Está en la página 1de 332

Página | 1

Esta traducción fue hecha sin fines de lucro.


Es una traducción de fans para fans.
Si el libro llega a tu país, apoya al escritor comprándolo.
También puedes apoyar al autor con una reseña, siguiéndolo en las redes
sociales y ayudándolo a promocionar su libro.
¡Disfruta la lectura!

Página | 2
Nota
Ciertas autoras han descubierto que traducimos sus libros porque hay
personas que los subieron a otros lugares como Wattpad, y dichas autoras
pidieron en sus páginas de Facebook y grupos de fans, las direcciones de los
blogs de descarga, grupos y foros para empezar campañas para cerrarlos.
¡No subas nuestras traducciones a Wattpad! Es un gran problema que
enfrentan y contra el que luchan todos los foros de traducciones. Por favor,
tampoco subas CAPTURAS de los PDFs a las redes sociales y etiquetes a las
autoras, no vayas a sus páginas a pedir la traducción de un libro cuando
ninguna editorial lo ha hecho, no vayas a sus grupos y comentes que leíste
sus libros ni subas capturas de las portadas de la traducción, porque estas
tienen el logo del foro.
Si deseas que los foros sigan por mucho más tiempo, no hagas nada de
lo mencionado anteriormente.
Recuerda que, si te gustan las traducciones, puedes ayudar a seguir
sacando más libros uniéndote al staff de traducción, corrección y/o diseño.
Ayúdanos a seguir expandiendo la lectura de libros que de no ser por los foros
no llegarían al mundo de habla hispana. Deja tu granito de arena, todas (os) Página | 3
son bienvenidas (os) en nuestro espacio.
Staff
MODERADORA
Julie

TRADUCTORAS
Julie Gesi Lisseth
Auris Valentine Rose sonia_
Ivana Umiangel Jeyly Carstairs
Miry Pame .R. VeroMG
Alessandra Wilde

CORRECTORAS
Danita
Julie
Página | 4
Pame .R.

DISEÑO
Eimy Justice
Indice
Sinopsis Capítulo 19
Prólogo Capítulo 20
Capítulo 1 Capítulo 21
Capítulo 2 Capítulo 22
Capítulo 3 Capítulo 23
Capítulo 4 Capítulo 24
Capítulo 5 Capítulo 25
Capítulo 6 Capítulo 26
Capítulo 7 Capítulo 27
Capítulo 8 Capítulo 28
Capítulo 9 Capítulo 29
Capítulo 10 Capítulo 30 Página | 5
Capítulo 11 Capítulo 31
Capítulo 12 Capítulo 32
Capítulo 13 Capítulo 33
Capítulo 14 Capítulo 34
Capítulo 15 Capítulo 35
Capítulo 16 Capítulo 36
Capítulo 17 Epílogo
Capítulo 18 Sobre la Autora
Sinopsis
¿Cómo te fuerzas a enamorarte de alguien?
Después de que la amiga de su familia, Chloe Ryan, queda
traumatizada por un exnovio perturbado, Luke Hamilton se siente
“animado” a dar un paso al frente y ser el tipo de pareja que ella necesita.
El problema es que él nunca ha estado enamorado.
Sin embargo, no es de los que se dan por vencidos. Su naturaleza
obstinada y competitiva, mezclada con la lealtad diligente que heredó de
sus padres, hace que le sea imposible decir que no. Y conquistar a Chloe
se convierte en la prioridad número uno.
Pero su luchadora contendiente le presenta el desafío de su vida
cuando ella prefiere discutir con él que aceptar un simple cumplido.
Chloe exige sentimientos sinceros y genuinos de alguien antes de siquiera
pensar en abrir su corazón nuevamente, y dado que Luke se niega a
retroceder en su búsqueda determinada, decide desarrollar algunos
sentimientos.
Pero, eh, sí... Es más fácil decirlo que hacerlo, ya que no tiene idea Página | 6
de cómo comenzar el proceso de enamorarse.
Chloe es una mujer sencilla con deseos sencillos. Todo lo que le
gustaría es dedicarse a su trabajo, encontrar un compañero con quien
compartir su vida y luego formar una familia con él.
Pero aparentemente, eso es demasiado pedir.
Después de que su ex la secuestra y la aterroriza, a Chloe de
repente le dan seis semanas de licencia en su trabajo para recuperarse,
no puede soportar que alguien la toque, y su gran sueño de una vida
sencilla parece más imposible de alcanzar que nunca.
Hasta que Luke se abre camino en la imagen, decidido a ayudarla
a superar su mala racha y prometiéndole todo lo que siempre ha querido.
El problema es que Chloe ha amado a Luke desde que era joven, y
nadie le había roto el corazón como él lo hizo cuando ni siquiera la notó
a cambio. De ninguna manera se va a arriesgar a sufrir por él ahora.
Chloe se vuelve tan decidida a alejarlo como él a quedarse a su lado.
Que comience la batalla de voluntades.
Forbidden Descendants, #4
Prologo
[BIENVENIDOS AL SÓTANO DEL
ACOSADOR PSICÓPATA]
Traducido por Julie
Corregido por Danita

Chloe
Bueno, era oficial.
Mi gusto por los hombres apestaba a culo.
Envié una mirada fulminante a una de las esposas que me
Página | 7
mantenían prisionera; ésta me inmovilizaba la muñeca izquierda contra
el suelo y me obligaba a apartar el brazo de mi costado, y soplé una mata
de pelo ensangrentado que seguía metiéndose en mis ojos. Pero un
movimiento así me provocaba dolor en la mandíbula, porque era allí
donde Dax me había golpeado para dejarme inconsciente y traerme aquí.
Cerré los ojos y resoplé con autocompasión mientras una lágrima
resbalaba por mi mejilla y goteaba en mi oreja.
Al menos, creo que era una lágrima. Podría haber sido sangre. Ese
ojo estaba bastante jodido, así que quién sabía lo que goteaba de él.
Fuera lo que fuera, ahora tenía una oreja mojada encima de todo
lo demás.
¿No era lo máximo?
Sin embargo, era mejor que concentrarme en el hecho de que me
hallaba encadenada, abierta de piernas y completamente desnuda, al
suelo helado del sótano de la casa de mi ex novio acosador psicópata,
mientras escuchaba los pasos que se acercaban y me preguntaba cuándo
volvería por más... purificación... como él la llamaba.
Ni siquiera me había mojado los oídos cuando me lanzó la
manguera, aunque me había entrado bastante por la nariz y la boca, lo
cual, tenía que admitir, era mucho peor.
Ugh, vale. Bueno...
La oreja mojada no era nada comparado con todo lo demás.
Pero todo lo demás era demasiado grande para lidiar con eso ahora.
Más valía que Lucy y la bebé estuvieran bien, o iba a...
Maldición. El pánico volvía solo de pensar en ellas. Un sollozo me
subió por la garganta cruda y seca, quemándome y arañándome todo el
camino. Iba a empezar a hiperventilar en cualquier momento si no
recuperaba la compostura. Y eso no iba a ayudar absolutamente en nada.
Lo único que podía controlar ahora mismo eran mis emociones, y ni
siquiera parecía poder hacerlo.
Vamos, Chloe, me di la charla mental que sabía que necesitaba.
Contrólate. Lo estás haciendo bien. Estás viva, no te torturan en este
momento y al menos no te ha violado...
Las tablas del suelo crujieron.
Dios mío.
Mi cuerpo se estremeció de miedo, sabiendo que todos los puntos
positivos que acababa de enumerar podían venirse abajo en cualquier
momento.
Tragué saliva y contuve la respiración, con los músculos tensos
mientras miraba al techo, rezando para que Dax no volviera.
El último escalón crujió y gemí.
Maldita sea, me había dicho a mí misma que no iba a llorar, pasara
lo que pasara. No iba a derrumbarme. Página | 8
Pero los pasos empezaron a bajar las escaleras más deprisa, como
si estuviera trotando. El pavor inundó mi sistema tan rápido que entré
en angustia. La piel se me erizó de miedo y el corazón me latía con tanta
fuerza que se me nubló la vista.
Gritó algo a través de la puerta: mi nombre, creo, como si me
estuviera buscando, aunque eso no tenía sentido; él era el monstruo que
me había atrapado aquí en primer lugar, pero no podía estar
completamente segura de lo que dijo por el terror que me golpeaba los
oídos y me nublaba el cerebro.
Entonces, el pomo giró y la puerta se abrió.
1
HACE CATORCE AÑOS
Traducido por Auris
Corregido por Danita

Chloe
—Cariño, de verdad no creo que esto vaya a… caber. —Mamá soltó
un gruñido molesto mientras tiraba de la parte de atrás de mi vestido,
casi estrangulando mis pechos mientras intentaba subir el cierre.
Conteniendo el aliento para no inhalar y hacer que mi caja torácica
se expandiera otro milímetro, vi su mueca de disculpa en el espejo frente
a mí en el baño y supe que iba a rendirse. Página | 9
Con un gemido de protesta, gemí: —¡No! No, no, no… por favor.
Pero había terminado.
Cerrando los ojos para no ver el exceso de grasa ya abultándose
bajo mis brazos alrededor de la parte superior del vestido sin tirantes,
escondí el rostro en mis manos, mortificada. —Esto no puede estar
pasando. Me quedaba perfecto el mes pasado cuando lo compramos.
—Lo sé. —Me tocó el hombro y lo apretó con cariño—. Pero debes
haber dado otro estirón desde entonces. Eres una chica floreciendo, Chlo.
¿Floreciendo? Claro. En la cintura tal vez. No había crecido en
altura desde el año pasado.
Aish, esto era demasiado vergonzoso.
—No puedo crecer que subiera tanto de peso en un solo mes.
—Probablemente solo es retención de líquidos por las hormonas —
intentó mamá, acariciándome el cabello esta vez—. Ya tienes tu período,
¿verdad?
Dejando caer las manos, me giré hacia ella. —No lo estás
mejorando.
Pareció impotente por un momento antes de chasquear los dedos.
—Oye, ¿y que hay de ese vestido azul hielo que tienes? Luces super linda
con ese vestido y se estira lo suficiente para encajar en un cuerpo
cambiante.
La mirada horrorizada que le di nació del puro horror. —No puedo
usar algo que usé en la escuela media.
¿Estaba bromeando? Sería el hazmerreír.
Ya era la cuarta chica más gorda de mi clase de noveno grado. No
podía ser la vestida más inmaduramente también. Tenía que haber algo
que me quedara bien. Y moderno, a la moda como este vestido se suponía
que fuera. Iba a ser la chica con estilo.
¿De qué otra manera se suponía que Caine Spinnaker fuera a
notarme?
—¿Estás segura de que no puedes cerrarlo? —pregunté, poniendo
mis ojos suplicantes a su máxima capacidad.
Levantó una ceja, nada impresionada por mi falta de fe en ella. Pero
luego el poder de mis ojos debe haber funcionado, porque sus hombros
colapsaron y soltó un suspiro. —Bueno, ¿Cuánto aprecias respirar?
—¿Esta noche? Nada. Necesito caber en este vestido. Por favor,
mamá.
Su expresión se llenó de duda, pero luego dijo: —Ya, bueno. Date
vuelta y contén en el aire, bebé. Esto va a ser incomodo.
—Al diablo la comodidad. —Con gratitud le mostré la espalda y me Página | 10
agarré al borde del lavabo para sujetarme mientras sentía como si me
estuvieran pasando por el ojo de una aguja.
Mi madre y yo dejamos salir un grito de guerra cuando el cierre
quedó en su lugar, totalmente cerrado. —Listo. —La satisfacción en la
voz de mamá reflejaba el salto en mi pecho.
Se logró.
Exhalé con alivio y levanté la mirada, solo para gritar: —¡¿Qué
demonios?! Parezco una condenada salchicha.
Mamá frunció el ceño. —No lo haces.
—¡Como sea! Mis tetas están a un segundo de salirse de esta cosa.
—Bueno… —Bajó la mirada e hizo una mueca antes de volver a
levantarla—. Vale, sí, parece que trataran de escapar. —Asintiendo de
forma alentadora, preguntó—: ¿Todavía le dices que no al vestido azul?
Ush. Iba a tener que volver a usar mi ropa vieja de la escuela media,
¿no? Pero cuando abrí la boca para rendirme, el timbre de la puerta
principal sonó.
—Oh, no —susurré. Era demasiado tarde para retroceder—. Están
aquí.
Mamá y yo nos miramos boquiabiertas con pavor.
—Oigan… los gemelos están… —Papá apareció en la puerta del
baño, solo para callarse mientras me miraba de pies a cabeza. Su
expresión congelada se deslizó hacia mamá—. ¿Cuándo le crecieron los
senos?
—Este mes, parece —murmuró mamá, su voz tenía una tonada
divertida.
Papá me miró a mí, pero siguió hablando con ella. —Bueno, no van
a crecer más, ¿no? Porque voy a tener que invertir en una escopeta por
todos los pequeños hijos de puta pervertidos en su escuela que se las
comerán con los ojos de forma inapropiada.
Rodé los ojos. Déjenle a papá hacerlo sonar como si me estuviera
poniendo más bonita o algo así. Siempre tuvo la habilidad de hacerme
sentir mejor conmigo misma, incluso si sabía que gané paso en todos
lados, no solo en el pecho.
—¿Hola? ¿Chloe…? —Escuché llamar a Bella desde el pasillo—.
¿Ya estás lista? Es hora de… guau. —Apareció junto a papá en el marco
de la puerta y sus ojos se agrandaron—. Parece que podrías pasar por
alguien de veintiuno.
Papá le lanzó una mirada de incredulidad a Bella y se volvió hacia
mamá.
—Este es solo un vestido de práctica, ¿verdad? Y en realidad va a
usar algo más para el baile, ¿verdad? Por favor, di que sí. Página | 11
—Diablos, no —respondió Bella, estirando la mano para poder
agarrar la mía—. Luce sexy. Vamos, Chlo. Gracen estacionó en doble fila
junto a la acera.
—Yo… eh… bueno.
Miré indefensa a mis padres mientras era llevada del baño hacia el
pasillo.
Mamá tomó la mano de papá y se despidió. —No te preocupes. Te
ves encantadora y grande —me aseguró—. Solo diviértete, ¿de acuerdo?
—Pero no demasiado —advirtió papá.
—No se preocupen. Yo la cuidaré —gritó Bella, a lo que mi padre
resopló.
—Eso es lo que me preocupa.
—¡Oye! —gritó indignada antes de girarse hacia delante de nuevo y
chocar su hombro con el mío mientras íbamos hacia la puerta principal—
. ¿Qué lo tiene en un estado de ánimo tan papá sobreprotector?
—Eh… —Hice una mueca y luego admití—: Mis tetas, creo.
Las mira y hace un sonido en la parte trasera de la garganta antes
de responder: —Bueno, supongo que tiene una razón, entonces.
—Oh, Dios —gemí, poniendo los brazos sobre mi pecho para
cubrirlo—. ¿Se ven tan mal?
—No. Se ven muy bien —respondió ofreciendo apoyo mientras me
obligaba a descruzar los brazos para poder pasar el codo por el mío y
sacarme de la casa, apenas dándome tiempo para pausar y agarrar mi
bolso y chaqueta primero. Jalándome hacia el auto detenido en la
oscuridad de la calle, abrió la puerta trasera y gritó sobre su hombro—.
Diez dólares a que Caine va a tratar de chocarse con tus nuevas y geniales
tetas al menos una vez esta noche.
—Aish —gemí y sentí mi cara ponerse roja como las llamas
mientras subía al asiento trasero—. No lo hará.
Sí, nunca debí haberle dicho sobre mi flechazo por él.
—Sí lo hará —contestó mientras me seguía y cerraba la puerta a
sus espaldas—. Ningún chico podría resistirse a esos melones.
—¿Los melones de quién? —preguntó Gray, mirando por encima
del hombro y hacia el asiento trasero desde donde se hallaba sentado
detrás del volante. Frunciendo el ceño a Bella, murmuró—: ¿Tienen que
sentarse las dos allí atrás? Van a hacer que me sienta como un maldito
chofer.
Gracen era el hermano gemelo de Bella y todos estábamos juntos
en la misma clase. Sin embargo, fuimos criados más como trillizos,
siempre agrupados ya que nuestras madres eran mejores amigas y
primas hermanas.
Excepto que no parecíamos trillizos. Tanto Bella como Gracen Página | 12
tenían físicos perfectos, la estatura perfecta y el cabello oscuro perfecto,
mientras que yo era una rubia pequeña y con curvas que sobresalía como
un pulgar dolorido cuando estaba cerca de ellos.
Pero, de todos modos, los amaba. Eran mi gente.
Bella me dio un abrazo de un solo brazo mientras fruncía el ceño a
su hermano. —No quiero que Chloe se sienta sola aquí atrás.
—Entonces mándala al frente conmigo y tú siéntate atrás —
argumentó Gray.
—Lo que sea —gritó Bella indignada—. No voy a sentarme sola en
la parte de atrás.
—Gah —se quejó él—. Eres un dolor en el trasero. Bien. Hazme
sentarme solo en el frente.
Puso el auto en marcha y salimos calle abajo.
—Entonces, ¿de quién eran las tetas de las que hablamos? —
preguntó—. Por favor, diganme que eran las de Malia Ross.
—¿Por qué diablos hablaríamos de las tetas de Malia Ross? —
respondió Bella, mirando confundida la parte posterior de su cabeza.
Gracen se encogió de hombros. —Bueno, ¿viste la blusa que usó
para ir a la escuela esta semana?
Todos vimos lo que usó y eso hacía que lo que yo llevaba en este
momento pareciera conservador y casi de monja.
—¿Quieres decir, la que hizo que la castigaran por violar el código
de vestimenta? —adivinó la melliza de Gracen—. Solo después de sacar
un microscopio para ver que en realidad usaba una blusa. Parecía una
maldita estrella porno.
—Exactamente. —Asintió Gracen con la voz llena de entusiasmo—
. Beau escuchó que un representante de la industria del porno la contactó
para una película.
—¿Y le crees a Beau? —preguntó su hermana.
—Bueno… —La duda llenó la voz de Gracen—. Tal vez no. Pero
podría ser cierto.
—En definitiva, tiene el cuerpo para estar en una —decidí. A
diferencia de mí, ella solo tenía las tetas grandes.
La perra afortunada.
—Diablos, sí, lo tiene —estuvo muy de acuerdo Gray.
—Oye, te reto a que la invites a bailar esta noche —bromeó Bella.
—¡Como si fuera a pasar! —Resopló su mellizo—. Una diosa de
último año como ella rechazaría a un tonto estudiante de primer año
como yo en un santiamén.
Riendo, Bella bromeó: —Lo dijiste tú, no yo. Página | 13

—Lo dijiste tú, no yo —la remedó este, elevando su tono de voz.


—Guau, qué maduro —replicó Bella—. En verdad me deja perpleja
por qué nunca has tenido novia.
—Seguro porque todas miran a mi hermana y salen corriendo.
Bella resopló y los dos continuaron discutiendo el resto del camino
a la escuela.
Sin embargo, aprecié su constante ir y venir. Me ayudó a no pensar
en todos los nervios que tenía corriendo por mi sistema.
Ni siquiera sé por qué me importaba tanto dar una buena
impresión en este baile. Estuve asistiendo a clases con todas estas
personas durante tres meses y fui a la escuela media con la mayoría de
ellos e incluso a la escuela primaria con una buena parte; tuve mucho
tiempo para que mi encanto se activara si es que iba a hacerlo.
Pero esta noche se sentía... diferente.
El evento era puramente social; no solo acerca de las clases y tareas
escolares. Y quería sentirme aceptada, no como el bicho raro como el que
solía sentirme.
Sin embargo, toda la ansiedad surgió cuando entramos al
estacionamiento de la escuela y vislumbré el gimnasio elevándose por
encima de los otros edificios. Podía escuchar el golpeteo del bajo de la
música en el interior y todas mis inseguridades aumentaron.
Girándome hacia Bella, agarré su mano por apoyo. —¿Estás segura
de que me veo bien?
—Sí, ¿por qué? —Sonaba confundida de porqué podría cuestionar
eso, lo cual ayudó. Si Bella no veía nada mal, entonces estaba bien. Pero
aún me sentía cohibida y expuesta.
Consideré ponerme mi chaqueta, pero era una noche muy cálida y
ni Bella ni Gray tenían una, así que también dejé la mía en el auto.
Sin embargo, una briza cálida golpeó mis hombros desnudos,
recordándome cuanto de mí misma iba mostrando y apreté las manos a
mis lados mientras seguía a los gemelos, resignada y cada vez más y más
reacia.
—Allí se encuentra Beau. —Escuché decir a Gray mientras nos
llevaba a una nueva dirección.
Levantando la mirada, vi a nuestro compañero de noveno grado
llevando una chaqueta de cuero negra apoyado al lado del gimnasio solo,
con las manos metidas en los bolsillos.
—Oye, Gamble —gritó Gracen y Beau alzó la vista, enderezándose
y alejándose de los ladrillos para encontrarse con nosotros.
Lo he conocido por tanto tiempo como a los gemelos. Sus padres
Página | 14
eran amigos cercanos de los padres de los gemelos y los míos, así que
hemos sido criados como si pudiera ser otro primo, aunque no lo fuera.
En realidad, éramos cinco los que pertenecíamos al grupo de nuestros
padres que empezamos la secundaría juntos este año.
Beau nos lanzó una rápida mirada desdeñosa a los mellizos y a mí
y frunció el ceño. —¿No vino Bentley con ustedes, chicos?
—Su papá va a traerla —respondió Bella.
—Pero sí va a venir, ¿verdad? —insistió, luciendo esperanzado.
Un nudo de celos se hundió en mi estómago. Pero Beau se hallaba
enamorado de la última persona de nuestro grupo. Siempre miraba a
Bentley, la buscaba, preguntaba por ella o la molestaba sin piedad cada
vez que se encontraba alrededor, y eso me hizo preguntarme si alguna
vez yo le gustaría a alguien de la forma en la que él obviamente la
adoraba.
Como que no lo creía.
—Supongo que seguiremos esperando para entrar, entonces —
gruñó Beau, apoyándose contra el edificio, su mirada vagaba hacia el
estacionamiento en busca de la estrella de todas sus fantasías.
Suspiré y también me recosté contra el edificio, encontrando un
pequeño rincón protector entre Bella y Gray mientras Bella interrogaba a
Beau sobre donde oyó el rumor de que Malia Ross haría porno.
Mientras tanto, otras personas pasaban junto a nosotros, entrando
al gimnasio para ir al baile.
Cuando divisé a Caine en medio de un grupo de chicos pasando
por nuestro lado, me estremecí de nerviosismo y me acurruqué más cerca
de Gray.
Caine tampoco trajo una cita. Me preguntaba si era del tipo que le
pedía bailar a las chicas. Esperaba que sí. Quería mecerme en sus brazos
antes de que terminara la noche.
—¿Frío? —preguntó Gray, bajando la mirada hacia mí cuando me
froté los lados de los brazos con las manos.
—¿Qué? —Levanté la mirada hacia él, alejando el sueño de Caine
de mis ojos.
—¿Quieres que vaya al auto por tu chaqueta? —Se ofreció.
—Oh, eh, no, gracias. Estoy bien.
Regresé la mirada a la entrada del gimnasio, pero Caine y sus
amigos ya habían entrado. Un suspiro melancólico salió de mis
pulmones. Era tan guapo. Daría todo porque me notara.
Si solo pudiera…
Un auto con un motor ruidoso se detuvo en el estacionamiento,
apartando mi atención de las ahora puertas vacías.
Al darme la vuelta vi un Chevy oscuro derrapar en el asfalto antes Página | 15
de acelerar hacia un lugar en primera fila que ni siquiera era un lugar
destinado para estacionar, allí se detuvo con un chirrido.
Mientras el motor paraba de retumbar y las luces se apagaban,
rodé los ojos.
Que maldito presumido.
—Y… allí está Luke —anunció Bella con voz seca, para nada
impresionada.
2
Traducido por Lauu LR
Corregido por Danita

Chloe
La puerta del conductor del Chevy se abrió y salió un alto chico de
cabello oscuro.
Solo otro chico del grupo de amigos de nuestros padres venía a la
secundaria con Beau, Bella, Bentley y yo.
Y ese era Luke Hamilton.
Era de doceavo grado, así que apenas lo veíamos en los pasillos. No
es que fuera de mucho apoyo o consejos cuando nos veía. Por lo general
nos molestaba más que todos los otros. Página | 16

Supongo que no era popular ser amigo de los novatos cuando eres
un mayor, en especial si eran como familia para ti.
—Amigo ¿trajo una cita? —preguntó Beau de repente, poniendo
atención cuando Luke rodeó el capo del auto y abrió la puerta del
pasajero.
—Mierda, lo hizo —murmuró Gracen con asombro—. Ni siquiera
sabía que tenía novia.
—No creo que tenga —intervino Bella.
—¿Entonces quién…? —Gray jadeó cuando Luke se agachó y
ayudó a una chica a salir. Parpadeó una vez, entonces se inclinó
estrechando los ojos—. ¿Es esa…?
—Malia Ross —terminó Beau por el cuándo Gray pareció no poder
hablar más—. Hijo de perra. —Dejó salir una risa divertida—. ¿Cómo
demonios lo logró?
—Es Luke —respondió Bella antes de golpear a su hermano en el
estómago—. Oye, ¿crees que va a tener sexo con ella esta noche?
Beau resopló y respondió por él: —Uh, demonios sí, lo hará.
—Maldita sea… —fue todo lo que pudo murmurar Gracen. No podía
decir si estaba celoso o impresionado. Tal vez un poco de ambos.
Los cuatro observamos con asombro mientras Luke caminaba de
la mano con la estrella porno de la secundaria (eh, posible estrella porno)
hacia la entrada del gimnasio.
No pensé que fuera a notarnos para nada, pero justo antes de
entrar, nos miró y frunció el ceño confundido antes de detenerse de golpe.
—¿Qué hacen pasando el rato aquí, perdedores? El baile es
adentro.
—Esperamos a Bentley —respondí cuando los otros tres no
parecieron capaces de hablar en presencia de Malia.
—¿Bentley? —hizo eco Luke como si no tuviera idea de quién era.
Luego dijo—: ¿Por qué no la trajo Gamble? Vive, como, a cinco cuadras
de su casa.
Además, Beau tenía su propio auto, mientras que Bentley no.
—Yo… yo no… —Pareciendo acorralado, Beau nos miró al resto de
nosotros—. Pensé que iba a venir con ustedes.
Cuando Gracen parpadeó hacia él como si fuera una suposición
ridícula, Luke se burló. —Dios. Que grupo de tontos. —Después lanzó su
brazo sobre los hombros de Malia y desapareció dentro con ella—. Nos
vemos, raros.
—¿Se suponía que yo la trajera? —preguntó Beau, preocupado.
—Quiero decir, al menos pudiste preguntarle —le dijo Bella, y se Página | 17
preocupó todavía más.
—Pero…
—Ahí —dije, apuntando cuando vi una camioneta familiar cerca de
la entrada—. Ya no importa, ella está aquí.
—Oh, gracias a Dios —dijo Beau en voz baja y enseguida avanzó
hacia ella.
El resto naturalmente lo siguió, Gracen codeándome en el camino.
—¿Notaste a Malia viéndome? Me miró ¿no? ¿Crees que sepa quién
soy?
—Bueno, ahora lo sabe —respondió Bella, inclinándose frente a mí
para burlarse de su gemelo—. Eres uno de los tontos perdedores de
noveno a los que Luke se digna a hablar.
—Mocosa —respondió Gracen, frunciéndole el ceño antes de
acercarse a susurrarme—: Ella me miró.
Asentí de forma conspiradora para hacerlo sentir mejor.
Mientras tanto, Beau avanzaba en línea recta hacia Bentley, que
bajaba del auto.
—Sí, tengo suficiente dinero para entrar. Gracias. También te amo,
papá, Adiós. —Cerró la puerta y su transporte se alejó, dejándola sola
con nosotros.
—Ya era hora de que llegaras —se quejó Beau, deteniéndose.
Bentley giró, su largo cabello rojo brillando a la luz de la farola
mientras nos enfrentaba.
—Lo siento —dijo, sonando sin aliento y compungida—. No podía
encontrar mis zapatos. Estaban escondidos bajo un par de tenis de mi
hermano.
—No te preocupes. Viniste justo a tiempo —le dije, acercándome
para entrelazar mi brazo con el de ella y girarnos hacia el sonido de la
música filtrándose en la noche cuando una pareja frente a nosotros abrió
las puertas delanteras y entró al gimnasio—. ¿Entramos?
—¡Sí, entremos! —anunció Bella, apareciendo a mi otro lado y
uniéndose a la cuerda de brazos.
Las tres avanzamos y Gracen apareció al lado de Bella mientras
Beau se apuraba para caminar al lado de Bentley.
—¿Qué es esto? —preguntó Beau, sonando confundido, mientras
se estiraba hacia el cabello de Bentley y movía el ala de una mariposa
plateada descansando ahí.
—Es un pasador —respondió, molesta, antes de alejar su mano de
un manotazo—. No lo toques, vas a torcerlo.
—¿Desde cuándo empezaste a usar mariposas? —respondió él.
—No lo sé. —Le frunció el ceño mientras Gracen abría la puerta y Página | 18
la sostenía para que entráramos—. Desde ahora, pensé que me haría
lucir linda. ¿Está bien?
Comenzaba a sonar a la defensiva, y Beau empezó a parecer
sospechoso. Una arruga se formó entre sus cejas. —¿Para quién estás
tratando de verte linda?
—¡No lo sé! —gritó ella, levantando las manos con frustración—. Es
un baile, las personas se arreglan para los bailes. Mira a Chloe. Luce lista
para la maldita graduación.
—Oh, por Dios. —Me giré hacia Bella—. ¿Me arreglé de más?
—No, cariño —respondió, acariciando mis brazos con sus manos
antes de enviarles a Beau y Bentley una mirada de advertencia. Luego
me devolvió su atención—. Te ves perfecta. Deja de preocuparte.
Pero mi estómago ya daba vueltas, y mis nervios se hallaban
demasiado alterados. —Estoy muy arreglada.
—No. Estás bien, lo juro —insistió Bentley, entrelazando su brazo
con el mío de nuevo—. Luces genial. Ahora hagamos esto.
Mientras los cinco nos deteníamos en la fila que se había formado
para comprar los boletos de entrada, comencé a retorcerme las manos.
—Tal vez debería volver al auto por mi chaqueta.
—No. Escucha. —Suspirando, Bella me forzó a mirarla—. Repite
después de mí —instruyó—: Soy una bestia sexy y confiada. Cualquier
chico sería afortunado de bailar conmigo esta noche.
Gruñí. —Sí, no voy a decir eso. Quiero decir, mírame. —Extendí los
brazos y me miré—. ¿Quién querría bailar con todo esto?
—Beau y Gray, para empezar —dijo Bentley—. ¿Verdad, chicos?
Ambos lucieron convenientemente regañados, pero debieron haber
sabido que no podían decir que no.
Cuando cada uno dio su asentimiento obligatorio, negué con la
cabeza.
—No cuentan. Son como de la familia.
—Eso es todo —anunció Bella—. Te apuesto diez dólares a que
Caine Spinnaker te pide bailar antes del final de la noche.
Me burlé y musité: —Sí, solo después de que le pagues veinte.
Los ojos de Bentley se ampliaron mientras miraba entre Bella y yo.
—Caine Spinnaker ¿eh? —Se acercó para preguntarme—: ¿Él es quién te
gusta, Chloe? Lindo.
—¿Crees que Spinnaker es lindo? —demandó incrédulo Beau antes
de arrugar la nariz con asco—. ¿En serio?
—¿Qué? Se vería bien con Chloe —discutió ella.
Página | 19
—Chicos… —Gracen codeó a Bella—. Nos toca.
Los cinco levantamos la cabeza para ver que habíamos llegado al
frente de la línea, y era tiempo de nuestro primer baile de secundaria.
Quedándonos en silencio, cada uno pagó su boleto y entonces
entramos al oscuro interior, iluminado solo por luces estroboscópicas que
rodeaban la habitación desde la estación del DJ.
Desde ahí, los cinco nos acercamos más. Incluso Gray y Bella, los
más sociales de nuestro grupo, parecían intimidados.
—Es ruidoso —comentó Gray, levantando la voz por encima de la
música.
—Y oscuro —agregó Bentley.
—¿Deberíamos bailar? —preguntó Beau.
—La canción va a la mitad —respondió Bella—. Sería raro unirse
ahora. Vamos a esperar a la siguiente.
Asentí, de acuerdo con ella porque me sentía tan incómoda y rara.
Pero mientras la canción actual terminaba, y una canción lenta
comenzaba, los cinco nos hicimos gestos, sin sentir aún la vibra musical.
Hasta que Matt Sloan se acercó y le pidió bailar a Bella. Ella se
iluminó y asintió antes de saludarnos y seguirlo a la pista de baile. Los
cuatro que quedamos atrás, cerramos el espacio que dejó con su partida
y nos juntamos más.
—Es buena bailarina —comentó Bentley después de un rato de ver
a Bella y Matt juntos.
—Bueno, tomó clases de baile con Chloe como por, cinco años —le
recordó Gracen—. Así que mejor que lo sea.
—¿Por qué tú nunca tomaste clases con ella? —preguntó Beau,
codeando a Bentley.
—¿Yo? —Lo miró, con los ojos amplios—. Oh, yo no bailo.
Él pareció un poco decepcionado. —¿Nunca?
Gray se burló. —Entonces, ¿por qué viniste esta noche?
Bentley parecía acorralada, y pude ver a Caine al otro lado de la
habitación con sus amigos.
Queriendo salvarla de más preguntas incómodas, pero también de
estar más cerca de él (porque si estaba en su perímetro sería más fácil
que me sacara a bailar) me metí en la conversación, diciendo: —Vamos
allá.
—Uh… de acuerdo. —Gracen se encogió de hombros y avanzó en
esa dirección, sin cuestionar mi sugerencia. El resto lo seguimos como
patitos que no podían separarse de su manada.
Nos acercamos a otra parte de la pista de baile, casi detrás de Caine Página | 20
y su grupo. Cuando Gracen me miró, sus cejas se levantaron de forma
interrogante, asentí mi aprobación y se detuvo ahí.
Bentley se inclinó hacia mí y susurró: —Oh, por Dios, está justo…
ahí.
—Lo sé. Shh —le siseé por la comisura de la boca, manoteando
para mantenerla en silencio.
Apretó mi brazo y me sonrió en apoyo.
Y los cuatro sin querer comenzamos a escuchar la conversación de
ese grupo mientras seguíamos mirando a Bella bailar con Matt.
—¿Viste con quién vino Hamilton esta noche? —dijo uno de los
chicos—. Bastardo suertudo. Sabes que va a conseguir algo esta noche.
Bentley y yo nos miramos y pusimos los ojos en blanco al mismo
tiempo mientras alguien más se burlaba. —Olvida eso, ¿viste a Chloe
Ryan? Su vestido es tan ajustado que parece que alguien tuvo que untarle
mantequilla primero para entrar ahí.
Mientras mis oídos comenzaban a silbar por la vergüenza, Bentley
tomó mi mano y la apretó fuerte. Pero no devolví el apretón. Mi rostro se
sentía caliente y trataba de no derretirme en el lugar.
Entonces, pasó. Caine Spinnaker se burló antes de agregar: —La
mantequilla tiene sentido, ya que parece que está relacionada con Poppy
Fresco.
Mientras todos sus amigos se reían, mi corazón se rompió.
Una cosa era escuchar a las personas burlándose de ti, era otra
totalmente diferente escuchar a tu crush más grande liderar las burlas.
—Hijo de perra —susurró Gray, viéndome con preocupación, justo
cuando Beau se acercó al grupo de chicos.
—¿Qué dijiste, idiota? —demandó.
Mi banda de bravucones levantó la mirada con sorpresa.
—¿Eh? —Caine sonaba confundido, quizás porque todavía no me
había visto parada justo detrás de ellos, aunque uno pensaría que lo de
Poppy Fresco sería difícil de perder.
—No hables así de Chloe —demandó Beau—. Nunca.
Frunciendo el ceño, Caine levantó las manos y retrocedió un paso,
mientras respondía: —Oye, ¿por qué no te metes en tus propios asuntos
y te apartas?
—Seguro —respondió Beau, dando otro paso hacia su cara—. Tan
pronto como te disculpes con Chloe. —Luego empujó a Caine por el
pecho—. Ahora mismo.
—¡Beau! —Bentley jadeó en advertencia, pero estaba demasiado
ocupado siendo rodeado por todos los amigos de Caine.
Mientras lo rodeaban, Gracen se acercó a apoyar a su amigo.
Página | 21
La pelea verbal continuó hasta que su bravuconería terminó con
Beau golpeando a Caine en la cara, lo que comenzó una pelea en toda
regla.
A mi lado, Bentley se puso las manos en la boca de la impresión,
mientras Bella aparecía de repente a mi lado antes de lanzarse hacia
adelante para empujar a uno de los dos chicos que golpeaba a su
hermano.
Sacudí la cabeza, incapaz de creer que esto estuviera pasando.
Defendían mi honor. A Beau lo estaban golpeado en la cara en este
momento. Gracen se llevó un puñetazo en el estómago. Y Bella saltó a la
espalda de Jeremiah Tanner y jaló su cabello.
Por mí.
Sabía que debería sentirme halagada y conmovida por el amor y el
apoyo. Pero solo me sentía tan avergonzada y horrible.
Así que me di la vuelta y escapé.
Lo peor acerca de entrar en pánico y correr a ciegas, sin embargo,
era que no podías ver a dónde ibas. Creo que golpeé al menos a media
docena de personas en mi desesperación por escapar del gimnasio,
tirando a casi todos.
Coros de: ¡Oye!, y: ¡Mira por dónde vas!, y: Gorda, me siguieron a
la puerta.
—¿Qué de…? —dijo una voz familiar antes de que lo siguiera un
confundido—: ¿Chloe? —pero no me detuve el tiempo suficiente para
saber quién era.
Tan pronto como llegué al pasillo, corrí tan rápido como podía una
persona en tacones altos y una falda apretada. Pero cuando llegué al
baño más cercano con lágrimas ya cayendo de mis ojos, un trío de chicas
iba saliendo, bloqueando mi camino, y pude escuchar más voces adentro.
Nada haría mi humillación más completa que el tener testigos del
ataque que me encontraba a punto de experimentar, así que me alejé y
entré a un pasillo diferente hasta que encontré un baño que sabía que
nadie estaría usando.
Adentro se encontraba afortunadamente silencioso y oscuro.
Exhalando con alivio, entré y los sensores de movimiento
encendieron las luces, revelando lo que parecía una habitación llena de
espejos.
Me detuve y vi mi cara cubierta de lágrimas con máscara de
pestañas embarrada por todos lados, después bajé la mirada al cuerpo
que había causado todos estos problemas.
—¿En qué pensaba? —demandé, preguntándome por qué había
pensado que poner esto en exhibición me haría más bonita.
Dios, era tan idiota. Tropezando hacia un banco cubierto de vinilo
que había contra la pared, me dejé caer y enterré la cara en mis manos Página | 22
antes de abrir la llave.
Las lágrimas llegaron calientes y pesadas, y ni siquiera traté de
detenerlas.
No tenía idea de cuánto tiempo lloré, pero me picaban los ojos y mi
nariz se sentía adolorida por las veces que la había sonado cuando la
puerta se abrió y una acusadora, pero aliviada voz dijo: —Aquí estás.
Levanté la mirada y parpadeé confundida cuando encontré a Luke,
de todas las personas, entrando al baño de chicas y dejando que la puerta
se cerrara detrás de él.
3
Traducido por Julie
Corregido por Danita

Chloe
—¿Qu-qué haces tú aquí? —le pregunté, frunciendo el ceño y
sacudiendo la cabeza confundida mientras trataba de encontrarle sentido
a lo que veía. Porque Luke en un baño de chicas estaba fuera de lugar.
—¿Qué? —Levantó las manos como si mi pregunta fuera la parte
más loca de todo esto—. Tenía que mear. —Luego puso los ojos en blanco
y bajó los brazos al caminar hacia mí, para nada intimidado por lo que le
rodeaba—. Te estoy buscando; ¿qué te parece?
—Pero... —Sacudí la cabeza—. No puedes entrar así como así en Página | 23
un baño de chicas.
—¿En serio? —replicó con las cejas levantadas—. Porque parece
que acabo de hacerlo.
Suspiré y puse los ojos en blanco. Luke podía ser tan irritante. Lo
juro, tenía que discutir con casi todo lo que una persona decía.
—Pero, ¿por qué viniste? —presioné.
Bella o Bentley, habría esperado. Tal vez incluso Gracen, y menos
probable, Beau. ¿Pero Luke? Nunca. No era de los que se preocupan por
los sentimientos de una persona como para buscarla y ver cómo está.
Al menos, no creía que lo fuera.
—Porque aparentemente —respondió, sonando molesto por tener
que estar aquí mientras se detenía frente a mí y ponía las manos en las
caderas con severidad—. Soy el único que queda que puede. Todos los
demás miembros de tu pequeña banda de inadaptados se pelearon en
medio de la puta pista de baile, imagínate, así que tuve que intervenir y
salvar el maldito día. Solo para descubrir que todo empezó por tu culpa,
excepto que tú no estabas por ninguna parte. Así que se volvieron locos,
preocupadísimos por ti, aunque en realidad ninguno de ellos puede
buscarte, ya que tienen prohibida la entrada al baile y ahora mismo están
merodeando preocupados por el aparcamiento. Lo que me dejó a mí la
decisión de dejar a mi cita y venir a buscarte.
Resoplé y me sequé el resto de los ojos. —Bueno, siento mucho ser
una problemática que te hizo dejar a tu cita en el baile. Ya puedes volver
y decirles a todos que estoy bien; saldré en un minuto.
—Sí, a la mierda. —Su ceño malhumorado se transformó en una
sonrisa mientras se dejaba caer a mi lado para poder apoyar la espalda
contra la pared. Luego suspiró aliviado—. Voy a esconderme aquí contigo
un momento. Llevo toda la maldita noche rezando por una buena razón
para deshacerme de Malia. —Moviendo la cabeza a lo largo de la pared
para mirarme, susurró—: Huele a olor corporal, y es tan rancio... que no
puedo respirar cerca de ella. No miento.
Solté una carcajada, tratando de imaginarme cómo habría sido la
expresión de Gracen si, después de todo, le hubiera tocado bailar con
Malia, solo para olerla y arrugar la nariz con asco.
Luke se inclinó hacia mí, olfateando ruidosamente. —Al menos tú
no apestas —añadió, solo para detenerse cuando empezó a alejarse de
nuevo. Frunció el ceño y volvió a inclinarse hacia mí—. De hecho, hueles
muy bien. Maldita sea, ¿qué demonios es eso?
—Flor de cerezo japonés —le contesté, levantando la muñeca para
que oliera más, aunque ya podía olerme perfectamente—. Tu hermano
me lo compró. —Cuando Luke hizo una pausa para cogerme del brazo y
llevárselo a la nariz para poder lanzarme una mirada curiosa, añadí—:
Le salió mi nombre para el intercambio navideño del año pasado.
—Ah. —Asintió ante la explicación, luego cerró los ojos mientras Página | 24
inhalaba, manteniendo mi muñeca en su lugar bajo su nariz—. Sí. Dios
bendiga a Big J. Siempre ha tenido olfato para las cosas finas.
—Es mi perfume favorito —dije, observando cómo sus largas y
oscuras pestañas se posaban en la parte superior de sus mejillas y sus
anchos hombros se elevaban al inhalar un poco más.
—Ya veo por qué —murmuró, con la voz un poco más grave. Luego
abrió los ojos y un azul penetrante me cautivó por completo—. Y por eso
voy a sentarme aquí un rato y llenarme la nariz con este cielo antes de
tener que volver ahí fuera con la reina apestosa.
Sonreí, a pesar de que no decía cosas muy agradables sobre la
pobre Malia. Al menos era todo en mi beneficio, así que un orgullo muy
vanidoso y presumido me llenó como un bálsamo calmante para mi ego
magullado.
—Adelante —le dije, y mi mirada se desvió hacia su pelo oscuro
cuando volvió a inclinar la cara sobre mi brazo, haciendo un ridículo
simulacro de olisquearme.
—Gracias —dijo, levantando la vista para sonreír.
Tenía una sonrisa tan abierta y magnética, tan picarona y traviesa
como si estuviera compartiendo conmigo un sucio secreto. Pero cuando
me miró a la cara, sus labios se curvaron y sus cejas se fruncieron en
señal de preocupación.
—¿Y qué pasa con ese festival de sollozos que tienes montado? —
dijo, levantando la barbilla en mi dirección.
Me desinflé al recordarlo de nuevo.
Por un momento, con Luke oliendo mi brazo y mirándome con esa
sonrisa y esos ojos, había olvidado por qué estaba sentada aquí a solas
con él.
Y entonces tuve que preguntarme si alguna vez habíamos estado a
solas.
Conocía a este chico de toda la vida, y creo que nunca compartimos
una conversación a solas, en la que no hubiera nadie más para
entrometerse o participar.
Era... extraño.
Casi como si estuviera sentada junto a un extraño.
Un extraño muy guapo y fascinante.
Múltiples escalofríos recorrieron mi piel, por la nuca, entre los
dedos de los pies, alrededor del pecho y por el interior de los muslos.
Lo estudié un poco más, preguntándome si siempre había tenido
esa mota de oro en el iris de sus ojos. Era cautivador a más no poder.
Luke entrecerró los ojos. —¿Chlo? —me preguntó, recordándome
que estábamos en medio de una conversación y que era mi turno de
hablar. Página | 25

—¿Qué? Lo siento. —Parpadeé y desvié la mirada, abrazándome a


mí misma—. Claro, oímos a Caine Spinnaker y a sus amigos burlándose
de mí, llamándome el Pillsbury Doughboy al que había que rebozar en
mantequilla y cosas así.
Luke se quedó boquiabierto y me miró sin comprender durante un
momento, como si no pudiera decidir si me creía o no. —Joder, ¿lo dices
en serio? —preguntó con voz dura.
Puse los ojos en blanco y suspiré. —¿Por qué iba a mentir sobre
eso?
Soltó un suspiro áspero y luego sacudió lentamente la cabeza.
—Gracias a Dios que Gamble y los Lowe ya le han machacado por
mí, porque habría dejado en coma a ese idiota. Cielos... —Apretó los
dientes y gruñó—: Nunca me gustó ese imbécil.
Me ruboricé y aparté la mirada.
—¿Qué? —preguntó Luke.
Giré hacia atrás y lo miré con el ceño fruncido, repitiendo: —¿Qué?
Frunció el ceño. —Te sonrojaste y apartaste la mirada como... —
Una ceja se arqueó en señal de censura. Luego hizo una mueca—. Ah,
claro que no. No te habrás enamorado de esa basura, ¿verdad? ¡Chloe!
—¿Qué? —grité a la defensiva—. Lo siento. Pensé que era lindo.
—¿Lindo? —Resopló con disgusto—. Dios. —Después de pasarse
una mano por el pelo, sacudió la cabeza y suspiró—. Tenemos que
trabajar en tu gusto por los chicos. En serio.
—Y lo que es peor —continué porque ya me había humillado hasta
aquí—. Esperaba que me invitara a bailar esta noche. Elegí este vestido,
pensando que me vería sexy y lo impresionaría. Uf. Soy tan idiota.
Cuando apoyé la cabeza contra la pared y fruncí el ceño mirando
al techo, pude ver a Luke por el rabillo del ojo, todavía mirándome.
—Bueno... —dijo un momento después—. Idiota no eres. ¿Un poco
complicada en tu gusto por los chicos? Sin duda. Pero al menos has dado
en el clavo en la parte sexy. Tus tetas se ven enormes en esa cosa. Un
chico tendría que estar muerto para no notarlas.
Levanté la cabeza de la pared para mirarle con el ceño fruncido.
—Todo en mi parece enorme con esta cosa —repliqué.
—Eh. En realidad no —argumentó—. Las tetas destacan tanto que
el resto de tu cuerpo es como un fondo bonito, agradable y con curvas.
—Levantando las manos, formó un rectángulo para poder mirarme el
pecho a través del marco improvisado. Y luego, con un movimiento de
cabeza, murmuró—: Sí. Tienes un pecho de primera, Ryan. Muy bonito.
Crucé los brazos sobre el pecho y fruncí el ceño. —¿Podemos no
hablar de mis pechos, por favor?
Página | 26
—Claro, supongo. —Dejó caer las manos—. Pero tú los has sacado
a relucir.
Resoplando, me separé de la pared para fulminarlo con la mirada.
—¡No, no lo hice!
—¿No? —Rascándose la cabeza con confusión, se lo pensó mejor
antes de levantar las cejas y encogerse de hombros—. Bueno, está bien,
entonces. Sigo estando de acuerdo en hablar de ellos si tú lo estás.
—¡No lo estoy! —Casi grité.
—Jesús. De acuerdo. —Se retiró a la defensiva—. No tenemos que
hablar de cómo están justo ahí, todos en mi cara, listos para salirse en
cualquier momento, y probablemente me tomaría, como, cinco manos
extra para atrapar todo y así poder ayudarte a guardarlos de nuevo sí se
salen.
—Dios mío —gemí, llevándome una mano a la frente mientras mi
enfado con él se convertía en diversión—. Eres un idiota. —Entonces, sin
poder evitarlo, solté una carcajada.
Nunca había tenido una conversación así con nadie.
Luke se limitó a encogerse de hombros. —Pareces sorprendida.
¿Por qué lo dices con tanta conmoción, como si nunca se te hubiera
ocurrido?
—Porque no se me ocurrió —admití con sinceridad y solté otra
carcajada.
Inclinando la cabeza, Luke me miró con extrañeza. —¿En serio? —
dijo con interés—. Y yo que pensaba que era un idiota bastante obvio.
—¿Qué? —Me quedé con la boca abierta—. ¿Cómo puedes decir
eso? Eres como... el más genial. El mandamás. Te pavoneas por los
pasillos de la escuela como si te importara un comino lo que los demás
piensen de ti.
Levantó las cejas.
—¿Un comino? —repitió con los labios apretados, como si intentara
contener una carcajada a mi costa—. ¿En serio acabas de decir un
comino?
Suspiré y puse los ojos en blanco. —Una mierda, entonces —dije,
revisando mi frase para evitar que se riera—. Como si te importara una
mierda lo que piensen los demás.
—Eso es porque no me importa —informó, frunciendo el ceño
confundido—. No veo cómo eso me impide ser un idiota.
—Porque... —balbuceé, sin saber qué contestar—. No lo sé. Te hace
parecer seguro de ti, relajado y… y... ¡Dios! ¿Cómo puede no importarte
lo que piensen los demás? —exigí, solo para poner los ojos en blanco y
enfurecerme—. Eso es tan... ¡Ugh! Tal vez si tuviera un cuerpo perfecto
como el tuyo, podría dejar de preocuparme también. Página | 27

—¡Chloe! —me reprochó con dureza mientras me tocaba el brazo.


Me giré hacia él para gritarle un poco más, enfadada con el mundo
entero. Pero me cogió la cara con las manos, haciéndome callar antes de
que sus pulgares se acercaran y me quitaran unas lágrimas que ni
siquiera me di cuenta de que se me habían caído.
—Para —dijo, sacudiendo la cabeza—. Me sigue importando lo que
piense la gente, ¿vale? Solo soy selectivo a la hora de decidir a quién le
doy ese derecho. Solo la gente importante, como tú, me importa lo que
piense. ¿Entendido?
—¿Pero cómo hago para que no me importe el resto? —pregunté,
con más lágrimas en los ojos. Me incliné hacia delante y apoyé la frente
en la suya.
Luke soltó un suspiro mientras me devolvía la presión. —Bueno,
para empezar —dijo, apartándose para alisarme el pelo de la cara con los
dedos—. Tenemos que enseñarte a no enamorarte de imbéciles como
Caine Spinnaker. —Olfateando amargamente, sacudió la cabeza como si
aún necesitara un momento para adaptarse a aquello—. Quiero decir,
Caine Spinnaker...
La forma tan ridícula en que alzó la voz y acentuó las N me hizo
soltar una risita.
—No lo digas así —le ordené—. Haces que suene estúpido.
—Es estúpido —contraatacó.
Volví a reír, solo para terminar con un sollozo. Luke me limpió más
lágrimas de las mejillas. Cerré los ojos. —Me siento estúpida.
—No —aseguró mientras me tiraba contra él para envolverme en
un abrazo. Mientras nos sentábamos y nos balanceábamos despacio en
el banco del baño, añadió—: No eres estúpida. Para nada. Todos metemos
la pata de vez en cuando y damos más importancia a algunas personas
de la que deberíamos. Joder, mírame. Pensé que Malia sería una buena
cita para este maldito baile. Ahora, todavía tengo que llevarla a casa esta
noche. Voy a tener que ventilar mi coche durante una puta semana
después de esto. Pero error aprendido, ¿no?
Me reí y sacudí la cabeza, solo para regañarlo. —Eso es cruel. ¿Y
si no puede evitar cómo huele?
—¿Cómo? —Me lanzó una mirada interrogante—. ¿No tiene ducha?
Me encogí de hombros. —Como, no sé... quizá tenga algún
problema médico que le produzca un olor corporal excesivo.
Suspiró con tristeza. —Entonces soy un idiota y un imbécil.
Asentí, para luego mirarlo. —No creo que ninguno de los demás lo
sepa todavía —dije, por alguna razón, con la esperanza de animarle—.
Que eres un idiota, quiero decir. Beau, Gracen, Bentley y Bella. Todos
siguen pensando que eres demasiado genial para salir con nosotros.
Página | 28
—¿En serio? —Luke echó la cabeza hacia atrás y se rió. Luego nos
balanceó con fuerza en una dirección, diciendo—: No te preocupes.
Pronto se darán cuenta.
—O no —dije, ya que él no me parecía tonto en absoluto. De hecho,
era un poco adorable.
Relajando mi cuerpo contra el suyo, no pude evitar concentrarme
en lo bien que se sentía. Encajábamos de forma perfecta y a él no
parecían importarle mis partes regordetas.
—Oh, lo harán —me aseguró, apartándome de nuevo el pelo de la
cara con los dedos y colocándomelo detrás de la oreja—. Por ejemplo, soy
un niño de mamá. O sea, un enorme amante de las madres. No puedo
cortarme con un papel sin contárselo a mi madre. Ella lo es todo para mí.
—Se encogió de hombros y suspiró—. Un chico no puede mantener eso
oculto mucho tiempo, sabes.
Sonreí, pensando que era una cualidad dulce, no una tontería.
—Me gusta tu madre —dije.
—¿Cierto? Es la mejor —coincidió con una nota melancólica en su
voz—. Por eso debería enorgullecerla ahora mismo.
Cuando me soltó para ponerse en pie, me enderecé y parpadeé.
—¿Qué...?
—Chloe Ryan —dijo, tendiéndome una mano—. ¿Me harías el
honor de regalarme este baile?
Volví a hundirme contra la pared, recelosa al instante. —Oh... no
—le aseguré, agitando las manos con insistencia—. Créeme, ya no quiero
bailar. No pienso volver a ese gimnasio nunca más.
—Sí, claro que sí —argumentó con severidad—. Viniste aquí con
ganas de bailar esta noche, ¿recuerdas?
—Sí, pero...
—Sin peros —insistió, negándose a que lo rechazara. Sus cejas se
alzaron severamente mientras me señalaba—. Si has venido aquí, con
ganas de bailar, vas a bailar. Eres mi gente, y por encima de mi estúpido
cadáver voy a dejar que un imbécil como Spinnaker o sus amigos
imbéciles te quiten tu sueño. ¿Entendido?
Me tembló la barbilla. —En serio, Luke. No sé si puedo volver ahí
dentro.
—Pues lo vas a hacer —me aseguró con firmeza, negándose a bajar
la mano que seguía tendiéndome—. Porque voy a estar contigo todo el
tiempo, y no voy a dejar que te pase nada malo. Confía en mí. ¿Vale?
Dudé, queriendo creerle. —¿Me juras que no me dejarás?
—Considérame pegamento —prometió.
Cuando me miró con ese brillo serio en sus ojos azules, sí que Página | 29
confié en él.
Y antes de darme cuenta de lo que hacía, levanté la mano y apreté
sus dedos mientras respiraba hondo. —De acuerdo.
Aquí no pasaba nada.
Su pecho se hinchó y sus hombros se alzaron con orgullo mientras
sonreía y me agarraba con fuerza, luego me levantó del banco y me puso
de pie. —Así me gusta —me animó antes de murmurar—: Te tengo. Vas
a hacerlo bien.
Asentí y miré con recelo hacia la salida del baño. Pero Luke fue fiel
a su palabra. No me soltó la mano en todo el trayecto hasta el gimnasio
y me habló durante todo el tiempo, siendo más atento conmigo que
cualquier otra persona con la que hubiera hablado antes. Y cuando me
sonrió, creo que marcó un trozo de mi corazón con su nombre.
Mis dedos se apretaron alrededor de los suyos cuando entramos en
la ruidosa sala donde estaban reunidos todos los demás. Juro que la
mitad de la gente se giró para mirarnos, sin duda ya habían visto la pelea
y oído todos los cotilleos.
Presa del pánico, me detuve en seco, dispuesta a retirarme, pero
Luke me miró y negó con la cabeza. —Podemos hacerlo. Sígueme.
Lo miré a los ojos, exhalé un fuerte suspiro y asentí.
Él también asintió y volvió a sonreírme con orgullo.
Cuando giramos hacia la pista de baile, la gente se separó con
naturalidad para dejarnos pasar. Casi habíamos llegado a nuestro
destino cuando Malia apareció delante de nosotros, bloqueándonos el
paso.
Di un grito de sorpresa y Luke se paró en seco, siseando una
maldición en voz baja mientras la miraba.
—Ahí estás —dijo ella, acercándose lo suficiente como para llevar
consigo un tufillo de su ranciedad—. Te he estado buscando por todas
partes.
Dios mío, realmente necesitaba invertir en un desodorante fuerte.
Luke se enderezó y pude notar que contenía la respiración cuando
le ofreció una sonrisa rígida. —Lo siento —dijo—. Tuve un... un asunto.
Pero enseguida vuelvo contigo, ¿vale? Solo tengo que bailar con mi chica
esta canción... —Me hizo un gesto levantando las manos que seguían
unidas—. Y luego volveré contigo. ¿De acuerdo?
—Uh... —Malia arrugó la nariz y me miró de arriba abajo—. Está
bien —dijo despacio—. Supongo.
Luke sonrió. —Gracias. —Le dio unas palmaditas en el brazo y
luego la rodeó, llevándome con él.
Y finalmente, llegamos a la pista de baile.
Era una canción rápida, pero eso no pareció importarle a Luke.
Página | 30
—Vamos a demostrarle a esta gente lo poco que nos importa lo que
piensen de nosotros —me gritó al oído.
Y entonces empezó a bailar. Movimientos tontos, locos, agitando
los brazos que me hicieron parpadear y luego reír.
—Vamos —me animó, cogiéndome la mano de nuevo—. Sumérgete.
—Pareces un loco —le dije, sacudiendo la cabeza.
—Pues enséñame cómo se hace bien —replicó y me hizo girar lejos
de él antes de volver a bailar hacia mí.
Me reí y empecé a bailar también, aguantando toda la canción sin
poder prestar atención a nadie más que a él.
Cuando la música terminó, mezclándose en un número de ritmo
lento, me detuve y parpadeé, dándome cuenta de que había sido capaz
de no preocuparme por nadie más durante todo el rato.
Vaya.
Luke me acercó a él y me rodeó la cintura con una mano.
—Una más —me dijo en el pelo.
Su cálido aliento en mi cuello me hizo estremecer de placer. Asentí
y me acerqué más, moviéndome con él mientras empezaba a
balancearnos por la pista entre otras parejas.
Bajó la cara por encima de mi hombro e inhaló. —No es justo.
Sigues oliendo bien después de una canción rápida y sudorosa.
Se me apretó el estómago y un relámpago de sensaciones recorrió
la parte baja de mi vientre. —Tú también —le dije mientras respiraba su
aroma a jabón limpio y fresco.
—Tus tetas también son mucho más suaves que las de Malia —
notó.
Sentí un cosquilleo en los pechos por el cumplido.
Cuando levanté la vista, Luke enarcó las cejas. —No es que estemos
hablando de ellas —añadió—. Solo pensé que te gustaría saberlo. Son
oficialmente mi par favorito de toda la maldita habitación.
Puse los ojos en blanco pero luego sonreí. —Gracias.
Asintió. —Y si quisieras moverlas un poco más para, ya sabes,
frotarlas contra mí, también estaría bien. Solo digo.
Con una carcajada, me incliné un poco más y apreté mi pecho
contra el suyo.
Luke gimió y apoyó la mejilla en mi pelo. —Dios mío —suspiró—.
Eres una santa. La maldita santa Chloe.
Solo pude sonreír y dejarme llevar por sus brazos hasta que la
canción llegó a su fin. Cuando Malia apareció en el borde de la multitud,
mirándonos con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho, Página | 31
Luke pareció abatido.
—Se acabó el recreo, ¿no? —me preguntó, frunciendo el ceño como
un perrito.
—Podemos bailar una canción más, si quieres —le ofrecí.
La idea le iluminó los ojos, pero luego frunció el ceño y sacó el móvil
del bolsillo. La pantalla mostraba una llamada entrante de Bella.
Me echó un vistazo y suspiró antes de responder con un
malhumorado: —¿Qué? —Luego, al cabo de un momento, soltó—: Claro
que la he encontrado. Sí, está bien. Sí, la llevaré en un segundo. Aguanta
un poco, ¿quieres?
Desconectó, volvió a meterse el teléfono en el bolsillo y puso los
ojos en blanco. —Tus groupies se están poniendo inquietos —dijo—.
Quizás debería llevarte de vuelta con ellos, ¿eh?
Asentí. —Sí, es probable.
Podía salir sola, no hacía falta que me acompañara. Pero no pude
decírselo mientras se alejaba conmigo. Quería estar un poco más con él.
Volvió a cogerme de la mano, como si no quisiera soltarme. Y
cuando salimos y vimos a Bella, Bentley, Beau y Gracen rondando no
muy lejos, aflojó el agarre, pero me permitió que fuera yo quien se alejara.
Lo hice despacio, mirándole. —Gracias —le dije.
Asintió e inclinó la cabeza de forma respetuosa. —Y gracias a ti —
replicó—. Me has salvado de al menos veinte minutos de Malia.
—Cuando quieras. —Con una sonrisa, me di la vuelta y me puse
en marcha, dirigiéndome hacia los demás que se apresuraban hacia
nosotros.
Pero entonces Luke gritó: —Oye, Chloe. —Me volví. Me cogió de la
mano y me atrajo hacia él hasta que mi cara quedó aplastada contra su
hombro. Luego me abrazó brevemente y con fuerza, besándome la sien
con un fuerte apretón de labios antes de murmurarme al oído—: La talla
no significa una mierda. Pequeña o extragrande, eres hermosa. Por
dentro y por fuera. No lo olvides nunca.
Cuando dio un paso atrás, soltándome, me miró a los ojos antes
de murmurar: —¿Vale?
Asentí, muda, mirándole con ojos muy abiertos y sorprendidos.
—Vale —dije moviendo la cabeza arriba y abajo.
En ese momento, le creí de verdad.
Sonrió con una sonrisa privada que pareció destinada solo a mí,
guiñó un ojo y se dio la vuelta, dando zancadas hacia el gimnasio para
volver a su maloliente cita.
Seguía observando las puertas por las que había desaparecido
cuando los demás me alcanzaron.
Página | 32
—¡Chloe! Dios mío, ¿estás bien? —preguntó Bella, agarrándome del
brazo y girándome para que pudiera ver la preocupación que oscurecía
sus ojos.
Asentí. —Yo... sí —dije, con la voz entrecortada y aguda—. Sí, estoy
bien.
Pero no era cierto. No estaba bien en absoluto.
En el lapso de media hora, me había enamorado perdidamente de
Luke Hamilton.
No sabía si volvería a estar bien alguna vez.
4
Traducido por Ivana & Miry
Corregido por Danita

Chloe
Una semana después de que le di mi corazón a Luke, la familia
tuvo una reunión para celebrar el décimo cumpleaños de mi prima Rory.
Como mi papá era dueño de un club nocturno con una enorme
trastienda que a menudo se alquilaba como centro de eventos, tuvimos
la fiesta allí un sábado por la tarde, horas antes de que abriera el bar.
El tío Asher hizo que sirvieran la comida favorita de Rory y contrató
una banda para tocar en vivo, mientras la tía Remy hizo que le
prepararan un pastel de tres niveles. Página | 33
El hermano de mi papá y su esposa acababan de retirarse el año
anterior de la banda de música en la que habían tocado juntos, y ahora
eran bastante ricos, además, este era el primer año que estaban en casa
para todos los cumpleaños de los niños, así que fueron por todo lo alto.
Se suponía que allí también habría una pared llena de stands tipo
carnaval, y eso era lo que más me emocionaba.
Porque ahí es donde sabía que él estaría.
Usé mi par de vaqueros más lindos con los deslumbrantes bolsillos
traseros y mi blusa favorita, luego me maquillé y me peiné a la perfección.
Algo bueno que podía admitir sobre mí era que tenía un pelo increíble.
Era platinado, con mucho cuerpo, brillante, y fácil de manejar.
Hoy, lo recogí en una cola de caballo alta y ricé docenas de
pequeños bucles que me caían por la espalda.
Acababa de enrollar el último mechón alrededor de mi rizador y
tarareaba bajito mientras esperaba que se calentara cuando llamaron a
la puerta del baño.
—¿Cuánto tiempo más vas a tomarte? —preguntó mi hermanito
desde la puerta donde se recostaba contra el marco con los brazos
cruzados sobre su pecho, esperando impaciente a que terminara—. Otras
personas también tienen que usar este baño, ya sabes. Y por otras
personas, me refiero a mí. Soy otra persona.
Suspiré y puse los ojos en blanco. —Hay otros dos baños en esta
casa, ya sabes.
—Pero tengo que darme una ducha —argumentó—. Y mi jabón y
champú están aquí. Entonces, ¿por qué no vas a uno de los otros baños?
Demonios, ¿por qué necesitas un baño para rizarte el cabello?
—¡Oh Dios, bien! —murmuré y tiré con impaciencia del cable para
desenchufar el rizador de la pared—. Iré a mi habitación. —Sosteniendo
el cable en una mano y el rizador todavía enroscado alrededor de un
mechón de pelo en la otra, me giré hacia Trick y fruncí el ceño—. ¿Quieres
salir de mi camino o no?
Trick me frunció el ceño pero se movió hacia un lado. —¿Para quién
te arreglas, de todos modos? ¿Estás enamorada de alguien de la familia
o algo así?
—No, tonto —dije en tanto pasaba junto a él para caminar por el
pasillo hasta mi habitación—. Vamos a una fiesta. La gente se arregla
para las fiestas.
—Tú no —me dijo—. Te arreglas para los chicos. Y por todos los
chismes familiares que escuché, Caine Spinnaker no va a asistir, así que
alguien más debe hacerlo.
Con la boca abierta, me detuve y me giré para mirarlo boquiabierta.
—¿Chismes familiares? ¿Qué chismes familiares?
Página | 34
¿Y cómo escuchó los chismes familiares, de todos modos? Era un
maldito estudiante de séptimo grado.
Trick se encogió de hombros, luciendo engreído a medida que
continuaba apoyado contra el marco de la puerta. —Oye, no soy sordo.
Escucho cosas.
Con un suspiro, puse los ojos en blanco hacia el techo y pregunté:
—¿Cómo qué? —mientras comenzaba a quitarme el pelo del rizador antes
de quemar los mechones de mi cabeza.
—Como el hecho de que a Beau le dejaron un ojo morado por
meterse y defenderte después de que un montón de bravucones te
llamaran gorda.
Mi boca se abrió. —¿Quién…?
—Así que es Beau, ¿no? —adivinó Trick—. ¿Estás enamorada de
Beau ahora?
Me encogí de vergüenza. —¿Qué? No. A Beau le gusta Bentley.
Trick resopló. —Bueno, eso es obvio. Pero pensé que podrías tratar
de robárselo ya que ahora es tu héroe.
—Beau no es mi héroe —me quejé—. Él es… Beau. Habría
defendido a Gracen o a cualquiera si hubiera escuchado a alguien hablar
mal de nosotros. Eso no significa que tenga que formar un gran e intenso
enamoramiento por él.
Excepto que eso fue justo lo que hice. Pero no por Beau.
Mi hermano se encogió de hombros y me envió una mirada que me
decía que no me creía. —Si tú lo dices —murmuró mientras se daba la
vuelta y entraba al baño, encerrándose dentro—. Pero sé más que tú.
La ansiedad me hizo doler el estómago.
—¡Oye! No vayas difundiendo una mentira como esa. ¡Trick! —Me
apresuré a volver a la puerta del baño y la golpeé—. ¡Patrick Mason Ryan!
¿Me escuchaste? No es cierto. ¡No lo es!
—Toda la casa puede oírte, niña —canto mi papá desde la
habitación suya y de mamá.
Mamá asomó la cabeza por el pasillo, sus ojos brillantes de
curiosidad.
—¿Y qué no es cierto, de todos modos? —preguntó.
Gemí y solté mi mano de la puerta del baño. —Nada —murmuré—
. Tu hijo menor está patéticamente mal informado sobre sus hechos, eso
es todo.
—¡No lo estoy! —Escuché la respuesta ahogada de Trick a través
de la puerta.
—¡Lo estás! —Le grité antes de irrumpir en mi habitación y dejar el
rizador en el tocador antes de ir a mi espejo de cuerpo entero y morderme
el labio a medida que me estudiaba. Página | 35
No solo me arreglaba para chicos, ¿verdad? Eso me hacía ver...
Como una perdedora.
Cohibida, me senté en la cama y presioné una mano en mi
abdomen. No estaba mal tratar de lucir bien. O querer un novio. Solo era
estúpida por dejar que mi molesto hermano de doce años entrara en mi
cabeza.
Hoy iba a ser un buen día, y no iba a dejar que nadie más se
interpusiera. En especial Trick.
Ahí está. Una vez más resuelto mi plan, me levanté con una nueva
determinación y terminé mi cabello antes de ponerme un elegante par de
sandalias brillantes y algunas pulseras y anillos, luego un collar y unos
divertidos aretes con pompones. Para cuando terminé y colgué la correa
de mi bolso sobre mi hombro antes de dirigirme al frente de la casa,
mamá, papá e incluso Trick ya se encontraban allí, esperándome.
—¿Cómo…? —preguntó Trick, levantando sus cejas hacia mí—.
¿Puedes comenzar a prepararte una hora antes que yo, y eso que espero
hasta el último minuto, pero aun así siempre te esperamos cuando es
hora de irnos?
—Trick, cállate —advirtió mamá dándole un codazo en el brazo—.
Las chicas tienen mucho más que ponerse que los chicos.
—¿Cómo qué? —se quejó mi hermano—. ¿Sujetadores?
Suspiré. —Como maquillaje y productos para el pelo. Joyas,
perfume, desodorante… —Arrugando la nariz, levanté las cejas—. Por
favor, dime que no olvidaste ponerte desodorante, ¿verdad?
—Me puse desodorante —argumentó con el ceño fruncido—. Y me
cepillé los dientes. ¿Te cepillaste los dientes?
—Si yo…
—Niños —interrumpió papá, riendo y levantando las manos—.
Estoy seguro de que todos siguieron su régimen de higiene adecuado.
Ahora, ¿podemos irnos? La fiesta ya comenzó sin nosotros.
—Amén —agregó mamá, guiando el camino hacia la puerta—.
Vamos de fiesta.
Trick se rió de mí y la siguió.
Me volví hacia papá y me disculpé al instante. —Lamento haber
tardado tanto.
Pero solo sonrió y tomó mi mano antes de llevársela a la boca y
besar la parte de atrás de mis nudillos. —Nunca te disculpes por
consentirte, Chloe. —Luego me guiñó un ojo y besó mi pelo—. Valió la
pena la espera. Te ves preciosa.
Mientras le devolvía el abrazo, se rió entre dientes y deslizó un
brazo alrededor de mi cintura, acompañándome afuera detrás de mamá
y Trick.
Página | 36
Me acerqué más y me acurruqué contra él todo el camino hasta el
auto. Pero en serio, era el padre más perfecto de todos los tiempos, por
así decirlo. Quería mucho a mi papá.
Si había alguna razón por la que quería un novio para mí, era por
él. Porque no solo era un padre estelar, sino que hacía a mi mamá
delirantemente feliz. Me refiero al modo en que la adoraba, le hacía
sonreír y la convertía en la reina de nuestra casa...
Yo también quería una persona así en mi vida algún día. Alguien
que sonriera y se iluminara a mí alrededor y me amara como mi papá
amaba a mi mamá.
Recordando cómo Luke tomó mi mano en el baile y luego cómo se
veía tan triste cuando nuestra canción terminó, respiré profundo y me
animé al subir a la parte trasera del vehículo familiar junto a Trick.
Me moví inquieta en el auto hasta que llegamos a la fiesta, donde
un Trick sonriente se inclinó hacia mí y susurró: —Creo que a Bentley
también le gusta. ¿Ni siquiera te preocupa romperle el corazón si se lo
robas?
Abriendo mucho los ojos para que se callara, extendí la mano y le
pellizqué el brazo a medida que pronunciaba las palabras: —¡No me gusta
Beau!
—A mí también —siseó a sabiendas.
Suspiré y puse los ojos en blanco, luego me giré para mirar por la
ventana lateral, ignorándolo mientras papá encontraba un lugar para
estacionar.
En verdad debí hacer esperar a la familia porque la fiesta se hallaba
en pleno apogeo cuando entramos. Incluso mi hermano mayor, Julian,
llegó antes que nosotros y tuvo que conducir un par de horas para llegar
aquí.
Tenía a su prometida, Nia, con él, y vinieron a saludarnos primero
cuando los cuatro entramos arrastrando los pies. La única que faltaba
era mi hermana, Skylar, que aún se encontraba en la universidad y no
pudo regresar este fin de semana.
—Oh, Dios mío, mírate —chilló Nia, tomando mis manos y
extendiéndolas para poder echarme un vistazo—. Has crecido mucho
últimamente.
—Crece demasiado rápido —se quejó Julian, extendiendo la mano
para sacudirme el hombro a modo de saludo—. Tendremos que poner un
ladrillo en tu cabeza, chica.
No le dije que dejé de crecer hace más de un año y que, por lo tanto,
debería poner el ladrillo en mis senos o cintura; solo le sonreí porque
nunca podía dejar de sonreír cada vez que Julian me prestaba atención.
Adoraba a mi hermano mayor. Y no podía recordar un momento en el que
alguna vez hubiera sido malo o me hubiera molestado...
Página | 37
Como lo hacía Trick todo el tiempo.
Es probable que la mayor diferencia de edad nos impidiera tener
discusiones entre hermanos, pero adoraba a Julian de todos modos.
Sin embargo, no tuve mucho tiempo para hablar con él antes de
que Bentley y Bella, junto con la hermana menor de Beau, Lucy,
aparecieran y me agarraran de los brazos para arrastrarme y tomarme
fotos con ellos en la cabina de fotos.
Mis ojos se abrieron cuando me tambaleé detrás de ellos.
—¿También hay una cabina de fotos aquí? Guau.
—¡Lo sé! ¿No es increíble? —Lucy sacudió mi brazo con
entusiasmo—. Ya he tomado miles de millones de fotos con Rory, Haven
y cualquier otra persona que pueda arrastrar conmigo.
Lucy se encontraba un año por debajo de Trick en la escuela, pero
era mucho más madura.
Mientras apretaba su brazo en respuesta, diciéndole que entonces
yo tenía mucho trabajo por hacer, si quería ponerme al día, mi mirada
vagó por la habitación hasta que lo vi.
Allá...
Permanecía de espaldas a nosotros, pero me di cuenta de que era
él. De pie, hombro con hombro con Teagan, jugaba a lanzar una pelota
de baloncesto con ella, apresurándose a reunir las pelotas en miniatura
y hacer más tiros de los que ella hacía.
Teagan tenía trece años, aproximadamente medio año menos que
yo y seguía en la preparatoria. No estaba emparentada con Luke, pero
siempre seguía a los hermanos Hamilton como si fuera su hermana
pequeña. Así que no me sentía muy preocupada de que ella pasara
tiempo con él.
En realidad, su presencia con Luke me daría una buena excusa
para ir ahí y hablar con él yo misma.
Después de posar para unas cincuenta fotos con Bentley, Bella y
Lucy, crucé la habitación hacia el partido de baloncesto y me encontré
con la cumpleañera en el camino.
Pero Rory se hallaba tan abrumada y ocupada con todo y con todos
que apenas tuvo la oportunidad de darme un abrazo antes de que otra
persona se la llevara.
Y una vez más fui libre de hacer mi camino hacia la pared del juego.
Luke y Teagan acababan de terminar una ronda cuando me
acerqué, y Luke debió ganar porque elevaba sus brazos en el aire en señal
de victoria y dando su grito de guerra.
—De eso es de lo que hablo —alardeó en la cara de Teagan—. Ahora
gánale a eso, Tenning.
Página | 38
Frunciendo el ceño, Teagan se puso las manos en las caderas y
bufó.
—Guau. Un estudiante de último año, grande y duro venció a una
estudiante de octavo grado. Deberías estar orgulloso.
—Oye, eres una competidora salvaje T —le dije—. Creo que un
jugador de la NBA estaría en apuros para vencerte.
—Gracias, Ryan —respondió Luke, extendiendo una mano hacia
mí en señal de gratitud mientras continuaba enfrentándose a Teagan y
levantando una ceja hacia ella.
Teagan, sin embargo, miró en mi dirección.
—Todavía es un ganador demasiado arrogante —se quejó, solo para
que su mirada se llenara de sorpresa mientras me observaba—. Guau,
Chloe. Te ves increíble.
Luke apartó la mirada de la chica de trece años para mirarme.
Todo mi cuerpo se sonrojó bajo su escrutinio.
Pero esto fue todo. Este era el momento para el que me preparé
toda la mañana. Para que viera cada pequeño detalle que coloqué con
cuidado para lucir bien para él.
Excepto que no dijo nada sobre cómo me veía. No estuvo de
acuerdo con Teagan ni en desacuerdo con ella. Solo miró, y luego apartó
la vista, escudriñando a la multitud como si buscara algo mejor que
llamara su atención.
Y vacilé, sin saber cómo reaccionar. —Eh... gracias. —Me volví
hacia Teagan a ciegas, tratando de concentrarme en ella y no en la grieta
que se formaba en mi corazón.
Se inclinó para jugar con uno de los rizos elásticos de mi cola de
caballo y preguntó: —¿Puedes hacerle esto a mi cabello alguna vez? Es
súper lindo.
—C-claro —dije, mi mirada volviendo a Luke—. Ningún problema.
Oigan, ¿necesitan un nuevo contrincante en su juego?
Y, sí, su mirada finalmente se volvió hacia mí.
—¿En serio? —preguntó, entusiasmándose—. Dios, eres una
salvavidas, Chlo. Esta pequeña me ha agotado. —Puso su mano en mi
cintura, sus dedos curvándose casi de forma posesiva alrededor de mi
cadera antes de guiarme hacia adelante, hacia el juego—. Podría usar
sangre nueva para competir. Gracias.
Y luego se fue, dejándome para jugar baloncesto con Teagan.
Teagan.
Mi boca se abrió cuando lo vi irse. Y me sentí como una completa
idiota. Pero, siendo honesta, ¿por qué asumiría que quería decir que lo
quería a él cuando pedí jugar? Puaj.
Página | 39
Ahora me encontraba atrapada jugando con Teagan.
Tampoco mentía sobre su racha salvaje y competitiva. Me aniquiló
durante tres juegos seguidos hasta que me rendí y agarré el brazo de
Gracen cuando pasó, obligándolo a jugar con ella.
Fue más difícil para mí localizar a Luke después de eso. Creo que
la cantidad de personas se duplicó en los últimos diez minutos y, además,
ya no podía verlo en ningún lugar de la pared de juegos, donde supuse
que estaría.
Mientras mi mirada se dirigía con impaciencia hacia la siguiente
comida, Trick apareció a mi lado, comiendo un cono de nieve.
—Entonces, está bien, es obvio que estaba equivocado acerca de
Beau —me dijo antes de lamer un bocado de hielo con vetas rojas y
azules—. No lo has mirado ni una vez desde que llegamos aquí.
Puse los ojos en blanco. —Caramba, ¿lo crees? —Reflexioné,
distraída, frunciendo el ceño cuando todavía no podía ver a Luke.
—Pero también tenía razón —dijo Trick, sonando presumido—.
Porque sí tienes un nuevo enamoramiento. Y guauza, hermana. Tienes
mucho trabajo con este. Está ahí, por cierto.
Golpeando su codo contra el mío, Trick inclinó su cabeza hacia la
izquierda tan pronto como captó mi atención, haciéndome mirar hacia
ese lado.
Y adivinaste; ahí se encontraba Luke.
Hablando con una chica que nunca había visto antes.
Aunque no solo hablando.
Estaba jodidamente coqueteando. Me di cuenta de que también
trataba de impresionarla, por la forma en que dirigía toda su atención
hacia ella y hablaba como si estuviera desesperado por buscar su
aprobación.
¿Y por qué no lo haría? Era hermosa como una diosa.
Mi estómago se contrajo de forma dolorosa mientras lo veía
trabajar.
—Te concedo una cosa, Chlo —murmuró Trick a mi lado—. Tienes
un gusto extraño e inesperado en los chicos.
Mierda. Me olvidé de Trick. Cerrando los ojos porque ya sabía que
no podía convencerlo de que se equivocaba, me di la vuelta y volví a abrir
los ojos para mirarlo de forma amenazadora. —Díselo a alguien, y estás
muerto. ¿Me entiendes?
—Oye… —Se rió y elevó las manos, haciendo que su cono de nieve
goteara en el proceso—. ¿Por qué renunciaría a una ventaja tan jugosa
contra ti? —Su sonrisa se torno calculadora y movió las cejas—. Soy tu
dueño. Harás lo que yo quiera de aquí en adelante, o tu enamoramiento
secreto y vergonzoso se extenderá a toda la familia.
Página | 40
Suspiré y me desinflé en total pérdida. —Por supuesto que lo harás
—murmuré, deprimida, solo para volverme aún más sensiblera cuando
volteé para ver a Luke con la diosa.
Tragando saliva, los estudié por un momento antes de preguntar:
—¿Quién es ella, de todos modos?
—Reeza —respondió Trick de inmediato—. Sin apellido. Es una
cantante. El tío Ash y la tía Remy tratan de conseguirle un sello
discográfico. Y… —Trick esperó hasta que miré en su dirección antes de
elevar las cejas y dejar caer la última bomba—. Tiene diecinueve años.
Una chica mayor.
Sí. Con eso no podría competir.
—Lo siento, Chlo —me dijo mi hermano, disculpándose mientras
me palmeaba la espalda con simpatía—. Pero si quieres estar en su liga
y llamar su atención, tendrás que envejecer unos cinco años y perder los
aretes de pompones.
Jadeando, me estiré y apreté las coloridas y peludas bolas que
colgaban de mis orejas. Luego le fruncí el ceño a mi hermano y me quejé:
—Lo que sea. Mis pompones son lindos.
—Sí. —Trick se encogió de hombros—. Excepto que Luke no quiere
cosas lindas. Él quiere cosas sexys.
5
Traducido por Alessandra Wilde & Gesi
Corregido por Julie

Chloe
Sexy.
Odiaba admitirlo, pero mi hermano tenía razón. No hizo falta
mucha observación para darse cuenta de que Luke tenía cierto gusto
cuando se trataba de chicas. Por lo general, las prefería más altas. No
podía hacer mucho al respecto. Pechos grandes. ¡Eso! Al menos me iba
bien allí: mayor, bonita, bien vestida, elegante y delgada.
Siempre flaca.
Apestaba verlo perseguir implacablemente a una chica delgada tras Página | 41
otra chica delgada. Pero él nunca se quedaba mucho tiempo con ninguno
de ellas, así que todavía tenía que preocuparme de que en realidad tuviera
sentimientos por otra persona.
Sin embargo, mientras él jugaba con otras, esperé mi momento,
trabajando en crecer y perder kilos para volverme... sexy.
Pasaron meses y años. Me rompí el culo, literalmente, para
convertirme en el tipo de chica que pudiera llamar la atención de Luke.
Hice ejercicio como una maníaca, comí solo los alimentos correctos, leí
todos los libros de dietas que pude conseguir y, cuando llegué a mi último
año de secundaria, había adelgazado lo suficiente como para sentirme
lista. Quiero decir, nunca sería completamente delgada, pero ahora
pensaba que finalmente podría cumplir con sus expectativas.
Pero aun así, esperé, necesitando la oportunidad perfecta para que
todo sucediera.
Y por alguna razón, la noche de la gran fiesta de graduación que se
organizó para nosotros (siendo yo, Bentley, Beau y los gemelos) en la casa
de Gray y Bella parecía ser el lugar. Escuché a Luke decir que pasaría
por aquí, y bueno… iba a estar lista para él.
Fui de compras con Lucy esa mañana y elegimos un vestido que
llamaría la atención de cualquier chico.
Incluso Lucy había dicho: —Guau, Chlo… ¿A quién diablos estás
tratando de atrapar con esa cosa? Porque creo que vas a tener éxito.
Me había pavoneado y luego tuve que actuar como si fuera todo
sobre mí. Estaba orgullosa de mi arduo trabajo y quería alardear un poco.
Eso era todo.
No tenía idea de para quién era realmente. Nadie sabía. Ni siquiera
Trick. Afortunadamente, había dejado de pensar que todavía me gustaba
Luke un par de años atrás.
Sin embargo, simplemente no quería contarle a nadie sobre mi
enamoramiento. No quería que pareciera que tenía que perseguirlo.
No, quería que me viera así y que se enamorara tan locamente que
pareciera que él había sido el primero en caer… que él era el que tenía
que perseguirme.
También estaba emocionada por la persecución por la que quería
hacerle pasar, haciéndole pensar que tenía que saltar a través de todo
tipo de aros para ganarme. Luke disfrutaba de un buen desafío, y gah,
absolutamente no podía esperar para darle uno.
—¿Chlo? —llamó Trick, arrasando su camino hacia mi habitación
mientras me aplicaba los toques finales rociándome con un montón de
spray corporal porque a Luke le gustaba una chica que oliera bien.
—¿Qué? —pregunté, volteándome para encontrarlo sosteniendo
dos perchas.
—¿Qué camisa debo usar esta noche?
Página | 42
Sostuvo una bajo su cara antes de apartarla para modelar con la
otra.
Parpadeé, todavía tratando de superar lo alto que se había vuelto
últimamente. A los dieciséis ahora, estaba terminando su segundo año y
me superaba por casi un pie.
No era justo en absoluto.
—¿A quién estás tratando de impresionar? —pegunté, levantando
mis cejas ya que normalmente no le importaba lo que usaba.
Bajó ambas camisas y me envió una mirada seca antes de suspirar
y ceder con: —Letisha Barone.
Mis cejas se levantaron con sorpresa.
—Bien —lo felicité. Sorprendentemente, mi hermano pequeño tenía
buen gusto. —La azul.
Él sonrió. —Genial. Gracias.
Sin embargo, antes de salir de mi habitación e irse, analizó mi ropa
con la mirada y silbó. —¿De verdad crees que mamá y papá te van a dejar
salir de casa con eso?
De acuerdo, entonces el vestido probablemente era diminuto como
uno de Malia Ross, y poseía la menor cantidad de tela de todos los
vestidos que había tenido antes, incluido mi vestido de fiesta del primer
año. Pero para captar la atención de Luke, tenía que verme así.
—Estoy segura de que no lo harían —estuve de acuerdo con una
sonrisa complaciente—. Pero en serio creo que vas a distraerlos para que
pueda escabullirme sin que se den cuenta —respondí, sonriendo con
esperanza mientras tomaba un billete de diez dólares de la parte superior
de mi tocador y se lo mostraba.
Las cejas de Trick se alzaron.
—Bueno, sí. Así es —aceptó y arrancó el dinero de mis dedos—.
Estarás lista en, ¿cuánto, diez... quince minutos?
Asentí. —Suena bien.
—Está bien. Entonces no te veré. —Después de tenderme un puño
para que lo golpeara, salió de la habitación silbando alegremente.
Sí, él y yo nos llevamos mucho mejor en estos días, intercambiando
dinero y secretos para lograr nuestros diferentes objetivos a lo largo de
los años.
Y quince minutos más tarde, vino por mí como un reloj, reuniendo
a mamá y papá para que pudiera escaparme por la puerta trasera sin que
nadie me viera.
No era como si no supieran a dónde iba. Pasarían más tarde. Solo
esperaba tener mucho tiempo para cortejar a Luke con mi vestido nuevo
antes de que llegaran y posiblemente me hicieran ir a casa a cambiarme.
Hasta entonces, tenía que atrapar al amor de mi vida.
Página | 43

***

En la casa de Lowe, fui la primer invitada en llegar porque Bella


me había pedido que llegara temprano para que pudiera ayudar a
preparar las cosas.
—Maldita sea, Chloe —dijo tan pronto como abrió la puerta—.
Estás decidida a robarme la atención de todos los chicos, ¿no es así?
Resoplé y sacudí la cabeza. No me importaban todos los chicos;
Solo quería ver a Luke. Y mis oportunidades se habían vuelto limitadas
últimamente. Trabajaba hasta altas horas de la noche en un montón de
días sin horario fijo.
Luke había optado por no asistir a la universidad. Mientras que su
hermano, JB, estaba comenzando la escuela de medicina y siguiendo los
pasos de su padre para convertirse en médico, Luke nunca había sido del
tipo académico. Era más activo y físico. Pero aún tenía que decidir qué
tipo de ocupación quería, así que mi papá lo había contratado en el bar
tan pronto como cumplió veintiún años, y felizmente había estado
sirviendo tragos desde entonces.
No parecía tan interesado en hacer mucho más, pero sabía que
encontraría su camino y descubriría qué quería hacer con su vida cuando
estuviera listo. Y cuando lo hiciera... cuidado. Porque una vez que Luke
ponía su mente en algo, nada se interponía en su camino.
Mientras tanto, los Lowes me mantuvieron ocupada, preparando
ponche y colocando tazas, servilletas y tazones llenos de pretzels, y para
cuando la gente comenzó a llegar, me moría de hambre.
Estaba metiendo una rodaja de manzana en mi boca y lista para
beber agua helada cuando Bella se deslizó a mi lado y enganchó su brazo
con el mío antes de descansar su mejilla en mi cabello.
Suspirando con nostalgia, anunció: —No me conformo con nada
menos que eso algún día, ¿sabes?
—¿Menos de qué? —pregunté, despistada—. ¿De qué estamos
hablando?
—De ellos. —Cuando señaló, miré para encontrar que Beau y
Bentley eran los objetos de su fascinación—. Es decir, míralo. Está
completamente absorto en todo lo que ella dice y hace. A sus ojos, Bent
no puede hacer nada malo.
—Mmm —murmuré, frunciendo el ceño ligeramente. Desde que
Beau y Bentley habían comenzado a salir oficialmente a principios de este
año, habían sido demasiado cariñosos el uno con el otro. Era casi un
poco demasiado si me preguntas. Pero luego mis ojos se abrieron y miré
a Bella en estado de shock mientras tragaba mi manzana—. Espera. No
te gusta... Beau. ¿O sí? Página | 44
—¿Qué? ¡No! —Parpadeó como si estuviera loca—. Solo digo...
quiero que alguien me mire como él mira a Bentley. Es como si ella fuera
el mismo aire que él respira. El pobre tonto adora el suelo que pisa.
Sinceramente, no creo que pudiera dejar de amarla si lo intentara.
—Sí. —Eso era cierto.
Miré por encima y mi ceño se frunció con envidia cuando me fijé
en la forma en que Beau estaba de pie, todo su cuerpo en sintonía con
Bentley, la cara inclinada hacia ella, los ojos llenos de asombro y sus
labios ligeramente entreabiertos como si estuviera cautivado por todo lo
que ella decía. Luego se rió y extendió la mano para tocar su brazo antes
de inclinarse y enterrar brevemente la nariz en su cabello.
El chico estaba verdadera y profundamente enamorado.
Y Bentley también se había recuperado recientemente de un
resfriado desagradable. Su cabello se veía plano y grasoso como si
necesitara ser lavado. Su ropa estaba arrugada y suelta, diciendo a todos
que no le importaba una mierda cómo se veía, y su rostro estaba lleno de
manchas y rojo. Sinceramente, nunca la había visto tan mal. Pero Beau
la miraba como si nunca se hubiera visto mejor.
Se me apretó el estómago casi dolorosamente.
Luke nunca me había visto de esa manera. Nunca se me acercó tan
pronto entré por la puerta. Y ciertamente no sentía la necesidad de
tocarme cada cinco segundos.
Siempre era yo la que lo buscaba, le hablaba e intentaba hacer que
me notara.
Pero Bella tenía razón.
Permanecí clavada en mi sitio en tanto se alejaba para acercarse a
Bentley y Beau. Porque una fina capa de terror capturó mi corazón.
Quería que alguien se enamorara de mí de la misma forma en que
Beau lo hizo de Bentley, con tanta fuerza y completamente que nada
hubiera podido evitarlo, que prácticamente lo consumió y no podría
haberlo detenido ni aunque hubiese querido, sin importar que tan bien o
mal me presentara.
Excepto que Luke me conocía de toda la vida. Y si aún no me había
mirado de esa manera, entonces no podía imaginarme que ahora perder
peso o cambiar de imagen fuera a hacerlo voltear la cabeza.
La incertidumbre cobró vida en mi interior.
Quizás, después de todo, mi plan no funcionaría. Tal vez él…
A lo mejor simplemente no podía sentirse de esa forma conmigo.
El nudo en mi estómago comenzó a cambiar y moverse, provocando
una dosis saludable de náuseas.
Pero, oh, Dios. ¿Y si no podía tentarlo a enamorarse de mí? ¿Y si
estuve esforzándome tanto durante todos estos años… por nada?
Y ese fue el instante en que decidió entrar. Página | 45

Todo el aire abandonó mis pulmones y pensé que me iba a


desmayar. Con su brazo casualmente en los hombros de otra chica, solo
pude mirar boquiabierta a medida que me estudiaba. Amber Galveston
era dos años por delante que yo. Y tenía cerca de siete kilos más.
Quiero decir, ¿qué diablos hacía aquí, no solo con una cita, sino
con alguien mucho más gorda de lo que alguna vez en mi vida fui? Me
ejercité, sudé y lloré durante tres años para perder todos esos kilos para
él. Porque antes solo salía con chicas flacas.
Esto solo…
No me entraba en la cabeza.
Pero mi talle nunca fue el problema. Solo era a mí personalmente
lo que no quería. No era lo suficientemente buena.
El peso de la realidad se estableció con pesadez en mis hombros.
Luke no me quería, nunca me había querido.
Nunca me querría. Me esforcé todos estos años por nada.
Mientras estaba allí, mirándolos juntos, se inclinó hacia Amber,
colocando su rostro junto al suyo para poder decirle algo que la hizo reír.
Y algo en mi interior se rompió como nunca antes.
Me refiero a que mi corazón malditamente se hizo añicos en
partículas de polvo mientras los miraba boquiabierta. Lo que me dejó
completamente perdida, intentando descubrir cómo seguir sobreviviendo
a partir de ahí.
Porque mi mundo se estaba desmoronando y no parecía poder
dejar de romperme por dentro, ni siquiera cuando alzó la vista y me vio.
Parpadeó y se detuvo abruptamente, deteniendo a Amber para
poder mirarme con la boca abierta.
—¿Chloe? —finalmente preguntó, como para asegurarse de que era
yo. Entonces alzó las cejas sorprendido—. ¿Cómo diablos conseguiste que
Pick te dejara salir de la casa con esa cosa?
Tragué el nudo en mi garganta y me las arreglé para decir algo
sobre como papi ni siquiera había visto el vestido.
—Bueno, eso tiene más sentido —respondió con un resoplido antes
de inclinar la cabeza para golpearla suavemente contra la de Amber—.
Oye, ¿recuerdas a Chloe Ryan de la escuela?
—Eso creo —contestó, mirándome degradante y groseramente—.
Se ve vagamente familiar, de todos modos.
—Teníamos arte juntas —le dije penosamente.
—Así es. —Alzó una ceja brutalmente me dijo—: La bulimia no es
sexy, ¿sabes?
Abrí la boca atónita. —¿Perdona?
Se volteó hacia Luke, ignorándome por completo. —Oye, iré a Página | 46
buscar una gran pila de nachos llenos de queso y tocino. ¿Quieres un
poco?
Sonrió. —Claro. Gracias. —Entonces le dio una nalgada cuando se
alejó.
Aún la miraba lascivamente con lujuria obvia cuando perdí la
compostura por completo. —Tú… Idiota —gruñí. Y le lancé el vaso con
agua helada en la cara.
Con un jadeo, alzó los brazos y gritó: —¡Qué diablos!
Cuando se giró para mirarme boquiabierto, con una mirada cada
vez más lívida, respondí: —Muchas gracias por no defenderme.
—¿Defenderte de qué? —rugió, quitándose el hielo de los hombros
y gotas de agua del rostro.
—Oh, la bulimia no es saludable… —imité y lo empujé—. La
bulimia es un trastorno serio y no algo con lo que bromear. Además,
sabes muy bien que no soy bulímica. Entonces, ¿por qué no dijiste algo?
—Dios, Chloe, dame un respiro. —Dejó de intentar secarse,
estrechó los ojos y se acercó para sisear—: Solo estaba celosa porque
hiciste algo que no pudo hacer. En serio, ¿cómo te sentirías si ella hubiera
enflaquecido y tú no hubieras podido hacerlo, luego se presentara aquí,
pavoneándose y luciendo toda su pérdida de peso en tu cara con ese
vestido diminuto? —Su mano se agitaba dramáticamente mientras me
sermoneaba, y lo único que podía hacer era mirarlo devastada—. Es una
fiesta de graduación, por el amor de Dios, no el concurso de Miss
América. ¿Qué diablos estás tratando de decir con ese atuendo?
Mi boca se abrió de par en par. Había hecho todo por él, y actuaba
como si hubiera hecho algo horrible.
Tenía chicos invitándome a salir regularmente, apreciando mi
nueva apariencia. ¿Por qué tenía que ser el único que pensara que mi
transformación era algo malo?
A fin de cuentas, los números en la balanza no significaban
absolutamente nada, ¿verdad? Era quien era por dentro lo que nunca
sería lo suficientemente bueno para él.
Me sentí como una completa idiota. El calor inundó mi cuello y
mejillas tan rápidamente que sabía que toda mi cara tenía que estar
poniéndose de un rojo brillante. Entonces, un tono vidrioso me cubrió la
visión, advirtiéndome que me rompería a llorar en cualquier momento.
Pero me negaba, absolutamente, cien por ciento me negaba, a
dejarlo verme llorar. Apretando las manos en puños, vibré con toda la
furia y pérdida que sentía en tanto largaba las palabras hirviendo entre
dientes: —Me esforcé demasiado para lucir así.
Abrió la boca, y la sorpresa le cubrió las facciones antes de hacer
una mueca y extender la mano para agarrarme el codo.
—Chloe —murmuró en un sonido suave de regaño—. Lo sé. No Página | 47
me…
—No —gruñí, alejando el codo y provocando que retrocediera
sorprendido—. No me toques. No me hables. Ni siquiera me mires. Estás
muerto para mí. En serio, no creo nunca haber odiado a nadie de la forma
en que te odio ahora mismo.
Y en ese momento lo decía en serio. Había roto cada sueño puro y
hermoso en mi interior. E hizo que me diera cuenta de lo verdaderamente
estúpida que era por creer que mi apariencia en realidad significaba algo.
—Espero que te contagie una enfermedad venérea y se te caiga la
polla.
Entonces, me volteé y me alejé.
Pero como alguien que nunca deja que otro tenga la última palabra,
tuvo que gritarme: —Vaya. ¿Realmente perdiste algo de peso o solo fue
toda la dulzura que tenías?
Le mostré el dedo medio sobre mi hombro y seguí caminando.
Salí furiosa al exterior directamente hacia mi coche. Sin
despedirme de nadie, me coloqué tras el volante y conduje a casa, donde
me escabullí a mi habitación sin que me vieran mis padres y me quité el
vestido estúpido antes de tirarlo a basura y colocarme una camiseta vieja
desgarrada y gran tamaño junto a unos pantalones de franela.
A partir de ahí, me metí en la cama, me tapé hasta la cabeza con
las mantas y lloré el resto de la noche.
Lo odiaba, no dejaba de decirme. Despreciaba cada bocanada de
aire en sus estúpidos pulmones. Y no quería tener nunca más nada que
ver con él.
Solo bastó una conversación en el baño de chicas para
enamorarme de Luke Hamilton, pero casi cuatro largos y miserables años
de rechazo, angustia y sudor para finalmente desenamorarme.
Pero, oh, una vez que lo superé, definitivamente se había acabado.

Página | 48
6
[DE VUELTA AL PRESENTE]
Traducido por Julie
Corregido por Danita

Luke
[UNA HORA ANTES DEL VIAJE DE CHLOE AL SÓTANO DEL
ACOSADOR PSICÓPATA]

Mi momento favorito en el Club Forbidden era justo antes de abrir,


cuando el bar continuaba tranquilo e impoluto, listo para el servicio, con
todas las sillas retiradas de las mesas y un puñado de empleados Página | 49
arremolinados y preparando en silencio los detalles de última hora. El
aire parecía vibrar de vitalidad, como si supiera lo que iba a albergar:
gente sedienta de alcohol, compañía, sexo y un poco de emoción.
Este lugar le daba un toque de clase a la sórdida vida nocturna que
había por ahí, y me encantaba. De hecho, me sentía como su rey. Y detrás
de este bar estaba mi trono.
De pie junto a la caja registradora, puse la mano sobre el mostrador
y observé mi reino, apreciando la superficie limpia bajo mis palmas, que
sin duda se volvería pegajosa, se llenaría de cerveza y ron derramados
antes de que terminara mi turno. Dios, qué ganas tenía de deslizar una
jarra por el charco hasta las manos de un ansioso destinatario.
Miré a mi alrededor en busca de errores que pudiera señalar. Pero
sorprendentemente, esta noche llevábamos un barco ordenado. Me
gustaba trabajar con todos estos camareros y camareras. Sí que tenían
algo de cerebro.
Mis quejas a Pick debían de haber valido la pena y se había
asegurado de ponerme con los mejores.
Sonreí, satisfecho de tener la ventaja de ser casi pariente del dueño,
o al menos hijo de uno de sus mejores amigos. Aunque seguro que el
hecho de ser su mejor empleado y el que más tiempo llevaba trabajando
aquí también influía. Ya había hablado de ceder un poco y darme un
puesto más directivo.
Pronto podría ser yo quien hiciera los horarios, los pedidos, los
trámites legales y demás.
Dios, solo quedaba esperar. Estoy seguro de que nací para la vida
de club nocturno.
Desde el frente, el portero abrió la entrada, admitiendo a un cliente
madrugador. Pero supuse que era uno de los familiares de Pick. Su
esposa y sus cuatro hijos venían a visitarle a menudo.
Y, sí, quién lo iba a decir... Cuando centré mi atención en esa
dirección, una figura familiar y curvilínea entró pavoneándose, vestida
con una falda vaquera corta y ajustada, botas vaqueras y un corpiño
negro sin tirantes que haría que a cualquier hombre se le secara la boca
de deseo.
Yo, sin embargo, hice una mueca y solté un gemido de derrota.
Pero, ¿por qué tenía que pasarse por aquí mientras yo trabajaba?
La hija menor de Pick, su segundo hijo más joven, había sido una
espina clavada en mi costado desde que llegó a la pubertad.
Chloe había sido la niña más dulce, lo juro. Era una de mis
favoritas de todo el grupo de amigos que tenían mis padres. Pero en
cuanto le salieron pechos y se le quitaron los rollitos de bebé, revelando
un cuerpo ardiente y cachondo, se convirtió en una arpía.
Por lo general intentaba evitarla, pero como todos sus amigos eran
Página | 50
amigos míos y mi familia trataba a la suya como... bueno, nuestra
familia... me veía obligado a verla bastante seguido. Y estoy hablando de
vacaciones, ocasiones especiales, noches de juerga, prácticamente de
todo. Siempre estaba ahí, y siempre dispuesta a hacerme pasar un mal
rato.
—Sí, tu padre está atrás —le contesté antes de que pudiera
preguntarme o decirme algo que, sin duda, daría lugar a un insulto
sarcástico a mi costa. Luego añadí—: No, no tengo cambio de veinte. Y
Jesús, ¿siempre tienes que ser tan grosera y desagradable conmigo?
Inclinando la cabeza hacia mí, se dirigió a la barra y se detuvo,
apoyando la mano en la superficie recién limpia para que sus largas uñas
(o, mejor dicho, sus garras) golpearan la superficie de mármol.
Levantó las cejas y sonrió. —Vaya, Hamilton —murmuró—. Espero
que no hayas practicado eso en el espejo porque, sinceramente, podría
mejorar.
Me encogí de hombros y cogí un trapo para limpiar a propósito el
lugar que tocaba como si hubiera dejado manchas. —Y... eso nos lleva al
número tres de mis comentarios de antes. —Levanté el dedo para
recordarle que me estaba insultando. Otra vez.
Pero lo único que hizo fue replicar: —Esa fue una pregunta, no un
comentario. Y para responder: sí. Tengo que ser grosera y desagradable
contigo. Siempre.
Puse los ojos en blanco y suspiré. —Me lo imaginaba.
Cuando se sentó en la barra en lugar de seguir adelante para ir a
ver a su padre al fondo, me enderecé sorprendido.
—¿Qué haces? —No podía sentarse aquí. La oficina de su padre se
hallaba al final del pasillo. Por ahí. ¿Por qué merodeaba en mí espacio?
Mí reino.
—Me siento —respondió como si yo fuera un idiota que no entendía
el concepto—. Papá dijo que me encontraría aquí afuera.
Fruncí aún más el ceño. —¿Por qué?
Parpadeó como si yo estuviera loco por hacer semejante pregunta.
—No lo sé —respondió, encogiéndose de hombros—. Porque es su bar y
puede hacer lo que quiera. ¿Cuál es tu problema?
¿Mi problema? ¿Mi problema? ¿Hablaba en serio? Mi problema era
que... —Estás aquí —murmuré, agitando la mano sobre ella con
irritación. Se encontraba en mi espacio, contaminando mi aire.
—Ohhh, pobrecito. —Se llevó una mano al pecho, justo donde su
corpiño ajustado se unía al bulto de unos pechos grandes y exuberantes
que se desparramaban por la parte superior. Y, por supuesto, mi atención
se dirigió a esa mano, o más bien a lo que había debajo de ella porque,
por desgracia, tenía los mejores pechos del mundo y siempre me obligaba
a mirarlos. Pero entonces se las arregló para arruinar la vista, como
siempre hacía, poniendo los ojos en blanco y murmurando con voz seca— Página | 51
: Vivirás. Ahora sé una dulzura y prepárame un amaretto sour mientras
espero, ¿quieres?
Se me desencajó la mandíbula cuando levanté la vista para mirarla
a la cara, ya que no podía mirarle los pechos. Las pobres gemelas no
podían evitar estar unidas a una víbora sin corazón. Pero sus ojos... Creo
que sus ojos eran los que más me odiaban. La forma en que se
estrechaban, juzgaban y despreciaban todo lo que hacía... sí. Podía
fruncir el ceño ante sus ojos marrones sin ningún problema.
La tentación de negarme a su petición y decirle que se buscara su
maldita bebida era tan embriagadora que me subía por la garganta y me
quemaba la tráquea.
Pero era la amada niña de Pick. No podía decirle que no.
O sea, podía. Y sería divertido. Pick ni siquiera me despediría por
ello. Pero me molestaría más de lo que me gustaría. Así que...
Me di la vuelta, apreté los dientes con irritación y empecé con su
maldita bebida.
Le habría venido bien que mezclara a propósito los ingredientes
equivocados y le diera un sabor horrible, pero ser cantinero era mi arte y
no podía sabotear una bebida a propósito. Ni siquiera por Chloe.
Además, y esto no iba más allá, me gustaba verla tomar algo mío
entre sus labios y tragárselo todo con satisfacción.
Sin embargo, una vez que terminé y me volví hacia ella, aquel
corpiño que llevaba me volvió a llamar la atención.
En serio, a alguien tan grosera y desagradable no se le debería
permitir estar tan buena. Y me refiero a que es preciosa.
Además de su espectacular escote, tenía unos hombros tonificados
y dorados que pedían a gritos que las manos de un hombre se deslizaran
por ellos.
Luego estaba su pelo, que esta noche llevaba recogido y peinado,
dejando su cuello a la vista. Y no sé qué me pasa con los cuellos, pero las
gargantas femeninas expuestas siempre me daban ganas de morderlas.
Mmm.
Y la boca se me empezaba a hacer literalmente agua, solo por
probar esa encantadora y tierna...
Dios, había pasado demasiado tiempo desde la última vez que tuve
sexo. Incluso el cuello de Chloe Ryan empezaba a parecerme atractivo.
Al igual que sus labios.
Odiaba que se pintara los labios de ese color tan brillante; hacía
que su boca pareciera más tentadora de lo que debería. Y me hacía
pensar en mamadas.
Con el ceño fruncido, miré sus ojos marrones y resoplé mientras
dejaba una servilleta y le ponía la bebida delante. —¿Tienes una cita sexy
Página | 52
esta noche?
Se me revolvió el estómago al preguntar. No porque estuviera celoso
de la idea de que esa boca se la chupara a otro, sino porque su sola
presencia me provocaba indigestión. Sí, por eso.
Levantó la vista y no dijo nada, solo me miró a los ojos mientras
cogía el amaretto, lo acercaba a ella y se lo llevaba a la boca, mirándome
con odio mientras envolvía la pajita con sus labios rojos y brillantes y...
chupaba.
Y que me jodan, pero me puse duro al instante. Lo que me molestó
muchísimo.
—Así que estás así de desesperada, ¿eh? —Solté una risita para
ocultar la temida reacción que tenía mi estúpido cuerpo. Cuando Chloe
se limitó a mover la cara hacia un lado mientras dejaba su bebida,
haciéndome saber que no había captado lo que quería decir, añadí—:
Tenías tanta prisa por prepararte para él que solo te pusiste un
pendiente.
En seguida, se llevó las manos a las orejas y jadeó al deslizar los
dedos sobre los lóbulos, descubriendo que no mentía.
Mientras se apresuraba a quitarse el único pendiente que le
quedaba, me reí en su cara. —Sabes, también podrías ponerte un cartel
en la espalda que dijera: “Soy la última de mis amigas que sigue soltera.
Por favor, no me dejes morir solterona.” Serías menos obvia.
Sus ojos se entrecerraron y su expresión se enfrió. Pero pareció
casi agradable cuando me sonrió y se guardó el único pendiente en el
bolsillo delantero de la falda antes de volver a levantar el vaso.
—¿Te molesta haber llegado a lo más alto en la secundaria y no
haber madurado emocionalmente desde entonces?
—Casi seguro que no tanto como te molesta que solo puedas atraer
a tipos asquerosos. —Y le devolví la sonrisa, seguro de que mi puya le
causó algo cuando esta vez ignoró la pajita y bebió hasta vaciar el vaso.
—Ooh... —Bajó el vaso vacío de un manotazo y se estremeció antes
de cruzar los brazos sobre el pecho y fruncirme el ceño, levantando más
su escote y casi gritando ¡mírame!—. Qué buena esa. Te aplaudiría, pero
mis manos están demasiado cómodas acá.
No las culpaba; mis manos también estarían cómodas allí.
Pero me encogí de hombros como si no me importara y le devolví la
sonrisa.
—No te preocupes —le aseguré—. No necesito tus aplausos. —
Luego me incliné hacia ella y le susurré—: Anoche recibí muchos.
De acuerdo. Eso era mentira. Nadie me había aplaudido por nada
anoche, y mucho menos por una actuación sexual sobresaliente, como
yo insinuaba. Pero Chloe no necesitaba saberlo.
Volví a enderezarme, crucé los brazos sobre el pecho y le devolví la
Página | 53
mirada con una sonrisa de suficiencia cuando el movimiento hizo que se
fijara en la camiseta ajustada que llevaba, revelando los bultos de mis
brazos y mis pectorales.
Sí, dos pueden jugar a esto, hermana.
Hasta que resopló con desinterés. —Aplaudirte tú mismo por tu
propia mano... no cuenta —replicó.
Maldita sea, pero tenía una lengua agresiva. Ese fue un golpe
directo. De hecho, había estado usando demasiado la mano en estos dias.
Probablemente se enteró por los estúpidos cotilleos familiares de que
había tenido un bajón con las chicas.
Entrecerrando los ojos, levanté la barbilla. —Dime. ¿Sabe la cita
que no eres una verdadera vaquera? No estarás engañando al pobre
imbécil para que piense que eres así en serio, ¿verdad?
Puso los ojos en blanco. —Lo creas o no, pero mi vida sentimental
no es asunto tuyo.
—Y gracias a Dios por eso —le respondí—. Si no, no podría dormir
de tanto preocuparme. Quiero decir... —Girando el dedo en círculo,
pregunté—: Es solo un ex psicópata contra el que tienes una orden de
alejamiento, ¿verdad? ¿O hay más ahora?
—No seas imbécil. No tiene gracia —me espetó, con el ceño
fruncido.
Pero me reí de todos modos. —Sí que sabes cómo elegirlos, ¿no?
Cielos, solo puedo imaginar lo que debe andar mal con el imbécil de esta
noche.
Todavía no había conocido a un solo hombre con el que ella hubiera
salido que pudiera soportar. Cada uno de ellos me irritaba por una razón
u otra.
Y no porque estuviera celoso de ellos. Tenía muy mal gusto para
los hombres.
—Cállate —siseó Chloe, empujando su taburete para ponerse de
pie mientras me miraba—. Cierra tu pu...
—¡Niños! —interrumpió su padre, apareciendo—. Vuelvan a sus
rincones, por favor. Es suficiente por esta ronda.
—Papá. —Chloe suspiró aliviada y se apresuró a rodearlo con los
brazos—. Gracias a Dios que estás aquí.
—Sí, gracias a Dios —repetí—. ¿Pero en serio le pediste encontrarse
aquí? ¿En mi espacio? ¿Qué demonios, Pick?
Pick besó el pelo de Chloe mientras le devolvía el abrazo y se
encontró con mi mirada por encima de su hombro. —No quería hacerla
caminar hasta allá para encontrarse conmigo.
—Pero gracias por la estimulante conversación mientras esperaba,
Lucian —añadió Chloe, devolviéndome la mirada para sonreírme—. Ha
Página | 54
sido un placer, como siempre.
Resoplé en su dirección y volví a centrarme en su padre. —¿Puedes
darte prisa con lo que sea que necesites de ella para que se vaya otra vez?
Pick frunció el ceño y miró a Chloe.
Tomando sus brazos entre las manos, sonrió como un padre
orgulloso.
—Tu madre y yo queríamos hacer algo especial para ti para
ayudarte a celebrar tu nuevo ascenso.
¿Un nuevo ascenso?
Levanté las cejas, no había oído hablar de un ascenso. Las noticias
corrían deprisa entre nuestro grupo de amigos y yo solía enterarme de
todas las facetas de su vida, junto con la de los demás, quisiera o no.
Pero aun así no me había enterado de esto.
Chloe era locutora de radio en una emisora local y hablaba durante
un programa matinal con un grupo de otras tres personas. Como yo
trabajaba de noche, rara vez madrugaba lo suficiente para escucharla,
pero las pocas veces que lo hice me había gustado el programa.
Me moría por preguntarle si su programa fue contratado por una
emisora más grande, pero me mordí la lengua antes de hacerle saber que
tenía la más remota curiosidad por saber algo de su vida.
De todos modos, pronto me enteraría de los detalles.
—Papá. En serio, no tenías que hacer eso. —La cara de Chloe se
iluminó de placer como si nunca antes le hubieran hecho un regalo
cuando su padre le entregó un sobre grueso—. Pero gracias.
Pick sonrió con cariño y le cogió la cara entre las manos antes de
besarle la frente. —Estamos muy orgullosos de ti y de todo lo que has
conseguido.
Me sentí como un bicho raro por quedarme allí, observando su
momento padre-hija, y me escabullí hacia la pared del fondo, donde
estaban expuestas las estanterías llenas de licores. Luego me di la vuelta,
recordando que tenía que preparar el bar para la hora de apertura.
Así era Chloe. Tenía la mala costumbre de distraerme de lo que me
preocupaba y tentarme para que me olvidara de todo lo que me rodeaba
y me pusiera a discutir con ella. Era muy molesto.
Cuando una de las camareras apareció por el pasillo trasero con
una bandeja de guarniciones cargada de aceitunas y cerezas, además de
gajos de limón, lima, naranja y piña, e intentó bajarla, silbé y chasqueé
los dedos para llamar su atención. —No —dije—. Ahí no.
Me acerqué para moverlo otros diez centímetros hacia abajo del
mostrador antes de explicarle: —Te vas a golpear el codo con ella toda la
noche si lo tienes tan cerca del cuarto de camareras. —Luego le guiñé un
ojo para suavizar la reprimenda, ya que me miraba como si acabara de
golpearle los nudillos con una regla—. Y tus codos son demasiado bonitos
para ponerse tan negros y azules. Página | 55

Solo con eso, su miedo pareció fundirse en una sonrisa.


—Gracias, Luke —me dijo.
Cuando se marchó, Deacon, el otro camarero que trabajaba
conmigo esta noche, apareció detrás de la barra y se esforzó por arrastrar
un barril por el suelo.
—Hombre. —Sacudí la cabeza y corrí hacia él para ayudarlo—. No
sujetes eso ahí. Llévalo de aquí.
Agarré el barril con facilidad, sujetándolo por el asa designada, y
lo arrastré hacia la zona de cervezas. —¿Ves? Mucho más fácil, ¿verdad?
—Sí. Gracias, hombre —dijo Deacon, pisándome los talones
mientras me seguía—. Mierda, pero haces que parezca que llevas una
bolsa de malvaviscos.
Lo miré con la ceja levantada.
—Llevo diez años en esto —respondí—. ¿Recuerdas cómo se
coloca?
—Eh... —Hizo una mueca y se rascó la nuca con inseguridad, lo
que me indicó que probablemente tenía que volver a enseñárselo.
Mientras me arrodillaba, señalando y dando instrucciones, una
sensación inquietante me hizo levantar la vista a mitad de frase, para
descubrir que Chloe se despedía de Pick con un abrazo y se preparaba
para marcharse. Y mientras lo rodeaba con sus brazos, miró por encima
de su hombro hacia mí, de modo que nuestras miradas se encontraron
por un instante.
Ni siquiera tuvimos tiempo de entrecerrar los ojos como hacíamos
de forma habitual, ella se separó de su padre demasiado deprisa y yo
volví a centrarme en la mierda que le señalaba a Deacon, pero se me
revolvió el estómago en ese instante de contacto visual involuntario
porque sabía que ahora iba a desaparecer y nos íbamos a perder la
oportunidad de intercambiar palabras de despedida en las que yo sin
duda habría dicho algo lo bastante malo como para que ella se marchara
enfadada.
No sé por qué me pareció que aquello era algo que no debía pasar
por alto, pero de todos modos me apresuré a seguir mis instrucciones
para poder levantarme más rápido. Pero cuando lo hice, ella ya casi salía.
La observé el resto del camino hasta la puerta para ver si miraba hacia
atrás.
No lo hizo.
Y exhalé, extrañamente decepcionado.
Sí, ése era el aspecto más irritante de Chloe. Por mucho que la
evitara y temiera cada encuentro que me veía obligado a sufrir con ella,
cada vez que aparecía delante de mí, siempre dejaba ese hueco enorme
cuando volvía a desaparecer, ese vacío que necesitaba ser llenado y que
me hacía desear más de su específica forma de tortura. Página | 56

Juro que se divertía sacándome de quicio y preparándome para la


guerra, para volver a largarse en cuanto yo me hallaba dispuesto a pelear
y dejarme colgado sin nadie a quien conquistar.
—Creo que yo también me voy —anunció Pick, dando una ligera
palmada en la barra para llamar mi atención.
Parpadeé sorprendido y me volví para encontrarme con que seguía
allí.
Mierda. No era nada incómodo que me observara mientras yo
miraba a su hija irse. Nop.
Pero no dije nada al respecto ya que él no lo hizo, y en su lugar
asentí con la cabeza. —Claro, jefe. Lo tenemos controlado.
Sonrió con un brillo orgulloso en los ojos y me ofreció una media
inclinación de cabeza. —Lo sé, Luke. —Luego volvió a acariciar la barra,
esta vez casi con amargura—. Cuídala por mí.
Cuando se dio la vuelta y se alejó por el pasillo trasero, entrecerré
los ojos tras él con desconfianza.
Pick era muy perspicaz. Veía cosas que nadie más veía y sabía
cosas solo por su agudo sentido de la observación. Y la forma en que me
dijo que cuidara de ella después de verme observar a Chloe me asustó un
poco.
Es decir, sabía que se refería a que quería que me ocupara del bar.
Pero... ¿de verdad?
Sacudí la cabeza, negándome a pensar en eso, y miré el reloj, solo
para darme cuenta...
—Mierda. Dos minutos para la hora de apertura. —exclamé—.
¿Oyeron eso, gente? Abrimos en dos.
Pasé los siguientes minutos concentrado en los procedimientos del
bar hasta que empezaron a entrar los primeros clientes. Después, todo
se centró en preparar la siguiente copa, flirtear con las caras bonitas,
bromear con los deportistas y compadecerme de los oprimidos.
Pero apenas veinte minutos después de empezar mi turno, otro
Ryan decidió invadir mi vida. Mi teléfono vibró en mi bolsillo trasero y,
como había una pausa en el tráfico, lo saqué, solo para gemir cuando vi
el nombre de Trick.
—Amigo, estoy trabajando —refunfuñé como respuesta—. ¿Qué?
—Pues búscate un sustituto —me espetó Trick—. Porque es noche
de solteros. Y estás dentro.
¿Noche de solteros? Hice una mueca porque eso no existía en
nuestro grupo.
—Uh, somos los dos únicos solteros que quedan en la familia —le
recordé secamente—. Así que si estás intentando pedirme una cita, Página | 57
colega, tengo que decírtelo; no eres mi tipo.
Pero el hermano pequeño de Chloe solo me resopló al oído.
—Cariño, yo soy el tipo de todo el mundo —contraatacó—. Y
además, tus cálculos están mal. Ahora también está Vaughn, y es soltero.
Arrugué la nariz, confundido. —¿Vaughn?
—Ya sabes... el tío de la bebé.
Suspiré y cerré los ojos. —Sí... sé quién es Vaughn, imbécil. —Era
el miembro más reciente de nuestro gran conglomerado familiar, que se
unió gracias a Lucy como tío de su hija recién nacida. Solo que no sabía
cómo su nombre encajaba en la conversación actual—. ¿Qué pasa con
él?
—¡Oh! Claro —dijo Trick, entendiendo lo que preguntaba—. Pues...
A Lucy le preocupa que pase demasiado tiempo solo, así que le ha pedido
a Beau que le haga compañía, pero Beau tiene planes para pasarse toda
la noche con Bentley, así que me ha pasado la responsabilidad a mí... Y
yo te ofrezco generosamente para que me ayudes, ya que tengo un gran
corazón y he tenido la consideración de incluirte. Así que no va a ser
tanto una noche de chicos solteros como una noche de niñeros de
Vaughn.
Gemí. —No... No, no, no, no.
No es que Vaughn me cayera mal. Era bueno, y yo me alegraba un
montón de que fuera parte de toda nuestra rareza ahora. Me preocupaba
mucho que Lucy pudiera criar sola a su nueva hija, incluso le había
propuesto matrimonio porque estaba dispuesto a ayudarla si lo
necesitaba, pero ahora que el hermano del difunto padre de su bebé había
aparecido en su vida y también quería ayudarla, además de que ella
parecía estar loca por él, sabía que iba a estar bien.
El problema era que Vaughn seguía un poco jodido por la muerte
de su hermano y todo eso. Y yo no sabía una mierda de animar a la gente
en duelo. Siempre quería arreglarlos, pero no estaban rotos; solo sufrían
y llevaban una pesada carga que yo no podía ayudarles a llevar. Y eso me
volvía loco.
—Pero necesita compañía —dijo Trick, el imbécil astuto—. Y Lucy
lo pidió. Quiere nuestra ayuda. Así que... ¿Qué dices? ¿Por Lucy? —Y
supe que no podía decir que no.
—Digo que das asco y que te odio —le dije antes de suspirar
derrotado y murmurar—: Pero bueno. Como quieras. Encontrémonos
aquí. Veré si puedo hacer que Tara o alguien venga a cubrirme.
—¡Genial! —se alegró—. Estaremos allí en cinco minutos. Eres el
mejor, colega. ¿Lo sabías? El mejor.
—Tienes toda la razón —acepté—. Y me debes mucho por esto.
Pero Trick ya me había colgado. Página | 58
Solté un suspiro y llamé a mi cantinera suplente para ver si podía
venir con tan poco tiempo de aviso.
Estos Ryan, decidí de mal humor, iban a ser mi muerte, lo juro.
7
Traducido por Valentine Rose & Umiangel
Corregido por Julie

Chloe
En lo que me alejé del bar de papá, dirigiéndome al restaurante
donde se suponía que debía encontrarme con…
Mierda. ¿Cuál era su nombre?
¡Logan! Sí. Por supuesto. Logan.
Mientras iba encantada a conocer a Logan, fruncí el ceño, todavía
enfadada por alguna de las cosas que me dijo Luke.
—Deberías quizás colocar un cartel en tu espalda —refunfuñé
Página | 59
entre dientes, imitándolo—. Dios, es tan… joder, es tan…
Claro.
Tristemente, Luke había estado en lo correcto. Y eso era lo peor. Ni
siquiera tuvo la necesidad de mentir. Sí era la única mujer soltera en
nuestro grupo. Estaban mis otras dos primas, Riley y Ayden, pero solo
tenían diecinueve y diecisiete años, así que no contaban. Y luego también
estaba Lucy, pero Vaughn parecía haberla reclamado, así que…
Sí, básicamente solo quedaba yo. La solitaria y sin pareja Chloe.
Un aro solitario que no tenía su par.
No podía pensar en nada más triste que eso.
Alcé la mano de mala gana cuando giré una esquina en luz verde,
y comencé a jugar con el lóbulo desnudo de mi oreja antes de soltar un
gruñido y bajar la mano de golpe.
Pero, maldita sea, iba a seguir jugueteando con mi oído sin aro toda
la noche, y pensando en el estúpido de Luke y su fastidiosos y molestos
comentarios si no hacía algo rápido. Luke era lo último en lo que quería
pensar mientras pasaba tiempo con Logan, así que le eché un vistazo a
la hora y rechiné los dientes.
Iba a retrasarme tanto. Aunque nunca llegué a tiempo a una cita
últimamente. Eso se convirtió en mi prueba principal en mi lista para ver
como un hombre lidiaba con la tardanza. Pero, en serio, no tenía tiempo
de volver e ir todo el camino a casa por nuevos aretes, de lo contrario, mi
tardanza se extendería demasiado y le haría pensar que simplemente no
llegaría. Y debía tener algo en mis orejas, o Luke iba a arruinarme toda
la noche.
Hmm… tal vez que si hubiese una tienda cerca del restaurante o
alguien que conociera que viviera cerca. Creando un mapa mental de
donde estaba localizado el restaurante, me di cuenta que ¡sí!, Lucy vivía
doblando la esquina.
—Perfecto —anuncié en voz alta y la llamé para pedirle prestado
unos aretes suyos.
Por suerte, era mamá primeriza y en realidad estaba en casa un
sábado por la noche, por lo que me estacioné en la entrada de su casa
minutos después, determinada a borrar a Luke de mi cabeza así podría
concentrarme en mi cita real y, al menos, intentar encontrar alguna
conexión con Lu… digo, Logan.
Logan.
Saldrás con Logan, Chloe. ¡Coloca ese nombre en tu memoria y
recuérdalo!
Pero santo cielo, era inútil. Tan solo quería continuar con mi vida
y encontrar a alguien con quien pasar el resto de ella. Ya no quería estar
sola.
La soledad simplemente era… solitario. Página | 60

Quería una persona. A mi propia persona con quien compartir el


resto de mis años. Era una chica simple con deseos simples. Solo quería
conocer a alguien, casarme, y vivir feliz para siempre.
Y dado que me di cuenta hace diez años que mi persona no sería
Luke Hamilton, había luchado y buscado para encontrar a alguien que
tome el puesto. Excepto que nadie era lo suficientemente correcto, y
comenzaba a perder la esperanza.
Tenía bastante certeza que ya no buscaba el amor verdadero. Solo
quería a alguien, medio responsable, y una compañía decente quien fuera
marginalmente adecuado para evitar sentirme siempre tan miserable e
indeseada. Eso era todo. Incluso bajé mis estándares e hice trizas la
mitad de exigencia.
La cual debe ser la razón que ahora tuviera un ex psicópata que
me obligó a poner una orden de restricción en su contra, pero demonios.
Debía haber un hombre allí afuera, en algún lado, que no requiera de
órdenes de alejamiento, ¿verdad?
Entonces tal vez Logan…
Logan no era para nada esa clase de chico. En realidad, me había
ayudado a conseguir la orden de restricción, y era super amable. Logan
era prometedor.
Lo cual era motivo de deber apresurar la visita con Lucy y escoger
un par de aros antes de apresurarme a encontrarme con él, pero… seguí
retrasándome.
Porque, maldición, Logan era tan aburrido. Le gustaba construir
modelos de autos musculosos y deportivos, por el amor de dios, y
contarme todos los detalles.
Así que, en vez de dirigirme al restaurante donde Logan esperaba,
bromeé a Lucy sobre su relación de amigos con Vaughn, e incluso fingí
interesarme en él para molestarla hasta que admitió que si lo quería para
ella.
—Creo que tendremos nuestro felices para siempre —confesó,
luego se sonrojó y rodó los ojos—. Bueno, eso espero.
—Demonios, sí que así será —la animé, feliz por ella mientras triste
simultáneamente por mí. Luego abrí la boca para reclamar su próximo
hijo como mi ahijado ya que había roto mi corazón cuando nombró a otras
dos personas como los padrinos de Ava Grace.
En lugar de modelos de autos, a mí me gustaba coleccionar
ahijados.
Pero alguien tocó el timbre, impidiéndome hablar.
Lucy frunció el ceño y ladeó la cabeza, curiosa, antes de acercarse
a la ventana de su cuarto mientras seguíamos hablando.
Página | 61
—Eh. Me pregunto quién será. No esperaba a…
La seguí y miré también, solo para darme cuenta un Mitshubishi
rojo muy distintivo con franjas de carrera y un resplandor azul
estacionado en la calle frente a su casa… directamente detrás de mi auto.
—Oh Dios mío —suspiré, impactada—. Es Dax.
Mi cuerpo se entumeció cuando Lucy me miró boquiabierta,
horrorizada.
—¿Dax? —repitió, acercando a su hija—. ¿Hablas del tipo que
acaba de recibir una orden de restricción?
Hice un gesto de dolor, y asentí estúpidamente.
Había salido con Dax Freston tal vez es cinco ocasiones diferentes,
y dos fueron para apenas beber un café y una rápida conversación. Pero
ni siquiera había pasado de la fase del beso de buenas noches antes que
lo convirtiese en algo demasiado dominante y despótico para mi gusto.
El tipo actuaba como si le perteneciera, molestándose si le sonría
a un mesero por mucho tiempo, e hizo más de un comentario despectivo
sobre la ropa que usaba.
Así que corté lazos y hui, terminando las cosas de modo claro y
limpio sin malinterpretar mis sentimientos ni dándole falsas esperanzas.
Francamente le hice saber que me aburrí y ya no me interesaba nada
más.
Excepto que no se fue.
Siguió llamando, siguió apareciendo en mi casa. Incluso apareció
en el trabajo una vez. Gracias a dios había estado al aire en ese momento,
y seguridad no le permitió entrar a verme. El tipo simplemente no sabía
cuando rendirse.
A veces, sus mensajes eran humildes y arrepentido, rogándome
darle otra oportunidad, y a veces eran groseros y enfadados, y tan de mal
gusto para hacerme alzar las cejas, sorprendida.
Pero nunca fue físicamente amenazador o, ya sabes, violento. Nada
así.
En un principio, asumí que entendería en algún momento y al final
se rendiría y así seguir adelante. Pero cuando no fue así, por fin permití
que mi familia me persuadiera a colocar una orden de alejamiento en su
contra. Creí que era exagerado e innecesario, pero pedí una simplemente
para hacer feliz a mi familia. Y me informaron que a Dax le entregaron
dichos papeles temprano hoy.
Sentía tanta confianza que eso por fin conseguiría que le entrara
en la cabeza con una sana dosis de realidad, y lograría que me dejara en
paz de una vez por todas. Pero observando en silencio su auto parado en
la calle detrás del mío, provocó que un frio pavor envolviera mi cerebro.
—¿Qué crees que hace aquí? —le susurré a Lucy, sin pensar
correctamente. Página | 62
Debido al frío, ya sabes.
Lucy puso los ojos en blanco por mi pérdida de cerebro. —Cielos,
no lo sé —respondió con sarcasmo—. Estacionó justo detrás de tu auto.
¿Cuál crees que sea el motivo?
—Pero ¿cómo me encontró? —siseé, aun sacudiendo la cabeza y
comenzando a retorcer las manos.
—Ni idea —gruñó Lucy, luciendo irritada—. Pero está rompiendo la
ley al estar tan cerca de ti. Ten… —tendió al bebé a mis brazos,
obligándome a tomar a tientas a la bebé de tres meses—. Quédate aquí
con Ava y llama a la policía si hay problemas. Me desharé de él.
—¿Si hay problemas? —chillé, el frío comenzando a hacer que todos
mis miembros tiemblen—. ¿Qué crees que va a hacer? —No era violento.
Nunca fue violento. Simplemente era un imbécil que necesitaba aprender
a soltar a alguien.
El timbre volvió a sonar, seguido de un puño golpeando. Ambas
nos sobresaltamos.
Frunciendo el ceño, Lucy gruñó: —No lo sé, pero no te siguió hasta
aquí. Habría tocado el timbre mucho antes. De algún modo siguió tus
pasos, el mismo día que le pusiste una orden de restricción. No creo que
venga a entregar galletas y leche.
—Oh Dios. —Esto era muy malo. Comenzaba a perder la calma—.
Tal vez tampoco deberías salir. Podemos pedir ayuda y…
Un estallido seguido de un grito y madera y yeso rompiéndose nos
indicó que la puerta frontal de Lucy acababa de derribarse.
Grité y aferré a Ava fuerte contra mi pecho.
—¡Quédate aquí! —gritó Lucy, señalándome antes de salir rápido
del cuarto.
—¿Quedarme? —jadeé, intentando seguirla y no dejarla lidiar con
él a solas, pero luego me di cuenta que, mierda, se suponía que debía
cuidar a la bebé.
Por un momento, entré en pánico, sin saber qué hacer con Ava.
Comencé a llevarla a la cama así podría recostarla en el colchón así
estaría segura fuera del camino, pero luego tuve visiones de ella rodando
por el costado y cayendo y muriendo, así que no podía hacer eso.
No había una cuna ni ningún tipo de moisés o un columpio aquí
donde se sintiera correcto dejarla. Así que besé su cabeza pelada y me
paseé con ella, preguntando que ocurría allá afuera. Podía escuchar
voces apagadas.
Dax no se escuchaba feliz. Lo escuché decir mi nombre y la palabra
perra.
Vale, ya fue suficiente. Situé a Ava a un brazo, chasqueando la
Página | 63
lengua y meneándola ligeramente cuando comenzó a quejarse, y luché
para poder sacar el teléfono del bolsito trasero de mi falda vaquera con
mi mano libre. Gruñí cuando seguía con ella en brazos y no tenía éxito
mientras intentaba llamar a mi hermano con la misma mano que
sostenía el teléfono.
Cielos, ¿quién sabía que tener hijos de verdad limitaría tanto tu
movilidad?
—¡Chloe! —gritó Dax desde la sala, sobresaltándome y haciéndome
salir accidentalmente de la aplicación. Maldita sea—. ¡Baja tu maldito
trasero mentiroso y ruidoso ahora mismo, maldita puta sin valor!
Lucy le gritó algo y Ava comenzó a llorar en serio contra mi pecho.
Lágrimas de preocupación nublaron mi visión, impidiéndome ver ni una
mierda. Y temblaba demasiado como para marcar algo.
Así que dije: —Oye, Siri. Por favor llama y pon a Trick en el altavoz.
Trick vivía más cerca; podría llegar aquí más rápido. Y gracias a
Dios por la asistencia digital, el teléfono comenzó a sonar poco después.
Mientras tanto, escuchaba mucho jódete e incluso un muévete, perra
desde la sala de estar.
—Ahora no, hermana —respondió finalmente Trick, sonando como
si estuviera en un lugar lleno de gente, como un restaurante—. Es noche
de…
—¡Trick! —chillé, tan aliviada de escuchar su voz que comencé a
soltar todo a toda prisa—. Te necesito. Dax me encontró. Él está aquí.
¡Date prisa!
—Mierda —gritó, perdiendo el tono perezoso y relajado que tuvo
cuando contestó—. ¿Dónde estás?
—En casa de Lucy —dije mientras escuchaba a Lucy gritar Lárgate
de mi casa.
Dios, ¿por qué llamé a mi hermano? Debí llamar al 911. Pero me
negué a creer que esta fuera realmente una situación seria.
—Estoy en casa de Lucy —repetí, dándome cuenta de lo equivocada
que había estado—. Y necesitamos ayuda.
—Vale —me decía Trick al oído—. Cálmate. Estamos…
Pero los golpes y los sonidos de forcejeo en la sala de estar mientras
Dax gritaba mi nombre una vez más me hicieron saltar y dejar caer el
teléfono.
De acuerdo, ya no podía quedarme aquí.
Envolviendo ambos brazos alrededor de Ava, corrí hacia Lucy,
necesitando ayuda. Y lo que vi cuando salí del pasillo y entré en la sala
de estar era algo de lo que estaban hechas las pesadillas. La puerta
principal se hallaba abierta, ligeramente inclinada como si la hubieran
arrancado parcialmente de las bisagras.
Página | 64
Pero el horror de todos los horrores era que Dax, el Dax no violento
y no físico, tenía a Lucy clavada a la pared por el cuello con los pies
colgando unos centímetros por encima del suelo. Tenía sangre goteando
por el costado de su labio como si él ya la hubiera golpeado, su cabello
estaba torcido y su rostro se tornaba azul.
Todavía trataba de detenerme en la entrada de la sala delantera y
darle sentido a lo que realmente veía cuando ella juntó las manos y las
empujó entre sus cuerpos, dándole un golpe rápido en la parte inferior
de la barbilla.
Él lanzó un resoplido de sorpresa y se tambaleó hacia atrás,
alejándose de ella, perdiendo finalmente el control sobre su garganta para
que tuviera un momento para poner de nuevo los pies en el suelo y jadear
por aire.
—¡Lucy! —grité, tan asustada por ella que me olvidé de todo lo
demás hasta que Dax recuperó el equilibrio y levantó la cabeza,
mirándome directamente con odio y locura.
Ay, mierda. Tropecé hacia atrás alejándome de él, cubriendo la
parte posterior de la cabeza de Ava con mis manos mientras la aplastaba
contra mí, ahogando su llanto contra mis pechos.
Pero Dax se movió tan increíblemente rápido. No se tambaleó ni
tropezó, se volvió loco voló, enrollando su brazo hacia atrás mientras
corría hacia mí. Mi columna chocó con una silla, bloqueando mi escape,
y no tuve tiempo de esquivar o agacharme; solo hubo tiempo suficiente
para cerrar mis brazos con fuerza alrededor de la bebé y voltear mi rostro,
cerrando mis ojos con fuerza.
El impacto fue grande y masivo, y creo que ahora sabía lo que se
siente ser atropellado por un tren. La buena noticia fue que sucedió tan
rápido que me desmayé antes de sentir el dolor real.

***

La frialdad, arrastrándose por el interior de mis piernas y


metiéndose en mí, es lo que inicialmente se infiltró en mi conciencia
nuevamente. Pero rápidamente después de eso, fue la conciencia de una
superficie fría, dura pero áspera en mi espalda, rascándome la piel lo que
me dijo que me encontraba acostada en un piso de concreto.
Desnuda.
Jadeé y comencé a enroscar mis extremidades hacia mi cuerpo,
buscando instintivamente calor y modestia, pero el movimiento se
interrumpió abruptamente cuando manos heladas de metal parecieron
sujetar mis muñecas y tobillos y manteniéndome abierta y expuesta.
Ahogué un grito de sorpresa, mis ojos se abrieron de golpe y el dolor
brotó de todo tipo de lugares extraños de mi cuerpo.
Página | 65
Mi entorno era oscuro, húmedo y lo suficientemente frío como para
gritar. No había techo, solo vigas, tuberías, cables y las tablas del piso
del nivel superior. La única fuente de iluminación eran dos bombillas
colgantes que mostraban una habitación vacía con solo un horno, un
calentador de agua y una mesa de cocina de metal oxidada, que había
sido empujada contra una pared y se encontraba llena de basura encima.
Aparte de eso, sí, el espacio estaba vacío... por lo que pude ver, de
todos modos.
Cuando me di cuenta de que las manos que me sujetaban contra
el suelo eran en realidad esposas, finalmente escuché los pasos. Vibraron
en mi oído diciéndome que alguien se acercaba.
Volteé mi cara hacia el otro lado, mi mandíbula se iluminó con una
agonía candente mientras lo hacía, y finalmente vi los zapatos caminando
hacia adelante de una manera tranquila y sin prisas.
Un jadeo ronco se apoderó de mi garganta. Ya comenzando a
respirar entrecortadamente cuando me golpeó el pánico, levanté mi
atención de los jeans oscuros a la cara del hombre, solo para encontrarlo
sosteniendo una manguera de jardín verde en la mano, con el pulgar
apoyado en la boquilla del rociador.
—Dax —dije con voz áspera, sacudiendo la cabeza y tratando de
negar que esto realmente ocurría—. ¿Qué… qué haces? ¿Dónde estamos?
Él chasqueó la lengua, emitiendo un sonido de decepción mientras
negaba con la cabeza. —Mira... si hubieras regresado a mi casa conmigo
cuando te ofrecí nuestra última cita, ya sabrías esa respuesta, cariño.
Tragué con miedo. Así que este debe ser el sótano de su casa. No
es original, pero tal vez ayudaría a la gente a encontrarme más rápido...
como, en unos tres días después de que ya estuviera muerta, en lugar de
un año entero.
Dios. Con un escalofrío, me lamí los labios secos y traté de hablar
para salir de esto. —Mira, puedo decir que estás molesto...
Aunque, en realidad, no parecía enojado en absoluto. Parecía
alegremente demoníaco como si todos sus sueños de asesino en serie
enfermos y retorcidos finalmente estuvieran a punto de hacerse realidad.
Las sombras que caían sobre partes de su cara típicamente hermosa
también ayudaron mucho con su factor espeluznante.
—Pero si pudieras simplemente quitarme las esposas —intenté,
tirando experimentalmente de mis ataduras mientras le enviaba una
sonrisa esperanzada—. Entonces seguramente podríamos hablar…
—¡No! —rugió, silenciándome con bastante eficacia—. No quisiste
hablar conmigo durante semanas. Así que no hables ahora. Ya no.
Mi garganta se movió mientras trataba de tragar y mantener mi
ingenio activo. No podía perderlo ahora mismo. No podía.
Tomando una gran bocanada de aire, pareció tranquilizarse y, en Página | 66
un tono más tranquilo, agregó: —Es hora de enseñar. Necesito enseñarte
que nadie pone una orden de alejamiento en mi contra.
—Está bien, está bien —le dije, tratando de sonar razonable—. Lo
entiendo. Y lo siento por eso. Mi familia me obligó a hacerlo. Estaban
preocupados, y traté de decirles que no había nada de qué preocuparse…
—Haciendo una pausa para apretar los labios porque, sorpresa, mi
familia enloqueció con mucha razón. En realidad, había mucho de qué
preocuparse. ¿No me veía como un tonto ahora?—. Yo… yo sabía que
nunca me harías daño —añadí con una voz temblorosa y estremecida
porque, vaya, también me equivoqué en eso.
Tan estúpidamente equivocada.
De pronto me acordé como me había lastimado, sino cómo estuvo
sujetando a Lucy contra la pared y estrangulándola, jadeé. —¡Lucy!
Y la bebé. Oh Dios. Estaba sosteniendo a la bebé cuando me dejó
inconsciente. ¿Qué le pasó a Ava Grace?
—¿D… dónde está mi amiga? ¿Y su hija? ¿Están bien? ¿Qué hiciste
para…?
Sin responder, me apuntó con la boquilla de la manguera y tiró de
la palanca, rociándome justo en la cara con una bofetada punzante de
horror frío y acuoso.
Grité. O, al menos, lo intenté. Salió sonando más como un gorgoteo
ahogado, para ser honesta.
Por un momento más largo, no pude respirar. Tenía la seguridad
de que esto me mataría. Moriría ahogada. Pero luego Dax movió el rocío
hacia abajo, sobre mi cuello y pecho, ya lo largo de mis brazos y piernas.
Sobre mis pechos.
—¡Detente! —grité, solo para que me diera justo en la cara de nuevo
y me robara el aliento.
—No hasta que estés limpia —respondió, sus ojos brillando con
deleite mientras apuntaba el agua entre mis piernas—. Necesitas ser
limpiada. Puta sucia. No puedo tenerte yo mismo hasta que saque a todos
los otros hombres de ti primero.
—¡No! Dax, por favor… —Pero él estaba más allá de escucharme.
—¡Cierra la boca! —rugió mientras me pateaba las costillas.
Las luces bailaron en mi visión cuando el dolor se hizo cargo. Luego
agua. Mucha agua.
Me vi obligada a soportar el agua durante unos minutos más antes
de que dejara de rociarme, solo para recoger un cepillo de lavado de autos
de mango largo, las cerdas parecían un millón de pequeños dientes listos
para morderme la carne.
Después de sumergirlo en un balde con tapa de espuma lleno de...
Página | 67
jabón, por favor, Dios, que solo sea jabón, lo sacó y comenzó a fregar.
Bruscamente.
8
Traducido por Pame .R. & Lisseth
Corregido por Julie

Luke
La vida era extraña, saben.
En un segundo, solo estás hablando tonterías, pasando el rato con
un par de amigos, y al siguiente, Trick está gritando: —Tenemos que
irnos. Dax rompió su orden de restricción y encontró a Chloe. Están en
casa de Lucy.
Quiero decir, qué carajo, ¿verdad?
Chloe ni siquiera había actuado preocupada por este idiota en
particular. Ella había afirmado firmemente que él era todo ladrido y nada Página | 68
de mordeduras; él no era un peligro físico para ella en absoluto. De hecho,
había pensado que la orden de restricción era una forma innecesaria de
asustarlo y alejarlo de ella por completo.
Nunca se suponía que rompiera la orden.
Maldita sea todo al infierno, me había burlado de ella al respecto.
Cuando sentí que mi rostro palidecía, tratando de aceptar lo que
su hermano acababa de anunciar, Vaughn tuvo una reacción mucho más
rápida.
—¿De Lucy? —rugió con indignación, saltando del taburete en el
que había estado sentado y dejando caer la botella de cerveza que había
estado levantando a su boca para que se rompiera por todo el mostrador
de la barra.
Y ahí fue cuando finalmente me di cuenta. Bromeé con Chloe sobre
algo que no era ni remotamente divertido, algo que bien podría estar
amenazando su existencia en este mismo momento.
¿Qué diablos había hecho?
—¡Mierda! —exclamé y salté sobre el mostrador para unirme a
Trick y Vaughn al otro lado—. Bueno, vamos. —Olvidé que todavía estaba
esperando a que Tara entrara y se hiciera cargo del trabajo por mí, señalé
a Trick y Vaughn que me siguieran mientras me dirigía hacia el pasillo
que conducía a la salida trasera del club nocturno—. Estoy estacionado
justo atrás.
Mientras corría por el pasillo en penumbra, esquivando a la gente
que hacía cola en los baños y a las camareras que sacaban alitas de pollo
y hamburguesas de la cocina, saqué las llaves de mi camioneta de mi
bolsillo. Pero tan pronto como los tres nos abrimos paso afuera y abrí mi
vehículo, haciendo que sus faros se encendieran, Vaughn me quitó las
llaves de la mano para decir: —Yo conduzco.
—Oye —murmuré indignado, corriendo detrás de él—. Soy yo el
que no ha bebido esta noche.
—¡Solo vamos! —ordenó Trick, empujándome por detrás.
Así lo hice. La seguridad de Chloe era más importante que mi
necesidad de conducir mi maldita camioneta. Me amontoné en el asiento
del copiloto y Trick todavía se estaba metiendo en la parte de atrás
cuando Vaughn aceleró el motor y arrancó.
Tampoco fue cuidadoso con mi bebé. Sin pisar los frenos ni una
sola vez, salió disparado por el callejón y tiró del volante hacia la calle,
casi enviándonos sobre dos ruedas y quedando a un metro de chocar con
otro automóvil que tocó la bocina y nos envió un gesto sucio con la mano.
—Cristo —murmuré, estirando la mano para aferrarme a mi
querida vida—. No hagas que nos maten antes de que lleguemos allí.
Mira, por eso debería haber conducido. Página | 69

—Lo está haciendo muy bien —anunció Trick desde atrás mientras
golpeaba el hombro de Vaughn para alentarlo—. Mierda. Chloe no
contesta.
—Déjame intentarlo —dije, sacando mi propio teléfono.
Trick resopló.
—Si no me responde a mí, ¿por qué diablos te contestaría a ti?
Ese era un buen punto. Pero aun así…
—¡No sé! —grité, estresado mientras continuaba intentando llamar
a Chloe de todos modos.
—¿Qué pasa con Lucy? —ordenó Vaughn—. Alguien pruebe el
teléfono de Lucy.
—En eso —dijo Trick, ya marcando su siguiente número mientras
yo continuaba escuchando el teléfono de Chloe sonar en mi oído.
Vamos, vamos, rogué en silencio. Solo contesta y llámame imbécil
ya.
Ese era su término favorito para mí, lo juro. Y en ese momento, no
creo que nada hubiera sonado tan bien como su voz sensual diciendo
¿qué quieres ahora, imbécil? justo en mi oído.
Pero no respondió.
En el camino, nos saltamos un semáforo en rojo, y tanto Trick como
yo gritamos temiendo por nuestras vidas mientras evitamos por poco que
nos derribaran.
—Sin respuesta —informó Trick unos momentos después.
—Hijo de puta. —Vaughn golpeó el volante, sin importarle que
estuviera abusando de mi vehículo. Quiero decir, ¿qué le había hecho mi
camión? Ella estaba manejando sus locos comandos de conducción como
una campeona, pensé.
—Voy a entrar en el chat de grupo —anunció Trick—. A ver si
alguien más sabe lo que está pasando.
—Probablemente estén bien —dijo Vaughn como si necesitara
escuchar las vibraciones positivas, a pesar de que conducía más rápido
mientras hablaba—. Apuesto a que estamos exagerando.
Sin embargo, no parecía que estuviéramos exagerando. Desde que
Trick dijo que Chloe necesitaba ayuda, mi instinto había estado en alerta
máxima, gritando peligro, peligro.
Ella se hallaba en problemas. Y necesitábamos encontrarla. Ahora.
Y cuando nos acercábamos a la casa de Lucy, la puerta principal
abierta en un ángulo extraño nos dijo que mi instinto había estado en lo
correcto.
—Eso no se ve bien —noté con voz grave, mi aliento atrapado en
Página | 70
mi garganta.
—Oh, Dios mío —dijo Vaughn con voz áspera.
Trick me agarró del brazo como si necesitara agarrarse a algo para
no entrar en pánico.
Saltando a la acera, nos detuvimos justo en el césped y detuvimos
el vehículo a solo unos metros de la puerta principal.
—¿Lucy? —Vaughn rugió cuando saltó de la camioneta en marcha
y saltaba hacia la entrada. El tipo también podía moverse. Ya estaba en
movimiento, y ya había pasado el capó cuando incluso abrí la puerta.
Sin embargo, se había detenido congelado justo en la entrada
cuando llegué a él.
Pasé con Trick pisándome los talones.
Después de una rápida exploración de la habitación, vi a Lucy
arrodillada en el suelo, erguida y viva, y el bebé estaba con ella, pero no
había señales de Chloe... y ningún cabrón dando vueltas, rompiendo su
orden de restricción.
¿Dónde diablos estaba Chloe?
Sin siquiera detenernos en la sala de estar, Trick y yo salimos
corriendo al pasillo, la llamamos por su nombre y entramos a toda prisa
en las habitaciones. No me detuve hasta que llegué a la habitación trasera
y vi un teléfono celular tirado en el centro del piso, cubierto con la misma
funda de cámara de aspecto antiguo que Chloe tenía en su teléfono.
—Mierda —susurré, ralentizándome hasta detenerme y mirando
boquiabierto a medida que un mal presentimiento se extendía sobre mí.
Cuando me agaché para recogerlo, Trick apareció en la puerta, agarrando
el marco.
—¿Algo?
Me giré con el teléfono de Chloe en la mano, y cuando me miró a
los ojos, pudo ver en mis ojos que me encontraba asustado.
—¿Qué? —exigió y finalmente bajó la mirada para ver el teléfono
por sí mismo—. Oh, Dios. —Dando un paso adelante, extendió la mano
y me lo quitó. Cuando levantó la vista, ya estaba empezando a respirar
con dificultad—. ¿Dónde diablos está mi hermana?
Negué con la cabeza, tratando de ignorar las señales de peligro que
mi cuerpo me gritaba, como la forma en que se me erizó el vello de la
nuca, cómo me escocía la piel en los brazos y la garra helada del miedo
que cubría mi alma.
Empujando a Trick, volví a la sala de estar.
—¿Dónde está Chloe? —Tan pronto como lo pregunté, finalmente
me concentré en la cara de Lucy.
Y maldita sea.
Página | 71
Todavía sentada de rodillas en la alfombra con Vaughn arrodillado
junto a ella ahora, tenía lágrimas y sangre corriendo por sus mejillas. Su
labio y uno de sus ojos estaban ligeramente hinchados, y todo su cuerpo
temblaba de miedo.
La peor parte, sin embargo, era su hija que todavía estaba tirada
en la alfombra. Me tomó un momento preguntarme por qué nadie la había
levantado todavía antes de darme cuenta (joder en un palo) la bebé
sangraba por la cabeza y no se movía, no lloraba, ni siquiera estaba
despierta.
Mi corazón cayó.
Pero no… la bebé de Lucy no podía estar…
—Jesús —graznó Trick detrás de mí, agarrando mi brazo mientras
miraba por encima de mi hombro para ver.
Lucy nos miró a Trick y a mí. Con los ojos llenos de más lágrimas,
se inclinó sobre sí misma mientras se aferraba a sus propias costillas en
angustiada derrota. —É-él se la llevó —lloró.
—¿La llevó? —Hizo eco Trick huecamente—. ¿Adónde la llevó?
—Yo… yo no… —Negó con la cabeza, su voz tan en carne viva y
quebrada que apenas era audible—. Yo… yo estaba luchando con él, pero
luego Ava cayó, y tuve que venir a verla. Luego arrastró a Chloe. No sé a
dónde fueron. Lo siento. Lo siento mucho. Pero Ava estaba herida.
—Shh, oye… —Vaughn se acercó a ella—. Está bien.
Mi visión vaciló y mis rodillas se aflojaron. Más vale que Chloe esté
jodidamente bien.
Mis últimas palabras hacia ella no pudieron haber sido mis
estúpidas bromas sobre su orden de restricción. Me sentí débil en el
estómago, pensando en la mierda estúpida e insensible que había dicho.
Dios, era un idiota.
—¿Señora? —dijo una voz de mujer desde el suelo, cerca de Lucy,
haciéndome saltar y mirar alrededor hasta que me di cuenta de que Lucy
había llamado a alguien, probablemente al 911, y los tenía en altavoz.
—Tienes a otros contigo ahora, ¿verdad? —preguntó la señora del
teléfono—. ¿Alguno de ellos sabe el apellido del agresor?
—¿Trick? —preguntó Lucy, mirando más allá de mí hacia él.
—Freston —suministró de inmediato—. Dax Freston. Y sé dónde
vive el hijo de puta.
Me volví hacia él, levantando las cejas en una manera de: Oh, ¿en
serio? ¿Sabes dónde vive, eh? Y cuando arqueó las cejas en respuesta:
Bueno, sí, lo sé. ¿Viaje por carretera?, asentí.
Demonios, sí, estaba totalmente adentro.
—Vamos —dije, solo para mirar a Vaughn, sabiendo que querría
participar en un pedazo del pastel de patadas en el trasero—. ¿Tío? Página | 72
Pero Vaughn miró a Lucy antes de negar con la cabeza. —Me quedo
con ellas. Vayan. Atrapen a ese hijo de puta.
Funcionaba para mí.
De todos modos, probablemente alguien debería quedarse con Lucy
y la bebé.
Así que Trick y yo asentimos y partimos.
Me aseguré de estar al volante de mi propio vehículo. —¿En qué
dirección? —exigí mientras salía en reversa del camino de entrada, sin
esperar hasta que Trick estuviera completamente dentro del asiento del
pasajero con la puerta cerrada antes de salir.
—Toma Madison aquí y luego dirígete hacia la Octava.
—Entendido. —Observé la carretera atentamente a medida que
conducía, pasando por las señales de alto y los semáforos si la
intersección parecía despejada.
A mi lado, Trick tamborileaba inquieto con las manos sobre el
apoyabrazos de la puerta.
—¿Crees que Ava Grace está bien? —preguntó por fin, mirándome
con preocupación en sus ojos.
Mi estómago se hundió, pero asentí. —Sí. Estoy seguro. Ella estará
bien. Los niños son fuertes, ¿verdad?
Y se suponía que los bebés no morían. Simplemente… no.
Pero Trick parecía preocupado cuando dijo: —Parecía muerta.
—Patrick —espeté, incapaz de pensar en la hija de Lucy en este
momento. Teníamos que encontrar a Chloe. No podía preocuparme por
varias personas a la vez. Mi cerebro no podía calcular tanto horror—. La
bebé va a estar bien —gruñí.
Asintió y volvió a mirar por la ventana lateral y a golpetear sus
dedos hasta que casi quise rompérselos.
—¿Cómo sabes dónde vive este tipo de todos modos? —finalmente
pregunté, necesitando ruido y palabras para distraerme del inquieto
golpeteo. Y la preocupación. No me gustaba preocuparme tanto. Pero en
serio...— No me di cuenta de que Chloe había salido con este chico el
tiempo suficiente para visitar su casa, y mucho menos con miembros de
su familia.
Trick resopló. —Ella no lo hizo. Pero el hijo de puta ha estado
acosando a mi hermana. Puso una maldita orden de restricción contra
él. ¿Por qué no iba a averiguar dónde vive?
Tenía sentido.
Asentí, pero mi pecho aún se sacudía con inquietud, y mis dedos
se apretaron alrededor del volante mientras la culpa me invadía.
Yo no me había asegurado de averiguar dónde vivía.
Página | 73
—Me burlé de ella —admití sombríamente, tragando la bilis que
amenazaba con subir—. Después de que pidiera la orden de restricción.
Lo tomé a la ligera y me burlé de ella. Me burlé de ella.
—Amigo —dijo Trick en voz baja y me apretó el hombro cuando
dimos la vuelta a la esquina de la Octava—. Ella lo tomó a la ligera. ¿Qué
se suponía que debías pensar?
—Se suponía que debía pensar que era una maldita orden de
restricción, y eso es una mierda seria. Su vida estaba en peligro. Está en
peligro, y yo…
—Le hicimos presentar esa orden de restricción —argumentó—.
Ella nunca estuvo tan preocupada por él. Pensaba que era exagerado.
Pero forzamos su mano, y eso lo enfureció. Dios. Si no la hubiéramos
presionado para que hiciera esto, tal vez él no habría reaccionado tan…
—Si él era del tipo que reaccionaba así —interrumpí—, entonces
necesitaba una, así que ustedes hicieron bien en persuadirla.
—Sí, dime eso cuando la encontremos ilesa y bien. —Señaló a
través del parabrisas delantero—. Allí. Esa calle. Windmill, creo que se
llama. Gira a la derecha y es la tercera casa hacia abajo.
Pero en realidad no había necesitado más instrucciones después
de gira a la derecha. Cuando vi un Mitsubishi feo estacionado en el
camino de entrada de una pequeña casa de ladrillos de un solo piso, supe
a dónde me dirigía. Trick había hablado una y otra vez sobre lo mucho
que había odiado el coche de este tipo; él lo había descrito perfectamente.
Junto a mí, resopló mordazmente. —Ese estúpido auto. Supe que
el tipo era un imbécil en el momento en que vi qué tipo de mierda le hizo
a su vehículo. ¡Maldita sea! ¿Por qué no lo asesiné en el primer momento
en que lo vi?
Ni siquiera había conocido al tipo, solo escuché los rumores sobre
él a través de la fábrica de chismes, y no me habían gustado nada incluso
antes de que se mencionaran las órdenes de restricción. Simplemente no
parecía una buena opción para Chloe. Entonces, ¿por qué no había hecho
nada para evitar esto?
Me detuve justo detrás del Mitsubishi y lo bloqueé para que el hijo
de puta no pudiera escapar, apagué el motor y corrí detrás de Trick
mientras salía disparado del camión y corría hacia la puerta principal.
Tropecé un paso cuando lo vi abrir la puerta de una patada delante
de mí, sin detenerse a llamar o esperar a que alguien respondiera ni nada.
Levantando mis cejas, e impresionado como la mierda, corrí tras él.
En el interior, la casa estaba extrañamente caliente. Tiré de mi
camisa, inmediatamente tratando de hacer circular un poco de aire en la
viciada sala delantera que se hallaba completamente vacía excepto por
una silla reclinable y un televisor. Era jodidamente espeluznante.
Al ver a Trick correr hacia un lado, decidí ir hacia el otro, y entré Página | 74
con cautela en un pasillo, preguntándome tardíamente si debería haber
tomado algún tipo de arma para defenderme.
Muy tarde ahora.
Todas las malditas puertas a lo largo de ambas paredes estaban
cerradas, lo cual era simplemente extraño si querías mi opinión. La
inquietud patinó hasta la parte posterior de mi cuello.
Pero me encogí de hombros ante la sensación espeluznante y
continué, abriendo cada puerta a medida que avanzaba. Encontré un
armario primero. Luego un baño. Después de hacer a un lado los abrigos
y chaquetas, y luego empujar las cortinas de la ducha fuera de mi
camino, me dirigí al siguiente conjunto de puertas ubicadas una frente a
la otra. La primera se hallaba oscura, pero encontré un interruptor de luz
justo dentro y lo encendí para revelar un conjunto de escalones estrechos
y empinados que bajaban, solo para revelar otra puerta cerrada en la
parte inferior.
Genial. Un sótano espeluznante. Esto parecía prometedor.
—Chloe —llamé a medida que bajaba corriendo los escalones, la
temperatura descendía constantemente hasta que hacía mucho frío una
vez que llegué al último escalón—. ¿Estás aquí abajo?
No hubo respuesta, pero abrí la puerta de un empujón, de todos
modos, solo para congelarme en el lugar y mirar boquiabierto lo que
había dentro.
En serio, ni siquiera podría describirlo. Pero en el suelo frente a mí,
la chica que conocía desde que nació estaba completamente desnuda con
las piernas separadas y encadenada al suelo y los brazos inmovilizados a
cada lado de ella con más restricciones.
Los moretones y los cortes ya cubrían su piel, la mitad de ellos
hinchados, el resto supurando, y uno de sus ojos parecía salvaje por el
miedo y la conmoción, mientras que el otro estaba tan lleno de sangre
que me sorprendería si pudiera ver algo.
Ella jadeó con voz ronca y comenzó a luchar contra sus ataduras
hasta que se dio cuenta de que era yo. Entonces, sus ojos se abrieron con
sorpresa y trató de decir mi nombre.
—Lu...
—Madre de Dios —respiré, todavía seguro de que lo veía todo mal
porque... estaba tan mal.
—¿Qué... qué demonios haces aquí? —Finalmente logró preguntar.
Quería alejarme, darle un poco de privacidad y luego tener un
pequeño colapso a solas porque no podía creer que esto le hubiera
sucedido.
Pero Chloe me necesitaba. Y necesitaba mantener mi mierda en
orden para poder ayudarla.
—Oh, ya sabes —murmuré, obligándome a ser casual porque
Página | 75
quería ayudarla a tranquilizarse, ya que parecía estar a un segundo de
su propio ataque de pánico—, solo estaba en el vecindario. —Entré al
sótano con ella y rápidamente cerré la puerta a mi espalda—. Pensé en
pasarme y ver qué pasa.
Luego puse los ojos en blanco para enojarla, con la esperanza de
que mordiera el anzuelo y se enojara conmigo en lugar de pensar en la
horrible situación en la que estaba atrapada actualmente.
—¿Qué diablos crees que estoy haciendo aquí? —Cuando no dijo
nada, agregué—: Estoy aquí para salvarte.
Un sollozo salió de su garganta y se estremeció una vez antes de
que la atrevida Chloe comenzara a emerger. —Entonces, ¿podrías darte
prisa? —dijo con voz áspera—. Me estoy congelando los pezones aquí
abajo.
—Créeme, me di cuenta. —Mirando a mi alrededor mientras corría
a su lado, me arrodillé junto a ella, tocando su mano incluso mientras
entrecerraba los ojos hacia cada rincón oscuro—. ¿Estás sola?
—Sí. Se fue. Sin embargo, no sé dónde está Lucy. Estaba en su
casa y él me dejó inconsciente. No sé si también la tiene en alguna parte
o…
—Está en casa. —Bajé la vista a su muñeca. Estaba ensangrentada
y arañada por el esfuerzo que sin duda había puesto para tratar de liberar
sus manos.
—¿Sí? —Chloe comenzó a respirar con dificultad como si tratara
de contener una avalancha de emociones de alivio—. ¿Se encuentra bien?
¿Y la bebé? Estaba sosteniendo a la bebé cuando me golpeó. Yo no… no
sé qué le pasó a la bebé.
Asentí y levanté la mano para calmarla.
—Solo... está bien —murmuré con dulzura—. Ambas están en
casa. Y Luce estaba un poco golpeada, pero se veía muchísimo mejor
cuando la vi de lo que tú te ves ahora.
—¿En serio? Oh Dios. Gracias a dios. Yo… no sabía. ¿Y la bebé?
¿Ava Grace?
Eso no lo pude responder.
—Deberíamos quitarte estas cosas —dije en cambio y pasé los
dedos por las esposas, con la esperanza de hallar algún tipo de liberación
de seguridad. Pero se veían verdaderas. Iba a tener que encontrar una
maldita llave. A menos que...
Agarré las cadenas que parecían estar pegadas al suelo y luego
puse ambos pies a cada lado de ellas antes de tirar con todas mis fuerzas.
Pero lo único que logré romper fue un poco de piel de mis palmas.
—Hijo de puta —gruñí, y miré su rostro, recién sorprendido por
toda la carne desnuda. Sí, eso iba a ser una gran distracción—. ¿Dónde
diablos está tu ropa?
Página | 76
Ella me envió una mirada seca, su ojo inyectado en sangre aún me
sacudía cada vez que lo miraba. —Buena pregunta. Me gustaría saberlo.
¿Están en esa mesa de allí?
Me puse de pie y miré hacia la mesa, pero no había absolutamente
nada que pareciera que pudiera pasar por tela. Estaba lleno de libros,
papeles y material de oficina.
—No. —Sin querer echar otra mirada accidentalmente a las partes
desnudas de Chloe, me arranqué la camiseta negra del Club Forbidden
que llevaba puesta y me arrodillé a su lado de nuevo antes de cubrirla
con ella suavemente como una manta.
Quiero decir, una mini manta. Apenas cubría la parte superior de
sus muslos hasta sus hombros, pero le daba una pizca de modestia, al
menos.
—Gracias —dijo en voz baja, con los labios temblando y los ojos
llenos de trauma brillante.
Asentí, incapaz de manejar el contacto visual porque todavía me
sentía bastante mal por todo lo que ya había visto. Pero en serio, casi se
afeitó completa, y diablos, era lo único en lo que podía pensar por un
segundo porque los moretones y la sangre eran demasiado para para
procesar.
Aclarándome la garganta, finalmente me obligué a mirarla a los
ojos y pregunté: —¿Tienes alguna herida que necesite atención inmediata
antes de que trabajemos en liberarte?
Sacudió la cabeza. —No. No que yo sepa.
—Bueno, bien. —Extendí la mano para tocarle la cara para
consolarla, asintiendo con la cabeza para hacerle saber que todo iba a
estar bien, luego puse un mechón de cabello húmedo y ensangrentado
detrás de su oreja para que pudiera ver.
—Vamos a sacarte de estas malditas esposas, ¿de acuerdo?
Asintió y su barbilla tembló. —Me gustaría eso.
Sonreí. —Sí, eso pensé.
Luego me puse de pie y volví a la mesa, recorriéndola en busca de
algo para forzar la cerradura. —Por casualidad, no viste la llave de esas
cerraduras en ningún lado, ¿verdad?
—No. Yo… estaba inconsciente cuando me desvistió y me encerró.
Se me hizo un nudo en el estómago y la miré, deseando saber si
él... si la había violado. Pero era imposible que pudiera preguntar.
Además, si hubiera estado inconsciente durante tanto tiempo, ¿lo sabría
ella siquiera?
Hijo de puta.
No me gustaba esto. Página | 77

Cuando no pude encontrar una llave en ninguna parte de la mesa,


golpeé mi palma hacia abajo y maldije.
Chloe respiró sorprendida y la miré, deseando que no tuviera que
pasar por esto.
—No puedo encontrar una llave —admití, sintiéndome como un
fracaso—. Voy a subir y encontrar una, ¿de acuerdo?
Pero ella negó con la cabeza, su único ojo bueno estaba vidrioso
por el miedo renovado. —No. —Me dijo en términos claros, su voz firme y
autoritaria—. No te atrevas a dejarme.
Y casi perdí el control allí mismo, estallando en lágrimas y
perdiendo mi mierda por completo.
9
Traducido por Julie
Corregido por Danita

Chloe
Luke parecía visiblemente agitado cuando hizo una mueca de
dolor, y tragó saliva como si acabara de ingerir hojas de afeitar. Pero
entonces me miró desde la mesa en la que seguía apoyado y contra la que
apretaba las manos.
—No me voy —aseguró mientras se enderezaba—. Solo voy a
buscar ayuda. Trick está ahí arriba. Ahora vuelvo.
—No. —No me importaba. Se encontraba aquí ahora, y yo no podía
perder eso—. No me dejes —repetí. Página | 78
—Chloe —gruñó con severidad—. No puedo quedarme aquí y
ayudarte. Tengo que encontrar algo que te ayude a liberarte.
—Alguien más puede liberarme —intenté—. Tú quédate. No me
dejes.
—Ya mismo vuelvo —juró.
—¡No! —grité con todas mis fuerzas. Luego, respirando con
dificultad, añadí—: ¿Y si vuelve?
Luke sonó demasiado razonable cuando sacudió la cabeza y
respondió: —No estaré fuera el tiempo suficiente para que él...
Y fue más de lo que pude soportar.
—Lucian Michael Hamilton —corté con dureza—. Si me dejas ahora
mismo, nunca te lo perdonaré. ¿Me oyes? Te odiaré hasta mi último
aliento. No... me dejes así. No me dejes. Por favor... Dios mío, no puedes
dejarme. Por favor...
—Joder —gruñó—. No puedo ayudarte si me quedo aquí, Chloe.
Necesito ayudarte.
Sacudí la cabeza. —Por favor, no. —Empecé a perder el control de
mi respiración errática, y sentí que se me escapaba el control de mis
emociones. Los ojos se me llenaron de lágrimas.
—Cielos. —Luke resopló y levantó las manos en señal de
rendición—. Está bien. Me quedo.
Apreté los ojos y sacudí la cabeza. —Por favor, no me dejes —
susurré, bastante segura de que no podría dejar de repetir esa frase ahora
aunque quisiera.
—No lo haré —dijo, y cuando sentí que sus dedos tocaban los míos,
abrí los ojos y lo encontré arrodillado en un charco poco profundo a mi
lado—. Tranquilízate —susurró, apretándome la mano para calmarme—
. No pasa nada. No me voy a ninguna parte.
—Por favor, no me dejes —respondí, pero en un tono que le decía
gracias por quedarte.
Asintió, mirándome a los ojos. —Aquí estoy.
Exhalé un suspiro, empezando a calmarme de nuevo hasta que un
temblor se apoderó de mí. El temblor hizo que su camisa resbalara y
empezara a caerse de mi cuerpo. Pero Luke sacó la mano y la atrapó
antes de que pudiera hacerlo, y enseguida la volvió a colocar en su sitio.
Antes de apartarse de nuevo, el dorso de sus nudillos apenas rozó el
tatuaje que tenía en el costado, bajo las costillas, de una mariposa azul.
—¿Cuándo te hiciste el tatuaje? —me preguntó, acercando la
barbilla al tatuaje—. Es... bonito.
—Eh... —No podía concentrarme lo suficiente para responder a su
pregunta, así que murmuré—: No lo sé. Página | 79

Asintió con la cabeza y volvió a mirarme. —Creo que tus tetas son
incluso más grandes ahora que a los quince años —añadió.
Resoplé y negué con la cabeza. —¿De verdad tenemos que hablar
ahora de mi cuerpo desnudo?
Se encogió de hombros y apartó la mirada de mí.
—Supongo que no. Solo intentaba distraerme de tu mandíbula
magullada, el ojo hinchado y los arañazos que tienes por todas partes,
además de las putas esposas metálicas que te tienen atrapada en el
suelo, porque esa forma de pensar me hace perder un poco la cordura.
¿Y por qué diablos estás toda mojada?
—Tuvo que descontaminarme —intenté explicar.
La mirada de Luke se desvió de nuevo hacia mí. —¿Qué?
—Puta sucia —murmuré, repitiendo el término que había utilizado
Dax y cerrando los ojos mientras mi mandíbula dolía con cada palabra
que pronunciaba—. Dijo que tenía que limpiarme de todos los demás
hombres antes de poder tomarme él mismo. Ahora está buscando más
productos de limpieza.
—Jesucristo —gruñó Luke—. No puedo... no puedo soportar esto.
—Pasándose las manos por el pelo, se puso en pie y empezó a caminar
por el suelo—. No puedo quedarme aquí sin hacer nada. Tengo que hacer
algo. Chloe, maldita sea. Voy a subir corriendo y...
—Luke —sollocé, sabiendo lo mucho que quería irse ahora—. Lo
prometiste. Por favor... no me dejes.
—¡Hijo de... puta! —rugió, girando para mirarme. Su mano se
enroscó en puños—. Eres la mujer más irritante e insoportable que he
conocido. No puedo soportar verte así. —Su barbilla tembló y el tormento
nubló su expresión—. Tengo que... tengo que hacer algo.
—Lo haces —aseguré, con la voz quebrada y temblorosa por el
frío—. Evitas que pierda la cabeza. No puedo mantener la compostura sin
ti. Por favor... Por favor, no me dejes. Luke... —Las lágrimas volvieron a
llenar mis ojos y empecé a sollozar—. No me dejes aquí así. Por favor...
—Bien... Bien —se apresuró a decir, corriendo de nuevo hacia mí y
cayendo de rodillas junto a mi hombro—. Te dije que no lo haría, y no lo
haré.
Levanté la vista hacia él, pero apenas podía verle a través de las
lágrimas que nublaban mi visión. —No me dejes.
—No lo haré —susurró, secándome las mejillas—. No me iré a
ninguna parte. Lo siento.
Pero en cuanto pronunció esas palabras, oímos más pasos bajando
los escalones y una voz apagada que nos llamaba a Luke y a mí.
Luke se puso de pie.
—Gracias a Dios, joder —jadeó, corriendo hacia delante—. Es
Página | 80
Trick.
—¿Trick? —Parpadeé. Pero Trick estaba a punto de verme... ¿así?—
. No dejes que entre aquí —solté, justo cuando Luke llegaba a la puerta
y agarraba el picaporte.
Se detuvo y miró hacia atrás. —¿Qué?
—Que se quede fuera —le dije—. Que no me vea así.
Luke sacudió la cabeza y gruñó. —Señorita, hace usted muchas
peticiones imposibles. ¿Lo sabe?
—Le atormentaría para siempre verme así —le dije—. Sabes que
tengo razón. No te atrevas a hacerle eso a mi hermanito.
—¡Joder! Bien —replicó.
Excepto que la puerta empezó a abrirse, de todos modos.
Luke se lanzó hacia adelante y tuvo que empujar su cuerpo contra
ella, golpeándola de nuevo en la cara de Trick.
—Espera —llamó a mi hermano, poniendo todo su peso contra la
puerta cuando Trick seguía intentando abrirla—. No... Quédate ahí fuera,
¿vale?
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué pasa? Está... ¿Dónde está Chloe? ¿Está
contigo? ¿Está bien?
—Está... —Cuando Luke titubeó demasiado y miró hacia mí,
haciendo una mueca de dolor, Trick volvió a empujar la puerta, casi
apartándolo—. Maldita sea, he dicho que pares —rugió—. Se encuentra
bien. Está bien.
—Estoy justo aquí, bubba —grité desde el suelo, y Luke me envió
una mirada que parecía decir, tardaste bastante en tranquilizarlo—. Estoy
bien.
—¡Chloe! —gritó aliviado—. ¡Dios mío! Gracias a Dios. Quítate de
la puerta, Hamilton, y déjame entrar.
—Jesús, no puedo, está bien —murmuró Luke—. Ella... su cuerpo
está literalmente bloqueando la puerta. La lastimarás si la abres ahora.
Hubo una pausa. —¿Entonces cómo entraste? —preguntó Trick.
Luke puso los ojos en blanco, irritado porque mi hermano fuera lo
bastante listo como para preguntarle. —Yo... tuve que hacerle daño. Pero
tú no tienes que hacerlo.
—¿La lastimaste? Creía que habías dicho que se encontraba bien.
—Quiero decir, está viva —argumentó Luke—. Y consciente y toda
esa mierda. Solo... ya sabes... ha visto días mejores.
—¿Qué diablos significa eso?
—Amigo, ¿has encontrado al puto dueño de esta casa de Pesadilla
en Elm Street o no? Página | 81
—Sí, está arriba inconsciente. Ahora, ¿qué le pasa a mi hermana?
—¿Lo dejaste inconsciente? —Luke levantó las cejas y asintió
despacio, como impresionado—. Genial.
—Después de lo que le hizo a Lucy y a la bebé, joder sí, lo dejé
inconsciente. Está atado a la silla de la cocina, no irá a ninguna parte
hasta que lleguen las autoridades. ¿Vas a decirme lo que le hizo a Chloe
o no?
—Probablemente no —respondió Luke sin rodeos—. Entonces,
¿podrías traernos un par de cosas mientras esperamos a que llegue la
caballería?
—Sabes, no me estás tranquilizando mucho con tus respuestas
vagas —espetó Trick.
Luke suspiró irritado. —Mira. Está aguantando, ¿vale? Pero estaría
muy bien que nos trajeras unas cuantas cosas para que esté un poco
más cómoda.
—¿Cosas como qué? ¿Qué le pasa?
—Vale, primero, necesitamos las llaves de las esposas. Mira a ver
si encuentras alguna llave de esposas. Y luego...
—¿Acabas de decir llaves de esposas? ¿Está esposada? ¿A qué?
—Y quizá una manta o una toalla —seguí ignorando sus
preguntas—. O ya sabes, si pudieras encontrar su ropa en algún lugar
ahí arriba, eso sería aún mejor.
—Oh Jesús.
—En realidad tanto la ropa como una toalla serían lo mejor. Y...
—Mierda. ¿Por qué no lleva su ropa? ¿Dónde está su puta ropa?
Cuando Trick intentó abrir la puerta de nuevo, Luke se la cerró en
la cara.
—¿Por qué no lleva ropa, Luke? ¿Qué le ha hecho?
—Trick —volví a llamar—. No pasa nada. Estoy bien. No tuvo
tiempo de hacer lo que te preocupa, ¿de acuerdo?
Luke me devolvió la mirada esperanzado cuando dije esa parte,
como si quisiera creerme pero temiera que solo lo dijera para evitar que
mi hermano se volviera loco.
—Pero me estoy cansando bastante de estar atrapada así —seguí
hablando—. Así que si pudieras encontrarme una llave de esposas y algo
con lo que cubrirme, sería genial.
—Bien, hermanita —llamó Trick, y su voz sonó más temblorosa que
antes—. Vale, ahora vuelvo. No te muevas. Te amo.
Se me llenaron los ojos de lágrimas. —Yo también te amo.
Página | 82
Mientras sus pasos volvían a subir las escaleras, entrecerré los ojos
llorosos hacia Luke. —¿De verdad tenías que decirle que estaba esposada
y desnuda?
—Oh, lo siento. —Luke se giró para mirarme—. ¿Querías quedarte
esposada y desnuda? Ya que te niegas a dejarme salir y no lo quieres
aquí, él es el único de nosotros tres que puede ir a buscarte algo. ¿Y por
qué esa maldita camisa no deja de resbalarse?
Se adelantó, con el ceño fruncido y claramente molesto porque una
de mis tetas y un pezón duro y puntiagudo volvían a asomar.
—No lo sé —murmuré—, es tu estúpida camiseta.
—Ya. —Se arrodilló a mi lado y con mucho cuidado volvió a
enderezar la camisa para que me cubriera mejor.
Me castañetearon los dientes y mis escalofríos persistieron,
haciendo que la camisa se deslizara y empezara a resbalarme de nuevo.
—¿En serio? —murmuró Luke, atrapando la tela antes de que
volviera a dejarme al descubierto. Luego me miró a los ojos—. Te estás
congelando, joder. Tus labios se están poniendo azules.
Me castañetearon los dientes mientras intentaba sonreírle.
—Dax debería haber invertido en un suelo de cemento con
calefacción.
—Más le valdría haber invertido en un puto plan funerario. —Sus
palabras fueron pronunciadas con ira y veneno, pero cuando se encontró
con mi mirada, parecía preocupado y arrepentido—. ¿Quieres también
mis pantalones?
—Dios santo, no —murmuré, y cerré los ojos, apartando la cara de
él para dejar de ver la preocupación y la inquietud en sus ojos azules—.
Ya me están torturando bastante, no necesito verte desnudo hasta los
calzones manchados de amarillo.
—Ja, ja, qué graciosa —murmuró mientras me agarraba el brazo y
empezaba a frotarlo con los dedos—. Y para tu información, no tengo
calzones, ni amarillos ni de otro tipo.
—No me importa —murmuré, abriendo los ojos y mirando su
mano, que causaba suficiente fricción como para calentarme el brazo—.
¿Qué haces?
—Intento que no te mueras de frío —respondió, distraído, mientras
me soltaba el brazo para centrar su atención en mi pierna. Pero en cuanto
la palma de su mano se movió sobre mi pantorrilla y por encima de mi
rodilla, di un respingo.
Se detuvo de inmediato, levantando las manos mientras miraba
hacia arriba. —Lo siento. ¿Te dolió?
—No —mascullé. Pero cuanto más me fijaba en su expresión de
preocupación, más empezaba a asustarme. Porque si Luke se encontraba Página | 83
preocupado por mí, entonces todo esto empezaba a parecer serio y real.
Me temblaba la barbilla—. Estoy bien.
Pero no lo estaba. Iba a perder la cordura de verdad, en cualquier
momento, y él iba a presenciar mi colapso.
Eso era casi más horrible que ser secuestrada por un ex psicópata
y esposada desnuda en su sótano. Que Luke Hamilton estuviera presente
cuando tocara fondo era como romper el suelo de roca con un mazo y
caer aún más bajo. Tenía que ser lo peor que me hubiera pasado nunca.
Dios, era una idiota. Todo lo que había hecho mal esta noche y con
Dax en general, y prácticamente a lo largo de toda mi vida parecía
derrumbarse a mi alrededor de golpe.
Debería haber sido más firme con Dax cuando rompí la relación.
Debería haber dejado a la bebé en algún sitio. Debería haber ido a ayudar
a Lucy desde el principio. Debería haberle dicho a Luke que lo amaba
cuando tenía catorce años. Quizá él habría... Joder.
Cerré los ojos con fuerza y esta vez supe con certeza que la
humedad que goteaba de mis dos ojos eran lágrimas.
Pero ninguna de ellas cayó en mis oídos. Dos dedos cálidos
atraparon los dos senderos y los limpiaron con suavidad. Y eso me dolió
más que nada. Sollocé tan fuerte que me ardía el pecho.
Antes de darme cuenta, estaba llorando de forma ruidosa e
incontrolable.
—Lo siento —balbuceé—. Lo siento mucho. Lo siento...
—No hay nada que lamentar —se limitó a murmurar Luke—. Solo
sácalo, ¿vale? Sácalo todo de ti. —No intentó hacerme callar ni bromear,
ni nada. Se limitó a limpiarme los ojos y luego la nariz, dejándome la cara
despejada para que pudiera volver a llenarla de más suciedad.
—Quiero irme a casa —sollocé, moviendo la cabeza de un lado a
otro—. No puedo seguir haciendo esto. Quiero mi cama, mis mantas y
mis almohadas. Solo... quiero irme a casa.
—Lo harás —juró—. Antes de que acabe esta noche, te prometo
que estarás metida en tu propia cama, segura y calentita. Ya sea en tu
casa o en la de tus padres, aunque apuesto por la cama de tu infancia
porque dudo que Pick y Eva te dejen ir sola a casa después de esto.
Mis padres. Sí. Yo también los quería.
Parpadeé y abrí los ojos, que me ardían un poco de tanto llorar.
Alzando la vista hacia Luke, lo miré un momento antes de decir: —¿En
serio acabas de limpiarme los mocos con la mano?
—Sí —susurró él, asintiendo mientras se limpiaba la palma de la
mano en de los vaqueros—. Y me debes una por eso, por cierto.
Empecé a reírme, solo para estremecerme de miedo cuando oí más
pasos en las escaleras.
Luke levantó la cabeza hacia la puerta, luego se puso de pie para
Página | 84
ir a vigilarla. Apoyó el pie en el suelo para hacer de tope de la puerta,
abrió la entrada unos cinco centímetros y se asomó por la rendija,
preguntando: —¿Has encontrado algo?
—¡Tengo las llaves! —oí que Trick contestaba triunfante—. Y una
toalla. Pero nada de ropa, lo siento.
—No. Esto está bien. Servirá. ¡Oye! Mantén la cara hacia allá,
pervertido.
—¿Todavía está bien? ¿Chlo? ¿Estás bien?
—Estoy bien —carraspeé, sintiéndome un poco somnolienta y
mareada después de llorar tanto. En realidad, era difícil mantenerse
despierta—. Lista para salir de aquí, pero bien.
—Suena peor —le dijo Trick a Luke—. ¿Por qué suena tan ronca
ahora?
—Porque su adrenalina está disminuyendo con el peligro que ha
pasado, y todo está empezando a golpearla, ¿de acuerdo? Solo... danos
un segundo —añadió Luke antes de cerrar la puerta en las narices de mi
hermano.
Luego se volvió y me saludó con la llave. —¿Segura de que estás
lista para liberarte? —preguntó, volviendo hacia mí con la toalla metida
bajo un brazo—. ¿O necesitas otro minuto para despedirte del lugar y de
todos los buenos recuerdos que has tenido aquí?
—Libérame de una puta vez —dije, ni siquiera jugando.
Soltó una leve risita y se arrodilló junto a una mano. —Sí, señora.
La oigo alto y claro. —En cuanto la cerradura se soltó y el helado agarre
metálico de mi muñeca se aflojó, sollocé de alivio. Mi brazo se enroscó de
inmediato sobre mi pecho, buscando calor y protección mientras
ayudaba a asegurar la camisa de Luke sobre mí, doliéndome y
quemándome al doblarlo después de haberlo forzado a estar estirado
durante tanto tiempo.
Luke frunció el ceño, concentrado, mientras bajaba hasta mi tobillo
más cercano y soltaba la banda de metal.
Me sentí un poco como un resorte al que ya no obligaban a
desplegar sus espirales. En cuanto Luke liberaba una extremidad, ésta
volvía a enroscarse en la parte principal de mi cuerpo hasta que él
terminó, y yo quedé envuelta de lado en posición fetal.
—Ya está —murmuró suavemente, tocándome el hombro una vez
que me hubo quitado todas las esposas.
—Gracias —gemí.
Asintió y, en silencio, me cogió los hombros con las manos para
ayudarme a incorporarme. —Vamos a ponerte la camisa por la cabeza y
luego envolverte con la toalla como si fuera una falda, ¿de acuerdo?
Asentí y luego intenté levantar la camiseta por encima de mi cabeza
para ponérmela yo misma, pero mis brazos eran demasiado débiles y Página | 85
temblaban tanto que me dolía moverme.
—Déjame a mí —me ofreció Luke, cogiéndome la camisa de la mano
con una amabilidad que nunca antes había visto en él—. Levanta los
brazos hacia delante. Sí... eso es —murmuró cuando le obedecí. Deslizó
los agujeros de los brazos sobre mis muñecas ensangrentadas, y la
camisa grande se deslizó por mis brazos hasta que me puso sobre la
cabeza una tela caliente que olía a Luke. Cuando llegó a soltarme el pelo
del cuello, levanté la mirada hacia su rostro.
Me miró a los ojos y asintió. —Perfecto. Ahora, vamos a envolverte
la cintura con esta toalla y larguémonos de aquí.
Asentí. —Es como... como si pudieras leerme la mente.
Me guiñó un ojo. —Es uno de mis muchos superpoderes, cariño.
Resoplé y puse los ojos en blanco, lo que hizo que su sonrisa
floreciera.
Pero entonces aspiré de forma inesperada e hice una mueca de
dolor cuando las costillas me dolieron.
Luke me agarró del brazo. —¿Chloe?
Asentí con la cabeza inclinada, tratando de tranquilizarlo. Pero no
podía dejar de temblar, a pesar de que, al levantarme del suelo y alejarme
del cemento helado, su camiseta me daba un millón de veces más calor
que antes.
Mis nervios estaban a flor de piel.
—Estoy bien —dije, levantando la vista.
Luke sonrió de forma alentadora y me pasó una mano por debajo
del codo.
—Y vamos a subir —me indicó, intentando que siguiera la presión
de sus tirones hasta que me puse de pie.
Pero cuando intenté ponerme de pie, me fallaron las rodillas y
empecé a bajar de nuevo mientras el dolor me recorría el costado.
—Vaya. —Luke me agarró y me ayudó a volver al suelo—. No hay
problema —me dijo, exhalando un resuelto aliento—. Te cargaré.
Cuando me miró a la cara, pidiéndome en silencio permiso para
levantarme, asentí y levanté los brazos para rodearle el cuello. Me pasó
un brazo por debajo de las rodillas, luego me rodeó la espalda con una
mano y por fin estuve fuera de ese maldito cemento húmedo.
—Oh, Dios —respiré aliviada—. Gracias. Gracias... —Giré la cara
para enterrarla en el pliegue de su cuello, inhalando su calor y su familiar
aroma a Luke, y él también giró la cara hacia mí para poder apoyarme la
mejilla en la parte superior de la cabeza.
Me corrieron lágrimas silenciosas por la cara.
—Ya estás bien —me susurró al oído—. No voy a dejarte. Ya está
bien. Página | 86
Unos golpes en la puerta interrumpieron nuestro momento.
—Oigan —llamó Trick a través de la madera—. ¿Todo bien?
¿Necesitan algo?
—Sí —le dijo Luke—. Necesito que abras la puta puerta y te quites
de en medio. Vamos a pasar.
La puerta se abrió en seguida. —¡Chloe! —gritó Trick, entrando a
toda prisa—. ¿Estás bien? —Vino directo hacia nosotros, mirándome de
inmediato y tocándome el brazo y la cara para asegurarse de que
realmente estaba allí.
—Estoy bien —le aseguré, justo cuando Luke gruñó—: Te dije que
te quitaras de en medio.
Trick me alcanzó. —Espera. Dámela.
—La tengo —le aseguró Luke con irritación y me agarró con más
fuerza.
Trick lo fulminó con la mirada. —Es mi hermana.
Pero Luke se negó a soltarme. —No sé lo bien que le quedará esta
toalla si la movemos demasiado. Solo despéjame el camino, y la subiré
por las escaleras.
—Bien. Pero no la dejes caer.
—Y aquí, eso era lo primero que planeaba hacer. —Luke puso los
ojos en blanco, luego me miró—. Ya te aviso. Puede que tenga que hacerle
daño a tu hermano antes de que acabe la noche.
Exhausta y por fin sintiéndome segura de nuevo por primera vez
en horas, dejé caer la cabeza sobre su hombro y apreté los brazos
alrededor de su cuello, contenta de poder quedarme ahí, cálida y segura.
—No le hagas ningún daño permanente.
—Creo que su cerebro ya tiene daño permanente —murmuró.
Mis párpados se agitaron. Creo que podría dormirme aquí mismo.
—Probablemente de tanto estar contigo.
Luke inclinó la cara hacia un lado, intentando verme. Su mirada
era especulativa, como si quisiera fulminarme con la mirada por mi
ocurrencia, pero también quisiera sonreír. Lo que vio en mí debió de
decirle que me encontraba lo bastante bien como para soltar una broma.
Pero en lugar de responder, murmuró: —Sí. Es posible.
Suspiré y cerré los ojos del todo. —Despiértame cuando termine,
¿quieres?
Inclinó la cara para apoyarla en mi pelo. —Lo haré —respondió—.
Duerme bien. Te tengo.
Y así lo hice. Dormí profundamente, reconfortada por el olor de
Luke en mi nariz, su calor en mi piel y sus brazos alrededor de mí. Página | 87
10
Traducido por Lauu LR
Corregido por Danita

Luke
Trick y yo tuvimos un pequeño debate sobre qué hacer después de
que encontramos a Chloe.
Quería llevarla directo al hospital a que la revisaran. Él estaba
determinado a conseguir justicia y quería esperar hasta que la policía
apareciera, así el bastardo que la había secuestrado no se quedaba solo
con oportunidad de escapar.
—Amigo, no voy a mantenerla en esta casa más de lo necesario —
insistí. Página | 88
Asintió como si entendiera y tomó mi brazo mientras me guiaba
hacia la puerta. —Bien. Ve a sentarte con ella en la camioneta. Ya llamé
a la policía. No deberían tardar.
Cuando abrió la puerta delantera para mí, se detuvo para tocar la
mejilla de Chloe. Creo que ella se había desmayado sobre mi antes de
siquiera terminar de subir las escaleras. Pero se notaba que todavía
respiraba porque sentía cada exhalación contra el costado de mi cuello y
sus pechos levantándose contra mi pecho cuando inhalaba.
—No debería estar lidiando con esto —murmuró Trick en voz baja,
su mirada llena de preocupación.
—No me digas —musité y pasé más allá de él, poniéndome de lado
para llevarla a través de la puerta—. Ven a abrir la puerta de la camioneta
también, ¿sí?
Trick se apresuró a cumplir. Y una vez que me deslicé en el asiento
del pasajero con Chloe acomodada de forma segura en mi regazo, su
hermano nos miró y preguntó: —¿Hay algo que necesites?
Negué y me enfoqué en la parte superior de su cabeza. —Creo que
estaremos bien aquí hasta que aparezca la policía.
Asintió. —Vendré a revisarlos en poco tiempo. —Cerró con cuidado
la puerta para no despertarla.
Siseé y cerré los ojos mientras ladeaba la cabeza y descansaba mi
mejilla en la cima de la cabeza de Chloe.
—Lo siento —susurré—. Lo siento tanto, carajo.
La mujer ya inconsciente no respondió, así que disfruté de estos
escasos momentos de silencio mientras no hacía nada más que
sostenerla y asegurarme de que estaba bien y a salvo. Cuando enterré la
nariz en su cabello, sin embargo, tuve que apretar los dientes por el olor
del decadente sótano que se aferraba a ella.
Recientes visiones de cómo la había encontrado me asaltaron y
negué con la cabeza, forzándolas a salir de mi cerebro. Tomé su mano y
pasé mi pulgar sobre sus dedos antes de trazar ligeramente las costras
sangrientas que ya se formaban en sus muñecas. Chloe suspiró en su
sueño, y el sonido me llenó con esta abrumadora sensación de privilegio,
ya que aún después de lo que había pasado, confiaba en mí para cuidar
de ella y mantenerla a salvo para que pudiera descansar.
Cuando vi luces rojas y azules atravesando el retrovisor, gruñí. Iba
a tener que despertarla ahora, y ya sabía que iba a tener que responder
un montón de preguntas horribles, y tenía el mal presentimiento de que
no podría seguir sosteniéndola así y asegurarme de que se encontraba
bien.
Y por supuesto, lo primero que hicieron fue separar a Chloe de
Trick y de mí. La metieron en la parte trasera de una patrulla, donde un
oficial tomó su reporte y llamó a los paramédicos, y el resto lidió conmigo Página | 89
y su hermano.
Cuando la ambulancia llegó, se encargaron de su cuidado y la
policía cambió su atención a interrogarnos a nosotros.
Durante un minuto ahí, estuve seguro de que Trick y yo iríamos a
prisión. A nadie le gustó el hecho de que básicamente habíamos allanado
la casa del psico para recuperar al miembro de nuestra familia… o que
Trick pudiera haberse puesto un poco demasiado rudo cuando sometió
al imbécil.
Pero nuestra salvación parecía venir del hecho de que la mitad de
ellos ya habían estado en la casa de Lucy y habían visto lo que él le había
hecho allí a ella y a la bebé, además los dos oficiales que escoltaban a
Freston afuera tuvieron problemas para contenerlo, y él trató de correr,
haciendo que todos los demás convergieran.
Trick y yo nos sentamos y observamos, contentos de que Chloe ya
hubiera sido transportada al hospital a estas alturas.
Después de tomar nuestros nombres e información y hacer una
tonelada de preguntas, sentí como que habían pasado eones. Pero al final
Trick y yo volvimos a mi camioneta para poder ir al hospital también.
—Chloe está bien y ya llegó —reportó Trick desde el asiento del
pasajero, donde escaneaba su teléfono y leía el chat grupal. Luego levantó
la mirada y agregó—: Dice que tu padre la está revisando.
Fruncí el ceño. —¿Mi papá? —Era un cirujano cardíaco, no un…
—Sí —respondió Trick, cortando mis pensamientos—. Supongo
que acababa de salir de cirugía cuando se enteró así que se quedó, y mi
papá le pidió que cuidara de ella.
Asentí. —Bien… bien. ¿Qué hay de Lucy y la bebé?
—Uh… —Hizo una mueca, escaneando su teléfono de nuevo antes
de comenzar a asentir—. Sí, aquí. Ava Grace tiene una ligera fractura de
cráneo pero el doctor no lo trató como algo preocupante. Van a dejarla en
observación durante la noche pero eso es todo.
Asentí, contento de escuchar eso. La pobre niña en serio parecía
muerta. Habría matado a Lucy si algo malo le pasaba a su bebé.
—¿Y Luce? —pregunté.
Trick se encogió de hombros.
—Está bien, creo. Nadie está preocupado por ella en el grupo.
Exhalé y asentí, feliz de solo tener una persona por la cual
preocuparme.
Mientras nos acercábamos al hospital, Trick me instruyó a dónde
ir y en cuál entrada estaría esperando la familia. Y no estaba mintiendo.
Media docena de personas salieron tan pronto como estacionamos.
El papá de Trick, sus hijos y sus esposas se reunieron alrededor de él
mientras abrían su puerta, revisándolo y haciendo preguntas mientras lo Página | 90
arrastraban dentro del hospital con ellos.
Pick miró una vez en mi dirección y me envió un silencioso
movimiento de agradecimiento cuando salí del lado del conductor, pero
se hallaba demasiado preocupado con su hija para acercarse y hablar.
Su hijo mayor, sin embargo, se detuvo para apretarme amablemente el
brazo.
—Gracias, hombre —murmuró Julian—. Por estar ahí.
Asentí y deslicé las manos en mis bolsillos, recargándome contra
la parte trasera de mi camioneta para ver a los otros volver adentro.
—Sí, no hay problema.
Julian le dio a mi pecho desnudo una mirada divertida y sonrió.
—¿Perdiste tu camisa en la pelea con ese imbécil o qué?
Con un resoplido, le sonreí a medias. —Algo así.
Su mirada cambió, e inclinó la cabeza como si se diera cuenta de
que yo estaba más conmocionada de lo que había supuesto en un
principio. Entonces, empezó a retroceder también hacia el hospital, como
si estuviera ansioso por volver con el resto de su familia. O tal vez intuyó
que yo quería un segundo a solas.
—¿Vas a entrar? —preguntó, señalando detrás de él.
Después de otra inclinación de cabeza, respondí: —Sí, en un
minuto. Estaré ahí.
La preocupación llenó sus ojos pero todo lo que hizo fue asentir de
forma solemne y murmurar: —Te veo en un rato entonces —y se dio la
vuelta para correr.
Exhalé con dureza y me deslicé hacia abajo hasta sentarme en el
parachoques trasero de mi camioneta, pensando que por fin me habían
dejado en paz.
Pero entonces mi hermano apareció tan de repente delante de mí
que me eché hacia atrás bruscamente.
Idiota silencioso y escurridizo.
—Jesús —jadeé, cerrando los ojos y sacudiendo la cabeza.
Esperó hasta que volví a abrir los ojos y lo miré con cautela, luego
dijo: —Vamos —en su típica forma de hermano mayor de yo sé lo que es
mejor para ti. Tomando mi brazo me levantó y me llevó hacia el hospital.
Pero me resistí. —¿Qué? ¿Adónde? —Porque necesitaba un maldito
minuto para recuperar el aliento.
—A un lugar silencioso —respondió con un poco más de fuerza—.
Donde puedas limpiarte.
Y eso no sonaba tan mal, así que decidí seguirlo al hospital.
—Entonces, ¿tú no vas a preguntarme dónde está mi camisa? — Página | 91
espeté, imaginándome que sería el más probable en demandar una
respuesta ante esa clase de cosas.
Excepto que todo lo que dijo fue: —Sé en dónde está tu camisa. La
vi cuando llegó.
Y me estremecí, incapaz de dejar de pensar en el momento en que
también la había visto, atrapada, asustada y temblando.
—Tienes sangre —agregó JB con voz suave, mirándome por encima
de su hombro mientras me llevaba a un pasillo lateral.
Miré mi torso desnudo para ver algunas manchas en mi abdomen.
—No es mía, estoy bien, lo juro.
—Voy a revisarte de todos modos —respondió y abrió una puerta
antes de hacerse a un lado para dejarme pasar primero.
—En serio eres un dolor en el trasero —musité mientras entraba a
lo que parecía un cuarto de casilleros—. ¿Lo sabías?
—Un dolor en el trasero que probablemente tiene algo para que te
pongas —respondió y se movió hacia uno de los casilleros antes de abrirlo
con la combinación.
De acuerdo, una camisa sonaba bien en este momento. Y mis
vaqueros seguían mojados en ciertos lugares.
Con un suspiro derrotado, colapsé en un banco entre una fila de
casilleros, así podía sujetar mi cabeza y cerrar los ojos por un momento
de paz.
Hasta que JB preguntó: —¿Quieres una ducha antes de ponerte
esto?
Abrí los ojos para encontrarlo ofreciéndome un uniforme médico.
Tomándolos, me puse de pie. —Sí, una ducha suena bien, gracias.
Cuando me indicó el camino, me desnudé rápidamente y me metí
bajo un chorro hirviente. Me limpié en cuestión de segundos, pero luego
me quedé allí de pie, con el vapor empañándose a mi alrededor mientras
el agua salpicaba los músculos tensos. Cuando apoyé la mano en la pared
e incliné la cabeza, cerrando los ojos, sentí que la mano me temblaba.
Las visiones se agolparon en mi cerebro y, por un momento, me
asaltaron destellos de imágenes: Los ojos inyectados en sangre de Chloe,
el arañazo en los labios, las muñecas esposadas, la sangre en los tobillos,
el moratón en la cadera, el corte en el pecho.
—Jesús —respiré, tratando de borrar todo, sin éxito.
Solo seguía viendo una parte del cuerpo tras otra hasta que su
rostro rojo con lágrimas cayendo de sus ojos mientras sollozaba vino al
frente y se quedó ahí.
Sintiéndome débil y agotado, apagué el agua y alcancé una toalla.
Página | 92
Pero apenas había secado mi cara y empezaba a pasar la toalla por mi
pecho cuando mi hermano apareció.
—¡Amigo! —me quejé, cubriendo mis partes—. ¿Te importa?
—Te dije que quería revisarte para asegurarme de que estuvieras
bien —respondió, sin siquiera disculparse por invadir mi privacidad.
Levanté las cejas hacia él. —Y te dije que estaba bien.
Se burló y negó con la cabeza. —No puedes decirme que te metiste
en un altercado con ese tipo y saliste sin un rasguño.
—Pero puedo decirte que no me metí en un altercado con él en
absoluto —respondí y levanté los brazos antes de girarme en círculo para
mostrarle que me encontraba bien—. Ni siquiera vi al idiota. Trick lo
encontró primero y se ocupó de él. Yo encontré a Chloe y me quedé con
ella. Mira.
Terminando el círculo, comencé a bajar mis brazos, pero JB atrapó
mis muñecas y giró mi brazo hasta que vio mis palmas, que me había
raspado cuando traté de liberarla de las esposas.
—¿Entonces qué es esto?
Liberé mi mano para poder envolver la toalla en mi cintura.
—No es nada.
—Siéntate —instruyó mi hermano, sacando un pequeño kit médico
de quién sabe dónde. Quizás de su trasero.
—Estoy bien —dije, burlándome de su preocupación.
Arqueó las cejas y repitió: —Siéntate.
Con un gruñido de molestia, me senté solo para que se callara. Y
entonces dejé a mi hermano limpiar los cortes con antiséptico y ponerles
algunas curitas.
Cuando asintió satisfecho con mi cuidado, solté un bufido, mi
manera idiota de decirle gracias, y terminé de secarme. Si embargo, mi
humor no lo animó a irse. Cruzando los brazos sobre su pecho, se recargó
contra la pared y se quedó, estudiándome con ojos observadores.
—¿Qué tan malo fue? —preguntó.
Sacudiendo la cabeza, solté una risa dura y murmuré: —Oh, ya
sabes. Lo suficiente para asegurarse de que no vuelva a dormir bien sin
tener malditas pesadillas por el resto de mi vida. Pero además de eso, sí,
una caminata en el parque.
JB no dijo nada, solo siguió mirándome mientras me ponía el
uniforme médico.
No iba a contarle, me juré. No iba a decirle una maldita cosa, pero
tan pronto como terminé de vestirme y volvía a ponerme los zapatos, salió
en contra de mi voluntad.
Probablemente por sus estúpidos poderes de hermano mayor o algo
así. JB siempre tenía una forma de hacerme confesar todo, solo con
Página | 93
mirarme.
—La tenía encadenada desnuda al maldito piso de su sótano —dije,
sujetando mi cabeza y girando en un círculo en un intento de escapar de
los recuerdos.
—Mierda —jadeó JB.
—No podía encontrar las llaves de las esposas, y ella se hallaba ahí,
sabes, en el piso, temblando, mojada y desnuda. Y yo…yo…
—¿Mojada? —repitió JB confundido—. ¿Por qué estaba mojada?
Moví la mano de forma desdeñosa. —Dijo que la había limpiado
con una manguera o algo así. Como si quisiera borrar a todos los otros
hombres antes de tomarla para él.
Los ojos de JB flamearon con repulsión. —Entonces él…
—No —negué—. Ella jura que no llegó tan lejos. Él no estaba allí
cuando la encontré porque supuestamente fue a buscar más limpiadores
para usar con ella, así que no… pero joder, hombre. La dejó inconsciente
en la casa de Lucy y no despertó hasta tenerla encadenada al suelo. ¿Y
si él... ya sabes... mientras seguía inconsciente?
JB asintió despacio, pareciendo pálido. —Papá va a hacerle un test
de violación, así que pronto estaremos seguros.
Mi boca cayó abierta. —¿En serio? ¿Un maldito kit de violación?
¿No ha pasado ya lo suficiente?
—Lo sé —murmuró mi hermano en voz calmante—. Lo ha hecho.
Pero la policía lo solicitó. Y conoces a papá. Va a hacer el procedimiento
lo menos invasivo que pueda.
—¿Lo menos invasivo? —gruñí con incredulidad—. Tiene que
meterse en su vagina y tomar muestras. Quiero decir, ¡mierda! —Pateé
una fila de casilleros, perdiendo la paciencia—. ¿Cómo es que eso no va
a apestar?
—Luke… —comenzó JB.
Pero rugí. —¡No! No debería tener que hacer esto. Fue a la maldita
policía por este tipo. ¿Cómo es que la encontró? Yo no… —Gruñendo, me
tomé la cabeza y giré en círculos—. ¿Cómo puede alguien hacerle eso a
otra persona? La trató peor que a un animal salvaje. Y todo lo que
hicieron fue llevarlo a la cárcel. El maldito es un loco. Un monstruo. No
debería… —Recargándome contra la pared, me deslicé hacia abajo hasta
que quedar sentado en el suelo—. No debería haberse acercado a ella.
JB no respondió, solo se sentó a mi lado y pasó un brazo alrededor
de mis hombros, acercándome e inclinando la cabeza hasta que nuestras
sienes se tocaron.
Cerré los ojos y me apoyé en él, dejándolo consolarme en silencio.
Cuando me sentí lo bastante recuperado como para dejar de
recargarme en él, me enderecé y me froté la frente.
—Sé sincero, ¿será capaz de recuperarse de esto? Página | 94

—Sí —me dijo mi hermano sin asomo de duda en su voz—. Con el


tiempo, con ayuda, va a recuperarse y va a ser capaz de seguir adelante
con su vida.
Lo miré con esperanza. —¿Voy a recuperarme yo?
Asintió con la misma seguridad. —Con el tiempo —murmuró de
nuevo—. Con ayuda, sí, lo harás.
11
Traducido por Ivana & Alessandra Wilde
Corregido por Julie

Luke
Cuando JB nos acompañó a la sala de espera donde todo el mundo
daba vueltas, reduje la velocidad hasta detenerme, entornando los ojos
ante la cantidad. Excepto que no se veía bien. Debería haber más
personas aquí, más preocupadas por Chloe.
Como si leyera mis pensamientos, JB se detuvo a mi lado.
—Los demás están en la sala de pediatría con Lucy y el bebé.
Bien. Eso estaba bien. Asentí, pensando que eso tenía sentido. El
clan Gamble se comprometía más de lo que le correspondía a la familia. Página | 95
Por supuesto, estarían con Lucy en este momento.
Sin embargo, mi mamá se hallaba aquí, sentada junto a Eva y
sosteniendo su mano en tanto la prima de Eva, Reese, se sentaba a su
otro lado.
Cuando mi mamá se puso de pie y vino hacia mí, sonó el celular
de JB. Podía ver que era su esposa por el modo que respondió y comenzó
a alejarse. Tenía sentido que ella tampoco estuviera aquí; sin duda se
quedó en casa con su hija, que solo tenía un año y medio.
—...No, acabo de regresar con Luke, ayudándolo a limpiarse y
cambiarse...
Se alejó del alcance del oído, y mamá entró, abrazándome
cálidamente.
—Mi Lucian. ¿Estás bien?
La rodeé con mis brazos y la acurruqué contra mí, encontrándome
con la mirada de JB sobre su cabeza a medida que respondía: —Lo estaré.
Sosteniéndola con fuerza en el abrazo, la sostuve un poco más de
lo habitual y me empapé de su aroma a mamá, de modo que me miró
preocupada cuando finalmente la solté. Luego levantó la mano y me tocó
la cara.
—Te pareces tanto a tu hermano con esta ropa.
Resoplé y enganché un pulgar alrededor de la tela de la parte
superior. —Big J solo desearía poder verse tan bien en uniforme.
—¡Oh! Eres… —Mamá se rio, divirtiéndose siempre por mis
bromas, y me palmeó el brazo cálidamente.
Sonriendo, pasé un brazo por encima de su hombro y la acerqué a
mí mientras nos dirigía hacia los demás.
Solo para ver de frente a un Trick furioso avanzando hacia mí.
Aparentemente, tuvo tiempo para pensar, y la única conclusión a
la que llegó fue: —Ella no se encontraba bloqueando la puerta, ¿verdad?
Me aparté y solté a mi mamá, moviéndome para protegerla del
furioso hermano de Chloe.
—¿Por qué no me dejaste entrar? —demandó—. ¿Qué diablos viste
en esa habitación? —Cuando me empujó, haciéndome tropezar un paso
atrás, mi mamá jadeó y su papá saltó entre nosotros.
—Oye, oye. Cálmate —murmuró Pick, dándome la espalda en tanto
miraba a Trick y ponía una mano sobre el pecho de su hijo—. Solo
respira.
Pero Trick rechinó los dientes a medida que miraba más allá de
Pick, directamente hacia mí. —¿Qué... viste en esa habitación?
Suspiré y sacudí la cabeza. —Chloe no te quería allí, así que te
mantuve fuera. Lo siento. Pero ella lo pidió y no pude decirle que no. Página | 96
—Maldito seas —gruñó—. No tenías derecho. Es mi hermana.
—¡Y no quería que su hermanito viera la mierda que yo vi! —
respondí, levantando la voz—. ¿Por qué demonios importa esto ahora?
Está a salvo y bien. Dejémoslo ahí.
Las lágrimas llenaron sus ojos mientras apretaba los dientes y
sacudía la cabeza. —¿Por qué me hiciste ir a buscar las llaves de las
esposas? —presionó—. ¿Y dónde estaba su ropa?
Un jadeo colectivo llenó la sala de espera y la madre de Trick
comenzó a gritar angustiada antes de cubrirse la boca y llorar al instante.
Reese se acercó para abrazarla, y mi madre se apresuró hacia ella
de nuevo, en tanto Pick empujaba con fuerza a Trick.
—Maldita sea, suficiente —siseó Pick y señaló hacia una silla—.
Siéntate y cállate antes de que nos envíes a todos a una muerte temprana
con ese tipo de imágenes horribles. Jesús. ¿En qué diablos estabas
pensando, diciendo esa mierda en voz alta frente a tu madre?
Trick miró a su alrededor y empezó a mostrarse arrepentido.
Cuando se centró en Eva, sintió vergüenza. —Mamá, lo siento.
Agitó una mano, perdonándolo, incluso mientras se apoyaba en
Reese y dejaba que la abrazara.
Compartí una mirada cautelosa con Pick cuando encontró mi
mirada. Sacudió la cabeza, aun luciendo irritado como si todavía fuera a
estrangular a su hijo menor por su arrebato, pero luego se acercó a mí y
puso una mano alrededor de mi nuca antes de tirarme contra él,
chocando nuestras frentes y solo sosteniéndome allí.
—Gracias —dijo en un tono bajo y agradecido.
Asentí y vi movimiento por el rabillo de mi ojo. Cuando miré, hice
contacto visual con mi padre a medida que entraba en la sala de espera.
Inclinó la cabeza respetuosamente y luego se dirigió a Eva para darle su
informe.
—Ella está bien —esperó a decir hasta que Pick se unió a ellos—.
Sin hemorragia interna. Hay un par de costillas magulladas, pero sus
radiografías y tomografías se ven bien. El resto de sus heridas son
menores y lo suficientemente superficiales como para que solo necesite
algo de tiempo para sanar. Ahora tengo a la enfermera ayudándola a
recibir el alta.
—Oh, gracias a Dios —susurró Pick y se acercó a Eva para que los
dos pudieran abrazarse durante su alivio.
—¿Qué hay de…? —comenzó a preguntar Trick, solo para
detenerse abruptamente cuando su padre lo miró con severidad. Luego
se sonrojó y se encogió antes de preguntar—: ¿Sabes con certeza si fue
violada o no?
Mi papá parpadeó una vez y luego dijo: —No lo fue.
La multitud dio un suspiro colectivo de tranquilidad. Página | 97

—Pero todavía está muy afectada por el trauma —continuó papá—


. Así que le pediría que solo sus padres vinieran conmigo a verla. Por el
momento no parece querer estar rodeada de muchas personas. Solo
necesita un poco de tiempo a solas para recuperarse primero.
Mientras algunos protestaban, y Pick tuvo que levantar la mano
para que entraran en razón, di un paso atrás, suspirando bruscamente.
Zarcillos inquietos e impacientes de decepción se deslizaron a
través de mí.
Por alguna razón, tenía muchas ganas de volver a verla. Esta noche.
No, eso no se hallaba del todo bien. Necesitaba volver a verla, solo
para asegurarme de que realmente se encontraba bien. Era algo visceral
que se apoderó de todos mis instintos, y saber que no podía acercarme a
ella hizo que mis nervios se crisparan de una manera incómoda.
Un extraño pánico floreció en mi pecho.
Dando vueltas, comencé a alejarme. No estaba seguro de a dónde
iba o qué hacía, pero sabía que tenía que moverme. Necesitaba caminar.
—Luke —me llamó la voz de mi padre.
Rechinando los dientes, disminuí la velocidad hasta detenerme y
miré hacia atrás. Dejó el grupo que Pick todavía trataba de poner en
orden y se dirigía hacia mí.
Cuando se acercó, me puso una mano en el hombro y me miró a
los ojos, ya sabía lo que iba a decir.
—Me lo dijo —dijo en voz baja—. Todo lo que hiciste por ella. —Una
sonrisa medio comprensiva, medio orgullosa cruzó su rostro—. ¿Estás
bien?
—Ya le hice hablar sobre eso —respondió JB por mí, apareciendo
a nuestro lado.
Le envié a mi hermano un cortante ceño fruncido en tanto él y papá
compartían una mirada silenciosa y significativa, y luego puse los ojos en
blanco.
—Oh, Dios mío —murmuré, mirando de un lado a otro entre los
dos hombres preocupados—. Estoy bien. —Luego volví a alejarme y
anuncié—: Me voy a casa ahora.
—Llámame si necesitas algo —ordenó JB a medida que me alejaba.
Levanté la mano sobre mi hombro, dándole un pulgar arriba.
—Sip.
Pero cuando llegué a casa, me cambié, me puse mi propia ropa y
luego no tenía idea de qué hacer.
El mundo simplemente se sentía diferente.
Dormir estaba completamente descartado, así que caminé por un
rato, luego leí todo lo que las personas escribieron en el chat grupal Página | 98
mientras me encontraba ocupado. Cuando me di cuenta de que no había
ninguna información nueva que ya no supiera, tiré mi teléfono en una
mesita y me froté la nuca en tanto caminaba un poco más.
Eso es todo.
Estaba bastante seguro de que probablemente estaría en casa de
sus padres. Insistirían en que fuera con ellos hasta que se rindiera y
aceptara.
Para estar seguro, pasé por su casa en el camino. Se hallaba
oscuro, así que continué hacia lo de Pick y Eva.
Allí las luces se encontraban encendidas por todas partes, así que
encontré un lugar para estacionar y comencé a caminar por el camino de
entrada.
La puerta se abrió antes de que yo entrara al porche delantero.
Trick suspiró con pesar mientras me miraba. Luego sacudió la cabeza y
dijo: —Está bien, tal vez exageré un poco en el hospital.
—Sí, ¿tú crees? —murmuré, poniendo los ojos en blanco.
Trick gruñó su disculpa. —Lo siento. Todavía estaba desconcertado
por lo que sucedió.
—Bueno, fue raro —dije—. Así que no lo vuelvas a hacer. En
general, yo soy el idiota demente que dice algo incorrecto en cualquier
situación.
Trick sonrió y sacudió la cabeza. —Cállate —dijo cariñosamente y
abrió la puerta para dejarme entrar. Entré y descubrí que la sala se
encontraba abarrotada. Los dos hermanos mayores de Chloe paseaban y
hablaban en voz baja por teléfono con diferentes personas, en tanto que
los padres de Gray y Bella se hallaban acurrucados en el sofá, durmiendo
la siesta apoyados en el otro.
Pero no estaba Chloe.
—¿Dónde está ella?
—En su antigua habitación con mamá y papá —respondió Trick—
. Estamos pasando el rato aquí, tratando de darles espacio. —Hizo
comillas en el aire y puso los ojos en blanco a medida que decía eso.
Asentí y miré hacia la entrada del pasillo que sabía que conducía a
la habitación de su infancia. —¿Te importa si me asomo, solo para
asegurarme?
Trick extendió su mano. —Oye, si quieres arriesgarte a la furia de
mis padres, date el gusto.
Supongo que no me importaba el riesgo porque me dirigí a la
apertura del salón sin más invitación que esa. Se hallaba tranquilo
cuando me acerqué a la puerta de la antigua habitación de Chloe, así que
reduje mis pasos para ser lo más silencioso posible, también. Cuando
llegué a la entrada abierta y me asomé, la luz se encontraba apagada,
pero estaba encendida una lámpara tenue en la mesita de noche. Página | 99
Chloe descansaba mimada en la cama con sus padres envueltos
alrededor de ella, su cabeza apoyada en el hombro de su papá y su mamá
acurrucada detrás de ella con un brazo alrededor de su cintura. Los tres
se hallaban despiertos y mantenían la mirada perdida en la pared frente
a ellos, Pick ocasionalmente pasaba sus dedos por el pelo de Chloe.
Los observé por un momento, mis nervios se calmaron un poco al
verlos juntos y saber que ella se encontraba bien.
Pero una vez que regresé a la sala de estar y encontré una silla para
acampar, solo quería volver a levantarme para poder ir a verla una vez
más. La necesidad era insistente e irritante, y no me gustaba. Lo que es
peor, solo podía ignorarlo durante unos quince minutos seguidos antes
de que sacara lo mejor de mí, me abriera camino de regreso allí y mirara
dentro de su habitación, solo para ver que absolutamente nada había
cambiado. Seguían despiertos, miraban fijamente, y se acurrucaban
como uno solo.
En mi tercer viaje de regreso, cuando vi que se hallaba bien e
inmediatamente comencé a alejarme de nuevo, la voz de Chloe finalmente
murmuró desde la cama, deteniéndome en seco.
—¿Podrías dejar de ser un bicho raro y mirarnos boquiabierto de
esa manera? —graznó con voz ronca—. No somos animales en un
zoológico.
Me giré para encontrar que sus ojos se habían desplazado en mi
dirección, así que entré en la habitación.
—No estás durmiendo —le dije, frunciendo el ceño por eso—. ¿Por
qué no estás durmiendo? —Dirigiéndome a sus padres, pregunté—: ¿No
debería estar durmiendo?
—Rechazó las pastillas para dormir que le ofrecimos —respondió
Eva, su voz era tan confusa y cansada como la de Chloe. Sus ojos se veían
amoratados e hinchados por toda su preocupación.
Todos estábamos agotados.
—¿Por qué diablos? —exigí, volviendo mi ceño fruncido a la propia
Chloe—. Toma una maldita pastilla ya.
—No quiero hacerlo —murmuró, devolviéndome la mirada.
—Sí, bueno, nadie más en esta casa va a descansar hasta que tú
lo hagas. Solo mira a tus malditos padres. Están muertos de miedo
preocupados por ti.
—Luke... —Pick me regañó con un suspiro cansado.
Pero mi preocupación de que Chloe no pudiera descansar y superar
esa horrorosa noche me empujó a seguir agitando las mandíbulas y
gruñendo: —Solo toma algo, para que todos podamos dormir un poco.
Sabía que mi técnica no tan elegante de hacerla sentir culpable y
egoísta por no cuidarse a sí misma era un movimiento idiota, pero no me Página | 100
importaba particularmente.
Porque funcionó.
Chloe se mordió el labio preocupada y miró a sus padres antes de
murmurar: —Está bien, está bien. Tomaré una pastilla.
Pick se enderezó sorprendido. Todos sabíamos que él también
quería que ella hiciera esto, pero aun así preguntó: —¿Estás segura? —
Porque obviamente no había querido obligarla a hacerlo de la manera
despiadada que yo había hecho.
Ella asintió, sin embargo, y murmuró: —Sí. Está bien. Él tiene
razón. No estaba pensando.
—Él no estaba pensando —gruñó Pick mientras me enviaba una
breve mirada furiosa. Pero la besó en la frente, de todos modos, su boca
se apretó cuando ella se estremeció brevemente por su toque, y sacó su
brazo de alrededor de sus hombros antes de salir de la cama y ponerse
de pie—. Vuelvo enseguida —dijo en voz baja, pasando una mano por su
cabello, solo para apartarse de nuevo cuando ella contuvo la respiración
sorprendida por su toque.
Luego se volvió hacia mí y su expresión afectuosa se transformó en
una mirada fulminante. Parando a mi lado cuando salía de la habitación,
murmuró solo para mis oídos: —Sigue siendo un imbécil y te echaré de
mi casa, ¿entendido?
No respondí, solo volteé mi mirada hacia madre e hija que aún
estaban en la cama mientras él salía de la habitación. Cruzando mis
brazos sobre mi pecho, no pude evitar preguntar: —¿Algo más que te
niegues a tomar? ¿Estás tomando algún analgésico en este momento?
Chloe puso los ojos en blanco. —Estoy lo suficientemente llena de
ibuprofeno, muchas gracias.
—La siguiente dosis es en otras tres horas —dijo Eva, tocando el
brazo de Chloe con comodidad, lo que solo hizo que se encogiera y luego
se diera cuenta de lo que estaba haciendo. Y se detuvo bruscamente.
Su madre parecía apenada por aquel movimiento, pero ninguna de
las dos lo mencionó.
Desvié mi mirada alrededor del rostro de Chloe y observé su
barbilla temblar de arrepentimiento. Sabía que estaba lastimando a sus
padres cada vez que instintivamente evitaba su toque, pero parecía que
no podía evitar hacerlo una y otra vez.
—Nena —llamó la voz de Pick desde el final del pasillo—.
¿Queríamos darle algo de esta botella blanca o de la marrón?
—¿Qué? —Eva sacudió la cabeza y suspiró—. No. ¿Dónde estás
buscando? —Luego se alejó de Chloe y también se deslizó fuera de la
cama—. Solo espera justo ahí. No toques nada. Ya voy.
No me miró con el ceño fruncido al pasar, como había hecho su
esposo, sino que me dio unas palmaditas en el hombro de una manera Página | 101
amable y maternal.
Y finalmente... estaba solo con Chloe.
He estado deseando tener un momento para mí con ella desde que
la entregué a la policía. Todo el mundo decía que estaba bien, y pude ver
con mis ojos que seguía aguantando, pero… no lo sé. Necesitaba tocarla
con mis propias manos para creerlo completamente, creo.
Dando un paso hacia la cama, bajé hasta que estuve sentado en el
borde, no lejos de su cadera. —Tu ojo todavía se ve raro —dije.
—Lo sé. —Siseó y comenzó a levantar los dedos hacia él, solo para
detenerse antes de hacer contacto—. Cuando finalmente lo vi en el espejo,
también me asustó.
—Serías una buena víctima de una película de terror —concedí y
extendí una mano—. Ahora, ¿qué pasa con tus muñecas?
Chloe suspiró y puso los ojos en blanco, pero descortésmente
balanceó su brazo y dejó caer su mano en la mía para que pudiera
inspeccionar el daño.
Cerré mis dedos alrededor de los suyos ligeramente y luego pasé
mi pulgar sobre la tierna piel magullada mientras giraba su brazo
suavemente para ver tanto el frente como el dorso.
—Mejor —dije, asintiendo para mí—. Ya no está tan hinchado, y
los cortes no son tan malos como parecían con toda la sangre en ellos.
Chloe no dijo nada, solo extendió su otro brazo para que yo también
pudiera ver esa muñeca.
—Igual —murmuré, pasando ligeramente mi dedo sobre las líneas
de corte con costras allí. Mirando hacia arriba, le pregunté—: ¿Tus
tobillos están igual?
Ella sacudió la cabeza.
Exhalé con fuerza y me incliné hacia ella, deseando poder tomarla
en mis brazos y mantenerla segura allí por el resto de siempre, evitando
que todo lo malo y toda la mierda la lastimaran de nuevo.
Se inclinó hacia mí también hasta que nuestras cejas descansaron
una contra la otra. Levanté mi mano para enrollarla alrededor de la parte
posterior de su cuello, mis dedos se enredaron en su cabello en el
proceso, para mantenerla donde estaba, y luego mis ojos se cerraron.
—No quiero tomar ninguna pastilla para dormir —dijo finalmente,
y su voz tembló un poco como si tuviera miedo.
Abrí los ojos y me eché hacia atrás para mirarla a la cara, odiando
lo horrible que se veía su ojo y lo abolladas e hinchadas que estaban su
boca, mejilla y cejas. —Realmente las necesitas.
Sacudió la cabeza, sus labios comenzaron a temblar.
—Simplemente van a volverme confusa y aturdida. Pero necesito
estar alerta. Necesito estar lista en caso de que él…
Página | 102
—No lo hará —susurré suavemente, tomando su mano—. Lo juro.
Yo mismo lo vi ser arrestado. Está en la cárcel. Y estás a salvo. Nadie se
acercará a ti. No sin pasar por mí y toda tu familia primero.
Cuando le apreté la mano, me devolvió el apretón, pero el miedo
seguía siendo real y vivo en sus ojos.
—Lo sé —respondió—. Lógicamente, lo sé. Pero ilógicamente… —
Meneó la cabeza y se estremeció con un suspiro inestable—. Simplemente
no puedo deshacerme de este sentimiento. No puedo convencerme a mí
misma... Solo necesito mantener la cabeza despejada, para poder estar
alerta y lista. Lo lamento. Lo sé…
—No, está bien —la interrumpí, inclinando la cabeza para hacerle
saber que entendía—. Lo entiendo. No tienes que... mierda... —Siseando,
miré hacia la puerta de la habitación, sin saber por qué Pick y Eva
tardaban tanto en encontrar una maldita pastilla, pero agradecido por el
indulto de todos modos.
—Está bien, nuevo plan —anuncié y me deslicé en la cama hasta
que estuve sentado donde había estado Pick, justo contra ella. Me quité
los zapatos y los pateé por el borde de la cama, al suelo—. Acurrúcate
contra mí y cierra los ojos. —Deslicé mi brazo alrededor de sus hombros,
alentándola a girarse y descansar su cabeza en mi pecho—. Cuando
entren tus padres, les diré que no necesitas nada después de todo porque
por fin te quedaste dormida. Y conmigo aquí, no intentarán acurrucarse
a tu lado para descubrir que realmente estás fingiendo.
—Estás delirando —murmuró, acurrucándose hacia mí, su calor
empapando mi ropa y asegurándome que estaba honestamente viva y
bien—. Van a darse cuenta en segundos.
—Shh —siseé. Solo cierra tus malditos ojos.
—Matón —susurró y me dio un codazo débil en las costillas con un
nudillo. Pero pude sentir sus pestañas moverse contra mi pecho mientras
cerraba los ojos.
—Terca —le respondí cariñosamente mientras besaba su cabello y
luego apoyaba mi mejilla en el lugar donde acababa de colocar mi boca.
Exhalando, me relajé contra ella y también cerré los ojos, feliz de
poder abrazarla de nuevo.
Manteniendo las pestañas cerradas, me esforcé por escuchar pasos
en el pasillo para poder abrir los ojos nuevamente e informar a los padres
de Chloe cuando regresaron que ella estaba dormida, pero nunca los
escuché porque accidentalmente me desmayé.
Mi alivio de poder abrazarla y asegurarme de que ella estaba
honestamente bien simplemente dio paso a mi agotamiento.
No tenía idea de cuánto tiempo dormí, pero fue uno de esos sueños
duros y profundos que reclaman todo el cuerpo de una persona y la
obligan a repararse de cualquier trauma mental, físico o emocional que
acaba de experimentar.
Página | 103
Simplemente sabía que no me había despertado hasta que era de
día y la luz entró a raudales en la habitación, con gente hablando cerca.
Sin embargo, eso apenas se registró, con el cuerpo suave y cálido
sobre mi pecho y una pierna muy femenina que se movía más allá de mi
dolorida erección matutina.
No me di cuenta de que tenía mi mano en su cadera desnuda, mis
cinco dedos se imprimieron en una carne gloriosa, hasta que se
flexionaron, agarrando instintivamente su pierna para mantenerla donde
estaba para que la presión de su rodilla pudiera aliviar el dolor en mi
erección.
Se congeló e inhaló, su aliento rozando mi pecho.
El placer que me atravesó me hizo jadear y finalmente me desperté
lo suficiente como para darme cuenta de que prácticamente estaba
follando su pierna... con testigos en la puerta.
—¡Mierda!
12
Traducido por sonia_ & Pame .R.
Corregido por Julie

Chloe
No quería dormir con Luke.
En un momento, estaba segura de que nunca volvería a dormir. Al
siguiente, me sentí arrastrada bajo su calor, su olor y… y su lujuria.
Entonces bam, así como así, me quedé dormida.
Y no volví a moverme hasta que me despertaron unas voces
silenciosas al otro lado de la habitación.
Como un mosquito volando alrededor de mi cabeza, me hicieron
recobrar el conocimiento y me desperté con el ceño fruncido. Página | 104

—¿No son adorables? Volvimos a su habitación y los encontramos


a los dos así, acurrucados como conejitos.
Mamá, me di cuenta. Estaba en la puerta mientras le susurraba a
otra persona. No sabía a quién.
Cuando su acompañante respondió: —Solo quiero hacerles una
foto así juntos —por fin comprendí que hablaban de mí y que no estaba
sola en la cama.
Otro cuerpo yacía contra el mío, flácido y pesado como si hubiera
dormido tanto como yo. Y cuanto más me despertaba, más notaba un
pecho duro y masculino apoyado bajo mi cabeza, una mano grande en
mi cadera, una pierna vestida de vaqueros metida bajo la mía y un bulto
muy marcado bajo la rodilla doblada sobre su regazo.
Vaya. Empecé a apartar la pierna de él, solo para que los dedos de
mi cadera se tensaran, clavándose apenas como si intentaran mantener
mi rodilla en su lugar, contra él. Me quedé quieta, sorprendida por su
resistencia a soltarme, solo para oírle respirar un momento después,
como si acabara de despertarse. Y entonces, me arrancó la mano de la
cadera con una maldición susurrada.
Abrí los ojos y miré la superficie de su pecho, donde su camisa se
había arrugado durante la noche.
—Podemos oírlos, ¿saben? —murmuré finalmente levantando la
cabeza para fruncirles el ceño con malhumor a mi madre y a su amiga,
Caroline, todo el tiempo deslizando discretamente mi pierna de encima
de la cadera de Luke para apartarla de su erección.
Mamá me sonrió orgullosa. —Buenos días, pequeña.
A su lado, Caroline levantó su teléfono y tomó una foto.
—Qué precioso —murmuró con una sonrisa de adoración.
—¿Qué demonios? —Con el ceño fruncido y entrecerrando los ojos
contra la luz de la mañana, Luke levantó la mano para bloquearles la
vista—: ¿Por qué hace fotos la gente?
—¿Es una buena pregunta? —preguntó el marido de Caroline,
asomando la cara por encima de su hombro para mirarnos a Luke y a
mí. Luego dijo burlonamente—: Nena... —antes de besar la mejilla de ella
y sonreír—. Si estás desarrollando un fetiche voyeurista, habría posado
para ti.
Caroline gimió y puso los ojos en blanco.
—No lo arruines —advirtió—. Se veían adorables juntos, como dos
gatitos acurrucados en una pila de mantas.
Luke se inclinó más cerca y susurró: —¿Le contamos lo de la
erección matutina?
Le di un fuerte codazo en las costillas para que se callara y soltó Página | 105
un bufido que llamó la atención de mi madre. Creo que no oyó lo que dijo,
pero debió de ver la tensión en mi cara porque tomó a Caroline del brazo
y empezó a guiarla hacia la puerta. —Vamos a darles un minuto para que
se despierten y se reúnan con nosotros en la cocina.
Caroline asintió y levantó su mirada hacia mí.
—Me alegro de verte bien y a salvo, cariño —dijo, levantando los
pulgares con ánimo—. Estábamos muy preocupados.
Con una sonrisa soñolienta, asentí. —Gracias.
Cuando desapareció, su marido, Ten, se quedó. No dijo nada por
un momento, pero pude ver la emoción en sus ojos. Tenía la sensación
de que se imaginaba a su propia hija en mi lugar, y eso le asustaba. Luego
me ofreció una sonrisa acuosa y murmuró: —Princesa superviviente.
Una sonrisa se dibujó en mi cara, y su mirada se desvió hacia Luke,
donde su sonrisa se transformó en un ceño fruncido.
—Imbécil —saludó—. Todavía me debes cincuenta dólares.
—Lo que sea —dijo Luke cuando Ten finalmente se fue también—.
Sus ojos aún podrían cambiar.
Suspiré. —Harper tiene dieciocho meses. Yo diría que no hay
ninguna posibilidad de que sus ojos se vuelvan del azul de los Hamilton
en este momento.
Había una apuesta muy conocida entre Ten y Luke sobre qué color
de ojos tendría Harper, la sobrina de Luke y nieta de Ten. Éste juraba
que iban a ser avellana Tenning, mientras que Luke mantenía la firme
creencia de que se volverían tan azules como los suyos. Pero Harper ya
tenía un año y medio y el tono marrón turbio de sus iris era, desde luego,
avellana.
Luke se limitó a levantar una ceja hacia mí. —Siempre hay una
posibilidad —argumentó.
—Vaya. —Puse los ojos en blanco y tiré de las sábanas para
levantarme de la cama. Incapaz de ignorar los músculos tensos que
gritaban a cada movimiento que hacía, me agarré las costillas doloridas
e hice una mueca de dolor mientras decía—: Tú y tu ego.
—¡Eh, eh! —gritó mientras se agarraba a las sábanas y tiraba de
ellas sobre su regazo para preservar su decencia—. ¿Te importa?
Me detuve junto a la cama para enviarle una mirada seca antes de
sacudir la cabeza con decepción. —Todavía no puedo creer que hicieras
eso en la cama de mi infancia. Mi colchón está traumatizado; espero que
lo sepas.
Soltó una risita. —Entonces me pregunto cómo está el colchón de
mi infancia.
—Dios. —Cerré los ojos y apreté el puente de mi nariz, buscando
paciencia para este hombre. Página | 106
Mientras él se limitaba a decir: —¿Qué? Es un penen. Eso es lo
primero que hacen los penes cuando se despiertan.
—Bueno, no tenías que mencionarlo en voz alta —lo regañé,
dándome la vuelta para abrir la bolsa que alguien me había traído de mi
casa—. Iba a ser educada y simplemente ignorarlo.
—¿Ignorarlo? —Luke levantó las cejas en claro desacuerdo—. Se te
estaba clavando en el muslo.
—Se me clavaba en la rodilla —corregí—. Y tú también deberías
haber fingido que no te dabas cuenta. Así nos habríamos evitado toda
esta conversación.
Se encogió de hombros despistado.
—¿Qué tiene de malo esta conversación?
Parpadeé una vez y levanté la mano para bloquearle la vista,
aunque todavía podía distinguirlo claramente en la cama donde había
pasado la mayor parte de mi adolescencia soñando con él.
Incluso con camisa, vaqueros y calcetines, tenía un aspecto
deliciosamente desaliñado, sobre todo con mis mantas cubriéndole una
de las piernas, la zona del regazo y un poco del torso. El resto quedaba a
la vista mientras estaba medio sentado, apoyado contra una montaña de
almohadas y con un brazo detrás de la cabeza mientras me miraba desde
su postura relajada.
La estúpida adolescente que seguía atrapada en lo más profundo
de mi ser se animó, sintiendo un hormigueo de excitación ante aquella
visión, mientras el resto de mí emitía un suspiro cansado e irritado.
—No importa —le dije, porque si no entendía lo complicado que era
este tema de discusión, tenía la sensación de que no podría explicárselo
en términos que realmente comprendiera—. Solo... vete para cuando
regrese, ¿bien? —Tomé un puñado de ropa de mi bolsa de viaje y me dirigí
a la puerta, gritando por encima del hombro—: Y no te masturbes en mi
cama.
—No prometo nada —gritó detras de mí, haciendo que me parara
en seco y me inclinara hacia atrás para mirarle fijamente desde mi
habitación.
Se rió y levantó las manos. —¡Es broma!
Entrecerré los ojos. —Más te vale.
Sin dejar de reírse, me hizo un gesto para que me fuera.
—Ve. Cámbiate. Me comportaré. Te lo prometo.
Resoplando, sacudí la cabeza y me apresuré a ir al baño más
cercano, donde exhalé profundamente en cuanto cerré la puerta tras de
mí, por fin sola y lejos de su atracción magnética.
Pero entonces el espejo sobre el tocador captó mi atención y mis
labios se entreabrieron de asombro. Moratones y cortes salpicaban mi
Página | 107
cara, y tenía los ojos tan inyectados en sangre que me costaba incluso
mirarlos.
—Dios mío —jadeé, llevándome una mano al abdomen mientras los
horrores de la noche anterior volvían a mi memoria.
Lo había olvidado durante un momento mientras estaba en mi
habitación con Luke.
Es decir, sabía por qué estaba allí, y definitivamente sentía el dolor.
Pero en realidad me había olvidado de las partes traumáticas cuando
habíamos estado discutiendo como si nada malo hubiera pasado. Y, de
repente, quise volver a esa habitación con él y reñirle un poco más por
atreverse a ponerse duro en mi cama. Eso había sido real y normal y… y
seguro. Esto...
El aire entró a mis pulmones mientras miraba mi propio reflejo. Un
entumecimiento sordo y surrealista se extendió por mis miembros.
Esto ni siquiera parecía real.
Pero cada centímetro de mi cuerpo contaba una historia diferente.
Lo juro, no era más que un gran moratón dolorido. Hice un gesto de dolor
al levantar los brazos para quitarme el camisón y seguí observando mi
reflejo mientras revelaba más cortes, rasguños y abrasiones.
Princesa superviviente, el nuevo nombre que Ten me había dado
resonó en mi cabeza. Lo había dicho como si fuera una insignia de honor.
Pero no me sentía muy honrada en aquel momento. Me sentía golpeada
y rígida, abatida y apenas capaz de moverme.
Me debatía entre darme otra ducha, aunque una ducha era lo
último que había hecho anoche antes de meterme en la cama. Apuesto a
que el agua caliente y humeante me ayudaría a relajar los músculos
anudados. Pero como sabía que había gente esperándome, gente que me
amaba y se preocupaba por mí, sacudí la cabeza y me puse ropa limpia.
Cuando terminé y volví al pasillo, Luke parecía haberse recuperado
lo suficiente como para salir de mi habitación. Se hallaba en el pasillo y
ya había pasado la puerta del baño cuando la abrí. Lo miré fijamente,
enfocándome brevemente en el ancho corte de sus hombros mientras
caminaba antes de que una niña pequeña apareciera en la abertura del
pasillo al otro lado, captando su atención.
—Hola —saludó, con su voz llena de sonrisas—. Te conozco.
Inclinándose, agarró a la niña y la levantó hasta que sus rostros
estaban a la altura. Cuando la niña pareció darse cuenta de quién
acababa de levantarla, sonrió y alcanzó su rostro, haciéndole ruidos de
pedos.
Luke se rio entre dientes.
—Sí. Te acuerdas del tío Sonidos de Pedo, ¿verdad? —Y comenzó a
hacer pedorretas hacia ella antes de levantarla más alto para poder soplar
un poco en su vientre y hacerla gritar de risa. Página | 108
Atraída hacia el sonido, me moví en esa dirección, necesitando
estar en este tipo de alegría.
—Ahí está una de mis ahijadas —canturreé, estirando la mano e
intentando robar a Harper de los brazos de Luke—. Ven con Chloe, mi
pequeña preciosa.
Luke bajó a su sobrina sobre su hombro y se giró para mirarme,
ya comenzando a extenderla para que tomara a la niña. Pero Harper echó
un vistazo a mi jodido ojo y su rostro se contrajo de terror antes de gritar
de miedo y volverse hacia Luke en busca de protección.
—Oh, Dios mío, lo siento —dije efusivamente, golpeando mi mano
sobre mi ojo—. Ni siquiera lo pensé.
—Está bien —aseguró, incluso mientras besaba el cabello de su
sobrina antes de levantarla y hacer pedorretas un poco más—. La chica
es dura. Estará bien.
Y así, Harper dejó de llorar para poder agarrar sus labios y
comenzar a imitarlo nuevamente.
—¿Qué ocurre…? —dijo su madre en cuanto giró en la esquina,
luciendo preocupada, solo para detenerse y poner las manos en sus
caderas, mirando a Luke con el ceño fruncido—. Luke —lo regañó—.
¿Qué te dije sobre enseñarle a mi hija a hacer sonidos de pedos?
—Oye, es mi misión en la vida enseñarle toda la mierda traviesa
que sus padres no le enseñarán —argumentó. Luego, le hizo cosquillas
en el vientre a Harper—. ¿No es así, apestosa? Muy pronto, estaremos
tirando jugo en el inodoro juntos y descubriremos cómo fingir una fiebre
para que puedas quedarte en casa y no ir a la escuela, ¿no es así?
Mientras Harper sonreía y le daba palmaditas en la cara con ambas
manos, Teagan gimió y murmuró: —Haz algo de eso y te echaré encima
a tu hermano.
—Duro. —Luke colocó a Harper firmemente en su cadera y miró a
su cuñada, preguntando—: ¿Está él aquí, por cierto?
—¿JB? No. —Teagan negó con la cabeza mientras se adelantaba
para poner una mano en la espalda de su hija—. Ya se ha ido a trabajar
por hoy. Vine con mis padres.
Entonces, finalmente se giró para mirarme. —Oye, tú —murmuró,
su voz se suavizó y sus ojos se llenaron de simpatía en tanto se
concentraba en mi ojo malo—. Nos diste un buen susto anoche. ¿Estás
bien?
Cuando dio un paso adelante, sus brazos se abrieron para
atraerme en un abrazo, respiré sobresaltada y me tambaleé hacia atrás
sin querer.
—Oh, Dios, lo siento —jadeó Teagan, alejándose también de
inmediato—. Yo ... no pensé. Página | 109
—No, está bien —aseguré, abrazándome a mí misma y sintiéndome
como una mierda por hacer que una de mis mejores amigas se sintiera
como una mierda por simplemente tratar de abrazarme. Quiero decir,
Dios. Esta era Teagan. La conocía desde siempre. ¿Cómo podría alejarme
de Teagan?—. Lo siento. Yo…
—Tienes toda la razón del mundo para estar nerviosa hoy —me
aseguró, alcanzando mi brazo solo para detenerse—. Debería haberlo
considerado.
No, no debería haberlo hecho. No tenía ninguna razón para estar
nerviosa con mi familia y amigos. Abrazándome a mí misma, traté de
poner mis emociones bajo control, pero ya sentía que se me escapaba. Mi
barbilla ya estaba temblando. En cualquier segundo iba a estallar en
lágrimas, y todos iban a verme perder la cabeza, lo que solo hizo que
entrara más en pánico.
Pero entonces la voz de mi padre murmuró: —¿Chloe, nena?
Y respiré sobresaltada antes de darme la vuelta para encontrarlo
en la entrada del pasillo.
Él asintió hacia mí, su mirada seria pero aún encendida con la
promesa de que las cosas mejorarían. —Los Tenning trajeron algo para
desayunar si tienes hambre.
Asintiendo, puse mi mano sobre mi estómago mientras se agitaba.
—Definitivamente podría comer. Me salté la cena anoche.
Cena.
Mierda. No me presenté en el restaurante donde se suponía que
debía encontrarme con Logan. Ahora iba a tener que llamarlo en algún
momento y disculparme. Pero Dios, la idea de llamar a alguien en este
momento me revolvía el estómago.
Mientras Luke y Teagan salían del pasillo para dirigirse a la cocina,
papá se quedó atrás para enviarme una mirada inquisitiva.
—¿Estás preparada para esto? Una palabra, y puedo hacer que
todos desaparezcan.
Negué con la cabeza. —No. Está bien. Quiero estar rodeada de las
personas que amo.
Me miró otro segundo más, luego asintió.
—Bueno. —Extendió la mano para tomar mi brazo, pero cuando
me estremecí ante el movimiento, bajó los dedos discretamente y se
conformó con dar un paso atrás para dejarme ir primero—. Advertencia
justa: todos tus hermanos y sus familias todavía están aquí junto con los
Tenning.
Asentí. —Está bien.
Yo podía hacer esto. Podía enfrentar a las personas que amaba.
Sin embargo, cuanto más nos acercábamos a la cocina, más fuerte
crecía el sonido de las conversaciones. Sin embargo, no me intimidó Página | 110
realmente hasta que me detuve en la habitación y todos dejaron de hablar
de inmediato. Retrocedí un paso, solo para chocar con papá, lo que me
hizo jadear por la sorpresa del contacto inesperado.
Maldita sea, me encontraba realmente jodida.
—Ahí estás —mi cuñada, Nia, canturreó mientras se acercaba, con
los brazos abiertos para abrazarme.
Mis ojos se abrieron de miedo, pero luego Teagan gritó: —¡No! Los
abrazos la están asustando hoy.
Solo Teagan podía dejar todo en claro.
Nia inmediatamente se congeló y dejó caer los brazos. —Oh, Dios.
Lo siento.
Negué con la cabeza. —No, está bien. Estoy segura de que estaré
lista de nuevo y lista para abrazar a todos en unos días.
—Por supuesto que sí —suministró mamá, sonriendo alegremente
en mi dirección al tiempo que me señalaba la mesa y una caja abierta
llena de donas—. Ahora ven, siéntate. Hay un Long John recubierto de
caramelo por aquí gritando tu nombre.
Mis cejas se levantaron. —Ooh. —Los Long Johns eran mis
favoritos. Y si hubiera algún día en el que pudiera permitirme derrochar
en donas, sería hoy—. No te preocupes si lo hago.
Casi todos ya estaban comiendo. Todas las sillas excepto una, que
parecía ser el asiento de honor, habían sido ocupadas, mientras que
media docena de personas más estaban de pie y apoyadas en gabinetes
y mostradores. Mi hermana, Skylar, se encontraba sentada en el suelo y
le daba de comer a Harper, a su hija (Kailee) y a la pequeña de Julian
(Drea) mientras se arremolinaban a su alrededor, jugando y comiendo.
Las tres niñas eran mis ahijadas, me di cuenta vagamente. Tenía
la esperanza de recolectar más, ya que se había convertido en una broma
familiar constante esforzarse por ser el próximo padrino de cada nuevo
bebé que nacía, pero hasta ahora, solo eran estas tres para mí, y me hizo
sonreír. verlas a todos en el mismo lugar a la vez.
Después de agradecer a Caroline y a Ten por proporcionarme la
comida, agarré el Long John y una servilleta, luego pasé por alto la silla
que parecía estar reservada para mí, y retrocedí hasta que me apoyé
contra el mostrador de la isla al lado de donde también se apoyaba Luke
y comiendo un buñuelo de manzana con Trick al otro lado, devorando
una dona glaseada.
Mi brazo rozó el de Luke, y él me envió una curiosa mirada de
soslayo, pero luego volvió a comer.
—¿Alguien sabe cómo están Lucy y Ava Grace hoy? —pregunté
antes de morder mi pastel.
—Sí, nos detuvimos allí de camino aquí —dijo Caroline—. Y lo están
haciendo bien. Están bien. Página | 111

Asentí, agradecida de escuchar eso.


—Deberías haber visto la forma en que Vaughn las adoraba a las
dos. —Teagan levantó las cejas, ansiosa por compartir algún chisme
jugoso—. Creo que esos dos se van a conectar en poco tiempo.
Sonreí con tristeza y miré mi donut. —Ella me dijo que estaba
enamorada de él —le dije—. Anoche. Justo antes de que apareciera Dax.
—Mi barbilla tembló y las lágrimas llenaron mis ojos cuando agregué—:
Y dejé caer a su bebé.
—Oh, cariño —regañó mamá en voz baja, acercándose para tomar
mi brazo—. Eso no fue tu culpa. Eso…
Cuando jadeé y me aparté de su toque, volví a tropezar con Luke,
y puso una mano en el centro de mi espalda para estabilizarme. No dijo
nada, pero su mano niveló mis emociones hasta que me sentí lo
suficientemente equilibrada para no tener un ataque de pánico en medio
de la cocina de mis padres.
—Yo… lo siento —dije ahogadamente, mis ojos todavía estaban
llenos de lágrimas—. Tal vez no estaba preparada para esto después de
todo.
Y salí corriendo de la cocina.
Una vez que regresé a mi habitación, pasé el resto del día en la
cama, y las únicas dos personas que me molestaron eran mis padres
cuando trajeron comida.

Página | 112
13
Traducido por Gesi & Pame .R.
Corregido por Julie

Luke
Después de ser echado de la casa de los Ryan treinta segundos
después de que Chloe huyera de la cocina llorando, fui a casa e intenté
tomar una siesta antes de tener que regresar al trabajo más tarde. Pero
el sueño fue esquivo.
Cada vez que empezaba a dormitarme, me despertaba
sobresaltado, respirando con dificultad y sentándome, buscando a Chloe
para asegurarme de que estuviera bien. Traté de mirar un poco de
televisión, pero cada programa me revolvía el estómago. Intenté jugar en
mi teléfono, pero se me aceleraba el corazón sin motivo y tenía que Página | 113
ponerme de pie y caminar.
Había mucha charla en el chat familiar, y leí algo de lo que decían,
en mayor parte era sobre Dax Freston. Aparentemente, seguía detenido
en espera de una audiencia que se llevaría a cabo a primera hora del
lunes para que un juez le aprobara o negara la fianza. Algunos de la
familia planeaban ir.
Dejé el móvil y caminé un poco más, deseando que Pick no hubiera
echado a todos. Incluso le juré que no la molestaría ni le hablaría, solo
necesitaba estar cerca y mirarla de vez en cuando para convencerme de
que se encontraba bien. era una necesidad compulsiva que no parecía
poder controlar. Y me agotaba los nervios que ni siquiera me dejara
hacerlo.
Lo que era peor, ella nunca me respondía cuando le escribía por
privado para preguntarle si estaba bien.
Pick me llamó por la tarde, pero solo para pedirme que fuera a
trabajar temprano y me asegurara de que el bar estuviera listo para la
apertura, ya que él no planeaba ir. Acepté de inmediato y luego intenté
preguntarle cómo se encontraba Chloe, pero lo único que contestó fue:
—Lo está trabajando. Solo dale algo de tiempo.
Su respuesta evasiva me irritó y no me dijo nada. Por lo que pasé
por la casa de Lucy de camino al trabajo, para asegurarme de que al
menos ella y su niña estuviera bien.
Había un montón de gente en el lugar.
Su hermano, Beau, me abrió la puerta cuando me acercaba. Nos
saludamos en silencio con un gesto de cabeza y se hizo a un lado para
dejarme pasar. Examiné la puerta nueva y los parches en el panel de yeso
al ingresar, recordando cómo colgaba de una bisagra la noche anterior.
Y justo así, volví a recordar el sótano y la mirada aterrada en los
ojos de Chloe.
Sacudiendo la cabeza, alcé la vista y me eché hacia atrás
sorprendido cuando encontré a Lucy acercándoseme para abrazarme
antes de que siquiera pudiera sacar las manos de mis bolsillos. —Gracias
por encontrarla —me dijo al oído antes de apartarse.
Asentí con solemnidad y eché un vistazo a todos los que hablaban
en voz baja para no agravar la herida en la cabeza de la bebé.
La conversación no era muy diferente a la del chat grupal.
Hablaban de formas de asegurarse de que el ex psicópata pagara sus
crímenes… algunas eran legales, y otras no tanto.
Yo prefería las sugerencias no muy legítimas, pero solo eran
ilusiones, por lo que me volví hacia la mamá de Lucy, que mecía a la bebé
en su regazo.
—¿Eva te ha dicho algo sobre Chloe hoy?
Aspen alzó la mirada y me sonrió con tristeza. —Dijo que no salió
Página | 114
de su habitación desde la mañana. Come cuando la obligan a hacerlo,
pero puedo darme cuenta de que está preocupada. Definitivamente la
golpeó fuerte hoy.
Asentí, la necesidad de ir a verla solo se volvió más fuerte.
—Sí, estaba bastante traumatizada esta mañana.
—Tienes suerte de haber podido verla antes de que Pick lo
prohibiera —me dijo el papá de Lucy—. No deja que nadie la visite, ni
siquiera sus hermanos.
Joder. No era lo que quería oír. Si mantenían a todos lejos, al
menos me hubiera gustado escuchar que se levantaba de la cama, movía
y comía.
Cuando finalmente me fui de casa de Lucy y fui a trabajar, el bar
estaba silencioso y oscuro. Exhalando con fuerza, entré, encendí todas
las luces, abrí las puertas que llevaban a la cocina, el almacén y los
baños, e hice todas las cosas habituales que Pick hacía antes de que
llegaran los empleados.
Pero mi mente no estaba en ello, y estuve distraído toda la tarde,
estropeando pedidos, dando mal el cambio y básicamente enojando a
todos los clientes y mis compañeros.
Luego me convertí en un fanático de que las personas no
caminaran solas hasta sus coches al final del turno.
Ninguno había oído aun sobre lo ocurrido con la hija del jefe, y no
era mi lugar contárselos.
Incapaz de seguir así, me senté en mi camioneta fuera del bar y me
pasé las manos por la cabeza antes de rendirme y escribirle a Pick.
¿Ya duermes?
No mucho después, respondió: Si es una llamada para follar, te
equivocaste de número, idiota.
Solté una sonrisa y negué con la cabeza antes de escribir:
Gracioso, jefe. Acabo de cerrar el bar. Esperaba poder pasar
para ver cómo está.
Hubo una pausa, y estaba seguro de que me lo negaría, pero tan
pronto perdí la esperanza y encendí el motor para volver a casa, mi
teléfono vibró con un mensaje entrante.
Entra por la puerta trasera cuando llegues.
—¡Sí! —siseé, apretando el puño y golpeándolo contra el volante a
modo de celebración.
Mis nervios, que estuvieron tensos todo el día, ya comenzaban a
aflojarse cuando llegué a la casa de los Ryan de tan solo saber que
volvería a verla.
Pick me estaba esperando en tanto me acerqué por la puerta
trasera. —Después de esta mañana, no iba a dejar que nadie la molestara Página | 115
por el resto del día —me dijo cuando me dejó entrar—. Pero no está
durmiendo, y esperaba que pudieras hacer lo que sea que hiciste anoche
para ayudarla.
Se me tensó el estómago con preocupación. ¿No dormía?
Sacudí la cabeza. —No hice nada. Solo me senté a su lado.
—Entonces siéntate con ella de nuevo —dijo con simpleza, solo
para alzar un dedo amenazadoramente—. Solo tienes que saber que, si
algo la hace enojar y la molesta, te vas. ¿Entendido?
Asentí. —Entendido.
Exhaló temblorosamente y me dio una palmada en la espalda con
gratitud mientras me guiaba a la habitación de su hija.
—¿Cómo estuvo todo en el bar?
—Apestó —respondí sin rodeos—. Es decir, fue lo suficientemente
bien. Pero mi cabeza simplemente no estaba en ello, por lo que, una
advertencia, probablemente oirás una docena de quejas sobre todo lo que
estropeé.
—Ni siquiera me importa. —Me miró con suplica—. Solo consigue
que mi bebé tenga un par de horas de olvido y todo estará perdonado.
Tragué saliva, sintiéndome cada vez más inseguro sobre la
gravedad de la responsabilidad que me estaba imponiendo, pero entonces
asentí. —Lo haré, jefe. —porque la alternativa probablemente era que me
echara, y no podía dejar que eso sucediera.
Asintió con la cabeza y luego se detuvo con el umbral. Cuando me
paré a su lado, la escena era casi una réplica de la noche anterior, excepto
que faltaba Pick en la cama junto a su esposa e hija.
Eva nos miró y sus ojos se estrecharon al verme. Volviendo la
mirada acusadora a su esposo, comenzó una discusión silenciosa con él,
demandándole saber por qué se me permitió entrar en la casa.
Pick se encogió de hombros con impotencia, haciéndole saber que
estaba desesperado y dispuesto a intentar cualquier cosa. Así que su
esposa aún infeliz suspiró y cedió, dejando que me quedara.
Se giró hacia mí y me deseó suerte con una palmada en la espalda
antes de retirarse.
Solo en el umbral, me moví hacia Chloe y su madre justo cuando
la primera decidía finalmente hablar: —Has regresado. —Su voz era tan
mediocre que me pregunté si estaba drogada con algo fuerte.
—Síp. —Entré—. Como un centavo malo. —Mientras ella seguía
mirando fijamente la pared, alcé la vista a su madre—. Ha sido un buen
día, ¿eh?
—Podría haber sido mejor. —El tono de Eva era ronco, como si
hubiera estado gritando durante horas.
Página | 116
—¿Puedes hacer que mi madre se vaya a la cama? —pidió Chloe,
sin dejar de mirar la pared—. Se está cayendo de sueño.
Alcé las cejas y transferí la mirada a la mayor, que ya negaba con
la cabeza, como si quisiera objetar.
Siendo un listillo, contesté: —A mí no me parece que esté parada
como para caerse.
Chloe resopló amargamente pero no respondió.
Maldita sea. No había mordido el anzuelo y soltó una respuesta
mordaz. Realmente estaba teniendo un mal día.
Encontré la mirada cansada de su madre e incliné la cabeza hacia
la puerta mientras seguía caminando hacia la cama.
—¿Por qué no te tomas un descanso? Puedo sentarme con su
trasero gruñón por un rato.
Chloe levantó la mano sin mirar y agarró la mano de Eva.
—Por favor mamá. Duerme un poco.
Eva parecía como si quisiera llorar, pero parecía que no podía
decirle que no a Chloe. Soltando un suspiro derrotado, besó el cabello de
su hija, sin detenerse incluso cuando Chloe se estremeció por el contacto
inesperado, y luego se deslizó de la cama.
—Lo intentaré —prometió, pasando su mano sobre el lugar que
acababa de besar—. Tú también inténtalo, niña.
Luego se volvió hacia mí y su suave sonrisa se transformó en una
mirada devastada y suplicante. Y pasó, me tocó el brazo y se acercó. —Si
puedes hacer que descanse de nuevo como lo hiciste anoche, serás mi
favorito, lo juro.
Sonriendo, volteé mi rostro hacia abajo y le guiñé un ojo.
—Yo ya era tu favorito.
Se rio con buen humor y me dio unas palmaditas en el brazo.
—Llámame si necesitas algo.
—Lo haré —respondí al tiempo que me giraba para verla salir de la
habitación.
Después de que se fue, me volví e inmediatamente me dirigí a la
cama. Moviendo las cejas, dije: —Creo que le gusto a tu mamá.
—Está delirando por la falta de sueño —dijo Chloe sin moverse, sin
detener su mirada fija en la pared, sin cambiar su expresión.
—Te apuesto diez dólares a que esta noche tiene un sueño sucio
conmigo —la desafié, tratando una vez más de hacer que se levantara a
medida que me quitaba los zapatos y me subía al colchón para ocupar el
espacio donde Eva había estado acostada.
Emitió un sonido desde el fondo de su garganta como si no le
importara de ninguna manera.
Exhalé y luego me acomodé junto a ella para poder mirar la misma Página | 117
pared que ella. Pero cuando miré, vi que el gran espejo ovalado sobre su
tocador se había hecho añicos.
Mi ceño se frunció con curiosidad. —¿Tuviste una pelea con tu
espejo? —pregunté.
—No me gustaba cómo me veía —balbuceó sin vida.
Me reí, solo para inmediatamente estar sobrio.
—Espera. ¿De verdad lo rompiste? ¿Por qué? Has tenido ese espejo
desde que tengo memoria.
—Te lo acabo de decir; no me gustó lo que vi —fue todo lo que dijo.
—Cristo, Chloe. —Me giré para mirarla a la cara—. En serio, no te
ves tan mal. —Frunciendo el ceño con preocupación, pasé una mano por
su brazo—. Los moretones y rasguños se desvanecerán. Y el ojo sanará.
Finalmente, apartó la mirada del espejo. —No se trata del ojo, los
moretones o los rasguños.
—Entonces, ¿de qué se trata? —pregunté—. Porque si crees que
eres fea, estás jodidamente chiflada.
Sacudió la cabeza, pero sus ojos se humedecieron y su nariz se
puso roja como si ya hubiera estado llorando durante una hora, aunque
ni siquiera había comenzado.
Exhalando un suspiro, miró hacia el techo brevemente antes de
volver a mirarme. —Es porque soy idiota, y parece que no puedo dejar de
serlo. Me he obsesionado con cada detallito sobre mi aspecto durante
años, volviéndome loca, haciendo dietas extremas y haciendo ejercicio el
doble de tiempo cada vez que creo que mis mejillas se ven demasiado
hinchadas o mis brazos tienen peso extra. Todo por un estúpido miedo
irracional de volver a ser el adolescente insegura y gordita al que nadie le
prestaría atención.
Cuando una sola lágrima se deslizó por su mejilla, me estiré y con
ternura le puse un mechón de cabello detrás de la oreja, incapaz de evitar
tocarla de alguna manera y con la esperanza de consolarla.
Sus ojos se levantaron. —Pero todo es una mierda, ya sabes.
Completamente inútil. Todo el estrés, la preocupación y los accesorios...
Nada de eso importa. Mi apariencia física nunca ha importado. Nunca
han llamado la atención de las personas a las que quería, y las personas
a las que les han gustado simplemente me encadenan a su sótano. —
Cuando su barbilla tembló y las lágrimas llenaron sus ojos, apretó los
dientes con frustración—. Maldita sea. ¿Por qué no puedo dejar de
preocuparme por lo que piensen los demás?
Cuando las lágrimas realmente cayeron, murmuré: —Oye, ven aquí
—y la atraje a mis brazos donde la sostuve contra mí. Apoyó la mejilla en
los latidos de mi corazón y sorbió miserablemente, y yo le acaricié el
pelo—. No son otras personas por las que te has estado preocupando,
Página | 118
sabes — finalmente le dije—. Eres tú. Eres la única persona a la que has
necesitado impresionar. Porque una vez que finalmente estés satisfecha
con tu apariencia, otras personas solo verán el amor propio y la confianza
que tienes en ti misma, y eso es todo lo que realmente necesitas para
atraer a los demás. Cualquier otra persona importante, de todos modos.
¿Me entiendes?
—Dios —gimió, acurrucándose contra mí—. Creo que podrías tener
razón.
—Sé que tengo razón —le aseguré con una sonrisa de suficiencia—
. Siempre tengo razón.
Esa última frase hizo que hiciera un sonido grosero de desacuerdo,
pero cuando me miró, creo que me rompió el corazón. Parecía tan
jodidamente triste. —Pero, ¿cómo aprendo a que me guste cómo me veo?
—No sé —murmuré, encogiéndome de hombros—. ¿Tener mejor
gusto? —supuse—. Porque creo que te ves perfecta tal como eres.
Con una pequeña sonrisa agradecida, puso los ojos en blanco.
—Gracias — dijo suavemente—. Trabajaré en mi gusto.
—Buena idea —le dije, besándole suavemente el cabello—. ¿Te
sientes mejor?
—Extrañamente... sí —dijo, y esta vez cuando me miró, parecía
mejor—. Gracias. Y… —Con una mueca de dolor, añadió—: Siento
haberte molestado con mis estúpidos problemas de confianza en mí
misma. Eso no era algo que quisieras hacer, estoy segura.
—Meh, adelante y moléstame —dije, encogiéndome de hombros—.
Me ayuda a sentirme útil. No tienes idea de cuánto apesta sentirse inútil
y solo verte sufrir.
—Sin embargo, creo que eso es lo que más dañó — murmuró—. Me
hizo ver lo frágil y débil que era hasta la médula. Y no me gusta. No me
gusta nada.
—Oye… —Esperé hasta que levantó su mirada hacia mí. Y cuando
lo hizo, tragué saliva con inquietud—. No… te sientes... suicida, ¿verdad?
Exhaló y no respondió de inmediato, lo que no me gustó, pero luego
dijo: —No. No quiero morir. Pero tampoco tengo muchas ganas de vivir
mucho en este momento.
—Dale un poco de tiempo —la alenté—. Solo ha pasado un día.
—Sin embargo, ya estoy cansada de esto. Estoy tan exhausta. Y no
puedo... Simplemente no puedo.
—Entonces no lo hagas —sugerí con un encogimiento de hombros
descuidado.
Me miró sorprendida. —¿No haga qué? Ni siquiera sé qué es lo que
no puedo hacer.
—No lo intentes —dije antes de inclinarme para presionar mis Página | 119
labios en su cabello—. No trates de sanar. No intentes preocuparte. No
intentes dormir. Preocuparte y estresarte por todas las cosas que no
puedes hacer te está desgastando más que nada. Así que tal vez solo
necesites ser nada por un tiempo. Deja que todo se desmorone.
Cuando me miró parpadeando como si estuviera loco, agregué—:
Adelante. Cierra los ojos y concéntrate en vaciar la cabeza. ¿Puedes oír
los latidos de mi corazón desde allí?
Estuvo en silencio por un momento, y luego sentí que sus pestañas
se movían cuando finalmente cerró los ojos. Un segundo después,
susurró—: Sí.
—Bien —murmuré, ahuecando su pelo en mi mano—. Concéntrate
en eso. Solo eso. Escucha el aire que entra y sale de mis pulmones
mientras respiro. Trata de cronometrar la próxima vez que voy a exhalar.
Porque lo único que tienes que hacer ahora es respirar. Nada más
importa.
Me quedé en silencio y me concentré en regular mi respiración con
inhalaciones grandes, largas y profundas. Chloe puso una mano en mi
abdomen y me di cuenta de que también se estaba concentrando en mi
respiración cuando comenzó a inhalar y exhalar conmigo.
No mucho después de eso, su mano sobre mi estómago se relajó y
me di cuenta de que se había quedado dormida.
Sintiendo ojos en mí, miré hacia arriba para encontrar a Pick
apoyado contra el marco de la puerta, observándonos. Inclinó la cabeza
hacia mí con respeto y luego se alejó.
Envolví un brazo protector alrededor de los hombros de Chloe y me
desmayé no mucho después, finalmente sintiéndome calmado y sin
ansiedad por primera vez desde la última vez que la había visto.

Página | 120
14
Traducido por Miry
Corregido por Julie

Luke
El lunes, treinta y uno de nosotros nos vestimos con nuestras
mejores ropas y llegamos al juzgado del condado para ver a Dax Freston
comparecer ante un juez.
Chloe no se presentó y su madre se quedó en casa con ella, pero
Pick estaba ahí junto con todos los hermanos de Chloe y sus cónyuges,
Lucy, Vaughn y su familia, además de otros familiares y amigos de
nuestro grupo.
Me senté entre Trick y la prima menor de Chloe, Ayden, de Página | 121
diecisiete años, deseando no haberlo hecho. Los dos no se callaban,
hablando entre ellos.
—Entonces, ¿qué sucede exactamente aquí hoy? —Ayden se apoyó
pesadamente en mi brazo derecho mientras preguntaba en voz baja.
Excepto que ella no hablaba conmigo.
A mi izquierda, Trick también se inclinó hacia mí, murmurando:
—Esta es la primera comparecencia ante el tribunal. Será la
audiencia de fianza.
Hice una mueca de molestia y eché mi rostro hacia atrás para que
los dos pudieran continuar su discusión a mi alrededor, solo para hacer
un gesto entre entre ellos. —¿A ustedes les gustaría sentarse uno al lado
del otro?
—No. Estamos bien —respondió Trick sin preocuparse—. Además,
te haría bien escuchar esto también. Verás, el acusado… —continuó,
haciendo una pausa para que Ayden pudiera sisear disgustada por la
mención de ese tipo—, simplemente se reunirá con el juez, quien
determinará la fianza.
—Espera —Ayden agitó una mano y negó con la cabeza—. ¿Qué
significa eso?
—Entonces, la fianza es la cantidad que este imbécil tendría que
dar para pagar la fianza y ser liberado de la custodia antes del juicio,
¿verdad? —continuó Trick.
—¿Liberado? —espetó Ayden, luciendo horrorizada—. ¿Quieres
decir que podría ser liberado? ¿Hoy?
Trick empezó a asentir lentamente. —Posiblemente… si puede
pagar el diez por ciento de su fianza para salir. Podría estar libre durante
la duración de su juicio.
Mi estómago se hundió ante esa posibilidad. Y Bella, que estaba
sentada frente a nosotros, tampoco parecía estar complacida con eso.
Dándose la vuelta, exigió: —Pero el juez le negará la fianza, ¿verdad?
Trick hizo una mueca. —Es difícil de decir. Tienes que haber hecho
algo bastante malo para que te quiten la fianza.
—Hizo algo bastante malo —insistió Ayden.
—Casi mata a tres personas —nos recordó Bella.
—Lo sé. —Trick elevó una mano para calmar a todos, pero siguió
haciendo una mueca de disculpa mientras lo hacía—. Pero es un poco
más complicado que eso. En realidad, no hizo todas las cosas que
probablemente habría hecho, cosas que seguramente habrían hecho que
se le negara la fianza. Entonces, en este momento, solo esperamos que la
excepción de seguridad pública caiga a nuestro favor, ya que existe la
posibilidad de que intente causar un gran daño físico a otros si estuviera
libre. Y fue arrestado sin derecho a fianza, lo cual es bueno porque al
menos no pudo salir bajo fianza hasta que viera a un juez primero.
—Sin embargo, ¿qué pasa si no se le niega la fianza? —insistió Página | 122
Ayden, necesitando respuestas.
Trick suspiró y se pasó una mano por el pelo. —Entonces rezamos
para que esté demasiado arruinado para pagar o sea demasiado estúpido
y no llame a un fiador para que lo ayude.
—Hijo de puta —siseé, comenzando a entrar en pánico.
Pero imaginar a ese tipo que había aterrorizado a Chloe caminando
libre entre nosotros me produjo un escalofrío de puro pavor. Empecé a
tirarme de la corbata, necesitaba más oxígeno.
Trick me golpeó el brazo. —Tranquilo —siseó—. Parecerás poco
profesional.
Giré la cabeza lentamente para mirarlo. Pero antes de que pudiera
decir nada, se abrió una puerta al frente de la habitación y un alguacil
gritó: —Todos de pie. Preside la juez Watson.
Cuando todos a mi alrededor se pusieron de pie de inmediato, hice
lo mismo, mirando alrededor hasta que vi a una mujer diminuta con
túnicas negras sueltas subiendo detrás del banco.
Después de que todos nos sentamos de nuevo, se lanzaron un
montón de palabras legales y jergas judiciales hasta que la juez le hizo
una seña al alguacil y le dijo: —Por favor, deje entrar a la defensa para el
caso 38975.
El uniformado se adelantó para abrir otra puerta y entraron dos
oficiales, escoltando a un hombre con un mono naranja con las muñecas
esposadas frente a él y una cadena conectada a los tobillos.
Mientras Dax Freston entraba arrastrando los pies, parpadeé ante
el tipo que podría haberse llevado a tres de mis seres queridos. Y
simplemente no podía imaginármelo. Es decir, había algunos fantasmas
por los que podías sacudir la cabeza y decir: amigo, algo no está bien con
este tipo. Es un asesino en serie por seguro.
Pero no tuve esa vibra con Freston. Quiero decir, era pulcro y de
aspecto respetable. Chloe probablemente incluso lo hubiera clasificado
como guapo. No tenía tics nerviosos o tics de drogadicto que te hicieran
pensar que tenía tendencias locas e inductoras de ira. Sin ojos muertos
y sin alma.
Él era simplemente... normal.
Y eso me asustó.
No podía dejar de mirarlo, recordando los moretones color púrpura
brillante en el cuello de Lucy, la forma en que Chloe lloró, cuestionando
su propio valor como ser humano, y el corte de Ava Grace en la cabeza.
Quiero decir, ella tenía tres meses y tenía moretones alrededor de ambos
ojos.
¿Y este monstruo, oculto bajo la piel de un hombre de apariencia
normal, causó todo eso? Encadenó a Chloe a ese piso, le arrancó toda la Página | 123
ropa, la roció con la manguera y le quitó una parte de su psique que no
tenía idea de si recuperaría. No tenía sentido. Me enfermó.
Y luego realmente me enojó.
Mis manos se cerraron en puños, y le hice un agujero en la parte
posterior de la cabeza con mi mirada después de que se sentó.
Al frente de la sala, un funcionario enumeraba todas las ofensas
de Freston. —...violación de una orden de restricción, secuestro, tres
cargos de asalto; uno contra un menor de un año, uno por delito grave
de asalto con el objetivo de cometer violación; acoso, posesión de drogas
y resistencia al arresto… —Su voz era monótona, sin emoción, como si
leyera una lista de compras.
Todo el tiempo, miré fijamente, incapaz de apartar la mirada e
imprimí la parte posterior de la cabeza normal de este imbécil en mis
bancos de memoria.
Una vez que se enumeraron los cargos, el juez les dio a ambas
partes la oportunidad de hablar, y el abogado defensor también me
molestó, tan pronto como comenzó a hablar, balbuceando sobre todos los
buenos atributos de Freston.
—Tiene un trabajo estable, sin infracción previa a la ley.
En ese momento, la juez elevó la vista con sorpresa de los papeles
que leía y dijo: —¿Acaso no escuché que violó una orden de restricción?
El abogado defensor se tomó un momento para lucir como si se
hubiera tragado una sandía antes de responder: —Se podría argumentar
que eso es parte de este caso. Él tiene raíces en esta comunidad, Su
Señoría. No es un riesgo el que se dé a la fuga.
Cerca del final de la fila donde me hallaba sentado, Julian comenzó
a ponerse de pie mientras gruñía: —Oh, esto es una mierda. —Pero Pick,
que estaba sentado a su lado, lo agarró del brazo y tiró de él hacia abajo,
silenciándolo.
Al frente de la sala, el fiscal del condado afortunadamente habló:
—Pero también se podría argumentar —repitió maliciosamente la frase
de la defensa—, que el acusado es un riesgo para las tres personas a las
que aterrorizó, una de ellas la misma mujer contra la que rompió su
orden de restricción. Sigue siendo una amenaza muy real para ellos.
La juez asintió, haciéndole saber al fiscal que lo escuchó, pero
estaba demasiado ocupada leyendo para responder.
Un momento después, bajó el documento y dijo: —La fianza se fija
en doscientos cincuenta mil... —siguió explicando más específicamente a
Freston, pero todo se volvió borroso en mi cabeza cuando comenzó un
zumbido entre mis oídos.
Pero su fianza no fue negada.
No le negaron la fianza.
A mi lado, Ayden, confundida, preguntaba: —¿Qué significa eso? Página | 124
¿Lo que acaba de suceder?
—Significa… —Trick sacudió la cabeza con tristeza y se tomó un
momento para tragar—. Si pagara veinticinco mil dólares, podría salir de
la cárcel.
—Bueno, ¿lo hará? —exigió.
—No lo sé —admitió Trick—. Pero usaré cualquier conexión que
tenga y mantendré mi oído en el suelo. No te preocupes, seré el primero
en saber si lo hace.
Furiosas voces silenciosas, furiosas y preocupadas, se extendieron
a mi alrededor, pero seguí mirando mientras los guardias se adelantaban
y hacían que Freston se pusiera de pie antes de que lo escoltaran fuera
de la habitación.
Sin embargo, antes de salir por la puerta, finalmente nos miró a
todos y tuve un momento de contacto visual con él. No estoy seguro de
por qué posó su mirada en mí, pero de los treinta y uno que lo
mirábamos, él me vio.
Así que puse todo el odio, el disgusto y el desprecio que sentía por
él en esa mirada y, afortunadamente, comenzó a parecer preocupado
antes de lanzar una mirada preocupada sobre el resto de nosotros y luego
se dio la vuelta, lo empujaron fuera de la habitación.
—Amigo, él no puede pagar esa fianza —trató de decirme Trick—.
No puede permitírselo. —Sin embargo, sabía que solo trataba de calmarse
a sí mismo, no a mí.
Porque ambos sabíamos que, si él deseaba salir de ahí lo suficiente,
se lo permitiría. Podía vender su estúpido e idiota coche o poner su casa
en una hipoteca, vender su alma a algún fiador. Él podría reunir los
fondos.
La pregunta era si lo haría.
Y me carcomió todo el día, durante todo mi turno y hasta la hora
de cierre. El chat grupal se encontraba lleno de especulaciones, pero
nadie supo nada nuevo.
Cuando sonó mi teléfono justo antes de que me preparara para
irme a dormir, miré la pantalla y el miedo me recorrió el abdomen cuando
vi que era Pick.
—Hola —respondí de inmediato, preocupado de que Freston
estuviera libre y hubiera ido directamente ahí a buscar a Chloe—. ¿Todo
bien?
—Todo bien aquí —respondió Pick—. ¿Estás cerrando?
Fruncí el ceño, preguntándome por qué llamaba si no pasaba nada.
—Oh, sí. Llegaremos como en… —Miré alrededor del lugar—. Cinco
minutos, como máximo, saliendo de aquí. ¿Qué pasa?
Página | 125
El papá de Chloe respiró hondo y estaba seguro de que escucharía
que el monstruo salió y estaba libre. Pero todo lo que dijo fue: —Me
preguntaba si planeabas pasar de nuevo esta noche.
—Yo…
Maldición, surgió una nueva preocupación. Me diría que me
mantuviera alejado, ¿no? El sudor instantáneo apareció en mi frente. El
pánico hizo que mi corazón se acelerara. ¿Cómo diablos lo convencería
de que al menos me dejara pasar y ver cómo estaba ella?
Desde su captura, esta necesidad compulsiva de asegurarme de
que ella se encontraba bien se mantuvo en mí y aún no cedía. Mis turnos
de ocho horas aquí, siendo obligado a alejarme de ella, ya me volvían lo
suficientemente loco. Si Pick me hiciera esperar hasta la mañana, o Dios
no lo quiera, más que eso…
—Solo quería decirte que si vienes de nuevo esta noche, ven por la
parte de atrás. Las llaves están debajo de la alfombra. Y quédatelas, ¿de
acuerdo? No arrastraré mi trasero hasta ahí a las tres de la mañana, cada
maldita noche, solo para dejarte entrar.
El alivio instantáneo me inundó. Pero tan pronto como exhalé en
agradecimiento, sonreí y tuve que decir: —Oye, anoche eran las tres
menos cuarto.
Mi jefe rio entre dientes. —Lo que sea. Simplemente no despiertes
a mi esposa. Esta es la primera noche que se quedó dormida antes de la
una desde que eso sucedió.
—¿Oh, sí? —pregunté, terminando mi trabajo de limpiar la caja
registradora—. ¿Cuándo bajó Chloe?
Pick suspiró. —Todavía no lo ha hecho.
—Estaré ahí pronto —le prometí.
Y así fue como transcurrieron los siguientes días.
Pick finalmente levantó su prohibición y comenzó a permitir que
otros fueran de visita nuevamente, pero para cuando yo llegaba después
del trabajo, el lugar estaba tranquilo y oscuro, regresaba a la habitación
de infancia de Chloe, donde todavía estaría. despierta, incapaz de dormir,
dando vueltas y vueltas en su colchón.
Me contaba sobre los chismes familiares de todos los visitantes que
recibió durante el día, luego se quejaba de cómo su trabajo la obligó a
tomar una licencia de seis semanas y luego le contaba sobre mi día antes
de dormirnos uno contra el otro, tomados de la mano.
Y si tenía un día libre en el trabajo, venía a cenar con la familia,
luego salía con todos los Ryan antes de que Chloe y yo nos fuéramos
juntos a dormir.
Nadie parecía tener problema en que fuera su compañero de sueño
Página | 126
y su osito de peluche personal. No dijeron nada al respecto. No hasta el
día diez, cuando Pick volvió a llamarme al trabajo.
—Oye —saludó casualmente—. Ahora que ya no vendrás en medio
de la noche después del trabajo, ¿por qué no dejas la llave extra de la
casa que te di en el escritorio de mi oficina en el club, está bien? En el
cajón en la parte superior central estará bien.
—Uh... —titubeé un momento, mi corazón se aceleró antes de
fruncir el ceño y simplemente decir—: ¿Ya no iré?
—Bueno… —Pick se estancó, sonando un poco confundido—.
Pensé que no lo harías ya que Chloe decidió irse a casa. Pero, quiero
decir, si solo quieres seguir durmiendo…
Había una cualidad burlona en su voz, excepto que no tenía ganas
de reír.
—¿Chloe se fue a casa? —espeté enojado—. ¿Dormirá en su casa
esta noche? ¿Sola?
Mi jefe hizo una pausa antes de decir con inquietud: —¿No te lo
mencionó?
—¡No! —gruñí.
¿Por qué diablos no me lo dijo? Dormí a su lado todas las noches
desde que sucedió. A estas alturas, parecía una cortesía común decirme
dónde iba a estar si de repente decidía cambiar de ubicación. Maldición,
hubiera sido educado de su parte incluso decirme si no me quería cerca
en absoluto.
Quiero decir, ¿qué demonios?
—Entonces… —repitió Pick, sonando incluso más inquieto que
antes.
—Oh, no te preocupes —le aseguré—. Descubriré por qué no lo
mencionó—. Y le colgué echando humo.
La hora de salida no podía llegar lo suficientemente pronto.

Página | 127
15
Traducido por Julie
Corregido por Danita

Chloe
Eran las dos y cuarto de la madrugada, y mi cerebro se sentía
conectado y alerta a cada ruido que oía, mientras que mi cuerpo se
encontraba totalmente agotado.
No había estado preparada para volver a casa y quedarme sola,
pero me negaba a admitirlo ahora. Estaba cansada de admitir mis
debilidades, cansada de ser débil, solo cansada.
Pero quería recuperar mi vida, y no iba a conseguirlo hasta que
empezara a vivirla de nuevo. No podía hacer mucho con respecto al Página | 128
trabajo, ya que se habían negado a dejarme volver después de enterarse
de lo sucedido, pero podía ir a casa y dormir en mi propia cama, preparar
mis propias comidas y dejar de depender de mis padres para cada maldita
cosa que hacía.
Lo necesitaba.
Pero no me sentía preparada, y me mataba admitirlo. No podía
dormir y apenas podía respirar por todo el miedo que se agolpaba en mis
pulmones. Creo que me encontraba a un segundo de sufrir un ataque de
pánico en toda regla, y estaba a punto de derrumbarme y llamar a mamá
y papá, aunque solo fuera para oír sus voces, cuando recibí un mensaje
de texto.
Me apresuré a coger el teléfono, ya sintiéndome mejor con solo
saber que había alguien ahí fuera, pensando en mí y tratando de ponerse
en contacto conmigo.
No importaba si era spam, que quería hablar del seguro de mi
coche, agradecía el mensaje. Pero el corazón me dio un vuelco cuando vi
el nombre de Luke.
Escribió: Hola, estoy aquí. Déjame entrar.
Parpadeé, irrazonablemente aliviada por aquellas palabras.
Claro, sabía que había sido un error no decirle que no me quedaría
en casa de mis padres esta noche, pero decírselo habría significado que
esperaba que viniera, y no podía permitirme esperar eso, aunque se
hubiera quedado conmigo cada noche. Algunas negativas a las
expectativas eran pura autopreservación.
Y además, si de verdad quería encontrarme, lo haría.
Y, al parecer, lo había hecho.
Llamaron a mi puerta.
Gruñendo, me quité las sábanas de encima con un resoplido
molesto, decidida a convencerme de que me irritaba su repentina
aparición, no que me aliviaba, porque en definitiva no podía estar
aliviada. El alivio estaba demasiado relacionado con la expectación.
Así que sí, me sentía indignada. Actuaba como si tuviera derecho a
tener un sitio en mi cama.
Debería salir y hacerle saber que no tenía ningún derecho sobre
mí. Excepto que la niña asustada que llevaba dentro sollozaba de alegría
porque ya no iba a estar sola.
Era demasiado peligroso dejarla salir de su jaula. Tendía a
enamorarse de hombres idiotas. Como Luke Hamilton. Y él estaba siendo
todo un héroe últimamente, como lo fue cuando tenía catorce años,
apareciendo justo cuando más necesitaba a alguien. Sería tan fácil para
esa niña enamorarse de él otra vez.
Así que la vieja, sabia y ojerosa yo tenía que quedarse cerca. Porque
ella era más astuta.
Página | 129
Murmurando un silencioso “basta ya” a la niña que llevaba dentro,
me dirigí a la puerta con el ceño fruncido mientras la abría de un tirón.
—¿Qué crees que...?
—Sí, sí. Ahórratelo —refunfuñó, haciendo caso omiso de mis quejas
mientras entraba a mi casa sin esperar invitación, con lo que parecía una
bolsa de viaje al hombro.
—Por cierto, te agradezco mucho que me llamaras para decirme
que habías vuelto a casa. Ha sido muy amable por tu parte. —Dejó la
bolsa en una silla y se volvió para mirarme con amargura—. Tu madre y
tu padre discutieron, sabes. Y a Pick le prohibieron la entrada a su
habitación, así que adivina con quién me metí en la cama.
Me quedé boquiabierta antes de poder recomponerme. —¿En serio?
—grité.
Esperó un momento, pero luego se echó a reír.
—No —cedió, extendiendo una mano—. Pero habría sido una
historia divertida, ¿eh?
Parpadeé. —Entonces... ¿mis padres no se pelearon?
—Nop —respondió con voz alegre mientras salía de mi habitación
delantera y se dirigía a la cocina—. Quiero decir, no que yo sepa. Supongo
que podrían haberlo hecho, aunque lo dudo. Se llevan extrañamente
bien. Pero aun así... Hubiera estado bien que me dijeras que ya no te
quedabas allí. Si Pick no me hubiera llamado y avisado, ahora estaría allí
volviéndome loco, preguntándome a dónde fuiste.
Lo seguí hasta la nevera, donde abrió la puerta y empezó a rebuscar
en el interior.
—¿Así que mi padre te envió aquí? —pregunté, cruzando los brazos
sobre el pecho, malhumorada—. Genial.
Empecé a dar golpecitos en el suelo con los pies descalzos mientras
la irritación crecía en mi interior. Porque, ¡hip hip hurra!, mi propio padre
no me consideraba lo bastante fuerte como para dormir sola en mi propia
casa. ¿No era eso...?
¡Maldita sea!
—No necesito una niñera, ¿sabes? —empecé a decir mientras Luke
se acercaba con una botella de agua en la mano.
—Ajá. —Completamente indiferente a mi furia, desenroscó el tapón
y empezó a beber.
Frunciendo el ceño, señalé hacia la salida. —Así que puedes darte
la vuelta y decirle que no necesito a su perrito faldero para...
—¡Oye, oye, oye! —Luke dejó de beber para hacerme señas de que
me callara. Luego levantó una ceja—. ¿Perro faldero?
—Bueno, ¿qué otra cosa te crees que eres? —desafié—. Vas donde
él te dice que vayas. Haces lo que te dice. Le llevas sus zapatillas Página | 130
cuando...
—De acuerdo, uno —volvió a interrumpir y levantó el dedo índice—
. Él no me dijo que viniera aquí. Lo mencionó de pasada cuando me pedía
que le devolviera la llave de su casa.
—¿Tenías llave de su casa? —solté sorprendida.
Luke levantó las cejas. —¿Cómo crees que era capaz de entrar
todas las noches tan tarde?
Parpadeé porque ni siquiera había pensado en eso.
Con un bufido, Luke puso los ojos en blanco. —Y dos... Gracias a
Dios que fue lo bastante decente como para mencionar que ya no te
quedabas allí, a diferencia de ti, porque no miento. Me habría dado un
susto de muerte si no hubiera podido encontrarte.
Exhalé un suspiro. —En serio, ¿cómo iba a saber que querías venir
otra vez?
Se apartó como si acabara de abofetearle. —¿Quieres decir, aparte
del hecho de que he aparecido todas las putas noches desde que te
secuestraron? Vaya, no lo habría imaginado.
—Bueno, nunca te pedí que vinieras —murmuré—. Y desde luego
nunca hiciste reservas ni me diste un horario ni hiciste un anuncio verbal
al respecto. ¿Puedes culparme por asumir que era una situación
temporal y que se calmaría con el tiempo?
—Con el tiempo —exclamó—. Sí. No después de solo...
—Diez días —dije—. Ya han pasado diez días. Así que tengo que
seguir adelante. Ya es hora.
Luke flexionó la mandíbula y se entretuvo un momento bebiendo
otro trago de agua. Luego, bajó la botella y sacudió la cabeza antes de
decir—: Bueno, entonces supongo que tendrás que seguir adelante
conmigo viniendo todas las noches. —Y salió de la habitación
murmurando—: Me voy a la cama. Buenas noches.
—Ya no necesito que te quedes —grité tras él.
—Entonces, tal vez no se trate de ti —replicó.
Entrecerré los ojos, miré la cocina vacía y pregunté en voz alta:
—¿Qué?
¿De quién más podría tratarse? A menos que mi padre siguiera
asustado y preocupado y le hubiera pedido a Luke que viniera.
Hijo de puta; tenía que ser eso, ¿no?
Gruñendo, eché la cabeza hacia atrás y golpeé el suelo con un pie
hasta que decidí: vale, de acuerdo. Si esto les daba tranquilidad a mis
padres, no me opondría.
Porque, en secreto, no quería oponerme.
Deseaba tanto tener a alguien aquí conmigo que me daba miedo.
Pero no podía demostrarlo. Tenía que ser dura. Página | 131

Soltando un suspiro, sacudí la cabeza y me dirigí a mi habitación,


apagando las luces a medida que avanzaba porque sabía que una vez que
me metiera bajo las sábanas con Luke, podría dormirme en unos
instantes.
Quiero decir, eso era lo que suponía después de cómo habían
transcurrido los últimos diez días. Pero cuando llegué a la puerta abierta
de mi dormitorio, me detuve en seco, quedándome boquiabierta.
Luke se encontraba allí, junto a mi cama. Ya se había arrancado la
camisa y tirado a un lado, se había quitado los zapatos y se abría la parte
delantera de los vaqueros.
—¿Qué crees que haces? —Por fin fui capaz de soltar la pregunta.
No debía hacer eso. Y menos en mi habitación. Mi habitación
nunca se recuperaría. Acababa de arruinar toda mi habitación.
Ahora, nunca iba a volver a cruzar esta puerta sin desear poder ver
esto cada vez.
Luke hizo una pausa y alzó la vista como si le hubiera sorprendido
la pregunta. —Me estoy preparando para ir a la cama —dijo, frunciendo
el ceño, confundido—. ¿Qué más te parece?
Agité una mano impotente hacia su pecho desnudo. —Bu-bueno,
¿por qué te quitas la ropa?
—Porque no quiero dormir vestido —dijo como si fuera obvio. Luego
extendió una mano sobre su torso desnudo, obligándome a asimilarlo
todo de nuevo—. Esto es lo que me pongo siempre para dormir.
—No es lo que te has puesto durante la última semana y media que
he dormido a tu lado —argumenté con un resoplido incrédulo.
Sus cejas se levantaron significativamente. —Porque tus padres
estaban al final del pasillo. Esta noche quiero estar cómodo. Y siempre
duermo en calzoncillos, así que voy a dormir en mis malditos calzoncillos.
¿Cuál es el problema? Será como si estuviera con pantalones cortos.
Pantalones cortos ajustados, quise argumentar, porque sus bóxers
no eran solo bóxers, eran bóxers slip. Incapaz de apartar la mirada
mientras se bajaba los vaqueros y se los quitaba, me quedé boquiabierta
al ver el paquete que sobresalía de la parte delantera de sus ajustados
calzoncillos.
Dios todopoderoso. Se me hizo la boca agua al ver cómo aquella
tela oscura y ceñida cubría su figura masculina. Lo juro, casi podía sentir
su longitud dura y caliente empujando dentro de mí.
Me aparté para que no pudiera ver ninguna de mis miradas
necesitadas y deseosas. —¿No puedes ponerte al menos una camisa? —
murmuré.
—¿Una camisa? —preguntó—. ¿Por qué?
Porque no iba a poder quitarle las manos de encima si tenía toda Página | 132
esa hermosa carne masculina a la vista. Pero no podía decirle eso. Así
que me giré hacia atrás y fruncí el ceño. —Porque yo llevo puesta una.
Se encogió de hombros. —No me importa si te la quitas.
—¡Pues a mí sí! —contraataqué—. Ponte una maldita camisa.
—No —contestó y se dirigió a la cama antes de arrancar las
sábanas y empezar a meterse dentro.
—¡Eh, no! Yo quería ese lado —dije, apresurándome a detenerlo.
Se detuvo y me miró, entrecerrando los ojos. —Has dormido en ese
lado... —Señaló con los dedos la otra mitad—. Durante los diez días que
he dormido contigo. ¿Por qué cambiar ahora?
—Porque eso fue en casa de mis padres —argumenté, sintiendo un
poco de pánico.
En casa de mamá y papá, quedaba más lejos de la puerta de este
lado, mientras que aquí, estaba más lejos de la puerta de aquel lado. Un
secuestrador tendría que moverse unos metros más para llegar hasta mí.
Racionalmente, sabía que no había ninguna diferencia. Pero para
mi cerebro irracional, esos pocos metros eran más tranquilizadores de lo
que podía explicar.
—Aquí, me gusta dormir de este lado —fue como terminé de
explicarle a Luke, sin embargo, en realidad no explicaba nada en
absoluto.
Cuando resopló y se tumbó, acomodándose en el lado que yo
quería, me tomé un momento para llevarme las manos a los costados,
buscando la calma, solo para gritar: —¡Dios mío! Por favor, ¿vale? Por
favor, déjame dormir de este lado. Solo por esta noche. Si acabas
odiándolo tanto, volveremos a plantearnos la situación mañana. ¿Vale?
¿Pero no podrías al menos intentarlo? Por una vez.
Resopló, todavía con el ceño fruncido, como si fuera irrazonable
con mi petición, puso los ojos en blanco y cedió. —De acuerdo. Lo
probaremos y veremos si estamos cómodos.
—Gracias —dije en tono suave.
—Como sea —refunfuñó. Después de rodar por el colchón y
acomodarse en el otro lado, me quedé allí, observándolo ponerse cómodo
en mi cama, bajo mis sábanas.
Iba a dormir con Luke. De verdad.
Ni idea de por qué no me había parecido real las otras noches en
casa de mis padres. Quizás porque siempre había sido en casa de mis
padres, y ahora ellos no estaban. Nos encontrábamos los dos solos.
O quizá porque llevaba mucha menos ropa.
Página | 133
Solo sabía que se sentía diferente.
Enrosqué mis dedos descalzos y me llevé las manos a la cintura,
de repente demasiado tímida para caminar hacia él.
Nunca me había pasado antes. La timidez no era lo mío. Era raro.
Y embarazoso.
Sobre todo cuando Luke se dio cuenta.
Haciendo una pausa, suspiró. —¿Y ahora qué? —dijo.
Sacudí la cabeza. —Nada. ¿Necesitas algo? ¿Un trago? ¿Otra
almohada?
Parpadeó. —No tienes que hacer de anfitriona. Estoy bien.
Asentí. —De acuerdo. Pues entonces... —Entorné los ojos alrededor
de la habitación, estancada—. Supongo que yo también estoy lista para
acostarme.
Como seguía sin moverme, Luke enarcó una ceja, curioso.
—¿Necesitabas invitación? —preguntó finalmente.
Fruncí el ceño y exhalé un suspiro de irritación, aunque esa misma
irritación era lo que había necesitado para armarme de valor.
—Oh, cállate —murmuré y apagué la luz antes de subirme al
colchón con él.
Luke tenía las sábanas levantadas y listas para recibirme. En
cuanto me coloqué a su lado, volvió a cubrirnos con las mantas y se
acercó, colocándonos ya como habíamos descubierto que nos gustaba
más dormir juntos, con la mano en mi cadera mientras él se tumbaba
boca arriba y yo me ponía de lado, utilizándolo como una almohada
gigante. Apoyé la mejilla en su pecho desnudo y su otro brazo me rodeó
la espalda, arropándome.
La cama era nueva. Las sábanas también. Pero era más que eso.
Era tan... íntimo.
¿Por qué nunca antes me había parecido tan íntimo?
Pasaron diez segundos en los que estuvimos tumbados en tensión,
sin más. Entonces, Luke estalló: —Vale, ahora entiendo por qué insististe
en lo de la camiseta.
Sonreí y me senté para dejarle libre mientras intentaba levantarse.
—Te lo dije —contesté riendo.
Murmuró para sí todo el camino a oscuras mientras yo le
escuchaba andar de puntillas por el suelo. Entonces se encendió la luz.
Seguía quejándose mientras encontraba su camisa colgada del brazo de
una silla auxiliar y se la volvía a poner.
Cuando se apagó la luz y volvió a la cama, me acurruqué junto a
él y cerré los ojos, sonriendo.
—Mucho mejor —arrullé encantada. Página | 134

Quiero decir, no mejor en verdad. Pero sin duda era menos íntimo
y excitante.
Contra mí, Luke murmuró un malhumorado: —Cállate —y las
palabras fueron tal música para mis oídos que me quedé dormida en
cuestión de minutos, con una sonrisa incontrolable.
Sin embargo, no dormí toda la noche. En algún momento, antes
del amanecer, me desperté con la vejiga llena.
Intentando no despertar a Luke, que respiraba profundamente a
mi lado, salí de la cama y caminé de puntillas por el suelo hasta llegar al
cuarto de baño.
Una vez cerrada la puerta tras de mí, encendí una luz e hice mis
necesidades. Estaba lavándome las manos y esperando a que el inodoro
dejara de descargar agua antes de volver a abrir la puerta cuando un
grito de pánico llegó desde el dormitorio.
—¿Chloe?
No sé si alguna vez había oído a alguien estar tan asustado. Y saber
que era Luke el que se hallaba en apuros hizo que se me subiera el
corazón a la garganta.
Abrí la puerta de golpe e irrumpí en el dormitorio, dispuesta a
pelearme con lo que fuera que le estuviera haciendo daño.
Pero en cuanto entré en la habitación y la luz del baño se extendió
por el suelo hasta la cama, me sobresalté al ver que no había nadie más
con él.
Luke se encontraba sentado en la cama, solo, jadeando sin control,
con los ojos desorbitados por el susto y la cara blanca como una sábana.
—¿Qué? —pregunté, mirando alrededor de todos modos—. ¿Qué
pasa?
Parpadeó y dejó de respirar un segundo. Luego se agarró el pecho
y se dejó caer de espaldas sobre el colchón, como si intentara recuperarse
del susto.
—Joder. Jodida mierda —dijo, con la voz temblorosa y la
respiración todavía demasiado rápida. Se llevó las manos a la cabeza y
se agarró el pelo, estremecido hasta la médula.
Confundida, me acerqué a la cama y parpadeé hacia él. —¿Luke?
Abrió los ojos, parpadeó varias veces y trató de explicarse.
—No estabas aquí. Me desperté y no te vi aquí. No sabía... Pensé...
—Tuve que ir al baño —dije, señalando hacia la entrada iluminada.
Miró hacia allí, exhaló un suspiro y volvió a mirarme.
—No te hallabas aquí —fue todo lo que pareció poder decir.
Separé los labios. Parecía aterrorizado. Por mí. Aún temblaba y Página | 135
respiraba con dificultad. Deslicé la mirada sobre él y descubrí que tenía
la camisa empapada y el pelo pegado a la cabeza por el sudor.
—Estás sudando como loco —dije—. Déjame traer una toalla.
Volví corriendo al baño, cogí la primera toalla de felpa que encontré
y me apresuré a volver con él.
Se incorporó de nuevo y alargó la mano para agarrar la toalla, pero
no le hice caso y me senté a su lado en el borde de la cama para secarle
el rastro de humedad que le corría por un lado de la sien.
Luke volvió a dejar caer la mano sobre su regazo y me permitió
secarle. Cerró los ojos aliviado mientras le pasaba el paño por el pelo y
alrededor del cuello. Cuando exhaló su primer suspiro de calma, le dije:
—Tenemos que quitarte esta camiseta. Está completamente empapada.
Tras soltar una breve carcajada, agarró el dobladillo y empezó a
tirar del algodón por encima de su cabeza. —Un segundo, es ponte la
camisa, al siguiente, es quítatela. Tienes que decidirte, mujer.
Haciendo una pausa para mirarle directamente a los ojos, le dije:
—Quítate la camiseta, Lucian.
Una de sus cejas se arqueó con interés y tiró la camisa al suelo.
Empecé a secarle el torso y él me dejó, observándome todo el
tiempo.
Al final, levantó la vista hacia el techo y confesó: —Te dije que no
todo era por ti —Cuando detuve mis ministraciones para mirarle a la
cara, se encogió de hombros y bajó la mirada hacia mí—. Cuando no
estás ahí —empezó en voz baja—, cuando no estás físicamente ahí...
Sacudiendo la cabeza, me lanzó una mirada de disculpa.
—No puedo respirar bien. Se me aprieta el pecho, me invade toda
esa energía nerviosa y no puedo dejar de mirar la hora hasta que puedo
salir de mi turno o dejar lo que esté haciendo para ir a ver con mis propios
ojos que estás bien y que no te han vuelto a secuestrar. Ese sótano me
jodió, Chlo. Y quizá ahora estés bien y ya no necesites que venga a hacerte
compañía, pero yo no. No estoy bien, y solo... necesito poder seguir
viniendo aquí y estar contigo cada noche para asegurarme de que sigues
a salvo. Solo necesito eso por un poco más de tiempo, ¿de acuerdo?
Tiré la toalla al suelo. —Vale —susurré. Me acerqué a él y le di un
fuerte abrazo—. Puedes seguir viniendo.
Cuando me devolvió el abrazo y nos obligó a tumbarnos así, apoyé
la mejilla en su pecho y exhalé. —Y para que conste. Yo tampoco estoy
bien. —Pasé la mano por su brazo desnudo y añadí—: Solo quería estarlo,
así que intenté convencerme de que era así.
—Me lo imaginaba —murmuró y me besó el pelo—. Es duro,
¿verdad? Admitir que no puedes con el peso del mundo.
Resoplé y cerré los ojos. —Dímelo a mí. Página | 136
Apretó el brazo un poco, como si quisiera acercarme más, y durante
un minuto los dos estuvimos callados.
Entonces, justo antes de que me durmiera de nuevo, balbuceó:
—Para que lo sepas... La forma en que me dijiste que me quitara la
camiseta y me llamaste Lucian fue jodidamente caliente, así es muy
probable que cuando amanezca tenga una erección severa.
Sonreí sin abrir los ojos y me acurruqué más.
—Me sentiría insultada si no fuera así.
—Bueno, en ese caso... —Se aclaró la garganta—. Puede que haya
empezado un poco antes. La erección, si gustas.
Mis ojos se abrieron de golpe. Cuando vi un bulto en la manta que
cubría su regazo a medio metro de mí, levanté la cabeza y le miré a la
cara.
Lo único que hizo fue encogerse de hombros.
Era muy pragmático. Como si no pasara nada.
Si hubiera reaccionado de otra manera, si hubiera insinuado algo
más o si me hubiera tocado de la forma más sensual posible en ese
momento, yo podría haber muerto, absorbida por la pasión. Pero no. No
parecía interesarle en absoluto la idea de que yo aliviara su condición por
él.
Así que solté un suspiro y volví a apoyar la cabeza en su pecho.
—Vete a la cama, Lucian.
Se rió y me puso una mano en el pelo. —Palabras alteradas. Otro
tono. Pero todavía caliente como el infierno.
Y aun así no lo bastante caliente como para que considerara
siquiera perseguirme.
Me dije a mí misma que eso no me decepcionaba, cerré los ojos y
me fui a dormir.

Página | 137
16
Traducido por Auris & Jeyly Carstairs
Corregido por Danita

Luke
El sábado tuve la noche libre, pero de todas maneras fui al bar
temprano esa tarde, sabiendo que encontraría a mi jefe en su oficina.
El lugar estaba silencioso y oscuro, mientras iba por las sombras
de mesas con sillas boca abajo sobre ellas, golpeteé los dedos de forma
inquieta contra mi muslo, ansioso por comenzar con esta conversación.
Al final del pasillo, hice una pausa en la puerta del gerente que se
hallaba abierta y cuando metí la cabeza, lo vi sentado detrás de su gran
escritorio de madera, con la cabeza gacha mientras anotaba algo en su Página | 138
libreta.
—Hola, ¿Pick? —llamé, golpeando el marco de la puerta—. ¿Tienes
un minuto?
Levantó la mirada y sonrió. —¿Para ti? Claro. —Bajó su lapicero,
luego juntó las manos en su abdomen mientras se recostaba en su silla—
. ¿Qué pasa?
—Me preguntaba si podía alterar un poco mi horario —empecé,
pasé por alto el asiento de las visitas y en su lugar me senté el
reposabrazos.
—¿Tu horario? —repitió con sorpresa—. ¿Tu horario de trabajo?
—Sip. —Agarrándome las rodillas, expliqué—. Mira, Chloe no se
duerme hasta que salgo del trabajo y llego a su casa, lo cual, ya sabes,
es siempre después de las dos de la mañana, casi a las tres y va a ser un
infierno cuando vuelva a su trabajo y tenga que levantarse temprano. No
quiero cansarla tanto. Necesita descansar toda la noche.
El papá de Chloe parpadeó y luego dijo: —Pero no tiene que volver
a trabajar hasta dentro de un mes.
Asentí. —Lo sé.
—Entonces… ¿Crees que este arreglo para dormir entre ustedes va
a continuar tanto tiempo?
No sonaba crítico ni preocupado, solo curioso.
Me encogí de hombros. —No lo sé. Tal vez. Pero la estoy sacando
de su patrón regular de sueño con la forma que están yendo las cosas
ahora y no quiero arruinar eso. Además, mencionaste algo sobre tal vez
enseñarme como hacer el inventario y arreglar los horarios y, no sé, más
cosas de gerencia, así que imaginé que este momento podía ser tan bueno
como cualquiera para todo esto.
Pick levantó las cejas. —Pero básicamente, ¿quieres arreglar tu
horario para acomodarte a mi bebé?
—Eh… sí. —Asentí, preguntándome por qué tenía que repetirlo
como si no me hubiera escuchado la primera vez—. Sí, eso quiero.
—Hecho —respondió—. Puedes venir desde el mediodía hasta las
ocho. La primera mitad del día puedes ser mi asistente administrativo.
La segunda mitad, puedes ayudar a abrir el bar hasta que los del último
turno entren.
—¿En serio? —El alivio inundó mi pecho—. Genial. Gracias,
hombre. Entones, ¿puedo empezar desde mañana?
—Suena bien para mí —murmuró, llevando sus manos juntas
hasta debajo de su barbilla y mirándome con cuidado—. Arreglaré el
horario esta tarde.
—Gracias. Yo, eh, supongo que te veré mañana, temprano… al
mediodía. —Me levanté de la silla y empecé a ir a la puerta—. Gracias de
nuevo por… Página | 139
—Luke, toma asiento otra vez.
Joder. Iba a expresar su preocupación sobre cuánto tiempo me
quedaba en casa de Chloe, ¿no? Hijo de puta. Esto no iba a terminar
bien. Porque nada iba a detenerme de ir todas las noches si ella me
dejaba. Podía quitarme mi maldito trabajo si quería. Esto era algo a lo
que no podía renunciar.
—¿Sí? —dije, permaneciendo de pie mientras giraba para mirarlo.
Arqueó una sola y autoritaria ceja. —Siéntate.
Con un resoplido de derrota, regresé a la silla y me desplomé de
mal humor, aterrizando en el cojín y dejando que mi columna cayera
contra el respaldo.
—Entonces, ¿sigues yendo todas las noches? —preguntó.
Miré a mi alrededor, confundido, porque literalmente acabábamos
de cubrir ese tema. —Sí. —Asentí una vez, con la esperanza de parecer
resuelto e inflexible al respecto.
Pero todo lo que hizo fue asentir y murmurar un vago y distraído:
—Bien, está bien.
¿Bien?
Fruncí el ceño, sin seguirlo. —¿Lo está?
—¿Mmm? —Levantó la mirada, como si estuviera sorprendido de
que todavía estuviera allí—. ¡Oh! Sí. Quería agradecerte por eso, en
realidad.
—De acuerdo —dije despacio—. ¿De… nada?
Asintió un poco más. Y siguió mirándome.
Fruncí mis cejas aún más, dudoso. —¿Hay algo más?
—Sí... —Con una mueca, se movió en su asiento y luego preguntó—
: Entonces... ustedes dos... Tú y Chloe... ¿Están... bien? ¿El uno con el
otro?
No tenía ni idea de qué diablos significaba esa pregunta. Pero mi
jefe estaba siendo increíblemente raro. Nunca tartamudeaba como un
adolescente nervioso frente a la chica que le gustaba. Así que esto me
asustaba un poco.
—Sí —dije y miré alrededor de la habitación, buscando una pista
de lo que sucedía en este momento—. Estamos bien.
—¿Y su relación juntos es...?
—¡Oh! —Mis ojos se abrieron cuando por fin lo entendí—. Oh,
diablos, no. No estamos… No tienes que preocuparte por eso, lo juro. —
Agité las manos en un dramático movimiento negativo para calmarlo—.
No estamos haciendo nada, ya sabes, indecoroso. Ni siquiera un poco.
¿Indecoroso? ¿De verdad dije la palabra indecoroso? Jesús, no Página | 140
tenía idea de lo que me pasaba o cuando me convertí en una señora de
noventa años de camino al estudio de la Biblia, pero ahora me sentía
nervioso.
—¿No? —dijo Pick, frunciendo un poco el ceño. Y, sinceramente,
parecía más inquieto por mis palabras tranquilizadoras que aliviado. Se
le desinflaron los hombros. Luego sacudió la cabeza—. ¿Entonces no
sientes nada extra por ella?
De acuerdo, toda esta conversación era una locura. No sabía qué
mierda pasaba.
—Mmmm. —Inseguro de cómo quería que respondiera a esa
pregunta porque lo hizo sonar como si quisiera que me sintiera atraído
por su hija, solo dije—: ¿Se supone que debo hacerlo?
—¡Sí! —gritó, levantando las manos como si estuviera disgustado e
irritado porque me tomara tanto tiempo darme cuenta de eso—. ¿Por qué
diablos no te has enamorado de ella todavía?
Mi boca formó una O. —Yo… yo… —Negué con la cabeza, perplejo.
—Cristo, niño —murmuró—. Lo siento, pero voy a ser muy directo
en este momento, ¿de acuerdo?
—De acuerdo —respondí, moviendo la cabeza—. Gracias. Porque
estoy bastante perdido acerca de lo que está pasando.
—Muy bien, esta es la cosa. Mi hija quiere un hombre. Un esposo.
un compañero. Alguien de quién enamorarse y luego compartir su vida.
Quiero decir, estaría bien si eso no fuera lo que quisiera. pero lo es. A
algunas personas les gusta tener a alguien. ¿Sabes?
Hizo una pausa lo bastante larga como para hacerme pensar que
esperaba una respuesta, pero tan pronto como abrí la boca para
responder, hizo un gesto en mi dirección.
—¿Qué hay de ti, Hamilton? ¿Alguna vez piensas en encontrar a
esa persona especial?
—Oh, sí. Supongo. Digo, algún día. Pero ahora mismo, estoy…
—Ves. —Señaló con un dedo en mi dirección—. Sabía que tú
también serías de ese tipo. Del mismo tipo que Chlo. Pero ella va a seguir
persiguiendo su sueño, ya ves, y yo... ya me cansé de sentarme y verla
intentar, intentar y volver a intentarlo con chico tras chico, buscando a
esa persona especial y saliendo lastimada de nuevo. He terminado, ¿me
oyes? Chloe no será lastimada de nuevo.
—Te escucho —dije, parpadeando y empezando a preocuparme un
poco.
—Quiero decir, ¿tú quieres verla lastimada de nuevo? ¿Verla
enredarse con otro Freston?
—Joder, no —respondí, sacudiendo la cabeza.
Página | 141
—Joder, no —concordó, asintiendo como si me felicitara por
responder lo correcto—. Así que es hora de que nosotros —agitó una
mano entre él y yo—, le consigamos lo que quiere. Y eso es un jodido
compañero de vida. ¿Me oyes?
Definitivamente oí algo.
Mi boca se abrió, pero perdí la habilidad de hablar. No es que
importara, Pick no parecía querer que respondiera.
—Ahora, por lo general, nunca intervengo en la vida amorosa de
mis hijos —continuó—. Pero ningún hijo de puta volverá a lastimar a mi
bebita. ¿Lo entiendes?
—Sí, señor.
—Lo cual significa que necesito que tú des un maldito paso
adelante y seas el hombre que necesita para hacer plena su vida. ¿Bien?
—Eh… —Sacudí la cabeza, perdido una vez más—. ¿Qué?
Un salto de adrenalina me atravesó el pecho. Pero no había forma
de que me pidiera… ¿Qué? ¿Casarme con Chloe? Esa idea era absurda,
descabellada, prohibida y muy… aterradora. Iba a ignorar la emoción que
recorrió mis venas al imaginármelo. Porque mis pensamientos fueron
directo hacia el sexo y estoy seguro de que era la dirección opuesta a la
que fueron los pensamientos de Pick. Pero me encontraba igual de seguro
de que tampoco se refería al matrimonio.
Quiero decir, ¿por qué diablos querría que un idiota como yo se
casara con su hija?
Excepto que parecía que eso era justo lo que pedía cuando agregó:
—Ella quiere ser la mitad de un todo, por ende, necesita otra mitad.
Entonces, ¿vas a ser su mitad o no?
—Yo… Jesús… —Me pasé una mano por la cabeza y me di cuenta
de que mis dedos comenzaban a temblar—. ¿Qué diablos me pides que
haga, Pick?
—Estabas dispuesto con Lucy —dijo, mirándome de cerca—.
¿Recuerdas cuando le pediste a Lucy que se casara contigo después de
tener a Ava Grace?
Parpadeé y luego hice una mueca. —Mierda. ¿Todos saben acerca
de eso?
—Sí y quedé impresionado. Porque te sentías dispuesto a dar un
paso adelante y abandonar a todas las demás mujeres por el resto de tu
vida solo para poder ser lo que sea que necesitabas ser para ayudar a
una amiga en un momento difícil. ¿No fue así?
—Yo… quiero decir, sí, pero diablos. Trick también le pidió a Lucy
que se casara con él. Y si hubiera quedado algún otro chico disponible en
la familia, apuesto a que también le habrían preguntado, por obligación,
ya sabes. Y deber.
—Exacto. —Asintió—. Obligación y deber. Excepto que Trick solo Página | 142
se lo pidió porque sabía que lo rechazaría. Y hubiera sido lo mismo con
cualquiera de los otros. Pero no contigo. Se lo pediste decidido a hacerla
decir que sí. ¿No es así? Porque se sentía como tu deber.
—Porque pensé que necesitaba ayuda —dije con voz desesperada—
. No me di cuenta de que Vaughn ya se encontraba en la imagen, más
que dispuesto a interpretar al padre número dos.
Pick me señaló, sonriendo con orgullo.
—Pero estuviste allí para ayudar de todos modos —insistió—,
pensando que Lucy Olivia lo necesitaba. Entonces, ¿por qué no puedes
estar ahí para Chloe? Para ayudarla. Ahora mismo. Del mismo modo.
Sacudí la cabeza, confundido. —Porque Chloe no necesita nada
como Luce. No está criando a una niña sola. Pasa por un pequeño
trauma, claro, pero en poco tiempo, lo superará y estará bien de nuevo.
—No… no lo estará —insistió Pick—. Porque eres tú al que quiere.
Levanté un dedo, perdido una vez más. —¿Cómo?
—Me escuchaste bien —dijo—. Ha estado enamorada de ti desde
que tenía catorce años y te ha estado buscando en todos los chicos con
los que ha salido, con la esperanza de olvidarte y poder enamorarse de
alguien más. Pero no ha sucedido. No va a suceder. Solo hay un tú. Y
terminé de ver cómo se le rompe el corazón una y otra vez cuando el
hombre que realmente quiere está justo aquí, disponible y es lo bastante
adecuado como para ser todo lo que necesita. Quiero decir, Jesús, Luke.
Me he sentado durante años, sin decir nada con la esperanza de que te
despertaras y sacaras la cabeza del culo. Pero terminé de esperar. Y ahora
lo voy a decir… —Levantando los brazos para abarcar la habitación,
terminó su discurso con—: Dale a mi niña lo que su corazón más quiere.
Por favor. Dale... a ti.
Cuando terminó de hablar, bajó la mano hasta la parte superior de
su escritorio y levantó las cejas expectante, esperando mi respuesta.
Excepto que, por un momento, solo lo miré, boquiabierto.
—Amigo —dije por fin—. Creo que toda esta situación ha aflojado
algunos tornillos en tu jaula de hámster porque, en serio… soy lo último
que quiere tu pequeña. Chloe... me detesta. —Moví mi mano, tratando de
hacerlo entrar en razón—. Claro, me deja quedar porque sabe que puede
confiar en mí, pero Jesús. Discutimos todo el tiempo. No puedo recordar
la última vez que tuvimos una conversación normal sin pelearnos.
Demonios, tal vez nunca lo hayamos hecho. Así que lo siento, pero te
equivocas. Solo... te equivocas.
Quiero decir, tenía que estar equivocado.
—No. —Fue todo lo que respondió—. No me equivoco. Podría estar
de acuerdo en que ha estado enojada contigo durante la última década,
o más, porque nunca correspondiste sus sentimientos ni la notaste de la
forma en que ella quería que lo hicieras; perdió la esperanza de que
pudiera haber algo entre ustedes. Sinceramente cree que nunca podrías Página | 143
sentir lo mismo que siente por ti, necesitarla de la forma en que te
necesita, pero todo ese fuego, pasión y rabia que obtienes de ella... No es
odio.
—Eso es ridículo —solté, empujándome para ponerme de pie y
mirarlo boquiabierto—. Quiero decir, esto es absoluta y jodidamente
ridículo. Ella me odia y me lo dice. Con frecuencia.
—Entonces, ¿por qué eres tú el que se queda con ella todas las
noches? ¿Por qué eres la única persona que puede tocarla sin que se
estremezca? ¿Por qué eres el único en toda la maldita familia con el que
puede ser honesta y saber cuándo no está bien?
—Yo… —Negué con la cabeza, perplejo.
—Porque todavía no puedo ir a abrazarla sin hacerla saltar
primero. Eva tampoco. O cualquiera de sus hermanos. Solo tú. Solo has
sido tú.
El aliento abandonó mis pulmones a toda prisa. No me había dado
cuenta de que todos los demás todavía la hacían estremecerse o que
ponía cara valiente, de estoy bien para ellos.
Pero eso no significaba…
No podía.
Sacudí la cabeza, negándome a creer que lo que decía era cierto.
—P…porque fui yo quien la encontró —balbuceé—. Vi por lo que
pasó, y eso… también me afectó. Hemos compartido el trauma. Eso es
todo. —Sacudí la cabeza, incapaz de permitir otra explicación en mi
mente.
Porque cualquier otra explicación se sentía demasiado grande. Y
aterradora. Y demasiado emocionante para esperar que fuera verdad.
Pick me envió una sonrisa triste. —Eso no está ni cerca de ser todo,
chico. ¿Por qué crees que te contraté aquí en primer lugar hace tantos
años y te tomé bajo mi protección, enseñándote todo lo que había que
saber sobre este club nocturno?
—Eh… ¿Por qué… te agradaba? —respondí, haciendo que sonara
más como una pregunta ya que de repente no me encontraba seguro de
la respuesta.
—Me agradas —aseguró Pick, asintiendo—. A pesar de lo tonto que
puedes ser, me agradas mucho. Pero media docena de ustedes,
atendieron el bar aquí por un corto tiempo, y no le di a ninguno de los
otros las mismas responsabilidades y consideración que te di a ti. No los
guié como lo hice contigo.
—Porque ninguno de los otros se metió en la vida del club nocturno
como yo —insistí, frunciendo el ceño.
—Y gracias a dios por eso —dijo Pick, asintiendo—. Porque eres el
único al que puedo imaginarme entregándole Forbidden algún día. Página | 144
Mis labios se separaron. Todo el oxígeno abandonó mis pulmones.
—¿Que dices?
Pick soltó un suspiro.
—Ninguno de mis propios hijos está interesado en administrar este
lugar —me dijo en voz baja. Cuando le lancé una mirada aguda y
sorprendida, levantó las manos—. Solo digo; seguro que se vería mejor y
no como si tuviera favoritos si pudiera pasarle este lugar a mi yerno
después de jubilarme y no solo a uno de los muchos hijos de uno de mis
muchos amigos.
Oh, Jesús.
—¿Qué carajo me estás diciendo? —exigí, tratando de recuperar el
aliento—. ¿Qué me darás el bar si me caso con tu hija?
—¿Qué? ¡No! Eso no es lo que digo en absoluto. —Pick levantó las
manos y las agitó en un gesto cortante y negativo—. Pensé que te gustaría
la honestidad directa en este caso, así que te digo cómo me gustaría que
fueran las cosas. Y esa es la imagen perfecta que tengo en mi cabeza del
futuro. Recibirás el bar sin importar lo que pase. Preferiría que se
mantuviera en la familia, ¿sabes? —Luego se encogió de hombros y sonrió
con nostalgia—. Quien sabe, tal vez uno de mis nietos pueda
reemplazarte algún día.
Mis cejas se elevaron. —¿Y con eso te refieres a uno de mis hijos…
con Chloe?
Pick volvió a levantar el hombro. —Ese es mi sueño —concordó—.
Pero veremos cómo va realmente.
—Bien, entonces… —Agité las manos e hice una mueca, tratando
de aclarar mi mente y pensar en esto de forma racional—. Déjame
entenderlo. Me vas a dar el club nocturno algún día, pase lo que pase.
Pick asintió despacio. —Correcto.
—Correcto —respondí, todavía tratando de entender esa bomba de
información—. Pero sin ninguna relación con eso, también te gustaría que
cortejara a tu hija, lograr que se enamorara de mí y casarme con ella para
que ningún otro secuestrador psicópata pueda volver a lastimarla.
—No. —Pick chasqueó la lengua y sacudió la cabeza, suspirando
como si estuviera decepcionado—. No has estado escuchando, ¿verdad?
—¡He estado intentando! —Grité. Era solo que no había estado
teniendo ningún maldito sentido.
—No tienes que cortejarla. Ella ya está enamorada de ti. Solo te
pido que veas si hay alguna manera de que tú… puedas enamorarte de…
ella.
—¿Me estás pidiendo que me enamore de tu hija? —repetí perplejo.
—¡Sí!
Me quedé boquiabierto. Después dije: —¿Cómo diablos se supone
que voy a hacer eso? Página | 145
La sonrisa de Pick fue a partes iguales divertida, y comprensiva.
—Bueno, ahora… —Inclinándose hacia adelante, golpeó sus dedos
contra el escritorio—. Esa es la parte difícil. Cada persona tiene que darse
cuenta de eso por sí misma.
Dejé escapar un suspiro y luego solté una risa áspera. —Esto es
una locura, lo sabes, ¿verdad? Lo que me estás pidiendo.
—Lo sé —dijo en voz baja como si entendiera y empatizara—. Pero
no te preguntaría si no pensara que podrías hacerlo. O si no pensara que
tal vez ya lo estas. Te preocupas por ella.
—Si, pero…
Sacudió las manos, sin dejarme discutir con él.
—Y cuando te necesita, estás ahí, dispuesto a ayudar. Esa base es
lo que inicia una buena relación. Además, tienen intereses comunes,
amigos en común, y están dentro de un rango de edad aceptable.
Comparten valores fundamentales y morales y… tantas cosas coinciden.
Y te sientes atraído por ella de la misma forma en que se supone que un
marido se siente atraído por su esposa.
Cuando le envié una mirada aguda y sorprendida, puso los ojos en
blanco y respondió con voz seca. —Vamos. Te he visto mirar.
Con un gruñido malhumorado, me encogí de hombros y le di eso.
—Va a volver a sumergirse en las citas otra vez —me dijo Pick,
luciendo dolido por esa perspectiva—. Cuando sea que se recupere de
esto, sé que lo hará. Estar con su persona es su mayor deseo en la vida.
Y aunque no me creas cuando lo digo, quiere que esa persona seas tú.
Solo se va a conformar si es alguien más. Además, sé que puedo confiar
en ti con ella. Luke… Puede que seas la única persona que conozco a
quien puedo confiársela al cien por ciento. Así que vamos… —Sacudió la
cabeza y juro que vi lágrimas en sus malditos ojos. Luego graznó la
palabra—. Por favor.
—Hijo de puta —siseé, mirándolo boquiabierto y sintiéndome
atrapado… en el fondo de mi alma. Porque sabía que el resto de mi vida
iba a cambiar a partir de este momento—. Hijo de puta.
—Sí —asintió con tristeza—. Lo soy. Sé que estoy usando cada
cualidad noble que posees en tu contra porque sé que no podrás decirme
que no. Y lo siento por eso. Pero estoy desesperado, y esta es mi niña.
Quiero decir, si no iba contigo con esto, entonces ¿Con quién? ¿Deacon?
Me enderecé y levanté las cejas. —Lo siento, ¿qué? —No acababa
de sugerir a quien creo que sugirió—. Eh… no.
Entrecerrando los ojos, Pick me estudió un momento, dándose
golpecitos en la barbilla mientras pensaba. Luego, lentamente comenzó
a asentir.
—Sabes… Tal vez Deacon sería un mejor candidato que tú.
Página | 146
Resoplé. —Sobre mi puto cadáver.
Co-barman o no, mataría al hijo de puta antes de dejarlo acercarse
a Chloe. Dios. Incluso la idea de ella envolviendo sus suaves curvas
alrededor de él cada noche como lo hacía conmigo… No. No podía permitir
que eso sucediera.
Pick levantó las cejas con sorpresa y luego preguntó: —¿Qué?
¿Entonces pensabas en James?
—¿James? —chillé horrorizado. Ese mesero idiota sería un
candidato aún peor para Chloe que Deacon—. ¿Qué diablos? —exigí—.
¿Por qué estás tan decidido a emparejarla con uno de tus empleados?
—Oh, ¿crees que debería ser alguien que no sea del bar? Bueno —
Asintiendo, agregó—: Tiene sentido. —Luego se encogió de hombros—.
Supongo que mi dentista es…
—¡No! —Corté con severidad, haciendo un movimiento con mi
mano—. Detente. Solo detente. No más. La quiero, ¿De acuerdo? Deja de
intentar cabrearme haciéndome imaginarla con otra persona. La quiero.
Pick se recostó en su silla con un solo asentimiento. Entonces sus
ojos brillaron con triunfo mientras murmuraba satisfecho: —Está bien,
entonces. Ve por ella.
—Mierda —murmuré y me limpié la cara, dándome cuenta de lo
que acababa de hacer—. ¿Cómo diablos hiciste que admitiera eso?
Pick levantó un solo hombro. —Porque es la verdad —dijo—. La has
deseado desde hace un tiempo.
Gemí de frustración y me froté la cara un poco más. —Pero nunca
pensé que debiera hacerlo.
—Bueno, entonces, ahora te digo que está bien. Porque si tiene que
ser alguien, prefiero que seas tú antes que… —Haciendo una mueca,
sacudió la cabeza y agregó—: Básicamente cualquier otra persona.
Lo miré por un momento, dándome cuenta de la gravedad de lo que
estaba diciendo. No era poca cosa que me confiara algo tan importante.
Me confió el corazón de su hija.
De verdad debía agradarle.
Pero un problema era que… —Sin embargo, esto no significa que
esté enamorado de ella. La atracción física está muy lejos del amor. Y ahí
es donde quieres que esté, ¿verdad? Enamorado.
Pick asintió. —Sí. Pero llegarás allí. —Sus ojos brillaron—. O, como
dije, tal vez por fin te des cuenta de que has estado allí por un tiempo.
Solté una risa dura. —Sí claro. Ahora, en verdad sé que tienes
problemas. Porque no estoy enamorado de Chloe.
Su padre solo se encogió de hombros. —Si tú lo dices.
Entrecerré los ojos. —No lo estoy.
Mi voz firme lo hizo detenerse. Mirándome a los ojos, dijo: —Bien. Página | 147
Entonces llegarás allí. Tengo fe.
Con una risa más estrangulada esta vez, sacudí la cabeza.
—Jesús. —Pasándome una mano sobre la boca, me puse de pie,
necesitando caminar. Pero tan pronto como estuve de pie, mis rodillas
cedieron y mis piernas se hundieron—. Maldita sea.
Me agarré al borde de su escritorio para contenerme e incliné la
cabeza, jadeando unas pocas respiraciones inestables antes de encontrar
su mirada escrutadora.
—¿Cómo se supone que voy a hacer esto? —exigí—. Nunca antes
he amado a nadie, ya sabes, de esa forma —sacudí la cabeza—. No sé
nada al respecto.
Pick soltó un profundo suspiro, con el ceño fruncido por la
reflexión. Luego, se reclinó en su asiento. —Bueno —murmuró con
cuidado—. Para empezar, no puedes responder con algún comentario
idiota o sabelotodo cada vez que hace o dice algo que no te gusta.
—Oye, ella lo empieza —grité en defensa propia.
Pero Pick solo me envió una mirada severa y siguió hablando.
—Podrías tratar de ser, no sé, amable con ella. Dale un cumplido,
ábrete a ella, hazle pequeños gestos tontos y considerados. Déjala ser
una de tus confidentes más cercanas. Y quiero decir, dile mierda que no
le dirías a nadie más.
Tragué, pensando en la noche en que me secó con la toalla, donde
le confesé mis ansiedades secretas. Se me encogió el estómago mientras
me preguntaba si eso significaba…
—Haces todo eso —me aseguró Pick—. Y comenzará a dejar caer la
capa exterior espinosa que ha creado para ti. Antes de que te des cuenta,
ella también te dejará entrar, y luego boom, se acabó el juego. No podrás
evitar amarla. —Asintió de forma alentadora—. Ella es increíblemente
fácil de amar. Lo verás.
Resoplé y sacudí la cabeza. —Bien. —Luego dejé escapar un
suspiro, seguro de que esta era una tarea en la que fallaría, pero también
seguro de que iba a tratar de lograrla de todos modos, con todo lo que
tenía.
Porque Pick me lo había pedido y parecía convencido de que era lo
que Chloe necesitaba. Y él nunca se equivocaba.
A pesar de…
—Sin embargo, todavía no estoy convencido de que esté enamorada
de mí. Quiero decir, ¿Chloe? No… hombre. —Agité mis manos y sacudí la
cabeza—. De ninguna manera.
Esa era la parte más difícil de digerir de todo esto.
—Solo observa —murmuró Pick, dándome un asentimiento que
parecía lleno de sabiduría y certeza—. Presta atención. Empezarás a verlo
muy pronto. Página | 148

Puse los ojos en blanco. —Lo que sea.


No respondió, solamente me miró por un momento antes de decir:
—En verdad vas a hacer esto por mí, ¿No es así? ¿Intentarás dejarla
entrar a tu corazón?
Exhalando un suspiro, sacudí la cabeza. —Quiero decir, sí. Lo
intentaré. Y no dejaré de intentarlo hasta que haya agotado todo lo que
pueda hacer.
Su rostro floreció en una gran sonrisa antes de hacer una pausa
para fruncir el ceño de manera amenazadora y señalarme. —Y no hace
falta decir que ella nunca se enterará de esta conversación. —Levantó
una ceja severa—. ¿Cierto?
Me encogí de hombros —Seguro. Lo que sea. —Pero supongo que
mi respuesta indiferente no fue lo bastante buena para él.
—Lo digo en serio, Luke —advirtió—. Había una razón por la que
nunca te hizo saber lo que sentía por ti. Quería un compañero que se
enamorara de ella por su propia cuenta, sin que ella ni nadie intentara
empujarlo contra su voluntad. Tienes que hacer que parezca que estás
haciendo esto por tu cuenta, sin ninguna insistencia o sugerencia de
alguien más, o no lo aceptará. ¿Me entiendes?
Mirándolo a los ojos, le prometí: —Haré esto por mi cuenta. De
verdad. Empújame todo lo que quieras, no me rendiré hasta que esté bien
y listo. Así que no te preocupes por eso. Lo tengo.

Página | 149
17
Traducido por Julie & Pame .R.
Corregido por Danita

Chloe
Algo no iba bien con Luke.
Me había enviado un mensaje de texto antes, preguntándome si
quería ir con él a la cena a la que ambos asistiríamos esta noche con
algunos de los otros. Eso ya era raro de por sí. Pero después de que le
dije que estaría bien, me envió un emoji de corazón.
Un maldito corazón.
Tres horas después, seguía mirando ese corazón, preguntándome
quién le robó el teléfono y me lo envió desde su número. Tenía que ser Página | 150
alguien de la familia, jugando conmigo.
Supongo que fue Trick. O tal vez Gracen. Posiblemente Bella. Esos
tres pensaban que eran graciosos.
Y sin embargo, yo seguía mirando aquel estúpido y simple corazón
rojo, intentando averiguar qué significaba.
—Uf, soy idiota —murmuré para mis adentros y metí el teléfono en
el bolso justo cuando llamaron a la puerta y ésta empezó a abrirse.
Con un grito de sorpresa, me llevé una mano al pecho, cerré los
ojos y miré el reloj.
Había llegado justo a tiempo.
Luke, que nunca hacía nada según el horario de nadie más que el
suyo, estaba aquí, puntual, a la hora que le había dicho que viniera.
¿Qué demonios pasaba?
Retrocedí con cautela, casi segura de que no era él. Pero ahí venía...
justo a través de mi puerta.
Quiero decir, pensé que era Luke. Tuve que parpadear para estar
segura al principio, porque el hombre que entraba en el vestíbulo iba
vestido con una camisa abotonada, unos vaqueros bonitos y modernos,
mocasines marrones, olía a colonia y llevaba gel en el pelo. Luke nunca
se arreglaba para las reuniones familiares. Su atuendo solía consistir en
una camisa vieja con al menos una mancha, unos vaqueros desgastados
a los que parecía que les iban a salir agujeros en cualquier momento,
unas zapatillas de deporte hechas jirones y ningún producto extra en el
pelo ni ninguna cosa aromática añadida.
Me quedé con la boca abierta y él sonrió al verme.
—¡Oh, hola! —dijo sorprendido, luego se detuvo en seco y levantó
las cejas—. Vaya, estás muy guapa.
Y eso fue todo para mí. No sabía lo que pasaba, pero se terminaba
ahora. Ladeé la cadera, puse una mano sobre ella y arqueé una sola ceja
antes de exigir: —¿Qué diablos significa eso?
—Significa... —Parpadeó y echó la cara hacia atrás, pareciendo
acorralado y asustado—. Significa que estás... ¿linda?
—Bueno, ¿por qué suenas tan sorprendido, como si pensaras que
por lo general tengo un aspecto horrible?
—No es cierto —se apresuró a asegurarme, agitando las manos con
locura—. Siempre tienes buen aspecto. Es que... Parece como si te
hubieras esforzado más esta noche.
Era verdad. Pero él también. Sin embargo, no me vieron por aquí,
adulando lo guapo que era. Quiero decir, no en voz alta. Porque no
hacíamos eso.
Algo le pasaba.
Página | 151
—¿Más esfuerzo? —repetí en voz baja, haciéndole saber que no era
la respuesta correcta—. Así que no he puesto suficiente esfuerzo en mi
aspecto últimamente, ¿eh? ¿Con lo de intentar recuperarme de mi
reciente secuestro y tortura, y todo eso? Bueno, siento mucho ser una
gran decepción...
—¡Oh, por Dios! —gritó, levantando las manos y escondiéndose
detrás de ellas—. Solo quería decir que estabas guapa. Se suponía que
era un cumplido. Pero olvídalo. Olvídalo.
Resoplé, sabiendo que me pasé de la raya, pero percibí que había
algo más en juego. Algo que no me gustaba.
Puse los ojos en blanco. —Da igual —murmuré—. Vámonos.
—De acuerdo —susurró como si aspirara un gran suspiro que
necesitaba para seguir tratando conmigo el resto de la noche.
Ignorándolo, salí al porche y le enseñé la espalda mientras cerraba
la puerta. Pero cuando volví a girarme, él seguía allí mismo.
Grité, asustada, sin que me gustara cómo se me aceleraba el pulso
al vernos tan cerca ni lo increíble que olía... y se veía. El tipo estaba
haciendo estragos en mis sentidos.
—¿Por qué estás ahí parado? —le espeté.
Por un momento, pareció congelarse. —La verdad es que no lo sé
—contestó, como si también él estuviera tratando de averiguarlo. Luego
giró sobre sus talones y salió del porche con paso rígido, alejándose sin
mí.
Suspiré y puse los ojos en blanco.
Delante de mí, aminoró la marcha al llegar a su camioneta. Hasta
se acercó a la puerta del acompañante como si fuera a abrirme. Pero
después se detuvo y cerró la mano en un puño.
—No —se dijo antes de retirar el brazo y dejarme abrir la puerta
sola.
Luego, una vez sentados los dos y con el motor en marcha, tuvo el
descaro de preguntar: —¿Alguna recomendación musical para la radio?
Me giré para mirarlo antes de preguntarle: —¿Qué te pasa esta
noche?
Levantó la vista, sorprendido, y entornó los ojos, confundido, antes
de volver a centrar su atención en la carretera, casi nervioso, mientras se
incorporaba al tráfico. —¿Qué quieres decir? Nada.
—Estás actuando raro. Me estás asustando.
—Intentaba ser un caballero —gritó—. De verdad lo intentaba —
añadió en voz baja.
Negué con la cabeza. —¿Por qué?
—Yo... —Abrió la boca y se quedó en blanco por un momento.
Después dijo—: No lo sé. Página | 152

Levanté las cejas. —¿No lo sabes?


Se rió un poco y se encogió de hombros. —No lo sé, joder —insistió,
quedándose con esa historia—. Supongo, solo pensé en probar algo nuevo
y ser amable para variar.
—Bueno, es raro —refunfuñé, cruzando los brazos sobre el pecho—
. Así que déjalo ya.
—Entendido —murmuró pétreo. El resto del trayecto hasta casa de
Bella transcurrió en silencio, y empecé a sentirme fatal, como si debiera
disculparme por haber reaccionado de forma exagerada y haberme
comportado como una perra.
Pero actuaba muy raro. Algo no andaba bien con él. E iba a
averiguar qué era.

***

Un par de horas después, me sentía absolutamente desgraciada y


quería irme a casa. Me palpitaba la cabeza y las conversaciones no hacían
más que empeorarlo.
De todos modos, había estado aguantando porque era mi gente y
me encantaba estar con ellos. Esperaba que el dolor de cabeza remitiera.
Pero no fue así.
También era la primera noche que volvía a salir con la familia.
Había deseado con todas mis fuerzas que todo fuera normal, como en los
viejos tiempos, y así poder volver a adoptar el papel que solía
desempeñar. Pero todo era diferente. Yo me sentía diferente.
Acurrucada en el último cojín del sofá, con Lucy sentada a mi lado
y frotándome la rodilla como si quisiera consolarme, escuché a Beau y
Gray contar a Vaughn una historia de nuestros años en la escuela
secundaria.
—Así que Bella está al volante, supuestamente esperando a que le
digamos cuándo tiene que arrancar el motor —dijo Beau, moviendo las
manos con la historia, solo para que Gracen dijera—: Supuestamente.
—Pero lo arranca antes de que se lo digamos, ¿no? Y nos
electrocuta a los dos.
Bentley empezó a reírse y a taparse la boca. —Tendrías que
haberlos visto retorciéndose y aullando por el aparcamiento de la
escuela... Dios mío.
—Fue aterrador en ese momento —atajó Bella—. De una simple
batería descargada a pensar que había matado a mi hermano gemelo y a
mi amigo... berreaba como un bebé.
Las lágrimas comenzaron a correr por el rostro de Bentley mientras
su risa solo crecía, y agitó su mano frente a sus ojos para secarlos. — Página | 153
Deberías haberla visto gritar… Fue horrible entonces, pero tan divertido
ahora. Chloe estaba parada allí, preguntándoles cuántos dedos sostenía
como si se hubieran quedado ciegos.
—Y luego aparece Luke —continuó Beau con la historia—. Gran,
malvado senior en ese momento. Y él…
—Espera —interrumpió Vaughn y agitó la mano preguntándole a
Luke—, ¿eres mayor que ellos?
Cuando señaló entre Beau y Gray, Luke frunció el ceño como si
estuviera ofendido. Luego miró alrededor de toda la habitación antes de
responder: —Hijo, soy mayor que todos aquí.
Lo cual era cierto. Todos los mayores que él tenían familias e hijos
con los que habían decidido quedarse en casa esta noche.
—De ninguna manera —la esposa de Gracen jadeó con asombro—
. Estaba segura de que tenías al menos la edad de Trick, si no más joven.
—Loco, ¿no? —pregunté, antes de inclinar la botella de mi
enfriador de vino contra mi dolorida frente—. Es como si se volviera más
y más inmaduro a medida que envejece, y no al revés.
Algunos de los otros se rieron de acuerdo, y Luke levantó su mirada
hacia mí, pero no dijo nada.
No respondió con su habitual necesidad de discutir. No me regañó
por mi rudeza. Solo tomó mi insulto en silencio y luego desvió la mirada
de nuevo.
Y me dejó sintiéndome... como una mierda.
De verdad, hasta el fondo de mis huesos, una mierda.
Tomé aire y tragué, ya deseando poder retractarme de las palabras.
Pero todos a mi alrededor ya habían avanzado con la historia, Beau una
vez más se hizo cargo de los eventos de ese día como si nada hubiera
pasado.
Todo el tiempo, sentí como si mi estómago acabara de salirse de
mí. Y mi corazón comenzó a doler como si lo hubiera roto todo de nuevo.
Pero, ¿por qué no se defendió y me llamó la atención por mi
detestable comportamiento? Siempre se defendía. Incluso cuando me
desnudaron y desangraron en el piso del sótano, discutió conmigo. Su
discusión era como la única cosa en la vida con la que sabía que podía
contar.
Me abracé a mí misma, no me gustaba en absoluto la sensación de
autodesprecio que Luke había dejado en mí al no ser grosero conmigo.
Al otro lado de la habitación, giró ociosamente su botella sobre el
mostrador en el que estaba apoyado, solo para levantar el recipiente de
vidrio y notar que se encontraba vacío. Luego, lo arrojó a un bote de
basura cercano y se alejó para vagar hacia la cocina. Página | 154

—...Resulta que la batería ni siquiera se hallaba agotada después


de todo. Lowe usó la maldita llave equivocada que iba al baúl la primera
vez que lo probó.
La habitación estalló en risas y me estremecí de dolor.
Cuando me puse de pie para escapar, Lucy me miró preocupada,
pero le dediqué una sonrisa de megavatios y me devolvió la sonrisa antes
de volver a centrar su atención a la historia. A partir de ahí, pude
escabullirme pasando desapercibida.
Luke se encontraba solo en la cocina cuando llegué. Tenía una
botella nueva en la mano, pero seguía hojeando las hordas de licor que
había en el mostrador como si estuviera tratando de decidir cuál probar
a continuación.
Cuando aparecí en la puerta y me detuve, levantó la vista. Ni
siquiera tuve que hablar. Volvía a soltar la botella en su mano cuando
dijo: —¿Qué pasa?
—Eres mi aventón esta noche —le dije sin preámbulos.
Sus cejas se torcieron en confusión. —Sí…
—Bueno, quiero irme a casa —gruñí en un tono nada amistoso—.
Ahora mismo.
Dio un paso hacia mí, sus ojos cada vez más alertas y preocupados.
—¿Estás bien?
—No —espeté. Me sentía como una mierda y me dolía la cabeza—.
Quiero ir a casa.
Extendiéndose para agarrar mi codo, asintió y respondió—: Está
bien. Vamos.
Pero apenas nos habíamos girado hacia la entrada de la cocina
cuando apareció mi prima Riley, de diecinueve años.
Tomé aire sorprendida y me eché hacia atrás, tropezando con Luke.
Agarró mi codo con más fuerza, y Riley levantó su mano, riéndose a modo
de disculpa.
—Perdón. No fue mi intención sorprenderte. Solo quería… Bueno…
Saltó hacia adelante y me abrazó, lo que hizo que me cerrara y me
congelara por un momento. Pero luego atrapé a Luke mirando mi rostro
por encima de su hombro, y solté un suspiro, obligándome a relajarme y
palmear la espalda de Riley en rígida gratitud.
—Siento mucho lo que pasó —dijo con voz efusiva, apretando con
tanta fuerza que me estremecí y rechiné los dientes.
Sin embargo, cuando se alejó, pude ofrecerle una sonrisa graciosa.
—Gracias.
Excepto que siguió agarrando mis manos, lo que me hizo sentir un
poco atrapada y me recordó mis muñecas esposadas. Página | 155

—Entonces, ¿cómo has estado?


Empecé a asentir, antes de poder pronunciar las palabras estoy
bien, ya que me tomó un momento encontrar mi voz y hablar de nuevo.
—Bien. Mucho mejor —le aseguré.
Por encima de su hombro, Luke levantó una sola ceja, llamando en
silencio pura mierda a mi respuesta.
—Recuperándome cada día más —lo ignoré y agregué para que
dejara de mirarme así.
Riley estalló en una amplia sonrisa. —Genial. Estoy tan aliviada.
Nos asustaste muchísimo, ¿sabes?
Forcé una vaga sonrisa. —A mí también me asustó muchísimo.
Riendo, Riley se inclinó, haciéndome tensar de pánico.
—Lo apuesto. Ya sabes… —Me estrechó las manos que aún
sostenía—. Solo necesitamos que vuelvas a salir, a hacer lo tuyo. Oye…
—Sus cejas se levantaron cuando una idea la golpeó—. Tucker va a dar
un concierto en la ciudad el próximo fin de semana.
Vibrando con energía, literalmente rebotó cuando mencionó al
esposo de su hermana Rory, Tucker Holt, quien era un prometedor
cantante de country.
—Podría conseguirnos unos pases entre bambalinas y podríamos
pasar el rato con Rory, bebiendo cócteles y cotilleando toda la noche.
¿Qué dices? ¿Quieres sacar tus elegantes botas de vaquero y unirte a mí?
Ya había estado abriendo la boca para dar un rechazo cortés
cuando mencionó las botas. Pero a partir de ese momento, todo se quedó
en blanco en mi cabeza.
Ya no vi nada. Ya no sentí nada. Ya no respiraba. Todo el calor
abandonó mi rostro y mis manos se congelaron.
Pero mis botas...
Le había dado tanta importancia a comprar esas botas para poder
mostrar algo de apoyo al esposo de mi prima, que cantaba country.
Habían sido ridículamente extravagantes con todo tipo de diseños
occidentales cosidos en ellas. Y me había asegurado de mostrárselas a
Tucker cada vez que lo veía.
Y ahora…
Ahora…
—Yo… Ya veremos —creo que le respondí a Riley. Al menos espero
haberlo hecho. Es posible que ni siquiera hablara porque lo siguiente que
supe fue que solté mis manos de las suyas, haciéndola retroceder
sorprendida, y luego pasé junto a ella y salí de la cocina.
En el fondo de mi mente, creo que quería quedarme y terminar
Página | 156
nuestra conversación. O al menos decirle adiós. Pero mi cuerpo pareció
tomar el control, y en su lugar me alejé. Como si estuviera en una especie
de maldito trance.
Sabía que también actuaba de manera extraña cuando escuché a
Riley preguntar: —¿D-dije algo malo?
—Llevaba sus botas esa noche —la respuesta de Luke me siguió
por el pasillo, persiguiéndome aún más—. Las botas se han ido.
18
Traducido por Pame .R.
Corregido por Julie

Luke
Así que, la sugerencia de Pick de cortejar a Chloe con halagos y
amabilidad había funcionado como una mierda.
Ella no parecía estar impresionada por mi amabilidad en absoluto.
Después de abrazar a Riley, que parecía que iba a estallar en
lágrimas por toda la cocina, rápidamente le aseguré que no había hecho
nada malo (que a Chloe le tomaría más tiempo recuperarse) para localizar
a la mujer de la que se suponía que me iba a enamorar, pero en su lugar
solo parecía cabrear. Página | 157
Excepto que cuando llegué a la sala principal donde estaban la
mayoría de los demás, ella no se encontraba allí.
Mi mandíbula se endureció por la irritación. ¿Dónde diablos se
encontraba?
Jodido Pick. De todas las mujeres en este grupo, él había elegido el
caso más difícil para mí, lo juro. Esto nunca iba a funcionar.
Trick se separó de los demás y se deslizó a mi lado.
—¿Qué ocurre? —preguntó, mirando a todos menos a mí y luciendo
casual como si no estuviera preocupado. Excepto que su actuación
relajada me hizo saber que le importaba mucho.
—¿Chloe volvió por aquí? — pregunté, sin dejar de escanear la
habitación, aunque no sé por qué. Ella obviamente no estaba aquí.
—No. —Trick finalmente se giró para mirarme, levantando las cejas
en señal de condena—. Será mejor que no hayas perdido a mi hermana.
Lo juro por Dios, Hamilton.
—¿Perdido? —repetí, frunciendo el ceño—. Ella no es un par de
anteojos para leer. Además, estaba en la cocina hace unos dos segundos.
Tiene que estar por aquí en alguna parte. —No había necesidad de llamar
a la Guardia Nacional, aunque la respuesta de Trick me causaba pánico.
Ese maldito sótano me vino a la cabeza de nuevo.
Mi piel se puso fría. Mi respiración tartamudeó a través de mis
pulmones.
¿Dónde diablos se hallaba?
—Vino contigo —me gruñó Trick—. Eres responsable de ella.
Le devolví la mirada fulminante, no me gustaban sus acusaciones,
pero me gustaba aún menos el miedo que había encendido en mí.
—La encontraré —murmuré y comencé a darme la vuelta. Pero me
agarró del brazo, deteniéndome.
—Bueno, cuando lo hagas, asegúrate de que tome un poco de
ibuprofeno. —Cuando levanté las cejas interrogante, me explicó—: Tiene
dolor de cabeza; sigue presionando botellas frías y mierda contra su cara
para aliviarlo.
Oh. Asentí y me alejé, y esta vez me dejó ir.
Pasando por alto la cocina, me apresuré hacia la salida trasera de
la casa. Pero cuando salí al patio trasero oscuro y silencioso, ya sabía
que se encontraba vacío.
—¿Chloe? —llamé, de todos modos.
Cuando no respondió, murmuré: —Hijo de puta —y pasé una mano
por mi cabello, girando en un círculo apresurado.
Dentro había un baño en la parte de atrás. Probablemente debería
haber comprobado eso primero. Pero no volví a entrar en la casa. Estaba Página | 158
pálida y asustadiza cuando salió de la cocina; de ninguna manera habría
podido quedarse atrapada en el interior, encerrada con tanta gente en
ese estado.
Me dirigí hacia el frente de la casa, y cuando la vi debajo de una
farola, esperando junto a la puerta del lado del pasajero de mi camioneta,
me detuve y exhalé bruscamente.
Pero Jesús, había estado al borde de un colapso total. Mis rodillas
se debilitaron un poco y me tomó otro segundo recuperarme.
Mi primera respuesta después de eso fue precipitarme y gritarle
por asustarme, pero luego las palabras de Pick inundaron mi cabeza.
Podrías no responder con algún comentario idiota e inteligente cada
vez que ella hace o dice algo que no te gusta.
Así que me tragué todos los comentarios idiotas que flotaban en mi
cerebro y saqué el llavero de mi bolsillo para abrirle la puerta. Tan pronto
como las luces de mi camioneta destellaron, Chloe abrió la puerta de un
tirón, más que ansiosa por irse, y se metió adentro. Cuando me uní a ella
en la camioneta, ya se había abrochado el cinturón de seguridad y estaba
lista para partir.
No dije una palabra, simplemente encendí el motor y luego levanté
la tapa de la consola central antes de sacar una botella de píldoras.
Cuando se la tendí en silencio, me miró sorprendida y luego bajó a
la botella antes de tomarla lentamente de mi mano.
—¿Como supiste? —preguntó en voz baja, desenroscando la tapa.
—Seguiste presionando cosas frías contra tu cabeza como si te
estuvieran matando —dije antes de encogerme de hombros y admitir—:
Trick se dio cuenta.
Porque yo no era tan observador y perceptivo. La gente tenía que
salir y decirme una mierda si necesitaban algo. Como amor.
Lo que me hizo preguntarme si tal vez era cierto que ella realmente
me había amado alguna vez, y nunca me había dado cuenta. Porque
probablemente no lo habría hecho.
Maldita sea. Sería un marido de mierda para ella. Pick no sabía
cómo elegir un yerno que valiera la pena.
Chloe asintió, haciéndome saber que el hecho de que Trick notara
su dolor tenía más sentido para ella, e inclinó dos cápsulas en su palma
antes de devolverme la botella. —Gracias.
Gruñí y devolví la botella al cubículo de la consola, luego salí a la
carretera sin decir una palabra más.
Al otro lado de la camioneta, Chloe se abrazó a sí misma y se
balanceó lentamente, apenas meciéndose.
—¿Riley está bien? —preguntó finalmente. Página | 159
—Está bien, carajo —murmuré, girando el vehículo a la derecha en
una intersección—. Y ella debería haber sabido que no tenía que seguir
presionándote así hasta que apretara un maldito gatillo.
—No, no debería haberlo sabido. Nadie tiene que tratarme como
una frágil pieza de vidrio hilado que se romperá en el momento en que
alguien estornude a mi alrededor. No quiero eso.
Simplemente resoplé y negué con la cabeza.
—Podrías ser una placa de vidrio templado de quince centímetros
de espesor infundida con vigas de barras de acero. Acabas de recibir el
impacto de vientos huracanados golpeando contra ti. Y dejó grietas, te
guste o no. Aún no estás al cien por cien y necesitas tiempo para sanar.
Así que date un maldito descanso. —Cuando no respondió, exhalé y
pregunté—: Todavía estás visitando a ese terapeuta todas las semanas,
¿verdad?
—Sí —espetó irritada.
Con un suspiro, consideré agarrar el frasco de pastillas para mí.
Hoy definitivamente no era bueno para ella, y era lo suficientemente
miserable como para darme dolor de cabeza también.
Permaneció en silencio el resto del camino a casa hasta que llegué
a su lugar.
Y fue entonces cuando finalmente murmuró algo sarcástico: —Tal
vez tú deberías considerar ver a un terapeuta.
Le eché un vistazo mientras estacionaba el camión y apagaba el
motor. —¿Perdón?
—Tampoco fuiste exactamente tú mismo esta noche allí, ¿sabes?
Me eché hacia atrás, sorprendido por esa acusación. —Estaba bien
—insistí.
Pero Chloe resopló. —¿Sí? Entonces, ¿por qué estuviste tan callado
y apartado toda la noche, como si fueras simplemente un espectador?
Ese no es tu modus operandi habitual. ¿Y qué diablos fue esa respuesta
de pez muerto que tuviste cuando hice el comentario sobre tu nivel de
madurez? No dijiste absolutamente nada y me dejaste colgada.
—Así que… —Entrecerré los ojos, tratando de darle sentido a lo que
estaba diciendo—. ¿Estás enojada conmigo por no insultarte?
—¡Parecí una completa imbécil cuando no me devolviste el golpe!
—lloró—. Así que sí, estoy enojada.
—Pero yo… —Hice una mueca y me rasqué la nuca—. Joder, lo
siento.
—¿Perdón? —Levantó las cejas y me miró boquiabierta como si
hubiera perdido la cabeza.
Me encogí de hombros. —La próxima vez, yo... Jesús. —Levantando Página | 160
mis manos, le fruncí el ceño—. No estoy seguro de lo que se supone que
debo decir aquí. ¿Qué pasa si simplemente no tenía ganas de insultarte
en ese momento?
Su boca se abrió mientras me miraba boquiabierta. Luego sacudió
la cabeza y frunció el ceño, siseando: —¿Qué? —como si mi explicación
no tuviera sentido para ella.
—He tenido una especie de una revelación, ¿vale? —murmuré,
irritado por tener que explicarlo—. Digo estupideces. Un montón. Y no
necesariamente quiero seguir siendo así. Es decir, fui tan inapropiado y
malo contigo esa noche en el bar. —Negué con la cabeza y me tragué el
sabor desagradable que subió por mi garganta cuando recordé lo que
había hecho—. Me burlé de tu vida amorosa y desdeñé por completo tu
orden de restricción. Y luego mira lo que pasó, ni siquiera dos horas
después. Dios, me hace sentir mal del estómago cada vez que pienso en
eso.
—Luke... —Su voz se suavizó con simpatía, y sus ojos se llenaron
de lástima—. Lo creas o no, te agradezco que me respondas con
inteligencia. Me hace saber que las cosas siguen siendo normales en el
mundo. Y a veces, tus réplicas sabelotodo son lo único normal a lo que
siento que puedo aferrarme. Sinceramente, casi necesito que seas grosero
conmigo. ¿Bien?
Negué con la cabeza. —Pero, ¿y si no tengo ganas de ser grosero a
veces? —Cuando su frente se arrugó en pregunta, traté de explicar—.
Quiero poder decirte que te ves bien cuando creo que te ves bien y que
no busques inmediatamente algún motivo oculto en mis palabras. Porque
te ves jodidamente bien esta noche, y ahora estoy asustado, preocupado
de que nunca podré decirte nada bueno. Quiero decir, ¿siempre ha sido
así entre nosotros? ¿O rompí algo en algún lugar a lo largo de los años
que nos impidió ser reales el uno con el otro?
El rostro de Chloe palideció y comenzó a negar con la cabeza.
—N-no —dijo, frunciendo el ceño ligeramente—. Esto es real. Es lo
más real que tengo ahora mismo.
—¿Qué cosa? ¿Los insultos y las respuestas cortantes? —pregunté,
levantando mis cejas—. ¿En serio?
Me miró fijamente sin hablar, y juro que se le llenaron los ojos de
lágrimas, pero estaba oscuro en la camioneta y no podía ver muy bien.
Abrí la boca para preguntarle si estaba bien, pero se apresuró a cortarme
antes de que pudiera hablar. —Ya es tarde. Me duele la cabeza. Me voy a
la cama.
Y abrió la puerta de un empujón, saliendo del coche antes de que
pudiera responder.
Suspiré en tanto la veía apresurarse hacia la puerta principal.
Luego negué con la cabeza y salí lentamente del vehículo también.
Podía escucharla moverse en la parte de atrás cuando entré por la
puerta. Cerrándola detrás de mí, cerré con llave, luego caminé por la Página | 161
casa, asegurándome de que todo lo demás estuviera cerrado y guardado
para pasar la noche.
Ella se encontraba en el baño cuando llegué a su habitación, pero
había dejado la puerta abierta, así que caminé en esa dirección y deslicé
una mano en mi bolsillo para encontrar que ya se había puesto
pantalones cortos de dormir y una camiseta sin mangas.
Apoyé un hombro contra el marco de la puerta mientras la
observaba aplicarse loción en brazos y piernas.
—¿Qué olor tenemos esta noche? —pregunté después de unos
buenos diez segundos de que ella me ignorara.
Por lo general, se ponía un olor diferente cada noche, y la variedad
era como un misterio que se revelaba cada vez que me metía en la cama
con ella.
—Azúcar de vainilla tibio —respondió con frialdad, sin siquiera
molestarse en mirar en mi dirección.
Asentí. —Es agradable. Ese recibe un pulgar hacia arriba de mí.
—Genial —murmuró secamente, haciéndome saber que no le
importaba una mierda lo que pensara sobre el aroma de la loción que
usaba.
Exhalé y bajé la mirada hacia el mostrador de su tocador donde
noté que había una bolsa de pago de farmacia apoyada. Todavía estaba
sin abrir con un recibo de receta grapado.
—¡Mierda! —dije, alcanzándola—. ¿De verdad conseguiste algunas
pastillas para dormir?
Levanté la bolsa de medicinas, para leer la etiqueta como si
realmente supiera lo que significaban las palabras extrañas. Pero Chloe
dejó caer su loción y me arrancó la bolsa de la mano.
—¡No! —Resoplando con irritación, arrojó la bolsa de nuevo sobre
el mostrador del fregadero y me frunció el ceño—. ¿Te importa?
¿Honestamente? No me importaba en absoluto.
Estrechando los ojos, supuse: —Entonces, ¿medicamentos contra
la ansiedad?
Puso los ojos en blanco. —Por Dios, eres un fisgón. Es el control de
natalidad. ¿Bien? Solo anticonceptivos.
Parpadeé, sorprendido y mudo por eso. Luego, espeté: —¿Con
quién planeas usar eso?
—Nadie. —Poniendo los ojos en blanco, tomó su loción de nuevo—
. Ese no es el punto.
Negué con la cabeza, confundido. —Entonces, ¿cuál es el...
—¡Dios mío! —explotó con impaciencia—. Recientemente aprendí Página | 162
lo fácil que era para un hombre dejarme inconsciente, desnudarme y
encadenarme al piso del sótano. ¿Bien? ¿No querer quedar embarazada
de un violador es razón suficiente para ti? —exigió—. Quiero decir, podría
haberme hecho todo tipo de cosas si no hubieras aparecido cuando lo
hiciste...
Me estremecí ante la idea, y la bilis subió por mi garganta.
Pero Chloe siguió hablando. —No me importa si nunca planeo tener
sexo de nuevo. Voy a tomar esta mierda todos los días hasta la
menopausia o hasta que realmente quiera tener un hijo. Para protegerme.
Asentí y dije con voz ronca: —Sí. Buena idea.
Con una burla condescendiente, arrojó su botella de loción sobre
el mostrador sin aplicar más y pasó rozándome para volver a entrar a su
habitación. Mientras la cálida vainilla flotaba para saludar a mis
sentidos, me volví detrás de ella y la vi moverse hacia la cómoda para
quitarse el reloj y ponerlo en el cargador.
—Creo que deberíamos casarnos —dije.
De la nada.
No tengo idea de por qué dije eso. Ni siquiera había estado
pensando en eso en absoluto. Las palabras salieron de mí sin ningún tipo
de indicación.
Chloe no se molestó en mirar o incluso dejar de hacer lo que estaba
haciendo. Soltó una risa seca y dijo: —Gracioso —todavía de espaldas a
mí porque, sí, acababa de proponerle matrimonio a la maldita espalda de
una mujer.
Respiré hondo y respondí con calma: —No bromeaba.
Finalmente, se giró y levantó una ceja.
—Entonces… Sin anillo, ¿eh? Quiero decir, ¿no le ofreciste a Lucy
al menos el viejo anillo de JB que compró para su primera prometida
cuando le propusiste matrimonio? Y también te arrodillaste, si los
rumores son ciertos. Creo que me ofende que ni siquiera califique un
anillo de segunda mano o una rodilla doblada. En serio. Muchas gracias,
amigo.
El hecho de que ella rechazara por completo mi sugerencia me hizo
fruncir el ceño. —Hablo en serio, Chloe. —Cuando simplemente se volvió
para caminar desde el dormitorio hacia el pasillo, me apresuré tras ella—
. Prácticamente ya vivo aquí. Dormimos en la misma cama. Estás…
—¿Qué pasa contigo y querer casarte con todos de repente? —
interrumpió, deteniéndose para poder girarse y mirarme boquiabierta—.
¿Estás teniendo una crisis de la mediana edad o algo así? ¿Es así? Creo
que todavía eres un poco demasiado joven.
—Jesús, ¿quieres dejar de bromear y simplemente… escucharme?
—murmuré. Página | 163
Se rio ásperamente y se alejó, corriendo más lejos por el pasillo.
—Eh… ¡no! No te voy a escuchar. Especialmente cuando estás
siendo ridículo de esta manera.
—¿Cómo es ridículo? —pregunté, siguiéndola—. Si te detuvieras
por un maldito segundo y lo pensaras, me parece jodidamente práctico.
Quiero decir, nosotros... Ya tenemos la misma base de familiares y
amigos. Los mismos valores fundamentales y creencias básicas.
—¿Valores fundamentales? —repitió, deteniéndose de nuevo y
levantando sus manos para protegerse de mí mientras se daba la vuelta—
. Está bien, ya para. Esto no viene de ti. Alguien ha estado llenándote la
cabeza.
Me sorprendió tanto su discernimiento que vacilé, mirándola
boquiabierto durante un segundo más largo sin nada que decir e incapaz
de creer que había sido capaz de averiguarlo con tres cumplidos y un
término estúpido como valores fundamentales.
Y está bien, tal vez la propuesta de matrimonio no había sido la
decisión más inteligente. Especialmente esta noche de todas las noches,
cuando obviamente había visto días mejores.
Pero eso solo salió; no había planeado eso.
La mujer era definitivamente la hija de su padre porque vio a través
de mí.
Sus manos cayeron sin fuerzas a sus costados y su boca se abrió.
—Eso es, ¿no? —supuso—. Alguien puso esta idea en tu cabeza.
Ignorando las luces de advertencia amarillas que parpadeaban
dentro de mi cabeza que gritaban, ¡advertencia, advertencia! Acércate con
cautela, resoplé y rodé los ojos. —No.
—Correcto —respondió—. ¿Quién fue?
—¿Por qué es tan difícil para ti creer que se me ocurrió esta
mierda?
Entrecerró los ojos, frotándose la barbilla pensativamente.
—Debe haber sido… —Sacudió la cabeza, archivando mentalmente
los nombres hasta que, bam, levantó la mirada—. Mi papá — dijo—. Esa
es la única posibilidad probable de explicar esto.
—Sabes, creo que me siento insultado —susurré, clavando un dedo
en mi pecho—. ¿De verdad crees que no puedo pensar en mis propias
malditas ideas? E incluso lo llamaste ridículo. ¿No es algo ridículo que
tenga mi nombre escrito por todas partes? No el de Pick.
—Por lo general —murmuró, frunciendo el ceño porque en realidad
había hecho un buen punto. ¡Puntaje! Pero luego se agarró la cabeza y se
apoyó contra la pared—. Excepto que no esta vez —murmuró. Y a partir
de ahí, básicamente vi su mundo caer en la boca del estómago.
—Oh, Dios mío —susurró con desesperación antes de dejar caer
Página | 164
sus manos para mirarme boquiabierta—. Él lo hizo, ¿no es así? Te pidió
que te casaras conmigo. —Después de dejar escapar una risita histérica,
negó con la cabeza, tratando de negarlo—. ¿Qué estaba pensando? No
soy... esto es solo... No.
—Chloe —dije en voz baja y tomé su mano.
Me sobresaltó al levantar la vista bruscamente y agarrar mis dedos.
—No te preocupes —aseguró suavemente—. Arreglaré esto. No está
en su estado de ánimo correcto en este momento. La seguridad de su hija
estuvo en peligro. Ha sacudido su lógica. Está pensando en extremos y
tratando de encontrar la última salvaguardia para protegerme. Pero es
solo temporal. Volverá a ser él mismo. Eventualmente. —Con una mueca,
añadió—: Y sé que no podías decirle que no. Es tu jefe, un hombre al que
respetas, y tú eres una de esas personas que se sienten impulsadas por
el deber de dar un paso al frente cuando se enteran de que uno de los
suyos lo necesita. Pero no estoy en necesidad. Voy a sanar. Y le diré que
no por ti. ¿Bien? Va a estar bien. No vas a terminar atado conmigo de por
vida, lo juro.
—Chloe —repetí en voz baja, apretando mi agarre en su mano
cuando trató de alejarse. Hizo una pausa y miró hacia arriba, con el ceño
fruncido a modo de pregunta—. No quiero que le digas que no por mí —
murmuré—. Si no hubiera querido esto, yo mismo le habría dicho que
no.
Chloe se quedó boquiabierta mientras me escuchaba. Entonces
asintió. —Ah, está bien. Ahora lo entiendo. —Con un suspiro, puso los
ojos en blanco—. ¿Qué tiene contra ti? Es chantaje, ¿verdad?
Cuando exhalé y solté sus manos con frustración, sus cejas se
levantaron. —¿O es un soborno? Oh Dios, te va a dar algo. ¿Es el bar?
Es el bar, ¿no?
Siseé y me negué a responder eso. —Él te ama y está preocupado
por ti —dije en su lugar—. Estoy preocupado por ti. Solo queremos que
seas feliz.
Resopló. —¿Y ustedes dos creen que tú puedes arreglar eso? Oh,
Dios mío... ¿En serio?
—¡Oye! —Ofendido, le fruncí el ceño—. Puedes confiar mucho más
en mí que en casi todos los idiotas con los que has salido. Sobre todo…
Señalando con severidad, me fulminó con la mirada.
—No te atrevas a mencionarme ese nombre.
Levanté mis manos, cediendo. —Está bien, no lo haré —juré en voz
baja—. Pero tu papá me pidió que al menos lo intentara contigo, así que
eso es lo que voy a hacer.
—Oh, cielos. Desearía que no lo hicieras. No vale la pena el
esfuerzo, Luke. Lo juro.
—¿Vale la pena el esfuerzo? ¿Hablas en serio? Mujer, nadie vale Página | 165
más que tú.
Sus pestañas vacilaron con incertidumbre. Entonces tensó su
columna vertebral. —Esto no está pasando. Fin de la historia.
Mirándola a los ojos, me incliné y murmuré: —Te apuesto diez
dólares a que serás Chloe Hamilton a finales de este año.
—Ooh, diez dólares —repitió sarcásticamente, agitando las manos
y poniendo los ojos en blanco—. Debes estar tan seguro de que vas a
tener éxito.
—Bien. Diez mil —corregí de inmediato, sin pestañear.
Suspiró, exhausta conmigo. —Eres tan…
Sonreí y levanté un dedo, burlándome de ella. —Cuidado con lo
que me llamas, cariño. Porque tú eres la que se va a casar conmigo. ¿Y
en qué te convertirá eso?
—Guau —susurró, mirándome boquiabierta como si no pudiera
creer mi inmadurez. Luego me empujó, sacudiendo la cabeza con
incredulidad.
—Terminé de hablar de esto —anunció, levantando las manos y
caminando por el pasillo hacia la cocina, solo para detenerse y girar hacia
atrás—. Solo en serio… —Pero no debe haber tenido más buenos
argumentos en ella. O decidió que era inútil discutir con alguien a quien
consideraba un tonto.
Eso era probablemente más probable.
Así que gimió—: Dios mío —y se alejó de nuevo, alejándose como
si no fuera a regresar esta vez.
Así que la llamé. —Puede que no te gane hoy, pero voy a ganarte.
Solo espera y verás.
—Sí, buena suerte con eso —respondió por encima del hombro.
—¡Gracias! —sonreí—. Aceptaré toda la ayuda que pueda
conseguir.
—Eres un idiota —su voz se arrastró desde el frente de la casa.
—Tal vez —grité—. Pero ahora soy tu idiota.

Página | 166
19
Traducido por sonia_ & Lisseth
Corregido por Julie

Chloe
Si mi teléfono no se estuviera cargando en mi habitación, habría
llamado a mi padre en ese momento y desataría el infierno sobre él.
Quiero decir, ¿qué estaba pensando?
Acababa de arruinarlo todo. Nada entre Luke y yo volvería a ser
normal otra vez. Y papá necesitaba pagar por orquestar eso.
Pero su castigo tendría que esperar.
Por ahora, tenía un hombre que no me quería pero que estaba
Página | 167
decidido a casarse conmigo en mi habitación y no tenía idea de qué hacer
con él. El hecho de que solía soñar despierta con hacer eso con esa misma
persona lo hizo todo aún más traumático.
Deslizándome al baño trasero en el extremo opuesto de mi casa
como mi dormitorio, cerré la puerta en silencio y luego me senté en el
asiento cerrado del inodoro para poder agarrar mi cabeza entre mis
manos y descansar mis codos en mis rodillas.
Las lágrimas brotaron libremente, rodando por mis mejillas como
ríos, y me permití tener un buen y largo llanto.
Porque el problema con todo esto era que, si bien Luke podría tener
sus problemas, o sea, una inmadurez grosera, inapropiada y despistada,
todavía era un buen hombre. Sus padres eran dos de las personas más
dulces, confiables y leales que he conocido. Y Luke podría pensar que no
se parecía en nada a ellos. Era ruidoso donde ellos estaban callados. Él
siempre había necesitado moverse, mientras que ellos podían sentarse…
en paz. Necesitaba una ocupación más activa, de tipo comercial, y ellos
eran más cerebrales y académicos. Pero todavía era como ellos en lo que
respecta a su moralidad básica. Y él se quedaría obedientemente conmigo
a partir de este momento. No importa qué.
Lo cual me conmovería. Fue una de las muchas razones por las
que me enamoré de él hace tantos años, para empezar. E iba a hacer que
desanimarlo fuera aún más difícil para mí.
Porque ahora iba a pelear contra mí y contra él.
Pero si no peleaba, me iba a romper. Me iba a romper como nunca
me habían roto. Simplemente lo sabía.
Y así, tuve que resistir todo lo que me lanzó.
Probablemente desperdicié media hora sentada en ese baño,
tratando de fortalecer mi determinación contra cualquier cortejo que
viniera a continuación.
Luke me dio todo el tiempo que necesitaba, sin venir a buscarme
ni irrumpir para exigir… bueno, nada. Todo era parte de su plan, lo juro.
Dale tiempo y espacio. Para que lo pensara. Y su consideración estaba
funcionando, maldita sea.
Esperen. No, no funcionó.
No iba a volver a enamorarme de su bonita sonrisa. No esta vez.
Nunca más.
Sintiéndome bien por la charla de ánimo que me había dado, volví
a mi habitación donde Luke ya estaba en la cama, parecía dormido. Y el
maldito hombre yacía del lado que le había pedido. Después de la primera
noche en la que hice un gran escándalo por reclamar el lado que quería,
nunca volvió a discutir conmigo. Fue dulce y considerado de su parte, y...
¡Diablos!
No iba a provocarme.
Dejó la lámpara encendida, así que caminé hacia él, estudiando Página | 168
sus hombros desnudos, tonificados y dorados bajo el suave resplandor
porque después de la primera noche, cuando se empapó la camisa de
sudor, no se había puesto una en la cama desde entonces.
Era tan malditamente hermoso. A veces dolía mirarlo; literalmente
me dolían las tripas de deseo.
Pero no me dolerían. No, señora.
Agarré la sábana y me deslicé con cuidado para no despertarlo,
luego me giré de lado, de espaldas a él, y alargué la mano para apagar la
luz.
Tan pronto como la oscuridad llenó la habitación, una mano ancha
y cálida se enroscó alrededor de mi cadera hasta que tuvo la palma de su
mano contra mi abdomen. Luego tiró de mí hacia atrás hasta que mi
espalda golpeó su pecho y estábamos acurrucados.
Con un gemido satisfecho, colocó una de sus rodillas detrás de la
mía, pasó su mano por mi caja torácica y bajó por mi brazo hasta que
capturó mi mano y entrelazó nuestros dedos, y luego besó la parte de
atrás de mi cuello.
Hizo que mis pezones se endurecieran y la lujuria chispeó entre
mis piernas.
Dios, sería tan fácil presionar mi trasero contra su regazo y moler
hasta que su pene se endureciera. Entonces, dudé que su mano siguiera
deslizándose tan platónicamente por mi brazo hasta mi mano. Lo
empujaría hacia abajo, más allá de la cintura de mis pantalones cortos y
dentro de mis bragas.
Presioné mis labios con fuerza y me concentré en respirar, y no en
la necesidad de sexo que me atravesaba.
—Buenas noches, señora Hamilton —murmuró adormilado detrás
de mí. Este chico de mente sucia que en realidad estaba pensando en un
matrimonio inocente en este momento, mientras que yo solo podía pensar
en un festival de sexo sucio y caliente.
Percibí que sonreía, divertido por todo, y apreté mis muslos con
más fuerza, negándome a pensar en los antojos actuales de mi cuerpo.
—Buenas noches, idiota loco y delirante —le dije, casi con cariño.
Se río suavemente y se movió un poco más cerca detrás de mí.
No estoy segura de cómo, pero me quedé dormida poco después de
eso.
Cuando desperté, era de día y la cama estaba vacía.
Extendí una mano y toqué el costado vacío de Luke. Su ausencia
dejó una marca notoria como si esperara que él regresara y volviera a
ocupar su lugar.
Maldita sea, incluso mi manta y almohadas ya estaban cayendo en
su estúpida persuasión.
Página | 169
Cuando me di cuenta de los sonidos apagados de alguien
cocinando venían de la cocina, fruncí el ceño por un momento antes de
jadear y sentarme derecha.
Oh, será mejor que no esté tratando de hacerme el desayuno.
Maldita sea. Eso ni siquiera fue justo. ¡El desayuno era mi maldita
comida favorita del día!
Pasé las piernas por el costado de la cama en un resoplido y salí de
la habitación. Cuando llegué al pasillo, ya podía oler el tocino.
Tocino.
Ahora solo estaba jugando sucio.
Casi nunca me permitía comer tocino, ni siquiera en mis días de
trampa. Creo que podía sentir cinco kilos arrastrándose por mis piernas
y directamente a mis muslos solo de pensarlo.
Pero oh, Dios. Tocino. Solo una pequeña tira. Esta noche correría
tres veces mi distancia habitual en la caminadora, lo juro. No comería
por el resto del día.
Finalmente, llegué a la cocina y me agarré al marco mientras me
asomaba. Y demonios...
Fue peor de lo que pensaba.
Allí de pie, descalzo, de espaldas a mí mientras sostenía una
espátula en una mano y se paraba frente al horno, no vestía nada más
que sus ajustados calzoncillos negros. Y Señor, ten piedad, esa tela le
cubría el trasero como un maldito guante. Cada músculo de él estaba
curvado a la perfección: sus brazos y muslos, y los músculos de la
espalda. Incluso sus malditas pantorrillas y tobillos se veían asombrosos.
Luke Hamilton era un espectáculo.
Debo haberlo mirado demasiado como para que finalmente sintiera
la violación porque miró por encima del hombro, revelando la sombra de
una barba en su mandíbula y su flequillo revuelto que parecía como si
una mujer hubiera pasado sus manos por su cabello toda la noche. Sus
ojos azules estaban cansados en los bordes, pero lo suficientemente
claros y alertas como para brillar cuando me vieron.
Con una sonrisa que derritió mis ovarios, saludó: —Hola. Buen día.
—luego, una arruga estropeó sus sexys cejas—. No te desperté, ¿verdad?
—No… —traté de decir, pero salió ronco, hambriento de sexo. Así
que me lamí los labios y comencé de nuevo después de aclararme la
garganta—. Uh, no. Simplemente no podía dormir más.
Al escuchar lo seco que sonó, levantó las cejas. —¿Necesitas un
trago? Hice un par de mimosas.
Bueno, demonios. Que alguien me clave un tenedor porque estaba
acabada. Había tenido sus mimosas antes, y eran lo suficientemente
increíbles como para cortar una perra.
Mientras colocaba uno en la barra, justo en el lugar donde solía Página | 170
desayunar, me aclaré la garganta de nuevo y comencé de esa manera,
incapaz de alejarme.
Pero tuve la fuerza de voluntad para decir: —Gracias, pero no estoy
de humor para el alcohol esta mañana.
Levantó una ceja como si supiera que era una mentira, luego se
encogió de hombros y alcanzó la taza, quitándola de mi lugar.
—No hay problema. Simplemente lo tiraré.
Cuando comenzó a llevarlo hacia el fregadero como si fuera a tirar
mi bebida al desagüe, entré en pánico.
—¡Vaya, vaya, vaya! —dije y extendí una mano—. Oye…
Luke hizo una pausa y miró hacia atrás, y pude verlo en sus ojos,
por la forma en que brillaban con picardía, aunque se las arregló para no
sonreír, sabía exactamente lo que estaba haciendo. —¿Sí? —preguntó.
Me encogí de hombros y bajé la mano, intentando no parecer
demasiado desesperada. —Quiero decir, no hay razón para dejar que el
buen alcohol se desperdicie. Probablemente pueda... tomarlo.
—¿Segura? —preguntó, levantando la mimosa tentadoramente
pero aún sin devolvérmela. Creo que su objetivo era hacerme rogar por
ello. Y joder, casi lo hago.
¡Mantente fuerte, Chloe! No te rompas.
Perdiendo la calma, finalmente espeté: —Solo dame la maldita
bebida.
Con una risa, Luke tomó la mimosa y la colocó frente a donde yo
me había sentado. —Sí, señora —murmuró, su expresión viva con la
victoria.
Puse los ojos en blanco y levanté la bebida, bebiendo con ganas y
fortaleciendo mi determinación.
Me sonrió mientras miraba.
Y en serio, ¿cómo diablos se suponía que iba a defenderme de esa
sonrisa alegre, adorable y humeante?
Cuando colocó un plato lleno de mis favoritos frente a mí, casi
lloriqueé y mi estómago literalmente gruñó.
Maldita sea.
Aclarándome la garganta para disimular el sonido anterior, dejé mi
mimosa y cortésmente dije: —No tengo hambre.
La sonrisa de Luke solo se hizo más amplia. Inclinándose sobre el
mostrador, susurró: —Mentirosa. Siempre tienes hambre a primera hora
de la mañana.
Cierto.
Y lo que era peor, estaba hambrienta por algo más que comida esta
mañana. Página | 171

—Bueno, hoy, no —dije remilgadamente.


—Solo come —ordenó con un suspiro cansado, solo para hacer una
pausa cuando me negué a moverme—. ¿O quieres que amenace con tirar
la comida también?
—¡No! —chillé, lanzándome hacia adelante para agarrar el plato
antes de que pudiera quitarlo—. Está bien. comeré.
Y a partir de ahí, probablemente me parecía a un perro salvaje que
se cernía sobre su cuenco y gruñía mientras comía. Desde luego mantuve
una mano firmemente sujeta alrededor del borde del plato mientras me
metía cucharadas de croquetas de papa en la boca.
Cuando me di cuenta de que Luke no se había movido, levanté la
vista y capté su mirada divertida.
—¿Vas a quedarte ahí y mirarme? —pregunté después de mirar
alrededor con confusión.
Sus cejas se levantaron. —¿Quieres que coma contigo?
Maldita sea. Esa era una pregunta con trampa. Si decía que sí, él
pensaría que quería su compañía. Si decía que no, simplemente seguiría
parado allí y me daría su incómoda e indivisa atención.
Soltando un gruñido, dije: —Solo come.
Luke se rió entre dientes y se alejó para buscar su propia comida.
Para cuando se sentó en la silla alta en el bar junto a mí con su propio
plato, había hecho una mella considerable en mi comida, pero todavía no
tanto como para irme directamente.
—Oh, olvidé mencionar… —dijo mientras se acomodaba y tomaba
un tenedor—. Fui a hablar con Pick ayer sobre la reorganización de mi
horario de trabajo, por lo que debería estar saliendo a las ocho todas las
noches ahora.
Miré con sorpresa. —¿Por qué hiciste eso?
Con un encogimiento de hombros, dio un mordisco, masticó y
luego explicó: —Tu papá ha estado hablando de enseñarme el lado más
administrativo del club nocturno desde hace un tiempo, y me siento mal
por alterar tus patrones de sueño, así que pensé que ahora era un buen
momento para comenzar mi entrenamiento con él y también estar en casa
a tiempo para que te acuestes en tu horario habitual. Te será más fácil
adaptarte una vez que vuelvas a trabajar.
Vale, esa explicación fue en realidad increíblemente considerada
por su parte. Hizo que mi corazón se encogiera de gratitud. Pero no podía
hacerle saber lo conmovida que me sentía.
Así que levanté una ceja y pregunté: —¿Esto fue antes o después
de que tú y él decidieran mi futuro juntos y con quién me casaría?
—Antes, en realidad —respondió fácilmente y me envió una gran Página | 172
sonrisa mientras masticaba. Luego se sirvió más huevos y me hizo señas
con ellos—. ¿Pero no fue muy marital de mi parte darte este aviso?
—Una mierda —murmuré secamente.
Encogiéndose de hombros ante mi reacción poco impresionada,
Luke agregó: —Bueno, creo que estamos comenzando esta relación muy
bien.
—Confía en mí, amigo —respondí, terminando mi comida en un
tiempo récord y deslizándome de mi silla alta—. Aquí no hay relación.
—Si eso es con lo que te engañas a ti misma para pasar el día,
entonces sigue diciéndote eso —respondió con una sonrisa—. Oye, solo
deja el plato en la encimera. Yo lo lavaré.
Estaba empezando a poner los ojos en blanco ante la primera mitad
de su respuesta, pero luego su oferta de limpiar me tomó por sorpresa.
Dejé el plato al lado del fregadero y lo miré por encima del hombro.
Sonrió brillantemente mientras masticaba.
Soltando un suspiro, sacudí la cabeza, todavía negándome a dejar
que me molestara. —Voy a salir un rato —anuncié, limpiándome las
manos en los muslos—. Cierra cuando te vayas, ¿de acuerdo?
—Claro —respondió, y luego preguntó—: Vas a confrontar a Pick,
¿no?
Le lancé una mirada oscura, no me gustaba el truco de leer la
mente que estaba perfeccionando. —No te atrevas a avisarle que voy —le
dije apuntando con un dedo amenazador en su dirección.
Luke negó con la cabeza. —No me atrevería. Tengo que ponerme
del lado de la esposa, ¿verdad?
—Oh, Dios. —Puse los ojos en blanco de verdad esta vez y comencé
a salir de la cocina.
Pero me dijo: —Probablemente ya esté en el club si necesitas ayuda
para encontrarlo.
Eso realmente me ayudó. Después de vestirme para el día, conduje
hasta el Club Nocturno Forbidden. Estaba cerrado y bajo llave, pero usé
mi llave y entré por la parte de atrás, donde caminé por el pasillo oscuro
hasta llegar a una puerta abierta, donde la luz se derramaba.
En el interior, mi papá ya estaba en su escritorio, luciendo absorto
en su trabajo.
Había querido estar furiosa con él. Para rabiar y gritar. Pero
mientras miraba al hombre que significaba tanto para mí y sabía que
movería montañas por mí, toda mi ira se derritió en tristeza.
Levantando la mano, llamé silenciosamente al marco de la puerta
y papá levantó la vista de inmediato.
—¡Hola! —Me saludó con una gran sonrisa e inmediatamente se
Página | 173
levantó de su silla para venir hacia mí—. Esto es una agradable sorpresa.
Es agradable verte fuera de casa.
Pero retrocedí, sacudiendo la cabeza. —¿En qué pensabas? —le
pregunté; mi voz sonaba mucho más devastada de lo que había planeado
que sonara. Había estado buscando un siseo acusativo. Pero entonces
me temblaron las cuerdas vocales y un sollozo siguió a la pregunta.
Abrazándome a mí misma, me incliné por la cintura—. ¿Cómo pudiste
hacerle esto?
Papá redujo la velocidad hasta detenerse y su sonrisa se
desvaneció. —Hijo de puta —murmuró—. Te dijo.
—Oh… —Me reí con dureza y negué con la cabeza—. No tuvo que
decir una sola palabra. Su comportamiento era tan jodidamente obvio
que te tenía escrito por todas partes.
—Maldita sea —-murmuró con una mueca y se pasó una mano por
el pelo—. Debería haberlo tomado en consideración. El chico no tiene
tacto en absoluto.
Otra risa estalló en mí. Pero esto era divertido. Gracioso. Mi padre
había tratado de arreglar un matrimonio para mí, y ahora que lo había
descubierto, ni siquiera se estaba molestando en ocultarlo o disculparse
por lo que había hecho.
¿Cómo había llegado mi vida a esto?
Dejándome caer en el sofá cerca de mí, seguí riendo hasta que la
risa se convirtió en sollozos y comencé a llorar.
—Oh, pequeña Chloe —murmuró papá, su voz llena de simpatía.
Caminó hacia mí nuevamente, sus brazos se abrieron otra vez.
Lo señalé. —No te atrevas a acercarte a mí —le advertí—. Estoy tan
enojada contigo en este momento, ni siquiera puedo… —Pero no tenía
idea de cómo terminar la oración, así que negué con la cabeza, apreté los
labios y cerré los ojos, temblando visiblemente.
Papá se detuvo brevemente, luego se acercó de todos modos. —Lo
sé —murmuró y se sentó a mi lado. Me estremecí cuando me atrajo a sus
brazos, pero aun así no se rindió, incluso entonces. Me abrazó y besó mi
cabello—. Pero confía un poco en tu viejo, ¿quieres? Nunca haría nada
que te lastimara. Lo sabes. Esto funcionará.
—No. —Incliné la cabeza mientras cada músculo de mi cuerpo se
tensaba—. Esto me arruinará. Porque conozco a Luke. Lo conozco. Y se
vuelve inquebrantablemente terco cuando se propone algo. Si te dijo que
iba a hacer esto, entonces no se dará por vencido, no hasta que de alguna
manera me convenza para que también lo haga porque, oh, estoy segura
de que lo hará. Luego tendrá que cargar con una esposa a la que no ama,
y terminará odiándonos y sintiéndose resentido contigo y conmigo por el
resto de nuestras vidas hasta que los tres muramos miserablemente
llenos de arrepentimiento y angustia.
—O… —murmuró mi papá, acariciando mi cabello y meciéndose Página | 174
conmigo—, ésta se convertirá en la mayor historia de amor de la vida de
ambos.
Gruñí. —Por la presente te destierro de tus lentes color de rosa, y
los tiro a la basura. Esto es un desastre, papá. Un desastre.
Él simplemente se rió entre dientes. —Solo tienes que darle una
oportunidad. Porque te equivocas en una cosa. Él te ama. Siempre te ha
amado. No estaría allí para ti todas las noches si no lo hiciera.
—Ese no es el tipo de amor del que estoy hablando, y lo sabes. Él
me ve como una... una hermana. Y quiero un hombre que me ame, papá.
¿No me merezco eso?
—Sí —me aseguró—. Pero el amor es amor, y los sentimientos que
él tiene por ti ahora se pueden nutrir en algo más. Simplemente nunca
antes había dejado que sus sentimientos crecieran en esa dirección
porque no lo veía como un camino que podía tomar. Él mantuvo la puerta
a ese tipo de amor contigo firmemente cerrada. Por respeto. Todo lo que
hice fue abrir la puerta y señalarle el camino, ahora... tengo plena
confianza en que encontrará el tipo de amor que necesitas y te dará el
tipo de esposo que deseas. —Sonriéndome con cariño, tomó mi rostro
entre sus manos y me miró a los ojos con adoración—. Él va a adorar el
suelo que pisas. Lo sé.
Suspiré, imaginando la imagen que dibujó. Incluso sonreí por ello.
Luego sacudí la cabeza con tristeza. —Lo haces sonar como un cuento de
hadas. Lástima que tu versión es un cuento de hadas. Es falso, papá. No
es real. No tomaste sus deseos ni sus necesidades en consideración en
absoluto. Y yo no soy lo que él quiere. No soy lo que necesita.
—Chloe… —comenzó, su voz llena de advertencia cuando me puse
de pie.
—La verdad del asunto es —dije—, él nunca me ha mirado de esa
manera. Y nunca lo hará. Así que voy a hacer todo lo posible para
ayudarlo a romper esta promesa idiota que te hizo y sacarlo de este lío.
—Jesús. Dale una oportunidad, Chloe —rogó mi papá, poniéndose
de pie—. Todo lo que le pedí que hiciera fue intentarlo. Eso es todo lo que
va a hacer. Si vas decidida a sabotearlo, los hará sentir miserables a
ambos. Pero si solo... lo dejas intentarlo... —Negó con la cabeza y exhaló
un suspiro—. Entonces, lo peor que puede pasar es que te dé un par de
regalos, te saque un par de veces y luego ambos se vayan por caminos
separados.
—No —diferí, sacudiendo la cabeza—. Lo peor que va a pasar es
que finalmente me romperá tan completamente que no quedará nada
para que yo siga adelante por mi cuenta. Porque lo he intentado con él,
papá. Una, y otra y otra vez. Y todo lo que ha hecho es romperme el
corazón. —Caminando hacia la puerta de su oficina, me detuve y me di
la vuelta—. Me harté de intentarlo. Se acabó.
—Él no lo sabía entonces —insistió mi papá—. No sabía lo que
estaba pasando. Pero ahora lo sabe. Solo dale una oportunidad más Página | 175
mientras está al tanto de lo que está pasando. Por mí.
Lo miré a los ojos y me di cuenta de cuánto amaba a este hombre.
Él en serio haría cualquier cosa por mí. Pick Ryan era un padre increíble.
Así que me rompió un poco el corazón cuando dije: —No. —Y salí
de su oficina, alejándome.
Era imposible que pudiera darle una oportunidad a Luke después
de esto porque no importaba lo que sucediera a partir de ese momento,
nunca sería genuino. Mi padre lo había contaminado. Incluso podría
convencerse a sí mismo de que me amaba solo porque estaría muy
decidido a hacerlo. Pero nunca sería real.
Luke Hamilton era simplemente incapaz de amarme de la forma en
que yo siempre lo había amado. E iba a hacer todo lo que estuviera a mi
alcance para conseguirle lo que quería: una vida sin mí.
20
Traducido por Gesi & Auris
Corregido por Julie

Luke
Después de Chloe se fuera a confrontar a su papá, me tomé mi
tiempo ordenando la cocina y limpiando el desastre que hice. Luego,
regresé a su habitación para ducharme y vestirme para el día. Sin
embargo, cuando me estaba colocando los zapatos, miré a su armario y
vi el calzado que tenía allí.
Me puse de pie y husmeé, examinando sus posesiones hasta tener
una buena idea de su talle. Entonces, cerré con llave antes de dirigirme
a mi camioneta.
Página | 176
Una buena noche de descanso me dejó sintiéndome más resuelto
sobre mis objetivos que antes. Puede que ella estuviera un poco reticente
con el asunto y fuera un hueso duro de roer, pero eso solo la convertía
en un desafío más grande. Y algo que me encantaba era conquistar uno
bueno.
Por lo que, podía luchar y llevarme la contraria todo lo que quisiera,
pero no me rendiría.
Primero, me detuve la zapatería y salí veinte minutos después con
una bolsa gigante. Llamé a mi hermano tan pronto me subí a mi coche,
lancé la compra al asiento del pasajero y encendí el motor.
—Oye. ¿Tienes el día libre? —pregunté ni bien respondió.
—Síp. —JB sonaba atormentado y sin aliento—. Primer día libre en
dos semanas y tengo que lidiar con una jodida fuga en el baño de mi
habitación. ¿Qué sucede?
—Solo me preguntaba si podía pasarme un momento. —Ya me
dirigía en esa dirección—. Conseguir almorzar contigo, quizás. Esas
cosas.
—Claro —dijo con facilidad—. Y puedes ayudarme a sacar la
bañera y tal vez la pared divisoria mientras estamos en ello.
Así que eso fue lo que me encontraba haciendo una hora después,
con una palanca en la mano y partículas de vidrio flotando alrededor de
mi cabeza. Haciendo una pausa en mi tarea arrancando la porción
podrida de la pared, tosí en mi axila y parpadeé para aclarar la visión.
JB miró sobre la palanca que tenía encajada en el otro extremo de
la tabla de madera. —¿Podrías colocarte una máscara de seguridad y las
gafas protectoras de una vez? No tienes idea lo que esta mierda puede
causarle a tus pulmones.
—Suenas tan como un hermano mayor médico autoritario en este
momento. ¿Lo sabes? Es adorable. En serio.
Y volví a alzar la palanca para ayudarlo a sacar la madera.
—¡Teagan! —gritó a través de la casa antes de que trabajáramos
para soltar el trozo.
—¡Luke! —respondió su esposa en el mismo tono—. No sé qué te
ha dicho que hagas esta vez. ¡Pero simplemente hazlo! ¿Quieres que mi
hija crezca sin un maldito tío?
La placa se soltó. Y ambos retrocedimos para evitar los clavos
expuestos cuando cayó al suelo.
A medida que el polvo se asentaba, lo miré. —¿Cómo diablos hacen
eso?
—¿Qué cosa? —Me pasó una máscara y las gafas—. ¿El truco del
lector de mentes matrimonial?
Puse los ojos en blanco y acepté la ofrenda. —Sí —dijo, solo para Página | 177
gruñir tan pronto me puse la máscara—. Hombre, nos faltan como dos
placas. ¿Es realmente necesario?
—Sí. Deja de llorisquear.
Rodé los ojos y seguí las reglas. Una vez que tuve nuevamente la
palanca en mano, lo ayudé a comenzar con la siguiente. —Entonces, ¿se
obtienen otras ventajas ingeniosas como esa con el casamiento?
—Oh, de todo tipo —respondió con una sonrisa y meneó las cejas
sugerentemente.
Me estremecí y alcé una mano. —No me refería al sexo, pervertido.
Estamos hablando de mi cuñada.
Con una carcajada, colocó su herramienta en el sitio y gruñimos
trabajando a la par para liberar la penúltima pieza.
—¿A qué te referías, entonces? —cuestionó una vez que estuvo
suelta.
—No lo sé —murmuré—. Solo me preguntaba si verdaderamente
vale la pena.
—Eh… sí. Lo vale —contestó de inmediato a medida que una
sonrisa tonta le iluminaba el rostro—. Realmente lo vale.
Me encogí de hombros, haciéndole saber que simplemente tendría
que tomarle la palabra, y terminamos de despojar el baño de todas las
paredes no esenciales podridas.
Aún estábamos allí, respirando con dificultad en el lugar vacío en
el que una hora antes había estado su tina, cuando apareció su esposa
con una niña en la cadera en la puerta.
—Mierda…. —jadeó ante las paredes expuestas y el trozo de suelo
desnudo—. ¿Cuánto tiempo dijiste que estaría así?
—Ya ordené el reemplazo —prometió en tanto se le acercaba para
besarle la mejilla antes de alzar a Harper—. Por lo que diría que dos o
tres semanas. Un mes como máximo.
—O seis meses —bromeé a sus espaldas.
Teagan miró a su alrededor para estremecerse en mi dirección.
—Eso es lo que me temo.
—Oye, ten un poco de fe —espetó, mientras frotaba la nariz contra
su hija y le sonreía—. Instalaré una nueva en menos de un mes.
—Bueno, hasta entonces… —Colocó una mano en la espalda de su
hija—. Preparé algunos emparedados, si tienen hambre.
—Oh, gracias a Dios. —Comencé a avanzar—. Estoy famélico. Y
tengo que ir a trabajar en una hora.
—¿Por qué vas tan temprano? —preguntó mi hermano en tanto me
seguía.
—Reorganicé mi horario para poder estar en casa a la hora de
dormir, ya que Chloe no puede conciliar el sueño hasta que llegue, y no Página | 178
quiero destruir por completo su patrón de sueño.
Me miró sorprendido. —Espera. ¿Aún vas todas las noches?
—Síp —respondí y sonreí cuando mi sobrina finalmente pareció
notarme. Señaló y comenzó a hacer pedorretas—. ¡Sí! —la alenté—. Esa
es mi pequeña apestosa.
Mientras se la arrancaba de los brazos al padre y hacía vibrar mis
labios devolviéndole las pedorretas, JB me miró con sequedad.
—En verdad ojalá no le hubieras enseñado a hacer eso.
—Y verdaderamente es por esa razón por la que lo hice —respondí
entrando en la cocina.
—Claro que sí —dijo secamente, solo para notar lo ocupada que
estaba su esposa sirviendo té helado en el mostrador—. Déjame ayudar,
nena —ofreció, olvidándose por completo de mí y yendo hacia Teagan.
En mis brazos, Harper me golpeó las mejillas con felicidad.
—Puede comer algunos de esos hojaldres de plátano que están en
la lata sobre la mesa si quieres darle algo de comer —me dijo su madre a
medida que servía en un vaso en el que su esposo acababa de colocar
hielo.
—Claro. —Llevé la niña hasta la mesa, donde me senté y acomodé
su trasero con pañal sobre la superficie. Inmediatamente comenzó a
brincar y agitar los brazos con emoción ni bien agarré la lata, haciéndome
saber que lo aprobaba.
—Jesús, no tanto —advirtió mi hermano cuando arrojé la mitad del
contenido alrededor de sus piernas y mi sobrina se abalanzaba de
inmediato para tomar dos grandes puñados.
Simplemente me encogí de hombros y tomé una cosa pálida con
aspecto de Cheeto. —La ayudaré a comer, entonces. —Colocándomela en
la boca, me encogí de hombros e hice un sonido placentero antes de
tomar otra.
—Y no te comas toda su comida —dijo Teagan, poniéndome en
frente un plato con emparedado y patatas fritas—. Toma. Prueba esto.
—Dios. Ustedes dos realmente son una mente en dos cuerpos —
me quejé—. ¿Todas las parejas casadas son así? —Nunca antes me había
detenido a prestarle atención a la dinámica de los casados.
—Quizás —respondió JB sonriéndole a su esposa y dándole una
bofetada en el trasero cuando dejaba un vaso junto a mi plato—. Si tienen
tanta suerte como nosotros.
Teagan tarareó y se giró hacia él, tomándolo por la remera y
jalándolo para un beso.
Mientras se succionaban los rostros, con Harper nos miramos.
—Eso es simplemente asqueroso.
Página | 179
Balbuceó un sonido y alzó un puñado en mi dirección para que
comiera.
—Pienso exactamente lo mismo —contesté y me abalancé,
tomándolo directamente de sus dedos diminutos con mis dientes.
Soltó una risita.
—¿Por qué todas esas repentinas preguntas sobre el matrimonio?
—preguntó JB, volviendo a la encimara con Teagan para recoger el resto
de sus comidas—. ¿Estás pensando en casarte o algo así?
Ya que sabía que bromeaba, fui por el factor sorpresa y dije: —De
hecho, sí.
Sin embargo, Teagan se río, sin creerlo mientras se sentaba en la
mesa frente a mí. —Oh, ¿sí? ¿Cuándo?
—Pronto —respondí—. Probablemente en un año, imagino.
Tanto mi cuñada como mi hermano parpadearon el uno al otro
antes de girarse hacia mí al unísono. —¿Y ya escogiste a una esposa para
esta boda que estás planeando? —preguntó JB.
Con un asentimiento, respondí: —De hecho, sí. Le informé de
nuestro futuro juntos anoche.
—¿Le informaste? —repitió con diversión JB mientras se agarraba
la barbilla y me estudiaba.
Me encogí de hombros y reformulé. —Planté la semilla, como sea.
—¿Dices que le propusiste matrimonio a alguien? ¿Anoche? —
demandó finalmente Teagan.
Sacudí la cabeza. —No. No se lo propuse, aunque podría necesitar
algo de ayuda de ustedes para la parte de la propuesta real una vez que
llegamos a eso. Me gustaría que fuera buena.
Teagan se giró para mirar boquiabierta a JB.
—¿Qué es lo que pasa?
—No tengo idea —respondió y se giró hacia mí con las cejas
levantadas—. ¿Qué está pasando?
—Pick está preocupado por Chloe —empecé a explicar—. Ella está
cansada de estar sola y él piensa que podría estar muy desesperada.
Podría meterse en problemas inclusos peores de los que tuvo la última
vez si sigue bajando sus estándares como lo ha hecho. Así que me pidió,
ya saben, que interviniera e hiciera algo al respecto.
—¡Por el amor de Dios! —gritó Teagan, levantando las manos—.
¿Entonces vas a hacer otra vez lo de Lucy?
—¿Lo de Lucy? —preguntó, levantando las cejas—. ¿Es así como lo
llamamos ahora?
—Al parecer —murmuró—. Ya que tienes algún tipo de complejo de
caballero blanco metido en el culo. Sabes, en verdad no tienes que Página | 180
intervenir y salvar a cada mujer de la familia que pasa por, aunque sea,
una pizca de dificultad.
—Oye, no intervine y te salvé a ti cuando decidiste amarrarte a este
perdedor.
Suspiró, nada divertida con la broma.
—Chloe va a mejorar. Superará esto.
—Lo sé —dije, asintiendo solemnemente.
—¿Y qué vas a hacer entonces? —preguntó JB, siguiendo con el
proceso de pensamiento de su esposa—. ¿Cuando sane y sea ella misma
otra vez y sigas casado con una mujer que no amas?
—Mira, esa es la cosa —dije, sentándome hacia adelante y llevando
a Harper conmigo—. Pick no solo me pidió que me casara con Chloe. Me
pidió que me enamorara de ella también.
—¿Qué…? —murmuró Teagan, con la boca abierta por la
confusión.
—Sí —le dije, dejándole saber que me escuchó correctamente—.
Entonces, ¿cómo me enamoro de alguien? —Me volví hacia mi hermano—
. ¿Cómo te obligaste a enamorarte de T?
—¿Cómo hice qué? —bramó, sin entender la pregunta—. Yo no me
obligué a enamorarme de Teagan. Simplemente pasó.
—Oh, vamos —insistí, seguro de que no era así—. Su papá te
persiguió hasta un maldito árbol y amenazó con patearte el culo después
de atraparte saliendo de una tienda con ella, llevando su sostén en tu
mano. ¿Y me dices que ustedes dos simple y convenientemente se
enamoraron después de esa arma metafórica fuera presionada contra tu
sien? Sí, claro.
Teagan miró a su esposo como si concordara que tenía un maldito
buen punto.
JB parpadeó hacia ella impotentemente antes de girarse de vuelta
hacia mí y entrecerrar los ojos. —No me forcé a enamorarme de Teagan
—reiteró.
—Entonces, ¿cómo pasó? —demandé—. Porque seguro que no
hubo nada entre ustedes antes de eso. —Sacudí la cabeza confundido,
antes de abrir los ojos—. Espera, ¿lo hubo?
—No. Dios. —Gruñendo su frustración, JB levantó las manos y las
agitó—. De acuerdo… —Soltó un suspiro—. Siempre hubo un potencial…
especial —admitió—. Pero nunca hicimos nada ni remotamente
inapropiado. Ella estaba, ya sabes… en una zona prohibida. Y respeté
eso hasta que destrozó esa zona al subirse sobre mí desnuda una noche.
Inclinándome hacia T, la miré maliciosamente y murmuré un con
voz ronca: —De nada por eso, por cierto.
—Oh, cállate —murmuró, rodando los ojos—. No tuviste nada que Página | 181
ver con eso.
—Quieres decir, ¿nada aparte del hecho de que pensabas que era
yo sobre quien te subías desnuda?
Apretó los dientes y miró directamente a JB como si buscara
paciencia. Luego me miró con altivez. —Sí, se cometieron errores esa
noche, pero ahora todo ha sido enderezado en el orden correcto de las
cosas. JB y yo siempre estuvimos destinados.
—¿Pero cómo sabes eso? —demandé.
—Porque siempre lo vi perfecto. Irritantemente perfecto. No podía
hacer nada mal ante mis ojos. Simplemente era… ya sabes… enaltecido,
como si la luz de un ángel del cielo constantemente brillara sobre él y
toda esa mierda. E incluso aunque sabía todos y cada uno de sus fallos,
para mí seguía siendo impresionante de una forma “demasiado bueno
para ser cierto”.
—Baah —respondí, fingiendo tener arcadas ante la respuesta.
Luego me volví hacia mi hermano y dije—: ¿Es así como lo supiste tú?
—Yo… —Abrió la boca, pero se veía demasiado culpable para
seguir, especialmente cuando su rostro se puso rojo—. No… exactamente
—dijo finalmente.
—¿Entonces cómo? —pregunté, y ahora Teagan también lo miraba
curiosamente.
Él la miró, luego se puso más rojo y se giró hacia mí.
—De acuerdo, ¿todas las chicas en nuestro grupo son bellas, lo
sabes no?
—Claro —dije, sin entender como esto tenía algo que ver.
—Todas son bellas a su manera —siguió JB—. Y estábamos allí
cuando todas alcanzaron la pubertad y se convirtieron en mujeres.
—¿A dónde diablos va esto? —pregunté, sacudiendo la cabeza con
absoluta confusión.
—Solo cállate y escucha —gruñó JB—. El punto es que nunca me
pasó cuando una de ellas empezaba a florecer y tener curvas y pechos,
ya sabes. No hasta que Teagan lo hizo. Me hizo sentir extremadamente
incomodo cuando ella lo hizo.
Me encogí de hombros, nada impresionado. —Bueno, eso no es de
ayuda para nada. Todas me han dado erecciones en un punto u otro. —
Batiendo las pestañas a mi cuñada, murmuré—: Incluso tú.
Esta hizo una mueca. —Iuu.
Me giré hacia mi hermano. —Entonces, ¿eso es todo lo que tienes?
¿Un poco de atracción sexual te hizo enamorarte de ella?
—No —gruñó, frunciendo el ceño hacia mí—. Es decir, ayudó.
Inclinó la balanza. Pero ella siempre fue la primera por la que me
preocupaba cuando escuchaba que una tenía problemas. Siempre estuve Página | 182
más atado emocionalmente a Teagan que a nadie más… ¿sabes?
Sacudí la cabeza. —No. No sé.
Incluso aunque mis entrañas se sacudieron extrañamente
mientras hablaba. Estuve más preocupado por Chloe que por Lucy y su
bebé la noche del secuestro.
JB suspiró con irritación. —Teagan es mi alma gemela, no sé como
más explicarlo. Solo pasó. No fue algo en lo que tuviera algo de control.
—No, creo que eso es una mierda —dije—. La gente se enamora
todos los días simplemente porque quieren y yo también lo haré.
—Luke, estás… quiero decir. —Después de dejar salir una risa
estrangulada, mi hermano sacudió la cabeza con impotencia—. Es que…
No enloquezcas. No puedes obligarte a enamorarte de alguien.
Simplemente levanté una ceja desafiante. —Obsérvame.
21
Traducido por Julie
Corregido por Danita

Luke
Tuve que apresurarme para llegar a tiempo al trabajo después de
mi almuerzo temprano con Teagan y JB.
Como era mi primer día con mi nuevo horario, estaba ansioso por
conocer el lado Pick de las cosas. Me froté las manos con expectación
mientras caminaba por el oscuro pasillo trasero del club y me acercaba
a la puerta abierta del despacho de mi jefe.
Esperaba poder ver a Chloe, pero parecía que hacía tiempo que se
había ido de visita... si es que vino a ver a su padre, que apostaría dinero Página | 183
a que sí.
De todos modos, me enteraría en unos diez segundos.
Entré en la puerta donde Pick se encontraba sentado, hablando
por teléfono con lo que parecía un proveedor. Cuando me vio, entrecerró
los ojos y sacudió la cabeza antes de señalarme y advertirme que no diera
un paso más.
Me detuve bruscamente y levanté las manos en señal de rendición,
mientras él murmuraba: —Tú también. Gracias de nuevo, Roger. Que
tengas un buen día. —Luego colgó y se puso en pie, gruñendo—: No.
Estás despedido, carajo. Fuera de mi club. Ahora mismo.
Con una carcajada, recorrí el resto del camino hasta la oficina.
—Vaya, sí que estás nervioso hoy, jefe. —Me dejé caer en la silla
frente a su escritorio, estiré las piernas y crucé las manos detrás de la
cabeza—. ¿Mala mañana?
—¿Qué parte de no le digas a Chloe nada de esta conversación bajo
ninguna circunstancia no entendiste? Jesús, no has durado ni un día.
—Tú eres el genio que me dijo que fuera amable con ella. —Con un
bufido, añadí—: Si crees que no se dio cuenta de esa mierda en seguida,
estás delirando.
—Porque fuiste un idiota demasiado obvio al respecto —acusó—.
Maldita sea, Luke. Si arruinaste tu oportunidad con ella haciendo esto,
voy a patearte el culo; ¿me entiendes?
—Oye, si voy a ser su compañero de vida como tú quieres, entonces
no voy a empezar nuestra relación con una mentira o engaño o como
quieras llamarlo. Al menos esto es abierto y honesto. —Separé los brazos
de detrás de la cabeza, los extendí y me encogí de hombros—. Me alegro
de que lo sepa.
Una parte extraña de mí deseaba enfrentarse al reto añadido.
Mi jefe gimió. —Ahora te lo va a poner tan imposible como pueda,
enfrentándose a ti y negándose a ceder lo más mínimo.
Resoplé. —Ya lo está haciendo.
—Pues va a ser cincuenta veces peor. No va a creerse nada de lo
que le digas, convencida de que le mientes o de que te obligas a hacer
algo que no quieres.
—No te preocupes —juré—. Me aseguraré de que vea que de
ninguna manera estoy siendo forzado y te aseguro que no estoy fingiendo
nada. En poco tiempo, recordará que soy brutalmente honesto y por lo
tanto incapaz de jugar a fingir con mis emociones. Yo me encargo, jefe.
Relájate.
Pick soltó un suspiro y se sentó en la esquina de su escritorio,
juntando las manos mientras me estudiaba pensativo. Me limité a Página | 184
devolverle la mirada, dejándole ver lo que fuera que buscaba.
No tardó en asentir, despacio al principio, pero luego con más
énfasis, y parecía mucho más tranquilo. —Vale, tienes razón —dijo,
levantando las manos en señal de aceptación—. Si quieres hacerlo a tu
manera, hazlo a tu manera. Ya me he entrometido bastante. Y confío en
ti.
Me sorprendió lo fácil que le había tranquilizado. Incluso entorné
los ojos con desconfianza, buscando algún motivo oculto en él. Pero lo
único que hizo fue darse una palmada en los muslos, como si ya estuviera
decidido, y se levantó para volver detrás de su mesa.
—Así que Gestión Básica de Clubes Nocturnos... —empezó,
entrando en el tema sin decir una palabra más sobre su hija.
Parpadeé ante el repentino cambio, luego me encogí de hombros y
me senté hacia delante mientras él abría los libros para explicarme cómo
se introducía todo.
Muy bien, me di cuenta. Supongo que en verdad quería que me
relacionara con Chloe a mi manera.
Genial.
Por alguna razón, eso me hizo sentir mejor acerca de toda la
situación.
No es que me hubiera preocupado, para empezar.
Sabía que todos los que no eran Pick pensaban que era una idea
horrible, y que debería sentirme como si me estuvieran quitando mi
libertad y debería odiar y resentir lo que pasaba. Pero, por extraño que
pareciera, me gustaba.
Me había parecido bien ser soltero hasta que Pick me pidió que no
lo fuera. No había sentido la necesidad imperiosa de echar raíces y
buscarme una compañera de vida, pero ahora que la semilla estaba
plantada, sentía una enorme curiosidad. Porque intentarlo con Chloe
sonaba... divertido.
El matrimonio nunca antes me pareció divertido.
Era como un padre que acababa de sacar la mejor botella de whisky
del estante superior para dar el primer sorbo a su obediente hijo de diez
años. Nunca te permitías imaginar a qué sabría hasta que te entregaban
ese vaso lleno de ámbar, y entonces, zas, te sentías como si de repente
fueras un pez gordo al que le acababan de entregar las llaves del reino.
Nunca me había dado cuenta de que Chloe podría ser mi reino.
Pero ahora que me dieron una oportunidad con ella, definitivamente
quería ver a dónde iba esto porque tenía la extraña sensación de que me
iba a gustar el premio al final.

***
Página | 185

Cuando salí a las ocho, me sentía agotado.


Más agotado que después de cerrar un bar a las dos y limpiar hasta
las tres de la mañana.
Pero la tensión mental de las tareas administrativas mezclada con
el ajetreo físico de servir bebidas y tratar con los clientes me había
agotado.
Y lo que era peor, el lugar de Chloe se encontraba silencioso y
oscuro cuando llegué, lo que me asustó de inmediato.
Tras abrir la puerta, me detuve en la entrada y eché un vistazo a
la oscura y silenciosa habitación principal. Había una ausencia de Chloe
en el aire. Y eso hizo que la ansiedad me subiera por la nuca.
En estos días me iba mejor con toda esa mierda. Y era agradable.
Pero la forma en que se disparó ahora hizo surgir un dolor de
cabeza por la tensión.
—¿Chloe? —llamé mientras atravesaba las habitaciones, aunque
sabía que no contestaría—. ¿Hola?
Finalmente, saqué el teléfono del bolsillo y marqué su número.
Tardó tres timbres en contestar, tres de más para mi gusto.
—¿Estás bien? —pregunté—. ¿En dónde estás?
—Eh... —Parecía sorprendida por la brusquedad de las preguntas
y tardó en contestar—: Estoy cenando con Julian y Nia. ¿Por qué?
—Ah. —Me senté al borde de su cama e incliné la cara mientras me
frotaba el punto dolorido de las sienes—. No estabas en casa. Me asusté.
—¿Por qué estás...? Oh, es verdad. Estos días solo trabajas hasta
las ocho —se contestó a sí misma—. Se me olvidó.
—Sí —dije—. Así que ahora estoy solo en tu casa, y cada segundo
que pasa me resulta más tentador empezar a rebuscar en tus cajones y
averiguar qué escondes bajo la ropa interior.
—Rebusca en mis cajones y te masacro —me advirtió.
—Shh —dije, empezando a sonreír, y ya sintiéndome mejor con solo
oír su voz y saber que se encontraba bien—. No te preocupes. Nunca
sabrás que estuve allí.
—Señor —gimió—. ¿Por qué te di la llave de mi casa?
—Porque insistí, supliqué y no me callé hasta que cediste —le
recordé alegremente. Más o menos como había planeado que se casara
conmigo. Luego añadí—: ¿Te importa si me pido una pizza?
—¿Me importa...? —repitió despacio, como si estuviera segura de
haberme oído mal. Luego—: ¿En serio me acabas de pedir permiso para
comprarte una pizza?
—No. —Fruncí el ceño porque cuando lo decía así, sonaba mal. Página | 186
Podía pedirme una maldita pizza si quería—. Yo solo... —Mierda. ¿Qué
había estado haciendo?—. No tengo ni idea de qué diablos hacía —
murmuré—. Adiós. —Y colgué.
Una hora más tarde, estaba recostado en el sillón reclinable de la
habitación de Chloe con los pies en alto y una película en el televisor
cuando sonó el clic de la cerradura de la entrada. Un momento después,
la puerta se abrió y entró Chloe.
Se detuvo al verme.
La saludé con la porción de pizza que tenía en la mano.
—¡Hola! Bienvenida.
Inclinando la cabeza, entrecerró los ojos y contestó con un lento:
—Hola... No me había dado cuenta de que ibas a comerte la pizza aquí.
—Sí —fue todo lo que dije, antes de darle un bocado. Luego, con la
boca llena, pregunté—: ¿Qué tal la cena, cariño?
Chloe hizo una mueca ante la pregunta y entró antes de cerrar la
puerta tras de sí. —Nia ha estado experimentando con la col rizada
últimamente —respondió mientras colgaba el bolso de un gancho donde
solía dejarlo.
—Puaj —dije, haciendo una mueca de dolor por ella mientras
terminaba mi rebanada.
La col rizada no sonaba divertida, sobre todo porque Nia era famosa
por hacer deliciosos postres que engordaban mucho.
Levanté mi caja medio vacía cuando la mirada de Chloe se desvió
hacia allí y la tentación brilló en sus ojos. —¿Quieres un poco de esto?
Se tomó un momento para acercarse y salivar antes de negar con
la cabeza. —No, no puedo. Ya hice trampa con la comida en la semana
con el tocino, la mimosa y...
—¿Trampa con la comida? —grité—. ¿Me estás tomando el pelo?
No estarás todavía a dieta extrema, ¿verdad? Mujer, tu cuerpo está en
óptimas condiciones. Cómete una maldita porción de pizza.
—Solo tengo este aspecto porque vigilo mi peso, como sano y hago
ejercicio religiosamente —me dijo poniendo los ojos en blanco.
—Oh, Jesús —murmuré. Harto del rumbo que tomaba la
conversación, la agarré de la muñeca y le ordené—: Ven aquí.
—¿Qué...? —Empezó confundida cuando la atraje hacia delante,
más cerca de donde yo estaba recostado en la silla. Entonces lanzó un
grito de sorpresa cuando la desequilibré de un tirón y cayó sobre mi
regazo—. ¡Luke!
Le puse una mano juguetona en el muslo en cuanto se dejó caer
sobre mis piernas y se lo apreté.
—Oh, mierda, sí —le dije, asintiendo—. En definitiva te vendría
Página | 187
bien que te crecieran un poco más los cachetes para que un hombre
pudiera agarrarlos con más fuerza. Mantenerse sano está bien, pero te
recomiendo que amplíes tu día de trampa de uno a dos por semana...
como mínimo.
Chloe parpadeó.
Casi esperaba que me diera un puñetazo en la mandíbula por ser
tan descarado con ella. Con el trato frío y caliente que me había estado
dando, estaba claro que podía ir en cualquier dirección.
Pero lo único que hizo fue parpadear con una mirada seca y poco
impresionada antes de levantar las cejas. —¿Es ésa tu opinión médica
profesional?
—Claro —respondí con un descarado movimiento de cabeza,
pasando la palma de la mano por su muslo hacia su rodilla porque
parecía que no me haría dejar de tocarla si mi mano se ubicaba en un
lugar más respetable—. El doctor Luke sabe más, y dice que comas.
Puse la caja de pizza en su regazo para que ambos pudiéramos
alcanzarla.
—Eres una mala influencia —murmuró malhumorada y metió la
mano en la caja antes de sacar un trozo para ella.
Cuando le dio un mordisco, sonreí y la vi subir las piernas por el
reposabrazos de la silla para ponerse más cómoda. Una vez acomodada
como quería, le dio un buen mordisco al final de la pizza y, distraída, se
quitó los zapatos antes de balancear los pies alegremente y centrar su
atención en la película.
—Oh Dios. —Hizo una mueca mientras su mirada se centraba en
la pantalla—. Por favor, no me digas que estás viendo esto.
—Lo intentaba —dije mientras elegía una nueva rebanada para mí.
—Pero parece que no puedo. ¿Por qué? ¿Lo has visto?
—Por desgracia, sí.
Suspiré porque eso podía significar que pronto se levantaría y se
iría, y me gustaba que estuviera allí, recostada en mi regazo.
Mis dedos se apretaron un poco contra su rodilla, reacio a dejarla
marchar.
—No me lo digas —dije—. Déjame adivinar. Ese tipo de ahí con el
que tiene la cita es en realidad el asesino que la ha estado acosando, pero
al final ella va a acabar matándolo.
Chloe puso los ojos en blanco. —Como si eso fuera difícil de
imaginar.
—Da igual —dije, ignorándola porque mis habilidades para retorcer
la trama de las películas eran perfectas, y muy entretenidas, por mucho
que quisiera fingir que no lo eran—. Apuesto a que ella... —Pero mi voz
se cortó cuando pasaron a otra escena de la heroína relajándose en una
de esas clásicas bañeras antiguas con patas de garra—. Oye, tiene tu
Página | 188
bañera.
—Sí. —Chloe suspiró con nostalgia—. Esa bañera es la razón por
la que compré esta casa, ¿sabes?
Hice una mueca. —¿Porque era como la de esa película rara y
aburrida?
—No. —Puso los ojos en blanco y me dio un codazo en el brazo—.
Porque quería darme un baño de burbujas como ella. Ya sabes, poner
música suave, encender unas velas, servirme un vaso de vino y... olvidar
todos mis problemas en el agua.
—Ah —murmuré, asintiendo—. Sí, me lo imagino. Pero espera... —
Le di un codazo en el brazo—. No has hecho eso desde que volviste de
casa de tus padres —noté—. No que yo me haya dado cuenta. Apuesto a
que estás a punto de darte un buen baño.
Resopló y sacudió la cabeza. —En realidad, aún no he llegado a
usarla para bañarme.
—¿Qué? —Me quedé boquiabierto—. Tienes que estar bromeando.
¿No hace ya tres o cuatro años que vives aquí?
—Cuatro y medio —contestó—. Pero yo...
Cuando sus ojos se entristecieron, le dije suavemente: —¿Tú qué?
Puso los ojos en blanco y se sonrojó. —Nada. Es una estupidez.
—Oh. Bueno, ahora tienes que decírmelo.
Exhaló un suspiro agravado. —No sé. Es que siempre me imaginé
ahí dentro con alguien, ya sabes. Parece demasiado solitario tomar un
baño yo sola.
Fruncí el ceño. —¿Y nunca lo probaste con uno de esos chicos con
los que salías?
Chloe frunció el ceño. —Lo dices como si hubiera muchos. No he
salido con tantos hombres.
—Por supuesto que no —acepté con facilidad—. Y no importaría si
lo hubieras hecho. Pero da igual... Deberías darte el baño de burbujas de
tus sueños. —Quité la caja de pizza de su regazo y la dejé sobre la mesa
auxiliar antes de bajar el reposapiés—. Así que arriba —anuncié—.
Vamos a estrenar esa bañera. Esta noche.
Chloe resopló. —Sí, claro. No voy a desnudarme contigo.
Con un encogimiento de hombros, dije: —O sea, tú te lo pierdes.
Me veo muy bien desnudo. Pero si insistes, vale. Como quieras. Podemos
dejarnos la ropa interior puesta. O podrías ponerte un bañador. Joder...
Ponte eso. Me da igual.
—Tampoco me voy a bañar con ropa —gritó, atónita.
—No nos vamos a bañar en absoluto —argumenté con una
sonrisa—. Nos vamos a sumergir. Y relajarnos. Será como sentarse en un
jacuzzi. Así que venga... Sálvame ya de esta película.
Página | 189

***

Y de esa forma fue como convencí a Chloe para que se bañara


conmigo.
Aunque no tenía jabón de burbujas para el baño.
Así que mientras ella corría a la tienda de la esquina, yo encontré
algunas velas en el cajón superior de uno de los armarios de su cocina.
También tenía media botella de vino en la nevera. La agarré, junto con
un par de copas, y me dirigí al baño principal, donde esperaba la bañera
profunda con patas de garra.
Cuando volvió, ya había colocado todas las velas, había servido el
vino y escuchaba rock clásico en el móvil. Estaba encendiendo la última
vela cuando apareció por la puerta.
Se detuvo en seco, parpadeando. —No creí que fueras a hacer todo
lo que te dije —dijo.
Me encogí de hombros. —¿Por qué no? Todo esto era el sueño, ¿no?
—Sí, pero...
—Entonces trae esas burbujas aquí y hagamos esto.
Abrí el agua y encajé el tapón en el desagüe.
Cuando se quedó de pie en la entrada del baño, le hice un gesto
para que trajera el jabón. —¿Qué aroma nos has traído?
Chloe me lanzó el frasco por debajo de la mano y, tras cogerlo, le
di la vuelta al envase hasta que la etiqueta quedó hacia arriba.
—¿Lavanda? —Levanté la vista para parpadear—. Mierda, ¿voy a
oler a jodida lavanda?
Se encogió de hombros, y el atisbo de una sonrisa malvadamente
alegre asomó a través de su expresión sobria. —Era eso, chicle, fresa, uva
o rosas.
Me tomé un momento para imaginar el horror que supondría oler
a cualquiera de los otros aromas, y luego asentí. —Será lavanda.
Después de destapar la botella, vertí la mitad del baño de burbujas
con el agua corriente que empezaba a empañar todo el cuarto de baño.
—Ve a ponerte la ropa de baño —le dije a Chloe, sin mirarla
siquiera—. Ya casi estamos listos.
Dudó un momento y se dio la vuelta para desaparecer de la
habitación.
En cuanto se marchó, miré hacia el lugar donde había estado de
pie, preguntándome cómo conseguí que accediera a todo esto. La chica
enfadada de ayer nunca lo habría aceptado. Tampoco la mujer sarcástica
de antes de su secuestro. Pero al parecer, había una delgada línea en la
Página | 190
que podía equilibrarme y llevarme bien con ella. Solo tenía que recordar
no ser demasiado amable o ella se rebelaría y se enfadaría conmigo. Y no
podía ser demasiado grosero o desconsiderado o se enfadaría y me
gritaría.
Pero ahora tenía esto. Había dado en el clavo, e iba a aprovecharlo
al máximo mientras estuviera allí.
Me quité la camiseta, la tiré a un lado y me desabroché los
vaqueros.
Cuando me quité los pantalones, los tiré junto con la camisa y miré
los calzoncillos negros que llevaba puestos. También quería quitármelos.
Meterme en la bañera con cualquier tipo de ropa me resultaba extraño,
pero no quería asustar a Chloe, así que me metí en el agua caliente y
burbujeante y exhalé un suspiro de placer cuando el calor del líquido me
envolvió los tobillos y me masajeó los dedos de los pies.
Dios, esto me iba a sentar bien, tanto si llevaba ropa interior como
si no.
Me senté y empecé a gemir antes de que mi culo se acomodara.
—Oh, mierda —suspiré—. Sí... Eso sí que me gusta.
Apoyando los brazos en el borde de la bañera, eché la cabeza hacia
atrás, cerré los ojos y solté un largo suspiro. El agua seguía cayendo
sobre uno de mis hombros y el creciente nivel de burbujas chocaba
contra mi pecho y rozaba la parte inferior de mi barbilla. Soplé por un
lado de la boca para que no me entrara en la cara.
Sí, podría acostumbrarme a esto.
Al sentir su mirada atenta sobre mí, abrí los ojos y la encontré
vestida como solía hacerlo en la cama: unos pantalones cortos y una
camiseta de tirantes ajustada. La forma en que se llevaba las manos a la
espalda y dibujaba tímidamente la parte superior de un pie con el dedo
gordo del otro me hizo enviarle una sonrisa perezosa. Solo Chloe podía
hacer que lo tímido y adorable pareciera tan sexy.
—Sí, este lugar fue una buena compra —dije—. Solo por la bañera.
—Llevas ropa interior, ¿verdad? —preguntó.
Mi sonrisa se volvió lobuna. —¿Por qué no vienes aquí y lo
averiguas?
Pero Chloe solo frunció el ceño. —Luke —advirtió.
Suspiré. —Sí. Llevo ropa interior. ¿Querías este extremo o estás de
acuerdo con ese?
—Quiero este —dijo y se acercó—. Aquí abajo no me estorba ningún
grifo.
Me lo imaginaba. Por eso había tomado este extremo.
Cuando levantó el pie para meterse en la bañera conmigo, mi
mirada se fijó en sus dedos desnudos. Estaban pintados de un morado Página | 191
claro. Pero luego desaparecieron en las burbujas, y seguí subiendo mi
atención, sobre sus tobillos, a lo largo de sus torneadas pantorrillas,
hasta sus muslos, hasta que llegué al dobladillo de sus pantalones
cortos.
Desde allí, la miré directo a la cara y vi que me devolvía la mirada.
Mantuvimos el contacto visual hasta que estuvo completamente sentada
en el agua, en el lado opuesto al mío. Me hice a un lado para dejarle
espacio, pero su cadera siguió rozando mi pie y nuestras piernas se
deslizaron una junto a la otra hasta que sus dedos pintados de morado
quedaron junto a mi muslo.
Exhalé por la nariz y me alegré de todas las burbujas porque
ocultaban con éxito lo excitado que me estaba poniendo todo aquello.
—Bonito, ¿verdad? —dije y alcé las cejas, buscando su aprobación.
Su expresión se tornó severa, como si fuera a fruncir el ceño, pero
no lo consiguió. Lo único que hizo fue decir: —Shh... —e inclinó la cabeza
hacia atrás antes de cerrar los ojos. Sus gruesas pestañas descansaban
sobre las mejillas de porcelana y sus finos orificios nasales se abrieron
un pco, indicándome que respiraba el relajante aroma a lavanda.
Cuando soltó un suspiro y sus labios se separaron, mi pene se
engrosó en mis calzoncillos de forma dolorosa. Dios, pero las ganas de
deslizar mi pene en aquella boca aumentaron. Mis manos se agarraron
al borde de la bañera como apoyo moral.
Si los dedos de sus pies se movían medio metro más hacia mi
regazo, sabría cuánto la deseaba en ese momento. Cerré el grifo, ya que
había suficiente agua, y la habitación se quedó en silencio. El chapoteo
ocasional contra las paredes de la bañera solo parecía excitarme más. Me
moví, tratando de hacer más espacio en mis calzoncillos.
Un momento después, Chloe frunció el ceño.
—Se me hace raro llevar ropa en la bañera —dijo, manteniendo los
ojos cerrados sin sospechar nada de mi situación.
—Siempre podemos quitárnosla —le dije con voz juguetona.
Abrió por fin los ojos y me miró con el ceño fruncido.
Cogí un puñado de burbujas y se las soplé. Solo llegaron a la mitad
de la bañera y no se acercaron a ella, pero aun así las golpeó para
protegerse la cara.
—Compórtate.
—¿Qué gracia tiene eso? —respondí con una risita y levanté el pie
lo suficiente para romper las burbujas que cubrían su pecho.
Cuando se elevaron, ella las apartó. —¡Luke!
—¿Qué? Estoy jugando.
—Se supone que debemos relajarnos —me regañó, incluso
mientras levantaba el pie del agua y me pellizcaba el pelo de la axila entre
los dedos. Página | 192

—¡Eh! —Con una carcajada, eché el hombro hacia atrás y bajé el


brazo para protegerme. Luego levanté una ceja impresionado hacia ella—
. ¿Cómo demonios has hecho eso?
—Tengo una destreza impresionante con los dedos de los pies —
dijo.
—Ah. —Levanté el pie del agua e intenté arrancarle un mechón de
pelo del hombro con el segundo dedo y el gordo. Pero no tuve suerte.
Cuando volví a meter el tobillo en el agua con un resoplido, Chloe se rió
de mi fracaso.
La miré con el ceño fruncido y le di un golpecito en la cadera con
el pie bajo el agua. —Vale, no puedo quedarme aquí sentado —dije antes
de casi gimotear—: Tengo que hacer algo.
Ella gimió y volvió a levantar uno de los dedos del pie por encima
del agua.
—Bien. Masajéame los pies.
No creo que tuviera intención de que obedeciera, porque cuando le
rodeé el tobillo con una mano y el pie con la otra, presionando en el talón,
jadeó y su pierna se sacudió.
—Lo sé, ¿verdad? —dije, moviendo las cejas y dejando que mi voz
se volviera ronca—. Doy buenos masajes en los pies, ¿cierto?
Su garganta se movió al tragar, y pude ver su mejilla contraerse
cuando se mordió el interior del labio, tratando de ocultarme su reacción.
Pero luego puso los ojos en blanco y dejó caer la cabeza hacia atrás antes
de que se le escapara un gemido.
Tuve que apretar los dientes para contenerme mientras la
observaba. Pero, joder, de repente quería conocer su aspecto cuando
tenía a un hombre dentro de ella, acariciando las terminaciones nerviosas
más íntimas de su cuerpo tal y como a ella más le gustaba.
Eso era. Necesitaba estar más cerca.
Así que pregunté bruscamente: —¿Puedo lavarte el pelo?

Página | 193
22
Traducido por Pame .R. & VeroMG
Corregido por Danita

Luke
Los ojos de Chloe se abrieron de golpe. Frunciendo el ceño, levantó
la cabeza y dijo: —¿Qué?
Me encogí de hombros. —Tengo curiosidad por saber cómo es.
Nunca antes había tenido que lavar tanto cabello. —Dejo que mi sonrisa
se vuelva traviesa—. Tengo que saber si eso es lo que realmente te hace
tardar tanto en la ducha todas las mañanas, o si solo te gusta acaparar
el agua.
—¡Es mi maldita ducha! —gritó a la defensiva—. Yo pago la cuenta Página | 194
del agua. Debería tomarme todo el tiempo que quiera allí.
Me reí y agité una mano hacia ella. —Vamos. Solo déjame
experimentar. Deslízate hacia aquí y date la vuelta.
—Bien —murmuró en desafío—. Ahora puedes saber cuántas veces
necesitas enjuagar para sacar todo el jabón.
Cuando empezó a deslizarse hacia mí, me enderecé y contuve la
respiración, moviendo las piernas para que pudiera sentarse entre mis
muslos.
Se volvió y todo tipo de su carne desnuda rozó todo tipo de carne
mía bajo el agua. Quiero decir, eran sobre todo rodillas, piernas y pies,
pero aun así... Siseé, disfrutando del contacto.
Una vez que estuvo situada con las rodillas hacia el pecho y de
espaldas a mí, agarró la copa de vino que le había servido y tomó un
sorbo lento. Tragué saliva, feliz de que estuviera más cerca de mí, pero
estaba aún más aliviado de que no pudiera ver cada expresión que hice
ahora.
Agarrando una botella de champú, la sostuve frente a ella. —¿Éste?
Asintió. —Ajá —dijo y dejó la copa de vino antes de abrazar sus
rodillas.
—Perfecto —murmuré. Después de volver a dejar el champú,
agarré una jarra vacía que había cerca. Era puramente para exhibir y
tenía algunas flores falsas de tallo largo, pero las tiré, dejándolas caer al
suelo junto a la tina. Luego sumergí la jarra en el baño de burbujas y la
llené con agua antes de levantarla para verterla con cuidado en la parte
posterior del cabello de Chloe.
A medida que los mechones rubios se empapaban y se volvían más
oscuros, atrapé las hebras húmedas entre mis dedos y las peiné.
Volví a sumergir la jarra y murmuré: —Echa la cabeza hacia atrás
—con una voz áspera que traté de mantener cortés, pero estaba llena de
una lujuria demasiado sensual y acalorada para comportarse de forma
adecuada.
Voz estúpida.
Me aclaré la garganta mientras ella obedecía, dejando que su
cabeza cayera bajo mi mando. Pero maldición, maldición, maldición... Ya
me la imaginaba así de complaciente y dispuesta en la cama, donde
ambos estuviéramos desnudos y jadeando.
Mi mano tembló un poco cuando vertí el agua sobre su cabeza,
asegurándome de que le bajara por la parte de atrás de su cabello y no le
llegara a la cara. Lo seguí con la palma de mi mano, acariciando sus
mechones hasta que estuve satisfecho. Luego tomé el champú y comencé
a enjabonar las hebras mojadas, masajeando su cuero cabelludo a
medida que avanzaba.
Chloe gimió y casi me vine en mis pantalones cortos. Página | 195
—¿Así? —susurré, inclinándome para preguntarle al oído.
Se estremeció por el soplo de mi aliento en el lado de su cuello,
luego asintió.
Me quedé así de cerca detrás de ella, preguntándome...
¿Qué pasa si hago un movimiento?
¿Me rechazaría y me echaría de su casa por completo? ¿O lo
aceptaría? Me sentía desgarrado y, con toda honestidad, demasiado
asustado como para intentarlo.
No podía recordar haber deseado a nadie tanto como la deseaba a
ella en este momento, pero… necesitaba moverme con cuidado en esto.
Si cometía la más mínima acción incorrecta, podría fallar y perder
cualquier oportunidad de hacer movimientos futuros también.
Cuando vislumbré la parte delantera de su pecho por encima del
hombro y vi que sus pezones se encontraban duros y presionados contra
la tela mojada de su camiseta, tragué saliva. Definitivamente no tenía
frío. Hacía mucho calor aquí; el sudor corría por mi frente. Entonces, la
única explicación que quedaba para los pezones duros era la excitación.
¿Verdad?
Dios, eso esperaba.
Cerrando los ojos después de agarrar la jarra y llenarla con más
agua, respiré para recuperar los nervios, luego abrí las pestañas y
comencé a verter poco a poco, peinando su cabello con mis dedos
mientras enjuagaba. Luego seguí acariciando con mis dedos su hombro
y el costado de su brazo hasta que desaparecieron en las burbujas.
Inclinándome más cerca y manteniendo mi rostro detrás del suyo,
bajé la cabeza lo suficiente como para descansar mi frente en la parte
posterior de su cabello. Mis dedos examinaron con suavidad un par de
mechones húmedos más antes de murmurar: —Dios, hueles bien.
Y eso es lo que lo hizo.
Dio un respingo como un potro asustado y luego se apresuró a
ponerse de pie, con el agua derramándose en cascada.
—Creo que he terminado —anunció abruptamente cuando me eché
hacia atrás por la sorpresa. Luego, agarrando una toalla, se envolvió con
ella de forma segura y salió de la bañera, dejándome atrás.
Pronunciando la palabra joder, incliné la cabeza y luego apreté los
dientes.
Había ido demasiado lejos.
Estúpido, idiota Luke, me reprendí en silencio. Me había estado
acercando tanto, y luego tuve que ir y estropearlo, ¿no?
Quería golpearme la frente un par de veces contra el borde de la
Página | 196
bañera como autocastigo.
Solo un idiota desconsiderado y cachondo intentaría ponerse
atrevido con una mujer que todavía se recuperaba de lo que Chloe se
estaba recuperando. Había pensado que Freston iba a violarla y luego
matarla. El sexo tenía que ser la última cosa en su mente. Y, sin embargo,
ahí había estado yo, tratando de forzarla como el idiota que era.
Cuando levanté la vista, Chloe seguía en la habitación, parada en
la entrada y mirándome con ojos entrecerrados que veían demasiado.
Ni siquiera me molesté en disculparme. Veía el arrepentimiento en
mi rostro.
Con un resoplido amargo, endureció la mandíbula y se fue.
—Estúpido —me susurré a mí mismo. Fui estúpido, estúpido,
estúpido. Las cosas habían ido bien. Había encontrado su punto dulce.
Todo lo que tenía que hacer era quedarme allí, joder. ¿Por qué diablos
había presionado por más?
Tirando salvajemente del tapón del desagüe, me quedé sentado en
la bañera mientras el nivel del agua bajaba a mi alrededor. Las burbujas
se aferraron a mis piernas y al costado del hierro fundido, incapaces de
dejar de lado el momento divertido que habían estado teniendo.
Pero les dije: —Se acabó, muchachos. Hagan las maletas y sigan
adelante. —Y luego comencé a enjuagarlas con agua fría.
Después de limpiar la tina vacía y apagar las velas, me sequé y me
quité la ropa interior mojada antes de ponerme los vaqueros para ir de
comando. Entonces, me puse la camisa con un par de tirones salvajes y
amargos, y me abalancé sobre las copas de vino, bebiéndolas de dos
abundantes tragos.
Planeé devolver los vasos vacíos a la cocina, pero en el momento en
que salí del baño, algo enorme vino volando hacia mi cabeza.
Bien, vale. Probablemente apuntaba más a mi pecho, pero por el
rabillo del ojo, se sentía como si me fuera a arrancar la maldita cabeza.
—¡Guau! —Me aparté del camino, apenas esquivando ser golpeado
por una caja de botas. Golpeó la cómoda de Chloe y cayó al suelo, donde
dos botas nuevas y elegantes se derramaron por la alfombra hacia mis
pies. Parpadeé un momento antes de mirar hacia arriba y al otro lado de
la habitación, donde una furiosa Chloe estaba de pie en la puerta de su
armario, parecía que acababa de descubrir las botas nuevas que había
escondido allí para que las encontrara.
Se golpeó las caderas con las manos y endureció la mandíbula con
acusación.
—¿Qué carajo? —rugí, mirándola boquiabierto.
—¿Me compraste botas nuevas? —preguntó como si acabara de
matar a su mascota favorita o algo así.
—Sí, te compré botas nuevas —respondí—. ¿Por qué es eso malo? Página | 197

Resopló de forma mordaz y sacudió la cabeza. —Porque no quiero


regalos tuyos. O baños de burbujas especiales para hacerme sentir
importante. Es falso. Todo es... falso.
—A la mierda si lo es —comencé, empezando a enojarme.
Pero siguió quejándose: —Esto termina ahora. —Señalando hacia
el suelo con severidad, gruñó—: Vas a detener esta estúpida y demente
misión de intentar casarte conmigo. Ahora mismo.
Levanté las cejas ante su orden, luego la miré a los ojos con calma
y puse las copas de vino vacías en la parte superior de la cómoda a mi
lado antes de decir: —No.
La sorpresa brilló en sus ojos, pero luego se congelaron con la
misma rapidez. —Entonces sal de mi casa. —Esta vez, señaló hacia la
puerta—. ¡Vete! Ya no eres bienvenido aquí.
Resoplé. —No —repetí.
Chloe gruñó y pisoteó. —Sal. Ahora mismo. O llamo a la policía y
les digo que tengo un intruso.
Mis labios se abrieron cuando el aire abandonó mis pulmones.
Apreté los dientes y negué con la cabeza. —Eres un dolor en el culo —le
dije con amargura—. Te compré un par de jodidas botas. Perdiste las
tuyas; significaban mucho para ti. ¿Cómo fue tan jodidamente malvado
de mi parte querer reemplazarlas? ¿Eran del tamaño equivocado o algo
así?
—No —espetó irritada—. Son perfectas. Ese no es el punto.
—Entonces, ¿cuál es el maldito punto? —grité—. Porque no
entiendo nada de esto.
—No… quiero... regalos... de ti —gritó—. ¿Entiendes eso? No quiero
palabras amables ni buenas acciones. No quiero nada. Nada.
—Bien. No quieres nada de mí. Entonces, ¿por qué me dejas
quedarme aquí? —argumenté.
—¡No te dejo! Si no te has dado cuenta, estoy tratando de echarte,
ahora mismo. Entonces, ¿por qué no te vas?
—¡Porque lo estoy intentando! —grité, más que exasperado—. Trato
de hacer todo bien, pero no importa lo que haga, sigues criticándome.
Entonces, ¿qué estoy haciendo que está tan mal? —Los hombros caídos
y la ira desapareciendo porque esta lucha por complacerla, pero siempre
fallando, me había agotado. Susurré—: ¿Qué hice mal?
Parpadeó una vez, y luego sus ojos se llenaron de lágrimas. Su
barbilla comenzó a temblar, se abrazó a sí misma, y el fuego enojado se
enfrió cuando esta expresión rota se apoderó de ella.
—Nada —dijo con voz áspera, justo antes de que un fuerte sollozo
la capturara, haciendo que todo su pecho se convulsionara—. Ese es el
Página | 198
problema —lloró—. Todo lo que haces es increíble, y no puedo manejarlo.
No puedo pasar por esto de nuevo. Mi corazón no puede soportarlo. Así
que necesito que te detengas. Yo… yo… solo necesito que se detenga, ¿de
acuerdo? Por favor... Detente.
Me eché hacia atrás, sorprendido por su reacción.
El rostro de Chloe se puso rojo mientras me veía, su mirada
suplicante. Luego empezó a temblar y retrocedió antes de que le fallaran
las rodillas.
Deslizándose hasta el suelo, aterrizó sobre la alfombra en la base
de la cama y se acurrucó sobre sí misma, abrazando sus rodillas y
escondiendo su rostro entre ellas al tiempo que sollozaba abiertamente.
—Otra vez no. Por favor… —rogó.
Me dolía verla así.
—¿Chloe? —pregunté cauteloso, pero ya no me escuchaba.
Sin saber qué diablos hacer, di un paso adelante y me detuve. Pero
ella ni siquiera pareció darse cuenta de que estaba allí, así que hice el
resto del camino y me arrodillé a su lado. Volviéndome para presionar mi
espalda contra el borde de la cama hasta que me senté a su lado, me
quedé allí por un minuto, solo dejándola llorar.
Pero no pude manejar eso por mucho tiempo, así que la tomé del
brazo y la persuadí para que se volviera hacia mí.
—Oye. Ven aquí— cuando lo hizo sin ninguna resistencia, la puse
en mi regazo y la rodeé con mis brazos, absorbiendo cada temblor y
sollozo que le quedaba.
No respiré hasta que agarró mi antebrazo y me sujetó con fuerza.
Entonces exhalé agradecido y apoyé mi mejilla contra la parte superior
de su cabello húmedo, y la sostuve a través del torrente.
Pasaron los minutos y ella dejó que su momento siguiera su curso.
Esperé hasta que se quedó inerte contra mí y se quedó allí tumbada, sin
sollozar. —No quería hacerte llorar —susurré.
Chloe me miró, y me rompió el maldito corazón ver sus ojos tan
rojos y todavía húmedos, sus pestañas obstruidas por las lágrimas, su
nariz toda Rodolfo y su expresión completamente perdida.
—No lo hiciste —juró—. Soy yo. Solo… todavía estoy luchando por
superar este asunto del secuestro en este momento —trató de explicar,
con la voz ronca por el llanto—. Y todavía me siento aterrorizada la mayor
parte del tiempo, pero lo estoy logrando. Voy mejorando, pero no… no me
he curado por completo. Solo desearía que no me hubieras presionado
también, en medio de todo eso.
—Así que yo... —haciendo una mueca por mi ineptitud, supuse—,
¿presioné demasiado rápido?
—Presionaste... punto —dijo—. Nunca será demasiado rápido o
demasiado lento. No de ti. No quiero que lo intentes. En absoluto. Nunca. Página | 199
Abrí la boca para responder, pero luego me di cuenta de que no
tenía idea de qué decir a eso. Sin embargo, las palabras no de ti, seguían
resonando en mi cabeza. Hizo que pareciera que este decreto solo se
aplicaba a mí. Como que cualquier otro chico podría intentarlo con ella,
pero no podía soportar que yo lo intentara.
Tragué saliva, un poco herido por esa teoría, así que decidí creer
que lo había entendido mal y, en cambio, admití en voz baja: —No
entiendo.
Chloe respiró hondo, haciéndome saber que había mucho que
explicar pero que no quería hacerlo. A continuación se encontró con mi
mirada, y sus ojos parecían tan tristes que mi estómago se contrajo de
preocupación.
—Nunca supiste esto —dijo y apartó la mirada para limpiarse la
cara—. Pero yo... tenía un enamoramiento contigo cuando era más joven.
Mi boca se abrió, pero las palabras me fallaron, así que la volví a
cerrar y me quedé callado.
Me miró y frunció el ceño con desconfianza.
—No pareces sorprendido.
—Oh —jadeé, solo para hacer una mueca—. Yo, eh… —me encogí
de hombros—. Bueno, tu papá trató de decirme algo así cuando me
convenció de todo este fiasco, pero yo... no sé si necesariamente le creí.
—¿Así que no sabías... en ese entonces?
—¿En ese entonces? —Resoplé—. Joder, no.
—Bueno, me gustabas —admitió—. Y puso en vergüenza todos los
otros enamoramientos que tuve antes de eso. —Con una risa seca y sin
humor, miró hacia el techo y susurró—: Pensaba que estaba locamente
enamorada de ti.
Mis labios se separaron y luego mis cejas se levantaron porque no
había esperado que dijera la palabra amor. —Oh.
Escucharlo de sus labios, en conexión conmigo, me golpeó. Hizo
que mi piel vibrara con la conciencia, y mi respiración tartamudeó fuera
de mis pulmones. Se sentía tan pesado y grande, como si me acabaran
de otorgar algo monumental, y no sabía si era el mejor regalo de mi vida
o algo que implicaba más responsabilidad de la que podía asumir.
Solo sabía que escuchar la palabra amor de la boca de Chloe
cambió... todo.
—¿P-por qué nunca me lo dijiste? —me las arreglé para preguntar
con voz áspera, esperando que no la escuchara temblar.
—Porque era vergonzoso —murmuró, con la mirada hacia otro lado
y limpiándose los ojos de nuevo—. No me mirabas así, y sin importar lo
que hiciera para tratar de llamar tu atención, nunca me viste en verdad.
—Bueno... No intentaste arrastrarte encima de mí desnuda —
Página | 200
intenté bromear, dándole una sonrisa alegre—. Y según recuerdo, eso
funcionó bastante bien para mi hermano y T.
Chloe me lanzó una mirada seca y olfateó. —Amo a Teagan, pero,
si soy honesta, lo que hizo me parece una trampa. Siempre tuve la
sensación de que JB nunca tuvo la oportunidad de rechazarla, ya sabes.
Después de que la familia los encontró juntos, estaban atrapados. Y yo…
no era así. Quería que me notaras porque me notaras y me desearas. No
porque te obligaran a hacerlo. Nunca quise que te obligaran.
—Pero yo… —negué con la cabeza y me reí—. Para ser honesto,
nunca pensé que se me permitía mirar a ninguna de las chicas de nuestro
grupo de esa manera. Te encontrabas en una zona prohibida, como la
llama mi hermano, y yo te respetaba y me preocupaba demasiado como
para siquiera considerar cruzar esa línea.
—Beau no se sentía así —argumentó, sus ojos llenos de tristeza y
todavía húmedos por el llanto—. Habría estado en la misma situación
que tú, pero no pudo evitar enamorarse de Bentley, de todos modos, sin
importar cuán tabú pensara que era. Así que pensé que yo debería
conseguir eso también.
Negué con la cabeza, sin saber cómo discutir con ella, aunque
sentía que debía hacerlo.
Mientras tanto, Chloe seguía hablando.
—Pensé que si alguien me amaba, sería obvio. Lo demostraría en
todo lo que hiciera. Y nunca me miraste como él la miraba a ella. Nunca
me buscaste entre la multitud, nunca me prestaste especial atención a
menos que me asegurara de estar justo ahí, en tu cara, donde no podías
evitarme. Yo no era para ti. Y eso está bien. No es tu culpa. Sé que no
tienes control sobre de quién te enamoras. Pero me ayudó a mostrarme
más que nada que no puedes amarme.
No me gustó escuchar esto, así que negué con la cabeza.
—Tonterías —murmuré. Luego la miré a los ojos—. Bien, no soy
como Beau —razoné—. Pero que pasa...
—Luke —me interrumpió con suavidad, su expresión comprensiva
me hizo dejar de hablar de inmediato. Después sacudió la cabeza—. Está
bien —me aseguró—. Quería saber sin sombra de duda, y ahora lo sé. Tu
no me amas. Y es por eso que no voy a dejar que sigas haciendo esto.
Solo están obligándote a hacerlo, e incluso si estuviera de acuerdo y lo
aceptara, solo terminaría contigo resintiéndote conmigo y odiándome por
eso. Así que esto termina aquí y ahora. ¿De acuerdo? Mientras sigamos
siendo amigos.
—¡No! —insistí—. Porque no soy como Beau. Soy un jodido
Hamilton. Y somos hombres estúpidos y despistados que no nos damos
cuenta de que está bien amar a una mujer hasta que hay una luz de neón
deslumbrante que apunta hacia su cabeza con sirenas a todo volumen
para aprobarlo. ¿No lo entiendes? Pensaba que te hallabas prohibida. Y Página | 201
me preocupaba demasiado por ti como para permitirme siquiera
considerar cruzar una línea contigo. Pero ahora que sé que puedo y se me
permite y hasta me animan a hacerlo, ¿por qué al menos no me dejas
considerarlo y explorar la posibilidad?
—¡Porque rompiste mi maldito corazón! —gritó.
Me eché hacia atrás, sobresaltado, y en seguida la solté cuando
empujó contra mi pecho, exigiendo libertad. Respirando de manera
errática, se bajó de mi regazo y se puso de pie para poder caminar por su
habitación.
La vi caminar y recomponerse hasta que me miró irritada.
—No lo entiendes. No comprendes. No tienes idea de cómo es.
Nunca has estado enamorado. Nunca te han roto el corazón. Y déjame
decirte que no se rompe solo una vez. Se rompe una y otra y otra vez, en
formas nuevas y dolorosas que nunca esperarías. Cada vez que ves a esa
persona... Cada vez que piensas en esa persona... Dios, cada vez que
hueles algo que te recuerda a esa persona o escuchas a alguien reír como
ellos... la angustia... comienza de nuevo, fresca como el primer día. Y lo
siento, pero cada vez que mi corazón se ha roto, y me refiero a quedar
reducido a pedazos gracias a alguien, siempre ha sido por ti. Y es el peor
dolor del mundo.
La miré, tratando de absorber lo que acababa de decirme, pero
parecía que no podía aceptarlo. Sonaba mal a mis oídos.
Nunca fue mi intención lastimar a Chloe. Entonces, ¿cómo diablos
me las había arreglado para causarle el peor dolor del mundo?
—Bueno… —murmuré e incliné la cabeza hacia atrás contra la
cama para poder mirar su ventilador de techo—. Mierda.
Apenas me iba acostumbrando a la idea de perseguirla y
enamorarme de ella y solo... pasar el resto de mi vida con ella, también.
Si era sincero, no podía concebir hacer eso con nadie más. Y no hacerlo
en absoluto de repente parecía... solitario y miserable
—La única forma en que aprendí a lidiar con eso —explicó, girando
el cuchillo aún más profundo—, fue siendo tan mala y desagradable
contigo como pude y convenciéndome de que te odiaba hasta que con el
tiempo… seguí adelante. Pero he terminado oficialmente en lo que a ti
respecta. Lo siento mucho, pero no… No voy a pasar por eso otra vez.
Nunca. No hay futuro para nosotros. En absoluto.
Abrí la boca. Y la cerré. Cuando asentí para estar de acuerdo con
ella, mi estómago se sintió amargo y pensé que podría vomitar. Pero
tampoco podía hacerla pasar por eso otra vez.
Dejó escapar un suspiro de alivio y cerró los ojos, sus hombros
cayeron una pulgada mientras exhalaba. —Gracias. —Luego los abrió de
nuevo—. Y dicho esto, creo que deberías irte a casa esta noche.
—¿Qué? —Pánico llenó mi garganta al instante, y me puse de pie
para enfrentarla, ya abriendo la boca para objetar—. Pero... Página | 202
Chloe levantó una mano. —Estoy mejor, y no has tenido una
pesadilla desde la primera vez.
Levanté un dedo para señalar que no había tenido pesadillas
porque había estado durmiendo a su lado todas las noches. Excepto que
ella negó con la cabeza. —Me he levantado varias veces durante la noche
desde entonces, y nunca te has despertado. Estás mejorando, también.
Podemos dormir separados.
Está bien, tal vez podríamos. Pero ahora, no quería. No quería estar
en ningún otro lado más que junto a ella.
Sabía que no tenía un caso para defender mi punto, aparte del
hecho de querer quedarme, así que cerré la boca y la miré, rogándole en
silencio que cambiara de opinión.
De repente pareció agotada y cansada. Con un suspiro, se frotó la
frente y dijo: —Por favor, solo... Vete a casa, Lucian.
Y ese fue el tiro mortal.
Ya no podía discutir con ella.
Por un momento, pensé que iba a llorar como un bebé, pero me las
arreglé para contenerme y asentir. —De acuerdo —susurré—. Bien.
Había perdido. Perdido en grande. Honestamente, me sentí como
si lo hubiera perdido todo.
También apestaba. De hecho, pensé que podría haber visto un
atisbo del síntoma del peor dolor del mundo del que me había hablado.
Pero acepté irme porque ya no podía lastimarla más.

Página | 203
23
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.

Chloe
Me sentí agotada y perdida después de que Luke se fuera. No había
dejado de mirarme mientras metía la ropa en la bolsa de viaje de la que
llevaba semanas viviendo. Luego se detuvo y miró lentamente alrededor
de la habitación después de colgarse la mochila al hombro, como si
necesitara un momento para despedirse del lugar.
Finalmente, se acercó a mí y me estrechó entre sus brazos,
abrazándome con fuerza.
—Sé que no me llamarás si necesitas algo —me dijo acariciándome Página | 204
el pelo—. Así que voy a seguir comprobando, ¿de acuerdo? No te enfades
conmigo. Es que lo necesito. Sigo sintiendo algo de ansiedad cuando
pienso en tu seguridad. No tiene nada que ver con esta otra mierda.
Solo... necesito hacerlo.
—Está bien —susurré. Entonces, en contra de mi propio juicio,
levanté la mano y toqué su espalda. No le devolvía el abrazo, pero fue
algo, y le hizo estremecerse y aspirar con dificultad.
—Adiós —murmuró, apartándose bruscamente y bajando la cara
para que no viera su expresión en tanto se daba la vuelta y salía de mi
habitación.
Con la ausencia de su cuerpo cálido y sólido contra el mío, me
abracé a mí misma y escuché sus pasos en el pasillo. Hasta que no oí
cerrarse la puerta principal, no pude susurrarle: “Adiós”. Luego me eché
hacia atrás hasta que las rodillas chocaron contra la cama.
Cuando me hundí en el colchón, me tapé la boca con las manos y
empecé a llorar de nuevo.
Pero no estaba bien. Se suponía que apartarlo no debía doler.
Maldita sea, lo había alejado para que no salir lastimada. Entonces, ¿por
qué demonios dolía tanto?
—Lo he fastidiado todo, ¿verdad? —me pregunté, solo para asentir,
respondiendo: sí. Sí, lo había arruinado.
Tardé mucho en dormirme y, cuando lo hice, fue intranquilo y
desagradable. Cuando por fin me quedé dormida cerca del amanecer, me
pareció que apenas había dormido antes de que me despertara un ruido
sordo.
Me desperté con un grito ahogado, me incorporé de golpe en la
cama y me apreté las sábanas contra el pecho. —¿Hola? —grité con voz
ronca.
—Lo siento —oí que Luke respondía desde el interior del cuarto de
baño—. Soy yo. No quise despertarte; volqué la maldita jarra de agua
cuando intenté volver a poner las flores. Pero no te preocupes, no está
rota.
—¿Luke? —exclamé sorprendida, a medida que una oleada de
cálido alivio disipaba mis temores.
Apareció en la puerta, vestido para el día y con otra bolsa en la
mano, esta vez de plástico.
—¿Sí? —preguntó, mirándome con curiosidad.
Negué lentamente con la cabeza. —¿Qué haces? ¿Has vuelto para
pasar la noche?
Resopló y frunció el ceño ante aquella sugerencia.
—No —murmuró como insultado. Luego puso los ojos en blanco y
sacó un objeto de la bolsa—. Me dejé aquí el jabón y el cepillo de dientes
Página | 205
—me dijo, mostrándomelos antes de volver a dejarlos dentro—. Y mis
cereales. Además, no tengo leche en casa. Así que he venido a desayunar.
Y para ver qué tal.
Apoyó el hombro en la puerta y me observó atentamente mientras
preguntaba: —¿Y cómo estás? ¿Has dormido bien?
—Eh... —Cuando me dijo que iba a venir a verme, no pensé que
fuera tan pronto—. S-sí —logré responder finalmente, mintiendo entre
dientes—. Dormí bien.
Resopló y cruzó los brazos sobre el pecho como si fuera a llamarme
la atención. Pero luego dijo—: Pues felicidades, porque yo no dormí bien.
Probablemente tuve el peor sueño de mi vida. Creo que me has arruinado
oficialmente.
Arrugué la frente confundida. —¿Cómo dices?
—Antes me encantaba dormir solo —explicó—. Lo prefería. Claro,
a veces alguna chica me convencía para quedarme a dormir aquí o allá,
pero odiaba las pijamadas. Siempre ansiaba volver a casa, a mi propia
cama. Solo. Donde pudiera acaparar todas las sábanas y dormir en
cualquier dirección o posición que quisiera. Hasta que llegaste tú, con tu
cuerpo suave y curvilíneo, y tu buen olor, y... y tu cálido... calor. ¡En
serio! No sé qué tiene tu cama, o si es solo porque tú estás en ella, pero
mi cama ya no se siente bien. Así que sí. Dormí muy mal. Gracias.
Abrí la boca, sin saber qué responder. Pero Luke hizo un gesto con
la mano. —Pero da igual —me dijo—. Sobreviviré. —Luego se dirigió hacia
la puerta que conducía fuera de mi habitación y al pasillo mientras
murmuraba—: Nos vemos, Ryan.
Solo para detenerse y girar hacia mí.
—¿Cómo diablos soy la única persona que te ha roto el corazón?
Has salido con muchos hombres a lo largo de los años.
Todavía intentaba despertarme y procesar lo que acababa de decir
sobre sus nuevos hábitos de sueño. Ni siquiera podía pensar en otros
hombres con los que había salido.
Pero Luke seguía mirándome como si necesitara una respuesta.
Así que me aclaré la garganta y me froté los ojos cansados antes de
admitir: —No lo sé. Nunca creí amar a ninguno de ellos.
Su mirada se volvió intensa mientras me observaba. —¿Pero creías
que me amabas? —preguntó lentamente.
Siseé cansada y me dejé caer sobre las almohadas, cerrando los
ojos y deseando volver a dormirme. —Era estúpida y joven —murmuré—
. Pero sí, eso pensaba. En aquel momento. —Pero, obviamente, me había
equivocado.
—¿Fui el único?
Levanté la cabeza y entrecerré los ojos. —¿Qué? Página | 206
—¿Fui el único al que creíste amar? —aclaró.
Separé los labios. Quería mentir. Quería eludir la pregunta. Pero él
me observaba tan fijamente que todo mi cuerpo se sonrojó, y tuve que
hacer una mueca de dolor antes de sentarme del todo. —Sí —confesé.
No contestó. Por un momento, estuve segura de que no iba a
hacerlo. Pero entonces murmuró: —Vaya —casi traumatizado al decirlo—
. ¿Cómo...? —Hizo una pausa para aclararse la garganta antes de hacer
rodar la mano mientras añadía—: ¿Durante cuánto tiempo tuviste el
flechazo?
Arrugué la nariz y negué con la cabeza. —¿A qué vienen tantas
preguntas? Se acabó. Está en el pasado. Muy... en el pasado. ¿Por qué
importa ahora?
—No sé. —Se encogió de hombros, con la mirada perdida—. Porque
para mí no está en el pasado. Y tengo curiosidad. No creo que nadie me
haya amado antes. Quiero decir, así. Sé que mi familia me ama, o sea el
amor familiar, ya sabes. ¿Pero las mujeres con las que he salido? No.
Siempre he sido un tipo divertido. Bueno para un par de noches, y luego,
eso es todo. Esto es... Es bastante genial. —Se encogió de hombros casi
con timidez al hacer la admisión—. Me hace sentir... —Agitó una mano
impotente como si no supiera qué palabra usar antes de terminar con—:
Importante.
—Bueno, lo siento. —Me encogí de hombros disculpándome—. Pero
en realidad no te amaba. Solo creía que sí. Al final, solo fue un flechazo.
Frunció el ceño al asentir. —Pero dijiste que había sido el mayor
flechazo que habías tenido con alguien, ¿verdad? —preguntó.
Gemí y jugueteé impaciente con las manos en el regazo antes de
admitir: —Supongo.
—¿Cuánto tiempo? —volvió a preguntar.
—Uff —le gruñí—. No vas a darte por vencido, ¿verdad?
—Solo quiero saber —insistió—. ¿Qué problema hay en que lo sepa
ahora? Dijiste que se había acabado. Todo quedó en el pasado. ¿No puedo
calmar mi curiosidad?
—Vale, de acuerdo. Fue desde principios de mi primer año hasta
básicamente toda la secundaria hasta el final de mi último año. ¿Ya estás
contento? —murmuré.
Pero no parecía contento. Se quedó boquiabierto mirándome.
—¿En serio? —murmuró sorprendido—. ¿Cómo demonios fuiste
capaz de ocultármelo no solo a mí, sino a todo el mundo durante tanto
tiempo?
—Bueno, Trick se enteró —admití—. Y me chantajeó totalmente por
su silencio.
Frunció el ceño. —Ese pequeño bastardo. No puedo creer que lo Página | 207
supiera y nunca me lo dijera.
Puse los ojos en blanco. —Le pagué demasiado bien para nunca
decírtelo.
—Hijo de puta. —Sacudió la cabeza, tratando de encontrarle
sentido. Chasqueó los dedos y señaló—. Espera un segundo. Espera un
maldito segundo. No puedes haber estado enamorada de mí durante toda
la secundaria. Recuerdo perfectamente que te gustaba Caine Spinnaker.
¿Cómo pudiste enamorarte de mí si estabas enamorada de él?
—Caine Spinnaker... —dije, levantando las cejas divertida al oír ese
nombre después de tantos años—, fue una leve fascinación con la
esperanza de que me lleve al baile —contesté inexpresiva—. Eso fue a
principios de mi primer año. No era absolutamente nada. Y entonces se
burló de mí por ser gorda, así que me fui llorando al baño, donde me
encontró un chico mayor, guapísimo y mucho más genial, me secó las
lágrimas, me animó y me dejó totalmente encantada. Así que me olvidé
por completo de Caine, el imbécil, Spinnaker a partir de ese momento.
—Mierda... —Luke respiró, con la boca abierta—. ¿Fue entonces
cuando empezó tu flechazo por mí? ¿Esa noche? Recuerdo esa noche.
Era un poco incómodo contarle todo esto. Pero él ya lo sabía casi
todo, y tal vez sería una forma catártica de encontrar por fin un cierre
saludable para mi antiguo enamoramiento si simplemente lo sacaba todo,
así que asentí y murmuré: —Ajá. Empezó esa noche.
—Oh, demonios —susurró, agarrándose la cabeza—. Pero yo no...
no fui muy romántico. Recuerdo que hablé mucho de tus tetas y fui muy
grosero. Solo estaba siendo... yo.
Sonreí con cariño. —Fuiste divertido, encantador y completamente
galante.
—Bueno, maldita sea... —Pareció abrumado durante un minuto.
Entonces se le formó una arruga en el entrecejo y levantó la vista—.
¿Sabes qué hizo que el flechazo cesara?
Se me hizo un nudo en el estómago y se me borró la sonrisa. Por
alguna razón, no quería que supiera nada más. Claro, había una
liberación catártica. Pero también se hallaba la humillación absoluta, y
me la iba a causar yo misma si le contaba mucho más.
—¿Chloe...? —dijo suavemente.
Levanté la vista hacia él. —La, eh, la fiesta de graduación que
organizaron los gemelos —dije, con la voz ligeramente quebrada—. Yo,
eh... —Riéndome ligeramente de mí misma, bajé la mirada hacia mis
manos y las encontré retorciendo nerviosamente trozos de mis mantas—
. Estaba tan segura de que esa noche iba a ser cuando por fin ocurriera.
Iba a hacer que te fijaras en mí. Me había pasado los últimos cuatro años
adelgazando para impresionarte, y me compré un vestido nuevo que
pensé que te gustaría...
Levanté la cara con cautela para calibrar su reacción y no me Página | 208
sorprendió en absoluto verlo horrorizado.
—Madre de Dios, Chloe —carraspeó, empezando a respirar con
dificultad. Se puso una mano en el pecho y negó con la cabeza—. Por
favor, dime que no adelgazaste tanto por mí. Joder. Sabes, no fue por eso
por lo que nunca...
—Oh, lo sé —le aseguré con firmeza—. Lo sé al cien por cien. Lo
descubrí esa noche, de hecho. Cuando apareciste con Amber Galveston.
—¿Amber...? —dijo sorprendido y se enderezó del marco de la
puerta—. Mierda. Me había olvidado de ella. —Sus ojos brillaron un
momento después y su mirada se desvió hacia mí—. Oh, demonios —
susurró—. Estuve con ella esa noche. Y hablé mal de tu vestido y te hice
sentir mal por perder peso. Y tú me tiraste una copa. Joder... —Se agarró
la cabeza y me miró fijamente durante un largo rato antes de decir—:
También deberías haberme dado una patada en los huevos. Dios...
maldita sea, Chloe. Lo siento mucho. Lo siento muchísimo. No tenía ni
idea de que...
—Lo sé —le dije—. Y no has hecho nada malo. Nunca has hecho
nada malo. Fui yo quien te puso esas tontas expectativas de niña
pequeña, luego las mantuve en secreto y luego me volví odiosa y mala
contigo cuando no las cumpliste. No hay absolutamente nada que
reprocharte. En todo caso, te debo una enorme disculpa.
—Ni se te ocurra —advirtió antes de soltar una carcajada amarga
y pasarse una mano por el pelo. Luego sacudió la cabeza y me miró con
pesar—. ¿Quieres oír algo totalmente jodido?
Me encogí de hombros. No podía imaginarme nada más jodido que
mi comportamiento hacia él todos estos años, pero dije: —Claro.
—Siempre te vi como el tipo de hermana pequeña dulce y adorable.
Eras la buena. No fue hasta que te volviste amargada y odiosa conmigo
que empecé a verte provocadora y... deseable. —Con otra risita seca y
despreocupada, me señaló—. Es irónico, ¿verdad? Tuve que romperte el
corazón antes de desearte como tú necesitabas, y para entonces ya era
demasiado tarde. Ya no me querías.
No tuve nada que decir a eso; creo que mi corazón se encontraba
demasiado ocupado rompiéndose de nuevo.
Cuando me limité a encogerme de hombros, muy entumecida por
el dolor para hacer otra cosa, Luke dejó escapar otra risa seca y llena de
dolor. —Oh... —Agarrándose la cabeza, se dio la vuelta y caminó unos
pasos hacia el pasillo antes de darse la vuelta de nuevo y retroceder hacia
la puerta—. Mierda, soy un imbécil —anunció—. Soy un puto imbécil.
¿Cómo demonios puedes soportar siquiera mirarme?
Parpadeé, pensando que era un poco dramático.
—Yo... —Sacudí la cabeza, confusa, antes de balbucear—: Porque
nunca hiciste nada malo —repetí—. No lo sabías. Tú... Página | 209
—¡Te rompí el corazón! —gritó, mirándome como si estuviera loca—
. Te hice daño. ¿Cómo...? ¿Cómo puedes...? Eres... —Hizo un gesto hacia
mí cuando las palabras le fallaron—. Dios, no puedo hacer esto. —Se dio
la vuelta, se pasó una mano por la cabeza y luego volvió—. Me voy a ir.
Tengo que irme.
—O... —Asentí, entrecerrando los ojos preocupada porque parecía
como si fuera a tener un ataque de nervios en cualquier momento—. De
acuerdo —dije. Quería preguntarle si se encontraba bien, pero estaba
claro que no. Así que solté—: Lo siento. No quise...
—No. —Levantó un dedo en señal de advertencia, haciéndome
saber que no aceptaría ninguna disculpa de mi parte—. Esto no es culpa
tuya. Yo soy el que... Jesús. Yo solo... lo siento, ¿de acuerdo? Lo... siento
mucho, joder. Yo...
Su mirada se clavó en algo que había en mi mesita de noche.
—Cierto. —Carraspeó, sacudiendo la cabeza como si quisiera
cambiar de tema antes de señalar hacia mi derecha—. Te he preparado
el desayuno. Para disculparme. Es esa porquería saludable que te gusta,
nada que te haga tener un día de trampa. Pero eso fue antes de saber...
Dios. Soy tan patético. ¿Te rompo el puto corazón y luego pienso que el
yogur, la granola y algo de fruta van a arreglarlo? —Soltó una carcajada—
. Soy tan idiota. Debería irme. Tengo que irme. Necesito pensar.
—¿Luke? —llamé suavemente, con preocupación en mi voz.
Sus ojos parecían vidriosos y devastados cuando se encontró con
mi mirada. —Esto es una mierda —dijo. Luego sacudió la cabeza y siguió
sacudiéndola hasta que me señaló—. No. ¿Sabes qué? No... Una vez
conseguí que te enamoraras de mí. Sin siquiera intentarlo. Así que puedo
volver a hacerlo, ¿no?
Parpadeé, sin esperar en absoluto que dijera eso. —¿Q-qué?
—Lo volveré a hacer —anunció con más seguridad—. Voy a hacerlo
bien. Voy a arreglar lo que he jodido. Tú solo... Tú solo mira. Todo va a
salir bien. Te lo prometo.
—Pero... —El pánico me llenó el pecho—. No —respondí—. Dijiste
que ibas a dejarlo. Anoche. Dijiste que dejarías de intentarlo conmigo.
—Yo... —Se quedó helado al darse cuenta de que yo tenía razón—.
Lo dije, ¿no? —Cuando asentí alentadoramente, me hizo una mueca—.
Lo siento. Yo... Joder, Chloe. Lo siento mucho, pero no puedo. No puedo
parar. Ahora no.
Cuando me envió una mueca suplicante como rogándome que lo
entendiera, me quedé boquiabierta.
—¿Qué? Claro que puedes.
—No, de verdad que no puedo.
—¿Por qué no?
—Porque tengo que arreglar esto —dijo como si fuera obvio. Página | 210
—¿Arreglar qué? —grité—. No hay nada que arreglar. Se acabó. Ya
está.
—Y una mierda se acabó —replicó incrédulo—. Solo mírate... —
Hizo un gesto vago con la mano en mi dirección—. Todavía te estás
recuperando de un trauma reciente. No tienes trabajo por eso y, además,
estás sola. Todas esas son cosas que no querías para tu vida, ¿me
equivoco?
—Sí —asentí con el ceño fruncido y confuso—. Pero todas esas
cosas son por culpa de...
—Dax Freston —dijo audazmente, haciéndome estremecer por el
mero nombre—. Exactamente. Un hombre al que ni siquiera habrías
conocido si ya hubieras estado conmigo. Todo este tiempo, deberías haber
estado conmigo. Y yo... Maldición... —Se pasó una mano por el pelo, con
cara de arrepentimiento—. Soy un idiota. Eso es todo. Yo... —Me miró,
haciendo otra mueca de dolor—. Pero voy a arreglarlo —prometió—. Voy
a arreglar esto.
Y con eso, se despidió antes de darse la vuelta de nuevo. Pero esta
vez, no volvió. Caminó por el pasillo y, un momento después, le oí cerrar
la puerta principal.
—Ah, demonios —murmuré.
Con un gemido, me tumbé en la cama y me quedé mirando al techo,
no dispuesta a volver a librar esta batalla con él.
Porque esta vez podría ganar. Y ya no ganaría a mi yo adolescente,
puesto que ella había desaparecido, exorcizada catárticamente por mis
confesiones de anoche. Estaría ganando sobre yo-yo. La Chloe adulta.
Exhalando un suspiro, me incorporé cansada y miré alrededor de
mi silencioso dormitorio, parpadeando durante un largo instante. Luego
agarré el desayuno que me había preparado. Se me llenaron los ojos de
lágrimas cuando arranqué la cuchara del yogur y comí un bocado.
No solía llorar tanto.
Antes de que Dax me secuestrara, creo que la última vez que lloré
fue cuando tenía dieciocho años y decidí cerrar mi corazón a Luke
Hamilton.
Pero había estado tan cruda y expuesta desde que me encontró en
ese sótano. Bastaba con que alguien me mirara raro para que me pusiera
a sollozar. El trauma también parecía haber abierto otra vieja herida.
Lo cual no era necesariamente malo. Abrirme a los sentimientos de
mi infancia me había ayudado a sacarlos. Donde podía empezar de
nuevo. El único problema era que ahora la yo adulta tenía que lidiar con
Luke adulto. Y a mi versión adulta parecía gustarle la versión de él adulta
tanto como me pasó en mi niñez. Así que lo nuevo se sentía como una
vieja repetición del pasado. Página | 211
Dios, qué desastre.
Bajé de la cama mientras seguía comiendo mi querido postre y
caminé descalza hasta el par de botas caídas que no había tocado desde
la noche anterior, cuando se las había lanzado a Luke a la cabeza.
Al ponérmelas, miré cómo me quedaban, y seguí desayunando y
caminando con el pijama y las botas nuevas mientras sollozaba
incontrolablemente.
Porque había vuelto a pasar.
Me había enamorado de Luke Hamilton.
Pero esta vez, la Chloe adolescente había desaparecido, y los
flechazos también. Y me encontraba completamente enamorada de él.
Excepto que su versión adulta e idiota iba a tratar de ser noble y
desinteresado y entregarse a mí. Pero no iba a permitir que se conformara
con alguien a quien no amaba. No importaba lo que costara, iba a
asegurarme de que Luke fuera feliz para siempre. Y eso no iba a pasar
conmigo.
Lo que también significaba que necesitaba refuerzos.
Dejé el postre, me senté en el borde de la cama y alcancé el teléfono.
Después de marcar un número conocido, escuché el timbre hasta que
contestó mi hermano.
—¿Qué pasa? —saludó Trick, haciéndome sentir mejor. Más fuerte.
Más segura de mí misma.
—Hola, cariño —saludé con voz dulce y engatusadora.
—Está bien, detente ahí —advirtió secamente—. No tengo ni idea
de lo que me vas a pedir, pero ese tono suele significar algo que no me va
a gustar, así que... no. Lo siento.
—Trick... —Empecé con un suspiro—. Solo quiero que salgas con
Luke una noche. Me ha estado volviendo loca con toda esta...
Mierda. Fue entonces cuando recordé que no le había contado a
nadie los planes de Luke de casarse conmigo. Y papá no habría dicho
nada, así que era probable que Trick no tuviera ni idea de lo que hablaba.
—Toda esta... ¿qué? —preguntó, con voz burlona—. ¿Toda esta...
charla sobre el matrimonio?
Mierda por dos.
—Ya te enteraste.
—Oh, todos nos hemos enterado. Luke se lo confió a su hermano...
delante de Teagan.
Gemí. —Así que lo sabe toda la familia.
—Síp. —Mi hermano parecía demasiado feliz de informarlo.
—Claro —concluí—. Entonces... necesito tu ayuda para impedir Página | 212
que Luke siga con esta estúpida misión con su estúpida determinación
de siempre. Estuve a punto de convencerlo de que no lo hiciera, y luego,
bam, juro que se despertó esta mañana, más decidido que nunca.
—Uh... —Pareció perplejo ante mi petición antes de decir—: Si me
estás pidiendo que le ayude a ganar algo de determinación inteligente,
creo que ese barco ya ha zarpado. Él es lo que es, hermanita. Y la
estupidez es el modus operandi de Luke.
—¿En serio? —murmuré, entrecerrando los ojos como si pensara
que mi hermano podía oírme hacerlo a través del teléfono—. No es el
momento de ser sarcástico. Sabes que te estoy pidiendo que le hagas
desistir de toda su búsqueda.
—Pero estoy pensando que tal vez deberías dejar que suceda.
—¡Dios mío! —gemí—. Tú también no. Suenas como papá.
—¿Y qué hay de malo en eso? Papá es irritantemente sabio y acierta
con sus instintos más a menudo de lo que es naturalmente normal.
Además, podrías conseguir a alguien mucho peor que Luke. Ya lo has
hecho. Es uno de mis mejores amigos también. Podría soportarlo como
cuñado. Y no es como si nunca hubieras sentido algo por él en el pasado.
¿Por qué no pruebas un poco la idea, a ver qué tal?
¿Una prueba? No estoy segura de lo que quiso decir con esa
fraseología, pero definitivamente me hallaba demasiado asustada para
preguntar.
—Esos sentimientos... —solté—. Nacieron de una chica inmadura,
tonta, acomplejada y con sobrepeso. Y desde entonces ha crecido y ha
adquirido cerebro.
De ninguna manera iba a decirle que a la Chloe adulta, de hecho,
no le había crecido nada de cerebro, y que seguía los pasos de la Chloe
adolescente enamorándose también de Luke. Eso desviaría demasiado la
atención de la misión.
—Lo siento, pero ese enamoramiento terminó hace mucho. —
Porque ahora era directamente amor—. Lo que significa que no voy a
probar a nadie. ¿Entendido?
—De acuerdo, bien. Sigue negándolo todo lo que quieras. No te haré
confesar todos tus deseos y sueños secretos. Pero déjame preguntarte
esto. ¿Todavía quieres salir y tener citas de nuevo? Quiero decir, en
general. ¿Quieres encontrar a esa persona especial con la que pasar el
resto de tu vida?
Suspiré cansada. —Sinceramente, ahora mismo, salir con alguien
es lo último que tengo en mente —admití.
—Pero algún día... —insistió—. ¿Planeas volver al mundo de las
citas?
—Eh, claro —admití a regañadientes—. No quiero acabar sola. Me
gustaría tener a alguien que pudiera soportar estar conmigo.
—Entonces, ¿qué hace a Luke tan inaceptable para ser considerado Página | 213
como ese alguien? ¿Por qué no es como cualquier otro chico con el que
estarías dispuesta a salir? Obviamente lo encuentras lo suficientemente
seguro y confiable para quedarse contigo cada noche. Dios sabe que
ninguno de nosotros se ha ganado ese tipo de seguridad a tus ojos.
Parpadeé, sorprendida por el tono de su voz. Sonaba... celoso.
—Trick —dije en voz baja.
—No, no pasa nada —me aseguró con un suspiro despectivo—. Es
decir, sí, duele cuando intento abrazarte y tu primer instinto es apartarte,
pero Luke puede estar encima de ti y chocarte inesperadamente, y tú te
acercas aún más a él como si fuera tu único lugar seguro. Me alegro de
que aún tengas a alguien con quien sentirte segura.
—Pero eso no es... —Sacudí la cabeza, totalmente desconcertada al
oír aquello. Mi primer pensamiento fue repudiarlo—. No es...
—Ni siquiera intentes negarlo —instruyó con suavidad—. Es
verdad. Mamá y papá ni siquiera pueden acercarse tanto a ti como se le
permite a Luke.
—P-porque él estuvo allí —intenté razonar—. Él lo vio. Lo vivió
conmigo. No sé cómo explicarlo.
—Sí, es el único que lo vio porque hiciste que me prohibiera
físicamente la entrada a esa habitación —espetó, y esta vez sí que pude
detectar celos en su voz.
—Y menos mal que lo hice —respondí con firmeza—. Porque le da
pesadillas a Luke. Una vez tuve que secarlo con una toalla cuando se
despertó empapado en sudor.
—Lo que le da más credibilidad a mi sugerencia de darle una
oportunidad contigo. Porque nadie va a entender lo que te está pasando
cuando te quedas en blanco y distante y simplemente sales de una
habitación después de que te mencionen botas. Luke siempre te va a
cubrir las espaldas así.
—Oh, Jesús... —Me encogí—. ¿Te contó lo de las botas?
—Riley me lo contó —corrigió—. Se sintió fatal por desencadenar
un trauma.
—Ella no...
—Sí lo desencadenó —dijo con firmeza.
Suspiré. Me conocía demasiado bien. Con Trick no se podía fingir
ni evitar nada.
—Podría hacerme daño —admití por fin sin rodeos—. Podría
hacerme más daño que nadie. Y ahora mismo no estoy en condiciones de
afrontarlo. No puedo. Simplemente no puedo. Mi corazón no puede
soportarlo.
—El corazón humano late hasta cien mil veces al día y bombea más
de siete mil litros. Puede soportar mucho más de lo que crees.
Página | 214
—El mío no puede. —Se me quebró la voz al hablar—. Ha dormido
a mi lado todas las noches desde el secuestro. —Excepto anoche, no
añadí—. Y ni una sola vez intentó algo ni remotamente sexual. Porque no
piensa en mí de esa manera. —Y yo seguía negándome a creer que
realmente supiera lo que había estado diciendo cuando admitió haberme
deseado alguna vez esta mañana.
Tuve que romperte el corazón antes de desearte de la forma que
necesitabas.
Su cabeza había estado en un mal lugar; realmente no había
querido decir eso. Porque no me deseaba. No podía.
—Nunca lo ha hecho, nunca lo hará —insistí—. Y no voy a dejar
que se obligue a tener una relación conmigo cuando sé que no puede
amarme de verdad, apasionadamente, como si yo fuera el aire que
respira. No voy a hacerle eso. Por eso necesito que salgas con él y le
recuerdes por qué le gusta ser soltero. Porque sé que no buscaba echar
raíces con nadie cuando papá le metió esa estúpida idea en la cabeza. Es
más feliz siendo soltero.
—Así que... ¿qué? ¿Quieres que salga con él y logre que eche un
polvo?
—¿Qué? ¡No! —La sola idea de Luke con otra mujer me revolvía el
estómago—. Solo guíalo por el camino de vuelta a sí mismo. Porque este
no es él. No me quiere. Recuérdale quien es. ¿Puedes hacer eso por mí?
Mi hermano guardó silencio un momento, contemplando mi
petición. Luego soltó un suspiro. —Chloe, haría cualquier cosa por ti, así
que sí, puedo hacerlo.
Exhalé aliviada. —Dios, gracias, bubba. No tienes ni idea de lo
mucho que esto significa para mí.
—Aunque sigue sin gustarme —añadió—. La última vez que me
pidieron que llevara a alguien a una noche de chicos, pasaron cosas
malas.
—Lo harás bien —le aseguré—. Todo irá bien. Además, un rayo
nunca cae dos veces en el mismo sitio. ¿Verdad?
—En realidad...
—De acuerdo. Gracias —le corté alegremente antes de que pudiera
citarme otra estadística—. Hasta luego. Y te amo, ¡adiós!

Página | 215
24
Traducido por sonia_, Pame .R. & Julie
Corregido por Pame .R.

Luke
Tres noches.
Habían sido tres largas y miserables noches las que había dormido
en mi propia cama, y seguía odiándolo tanto como la primera noche que
no había dormido al lado de Chloe. No había mentido en lo más mínimo
cuando le dije que me había arruinado. Tenía tantas ganas de volver a su
cama que dolía.
El problema era que aún no se me había ocurrido un plan para
arreglar todo lo que había roto. Así que me dije a mí mismo, que le estaba Página | 216
dando algo de tiempo. Pero la verdad era que no sabía qué hacer para
que todo volviera a estar bien. Nunca había roto repetidamente el corazón
de alguien una y otra vez durante años. Me hallaba completamente fuera
de mi capacidad aquí.
Y que su hermano llamara sin parar no mejoraba las cosas. Lo
rechazaba cada vez que me pedía hacer algo juntos. Pero entonces
empezó a irritarme lo suficiente como para que finalmente cediera.
Ni siquiera quería salir. Honestamente, lo que más quería era
quedarme dentro. Con Chloe. Podríamos comer pizza, y ella podría volver
a acurrucarse en mi regazo, mientras veíamos películas horribles y nos
reíamos de ellas toda la noche, o darnos otro baño de burbujas juntos, o
hacer el amor hasta el amanecer. Demonios, no me importaba lo que
hiciéramos. Solo quería estar con ella. Me dolía el corazón. La echaba de
menos, aunque hablaba por teléfono con ella media docena de veces al
día. No era lo mismo.
Sin embargo, era mi día libre y llevaba toda la tarde pensando en
un plan brillante para solucionar nuestros problemas y no lo había
conseguido, así que supongo que necesitaba descansar un poco.
—¿Me vas a decir de una vez de qué va realmente esta noche? —
pregunté a medida que seguía a Trick al bar de su padre.
Lo sé; era mi noche libre, ¿y qué hizo él? Me llevó de vuelta al puto
trabajo. Pero así era Trick.
—¿Qué quieres decir? —preguntó evasivo.
Puse los ojos en blanco. —¿En serio? Llevas tres días actuando de
forma muy imprecisa hasta que por fin accedí. ¿Cuál es el problema?
Oh... —Cuando el pensamiento llegó, lo tomé del brazo y nos detuve a
ambos—. Mierda —respiré, el terror consumiéndome—. Salió en libertad
bajo fianza, ¿no? Freston salió de la cárcel.
—¿Qué? No. Jesús, hombre. ¿De verdad crees que así te lo diría?
Sigue firmemente detrás de las rejas, te lo aseguro.
Siseé aliviado y me agarré el pecho, doblándome ligeramente por la
cintura. —Hermano. No vuelvas a asustarme así. —Al enderezarme, me
abalancé sobre él como si fuera a darle un puñetazo en los huevos. Solo
cuando se echó hacia atrás, agarrándose para defenderse, empecé a
sentirme mejor de nuevo.
Me miró con el ceño fruncido y me reí, dándole una palmada en el
hombro. —Ahora, en serio... ¿Por qué diablos me has llamado para salir
esta noche?
—Bueno, desde luego no es porque eche de menos salir con tu
encanto. Dios... —sacudió la cabeza y exhaló un suspiro, aun intentando
recuperarse del susto—. Estás jodido, amigo. Ya veo por qué Chloe me
suplicó que te apartara de ella por esta noche.
Me detuve y dije: —¿Chloe?
¿Ella planeó esto? Página | 217

—Sí. Ella... —Echó un vistazo mientras seguía caminando, solo


para darse cuenta de que yo ya no iba a su lado. Mirando hacia atrás,
suspiró y retrocedió unos pasos—. Está cansada de que intentes que se
case contigo. Así que me pidió que te sacara una noche y te recordara por
qué en realidad prefieres la soltería a la vida en matrimonio.
Parpadeé, incapaz de creer lo que oía.
—Así que... ¿te pidió que consiguieras que tuviera sexo? —supuse.
—No... —Frunció el ceño como si esa sugerencia fuera ridícula—.
Claro que no. Nada de eso —negó una vez más, simplemente para hacer
una mueca y encogerse de hombros—. Bueno, tal vez. Pero dijo que no
era así.
Solté una carcajada áspera e incrédula y me agarré la nuca.
—Increíble. No me lo puedo creer. Bueno, siento decepcionarte,
pero no voy a ligar con una cualquiera y tener una estúpida aventura de
una noche o lo que sea que Chloe crea que debo tener. Me comprometí a
intentarlo con tu hermana, y eso es lo que voy a hacer. Así que vas a
tener que decirle que fracasaste en tu pequeña misión de...
—Oh, ya sabía que iba a fracasar —confirmó alegremente,
echándome un brazo por encima de los hombros al tiempo que me guiaba
hacia el pasillo que conducía a la sala de recepción trasera—. Estoy con
papá en toda esta idea. Creo que deberían intentarlo y ver cómo resulta.
Así que ya tenía otros planes para hacer justo lo contrario de lo que me
pidió Chloe.
Entrecerré los ojos, intentando averiguar qué era lo contrario de
echar un polvo...
—Voy a llevarte con un montón de viejos casados y aburridos para
pasar la noche. —Me sacudió el hombro antes de hacer una pausa para
repasar—: Quiero decir, excepto yo... y Vaughn.
Parpadeé, más confuso que nunca.
—Harás... ¿qué?
Se echó a reír y abrió de un empujón la puerta de la trastienda para
revelar una horda de caras conocidas ya sentadas en dos largas mesas
empujadas unas contra otras, pidiendo bebidas a una camarera.
—He traído a tus hermanos de otras madres —explicó.
—Eh... —Eché un vistazo a la sala, sorprendido, pero luego señalé
a JB—. Sí, excepto que ese en realidad tiene la misma madre que yo.
—Logística —respondió, dejando de lado la cuestión—. El punto es
que todos estos hombres están de tu parte y vamos a ayudarte.
Me volví hacia él, frunciendo el ceño. —¿Van a ayudarme? ¿Con
qué?
—¡Con Chloe! —acariciándome el hombro, me arrastró hacia el
resto de los chicos—. Si quieres conquistarla, te cubrimos las espaldas. Página | 218

—Espera, ¿en serio? —Primero, mis cejas se alzaron sorprendidas,


y luego una lenta sonrisa se apoderó de mi cara. Pero, demonios, sí. Tal
vez esto era exactamente lo que necesitaba: la ayuda de un grupo de
viejos casados y aburridos.
Los demás parecieron fijarse en nosotros y Julian levantó el puño
en señal de saludo. —¡Eh! Ahí está el hombre del momento. Ven aquí,
Luke. —Mirando a la camarera que se encontraba a su lado, me señaló—
. Tráele la cerveza de la casa. Yo invito...
—Gracias —dije, sorprendido por su apoyo. Habría pensado que el
hermano mayor de Chloe sería el menos indicado para esto, pero cuando
palmeó el asiento vacío a su lado, me di cuenta de lo equivocado que
estaba.
Hasta que me senté a su lado, me rodeó el hombro con un brazo y
se inclinó para darme un beso de felicidad en la mejilla. —Hazla feliz; eso
es todo lo que tienes que hacer. Pero haz daño a mi hermanita y haré que
desees no haber nacido.
Levanté las cejas y, sin querer, me encontré con los ojos de mi
hermano cerca del extremo de la mesa.
JB parecía divertido mientras sacudía la cabeza como si supiera
exactamente cómo estaba siendo amenazada mi vida.
—De acuerdo, de acuerdo, de acuerdo —dijo Trick por encima de
toda la conversación en cuanto la camarera salió de la habitación—. Doy
por iniciada la primera y única reunión de la Operación Ayudar a Luke.
—¿Operación Ayudar a Luke? —repitió Gracen con escepticismo—
. ¿Estás seguro de que ayudarlo es realmente posible en una sola
reunión?
—Eso va a tomar una reunión extremadamente larga —dijo alguien
más.
—Sí, mi mujer va a tener un bebé dentro de seis meses —dijo
Beau—. ¿Podré verlo nacer? ¿O seguiremos atrapados en este...?
—Son graciosísimos —dije, cruzando los brazos sobre el pecho y
frunciéndoles el ceño—. Que los jodan.
Y me dieron un montón de falsos ánimos, alguien literalmente me
tiró una servilleta enrollada a la cara mientras el resto abucheaba o me
decía que comiera mierda y alguien gritó: —Te queremos, Lukey.
Levanté ambos puños con el dedo corazón hacia arriba.
—Me alegro de que por fin te hayas despertado y estés haciendo un
intento con Chloe —comentó Trick, dándome una palmada en el hombro
en señal de aprobación al tiempo que se sentaba a mi lado y me alcanzaba
un vaso de agua. Después de beber un trago, dejó el vaso y soltó un
suspiro saciado antes de añadir—: Supongo que esto significa que ya
puedo dejar de fingir que te bloqueo la polla de todas las demás mujeres Página | 219
que hay por ahí.
Ladeé la cabeza y le miré con el ceño fruncido, confuso. —¿Qué
quieres decir con fingir?
—¿Hmm? —Me miró con las cejas levantadas.
—Dije... —Mi voz se endureció un poco—. ¿Qué rayos quieres decir
con fingir? ¿No te has acostado con todas esas mujeres con las que dices
que lo has hecho?
Porque sucedía cada dos meses...
Yo mencionaba mi interés por alguien, y Trick decía que ya había
estado con ella, lo que me hacía perder con éxito dicho interés. Y
entonces...
Mierda. Había estado mintiendo todo este tiempo. Había estado
mintiendo para evitar que yo las persiguiera.
—Amigo... —dijo, enviándome una mirada desconfiada—. ¿Hablas
en serio? Son muchas mujeres. Por supuesto, no me acosté con ninguna
de ellas.
—Espera. ¡¿Con ninguna?! —grité, con la boca abierta—. Entonces,
¿por qué dijiste que lo hiciste?
—Porque a mi hermana le dolía verte barajar cita tras cita tras cita
—me explicó como si yo ya debiera saberlo—. Y yo estaba cansado de ver
cómo le rompías el corazón una y otra vez.
—¿Así que lo sabías? —insistí—. ¿Todos estos años?
Chloe había dicho que él sabía al principio de su enamoramiento,
pero pensar que lo había sabido durante más tiempo que un par de meses
más o menos... Eso me ponía los pelos de punta. Una cosa habría sido
que no me lo dijera si pensara que ella simplemente tenía un flechazo
pasajero que ya había superado, pero seguir ocultándomelo después de
tanto tiempo en tanto él seguía suponiendo que ella sentía algo... Me sentí
traicionado.
—¿Sabías lo que sentía por mí desde hace años?
Puso los ojos en blanco. —Ha estado loca por ti desde el instituto.
¿Cómo podía no saberlo?
Cuando se rio y se encogió de hombros como si todo esto debiera
ser obvio para mí, me puse rojo. Cerré la mano en un puño, eché el brazo
hacia atrás y lo golpeé tan fuerte como pude.
Trick no lo vio venir y se cayó de la silla, donde aterrizó contra
Parker, que se hallaba sentado a su lado y estaba tomando un bol de
patatas fritas.
—Hijo de puta —rugí, levantándome tan deprisa que tiré la silla
hacia atrás. Página | 220

Todos los demás se levantaron de sus asientos con la misma


rapidez, la mayoría gritándome que parara.
Así que cuando me acerqué para apartar a un Trick despatarrado
y aturdido de Parker, lo que me parecieron veinte pares de manos me
atraparon y me echaron hacia atrás, impidiéndome que volviera a
pulverizarlo.
—Tranquilo —dijo Julian en mi oído, y luego JB estaba a mi lado,
arrastrándome aún más lejos.
—¿Qué demonios, Luke?
—Suéltenme —les dije, luchando por liberarme—. Solo quiero
matarlo.
—Sí, todos hemos querido matar a Trick en un momento u otro —
se compadeció Julian—. Pero en realidad no actuamos sobre eso. Ahora…
compórtate.
—¡Bien! —espeté, encogiéndome de hombros—. Solo déjenme ir...
Finalmente me soltaron, y no me abalancé para estrangular al
hermano pequeño de Chloe como quería. Me quedé allí, tratando de
controlar mi respiración dificultosa en tanto lo veía enderezarse y ponerse
de pie para limpiarse la sangre de un corte reciente en el labio.
—Cristo, Luke —me dijo, sacudiendo la cabeza y orientándose—.
No era un gran asunto. Deberías estar jodidamente agradeciéndome.
—¿Agradeciéndote? —exploté—. Debería dejarte un maldito ojo
morado para ir con ese labio gordo, hijo de puta. Deberías haberme dicho
cómo se sentía. ¿Por qué no me dijiste? ¿Por qué nadie me lo dijo?
Pero cuando miré acusadoramente a los demás, ellos se miraron
los unos a los otros y se encogieron de hombros.
—Sinceramente, pensamos que te odiaba, hombre —dijo Gray al
final.
Incluso Julian asintió, estando de acuerdo con ese resumen.
Así que me volví hacia Trick y levanté una ceja, exigiéndole una
respuesta.
Suspiró y finalmente dejó de tocarse su labio tierno para fruncirme
el ceño. —Ella quería que lo descubrieras tú mismo. Así es como funciona
Chloe. Solo quería que alguien se enamorara honestamente de ella.
—Bueno, así es como funciono yo —respondí, señalando el suelo
frente a mí—. Necesito que alguien me diga qué diablos pasa, y necesitaba
que esa persona fueras tú. ¿No lo entiendes, maldito imbécil? ¿Cuántos
años podríamos haber ahorrado si lo hubiera sabido? ¿Cuántas veces
podríamos haber evitado que algún otro tipo imbécil con el que intentó
salir la lastimara? ¿Cuántos sótanos podríamos haber evitado para que
la esposaran para desnudarla? Página | 221

—Jesús —exclamó alguien con voz áspera por lo bajo, mientras que
los otros hombres se estremecían, y Beau dijo directamente—: ¿Ella fue
qué?
—Sí —gruñí, mirando alrededor a todos ellos—. Así fue como la
encontré. Águila desplegada sobre un sótano de cemento mugriento.
Contusiones y cortes sangrantes por toda ella, la mandíbula hinchada
y… y puro pánico en toda la cara porque sabía lo que iba a hacerle a
continuación.
—Maldita sea —gruñó Julian, llevándose un puño a la boca.
—No pude encontrar su ropa. No había nada con qué cubrirla. No
pude encontrar una llave para abrir las esposas. Y no pude ir a buscar
ninguna porque ella sollozaba y me rogaba que no me apartara de su
lado. Tuve que quedarme allí y observarla así. La cubrí con mi camiseta,
pero eso apenas hizo una mierda. Seguía mojada, ensangrentada... y...
—¿Mojada? —preguntó alguien, sonando confundido.
—Oh, sí. —No me di cuenta de que tenía lágrimas en los ojos hasta
que me las sequé—. Él la empapó y la restregó con una manguera de
jardín y un cepillo para limpiar autos; le dijo que necesitaba limpiar a
todos los otros hombres de ella antes... antes de que él...
—Hijo de puta. —Con aspecto enfermo, Gracen se dio la vuelta y se
alejó unos pasos. Vaughn tuvo que poner las manos en las caderas y
expulsar un poco de aire fresco de los pulmones, y Parker había cerrado
los ojos y sacudía la cabeza lentamente como si tratara de bloquear todas
las imágenes mentales que estaba recibiendo.
Miré a Trick, que estaba blanco como el papel. —Podríamos haber
evitado eso —le dije con voz áspera—. Podríamos haberla mantenido
alejada de hombres así todos estos años si hubiera estado conmigo. Sé
que no soy un príncipe, pero seguro que podría haberla tratado mejor
que eso. Entonces, ¿por qué diablos no me lo dijiste?
—Yo… —Negó con la cabeza, visiblemente conmocionado.
—No vuelvas a ocultarme una mierda como esta otra vez —pedí.
Asintió y me miró, con una disculpa en su rostro.
Me volví hacia los demás. —Ahora todos ustedes, hijos de puta,
escúchenme y escuchen bien. Me voy a enamorar apasionadamente de
ella, y luego me voy a casar con ella. Es demasiado importante para mí
como para no hacerlo. Entonces, ¿van a ayudarme a descubrir cómo
hacer eso o no?
A partir de ahí, todo se volvió todo negocios. Me lanzaron alrededor
de un millón de sugerencias a la vez, y la mayoría de ellas eran cosas que
podía hacer para que Chloe me amara, no al revés.
Todos regresamos a nuestros asientos, llegaron jarras de cerveza
de dos empleados diferentes y los pedidos de comida se distribuyeron. Y
lo único que gané en los primeros cinco minutos fue un maldito dolor de Página | 222
cabeza.
Finalmente, levanté los brazos y les hice señas de que se callaran.
—Oigan, oigan, oigan —llamé—. Esto no me lleva a ninguna parte.
¿Qué tal si vamos uno a la vez? —Señalando a Vaughn al otro lado de la
mesa frente a mí, dije—: Tío. Eres el más nuevo aquí enamorándose. Debe
ser lo más fresco en tu mente. Entonces, ¿cómo atrapó Lucy tu corazón?
Vaughn se quedó en blanco y su boca se abrió antes de hacer una
mueca y admitir: —Yo… Honestamente, no tengo idea. De hecho, traté
de no enamorarme de ella.
—Lo mismo conmigo para Bentley —intervino Beau.
—Te dije; no es algo que te puedas obligar conscientemente a hacer
—dijo JB—. Solo…
—Sucede —intervinieron todos los demás por él.
Suspiré. —Jesús... No son de ninguna ayuda, idiotas.
—Lo tengo —dijo Gracen de repente y sacó su teléfono—. Lo
buscaré en Google.
—Amigo... —Parker parpadeó con incredulidad—. ¿Hablas en serio
ahora?
—¿Qué? —respondió Gray, todavía escribiendo en su teléfono—.
¿Tienes una mejor idea?
—Te acabas de enamorar, ¿cuánto, hace un año? —dije—. ¿Por qué
no lo sabes ya?
—Porque no me detuve a pensar en cómo sucedió —se quejó,
poniendo los ojos en blanco—. Simplemente sucedió. Aquí... encontré
algo. De acuerdo… —Levantó la vista para dirigirse a mí directamente,
luego miró hacia abajo para leer su pantalla—. ¿Te sientes eufórico y,
como, emocionado cuando ella está cerca?
Parpadeé, sorprendido por la pregunta.
Pero admitir que me emocionaba en secreto discutir y pelear con
Chloe no era algo que estuviera dispuesto a decirles a estos hombres que
eran como una familia para ella. La forma en que sus pullas podían
excitarme era una vergüenza muy oscura, sucia e increíblemente sexy.
Pero Gray no se detuvo en esa pregunta, gracias a Dios.
—¿Tu vida parece emocionante y nueva cuando ella está cerca? —
continuó, preguntando a continuación.
—Viendo que la he conocido toda mi vida —dije inexpresivo—,
¿cómo podría saberlo?
Aunque, sí. Cada vez que ella pasaba por el bar cuando yo estaba
trabajando, era como si mis antenas la captaran y se fijaran en ella, alerta
a todo lo que hacía. Todo lo demás se desvanecía en el fondo cuando
Chloe se hallaba cerca.
Página | 223
Y guau… ¿Por qué nunca me había dado cuenta de eso antes?
—¿Haces un tiempo especial para ella? —añadió Gray.
Bueno, había reorganizado todo mi horario de trabajo para ella, así
que eso se sentía como un sí.
—¿La idealizas, haces sacrificios por ella, antepones sus deseos y
necesidades a los tuyos…? —Demonios, sí. Había puesto sus deseos por
encima de los míos, especialmente en ese sótano cuando quería más que
nada ir a buscar una llave, pero ella quería que me quedara.
—¿Siempre estás ansioso por volver a verla? —Gracen comenzó a
leer la lista más rápido ahora—… Tienen buen sexo juntos, compartes
tus opiniones con ella, te abres…
—Ve a un sitio web diferente —ordené de repente. Ya tenía
demasiados elementos marcados en esta lista; necesitaba algo nuevo que
aún no había hecho.
—Uh... —Gray levantó la vista con sorpresa, luego se encogió de
hombros antes de volver su atención a la pantalla—. Bueno. Veamos qué
más tenemos.
—Oh, Jesús —gimió uno de los otros chicos. Pero Gracen y yo lo
ignoramos.
—Está bien... —anunció Gray como si hubiera encontrado algo
bueno—. Obtienes amor romántico mezclando atracción con factores
sociales.
Entrecerré los ojos. —¿Factores sociales?
—Sí, ya sabes… —Rodó la mano a medida que explicaba—: Como,
tienen creencias, moral y antecedentes similares.
Me encogí de hombros. —Ya tenemos eso.
—¡Ooooh, espera! —Gracen levantó una mano—. Esta parece
prometedora. En primer lugar, tienes que saber cuáles son tus defensas
naturales, y luego trabajar para desactivarlas de modo que seas
vulnerable a su alrededor.
—¿Tengo que hacer qué?
—Sí. —Asintió como si estuviera de acuerdo con toda esa mierda—
. Luego tienes que aceptar problemas sobre ti mismo que no te gustan
pero que no puedes cambiar.
Parpadeé y empecé a sentir pánico. Manchas negras se formaron
en mi visión.
¿En qué mierda me había metido Pick? ¿Y a qué demonios se
habían comprometido todos esos hombres que me rodeaban? Estas
instrucciones parecían directamente una tortura de la peor manera
posible.
Página | 224
—No tengas miedo a que te rechacen —seguía leyendo Gracen,
haciendo que el sudor frío que ya me había provocado empeorara a
medida que goteaba por el centro de mi columna vertebral—. No juegues
a trucos inmaduros, como, si ella hace esto, entonces cederé y haré
aquello.
—Está bien... ¿qué? —pregunté, no respirando muy bien—. ¿Qué
significa eso?
—Jesús, ¡para! —exclamó por fin Trick, agitando sus manos para
detener toda la conversación—. Basta ya. —Mirando a Gray, sacudió la
cabeza con tristeza—. ¿Por qué diablos están siendo tan complicados y
emocionales? Estamos hablando de Luke. Simple, directo, masculino
Luke.
—Sí. Gracias. —Me gustaba a dónde quería llegar. Simple y directo
tenía mucho más sentido para mí que lo que sea que Gracen había estado
diciendo. Pero aun así tuve que resoplar y fruncir el ceño, porque era
Trick y estaba molesto con él, antes de preguntarle—: Entonces, ¿qué
sugieres que haga, única otra persona en esta habitación que nunca ha
estado enamorada románticamente?
—Oye, estoy esperando a enamorarme hasta que conozca a esa
mujer especial con la que me casaré y pasaré el resto de mi vida —replicó
frunciendo un poco el ceño—. Sigue siendo una primera vez que puedo
guardar para ella.
—Eres tan raro —le dije, secretamente celoso de que tuviera
pensamientos profundos como ese.
—Y tú le estás dando muchas vueltas a esto —me espetó.
—Entonces, ¿qué carajo sugieres? —exclamó finalmente Beau.
Trick miró a todos y puso los ojos en blanco antes de resoplar y
negar con la cabeza. —No. No puedo ser yo quien lo sugiera; estamos
hablando de mi hermana. Uno de ustedes, imbéciles, tiene que dejar de
darle vueltas como si no fuera importante.
—Oh, demonios... —Julian gimió y empujó su asiento hacia atrás
antes de ponerse de pie—. Me voy al bar a tomar otra copa. Llámenme
cuando acabe esta conversación.
Algunos de los demás se rieron y lo miraron irse. Fruncí el ceño
tras él y luego miré a todos los que quedaron porque todos parecían saber
de qué hablaba Trick. Yo era el único que no lo sabía.
—¿Están hablando con acertijos a propósito solo para enojarme?
—pregunté.
Trick suspiró y me frunció el ceño irritado. —Dime... ¿cuál era el
aspecto más importante de las citas cuando eras adolescente?
—¿Eh? —Le envié una mueca de confusión, preguntándome por
qué esto tenía algo que ver—. Tener sexo. ¿Por qué?
Levantó las cejas y espetó: —Exacto. Página | 225
Parpadeé. —¿Qué?
—¿Y cuál es el objetivo cuando invitas a salir a las mujeres hoy en
día? —insistió.
—No tengo ningún objetivo de invitar a salir a más mujeres —le dije
apretando los dientes mientras empezaba a perder la paciencia—. Porque
me voy a volver monógamo. Por Chloe.
Gruñó y puso los ojos en blanco. —Antes del secuestro de Chloe,
entonces... —repasó—. ¿Cuál era el objetivo cuando invitabas a salir a
una mujer?
Fruncí el ceño. Seguía confuso. —Sexo —dije simplemente.
—Correcto —me dijo, asintiendo con la cabeza para animarme,
como si tratara de enseñarle a un niño lo que equivalía dos más dos. Hijo
de puta condescendiente—. ¿Qué ha cambiado desde entonces?
Levanté las cejas, sin calcular. —¿Qué?
—Nada ha cambiado —respondió por mí—. Te sigue gustando el
sexo, ¿verdad?
—Claro —aseguré lentamente, pensando que tenía que ser una
pregunta capciosa.
—Amigo —respondió con calma—. Abre los malditos ojos y date
cuenta de que estás dejando de lado una de las cosas que más te mueven.
Ni una sola vez tú ni ninguno de los idiotas de esta sala han mencionado
el sexo. La atracción. El aspecto físico. Y cuando lo han hecho, lo han
pasado por alto como si no fuera importante. ¡Pero tú eres Luke! Luke
necesita sexo.
—No, no es cierto —repliqué, frunciendo el ceño, solo para hacer
una pausa y encogerme de hombros—. Quiero decir, sí. Pero tengo una
mano para eso. Estoy bien. Lo que necesito es enamorarme.
—Bueno, el sexo es la puerta de entrada a esa emoción que buscas.
—¡Lo que sea! —murmuré, moviendo la cabeza en señal de
negación—. He tenido mucho sexo... —Mucho en el pasado. Últimamente,
no tanto. Lo cual era una mierda. Pero ese no era el punto aquí. El punto
era...—. Y nunca me he enamorado de alguien con quien haya tenido
sexo.
—Porque es solo la puerta —trató de explicar Trick—. Y tú eras
perfectamente feliz holgazaneando en la entrada y no entrando hasta el
fondo.
—Créeme —dije, con un bufido sofocante—. Entré hasta el fondo.
—Oh, por el amor de Dios. No me refería a eso. —Abandonándome,
suspiró y se dejó caer en su asiento.
Me volví hacia los demás. —¿Alguno de ustedes entiende lo que
este imbécil está diciendo?
Página | 226
—Bueno... —Beau se encogió—. Parece que te está diciendo que te
folles a su hermana.
Me giré para mirar a Trick, que se ruborizó y se hundió en la silla.
Levantando las manos, contestó: —Yo, de ninguna manera, lo habría
redactado así.
—¿En serio? —exclamé.
Hizo una mueca. —¿Por qué crees que Julian se largó?
Miré hacia la puerta de la habitación donde había desaparecido el
hermano mayor de Chloe.
—Oh —dije, cuando por fin lo comprendí. Luego, me volví hacia
Trick—. Pero no puedo acostarme con ella antes de saberlo.
Se limitó a resoplar. —¿Cómo crees que alguno de estos hijos de
puta que están sentados a tu alrededor se encontraban seguros de haber
caído? —Hizo un gesto alrededor de la habitación antes de detenerse, su
dedo apuntando a JB—. Mira a tu propio hermano, por el amor de Dios.
¿Crees que J estaba enamorado de Teagan, nuestra Teagan, hasta que
probó algo prohibido? ¿O que Parker estaba comprometido para siempre
con Bella de antemano?
Le eché un vistazo a ambos hombres, solo para verlos agachar
ligeramente la cara, avergonzados, y aclararse discretamente la garganta.
Luego me volví hacia Trick. —Pero Beau estaba enamorado de Bentley
antes...
—Beau es un fenómeno de la naturaleza —cortó Trick—. No mires
a Beau como ejemplo de nada. Y además, te apuesto un montón de dinero
a que se enamoró tanto como lo hizo porque quería tener sexo con ella
más de lo que quería su próximo aliento.
Miré hacia Beau. Abrió la boca como si quisiera negarlo, pero luego
la cerró, dejando que su silencio fuera suficiente admisión al tiempo que
se encogía de hombros tímidamente.
—Por Dios —susurré, mirando a mi alrededor—. Son todos una
pandilla de imbéciles cachondos. —Luego sacudí la cabeza—. Pero no
puedo hacerle eso a Chloe. ¿Y si no funciona? Sería una cagada de
proporciones épicas. Le haría daño. Me niego a hacer nada que pueda
hacerle daño. Estoy tratando de enamorarla y darle algo que realmente
necesita. No hacerle daño.
—Pero eres un hombre —respondió Trick casi con simpatía—. Eres
Luke. Necesitas sexo para llegar a donde quieres estar con ella. Necesitas
atravesar la puerta.
Los demás desviaron la mirada casi con culpabilidad porque
estaban de acuerdo con él.
—¿Hablas en serio? —gruñí—. ¿Creen que tiene razón, idiotas? —
Cuando no dijeron nada, empujé mi silla hacia atrás y me puse de pie,
mirándolos fijamente—. Son un asco. Cada uno de ustedes apesta. ¿Me
oyen? ¡Es Chloe! No voy a utilizarla así.
Página | 227
JB me miró finalmente. —No es utilizarla. El sexo no es solo pasar
un buen rato; es también la máxima expresión física del amor, y es vital
para el tipo de relación que quieres tener con ella.
—Además —añadió Trick—. Es vital para lo que Chloe quiere
contigo.
—Inténtalo... —animó Gracen, haciendo una mueca de dolor
incluso cuando lo decía—. Y verás lo que queremos decir.
—No lo has probado antes con alguien con quien hayas tenido una
conexión emocional —añadió Parker—. Créeme. Es diferente.
—Crees que puedes estar con Chloe, ¿verdad? —preguntó JB,
sinceramente parecía un poco preocupado.
—¡Sí! —espeté, enviándole una mirada fulminante—. Por supuesto
que puedo. Es guapísima y... —Me sonrojé, no quería admitir ante estos
hijos de puta entrometidos lo fácil que podía excitarme—. Ese... no es el
problema —terminé de mal humor—. Es que... pensaba que... ya saben...
que esa parte sería más como tomar el postre después de haber sido un
buen chico y haberme terminado la cena y haber sabido por fin con
certeza que estaba enamorado. Pero todos actúan como si debiera ser el
plato principal.
—Bueno... ¿no debería? —preguntó Trick.
Levanté las cejas porque me gustaba que el sexo fuera importante
en una relación.
Miré a mis chicos. Luego los señalé amenazadoramente con el dedo.
—Si esto sale mal, los culparé a todos ustedes, imbéciles. ¿Me entienden?
—Entonces me agarré la cabeza al darme cuenta—: Oh Dios. Voy a
seducir a Chloe. Que alguien me traiga una maldita copa.
Trick frunció el ceño. —¡Oye! ¿Por qué necesitas estar borracho
para seducirla?
—¡No es por eso! —Lo fulminé con la mirada por semejante
estupidez. Luego resoplé—. Necesito emborracharme para poder olvidar
el hecho de que me dijiste que me follara a tu hermana.
—¡Yo no dije eso! —gritó, empezando a parecer asustado—. Yo
nunca diría eso.
Los demás se rieron, alguien me puso una copa en la mano, y la
noche continuó, sobre todo con Trick negando que alguna vez sugirió que
hiciera algo inapropiado con Chloe mientras los otros nos embriagábamos
juntos, burlándonos aún más de él.

Página | 228
25
Traducido por Jeyly Carstairs
Corregido por Pame .R.

Chloe
Eran más de las dos de la mañana y no podía dormir. Aunque no
era porque tuviera miedo.
Estirándome a través de la cama hacia el otro lado, su lado, agarré
su almohada y la acerqué, hundiendo mi nariz en ella hasta que percibí
una pizca de su olor.
Con un suspiro de alivio, abracé la almohada con fuerza, incluso
mientras me decía a mí misma que debía parar porque iba a borrar su
olor, pero no pude evitarlo. Página | 229
Extrañaba a Luke.
No había mentido sobre controlarme. Él llamó y envió mensajes de
texto todos los días. Varias veces al día. Pero no lo había visto en tres
días, y me estaba matando.
Argh. ¿Cómo había dejado que esto sucediera de nuevo? Sabía que
solo iba a terminar con el corazón roto y los sueños destrozados de nuevo.
¿Por qué no había aprendido una sola maldita cosa desde que tenía
catorce años?
Cuando mi teléfono vibró con un mensaje de texto entrante, mi
ritmo cardíaco se aceleró.
Dios, ¿y si era Luke? ¿Y si tampoco podía dormir? ¿Y si me rogaba
que lo dejara venir ahora mismo porque también me extrañaba? No había
forma de que pudiera decirle que no.
—Por favor, no seas Luke —canté a medida que alcanzaba mi
teléfono en la mesita de noche—. Por favor, no seas Luke.
Miré la pantalla. Decía el nombre de Trick.
Toda la esperanza que había tenido en secreto, deseando que fuera
Luke, se estrelló violentamente contra el interior de mi caja torácica. Y
mi corazón se rompió de nuevo.
Maldita sea.
Limpiándome la cara, me senté y leí el mensaje de mi hermano.
Estoy aquí. A punto de llamar a tu puerta. Por favor, no te
asustes.
—¿Qué? —dije en voz alta, parpadeando ante las palabras justo
antes de que un golpe resonara en mi casa—. Oh… —Se encontraba
aquí—. Mierda.
Me limpié los ojos de nuevo, asegurándome de que estuvieran
secos, y gracias a Dios lo estaban, luego salté de la cama, preguntándome
qué hacía aquí en medio de la maldita noche. Esto tenía que ser bastante
serio.
¿Qué si alguien resultó herido o…? No sé. No podía pensar en una
razón más allá de eso.
Entonces, cuando abrí la puerta de un tirón y vi a mi hermano
parado allí, luchando físicamente para sostener a un Luke demacrado
que se apoyaba pesadamente en él, jadeé, segura de que Luke se
encontraba herido.
—Oh, Dios mío, ¿Qué pasó? —exigí, dando un paso adelante.
Pero entonces Luke levantó la cabeza y me ofreció una gran sonrisa
descuidada. —Oye… —masculló un saludo medio inteligible.
Me detuve en seco, parpadeando hacia él, luego me giré hacia Trick.
—¿Está borracho?
Página | 230
—Sí, lo siento —dijo efusivamente mi hermano—. E insistió en
venir aquí. Quiero decir, él realmente insistió. Pero puedo llevarlo a su
casa. Lo juro.
—No. —Dejé salir un suspiro y me froté la cara cansada—. Está
bien. Solo… tráelo adentro. — Todavía tratando de calmar mi acelerado
corazón, di un paso atrás para dejarlos entrar a los dos.
—Oh, gracias a Dios. ¿Dónde suele dormir? —preguntó mi
hermano en tanto arrastraba al hombre tambaleándose por el umbral—.
¿El sofá?
—No duermo en el sofá, perra —balbuceó Luke, frunciendo el ceño
a Trick, incluso mientras se apoyaba pesadamente contra él.
—El sofá está bien —dije.
Luke jadeó y me envió una mirada traicionada.
—Y no llames perra a mi hermano —lo regañé suavemente.
—Pero está siendo una perra —murmuró con petulancia—. No
quería traerme aquí. Me iba a mantener alejado de ti. —Mirándome, batió
sus pestañas antes de agregar—: ¿Puedes creer esa mierda? No me iba a
dejar verte.
Cuando Trick desenvolvió el brazo de Luke de su hombro y le dio
un empujón firme, el hombre cayó hacia atrás hasta que hundió
pesadamente sobre el sofá.
Entonces, Trick inmediatamente se giró hacia mí. —¿Estás segura
de esto? —preguntó—. Porque puedo llevarlo a casa.
—No. En serio, está bien —aseguré, tocándole el brazo con una
cálida sonrisa antes de fruncir el ceño y decir—: ¿Tienes un moretón en
la mandíbula? —Entrecerré los ojos y me incliné más cerca—. Tienes la
mandíbula magullada. ¿Qué diablos te pasó?
Resopló al mismo tiempo que entrecerraba los ojos más allá de mí
hacia el sofá. —Pregúntale al borracho.
Me giré hacia Luke. —¿Golpeaste a mi hermano?
Me dedicó gran sonrisa loca y admitió abiertamente: —Tan fuerte
como pude.
—¡¿Qué?! ¿Por qué? —farfullé.
Solo se encogió de hombros como si pensara que su razonamiento
debería ser obvio. —Porque me mantuvo alejado de ti durante más de
una docena de años.
Me giré hacia Trick, esperando una mejor explicación que esa, pero
él también se encogió de hombros.
—Oh, cielos —murmuré y volví a centrar mi atención en el nuevo
paciente al que cuidaría hasta que se desmayara. Con un suspiro, puse
mis manos en mis caderas antes de sacudir la cabeza con tristeza—.
Parece que ustedes dos tuvieron una buena noche.
Página | 231
Luke me miró con otra sonrisa, solo para que se transformara en
una mueca adormilada.
—Apestó, en realidad —informó—. Y tu plan de mostrarme cuánto
amo ser soltero fracasó, por cierto. Fracasó espectacularmente, Creo que
estoy más decidido a establecerme ahora más que nunca. He terminado
con la vida de soltero. No más. Es… es tan patética. Quiero casarme.
Quiero casarme contigo.
—Tal vez debería llevarlo a casa —intervino Trick.
Lo miré, y algo en su expresión me dijo que realmente no quería
lidiar más con el borracho, además, secretamente quería a Luke aquí,
incluso si se hallaba en este estado, así que suspiré y sacudí la cabeza.
—Él está bastante lejos. Apuesto a que solo le quedan cinco minutos más,
si acaso, antes de que se desmaye. Adelante, déjalo.
Trick me envió una sonrisa agradecida. —Bien, entonces. Eres
mejor persona que yo.
O una codiciosa, no dije en voz alta.
Inclinándome, bese la mejilla de mi hermano.
—Vete a casa. Duerme un poco. Tengo esto.
Desde el sofá, Luke nos frunció el ceño. —Oye —se quejó—. ¿Por
qué él recibe un beso? Me mantuvo alejado de ti. Quiero un beso. ¿Por
qué no puedo recibir un beso?
Trick levantó las cejas hacia mí. —Sí… Diviértete con eso.
Rodé los ojos y empujé su brazo. —Conduce con cuidado.
—Lo haré —se alejó y me señalo, sonriendo—. Te amo, hermana.
Llama si necesitas algo. —Cuando sus cejas se levantaron de forma
significativa, puse los ojos en blanco y resoplé.
—Lo haré —le repetí, luego me giré con cansancio hacia Luke,
preguntándome si sería capaz de soportar su peso si tuviera que llevarlo
al baño para vomitar.
Trick salió de la casa, y cuando la puerta se cerró detrás de él,
suspiré y puse las manos en mis caderas, sacudiendo mi cabeza mientras
Luke seguía sonriéndome.
Bueno, lo había estado extrañando y deseando que estuviera aquí.
Esto no era exactamente lo que tenía en mente, pero los mendigos no
podían elegir, supuse.
Y oye, al menos Trick no había hecho que tuviera sexo como temía
que lo hiciera.
Mi interior instantáneamente se iluminó con ese pensamiento.
—Voy a traerte un poco de agua y un bote de basura para vomitar
si lo necesitas —dije y comencé a alejarme.
Pero Luke agarró mi mano. —Oye.
Hice una pausa y me di la vuelta, levantando las cejas con Página | 232
curiosidad. —¿Sí?
—Te perdono —dijo, asintiendo solemnemente.
Sacudiendo la cabeza, fruncí el ceño, confundida. —¿Me perdonas?
¿Por qué?
—Te perdono —repitió antes de agregar—. Por intentar que tenga
sexo con otra persona esta noche.
—Yo no… ¿Qué? —Parpadeé repetidamente, segura de que estaba
escuchando mal las cosas—. Eso no es en absoluto… ¿Es eso lo que Trick
te dijo que yo quería? —exigí.
—No… —Frunció el ceño como si no estuviera seguro de haber
dado la respuesta correcta. Luego levantó un dedo—. Pero fue bastante
obvio después de que logré que admitiera que tú le pediste que me
invitara a salir con él. Fue como bam… ella está tratando de sabotear mi
misión. Pero fallaste. —Alardeó borracho mientras señalaba con el dedo
en mi dirección—. Tú. Fallaste. La única persona con la que quiero tener
sexo eres tú. Ni siquiera miré a otra mujer esta noche. Así que, ja. Yo
gano. Tú pierdes.
—¿Quieres tener sexo conmigo? —pregunté, convencida de que no
tenía idea de lo que decía.
—Sí —respondió, asintiendo con la cabeza—. Solo tú. Te quiero a
ti, Chloe Ryan Hamilton.
—Está bien… —murmuré y dejé escapar un gran suspiro—. Ahora
sé que has superado tu límite.
—Tienes razón, lo hice —estuvo de acuerdo rotundamente en tanto
tiraba de mi mano, tratando de que me sentara en el sofá con él, pero me
resistí—. Realmente lo hice. Mi límite está, como, justo aquí. —Levantó
una mano en el aire como si estuviera midiendo la altura de algo—. Pero
estoy aquí. —Su mano subió más.
—Quiero decir, no puedo hacer esto por mucho más tiempo —
insistió—. No puedo. He sido amable, educado y he hecho lo correcto. Me
despertaba todas las mañanas con tu trasero, tu jodidamente perfecto,
suave y curvilíneo trasero, estrellándose contra mi polla dura y dolorida,
y no hice nada al respecto porque todavía te estabas recuperando y esa
mierda, y habría estado jodido y mal de mi parte si me hubiera pegado
contra ti y deslizado mi mano entre tus muslos. Dios. Resistirte fue pura
tortura. Merezco un maldito premio por no atacarte físicamente todas las
mañanas. Pero ya no puedo más. Simplemente no puedo. Estoy por
encima de mi límite de control.
Apreté sus dedos como si simpatizara con él, luego los liberé y le
aseguré: —Bueno, no tienes que preocuparte por eso ahora. Porque ya
no dormimos juntos. ¿Recuerdas?
Arrugó la cara en un puchero. —Y eso es otra cosa. Quiero volver
a casa. Ya no me gusta mi casa. No es mi hogar. Esta es mi casa. Tú eres
mi hogar. Quiero volver. Y tener sexo contigo. Tanto sexo que no puedas Página | 233
caminar bien durante una maldita semana. No… por un mes. Así que
vamos, por favor, Chloe… por favor. Deja de alejarme y déjame volver a
casa.
Volvió a tomar mi mano, pero di un paso atrás y levanté los dedos
fuera de su alcance para que no pudiera atraparme.
Con un gemido, cayó de bruces sobre mis cojines.
Lo miré boquiabierta, ya no sintiéndome tan desdeñosa por sus
divagaciones de borracho porque estaba siendo extrañamente específico
sobre exactamente cuánto me deseaba, y comenzó a sentirse un poco
real.
Oh Dios.
¿Y si Luke realmente me deseaba?
Ahí es donde terminaría. Podría discutir con casi cualquier cosa
que dijera, pero si intentara algo físico conmigo, como, por ejemplo,
besarme, estaría fuera de combate. Me tendría justo donde me quería.
Sería masilla en sus manos.
—Solamente quiero sexo… —balbuceó adormilado y cerró los ojos,
retorciéndose un poco en el sofá para ponerse cómodo.
Lo observé acostado allí durante unos buenos treinta segundos
antes de que un suave ronquido saliera de él. Entonces exhalé un
suspiro.
—Gracias a Dios.
Honestamente, no me encontraba segura de cuántas charlas más
sobre sexo podría soportar.
Me alegró no tener que averiguarlo, sacudí la cabeza y me incliné
para quitarle los zapatos. Luego puse sus pies descalzos sobre los cojines
del sofá, me aseguré de que el resto de él pareciera estar en una posición
lo suficientemente cómoda y lo cubrí con una manta que había colocado
sobre el respaldo del sofá.
—Yo también quiero tener sexo contigo —le dije suavemente
mientras tocaba su cabello. Luego, me di la vuelta y volví a mi habitación.
A partir de ahí, pude conciliar el sueño mucho más fácilmente de
lo que pensé que sería capaz de hacerlo.
Pero simplemente saber que Luke y yo volvíamos a estar juntos
bajo el mismo techo aparentemente era todo lo que necesitaba.
Maldita sea. Me hallaba en problemas.

Página | 234
26
Traducido por Julie & Lisseth
Corregido por Pame .R.

Chloe
A la mañana siguiente, me desperté más descansada de lo que
había estado en días. Como si fuera la mañana de Navidad, salí de la
cama y caminé de puntillas por la casa, apresurándome hacia el salón
como si estuviera ansiosa por ver cuántos regalos dejaron bajo el árbol.
Pero en lugar de regalos brillantes y envueltos, encontré a un
hombre semidesnudo desmayado en mi sofá, con una pierna y un brazo
colgando y rozando el suelo. Debió de tener calor en algún momento de
la noche y se quitó la manta antes de quitarse la camisa, porque ambas
se hallaban arrugadas no lejos de sus zapatos, dejando a la vista su Página | 235
gloriosa espalda desnuda.
Se me hizo un nudo en el estómago y solté un suspiro antes de
acercarme silenciosamente de puntillas.
Había pasado muchas mañanas deseando despertarme antes que
él para verlo dormir a mi lado, y la mayoría de las veces se despertaba
antes que yo. Pero hoy no. Conteniendo la respiración, estiré la mano y
apenas toqué un mechón de pelo oscuro que sobresalía en un ángulo
extraño de su cuero cabelludo. La cama le dejaba el pelo hecho un
desastre.
Y me encantaba. Me dolían los dedos por hurgar en cada mechón
que tenía.
Me agaché a su lado hasta que estuvimos casi a la altura de sus
ojos. Tenía la cara inclinada hacia mí, los ojos cerrados y la boca abierta.
Sonreí afectuosamente y cedí a un antojo más de rozar apenas con un
dedo su ceja, y luego retiré la mano, abrazándola contra mi pecho.
Realmente amaba a este hombre.
Lo había intentado con todas mis fuerzas. Pasé años diciéndome a
mí misma que lo odiaba, más de una década decidida a seguir adelante,
empeñada en encontrar el amor en otra parte, negando rotundamente lo
que siempre me hizo sentir. Pero no había funcionado.
No importaba a dónde mirara, lo que hiciera o hacia quién me
dirigiera, éste era el hombre que quería.
Y ni siquiera estoy segura de por qué. Podía ser inmaduro y grosero.
Carecía de mucha sofisticación y apenas tenía aristas suaves. La mayoría
de las veces me provocaba una ira irracional y había dicho cosas que
calaron hondo.
Pero debajo de todo eso, era un buen hombre. Tenía un buen
corazón. Era fiable y seguro; siempre estaría a mi lado si lo necesitaba.
Amaba a mi familia y ya era uno de ellos. Era mi alma y mi corazón, y
estaba más en sintonía con él cuando entraba en una habitación que con
cualquier otra cosa en el mundo. Además, podía ser muy divertido y hacía
que mis partes femeninas se estremecieran como nunca lo había hecho
nadie.
Era el norte de mi brújula.
Podía luchar contra eso todo lo que quisiera, pero no cambiaría la
verdad.
Lo amaba. Y nunca amaría a nadie como lo amaba a él.
Se me llenaron los ojos de lágrimas.
Eso era todo. Iba a envejecer sola y nunca sentaría la cabeza con
nadie, ¿verdad? Porque amaba a un hombre que no podía
corresponderme, y ya no podía fingir que podía encontrar compañía en
nadie más. Página | 236

La pérdida me invadió en una oleada vertiginosa. Sentía que mi


futuro se encontraba condenado.
Me tapé la boca, me levanté en silencio y lo dejé durmiendo
mientras intentaba hacer las paces con la soledad.
De vuelta en mi habitación, recogí algo de ropa para el día, entré
en el cuarto de baño y cerré la puerta tras de mí. Allí, lloré en la ducha
durante un rato, permitiéndome llorar la pérdida de todo lo que siempre
deseé.
Luego me puse mis metafóricas bragas de chica grande y cerré el
grifo. Me peiné con mucho cuidado, rizándome y peinándome a la
perfección. Luego me puse joyas elegantes e iba a aplicarme loción y
spray corporal antes de darme cuenta de que la fragancia que quería
ponerme se encontraba en la cómoda de mi habitación. Así que me vestí
y abrí la puerta, solo para gritar de sorpresa.
—¡Dios mío! —Agarrándome el corazón, parpadeé al ver al hombre
tirado en mi cama, con la espalda apoyada en el cabecero y las piernas
estiradas delante de él—. ¿Qué haces?
—Esperaba que salieras —respondió Luke con facilidad. Luego
recogió un vaso de la mesita de noche y lo levantó como si fuera a
brindar—. Gracias por el agua, por cierto.
—Mmm —respondí y procedí a ignorarlo mientras iba al tocador a
buscar la loción que quería.
—No tengo ni idea de cómo llegué aquí anoche —me dijo desde la
cama.
—Trick te dejó aquí —dije, frunciendo el ceño cuando pude hallar
todos los olores menos el que yo quería.
Esto se convertía en el lema de mi vida, lo juro. Nunca iba a
conseguir lo que más quería.
—¿Trick? —repitió sorprendido—. ¿Tu hermano te dejó a un
borracho tambaleante para que lo cuidaras? Qué amable —murmuró con
sarcasmo.
Me encogí de hombros, dándole la espalda. —Bueno, al parecer, le
rogaste hasta que finalmente cedió.
Bufó. —Seguro que sí.
Sin entender el tono irónico de su voz, miré por encima del hombro.
Me envió una mueca de disculpa.
—No fui demasiado desagradable, ¿verdad?
—Apenas. —Me encogí de hombros con desdén—. No fue nada que
no pudiera manejar. —Al volverme, por fin encontré la loción que había
estado buscando. La quité de entre las demás y me la apliqué en los
brazos—. Te desmayaste en los primeros dos minutos, así que no tuve Página | 237
que hacer mucho sinceramente. ¿Cómo está tu cabeza esta mañana?
Cuando me volví hacia él y levanté las cejas con curiosidad, se
encogió de hombros y me recorrió con la mirada.
—Es soportable. Encontré algunos analgésicos en tu cocina. ¿Vas
a algún sitio?
—Estaba pensando en conducir hasta el trabajo y pedirle a mi jefe
que acorte mi licencia. Me estoy volviendo loca y quiero volver al estudio.
Quiero decir, si hallar el amor y construir una familia con alguien
ya no formaba parte de mi futuro, bien podría centrarme únicamente en
mi carrera, ¿verdad?
—Hmm —murmuró Luke distraídamente mientras me veía
levantar el pie para ponerlo en el extremo de la cama y poder aplicarme
loción en la pierna—. Oye, pásame ese frasco, ¿quieres?
Hice una pausa y miré hacia él. —¿Quieres... mi loción? ¿Ahora?
Asintió. —Sí.
—Eh... —Encogiéndome de hombros, se la lancé al otro lado de la
habitación—. De acuerdo.
La agarró con una mano y sonrió sugerentemente antes de moverse
hasta el extremo de la cama y abrir la tapa de un tirón mientras se
sentaba con los muslos a ambos lados de mi pie. —Gracias. —Luego me
miró y se me cayó el estómago—. ¿Crees que tu jefe te dejará volver antes?
Cuando llenó la palma de su mano con una gota de crema blanca,
mi mirada se posó en sus dedos. Tragué saliva al ver cómo se frotaba las
manos para calentar la loción.
—Es-espero —murmuré mientras lo miraba a los ojos, solo para
descubrir que me devolvía la mirada. Su expresión intencionada me
revolvió el estómago—. No pienso aceptar un no por respuesta —añadí,
apenas oyéndome hablar.
Frunció los labios en señal de aprobación. —Bien. Nunca debes
aceptar un no por respuesta cuando realmente quieres algo. —Y cerró la
botella de loción con un chasquido antes de tirarla sobre las mantas
arrugadas que tenía a su lado.
—¿Qué...? —Me lamí los labios repentinamente secos en tanto él
me rodeaba el tobillo con sus manos resbaladizas y llenas de crema—.
¿Qué haces?
Soltó una risita ronca. —Me puse celoso porque te estabas
divirtiendo aplicándote esta mierda en la piel. Pensé que era mi turno. —
Se llevó las manos a la nariz, inhaló brevemente y cerró los ojos—. Flor
de cerezo japonés —murmuró con un suspiro melancólico antes de
rozarme la pantorrilla—. Tu favorito.
Tragué grueso y me quedé boquiabierta mirando por encima de su Página | 238
cabeza.
—Me preguntaba... —dijo en tono de conversación a medida que
me acariciaba la rodilla con fuerza.
—¿Mmhmm? —pregunté, con las manos en los costados para
evitar alcanzar todo ese cabello espeso y despeinado con el que me
tentaba y no dejar que mis ojos se me pusieran en blanco—. ¿Qué cosa?
—Después de tu secuestro... —empezó, solo para detenerse y
mirarme a la cara cuando me estremecí al mencionar el tema.
Lo miré con desconfianza, preguntándome a qué jugaba.
—¿Qué pasa con eso? —pregunté, con la voz un poco dura.
—¿Te asustó y te alejó del sexo? —preguntó sin rodeos, haciendo
que mi cuerpo se sobresaltara de nuevo bajo sus dedos. Su mano me
rodeó la pierna, justo por encima de la rodilla, como si quisiera
sostenerme y recordarme que estaba a salvo. Pero entonces insistió—. Me
refiero... ¿la idea de la intimidad te asusta ahora?
Definitivamente no me asustaba en ese momento.
—Yo... No. Estoy bien —dije.
En serio, con sus manos sobre mí así, el sexo parecía lo último que
me asustaba.
—¿En serio? Bien. —Sonrió y dirigió su atención a mi otra pierna,
subiendo por la pantorrilla, desde el tobillo hasta la rodilla—. ¿Qué
opinas del sexo? —me preguntó conversacionalmente—. En general.
Parpadeé, confundida por sus preguntas serias bajo este trato
físico casi íntimo. —¿En general? —repetí.
—Sí. —Extendió una mano y la devolvió a mi pierna justo al llegar
a la rodilla—. ¿En general tienes sentimientos positivos o negativos al
respecto?
—¿Quieres saber si me gusta el sexo? —pregunté sin rodeos.
Hizo una pausa y levantó la vista. —Exacto.
—Eh... —Me encogí de hombros—. Sí. Supongo que normalmente
me gusta... —Entonces sentí que debía añadir—: Con la pareja adecuada,
por supuesto.
—Por supuesto —aceptó de buena gana, solo para asentir—. Eso
está bien. Me alegro de que no te haya quitado eso. —Cuando su mirada
se posó en mi camiseta, me di cuenta de que mis pezones estaban duros
y asomaban por la parte delantera de la blusa.
Me sonrojé, deseando poder ocultar lo que pasaba. Quise cubrirme
el pecho con las manos, pero él ya lo había visto todo. No tenía sentido
ahora y, además, no quería que supiera que yo sabía lo que él sabía...
Si eso tenía algún sentido.
Página | 239
—Me alegro de que te guste el sexo —añadió con voz ronca justo
cuando su mano se deslizó por encima de mi rodilla y subió por la parte
exterior de mi muslo hasta que apenas desapareció bajo el dobladillo de
mi vestido.
Jadeando, le bajé las manos de un manotazo y retrocedí,
alejándome de él. —¿Qué estás...? ¿Sigues borracho?
—Ni siquiera un poco. —Volvió a sentarse sobre las manos que
apoyaba en el colchón justo detrás de él—. Estoy tan sobrio como un mal
chiste, y tengo el dolor de cabeza para demostrarlo.
Sacudí la cabeza. —Entonces, ¿qué demonios crees que estás
haciendo?
Se encogió de hombros con soltura. —Solo intentaba algo. —
Enviándome una sonrisa atractiva, preguntó—: ¿Quieres intentar algo
conmigo?
—¡No! —grité, retrocediendo unos cuantos metros para ganar más
espacio entre nosotros y alisando mi falda, a pesar de que no necesitaba
ser alisada en absoluto—. No seas loco. Si solo quieres sexo…
—Entonces tengo una mano perfectamente fácil y sin dificultades
para usar —finalizó—. Sí, lo sé. Lo que estoy diciendo es que quiero tener
sexo contigo. Chloe... —Su voz tembló un poco, lo que me sobresaltó. Se
tomó un momento para sentarse erguido y llevar las manos a su regazo,
al que miró brevemente. Cuando le temblaron los dedos, los cerró en un
puño y levantó la cara.
—No me lo estoy tomando a la ligera, lo juro. —Me dijo, sus ojos
implorándome que le diera una oportunidad—. Y estoy tan nervioso como
el infierno. No quiero hacer nada para lastimarte. Prefiero cortarme la
garganta antes que causarte dolor. Yo solo... —Hizo una mueca—.
¿Tienes alguna idea de lo importante que eres para mí?
Negué con la cabeza lentamente, sintiéndome extrañamente
ansiosa como si algo grande estuviera a punto de suceder.
—Bueno, lo eres —juró—. Diablos, actualmente, estás a la altura
de mi mamá. Mi mamá, quien ha sido mi número uno desde el día que
nací. Y es por eso que necesito hacer esto. Así lo sabré... ¿Sabes? —
Levantó las cejas hacia mí, esperando que pudiera entender lo que no
estaba diciendo. Luego susurró—: ¿No quieres saber?
Tragué saliva y negué con la cabeza levemente. —¿Saber qué?
—¿Qué está pasando entre nosotros? —respondió—. Porque algo
ha cambiado. Cuando decidiste que ya no tenía que quedarme a dormir,
eso… —Dejó escapar un largo suspiro y sacudió la cabeza como si
necesitara un momento para recuperarse. Luego presionó una mano
contra su corazón—. Eso me dolió. He estado perdido desde entonces, y
nada se siente bien a menos que yo... —Apretando sus labios, no dijo
nada más. Su garganta se movió cuando tragó. Después agregó—: La
verdad, ya ni siquiera se siente como mi hogar allí. Yo solo... Todo dentro Página | 240
de mí dice que pertenezco aquí. Contigo. Y quiero estar aquí, todo el
tiempo. Así que realmente espero que estés dispuesta a probar esto
conmigo.
—Dios —gemí—. Mi papá realmente se metió en tu…
—Olvídate de tu papá —gruñó con seriedad, sin dejar de mirarme
con esos ojos muy azules—. Esto no tiene nada que ver con él o con lo
que me pidió que hiciera. Este soy yo. Y quiero saber qué significa todo
esto. Necesito saber.
—¿Y crees que el sexo va a tener todas las respuestas? —Lo desafié
acaloradamente.
Asintió una vez. —Sí, quizás. —Sus ojos estaban muy abiertos por
la preocupación y el miedo mezclados con un poco de incertidumbre—.
Estoy dispuesto a intentarlo, de todos modos, porque lo único que sé con
certeza es que te deseo. Te deseo tanto que está bloqueando todo lo
demás. —Levantándose lentamente, preguntó—: ¿Quieres que vuelva?
¿Al menos un poco?
—Yo...
Oh Dios. No había forma de que pudiera admitir cuánto lo quería
de vuelta. Pero tampoco había manera de que pudiera mentir y decir que
no.
Sus labios se estiraron con una sonrisa secreta de conocimiento
masculino, como si supiera que me tenía justo donde me quería.
Y así, toda la tímida incertidumbre que había visto en él momentos
antes se desvaneció. Sus ojos se llenaron de conciencia sexual. Un
depredador aferrado a su presa.
—Entonces, esto está sucediendo —dijo, acercándose lentamente
hacia mí—. Porque no me rendiré hasta que digas que sí.
Una vez que me alcanzó, se detuvo y se cernió sobre mí antes de
inclinar sus labios junto a mi oído. —Resistirse no tiene sentido.
Respiré con un estremecimiento y lo observé; mis rodillas se
debilitaron y la humedad se acumuló entre mis piernas.
Sus dientes brillaron con una sonrisa lobuna. —Seguro que tus
pezones no me dicen que no. —Los miró con audacia y se chupó el labio
inferior entre los dientes—. ¿Es hoy el día en que finalmente puedo
probarlos?
—Luke… —grazné, demasiado asustada para dejarlo continuar con
su seducción verbal.
Pero tenía más miedo de hacerlo parar. Porque... ¿y si esta era la
única oportunidad que tenía de estar con él?
Ya me hallaba resignada a mi destino de nunca llegar a compartir
mi vida con alguien que realmente me amara. ¿Por qué no podía tener
Página | 241
esta única vez con Luke para ayudarme a través de todas mis futuras
noches solitarias? Él podría ser mi recuerdo favorito.
Tragué saliva y su mirada bajó a mi garganta, leyendo mi tentación.
Asintió y me sonrió casi con tristeza. —Toma dos —murmuró—.
Intentemos esto de nuevo.
Y lentamente se puso de rodillas ante mí. Mantuvimos el contacto
visual todo el camino hasta que estuvo completamente arrodillado en el
suelo y me miró en una posición subordinada que me pareció más
dominante que cualquier cosa que hubiera experimentado antes.
Exhalé con dureza, demasiado nerviosa para moverme.
—Voy a tocar tu tobillo. —Me advirtió, sin apartar sus ojos de los
míos en tanto su mano se extendía a ciegas y encontraba exactamente lo
que buscaba. Su toque fue suave, sus dedos cálidos y tiernos, y aun así
salté en el momento en que hizo contacto.
Su mirada era intensa y vigilante, midiendo cada reacción que
tenía.
—Está bien —me dijo, pasando los pulgares sobre las cicatrices
invisibles que quedaron allí de las esposas de Dax. Entonces, subió su
sanador toque a mi pantorrilla.
Extendí la mano y agarré el borde de mi tocador que estaba cerca,
ya débil en las rodillas. Mi pecho se encontraba agitado y mi garganta
estaba trabajando mientras miraba a los ojos azules de Luke.
—Todo va a estar bien —me aseguró, su voz modulada y cautelosa,
hablándome a través de mi ansiedad.
Le envié un tembloroso asentimiento, y la sonrisa que floreció en
su rostro esparció un calor ardiente a través de mi abdomen. Luego, me
rodeó por completo con sus brazos y abrazó mis muslos, presionando su
mejilla contra mi estómago al mismo tiempo que me abrazaba.
Me mantuvo ahí por un minuto hasta que levanté mi mano
vacilante y toqué su cabello. Cuando apenas lo toqué, miró hacia arriba.
—Gracias —articuló la palabra, y luego continuó mirándome
mientras sus manos se deslizaban por la parte posterior de mis muslos,
debajo de mi vestido, donde ahuecó mi trasero a través de mis bragas.
Con fuerza.
Respiré sobresaltada.
Sus ojos sostuvieron los míos a medida que movía lentamente su
dedo debajo del algodón para encontrar la piel desnuda. Un medio
gemido, medio sollozo escapó de mi garganta, y me agarré a sus hombros,
necesitando apoyo.
Con una sonrisa llena de victoria, comenzó a bajar mis bragas por
mis piernas. Página | 242

Simplemente lo observé, tratando de mantener mi respiración


regulada y que mis rodillas no cediesen por completo.
Una vez que tiró de la tela alrededor de mis tobillos, salí de ellas y
luego tuve que morderme el labio cuando se llevó la tela a la nariz e
inhaló.
—Maldita sea, huele como el cielo.
Lo siguiente que supe fue que estaba de vuelta en el dobladillo de
mi vestido, pero en lugar de deslizar sus manos por debajo, levantó todo
el dobladillo.
Gemí.
Ya sin mirar mi expresión, dirigió su mirada a lo que estaba
exponiendo debajo. En el momento en que quitó la falda de mi vestido de
su camino, se detuvo y miró fijamente, examinando mi coño.
—Hermosa, carajo —susurró y se inclinó para presionar su boca
contra mí.
Me sacudí con sorpresa y luego grité cuando su lengua se deslizó
para presionar entre mis pliegues húmedos y doloridos.
—¡Oh Dios! —Mis dedos se levantaron de sus hombros a su cabeza,
donde le agarré el pelo. Mientras tanto, lamía y golpeaba juguetonamente
mi piel sensible e hinchada—. Luke...
Gruñó con un sonido hambriento y movió su boca más fuerte
contra mí, agarrando la parte posterior de mis muslos, y luego metió su
lengua en mi interior.
—Umm… —jadeé y vi estrellas. Mis piernas se sentían como fideos.
No iba a lograrlo, de pie aquí mientras él... mientras él...—. Luke —jadeé,
palmeando su hombro con urgencia—. Luke, no puedo… no puedo…
Se separó para mirarme, sus labios brillantes por mi humedad.
—¿Cama? —pregunté, respirando con dificultad y bastante segura
de que no podría articular otra palabra si tuviera que hacerlo.
Sonrió grande. —Sí, señora. —Sin problemas con sus rodillas, saltó
y se puso de pie antes de tomarme en sus brazos y llevarme a la cama.
Me colocó sobre mi espalda, mi cabeza acomodada entre las almohadas.
Luego se subió al colchón conmigo, flotando sobre mí en sus rodillas.
Su mirada brillaba con triunfo y sus labios parecían no poder dejar
de sonreír. —Ahora, ¿dónde estábamos? —Levantando una ceja, atrapó
el dobladillo de mi vestido entre dos dedos y preguntó—: ¿Aquí?
Me mordí el labio de nuevo y asentí, mi pecho palpitante con
anticipación. Luego, agarré un puñado de mantas debajo de mí y dejé
que mi cabeza se arqueara hacia atrás en cuanto comenzó a levantarme
el vestido una vez más.
Solo para que mi teléfono suene en mi mesita de noche.
Página | 243
Exhalé rápidamente y lo miré, rogándole en silencio que se callara.
—Vale —me dijo Luke. Como todavía se encontraba arrodillado y
erguido sobre mí, le resultó fácil mirar y comprobar quién era la persona
que llamaba—. Es solo...
Esperaba que nombrara a algún miembro de la familia para que
pudiéramos ignorarlo juntos, pero cuando hizo una pausa y parpadeó sin
comprender, dije con voz áspera: —¿Qué? ¿Quién es?
Me miró con una mirada incrédula. —¿Quién diablos es Logan?
27
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.

Luke
—¡Ooh!
Olvidándose de mi existencia, Chloe se abalanzó sobre mí para
agarrar el teléfono de la mesita antes de que volviera a sonar.
—¿Hola? —dijo sin aliento al tiempo que se sentaba en la cama—.
Hola... —Su sonrisa parecía totalmente genuina y acogedora y se
apresuró a deslizar la mano que tenía libre por el vestido para cubrirse
de nuevo antes de estirar los dedos para peinarse el pelo, como si tuviera
a aquel tipo delante y quisiera estar linda para él. Página | 244
—Sí, no —le dijo a su interlocutor (una persona llamada Logan de
la que nunca había oído hablar) con una risa divertida—. No has
interrumpido nada. Puedo hablar.
Mis cejas se alzaron hasta el cielo, y ladeé la cabeza hacia ella,
interesado en oír cómo pensaba que el hecho de que yo intentara
comérmela no era nada y merecía una interrupción para poder hablar
con Logan en su lugar.
Pero lo único que hizo Chloe fue lanzarme una mirada ligeramente
irritada por escuchar abiertamente su parte de la conversación, y se bajó
de la cama antes de correr hacia la puerta para poder hablar con Logan
en el pasillo. Lejos de mí.
Me quedé con la boca abierta.
Porque maldita sea... ¿Quién era ese hombre?
Su voz se fue apagando a medida que hablaba, como si estuviera
bajando el tono a propósito solo para que yo no pudiera oír lo que decía.
Seguí sentado en la cama y observando la puerta vacía,
preguntándome por qué valía la pena abandonarme por ese tal Logan.
Como si yo no importara.
Un sabor desagradable subió por mi garganta. Me encontraba
seguro de que eran celos, pero me negaba a admitirlo. Haciendo fuerza
con los oídos, pude distinguir las frases: “No, está bien. Tengo...” y
“gracias por llamar”, pero eso fue todo.
Un momento después, Chloe apareció de nuevo en la puerta, con
el teléfono a un lado y ya no junto a la oreja.
Parecía sorprendida de encontrarme todavía sentado en su cama,
donde me había dejado.
Alcé las cejas con curiosidad.
Pero lo único que hizo fue vacilar un paso, aclararse la garganta y
bajar la mirada antes de dar otro paso adelante y dirigirse a la mesita de
noche para dejar el teléfono.
Permaneció de pie junto a la cama y finalmente se giró hacia mí,
donde la esperaba expectante.
—Ese era, eh... —Cuando hizo una pausa para pasarse una mano
por el pelo y metérselo detrás de la oreja, los celos me apretaron aún más
por dentro.
Pero Dios, ni siquiera podía hablar de ese tipo sin jugar con su pelo.
Le gustaba.
—Logan —dije por ella, con voz dura y amarga—. Sí, entendí esa
parte. —Lo que no sabía era quién demonios era Logan y por qué era
digno de mención.
Cuando no dijo nada, me rasqué irritado detrás de la oreja y cedí a Página | 245
la tentación, preguntando—: ¿Y quién es Logan exactamente?
—Oh, él es solo... —No se le ocurría una buena explicación, así que
suspiró y me miró a los ojos—. En realidad, es el chico con el que había
quedado para cenar la noche que me secuestraron.
—¿En serio? —Mis cejas se alzaron, sorprendido ante aquella
revelación.
Francamente, había olvidado que se arregló para quedar con otro
tipo aquella noche. Supuse que era una primera cita, ya que aún no había
oído nada a través de la fábrica de rumores de la familia. Pero tal vez me
equivoqué.
Pero... Si ese era el caso, ¿dónde demonios había estado desde
aquella noche? Porque seguro que no había venido a ver cómo estaba.
Aunque...
La preocupación me apretó el estómago.
Yo tampoco había estado aquí las últimas noches. ¿Y si me echó
para que él pudiera venir?
De repente, no podía respirar tan bien.
Tragando grueso y tratando de no perder la cabeza (porque sentía
como si toda mi vida se estuviera desmoronando a mi alrededor) asentí.
—Y... ¿él sabe por qué tuviste que dejarlo plantado esa noche? ¿La
verdadera razón? —pregunté.
Chloe dudó y luego asintió. —En realidad, sí. Irónicamente, trabaja
para la policía. Así que leyó los informes sobre mí cuando volvió al trabajo
al día siguiente. De hecho, fue él quien me ayudó a conseguir la orden de
alejamiento. Así que sí... Lo sabe todo.
Por alguna razón, me dolió más escuchar eso. Se suponía que yo
era quien lo sabía todo, con quien compartía su trauma. Se suponía que
el único.
Pero yo solo era el que le había roto el corazón tantas veces a lo
largo de los años que tuvo que obligarse a odiarme para poder superarme.
Intenté tragarme el nudo que tenía en la garganta, pero no cedió.
—Ha venido a verme de vez en cuando para asegurarse de que estoy
bien —añadió tímidamente, jugueteando con las manos como si estuviera
nerviosa.
Y estallé, incapaz de controlar la irritación que crecía en mi interior.
—No —espeté—. Yo vengo a ver si estás bien.
Enarcó una ceja con una mirada arqueada. —Sí. Y mi madre, mi
padre, todos mis hermanos también lo hacen, además de todos los demás
miembros de la familia. ¿Por qué importa si una persona más también lo
hace?
—Sabes... —murmuré pétreamente, sintiéndome un intruso en su
vida con Logan—. Tienes razón. Supongo que no importa.
Página | 246
Pero tampoco podía quedarme aquí sentado ni un momento más
por él y sus comprobaciones.
Sacudiendo la cabeza, exhalé un suspiro desinflado y me deslicé de
la cama para dirigirme a la puerta, necesitado de espacio y aire.
—Espera. ¿Adónde vas? —gritó detrás de mí.
—No lo sé —murmuré, pasándome las manos por el pelo.
Salí disparado de su habitación y me hallaba a mitad de camino
por el pasillo antes de que ella dijera desde detrás de mí: —Bueno,
supongo que eso lo responde por mí.
Me detuve y me giré para apoyar la espalda contra una de las
paredes del pasillo antes de mirarla y encontrarla de pie en la puerta de
su habitación, abrazándose a sí misma como si acabaran de hacerle
daño.
—¿Qué quieres decir? —le pregunté.
Resopló con amargura y movió los brazos hacia el pasillo.
—Has estado todo este tiempo intentando demostrar que querías
empezar algo conmigo. Pero, sinceramente, solo querías que mi padre se
sintiera orgulloso. Querías ser el chico bueno que daba un paso adelante.
Simplemente no querías fracasar en algo que empezaste. En realidad, te
importa una mierda estar conmigo.
Sacudí la cabeza, completamente perdido. —¿Qué?
—Es igual que con Lucy —despotricó.
Y fue mi turno de resoplar. —Esto no se parece en nada a Lucy.
—Estabas ansioso y entusiasmado por intervenir y ayudarla
cuando creías que lo necesitaba. Pero en cuanto viste que Vaughn estaba
ahí para ella, abandonaste la idea como una papa caliente y te echaste
atrás sin miramientos. Igual que estás haciendo ahora porque alguien a
quien ni siquiera conoces llamado Logan llamó a mi teléfono.
Me reí con dureza. —Eso no es en absoluto lo que está pasando.
—Y lo más gracioso es que Logan y yo no somos nada. Ni siquiera
he tenido una cita con él, y no tenemos planes ni promesas de tener otra.
Pero eso no te importa, ¿verdad? Ahora mismo no puedes llegar a la
puerta lo bastante rápido porque Chloe ya no te necesita para cada
respiro que da.
—Mentira —dije—. La única razón por la que estoy en este pasillo
ahora mismo y no en esa habitación con mi cabeza dentro de tu falda...
—dije, levantando la voz más de lo necesario—. Es para no decir cosas
horribles y desagradables después de la forma horrible y desagradable en
que me hiciste sentir cuando me dejaste claro lo importante que era dejar
lo que estábamos haciendo para hablar con él. Me estás tendiendo una
trampa para que fracase, ¿no? Estás saboteando a propósito todo lo que
hago para que no me enamore de ti. Porque no quieres que lo haga. ¿Por
qué no lo admites? No quieres que lo nuestro ocurra.
Página | 247
Soltó una carcajada ronca. —No te estoy tendiendo una trampa. No
tengo por qué hacerlo. Simplemente sé que vas a fracasar.
—¡No, no lo voy a hacer! —grité y me aparté de la pared para ir
hacia ella.
Salió de su habitación para encontrarse conmigo en un terreno
llano, con la barbilla cada vez más alta.
—Estaba totalmente metido en lo que pasaba ahí dentro. Tú eres
la que no pudo alejarse de mí lo bastante rápido como para responder a
su llamada y salir corriendo al pasillo para que no pudiera oír lo que
decías. Tú eres la que seguía jugando con tu pelo, arreglándote para él,
aunque no pudiera verte.
—¿Por qué actúas así? —preguntó, poniendo las manos en las
caderas y frunciendo el ceño—. No te pusiste celoso cuando Vaughn se
comprometió con Lucy.
—¡Porque tú no eres Lucy! —rugí—. No sobreviví a ningún evento
traumático con ella. Nunca pasé una sola noche envuelto en sus brazos.
Nunca intenté acostarme con ella. ¡Nunca estuve enamorado de Lucy,
carajo!
—¿Qué? —espetó retrocediendo un paso, sobresaltada como si
acabara de darle un puñetazo en el plexo solar.
—Dije... —Empecé en voz alta, todavía hinchado de gloriosa ira,
solo para hacer una pausa y parpadear ante ella, dándome cuenta por
fin de lo que acababa de decir—. Mierda.
Inmediatamente se me entumeció la cara y tuve que pasarme las
manos por la boca para asegurarme de que mis labios seguían allí en
tanto procesaba lo que acababa de ocurrir. —Mierda —repetí mientras la
miraba, sintiéndome totalmente conmocionado—. Dije que te amo.
Pero, en serio, ¿cuándo demonios había pasado eso?
Chloe parpadeó con los ojos muy abiertos. Luego resopló y
entrecerró la mirada antes de sacudir la cabeza y reír con dureza por su
incredulidad. —¿Desde cuándo?
Ignorando su tono sarcástico, negué con la cabeza, todavía en
plena conmoción. —No lo sé —dije, volviéndome para mirar fijamente a
la nada y tratando de encontrar la respuesta por mí mismo. Lo único que
sabía con certeza era que era cierto. Lo que acababa de soltar en el calor
del momento había salido de lo más profundo de mi ser. Había vibrado
con su honestidad.
—Guau.
La habitación se desenfocó, y por un momento, pensé que podría
desmayarme. Así que retrocedí unos pasos hasta toparme con la pared,
donde estiré la mano a ciegas detrás de mí para apoyarme. Durante un
buen rato, el yeso fue lo único que me mantuvo en pie. Me balanceé Página | 248
aturdido, parpadeando hacia la pared opuesta que tenía delante.
Después de jadear un par de veces para calmarme, sacudí la
cabeza y miré a Chloe, asombrado. —Creía que sería diferente a esto —
admití, aún completamente asombrado—. Pensé que sabría el momento
exacto en que había sucedido, pero no tengo ni idea de cuándo ha sido.
Solo sé que ocurrió, y ha sido así, como... —Fruncí el ceño y sacudí la
cabeza, dándome cuenta—: Desde hace tiempo.
Maldita sea, su padre había tenido razón cuando sugirió que yo ya
estaba enamorado de ella, ¿no?
—Luke. —Suspirando agotada, Chloe se frotó el centro de la frente
como si le estuviera provocando un dolor de cabeza por estrés—. No estás
enamorado de mí.
Reí con dureza porque, sí, ésta sería mi suerte. Finalmente me
enamoro y le digo a la mujer que la amo, y ella se pone en plan: No. No
va a pasar.
No podía ser tan fácil, ¿verdad?
—Estás delirando y esforzándote demasiado, diciéndote cosas que
no son verdad —murmuró irritada mientras se daba la vuelta, pero me
incliné hacia delante y la agarré del brazo, haciéndola girar hacia mí,
donde parpadeó con los ojos muy abiertos y asustados.
—¿Qué tal si no me dices cómo me siento y cómo no me siento? —
sugerí suavemente pero también con un poco de mordacidad—. Como,
ya sabes, soy yo quien vive en este cuerpo y experimenta estas emociones;
no tú. Creo que puedo determinar lo que siento y lo que no mejor que tú.
—Salvo que no estás enamorado de mí —replicó, intentando soltar
el codo, pero apreté el agarre y me acerqué más, entrecerrando los ojos.
—Ah, ¿no? —desafié en voz baja—. Entonces, ¿por qué lo solté
enfadado cuando una persona siempre dice un montón de mierda sincera
que no diría de otra forma?
—P-p-porque... —balbuceó, incapaz de pensar en una buena
réplica. Cuando alcé las cejas, reclamando en silencio: “¿Ves?”, me miró
con odio y se acercó un poco más—. Porque intentabas hacerme callar
para ganar esta discusión.
—Excepto que ya la he ganado —murmuré, sonriendo con malicia
al tiempo que me acercaba—. Esta no es otra situación como la de Lucy,
no importa cómo lo veas.
Sus ojos se calentaron mientras inspiraba, y en lugar de retroceder
como si estuviera intimidada, juraría que se derritió más cerca de mí.
Levanté un dedo, giré la mano y le pasé suavemente el dorso de los
nudillos por la mejilla.
La ira de sus ojos vaciló en tanto sus pestañas se agitaban
confundidas.
—Te amo —susurré—. Y puedo decir que te amo por la forma en
que todavía quiero arrancarle la columna vertebral a un completo Página | 249
desconocido a través de la cavidad torácica después de simplemente ver
su nombre aparecer en tu teléfono. Lo sé porque me quedé destrozado
cuando ya no me dejaste quedarme a dormir. Lo siento cada noche en la
cama, incapaz de dormir porque no estás a mi lado. Es obvio por la forma
en que te has convertido en la primera persona que quiero ver cuando
me despierto y la última que quiero cerca de mí antes de cerrar los ojos.
Puedo sentirlo aquí...
Apreté el puño contra mi abdomen con firmeza.
—Porque te considero mía. Eres mi amiga, mi obsesión, mi
confidente. Te he contado cosas que nunca le he contado a nadie...
porque te confío esas partes de mí más de lo que confío en cualquier otra
persona viva. Nadie me acelera el ritmo cardíaco más que tú con solo
entrar en una habitación. Y ahora mismo, preferiría que no me gustaras
porque me estás enojando, pero aun así te amo. Porque parece que no
puedo evitarlo.
Se le llenaron los ojos de lágrimas mientras hablaba, pero lo único
que hizo cuando terminé de hablar fue respirar hondo, estremecida, y
sacudir la cabeza. —No sé lo que sientes —me dijo—, pero no es amor.
—Mentira —siseé, frunciendo el ceño.
—No estás enamorado de mí —insistió, negándose obstinadamente
a creerlo.
—Dios, ¿quieres dejar de discutir conmigo durante medio segundo
y escuchar lo que digo? Te lo juro, eres la mujer más obstinada y
testaruda de la historia —gruñí—. ¡A veces me dan ganas de retorcerte el
pescuezo!
Con los ojos desorbitados, levantó la barbilla con valentía,
mostrándome la garganta.
—Ah, ¿sí? Pues haz lo que quieras —se atrevió—. Sobreviví a Dax
Freston. Puedo sobrevivir a ti también.
Y eso fue lo que me llevó al límite. Levanté las manos ante el desafío
y le rodeé el cuello con los diez dedos, sin llegar a tocar la piel, solo
atrapándola.
Sus ojos brillaron de sorpresa cuando mis dedos temblaron de
emoción: de furia y rabia, y de dolor y pena.
—Nunca... —Carraspeé, con la voz apenas audible—. No vuelvas a
compararme con ese monstruo. Él quería poseerte y ser tu dueño. Te
valoro más que a mi propia vida.
Separó los labios y susurró mi nombre.
Un estremecimiento de dolor sacudió mi cuerpo. Haciendo un gesto
de dolor, desplacé el pulgar, apenas rozando la tráquea de Chloe.
—Quiero adorarte con todo lo que tengo.
Exhaló y recuperó la compostura en tanto la lujuria se encendía en Página | 250
su mirada.
Un gemido ronco escapó de mi garganta, y aplasté mi boca contra
la suya.
Gimió y se puso de puntillas, agarrando puñados de mi camisa y
atrayéndome hacia sí. Nuestros labios se entrelazaron mientras mis
manos le acariciaban la cara y mi lengua penetraba profundamente.
Chloe me devolvió el beso, violentamente. Me desgarró la camisa y
trepó por mí, forcejeando para rodearme con las piernas.
La agarré por el culo a través del vestido y la levanté antes de
empujarla contra la pared. Jadeó sorprendida cuando chocó contra ella,
y luego gritó en el momento que empujé mis caderas hacia delante, justo
entre sus piernas, donde mi erección la apuñaló sin piedad a través de
mis vaqueros.
—¡Oh, Dios! —Su cabeza cayó contra la pared y mi boca aprovechó
la oportunidad para atacar su garganta expuesta, donde lamí y chupé...
y luego mordí.
Me agarró la nuca y se retorció, absorbiendo con avidez cada
embestida que le daba hasta que exigió más. Empezó a desgarrarme la
camiseta, agarrándola por detrás de los hombros e intentando
quitármela.
Tuve que soltarle el culo para acomodarla, pero utilicé mis caderas
para mantenerla inmovilizada y suspendida contra la pared, con sus
muslos rodeando mis caderas para ayudarnos.
Una vez que me quité la camiseta y la tiré por el pasillo, intenté
hacer lo mismo con la suya hasta que recordé que era un vestido y que
la tela de su cintura estaba atrapada entre nuestros cuerpos. Mientras
ella satisfacía mis necesidades tirando de la falda para levantarla y
apartarla de nuestro camino, volví a agarrarle el culo para evitar que se
cayera al suelo, pero también había olvidado que ya le quité las bragas
en el dormitorio, y obtuve dos puñados de piel desnuda.
—Oh, joder —gemí y enterré mi cara en su cuello, intentando no
correrme en el acto—. Necesito estar dentro de ti. Ahora.
Cuando sus dedos desabrocharon el botón superior de mis
vaqueros, emití otro sonido, este probablemente mucho más parecido a
un rugido de alabanza… y mordí un tendón en un lado de su garganta,
lamiendo mientras mis dientes se hundían más profundamente.
Sin embargo, fue ella la que aspiró impresionada cuando me bajó
la cremallera y me tomó en su mano.
—Joder, sabía que serías grande. Lo sabía, maldita sea.
—Sorpresa —le dije al oído, antes de mordisquearla también.
Con un apretón fuerte, empezó a acariciarme con rudeza, y yo
gruñí, sacudiéndome más profundamente entre sus dedos. Página | 251

—Oh, Dios —gimió—. Por favor... —Aunque no estoy seguro de lo


que suplicaba; ella era la que tenía todo el poder y el control en ese
momento, llevándome literalmente de un lado a otro por el pene mientras
guiaba la cabeza hasta su abertura.
Cuando sentí el cielo húmedo, empujé hacia delante con avidez, sin
delicadeza, solo con una necesidad salvaje, y la penetré, clavándome
profunda y duramente.
Chloe gritó de sorpresa y quizá de dolor. No podía estar seguro; solo
sabía que los músculos internos que me rodeaban me apretaron tanto
que cavé más hondo, necesitando más, y llegué tan lejos como pude.
Luego hice una pausa, recuperé el aliento y por fin me di cuenta de lo
brusco que había sido.
—Mierda —respiré y eché hacia atrás la parte superior de mi
cuerpo, lo suficiente para ver su cara, mientras mi pene seguía alojado
en lo más profundo—. ¿Estás bien?
Tenía lágrimas en las mejillas y la cabeza arqueada hacia atrás, la
boca congelada en una O. Y me entró el pánico.
Acuné su mejilla con una mano y le pasé el pulgar por la barbilla
para empujarla suavemente hacia abajo y que quedáramos al mismo
nivel. —¿Chloe?
Sus pestañas se abrieron lentamente y, cuando me miró a los ojos,
estaban enrojecidos por el llanto. Inspiré y me dispuse a disculparme
como nunca lo había hecho. Pero entonces sus labios se abrieron de par
en par y me dedicó una sonrisa tan cálida y brillante que mi pene se
flexionó dentro de ella, lo que hizo que murmurara un sonido de sorpresa.
—Dios, qué bien se siente —gimoteó.
Lo siguiente que supe fue que se inclinaba hacia delante para
besarme. Nuestras bocas se encontraron y su lengua la siguió de
inmediato. Gemí y le devolví el beso, pero me sobresalté cuando me clavó
las uñas en el culo y me metió aún más dentro de ella, exigiéndome que
me moviera.
De algún modo, conseguí reír de placer y seguir chupando su
lengua al mismo tiempo. A partir de ahí, retiré las caderas, sacándolas
antes de volver a introducirlas. Sin perder el ritmo, seguí penetrándola
con una cadencia incesante que la volvía loca.
Se retorcía y se sacudía contra mí, marcándome el trasero con
deliciosos arañazos, y luego los hombros, mientras intentaba que me
moviera más deprisa. Separó sus labios de los míos para arquear el cuello
y gritar palabras ininteligibles, luego se sacudió tensa, abriendo la boca
en un grito sin palabras. Su cuerpo se inclinó al acabar; estaba tan rígida
entre mis brazos que me costaba sujetarla.
Contemplé el orgasmo en su cara con asombro hasta que el apretón
de su coño alrededor de mi polla fue más de lo que podía soportar. Y con Página | 252
los dientes rechinando, enterré mi cara en su cuello, apreté con fuerza y
bombeé más rápido en tanto me liberaba.
Su cuerpo se estremeció contra el mío cuando la penetré, y me
abrazó acariciándome suavemente el pelo hasta que terminé. Entonces,
un gran gemido salió de mis pulmones y mis miembros empezaron a
temblar a medida que mi orgasmo empezaba a calmarse.
—Dios —respiré en su pelo, seguro de que podía sentir el temblor
en mis brazos. Pero mis piernas no estaban mejor. Y el peso de
sostenernos a los dos se convertía rápidamente en más de lo que podía
soportar.
—Joder, nos vamos a caer —advertí al mismo tiempo que nos
guiaba por la caída, dejando que se deslizara por la pared conmigo hasta
que yo quedé de rodillas sobre la alfombra y ella de culo.
Chilló, asustada por el descenso, pero luego echó la cabeza hacia
atrás y se rio. Sin embargo, yo tenía más ganas de llorar, porque mi pene
se soltó de ella y enseguida quiso volver a su lugar favorito.
Sin embargo, su risa era tan cautivadora y alegre que no me
importó ver la alegría en su cara cuando llenó la sala con el sonido más
asombroso de la historia.
Necesitado de saborear ese sonido en mi lengua, me incliné hacia
delante y la besé.
La risa se apagó y me devolvió el beso, tocándome la mejilla
mientras nuestras lenguas se acariciaban lánguidamente. En el instante
que se apartó para mirarme con ojos aturdidos, sonreí despacio. Me
devolvió la sonrisa e incliné la cabeza hacia la suya para apoyarla en el
dulce despertar.
Mi mente vagó durante un minuto a medida que disfrutaba de estar
allí. Y cuando recordé parte de la conversación que tuve la noche anterior,
en la que prácticamente todos los hombres con los que me había
emborrachado me aseguraron que el sexo con alguien que te importaba
era completamente diferente que con cualquier mujer, resoplé.
—Esos hijos de puta tenían razón.
¿Quién lo hubiera dicho?
—¿Qué hijos de puta? —preguntó Chloe somnolienta.
—No importa —le dije, girándome para ver su cara—. Porque eso...
ha sido increíble.
Se sonrojó con una sonrisa avergonzada. Y era tan encantadora
que tuve que acercarme y pasar mis dedos sobre la piel rosada. Después
de maravillarme con lo suaves que eran sus mejillas, tomé aire.
—Ahora... dejemos una cosa clara —empecé—. También te amo.
Eres todo lo que siempre he querido. Solo que soy increíblemente lento
para darme cuenta de ello. Pero ahora lo sé, y no nos iremos de este piso
hasta que tú también lo sepas, joder. Página | 253

En lugar de fruncir el ceño ante mi exigencia prepotente y


cavernícola, me dedicó una sonrisa soñadora y me pasó los dedos por el
pelo antes de agarrarme los mechones y exigirme en silencio que bajara
la cabeza y volviera a besarla.
—Puede que necesite que me convenzas un poco más, si no te
importa —susurró con sus labios húmedos, arqueándose y estirándose
debajo de mí.
Solté una risita ronca. —Sí, señora —murmuré, ya bajando la
cara—. Mi objetivo es complacer.
Y volví a besarla.
28
Traducido por Jeyly Carstairs & Umiangel
Corregido por Pame .R.

Chloe
—¿Crees que es posible…? —murmuró Luke contra mis pechos
desnudos donde había estado apoyando la cabeza durante los últimos
quince minutos más o menos después de nuestra ronda más reciente de
hacer el amor.
Ambos estábamos desnudos y todavía acampábamos en el suelo
del pasillo porque él había sido fiel a su palabra. Tenía toda la intención
de mantenerme allí hasta que aceptara que me amaba. Pero aún tenía
que ceder a tal admisión, por lo que me mantuvo cautiva desde entonces.
Página | 254
Probablemente debería haberme asustado, ya que la última vez que
estuve cautiva, no fue tan agradable. Pero Luke hizo que el cautiverio
fuera divertido, y sabía que en realidad no me encontraba retenida allí en
contra de mi voluntad, y si realmente entraba en pánico, me dejaría ir en
un santiamén. Pero honestamente, no había otro lugar en el que
preferiría estar que allí en sus brazos. Llenó nuestro tiempo esperando a
que me rindiera y perdiera nuestra competencia con muchos besos,
caricias, lamidas, mordiscos y sexo.
Y Dios, el sexo…
Pensé que sabía lo que era el buen sexo. Pero hoy me había
demostrado que nunca había tenido idea. Esto, Luke, era el sexo
fantástico personificado.
Mi cuerpo ya vibraba y palpitaba con la necesidad de más, aunque
sabía que él no podía estar listo para otra ronda todavía.
De todos modos, mis caderas dieron un pequeño tirón codicioso,
mientras pasaba los dedos por el pelo de Luke y le preguntaba: —¿Pienso
qué es posible?
—¿Mmm? —preguntó como si ya se hubiera olvidado de hacer la
declaración en primer lugar, incluso cuando su mano se posó en mi
cintura para estabilizarla—. Oh, claro —dijo arrastrando las palabras y
comenzó a masajear mi cadera con sus dedos increíblemente talentosos
y perfectos—. ¿Crees que es posible reventar un vaso sanguíneo en tu
cabeza y provocarte un aneurisma por correrte con demasiada fuerza?
Porque mi cabeza está palpitando en este momento, y me esforcé más de
lo humanamente posible la última vez que estuve dentro de ti.
—Creo que te duele la cabeza porque estas deshidratado —
respondí, conteniendo el aliento cuando sus dedos se deslizaron lejos de
mi cadera y sobre mi abdomen, moviéndose más abajo—. Tenías resaca
esta mañana cuando te despertaste, y probablemente haya pasado
suficiente tiempo como para que tus analgésicos hayan desaparecido.
—¿Es verdad? —preguntó sorprendido—. ¿Cuánto tiempo hemos
estado en este maldito piso?
—Mmm —murmuré girando mi cadera con deleite cuando sus
dedos se sumergieron entre mis piernas y comenzaron a jugar con mi
clítoris—. Mucho tiempo.
—Sí —estuvo de acuerdo en tanto su voz se volvía ronca—. El
tiempo suficiente para que lo digas ya, eso es seguro.
Se me cortó la respiración momentáneamente cuando metió un
dedo dentro de mí. Entonces sacudí la cabeza y agarré su brazo.
—No lo voy a decir.
Porque si lo dijera, este sueño terminaría (porque tenía que estar
soñando), y luego me despertaría, y todo esto acabaría.
Todavía no me encontraba lista para que terminara.
—Oh, lo dirás —aseguro al tiempo que levantaba la cabeza de mi Página | 255
pecho para poder sonreírme con arrogancia—. Y lo dirás en los próximos
cinco minutos.
—No va a suceder —respondí, igual de segura de que no lo haría.
—Entonces prepárate para comerte tus palabras —me dijo—. Justo
después de que te coma.
Terminó la frase bajando la cara y hundiendo la boca entre mis
piernas. Grité y me arqueé debajo de él, montando los dedos que
deslizaba dentro y fuera de mí.
Sí, definitivamente tenía que ser un sueño. O tal vez estaba en
coma. Tal vez todavía me encontraba en el sótano de Dax al borde de la
muerte, y mi cerebro me estaba haciendo pensar que realmente me
hallaba con Luke para ayudarme a lidiar con todo el horror.
Si es así, entonces no quería despertarme.
—Oh Dios, oh Dios —gemí, ya sintiendo la dulce euforia de otra
liberación que se acercaba rápidamente.
Pero Luke debió haber sabido lo cerca que me encontraba. Sus
dedos se detuvieron y levantó la cara, deteniendo toda acción de su
lengua.
—Dilo —susurró— O no hay orgasmo.
—Luke —gemí, suplicando y arqueando la espalda.
Solo sacudió la cabeza, sus ojos brillando con intención sexual. —
Dilo.
—No. —Sacudí la cabeza obstinadamente.
Y los dedos dentro de mí se curvaron ligeramente, haciendo que las
terminaciones nerviosas sensibilizadas se descontrolaran, pero sin
satisfacerme lo suficiente como para producir un orgasmo completo.
Apreté los dientes y gemí. —Bastardo.
Solo se rio entre dientes, disfrutando demasiado de su forma de
tortura. —Dilo —me engatusó astutamente—. Vamos. Es fácil. Escucha.
Oh, Luke, hermoso, increíble salvaje, tú. Lo veo claramente ahora y lo
siento todo el camino desde las quemaduras de la alfombra en mi trasero
hasta los labios magullados que besaste en carne viva, realmente me
amas. Me amas.
—No voy a decir eso —afirmé con firmeza.
—Bien —deslizó sus dedos completamente fuera de mí.
—¡No! Espera. —Agarré su muñeca y jadeé mi suplica—. Solo
espera. Tal vez, posiblemente, podría admitir que crees que podrías estar
enamorado de mí.
Levantó una ceja. —¿Podrías?
—Está bien, crees que estás completamente enamorado de mí.
—Cerca —admitió y metió sus dedos dentro de mí. Página | 256

Suspiré aliviada y monté su mano. Cuando comenzó a acariciar


justo donde lo necesitaba, el aire siseó de mis pulmones. —Sí. Sí… Crees
que estas completamente… umm…
—No pares —animó justo antes de que su boca regresara a mi
clítoris y su lengua se lanzara a la ofensiva.
—Oh Dios —grité—. Está bien. Me amas. Me amas… —Canté hasta
que no pude decir nada, solo gemir cuando las olas de mi orgasmo me
envolvieron, consumiéndome por completo.
Me encontraba medio inconsciente y apenas podía pensar con
claridad cuando terminó. Todavía tirada allí sin fuerzas he intentado
recuperarme, deslicé mi mirada en su dirección cuando apareció a mi
lado, sonriendo triunfalmente. Estirándose a mi lado, apoyó la mejilla en
su mano. —Ahí —dijo, sonando alerta y renovado—. Eso no fue tan difícil
de admitir, ¿verdad?
Arrugué la frente por un segundo hasta que me di cuenta de que
había admitido todo exactamente como él quería que lo hiciera en medio
de mi pasión.
Con un resoplido, puse los ojos en blanco y murmuré: —Hiciste
trampa. Eso es malvado.
—Sí… —Sonrió y deslizó un dedo por la colina de mi pecho hasta
que llegó al pezón donde lo golpeó juguetonamente—. Pero te gusta mi
maldad.
Me gustaba. Excepto que no había forma de que pudiera admitir
eso en voz alta, así que resoplé amargamente y murmuré: —Mi trasero
también está realmente quemado por la alfombra, espero que lo sepas.
—¿Lo está? —Simpatía llenó su mirada, y deslizó una mano a mi
alrededor para acunar mi trasero. Cuando jadeé por el placer que
despertó en mí, actuó como si hubiera encontrado mi herida en su
lugar—. Pobrecita. Déjame llevarte a la cama y besarlo hasta que esté
mejor.
—La cama… —Gemí con deleite, dejándolo hacer exactamente lo
que dijo que haría mientras me tomaba en sus brazos y se podía de pie
antes de llevarme al dormitorio—. Sí, la cama suena como el cielo en este
momento.
—Te mostraré el cielo —prometió y me acostó antes de ponerme
boca abajo y luego pasar sus manos por mi columna y sobre mi trasero.
Luego, volvió a subir y masajeó cada músculo adolorido de mi espalda a
lo largo del camino, haciéndome gemir y amar cada segundo de su
atención.
Presionó sus labios en la sección de carne raspada en mi trasero,
luego mordisqueó más abajo. Cuando salté de la sorpresa, se rio y se
sentó para poder montarme por detrás. Página | 257

Me agarré a las sábanas y levanté mis caderas para recibirlo. Y


cuando presionó dentro de mí, contuve el aliento y cerré los ojos,
empujando hacia atrás para encontrar su embestida.
Mi cuerpo se encontraba un poco adolorido por la excesiva cantidad
de sexo que ya habíamos tenido, pero todavía se sentía tan bien que
disfruté el dulce dolor, y me corrí antes que él cuando estiró la mano
hacia el frente y pellizcó mi clítoris ligeramente.
Se vino podo después de eso, besando la parte de atrás de mi oreja
y susurrando cuánto me adoraba.
Fue tan perfecto y asombroso que sonreí y cerré los ojos,
sintiéndome drogada en este momento eufórico en contra de mi voluntad.
Incluso podría haber murmurado que también lo amaba, pero no podía
estar segura. Me desmayé antes de que pudiera repensar lo que acababa
de pasar.
No estoy segura de cuánto tiempo dormí, pero estoy bastante
segura de que Luke se acostó y durmió un poco conmigo hasta que…
—¡Mierda! —Su grito me despertó instantáneamente con un jadeo.
—¿Qué? ¿Qué? —Solté, levantándome de un salto, mareada por lo
profundamente que había estado durmiendo y lo abruptamente que me
desperté—. ¿Qué ocurre? ¿Está aquí?
—Voy a llegar tarde al trabajo —respondió, mientras salía volando
de la cama, solo para hacer una pausa y entrecerrar los ojos para
mirarme—. ¿Quién está aquí?
Parpadeé hacia él, todavía tratando de orientarme. —¿Qué?
Sacudió la cabeza y volvió a estresarse por la hora.
—Jesús. ¿Cuánto tiempo llevamos en eso? Te juro que apenas eran
las siete cuando estaba sentado en tu cama, esperando que salieras de
la ducha.
Recogí las mantas contra mi pecho, la preocupación inmediata
nubló mi pecho, mientras lo veía luchar para encontrar su ropa y
recogerla del suelo.
—¿Tienes que trabajar hoy? —pregunté; mis ojos se agrandaron y
mi respiración comenzó a volverse entrecortada.
—Sí, yo… —Finalmente miró en mi dirección y se detuvo—.
Maldición. Te ves tan dulce así. —Caminando de regreso a la cama, se
subió al colchón y se sentó sobre sus rodillas al tiempo que alcanzaba mi
cabello para tomarlo en sus manos, y besó la parte superior de mi
cabeza—. Dame ocho horas y media, nueve como máximo, y volveré. Lo
juro. Podemos terminar esto entonces.
Fruncí el ceño ligeramente cuando se apartó de nuevo.
—¿Terminar qué?
Página | 258
—Nuestro… ya sabes… —Estiró la mano—. Toda la conversación
sobre el amor. Lo que esto significa para nosotros ahora. Hacia donde se
dirige nuestro futuro y… joder, no lo sé. Podemos tener esa conversación
en cualquier momento. Sinceramente, tengo muchas ganas de volver
para que podamos terminar la parte del sexo.
Le envié una sonrisa sonrojada. —Creo que terminamos eso. Varias
veces.
—Pero hay al menos una docena más de formas en las que quiero
follarte antes de que termine el día —prometió—. Así que voy a meterme
en la ducha ahora mismo, iré al trabajo, completaré mi turno y le daré a
tu coño algo de tiempo para que sane, luego volveré aquí y…
—Mi coño está bien —le aseguré, agarrando su brazo y haciéndolo
perder el equilibrio para que cayera sobre la cama conmigo—. Entonces,
¿por qué no llamas para decir que estás enfermo y continúas con esas
docenas de formas diferentes de tomarme ahora?
—Pero yo…
Ahogué sus palabras con un beso largo, húmedo y con la boca
abierta. Me devolvió el beso y luego levantó sus manos para agarrar mi
cabello. Cuando se apartó, lo hizo con un gemido sin aliento mientras
mantenía su rostro cerca y presionaba su frente contra la mía.
—Dios, no juegas limpio en absoluto.
—No, no jugaría limpio si hiciera esto… —le dije en tanto alcanzaba
su pene. Pero me agarró la muñeca antes de que pudiera tocarlo.
—Chloe —me advirtió con exasperación—, no puedo reportarme
enfermo. Estoy tratando de impresionar a tu papá y ser el mejor
empleador en este momento. Y esto no… Oh Dios. No detengas eso.
—Por favor —dije mirándolo a los ojos—. Por favor, no me dejes. —
Cuando mi voz tembló un poco, se apartó como si lo hubiera abofeteado.
No me di cuenta de lo que había hecho hasta que su rostro perdió
el color, y entonces lo recordé.
De repente, ambos fuimos succionados de regreso a ese sótano
donde le rogué que no me dejara sola, desnuda y esposada a un piso de
concreto frío y espeluznante.
—Oh, Dios —dije y puse mi mano en el costado del cuello de Luke—
. Lo lamento. Lo olvidé. Yo no…
—No, está bien —aseguró, agarrando mis dedos y llevándolos desde
su cuello hasta su boca para poder besarlos—. Es bueno que lo hayas
olvidado. Eso es bueno.
—Yo… aun así no tenía la intención de…
—Shh —insistió con una suave sonrisa antes de inclinarse para
besarme suavemente en la boca—. Está bien.
Tragué, todavía sintiéndome mal y disculpándome con la mirada. Página | 259
Puso los ojos en blanco a medida que se inclinaba para tomar su
teléfono del soporte de la cama. —Sin embargo, no sé qué se supone que
debo decirle a tu papá sobre por qué no puedo ir. ¿Que solo te he tomado
de media docena de maneras hasta ahora y todavía quiero probar un par
de docenas más antes de que termine el día?
Mientras marcaba, fruncí el ceño. —Bueno, no le digas eso.
Sonrió con picardía y movió las cejas. —Oh, eso es exactamente lo
que le diré.
—¡Luke! —siseé con advertencia, pero levantó la mano para cubrir
mi rostro, bloqueándome—. Hola. ¿Pick? —dijo en el teléfono—. Sí, yo,
um… no me siento muy bien hoy. Me preguntaba si podría llegar un par
de horas más tarde o... ¿hmm? —Su mirada brilló hacia mí con sorpresa.
Luego se enderezó y agregó evasivamente—: ¿Qué te hace pensar que
estoy con Chloe? —Pude escuchar la voz de mi padre volverse dura antes
de que Luke siseara y murmurara—: Bien.
Sostuvo el teléfono hacia mí. —Quiere hablar contigo.
Fruncí el ceño con confusión e hice una mueca, pero Luke solo se
encogió de hombros. Así que me encogí de hombros también y tomé el
teléfono.
—Hola, papá… —respondí con cautela—. ¿Necesitas algo?
—Hola, Chloe —dijo rápidamente—. No. Solo quería escuchar tu
voz.
—Está bien... —dije lentamente, frunciendo el ceño hacia Luke, tan
confundida por la petición de mi padre de hablar conmigo como lo estaba
él.
—Y puedo escucharlo —agregó, lo que solo me hizo inclinar la
cabeza, aún más desconcertada—. Puedo escuchar todo en tu tono.
—¿Escuchar qué? —pregunté, mordiéndome el labio y esperando
que no dijera que sonaba como si acabara de tener sexo.
—Que está funcionando —dijo, sonando demasiado satisfecho de
sí mismo para que malinterpretara su significado—. ¿No es así?
Pick Ryan no era del tipo que dice, te lo dije, pero esto era lo más
cerca que estuvo. Fruncí el ceño y negué con la cabeza, irritada porque
debía que tener razón en algo una vez más.
Murmurando “Posiblemente”, miré a Luke mientras el hombre
desnudo en la cama conmigo sacudía la cabeza y preguntaba con los ojos
qué pasaba.
Mi papá se rio. —Sí —dijo—. Esa es la mejor confirmación que
obtendré de ti. Solo sé que me alegro por ti, pequeña. Y te amo.
Con eso, me derritió. —Yo también te amo, papá —le dije.
—Ahora vuelve a poner a Luke. —Asentí y le ofrecí el teléfono a Página | 260
Luke. En lugar de tomarlo de mi mano, se inclinó para presionar su oreja
contra el auricular para que ambos pudiéramos estar lo suficientemente
cerca para escuchar a mi papá cuando dijo—: Tienes todo el día libre,
pero espero que vuelvas mañana. —Antes de colgarnos a los dos.
Miré a Luke y él me miró a mí, levantando las cejas, expectante.
Entonces sonreí, feliz de haberme salido con la mía.
—¿Escuchas eso, Hamilton? —susurré—. Ahora eres todo mío.
Y me lancé hacia él, abrazándolo alrededor del pecho y
derribándolo de vuelta a la cama. Se rio y agarró mis caderas, aferrándose
a mí mientras lo besaba alrededor de su rostro y a lo largo de su cuello.
—Te preguntaría qué planeabas hacer conmigo —respondió sin
aliento—. Pero creo que ya tengo una idea.
Me reí y atrapé sus muñecas, quitando sus manos de mi cintura.
Luego las llevé por encima de su cabeza y las sujeté a las mantas.
—Mantén esto aquí y no te muevas.
—Maldición. —Sus cejas se animaron—. Está bien —agregó al
tiempo que su garganta se movía a través de un trago—. Tienes mi
atención.
Señalé en advertencia. —Te mueves, me detengo.
—No me moveré —prometió y su mirada se llenó de calor.
Mi sonrisa volvió, y lo besé una vez en los labios en señal de
agradecimiento, luego lo besé a lo largo de su mandíbula y bajé por su
pecho, explorando y tocando a medida que bajaba más y más.
Empezó a jadear debajo de mí. —Chloe… —dijo con voz áspera—.
¿Estás lista para dejarme usar mis manos de nuevo?
—Nop —dije, sonriéndole malvadamente en tanto me detenía con
mi boca cerniéndose sobre su erección—. No se te permite recuperar tus
manos hasta después de correrte.
Cuando se dio cuenta de lo que pretendía hacer, sus ojos se
encendieron. —Oh… ¡mierda! —gritó la última palabra cuando envolví
mis labios alrededor de su eje y procedí a chupar y sacudirme. Cuando
masajeé sus testículos, su espalda se arqueó fuera de la cama y soltó una
letanía de blasfemias antes de gritar—: Chloe... Chloe... voy a...
Agarré la base de su pene y chupé más fuerte, provocando que el
orgasmo estallara en él. Y cuando su picante calor golpeó mi lengua, lo
miré para ver cómo abría la boca en estado de shock, y luego sus ojos se
pusieron en blanco antes de caer de espaldas sobre el colchón, jadeando
ruidosamente.
Apartando mis labios de él, me senté erguida y me limpié la
comisura de la boca, sonriendo con orgullo.
Solo podía lucir boquiabierto y sacudir la cabeza. —Tú… tú… eres
una… devoradora. Santa mierda. Eso es... eso es muy... Página | 261
Sacudió la cabeza, incapaz de verbalizar lo que pensaba de eso.
Luego se pasó una mano por el sudor que le corría por la frente antes de
jadear: —Ahora sé por qué no estábamos destinados a estar juntos
cuando te enamoraste de mí. —Asintiendo con cierta intuición, explicó—
: Habría tenido una puta sobredosis de ti. Literalmente habría tenido una
sobredosis de tu dulce coño y me habría matado por tener demasiados
orgasmos antes de llegar a los diecinueve. Porque, mierda, tan cachondo
como era de adolescente, me habría vuelto tan adicto a ti que habría
dejado la escuela secundaria y te habría atado a mi cama hasta que mi
polla se agotara por el número de veces que tuviera que estar dentro de
ti, y luego me habría muerto, un chico muy feliz... satisfecho.
Sonreí y toqué su mejilla. —Eso es dulce.
—¿Dulce? —gritó—. Todo en lo que puedo pensar en este momento
es cuánto tiempo va a tomar para que mi pene pueda volver a ponerse
duro para poder follarte de una manera nueva y creativa. ¿Y crees que
eso es dulce?
Desplegando sus manos para agarrar mi cintura, me hizo jadear de
sorpresa cuando me dio la vuelta y me puso sobre mi espalda hasta que
estuve acostada en la cama a su lado, y luego apareció sobre mí hasta
que nuestras posiciones se invirtieron.
—Te mostraré lo que es dulce —advirtió, sus ojos brillando con
fuego caliente antes de agachar la cara y lamerme entre las piernas.
***

Tal como lo sugirió Luke, pasamos el resto del día probando


diferentes posiciones sexuales juntos. Cuando nos dio hambre, nos
movimos a la cocina donde preparamos juntos algunos sándwiches y
luego nos los comimos mientras él me subía a la mesa, se interponía
entre mis muslos y me tomaba, envolviendo un brazo alrededor de mi
trasero para evitar que cayera de la mesa mientras mordía su sándwich
con la mano libre.
Más tarde, nos duchamos juntos, donde se paró detrás de mí, se
enjabonó las manos y las deslizó a mi alrededor, antes de doblarme
ligeramente y deslizarse profundamente.
Simplemente no podía tener suficiente de él, y él no parecía
inclinado a negarme mis necesidades insaciables.
Francamente fue mi sueño hecho realidad.
Quiero decir, sabía que no era real, no podía ser, Luke no podía
enamorarse de mí simplemente porque quería. Así no funcionaba la vida.
Pero él disfrutaba esto conmigo; podría decir eso. Y lo viviría hasta el
próximo amanecer.
Este sería mi día del cielo, me dije, antes de que la realidad volviera
Página | 262
por la mañana y perdiera toda esta perfección.
Sería ese recuerdo asombroso que me llevaré a mi larga y solitaria
vejez.
A las diez de la noche, me encontraba exhausta y francamente llena
de sexo. Probablemente no necesitaría más durante otro año más o
menos, pero tampoco me hallaba lista para que todo terminara. Así que
decidí seducirlo por última vez, solo para despedirme.
Apoyé la cabeza en su hombro y su mano acarició ociosamente mi
espalda desnuda hasta que enganché una pierna sobre uno de sus
muslos.
—Oye —murmuré somnolienta.
—Mmm —gruñó, sonando bastante agotado él mismo.
—Levanta el pie derecho de la cama —dije, golpeándolo ligeramente
en las costillas con mi dedo.
Luke levantó la pierna por encima de las sábanas y me miró con
las cejas arrugadas e interrogantes. —¿Por qué estoy haciendo esto?
—Solo mira —dije—. Gira tu tobillo en el sentido de las agujas del
reloj.
Sus cejas bajas se levantaron. —¿Agujas del reloj?
—Sí —asentí y le sonreí.
—Está bien... —Sacudió la cabeza ligeramente, pero comenzó a
mover el pie, haciendo círculos en el sentido de las agujas del reloj con el
dedo gordo del pie.
—Ahora dibuja el número seis en el aire con tu mano derecha.
—Eres tan extraña —murmuró Luke—. Pero está bien.
Sostuvo su mano sobre la cama de todos modos. Y tan pronto como
trató de dibujar un seis en el aire, su dedo índice se movió en sentido
contrario a las agujas del reloj, su pie inmediatamente giró en direcciones
y también en sentido contrario a las agujas del reloj.
—¿Qué demonios? —murmuró, frunciendo el ceño hacia su pie que
se portaba mal—. Se supone que no debes ir por ese camino.
Me partí de risa por su reacción y rodé fuera de él para acostarme
boca arriba, sosteniendo mi estómago.
Murmurando malhumorado para sí mismo, Luke empezó de nuevo,
pero cada vez que intentaba seguir moviendo el tobillo en el sentido de
las agujas del reloj, su pie giraba hacia el otro lado tan pronto como su
mano se unía al seis.
Podría simpatizar. Cada vez que mi corazón se dirigía firmemente
en una dirección, todo lo que Luke tenía que hacer era entrar en una
habitación y, ¡bum!, mi corazón daba un vuelco y lo seguía. Era uno de
los grandes misterios de la vida.
Página | 263
—¿Por qué rayos va hacia la otra dirección? —exigió finalmente, lo
que me hizo rugir con más carcajadas.
Finalmente, se dio por vencido y me miró con severidad.
—¿Es por eso que me hiciste quedarme en casa y no ir al trabajo
hoy? ¿Para volverme loco de pies y manos?
—No —le dije con una gran sonrisa y rodé hacia él, mis dedos
moviéndose a lo largo de sus hombros, luego sobre su pecho antes de
llegar a sus abdominales—. Pensaba en una parte muy diferente de tu
anatomía cuando te pedí que te quedaras en casa.
—Maldita sea, mujer —dijo, sonriéndome a los ojos en tanto mis
dedos se arremolinaban más abajo—. ¿El sexo es todo en lo que puedes
pensar hoy?
Arqueé mis cejas.
—¿Cuándo estás acostado ahí desnudo y luciendo delicioso y
hermoso así? Sí. Sí, lo es.
Envolví mi mano alrededor de su pene para encontrar que ya
estaba duro e hinchado, así que apreté mi agarre y comencé a acariciarlo
lentamente.
Siseó y apretó los dientes, dejando caer la cabeza hacia atrás al
mismo tiempo que arqueaba la espalda en éxtasis y cerraba las manos
alrededor de las sábanas debajo de él. —Entonces, Dios bendiga tu mente
hermosa y pervertida.
Sonreí con aire de suficiencia. Pero cuando vi una vena en su cuello
tensarse, parpadeé y dejé de agarrarlo. —Esto es real, ¿no? —Finalmente
me di cuenta.
Después de todo, no era un sueño. No me encontraba en coma o
escondida de alguna manera en mi propia mente mientras me hallaba
atrapada en el sótano de Dax. Realmente estaba aquí con Luke. Ahora
mismo.
Luke se concentró en mi rostro y pareció darse cuenta de lo serio
que hablaba. Tomando mi cabello con una mano, levantó la otra mano
frente a mí. —¿Cuantos dedos? —preguntó.
Entrecerré los ojos con confusión. —¿Qué?
—Escuché que siempre tienes el número equivocado de dedos en
tus sueños. Así que cuenta mis dedos y dime si esto es real o no.
Lo miré a los ojos mientras presionaba mi dedo índice contra el
suyo, luego me concentré en mi tarea y conté cada uno de sus dedos, uno
a la vez. Cuando llegué a los cinco, una lágrima se deslizó por mi mejilla.
—Esto es real —susurré—. Es muy real. —Mi mirada se deslizó hacia la
suya con asombro—. ¿Pero cómo?
Su pulgar limpió la lágrima antes de deslizar su mano suavemente
sobre mi cabello y luego por mi espalda hasta mi trasero. Página | 264

—No estoy seguro —susurró—. Pero planeo disfrutarlo mientras


dure.
Asentí. —Buena idea. —Montándome encima de él, me senté a
horcajadas sobre sus caderas y mantuve el contacto visual a medida que
me bajaba. Cuando comenzó a presionar dentro de mí, grueso, cálido y
duro, mi enfoque se volvió un poco borroso, pero Luke levantó su mano
nuevamente, sus cinco dedos se separaron para mostrarme que todavía
era real.
Sonriendo, presioné mi propia palma contra la suya. Luego,
entrelazamos nuestros dedos y nos abrazamos así, mirándonos a los ojos
mientras lo montaba en un olvido lleno de emociones. Y fue la experiencia
más real de mi vida.
29
Traducido por Miry & Alessandra Wilde
Corregido por Pame .R.

Luke
Sinceramente, no tenía idea de cómo, pero me desperté a la
mañana siguiente con una maldita erección. Creo que tal vez mi polla se
encontraba oficialmente rota, atascada en la posición erguida e hinchada,
porque habría pensado que después de las rondas maratónicas de sexo
que tuve con Chloe el día anterior, ni siquiera sería capaz de excitarme
de nuevo hasta, como, mis años dorados o algo así.
Pero no, ahí se encontraba ella presionando contra su trasero y
completamente despierta antes que yo.
Página | 265
Ahogué un medio gemido, medio gruñido, sin querer moverme
porque me sentía muy cómodo justo donde me hallaba acurrucado detrás
de la mujer que amaba con mi brazo alrededor de su cintura y su
respiración constante llenando la habitación.
Palmeé su cadera con cariño, y mi polla se flexionó, tratando de
encontrar un camino a través de mi ropa interior y la de ella hasta que
pudiera estar donde quería estar.
Maldita polla cachonda. No deseé tanto sexo desde que era
adolescente y aprendí lo bien que podía hacerme sentir. Aunque,
sinceramente, ni siquiera tenía idea entonces. Realmente no aprendí esa
lección hasta ayer.
Mi conciencia despertó un poco más cuando comencé a recordar
todo lo que Chloe y yo hicimos juntos. Y no pasó mucho tiempo hasta
que el resto de mi cuerpo estuvo de acuerdo con mi maldita erección.
La necesitaba de nuevo. Como ahora.
Sonriendo, me incliné para enterrar la nariz en su cabello, donde
besé la parte de atrás de su cabeza. —Buenos días —saludé a medida
que mi mano subía para ahuecar uno de sus senos a través de su
camiseta sin mangas.
Pero todo lo que hizo fue refunfuñar y tomar mi mano, alejándola
de ella al tiempo que agregaba: —Ouch. Mis senos se sienten doloridos e
hinchados. ¿Qué diablos me hiciste?
—Mmm —murmuré, sonriendo por todo lo que hice—. Estaría feliz
de darte una repetición para ayudar a refrescarte la memoria.
Cuando presioné las caderas para moler mi erección contra su
parte inferior, golpeó su mano ciegamente hacia mí para que me
detuviera.
—Dios, no. Eso también me duele. Me duelen las piernas. Los
músculos del trasero están adoloridos, y mis partes femeninas están tan
jodidamente adoloridas que no sé si alguna vez volverán a funcionar bien.
Joder... ¿Por qué me dejaste tener tanto sexo ayer?
—Oye —murmuré, frunciendo un poco el ceño—. Según recuerdo,
tú fuiste quien instigó probablemente las tres cuartas partes de cada
encuentro que tuvimos.
Gruñó de mal humor y respondió: —Entonces, ¿por qué no dijiste
“no” una o dos de esas veces?
—Sabes lo que soluciona todas las resacas —dije, moviendo las
cejas, aunque no podía verme porque aún permanecía acostada de lado,
de espaldas a mí—. Un trago más a la mañana siguiente. Vamos, ¿qué
dices? Toma otro trago y te sentirás bien fresca como la lluvia de nuevo.
—Eso es con el alcohol —murmuró contra su almohada—. No con
el sexo.
—¿Cómo sabes que no es lo mismo con el sexo a menos que lo
pruebes? —argumenté juguetonamente, moviendo mis dedos por su Página | 266
columna.
Se estremeció y contuvo el aliento, haciéndome saber que no se
encontraba completamente indiferente.
—Chloe la traviesa está oficialmente cerrada al público esta
mañana. Vuelva a intentarlo más tarde.
—No —me quejé y toqué su cadera con esperanza—. No… No
puedes mostrarme tu lado sexualmente carente, sucio y ninfomaníaco un
día, y luego simplemente cerrar el grifo a la mañana siguiente. Estoy
comprometido ahora. Envía a Chloe la traviesa de vuelta a jugar. Vamos,
por favor…
—Está hibernando —argumentó, tratando de sonar malhumorada,
pero detecté un atisbo de sonrisa en su voz.
Sonreí, divirtiéndome demasiado. —Oh, traviesa, desagradable,
monstruosa Chloe… —le canté al oído—. Sal, sal, de donde sea que
estés… —Deslizando la mano sobre su cadera y entre sus piernas, apenas
rocé la entrepierna de sus bragas con un dedo, haciendo que se arqueara
con el toque y jadeara—. Tengo una polla gruesa y jugosa esperando aquí.
Solo para ti…
Su mano agarró las sábanas junto a su rostro, y escuché que su
respiración se volvió superficial.
—¿Cómo de gruesa? —preguntó.
Con una risa, me presioné contra ella de nuevo y moví las caderas.
—Tan gruesa… —susurré en su oído—. De hecho, recuerdo un par de
veces ayer que la encontraste tan gruesa como para hacerte correrte con
solo... una... embestida... dentro de ti.
—Oh, Dios —gimió y luego presionó su trasero contra mí—. Bueno.
Apúrate. Antes que cambie de opinión.
Parpadeé, sorprendido de haber sido capaz de convencerla de esto.
Chloe nunca se rendía fácilmente a nada.
Excepto cuando se trataba de sexo, aparentemente.
Eso lo aprendí ayer. No había dicho que no a ninguna posición, a
ningún lugar, a nada de lo que le sugerí. Ella lo deseaba tanto como yo.
A la chica sinceramente le gustaba un buen revolcón en las sábanas.
Dios, ¿por qué desperdicié todos esos años sin siquiera intentar
meterme en sus pantalones? Me perdí de mucho.
—¿En serio? —pregunté, solo para asegurarme de que realmente
se hallaba de acuerdo con esto.
En respuesta, inesperadamente se dio la vuelta para mirarme y
siguió haciéndome rodar, obligándome a ponerme de espaldas y
aterrizando con ella encima, ya a horcajadas sobre mis caderas.
—Guau —dije, mirándola boquiabierto por la sorpresa.
Arqueó una ceja en desafío. —Tú eres el que despertó a la bestia. Página | 267
Ahora debes sufrir las consecuencias.
Me reí y le sonreí, y bajó la vista hacia mi pecho como si decidiera
dónde quería comenzar su festín. Sin embargo, justo cuando empezaba
a bajar la cabeza, alargué la mano y tomé tiernamente su mejilla.
—Dios, te amo tanto.
Contuvo el aliento y parpadeó mirándome, claramente sorprendida
por la admisión. Creo que podría haber sido la primera vez que realmente
me creyó cuando lo dije.
Estaba tan ocupada mirándome boquiabierta como si acabara de
robarle el aliento de los pulmones que no me vio venir cuando la agarré
por la cintura y nos giramos de nuevo hasta que ella se encontraba
acostada de espaldas y yo encima.
Con una sonrisa triunfal, la vi ajustarse al cambio, luego tomé un
mechón de su cabello entre los dedos y jugué con él. —Todavía es extraño
para ti escucharme decirlo, ¿no? —Comprendí.
Su rostro se sonrojó y soltó una risa incómoda, admitiendo: —Por
supuesto.
—Qué extraño —murmuré—. Porque no se siente raro decirlo.
Simplemente se siente... natural. Te amo. —Incluso sentí florecer una
sonrisa cuando lo dije. Mirando alrededor de su rostro, agregué—: Amo
tus ojos, tu nariz, tu boca y tus pómulos. Amo tu cabello. Tu clavícula. Y
esta pequeña peca en tu hombro, justo aquí.
Cuando me incliné para besarla, me detuve en su cuello y la
respiré. Cuando se estremeció de agradecimiento, arrastré la nariz desde
su hombro hasta su cuello.
—Amo tu olor. Y lo receptiva que eres por mí.
Puse ligeros besos en su garganta moviéndome hacia su pecho,
despojándola de su camiseta sin mangas a medida que avanzaba.
—Realmente amo lo receptiva que eres conmigo. —Lamiendo mis
labios mientras veía sus pezones endurecerse, sentí la necesidad de
inclinarme y lamerlos, uno a la vez.
Aspiró hondo y se arqueó, agarrando mi cabello en tanto me daba
un festín.
Cuando me detuve para quitarle los pantalones cortos y las bragas,
le sonreí. —Amo que pareces amar el sexo conmigo tanto como yo lo amo
contigo.
Extendió la mano y agarró la cintura de mi ropa interior para
bajarla.
Una vez que estuvieron fuera de nuestro camino, presioné de nuevo
entre sus muslos y la miré a la cara. —Amo la expresión de tu cara
cuando entro por primera vez. —Y cuando comencé a hacer precisamente
Página | 268
eso, sonreí ante su expresión—. Como si no pudieras tener suficiente de
mí. —Luego me incliné y besé suavemente sus labios—. Y amo sentirme
conectado contigo. Cuando finalmente me confesaste tu enamoramiento
por mí… —Me estremecí y empecé a moverme, lenta y lánguidamente—.
Creo que nunca antes me sentí más cerca de nadie. Nunca me sentí tan...
honrado.
—Luke —dijo, sacudiendo la cabeza—. No tienes que…
Pero la detuve y seguí hablando. —Amo cómo eres dura y terca y
me haces trabajar por eso a veces. Tanto como amo cuando me dejas
cuidar de ti también. Amo tu descaro, tu rudeza y todas las partes suaves
y blandas en el medio. Simplemente te amo, Chloe Ryan, tal como eres
ahora y como seas en el futuro. Porque eres tú.
Las lágrimas brillaron en sus ojos cuando me miró.
—Y uno de estos días —terminé—, te amaré lo suficiente como para
que al final no puedas ni evitar amarme también.
Mientras empujaba un poco más profundo y me movía un poco
más rápido, ella respiró hondo y pareció atrapada en las sensaciones
antes de sacudir la cabeza y parpadear hacia mí. —Maldito seas, Luke
Hamilton. Nunca dejé de amarte. No desde que tenía catorce años, ni
siquiera cuando quería odiarte.
La besé y la besé y la besé. Nuestros labios no dejaron de tocarse
hasta que los dos estuvimos justo ahí al borde de corrernos, y solo
entonces me separé para presionar mi frente contra la de ella para poder
decir: —Gracias. Gracias por no renunciar a mí por completo. Lo juro por
Dios, voy a hacer que tu espera valga la pena. Te amaré tal como lo
necesitas.
Y luego ambos caímos al borde de la pasión, juntos.

***

—¿Qué pasa ahora?


Chloe se estiró contra mí mientras hacía la pregunta, y sus senos
desnudos robaron mi atención cuando se aplastaron contra mi pecho.
Mirándolos, tomé uno y moldeé mis dedos alrededor de él.
—Supongo, lo que diablos queramos que suceda —dije, levantando
y apretando ligeramente, completamente entretenido por la cálida carne
maleable—. Necesito ir a trabajar al mediodía, y probablemente aún
quieras intentar hablar con tu jefe, ya que te distrajiste un poco de esa
tarea ayer.
Sonriendo al recordar cómo se había distraído, moví las cejas y
seguí masajeando ese pecho con determinación fija.
—Me refiero a nuestra relación —dijo entre dientes antes de tocar
mi hombro y levantar una ceja cuando finalmente levanté mi atención de Página | 269
su pecho—. ¿Realmente tienes que hacer eso?
—¿Jugar con tus pechos? Sí, de verdad lo creo —dije y volví a mirar
mi mano acunándola—. Y en cuanto a las relaciones, podemos ser lo que
quieras que seamos. Novios, prometidos, diablos... Podemos ir al juzgado
ahora mismo y casarnos si lo prefieres. Solo sé que lo que tenemos es
exclusivo y permanente. Después de eso, puedes llamarlo como quieras.
Pero en serio, ¿por qué una chica se molestaría con una pelota antiestrés
cuando tienes el mejor analgésico para la ansiedad justo aquí, ubicado
en la parte delantera de tu pecho? Literalmente puedo sentir que todas
mis preocupaciones se desvanecen al hacer esto.
—Eh, porque manosearte en público se considera inapropiado —
dijo con voz seca.
Resoplé. —Que se joda lo inapropiado. Estas cosas son la bomba.
Son tan malditamente relajantes. —Con un suspiro soñador, apoyé la
cabeza en la almohada y le sonreí a sus hermosos senos mientras
continuaba jugando con ellos—. Los masajearía todo el día si tuviera un
par.
Finalmente se rio y apartó mi mano.
—Ay Dios mío. Eres demasiado. Estas bolas antiestrés se van a
duchar ahora. Así que discúlpanos.
—¿Una ducha? —Me animé a la atención y me senté cuando lo
hizo—. Qué casualidad. Yo también necesito ducharme. Tal vez debería
unirme a ti y supervisar, asegurarme de que limpies mis hermosas y
burbujeantes bolas antiestrés correctamente.
Con una risa, simplemente me miró por encima del hombro al
tiempo que se deslizaba del colchón y comenzaba a cruzar la habitación.
—Eres tan raro.
Cayéndome de la cama para apresurarme tras su hermoso y
oscilante trasero, respondí: —Bueno, tú eres la que ha estado enamorada
de mí desde que tenías catorce años. Así que aparentemente, te gusta mi
rareza.
Me envió una sonrisa secreta, haciéndome saber que no estaba
equivocado, y luego entró en la ducha, donde corrí tras ella y pasé la
mayor parte de dicha ducha sin prestar atención a nada más que a sus
senos.
—Eso fue divertido —anuncié en tanto secábamos—. Creo que me
voy a concentrar únicamente en una parte del cuerpo cada vez que nos
duchemos juntos. Me pregunto cuánto tiempo me llevaría eso. Creo que
tu cuello debería ser el siguiente. O tu coño. Mmm, sí… El coño tendrá
que ser un cliente habitual, tal vez tomando un turno cada cinco duchas
más o menos…
Todavía estaba hablando sobre el orden en el que quería ir mientras
nos vestíamos y nos movíamos a la cocina para hacer un desayuno tardío
juntos. Me hallaba tan involucrado en mi nuevo proyecto que saqué un
bloc de notas y un bolígrafo de uno de sus cajones y me puse a trabajar. Página | 270

Sentado en el bar, fruncí el ceño ante la lista que escribí al mismo


tiempo que comía un tazón de cereal y Chloe preparaba una de sus
bebidas saludables y verdes para la mañana.
—No… —dije, sacudiendo la cabeza—. Detrás de las rodillas
definitivamente debería estar antes que los pies, ¿no crees? —Levanté la
vista en busca de confirmación cuando vino a sentarse en la barra a mi
lado.
—Dios santo. —Parpadeó a medida que revisaba lo que había
escrito—. ¿En serio estás haciendo una lista para esto?
—Diablos, sí —respondí—. Esto es una mierda importante.
—Entonces, ¿cuándo podré adorar diferentes partes de tu cuerpo
en la ducha?
Levanté las cejas con interés. —¿Quieres tomar turnos? Podemos
turnarnos.
Con una brillante sonrisa, asintió. —Me gustaría eso.
Riendo, asentí y dibujé una línea vertical justo en el centro de la
página. —Perfecto. —Después de garabatear un título en mi lado, luego
en el de ella, puse un número uno en la parte superior de su columna—
. Aquí, incluso te escribiré la primera parte del cuerpo en la que deberías
enfocarte.
Cuando anoté la palabra polla junto al número uno, elevé las cejas
y la miré interrogante. Leyó las cinco letras mayúsculas y asintió antes
de sonreírme. —Gracias.
Dejó un beso de agradecimiento en mi mejilla, y no pude evitarlo;
envolví un brazo alrededor de su cintura y la arrastré hasta mi regazo
para poder enterrar mi cara en su cabello.
Mientras Chloe tarareaba para sí misma y escribía el número dos
en su lado de la lista, nombrando la parte de atrás de mis orejas, apoyé
la mejilla en su hombro y decidí que la vida era un viaje extraño. Hace
un mes, nunca hubiera imaginado que estaría sentado aquí en su cocina
con ella, o que realmente nos llevaríamos bien y me sentiría más contento
y en paz de lo que nunca me había sentido en mi vida.
Quiero decir, Chloe... Chloe Ryan.
Eh.
Si Pick no hubiera tomado metafóricamente mi cabeza entre sus
manos, señalado en la dirección correcta y dado un gran empujón, no me
encontraba seguro de si alguna vez me hubiera permitido siquiera
mirarla de esta manera.
Bien, bien. Sí, había mirado. Mucho. E imaginado, pero nunca
hubiera pensado que era una posibilidad que realmente podría intentar
perseguir.
Nunca hubiera sabido cómo se sentía el mejor sexo alucinante. Página | 271
Nunca habría conocido a la verdadera Chloe. Nunca hubiera sabido lo
increíble que era el amor verdadero.
Hubiera sido completamente despistado.
Apreté mis brazos alrededor de ella y me acurruqué más cerca,
agradecido de que su padre me hubiera dado el empujón que necesitaba.
Levantó la mano distraídamente y me acarició la mejilla al tiempo
que mordía la punta de su bolígrafo y entrecerraba los ojos en nuestra
lista doble. —Sé sincero; ¿tu culo es una zona prohibida para ti?
Por un momento, solo pude sonreír incontrolablemente porque
sabía que este era mi nirvana, justo aquí. Había encontrado mi lugar feliz.
30
Traducido por VeroMG
Corregido por Pame .R.

Luke
A las once y media, estaba vestido para el trabajo y listo para salir
cuando Chloe apareció en la sala, mordiéndose el labio casi con
nerviosismo.
—¿Vas a trabajar ahora? —preguntó.
—Casi —dije en tanto me guardaba las llaves, la billetera y el
teléfono—. ¿Qué pasa contigo? —No se encontraba vestida como el día
anterior para ir a hablar con su jefe. Así que pensé que su respuesta sería
que solo iba a pasar el rato en la casa. Página | 272
—Creo que iré a visitar a Trick un rato. ¿Te importa si salgo
contigo? —dijo.
—En absoluto —le respondí, incluso mientras la miraba con
sorpresa—. ¿Cambiaste de opinión acerca de volver antes al trabajo? —
No me encontraba seguro de qué había cambiado entre ayer y hoy (aparte
del hecho de que nos habíamos vuelto sexualmente activos juntos), que
haría que ella esperara, y estaba empezando a despertar mi curiosidad.
¿Realmente el poder de mi pene había cambiado el curso de sus objetivos
laborales?
—¿Mmm…? —Me envió una vaga sonrisa, luego agitó una mano—
. Oh... decidí que tal vez podría disfrutar de mi descanso mientras durara.
Fruncí el ceño ligeramente. Eso realmente no sonaba como ella,
pero me encogí de hombros y le tendí una mano.
—¿Dónde estás estacionada?
Se adelantó, tomando mis dedos. —En el estacionamiento al otro
lado de la calle.
Yo también, así que asentí y caminamos juntos hacia la salida. Pero
tan pronto como salimos de la puerta de su casa, apartó la mano
abruptamente.
La miré con sorpresa.
Al principio, no se dio cuenta, se encontraba demasiado ocupada
mirando alrededor del vecindario, pero luego captó mi expresión y se
sonrojó. —Lo siento, tengo que cerrar. —Y se volvió hacia la puerta,
asegurándose de que se hallaba asegurada detrás de ella.
Esperé, y cuando se dio la vuelta, abrazó su bolso contra ella como
si estuviera tratando de mantener su distancia. Eso fue... raro.
Ladeando la cabeza, la observé un momento, pero parecía más
preocupada por ver quién más se encontraba afuera que notando mi
mirada inquisitiva.
Una vez que llegamos a su coche y miró su asiento trasero, pareció
relajarse. Una sonrisa finalmente levantó las comisuras de sus labios, y
presionó su mano contra el techo antes de mirarme.
—Bueno… —dijo, su garganta se movió al tragar—. Qué tengas un
buen día.
Levanté una ceja y le envié una extraña sonrisa. —Ajá...—murmuré
antes de soltar—: ¿Qué diablos está pasando?
Con los ojos llenos de culpa, sacudió la cabeza y dijo con voz
áspera: —¿Qué quieres decir?
—Estás actuando raro.
—Yo… —Cuadrando los hombros con irritación, me frunció el ceño
y resopló—. No estoy…
Página | 273
—¿Chloe? —llamó una voz masculina detrás de mí.
Ella gritó y dejó caer su bolso, girando con miedo hacia la voz.
Me giré también y me paré frente a ella de manera protectora,
frunciendo el ceño al extraño que se acercaba. Hizo una pausa y levantó
las manos sumisamente, mostrando que venía en son de paz.
—Lo siento. —Dejando escapar una risita, se inclinó hacia un lado
para poder mirar más allá de mí y hacer contacto visual con Chloe—. No
era mi intención asustarte.
—¿Quién diablos eres? —solté, obligándolo a dejar de mirarla como
una especie de ternero enamorado y volverse hacia mí.
—Uh… —El otro hombre parpadeó sorprendido, obviamente no
estaba acostumbrado a ser cuestionado—. Logan Chase —respondió por
fin, asintiendo de manera cortes, incluso mientras su mirada aguda se
deslizaba sobre mí, escudriñando y evaluando todo.
—¿El policía? —pregunté sin rodeos, devolviéndole la mirada.
Mi conocimiento pareció tomarlo aún más desprevenido. Miró a
Chloe, que se hallaba extrañamente muda en tanto se apresuraba a
recoger su bolso y luego se acercaba a mi lado.
—Así es —respondió, tendiéndome una mano—. ¿Y tú eres?
—Luke —respondí, sacudiéndole la mano brevemente.
—Por supuesto —respondió con un asentimiento inteligente como
si reconociera mi nombre—. Luke Hamilton. Amigo de la familia. Trabajas
para el padre de Chloe en el club nocturno y eres el mejor amigo de su
hermano menor, Patrick Jr.
¿Patrick Jr.?
Espera. ¿Mejores amigos?
Eso era un poco exagerado para Trick. Pero está bien.
—Claro… —le dije lentamente.
Obviamente había aprendido toda esa información al leer el informe
policial sobre el incidente de Chloe. Pero por alguna razón, que supiera
tanto sobre mí no me hizo sentir muy cómodo.
Le envié a Chloe una mirada reveladora, exigiendo en silencio saber
por qué estaba aquí.
Sus ojos se ampliaron un poco, respondiendo que no tenía ni idea.
Se volvió hacia el policía fuera de servicio. —¿Qué te trae por aquí,
Logan? —preguntó, su tono más civilizado de lo que hubiera sido el mío.
—Cierto. —Logan se volvió hacia ella y le envió un respetuoso
asentimiento—. Perdón por presentarme así. En realidad, solo estaba
conduciendo y revisando cosas —explicó—. Pero luego los vi a ustedes
dos salir, y pensé que debería pasar a decir algo en caso de que me vieran
y pensaran que te acechaba. Página | 274
—Lo que te hace ver como si la estuvieras acechando, de todos
modos —lancé sin rodeos.
Logan me miró brevemente, claramente no le gustó mi comentario,
pero cortésmente decidió ignorarlo.
—En fin... —Se volvió hacia Chloe—. He estado conduciendo
periódicamente frente a la casa de Freston desde que salió ayer, y su
automóvil no se encontraba en su entrada en este momento, así que solo
me aseguraba de que no estuviera cerca de aquí.
—¿Qué demonios? —respiré, lanzando una mirada alrededor del
vecindario—. ¿Está libre? —Entonces, me detuve y me giré hacia Chloe,
dándome cuenta…—. Mierda. Ya lo sabías.
Lo había sabido cuando salimos. Eso es lo que había estado
buscando. Joder, ella lo sabía antes de eso, asegurándose de irse cuando
yo lo hiciera, ya planeaba ir a casa de su hermano donde no estaría sola
mientras yo me hallaba en el trabajo.
—¡Mierda! —repetí, simplemente boquiabierto mientras agarraba
mi propio cabello.
—¿Qué? ¿No lo sabías? —me preguntó Logan, mirándome con
sorpresa—. Supuse que por eso estabas aquí.
—No. No es por eso que estoy aquí —dije irritado, mirando a Chloe
todo el tiempo que hablé con Logan.
Ella solo me devolvió la mirada, cada vez más pálida.
—Así que por eso te llamó ayer —me di cuenta—. Para hacerte
saber que el bastardo salió de la cárcel. Dios todopoderoso, Chloe, ¿por
qué no dijiste algo? ¿Estabas preocupada de que fuera a por él?
Su labio inferior tembló al tiempo que sacudía la cabeza levemente,
pero por lo demás permaneció muda. Cuando miró hacia el policía,
haciéndome saber que no quería hablar delante de él, le envié una mirada
dura.
—Sí, gracias por visitarnos, Logan —espeté con amargura—. Pero
ya puedes irte.
—Luke, de verdad... —Chloe suspiró—. No seas grosero.
—¿Grosero? —exploté—. Me acabo de enterar de que has estado
escondiéndome esto durante un día completo. Lo siento, pero acabo de
quedarme sin cortesía. Y no quería ser cortés con él de todos modos.
—Oye, amigo. —Logan agarró mi brazo como un policía tomando el
control de una situación que estaba comenzando a escalar hacia el caos—
. ¿Por qué no das un paso atrás y te relajas?
Lo corté con una mirada dura y levanté una ceja, haciéndole saber
que era mejor que me quitara la mano de encima y pronto.
—¿Hablas en serio? —pregunté antes de girarme hacia Chloe,
donde mis cejas se levantaron, preguntándole por qué su mano estaba
Página | 275
sobre mí—. ¿Habla en serio, carajo?
—Logan, está bien —le aseguró al otro hombre, dando un paso
adelante para quitarme físicamente la mano—. Luke es seguro. Estoy
completamente a salvo con él.
—¿Segura? —preguntó Logan, mirándome con escepticismo, lo que
solo me hizo fruncir el ceño de forma más amenazadora.
Chloe se acercó a mí y puso una mano tranquilizadora en mi brazo.
—Lo prometo.
Agarrando sus dedos, la acurruqué protectoramente más cerca de
mi costado, con mi brazo seguro alrededor de ella, y le dije al otro hombre:
—Amigo, me cortaría mis propios testículos antes de lastimar a esta
mujer. Ahora, si no te importa, la sacaré de aquí y la llevaré a un lugar
seguro.
Supongo que por fin aplaqué sus preocupaciones porque asintió y
dio un paso atrás. —Muy bien —murmuró, y miró hacia Chloe, asintiendo
a modo de despedida—. Ya nos veremos. —Luego, dio media vuelta y se
alejó.
Siseé detrás de él y luego gruñí: —Creo que odio a ese tipo. —
Agarrando la mano de Chloe con más fuerza, la alejé de su auto por
completo y la conduje hacia mi camioneta.
—Oh, no lo odias —me dijo—. Logan es un buen hombre.
—Exacto —murmuré irritado—. De todos los hombres con los que
has accedido a salir, incluido yo, probablemente sea el menos imbécil de
todos. Así que no me puede gustar nada, nada en este momento.
Chocó su hombro contra el mío, y cuando le fruncí el ceño, sonrió
felizmente. —Me gusta ver que te pones celoso por mí.
Resoplé y abrí el lado del pasajero de la camioneta para ella.
—Entra.
Finalmente miró hacia su vehículo, luego se giró hacia mí. —Pensé
que ibas a trabajar.
—A la mierda el trabajo —murmuré, tomándola por la cintura y
levantándola físicamente hasta el asiento de la camioneta—. Vamos a
tener una reunión familiar porque tengo la sensación de que aún no le
has contado a nadie sobre esto, de lo contrario, ayer habríamos estado
inundados de gente preocupada.
Cerré la puerta en su cara antes de que pudiera responder, y luego
corrí hacia el lado del conductor.
No fue hasta que estuve detrás del volante, con mis dedos envueltos
con fuerza alrededor de él y con el motor en marcha, que finalmente tuve
mi ira bajo control suficiente para echar un vistazo y decir: —Ahora, ¿te
gustaría decirme por qué No dijiste una maldita cosa sobre esto ayer?
Se encogió y me dedicó una mirada de disculpa antes de admitir:
Página | 276
—No pensé que tendría sexo contigo si te lo decía ayer.
Parpadeé con asombro antes de sacudir la cabeza y gritar: —¿Qué?
—Tenía muchas muchas ganas de estar contigo —comenzó—. Si te
hubieras enterado ayer, te habrías asustado y habrías llamado a todo el
mundo, y entonces, tal como habías dicho, nos habrían inundado de
inmediato de familiares enloquecidos, y no habríamos tenido ni un
momento a solas. Y ese día maravilloso y mágico que pasamos juntos
nunca habría ocurrido.
—Cristo, mujer —me reí con un sonido áspero y cínico, y puse la
camioneta en marcha—. Tenemos el resto de nuestras vidas juntos para
tener sexo maravilloso y mágico juntos. Tu seguridad es lo primero.
—Sí, pero fue un sexo tan glorioso —argumentó, agarrando mi
brazo para hacerme estar de acuerdo.
No pude evitarlo, sonreí cuando nos detuvimos en un semáforo en
rojo. —Sí, lo fue —murmuré con cariño, solo para fruncir el ceño una vez
más—. Pero, ¿cómo diablos pudiste haber adivinado que iba a ser tan
bueno? Por lo que sabías, podría haber terminado siendo sexo aburrido y
de mierda.
—Era sexo contigo —respondió secamente y parpadeó como si eso
lo explicara todo—. De ninguna manera iba a ser una mierda o aburrido.
—¡Jesús, detente! —dije, levantando una mano—. Estoy tratando
de enojarme contigo. Pero me gusta demasiado todo lo que dices. Maldita
sea, te pones en peligro.
—¿Pero lo hice? —respondió, levantando sus cejas hacia mí—. Me
quedé a puertas cerradas todo el día y me aseguré de no estar nunca
sola. Y hoy, te pedí que me acompañaras a mi auto donde iría a lo de
Trick y finalmente le contaría a alguien sobre Dax.
—¿Ibas a decírselo a Trick? —exploté—. ¿Por qué no me lo dijiste al
menos esta mañana?
—Si te lo hubiera dicho esta mañana, te ibas a enojar conmigo por
no decir nada antes. Pensé que, si acudía a Trick, podríamos actuar como
si él se hubiera enterado a través de su fuente de abogado, y nunca te
enterarías o tendrías una razón para estar enojado conmigo en absoluto.
—Guau. planeaste engañarme por completo, ¿no?
—Sí —admitió, su voz llena de vergüenza—. Lo lamento.
No pude evitarlo; me reí, extrañamente divertido por su repentina
honestidad, y negué con la cabeza.
—Debería estar extremadamente enojado contigo —dije.
—¿Pero no lo estás? —preguntó esperanzada.
La miré y suspiré, incapaz de reunir buena y legítima ira.
—Quiero decir, fue muy buen sexo —admití. Página | 277

Sonrió y se inclinó sobre la camioneta para besarme en la mejilla.


—Fue el mejor sexo de todos.
—Cierto. —Gruñí cuando sonó mi teléfono celular, busqué a tientas
de mi bolsillo—. Es tu papá —dije tan pronto como vi la pantalla—.
Imagínate. —Entonces respondí y lo presioné contra mi oído—. ¿Sí?
—¿Sigues con Chloe? —preguntó Pick.
—Sí —aseguré.
—Bien. Tráela al club. Estamos teniendo una reunión familiar.
Trick acaba de recibir una llamada y…
—Freston está fuera —terminé por él y miré a Chloe—. Sí. Lo
sabemos.
Pick hizo una pausa y luego maldijo.
—¿Él ha estado allí? —adivinó.
—No —le aseguré—. Su amigo policía se lo dijo.
—Jesús, gracias a Dios. Solo tráeme a mi niña, Luke. Tráela aquí
ahora. Tráela aquí a salvo.
—Lo haré, jefe —dije y colgué, ya a dos minutos de él.
31
Traducido por Gesi & Julie
Corregido por Pame .R.

Chloe
—Oh, Dios mío —dije conmocionada en tanto Luke se acercaba al
club.
El estacionamiento al otro lado de la calle debería haber estado
vacío a esta hora del día, ya que el bar se hallaba, técnicamente, cerrado.
Pero cuando miré por el parabrisas delantero de la camioneta, fácilmente
vi dos docenas de vehículos, y todos me resultaban familiares.
Todos era de mi familia.
—Esto es una locura —chillé a medida que entrabamos en el Página | 278
callejón para poder detenernos en la parte trasera—. No hace falta que
hagan tanto problema por mí. Yo no…
—Shh. —Me interrumpió, silenciándome—. Sí, hace falta. Y sí, lo
eres. Así que solo cállate y acostúmbrate.
En tanto se detenía frente a la salida del club, ni siquiera tuvo que
llamar a alguien, la puerta simplemente se abrió y Trick salió a nuestro
encuentro.
—Ahora, entra allí y hazles saber a todos que estás bien, a pesar
del hecho de que eres una gran mentirosa que probablemente esconde
de todos el mayor peligro de su vida. Estacionaré la camioneta e iré allí.
Me sorprendió su facilidad para perdonarme y al mismo tiempo ser
tan indiferente respecto a que le había mentido mientras era totalmente
sincero con lo mucho que no le había gustado. Hizo que me enamorara
aún más de él.
A pesar de todo el afecto rugiendo en mi interior, me las arreglé
para poner mala cara. —¿Me dejarás lidiar sola con eso? —exigí. Mi
hermano parecía estar listo para asfixiarme con una horda de abrazos
protectores—. Apestas.
—Sí, apesto… —estuvo de acuerdo con un tono ronco, sonriendo
traviesamente a medida que se inclinaba hacia mí sobre la consola
central—. Además, lamo y beso, y si lo pides con mucha amabilidad,
incluso también podría hasta morder.
Resoplé ante su broma, entonces le acuné la mejilla amorosamente
con suavidad y murmuré: —Eres tan pervertido. —Antes de presionar mi
boca en la suya.
Gimió desde el fondo de su garganta y me devolvió el beso antes de
replicar: —Y ahora soy tu pervertido —contra mis labios, justo cuando mi
puerta se abría.
—De acuerdo, de acuerdo —interrumpió Trick—. Suficiente de
succionarse los rostros. Tenemos que sacarla de la intemperie y llevarla
dentro. Ya mismo.
Me alejé de Luke para girarme y fruncirle el ceño a mi hermanito.
—Oh, Dios mío. Haces que suene como si Dax estuviera esperando en la
ventana de algún gran edificio listo para matarme con un rifle de
francotirador.
—Bueno, quizás lo esté —murmuró malhumorado a la vez que
saltaba al estribo del vehículo, acercándose a su mandíbula magullada
para poder pasar sobre mí y quitarme el cinturón de seguridad—. Ahora,
vamos. —Me tomó del brazo y comenzó a sacarme del asiento.
—Esto es muy ridículo. —Miré a Luke en busca de ayuda.
Pero parecía estar demasiado divertido como para ayudarme
mientras me saludaba con una mano. —Diviértete.
Estreché los ojos y mi hermano cerró la puerta cuando él se rio.
Página | 279
—Así que ahora besar a Luke es una cosa, ¿no?
Con un estremecimiento lamentable, me encogí de hombros.
—Supongo.
Alzó las cejas inquisitivamente a medida que me empujaba hacia
el bar, queriendo saber si estaba de acuerdo con el desarrollo, pero mi
sonrojo debe haber apaciguado su curiosidad, porque puso los ojos en
blanco y me empujó el hombro con el suyo.
—Mírate —murmuró, asegurándose de que la puerta estuviera bien
cerrada—. Siguiendo mi consejo y dándole una prueba.
—Oh, Dios. —Gemí, mi rostro cada vez más ardiente—. No es
absoluto la razón por la que… —Incapaz de discutir sobre el asunto con
él, cerré con un—: No hablaré de esto contigo.
Solo se rio. —Tampoco es que yo quiera hacerlo. Solo quería decir
que te ves feliz. Y eso me hace feliz.
Lo miré y me derretí. —Gracias —dije con sinceridad—. Estoy feliz.
—Bien. —Me apretó el brazo con afecto en tanto me llevaba a la
izquierda.
La reunión parecía estar llevándose a cabo en la recepción trasera,
y cuando abrió la puerta que guiaba al interior, la voz de papá se elevaba
sobre una cacofonía de objeciones: —No acecharemos ni acosaremos a
este hombre, fin de la historia.
—Y todo lo que estoy diciendo —respondió Noel, el padre de Lucy—
, es que somos suficientes para vigilarlo y saber dónde está en todo
momento. Nadie tiene que interactuar con él. De esa manera, sabremos
si se acerca a Chloe, Lucy o cualquier otro.
Papá se pasó una mano por el cabello en un intento de buscar
paciencia. —¿Por cuánto tiempo?
—Hasta que el maldito finalmente esté tras las rejas para siempre.
—Sí, excepto que podrían pasar años antes de que esto vaya a
juicio y finalmente haya sentencia.
—Este tipo lastimó a tres de las nuestras. Tenemos que hacer algo.
—Estoy de acuerdo. —Papá asintió objetivamente y abrió la boca
para decir más.
Pero mamá, que se encontraba sentada a su lado, se iluminó y
gritó: —¡Chloe! —antes de ponerse de pie de un salto y correr en mi
dirección. Mientras se lanzaba hacia mí, abrazándome con fuera, ya
demandaba—: ¿Estás bien? ¿Lo has visto u oído de él? ¿Necesitas algo?
—Estoy bien —dije, devolviéndole el abrazo—. Estoy bien. No lo he
visto ni oído de él.
—Oh, gracias a Dios. —Comenzó a besarme la mejilla con
agradecimiento, solo para detenerse y echarse hacia atrás para mirarme
con curiosidad—. Hoy no te apartaste de mí. Verdaderamente estás
Página | 280
sanando.
Sonreí y asentí, entonces la dejé llevarme hasta las sillas, donde
todos estaban reunidos en una especie de mesa redonda, aunque era más
bien un rectángulo formado por una docena de mesas. Me sentó entre
ella y papá, quien me miró de inmediato y sonrió con calidez antes de
extender una mano hacia la mía y apretármela tan pronto estuve a su
lado.
—Creo que la sugerencia de Noel tiene mérito —habló Trick—.
Quiero decir, todos hemos pasado en auto por su casa al menos una vez,
¿no es cierto? —Alzó las cejas y miró alrededor de la habitación antes de
enfocarse en papá—. ¿Eh?
A mi lado, él resopló exageradamente. —Bien. De acuerdo, pasé por
allí de camino aquí. Y acababa de llegar de algún sitio, llevaba un par de
bolsas de comestibles dentro.
—Ves. —Lo señaló—. Entonces, ¿cuál es el problema con elaborar
un horario? Ya que, de todas formas, todos lo controlaremos. De esta
manera, no nos superpondremos y podremos vigilarlo mejor.
—Yo tomaré el primer turno —se ofreció Beau, levantando la
mano—. Ese imbécil no se volverá a acercar a mi hermana ni a mi
sobrina.
—Y yo realmente no creo ser el objetivo —habló Lucy desde su sitio
junto a Vaugh—. Esa noche solo estaba en su camino. Es por Chloe por
quien deberíamos estar preocupándonos más.
—Lo que nos lleva al tema de la protección —intervino Julian—.
Tenemos que elaborar otro horario para ver quién se quedará con quién,
porque no quiero que ninguna de estas damas esté sola en tanto él está
libre.
—Yo digo que simplemente hagamos explotar la casa del bastardo
con un poco de dinamita —habló el papá de Teagan y extendió los
brazos—. Problema resuelto.
Mientras tanto, desde la entrada de la habitación, Luke ingresó en
silencio y encontró a su papá y hermano parados al margen de la
conversación, sin unirse a la discusión, pero listos para hacer su parte
una vez que se tomara una decisión.
A medida que se acomodaba contra la pared junto a JB, su
hermano se inclinó y comenzó a susurrarle algo, probablemente lo estaba
poniendo al tanto. Inclinó la cabeza más cerca para escucharlo, a pesar
de que sus ojos recorrían la habitación hasta encontrarme.
Tan pronto como nuestras miradas chocaron, hizo una pausa y
alzó brevemente las cejas a modo de saludo. Y entonces simplemente
siguió mirándome, sus ojos brillaban con una especia de calidez posesiva
como diciendo sí, sé cómo huelen tus bragas en este momento.
Página | 281
Hablando de eso, mi ropa interior se volvió un poco más húmeda
bajo su mirada acalorada.
Me moví en la silla y me forcé a regresar mi atención a la plática
justo mientras Teagan decía: —No seas ridículo, papá. En serio. ¿Dónde
encontraremos dinamita? Probablemente solo deberíamos hacer unas de
esas bombas caseras. Enseñan como hacerlas en internet.
—No explotaremos a nadie —habló con firmeza papá—. No
infringiéremos la ley.
—Excepto por el hecho de que —intervino la mamá de Bella—, este
tipo no tuvo miedo de romper su orden de restricción. No tiene reparos
en lastimar mujeres. O niños. Ninguna ley ni código moral le ha impedido
atacar, y no alcanzó su objetivo principal la primera vez. Por lo que,
hablando desde la experiencia, digo que… no se detendrá.
Me estremecí al recordar la expresión de los ojos de Dax mientras
me rociaba con la manguera. No, esa noche no logró lo que se propuso.
Lo que me hizo sentir repentinamente enferma porque…
—Va a tratar de buscar a Chloe otra vez.
Eché mi asiento hacia atrás como si fuera a ponerme de pie, pero
lo único que hice fue poner una mano temblorosa sobre mi rodilla y
presionar el dorso de la otra mano contra mi boca, tratando de no
desmoronarme en el acto.
—¿Chloe? —dijo mamá, acercándose a mí, pero me aparté de ella,
negando con la cabeza.
Unas sillas más abajo, Skylar se levantó y pasó a su hija a su
marido, Dominic, antes de apresurarse hacia mí. —¿Qué tal si vamos al
bar y te buscamos algo de beber? No necesitas escuchar esto.
—¡No! —grité, alzando demasiado la voz—. No voy a dejar que lo
decidan por mí. Es mi problema. Yo metí a ese hombre en nuestras vidas,
y ya hice que Lucy saliera herida y que Ava Grace estuviera a punto de
morir. Nadie más saldrá herido por mi culpa. —Me temblaba la barbilla
y apunté con el dedo hacia el suelo—. Nadie.
La sala se quedó en silencio un momento, asegurándose de que
había terminado de decir lo que tenía que decir, y luego estalló en ideas,
cada uno diciendo lo que creía que había que hacer. Levanté las manos,
completamente exasperada.
—¿Hola? —exclamé, incapaz de hacerme oír por encima de la
conmoción—. ¿Alguien me ha escuchado?
—Todos te hemos escuchado, Chloe —aseguró papá, dándome una
palmadita en la mano—. Pero es demasiado tarde. Todos en esta sala te
amamos y ya estamos involucrados. Estamos dispuestos a asumir
cualquier riesgo para mantenerte a salvo, igual que tú lo harías si fuera
Skylar o Nia o tu madre, o cualquier otra persona en esta sala. ¿Verdad?
Hice una mueca porque tenía razón. Si fuera cualquier otra Página | 282
persona en mi lugar, no me importaría mi propia seguridad; querría
poner de mi parte para mantener a salvo a mis seres queridos.
—Cariño, por favor, deja que Skylar te saque de aquí a tomar el
aire —me suplicó mi madre—. Vamos a idear un plan para ayudarte por
mucho que protestes.
Suspiré y me froté la frente antes de murmurar: —Vale. Vale.
En cuanto me puse en pie, mi hermana estaba allí, tomándome la
mano y apretándomela. Me llevó hacia la puerta, donde Luke seguía
apoyado en la pared con su familia. Volvimos a mirarnos a los ojos y él
me guiñó un ojo antes de pasarme el dorso de los dedos por el brazo.
—Luke. Aún no has dicho nada. ¿Qué sugieres? —gritó mi padre,
justo cuando cruzaba la puerta.
—Oh, yo estaba a favor de volar la casa de ese imbécil —le oí
contestar.
—¿Verdad? —se animó jovialmente Ten—. A eso sí que me refiero.
Skylar resopló y puso los ojos en blanco.
—Dios, espero que nadie escuche nunca las locas sugerencias que
surgen durante nuestras discusiones. Alguien pensaría que somos una
maldita familia mafiosa.
—Solo son el alivio cómico que saben que necesitamos durante las
cosas intensas —dije, exhalando agradecida, contenta de tener a Luke en
mi vida para proporcionarme justo el alivio que necesitaba cuando todo
lo demás era serio y aterrador.
—Hablando de eso... —preguntó, levantando las cejas y luego
moviéndolas hacia mí—. ¿Qué otro alivio te ha estado proporcionando el
señor Hamilton últimamente? Porque he oído rumores. Y esa mirada que
se han echado... Será mejor que lo cuentes, chica.
—Oh Dios —gemí, cubriéndome la cara y sintiendo como mis
mejillas se calentaban como locas—. Ni siquiera sé qué decir.
—Bueno, ese rubor está diciendo bastante —respondió, levantando
las cejas y sacudiendo la cabeza mientras entrábamos en la zona
principal del club, donde se puso detrás de la barra—. Pero vaya. Luke y
tú, ¿eh? ¿Estás segura de esto?
—O sea... —Me encogí de hombros con impotencia al tiempo que
me subía a un taburete y la veía prepararme un ginger ale helado—. Creo
que sí. —Luego me mordí el labio y admití—: Quiero que estemos juntos.
Y hasta ahora, él dice que también.
—Vaya —repitió, sacudiendo la cabeza con asombro—. Eso es
simplemente... increíble. Y me alegro por ti, pero vaya... Me va a costar
un poco adaptarme ya que estoy acostumbrada a que se peleen como
perros y gatos. —Luego se encogió de hombros y sonrió mientras me
ponía el vaso delante—. Supongo que lo que dicen es cierto; esa línea
entre el amor y el odio es delgadísima.
Página | 283
—Supongo —murmuré vagamente en tanto agarraba la copa, solo
para detenerme cuando mi cuñada salió del pasillo con su hijo de un año
lloriqueando en la cadera y el teléfono pegado a la oreja mientras
intentaba hablar con su interlocutor.
—¿Me estás tomando el pelo? —Nia gimió frustrada mientras
rebuscaba en la bolsa de pañales que colgaba de su otro hombro y sacaba
un biberón—. ¿Va a tardar otra semana? Ya lo tienes desde hace dos. ¿De
dónde demonios estás pidiendo la pieza? ¿Australia?
Me bajé del taburete y me apresuré a alzar a Drea con las dos
manos y le quité el biberón a su madre para que pudiera seguir hablando
con quien estuviera al otro lado de la línea sin distracciones.
Mi cuñada me dirigió una mirada de agradecimiento y se dio la
vuelta, murmurando: —Y no tienes uno que me puedas prestar mientras
espero, ¿verdad? —Luego añadió un sarcástico—: Por supuesto que no
—un momento después.
Mientras tanto, yo sonreía a mi sobrina y la volvía a sentar en el
taburete conmigo para darle de beber. Drea agarró el biberón con sus
deditos regordetes e inmediatamente dejó de lloriquear para poder
llenarse la barriga.
Al otro lado de la habitación, mi cuñada terminó su llamada
gritando: —¡Maldita sea!
—¿Problemas? —preguntó Skylar, sonando divertida mientras
mezclaba otra bebida, esta con un chorrito de vodka, antes de dejarla en
la encimera para Nia.
—Dios mío, gracias —exclamó mi cuñada, cayendo en el asiento de
al lado y dejando su bolsa de pañales sobre la encimera antes de recoger
la copa con gratitud. Tragó con avidez y luego dejó el vaso de un manotazo
y dijo—: Llevo dos semanas sin vehículo, y no puedo seguir tomando
prestado el coche de mi madre porque mañana se lo lleva de viaje fuera
del estado, y están pasando tantas cosas en el trabajo que no puedo
tomarme vacaciones, y Julian...
—Oye. Toma —interrumpí, rebuscando en mi bolso y sacando las
llaves de mi propio coche—. Usa el mío. —Cuando le di las llaves,
parpadeó asombrada.
—¿De verdad?
Asentí y abracé más a su bebé. —Por supuesto. Tengo la sensación
de que no me van a dejar conducir en un futuro próximo. Así que deberías
usarlo.
—Dios, gracias, Chlo —dijo, agarrando las llaves incluso mientras
se desinflaba y sacudía la cabeza—. Eres la mejor, y ahora me siento
como una absoluta mierda porque ninguno de mis problemas es ni
remotamente tan malo como lo que tú debes estar pasando, y aquí estaba
yo, actuando como si fuera el fin del mundo por aquí.
Página | 284
—Está bien —dije—. Créeme; sé lo mierda que son los problemas
de coche. Lo entiendo perfectamente.
Drea vio a su madre y se abalanzó sobre ella, haciéndonos dar un
grito de asombro y luego reírnos cuando la atrapamos y evitamos que se
cayera de la encimera. Cuando Nia volvió a tomar el control de la niña y
la subió a su regazo, Luke apareció por el pasillo.
—Hola —dije sorprendida, sin esperar verlo.
—Hola —murmuró en un tono un poco más íntimo en tanto se unía
a nosotras, subiéndose al asiento de al lado, al otro lado de Nia.
Agarrando la barra, se apartó un poco y tomó un gran respiro antes de
anunciar—: Así que... A partir de ahora, estoy oficialmente de vacaciones
pagadas en el club nocturno. —Levantando las cejas coquetamente hacia
mí, añadió—: Te presento a tu nuevo guardaespaldas de veinticuatro
horas.
—¿Qué? No... —chillé—. Papá no puede apartarte de tu trabajo así
como así. Luke... ¿Cuánto tiempo espera todo el mundo que hagas esto?
Se encogió de hombros como si no le importara. —Planeamos
revisar nuestro acuerdo actual cada dos semanas y hacer los ajustes
necesarios.
—Oh Dios —gemí—. Esto es... Esto no puede funcionar —intenté
argumentar—. No pueden pegarte a mí las veinticuatro horas del día. Nos
mataremos.
Me lanzó una sonrisa malévola. —Por sobredosis sexual tal vez —
contraatacó.
Nia escupió la bebida que estaba tomando al otro lado de la barra
y empezó a atragantarse.
—En serio —gritó, intentando recuperar el aliento al mismo tiempo
que nos miraba boquiabierta y se daba palmaditas en el pecho para tomar
aire—. No pueden decir cosas así delante de mí justo cuando me tomo
una copa. No tenía ni idea de que estuvieran... —Agitando una mano en
círculo alrededor de Luke y de mí, terminó—: Dios mío.
Luke hizo una mueca de disculpa. —Lo siento. Culpa mía —dijo
mientras Skylar golpeteaba la encimera con las manos y sonreía entre él
y yo.
—Me gusta —dijo, asintiendo en señal de apreciación cuando su
mirada se encontró con la mía—. Te vas a divertir con éste.
Suspiré como si ya estuviera abrumada, pero Luke le devolvió la
sonrisa. —Claro que sí —asintió antes de inclinarse hacia mí y besarme
sonoramente la mejilla.
Y así es como Luke se convirtió en mi guardaespaldas personal.

Página | 285
32
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.

Luke
Pasaron un par de días.
La familia decidió que Chloe se quedara en mi casa conmigo, lo que
probablemente era más seguro para ella, pero tenía que admitirlo... me
resultaba extraño.
Después de las últimas semanas, su casa había empezado a
parecerse más propia, así que fue un tiempo de adaptación para los dos.
Pero pasamos por todas las habitaciones, bautizándolas, como
decíamos. El sexo la distraía por momentos. Otras veces, manejaba cada Página | 286
día como una campeona. Pero me di cuenta de que el estrés la estaba
desgastando.
Quería recuperar su vida. Quería no estar preocupada por un
posible acosador tras ella. Quería acabar con esto de una vez.
Para empeorar las cosas, el departamento de policía la llamó y le
pidió que viniera para hacerle algunas preguntas de seguimiento sobre el
incidente para poder preparar un caso más detallado contra Freston.
Se suponía que iba a ser una entrevista grabada en vídeo, así que
se decidió, no por mí, que Trick se encargaría de ella, ya que tenía
formación jurídica. No es que yo pensara que eso fuera a cambiar nada;
de todos modos, probablemente no iba a poder sentarse allí mientras
hablaban con ella.
Pero tenía la sensación de que no quería que fuera con ella porque
Logan probablemente estaría en la comisaría, y sabía que si lo veía,
irritaría mis celos.
Así que se me ordenó que no fuera.
Lo cual me vino bien, porque tenía una misión que cumplir que no
tenía que ver con ella.
En cuanto me despedí de ella con un beso en la puerta y amenacé
a su hermano para que la mantuviera a salvo, cerré la puerta e
inmediatamente saqué mi teléfono, comprobando el chat de grupo del
programa de vigilancia de Freston.
Gracen estaba sentado en frente de su casa ahora, y el Mitsubishi
rojo idiota seguía en su unidad. Pero Gray tenía que irse a las once y
Bella no podría ocupar su puesto después de eso hasta el mediodía.
No me gustaba que Chloe estuviera fuera de casa durante una hora
entera mientras su acosador no estaba siendo, bueno... acosado. Pero
Trick dijo que esas entrevistas solían durar un rato y que Bella debería
estar en casa de Freston antes de que terminaran. Pero incluso si no
estaba, Trick ya había acordado no salir del departamento de policía con
Chloe hasta que Bella se hubiera registrado.
Sintiéndome bastante seguro al respecto, llamé a Teagan.
—Hola, hermanita —saludé alegremente cuando contestó.
Pero no se dejó engañar por mi tono. O tal vez eso mismo la hizo
darse cuenta. —¿Qué quieres? —preguntó—. Solo me llamas hermanita
cuando quieres sonsacarme algo.
—Conoces los gustos de Chloe bastante bien, ¿verdad?
—Eh... —Sonaba totalmente confundida antes de responder un
vacilante—: Tal vez. ¿Por qué?
—Quiero que te reúnas conmigo en la joyería y me ayudes a elegir
un anillo para ella.
Página | 287
—¿Un anillo? ¿Un anillo de amistad?
Fruncí el ceño. —Un anillo de compromiso.
—Dios mío —chilló asombrada—. ¿Hablas en serio? Así que lo del
amor...
—Funcionó totalmente. —Sonreí con orgullo—. Sí.
—Guau. Digo, solo... guau. Eso fue rápido. ¿Estás seguro...?
—Diablos, sí, estoy seguro —solté con el ceño fruncido—. Y resulta
que, básicamente, he estado enamorado de ella durante un tiempo. Solo
necesitaba que algunas personas me indicaran por qué. Y luego, ya sabes,
el sexo me lo confirmó. Así que...
—¿Sexo? —repitió sorprendida—. Quieres decir, ustedes dos...
—Oh, sí. —Bajé la voz con confianza para confesar—: Y además fue
un sexo increíble, alucinante. Estoy hablando del mejor sexo de mi vida.
Esa mujer es mi alma gemela, sin lugar a dudas. Ni siquiera lo sabes, T.
Quiero decir...
—Oye, shh. Se supone que no debes besar y hablar de la persona
que amas, idiota.
—¿Por qué no? —contraataqué—. Excelencias como esta deberían
gritarse a los cuatro vientos. Te lo digo, ella puede hacer algo con su...
—Dios mío —chilló mi cuñada—. Está bien. No quiero saberlo. Por
favor.
Sonreí, siempre feliz de mortificar a Teagan. —Vale, de acuerdo.
Entonces, ¿te reunirás conmigo? —insistí—. ¿En la joyería? Digamos, ¿en
quince... veinte minutos?
—Dios mío, Luke —dijo a trompicones—. Quiero decir, no es que
no me alegre por ti. Esto es genial. Es lo mejor. Pero, ¿estás seguro de
que es un buen momento? ¿Con todo lo que está pasando?
—T —carraspeé, sacudiendo la cabeza—, no se me ocurre un
momento mejor. Necesita esto ahora. Necesita una victoria. El asunto de
que ese imbécil haya salido de la cárcel se está apoderando de su vida y
la está estresando. Necesita algo bueno que esperar, un futuro que la
ayude a ver que esta mierda de Freston no va a durar para siempre, que
no puede ser así. Y sí... quiero hacer esto ahora.
—Bueno, joder... —Teagan sorbió como si la hubiera hecho llorar—
. Si lo pones así, ¡sí! Será un honor ayudarte. —Luego soltó una carcajada
vertiginosa—. Va a ser divertido. Nos vemos dentro de un rato.
Cuando colgó, respiré con calma y me miré en el espejo de la
entrada de mi casa.
—Te vas a casar, grandote —le dije a mi reflejo.
Y el afortunado bastardo me devolvió la sonrisa con una expresión
afirmativa de suficiencia. Página | 288

Silbando para mis adentros, preparé un sándwich para un


almuerzo rápido y temprano, luego salí por la puerta y me dirigí a mi
camioneta.
No creía que Freston fuera a escaparse bajo la vigilancia de Gray,
pero había sido capaz de encontrar a Chloe antes en casa de Lucy, así
que miré a mi alrededor en busca de su feo Mitsubishi rojo mientras
trotaba hacia mi camioneta.
Al no encontrarlo, me subí y arranqué el motor, preguntándome no
por primera vez cómo había podido localizarla la noche de su secuestro.
Vaughn comprobó el teléfono de Chloe para asegurarse de que no había
compartido su ubicación con él, así que tal vez la había seguido hasta
allí. Excepto que él no se acercó inmediatamente a la casa; ella estuvo
dentro un buen rato antes de que él irrumpiera.
Había algo que no encajaba en todo aquello.
Y aunque no podía averiguar qué era, sabía con certeza que si volvía
a encontrarla, estaríamos preparados.
Me hallaba ocupado imaginando situaciones en las que podía llegar
a pelear físicamente con el tipo cuando me detuve en el centro comercial
donde se encontraba la joyería.
—¿Pero qué...? —Me quedé boquiabierto al reconocer las caras de
al menos una docena de mujeres reunidas frente a la entrada.
La maldita Teagan había cotorreado. A todo el mundo, al parecer.
No le había dicho que lo mantuviera en secreto, pero tampoco me hallaba
preparado para enfrentarme a casi todas las mujeres de la familia.
Cuando aparqué y apagué el motor, mi cuñada se separó del grupo
y corrió hacia donde yo me encontraba aparcado.
—¿En serio? —le pregunté con las cejas levantadas al tiempo que
salía y cerraba la puerta tras de mí.
—Me entró el pánico —empezó, retorciéndose las manos en señal
de disculpa—. En cuanto colgué contigo, empecé a darme cuenta de la
enorme responsabilidad que esto suponía, que me habías echado sobre
los hombros en el último momento, sin dejarme tiempo para prepararme.
Y empecé a preguntarme si realmente conocía los gustos de Chloe lo
suficientemente bien como para tomar este tipo de decisión monumental
por ella. Así que llamé a mi madre como refuerzo. Eso fue todo. Pero ella
llamó a la madre de Chloe, que llamó a la tía Reese, que llamó... bueno,
ya me entiendes. En fin... ¡Tada! —Abrió las manos e hizo un gesto hacia
la horda que se nos venía encima—. Míralo por el lado bueno, con ayuda
como esta, vamos a encontrarte el anillo más lindo de la historia.
—¡Cielos! —murmuré en voz baja y tragué grueso justo cuando me
alcanzaron.
La madre de Chloe encabezaba el desfile, abriendo los brazos y con
una gran sonrisa.
Página | 289
—Un nuevo hijo —vitoreó y tiró de mí para abrazarme, luego me
agarró la cara y me obligó a agacharme para poder besarme la mejilla—.
Estoy muy contenta. Por la forma en que discutían, siempre pensé que
Chlo y tú harían una bonita pareja.
—Eh. —Sonreí vagamente a medida que el resto se reunía a mi
alrededor abrazándome, besándome en señal de felicitación y
básicamente mostrándome su apoyo.
—Entonces, ¿con qué límite de precio estamos trabajando? —
preguntó alguien, mientras que otra se preguntaba—: ¿Hay algún corte
determinado que estés buscando?
—Oh, a Chloe le sienta el corte princesa, sin dudas —su hermana,
Skylar, juró.
—¿En serio? —contraatacó Nia, su cuñada y arrugó la nariz—. Yo
siempre la vi más como una chica del corte marquesa.
—¿Y corte esmeralda? —interrumpió alguien más—. Es lo que Gray
me regaló, y me encanta.
—¿Qué tan importante es la claridad para ti, Luke?
—¿Qué piensas de otras joyas además de los diamantes?
—¿Quieres que la alianza y el anillo de compromiso se envuelvan
juntos como un conjunto o que sean dos bandas separadas?
—Oh, ¿has considerado el oro rosa para la banda? Me gusta mucho
el oro rosa.
—Oh... Dios mío —pronuncié, mi mirada se desvió hacia Teagan
para que supiera que iba a hacerla sufrir por hacerme pasar por esto.
Me ofreció una mueca de disculpa en tanto las demás me
agarraban de los brazos y me arrastraban al interior de la joyería.

***

Media hora después, me encontraba escondido en un rincón,


desplomado en una silla y jugando a un juego en mi teléfono cuando
alguien se sentó a mi lado.
Levanté la vista, molesto y bastante seguro de que iba a ser Teagan
o alguna de las otras otra vez con más preguntas sobre límites de precios
y lo que fuera. Pero en realidad era mi madre.
—¡Hola! —dije sorprendido, enderezándome mientras una sonrisa
instantánea se apoderaba de mi rostro—. No sabía que también te habían
arrastrado a esto. —Inclinándome hacia delante, le di un cálido beso en
la sien a modo de saludo.
—¿Arrastrado? —repitió consternada—. Fue un honor poder
participar. Página | 290
—Pues vaya —respondí—. Si lo hubiera sabido, te lo habría pedido
a ti en lugar de a T. Quizá no se habría convertido en este circo.
Mamá se rio. —Adoro el circo. Ojalá Chloe pudiera ver a todo el
mundo discutiendo sobre lo que creen que le gustaría más. Le haría
mucha gracia.
—Tienes razón. Le haría gracia. —Sacando el juego de la pantalla
de mi teléfono, abrí la cámara y empecé a tomar un video del ruido y la
conmoción, haciendo una pausa en Nia que discutía con Skylar sobre
algo y usaba estos gestos grandes y exagerados de la mano hacia el
mostrador de vidrio frente a ellas—. Le enseñaré esto después de la
propuesta.
Me pasé un minuto entero haciendo un paneo por la tienda para
que Chloe pudiera ver a todas las involucradas y cómo se encontraban
agrupadas en parejas y comprando en diferentes áreas, solo para llamar
a alguien después de unos segundos para que viera esto. Se encontraban
realmente empeñadas en conseguir algo que le gustara a Chloe.
—También nos ofrecen champán gratis mientras compramos —me
dijo mamá en cuanto dejé de grabar y bajé el teléfono—. Me siento tan
elegante e importante.
Me reí y la miré. —Excepto que tú no bebes —dije. Creo que podría
contar con una mano el número de veces que había visto a mi madre
consumir alcohol.
—Pero tú sí —rebatió ella y me levantó una copa a modo de ofrenda.
—Dios te bendiga —jadeé y le arrebaté el champán de la mano,
para engullirlo de un largo trago.
Se rio mientras me miraba. —Siempre me haces reír. Creo que ése
es tu encanto especial. No sé qué haría si ya no fueras mi chico feliz. —
Extendió la mano para agarrarme del brazo y su sonrisa se volvió triste—
. Amo a Chloe, sabes. Es como una de mis hijas. Y nada me haría más
ilusión que verte sentar cabeza con ella, pero ¿estás seguro de que puedes
ser feliz con esta decisión? Sé que Pick te presionó. Y no aprobaré ningún
matrimonio que contraigas a menos que pienses de verdad que te
mantendrá como mi chico brillante y feliz.
—Jesús, mamá —refunfuñé con un suspiro—. Tú también no.
—Yo más que nadie —aseguró—. Porque conozco al hombre del que
vienes. Y tienes la nobleza de Quinn en ti, te guste o no.
Resoplé porque yo no me parecía en nada a mi padre.
El doctor Quinn Hamilton era un brillante cirujano cardiovascular
de renombre que salvaba vidas a diario. Era tranquilo y amable,
compasivo, infinitamente paciente y la presencia más firme y fiable que
había conocido. Era básicamente la antítesis de mí.
—¿Sabías que...? —dijo mamá cuando no le contesté lo bastante
pronto—. Fui yo quien ayudó a tu padre a elegir el primer anillo de
compromiso que compró. Página | 291

La miré de reojo y enarqué una ceja. —¿Te hizo elegir tu propio


anillo?
Soltó una pequeña carcajada y negó con la cabeza. —No. Este anillo
era para otra persona.
Está bien. Eso sí que me despertó. —¿Cómo dijiste? —pregunté—.
Imposible. ¿Papá estuvo comprometido con alguien antes que contigo?
—En realidad —murmuró con una mueca pensativa—. No. Nunca
le pidió que se casara con él. La noche que iba a pedirle matrimonio por
una tonta obligación de nobleza que sentía hacia ella porque era la
primera novia que había tenido, se enteró de que lo estaba engañando.
—Oh, vaya —susurré, haciendo una mueca de simpatía por mi
papá del pasado—. Eso debió ser una mierda para él.
—Bueno. —Mamá hizo un sonido en su garganta que no conllevaba
mucha simpatía—. Sin embargo, fue genial para mí. —Cuando mis cejas
se alzaron en señal de sorpresa, se rio y me dio una palmadita en el brazo,
añadiendo—: Esa misma noche lo arrebaté para mí.
Solté una carcajada y apreté sus dedos en señal de felicitación.
—Sí, reina —aclamé—. Ases...
Mamá soltó una risita y se apoyó en mí.
—La cuestión es que... —continuó cuando se hubo calmado—, tu
padre tomó la decisión equivocada de comprometerse de por vida con
alguien a quien no amaba, todo porque sentía que debía hacerlo. La
lealtad y el deber son fuertes en los genes Hamilton. Tal vez demasiado
fuertes. Fue una bendición disfrazada cuando ella rompió su confianza y
lo engañó. Nunca me habría mirado así y aprendido lo que era el
verdadero amor si ella no lo hubiera hecho. Y tampoco quiero que te
pierdas eso solo porque alguien importante para ti necesite ayuda.
—Ella no es solo importante para mí, mamá —juré—. Lo es todo.
Es el resto de mi vida y la madre de tus futuros nietos. Cada vez que
intento imaginar mi futuro sin que ella sea la indicada, me entra el
pánico. La amo de verdad, sinceramente. Lo juro. Ella... Joder, me hace
sentir especial. Y vivo.
Cuando me di cuenta de lo lejos que había llegado por el camino
cursi que acababa de recorrer, me sonrojé y gemí.
—Dios. Suena estúpido.
—No, no es así. En absoluto —aseguró mamá. Una sonrisa se
dibujó en su cara al mismo tiempo que me apretaba el brazo, feliz y
orgullosa—. Suena perfecto —me prometió—. Me alegro mucho. —
Exhalando un suspiro de alivio, añadió—: Gracias a Dios.
Suspirando apaciguada, se volvió hacia el resto de la sala y observó
cómo las demás buscaban conmigo el anillo perfecto para Chloe. Luego
inclinó la cara hacia un lado y la apoyó en mi hombro. —¿Quieres oír algo Página | 292
irónico? Creo que en realidad fue Pick quien acompañó a tu padre cuando
eligió mi anillo.
Resoplé. —¿En serio?
Eso sí que me pareció irónico. Era como si Pick ya hubiera sabido,
desde entonces, que estaba orquestando la existencia de su futuro yerno
al ayudar a mis padres a reunirse.
Riéndome, sacudí la cabeza y luego levanté la mirada cuando
Teagan marchó hacia nosotros, con todas las demás siguiéndola.
—Lo hemos encontrado —anunció orgullosa—. Hemos encontrado
el anillo de Chloe.
Estiró los brazos hacia delante en un gran gesto e inclinó la caja
abierta para mostrarme lo que había dentro.
Miré el brillante diamante y el oro que resplandecían ante mí. Para
mí, parecía un anillo cualquiera, pero cuando miré a mi alrededor, a
todas las caras ansiosas y expectantes que intentaban calibrar mis
pensamientos, supe que no era un anillo cualquiera. Incluso la madre y
las hermanas de Chloe parecían emocionadas por él.
—¿Y todas están de acuerdo? —les pregunté asombrado—. ¿Por
unanimidad?
Asintieron, así que miré a mi madre.
Se le dibujó una sonrisa en la cara, se le llenaron los ojos de
lágrimas de alegría y también asintió. —Es perfecto.
—De acuerdo, entonces —dije y extendí la mano hacia Teagan, con
mi tarjeta de crédito metida entre dos dedos—. A comprarlo.
Las demás gritaron de alegría y se sirvió más champán.

Página | 293
33
Traducido por Umiangel & Lisseth
Corregido por Pame .R.

Luke
Teagan me hizo pasar por el hospital antes de irme a casa para
poder mostrarle a mi hermano el anillo de Chloe mientras él se hallaba
en el trabajo.
Se encontraba con un paciente cuando llegué, así que me quedé en
una de las salas de espera hasta que pudo verme. Había pasado un
tiempo desde la última vez que supe de Chloe, así que le envié un mensaje
de texto, sin esperar realmente una respuesta ya que supuse que todavía
la entrevistaban.
Página | 294
Verse obligada a recordar toda esa mierda y volver a contarla sin
duda sería una carga para ella. Ya planeaba sugerir que hagamos de hoy
otro día de trampas, luego relajarnos juntos frente al televisor, a salvo
detrás de puertas cerradas mientras vemos películas y comemos comida
chatarra. Entre rondas de sexo, por supuesto.
Tendría que haber mucho sexo durante el resto del día. A Chloe le
gustaba el sexo. La haría sentir mejor.
Sonreí por esos planes y saqué la caja del anillo de mi bolsillo a
medida que guardaba mi teléfono.
Abriendo la tapa, miré el símbolo de mi amor por ella y respiré
hondo. Me hallaba tan ansioso por poner esto en su dedo y hacerlo oficial
que quería proponerle matrimonio tan pronto como la volviera a ver.
Claro que, también quería esperar por algo especial. Quizá Teagan tenía
razón; comprometerse durante este drama con Freston no era la mejor
idea.
Pero quería que fuera feliz. Y si esto ponía una sonrisa en su rostro,
valdría la pena.
—¿Es cierto? —preguntó la voz de mi hermano desde cerca.
Levanté la cabeza para descubrir que JB había llegado. Con una
bata de laboratorio blanca sobre ropa quirúrgica color azul con un
estetoscopio sobre el cuello y una insignia enganchada en el bolsillo
delantero, parecía el médico modelo.
—Es cierto —respondí, poniéndome de pie y dando un paso
adelante para extender la caja del anillo en su dirección.
La tomó con cuidado y miró hacia abajo, sin decir nada. Tampoco
pude leer su expresión, lo que me puso nervioso.
Después de mirar hacia arriba y decir en voz baja: —Bien —cerró
la tapa y me la devolvió—. Así que… —Aclarándose la garganta, esperó
hasta que tuve la caja en mi bolsillo antes de agregar—, de verdad harás
esto, ¿no?
—Por supuesto —respondí, sorprendido de que no pareciera más
feliz, que dudara en absoluto por mí—. ¿Por qué?
Se encogió de hombros y me envió su mejor mirada de hermano
mayor que sabe mejor. —Es solo que en un minuto nos dices que planeas
enamorarte de ella, luego preguntas cómo hacerlo, y ahora, bam, tienes
un anillo. Quiero decir, ¿no crees que todo esto está pasando un poco
rápido?
Le fruncí el ceño un momento antes de decir bruscamente: —¿Es
por esto que Teagan me envió aquí para hablar contigo? ¿Todos ustedes
no quieren que me case o algo así? Jesús, ¿por qué me ayudó a elegir un
anillo si…?
—No es T —interrumpió racionalmente—. Ella apoya esto y te envió
aquí para que me pidas que sea tu padrino. No, esto es todo mío. Estoy
preocupado. Página | 295
Retrocedí un paso. —¿No quieres que me case?
Suspiró con cansancio. —Por supuesto, quiero que te cases. Algún
día. Y tampoco hay nadie con quien me gustaría verte terminar más que
con Chloe. Estoy en pleno apoyo de la idea en general. Pero quiero que tú
quieras esto. Quiero que estés listo. Y ahora mismo, es... No lo sé. Se
siente como si solo lo estuvieras haciendo para hacer felices a todos los
demás.
—Oh, Jesús —murmuré, rodando los ojos. Luego lo corté con el
ceño fruncido—. No me di cuenta de que necesitaba convencerte de que
estoy siendo legítimo aquí. La amo, ¿de acuerdo? Seguí el consejo idiota
de Trick, y bam, adivina... De hecho, funcionó.
Las cejas de JB se dispararon. —Así que tú y Chloe... Tú... —Movió
su dedo de un lado a otro y abrió los ojos con sorpresa.
—Joder, sí, lo hicimos —anuncié antes de fruncir el ceño—. Me
sorprende que tu esposa no te lo haya mencionado ya.
—¿Le dijiste a Teagan? —preguntó en estado de shock.
Me encogí de hombros. —¿Qué? ¿Como si fuera un gran secreto?
—Luego, me detuve para darle un fuerte golpe en el hombro—. ¿Y por
qué diablos no me dijiste antes cuánto más asombroso es cuando estás
emocionalmente enredado con la chica? Jesús. ¿Sabes lo adolorida y
desgastada que dejé a la pobre Chloe después de la cantidad de veces que
tuve que…?
—¡Bien! —interrumpió, riéndose con inquietud y levantando las
manos al tiempo que las sacudía agresivamente para detenerme—.
Demasiada información. Lo entiendo. No necesito saber…
Inclinándome y bajando la voz, susurré: —El mejor… sexo… de
todos los tiempos. Solo digo. Todavía tiene que decir que no a algo de lo
que he querido hacer. Quiero decir, todavía no he llegado a probarlo todo,
pero he ido avanzando en la lista, y déjame decirte... Hasta ahora, a ella
le gusta todo lo que me gusta. ¿Puedes creer esa mierda?
—Dios. —Mi hermano cerró los ojos y se estremeció—. De verdad
no tienes que compartir eso. Nunca volveré a mirar a Chloe de la misma
manera.
—No deberías —coincidí de todo corazón—. Deberías mirarla como
la puta diosa que es. Y ese pequeño monstruo travieso es mío. —Una gran
sonrisa se extendió por mi rostro a medida que asentía, apreciando el
hecho de que ella era mía—. Puedo darte algunos buenos consejos si los
necesitas.
—No lo creo —me aseguró mi hermano—. De verdad no lo necesito.
—Oye, lo que sea. —Levanté ambas manos y le envié una mirada
de te lo pierdes—. Teagan se perderá algunos buenos momentos, pero si
así les gusta…
—A ambos —respondió JB con firmeza.
—Bueno. —Me reí y me rendí—. Te escucho. Página | 296

—¿Me escuchas? —dijo, frunciendo el ceño ligeramente—. Me


alegro de que ustedes dos sean… compatibles. Pero hay más que sexo en
el matrimonio.
—Lo sé —dije, frunciendo el ceño—. Pero el sexo es nuevo, y ya he
sentido todos los demás elementos por un tiempo, así que disculpa si
todavía estoy emocionado con las cosas nuevas en este momento.
—Exactamente, ¿qué otros elementos? —exigió—. Porque cuando
Gracen enumeraba todos esos consejos del sitio web para determinar si
te encontrabas enamorado o no la otra noche, todavía no parecías haber
experimentado ninguna otra emoción hacia ella.
—Tonterías —gruñí—. Experimenté todas las otras cosas con
Chloe. Y me asustó muchísimo darme cuenta de lo hundido que ya me
encontraba cuando Gray comenzó a leer sus estúpidas listas en voz alta.
Cuando JB simplemente me frunció el ceño como si supiera mejor,
fruncí el ceño en respuesta. —Deja de mirarme con esos ojos críticos. La
amo, maldición, ¿de acuerdo?
Pero todo lo que mi hermano hizo a cambio fue soltar un largo
suspiro como si se estuviera preparando para darme uno de sus
sermones.
Levanté mis manos, deteniéndolo antes de que pudiera comenzar.
—Suficiente. Me voy de aquí. —Me di la vuelta para marcharme, pero su
reacción me irritó demasiado como para dejarlo así, así que me encontré
girando de nuevo en la entrada de la sala de espera y señalándolo
acusadoramente.
Quiero decir, ¿cómo podría siquiera cuestionar esto? Parecía tan
estruendoso y obvio para mí... ahora que finalmente abrí los ojos y me di
cuenta por mí mismo.
¿Cómo no iba a verlo él también?
—¿Quieres saber por qué la amo de verdad? —exigí, queriendo
restregarle en la cara lo verdaderamente equivocado que estaba—. Porque
ella me amó primero. Sabe exactamente lo imbécil desconsiderado e
inapropiado que soy. Conoce todas mis faltas y defectos y, sin embargo,
todavía me acepta como soy. No, ella eligió y me prefiere por mi forma de
ser. No quiere que cambie nada, que no es algo que ni siquiera tú puedas
reclamar.
JB abrió la boca para no estar de acuerdo conmigo, estoy seguro,
no es que tuviera una oportunidad porque no podía contar la cantidad
infinita de veces que me criticó a lo largo de los años por no ir a la
universidad o conseguir un trabajo real o… lo que sea, pero levanté un
dedo, deteniéndolo.
—Y también me deja cuidarla, lo que alimenta mi necesidad de
ayudar a la gente. Quiero decir, no tanto como para engreírme y volverme
codependiente de ella o algo así. A veces, tiene que ser un dolor de cabeza
obstinado para recordarme que sigue siendo una mujer independiente y Página | 297
fuerte y que podría vivir sin mí, pero me deja intervenir y mimarla lo
suficiente como para hacerme sentir especial y valioso. Y me alienta a
querer trabajar más duro y convertirme en esta buena persona que parece
pensar que soy, aunque sé que ahora está completamente satisfecha con
lo que obtiene de mí. Es caliente y atrevida, recriminándome durante mis
momentos estúpidos y, sin embargo, es mi lugar seguro, todo en una
hermosa alma. Y nunca me he sentido tan satisfecho como cuando ella
está en mi territorio. Así que sigue adelante y piensa que me conoces
mejor que yo y que en realidad no la amo. Me importa un carajo si no te
convenzo o no. Me casaré con esa chica antes de que se escape.
Con eso, me di la vuelta para marcharme. Estaba tan decidido a
ignorarlo a medida que me perseguía, diciéndome que esperara, que no
presté atención por dónde iba y choqué con un jodido agente de policía
uniformado que caminaba por el pasillo.
—Mierda, lo siento —dije y di un paso atrás para dejarlo ir primero.
Levantó una mano en señal de disculpa. —No te preocupes.
Sin embargo, mientras se alejaba, el radio de su cinturón empezó
a chirriar.
—...Diez veintiocho en la primera placa es actual —anunció una
voz suavemente—. Registrado a nombre de Chloe Ryan de Ellamore.
Negativo veintinueve.
Mis oídos se agudizaron al oír el nombre de Chloe y miré a JB para
asegurarme de que había oído lo mismo. Cuando me devolvió el parpadeo
sorprendido, salté hacia delante, corriendo tras aquel policía.
—Espera… —Lo agarré del brazo, haciendo que se sobresaltara y
girara hacia mí. Deteniéndome bruscamente, le quité la mano de encima
y luego levanté ambas, al tiempo que exigía—: ¿Qué... qué es eso? En su
radio. —Hice un gesto hacia su cinturón—. Les oí decir Chloe Ryan, y
ella... Es mi prometida —solté, sin saber cómo llamarla—. ¿Está bien?
¿Qué ocurre?
Mientras tanto, la radio del tipo seguía soltando más información.
—Segundo vehículo —anunciaba el despachador—. Diez veintiocho está
caducado. Registrado a nombre de Daxter Freston de Pontiac. Negativo
veintinueve.
—Maldita sea… —Respiré cuando oí su nombre. Ahuecándome la
cabeza, me agaché un poco y empecé a alejarme del oficial, mientras las
estrellas aparecían en mi visión—. ¿Qué está pasando?
—Accidente de autos —me respondió el agente al tiempo que una
nueva voz en su radio llamaba a través de una respuesta llena de estática.
—Ambos conductores están en estado crítico. ¿Cuál es el tiempo
estimado de llegada de los servicios de emergencia?
El uniformado que se hallaba frente a mí dijo: —Parece que pronto
vendrá hacia aquí, así que mejor quédate aquí. Puedes encontrarte con Página | 298
ella aquí. —Y se fue, dejándome con la boca abierta.
—¿Luke? —JB me agarró del brazo, obligándome a mirarlo.
—Ella... ella tuvo un accidente —dije en voz baja, todavía no lo
registraba bien en mi cabeza—. Está en estado crítico.
Estaba herida.
—Mierda. —Las rodillas empezaron a fallarme, pero mi hermano
me agarró con fuerza y me llevó a un banco cercano, donde me desplomé
sobre mi culo y me agarré la cabeza con las manos.
Pero la había encontrado. Maldita sea, Freston la había encontrado.
Mi mundo pareció derrumbarse a mi alrededor y todo quedó en
blanco. —No, no, no, no, no...
Todo en lo que podía concentrarme era en la palabra crítico.
—¿Luke?
—¿Qué significa estado crítico? —pregunté, tratando de mirar a JB,
pero parecía que no podía verlo a través de la niebla negra del pánico—.
¿Qué tan grave es? Es peligro de muerte, ¿no? Oh Dios.
Peligro de muerte.
Lo que era peor, Bella envió un mensaje de texto al chat del grupo
de vigilancia de Freston en ese mismo momento, comprobando su deber,
solo para informar que su auto no se encontraba en su entrada.
Y esa era toda la confirmación que necesitaba. El bastardo había
llegado a Chloe.
—JB… —Extendí la mano en su dirección, buscando apoyo en
tanto mi cerebro se quedaba en blanco. Cuando le agarré del brazo,
apreté con fuerza. Un sollozo salió de mi garganta y todo mi cuerpo
empezó a temblar—. No puedo respirar.
Pero esto no podía estar pasando. Simplemente no podía. Apenas
me había despertado y me había dado cuenta de lo mucho que la quería.
No podía perderla ahora. No era justo. No era...
Me acaloré y luego me enfrié. Se me erizó el cuero cabelludo y me
asaltó el mareo. Estaba perdiendo el control. A lo grande.
—Espera. Solo... ¡Oye! —JB dio una palmada delante de mi cara,
sacándome de mi crisis de terror—. Vamos a pensarlo bien —ordenó con
calma, alzando las cejas y obligándome a parar y pensar racionalmente—
. Creía que ella estaba con Trick en este momento.
—Sí… —Asentí, con la voz quebrada y temblorosa—. Fueron a la
comisaría a responder algunas preguntas.
—¿Así que se llevaron el auto de ella? —preguntó, confundido por
esa idea.
—No. —Negué con la cabeza—. Ellos... —Entonces, me enderecé
sorprendido—. No, no lo hicieron. Se llevaron el de él. Hijo de puta... —
Mi mirada se alzó esperanzada cuando por fin comprendí lo que dijo—. Página | 299
Su auto estuvo en un accidente. Ella no. Gracias a Dios. —Me llevé una
mano al corazón e intenté calmarme.
Pero JB seguía negando con la cabeza, sin entender. —Entonces,
¿quién está en el auto de Chloe?
—Nia se lo pidió prestado para... oh, maldición —me di cuenta,
agarrándome la cabeza y sintiéndome una mierda porque todavía me
aliviaba pensar que Chloe se encontraba bien—. Nia tomó prestado su
coche. También la acabo de ver en la joyería. Se tomó un descanso
temprano para ayudar a elegir el anillo de Chloe. Así que habría estado
conduciendo de vuelta a... Oh… oh, no. ¿Nia está en estado crítico?
Mis ojos se abrieron de par en par cuando se encontraron con los
de JB.
—¿Soy un idiota si digo que todavía estoy aliviado de que no sea
Chloe? —pregunté con voz ronca y temblorosa.
Mi hermano me agarró del brazo. —No —dijo con toda seriedad—.
Porque me has convencido de que la quieres de verdad. Pero quizá no
menciones ningún alivio delante de Julian.
Asentí y tragué con fuerza. —De acuerdo.
—Hablando de... —JB deslizó un teléfono de su bolsillo—. Voy a
llamarlo. A ver si ya sabe algo de Nia.
—De acuerdo... —Asentí, mis manos temblando por una razón
completamente diferente—. Buena idea. Mierda... Probablemente debería
llamar a Chloe.
Iba a enloquecer cuando se enterara de que su cuñada había tenido
un accidente con…
Espera un jodido segundo.
¿Por qué Nia se había metido en un accidente con Freston?
—Hijo de puta. —Me giré hacia JB, que tenía el teléfono pegado a
la oreja pero esperaba una respuesta—. Tiene un rastreador en el auto
de Chloe. Así debe ser como la encontró en casa de Lucy.
—Mierda —susurró mi hermano, solo para parpadear y volver su
atención a la llamada—. ¿Hola? ¿Julian? —Dándose la vuelta, se alejó un
par de pasos, tratando de informar al hermano de Chloe de todo lo que
sabía.
Mientras tanto, agarré mi propio teléfono y llamé a Chloe.
Contestó al segundo timbre.
—¡Hola! —dijo alegremente, haciéndome exhalar con tanto alivio
que me mareé momentáneamente—. Estaba a punto de responder a tu
mensaje. Acabamos de salir de...
—¿Dónde estás? —interrumpí con urgencia—. ¿Sigues en la
estación? ¿Estás bien? Página | 300
—Yo... Sí. ¿Q-qué está pasando? Te tiembla la voz.
—Lo siento. —Cerré los ojos brevemente y me llevé una mano a la
cabeza—. Es que... Necesito que vengas conmigo, ¿vale? Necesito verte
con mis propios ojos para asegurarme de que estás bien.
—Luke, me estás asustando —advirtió con severidad—. ¿Qué
pasa?
—Estoy en el hospital —empecé.
Solo para que ella cortara con: —Oh Dios mío. ¿Estás bien?
—Sí. —Hice un gesto con la mano para restarle importancia—.
Estoy bien. Solo pasé a ver a JB. Pero oímos tu nombre por el escáner de
la radio de un policía que pasaba por el pasillo.
—¿Mi nombre? —dijo confundida.
—Sí. —Tomé aire e hice una mueca de dolor antes de admitir—:
Creo que tu auto ha estado en un accidente.
—Oh, Dios. ¿Nia?
—No sé —admití sinceramente—. Solo sé que ambos conductores
están siendo traídos aquí al hospital. JB está llamando a Julian ahora.
—¿Y Drea? ¿Estaba Drea con ella?
Tragué saliva, solo para recordar de nuevo que acababa de ver a
Nia en la joyería. Joder, eso parecía que había pasado hacía siglos.
—No lo creo —admití—. Volvía al trabajo de su descanso para
comer. Pero, Chloe...
—No te preocupes —me aseguró—. Trick y yo nos dirigimos hacia
allí ahora. Llegaremos pronto.
—Chloe —dije de nuevo, mi voz se volvió seria.
—Oye, me está llamando mamá por la otra línea. Necesito...
—¡Chloe! —dije bruscamente—. El otro auto... El otro auto del
accidente pertenecía a Dax Freston.

Página | 301
34
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.

Luke
El silencio me respondió brevemente antes de que Chloe gimoteara:
—¿Qué? No... No, no, no, no...
—Lo siento —fue lo único que se me ocurrió decir.
—Si le ha hecho daño... —gruñó, solo para sorber y echarse a llorar.
—Lo sé —le dije—. Por favor. Ven aquí. Necesito abrazarte. Ahora
mismo, joder.
—De acuerdo —carraspeó—. Me tengo que ir. Mamá...
Página | 302
—Sí —le dije—. Yo me encargo.
Cuando colgó, me volví hacia JB, que parecía estar hablando con
Teagan. —Sí. Lo haré. Yo también te amo. Adiós.
Se desconectó y me miró. —Julian aún no sabe nada; va a intentar
llamar a Nia. Quizá estemos todos equivocados con todo.
El mal presentimiento que me subía por la nuca me decía que no
estábamos equivocados, pero asentí de todos modos. —Sí. Esperemos.
JB abrió la boca para decir algo más, pero sonó su busca. Miró
hacia abajo y tomó aire.
—Tenemos dos ambulancias entrando en Urgencias con pacientes
traumatizados por accidente de coche. Probablemente sean ellos. Tengo
que irme.
Ya estaba retrocediendo cuando asentí con la cabeza y pregunté:
—¿Avisarás lo que sepas?
—Sí. Quédate aquí para que sepa dónde encontrarte.
Luego se alejó corriendo.
Me senté en un asiento cercano. No tardó mucho en comenzar el
chat del grupo familiar. Al principio, todos querían localizar a Nia. Julian
no podía localizarla por el móvil ni en el trabajo. Actuaban como si
simplemente estuviera desaparecida.
Pero por fin recibió la llamada oficial de que, efectivamente, había
sufrido un accidente. Sin embargo, nadie sabía aún cuál era su estado.
Teagan fue la primera en llegar al hospital. Llevaba a Harper en la
cadera y parecía agotada. —¿Algo?
Sacudí la cabeza y alcancé a la niña, esperando que una pequeñita
me ayudara a calmar los nervios. —Todavía no. JB me dijo que esperara
aquí. Creo que podría estar con ella.
Harper abrió los brazos, dispuesta a que la tomara en brazos, e
inmediatamente empezó a hacer sonidos de pedos.
Sonreí y estuve a punto de echarme a llorar. Le devolví las
pedorretas, apoyé la frente en la de Harper y aspiré su fresco aroma de
bebé.
Nos entretuvimos durante unos treinta segundos antes de que se
diera cuenta de la presencia de su madre e intentara zambullirse de
nuevo en los brazos de Teagan, que se encontraba ocupada enviando
mensajes de texto en el chat grupal, pero consiguió atrapar a su hija y
abrazarla de nuevo.
Llegaron un par de personas más. Cuando un acosado Julian entró
en el hospital, una enfermera se lo llevó inmediatamente, para rellenar
papeleo o algo así. No sé. Sentía que mis nervios aumentaban cada vez
más con cada persona que llegaba que no era Chloe.
Realmente, realmente necesitaba verla. Página | 303

Era una necesidad persistente que no cesó hasta que por fin llegó,
entrando por la puerta con Trick pisándole los talones.
—Gracias a Dios —respiré, avanzando a toda velocidad. No me
detuve hasta que, literalmente, corrí hacia ella y la recogí en brazos,
dándole el abrazo más fuerte que jamás había dado a nadie—. Gracias a
Dios —repetí, hundiendo la cara en su cuello e inhalando su aroma a
cerezo japonés. Me temblaron los brazos cuando me devolvió el abrazo. Y
entonces, sin poder evitarlo, empecé a soltarlo todo.
—Pensé que eras tú. Cuando oí por primera vez tu nombre y la
palabra accidente. Durante un minuto pensé que eras tú. Y mi vida se
acabó. No podía respirar. No podía pensar. Definitivamente no podía
racionalizar el hecho de que ni siquiera tenías tu coche. Todo dentro de
mí se apagó, y me entró el pánico. Dios mío. No creo que pueda dejarte
ir. Mis brazos son físicamente incapaces de soltarte.
—Luke —susurró, agarrando mi cara entre sus manos—. No pasa
nada. Estoy bien. Estoy aquí. Mírame.
Negué con la cabeza, con la mandíbula apretada porque casi me
daba miedo levantar la vista y ver la cara de otra persona. Pero entonces
miré, y allí se encontraba Chloe. La mujer que amaba.
—Oh, gracias a Dios. —Se me llenaron los ojos de lágrimas—. No
vuelvas a hacerme eso —dije acaloradamente.
Me sonrió con los ojos llorosos y asintió. —De acuerdo. —Luego
miró más allá de mí hacia nuestra familia que ya se había reunido y
donde Trick ya se había unido a su grupo—. ¿Qué sabemos?
—Nada —respondí—. Absolutamente nada. En cuanto llegó Julian,
se lo llevaron a Dios sabe dónde, y no hemos vuelto a saber nada.
Asintió y se zafó de mis brazos como si fuera a caminar hacia los
demás, y le agarré de la mano, incapaz de dejar de tocarla de alguna
manera.
Juntos, nos dirigimos hacia ellos, pero Chloe se detuvo
bruscamente y gritó: —¿Logan?
Levanté la cara para ver al policía acosador con el que ella nunca
llegó a cenar. Llevaba uniforme y había corrido por el pasillo junto a
nosotros, pero cuando oyó su nombre, miró y se detuvo.
—Hola —dijo sorprendido y cambió de dirección para acercarse.
Agarré con más fuerza la mano de Chloe, que se acercó y me dio
unas palmaditas en el brazo para tranquilizarme.
—¿Supongo que eres consciente de que tu coche ha tenido un
accidente? —preguntó Logan.
—Sí. —Se acercó más a mí—. Se lo presté a mi cuñada, Nia. ¿Sabes
cómo está?
Sacudió brevemente la cabeza. —No. Lo siento. Iba a volver allí para Página | 304
averiguarlo ahora mismo. —Miró por encima cuando Pick se acercó a
nosotros para escuchar.
Chloe se movió para incluirlo en la conversación. —Este es mi
padre —presentó—. Pick Ryan.
—Señor.
Logan se adelantó y le estrechó la mano mientras Chloe preguntaba
al policía: —¿Es cierto que Dax iba en el otro coche?
El policía le envió una mirada arrepentida. —Me temo que sí.
Múltiples testigos lo vieron dar un volantazo a propósito al vehículo y
sacarla de la carretera.
—Oh Dios. —Chloe se tapó la boca y se volvió hacia mí, en tanto
Pick maldecía en voz baja y se pasaba una mano por el pelo.
Acerqué a Chloe y la abracé a medida que Logan continuaba.
—El vehículo en el que ella iba, tu coche, acabó contra un árbol, y
Freston también perdió el control de su Mitsubishi antes de estrellarse
contra una alcantarilla.
—¿Está...? —Pick hizo una pausa, sin formular la pregunta
completa.
—Seguía vivo cuando llegó la ambulancia —respondió Logan, con
cara de disculpa—. Pero no creo que ninguno de los dos conductores
estuviera muy bien.
Con un estremecimiento, Chloe apoyó la mano en mi hombro, y yo
empecé a frotarle la espalda a la vez que le besaba la mejilla.
—Revisamos tu coche y encontramos un rastreador. No sé cuánto
tiempo lleva vigilándote. Pero lo tomamos como prueba y podemos usarlo
para el caso contra él. Si sobrevive a esto, no volverá a salir.
—Gracias a Dios —murmuré.
Pick hizo unas cuantas preguntas más, y Logan las respondió lo
mejor que pudo, pero era obvio que tenía prisa por llegar a otro sitio, así
que el padre de Chloe le dio las gracias por su tiempo y por toda la
información, y el policía asintió antes de mirar hacia Chloe. Cuando se
dio cuenta de que ella y yo estábamos juntos, pude ver en sus ojos que
sabía que cualquier oportunidad que hubiera tenido con ella se había
acabado.
Entonces su mirada se cruzó con la mía y asintió, concediéndome
la victoria antes de darse la vuelta y marcharse de nuevo a toda prisa.
Desde allí, acompañé a Chloe hacia los demás, donde nos sentamos
a esperar.
Al cabo de una hora, todos habían llegado y lo único que sabíamos
de Nia era que habían llamado a mi padre del ala cardiovascular para
que consultara su caso.
—Al menos eso significa que sigue viva —comentó Chloe desde mi
lado, donde la tenía arropada todo lo cerca que podía estar otro ser Página | 305
humano.
—Sin duda —dije. Viva era mucho mejor que la alternativa.
Me apretó los dedos con fuerza, y en cierto modo disfruté del dolor
que me causaba su implacable agarre. Significaba que se hallaba aquí, a
mi lado e ilesa. Cubrí nuestras manos entrelazadas con la que tenía libre
y me empapé del calor y la vitalidad de su piel bajo la mía.
Cuando me incliné para besarle la sien, noté que mi hermano
aparecía por el pasillo.
Parpadeé cuando me miró a los ojos e inclinó la cabeza, pidiéndome
que me apartara para hablar con él en privado. Asentí y apoyé la mejilla
en el pelo de Chloe antes de murmurar: —Ahora vuelvo.
Ella levantó la cara, sorprendida, pero luego pareció darse cuenta
de que JB necesitaba hablar conmigo, así que asintió. Le pasé la mano
por el brazo una última vez, reacio a alejarme de ella, y luego me levanté
y caminé hacia mi hermano, solo para darme cuenta de que Teagan se
había colocado a mi lado, acompañándome también en silencio a ver a
su marido.
En cuanto llegamos hasta él, lo bastante lejos de los demás como
para que no pudieran oírnos, JB tomó la mano de Teagan y tiró de ella
para besarle la frente antes de volverse hacia mí.
—¿Nia? —pregunté.
—No lo sé —dijo—, papá está con ella, pero tengo que entrar en
quirófano. —La forma en que sus ojos brillaban de preocupación me hizo
fruncir el ceño.
—Está bien... —respondí despacio, preguntándome por qué se
comportaba tan raro al respecto.
Hasta que amplió los ojos y añadió: —Con él.
Entrecerrando los ojos, negué con la cabeza, sin comprender al
principio. Pero entonces Teagan soltó un grito ahogado y se tapó la boca
con una mano, con los ojos llenos de horror, y por fin me di cuenta.
Me giré hacia mi hermano. —No.
Sus ojos se llenaron de súplica y arrepentimiento. —Luke...
—No vas a trabajar con ese hijo de puta —siseé.
Sacudió la cabeza, en desacuerdo. —Soy el único cirujano de
urgencias que está disponible.
—¡Me importa una mierda! —Estuve a punto de gritar, pero bajé el
tono y miré por encima del hombro para asegurarme de que nadie me
había oído—. Seguro que hay alguien más. Llamaron a papá desde el ala
de cardio. ¿Por qué no pueden llamar a otra persona?
Chloe nos miraba con el ceño fruncido, pero era evidente que no
tenía ni idea de lo que hablábamos.
Me volví hacia JB. —Hoy quería matar a Chloe. Esa era su Página | 306
intención; lo sabes, ¿verdad? La mujer que amo. Demonios, podría haber
matado a Nia. Cómo puedes... Jesús.
—Hice un juramento —trató de explicarme, rogándome con la
mirada que lo entendiera, que le dijera que estaba bien.
Pero negué con la cabeza. —Si salvas la vida de ese hombre, nunca
te lo perdonaré.
Mientras los ojos de JB se llenaban de aplastante derrota, Teagan
me dio una palmada en el brazo y gruñó: —No. No puedes decirle eso.
Parpadeé sorprendido. —¿Cómo dices?
—Retráctate —me exigió—. Estamos hablando de JB. ¡JB! No sería
él si no hiciera todo lo que está en su mano para intentar preservar toda
la vida que pueda, tanto si esa persona se lo merece como si no. Y no lo
querríamos tanto como lo queremos si no fuera exactamente como es.
Ahora retráctate.
—Dios, está bien —refunfuñé, poniendo los ojos en blanco—. Retiro
lo de odiarte. Sé que vas a hacer lo que tengas que hacer. Lo que sea.
Pero no voy a fingir que me hace feliz.
Mi hermano asintió pero aún parecía inquieto.
Teagan se acercó para darle un beso a su marido. —Tienes que irte
—le recordó—. Te amo.
Sus labios se unieron antes de que él presionara brevemente su
frente contra la de ella. Luego, ambos se separaron y me miraron a la vez,
JB todavía con cara de arrepentimiento y Teagan con el ceño fruncido en
señal de reprimenda.
Suspiré y puse los ojos en blanco. —Sí, sí. Yo también te amo —
refunfuñé obedientemente—. Pase lo que pase.
Asintió. —Lo siento —susurró, luego se dio la vuelta y se alejó a
toda prisa.
Exhalé un suspiro, levanté una mano para bloquear a Teagan, que
seguía mirándome mal, y volví junto a Chloe.
Pero incluso cuando me senté a su lado, ya estaba preguntando:
—¿Qué pasa?
Me estremecí y miré hacia Teagan, que recogía a Harper de los
brazos de su madre y hablaba con sus padres, probablemente sobre lo
que JB se encontraba a punto de hacer.
Los cotilleos llegarían a este lado de la habitación lo bastante
rápido, así que me incliné hacia Chloe y admití: —JB tiene que operar a
Freston.
Exhaló, pero no respondió nada. En cambio, me miró con ojos
preocupados. —No se lo habrás puesto difícil, ¿verdad?
Fruncí el ceño ante ella por saber que lo había hecho, pero luego
Página | 307
puse los ojos en blanco y refunfuñé: —Eh, tal vez por un segundo. Pero
lo solucionamos.
—Lucian —me regañó en voz baja—. Es su trabajo; es lo que hace,
quién es. No puedes enfadarte con él por ser él.
—Y una mierda si no puedo —murmuré de mal humor—. Pero
como dije. Nos reconciliamos. Todo está bien. —Un segundo después,
suspiré—. Debería parecerme más a él, ¿no? Uno de esos buenos idiotas
que te dan esperanzas de que el mundo no se dirige a la ruina total.
Los labios de Chloe se abrieron en una sonrisa mientras me
miraba. —No. Deberías seguir siendo tú. Eres uno de esos idiotas
entretenidos que nos ayudan a disfrutar del viaje, vayamos donde
vayamos.
Cuando resoplé, sonrió y se apoyó en mí. —No te preocupes. Te
elegiría a ti antes que a él cualquier día.
Apaciguado, incliné la cabeza hacia ella, pero luego suspiré.
—Tengo la sensación de que el día de hoy no va a acabar bien, diga
lo que diga o haga lo que haga para entretenerte.
—Con que estés aquí es suficiente —aseguró, apretándome el
brazo.
Le sonreí agradecido justo cuando noté movimiento por el rabillo
del ojo. Cuando levanté la vista y vi a mi padre acercándose, tragué saliva.
—Mierda —susurré.
—¿Qué? —Chloe se giró y miró.
—Esa no es su cara de buenas noticias —le advertí al oído.
—¿Cómo puedes saberlo? —preguntó entrecerrando ligeramente
los ojos.
Suspiré. —Simplemente puedo.
Mi padre era un tipo bastante tranquilo y apacible que no mostraba
grandes emociones, pero si habías crecido en la misma casa que él, eras
capaz de reconocer las sutiles diferencias que la mayoría de la gente no
podía.
Chloe apretó su mano alrededor de la mía y respiró hondo cuando
mi papá se detuvo ante nosotros y miró a su alrededor, deteniéndose en
mí, mi madre, Pick y algunos otros. Todos nos pusimos en pie para recibir
la noticia de pie.
—Cuando Nia tuvo el accidente —empezó, con su voz grave como
un profundo estruendo—. Chocó contra un árbol, una rama atravesó el
parabrisas delantero y le atravesó el pecho.
Con una mueca de dolor, volví la cara hacia Chloe, al tiempo que
ella jadeaba y se tapaba la boca con ambas manos. Un par de los demás
gritaron de horror. Eva se tapó la cara y tuvo que volver a sentarse.
Papá hizo una pausa y asintió antes de continuar. —La respuesta Página | 308
de emergencia pudo cortar la mayor parte de la rama, pero todavía hay
una parte dentro de ella, y está evitando que se desangre una arteria
principal. Si se la quitamos, morirá inmediatamente.
Algunos empezaron a llorar en ese momento, y Pick sacudió la
cabeza antes de hablar: —Entonces... ¿qué? ¿Vas a dejarla ahí?
Los ojos de mi padre se llenaron de infinita simpatía.
—La obstrucción no puede quedarse. Está bloqueando una vía a
órganos vitales, lo que la está matando lentamente. No importa lo que
hagamos a partir de ahora, va a morir.
35
Traducido por Alessandra Wilde & VeroMG
Corregido por Pame .R.

Chloe
Después de que el papá de Luke dijera que Nia no iba a sobrevivir,
mis oídos comenzaron a zumbar, resonando fuerte en mi cabeza, y perdí
la noción de lo que decía a partir de ese momento.
Mirando a mi alrededor aturdida, vi a otros miembros de la familia
derrumbarse por completo. Skylar cayó de rodillas y se agarró la cabeza.
Mamá se aferró a la mano de papá desde donde se hallaba sentada y lloró
amargamente contra su brazo, en tanto Trick se agarraba el cabello y se
alejaba, ocultando sus emociones.
Página | 309
Simplemente los miré boquiabierta, segura de que en realidad no
me encontraba despierta y que esto en realidad no estaba sucediendo.
Pero Luke me rodeó con sus brazos y me sujetó con fuerza,
obligando a una parte de mí a aceptar que todo era real.
Aun así... Por un largo segundo, no pude reaccionar.
Todo se hallaba simplemente entumecido.
Entonces escuché de nuevo la voz del doctor Hamilton.
—Julian está con ella. Está despierta y alerta, incluso contando un
par de bromas. Le dimos suficientes analgésicos para que no sienta nada,
y la mantenemos lo más cómoda posible. Pero ambos han pedido que se
permita les ingresar a despedirse a quien quiera.
Mamá inmediatamente se puso de pie y corrió por el pasillo para
estar con Nia y Julian. A los demás les tomó un momento recuperarse,
pero una vez que lo hicieron, parecieron desfilar tras ella, apresurándose
para estar también con Nia.
Papá se detuvo al final de la fila, asegurándose de que todos los
demás fueran delante de él. Cuando solo quedamos él, Luke y yo, se
encontró con la mirada de Luke, y los dos hombres asintieron el uno al
otro. Entonces, papá se dio la vuelta y se fue también.
Una vez que todos los demás se fueron, finalmente reuní el valor
para mirar al hombre que se había quedado conmigo.
—No sé si pueda verla —confesé, comenzando a temblar
incontrolablemente.
Los ojos de Luke se llenaron de simpatía. —Chloe… —susurró.
Sacudí la cabeza y cerré los ojos con fuerza. —¿Crees que sabe que
es mi culpa? ¿Crees que sabe que Dax es quien…?
—Oye —susurró y levantó mi barbilla—. Mírame.
Me estremecí con un sollozo ronco, luego dejé que mis pestañas se
abrieran.
Su pulgar pasó por mi mejilla. —Lo entiendo —me aseguró—. Yo
también me siento como un idiota de mierda culpable en este momento.
Cuando pensé que eras tú en ese accidente, deseé con tanta fuerza que
no fuera así que creo que se lo deseé directamente a otra persona. Y aun
así, ahora, sabiendo lo que va a pasar con Nia y Julian, y joder... pobre
Drea... todavía estoy agradecido de que no hayas sido tú, aunque siento
que causé que esto sucediera al desear tanto tu seguridad.
—Pero tú no…
—No, no lo hice —coincidió y me acarició el cabello amablemente—
. Igual que tú no lo hiciste. No causaste que esto sucediera, no importa
lo mucho que sé que sientas como si lo hicieras.
—Pero fue mi…
—No me importa —interrumpió—. No fue tu culpa. No pisaste el Página | 310
acelerador de su coche y giraste el volante para sacarla de la carretera, y
te prometo que nadie más pensará que es culpa tuya tampoco. Pero se
darán cuenta si no vuelves allí ahora mismo. Julian lo notará y nunca lo
olvidará si no te levantas y le dices adiós a su esposa antes de que sea
demasiado tarde.
Gemí, y las lágrimas rodaron por mis mejillas.
—Así que vas a reprimir toda esta culpa —continuó con firmeza—.
Toma mi mano y vamos a ir juntos a ver a Nia. Y luego, te llevaré a casa,
donde puedes desmoronarte todo el tiempo que necesites. ¿De acuerdo?
Me estremecí y asentí, las lágrimas caían con más fuerza. —Está
bien —dije.
Extendió su mano hacia mí, y tomé sus dedos, no pensando en
soltarlos pronto.
En el momento que llegamos a la habitación, a mamá le estaba
costando mucho lidiar.
—Pero no entiendo —clamó—. Mírala. Está sentada erguida y
hablando. Está completamente lúcida. ¿Cómo puede estar muri...? —
Sacudió la cabeza y las lágrimas rodaron por sus mejillas—. Parece estar
bien.
—Me doy cuenta que algo anda mal —dijo Nia desde la cama. Tenía
una manta que cubría su pecho para ocultar la sangre y había un bulto
debajo de la sábana, pero aparte de eso, parecía un poco somnolienta, y
eso era todo—. Puedo respirar bien y no me duele nada, pero… —Sacudió
la cabeza y se tambaleó mientras su voz temblaba—. Creo que mi cuerpo
lo sabe. Y estoy empezando a tener un poco de miedo.
—Oh, corazón —aseguró mamá, agarrando la rodilla de Nia a través
de la sábana—. Está bien. Vamos a estar aquí contigo todo el tiempo. No
vas a hacer esto sola.
—Gracias. —Nia le sonrió con cariño—. Eres en serio la mejor
suegra del mundo.
Lo que hizo que mi madre empezara a llorar de nuevo.
Flotando justo dentro de la puerta con Luke, vi a Nia mirar a mi
hermano. —¿Drea? —preguntó ella—. ¿Alguien va a recoger a Drea de la
guardería? Quiero poder ver a mi bebé por última vez.
—Puedo recogerla —habló Skylar, abalanzándose hacia adelante—
. Iré a buscarla ahora mismo.
Dado que las dos hijas de Skylar y Nia iban a la misma guardería
y habían recogido a las niñas de la otra varias veces antes, ya sabíamos
que a Skylar se le permitiría llevarse a Drea desde allí ahora.
Nia le sonrió agradecida. —Gracias.
Skylar asintió y tomó su mano, ahogando las palabras: —Te amo.
—Yo también te amo, hermana. Página | 311
Una vez que se fue, Nia volvió a mirar a Julian. Estaba pegado a su
costado y sosteniendo su mano. Parecía demacrado y desconsolado,
apenas capaz de mantener la cordura.
—¿Mi mamá? —preguntó Nia a continuación.
—Eh... la llamé —respondió con un tono áspero—. Y ahora está
regresando de sus vacaciones, pero… —Sacudió la cabeza.
La expresión de Nia cayó. —No llegará a tiempo, ¿verdad?
Él sorbió y sacudió la cabeza. —Lo lamento.
Nia también negó con la cabeza, pero luego levantó los labios para
sonreírle con adoración. —Está bien —aseguró—. Todavía tengo a tu
familia aquí. Tu familia enorme, maravillosa y loca. —Volviéndose hacia
nosotros, siguió sonriendo a medida que las lágrimas brillaban en sus
ojos—. Los quiero mucho a todos y estoy muy agradecida de que me
hayan dado la bienvenida a este grupo y hayan compartido a Julian
conmigo. Ha sido mi roca en el pasado. Dios, ¿cuánto tiempo hemos
estado juntos, amor? ¿Dieciocho años?
Julian asintió con una pequeña sonrisa propia.
—Desde que teníamos dieciséis, sí —murmuró con cariño—.
Casados durante los últimos doce años.
Nia sonrió ampliamente y luego miró a los demás de nuevo.
—Solo necesito que me hagan un favor, ¿de acuerdo? Necesito que
lo ayuden a superar esto. Él va a ser un padre soltero ahora. Los va a
necesitar más que nunca.
—Lo ayudaremos —prometió mi mamá—. Siempre.
Nia asintió agradecida y luego volvió a mirar a Julian.
—Y tú… —le dijo—. Mi hermoso e increíble esposo. Mi madre va a
querer la custodia de Drea, pero no tienes que dejarla. Puedes manejarlo.
Puedes criarla. Sé que puedes. Vas a tener esta enorme red de personas
ayudándote, y puedes hacerlo. No dejes que te convenza de que no
puedes. Porque te arrepentirás si lo haces. Y necesitas a Drea. ¿Me
entiendes? Además, no quiero que pierda a sus dos padres.
—Está bien —prometió, su voz casi completamente ronca ahora
mientras asentía apasionadamente—. Mantendré a Drea conmigo. Lo
juro.
—Bien. —Sonrió soñadoramente y asintió antes de agregar—: Y
quiero que sigas adelante y te vuelvas a casar. Sé feliz. No quiero que
sigas con una vida miserable y solitaria. Necesito saber que estarás bien.
—Ni… —Su voz se quebró y sacudió la cabeza insistentemente—.
No. Yo… ni siquiera puedo… —Las lágrimas llenaron sus ojos—. Jesús,
Dios. No puedo pensar en eso ahora. Eres el amor de mi vida. No quiero
a nadie más.
—Pero el tiempo pasará —le aseguró con firmeza—. Y te sentirás Página | 312
solo. No quiero que te sientas solo. Julian, prométemelo. Seguirás
adelante y encontrarás a alguien. Serás feliz.
—No. —Llorando abiertamente, cayó de rodillas y presionó su cara
contra la mano de ella que agarraba—. No puedo. No… no puedo hacer
esto. Nia, por favor. Haría cualquier cosa por ti, pero no esto. No me dejes.
No quiero seguir sin ti. No me dejes.
Junto a mí, Luke emitió un sonido con la garganta y se volvió hacia
mí, buscando consuelo. Pude ver la angustia en sus ojos cuando me
recordó diciéndole esas mismas palabras en el sótano de Dax Freston.
No me dejes.
Lo abracé fuerte y comenzamos a llorar juntos.
Sinceramente, no creo que hubiera un ojo seco en la habitación.
Excepto quizás los de Nia. Permaneció pasiva mientras acariciaba la
cabeza inclinada de Julian y se apegó firmemente a su pedido.
—Quiero que lo intentes de todos modos —insistió, sus palabras
comenzaron a arrastrarse—. Encuentra algo de felicidad. Por mí. ¿De
acuerdo?
Levantó la cara y se la secó con una mano. —Voy a tratar de
hacerlo.
Su esposa asintió. —Gracias. —Volvió a mirarnos al resto de
nosotros y su sonrisa empezó a debilitarse—. Me siento como una reina
en este momento, en la corte. —Estirando una mano hacia Trick, que
estaba parado no muy lejos detrás de Julian, dijo—: Como si todos
estuvieran aquí para rendir homenaje.
Mi hermano le dedicó una sonrisa acuosa y tomó sus dedos,
inclinándose sobre ellos antes de besar el dorso de su mano.
—Oh, lo estamos, su majestad. Siempre serás nuestra reina Nia.
—Tienes que sentar cabeza y encontrar una buena mujer también
—le dijo Nia—. Tal vez tú y Julian puedan hacerlo juntos.
—Seré el mejor compañero que pueda tener. Puedes contar
conmigo.
—Bien. —Nia se acomodó y se volvió hacia Beau y Bentley, que se
encontraban de pie junto a él—. Y ustedes dos, en camino a tener otro
bebé… Desearía poder conocerlo.
A partir de ahí, hizo su ronda, recorriendo la sala con todos los que
se acercaban, uno tras otro, cuando les llegaba el turno de su despedida
a solas. Cuando llegó el momento de que Luke y yo diéramos un paso al
frente, respiré preocupada, segura de que iba a acusarme de matarla.
Un millón de disculpas llenaron mi lengua, pero en cuanto Nia me
vio, estalló en una sonrisa. —Pequeña Chloe —saludó—. Eras tan joven
cuando nos conocimos. Me siento honrada de haberte visto crecer,
enamorarte y encontrar…
Página | 313
Cuando sus ojos se desviaron hacia Luke, se abrieron como platos.
—Oh… —susurró sorprendida como si acabara de recordar algo—
. Me lo voy a perder. —Luego su expresión se arrugó con preocupación—
. No puedo creer que me lo voy a perder. ¿Todavía… lo tienes contigo?
Miré a Luke, sin saber de qué diablos hablaba mi cuñada, pero él
asintió con tristeza. —Sí.
Fruncí el ceño, queriendo preguntar qué tenía con él.
Pero el capellán del hospital apareció para ver a Nia en ese
momento, y su aparición distrajo a todos del tema actual.
Retrocedimos para despejarle el camino y él se acercó a su
cabecera, hablando tranquilamente con ella y Julian, conociéndolos y
preguntando si necesitaba algo.
—Yo... creo que estoy bien —respondió, asintiendo agradecida—.
Quiero decir, yo… me siento extrañamente bien con eso. Tal vez solo se
trate de las drogas, pero, sinceramente, he vivido una buena vida y la he
compartido con un gran hombre... —Le sonrió a su esposo—. Tenemos la
hija perfecta. No podría haber pedido nada más. Solo más tiempo, ya
sabe, y tal vez…
Me miró con doloroso arrepentimiento. —Mi cuñada está a punto
de comprometerse y me lo voy a perder. Hoy ayudé a escoger su anillo.
¿Había hecho qué?
Dirigí una mirada sorprendida hacia Luke, que me miró y me
dedicó una sonrisa tímida.
Yo todavía parpadeaba en estado de shock en tanto Nia seguía
hablando con el capellán. —Me voy a perder mucho, y yo… bueno, si
pudiera ver esto último, creo que podría irme en paz, sabe. Entonces…
¿cree que tal vez podría casarlos? ¿Ahora? Así puedo ver la boda.
—Yo… —El capellán nos echó un vistazo sorprendido, y Luke y yo
intercambiamos miradas desconcertadas y desprevenidas—. Bueno… —
El hombre se volvió hacia Nia—. No tenemos ningún papeleo legal ni...
—Está bien —le aseguró mi cuñada—. No tiene que ser oficial. Yo
solo… no quiero que esto sea una cosa más que me perderé. —Echando
un vistazo hacia mí y Luke, sus ojos suplicaron—. Por favor. Quiero verte
como una novia. Quiero irme con una sonrisa.
—Tú... —Luke me miró, ya asintiendo antes de volverse hacia Nia—
. Sí, claro —aseguró—. Lo que quieras.
Luego me miró de nuevo en busca de confirmación.
Mi boca se abrió, pero no salieron palabras. —Yo… —Querido Dios.
Pero, ¿cómo podía querer que me casara aquí y ahora, incluso si fuera
una boda falsa? Se estaba muriendo. No podía...
Era difícil procesar algo más allá de eso.
Pero entonces Julian habló por mí: —Por supuesto que lo harán —
Página | 314
aseguró, su mirada buscando la mía—. Por supuesto que lo harás.
Y es por eso que me encontré asintiendo y estando de acuerdo
también. —B-bien.
Entonces miré hacia Luke. Me envió una sonrisa esperanzada pero
preocupada y tomó mis dedos, apretándolos con fuerza.
—Así que vamos a tener una boda —dijo Pick, aplaudiendo.
—Esto es muy irregular —fue todo lo que pudo responder el
capellán antes de encogerse de hombros—. Pero si es lo que quieres...
—Lo es —aseguró Nia—. La chica que pide en el lecho de muerte
siempre se sale con la suya.
Se rio de su propia broma, pero nadie más se unió.
Sin embargo, siguió un bullicio de actividad que cubrió lo que
probablemente habría sido un momento de silencio incómodo y forzado.
Mi padre dio un codazo a Luke hacia el capellán, antes de
arrastrarme hacia atrás, hacia la puerta de la habitación, y los demás se
conformaron para colocarse en dos grupos como si fueran invitados a
una boda, con la cama de Nia como punto central y un carril vacío en
medio que hacía las veces de pasillo.
—¿Mis padres todavía están aquí? —Escuché preguntar a Luke, y
la gente empujó tanto al doctor Hamilton como a Zoey hacia el frente de
la multitud para que estuvieran al lado de mi mamá.
—Necesitaremos dos testigos —dijo el capellán.
—Ooh —dijo Nia y levantó la mano—. ¿Puedo ser la dama de honor?
—Por supuesto —le aseguré.
—¿Y tú? —le preguntó a Luke.
Cuando miró a su alrededor, supe que buscaba a su hermano, pero
JB seguía en el quirófano, intentando salvar al hombre que había matado
a mi cuñada. Su rostro cayó por una fracción de segundo antes de estirar
la mano y agarrar el brazo de Trick, llevándoselo a su lado.
Finalmente, todos se encontraban en sus lugares, y el tío Asher
comenzó a tararear la marcha nupcial, su esposa e hijos se unieron para
ayudar con la música.
Papá me tendió el brazo y yo tomé su codo, todavía tratando de
acostumbrarme al hecho de que esto realmente estaba sucediendo.
Mientras me acompañaba por el pasillo improvisado hacia Luke,
miré a mi novio y, de repente, me pareció demasiado real.
Me miraba como si estuviera mirando a una verdadera novia
caminando hacia él. Luego extendió su propio codo cuando mi padre me
soltó y colocó mi mano en el brazo de Luke.
Mis oídos empezaron a zumbar de nuevo.
El capellán empezó a hablar de verdad sobre la boda, y cuando hizo
que Luke dijera sus votos, se volvió hacia mí y los repitió a la perfección, Página | 315
mirándome todo el tiempo como si dijera cada palabra en serio.
Pero la parte más impactante de todo fue cuando repetí mis votos.
Estábamos haciendo esto; estábamos realmente haciendo esto.
Me iba a casar con Luke.
En el momento que sacó un anillo de su bolsillo, mi boca se abrió
en cuanto vi por primera vez el diamante en el interior.
Le miré a la cara con incredulidad. Me envió una media mueca
como disculpándose por cómo estaba sucediendo esto y una media
súplica esperanzada como rogándome que me gustara lo que veía y no lo
rechazara.
Me temblaba la mano cuando se la ofrecí, y solo pude quedarme
boquiabierta en cuanto me puso el anillo en el dedo.
Momentos después, no encontrábamos casados y el capellán nos
declaraba marido y mujer.
—Hurra —vitoreó Nia... roncamente, con una voz debilitada... en
tanto Luke bajaba la cabeza para presionar su boca contra la mía—. Oh,
eso fue perfecto. Gracias. Gracias, chicos.
Intentó estirar las manos hacia nosotros, pero se cansó demasiado
como para mantenerlas levantadas más de un segundo.
Julian apareció a su lado y le tocó el hombro. —¿Nena?
—¡La tengo! —anunció Skylar sin aliento, apareciendo en la puerta
de la habitación con una niña dormida desmayada en su hombro—. Se
quedó dormida de camino aquí. Pero está aquí.
—Mi bebé —murmuró Nia, tratando de levantar el brazo de nuevo—
. Mi Drea.
Skylar la llevó hacia adelante y Julian extendió la mano para tomar
a su hija de sus brazos.
—No la despiertes —instruyó Nia, su discurso se ralentizó de forma
drástica—. Es tan preciosa cuando duerme. Solo quiero ver su rostro.
Julian sostuvo a Drea dormida para que su cara pudiera presionar
la de Nia, y ella suspiró de alegría.
—Gracias. —Se quedó así por un momento, con los ojos cerrados y
una sonrisa en su rostro. Luego susurró—: Te amo, niña. Te amo más
que a la vida misma. Ahora cuida a papá por mí.
Dejó escapar un suspiro y pareció dormir una siesta contra su hija
dormida, mientras Drea seguía soñando, completamente inconsciente de
que estaba perdiendo a su madre.
El papá de Luke se adelantó y revisó su pulso. Sacudió la cabeza
lentamente y miró a Julian. —No despertará más.
Mi hermano atrajo lentamente a Drea hacia su pecho y la abrazó,
besando su cabello a la vez que cerraba los ojos y dejaba que las lágrimas
Página | 316
rodaran silenciosamente por su rostro.
El resto de nosotros lloró amargamente, y Luke me abrazó en tanto
yo apoyaba mi rostro en su pecho.
Todavía nos encontrábamos tratando de adaptarnos a la pérdida
de uno de los nuestros cuando JB nos encontró.
Se congeló, preocupado en la puerta. —Dax Freston está muerto —
dijo en voz baja.
Nadie respondió. Ninguna alegría se desprendió de aquella noticia.
Luke se limitó a mirar a su hermano y respondió: —Nia también.
36
Traducido por Julie
Corregido por Pame .R.

Luke
Chloe se había cerrado por completo y apenas me hablaba o me
miraba desde que la traje a casa del hospital el día que perdimos a su
cuñada.
Todo en nuestra relación se sentía manchado por esto. Ahora Chloe
nunca podría ver su anillo sin pensar en el día en que murió Nia. Una
boda de verdad entre nosotros parecía imposible porque sería como ir en
contra del deseo de muerte de Nia. Demonios, solo terminamos juntos
porque el asesino de Nia había aterrorizado a Chloe primero.
Página | 317
En serio, si Freston no la hubiera secuestrado, para empezar, yo
no me habría acercado tanto a ella, su padre no me habría empujado
hacia ella, y no estaría conmigo en absoluto. Así que me sentía como si
solo tuviera malos y traumáticos recuerdos escritos sobre mí, y solo
empeoraba todo al permanecer a su lado durante su dolor, recordándole
de qué horrores provenía nuestra relación.
No tenía ni puta idea de qué hacer. Me sentía inútil e inepto, y verla
sufrir me mataba.
Amaba a esta mujer; haría cualquier cosa por ella. Y si quitarme
de la ecuación podía devolverle la paz, entonces...
Joder, no estoy seguro de poder hacerlo. Era lo único que me hacía
sudar. Así que me limité a rezar para que mi marcha no fuera lo que ella
más necesitaba.
Después de mirar la hora, la busqué y la encontré de pie junto a
su tocador, con la mirada perdida en el surtido de lociones y perfumes
que tenía encima.
Me acerqué sin decir palabra y, cuando me quedé un momento a
su lado, por fin me dijo: —No sé cuál ponerme.
Abrí la boca para decirle Flor de cerezo japonés, por supuesto,
porque necesitaba el reconfortante alivio de su aroma favorito en la nariz.
—¿Cuál era el favorito de Nia?
Me miró sorprendida, como si no pudiera creer que me atreviera a
decir ese nombre en su presencia. —Hibisco paradisíaco —respondió
luego, y recogió un frasco con esa etiqueta.
—Puedo ponértelo —le ofrecí, buscando cualquier motivo para
tocarla.
Pero negó con la cabeza. —Yo me encargo. —Luego se quitó el anillo
antes de llenarse la palma de la mano de loción.
Se me paró el corazón al ver cómo lo depositaba sobre la cómoda.
Aguantaba la respiración cada vez que se lo quitaba... para ducharse,
para irse a dormir, cuando fuera. Pensaba que no volvería a ponérselo.
Pero hasta ahora lo había hecho, y cada vez me parecía un milagro.
Se untó los brazos y las manos y dejó el frasco en su sitio.
—¿A qué hora tenemos que estar allí de nuevo?
—En unos quince minutos —respondí en voz baja.
Asintió con la cabeza y empezó a darse la vuelta. —Solo necesito
ponerme unos tacones y estaré lista.
—¿Chlo...?
—¿Hmm? —Se dio la vuelta, con las cejas levantadas en señal de
pregunta.
Agarré el anillo y se lo tendí.
Página | 318
—Oh. —Parecía un poco inquieta, pero me tendió los dedos para
que se lo pusiera—. No puedo olvidarlo. Todo el mundo se preguntaría
dónde estaba.
Levanté la mirada hacia ella a medida que se lo deslizaba por el
nudillo.
¿Lo llevaba solo para que el resto de la familia pensara que todo iba
bien? ¿No lo quería para otra cosa? ¿No me quería a mí?
Se me revolvió el estómago de miedo.
¿Por qué demonios había aceptado casarme junto a la cama de
hospital de su cuñada? El resto de la familia pensó que había sido un
detalle hacerle a Nia un último regalo de despedida. Pero para Chloe,
¿solo iba a ser un horrible recuerdo de uno de los peores días de su vida?
Todo esto me asustaba mucho, para ser sincero. Me sentía como si
estuviera bombardeando esto. Estaba arruinando nuestro matrimonio
incluso antes de que empezara.
Demasiado asustado para preguntarle si quería seguir conmigo,
esperé inquieto junto a la cómoda en tanto ella desaparecía en el armario
y volvía a salir con los zapatos puestos.
—¿Lista? —pregunté bruscamente.
Asintió y le puse una mano en la espalda al mismo tiempo que la
seguía hasta la puerta. No se apartó de mí, pero tampoco se inclinó hacia
mí como lo había hecho antes del accidente de coche.
Se me rompió el corazón, pero no dije nada, no quería darle más
importancia y hacerle más daño del que ya sufría.

***

En la funeraria, casi todo el mundo había llegado antes que


nosotros. A Chloe le resultó fácil quedarse al fondo de la sala, lejos de
Julian y de todos los que se hallaban más cerca de Nia. Había tanta gente
que realmente no se notaba la falta de Chloe.
Pero no tantos se presentaron en el servicio funerario que siguió, y
cuando otros miraron hacia nosotros, sacudí la cabeza, diciéndoles que
no la molestaran.
—¿Vamos a subir a ver a Julian? —Me incliné para preguntarle a
Chloe.
Negó con la cabeza e incluso retrocedió un paso. —No. Yo... yo... Él
ya está pasando por bastante. No quiero echarle en cara a la mujer
responsable de todo esto.
Abrí la boca para decirle una vez más que no era culpa suya. Había Página | 319
hecho todo lo correcto. Intentó cortar el contacto con Dax Freston de
inmediato cuando él mostró señales de alarma. Consiguió una orden de
alejamiento contra él. Fue lo suficientemente valiente como para hablar
de lo que le hizo a la policía. Y aunque no lo hizo todo bien, no le había
pedido que fuera a por su coche pensando que ella se encontraba dentro.
No lo obligó a matar a nadie. Ella también había sido maltratada por él.
Esto no era culpa suya.
Pero no tenía ni idea de cómo convencerla de eso.
Así que me quedé a su lado. —Entonces me quedaré aquí contigo.
Cuando me lanzó una mirada de agradecimiento y me agarró la
mano, dándome las gracias en silencio por no obligarla a hacer lo que no
quería, algo hizo clic en mi interior.
Y me di cuenta de que me había estado culpando tanto como ella.
Pensaba que contribuía a su agonía y que era un amargo recordatorio de
todo lo malo que le pasó; por eso no soportaba seguir mirándome.
Pero por la única mirada de agradecimiento que me dirigió ahora,
me di cuenta de que tal vez yo había estado tan ciego como ella.
Necesitaba que alguien le abriera los ojos y le diera un
empujoncito... Como Pick hizo conmigo, guiándome en la dirección en la
que él ya sabía que se encontraba mi corazón.
Después de que el servicio terminó, Bella y Gray se reunieron
alrededor de nosotros con sus parejas. Menos mal que no intentaron
hablar de nada de lo que había pasado en el último mes, porque los
habría echado si lo hubieran hecho.
Surgieron viejas anécdotas de la escuela y consiguieron que Chloe
se uniera a la conversación. Pero yo no dejaba de mirar hacia donde la
madre de Nia sostenía a Drea y señalaba los arreglos florales, haciendo
que Julian los moviera de un lado a otro del ataúd... aunque el funeral
había terminado y era hora de recoger e irse, no de reorganizar una
mierda.
Cuando le costó levantar el arreglo más grande, me aparté del lado
de Chloe y avancé hacia allí.
—Déjame ayudarte —le ofrecí, agarrando la otra mitad de la planta.
—Eh, gracias —dijo Julian, con una sonrisa de agradecimiento en
los labios, aunque parecía que prefería echarse a llorar antes que
sonreír—. ¿Y aquí? —preguntó a su suegra.
Ella inclinó la cabeza, frunciendo el ceño, antes de decir: —No. Creo
que me gusta más allí.
Así que Julián y yo la arrastramos hasta el otro lado del ataúd,
siguiéndole la corriente.
—Cariño —dijo Eva, acercándose a tocar el hombro de la dolida
madre—, debes tener los brazos cansados; llevas todo el día sosteniendo Página | 320
a Drea. ¿Qué tal si te doy un respiro por un minuto?
—No, yo... —La suegra de Julian se echó a llorar—. No puedo
renunciar a ella todavía. Es lo único que me queda de mi niña. No
puedo... —Y se echó a llorar, llevándose a Drea con ella.
—Bueno, mierda —murmuró Eva y empezó a seguirla, seguro para
disculparse, pero Julian suspiró débilmente.
—Déjala, mamá. Se pondrá bien. Con el tiempo. Todos lo
haremos... —Miró el ataúd y pareció desinflarse—. Solo va a llevar un
tiempo.
Eva me agarró del brazo y se inclinó para susurrar: —No creo que
la madre de Nia sea la única que necesite un momento.
Asentí y luego le di un beso rápido pero significativo en la mejilla.
—Mensaje recibido.
Levantó las cejas, sorprendida, y se tocó el lugar donde la había
besado. —¿Y eso por qué?
—Solo quería darte las gracias por ser una suegra estupenda y no...
—Cuando lancé una mirada significativa hacia la espalda de la madre de
Nia, que se retiraba, Eva soltó un suspiro y me tocó el brazo.
—Acaba de perder a su hija, Luke —me reprendió por mi juicio—.
Yo sería un completo desastre si fuera ella. —Estremeciéndose por lo
cerca que había estado de experimentar lo mismo que la madre de Nia,
se inclinó más cerca y me guiñó un ojo—. Pero de nada. —Después de
tocarme el brazo, se alejó para darle a Julian un último minuto con su
mujer.
Sabía que yo también debía irme, pero en lugar de eso, me
adelanté.
Me miró con cansancio. —Creo que ya ha terminado con las flores
—dijo para despedirme.
Asentí y me metí las manos en los bolsillos, girándome ligeramente
como si fuera a marcharme. No sabía cómo hablarle a un viudo. Era un
desastre con los tópicos educados y las tonterías agradables.
Así que cuando me volví hacia él, no le dije nada. En lugar de eso,
solté: —¿Culpas a Chloe?
Giró hacia mí y parpadeó. —¿Qué?
—Por Nia —aclaré, haciendo una mueca de dolor y esperando no
haberme metido en un avispero con mi pregunta brusca.
Frunció el ceño y me miró como si me hubiera vuelto loco.
—Por supuesto que no. Fue tan víctima como... mierda, Luke. En
serio. ¿Cómo se te ocurre preguntarme eso?
Me encogí de hombros y entrecerré los ojos para disculparme.
—No lo sé. Ahora mismo se está culpando mucho. Tiene miedo de
acercarse a ti porque está convencida de que tú sientes lo mismo. Cree Página | 321
que su sola presencia te hará más daño y te recordará que fue ella quien
trajo a ese imbécil a nuestras vidas. Y sé que ya tienes bastante con lo
tuyo ahora mismo, pero si pudieras mencionarle alguna vez que no la
culpas... —Me encogí de hombros y sacudí la cabeza, sintiéndome como
un idiota desconsiderado por hacerle esto, sobre todo el día del funeral
de su mujer... y justo delante de su ataúd, además—. No sé —murmuré,
siguiendo de todos modos—. Creo que la ayudaría mucho a perdonarse
a sí misma.
—Dios. —Exhaló un suspiro y me sacudió la cabeza después de
limpiarse la cara con una mano cansada—. He estado tan inmerso en mi
propia mierda como para darme cuenta de lo que ella debe estar pasando.
Dios, soy idiota. Por supuesto que se culpa. Si yo fuera ella, seguro que
también me culparía. —Luego miró a su alrededor y preguntó—: ¿Dónde
está?
—La última vez que la vi estaba junto a los mellizos —dije,
señalando la dirección en que la había dejado.
Con un simple movimiento de cabeza, se puso en marcha en esa
dirección.
—Julian... —llamó su suegra, volviendo de nuevo como si se le
hubiera ocurrido otra cosa—. ¿Crees que podrías...?
—En un minuto —la cortó con voz dura y siguió pasando a grandes
zancadas—. Enseguida vuelvo.
Parecía sorprendida e indignada por el desaire, pero él no pareció
darse cuenta. —¡Chloe! —le espetó cuando por fin la vio.
Ella saltó como si estuviera en apuros y se levantó del banco de
cemento en el que se hallaba sentada con Bella, con los ojos muy abiertos
por la preocupación.
—Ven aquí —le dijo bruscamente.
Su rostro palideció, pero dio un paso adelante como si se enfrentara
a un pelotón de fusilamiento y estuviera preparada para que él la
rechazara de plano y la acusara de todo lo que había hecho mal. Pero en
lugar de eso, la abrazó y le besó el pelo.
—Te amo, hermanita. Eso no ha parado, y no pararía, aunque tú
hubieras sido la responsable de esto... que no lo eres. ¿Me oyes? Esto no
es culpa tuya.
Ella se apartó, sacudiendo la cabeza a medida que lágrimas de
arrepentimiento inundaban su rostro. —Pero yo...
La agarró por los hombros, obligándola a detenerse. —Entonces
soy tan responsable como tú. ¿Por qué no se me ocurrió que tenía un
rastreador en tu coche? Ahora parece tan obvio. ¿Por qué nunca se me
ocurrió comprobarlo?
—Pero nadie más...
—O Trick... —la cortó con dureza—. Él sabía cuánto te gustaba
Página | 322
Luke cuando eras más joven. ¿Por qué no dijo nada? Tal vez tú y Luke
podrían haber estado juntos todo este tiempo, en cuyo caso nunca te
habrías involucrado con Freston, y Nia todavía podría estar viva. Tal vez
todo esto es culpa de Trick.
—No. —Chloe negó rotundamente con la cabeza—. Eso es ridículo.
Cómo iba a saber Trick que yo traería a un maldito asesino a la familia
y...
—Sí, es ridículo —convino su hermano—. Tan ridículo como que
pienses que deberías haber sabido que estaba lo suficientemente loco
como para sacar tu coche de la carretera antes de molestarte siquiera en
comprobar si el conductor era su ex rubia o no. Quiero decir, ¿quién
diablos podría haber previsto eso? Esto no es culpa tuya. Así que vas a
tener que superar esta culpa o lo que sea, y pronto, porque te voy a
necesitar más que nunca a partir de ahora... —Cuando empezó a llorar,
Chloe sollozó y se tapó la boca—. Tu ahijada te va a necesitar —añadió—
. Así que, por favor, no te alejes de nosotros. Te necesitamos.
—No… no lo haré —prometió y se lanzó hacia él para darle otro
abrazo—. Lo siento. Lo siento mucho. Estoy aquí para ti, para lo que
necesites.
—Ahora mismo, solo te necesito aquí —le aseguró y le besó el pelo
justo cuando su suegra volvía a gritar su nombre.
Julian se interrumpió con un gemido. —Y quizá por ahí —añadió
con una mueca de dolor—. Ocúpate de eso por mí.
Chloe soltó una carcajada lacrimógena. —No te preocupes. Estoy
en ello.
Cuando se apartó para ponerse inmediatamente en marcha hacia
la suegra de Julian, éste y yo nos pusimos detrás, siguiéndola de vuelta
al ataúd de Nia.
Julian me dio un codazo en el brazo y me lanzó una mirada de
agradecimiento. —Gracias, amigo —dijo.
Chloe miró por encima del hombro justo a tiempo para verme
asentirle. Sabía que quería preguntar de qué iba aquello, pero ya
habíamos llegado hasta la madre de Nia, que quería saber por qué aún
no habían bajado el ataúd y cubierto la tumba.
Así que estuvimos ocupados durante casi una hora ayudando a
que estuviera más satisfecha con cómo iba todo.
Sin embargo, en cuanto terminamos, lo primero que me preguntó
Chloe cuando nos encerramos en mi camioneta para irnos a casa fue:
—¿Por qué te dio las gracias Julian?
Hice una mueca. —Porque fui un imbécil y le hice pensar en otra
cosa que no fuera su propio dolor en el funeral de su mujer.
—¿Así que le dijiste que hablara conmigo?
Me encogí de hombros, hice una mueca de dolor y empecé a
rascarme detrás de la oreja con nerviosismo, casi seguro de que me iba a Página | 323
meter en un buen lío por hacer lo que había hecho.
—Yo... sabía que él no te culpaba —intenté explicar—. Y nadie más
que él iba a abrirte los ojos. Quiero decir, se supone que deberías estar
de duelo, pero ni siquiera puedes empezar porque estás inundada de
culpa. Maldita sea. Estabas sufriendo, innecesariamente. Y cuando mi
esposa sufre, yo sufro. Me cansé de que sufriéramos. Y sabía que era
inapropiado acudir a él con esto, pero creo que te ayudó, así que no voy
a disculparme, joder. ¿De acuerdo?
La verdad, había tenido la intención de sonar mucho más humilde
y arrepentido, pero cuanto más hablaba, más indignadas sonaban mis
palabras. Y ahora contenía la respiración, esperando a que reaccionara,
porque se encontraba allí sentada, mirándome fijamente sin expresión
alguna, y me asustó.
—Llévame a casa —dijo luego.
Solté un suspiro, seguro de que me hallaba metido en un buen lío.
—Chloe... —empecé, con la voz quebrada.
—Ya mismo —dijo endureciendo la voz.
Se me encogió el corazón. Asentí en silencio y puse la camioneta en
marcha.
—Era lo correcto —aseguré, en un último intento de defenderme—
. Porque funcionó, ¿no?
—Espera a que lleguemos a casa —fue todo lo que respondió.
Así que cerré la boca, con la mandíbula dura, y me quedé callado
hasta que llegamos a la puerta de su casa. Pero tan pronto como ella la
abrió, empecé de nuevo.
—No me importa lo enojada que estés conmigo, me alegro de
haberlo hecho —dije, siguiéndola dentro, donde cerró la puerta de golpe
y se giró hacia mí con furia—. Estabas sufriendo y... ¡Oh!
El resto de mis palabras quedaron amortiguadas contra su boca
mientras me besaba con fuerza.
Gemí sorprendido y le devolví el beso, acariciándole la cara y luego
el culo cuando intentó trepar por mí.
—No es que me queje, ni siquiera un poco —comenté sin aliento en
cuanto empezó a lamerme la garganta y le dio a mi boca un momento
para hablar—. Pero... ¿qué está pasando?
—Quítate los pantalones y te lo enseñaré —exigió, arrancándome
la camisa y tirando de ella por encima de mi cabeza para poder besarme
el pecho y deslizar sus manos sobre mí.
—Dios —jadeé. Luego, con un gruñido, la agarré por las caderas y
la coloqué sobre una mesa cercana para poder apretar mis caderas entre
sus muslos—. Pensé que estabas enfadada conmigo —jadeé, disfrutando
cada segundo de su atención.
Página | 324
—¿Enfadada? —repitió con un bufido de desacuerdo antes de
quitarse la blusa. Cuando sus pechos rebotaron dentro del sujetador,
agarré la tela que los cubría y le besé el cuello—. Me siento halagada,
honrada y completamente asombrada por lo que has hecho. —Me agarró
del pelo y echó la cabeza hacia atrás, disfrutando de la succión de mi
boca mientras me dirigía a su clavícula—. O tienes que ser el imbécil más
desconsiderado del planeta para hablar de mis problemas con un viudo
afligido en el funeral de su mujer, o de verdad me amas. En serio, fuiste
como mi voz cuando no podía hablar. Así que... realmente me amas, ¿no?
—Eso es lo que he estado intentando decirte —respondí a medida
que le quitaba un tirante del sujetador del hombro y besaba la pendiente
de un pecho—. ¿Significa esto que por fin estás lista para perdonarme
por haber tardado demasiado en darme cuenta de lo que siento?
—Sí. Más vale tarde que nunca. —Chloe deslizó sus dedos por el
costado de mi garganta—. Además... me has llamado tu esposa.
Hice una pausa y la miré interrogante. —Eres mi esposa —dije—.
Dijimos los votos delante de un sacerdote, y nuestra familia se hallaba
allí para atestiguarlo.
—No hay ningún documento legal que lo avale.
—A la mierda el papeleo —gruñí, deslizando la mano por su falda
y pasando los dedos por su muslo hasta encontrar el borde de sus
bragas—. Apuesto a que los hombres de las cavernas no tenían papeles
cuando se casaban.
Tiré de la tela y la rasgué, liberando las bragas de una pierna y
haciendo que la tela que cubría sus partes más íntimas cayera y quedara
totalmente expuesta ante mí.
—Apuesto a que los hombres de las cavernas ni siquiera se casaban
—replicó, alargando la mano para bajarme la cremallera de los
pantalones.
Siseé cuando me atrajo hacia su mano y me acarició la turgente
longitud. Luego eché la cabeza hacia atrás mientras me bombeaba un
par de veces entre sus dedos. Cuando ya no pude más, apreté las manos
a ambos lados de la mesa y la miré a los ojos, haciéndoselo saber con
una sola mirada: Quería estar dentro de ella... inmediatamente.
—Lo harían si tuvieran cerebro —repliqué.
—Bueno, eran neandertales, así que... —Empezó a guiarme hasta
su entrada.
Justo cuando sentí su humedad contra la cabeza de mi pene, me
incliné para susurrar: —Todo lo que tenían que hacer era poder decir...
mía.
Y empujé dentro de ella.
Jadeó y arqueó la cabeza hacia atrás. Empecé a penetrarla a un
ritmo constante y se estremeció con un sollozo. —Dios, ya había olvidado
lo bien que te sientes dentro de mí.
Página | 325
Sonreí. —Me alegro de recordártelo.
Me miró a la cara y exclamó: —Te amo.
Se me humedecieron los ojos y le acaricié la nuca antes de
abalanzarme sobre ella para besarla acaloradamente hasta que ambos
nos corrimos. Apretó los muslos a mi alrededor, estremeciéndose, en
tanto yo gemía y la llenaba con mi calor.
Esperé a recuperar el aliento antes de inclinarme junto a su oído.
—Yo también te amo, Chloe Hamilton —le susurré.
Una leve sonrisa se dibujó en sus labios mientras me tocaba la
cara. —Sabes... hoy temprano, antes de irnos al funeral, estaba pensando
en dejarte.
Aguanté la respiración, incapaz de tomar aire por un momento,
pero luego asentí. —Yo también pensaba en dejarte —confesé.
Subió su mirada hasta mis ojos, sorprendida, y me encogí de
culpabilidad. —Pensé que estar contigo era un recordatorio evidente de
todo lo malo que te había pasado últimamente. Creía que el mero hecho
de mirarme te hacía daño, y no podía soportar hacerte daño. Me hallaba
casi dispuesto a hacer cualquier cosa para que te sintieras mejor, aunque
eso significara marcharme.
Parpadeó como si estuviera diciendo lo más ridículo del mundo.
—¿Pero no lo entiendes? —dijo suavemente—. Tú eras todo lo
contrario. Tú no eras lo que me hundía; eras lo único que me mantenía
unida y evitaba que cayera en este pozo negro de la nada. Eras lo único
brillante que veía, y no creía merecerlo. Debía estar en ese pozo, quería
estar en ese pozo. Para castigarme. Y la única forma de conseguirlo era
arrastrarte conmigo o liberarte para que aún tuvieras la oportunidad de
ser feliz sin mí. —Sorbió y se le llenaron los ojos de lágrimas—. No quería
hacerte daño.
—Dios... —Respiré, ahuecando su mejilla y presionando mi frente
contra la suya—. Qué pareja hacemos, ¿eh? Los dos nos encontrábamos
convencidos de que éramos malos el uno para el otro cuando, la verdad,
somos mejores juntos.
Me agarró del hombro y me apretó fuerte. —Siento mucho que
nuestro para bien o para mal empezara siendo lo malo.
—Oye, no pasa nada —le aseguré, acariciándole el pelo—. No fue
culpa tuya. Pero piénsalo. Si podemos superar esto, podemos superar
cosas bastante duras.
—Excepto que Nia todavía no está. Dios, voy a echarla de menos.
Tenía la risa más contagiosa.
Asentí lentamente. —Y hacía los mejores bocadillos de tarta de
queso con fresas.
Suspiró. —Drea no tiene madre. Y Julian... No tengo ni idea de Página | 326
cómo va a superar esto.
—Con el amor y el apoyo de su familia —le prometí—. Porque ahora
puedes centrarte en él. Y por fin podrás empezar a llorar la pérdida de tu
cuñada sin tanto peso aplastante de culpa encima de todo.
—Todo gracias a mi entrometido y bocazas marido —me dijo
cariñosamente—. Que no podía callarse y dejarme sufrir en la agonía.
—Tienes toda la maldita razón —le dije antes de acercar mi boca a
la suya. Y siempre hablaría en su favor, siempre defendería su punto de
vista, siempre la amaría sin medida.
Chloe era mi persona para siempre, y yo iba a asegurarme de que
podía conseguir tanto de ese para siempre con ella como me fuera posible.
Epilogo
Traducido por Valentine Rose
Corregido por Pame .R.

Luke
—De acuerdo, pequeño —dije, ajustando la tira de velcro del primer
par de zapatos de mi hijo.
Se las compramos para que las usase cuando comenzó a caminar
hace un par de meses, pero lloraba cada vez que las colocaba, y por lo
general solo intentaba sacárselas, incapaz de tenerlas puestas.
Pero en casi una hora, un par de decena de invitados llegaría a su
primera fiesta de cumpleaños, y me encontraba determinado a que se
acostumbrara a ellos. Hoy. Página | 327
—Esto será tal como caminar sin ellos… pero puestos.
Sí, sí, guarden silencio. Sé que no era el genio de los malditos
discursos inspiradores.
Pero tampoco soy de los que se rinden.
Desde la encimera donde dejé sentado a Brooks, mordisqueó un
juguete y parloteó: —Mamá, mamá, mamá…
—En realidad, soy papá —corregí—, pero ya veremos eso. Una cosa
a la vez, ¿verdad?
—Mamá, mamá, mamá —concordó Brooks, con júbilo.
—Cierto. —Lo alcé, su pañal crujiendo contra mi brazo donde lo
situé mientras lo dejaba en el piso—. Aquí vamos. Con tranquilidad. No
hay que entrar en pánico, ¿vale? Simplemente nos pondremos de pie.
Puedes hacerlo sin preocuparte, ¿verdad?
Lo dejé con suavidad en el suelo, y entrecerró el ceño como si
notase la diferencia, pero se sentía muy contento masticando su juguete
como para incomodarse. No obstante, no hizo gesto alguno para caminar,
y luego se arrodilló como si fuera a sentarse, pero le di una advertencia.
—No, no, no. Dale una oportunidad. Quédate de pie.
Como si comprendiera, Brooks volvió a enderezarse, derecho en sus
zapatos sin poner el grito en el cielo.
Después de cinco segundos de solo estar de pie sin moverse,
sentarse ni llorar, sentí haber descubierto la cura del cáncer.
—Mierda. Estás haciéndolo. —Me sentía tan orgulloso de mi hijo
por enfrentar su miedo, que podría explotar—. ¡Chloe! —grité desde el
otro lado de la casa, incapaz de quitarle la vista a mi niñito perfecto—.
¡Apresúrate! ¡Deprisa!
Un segundo después, escuché sus pasos en el corredor hasta que
apareció en el cuarto, jadeando. —¿Qué? ¿Qué pasa?
—¡Nada! —aclamé—. Mira.
Cuando señalé a Brooks, abrió los brazos sin tener idea y lo quedó
mirando mientras él estaba de pie, mirándola también.
—¿Qué estoy viendo? —preguntó al fin.
—¡Los zapatos! —casi grité, agitando mis manos al señalarlas.
—¡Ah! —jadeó sorprendida, comprendiendo—. ¡Dios mío! Hiciste
que se quedara con sus zapatos. ¡Bien hecho, Brooksie! —vitoreó,
hincándose a su altura y abriendo los brazos—. Mamá está tan orgullosa
de ti. Sí…
Nuestro hijo le sonrió grande, la baba cayendo de sus encías.
—Mamá —susurró con admiración, aleteando el brazo con emoción
y traqueteando como loco el juguete en su mano—. Mamá, mamá…
Tentado por la atracción de los brazos de su madre, dio su primer Página | 328
paso tambaleante en sus zapatos, y avanzó hacia ella.
—Eso es —incentivé—. Está caminando en ellos. ¡De verdad
lograste que caminara en ellos!
Ella me observó y sonrió.
Mientras tanto, desde la entrada de la casa, una voz familiar gritó:
—¿Hola? Con permiso.
—Hola. Adelante —les grité—. Estamos acá atrás.
—De acuerdo. —Acercándose, la mujer comenzó a hablar—: No
puedo esperar a que vean el pastel. Creo que es mi mejor trabajo hasta
ahora. —Y luego apareció en el marco de la puerta—. ¿Qué opinan? No
mientan.
—Guau —dije, alzando las cejas—. Luce muy hermoso como para
comerlo.
La pastelera frunció el ceño, irritada. —Después de todo el trabajo
que dediqué a este cabrón será mejor que no quede ningún maldito
pedazo.
—Demonios —murmuré, alzando las cejas a su actitud de
insolencia—. ¿Besas a mi cuñado con esa boca tan indecente, pequeña?
Soltó una risa y me guiñó el ojo. —Cuánto más indecente es, más
le gusta.
Cuando solté una carcajada, Chloe finalmente se enderezó del
suelo con Brooks en su cadera. —Quiero ver —dijo en lo que me rodeaba.
La reciente esposa de Trick giró para mostrar su obra maestra a mi
esposa.
—Ay Dios mío, Kennedy —jadeó, sorprendida—. Justo cuando creo
que no podrías hacer algo más espectacular, me vuelves a sorprender.
Su cuñada se sonrojó ante el halago. —Gracias. También creo que
quedó genial.
—No es genial, es increíble —le aseguré.
Parecía igual que el sombrero de doctor Seuss con rayas rojas y
blancas. El glaseado tenía una textura similar a la tela que lo hacía
parecer como si estuviera hecho de fieltro. Incluso tenía costuras con
diminutas puntadas rojas.
Sentía la tentación de estirar la mano y tocarla para asegurarme,
pero supuse que me metería en problemas, así que me las arreglé para
contenerme.
—¿Dónde quieren que lo deje? —preguntó Kennedy.
—Oh, aquí en la cabecera de la mesa estaría genial, gracias —
contestó mi mujer, guiándola a la habitación que ya habíamos decorado
con globos rojos y blancos, y serpentina.
—Vaya. Esto luce genial —alagó mi cuñada luego de dejar el pastel Página | 329
realístico y comenzó a admirar las decoraciones—. No puedo esperar a la
fiesta. Me encantan las fiestas de niños.
Intercambié miradas con Chloe, y supe exactamente qué pensaba.
Mi humanitaria esposa quería abrazar a la otra mujer dado que éramos
conscientes que Kennedy no tuvo muchas fiestas de cumpleaños de niña.
—¿Trick no vino contigo? —le preguntó mi esposa, cambiando de
tema porque, según noté, iba a comenzar a llorar y a sentir empatía si no
lo hacía. La maternidad había suavizado demasiado sus emociones.
Cuando creía que alguien sufría estos días, juro que sentía el dolor con
ellos.
Y la convirtió en una de las madres más atenta, generosa y amorosa
que vi alguna vez. Tal igual que yo, mi niño estaba destinado a ser un
fanático de su madre cuando creciera. Y no podría culparlo ni un poco.
—¿Hmm? —preguntó Kennedy, quitando su atención del arco de
globos y agregando—: ¡Oh! No, tuvo que ir a lo de Julian, y ayudarlo a
mover uno que otro electrodoméstico, pero ya viene en camino. Y, ¡oooh...!
—Sus ojos brillaron de emoción y aplaudió entusiasmada—. ¿Adivinen?
Trick cree que Julian por fin conoció a alguien.
—¡¿Qué?! —chilló Chloe, sorprendida, y se acercó rápido, con los
ojos agrandados—. ¡No es cierto! ¿Por qué lo cree?
—Pues… —Kennedy se sonrojó e hizo un gesto de dolor antes de
admitir—: Julian actuaba un tanto… diferente, y cuando Trick supuso
que recientemente tuvo sexo, Julian no lo negó con exactitud.
—Así se hace, Julian —animé—. Ya era hora de que siguiera
adelante.
—Oh vaya… —murmuró mi esposa, llevándose una mano a la
boca—. Espero que sea así. Han sido cuatro miserables años. Podría ser
bueno que tenga a alguien que lo haga feliz.
—Trick cree que sea quien sea la chica, debe ser muy importante
para Julian porque está siendo silencioso y protector en cuanto a ella. Y,
digo, sabes lo perceptivo que es Trick con estas cosas, así que es probable
que tenga razón.
—Mierda, es tan irritante lo certero que es a veces —concuerdo,
quejándome.
Se rio y concordó: —¿Verdad que sí? —Cuando sonó su teléfono, lo
revisó y sonrió con felicidad—. Y ahí está —dijo—. Seguro se dio cuenta
que hablaba de él. Hola… —contestó, olvidándose de inmediato de Chloe,
Brooks y yo en lo que entró a otra habitación para hablar con su esposo.
—Cielos, está tan enamorada —murmuró Chloe, sacudiendo la
cabeza—. Es malditamente adorable.
—Es malditamente raro —repliqué—. Digo, cualquiera que esté así
de locamente enamorada de Trick probablemente necesite que le revisen Página | 330
la cabeza.
Me lanzó una mirada fulminante. —Es bueno para ella —murmuró
con suavidad.
Suspiré y me acerqué para tomarla a ella y a mi hijo en brazos.
—Lo sé —dije—. Sigo olvidando de donde viene y digo bromas
estúpidas e inapropiadas. Lo lamento.
—No pasa nada. —Se levantó sobre las puntas de sus pies y besó
mi mejilla—. Tus bromas inapropiadas son una de las muchas cosas por
las que te amo.
—Mmm. —Me incliné para besar su boca, pero Brooks me golpeó
en el ojo con su juguete, efectivamente arruinando el momento—. Auch
—murmuré y alejé el rostro.
Chloe solo rio, y besó la mejilla regordeta de mi hijo. —Es protector
de su mamá.
Brooks le sonrió y babeó con felicidad.
—Será mejor que se detenga —advertí jugando—, o nunca podré
acercarme para poder darle un hermano o hermana.
Chloe me ignoró y siguió besando a nuestro hijo.
—Mi pequeño protector —le dijo, descansando su mejilla en la cima
de su cabeza antes de alzar la vista—. ¿De verdad crees que Julian pudo
haber encontrado a alguien más?
La esperanza en sus ojos casi quebró mi corazón.
Sabía que una parte de ella se sentía responsable por Nia, y que
era muy seguro que no desaparecería hasta que sintiese que su hermano
había vuelto a encontrar paz.
—Al parecer así parece —contesté, agarrando el brazo de mi hijo y
llevándolo al costado así no me golpearía cuando quise besarla otra vez.
—Cielos, eso espero —suspiró, juntando nuestras frentes—. Quiero
que sea igual de feliz que nosotros.
—Dudo que alguien pudiera encontrar tanta felicidad —contesté
con un guiño—, pero sí, sería genial preocuparnos menos de él.
Alzó la vista y susurró: —Gracias.
Fruncí el ceño un poco. —¿Por qué?
—Por hacerme locamente feliz, incluso cuando no creía merecerlo,
y por obligarme a aceptarlo cuando no pensé que fuera posible que me
amaras tanto como yo a ti. Simplemente gracias por ser tú.
—Pues, gracias por darme otra oportunidad más después de haber
roto continuamente tu corazón durante años. La verdad es que es el
mejor regalo que alguien me ha dado. Página | 331
Pensando que necesitaba estar involucrado en nuestro momento
de marido y mujer, Brooks se inclinó y presionó su rostro contra los
nuestros.
Reímos por su necesidad de atención, y en aquel momento, no
podía imaginar que mi vida pudiera ser mejor.
Así que hice una oración por Caine Spinnaker, donde sea que esté,
agradeciéndole por ser un maldito imbécil. De no serlo, no habría hecho
que Chloe huyera llorando a los baños de la secundaria aquella profética
noche, obligándome a ir tras ella, lo que causó que se enamorara de mí
en primer lugar.
En realidad, estaba en deuda con ese imbécil.
Creo que mi vida habría apestado sin él.
Sobre la Autora
Linda se crió en una granja lechera en el Medio
Oeste como la más joven de ocho hijos. Ahora vive
en Kansas con su esposo, su hija y sus nueve
relojes de cucú. Su vida ha sido bendecida con
una gran cantidad de personas de las que
aprender y amar. Escribir siempre ha sido una
gran parte de su mundo, y está tan feliz de
compartir por fin algunas de sus historias con
otros amantes de los romances.
Por favor visita su sitio web:
http://www.lindakage.com/

Página | 332

También podría gustarte