Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
BN LH
BN LH
Traductoras:
MaryJane♥ Gabihhbelieber
*~ Vero ~* Panchys
Marie.Ang Melody Hamort
Adriana Tate Cynthia Delaney
Sofí Fullbuster Snowsmily
Diana Niki
Edilmary Michelle♡
Correctoras:
Melii Daniela Victoria
Sofi MaryJane Canylina
Ely Gabbita Panchys
Carolherondale Mire Alaska
Tessa Sammy Jasiel
Meliizza Eli Gabihhbelieber
Key Paltonika Karool
Vanessa Cami mariaesperanza.nino
Revisión Final:
Luna West
Diseño:
3
Hanna Marl
Página
INDICE
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
4
Capítulo 22
Página
Capítulo 23
Sobre la autora.
SINOPSIS
La épica y final entrega de la trilogía Asylum.
Cordura es una palabra divertida.
Cordura.
Cordura.
Estar cuerdo.
Tener pensamientos claros.
Ser capaz de distinguir la diferencia entre fantasía y realidad.
Yo solía pensar que mi cordura estaba aún intacta.
Que todos mis pensamientos estaban todavía en la bolsa conocida como mi mente.
Que yo nunca -jamás- dejaría que Oakhill obtuviera lo mejor de mí.
Ahora no estoy tan segura. Ahora no estoy segura de si realmente estoy cuerda.
O si he perdido mi mente de una vez por todas.
Asylum #3
5
Página
PROLOGO
Traducido por MaryJane♥
Corregido por Melii
Nunca pensé que la palabra feliz sería una parte de mi vocabulario. Nunca pensé que
sería una emoción que sería capaz de sentir. En mi adolescencia la felicidad y yo no nos
llevábamos bien. Eso fue todo debido a papá y su problema y cómo nunca superó a mamá y
cómo siempre yo le recordaba a ella.
Pero soy feliz ahora.
De verdad, de verdad, e incandescentemente feliz.
Es una sensación hermosa.
Estoy de pie en un prado completo con mucha hierba amarillenta moviéndose, sol
brillante radiante, y una brisa suave pero fresca. La cadencia suave de la música lleva el
viento y entrecierro los ojos, notándolo.
Elijah.
Sentado en una manta, encorvado, rasgueando las cuerdas de su guitarra. Levanta la
cabeza, sus ojos se encuentran con los míos, y luego una lenta sonrisa perezosa curva sus
labios. Con un ligero movimiento de cabeza hace que me acerque y cuando baja la cabeza el
sol roza la corona de rizos dorados, haciéndolos brillar. Entonces oigo una risa. Es ligera,
aireada y caprichosa. Es entonces cuando noto a la niña rebotando junto a Elijah. Redondas
mejillas rojas de querubín. Rizos dorados al igual que su padre.
Mi hija. Willow.
Corro hacia mi familia con una gran sonrisa y no puedo esperar a plantar un millón
de besos en las mejillas de Willow. Pienso en estrellarme en los brazos de Elijah y decirle
que me abrace y nunca dejarlo ir. Pienso en decirle que me ha hecho la persona más feliz del
mundo entero y que no cambiaría mi tiempo con él o mi amor por él por cualquier cosa.
Pero algo extraño sucede cuando llego al lugar donde Elijah se encuentra sentado. Él
no me reconoce. Deja de rasguear su guitarra y se levanta, mirando hacia la derecha. Sigo su
mirada y veo a Willow huyendo. —¡Oh, no! —Jadeo—. ¡Willow, nena! ¡Vuelve! ¡Mantente
6
Es mío.
Página
1
1960
Traducido por MaryJane♥
Corregido por Sofí Fullbuster
Estoy nerviosa.
Desesperada.
En tal punto de locura que quiero arrancarme el cabello.
Caminando a través de la sala de grabación, me desconecto de los otros pacientes y
me detengo, poniéndome a cuatro patas para mirar debajo de una de las sillas de plástico con
un asiento de color naranja. No está ahí. No está ahí. Una parte de mí se pregunta si alguna
vez ha estado allí. ¿No busqué en este lugar ya? ¿No busqué aquí la semana pasada?
No…
Recordaría eso, ¿no?
¿No?
Me levanto en un instante y empiezo a pasear de nuevo frente a la ventana con
anchos barrotes. Me sigo diciendo que nunca voy a dejar de buscar. Que no voy a
renunciar. Que voy a romper las paredes del manicomio Oak Hill con puños de hierro
revestido si tengo que hacerlo, para encontrar lo que estoy buscando.
El único problema es…
He buscado por todas partes.
En los cajones de los escritorios.
En rincones oscuros.
En rincones y grietas.
Bajo el catre en mi celda.
8
conmigo misma por no notar algo tan obvio como una credencial con su
nombre. Especialmente cuando esa credencial con su nombre es de plata y brilla bajo las
brillantes luces fluorescentes.
—Susan. —Doblo los brazos sobre mi pecho y abro la boca. Entonces la cierro. Y la
abro de nuevo. No estoy segura de cómo formular mi pregunta. Después de un momento de
silencio, dejo escapar—: ¿Crees que tal vez puedas ayudarme?
—Por supuesto —dice—. ¿Qué necesita, señorita Carmic… quiero decir, señora
Watson?
—En primer lugar —comento—. Preferiría que me llamaras Adelaide. —
Técnicamente, soy la señora Watson, pero debido a la situación, ella y yo podemos olvidar
las formalidades. Pienso en decirle que me llame Addy, pero eso sería abrir demasiados
recuerdos dolorosos que no quiero resucitar. Así que no lo hago—. Estoy buscando algo —
comienzo—, sé que lo tenía hace algún tiempo, pero no puedo recordar dónde lo puse.
Me mira como si estuviera loca. No lo estoy. Me gustaría darle mis pensamientos y
opiniones sobre este asunto, pero decido no hacerlo. Es mi única esperanza. —Está bien,
Adelaide —dice con calma, poniendo ambas manos sobre mis hombros—. ¿Qué es lo que
buscas y cómo puedo ayudarte a encontrarlo?
—Necesito mi destornillador —le digo—. Lo necesito. He buscado por todas partes y
no está por ningún lado. —Me inclino más cerca y susurro—: Estoy pensando que alguien
podría haberlo robado.
Deja caer las manos de mis hombros y me da una mirada extraña. Esta grita chiflada,
chiflada, sedante y una jeringa, pronto. —¿Un destornillador? —Hay un atisbo de confusión
en su tono de voz, un brillo incierto en sus ojos—. Adelaide, conoces las políticas del hospital
sobre los pacientes que tienen acceso a las herramientas o cualquier otra cosa que pueda ser
utilizado como arma.
—¡Pero no es un arma! —le grito.
Susan se aleja unos pasos de mí. Sus pies se tambalean y eso me dice que estoy
pisando aguas poco profundas.
El pánico se prende a las paredes de mi estómago como un parásito que nunca se ha
alimentado antes. Las náuseas se establecen. Me paseo de nuevo. Adelante y atrás, adelante y
atrás, adelante y atrás. ¿Cómo puedo hacerle entender? ¿Cómo puedo hacerle
entender? Trato de mantener la calma. Trato de impedirme gritar. Cuando por fin hablo,
puedo sentir mi laringe vibrar en mi garganta. —Lo necesito. —Hay un sollozo atrapado en mi
garganta y la determinación bombea mi corazón—. Lo necesito —repito—. Por favor, tienes
que ayudarme a encontrarlo.
—Adelaide, no puedo darte un destornillador. —No hay fuerza en su voz.
En ese momento, lo pierdo y me abalanzo sobre ella. —Por favor —le ruego, luchando
10
con ella mientras las lágrimas en mis ojos se hinchan—. Tengo un tornillo suelto. Tal vez dos
—Ella grita y sostengo sus brazos con mis rodillas—. No puedo apretarlos sin mi
destornillador. —Pienso en Elijah durante mi descanso mental y cómo sé que él me
Página
ayudaría—. ¡Llame al doctor Watson! —grito—. ¡Llame al Dr. Watson! ¡Él me lo dará! ¡Sé que
lo hará!
Pero en lugar de llamar a Elijah, grita—: ¡Ayuda! —Con todas sus fuerzas. Grita la
palabra una y otra y otra vez.
Antes de que me dé cuenta de lo que está pasando, hay miembros del personal
corriendo hacia mí. Tengo el tiempo justo para levantarme, alejarme de Susan y encogerme
en la esquina superior izquierda de la sala de grabación. Me hago un ovillo, cierro los ojos y
murmuro en voz baja. Meciéndome, trato de equilibrar mis emociones, pero estoy tan
perdida, confusa y sin esperanza. Es entonces cuando siento una presencia cernirse sobre
mí. Entonces oigo a Susan decir—: ¿Quién es el doctor Watson?
Y eso es lo último que recuerdo antes de que la aguja penetre mi piel y todo mi
mundo se vuelva negro.
11
Página
2
Antes
Traducido por *~ Vero ~*
Corregido por ElyCasdel
A veces me pregunto si todas las niñas y mujeres imaginan cómo será su boda. Me
pregunto si se imaginan a sí mismas vestidas de pies a cabeza en satén blanco y encaje. O si
se imaginan a su papá caminando en el pasillo en una iglesia repleta de amigos y seres
queridos. Me pregunto si se imaginan una recepción muy parecida a una gala donde toda su
familia y amigos vienen a agasajarlos con regalos, cena de cordero con una guarnición de
salsa de menta, y luego bailar hasta la medianoche para celebrar su unión.
Nunca tuve esos pensamientos.
Nunca pensé que viviría para ver el día de mi boda.
Papá se llevó los pensamientos privados de mi cabeza como una aspiradora
absorbiendo una bola de polvo del suelo.
Pero aquí estoy.
Hoy me voy a casar.
No tengo amigos de la familia para celebrar este día feliz. Tampoco Elijah, por lo que
ambos acordamos un matrimonio sencillo por el juez de paz. Después de todo, no
necesitamos familia ahora y todo el alboroto que acompaña a una boda cuando la familia
está involucrada. Somos la familia del otro.
Y yo no podría estar más feliz por eso.
Lo sé porque en el minuto en que entré en la sala de audiencias, con cabellos
extendidos sobre mis hombros, vistiendo mi sencillo vestido blanco ajustado con cuello bote,
que se detiene justo debajo de mis rótulas, nuestros ojos se encuentran. Elijah sonríe, su
12
aliento se tambalea al igual que el mío y le sonrío a cambio. Mi corazón palpita en mi pecho
tan lleno de amor y alegría y un deseo no-menguante. Sé que este día, el día de mi boda, será
por mucho el mejor día de mi vida.
Página
la ventana. Sabe lo fascinada que estoy viendo el mundo pasar por debajo de nosotros
mientras volamos sobre él.
Página
Watson. —Muerdo mis labios para evitar que el gemido salga de mi garganta—. Umm. —
Ahora hay una vibración en su voz—. Pensándolo bien. —Mira la manta con una sonrisa
lasciva. Calor atraviesa mis poros como la hoja afilada de un cuchillo de cocina—. Te quiero
Página
—gime Elijah, sus dientes mordiendo mi lóbulo inferior. Deja caer el estuche de su guitarra
en la arena.
—¿Aquí? —jadeo—. ¿Ahora? —Escaneo la playa desierta, mirando las olas con crestas
blancas cuando chocan en la arena.
Elijah deja escapar una risa ronca y baja, y quita la cortina oscura de cabello de mi
hombro antes de besar el trozo desnudo de piel junto al tirante de mi vestido. Jadeo por aire
cuando siento la calidez de su boca en mi cuerpo y me estremezco a ese calor que surge por
todos mis apéndices antes de anidarse en la boca de mi estómago. —Pero estamos en un
espacio público. —Mantengo la voz baja y suave.
—¿Y? —No estoy frente a él, pero escucho la sonrisa en su voz. No, probablemente
no es una sonrisa. Probablemente es más una sonrisa codiciosa. Vuelve a sentarse en la
manta y tira de mi brazo con suavidad—. Además, estamos recién casados. Creo que eso nos
da derecho a algunos momentos apasionados y exhibicionistas.
Dudo y lo miro fijamente. Hay una irritante y aterrorizada voz sonando en mi mente.
¿Y si alguien nos ve? ¿Cuán mortificante sería eso? ¿Y si tenemos problemas con el personal
del hotel? Sé que esto suena juvenil, pero aun así. Esta es una nueva experiencia para mí, por
lo que tengo que sopesar los pros y los contras, y establecer todos los escenarios posibles.
Elijah tira de mi brazo por segunda vez y tropiezo hacia delante, golpeando la arena
con las rodillas. Alcanzándome, él me estabiliza y agarra mis hombros sin fuerza. —¿Estoy
siendo demasiado insistente, Adelaide? —Se acuesta de lado y acaricia el espacio vacío frente
a él—. Si lo soy, espero que me lo digas. —Deja escapar un suave suspiro—. Simplemente no
puedo evitarlo a tu alrededor, Sra. Watson. El deseo de tenerte todo el tiempo me abruma.
Puedo sentir una hoguera empezar a arder en mi corazón, haciendo su camino hacia
mis mejillas. El deseo chamusca mis terminaciones nerviosas y todo mi cuerpo comienza a
hormiguear. Es una locura el cómo este hombre puede hacerme un desastre por dentro. Es
una locura el cómo puede hacer mi mente vagar, mi corazón latir erráticamente y el cómo
con una simple caricia de un dedo puede hacer que el cuerpo entero me traicione. —Pero —
dudo, luchando por sacar las palabras. Respiro profundamente para calmarme—. ¿Y si
alguien nos ve? —Me trago un nervioso temblor de miedo que se atasca en mi garganta.
—Mantendré los oídos atentos —remarca, usando una pícara sonrisa tan pecaminosa y
tan dulce que podría pudrir los dientes de una persona—. Lo prometo. —Con su sincera
declaración fresca en mi mente, me recuesto frente a él, con la espalda contra su pecho. Su
corazón late con fuerza, un sordo latir del tambor vibrando a través de mi piel. Me concentro
en ese sonido. El sonido de su latido y desconecto el ruido que las impetuosas aguas del
Océano Pacífico están haciendo—. Te amo, Sra. Watson —dice contra mi oído. Hay un tono
áspero y hambriento en su voz de barítono—. Espero que sepas eso.
—Por supuesto que lo sé —le digo—. También te amo.
Apoya la barbilla en el hueco de mi cuello y desliza la mano izquierda bajo mi
cintura, atrayéndome más hacia él. Estamos tan cerca, que nuestros cuerpos son como
láminas de acero fundidas juntas. Me sostiene fuerte contra su pecho, entonces desliza la
16
mano derecha bajo la falda de mi vestido. Las puntas de sus dedos viajan desde mi
pantorrilla hacia mi muslo interno, dejando piel de gallina a su paso. Su toque me hace
perder el control. Es tan suave. Tan intrincado. Tan estratégico. Sabe exactamente cómo
Página
hacerme derrumbar bajo él. Cómo hacer que me convierta en una adicta por él y solamente
de él.
Después de bajar mi ropa interior hasta las rodillas, sus dientes rozan mi mandíbula
antes de que sus labios envuelvan mi lóbulo inferior derecho. Mi respiración sale sorda y
ronca. Estoy conteniendo un gemido que quiero dejar salir. Lo amo. Lo quiero. Lo necesito.
Dentro de mi cabeza. Dentro de mi cuerpo. Pienso en la forma en que su voz silencia cada
pensamiento corriendo por mi mente.
—Adelaide —murmura, su aliento caliente acaricia mi oído. Un gruñido sale de sus
labios a medida que más aire caliente sale de su boca a borbotones.
Y luego…
Y luego abre mis piernas, masajeando mi sexo con dos dedos. Deja un rastro de
besos desde la curva de mi cuello hasta mi clavícula, a continuación regresa besando hasta mi
oído. —¿Me quieres dentro de ti, Adelaide? —Muerde mi oreja con suavidad—. ¿Umm?
Es como una burla. Ya estoy retorciéndome bajo sus manos, respirando pesadamente
en su axila, y casi lloriqueando porque quiero sentirlo dentro de mí. —Por favor, no me hagas
rogar —gimo, volviendo la cabeza.
Elijah empieza a mover los dedos, todavía entre mis piernas, en un movimiento
circular. Me vuelve loca. —¿Qué fue eso, Sra. Watson? ¿Te estás volviendo habladora? —
Hay arrogancia en su voz y abro la boca para comentar, pero me doy cuenta que no tengo
palabras. No puedo hablar. Soy silenciada por sus dedos contra mi carne, porque sé que si
intento decir algo, todo lo que saldría sería un gemido.
Oh, Dios.
Oh, Dios.
Oh, Dios.
Al segundo que quita los dedos, siento como si estuviera recibiendo algún castigo
cruel. El área entre mis piernas duele con necesidad y comienzo a retorcer las caderas,
anhelando la liberación más que nada de lo que jamás he querido en mi vida entera. —Por
favor, Elijah. Por favor —digo.
Siento sus labios calientes y húmedos contra mi oreja. —Ruégame.
—Eres horrible —le digo—. ¿Lo sabes?
Deja escapar una risa ronca que hace eco en el cielo lleno de estrellas, y bufo de
frustración cuando muerde mi lóbulo con sus dientes. Los sonidos de su cremallera llenan
mis oídos mientras deja un rastro de besos estratégicos a lo largo de la curva de mi cuello.
Lucho por contener el grito que quiero dejar escapar cuando siento a Elijah entre mis
piernas. Sus caderas empujan lentamente hacia adelante y hacia atrás, y mis labios
encuentran los suyos. —Te amo —murmura.
—También te amo.
Estas son las últimas cosas que nos decimos. Después de eso, nos centramos en
17
disfrutar de la primera noche de nuestra luna de miel y hacer el amor bajo las estrellas.
Página
4
Después
Traducido por Adriana Tate
Corregido por Tessa
rompió la piel y tan dura como parece ser, aparentemente a Susan no le gusta los dedos
ensangrentados.
Página
La mirada fija que me dio hasta hacerme bajar mi mirada después del incidente de
Honalee me hizo sentir como si sus ojos fueran cuchillos de sierra y yo fuera un trozo de
queso cheddar.
Nunca olvidaré la forma en que sus ojos me recordaron al acero. Brillante, metálico y
duro. Y nunca olvidaré la forma en que cortaron al atravesarme.
Gracias a Honalee, pasé la siguiente semana en la celda de aislamiento. Y bueno, he
tenido que evitarla desde entonces.
Para mí eso no importa. Ellos pueden castigarme. Pueden dispararme y atarme con
una correa. Pueden quitarme mi dignidad. Pueden torturarme lentamente. Sofocar a la chica
que solía ser en pequeñas dosis.
No importa.
Lo que me hagan a mí nunca importará.
No me convertiré en el robot que ellos quieren que sea.
Prefiero morir.
Estoy parada en la ventana con mi bata de hospital succionando mi piel, y tiemblo en
silencio mientras el frío se escurre por los finos cristales de vidrio y me embarga. La voz de
Damien interrumpe mis pensamientos. —Ven acostarte conmigo, amor. —Es una orden, no
una petición y en este momento, no tengo ganas de escuchar.
En lugar de eso, continúo mirando por la ventana y bombeando calor de nuevo en
mis brazos antes de doblarlos en mi pecho.
No quiero acostarme. Quiero ser libre. Y hay una gran parte de mí que quiere
gritarle—: Pensé que se suponía que me salvarías.
Sálvame. Sálvame. Sálvame.
Él me lo prometió, así que rogué por ello.
Supliqué.
Me golpeé las rodillas en un ataque histérico de locura y sollocé, sollocé y sollocé
hasta que mi garganta estuvo en carne viva y no tenía voz.
Él no me escuchó.
Damien.
A él no parecía importarle.
Lloré a sus pies, llena de amor y dolor y todo lo que obtuve de él fue una sonrisa y
una mano por mi cabello enmarañado. Fue un gesto sin vida y frío. Además de eso, sé que él
es el mejor tipo de ilusión y más que todo me pregunto por qué sigo viéndolo.
Lo desterré de mis pensamientos.
Gritándole a todo pulmón para que se vaya.
19
Lo que estás viendo es real. No, no lo es. Lo que estás viendo es real. No, no lo es.
Hubo momentos en los últimos dos meses donde pensé que él se había ido para
siempre porque no lo había visto, pero luego de la nada, siempre se las arregla para
aparecerse de nuevo en mi vida.
—Addy, amor. —Lo escucho decir.
Lucho contra la urgencia de continuar ignorándolo y respondo con un simple—:
¿Qué?
—¿No vas a venir acostarte?
—No. —Mi respuesta es corta, fría y el tono de mi voz está teñido con un dejo de
frustración—. Por favor, Damián. —Echo un vistazo por encima de mi hombro y lo miro a los
ojos—. Vete.
Entrecierra sus penetrantes ojos azules por un parpadeo de un segundo, luego salta
fuera de la cama. Una media sonrisa curva sus labios y me hace señas para que me acerque
más con un ligero movimiento de su dedo índice. —A veces me gusta cuando te pones difícil
—me dice—. Hace las cosas lúdicas para mí —Toma unos cuantos pasos más cerca—, y
desafiantes.
Me volteo para mirarlo de frente y con desprecio. —Bueno, algunas veces me gustaría
que en realidad escucharas cuando te digo que te vayas.
En dos zancadas, está de pie frente a mí. Baja la mirada hacia mis ojos y mete un
pedazo de cabello suelto detrás de mí oreja.
Se ríe y eso me pone aún más frustrada. —Para —bromea—. Sé que no quieres que lo
haga.
Pero ahí es donde se equivoca.
Solía pensar que nunca quería que se fuera.
Solía esperar, desear y rezar para que estuviéramos juntos por siempre y para
siempre.
Y la triste realidad es que no lo estamos.
Él está muerto.
No lo puedo traer de regreso.
—Damien —susurro—. Por favor, vete.
Estoy tratando de no hacer contacto visual con él. Es en ese momento en que
generalmente pierdo el control de mis emociones. El momento en que empiezo a nadar en
sus piscinas de azul, mis pensamientos no existen más. Me ahogo lentamente.
Sumergiéndome dentro de las profundidades de azul zafiro.
Antes de que pueda recordarme a mí misma como nadar, estoy casi en el fondo del
suelo del océano.
20
Inclino mi cabeza hacia un lado y bajo mi mentón, observando fijamente a una grieta
visible en el piso de concreto. No mirándolo a él.
No puedo.
Página
No lo haré.
Me niego.
—Adelaide —dice pensativo en una voz cantarina. Mis ojos se cierran de golpe cuando
siento dos de sus dedos inclinando mi mentón hacia arriba—. Mírame, amor.
Cierro mi boca negándome a pronunciar las palabras que estoy reteniendo.
No.
Maldita sea.
No.
Ni ahora.
Ni nunca.
Él.
No.
Puede.
Hacer.
Qué.
Lo.
Mire.
Él tiene está manera de hipnotizarme. Es como un mago que me sorprende y me
hipnotiza con esta bolsa de trucos. Bueno, solía de todos modos. Es diferente ahora. He sido
el único miembro en la audiencia en observar su espectáculo por mucho tiempo, ahora le
voy a poner fin.
Aquí mismo.
Ahora mismo.
Sacudiendo mi cabeza hacia un lado y dando un paso hacia la izquierda me alejo de
él. Mantengo mis ojos cerrados y sigo caminando, caminando y caminando hasta que mi
espalda está en un rincón. La pared se siente como un cubo de hielo contra mi nuca y
presiono mis labios para evitar que mis dientes castañearan.
—¿Qué estás haciendo, amor? —pregunta Damien, con una poco de confusión en su
tono. No respondo verbalmente. En cambio, sacudo mi cabeza. Debería saber hacer algo
mejor que rechazarlo.
Me sigue.
Siempre.
Una vez me dijo que me seguiría a cualquier lugar.
21
relaja. Lucho con la urgencia de plantar mi cara en la curva de su cuello y besar su piel
descubierta. —¿Ves? —dice, con un toque de diversión en su voz—. Sé que no puedes
resistirme.
Algunas veces odio la forma como actúa, como si estuviera tan seguro de sí mismo.
Cuando actúa de esa forma, me hace querer lo contrario de lo que él quiere que haga. Tengo
mi propia mente. Puedo pensar como quiera pensar. Hacer lo que quiera hacer. —Detente —
digo. Mi voz sale débil y sin aliento porque puedo sentir a mi cuerpo traicionándome.
Pone sus labios contra mi oído y sus dedos se deslizan por arriba de mi bata de
hospital, descansando arriba en mis muslos. —No —dice en voz baja y plana.
Lentamente, estoy sucumbiendo a la locura de su toque. Me estremezco de deseo
mientras sus dedos suben más arriba de mis muslos y se hunden por debajo de la banda
elástica de mi ropa interior. Inclino mi cabeza hacia atrás, apoyándola en la esquina de una
de las cuatro paredes blancas en mi habitación y exhalo cuando Damien coloca sus labios
húmedos en la curva de mi cuello.
Esto no está pasando.
Esto no está pasando.
Tal vez antes…
Pero no ahora.
Estoy perdiendo el control de la situación y me está enloqueciendo.
Hay una lucha entre mi cabeza y mi corazón ocurriendo dentro de mi cuerpo. Sin
embargo, al final mi cabeza gana.
Espero hasta que Daniel se aleje lo más mínimo antes de agacharme frente a él.
Coloco mis rodillas en mi pecho y grito. Es un grito lleno de angustia y frustración. Es fuerte,
penetrante y ensordecedor y causa que las barras de metal vibren contra mi única ventana.
Damien me mira. —¿Qué estás haciendo? —Hay pánico atado en el tono de su voz—.
Addy, ¿Qué estás haciendo?
Levanto la mirada hacia él a través de un grupo de pestañas llorosas y grito de nuevo.
—Estás siendo ridícula—dice bruscamente, alzando su voz para ahogar mis gritos—.
¡Soy una parte de ti! ¡Nada va a cambiar eso!
Cierro mis ojos con fuerza cuando escucho la cerradura de la puerta de mi celda
abrirse. Bajando mi cabeza, apoyándola entre mis rodillas para recuperar el aliento. Abro
mis ojos y noto a una enfermera que no conozco caminando hacia mí.
Y también me doy cuenta que Damien se ha ido.
22
Página
5
Antes
Traducido por Sofí Fullbuster
Corregido por Meliizza
Envolviendo mis brazos alrededor de su espalda, me inclino hacia delante, mis labios
a un suspiro de su oído. —No.
Página
Con eso, levanta mi vestido de noche, poniendo su mano derecha en la parte baja de
mi espalda, sosteniéndome en una posición medio recostada antes de asaltar mi boca con
aturdidores giros de su lengua. Sus dedos se mueven a través de mis oscuros cabellos y jadea
en mi oído.
Con un suave movimiento, me coge por la parte trasera de mis muslos, acercándome
hasta que estoy tan cerca que nuestros cuerpos están casi juntos. Lo miro fijamente a los ojos,
y he tenido momentos donde me he sentido como si pudiera nadar en sus mares de miel por
una eternidad. He tenido días donde todo lo que podía pensar era en las miradas robadas
entre nosotros. Y he tenido noches donde me he acostado sola en la cama, anhelándolo.
Trabaja un montón. Odio que tenga el turno de noche. Así que cuando tiene tiempo
para momentos íntimos como estos, los aprecio.
Los guardo cerca de mi corazón.
Los implanto en mi mente, aplastándolos con cadenas así no pueden moverse.
—Te deseo —susurra mientras su cálido aliento viaja a lo largo de la parte trasera de
mi cuello.
Tiemblo de placer, deseo, y deleite. —Dices eso un montón. —Las palabras dejan mi
garganta en una suave y áspera respiración.
—Bueno, es verdad.
Estoy cautivada por el hecho de cómo sabe decir todas las cosas correctas.
Tocarme de todas las formas correctas.
Besarme como si estuviera deshidratado y yo fuera el vaso con agua que necesita para
aplacar su sed.
Elijah besa mi cuello e inclino la cabeza hacia atrás, dejándome llevar por el
apasionado momento entre nosotros. Cierro los ojos y muerdo mi labio inferior mientras
deja un sendero de besos a lo largo de mi cuello, hasta llegar a mi clavícula.
—Te amo —le digo, pero las palabras salen tensas—. Te amo —digo por segunda vez,
pero las palabras salen en un revoltijo.
—Basta de hablar. —Me calla con sus labios contra los míos.
Y dentro de unos cuantos segundos, estamos perdidos en un mar de miembros
enredados, jadeantes gemidos y empujones de caderas.
25
Página
6
Después
Traducido por Diana
Corregido por Key
Si el hospital Oakhill fuera un brazo carnoso, con capas de músculos, venas y grasa,
en el momento en que alguien tome un bisturí y lo corte, abriéndolo con la intención y el
propósito que la sangre fluya de él, notara algo extraño en la sangre.
No sería roja.
El rojo es el color de la pasión, el color de la vida.
Es ilustre.
Y fluye.
Así que si Oakhill fuera un brazo no sangraría rojo.
Sangraría negro.
Un abismo interminable de un color que significa una cosa en mi libro…
Muerte.
A veces siento como si estuviera viviendo en un cementerio. A veces siento que los
pacientes que vagan por los pasillos son sólo almas que no han encontrado su camino al
cielo. Hay días donde encuentro consuelo en los torturados gritos que hacen eco por los
pasillos porque me recuerdan que no estoy muerta...
Aún.
Mantengo mis ojos pegados al suelo mientras dos enfermeros fornidos me escoltan a
la cita con el doctor. Miro nuestras tres sombras bailando por las baldosas de color canela y
pienso en que estas citas semanales no tienen sentido.
26
Inútil.
Aburrido.
Página
No educativo.
No puedo recordar mi pasado. Y las partes que sí recuerdo sólo traen los recuerdos
que son dolorosos, destructivos, desgarradores y miserables. Pienso en Damien en estos
momentos. Pienso en el modo que le sostuve mientras tomó sus últimos alientos.
La forma en que sentí el calor verter lentamente fuera de su piel mientras mis dedos
rozaron su mejilla.
Cómo contemplé sus ojos zafiro con voluntad y determinación, incitándole de
manera silenciosa que luchara por su vida.
Pero era demasiado.
Ya era demasiado tarde.
Y tenía que darme cuenta de que las armas tienen más poder que el amor, la
esperanza o la oración.
La idea de esto siempre me entristece hasta el punto en que las lágrimas brotan de
mis ojos y tengo que levantar la barbilla y parpadear de nuevo para evitar que se derramen en
mis mejillas. Hay momentos en los que tengo que tensarme porque si no lo hago, sé que voy
a colapsar en una pila emocional en el suelo y sollozar y temblar y sollozar y temblar hasta
que mis extremidades estén como masilla y mis lagrimales estén secos.
Presto atención de repente cuando los asistentes a cada lado de mí se detienen
bruscamente. Levantando la cabeza, miro directamente hacia delante mientras me escoltan a
través de las puertas dobles de la oficina de mi doctor. Las paredes son blancas y desnudas.
No hay desorden en el escritorio. Sin fotos.
Sólo cuatro paredes blancas que me recuerdan a las paredes de mi celda.
Dos sillas con asientos acolchados negros.
Un gran escritorio rectangular color cereza.
Y por detrás de él una silla con ruedas.
Me siento en una de las sillas negras acolchadas y miro hacia el asistente de mi
izquierda cuando dice—: Espera aquí.
Mis ojos lo recorren y luego miro al asistente a mi derecha. Él está mirando al frente
con una mirada amarga en su cara regordeta. Estos dos son mis escoltas habituales en
cualquier momento que tenga que venir aquí. Nunca hablan. Son como robots y es casi
como si su creador les abrió y los cableó con el propósito de que no lo hagan.
No hables con los chiflados.
No puedes.
No debes.
Si lo haces es un crimen...
27
Y estoy segura de que les han dicho que serán penalizados si lo hacen.
Mis ojos caen al suelo cuando los enfermeros se giran para salir y el sonido de sus
pasos lentos contra el piso de madera palpita en mis oídos. Justo antes de llegar a la puerta
Página
oigo a uno de ellos murmurar—: Que Dios ayude a ese. —Y en ese momento, pienso en
saltar de mi silla, correr hacia él, derribarlo y mostrarle el verdadero significado de locura.
Pero no lo hago.
Me quedo sentada y levanto mi cabeza, mis ojos perforando las paredes blancas.
Pienso, que imbécil de mente sencilla.
Pero no son los únicos que lo hacen...
Ellos no son los únicos miembros del personal que hablan de los pacientes de una
manera despreciativa.
Ellos dicen que estamos todos, locos... locos... ¡locos!
¡Sólo átenlos y denles de comer pastillas!
Lo curioso es que piensan que no los escuchamos.
Lo hacemos.
Yo lo hago.
Lo que realmente me gustaría decirles es, por favor, no me juzgues si no sabes lo que
se siente estar en mi lugar.
Y he tenido una vida difícil.
Y me he esforzado mucho.
A veces, cuando escucho una loca burla pienso en preguntarle al miembro del
personal si tienen alguna consideración por los sentimientos de otras personas. Luego me
respondo a mí misma porque en el fondo, muy por dentro yo ya sé la respuesta.
No la tienen.
Soportar a los pacientes cada día es el cheque de pago para ellos. Cuidar de ellos no
es una ventaja añadida.
Mis pensamientos son interrumpidos cuando oigo tacones contra la madera y miro
por encima de mi hombro a mi médico. Piernas largas y torneadas. Tacones de aguja negros
y a juego un vestido por debajo de las rodillas, cubierto por una bata blanca de laboratorio.
Cabello negro carbón a la altura del hombro estilo bob que roza en su escote.
Vivian Swell.
Dra. Vivian Swell.
El nombre Vivian Swell me recuerda a alguna actriz cinematográfica. No una mujer
que cura a los locos.
—Buenos días, Adelaide —me saluda con un tono monótono pero aún frío para su
voz y mantengo mis ojos en ella mientras camina por el lado de su escritorio. Entonces se
sienta en su silla, la misma silla que le pertenece a Elijah, y cruza sus largas piernas—. ¿Te
28
Una pequeña y buena noticia puede cambiar todo el día de una persona.
Estoy embarazada.
Elijah y yo vamos a ser padres.
Estoy bastante emocionada.
De hecho, mientras conduzco a casa de la cita con mi obstetra, me siento como si
estuviera brillando. Por encima de eso, el sol está brillando más radiante y el césped parece
un poco más verde. Nunca había pensado que sería así de feliz. Mi única esperanza es que
Elijah será tan feliz como yo.
Sin embargo, aun así lo dudo.
He mencionado que quiero tener un hijo muchas veces y él siempre cambia de tema
o me ignora totalmente cuando hablo sobre ello. Conozco a mi esposo. Solía pensar que era
un hombre complicado, pero ya no pienso así.
Sé que tiene miedo. Nunca lo admitirá, pero sé que su miedo se origina de los
problemas con su padre y él no queriendo terminar de esa forma.
Aunque creo que sus temores son ridículos.
Me ha contado historias sobre su padre y sé con seguridad que Elijah no es para nada
como él. Su padre era despiadado, tiránico, cruel y violento. Elijah no podía parecerse
menos. Es bueno, amable y amoroso, aunque también cauteloso.
Está durmiendo cuando llego a casa y decido esperarlo en la cocina. Me siento en
31
nuestra mesa circular, incapaz de ocultar la sonrisa en mis labios. No tengo que esperar
demasiado. Casi veinte minutos después de haberme sentado, entra en la cocina, rascando la
parte trasera de su cabeza y mirándome fijamente, desconcertado. —¿Por qué luces tan
Página
En este punto, hace contacto visual conmigo. —No lo entiendes. —Su voz es baja, y
hay una determinación allí que me dice que está enojado.
Página
Hay días en los que extraño esa sensación de tener un cuerpo caliente acostado junto
a mí.
Para ser honesta, ha pasado tanto tiempo que no puedo recordar cuando fue la
última vez que ocurrió.
¿Han pasado meses?
¿Años?
Mis venas han sido llenadas hasta el borde diariamente con tantos medicamentos,
que es un milagro que aún recuerde mi nombre.
Es Adelaide Watson.
¿Cierto?
¿Cierto?
Al menos eso es lo que el personal me dice.
Bueno, retiro lo dicho, a veces me confunden con Adelaide Carmichael y tengo que
corregirlos.
He encontrado algunos crayones de colores. Uno azul, uno verde y uno rojo. Creo
que solían pertenecerle a Aurora. Tengo momentos en los que me gustaría saber en dónde
se encuentra. La extraño. Extraño su extravagante comportamiento. Extraño la forma en que
siempre respondía con esa voz cantarina. Extraño su actitud despreocupada. He pensado en
preguntarles a algunos de los pacientes sobre ella, pero entonces, ellos no me responderían.
34
No soy amiga de mucha gente aquí y no me siento lo suficientemente cómoda como para
hablar de cosas personales con ellos.
Página
Te olvidas de lo que es sentir. Te olvidas de lo que es el amor. Y más que cualquier cosa
sientes como si nunca merecieras el tipo de amor que una vez tuviste.
He estado allí.
Estuve llena de odio.
Mi corazón fue arrancado de mi pecho, sintiendo como si estuviera oculto en algún
lugar con una intención maliciosa y yo estuviera en la búsqueda del tesoro más grande de mi
vida tratando de encontrarlo de nuevo.
Sentí el vacío extendiéndose en mi como veneno.
Me golpeé a mí misma por el hecho de que Damien dio su vida por la mía. Deseaba,
esperaba y rezaba por haber tomado su lugar. Deseaba, esperaba y rezaba estar viviendo la
peor pesadilla de mi vida.
Pero no lo estaba.
Lo que pasó fue real.
Miré al chico que amaba morir, gracias al estallido de un arma de mi brutal y tirano
papá. Me deslicé en la sangre y las entrañas de mi amor y lo sostuve en mis brazos hasta que
tomó su último aliento. Hasta que el calor se filtró fuera de él y su cuerpo se puso frío.
Me tomó un tiempo curar mi corazón roto después de eso. Una parte de mí está
convencida de que nunca voy a ser la misma. Pero tuve la suerte de haber sido capaz de
encontrar el amor dos veces en mi vida y que me condenen si dejo que mi corazón se rompa
por segunda vez.
Algo pasa con Elijah.
Ha estado separado, distante.
Desde que le dije que estoy esperando un hijo suyo, con cada día que pasa lo siento
alejándose cada vez más.
Y siento que no hay nada que pueda hacer para evitar que ocurra.
—¿Qué está mal? —le preguntaré.
—Nada —me responderá con una sonrisa suave. Luego besará mi sien y saldrá de la
habitación. Y estaré sola en nuestra habitación con una gran intensidad emocional
preguntándome por qué se está distanciando.
Él trabaja mucho también. Se queda allí después de turnos. Mi cabeza sospecha lo
peor, un posible romance, pero mi corazón se niega a dejarme creerlo. Después de todo, sé
mejor que nadie que es mucho más fácil vivir en la negación. Vivir un mundo de fantasía
donde todo es tan perfecto y hermoso cuando muy dentro sé que no lo es. Y todos estos
pensamientos, estos sentimientos, estas hormonas dentro de mí, finalmente me hacen
romperme. Quebrarme, perdiendo la parte lógica de mí misma que me dice que necesito
confiar en este hombre, mi marido, el padre de mi hijo.
El hospital está tranquilo cuando llego. Las salas están desiertas. Las luces
38
hablándome a mí misma actuando como una loca. Confío en él. Confío en él. Confío en él.
Oigo las palabras dentro de mi cabeza, pero no puedo creerlo hasta que no vea por mí
misma exactamente lo que está pasando. Así que camino de nuevo. Camino hasta que llego a
un pasillo y me detengo frente a la estación de enfermeras. Nadie está sentado detrás del
escritorio, pero de pie al final esta Elijah.
Y ella.
Gretchen, con su curvilínea figura, pelo rubio escondido debajo de su gorra blanca, y
sus labios rojo rubí.
Gretchen siempre ha sentido algo por Elijah. No estoy segura de sí inició antes o
después de mí, pero cada vez que he estado alrededor de ella, ella misma se ha lanzado a él.
Delante de mí.
Para que todos la vean.
Y no esconde cuanto lo quiere. Cómo secretamente desea estar en mi lugar, estoy
segura.
Está riendo. Golpea el hombro de Elijah y lo oigo dejar salir una risa gutural. El
intercambio me enferma. He estado encerrada sola llevando a su hijo y ¿esto es lo que está
haciendo mientras está en el trabajo? No sé si son las hormonas o no, pero ahora quiero
arañar sus ojos primero y él no está demasiado lejos de ese mismo destino. Observo sus
coqueteos que continúan durante otro minuto antes de que yo aclare mi garganta. Gretchen
me nota primero, sus ojos color avellana ensanchándose mientras me mira fijamente antes de
volver a enfrentarse a Elijah. Entonces él echa un vistazo sobre su hombro. —¿Adelaide?
Ni siquiera puedo moverme de mi lugar. Mis emociones se encuentran dispersos por
todo el lugar.
Quiero gritar.
Quiero llorar.
Quiero golpearlo un millón de veces en el pecho.
Entonces se aleja de Gretchen, paseándose hacia mí antes de detenerse y colocar su
mano en la parte baja de mi espalda. —¿Hay algún problema, Adelaide? —Una chispa de
preocupación parpadea en sus ojos y su mirada cae hasta mi estómago—. ¿Te sientes bien?
Estoy haciendo mi mejor esfuerzo para mantenerme calmada. Estoy tomando
respiraciones profundas y cerrando mis ojos para que la habitación deje de girar. —Necesito
hablar contigo —digo en voz baja.
—¿Sobre qué?
—Sólo necesito un minuto de tu tiempo. —Me enfurece estar hablando con mi marido
como lo haría un profesional o un colega, pero no quiero causar una escena delante de
Gretchen.
Elijah entrecierra los ojos, me estudia, luego mira sobre su hombro a Gretchen. —
39
hago y Elijah prende la luz, se une a mí y cierra la puerta tras de sí. Me mira con intención,
un destello de posible riesgo presente en sus ojos. Sus ojos caen a mi estómago y luego
encuentra mi cara de nuevo. —¿Está todo bien con el bebé?
—Sí —digo—. Ha estado moviéndose como una loca. —Hay un tono de alegría en mi
voz.
Elijah niega con la cabeza. —No sabes si es una chica. —Sonrío ampliamente. Sé que
el sexo de mi hijo no es algo delo que pueda estar segura, pero tengo la sensación de que
tendré una niña.
Siento una patada y rio. Extiendo mi mano para agarrar la mano de Elijah. Quiero
que lo sienta. Más que nada quiero algún tipo de reacción positiva por parte de él. Pero al
segundo en que me acerco él, se aleja de mí. Frunzo el ceño y pongo mis propias manos
sobre mi vientre abultado. Me río de nuevo cuando siento otra patada. —No te entiendo —le
digo a Elijah. Lo fulminó con la mirada y apunto a mi estómago—. Tendré a tu hijo. Eso es
una cosa hermosa y has sido nada más que frío al respecto.
Endereza su postura y alisa la parte delantera de la bata blanca. —No he sido frío al
respecto.
Ruedo mis ojos y miro hacia otro lado. Eso no es cierto. En casa, se mantiene muy
alejado de mí. Puedo contar con una mano las veces que ha ido al doctor conmigo. Y aún
menos que eso cuando tocó mi estómago. No lo entiendo. No entiendo por qué un hombre
no estaría interesado en su hijo por nacer.
Elijah mira su reloj. Está impaciente, suspirando y moviéndose hacia la puerta. —¿Es
por eso que viniste aquí? ¿Para tratar de hacerme sentir tu estómago?
Casi me rompo en ese momento. —No. —Mi voz es baja y ronca. Casi escalofriante.
Miro hacia el techo de yeso blanco y tomo una respiración profunda—. Vine aquí para
preguntarte por qué has estado pasando más tiempo en el trabajo que en casa conmigo y tu
hijo no nacido porque puedo decirte esto, Elijah. Me estoy cansando —Me mira
sorprendido—. Realmente apreciaría si comienzas a interesarte en tu hijo. —Con eso, me
alejo él, a la salida, y lo dejo de pie solo en el armario de utilidades.
***
Elijah es siempre tan reservado, centrado y enfocado.
Ha habido momentos en que he querido hacerle preguntas.
Preguntas como, ¿alguna vez has tenido momentos en los que sientes como si tu
mente está gritando tan fuerte que no estás seguro de cómo silenciarla? O, ¿alguna vez has
tenido días donde te sientes como si estuvieras cayendo a pedazos y no estás seguro si vas a
ser capaz de recomponerte de nuevo?
Tengo esos días todo el tiempo.
Tengo días en que mis emociones son un desastre, mi mente está en ruinas, y
40
encuentro fases donde me siento segura de cómo funcionar como un ser humano normal.
Podría echarle la culpa a las hormonas, pero la cosa es, que me sentía de esta manera
a veces antes de que estuviera embarazada.
Página
Encuentro que una de las cosas que más me gusta de mi marido es que nunca recibo
un ambiente incierto de él.
Es cauteloso.
Pero al mismo tiempo, es una estructura bien construida.
A veces no entiendo cómo me maneja tan bien.
O supongo que debería decir, entiende mis travesuras femeninas. Quiero decir que
sé que tiene una hermana, pero no habla de ella a menudo o como era su infancia con ella.
Cuando estoy teniendo un momento muy emotivo, encuentro consuelo en el hecho
de que tiene un efecto tan calmante sobre mí. No puedo explicar con precisión la forma en
que me hace sentir, pero sé que ni siquiera necesita hablar conmigo. Todo lo que hace es
tomarme en sus brazos y correr sus dedos por mi cabello. Después de eso, es como si en
cuestión de segundos, al instante olvidara lo que estaba preocupándome.
Es por eso que me preocupa nuestra relación ahora.
Estoy preocupada porque siento que estamos separándonos demasiado.
Estamos distanciados durante un tiempo en que se supone que debemos estar más
unidos que nunca.
Estoy en la cocina preparando el desayuno cuando oigo a Elijah venir.
Solíamos desayunar juntos todo el tiempo. Él siempre había esperado para ir a
dormir hasta después de que había pasado algún tiempo conmigo primero. Pero
últimamente, venía a casa y se dirigía directamente a la cama.
Me acostumbré a eso.
El que me aleje todavía me duele, pero es algo a lo que me he acostumbrado.
Pongo el lado amarillo de los huevos que he hecho en un plato y rozo la manija de la
cacerola con mi vientre redondo. La grasa caliente casi estalla sobre mí, pero Elijah está a mi
lado en un segundo con un firme control sobre la manija de la cacerola y la gira en la
dirección opuesta. Durante un minuto, no tengo palabras. Solo lo miro. Entonces,
finalmente, lo saludo con una sonrisa y digo—: ¡Buenos días, Dr. Watson!
Me sorprende cuando se acerca y coloca su palma plana sobre mi vientre. —¿Esta ella
moviéndose mucho esta mañana?
Le sonrío. —¿Ella? —Hay un tono juguetón en mi voz.
Se ríe, una risa profunda. —Me imagino que si tienes un presentimiento sobre esto,
bueno, puede que tengas razón. —Río, pongo mi plato de comida en el borde de la mesa y
deslizo mi mano sobre la parte superior de Elijah.
Acercándome, Elijah pone un beso en mi sien, y pienso, ¿cómo es que está logrando
avances?
41
Página
10
Después
Traducido por Edilmary
Corregido por Gabbita
que por mucho que me gustaría rebelarme contra ellos, sé que no puedo.
Y no lo haré.
Página
Sé que Elijah tenía reservas sobre convertirse en padre. Sé que la mayoría de sus
reservas derivaban del hecho de que tuvo una relación horrible, horrible con su propio
padre. Nunca entra en demasiados detalles relacionados con su relación, pero recuerdo una
historia en particular, cuando Elijah mencionó a su padre encerrándolo en su habitación
durante veinticuatro horas sin darle de comer o dejarlo salir para ir al baño. Después de
escuchar esa historia, nunca pregunté de nuevo acerca de la relación con su padre.
Pero a pesar que Elijah tenía dudas sobre convertirse en padre, nunca las tuve yo.
Siempre he creído que pese a su terrible infancia sería un buen padre.
Y tenía razón.
Lo miro mucho.
Cuando está con Willow.
No sabe que estoy mirando, pero siempre me asomo a la guardería cuando él está
allí. Es tan cuidadoso y suave y nunca pensé que sería capaz de decir que “ser suave” era una
parte de la naturaleza de mi marido, pero Willow pareció cambiar algo en él.
A veces pienso que la vida que estoy viviendo ahora es una ilusión.
Tengo todo lo que siempre quise.
Soy madre.
Tengo una hija.
Estoy casada con un hombre maravilloso, maravilloso.
Nunca pensé que sería capaz de decir esas cosas a mí misma.
45
Le canto una canción que mamá solía cantarme. —Pajarito, pajarito extiende tus alas y
vuela. Pajarito, pajarito vuela a través del cielo.
Elijah ha estado trabajando en el turno de medianoche así que odio despertarlo y
hacer que él la lleve a dar una vuelta.
Normalmente tomamos turnos. Cuando nos conocimos, me dijo que no quería hijos.
Me río de eso ahora. Y creo que parte de la razón por la que dijo que no quería ser padre es
porque le aterraba resultar ser como el suyo.
Es un padre increíble y Willow, que tiene sólo ocho meses de edad, lo tiene envuelto
alrededor de su pequeño dedo.
Willow llora mucho. El pediatra dice que es cólico y la única manera que puedo
conseguir que deje de quejarse es dándole una vuelta en el auto. El suave zumbido del motor
es como una canción de cuna para mi hermosa bebé y me sorprende cómo puede parecer
tan diferente cuando está durmiendo.
He estado conduciendo durante casi un año y no creo poder llegar a superar el
sentimiento de liberación que viene con ello. Me encanta conducir con las ventanas bajas.
Me encanta sentir al viento agitando mi pelo. Me encanta cuando el auto me hace sentir
como un pájaro que puede volar a cualquier parte.
El llanto de Willow se convierte en grito y comienzo a mecerla en mi cadera. —Está
bien, está bien —le digo con voz cantarina—. Mamá se está moviendo tan rápido como puede.
Después de agarrar mi bolso, las llaves, y ubicar a Willow en el asiento del auto, lo
enciendo y manejo por el camino de entrada. Y en cuestión de minutos, reviso a Willow a
través del espejo y ella ya está dormida.
Admiro a mi hermosa hija que se parece a su padre en más formas de lo que se
parece a mí. Tiene su pelo. Su tez. Sus labios. La única característica mía que tiene son los
ojos.
Es un bebé feliz en su mayor parte. Excepto cuando está llorando a causa del cólico.
Continuo viéndola dormir a través del espejo y recuerdo cuando nació. Recuerdo el
comportamiento emocionado y dominante de Elijah. Y cómo se empeñó en estar en la
habitación conmigo mientras yo estaba dando a luz. Recuerdo el momento en que colocaron
a Willow en mi pecho desnudo y cómo en ese momento pensé que nunca podría amar a
otra persona tanto como amaba a la pequeña humana que acababa de venir al mundo.
Y cuando colocaron a Willow en los brazos de Elijah, vi una de sus raras sonrisas. La
que toca sus ojos miel y supe que ninguno de nosotros podría estar más feliz de lo que
estábamos en ese momento.
Willow se mueve nerviosamente en su sueño y ser testigo de sus diminutos
movimientos derrite mi corazón. Sé que debería estar prestando atención a la carretera. Esa
fue una de las cosas favoritas de Elijah para estresarse durante mis clases de conducir. —Los
ojos en la carretera en todo momento —decía.
46
Pero no puedo evitar la abrumadora sensación que me sale cada vez que miro a mi
hija. Sobre todo porque siempre me pregunto cómo pude haber traído algo tan hermoso y
perfecto al mundo. No puedo dejar de sentir el amor por ella nadando dentro de mí todos
Página
los días y a veces me pregunto si en algún momento, voy a estar tan llena de amor que voy a
explotar.
Más adelante oigo el leve sonido de los neumáticos chirriando y miro hacia el
parabrisas, justo a tiempo para evitar golpear a un hombre. El auto por delante de mí salió de
la carretera y el hombre todavía está de pie delante del mío.
Lo veo.
Me refiero a que realmente lo veo y mi corazón deja de latir.
Mi sangre corre fría.
Cada vello de mis brazo se eriza.
No...
No puede ser.
Es imposible.
El hombre está de pie delante de mí, un relicario de plata atado entre sus dedos.
Miro el balanceo del medallón de ida y vuelta, ida y vuelta. Mis ojos viajan hasta la longitud
de su cuerpo y me ahogo en un sollozo cuando miro sus ojos llenos de odio.
Esto no puede estar pasando.
Lo vi...
Lo vi desaparecer.
¿No es así?
El hombre deja escapar una risa maliciosa y sé que ahora más que nunca que él no es
un invento de mi mente.
—No. —Lloro y niego con la cabeza—. No.
Willow finalmente se despierta, dándose cuenta que el auto ha parado y comienza a
llorar. Pero no la tomo en cuenta. Estoy muy centrada en el hombre delante de mí,
agarrando el medallón. ¡Mi medallón!
El mismo hombre que infligió en mí años y años y años de dolor, angustia y terror. El
hombre que se suponía iba a amarme porque yo soy parte de él.
Mi papi.
47
Página
12
Antes
Traducido por Panchys
Corregido por SammyD
Mirando a alrededor, noto que estoy sola en la carretera y piezas del parachoques del auto
brillan mientras la luz del sol se escurre sobre ellas.
Me quedo mirando el auto, perpleja, desorientada y curiosa.
¿Podría haber estado conduciendo?
Masajeo mis sienes intentando y deseando cualquier recuerdo que pudiera tener
acerca de este accidente, pero no consigo nada.
Los segundos pasan.
Luego los minutos.
Entonces lo escucho, el llanto.
Comienza como un gemido suave y luego se abre paso de lleno en un llanto.
Frenética, hago mi camino por el lado del auto y miro a través de la puerta trasera de
pasajeros. Mis ojos se vuelven como platos y tiro de la manija de la brillante puerta. Hay una
bebé atada a su asiento del auto, con las mejillas rojas brillantes, los ojos llenos de lágrimas, la
boca bien abierta mientras gritos largos salen de su garganta.
La desenredo de los tirantes de su asiento. La miro con los ojos abiertos por un
momento mientras sus gemidos se intensifican. Todavía estoy tan confundida. Todavía hay
mucho que me gustaría poder recordar.
¿Cómo fue que terminé en el medio de la nada magullada y sangrante, al lado de un
auto destrozado con una bebé que no sé qué hace dentro de él?
Después tomo al bebé, ella acaricia su pequeña cabeza en el hueco de mi cuello. Sus
gritos se vuelven gemidos y susurro dulcemente en su oído. —Tranquila. Tranquila ahora
pequeña. Encontraremos a tu mamá. —Cuando los llantos del bebé cesan, está durmiendo,
acurrucada contra mi pecho.
Es en ese momento en que empiezo a caminar. Es ese momento en que empiezo a
esperar, rezar incluso.
Con la esperanza de que un automóvil pudiera pasar por el camino abandonado, y
nos encontrara. Y rezando para que en el momento en que alguien nos encuentre yo pueda
recordar lo que pasó.
***
Una casa.
Tal vez una gasolinera.
Página
Alguien o cualquier persona que nos pudiera a ayudar a mí y a la niña que estoy
cargando.
Dirijo la mirada hacia la bebé, todavía acurrucada en el hueco de mi cuello. Ha
estado durmiendo a pierna suelta por un tiempo. Esto es bueno. No he pasado mucho
tiempo cerca de niños y cuando lo hice en el pasado, tendía a entrar en pánico cuando eran
quisquillosos. Pienso en la madre de la niña en ese momento y me pregunto dónde podría
estar, o por qué habría huido de la escena del accidente. Entonces recuerdo momentos que
tuve con mi propia madre.
Ella me dejó una vez.
Nunca volvió.
Tal vez madres abandonando a sus hijos no es tan raro como yo pensaba que era.
De repente, un dolor agudo y paralizante llena mi área pélvica y arrebata el aire de
mis pulmones. Dejo escapar un grito sobrio y me encorvo esperando que el dolor agonizante
pase. Sin embargo no lo hace. El dolor empeora.
Ahora estoy cojeando por el camino, respirando profundamente, y sé con certeza que
hay algo mal. Tal vez son los cólicos menstruales. Niego con la cabeza. No, nunca he tenido
dolores menstruales intensos. Entonces creo que tengo una hemorragia interna. Mientras
que estoy tratando de auto diagnosticarme la bebé se despierta y comienza a llorar de nuevo.
—Silencio, por favor —le obligo con un gruñido. Los gemidos hacen que mis sienes latan y
ahora tengo un dolor punzante de cabeza.
Quiero gritar.
Quiero doblarme y plantar mis rodillas en el camino.
Me dan ganas de llorar y acurrucarme.
Quiero que alguien que me consuele y elimine el dolor.
De repente se vuelve demasiado.
Siento como que estoy siendo apuñalada en el estómago una y otra y otra vez. No
puedo respirar. Ahora hay fluido caliente corriendo por mis muslos internos. Todo mi
cuerpo se convulsiona. Estoy empezando a perder el agarre en la bebé.
Y antes de que me dé cuenta de lo que está pasando, caigo al suelo, la niña salta de
mis brazos, y me desmayo en medio de la carretera en un charco de mi propia sangre.
50
Página
13
Después
Traducido por gabihhbelieber
Corregido por Eli Mirced
Estuve intrigada.
Estuve tramando y planeando.
Mi mente está llena de caos, pensamientos retorcidos y emociones en conflicto.
Puedo sentir una guerra construyéndose entre mi cabeza y mi corazón, pero sé que en esta
batalla mi cabeza va a ganar. Mi corazón se convertirá en una víctima, roto por la mitad y
dejado por muerto en el campo de batalla.
En la mayoría de las situaciones donde es una cuestión de la mente o un asunto del
corazón, casi siempre sigo mi corazón. En mi opinión, no hay suficientes personas que lo
hacen, pero esta situación en particular no pide ese tipo de razonamiento. En esta situación,
necesito un arma, y sé que tengo que hacer algo que no quiero hacer para recuperar una.
No me gusta lastimar a la gente.
Incluso en el tipo más pequeño de forma.
¿Por qué?
Porque sé lo que se siente al ser herido.
Sé lo que se siente al ser un saco de boxeo para la ira de otra persona.
Sé lo que se siente tener palabras crueles lanzadas a ti como una daga envenenada en
el corazón y todo lo que puedes hacer es esperar a que el veneno se ramifique, trabajando su
camino a través de tu cuerpo. Pellizcando tus nervios y manteniendo tus órganos como
rehenes antes de que poco a poco te mate. No sólo eso, sino que las palabras de alguna
51
manera logran despojar tu confianza hasta que uno se queda parado desnudo frente a un
espejo, recogiéndote a ti mismo mentalmente...
Pieza por pieza.
Página
Poco a poco.
Eso es lo que mi papá me hizo.
Sus palabras retorcidas y bofetadas brutales me hicieron creer que yo no valía nada.
Que era igual que mi puta madre, que en realidad no era una puta en absoluto, pero no
podía vivir con su tortuoso tipo de abuso.
No pienso en mamá tan a menudo como antes. Sobre todo porque después de una
larga y elaborada investigación, la policía encontró su cuerpo en nuestro patio trasero. Fue
enterrada tres metros detrás de mi vieja caja de arena. Y ella estaba igual que como imaginé
que estaría. Nada más que un montón de huesos.
No hubo funeral, ya que papá estaba en prisión y mi nueva casa se había convertido
en Oak Hill. Ni siquiera estoy del todo segura de lo que la policía hizo con sus restos,
porque nunca tuve la oportunidad de preguntar, pero me sigo diciendo a mí misma que un
día la encontraré.
Un día voy a hacer las cosas bien por ella.
Un día veré que ella sea recordada como la hermosa esposa y la sorprendente
madre que era.
Es decir, si alguna vez salía de Oak Hill con vida.
Las lágrimas crecen en mis ojos siempre que pienso en mamá. Mi corazón duele por
el remordimiento y lloro de pena por ella y cómo trágicamente su vida terminó. No me
puedo imaginar morir así. No me imagino mirando a los ojos de la persona que más amaba
en el mundo, sabiendo que, mientras su agarre se va tensando alrededor de mi cuello, van
perdiendo la vida.
Empiezo a sollozar con fuerza y recuerdo por qué no me gusta pensar más en mamá.
Mis sollozos salen rápido y mis lágrimas se deslizan por mis mejillas. Me pongo a gritar.
Estoy tan llena de dolor y tristeza que siento que gritando es la única manera de liberarlos de
mi cuerpo. Agarrando mi almohada, ahogo mi cara y mis gritos se trasforman en chillidos.
Estoy tratando tan duro como pueda para amortiguarme a mí misma, porque lo último que
quiero es un miembro del personal irrumpiendo por la puerta e inyectándome con más
drogas.
—Mi dulce, dulce Addy —Oigo la voz de Damien y cuando levanto mi cabeza y miro a
mi izquierda, está sentado a mi lado. Acaricia mi pelo.
Suavemente.
Con suaves caricias y dedos calientes.
Por una vez no lo aparto. Por primera vez en mucho tiempo siento que necesito a
alguien y, ya que está aquí, decido que ese alguien puede ser él. Arrojo mi almohada a un
lado y me lanzo hacia él y volvemos a caer en la camilla. Enterrando mi cabeza en su pecho,
52
aspiro su olor. Huele a una combinación de aire libre después de una tormenta y su propia
esencia. Esto siempre parece ser el problema entre Damien y yo.
Página
***
intención de permanecer ocultas. Y si pasan a ser encontradas, debería ser porque quieren
que una parte de sus vidas sea descubierta.
Pensando en ese tema, y descubriendo cosas, vuelvo a la idea de crear una distracción
para que pueda robar un tenedor del comedor. Sé que mantienen tenedores de metal en la
cocina, pero tengo que encontrar la manera de meterme en la cocina en primer lugar.
Mis ojos se desplazan por las paredes de mi celda. Estoy pensando, pensando,
pensando, y la inspección de mi celda llega a su fin cuando me doy cuenta de una araña en la
pared. Está en la esquina de la derecha y miro con una sonrisa en mi cara, mientras teje una
red entre las paredes a cada lado de la esquina.
Entonces me digo a mí misma...
Eso es simplemente perfecto.
Brillante, digo, brillante.
Y en ese momento me parece una locura para mí, como un arácnido me podría
ayudar en la creación del tipo de desvío que tan desesperadamente necesitaba.
54
Página
14
Antes
Traducido por Marie.Ang
Corregido por Paltonika
***
hombre. Está diciendo mi nombre. —¡Adelaide! —Hay una pausa y la segunda vez que dice
mi nombre, su voz sube una octava—. ¡Adelaide! —Suena frenético, urgente y preocupado.
Trato de responderle, pero todavía no sale nada.
Entonces, su voz empieza a desaparecer, muere y hace eco a mí alrededor mientras
lágrimas de desesperación brotan de mis ojos.
Mi mente grita.
Ayúdame.
Ayúdame, por favor.
Todavía no sé dónde estoy o lo que está pasando, y esos pensamientos plagan mi
mente. Aun me pregunto si seré capaz de ver claramente lo que me rodea y sigo esperando
que en algún momento deje de caer. Y hay una gran parte de mí que piensa que, en algún
minuto de esta caída, moriré.
Entonces me pregunto…
¿Estoy soñando?
¿Esto es una pesadilla?
Espero que sí, porque la idea de que este momento sea real me aterra.
¿Estoy soñando?
No sé, y lo que me aterra más que nada es que no sé cuándo o si alguna vez voy a
despertar.
Y entonces lo hago…
Cuando despierto, algo extraño ocurre.
Estoy caminando por un pasillo oscuro.
Linternas en las murallas de madera alumbran mi camino y sombras bailan a lo largo
de las paredes.
Hay un hombre llorando.
Elijah.
Creo que es su nombre.
Creo que conozco a este hombre.
Puedo oírlo. Su voz sangra a través de los muros y sé que tengo que ir hacia él. Tengo
que llegar a él porque lo amo. Me duele cuando no estoy cerca de él. Y escuchar el dolor en
su voz casi me paraliza.
Elijah se sienta en su escritorio. Está sollozando, con sus puños apretados en sus
cabellos de oro, su pecho cae pesadamente cuando deja salir otro angustiante grito. —¿Por
qué, Adelaide? —grita—. ¿Por qué? —Levanta la cabeza lentamente, sus bellos ojos dorados
llenos de lágrimas, y aprieta la mandíbula. De pronto, la emoción en sus facciones torna de la
57
tristeza a la rabia. Se pone de pie. Su rostro al rojo vivo, como el corazón de un incendio y
con un rápido movimiento, pasa su brazo a lo largo del escritorio enviando todos los
documentos, carpetas, lapiceras y pisa papeles al suelo estrepitosamente. Deja escapar otro
Página
La bala hace eco en la oficina oscura. La mano de Elijah con el arma cae a su costado
y me deslizo por su cuerpo, aferrándome a sus pies y grito, lágrimas derramándose en sus
Página
sobrevivido a la mierda que nos dan de comer aquí durante tanto tiempo. Lo llamo
porquería porque no tiene el habitual color anaranjado claro de los macarrones con queso
normales. Es más oscuro. Casi un color rústico. Casi como si el cocinero lo hubiera
Página
y puedo ver mi pequeño amigo arrastrándose por el suelo. Sonrío para mis adentros y luego
me deslizo a través de las puertas de la cocina.
Página
***
Espero.
Tres días pasan, y en la noche del tercer día, me acuesto en la cama y espero a que
las luces en el manicomio se apaguen. Las luces apagadas en Oakhill solían aterrorizarme,
pero ya no tanto. Recuerdo una época en que los gritos eran canciones de cuna, las luces
parpadeantes eran una advertencia, y el sótano era la cámara de tortura final.
Ahora…
No tanto.
El sonido de tacones contra el suelo de baldosa palpita en mis oídos y espero y rezo
para que los enfermeros del turno de la noche desaparezcan de mi corredor y se muevan al
siguiente, porque el cansancio se apodera de mí y caigo dormida.
Hay cuatro alas en Oakhill. Los pacientes aquí se dividen en cuatro categorías, y
dependiendo de lo locos que realmente estén, así es como se te asigna a cada ala. Cuatro es
la peor. Es el lugar donde son puestos todos los pacientes de confinamiento. He estado allí
unas cuantas veces, y solo digamos que estoy feliz de estar ahora en el corredor uno, el ala
más suave en Villa Locura. No conozco personalmente a ninguno de los pacientes en mi ala,
pero sí sé que la gravedad de sus condiciones oscila entre comer cabello hasta conversaciones
con ellos mismos. También es muy conveniente que esté en el corredor uno porque todos
los consultorios son el final del mismo.
Cuando el sonido de las pisadas se apaga, espero otros diez minutos antes de
levantarme de la cama. Con pasos rápidos y ágiles, tomo el tenedor de mi tocador y camino
de puntillas hacia la puerta. Una vez que estoy allí, me paro en los dedos de mis pies y miro
por la ventana cuadrada. El pasillo está desierto. Sombras de diferentes formas y tamaños
trepan las paredes. Respiro profundo, tomo el pomo de la puerta e inserto el tenedor en la
cerradura.
Pasé unos buenos dos días usando toda la fuerza que pude reunir para doblar todos
los dientes excepto uno. Fuerzo la cerradura por un minuto, tal vez dos, entonces casi lanzo
un grito ahogado de alegría cuando escucho el clic del cerrojo. Entonces giro el pomo con mi
oreja contra la puerta, haciendo una mueca cuando las bisagras crujen cuando la abro lo más
mínimo.
Una rendija de luz se filtra a través de la rendija de mi puerta, y luego de que mis ojos
se acostumbran a la luz, me asomo al pasillo. Entonces me deslizo a través de la pequeña
abertura y cierro la puerta detrás de mí.
Empiezo a caminar.
Despacio.
Con pequeños pasos y un sentimiento cauteloso tomando su residencia en la boca de
61
mi estómago.
Sigo mirando por encima de mi hombro solo para asegurarme de que está despejado.
Los miembros del personal en Oakhill tienen una manera de acercarse sigilosamente a ti
Página
cuando menos te lo esperas. Y no es hasta que estoy a pocos metros de la puerta del
despacho de la Dra. Swell que puedo oír el silbido suave que lleva el pasillo. Luego escucho
los pasos haciendo eco. En un momento de pánico, me deslizo en una puerta abierta a mi
izquierda y meto mi cuerpo formando una pelota.
Entonces rezo…
Quiero decir real, realmente rezo.
Desde que el Dr. Morrow dejó la institución, los castigos han sido menos crueles,
pero aún así. No quiero pasar las próximas tres semanas en aislamiento por escabullirme de
mi habitación después de que se apagaran las luces. Así que espero…
Dejo de respirar.
Hago la menor cantidad de ruido posible y meto la cabeza entre las piernas.
Los pasos están cada vez más y más cerca, hasta que finalmente están junto a mí. Hay
una pausa significativa. Estoy en el punto en el que siento que no puedo aguantar la
respiración por más tiempo, o que voy a desmayarme. Me asomo de entre mis piernas
mientras que la enfermera del turno de noche pasa como una brisa y se aleja. Entonces dejo
escapar el aliento más largo de mi vida, aliviada de que mis pulmones sigan funcionando
correctamente después de aguantar la respiración durante tanto tiempo.
Segundos pasan.
Luego, minutos.
Escucho atentamente y, cuando oigo ningún sonido en absoluto, hago mi
movimiento. Estoy de pie en cuestión de segundos, apresurándome hacia la puerta. Coloco
mi tenedor, listo para abrir la cerradura de la puerta. Pero entonces… envuelvo mis dedos
alrededor de la perilla y giro.
La puerta se abre crujiendo, y miro hacia el tenedor en mi mano.
Sonrío para mis adentros y me deslizo a través de la grieta hacia la oficina.
Y yo que pensaba que la Dra. Swell era inteligente.
Ella no es tan inteligente como cree que es, porque si lo fuera, estoy segura de que
recordaría bloquear su puerta.
No es como si eso fuera a detenerme, de todos modos, pero aún así. En un hospital
mental nunca se sabe cuándo un paciente loco podría soltarse e intentar poner sus manos en
su expediente médico.
62
Página
16
Después
Traducido por Cynthia Delaney
Corregido por Victoria
No estoy bien.
Pero he aprendido a hacer frente con la desilusión.
Página
No puedo dejar que los gritos de los pacientes perforen mis oídos, pero he aprendido
a sincronizarlos fuera. No puedo parar la sádica tortura que toma lugar aquí en Oakhill, pero
he aprendido a ser una mano de ayuda.
No puedo traer a los muertos a la vida, pero puedo aprender a lidiar con mi dolor.
En definitiva, toda esta situación se siente demasiado extraña para describir.
Me siento como que estoy aquí, pero no aquí al mismo tiempo.
El Dr. Watson me tiene por el codo y me está escoltando de vuelta a mi habitación
mientras todavía estoy tratando de envolver mi cabeza en torno a todo lo que acaba de
suceder. Estoy casada. El Dr. Watson es mi marido. Di a luz a su hijo.
Nuestro hijo.
Las luces parpadean por encima danzando a lo largo de las neutrales paredes y mis
ojos caen al suelo.
No estoy segura de cómo me tengo que sentir acerca de todo esto. Sobre la
revelación que me dio a conocer. Una parte de mí pregunta si el Dr. Watson está diciendo la
verdad. Entonces, ¿por qué podría mentir sobre estar casado conmigo? Y si realmente
estamos casados ¿cómo podía enviarme aquí? ¿Cómo podía él solo tirarme a un lado como
desecho y permitir que el personal de aquí me tratara como me ha estado tratando? ¿Tenía
otra opción? ¿Siguiéndome aquí es como él mostraba su amor por mí?
Nos detenemos delante de la puerta de mi celda y el Dr. Watson libera el agarre en
mi codo. No puedo mirarlo. No puedo enfrentar la verdad. Quiero ir detrás él.
Dedos suaves se rozan contra mi rostro y la sangre inunda mis mejillas. Mi cara está
caliente, en llamas, todo por un simple asomo de la punta de sus dedos. Eso tiene que
significar algo, ¿verdad? —Sé que todo lo que acaba de suceder es mucho para procesar —
murmura el Dr. Watson—. Sé que probablemente estás confundida.
Confundida es una subestimación. Nunca me he sentido tan desgarrada en toda mi
vida. Es casi como si estoy en la carretera y los cuervos hambrientos están recogiéndome
pieza por pieza y alimentándose de mi carne. —Dr. Watson, yo…
Pone dos dedos sobre mis labios. —No está noche —dice—. No más pensar en esta
noche. Necesitas descansar —Levanto mi cabeza y mis ojos se cruzan con él, encontrando su
ardiente mirada—. Vendré por ti en la mañana.
—¿Pero qué pasa con el Dr. Morrow? —Si el hombre tenía rencor contra mí antes,
aquel rencor se había retorcido y transformado en algo cercado al completo odio.
—No te preocupes por el Dr. Morrow —me tranquiliza—. No tendrás que lidiar con él
nunca más.
—Gracias.
Asiente y se vuelve para caminar lejos. —Buenas noches, Adelaide —Se detiene y
mira por encima de su hombro—. Te amo.
Abro la puerta de mi habitación y le ofrezco una triste sonrisa. Aplasta mi corazón
64
oírle decir esas dos palabras. Tan hermosas, obsesionantes y conmovedoras palabras. No se
las puedo decir de vuelta y eso me hace sentir incluso peor. Son palabras sagradas y sé que
no hay manera de poder decírselas a un hombre que ni siquiera conozco.
Página
17
Antes
Traducido por *~ Vero ~*
Corregido por Canylina
28 días.
He oído que se necesitan 28 días para romper un hábito.
28 días para empezar de nuevo.
Comenzar de nuevo.
Se tarda 28 días para transformar una persona.
Pero tengo que ser diferente –no– soy diferente. Porque han pasado 28 días desde
que supe que el Dr. Watson, quiero decir, Elijah, es mi marido. Han pasado 28 días desde
que empezó a tratarme, intentando refrescar mi memoria. Y han pasado 28 días de sesiones
sin esperanza, gruñidos y frustrados y cansados suspiros. Mis recuerdos son huevos de marfil
que no pueden ser quebrados.
O por lo menos esto es todo lo que me han llevado a creer o lo que me han dicho.
He empezado a notar algo sobre Oakhill, también. He empezado a notar que drena a
la gente, pero no de sangre, de esperanza.
La primera vez que te traen aquí, tienes esta voluntad sobre ti. La tenía cuando llegué.
Me convencí de que no estaba loca. Me dije a mí misma que iba a encontrar una manera de
salir. Que escaparía. Esos pensamientos han quedado atrás ahora. Sé con certeza que no voy
a salir de aquí dos veces, así que he aceptado mi destino y eso es todo.
Me siento en el recreo con Aurora mientras ella colorea. Está tarareando alguna
melodía de un espectáculo, pero estoy acostumbrada a su zumbido. Es casi calmante ahora,
65
reconfortante. Su canto es una historia diferente. Merilee Winters se sitúa en la gran ventana
de vidrio blindado y se queda mirando hacia el patio. Es invierno. No hay señales de vida.
Todo está muerto. Incluyendo la mayoría de los pacientes que viven aquí.
Página
Tick, Tock. Tick, Tock. Tick, Tock. Tick, Tock. Tick, Tock. Merilee canta junto a
las manecillas del reloj colgado en la pared. Tick, Tock. Tick, Tock. Tick, Tock. Tick,
Tock.
—Merilee está actuando particularmente loca hoy —menciono a Aurora.
Sin levantar los ojos del libro de colorear, Aurora responde—: Sí. Electroshock.
Mis ojos se caen a sus menudos dedos delicados mientras garabatean diversos colores
a través de las páginas. —¿Cuándo? —Jadeo.
—Ayer. Los vi arrastrándola.
Tal vez he estado aquí tanto tiempo que me las he arreglado para sintonizar las luces
parpadeantes y las paredes vibrantes. Y todos los gritos de los pacientes se mezclan juntos. Es
como la banda sonora de una película. —¿Por qué?
Aurora se encoge de hombros. —Contrabandeó un tenedor de la cafetería. Lo puso
en su ropa interior. Luego, durante los medicamentos de la mañana trató de apuñalar a
Marjorie con él.
—Pero, ¿por qué? —Merilee es sin duda una loca, pero nunca ha sido peligrosa.
—Creo que le han frito el cerebro demasiadas veces. —La certeza en su vocecita me
sobresalta.
Me congela hasta el hueso.
Me pongo a temblar y luego a bombear el calor de nuevo en mis brazos.
—Sin embargo, tu nunca tendrás que preocuparte por eso —Aurora mira hacia mí a
través de sus pestañas, un destello de desprecio en sus ojos color chocolate.
La miro y dejo caer mis manos a mis costados. — ¿Por qué dices eso?
Aurora baja un crayón negro, inclina la cabeza hacia un lado y entrecierra los ojos en
rendijas. Luego sus ojos se deslizan hacia la puerta abierta. —Porque tienes tu propio
caballero de brillante armadura personal.
Girando lentamente, echo una mirada a la puerta para ver a Elijah apoyado contra el
marco. Los músculos de sus bíceps se hinchan cuando se cruza de brazos y asiente con la
cabeza hacia mí.
***
La aguja del metrónomo se balancea hacia atrás y adelante, atrás y adelante, atrás y
adelante.
Un tic-tac suave corta la tranquilidad y juro que puedo sentir el lento ritmo del
instrumento médico latiendo en mis sienes.
66
Dr. Watson, me refiero a Elijah, se sienta frente a mí con una mirada penetrante y las
manos cruzadas en la parte superior de su escritorio. —Abre tu mente, Adelaide. —Su voz es
suave pero firme.
Página
***
Página
Resoplo y lo paso rozando, caminando por el pasillo. —¿Y cuál sería esa razón?
Damien está a mi lado en un segundo y se encoge de hombros. —No lo amas.
Página
Niego con la cabeza. —No sabes eso —Tuve que amarlo lo suficiente en un punto
para casarme con él y tener una hija juntos. Pero no voy a decirle eso a Damien.
—Tú tampoco.
—Bueno, tal vez voy a saberlo un día —ladro en respuesta. Resulta que tengo un poco
de fe en la determinación de Elijah para que recuerde—. Elijah parece pensar que sí lo haré.
—Elijah parece pensar que sí —dice Damien en tono de burla.
De la nada, Aurora corretea por el pasillo y se acerca furtivamente a mi lado. Su
cabeza se mueve bruscamente a la izquierda y frunce el ceño a Damien. —Déjala en paz.
Damien infla su pecho y da un paso hacia Aurora. —Estoy cansado de que me digas
qué hacer.
Han estado así mucho últimamente. Siempre me pregunto por qué están peleando
por mí. Ninguno de los dos jamás parece querer decirme y odio no tener ni idea. Finalmente
grito de frustración, lanzo mi mano en el aire y los miro a los dos. — ¿Qué pasa con ustedes
dos? —Cierro mis manos en puños y los coloco en mis caderas—. ¡Siempre están discutiendo
acerca de algo que tiene que ver conmigo y quiero saber qué demonios es! ¡Estoy cansada de
quedarme en la oscuridad sobre ello!
Ambos, Aurora y Damien intercambian miradas incómodas. Les doy una mirada
incómoda. Ahora toda la situación es en general difícil y estoy atrapada en el medio —Bueno,
vamos —Los apuro con las cejas levantadas—. Alguien que lo escupa.
Una vez más, ninguno de los dos dice una palabra.
Piso fuerte con mis pies. Es infantil, lo sé, pero sólo quiero algunas malditas
respuestas.
Damien ladea la cabeza hacia un lado, con los ojos azules brillantes. —De verdad no
lo sabes ¿verdad? —Su voz sube un nivel.
No creo que jamás haya estado tan confundida. —No —le digo—. No lo sé.
—Escucha, Addy —dice Aurora con voz suave.
—Oh, corta la mierda —escupe Damien, estirando el brazo y empujando Aurora a un
lado. Él se señala a sí mismo y luego a Aurora—. Estamos muertos —Mi boca cae abierta,
porque nada de lo que dice tiene sentido. Sé que Damien murió. ¿Pero Aurora? ¿El
Dr.Watson? ¿Marjorie?
—Espera... —Trato de encontrar más palabras, pero no puedo. Me aclaro la garganta—
. ¿Qué significa eso?
—Sí —dice Damien, en un tono de voz firme—. También tú.
69
Página
18
Después
Traducido por Cynthia Delaney
Corregido por Panchys
Parpadeo varias veces en la oscuridad, luego entrecierro los ojos. La luz de la luna se
filtra a través de las cerradas persianas y me da un poco de luz. Mi mirada se cierra en el
gabinete en la esquina izquierda de la habitación. El metal color canela está envuelto por una
capa de sombras. Sé que mi archivo está allí, pero la pregunta es; ¿en qué gaveta?
Allí hay cinco gavetas diferentes.
Conozco a la Dra. Swell. La mujer es perfeccionista. Mi supuesto es que todo está
organizado alfabéticamente y que mi archivo tiene que estar en la gaveta superior o en la de
abajo. Me muevo hacia el gabinete lentamente. Metí el tenedor que suelo usar para abrir la
cerradura de mi puerta dentro de mi sujetador y la frialdad está haciéndome temblar.
Además de temblar de miedo. Puedo sentir mis rodillas tambalear con cada paso que doy y
juro que puedo sentir mi corazón latiendo en mis oídos.
Cuando estoy en el gabinete, alcanzo la manija de la primera gaveta y lo tiró
abriéndolo.
Hace un suave chirrido, aprieto mis dientes y tomo una pausa antes de continuar.
Inclinándome, examino cada manila de cerca y como pensaba, están en orden
alfabético.
Estoy a medio camino a través de la A cuando escucho un agitado ruido justo fuera
de la puerta.
Me congelo.
Contengo una profunda respiración.
Espero a que el ruido desaparezca.
Cuando lo hace suspiro de alivio.
Después de compaginar a través del resto de la A y todas las Bs, veo mi archivo. Es
grueso, tres pulgadas de ancho para ser exactos. Saco el archivo de la gaveta y luego lo cierro.
Dando unos pasos hacia atrás, pongo el archivo en el suelo y muevo la lámpara del
escritorio. La dejo en el suelo junto a la silla con ruedas. Después de eso, me siento al estilo
indio y enciendo la lámpara. Sé que tener cualquier tipo de luz aquí es un riesgo, pero quiero
zambullirme en mi archivo sin tener que esperar hasta la mañana.
Estoy ansiosa.
Impaciente.
Y demasiado curiosa.
Solo para estar en el lado seguro, deslizo la lámpara debajo del escritorio de la Dra.
Swell, luego me pongo de pie para ver si se atenúa la luz. Lo hace un poco. Camino
alrededor del frente y luego doy unos pasos hacia la puerta. Hay un suave resplandor y creo
que aún es demasiado notable, tengo tiempo para leer partes de mi archivo antes de que el
guardia de otro paseo por el pasillo.
Entonces comienzo a pensar en la Dra. Swell. Comienzo a pensar sobre mi archivo
71
perdido y que se dará cuenta de que falta. Atormento mi cerebro pensando en nuestras
sesiones y como con frecuencia ella saca mi archivo. No con mucha frecuencia. Ella
usualmente viene, camina alrededor de su escritorio y se sienta incluso sin ir al gabinete.
Página
Pero entonces tengo que considerar que ella podría leerlo y agregarlo después de que la
sesión termine.
Peso los pros y los contras. Si se da cuenta de que falta, la peor cosa que hará es
buscarme en mi habitación, drogarme y luego ponerme en confinamiento solitario. El
pensamiento de eso no me molesta en lo absoluto. Estoy prácticamente sola de todas
maneras y me han estado drogando durante años. Lo único a favor es que la Dra. Swell cree
que estoy completamente loca y no solo un poco loca. Yo, en su mayor parte, creo que
ambos. Tengo mis momentos.
A veces me pregunto si sería diferente si viviera fuera de este lugar.
En Oakhill hay paredes que me atan.
Voces que me atormentan.
Personas que se burlan de mí.
A veces me pregunto si me gustaría saber lo que es reírse de una broma o si sería
capaz de creer en la esperanza de nuevo. Por un largo tiempo, sentí como si cada pizca de
esperanza que nunca había tenido se hubiera perdido. Recuerdo a alguien una vez
mencionando que tengo o tenía una hija y me pregunto también si hubiera sido una buena
madre. Me pregunto si fui una buena esposa para el Dr. Watson.
Sé que todas esas cosas no están enlistadas en mi expediente médico, pero tal vez las
notas del doctor Watson están apiladas aquí también.
Ese pensamiento me empuja hacia adelante.
Así que camino alrededor del escritorio, caigo al suelo, abro la manila de la carpeta y
comienzo a leer.
72
Página
19
Antes
Traducido por Snowsmily
Corregido por Alaska Young
Me despierto gritando.
Mis ojos se abren solos y parpadeo varias veces a medida que se ajustan a la luz
resplandeciente brillando en su dirección. Sentándome, miro alrededor de la habitación y
observo mi entorno.
Hay máquinas a mi izquierda.
Cables adheridos a mi pecho.
Las paredes son blancas.
El piso también.
Mi cama tiene brillantes barandillas metálicas.
Un hospital.
Estoy en un hospital.
Trato de moverme hacia el costado pero en el segundo que lo hago, un dolor
desgarrador se extiende a través de mi abdomen y me encuentro llorando y jadeando por
aire. Rodeo mi estómago, convencida de que eso podría ayudar a aliviar el dolor, pero no lo
hace. En cambio, lo empeora.
Entonces mi puerta se abre. Hay una enfermera apresurándose hacia mí. Su cabello
castaño claro está recogido debajo de un gorro blanco, su tez es pálida pero tiene una especie
de amplios ojos marrones. Giro mi torso para moverme de nuevo y otro dolor apuñala mis
entrañas. Apretando los dientes, inhalo y exhalo lentamente tratando de aliviarlo.
73
un tiempo. No sabíamos con certeza si despertarías. —Me gusta el sonido de su voz. Es cálido
y reconfortante y me recuerda mucho a la de mamá.
—¿Inconsciente? —Mi garganta está seca y la palabra sale en un tono áspero.
—Sí —dice, fijando las sábanas blancas alrededor de mis piernas—. Estabas en coma.
—¿Por cuánto tiempo? —No puedo ocultar la confusión en mi voz. Estoy asustada. Y
me siento perdida. Me siento como un niño quien se alejó correteando de sus padres en
medio de una tienda departamental abarrotada de gente.
—Meses. —Se gira hacia las máquinas, luego examina los cables conectados a mi
pecho—. Sufriste un grave traumatismo craneal.
Contraigo la mandíbula, sintiendo el dolor intenso y ardiente viniendo de nuevo. Es
devastador y me encuentro encogiéndome de dolor, jadeando por aire, y obligándome a
decir—: ¿Por qué?
Utiliza una suave expresión y mis ojos viajan sobre su vestido blanco en la búsqueda
de una etiqueta con el nombre. No veo una. —Sólo relájate —dice, en una forma cordial a
medida que se gira a la puerta—. Te conseguiré algo para el dolor.
Pero todavía estoy muy, muy confundida. —¿Qué sucedió? —Me siento desesperada
por respuestas—. Por favor —suplico.
—No vamos a preocuparnos acerca de eso en este momento. —Hay una rotundidad
en su suave voz—. Sólo descansa. Te traeré algún medicamento y nos preocuparemos por
eso mañana.
Con eso, sale de la habitación, dejándome sola para ahogarme en mis pensamientos.
***
puedo dejar ir. Mis ojos se abren rápidamente. Me niego a dejar que el sueño me vuelva a
consumir.
Página
Mi habitación es color negro medianoche, menos por las relucientes estrellas, y miro,
tratando de conseguir una imagen clara de mis alrededores. El negro opaco es abundante y
abrumador, como una barrera de cemento hecha de niebla, y no importa cuánto tiempo le
dé a mis ojos para acostumbrarse. Todavía no puedo ver una maldita cosa.
Creo que lo conocía de antes.
Creo que estuvimos juntos.
Creo que los sentimientos que tengo que giraban en torno a él eran fuertes porque lo
pienso con frecuencia.
Lo sueño con frecuencia.
Y no puedo imaginar por qué tendría estos recuerdos si involucraran a alguien a
quien no conocía.
Susurro su nombre en la oscuridad. —Elijah. —Esparciendo mis dedos por las sábanas
para enlazar mis dedos con los suyos—. Elijah, ¿estás despierto?
Silencio.
Deslizo mis dedos más lejos sobre el suave colchón de protección y tiemblo cuando
el frío de las sábanas se filtra en mi piel. —¿Elijah?
Algunas veces siento como si él estuviera conmigo, yaciendo a mi lado y no puedo
entender por qué se siente tan familiar.
Sigue sin responder.
Pánico comienza a extenderse a través de mi cuerpo.
El corazón me retumba en el pecho.
Mi pulso se acelera.
Sudor me gotea por la sien.
Con obligados y rápidos reflejos, arrastro las sábanas de la cama y grito—: ¡Elijah!
Elijah, ¿dónde estás? —Mis dedos una vez más rozan a través del lugar desnudo y frío a mi
lado, y mi grito se intensifica a chirridos—. ¡Elijah! Elijah, ¿dónde estás? ¿A dónde fuiste?
La puerta de mi habitación se abre. Deja salir un ruidoso golpe cuando se estrella
contra la pared. Una ligera luz se filtra en la habitación, y todo lo que veo es blanco. Paredes
blancas. Pisos blancos. Sábanas blancas. Una mujer joven vestida de pies a cabeza en un
conjunto de algodón violeta se apresura en mi dirección. Todo su cabello rubio está recogido
en la cima de su cabeza en un moño.
—¿Dónde está? —Lloro, asfixiándome con un sollozo atorado en mi garganta—.
¿Dónde está mi Elijah?
—Silencio, ahora. —La mujer joven tiene una suave pero reconfortante voz—. No
necesitas preocuparte por esa clase cosas, Adelaide. Necesitas descansar. —Me acomoda de
nuevo en una posición acostada y alisa mi cabello, alejándolo de mi rostro.
75
—Sólo dime a dónde fue —suplico—, por favor. ¿Puedes decirme a dónde fue? —
pregunto, con una pizca de esperanza en mi voz.
—No —dice rotundamente, acomodando las sábanas sobre mi pecho.
Página
—¿Por qué no? —No entiendo la crueldad. Esta mujer tiene que saber dónde se
encuentra. Simplemente tiene que hacerlo. ¿Y cómo puede ocultarme su paradero? ¿No
puede ver que su ausencia me destroza?
—Porque no lo sé.
Miente. Sé que miente. —¿No me dejó algún mensaje?
—No, Adelaide. No lo hizo.
Ahora sé que ella está adornando la verdad. Mi Elijah nunca se marcharía a ningún
lugar sin dejarme nada dicho. —No lo entiendo —murmuro.
—Adelaide —La voz de la mujer es severa—, deja de preocuparte y descansa. —Me da
la espalda y camina hacia la puerta.
Me hundo en mis sábanas cuando la cierra. Espero a que el sueño llegue, pero no lo
hace, así que escucho una mezcla suave de voces llegando de justo fuera de mi puerta.
—Ya no puedo hacer esto. —Es la mujer que se hallaba en mi habitación. Su voz ha
tomado un tono emocional—. Ya no puedo ser su enfermera. Cada vez que la escucho decir
su nombre mi corazón se rompe.
—No puedes simplemente renunciar a ser la enfermera de los pacientes que se te han
asignado. —Otra mujer con una voz profunda se mete en la conversación—. Fuiste advertida
de no encariñarte con los pacientes durante tus prácticas de enfermería.
—¡Bien, no puedo evitarlo, de acuerdo! —Suelta mi enfermera—. Su vida ha sido tan
trágica. Tan triste y despiadada. Una persona tiene que tener hielo en las venas para no
compadecerse por alguien que ha atravesado por tanto. Uno de estos días le diré la verdad.
—¡No puedes! —chilla la enfermera numero dos—. ¿Has perdido la cabeza? ¡Sabes lo
que pasaría si lo hicieras! ¡Hemos sido advertidas! ¡No podemos decirle nada!
—No me importa.
—Si valoras tu trabajo en lo absoluto, te importará.
Hay un breve momento de silencio.
Mi enfermera habla más fuerte. —Déjalos que me despidan, entonces. Permíteles que
me despidan por no querer mantener a un paciente en la oscuridad.
—No es una buena idea, Maggie.
—No concuerdo, Rhea. Esta pobre mujer ha sufrido por suficiente tiempo. La
escucho llorar. La consuelo cuando ha tenido pesadillas sobre su pasado. He observado sus
ojos esperanzados mientras los visitantes vienen y van y la veo hundirse en una profunda
depresión cuando él nunca aparece.
—Maggie, no puedes.
—Puedo y lo haré. Alguien necesita decirle, Rhea. Alguien necesita decirle que su
Elijah nunca vendrá y no está aquí porque está muerto.
76
Página
20
Después
Traducido por Adriana Tate
Corregido por Jasiel Alighieri
Semanas pasan.
Semanas pasan y no creo que me haya sentido alguna vez tan vacía como me he
sentido últimamente.
Me siento como un caparazón de persona.
Un desperdicio de espacio.
Todos mis días han pasado tan rápidos que mi tiempo está empezando a sentirse
como un borrón. Y en otra nota, ya no me importa. Tengo días en los que me pregunto si
esto es normal. Tengo días donde puedo estar en una habitación rodeada de personas y
sentirme tan sola. Entonces me pregunto si ese sentimiento alguna vez se irá.
Probablemente no.
Supongo que eso es lo que sucede cuando descubres que todo en lo que siempre has
creído ha sido una mentira.
La Dra. Swell ni siquiera se ha dado cuenta que mi vida está perdida. Y si lo ha
hecho, no ha mencionado nada durante nuestras sesiones. No creo que le importara de
todas maneras.
Durante el día, parezco sentirme bien. Pero no es hasta la noche, cuando estoy
acostada en mi oscura celda, sola con mis pensamientos, que mi mente realmente comienza
a divagar. Y cuando pienso en Elijah y mi hija, es ahí cuando el dolor comienza a quemar a
través de mí. Ahí es cuando mis extremidades comienzan a retorcerse. Y cuando mi corazón
comienza a latir con más fuerza. Es cuando normalmente termino llorando tan fuerte que
estoy jadeo en busca de aire, incapaz de controlarme.
77
Me he estado diciendo durante la última semana que morir sería más fácil que vivir
un infierno en la tierra.
Página
Y puedo recordar una época en mi vida donde la única cosa que siempre quise fue el
beso de la muerte. Puedo recordar una época donde inclinaría felizmente mi cabeza hacia un
lado sólo para sentir su fría respiración en mi cuello.
Me siento de esa manera ahora.
Siempre solía pensar que morir era demasiado fácil.
Demasiado rápido.
Demasiado cobarde.
Siempre solía pensar que vivir era el mayor triunfo en la vida de una persona porque
si lo puedes lograr sin dañarte entonces has tenido éxito.
Mi madre murió.
Mi padre era un borracho abusivo quien se ahorcó en la cárcel. Podría haber jurado
que lo vi una vez después del hecho, pero estaba equivocada.
Prácticamente me crié yo misma.
Creí que Damien era la única cosa buena que he tenido, pero aparentemente eso
también era una mentira. Declaró en mi expediente que él era una parte de mí y sé que es
cierto. Me lo dijo él mismo.
Realmente fue el mejor tipo de ilusión después de todo.
Y Elijah…
Pensar en el Dr. Watson suicidándose me hace sentir enferma del estómago. Leer su
obituario me hizo querer enrollarme en una bola y llorar más fuerte de lo que nunca antes
he llorado. Y encima de eso, tuvimos una hija juntos. Me la quitaron. Y una punzante
preocupación se alimenta de mi cerebro porque no sé si está viva o muerta.
Me siento tan conflictiva.
Y triste.
No tengo nada.
No tengo nada, más que pensamientos retorcidos, un jodido pasado y ningún
propósito en mi futuro. Nunca saldré de Oakhill y no hay luz al final de mi túnel.
Cierro mis ojos y dejo salir un suspiro que filtra la desesperación y siento como si
terminar con mi vida es mi única opción.
Estoy sentada en mi cama mientras arranco pedazos de mi sábana. Las anudo y no
me toma mucho tiempo. Miro al largo y trenzado pedazo de sábana, extendiéndolo a lo largo
de mi catre y cubriéndolo con mi fina manta.
Me digo que esta noche será la noche.
Esta noche seré libre.
Esta noche dejaré la institución de Oakhill de una vez por todas.
78
Página
21
Antes
Traducido por Niki
Corregido por gabihhbelieber
mientras desliza la silla por el suelo. Tiene extremidades largas y esbeltas. Una cintura más
pequeña. Se encuentra probablemente alrededor de uno sesenta y cinco centímetros de
altura. Su piel es pálida y su cara es en forma de corazón. Su cabello se cae en rizos de oro
Página
por su espalda y al caminar, lo hace con gracia como si estuviera caminando en el aire.
—Vamos —dice con una voz femenina suave, pone su silla a mi lado y se sienta. Bajo
mi mirada hacia sus piernas y observo la forma en que cruza una encima de la otra. Entonces
pregunta—: ¿Cómo estás hoy?
No hago contacto visual y mi mirada se ha centrado en el suelo. Borrosas motas
bronceadas en el azulejo en mi visión periférica y lo único que logro hacer es encogerme de
hombros.
—Adelaide, ¿Podrías mirarme, por favor? —Asiento, porque sé de la afectividad en la
voz de esta mujer que ella no aceptará mi tratamiento silencioso.
Hago contacto visual y repentinamente no consigo respirar.
Lágrimas brotan de mis ojos y parpadeo varias veces mientras llueven por mis
mejillas.
La sensación nerviosa en el estómago disminuye.
Mis dedos comienzan a temblar.
Tengo los nervios destrozados.
Me doy cuenta que miro en mis propios ojos.
Un par de ojos violetas.
Tan hermoso y tan raro que conozco a esta mujer sólo puede ser una persona. —
¿Willow? —Mi voz se quiebra y raspa porque no puedo recordar la última vez que he
hablado con alguien. Me aclaro la garganta y repito—: ¿Willow?
Una suave sonrisa tira de sus labios. —Sí, Adelaide, soy tu hija.
Y por primera vez en años, años y años, me acuerdo como se siente la alegría.
Recuerdo lo que se siente ser tan feliz que explotas por dentro.
Quiero agarrarla.
Ella es mi hija.
Tiro de ella a mis brazos.
Mi pequeña niña.
Quiero abrazarla, amarla, quererla y jamás dejarla ir. Pero puedo decir por su
naturaleza real y la estatura perfecta que heredó el comportamiento reservado de su padre.
Eso es algo que recuerdo de Elijah. Él era muy severo, cortante y directo.
Además, esta es la primera vez que la he visto desde que era un bebé y quizás lo
mejor es en situaciones no presionarlos desde el principio. Así que empiezo con un
comentario—: Asumí que estabas muerta. —Sé que no es la mejor manera de empezar este
tipo de cosas, pero es la verdad. Cuando me enteré de mi archivo en la oficina del Dr. Swell,
supuse que Willow había muerto en el accidente de coche que causó mi amnesia.
84
—Estoy segura de que lo hiciste. —Hay un tono sombrío de su voz y una mirada
confusa en su rostro—. Ya sabes, Adelaide —continúa—, te he buscado por bastante tiempo.
Página
Ahora que estoy un paso más cerca, no quiero pelear para conseguirlo.
Quiero escapar en la noche y ser envuelta por la comodidad de la serenidad sin tener
que mirar hacia atrás.
No estoy preparada para la acción brusca de Willow, pero cuando me tira por los
brazos y me abraza firmemente mi cuerpo se relaja contra el suyo. Este momento entre
nosotras se siente cálido, familiar, hermoso y no quiero que acabe. —Por favor, no te mueras
—susurra contra la curva de mi cuello—. Te acabo de encontrar y no quiero perderte.
Puedo sentir su corazón martilleando contra su caja torácica. Puedo oír los sollozos
suaves dejando su garganta. —No llores, pequeña pájaro —murmuro—, no importa lo que
pase, siempre estaré contigo. —Se mala gana, saco el abrazo, manteniendo las manos en sus
codos. Estoy temiendo que esto podría ser demasiado emocionalmente abrumador para las
dos, por lo tanto interrumpo nuestra breve interacción cambiando de tema—. Ven conmigo
—Mantengo un agarre firme en su mano derecha y tiro de ella a través de la puerta.
—¿Te permiten salir de esta habitación? —pregunta Willow mientras paseamos por las
puertas dobles y salimos al pasillo.
—Ya no me prestan mucha atención —digo. Lo que no comento es como solían
mirarme, seguirme y acompañarme a donde quiera que fuese. Lo que no puedo decir es
cómo me torturaron llenando mis venas con drogas, quemaron mi cerebro con su versión de
la terapia y me guiaron con sus hermosas versiones de mentiras. Tampoco como permití que
este lugar me rompiera una y otra vez. Ahora mismo, lo único que ansío es pensar en este
momento feliz y no obsesionarme en mi jodido pasado.
Estamos a mitad de camino a mi habitación cuando Willow dice—: Está bien.
Al llegar a la celda, abro la puerta y el gesto en su interior. Ella es cautelosa. Les
puedo decir porque una vez que estoy en la pequeña habitación, ella permanece en la puerta,
con los ojos barriendo sobre todo antes de descansar en mi cara.
Hago una seña para que se acerque. —Está bien.
Entra por la puerta, mirando de pared a pared blanca antes de detenerse frente a mi
catre. Rozándola al pasar, cierro la puerta de mi celda. Intento ser discreta porque voy a
darle lo que he mantenido en secreto del personal durante años. Es la única cosa que me
conecta con mi pasado y yo no quería que me lo quitaran. Estoy al lado de Willow de nuevo
a unos pocos pasos, inclinándome y sacando la carpeta manila debajo de mi catre.
—Toma esto. —Lo meto en ella, colocándolo plano contra su pecho—. Ocúltalo. No
dejes que te vean con él.
—¿Qué es? —Willow toma el sobre y se asoma en su interior.
—Mi archivo. Mi historia. Es todo lo que me queda, pero posiblemente, sólo tal vez
contendrá algunas de las respuestas que buscas.
Nuestros ojos chocan. —¿Dice algo sobre mi padre?
—Sí. Pero muy escaso. Hay un recorte de un periódico con él allí. Su obituario.
87
—Bien
Hay un momento incómodo de silencio entre nosotras y sé que es porque ninguna
Página
de las dos quiere discutir la dolorosa tragedia que rodea la muerte de Elijah. Doy un paso
atrás y me siento en el catre. Acaricio el lugar vacío junto a mí con la esperanza de hacer el
momento menos difícil y decir—: Así que ¿Por qué no me dices algo acerca de ti? Dime lo
que has estado haciendo.
Su rostro se ilumina mientras toma asiento y la visión trae lágrimas a mis ojos. Se
lanza a los detalles de lo que estudia en la universidad, con cuantos chicos ha salido, los
lugares que ha visitado en vacaciones…
Antes de darme cuenta, las horas han pasado y Willow mira el reloj que cuelga sobre
mi puerta. —Tengo que irme —dice, levantándose de mi catre.
Me pongo de pie y la jalo en un fuerte abrazo. Este momento es demasiado breve.
Siento que necesitamos más tiempo juntas. Siento que necesito compensar todo lo que he
perdido.
—Fue un placer conocerte al fin —digo, limpiando las lágrimas de mis ojos.
Los ojos de Willow lloran también y ríe. —Dices adiós como si esta fuera la última
vez que te fuera a ver —Inclina la cabeza hacia atrás por un segundo y suspira—. No te
preocupes, mamá. Volveré.
Estoy muy entusiasmada de que me llamó mamá en vez de Adelaide.
Quiero aplaudir.
Gritar.
Saltar de alegría.
—¿Lo harás? —Flores de la esperanza dentro de mi pecho como una hermosa rosa
roja en la primavera—. ¿Vendrás de visita otra vez?
—Absolutamente —dice con entusiasmo—. Tenemos toda una vida para ponernos al
día.
Tengo algo porque esperar. Y eso es un sentimiento hermoso. —Disfruta el resto de
tu día —le digo cuando le deposito un beso en su mejilla. A continuación le muestro la salida
de mi celda y cierro la puerta detrás de ella.
Me acuerdo de lo que se siente al tener un propósito nuevo.
No me siento como una concha más.
Me siento un poco sana y completa.
Y sé que si muero mañana, me puedo morir feliz.
88
Página
23
Traducido por Niki
Corregido por mariaesperanza.nino
Sosteniéndola.
Besándola para alejar sus penas.
Pero cuando trato de tocarla, mi mano atraviesa su cabello.
—Por favor, no llores, pequeña pájaro —susurro—. Nos encontraremos de nuevo algún
día.
Me quedo atrás, permaneciendo en la oscuridad mientras ella y los enfermeros giran
en una esquina.
Se siente extraño seguir aquí cuando sé que se supone que deba estar avanzando.
Pero Oak Hill…
Este lugar ha sido mi hogar por tanto tiempo que siento como que necesito dar un
último paseo antes de irme para siempre.
Comienzo por mi celda.
Me siento en el catre.
Me quedo mirando las llanas paredes blancas.
Luego camino hacia la ventana con barrotes y admiro el paisaje de los terrenos de la
institución. Muerta o no, sé que la engañosa vista de este lugar siempre se quedará conmigo.
Dejo mi celda y camino hacia el área de descanso. No me molesta travesar las puertas
dobles, pero observo algunos pacientes en la habitación a través de la plaza, con ventanas en
sus puertas. Uno de ellos, una morena se sienta el sillón color mostaza y mira la televisión.
Otras dos, ambas con largo cabello marrón juegan cartas en la mesa que está en una esquina
del fondo. Mantengo mis ojos en la morena que me da la cara. Ella ríe y pone una de sus
cartas sobre la mesa. Parece feliz.
Encuentro esto extraño ya que la mayoría del tiempo que pasé aquí me pareció un
infierno.
Pero los tiempos cambian.
También lo hacen las restricciones.
A través de los años, Oak Hill adaptó una política más indulgente hacia los pacientes.
Era una bendición para los nuevos pacientes, pero para los pacientes como yo que habían
pasado las peores situaciones que este lugar tenía para ofrecer, bueno, perecía como otro
método de cruel castigo.
Me alejo de las puertas dobles, le doy un último vistazo al sombrío corredor, mis ojos
barriendo las paredes neutrales. Doy un suspiro de alivio y siento como si un gran peso
hubiera sido levantado de mi pecho. Luego, camino hacia la entrada.
***
90
que salgo.
Siento los rayos del sol escociendo mis mejillas y alzo mi cabeza, permitiendo que el
brillo cubra por completo mi cara. No recuerdo la última vez que estuve fuera. No recuerdo
la última vez que se sintió tan bien dejar que el sol queme mi piel.
Una suave briza alborota mi cabello mientras camino hacia abajo por la vereda y
disfruto la belleza de la naturaleza, me pregunto cuál es mi propósito y a dónde me dirijo.
Me pregunto si la vereda por donde camino me llevará a algún lado o si nunca terminará.
Luego, mientras camino más y más lejos de Oak Hill algo extraño pasa. El color del
cielo se transforma. Cambia de azul a gris en cuestión de segundos. Estrellas salen a jugar y
puntean el horizonte y de repente, estoy en un camino de ladrillos.
Mis ojos caen a mi atuendo y ya no estoy usando una bata de hospital, pero en
cambio estoy usando un vestido verde lima y zapatos a juego.
Sigo caminando, admirando los ladrillos que estoy pisando al caminar.
Sus colores son una mezcla de marrones y negros y canelas y se ven brillantes.
Parecen haber sido besados por las lágrimas de la Madre Naturaleza.
Me detengo cuando veo un par de zapatos a unos metros frente a mí. Son mocasines
marrones y brillantes también, que están casi camuflados por los ladrillos. Mis ojos viajan
hacia arriba y veo pantalones de kaki. Luego una camisa blanca a la medida que ha sido
metida en sus pantalones.
Mis ojos se detienen en su rostro.
Mis pulmones se aprietan.
Mis nervios son disparados.
Mi corazón es incendio forestal infestado de llamas que no pueden ser apagadas.
Susurro su nombre en la oscuridad. —Elijah.
Me sonríe y en unos pocos pasos, está parado frente a mí. Está tan cerca que nuestros
cuerpos están casi tocándose y juro que puedo sentir su calor corporal irradiando sobre mí.
Él toca mi cara, pasa sus dedos a través de mi cabello y en el momento que me toca…
Cada sentimiento.
Cada beso.
Cada emoción.
Y cada recuero que alguna vez había tenido con respecto a él sale a la superficie al
punto donde hay tantos pensamientos e imágenes corriendo a través de mi mente que siento
como si necesitara apagarla.
Se inclina cerca, sus labios a un respiro de distancia de los míos mientras miro
fijamente los ojos color bronce los más bellos que he visto en mi vida. Pasa su pulgar sobre
mis labios y estoy tan abrumada con felicidad y emoción que olvido como respirar.
91
manera provocadora y luego deja salir un suspiro. Pone su frente contra la mía. Luego dice—:
Bueno, Sra. Watson. ¿Me recuerda ahora?
Y respondo con un—: Sí, Sr. Watson. Sí lo hago.
SOBRE LA AUTORA
Lauren Hammond supo desde muy joven que había nacido
para ser escritora. Después de publicar su primera novela en
2007, se dedicó a escribir varios guiones y unos cuantos
poemas premiados. Ella aspira a ser un modelo positivo para
los jóvenes que tienen un lápiz, un trozo de papel y un
sueño. Nunca tienes que abandonar tus sueños porque un
día, podrías despertarte y arrepentirte de no haberlos
seguido. Tiene más novelas en proceso, así como algunos
proyectos de cine.
92
Página
Traducido, Corregido &
Diseñado por:
http://www.librosdelcielo.net/forum
93
Página