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-Patty

TRADUCTORAS

Lucia BJ VivianaG2509 AS

Yuli - RompeMaldiciones - Tefy

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Wanda LouLo Fable

CORRECTORAS
-Patty Liv VivianaG2509

Fable Wanda Tefy

Yuli - RompeMaldiciones - LouLo

Lucia BJ

DISEÑO LECTURA FINAL


Duamila97 -Patty & Duamila97
CONTENIDO
Sinopsis Capítulo 14
Prólogo Capítulo 15
Capítulo 1 Capítulo 16
Capítulo 2 Capítulo 17
Capítulo 3 Capítulo 18
Capítulo 4 Capítulo 19
Capítulo 5 Capítulo 20
Capítulo 6 Epílogo
Página | 4
Capítulo 7 Sobre la Autora
Capítulo 8 Sombra Literaria
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
SINOPSIS
Dela autora de bestsellers del New York Times, Where Sea Meets Sky y
Racing the Sun, llega un STANDALONE tremendamente romántico sobre una
joven estadounidense en el extranjero en Noruega que se encuentra con el
hombre que le rompió el corazón hace ocho años.

Después de años de trabajar como camarera en Europa,


Shay Lavji ha visto casi todo lo que el continente tiene para
ofrecer, pero hay un país que aún no ha tachado de su lista de
deseos: Noruega. No es que no quiera visitar la tierra del sol de
medianoche, ni mucho menos; está obsesionada con la cultura
Página | 5 y se muere por ver los majestuosos fiordos por sí misma.
Lo que no se muere por hacer es encontrarse con su ex
novio noruego, Anders Johansson, quien le rompió el corazón
en Estados Unidos hace ocho años antes de regresar a su hogar
ancestral. La última vez que vio a Anders, era un adolescente
engreído, rebelde y torturado que no podía evitar presionar
todos sus botones, tanto buenos como malos. Pero Shay no va a
dejar que Anders se interponga en el camino de su pasión por
los viajes y, además, es un país grande, ¿verdad?
No cuenta con que Anders la busque en el momento en
que se entere de que está en su propio terreno. Cuando Shay lo
ve de nuevo, se sorprende de su transformación en un granjero
y pescador barbudo y tatuado que valora a la familia por encima
de todo lo demás. ¿Es posible que el tiempo haya domesticado a
este ex chico malo? Shay quiere creer que todo puede volver a
ser nuevo y brillante bajo el sol de verano, pero sabe que,
cuando se trata de Anders, la oscuridad nunca se queda atrás
A LA DERIVA
POR ANDERS JOHANSEN

A la deriva
Miro al mar.
Olas que brillan como vidrio, lo suficientemente afilado como
para silenciarlos gritos más vacíos.
Mis llantos tragados a una oscuridad como el infierno de
donde vinieron.
El infierno que ella me trae.
Página | 6 El infierno que me hizo amarla.
El infierno que se crea con el amor a este mar.
Ella lo ve, pero no lo sabe, o tal vez lo hace, tal vez ese sea
el chiste.
Que moriremos aquí juntos, el mar y yo.
Y luego está el agua, en el que vamos a la deriva.
Ahora mismo.
Que no se preocupa por nosotros.
No le importa el amor no correspondido o los corazones
ardientes o su mismo corazón que me ahoga.
Solo los años vacíos después de ser salvo.
Prólogo
Anders
ANTES - Ocho años atrás…

—¿Estás perdido?
¿Cuándo no lo estoy?, pienso para mí mismo. No tengo prisa
por darme la vuelta y averiguar quién esta preguntado. No tengo
prisa por hacer nada, ni siquiera por averiguar dónde estoy.
Perdido.

Página | 7 ¿Quién no lo está?


La voz femenina no se va, aunque puedo sentir su presencia
detrás de mí, como si estuviera esperando una respuesta. No se da
cuenta de que no va a conseguir una. Si lo hiciera, insinuaría que
necesito ayuda.
No lo hago.
Finalmente.
Miro el horario en mis manos y el mapa de mierda que me dio
el director. Arrugo el mapa, dejándolo caer al suelo y golpeándolo.
Se desliza por el pasillo vacío, pasa junto a los casilleros, las fuentes
de agua y la horrible pintura beige que se amontona en las paredes.
Los estadounidenses no saben nada sobre el color.
Respiro por la nariz y contemplo caminar hacia adelante,
ignorar la voz y saltarme esta próxima clase, esta primera clase aquí
en la secundaria de Westminster. O podría girarme y detenerme.
Encontrar mi camino.
Me doy la vuelta y veo a la chica.
Esto es, pienso, de pie, parpadeando. Ella no era nadie para mí
antes, solo una voz, pero ahora es ella.
Ella es hermosa. Pero esa palabra parece demasiado simple,
demasiado común, una palabra que se usa para describir una
puesta de sol o un automóvil clásico encerado que se desliza
lentamente por la calle.
Esta chica es más que hermosa. Ella es una mezcla de fallas
que se combinaron hasta que ella es algo correcto. Un bulto en su
nariz. Cicatrices de acné en la barbilla, cubiertas de maquillaje de un
tono demasiado claro. Sus cejas podrían costarle algunos amigos.
Pero su cuerpo está maduro, como un melocotón, suave y más
femenino de lo que debería ser cualquiera en la escuela secundaria.
Su piel es de un marrón suave. Su cabello cuelga alrededor de ella
como un escudo; Me pregunto si se esconde detrás de eso. Y sus
ojos... cálidos, miel de caoba... sus ojos son los que me hacen
detenerme y mirar fijamente y preguntarme por qué no me di la
vuelta antes. Arden. Gritan. Anhelan. Ella tiene unos ojos que ya
me están pidiendo que la lleve lejos y nunca mire atrás.
Ya amo sus ojos.
Página | 8
Quiero que ellos también me amen.
Me aclaro la garganta, porque no puedo llevarla a ningún lado
a menos que hable. El inglés que suele venir tan naturalmente para
mí está revuelto y me toma un momento armarlo.
—Estoy buscando a la Sra. Chaffey —le digo.
Sus ojos se abren al escuchar mi acento. No soy solo un chico,
soy un extranjero. Tal vez no pueda llevarla a ningún lado. O tal vez
pueda llevarla demasiado lejos.
—¿Señora Chaffey? —repite—. ¿Tienes español con ella?
Asiento con la cabeza. —Se suponía que debía estar allí hace
cinco minutos.
—Yo también —dice con un sesgo tortuoso en su sonrisa, del
tipo que me dice que los dos somos iguales, o al menos ella quiere
que yo piense eso—. Sígueme —agrega, pasando junto a mí, con la
cabeza en alto y los ojos mirándome como si fuera un secreto. Pero
sus palabras trinaron, su tono tembloroso, como si estuviera siendo
valiente hoy por primera vez.
—¿Estás en el duodécimo grado? —pregunto, haciendo fila a su
lado.
—Sí, una estudiante de último año —dice, cepillando su cabello
detrás de su oreja y mirando hacia otro lado, su sonrisa ahora más
tímida que antes. Tal vez porque estoy caminando cerca, tan cerca
que puedo olerla. Un perfume afrutado. Me recuerda a los veranos
en Todalen, los manzanos junto a la casa, el sol y el aire fresco y leer
una copia hecha jirones de Huckleberry Finn1. El pasado huele muy
bien en ella.
—¿De dónde eres? —pregunta.
—Noruega —le digo, observándola de cerca. La forma en que la
gente maneja esa información siempre me dice mucho sobre ellos.
Ella asiente, pasando sus pulgares alrededor de las correas de
su mochila de cuero. —Genial. Europa.
—¿Alguna vez has ido? ¿A Europa?
Sacude la cabeza y sus pendientes, estrellas doradas, captan
la tenue luz que entra a través de las ventanas. Tiene orejas
Página | 9 pequeñas. Me pregunto si le gusta que le susurren palabras
cargadas. Punto en blanco.
—No —dice—. Pero un día. Realmente quiero ir. Quizás el
próximo verano después de graduarme. O tal vez en la universidad.
Sin embargo, necesito ahorrar mucho dinero. Lo que significa que
necesito un trabajo. Pero es difícil conseguir un trabajo de medio
tiempo y escuché que este año nos pateará el trasero de todos
modos, así que supongo que no iré a ningún lado hasta la
universidad. Sin embargo, he estado en la India algunas veces, así
que eso es algo. ¿Verdad?
Ella está divagando. Es lindo. Podría ponerla nerviosa.
—¿Cuál es tu nombre? —pregunto.
—Shay —dice—. Shay Lavji.
No ofrezco mi mano. Me enseñaron a hacer eso, pero no parece
correcto, no mientras los dos caminamos por los pasillos. En cambio,
sonrío. —Soy Anders.
—Anders, genial —dice de nuevo. Suena genial cuando lo dice.

1Lasaventuras de Huckleberry Finn, obra de Mark Twain, considerado el Dickens norteamericano, representa una de las
primeras grandes novelas estadounidenses.
Señala una puerta cerrada. —Esta es la Sra. Chaffey —dice—.
Ella ni siquiera es española, es tan patético. Te perdiste la primera
clase, ¿no es así? —Asiento con la cabeza—. Bueno, de todos modos,
no te preocupes. Es dura, pero es mucho más amable con los chicos
que con las chicas.
Shay abre la puerta y pasamos de nuestro pequeño mundo
privado en el pasillo a un salón de clases lleno de ojos cansados y
conectados, todos mirándome.
Son extraños. Soy un extraño. Mi pelo es largo, mi cara
desaliñada, como un perro en la calle. Me visto sobre todo de negro.
Tengo muchos tatuajes y planeo tener más. Me veo diferente, soy
diferente.
Y esto me queda bien.
Me pusieron en un papel y yo lo haré.
Si quieren que sea malo, seré peor.
Página | 10 Ni siquiera miro a la profesora. No importa. Ella no importa.
Lo único que importa es la chica de ojos anhelantes, sonrisa
tímida y orejas pequeñas.
Cuando encuentro un asiento vacío en la parte de atrás del
salón de clases, sé que al final de la semana estaré susurrando en
esos oídos, le estaré diciendo cosas que ella quiere escuchar,
promesas que tal vez no pueda cumplir. Seré su salvador.
Y ella será mía.
Capítulo 1
Shay
PRESENTE

Mi cara estaba a pulgadas de distancia de un pene flácido y un


par de bolas caídas, la lluvia de antes aun brillando en los pliegues
tallados.
Como si mi día no pudiera ser más extraño.
—¡Bolas! —gritó Michelle antes de estallar en rápidas risitas, y
la veo mirándome desde el otro lado de los apéndices colgantes.
Página | 11 Estoy tentada a tomar una fotografía para reírme más, pero tomar
una foto de una niña enmarcada por una anatomía masculina es
probablemente todos los tipos de incorrecto.
Por supuesto, ayuda que sea una estatua esculpida por
expertos en granito, por el renombrado Gustav Vigeland 2 y estas
extraordinariamente realistas y enormes estatuas se extienden a lo
largo del parque Frogner en Oslo. Hombres jóvenes y viejos, mujeres,
niños, donde sea que gires hay un rostro tallado de piedra viéndote
con asombro, aburrimiento o desprecio.
O, ya sabes, un pene y un par de bolas grandes.
Consciente de que estoy inclinándome demasiado cerca de la
estatua para sentirme cómoda, doy un paso atrás y pretendo mirar a
cualquier otro lado. Puedo sentir a los estudiosos ojos de granito de
la estatua observándome, tal vez esperando a que le dé un cumplido
por su basura.
—¡Michelle, ven aquí! —La madre de Michelle le grita,
indicándole que la siga por los escalones y al resto del parque, que se
ve opaco bajo el opresivo cielo gris. Michelle me sonríe, la mitad de
2
Fue un escultor Noruego. Su fama se debe a sobre todo el parque de Vigeland, aun área en el
interior del Parque Frogner de Oslo donde están expuestas 200 de sus esculturas y otros trabajos.
su rostro oscurecido por la capucha azul de su impermeable y
cuento dos dientes faltantes. Siempre he sido un poco mala con la
edad de los niños, pero supongo que ella tiene alrededor de seis o
siete años. Corre alrededor de su madre (de nuevo, olvido su nombre)
me da una cautelosa media sonrisa. No está segura de que hacer
conmigo. Tampoco yo lo estoy, para ser honesta, pero aquí estoy en
un parque de estatuas de gente desnuda, en la capital de Noruega
con una familia que ni siquiera conozco.
Si, así que he tenido un par de días difíciles. Tratare de no
aburrirte con los detalles, pero primero escúchame y luego llegare a
la parte en la que estoy acompañándome de extraños en una ciudad
extranjera.
Por varias razones, (bien, por una razón y llegare a eso más
tarde), desde que era una adolescente he estado obsesionada con el
país de Noruega. Quizá la mayoría de los adolescentes de 16 años
anhelen a las estrellas de k-pop3, pero estaba investigando Noruega,
aprendiendo sobre su comida, cultura, paisajes (y luego apareció el
Página | 12
espectáculo de Vikingos, oh Ragnar4) y soñando que un día visitaría
yo misma el país. Incluso traté de tomar algún audio libro para
‘‘aprender Noruego’’ de la biblioteca, pero los deje después de
algunos días. No fue hasta que decidí ir a Europa con mi novio de
ese entonces, Danny, que visitar Noruega se convirtió en una clara
posibilidad. El único problema en ese momento era que Danny tenia
cero interés en Escandinavia y quería quedarse tan cerca del sol del
Mediterráneo como fuera posible, razón por la cual nos acurrucamos
en la hermosa y mágica isla de Capri, en Italia.
Para ser honesta, al principio no estaba tan entusiasmada con
Europa en general. El año anterior me acababa de graduar de la
Universidad y estaba buscando algún tipo de normalidad en mi vida
y en mi cabeza creí que significaba que Danny y yo volveríamos a
compartir un apartamento en Brooklyn (dependiendo de la situación
laboral, es decir soy una milenial5 y toda esa situación es bastante

3
Se refiere a la música popular de Corea del Sur, incluye diversos géneros como: pop, hip-hop, rock, etc.
Recomendación personal de -Patty: Vayan a escuchar Monsta X
4
Ragnar Lodbrok fue un rey legendario de Noruega, Suecia y Dinamarca que reino en el siglo VIII. Fue el
protagonista de una serie llamada Vikingos(a la que hace referencia Shay).
5
Nacidos desde los años 80 hasta los 2000, generación marcada por un mayor uso y familiaridad con los
medios de comunicación y tecnologías digitales.
sombría). Independientemente, creí que ese sería el inicio de la vida
que siempre había anhelado y necesitado.
Pero Danny se decidió por Europa y no estaba dispuesta a
dejarlo que se fuera sin mí. Ahorramos. Nos quedamos en Capri por
meses. Hicimos amigos, obtuvimos trabajos de barman y tuvimos
pagos bajo la mesa, vivimos la dolce vita6.
Y luego…
Me dejo. De repente, toda la decisión de ‘‘Vamos a Europa y
divirtámonos’’ de su parte, se volvió menos que una nueva
experiencia juntos y más acerca de él no queriendo comprometerse y
establecerse. De pronto, todo tuvo sentido.
No debí haber estado sorprendida. Quiero decir, sabía que
nuestra relación no era perfecta, sabía que a lo largo de los meses las
cosas entre Danny y yo habían estado tensas, tenía esa molesta
sensación en la parte de atrás de mi cabeza de que las cosas no
estaban bien. A menudo venia en la noche, cuando él estaba
Página | 13 dormido a mi lado. Lo amaba, pero… ¿eso era esto? Había
experimentado las mariposas y los fuegos artificiales alguna vez, ¿era
eso algo del pasado? ¿Iba a ser así esto entre él y yo para siempre?
Naturalmente, la belleza de Capri era una fácil distracción y empuje
lejos esos sentimientos hasta que èl terminó conmigo. No puedo
decir que siga llorando por eso, han pasado 4 meses desde que deje
Capri y él volvió a nueva York. Pero eso no significa que estoy bien
aún. Mi corazón y mi orgullo han estado en modo reparación desde
entonces. Este tipo de ruptura es como cuando dejas caer tú teléfono
inteligente al suelo: la pantalla puede estar rajada y sea difícil de ver,
pero aun puedes utilizar la maldita cosa.
Así que, con Danny fuera de la foto, estoy por mi cuenta. Sola.
Está es Shay Lavji en modo defectuoso, como estoy acostumbrada a
funcionar y estoy eligiendo ver el lado positivo. Lo que es,
principalmente, que ahora soy libre de ir a donde quiera, ver lo que
quiera y no hay una sola persona o cosa ahí afuera por la que sea
responsable.
Suspiro cuando la lluvia comienza a caer de nuevo, una gota
aquí y allá se agita en los charcos debajo de las estatuas. Aunque

6
Dulce Vida, expresión Italiana.
soy libre como un pájaro, no puedo ignorar la creciente comprensión
de lo increíblemente solo que puede ser cuando no tienes a nadie a
quien escribir.
Probablemente por eso hice algo un poco loco esta mañana.
—Shay —grita Michelle con su voz cantarina—. ¿Vienes?
Sonrío y asiento con la cabeza, notando que la mamá me da
una mirada de lástima antes de caminar detrás de ellos, el padre y el
hijo, Stuart, ya al pie de las escaleras esperándonos.
Esta es la familia Wright, de Birmingham, Inglaterra. Los
conocí esta mañana cuando estaba teniendo mi desayuno en la sala
del hotel, tomando una comida típica noruega (una que el hotel
promocionó como —el mejor desayuno en Oslo—, pero como soy
nueva en el país y la ciudad y nunca antes había tenido un
desayuno noruego, no puedo asegurarlo. No sé si los mejores
desayunos tienen más pescado ahumado, seco o en escabeche o
menos pescado ahumado, seco o en escabeche).
Página | 14
De todos modos, esta mañana me desperté en una especie de
depresión. Ayer llegué a Oslo y encontré la ciudad fría, húmeda y
miserable. A diferencia de Irlanda, donde acababa de pasar tres
meses trabajando en una posada en una ciudad pequeña, la gente de
aquí no sonreía, no te miraba a los ojos. Incluso durante el vendaval
más desagradable que azotaba la tierra, los irlandeses siempre
encontraban una excusa para mantener ese brillo en sus ojos.
Este no era exactamente el comienzo de mi experiencia en
Noruega con el pie derecho. Tal vez porque tenía demasiadas
esperanzas y expectativas, después de todo, este era el país de mis
sueños, pero me quedé un poco decepcionada. Recorrí las calles
tratando de capturar imágenes para mi cuenta de viajes en
Instagram, pero terminé de regreso en el hotel empapada hasta los
huesos y sola. Incluso una larga conversación en Facetime con mi
amiga Amber en Capri no me levantó el ánimo, y no hay nada como
una habitación de hotel para que te des cuenta de lo sola y
desamparada que estás en realidad.
Entonces, esta mañana mientras equilibraba capas de salmón
ahumado y pepino sobre un pan crujiente que rompía los dientes, no
pude evitar escuchar a la familia que estaba a mi lado, charlando
con su cadencioso acento británico sobre sus planes para el día.
Primero, iban a visitar el Museo Vikingo, luego al Parque Frogner,
luego bajarían al palacio real para ooh y ahh sobre los guardias y
toda esa mierda elegante.
Y luego hice algo que nunca esperé.
Me incliné, sonreí con la boca llena de bondadoso salmón y
pregunté—: ¿Puedo ir yo también?
La madre me miró como si estuviera loca, porque obviamente lo
estoy, e intercambió una mirada preocupada con su marido. Sin
duda, había escuchado algunas historias de terror extrañas a lo
largo de los años sobre turistas solitarios trastornados. Pero Michelle
dijo—: ¡Claro que puedes! ¿Cuál es tu nombre? —y cuando me
presenté como Shay, su hermano, unos años mayor, dijo—: ¿No
tienes familia?
Sonreí a través de eso, a pesar de que dolía como el infierno.
— Por supuesto que sí. Pero estoy sola en Noruega y podría
Página | 15 utilizar la compañía. —Miré a los padres—. Siéntanse libre de
decirme que no, sé que esta es una propuesta extraña. Acabo de
llegar a Oslo ayer y, hasta ahora, no estoy tan impresionada. Tal vez
ayudaría verlo todo a través de sus ojos.
La mamá reflexionó sobre eso por un tiempo antes de que el
papá hablara—: Eres más que bienvenida a unirte a nosotros, Shay.
Y eso fue esto. Entonces, juntos, hemos visto el Museo Vikingo
esta mañana, que fue un buen respiro de la lluvia y pude mostrar
mis habilidades geográficas contándoles sobre los diversos barcos
vikingos y la historia de la gente (que ojee junto a los libros de texto
reales, Planeta solitario y maratones de Vikingos), y luego tomamos
el tranvía y caminamos un poco hasta el parque Frogner y al Parque
de esculturas Vigeland en el medio de todo.
En un agradable día de verano, este lugar debe ser increíble.
Pero estamos a fines de abril aquí y no solo tenemos que lidiar con
un clima sombrío, sino que los brotes apenas aparecen en los
árboles y, aunque el aire huele dulce, hay suficiente frío en él para
filtrarse en tus huesos.
Pensarías que estaría acostumbrada a este clima ya que acabo
de pasar tanto tiempo en Irlanda, pero había algo en ese lugar que lo
hacía todo más llevadero. Creo que fue Mumsy, el posadero a quien
estaba ayudando, y la gente del pueblo a quien llegué a conocer.
Incluso Capri tendría algunos días oscuros y tranquilos en el otoño,
pero, al estar rodeada de amigos y estar ocupada con el trabajo,
nunca le presté atención.
No hace falta decir que me tomó por sorpresa. Por todo lo que
había estado esperando con Noruega, me sentí ofendida
personalmente por el país no sacando las sonrisas y el sol solo para
mí. Es un poco loco pensar eso, lo sé, pero, de nuevo, me estoy
juntando con una familia británica que no conozco, así que, ¿qué
esperas?
Bajo los escalones, percibo el fresco aroma de la lluvia y trato
de encontrar lo positivo. He decidido pasar otro día en Oslo, pero
luego espero tomar un tren y dirigirme hacia el norte, donde
realmente quiero ir.
Mi corazón comienza a latir con fuerza ante el pensamiento,
una inquietud me recorre. Hasta ahora tengo planes para que el
Página | 16 tren me lleve a Trondheim, luego podría ir hacia el norte a Tromso7
en el Círculo Polar Ártico antes de regresar por la costa, tal vez
tomando el ferry a lo largo de los fiordos. Hay un millón de lugares
diferentes para explorar en este país alto y estrecho y, sin embargo,
el hecho de ir a Trondheim me pone un poco nerviosa.
Se supone que Trondheim está a solo un brinco, un rebote y un
salto de Anders Johansen, la razón por la que me obsesioné tanto
con Noruega para empezar.
—¿Te apetece ver el palacio real, Shay? —pregunta el padre
cuando me acerco a ellos, haciendo que el pensamiento de Anders se
desvanezca de mi mente—. ¿No tienes frío?
Niego con la cabeza y les doy a todos mi sonrisa más
tranquilizadora. —Para nada. El palacio suena maravilloso. —Le
sonrío a Michelle—. Siempre quise ver una princesa, ¿no es así?
—Hemos visto a la duquesa de Cambridge pasar junto a
nosotros en su coche —dice Stuart, sonando aburrido y orgulloso—.
Tenía el dedo metido en la nariz.

7
Ciudad conocida como un punto de observación de la aurora boreal que en ocasiones ilumina el cielo
nocturno.
—Stuart —le advierte rápidamente su madre, mientras el padre
trata de reprimir una carcajada—. No hablamos sobre Kate
Middleton de esa manera.
—Bueno —les digo—. he leído que la princesa de Suecia era
una plebeya cuando conoció al Príncipe.
—¿Cómo tu y yo? —pregunta Michelle—. ¿Gente común?
—Así es. Lo que significa que es posible que cualquier niña se
convierta en princesa si lo desea.
—Sin embargo, significa que tienes que vivir con un chico—dice
Stuart inteligentemente—. Ese no soy yo. Probablemente sería peor
que yo.
Michelle toma su labio entre los dientes y parece pensarlo.
—No lo sé. Apuesto a que podría encontrar una manera de ser
una princesa sin tener que vivir con ningún chico.

Página | 17 Les sonrío a sus padres. —Tiene una buena cabeza sobre los
hombros.
—Sí, espero que siga así —dice su padre, mientras salimos del
parque.
El resto del día transcurre bastante bien. Encontramos nuestro
camino hacia el palacio, que se encuentra al final de la calle más
icónica de Oslo, presidiéndola como un pastel de bodas gigante, y
observar a los guardias pavonearse seriamente mientras Stuart hace
algunos comentarios bastante divertidos al respecto. Parece que
todos los británicos nacen con el mejor sentido del humor.
Nuestro hotel está cerca del palacio, por lo que terminamos
separándonos después, y yo le doy a la familia mi correo electrónico
y mi nombre en Instagram en caso de que quieran mantenerse en
contacto. A pesar de que en algunos momentos era un poco
incómodo haber pasado el día con esta familia, y estoy bastante
segura de que les he dado una experiencia que recordarán, sino más
bien inolvidable, mientras camino sola de regreso, me golpea una
punzada de tristeza. Es la misma sensación que tuve anoche,
después de hablar por FaceTime con Amber y enviarle un mensaje de
texto a mi hermana, la comprensión de que, quiero estar aquí, todos
a los que soy cercana están a un millón de millas de distancia.
Y la única persona a la que conozco aquí, es alguien a quien
nunca quiero volver a ver.
Para calmar la soledad y aprovechar el clima tranquilo, me
abro camino a través de calles de cuento de hadas llenas con
restaurantes y boutiques rogando por que hagas una compra,
tomando artísticas fotos una tras otra para mi Instagram, con la
esperanza de calmar este sentimiento. Entro en una cafetería de
aspecto cálido, una taza de Joe8 es lo único remotamente accesible
en esta ciudad, y saco mi Kindle, hojeando mi guía de Planeta
solitario de Noruega. Los reconfortantes aromas del café molido y
los pasteles glaseados con cardamomo9 impregnan el aire y reúno el
valor para reservar el tren a Trondheim.
Bebo mi café lentamente mientras trato de idear un plan de
juego. Saco mi diario del bolso y lo extiendo sobre la mesa de
madera nudosa y hago una lista de lugares que quiero ver, cosas que
quiero hacer. Tengo tres meses aquí sí quiero usarlos, pero, por si
acaso, planeo solo un mes. El país me va a robar las finanzas más
Página | 18
rápido de lo que pensaba y no creo que sea fácil conseguir un trabajo
sin ser ciudadana.
Luego, por supuesto, está la pregunta de —¿qué pasa después
de eso?— Pero no quiero permitirme pensar tan lejos.
Mi vida más allá de este viaje es un agujero negro que se
avecina.
La cafetería está a punto de cerrar, se está volviendo silencioso
con solo una débil música de cantautor y un barista agachado,
barriendo entre las mesas vacías, cuando creo que he descubierto mi
plan de viaje. En realidad quiero ir hacia el norte y disfrutar de las
noches en las que el sol no se pone, he decidido salir mañana para
tomar el tren hasta la ciudad de Trondheim y descubrir la mejor ruta
hacia el Círculo Polar Ártico. Me gusta bastante Oslo, pero no es por
eso que vine aquí. Es mejor empezar de nuevo mañana.

8
Manera familiar utilizada en EE.UU. para pedir una taza de café proviene de Josephus Daniels, Secretario
de Marina que en 1913 prohibió el consumo de bebidas alcohólicas en los barcos de las armadas
estadounidenses, imponiendo el café como bebida de servicio.
9
Es una especia proveniente de la India, utilizada en la gastronomía de diferentes países por su aroma.
Sintiéndome mejor con un plan, cierro el diario y, usando el
wifi gratuito, subo una foto de más temprano de mi café latte 10 a
Instagram, con la descripción: Planificación de viajes en un café de
Oslo. Decidida a ir en tren a Trondheim mañana 11 . Hasta ahora,
Noruega es todo lo que esperaba que pudiera ser.
Por supuesto, hice que pareciera que me lo estaba pasando
mejor de lo que estoy, como si me hubiera encontrado aquí. Quiero
decir, ese es el punto de las redes sociales a veces, ¿no? Enterrar tu
realidad, publicación por publicación.
Y a pesar de que he hecho todo lo posible por no pensar en él
en todo el día, en el camino de regreso de la cafetería al hotel, a la
luz moribunda de las nueve de la noche. Con la puesta de sol, no
puedo evitarlo.
Anders se arrastra por mis pensamientos, como un fantasma.
Todavía puedo verlo, olerlo, como si hace ocho años hubieran sido
ayer. Es toda una emoción. Esa sacudida. Esas manos húmedas,
Página | 19 pulsos acelerados y escalofríos que te sacuden hasta la médula. Son
las emociones de mi primer amor, todo envuelto en un pequeño
paquete engañoso y patético. Pero Anders no fue solo ese primer
amor para mí, fue mucho más. Él fue la única persona que me hizo
sentir como si tuviera un hogar, a pesar de que era una extranjera
en una tierra extraña.
Y es triste. Tan malditamente triste. Porque, en realidad, si
debería estar suspirando por alguien, debería ser Danny. Es el
hombre con el que estaba viajando, con el que vivía en Brooklyn,
quien me robó el corazón en la universidad, que me hizo olvidar a
Anders y me hizo creer que no todos los hombres nacen para hacerte
daño, que no todos los hombres van a joderte. Naturalmente, eso era
una mentira. Danny no fue mejor que Anders al final, tal vez un poco
más honesto, pero igual se fue.
—Eso es lo que hacen los hombres —dijo una vez mi madre—.
Se van. —Ella tenía razón en eso y se equivocaba en muchas otras
cosas.

10
Café en el cual todo gira en torno a la espuma suave y sedosa, se prepara con café expreso, leche y
espuma de leche.
11
No sé ustedes, pero mi ama me ha dicho que nunca ponga a donde voy en redes sociales… JAJAJAJAJAJA
Para cuando llego a mi hotel, el día me ha atrapado y estoy
exhausta. Me meto en la cómoda cama, me cubro con las mantas
para protegerme del incesante aire acondicionado que no sé cómo
apagar, y cierro los ojos para mi segundo día en Noruega.
Mañana empiezo de nuevo.

Página | 20
Capítulo 2
Shay
ANTES

—¿Cómo crees que se ve el pene de Jeremy Renshaw? —


susurra Everly.
Casi escupo mi trago de Sprite12, mis manos volando hasta mis
labios. Menos mal, porque si uno de los bibliotecarios me viera
colando un refresco aquí, ellos se quedarían con mi cabeza. No sé
por qué siempre soy su objetivo número uno.
Página | 21 Cuando mi ataque de tos está bajo control, le doy una mirada
intencionada y le susurro en respuesta—: Pensé que ya habías visto
su pene. —Hago una pausa, moviendo las cejas—. Y algo más.
Everly pone los ojos en blanco, pero hay un rubor revelador en
sus mejillas. Quizás ella no lo ha visto, pero quiere. Sé mucho de
ella. Quiere ver el pene de todos. ¿Yo, por otro lado? Me asustan
muchísimo, y no en el buen sentido. Además, ya sabes no hay un
solo chico en esta escuela por el que tenga curiosidad.
O no lo había, hasta hace poco.
El año pasado, cuando estábamos en undécimo grado, había
tenido algunas fantasías sobre perder mi virginidad con Elliot Zane,
que era un año mayor. Pero desde entonces se graduó y ahora tengo
o a los chicos de mi grado o a los de grados menores. Everly dice que
no puedo permitirme el lujo de ser exigente y probablemente tenga
razón, pero aun así.
—Escuché que Jenny Bishop se enganchó con él durante el fin
de semana —susurra Everly, sus ojos mirando a su alrededor. No
sería la primera vez que hablamos de alguien y lo encontramos
parado detrás de nosotros o al alcance del oído. La escuela
12 Bebida gaseosa.
secundaria es solo un gran ejemplo de personas que escuchan cosas
por casualidad.
Quiero hacer un comentario sobre Jenny Bishop saliendo con
todo el mundo, pero decido que me hace parecer celosa y mezquina.
Esto es algo que le he ocultado a Everly, a pesar de que es mi mejor
amiga, pero siempre he estado celosa de las chicas que me rodean.
La idea del sexo me tiene tan tensa y nerviosa que desearía poder
dormir con quien quisiera. Pero estar desnuda, tan íntima, con
alguien... desde ya me siento sonrojada, con las manos sudorosas de
solo pensar en eso.
Y no se trata solo de sexo. Me gustaría que la gente
murmurara sobre mí de la forma en que Everly y yo hablamos de
todos los demás. Suena estúpido, lo sé, ¿quién en su sano juicio
querría ser parte de los rumores? Pero a veces creo que no estoy en
mi sano juicio.
—Oh, Dios mío, ahí está —dice Everly en un susurro.
Página | 22 —¿Jeremy? —pregunto, siguiendo su mirada hacia la entrada
de la biblioteca.
Pero no es Jeremy en absoluto.
Es Anders. Anders Johansen, el estudiante de intercambio
extranjero de Noruega.
Y mi obsesión actual.
Trato de no mirar. Es difícil no hacerlo.
Anders se mudó aquí hace solo unas semanas atrás,
convirtiéndose en el segundo chico más alto en nuestro grado ahora
(después de Nick ‘Smu’ Rodham, quien juega en el equipo de
baloncesto). Tiene cabello negro largo que se curva un poco en la
nuca, ojos azul-grisáceo oscuro y vello facial que la mayoría de
chicos de nuestra edad soñarían con que les creciera. Además, tiene
el acento y los tatuajes más sexys. Es el chico inquietantemente
malo por excelencia, como si Heathcliff13 hubiera sido transportado
del libro de Cumbres Borrascosas que tuvimos que leer el año
pasado y dejado abandonado en nuestra escuela, vagando por los
pasillos en lugar de los páramos.

13 Es un personaje literario, es el héroe oscuro y apasionado de Cumbres Borrascosas de Emily Bronte.


—Es tan caliente —dice Everly soñadoramente—. Aunque
también un poco aterrador.
—¿Aterrador? —pregunto, observando mientras Anders se
detiene en medio de la biblioteca y mira alrededor, un pulgar debajo
de la correa de su mochila, luciendo genial sin esforzarse—. ¿Solo
porque se viste todo de negro?
—Sí —dice sin aliento—. Pero es un buen tipo de aterrador.
Ruedo mis ojos. —Como sea. —Everly tal vez quiera ver el pene
de todos, pero escucharla hablar sobre Anders de esa manera
realmente pone mis pelos de punta.
Quiero decir, sé que no lo estoy reclamando. Me hablo en los
pasillos un día y yo estaba perdida después de eso. Tiene una
manera de mirarte tan intensamente que te hace querer hacerle lo
mismo. Cuando no está mirando, por supuesto.
En las últimas semanas me he vuelto realmente buena en
Página | 23 observarlo cuando él no se da cuenta.
Ahora, sin embargo, estoy fallando.
Porque está mirando en nuestra dirección.
Y ha encontrado mis ojos.
Mierda.
—¡Oh, no! —grito tratando de escóndeme tras la Sprite—. ¡Solo
me vio!
—Y ahora está caminando hacia aquí —dice Everly, con
demasiada alegría.
—¡¿Qué?! —Mi corazón se siente como si va a salirse de mi
pecho—. ¡No! —Miro hacia arriba y, joder, sip, ahí está, caminando
en nuestra dirección, el rastro de una sonrisa en sus labios. ¡Mierda,
mierda, mierda!
—Hola, Anders —le dice Everly, sonriendo, y estoy
preguntándome si puedo esconderme debajo de la mesa. ¿Qué tal si
pretendo que se me cayó algo y estoy buscándolo? Podría funcionar.
Tal vez se vaya. Vale la pena intentarlo. Me inclino, con mis manos
en la alfombra sucia, deseando que no pueda verme.
—Hola, Everly —dice con su sexy acento y puedo ver sus Doc
Martens14 negras detenerse justo al lado de la mesa—. ¿Esta Shay
por aquí?
Oh mi Dios, ¡Está preguntando por mí! ¡Recuerda mi nombre!
Y luego mi rostro se vuelve tan rojo como una remolacha
cuando me doy cuenta que mi espalda probablemente aún está
mostrándose y puede verme claramente. Entonces, ¿ahora qué?
—Oh, Shay está por aquí —dice Everly y puedo sentir sus ojos
en mí—. Sin embargo, parece estar ocupada en este momento.
—Eso está bien. Me preguntaba si podrías darle un mensaje
por mí.
Oh mi Dios.
—Por supuesto —dice Everly, y puedo decir que está tratando
de no reírse.

Página | 24 —Estaba preguntándome si ella quisiera salir conmigo el


viernes por la noche.
—¡¿Qué?! —exclame, enderezándome y golpeando mi cabeza
con fuerza en la parte de debajo de la mesa. ¡Ow, joder!
Pero el dolor es de corta duración porque luego estoy
levantando mi cabeza, el cabello en mi rostro, tratando de verme tan
fresca como un pepino frente a él y fallando salvajemente. No puede
haber dicho lo que creo que dijo, ¿Podía?
Anders simplemente me sonríe. —Ah, ahí estas. Supongo que
puedo preguntártelo por mí mismo. ¿Estás libre el viernes por la
noche?
Me quito el cabello frenéticamente de la cara, tratando de no
lucir estúpida y fallando.
—¿Estas invitándome… a una cita? —No puedo creer que haya
dicho eso, pero tengo que estar segura antes de perder mi mierda.
—Por supuesto, una cita —dice. — Hay una película que quiero
ver, Prometheus. Ciencia ficción. La pre-cuela de Alien. Michael
Fassbender15 está en ella, si eso ayuda.

14 Popular marca de botas.


Quiero decir. Sí, eso ayuda; pero estaría bien con ver a Nic
Cage16 también, siempre y cuando este con Anders.
—¡Oh mi Dios! —exclame—. ¡Amo la ciencia ficción! Y Alien. Y
las películas. Y…
Everly levanto su mano. —Lo que está tratando de decir es, sí.
Le lance una mirada de apreciación porque sé que me salvo de
decirle a Anders que lo amaba también. Mi Dios, este chico está
haciendo papilla mi cerebro.
—Genial —dice Anders, su sonrisa haciendo que mi corazón se
salte dos latidos a la vez—. Te agregaré a mi Facebook, te enviare los
detalles antes de entonces. ¿Te parece bien?
Asentí, demasiado entusiasta.
Luego giró. ¡Giró hacia mí! Como si fuera el jodido James Dean
o algo así y luego se giró y salió la biblioteca.

Página | 25 Colapse inmediatamente en mi asiento con la mano en mi


pecho, logrando mirar a Everly con los ojos abiertos.
—¿Qué diablos acaba de pasar?
Everly parece sorprendida y divertida a la vez, una sonrisa
torciendo sus labios. —No tengo idea. Pero tú, jodida perra suertuda.
Te invito a salir a una cita. ¡Creí que nunca le habías hablado al
chico!
—Una vez —dije, apuntando mi dedo al aire—. Hable con él
una vez. Eso fue todo. Él está en mis clases, pero no hablamos. Solo
lo observo. Eso es todo.
—Bueno, supongo que quiere que lo observes a una distancia
más cercana. Santa mierda, Shay. Iras a una cita con Anders.
¡Iré a una cita con Anders!

15
Busquen en google. Es un papucho, su cara parece tallada por los mismos Dioses.
16
Nicholas Cage
Capítulo 3
Anders
AHORA

—¿Estás en Instagram? —pregunta Espen, mirando por encima


del hombro a mi teléfono móvil.
Me encojo de hombros, cierro la aplicación y deslizo el teléfono
en mis jeans. Le doy una mirada casual.
—¿Quién no lo está?

Página | 26 —Hombres. Los hombres no están en Instagram —dice,


mirándome de arriba abajo, como si estuviera a punto de revocar mi
virilidad—. Nunca confíes en un hombre que se toma selfies.
Le sonrío. —Puedo respaldar esa teoría —digo, pero no doy
más detalles. De hecho, no uso mi cuenta de Instagram, solo voy a
la aplicación para ver algunas cuentas. Algunos podrían decir a —
acechar— algunas cuentas, principalmente una cuenta, y sé que eso
es lo que diría Espen si se lo dijera, así que lo dejo así. Puede pensar
que me tomo selfies todo el día.
El hecho es que, cuando estoy con él, trabajamos todo el día.
Cuando estamos en el mar, nos levantamos a las cinco de la mañana
y luego nos acomodamos para comer embutidos, sopa y pan a las
ocho de la noche. A veces dormimos solo dos horas seguidas.
Depende del pescado. No hay selfies, no hay tiempo de inactividad.
Simplemente es conducir el barco mientras Espen y los marineros
colocan las redes y las levantan. Es un trabajo frío, húmedo, oscuro
y brutal.
Pero el final siempre vale la pena. Acabamos de hacer un viaje
de tres semanas por el Mar del Norte y pesamos todo el bacalao.
Aunque a veces (está bien, a menudo) desearía no haberme hecho
cargo del negocio familiar por mi padre, son las grandes ganancias y
los sueldos aún mayores los que me mantienen en marcha. Eso, y el
hecho de que a la granja familiar no le está yendo muy bien y si no
fuera por mí, mi tío Per se estaría tambaleando aún más.
—Oye, toma una selfie de esto —dice Espen, levantando su
cheque de pago y el pulgar.
Lo golpeo en el brazo, aunque no hace mucho para mover al
hombre. Espen nunca podría ser acusado de vanidoso. Mide más
de un metro noventa, tiene hombros enormes y una barriga
igualmente enorme. Su barba hace que la mía parezca de
aficionado, bordeando la de Gandalf, y el hombre ronca y se tira
pedos como un caballo alcohólico.
—Vamos —dice, mientras caminamos por los muelles—, te
compraré una cerveza.
Eso es algo para lo que es bueno: comprar suficientes cervezas
una vez que llegamos a tierra y beberlas hasta que creemos que
todavía estamos en el mar. Por supuesto, también es el mejor
compañero y pescador que se puede tener cuando se trabaja con la
Página | 27 humedad y la sal que se adhiere a las pestañas, a los oídos, a los
huesos. La otra tripulación va y viene, algunos de ellos amigos de
hace mucho tiempo que vienen cuando necesitan el dinero. Por lo
general, tienen problemas con las drogas o el juego, o le deben dinero
a la gente, pero al menos cuando están en el barco, hacen el trabajo.
Pero Espen siempre es bueno para reír, siempre confiable.
Hoy, sin embargo, mantengo la cerveza para uno. Vamos a
nuestro bar habitual en Kristiansand 17, un lugar destartalado con
todo el encanto de un perro callejero. Todos ahí son pescadores,
todos apestamos a mar, con las manos encallecidas y la piel con
costra de sal. La iluminación proyecta sombras oscuras, las paredes
de un verde pegajoso, el aire se llena con el olor a cerveza derramada
y el sonido de las máquinas tragamonedas en la esquina, donde
demasiados hombres están desperdiciando sus ganancias. Todos
aquí son más duros que el pan de un mes.
Siguen llegando mensajes de texto de mi hermana Astrid.
Normalmente paso una noche en el hotel aquí al lado del bar antes
de conducir a casa. Pero está de vuelta en casa, en la remota aldea
de Todalen, donde vivo cuando no estoy en el barco, junto con una

17 Ciudad y municipio de Noruega, es el sexto mayor municipio de Noruega.


de mis otras hermanas, Lise. Están de visita por el 1º de mayo,
nuestro día del trabajo, que es en unos días. Astrid vive en París, así
que rara vez la veo.
Además, si soy sincero, estar durante semanas sin recepción de
teléfonos móviles me hace querer ponerme al día con algunas cosas y
no quiero pasar mi tiempo en el bar, con Espen, en el teléfono.
Después de todo, podría tener que revocar mi tarjeta de hombría.
Después de la cerveza, nos despedimos y sé que Espen estará
en el bar toda la noche, tal vez hasta mañana, antes de finalmente
regresar con su esposa e hijos en la costa. Me acerco a mi coche y le
doy unas palmaditas cariñosas en el capó, siempre feliz de verla. Es
una Datsun 18 del 74, 260Z, roja como las cerezas primaverales.
Ahora ronronea como un gatito, pero tomó años de trabajo ponerla
en condiciones óptimas. La compré después del primer viaje en el
mar, con mi primer cheque de pago. Todo lo demás fue para mi tío.
Cuando heredé la embarcación después de la muerte de mi
Página | 28 padre, no sabía qué diablos estaba haciendo. Habían pasado años
desde que fui a pescar y solo había salido una vez con mi padre,
cuando tenía dieciséis años. Fueron dos semanas de infierno que se
suponía que nos uniría, o al menos eso esperaba, pero solo nos
separó más, y a mí a Estados Unidos. Entonces, a pesar de que
necesitaba asumir el legado de mi padre, principalmente por culpa,
principalmente por necesidad, traje al primer oficial de mi padre,
Dag, quien asumió el mando durante un año y me enseñó las
cuerdas. Fue un año infernal, pero aprendí mucho, y aunque todavía
me pregunto si debería ser capitán, soy el hombre del barco, y eso
triunfa sobre todo.
El viaje en coche de Kristiansand a Todalen dura menos de dos
horas, a través de numerosos túneles, pasando por los
omnipresentes fiordos y pequeñas ciudades, y una travesía en ferry.
Por el momento, el temperamental clima primaveral se mantiene a
raya, con rayos de luz solar que entran a través de las nubes altas, y
me detengo en un mirador turístico para picar una manzana y tratar
de poner mi cabeza en el lugar correcto.

18
Vehículo que posee un motor que produce 150 caballos y se adapta a reglas anti polución de
EE.UU. como novedad presenta una carrocería larga con una distancia entre ejes de 3,200 metros.
Superior a los 2.3 del modelo 240z. Son considerados autos clásicos y de colección.
Siempre hay un gran cambio entre mi vida en el mar y mi vida
en Todalen. En mi pueblo, hay restricciones. Por muy hermosa y
pintoresca que sea la ciudad, también es el lugar donde crecí, el
lugar donde mi vida se vino abajo, el lugar del que traté de escapar.
No importa lo que hacía, a dónde iba, o en quién me convertía, me
trajo de regreso, acortando esa correa. Es donde todos saben tu
nombre y te conocen, o al menos ellos creen que lo hacen.
En el mar, estás solo. Sí, está tu primer oficial, como Espen19,
y marineros, pero como capitán estás solo la mayor parte del tiempo,
con solo un fuzz en la radio como compañía. No hay limitaciones que
puedas ver o sentir, solo el oleaje gris oscuro, el tono familiar del
barco, el horizonte que siempre se está moviendo, siempre
llamándote para que continúes. Pero el mar es un lugar peligroso.
Le quitó la vida a mi padre. Te promete libertad, pero esa libertad
solo conduce a la muerte.
Vivo dos vidas.

Página | 29 Ojalá pudiera vivir una tercera.


Aunque he estado haciendo esto durante años, siempre
necesito un momento para adaptarme antes de regresar a casa.
Especialmente ahora con Astrid y Lise en la granja. Me alegro de
que la gemela de Lise, Tove, no esté allí. Suena horrible decirlo de tu
hermana, pero es un desastre total y la reina de la agresión pasiva.
Decir que las relaciones en nuestra familia son complicadas es
quedarse corto.
El ferry avanza y me apoyo en el capó del coche y veo cómo las
nubes oscuras se elevan sobre las montañas del norte. Mi mente gira
en un poema. No he escrito en mucho tiempo y me ha parecido bien.
Tal vez debería dejar ir esa parte de mí, como un pájaro en el viento.
Pero estas nubes vienen de Trondheim y ruedan con la promesa de
ella.
Las nubes ruedan impunemente
Curvas completas, redondas
Labios, caderas, piernas

19Error del libro en ingles, a veces el nombre de Espen aparece como Epsen, decidimos arreglarlo, ya que no sabemos si
es un error, o así lo coloco la escritora.
Deslizándose suavemente sobre la cima de una montaña que
alguna vez fue un hombre.
O tal vez es el hombre quien una vez fue una montaña.
Inmóvil.
Impenetrable
Atascado.
Y aquí viene ella
Para no dejarlo libre
Pero para seguir adelante.
Sin mirar atrás.
Mierda. Pienso. Completa mierda, como siempre. Si pudiera
desmenuzar el papel en mi cerebro, lo haría.
Pero el hecho aún permanece.
Página | 30
Shay estará en Trondheim mañana.
No debería haber descargado Instagram el mes pasado. Fue
un error. Estaba aburrido y esperando a Espen para llegar a los
muelles, matando las horas, la tenue luz del sol en mi espalda.
Everly Madison me agregó como amigo de Facebook hace años.
No me había mantenido en contacto con nadie de ese año en Estados
Unidos, por lo que fue una sorpresa. No podría decir que fuera una
agradable sorpresa, pero me gustaba Everly. Incluso a una edad
temprana, tenía esa actitud de chica dura y masticadora de chicle
que de alguna manera te tranquilizaba. Eso es todo lo que siempre
he querido en la gente, sin tonterías.
Sin embargo, no podía fingir que Everly no era mi siguiente
paso hacia Shay. Así que tal vez estaba lleno de tonterías. Nunca
tuve el valor de agregar a Shay, de enviarle un mensaje, de decirle
que lo sentía, que todavía lo siento por todo lo que le hice.
Así que seguí siendo amigo de Everly y, aunque rara vez
hablábamos, aparte de un me gusta al azar o un comentario sobre
un estado, revisé sus fotos de vez en cuando, analizando a Shay.
Gustándome lo que vi.
No, amando lo que vi.
Solo una angustia total por lo que vi.
La chica con el pelo rebelde y las cicatrices del acné y los labios
más dulces que jamás hayan adornado mi cuerpo, se había
convertido en una mujer a la que las palabras no podían hacerle
justicia. Créeme, lo he intentado.
Se convirtió en una especie de adicción. De repente siempre
estaba al acecho, sintiéndome culpable por hacer eso, como un tipo
espeluznante de alguna manera. Demonios, soy una especie de
canalla, no sirve de nada eludir el lenguaje aquí. Luego me sentí
culpable por la forma en que terminaron las cosas entre nosotros, la
mierda que dejé en el polvo.
En ese entonces Shay estaba en Europa. En Italia.
Con su novio, pero aun así.
Cerca. Pero muy lejos.
Página | 31
Y luego, el año pasado, como si ella lo supiera, todas sus fotos
se volvieron privadas. No pude verla nunca más. Luego, el mes
pasado, vi a Everly publicar una foto de Instagram en Facebook.
Ella mencionó a Shay en la descripción, etiquetándola.
Descargué Instagram.
Encontré a Shay. Su perfil, público.
Y mi mundo comenzó a girar una vez más.
Pasé toda la hora revisando cada foto suya, desde Italia hasta
Irlanda. Luego me subí al bote dejando atrás sus imágenes y la
recepción.
Hasta esta mañana.
Ella estaba en Oslo.
Ahora está en Trondheim.
Ella está aquí.
Suspiro y me encojo de hombros, tratando de deshacerme de
los nudos. Uno de los marineros se lastimó un brazo hace unos días,
estaba trabajando cuando podía para ayudar a traer las redes.
Observo cómo las nubes continúan rodando hacia mí, alcanzando el
agua, alcanzándome, luego giran antes de que puedan atraparme.
Regreso a casa.

—Así que, Anders, ¿Quién es la chica? —pregunta Astrid.


Me congelo, el bocado de papa deteniéndose a medio camino de
mi boca. Miro a mi hermana mientras se dirige a la nevera para
tomar una cerveza, lo suficientemente consciente como para
conseguirme una también.
—¿Qué chica? —pregunto, antes de meter la comida en mi
boca.
—Sí, ¿qué chica? —dice Lise inclinando la cabeza, sonriéndome
Página | 32
con malicia—. Anders tiene tantas, es difícil de seguir la pista.
—Oh, no lo sé —dice Astrid, dejándose caer de nuevo en la
mesa y deslizándome una de las cervezas. Ella me sonríe, sus
dientes frontales tienen un pequeño espacio que la hace ver
eternamente como una niña, a pesar de lo que hace para ganarse la
vida—. Lo último que supe es que Britt Solberg llamó tu atención.
Aquella, la que tiene una boca ruidosa. No estoy segura de por qué
no puedes perder el tiempo con una de las chicas más tranquilas de
la ciudad.
—En esta ciudad, no hay chicas tranquilas —agrega Lise con
una sonrisa, quitándose el oscuro cabello de su cara—. Todo el
mundo siempre lo sabe todo. ¿Por qué crees que me mudé a Oslo?
Mientras tanto, el tío Per permanece en silencio durante todo
esto, aunque me lanza una mirada comprensiva antes de volver a
comer. Ese es Per. Siempre en silencio, siempre escuchando.
Siempre comiendo.
Mi objetivo es asimilar algo de su determinación. No digo nada.
Especialmente sobre Britt Solberg. O Anita Dahl. O Heidi Olsen. El
estereotipo del marinero no es diferente al del pescador. Después de
semanas en el mar, una mujer es exactamente lo que necesitas para
que tu cabeza y tu cuerpo vuelvan a la realidad. El único problema
es que siempre vuelvo aquí para ver a las mismas chicas anteriores.
Todos conocen mi reputación a estas alturas, pero eso no les impide
divertirse de vez en cuando. Gracias a Dios por eso.
Además, nunca he sido de los que besan y cuentan. Las chicas
lo harán, generalmente seguido de las palabras, —ese cara de
mierda— o algo similar, pero yo solo sonrío y sigo adelante.
Aún. No puedo evitarlo. No he visto a Astrid en semanas y no
sería muy de hermano si no la derribara.
—Eres alguien para hablar —le digo—. ¿Con cuántos chicos
franceses has coqueteado después de horas?
—Anders —me reprende Per.
—¿Qué? —exclamo con las palmas levantadas—. No es justo
que ella pueda darme un golpe, pero yo a ella no. ¿Dónde está la
igualdad en eso?
Página | 33 Mientras tanto, Lise se ríe suavemente para sí misma y Astrid
me está mirando mal. Ella es espantosamente buena en eso y sé que
cuando mientras crecía lo usaba con todos los hombres de la ciudad.
Por eso mi comentario es más divertido que cualquier otra cosa.
—Soy una bailarina de burlesque20, no una puta —dice Astrid,
levantando la barbilla con altivez—. E incluso si lo fuera, ¿qué?
—Yo tampoco soy un puto —le recuerdo.
Ella sigue mirando hasta que finalmente aparto la mirada.
Ella gana de nuevo.
Astrid siempre fue difícil mientras crecía. Después de que mi
madre dejó a nuestra familia por América y se casó con un maldito
neoyorquino, me dejó a mí, el mayor, a cargo de mis hermanas. Con
el tío Per ocupado con la granja y mi padre siempre pescando, toda
la responsabilidad recayó sobre mí.
Y en ese momento, la responsabilidad era un veneno para mi
alma.

20
Este término deriva del italiano burlesco, que significa burla o broma. Se caracteriza
artísticamente por ser un género donde la extravagancia, comedia e ironía son protagonistas.
Destaca sensualidad por encima de la sexualidad, no implica hacer striptease.
Astrid fue la que se metió en más problemas, no exactamente
con los chicos, sino con su grupo de amigas que parecían enloquecer
en esta ciudad. Debido a que solo tenemos dos años de diferencia,
ella no tomo ninguna orden mía ni de nadie más. Lise y Tove ni
siquiera eran adolescentes en ese momento y estaban tan
angustiadas por la partida de nuestra madre, como todos nosotros,
eran mucho más fáciles de manejar.
Supongo que no fue una sorpresa que cuando Astrid cumplió
los dieciocho, se mudara a Oslo. Luego a Copenhague. Luego
Amsterdam. Y ahora París, donde vive desde hace unos años y
trabaja como bailarina de burlesque. Naturalmente, siendo su
hermano, nunca he visto ninguno de sus espectáculos y no tengo
ningún deseo de hacerlo, aunque Lise y Tove me dicen que es buena
en lo que hace.
No tengo ningún problema con eso, lo que sea que la haga feliz.
Pero tengo que admitir que a veces la envidio mucho. Es un
sentimiento extraño estar celoso de tu hermana, como si fuera
Página | 34
contra la corriente, pero el sentimiento está ahí. Astrid está haciendo
lo que quiere hacer con su vida. Ella está haciendo lo que quiere,
punto. No tengo ese lujo y, para ser honesto, ni siquiera me lo
merecería si lo tuviera.
Con la disputa entre Astrid y yo, ella y Lise comienzan a
discutir sobre un libro que ambas leyeron. Sentado en la cocina en
la que crecí, todavía puedo oler los waffles que mi madre solía hacer
todas las mañanas, los montones de mermelada y crema recién
hechas de las vacas. Mi madre nunca fue muy cariñosa, pero conocía
bien la cocina. Como de costumbre, mis entrañas se llenan de
nostalgia tóxica.
Doy un largo trago de cerveza y le pregunto al tío Per cómo les
ha ido a los corderos. Ofrece algunas palabras, haciéndome saber en
qué ayudaré durante el próximo mes (la primavera es ocupada) antes
de que me marche de nuevo, aunque no puede ocultar la mueca
cuando se acomoda en su silla. La salud del tío Per nunca ha sido la
mejor. —Demasiada mantequilla, demasiado whisky—, solía decir
mi padre, y lo han estado alcanzando lentamente a lo largo de los
años, ahora dándole el golpe. Ha estado yendo al médico y hasta
ahora todo parece estar bien, pero es un hombre viejo e infeliz, y me
temo que esto último pueda ser su verdadera muerte algún día.
Mi tío nunca se casó. Astrid me dijo una vez que se había
enamorado de una mujer cuando era muy joven y que estaban
comprometidos para casarse, pero ella murió en un accidente
automovilístico. Supongo que renunció al amor, y al menos a las
mujeres, después de eso. En realidad, nunca he conocido nada
diferente. Crecí en esta casa de campo con la habitación de mis
padres en un extremo del largo pasillo de arriba y mi tío en el otro.
Sé que ambos heredaron la granja de mis abuelos y lo hicieron,
trabajando juntos. Éramos una gran familia, algo feliz.
Luego, cuando los tiempos se pusieron difíciles y la granja se
vio afectada, mi padre se convirtió en pescador para complementar
los ingresos.
Decir que me he convertido en el hijo de mi padre me aterroriza
porque es correcto.
—¿Qué opinas? —dice Astrid, y me doy cuenta de que está
hablándome.
Página | 35 Yo levanto las cejas. —No me digas que otra vez esto es sobre
una chica.
Ella mira a nuestro tío. —¿Necesitas que Anders empiece a
ayudarte mañana o puede esperar por un día?
—¿Por qué? —pregunto, sospechoso.
—Pensé que tú, yo y Lise podríamos ir a Trondheim por el día.
Roar está viniendo, voy a encontrarme para recogerlo en la estación
de tren. —mira a nuestro tío—. Tío Per, tú también puedes venir.
Puede ser bueno alejarse de este lugar.
Pero apenas escucho mientras hablan de eso.
Trondheim.
Sería gracioso si no hubiera tenido la idea de ir allí de todos
modos.
Ir allí por capricho.
Todo por las razones equivocadas.
Razones muy equivocadas.
Trondheim no es una gran ciudad, pero es ocupada. Las
posibilidades de que vea a Shay allí son escasas o nulas, incluso si la
acechara en Instagram, tratando de trazar cada movimiento a través
de sus historias. E incluso si me encontrara con ella, ¿qué diría?
¿Lo siento? Ella me golpearía tan rápido que ni siquiera podría
pronunciar las palabras, y todavía recuerdo cómo se siente su puño.
Todavía recuerdo cómo se siente ella, y follar con Britt Solberg un
millón de veces nunca lo borrará.
Se supone que los primeros amores son una mierda, y todavía
lo mantengo.
Pero diablos, si esa mierda no apesta para siempre.
—Estoy dentro —digo rápidamente, mirando en tono de
disculpa al tío Per—. Si eso está bien.
Él asiente con la cabeza, le tiemblan la mandíbula y se ajusta
las gafas. —Sí. Está bien, Anders. Pero me quedaré aquí. La ciudad
ya no es lo que solía ser.
Lo que creo que quiere decir es que no quiere estar atrapado en
Página | 36 un coche durante dos horas con su sobrino y sobrinas. Ni siquiera
estoy seguro de querer eso tampoco.
Pero el tirón está ahí.
Las nubes están rodando sobre las montañas.
Y ella estará del otro lado.
Capítulo 4
Shay
El paisaje que pasa volando por mi ventana es demasiado hermoso
para ser considerado real. Tomo una foto tras otra, maldiciéndome a
mí misma cuando soy demasiado lenta para conseguir que esa
hermosa casa roja se encuentre entre un campo de trigo dorado, o
cuando en su lugar recibo el resplandor del sol, arruinando una
toma de nubes de algodón de azúcar sobre una vista alpina sin
árboles. No puedo creer que estuve a punto de descartar este país
debido a unos días fastidiosos en Oslo, porque este viaje en tren solo
es uno de los más impresionantes en los que he estado.
Página | 37
Tengo un cómodo asiento junto a la ventana sin nadie a mi lado,
frente a una mujer que viaja con un galgo en miniatura envuelto en
capas de mantas y luciendo como en casa. El tren tiene un carrito de
bar y, aunque es poco antes del mediodía, ya comencé con una lata
de sidra de pera crujiente y un gofré aplanado que se supone que
debes comer con queso marrón dulce.
Si estaba preocupada por encontrar mi lugar, mi dirección, todo
eso se queda atrás en las vías del tren. Ahora realmente siento que
estoy viajando. Estoy avanzando y viendo el país a medida que
avanzo.
A veces, el tren recorre a lo largo de los ríos de un turquesa tan
opaco que parece que Dios arrojó pintura de acuarela en ellos. Otras
veces pasamos por pintorescas granjas con graneros rojos gigantes y
casas blancas con molduras oscuras y césped en el techo. Sí, un
césped. Todos aquí tienen césped en el techo, todos también parecen
mantener los patios y las casas más prolijos de la historia. No hay ni
una pizca de basura en ninguna parte, no hay pintura descascarada
ni colores descoloridos. Pueblo tras pueblo, todo lo que veo son las
casas más pintorescas, bonitas y ordenadas que jamás he visto.
Incluso los bosques aquí parecen estar ordenados, los altos pinos
majestuosos marchan en fila, flanqueando lagos prístinos como
guardias en atención.
Para cuando el tren llega a Trondheim, siento como si me hubiera
ahogado en sensaciones visuales. También estoy bastante adolorida
y cansada considerando que fue un viaje de ocho horas, aunque
resultó ser fascinante todo el camino. Estoy bastante segura de que
he molestado a todos en mi Instagram con mis fotos, aunque la
mayoría de la gente en casa todavía duerme. Nadie quiere ver un
millón de publicaciones de campos de un verde deslumbrante o
vistas alpinas o fotos de mi sidra, pero eso no me detiene. ¿Qué más
se supone que debes hacer? Mi diario ya está lleno de mis tonterías y
mi cerebro se está cansando un poco de mí misma.
Además, una parte de mí quiere que Danny lo vea. Después de que
rompió conmigo, lo eché de mis redes sociales y elevé mi
configuración de privacidad al máximo. Pero Instagram es mi fuerte y
mantengo esa cuenta pública, así que a veces me pregunto si me
está siguiendo en secreto. Aunque Danny ya no ocupa tanto mis
pensamientos, hay esa pequeña parte de mí que quiere demostrarle
cuánto me estoy divirtiendo, cómo estoy mejor sin él. El tiempo solo
suaviza el aguijón del rechazo, nunca lo borra por completo.
Página | 38 Cuando llegamos a una parada, me encojo de hombros en mi
chaqueta, mirando la lluvia que acaba de comenzar a golpear la
estación de tren, corriendo por las ventanas y agarro mi mochila del
portaequipaje entre los vagones. Por alguna razón, cuando me
imagino viajando a algún lugar, siempre imagino que el clima es
soleado. Hago esto independientemente de la temporada y siempre
me viene a morder el culo.
Esta vez, reservé una habitación privada en un pequeño hotel en el
casco antiguo de Trondheim, y aunque parecía un paseo corto en el
mapa, ahora que está lloviendo y el GPS de mi teléfono me dice que
son más, como 30 minutos, decido quedarme en la estación de tren
y, con suerte, esperar a que pase. Hay taxis afuera y no sé si Uber
opera aquí, pero me he propuesto ahorrar dinero siempre que pueda.
Además, no puede llover para siempre y la caminata me hará bien
para quemar esos wafles con el extraño queso marrón.
Pero cuando una hora se convierte en dos y me aburro y estoy
ansiosa esperando en la estación, bebiendo botellas de Brus, un jugo
de manzana con gas que es para morirse, decido hacerlo. Hace más
frío aquí que en Oslo y realmente te atraviesa, incluso en la estación
de tren.
Me paro en las escaleras esperando taxis o autos con un letrero de
Uber, pero no veo nada hasta que una camioneta VW gris oscuro se
detiene en un estacionamiento y sale una chica de mi edad con el
pelo rojo salvaje, envolviendo una bufanda amarillo mostaza
alrededor del cuello de su chaqueta de cuero y encendiendo un
cigarrillo. Veo que todavía hay un par de personas en el coche, pero
no salen.
Sube los escalones hasta que está a mi lado bajo el refugio del
saliente y se asoma por las ventanas de vidrio a la estación antes de
darme una sonrisa rápida y decirme algo en noruego.
—Lo siento... —empiezo a decir, sin entenderla.
—Oh, no hablas noruego —dice la chica rápidamente, dando una
calada a su cigarrillo. Como la mayoría de las personas que he
conocido aquí, su acento se suaviza cuando habla inglés y lo habla
perfectamente—. Está bien. Solo me preguntaba si había entrado el
tren.
—Yo estaba en el de Oslo, entré hace unas horas, pero eso es todo.
Ella me mira con el ceño fruncido y cuento un puñado de pecas en
su nariz. —¿Has estado pasando el rato en la estación de tren
Página | 39
durante horas? Te lo digo, no es lo mejor que Trondheim tiene para
ofrecer.
—Estaba esperando a que la lluvia amainara y luego caminar
hacia la ciudad, luego pensé que tomaría un taxi, pero ya no veo
ninguno.
Ella mira al cielo. —No se detiene. No ha llovido mucho aquí esta
primavera, así que realmente se está desatando. —Ella me mira—.
¿De dónde eres? ¿Canadá?
—Nueva York —le digo a ella.
—Genial —dice asintiendo—. Mi madre vive allí, pero yo nunca he
estado. Sin embargo, está en mi lista de deseos.
—¿Vives en Trondheim?
Ella niega con la cabeza. —En realidad, vivo en París. Solo estoy
visitando a familiares, amigos. —Suspira y me da una sonrisa
tonta—. Vengo aquí algunas veces al año, es muy fácil con los
vuelos. Pero, aun así, cada vez que vengo tengo que hacer rondas y
visitar a todos los que conocí. Hoy voy a recoger a mi amigo, luego
me dirijo a ver a mi familia y luego a París. Un día me iré de
vacaciones para relajarme.
—Suena ocupado —comento, agradecida de que esta chica sea tan
abierta y habladora—. Me encantaba París, ojalá me hubiera
quedado más tiempo. Muy caro.
—Y, sin embargo, aquí estás en Noruega.
Me río, quitando el flequillo de mi cara y recostándome más lejos
de la lluvia. —Lo sé. Los precios me están matando hasta ahora.
Llegué a Oslo el otro día, pero ya siento que mi cuenta bancaria se
está agotando. Pero ha sido mi sueño venir aquí y algunas cosas
valen la pena, ¿sabes?
—Totalmente —dice, echando una bocanada de humo sobre su
hombro y lejos de mí—. Eso fue todo para mí y Paris. Yo trabajo ahí.
Pero es muy fácil hacerlo aquí en la UE. ¿Estás viajando? ¿Errante?
¿Trabajando?
—Un poco de todo eso —le digo.
Ella asiente y hace un pequeño ruido de acuerdo, el tono se eleva
al final. —Bueno, ¿a dónde vas ahora? ¿Quieres un paseo?
Página | 40 —Oh, no podría —le digo. Aunque me conmovió que ella se
ofreciera, lo último que quiero es ocupar a esta extraña.
Ella me da una manera desdeñosa. —Vamos. No es problema.
¿Dónde te estás quedando?
—El Hotel Gustav. Creo que está en el casco antiguo.
—Está al otro lado del río. Justo al lado de un pub increíble. Tan
pronto como Roar salga del tren, te llevaremos allí. Toma una
bebida. Él vive en esa dirección de todos modos y también está
visitando a su familia, así que no creo que tenga prisa por llegar a
casa.
—¿Está segura? No quiero imponer tu tiempo con tu amigo...
Ella me mira de frente, el viento sopla un rizado mechón castaño
rojizo sobre su rostro. —Escucha. Está bien. Está resuelto. De todos
modos, tengo a mi hermano y a mi hermana en el coche. —Ella
señala con la cabeza hacia la camioneta y luego extiende la mano—.
Soy Astrid, por cierto.
—Shay —le digo, y me sorprende la fuerza de su apretón de
manos. Su nombre hace que mi cabeza se mueva hacia adelante. De
alguna manera me resulta familiar.
Ella señala con la cabeza hacia el estacionamiento. —Vamos,
meteré tus cosas en el coche antes de que él venga. Quién sabe
cuántas cosas traerá.
Astrid agarra mi bolsa de lona y se dirige hacia el auto. Todavía
estoy desconcertada por su amabilidad y generosidad, y hay un
sentimiento extraño en mis entrañas que se está construyendo y
construyendo. Como un déjà vu, pero no del todo. Como si algo
estuviera sucediendo, que los engranajes de la máquina que es mi
vida están girando, ruedas en movimiento, haciendo que las cosas
giren en una esquina.
Empiezo a bajar los escalones detrás de ella, cuando de repente
todo va a cámara lenta.
Mientras arroja mi bolso en el maletero, la puerta del lado del
pasajero se abre y sale un hombre alto, hombros como montañas.
Él me enfrenta, me mira fijamente.
Mirando dentro de mí.
Página | 41 Como si pudiera ver mi corazón empezando a dar un vuelco en mi
pecho.
No. No. No.
Eso no puede ser.
Parpadeo porque hay algo mal en mis ojos. La lluvia los nubla.
Juro que estoy mirando a un hombre que luce exactamente como
se vería Anders ahora.
La barba.
Ese cabello desordenado y enmarañado.
Esos pómulos.
Claro, la mayoría de los hombres guapos que he visto en Noruega
hasta ahora se ven exactamente así, pero, aun así.
—¿Shay? —él pregunta incrédulo. Su voz es mucho más profunda
ahora y, sin embargo, suena como el pasado, incluso mientras
resuena en este estacionamiento.
Tengo dieciséis años de nuevo.
Y ahí es cuando casi dejo caer mi mochila.
Esto no puede estar sucediendo.
No pudo haber dicho mi nombre.
Ese en serio no puede ser él.
Anders Johansen.
Quiero decirle que no lo conozco. Que mi nombre no es Shay. Que
ha cometido un error.
Pero no puedo. Solo puedo mirar, como él solo puede mirar. Hay
baldes de lluvia y nuestro pasado entre nosotros.
—¿Ustedes dos se conocen? —pregunta Astrid, mirándonos a los
dos. Entonces, algo se refleja en su rostro—. Oh ... Anders. ¿Es
esta... es esta la chica?
¿Soy yo la chica?
—Shay —dice Anders de nuevo, como si no la oyera, con la voz
más suave ahora—. No puedo creer... —parpadea un par de veces,
niega con la cabeza y un mechón de cabello negro y húmedo se le
pega a la frente—. Por favor, entra en el auto. Te llevaremos a donde
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necesites ir.
El lugar al que tengo que ir está de repente a miles de kilómetros
de aquí. Estoy tan tentada a pasar junto a ellos o dar la vuelta y
regresar a la estación de tren. Fingir ignorancia. Fingir. Salvar el
rostro, el corazón y el alma.
Pero no puedo. No tiene sentido. Porque después de todo lo que se
interpuso entre nosotros, aquí estamos de nuevo. ¿Cómo no creer en
el destino cuando nos miramos el uno al otro después de todos estos
años, lluvia en mis ojos, miedo en mi corazón?
Mierda. Mi pulso late tan rápido que tengo miedo de que me
atraviese la piel.
Asiento con la cabeza. —Está bien —le digo, mi voz temblando.
Con las piernas en cámara lenta, bajo el último escalón y él
camina alrededor del capó del auto, su mano extendida para tomar
mi mochila de mis hombros. A medida que se acerca, lo veo ahora
con aterrador detalle.
La lluvia cae por su frente arrugada. Sus ojos azul grisáceo, como
el mar más profundo y oscuro. Su nariz romana, ligeramente torcida
en el centro, como si hubiera sido golpeada por algunas personas
(aparte de mí).
No me sonríe, solo mira, tal vez con curiosidad, tal vez con miedo.
Porque recuerdo todo como si fuera ayer.
La ira, la vergüenza y el arrepentimiento no se han ido.
Traga y veo cómo su nuez de Adán se agita en su garganta y una
vez más me sorprende lo mucho más grande que es ahora, todo
hombre y musculatura. Los tatuajes en sus nudillos se asoman
cuando alcanza mi mochila, que me he quitado de los hombros sin
siquiera darme cuenta. El gorrión. Ese fue su tatuaje para mí. Yo era
el pájaro en la jaula, el que quería liberar.
—Eres tú —susurra, su voz ronca, como si estuviera atrapado en
algún lugar de su garganta. Me mira fijamente, buscando la realidad.
¿Por qué el tiempo ha sido tan amable con él?
Pero hay algo que arde en sus ojos, la forma en que se sostiene a sí
mismo, el leve apretón de su mandíbula, que me dice que tal vez el
tiempo no ha sido tan amable después de todo.
Antes de que pueda moverme o hacer algo, la puerta a mi lado se
abre y una chica, tal vez de unos veinte años, con ojos de mar
Página | 43 profundo como él y un corte de pelo de duendecillo oscuro asoma la
cabeza.
—¿Van a empaparse de toda la lluvia o qué?
Anders simplemente pasa a mi lado, lo suficientemente cerca para
que pueda percibir un leve olor a hierbas, como eneldo, y arroja mi
mochila en el maletero.
Astrid le lanza una mirada perpleja por un momento antes de
mirar a la estación donde está llegando el tren.
—¡Vuelvo enseguida! —ella dice—. No hablen de nada. Quiero
saber todos los detalles sobre lo que sea que sea esto. —Ella mueve
sus dedos hacia nosotros y luego corre hacia la estación de tren, los
charcos salpicando.
De alguna manera, mis pies se mueven sin que yo les diga que lo
hagan y voy hacia la parte trasera del auto, donde Anders me abre la
puerta. —¿Todavía quieres dar un paseo? —pregunta, y en sus ojos
puedo ver que quiere que diga que sí. Me está dando la bienvenida,
este encuentro casual.
Pero empiezo a preguntarme cuánto de esto es casualidad.
Y cuánto de esto fui yo viniendo aquí, esperando que esto
sucediera.
Me encuentro asintiendo con la cabeza, todavía sintiéndome como
si estuviera en un sueño surrealista, luego me deslizo en el asiento
trasero. Le doy una sonrisa agradecida, aunque incómoda, a la chica
a mi lado, sabiendo que tiene que ser una de las hermanas de
Anders, sus ojos son los mismos, justo cuando él se sube al auto a
mi lado. No es hasta que cierra la puerta que me doy cuenta de lo
mojada que estoy. El coche está sumergido en la humedad mohosa
de la lluvia, los limpiaparabrisas van a una milla por minuto.
Y estoy presionada contra Anders.
Santa mierda.
Él se gira en su asiento para mirarme, ese mechón de cabello
todavía se le pega a la frente, y pregunta—: ¿A dónde te dirigías?
Yo trago. —El... —Y así me olvidé del nombre del hotel, a pesar de
que acababa de decírselo a Astrid. Saco mi celular del bolsillo de mi
chaqueta, los dedos tiemblan mientras trato de abrirlo.
—Entonces, lo siento —dice la chica a mi lado—. ¿Pero quién eres
Página | 44
tú? Quiero decir, ¿cómo conoces a mi hermano?
—Larga historia —le digo con una sonrisa rápida, antes de
intentar abrir mi GPS. Mis dedos están mojados, lo que lo hace
imposible, y tener el hombro de Anders contra el mío no facilita las
cosas.
—Fui a la escuela con ella en Estados Unidos —dice Anders,
ofreciendo más sobre nuestro pasado de lo que estaba dispuesta a
renunciar.
—Oh —dice la chica con el ceño fruncido. Entonces sus cejas se
elevan—. Oh.
Espera. ¿Qué significó ese segundo oh? ¿Ella sabe de nosotros?
Porque Astrid dio casi la misma reacción.
La chica...
—¿Qué estás haciendo en Noruega? —ella prosigue.
—Tal vez deberíamos llevarla a su hotel —dice Anders, y algo sobre
eso me hierve la sangre, como si estuviera tratando de deshacerse de
mí tan rápido. De nuevo.
—Aguanta, aguanta. —La chica levanta las manos y niega con la
cabeza—. Nada de esto tiene mucho sentido. —Ella toma una
respiración profunda—. Okey. Shay... ese es tu nombre, ¿verdad?
Asiento con la cabeza.
—Está bien, Shay. Anders y tú se conocen desde la escuela
secundaria. No se han visto desde entonces, ¿verdad? Entonces, esto
es una pequeña coincidencia, ¿no crees? Ambos se reunieron de
nuevo así. Y ahora Anders, ¿quieres llevarla a su hotel y dejarla y eso
es todo? —Ella lo mira, entrecerrando los ojos brevemente—. No. Lo
siento. No a los dos. Shay, mi nombre es Lise. Has conocido a Astrid.
Anders es nuestro hermano. Nuestro hermano no debe ser
escuchado, acaba de bajar de un barco después de estar en el mar
durante tres semanas y su cerebro no funciona correctamente.
¿Sabes cómo la gente consigue piernas de mar? Obtiene cerebro
marino. Perdónalo por favor. Y perdona mi inglés también.
Estoy a punto de decirle que su inglés está bien cuando ella se
enciende.
—Lo que creo que tenemos que hacer, a menos que tengas una
reunión de negocios en la próxima hora, es ir al bar en el casco
antiguo, tomar unas copas y discutir lo loco que es esto, ¿no?
Página | 45 De repente, la puerta trasera se abre y se arroja el equipaje,
sacudiendo el automóvil. Entonces Astrid se sube al asiento del
conductor mientras el lado del pasajero se abre y entra un tipo alto y
larguirucho con barba. Siempre debe ser temporada de leñadores en
Noruega.
—¡Okey! —dice Astrid, aplaudiendo—. ¡Hoy tenemos un auto
completo! Roar, esta es Shay. Es Shay, ¿verdad?
Asiento con la cabeza. —Encantada de conocerte Roar.
Roar se gira en su asiento y me sonríe. Tiene una cara tonta que
equilibra la barba. —Igualmente. Astrid dice que eres amiga de
Anders.
—Bueno, eso es lo que estoy tratando de averiguar —dice Lise a mi
lado—. Él quiere dejarla en su hotel.
—Yo no dije eso —protesta Anders con brusquedad.
—¡Ja21! —Astrid dice, arrancando el coche—. Primero vendrás con
nosotros al bar. Luego la llevaremos a su hotel. Ahora eres nuestra
rehén.
Lise habla a mi lado y dice algo más en noruego.

21 Si, en noruego
Anders me mira. No puedo leerlo. No estoy segura de querer
hacerlo.
Sin embargo, ser dejada en mi hotel probablemente sería lo mejor,
pero ¿y luego qué? Pasaría el resto de la noche, el resto de mis días
aquí, tal vez incluso el resto de mi vida, preguntándome qué diablos
pasó.
No puedo fingir que no vine a este país con la esperanza de que
esto sucediera.
Esperando, en secreto, sin que mi corazón lo sepa.
Pero ahora lo sé.
Y esto no debería haber sido posible.
Así que creo que al menos eso se lo debo.
Aunque a él no le debo nada.
Todos me miran, esperando una respuesta.

Página | 46 —Me encantaría tomar una copa —le digo mientras Astrid sale del
estacionamiento. No estoy segura de tener muchas opciones en eso
de todos modos.
Puedo ver a Anders frunciendo el ceño por el rabillo de mi visión.
Se da la vuelta y asiente. —Es una bebida.
—Bien —dice Astrid, pisando el acelerador con tanta fuerza que mi
cabeza sale volando contra el reposacabezas—. ¡Lo siento! —dice,
guiñándome en el espejo.
—¿Es esta tu primera vez en Trondheim? —Me pregunta Lise,
mientras recorremos las calles adoquinadas, pasamos por tiendas de
colores brillantes y la gente se acurruca bajo los paraguas.
Apenas puedo asimilarlo todo. Todo lo que puedo seguir pensando
es:
¿Es esto real, es real, es real?
¿Realmente es Anders sentado a mi lado?
Mi primer amor.
Quizás mi único amor.
Y la primera persona que me mostró lo que es romperse.
Capítulo 5
Shay
Basta decir que Lise me hace la mayoría de las preguntas durante
el viaje, todas las cuales respondo en piloto automático.
Primer viaje a Noruega.
Acabo de llegar aquí.
Estuve en Irlanda antes.
No tengo idea de lo que sigue para mí.
Ni idea.
—Eso debe ser agradable —dice Lise, mientras cruzamos un
Página | 47 puente que cruza el río y las orillas están bordeadas de viejos
cobertizos para botes decorados en ricos colores: dorados, azules y
rojos que se reflejan en el agua oscura.
—¿Agradable? —repito.
—Sí —dice ella—. Para hacer lo que quieras, ir a donde te lleve el
viento. No tener planes, ningún lugar adonde ir.
Si, lo creo. Pero a veces quieres un lugar adonde ir. Un lugar para
estar.
Astrid aparca el coche en una carretera estrecha y montañosa y
todos gritamos. Trato de no mirar en la dirección de Anders y
mientras me pongo la chaqueta por encima del cárdigan y miro los
parches húmedos de mis jeans, me pregunto si el maquillaje me
corre por la cara. Afortunadamente, la lluvia se ha reducido a
llovizna.
Incluso con el clima de mierda, Trondheim se ve y se siente muy
diferente a Oslo. Los edificios son más antiguos, menos modernos y
más pintorescos, el tráfico es bajo, calles adoquinadas llenas de
ciclistas jóvenes de rostro fresco, sonriendo bajo la lluvia, saliendo de
las carreteras principales.
—Este es el casco antiguo de Trondheim —anuncia Astrid
mientras camino a su lado, adelantándome a Anders. Cuando
cruzamos la carretera principal llamada Nedre Bakklandet, y casi
nos atropella lo que parece ser un flujo interminable de gente joven y
hermosa en bicicleta (¿quién anda en bicicleta con este clima?), Ella
señala un edificio junto al puente—. Y ese es mi bar favorito. La
cerveza es barata y buena.
El bar se llama Den Gode Nabo (no tengo idea de lo que eso
significa, suena como un planeta de Star Wars) y por dentro es
deliciosamente cálido y oscuro, como un bar de buceo escandinavo,
pero limpio y lleno de carácter. Los suelos inclinados, las paredes,
incluso los techos bajos de los que cuelgan viejos candelabros
polvorientos, son todos de madera nudosa. Hay mesas largas con
bancos apilados con mantas y almohadas y muchos reservados y
mesas escondidas en rincones oscuros. Me siento como si estuviera
en un antiguo cobertizo para botes tradicional, que probablemente
sea el caso. Incluso hay una sección en la parte de atrás que
conduce por una rampa hacia un patio flotante en el río, aunque ni
siquiera un noruego se atrevería a tomar una copa con este clima.
—Aquí —dice Astrid, señalando un reservado en la esquina—. Roar
Página | 48 y yo traeremos las bebidas. ¿Qué quieres? ¿Cerveza? ¿Sidra?
—La sidra está bien —le digo, alcanzando mi billetera, pero los dos
ya se están alejando hacia la barra larga al final. Espero que Lise se
quede con nosotros, pero sale corriendo tras ellos.
Dejándonos solos a Anders y a mí.
—Eso está en ella —dice Anders, tomando asiento y señalando mi
billetera—. Vas a necesitar ahorrar tanto dinero como puedas en este
país. —Asiente con la cabeza hacia el lugar frente a él—. Por favor,
siéntate.
Preferiría no. Me siento más cómoda parada al final de la mesa,
mirándolo. Es como si tuviera un pie fuera de la puerta, lista para
correr. Todavía no sé qué decir ni cómo actuar. Nada de esto parece
real.
—Por favor —dice Anders, frunciendo el ceño. Hay una gravedad
en su voz. Sinceridad. Tal vez estoy jodidamente loca por todavía
guardarle rencor. Quiero decir, a la mayoría de la gente no le
importaría. Everly ni siquiera se inmutó. Dejemos que lo pasado sea
pasado. El pasado es el pasado. Y lo que un chico de diecisiete años
le hizo a tu corazón no debería importar cuando tengas veinticuatro.
Entonces me siento.
Creo que respiro por primera vez desde que salí de la estación de
tren.
—Entonces —me dice, y se quita la chaqueta para la lluvia, la
dobla y la cuelga a lo largo del borde liso de la cabina de madera—.
Estoy encontrando esto muy interesante.
Levanto la ceja. —Bueno, sí.
Interesante. Y muy incómodo.
—Probablemente eres la última persona con la que imaginé que me
encontraría —dice con cuidado, cogiendo una muñeca rusa y
mirándola mientras le da la vuelta—. Tengo que decir que todavía no
puedo creerlo. —Me mira rápidamente—. ¿Cómo has estado?
¿Cómo he estado? ¿Por dónde empiezo?
—¿Todavía estás en Nueva York? —pregunta, incitándome.
—Sí —digo, acomodándome en el asiento. Todavía tengo un poco
de frío por toda la lluvia, y todo el susto, así que me cubro el regazo
Página | 49 con una de las mantas—. Bueno, ahí es donde iré cuando todo esto
termine. De regreso a Brooklyn. Aunque ahí fui cuando llegué a la
universidad. Obtuve mi título.
—¿En qué?
—Mierda —le digo, ofreciendo una media sonrisa—. Un B.A. en la
historia del arte.
—¿En serio? —él pide. Casi suena impresionado—. ¿Y qué haces
con eso?
Me encojo de hombros. —Nada. Excepto ir a Europa y visitar todos
los museos y galerías de arte que puedas, porque por una vez
conoces la historia detrás de cada pintura. Sin embargo, fuera de
eso, estoy perpleja.
—Nunca parecías tan interesada en pintar en la clase de arte —me
dice, y de inmediato siento que me congelo por dentro, esa
invocación del pasado—. Era más fotografía, ¿no? Sabes, todavía
tengo algunas de las fotos en blanco y negro que revelamos.
—¿Oh? —¿Debería sentirme halagada aquí de que se haya
aferrado a ellas?—. Bueno, todavía me encanta la fotografía, me he
vuelto vaga con mi iPhone, ya sabes.
—Noruega es demasiado hermosa para desperdiciarla en un
teléfono —me dice, presionando sus dedos en la mesa para
enfatizar—. Tienes que hacerle justicia con una cámara adecuada.
¿Trajiste una contigo?
Niego con la cabeza. Tenía una, una Nikon, pero era de Danny. O,
en otras palabras, era nuestra pero cuando se fue, la tomó. En ese
momento estaba bien con eso. Algunas personas creen que la
cámara captura tu alma. Creí que una capturaba nuestra relación
mediocre.
Ahora, sin embargo, desearía haberme aferrado a ella. Un iPhone
solo hace mucho.
—Tengo una que puedes tener —dice Anders—. En realidad, tengo
bastantes.
—¿Tienes bastantes cámaras? —pregunto. Sin embargo, no sé por
qué sueno tan sorprendida. Anders siempre tuvo bastantes cámaras.
De vuelta en la escuela secundaria, iba a la casa de empeño y
compraba cualquier cosa que le interesara, incluso si ya tenía un
montón de ellos, incluso si no tenía la intención de usarlo nunca.
Solía decir que estaba rescatando el artículo, como si tuviera alma y
Página | 50 su hogar le diera vida. Recuerdo que tenía una caja llena de Zippos y
otros encendedores plateados que no tenían combustible o no
funcionaban, pero no importaba. Siguió adquiriéndolos y se
siguieron acumulando.
Estoy tentada de mencionarle esto, en la línea de: ¿Recuerdas lo
que solías hacer?, pero no me atrevo. Eso es lo que hacen los viejos
amigos con cerveza y pizza.
No somos eso.
—Sí —continúa—. Yo las colecciono. Pero sé que recuerdas eso de
mí. Realmente deberías venir a Todalen con nosotros. Ya que no
tienes planes.
Le doy una mirada. —Primero estabas ansioso por dejarme en mi
hotel, ¿ahora quieres llevarme a tu villa? —Siempre recordaba el
nombre de la ciudad en la que creció. Siempre lo había hecho sonar
tan impresionante, como estoy segura de que cualquier poeta
aficionado lo haría.
Él mira hacia otro lado y se encoge de hombros. —Pensé que te lo
estaba poniendo más fácil. Para ser honesto, todavía no estoy seguro
de si me vas a pegar de nuevo o no. —Sus rasgos se suavizan, las
líneas de su frente se suavizan—. Shay, mira…
—Aquí vamos, —anuncia Astrid en voz alta, haciéndome saltar en
mí asiento. Ella y Lise arrojan mi sidra y sus cervezas en la mesa, la
cabeza espumosa se derrama, mientras veo a Roar escaparse con un
cigarrillo.
Astrid se desliza hacia el lugar a mi lado y apenas tengo tiempo
para apartarme. Ella levanta su copa. —Por Shay, por quien ya
siento lástima, encontrándose con personas extrañas como nosotros.
El resto de nosotros levantamos nuestras copas. Y luego las chicas
empiezan a hablar.
Bueno, realmente Astrid se pone a hablar, aunque Lise interviene
de vez en cuando. Anders permanece casi en silencio, sus ojos
profundos sobre mí todo el tiempo. Solo puedo esperar que el rubor
en mis mejillas sea por la sidra fuerte y nada más.
Me enteré de que Astrid es una viajera por el mundo, soltera
perpetua y que trabaja como bailarina de burlesque en París. No es
exactamente el Moulin Rouge, dice, pero lo suficientemente bueno.
Aunque su rostro, con un puñado de pecas en su nariz de salto de
Página | 51 esquí y su sonrisa de dientes huecos, la hace parecer más joven de lo
que es, su actitud y su cuerpo explosivo (en serio, Christina
Hendricks no tiene nada en ella), ciertamente encaja en el papel.
—Entonces, ¿qué es lo que te gusta hacer? —me pregunta Astrid—
. Quiero decir, ¿qué tipo de trabajo? ¿O qué tipo de pasatiempo
apoyaría un trabajo?
—En el mundo ideal, me encantaría hacer más fotografías —le
digo—. En la escuela secundaria tomé un montón de clases y
realmente me gustó. —Siento los ojos de Anders sobre mí—. No he
tenido ningún entrenamiento profesional desde entonces, pero he
estado haciendo muchos tutoriales en línea a lo largo de los años,
obteniendo el mejor equipo que podía pagar. Desde que viajo, creo
que encontré mi vocación. Tomo muchas fotos para mi cuenta de
Instagram, y sé que suena tonto, pero he visto que cuentas similares
se hacen realmente grandes, especialmente si la persona es
agradable a la vista. Vuelan por todo el mundo solo para tomar
fotografías y publicarlas. Ese es mi trabajo ideal.
—Ese también suena como mi trabajo ideal —dice Astrid.
—Sí —Lise—. Sabes, suena como un sueño, pero también es lo que
te está pasando en este momento. No está tan fuera de tu alcance. Si
lo construyes, vendrá.
—Bien, bueno, mucha gente ahora mismo tiene la misma idea.
¿Has visto la cantidad de cuentas de viajes en Instagram?
—Sí, pero eso no debería detenerte —me dice Astrid—. Es mejor
seguir haciendo lo que estás haciendo aquí e intentarlo, que volver a
Estados Unidos y tener que conseguir un trabajo que no te gusta.
—Si pudiera conseguir un trabajo —admito con un suspiro, mis
hombros cayendo levemente con un peso figurado—. Toda la
educación en el mundo no parece importar en este momento. Ya sea
que trabajes en Target o en el campo de tu título, todos los
empleadores quieren una experiencia de tres años para un trabajo de
nivel de entrada, e incluso entonces obtiene un salario mínimo.
Astrid me da una sonrisa comprensiva y me pregunto cuánto
ayuda con sus películas de baile en París. Supongo que mucho. —
Bueno, entonces tu solución es no volver nunca a casa. Quizás
puedas quedarte aquí y casarte con un noruego. —Y ante eso, le
sonríe a Anders.
Siento que mi cara se sonroja.
Página | 52
Anders se ríe. —Me temo que la mayoría de los hombres noruegos
no son lo suficientemente civilizados para Shay.
Instintivamente le doy una palmada en el brazo. —¿Estás tratando
de decir que soy de alto mantenimiento?
Él se muerde una sonrisa. —Para nada.
—Definitivamente no lo recomiendo —dice Lise, tomando un sorbo
de su bebida—. Vimos cómo resultó Tove.
Lise luego nos dice que su hermana gemela, Tove, es una
divorciada y una madre soltera que vive en el Círculo Polar Ártico.
Cuando menciono que quiero ir allí, Lise me dice que debo ponerme
en contacto con ella, aunque Astrid agrega que el hijo de Tove,
Harry, es un niño de seis años de terror y yo estaría en un infierno
de un momento.
—¿No vas a decir nada? —le pregunta Astrid a Anders. Frunce el
ceño, absorto en sus pensamientos, y aparta los ojos de un espacio
en blanco en la mesa para mirarla—. ¿Contribuir a la conversación?
—¿Acerca de? ¿Qué tan loca está Tove? —pregunta, palmeando su
cerveza con sus grandes manos. Siempre tuve algo por sus manos, y
desearía que ese gorrión no me estuviera mirando. Mis ojos recorren
los otros tatuajes de sus nudillos: el pez, la pala, el ojo, el reloj de
arena, el ancla, el timón del capitán y la flecha. Solo el ancla y la
pala estaban allí cuando lo conocí. Añadió un gorrión por mí, pero
nunca supe qué significaban los otros dos. Solo se encogería de
hombros cuando se le preguntaba. Dijo que no significaban nada
para él, lo que siempre pensé que era una forma extraña de
expresarlo.
—Agrega algo sobre ti. Ya sabes, a tu amiga que no has visto en
años —dice Astrid, arrastrando los pies fuera de la cabina—. Voy a ir
a ver a Roar, ¿alguien más quiere algo?
Niego con la cabeza. Ya estoy bastante mareada por las dos sidras,
lo que me está poniendo en un estado cálido y acogedor. Y no puedo
permitirme eso, no cuando Anders está sentado frente a mí, sus ojos
ocasionalmente se encuentran con los míos y los retienen como
rehenes.
Odiaba lo hermoso que era en ese entonces, y odio lo hermoso que
es ahora. Hace difícil pensar.
—No hay mucho que agregar —dice Anders, mientras Astrid se
va—. Tomé el control del barco pesquero de mi padre después de su
Página | 53 muerte. Manejo el barco cuando puedo para mantener la granja, y
ayudo a mi tío con el trabajo el resto del tiempo. No tengo
exactamente una vida emocionante.
Mi corazón se acelera ante su admisión. Sé que está tratando de
ser autocrítico cuando dice eso, pero no puedo perder la mirada de
derrota en sus ojos.
—Siento lo de tu padre —le digo. Recuerdo que su padre y él
tuvieron una relación difícil. Es por eso que se mudó a Estados
Unidos para estar con su madre, a pesar de que su relación también
se volvió demasiado difícil. Anders fue expulsado de la escuela un
mes antes de que se suponía que debíamos graduarnos y enviado de
regreso a Noruega; su madre ya no pudo con él. Lo cual estuvo bien
en ese momento, ya que rompimos unas semanas antes. En un
instante, Anders pasó de ser todo para mí a estar fuera de mi vida
para siempre.
Olvídalo, tengo que recordarme a mí misma. Concéntrate en el
ahora.
—¿Como murió? —pregunto, aunque sé que la pregunta puede ser
un poco grosera.
—Estaba perdido en el mar —dice Lise en voz baja, mirando sus
manos—. Hace cuatro años.
—Mala tormenta —dice Anders. Se recuesta en su asiento, sus
ojos buscan distraídamente la barra mientras su mandíbula inferior
se mueve—. Encontraron el bote, pero él había sido barrido. Estaba
tratando de salvar a un marinero cuando sucedió. Llevaba puesto un
traje de supervivencia en ese momento, pero… no importaba.
—Ay Dios mío. —Mi mano va a mi pecho, mi corazón se hunde—.
Lo siento mucho. ¿Y ese es el barco que tienes ahora mismo?
—Midnattsol —dice—. El Sol de Medianoche. Solía llamar a mi
madre sol de medianoche, así que supongo que estaba maldito para
empezar.
¿Estás trabajando en un barco maldito? Quiero preguntar. Pero no
lo hago. El tema parece comprensiblemente delicado. No puedo
imaginar cómo sería que un padre muriera así, de una manera tan
vaga e indefensa, sin un cuerpo que enterrar, y luego heredar la
nave, el trabajo que lo mató. No puedo comprender cómo lo hace
Anders, pero estoy empezando a comprender esa mirada angustiada
en sus ojos. Cuando era más joven, había al menos una fachada de
rebelión juvenil jovial enmascarando la oscuridad. Pero ahora,
Página | 54
especialmente en la tenue luz de este bar, parece desgarrado por la
guerra y cansado.
—Pero —dice Lise, pegando una sonrisa y mirando a Anders—,
nuestro padre sabía lo que estaba haciendo. Era muy bueno en su
trabajo y conocía los riesgos. Todos lo hicimos. Sucede mucho por
ahí y era simplemente el plan de Dios para él.
Anders resopla y le da un plan burlón. —Sigues diciendo el plan de
Dios, Lise, pero no estoy seguro de que sepas lo que eso significa.
Ella levanta la barbilla. —Sé lo que Dios significa para mí. ¿Qué es
él para ti?
—Un poeta —dice Anders después de un momento, sin sonreír a
nadie en particular—. Uno desagradable.
Oh chico. Espero no estar a punto de quedar atrapada en un
debate teológico entre hermanos.
—Entonces, ¿cuánto tiempo estás en el mar? —Le pregunto,
tratando de llevar la conversación por un camino más suave.
Me mira con atención y asiente con la cabeza casi imperceptible,
como si supiera lo que estoy tratando de hacer. —Por lo general, tres
semanas, a veces un mes. A veces más. Depende de la temporada. Lo
más corto que he estado fuera fueron dos semanas. Fue un desastre,
no pude encontrar el pescado en ninguna parte, pero eso es lo que
obtuve por probar nuevos terrenos. El más largo fue de seis
semanas. La pesca fue jodidamente fantástica y cuando tienes la
oportunidad de ganar más dinero, la aprovechas.
—Pero cuando haces eso —dice Lise—, y trabajas turnos de
dieciséis horas, te quemarás antes de lo que crees.
Anders se encoge de hombros. —Soy joven. Todavía no estoy
agotado. Y hace que trabajar en la granja se sienta como unas
vacaciones.
—¿Y cuánto tiempo trabajas en la granja? —pregunto, totalmente
intrigada por cómo ha resultado su vida. Me hace sentir como si
literalmente yo hubiera hecho una mierda. Sí, obtuve mi título y
mantuve algunos trabajos. Pero ninguno de ellos fue particularmente
desafiante.
Ninguno de ellos significaba nada.
—Depende de la temporada, del bacalao, de los precios —dice—.
Página | 55
Estaré aquí durante un mes a menos que algo cambie.
Un mes. La misma cantidad de tiempo que me dije a mí misma
que probablemente me quedaría en el país.
Me estoy engañando a mí misma sí creo que eso significa algo.
—¿Nos estamos portando bien? —dice Astrid mientras pone un
vaso de agua, Roar a su lado, bebiendo una cerveza.
—Solo tú —dice Lise.
—Bueno, esta noche nos llevaré de regreso a Todalen —dice
Astrid—. Alguien tiene que estar sobrio. —Sus labios se contraen
cuando mira entre Anders y yo—. Hola Lise, —dice, mirando a su
hermana con ironía—. Ven conmigo al 7- 1122.
Lise frunce el ceño. —¿Ahora?
—Sí, quiero la compañía.
—Pero está justo al lado —dice Lise, y ahora Astrid está
levantando las cejas en dirección a Anders, de una manera
demasiado dramática. Los labios de Lise forman una `O` y luego
asiente. Dice algo en noruego, en voz baja, y se levanta—. Si me

22
7-11:7-Eleven es una cadena multinacional de tiendas de conveniencia con sede en Texas.
disculpan, —nos dice, antes de que se escabullan por la barra y
salgan por la puerta.
Miro a Roar para ver qué va a hacer, pero él solo levanta su
cerveza en un saludo y luego se dirige al bar, hablando con el
camarero, a quien obviamente conoce bien.
Y estamos solos de nuevo.
Miro lentamente hacia atrás a Anders y me aclaro la garganta.
Me mira con la cabeza gacha y el ceño fruncido. —¿Vas a quedarte
en Trondheim? —pregunta con cuidado.
—Sólo por una noche o dos —le digo—. Entonces tal vez me dirija
hacia el norte.
—Tienes que ir al sur también —dice.
—Lo haré. Tengo un plan.
Finalmente.

Página | 56 —Tienes que venir a Todalen.


Totalmente no es parte del plan.
—Ya veremos —es lo único que puedo ofrecerle. Cuando digo eso,
siempre significa que no.
—Esta noche —agrega.
Ahora esto me pilla por sorpresa.
Inclino la cabeza, con los ojos muy abiertos. —¿Esta noche?
—Sí —dice asintiendo con la cabeza, sin siquiera sonreír—. Esta
noche. Podemos llevarte de regreso a tu hotel y puedes cancelar tu
estadía.
Niego con la cabeza. —Me cobrarán la noche por hacer eso.
—Hablaré con ellos, te prometo que no lo harán —dice, y agrega—:
Puedo ser muy persuasivo.
—Lo sé —no puedo evitar decir—. Pero no.
No. Porque Todalen no es parte del plan, ni tampoco Anders.
—¿Por qué no?—pregunta, y es completamente genuino.
—Porque —digo, buscando las palabras—. No está… en los planes
que hice.
—Entonces cambia tus planes. Tú misma dijiste antes que no
tienes idea de lo que harás a continuación.
—Quise decir en la vida.
—¿No es un buen comienzo saber lo que vas a hacer esta noche?
—Sabía que iba a pasar una noche en Trondheim —señalo.
Necesito mi determinación para mantenerme fría y afilada como una
navaja.
—Puedes pasar una noche aquí en cualquier momento. ¿Cuándo
estoy yo en casa? ¿Cuándo estás tú en Noruega? ¿Cuáles son las
probabilidades de que nos encontremos así? Vamos... ¿no crees que
al menos deberías ver el pueblo en el que crecí, del que siempre te
hablé?
Y lo hago, lo hago, maldita sea. Quiero experimentar este país de la
manera real, fuera de los caminos trillados, en los pueblos, con los
lugareños.
Con mi exnovio.
Página | 57
Quien ahora resulta ser un dios nórdico.
Simplemente no puedo decidir si es Thor o Loki.
—Es el destino —ofrece, y sus ojos son tan sinceros que casi le
creo.
—¿Destino?
Él se encoge de hombros. —Seguro, ¿por qué no? Estoy aquí. Mis
hermanas están aquí. Tenemos un coche. Nos dirigimos de regreso
allí después de esto. La granja tiene mucho espacio.
Lo miro con sospecha. —¿Estás tratando de convertirme en un
peón de la granja adicional?
Finalmente sonríe, solo un movimiento de sus labios. —Quizás.
Es tentador. Realmente tentador. Pero no se siente bien. No
debería ser así, tan fácil. Patética o no, todavía estoy enojada con el
tipo, y sé que ya no somos las mismas personas, pero soy terca como
una mierda y, además, ¿quién dice que incluso quiero estar con él?
Solo porque sigue mirándome de la forma en que lo hace, la forma
en que se muerde el labio inferior esperando mi respuesta, lo que me
hace recordar la forma en que sus labios se sintieron en los míos, se
sintieron en mi cuerpo, cómo todo su ser me despertó en placeres
que nunca pensé posibles. Éramos tan jóvenes y, sin embargo, dejó
su huella, profunda y dura, dentro de mí, y todavía puedo sentir eso,
sentirlo, sentir lo hermosa que me hizo llegar a ser.
No, me digo a mí misma bruscamente, casi dándome un latigazo.
Deja de mirar al precioso vikingo antes de que se vuelva un lio. Estás
recordando viejos sentimientos que ya no significan nada.
—Lo siento —le digo, aunque algo en mi corazón se aprieta
mientras lo digo—. Gracias por la oferta, pero creo que es mejor si
me quedo aquí. Todo este viaje estaba destinado a ser para mí, sola,
ya sabes. Descubriéndome a mí misma y todo eso.
—¿No crees que podría ayudarte? —él dice—. Lo hice una vez
antes.
Exhalo por la nariz con fuerza. —Sí. Y mira la forma en la que me
dejaste. Oh, espera, supongo que no pudiste desde que te fuiste de
inmediato.
Frunce el ceño, luciendo dolorido. —Me lo merezco. Fui un idiota.
—Ese no es el punto —digo rápidamente con un movimiento de mi
Página | 58 mano, sin querer entrar ahora, ni nunca, en eso—. Solo digo…
gracias, pero no gracias. De hecho, probablemente debería ponerme
en marcha pronto. —Agarro mi bolso a mi lado—. Mi hotel está en el
casco antiguo de todos modos, debería ser fácil de encontrar.
—Por favor, no te vayas todavía —me dice, extendiendo la mano
por encima de la mesa y tocando mi brazo. Me mira implorante y
hace falta todo para no perderse en esos ojos grises-azules, luciendo
extra rico en la barra oscura.
Me recuerda a nuestra primera pelea. Fue por algo estúpido,
apenas lo recuerdo. Tal vez miró a una chica demasiado tiempo y me
puse celosa. Me llamó paranoica. Lo llamé mentiroso. Lo teníamos en
los escalones de la entrada y terminó con él arrastrándose a mis
pies, pidiéndome que me quedara con él.
Lo curioso fue que esa debería haber sido mi primera señal de
advertencia. Lo más probable es que estuviera mirando a una chica
demasiado tiempo y, si yo sabía algo mejor, probablemente también
se estaba acostando con ella.
Pero en retrospectiva es veinte/veinte.
Trago y consigo una sonrisa. —Será mejor que vaya a registrarme.
—Te acompañaré entonces —me dice, deslizándose fuera de la
cabina—. Déjame pagar en el bar.
Contemplo simplemente salir de todos modos, mis recuerdos han
traído esta horrible sensación de vergüenza e incomodidad, cuando
Astrid y Lise regresan al bar, bolsas del 7-11 en sus manos.
—Te traemos algunos dulces noruegos —dice Astrid alegremente,
agitando una barra de chocolate hacia mí. Luego se da cuenta de que
Anders paga en el bar—. ¿Está pagando? Ese idiota.
—Dios, lo dejaría si fuera tú —dice Lise—. Quién sabe cuándo
volverá a ser tan generoso.
Pero incluso después de todo lo que acabo de pensar, no puedo
evitar molestarme por ese comentario. Tenía entendido que Anders
trabajaba en la pesca para mantener la granja en funcionamiento.
Parecía que Anders era mucho más generoso de lo que tenía que ser.
—Aquí, —dice Astrid, colocando la bolsa en mis manos—. Están
Lakerol 23 y Melkesjokolade 24 y lo que ustedes llaman gomitas.
Suficiente para mantener contento a los golosos. —Luego me mira de
arriba abajo—. ¿Ya te ibas?

Página | 59
Asiento, dándole una rápida sonrisa. —Pensé que sería mejor ir a
registrarme en el hotel. Está en algún lugar cerca de aquí.
Aunque todavía tomo la bolsa de dulces. No voy a dejar pasar eso.
—¿Estás segura? —ella pregunta—. Esperábamos que Anders
pudiera convencerte de que vinieras a Todalen con nosotros. —Ella
intercambia una mirada con Lise—. Sé que realmente no nos
conocemos, pero Lise y yo estaremos allí por unos días más y sería
bueno tener a alguien más con quien hablar que no sea el tío Per y
nuestro hermano. Roar se queda aquí en la ciudad. Y las chicas del
pueblo son aburridas.
—Incluso si Anders no lo cree así —agrega Lise con una sonrisa.
Ese comentario profundiza más de lo que debería. Astrid le da a
Lise una mirada de advertencia.
—Iba a acompañar a Shay a su hotel —dice Anders mientras
regresa. Coge su chaqueta y se la pone y yo hago todo lo posible para
no mirarle los hombros.

23
Lakerol:es una marca sueca de dulces. Los caramelos son pastillas sin azúcar y el ingrediente principal es la
goma arábiga. Los dulces se producen en una variedad de sabores. El dulce es producido por la empresa
sueca de confitería Cloetta.
24
Melkesjokolade:Freia Melkesjokolade es una barrita de chocolate con leche de la marca chocolatera
noruega Freia, que ha sido la chocolatina más vendida en Noruega desde la década de 1960.
—¿Estás segura de que no podemos convencerte? —Me pregunta
Lise.
Tengo que admitir que se siente muy bien ser querida, incluso por
personas que apenas conoces. Realmente bueno. Pero ya he tomado
una decisión.
—Gracias, pero voy a ceñirme a mi plan original.
Astrid parece abatida. —Ah, bueno, espero que lo pases bien en
Noruega, independientemente. Fue un placer conocerte.
Me da un abrazo rápido y Lise hace lo mismo.
Anders toma las llaves de Astrid y luego me asiente. —¿Lista para
ir?
—Sabes que puedo encontrar el lugar por mi cuenta, tengo mi
teléfono —le digo mientras saludo una vez más a sus hermanas y
salgo por la puerta. La lluvia está cayendo de nuevo, un viento frío
azota.

Página | 60 —Estás en una ciudad en la que nunca has estado y es una de la


que sé todo —dice—. Te acompaño a tu hotel. Es lo más absoluto
que puedo hacer.
Él tiene razón en eso. Subimos la pequeña colina para sacar mi
mochila del maletero del coche. Le digo el nombre del hotel y giramos
de donde estaba el bar, dirigiéndonos hacia la izquierda en la calle
adoquinada. Todavía hay luz, aunque parece que debería estar
oscuro, y a pesar de la lluvia, cada vez más personas pasan en
bicicleta junto a nosotros.
—Todos aquí deben estar súper saludables —comento, mientras
una chica con el pelo rubio largo y húmedo pasa en bicicleta,
luciendo totalmente fresca.
—Tenemos que trabajar con toda la cerveza —dice Anders,
agarrándose la barriga, aunque probablemente no tenga nada más
que músculos magros en él.
Me pregunto cuánto habrá cambiado su cuerpo. Si hay más
tatuajes. Si mis manos volvieran a tocarlo, ¿reconocerían su piel?
Mantente concentrada, me digo a mí misma. Casi llegamos.
—Sabes que la oferta está sobre la mesa —me dice—. Si cambias
tu mente. En cualquier momento.
—Gracias.
—Sabes, he pensado mucho en ti.
Oh Dios. Por favor, no empieces.
Hago un pequeño gruñido, la única respuesta que puedo reunir.
Prosigue—: A menudo pensaba en ponerme en contacto contigo,
pero no sabía cómo.
—Te hiciste amigo de Everly en Facebook —señalo.
—Y, honestamente, fue solo para acercarme a ti.
Oh mierda. ¿Por qué me está diciendo esto?
Mi garganta se siente gruesa y tengo problemas para tragar. —
Bueno, estás bastante cerca de mí en este momento.
—Y me gustaría acercarme.
Dejo de caminar y le lanzo una mirada de incredulidad. —¿Estás
coqueteando conmigo?
Él también se detiene. Se alza, mirándome con una leve sonrisa. Si
Página | 61 no fuera por su barba, vería sus hoyuelos. —Lo sabrías si estuviera
coqueteando contigo, Shay. Solo estoy siendo honesto, eso es todo.
—Él asiente con la cabeza hacia algo por encima de mi hombro—.
Ese es tu hotel justo ahí.
Me doy la vuelta y veo un cobertizo rojo hecho como un B&B. Él
tiene razón.
—Entonces —dice, extendiendo su mano—. Supongo que esto es
un adiós. Nunca pudimos hacerlo bien la primera vez.
Maldita sea. Una parte de mí desearía que siguiera luchando.
Miro su mano. Es una ofrenda de paz. Es el cierre.
Es una ilusión.
—Está bien —le digo. Pongo mi mano en la suya y la agarra con
fuerza.
Es solo un apretón de manos. Solo una forma de decir adiós.
Solo piel con piel.
Pero es mucho más que piel con piel.
Es la forma en que mi mano encaja en la suya, como siempre.
Son recuerdos, tanto amargos como dulces.
De repente, lo último que quiero hacer es soltar su cálido y fuerte
agarre. No creo que alguna vez me haya sentido tan arraigada y sin
ataduras al mismo tiempo.
—Buenas noches —le susurro—. Adiós.
—Adiós, Shay —dice, dándome un apretón en la mano—. Fue muy
bueno verte de nuevo.
Luego la suelta y es como si me faltara una extremidad.
Se da la vuelta y camina por la brillante calle adoquinada.
Quiero gritarle.
Pero no sé qué le diría.
Todavía hay mucho que decir.
En cambio, me doy la vuelta y me dirijo al hotel para registrarme.

Página | 62
Aquella noche, me acuesto en la cama, sin poder dormir, los
sentimientos me desgarran, dejándome vacía.
Son sentimientos de hambre.
Me siento imprudente y con ganas. Como si quisiera ceder.
Recuerdo un poema que leí una vez.
Ella quiere tanto, demasiado por cosas que no la quieren, por cosas
que no son cosas, por corazones que no son corazones.
Ella quiere tanto, que le doy todo de mi, y ella apenas se da cuenta
de que es lo que ella quería desde el principio.
Capítulo 6
Shay
ANTES

Sexo.
Es todo en lo que pienso. Todo el puto tiempo.
Y para ser honesta, ni siquiera estoy segura de si esto es
normal. Everly y yo hablamos de sexo con mucha libertad. Sé
que ha tenido relaciones sexuales con su ex, Jeff, pero aparte de
algunos detalles básicos, nunca lo menciona. Aunque habla de
Página | 63
pollas todo el tiempo, por lo general lo hace con humor.
Luego está mi otra amiga, Jen Brown, que duerme orgullosa.
Ella entendería mis locos pensamientos sexuales, pero tiene
esta forma de hacerte sentir particularmente mal si le preguntas
algo, como si fueras mucho más joven y ella lo supiera todo. No
voy a seguir ese camino.
Y, de todos modos, tampoco voy a hablar con mi hermana
sobre sexo. Puede que Hannah sea mayor, pero te garantizo que
también es virgen. Nunca he visto a un chico a su alrededor,
incluso ahora con ella yendo a la universidad. Sexo, chicos,
maquillaje, alcohol, cualquier cosa remotamente genial y
Hannah ni se inmuta. Probablemente se convertirá en la
científica que descubre la cura para el cáncer, pero no podrá
encontrar su propio punto G.
No es que yo lo tenga. Pero lo he intentado. Las revistas
Cosmo son una gran cantidad de conocimientos.
Luego está mi madre, con quien probablemente ni siquiera
hablaría, aunque estuviera aquí con nosotras y no actuara
como una tonta con nuestro padre en Mumbai. Desde que ella
lo recuperó (joder, ni siquiera lo recuperó, le suplicó que
volviera después de todo lo que él le hizo. ¿Quién hace eso?), he
resuelto no volver a seguir nunca un consejo de ella. Eligiendo a
papá en lugar de nosotras, de nuevo, cuando ella debería correr
hacia las colinas y pedir el divorcio.
No lo entiendo, y cuanto más lo pienso, más enojada me
pongo.
Entonces, tal vez sea bueno que tenga sexo en el cerebro.
Quiero decir, cómo no hacerlo cuando tengo a Anders para
distraerme.
He estado viendo a Anders durante un mes.
Solo nos hemos besado.
Está bien, no debería decir que solo nos hemos besado.
Sus besos son más que cualquier beso que haya tenido antes.
Son desgarradores.
Página | 64 Impresionantes.
Y muy adictivos.
Por supuesto, también me ha tocado varias veces, y algunas
veces, me refiero a anoche, y no estaba a punto de apartarme de
él porque sabe exactamente lo que está haciendo con ellas. No
me manosea como lo hacía Phil Hadzocos cuando estábamos
saliendo, como si mis tetas fueran tratadas como una pelota
antiestrés.
Tal vez sea porque Anders es extranjero y tiene ese acento
ridículamente sexy, ese hermoso cuerpo delgado y esas
maravillosas palabras que ronronea en mis oídos.
Sabes a polvo de estrellas.
Tengo el cielo en mis manos.
Me vas a sentir incluso cuando me haya ido.
¿Ves lo que quiero decir con impresionante?
Estoy segura de que sus palabras son cursis para algunos, tal
vez. Pero no de la forma en que lo dice. No con esos ojos
intensos suyos, los que me atraviesan, que se burlan de mí con
secretos que tal vez nunca descubra sobre él. Sus palabras son
él y las creo con cada parte de mí.
No quiero nada más que perder mi virginidad con Anders
Johansen. Algunos incluso podrían decir que estoy enamorada
de él.
Pero qué terriblemente trágico es estar enamorada,
especialmente cuando es el primero. Porque eso nunca puede
funcionar. La gente ya no se casa con sus novios de secundaria,
y si lo hacen y lo hacen funcionar, estoy segura de que son uno
de los pocos afortunados. Soy realista. Sé lo que nos da el
mundo. Sé que, si te enamoras una vez, debes estar preparada
para enamorarte una y otra vez. Con tantas personas diferentes
como sea posible. Porque, ¿cómo sabes que es amor si no tienes
con qué compararlo?
Pero es por eso que da tanto miedo y por eso actualmente,
mientras estoy sentada en mi habitación, con montones de
Página | 65 revistas en mis pies, uñas recién pintadas, me niego a
entretener el tema. En su lugar, me refiero al sexo. El sexo es
más fácil de manejar. Creo. Ojalá. Porque, ¿qué pasa si te
enamoras, pierdes al chico y luego en la vida, muchos amores
después, te das cuenta de que el primer amor fue el único que
realmente se quedó en ti?
¿Y luego qué?
Esa no puedo ser yo.
Me niego a enamorarme de mi novio.
Pero recuerda mis palabras, lo veré antes de que termine la
semana.
Capítulo 7
Shay
Ahora

No puedo dormir.
Doy vueltas en la cama y las mantas me envuelven hasta
casi estrangularme. Desde que me registré en el hotel, no he
podido dejar de pensar en Anders. Ni por un segundo. Ni
Página | 66 siquiera me molesto en actualizar mis redes sociales o en enviar
mensajes de texto a Everly como debería, o enviar un correo
electrónico a mi madre como ella me pidió.
Me dedico a pasear por mi habitación o a mirar el rio por
la ventana, deseando no estar tan sola. Deseando haber dicho
que sí.
Soy testaruda. Terca y estúpida. En las heces de mi
subconsciente, sé que había estado esperando, rezando, que me
encontrara con Anders, tanto como esperaba no hacerlo. Ahora
que lo hice, se siente tan... mezquino dejarlo como lo hice.
Tal vez fue el destino, tal vez no, pero algo me dice que
cualquier fuerza que lo puso en mi camino quería que pasara
algo más. Después de todos estos años, y todas las cosas que
imaginé decirle, ninguna de ellas se dijo. No hubo un cierre.
Nada se resolvió. Todo lo que mi encuentro con Anders hizo fue
recordarme que tenía la oportunidad de hablar con él, dejar
atrás el pasado y superarlo, me atrevo a decir, pero yo era
demasiado terca para considerar su oferta.
Cuando llegan las tres de la madrugada y estoy medio
levantada de la cama, mirando al techo y escuchando la lluvia
con un corazón pesado y palpitante, sé lo que tengo que hacer.
No se ha acabado.
Y con eso en la cabeza, finalmente me duermo.

Cuando la mañana llega, lo primero que hago, además de


frotarme los ojos y preguntarme por un momento dónde
demonios estoy, es agarrar el teléfono y entrar en Facebook. A
noche no había pensado en darle mi número o pedirle el suyo,
ni siquiera hay forma de estar en contacto.
Me meto en la página de Everly y recorro su lista de
amigos ¿cómo demonios tiene tantos? cuando encuentro a
Página | 67
Anders, lo agrego rápidamente como amigo.
Me ducho y me preparo lentamente, cada dos minutos cojo
el teléfono y compruebo si ha aceptado mi solicitud de amistad
o no. Sé que podría enviarle un mensaje, pero sólo iría a su
carpeta de —Otros— en Facebook y ¿quién se acuerda de
comprobar eso? Suele estar llena de insinuaciones sexuales de
hombres que quieren que seas su novia a cambio de dinero.
Cuando llegan las once de la mañana, sé que no tengo
suerte. Tengo media hora para dejar la casa de huéspedes no sé
si me quedare otra noche o si me cobrarán por ello.
A las 11:16, Anders acepta mi solicitud de amistad.
Me abalanzo sobre él teléfono como un animal y le envió
un mensaje rápido, sin tiempo para pensar—: Oye, sabes que
estaba pensando que no me importaría ir a Todalen después de
todo. ¿Cómo puedo llegar allí?
Su respuesta es casi inmediata—: Quédate dónde estás.
Estaré en el hotel en dos horas. Hay una cafetería al otro lado de
la calle que se llama Beanz por si necesitas salir.
Bueno, no me lo esperaba. Rápidamente le devuelvo el
mensaje, diciéndole que está bien, que no tiene que hacer eso
por mí y que soy feliz tomando un tren si lo hay, o un autobús.
Pero mientras llamo a la recepción desde el teléfono de mi
habitación y les informo que voy a salir temprano, mi mensaje
para él no es leído.
Mierda. Supongo que está en camino.
Me siento un momento en la cama, doblando una pierna
debajo de mí y sintiéndome de nuevo cada vez más adolescente.
Incluso me muerdo el labio. Mi corazón se acelera y hay una
curiosa sensación en mi pecho, como si fuera un cielo azul
infinito, lleno de promesas.
Estoy mareada. Eso es lo que es.
Y temerosa.
Página | 68 Y nerviosa.
Y un millón de cosas más.
Mierda.
Esto no es bueno.
No planeé esto.
Ahora, de repente, me embarga el impulso de lucir mejor
que nunca. Al menos mejor que ayer. Sé que tengo que salir
cuanto antes, pero me maquillo un poco más la cara. Mi piel
está más pálida de lo normal gracias al invierno irlandés, así
que aumento la cantidad de bronceador y rubor, enderezo mi
flequillo y me aplico un labial neutro mate en mis labios. Me
recuerda lo loca que me volvía esos días, tratando de
impresionar a Anders. Leía todas las revistas, especialmente
Cosmopolitan, tomando todos los consejos de maquillaje y sexo,
esperando el día que pudiera probarlos. La mayoría de los
consejos de maquillaje eran para chicas blancas, pero lo hacía
funcionar de todos modos. Es curioso que no haya tocado esas
revistas en años; ni siquiera creo que nadie de más de veintidós
años la siga leyendo.
Me miro en el espejo y creo que me veo linda. No
exactamente sexy, ya que llevo un suéter noruego que compré
en Oslo, jeans y botas, pero lo suficientemente bien. Cuando
has estado viajando durante tanto tiempo como yo y viviendo
esencialmente de una pequeña bolsa de lona y una mochila
gigante, tus trajes —sexy— tienden a ser cualquier cosa cómoda
y fácil de lavar. Solía ser una chica femenina en Brooklyn, pero
aquí llevo vaqueros elásticos, leggings y chaquetas de punto la
mayor parte del tiempo.
Hago rápidamente las maletas y bajo al vestíbulo. El
dueño del hotel es muy amable y no le importa que me quede
sentada. Aunque después de un rato (y de un millón de fotos de
las vistas del río y de las casas flotantes de colores brillantes al
otro lado de la calle, me aburro, así que recojo mis cosas y me
dirijo al otro lado de la calle, a la cafetería que mencionó
Anders.
Página | 69
Me siento como si estuviera esperando a que apareciera
una cita. Estoy segura de que si no tuviera mi bolsa de lona en
el suelo y mi mochila en la silla de enfrente, también lo
parecería. Sigo dando sorbos cuidadosos a mi café, demonios,
aquí lo beben muy fuerte, y miro por la ventana. Cada vez que
alguien entra en la cafetería, yo miro hacia arriba, y cuando no
es Anders siento una curiosa mezcla de alivio y arrepentimiento.
Me pregunto qué emoción ganará al final.
Al menos ahora vivo el momento, porque lo siento
absolutamente todo. Tengo que recordar que debo relajarme,
que no debo dejarme llevar. Probablemente sería lo mejor si
hiciera todo lo posible para olvidar que alguna vez salí con
Anders, que lo amé, que perdí mi virginidad con él, y que tuve
mi corazón severamente desgarrado por él. Si pudiera fingir que
era alguien nuevo que entraba en mi vida, un extraño guapo,
sexy y atractivo como el infierno que entra en esta cafetería y
me arrastra, aunque solo sea a un pequeño pueblo por un poco
de sabor local.
Saco mi diario para distraerme, preguntándome si
Anders sigue escribiendo en el suyo. La poesía que él
garabateaba todavía se me queda grabada día tras día.
Deja eso, me digo. No existe el pasado, solo el ahora.
Suena la campana de la puerta, que resuena en la
tienda.
Levanto la vista.
Anders entra, inmediatamente me ve y sus ojos oscuros se
encuentran con los míos. Juro que nuestras pupilas deben
estar magnetizadas porque cuando me mira fijamente, soy
incapaz de apartar la mirada.
Mi corazón se acelera cuando avanza con su gran cuerpo,
moviéndose entre las mesas con facilidad, me recuerda a una
vez en Capri, subiendo a la cima de un montón de rocas lisas y
Página | 70 altas y haciendo equilibrio durante un momento embriagador,
solo yo, el aire y el mar, antes de sumergirme directamente.
Esa sensación de lo desconocido.
La libertad.
Y luego la caída.
Oh, Dios mío. Este hombre me va a romper de nuevo.
Pero no puedo correr. Quiero hacerlo, más que nada. No
puedo huir de mi pasado más de lo que puedo correr hacia él.
Porque mi pasado viene hacia mí.
—Hola—me dice, con voz de crema. Ese acento siempre es
la guinda del pastel.
—Hola —digo, mirándole fijamente. Sonrío.
Él me devuelve la sonrisa. Con los labios cerrados y un
poco malvados. Es casi un alivio verlo después de la forma
confusa y melancólica de anoche.
—Estaba pensando—le digo mientras me pongo en pie,
apoyando las manos en la mesa—. Que tal vez deberíamos
empezar de nuevo.
Ladea la cabeza y un mechón de su pelo despeinado cae
sobre su frente. —¿Empezar de nuevo?
—Imagina que nos encontramos por primera vez. Hoy
mismo. Ahora mismo.
Frunce el ceño y mete las manos en los bolsillos de su
chubasquero verde intenso. —Borrar el pasado.
Me encojo de hombros. —Quizá no lo borrarlo. Sólo... —
olvidarlo, por ahora. —Me froto los labios, haciendo una ligera
mueca de dolor—. Por favor. Creo que ayudará.
Por favor, no me hagas explicar por qué. Debería saber por
qué.
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Asiente con la cabeza, desviando la mirada por un
momento antes de volver a mirarme y extender la mano.
—Anders Johansen. Soy su chófer hoy, y le llevaré a la
olvidada ciudad de Todalen. Somos famosos por el senderismo y
nuestras albóndigas de patata.
Coloco mi mano en la suya y, al igual que la noche
anterior, esa emoción caliente corre desde mi palma y por el
resto de mi cuerpo. —Shay Lavji. Brooklyn, Nueva York. Famoso
por nuestra cerveza e ironía.
—Encantado de conocerte, Shay.
—Encantada de conocerte, Anders—le digo. No puedo
evitar sonreírle del todo y cuando lo hago, algo en sus ojos se
ilumina—. Gracias por venir a buscarme.
—Cuando quieras—dice, soltando y recogiendo mi
mochila, balanceándola sobre su hombro—.¿Estás lista para
irnos?
Le digo que sí y estoy a punto de coger mi mochila cuando
él también la coge. Le doy las gracias mientras se aleja y le sigo
fuera de la cafetería. Mi visión de él desde atrás no es tan mala
vaqueros azules y botas de trabajo, aunque me encuentro
deseando que su impermeable no le cubra el culo como lo hace.
Necesito echarle un buen vistazo a esa cosa. Ya sabes, para
comparar.
Hoy está nublado, con un ligero viento que empuja las
ramas de los árboles en ciernes, pero al menos no está
lloviendo. Para mi sorpresa, me conduce hasta un deportivo rojo
de época.
—¿Es tuyo?—le pregunto, mirando el precioso coche.
—Lo es—dice con orgullo, abriendo el portón y metiendo
mis maletas—. El VW es de mi tío, pero este bebé es todo mío.
—¿Qué tipo de coche es?
—Un Datsun. Sólo lo mejor para estas carreteras.
Página | 72 Realmente no pueden caber más de dos personas en él, así que
espero que no te importe estar un poco apretada.
¿Importar? Mi estómago se pone espumoso pensando en
estar a solas con él en el coche durante lo que parece ser un
largo viaje.
Me abre la puerta del pasajero. —Después de ti —dice.
Incluso siendo un adolescente, en el centro de toda esa
rebeldía, todavía tenía modales. Deja de hacer eso, me reprendo.
Vuelve a empezar.
—Gracias—le digo, subiendo al coche.
—¿Qué hiciste anoche después del bar?—me pregunta
mientras lleva el coche por la carretera, las ruedas rebotando
sobre los adoquines.
—Me quedé en mi habitación—le digo—, mirando por la
ventana y observando a toda la gente que va y viene esta tarde.
Normalmente me maravillaría de todo ello, de lo ajeno, de
lo nuevo, y empezaría a preguntarme cómo sería vivir en esta
ciudad. Pero con Anders a mi lado, esas grandes manos en el
volante, nuestra proximidad, está más allá de la distracción. En
lugar de ser una verdadera viajera y concentrarme en el mundo
que me rodea, mi mente sigue oscilando hacia el mundo dentro
del coche, como un péndulo.
—¿No volviste a salir?—pregunta incrédulo—.¿Qué hiciste
para cenar?
Le dirijo una mirada tímida. —Me comí todos los
caramelos que me regalaron tus hermanas.
Pone los ojos en blanco y sonríe. —Bueno, te diré algo, en
cuanto lleguemos a Todalen te llevaré al único restaurante.
Espero que te gusten las albóndigas de patata, porque es lo
único que tienen.
—¿Una cosa en el menú? Qué moderno.
—No las critiques hasta que las pruebes.
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Tengo que admitir que me retumba el estómago al
pensarlo.
—Mientras no esté cubierto de arenques, estaré bien —le
digo medio en broma, porque ew.
—¿Qué ha pasado con la aventurera que le gustaba
probarlo todo?—pregunta, riéndose suavemente.
—¿Recuerdas aquella vez que fuimos a comer sushi y te
comiste el... qué era, ¿erizo de mar?
Le sonrío con fuerza.
—Oh, lo siento —dice, con las cejas oscuras juntas—. Se
me había olvidado. No menciones el pasado. —Sus nudillos
aprietan el volante por un momento antes de relajarse—. De
todos modos, supongo que debería enseñarte la catedral de
Trondheim ya que estamos aquí.
Me lleva por una calle estrecha bordeada de árboles y
cafés donde la gente intenta tomar el débil sol. Al otro lado de la
calle hay una gigantesca catedral gótica, de aspecto casi
aterrador, que empequeñece a los excursionistas que se relajan
en el extenso césped de abajo.
—Nuestra iglesia medieval más famosa, la Catedral de
Nídaros—explica mientras entra en una plaza de
aparcamiento—. También es la más antigua de Escandinavia.
Salimos del coche y caminamos alrededor, observando las
agujas con techo de cobre, ahora de color verde lechoso,
sintiendo el reojo de las gárgolas y las caras talladas en las
puertas. Es precioso y espeluznante al mismo tiempo, y me
tomo un momento para asimilarlo y preguntarme cómo
demonios se construyó esto hace tantos siglos.
—¿Quieres entrar?—le pregunto mientras nos detenemos
junto a las gigantescas puertas delanteras. Puedes oler los
bancos mohosos y la calidad de las hierbas de tantas ofrendas
que llegan desde el interior oscuro.
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Niega con la cabeza. —Ya me han juzgado bastante —
dice, metiendo las manos en los bolsillos.
Le dirijo una mirada curiosa, pero no continúa. No
recuerdo que el adolescente Anders tuviera ningún problema
con las iglesias o la religión. Pero, de nuevo, había muchas
cosas, demasiadas, que no conocía de él.
Termino de hacer unas cuantas fotos con mi teléfono,
centrándome en las estatuas de piedra talladas en la fachada,
antes de volver al Datsun y salir de la ciudad, pasando por los
suburbios y los centros comerciales que me recuerdan a mi
hogar. Claro si mi hogar tuviera colores brillantes con ese aire
escandinavo ordenado y moderno.
Estamos en silencio durante la mayor parte del trayecto, lo
que no me importa. Y por alguna razón, el silencio no es
incómodo en absoluto, es cómodo.
Por una vez me permito concentrarme en el viaje, y
aunque soy consciente de la presencia de Anders en todo
momento, siento que mi mente divaga felizmente. Pasamos por
pequeños pueblos, aldeas, asentamientos. Los valles son tan
exuberantes y verdes que me duelen los ojos, las montañas y
los bosques se alzan detrás de los graneros rojos y las cercas
blancas. Cada lugar al que miras es una fotografía esperando a
suceder, y cuando bajo la ventanilla, el aire huele a heno y a
hierba y a vida que nace de nuevo.
Cierro los ojos, sonrío, sintiendo el sol en la cara y el dulce
viento en el pelo y pienso, Soy feliz. El pensamiento casi me
sorprende. No recuerdo la última vez que me sentí así de
verdad.
O tal vez los momentos han sido demasiado distantes. Eso
es lo que pasa con la felicidad. Viene y va. Hay momentos en los
que se es feliz, en los que se experimenta de forma pura, y otros
en los que simplemente se es. Tampoco hay nada de malo en
estar, en poner un pie delante del otro, en tomar aire y en salir
de él.
Página | 75 Pero el mundo te hace creer que tienes que sentirte feliz
todo el tiempo. No creo que eso sea posible, al menos no
conmigo. Tal vez la verdadera felicidad es tener momentos como
este y encontrar una manera de aferrarse a ellos durante el
mayor tiempo posible. Tal vez la felicidad debe ser racionada, y
cuando te quedas sin ella, tienes que crear tu propia felicidad
para llenar los vacíos.
—¿En qué estás pensando?—La voz sedosa de Anders se
cuela en mis pensamientos.
Mantengo los ojos cerrados, el sol en mi cara. Debería
haber sabido que me observaría. Siempre tenía esa forma de
ser. Supongo que es el poeta que lleva dentro. Siempre mirando,
siempre observando. Incluso cuando debería estar vigilando la
carretera.
Dudo un momento, no estoy segura de hasta dónde quiero
llegar con él. —La felicidad.
Lo medita.
—¿Y qué piensas de ello?—pregunta con curiosidad.
Vuelvo a mirar por la ventana hacia las montañas que
pasan. —Creo que es un mito que la gente pueda y deba ser
feliz todo el tiempo.
—Estoy de acuerdo.
—Creo que es una emoción que va y viene.
—Como la marea. Entra pero siempre volverá a salir. Eso
no la hace buena o mala. Simplemente es así. Es la vida.
—Sí. —Giro la cabeza para mirarle. Tiene sus gafas de sol
sobre los ojos, así que no puedo ver su expresión, aunque se
está mordiendo el labio inferior de tal manera que me dan ganas
de morderlo también. Vuelvo a mirar a la carretera y borro la
imagen de mi cabeza.
—Personalmente, cuando pienso en los momentos en los
que fui realmente feliz, ya sabes, cuando estás flotando y no
Página | 76 puedes dejar de sonreír y quieres dejar todo y hacer un pequeño
baile, suele ser porque te ha sucedido algún acontecimiento en
concreto. No te despiertas así todos los días porque la vida es
así de buena, a menos que seasuna persona con suerte loca en
la que esos eventos se acumulan, uno tras otro.
—Suena agotador.
—Lo sería. La felicidad se acumula.
—Sin embargo, algunos podrían llamar a eso enamorarse
—dice, tan despreocupadamente que empiezo a creer que
realmente ha olvidado el pasado—. Ya sabes. Cada día es otro
montón hasta que se vuelve demasiado abrumador, no puedes
ni siquiera moverte.
Suena bastante acertado, creo.
—¿Y luego qué haces? ¿Esperar a que te rescaten?—
preguntó en voz baja.
—Sales a delante—dice simplemente.
Y salió bien. Sin un solo rasguño para él, dejándome sola
con los restos en llamas, dejándome salir a rastras por mi
cuenta.
Eso es amor para ti.
—A menos que seas Pharell—añade rápidamente Anders—.
Él tiene eso de 'Happy 25 ' a su favor. —Me mira, los hombros
parecen levantarse, las cejas se suavizan—. Así que, ¿cómo
estás... cuéntame sobre tu familia? —dice, siguiéndome el
juego—.¿Tienes hermanas o hermanos?
Todavía me duele su comentario sobre el amor, pero
agradezco la distracción, aun que pretenda no saber nada de mi
familia cuando sí lo sabe. —Una hermana, Hannah. Es mayor y
es un dolor de culo. Recuerdas... bueno, no, no lo harías. En
Estados Unidos tenemos esos libros llamados TheBaby-
SittersClub y yo estaba obsesionada con ellos cuando era
Página | 77 pequeña. Había cientos de ellos, todos escritos por escritores
fantasmas, algo que aprendí recientemente y que arruinó mi
mundo, pero de todos modos, uno de lospersonajes, Claudia,
tenía una hermana mayor, Janine. Una completa nerd y no en
el sentido de chica nerd guapa.Rara vez sonreía, no parecía
tener sentido del humor y se pasaba el día estudiando. Se
suponía que eraun genio, aunque sólo tenía quince años y era
todo lo contrario a su hermana Claudia en todos los sentidos.
—Hago una pausa y tomo aire, aunque Anders ya sabe todo lo
que le estoy contando—. Bueno, esa es Hannah al pie de la
letra. ¿Quién iba a decir que me iba a identificar tan bien con
un personaje de ficción escrito por un fantasma? Ahora está en
la universidad, se está doctorando en algún sector de la ciencia
que no entiendo, y vive con un hombre mayor en Boston.
—No parece una persona fácil de relacionar—comenta
Anders.
Sacudo la cabeza. —No lo es. Hemos mejorado desde...
bueno, con los años. Pero teniendo en cuenta que fue como mi

25
Canción popular, reversionada por Pharell Williams
madre sustituta durante casi todo el instituto, se podría pensar
que estaríamos más cerca de alguna manera.
—No funciona así con la familia—dice—. La sangre no te
acerca más que la distancia. Deberías saberlo.
Le observo. Ese agarre en el volante, el gorrión cada vez
más distorsionado y pálido. —¿Ah sí?
Asiente con la cabeza, pero aprieta los labios y no
continúa. Siempre ha sido así. Sacar información de él era casi
imposible. Claro, podía recitarte poesía o alguna confesión con
palabras, pero tenía que venir de él. Nunca podías sacársela por
tu cuenta. Te daba lo que querías sólo cuando él lo decidía. Eso
explica por qué a lo largo de los ocho meses que estuvimos
saliendo, él seguía siendo un misterio para mí.
Para mi sorpresa, continúa—: Mi padre y yo... antes de que
me enviaran a América, mi padre me trajo para un viaje de
Página | 78
pesca de dos semanas. En ese momento no nos iba muy bien.
Nuestra relación, quiero decir. Cuando mi madre nos dejó,
todos nos lo tomamos mal y tuvimos que hacer lo que teníamos
que hacer. Aunque no fuera lo que queríamos.
Se lame los labios y tiene una mirada lejana. El aire
entre nosotros se vuelve pesado y pienso que tal vez haya
terminado de hablar. >>>De todos modos, sé lo que mi padre
intentaba hacer. Hacerme ver cómo se ganaba la vida. Hacerme
entender, las dificultades, los sacrificios. Todas esas cosas que
no te importan una mierda cuando eres joven, no hasta que
eres mayor y es demasiado tarde. No lo aprecié. No me uní a él.
Todo lo que hizo fue empeorar las cosas. Incluso nos peleamos
una noche y... —se interrumpe. Da una rápida sacudida de su
cabeza—. No importa. Con o sin sangre, las relaciones no se
pueden forzar. Más que eso, la empatía no puede ser forzada. La
comprensión. ¿Sabes?
Asiento con la cabeza. —Lo sé.
Conducimos en silencio durante unos instantes más,
antes de tomar un desvío que conduce entre imponentes
montañas, sus picos calvos de roca y arbustos alpinos. Parecen
monjes, sumidos en la meditación, en su propia eterna
búsqueda de la felicidad.
—¿Eres feliz? —Me encuentro preguntándole.
Me lanza una mirada rápida. —Temas tan serios para
personas que se acaban de conocer.
Sonrío expectante y lo miro fijamente en busca de una
respuesta.
Vuelve a mirar a la carretera, mordiéndose
momentáneamente el labio en señal de reflexión. —No.
No sé por qué me sorprende, teniendo en cuenta lo que
acabamos de hablar. —¿Ni siquiera a veces?
—Oh, todo el mundo es feliz a veces. Como tú has dicho.
Pero cuando esas veces son pocas y distantes entre ellas, creo
Página | 79
que son la única respuesta. —Me mira de nuevo—. Puedo
decirte que he sido feliz esta mañana.
—¿Lo fuiste?
—Vi tu mensaje en Facebook. Eso me hizo feliz.
Desvío la mirada, ocupándome del paisaje. —Oh —digo. No
estoy segura de cómo me siento al respecto, pero mis mejillas se
calientan.
Pronto nos dirigimos a través de túneles hasta que el
mundo a mi derecha se abre y estamos costeando a lo largo de
un absoluto cuento de hadas.
Qué maravilla. Es aún más hermoso de lo que podría
haber imaginado.
—Bienvenida a Todalen —dice Anders, deteniéndose en un
pequeño mirador a un lado de la carretera.
Me bajo y me siento inmediatamente abrumada por todo
ello. Detrás de nosotros están las montañas escarpadas y
boscosas que se desploman a nuestros pies, la estrecha
carretera que serpentea a lo largo de la base y se adentra en un
pintoresco valle. Frente a nosotros hay más montañas con
casquetes nevados que parecen surgir directamente del mar
azul como una antigua mandíbula. En el espacio que nos
separa de la tierra, las gaviotas danzan por encima de un
pequeño barco pesquero que atraviesa el agua.
—Wow —digo, sentándome en el borde del acantilado,
un camino afilado que conduce a unos pocos metros hasta las
aguas profundas—. Es impresionante.
—Ja26 —dice él, de pie a mi lado, con las manos en las
caderas—. Debo decir que cada vez que vuelvo a casa es
agradable tener esta vista recibiéndome.
El sol se siente más fuerte aquí y rápidamente me despojo
de mi suéter y extiendo mis brazos, tratando de tomar el sol
mientras pueda. —Creo que no he sentido el sol desde que salí
de Italia.
Página | 80
—Apuesto a que tienes un montón de historias sobre ese
lugar—dice, sonriendo hacia mí—. Una chica como tú.
Levanto la vista, con un gesto de dolor por el sol en mis
ojos. —¿Una chica como yo?
Asiente con la cabeza. —Vamos. —Y da la vuelta al
coche, volviendo a entrar.
Sinceramente, podría quedarme aquí sentada para
siempre, aferrándome a la felicidad, pero me levanto,
sacudiéndome el trasero, y me subo al coche.
El motor acelera y, con una rápida sonrisa de Anders,
arrancamos.

26 Si, en noruego.
Capítulo 8
Anders

La soledad es un perro harapiento


Que aúlla a tu puerta
Te atormenta
Se hunde en tus huesos
Porque sabes que estos perros están en todas partes
Página | 81 Esperando en la puerta de todos
Llorando, gimiendo, temblando
Suplicando que los dejen entrar
Está bien, déjalos entrar una vez
Que olfateen
Orinen en tu corazón
Acurruquen al pie de tu alma
Pero deja que salgan siempre por la mañana
Y nunca, nunca los alimentes.

Tengo que pellizcarme.


Que mis dedos se corten en la palma de la mano debería
ser suficiente.
Pero no hay trucos para que todo esto parezca real.
Esta realidad es imposible.
ShayLavji está sentada frente a mí en el restaurante,
sorbiendo delicadamente un vaso de agua e intentando no mirar
a toda la gente y las vistas que la rodean, al igual que la gente
se esfuerza por no mirarla a ella. En este lugar todos son
lugareños, mayoritariamente personas mayores, y rara vez hay
alguien que se parezca a Shay.
Pero si ella se da cuenta, no lo demuestra. Y no siempre es
tan buena fingiendo.
Esa es una de las razones por las que me enamoré de ella
en primer lugar.
Podía leer todo en sus ojos.
Me gustaba lo que veía.
Hasta que me vi reflejado en ellos.
Eso no me gustaba.
Página | 82
—Así que todo lo que hacen son albóndigas de patata —
dice Shay, bajando la voz como si tuviera miedo de ofender a
alguien. A la gente de aquí no le importa. Todos me conocen,
aunque pretenden no hacerlo, y están simplemente felices de
estar comiendo.
—Cuando tienes algo que funciona, lo haces—le digo.
El restaurante en el que estamos es el único del pueblo. No
está abierto todos los días, y a veces sólo para el almuerzo, o
sólo para la cena, y rara vez fuera de la temporada turística.
También es un antiguo albergue, el único lugar en el pueblo
para alojarse. Es una cosa vieja y grandiosa, hecha
tradicionalmente con un interior de pino, junto con la hierba en
el techo que Shay parece tan fascinada. Para ser honesto, el
techo podría necesitar unos cuantos ajustes.
—¿Sabes cuál es la principal causa de muerte en Noruega?
Me mira con curiosidad. —¿Cuál?
Señalo el techo. —Cortar el techo. No puedo decirte
cuántas veces esos cortacéspedes acaban aplastando a alguien.
Sus ojos se abren de pares en par, tan grandes, hermosos
y marrones. —¿De verdad?
Le sonrío y asiento con la cabeza. Dejando que se lo crea
todo el tiempo que quiera.
—Ah, Anders, no te he visto en mucho tiempo —me dice
Hilde en noruego, sonriendo mucho y mostrando el diente que
le falta mientras nos entrega los platos de albóndigas. Mira a
Shay—. Oh, lo siento—dice, en un inglés atrofiado—. Me alegro
de tener visitantes en nuestro pueblo. Bienvenida.
Hilde se aleja con su trasero excesivamente regordete para
llevar un pedido a otra mesa.
—¿Es ella la que dirige el local? —pregunta Shay mientras
mira la comida. Sé que parece un poco insegura, pero a mis ojos
parece jodidamente delicioso. Bolas de patata esponjosas,
salchichas y zanahorias y cebollas hervidas. Es suficiente para
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alimentar a dos personas.
—Ella se encarga de servir la comida y su marido de
cocinar—le digo, señalando el rincón de la habitación donde
están la jarra de agua, las tazas y el café—. Si necesitas una
bebida, te la buscas tú. Así es como se ha gestionado durante
décadas. —Corto la salchicha—. Créeme, no has comido antes
en un restaurante como este. Es lo que lo que llamarías —el
verdadero negocio—.
Parece más que insegura. Delirantemente linda. Pero
primero se atreve con el dumpling.
—Oh —dice, los ojos se le iluminan mientras mastica—.
Está jodidamente bueno.
—Te lo dije —le digo, y mi mente se llena de recuerdos
que se deslizan entre sí. De cuando solíamos salir, cuando
estábamos juntos, yo hacía todo lo posible para que ella probara
cosas nuevas, para que se esforzara. Ya fuera salir a comer
sushi, o probar el surf en pleno invierno en Long Island, o
irrumpir en la piscina comunitaria en medio de la noche (no dije
que todas esas cosas fueran legales), ella siempre protestaba al
principio y siempre terminaba con un —te lo dije—.
Pero no puedo sacar el tema porque quiere fingir que no
nos conocemos de nada.
Sé por qué lo hace. Sé que la herí y, aunque haya pasado
tiempo, sé que todavía está enfadada. Lo sé porque todavía
estoy enfadado conmigo mismo, así que no puedo imaginar
cómo se siente ella. Ocho años es mucho tiempo para llevar un
ataúd de sentimientos, con punzadas oxidadas por la culpa y el
arrepentimiento.
Así que sigo adelante con ello. Es más difícil de lo que
pensaba. Lo que somos el uno para el otro ahora mismo no
puede estar basado en nada más que en lo que fuimos el uno
para el otro. A pesar de que he estado con ella durante menos
de un año, ese año dejó su cicatriz en mí y ella era parte de eso.
Página | 84 Ella era tanto la herida como el bálsamo.
Sinceramente, no puedo creer mi suerte. No le miento
cuando le digo que fue el destino el que nos unió. Tal vez el
destino no tiene una cuenta de Instagram, pero realmente no
esperaba verla en la en las escaleras de la estación. Estuve
viendo sus historias, sabía que llegaba a Trondheim a las tres
de la tarde, pero salimos tarde de la ciudad, así que realmente
no creí que tuviera oportunidad de encontrarla. Pensé que
estaría perdida en la ciudad y que no estaría aquí, en Todalen,
conmigo, cenando.
Me clavo las uñas con más fuerza en la palma de la mano.
Apenas duelen, pero al menos sé que no estoy soñando.
Shay come vorazmente, como si yo no estuviera aquí, lo
cual me gusta. Hay algo francamente sexy en ver a una mujer
devorar su comida, como si pudiera hacer lo mismo contigo. La
comida te da placer, y el placer no debe ser negado. Además,
creo que dice que se siente cómoda estando conmigo.
Por desgracia, levanta la vista de su festín y me descubre
mirándola. Quiero apartar la mirada, para al menos actuar
avergonzado, pero no lo hago.
—Lo siento —dice entre un bocado, agarrando su
servilleta.
—No lo sientas—le digo—. Me alegro de que lo disfrutes.
Dios, es realmente hermosa, incluso cuando se está
ensuciando la cara. Claro, ella era impresionante cuando
miraba sus fotos de Instagram, aunque eran principalmente
selfies, que suelen ser menos que genuinos. Todo posando con
un falso propósito. Pero en persona, viéndola ahora, como
mujer de carne y hueso, es indescriptible.
No. No es indescriptible. Puedo hacerlo mejor que eso. Si
tuviera que elegir una palabra, sería seda. Todo en ella es de
seda, desde su piel morena y suave hasta su espeso pelo, sus
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ojos aterciopelados y sus labios exuberantes, hasta la forma en
que sus curvas se entrecruzan, como un río oscuro en una
noche cálida. Me llama para que me bañe, para ahogarme en
ella. Y ella ni siquiera lo sabe.
Trago e intento comer el resto de la comida. Hace un
momento parecía tan apetecible, pero ahora mi cuerpo tiene
hambre de otra cosa. Mi pecho se ilumina como una bengala en
la oscuridad. No hay una forma romántica de describir mi
erección, que está presionando contra mis vaqueros y que,
afortunadamente, está oculta por la mesa.
Cuando terminamos de comer y Shay se frota la barriga de
forma exagerada, rápidamente pago la cuenta con Hilde y
seguimos nuestro camino.
—Todalen es una ciudad tan pequeña que la mayoría de
los noruegos ni siquiera saben dónde está—le explico a
Shaymientras ella se fija en los alrededores y parece caer en un
coma alimentario—. Lo que tiene a su favor es una ubicación
increíble, justo al final del Vinjefjorden. En los viejos tiempos se
podía tomar unbarco de vapor por el fiordo hasta Kristiansand y
el mar, aunque ahora la ciudad es prácticamente un callejón
sin salida, salvo para los excursionistas que quieran dirigirse a
los senderos de montaña de los alrededores o al famoso Parque
Trollheimen. Tenemos una fábrica de muebles que es el
principal empleador, una escuela primaria que sigue teniendo la
amenaza de cierre, una iglesia, el restaurante-alojamiento en el
que acabas de estar y un almacén general. Ni siquiera tenemos
un bar, pero eso no importa mucho ya que todo el mundo
encuentra motivos para salir de fiesta. En este valle hay
muchas granjas y no hay muchos vecinos para molestar con el
ruido excesivo. Y créeme, podemos ser muy ruidosos.
Una sonrisa cómplice se dibuja en sus labios. Se acuerda.
—Suenas como si pudieras escribir folletos turísticos para este
lugar.
—Si alguna vez necesito un tercer trabajo, lo tendré en
cuenta.
Página | 86
La granja está situada en el lado sur del fiordo, más allá
de un puñado de casas que bordean la orilla. Shay mira por la
ventana, con admiración por las cosas que doy por sentadas
todos los días: jardineras llenas de flores, casas pintadas de
caléndula y cerezo, frágiles ventanas de ático escondidas bajo
arcos ornamentados. Las casas dan paso a bosques con suelos
de musgo y chorros de luz dorada que atraviesan las copas de
los árboles. Por primera vez siento lo que me rodea, sólo con
verlo a través de sus ojos. Parece una tierra que Tolkien hubiera
soñado.
También siento una extraña oleada de orgullo que me
recorre, como si acabara de devolver un trago. Supongo que es
la primera vez que enseño mi casa a alguien, y mucho menos a
alguien cuya opinión me importa.
—Oh, vaya —dice Shay cuando pasamos por una granja
que se inclina hacia el mar, pequeñas chozas rojas con techos
cubiertos de musgo. Reduzco la velocidad para que pueda bajar
la ventana y hacer una foto con las montañas reflejándose en el
fiordo y las vacas a la orilla del agua, aunque sé que más tarde
tendrá muchas oportunidad de caminar por esta carretera y
hacer un millón de fotos. Me muero de ganas de darle una de
mis cámaras y ver cómo cobrar vida con ella.
—Y aquí está—le digo, aparcando el coche junto a la
valla—. La casa.
La finca está al final del camino, la casa es un gigante de
dos pisos más el ático, pintada de blanco desde que tengo uso
de razón, con adornos de color rojo óxido y un techo cubierto de
maleza. Si todo eso de cortar los techos fuera cierto, a nuestra
casa le vendría bien un recorte.
A un lado de la casa está el césped que se extiende hasta
una pequeña playa, se pueden ver bandas de color turquesa en
las aguas poco profundas antes de que el fondo del mar caiga
en las oscuras profundidades. Al otro lado, las montañas se
alzan como soldados en guardia. Cuando era un niño, siempre
Página | 87 las veía así, como si la tierra me vigilara. Aunque tengo que
decir que cuando los tiempos se pusieron difíciles no era difícil
imaginarlos como gigantes amenazantes, esperando para
aplastarme en mi sueño.
Finalmente, más allá de la casa están los graneros donde
tenemos las vacas lecheras y las ovejas, no es que haya
muchas. Esa es principalmente nuestra fuente de ingresos, en
cuanto a la granja. Hay muchas ovejas y granjas lecheras en el
valle, pero supongo que gracias a que mi familia ha tenido esta
granja durante más de un siglo, todavía podemos tener cierta
influencia en la comunidad. No paga todas las facturas, de ahí
mi barco de pesca, pero por ahora nos las arreglamos.
—No puedo creer que vivas aquí —dice Shay, asimilándolo
todo mientras sale del coche—. Esto es como... algo de fantasía.
Espero que un troll aparezca detrás de esas rocas en cualquier
momento.
—Oye—digo con severidad, tratando de no sonreír—, no
digas nada malo sobre los trolls. Pueden oírte.
Me saca la lengua juguetonamente y se ríe.
Había olvidado lo hermoso que era ese sonido. Algo duro
se rompe, negro y oscuro dentro de mí.
—¡Ahí estás! —dice Astrid, saliendo corriendo de la casa.
Lise está detrás de ella, echándose una bufanda sobre los
hombros y sorbiendo una taza—. Pensamos que nunca
volverías.
Muevo la cabeza hacia Shay. —La llevé a cenar temprano
a casa de Hilde.
Astrid levanta las cejas, incrédula. —¿A Hilde's? —Le lanza
a Shay una mirada de disculpa—. Qué romántico, ¿eh? Te lleva
a cenar a las cuatro con todos los viejos pueblerinos. ¿Qué has
bebido? ¿Café o agua? —Ella se ríe y se acerca a Shay, tirando
de ella en un rápido abrazo—. Me alegro de que estés aquí.
—Muy bien, Astrid—le digo, haciendo un gesto de
espantar con las manos—. Vete a correr.
Página | 88
—No lo creo —dice ella, acercándose para darme un
golpe en el brazo. Puedo oler el olor a cerveza en ella. Ella y Lise
probablemente han abierto unas cuantas botellas—. Necesita
una gira. Y no el tour de Anders que es sólo gruñir a los objetos
y patear cosas. —La miro con el ceño fruncido, completamente
desconcertado.
—Vamos, Shay. —La agarra del brazo y la lleva hacia la
casa y hacia Lise. Shay me mira y se encoge de hombros.
Suspiro, me paso la mano por el pelo y saco las cosas de
Shay del maletero.
La casa es antigua, pero muy bonita, y si te gusta la
historia y cómo eran las cosas, especialmente la forma en que
se hacían, entonces es prácticamente es un cofre del tesoro. Por
suerte, Astrid conoce bien la casa y le cuenta a Shay sobre mis
abuelos y sus abuelos y así sucesivamente mientras van del
vestíbulo a la sala de barro, a la cocina, al comedor, al salón y a
la sala de estar. Me arrastro con las bolsas, atrapando
fragmentos de la risa de Shay y sus comentarios impresionados
sobre los tapices hechos a mano en las paredes, las alfombras
en el suelo, las cortinas de encaje y las maderas talladas y todo
lo que hace que esta casa sea lo que es.
En realidad, es Astrid quien ha hecho la mayor parte de la
decoración de la casa. Cuando nuestra madre estuvo aquí,
guardó todas las cosas de nuestra familia en cajas en el ático,
supongo que para dejar su propia huella. Mirando hacia atrás,
eso probablemente fue una bandera roja en sí misma, como si
sintiera que sería borrada si sus cosas no la rodeaban.
Entonces, después de que nuestra madre nos dejara, cogimos
todas sus cosas y las pusimos en el ático. Como la mujer mayor
de la casa, Astrid se encargó de darle a la casa un toque
femenino. No me gustaría pensar en qué lugar se convertiría si
sólo estuviéramos el tío Per y yo.
Hablando del tío Per, está en la sala de estar, viendo la
televisión y merendando un plato de galletas de jengibre.
Página | 89 —Tío Per—dice Astrid en noruego cuando entramos en la
habitación, la luz del sol se cuela a través de las cortinas de
encaje—. Esta es la novia de Anders, Shay.
—Hei —le digo bruscamente, mis ojos van haciaShay y
vuelven, increíblemente agradecido de que no pueda entender el
noruego que estamos hablando—. Amiga de América. Del
instituto.
El tío Per me mira con cara de —sí, claro—. Mira a Shay,
la mira de arriba abajo y luego gruñe. —Dile que es bienvenida,
sea quien sea.
Shay tiene esa cara de incomodidad que pone cuando no
entiende el idioma que todo el mundo habla. —No habla
inglés—le explico—. Pero dice que eres bienvenida, que te
sientas como en casa.
—Oh. —Shay mira al tío Per y le dispara una sonrisa
genuina y cegadora que derretiría el más frío bloque de hielo—
Tusen Takk.
Bueno, que me parta un rayo. Por una vez, mi tío reúne
una sonrisa. Y aunque es bastante fácil recordar cómo decir
muchas gracias en noruego, el sonido que sale de los labios de
Shay me hace sentir algo en mi alma.
Después de eso, Astrid le muestra a Shay la habitación en
la que se alojará, la de Tove, luego sugiere que todos consigan
algunas cervezas y se relajen junto al fiordo.
Tengo que decir que, aunque me encantaría participar,
tengo trabajo que hacer. Me lo salté temprano para ir a
buscarla, y puedo decir por la forma en que el tío Per está
viendo la televisión, medio comatoso, que ha terminado por hoy.
Además, no me apetece precisamente compartir a Shay con mis
hermanas, Dios sabe lo que le dirán. Prefiero tenerla sola para
mí.
¿Para qué? me pregunto. ¿Realmente crees que ella
estaría interesada en ti de esa manera, después de todo lo que
pasó? ¿Después de todo este tiempo? Ha pasado tanto tiempo,
Página | 90 joder.
Trago con fuerza y trato de ponerme en el espacio mental
adecuado.
No es fácil.
Mientras las chicas bajan al agua, me dirijo al campo. Es
la temporada de partos, lo que significa que normalmente el tío
Per o yo nos levantamos al amanecer para ver si algún corderos
han nacido durante la noche. No sucede tan a menudo,
teniendo en cuenta que no tenemos muchas ovejas, y la
temporada de partos se prolonga durante varios meses. Ahora
estamos al final, pero aun así, sé que hay dos ovejas que aún no
han parido.
Le doy de comer a los corderos y a las ovejas en el corral
de partos, asegurándome de que tengan granos frescos, heno y
agua, luego me dirijo al establo principal y hago lo mismo.
Las vacas están fuera en los pastos, y yo hago un paseo
por el perímetro para comprobar la valla. Mañana por la
mañana voy a tomar el turno de mañana, ordeñaré a las vacas y
luego será un día completo. Tuve suerte de tener el día libre
mientras lo hice.
Con ese pensamiento, vuelvo a la casa, me lavo y pongo la
tetera. Me asomo a la ventana, estirando el cuello para ver si las
chicas están todavía en el agua. Han pasado dos horas y sé que
Lise está a cargo de la cena de esta noche.
—Hola.
Me doy la vuelta y veo a Shay de pie en la puerta,
sonriéndome con inseguridad. Sus mejillas están sonrojadas,
probablemente por el alcohol, aunque me gustaría pensar que
es por verme.
—Hola—respondo, apoyándome en el lavabo—. Está
haciendo frío a fuera.
—Lo sé, no estoy hecha para este clima nórdico como tú,
Página | 91 —dice—, iba a coger un jersey. Tal vez una bufanda.
—Mis hermanas deben venir ahora de todos modos; Lise
debe cocinar esta noche.
—¿Todos se turnan?
—Bueno, normalmente cocino yo cuando estamos solos
mi tío y yo, pero cuando las chicas están aquí tengo que
ponerlas a trabajar, incluso cuando la cena es cocinada bajo
influencia.
Se ríe. —Están bastante achispadas.
—¿Y tú?
Me dedica una sonrisa perezosa. —Me siento bastante
bien. Aunque, hombre, Astrid puede hablar hasta por los codos.
Me río justo cuando la tetera empieza a silbar. —Eso sí
que lo hace. Tuve que caminar con tapones para los oídos
cuando era más joven.
—No...
—Es verdad. ¿Quieres un poco de té?
—Claro—dice ella—. Siempre y cuando no me quite el
sueño.
—Esto no—le digo, cogiendo una bolsita más para ella y
sirviéndole una taza—. La manzanilla no tiene cafeína. Tengo
que levantarme a las cinco y media de la mañana.
—¿Por qué?
Me acerco a ella y le doy la taza. Nuestros dedos se rozan
cuando ella la toma, y no quiero apartar la vista de sus ojos.Me
tragan por completo y estoy más que dispuesto a ir.
—Trabajar —le digo, con la voz baja—. Las vacas
necesitan ser ordeñadas, las ovejas necesitan ser revisadas. Mi
tío hará una parte, yo haré el resto.
Se muerde el labio por un momento. —¿Puedo ayudar?
No puedo evitar una sonrisa. —¿Quieres levantarte tan
Página | 92
temprano y ayudar en la granja?
—¿Por qué no? —dice encogiéndose de hombros,
caminando a mi alrededor y tomando asiento en la mesa del
desayuno—. Me dejas quedarme aquí y comer tu comida y beber
tu sidra, es lo menos que puedo hacer.
—Sí, pero… —empiezo, sentándome frente a ella. Tengo
que hacer una pausa porque vernos a los dos en la mesa, con
tazas de té humeantes en las manos, en mi cocina, en Noruega,
no es nada sorprendente. Y más que eso, se siente bien.
Si pudiera hacer lo correcto con ella. Esta vez.
—¿Pero qué?—pregunta ella.
Aprieto las palmas de las manos alrededor de la taza.
—Pero eres mi invitada aquí. No tienes que hacer nada. No
tienes que mover un dedo.
Sonríe tímidamente, con un grueso mechón de pelo
cayendo sobre su mejilla. Me cuesta todo lo que hay en mí para
no estirar la mano por encima de la mesa y colocárselo detrás
de la oreja. Para sentir cómo es su pelo de nuevo. Estar tan
cerca. Mis dedos están picando prácticamente.
En cambio, doy un sorbo a mi té, aunque me escuece la
garganta.
—Sabes que te voy a ayudar mañana, ¿no? —dice
después de un momento.
—Tenía un presentimiento—admito—. Tan testaruda
como siempre.
Desearía que nos sentáramos allí durante horas, sólo para
tener una excusa para hablar con ella, mirarla fijamente y
simplemente estar.
Pero Astrid y Lise no tardan en irrumpir, risueñas y
borrachas, y se apoderan de la cocina en una ráfaga de
actividad.
Página | 93
Los momentos de tranquilidad entre nosotros.
Más tarde, después de la cena, cuando está oscuro y las
estrellas están fuera y es hora de ir a la cama, voy por el pasillo.
Oigo a Lise y Astrid hablando en la habitación de Lise.
El tío Per ronca. La puerta de Shay está cerrada pero la luz
brilla desde debajo.
Me detengo fuera, esperando no interrumpir.
Llamo a su puerta. —¿Shay?—digo en voz baja.
Oigo crujir las tablas del suelo.
La puerta se abre.
Está en pijama y con una camisola blanca de encaje que
enciende su piel como fuego. Su rostro no está maquillado, lo
que la hace parecer más joven, vulnerable. Hermosa.
Y pensar que alguien como ella sigue buscando su
felicidad.
Me mira con ojos curiosos.
Le sonrío suavemente, tratando de mantener mi mirada
enfocada en su rostro. —Sólo quería comprobar que no habías
cambiado de opinión sobre mañana. La próxima vez que llame a
esta puerta serán las cuatro y cuarenta y cinco de la mañana.
Se queda con la boca abierta por un momento. —Dijiste
cinco y media.
—He dicho que tienes que levantarte a las cinco y media.
Vas a pulsar el despertador más de un par de veces. A menos
que creas que no puedes manejarlo.
—Oh, puedo manejarlo. Estaré levantada y lista para
salir incluso antes de que llames —me responde con la mano en
el borde de la puerta.
—De acuerdo entonces—le digo—. Estaremos arriba con
los gorriones. Buenas noches Shay.
Página | 94 —Buenas noches—dice ella, y me doy la vuelta antes de
que la vea cerrar la puerta sobre mí.
Camino por el pasillo, exhalando lentamente, las tablas del
suelo crujiendo bajo mis pies.
La puerta de Lise se abre y Astrid asoma la cabeza.
—Oye—susurra Astrid con dureza, y va detrás de mí.
—¿Qué? —pregunto, deteniéndome en la puerta.
Me toca el hombro, aunque ya tiene mi atención. —Quiero
hablar contigo—dice, y mira hacia el pasillo vacío y hacia
atrás—. Es sobre Shay.
Levanto la ceja. —¿Qué pasa con ella?
—¿Qué le has hecho?
Frunzo el ceño, tragando grueso. —¿Qué quieres decir?
—No lo sé—dice, negando con la cabeza. Sus ojos se
estrechan, a unos milímetros de su mirada de muerte—. Las
chicas pueden sentir cosas. Tú la has jodido, ¿no es así? ¿Qué
hiciste? ¿La engañaste?
La vergüenza es un cáncer del corazón
Que carcome
Hasta que tu pecho está vacío
Y lo único que late
Que te mantiene vivo
Es el odio.
—Fue hace mucho tiempo—le digo en voz baja—. El
instituto, Astrid. Tú sabes cómo era yo.
—Sé cómo eras antes de irte, y sé que eras aún peor
cuando volviste.
—¿Cuál es tu punto?—Me estoy hartando de que se meta
en mis asuntos, especialmente el pasado.

Página | 95 —Mi punto es, Anders, que acabo de pasar horas


hablando con ella y me gusta. ¿De acuerdo? Me gusta. —Ella se
inclina cerca, su dedo en mi cara—. No la jodas. Sé que le
rompiste el corazón una vez. No te atrevas a hacerlo de nuevo.
Se da la vuelta y se dirige a la habitación de Lise sin mirar
por encima su hombro.
Sus palabras escuecen, son púas en mi piel.
Me duermo sin dejar de sentirlas.
Haría cualquier cosa por no volver a ser esa persona.
Capítulo 9
Shay
ANTES

Habíamos estado saliendo por seis semanas ahora.


Mañana es Halloween.
Y aun no habíamos tenido sexo.

Página | 96
Estoy empezandoa pensar que hay algo mal conmigo. ¿Por
qué no pasamos más allá de las manos debajo de mis
pantalones y las mamadas? Quiero decir, es bastante obvio que
si tengo su polla en mi boca, estoyarriba de ello por algo. Y,
bueno, él también. Literalmente27.
Para ser justos, él quiereir abajo, pero soy yo quien lo
aleja. No sé. No puedo imaginar por qué querría hacerlo. Es
asqueroso, ¿no? Y por alguna razón sigue preguntándome. No
entiendo por qué algún chico querría tener la boca ahí abajo.
Así que me estoy concentrando en hacerme más atractiva
para él, con la esperanza de que podamos pasar la etapa de los
toqueteos (que, si soy honesta, es más como dedear). Estoy
consultando mis revistas, tratando de aplicar el maquillaje más
—digno de sexo—, para asegurarme de que mis piernas y la
línea del bikini estén siempre afeitadas, para tener el cabello y
la piel que se puedan tocar. Un aliento fresco es un aliento
besable, por eso estoy masticando chicle y tomando mentas
cada vez que estoy en presencia de Anders

27 Hace un juego de palabras en inglès: Se refiere a que ella está arriba de ello por algo. Y
el también, literalmente
Que son muchas veces. Estoy literalmente con él todos los
días después de la escuela y siempre en mi casa. Solo he estado
en su casa una vez, porque su madre insistió en conocerme.
Esa fue una cena del infierno. Podrías haber cortado la tensión
de esa familia con un cuchillo para mantequilla. Su madre fue
amable,pero tenía la determinación de su refrigerador de acero
inoxidable. Su padrastro estaba en el lado tranquilo y apenas
nos miró a ninguno de los dos. Entonces, después de eso,
decidimos seguir pasando el rato en mi casa. Después de todo,
mi hermana apenas está en casa y mis padres están para
siempre en la India. Pensarías que sería la configuración
perfecta para toneladas de sexo épico.
O simplemente algo de sexo.
Sólo una vez.
Incluso Everly me preguntó si —ya lo habíamos hecho—, a
Página | 97 lo que le di la misma respuesta que ella me dio—: Hay otras
formas de divertirse.
Así que para Halloween, voy con todo. Me estoy vistiendo
como Cleopatra y estoy usando la cosa más promiscua que
puedo usar en la escuela, ya que se nos permite usar nuestros
disfraces, y luego esa noche me voy a quitar aún más ropa. Si
eso no llama la atención de Anders, no estoy segura de qué lo
hará.
Pero, unas horas más tarde, Anders aparece en mi puerta
sin previo aviso.
Abro la puerta y él está parado en los escalones. Está
lloviendo levemente y el aire huele a petardos y a amenaza de
nieve. Su chaqueta de cuero está salpicada de agua, su cabello
húmedo y largo. Ahora llega casi a los hombros. Everly dice que
tiene un look —Euro Trash—, pero creo que le sienta bien.
—¿Caminaste? —le pregunto, mirando por encima de su
hombro y no viendo el Mustang que usualmente toma prestado
de su padrastro.
—Salieron, escondieron las llaves —dice. Hay algo extraño
en la forma en que me mira. Es intenso. Sé que a veces puede
ser un tipo intenso y melancólico, propenso a los vuelos de
fantasía en un momento y a la exaltación al siguiente, pero esta
mirada, esta mirada, me tiene en su poder.
—Deberías habérmelo dicho —le digo—. Podría haber
cogido el coche de Hannah y venir a buscarte. O el de mi madre,
dijo —solo de emergencia—, pero a quién le importa.
—Eres mi emergencia —dice—. No podía esperar.
Sonrío con cautela, intrigada. —¿Esperar para qué?
—Para decirte algo que he querido decirte por un lago
tiempo.
Mi pecho se contrae. Siento miedo. Hay algo demasiado
salvaje en su mirada.
Página | 98
Peligroso.
Real.
Santa mierda. Está rompiendo conmigo.
Mis ojos se agrandan, mis pulmones dejan de funcionar
por completo.
Él no puede… él no puede…
—Shay —dice, acercándose y deteniéndose en el escalón
debajo de mí, así que tenemos la misma altura. Su voz es suave
pero entrecortada. Como si lo que está a punto de decirnos nos
rompa a los dos.
Agarra mi cara entre sus manos y veo las gotas de lluvia
deslizarse por sus pómulos, sus cejas negras y mojadas se
fruncen juntas. Sus ojos miran tan profundamente los míos que
sé que ve todo lo que soy.
Tiene mucho poder en este momento. Mucho.
—Te amo —dice.
Parpadeo, no segura de haberlo escuchado bien. Todos los
sentimientos dejan mi cuerpo.
—¿Qué? —pregunto, apenas susurrando.
—Estoy enamorado de ti —dice de nuevo y ahora
reconozco la mirada en sus ojos. Febril. Loca—.Ya no podía
guardármelo para mí.
Él me ama.
—Yo… —empecé a decir.
¡Él me ama!
Pasa su pulgar por mis labios. Y me alegro de haber usado
ChapStick con sabor—. No quiero que me lo digas. Jamás.
Estoy estupefacta. —¿Jamás?
—Son mis palabras para ti.
Página | 99
—¿Y qué pasa si yo siento lo mismo?
—No te preocupes. Lo sabré cuando lo hagas —dice, antes
de besarme.
Y si esas palabras, esas palabras, no me habían robado
todo el aliento, este beso lo hace.
Este beso tiene la profundidad de los océanos.
Dedos en mi cabello, en mi cara, en la parte baja de mi
espalda.
Este beso es el preludio de mis sueños.
Con los labios cerrados, volvemos a trompicones a la casa.
Subiendo las escaleras.
A mi cuarto.
La puerta se cierra.
Me recuesto en la cama.
Estoy nerviosa. Muy nerviosa. Anders no se mueve, está
parado al pie de la cama, inmovilizándome con los ojos.Hay
tantas emociones arremolinándose en ellos que no sé a cuál
aferrarme.
Hay esperanza, asombro, dolor, angustia y lujuria. Lujuria
pura.
Decido aferrarme a la lujuria.
Porque eso es lo que yo también siento.
Hasta mis huesos.
Pero Anders no se mueve aún. Continúa mirando.
Y cuanto más me mira, mi mente empieza a divagar más.
A pensar. A pensar demasiado. A preocuparse.
Pero luego se recupera.
Página | 100 Y se mueve rápido.
Es un borrón, quitándose su chaqueta y aventándolaal
piso, luego su camisa.
Luego se sube a la cama, flotando sobre mí, con las manos
rozando los lados de mi camisa. Su piel es fuego contra la mía,
su palma se fusiona con mi pecho mientras me quita el sostén,
mi blusa.
Ahora estoy desnuda, mi piel arde bajo su toque, bajo su
mirada mientras me mira.
Por favor, no me lastimes, pienso.
Y no me refiero al sexo. Sé que dolerá un poco, que se
sentirá extraño al principio.
Pero este chico me ama.
Y yo lo amo.
Y estoy apunto de darle mi virginidad.
Si esto no dura, si esto no funciona, estaré arruinada. Lo
sé. Él siempre estará a lo grande en mi vida como el chico con el
que me acosté por primera vez. Eso es algo que nunca se puede
borrar ni recuperar.
—Te amo —me susurra mientras desabrocha mis jeans y
los baja sobre mis muslos.
—Te amo —le respondo, a pesar de que él me dijo que no
lo hiciera.
Sus ojos brillan con oscuridad y deseo y algo más que no
puedo describir.
La emoción atraviesa mi corazón.
Se quita los pantalones, presiona su cuerpo contra mí, su
dura longitud entre mis piernas y sé que esto es todo.
Se empuja dentro de mí.
Duele un poco. Es incómodo, por decir lo menos.
Página | 101 Pero es él. Todo él. Es lo que quería.
Intento mantenerlo alejado de mi cara, pero él hace una
pausa, besando mis labios, mimandíbula. —¿Estás bien?
¿Quieres que me detenga?
Niego con la cabeza, haciendo una mueca, presionando
mis manos sobre los duros músculos de su espalda. —No te
detengas.
No podemos detener lo que ya está en movimiento.
Capítulo 10
Shay
AHORA

Sueño con una piscina. Mis lágrimas la llenan, se


derraman y ahogan al mundo entero.
Luego hay golpes. Siempre golpeando, como si alguien
estuviera en el fondo de la piscina, queriendo salir.
Página | 102 Anders.
Gimo y me doy la vuelta, la lana me raspa en la mejilla.
¿Dónde diablos estoy?
Los golpes de nuevo. Más fuertes ahora.
Aquí.
No estoy soñando.
—¿Shay?
El sonido de una puerta abriéndose.
Me vuelvo a dar la vuelta y trato de sentarme para abrir los
ojos. La habitación es de un gris nebuloso, en la cúspide de la
oscuridad. Veo una silueta familiar en la puerta.
—¿Estás despierta? —pregunta Anders, con la garganta
más ronca en la penumbra de la mañana—. Sonlas cinco. Te di
quince minutos extras para dormir.
Dios mío, ¿alguna vez no estoy cansada? Y desorientada
como la mierda. Recién ahora me doy cuenta de que estoy en su
casa de Todalen. Todavía no sé por qué me está despertando en
este momento tan impío.
Correcto. Me llamaron anoche y le dije que me gustaría
ayudar con las tareas de la granja.
Soy una idiota.
—Uh —digo, mi garganta se siente llena de algodón.
Toso—. Estoy despierta. Yo, eh... estaba en un sueño muy
profundo.
—Puedo dejarte que te vuelvas a dormir —dice—. No
pensaré menos de ti.
—Yo pensaré menos de mí —le digo, aunque ya me odio
por ser tan terca. Busco a tientas el interruptor de la luz de la
mesita de noche y lo enciendo. Incluso el tenue resplandor
quema mis ojos y rápidamente los cubro con mis manos—.
Página | 103 ¿Cómo haces esto todas las mañanas? —murmuro.
—Imagínate dormir solo dos horas, en una litera
maloliente, en un barco rodante, en el frío helado, día tras día
—dice—. Esto es pan comido.
Lo miro a través de mis dedos. Está completamente vestido
con jeans, una camisa de franela verde bosque y una chaqueta
marrón de algodón encerado con un gorro negro en la cabeza.
Tiene dos tazas de lo que rezo sea café en sus manos.
—Si te levantas —dice, levantando las tazas—. Puedes
tener uno de estos. Es café, está caliente y es fuerte.
—Vendido —digo, a punto de salir de la cama, pero luego
me doy cuenta de que me quité los pantalones del pijama en
medio de la noche. Solo estaba en calzoncillos de encaje y
camisola—. Uh, tal vez podrías traerlo aquí, no estoy tan
decente.
Me da una sonrisa maliciosa que me provoca escalofríos en
la espalda. —¿Ah, de verdad?
Y sé lo que está pensando, no es nada que no haya visto
antes.
Le doy una mirada mordaz hasta que se acerca y coloca la
taza en mis manos. —Tienes cinco minutos para prepararte.
Podemos desayunar después.
No podía ni imaginarme comiendo ahora de todos modos.
Se supone que estoy dormida.
Sale de la habitación y yo me siento en la cama un minuto
más, bebiendo todo lo que puedo de café sin quemarme,
rezando para que me despierte. Luego me visto en un
santiamén, poniéndome unos jeans y varias capas debajo de un
suéter. Puedo sentir el frío contra las ventanas de un solo
cristal.
Termino el resto del café y me apresuro a bajar las
escaleras, notando que las puertas de Lise y Astrid están
cerradas, las perras afortunadas probablemente durmiendo
profundamente.
Página | 104
—Estaba empezando a pensar que no vendrías —dice, de
pie en la cocina y vertiendo café en una taza de viaje—. Esto es
para el camino.
Sale de la cocina al vestíbulo y lo sigo hasta la mañana.
Me sorprende lo brillante que está afuera, hasta el punto
en que debería haber traído mis lentes de sol. El sol ya se
asoma sobre las cimas de las montañas y brilla sobre las gotas
de rocío.
—Jesús —digo—, ¿A qué hora sale el sol aquí?
—A las cuatro de la mañana —dice—.Para cuando llega
junio, sale a las dos.
Niego con la cabeza. —Eso es una locura. No es de
extrañar que ustedes los noruegos estén locos.
Él ríe. —Eso es lo que somos —Me tiende la taza de café de
viaje—.amos. Mi tío está cuidando los corderos, así que
nosotros tenemos las vacas.
Caminamos hacia el granero, el aire de la mañana
enfriándose. Los pájaros cantan desde los pinos en la esquina
de la propiedad, y cuando estiro el cuello hacia atrás para mirar
las montañas en sombras, casi tengo que agarrarme de algo. Su
masa y altura son tan abrumadoras que me mata el vértigo.
—¿Alguna vez te has subido a una motocicleta?
Miro hacia Anders para verlo de pie junto a lo que parece
un híbrido de motocross/motocicleta apoyado contra el costado
del granero rojo.
—¿Uh, cómo?—pregunto, adelantándome.
Una pequeña sonrisa tira de la comisura de sus labios y
acaricia afectuosamente la bicicleta.
—Así es como reunimos a las vacas.
Agarra la moto por el manubrio y la tira hacia adelante
antes de pasar la pierna sobre ella y encenderla.

Página | 105 El motor ruge y chisporrotea ruidosamente.


—¿En serio esperas que me suba a eso? —pregunto.
Recuerdo mí tiempo en Capri. Mi amiga Amber estaba saliendo
con un motociclista (ahora están casados) y a menudo los veía
corriendo por toda la isla. Tengo que admitir que parecía
divertido, pero aferrarse a un chico italiano caliente mientras
atraviesas limoneros y calas de aguas cristalinas es muy
diferente a aferrarse a tu exnovio mientras rebota por un campo
esquivando pasteles de vaca.
No es que Anders no sea un noruego caliente. Quiero decir,
mientras él está a horcajadas sobre la motocicleta, con las
manos grandes y tatuadas en los mangos, mirándome con un
brillo perverso en sus ojos azules tormentosos, no creo que haya
visto un espécimen más varonil y caliente en mi vida. Lo que
hace que subirse a la motocicleta sea una obviedad.
Al menos mis hormonas parecen pensar que sí.
Dejo la taza de café junto al granero y cuadro los hombros,
dándole una mirada genial. —Haz algo de espacio entonces —le
digo.
Arquea una ceja y avanza en el asiento. Agarro su hombro,
santo infierno, eso es mucho músculo, y balanceo mi pierna. De
acuerdo, soy bajita, así que no es elegante, pero al final estoy
arriba.
—Será mejor que te agarres—me dice, mirándome por
encima del hombro—. Si te caes, probablemente te vas a caer en
la mierda.
Froto mis labios con ansiedad por un momento antes de
poner mis manos alrededor de su estómago con cautela.Su
estómago duro como una piedra, con abdominales por días.
Todo mi cuerpo comienza a despertarse, desde los dedos de las
manos hasta los pies, un ardor lento comienza en mi centro. No
ayuda que mi entrepierna esté presionada contra su trasero.
—¿Lista? —pregunta, y antes de que pueda contestar, la
moto se lanza hacia adelante. Voy de agarrarlo gentilmente a
Página | 106 envolver por completo mis brazos alrededor de sus abdominales
de acero. Mi nariz esta contra la parte de atrás de su cuello y
puedo oler su piel y jabón y algo fresco, como sí los prados
estuvieran incrustados permanentemente en él.
No huele como el Anders que recuerdo. Ese chico olía a
CoolWater28de Davidoffy cicarrillos. Esté huele a alguien nuevo,
como el casi extraño que quiero que sea. Huele como un
hombre al que quiero conocer apropiadamente y todo lo demás
de nuevo.
—¿Estás bien allá atrás? —grita al viento frío mientras
conduce la moto a través de una puerta abierta y estamos
rebotando, volando sobre la hierba.
—¡Sí! —grito de vuelta. A pesar de que los sentimientos
que están burbujeando en mí son bienvenidos o no. Intento
sacármelo de encima, me concentro en el hecho de que nos
dirigimos directamente hacia un rebaño de vacas marrones y
blancas junto a un parche de álamos en ciernes. Trato de
ignorar cuán extrañamente bien se siente esto, presionada

28Es la marca de una loción.


contra este hombre, mis brazos alrededor de él y agarrándome
con fuerza.
A medida que nos acercamos, las vacas se animan.
Obviamente conocen el ejercicio. Anders comienza a silbarles y
gritarles en noruego, pasando la moto a su alrededor hasta que
comienzan a moverse hacia el granero, las campanas alrededor
de sus cuellos sonando, sus ubres balanceándose hacia
adelante y hacia atrás.
—Entonces, ¿las has nombrado? —le pregunto en voz alta
en su oído.
Él sonríe. —Por supuesto. La de la cara morena es
Gertrude. La mayoritariamente blanca es María...
—¿En serio?
Se chupa el labio inferior por un momento, sus ojos bailan.
Página | 107
—Estás lleno de mierda, ¿no? —Le digo.
Montamos junto a las vacas a un ritmo más lento. El se
encoge de hombros. —Bien… —él disminuye y luego asiente—.
Sí, estoy lleno de mierda. Pero oye, crees que ponemos
cortadoras de césped en nuestros techos.
—¿No lo hacen?
Empieza a reír. ¡Pero que idiota!
Lo pincho en el estómago, fuerte, y el gime—: ¡Hey¡ Estoy
conduciendo.
—No puedo creer que caí en esa.
—Honestamente, yo tampoco.
Luego despegamos rápido hacia el establo, así que no
tengo más remedio que aferrarme a él de nuevo.
Nos bajamos de la moto y lo ayudo a meter las vacas en el
cobertizo de ordeño mientras él revisa cada una, evaluándolas.
Su tío, un anciano divertido, ya está adentro, guiando a las
vacas hacia las estaciones de ordeño.
Es asombroso cómo cada vaca sabe más o menos adónde
ir.
—¿Quieres intentar ordeñar a una? —pregunta Anders,
moviendo las cejas mientras comienza a llevar cosas con
ventosa a la ubre de una vaca después de limpiarla con
periódicos empapados en yodo. La vaca está masticando, no
parece darse cuenta en absoluto.
—Tal vez después —le digo,mirando a su tío mientras
aplica los periódicos a las otras vacas. Estoy bastante segura de
que no querría que una novata como yo arruinara toda su
operación.
Voy a buscar mi taza de café ahora frío y los veo trabajar,
tratando de mantenerme fuera del camino. Es asombroso
cuánto trabajo es, a pesar de que quizás tengan veinte vacas, y
no tengo idea de cómo lo maneja su tío cuando Anders no está
Página | 108 allí.
—¿Qué puedo hacer? —le pregunto a Anders mientras se
lleva la leche por los tubos a una tina de leche.
—Algo que creo que te gustará —dice.
Agarra mi mano, brevemente, lo suficiente para alejarme
de la sala de ordeñado y llevarme al resto del establo.
Desaparece en la sala de alimentación y sale con dos botellas
gigantes de leche que parecen estar destinadas a bebés
monstruosos y menea la cabeza para que lo siga.
Abre la puerta de un cubículo y entramos. Hay una vaca
bebé, tal vez del tamaño de un gran danés, agitando la cola y
mirándonos con ojos marrones líquidos.
—Oh, mi Dios —exclamo silenciosamente—. Es tan lindo.
—Linda —dice Anders, dándome la botella—. Nació la
semana pasada.
—¡Pero si ya esta enorme!
—Lo sé, y una traviesa—Se lame los labios y asiente con la
cabeza hacia la vaca que nos mira a los dos, preguntándose por
quién debería ir—. Ve. Solo sostén la botella, ella la tomará.
—¿Yo?
—Tengo que ir a alimentar a los otros terneros que
tenemos en estos momentos —dice, dirigiéndose a la puerta—.
Lo harás bien.
—¡Anders! —lo llamo con miedo, pero camina por el pasillo
hasta un puesto más abajo. Ahora la vaca realmente me está
mirando. Es lo suficientemente grande como para tirarme al
suelo.
Y ahora ella camina hacia mí.
Retrocedo, mis pies atrapados en el heno, tratando de
apartarme del camino de la novilla hasta que me apoyo contra
Página | 109 la pared.
Esta vaca no se detiene.
Grito y rápidamente lanzo la botella frente a mí con
desesperación.
La ternera se engancha vorazmente al pezón, su lengua
larga serpentea sobre mis manos mientras trato de sujetar el
biberón. No puedo evitar reírme. En realidad, es la cosa más
linda de la historia, la forma en que sigue chupando y tragando
la leche, esos grandes ojos marrones parecían fijos en los míos.
Nunca antes había estado tan cerca de una vaca bebé, y esta es
absolutamente adorable.
—¿Te estás divirtiendo por allí? —Oigo gritar a Anders
desde el fondo del granero.
—¡Creo que sí! —grito en respuesta, tratando de agarrar
mejor la botella.
Eventualmente, sin embargo, la botella está vacía y la
vaca, con el pelo alrededor de su hocico todo blanco y mis
propias manos un completo desastre de baba de vaca y leche,
quiere más.
—¿Ahora que? —grito, la vaca me da un codazo con la
nariz.
Anders aparece en la puerta del establo, sonriendo al
verme.
—Sal de allí —dice—. Antes…
La vaca avanza pisando fuerte, dándome un cabezazo en la
cadera. Grito y trato de apartarme, pero mis pies se enredan en
la paja y me caigo. Golpeo el suelo y me doy la vuelta justo
cuando la vaca comienza a mordisquear mi pelo.
—¡Ahhh! —grito mientras tira de un mechón
Golpeo a la vaquilla, tratando de escapar, justo cuando
siento a Anders a mi lado, sus manos pasan por debajo de mis
brazos y me levantan.
—¿Estás bien? —me pregunta, interponiéndose entre la
Página | 110
vaca malhumorada y yo.
Mi cabello es un desastre, todo en mi cara, y suavemente
me lo quita de los ojos, metiéndolo detrás de las orejas. Me
estoy desmayando un poco por su toque y por lo avergonzada
que estoy por lo que acaba de suceder. No ayuda que parezca
que Anders está a punto de echarse a reír.
—Estoy bien —le digo rápidamente, mirando a la vaca que
está asomando la cabeza alrededor de Anders, aparentemente
no ha terminado conmigo—. Pero creo que es justo decir que la
vida en la granja no es para mí.
Saca un trozo de paja de mi cabello —¿Está segura? —
Empieza a sonreír—. Pareces natural en eso —Luego se echa a
reír.
Lo golpeo en el brazo. —Nunca me advertiste que sería
atacada por una vaca bebé.
—Hey, Gertrude Jr. No puede evitarlo, eres irresistible.
—Oh, cállate —le digo—. ¿Ya terminamos?
Sigue sonriéndome. —Si, terminamos. Si Astrid y Lise no
tienen resaca, debería haber un gran desayuno en la mesa.
Salimos del granero y todavía me estoy quitando el heno
cuando llegamos a la casa. Sin embargo, antes de entrar,
Anders agarra mi mano y la aprieta. La acción me toma por
sorpresa y me congela en seco. La sensación de su piel es nada
menos que una chispa ardiente e intensa.
—Solo quería decirte, gracias. Tusen takk—dice.
—¿Por qué? —pregunto, consciente de que todavía me
sostiene de la mano. Me está mirando con tanta sinceridad que
no estoy muy segura de lo que está pasando. Mi corazón
comienza a acelerarse, mi boca se seca.
—Por ayudarme —dice—. Es sólo... ya sabes, nunca he
tenido a nadie interesado en lo que hago. Supongo que porque
lo que hago no es muy emocionante ni interesante. Agricultura,
Página | 111
pesca. Es lo que hace todo el mundo aquí —mira hacia el
granero—. Tengo que decir que cuando fui a Estados Unidos,
esta era la vida de la que estaba escapando. Ahora estoy de
vuelta aquí y... bueno, supongo que lo que estoy tratando de
decir es que esta mañana me hiciste sentir que no todo es un
desperdicio —Traga saliva y me mira de reojo.
No estoy segura de que decir. No esperaba esto.
—Oh. Bueno, no fue problema. Aparte de la vaca
atacándome —sonríe con eso. Quiero decirle que me ofrecí a
ayudar no solo porque sentí que debía al estar aquí,
sinotambién porque quería ver su vida diaria. Quería pasar
tiempo con él, conociendo a este Anders, el granjero, el hombre
de familia.
También quería decirle que me había impresionado.
Y quería saber más.
Mucho más.
Pero el pasado tiene esta forma de arrastrarse hacia mí, e
incluso ahora, mientras nos paramos en el escalón de su casa
de campo, el olor a tocino flotando desde adentro, tengo miedo
de acercarme.
Ni siquiera sabe la mitad.
Saco mi mano de la suya y le doy una rápida sonrisa.
—¿Conseguimos algo de comer?
Me estudia por un momento, sus ojos escudriñan mi
rostro. No estoy segura de lo que busca encontrar.
Luego asiente. —Absolutamente. Necesitarás tu fuerza
para cuando hagamos el ordeño de la tarde.
—Cállate —le digo, dándole un ligero puñetazo en el
estómago.
Entramos a la casa riendo.

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Capítulo 11
Shay
ANTES

—No seas gallina —me dice Anders


Pfff. Estamos apunto de irrumpir en la piscina pública. Le
digo que se adelante, que escale la cerca antes que yo, pero él
quiere que lo hagamos al mismo tiempo.
Página | 113 —No soy una gallina —Lo miro juguetonamente. Porque no
lo soy. Soy lo opuesto. Haré lo que él diga. Me hace sentir
invencible, imparable. Incluso en el frío de una noche de finales
de abril, de pie solo en mi traje de baño, con los pies descalzos
sobre el cemento, solo siento el calor de él a mi lado.
Me mira con una sonrisa perezosa y toma un trago de la
botella de ron. Me la pasa. —Termínatela.
Lo hago, tratando de no toser, y me lamo los labios.
Murmura algo en noruego, una mirada vidriosa asoma a
sus ojos. Pone sus manos en mi cabello, en la parte de atrás de
mi cabeza, y me atrae hacia él.
—¿Alguna vez has tenido sexo en una piscina? —pregunta
con voz ronca.
Mi piel se estremece por la pregunta. Niego con la cabeza
—Sabes que solo me he acostado contigo.
Sonríe y me besa suavemente en los labios. —Solo
revisando —Él asiente con la cabeza hacia la cerca—. Vamos.
Empieza a trepar y yo lo sigo. Nunca antes había escalado
una valla de tela metálica gigante y da algo de miedo. Los cables
se congelan y me queman las puntas de los pies, las plantas de
los dedos. Pero subo más y más y más, impulsadapor mi amor
por él y desesperada por su afecto.
El hecho es, que no hemos tenido relaciones sexuales ni
una sola vez en el último mes. Apenas nos hemos visto. Se ha
vuelto tan retraído y de mal humor, borracho la mayoría de las
veces, incluso en clase. Lo suspendieron la semana pasada por
fumar y luego hablarle mal al maestro que lo atrapó. No tengo
idea de lo que estaba haciendo mientras no estaba en la
escuela, y solo regresó hoy, deslizándose en mi clase de química
como un fantasma.
Siento que ya no lo conozco y me estoy volviendo cada vez
más paranoica porque no soy lo suficientemente buena para él,
que ya no me ama, que hay algo, alguien, más.
Página | 114
No quiero pensar en mis dudas. Quiero creer en su amor
por mí, incluso si él no lo ha dicho últimamente. Anders es lo
mejor que me ha pasado, la única cosa en mi vida que me hace
pasar los días. Él es el único que me hace sentir querida, que
me hace sentir necesitada. Con mi mamá regresando solo para
navidad y luego volando de regreso a la India, escogiendo a
papá por encima de Hanna y yo otra vez. Anders es la única
constante en mi vida. Es mi estrella del norte, mi estrella
nórdica.
Entonces esa pasión alimenta mi escalada y, antes de
darme cuenta, estoy escalando la cima y bajando por el otro
lado.
—Ese es mi gorrión —me dice, agarrándome por la cintura
y levantándome en el aire.
Me río, emocionada por su toque, su abrazo. Siento en este
momento, bajo las estrellas, entre la electricidad de su corazón
y el mío, que todo está bien. Estoy completa y feliz de nuevo. Es
el viejo Anders, antes de que empezáramos a pelear, antes de
que yo comenzara a llorar por la noche, temiendo por nuestro
futuro juntos.
Te amo, quiero decirle. Quiero gritarlo. Pero él siempre
insistió en que eran sus palabras para darme y no al revés, y se
pone muy raro cuando lo digo.
Así que lo guardo dentro y hago lo que puedo para
asegurarme de que él lo sienta, lo sepa. Él es el único chico
para mí. Ahora y siempre.
—Damas primero —dice, después de bajarme, haciendo un
gesto hacia el agua que brilla débilmente bajo la luz solitaria del
centro comunitario cerrado.
—Sí, claro —le digo, dándole una palmada en el brazo—.
Sabes que bajan la calefacción por la noche.
—Bueno, ¿por qué no vas a comprobarlo? —dice.
Página | 115
Le doy una mirada sospechosa y levanta la palma de la
mano.
—Te prometo que no te empujare—dice.
Así que tomo su palabra. Camino hacia el borde, el
concreto áspero en mis pies y miro hacia el agua, ligeras ráfagas
de vapor se elevan de ella. Entonces no puede hacer tanto frío,
¿verdad?
Antes de que pueda siquiera registrarlo, Anders se mueve,
corriendo hacia mí. Agarra mi mano y salta en el aire,
arrastrándome con él.
Por un momento estoy ingrávida. Es horrible y liberador al
mismo tiempo. Si fuera un gorrión seguiría volando, pero me
caigo, agarrándome a Anders hasta que el agua nos atraviesa.
Me hundo, abro la boca para gritar y casi me trago un
balde de cloro frío. Cuando mi cabeza sale a la superficie, estoy
jadeando. El agua está mucho más caliente que el aire, pero
todavía es un shock para mi sistema.
Remo frenéticamente, tratando de orientarme, y miro a
Anders.
—¡Idiota, lo prometiste! —grito, escupiendo agua.
—Prometí que no te empujaría —dice, nadando hacia mí,
su largo cabello hacia atrás de su frente.Se ve sexy como la
mierda, a pesar de que lo odio en este momento—. Te detuve,
eso es diferente.
—Eres un idiota —le digo de nuevo.
—Y eres hermosa cuando estás mojada —Mueve las cejas y
envuelve sus brazos alrededor de mi cintura, su piel
deslizándose como seda contra la mía.
Nada hacia adelante hasta que mi espalda está contra el
borde de la piscina, luego una mano desaparece por la parte
inferior de mi bikini y su boca está sobre la mía, con un sabor a
Página | 116 químicos y ron. Su lengua está caliente, pero todavía estoy tan
enojada con él, y al mismo tiempo mi cuerpo responde como si
estuviera volviendo a la vida. Tengo hambre, soy insaciable, por
cada parte de él. Para que él vuelva a ser mío, cada centímetro,
cuerpo y alma.
Mi cuello se estira hacia atrás mientras sus labios
húmedos succionan mi cuello, y rezo para que me deje
chupones como solía hacerlo, cuando solíamos marcarnos y
todos en la escuela sabrían lo locamente enamorados que
estábamos. Detendríaa Everlyde preguntarme por qué ya no ve
a Anders a mi alrededor, por qué dejé de hablar de él,
bromeando como solía hacerlo. Evitaría que todas esas chicas lo
miren, si ven que él sigue siendo mío y yo sigo siendo suya.
Abro los ojos a las estrellas y su boca está en mi pecho,
liberado de la parte superior del bikini y estoy envolviendo mis
piernas alrededor de su cintura mientras él empuja mis nalgas
a un lado.
Nunca lo he querido más, necesitado más.
Susurra algo en noruego, con la voz ronca, y jadeo
ruidosamente mientras se empuja hacia adentro. El agua hace
que la fricción se sienta diez veces mayor, y no en el buen
sentido. Duele.
Pero él se retira lentamente y luego vuelve a entrar de
nuevo y lo agarro con más fuerza y mientras él se ejercita hacia
adentro y hacia afuera, más fácil se vuelve. Me abro a él,
clavando las uñas en su espalda, con una mano en la
nuca.Cuanto más me empuja dentro de mí, mi espalda se frota
más contra el borde de la piscina. Duele, el cemento
raspándome la piel, pero de la mejor manera posible.
No puedo esperar para mostrarle a Everly las marcas
mañana. Usaré las cicatrices con orgullo.
—Oh, Shay—gime Anders en mi cuello antes de
encontrarse con mis labios. Nuestras bocas están calientes,
Página | 117 húmedas, las lenguas bailan, alimentando el fuego.
Soy tan débil, pienso para mí misma. Somos tan malos.
Tener sexo en una piscina pública. No conozco a nadie en mi
escuela que haya hecho eso. Quizás seamos los primeros.
Anderses el primero en venirse, fuerte y ruidoso.
Realmente no puedo quejarme ya que no siempre me vengo
durante el sexo de todos modos. Me encanta escuchar sus
sonidos, saber que yo, y solo yo, soy quien le hace sentir así. Se
siente tan bien.Es poder, y el único poder que tengo.
Me mira, respira con dificultad y comienza a flotar en el
agua. La mirada más extraña y angustiada aparece en sus ojos.
No parece saciado en absoluto.
—Lo siento —susurra.
Niego con la cabeza por un momento, sin comprender.
Entonces lo hago.
—Oh. Oye, no te preocupes por eso. Ha pasado mucho
tiempo, lo entiendo —le digo, tirando de mis partes del bikini
hacia los lugares correctos—. Solo hazme venir la próxima vez y
estaré bien —Le lanzo una sonrisa para hacerle saber que está
bien.
Entrecierra los ojos y escupe agua. —Correcto.
El sonido de la puerta de un coche al cerrarse hace que
ambos levantemos la cabeza.
—Deberíamos salir de aquí —dice Anders, saliendo
rápidamente de la piscina. Extiende sus manos y me saca, justo
a tiempo para que un par de faros destellen en el área de la
piscina, pasándonos por poco. Ha entrado un coche en el
aparcamiento.
Nos ceñimos a las sombras y corremos hacia la valla,
tratando de levantarnos lo más rápido posible. Incluso salto el
último trozo, a sus brazos, justo cuando escuchamos voces y
vemos el rayo de una linterna.
Página | 118 Me toma de la mano y rápidamente corremos por la
carretera, pero se suelta unos momentos después mientras nos
apresuramos por otra cuadra suburbana hacia donde estacionó
el Mustang.
No vuelve a agarrarme la mano durante el resto de la
noche.
Y sus ojos nunca dejan de verse angustiados.
Capítulo 12
Anders
AHORA

Nunca pensé que diría esto, pero Shay Lavji se ha convertido


en una granjera.
Se ha levantado todas las mañanas conmigo a las 5 de la
mañana durante los últimos tres días, y aunque todavía es un poco
aprensiva cuando se trata de alimentar a las vacas bebé, está a mi
Página | 119
lado haciendo todo lo que yo hago. Hemos estado alternando la
ayuda con las vacas y las ovejas, lo que significa que el tío Per está
teniendo un bienvenido respiro que le permite quedarse dentro y
trabajar en las finanzas de la granja y llevar los registros.
Astrid y Lise incluso han colaborado aquí y allá, aunque
realmente han asumido su papel de amas de casa. O debería decir,
amas de casa borrachas, ya que abren las cervezas y la sidra cada
tarde. Pero son sus vacaciones y rara vez coinciden, así que quién
soy yo para juzgar. Yo haría exactamente lo mismo, sólo que no
recuerdo la última vez que pude salir de verdad. La pesca y la vida
en la granja me mantienen atado los 365 días del año.
Pero todas las vacaciones llegan a su fin, y Lise y Astrid han
dejado ya Todalen, Lise subiendo a Tromso para ver a Tove durante
unos días antes de bajar a Oslo, y Astrid de vuelta a París. Cada vez
que se marchan, una pesada nube parece descender sobre la granja.
Aportan mucha luz y vida al lugar, por muy molestas que sean.
Esta vez no será tan malo ya que Shay todavía está aquí,
aunque no sé cuánto tiempo planea quedarse. No le estoy ofreciendo
exactamente una vida emocionante aquí, y sé que hay mucho más
del país que ella quiere ver. Me gustaría encontrar una manera de
llevarla yo mismo, pero a menos que el tío Per contrate a otra
persona, no estoy seguro de que pueda funcionar.
Además, aunque cada vez capto más esas miradas tímidas y
coquetas de Shay, notando la forma en que se inclina para
hablarme, la forma en que me toca, ya sea golpeándome
juguetonamente o simplemente rozando mi hombro cuando pasa, no
estoy seguro de que quiera contemplar Noruega conmigo a su lado.
Aunque ahora se siente mucho más cómoda conmigo, e incluso
empieza a hablar de acontecimientos inofensivos del pasado, sé que
las probabilidades de que se vaya con nuestra relación
completamente reparada son escasas.
Sobre todo, no estoy seguro de que tengamos una relación.
Definitivamente somos amigos más que primeros amores y ex-
amantes, y probablemente esa sea la forma correcta de abordarlo.
Pero, aun así, a veces no quiero otra cosa que agarrarla,
besarla, preguntarle si se acuerda de cómo era amarme, desearme.
Página | 120 Es puro egoísmo por mi parte, pero estos sentimientos están
empezando a joderme de verdad.
Incluso he empezado a escribir de nuevo como solía hacerlo,
solo unas líneas antes de acostarme. Todo es mierda, como siempre,
pero el fuego está ahí, las llamas crecen. Ella es tan inspiradora
como siempre, y no tengo que buscar un libro de Bukowski para
encontrar el impulso y las ideas. Solo mirarla hace que las nubes se
muevan, la tierra tiemble bajo mis pies, para que esa electricidad que
engendra la creación se filtre por mis venas.
Me siento como si fuera un maldito adolescente de nuevo, para
bien o para mal.
En ese entonces yo era un desastre. A veces, cuando siento que
mi vida se ha desintegrado como las cadenas oxidadas de mi barco,
todo lo que tengo que hacer es recordar esos días en la escuela
secundaria. Shay era lo único que me mantenía unido, una chica
que me amaba con todo su joven corazón, y sin embargo ni siquiera
ella fue suficiente para evitar mi total destrucción.
Era una persona horrible, hasta el final. Lo peor es que eso fue
sólo el comienzo. Después de dejar Nueva York y volver aquí, mi
espiral descendente se hizo más rápida, más profunda, hasta que fui
una cáscara de mí mismo.
Y, sin embargo, a pesar de todo, seguí escribiendo. Incluso en
mis días más oscuros, escribí. Los diarios que están apilados en
cajas de zapatos debajo de mi cama son una prueba de eso, una
prueba de que mi dolor más profundo produjo más arte. No digo que
todo estuvo bien. Mis palabras de adolescente están sumidas en la
prosa púrpura y el dramatismo mientras intentaba averiguar lo que
significaba para Shay y lo que ella significaba para mí y cómo los dos
estábamos en un mundo solo, bailando hasta que no quedaba nada
entre nosotros. Pero el fuego estaba ahí.
Y ahora ha vuelto, porque ella ha vuelto.
Simplemente no sé lo que significa. Si tenerla aquí nos trae de
vuelta a la forma en que solíamos ser durante ese año de formación
turbulento, que dejó cicatrices en el alma, o que estoy previendo la
forma en que las cosas terminarán entre nosotros... otra vez.
—¿Anders?
Miro hacia arriba desde mi escritorio para ver a Shay de pie en
Página | 121 la puerta, luciendo tan jodidamente dulce e insegura al mismo
tiempo que mi polla inmediatamente se despierta.
Me aclaro la garganta—: Entra.
Vacila antes de entrar, y es entonces cuando me doy cuenta de
que lleva dos botellas de cerveza en la mano. Dice bastante de lo
mucho que su belleza me roba la atención el hecho de que ni
siquiera note el alcohol en sus manos.
—Astrid me dijo que bebiera toda la cerveza que le sobró—dice
Shay—. Supuse que te vendría bien una. Espero no interrumpir
nada.
Se detiene a mi lado, sus ojos vagando por el diario cerrado, el
lápiz en mi mano. Siempre escribo a lápiz. Odio la permanencia de la
tinta. Mis pensamientos son tan fluidos como el mar, no sirve de
nada hacerlos durar. Supongo que para eso están los tatuajes.
—No lo haces—le digo, ofreciendo una sonrisa.
Me entrega la cerveza, nuestros dedos se rozan. Mi corazón
brilla con electricidad, aunque percibo un poco de tristeza en el
comportamiento de Shay.
—¿Ya las extrañas?—pregunto, refiriéndome a Astrid y Lise.
Creo que Shay estaba bastante molesta por su partida.
Realmente pareció llevarse bien. Creo que Shay estaba bastante
afectada por su partida. Parece que hizo buenas migas con mis
hermanas, sobre todo con Astrid, y se dieron muchos abrazos antes
de que la amiga de Lise las llevara a Trondheim.
Sinceramente, pensé que tal vez Shay se habría ido con ellas,
pero sigue aquí. Ahora, con la ausencia del amortiguador de mis
hermanas, parece que la casa es un poco más pequeña, y nosotras
dos estamos un poco más cerca.
—Un poco—dice ella—. Pero no eres una mala compañía.
Lo tomaré como una victoria.
—Entonces, ¿qué quieres hacer esta noche?—pregunto,
después de un sorbo de cerveza—. Sé que Astrid solía estar a cargo
de planificar las festividades nocturnas.
Shay se ríe y se sienta en el borde de mi cama, una vista
Página | 122 peligrosa.
—Esto es la fiesta nocturna —dice, levantando su cerveza en
un show.
Me giro en la silla para mirarla bien y me tomo mi tiempo para
estudiar su rostro. Está nerviosa, sólo un poco. Todavía se muerde el
labio cuando está ansiosa, intenta empujar su flequillo detrás de las
orejas sin éxito. Se retuerce un poco bajo mi mirada, igual que antes.
Pero entonces me gustaba hacer que se sintiera incómoda. Quería
una reacción de ella, aunque fuera negativa. Algo que me hiciera
saber que ella me veía por todo lo que era, lo bueno y lo malo,
aunque yo sentía que quedaba muy poco de bueno.
Ahora, sólo quiero causar una buena impresión. Hacerla
sonreír, reír, ver esos ojos bailar, sabiendo que le estoy dando un
elusivo sabor a felicidad.
Pero, como de costumbre, estoy interpretando demasiado las
cosas, siempre encerrado en mi propia cabeza.
Me levanto y me acerco a ella a grandes zancadas, y luego me
arrodillo. Me mira sorprendida hasta que meto la mano bajo la cama
y saco un recipiente bajo. Mientras que la mayoría de mis diarios
están en cajas de zapatos, aquí es donde viven mis cámaras
fotográficas, así como pequeños objetos que me han llamado la
atención a lo largo de los años.
—¿Qué es todo eso?—pregunta, inclinándose hacia adelante.
—Donde descansan mis cámaras—digo. Agarro una Pentax
antigua, la misma que usé en la escuela secundaria. Se la ofrezco y
ella me lo quita—. ¿Te parece familiar?
—De ninguna manera—dice ella, dándole la vuelta en sus
manos. Abre la tapa del objetivo y mira por el visor—. Todavía tienes
esto.
Miro directamente a la cámara, esperando que le guste lo que
ve.
—Por supuesto.
La baja después de un momento y me da una mirada
pensativa.

Página | 123 —Sabes, estaba tan asombrada de ti en aquel entonces. Tu


arte, lo que eras capaz de crear.
Me encojo de hombros, volviendo mi atención a la papelera,
buscando más cosas para mostrarle.
—Sólo era un niño punk imbécil—le digo—. Difícilmente lo
llamaría arte. —Para probar mi punto, agarro una pila de grandes
impresiones en blanco y negro y se las entrego—. Intenta echar un
vistazo ahora, desde una nueva perspectiva. Verás que son basura.
Deja la cámara a su lado y comienza a hojear las fotos. Sus
cejas se elevan, los ojos muy abiertos.
—Dios mío. Anders.
Da la vuelta a la fotografía. Es una de ella, sentada en la
esquina de su cama en su dormitorio, de la misma manera que está
sentada ahora, con una pierna doblada debajo de ella. En la foto, su
cabello le cuelga en la cara como solía hacerlo, pretendiendo ser esa
chica espeluznante de —El Aro—, pero hay una parte de su cara
visible. Mejilla redonda, ojos grandes e inocentes, una sonrisa
tímida. Esa parte está enfocada mientras que todo lo demás está un
poco borroso.
—No puedo creer que todavía tengas esto—dice, dándole la
vuelta y maravillándose de ello—. Mi dormitorio. Oh, esa camiseta
sin mangas. Amaba esa camiseta sin mangas —me mira—. ¿Qué
quieres decir con que esto no es arte?
—Si es arte, es sólo porque la persona lo es—le digo, tratando
de encontrar la correa de la cámara—. De lo contrario, es demasiado
aburrido. Eres lo único que lo salva. Es granulado, el contraste es
bajo, demasiado monótono. Yo no sabía nada. Pensé que lo sabía
todo.
Puedo sentir sus ojos sobre mí, su mirada ardiente e
inquisitiva, pero mantengo la cabeza gacha. Empieza a hojear el
resto de las fotos.
—Dios mío, somos tú y yo en el desfile de Navidad. ¿Recuerdas
que te arrastré hasta allí y empezó tarde, así que tuvimos que
esperar en el frío una eternidad? ¿Quién tomo la foto? ¿Mi hermana?
—Lo dudo. Sólo he visto a tu hermana un par de veces —le
Página | 124 recuerdo.
Aunque pasábamos el noventa y cinco por ciento del tiempo en
casa de Shay, su hermana estaba estudiando en su habitación o
fuera, mientras que nosotros básicamente nos quedábamos en el
dormitorio de Shay. Los padres de Shay ni siquiera estaban en los
Estados Unidos, así que era como el sueño de todo adolescente
cuando se trata de tener una novia. Sin padres a los que tratar de
impresionar, sin andar a escondidas. Nadie que se preocupe.
Lo gracioso era que me molestó en cierto nivel. Como si
quisiera ser aceptado por la hermana de Shay, Hannah, o quisiera
que me presentaran a sus padres. Supongo que debido a que no fui
aceptado en absoluto en la casa de mi madre y mi padrastro, estaba
buscando familia en otra parte.
—Huh—reflexiona, pasando a la siguiente foto—. Bien. Everly
debe haberla tomado. Sabes, me sorprende que todavía las tengas.
La miro, frunciendo el ceño.
—¿Por qué?
Ella me da una rápida sonrisa.
—No sé. Supongo que cuando escuché que te fuiste, me
imaginé que dejabas todo rastro de mí, de la secundaria, de todo,
atrás.
Siento que la culpa ennegrecida me recorre como a veces lo
hace. Recojo mi cerveza y la correa de la cámara y me siento en la
cama al otro lado de la Pentax.
—Lo crea o no, no quería irme—hago una pausa—. Después de
que rompimos, todo se vino abajo. Que me expulsaran fue la gota
que colmó el vaso, sobre todo a punto de terminar los estudios. Mi
madre me echó. Dijo que no podía soportarme más. Tuve un par de
días antes de que ella reservara mi vuelo de regreso a Oslo. Una
parte de mí quería seguir adelante, pero no podía. Sabía que me
odiabas y sin embargo... no podía dejarte ir —la miro fijamente, sin
saber cómo voy a conseguir que vea lo arrepentido que estoy por la
forma en que la traté—. Yo era una persona diferente, Shay, nunca
quise hacerte daño. Yo…

Página | 125 —Detente—dice rápidamente, con los ojos destellando. Ella


levanta su cerveza a la defensiva, como una barrera entre nosotros—
. Por favor. Solo para. Está en el pasado. Lo que pasó, pasó, y tienes
razón. Éramos personas diferentes.
Eso es lo que dice, pero no explica la forma en que mantiene
las distancias conmigo, como si pensara que voy a engañarla de
nuevo, no explica que pueda sentir su ira a veces, su decepción
conmigo. La gente dice que hay que seguir adelante, pero muchos de
nosotros estamos atados al pasado, incluso cuando sabemos que
deberíamos dejarlo ir. Shay puede decir que debemos dejar el pasado
en el olvido, pero hay algo en su interior que no quiere que lo haga.
No la deja.
Y quiero saber por qué es así.
Quiero saber por qué, cuando me mira, todavía hay esta
batalla, esta guerra detrás de sus ojos, como si nunca fuera capaz de
perdonarme y, sin embargo, desearía poder hacerlo.
¿Es una cuestión de orgullo?
¿O la lastimé de una manera que ni siquiera puedo imaginar?
Después de tantos años, nada de esto debería importar más, y
sin embargo...
Extiendo la mano hacia la cámara y engancho la correa, luego
la sostengo para ella.
—Aquí. Esto es tuyo ahora.
—¿Qué quieres decir?
—Te dije que tengo muchas cámaras y sé que necesitas una.
—Esta es una cámara que funciona con carrete, Anders.
—¿Y? ¿Ya no crees en la magia de eso? ¿La espera para ver lo
que has capturado?
Ella niega con la cabeza, riendo suavemente.
—Tomo una foto y la publico en Instagram de inmediato. No
hay que esperar conmigo.
—Eso no es cierto—le digo—. Haces muchas, muchas, muchas
fotos, luego editas las fotos y luego las públicas. Has aprendido un
poco de paciencia. Sólo tienes que alargarla más. ¿No sabes lo bien
Página | 126 que sienta la gratificación retardada? Cuando por fin consigues lo
que has estado esperando.
Mi voz es ronca ahora, y por la forma en que el color rosa está
subiendo por sus mejillas, puedo decir que siente todas las
insinuaciones que he cargado en esas oraciones. Aun así, ella no
muerde. Tiene más paciencia de la que cree.
Se aclara la garganta.
—No puedo aceptar esta cámara.
—Por favor—le digo, y extiendo la mano, cerrando mi mano
sobre la de ella, presionándola contra la Pentax. Me inclino más
cerca, el olor de su champú hace que mi corazón se salte un latido y
mi sangre se caliente—. Esto es tuyo ahora. Mi regalo para ti. Es lo
menos que puedo hacer.
Frota sus labios juntos, mirándome profundamente a los ojos.
—Has hecho suficiente—dice en voz baja. Agita la cerveza en mi
cara—. Dejándome beber tu cerveza...
—La cerveza de Astrid.
—La cerveza de tu hermana. Dejando que me quede en tu casa.
Le sonrío.
—Técnicamente, te estás ganando la vida ayudando en la
granja.—Presiono mis manos con más fuerza y luego retrocedo,
poniéndome de pie—. Quédate con la cámara. Te conseguiremos algo
de rollo mañana y podrás empezar.
Mira a la cámara como si le hubieran confiado un niño.
—¿Y tienes un lugar para desarrollar películas en Todalen?
—Por supuesto. El viejo Thor Ragnarok, al final de la calle,
tiene una sección de fotografía de una hora en su armario.
—¿Thor Ragnarok?—repite. Luego se ríe y me golpea en el
brazo. Con fuerza—. ¡Cállate!
Joder, me encanta el sonido de su risa. Se siente más que bien
escuchar la felicidad en su voz, aunque sea a costa de que le tome el
pelo.

Página | 127 Me da esperanza.


Después de eso, pasamos el resto de la noche en mi habitación,
revisando fotos, cámaras viejas, recuerdos, cosas raras que solía
coleccionar como llaves maestras, encendedores, tapas de botellas,
cuchillos de mantequilla de piedra tallada y candelabros. Bebimos
cerveza y hablamos de los viejos tiempos, ignorando las partes feas
al final de nuestra relación. Incluso le leí algo de mi terrible poesía de
esa época, luego revisé todas las fotos antiguas que pude encontrar.
Se sentía como en los viejos tiempos y se sentía como en los
tiempos nuevos.
Me fui a dormir deseando que ella estuviera en mi cama,
deseando poder ser lo suficientemente valiente como para caminar
por el pasillo hasta su habitación y darnos una segunda
oportunidad, aunque solo fuera por una noche.
Quizás haya otra oportunidad mañana.
Pero quedan pocas oportunidades.
la mañana siguiente, nos levantamos de nuevo con los
gorriones y llevamos las vacas al establo. Pensé que había
convencido a Shay para que aprendiera a ordeñar una vaca a mano,
pero ahora que estamos junto a la vaca, listos para salir, se cruza de
brazos, con cara de inseguridad.
—Pensándolo bien, quizás ordeñar una vaca es una habilidad
que realmente no necesito—dice Shay con cautela—. No estoy segura
de que me sirva de mucho en un currículum.
Le sonrío y asiento con la cabeza hacia la vaca que la está
mirando, como diciendo manos a la obra.
—Es demasiado tarde. Ella está esperándote. Además —le
extiendo la mano—, dame tu teléfono. Lo documentaré para tu
Instagram. Ves, ahora es una habilidad valiosa.
Lo sopesa en su cabeza y, para mi sorpresa, se baja la
Página | 128 cremallera de la parte delantera de su monopieza de color burdeos y
se mete la mano en el bolsillo, sacando su teléfono. Me lo entrega y
vuelve a subir la cremallera del traje. Los dos los llevamos puestos,
yo por solidaridad, ya que ensuciarme es algo natural para mí.
Luego posa junto a la vaca, con un aspecto adorable en el
mono y las botas de goma de gran tamaño, con el pelo recogido en
una trenza.
—¿Me veo genial?—pregunta, mientras tomo un par de fotos,
obteniendo el encuadre perfecto.
—Te ves linda—ledigo—. La chica de granja más sexy que he
visto.
Parece satisfecha con eso mientras le devuelvo el teléfono y se
lo mete de nuevo dentro de su mono.
—Está bien, ¿ahora qué?
Dejo el taburete bajo y el cubo.
—Aquí. Siéntate.
—Tú siéntate—dice ella—. Necesito que me lo demuestres.
—Es mejor si aprende sobre la marcha. Te guiaré. Siéntate.
Suspira y se deja caer en el taburete, mirando las ubres de la
vaca. La vaca deja escapar un mugido bajo y le doy una palmada
cariñosa en el costado. Necesita ser ordeñada y se pondrá ansiosa si
no nos apuramos. Está acostumbrada a estar conectada a la
máquina junto con el resto de sus amigas.
Luego me agacho justo detrás de Shay, presionando mi pecho
contra su espalda, mis brazos rodeando sus brazos, mis manos
sobre las de ella, guiándola al lugar.
—Al igual que la película Ghost29 —le digo, mis labios rozando
su cabello, cerca de su oreja.
Puedo sentirla rígida debajo de mí, estremecerse levemente,
como si yo le diera escalofríos. Solo puedo esperar que sea del tipo
bueno.
—Aquí—le digo, tratando de no respirar en su cabello con olor
a manzana—. Deja que te enseñe.

Página | 129 Muevo su mano sobre los pezones de la vaca para que se
agarre.
Jadea y se ríe.
—Ahhh, esto es extraño. ¿Es extraño para la vaca?
Me río.
—¿Probablemente? La vaca está acostumbrada a la eficiencia y
la máquina no se ríe.
Intenta apartar las manos.
—No puedo hacerlo. Esto es muy raro. Voy a estropearlo.
Suspiro y suelto sus manos, pero no me muevo. Me acerco y
empiezo a ordeñar la vaca yo mismo, tratando de demostrarle la
técnica.
—¿Ves cómo lo pellizco hacia el final?
—Deja de hacer esto sexual.
Me echo a reír, mis manos se alejan. La vaca muge de
impaciencia.

29La sombra de un amor… *Suena melodía desencadenada*: Ooooh, MY LOVE, M DARLIIIING (Sorry, me inspire)
—¿Sexual? Bien ahora lo hiciste raro.
—Tú eres el que acaba de comparar esto con la escena de la
cerámica de Ghost.
Vale, en eso tiene razón.
—Bien, bien—le digo—. Sólo inténtalo.
Exhala, ajustándose en el taburete, cuadrando los hombros.
Luego lo intenta de nuevo. Lo hace bien.
—Si, bien. Sigue adelante.
—Shhhh—me dice—. Lo estás haciendo raro de nuevo.
Miro a la vaca, que me devuelve la mirada. Juro que veo a la
vaca negar con la cabeza.
Pero Shay aprende rápido. Me quedo agachado detrás de ella,
mirando, pero la dejo hacer todo, dejándola descubrir la mejor
técnica por sí misma. No pasa mucho tiempo antes de que ella
Página | 130 encuentre un ritmo fácil, la leche llena el balde y la vaca se ve
tranquila y feliz.
—Ahí tienes, lo estás haciendo. ¿Quieres que te tome una foto?
—Eso implicaría que me desabrocharas y me metieras la mano
en el bolsillo del pantalón.
—Ah, y no quieres que sea sexual—recuerdo.
—Tal vez sea mejor dejar algunos recuerdos para nosotros y no
para Internet —dice después de un segundo, sus manos aun
trabajando.
—Ahora estás hablando mi idioma—digo, balanceándome sobre
mis talones—. Sabes, cuando estoy en el mar no tenemos ninguna
recepción celular en absoluto. Son semanas y semanas de nada. A
veces llevo una cámara, especialmente si las ballenas tienden a estar
en el área, pero nunca publico nada. Creo que es bueno que te
quedes con las cosas para ti.
Ella se encoge de hombros.
—A veces lo es. Pero a veces quieres compartir con el mundo.
¿Cuál es la diferencia entre eso y tu poesía? ¿O las otras fotos que
tomas?
—No los comparto con nadie.
—Lo hiciste conmigo.
Si. Y ahora mismo eres mi mundo.
Pero, por supuesto, no digo eso.
—Sabes que en unas semanas tengo que volver al barco. Salir
al mar de nuevo.
Ella asiente.
—Sí. Quién sabe dónde estaré para entonces.
—Bueno... ¿y si estuvieras conmigo?
Shay deja de ordeñar y me mira por encima del hombro,
sosteniendo mi mirada. La vaca golpea su pie con impaciencia, lo
que hace que Shay vuelva a trabajar.
—¿Qué quieres decir? ¿En el barco?
Página | 131 —No. El tiempo anterior a eso. ¿Y si... y si puedo averiguar
cómo tomarme un tiempo libre? Los corderos ya están todos, así que
hay menos trabajo. Per puede encargarse de las vacas y yo puedo
traer a Kolbjorn, él ayuda cuando no estoy. Tal vez podríamos hacer
un viaje por carretera juntos, sólo unos días. Una semana.
Disminuye la velocidad por un momento y puedo sentirla
tratando de resolver esto.
—¿Es una buena idea? —pregunta finalmente.
—Seguro. ¿Por qué no?
—Porque…
—Somos amigos, ¿no? Los amigos viajan juntos. Y sería más
barato para ti dividir el costo de esta manera. Ibas a viajar de todos
modos.
—Me iba a quedar en hostales. ¿Que estabas pensando?
Obviamente estaba pensando en compartir una habitación de
hotel.
Y una cama.
Y ella lo sabe.
—Anders—dice en voz baja—. Siento que... lo que tenemos, sea
lo que sea, es tan frágil. Tan cerca de volverse complicado, y
realmente no puedo manejar lo complicado en mi vida ahora mismo.
No puedo.
—Yo tampoco. Así que no lo compliquemos.
Se frota los labios por un momento y vuelve a ordeñar.
—Creo que eso es imposible.
—No lo sabrás a menos que lo intentes.
—Bueno, tal vez estoy demasiado asustada para intentarlo. Tal
vez deberíamos simplemente...
—¿Continuar ordeñando la vaca?—Hago una broma. Le doy
una salida fácil de esto.
—Sí. Eso.
Asiento con la cabeza y lentamente me pongo de pie, me duele
Página | 132 la espalda baja de estar agachado durante tanto tiempo. Me estiro,
con los brazos sobre la cabeza, y cuando miro hacia abajo, Shay ha
dejado de ordeñar. Ella me mira con una expresión curiosa.
—¿Qué?—pregunto.
Tiene la mirada en sus ojos como si estuviera a punto de
decirme algo, así que instintivamente me inclino.
Luego, ella arroja leche, en mi maldita cara.
—¿Qué carajo?—exclamo, pasando mi brazo por mi frente.
Mientras tanto, casi se cae del taburete y se ríe mucho. Incluso
la vaca se ríe, como si fuera idea suya.
Afortunadamente, sé cómo obtener mi propia venganza.
Shay tiene muchas cosquillas. Especialmente en las costillas.
Lo utilizaba como mecanismo de coqueteo cuando era joven, una
forma de hacernos rodar por la cama (o el suelo), y no me
enorgullece decir que estoy a punto de hacer lo mismo por la misma
razón ahora mismo. Bueno, eso, y que se lo merece.
Levanto los dedos, moviéndolos hacia ella, y se le cae la boca al
ver mi mirada, esa mirada que dice que voy a por ella.
—¡No!—grita suavemente, y luego se pone de pie, derribando el
taburete.
Intenta pasar corriendo a mi lado, pero la agarro por la cintura
y la giro, tratando de sujetarla con una mano mientras le hago
cosquillas con la otra. Es un trabajo duro, considerando que lleva un
mono holgado, pero incluso la sola idea la hace reír y jadear.
—¡No te atrevas!—grita, mientras trato de pasar mis manos por
su costado.
Mechones de cabello se sueltan de su trenza, fluyendo hacia su
rostro, una risa ansiosa cayendo de sus labios.
Dios, nunca se vio tan hermosa.
Antes de saber lo que estoy haciendo, antes de tener la
oportunidad de pensar, de detenerme y reflexionar sobre las
consecuencias, la aprisiono contra la pared del granero, nuestros
rostros a centímetros uno del otro, mi cuerpo contra el suyo, los
Página | 133 corazones acelerados.
Y la beso.
El mundo se detiene.
Gira.
Invierte el curso durante un breve momento en el que recuerdo
exactamente cómo era besar esos labios suaves y anhelantes, tener a
Shay sin aliento contra mi boca, sentir cómo su cuerpo se rinde
lentamente a mis manos.
Entonces ambos nos detenemos, respiramos, el mundo se
detiene una vez más antes de que ella me mire fijamente a los ojos y
entonces todo avanza con fuegos artificiales, mi sangre se llena de
caliente urgencia.
Cubro su boca con la mía, su lengua me provoca, me alimenta,
mientras mis manos desaparecen en su pelo, manteniéndola en su
sitio, conectándome a tierra. Todos los años de sueño, los años de
culpa, vergüenza y arrepentimiento, y ahora ella está aquí, nuestro
beso apasionado, salvaje, lleno de emoción y deseo, tratando de
recuperar el tiempo perdido. Tratando de deshacer todo lo malo.
Una garganta se aclara detrás de mí.
—Anders—dice con voz severa.
Mierda.
Es Per.
Me aparto de Shay, respirando con dificultad, y me doy la
vuelta para verlo en la entrada del granero, sin parecer demasiado
complacido. Por otra parte, ese es su rostro natural.
—Devuélvela a donde pertenece—dice, señalando a la vaca,
aunque por un momento pienso que también se refiere a Shay.
Luego asiente a Shay y dice en un inglés entrecortado—: Necesito
ayuda con una oveja.
Miro a Shay y ella asiente en respuesta a él, alisando su
cabello.
—Seguro. Por supuesto.
Me echa una mirada cautelosa, sus ojos parecen atormentados
Página | 134 y tensos, lo suficiente como para ponerme el corazón en vilo, y luego
se aparta de la pared y se acerca a Per a grandes zancadas.
Veo cómo se alejan juntos hacia la brillante luz del exterior y
cómo sus siluetas desaparecen.
Me froto los labios, aun saboreándola.
Creo que acabamos de cruzar la línea de lo complicado.
Capítulo 13
Shay
ANTES

Oh Dios, voy a vomitar.


No he vomitado desde que tenía siete años y tuve la gripe
estomacal, y realmente no quiero romper esa racha.
Pero mi racha ha terminado. Se acabó el tiempo. Salto de la
Página | 135 cama, me desprendo de las sábanas y me tapo la boca con los dedos
mientras corro hacia el baño, cayendo de rodillas. Apenas consigo
asomar la cabeza por el retrete y el vómito llena la taza con un ruido
nauseabundo.
Asqueroso. ¡Tan, tan asqueroso!
Siento una mezcla de decepción por no contenerme más y de
preocupación, porque, bueno, ¿por qué demonios estoy vomitando?
Nervios, me digo. Es lo más lógico. Me desperté con el corazón
oprimido, con esa sensación de pavor total en el pecho, como si algo
fuera terriblemente mal.
Solo que no hay nada de malo. Al menos, nada nuevo.
Quiero decir, está bien, no he visto a Anders durante una
semana o más. Prácticamente me ignora en la escuela, y cuando lo
veo es sólo una mirada en el pasillo. Nunca pensé que diría esto,
pero el Vikingo no se ve demasiado bien. Ojeras, pelo enmarañado...
Empiezo a pensar que podría estar drogado, lo que explicaría
muchas cosas, pero ciertamente espero que no sea cierto.
Estoy al límite de mi paciencia. Le he enviado muchos
mensajes de texto, lo he acosado en Facebook, y cuando me pongo
en contacto con él me dice que ha estado muy ocupado (¡no dice con
qué!) y que me avisará cuando esté libre. No se explica por qué finge
no verme cuando lo estoy mirando a la cara.
Realmente pensé que estábamos avanzando. Después de
nuestro incidente en la piscina comunitaria (que estoy
profundamente decepcionada de que nadie haya cotilleado sobre
ello), volvimos a salir casi todos los días. Y más sexo. Quiero decir,
no ha sido exactamente lo mismo que antes, hay esta extraña
sensación de desapego y no me mira a los ojos, pero estoy muy
contenta de que siga conmigo, de que sigamos siendo una pareja.
Durante un tiempo pensé que iba a romper conmigo y no podía
imaginarme nada peor que eso. Todo mi mundo se partiría en dos y
yo quedaría destrozada.
Pero le he dado espacio. Es lo que Cosmo dice que hay que
hacer. Las chicas son pegajosas, las mujeres saben cuándo dejar que
un hombre se ocupe de todo. Quiero ser una mujer, no una
adolescente enamorada. Quiero darle todo el espacio que necesita,
hacer todas las cosas bien. Ser perfecta. Puedo hacerlo, ¿verdad?
Página | 136
Me levanto lentamente del suelo y tiro de la cadena antes de
que pueda volver a ver mi vómito y que todo vuelva a suceder. Me
enjuago rápidamente la boca y me cepillo los dientes hasta que el
sabor ácido desaparece y luego me echo agua fría por toda la cara.
Afortunadamente es sábado y no tengo adónde ir. Everly está
fuera de la ciudad con su familia, y con Anders fingiendo que no
existo, solo me tengo a mí como compañía.
En realidad, eso no es cierto. Está Hannah, pero no la veré
mucho. Ya me dijo que estará estudiando todo el fin de semana. Lo
cual es algo que supongo debería hacer, teniendo en cuenta que
tengo un examen final de ciencias a la vuelta de la esquina, pero me
siento demasiado enferma para concentrarme en las tareas escolares
ahora mismo.
Me tumbo en la cama, en posición fetal, intentando inspirar y
espirar, esperando que se me pasen las náuseas. La última noche de
noche comimos comida china, pero me tocó lo de siempre, y ¿acaso
no se suele enfermar enseguida si es envenenamiento alimentario?
Esta mañana he comido cereales, pero, de nuevo, nada raro.
Mientras estoy tratando de reflexionar sobre mis elecciones de
alimentos últimamente, siento que otra oleada de náuseas me
recorre. Corro al baño de nuevo, llego justo a tiempo.
Cuando no queda nada para devolver, tiro del inodoro justo
cuando la puerta de mi habitación se abre y Hannah me mira
fijamente con los ojos muy abiertos.
—Shay, ¿estás enferma?
Apenas puedo encontrar la energía para asentir.
—Obviamente.
Intento ponerme en pie y ella está ahí, tirando de mí por debajo
de los brazos. Nunca ha sido demasiado cariñosa conmigo, pero me
agarra por los hombros y me mira de cerca. Bueno, no demasiado
cerca. Probablemente apesto.
—¿Qué comiste?—pregunta, bajando el asiento del inodoro y
haciéndome sentar en él. Luego va al fregadero y se lava las manos
Página | 137 con una tonelada de jabón, durante al menos medio minuto—.
Desglósalo todo.
—Anoche comí carne de res, brócoli y rollitos de primavera.
Esta mañana comí Lucky Charms y leche.
—¿La leche estaba caducada?
Le doy la mirada más sucia que puedo reunir.
—¿Tengo aspecto de beber leche caducada?
Cruza los brazos sobre el pecho y se apoya contra la pared,
mirándome como si estuviera tratando de leer mi mente. Así es con
Hannah, o te mira con indiferencia o eres un desafío matemático
imposible. No hay nada en el medio.
—¿Qué hay de tu período? ¿Cuándo fue tu última
menstruación?
Mis mejillas se sonrojan. No hablo con Hannah de estas cosas.
—Todavía estoy esperando—digo, mirando el esmalte rosa
descascarillado en mis uñas. Solo los había hecho ayer, pero obtuve
el esmalte en una tienda de un dólar, entonces, ¿qué esperaba?
Cuando hace un sonido ahogado, la miro.
—¿Qué?
—¿Lo estas esperando? ¿Quieres decir que lo perdiste?
Niego con la cabeza.
—Quiero decir que aparecerá. Sólo que tarde. No me lo he
perdido.
—Oh, Dios mío—dice, su boca se posa en una línea firme que
me recuerda a nuestra madre cuando se enoja—. ¿Cuándo fue la
última vez que tuviste sexo?
Mis mejillas se enrojecen aún más, y aunque me avergüenza
esta conversación, el miedo empieza a apoderarse de la vergüenza,
haciendo que mi piel se sienta más húmeda.
—¿Quién dijo que estaba teniendo sexo?
Hannah entrecierra los ojos.
—¡Shay! No soy idiota. Yo también vivo en esta casa.
Página | 138
—No lo sabría, nunca estás en casa—digo como un golpe.
Luego aparto la mirada rápidamente antes de que pueda volver
a clavarme la mirada.
—¿Cuándo fue la última vez, Shay? No he visto a Anders por
aquí en un tiempo…
Qué manera de recordármelo. Trato de pensar.
—No sé. Quizás hace dos semanas.
—¿Y antes de eso?
Me encojo de hombros.
—Era a menudo.
Excepto cuando ya no lo fue.
—¿Estás tomando la píldora?
Niego con la cabeza, sintiéndome avergonzada, como una niña.
—No. Yo... no sabía cómo tomarla. ¡Pero usábamos condones!
Excepto… se me cae la cara.
La piscina.
—¿Qué?—pregunta Hannah.
Intento tragar, hablar, pero es difícil.
—Excepto una vez. No lo hicimos. Hace un mes...
Entonces todo sale a relucir.
Lágrimas, esta vez.
Rompo a llorar, con la cara enterrada entre las manos,
intentando mantener la compostura y fracasando.
Es el momento en que me doy cuenta de lo sola que estoy.
Y de lo jodida que estoy.
Lloro durante unos minutos, mientras Hannah me frota la
espalda y hace ruidos tranquilizadores.
Luego enciende y apaga las luces para llamar mi atención.
La miro fijamente a través de las lágrimas.
Página | 139
—No pierdas tu mierda todavía—me dice con determinación—.
Voy a ir a la tienda y te voy a comprar una prueba de embarazo.
Después de que te hagas la prueba, si es positiva, ya veremos qué
hacer. ¿Vale? Ven aquí.
Me tiende la mano y yo pongo la mía en la suya. Me saca del
baño y me lleva a la cama para que me tumbe. Me da una almohada
para que me agarre a ella. La acuno como solía hacer con Frank,
nuestro viejo goldenretriever que murió el día después de que mis
padres anunciaran su divorcio. Luego se va y me quedo sola.
Parece que mi hermana se ha ido una eternidad. En el tiempo
que pasa le envío un mensaje de texto a Everly sólo para ver cómo
está, con tantas ganas de contarle lo que está pasando, pero no
quiero arruinar su viaje de fin de semana, sobre todo porque no sé
qué es lo que pasa. No quiero que piense menos de mí todavía.
Pero ya pienso menos en mí. Por haberme metido en este lío,
por haber sido tan descuidada y despreocupada, por haberme jodido
básicamente por estar con Anders.
Y Anders... ¿qué demonios le voy a decir?
Ya está distante, esto sólo lo empujará más lejos, todo el
camino de vuelta a Noruega probablemente. No querrá ser parte de
esto, no querrá ser partícipe del asunto. He visto a algunas chicas de
mi grado quedarse embarazadas con la esperanza de mantener al
chico, y nunca funciona.
Mi hermana vuelve antes de que pueda ponerme totalmente
nerviosa, aunque derrame algunas lágrimas más mientras tanto.
Pone la bolsa de plástico a mi lado y saca un frasco de Pedialite, un
medicamento contra las náuseas y dos pruebas de embarazo.
—¿Te harás una también?—bromeo débilmente mientras trato
de sentarme.
Hannah no está de humor para bromear.
—Tenemos que asegurarnos. Ahora ven.—Me pone de pie y me
da una caja—. Entra allí, sigue las instrucciones. No importa el
resultado, lo intentaremos de nuevo. ¿De acuerdo?
Parece bastante sencillo.
Voy al baño, leo las instrucciones, orino en el palo y espero.
Página | 140
La espera más larga de mi vida sólo para ver aparecer dos
líneas rosas.
—¡Hannah!—grito y ella entra a toda prisa. Le enseño el palo,
llorando.
—Vuelve a intentarlo, vuelve a intentarlo—dice, negándose a
tocar el palo.
Vuelve a cerrar la puerta y el segundo resultado es el mismo
que el primero.
Estoy embarazada.

Me las arreglo para ocultar mi embarazo y mantenerlo entre


Hannah y yo durante toda la semana. Es difícil. Acabo faltando a mis
clases de la mañana del martes porque estaba vomitando demasiado,
pero afortunadamente para cuando estoy en clase. No quiero que
nadie se haga una idea equivocada; todo el mundo se apresura a
difundir rumores y ya siento que todos hablan a mis espaldas de
todos modos, porque Anders ya nunca está cerca del colegio, y
mucho menos de mí.
No es que le haya mandado muchos mensajes, ni siquiera a
Everly. Hannah me ha concertado una cita con el médico para
mañana sábado, así no tendré que faltar a clase. Estoy muerta de
miedo, pero sé que sólo me harán más pruebas y me hablarán de
mis opciones. Sólo deseo que esto sea un sueño, que esto le esté
sucediendo a otra persona. Sigo pensando que si me esfuerzo lo
suficiente puedo hacer retroceder el tiempo con mi mente. O que, si
me doy una bofetada o un pellizco en la piel o sacudo la cabeza con
fuerza, las cosas volverán a ser como antes.
Pero nunca sucede.
No cambia.
Esta es mi realidad ahora. Y nunca me había sentido tan sola.
Aunque, gracias a Dios por Hannah. Ella realmente ha dado la
cara y nos hemos acercado en muchos aspectos. No es una sustituta
de mi madre y no quiere serlo, pero sé que estaría totalmente perdida
sin ella.
Página | 141
—Shay—dice Everly detrás de mí mientras cierro mi casillero.
Una clase más y luego comienza el fin de semana.
Oh, qué alegría.
Me doy la vuelta para darle una mirada de disculpa, esperando
que me eche la bronca por haber estado distante y rara toda la
semana. Pero esa mirada se desvanece cuando veo lo alterada que
está. No se trata de mí.
¿O sí?
—¿Qué pasa? ¿Estás bien?
Ella niega con la cabeza lentamente, parpadeando.
—Okey. Bien. Aún no lo has escuchado. Quería que lo
escucharas de mí. Me acabo de enterar y tenía que encontrarte y
decirte.
Mi corazón cae en mi estómago.
—¿Qué?—susurro—. ¿Alguien murió?
—No. Pero desearías que alguien lo hiciera —toma una
respiración profunda y luego mira a su alrededor en el pasillo—.
Hubo un rumor... lo escuché esta mañana, pero no quise creerlo.
Jenny Bishop me lo contó. Dijo que lo había oído de Meghan Stovell.
Meghan es amiga de Jen.
—Jen Bishop.
—No. Jen Brown.
Nuestra amiga, Jen Brown, que dejó de estar con nosotras en
Navidad, y empezó a salir con el ex de Everly, Jeff.
Si. Fue un movimiento de puta.
—¿De qué estás hablando? ¿Qué hay de ella?—pregunto.
Everly se frota los labios y luego se inclina.
—Jen ha estado durmiendo con Anders.
Mi corazón se detiene.
—¡¿Qué?!—grito.
Página | 142 El Sr. Hill, el profesor de historia, se detiene y nos mira a los
dos con una mirada de advertencia.
—¿No tienen clase, chicas?
Apenas le prestó atención. Mi corazón hace una caída libre a
través de mis pulmones, mis intestinos, justo a través de mí. No
puedo respirar. La ira y la pena me desgarran como lobos peleando
por un cadáver
—No—susurro, apoyándome en mi casillero—. Eso no puede
ser cierto.
—Es cierto. Lo confirmé con Jeff. Se separaron. Él los atrapó...
Niego con la cabeza.
—No. Anders no me haría eso...
Pero inmediatamente me inundan imágenes de ellos juntos.
Jen es rubia, delgada y dura como una piedra.
En realidad, es una perra, en el sentido de que es súper mala
con las chicas, pero súper buena con los chicos, de modo que, si
alguna vez te quejas de ella, todos los chicos te dicen—: ¿De qué
estás hablando, es tan dulce? y bla, bla, bla...
¡Mierda!
Esto tiene sentido ahora. No quiero que lo tenga, especialmente
después de esta semana de mierda, el hecho de que estoy
embarazada de su maldito bebé, pero de repente sé que lo que Everly
está diciendo es real. Es real. Es por lo que se ha alejado.
Porque ha encontrado a alguien más.
Oh, Dios mío.
Me doy la vuelta y le doy un puñetazo a la taquilla de al lado,
con fuerza.
¡Ay! Duele muchísimo. ¿Por qué he hecho eso?
—¡Shay!—grita Everly —. No te lastimes. El no vale la pena.
—¿Cómo pudo hacerme esto?—grito suavemente, sacudiendo el
puño, consciente de que la gente me mira—. ¡Y con ella! Se suponía
que era nuestra amiga. ¡Mi amiga! Esa estúpida perra.
Página | 143 —Sí, bueno, se lo dije después de que empezara a salir con Jeff.
Lástima que no siento pena por él.
No puedo creerlo. Las lágrimas se precipitan a mis ojos, siento
que mi pecho va a cerrar todo el aire. Necesito salir de aquí. No
puedo seguir aquí.
—Me voy a casa—digo, tratando de evitar que las lágrimas
caigan. Agarro mi mochila y cierro el casillero de golpe, mis manos
tiemblan mientras abro el candado—. Caminaré.
—Yo te llevaré—dice, rodeándome con el brazo.
—No puedes saltarte el inglés. Vas a suspender.
—Solo mírame. Eres mi mejor amiga Shay, no te dejaré en un
momento como este.
Suspiro, sintiendo que tanta tristeza me ahoga pero agradecida
por Everly.
No es hasta que estamos entrando en su coche que digo entre
mis lágrimas—: Bueno, ya que eres mi mejor amiga, hay algo más
que necesito decirte. Algo que me pasó esta semana.
—¿Qué?
Y luego la pongo al corriente de las pruebas de embarazo.
Después, sobre cómo mi relación con Anders se estaba
desintegrando silenciosamente en los últimos meses.
Y que todavía no se lo he dicho.
No estoy segura de que vaya a hacerlo ahora.
De hecho, no quiero volver a verlo.
Pero cuando Everly viene y pedimos pizza con Hannah, cuando
estamos hablando en mi habitación después, sobre todo, Everly
recibe un mensaje de Jenny Bishop.
Hay una fiesta esta noche en la casa de Doug Campbell ahora
mismo.
Y Anders estará allí.
Me pongo en pie de un salto e inmediatamente me dirijo a mi
armario.
Página | 144
—¿Qué estás haciendo?—dice Everly.
—Estoy encontrando el vestido más sexy que tengo—digo,
rebuscando, con la rabia y la venganza retumbando en mí—. Y luego
iremos a esa fiesta.
—Shay—dice con cuidado—. No creo que sea una buena idea.
Estas embarazada.
Me doy la vuelta y la miro.
—¿Esa es la excusa? ¿Estoy embarazada? No tienes que venir.
Pero voy a ir. Voy a decirle que hemos terminado y que lo sé. Voy a
asegurarme de que todo el mundo sepa lo mentiroso y tramposo que
es.
Everly suspira, mirando hacia la alfombra por un momento.
Luego me mira y se encoge de hombros.
—Bien. ¿Me prestas un vestido?
Las dos atacamos de nuevo mi armario, buscando las cosas
perfectas para ponernos. Everly es más pequeña que yo, tanto en
peso como en altura, pero tengo un vestido negro tipo body que
compré en WetSeal y que le queda muy bien. Yo me decido por algo
igualmente ceñido a las curvas, mi top amarillo de satén sin mangas
combinado con mis tacones amarillos y unos vaqueros oscuros.
Tengo un pecho bastante grande que me gusta mantener oculto,
pero Anders estaba enamorado de mis tetas, así que me imagino que
podría mostrarlas mientras pueda y hacer que se arrepienta de
haberme perdido así.
Estoy en el baño, ajustando mi top, cuando de repente me
golpea la enormidad de lo que está sucediendo. Casi me caigo al
suelo, tengo que agarrarme al borde del lavabo para mantenerme en
pie.
Me ha engañado.
Anders se acostó con una amiga mía.
Él se desnudó delante de ella. Ella se desnudó delante de él.
Estaban juntos, su polla estaba dentro de ella. La hizo gemir, tal vez
incluso la hizo correrse. Definitivamente se corrió. Fue íntimo con
ella de la forma en que se suponía que sólo debía serlo conmigo.

Página | 145 Pensé que me amaba.


Creía que yo era especial para él.
Siempre me llamaba su gorrión, este pájaro que se sentía tan
afortunado de tener en la palma de su mano, y todo lo que hacía era
atraerme hacia él, mantenerme atrapada, y luego cerrar su mano
sobre mí hasta aplastarme.
Ni siquiera me di cuenta. Ni siquiera noté lo que me estaba
haciendo. Sabía que se había alejado, sentía el frío y la distancia,
pero sólo esperaba que fuera algo que pudiéramos superar. Que
volviéramos a estar juntos como antes, pero más fuertes. Le di
espacio porque quería ser la novia perfecta, la que él amara para
siempre. Hice todo bien.
Y a él no le importó.
Me utilizó.
Usó mi corazón.
Usó mi cuerpo.
Y ahora estoy jodidamente embarazada. En realidad estoy
embarazada de él y... no quiero decírselo. No se lo voy a decir.
Voy a abortar y ya está.
Va a ser horrible y estoy tan jodidamente asustada pero no
puedo dar a luz a este bebé, especialmente si sé que él no va a estar
cerca. Había una pequeñísima parte de mí que pensó que tal vez,
sólo tal vez, si le decía que estaba embarazada, él querría que me
quedara con el bebé, que lo haría por él, pensando que estaríamos
juntos en esto.
Lo sé. Era una parte estúpida de mí, y en cierto modo me
alegro de que la horrible noticia se diera de una forma tan
devastadora, porque me doy cuenta de lo terrible que sería. Seguro
que a otras madres adolescentes les funciona y salen bien, pero por
lo que sé Anders se iría de la ciudad y volvería a Noruega si se
enterara.
Y así, no se enterará.
Mantendré esto en secreto, entre Hannah, Everly y yo.
Y encontraré alguna manera de seguir adelante después de
Anders.
Página | 146
Sólo tengo que enfrentarme a él primero.
Me miro en el espejo y respiro profundamente por la nariz,
tratando de templar mis nervios. Dejo que la ira fluya porque es
mejor estar enfadada que triste. Puedo trabajar con la ira.
Salgo del baño, sintiéndome como un millón de dólares,
alimentado por la venganza.
—Vamos.
Como no pensamos beber ni quedarnos mucho tiempo en la
fiesta, Everly nos lleva a casa de Doug. Está en las afueras de la
ciudad, así que tardamos un poco en llegar, y para cuando mete el
coche en la calle sin salida, con gente aparcada al azar por todas
partes, estoy intentando luchar contra una oleada de náuseas de
nuevo. Estoy tan nerviosa, enfadada y enferma que no sé qué hacer
conmigo misma y me cuestiono todo.
Dios, espero que Jen no esté aquí.
No soy una persona violenta y todavía me duele la mano por el
puñetazo que le di a la taquilla antes, así que no me imagino
golpeando a alguien en la cara. Pero estoy tan enfadada que no sé
qué voy a decir, y Jen es una de esas chicas a las que les encanta
pelearse con otras chicas. Mirando hacia atrás, no estoy muy segura
de por qué Everly y yo éramos amigas de ella para empezar. Supongo
que simplemente parecía más genial que nosotras. Resulta que no lo
era. Sólo era una perra.
—Podemos volver a casa—me dice Everly mientras aparca el
coche.
Niego con la cabeza y aprieto los puños con tanta fuerza que
las uñas dejan marcas en las palmas.
—No. Vamos a entrar. Estoy bien.
Todo es mentira, por supuesto. Salimos del coche y cruzamos
la calle. La música retumba, hay algunas personas que reconozco
besándose en el porche. El barrio está tranquilo y, aunque las otras
casas no están tan cerca, probablemente no tardará en acabarse la
fiesta.
Entramos, Blurred Lines, de Robin Thicke a todo volumen, y
Página | 147 juro que todo el mundo me está mirando. Sé que siempre pienso eso,
pero esta vez sé que lo son. Se susurran detrás de sus vasos de
plástico rojo, y escucho a alguien decir—: Mierda, Shay está aquí.
Lo que significa que todo el mundo ya sabe que Anders me
engañó con Jen Brown. Puedo verlo en sus ojos. La lástima. Todos
sienten lástima por mí. Levanto la barbilla y finjo que no me importa.
—Shay—se me acerca Erin Spence, con quien tengo
matemáticas. No creo que me haya hablado antes—. ¿Qué estás
haciendo aquí?
Le doy una mirada desagradable, lo suficiente como para que
se encoja un poco.
—Soy amiga de Doug.
—No, lo sé, pero…—se inclina—. Anders está aquí. Escuché lo
que pasó...
—¿Dónde está? —pregunto, mis dientes rechinan juntos.
Ella asiente con la cabeza hacia la puerta corrediza en el
comedor que conduce al patio trasero.
Miro a Everly por encima del hombro y sus ojos se agrandan.
Quizás ella no pensó que lo primero que haría sería buscar a Anders,
pero no estoy aquí para mezclarme y no estoy bromeando.
Paso por delante de Erin, del grupo de chicos que dicen—:
¡Ooooohnoooooo aquí viene!—, y atravieso el comedor, abriendo la
puerta corredera, con Everly pisándome los talones.
Fuera sólo hay unas cuantas personas deambulando,
bebiendo, riendo, y entonces veo a Anders hablando con Ted Lee, en
lo que parece ser una profunda conversación de borrachos.
Todo en mí se paraliza. Anders tiene una mirada confusa y
todavía no me ha mirado. Lo observo por un momento, consciente de
la multitud de gente a mi espalda, deseando poder estar a solas con
él.
Más que nada, desearía poder retroceder en el tiempo. Desearía
poder volver al momento en que sentí que Anders se alejaba desearía
haber hecho algo, cualquier cosa, para evitar que se acostara con
Página | 148 otra persona. Ojalá pudiéramos volver a los primeros días, cuando
estábamos tan enamorados, cuando no necesitábamos nada más
que el uno al otro.
Mi corazón se desgarra y sangra por él y nada volverá a ser lo
mismo.
Finalmente, Anders levanta la cabeza. Mira a todos.
Me mira a mí.
La vergüenza le atraviesa la frente.
Y la ira dentro de mí asoma su fea cabeza.
Antes de saber lo que está pasando, estoy caminando por el
césped de Doug hacia Anders. Marchando, en realidad. Una chica
con el corazón roto y mucho dolor que dar.
—¡Anders!—grito.
Alguien en el fondo dice—: ooooh, pero ya no me importa si la
gente está mirando.
Que vean.
Ted me mira con miedo, probablemente por la violencia de mi
rostro, y se aparta rápidamente, alejándose de Anders,
abandonándolo.
—Shay—dice Anders, su voz hace que me deshaga aún más.
No puedo contenerme.
Me acerco a él y le doy una fuerte bofetada en la cara.
Me mira fijamente, aturdido. Me escuece la palma de la mano.
La adrenalina se apodera de mí.
Detrás de nosotros, la multitud suelta un grito silencioso.
—¡Cómo te atreves!—grito—. ¿Cómo te atreves a acostarte con
ella? ¿Cómo te atreves a hacerme eso?
Y entonces le vuelvo a abofetear, esta vez con más fuerza.
Se queda con la boca abierta y se lleva la mano a la mejilla.
Página | 149 Respiro con dificultad, tratando de no llorar, mi pecho se
derrumba sobre sí mismo.
Y lo miró fijamente, esperando que diga algo, que me diga por
qué.
Todos lo estamos esperando.
Pero no dice nada. La mirada de culpabilidad y vergüenza se
hace más pesada en su frente y se limita a sacudir ligeramente la
cabeza.
—¿¡Qué!?—grito, lanzando mis manos—. ¿Qué pasa? Dime
algo. Cualquier cosa.
Traga saliva.
—Lo siento mucho.
Parpadeo, mi cara está caliente.
—¿Eso es todo? ¿Lo sientes? ¿Eso es todo lo que recibiré?
Sus ojos se humedecen.
—La cagué. La cagué, Shay, y lo siento mucho —su voz se
quiebra.
No es suficiente.
Estoy así de cerca de decirle que estoy embarazada, para
restregárselo realmente. Pero no quiero que mis compañeros lo
sepan. Me juzgarían. Me juzgarían especialmente después de haber
abortado. Tengo que mantener ese secreto escondido, para siempre.
—Vete a la mierda—le digo—. Vete a la mierda por hacerme
confiar en ti. Que te jodan por romperme el corazón. Te amaba. Te
amaba y lo has tirado por la borda.
—Shay—dice, haciendo un movimiento por mí, pero me aparto
de su camino.
—¡No!—grito, las lágrimas ahora se derraman por mis mejillas,
la ruptura es inminente—. No te atrevas a intentar tocarme. Se
acabó. Hemos terminado. No quiero volver a verte nunca más.
Me doy la vuelta y me dirijo a la puerta de la casa, con Everly
corriendo detrás de mí.
Página | 150 —No te preocupes, no lo harás—oigo decir a Anders en voz
baja.
Yo también le creo. Siento que mi corazón se rompe de nuevo.
Capítulo 14
Shay
AHORA

La forma más segura de convertir una buena situación en una


incómoda es dejar que tu exnovio te bese en un granero mientras
ordeñaba una vaca, y luego ser atrapado por su tío que lo
desaprobaba. Este era exactamente el tipo de cosas que estaba
tratando de evitar.
Página | 151
Y créame, estaba tratando de evitarlo.
Es difícil cuando... Bueno, joder. Es difícil cuando es Anders.
Sé que tenemos toda esta historia tumultuosa entre nosotros, que
nunca obtuvimos el cierre que necesitábamos el uno del otro, o al
menos yo nunca lo tuve, pero incluso si no tuviera todo eso con él,
estaría en mi cabeza. Es decir, míralo. Tiene la complexión de un
dios nórdico, hermoso de la cabeza a los pies, y definitivamente
subiría todas las vistas si alguna vez saco un Tik Tok con él cortando
leña o haciendo otras cosas de montaña varoniles o lo que sea. Y
luego está su alma. Tan dañada y suave que ni siquiera intenta
ocultarlo. Él tiene el corazón de un artista, late debajo del cuerpo de
un trabajador y, a veces, hay tal pureza en él que me pilla
desprevenida. Cualquier mujer que se precie se sentiría venerada,
respetada y adorada en su presencia.
Y, sin embargo, parece que no puedo olvidar lo que me hizo. Y
sé que fue hace tanto tiempo, sé que no debería ya importarme, pero
se ha convertido en una gran pared de acero que se cierra de golpe
cada vez que pienso en ceder ante él. Cada vez que pienso, ¿Quizás
esto pueda funcionar? E incluso si no puede, ¿Tal vez pueda
funcionar por ahora? ¿Qué esta tan mal con salir con tu ex durante
unas semanas antes de separarte? ¿No es eso lo que hace la mayoría
de la gente, especialmente si hay asuntos pendientes entre ellos?
Quizás soy yo quien está siendo el problema aquí. De hecho, sé que
lo soy. Porque por ese breve momento cuando me atrapó antes de
que las paredes pudieran venir abajo, cuando me besó, sentí que
algo dentro de mí se abría, algo que había estado tratando de
ocultar. Me asustó hasta la muerte, tener ese sentimiento de nuevo,
sentirme viva, incluso si solo duró el tiempo que sus labios estaban
sobre los míos, que sus manos se deslizaran sobre mi cuerpo,
sintiendo mucho más que nunca.
Y ahora, bueno, todo es incómodo. Per nos atrapó en una
situación comprometedora e inmediatamente necesitaba mi ayuda
con las ovejas. Afortunadamente, no lo mencionó de nuevo (Y si lo
hizo, no me di cuenta. Uno por no entender mucho el noruego) y
cuando terminé y regresé al granero a cambiar mi mono de gran
tamaño, Anders se lo había quitado y salió en su motocicleta.
Ha estado fuera la mayor parte del día.
No sabía qué hacer conmigo misma.
Estuve un rato por la casa, intenté tener una pequeña charla
Página | 152 con Per, pero no es fácil cuando ninguno de los dos habla el mismo
idioma, así que me senté en la sala de estar con él, en el sofá
cubierto de flores, y vi algunas reposiciones de MASH, subtitulado en
noruego, y luego nos hizo cortar peras con queso de cabra y galletas
saladas, que creo que Per disfrutó a regañadientes (a pesar de tener
su propio huerto, no creo que alguna vez he visto una pieza de fruta
cruzar sus labios). Bueno, pensé que no tenía sentido estar en mi
habitación. Decido agarrar la vieja cámara que Anders me dio y salí a
dar un largo paseo por la carretera, con la esperanza de encontrar
algunas de las realmente fotogénicas casas. Todavía hay película en
la cámara, y no tengo idea de cuántos años tiene, pero creo que vale
la pena intentarlo. O como mínimo, me da tiempo para pensar en lo
que pasó y analizar en exceso la mierda. Sabes, lo que mejor hago.
Camino por el camino, respiro profundamente por la nariz,
oliendo el aire fresco. Al borde de la propiedad, hay un indicio del
océano, que es tan tranquilo como un lago. Algunas ovejas caminan
por el borde del agua, mordisqueando flores. Al otro lado de mí, las
montañas se elevan y suben, sus picos desaparecen detrás de
bocanadas de nubes. Al principio, las montañas me hicieron sentir
arraigada, estando tan encerrado en este valle, pero ahora tengo una
sensación de vértigo, como si al mirar demasiado alto la montaña me
aplastara.
Pero eso es solo una metáfora, ¿no?
Porque tengo miedo.
Miedo de que estar con Anders, física e íntimamente, de alguna
manera deshaga mi determinación. Él me arruino tanto que tomó
tanto tiempo y energía emocional aprender a ser la persona que
nunca haría ese error de nuevo. Sí, las cosas con Danny se fueron al
sur, pero nunca sentí que mi corazón, mi alma, estaba en la línea.
Ahora, se siente como si lo fuera. No debería. Pero saber eso no hace
que el sentimiento desaparezca. Si me entrego a Anders, si hacemos
las cosas aún más complicadas de lo que ya son, ¿Soy lo
suficientemente fuerte como para alejarme? ¿Ilesa ésta vez?
Sigo caminando y tomando fotos hasta que se me acaba la
película. No sé cuánto tiempo ha pasado, es difícil cuando el sol se
levanta tan tarde, pero los pájaros cantan y hay una brisa fresca en
el aire. Cada esquina es una nueva vista esperando para dejarte sin
aliento. Honestamente, en otra vida, podría vivir aquí. Estar rodeada
de esta belleza todo el tiempo, ir más despacio un ritmo de vida
sencillo. Es el tipo de lugar que hace que tu corazón sueñe.
Escucho la motocicleta detrás de mí, que se hace más fuerte
lentamente, y mis costillas de repente se sienten demasiado tensas.
En momentos el sonido me envuelve y Anders se detiene, luciendo
Página | 153 demasiado genial para la escuela, una mochila colgada en un
hombro.
—A dónde vas? —me pregunta, como si fuera un extraño que
necesita un aventón.
—Sólo voy a dar un paseo—le digo. Levanto la cámara—.
Tomando fotos.
Maneja una sonrisa. —Me alegro de que la estés usando.
¿Tenía siquiera película?
Asiento con la cabeza. —Aunque la usé toda.
—Ah, pero ese es el tipo de cámara que siempre te da una
última toma.
—¿Un último disparo?
—Se siente como si estuviera terminada, sigue dando vueltas.
Pero si presionas el obturador, obtendrás otra foto. —Yo levanto
hacia arriba, apuntándolo a la cara. El niega con la cabeza—. No te
atrevas a desperdiciarlo en mí.
Lo miro a través de la lente, disfruto haciéndolo sentir
incómodo por una vez. Luego lo bajo y le doy una mirada como,
¿Ahora qué? ¿Vamos a hablar del hecho de que me besaste? ¿O el
hecho de que te devolví el beso?
Pero me acobardo. —¿Dónde has estado todo el día? —
pregunto.
Él asiente con la cabeza hacia las montañas. —Explorando
algunos senderos. Ensuciándome.
Observo su ropa: Jeans oscuros, un Henley blanco que
muestra sus hombros redondeados, su amplio pecho.
Ni una pizca de suciedad en el hombre. —No me pareces sucio.
—Tomé una ducha. Me cambié. Tenía que verme bien para
nuestra cita.
Me río. —¿Cita? ¿De qué estás hablando?
Se mete un palillo en la boca y luego mueve la barbilla por
encima del hombro.
—Súbete.
—No me iré a ningún lado hasta que sepa lo que está pasando.
Me sonríe, sus ojos brillan de una manera que hace que mi
corazón se salte varios latidos. —¿Qué paso con Señorita
Espontánea? Siempre dispuesta a vivir una aventura.
Gah. Me tiene ahí.
Giro mi cámara alrededor de la correa para que descanse sobre
mi espalda y luego me acerco a él, agarrando sus hombros mientras
me subo a la moto. Envuelvo mis brazos alrededor de su pecho,
coloco mi mejilla en sus omóplatos, su espalda pegada a mí.
—¿Estás bien? —pregunta, su acento suena más denso, la voz
Página | 154 ronca, y me está volviendo inapropiada la piel de gallina.
Me aclaro la garganta. —Estoy bien. Vamos.
Nos movemos, mucho más suaves que el otro día, y al cabo de
un rato levanto la cabeza para contemplar las vistas, la cámara
rebotando a lo largo de mi columna cuando chocamos contra los
baches. El océano brilla a nuestra derecha, un pequeño bote de
pesca surcando las aguas, camino a casa. Obviamente, eso es sólo
un aldeano que atrapa lo que puede; Yo sé que estamos horas de
distancia del mar abierto real donde está toda la buena pesca (De
acuerdo con Anders, de todos modos).
Anders nos lleva a través de un puente, más allá de la ciudad,
luego más allá del hotel dumpling, que se siente hace mucho ahora,
hasta que las casas se alejan más y el camino se convierte en ripio.
Mantengo un fuerte agarre sobre él cuando el camino se vuelve más
áspero y estrecho, un río a un lado de nosotros, un bosque de
abedules al otro. No puedo escuchar por el rugido del motor, por lo
que viajamos en un silencio que se siente cada vez más cómodo a
cada segundo. Se siente justo para estar de vuelta aquí, mis brazos
rodeando su firme estómago, mi cuerpo presionado contra el suyo.
Un poco demasiado correcto.
Finalmente, el valle se abre, ancho, como si estuviera
bostezando. Un par de granjas y casas rojas salpican la verde
extensión que se extiende entre las montañas, el río que la atraviesa.
Anders nos lleva a otro puente y luego comenzamos a dirigirnos a lo
largo del río en el otro lado, la carretera girando a un camino hasta
que finalmente se desvanece en una zona de césped y nos detenemos
frente a una pequeña cascada.
—Aquí estamos—dice, apagando la motocicleta. El canto de los
pájaros y el rugido de la cascada llenan mis oídos.
Miro a mi alrededor con asombro mientras me ayuda a bajar de
la bicicleta.
—¿Es este tu lugar secreto? Porque es hermoso.
Se quita la mochila y la acerca a la orilla del agua, la deja y
abre la cremallera de la parte superior.
—No es exactamente un secreto. Hace mucho tiempo, la fábrica
de muebles usó el agua de las cascadas en este río para alimentar
sus máquinas. Si caminas un poco río arriba, encontrarás lo que
queda. Alguien fue y colocó mesas de picnic para los excursionistas
de la zona, pero este lugar es un poco más privado.
Observo cómo saca una manta de lana, azul claro con diseños
blancos, de aspecto muy escandinavo.
—¿Es de tu abuela? —pregunto.
Se encoge de hombros, ajustando los extremos. —
Probablemente. —Me da una sonrisa rápida—. Era de mi madre—
Página | 155 Asiente con la cabeza hacia la manta—. Aquí. Siéntate. Seré tu
servidor esta noche.
Dejo escapar una pequeña carcajada y me agacho sobre la
manta, sentándome con las piernas cruzadas, mirando mientras
saca una botella de licor fuerte. —Para comenzar nuestra noche
libre, tendremos un poco de aquavit. ¿No has bebido esto todavía? —
Él se pone de rodillas, sosteniéndola.
Niego con la cabeza, mirando la botella. Parece una bebida
fuerte, tiene un barco en la botella.
—Pensé que Astrid te habría hecho beber esto en algún
momento—comenta, sacando un par de vasos de chupito y verter el
alcohol en él. Me entrega uno y luego levanta el que tiene en la
mano—. Skal30.
Lo huelo primero. Ya se me humedecen los ojos. Es como
trementina y algo familiar pero extraño. —¿Que en el infierno hay en
esto?
—Es sorprendentemente suave—dice, retrocediendo, aunque se
estremece un poco—. Podría salirte un poco de pelo en pecho. Es por
eso que los noruegos son tan peludos.
Me río y luego pongo el vaso hacia atrás, tomando todo de un
jalón. Dios. Arde como el infierno.

30
Si no estoy mal, es SALUD en noruego.
—No estoy segura de que suave sea el adjetivo correcto—le
digo, y juro que ya siento los efectos, calienta mi pecho—. ¿Por qué
pruebo el eneldo?

—Está hecho de semillas de alcaravea—dice—. Es un derecho


de paso aquí en Noruega. Te prometo que el segundo trago sabrá
mejor.
Le sonrío. —Estás tratando de emborracharme—Extiendo mi
vaso.
—No estás diciendo que no—dice, sirviéndonos a los dos otra
ronda.
Mantengo mis ojos en el cristal, evitando la intensidad de su
mirada. Porque tiene razón. Quiero estar ebria. Y no quiero decir que
no. Ya no. No sé si es el alcohol que ya atraviesa mis venas, si es el
lugar pintoresco junto a la pequeña cascada, si es el hecho de que en
esta tarde de luz dorada Anders se ve más caliente que nunca, o si es
el beso de antes, todavía está impreso en mis labios, pero quiero tirar
toda precaución al viento.
Y todavía me asusta.
Página | 156 Levanto el vaso, lo miro a los ojos por un momento, y juro que
me retienen como rehén durante eones. Entonces la esquina de su
boca se inclina en una media sonrisa y toma el shot de una vez. Yo
hago lo mismo.
Él estaba en lo correcto. Es mejor la segunda vez.
Tal vez sea lo mismo para nosotros.
Me lo trago y toso un poco, disfrutando del zumbido. Me
recuesto sobre los codos e inclino la cabeza hacia el sol, que
desaparece detrás de montañas lejanas. Me dan ganas de ver qué
hay detrás de esas montañas, para ver dónde el salvaje mar de
Noruega se encuentra con la costa. Me dan ganas de aceptar la
oferta de Anders.
Pero esa es Shay borracha hablando. —Entonces, ¿Cómo está
tu madre? —Le pregunto a Anders.
Él se encoge de hombros. —No sé. Bien, supongo.
—Astrid me dijo que no le hablas—le digo.
Él asiente, entrecerrando los ojos en la distancia. —No lo
hacemos. Nunca hemos sido cercanos. Como sabes.
Le doy una mirada fija, sopesando mis palabras en mi mente.
—Pero esa es la cosa, Anders. Realmente no lo sé. Sé que crees que
me lo dijiste todo cuando salíamos, Pero... no lo hiciste.
Sus ojos se agudizan. —Lo hice.
—La poesía no cuenta.
— ¿Por qué no?
—Porque sólo me dice cómo te sientes. No explica de dónde
vienen los sentimientos. Lo que te hizo ser así.
Se pone rígido, poniéndose a la defensiva. —Entonces debería
ser suficiente.
—Anders—le digo, y sé que debería contenerme, que no debería
arruinar lo que podría ser un romántico momento. Sé que debería
dejarlo ir, pero mi boca sigue moviéndose—. Merezco saber por qué
hiciste lo que lo hiciste. Dices que eras un desastre cuando eras más
joven, bueno, ¿Por qué? ¿Cuáles eran tus demonios? Tú nunca los
compartiste conmigo. Sabía que tenías problemas, pero nunca me
dejaste entrar.
Su mandíbula se tensa y aparta la mirada, mirando hacia otro
lado. —Sólo era un idiota. Simple y llanamente.
Extiendo la mano y agarro su brazo, obligándolo a mirarme. —
No lo eras. Al menos no al principio. Algo cambió. Algo te hizo de esa
manera. ¿Fui... Fui yo?
Sus ojos se vuelven suaves. —No. No, Shay. Eras perfecta.
Eras... tan jodidamente adorable. Yo sólo... —Se lame los labios y
suspira. Pasa su mano por su cabello—. ¿Sabes lo que es sentir que
Página | 157 tu propia familia no te quiere?
Sus palabras hacen que mi corazón se enfríe y se vuelva
pesado.
Asiento lentamente. —Sí. Lo sé. Anders, sabes que lo hago.
Me lanza una mirada penetrante. —¿Y yo? Porque por todo lo
que dices acerca de cómo no sabes nada sobre mí, ¿Alguna vez
consideraste que apenas sabía nada de ti?
Niego con la cabeza. —Eso no es cierto. Sabías lo que era para
mí en ese entonces. Nunca tener a mi madre alrededor, tenerla
persiguiendo a mi padre, a quien claramente no le importamos una
mierda. Todo lo que tenía era a Hannah, y ella tenía su propia vida
para vivir. Ella nunca pidió nada de eso, tener que cuidarme.
Nosotras estábamos prácticamente abandonadas, Anders.
Abandonada, y luego me convertí en una carga.
— ¡Y yo también! —Sus ojos brillan—. Me enviaron a estar con
mi madre porque su abandono a nuestra mi familia me jodió tanto
que mi padre no pudo manejarme. Ni siquiera podía soportar estar
cerca de mí. Y fuí enviado para estar con ella, y ella ni siquiera me
quería. Crucé el Atlántico, dejé mi escuela y amigos, y tampoco me
querían allí. No tenía nada, no tenía a nadie... excepto a ti.
—Entonces, ¿Por qué lo cagaste? —grito.
Traga saliva. —Porque sabía que no te merecía. Porque... eras
pura y tan buena y yo realmente te amaba.
Mierda. Esas palabras no deberían golpearme como lo hicieron.
Justo entre las costillas.
—Pero—continúa, con la voz baja—, también sabía que no sería
para siempre. Que eventualmente tendría que irme. No podía
quedarme donde no me querían. Sabía que regresaría a Noruega,
trataría de crear una vida para mí, y que tendríamos que separarnos,
y supongo... Supongo que pensé que si jodía las cosas lo suficiente,
si podría conseguir que me odies, nos lo haría más fácil a los dos.
Dejé escapar un bufido burlón. —No fue nada fácil.
Me chupo el labio inferior, sintiendo la verdad surgiendo dentro
de mí. Él todavía no sabe realmente qué sucedió, no se da cuenta de
que no se trataba solo de que él me engañara. Él no sabe que yo
estaba embarazada, o que tuve un aborto, y que esas cosas me han
pesado todo este tiempo.
—Anders—digo en voz baja, mis ojos recorren su hermoso
rostro antes de mirar hacia las montañas, los picos desnudos
besados con oro del sol poniente—. Yo…
Extiende la mano antes de que pueda decir algo y coloca su
palma grande y cálida contra mi mejilla. —Perdóname, Shay. Por
favor.
Sus ojos buscan los míos, y en sus profundidades veo al chico
Página | 158 que conocí y amé, y al hombre frente a mí ahora, y sé que todavía
haría cualquier cosa para aliviar su dolor.
—Perdóname—dice de nuevo, ahora en un susurro.
Asiento, presionando mis labios, tratando de sonreír, de hablar.
Porque lo perdono. ¿No es así?
Luego, el alivio pasa por sus ojos antes de ser ahogado por el
fuego.
Antes de que sepa lo que está pasando, él se inclina, sus dedos
se mueven hacia atrás en mi cabello, sosteniendo mi cabeza en su
lugar, y su boca cubre la mía en un beso duro y doloroso que me
roba el aliento.
Anders me besa como un hombre que va a la guerra.
Pero la única guerra es la que se libra dentro de mí.
La que está entre el pasado y el presente.
El presente está ganando.
Me toma un momento darme cuenta de lo que está sucediendo,
pero luego mi boca se abre en total rendición. Su lengua se desliza
contra la mía, húmeda, cálida, removiendo algo en las oscuras
profundidades de mí, como una bandada de pájaros de alas de gasa
que emprenden el vuelo. La forma en que sus labios devoran los
míos, tanto duros como suaves a la vez, siento que el mundo gira, se
vuelca, y este beso es lo único que me mantiene anclada.
Luego me inclino hacia adelante, agarrándolo por los hombros,
mis dedos se clavan en su camisa, tratando de aguantar, tratando de
mantenerlo para mí, con miedo de que si me detengo un momento, lo
dejaré ir y nunca regresará a mí.
—Shay—susurra contra mi boca, su voz áspera, rebosante de
urgencia. Sólo puedo gemir a cambio mientras me besa con más
fuerza, y luego me empuja hacia atrás, hacia atrás, hasta que estoy
acostada sobre la manta. Se mueve encima de mí, su enorme cuerpo
casi bloquea el azul menguante del cielo y las nubes teñidas de oro.
Se quita la chaqueta.
También la mía.
Luego mi camisa, mi sostén, sus ojos se agrandaron al ver mis
pechos, los pezones duros.
Luego estoy tratando de quitarle la camisa, pasando mis dedos
por los músculos de sus hombros, sus duros pectorales, uñas
raspando su rígido abdomen con un six pack de músculos,
maravillándome de todos los tatuajes que ha agregado a lo largo de
los años.
Pero no me da mucho tiempo para quedarme boquiabierta.
—¿Tienes... tienes protección?
Asiento con la cabeza. —DIU. Lo he tenido durante mucho
Página | 159 tiempo.
Se muerde el labio, sus ojos ahora recorren mi cuerpo mientras
se agacha y desabrocha sus jeans, tirando fuera de su polla.
Mis ojos se abren ante la intimidante vista.
Dios mío, Anders se ha hecho más grande de todas las formas
posibles.
De repente, me golpea este impulso desesperado de tenerlo
dentro de mí, y me desabrocho los jeans, temblando fuera de ellos,
sin cohibirme en lo más mínimo de que ahora estoy desnuda debajo
de él, afuera, adentro luz. Gracias a Dios es el brillo halagador de la
hora mágica.
Además, su propio cuerpo desnudo es una distracción
suficiente.
Se coloca entre mis muslos, acariciando su polla,
conteniéndose.
Me muerdo el labio, mirándolo, deseándolo.
Su ceño se frunce, y puedo decir que quiere empujar dentro de
mí y hacerlo, que está tomando mucha moderación para que él se
controle. Sus fosas nasales se ensanchan y respira con dificultad, su
respiración se acelera aún más mientras guía su polla entre mis
piernas, frotando la cabeza hinchada contra mí.
Jadeo ligeramente, mi cuerpo responde con olas de fuego y
hielo por mi columna, mis piernas se abren aún más, queriéndolo
dentro de mí. Ya estoy mojada, sorprendentemente, y el sonido tiene
clasificación X, llenando la tranquila noche y el aire a nuestro
alrededor.
Sus ojos se deslizan sobre mi cuerpo, el calor en sus ojos
aumenta y niega con la cabeza, dejando escapar un temblor de
aliento. —Las palabras no pueden hacerte justicia—susurra con
aspereza, con una pizca de asombro mientras me observan—. Nunca
podrán.
Extiende una mano, su áspera yema del dedo rozando mi labio
inferior, luego mi barbilla, entre mis pechos, sobre mi estómago.
Luego se inclina hacia adelante, captura mi boca en la suya y
lo beso, perdida en la pasión resaca cuando comienza a empujar su
polla dentro de mí.
¡Ah! Duele. Solo un poco. Hay un pellizco y estoy tan apretada
que mi cuerpo tarda un poco en aflojarse, no importa lo mojada que
esté. Han pasado años desde la última vez que me acosté con
alguien, y no es como si hubiera traído una útil colección de
consoladores en mis viajes. Me siento nueva.
Anders también debe sentir lo mismo, porque deja escapar un
fuerte ruido de placer contra mi boca, alejándose y aspirando
Página | 160 profundamente. —Jesús.
Luego me mira, y en sus tormentosos ojos azules, sé que esto
también es un gran problema para él. Nosotros perdimos nuestra
virginidad el uno con el otro. Nos dimos nuestros cuerpos hace
mucho tiempo, aprendiendo sobre la marcha, averiguando de qué se
trataba el sexo, averiguando qué queríamos.
Ahora somos mayores, somos diferentes y, sin embargo,
nuestros cuerpos encajan igual. La forma en que empuja su polla
lentamente, centímetro a centímetro agonizante, hace aflorar algún
tipo de memoria muscular en mi cuerpo. Se relaja a través del dolor,
entregándose a él, recordando.
—Joder—jura, ahora hasta la empuñadura, y su respiración se
estremece mientras exhala, un pulgar sobre mi labio de nuevo
mientras me mira con reverencia—. ¿Estás bien?
No puedo evitar sonreír y morder la punta de su pulgar. Sabe a
sal.
—Mejor que bien—me las arreglo para decir, mi voz gruesa,
gutural, saboreando la sensación de él tan profundo en mi interior.
Me agacho y agarro su trasero, todo músculo, y tiro de él hacia mí
para que se hunda aún más.
Gime en voz alta, el sonido me enciende como un interruptor, y
de repente no quiero esto lento y sensual. Quiero que me folle, que
me haga estragos, que nos tome prisioneros.
—Chica codiciosa—dice Anders con voz ronca.
Luego comienza a retroceder, sujetando su brazo a un lado de
mí, sus músculos se tensan mientras empuja él mismo de vuelta,
más duro esta vez.
Jadeo, mis dedos se enroscan alrededor de la manta debajo de
mí, y mis ojos se cierran por un momento, dejando que todas las
sensaciones se desvanezcan. La sensación de su circunferencia
dentro de mí, la calidad ronca de su aliento, el balbuceo del arroyo
que pasa junto a nosotros, el lejano canto de los pájaros, el frío en el
aire de la tarde. Es más que sólo sexo en este momento, es una
experiencia totalmente primordial, una con la naturaleza, uno con el
otro.
Dios, he fantaseado con esto.
Abro los ojos mientras vuelve a empujar, su ritmo se acelera, y
por la expresión de su rostro y su frente entretejidos, con los ojos
cerrados con fuerza, los gemidos que salen de su boca, está
sintiendo todo lo que soy. Cuando sus ojos se abren de nuevo, me
mantienen cautivo en su mirada, el contacto visual más íntimo que
cualquier otra cosa.
Pero conozco estos ojos.
Página | 161 Solía estar enamorada de estos ojos.
Luego se acerca y junta mis muñecas, moviéndolas por encima
de mi cabeza, inmovilizándolas allí y comienza a moverse más
rápido, sus caderas chocan contra las mías, llenas de poder, el aire
me golpea con todos y cada uno de los empujes.
—Joder—le susurro, sin aliento, apartando la mirada de la
interminable intensidad de sus ojos, sus ojos que están empezando a
exigir algo más que mi cuerpo, sino mi corazón y mi alma. Me
concentro en las montañas, en los picos teñidos con el oro del sol
poniente, y siento que me estoy elevando igual de alto.
¿Alguna vez bajaré de esto?
Dejé que mis ojos se cerraran, sucumbiendo a cada
sentimiento. La lana áspera de la manta debajo de mi desnuda piel,
el aire frío mientras endurece mis pezones, el sonido de la
respiración acelerada de Anders, el deslizamiento de su polla
mientras bombea dentro de mí, sintiéndose tan lleno y exuberante,
como si estuviera hecho solo para mí.
Cuando abro los ojos para verlo, la expresión de su rostro se ha
intensificado y el sudor comienza a aparecer en su frente. Por un
momento, no puedo creer que esto esté sucediendo, que este
hombre, este hombre de todos los hombres, con sus divinos
músculos, y esos tatuajes poéticos, me está jodiendo sin sentido.
—Quiero que te vengas—dice Anders con un gruñido áspero, su
cuerpo como una máquina bien engrasada empeñado en dándome
placer—. Quiero verte venir, aquí, entre las flores. Quiero verte
florecer.
Mi piel ya está caliente y tensa, pero ahora un rubor se arrastra
por mi cara.
Wow.
No tengo una respuesta ingeniosa a eso, de hecho, se siente
como si todas las palabras y pensamientos estuvieran empezando a
salir de mi cuerpo con cada bombeo de su polla. Así que se agacha
entre mis piernas y comienza a frotar mi clítoris en círculos húmedos
resbaladizos.
Oh Dios.
Eso es.
Siempre ha sido así.
—Sigue—grito suavemente, mis piernas se abren más para él,
la presión aumenta dentro de mí haciéndome sentir como si mis
venas estuvieran calientes y fundidas.
Gruñe en respuesta, y miro mientras se concentra en hacerme
correr con intensidad febril.
Necesito recordar esa mirada. Es la mirada de un hombre
Página | 162 poseído por la lujuria, un hombre que no quiere nada más que el que
yo me venga.
Y en este momento al menos, él es mi hombre.
—No te detengas—digo de nuevo, provocando otro gemido
ronco de él, su respiración entrecortada, sus dedos trabajando más
rápido mientras su polla penetra más profundamente, como si me
estuviera clavando en el suelo.
Oh Dios. Aquí voy.
La presión dentro de mí comienza a aumentar, espesa, caliente
y dulce, y siento que estoy a segundos de irme sobre el borde. Se
inclina, ajustando su agarre en mis muñecas, capturando mis labios
en un beso húmedo y sudoroso.
Su lengua folla mi boca tan a fondo como su polla, luego baja
su cálida lengua sobre mi barbilla, garganta, hasta que lame mis
pechos. Rebotan con cada fuerte embestida pero se las arregla para
chuparme el pezón con su boca, dándole un delicado pellizco antes
de que me haga estallar.
—He esperado esto—dice Anders con voz ronca, justo cuando
mi orgasmo se apresura hacia mí, haciendo que mi espalda se
arquee, mi visión borrosa.
Este hombre me acaba de destruir.
—Oh, mierda—grito cuando me acerco, inmediatamente
ahogándome en el tsunami, sentimientos que había enterrado,
sentimientos que había soñado, todos vienen por mí en una ola feroz,
una marejada, una resaca. Estoy temblando, estremeciéndome
gritando con palabras confusas que no tienen ningún sentido, y mis
ojos se enfocan en él, y luego en el cielo, y entonces es como si yo
también pudiera ver el universo.
Anders gruñe, lleva sus manos grandes, calientes y callosas a
mis caderas, sosteniéndome en su lugar mientras se mantiene
follándome como un hombre desesperado, como si fuera a morir si
no lo hace, como un animal suelto. No pasa mucho tiempo antes de
que su espalda esté arqueada, su cabeza echada hacia atrás, y se
viene con un largo e indefenso gemido dirigido al cielo.
Sigo viniendo, sigo aguantando, pero no me voy a perder este
espectáculo. Lo veo venir, lo veo caer aparte, pieza por pieza, amando
cómo se ve en él.
—Jesús—gime, jadeando—. Maldito infierno.
Sonrío, saciada, perezosa, viendo como el orgasmo continúa
rodando por su cuerpo, justo cuando lo atraviesa en mí. Anders está
completamente deshecho, su torso tenso está resbaladizo por el
sudor de su propio esfuerzo, su cabello revuelto arriba, la barba
mojada por nuestros besos desordenados, su pecho agitado mientras
respira.
Página | 163 Entonces, el mundo parece volver a enfocarse para los dos.
Con un suspiro largo, lento y tembloroso, me mira y en sus
ojos veo paz. Veo alivio. Veo tanto el pasado como el presente y solo
un indicio de futuro.
Sé que él ve lo mismo en los míos.
Capítulo 15
Anders
Por primera vez en mucho tiempo, cuando me despierto antes
del amanecer, no estoy solo en mi cama. Siento a Shay a mi lado, la
suave piel de su cadera contra mí, el suave sonido de su respiración.
Fuera la luz desde el este está brillando, pero la luz dentro de mi
alma ya es brillante.
Ella está aquí.
En mi cama.
Desnuda y dormida y tan malditamente hermosa que me duele
todo.
Página | 164 La miro por un momento, veo cómo sus rasgos se vuelven más
nítidos en la habitación, la mirada de paz e inocencia en su rostro,
aunque sé que es cualquier cosa menos inocente. Especialmente
después de anoche.
Mis pensamientos retroceden.
De ella en su espalda, el brillo de la noche en su rostro.
Su mirada cuando se vino.
La sensación de ella alrededor de mi polla, suave, apretada y
resbaladiza, abrazándome como si finalmente fuéramos imanes.
Juntos después de haber estado restringidos durante tanto tiempo.
Joder, estoy duro de nuevo.
Y sé que no tengo mucho tiempo antes de tener que levantarme
y comenzar las tareas del día. Me agacho envolviendo mis dedos
alrededor de mi polla, apretando fuerte hasta que me quedo sin
aliento. Deslizo lentamente mi puño hacia arriba y a lo largo de la
dura longitud, sintiendo que no debería estar haciendo esto junto a
ella, pero lo hago de todos modos.
Luego se mueve, se acomoda en la almohada y sus ojos se
abren con delicadeza. Tan grandes, marrones y cálidos mientras me
acoge.
Ella es jodidamente mágica.
Ella es toda la poesía del mundo.
Yo sigo todavía, dándole una sonrisa perezosa. —Buenos días.
Una sonrisa se extiende por su rostro. Es como ver salir el sol.
—Buenos días—dice con voz ronca y medio dormida que
inexplicablemente me pone más duro. Entonces su sonrisa se vuelve
astuta y es como si pudiera explotar.
Me inclino y la beso, con los labios tan suaves que siento que
podría hundirme en ella para siempre. Ella responde con calidez
envolviendo sus brazos alrededor de mí, las manos en mi cabello, los
dedos deslizándose sobre mi cuero cabelludo.
Un gemido se escapa de mis labios y me muevo sobre ella,
deseando más.
Pero si bien sería tan fácil deslizar mi polla entre sus piernas,
quiero algo que ella nunca dio antes. Cuando estuvimos juntos
antes, nunca me dejó caer sobre ella. Lo máximo que pude hacer fue
follarla con mis dedos, y aunque siempre disfrutó eso, quería
saborearla, sentirla correrse en mis labios.
Le doy una sonrisa maliciosa y empiezo a moverme hacia abajo
sobre su cuerpo, mis ásperas palmas se deslizan sobre la suavidad
de su piel melosa.
Sus cejas se elevan. —¿Qué estás haciendo?
—¿Qué parece que hago? —Le pregunto, mi voz baja mientras
agarro sus muslos, abriéndolos—. Mejor todavía, ¿Cómo se siente?
Página | 165 Antes de que pueda responderme, sumerjo la cabeza entre sus
piernas, deteniéndome un momento antes de devorarla.
Ella deja escapar un jadeo fuerte y sin aliento mientras paso mi
lengua a lo largo de ella y hasta su clítoris, girando alrededor. Hasta
que presiona sus muslos contra mi cabeza. Sonrío contra ella,
deleitándome con cada sensación, desde su sabor salado-dulce, a
sus gemidos ansiosos, a la forma en que su cuerpo comienza a
moverse debajo de mí, tan cálido, tan dispuesto.
Sabe cómo si se estuviera rindiendo, soltándose.
Dejándome entrar, como nunca antes lo había hecho.
No daré esto por sentado.
Estoy estimulado, mi boca más rápida ahora, mi lengua se
hunde profundamente dentro de ella hasta que me aprieta,
agarrando las sábanas, arqueando la espalda, tetas perfectas
apuntando al techo.
Podría comerla todo el puto día.
Pero no pasa mucho tiempo antes de que su respiración se
acorte, hasta que sus manos encuentren mi cabello y cierren un
puño, tirando a la derecha. Ella entra en mi boca, su cuerpo se
sacude de la cama, tiene la mente para cubrirse la cara con la
almohada antes de que sus gritos llenan el aire, tapándose en caso
de que Per oiga.
Me aparto, limpiándome la boca con el dorso de la mano, luego
hago mi camino de regreso por su cuerpo, tirando la almohada de su
cara. Su cabello oscuro se derrama a su alrededor y respira con
dificultad, sonríe, parpadea hacia mí, brillando. —Vaya—dice ella.
—Esperaba que dijeras eso—le digo, sonriéndole como un
idiota.
Ella deja escapar una pequeña risa, mirándome. —Estoy triste
porque me perdí esto hace tantos años.
—No estés triste. Hubiera sido una basura en ese entonces—lo
admito.
Ella inclina la cabeza y me estudia. —No sé. Probablemente
habrías obtenido puntos extra por esfuerzo.
—Eso lo habría hecho.
Se lame los labios y pasa sus manos por mi espalda, clavando
sus uñas en mi trasero y tirando de mi erección contra ella. —No
puedo dejar que esto se desperdicie.
—Nunca —le digo, sujetándola entre mis codos—. Pero sé que
la alarma se activará en cualquier minuto.
—No creo que eso sea un problema—dice con otra mirada
tímida.
Mierda.
Página | 166 Ella está en lo correcto.
Me empujo dentro de ella, tan caliente, resbaladizo, apretado, y
luego solo necesito un par de empujones fuertes antes de saber que
estoy cerca de venir. Sin embargo, no pierdo ninguna oportunidad.
Me agacho y froto círculos rápidos a lo largo su clítoris hasta que
vuelva a correrse.
—Shay—grito, mi orgasmo se acerca sigilosamente y el mundo
se tambalea, mis pulmones sin aliento, mi cuerpo se estremece con
la liberación. Juro entre dientes en noruego, inclinándome contra
ella, intentando recuperar el aliento, justo cuando suena la alarma.
Me río, descansando mi frente contra la de Shay por un
momento, mirándola felizmente a los ojos antes de alcanzarla y
presionar la tecla de repetición.
—Es hora de levantarse—me dice, extendiendo la mano y
pasando su dedo por el puente de mi nariz.
Juguetonamente pretendo morderlo y ella se ríe, quitando su
mano. Dios, podría gastar el resto de mis días en la cama con ella,
aferrándome a momentos como este, donde todo se desvanece en el
fondo y somos solo nosotros, juntos de nuevo, pero mejor esta vez.
—No quiero que llegues tarde—dice, mirándome con ojos de
adoración, una mirada que estimula mi corazón.
—¿Llegues? ¿No te refieres a nosotros? —Me burlo de ella—. ¿O
fingiste ser una granjera sólo como una artimaña para entrar a mis
pantalones?
Sus ojos se giran por un segundo antes de estallar en
carcajadas. Para siempre el sonido más dulce.
—Oh, eso es dulce, Anders—se ríe.
—Oye, no te culpo—le digo, sabiendo que ella puede ver el
brillo en mis ojos—. Tengo las cualidades.
—Lo que tienes son vacas que necesitan ser ordeñadas. Y por
favor, no conviertas lo que dije en algo sexual.
Ahora me estoy riendo. —Tú eres la que le gusta hacerlo raro—
Entonces siento un extraño pulso de miedo correr a través de mí, la
idea de ponerme en la línea. Me aclaro la garganta y ella frunce el
ceño, notando la seriedad en la expresión en mi cara—. Escucha,
Shay… De lo que hablamos el otro día. Sobre mí mostrándote el
país... Todavía me gustaría hacer eso.
Ella me estudia, frunciendo el ceño. —¿Cómo… Viajar
conmigo? Pero la granja...
—No te preocupes. Kolbjorn se hará cargo. Hablaré con él y con
Per hoy, estará bien. Podemos tomarnos una semana.
—¿Y la pesca?
—Todavía tengo tiempo antes de que tenga que salir al mar.
Página | 167 —¿Será suficiente una semana?
Le doy una sonrisa melancólica, apartando el flequillo de su
rostro. —No. No será suficiente. Quiero todo el tiempo contigo
posible. Quiero envolverme en cada segundo de ti.
Traga, presionando sus labios juntos por un momento mientras
mis dedos rozan su suave piel. —Qué… ¿Qué pasa cuando sales al
mar? ¿Te ausentarás por cuánto tiempo?
Niego con la cabeza. —Depende. Pero no espero que esperes. Y
no creo que necesitemos hablar sobre eso tampoco. Tomemos cada
día como venga. Empezando por hoy. Ayudaré a Per esta mañana,
llame a Kolbjorn, él vendrá a ayudar. No será un problema.
Ella me observa por un momento, preocupándose con el labio
entre los dientes, y yo contengo la respiración, rezando para que diga
que sí. Necesito alejarla de ella, darnos a los dos espacio para estar
juntos, ser nosotros mismos.
Sé que soy diferente cuando no estoy en la granja y quiero
prestarle toda mi atención. Además, quiero que se enamorare aún
más del país, con la vana esperanza de que nunca querrá irse.
—Está bien—dice ella, sonriendo—. Vamos a hacerlo. Hagamos
un viaje por carretera.
Le sonrío y beso su frente, la punta de su nariz, sus labios,
justo cuando mi alarma suena de nuevo.
Gimo y me alejo de ella, sabiendo que necesito irme. Me siento
en el borde de la cama y agarro su mano, dándole un apretón.
—Duerme hasta tarde. Toma una ducha. Entonces prepárate y
empaca. Nos iremos antes del mediodía.
Ella me mira fijamente. —¿Tan pronto?
—No voy a perder ni un segundo contigo, mi gorrión—le digo,
levantando su mano y besando sus nudillos—. Eres mía hasta que te
vayas volando.
Sé que estoy siendo audaz, pero no me importa.
Y, afortunadamente, a ella no parece importarle. Ella solo me
da una sonrisa tímida, el tipo de felicidad suave que dejará una
huella en mi cerebro durante toda la mañana.
Rápidamente me preparo, sus ojos cansados mirándome desde
la cama, y luego salgo al amanecer, viendo esa sonrisa en mi cabeza,
saliendo con el sol.

—Estaciónate.
Miro a Shay, frunciendo el ceño. —¿Vas a vomitar?
Página | 168 Me lanza una mirada seca y me golpea el brazo. —No, aunque
estoy empezando a pensar que eras un piloto de rallies en tu vida
pasada. Quiero tomar una foto.
—Oh, una foto—le digo—. ¿Este es un nuevo pasatiempo tuyo?
Me saca la lengua cuando encuentro la próxima salida junto al
fiordo, esperando a que pase un coche antes de cruzar y aparcar el
auto.
Técnicamente, solo dejamos Todalen hace unos diez minutos y
Shay se las arregló para tomar un millón de fotos ya. Supongo que el
camino es extremadamente pintoresco, con las montañas cayendo
directamente hacia el fiordo, pero lo he conducido tantas veces que
no me parece gran cosa. Ella es buena para eso, sin embargo, entre
un millón de otras cosas. Ayudándome a ver las cosas que están
frente a mí.
Shay sale del Datsun y saca la Pentax. Pasamos por la tienda
de la esquina, que tenía un rollo de película (Algo que dice que esta
una ciudad que se aferra al pasado), y ha ido alternando entre su
teléfono y la cámara de película.
La miro mientras toma sus fotos, la brisa le quita el pelo de los
hombros. Tengo ganas de pellizcarme.
Yo mismo que tuve esta suerte, que tengo esta oportunidad de
estar con ella así.
También fue más fácil de lo que pensaba. Per casi pareció
aliviado cuando le dije que me iría con Shay por una semana.
Supongo que a veces también puede cansarse de mí, además no
estoy seguro de cuánto de Shay escuchó en la mañana, pero tiene
que ser incómodo tenernos a los dos en la casa. Y si aún no es
incómodo, ciertamente lo será, porque no puedo quitar mis malditas
manos de esta mujer.
De todos modos, Kolbjorn aceptó, no hay problema, así que
ahora solo tengo que reducir la velocidad y aferrarme a cada
momento que puedo, como este.
Finalmente, Shay se da la vuelta, baja la cámara y me sonríe.
Yo automáticamente sonrío a su espalda, sintiendo tanta
oscuridad levantarse dentro de mí. Mientras no piense sobre el
futuro, siempre y cuando solo piense en el aquí y ahora, esa
oscuridad no puede tocarme. No me gusta por lo general cuando lo
hace.
Ella vuelve al auto. —Está bien, prometo no volver a hacer eso.
Sé que tenemos prisa por atrapar el transbordador.
—En realidad, el ferry sale con bastante regularidad—le digo—.
Es solo que cuanto más rápido vamos, más rápido te llevo al hotel y
puedo follarte hasta que no puedas respirar.
Sus ojos se agrandaron, su boca cayó ligeramente. Ella sonríe,
Página | 169 moviendo las cejas. —Oh. Oh mí...
Esa es una mirada de la que no me cansaré.
Pero mientras terminamos tomando el pequeño ferry que cruza
el fiordo y conducimos por la carretera serpenteante, el Datsun
impresiona a Shay en cada esquina, sé que deberíamos hacer una
breve parada en Kristiansund antes pero vamos a nuestro hotel
remoto para pasar la noche. Es el último brote de civilización.
—Kristiansund—dice Shay mientras lee un cartel mientras nos
dirigimos a la ciudad. En realidad, es más una gran ciudad, unas
veinticuatro mil personas se dispersaron a lo largo de la costa rocosa
y las ensenadas—. ¿Vamos a ver tu bote?
Ni siquiera pensé en eso. Me niego a pensar en esa parte de mi
vida en este momento. —En realidad yo… Pensé que tomemos un
almuerzo tardío en alguna parte. Debes estar hambrienta. Solías
estar tan hambriento, era atemorizante.
—Todavía lo hago—dice ella. Se gira en su asiento para
mirarme—. Pero insisto en que me lleves a tu barco. ¿Cuál era su
nombre otra vez?
—Sol de Medianoche 31 —le digo—. Es solo un viejo barco de
pesca, Shay. No hay nada que destacar.

31Midnight Sun
—Tal vez para ti—dice, su expresión se vuelve grave—. Pero
perteneció a tu padre y es un gran parte de tu vida. Quiero verlo.
Quiero ver esa parte de ti. Tu dueño del mar.
Dejé escapar un bufido cáustico. —Esa es una nueva. Bien —le
digo con un suspiro, bajando por la carretera hacia el puerto
deportivo—. Pero no te impresionará.
—No estoy tratando de quedar impresionada. Estoy tratando de
conocerte.
La comisura de mi boca se levanta. No puedo decir que no se
sienta bien, que quiere conocerme, más de lo que ella me conocía
antes. Es un poco aterrador al mismo tiempo, porque sé todas las
partes oscuras que intento y mantengo ocultas. Ella ha visto mi
poesía, pero eso solo rasca la superficie de quién soy realmente. Esa
es mi fea alma reorganizada en bonitas palabras.
Llegamos al puerto deportivo, aparcamos y salimos del coche.
Hoy está ocupado, salen muchos barcos. Tomo la mano de Shay y
caminamos hacia el muelle, dirigiéndonos hacia el bote al final del
mismo.
Para mi sorpresa, Espen está a bordo, con un balde y un
Página | 170 cepillo en la mano. Yo sé que él lo limpia entre viajes, no pensé que
estaría aquí hoy.
—Anders—dice, igual de sorprendido de verme. Luego mira a
Shay y sus cejas se elevan aún más—. Y, hola.
Por supuesto que está diciendo todo esto en noruego, pero
Shay ya ha aprendido bastante.
—Hola—dice en noruego, su acento ridículamente lindo—. Soy
Shay. La... amiga de Anders.
Espen se ríe, aplaudiendo. —Amiga, ¿eh? —Me da un guiño
lascivo, luego cambia a Ingles—. Soy Espen. Soy el primer oficial de
Anders y, a veces, amigo. Pero no de esa manera.
—¿Primer oficial? —dice ella—. Habla muy bien de ti.
Juro que Espen se está poniendo de un tono rosado debajo de
su barba. —Eso no puede ser correcto. Todo lo que hace Anders es
insulta a mi madre.
—Oye —le digo—. Tu madre se lo merece—agrego en broma.
Me lanza una mirada burlona antes de volver su atención a
Shay. —Bueno, ¿Vas a venir a bordo? —pregunta Espen—. Me
gustaría decir que sabía que vendrías y solo estaba limpiando para
ti.
Shay me mira interrogante y yo asiento. —Vamos.
Camina hacia los escalones y luego Espen extiende la mano, la
toma de las manos y la sube a la cubierta. Yo sigo, justo detrás de
ella.
—Wow—dice Shay, pasando las manos por la cabina y mirando
dentro.
Me río. —No tienes que decir wow, a menos que estés hablando
de lo basura que es.
—No, lo digo en serio—me dice, luciendo seria—. Tiene mucho
carácter, como si fuera sensible o alguna cosa.
—Ya lo creo—dice Espen—. Una vieja mula testaruda es lo que
es. Siempre tratando de ahogarnos.
Luego se calla, recordando lo que le pasó a mi padre.
Me aclaro la garganta, tratando de pasarlo por alto. —Muchos
barcos están saliendo—digo, señalando el puerto con la cabeza.
—Sí—dice, obviamente agradecido por el cambio de tema—. La
pesca en este momento es una locura, un área justo en las afueras
del banco superior.
Parte de mis entrañas se retuerce. Lo que realmente debería
hacer no es llevar a Shay a un viaje por Noruega, sino regresar al
mar para aprovechar la recompensa. Las existencias de bacalao se
han ido agotando a lo largo de los años gracias a la sobrepesca, por
lo que es raro tener un buen lote. El banco del que habla Espen está
Página | 171 en la sección de agua turbulenta, más mar adentro de lo que nos
gustaría ir, pero es factible para nuestro barco.
—Joder—digo en voz baja.
—¿Qué? —pregunta Shay, y sé que, si se lo digo, aprovechará
la primera oportunidad para insistir en que cortemos nuestro viaje
corto. Tan cerca como estamos ahora, todavía siento que ella tiene
un pie fuera de la puerta.
—Nada—le digo.
—Oye, sabes que Dag está aquí en los muelles—dice Espen—.
Dice que se va, pero que tiene problemas del motor.
— ¿Quién es Dag? —pregunta Shay.
—Solía ser el primer oficial de mi padre—le digo—. Me enseñó
todo lo que sé.
Espen se aclara la garganta y me da una sonrisa expectante.
—Sí, Espen, y tú me enseñaste el resto—prosigo—.
Recuérdame de nuevo quién está a cargo aquí?
—Sólo porque es tu barco—Le guiña un ojo a Shay—. No
estaría en ninguna parte sin mí.
—Bueno, ¿Por qué no tomáis el barco tú y Dag? —Le digo—.
Hoy.
—¿Sin ti? —pregunta Espen. Ciertamente, eso nunca había
sucedido antes. Pero confío en ambos, y ¿por qué deberían perder
esta oportunidad? Sé que no voy a ir de todos modos.
—Sí, sin mí. Iré a la siguiente ronda.
Espen tiene ese brillo en sus ojos, el que obtiene cuando piensa
en dinero. —Tendré que preguntarle a Dag.
—¿Preguntarme qué? —dice Dag detrás de mí, su acento
fuerte—. ¿Y por qué todos hablamos inglés?
—Dag—le digo. —Venga a bordo. Tengo una propuesta para ti.
Dag da una calada a su cigarrillo por un momento, luego sube
a bordo con facilidad. Tiene unos setenta años, pero tú no lo sabrías
por la forma en que se mueve, y aunque fuma como una chimenea,
parece estar en mejor salud que la mayoría de la gente. Para agregar
a su constante fumar, lleva una alegre gorra de pescador griego,
camisa a rayas, y tiene la piel curtida oscura, incluso en el medio del
invierno. Él es lo que imaginas cuando piensas en el pescador rudo
estereotipado, aunque Dag es mucho más inteligente de lo que
parece. Pienso que él tiene varios títulos e incluso podría haber sido
abogado en una vida pasada.
— ¿Y quién es ella? —Dag le dice a Shay mientras la mira con
aprecio. Ella está de pie junto a la puerta, dándole una sonrisa
tímida.
—Shay—dice, extendiendo su mano—. Soy amiga de Anders.
Página | 172 Dag se pasó la palma de la mano por los pantalones
manchados de grasa antes de estrecharle la mano. —Trozo de cuero.
Lo siento, estaba jugando con el motor.
Shay simplemente asiente y cuando él suelta su mano, ella la
limpia sutilmente en sus jeans.
Miro a Dag. —Espen me dijo que tienes problemas con el
motor.
Suspira, alejando el humo de nosotros. —Eso parece. Estaba a
punto de salir pero creo que necesito un alternador nuevo. Odio
perder esta oportunidad—Mira a Shay—. El bacalao ya no es lo que
solía ser. Cuando encuentras un buen lugar, tienes que salir. Nunca
se sabe si será la última vez.
—Anders acaba de decirnos que saquemos el barco—le dice
Espen.
—¿Es así? —dice Dag, arqueándome una ceja—. ¿Y la chica
viene?
Niego rotundamente con la cabeza. —No. Shay se queda aquí.
En tierra. Conmigo. Solo creo que, ya que no voy a salir, ambos
deben tomarlo. Ve a buscar el pescado.
Dag frunce el ceño. —¿Estás seguro?
—Sé que eres bueno para eso—le digo, extendiéndome para
darle una palmada en la espalda—. Solo tráela de vuelta en una
pieza. Ah, y ahórrame el diez por ciento de tus cheques de pago.
—Sabía que había una trampa—murmura Dag en voz baja,
pero parece complacido de todos modos.
Ahora que Dag y Espen se preparan para partir, saco a Shay
del barco. Necesitan ir a buscar algo tripulación, pero eso no debería
ser un problema en un día como hoy.
Nos despedimos y llevo a Shay de regreso al auto, queriendo
tenerla a solas. Todavía tengo que manejar un poco al hotel.
—¿Estás de acuerdo con que tomen el bote? —pregunta
mientras caminamos hacia el Datsun, ocasionalmente mirando sobre
su hombro en el barco donde Dag y Espen se apresuran a preparar
las cosas.
—Son lo mejor que puedes tener—le digo—. Mejor que yo.
Estarán bien. Eso es lo que pasa aquí. Si no nos ayudamos unos a
otros, entonces la comunidad sufre como un todo.
—¿Estás seguro de que no quieres ir con ellos?
Sabía que diría eso.
Me detengo y tomo sus manos entre las mías, sujetándolas con
fuerza. La miro hacia abajo.
—No me podrías pagar para que salga ahora mismo. Eres lo
único que me importa en este momento, Shay. Eres tú. Sólo tú.
Ella aparta la mirada, sus mejillas se ponen rojas. Me encanta
Página | 173 cuando la hago sonrojar.
—Vamos, vámonos—le digo, besándola suavemente antes de
llevarla hacia el auto.
Necesito hacerla sonrojar un poco más.
Capítulo 16
Shay
Felicidad.
Esa es la sensación que me inunda cuando el aire fresco del
océano entra a través de la ventana, cepillando mi cabello hacia
atrás, haciéndome sentir vigorizada de la cabeza a los pies.
Estoy feliz.
Justo aquí, justo ahora, en este momento.
Sentada en el asiento del pasajero junto a Anders en su sexy
Página | 174
auto antiguo, navegando por la costa noruega, un lugar que me
moría por ver. El sol se asoma a través de las nubes, iluminando mi
rostro. De vez en cuando Anders se acercará y tomará mi mano y
dejaré de intentar luchar contra los recuerdos que me trae… en los
que estábamos juntos en el coche de su padrastro, navegando hacia
el lago Echo, sin preocupaciones en el mundo. En cambio le doy la
bienvenida a ese recuerdo y luego me concentro en hacer uno nuevo.
Este es un nuevo para nosotros, después de todo.
Me muerdo el labio al pensarlo. En la palabra. Nosotros. Parece
demasiado y, sin embargo, no es suficiente. Somos esta entidad
indefinible, tal vez lo fuimos desde el principio, y no tengo ni idea de
adónde va o qué va a suceder a continuación. Sé que ninguno de los
dos quiere hablar sobre el futuro, sobre el después. ¿Qué pasa
después de este viaje? ¿Qué nos pasa entonces? ¿Habrá un nosotros
en la forma que hay ahora?
Es una lección para permanecer en el momento. Al apreciar
esto por lo que es. Dos personas que se unen por una segunda
oportunidad. No significa que tengamos otra oportunidad en nuestra
relación. Ambos también hemos cambiado mucho para que eso
continúe, para que continuemos donde lo dejamos. Tampoco
significa que esto vaya en algún lugar de nuevo.
Es solo por ahora.
Como dijo Anders, lo tomaremos día a día.
Sin embargo, es una lástima que no pueda reprimir este
sentimiento. De sentirse libre como un pájaro, como un gorrión y
atado al mismo tiempo. Atado a él, con ganas de volar pero siempre
volviendo, porque quiero. Porque su atracción es demasiado fuerte,
demasiado magnética para que me resista.
Almorzamos tarde justo después de salir de Kristiansund, en
un pequeño restaurante con vistas al mar salvaje. Comí sopa de
klipfisk32, que es este bacalao seco salado por el que son famosos
aquí (en realidad, muy similar a bacalao que comí en Portugal) y una
cerveza, y nos sentamos uno al lado del otro y miramos cómo
entraban las olas. Anders estaba mayormente en silencio, pero
contento, sosteniendo mi mano todo el tiempo mientras le hacía
preguntas sobre su barco y la pesca.
Eso era algo que no esperaba. No solo para ver el infame barco
Página | 175 que le roba su vida en la granja durante tantas semanas seguidas,
sino para conocer a su primer oficial y al amigo de su padre.
Realmente me sentí como que estaba viendo un lado de Anders que
solo había visto a veces. De vuelta en la granja, aunque parece que
Per y Anders manejan las cosas como un equipo, Per toma la
delantera. Él es el tío y más anciano que Ander y estaba dirigiendo el
lugar antes de que Anders tuviera la edad suficiente para ayudar.
¿Pero en el barco? Incluso en los breves momentos que vi, no
había duda de que Anders estaba a cargo, y había algo
innegablemente sexy en eso. Oh capitán, mi capitán.
—¿Crees que lo harás para siempre? —Le pregunto a Anders.
Nos hemos quedado en silencio durante la mayor parte del viaje, por
lo que toma un momento para salir de su cabeza.
—¿Hacer qué? —pregunta, sus grandes manos palmeando el
volante, los tatuajes en sus nudillos moviéndose. El gorrión parece
que está despegando.
—Manejar el barco de pesca —le digo. —Ser el capitán.

32
Del noruego: Pescado
Sus cejas oscuras se fruncen y se muerde el labio por un
momento. —Haré lo que tenga que hacer.
—Eso no suena muy prometedor.
Él suspira. —Lo sé. Sé que no es así. Pero no tengo elección.
Sabes que la granja apenas llega lo suficiente como es. No hay otra
forma de complementar nuestros ingresos. Quiero decir, mírame.
Lo miro. En su camiseta Henley azul tormenta que muestra
cada centímetro de sus músculos duros y pone en marcha sus ojos
gris azulado oscuro, su espesa barba, su frente melancólica, cada
centímetro de hombre que es. —Te estoy mirando —digo en voz baja.
Él niega con la cabeza. —No estoy destinado a nada más, Shay.
Para eso estoy aquí, como mi padre antes de mí. Ni siquiera me
gradué de la escuela secundaria, no oficialmente. Me expulsaron
antes de que eso sucediera. No había universidad para mí.
Simplemente había... nada. Estaba tan perdido. Tan jodidamente
perdido. Y el barco, el barco fue lo único que me dio algo en lo que
Página | 176 apoyarme.
—¿Y lo hace ahora?
—Sí —dice, con una inclinación determinada a su boca. —Me
da…
—¿Propósito?
—No. Sin propósito. Solo... un medio para un fin, supongo.
—Pero no te encanta...
Me da una sonrisa rápida y resignada. —Se supone que no
debes amar tu trabajo, Shay. Es solo una ventaja si lo haces. Es un
trabajo duro, pero aporta dinero. Es algo que puedo hacer, y solo eso
es un buen sentimiento.
—¿Pero no sientes que tienes que asumir el legado de tu padre?
Empieza a amasar el volante, asintiendo lentamente con la
cabeza mientras vuelve a mirar la carretera, con una dureza en ellos.
—Si. Lo hago. Más aún porque murió en el mar. A veces... me
pregunto cómo habría cambiado mi vida saber si todavía estaba vivo.
No solo porque no tendría tanta culpa e ira por cómo nuestra
relación fue cuando él... cuando lo perdí. Pero me pregunto por mi
propia vida. Qué habría hecho con él. Yo asumí la vida de mi padre,
nunca tuve muchas oportunidades de hacer una propia.
Ambos nos quedamos en silencio después de eso, y vuelvo mi
atención al océano gris acero, la forma en que el sol destella como la
luz de una cuchilla. Me recuerda a sus ojos.
—Sabes, nuestras vidas pueden ser diferentes —le digo
después de un momento. —Pero sé exactamente cómo te sientes.
Pero en lugar de tener zapatos que llenar, no tengo nada en
absoluto. Sin propósito. Simplemente no tengo rumbo. Nunca tuve a
nadie en mi familia para guiarme hacia cualquier cosa, incluso
perspectivas de mierda. La empresa de tecnología de mi padre en
Mumbai está en auge, pero nunca se interesó en mí, nunca se
preocupó de intentar pasar la antorcha en mi dirección. Pensarías
que nos vería a Hannah y a mí como futuras protegidas, pero no nos
prestó atención. Mi mamá dijo que era porque él siempre quiso
niños, y no tengo ninguna duda de que eso es cierto, y
definitivamente hizo que Hannah se abrochara y trabaje duro. Sabía
Página | 177
que estaba trabajando para obtener su aprobación. No sé si alguna
vez lo consiguió—. Respiro hondo, la sensación es espesa como lodo
y, sin embargo, es liberador al mismo tiempo hablar de eso, es como
si estuviera limpiando las telarañas de mi alma. —Y obviamente a él
no le importaba, porque ¿por qué nos dejó trabajar ahí? ¿Por qué no
nos trajo a todos allí? Nos hubiéramos ido. Podríamos habernos
criado en la India en lugar de los EE. UU. Al menos nos hubieran
criado. Pero en cambio, nos dejó y mi madre aún lo seguía. Ella nos
siguió y nos dejó para que nos las arreglamos solos. Ella lo eligió a él
sobre nosotros. La engañó, ya sabes—. Miro a Anders y veo la
vergüenza en su rostro. —Tuvo una aventura. Una amante. Entonces
se divorciaron, pero incluso entonces mi mamá volvió con él.
Después de todo lo que le había hecho, ella volvió con él y yo creo
que nunca entenderé por qué.
Las palabras caen a nuestro alrededor como copos de nieve.
Anders se ha puesto tenso. Porque eso es lo que está sucediendo
ahora, ¿no es así? Sé que no es lo mismo, o particularmente justo,
comparar el matrimonio de mis padres con lo que Anders y yo
tuvimos, lo que tenemos de nuevo, pero lo entiendo. Mi madre
persiguió a mi padre porque algo en su alma se sintió atraído hacia
él, sin importar lo que le hiciera. No lo hice bien, no quise decir que
era inteligente, pero era algo contra lo que ella era impotente.
Y ahora, después de todo lo que me hizo Anders, me acostaré
con él de nuevo. Estoy con él de formas que nunca imaginé que lo
estaría. ¿Esto me hace sentir como mi madre
Me aclaro la garganta, con la esperanza de despejar ese
sentimiento cargado. —De todos modos, estoy balbuceando. Solo
estoy tratando de decir, lo entiendo. Te entiendo. Aunque las cosas
no podrían ser más diferentes. Aunque tengas claro el camino y solo
tengo un rastro de malezas cubiertas de maleza. Nunca mi padre o
mi madre se interesaron mucho en mí, en lo que hago, así que he
estado tratando de encontrarme a mí mismo y es como si cada vez
que miro a la vuelta de la esquina, esperando verme, encontrarme,
terminar el viaje, solo hay otro rincón. Es como... estoy
constantemente sin alcance, como cuanto más tiempo voy, más duro
miro, más elusivo me vuelvo.
—Quizás estás buscando demasiado —dice Anders. —Quizás lo
que estás buscando está justo frente a ti. Tal vez no estás tanto
buscando algo como huyendo de algo.
Página | 178
Maldita sea. Eso fue una bomba de verdad y media. Parece
denotar en el coche.
—¿Y de qué estoy huyendo? —Preguntó suavemente.
Me da una sonrisa amable. —De lo que todos estamos
huyendo. Nosotros mismos.
Ambos reflexionamos sobre eso cuando sacamos el Datsun de
la autopista y empezamos a bajar por una carretera estrecha, el
paisaje me llama la atención. Aquí, no hay muchos árboles, solo
muchas rocas y plantas parecidas a la tundra y arbustos, pero
proporcionan un contraste impresionante contra las hileras de
pequeñas casas rojas, blancas y doradas alineadas en la orilla del
agua.
—¿Dónde estamos? —Preguntó, sacando mi iPhone y tomando
fotos a través de la ventana abierta.
—No sé el nombre de este asentamiento —dice. —Pero la casa
de huéspedes se llama Svegvikka.
Continuamos por la carretera estrecha, pasando por las casas,
bordeando el Atlántico, hasta llegar a un gran edificio blanco que
parece construido directamente en el mar.
—Esto solía ser una fábrica de bacalao —me dice mientras
estaciona el auto. —Un almacén para klipfisk 33 . Tiene buenas
calificaciones en línea, así que espero que sea de tu agrado.
Me río. —¿De mi agrado? Anders, he estado viviendo con una
mochila desde siempre hasta este momento. Estoy acostumbrada a
compartir dormitorios con chicos extranjeros malolientes que
roncan. Ahora estoy contigo. No podría importarme menos donde
estamos, quédate o vete—. Echo un vistazo al pintoresco edificio. —
Esto se ve perfecto.
Y es perfecto. El personal es joven y amable y nos da una llave
con lo que se siente como una pequeña ancla colgando de él. Nos
dicen que podemos comer en el comedor comunitario en un par de
horas y que ellos tienen un menú fijo (supongo que hay bacalao seco
salado en el menú), luego avísenos si queremos participar en la
inmersión de mañana por la mañana, estamos más que bienvenidos.
—¿Bucear? —Le pregunto a Anders mientras nos dirigimos a
Página | 179 nuestra habitación. —¿La gente va a bucear? ¿Aquí? —Me
estremezco al pensar en el agua parece tan oscura, profunda y fría.
—Te sorprendería lo mucho que puede hacer un traje seco —
me dice mientras nos detenemos frente a la puerta e inserta la llave
grande. —Y las aguas aquí son sorprendentemente claras. Es
hermoso. Nunca lo he hecho, por supuesto, pero me gustaría obtener
mi certificado algún día.
Quiero preguntarle sobre qué otros sueños y metas tiene para
sí mismo, las cosas que quiere hacer un día, incluso si cree que ese
día nunca llegará. Pero en el momento en que abre la puerta, me
olvido de eso.
La habitación es grande y sencilla, toda blanca desde las
paredes de madera hasta el suelo y la cama. Pero es la vista lo que
me roba el aliento. Dejo mi bolso en la cama y me dirijo directamente
al gran piso del techo de la ventana que da al agua. Cae hacia abajo.
Literalmente, podría ir a pescar directamente a la ventana.
—Wow —digo. —Que vista.

33
Del noruego: Pescado
—Estoy de acuerdo —dice Anders, y su voz saca esa cualidad
áspera y ronca que instantáneamente me hace temblar.
Me doy la vuelta para verlo mirándome con una mirada
acalorada que raya en la desesperación.
Mi cuerpo se pone en marcha de inmediato.
Nos atacamos, besándonos con fuerza, agarrándonos las
manos con desesperación, mis puños en su chaqueta tratando de
quitársela, la suya en mis pantalones, tratando de desabrochar mis
jeans. Parece que no podemos trabajar lo suficientemente rápido y
casi nos estamos cayendo, tratando de llegar el uno al otro, tratando
de consumirnos.
Anders me empuja contra la pared y me da besos calientes y
febriles en el cuello mientras me cepilla el pelo en mi hombro, luego
su cabeza se inclina hacia mis pechos, donde suavemente los ahueca
y los acuna, antes de sus dedos se doblen a lo largo del escote de mi
camisa, tirando de ella hacia abajo hasta que mi pecho se libera de
Página | 180 mi sostén. Su lengua gira alrededor de mi pezón, succionándolo en
su boca, haciéndolo duro como una piedra, mis nervios eléctricos.
Gimo en voz alta, mis ojos cerrados, la cabeza contra la pared
mientras sus anchas palmas vagan por mis pechos, por mi cintura,
entre mis piernas. Doy un paso atrás, tratando de ayudarlo a
quitarme los jeans y la ropa interior, y solo tengo una pierna libre
antes de que me empuje hacia atrás de nuevo, más fuerte esta vez,
gruñendo en mi oído.
Dios mío, es intenso.
Especialmente cuando veo sus ojos, la forma en que me
queman, dejándome saber exactamente cuánto él me quiere, me
desea, me necesita.
Se agacha entre mis piernas e inmediatamente lo dejó entrar,
la lenta provocación y empuje de sus dedos donde ya estoy mojada y
esperándolo con impaciencia, mientras él mete mi pezón en su boca
caliente, pellizcando la punta endurecida entre sus dientes.
Otro ruido codicioso se escapa de mi boca mientras envía
ondas de choque por mi columna vertebral, haciéndome sentir
caliente, mi cuerpo se vuelve loco ahora con deseo creciente.
—He estado soñando con esto todo el día —dice con voz ronca,
la lujuria goteando en su voz mientras besa mi boca.
—¿Es eso así? —Me las arreglo para decir contra sus labios. —
Recuerdo algo similar esta mañana.
—No es suficiente para mí —gruñe.
—Bien —le digo coquetamente, colocando mi mano contra su
pecho. —Entonces no te importará si devuelvo el favor.
Me agacho y coloco mi palma contra la entrepierna de sus
jeans, sintiendo la dura masa de su erección antes de abrirlos. Me
acerco y agarro su polla, haciendo un puño, y lo beso locamente
mientras lo liberó, bombeando mi mano hacia arriba y hacia abajo
por su eje, sintiendo su duro calor hundirse en mi palma.
Él gime, mordiéndose el labio lleno, los ojos cerrados por la
sensación. No puedo evitar sonreír, amando el camino el placer se ve
en su rostro, particularmente cuando se lo doy.
Página | 181 Luego me hundo de rodillas y tomó su polla en mi boca, con
cuidado, queriendo tomarme mi tiempo burlándome de él,
haciéndole saber lo que puedo hacer por él, lo mucho que amo
sentirlo entre mis labios.
Sus manos van a ambos lados de mi cabeza y me agarran con
fuerza, manteniéndome en su lugar mientras aprieto la base de su
polla y empiezo a bombear en mi boca, más rápido ahora. Está sucio
y húmedo y mis dientes de vez en cuando se arrastran a lo largo de
la rígida y venosa longitud, algo que creo que le gusta a juzgar por la
forma en que jadea y la fuerza con que está sosteniendo mi cabeza
en su lugar, como si quisiera follarme la boca hasta el olvido.
—Dios, quiero que me chupes hasta dejarme seco —dice, con
voz ronca, y una emoción me recorre cuando parece que se pone aún
más duro en mi boca. —Disparar mi carga directamente por la parte
posterior de tu garganta.
Hola, mi sucio hablador.
Casi me detengo para decirle que se puede arreglar fácilmente,
que me lo tragaré entero, lo lameré todo, hasta la última gota, pero
de repente gime y deja de follarme los labios.
—Espera —dice Anders sin aliento. —Necesito entrar en ti
Alejo mis labios de su polla, su piel aterciopelada, suave y
caliente, y me pongo de pie, disparándole una tímida sonrisa. Por
mucho que quisiera acabar con él, no me quejo de que esto vaya en
una dirección diferente.
Sin embargo, antes de que pueda decir algo, me está besando
con fiereza, lo suficiente como para robar el aire de mi pulmones,
hace que mis dedos de los pies se doblen contra el suelo, y luego me
hace girar hasta que mis brazos están en alto, mis palmas de las
manos presionadas contra el cristal de la ventana, mis pechos
presionados contra él.
Es mediodía y mis pechos están a la vista aquí, saliendo de mi
sostén.
Afortunadamente, no hay nadie en la pequeña bahía en este
momento, y los únicos que pueden vernos son las gaviotas.
Tendré que avisar a Anders si eso cambia.

Página | 182 Pero él ya está avanzando. Con un gruñido parecido al de un


hombre de las cavernas, separa mis piernas con brusquedad
deslizando su mano entre mi culo y la parte de atrás de mis muslos.
Luego agarra mi cintura mientras ajusta la punta hinchada de su
polla contra mí.
No pierde el tiempo antes de empujarse dentro de mí, profundo
y duro como el infierno.
MIERDA.
Jadeo fuerte por la sensación de él, el apretón que me hace
sentir falta de oxígeno.
Él está susurrando dulces palabras noruegas en mi oído, y
finalmente me relajo mientras él entra y sale lentamente, y mi cuerpo
comienza a expandirse a su alrededor, queriendo más.
Me folla a fondo, bombeando hacia mí por detrás, cada vez
más, más y más rápido, hasta que me aprieta contra el vidrio, y ni
siquiera me importaría si un bote lleno de buzos viniera a motor
ahora mismo, al verme follar de manera real y completa.
Todo lo que me importa es esto.
Todo lo que me importa somos nosotros
No pasa mucho tiempo antes de que los dos lleguemos. Sus
dedos giran alrededor de mi clítoris hasta que estoy perdida para él,
barrido lejos, como si hubiera roto el cristal y me sumergiera en las
profundidades de abajo. Luego está gritando mi nombre
golpeándome más y más fuerte por detrás, empujando su polla hacia
arriba hasta que se suelta, mi cuerpo se estremece mientras se vierte
en mí.
Me siento sin espinas, sin huesos y un poco sin cerebro.
Este hombre me va a destrozar completamente, ¿no es así?

Me despierto con un rugido que sacude la cama.


Abro los ojos a la oscuridad y lentamente me apoyo sobre mis
codos, mi cabeza nadando con todos los vinos que tomé en la cena.

Página | 183 Anders está sentado a los pies de la cama, desnudo, de


espaldas a mí. Él está de cara a la ventana, que de repente se
ilumina con un relámpago, una feroz exhibición bifurcada a través
del cielo negro como la tinta.
—¿Anders? —digo suavemente, despejando el sueño de mi
voz—. ¿Es una tormenta?
Él asiente con la cabeza pero no se da la vuelta. Solo puedo ver
el lado de su cara, pero parece angustiado, inquieto.
Me incorporo, consciente de que también estoy desnuda, y me
muevo por la cama para arrodillarme a su lado colocando mi brazo
sobre su hombro, descansando mi cabeza allí. Ambos miramos la
oscuridad, mirando el rayo, mostrando las olas golpeando la orilla a
través de la pequeña bahía, escuchando el trueno retumbar y rodar,
el agua chapoteando contra el edificio.
—Odio las tormentas —dice Anders en voz baja. Aunque parece
un hecho simple, puedo decir que es algo más grande de lo que
parece, que viene de las profundidades de él.
Presiono mis labios contra su hombro, besándolo suavemente,
abrazándolo con más fuerza. Amo la sensación de su piel debajo de
mi boca, lo cálido que está, duro y suave. Sé por qué odia las
tormentas. Es porque eso es cómo perdió a su padre.
—Debes conseguirlas mucho aquí —le digo, deseando que siga
hablando.
Asiente lentamente, moviendo la mandíbula. —Si. Lo hacemos.
Sin embargo, no significa que tenga que gustarme.
Le pongo la mano en la mejilla y volteó su cara con suavidad
para que me mire. Sus ojos son tan imposiblemente profundos, y
también hay una tormenta en ellos. —Sabes que estoy aquí,
¿verdad?
Me mira fijamente por un momento, sus ojos buscan los míos.
—¿Lo estás, sin embargo? A veces... a veces pienso que ya te has ido.
Ya me moví en esa cabeza tuya. En ese corazón tuyo. O tal vez sea
una tontería pensar que tu corazón fue realmente mío.
Tragó saliva, sus palabras provocan cosas que no quiero sentir.
Página | 184 Dios, no quiero sentir más por él de lo que ya siento. No quiero
complicar esto, configurarnos para la angustia, cuando sé que
eventualmente tendrá que regresar al mar y yo voy a ir en camino,
buscando una versión de mí misma que nunca aparecerá.
—Estoy aquí —digo de nuevo, sintiéndome estúpida, deseando
poder decir más.
Deseando haberlo creído.
Por ahora, es lo que no agregó.
Luego me inclinó y acercó su boca a la mía. Lo beso, suave y
dulce primero.
Pero cuanto más lo beso, más siento que se enciende un fósforo
desde lo más profundo de mi núcleo, un fuego ardiendo
brillantemente, un fuego ardiendo para él.
Él me devuelve el beso, la tormenta continúa, y luego me
recuesto en la cama, entregándome a él, queriendo que me lleve de
todas las formas posibles.
Y lo hace.
A pesar de que está oscuro, los relámpagos que iluminan la
habitación de vez en cuando, Anders se mantiene en atento contacto
conmigo mientras sus manos lentamente, con cuidado, rozan todo
mi cuerpo desnudo, tratándome como si estuviera hecha de
porcelana, un marcado contraste con la forma en que estaba
conmigo antes, tan áspera y salvaje.
Con esa misma deliberación, desliza hábilmente su dedo entre
mis piernas y sobre mi clítoris, a través de los resbaladizos pliegues y
retrocede y, joder, ya estoy empapada por él. Mi espalda se arquea,
mi clítoris palpita prácticamente rogando por más de eso, más de él.
Su toque solo tiene la capacidad de hacerme ver estrellas y estoy
haciendo puños en las sábanas.
—¿Cuánto me quieres? —susurra con brusquedad. Cualquier
tristeza y miedo que haya en sus ojos ahora se ha ido, reemplazado
por mi dios nórdico que habla sucio.
Todo pura lujuria primigenia.
Todo mío.

Página | 185 —Tan mal —me las arreglo para decir, todavía sintiéndome un
poco oxidada cuando se trata de decir lo que estoy pensando durante
el sexo. La charla sucia le llega muy fácilmente.
—¿Qué tan mal? —dice, su dedo todavía me trabaja,
provocándome hasta el punto de la locura—. ¿Cómo si fueras a morir
sin que mi polla gorda te abra de par en par? ¿Cómo si me
suplicaras? ¿Me rogaras que te haga venir?
Prácticamente gruñí en respuesta, mi cuerpo se convirtió en un
alambre tenso, mi espalda ya se arqueaba, tratando de ponerme en
contra de su dedo.
Pero apartó el dedo, una broma, y en la oscuridad pude ver sus
dientes blancos, la sonrisa tortuosa. Él realmente quiere que le
ruegue, ¿no es así?
—Shay —dice a modo de advertencia, con la voz ronca y
gutural. La punta áspera de su dedo regresa y se desliza de ida y
vuelta, el sonido húmedo llenando el aire.
—Sí, sí, te lo ruego —digo entre un gemido—. Quiero que me
folles. Vente dentro de mi
Deja escapar un siseo agudo. —Mierda.
—Sí, exacto.
—Sabes, hay algo que decir sobre la gratificación retrasada —
murmura, moviendo su cuerpo hacia abajo, ahora y bajando su
rostro hasta que pueda sentir su aliento en mi clítoris.
—No me digas que esto es una metáfora sobre el uso de la
cámara de rollos —le advierto.
Pero antes de que pueda hacer un comentario sabelotodo, toca
mi clítoris con la punta de la lengua y me estremezco, jadeo, mis
manos moviéndose a su cabello ahora y agarrando sus gruesos y
oscuros mechones. Su lengua se mueve lentamente hacia arriba a lo
largo de mi clítoris y vuelve a bajar, tan deliberadamente burlona
como su dedo, antes de que comience hundiendo su lengua
profundamente dentro de mí, follándome una y otra vez, dentro y
fuera.
Mierda. Él es bueno. Demasiado bueno. Mi espalda se curva y
levantó las caderas, tratando de conseguir más agarre, de conseguir
más de todo lo que me está dando. Quiero sentir su lengua lo más
Página | 186 profundo que pueda.
Y se sumerge más profundamente.
Dios, todavía no puedo creer esto, que este es mi Anders
haciéndome esto, cambiando mi mundo al revés hasta que las
estrellas estén en mis ojos.
Lo siento sonreír contra mí brevemente, como si pudiera
escuchar mis pensamientos, luego vuelve a follarme con su lengua y
mientras aprieto por más, comienza a presionarla contra mi punto G
y antes de que mi cerebro incluso pueda dar sentido a la sensación,
un tipo diferente de presión se está construyendo dentro de mí, cómo
si pudiera partirme en dos.
Mi orgasmo me ciega, y estoy gritando lo suficientemente fuerte
como para despertar a los otros invitados antes de que mis gritos
estallen con el trueno afuera. Me estoy volviendo fuerte, mi cuerpo se
desgarra cuando su lengua me siente desde adentro, y soy solo un
hilo que se deshace, una y otra vez.
—¡Anders! ¡Mierda! —grito, empujo mis caderas hacia su boca,
mis muslos se aprietan al lado de su cara como un vicio.
Él está sonriendo contra mí antes de alejarse, y honestamente,
toma un momento descubrir dónde estoy y lo que está sucediendo.
Una habitación en Noruega.
En la costa. Con Anders Johansen.
Joder, es como si me hubiera pasado algunas de las mejores
drogas del mundo.
Lo escucho reír, obviamente divertido por mi estado de ánimo,
y abro los ojos para verlo moverse encima de mí. En la penumbra
puedo distinguir la silueta intimidante de su polla sobresaliendo, lo
veo alcanzar hacia abajo y acariciarse a sí mismo, y aunque acabo de
llegar, aunque todavía estoy pulsando por mi orgasmo, estoy
insaciable por él estando dentro de mí.
Codicioso, incluso.
—Puedo sentir tus ojos ardiendo a través de mí en la oscuridad
—dice con voz ronca—. Supongo que tendré que follarte incluso más
duro esta vez. Te haré venir de nuevo. Es difícil tenerte satisfecha,
¿lo sabías? Chica avariciosa
Página | 187 Me aclaro la garganta, tratando de verlo mejor, con ganas de
encender la luz, aunque sé que los dramáticos destellos de los
relámpagos y el retumbar del trueno actúan como afrodisíacos. No
hay nada de malo en un poco de drama con tu sexo.
—¿Te estás quejando? —pregunto.
—Ni siquiera un poco —dice.
—Entonces quiero que vengas dentro de mí —le digo,
empujando mi timidez a un lado.
—Ya lo estaba planeando —responde con brusquedad, y tragó
saliva con anticipación mientras se acerca como un depredador.
Prácticamente se me pone la piel de gallina.
Se baja, su polla presionada contra mi pelvis, la piel suave
como el terciopelo, la longitud dura como una roca, luego sus manos
están agarrando mis muñecas y sujetándolas por encima de mi
cabeza. En los destellos de los relámpagos miro la tensión en sus
enormes bíceps mientras me sostiene, transfiriendo el peso a una
mano mientras se agacha con la otra y desliza su polla gruesa y
caliente entre mis piernas.
Cierro los ojos por un momento, separando mis piernas para
facilitar el acceso, y cuando empuja su polla dentro de mí, es como si
hubiera perdido la capacidad de respirar. Estoy mojada como el
pecado y, sin embargo, él es tan grande y grueso que es como si
hubiera apenas suficiente espacio para él.
—Respira —me susurra—. Respira, Shay.
Abro los ojos para distinguir el brillo febril en sus ojos mientras
me mira. Aspiro mi aliento sintiendo mientras él se desliza hacia
adentro, luego exhalo, deseando relajarme a su alrededor.
—Esa es una buena chica —me dice, con una voz a la vez
áspera y tranquilizadora—. Buena chica, hazme espacio. Deja que te
folle bien.
Él se retira, casi todo el camino, luego lenta, deliberadamente,
empuja hacia adentro. Jadeo, recordándome respirar a su alrededor,
y luego nos acomodamos en un ritmo suave. Es capaz de empujar
más profundo, aunque el hecho que tiene que ir tan lento lo hace
temblar de tensión y tensión, y siento cada centímetro de su polla
hasta que está metido dentro de mí hasta la empuñadura.
Página | 188
—Shay —gime, y luego comienza a maldecir en noruego. Hay
algo salvaje en su voz, y tal vez sea la tormenta afuera, tal vez sea la
forma en que comenzamos, con él lleno de miedo, y tal vez sea su
forma de trabajar a través de eso, pero Anders se está transformando
en algo salvaje, real y crudo. Como un ser primordial, algo nacido
para follar hasta morir—. Qué buena chica, Shay. Te sientes tan
jodidamente bien. ¿Te hago sentir bien?
Dejé escapar un sí confuso. Pero el bien no lo explica del todo.
El bien no encapsula todo lo que me está haciendo sentir. Esto es
más que bueno. Me siento viva. Siento que me estoy conectando con
él de una manera tan íntima y cruda, que hace que cada cogida que
he tenido antes palidezca en comparación, incluso cuando solíamos
tener sexo. Esto es algo más, algo que no encuentras con nadie.
Y, sin embargo, debes dejarlo pasar, a menos que encuentres
una manera de hacerlo funcionar.
Que se joda esa voz. Y al diablo con ese miedo.
—Fóllame —gruño, agarrando sus hombros, deslizando mis
dedos por su espalda, arañando las uñas—. Fóllame más fuerte, por
favor.
Un relámpago muestra la sorpresa en su rostro, sorpresa que
se vuelve líquida, fundida, y antes de que pueda hacer cualquier
cosa, me está volteando sobre mi estómago y levantando mi trasero
en el aire. Pone una mano en la espalda de mi cabeza y empuja mi
cara hacia abajo en la funda nórdica.
Luego, con un apretón de magulladuras, sostiene mis caderas y
empuja su polla dentro de mí de nuevo.
Apretado.
Tan apretado ahora, apenas puedo respirar.
—Anders —digo a través de un gemido, y luego se mueve
rápido, follándome salvajemente. Él empuja sus caderas más fuerte,
golpeando contra mi trasero, el ángulo lo hace golpearme más
profundo que nunca.
Santa mierda.
Ni siquiera puedo mantener la cabeza recta, estoy perdida en la
Página | 189 sensación de él, como si me hubieran llevado a dar un paseo que no
puedo detener, no quiero detenerme. Empieza a moverse un poco
más rápido, la fuerza hace que mis piernas se separen más y más
anchas a través de la cama, dejándolo entrar. Su agarre se aprieta
alrededor de mi muñeca y golpea mi trasero difícil.
Muy duro.
Grito, me sobresalto por el agudo aguijón de su bofetada,
arqueando la espalda.
—Mantén las piernas juntas —gruñe—. Más apretado. Quiero
que me sientas follar cada centímetro. Quiero imprimir la cabeza de
mi polla muy dentro de ti.
Jesús.
Bien entonces.
Lo dice en serio. Con el duro empuje de su polla mientras se
desliza a lo largo de cada sensible centímetro dentro de mí, la
sensación de sus caderas cuando chocan contra mi trasero por
detrás, la forma en que sus manos se sienten alrededor de mi
cintura, manteniéndome atada y en su lugar, lo siento. Todo él.
No creo que nunca dejaré de sentirlo, no cuando me esté
follando así.
—¿Estás lista para venirte por mí? —dice, con voz ronca,
golpeándome las nalgas de nuevo, la cama rebotando en un punto
constante—. Quiero escucharte desenredarte. Quiero escucharte
como nunca antes te había escuchado.
Dios mío.
Quiero decir, ¿quiere que despierte a toda la casa de
huéspedes?
Pero luego sus dedos se deslizan por debajo de mis caderas,
encontrándome resbaladiza y empapada, y es todo lo que necesito
para dejarlo ir por completo. Una punta callosa se desliza sobre mi
clítoris y es como si hubiera desconectado una puta mano granada.
Estalló como una maldita bomba.
—¡Me vengo! —gritó, el orgasmo se apodera de mí mientras me
Página | 190 destroza. Hace un puño de mi cabello y tira de él, el dolor baja por
mi columna mientras su polla sigue empujándose constantemente
hacia mí, mi cuerpo apretando a su alrededor, devastado por las
interminables convulsiones que nunca dejan de llegar—. Anders —
Me las arreglo para decir su nombre antes de que me detenga, antes
de que la ola me empuje en todas direcciones y ya no sé qué camino
hay.
—Joder, bebé —dice Anders, con voz baja y ronca por la
desesperación, y comienza a conducir más profundo, cada el
músculo de su cuerpo comenzando a temblar por el esfuerzo—. Una
chica tan buena, tomando mi polla tan jodidamente bien. Oh Dios.
Él se viene, conduciendo tan profundo mientras dispara su
carga dentro de mí, las malas palabras noruegas caen de sus labios.
Gruñe en voz alta, su cuerpo termina, empuja la empuñadura de
nuevo, sus bolas presionan contra mi trasero, y luego desacelera, el
sudor goteando de su cuerpo sobre mi espalda húmeda.
—Jódeme —dice a través de un gemido desigual, sus caderas
bombeando una, dos veces, antes de inclinarse hacia adelante casi
colapsando sobre mí. Su pecho sudoroso roza mi espalda y me quita
el peso de encima con un brazo tembloroso.
—Creo que acabo de hacerlo —me las arreglo para murmurar
en la almohada.
Se ríe suavemente y luego se retira lentamente, dejándome
despojada y vacía sin él dentro de mí. Él rueda sobre la cama a mi
lado, y vuelvo la mejilla contra las sábanas para quedar frente a él.
Extiende la mano y me quita el flequillo de la cara, justo
cuando otro relámpago ilumina la habitación.
Pero esta vez, no hay miedo en sus ojos.
Esta vez parece feliz

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Capítulo 17
Anders
—El vuelo es joven, estamos profundizando sin una escafandra
autónoma —Skye Edwards de Morcheeba canta suavemente desde la
radio en la esquina del bar.
Profundizar sin una escafandra autónoma está bien.
Estoy jodido.
Total y completamente jodido.
Supe desde el momento en que vi a Shay de nuevo, que estaba
en lo más profundo. Simplemente no sabía que serían brazas
Página | 192 profundas. Ya estaba tan ansioso por tenerla de vuelta en mi vida,
por tener la oportunidad de hacer las paces y conseguir las cosas
bien de nuevo, que en realidad no estaba pensando con claridad
sobre lo que realmente haría tenerla de vuelta a mí. Lo qué significa.
Todavía no lo sé, para ser honesto. Incluso sentado aquí en
este bar con poca luz en Alesund, con una pinta de cerveza fría y
una pizza klipfisk34 de venta ambulante, me siento más perdido que
nunca. Han pasado unos días desde que salimos a la carretera en mi
Datsun, buscando un escape y una aventura, y si no me estaba
enamorando de ella en Todalen, entonces estoy casi en caída libre
ahora. Una inmersión profunda, a través de aguas claras que se
vuelven turbias y complejas cuanto más bajo voy, mientras trato de
luchar con mis sentimientos por ella, sigo hundiéndome, y
hundiéndome.
La cuestión es que hay demasiados sentimientos que procesar
y todos me llevan en diferentes direcciones. He empezado a escribir
poesía de mierda para tratar de resolverlo todo, sacando la sección
de notas de mi iPhone y dejar que las palabras me visiten, como una

34
Del noruego: Pescado
marea que fluye y fluye. No tengo idea de dónde terminaré al final,
pero sé que probablemente no será bonito.
Sin embargo, será real.
Real y crudo.
Justo como nosotros.
Se suponía que la ciudad de Alesund sería solo una parada
nocturna. Después de que dejamos la Casa de Huéspedes de
Svegvikka, condujimos por el infame Atlantic Ocean Road,
tomándonos nuestro tiempo para que Shay pudiera fotografiar y
documentar cada momento impresionante. La carretera es
mundialmente conocida por una razón: la mitad del tiempo, se siente
como si estuvieras conduciendo suspendido sobre el agua, con solo
pequeños islotes para conectarte a tierra aquí y allá, montañas al
acecho al fondo. Hay un puente, Storseisundet, que tiene una
pendiente tan pronunciada que cuando se conduce por ella, la
carretera parece desaparecer y parece que estás a punto de recrear
partes de la película Speed.
Página | 193
Con tanto que ver, llegamos tarde a Alesund, y no fue hasta el
día siguiente que Shay se enamoró del lugar y preguntó si podíamos
quedarnos unas cuantas noches más. Por supuesto que dije que sí.
Yo diría que sí a cualquier cosa que ella me preguntará.
Nuestra habitación es bastante sorprendente, justo encima del
agua, al igual que nuestra habitación anterior en la casa de
huéspedes, excepto que esta vez estamos en un puerto concurrido,
con veleros y barcos de pesca pasando, tomando fotografías de
nuestro luminoso hotel, a veces saludando desde la ventana. El hotel
incluso te ofrece rutas de pesca que puedes colgar fuera de tu
ventana con la esperanza de atrapar algo. Obviamente, la pesca es lo
último que quiere hacer ahora mismo, pero Shay se ha estado
divirtiendo, atrapada en la vacilante esperanza de alguna cosa. Hasta
ahora, no ha tenido suerte, pero ella tiene una paciencia que yo
definitivamente no tengo.
Así que estamos aquí, simplemente permaneciendo en el lugar,
explorando las tiendas, los bares y los restaurantes y tratando de
disfrutar de la compañía del otro mientras tenemos la oportunidad.
Se siente como unas vacaciones, como si hubiéramos encontrado un
poco de espacio para nosotros mismos para estar juntos y
descubrirnos de nuevo.
Pero soy tan consciente del tiempo, avanzando y deslizándose
entre nuestros dedos. Cuanto más intentó esperar, peor se pone,
como tratar de contener los granos del reloj de arena. Ni siquiera
quería dejarla ir de compras sola hoy, quería quedarme a su lado,
empapándome de su compañía tanto como pueda antes de que sea
demasiado tarde.
Ella insistió en que comprar ropa sería demasiado aburrido
para mí, y que se reuniría conmigo en este bar para la cena y las
bebidas. Quién sabe, tal vez necesite algo de tiempo para estar sola.
Quizás la estoy apiñando un poco. Quizás estoy siendo demasiado. A
ella parecía gustarle ese aspecto de mí en el pasado, pero tengo que
dejar de pensar en el pasado. Tengo que empezar a pensar en
nuestro presente y nuestro futuro.
¿Y qué futuro es ese? Me pregunto. Aquel en el que se queda en
la finca, ayudando a Per, sin tener vida propia mientras estás en el
mar la mayor parte del mes... ¿Ese futuro?
Odio como es. Cómo será. Ojalá pudiera soltar los grilletes
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oxidados que me mantienen en su lugar, estoy atrapado en una vida
en la que no quiero estar atrapado. Mi deber. Mi destino. Estoy
destinado a ello y, sin embargo, quiero estar atado a ella.
Tranquilo, me recuerdo. Vas demasiado rápido. No arruines el
poco tiempo que tienes.
Y ahí está ella.
Shay abre la puerta del bar y entra. Ella debe haber regresado
a la habitación del hotel para cambiarse porque su chaqueta vaquera
y su bufanda se cuelgan sobre un brazo y lleva un vestido nuevo,
blanco con diminutas flores rosadas, de esas que abrazan sus tetas,
exponiéndolas, haciendo que su piel brille. Sé que la gente está
mirándola mientras camina hacia mí, dándome una sonrisa tímida
mientras se quita el flequillo de la cara, y no puedo culparlos.
Soy el tipo más afortunado aquí.
Ella está haciendo girar todas las cabezas, pero yo soy la
elegida.
—Oye —dice, tomando asiento frente a mí.
Solo puedo quedarme mirando tontamente por un momento.
—Te ves hermosa —le digo finalmente—. ¿Puedo quedarme
contigo?
Añado una sonrisa a mis palabras, así que pensará que estoy
bromeando, pero también un poco no.
Ella ríe. —Soy todo tuya, Anders. Y gracias. No estaba segura
del vestido porque no es del todo temporada de vestir aquí, de ahí las
botas —Saca la pierna y muestra sus botas de combate—. Pero yo
estaba tan jodidamente harta de mi ropa, no tienes idea. Creo que
podría dejar la mitad de ellos en el hotel, tal vez el ama de llaves los
quiera. Compré tantas cosas, encontré la mejor tienda con todas
estas geniales marcas noruegas. Al menos creo que son marcas
noruegas.
No puedo evitar sonreírle, colgando cada palabra de ella. —
Bien. Te lo mereces. No puedo imaginar tener que vivir de una
mochila durante tanto tiempo.
Ella me da una mirada seca. —Oh, lo que sea, eres un tipo. ¡Un
pescador! Probablemente uses la misma maldita cosa todos los días
cuando estás en el mar.
Le doy una mirada que dice culpable.
Página | 195
—De todos modos —dice—. Parece que mi vida ha encontrado
un nuevo capítulo, ¿sabes? Así que también podría vestir
apropiadamente.
¿Y qué capítulo es ese? Quiero preguntar. ¿Es un capítulo en el
que estoy? ¿Soy parte de esta nueva narrativa?
Pero el miedo ha templado mi osadía. Tengo miedo de
preguntarle ciertas cosas en caso de que eso la asuste lejos para
siempre. Sé que ambos deberíamos ser libres el uno con el otro
ahora mismo, que no tengo nada que perder, y sin embargo... sin
embargo, se siente como si pudiera perderlo todo.
Como dije.
Estoy jodido.
—Entonces, ¿deberíamos comer algo aquí? —pregunta, sus
delgados dedos tirando del menú hacia ella. Por un momento me
imagino un anillo de diamantes en su mano izquierda, un anillo que
yo le hubiera dado. Nos imagino en el futuro, aquí, viviendo esta vida
juntos, tratando de aprovecharla al máximo, hacer que funcione.
¿Sería tan injusto pedirle que se quede conmigo? Tenerla conmigo...
¿Ella… me ama?
¿Puedo darle la vida que quiere, aquella en la que se
encuentra, donde encuentra un hogar y estabilidad y la familia que
siempre ha estado anhelando?
¿Me dejaría intentarlo?
El sentimiento tiene tanta euforia detrás de él que se siente
como un pájaro a punto de tomar vuelo y remontarse por encima de
los mares, y con un sentimiento pesado y hundido en mi corazón, sé
que es pedir demasiado. Pidiéndole que se quede conmigo aquí en
Noruega, estar conmigo, solo sofocaría su vida. Los dos somos
jóvenes, pero de alguna manera ella es mucho más joven. Ya me he
asentado, en los mismos surcos profundos en los que moriré. Ella
tiene todo su futuro por delante. Pedirle que se quede conmigo es
privarla de eso. Ya le he jodido la vida una vez antes, no lo volveré a
hacer.
—¿Pizza Klipfisk 35 ? —pregunta Shay, mirándome desde el
menú. Le doy una sonrisa cautelosa—. Eso no puede saber bien,
¿puede? Joder, estoy tentada de pedirlo. Eso, y un montón de esa
Página | 196
sidra que tuve el otro día.
Se muerde el labio y de repente me importa un carajo la sidra,
la pizza o cualquier otra cosa.
Todo lo que me importa es ella.
Estaré con ella tanto como pueda, mientras pueda.
Me puse de pie y alcance su mano. —Ven aquí —digo con
brusquedad.
Luego la llevó a través de la barra, sin importarme si alguien
nos está viendo ir juntos al baño.
Una vez dentro del baño, cierro la puerta, asegurándome de
que esté segura, y luego atacó a Shay, el fuego arde a través de mis
venas hasta que mi piel se sienta demasiado caliente y solo hay una
forma de obtener alivio.
Mis manos agarran su dulce rostro, mis dedos se clavan en su
mandíbula, mientras me muevo con urgencia, conduciendo su
espalda hacia la pared de azulejos hasta que se aprieta contra ella.
Mi boca cubre su boca, labios, lengua hambrienta empujando contra
la de ella. Follándola bien. Ella gime en mi boca y siento las

35
Del noruego: Pescado
vibraciones bajando por mi columna, directamente a mi polla, que ya
está dura como una roca.
Me azota hasta que soy algo salvaje, brutal, febril, mi polla se
está poniendo increíblemente rígida y tratando de romper la bragueta
de mis jeans, suplicando por la liberación, por alivio. Me agacho y
levanto el dobladillo de su pequeño y bonito vestido hasta que se
amontona en sus caderas, luego deslizo mis manos debajo de su culo
y la levantó para que sus piernas estén envueltas alrededor de mí,
abrazándome fuerte.
—Anders —dice a través de un jadeo gutural, y no puedo evitar
sonreírle, recordando cómo solía estar tan dispuesta a cualquier
cosa, incluso follar en una piscina pública. Ella puede protestar todo
lo que quiera, pero yo sé que sigue siendo la misma chica aventurera
También sé que no puedo apartar mis malditas manos de ella
aunque lo intente.
De repente, la hago girar y la colocó con cuidado en el borde
del fregadero, probando su peso durante un momento, alejándome
Página | 197
de su boca ansiosa.
—¿Qué vas a…? —comienza, sus labios húmedos y deseosos,
pero por la mirada tortuosa que le estoy dando, su pregunta se
responde rápidamente.
Coloco mis palmas en sus muslos, extendiéndolos frente a mí
mientras ella extiende una mano hacia adelante sosteniendo mi
hombro para evitar caerse, mientras la otra mano se apoya contra el
fregadero.
—Fóllame —gruñe. No lleva ropa interior en absoluto. Es toda
ella, abierta y rosada y desnuda para mí, para beber, de todas las
formas que pueda.
Le doy una mirada rápida y acalorada. —Como si no hubieras
planeado esto —digo con brusquedad—. Eres una buena maldita
chica, ¿no es así?
Me sonríe y se muerde el labio de nuevo. —Buena o mala, soy
como tú me quieras.
Y estoy perdido.
Me agacho e inmediatamente entierro mi rostro entre sus
piernas, lamiendo arriba y abajo su suave pliegue, probando cada
centímetro de ella. Ya está tan jodidamente mojada que
prácticamente me estoy ahogando en su miel. Mi dulce, dulce
gorrión.
—Oh, joder, Anders —grita, con las piernas abiertas para mí
mientras se agacha y agarra mi cabello, haciendo un puño, tirando
de mi cabeza en ráfagas de maravilloso dolor. No hay nada mejor que
esto, devorándola como un hombre deseando oxígeno, follándola más
fuerte con mi lengua, probándola, sintiendo su clítoris palpitar
debajo de mis labios, hasta que estoy a un pelo de distancia de
correrme.
Mierda. Más despacio, Anders.
Entonces su cuerpo se tensa y ella se corre en mi boca y no
dejo de presionar, no reprimo mi necesidad de devastarla por dentro
y por fuera.
—Oh Dios, oh Dios —grita, su voz se ahoga, y yo sonrío contra
su piel resbaladiza, amando el sonido de ella, la forma en que me
llama, como si yo fuera su dios. Joder, eso es todo lo que quiero.
Me enderezo, manteniendo sus piernas abiertas incluso
Página | 198
mientras su cabeza rueda hacia un lado, su boca abierta, jadeando,
su cuerpo todavía temblando por su orgasmo. Rápidamente
desabrochó mis jeans y saco mi polla, caliente, apretada y rígida en
mi mano. Es casi doloroso, esta necesidad que tengo de ella, una
necesidad que no puedo negarme por más tiempo.
Mientras todavía está flácida, tratando de recuperar el aliento,
envuelvo mi mano alrededor de su cintura, sosteniéndola, y aprieto
mi agarre alrededor de mi polla, presionándola contra ella, el sonido
es húmedo, resbaladizo. Siseo suavemente la anticipación se
construye, luego me empujo dentro de ella con un fuerte y ansioso
empujón, sosteniéndola firme contra mí.
Jadea en voz alta, sus manos se clavan en mi camisa,
sujetándola con fuerza, y estoy dejando escapar una voz baja y
animal. Gimo mientras me conduzco dentro de ella, hasta la
empuñadura, para que estemos tan cerca como sea posible.
Me aparto una pulgada y la miro a los ojos, perdido en su
calidez, su deseo por mí, una mirada que nunca te cansas de ver.
Como ella me ve, todo de mí, por lo que realmente soy, incluso las
partes de mí que nunca le he mostrado a nadie. Las partes a las que
tengo demasiado miedo.
La beso, suave, fuerte, sintiendo demasiado de todo, como si se
deslizara entre mis dedos justo como los días, el tiempo que tenemos
juntos. No quiero perderla, no quiero dejarla ir, deseo mantenerla
follándola así, enterrada tan profundamente por dentro que nunca
podrá deshacerse de mí ni olvidarme.
Quiero que se quede conmigo y estoy demasiado asustado para
pedirlo.
Entonces, en cambio, dejó escapar un gemido gutural, y ella
gime en respuesta, y nuestra necesidad del uno por el otro se llena la
habitación, convirtiéndose en algo más grande que los dos.
Déjame tener esto, déjame tener esto.
Sigo bombeando dentro de ella cada vez más fuerte. Mis
caderas chocan contra el fregadero mientras la follo, más rápido, y
sus piernas se envuelven más apretadas a mí alrededor,
manteniéndome lo más cerca posible.
—Sí, sí —susurra, y la miró, viendo cómo sus ojos se cierran
con fuerza, mientras su cabeza comienza a golpear contra el espejo.
Página | 199
Joder, esto está caliente. No sé cuánto tiempo más podré seguir así.
Sus manos se mueven frenéticamente arriba y abajo de mi
camisa, las uñas se clavan en mis músculos y se arrastran hacia
abajo, mi trasero donde ella tira de mí hacia ella, hasta que me
conduce tan profundamente dentro de ella que el aire sale de mis
pulmones y estoy sin aliento.
—Joder, Shay —juro, gruñendo con cada embestida, el sudor
goteando en mi frente y rodando hacia sus tetas, que prácticamente
se le salen del vestido—. No voy a durar mucho.
—Estoy lista para ti —dice ella, clavando las uñas más
profundamente—. Quiero sentir que te corres dentro de mí. Hazme
gotear de ti.
Santo cielo. Nunca había escuchado a Shay hablar sucio antes,
y tengo que decir que jodidamente me encanta.
—Buena chica —gruño, presionando mi mano contra su
garganta, sosteniendo su cabeza contra el espejo mientras la follo
más, más profundo—. Qué buena chica, Shay.
Ella me mira con ojos salvajes y luego me agacho con mi otra
mano, deslizándome sobre mi eje resbaladizo donde desaparece en
ella a una velocidad vertiginosa, levantando mis dedos hasta que
frotó su clítoris.
—¡Oh, mierda! —grita, viniéndose ya, y ahora no puedo
contenerme más. Arqueo la espalda, conduciendo mi polla en ángulo
mientras ella tiene un orgasmo, sus muslos tiemblan mientras
convulsiona alrededor de mi polla, apretando y...
Allí.
Tan cerca.
Mierda.
Me corro, con los ojos en blanco y el baño girando hasta que
estamos en nuestra propia galaxia. Creo que estoy jurando en
noruego, mis palabras se convierten en sonidos de animales sin
sentido a medida que sigo llegando dentro de ella, disparando
directamente hacia ella mientras mis bombeos comienzan a
disminuir.
Siento que me están vaciando, no solo físicamente, sino
también emocionalmente. Como si me estuviera agotando, dándole a
Shay cada onza de mí, con la esperanza de que ella me mantenga a
salvo y cerca de su corazón.
Página | 200
Pero cuando mi orgasmo comienza a salir de mi cuerpo, y me
doy cuenta de que me la acabo de follar dentro de un baño público
en Alesund, todas mis viejas preocupaciones vuelven a mí.
Que no seré suficiente para ella.
Que esto es todo lo que obtendré de ella.
Y que pasaré el resto de mis días lamentando no haber hecho
más para retenerla esta segunda vez alrededor.
Porque el problema ahora, el problema que veo con tanta
claridad, es que no puedo simplemente dejar ir a Shay, y tampoco
puedo quedarme con ella. Uno es injusto conmigo, el otro es injusto
con ella.
El problema es que la amo.
Me he vuelto a enamorar de ella.
Y si algo me ha enseñado la historia es que esto no va a acabar
bien.
Capítulo 18
Shay
Una de las primeras cosas que las guías de Noruega te
dirán es que debes salir para ver los fiordos. Hay tantos,
incluido el que lleva a Todalen, que la mayoría de los viajeros se
verán abrumados por las opciones, pero es el fiordo del
Geiranger del que más se habla. Definitivamente es el que
aparece en las portadas de las guías.
Ahora mismo, de pie junto a Anders en la cubierta
Página | 201
superior del ferry puedo ver por qué es Patrimonio de la
Humanidad de la UNESCO, y el tema tipo cuento de hadas de
tantas fotos. Es estrecho como el infierno, con innumerables
cascadas que salpican las afiladas laderas de las imponentes
escarpadas montañas, sumergiéndose en las profundidades del
océano. Apenas tiene costa, y cuando hay una porción de tierra,
pintorescos restos de granjas abandonadas a las que solo se
puede acceder en barco, añaden algo de color al infinito verde,
gris y azul.
Más que nada, este fiordo te hace sentir imposiblemente
pequeño. Este transbordador de choches parece un barco en
miniatura en comparación, y todo parece demasiado grande
para contenerlo con los ojos.
De cierta forma, me recuerda a cómo me siento alrededor
de Anders.
Cómo al estar en su presencia me hace sentir tan pequeña
a su lado. No es solo que soy pequeña y él es este dios nórdico
corpulento, tampoco es que él me hace sentir menos. No me
encojo a su lado, sino que florezco. Es que a veces la forma en
que me mira parece ser demasiado grande para que este mundo
la contenga, un sentimiento tan grande que ni siquiera se puede
afrontar.
A veces sorprendo a Anders mirándome fijamente. Es una
mirada diferente de la que conocía el primer día. Es algo más
que lujuria, una necesidad de mí, una que puedo sentir en mis
entrañas, abriendo las jaulas y dejando que los pájaros
esperanzados vuelen. Quiero tomar esa mirada, devolvérsela y
hacerle saber que me tiene.
Pero cada vez que estoy a punto de hacerlo, cada vez que
respiro profundamente y me preparo para decirle algo que no
puedo retirar para dar un paso hacia lo desconocido y poner mi
corazón en juego, esa mirada en sus ojos desaparece. El estado
de ánimo cambia, como las nubes sobre el sol, una tormenta
pasajera. Es como si no se permitiera mirarme así durante
mucho tiempo, como si no se permitiera desearme.
Página | 202 Y eso es todo lo que hace falta para que yo también dé un
paso atrás. Sigue siendo Anders, sigue siendo cálido y divertido,
pero esa tormenta lo está alejando de mí. Es como si quisiera
estar conmigo más que solo un momento, pero entonces alguna
parte de él da un paso adelante y lo hace retroceder.
Probablemente porque sabe que no hay futuro para
nosotros.
Yo también lo sé, y sin embargo… no puedo evitar soñar y
preguntarme.
Y esperar. Esta cosa tan peligrosa llamada esperanza.
He estado en el viaje con Anders por más de una semana.
Nos hemos tomado nuestro tiempo. Hemos encontrado una
rutina. Nos levantamos, tenemos sexo, pasamos tiempo en la
cama hablando. No solo hablando con palabras, sino con
nuestros ojos, manos y bocas. Nuestros cuerpos se dicen
muchas cosas el uno al otro, más de lo que a menudo podemos
verbalizar. Usamos ese tiempo para comunicarnos como solo
podemos hacerlo cuando él está dentro de mí y nos movemos
juntos como uno, sintiéndonos unidos de una manera que
nunca creí posible. El lenguaje en el que hablamos crece cada
vez más dulce y profundo.
Luego seguimos con nuestro día. Si salimos a la carretera,
documento cosas para mi Instagram, escribiendo entradas de
blog, tomando y editando fotos, mientras él también toma fotos,
ayudándome cuando lo necesito y, a veces, incluso le sorprendo
escribiendo poesía en su teléfono. No me la muestra, pero me
doy cuenta que le está dando una salida, le está permitiendo
descubrir las cosas que convierten sus ojos en una tormenta,
las cosas que tiran de su estado de ánimo en tantas direcciones
angustiosas diferentes.
Si no estamos en la carretera, si estamos en una ciudad,
nos convertimos en turistas. Comemos, bebemos, hacemos
turismo y follamos. En ese orden, y a veces no. Es como si los
dos nos hubiéramos comprometido a tratar cada día como una
cosa especial y preciosa. Ya no hablamos del futuro. No
Página | 203
hablamos de lo que pasará cuando esto termine. Ni siquiera
hablamos de cuándo terminará. Ya nos estamos tardando más
tiempo del que habíamos planeado. Solo sabemos que se
acabará, y ese hecho es demasiado crudo y doloroso de
soportar. Así que lo ignoramos y nos hundimos aún más en el
otro, disfrutando de nuestra compañía como si tuviéramos todo
el tiempo del mundo. Le damos la espalda al futuro, Vivimos en
bloques de veinticuatro horas de felicidad egoísta.
Es curioso, cuando me imaginé que algún día volvería a
estar con Anders, y reconozcámoslo, me lo imaginé; no es que
haya venido de accidente a Noruega, automáticamente nos
imaginaba como éramos. Esta versión adolescente de nosotros
mismos, escuálidos y con cicatrices de acné. Nuestras
emociones constantemente desbordadas, las hormonas fuera de
control. Con los corazones siempre en nuestras mangas,
absorbidos por la resaca del primer amor.
Pero esto es tan diferente. Es como si esa versión de
nosotros perteneciera a otras personas, como un viejo programa
de televisión que viéramos todo el tiempo. La esencia está ahí,
como si hubiéramos capturados esos sentimientos, zumbando
como si los guardamos dentro de frascos, para abrirlos aquí,
estos años después. Nuestro pasado nos rodea, iluminando al
cielo, sin ningún lugar al que ir.
Anders me rodea con su brazo y acerca su boca a mi oreja.
—¿Ya tomaste suficientes fotos?
Me río y giro la cabeza para mirarle mientras él me da un
largo beso en los labios.
—Ni de cerca —le dijo.
Llevamos casi una hora en el ferry remontando el fiordo,
acercándonos a nuestra parada, el pueblo de Geiranger al final,
y no he dejado el teléfono y la cámara ni por un segundo. Al
principio pensé que rodar una película iba a ser molesto, en mi
mochila hay innumerables rollos de película sin revelar, pero
ahora entiendo porqué a Anders le sigue gustando tanto. Hay
Página | 204 tanto misterio en un mundo donde el misterio escasea. En lugar
de darte la imagen de inmediato, una imagen que se puede
borrar fácilmente, que no ocupa espacio, estas te hacen esperar.
Te hacen practicar la paciencia. Te hacen detenerte y tomar
nota de todo. La luz, el aire, el movimiento, la profundidad. Te
obliga a prestar atención antes de hacer clic en el obturador. Es
como si no solo capturara los recuerdos, sino que los creara al
mismo tiempo.
Ahora, mientras levanto la cámara y apunto hacia el final
del fiordo, donde las montañas doblan una esquina y otro
transbordador sale de la pared de roca, con un aspecto
miniatura en comparación, sé que cuando más tarde mire las
fotos que he tomado, recordaré haber estado aquí con Anders,
su cuerpo cálido y firme contra mi espalda, el olor a pino de su
lavado corporal, el olor del agua fresca de los glaciares que
salen del fiordo. El cálido sol en mi cara. Sentiré la forma en
que me abraza, cómo me hace sentir que nunca me dejará,
aunque su mirada a veces diga lo contrario.
Pero ahora mismo, sus ojos me dicen que soy suya.
Eso es todo lo que necesito ser, al menos por el momento.
¿Y después qué?
Pero lo ignoro. Ignoro esa voz como lo he estado haciendo
todo este tiempo. Ambos no queríamos complicaciones, ambos
sabíamos que esta cosa, este nuevo nosotros tenía una fecha de
caducidad. No tiene sentido luchar contra ello, no importa lo
que sienta por él.
—Ahí está el pueblo. —me dice con su suave como el
whisky en las rocas, y veo cómo el ferry dobla en la esquina y
aparece el pequeño pueblo, la mayor parte de él es vertical, las
construcciones salpicadas a lo largo de una empinada
pendiente que sube y sube, con curvas que actúan como una
costura.
Es precioso. Absolutamente impresionante. Y,
naturalmente, vuelvo a hacer un millón de fotos más.
Anders reservó un hotel justo en la cima de la montaña,
Página | 205
así que tan pronto como el ferry atraca y estamos en el coche,
conducimos a toda velocidad a través de las curvas, subiendo
hasta que mis oídos estallen por la presión, hasta que llegamos
a este pintoresco hotel que está situado tan cerca de la
carretera de la montaña que uno juraría que los coches van a
pasar justo por el patio.
Subimos a nuestra habitación y, aunque es pequeña, tiene
una ventana que da a todo el pueblo y el fiordo, probablemente
la mejor vista singular de todo el maldito lugar. Estoy tan
acostumbrada a tener que reservar todo mi alojamiento cuando
viajo, que tener a Anders tomando las riendas ha sido un alivio
y una agradable sorpresa en todos y cada uno de los lugares en
que nos alojamos. Me sorprende constantemente haciendo todo
lo que puede para asegurarse que el viaje sea lo mejor posible.
Pero honestamente, lo único que necesito es a él.
Podríamos habernos quedado en Todalen por lo poco que me
podría importar. Sí, quería ver Noruega y estoy agradecida de
que haya sido mi guía turístico, pero la atracción más hermosa
e impresionante es él. Es saber que tenemos una historia, por
muy tumultuosa que sea, saber que me entiende, que entiende
de dónde vengo. Es esa alma de poeta que aflora de vez en
cuando, tan cerca que casi puedo tenerla en mis manos. Sólo
necesito escarbar unas cuantas capas más, encontrar la versión
de sí mismo que sigue ocultando, dejarme verlo por sí mismo.
—Esto es precioso, Anders, —le digo mientras tomo una
foto del marco de la ventana y de la impresionante vista detrás
de él—. Nunca dejas de impresionarme.
—Y nunca dejaré de querer impresionarte —dice. Hay una
nostalgia en su voz que hace a mi corazón dar un vuelco.
Me doy la vuelta para mirarle, y me sorprende ver una
capa de tristeza en su frente.
—Sabes que no tienes que hacer mucho para
impresionarme —le digo, con la voz entrecortada cuando mis
sentimientos enterrados salen a la superficie—. Con estar aquí
conmigo es suficiente.
Página | 206
Le doy un poco de espacio, esperando que lo acepte.
Él traga, su manzana de Adán balanceándose en su
garganta, la esquina de su boca llena se levanta un poco.
—Ojalá pudiera quedarme contigo —dice.
Y lo dice de una forma tan jodidamente sencilla que tardo
un momento en darme cuenta. Un momento antes de que me dé
una patada en las tripas.
La verdad de todo esto.
Debería asentir y aceptarlo, pero no puedo. No puedo.
—Pero puedes hacerlo —le digo—, no tenemos que dejar
que esto sea todo. Esto, nosotros… puede funcionar más allá de
este viaje, ¿cierto? Quiero decir, sé que dijimos que no
hablaríamos de esto, pero también sé que no nos queda mucho
tiempo antes de que uno de los dos tenga que tomar una
decisión y… sólo creo….
Solo creo que deberíamos seguir juntos.
Hacer que funcione.
Por favor, no me hagas decir todo esto en voz alta, no
cuando no me das nada a cambio.
Me mira fijamente, y esa tormenta está de vuelta,
arrasando sus ojos, furiosa, oscura y poderosa, arrasando con
él. Ya sé la respuesta. Ya me está matando.
Suspira, se pasa una mano por la cara, por la barba, noto
cómo la tensión se desprende de él.
—No lo sé —dice, su vos es un susurro áspero. Pasa junto
a mí y se sienta en el borde de la cama, entrelazando sus
manos, mirando al suelo. Tengo el presentimiento de que se
está cerrando a mí, como solía hacer cuando hacía preguntas
que no le gustaban.
—Bueno, lo sé —le digo, aunque estoy mintiendo un
poco—. Vale, entonces no lo sé. Pero sé lo que quiero.
Página | 207 Sé valiente, Shay. Es hora de ser valiente.
«Y ese eres tú, Anders. Te quiero a ti y quiero que
nosotros… quiero que demos una oportunidad a esto. Sé que
dije que no quería complicar las cosas entre nosotros, pero se
complicaron desde el principio. Es demasiado tarde para algo
fácil y simple, porque no somos fáciles ni simples. Somos dos
almas solitarias con una historia retorcida y con tanto exceso de
equipaje que nos pesa a los dos. Ni siquiera podemos salvarnos
el uno al otro si ambos estamos ahogándonos. —Hago una
pausa, el corazón me late en la garganta, mi honestidad me
toda por la fuerza—. Pero quiero intentarlo. No quiero
despedirme de ti y seguir adelante. No puedo. Solo quiero seguir
adelante si es contigo.
Y ahí está todo.
Mi preciosa verdad.
Y, sin embargo, Anders se queda mirando al suelo. Es
como si no me hubiera escuchado.
Mi corazón se desploma, una sensación enfermiza se
extiende por mis venas, haciendo correr sangre fía.
Me acerco a él y me pongo delante, deseando que mi
corazón no haga tanto ruido.
—Oye —le digo—. Mírame, por favor. Mírame cuando te
desnudo mi corazón.
Lentamente levanta la cabeza y odio lo que veo en sus ojos.
Odio lo mucho que me recuerda a su yo más joven, el que se
volvió frío y distante, el que me apartó.
—No seas como él —le digo en voz baja, con mi voz
temblando suavemente por la rabia—. No seas como él. Ya no
eres ese chico. Eres un hombre. Tienes que manejar esto, a
nosotros, como un hombre. Si no sientes nada por mí, si no
tienes sentimientos verdaderos, si no quieres estar conmigo, si
no quieres un futuro del que yo sea parte, entonces tienes que
decírmelo. Sí, me va a doler. Me destruirá. Pero lo puedo
soportar. La verdad es lo que merezco.
Página | 208
Traga grueso, lamiéndose los labios.
—Lo que te mereces, Shay, no soy yo.
Oh no, esto no.
Sacudo la cabeza.
—No empieces.
—Hablo en serio —dice bruscamente, frunciendo el ceño—.
No te mereces quien soy realmente. Te mereces alguien que esté
contigo todo el tiempo, que te dedique su tiempo, atención y
afecto, porque tú vales todo eso y más. Pero ese no soy yo.
—¡Claro que eres tú!
—No. Esto… —se señala a sí mismo, a la habitación—.
Esta es una versión de mí mismo que ni siquiera reconozco.
Esto es lo que podría haber sido mi vida. Pero no es la vida que
tengo. Estaré fuera todo el tiempo, y cuando no esté en el mar,
estaré trabajando en la granja. ¿Qué demonios harás con tu
vida? ¿Sentarte y esperar mientras no estoy? ¿Desperdiciar tus
años trabajando en una granja, ordeñando vacas?
—No des por sentado que no sé qué hacer conmigo —le
digo, mirándolo ahora con desprecio. Odio cuando la gente hace
suposiciones sobre mí—. Estaría muy ocupada tratando de
averiguar lo que quiero hacer con mi vida.
Extiende sus brazos.
—¿En serio? ¿Y qué pasa si llegas a la conclusión de que lo
que no quieres es a mí? ¿Que la vida que tienes conmigo no es
la que querías? Shay, eres tan hermosa y vibrante, eres
inteligente y apasionada, tienes todo un futuro por delante y
puedo decir con certeza que mereces algo más que las migajas
de un pescador.
—¡Residuos! —grito—. ¿Eso es lo que crees que es? ¿Crees
que me estás dando sobras? Bueno, joder, Anders, ¿por qué no
me dijiste que esto no sería suficiente? —Me inclino hacia él y le
señalo con el dedo, con mi corazón en llamas, mis ojos buscan
Página | 209 los suyos febrilmente—. No tenía ni idea de que no estaba
sacando lo mejor de ti.
—¡Te estoy dando todo lo que tengo! —dice, con voz
profunda y creciente—. Todo lo que puedo dar. No sé si es lo
mejor, pero es todo lo que tengo.
—¿Lo haces? —contesto—. Porque a veces es jodidamente
imposible contigo. Escribes tu poesía, pero cuando se trata de la
persona que quiere escucharla, que quiere sentir lo que tienes
que decir, te contienes.
—No me estoy conteniendo —dice bruscamente, con la
mandíbula rechinando—. Solo estoy… tratando de entender
esto, al igual que tú.
—Bueno, parece que ya has terminado de intentar
resolverlo, ¿no? ¿Es mejor que nos separemos y sigamos
caminos separados entonces?
—Shay, te mereces a alguien mejor —grita en voz baja, y lo
peor de todo es que sé que no lo dice por decir. Realmente cree,
en el fondo, que no es lo suficientemente bueno para mí. Eso
me corta hasta la médula.
—Ni siquiera digas eso. No te atrevas a decir eso.
—Ni siquiera sabes lo que es mejor para ti, tú…
Oh, no.
Esto no.
—¡No tires esta mierda de que sabes lo que es mejor para
mí! —le digo con brusquedad, mi ira me sorprende incluso a
mí—. Esa es la mierda que habrías hecho en el instituto,
tratándome como basura para que te alejara, para que fuera
más fácil para ti. Pues no fue más fácil para mí. Ni siquiera
sabes lo que realmente pasó, Anders. No tienes ni puta idea.
¿Crees que fue tan fácil el que te hayas ido? Me dejaste en un
estado del que apenas me he recuperado.
Me mira fijamente, sacudiendo ligeramente la cabeza, con
las cejas oscuras juntas formando una línea afilada.
Página | 210
—¿De qué estás hablando?
Y ahora he dicho demasiado.
Aprieto los labios con fuerza, deseando no continuar.
Pero mierda, ha pasado demasiado tiempo. He mantenido
esto en secreto durante demasiado tiempo. Todo este tiempo ni
siquiera mi madre sabe que aborté. Solo Everly y Hannah lo
saben. Nunca tuve la oportunidad de decírselo a Anders, y me
dije que no lo haría porque no quería sacar a relucir el pasado,
no quería que se sintiera mal, no quería estropear el precioso
tiempo que teníamos juntos. Pero como quiere alejarme,
supongo que ahora es un buen momento.
—Estaba embarazada —le digo, mi voz suena tan pequeña
y débil en la habitación—. Era… era tuyo.
Sus ojos se abren de par en par y la boca le queda
ligeramente abierta. Me mira fijamente como si el mundo
acabara de ser arrancado debajo de él.
—¿Qué?... Yo no… ¿Cuándo?
Cierro los ojos, tratando de reunir los nervios, tratando de
darme una columna vertebral de acero.
—Creo que fue la vez en la piscina. No usamos condón.
Descubrí que estaba embarazada una semana antes de
descubrir que me engañaste.
El silencio es un hilo conductor entre nosotros.
Abro los ojos y me atrevo mirarle. Me mira fijamente, con
el ceño fruncido, la angustia inundando sus rasgos.
—Nunca me lo dijiste… ¿Por qué no me lo dijiste?
Me retraigo, parpadeando, con los pelos de punta de
nuevo.
—¿Me estás tomando el pelo? Anders, me apartaste. No
devolvías mis mensajes, ni siquiera me mirabas en los pasillos.
¿Crees que de pronto te iba a decir que estaba embarazada? En
Página | 211
primer lugar, tuvo que asegurarme con el médico, y luego,
cuando lo supe, ya sabía que me habías engañado. No había
razón para decírtelo. Habías hecho tu elección. Me empujaste,
me alejaste, así que me enfrente a ello por mi cuenta.
—¿Y cómo… lo afrontaste? —pregunta, con la voz baja,
quebrada.
—Aborté —le digo con naturalidad, su rostro decae un
poco, lo suficiente como para ponerme a la defensiva—. Era la
única opción que veía para mí. Estaba muy asustada. Solo tenía
a Hannah, y ella tenía mucho que hacer con la escuela. No
podía criar a un bebé y quedármelo, ni tenerlo y darlo en
adopción. Así que aborté porque era lo único que tenía sentido.
—¿Te arrepientes? —susurra.
Me muerdo el labio un momento antes de negar con la
cabeza.
—No me he hecho un examen de conciencia a lo largo de
los años, y no. No me arrepiento. No estaba preparada para ser
madre. Demonios, no sé si alguna vez lo estaré, si es algo que
alguna vez quiera. No me arrepiento porque era lo correcto en
ese momento. Pero no significa que fuera fácil. No significa que
sea algo que pueda dejar de lado y olvidar. Ahora he hecho las
paces con ello, pero durante mucho tiempo me pesó. Me
sentía… avergonzada. Y culpable. Y porque no tenía a nadie con
quien hablar de ello, porque era tan joven y estaba tan
confundida, era algo que tenía que mantener enterrado dentro
de mí.
Me mira fijamente, con los ojos recorriendo cada
centímetro de mi cara, el dolor visible en la tormenta.
—Sabes que yo habría… habría estado ahí para ti. Si
hubieras querido conservarlo.
Le dirijo una mirada afilada.
—Eso no ayuda, Anders. Lo hecho, hecho está.
—No, quiero decir —dice, luchando por las palabras—,
Página | 212 solo quiero que sepas que no fue del todo horrible. Sé que no lo
crees, pero habría dado un paso adelante. Lo habría intentado.
No te habría dejado, me hubiera quedado en Nueva York,
podríamos haber hecho que funcionara. Tal vez podría haber
conseguido un trabajo en algún lugar, mi propia casa…
Se interrumpe, con una mirada extrañamente
esperanzada, como si esto fuera algo que pudiera retroceder en
el tiempo y arreglar. Pero no hay forma de arreglar esto. Nunca
lo hubo.
—Lo dices ahora, porque sabes quién eres ahora. Eras un
adolescente, Anders, y como has dicho muchas veces antes,
estabas jodido. Los dos lo estábamos. No puedes predecir ahora
lo que habrías hecho entonces. No es justo para ninguna de las
dos versiones.
—Shay —susurra, la voz le tiembla ligeramente mientras
respira profundamente—. Esto me está rompiendo el corazón.
El que hayas tenido que pasar por todo eso tú sola. Todo por mi
culpa. —Exhala con fuerza—. Lo siento mucho.
—Sí bueno, yo también. Siento que hayamos tenido que
llegar a eso. Por muy enfadada que estuviera, también fue culpa
mía. Se necesitan dos en esta situación. Debería haberlo sabido.
—Ojalá… ojalá lo hubiera sabido —se mira las manos,
retorciéndolas—. Sé por qué no me lo dijiste, pero aun así…
—Bueno, ahora lo sabes.
—No me extraña que me odiaras tanto —dice en voz baja.
Hay tanto dolor latente en su voz que es un pequeño puñetazo
en mi corazón—. Fui horrible. Fui tan jodidamente horrible
contigo.
Los muros de acero que intenté levantar dentro de mí se
doblan, solo un poco.
Me siento a su lado y pongo mi mano sobre la suya. La
sensación de su piel contra la mía me calma y a la vez me
Página | 213 entristece, porque me preocupa que ya no nos queden
momentos así.
—Como he dicho, lo hecho, hecho está. ¿Las personas que
éramos? También están hechas. Han pasado a mejor vida. Han
seguido adelante y se han convertido en nosotros. —Hago un
gesto hacia nosotros con mis manos.
—¿Y qué significa entonces para nosotros?
—Significa lo mismo que tú has dicho —digo, las lágrimas
empiezan a arder tras mis ojos—. Significa que pronto me
subiré a un ferry rumbo al sur, tú volverás a la granja y ambos
podremos decir que pudimos hacer las paces. Que finalmente
conseguimos el cierre que ambos necesitábamos.
—Si esto es un cierre, entonces ¿por qué parece que
estamos dejando una puerta abierta de par en par?
Le dirijo una mirada incrédula. Él es el que ya dijo que no
iba a ser suficiente para mí, que solo iba a recibir migajas, que
no merecía una vida con él, independientemente de lo que
realmente quiero. Él ya ha empezado el proceso de cerrar esa
puerta.
Así que tal vez esto solo lo demuestra, creo. Tal vez
demuestra que no sabe lo que quiere.
—Quizás esto sea lo mejor —le digo con un suspiro, con el
corazón rompiéndose en mi pecho—. Tal vez solo estábamos
engañándonos a nosotros mismos. Tal vez todo primer amor
está destinado a quedarse así, como un primer amor.
Deberíamos haberlo dejado donde estaba. En el pasado. En la
basura.
Su cara palidece ligeramente, como si acabara de darle
una bofetada en la cara, como si recordara la vez que lo hice.
Vale, mis palabras lo han mordido. Puede que hayan
dolido, pero no significa que no sean ciertas. Deberíamos haber
dejado esta nueva relación en lo que era, unos cuantos rollos en
el heno para disipar la tensión sexual entre nosotros, además
de un poco de turismo. ¿Por qué demonios teníamos que ir y
Página | 214 meter todos nuestros sentimientos en esto? ¿Por qué teníamos
que hacer de esto un puto desastre?
Porque tus sentimientos estaban ahí, desde el principio, y
también lo estaba el desastre.
Lo ignoro.
Me pongo de pie.
—Voy a tomar una ducha. Necesito un tiempo a solas.
Cojo mi bolso y me dirijo al lavabo.
Cometo el error de mirar a Anders antes de cerrar la
puerta.
Si pensaba que mi corazón se rompía lentamente dentro de
mi pecho, siento que estoy viendo cómo a él le ocurre en tiempo
real.
Sus ojos me dicen que todo le duele.
A la mañana siguiente me despierto con la lluvia
golpeando el cristal de la ventana.
Anders ronca ligeramente a mi lado, un sonido que antes
me molestaba de forma juguetona, pero ahora me corta como
un cuchillo.
Esta será nuestra última mañana juntos.
Anoche fue la última vez que dormí con él. No es que
tuviéramos sexo, ambos estábamos emocionalmente demasiado
agotados y entumecidos para eso, pero ya no puedo imaginar no
despertarme con él a mi lado.
Déjame decirte que no hay nada peor que llorar por la
persona que tienes al lado. Tengo experiencia de primera mano
con eso de Danny, que es por lo que romper mientras estás de
vacaciones es una cosa que debes evitar.
Página | 215 No es que estemos rompiendo. Esta vez, Anders y yo
nunca estuvimos juntos. Ambos sabíamos en qué nos
metíamos, sabiendo que nos divertiríamos en un viaje por
carretera, después de eso, nos separaríamos. Pero seguro que se
siente como si estuviéramos rompiendo, especialmente después
de la última noche.
Es por eso que después de que terminamos de
desahogarnos, fui y reservé un ferry para salir de Trondheim
mañana. Mejor acortar el viaje en lugar de prolongar lo
inevitable. Hoy, Anders nos conducirá hasta Trondheim, esta
vez yendo hacia el interior por el camino de las famosas curvas
Trollstiggen, antes de dejarme en la ciudad. Conseguiré una
habitación de hotel y él volverá a Todalen. Luego me subiré al
ferry e iré a ver Berden y los destinos al sur de aquí. Wanderlust
36activado.

Debería ser emocionante. Tendría que poner un poco de


ánimo en mi paso para volver a salir, viajar por mí misma de
nuevo, pero no siento nada en absoluto.
36Frase
de origen germánico, hace referencia a aquella persona que le entusiasma explorar, descubrir y aprender.
Formado por Wander (caminar sin rumbo) y Lust (pasión).
Simplemente… nada.
No quiero ir. Realmente no quiero. Siento que es un gran
error, aunque sé que esto es una calle de doble sentido y mis
sentimientos no son los únicos que me importan. Anders parece
haber tomado una decisión, y aunque está siendo amable y
dulce, y aunque sus ojos están tristes, también está esta
frialdad glacial que viene como mecanismo de defensa que le
impide sentir demasiado.
Bueno, creo que ha llegado el momento de ponerme la
máscara. No quiero convertirme en la chica enamorada rogando
por otra oportunidad. Ya fui esa chica una vez, ya no la seré de
nuevo. Si Anders ha decidido que las cosas no funcionarán
entre nosotros debido a nuestras vidas, entonces supongo que
eso es todo. No puedo hacer o decir nada para cambiar su
opinión. Y, de todas formas, ¿quién puede decir que se
equivoca? Quizás sería un error colosal dejar todos mis planes y
Página | 216
construir mi vida alrededor de la suya. Después de todo, todavía
estamos en el proceso de llegar a conocer el uno al otro de
nuevo. Es demasiado pronto para pensar así.
Suspiro suavemente y me doy la vuelta, esperando no
despertarlo. Suele despertar al amanecer, su estilo de vida está
arraigado con él, así que verle dormir me dice que lo necesita.
Yo, sin embargo, apenas he dormido toda la noche. Seguía
soñando con un barco que se hundía, viendo a Anders hundirse
en las olas, fuera de mi vida para siempre. Luego me despertaba
y me daba cuenta de lo que realmente estaba pasando. Que el
final estaba aquí y yo era la que se ahogaba.
Lo sé, sé que debería de haber manejado esto mejor. Hay
muchos `te lo dije` dirigidos a mí misma, porque sabía que
involucrarme física y emocionalmente con Anders de nuevo
haría que mis sentimientos se salieran de control, fácilmente
dominándome. Quiero decir, lo sabía. No debería haber dormido
con él, debería haberlo dejado en ese beso en el granero.
Definitivamente no debería haber ido a un viaje romántico por
carretera con la misma persona de la que estaba luchando para
no enamorarme.
Pero lo hecho, hecho está. Ahora estoy aquí. Me dejé caer
por él de nuevo, y ahora estoy viendo nuestra relación llegar a la
misma conclusión. Tal vez realmente no estamos destinados a
estar juntos. Tal vez cualquier cosa basada en tu primer amor
se supone que está condenada, es la naturaleza del juego.
La lluvia empieza a arreciar y me levanto con cuidado de la
cama, mirando por los cristales de las ventajas rayadas. El cielo
se aclara, pero no parece haber un este o un oeste. Todo es un
gris sombrío mientras las pesadas nubes negras se precipitan
desde el fiordo, con el viento azotando. Espero que el viaje de
vuelta a Trondheim no sea una pérdida total de tiempo, ya que
cuento con el paisaje para distraerme de lo que seguramente
será un viaje infernal en coche.
Página | 217 No sé cuánto tiempo permanezco allí, viendo cómo se
desata la tormenta. La mañana no parece que va a ser brillante.
Eventualmente, Anders se despierta y se levanta de la
cama. Intercambiamos buenos días en silencio y una pequeña
charla sobre el tiempo, luego se dedica a prepararnos café con
la máquina de Nespresso de la habitación. Creo que ambos
queremos volver atrás en el tiempo, pero no estamos seguros de
cómo.
Quizás ese fue nuestro problema desde el principio.
Pero tenemos que ir a un sitio. Nos vestimos, empacamos,
no tardamos en coger unos rancios croissants y embutidos de la
mesa del desayuno en el vestíbulo y nos dirigimos al coche. La
tormenta y las nubes proporcionan un dramático telón de fondo
mientras avanzamos por el borde del fiordo, a cientos metros de
altura, con solo una barrera de seguridad entre nosotros y una
muerte segura. Al menos eso me hace pensar las cosas por un
momento.
Finalmente nos dirigimos hacia el interior y el tiempo se
despeja lo suficiente para que pueda tomar más fotos. Esta vez
no le pido a Anders que se detenga, aunque él se ofrece; al final
dice que nos detendremos cuando encuentra unas ovejas
fotogénicas y un tramo de carretera vacía. Salgo y camino por el
medio de la carretera, con los brazos extendidos, posando para
la cámara, agradeciendo que Anders esté lo suficientemente
lejos como para ocultar las lágrimas de mis ojos. Aquí, en esta
hermosa tierra, en lo alto de las interminables y onduladas
cimas de las montañas de roca desnuda y un paisaje
prehistórico que golpea una parte primaria de mí, me siento
libre y a la vez atrapada, como si mi vida antigua, aquella en la
que no tenía una dirección real me absorbiera de nuevo y no
hubiera podido escapar.
Cuando vuelvo al choche, no puedo ocultar que he llorado
durante la sesión de fotos.
Anders lo ve, pero no dice nada. No necesita hacerlo.
Página | 218 Volvemos al coche y seguimos nuestro camino, pasando
por lagos desolados, más ovejas y finalmente, las famosas
curvas serpenteantes, haciendo una breve parada para tomar
un café en una brillante cafetería de cristal que domina todo.
Nos tomamos nuestros cafés uno al lado del otro en
silencio, observando a los coches, autobuses turísticos y
motocicletas que hacen vueltas y vueltas antes de recorrer la
infame carretera que nosotros también recorrimos.
Tengo que decir que el viaje de vuelta a Trondheim es tan
hermoso como la carretera que bordea el Atlántico, y estamos
conduciendo alrededor de un río de color aguamarina, he
sacado una foto tras otra, me he convertido en una profesional
de fotos desde un coche en movimiento, de pronto el teléfono de
Anders empieza a sonar.
Responde, aunque no debería hacerlo cuando está
conduciendo.
—¿Já? —dice en noruego, sonando ya preocupado, Luego
dice algo tan agudo que solo puede ser una palabrota.
Lo miro y veo la expresión de horror que aparece en su
rostro, mi corazón se hunde inmediatamente.
Ha ocurrido algo horrible.
Anders asiente con la cabeza, hablando rápidamente en
noruego, luego detiene el coche en el primer lugar disponible a
lo largo del río. Dice algunas palabras más y luego cuelga, con
el cuerpo completamente tenso.
—¿Qué? —pregunto, tratando de no entrar en pánico y
pensando en el futuro—. ¿Qué ha pasado? ¿Quién era?
Se queda mirando al frente por un momento, con el dolor
agitando sus rasgos.
Luego se vuelve para mirarme.
Abre la boca un momento antes de que le salgan las
palabras.
Página | 219
—El barco —dice—. El barco se perdió en el mar.
Capítulo 19
Anders
Adormecido.
Me he quedado completamente adormecido.
Miro fijamente el teléfono en mis manos, preguntándome si
todo esto podría ser un mal sueño. Ciertamente un mal sueño
en el que Shay y yo nos separamos y no volvemos a vernos.
Pero ella sigue aquí por ahora, sentada a mi lado en el
asiento del copiloto mientras la lluvia empieza a golpear el
Página | 220
techo, y este mal sueño se ha convertido rápidamente en una
pesadilla.
Mi barco se ha perdido en el mar.
Mi barco.
Mi barco con Epsen y Dag a bordo.
No puede ser real.
No puede estar pasando.
—Por favor, Anders, háblame —dice Shay en voz baja,
aunque puedo oír el pánico que rebosa en su voz.
Pero ni siquiera sé qué decir.
—¿Qué quieres decir con que se ha perdido en el mar?
¿Qué significa eso? —pregunta acercándose y presionando su
mano sobre mi muslo.
Miro fijamente su mano, lo pequeña y delicada que es. Una
mano que conozco tan íntimamente como la mía. Pronto la
perderé. Pronto habré perdido todo. Apenas he procesado lo que
me dijo anoche, que la había dejado embarazada, que por un
breve período de tiempo tuvimos un maldito bebé, algo que se
sintió como una bota en mis costillas. Y ahora… ¿esto?
Sacudo mi cabeza, intentando tragar, hablar. Parece
imposible.
—La tormenta —consigo decir—. Hay una tormenta ahí
fuera. En el mar. En las orillas. Los otros barcos retrocedieron,
pero ellos… se quedaron. Trataron de conseguir más peces.
Estaban regresando cuando las cosas se pusieron feas y uno de
los barcos perdió contacto por radio con ellos. Dijeron que
estaban en dificultades. Entonces… eso fue todo. Ahora nadie
sabe. Ahora es la búsqueda y el rescate, con la esperanza de
encontrar a Dag y Epsen y la tripulación con vida y…
No puedo terminar la frase.
De pronto me ahogo, no puedo respirar.
Página | 221 No puedo perderlos.
No puedo perderlos como perdí a mi padre.
—Es mi culpa —grito, mi voz se rompe y estoy tan cerca de
romperme. Romperme en un millón de pedazos y no hay
pegamento que me mantenga unido.
—Shhhh —dice, pasando su mano por mi mejilla—. No es
tu culpa.
—¡Yo los envié allí!
—Ellos querían ir, Anders. Estaban más que felices de
hacerlo. Dijiste que los ibas a ayudar, y lo hiciste. Ellos son los
que se fueron, esa fue su elección. No les diste una orden.
Apenas la escucho. Todo lo que escucho es el ruido sordo
de los latidos de mi corazón, todo lo que siento es mi pecho
cerrándose, más y más apretado.
—Mira, ¿qué podemos hacer? Tenemos que ser capaces de
hacer algo —dice—. ¿De dónde salen los barcos de rescate?
¿Cuál es el puerto más cercano?
Trato de recordar lo que me dijo el operador por el teléfono.
—Bessaker. Creo que es un pequeño pueblo pesquero. Al
norte de Trondheim.
—Entonces vamos allí —dice ella. Me pone los dedos en la
mandíbula y me hace mirarla. Por dentro, estoy completamente
perdido, pero en sus ojos veo que ella tiene el control. Me rindo
a ella—. Vamos allí. Ayudamos. Hacemos lo que podamos. No
nos sentamos aquí, ¿de acuerdo?
Asiento lentamente, relamiéndome los labios resecos,
sintiendo el mundo como si estuviera en el fondo de una pecera.
—De acuerdo.
—¿Quieres que conduzca yo?
Parpadeo, su pregunta me saca de mis casillas.
—¿Tú? ¿Conducir? ¿Este coche?

Página | 222 Me sonríe rápidamente. No creo que lo dijera en serio. Tal


vez.
—De acuerdo. Entonces, si puedes conducir, pongámonos
en marcha. Voy a introducir la ubicación en mi GPS.
Ella saca su teléfono y me pide que deletree el nombre de
la ciudad. Luego lo conecta y frunce el ceño. Me muestra la
pantalla.
Ahora mismo estamos a unas dos horas al sur de
Trondheim, pero cerca de la autopista que divide el país por la
mitad, la E–6. Tardaremos cinco horas, y con suerte el ferry que
tenemos que tomar sale a tiempo.
—Vamos —le digo, ignorando la angustia, la ansiedad y la
fatalidad en algún lugar profundo hasta que tenga que lidiar
con ello más tarde. Hasta entonces, tengo que concentrarme en
conducir, en que Shay y yo lleguemos de una pieza,
especialmente con el tiempo que hace.
Vuelvo a poner el Datsun en la carretera, recorriendo el río
y dirigiéndome al interior. La miro rápidamente, con el corazón
encharcado.
—No hace falta que vengas, tendré que pasar por
Trondheim de todos modos, te dejaré en tu hotel.
Gira la cabeza y me mira fijamente.
—Si crees que te vas a librar tan fácilmente de mí…
—Nunca intenté deshacerme de ti —le digo, mis manos
agarrando el volante mientras nuestra pelea de ayer se asienta
sobre nosotros. No quiero sacar el tema, no quiero repetirlo,
pero tampoco quiero que ella piense que no la quiero—. Shay…
—Está bien —dice, mirando por la ventana—. Solo
conduce. Tenemos que concentrarnos en Epsen y Dag.
Y en el barco, termino en mi cabeza. Porque el barco está
tan vivo como ellos. El barco era de mi padre, es mi deber, mi
legado personificado.
—Tenemos cinco horas —le digo—. Es mucho tiempo para
Página | 223
no hablar de lo que pasó ayer. Y sé que no deberíamos de
pensar sobre ello ahora mismo, lo sé, pero también sé que, si lo
hago, si dejo que mi imaginación se me escape, podría
hundirme tanto que nunca volveré a salir, ¿está bien?
Ella no dice nada a eso.
—Y entonces, voy a hablar —continúo—. Vamos a hablar
de lo que pasó.
—Nada ha cambiado —refunfuña.
Suspiro con fuerza.
—No quiero… no quiero que pienses que no quiero estar
contigo. Que no me haces feliz. Shay, me haces tan
increíblemente feliz que es como si cuando estoy contigo, ya no
fuera yo mismo. Soy alguien mejor. Alguien con un nuevo
propósito y ese propósito eres tú y…
—Para —susurra, cuando me mira, sus ojos están
húmedos por las lágrimas—. No quiero escuchar esto. No
ayuda. ¿Por qué decirme todo esto si no cambiará nada? ¿Solo
porque se siente bien decirlo? Anders, me mata escucharlo. Así
que por favor. Solo por favor, deja de hablar. Hemos dicho todo
lo que había que decir ayer, y dejaste más que claro por qué
esto no funcionará entre nosotros, y lo entiendo. Lo entiendo
ahora. —Hace una pausa, apretando sus labios por un
momento—. Tienes razón.
—Pero no quiero tener razón —le digo.
Ella no dice nada. Gira su cuerpo lejos del mío, apoyando
su cabeza contra le ventana, cerrando los ojos. Me excluye,
igual que yo la excluyo a ella.
Tendré mucha distracción durante las cinco horas de viaje.
De hecho, Shay termina quedándose dormida hasta que
llegamos a Trondheim, cuando me acerco y la despierto.
Supongo que, de tanto viajar, se ha convertido en una experta
en quedarse dormida en coches, aviones y trenes.
Página | 224 Mi mente se remota a cuando se bajó del tren en
Trondheim, en la estación, cuando la vi por primera vez en
carne y huevo después de tantos años. No tenía idea en qué me
estaba metiendo con ella, pero sabía que tenía que hacer todo lo
posible para mantenerla en mi vida de nuevo. Que no cometería
los mismos errores de antes.
¿Y qué estoy haciendo ahora?
Cometer exactamente los mismos putos errores.
Cuando era ese chico jodido, me odiaba tanto. Era difícil
no odiarme, Tenía un padre que se convirtió en una cáscara del
hombre que fue después que mi madre lo dejó. Tal vez yo le
recordaba a ella, así que me apartó, se cerró a mí, y yo me
rebelé. Me rebelé contra todo, convirtiéndome en lo mismo que
odiaba. Estaba cansado de ser el buen hijo, el hijo obediente,
cuando no recibía ningún amor a cambio. Si quería tratarme
como un mal hijo, entonces eso es lo que le iba a dar.
Interpreté el papel hasta que se convirtió en los únicos
hilos que me mantenían unidos.
Me desahogué.
Me drogué.
Hice que mi padre tomara decisiones difíciles.
Y luego fingí que no me mataba cuando las tomaba.
Mi padre me envió lejos porque no podía manejarme,
porque me convertí en el hijo malo, el jodido. Él estaba
empezando a resentirme conmigo de todos modos, ¿por qué no
llevarlo hasta el final y darle una buena razón?
Así que me fui a Estos Unidos.
Con mi madre, que me odiaba tanto que dejó a toda su
familia atrás y persiguió a un tipo que apenas conocía. Sabía
que mi madre no quería una familia para empezar, sabía que
me trataba a mí, a Astrid, Tove y Lise como si fuéramos
mascotas no deseadas corriendo por su cara. Pero saber eso no
lo hizo más fácil, no alivió el dolor cuando de pronto se levantó y
Página | 225 nos dejó, rompiendo nuestra familia en dos.
Mi madre definitivamente no me quería con ella en Nueva
York, jodiendo su nueva vida perfecta con su nuevo novio. Pero
no tenía otra opción. Aunque no fuera mi madre en su corazón,
sí lo era en papel.
Y así, fui barajeado entre dos padres que no sabían qué
hacer conmigo, que no querían mucho que hacer conmigo.
¿Cómo podía no odiarme a mí mismo?
Shay era lo único que tenía. Cuando estaba con ella, podía
fingir que su amor era lo único que importaba, podía fingir que
su amor iba a salvarme, a redimirme, a convertirme en un
hombre mejor y punto, no en un niño asustado y dañado.
Pero luego fue demasiado.
No podía mantener la farsa para siempre.
Sabía que Shay merecía estar con alguien que no era yo,
porque lo que realmente era, debajo de la poesía de emo y los
malos tatuajes y todo lo demás que cuidadosamente elaboré
para sostenerme, era alguien intrínsecamente indeseado y no
querible. Y, eventualmente, ella vería esa versión de mí. Y me
dejaría.
Así que nunca le di la oportunidad. La alejé, levanté
muros, empecé a atacar y a engañar… y a consumir más
drogas, y a faltar a la escuela, porque era más fácil que ser
rechazado por ella.
Ese fue mi mayor error y lo estoy volviendo a cometer.
Estoy poniendo excusas para que estemos separados,
estoy ignorando el hecho de que me he vuelto a enamorar de
ella, que me hace sentir como un maldito dios, y la alejo porque
creo que al final será más fácil.
Pero no será más fácil.
Me dolerá más que antes, y una vez más solo podré
culparme a mí mismo. Cuando has vivido la mayor parte de tu
Página | 226 vida en la culpa y vergüenza, el dedo apuntando hacia adentro,
implacable con la culpa, se convierte en una segunda
naturaleza. Empiezas a pensar que te lo mereces.
Pero ella me hace sentir que no es así. Como si fuera
alguien que vale la pena amar. Que tengo más que ofrecer al
mundo de lo que estoy dando actualmente.
No puedo perder eso. No puedo perderla.
Y, sin embargo, parece que ahora mismo, estoy a punto de
perderlo todo. Cada cosa que amo.
—¿Qué es esto? ¿Dónde estamos? —dice Shay con sueño,
levantando la cabeza y mirando a su alrededor.
—En las afueras de Trondheim —le digo.
Lo que no añado es que esta es su oportunidad de
despedirse si quiere aprovecharla. No se lo digo porque no
quiero alejarla más, y así es exactamente como ella se lo va a
tomar.
—Debía estar cansada —dice.
Y entonces tomo la salida hacia la 707, alejándome de la
ciudad y en dirección a la costa. Su oportunidad de dejarme
desaparece en el espejo retrovisor.
Ella también lo sabe. Observa cómo desaparece la salida y
una mirada de suave determinación se dibuja en su frente, con
los ojos en la carretera. El camino hacia adelante.
Desde donde estamos, hay otras tres horas hasta el pueblo
pesquero, y estamos en silencio la mayor parte del tiempo. A
veces la radio está encendida, pero las canciones pop y la charla
son demasiado para mí en este momento. A veces Shay habla de
los pueblos por los que pasamos, por momentos saca a relucir
una pequeña charla, pero no está tomando ninguna foto y hay
un gran peso que ha descendido dentro del coche.
Ambos pendemos de un hilo, a la espera de lo que ocurra a
continuación.
Página | 227
Finalmente llegamos al pueblo pesquero de Bessaker, nada
más que unos viejos edificios rojos desgastados a lo largo de
una costa rocosa y cubierta de líquenes. Es una tierra dura
aquí, desnuda e implacable, y aunque el sol normalmente
estaría fuera, en este momento la tormenta ha barrido la mayor
parte de la luz. Está oscuro, casi tan oscuro como la noche, el
viento se desprende del mar de Noruega, azotando contra el
coche.
Los muelles están llenos de actividad, con una furgoneta
de noticias de Trondheim, y otros coches en el aparcamiento,
gente con bengalas y linternas preparadas para cuando el
mundo se haga de noche.
El tiempo es tan tormentoso, húmedo y duro, tanto que le
digo a Shay que se quede en el coche, sacando mi chaqueta
Helly Hansen del asiento trasero y me la pongo, la lluvia ya me
empapa.
Pero Shay sigue siendo tan terca como siempre. Sale del
coche, chillando cuando el viento casi la derriba, y va al
maletero, cogiendo su endeble chaqueta y poniéndosela.
La tomo de la mano, una parte de mí está agradecida de
que esté a mi lado, aunque esté más segura dentro del coche, y
luego la arrastro hacia la multitud de gente.
Me doy a conocer, apenas me escucho por encima del
rugido de la tormenta, y no de los chicos de la búsqueda y
rescate nos hace a un lado.
—¿Eres el capitán de Sol de Medianoche? —me dice en
noruego, mirándome de arriba hacia abajo.
Muchos me lo preguntan. No es que no parezca un
pescador, sino que no es habitual que un joven de veinticinco
años sea el capitán y propietario de un barco pesquero.
—Sí, le presté el barco a mi primer oficial, Epsen Larsen —
le digo—. Y Dag Nilsen está a cargo de él para esta ronda. Los
dos tienen mucha experiencia, no entiendo cómo ha podido
pasar esto.
Página | 228
Mi voz empieza a resquebrajarse, siento que lo que sea que
me sostiene se está deshaciendo lentamente. Aunque Shay no
entiende qué hablamos, me coge la mano con fuerza, dándole
un apretón fuerte y tranquilizador.
El chico de la búsqueda y rescate asiente con tristeza.
—Lo sé. Empezaron a dirigirse cuando la cosa se puso fea,
pero ya era demasiado tarde.
No puedo respirar.
—¿Sabe con seguridad que el barco ha desaparecido?
Sacude la cabeza.
—No. No lo sabemos. Pero no podemos obtener una lectura
del barco. No hay señal. —Hace una pausa—. Sin embargo,
captamos las señales de los trajes de supervivencia. Seis en
total. Esos serían Dag, Epsen, y los tripulantes, Erik, Tor,
Hagen y Vik.
Está sucediendo todo de nuevo.
Los trajes de supervivencia.
Sabían que estaban en problemas, sabían que iban a caer.
La última transmisión de radio dijo que estaban entrando en el
agua, así que se pusieron esos trajes y activaron las balizas,
sabiendo que se hundían.
Las señales a menudo conducen a los buscadores hacia
los muertos.
Mi padre se hundió de la misma manera, excepto que
nunca fue encontrado.
Me tambaleo, me siento mareado, como si no tuviera aire,
y entonces Shay me sostiene, y el tipo de la búsqueda y rescate
tiene su mano en mi hombro, tranquilizándome.
—Ven y siéntate —me dice—. Te avisaré cuando tengamos
noticias.
Intento tragar, pero es como si tuviera tiza en la garganta.
Página | 229
Shay me lleva de vuelta al Datsun, haciéndome recostar en
el asiento trasero, con el viento y la lluvia golpeando el coche.
Hay tanta oscuridad y miedo en mi corazón que parece que yo
también me estoy ahogando.
Me hundo en la agonía, sólo la mano de Shay me recuerda
que sigo vivo, que ella sigue aquí, y entonces la oscuridad
desciende mientras el día se convierte en noche. El único alivio
es que la tormenta amaina, solo un poco.
Pero el vicio que rodea mi corazón me aprieta aún más.
En algún momento debo haberme quedado dormido,
porque la dulce voz de Shay suena muy lejana.
—Algo está pasando —dice en un susurro.
Abro los ojos, me incorporo lentamente y miro por la
ventana que está empapada por la lluvia. La multitud ha bajado
a los muelles, las luces se mueven alrededor, y en el agua,
puede ver el foco de un barco de rescate mientras atravieso el
puerto.
Dios mío.
Abro la puerta de golpe y empiezo a correr por el
aparcamiento, casi tropezando. Oigo a Shay gritar atrás de mí,
puedo oír sus pasos chapoteando en los charcos, pero sigo
adelante. Atravieso la multitud de gente, pasando por las
cámaras de las noticias, pasando por unos cuantos brazos que
intentan detenerme.
Es como si mi mundo estuviera en cámara lenta.
Veo llegar el barco, la gente apiñada en él, mis ojos buscan
frenéticamente caras conocidas. Pero no veo ninguna, no
realmente. Está muy oscuro y están acurrucados bajo las
mantas, empiezo a temer lo peor, que Epsen y Dag no hayan
sido encontrados.
Entonces empiezo a reconocer una de las caras cuando el
barco se acerca al muelle. Es un tipo que he contratado antes
como marinero de cubierta. Sí. Erik Anderse. Es él.
Página | 230
Y entonces empiezo a ver a todos los demás con claridad.
Veo a Dag.
Y a Epsen.
Ambos vivos, mojados, pálidos. Aquí.
Dejo escapar un grito ahogado, y de pronto Shay está a mi
lado, aferrándose a mí.
—Los veo, los veo, están vivos —dice.
Oh, gracias a Dios. No solo estoy viendo cosas.
Casi caigo de rodillas.
Están vivos.
No puedo evitar exhalar fuertemente, una lágrima recorre
mi mejilla a pesar de estar sonriendo, y cuando Epsen y Dag me
ven, consiguen iluminarse también, todo lo que pueden. Estaba
tan seguro de haberlos perdido, tan seguro de que se habían ido
por el mismo camino que mi padre. El alivio que me invade es
indescriptible.
Están vivos.
Salen del barco lentamente, y el equipo de búsqueda y
rescate les ayudan, es obvio que todos estaban muy cerca de la
muerte allí. Apenas pueden caminar, acurrucados bajo las
mantas, moviéndose como zombis.
Suben arrastrando los pies por el muelle hacia nosotros,
Dag me hace un solemne gesto con la cabeza, con aspecto
cansado y avergonzado, apenas mirándome, mientras los ojos
de Epsen están frenéticos y rebosantes de lágrimas.
—Hemos perdido el barco, Anders —me dice Epsen,
temblando, con la voz desgarrada—. Se ha ido. Está en el fondo
del mar.
Me niego a dejar que esas palabras lleguen.
—No importa, no importa —le digo, haciendo un
Página | 231 movimiento para abrazarlo—. Estás aquí.
Pero el tipo de búsqueda y rescate tira de Epsen, justo
cuando dos ambulancias entran en el aparcamiento, con las
luces rojas parpadeando.
—Tenemos que llevarlos al hospital más cercano —nos
dice el hombre.
Asiento con la cabeza, intentando mantener la
compostura, viendo cómo conducen a Epsen, Dag y el resto de
la tripulación por los muelles hacia las ambulancias. Al menos
estarán bien.
¿Pero estaré bien yo?
—Lo siento mucho, Anders —me susurra Shay—. Lo del
barco.
—Lo único que importa es que están bien —le digo. Y
aunque es la verdad, no es toda la verdad. Eso lo entierro en lo
más profundo, por ahora.
El tiempo empieza a pasar confuso. Como es tan tarde, no
tengo energía para conducir hasta Trondheim, pero el
propietario de una casa de huéspedes local decide alojar a
todos, incluido el equipo de búsqueda y rescate de forma
gratuita, ya que mayo sigue siendo la temporada baja aquí.
Nos dan a Shay y a mí una pequeña habitación con una
vista que probablemente sea hermosa cuando sale el sol,
apenas he cerrado la puerta cuando siento que me absorbe una
resaca.
Caigo de rodilla en el piso de madera, sintiendo que no
puedo estar de pie un momento más, como si cada parte de mí
se hundiera en la oscuridad. Todo me golpea a la vez, como un
martillo en las costillas.
Shay se precipita hacia mí, cayendo de rodillas, con los
brazos alrededor de mí, y yo pierdo el control.
Me vuelvo loco.
Página | 232 Jadeo, las lágrimas me inundan y lloro.
Lloro porque estoy perdiendo a Shay.
Lloro porque casi pierdo a todos mis amigos.
Y lloro porque perdí a mi padre, porque nunca pude decirle
que lo amaba, que lamentaba actuar como lo hice, que no
quería hacerle daño. Perdí a mi padre y nunca tuve la
oportunidad de llorar por él, sino que me entregaron su vida, la
vida que dejó atrás, y supe que tenía que mantenerla.
Y no es que nadie me obligara a convertirme en pescador,
a mantener el barco. Mis hermanas nunca lo hicieron. Mi
madre, bueno, nunca se preocupó lo suficiente, pero tampoco lo
hizo. Yo elegí asumir el legado de mi padre y vivir toda su vida,
elegí hacerlo porque era la única manera de poder con lo que
pasó. Con su muerte. Era la única manera de enmendar mis
errores, perdonarme a mí mismo y rezar, para que, de alguna
manera, en algún lugar, él me perdonara por ser el hijo podrido
que fui.
Pero ahora me lo han quitado. El barco ha desaparecido.
El legado de mi padre ha desaparecido. Era la única parte de él
que me quedaba, y ahora ambos están en el fondo del mar y no
tengo más que recuerdos y deseos de que las cosas podrían
haber sido diferentes.
Quiero que vuelva. Quiero que vuelva a su vida. Ya no
quiero vivir su vida por él.
Quiero vivir mi propia vida.
—Está bien —me susurra Shay, abrazándome con fuerza,
y me devuelve al aquí y ahora, a esta habitación, a este lugar, a
este momento de nuestras vidas.
Me devuelve a ella.
Ahora quiero vivir mi propia vida y quiero a Shay en ella.
No hay más barcos. No hay más pasado.
No más excusas, por mucho miedo que tenga a que me
Página | 233 rompan el corazón y la pierda.
Tengo que empezar de nuevo, con ella a mi lado.
Me alejo, respirando con dificultad, las lágrimas rodando
por mis mejillas, haciendo que mi barba se humedezca. Tomo
su cara entre mis manos, abrazándola, con miedo a soltarla.
—Te quiero —le digo con las palabras temblorosas, con las
emociones arremolinándose dentro de mí—. Te quiero, Shay. No
quiero dejarte ir. No quiero perderte. Quiero que te quedes aquí
conmigo, en Noruega. Quiero que estés conmigo. Quiero amarte
como nunca antes tuve la oportunidad de hacerlo, con cada
centímetro de mi corazón, por muy imperfecto que sea.
Su boca se abre, las lágrimas se derraman por las
esquinas de sus ojos mientras mira en mi cara buscando la
verdad.
Le doy toda la verdad.
—No quiero huir más —continúo—. No quiero tener miedo
de amarte y no quiero alejarte. Sé que te mereces algo mejor,
pero también quiero una segunda oportunidad para ser un
hombre merecedor de tu amor. Puede que no siempre crea que
lo merezco, pero quiero creerlo. Quiero cambiar. Y quiero que
estés conmigo mientras lo hago.
—Anders —dice ella entre sollozos, una sonrisa se dibuja
en su rostro—. Yo también quiero estar contigo. Yo te a…
—No —la interrumpo, presionando mi pulgar contra los
labios—, no me lo digas a mí, gorrión. Es mi palabra para darte.
Es todo lo que tengo ahora.
Se inclina hacia adelante y me besa, con sabor a sal, a
amor. Luego pasa su mano por mi pelo, sacudiendo la cabeza.
—Superaremos esto. Todo esto. Recogeremos los pedazos y
seguiremos adelante. Sé que perdiste el barco, sé que era tu
medio de vida, que era todo lo que quedaba de tu padre, pero
creo que él querría que empezaras a planear una nueva vida
para ti. Una que quieras, no una que cargues con ella por la
culpa. Y quiero estar ahí para ti, a través de todo. No te voy a
Página | 234
dejar, Anders. Estoy contigo, a tu lado, hasta el final, ¿de
acuerdo.
Ahora estoy sonriendo.
Sonriendo de verdad.
Siento que mi corazón está a punto de estallar.
Y, por una vez, no lo estoy enterrando en lo más profundo.
Por una vez, me permito sentirlo todo.
Todo mi amor por ella.
Para que todo siga adelante.
Una segunda oportunidad en la vida.
Capítulo 20
Shay
Dos semanas después…

—¡Todos están aquí! —Anders retumba a través de la cocina—.


Esta reunión familiar de emergencia se pondrá en marcha.
Astrid me lanza una mirada fulminante desde el otro lado de la
mesa antes de poner los ojos en blanco.
—Todos hemos estado sentados aquí durante veinte minutos,
Anders —le dice—. Y no es necesario que grites.
Página | 235 —Tengo que gritar —dice Anders, señalando a Per con el
pulgar—. Porque gente como nuestro tío sigue saliendo de la
habitación para controlar a los animales de granja que no necesitan
ningún control. Las gallinas ahora, ¿de verdad?
Per se encoge de hombros. A pesar de que están hablando en
inglés y él no puede entenderlos, entiende lo esencial y está tan
despreocupado como siempre.
Llevo dos semanas en Todalen y he vuelto a trabajar en la
granja con Per y Anders. De hecho, he llegado a disfrutarlo, el aire
fresco, el sentido de camaradería, además del aspecto extra de
trabajar con animales lindos. Empecé a disfrutarlo tanto, que me
empiezan a surgir algunas ideas locas.
Por supuesto, las cosas también han sido un poco estresantes
estas últimas semanas. A Anders le costó mucho perder el barco. Sé
que simbolizó a su padre para él, y que nunca tuvo la oportunidad
de llorar realmente a su padre después de su muerte. Perder el barco
significó que tuvo que enfrentar ese dolor de nuevo, y eso no es algo
fácil de hacer. Tiene sus altibajos, su estado de ánimo cambia de
una forma u otra, pero al menos ya no me está alejando. Cuando me
ofrezco a ayudarlo, a dejarlo hablar, a dejar salir todo, él no me
oculta la oscuridad. Lo deja salir y me deja entrar y eso está
marcando la diferencia en nuestra relación.
Porque, sí, esta es una relación ahora. Nuestra relación. Algo
familiar, pero fresco y nuevo. Aunque Anders está sufriendo por la
pérdida del barco, también se está abriendo a nuevas posibilidades
para su futuro. Necesita ganar dinero para ayudar a la granja, pero
ya no tiene que ser pescador. Ya no tiene que vivir la vida de su
padre. Puede crear algo por su cuenta, algo que quiera hacer.
Simplemente no sabemos qué es eso todavía, por eso Anders
está llevando a cabo esta reunión familiar.
Después de que el barco se hundió, se sentó con Per una noche
y revisó su presupuesto, mirando lo que necesitaba traer para
mantener las cosas a flote. Para ser honesta, es un poco menos de lo
que pensaba Anders, lo que le quitó una gran carga de encima. Sin
embargo, sigue siendo algo.
Pero no hay razón para que Anders tenga que encargarse de
todo esto solo. Esta es la granja familiar por una razón. Es tanto de
Astrid, Lise y Tove, por lo que les pidió a todos que volaran de
regreso a casa y hablaran sobre el futuro del lugar.
Página | 236
Hasta ahora, ha sido un tumulto. Extrañaba tener a Astrid y
Lise cerca, y aunque Tove tiene un sentido del humor mordaz y seco
que a veces es un poco profundo, yo también me llevo bien con ella.
Ha habido mucha cerveza y sidra (y whisky, la elección de Tove), y el
hijo de Tove, Harry, es una amenaza absoluta, lo que me parece
gracioso. Siempre se mete en problemas y no escucha a nadie. Me
recuerda mucho a Anders.
En este momento, está rebotando en el sofá de la sala de estar,
después de haber corrido cinco veces alrededor de la mesa de la
cocina. Grita y grita en noruego, pero todo el mundo está
concentrado en Anders a la cabeza de la mesa. Siempre capitán y
tomando el mando.
Sigue siendo mi corazón.
—De todos modos —continúa Anders, mirando a todos a los
ojos con severidad—. Como saben, la razón por la que están todos
aquí no es para beber y divertirse como un montón de chiflados, sino
para unirse y descubrir qué hacer con la granja.
—Bueno, no lo estamos vendiendo —dice Lise, cruzando los
brazos.
—Nadie dijo que lo vendemos —le dice Anders—. Estamos
averiguando qué hacer para no tener que venderlo.
—Bueno, estás consiguiendo un trabajo, ¿no? —pregunta Tove.
Anders le da una mirada que podría cortar vidrio.
—Ya tengo un trabajo —dice con frialdad—. Se llama
administrar la granja. Per no puede seguir haciendo esto solo.
—Podría empezar a contribuir —dice Astrid, después de tomar
un sorbo de sidra—. Inicie un fondo para la granja. Me pagan lo
suficiente y, a veces, la gente es muy generosa.
—Yo también —habla Lise—. Karl y yo íbamos a ahorrar para
comprar un coche nuevo, pero quizás podamos alquilarlo.
—Bueno, tengo un hijo —dice Tove, justo cuando Harry regresa
a la habitación haciendo ruidos de avión, con los brazos extendidos
como alas y golpeando la cerveza de Lise.
—No lo digas —dice Anders secamente, mientras Lise se queja,
limpiando el derrame.
—Oye —le digo en voz baja. Todos me miran—. Tengo una idea.
Tal vez uno que sea mejor que todos los que tienen que colaborar. ¿Y
si pudiéramos hacer que la granja ganara más dinero?
Página | 237
Anders cruza sus musculosos brazos sobre su pecho y trato de
no mirarlo con los ojos.
—¿Cómo es eso? ¿Entrar más animales? Cuestan una fortuna
y no estoy seguro de que lo compensaremos, no con las grandes
granjas lecheras del valle.
—Más o menos. ¿Y las cabras? ¿Y burros? ¿Llamas? —
pregunto.
Astrid se ríe.
—¿Vas a ordeñar burros ahora?
Niego con la cabeza.
—No. No ordeñarlos. Solo tenlos. Como atracción turística.
Lise resopla.
—La gente no viene aquí a mirar llamas, burros y cabras.
Quizás en Nueva York sí, pero...
—Esa no es la atracción —le digo. Hago un gesto hacia la
casa—. Esto es. La casa, la finca. Mira, ya sé mis cosas sobre
turismo. Este lugar está al borde de ser descubierto, de estar en el
radar de todos los viajeros de Instagram. La gente siempre está
buscando lo mejor. Bueno, esta es la mejor opción. Todalen lo tiene
todo. El hermoso valle, las granjas, las montañas, el senderismo, el
fiordo, la pesca —me inclino hacia adelante, presionando mis dedos
contra la mesa—. Miren, convirtamos este lugar en una posada.
Anders frunce el ceño. El silencio llena la habitación.
Excepto por Harry y los ruidos de su avión.
Finalmente, Per pregunta algo en noruego, probablemente
como ¿qué diablos acaba de decir?
Anders le responde en noruego y luego me mira. Pero ya no
frunce el ceño. Algo parecido a la realización se está apoderando de
él.
—Una posada —repite, pasándose lentamente la mano por la
barba—. Eso podría funcionar.
—¿Una posada? —dice Astrid, mirándonos a los dos—. ¿De
verdad crees que eso podría funcionar?
Me encojo de hombros.
—Vale la pena intentarlo, ¿no? Hay un montón de habitaciones
en el piso de arriba, sin mencionar la antigua cabaña de huéspedes
en la parte de atrás. Con un poco de reparación, podría ser un buen
Página | 238
alojamiento para las personas. Totalmente chic de casa de campo de
Hygge con núcleo de cabaña. Mira, conozco viajeros y mochileros.
Quieren descubrir un lugar nuevo, no solo porque está libre de
multitudes, sino porque publicar fotos que nadie más les da el
derecho de fanfarronear, y quieren una experiencia total. No es
suficiente quedarse en un hotel en estos días, el lugar tiene que
ofrecerles algo. Algo que puedan documentar. Quedarse en una
posada en funcionamiento hace precisamente eso. Los invitados
pueden ayudar, haciendo las tareas divertidas, supongo, y les da un
sentido de propósito y novedad mientras tenemos mano de obra
gratis.
—¡Ah! —dice Lise con un asentimiento de aprobación—. Ahora
estás hablando mi idioma. Pagan por quedarse aquí y ayudan.
—Exactamente —digo.
Tove me mira de arriba abajo.
—Y así, mientras Anders y Per manejan la parte de la granja de
todo esto, ¿quién va a administrar el hotel? Porque no seré yo. O
Lise. O Astrid.
Yo sonrío.
—Seré yo.
Miro a Anders, habiendo sentido sus ojos ardiendo en mí.
Parece sorprendido. Y feliz.
Mira, le dije a Anders que estaba con él hasta el final, pero en
las últimas dos semanas no hemos discutido el futuro más allá de
qué hacer con la granja y cómo pagar la mierda. No ha sabido lo
comprometida que estoy con él y, bueno, supongo que se lo acabo de
decir.
—¿Lo harás? —dice Astrid, arqueando las cejas—. ¿Eso
significa que te quedarás aquí? ¿Para bien?
Asiento con la cabeza.
—Sí. No voy a ninguna parte. Esto ya se siente como en casa
para mí —miro a Anders—. Y mi hogar está donde sea que estés.
Lise deja escapar un suave "aww".
Y todo el rostro de Anders se ilumina, su sonrisa
impresionantemente hermosa, sus ojos bailan por un momento
antes de ponerse serios.
Camina a través de la habitación hacia mí y agarra mi cara con
Página | 239
sus manos y se inclina, colocando un beso largo y caliente en mis
labios.
—Te amo —susurra ásperamente contra mi boca, pero antes de
que pueda susurrar las palabras de vuelta, tira para arriba.
—Wow —dice Astrid, y miro alrededor de la mesa para ver a
todas sus hermanas mirándome con una mezcla de sorpresa y
disgusto, porque ew, es su hermano. Incluso Per parece sorprendido,
con los ojos muy abiertos. Puede que no sepa mucho inglés, pero no
tengo ninguna duda de que se ha dado cuenta de todo esto.
Estoy aquí para quedarme.
—Está bien, entonces —dice Anders, aclarándose la garganta,
sus mejillas teñidas de rosa—. Así que supongo que está resuelto.
—Quizás quieras decírselo al tío Per —dice Astrid, apuntando
su sidra hacia él.
Anders la saluda con desdén.
—Él estará bien con eso.
—Sin embargo, no es exactamente el Sr. Hospitalidad —dice
Astrid.
—Hei —dice Per de repente—. Sé algo de inglés —Todos lo
miramos con sorpresa. Al parecer, esto es una novedad para todos.
Anders le frunce el ceño por un momento antes de mirarnos.
—Bien entonces. Bien. El tío Per habla inglés con fluidez en
secreto, y ahora Shay va a vivir aquí conmigo, a cargo de la posada
Todalen.
No puedo evitar sonreírle.
—Suena como un plan.
Me sonríe.
—El mejor plan.
—Skal entonces —dice Astrid, levantando su sidra—. Al nuevo
futuro de Shay y los Johansen.
—Al nuevo futuro —decimos todos, levantando nuestras
bebidas.

—Eres brillante, ¿lo sabías? —me susurra Anders, su voz llena


de lujuria.
Página | 240 Consigo una sonrisa, aunque vacila cuando él se empuja más
dentro de mí, mis piernas se envuelven alrededor de su trasero,
manteniéndolo cerca.
—Eso no me suena a hablar sucio.
—No, pero es verdad —dice, besando mi cuello.
Suspiro y me recuesto en la cama, sucumbiendo a él en todos
los sentidos.
Después de la reunión de emergencia de Johansen, después de
que mi idea ganadora salvó el día, seguimos bebiendo y celebrando,
trasladando la fiesta al exterior a las mesas de picnic entre la casa y
el fiordo. Todo el mundo estaba emocionado, en modo de
planificación y lluvia de ideas, echando un buen vistazo a la
propiedad y descubriendo un millón de formas diferentes en las que
esto podría funcionar. Me sentí bien, sabiendo que mi idea fue
absorbida de todo corazón por todos ellos. Lo último que quería era
sugerir algo con lo que todos estuvieran tibios, pero a medida que el
día se convertía en noche, todo comenzó a tener más y más sentido.
Este era el futuro. Este era nuestro futuro. Era una forma de
mantener la granja, de mantener la casa, al mismo tiempo que nos
proporcionaba a Anders y a mí una forma de abrir nuestro propio
camino. Aquí no había ningún legado que defender, sino que era algo
nuevo que los dos podíamos compartir y emprender juntos.
De todos modos, ya sabía que este era mi futuro, y aunque no
se lo había dicho a Anders hasta hoy, le había dicho a todos los
demás en mi vida que no regresaría. He hecho un esfuerzo estas
últimas semanas para llegar más a la gente, para dejar de volverme
hacia adentro, como soy propensa a hacer, tal como Anders es
propenso a hacer. Comencé a enviarle mensajes de texto a Hannah a
diario, le envié un correo electrónico a mi madre y estoy
constantemente charlando con Everly y Amber a través de Facebook.
Todos saben que he encontrado mi lugar aquí, que planeo quedarme
en Noruega indefinidamente, averiguando las visas y esas cosas
sobre la marcha.
También comencé a enfocarme un poco más en mi Instagram,
no mirándolo como una plataforma que podría cambiar mi vida, sino
solo como un conducto para el cambio. Después de todo, tengo ideas
y planes para este lugar, y eso sucederá sin alguna aplicación. Es
Página | 241
solo una ventaja adicional.
—¿Vas a venirte conmigo como una buena chica? —murmura
Anders, sus labios recorren mis pechos mientras su dedo comienza a
jugar con mi clítoris. De repente me arrancan de mis pensamientos y
me vuelvo a meter en la cama con él. A pesar de que bebimos todo el
día, en el momento en que decidimos que era hora de acostarnos,
nos estábamos arrancando la ropa.
—Haz que me corra entonces —le susurro, y así, la presión
aumenta, mi espalda se levanta de la cama y mi orgasmo me hunde.
Todas las emociones que han estado dando vueltas todo el día están
llegando a un punto crítico ahora mientras mi cuerpo tiembla,
sintiéndome maravillosamente destrozado.
Este hombre.
Amo a este hombre con todo mi corazón.
Y aunque me dijo que esas palabras eran de él para mí, nunca
antes lo escuché y no escucharé ahora.
—Oh, Dios —grito suavemente mientras sus bombeos se
aceleran, luego él también se viene, con un largo y ronco grito
gutural que llena la habitación—. Anders… Anders te amo. Te
quiero.
Su gemido se ahoga en su garganta y me mira fijamente,
respirando con dificultad, con los ojos salvajes.
—Sé que me dijiste que no lo dijera —le digo, mi pecho se eleva
mientras el orgasmo todavía me tiene esclavizado—. Pero lo digo en
serio. Te amo. Quizás nunca me detuve de hacerlo. Tal vez
simplemente lo guardé hasta que volviste a mi vida.
Sacude la cabeza, una gota de sudor le cae de la frente, pero
luego sonríe. Está sonriendo. Malditamente radiante. Me roba el
aliento.
—¿Quieres decirlo? —dice asombrado—. Esto no es todo un
sueño. ¿Me amas? ¿Todo de mí? ¿Cada parte?
—Cada maldita parte, Anders —le digo, sonriéndole de vuelta—
. Te amo y soy tuya. Estoy aquí para quedarme. Estoy en casa.
—En casa —susurra.
Luego se inclina y me besa salvajemente.
Casa.

Página | 242
Epílogo
Shay
—¿Alguna vez ha visto algo así? —susurro, mi voz se ahoga en
un silencioso de asombro.
Estoy de pie junto a Anders, junto al agua, nuestras cabezas
inclinadas hacia el cielo, donde las auroras boreales destellan sobre
las cimas de las montañas. Es tan impresionante que me está
costando darme cuenta de que es real. Parece una proyección de
acuarela, verdes neón y morados y azules que compiten con las
estrellas.
—Todos los inviernos —me dice Anders—. Pero cada vez sigue
Página | 243 deteniendo mi corazón. Igual que tú.
Aparto los ojos del espectáculo de luces en el cielo y lo miro.
Los morados se reflejan en sus ojos oscuros, haciéndolo lucir
mágico. Él es mágico. Especialmente sus dedos.
—¿Estás tratando de cortejarme con tu poesía de nuevo? —
pregunto.
Él sonríe y se ajusta el gorro de lana en la cabeza. —Si
funciona, funciona.
Dado que es invierno, los dos estamos abrigados con nuestra
ropa de invierno, la nieve recién caída a nuestro alrededor. Llegó a
principios de este año, para las quejas de Per (para ser un noruego, el
hombre se resfría fácilmente), pero me encanta. Tenemos bastantes
cosas blancas, y aunque hemos estado trabajando mucho en la
propiedad para nuestros huéspedes, hace que todo sea más
hermoso.
A nuestros huéspedes también les encanta. Tenemos estos
trineos en los que puedes pararte y empujar con tus piernas
llamados trineos de chispa o patada. Básicamente, es como una silla
sobre esquís (los noruegos literalmente amarran los esquís a cualquier
cosa). Los invitados las sacan durante el día, antes de que se ponga
el sol a las tres de la tarde. Afortunadamente, el invierno también
significa el comienzo de las auroras, algo para lo que los viajeros
vienen específicamente a Noruega, y esta noche sé que está a la
altura de sus expectativas.
Han pasado alrededor de seis meses desde que Anders y yo
decidimos convertir la granja en un rancho y, como puedes imaginar,
no ha sido fácil. Comenzamos a fines de la primavera, lo que
significaba que había mucho trabajo en la granja y Anders estaba
haciendo sus cosas agrícolas y ayudando a Per tanto como podía, lo
que significaba que gran parte del negocio de las estancias en la
granja descansaba sobre mis hombros. Y, seamos honestos, solo soy
una mochilera. Fui a la universidad para estudiar arte. No sé nada
sobre la gestión de un negocio, y mucho menos un hotel. Pero
tampoco soy una cobarde. Estaba decidida a hacer que todo esto
funcionara. Me puse las botas y comencé a trabajar, haciendo lo
mejor que podía, día tras día.
Primero, aprendí noruego. Quiero decir, todavía estoy
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aprendiendo, pero eso era algo que necesitaba saber, especialmente
cuando comencé a hacerme amiga de la gente de la ciudad. Anders
había dicho que es la comunidad la que realmente brinda a las
personas el apoyo que necesitan, y tenía razón. Estoy tan
acostumbrada a estar sola que olvidé lo que era no solo pedir ayuda,
sino recibir ayuda.
Así que me hice amiga de las personas que dirigen la cámara
de comercio. Luego me hice amiga de la pareja que dirige el hotel
Dumpling. Luego, de los excursionistas que llevan a los turistas por
el parque. A través de ellos hicimos un plan que beneficiaría a todos
los negocios de la ciudad cuando llegaran los turistas, cosas como
publicidad gratuita y descuentos y cosas por el estilo.
Una de las mujeres que opera a los proveedores de
senderismo, Ana, se convirtió rápidamente en una amiga mía, y
también es diseñadora de interiores. Con su ayuda, junto con un
poco de músculo de Anders y Kolbjorn, convertimos la cabaña de
huéspedes en nuevos espacios para nuestros huéspedes,
maximizando ese aspecto nórdico chic de la casa de campo de Hygge
por el que todos se vuelven locos. Ahora hay cuatro habitaciones
separadas, dos arriba y dos abajo, totalmente independientes y cada
una lo suficientemente grande para cuatro viajeros. También está
junto al agua, lo que les brinda una vista perfecta del fiordo.
Luego íbamos a convertir algunas de las habitaciones de la
casa de campo en habitaciones de huéspedes también, pero todas
sus hermanas se quejaron una vez que se dieron cuenta de que sus
propias habitaciones serían transformadas. Dado que todas nos
visitan con bastante frecuencia, en lugar de eso nos dispusimos a
construir otra casa de huéspedes, que no se terminó hasta octubre.
Esta cabaña tiene dos unidades, más una habitación grande estilo
dormitorio, un tributo a mis días de mochilera, ya que muchas de las
personas que vienen aquí son mochileros que buscan ir de excursión
al parque nacional.
Pero a pesar de que tratar con los huéspedes cara a cara,
asegurarme de promocionar constantemente el lugar en las redes
sociales y ejecutar el calendario y las reservas ocupa todo mi tiempo,
y puede ser extremadamente agotador, ayuda que soy buena en eso.
Quiero decir, muy buena en eso. Por ejemplo, he pasado mucho
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tiempo buscando mi vocación, mirando arriba y abajo por Europa,
con la esperanza de encontrarme a mí misma y a mi propósito, y sin
embargo, nunca pensé que sería así.
Anders dice que soy natural. Supongo que tengo la experiencia
de un viajero, pero también sé lo que es estar buscando un hogar,
un lugar para descansar y sentirse bienvenido. Quiero que esta
estadía en la granja sea eso para todos los que visitan aquí, y me
gusta ir más allá y ayudar a que eso suceda para las personas, ya
sea brindando recorridos personalizados en nuestro nuevo bote de
pesca (no comercial) o dejando que los niños alimenten con biberón a
las vacas bebé. Siempre que se vayan con una sonrisa de
satisfacción en sus rostros y un corazón lleno de recuerdos, entonces
sé que he hecho mi trabajo.
Por supuesto, con Anders y yo tan ocupados, debemos recordar
hacernos tiempo el uno para el otro. Todas las noches durante la
cena nos chequeamos, luego tomamos una copa, guardamos los
teléfonos y las computadoras y encontramos formas de conectarnos.
Nos mantiene juntos en esto, trabajando como un equipo, no solo en
la granja, sino en nuestra relación, que es igual de importante.
No es la relación más perfecta del mundo. A veces peleamos.
Hemos tenido segundas oportunidades. Hemos tenido muchos
comienzos difíciles. Los cínicos podrían decir que los primeros
amores deberían dejarse en el pasado, que teníamos demasiado
equipaje que eliminar. Pero la verdad es que lo amo y él me ama, y
eso es suficiente. Es más que suficiente. No hay nada mejor que el
amor verdadero.
Entonces, si bien nuestra relación puede no ser perfecta, no
importa porque es nuestra relación. Y lo vale todo.
—¿Quieres dar un paseo?—me pregunta Anders.
Salgo de mis pensamientos y lo miro. Mientras muchos de los
invitados están en su ropa de invierno, acomodándose en las mesas
de picnic con bebidas, mirando la aurora boreal, parece ansioso por
ir a algún lado. Tiene ese brillo aventurero en sus ojos, el que tiene
cuando está a punto de ponerme en la parte trasera de su
motocicleta.
—¿En la nieve? —pregunto.

Página | 246 —En la chispa —dice—. Vamos.


Su mano enguantada agarra la mía y me lleva hacia el camino
de entrada donde están estacionados los trineos. Él saca uno y me
hace un gesto para que me siente. —Siéntate.
Lo hago, apoyando los pies en los esquís, y luego se inclina y
me entrega una botella.
—Y sostén esto —agrega.
Le doy la vuelta en mis manos. Una botella pequeña de
aquavit37, por supuesto. No tengo ni idea de dónde lo guardaba.
—No sé por qué insistes en que beba esto —le digo—. Nunca
me va a gustar.
—Los gustos cambian, Shay —dice.
—Los míos no, —le digo mientras comienza a empujar el trineo.
Giro la cabeza y le sonrío, la aurora de morados y verdes destellando
detrás de su cabeza—. Después de todo, estoy contigo.

37ElAkvavit, también conocido como aquavit, es una bebida destilada escandinava de habitualmente un 40 % de alcohol
por volumen. Su nombre viene de aqua vitae, que significa "agua de la vida" en latín. Se destila al igual que el vodka, de
patatas o grano.
—Ja —dice secamente, y luego la chispa comienza a ganar
velocidad a medida que patea cada vez más rápido hacia la pequeña
colina al final del camino de entrada donde se introduce a la
carretera.
—Wheeeeee —grito, abrazando la botella de licor con un brazo,
mientras mi mano agarra el borde de la silla, sujetándome. Da algo
de miedo cuando Anders está conduciendo, pero es muy divertido.
Seguimos la carretera durante al menos quince minutos, en
dirección a la ciudad, nada más que el suave sonido de los esquís en
la nieve y la respiración pesada de Anders mientras nos empuja.
Nos deslizamos por el espeso bosque en algunos puntos,
sintiéndonos como en un congelado cuento de hadas, luego por la
orilla del agua, donde la nieve se ha derretido un poco y se ha
convertido en hielo.
Finalmente, nos detenemos, aunque no hay nada a nuestro
alrededor.
Página | 247 Miro a mi alrededor, confundida.
Luego miro a Anders. —¿Qué? ¿Ya estás cansado?
Sin embargo, no responde nada. En cambio, tiene esta
expresión grave en su rostro. Ahora, Anders sigue siendo Anders, y
todavía es propenso a muchas melancolías de vez en cuando, sus
cambios de humor no están fuera de lugar. Pero no he visto este tipo
de mirada en sus ojos durante mucho tiempo.
Quiero decir, se ve intenso.
—¿Qué ocurre? —pregunto.
Aprieta los labios, frotándolos en un gesto nervioso, luego se
acerca al frente del trineo. Se para justo entre los esquís frente a mí.
Se agacha y hace un gesto hacia la botella. Se la entrego sin decir
una palabra, mirando como saca el corcho y luego toma un gran
trago directamente de la botella, haciendo una mueca.
—¿Es la aurora? ¿Las auroras boreales? ¿Están jugando con
tu cerebro? —Le pregunto mientras traga, estremeciéndose un poco.
Se limpia la parte posterior de la boca con la mano enguantada y
luego se arrodilla. Por un momento, creo que lo está haciendo solo
para colocar la botella de licor en la nieve a su lado, en lugar de
devolvérmela.
Pero después de hacer eso, no vuelve a levantarse.
Y apenas esta mirándome. De hecho, sus ojos están cerrados
mientras abre la cremallera de un bolsillo de su parka 38 y es
entonces cuando me doy cuenta.
Ay Dios mío.
Oh Dios mío.
¿Está... proponiéndose?
—¿Anders? —susurro, con el corazón en la garganta,
demasiado asustada para leer esto, demasiado asustada para no
hacerlo.
Lame sus labios y abre los ojos para encontrarse con los míos
justo cuando saca un joyero de terciopelo del bolsillo. —Shay...
Sostiene la caja y, con manos temblorosas, la abre para
mostrar un anillo de diamantes que me deja sin aliento. La aurora
Página | 248 sobre nosotros es lo suficientemente brillante como para golpear el
anillo, haciendo que los diamantes brillen, como luces polares en sí
mismas. Miro el anillo, los ojos muy abiertos, mi corazón ruidoso en
mi cabeza, un millón de mariposas brillantes desatadas en mi
estómago, como si las luces polares brillaran dentro de mí.
¿Está sucediendo esto?
¿Está sucediendo esto realmente?
—Shay —dice Anders de nuevo, tomando una respiración
profunda y temblorosa. Levanto la mirada para encontrarme con
sus ojos y me derrito en el acto, se ve tan jodidamente guapo,
nervioso y adorable a la vez—. Estaba planeando hacer esto en
Navidad. Iba a escribir un discurso completo. Quizás involucrar a
mis hermanas. Hacer algo realmente elaborado, una de esas
propuestas que publicas en Instagram. Lo tenía todo planeado. Pero
entonces... —Lame sus labios y mira al cielo, las luces se reflejan en
sus ojos—. Entonces vi la aurora. Y lo tomé como una señal. Que
no necesito planear nada, porque la vida es lo que pasa cuando estás
haciendo otros planes, y creo que ahora, eso realmente se aplica a
nosotros. Porque solo estamos tomando todo esto un día a la vez,
siempre y cuando estemos avanzando.
38Prenda de abrigo de material impermeable por fuera y acolchada por dentro .
Hace una pausa, dándome una dulce sonrisa, una que me
hace llorar. —Todo lo que sé es que quiero seguir adelante contigo.
Quiero que te cases conmigo, que te conviertas en mi esposa, para
que podamos seguir avanzando juntos. Shay Lavji, eres mi pasado,
mi presente y mi futuro, y me sentiría muy honrado si te casaras
conmigo.—Baja la mirada hacia mi mano, la cual estoy apretando
contra mi pecho—. Ayudaría si pudiera tener tu mano —dice.
Empiezo a reírme, sacando la mano, sintiéndome tan
abrumada que apenas puedo respirar, apenas pienso, apenas me
muevo.
Toma mi mano izquierda y me mira con ojos preocupados. —Y
ayudaría si dijeras que sí también.
Me río de nuevo, tratando de hacer entrar algo de sentido en
mi cerebro. —¡Sí! —exclamo—. Sí, Sí. Siempre sí, Anders. Por
supuesto que me casaré contigo.
Me sonríe y, con manos temblorosas, me quita el guante, toma
Página | 249 el anillo y lo desliza sobre mi dedo anular izquierdo. Encaja
perfectamente, con corte de pera, brillando como las divinas luces de
arriba.
—Es tan hermoso —susurro, incapaz de apartar la mirada.
Este anillo, este hermoso anillo, está en mi dedo. Anders me acaba
de dar este anillo. Anders se acaba de proponer.
Me voy a casar con Anders.
—Oh, Dios mío —grito, las lágrimas comienzan a caer por mis
mejillas, calientes contra mi piel helada. Todo me está golpeando
ahora. ¡Estoy jodidamente comprometida!
Anders se ríe, tiene los ojos húmedos y luego me pone en pie y
me rodea con los brazos. —Te amo —susurra, besando mi cuello, mi
oído—. Tusen takk39 por decir que sí.
—Vær så god —contesto, diciéndole de nada en noruego.
Luego retrocedo y dejo escapar un chillido emocionado, mi
felicidad me derriba, haciéndome querer correr y gritarle al cielo con
alegría. Yo también soy brillante.

39Gracias, en Noruego.
Comprometidos.
Nos vamos a casar.
¡Nos vamos a casar!
Anders me sonríe, luego toma mi rostro entre sus grandes
manos y me mira con tanto amor, amor que se hunde en mi corazón,
haciéndome suya de por vida.
Y en sus ojos veo mi pasado, presente y futuro.
Estoy con él todo el camino.

Página | 250 FIN


SOBRE LA AUTORA
Karina Halle es guionista,
ex periodista de viajes y música,
y autora de bestsellers del New
York Times, Wall Street Journal
y USA Today de The Pact, A
Nordic King y Sins & Needles, así
como otras sesenta lecturas
románticas y salvajes. .
Ella, su esposo músico y su
Página | 251 pit bull adoptivo, Bruce, viven en
una selva tropical en una isla
frente a la costa de Columbia
Británica durante el verano y en
Los Ángeles en el invierno.

Para obtener más información…


Visite:www.authorkarinahalle.com/books
SOMBRA LITERARIA

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Sombra Literaria es un pequeño-gran grupo de chicas, apasionadas


por la lectura, que en 2019 decidió comenzar con la traducción de
libros. Muchas gracias a todas las lectoras latinoamericanas por su
gran apoyo con cada proyecto que les traemos, lo hacemos con
muchísimo amor y esperamos que eso se note.
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