? Recuerdo que cuando yo tenía su edad, siempre estuve
haciendo algo loco en Halloween.
—Vamos a un concierto —dice Luke; las primeras palabras que
pronuncia desde el incómodo asunto del matrimonio. Alcanza el agua y bebe
largos tragos—. Pueden venir, si lo desean.
Su padre parece aprensivo y da toques en su boca con la servilleta
cuando habla al otro lado de la mesa hacia Luke. —¿Estás seguro de que vas a
estar bien con ir a un concierto, teniendo en cuenta... bueno, que habrá alcohol?
—En realidad no estaremos bebiendo —le digo con sinceridad. Seth me
dijo que a pesar de la diversión épica, la noche se celebrará en The Silver Moon
Grill donde son súper estrictos con los documentos de identidad falsos y que tal
vez deberíamos simplemente relajarnos con chicos de menos de veintiuno,
sobre todo porque Luke estará allí. En realidad, fue un muy buen gesto, sobre
todo viniendo de Seth, el rey de la bebida—. El lugar al que vamos nos será
muy difícil conseguir alcohol.
El padre de Luke me da una mirada de agradecimiento, como si me diera
las gracias por ello, a pesar de que no hice nada. —Bien. Me alegro.
—No importaría de todos modos —dice Luke mientras toma, de uno de
sus platos de acompañamiento, lo que parece ser una especie de sopa—. Lo he
estado haciendo bien, he estado sobrio por casi dos meses.
—Lo sé —dice el señor Price—. Pero eso no significa que no me
preocupe... aún no estás yendo a las reuniones.
—Eso es porque no tengo tiempo —responde Luke con voz tensa—. No
las necesito. Lo estoy haciendo bien por mi cuenta. —Esto no se trata más acerca
del alcohol y decido que debo intervenir antes de que las cosas se pongan feas.
—En realidad, debemos irnos. —Miro mi teléfono para ver la hora—. Las
puertas se abren en una hora y todavía tenemos que ir a casa a cambiarnos.
Luke asiente, pero sigue tenso. Su padre se ve molesto y Trevor parece
estar tan incómodo como yo. Señala al camarero para que nos traiga la cuenta,
entonces dejamos el restaurante y es de esperar que la tensión quede atrás. Pero
el silencio en el auto demuestra lo contrario.
—Por lo tanto ¿mañana es el partido? —pregunta Trevor mientras nos
dirigimos al hotel para dejarlos; las primeras palabras que alguien ha
pronunciado desde que llegamos al auto.
—Sí, comienza a las seis —murmura Luke, estacionando el auto. No mira
a su padre, sino que continúa mirando al frente—. Pero no tienen que venir si
no quieren. Podemos encontrarnos después o antes.
—Ya te dije que quiero ir. —Su padre se escabulle hacia adelante del
asiento, dudando antes de estirarse hacia adelante y poner una mano sobre el
hombro de Luke—. Sé que no es ni siquiera un comienzo, pero quiero tratar de
compensarte por todas las cosas que me perdí mientras estabas creciendo.
Noto que Luke lucha por permanecer enojado con su padre, siendo el
gran blandengue que es, a pesar del hecho de que nunca lo admitirá. —Bien. De
acuerdo. Nos vemos allí.
—¿Quieres ir con nosotros? —me pregunta Trevor mientras abre la
puerta para salir.
En realidad nunca he estado en un partido; no es lo mío. —Oh, yo... —
Me callo, no queriendo decir que no voy, a pesar de que es la verdad.
—Te recogeremos, digamos, ¿cómo a las siete? —dice Trevor a pesar de
que ni siquiera he contestado su pregunta.
Sin saber qué más hacer, asiento. Ellos salen y cierran las puertas, y Luke
nos saca a la carretera. Todo permanece en silencio mientras nos dirigimos
hacia nuestro apartamento; las farolas se reflejan en sus ojos marrones y les da
un brillo similar a las estrellas doradas. Asumo que el silencio tiene que ver con
su padre y lo que dijo en la cena, así que me sobresalta cuando pregunta—: ¿Así
que vendrás al partido?
—Um... sí, supongo que iré. —Muerdo mi uña—. Nunca he estado en
uno. No es lo mío, pero supongo que puedo tener esa primera vez.
Las comisuras de sus labios se contraen, probablemente pensando en la
primera vez que tuvimos sexo, la cual fue mi primera vez en la historia. —Sí,
supongo que es hora. —Me da una mirada de soslayo—. Pero no tienes que ir si
no quieres.
Sin embargo se nota que él quiere que vaya. No sé cómo, pero lo sé.
—No, quiero ir, pero no voy a vestirme con los abalorios de la escuela ni
andaré aplaudiendo y gritando: ¡Vamos, equipo, vamos! —Hago esos
movimientos de animadora con mis brazos y él se echa a reír.
—Me parece bien —dice, con una sonrisa amenazando sus labios—. En
realidad esa mierda no es lo mío.
Sonrío. —Bien, si no me preguntaría qué demonios haces conmigo.
Sigue animado durante el resto del trayecto y las preocupaciones sobre
su padre se han desvanecido en la noche, en el disfraz y el concierto. Después
de que volvemos al apartamento, voy a vestirme con el traje que compré el día
de hoy. De hecho, lo compré en una tienda gótica que conocía Callie, no sé
cómo. Un vestido de cuero, medias con rayas negras, un calentador con
cordones para mi muñeca y botas que tienen lazos, haciendo que se vean
totalmente steampunk1. Sin embargo, ni siquiera voy a denominarme de alguna
forma, solo disfrutaré del hecho de que tengo la oportunidad de vestirme así.
Peino mi pelo con una trenza rizada, pinto mis labios con lápiz labial
oscuro y delineo mis ojos con delineador negro, luego me miro al espejo y
admiro mi trabajo práctico. —Bueno, proyecto Celebrando Fiestas. Creo que me
está gustando Halloween.

1 Steampunk es un subgénero de ficción especulativa, situado en un entorno anacrónico a


historia alternativa victoriana. Mezcla la ficción con la ciencia ficción, fantasía o terror temas.
—¿Con quién hablas? —pregunta Luke mientras abre la puerta y entra a
la habitación. Ha dado cerca de dos pasos cuando me ve y se detiene
abrutadamente.
—Bastante impresionante, ¿verdad? —le pregunto, apartándome del
espejo hacia él con mi manos en las caderas.
Su mirada se desplaza perezosamente por mi cuerpo, desde mis botas a
mi pecho, finalmente llegando a mis ojos. —Te ves como una dominatrix.
Bajo la mirada a mi traje de cuero y botas hasta la rodilla. —Bueno, eso
no era lo que planeaba, en realidad no planeé nada… simplemente divertirme
—le digo—. Pero supongo que puedes llamarme así durante la noche si quieres.
—¿Puedo? —cuestiona distraído y agitado gravemente por mis piernas,
la mitad ocultas por las botas de cintas que llevo. Se rasca la nuca, luego aleja su
atención de ellas—. Entonces, ¿qué soy yo?
—Bueno, si soy una dominatrix entonces ¿no serías tú mi esclavo? —Le
doy mi mejor guiño sexy y se ahoga con su risa.
—Sí, no estoy seguro de poder renunciar a tanto control por ti —dice,
cuando deja de reír—. Lo siento.
—No creo poder ser cruel contigo —le respondo, luego me dirijo a su
armario—. Pero tengo una idea de lo que podrías ser. —Revuelvo hasta que la
encuentro escondida en el fondo de su armario; una chaqueta de cuero
descolorido que nunca le he visto usar antes—. ¿Qué tal si llevas esto? —Salgo
del armario, sosteniendo la chaqueta delante de mí.
Parece vacilante. —Esa fue en realidad de mi papá. —Da un paso hacia
mí con las manos metidas en los bolsillos—. Fue una de las pocas cosas que dejó
atrás cuando se fue. —Toca el frente y luego se estremece como si la tela, o el
recuerdo, le quemara—. Ni siquiera sé por qué todavía la tengo.
—Oh, no importa. —Bajo la chaqueta y me muevo de regreso al armario
para guardarla, pero sus dedos alrededor de mi brazo me detienen.
—Voy a intentarlo —murmura, luego agarra la chaqueta de mis manos.
Respirando hondo, se la pone y el cuero encaja perfectamente con su
constitución. Baja la vista para mirarse mientras se mueve hasta el espejo para
tener una mejor vista.
Me uno a él, de pie a su lado. —Parecemos malotes —afirmo,
mirándonos—. Oye, eso es lo que podríamos ser.
Sonríe suavemente, luego desliza su brazo alrededor de mi espalda y me
acerca más. —Nos vemos bien juntos.
La verdad es que sí. Ni siquiera estoy segura de cómo sucedió esto.
Cuando conocí a Luke, pensé que era un atleta popular. Era absurdo, muy
estereotipado y crítico de mi parte, y muy falso. Mi opinión sobre él cambió
cuando llegué a conocerlo, y honestamente empiezo a preguntarme si mi
opinión ha cambiado sobre mí misma también. Luke ha sacado otro lado de mí,
y aunque me perdí por un tiempo, cuando me enteré sobre Mira, sentí como si
mi verdadero yo regresara, solo que ahora es diferente.
Algo es diferente.
Me mira a través del espejo por unos momentos más, luego se gira hacia
mí y, susurra con voz ronca—: Las cosas que quiero hacer contigo. —Sus labios
chocan con los míos, y la rugosidad no coincide con la suavidad de su voz. Pero
encuentro su pasión con igual entusiasmo, besándolo con todo lo que tengo en
mí, derramándolo. Me apoyo en él, acercándolo más, en busca de aire, sin
embargo, olvido respirar. Estoy desesperada por más de sus toques, besos, la
cercanía; estoy desesperada por todo. Ya no tengo el control de mí misma. No
estoy segura de lo que hago cuando se trata de Luke; ya escapa de mi control.
Porque estoy cayendo.
Cayendo.
Cayendo.
Cayendo.
Pero esta vez es diferente. Todavía no sé cuándo voy a terminar y donde,
pero por primera vez se siente como si tal vez hay algo en dónde aterrizar.
Traducido por Beatrix
Corregido por Julie

Luke
Después de besar a Violet durante diez minutos, finalmente nos
separamos cuando Seth golpea la puerta y nos dice que es hora de irnos. Sus
besos me han hecho sentir mejor, pero todavía estoy conmovido por algunas
tonterías de la cena, cuando recibí la llamada. Una maldita llamada que
esperaba, pero aun así me pilló por sorpresa. Era del abogado de mi madre,
queriendo hablar conmigo.
Tuve que entrar en el cuarto de baño, ya que estaba tan sorprendido, y a
la vez no quería que Violet escuchara.
—Me gustaría reunirnos en persona, solo para hablar —dijo el idiota del
abogado y casi embestí mi puño a través de la pared, lo que habría cabreado
mucho a Seth ya que lo hice antes y no estaba feliz por eso.
—No quiero tener nada que ver con esto —le espeté—. Y si lo supieras,
no estarías pidiéndome que lo haga.
—Tu madre cree lo contrario —respondió—. Me gustaría que…
—Mi madre es una puta psicópata que se merece estar en la cárcel. —Me
hallaba casi temblando, así que me apoyé sobre el mostrador, también para
evitar que mi mano causara cualquier daño.
—Sí, ya veremos —dijo y fue entonces cuando le colgué y casi tiré mi
teléfono contra la pared.
A pesar de la deprimente llamada de mierda, estoy decidido a tener una
noche de diversión, sobrio. Violet y yo hicimos una promesa para celebrar a lo
grande los días de fiesta, y tengo que llevarlo a cabo. El problema es que todo
me pone nervioso y lo único que me calma cuando estoy así es el alcohol. Sin
embargo, no puedo beber. No, no voy a permitírmelo. Lo evito constantemente
en el trabajo y puedo hacerlo ahora.
Pero es más difícil esta noche. Entre la llamada de mi madre y el hecho
de que mi padre me puso muy nervioso en la cena. Todos hablando de
preocuparse por mí y luego tratando de hacer las cosas por mí, me llevó hasta el
borde, y ahora la llamada telefónica me ha dejado en medio de la caída. Y luego
está Violet y su reacción a la pregunta de Trevor sobre el matrimonio y la forma
en que dejó en claro que estaba en contra de ello, y por alguna loca razón me
molestó, no sé por qué diablos, pero así fue. No es que me quiera casar, al
menos no en esta década, pero el hecho de que ella parecía tan en contra, en
contra de estar con alguien para siempre, me hizo empezar a preguntarme
cuánto tiempo planeaba quedarse aquí. Y eso me recordó la forma en que le dije
que la amaba y cómo ella, claramente, no correspondió. Entonces, ¿qué soy para
ella? No tengo ni idea.
Estoy cabreado por dentro, dejando que las cosas me afecten demasiado
y fingiendo estar bien por fuera, al igual que solía estarlo todo el tiempo. Por
suerte, mis amigos decidieron elegir la sección inferior del lugar donde no se
sirve alcohol, de lo contrario me hubiera hundido al momento en el que
entramos. Esto hace más fácil alejarlo y tengo una buena distracción: Violet y su
maldito vestido de cuero. La cosa apenas cubre su culo y hace que sus largas
piernas se vean casi infinitas. Y esas botas con esos tacones... Maldito Cristo, ella
es tan sexy. La música también es buena en su mayor parte, además de que es
agradable pasar el rato con Kayden, Callie, Seth, Greyson y Violet, todos al
mismo tiempo.
Todo el lugar grita el osado tema de Halloween con luces negras, la
niebla y la pintura de aerosol cubriendo las paredes, y casi todo el mundo está
vestido con una especie de disfraz.
Hay efectos de neón, y todo con colores brillantes y en tono blanco.
Violet podría mezclarse con la oscuridad, pero Seth, Callie y ella decidieron
llevar esta cosa extraña parecida al lápiz labial y se pintaron toda la piel
expuesta, lo que significa que Violet está brillando con diseños y patrones en
casi cada centímetro de su cuerpo.
Sí, ridículamente sexy.
—Voy a bailar. ¿Quién quiere guardar los asientos? —Violet se levanta
de su silla. Hemos reservado una mesa lo más cerca posible de la pista de baile,
por lo que sería horrible perder los asientos.
Seth y Greyson saltan de sus taburetes. —Nosotros no —dice Seth en voz
alta, y luego agarra la mano de Callie, y tira tanto de Greyson como de ella
hacia la pista de baile antes de que nadie pueda protestar.
Violet me mira y yo le doy la mejor sonrisa que puedo reunir. —
Adelante. Me quedaré sentado esta vez.
Duda. —¿Estás seguro?
Asiento y me fuerzo a que mi sonrisa sea más alegre, más falsa. —Sí. —
Le hago un gesto para que se mueva.
Ella gira hacia la zona de baile y siento un impulso instantáneo de
seguirla, recordando lo sexy que es Violet cuando baila. Pero no estoy seguro de
que esté de humor, ni quiero largarme y dejar a Kayden sentado en solitario, así
que mantengo mi culo plantado en la silla.
—Tengo un maldito dolor de cabeza —murmuro y tomo un sorbo de mi
coca-cola, preguntándome si tal vez tengo el azúcar bajo en la sangre o si
realmente estoy estresado.
—Parece que no has dormido en mucho tiempo —afirma Kayden,
mirando a la pantalla de su teléfono—. No deberíamos permanecer fuera
demasiado tiempo teniendo en cuenta que tenemos un partido mañana.
—Sí, probablemente. —Me distraigo cuando una camarera con una
bandeja llena de vasos de chupito pasa por aquí. ¿Pensaba que no servían alcohol
aquí? La veo abrirse paso entre la multitud en dirección a una escalera de
caracol. Lucha para equilibrar la bandeja mientras sube por las escaleras hacia el
área de veintiuno. Tengo una identificación falsa y aunque este lugar es
conocido por ser capaz de reconocerlas, pienso en ir hasta allí. Honestamente, si
quería, podía esperar a que la camarera volviera y encandilarla hasta que me
diera uno. No quiero, pero sigo pensando en cómo sería mucho más fácil
enfrentar las cosas esta noche si pudiera tener un solo sorbo.
Solo uno.
—Creo que voy a ver cuánto tiempo quiere quedarse Callie. —Kayden se
levanta de la silla—. Puedes regresar con nosotros si quieres.
Asiento; mi mirada va y viene entre la escalera y él. —Sí, si Violet está
lista para irnos... entonces me parece bien.
Él vacila, metiendo su teléfono en el bolsillo trasero de sus pantalones
vaqueros. —¿Vas a estar bien aquí solo por unos minutos?
—¿Qué? ¿Estamos siendo niñeras el uno del otro? —pregunto, cuando
en realidad es probable que ahora necesite una niñera.
Parece estar indeciso, mirando por encima del hombro a la escalera, a la
dirección en la que sigo mirando. Está claro lo que estoy mirando, y también
que va a quedarse si no le aseguro que no voy a ir persiguiendo mi adicción.
—Está bien —le digo, haciéndole señas para que se vaya—. Me sentaré
aquí y cuidaré la mesa.
Vacila, entonces asiente antes de desaparecer en la multitud de baile, con
las personas sudorosas. Me gustaría decir que me toma unos minutos
levantarme, pero pasan solo diez segundos hasta ponerme de pie en el
momento en que pierdo de vista a Kayden. Tengo toda la intención de localizar
a la camarera y persuadirla de darme un trago. No me gusta esta necesidad,
pero son difíciles de romper los viejos hábitos, las adicciones. Solo quiero sentir
que mi cuerpo se quema hasta entumecerse, solo una vez más. Una vez más, sigo
diciéndome a mí mismo.
Estoy a mitad de camino cuando veo a Violet en el centro de la multitud.
Ni siquiera sé cómo le veo, ya que hay tantas personas en este espacio pequeño.
Sin embargo, ella se las arregla para destacar, y la multitud desaparece por el
más mínimo instante, lo suficiente para darme una idea de su baile y risas, tan
libre en ese momento, tan hermosa. Violet siempre habla sobre el destino y yo
nunca he estado muy seguro con todo el concepto de que tal vez no estamos en
completo control de nuestras vidas, pero ahora me pregunto si tal vez sí existe y
tal vez mi destino está con ella.
¿Qué estoy haciendo?
En serio, ¿qué diablos hago, jodiendo esto?
No quiero ser esa persona de nuevo.
No quiero perder lo que tengo.
Así como así, voy hacia ella, magnetizado por una fuerza invisible que
nunca voy a ser capaz de explicar. Me alejo de la escalera, la camarera, el
alcohol y me abro paso entre la multitud, con los ojos fijos hacia donde la vi. De
vez en cuando, hay suficiente hueco en el mar de cuerpos para echar un vistazo
a sus ojos verdes, pelo rojo y negro, y ese maldito sexy vestido de cuero que
lleva puesto. Me mantiene viajando en la dirección correcta y alejándome del
mal. La música está palpitando mientras me muevo por detrás de ella. No me
ve, solo siente el toque de mis manos cuando las pongo en su cintura. Debe
sentir que soy yo, porque se hunde ante el toque, sin decir una palabra.
Entonces se gira por encima de su hombro con una sonrisa maliciosa en
su rostro. —Me alegro de que te unas a mí. —Entonces me guiña y comienza a
bailar realmente.
Casi había olvidado la increíble forma en la que se mueve, ni demasiado
ni poco, la cantidad perfecta de ritmo y balanceo de sus caderas que hace que su
culo se roce contra mi pene perfectamente preciso. Estoy duro en solo unos
momentos mientras me muevo contra ella, permitiendo que mis manos viajen
arriba y abajo de sus caderas, sus lados, sus pechos. Hay gente por todas partes;
Seth, Greyson, Kayden y Callie incluidos. Pero en lo que a mí respecta, es solo
Violet y yo. El resto de la habitación es un borrón.
Bailamos así, durante todo el concierto, volviéndonos sudorosos,
jadeantes, y mucho más excitados. Ninguno de los dos parece tener prisa para
detenerse, en tanto nuestros cuerpos se juntan entre sí, negándose a romper este
vínculo extraño, inducido por el destino que nos hemos topamos. Kayden y
Callie se van muy temprano, mientras que Greyson y Seth se quedan con Violet
y conmigo. Al final la gran multitud de personas comienza a disminuir a una
pequeña. Antes de darme cuenta, somos prácticamente los únicos que
quedamos en la pista de baile. Aun así, no dejamos de movernos, perdidos en
un momento en el que solo existimos nosotros dos.
Finalmente Greyson anuncia que es hora de irse. —Se está haciendo
tarde —dice, controlando la hora en su teléfono.
Seth frunce el ceño mientras continúa bailando, pero luego cede. —Bien,
tú ganas.
Violet y yo bailamos durante poco más tiempo, entonces nos cogemos de
la mano, siguiéndoles a la puerta principal y pasando el rato con el resto
mientras Seth va a buscar el coche. El aire se siente eléctrico, como si hubiera
una tormenta eléctrica cercana, excepto que el cielo está despejado, lleno de
estrellas y la luna brilla.
Un minuto o dos de espera, y mis manos están por todas partes de Violet
de nuevo, ya que no puedo dejar de tocarla. En algún lugar entre tocar sus
caderas y chupar su cuello, se da la vuelta y presiona sus labios con los míos.
Agarro su culo y la pego contra mí mientras sus dedos se deslizan por mi
pecho, serpenteando alrededor de mi nuca. Deja escapar un gemido cuando le
doy un suave tirón de pelo para inclinarle la cabeza hacia atrás y luego deslizar
mi lengua en su boca, gimiendo ante su sabor. Con cada toque, cada roce de
nuestras lenguas, cada gemido, los pensamientos anteriores de mierda se
disipan en nada. Ya nada más importa. Toda mi atención se centra en ella, su
increíble sabor, el increíble aroma de su piel y la sensación del calor de su
cuerpo. Y el sonidito que hace mientras nos hago girar y apoyarnos contra el
edificio es suficiente para estar a punto de perder el control, justo aquí en el
lado de la carretera.
Pero me las arreglo para contenerme, acercándola más, besándola con
todo lo que tengo en mí. Esto es lo que quiero. Aquí es donde quiero estar.
—Luke —jadea entre besos, moviendo sus piernas como si no pudiera
decidir qué hacer con ellas. Por último, engancha una sobre mi cadera, y muele
sus caderas contra las mías. Respondo con el mismo movimiento,
presionándome contra ella mientras muevo mi boca de la suya para colocar
besos por su mandíbula, su cuello, hasta la base de la garganta donde lamo un
camino hacia sus pechos.
—Um, chicos. —Oigo a Greyson aclararse la garganta por algún lugar
detrás de nosotros, pero lo ignoro mientras mi mano se desplaza hasta el muslo
de Violet, a la parte inferior de su vestido.
Bip. Bip. Bip.
—¡Oigan, aunque todo el mundo está disfrutando del espectáculo porno
en vivo, es hora de irnos! —grita Seth.
No soy de los que se avergüenza. Tampoco lo es Violet. Es por eso que
nos lleva un poco más de toques y besos antes de separarnos de mala gana. No
me muevo demasiado y deslizo mis dedos con los de ella mientras nos
dirigimos hacia el Camry estacionado cerca de la acera.
—Jesús —dice Greyson después de que todos hemos entrado al coche—.
Pensé que iban a follar allí mismo, en la calle.
Seth me mira por el espejo retrovisor y me da una mirada de
complicidad. Me conoce desde mis días de mujeriego y sabe que nunca he
actuado de esta forma con una mujer, tan incontrolado. Hace un rato, sus
miradas insinuantes me habrían cabreado, pero ahora me encojo de hombros.
Esto es lo más liberados que Violet y yo hemos estado. Por lo general, hay una
distancia entre nosotros, incluso cuando estamos cerca. Pero en este momento,
esa mirada en sus ojos que he visto tantas veces, la mirada que significa que
está utilizando el sexo y besándome como una distracción, se ha ido. En lugar
de eso todo lo que veo es deseo.
Deseo.
Necesidad
Lujuria.
Casi coincide con lo que siento, a excepción quizá de algo más de mi
parte, algo que no me atrevo a decir, sin querer arruinar y asustarla otra vez.
Así que sigo manteniendo para mí mis pensamientos eternamente dedicados y
vuelvo a besar a Violet en el asiento trasero, contento con las decisiones que
tomé esta noche.
Me alegro de haberla elegido sobre todo lo demás.
Traducido por Pachi Reed15
Corregido por Dannygonzal

Violet
Él está sobre mí, sus manos tocan cada centímetro de mi cuerpo, sus
labios luchan por no seguir ese camino ya que nos encontramos en la parte
trasera de un coche con Seth y Greyson en el asiento delantero. Pero una vez
que entramos en nuestra habitación, todas las restricciones se evaporan cuando
la pequeña lujuria, que hemos estado conteniendo en nuestro interior, arde. Él
me arranca el vestido de inmediato, entonces le da un tirón a mis botas y saca
mis medias, por lo que me encuentro recostada en la cama con nada más que un
sujetador de encaje negro y bragas. La lámpara está encendida, por lo que
puedo ver la mirada en sus ojos mientras me observa fijamente. Es una de pura
lujuria, deseo, y algo más. Algo que me pone muy incómoda y me dan ganas de
correr hacia el edificio más alto que pueda encontrar.
Como si fuera algo que quiere conservar.
Saborear.
Amar.
Mantener a salvo.
Por un segundo, siento todas esas cosas, como si él me hubiera envuelto
en sus emociones y se hubieran convertido en parte de mí. Envía una sacudida
de terror sin diluir a través de mi cuerpo y hace que mis ojos se muevan hacia la
puerta.
¡Corre, Violet, corre!
Sin embargo, me olvido con rapidez de todo acerca de correr cuando se
quita su chaqueta y camisa, luego cubre mi cuerpo con el suyo. Su calidez es
como una manta, del tipo que me hace sentir segura, protegida y mucho más. El
calor solo crece cuando se quita los pantalones y boxers, y se desliza dentro de
mí. Ni siquiera sé lo que está sucediendo, pero cada sacudida de sus caderas,
cada roce de sus manos, la forma en que parece estar tocando cada centímetro
de mí a la vez, hace que me sienta como si me estuviera partiendo en pedazos
por dentro, en una forma que no entiendo muy bien. Y cuando me mira, juro
que me siento completa de nuevo, como si hubiera recogido todas las piezas
que acababa de destrozar y las hubiera juntado de nuevo.
Me siento sin aliento.
Me siento cruda.
Me siento como si estuviera cayendo y lo único que puedo hacer es
aferrarme a él y nunca soltarlo mientras me empuja hacia el borde del olvido. Y
seguimos moviéndonos el uno al otro, agarrándonos mutuamente, sin aliento,
con miedo.
Miedo de soltarme por completo.
Miedo de lo que siento.
Pero no puedo evitarlo y pierdo el control mientras me siento virar hacia
el final de la caída. Me besa durante ello, aferrándose con fuerza mientras me
rompo en pedazos, y en el medio de todo esto, juro que lo oigo susurrar: “Te
amo”. Pero es tan débil y, estoy tan perdida en mi caída que no puedo estar
segura. Aun así, me abruma que tal vez él sí se preocupe tanto por mí, que tal
vez me ame. La idea de que alguien pudiera amarme provoca que las lágrimas
ardan en la esquina de mis ojos cuando finalmente me estrello y me rompo de
nuevo. Pero me las arreglo para contenerlas antes de que Luke lo note. Su
respiración es caliente contra mi cuello mientras se encuentra todavía dentro de
mí.
Lo oigo suspirar, a pesar de que no creo que estuviera destinada a
escucharlo, entonces retrocede, aleja delicadamente el pelo de mi frente
húmeda, y me mira directamente a los ojos.
—Esta noche fue increíble —dice, luego me da un beso suave pero
significativo.
Trato de mantener la calma, pero me estoy volviendo loca. Algo pasa
dentro de mí y no sé lo que es. O tal vez sí lo sé y eso es lo que me asusta.
—Qué tierno —bromeo, pero mi voz suena toda rara, toda harapienta y
sin aliento.
Sonríe, pero hay confusión en sus ojos cuando detecta mi tono apagado.
—También me divertí —añado rápidamente, luego lo beso antes de que
pueda hacer preguntas. Si me cuestiona, entonces podría decir la verdad y aún
no estoy lista para eso.
Todavía luciendo perdido, se sale de mí, y luego se da la vuelta hacia la
almohada. —Jesús, son casi las dos —murmura cuando recoge su teléfono.
—Deberías dormir un poco —le digo—. Mañana es el gran partido.
Asiente, pero me observa como si pudiera leerme como un libro abierto.
—¿Aún vas a venir?
Me muevo en la almohada. —Por supuesto.
Me da una sonrisa cansada, pero satisfecha, luego bosteza y momentos
más tarde, pasa a la tierra de los sueños. Alrededor de una hora más tarde,
continúo despierta y mi mente corre tan rápido y tan violentamente que se
siente como si estuviera en una manivela o algo así. Todo se encuentra revuelto
en mi cabeza y apenas puedo darle sentido a algo, pero lo que sí logro descifrar,
me rompe hasta la médula.
Amor.
Amor.
Amor.
Es un eco en mi cabeza, programado en repetición, una melodía
inquietante y hermosa de la que no puedo librarme. Lo vi en los ojos de Luke
esta noche, pero eso no es lo que me asusta. Ya sabía que se sentía de esta
manera, aunque no creo que lo asimilara por completo hasta ahora. Entendía lo
que esto, lo que yo significo para él. Pero lo que me aterra es que por el más
breve momento, en el que no fui capaz de pensar, respirar, ni procesar algo,
juro que mis ojos reflejaron lo que había en los suyos. Sucedió tan rápido que
mi mente todavía trata de ponerse al día con ello. O eso, o estoy en negación.
Miro a Luke dormir durante más tiempo, escuchando su respiración
suave. Cuanto más tiempo lo observo, más estoy convencida de que o
finalmente perdí mi maldita cordura o estoy estúpida y tontamente enamorada
del chico descansando junto a mí.
—No, no es posible —murmuro para mí misma, frotando mi pecho
mientras las emociones se revuelven dentro de mí, poderosas, potentes,
demasiado—. No se supone que me enamore. Ni siquiera sé qué demonios es
eso. —Lanzo las mantas y salgo de la cama. No tengo planes iniciales hacia
dónde ir, salir es lo máximo que he ideado, cuando veo una de las fotos de la
caja asomando de debajo de la cama. Hice un lío la última vez que lo puse allí
abajo y nunca lo limpié. Inclinándome, lo recojo, entonces me encuentro
sonriendo. Es de mi madre y mi padre, ella en los brazos de él, vestida con su
traje de novia. Se ve tan alegre y me siento un poco feliz de verla así. Siempre
tuve la idea de que mirar estas fotos iba a romper lo poco de mi corazón que
quedaba intacto y que iba a desangrarme. Pero eso no es lo que sucede en este
momento. No, me siento extrañamente tranquila.
En lugar de salir de la habitación, como planeaba hacer, vuelvo a la cama
con la foto en mi mano. No me acurruco con Luke como suelo hacer, ya que no
quiero traer las emociones que había conseguido tranquilizar sin dañarme a mí
misma. Trazo cada línea, cada sombra, cada rasgo de sus caras felices en la
imagen, grabándolos en mi mente.
—Así es como me gustaría poder recordarlos —susurro mientras llevo la
foto sobre mi corazón latiendo. Visualizo la imagen en mi cabeza, esperando
que al cerrar los ojos así es como los vea, en lugar de la última vez que los
vi. Que por una vez, mis sueños puedan estar llenos de felicidad en lugar de
puro terror.
Es la primera vez que lo he intentado.
Tratar de cambiar las cosas.
Superarlas.
Me pregunto si es posible.
Traducido por NicoleM
Corregido por Sandry

Luke
Despierto con el sonido de una casa tranquila y la luz del sol cegándome
desde la ventana. Me cuesta un momento salir del estado de desorientación y
apartar el sueño en el cual todos me observaban jugar el partido de esta noche y
arruinarlo épicamente. Nunca pensé que me preocupara por esa mierda, pero
por otra parte, nunca he tenido, en realidad, personas en las gradas
alentándome.
Después de estar completamente despierto, me giro en la cama y diviso a
Violet sentada en el suelo usando una de mis camisetas, con el pelo en un moño
desordenado. Dándole golpecitos con un lápiz, se cierne sobre lo que parece ser
un libro de cálculo. El hecho de que esté haciendo la tarea tan temprano por sí
sola es impactante, pero lo que de verdad me sorprende es que no la escuché
despertar. Siempre estoy aquí cuando Violet despierta; su ritual jadeante es
demasiado fuerte como para dormir. ¿Me encontraba tan cansado? ¿Me las
arreglé para dormir, por fin?
Me siento en la cama y miro alrededor, como si el misterio de lo que pasa
se encuentra en algún lugar de la basura y el desorden en nuestra estrecha
habitación y la ropa sucia en el suelo.
—¿Cuánto tiempo has estado despierta? —le pregunto, pero no
responde, moviendo la cabeza al ritmo de una melodía que parece ser la única
que la escucha.
Bajándome de la cama, me doy cuenta de que está con audífonos.
También parece estar metida por completo en su tarea, moviendo la mano
ridículamente rápido. Casi no quiero interrumpirla, pero también deseo llegar
al fondo de lo que está pasando. Así que agarro unos boxers, me los pongo y
luego me siento a su lado. Mi repentina aparición causa que salte, llevándose la
mano al corazón.
—Mierda, me asustaste —dice muy fuerte, dejando la mano sobre su
regazo.
Estiro el brazo y le doy un pequeño tirón a sus auriculares, quitándoselo.
—Oh —dice y luego se rasca la cabeza—. Casi olvidé que los tenía
puestos.
Lanzo los auriculares a un lado. —¿Cuánto tiempo has estado despierta?
Levanta la mirada al techo mientras piensa. —No lo sé... quizás una hora.
Le echo un vistazo al reloj. Las nueve y cuarto. —¿Te levantaste de forma
voluntaria antes de las diez? ¿En serio?
Deja el lápiz sobre el libro y se frota los ojos. —Sí, dormí bien. Supongo
que mi cuerpo se despierta antes cuando descansa.
Está evitando mi mirada, bajando la cabeza y dejando que los mechones
de su cabello cuelguen por su rostro. Debería dejarlo pasar. Es evidente que lo
que le pasa, quiere guardárselo para sí misma. Pero no puedo evitarlo, necesito
saberlo.
—¿Dormiste bien? —Me paso una mano por el pelo—. ¿De verdad?
Se encoje de hombros. —Mejor de lo que lo he hecho en un tiempo.
Me detengo. No lo digas. —¿Alguna pesadilla? —Mierda, ¿por qué no
puedo simplemente mantener la maldita boca cerrada?
Hay una pausa alargada y luego sacude la cabeza de la manera más
suave. —No —susurra, casi sonando como si tuviera algún tipo de dolor. Veo
que una lágrima hace un camino por su mejilla, pero rápidamente la limpia con
la mano.
—¿Cuánto tiempo hace que no te pasa? —pregunto, yendo con cautela.
Otra lágrima se le escapa y esta se vez la quito yo mismo. Dejo mi mano allí y se
relaja ante mi tacto.
Cierra los ojos y luego inhala profundamente. —Desde que tenía cinco
años.
Este es un gran momento para ella, el cual debería estar celebrando, por
lo que las lágrimas me confunden. —¿Puedes... puedo preguntarte... por qué
estás enojada? —Sé que piso suelo blando. Una Violet emocional por lo general
significa inestabilidad y el riesgo de que se haga algo a sí misma, pero tengo
que averiguar lo que está pasando, cómo puedo ayudarla a eliminar ese dolor.
Respira profundo. —Porque tengo miedo del por qué se detuvieron.
—¿Sabes el por qué?
—Quizás.
Vacilo, sin saber qué es lo que debo decir. —¿Quieres hablar de ello?
Niega con la cabeza rápidamente. —No, en este momento no.
No estoy seguro de qué hacer, qué decirle, qué está pasando por su
cabeza. Tal vez es porque no puedo mirarla a los ojos, por lo general me dan
una idea de lo que mantiene en su interior.
Le levanto el rostro para poder verla mejor. Sus ojos verdes se
encuentran enormes, llenos de emociones fuertes y brillando por las lágrimas.
Por un breve instante, me quedo sin habla ante lo que veo.
—Por favor... solo dime lo que puedo hacer. —Porque tengo que hacer
algo o de lo contrario me volveré loco de preocupación.
Sus ojos buscan los míos. Cuanto más me estudia, más lágrimas caen.
—Puedes llevarme a por un café.
Me confunde su respuesta sencilla. —¿De verdad? ¿Eso es lo que
necesitas?
Asiente, más a gusto. —La cafeína parece ser lo mejor en el mundo en
este momento. —Se pone de pie y se dirige al armario para buscar ropa—. Y en
su mayoría, una adicción sana.
Es como si estuviera tratando de decirme algo sin decir las palabras en
voz alta. Estoy bastante seguro de que sé lo que es y la presión que ha formado
en mi pecho se hace pequeña. No quiero hacerme ilusiones, no quiero
simplemente asumir que tal vez por fin va a tratar de superar su adicción a la
adrenalina, pero en realidad nunca ha parecido importarle, al igual que ahora.
—Muy bien, entonces vamos a tomar un café —digo, por primera vez
sintiendo como si toda esta mierda, todo esto, simplemente quizá las cosas
podrían estar bien.
Violet y yo estaremos bien.
Traducido por NnancyC & Val_17
Corregido por Itxi

Violet
Luke está nervioso antes del partido y lo encuentro adorable. Señor
Chico Rudo todo distraído e incapaz de enfocarse debido a que su papá viene a
verlo jugar. Además, es una buena distracción de lo que pasa en mi propia vida.
Anoche tuve un sueño, no una pesadilla. Era bastante simplista: Luke y yo
sentados en esta colina, mirando una vista que tenía que haber inventado
porque era tan brillante con los colores y el sol, directamente de una pintura
preciosa, que no hay manera de que pueda ser real. Era el cementerio en el que
mis padres están enterrados, sin embargo, no lo era —no podía serlo— porque
me sentía demasiado en paz estando tan cerca de ahí. Y mi corazón entiende
por qué. Luke estaba allí conmigo, mi red de seguridad. Ni siquiera
hablábamos, simplemente nos encontrábamos sentados y disfrutando de la
tranquilidad. Luego deslicé mi mano en la suya, y fue entonces cuando me
desperté, y curiosamente sostenía la mano de Luke. Me desperté apaciblemente,
con la respiración suave, ligeramente desorientada, pero como en un sueño.
Con certeza me había asustado, pero en vez de hacer algo irracional, me levanté
de la cama y arrojé mi concentración en la tarea. Y sorprendentemente, me
ayudó a calmarme.
—Entonces estarás bien yendo a las gradas por tu cuenta, ¿verdad? —
pregunta mientras se prepara para abandonar el apartamento. Tiene que ir al
estadio un poco antes, así que voy a ir con Seth y Greyson más tarde a reunirme
con el padre de Luke y Trevor.
Pongo los ojos en blanco mientras me siento en la cama, observo como
un Luke atolondrado pasea, lanzando cosas para llevar al juego en una bolsa de
lona. —Sí, Luke. Te prometo que soy lo suficientemente competente para
encontrar el camino al estadio enorme que ocupa media manzana.
—De acuerdo. De acuerdo. —Palmea sus pantalones cortos como si
estuviera comprobando los bolsillos, a pesar de que no tiene—. Debería
ponerme en marcha. —Balancea el bolso sobre su hombro y se centra en mí,
entonces sus cejas se fruncen—. ¿Por qué me miras de ese modo?
Me encojo de hombros, presionando los labios para contener mi
diversión. —¿De qué modo?
—Como si estuviera siendo gracioso o algo parecido.
—Tal vez porque lo estás siendo.
Sus ojos se estrechan. —¿Qué ocurre?
Mi sonrisa divertida se abre paso. —No es nada. Solo estás tan nervioso y
me resulta divertido.
—Bueno, me alegra que mi inquietud te divierta. —Me lanza una mirada
fría; por lo visto, no está de humor para bromas.
—Lo siento. —Me arrodillo en la cama y avanzo unos centímetros hacia
el borde de la misma, cerrando el espacio entre nosotros—. Es solo que nunca te
he visto actuar de esta manera.
La dureza en sus facciones se ablanda. —Lo siento. —Deja caer el bolso
en el suelo y resopla un suspiro mientras se pasa los dedos por el cabello y
comienza a caminar de un lado a otro—. Solo me estoy volviendo loco y no
tengo ni idea de porqué. No es que este sea un partido especial o algo así. Es lo
mismo que he estado jugando desde mi primer año, sin embargo, se siente
como el primero.
—Es porque tu papá vendrá —digo—. Al menos esa es mi conclusión.
—Sí… Y tú también. —Se masajea la nuca con nerviosismo mientras se
detiene frente a la cama.
Me señalo a mí misma, aturdida por su confesión. —¿Por qué te pondría
nervioso yo?
—¿Por qué no? —dice, con la mirada fija en la mía, todavía ahuecando la
posterior de su cuello con la mano—. Tú significas más para mí que él. —Se
encoge de hombros como si estuviéramos discutiendo algo tan casual como qué
película queremos ver—. Más que nadie en realidad.
Respira profundo, Violet. No te asustes. Puedes hacer esto. —Bueno, supongo
que estás en problemas, porque allí va a haber un montón de gente animándote.
—Pongo las manos sobre sus hombros y lo miro directo a los ojos. Me tiemblan
los dedos porque lucho contra el impulso de hacer explotar las emociones
dentro de mí, de la antigua forma, y estoy segura de que Luke puede sentir el
temblor—. ¿Debería darte una charla motivacional? Incluso podría palmearte el
culo antes de que te vayas. Eso es lo que hacen los jugadores de fútbol
americano, ¿verdad? Para conseguir que estén todos entusiasmados y listos
para ganar. —Mi voz sale suave y silencio mi respiro de alivio. Lo hice. Santa
mierda.
Se relaja un poco. —No, estoy bien. Mis nervios se calmarán antes de que
el partido comience, estoy seguro. —Recoge el bolso y luego hace una pausa,
con una mirada traviesa bailando en sus ojos—. Sin embargo, puedes azotarme
el culo si quieres.
Eso provoca que sonría y luego nos inclinamos para besarnos en
despedida. Mientras se da la vuelta para irse, extiendo mi brazo y le doy una
palmada en el culo, riendo cuando aparto mi mano. Me muestra una sonrisa,
una que juro solamente pertenece a mí, antes de que salga por la puerta.
Exhalo con fuerza, luego me levanto de la cama para alistarme para mi
sesión de terapia. Estoy nerviosa acerca de ir de nuevo, más de lo que estuve la
primera vez, porque ahora sé qué esperar. Estoy toda desconcertada, luchando
contra un demonio que he estado llevando dentro de mí durante quince años y,
Lana podría liberar ese demonio, dejar que alguien lo vea aparte de Luke. Pero
si soy honesta conmigo misma, estoy medio preocupada y medio esperando
que suceda. Tal vez me puede dar alguna clase de palabras de sabiduría para
ayudarme a hacerle frente al modo asustado en el que entro cada vez que siento
una emoción.
Después de arroparme con un abrigo, botas y guantes, salgo por la
puerta principal con Greyson a mi lado, ya que le prometí a Luke que no iría a
la universidad —o a cualquier lugar en realidad— sola.
—¿Cuánto tiempo crees que estarás? —pregunta mientras conduce por la
calle. Hay una llovizna cayendo desde las nubes y los limpiaparabrisas están
encendidos, la calefacción también.
—No estoy segura —respondo—. La última vez fue solo durante media
hora, pero hoy podría tomar más tiempo.
Asiente mientras dobla a la derecha en una calle más ocupada hacia la
ciudad. —Bien, ¿quieres enviarme un texto cuando hayas terminado? Tengo
que hacer algunos recados de todos modos.
—Eso funciona para mí. —Repiqueteo con mis dedos en los lados de mis
piernas, nerviosa.
—¿Puedo preguntar qué te tiene tan inquieta? —pregunta Greyson,
notando mi ansiedad.
—Todo esto de la visita con la cosa de la terapeuta —miento, aquietando
mis dedos.
—Está bien. —Es evidente por su escepticismo que no me cree.
—Luke me tiene preocupada también —dejo escapar, asustándome a mí
misma, porque juro que mi mente se maneja por sí sola. Cuando él me da una
mirada de soslayo interrogativa, agrego—: Solo está nervioso por el partido.
—¿Y eso te pone nerviosa?
—No.
Gotas de lluvia salpican contra la ventana al tiempo que me mira
fijamente. —Bueno, estoy muy confundido.
—Yo también —admito, frotándome la cara con una mano—. Estas
últimas semanas he estado más que confundida.
Baja un cambio para girar. —¿Sobre?
—Sobre Mira en la cárcel —digo—. Preston; quiero avanzar de esa
terrible experiencia… el hecho de que no pueda seguir adelante hasta que él
decida dejarme.
—La policía lo encontrará, Violet. —Estira una mano y le da una
palmadita a mi pierna—. Y hasta que lo hagan, estás a salvo. Tienes un montón
de gente cuidándote.
—Lo sé. —Me muerdo las uñas—. ¿Puedo preguntarte algo?
Asiente. —Sabes que me puedes preguntar cualquier cosa.
—De acuerdo, pero necesito que prometas que no me vas a molestar ni a
entusiasmarte y analizarlo en exceso. Y que lo vas a dejar pasar cuando lo pida.
—Bien, ahora me pusiste nervioso.
—Me puse nerviosa yo misma —digo, trazando uno de los dibujos de
corazón que Seth puso en mi yeso—. Pero siento que voy a explotar si no
averiguo qué diablos está pasando dentro de mi cabeza.
Gira el coche por una de las calles laterales que conducen a la
universidad. La copa de los árboles que cubre la carretera es evidencia de que el
invierno se halla a la vuelta de la esquina. —Bueno, prometo no hacer ninguna
de aquellas cosas. Ahora suelta lo que está dando vueltas en tu mente.
No sé por dónde empezar. Dejo escapar un suspiro y simplemente lo
saco de mí. —He estado teniendo ciertos pensamientos.
—Mmm hmm. —Escoge sus respuestas con cuidado.
—Acerca de mis… sentimientos. —La palabra se siente tan extraña.
Su agarre se aprieta en el volante. Greyson me conoce lo suficiente bien
como para entender que el hecho de que hable de mis sentimientos es un gran
asunto. —Bueno, ¿qué sentimientos exactamente?
Me rasco la muñeca donde solía estar el corte, pero ahora es solo una
cicatriz delgada que ya se desvanece. —Sobre la vida y…
—Sí…
—Luke. —Hago una mueca de dolor al decirlo, porque exponerlo al
mundo hace que sea mucho más real, y también claramente obvio que, sin
duda, algo está pasando dentro de mí.
Entra al estacionamiento de la universidad y aparca tan cerca cómo le es
posible. Deja el motor en marcha y se gira en el asiento para mirarme. —¿Me
atrevo a preguntar de qué sentimientos estamos hablando?
—Sinceramente, no puedo responder a eso porque no lo sé. —Hago una
pausa, mi boca se abre y se cierra repetidamente.
—Violet, esta es una zona segura —dice Greyson, poniendo una mano
sobre la mía—. Puedes decir lo que quieras, no te juzgaré.
Odio que me tenga que confortar, que me haya convertido en ese tipo de
persona, pero es lo que es. —¿Cómo es el amor? —digo como una loca.
Es evidente que lo he sorprendido y que no era la pregunta que esperaba
que le hiciera. Mientras asimila el significado entero de lo que acabo de decir,
sus ojos se llenan de tristeza. Medio espero que diga algo acerca de lamentar
mucho que no sepa la respuesta a esto, pero no lo hace y provoca que me
agrade mucho más por eso.
—Es como caer y volar al mismo tiempo. —Sacude la cabeza y luego
agita una mano—. Lo siento, esa fue una analogía mala. Déjame intentarlo de
nuevo. —Reflexiona un minuto, con la mirada perdida, una sonrisa se forma
antes de que se aclare la garganta y regrese su concentración a mí—. Sabes,
puedo recordar ese momento exacto en el que me enamoré. Fue tan loco,
porque era como si un segundo estuviera en la fase de me-gusta-mucho y luego
de repente estaba tan enamorado, como súper, loca y alucinantemente
enamorado.
—¿Sucedió así como así? —pregunto con escepticismo—. No hubo
ninguna advertencia en absoluto.
Se encoge de hombros. —Tal vez para algunas personas hay advertencia,
pero para mí no.
Levanto una rodilla y descanso mi barbilla en ella. —¿Te asustó?
Sus ojos se amplían y asiente. —Diablos, sí, me aterrorizó, pero en el
buen sentido, sabes. Aunque eso es porque Seth me hizo sentir bien. Cada vez
que me encontraba con él, yo era la mejor versión de mí mismo y estaba feliz, y
me sentía tan jodidamente contento en la vida. Más de lo que nunca me sentí. —
Hace una pausa, un poco reticente—. ¿Puedo cuestionar por qué preguntaste
esto?
—Aún no estoy segura. —Echo un vistazo al reloj en el salpicadero e
ignoro la voz dentro de mi cabeza que me dice que sí sé por qué pregunté
esto—. Debería irme. —Agarro mi bolso y abro la puerta, a punto de salir a la
lluvia, pero luego me detengo—. No obstante, gracias por compartir tu historia
—digo. No sé si fue difícil para él o no, pero quiero que sepa que estoy
agradecida.
Sonríe mientras se recuesta en su asiento. —En cualquier momento. Es
divertido recordarlo. Era un buen momento en mi vida que nunca debería ser
olvidado.
Su sonrisa es contagiosa y termino saliendo a la lluvia, luciendo tan feliz
que la gente que pasa a mi lado probablemente piensa que estoy drogada. Y
trato de llevar el sentimiento conmigo en tanto me dirijo a la oficina de Lana,
sabiendo que posiblemente voy a necesitarlo cuando llegue allí.

***

Dos horas después, estoy en el asiento trasero del coche de Seth, con él,
Greyson y Callie yendo al partido, pero mis pensamientos están en otra parte.
La sesión de terapia fue bien. No llegamos a nada demasiado profundo,
hablamos sobre mi vida ahora y cómo me siento al respecto, aunque la parte de
sentimientos era difícil y no los expresé con tantas palabras. Luego charlamos
un poco sobre mis padres, en su mayoría solo recordando las pequeñas cosas
que pude, que me hizo sentir triste y feliz a la vez. Lo único que fue muy difícil
de enfrentar, fue cuando le dije acerca de los sueños que he estado teniendo
sobre el cementerio. Cuando me preguntó si alguna vez los visité, sacudí la
cabeza y luego me sugirió que tal vez podría ir un día. Como si fuera tan simple
como arrancar una hoja de un árbol. Le dije que lo pensaría, lo cual estoy
haciendo, pero no de la manera calmada en que sugirió. Mi mente está por
todas partes, con pensamientos flotando en mi cabeza como pelotas de ping-
pong. Mis padres. El cementerio. Mis sentimientos. Luke. Mis padres. Mis
sentimientos.
Juro que mi cerebro está a punto de hacer cortocircuito. Lo que me trae
de nuevo a la realidad es cuando mi teléfono empieza a sonar desde el interior
del bolsillo de mi chaqueta de cuero. Lo saco y veo un número desconocido, lo
cual me hace dudar antes de responder. Supongo que es un periodista o
Preston, y planeo colgar de inmediato, pero no lo es. Es el detective Stephner.
—Tengo una buena y tal vez una mala noticia, dependiendo de cómo las
mires —dice después de que respondo.
Miro alrededor del auto, contenta de ver que Seth, Greyson y Callie
parecen participar en una intensa conversación sobre fútbol. —Muy bien,
escucho.
—Bueno, el juicio comenzará pronto —dice—. Lo que significa que las
cosas se están moviendo.
Me coloco de frente a la ventana, tratando de mantener la conversación
tan privada como pueda. —¿Pero ella aún no ha dicho quién es la otra persona?
—No, aún no, pero quería adelantarte que, puede que exista la
posibilidad de que su abogado trate de alegar demencia.
—Por alguna razón, no me sorprende —murmuro, luego suspiro, sin
estar segura de cómo me siento sobre eso—. ¿Esa era la noticia buena o mala?
—No estoy seguro —responde, entonces suspira para sí mismo—. No sé,
tal vez tengo noticias más o menos.
Frunzo el ceño. —Entonces, ¿qué es lo demás?
—Que si vamos a juicio podrían llamarte al estrado —explica—. Y Mira
estará ahí cuando suceda.
Miro hacia mi yeso, el cual me quitarán en dos semanas más. —No estoy
segura de poder hacer eso. Mi brazo aún tiene un condenado yeso por el amor
de Dios.
—Violet, ya hablamos sobre esto —dice—. Será más fácil que la primera
vez, me refiero a verla. Ella estará bajo un mayor control.
—¿Cómo será más fácil? —espeto—. Ella seguirá estando ahí.
—Eres una chica fuerte, Violet Hayes —me dice, en realidad sin
responder a mi pregunta—. Sé que puedes hacer esto si es necesario.
—Mucha gente no estaría de acuerdo con esa afirmación.
—Soy detective. Veo más que la mayoría de la gente.
No estoy segura de qué hacer con esto o si hay algo que pueda hacer
aparte de aceptarlo. Cierro los ojos y veo la imagen de la foto que encontré
anoche. Ese es el por qué hago esto, ¿verdad? —Está bien, lo haré si tengo que
hacerlo.
—Buena chica. —Hace una pausa y abro los ojos—. ¿Has hablado algo
con Luke?
—Hablo con él todos los días —digo con cautela—. ¿Por qué? Va a
alguna parte con esto o simplemente está siendo molesto.
—Tal vez voy a alguna parte con esto. —Habla en clave.
Capto a Greyson mirando por encima del hombro hacia mí con una
mirada inquisitiva, así que me giro hacia la puerta tanto como el cinturón de
seguridad me lo permite. —Solo suéltelo, sea lo que sea.
—Cuidado, Violet —advierte el detective—, recuerda con quién hablas.
—Sí, con el hombro que usa corbatas de Navidad en Halloween —
contesto secamente—. Claramente tengo que tener cuidado.
Suspira y sé que está a punto de decirlo. —Mira, solo quería decir que
deberías asegurarte de que Luke y tú tienen comunicación ya que supongo que
a él también lo llamarán… ya podrían haberle llamado.
—¿Lo harán? —pregunto. Bueno, eso es nuevo para mí.
—Tal vez… —Uno, dos, tres segundos pasan—. Podría ser llamado por
la defensa.
Apoyo la cabeza contra el cristal frío y cierro los ojos mientras mi pecho
se contrae y succiona el aire de mis pulmones. ¿Por qué no me lo dijo? —¿Él
estuvo de acuerdo?
—No estoy seguro. Solo te digo las cosas para que no te sorprenda si te
dice algo sobre eso. —Oigo a alguien decir algo en el fondo—. Pero mira, me
tengo que ir. Quería ponerte al corriente.
—Gracias —susurro, después cuelgo el teléfono, dejando mi frente
apoyada contra la ventana. No hay manera de que Luke haga eso. Odia a su madre. Y
dijo que me ama. Pero todos esos años de pasar por familias de acogida me hacen
dudar de esta supuesta cosa conocida como el amor. Todos los padres que me
acogieron, para cuidarme, pero luego se cansaron de mí y me botaron por la
puerta.
—Violet, llegamos. —La voz de Greyson me arranca de mi aturdimiento
y cuando miro a mi alrededor, me doy cuenta de que hemos llegado al estadio.
Es absolutamente una locura la cantidad de autos que se hallan estacionados
ahí y cuántas personas caminan ataviadas con los colores de la escuela.
—Bolas santas —digo; no estoy segura de sí me siento disgustada o
impresionada.
Callie, Seth y Greyson se ríen de mi reacción y luego salen del auto. Los
sigo, el volumen de su entusiasmo me golpea en el pecho cuando salgo. El sol
se asoma a través de las nubes y seca los charcos en el asfalto, pero el aire es frío
como el hielo.
A medida que caminamos por entre el caos hacia el estadio de acero
brillante, Greyson enlaza el brazo con el mío y el de Seth, luego Seth enlaza el
suyo con el de Callie, así que somos un tipo de cadena humana. Ni siquiera sé
qué hacer con eso. Nunca en un millón de años habría pensado que estaría
haciendo esto con otras tres personas. Pero aquí estoy, yendo a un condenado
partido de fútbol. Me pierdo en la atmósfera, el entusiasmo bullicioso, la
cantidad de gente por la que tenemos que abrirnos paso.
Cuando parece que no se puede poner más caótico, entramos al estadio.
Mi mandíbula casi se cae ante el enorme tamaño del mismo, lo lleno que se
encuentra, y lo brillante y emocionado que todo el mundo parece estar.
—Jesús, es como una burbuja llena de entusiasmo, ¿cierto? —digo con los
ojos muy abiertos, preguntándome si debería retroceder porque claramente no
pertenezco aquí.
Greyson debe sentir que trato de escabullirme detrás de él, porque
aprieta su agarre y sacude la cabeza. —De ninguna manera. Harás esto. Por
nadie más que por Luke.
Está bien, me convence con eso. —Bien. Tienes razón.
—Asombroso, ahora conozco tu debilidad. —Me sonríe y le muestro el
dedo medio mientras lo sigo a nuestro asiento, con los brazos aún vinculados,
lo que hace que sea muy difícil y muy molesto para las personas que nos pasan,
lo que resulta entretenido para mí. Cada vez que alguien resopla con
frustración cuando tienen que esperar a que pasemos o apretarse al pasar por
nuestro lado, hace que mi sonrisa se haga más grande.
—Ves. —Greyson menea las cejas hacia mí por encima del hombro—. Es
divertido, ¿verdad?
Me encojo de hombros, pero hay una sonrisa tirando de mis labios. —Tal
vez.
Rueda los ojos, pero luego sonríe mientras sigue por las escaleras. —Te
diré algo. Si te comprometes a intentar pasarlo bien, te hornearé todo un lote de
panqueques para ti sola.
—¿Qué edad crees que tengo? —digo, mientras nos dejamos caer en los
asientos, que se hallan a mitad de camino de las gradas, lo que nos da una
buena vista del campo y las bancas del equipo abajo. Callie y Seth están
sentados al otro lado de Greyson, y yo tengo dos puestos vacantes a mi lado
para el papá de Luke y Trevor.
Me da una mirada acusadora mientras mete la mano en el bolsillo y saca
un par de guantes. —¿Así que dices que no los quieres?
Pienso en lo que dijo, pero no por mucho tiempo. —¿Los harás lucir
como pavos?
Se coloca un guante. —¿Qué?
Cierro la cremallera de mi abrigo. —Por Acción de Gracias.
Se ríe al ponerse el otro guante. —Claro, creo que puedo hacer eso.
—Bien, intentaré divertirme. —Me pongo la capucha sobre la cabeza
para mantener mis orejas calientes.
Sonriendo, nos giramos y miramos hacia el campo, metiendo la barbilla y
la boca debajo de los cuellos de nuestras chaquetas para proteger nuestra piel
del frío. Tenemos una buena vista, pero Seth aun así trajo binoculares y Callie
una cámara. Mientras esperamos a que inicie, Seth y Callie hacen una carrera
por bocadillos y es cuando el padre de Luke y Trevor se unen a nosotros. Se
sientan a un lado de mí y hago las presentaciones.
—Greyson, ellos son Trevor y el señor Price. —Señalo de uno al otro.
—Por favor, dime James —dice el señor Price mientras sacude la mano
de Greyson—. Y tú también, Violet. Nada de señor Price.
Asiento y luego Seth y Callie regresan con las manos llenas de palomitas,
refrescos y barras de dulce, así que tengo que presentarlos también. Seth le da
una sacudida a la mano de James, luego me da una bolsa de M&M, por la que
estoy agradecida, antes de dejarse caer en su asiento y comenzar a reír con
Callie sobre algo.
—Sabes, correré el riesgo de parecer estúpido aquí, pero no entiendo el
fútbol —dice Trevor casi con vergüenza mientras abotona su chaqueta.
—Tampoco yo —respondo, mucho menos avergonzada.
James sonríe con orgullo mientras que toma un sorbo del café que trajo
con él. —Bueno, entonces los dos están de suerte, porque sucede que sé un
montón al respecto.
Trevor le da un codazo. —Tal vez es porque jugaste en la escuela
preparatoria.
James ríe y empieza con este gran discurso sobre las reglas y esas cosas,
hablando animadamente, moviendo las manos, pareciendo disfrutar del tema.
No entiendo el noventa y nueve por ciento de eso, pero sonrío y finjo que
escucho. Sin embargo, deja de hablar cuando el equipo sale y, empieza a
aplaudir y a vitorear con el resto de la multitud, gritando a todo pulmón, por lo
que su aliento forma niebla en el aire, aunque en realidad a todos les pasa. No
siento el entusiasmo, ya que no entiendo cuál es el gran evento, hasta que veo a
Luke entre los jugadores. No es como si me convirtiera en una especie de adicta
al fútbol o algo al momento en que lo veo, pero sí hace que mi corazón haga
este pequeño aleteo dentro de mi pecho que solo ha pasado un par de veces.
Debo estar sonriendo o algo parecido, porque Greyson me da un golpecito en el
costado y me da esa gran sonrisa cursi.
—Ves, no es tan malo, ¿cierto? —dice todavía aplaudiendo mientras
Callie y Seth saltan arriba y abajo, riendo.
—Está bien —digo, pero mis labios se han vuelto traidores y parece que
no puedo dejar de sonreír como una idiota ridícula. Y tan tonto como parece,
por primera vez en mucho tiempo, tomo asiento y momentáneamente disfruto
de la vida sin preocuparme de nada.

***

Termino esperando a Luke después del partido con Callie. No lo iba a


hacer, pero supongo que es una tradición o algo. Después de cada partido,
Callie espera a Kayden, y supongo que ahora que estoy con Luke y vengo aquí,
debo esperarlo, al menos esa es la teoría de Greyson. Cuando no estoy de
acuerdo al principio, me tienta con panqueques, así que me quedo, pero en el
fondo no es realmente acerca de los panqueques.
Trevor y James me dicen que volverán al hotel a calentarse durante un
rato, que la gente de California no fueron hechos para este tipo de clima. Pero
piden que Luke les llame cuando esté listo y saldremos a buscar algo de comer.
—Y ustedes pueden elegir el lugar —dice Trevor en medio de su
parloteo, a continuación, se ríe—. Ya que no estuviste tan animada por el
restaurante que elegimos.
—¿Fue tan obvio? —pregunto, metiendo las manos en los bolsillos de la
chaqueta.
Trevor ríe de nuevo. —Fue una gran señal cuando escupiste el agua. —Se
acerca al borde del toldo bajo el que estamos, dirigiéndose hacia el
aparcamiento.
James no lo sigue de inmediato, en su lugar me jala para otro abrazo
incómodo tal como hizo en el aeropuerto. —Fue bueno para pasar tiempo
contigo —dice mientras le doy una palmadita en la espalda, sintiéndome
nerviosa y tensa. Se aleja, pareciendo feliz, luego ondea la mano y sigue a
Trevor, temblando todo el camino—. Nos vemos en la cena —grita.
Me despido con la mano, y luego me quedo ahí, bajo el toldo, mirando
hacia las estrellas, tratando de averiguar cómo llegué a este punto en mi vida
donde la gente me hace panqueques, me hace reír, me da abrazos bastante
incómodos y me invita a cenar.
No lo entiendo.
Realmente no.
Pero me gusta.
Mi último pensamiento me conmueve, porque la estoy aceptando, esta
vida. Lo que significa que acepto la posibilidad de que puedo perderla. Es
difícil admitir esto a mí misma, que correré el riesgo, algo que no he hecho
desde que mis padres murieron.
—Jugaron un buen partido, ¿verdad? —dice Callie y me sobresalto, casi
me olvidé que estaba ahí conmigo.
Sonrío mientras me giro a mirarla. —Sí, supongo. Aunque, no lo sé. No
soy una aficionada al fútbol. Pero supongo que es bueno porque ganaron.
Ella se apoya en la pared frente a la puerta por donde se supone que
saldrán Luke y Kayden. La capucha de su chaqueta está sobre su cabeza y tiene
una bufanda puesta. —Sí, fue un buen partido. Debes venir al siguiente con
Seth, Greyson y yo.
Me encojo de hombros mientras me reclino contra la pared. —Puede ser.
—Se hace más fácil de entender —dice—. Y más divertido.
Pateo con la punta de la bota el suelo. Nunca he sido buena hablando con
chicas, y Callie y yo no tenemos la mejor de las historias, así que me siento un
poco incómoda. —Parece que sabes mucho sobre eso.
—Mi papá es entrenador de la escuela secundaria —explica—. De hecho,
fue el entrenador de Luke y Kayden cuando se encontraban en la secundaria.
—Eso es genial. Debió ser divertido verlos jugar en ese entonces.
Sonríe pero no alcanza a sus ojos. Eso hace que me pregunte cómo fue
para ella la secundaria; me pregunto si la odiaba al igual que yo. —Pensaba que
tal vez nosotras podríamos hacer algo más de kickboxing. Parecías divertirte el
otro día.
—No me divertí exactamente —digo—. Solo fue un poco terapéutico.
Se da la vuelta para mirarme. —También es así para mí, al menos lo era
cuando empecé. Ahora es más por diversión. Voy por lo menos dos veces a la
semana. Seth también suele venir. Podrías tener ir con él.
No estoy segura sobre esa idea, pero no quiero descartarla. —Pensaré en
ello —digo, sorprendida ya que en realidad hablo en serio. Se sintió bien patear
con fuerza algo, incluso si solo era un saco. Abro la boca para preguntarle cómo
se involucró en eso, cuando Jonah Malforten se acerca a mí e interrumpe
nuestra conversación.
—Violet, mucho tiempo sin verte. —Tiene su sonrisa drogada mientras
empuja mi bota con el pie. Jonah es un tipo con el que solía traficar y verlo aquí
de pie, cerca del estadio mientras hablo con Callie, se siente como si el pasado
se estuviera mezclando con mi presente. Descubro que no me gusta, sobre todo
el recuerdo de mi vida con Preston.
—¿Qué quieres, Jonah? —Cambio a mi actitud de perra, pero esto no es
nada nuevo para él porque cuando me conoció, así es como me comportaba
siempre.
—Creo que sabes lo que quiero. —Me guiña un ojo mientras ajusta la
gorra de lana sobre su cabeza; el hedor a porro lo envuelve y sus ojos
inyectados en sangre se encuentran llenos de esperanza de que voy a traficar
con él.
Le echo un vistazo a Callie, que mira en otra dirección, como si estuviera
profundamente interesada en un cartel del próximo Baile de Invierno. Por lo
que sé, Callie piensa que soy una prostituta, al menos eso es lo pensaba antes,
pero tal vez sabe la verdad ahora.
—Mira, ya no hago esa mierda, de acuerdo. —Mantengo mi voz baja,
pero firme—. Así que lleva tu culo drogado a otra persona.
—Eres mala —dice, haciendo un puchero de una manera que creo que él
piensa que es sexy, pero simplemente es molesto—. Pero siempre has sido mala.
Muy sexy, pero mala. No me extraña que Preston te tenga haciendo su trabajo
sucio.
Mis músculos se aprietan en nudos desgastados que están a punto de
romperse. —Me tenía haciendo su trabajo sucio. En tiempo pasado. Ahora
lárgate de mi vista. —Cuando sigue sonriéndome, le doy un pequeño
empujón—. Hablo en serio, imbécil. Ya no trafico ni tengo ninguna conexión
con Preston.
Se rasca la parte posterior del cuello, pareciendo perdido. —Qué
extraño… lo acabo de ver y me dijo que te buscara, que él no tenía nada, pero
que tú me ayudarías.
Los nudos en mis músculos se tensan tan fuerte que duele, y escaneo de
forma frenética el área que me rodea, buscando su rostro en la disminuida
multitud y los autos restantes que siguen aparcados en el estacionamiento a mi
derecha. —¿Viste a Preston aquí?
Ladea la cabeza, aún confundido. —No… aquí no. En Garyford, por la
calle Elm, esta mañana.
Mi corazón da un vuelco pero le digo que se calme, que aún no se
emocione demasiado. —¿El bar?
Jonah asiente. —Sí, siempre se encuentra ahí tratando de vender. Pero
hoy fue escalofriante. Dijo que tenía que encontrarte si quería algo… creo que
estaba súper borracho o algo así. Dijo que si te encontraba, te dijera que él te
andaba buscando.
¡Imbécil! Maldita sea, ¿qué diablos pretende con esto? Volverme loca. —
Gracias, Jonah. —Le doy unas palmaditas a su brazo, luego lo empujo hacia la
salida—. Ha sido muy divertido hablar contigo, pero es hora de que te vayas.
—¿Qué pasa con las cosas que necesito? —Tropieza con sus pies
mientras lo empujo.
—Preston mintió. No tengo nada. —Recupero el teléfono de mi bolsillo y
marco el número del detective Stephner. Jonah murmura algo mientras se aleja
y Callie me lanza una mirada de preocupación. Pero los ignoro a ambos a
medida que me muevo hacia el exterior de la cubierta con el teléfono contra mi
oído. Tan pronto como el detective Stephner responde, suelto todo lo que acaba
de ocurrir.
—Violet, cálmate —dice—, apenas puedo entenderte.
Inhalo, notando que no respiré nada de oxígeno con mis palabras. —
Acabo de encontrarme con alguien que me dijo que Preston se encuentra en
Garyford por la calle Elm todos los días. Ya sabe, el bar donde a los chicos
universitarios les gusta pasar el rato.
—Muy bien, estoy en eso —dice y puedo oírlo susurrando—. Pero,
Violet, quiero que vayas a casa y esperes noticias de mí, ¿de acuerdo? Quédate
adentro. No quiero que pase nada.
¿Qué demonios piensa que va a suceder que ya no haya ocurrido? —
Bueno, no planeaba ir a ninguna parte, solo a cenar con Luke y su papá.
—No, quédate en casa —dice—. Prométemelo, Violet. Solo ve a casa y
espera allí.
—¿Por qué es necesario?
—Maldita sea, Violet, escucha por una vez, ¿de acuerdo?
—Está bien, papá —digo con sarcasmo, pero luego me doy cuenta que
estoy actuando como una mocosa—. Lo siento, prometo que me quedaré en
casa.
—Bien. —Suelta un suspiro de alivio. Ocurre algo. Actúa más
preocupado de lo normal.
—¿Qué no me cuenta? —pregunto con desconfianza, viendo a un grupo
de personas atentamente mientras pasan. ¿Qué pasa si Jonah mintió y Preston
anda por ahí observándome en este momento?
—Un montón —responde el detective Stephner—. Hay un montón de
cosas que no puedo decirte.
Eso es nuevo para mí y para el momento en que cuelgo, mi mente
compite con un millón de ideas diferentes. Sin embargo, trato de reprimirlo
cuando Luke por fin atraviesa las puertas. Lleva puesto vaqueros y una
sudadera con capucha, y el pelo húmedo, probablemente porque acaba de
ducharse. Por lo menos así huele, el fresco aroma del jabón rodeándome cuando
me acerca para darme un abrazo. Lo hace sin siquiera una vacilación, como si
fuera la cosa más natural en el mundo. También empieza a sentirse de esa
manera para mí.
—Entonces, ¿qué te pareció? —susurra en mi oído, sin soltarme.
—Esos eran unos pantalones muy ajustados —trato de bromear, pero mi
voz suena desentonada.
Se aleja; la preocupación es evidente en todo su rostro. —¿Qué ocurre?
Miro a Callie que le sonríe a Kayden mientras sale por la misma puerta
que Luke. —¿Puedo decirte en la camioneta?
Mira por encima del hombro a Callie que está abrazando a Kayden y
luego asiente. —Está bien, sí, vamos. —Se retira, pero no va demasiado lejos,
deslizando su brazo alrededor de mi espalda—. Chicos, vamos a irnos —le grita
a Kayden—. Nos vemos más tarde.
Kayden se despide con la mano, pero está distraído por Callie, quien
sonríe mientras le dice algo que crea esta gran sonrisa tonta en su cara. Me
pregunto lo que piensa ella acerca de lo que acaba de suceder. Me pregunto por
qué me importa tanto.
Luke y yo caminamos a través del estacionamiento hacia la camioneta en
silencio, los sonidos de nuestros pasos apresurados se añaden a la tensión que
nos rodea. Estacionó en la parte trasera por lo que se demora un rato, pero
finalmente llegamos. Abre la puerta para mí, una vez que me acomodo en el
asiento, la cierra y se mete en el lado del conductor. Su camioneta hace el ruido
de gorgoteo cuando arranca el motor, luego se apaga. Maldice y lo intenta de
nuevo, bombeando el gas esta vez. Una vez que se encuentra encendido y
claramente va a permanecer en funcionamiento, lo mantiene en calor y se gira
para mirarme.
—Está bien, ¿qué demonios puso esa expresión en tu rostro? —pregunta,
acercándose a mí.
Me saco los guantes y desabrocho mi chaqueta mientras todo lo que
ocurrió me atraviesa. Le explico que me encontré con Jonah y lo que me dijo
sobre Preston. También le digo que llamé al detective Stephner y que me dijo
que me quedara en nuestro apartamento esta noche y cómo parecía estar
actuando de manera extraña.
—Seguro que solo quiere asegurarse de que estás a salvo. —Luke alcanza
mi mano cuando termino de contárselo y traza los pliegues de mis dedos—. Es
todo lo que queremos.
No sé a quienes se refiere con el queremos, pero no pregunto. —Sí, tal vez.
Pero hablé con él esta mañana, cuando nos dirigíamos al partido y parecía estar
bien.
—¿Te llamó hoy? —pregunta, girando mi mano hacia arriba y
acariciando el interior de mi muñeca. Dios, eso se siente tan bien—. ¿Para qué?
Mediante todo esto, olvidé la conversación que el detective y yo tuvimos
esta mañana y cómo nunca llegué a una conclusión sobre si Luke aceptaría
ayudar a Mira. Sin embargo, estar aquí con él ahora, trayéndome tanta calma
con su toque, empiezo a preguntarme por qué dudé de él. —Para hablar sobre
el caso… ¿y de ti?
Sus dedos se detienen en la palma de mi mano. —¿De mí?
Asiento. —Dijo que piensa que recibiste una llamada de la persona que
defiende a tu madre en la corte.
De repente, parece que estuviera sufriendo, y su control en mis manos se
tensa. —Sí, el otro día me llamó.
—¿Por qué no me lo dijiste? —pregunto—. ¿Cuándo pasó?
—Porque estaba confundido… y molesto. —Suspira, derrotado, mientras
entrelaza nuestros dedos—. Lo siento, eso no es una excusa. Debí decírtelo
cuando ocurrió.
Aprieto los labios, intentando contener las palabras, sabiendo que no
debo preguntar, pero no puedo evitarlo y las palabras se escapan de mi boca. —
¿Qué dijiste?
Una arruga se forma en sus cejas. —¿Sobre qué?
—Cuando te pidieron declarar —digo—. ¿Qué dijiste?
Parece que lo he herido; su expresión es una mezcla de dolor y
decepción. —Les dije que podían irse a la mierda y que ella se merece estar en
la cárcel. —Suelta mi mano y se aleja, luciendo un poco enojado—. ¿Qué
demonios crees que podría decir, Violet?
Bajo la vista a mis manos porque la expresión de dolor en sus ojos es
demasiado para soportarla. —Lamento habértelo preguntado, pero necesitaba
escucharte decirlo… no sé por qué. Estaba bastante segura de que sabía cu{l fue
tu respuesta.
Sacude la cabeza, soltando un suspiro de frustración mientras que mira
fijamente a la ventana. —Nunca, jamás haría eso. No solo porque estaría mal, se
merece ir a la cárcel, sino porque nunca te lastimaría de esa manera. —Es como
si estuviera luchando por respirar, su pecho sólido sube y baja pesadamente con
cada respiración que toma—. Tienes que empezar a confiar en mí.
—Sí confío en ti. Demasiado —susurro, cerrando los ojos—. Podrías
aplastar mi corazón si quisieras. —El silencio que sigue es enloquecedor.
¿Acabo de decir eso en voz alta?
Uno…
Dos…
Tres…
El tiempo se siente infinito mientras espero lo que viene después. Lo
escucho moverse en el asiento y siento que se acerca más.
—Violet, abre los ojos. —Su aliento limpia mis mejillas.
Rápidamente niego con la cabeza, aplastando mis labios. —No puedo. —
Pero me encuentro abriéndolos de todos modos y está tan cerca, a solo algunos
centímetros de mí.
—Jamás te haría daño —promete, y su mano ahueca gentilmente la parte
trasera de mi cuello, extendiendo sus dedos por mi piel. Su toque envía una
ráfaga de cosquilleos por todo mi cuerpo y me hace temblar mientras me guía
hacia sus labios. Pero ya estoy inclinándome, una corriente invisible me lleva
hacia él, como dos imanes a punto de chocar. Cuando nos estrellamos el uno
con el otro, es peligrosamente intoxicante, robando el aire de mis pulmones,
haciendo que mi corazón golpee en mi pecho. Ya estoy cayendo de nuevo en
ese lugar donde me siento indefensa, pero aun así, segura. Las emociones se
empujan hacia la superficie, esta vez demasiado fuertes para ignorarlas. Me
golpea como un rayo, una corriente eléctrica atravesando mi cuerpo, un calor
abrumador que me hace vivir y me mata al mismo tiempo.
Creo que es entonces que sé lo que estoy sintiendo. Lo que he tratado de
evitar desde hace días, y de lo que estoy totalmente aterrada y alarmantemente
en paz.
Nuestro beso es más lento de lo normal, pero igual o más intenso. Cada
roce sensual de su lengua, un suave mordisco de sus dientes, es como si
estuviera memorizando mis labios. Sus manos exploran mi cuerpo, dejando
ardientes senderos de calor donde quiera que toquen, mi cuerpo está tan cálido
que juro que estoy en llamas. Y gimo, Dios, estoy gimiendo, mientras las cosas
por las que me he sentido tan confundida queman bajo mi piel y se derraman a
través de mis labios en tanto lo devoro con mis besos. Solo quiero seguir
haciendo esto para siempre, nunca moverme de nuevo, pero eventualmente
Luke rompe la conexión, poniendo un poquito de espacio entre nuestros labios.
Me quejo para protestar y pone una sonrisa de satisfacción. —Te
prometo que retomaré esto más tarde. Lo prometo —dice—. Pero creo que
necesitamos llegar a casa.
Asiento, mis labios hinchados son incapaces de formar palabras. Así que
me doy la vuelta y miro hacia adelante en mi asiento, abrochando el cinturón de
seguridad, cuando mi mente regresa al momento en que nos alejamos del
estadio. Pero esta vez pienso en algo completamente diferente, la comprensión
que tuve mientras nos besábamos. No estoy segura de querer aceptarlo, pero
honestamente puede que ya no sea sobre lo que yo quiero. Como dice Greyson:
Cuando ocurre, ocurre de la nada. No hay control, no sirve ignorarlo, ni poner
sonrisas falsas para desestimarlo. Nop, esto se encuentra fuera de mi control,
sin importar lo mucho que me aterre.
Amor.
Amor.
Amor.
Creo que podría estar enamorada de Luke.
Traducido por florbarbero
Corregido por Annie D

Luke
Me encontraba bastante abrumado antes del partido, pensando en que
todo el mundo estaría allí mirándome. Sí, estoy acostumbrado a que las
multitudes me observen jugar pero esto era diferente. Mi padre y Trevor
estaban allí.
Y Violet.
Ella me ponía más nervioso y me llevó una eternidad averiguar por qué.
Porque alguien que amo iba a estar allí. Una vez que superé la conmoción, me
sentía bastante bien con ello. Emocionado, incluso. Jugué impresionante
también, así que hizo que mi estado de ánimo mejorara. Luego sucedió la cosa
con Preston y no estoy tratando de ser demasiado optimista, pero si logran
atraparlo, entonces habría esta gran oportunidad para que Violet y yo
tuviéramos una vida semi-normal, tal vez.
Y realmente, eso es todo lo que quiero en este momento. Solo ella y yo, y
la normalidad que hemos tenido durante las últimas semanas. Nunca la he
tenido antes y ahora que la he probado un poco, la quiero más que a nada.
Una vez que llevo a Violet a casa, llamo a mi padre y le digo que no
podemos ir a la cena. Cuando le explico por qué, él sugiere que pueden traer
pizza y podemos comer en mi casa. Seth y Greyson saldrán esta noche así que
tenemos el lugar para nosotros y estoy de acuerdo con la oferta de mi padre. Me
dice que va a estar allí en una hora más o menos y cuelgo. Agarro dos refrescos
de la nevera, luego me dirijo a Violet.
Se está mordiendo las uñas, un hábito que ha desarrollado en el último
par de semanas cada vez que se pone nerviosa. Tiene la televisión encendida, en
algún infomercial, así que es bastante claro que no le está prestando atención.
—¿Qué te preocupa? —Pongo los refrescos en la mesa de café,
sentándome a su lado en el sofá, y aparto el cabello de su hombro. Lleva una
blusa negra y su cabello recogido, así que puedo ver sus tatuajes asomándose
en su cuello—. ¿Es Preston?
—¿Qué? —Parpadea hacia mí, completamente fuera de sí.
Tomo su mano y la muevo lejos de la boca para que ya no pueda morder
sus uñas. —Va a estar bien.
Su cuerpo se pone rígido. —¿Qué cosa?
—La situación con Preston. —Trazo mi dedo en la línea de su tatuaje de
estrella—. Él no puede ocultarse para siempre.
—Oh. —Su cuerpo se tensa y fija su atención en la televisión—. Eso no es
lo que me preocupa.
—Entonces, ¿qué te preocupa? —Mi mano se mueve desde el cuello
hasta el hombro, luego a su costado. La insto a girar y a mirarme en vez de ver
la televisión, pero se niega, sacudiendo la cabeza.
—Todavía no puedo —dice en voz baja.
—No puedes, ¿qué?
—Hablar contigo por el momento.
Eso lastima un poco. —Bueno... no tenemos que hablar si no quieres.
Asiente demasiado rápido. Hay una pausa donde lucha para respirar y
de repente se vuelve hacia mí, besándome con desesperación. No es la primera
vez que ha hecho esto, me usó antes para distraerse de lo que sea con lo que
lucha internamente, pero es más difícil de aceptarlo después de la otra noche,
cuando nos besamos, bailamos y tuvimos relaciones sexuales solo para
nosotros, nada más. Siento como que estamos dando un paso hacia atrás y no
quiero eso. Quiero seguir adelante, lejos de la persona que solía ser y de la vida
de mierda que solía vivir, llena de alcohol, apuestas y sexo sin sentido.
Estoy luchando entre lo que es correcto e incorrecto, sin dejar de besarla,
cuando de repente se aleja, respirando con dificultad. Abro la boca para pedirle
que por favor, por el amor de Dios me explique lo que está pasando en su
cabeza, pero entonces empieza a llorar.
—No sé lo que me está pasando —dice, parpadeando a través de un velo
de lágrimas mientras mira a todas partes, excepto a mí—. No creo que pueda
hacer esto.
Mi corazón se desploma dentro de mi pecho, mis labios aún cerniéndose
sobre los de ella, con las manos en su cintura. —¿Qué cosa no puedes? —No
quiero la respuesta, no quiero oír lo que sigue a mi pregunta, no quiero
perderla.
—Luchar contra ello. —Las lágrimas siguen fluyendo de sus ojos, pero
creo que dejó de llorar. Inhala varias veces y cuando me mira, sus ojos son más
claros de lo que esperaba. Está asustada, es evidente, pero es como si dejara de
luchar contra el miedo, dándole lugar.
Sus labios se abren y casi detengo lo que está a punto de decir, callándola
con mis labios, pero no lo hago, obligándome a escuchar, necesitando saber lo
que le sucede.
—Creo que estoy enamorada de ti —dice, con su pecho agitado con cada
respiración voraz que toma, sin embargo, su voz es sorprendentemente
uniforme y se las arregla para mantener mi mirada.
Mi voz no obstante es exactamente lo contrario, más aguda como si
tuviera trece años y estuviera en la pubertad de nuevo. —¿Qué?
Respira, y luego suelta lentamente el aire, y el miedo en sus ojos cede,
como si lo venciera. —Creo que estoy enamorada de ti... —Muerde sus labios y
sacude la cabeza—. No... no lo creo. Lo sé.
Proceso gradualmente sus palabras y la magnitud de lo que está
diciendo. Creo que, honestamente, creía que ella nunca podría decirlas, que esto
del amor iba a ser una calle de sentido único. Oírla decirlo... ni siquiera sé cómo
describirlo. Es como si toda mi vida he asociado la palabra con el odio. Cada
vez que mi madre me lo decía, se sentía como si estuviera tratando de quitarme
algo y, me hizo odiarlo y odiarme a mí. Pero escucharlo de los labios de Violet,
ver esa mirada en sus ojos, la que nunca he visto en nadie, es tan diferente. Ella
no está tomando algo de mí en este momento, sino que me lo da.
Me está dando todo.
No puedo controlarme. Choco mis labios contra los suyos, quizás con
demasiada fuerza. Pero no parece importarle, devolviéndome el beso con la
misma intensidad, sus dedos tiran mi cabello mientras me jala más cerca,
consumiéndome con sus labios mientras su cuerpo se levanta para encontrarse
con el mío. Es como si necesitara que me toque con cada parte de ella, pero no
es suficiente. Nada se siente como si pudiera alguna vez ser lo suficientemente
cerca.
Cuando sus piernas se sujetan alrededor de las mías, la agarro
firmemente y la levanto, llevándola conmigo mientras me dirijo a la habitación.
Nuestros labios se mantienen sellados, separándose solo para que ella pueda
tirar de mi camisa cuando llegamos al pasillo. Nos topamos con paredes,
chocamos contra mesas, tumbamos la lámpara en nuestro camino hacia la
habitación, pero nos reímos contra los labios del otro, nunca separándonos.
Cuando llego a la cama, caigo ciegamente en ella, atrapándonos con las manos.
Aprovecho la oportunidad para tirar de su camisa y desabrochar su sujetador.
Entonces me aparto y la miro, cada tramo de piel, cada peca, cada línea de tinta
que tiene. Es tan jodidamente hermosa que no puedo soportarlo. Me siento
como si estuviera a punto de arder. La quiero tanto que me tiembla el cuerpo,
mis venas palpitan de deseo y necesidad.
La necesidad de estar con ella.
Por siempre.
Y para siempre.
Y para siempre.
Y cuando abro mi boca para decirlo, esta vez es diferente, esta vez
significa más que la primera vez que lo dije, porque sé que puedo decirlo y será
bienvenido, no temido.
—Yo también te amo, Violet Hayes —susurro, entonces golpeo mis
labios contra los de ella mostrándole con mi boca hasta qué punto lo digo en
serio.
Dios, es en serio. Más que cualquier otra cosa en mi vida.
Traducido por Annie D
Corregido por Victoria.

Violet
¿Así es como se siente hacer el amor? Ese fue el último pensamiento
coherente que tuve.
No pensaba decirle que lo amaba. Tuve una discusión interna sobre las
muchas razones por las que debería reservármelo, que debería volver a mis
viejas costumbres y resolverlo a mi manera. Que Luke fuera hijo de Mira Price
debería importar, ¿verdad? Pero luego me puse a pensar en cómo no quería
volver a mis viejas costumbres, como odiaba esa vida, aunque no lo admitiera, y
como no es realmente hijo de Mira. Sí, comparte su sangre, pero todo en él es
opuesto a lo que es esa mujer. Es mucho más que eso.
Mucho, mucho más.
Es el chico que me ayudó en clase cuando salté por la ventana y me
lastimé el pie.
Es el chico que molió a golpes a Preston cuando me golpeó.
Es el chico que me protegió.
Quien puso un techo sobre mi cabeza sin condiciones.
El chico que me enseñó que besar no eran solamente labios y lengua, sino
emociones, intensidad y pasión.
El chico que haría cualquier cosa por mí.
El chico que se ha convertido en todo para mí.
El chico que me amó cuando pensé que nadie lo haría.
Es el chico que me hizo entender lo que es el amor para que fuera capaz
de sentirlo, y debería saber cuánto significa para mí.
—Creo que estoy enamorada de ti.
Al decirlo en voz alta, todo cambió. Cambié de tantas maneras que es
casi demasiado para asimilar de una vez. Pero tal vez hace tiempo comencé a
cambiar, y ahora lo estoy aceptando. Sinceramente, en este momento no me
importa qué es. Me encuentro muy enfocada en Luke y en lo que me hace su
boca, senderos de besos arriba y abajo de mi estómago, a través de mis pechos,
por mis piernas. En todos lados.
Es mucho para asimilar. Mi mente está tan en sintonía con todo lo que
hace, mi cuerpo se halla a punto de quemarse con cada roce de sus labios y con
el sabor de su lengua. Al final no puedo soportarlo más. Agarro su cara y llevo
sus labios hasta los míos mientras levanto las caderas, necesitándolo dentro de
mí. Con gusto me da lo que quiero, deslizándose muy dentro de mí. Dejo
escapar un gemido muy fuerte. La sensación de él en mi interior es más intensa
de lo normal, pero en la mejor manera posible.
Nos movemos, besamos y tocamos, y el sudor moldea nuestra piel
mientras nos tomamos nuestro tiempo, sin querer que termine. Puedo sentirme
caer de nuevo y esta vez no lucho, solo me aferro a Luke. Dejo que las
emociones se apoderen de mí, me permito sentirlas todas, les permito
apoderarse de mí sin temer.
Segundos más tarde, Luke se me une y acabamos juntos, penetrando con
mis uñas la carne de sus omóplatos, provocándole un gemido, y entonces
muerde mi labio inferior suavemente.
Momentos más tarde, comenzamos a quedarnos quietos, pero nuestros
labios siguen moviéndose, besando y jadeando entre sí hasta que nos quedamos
sin aliento y nos toca parar para tomar aire. No sale de mí de inmediato, en
cambio, besa mi cuello mientras miro hacia el techo, sintiéndome extrañamente
contenta en el interior. Luché tanto contra mis emociones, y ahora desearía no
haberlo, no cuando puedo sentirme así.
—Odio decirlo —susurra Luke en mi oído, mordisqueando el lóbulo de
mi oreja—, pero tenemos que vestirnos antes de que aparezcan mi papá y
Trevor.
—Siempre podemos fingir que salimos —bromeo, girando la cabeza para
besarlo.
—Sí, pero es su último día aquí —dice, sin aliento por el beso—. Me
sentiría mal por dejarlos.
—Yo también —digo sinceramente, pero le presiono mi cuerpo para
provocarlo, haciéndolo gemir de frustración. Le doy mi sonrisa malvada—.
Pero después de que se vayan, digo que volvamos a donde lo dejamos.
Asiente, y me besa apasionadamente. —Es un trato.
Salimos de la cama y nos vestimos, sonriendo como dos idiotas
enamorados. Y, sin embargo, no me importa seguir sonriendo como una idiota.
Me encuentro feliz. Total y completamente aterrorizada pero absoluta y
positivamente feliz, como no lo he estado en años.
Unos cinco minutos después de estar totalmente vestidos, Trevor y James
aparecen con una pizza. Nos reímos y charlamos hasta bien entrada la noche, y
todo parece perfecto. Entonces mi teléfono empieza a sonar. Es tarde, y sé que
solo podrían ser unas pocas personas: Seth, Greyson o el detective Stephner.
Voy al pasillo y respondo, sin querer que todo el mundo note mi reacción
a lo que sea que tenga que decirme. —¿Aló? —respondo tentativamente.
—Oh, qué bien, estás despierta —dice, sonando aliviado—. Pensé en
llamar mañana, pero quería que lo supieras, así tal vez podrías dormir hasta
más tarde.
Mi corazón salta dentro de mi pecho. —Lo atraparon.
Puedo oír la sonrisa en su voz cuando dice—: Sí, lo atrapamos.
—Y puede dejarlo encerrado, ¿verdad?
—Sí, lo tenemos por un montón de cosas. —No es preciso, pero no suele
serlo con este tipo de cosas.
—¿Dijo algo sobre por qué lo hizo? —pregunto, apoyando la cabeza
contra la pared.
—Sí, así es. —Hay precaución en su tono—. Violet, tengo que ser honesto
contigo. He tenido mis sospechas sobre Danny Huntersonly —se refiere a
Preston por su verdadero nombre—, y sus motivos por lo que te hizo.
—Oh, Dios mío, es el asesino, ¿no? —Mi corazón golpea contra mi pecho
y casi me caigo al suelo.
—No exactamente.
—No exactamente. ¿Cómo puede ser un no-exactamente-asesino? —Sé
que debo hablar en voz alta, porque Luke aparece en la esquina, luciendo
preocupado. Y la preocupación se magnifica cuando ve mi mirada sorprendida
y horrorizada.
—¿Qué pasa? —susurra, pero levanto un dedo, indicándole que
permanezca en silencio, así que solo sostiene mi mano, y me aferro a él con
fuerza.
El detective suspira. —Después de investigar que Danny tal vez podría
encontrarse relacionado con el asesino, tuve una sospecha. Y después de
arrestarlo y preguntarle, mis sospechas fueran ciertas. Danny confesó que es el
hijo de Benny Huntersonly, el hombre que mató a tus padres.
Mi agarre se aprieta en la mano de Luke y mis palmas comienzan a
sudar. —¿Y ahora dónde se encuentra éste Benny Huntersonly?
—Muerto —responde con solemnidad y es como un golpe en el
estómago—. Se quitó la vida no mucho tiempo después de matar a tus padres.
Danny dijo que se drogaba, y que no tomó su medicación cuando irrumpió en
la casa de tus padres junto a Mira Price para robarlos. No me hallo seguro de
cuánto de eso es cierto, pero trabajo en ello.
—¿Y qué hay de mí? —pregunto—. ¿Por qué Preston... quiero decir,
Danny, me hizo toda esa mierda?
—Venganza. Obsesión. Está demente. Honestamente, no lo sé.
No quiero preguntarlo, no quiero pensar en mi madre de esta manera,
pero necesito saber. —El robo... no tenía que ver con que mi mamá se drogara,
¿no?
Hace una pausa. —Todavía no me encuentro seguro. Como dije, aún hay
muchas cosas que no sé, ni puedo compartir contigo, ya que podría arruinar el
caso. Solo quería llamarte porque mereces saber… mereces ser capaz de
relajarte. Sé que no lo has hecho desde hace tiempo.
—Desde hace años —susurro.
Puedo escucharlo cómo remueve papeles, y a un teléfono sonando en el
fondo; probablemente sigue en la estación. —Entonces ahora deberías relajarte
y dormir un poco. Probablemente este último par de meses han sido difíciles.
Empiezo a sonreír y a llorar al mismo tiempo en que las olas de
emociones me abruman. Algunas son de alivio. Otras de dolor. Unas ni siquiera
las reconozco. —De acuerdo, lo haré.
Luke está volviéndose loco; puedo verlo en sus ojos marrones, así que le
aprieto la mano en un gesto tranquilizador. Está bien. Voy a estar bien.
O bien el detective puede oír mis pensamientos, o escucha mis lágrimas,
porque dice—: Violet, todo va a salir bien.
Me toma un momento contestar, procesar todo lo que me acaba de decir.
No estoy segura de cómo me siento por el hecho de que Preston sea el hijo del
hombre que mató a mis padres. Me siento mal del estómago. Indignada.
Decepcionada. Confundida. Existe mucha historia entre Preston y yo, un
montón de cosas que hice, y todo eso me golpea en el pecho a la vez. Casi me
caigo.
Casi, pero no del todo.
Agarro más fuertemente la mano de Luke. No quiero vivir en el pasado,
ni dejar que la culpa me controle, ni dejar que Preston me controle.
Todavía es mucho que asimilar y sé que hay algo que alejaría todo eso
brevemente, pero esa es lo que pasa. Solo sería temporal y si sobrevivo a
cualquier cosa loca y errática que haga, luego todo se mantendría igual, y
todavía tendría que hacerle frente.
—Sé que sí —susurro a través de mis lágrimas y se siente como la
verdad. Por una vez, se siente como que todo va a estar bien. Sí, no todo salió
perfecto. De hecho, si lo analizo, puedo ver toda la fealdad y la oscuridad que
salió de esto. Podría hundirme de nuevo en ese agujero oscuro y dejar que me
carcoma, como hice durante años. Pero recién salí de ese agujero de mierda y no
quiero regresar. Quiero ser fuerte. Quiero permitirme ser feliz.
Y permitirme enamorarme.
Dos cosas que nunca, nunca pensé que serían posibles, pero las saboreé y
fue maravilloso… no estoy lista para dejar que lo maravilloso se vaya. Sé que
nada volverá a ser perfecto; que las cosas no siempre saldrán como quiero. Que
así no es cómo funciona la vida, y que lo perfecto no existe. Pero en su mayor
parte, las cosas saldrán bien si solo las dejó ser. Y daré todo de mí; viviré la
vida, trataré de mejorar en vez de empeorar. Y tengo a Luke a mi lado.
Y realmente, eso es todo lo que necesito.
Un mes después…
Traducido por Vane Farrow
Corregido por Laurita PI

Violet
—¿Estás seguro de que es una buena idea? —le pregunto, mientras
observo el carrusel. Apenas es diciembre pero el invierno ya entró y tornó todo
el parque en un paraíso invernal. Hielo cubre todo y todos los columpios brillan
con escarcha.
Luke asiente mientras quita parte de la nieve del carrusel. —Lana te dijo
que hicieras algo infantilmente divertido así que aquí estás.
Aprieto el abrigo a mi alrededor, deseando haber tenido tiempo para
ducharme antes de venir aquí. Pero Luke me recogió directamente del gimnasio
después de mi sesión de kickboxing con Callie y Seth, algo que hago por lo
menos dos veces a la semana. —Pero hace mucho frío.
Levanta una ceja mientras quita la nieve de mis guantes. —¿Desde
cuándo la nieve te hace retroceder ante un desafío?
La nieve cae desde el cielo a pesar de que el sol se muestra entre las
nubes. —¿Cómo esto se volvió un desafío?
—Porque yo lo estoy volviendo un desafío —me dice con altanería
mientras sube la cremallera de la chaqueta de cuero que lleva puesta y espera a
que me suba en la trampa mortal congelada.
A principios de esta semana, Lana sugirió que haga algo divertido, algo
que me perdí cuando era más joven. A Luke se le ocurrió esta idea cuando no
pude averiguar una por mi cuenta. Dijo que a veces jugaba en el parque,
cuando se escondía de su madre.
—Oh bien. —Me acerco a lo que parece un platillo volador con barras
sobre la parte superior y salto en él. El metal frío traspasa mi ropa y congela mi
piel mientras me siento en el centro y me aferro a las barras—. ¿Ahora qué?
Tiene una sonrisa tonta en la cara y sé que me hallo en problemas. —
Ahora agárrate. —Antes de que pueda decir nada más, empieza a correr,
agarrándose de las barras por lo que provoca que el carrusel gire. Cuanto más
rápido corre, más rápido lo hace girar hasta que todo a mi alrededor es una
confusión de formas y colores. Luego salta sobre él y se une a mí en el centro.
Me río mientras mis ojos luchan para centrarse en algo alrededor de mí,
pero me mareo, así que en su lugar me concentro en la cara de Luke.
—Ves, es divertido, ¿cierto? —pregunta, agarrándose a la barra.
Asiento, sonriendo mientras miro al cielo. —Se siente como si estuviera
en el centro del mundo y todo a mi alrededor se moviera.
Se ríe. —Ahí está esa clase de filosofía apareciendo de nuevo.
—Es una clase divertida —lo admito, atreviéndome a soltar las barras y
girar libremente, sintiendo como si volara. Las manos de Luke agarran mis
piernas como si temiera que la fuerza me fuera a mandar a volar, y solo hace
que mi sonrisa se expanda—. Escogí una especialidad.
—¿De verdad?
Asiento.
Espera a que explique pero luego se impacienta. —¿Vas a decirme qué
es?
Mi sonrisa ocupa toda la cara. —Física.
Su agarre se aprieta en las piernas al tiempo que el carrusel sigue
girando. —¿Hablas en serio?
Aparto la mirada del cielo y hacia él, asintiendo. —Una vez, alguien me
dijo que sería buena en eso.
Sus labios se curvan. —Parece una persona inteligente si me lo
preguntas.
—Sí, un verdadero genio —le digo con una sonrisa—. Sin embargo,
vamos a ver cómo va. Todavía podría cambiarlo.
—No creo que lo hagas —dice mientras el carrusel se vuelve más lento.
—Ya veremos. —Me vuelvo silenciosa mientras el giro se ralentiza hasta
detenerse y de repente parece que estamos anclados, pero ninguno de nosotros
se mueve—. ¿Cómo va tu trabajo?
—Bien. —Luke ha estado trabajando en el gimnasio durante las últimas
semanas y parece feliz por ya no tener que trabajar en el bar—. Es decir, no
quiero hacerlo para siempre, pero me ayudará para la universidad. —Hace una
pausa, y luego se sienta—. Ah, sí, me olvidé de decirte. Recibí un mensaje de
Ryler esta mañana.
Ryler es el primo mudo de Luke que conocí una vez cuando nos
hallábamos en Las Vegas. Su padre es un idiota y me sentí un poco mal por él,
sobre todo porque también creció en hogares de acogida.
—¿Oh, sí? ¿Qué dijo?
—Que pensaba empezar el próximo semestre en la Universidad de
Wyoming y preguntó si no habría problemas si se quedaba con nosotros
durante unos días cuando llegara aquí, hasta que encontrara un lugar para
vivir. Le dije que seguro.
—Bueno, me siento mal por él.
—¿Porque no puede hablar?
Niego con la cabeza. —No, porque no tuvo una verdadera familia al
crecer.
Luke me mira con empatía. —Hablando de familias, ¿cómo te has
sentido con todo el asunto del juicio?
Me acercó a él y el viento empieza a soplar, haciendo que las ráfagas de
nieve nos rodeen. —Me preguntas todo el tiempo.
—Lo sé, pero quiero asegurarme de que estás bien en todo momento —
dice, quitando un copo de nieve de mi mejilla.
Su toque me calienta desde la cabeza a los dedos de los pies y a mi alma.
—Todavía sigo haciéndolo bien, aunque me sentiré mejor cuando
comience el juicio de Preston.
Luke niega con la cabeza, la ira parpadea en sus ojos, lo que ocurre cada
vez que hablamos de Preston. —Todavía no puedo creer que diga que hizo
todas esas cosas porque culpó a tu familia por lo que hizo su padre. A ese chico
en serio se le perdieron algunos tornillos.
—Lo sé, pero al menos se encuentra tras las rejas, ¿verdad? —Aunque
me gustaría que lo condenaran por más, que de alguna manera pudiera ser
culpado por lo que hizo su padre. Sé que desearlo es un poco egoísta, y en
realidad sé que no se lo merece, solo que es difícil a veces a pensar en cómo su
padre ha muerto y nunca pagó de verdad por lo que hizo—. ¿Qué tal tú?
Toma una inspiración lenta. —Estoy bien, pero me siento contento de
haber acabado mi parte.
Luke fue convocado e interrogado la semana pasada. Estaba muy
nervioso por hacerlo, pero lo importante es que lo hizo; conquistó el miedo a su
madre y dejo que el mundo sepa la clase de monstruo que es.
—Gracias por hacerlo. —Presiono mis labios en los suyos y le doy un
beso suave.
—No voy a mentir —dice—. En parte lo hago por mí mismo.
—Todavía me siento feliz de que lo hicieras.
—También yo.
Nos sentamos y disfrutamos de la tranquilidad por un tiempo hasta que
el viento empieza a levantarse, entonces toma mi mano y me pone de pie. —
¿Lista para hacer el resto del desafío de Lana?
Al instante frunzo el ceño. El resto del desafío es mucho más difícil que
jugar en el parque infantil. —No sé si puedo hacerlo —admito.
—Sí, puedes —alienta, tomando mis dos manos entre las suyas,
guiándome fuera del carrusel.
Salto con él y aterrizo en la nieve. —Pero ¿si te equivocas? ¿Y si
conducimos todo el trayecto hasta ahí y me asusto y no podemos hacerlo?
Me ofrece una de mis sonrisas favoritas. —Entonces creo que lograré
pasar algún tiempo contigo.
—Te pasas todo el tiempo conmigo, mucho.
—Ahora lo haré más. —Jala mi brazo y me lleva a través de la nieve
hacia su camioneta y a regañadientes arrastro los pies mientras lo sigo. Cuando
siente el peso de mi caminar, hace una pausa y me mira—. Nena, no tienes que
hacerlo si no quieres. Nunca voy a obligarte a hacer algo que no quieres.
—Lo sé. —Me encuentro de pie en medio de la nieve, sosteniendo su
mano, demasiado aterrada. He tratado con tantas cosas últimamente que no
estoy segura si me siento lista para esto. Pero, de nuevo, si no lo hago ahora,
solo pensaré en que no lo hice y me volverá loca y me decepcionaré a mí
misma—. No, estoy lista —digo, y luego lo jalo hacia la camioneta, eligiendo
hacer esto.
Porque al final, tiene que ser mi elección.
Dos horas, cinco canciones de Eagles, y una cinta mezclada de “Las
canciones que me recuerdan a Violet” después, aparcamos en el cementerio al
que he estado temiendo venir. Ya es bastante malo en mis sueños, pero verlo en
la vida real es...
—Está tan vacío y tranquilo —susurro, al tiempo que presiono mi cara en
la ventana y miro hacia el suelo congelado esparcido de lápidas.
Luke estaciona la camioneta y deja el motor en marcha. —¿Quieres que
te acompañe? —pregunta.
Niego con la cabeza con vacilación. —No, esto es algo que tengo que
hacer sola.
Me toma por lo menos quince minutos salir de la camioneta, pero Luke
espera con paciencia ante mi silencio sin cuestionarme, sin presionarme, una de
las cosas que amo de él. Por último, abro la puerta y salgo a la nieve.
Transcurren otros diez minutos antes de que atraviese la puerta y entre al
cementerio.
Esta es la primera vez que piso un cementerio desde que tenía cinco
años. El aire es frío, los árboles sin hojas, las lápidas, todo, un doloroso
recordatorio de por qué me encuentro aquí, a quién vengo a ver. Lana me dijo
que sería bueno para mí. Que sería saludable por fin enfrentar este peldaño en
mi vida. Que lo he estado haciendo tan bien y tal vez es el momento, no
necesariamente para decir adiós a mis padres, sino para aceptar que se han ido,
que todavía estoy viva y que eso está bien.
Ni siquiera sé cómo encuentro sus lápidas con tanta facilidad. Tal vez sea
mi subconsciente, o tal vez, simplemente suerte, pero vago por unos minutos
antes de ver dos lápidas Hayes, una junto a la otra.
Me siento frente a ellos, en la nieve, a pesar de que hace mucho frío.
Trazo patrones de corazones en la escarcha, evitando decir nada durante mucho
tiempo, pero de repente todo se derrama.
—Solía estar tan perdida. —Recojo la hierba congelada mientras el viento
baila a mi alrededor—. De hecho, he estado perdida desde que ustedes se
tuvieron que ir, hasta hace un mes o algo así.
»Puede sonar extraño —digo—, pero sentía que si me permitía ir hacia
una dirección, tener un propósito, dejar a la gente entrar en mi vida,
preocuparme por ellos, con el tiempo todo me sería arrebatado y me dejarían
sola de nuevo, ahogándome en mi dolor. En el tiempo, las palabras de la gente a
mi alrededor, en los ojos de los demás. —Agarro un puñado de nieve y dejo que
se escape despacio de mis dedos—. Solía ser tan buena enmascarando mis
emociones. Tenía ciertos truquitos, formas de adormecerme hasta el punto en
que todo lo que sentía en el interior era dominado por una emoción mucho más
fuerte que cualquier otra. Miedo. El miedo a la muerte. Sin embargo, me he
esforzado por cambiarlo un poco.
Suelto la hierba de mi mano, me siento y pronuncio palabras que nunca
me he atrevido a decir en voz alta. —La muerte no era tanto una emoción en sí
sino algo que me provocaba pánico. ¿Me sentía aterrorizada de morir? —
Considero la pregunta y admito la verdad—. Pensé que no le temía… Pensaba
que era valiente. Pero resulta que no lo era... resulta que no quiero morir. Me
tomó un tiempo y una gran cantidad de auto-tortura comprenderlo: que lo que
en verdad quería era a lo que le tenía más miedo.
Las lágrimas pican mis ojos al tiempo que las emociones punzan dentro
de mí, pero las dejo venir porque sé que con el tiempo se calmaran y sobreviviré
a ellas. —Las cosas no han sido muy fáciles para mí, sobre todo debido a mi
propia obra. Supongo que eso es lo que he aprendido en los últimos meses...
Lana me dijo que es lo que tenía que hacer aquí —murmuro—. Admitir lo que
he aprendido, cómo he sanado. —Hago una pausa, recogiendo toda la fuerza
que tengo en mi interior. Tengo que mirar por encima del hombro a Luke en su
camioneta y eso me da el impulso adicional que necesito—. Lo que he
aprendido es que no solo me llevaba hacia la muerte. Sino que puse un muro a
mi alrededor para mantenerme lejos de todos, así no tendría que sentir nada
porque nadie puede hacerte daño si no te conoce, ¿no? Ese era mi lema en la
vida. Creo que en parte venía de ser pasada de familia de acogida tras familia
de acogida, pero algo provino de experimentar una pérdida tan grande que no
quería sentir de nuevo.
Empiezo a ahogarme y las letras de la lápida se vuelven borrosas,
comenzando a desaparecer. —Pero estoy mejorando. Sin embargo, no puedo
tomar todo el crédito. Tengo algunos buenos amigos y un novio que me ayudan
todos los días. Incluso voy a un terapeuta. Es una locura, pero por una vez las
cosas en realidad se sienten bien. —Levanto mi muñeca y jalo hacia atrás la
manga, lo que demuestra que tengo el brazalete con Sempre en ella—. He
investigado un poco y descubrí que ustedes fueron a Italia para su luna de miel,
porque papá tiene algo de italiano. No estoy segura de cómo mamá consiguió la
pulsera exactamente, pero me gustaría pensar que se la diste a ella mientras se
encontraban allí. Parece una linda historia. —Bajo la mano a mi regazo y dejo
que las lágrimas se derramen, sabiendo que mi historia siempre será solo una
historia, que nunca lo sabré con seguridad, pero que no hay nada que pueda
hacer por eso más que aceptarlo y aferrarme a lo que tengo, mi vida.
Con lágrimas aún fluyendo de mis ojos, me inclino hacia delante y
presiono mi mano a la lápida de mi madre. —Te echo de menos... Dios, te
extraño... —Las lágrimas inundan mis ojos, abrumándome. Mi reacción inicial
es forzarlas a retroceder, detenerlas, pero es por eso que me encuentro aquí.
Vivir y aprender. Muevo la mano a la de mi padre y empiezo a sollozar—. Me
gustaría que pudieras estar aquí para conocer a todo el mundo... Deseo un
montón de cosas... pero supongo que eso es otra cosa que he aprendido. Los
deseos son solo deseos. El destino es solamente destino. Y, en realidad, tampoco
tiene el control sobre tu vida. Pasan cosas feas, da forma a nuestras vidas, pero
no tiene por qué dar forma a lo que somos. Y en este momento intento ser una
hija de la que ambos puedan sentirse orgullosos. —Tomo otra bocanada de aire
y digo lo último que necesito—: Los amo a ambos. Los amaré por siempre.
Me permito llorar hasta que mis lágrimas se congelan en mis ojos, hasta
que la tristeza en mi corazón se torna alegría, entonces me pongo de pie y
regreso a la camioneta, secándome las lágrimas de mis ojos.
—¿Estás bien? —pregunta Luke mientras salto dentro de la camioneta y
cierro la puerta.
Le doy una última mirada al cementerio y luego me vuelvo hacia él. —
Sabes qué, en realidad sí lo estoy. —No puedo evitarlo. Me inclino y lo beso,
porque al final, es todo lo que necesito. Solo Luke y yo, y la certeza de nuestro
futuro.
Dos años y un mes después…
Traducido por florbarbero
Corregido por Sandry

Violet
—Esta bufanda huele a queso —digo, reprimiendo una sonrisa—. Por
favor, deja que me la quite antes de que el olor se me quede atascado en la
nariz.
—Aún no te la quites —dice, claramente divertido.
He estado haciendo bromas en todo momento durante la última hora
para entretenerme, ya que Luke no quiere decirme a dónde nos lleva. Me está
volviendo loca; durante el día de Navidad, realizando un viaje espontáneo para
el que tengo que estar con los ojos vendados todo el tiempo. ¿Qué demonios? Sí,
eso fue más o menos mi respuesta cuando abrí mi regalo y allí estaba el
pedacito de papel que él había puesto en la caja con la bufanda. No fue un buen
regalo como el año pasado, pero estoy asumiendo que es porque nuestro lema
de “disfrutar las vacaciones” empieza a apagarse.
—Porfa, no seas malo. —Junto las manos y le doy mi mejor actitud de
mendicidad.
Él se ríe. —De ninguna manera.
Maldita sea. Los ojos siempre ganan más. Es por eso que esto no
funciona, porque no puede verme los ojos.
Suspirando, me rindo y me siento en el asiento, soportando la última
media hora de anticipación ansiosa, escuchando una cinta, que sé que tiene la
etiqueta con mi nombre.
Finalmente la camioneta se detiene y lo oigo estacionar. Esperaba que me
dijera que me quite la venda, pero en cambio todo lo que escucho es cómo
cambia las cintas, y entonces se baja de la camioneta.
¿Qué demonios?
Llego para quitarme la venda de los ojos cuando “The River” de
Manchester Orchestra empieza a reproducirse, muy, muy fuerte. Un recuerdo
hace cosquillas en mi mente y me quito la venda. —Oh, Dios mío. —Mi
mandíbula cae al instante a la vista de las montañas y los árboles nevados
delante de mí, resaltados por los faros de su camioneta.
Luke me está esperando en la parte delantera de la camioneta, pateando
con las puntas de sus botas la nieve, con las manos en los bolsillos de su abrigo.
Me toma un momento o dos para conseguir el valor para hacerlo, sabiendo que
una vez que ponga un pie en la puerta, todo está a punto de cambiar. Tengo
que pensar realmente en ello. ¿Quiero el cambio?
Sí. Dios, quiero el cambio.
Con mi corazón y dedos temblorosos, empujo la puerta y salgo,
dejándola abierta para que la música pueda fluir fuera. Luke no me mira hasta
que estoy al otro lado de la camioneta, a punto de llegar a él.
Sus ojos se llenan de ansiedad y está temblando, ya sea por el frío o por
el hecho de que está claramente nervioso. —Ahora, si escuchas en silencio —
dice, ahuecando su oído mientras se inclina hacia los árboles—, puedes oír el
sonido más débil de los animales locos.
Aprieto los labios, tratando de no sonreír ante el hecho de que recuerda
que, hace casi dos años creé este escenario, cuando un hombre le propuso
casamiento a una chica en un restaurante en lo que yo pensaba que era una
forma muy cliché.
Me dirijo a él y mete la mano en el bolsillo para sacar algo. Aguanto la
respiración a la espera pero luego frunzo el ceño confundida cuando me ofrece
la pulsera de plata que perteneció a mi madre.
—Pensé que deberías tenerla cuando esto sucediera, para que tus padres
pudieran estar contigo de alguna manera. —Trato de no llorar mientras pone el
brazalete en mi muñeca, pero una lágrima o dos se escapan de mis ojos. Luego
da un paso atrás y acaricia sus bolsillos antes de dejar escapar un suspiro—.
Vale, sé que colocarse de rodillas es un poco cliché —su sonrisa es todo nervios,
pero es ridículamente adorable—, pero voy a hacerlo de todos modos.
Respiro profundo mientras él desciende en su rodilla derecha en la nieve.
Luego saca una cajita de color negro de la chaqueta y la sostiene. —Violet
Hayes, ¿quieres casarte conmigo?
Abre la caja y si antes no me encontraba preparada para decir que sí,
ahora lo estaría. Porque lo que hay dentro es mi anillo: uno morado rodeado de
joyas de ónix que me dieron una vez como regalo de Navidad, antes de que me
lo quitaran. Por supuesto que no es el mismo anillo. Es un poco más pequeño, y
más brillante. Es un poco más perfecto.
No voy a llorar, me digo. Porque a pesar de que ahora me permito sentir
todo, no quiero ser esa chica que llora como un bebé porque va a casarse.
Pero me convierto en esa chica, con lágrimas saliendo de mis ojos cuando
asiento. Luego, recuperando mi dignidad, digo—: Claro que sí, me casaré
contigo.
Se ríe, pero parece que las lágrimas también manchan sus ojos, como el
gran blandengue que es. Luego se pone de pie, coloca el anillo en mi dedo, y me
besa de la forma que me ha estado besando todos los días durante dos años.
Con pasión.
Con certeza.
Con amor.
Las cosas van bien para Callie y Kayden. Ellos todavía
están lidiando con su pasado y el dolor conectado a él,
pero en su mayor parte han seguido adelante. La
decisión más importante que tienen en este momento es
lo que quieren hacer con sus vidas en el futuro.
Con el tiempo, sin embargo, el pasado se pone al día
con ellos, dejándolos con elecciones difíciles. Pero Callie
y Kayden aprenden que siempre que se tengan el uno al
otro, pueden sobrevivir a casi cualquier cosa. Y al final,
descubren lo que realmente quieren de la vida.
Jessica Sorensen vive con su esposo y tres hijos en las
montañas nevadas de Wyoming, donde pasa la mayor
parte de su tiempo leyendo, escribiendo y estando con su
familia.

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