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Annabelle Julieyrr Moni
Andreani Kass Panchys
Jo MaryLuna

Noelle Jess Row e♡ Daenerys ツ Valentine


Liillyana Edilmary Fitzgerald
Cynthia
Jo Katita Drys
Delaney
Sofí Fullbuster B. C. Fitzw alter Gaz Walker
Julieyrr
Val_17 Nani Daw son Eni Jess16
Wen ElyCasdel Moni Valen Drtner
Francisca becky_abc2 EyeOc Amy Roose
Abdo Arias SofiaG Blaire Grey
Michelle♡
CoralDone Mel Cipriano Vane Ryan Sofí Fullbuster
Ankmar Cris_Eire Snow smily
katyandrea MaryLuna

Val_17 LI ZZY’ Aimetz


Paltonika niki26 Daniela Agrafojo
*Andreina F* CrisCras Amélie┼
mariaesperanza.nino NnancyC CarolHerondale
CarolVanessa Moni Wonderland.
Alaska Young ElyCasdel SammyD
gabihhbelieber Gaz W. Finley Melii
Alessa Masllentyle Cami G. Karool Shaw

Moni Andreani Julieyrr ElyCasdel


Annabelle Janira Beluu

PaulaMayfar
1. Gelatina Verde y Tortugas Lagarto
2. Mi Perro Tiene Hambre
3. Él Fue a Jared
4. Me Ama, No Me Ama
5. Chupe por un Dólar
6. Acción Detrás de la Puerta
7. Puta Borracha
8. El Increíble Encogimiento del Pene
9. No Golpear Bolas Antes del Almuerzo
10. Béisbol con el Ventilador de Techo
11. ¡Mami!
12. Mi Salchicha Apestosa Palpita y Las Patatas Horneadas Dos
Veces
13. Hora de Beber
14. Porno y Snozzberries
15. Sólo Di No a la Necrofilia
16. Hijo de Un Cara de Mierda
17. Shows de Burros y Enanos
18. Bolas de Benjamín
19. ¡Oops, lo hice otra vez!
20. Sin Acabar
21. Me Tragué un Centavo
22. Montar, Montar, Montar
23. Caquita, Caca-Caca
Epílogo
Carter, Claire y Gavin han formado su pequeña familia perfecta.
Sus amigos se van a casar y todo el mundo está creciendo, madurando y
listo para enfrentar el futuro. ¿O lo están ellos?
Desde despedidas de soltera del infierno, adicciones porno, cenas
de béisbol y propuestas de boda fallidas para descubrir que todas las
familias extensas están repletas de locos, Carter y Claire comienzan a
cuestionar la solidez de los lazos que los unen. Desafortunadamente,
estos lazos no tienen nada que ver con esposas afelpadas y todo que ver
con las diferencias crecientes entre ellos.
¿Sus amigos harán un lío de cosas con sus comentarios
inapropiados y necesidad de saberlo todo, o van a convencer a la
pareja de que vivieron-felices-por-siempre a veces puede comenzar con
un juego de beer pong?
Chocolate Lovers #2
Traducido por Noelle & Liillyana
Corregido por Val_17

Tengo un sueño.
Y en este sueño estoy bajo las sábanas de la cama, a unos escasos
centímetros de distancia del cuerpo de Carter. Me quedo mirando su
cuerpo tendido a mi lado, el resplandor azul verdoso proveniente del reloj
alarma sólo proporciona la suficiente luz para ver la suave subida y
bajada de su pecho. La sábana cubre su cadera mientras duerme
pacíficamente con un brazo sobre sus ojos y el otro descansando sobre
su tenso estómago desnudo. Deslizo mi cuerpo lentamente a través de la
cama, con cuidado de no molestarlo, hasta que estoy tan cerca que
puedo sentir la calidez de su piel calentarme de la cabeza a los dedos
de mis pies. Saco mis brazos de debajo de la sábana y mis manos se
extienden hacia él. Toco su liso y musculoso pecho, deslizo mis dedos
hacia arriba por su cuerpo, y… lo estrangulo con fuerza.
Bueno, ese no es realmente un sueño. Es más un deseo si así lo
prefieres, algo con lo que fantaseo cuando el negocio en la tienda va
lento, cuando estoy esperando en la fila del supermercado, o más o
menos en cada momento de cada día cuando me encuentro a mí
misma bostezando y de mal humor por la falta de sueño. Pero no es
como si alguna vez fuera a seguir adelante con esa fantasía. Amo a
Carter. Realmente lo hago. A veces sólo es una disputa sobre si amo más
o no el dormir.
Unos pocos meses atrás, ni siquiera sabía que Carter existía. Bien,
sabía que existía; en alguna parte allí fuera, sobre el arcoíris, en una tierra
muy, muy lejana viviendo su propia vida. Nunca creí ni en un millón de
años que alguna vez iba a parar y darme —a su revolcón de una noche
en la universidad— un segundo pensamiento. Resulta que estaba
equivocada en ambos casos. Una tierra muy, muy lejana resultó ser unos
pocos kilómetros de distancia de donde yo vivía, ¿y el segundo
pensamiento que pensé que nunca me daría? Bueno, muy a mi pesar, y
usando un cliché de una romántica novela Harlequin, había pasado sus
últimos años suspirando por mí y buscando a “aquella que se le escapó”.
Esa soy yo por cierto, en caso de que no hayas estado prestando
atención.
Aquí estoy yo, la madre soltera de veinticuatro años de edad de
Gavin, (un maravilloso regalo de despedida que recibí en apreciación
por mis locas habilidades al momento de dar mi virginidad) cuando de
repente, el chico al que espontáneamente le di mi virginidad después de
un emocionante juego de beer pong en una fiesta de fraternidad, se
presentó en mi pueblo para levantarme de mis pies y reclamar al hijo que
nunca supo que tenía. Eso no pasa en la vida real. Algo así de perfecto
sólo pasa en los libros o en películas de John Hughes.
Muy bien, así que Carter nunca había estado fuera de mi ventana
sosteniendo una radio sobre su cabeza y nunca había corrido por la calle
para atraparme en sus brazos y darme besos que curven los dedos de
mis pies, o darme un par de aretes de diamantes que le había dado a
otra mujer solo unos momentos antes. Nuestra historia no era
necesariamente un guión de una película ochentera. Ha habido ataques
de ansiedad, pérdidas de estribos, borrachas divagaciones, maldiciones
inapropiadas, malentendidos, discusiones, amenazas con dos dedos en
los ojos, y sexo cubierto de chocolate en un lugar público que sólo un
pelo del testículo de un mosquito evitó que fuera públicamente
televisado. A pesar de todo esto, Carter y yo nos la hemos arreglado
para resolver nuestros problemas con la velocidad y precisión de una
serie de treinta minutos en horario central de televisión. No es “Some Kind
of Wonderful”, pero es malditamente cercano. Sin embargo aún estoy
esperando por mi beso en la calle y mis aretes de diamantes.
En el medio de todo este caos, también estoy ocupada con el
sueño de abrir mi propia tienda de dulces y galletas. Lo sé, ¿bien? ¿Por
qué no agregar una cosa más por la que preocuparme a mi creciente
lista? Hay una razón por la que tengo un imán en la nevera que dice:
“Puedes dormir cuando estés muerto”.
Mi mejor amiga Liz y yo siempre habíamos hablado sobre abrir
nuestros propios negocios juntas. Mientras yo estaba ocupada con toda
la cosa de ser mamá soltera y ponía mis aspiraciones en un segundo
plano, Liz estaba terminando la universidad y conseguía una ventaja
sobre su sueño. Lo que yo no sabía, era que ella también había hecho
planes para asegurarse de que mis esperanzas no murieran junto con mi
capacidad de estornudar y no orinarme a mí misma.
Siempre he sido una persona muy independiente, así que tener a
alguien dándome mi sueño en un pequeño paquete con un lazo en la
parte superior tomó algún tiempo para acostumbrarme. Liz había
heredado una buena parte del dinero de su abuelo cuando murió años
atrás y poner ese dinero en un buen uso comprando un edificio en el que
podríamos tener nuestros negocios adyacentes era la única opción para
ella. Había tomado un par de días sacar mi cabeza fuera de mi trasero y
darme cuenta que ella no lo había hecho por compasión. Lo había
hecho porque me amaba y que su sueño se volviera realidad no habría
significado lo mismo para ella si el mío no lo hacía junto al suyo.
Así que en resumen, estoy AGOTADA. Y creo que eso nos lleva de
nuevo a mi asfixiante fantasía. Vivir con otro ser humano necesita un
poco de tiempo para acostumbrarse. Hasta el moment o sólo hay una
mínima cantidad de cualidades irritantes que encontramos en cada uno,
y hemos superado esos obstáculos y aún estamos creciendo
fuertemente. Amo a Carter más de lo que creía posible, y él ha
demostrado ser el mejor padre que una mujer podría desear para su hijo.
Pero juro por Dios, Jesús, María, José y el amigo de la infancia de Cristo,
Biff, que si él no deja de despertarme a las cuatro cincuenta y ocho de la
mañana, cada maldita mañana, con su zumbido de ronquidos, voy a
volverme David Carradine1 contra su trasero.
Oh sí, pequeño salt amontes, te ahogaras en t u sueño.
Aunque cuanto más pienso en ello, David Carradine se ahogó a sí
mismo en alguna rara cosa sexual, ¿no? No creo que pueda convencer
a Carter de asfixiarse a sí mismo, no importa qué tan desnuda esté.
Lo he intentado todo para hacer mis noches de sueño menos
irritantes. He presionado suavemente su brazo para que se diera la vuelta
porque según Google, un simple cambio de posición podría poner fin a
los ronquidos.
Falso. Y cállate, ¡todo en Google es verdad! Si no, ¿cómo iba a
saber que el pez dorado más viejo del mundo tiene cuarenta y un años y
su nombre es Fred? ¿O que cuando escribes “ladeado” en google la
página se ladeará ligeramente? ¡Estos son hechos, gente!
Mi padre me había dicho que tratara de comprar una caja de tiras
nasales para fijarlas a través del puente de la nariz de Carter cada noche
antes de acostarse.
No funcionó. Me desperté a la mañana siguiente con tiras nasales
atascadas en lugares donde nunca deben estar atascadas.

1
Actor estadounidense que usualmente hace películas de kung-fu.
Es todo diversión y juegos hasta que necesitas encerrarte en el
baño con pinzas, un espejo y una linterna.
He dado patadas con mis pies y golpeado mis manos contra el
colchón repetidamente por la frustración mientras susurro-gritando sobre
roncadores chupa-pollas y su falta de respeto por la gente que duerme
silenciosamente, lo he destapado, le he pegado en la cara con su propia
almohada, que le quité de debajo de su cabeza y tapé su nariz.
Oye, no me juzguen. Estoy perdiendo el sueño aquí.
Y sólo había tapado su nariz lo suficiente para que comenzara a
ahogarse con su propia saliva. Tan pronto como pudo hablar, me dijo
todo sobre el sueño que tenía cuando pensaba que se estaba
sofocando y cómo se dio cuenta que cuando se estaba muriendo en su
sueño se olvidó de decirme que me amaba antes de ir a dormir. Sí, me
sentí culpable. Sí, se lo compensé teniendo relaciones sexuales a las
cinco de la mañana, y no, nunca le he dicho que fui yo la que en
realidad intentó ahogarlo mientras dormía.
A veces las parejas necesitan algunos secretos.
Carter cree que mi irritación por su ronquido es adorable. Por
supuesto que sí. Él no es el que tiene las orejas sangrando en medio de la
noche, rogando por que su compañero de cama se asfixie en su sueño.
Oh no, él está fuera en sueñolandia, preguntándose por qué la banda
sonora de su buen sueño sexual incluye de repente la melodía de unos
cuchillos que se afilan.
Anoche, una de mis patadas bien colocadas en su muslo, er,
quiero decir gentiles golpes, finalmente consiguió callarlo y que se diera
la vuelta. Era una cosa de belleza. El silencio, paz y tranquilidad que fluía
a través de la habitación casi me hizo llorar de alegría. Por desgracia, tan
pronto como me quedé dormida y me puse feliz pasando a través de mi
propia tierra de los sueños, Carter me despertó sacudiéndome y me
preguntó si dije algo. Porque, según él, había estado durmiendo como un
tronco, pero podría haber jurado que escuchó que yo le pregunte si la
gelatina verde debía ir en el maletero con las tortugas lagarto.
Un anuncio de servicio público para los hombres: Si ves que tu
pareja está profundamente dormida y tú primera pregunta susurrada no
obtiene ninguna respuesta, no estés sorprendido si comenzamos a
escupir vomito verde de nuestras bocas girando la cabeza tan
rápidamente por despertarnos por una estúpida pregunta a cincuenta
decibelios más fuerte que la primera vez.
Así que aquí estoy de nuevo, despierta a las cinco de la mañana,
mirando con ira al amor de mi vida en la oscuridad y preguntándome si
voy a ser capaz de mantener una cara seria al mirarlo si voy y ordeno a
domicilio ese aparato con correa para sostener la barbilla que vi en el
Home Shopping Network la semana anterior. Mientras miro fijamente al
techo y me pregunto por qué un mecanismo de prevención para roncar
tiene que parecerse tanto a un suspensor para la cara, de repente me
acuerdo de algo más que leí en Google no hace mucho tiempo que no
he comprobado todavía (Fred, el pez dorado de cuarenta y un años de
edad —FRED ES REAL, ¡maldita sea!). El artículo había señalado que un
grito corto y fuerte de una palabra corta al azar, entraría lo suficiente en
la conciencia de la persona que ronca como para lograr que deje de
roncar sin despertarle plenamente.
Ruedo mi cabeza a un lado para mirar el perfil de Carter. Al verlo
dormir profundamente mientras actualmente resido en la tierra del
insomnio, como resultado directo de su tabique desviado, me hace sentir
traicionada. Ya que no puedo enojarme con su tabique sin hacerlo
sangrar, concluyo en que también podría intentar una cosa más. Sobre
todo porque al comprar el suspensor/de barbilla/anti-ronquidos, sería
necesario que le dijera a Carter Cara de Pene a partir de ahora. Algo
que supongo que él desaprobaría.
Respiro profundamente y suelto mi palabra corta. —¡JOOODEEER!
En un abrir y cerrar de ojos, sacudiéndose, Carter despierta con un
grito, agitando los brazos y las piernas y luchando a través de la cama
hasta que se cae de lado y golpea el suelo con un ruido sordo.
—¡Hijo de puta! ¿Qué demonios fue eso? —murmura desde el piso.
—Creo que hay gelatina verde en el maletero con las tortugas —
afirmo antes de rodar y acurrucarme bajo las mantas.
Traducido por Jo & Sofí Fullbuster
Corregido por Paltonika

—Realmente no creo que sea buena idea, Claire.


Ruedo los ojos hacia mi papá mientras empujo una bandeja de
Barras de Butter Brickle en la vitrina bajo el mostrador con un poco más
de fuerza de la necesaria. Algunas de las barras saltan fuera de sus
lugares en la bandeja debido a mi irritación, y mientras me estiro para
arreglarlas, tengo que esforzarme en no comer otra. Tanto como adoro
hacer dulces, normalmente no como muchos. Mis gustos suelen inclinarse
más a los bocadillos salados. No sé qué está mal conmigo últimamente. Si
sigo probando los product os así, a mi trasero le crecerá otra nalga para
hacer espacio a toda esa grasa.
—Realmente no creo que lo hayas pensado bien —continúa mi
papá mientras apoya la cadera contra el mostrador y dobla los brazos
sobre el pecho.
Me ret racto. Sé exact ament e por qué he est ado devorando
chocolat es y galletas.
Alcanzo dentro de la vitrina y tomo la Barra de Butter Brickle más
cercana a mí, introduciéndola en mi boca de una sola vez. Tomo un
momento para saborear el azúcar morena, vainilla y los trocitos de
caramelo t ostado, dejando que la dulzura del azúcar haga el truco de
remover algo de mi estrés. Ya que no puedo físicamente arrojar el
problema de tensión de un metro ochenta y ocho que tengo
actualmente fuera de la tienda sin provocarme una hernia, esto tendrá
que funcionar. Trago el bocado de barra de galleta e intento no pensar
en ésta con pequeñas piernas creciéndole y corriendo directamente a
mi trasero, dejando pisadas de mantequilla detrás de mis caderas
mientras avanza. Respiro profundamente para poder lidiar con mi padre.
—Papá, Carter y yo hemos estado viviendo juntos durante dos
meses. Es un poco tarde para este discurso, ¿no lo crees?
Mi papá nunca ha dicho una palabra a favor o en contra respecto
a mis asuntos de convivencia con Carter desde que lo anunciamos el día
de la apertura de Seduction and Snacks.
Sólo gruñó, fulminado con la mirada a Carter, y luego se alejó. Esa
era una aprobación en lo que me concernía.
Ahora que han pasado dos meses y no he cambiado de idea
como probablemente creyó que lo haría, de pronto tiene una opinión.
—Todos dicen, “¿para qué comprar el bar cuando obtienes la
cerveza gratis?”.
Me detengo con el brazo en el aire mientras alcanzo una toalla
para limpiar el mostrador.
—Papá, nadie dice eso.
—Todos dicen eso —responde, apartándose del mostrador y
moviendo sus manos a las caderas.
Ruedo los ojos y comienzo a limpiar las migajas que se encuentran
encima de la vitrina.
—¿En serio? ¿Quién? —Lo desafío mientras la campana sobre la
puerta suena y entra un cliente.
—Personas —dice con firmeza.
Suspiro y giro alejándome de mi papá para sonreírle y saludar a la
mujer que está examinando la sección de chocolate blanco en el lado
opuesto de la vitrina donde permanecemos de pie. Después de
asegurarme de que no tiene preguntas, lo miro.
—Papá, estamos en el dos mil doce, no en mil novecientos
cincuenta. Las personas viven juntas todo el tiempo antes de que hagan
cualquier tipo de compromiso. Sólo necesitamos algo de tiempo para
acostumbrarnos el uno al otro y aprender a vivir juntos como una familia
sin asesinarnos. No es tan importante.
Mi papá resopla y es su turno de mirarme con irritación.
—En serio Claire, ¿cuándo te he dado alguna indicación de que
soy un viejo anticuado? No quiero que este patán crea que puede
mudarse con ustedes y luego nunca tener que hacer nada para hacerlo
oficial. Al menos si se casara contigo, no tendría que preocuparme de
que tu trasero quejumbroso aparezca en mi entrada dentro de un futuro
cercano pidiendo tu habitación de vuelta.
Me pregunt o cuánt as Barras de Butt er Brickle puedo met er en mi
boca a la vez.
—¿Realmente acabas de llamar a Carter un patán? ¿Qué tal si
tomamos asiento en el sofá para discutir acerca de esa pequeña
grosería y como no eres anticuado en lo más mínimo? —digo
sarcásticamente.
—Debería haberte vendido a ese circo viajero cuando tenías
cuatro años. Podría estar en el lago pescando justo ahora en lugar de
tener esta conversación —murmura.
Mi papá estuvo casado dos veces antes de casarse con mi mamá,
y tenía el nombre de la primera esposa Linda tatuado en el brazo.
Cuando era pequeña intenté cambiar Linda al nombre de mamá,
Rachel, con un marcador mientras dormía. Desafortunadamente,
despertó antes de que pudiera terminar. Le tomó tres días quitarse Rinda
de su brazo. Cuando le conté esa historia a Carter, empezó a cantar
como los chinos en “A Chrismas Story”. Deck da hars with boughs of horry,
¡fa-ra-ra-ra-ra, ra-ra-ra-ra!2. Intentó bromear con mi papá una vez acerca
de ello diciendo—: Rú realmente ramabas a Rinda. —Mi papá pensó que
imitaba a Scooby Doo y no lo encontró gracioso. Podía ser porque no se
sentía cien por ciento seguro de la idea de que vivamos juntos. Y todo
era un gran ejemplo de por qué no saltaba al tren del matrimonio
todavía. Mi papá se estrelló tres veces y mi mamá dos, cuando
finalmente decidió que el matrimonio no era para ella, por lo que
empacó todo para irse a una casa en la ciudad. En ese momento tenía
doce años.
Realmente no tengo ejemplos brillantes de finales felices en mi
vida.
De todas formas, el punto es que todos toman sus propias
decisiones en la vida, algunas buenas y otras malas. Todas nos enseñan
algo acerca de quiénes somos y bla, bla, bla. Sin importar cuál es la
opinión de mi papá, necesito saber si el ronquido de Carter y su
inhabilidad de poner un nuevo rollo de papel higiénico en el baño va a
ser un obstáculo en el trato, antes de que hagamos algo legal de lo que
no podríamos retractarnos.
Hasta ahora, con los estúpidos malos hábitos a un lado, vamos
bastante bien conviviendo. Gavin se ha adaptado bien y no he
ahogado a Carter mientras duerme. Esa es una completa victoria.
Mi papá finalmente puede notar por la mirada en mi rostro que
est oy cerrando la conversación para posteriores discusiones o

2
Cubre las paredes con adornos navideños, ¡fa-ra-ra-ra-ra, ra-ra-ra-ra!
argumentos, y se ha rendido en la analogía de cerveza/sexo/cualquier
maldita cosa. Toma el periódico que dejó en el mostrador cuando
acababa de llegar, lo mete bajo su brazo y camina a una de las
pequeñas mesas junto a la ventana delantera para beber su café. Sin
importar el humor en el que me puso, ver las cuatro mesas negras
redondas puestas en el frente de la ventana, ubicadas en la parte
delantera de la tienda, me hace sonreír. Acaban de ser ent regadas la
semana anterior y ver a alguien sentado en ellas, aun si es mi padre, me
hace feliz. Esta es mi tienda y esas son mis mesas y nada puede arruinar el
eufórico sentimiento que siento.
La campana sobre la puerta suena nuevamente, y miro para ver a
mi amiga Jenny entrar a la tienda con un enojado ceño fruncido. Nunca
en un millón de años me imaginé siendo amiga de alguien como ella. Es
una hermosa modelo de pasarela y las cosas que salen de su boca rara
vez tienen sentido, pero ha probado ser una buena amiga en los pocos
meses desde que la conocí y ayudaría a cualquier persona con cualquier
cosa que le pidieran sin pensarlo dos veces. Para la gran sorpresa de
todos, Jenny se las arregló para agarrar al mejor amigo de Carter, Drew,
y envolverlo alrededor de su dedo meñique. Es el más grande prostituto
en el que nunca te fijarías, pero por cual sea la razón, Jenny es capaz de
domarlo. Un poco.
—Hola, ¿cómo estás? —le pregunto, mientras rodeo el mostrador
para encontrarla a mitad de camino. Bajo la mirada a mi reloj y veo que
son sólo las once de la mañana—. ¿Por qué no estás en el trabajo?
Jenny trabaja para la misma compañía de diseño computacional
desde su primer año de universidad.
Comenzó como una interna y rápidamente avanzó por los rangos y
ahora era una de las más talentosas diseñadoras gráficas que tenían en
el equipo. Me ayudó en un aprieto cuando intentaba abrir mi tienda e
hizo todos los volantes, folletos y tarjetas de negocios en su tiempo libre,
negándose a aceptar cualquier paga. Fue una de las razones más
importantes por las que decidí que me gustaba.
Cualquiera que no me cobre por sus servicios prestados es buena
gente en mi libro.
Jenny ríe maniáticamente ante mi pregunta acerca del trabajo y
cruza los brazos frente a ella. —Esa es una gran pregunta, Claire. Y la
respuesta sería, que me despidieron —responde antes de romper en
lágrimas, arrojando sus brazos a mi alrededor y enterrando el rostro en mi
hombro.
Oh Jesús, Dios, no.
Incómodamente, doblo el brazo y palmeo mi mano sobre su
espalda. Todavía tiene los brazos envueltos alrededor de mí en un agarre
de la muerte y eso es lo más alto que puedo alcanzar. Muevo mi otra
mano al bolsillo de mis jeans y saco mi teléfono móvil, enviando un rápido
mensaje de “por favor ayúdame, Dios” a Liz, que está en su lado de la
tienda.
Jenny continúa llorando, sorbiendo y cada pocos minutos,
sollozando. Luego de sutilmente escupir algo de su cabello fuera de mi
boca mientras se entierra más profundo en mi cuello y hombro,
ansiosamente miro mi teléfono móvil preguntándome cuánto más tendré
que fingir que disfruto consolar a la gente durante una crisis, antes de
que Liz traiga su trasero hasta aquí y me rescate. Probablemente no será
muy amistoso de mi parte si comienzo a enloquecer de que puede haber
un mont ón de moco de alguien más mojando el hombro de mi camiseta.
El teléfono móvil vibra en mi mano e inclino el cuello sobre el hombro de
Jenny para ver el mensaje.
Estoy ocupada con clientes. Vas a tener que ¡hacerte hombre! y
consolarla tú. Comienza a actuar como si tuvieras una vagina por Dios y
abrázala. XOXO, Liz.
Rechino los dientes al saber que estoy por mi cuenta en esto de
consolar.
—Ya, ya —digo, palmeándola en la espalda nuevamente.
Realmente creo que debería haber sido hombre. No conozco a
demasiadas mujeres que les moleste hacer la cosa de las
demostraciones de afecto. Si veo a una mujer llorando, normalmente me
voy por la dirección contraria. No soy del tipo de mujer que envuelve los
brazos alrededor de ella y le dice que todo va a estar bien, porque
probablemente no lo va a estar. Lo más probable es que apeste tanto si
te abrazo o si no, así que es mejor para todos los involucrados si me hago
a un lado y dejo que alguien más haga lo de tocar. Me siento más
cómoda revolcándome en la ira y sintiéndome molesta por algo en
privado hasta que mi cabeza explota. Eso es lógico. Abrazar, llorar y
moquear a alguien no.
—¿No habías conseguido un aumento de sueldo? ¿Por qué
demonios te despedirían? —pregunto mientras me deshago de sus brazos
y trato de alejarme sutilmente de ella.
No mires los mocos en t u hombro, no mires los mocos en t u hombro.
Sé que puedes sent irlos allí, pero por Dios, ¡no los mires!
Finalmente relaja el agarre en mí y usa el dorso de las manos para
limpiar las lágrimas que surcan a través de su rostro. Si sólo hubiera hecho
eso con sus mocos en vez de usar mi hombro.
—No tengo idea del por qué me despidieron en realidad. Me
dieron una canción y una cena sobre actitud positiva —responde con
una mueca.
—¿Quieres decir un baile? —pregunto, confundida.
—¡Claire, concéntrate! ¡Fui despedida! Este no es el momento para
hablar sobre bailes —grita.
Respiro profunda y calmadamente, pongo las manos en las
caderas para evitar estrangularla.
—Bien, ¿entonces te despidieron porque no les gustaba tu actit ud?
—reitero.
Me mira con incredulidad. —Lo sé, ¿cierto? Les dije que era la
persona más positiva en ese vertedero.
—¿Con esas mismas palabras? —le pregunto.
—No les prohibí nada 3 . ¿De qué estás hablando? ¿Me estás
escuchando? ¿Has estado bebiendo?
Lo últ imo lo dice en un susurro mientras mira a un cliente que llegó
anteriormente. Pellizco el puente de mi nariz y trato de no dar un pisotón
con el pie y hacer una rabieta como Gavin lo hace cuando le digo que
no puede jugar PlayStation.
—¿Qué voy a hacer sin trabajo? —gimotea mientras camina de un
lado al otro frente a mí—. Va a ser el tercer mes junto a Andrew. Le iba a
comprar algo realmente especial, pero ahora no voy a ser capaz de
hacerlo.
Agarro su codo para detener sus pasos, y la empujo detrás del
mostrador conmigo cuando veo que el cliente finalmente está listo para
ordenar.
—Estoy segura de que Drew entenderá —le digo mientras
comienzo a llenar una caja con el pedido de la mujer; pretzels cubiertos
de chocolate blanco.
—No, no lo entenderá. Va a estar tan molesto. Ya le dije lo que iba
a comprar, y realmente quería ese molde de vagina —dice con
desánimo.
Dejo caer al suelo la palilla de metal para coger los dulces y la
miro, mientras suspira miserablemente.

3
Juego de palabras entre Verbatim, que significa: Con esas mis mas palabras y Forbid them, que significa
prohibir. Claire dice Verbatim, pero Jenny entiende Forbid them.
Recojo la palilla, la lanzo al fregadero antes de agarrar una limpia,
mientras todos estos pensamientos que no debería tener cuando atiendo
a un cliente revolotean a través de mi mente, como vaginas cubiertas de
confites verdes y vaginas de queso bailando alrededor del recipiente
ubicado en la parte trasera de mi refrigerador, que tiene dos meses allí y
contiene espagueti.
Jenny levanta la mirada y ve el horror en mi rostro mientras trato de
bloquear la imagen mental de vaginas moldeadas cantando—: Molde,
molde, nena. —Con la voz del cantante de Vanilla Ice en mi cabeza.
—Claire, ¿no viste el nuevo producto que Liz trajo la semana
pasada? Es un molde que puedes hacer de tu vagina. Así tu chico
puede… ya sabes…
Jenny hizo el viejo gesto de un pene entrando en una vagina,
haciendo un círculo con su dedo medio y pulgar y usando el dedo
medio de la otra mano para moverlo dentro y fuera.
—Qué asco, ¿qué? Eso es asqueroso —susurro, golpeando sus
manos para detener el movimiento de los dedos mientras le entrego al
cliente su chocolate.
—No es asqueroso —dice—. Es romántico. Drew quiere una réplica
de mi… —Mira al cliente y luego baja la voz—, vagina así puede estar
conmigo cada vez que estemos separados.
Me alejo de ella para marcar el precio del producto que lleva el
cliente, tratando de no imaginar a Drew sosteniendo una flexible vagina
de silicona, mirándola y hablándole con voz de bebé como lo hace
cuando esta con Jenny. —¡Oh, t e quiedo dequeña y falsa vagina de
Jenny! ¡Sí, lo hago!
—¿No sería más fácil conseguirle una muñeca inflable y poner una
imagen tuya sobre el rostro? —pregunto mientras observo al cliente dejar
la tienda con su compra y esperando que no escuchara lo suficiente de
esta conversación como para evitar que viniera aquí de nuevo.
Jenny niega con la cabeza con lástima. —No tienes absoluto
sentido del romance, Claire.
Resoplo con indignación mientras lleno una caja de fresas
cubiertas de chocolate para una orden que va a ser recogida después
del almuerzo. Soy bastante romántica.
Sólo esta mañana mientras Carter dormía, le dejé una caja con sus
dulces favoritos junto a la almohada: Pilas de chocolate blanco, patatas
fritas y pretzels con algo de caramelo. Supuse que suavizaría la nota que
coloqué junto a la caja, diciéndole que si dejaba la tapa del baño
levantada una vez más y mi trasero tomaba una involuntaria ducha a las
seis de la mañana, pondría súper pegamento en la cabeza de su pene
mientras dormía. Incluso firmé la nota con un par de X’s y O’s.
¿Quién dice que el romance está muerto?
Cierro la caja de frutillas, la termino poniéndole el distintivo lazo
rosado y una etiqueta con el nombre y dirección de la tienda.
Poniéndola a un lado, me giro hacia Jenny y la encuentro olfat eando la
bandeja llena de chocolate blanco cubierto con galletas Nutter Butter
con el que experimenté esta mañana.
—Jenny, baja el chocolate y aléjate de la bandeja lentamente —le
digo con mi mejor voz negociadora de rehenes—. Quería preguntarte si
serías capaz de ayudarme con algunas cosas, pero sabía que estabas
ocupada con el trabajo —le explico mientras la bordeo y tomo la
bandeja de sus manos antes de que se dañe a sí misma o a otra persona
con su codicia al ser despedida.
—¡Trabajo! —dice con un gimoteo mientras su labio comienza a
temblar. Extiende ambas manos y coge de la bandeja medio vacía un
chocolate.
—Oh, Jesús, ¡¿me dejarás terminar?! —la regaño mientras golpeo
sus manos.
Suspira y finalmente deja ir la bandeja de chocolates, arrojando un
Nutter Butter a medio comer en medio del montón antes de volverse
para mirarme.
—Esas son deliciosas, pero siento náuseas ahora mismo —murmura,
poniendo una mano en el estómago.
Muevo la bandeja fuera de su alcance y de mi campo visual antes
de que yo misma me sienta asqueada.
—Como decía, tengo un montón de cosas que podrías hacer para
mí. Necesito un sitio web creado y mantenido, la publicidad manejada y
todas las cosas que incluya el marketing de las que no sé nada. Recibí
una llamada el otro día de una revista queriendo hacer una entrevista y
no tenía idea de lo que hacía. Sé que no es tu trabajo ideal, y
probablemente no pueda pagarte tanto como solías ganar, pero
mientras tanto, hasta que encuentres algo más, ¿te gustaría trabajar
para mí?
El chillido que sale de Jenny rompe la barrera del sonido y hace
que todos los perros pequeños ladren por todo el mundo con horror.
Lanza sus brazos a mí alrededor y salta de arriba para abajo,
haciéndome sentir incómoda una vez más ante las demostraciones de
afecto que la gente tiene la necesidad de dar.
—¡Muchas gracias, Claire! Te prometo que no te decepcionaré.
¡Voy a hacer un trabajo tan impresionante que quedarás sorprendida!
Levanto la mirada para ver a mi padre de pie detrás de Jenny,
luciendo como si prefiriese comer chocolate cubierto de galletas Nutter
Butter en ese momento que escuchar inadvertidamente nuestra
conversación.
—Sólo… Voy a… mi perro tiene hambre —murmura antes de girar y
alejarse.
Jenny me deja ir y lo mira mientras rápidamente sale de la tienda.
—¿Tú papá tiene un perro?
Sacudo la cabeza y dejo escapar un profundo suspiro. —No.
Traducido por Val_17
Corregido por *Andreina F*

—Oye, Carter, cuando te marqué anoche borracho, ¿te mencioné


por casualidad donde puse mis llaves? —pregunta Drew mientras entro a
la sala de estar.
Revuelve por los cojines del sofá, maldiciendo y tirando monedas
sueltas, juguetes de la cajita feliz de McDonald’s, y otras cosas que
encuentra en las grietas y hendiduras. Agarro mi gorra de béisbol al lado
de una de las mesas del fondo y la pongo en mi cabeza antes de girar
para mirarlo.
Drew y yo no hemos compartido un espacio para vivir en meses,
pero de algún modo, incluso ahora que Claire y yo estamos viviendo
juntos, todavía consigo encontrarlo desmayado en mi sofá de vez en
cuando.
—¿Cómo pudiste incluso llegar a casa anoche si no tenías tus
llaves? Y espero que sepas que uso el término “casa” libremente. Aunque
me gusta tu compañía y mirarte tropezar borracho alrededor de mi casa
a las cuatro de la mañana cuando Jenny no responderá su puerta
porque piensa que eres un asesino en serie, aquí no es dónde vives. A
pesar de que podrías pensar así, ya que siempre abro la puerta y te dejo
entrar.
Un celular vuela fuera del sofá mientras Drew sigue excavando
hasta China en busca de sus llaves. Me acerco y lo levanto, poniéndolo
en mi bolsillo trasero. Ahora recuerdo por qué dejé a Drew entrar. Él no
tiene miedo de meter la mano hasta el fondo de un sofá. Yo habría
sabido exactamente dónde perdí mi celular, pero estaba demasiado
asustado de buscarlo. Hay aterradoras, aterradoras cosas viviendo en el

4
Famosa tienda de joyas.
fondo de esos cojines. Algo que había aprendido rápidamente que era
un resultado directo de vivir con un niño.
—Probablemente tomé un taxi. O caminé. No lo sé, la noche se
puso un poco borrosa después de que encontré pegatinas en mi pene
cuando fui a orinar —responde con toda seriedad mientras se levanta de
sus rodillas y se gira para mirarme. La camiseta arrugada y manchada
que usa dice: “Pregúntame por mi enorme pene”, y tiene una de las
mangas arrancadas, prueba de que tuvo una noche difícil.
Ni siquiera me molesto en decirle que si no tenía sus llaves cuando
dejó el club o dondequiera que terminó anoche, es lógico pensar que no
estarán hibernando en mi sofá. Sin embargo, tengo otras cosas en mi
mente en este momento. Me alejo de Drew y entro en la cocina,
dirigiéndome hacia mi abrigo que está colgado en la parte posterior de
una de las sillas. Meto la mano en el bolsillo interior, tomo la pequeña
caja de terciopelo negro, y abro la tapa para mirarlo por diezmilésima
vez desde que lo compré la semana pasada.
La visión de un anillo de medio quilate de platino, con diamantes
situados en el satén blanco hace a mi corazón latir de emoción. Y no voy
a mentir, también me hace querer vomitar en mi boca. Sólo un poco.
Miro hacia ese precioso metal que me tomó ocho días y seis v iajes a la
tienda de joyas para elegir. El diamante principal es de corte princesa,
enmarcado por doce diamantes redondos de tres cuartos de quilates. El
anillo se complementa con las líneas de diamantes redondos a lo largo
de la banda. Es elegante y hermoso.
Sí, ya sé que suena como un anuncio andante de una tienda de
joyas y hombres en todas partes están tarareando la melodía de “Taps”
en este momento y con el cerebro gritando—: ¡Hombre Caído!, —pero
siento que merezco un saludo de puños por el hecho de que Claire será
capaz de mirar por encima a sus amigas toda presumida y decir—: ¡Él fue
a Jared!
Si dice que sí. Lo cual hará totalmente, ¡ja, ja! No estoy para nada
nervioso. No siento picazón ni las pelotas sudorosas pensando en hacer
estallar la pregunta y la posibilidad de que ella se ría en mi cara y diga
que estoy malditamente loco. ¿Quién se casa después de sólo estar
juntos un par de meses? ¿Quién tiene una aventura de una noche en la
universidad y se entera cinco años más tarde que resultó en un niñ o?
¿Quién pasa todos esos años convirtiéndose en un rarito que acecha
baños y tiendas cada vez que huele una nueva loción con aroma a
chocolate, y tiene una erección en el trabajo cuando un tipo, cuya
esposa acaba de tener un bebé, repartió barras de chocolate Hershey’s
con el pequeño envoltorio cursi que dice: “¡Ella ya nació!”
Este chico aquí. Ni siquiera pregunten cómo expliqué la erección y
el que no soy un pedófilo y que es totalmente natural excitarse cuando
un compañero de trabajo está hablando de un bebé.
Esa frase sonó mucho mejor en mi cabeza, así que vamos a
pretender que nunca dije eso y seguir adelante.
El hecho es que me pasé años deseando poder ver a mi aventura
de una noche de nuevo y averiguar si era real, con la esperanza de que
algún día pudiera reunirme con ella de nuevo y ver si aún podría
hacerme reír y encenderme con sólo el roce de su mano o el olor de su
piel.
Había tratado de llenar el vacío con una mujer cuya boca podía
contener más pelotas que un hambriento, hambriento hipopótamo, pero
descubrirla jugando a ocultar el salami de nuestro vecino me hizo darme
cuenta de dos cosas. Uno, nunca debería haber tratado de borrar de mi
memoria a la chica de mis sueños con otra persona. Y por “otra persona”
me refiero a una puta. Y dos, nuestro vecino tenía elefantitis en la pelota
y debería seriamente ver a un profesional médico de algún tipo. Y no,
eso no fue un error. Realmente dije pelot a, en singular. El colega sólo
tenía una pelota y era del tamaño de un coco.
En serio. Googlea una imagen de un coco. Esperaré. Porque
realmente necesitas obtener el efecto completo de lo que vi colgando
allí durante los veinte segundos que tardé en sacar mi cabeza de mi culo
y gritarle insultos a los dos.
Todo esto, además de darme pesadillas, me hizo darme cuenta de
que cuando encontré a Claire, sabía que iba a hacer lo que fuera para
no perderla de nuevo.
Podemos haber hecho todo esta mierda al revés, pero no
cambiaría nada. Claire y Gavin son todo mi mundo y quiero hacerlo
oficial. Quiero que ella sepa que nada podría arrancarme de ellos y que
estoy en esto a largo plazo. Empujando los nervios a un lado, sonrío
mientras observo mi futuro, y una gran parte de mi cuenta de ahorros,
metida en la pequeña caja de terciopelo. Cierro la tapa de un golpe
cuando Drew entra en la cocina colgando sus llaves de la punta de su
dedo índice, manteniéndolas lejos de su cuerpo en la medida de lo
posible.
—Así que realmente lo vas a hacer, ¿eh? ¿Vas a hacer de Claire
una mujer honesta? —pregunta mientras abre la llave del fregadero,
vierte aproximadamente la mitad de una botella de jabón líquido, y
lanza sus llaves en la creciente pila de burbujas. Cierra el grifo y se da la
vuelta para apoyarse en el mostrador. Le doy a él y al fregadero una
mirada interrogativa y él se encoge de hombros.
—Las encontré en el tanque del inodoro. Es mejor prevenir que
lamentar.
Gavin elige ese momento para entrar a la habitación y lo tomo en
brazos antes de que le pregunte a Drew por qué esta es la segunda vez
en un mes que ha perdido sus llaves en mi inodoro.
—¿Por qué está el tío Drew lavando platos? —pregunta Gavin
mientras envuelve sus brazos alrededor de mi cuello.
—No estoy lavando los platos. Estoy lavando mis llaves —explica
Drew de espaldas a nosotros mientras salpica el agua tratando de
recuperarlas. Las arroja fuera del fregadero mientras se da la vuelta,
salpicando a Gavin y a mí con espuma.
—No se lavan las llaves. Eso es tonto —responde Gavin serio.
—Um, ¿hola? También lavas llaves. Especialmente si tienen t u caca
en ellas porque est aban en t ú inodoro —replica Drew sacudiendo el
exceso de espuma fuera de su llavero.
—¡No hago caca sobre las llaves! ¡TÚ haces caca en las llaves! —
grita Gavin enojado—. ¡Voy a meter tu cabeza en el inodoro!
Probablemente debería haber intervenido ya, pero a veces esto es
el punto culminante de mi día. Desenrollo los brazos de Gavin de mi
cuello y lo pongo abajo.
—Está bien, eso es suficiente. Gavin, ve a tu habitación y toma tu
gorra de béisbol. Es casi la hora de recoger a mami e ir al partido.
Gavin sale corriendo, pero no antes de darle a Drew una mirada
enojada.
—Amigo, ese chico tiene problemas de ira. Espero que duermas
con un ojo abierto por la noche —murmura Drew mientras observa a
Gavin irse. Se gira hacia mí y cruza los brazos—. Así que, seguiste mi
consejo y harás la propuesta en el juego de béisbol. Genial. Buen trabajo.
—Por mucho que me duela decir esto, fue una muy buena idea. Un
tipo en el trabajo tiene un montón de entradas gratis para el juego de los
Indios hoy porque su hija trabaja para el servicio de conserjería en
Progressive Field. De acuerdo con este tipo, ellos no permiten que sólo
pagues por una propuesta más que ponen arriba en el marcador. Me dio
el número de trabajo de su hija y ella me habló de todo este paquete de
propuestas que tienen. Así que, por trescientos dólares ahora soy el
orgulloso propietario de un paquete de propuesta de los Indios de
Cleveland —explico orgulloso.
—¿Esos trescientos dólares aseguran que podrían ganar un partido
este año? —pregunta Drew.
Sacudo mi cabeza. —Probablemente no. Pero, conseguí que nos
cambiaran a asientos VIP en un palco después de que lo proponga, una
brillante foto de cinco por siete de la propuesta de cómo fue vista en el
marcador, una docena de rosas rojas, y un certificado de regalo para el
restaurante Terrace Club justo en el parqueo para que podamos tener
una cena para celebrar —le digo con una sonrisa mientras agarro mis
llaves del auto, no infectadas del inodoro, del mostrador junto con mi
billetera.
—Si ella dice que sí, quieres decir. De lo contrario esa sólo va a ser
la foto más deprimente que jamás hayas colgado en la pared y una
cena realment e incómoda —suministra Drew con un movimiento triste de
cabeza.
—Muchas gracias por ese voto de confianza —digo inexpresivo.
Y ahora los nervios están de vuelta. Pero no los dejaré salir. He
estado destrozando mi cerebro por semanas tratando de encontrar una
manera única y especial para proponérselo a Claire, y cuando ella
casualmente mencionó que nunca había llevado a Gavin al juego de los
Indios, sabía que iba a ser el escenario perfecto. Será frente a miles de
personas y nuestro hijo estará allí para presenciarlo. ¿Qué podría ser
mejor que eso? Y realmente, ¿a qué mujer no le encantaría eso?

***

En la sexta entrada es cuando todo se fue a la mierda. Aparte de


los nervios en el estómago inducidos por Drew, que sufrí durante las
primeras cinco entradas, estamos teniendo un buen momento. Gavin
está maravillado por el estadio y los Indios van ganando por siete.
Mientras mi rodilla rebota hacia arriba y hacia abajo, y me obligo a no
comprar otro perro caliente para tener algo que hacer porque ocho
perros calientes en el estadio es donde trazo la línea, trato de no pensar
en el hecho de que nunca le pedí al padre de Claire su mano en
matrimonio. Eso es algo que la gente todavía hace hoy en día, ¿no es
así? ¿Estaría George enojado de que no tuve una charla oficial con él
para discutir nuestras próximas nupcias o si lo aprobaría o no? Y ahora
que he dicho las palabras “charla oficial”, estoy teniendo destellos de
George usando un traje de tres piezas y sombrero mirándome a través de
un plato a medio comer de lingüini mientras sostiene sus dedos debajo
de la barbilla y luego se excusa para ir al baño para que pueda tomar el
arma que escondió detrás de la taza del baño y dispararme en la
cabeza.
—Deje el arma. ¡Tome el cannoli!
Algunas personas en la fila delante de nosotros dan la vuelta para
mirarme con curiosidad y sólo me encojo de hombros. No me van a
juzgar si saben que mi futuro suegro es un mafioso que me quiere muerto
por no ir a través de los canales adecuados para casarme con su única
hija.
Claire está demasiado ocupada discutiendo con Gavin sobre
cómo una tercera bolsa de algodón de azúcar, de hecho, no le dará
súper poderes no importa lo que viera en la televisión, por lo que no tiene
ni idea sobre el pequeño ataque de pánico que estaba teniendo. No es
que me gustaría hablarlo con ella de todos modos. Esto se supone que
sea una sorpresa, una de las grandes que cambia vidas, que podría
hacer o romper nuestro futuro. O mis rodillas, si George decide que
realmente me odia.
Sigo golpeando mi pie maniático mientras José Cabrera sube al
plató y repito las palabras que planeo decirle a Claire en mi cabeza.
Nunca pensé que t e encontraría de nuevo... eres mi corazón, mi
alma y mi razón de vivir... cada momento que paso cont igo es como…
La risa de Claire rompe mi concentración, y la miro para verla
señalar hacia los jardines y riéndose con unas pocas personas sentadas a
su alrededor.
—¡Oh, Dios mío, podrías mirar eso! —exclama.
Miro más allá de la tercera base para ver lo que ha captado su
interés. Cuando veo lo que todo el mundo está mirando, mi estómago
cae hasta los dedos de los pies y los ocho perros calientes que me comí
amenazan con hacer una reaparición de una manera totalmente
desfavorable, que no será de lejos tan divertido como carne bailando y
cantando la canción de la salchicha de Oscar Mayer.
Allí, televisado por la pantalla gigante para que todos en
Progressive Field lo vean, está un hombre de rodillas en algún lugar de la
línea de primera base sosteniendo una caja con un anillo a una mujer
sollozando histéricamente con las manos en la boca sorprendida. En la
pantalla tamaño gigante, con letras rojas parpadeantes debajo de su
imagen están las palabras: “Crystal, ¿te casarías conmigo? ¡Con amor
Rob!”
Claire resopla y sacude la cabeza. —Que inútil es ese tipo. ¿Cómo
puede ser tan cursi? ¿Proponérselo en un partido de béisbol en frente de
decenas de miles de extraños y ponerlo arriba en el marcador? Eso tiene
que ser la cosa más cliché.
—¡Muy original, imbécil! —grita mientras todos alrededor de
nosotros aplauden y vitorean cuando la mujer en la pantalla asiente y se
abrazan.
Oh dulce Jesús. Dulce madre que jode el joder de los joderes.
Voy a ganar el premio al “Imbécil del Año” si mi propuesta
aparece en esa pantalla en los próximos cinco minutos, como está
previsto. Ni siquiera sé si hay un premio al “Imbécil del Año”. Debe
haberlo. Es probablemente un enorme trofeo con un pene de oro y una
flecha apuntando hacia él, que dice: “¡Este eres tú! ¡Una enorme imbécil!
Felicidades”. Probablemente hay incluso un libro del “Imbécil del Año”
que se imprime cada año como el libro de los “Premios Darwin”, que
realmente no tiene nada que ver con ganar un preciado premio y todo
que ver con el hecho de que las personas están apuntándolo y riendo
porque se murió al tratar de bailar lento con un avestruz que prefería
picotear sus ojos a aprender el Cha Cha Chá.
¡Claire va a picot ear mis ojos si se lo propongo ahora mismo!
—Carter, ¿estás bien? Parece que vas a vomitar. Te dije que nadie
debe comer jamás más de seis perros calientes. Eso sólo es buscar la
enfermedad del hocico de cerdo o de lo que sea que hagan esas cosas
—me regaña Claire cuando me miró con preocupación.
—¿¡Me comí un hocico de cerdo!? —pregunta Gavin exaltado—.
¿Qué es un hocico de cerdo?
Claire se gira al otro lado para tratar de explicarle a Gavin que los
perros calientes están, de hecho, no hechos de perros, y aprovecho el
momento para saltar de mi asiento, murmurando algo acerca de vomitar
antes de hacer una carrera por las escaleras al servicio de conserjería
para cancelar mi paquete de propuesta de los Indios de Cleveland antes
de morir en un horrible y lento picoteo de ojos.
Traducido por Wen
Corregido por mariaesperanza.nino

—Creo va a romper conmigo.


El suspiro de Liz a través de la línea telefónica es fuerte y claro. Sé
que está irritada conmigo. Yo estoy irritada conmigo. Está llegando al
punto en que ni siquiera puedo soportar el sonido de mi propia voz y sin
embargo no puedo dejar de hablar al respecto.
—Ha estado actuando muy raro desde el juego de los Indios la
semana pasada —explico mientras meto en coche a la entrada y dejo el
motor al ralentí.
—Carter no romperá contigo. ¿Vas a dejar de hablar de esto ya?
Quizás solo esta estresado por el trabajo o por el hecho de que sus
padres vienen de visita. ¿Has intentado hacer aquel movimiento que te
comenté la otra noche? En el que pones tus dedos sobre su—.
—LA-LA-LA, ¡no estoy escuchándote! —grito sobre su voz y trato de
bloquear las palabras “próstata” y “masaje suave”.
—Bien, pero en serio, eso lo relaja por completo —dice ella de
manera casual.
Apago el motor y apoyo mi cabeza sobre el volante.
—¿Has probado, oh, no lo sé, pregunt arle qué está mal? —
continua Liz.
—Me estás rodando los ojos en este momento, ¿verdad? —
respondo—. No, no le he preguntado. He hecho lo que toda mujer en
una nueva relación hace cuando su novio est á todo ansioso y con los
nervios de punta. Estoy ignorando completamente la situación y
fingiendo que no está pasando nada mientras hago una lista de las
posibles razones y respuestas que pueda lanzarle cuando él finalmente
decida darme el rechazo en seco. No seré de esas personas que se
callan cuando les dicen, “no eres tú, soy yo”, y luego seis horas más tarde
cuando me encuentro sentada en la oscuridad con una botella de
vodka grite, ¡OH ERES TU TOTALMENTE Y TU PENE PEQUEÑO! Tendré replicas
viables preparadas, para que no se me ocurran cuando esté sola y
borracha, y no le hagan bien a nadie.
Me siento nuevamente en mi asiento y me quedo en la puerta
principal de la casa en la que ahora vivo con Carter. El rancho blanco
de tres dormitorios con persianas negras se encuentra entre un frondoso
grupo de árboles de pino. Amo esta casa. Pero más importante, amo los
dos hombres dentro de ella. Mi corazón literalmente duele cuando
pienso en no estar con Carter.
—Carter no tiene el pene pequeño, por cierto —digo, rompiendo el
silencio.
—Sí, según lo que me has dicho. Varias veces —dice Liz
inexpresivamente.
—Lo siento, sigo molestándote con esto.
—No te disculpes. Para eso estoy aquí. Sólo tienes que hablar con
él al respecto. Puedes darme las gracias por mi sabio consejo al recordar
que, como mi dama de honor, estas obligada a mantener cualquier y
todas las actividades de despedida de soltera pasadas de moda lo más
lejos posible de mi este fin de semana. —Me recuerda Liz.
La fecha de la boda de Liz y Jim está cada vez más cerca. Alejada
todo lo posible de la típica novia, Liz había vetado una despedida de
soltera tradicional, y en su lugar decidió que no sería más que una gran
noche fuera. Tal vez eso es lo que Carter y yo necesitamos, una noche
fuera con amigos, sin ninguna responsabilidad en el trabajo, o con los
niños. Le di las gracias a Liz y colgué rápidamente el teléfono para poder
entrar a la casa y saludar a mis chicos.
—¡Estoy en casa! —grito al cerrar la puerta del frente y poner mi
bolso en la mesa junto a ella.
Un destello de colores sale corriendo hacia mí desde la sala.
—¡Mami está en casa! —aplaude Gavin cuando lo recojo y
comienzo a entrar más.
—¿Dónde está papi? —pregunto frotándole la espalda cuando se
aferra hacia mí.
—Se está preparando para el trabajo.
Entro al dormitorio y lo bajo sobre la cama, saltando al colchón a
su lado. Gavin se levanta y comienza a saltar de arriba a abajo
cantando.
—¡Me levante ta mañana, me compre una pistola!
Antes de poder decirle que se detuviera, Carter sale del baño,
metiendo su cabeza a través del cuello de la camiseta y bajando el
material por el resto de su estómago.
—Hey, nena. —Me saluda con una sonrisa mientras hace su camino
hacia la cama, se inclina y me besa. Se entretiene en mi boca y frota sus
labios de un lado al otro en los míos antes de alejarse para poder
mirarme.
—¿Dejaste que nuestro hijo viera Los Sopranos 5 otra vez? —le
pregunto con un movimiento de cejas.
Carter se ríe nerviosamente y retrocede. —No, ¿Por qué piensas
eso? —Gavin deja de saltar en la cama y miro a Carter.
—Si me dejaste, papi, ¿No decuedas? Big Pussy lloró, y tú lo
llamaste trasero mariquita —dice con seriedad.
Miro a Carter mordazmente.
—Y dime que no saliste con él en público con esa camisa puesta.
Ambos miramos la camisa de Gavin con esas frases atrevidas. “Ellas
me sacuden.”
—No puedo confirmar o negar esos rumores —dice Carter
sentándose a mi lado en la cama para poder ponerse sus zapatos—. Sólo
digamos que tuvimos un almuerzo con el Tío Drew, y si no le ponía la
camisa nueva que le compró a Gavin, hubiese habido una escena.
—Estoy bastante segura de que Gavin hubiese estado bien si no se
hubiera puesto esa camisa —le digo.
—No estoy hablando de Gavin. ¿Conoces a Drew?
Gavin da un salto fuera de la cama y sale corriendo del cuarto. Me
deslizo más cerca de Carter y descanso mi cabeza en su hombro.
Levanta un brazo y lo pone alrededor de mis hombros, acercándome
más a él. Parece estar bien en este momento, así que me imagino que
no hay necesidad de arruinar el momento preguntándole cuál ha sido su
problema en los últimos días y si aún me ama.
—A veces, realmente odio que trabajes por la noche —digo
suavemente, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura.

5 Serie de televisión estadounidense que gira en torno al mafioso de Tony Soprano y las dificultades que
enfrenta tanto en su hogar como en la organización criminal que dirige.
Se gira y me besa, acostándonos sobre la cama, así que somos
una maraña de brazos y piernas.
—No tienes que mentir. Sé que te gusta la paz y tranquilidad
durante la semana y tener el dominio del control remoto —dice con una
sonrisa y aparta el cabello de mis ojos.
—Tienes razón, lo hago. Pero no significa que no te ame. Sólo
significa que puedo ver Amas de casas reales del Condado Orange 6 sin
que me ruedes los ojos y tus comentarios sarcásticos. Si alguien va a
juzgar a Gretchen y Slade por sus pobres decisiones en la vida, seré yo —
explico.
—Oh, eso me recuerda. Tengo algo para ti —dice quitando sus
brazos de mí y rodando sobre su espalda para poder cavar en el bolsillo
de su pantalón.
—¿Vas a decirme que tienes un regalo en tus pantalones para mí?
Porque tengo que decirte que he estado de fiesta en esos pantalones un
montón de veces. Casi consigo una contusión la última vez.
Carter cava más profundo en sus vaqueros y gruñe en mi dirección.
—No es mi culpa que no estuviese preparado para una mamada
en carretera. Pensé que no te sentías bien y que sólo ibas a poner tu
cabeza en mi regazo. Cuando la polla de un hombre hace su aparición
en un auto en movimiento un sábado en la noche, un empuje de cadera
involuntaria sucederá.
Finalmente saca su mano del bolsillo y la sostiene frente a mí, con la
palma hacia arriba.
—Este es tu regalo —me dice.
Miro su mano y observo dos pequeñas y anaranjadas piezas de
espuma con forma de campana guardadas en una pequeña bolsa de
plástico. Las observo con curiosidad tratando de decidir la respuesta que
uno debe dar cuando recibe algo parecido a los vestidos de las
muñecas Polly Pocket.
—Um, ¿no deberías haberlo hecho?
Carter se ríe de mi obvia confusión.
—Oh, debí haberlo hecho. Especialmente si quiero vivir otra noche
durmiendo a tu lado. Esto, querida, son los mejores tapones para oídos

6
The Real Housewives of Orange County es una serie televisiva del género reality de Estados Unidos.
que han existido. Tienen montones y montones de ellos en el trabajo. Si te
gustan, déjame saberlo para traerte algunos más.
Me est á dando t apones para oídos. REALMENTE me ama.
Tomo la bolsa de su mano y rasgo el plástico con mis dientes para
poder ponerme los tapones blandos y echarles un vistazo. Coloco uno
entre mis dedos índice y pulgar para reducirlo, y luego lo pongo en mi
oído.
Repito el proceso con el otro y me quedo perfectamente inmóvil
mientras la espuma se expande lentamente hasta que no pude escuchar
un solo sonido más allá de mi respiración.
—¡MUCHAS GRACIAS, SON PERFECTOS!
Al menos supongo que eso fue lo que dije. A mí me sonó más como
el profesor en la comiquita de Charlie Brown.
Carter sonríe y miro el movimiento de su boca.
—¿QUÉ?
Su boca se mueve de nuevo.
¿No entiende el concept o de los t apones de oídos? La palabra por
sí misma es bast ante explicita. Tapón. Oído. Del latín “No puedo escuchar
ninguna jodida cosa que venga de t u boca.”
Meto un dedo en mi oído y saco el tapón.
—Estaba diciendo, de nada. Tengo que irme al trabajo ahora.
¿Puede asegurar esto que puedo irme a dormir desde ahora o saber que
todas mis extremidades estarán unidas cuando despierte?
Sale de la cama, y saco el otro tapón de oído y los coloco en mi
mesa de noche, así puedo seguirlo fuera del dormitorio.
—Juro solemnemente que no seré Lorena Bobbet 7 con tu polla —
digo mientras hacemos nuestro camino del pasillo hacia la sala.
Carter le da una rápida despedida a Gavin, quien se encuentra
sentado en el sofá viendo comiquitas, y luego toma su bolso de trabajo
del piso frente a la puerta.

7
Lorena Bobbet se hizo famosa mundialmente por cortarle el pene a su marido mientras dormía, el 23 de
junio de 1993. La noche del suceso, su marido llegó borracho y la violó. Además de esto, según Lorena, la
motivación de su acción se basó en que John la sometía a humillaciones y maltrato continuo.
—No te olvides que la salida pre-boda de Liz y Jim, que nunca
vamos a referir como una despedida de soltero-barra-soltera, es este fin
de semana —le recuerdo a Carter y planto un beso en su mejilla.
—Lo sé, Drew ya me envió tres mensajes desde el almuerzo
tratando de hacerme admitir que estaba bromeando cuando le dije que
no habría strippers. Recibí una llamada de su teléfono después del último
texto que le envié pero él nunca habló. Creo que sólo estaba llorando
silenciosamente en el fondo.
Carter abre la puerta y se gira hacia mí antes de salir.
—Oh y t ú no olvides que mis padres vienen este fin de semana
desde Columbus. ¡No puedo esperar para que finalmente los conozcas!
Cierro la puerta tras de él y descanso mi espalda sobre ella.
—Yay. Conoceré a los suegros. —Me aliento a mí misma en una
manera nada alegre.
Traducido por Francisca Abdo Arias & Val_17
Corregido por CarolVanessa

La noche del viernes ya está aquí y la semana de trabajo ya ha


terminado. No es que realmente tenga algo por lo que quejarme en ese
sentido. Soy dueña de mi propio negocio (¡Alguien que me pellizque!), y
cada momento que paso en la tienda me hace feliz. Pero incluso
cuando amas lo que haces, sigue siendo bueno olvidarse de él durante
unas horas.
Las preocupaciones menores sobre Carter son empujadas a la
parte trasera de mi mente, ya que todo ha sido tan perfecto entre
nosotros el último par de días. Él ya no salta cuando entro en la
habitación, y no está susurrando en el teléfono cuando salgo de la
ducha. Una mujer normal debería probablemente creer que la engaña,
pero yo no. Yo ya le había seguido un par de veces y comprobado sus
mensajes de texto.
En serio. No me juzgues.
Gavin pasará la noche en casa de mi padre, así que tan pronto
como llego a casa del trabajo, empaco su bolsa para dormir y luego me
preparo para la fiesta. Todavía no he dejado de agradecerle a Liz
después de que me informó que no quería una despedida de soltera
tradicional, donde un grupo de chicas se sube a una limusina y va a un
club de striptease.
Gracias a Dios.
No me malinterpreten, yo estoy completamente lista para
emborracharme e ir a un club de striptease de mujeres, ¿pero a uno de
hombres? Eso es asqueroso. ¿Has estado en un club de striptease
masculino? Esos hombres aceitosos, de pelo largo, y levantados con
asteroides, haciendo volteretas en hamacas de plátanos, empujando sus
caderas en tu cara, y frotando tu pierna. Es repugnante. ¿Has tenido
alguna vez a un hombre que no conoces, frotando su pene en tu rodilla?
Me hace vomitar en mi boca pensar en ello. Y seamos honestos, el pene
no es la cosa más bonita para mirar. Si es un tipo que se hace llamar el
Semental Italiano, usando un Speedo con la bandera italiana en él,
bailando la canción de Jersey Shore, mientras tiene un pie en tu rodilla y
menea sus caderas como si no hubiera mañana… Bien, me voy a
detener allí antes de que Carter me encuentre acurrucada en posición
fetal en la esquina, murmurando acerca de penes italianos, y piense que
estoy diciendo “penne” y no entienda por qué la pasta me hace llorar.
Como estaba diciendo, Liz no quiere nada de eso. Ella quiere
rentar un buen autobús limusina e ir a algunas bodegas de vino. Estoy
segura de que la noche todavía incluirá comentarios inapropiados, pero
por lo menos no va a incluir arruinar la autoestima de un hombre
apuntando y riéndose de su paquete. A menos que Drew decida
desnudarse por alguna razón. No puedo hacerme responsable de mis
acciones en ese caso, y no será mi culpa si se pone a llorar.
Una vez que Carter y yo estamos vestidos y listos para salir, subimos
a Gavin al auto y nos dirigimos a donde mi padre para dejarlo allí.
Cuando nos detenemos en un semáforo en rojo, Carter saca una mano
del manubrio y la pone en el interior de mi muslo desnudo.
—Te pusiste esa falda corta sólo para torturarme, ¿verdad? —
pregunta Carter en voz baja, para que Gavin no lo oiga desde el asiento
trasero.
—No tengo idea de lo que estás hablando —digo con una sonrisa,
mientras cruzo mis piernas. El movimiento obligó, a su cálida mano subir
aún más por mi muslo y sus dedos pasan justo por debajo del dobladillo
de la falda de mezclilla hecha jirones.
No estoy mintiendo cuando digo que disfruto el hecho de que
Carter y yo trabajemos en turnos opuestos. Me gusta la paz y tranquilidad
durante la semana, pasando tiempo a solas con Gavin. Eso hace que el
ajuste de ser una madre soltera, a vivir con el padre de mi hijo, no sea tan
malo. Pasé tanto tiempo por mi cuenta y teniendo a Gavin para mi sola,
que fue agradable no estar empujados hacia algo que era
completamente un giro de ciento ochenta grados, de lo que estábamos
acostumbrados. Aún así, no quiere decir que no extraño a Carter durante
la semana.
O más específicamente, el sexo con Carter durante la semana.
Cuando tienes relaciones sexuales una vez, te embarazas, y luego pasan
años antes de que lo hagas de nuevo, y lo haces otra vez, es alucinante
y delicioso, y mucho mejor que encontrar una mina de oro, un unicornio,
y un duende que caga diamantes en el extremo de un arcoíris. Tener que
esperar una semana entera para tener este maravilloso sexo es una
tortura. Sólo tener la mano de Carter en mi pierna, pone todo tipo de
pensamientos sucios en mi cabeza, pensamientos que no debería tener
aquí cuando nuestro hijo se encuentra en el asiento trasero.
—Creo que tú y yo tenemos que hacer una llamada importante
esta noche —dice Carter con un movimiento de sus cejas.
Me río, recordando la primera vez que tuvimos sexo otra vez
después de la noche que tomó mi virginidad en la fiesta de fraternidad.
Cuando Gavin tocó la puerta de la habitación, justo en la parte final de
nuestra reunión (énfasis en unión) y luego nos preguntó qué estábamos
haciendo, con pánico, le dije que estábamos haciendo llamadas
telefónicas. Había parecido una buena idea en ese momento.
Pongo mi mano sobre la de Carter y la deslizo un poco más debajo
del borde de la falda.
—Te perdiste un montón de llamadas esta semana mientras
estabas en el trabajo. Tuve que hacerme cargo de ellas por mi cuenta.
Mi t eléfono tiene la batería muerta ahora —bromeo.
—¿Grabaste esas llamadas? Eso es algo que me gustaría escuchar.
—dice con un guiño antes de volver su atención a la calle, mientras las
luz se vuelve verde.
—Lo siento, la contestadora tampoco tiene batería —contesto.
—Probablemente porque tomaste las baterías de cada aparato en
un radio de cinco millas y las pusiste en tu t eléfono —responde Carter
con una cara de desprecio.
—No te pongas celoso porque el teléfono pasa más tiempo
conmigo durante la semana que tú. —Lo consuelo con una palmadita en
la mano.
—No estoy celoso. Acabo de utilizar mi PDA Palm.
Pongo los ojos en blanco.
—Tu PDA Palm no es rival para mí… Vt ech inalámbrico —balbuceo.
¿De qué est amos hablando? ¿Hay un punt o en el que las
insinuaciones comienzan a empeorar?
—Ya sé lo que ustedes están haciendo cuando hacen una
llamada —dice Gavin casualmente desde el asiento trasero.
¿Conoces esa sensación cuando dices una mentira, y alguien te
descubre, tu cara se pone toda caliente y mariposas llenan tu
estómago? Es diez veces peor cuando es tu propio niño fastidioso
descubriéndote y mirándote como si dijera: ¿Me estás bromeando con
esta mierda?
—¡Je, je! ¿Qué quieres decir, amigo? —pregunta Carter, riendo
nerviosamente.
Él me mira y yo lo miro, y ambos miramos hacia Gavin en el asiento
trasero. Gracias a Dios que estamos detenidos en una luz roja. No creo
que Carter pueda ser tan confiado como para mantener al auto en
nuestro carril en este momento. Francamente, no creo que pueda
confiar en que no voy a abrir la puerta y saltar afuera. ¡SALTAR Y RODAR!
Voy a tener que contarle a mi hijo sobre las aves y las abejas en el
auto, de camino a la casa de mi padre. Nunca entendí el término de “las
aves y las abejas.” ¿Cómo se enseña adecuadamente a un niño sobre el
sexo? Nunca verás a una paloma montando a otra paloma o a una
abeja clavándoselo a un abejorro. Realmente deben llamarlo “Las vacas
y los caballos”. Justo el otro día fuimos a una granja y una vaca estaba
montada arriba de otra vaca, Gavin dijo—: Aww mira, mami. ¡Esa vaca
le está dando a la otra vaca un abrazo! —Podría haberlo explicado
fácilmente allí. Podría haber usado la terminología correcta como pene,
esperma y fertilización. Esa era una granja sin el amor de Dios. Ese tipo de
cosas se podían ver cada dos pasos entre cabras y cerdos, y gallos y
gallinas. Podría haberle dado un montón de ejemplos. Pero luego,
tendría que responderle la antigua pregunta de qué vino primero, el
huevo o la gallina, y esa pregunta todavía perturba MI mente. Ahora voy
a tener que inventar algún tipo de analogía que tenga que ver con
teléfonos.
Primero, tiras la antena para que esté larga y agradable, luego
aprietas los botones correctos para que el otro teléfono esté de ánimo
para hacer una llamada…
No puedo hacer est o. No est oy lista para est o. ¡Él es muy joven
para saber acerca de largas llamadas t elefónicas a dist ancia y t arifas de
it inerancia!
—¡M-a-a-m-á! ¿Me escuchaste? Dije que sé que están haciendo
cuando hacen llamadas por teléfono —repite Gavin.
Claro, adelante y repít elo. Obviament e necesitas asegurart e que
est amos lo suficient emente asust ados. LOS NIÑOS SON EL DEMONIO.
Tal vez si ignoro completamente la sit uación, él lo olvidará. Prendo
la radio, frenéticamente buscando una canción que él sepa y así pueda
gritar las letras.
¿Por qué hay t anta mierda de plática por la radio a las cinco en la
t arde?
—¡Oooooh, esta es una buena canción, Gavin! ¿Conoces esta
canción? —pregunto con demasiado entusiasmo. Carter me mira como
si estuviera loca, mientras las notas de Kenny G llenan el auto.
Jodido Kenny G. ¿No puedes grabar UNA canción con let ra?
Michael Bolt on no t e enseñó nada. Falla épica, Kenny. Falla épica.
—Ustedes, chicos, siempre bloquean su puerta cuando hacen
llamadas telefónicas —dice Gavin.
¡Hijo de put a, Kenny G! Pones a t odos a dormir pero no a mi hijo. La
ÚNICA cosa que t enías a t u favor y ahora se ha ido a la mierda.
—Ustedes se besan ahí, ¿no? —pregunta Gavin.
Dejo de mecerme al ritmo de Kenny G y apago la aplicación BIC
Lighter8 de mi teléfono, notando que Carter sigue mirándome divertido.
Es como si no me conociera. ¡Estoy tratando de sacar de la mente de
Gavin la fertilización y las abejas follando palomas!
—¡SI! —grita Carter—. Eso es exact amente lo que hacemos. Nos
besamos. Sólo eso hacemos. Sólo besos. A veces mami y papi necesitan
bloquear la puerta para que podamos besarnos. Y… sólo besos. ¿Qué
otras cosas podemos hacer que no sea besarnos? ¡Ja, ja! Mami y papi
sentados en un árbol, se B-E-S-A-N.
Me acerco y aprieto su brazo para que deje de hablar mientras
entramos en la calle de mi padre. Gavin se desabrocha el cinturón y se
apresura al salir del coche para correr hacia mi papá, su atención ya
desviada. Mi papá lo aprieta en sus brazos y se reúne con nosotros en el
aut o, mientras Carter saca la bolsa de dormir de Gavin fuera del asiento
trasero, y yo me mantengo en mi puerta abierta, dejando escapar un
suspiro de alivio, ya que la educación sexual de mi hijo de cuatro años
finalmente acabó.
—¡Oye, abuelo! ¡Mami y papi bloquean su puerta para poder
besarse! —le cuenta Gavin con entusiasmo.
Mi padre se ve un poco asqueado y rápidamente cambia de
tema.
—Tengo esa película Gnomeo y Julieta para que la veamos esta
noche —le dice a Gavin.
Lamentablemente, Gavin no va a ser disuadido, incluso con los
gnomos de jardín que vienen a la vida y violan a una pequeña
comunidad mientras ellos duermen. Estoy segura que no es lo que
realmente sucede en una película para niños, pero en mi mente así es.

8
Bic Lighter: Es una aplicación que simula a un encendedor, especialmente usada para conciertos .
Los gnomos de jardín son espeluznantes. Creo firmemente que vienen a
la vida después de que te vas a la cama por la noche y te violan.
—Mami y papi hacen un montón de ruido cuando se besan. Mami
le habla a Dios un montón. Yo también hablo a Dios algunas veces. Le
pedí un cachorrito y un nuevo camión monstruo pero yo fui bueno y no le
grité como hace mami. Sin embargo, Él todavía no me trae un
cachorrito.
Y en un segundo, despedimos a Gavin con un beso, saltamos al
auto y huimos de ahí.
Mi papá puede lidiar con las aves y las abejas, y las vacas y las
gallinas, y los caballos besadores, al mismo tiempo que ve a su hija
gritando a Jesús en su cabeza.
Nos detenemos en la casa de Liz y Jim quince minutos después y
estacionamos en la calle detrás de la limusina más grande que he visto.
Liz me había dicho que alquiló algo pequeño y modesto para llevarnos,
por lo que no habría que preocuparse por arruinar la noche de alguien y
obligarlos a ser el conductor designado. Obviamente su versión de
pequeño y modesto, difiere mucho de la mía. Esta cosa podría albergar
un equipo de fútbol entero con espacio de sobra.
—¡Ya era hora de que ustedes dos malditos llegaran aquí! —grita
Drew, mientras nos encuentra al final del camino de entrada, lanzando
una cerveza por el aire hacia Carter.
En honor a las rutas de v ino de la noche, Drew lleva una camiseta
con una imagen de un sacacorchos al frente que dice “Lo saco”.
Subimos las escaleras del autobús para unirnos a todos los demás,
notando que todos están bien en su camino hacia ponerse borrachos,
todos, excepto Liz. Ella está sola en la parte trasera del autobús, con los
brazos cruzados y el ceño fruncido sobre su rostro.
Tomo una mirada de ella y lo sé, había llegado justo a tiempo.
¿Cómo pudo haber pasado est o? ¿Por qué no había nadie
ayudando a mi pobre amiga?
Dejando a Carter en la parte delantera del autobús con Drew, Jim,
y Jenny, me apresuro por el pasillo y me siento junto a Liz.
—¿Quién te hizo esto? —le pregunto enojada, mientras envuelvo
mi brazo alrededor de su hombro.
Me mira y juro que veo temblar su labio.
—Está bien. Me puedes decir. Lo arreglaremos —le aseguro
mientras froto relajantes círculos en su espalda.
Veo destellos de esperanza en sus ojos, y sé que va a estar bien.
Voy a hacer esto mejor para ella, aunque sea la última cosa que haga.
—¡Mi madre! Fue ella. ¡Todo era ella! —grita con angustia.
Rápidamente miro la parte delantera del autobús, temiendo que
sólo pensar en la señora Gates de repente la haga aparecer. ¡Olvida a
noviazilla! La señora Gates es la madre-de-noviazilla. Ella es la más
grande boda nazi en el mundo. Todas y cada una de las tradiciones de
bodas, cuentos de esposas viejas, rituales, y costumbres, ella cree en eso,
lo practica, y obliga a todos a su alrededor a participar.
Ahora mismo, mi pobre mejor amiga, está usando una tiara de
diamantes de imitación, con un velo unido, una banda en la parte
delantera que dice “A ser la Novia”, y debajo de esa banda, una
camiseta, envuelta individualmente, con chupones estratégicamente
conectados encima de sus senos. En luminosa pintura rosa brillante están
las palabras, “Chupe por un dólar”.
—¡Estoy en el infierno de las despedidas de solteras! —chilla Liz.
Me acerco y comienzo a desplumar los chupones de sus tetas.
—Está bien, voy a sacarte de esto —le digo.
—¡Claire Donna Morgan, espero que estés dándole a mi hija un
dólar por cada uno de esos chupones que estás sacando de su
camiseta!
Es como algo salido de una película. La música que bombea de los
altavoces de la limusina se detuvo y todas las risas de nuestros amigos
mueren inmediatamente.
—¡Corre! ¡Sálvate! —susurra Liz en voz alta mientras trata de
empujarme lejos de ella.
Lentamente me levanto y pongo una cara valiente, dejando que
mi amiga sepa que tomaré una por su equipo. Estaré en medio de ella y
la súbita muerte de su despedida de soltera. Me doy la vuelta justo a
tiempo para verla precipitándose por el pasillo.
—¡¿Puedes creer que mi bebé se va a casar?! —grita la Sra. Gates
mientras me lanza una banda por encima de mi cabeza, que dice
“Dama de Honor”, antes de que pueda parpadear.
Ella me tira en un fuerte abrazo, rebotándome arriba y abajo,
como si fuéramos compañeras de hermandad perdidas, el olor dulzón de
su perfume White Diamonds me rodea y amenaza con hacerme
lagrimear.
Cuando mi familia está más en la línea de la familia Connor de la
serie Roseanne, la familia de Alice se inclina más hacia The Brady Bunch.
Por la droga.
O tal vez el ácido.
¿Cuál es la que te hace ver conejitos borrosos cantando sobre
piruletas, y gatitos y perritos jugueteando en un arco iris?
—Claire, estoy confiando en ti para asegurar de que mi bebé se la
pase bien esta noche —dice la señora Gates con firmeza, mientras se
aleja de mí y empuja un pedazo de papel en mi mano—. Es una
búsqueda del tesoro para Liz. Tienes que asegurarte de que haga cada
cosa en la lista antes de que termine la noche. Me han dicho que está
de moda con ustedes los jóvenes.
No bajes la mirada hacia la lista; no bajes la mirada hacia la lista.
—Bueno, no te quedes ahí parada, Claire. ¡Mira la lista! —exige la
Sra. Gates con entusiasmo.
—Conseguir que un extraño les dé su ropa interior —murmuro,
leyendo la primera línea.
La Sra. Gates chilla como una niña pequeña. —Oh, Dios mío, ¡esto
va a ser un puntazo! ¡Sigue leyendo!
Tomo una respiración profunda, forzando al vómito que había
interpuesto en la garganta para que permanezca donde está y no
salpique todo el trozo de papel en mi mano.
Aunque pensándolo bien... no es igual a ninguna lista de búsqueda
del t esoro.
—Y no te preocupes, ¡he hecho suficientes copias para todos! —
dice la madre de Liz entusiasmada, mientras saca un puñado de papeles
de su bolso y empieza a repartirlos.
Tapo mi boca con mi mano mientras escaneo la lista. No tiene
sentido vomitar ahora. Nunca seré capaz de proyectar el vómito lo
suficiente como para llegar a todas las copias.
Encontrar un chico con acento.
Conocer a un tipo con el mismo nombre que el novio y tomarte
una foto con él.
Besarte con una de las damas de honor.
Realmente no creo que deba est ar sobria para est o ahora.
—Sra. Gates, está luciendo positivamente radiante esta noche. ¿He
mencionado eso ya? —afirma Jim dulcemente, mientras se acerca por
detrás a su futura suegra y pone su brazo alrededor de su hombro.
—Ahora, no trates de distraerme, James. Tengo algo para ti —dice
mientras despliega una gorra de béisbol que dice “Novio” y la coloca en
su cabeza.
—Amigos, si estos son todos, necesito que tomen sus asientos, para
así poder irnos —informa el chofer de la limusina cuando asoma la
cabeza por la puerta del autobús.
—Bueno, supongo que es mi señal para salir —dice la señora Gates,
cuando se pone de pie allí, sin hacer ningún intento de movimiento.
Ella mira a su alrededor, a todos expectante, esperando que
alguien le ruegue que se quede y se una a nosotros.
Nadie habla.
O se mueve. Podía haber sido incluso una tos incómoda que creo
vino del conductor.
—Está bien... bueno... ¡Ustedes chicos diviértanse ahora! —dice ella,
finalmente mientras camina hacia la puerta del autobús—. ¡Oh Dios mío,
casi se me olvida la cosa más importante!
Se da la vuelta y corre por el pasillo hacia Liz. Todos gruñen en
silencio.
La Sra. Gates se detiene frente a su hija y mete la mano en la
gigante maleta que ella llama bolso y saca un pene. O debería decir,
productos del pene. Montones y montones de productos de pene, cosas
que ni siquiera sabía que se hacían en la forma de un pene, y ahora
tendré que blanquear mis ojos ante la idea de la madre de Liz entrando
en una tienda y comprando estos artículos:
Un collar de caramelo lleno de penes azucarados, una botella de
agua en forma de pene, un chupón en forma de pene, que decide
necesitaba estar atado alrededor de mi cuello.
Sí, definitivamente voy a quedar elegant e est a tarde.
Pero ella aún no ha terminado, oh no. Lo siguiente de su bolsa de
trucos: Pasta en forma de pene. ¿En serio? ¿Por qué demonios cree que
necesitamos una bolsa de la pasta en forma de pene en un autobús
limusina? No vamos a llenar una olla con un poco de agua, en el
pequeño cuarto de baño en la parte trasera del autobús y pegarlo en el
motor para hervirlo para que así podamos hacer maca-penes con
queso.
Ella le alcanza a Jenny una caja de gomitas de pene que Drew le
dice que abra de inmediato porque quiere oírla decir—: Este pene sabe
tan bien. —Por último pero no menos importante, nos entrega a todos
lápices con diferentes tapas de colores en formas de pene. Como sabes,
en algún momento de la noche podría haber una emergencia que
requiera que alguien escriba una nota, usando sólo un lápiz con una
tapa de pene.
Debería comprobar la búsqueda del t esoro. Podría est ar en la lista.
La señora Gates parece una pervertida Mary Poppins, sacando
penes de su bolso. Estoy esperando que saque una lámpara en forma de
pene o un perchero en forma de pene. Cuando finalmente vacía su
bolsa de todas las cosas fálicas, se baja del autobús y todos dejamos
escapar suspiros de alivio, y luego arrancamos cada banda, sombrero,
velo, y artículos chupe por un dólar, fuera de nosotros.
Drew nos echa a todos un trago de Tequila Rose (en vasos de
chupito en forma de pene, por supuesto) y los pasa.
—¿Qué es esta mierda de coño? —pregunta Jim, mientras huele el
líquido espeso y de color rosa en su vaso.
—Huele a leche de fresa —le digo con un encogimiento. No sé
nada de esto, pero la leche y el licor no suenan como que deberían ir
juntos.
—Sabe a leche de fresa también. Y es una mierda buena. Pensé
que nos gustaría empezar con algo femenino esta noche, así que se
lanzan en la primera hora —explica Drew.
Todos asienten en comprensión. Nadie quiere ser el primero en
vomitar.
Nosotros seis, nos sentamos en la parte trasera del autobús, en el
sofá de cuero en semi-círculo. Levantamos nuestros vasos de chupito en
el aire, hasta que todos tintinean juntos en el centro.
—Me gustaría proponer un brindis —dice Drew—. Brindo por
ustedes, brindo por mí. Jódanse, ¡brindo por mí!
Todos bajamos los chupitos mientras el autobús arranca y se aleja
de la acera.
Traducido por CoralDone & Liillyana
Corregido por Alaska Young

Oh. Dios. Mío. ¿Qué es ese ruido? ¿QUÉ ES ESE RUIDO?


Se siente como si alguien estuviera gritando en mi oído con un
megáfono. Dejo salir un quejido, giro y tiro de los cobertores sobre mi
cabeza en un intento para evitar que explote.
Dulce Jesús, ¿qué hice anoche?
—¡CLAIRE, por el amor de Dios, apaga la alarma!
Los gritos de Liz al otro lado de la puerta me hacen encogerme.
Bajo los cobertores sólo lo suficiente para poderle echar un vistazo a mi
alarma.
Efectivamente, el sonido que amenaza con hacer sangrar mis
oídos viene de ese pequeño bastardo en nuestro armario al otro lado de
la habitación.
El repetitivo dest ello de la hora, los números color rojo brillant e, y el
pitido ent recortado en esa cosa me hace pensar que est oy siendo
juzgada. Lo puedo escuchar: t equilla, chupit os, vodka, karaoke, eres una
idiota.
—Carter —murmuro.
Jesús, mi voz suena como si me hubiese tragado una cubeta de
grava. Se siente así también.
—Carter —me quejo de nuevo—. Apaga la alarma.
Con un ojo entrecerrado volteo mi cabeza lo más lento posible y
veo el lugar a mi lado en la cama vacío.
—Mierda.
Saco mi brazo de debajo del cobertor y agarro lo primero que mis
dedos tocan en la mesa de noche: un vibrador con una correa. Es un
triste, triste día cuando algo como esto no me perturba. Lo azoto a través
de la habitación y miro al gigante pene de goma rosada y su correa de
diamantes chocar con el despertador y efectivamente callarlo.
Pequeñas ráfagas de recuerdos de anoche destellan a través de
mi cerebro podrido y me hacen desear tener una lobotomía.
¿Cant é “Like a Virgin” en una bodega de vinos? ¿Y por qué no
est oy usando ropa interior?
Con mis ojos fuertemente cerrados, así los luminosos rayos del sol
brillando a través de la ventana no los encienden en llamas, tropiezo
fuera de la cama y me pongo un par pantalones de yoga que están
arrugados en el piso. Lentamente salgo de la habitación y voy hacia la
sala de estar.
—¡Oye, oso Claire! ¡Estás viva! —grita Drew desde su lugar en el
sofá cuando pelo mis ojos y le enseño el dedo por estar tan animado y sin
resaca.
¿Cómo es eso posible? Él bebió mucho más que yo. Eso creo. ¿Y
por qué est á en nuest ra sala de est ar? Voy a empezar a cobrarle la rent a
a ese idiota.
Me quedo mirando la molesta sonrisa en la cara de Drew y otro
recuerdo de anoche me asalta mientras me acerco a la mesa de la
cocina y saco una silla.
—¿Por qué te recuerdo orinando en alguna parte de esta casa? —
le pregunto con una voz ronca, la cual espero sea por gritar y cantar y no
por vomitar en algún lugar que no puedo recordar.
—¿Te orinaste en esta silla? —le pregunto enfadada mientras mi
culo se cierne sobre el asiento en cuestión.
—Sí, se orino en esa silla —responde Liz al salir del cuarto de lavado
en la cocina.
—Maldita sea, es como si tuviéramos un cachorro —farfullo y me
muevo para tomar asiento en uno de los taburetes de la barra en su
lugar.
—No me oriné t anto en ella —se queja Drew al entrar en la cocina
y hace un espectáculo mirando realmente duro a la silla en cuestión.
—No hay ningún nivel de BIEN en orinar en una silla, Drew —grito
tomando el vaso de agua y la aspirina que Liz ha puesto sobre el
mostrador frente a mí. Lanzo las pastillas a mi boca y me trago el vaso
completo de agua.
Escucho el leve sonido de música viniendo de algún lugar y me
doy cuenta de que mi bolso está cantando el tema principal de “Las
Chicas de Oro”. Liz y Drew estallan en risas detrás de mí mientras alcanzo
el final de la barra y agarro mi bolso, dándome cuenta por sus risitas que
alguno de ellos debió de haber cambiado mi timbre.
Cavo a través de mi bolso tratando de encontrar el maldito
teléfono antes de que esa estúpida canción se quede en mi cabeza
todo el día.
“...traveled down the road and back again. Your heart is true;
you’re a pal and a confidant…”
Mi mano finalmente se envuelve en el ofensivo celular y
rápidament e golpeo el botón de enviar para detener la canción antes
de que siquiera lo saque.
—¿Hola? —Volteo para ver a Liz y a Drew articulándoles las
palabras ¿Qué diablos? silenciosamente mientras contesto el teléfono.
Eso sólo hace que ellos se rían incluso más fuerte.
—Guau, no pensé que estarías despierta después de lo de anoche.
El sonido de la voz de Carter me hace olvidar que mis supuestos
amigos pusieron una estúpida canción en mi teléfono que no voy a ser
capaz de dejar de tatarear ahora.
—¿Tuvimos sexo anoche? —pregunto, sin tener ninguna vergüenza
en el hecho de que no lo recuerdo. En general, me gustaría saber por
qué me desperté sin pantalones o ropa interior puesta. Es sólo un
pequeño capricho que tengo.
—¿Te refieres a antes o después que llegamos a casa? —pregunta.
—Uh, ¿ambos?
Carter suspira. —No creo que estés lo suficiente despierta o sobria
para discutir el sexo que tuvimos antes de llegar a casa. Después…
bueno, creo que sexo era la idea general antes de que te quitara la ropa
y tú vomitaras en mí.
—Ohhhhh, lo siento por eso —me disculpo tímidamente.
—Es mi culpa. Nunca debí de presentarte a Drew —responde
bromeando.
—Él se orino en nuestra silla —me quejo, dándole a Drew el saludo
de los dos dedos.
—Tú vomitaste en mi polla —dice Carter inexpresivamente.
—Bien, tú ganas —digo con un suspiro—. Así que, ¿dónde estás?
—¡HOMBRE, DÉJAME DECIRLE DE LA ACCIÓN DETRÁS DE LA PUERTA
DEL AUTOBÚS! —grita Drew al teléfono, viniendo a mi lado.
Me giro para ver a Drew con una mirada de horror en mi cara.
—¿De qué estás hablando? —le pregunto—. Carter, ¿de qué
diablos está hablando? —grito en el teléfono—. Oh, Jesús… te dejé…
hicimos… OH, DIOS MÍO, ¿LO HICIMOS EN UN AUTOBÚS RODEADO DE
NUESTROS AMIGOS?
La risa ahora viene de todo mi alrededor. Liz se inclina tanto por el
ataque que se está cayendo al piso; Drew limpia lágrimas de sus ojos y se
inclina sobre el mostrador, y Carter resopla al otro lado del teléfono.
—¡No! No, no es lo que estás pensando. A pesar de que me rogaste
repetidamente diciendo: “Vamos, simplemente clávalo en mi culo”. Me
imaginé que no era algo que harías si estuvieras cien por ciento lucida.
Dime que recuerdas al menos haber estado en el baño conmigo —
suplica Carter.
Pongo mis codos sobre el mostrador y apoyo la cabeza en una
mano, cerrando mis ojos para tratar de evocar el encuentro en el baño
del que Carter habla.

Todo el mundo vuelve a subir al aut obús después de la t ercera


bodega de vinos, un poquit o más bullosos y mucho más borrachos.
Cart er se desploma en el banco de piel tirándome a su lado hasta que
est oy prácticament e desparramada sobre él y con mi pecho apoyado
cont ra el suyo. Sostiene mi cara con sus manos, y cuando el aut obús
empieza a moverse y nuest ros amigos comienzan a gritar y bromear en la
parte delantera del vehículo, se inclina y me besa. Su lengua empuja
lentament e en mi boca y barre a t ravés de mis labios provocando que
mariposas est allen en mi est ómago y calor se difunda en medio de mis
piernas. Después de varios minutos aleja su boca de la mía y dejo
escapar un gemido ant e la pérdida.
—¿Quieres ir al baño? —pregunt a Carter con un movimient o de sus
cejas.
—No. No t engo que orinar ahora mismo —le digo inclinándome
hacia él, así lo puedo besar de nuevo. Sabe t an delicioso, como a vino,
sol y gat itos.
—No est oy hablando de ir al baño como de IR al baño. Est oy
hablando de ir al baño y así poderme clavar en ti —dice con un bufido y
una risa.
—Eres t an romántico. Dilo de nuevo —le digo, mientras bato mis
pest añas hacia él.
Cart er mira sobre mis hombros y de vuelt a a mí.
—En serio. Nadie est á mirando. Podemos escabullirnos en el baño y
nadie nunca lo sabrá. Lo haré rápido.
—No, en serio, continúa. Esto me est á encendiendo t otalment e —le
digo con una voz monót ona.
Cart er tira de mi cara de vuelt a a la suya y nuest ros l abios chocan.
Su lengua patina sobre mi labio inferior ant es de sumirse de nuevo en mi
boca. El dolor de una semana de castigo por t rabajar en t urnos opuest os
se ha vuelt o deslumbrantemente obvio cuando profundizamos el beso y
yo práct icamente gateo sobre su regazo.
La mano de Cart er se desliza por el lado de mi cuerpo, rozando
uno de mis pechos y curvándose sobre mi cadera para agarrar mi culo y
tirar de mi más cerca de él. Mueve su boca de mis labios y comienza a
plantar besos calientes y mojados con la boca abierta a lo largo de mi
cuello y clavícula hast a que sient o que me voy a derretir en un charco
de baba en el piso del aut obús. Roza suavement e el lado de mi cuello
con sus dient es y desliza su lengua sobre el lugar. Est oy jadeando como
un perro en est e punt o y sé que no duraré mucho. Si él sigue así, lo tiraré
hacia at rás en el asient o y lo mont aré frente a t odos.
—Está bien, bien. Tú ganas. Baño. Ahora —murmuro en mi
borrachera, una neblina inducida por la lujuria.
Nos ponemos de pie rápidamente y t ropezamos en nuest ro camino
hacia el pequeño cuart o de baño que se encuent ra directament e frente
a nosot ros. Vagamente escuché el grito de una de las chicas “¡No, no,
no! ¡Tengo que hacer pis!” ant es de que cerráramos la puert a de golpe y
nos t rabáramos con el seguro deslizante. El cuart o de baño es del
t amaño de uno de avión pero la maniobrabilidad es nula.
El cuerpo de Cart er está pegado a mi espalda y comienza a besar
y chupar la part e post erior de mi cuello mientras yo int ento sin éxito
deslizar el est úpido seguro.
—No puedo bloquear la maldita puert a —me quejo, gimiendo de
placer cuando lleva sus manos alrededor de mi cint ura y las resbala por
mi cuerpo hast a ahuecar mis pechos.
—A la mierda. Creo que se bloquea aut omáticament e de t odos
modos. Esa cosa deslizable es sólo para el cart elit o en el ext erior que
cambia a "ocupado" o algo así. Todo el mundo ya sabe que est amos
aquí —dice Cart er mientras comienza a masajear mis pechos.
Nos volt eamos para que yo pueda descansar las manos en el
borde del lavabo y Cart er pueda levant ar mi falda. Un rápido jalón del
aut obús me tira hacia adelant e y golpeo mi hombro en la pared sobre el
lavabo.
—¡Hijo de put a! —le grito—. Esto será peligroso.
Me río t ontamente cuando Cart er pone sus manos a mis lados y
roza un punt o part icularmente delicado.
—No se supone que t e rías. Se supone que sea asombroso y
calient e —afirma, mientras sus manos se arrast ran por mis muslos e
inmediatament e regresan, empujando mi falda hasta mis caderas al
hacerlo.
—Oh, créeme, es t otalmente caliente —le digo con ot ra risita
cuando el aut obús se detiene y caemos hacia at rás. Cart er cae en la
parte superior de la t aza del baño, y yo at errizo en su regazo con un
plomp.
—Está bien, est o podría no haber sido una de nuest ras mejores
ideas —le digo con una sonrisa e int ent o levantarme, pero el autobús
toma una curva y los dos est rellamos nuest ros hombros en la pared de la
derecha, just o debajo de la pequeña vent ana del baño.
—¡Que se joda! Tendremos sexo en est a cosa aunque nos mate —
afirma Cart er empujándome fuera de su regazo y parándose de nuevo
det rás de mí.
—Cart er, creo que est o nos va a matar. Mi padre va a t ener que
decirles a sus amigos que su hija murió en un baño de aut obús con la
falda alrededor de sus caderas. ¡Eso no est á bien!
El aut obús se endereza y mantiene una velocidad const ante no
letal y una rápida mirada por la vent ana nos muest ra que nos
hallábamos en un largo t ramo de carret era.
—¿Est ás seguro de que nadie puede vernos aquí? —pregunt o en
pánico ya que sient o las manos de Cart er deslizándose hacia la parte
post erior de mis muslos y luego bajando mi ropa interior unos cent ímetros.
Oigo su cremallera abriéndose, un susurro de t ela y ant es de que se
me ocurra alguna ot ra razón por la que est o no es una gran idea, una de
sus manos se desliza en t orno al frente, entre mis piernas y sus dedos
pasan a t ravés de mi humedad. Est uve dolorida por necesitarlo desde
que puso su mano sobre mi muslo desnudo en el coche. Tener un t oque
como ese, por primera vez en una semana, me hace tirar toda lógica por
la vent ana, donde est oy bast ante segura que nadie puede vernos.
—Nadie nos puede ver —murmura cont ra mi cuello, prácticamente
leyendo mi ment e, dos de sus dedos se hunden dent ro de mí, deslizándo-
los suavement e, y sient o su dureza ent re las mejillas de mi culo—. La ven-
tana de aquí es de un vidrio especial. Al cerrar la puert a, golpea un
int errupt or, de esa manera podemos ver hacia fuera, pero nadie puede
ver hacia adent ro. Jim me habló de ello ant es.
Sigue deslizando sus dedos dentro y fuera de mí en un lent o y
tort uoso modo, como si no est uviera hablando de la seguridad sexual
sobre el aut obús.
—Sant o infierno —gimo cuando empuja sus dos dedos hacia mi
clít oris y lo rodea.
Me parece oír bocinas y grit os que vienen de afuera, pero en est e
punt o no me importa si nos paramos en un área de descanso y las
personas comen palomitas mientras miran por la vent ana.
—Joder, t e necesito —le digo, mientras alejo una mano del lavado
y lo agarro de la cadera y t iro de él con más fuerza cont ra mí—.
REALMENTE deberías darme ot ro bebé —murmuro borracha.
Cart er se ríe y saca un condón del bolsillo trasero de sus vaqueros
desgarrando el aluminio con los dient es.
—Est oy bast ante seguro de que realment e no quisiste decir eso —
dice mientras siento sus manos masajear mi culo y posicionándose.
—¿A quién le importa si lo digo en serio? El vino y vodka son serios.
Y son SIEMPRE serios. Dame t u semillaaaaaaa.
Resoplo y parpadeo un par de veces para hacer que la habitación
deje de girar.
Cart er coloca ambas manos en mis caderas y sient o la punta de su
polla en mi abert ura. Dejo escapar un fuert e gemido y Cart er
rápidamente alcanza y pone su mano en mi boca con una sonrisa.
—No t an fuerte, nena. Todos t e van a escuchar.
Quit o la mano de Cart er de mi boca lo suficient e como para decir
aún más t onterías mientras empuja lentamente en mi interior.
—Deberías met érmela en el culo.
—No voy a met ért ela en el culo —dice Cart er con un gemido sordo
cuando se mueve un poco más profundo.
—Vamos, t ú sabes que quieres met érmela en el culo —lo provoco.
Su mano vuelve a cubrir mi boca y mi risa se conviert e en un gran
gemido de placer cuando empuja t odo el camino dent ro de mí y se
mantiene allí.
—Debes saber que como hombre, est oy pre-programado para
querer siempre follarte por el culo. Espero que mañana puedas apreciar
mi aut ocontrol —explica Cart er comenzado a moverse poco a poco en
mi interior.
—Si llamas a mi puert a trasera en est e momento, te dejaré entrar
t otalmente —me río.
Cart er se detiene de nuevo y t oma un par de respiraciones
profundas para calmarse.
—Ten cuidado allí, ent onces, el camino est á desnivelado. No
caigas en mi puert a t rasera.
Cart er intenta no reírse cuando comienza a empujar más duro, por
lo que obliga a mis caderas a chocar cont ra el borde del lavabo. Los
pensamient os de espermat ozoides y el pórtico de mi puerta trasera salen
de mi mente.
—Joder, ¿por qué tienes que empezar a hablar de met értela en el
culo? No voy a ser capaz de durar mucho tiempo —se queja en su
intento de reducir la velocidad.
—¡Cállat e y sigue adelant e! ¡Est oy demasiado borracha para
cuidarme en est e momento, y t ú debes apreciar est a mierda! —grito
sobre su mano que aún sost iene mi boca.
Los débiles sonidos de bocinas t odavía se abren camino en mi
cerebro mientras maldice y se mueve más rápido cont ra mí, su orgasmo
llega a t ravés de él como un t ren de carga.
Su mano cae de mi boca y apoya los brazos a ambos lados de mí
en el borde del lavabo, enterrando su cabeza a lado de mi cuello. Se
viene con un grito ahogado y agarro con fuerza el lavabo para no
caernos.
Nos quedamos allí respirando pesadamente durant e unos minut os
ant es de que se tire fuera de mí y ajust e su ropa. Me da un beso y
promete reembolsarme cinco de mis propios orgasmos antes de abrir la
puert a y salir al pasillo del aut obús.
Todos nuest ros amigos est án allí de pie vit oreando y aplaudiendo, y
fue ent onces cuando nos dimos cuent a que el aut obús se det uvo y un
policía se encont raba de pie det rás de ellos, con los brazos cruzados
delant e de él.
—Oh, Dios mío, ¿fuimos arrestados? —le pregunto a Carter.
¿Por qué diablos no recuerdo ir a la cárcel? ¿Ahora soy la perra de
alguien?
—No —se ríe—. Sólo recibimos una multa por
exhibicionismo. Resulta que Jim no explicó la situación de la puerta del
baño con claridad. ¿Esa pequeña palanca que intentabas deslizar para
cerrar? ESO es para que la ventana se oscurezca y que nadie pueda ver
hacia adentro. ¡Ups!
Drew empieza a reír y noté que está lo suficientemente cerca, así
que pudo poner su oído directamente al lado del mío y oír el final de la
conversación de Carter, lo empujo lejos cuando me doy cuenta de lo
que hacía.
—Ja, ja, ¿lo conseguiste, Claire? ¿Acción en la puerta trasera?
Hablaba de la puerta del baño. ¿O hablaba acerca de ti gritándole a
Carter que te follara por el culo una y otra vez? Hmmm, no estoy seguro.
Ambos son igual de divertidos para pensar —dice Drew con una sonrisa.
Oh, Dios mío. Est e día no puede ser peor.
—Como sea, llamaba para asegurarme de que vivías. Como
puedes ver, todo el mundo terminó pasando la noche en nuestra casa
ya que el autobús se detuvo allí primero. Jim le dio a Jenny un aventón a
casa esta mañana para tomar una ducha y dejé a Liz y Drew para que
se aseguraran de que no te ahogaras en tu propio vómito ni nada. Estoy
en camino a recoger a Gavin de con tu papá y luego nos
encontraremos con mis padres para desayunar. Hubo un ligero cambio
de planes. En vez de ir a nuestra casa, alquilaron una pequeña
habitación de fiesta en el Oberlin Inn, que es donde se están
hospedando. Querían invitar a tu papá, Drew, Jenny, Liz y Jim, pero ellos
no quisieron importunarnos.
Rápidamente le digo adiós a Carter y pateo a Liz y a Drew fuera de
la casa para poder tomar una ducha y comenzar a sentirme un poco
más humana.
Con suerte, hasta aquí llegará mi vergonzoso comportamiento de
la noche pasada.
Traducido por Ankmar & katyandrea
Corregido por gabihhbelieber

Me baño, me visto y camino a través del vestíbulo del Oberlin Inn


en tiempo récord. Ya no apesto a alcohol rancio, pero estoy bastante
segura que todavía me veo terrible. Un vistazo a mí reflejo en un espejo
detrás de la mesa de registro confirma mis sospechas.
—Mami, te ves vieja hoy —dice Gavin mientras caminamos de la
mano y volteamos la esquina hacia un pasillo—. Como anciana con
bolas en los ojos.
—Caramba, gracias. Yo también te amo. —murmuro.
Carter recibió una llamada para volver al trabajo a llenar un
formulario que añadiría a Gavin a sus beneficios de salud, así que
después recogerlo de donde mi papá y de dejarlo de nuevo conmigo,
corrió hacia allá y dijo que se reuniría con nosotros en el hotel.
Sí, eso es exact ament e lo que quiero hacer. Entrar a la guarida del
león sola.
Hice una llamada rápida a Drew y Jenny y les pregunté si podía
recogerlos de camino, para apoyo moral. He hablado por teléfono con
los padres de Carter un par de veces desde que nos mudamos a vivir
juntos, pero esta será la primera vez que realmente me vean y conozcan
a Gavin. Me encuentro más que nerviosa por dar una buena impresión.
Son todo lo contrario a lo que me encuentro acostumbrada. Ellos nunca
maldicen, solamente beben en ocasiones especiales, y me encuentro
bastante segura de que nunca han vomitado en el regazo de alguien
después de una noche de bar en bar. Pensé que, como el señor y la
señora Ellis ya conocen a Drew y aún no le han prohibido a Carter salir
con él, debería estar bien.
—Todavía no puedo creer que no te acuerdes de haberle gritado
a esa anciana en el estacionamiento. ¡Fue graciosísimo! —susurra Drew
detrás de mí mientras caminamos en la salón de fiestas y vemos a Carter
y sus padres hablando con un camarero.
—Me encuentro muy contenta de haber descargado el tema de
“Golden Girls" en su teléfono después de que ocurrió —le dice Jenny.
—Realmente fue un golpe brillante —responde él.
Pongo los ojos en blanco y trato de no pensar en los
acontecimientos de la noche anterior que Drew y Jenny me contaron en
el camino. Algunas cosas son mejores dejarlas en el olvido, o perdidas en
una borrachera de la que nadie debe volver a hablar.
Mientras caminamos por la puerta del salón, Carter se gira y
hacemos contacto visual. De repente no quiero matar a las dos personas
detrás de mí. Todo se halla olvidado momentáneamente cuando lo miro.
Puedo hacer est o. Los padres me aman.
Se excusa de la conversación y se apresura hacia nosotros, alza a
Gavin en sus brazos y llena su cara de besos. Extiende su mano y agarra
la mía para acercarme y colocar un suave beso en mis labios.
—Mmmmm. Ya no sabes a vómito y desesperación —susurra con
una sonrisa mientras aleja su cara de la mía.
—Recuérdame nunca volver a llamarte para sexo borracha —
respondo con fingida irritación.
—No te preocupes —dice mientras se da la vuelta y me lleva hacia
sus padres—. Si esa es tu idea de una llamada sexual, nunca contestaré
otra llamada tuya a las dos de la mañana en la cocina, mientras te
encuentras en el dormitorio final del pasillo. Mi pene no puede soportar
otro rechazo como ese. ¿O debería decir vomitazo?
Drew y Jenny comienzan a reír detrás de nosotros.
—Muy bien, saquen todo de su sistema ahora, muchachos. Nunca,
nunca hablaremos de lo que pasó anoche de nuevo. Todos tenemos
que fingir que nunca sucedió. —declaro firmemente mientras Carter
envuelve su brazo alrededor de mi cintura y alza a Gavin más arriba.
—Sí, sobre eso —dice Drew tímidamente—, es posible que quieras
revisar Facebook cuando tengas un momento libre.
Mi boca se abre de golpe, y no puedo hacer nada más que mirar
su espalda mientras nos empuja fuera del camino y arrastra a Jenny para
saludar a Madelyn y Charles, y darles un abrazo. Apenas presto atención
cuando Drew les presenta a Jenny. Antes de darme cuenta, todos los
ojos se encuentran puestos en Gavin y en mí.
—Saluda a tus abuelos, Gavin. —Le pide Carter.
—Hola, soy Gavin. Cuando tenga diez podré beber cerveza y
cortar el césped. —Afirma con una sonrisa.
No hay nada como un pequeño rompiendo la t ensión.
—Bueno, ¿no es eso dulce? —dice Madelyn con una voz que dice,
claramente, que es todo lo contrario.
—Es un placer conocerte finalmente, Clarissa —dice Charles
distraídamente, mientras mira fijamente el trasero de Jenny cuando se
agacha para recoger su brillo de labios que se le había caído.
—Papá, es Claire —le recuerda Carter en voz baja, dándome una
mirada de disculpa.
Mientras Gavin y yo somos jalados para los abrazos descorteses y
besos de aire, lo único que puedo hacer es tratar de pensar en lo que
pude o no haber puesto en Facebook. El hecho de que me encuentro
bastante segura de que la madre de Carter me odió a simple vista y su
padre se encuentra demasiado ocupado comiéndose con los ojos el
trasero de mi amiga para decir nombre correctamente, ni siquiera me
toca un nervio. Si puse una foto de mis tetas en Facebook, me tiraría de
un puente, de todos modos, por lo que sus juicios no importarán.
En circunstancias normales, soy dueña de mis actos. Me gusta
divertirme y volverme loca, de vez en cuando, y cuando eso sucede, por
lo general, implica alcohol. No bebo y conduzco y no gasto mí dinero en
prostitutas y crack. No pierdo mi sueldo cada semana llenando todo el
carro de compra con botellas de whisky, como Nicolás Cage en Leaving
Las Vegas, y algunas veces mis travesuras se emiten en Facebook ya sea
por mi propia estupidez o por la estupidez de mis amigos. Normalmente,
esto es sólo un poco vergonzoso y todos nos reiríamos de ello en los
próximos meses. Sin embargo, en un momento de locura hace unos días,
decidí enviar una solicitud de amistad a la madre de Carter y algunos
otros miembros de su familia en Facebook. Realmente debo ser
supervisada cuando me acerqué a las redes sociales. Debe haber un ser
humano real cuyo único trabajo consista en sentarse a mí lado y decir
cosas como: “NO debes publicar eso," y “
Deberías considerar seriamente eliminar la etiqueta de esa foto," o
“No, polla no rima con deliciosa, y no eres buena poeta cuando estás
borracha, al contrario de lo que te han dicho,” y “ese comentario suena
mucho mejor en tu cabeza que bajo su foto. Y así no es como se escribe
puta chupa polla, de todos modos.”
Después de unos minutos concluimos la pequeña charla, Madelyn
y Charles llevaron a Gavin lejos y comenzaron a mimarlo, dejándolo
ordenar todo lo que quiera en el menú, incluso si son cinco postres
diferentes. Me vuelvo para mirar a Drew mientras Carter se mueve detrás
de mí y envuelve sus brazos entorno a mi cintura.
—¿Por qué demonios tengo que revisar Facebook? —
Prácticamente le grito—. ¿Qué me dejaron hacer?
—Bien, la palabra “vagina” pudo haber sido utilizada en varias
publicaciones anoche —Me informa Drew seriamente—. Así como
algunas palabras que ni siquiera yo he oído antes.
Puedo sentir el murmullo de la risa de Carter mientras su pecho se
presiona contra mi espalda.
—Oh, esto será bueno —dice distraídamente mientras descansa su
barbilla en mi cabeza.
Niego con la cabeza, completamente horrorizada por el hecho de
que anoche utilicé Facebook borracha.
¿Cómo puede est ar tan tranquilo? Sólo Dios sabe lo que he hecho
y lo que su madre podría haber visto.
—No me extraña que tu madre no esté muy impresionada
conmigo —afirmo.
—Nah, no lo tomes como algo personal. Madelyn Ellis nació con un
palo en el trasero. —Me tranquiliza Drew.
—Es verdad —concuerda Carter—. Y les encantas, así que detente.
Unos minutos después, Liz, Jim, y mi padre llegan y después de
presentarse a sí mismos a los padres de Carter, caminan hacia nuestro
pequeño grupo.
—Así que, supongo que sigues viva porque la mamá de Carter o
bien no ha leído su página de Facebook o tiene un muy buen sentido del
humor —dice riendo Liz.
Oh Dios mío. ¡Eso es t odo! Voy a poner un anuncio buscando
nuevos amigos.
—No debería haber estado ni remotamente cerca de Facebook
en esa condición. ¿Qué pasa con ustedes? —grito en un susurro alto para
que los padres de Carter no oigan mi crisis histérica hasta su mesa cerca
de la cocina, donde en este momento le enseñan a Gavin para que sirve
cada utensilio y cómo colocar la servilleta en su regazo.
Oh Jesús. Tienen modales. Tienen modales y son t odos correct os y
saben que t enedor usar, y yo la jodí en su página de Facebook anoche.
—¿La dejaron cerca de internet cuando salieron, chicos? Jim,
especialmente, debería ser más sensato. ¿Cuántas veces ha agarrado tu
teléfono y se ha metido en tu página de Facebook para decirles a todos
que te gusta comer excremento del vientre de una prostituta? —
pregunta mi papá con una sonrisa.
—Yo no me reiría si fuera tú, George. Recuerdo cuando cambió tu
estado para decir: “¿Puede alguien decirme que significa cuando su
pene tiene una secreción de color azul que huele a ensalada de
huevo?” —Le recuerda Jim.
—¿Así que, quien mierda la dejó acercarse a un teléfono? —
pregunta mi papá.
¿Puedes sentir el amor? ¿Puedes? Se siente casi como si me
arrancaran las uñas.
—Bueno, al principio pensamos que deberíamos alejarla de su
Blackberry por su propia seguridad y por la de los que la rodean. Pero
cuando publicó “Las escupidoras son cobardes” en cada una de las
fotografías del álbum de fotos de la prima de Carter fue demasiado
divertido para ponerle fin. —Se rió Drew.
Oh, jódeme.
Recuerdo vagamente que mientras Carter se hallaba en el bar
comprando de una botella de vino en la cuarta bodega, le dije a todo el
mundo la historia de cómo su prima, Katie, le dio a un chico una
mamada en la universidad y se atragantó con su esperma. La misma
historia que ella me había contado hace unos días cuando aceptó mi
solicitud de amistad y me hizo jurar guardar el secreto. Sí, me doy cuenta
que eso es información muy personal para compartir con un casi
desconocido, pero creamos un lazo por el Facebook, ¿qué puedo decir?
Puede que haya sugerido que si decía lo de su profundo y oscuro secreto
a alguien podía afeitarme la cabeza.
Doble mierda.
—En realidad no quiero escuchar la historia de mí prima que va
junto a eso, ¿no? —pregunta mientras estiro el cuello para ver la mueca
en su rostro.
—Probablemente no —murmuro mientras miro de nuevo a Liz.
—Dame tu teléfono. Ahora. —Declaro con mi mano estirada hacia
ella.
Por supuesto, hoy de todos los días la batería de mi celular muere y
dejo la maldita cosa en casa.
Liz saca un iPhone de su bolso y lo tira en mi mano abierta. Lo jalo
hacia mí más rápido que un niño gordo con un pedazo de pastel y
rápidamente cliqueo en el icono de Facebook y accedo a mi cuenta.
—Santa mierda —susurro mientras el pequeño símbolo de globo en
la parte superior de la pantalla me dice que tengo sesenta y cinco
nuevas notificaciones.
Liz se pone a mi lado y mira por encima de mi hombro.
Oh, no te preocupes. La mayoría de esos son tuyos respondiendo
a tus propios mensajes usando mi cuenta. Realmente te explayaste
anoche.
Esto no me hace sentir mejor, para nada. Voy a la página de Katie
y hago clic en uno de los dos álbumes de fotos que tenía. Escaneo
rápidamente las fotos y no encuentro los comentarios ofensivos. Tal vez
los había eliminado.
Sí, y t al vez las hadas comenzarán a cagar dinero en mi jardín
delant ero.
Álbum de fotos incorrecto dice Drew, también se acomoda
detrás de mí para poder mirar por encima de mi otro hombro. El álbum
de fotos que quieres está titulado, “Viaje Misionero a Jerusalén”. Y sí,
acabo de decir "misionero" sin reír.
Me voy direct o al infierno.
En este punto, Carter mueve la cabeza a un lado, justo al lado de
la mía, para también poder mirar el teléfono.
Hago clic en el álbum correcto y por supuesto, en cada foto de su
viaje a Jerusalén con personas de su GRUPO DE LA IGLESIA, he publicado
las palabras, "Las escupidoras son cobardes".
Oooh, oooh, ¡espera! ¡Esta es mi parte favorita! dice Drew,
emocionado mientras me arrebata el teléfono de la mano y se desplaza
a la última foto en el álbum.
Encuentra lo que busca y suelta una risa antes de entregarme el
teléfono. Se lo quito de la mano bruscamente y le disparo una mirada
asesina por su entusiasmo antes mis errores.
No sólo dice "Las escupidoras son cobardes" en la última foto del
álbum, sino que debajo de ese uso estelar del idioma inglés, he escrito:
“Jesús es mi amante".
Tu prima nunca me va a perdonar digo con un suspiro.
Eh, es una perra, de todos modos. Alguien tenía que ponerla en
su lugar. Se ríe, mientras me aprieta.
Saco el brazo para quitarle el teléfono a Liz y noto una mirada
divertida en su rostro.
¿Qué? pregunto con temor, mi brazo colgando allí, ya que no
llegué a quitarle el teléfono.
Oh mierda, ¿hay más? le pregunto, mientras mis hombros
caen.
Es posible que desees echar un vistazo a la conversación que
tuvimos en la página de la madre de Carter dice sin molestarse siquiera
en contener la risa en este punto.
Estoy segura de que mis ojos son el tamaño de platos mientras me
quedo parada, mirándola.
Oh, ¡Dios mío! ¡Me había olvidado de eso! Lo leí esta mañana y
casi me meo rie Drew. No en algún mueble me dice con total
seriedad.
Lentamente tomo el teléfono y abro la página de Facebook de
Madelyn Ellis.
Exactamente a las doce y veintiocho de la mañana. Publiqué lo
siguiente en la página de Madelyn: “Eres una gigantesca, apest osa,
vaginosa, clít oriana, irrespetuosa put a borracha.”
Tres minutos más tarde, Liz responde con: “Amiga, ¿est o era para
mí? Lo acabas de publicar en la página de la madre de Carter. ¡Ja!
¡Idiota!”
Me quedo mirando el resto de la conversación, EN LA PÁGINA DE
LA MAMÁ DE CARTER, y me dan ganas de vomitar. ¡La página de su
MAMÁ, gente! No creo que entiendan el nivel de problema en el que nos
encontramos en estos momentos.
Claire Morgan: Eres el escrot o peludo de la gigant e polla de mi
vida.
Elizabeth Gates: Eres el t aco de mi peludo corazón.
Claire Morgan: ¿Dónde est á t u vagina oreja de Dumbo? La oigo
alet ear desde aquí. ¿Int entas volar de regreso a mí?
Elizabeth Gates: Mi vagina es mucho mejor que cualquier cosa que
posees, t onta vagina de orca gorda.
Claire Morgan: Tu vagina es como un aut o de payaso
quemándose... Una vagina con cient os de personas gritando tratando
de salir de allí.
Elizabeth Gates: Tont a, put a de mierda.
Claire Morgan: Imbécil
Para el momento en que llego a la parte inferior de los mensajes,
Carter se alejó de mí y prácticamente convulsiona de la risa.
Los padres de Carter eligieron ese momento para volver con
Gavin, le ruego a Dios, Alá, Buda, y Ryan Seacrest que no haya entrado
en su cuenta de Facebook hoy, así podría entrar y eliminar todo.
Drew y Jim se encuentran apiñados detrás de mí, citando los
mensajes ida y vuelta entre sí en susurros fuertes y riendo como hienas.
Claire, has educado a un joven encantador dice Madelyn con
una sonrisa amable. Gavin es tan precioso, y el padre de Carter y yo
sólo queremos darte las gracias por cuidar tan bien de nuestro nieto.
Joder, ¿por qué tiene que ser t an agradable? Es como una dulce
princesa de Disney y yo soy de las chicas que se vuelven salvajes con
crack.
¿Cierto, Charles?
Cuando no le contesta inmediatamente, lo codea y él ladea la
cabeza, no hay duda de que miraba a la camarera.
Oh, sí. Absolutamente, Candy. Maravilloso trabajo.
¿Ahora es Candy? ¿Parezco una maldita desnudista?
Gracias, eso significa mucho para mí le digo, plasmando una
sonrisa.
Te ves un poco cansada hoy, Claire. ¿Mi hijo te mantuvo fuera
hasta tarde anoche? pregunta.
Carter intenta encubrir un resoplido detrás de mí, y mi codo se
encuentra con su estómago, de la misma forma en la que su madre
acaba de hacer con su padre.
Me encuentro bastante segura de que su mamá no quiere que le
diga que mi noche involucraba sexo en público, rogar por sexo anal,
exigir esperma, beber vino con desenfreno. Aunque con mi suerte, las
cosas podrían hallarse en algún lugar de Facebook y ella lo encontraría
muy pronto.
Alguien dice el nombre de Madelyn y mientras mira hacia otro
lado, saco el teléfono de Liz de mi espalda y furiosamente saco una
copia de seguridad de Facebook para poder comenzar con el proceso
de eliminación. Antes de que pudiera llegar a la página de Madelyn, me
quitan el teléfono.
¡Ah ah ah! ¡Esta es una zona prohibida de teléfonos celulares! Y
tenemos una sorpresa para los dos —exclama con una enorme sonrisa
mientras coloca el teléfono de Liz en el bolsi llo delantero de sus
pantalones de vestir y yo trato de no lloriquear. Volveré con su sorpresa.
Se da vuelta y se aleja rápidamente, sus tacos sonando sobre el
piso de madera mientras sale del salón de fiestas.
Probablemente va a conseguir un arma. Al menos te está dando
una ventaja susurra mí papá.
El padre de Carter se queda con nuestro grupo y trata de iniciar
una conversación con mi padre, mientras intento encontrar una manera
de meter la mano en el bolsillo de los pantalones Madelyn cuando
regrese, sin que piense que trato de llegar a segunda base.
Mi padre mira fijamente a Charles mientras habla y habla del
mercado de valores y sus últimas vacaciones en Francia. La primera vez
que golpeó a mí padre en el brazo tratando de ser muy amistoso, temí
por su vida. Mi papá mira al lugar donde descansa la mano de Charles y
luego de vuelta hacia él, antes de marcharse sin decir nada más. Charles
no pareció notarlo ya que Liz se inclinó sobre la mesa para colocar su
bolso, por lo que tenía algo más para ocupar su mente.
Drew y Jim discuten profundamente acerca de tener otra
despedida de soltero, esta vez con desnudista, cuando Liz repente
engancha firmemente mi brazo y me jala hacía sí.
¡Oh, Dios mío! ¿Quién es? susurra con horror mientras Carter y
yo nos volt eamos a ver a quién señala.
Esa es mi abuela respondió Carter con una enorme sonrisa
mientras observamos a su madre escoltar a una versión más vieja de sí
misma a la habitación. Esta debe ser nuestra sorpresa. No tenía idea de
que estaría en la ciudad.
En ese momento, Drew se da vuelta y escupe el agua que bebía.
Algo sobre la mujer me es un poco familiar, pero nunca conocí a la
abuela de Carter. Habla de ella todo el tiempo y sé que su madre hace
lo que le pide. Gracias a Dios que no tiene Facebook, por lo menos no
tengo que preocuparme por eso. Ella le diría a Madelyn que me
golpeara.
Ahora, Drew se encuentra doblado por la cintura con las manos en
las rodillas tratando de no asfixiarse con el agua que se las arregló para
tragar, y me pregunto cuál es su maldito problema. Jenny lo golpea en la
espalda y hace gestos extraños con la cabeza, de mí y a la abuela de
Carter como si tuviera una especie de garrapata en el cuello.
¿Qué demonios pasa con todo el mundo?
Los miro con disgusto y levanto las manos con un gesto de "¿qué
mierda?". Abre su boca, pero antes de que pueda decir algo, Liz me
agarra el brazo con las dos manos y trata de arrastrarme lejos de todos.
Alterna entre risas y susurros repetidos de: "¡Oh dulce Jesús!". Empiezo a
preguntarme si todo el mundo a mí alrededor se ha drogado.
Quito el brazo de sus garras y me doy la vuelta para encontrarme
cara a cara con la abuela de Carter. Pongo una gran sonrisa en mi rostro
y empiezo a presentarme cuando me interrumpe.
Tú. Es todo lo que dice mientras me mira de arriba abajo.
La mirada en sus ojos y la inclinación de la cabeza mientras me
escrudiña trae de repente un recuerdo de la noche anterior a la
superficie desde las profundidades de mi subconsciente.
Va a t omar nuest ro taxi. ¿Me est ás jodiendo? grita Drew
indignado. He est ado de pie aquí, t ratando de parar un t axi por como
tres años y est a perra entra campant ement e y t oma el que det uve para
nosot ros.
Amigo, nos encont ramos en un bus limusina. Está aparcado allí
le dice Jim.
No me importa si nos encont ramos en una alfombra mágica. ¡Ese
era NUESTRO t axi! Manifiesto indignada.
Me t ropiezo con la puert a trasera del t axi que sigue abiert a,
mientras que la anciana se acomoda y met o la cabeza.
Eres una idiota. Vet e a la mierda le grit o borracha ant es ser
jalada por mis amigos, así mi cabeza no queda dest rozada al cerrarse la
puert a.
¡Amiga, le acabas de decir eso a una mujer de set enta años de
edad! grit a Emmett mientras me da palmaditas en la espalda.
Y he aquí la mujer de setenta años de edad, con una sonrisa
arrogante en su rostro al ver que he hecho la conexión sobre quién es.
Toda la habitación se halla en silencio al ver el intercambio entre
nosotras. Me veo horrorizada y la abuela de Carter se ve como si fuera a
lanzar sus pequeños puños artríticos con furia en el aire y golpear mi culo.
Nunca en mi vida habrá otro momento más vergonzoso que este.
Recuerda mis palabras.
Madelyn interrumpe la mirada fija que la abuela me está dando, y
de repente me gustaría que hubiera un agujero en el suelo que me
tragara cuando veo el celular de Liz en su mano.
¿Qué significa “gigantesca, apestosa, vaginosa, clitoriana,
irrespetuosa, puta borracha”?
Traducido por Jess Rowe♡
Corregido por Alessa Masllentyle

—No, Drew, un viaje al club de desnudistas no hará que todo sea


mejor —digo por tercera vez—. Claire ha estado completamente
mortificada desde el almuerzo de la semana pasada y piensa que mi
familia la odia. También se encuentra molesta conmigo porque, según
ella, mi regla número uno como su novio es detenerla de hacer algo
remotamente estúpido mientras se encuentra borracha.
Dejo salir un gran suspiro y levanto mis brazos en forma de “T” así el
dueño de la tienda puede medir la longitud de mi pecho. Mientras que
las chicas se encuentran con Liz consiguiendo una prueba de último
minuto de sus vestidos, me encuentro con los chicos y Gavin al otro lado
de la calle en el centro comercial para que nos tomen las medidas para
nuestros esmóquines. Esto puede ser sorprendente, pero nunca antes me
han tomado medidas para un esmoquin o un traje. Cuando digo que
este es el momento más vergonzoso que alguna vez tendrás con otra
persona, no miento. Está justo al lado de los exámenes de próstata.
Un hombre extraño llamado Stev e, que apenas murmura un saludo
cuando entramos, inmediatamente me empuja en frente de un conjunto
de espejos y después se pone de rodillas y pasa sus manos por el área de
mis bolas.
¿A dónde se supone que debes mirar cuando hay un hombre en
medio de tus piernas ahuecando tus huevos y no es un doctor
solicitándote agacharte y toser? ¿Observas su cabeza? ¿Lo miras
profundo a los ojos cuando levanta la mirada para gritarte que dejes de
retorcerte? Lo siento, pero no me puedo quedar quieto cuando hay un
intruso agarrador de bolas sobre mí.
Realmente no veo por qué es necesario tomar cuatro medidas que
van desde donde están mis bolas hasta mis tobillos. Mis bolas no se han
movido; obtendrá el mismo número cada vez que lo haga, que
simplemente escriba el maldito número y se aleje de mis testículos.
¿El dueño de la tienda se encuentra calificado para hacer esta
mierda? ¿No necesita algún tipo de título antes de simplemente ir
manejando una cinta métrica y clavándole alfileres a las personas?
Miro a Drew, quien mira el techo y silba como si no fuera la gran
cosa, como si siempre tuviera personas extrañas con sus manos sobre él,
mientras tienen los ojos al nivel de sus genitales. Espera, ¡mira de quién
hablo! Probablemente le pasó exactamente eso en la gasolinera media
hora antes de que llegáramos aquí.
—Claire necesita relajarse. Si tus padres no me odian a mí,
tampoco la odian a ella. Les he hecho cosas mucho peores a través de
los años, créeme —dice.
—Sí, lo sé. Mi mamá aún recuerda lo que le hiciste a su peri co en la
secundaria.
Drew rueda los ojos.
—Eso ni siquiera fue mí culpa.
—Uh, tu abriste la jaula y él voló directo hacia la puerta de cristal y
murió. —Le recuerdo.
—¿Es mi culpa que fuera estúpido? —argumenta—. Pensé que
únicamente volaría alrededor de la habitación, tal vez que cagaría en la
alfombra. ¿Cómo iba a saber que era suicida? En realidad, es la culpa
de tu mamá. Debió haber sabido que su pájaro estaba deprimido. Y
francamente, lo que le hice a su pájaro, fue mucho peor.
Steve pasa algunos minutos colocando alfileres en las piernas del
pantalón y me da un respiro del asalto a mis bolas.
—Ese pájaro aún sigue diciendo, “¿dónde está mi puta, perra?”
Cada vez que mi papá silba. Mi mamá no puede hacer que se detenga,
así que prohibió silbar en la casa —le digo.
—Realmente pensé que se iba a molestar más por lo de “Jesús me
ama." Era aburrido que todo el tiempo tu mamá dijera eso, contestara,
“eso ya lo sé." “Jesús me ama, jodida put a” es mucho más entretenido.
—Explica Drew.
La persona que lo mide le dice que se gire, así que me da la
espalda.
—De todas formas, volviendo al tema de las desnudistas —grita
sobre su hombro—. Desestimas drásticamente el poder de una mujer
desnuda bailando en un tubo. Esa mierda podría curar el cáncer o
detener las guerras si las personas abrieran los ojos. ¡Dale a las bailarinas
del tubo una oportunidad! —grita Drew con un puño al aire.
—Creo que quieres decir, “dale a la paz una oportunidad”. Y mirar
mujeres extrañas girar en el escenario no va a hacer que Claire esté
menos molesta conmigo. Me encuentro bastante seguro de que esa es la
definición exacta de algo que se que seguramente molestará a tu novia
—le digo, estremeciéndome cuando una cinta métrica se extiende por
mí culo y después unas manos se deslizan arriba y abajo por mis piernas.
Mi pene se encoge. ¡MI PENE SE ENCOGE!
—Sylvia, ven aquí y asegúrate de tener todo lo que necesitas —
grita el dueño en dirección a la trastienda, mientras se levanta y se limpia
las manos en la parte delantera de sus pantalones, como si el haber
estado tan cerca de mi hombría lo hiciera sentir sucio. ¿No debería de
ser al revés? Me siento violado. YO SOY LA VÍCTIMA AQUÍ. Únicamente
quiero un traje, no ir a segunda base con Steve, sastre manos alegres.
—Creo que tengo lo que necesita. —Drew se inclina y susurra con
complicidad. Levanto la mirada para ver a una rubia con una cinta
métrica alrededor del cuello caminando hacia nosotros. Probablemente
pienses: “¡Muy bien, no tiene nada de que quejarse ahora. Una chica
caliente va a ponerse sobre sus manos y rodillas y tocarlo!”
Falso.
Sylvia, la costurera, me asecha, y de repente me doy cuent a de
cuántas personas hay en ésta tienda con nada mejor que hacer que
mirarme mientras esperan su turno. Las luces brillando en el techo me
hacen sentir acalorado ahora que sé que todo el mundo me mira, me
sudan las bolas. Quiero jalar mis pantalones y mi bóxer lejos de mi polla,
pero tengo que pararme aquí, como un idiota, con los brazos a los lados
porque Sylvia se encuentra en frente de mí… de rodillas… cerca de mí
pene.
Sé que no quiere tocar mi pene, pero mi pene no sabe eso. Él es
una simple criatura y lo único que sabe es que allí hay una mujer caliente
asumiendo la posición y acercándosele.
Sé que va a ser difícil de comprender, mi amigo, pero est o no
significa que ella quiera t ener sexo con nosot ros. Lo sé, es loco. Sé que no
t iene sentido, pero así es. Se fuert e pequeño amigo, mantente fuert e.
Dejen de juzgarme. Todos los hombres le hablan con sus penes.
¡Esperen! ¿El plural de pene, es penes? ¿O es como la palabra
gent e y es sólo pene? Tengo 5 pene. No, eso no es correct o. Tal vez es
peneee, la “e” alargada, como: “hay muchos peneee en est a película
porno.”
—¿Puede quedarse quieto, por favor? —dice Sylvia con voz
irritada.
Si ella tuviera las bolas sudadas y un casi colapso no sería tan
crítica. ¿Tengo razón o no?
—Gavin, ¿te encuentras casi listo? —digo dentro del vestuario,
renunciando momentáneamente a mi lección de gramática para la
palabra pene, al darme cuenta de que mi hijo ha estado ahí casi diez
minutos, afirmando que era un chico grande y no necesitaba ninguna
ayuda con su esmoquin. Comienzo a preguntarme acerca de la
brillantez de esa decisión cuando no escucho ninguna respuesta. Una
parte de mí, secretamente quiere que algo se incendiara, para
finalmente poder ponerle fin a este trauma. Al menos hacer que Sylvia
termine de una puta vez y pueda pasar a la próxima víctima y así poder
dejar de darle palabras de ánimo a mi pene.
—Gavin, ¿estás bien allí? —grito mientras doy unos cuantos pasos
en esa dirección. Sale del vestidor en un nuev o y brillante esmoquin de
niño. La pequeña mierdecilla no tiene que preocuparse por Sylvia o el
abusador de Steve. El esmoquin le queda a la perfección, y tengo que
decir, es un pequeño hombrecito muy apuesto.
—Guau, Gav. Eso se te bien —le digo mientras me arrodillo frente a
él y arreglo los botones que había abotonado mal.
—Lo sé. Soy un cabrón, hombre—responde mientras se aleja de mí
y se mira en el espejo. Aferra sus manos a las solapas de la chaqueta del
esmoquin como si fuera el James Bond de los niños pequeños y camina
enfrente del espejo de izquierda a derecha para verse mejor.
—Gavin, no hables así —lo regaño.
—Lindo esmoquin, amiguito —dice Drew mientras camina detrás
de Gavin y desordena su cabello—. El mío se ve mejor, sin embargo.
Gavin se gira y lo mira con molestia en su rostro.
—Voy a ponerle maíz y salsa picante a tu salchicha y después te
golpearé en la cara con ella. Te golpearé en el rostro con tu vieja
salchicha.
—Amigo, eres un pequeño hombrecito enojón —dice Drew y
niega.
—¡Eres un tonto! —grita Gavin.
—Muy bien, tiempo fuera. Los dos. Gavin, ve a ponerte tu otra ropa
de nuevo.
Le saca la lengua a Drew y se gira, corriendo de regreso al vestidor.
Me pongo de pie de frente a Drew y cruzo mis brazos.
—¿Qué? Amenazó mi salchicha. Tiene suerte que no le diera unos
cuantos puñetazos. Y sólo porque dijera “tonto” no significa que no
sepamos lo que en verdad pensaba. Ese niño es malvado, un malvado
genio, nunca quiero quedarme a solas con él. Así que, el club de
desnudistas, ¿sí o no?

***

—Debe ser tomantic… romantic… romántico… amigo, debe ser


cursi y esa mierda —afirma Jim mientras va a sentarse en el sillón a mí
lado, fallando en los cojines por unos quince centímetros y cayendo de
culo en el suelo.
Después de que todo estuvo arreglado, las chicas recogieron a
Gavin en la tienda para poder ayudar a Claire con unas órdenes de
último minuto, y Drew y Jim decidieron quedarse en nuestra casa hasta
que todo estuviera hecho. De alguna manera, el tema de mi propuesta
a Claire salió la charla y después del debate sobre el fracaso del partido
de los Indians, todos necesitábamos desesperadamente grandes
cantidades de licor.
Dado que la idea de propuesta de Drew durante el juego se ha ido
directo a la mierda, Jim decide que es su turno de intentarlo y hacer que
funcione.
—¿POR QUÉ HAY UN CONTACTO CON EL NOMBRE DE DR. SEUSS EN
MI CELULAR? —grita Drew, sentado al estilo indio en el centro de la mesa
de la cocina.
—Necesitas velas, un violín y también necesit as lustrar tus zapatos y
un chico en un esmoquin con un trapo blanco doblado en el brazo y
¡OHHH! Necesitas un piano. Las chicas aman a un tipo que sepa tocar el
piano. ¿Sabes tocar el piano, Carter? —pregunta Jim, regresa al sillón y se
deja caer en los cojines, pateándome repetidas veces en el proceso.
—¡Sí! ¡Puedo tocar el piano! —grito.
¿Por qué grito?
—No hablo de tu pequeño teclado Casio donde lo único que
tienes que hacer es presionar el botón de “canción” y pretender que eres
realmente un prodigio del piano —dice, rodando los ojos.
—Como sea, idiota. Puedo fingir tocar la mierda de “Cherish the
love” de Kool and the Gang. No tienes idea. NO. TIENES. IDEA.
Apoyo la cabeza en el sofá y miro al techo, preguntándome por
qué se mueve.
Los t echos no deberían moverse, ¿deberían? Si los t echos se
mueven, los suelos deberían moverse. Nunca hemos est ado tan perdidos.
Hemos est ado moviéndonos const ant ement e como en una casa de la
risa. Las casas de la risa son espeluznant es. Las casas de la r isa tienen
payasos. Los payasos se mueven siempre porque tratan de hacert e daño
y comer t u cara mientras duermes. Me pregunt o si un techo móvil podría
matar a un payaso.
—¡NI SIQUIERA ME GUSTAN LOS JODIDOS HUEVOS VERDES! —grita
Drew desde la cocina, sin dejar de mirar su teléfono con furia.
—En mi teclado, solía saber cómo tocar, “El puente de Londres se
está cayendo” y “Chop Suey”.
Jaja. Dije Chop Suey cuando quise decir Chopst icks 9.
—¡Chop sueeeeeey, Chop sueeeeeey! —canto.
—¡El puente de Londres es una canción LINDA! Espera, ¡ya sé!
Deberías llevarla a París y proponértele. Es donde se halla el puente de
Londres, ¿verdad? —pregunta Jim, agarrando la botella de tequila de la
mesa de café y tomando un trago.
—No lo sé. Carmela fue a Paris y se deprimió y toda esa mierda. No
quiero que Claire esté deprimida cuando me le proponga.
Jim me miraba sin comprender.
—¿Quién demonios es Carmela? ¿Engañas a Claire? ¡TE JODERÉ! —
grita.
—Amigo, cálmate. Carmela Soprano. ¿Recuerdas? Tony la envió a
Paris con su amiga Ro, para que pudiera “encontrarse a sí misma”.
Realmente fue un hermoso gesto de su parte ya que él se follaba a la
chica Rusa con una pierna —afirmo.
—Oye, cara de mierda. ¿Sabes que esas personas únicamente
viven en tu televisión, verdad? ELLOS. NO. SON. REALES —argumenta.

9
Juego de palabras, confunde la palabra chopstick (palillos chinos), que es el nombre de la canción con chop
suey, que es un plato función de chino y estadounidense.
—Retira lo dicho —susurro amenazadoramente—. Retira lo dicho,
ahora mismo.
—JÓDETE, JUAN RAMÓN 10 —le grita Drew a su teléfono,
sosteniéndolo delante de su rostro.
—De todas formas, creo que movieron el puente de Londres. Se
encuentra en Arizona o alguna mierda de esas ahora —explico mientras
le quito la botella y la dejo sobre mi muslo.
—¿QUÉ CARAJO DICES? —grita Jim directo en mi oreja—. ¿El
puente de Londres se encuentra en Arizona? ¿Cuándo demonios sucedió
eso? ¿Londres sabe sobre esto? La reina tiene que estar enojada.
—Fue en la serie Amas de Casas Reales así que sabes que es cierto
—afirmo.
—¿La serie del condado de Orange o Atlanta? —pregunta.
—La del condado de Orange, ¿qué demonios está mal contigo?
¿Acaso alguien ve At lanta? —Argumento.
—¡TÚ Y TU ESTUPIDO SOMBRERO RAYADO ROJO Y BLANCO! ¡LOS
MALDITOS GATOS NO USAN SOMBREROS! —grita Drew con frustración
antes de lanzar su teléfono contra la pared.
¿De qué demonios hablamos? Sient o como si fuera a vomitar. ¿Y
por qué carajos Drew maúlla en la cocina? ¿Tenemos un gat o? Oh
demonios, ¿olvidé alimentar al gat o? Claire va a matarme si asesiné a su
gat o.
Lo último que recuerdo antes de perder el conocimiento es a Jim
diciéndome en un momento de brillantez borracha que Claire se casaría
conmigo si le daba de comer langosta y que deberíamos llamar a la
reina y preguntarle si intercambiaría con nosotros algo de mostaza Grey
Poupon por el puente que no sabe que perdió.

10
Juan Ramón, es un gato, personaje del libro Huevos Verdes con Jamón, escrito por el Dr S euss, del que
Drew está hablando.
Traducido por Edilmary
Corregido por LIZZY’

Las vibraciones amortiguadas de mi teléfono debajo de la


almohada me obligan a abrir los ojos. Parpadeo para despertar, saco mis
tapones para los oídos de cada una de mis orejas, y deslizo mi mano
debajo de la almohada para contestar el teléfono.
—Jesús, Claire. ¿Qué demonios es ese ruido? Suena como un
monstruo. ¿Hay un monstruo en tu casa?
Me río ante la pregunta de Jenny y ruedo sobre mi espalda para
mirar a Carter durmiendo a mí lado.
—No, no hay un monstruo en mi casa —le susurro—. Ese gruñido
que escuchas es Carter roncando.
Una vez más le doy gracias al buen Dios por bendecirme con los
mejores tapones para los oídos en todo el mundo. No es algo por lo que
la gente suela dar gracias, pero me encuentro bastante segura que Dios
se siente ofendido por ser solo recordado en cosas importantes. Creo
firmemente que hay un lugar especial para mí en el cielo porque me
acuerdo de darle las gracias por la crema de café de Southern Butter
Pecan y el gel de afeitar Coochy Cream.
—Guau, realmente necesita hacerse un chequeo —me informa
Jenny—. Sabes, leí algo el otro día que tal vez debería intentar. Decía
que la toma de esas cosas relactantes por unos días hará que todo tu
cuerpo este saludable. Tal vez con eso se le arreglen sus ronquidos.
—¿Dijiste relact antes? ¿Jenny, qué diablos es un relactante?
Me quito las mantas de encima y me siento en la cama para poder
despertarme un poco más y ser capaz de hablar con ella con la cabeza
despejada. Dudo que eso ayude, pero tengo esperanzas.
—Ya sabes —dice con un resoplido—. R-E-L-A-C-T-A-N-T-E.
El hecho de que se sienta en la necesidad de deletrear la palabra
me hace sentir como si yo tuviera el problema y mi incapacidad de
comprender la irritara, me hace querer sacudirla.
—Escuché la palabra. Es sólo que no sé de qué demonios me
hablas —me quejo, salgo de la cama y me estiro antes de caminar hacia
el pasillo.
—Ya sabes, esas pastillas que se toman para limpiar el sistema.
Relactantes.
Abro la puerta del cuarto de Gavin, al otro lado del pasillo, y lo
miro. Todavía no se despierta, se encuentra acostado de espaldas
horizontalmente a través de la cama con la cabeza colgando en el
borde. No hay manera de que pueda estar cómodo, pero no lo voy a
regresar a su almohada y correr el riesgo de despertarlo antes de que
haya tomado mi café. Cierro la puerta sin hacer ruido y vuelvo a lidiar
con Jenny mientras me dirijo a la cocina.
—Creo que te refieres a laxant es —le digo con un suspiro—. Y ellos
realmente no se utilizan para limpiar tu sistema. ¿Dónde demonios has
leído sobre los ronquidos?
—Google. Así que ya sabes que es verdad. Dile a Carter que lo
intente y me puedes agradecer con chocolates cuando funcione —
responde.
Me detengo en seco en la puerta de la cocina ante la vista de lo
que se halla delante de mí, no puedo ni siquiera formular una respuesta a
Jenny sobre cómo sacar mierda de los sesos de Carter probablemente
no detengan sus ronquidos.
—En fin, te llamaba para preguntarte si Drew estaba en tu casa.
Tuve un mensaje suyo anoche cuando me fui de tu tienda, que decía
que el gato con sombrero le dijo que debía de pasar la noche allí. No
tengo idea de lo que significaba, pero siempre y cuando me diera toda
la cama para mí, no me importó.
Después de que las chicas me ayudaron a armar la orden de
chocolate y las galletas ayer por la noche para una boda de hoy, todas
nos fuimos a casa. Gavin se había quedado dormido en el coche, así
que cuando llegué a casa, omití la cocina y fui directament e por el
pasillo hasta su dormitorio y luego me fui a dormir al lado de los ronquidos
de Carter.
No sé si deba de sentirme feliz por no haber visto este espectáculo
la noche anterior o no. De espalda, con los brazos y piernas arrojadas a
un lado, se encuentra Drew. Dormido. SOBRE MI MESA DE LA COCINA. Su
culo ahora descansa exactamente donde suelo poner el salero y el
pimentero.
—Sí, todavía se encuentra aquí. Tengo que colgar, y así poder
golpear su culo —le digo mientras me acerco a la mesa, sostengo el
teléfono entre mi mejilla y mi hombro, luego uso mis dos manos para
empujarlo tan duro como puedo. Su cuerpo sin vida se desliza fácilmente
sobre la mesa y se estrella al otro lado en el suelo.
—¡No le hagas daño a mí amorcito! —grita Jenny a través del
teléfono.
Camino alrededor de la mesa y me paro por la cabeza de Drew,
miro hacia abajo mientras gime.
—Guau. ¿Me dormí en el piso toda la noche? —pregunta mientras
abre los ojos y me mira desde el suelo—. Deberías considerar colocar
alfombra en lugar de madera. Este material es muy incómodo.
Se da la vuelta en cuatro patas con otro gemido y lentamente se
pone de pie, dando vueltas mientras se mueve para tratar de hacer
sonar su espalda.
—VETE. DE. MI. CASA —le digo con toda la calma que puedo sin
tener que gritar y despertar a Carter y a Gavin.
—¡Dile que lo amo y que mi vagina lo extraña! —grita Jenny
emocionada.
—Jenny dice que te diga que necesitas SACAR TU LAMENTABLE
CULO DE MI CASA!
—Oyeeeee, eso no fue lo que dije —murmura.
—Jenny, te llamaré luego.
Cuelgo el teléfono y abro la boca para decirle a Drew que se vaya
de mi casa, por si acaso no me oyó las dos primeras veces, cuando
Gavin viene corriendo a la cocina en pijama.
—Hola, tío Drew —dice emocionado mientras corre hacia él. Justo
cuando comienza a inclinarse para darle la bienvenida, Gavin tira el
codo hacia atrás y golpea su puño derecho entre las piernas de Drew.
Este cae de rodillas con un grito y me río. Sé que no se supone que
debas reír cuando tu hijo hace algo que no debe, pero siento que es o se
lo merecía. Acababa de encontrar a Drew desmayado en el centro de
la mesa donde comemos. Tiene suerte de que no hubiera detenido a
Gavin y le hubiera dado un bate de béisbol, primero.
—¡Gavin, amigo, teníamos una regla!
Ante el sonido de su voz, me vuelvo para encontrar a Carter
entrando en la habitación frotándose un ojo. Me besa la mejilla mientras
me pasa y se arrodilla al nivel de Gavin.
—Gavin, ¿cuál era nuestra regla? —pregunta, mientras Drew
aprieta sus bolas, alternando entre toser y algún de chirrido nasal extraño
que me recuerda el sonido que hace un globo cuando lo aprietas, estiras
la abertura y lentamente dejas salir el aire.
—No golpear bolas antes del almuerzo —dice solemnemente.
—Correcto, no golpear bolas antes del almuerzo. ¿Y sabes qué
hora es? —pregunta Carter.
—No sé la hora —afirma Gavin.
—¿Has almorzado ya? —le pregunta.
—No.
—Entonces es antes del almuerzo. Dile a tu tío Drew que lo sientes.
Gavin suspira y se voltea para enfrentar a Drew, que por fin ha
dejado de gemir y se encuentra en proceso de volver a ponerse de pie.
—Siento haber golpeado tus bolas antes del almuerzo —murmura
Gavin—. ¿Puedo comer un poco de cereal ahora? —pregunta mientras
me mira y aleja de Drew
—Claro, bebé —le digo con una sonrisa mientras tomo su mano y lo
llevo a una de las sillas de la cocina. Le dio un vistazo a la mesa y, en su
lugar, nos giro en la dirección de un taburete en la barra. Necesito utilizar
cloro para sacar lo que dejo el culo de Drew en la mesa antes de comer
allí de nuevo.
—Mis testículos están situados en mí estómago en este momento.
¿Cómo puedes siquiera pensar en cereal? —pregunta Drew mientras
cojea hacia el mostrador y agarra sus llaves.
—Tus testículos son tontos y yo tengo hambre —responde Gavin
con la boca llena de cereal mientras termino de verter la leche en su
tazón.
—Lo que sea, niño. Gracias por permitir que me golpeé, chicos. Ya
es hora de que me vaya.
Dejo escapar un gran suspiro mientras la puerta se cierra detrás de
Drew.
—La próxima vez que lo encuentre dormido en cualquier mueble
en esta casa, me voy a desquitar contigo —le digo a Carter.
Viene detrás de mí y envuelve sus brazos alrededor de mi cintura, y
pone un beso en la curva de mi cuello.
—De acuerdo —responde y descansa su barbilla en mi hombro.
—Te das cuent a de que hiciste una regla con tu hijo que afirma de
que tiene permiso para golpear a la gente en las bolas después del
almuerzo, ¿verdad?
—Sí, sonaba bien en el momento en que hice la regla. Acababa
de mostrarme por segunda vez la fuerza de su golpe, y me hallaba
paralizado en el suelo del parque en aquel momento, así que tal vez mi
cerebro no funcionaba correctamente.
Me quedo allí durante unos minutos, disfrutando de la sensación de
los brazos de Carter a mí alrededor mientras vemos a nuestro hijo devorar
su desayuno.
—Quiero que tus padres vengan a cenar —le digo mientras me giro
en sus brazos y descanso mis manos sobre su pecho—. Quiero cocinar
algo realmente delicioso, que tenga alcohol y chocolate, y hacer que les
guste. O por lo menos que estén suficientemente borrachos para olvidar
por qué no les gusto.
Carter se ríe entre dientes y aprieta sus brazos alrededor de mí.
—Nena, les gustas. Te lo juro. Mi abuela dijo que tienes agallas.
—Eso es una persona mayor diciendo: “Es una loca de mierda y
temo romperme la cadera de sólo de estar en la misma habitación con
ella cuando golpeé su culo.” Necesito una oportunidad para causar una
buena primera impresión —explico.
—Tu PRIMERA impresión fue muy buena. Olvidas quien es mi mejor
amigo. La primera vez que conocieron a Drew se estrelló en nuestra casa
una noche en la secundaria. Mi mamá lo encontró como un sonámbulo
en medio de la noche. Ella entró en la sala y él estaba meando en el
sofá. Créeme, lo han visto todo —me tranquiliza.
—Drew es un imbécil. No debería tener permitido salir en público sin
una correa y un adiestrador. Yo soy la madre de su nieto. No debería
hablar de la vagina de una ballena en su página de Facebook. Debo
publicar fotos de su nieto en un museo, en el estudio de las obras de
Miguel Ángel y publicar estados sobre mi trabajo filantrópico, como
sostener bebes en orfanatos y abrazar a las personas sin hogar.
Carter me mira con curiosidad durante unos minutos.
—¿Quieres decir algo? —exijo.
—Lo siento, sólo trato de averiguar si hablas en serio o no.
—¿Porque demonios no puedo hablar en serio? Podría ser una
persona así. Podría serlo y ni siquiera lo sabrías —le digo indignada
mientras cruzo mis brazos.
—Oh, me encuentro bastante seguro de que me daría cuenta si de
repente te convirtieses en una persona completamente diferente —me
dice con una sonrisa.
—¿Dices que no soy una buena persona? ¿Que no podría abrazar
a un bebe extraño o hacer que un chico sin h ogar se sienta especial?
Porque, sin duda podría hacer todo eso. Tal vez ya lo he estado
haciendo a tus espaldas. Tal vez en lugar de ir al dentista, el otro día, fui a
una reunión de PETA y tiré sangre falsa sobre los ricos que usan pieles. Tal
vez Gavin ha estado aprendiendo francés en las noches mientras tú te
encuentras en el trabajo.
Volteo el cuello para mirar a Gavin.
—Oye, di algo en francés —le digo.
—Me gustan las papas a la francesa —dice mientras levanta la
vista de su plato de cereal, con leche chorreándole por la barbilla.
—¿Ves? —digo mientras me vuelvo para mirar a Carter—. Ya
puede utilizar una palabra en una oración.
—De acuerdo, detente. Toma una respiración profunda. Por
supuesto que creo que eres una buena persona. Creo que eres una
persona increíble. Pero creo que todos sabemos que no eres una mujer
perfecta y Gavin no hace conjugaciones francesas mientras escucha
Mozart.
—¡MI SALCHICA EXPLOTÓ!
Carter suelta mi cintura y salta con horror ante el grito de Gavin.
—No importa. Justó derramé leche sobre ella. Ahora tengo
salchicha de leche.
Sacudo la cabeza y me vuelvo hacia Carter.
—Concluyo mi argumento —dice con una sonrisa.
Frunzo el ceño y trato de actuar indignada pero puede ver las
ruedas girando en mi cabeza y me interrumpe.
—Los amo exactamente como son. Amo que no tengas ningún
filtro social y adoro que Gavin pueda hacer que los hombres adultos
lloren. No hay ninguna cosa que quisiera cambiar de ninguno de los dos,
y si a alguien no le gusta, pueden besar mi culo. Ustedes son mi vida y mi
familia. Nada más importa.
Se agacha y presiona un suave beso en mis labios y tira de mí más
fuerte contra sí. Sus palabras alejan algunos de mis temores acerca de su
familia, pero no cambia el hecho de que todavía quiero volver a
intentarlo con ellos. Mi plan es pasar mucho tiempo con este hombre.
Aunque aún no me convence toda la cosa del matrimonio, pero todavía
lo quiero en mi vida para siempre, lo que significa que tengo que
encontrar una manera de conseguir la aceptación de sus padres, ya sea
de buena manera o no. Si tengo que emborracharlos, que así sea.
—Gracias. Pero todavía quiero que tus padres vengan a cenar.
Quiero mostrarles que, por lo menos, puedo actuar como adulta la
mayoría del tiempo.
Traducido por Katita & B. C. Fitzwalter
Corregido por niki26

—¡Oh, Dios mío, chicos! Están haciendo todo mal. Obviamente


tenemos que repasar estas reglas una vez más. El panecillo debe ser
lanzado al ventilador de techo por abajo. Esa es la única manera en que
obtendrán el arco necesario para un buen lanzamiento. No estamos
buscando velocidad, gente. Estamos buscando exactitud. Que alguien
ponga otra tanda en el horno para que podamos comenzar la tercera
entrada, ¡por el amor de Dios!
Después de que mi madre termina su explicación, levanta la tabla
de cortar de madera por el mango hasta su hombro y se prepara a sí
misma para el lanzamiento.
—Carter, si te doblas así adelante de mí otra vez, voy a tener que
tomar ese pequeño dulce trasero tuyo, llamar a tu madre y darle las
gracias.
Brindaré por eso.
Alzo mi copa de vino para un brindis mientras Drew hace un par de
tiros de práctica.
—Yo me encargo de esto, mamá. Estimada señora Ellis, gracias por
empujar a Carter de su vagina y tener genes tan buenos que él tiene el
culo más perfecto que he visto en mi vida —digo con un resoplido y un
guiño en dirección a Carter.
—Um, ¿gracias?
Mis ojos se agrandan, y con mi copa de vino todavía alzada por
encima de mi cabeza, me doy la vuelta lentamente y encuentro a los
padres de Carter de pie en la puerta del comedor mirando la escena
delante de ellos en estado de shock y pavor... pero sobre todo shock.
En retrospectiva, debería haber sabido que no debía escuchar
nada que mi madre sugiriera. Los padres de Carter habían cancelado
venir a cenar a última hora debido a que su padre se sentía indispuesto.
Cómo se suponía que supiera que simplemente iban a aparecer una
hora después de que la cena hubiera terminado, sólo para encontrarme
hablando de su vagina, a su hijo desnudo de cintura para arriba con la
camisa atada a la frente, a mi padre sentado en el rincón más alejado
de la habitación con una taza de puré de patatas en su regazo, a Drew
con un delantal que decía "No me lavé las manos antes de toquetear tu
carne", y a Liz y Jenny caminando en cuatro patas alrededor de la mesa
de la cocina, comiendo los pedazos de panecillos del suelo y riéndose
tontamente.
A partir de ahora, cuando mi mamá diga "Darle una paliza a un
caballo muerto alrededor de un arbusto durante la luna azul no arreglará
nada", voy a tapar mis oídos y alejarme.

Dos horas antes…


—¿Me hace una mala persona sentirme muy mal porque tu padre
no se siente bien, pero sentirme aún peor porque hice todo este trabajo y
ahora no van a verlo?
Carter ríe y descorcha una botella de vino.
—Todavía no puedo creer que pensaras que su aniversario era el
día perfecto para invitar a mis padres a cenar.
Me sirve un vaso de vino mientras me pongo mis guantes de
cocina y saco la carne asada del horno.
—Papi, quiero ayudar a cocinar la comida. ¿Qué puedo hacer? —
pregunta Gavin mientras viene saltando a la cocina.
—Bueno, creo que mami tiene todo casi hecho. ¿Qué te parece
tomar los abrigos de las personas cuando entran?
El timbre suena y Gavin, contento con la tarea que acaba de
recibir, corretea a ver quién está aquí.
—Lo sé. Fue una idea loca hacer esto por su trigésimo aniversario,
pero sólo quería que vinieran aquí, tuvieran una agradable cena en
familia y vieran que puedo ser un adulto normal y emocionalmente
estable. ¿Qué mejor día para eso que un día en que todo el mundo tiene
que alegrarse por su amor, y sería contrario al espíritu de la unión, en
general, si alguien dijera la palabra puta, vagina o pene en voz alta?
Dejo el pan tostado en la parte superior de la estufa y pongo los
guantes de cocina sobre la encimera. El sonido de Gavin abriendo la
puerta pone fin a nuestra conversación.
—Hola, tío Jim. Dame un dólar y te cortaré.
Carter me entrega la copa de Chardonnay y suspira.
—¿Cómo pasó de "¿Puedo tomar sus abrigos, por favor?" a "Voy a
matarte por tocar el timbre"?
Me encojo de hombros y tomo un sorbo del vino frío.
—Tal vez el que tus padres no pudieran venir es una bendición
disfrazada. Creo que primero necesitamos un ensayo para conseguir que
esto sea lo más normal posible —digo con una sonrisa.
—No voy a decir que te lo dije —dice Carter, dándome un beso en
la mejilla.
—Bien. Porque si lo hicieras, haría que Gavin tomara tu abrigo y te
cortara.
Carter sale de la habitación cuando el timbre suena de nuevo
para asegurarse de que Gavin no cumpla sus amenazas de cortes.
Con mi copa de vino en una mano, empiezo a poner cucharas
para servir en todos los platos y saco el cuchillo de cocina grande para
que Carter pueda cortar el asado. Mientras trabajo, escucho el sonido
de un partido de fútbol que viene de la televisión en la sala de estar, y de
mi familia y amigos hablando en voz baja entre sí a medida que
aparecen. Incluso si los padres de Carter no pudieron venir, sé que
seguirá siendo un buen día y una cena genial.
—¡Claire Bear! ¿Quién es esta bestia sexy que abre tu puerta
ahora?
Me ahogo con la boca llena de vino y me giro para a ver a mi
madre entrar en la sala con el brazo unido al de Carter. —¿Estuviste
haciendo ejercicio, Carter? —pregunta mientras frota su mano por su
bíceps.
—¿Mamá? ¿Qué estás haciendo aquí? Pensé que ibas a una
galería de exposición de arte —pregunto.
Ella suelta el brazo de Carter y prácticamente salta a través de la
cocina hacía mí, envolviéndome en sus brazos y gritando de alegría.
—¡Tonterías! Cuando llamaste la otra noche y dijiste que estabas
nerviosa por dejar una buena impresión en los padres estirados de Carter,
sabía que tenía que estar aquí para mi mejor chica —explica mientras se
aleja y juguetea con un mechón de mi cabello que se soltó de mi cola
de caballo.
—¡Oh, Dios mío, mamá! Yo nunca dije que sus padres fueran
estirados —discuto mientras golpeo su mano de mi cabello. Mi madre,
aunque bien intencionada, me trata más como a una mejor amiga que
a una hija, y tiene menos filtro entre su cerebro y su boca que yo.
Le doy a Carter una expresión de vergüenza y le ruego con mis ojos
que no escuche una palabra de lo que dijo. Mi madre sigue hablando
como si yo ni siquiera estuviera aquí.
—Ahora, Carter, te ves completamente delicioso y para nada
cansado. ¿No deberías estar cansado de permanecer despierto toda la
noche durmiendo con mi hija? Claire, ¿por qué no estás manteniendo a
este hombre despierto hasta primeras horas de la mañana con un
montón de sexo?
—¡Jesús, mamá! ¿Podrías bajar el tono un poco, por favor? —le
ruego.
Carter conoció a mi mamá el día que nos mudamos, cuando vino
a ayudarnos a desempacar, y además ha venido a cenar varias veces
desde entonces. Él está muy familiarizado con la forma en que actúa,
pero eso no significa que yo no pueda tratar de cortar esto de raíz antes
de que se salga de las manos.
—¿Qué? ¿No puede una madre preocuparse por su hija? Sólo
quiero asegurarme de que tu vagina no se llene de telarañas como
antes. Esas cosas pueden soportar golpes, así que no te preocupes por
romper nada. Una vez tiré de un musculo de mi vagina. ¿Te conté esa
historia?
Tant o para la no-charla de vaginas hoy.
Trago el resto de mi copa de vino, tomo la botella que está en la
mesa, vuelvo a llenar el vaso, y luego tomo un trago directamente de la
botella antes de dejarla de nuevo en la mesa.
—Mamá, ¿te dije que papá trajo a Sue con él hoy? Ya sabes, ¿la
mujer con la que ha estado saliendo? Es muy agradable. Y nunca, nunca
habla de golpear vaginas. Nunca.
Pienso que tal vez poner a mi mamá un poquito celosa la disuadirá
de todas las cosas inapropiadas, pero por desgracia me equivoco. A
veces todavía me olvido de lo cordial que fue el divorcio de mis padres.
—Ooooooh, ¡qué bien! —chilla ella, aplaudiendo como un niño de
dos años de edad—. He querido conocerla desde que tu padre me
habló por primera vez de ella. Tenemos mucho de qué hablar. Me
pregunto si él ya habrá utilizado su acento de Sean Connery con ella, o si
ha tratado el movimiento en el que pone uno de los pies de ella en la
cabecera y luego empuja y…
—¡PARA! Jesucristo, por favor, para —suplico, antes de tomar otro
trago de mi vino—. Carter, ¿puedes decirles a todos que la cena está
lista y que será estilo buffet? Pueden venir y llenar sus platos antes de
sentarse a la mesa. Si me necesitas, estaré aquí con la cabeza metida en
el horno.

***

Una hora más tarde todos siguen picoteando su comida luego de


pedir segundos y terceros platos. Mi mamá está sentada junto a Sue, y
ambas han estado susurrando y riendo como niñitas en la escuela
durante toda la comida, parando de vez en cuando para mirar de
soslayo a mi padre antes de tener otro ataque de histeria.
—Oye, Claire, ¿esta tarta de manzana tiene nueces? No me
gustan las nueces —dice Drew.
—Me gustan las nueces. Las nueces son deliciosas —interviene
Gavin, dándole un enorme mordisco a su tarta de manzana para
probarlo.
—Bueno, a mí no me gustan las nueces —discute Drew.
—Chicos, ya fue suficiente charla de locos 11 —se queja Liz mientras
se sirve otra copa de vino de la botella en el centro de la mesa.
—¡VOY A TIRAR MIS NUECES ENCIMA DE TODOS USTEDES! —grita
Gavin con la boca llena.
Carter tapa la boca de Gavin con su mano y luego se inclina para
decirle en voz baja que no es educado gritar a la hora de la comida.
—Así que... mamá de Claire, ¿tiene algunas buenas historias de su
pequeño pastelito cuando estaba creciendo? ¿Alguna fiesta de pijamas
con peleas de almohadas desnudas o experimentos lésbicos? —
pregunta Drew.
—¿Qué es un les bean 12? ¿Es algo así como una habichuela de
lima? No me gustan las habichuelas de lima. Yo NO voy a comer un les
bean —declara Gavin.

11
Enough nut talk: juego de palabras. “Nuts” significa tanto nueces como loco.
12
Lesbian, del inglés lesbiana.
—Oh, vas a cambiar de opinión sobre eso algún día —le dice Drew,
guiñándole un ojo.
—Gavin, ¿qué tal si vas a escoger una película para mirar en la
sala de estar? —sugiere Carter. Él obviamente todavía no quiere que
nuestro hijo aprenda el fino arte del sexo oral.
Gavin deja caer su tenedor con un estruendo sobre su plato, baja
de un salto de su silla y corre al estante de DVD’s en la sala de estar.
—Lo siento, Drew, mi infancia fue bastante tranquila —le digo,
volviendo la conversación al tema original—. Nadie tiene nada
remotamente interesante que decir —informo mientras alzo mi vaso sobre
la mesa en dirección a Liz para que lo rellene.
Mi mamá asiente de acuerdo y le dirige a Drew una mirada triste.
—Desafortunadamente, tiene razón. Claire fue una niña muy
aburrida. Le gustaba leer y tomar siestas. Solíamos inventar cosas que
hacer sólo para meternos con ella y echarla a perder un poco. Estaba
demasiado bien encaminada. Era inquietante. George, ¿recuerdas esa
vez cuando ella tenía ocho y llamaste a tu amigo Tim para que llamara a
la casa porque no te estaba haciendo caso? ¿No fingió ser Santa Claus?
Mi papá se reclina en su silla y está a un centímetro de distancia de
desabrocharse el pantalón para su felicidad post -cena antes de darse
cuenta que no está en su propia casa. Rápidamente cambia de
dirección y mueve su brazo hacia el respaldo de la silla de Sue.
—Síp, estaba siendo una pequeña basura bocazas, así que llamé a
Tim y le infundí el miedo de Santa —dice él entre risas.
—Oye, eso no fue divertido. Me dijo que era una niñita muy mala y
que me había estado observando. Dijo que vivía en el sótano y subía por
la noche para verme dormir. Él es la razón por la cual aún subo las
escaleras del sótano de dos en dos y por la que llamé a America’s Most
Wanted13 cuando tenía nueve, porque había un asesino suelto que se
escondía en los sótanos de las personas —expliqué—. Les dije que el
asesino era Santa, que me había llamado el año anterior y que
probablemente aún seguía en nuestro sótano.
—Recuerdo esa tarde. La policía nos interrogó por dos horas para
asegurarse de que no estábamos encubriendo a un criminal —dice mi
madre—. Fue un día tan largo y aburrido.
—No, no se preocupen por mí. Yo estaba muy bien —dije de
manera inexpresiva.

13
America’s Most Wanted: Es un programa de televisión, cu yo propósito es definir el perfil y ayudar a la
policía en la detención de fugitivos buscados por numerosos crímenes .
—Oh, deja de quejarte. No fue tan malo. Aún estas viva, ¿o no? —
pregunta mi padre—. Y no mientas, Rachel. Sólo nos interrogaron cerca
de treinta segundos. Luego tú les preguntaste si querían un porro y todo
quedó en el olvido. Los policías fueron mucho más divertidos luego de
eso —le dice al resto de la mesa.
Me giro hacia Carter. —Nunca, jamás vuelvas a preguntarme por
qué soy como soy. NUNCA. JAMÁS —le susurro.
—Una vez la interrumpí mientras jugaba con sus Barbies, y las tenía
a todas desvestidas, apoyadas una contra otra. Era un círculo raro de
sexo, y Ken estaba sentado en el medio simplemente observándolas,
totalmente vestido. Yo quería encender algo de incienso y establecer el
ambiente para ella, pero entonces vi que tenía uno de los caballos en el
círculo sexual y en ese punto se volvió inquietante. Nunca supe que
Barbie estaba metida en el bestialismo —dice mi madre solemnemente.
Me inclino hacia delante y empiezo a golpear mi cabeza
suavemente cont ra la mesa.
—¡Bien! Poniéndose rara con las Barbies. Me gusta —exclama
Drew.
—Creo que en honor a esta cena familiar, tenemos que recordar la
mejor parte de nuestras cenas de vacaciones, Rachel —le dice mi padre
con un brillo en sus ojos—. El béisbol con el ventilador de techo.
Mis padres comienzan a reír mientras recuerdan las cenas del
pasado, y yo continúo golpeándome la cabeza más fuerte.
Se suponía que est a sería una cena agradable y t ranquila.
—¡Oh, por Dios! ¡Recuerdo el béisbol con el ventilador de techo de
la secundaria! —dice Liz entusiasmadamente—. ¿Excepto que no lo
jugamos con patatas fritas un par de veces?
—Sí, hemos sido conocidos por hacer sustituciones —declara mi
madre.
—De acuerdo, ¿qué rayos es el béisbol con el ventilador de techo?
No es lo que creo que es, ¿verdad? —pregunta Drew mirando una y otra
vez a mis padres. Ambos me miran expectantemente. Liz prácticamente
está saltando en su silla por la emoción.
Oh, qué rayos.
Pongo los ojos en blanco y termino mi vaso de vino de un solo
trago, dejándolo de nuevo en la mesa con un golpe seco.
—De acuerdo, bien. Carter, trae la tabla de cortar madera que
tiene mango. Liz, pon todos los panecillos extra de la cocina en una
cesta. Jim, enciende el ventilador en lo más bajo y Drew, mueve la mesa
a un lado.
Todos me miran con sus bocas abiertas por exactamente tres
segundos, y luego todos se ponen en movimiento y comienzan a reunir
provisiones.
—¡Traeré más alcohol! —anuncia Jenny animadamente.
—Yo tengo el puré de patatas —dice mi papá casualmente.
—¿Para qué necesitamos el puré de patatas? —pregunta Carter
mientras vuelve a la habitación con la tabla de cortar, también
conocida como “bate de béisbol”.
—Claire, este hombre es caliente como el infierno pero es un poco
tonto —dice mamá mientras palmea a Carter en la mejilla
cariñosamente—. El puré de patatas es el guante del receptor. Duh.
Traducido por Nani Dawson
Corregido por CrisCras

Creo que es seguro decir que mis padres nunca entenderán el


torbellino que es Claire y su familia. Estoy bien con eso. No es como si
hubiera sido tan cercano a ellos, de todas maneras. Su estilo de crianza
siempre ha sido un poco más despegado que el de la mayoría. Creo que
esa es una de las razones principales por las que sabía que tenía que
hacer las cosas bien con Claire y Gavin. No quiero que mi hijo sienta
nunca que hay algo remotamente más importante para mí que él. No
me mal entiendan. Mis padres son buenas personas. Me aman e hicieron
un buen trabajo criándome. Me enviaron a las mejores escuelas y
tuvieron grandes expectativas para mi futuro. Cuando dejé la universidad
porque me aburría enormemente, no lo tomaron muy bien. Querían que
fuera doctor o abogado, y que compartiera su membrecía del club de
campo. Les gustan las cosas calmadas, pulcras, ordenadas y
pretenciosas. Definitivamente, no son personas de jugar al beisbol con el
ventilador del techo y nunca lo serán. Les tomó un tiempo dejar tratar de
hacerme entrar en un molde y darse cuenta de que necesitaban dejar
que tomara mis propias decisiones y vivir mi propia vida. Se encontraban
muy emocionados de descubrir que eran abuelos y sé que serán buenos
en eso. El lado positivo es que, al menos, Gavin tendrá a alguien en su
vida que le podrá enseñar como sentarse en el consejo de una empresa,
quejarse acerca de pagar impuestos y esconder dinero del gobierno. Así
como ya tenía a personas enseñándole a jurar como camionero y a
lanzar comida al ventilador del techo durante la cena, creo que esto lo
hará el ser humano más completo en el planeta.
Toma muchas explicaciones y aún más vino llevar a Claire a bordo
de mi línea de pensamiento. Quiere gustarle a todo el mundo y se
considera un fracaso porque mis padres sólo la habían visto en su peor
momento. Cuando le digo que después de veinticinco años yo aún
tengo que impresionar a mis padres y, por lo tanto, no debería dejar que
le afecte, finalmente cede y decide en contra de escribirles una nota de
disculpa con chocolate en su patio delantero.
Después de que mi madre se disculpa por aparecer
repentinamente, y de que Drew tire un salvaje lanzamiento al ventilador
que resulta en un rollo de la cena en su cuello, mis padres se dan cuenta
de la importancia de llamar antes. Hacen su mejor esfuerzo por no hacer
muecas mientras caminan de puntillas alrededor de la masa de pan en
el suelo del comedor para encontrar un asiento disponible. Mi padre
explica que pensó que tenía un resfriado, pero después de una corta
siesta se sintió mucho mejor, así que decidieron pasar por el postre. Claire
hace lo mejor para apegarse al plan original de atibórralos con un
montón de alcohol y dulces para adularlos, pero después de treinta
minutos de Rachel intentando hacer que mi madre admita que le
encantaría hacer un trío algún día y de incitar a mi padre para que
confiese que uso drogas en los sesenta, mis padres decidieron que ya
pasaba de su hora de dormir.
Después de que se van, todos ayudan a limpiar antes de irse a sus
hogares. Cuando el último plato fue guardado y la última migaja fue
barrida del suelo, finalmente tenemos la casa para nosotros y nada
puede escucharse excepto el tictac del reloj de la sala.
Entro a la cocina, después de acostar a Gavin en su cama, para
encontrar a Claire parada enfrente del fregadero, mirando fijamente por
la ventana, perdida en sus pensamient os. No quiero que se sienta
culpable por mis padres. No dejaré que la hagan sentir nada menos que
la asombrosa mujer que sé que es.
Me acerco por detrás y deslizo las manos alrededor de su cintura,
juntándolas en la parte superior de su estómago. Descanso la barbilla en
su hombro, esperando a que hable.
—Entonces, este día fue divertido —dice sarcásticamente,
descansando las manos sobre las mías.
Volteo el rostro y le doy un beso en el cuello, inhalando la sutil pizca
de chocolate que siempre permanece en su piel.
—De hecho, fue muy divertido. No tenía ni idea de que llamabas a
Los más buscados de América —le digo con una sonrisa—. Y eso de que
a Barbie le gusta la polla de caballo. ¿Quién lo sabría?
Su cuerpo tiembla de risa.
—Oye, no me juzgues. Ken tenía ropa interior que no salía. ¿Qué
iba a hacer una chica en tal situación? —pregunta, dándose la vuelta en
mi abrazo, desliza los brazos a mí alrededor y descansa la mejilla en mi
pecho—. Era hija única con dos padres locos. A menos que quisiera
juntarme con mi madre en el sótano y fumar marihuana, no había mucho
que hacer, además de tener orgias de Barbies.
Rio junto con ella y froto pequeños círculos su espalda.
—Aun puedes correr, sabes. Si quieres hacer como el Correcaminos
y romper la puerta dejando la impresión de tu cuerpo, no te culparé.
Alza la mirada hacia mí y sonríe, pero puedo decir que habla en
serio.
—Escúchame. Nada importa más que tú, Gavin y yo. No hay
absolutamente nada que alguna de nuestras familias pueda hacer para
arruinar esto.
Pídele que se case cont igo. ¡Pídeselo ahora!
—Claire...
—No lo digas —advierte.
¿Qué mierda? ¿Puede leer mi mente? Claire, asiente una vez si
puedes escucharme.
—No me digas que no es la gran cosa y que no me preocupe de lo
que piensen tus padres.
Oh, gracias a Dios.
—Bien, no lo diré. Sólo lo pensaré.
¿Te casarías conmigo? ¿Te casarías conmigo? ¿Por qué demonios
est o es tan difícil de decir? ¡No hay nada más importante ahora que
hacer est a pregunt a!
—Tengo una gran idea. Qué tal si sacas todo de mi mente
teniendo sexo conmigo en la mesada de la cocina —dice, meneando
las cejas.
Bien, est o puede superar la proposición.
Antes de poder detenerla... oh, ¿a quién engaño? Como si en
realidad fuera a detenerla de tener follarme en la cocina. Se pone de
puntillas y presiona los labios contra los míos. El beso rápidamente se
profundiza y su lengua pasando por mi boca me pone instantáneamente
duro. Aparto la boca el tiempo suficiente para alzarla hasta la mesada,
al lado del fregadero. Sus piernas se envuelven alrededor de mi cintura y
sus manos se ponen a trabajar, desabrochando mis pantalones. Antes de
que pueda tomar otro respiro, su mano se encuentra dentro de mis
bóxers, envolviendo mi longitud.
—Joder —murmuro, apoyando la frente contra la suya, mientras
mueve su pequeña mano de la base a la punta, tortuosamente lento.
Mientras mi cadera se balancea con los movimientos de su mano, deslizo
la palma de mi mano hacia arriba por la parte desnuda de sus muslos,
mis dedos se mueven poco a poco debajo del dobladillo de su falda
hasta que los envuelvo en los hilos de la tanga que descansa en sus
caderas.
Desenvuelve las piernas de mi cintura y las deja colgando en la
orilla de la mesada para que pueda sacarle el material de encaje negro
y lanzarlo al suelo.
Mis ojos viajan hacia sus piernas largas y lisas, y su falda empujada
hacia la parte superior de sus muslos. Dejo que mis manos sigan el mismo
sendero que mis ojos, tocando cada rincón de piel que observo. Le
separo las piernas mientras sigo deslizando las manos alrededor de su
cadera para ahuecar su trasero y acercar su cuerpo al mío en la orilla de
la mesada.
Sus manos se mueven hacia la pretina de mis bóxer y casi lloriqueo
por la pérdida de su caliente palma y sus dedos acariciándome hacia el
olvido. Usa las dos manos para empujar mis bóxer lo suficientemente por
debajo de mis caderas como para que mi polla sea libre.
Doy un paso más cerca entre sus muslos hasta que la cabeza de mi
erección se encuentra con su húmedo centro. Apretando los dientes por
la necesidad de enterrarme en su interior, deslizo la punta de mi polla
hacia su calor y la muevo en círculos alrededor de su clítoris. Sus piernas
se deslizan de nuevo por la parte exterior de mis muslos, y asegura sus
pies detrás de mi espalda, sus tobillos se entierran en mi culo mientras me
empuja más duro en su contra, y me deslizo en su interior, un lento
centímetro a la vez.
—Jesuuuuus, te sientes tan bien —susurro contra sus labios, mientras
sigo balanceando las caderas en su contra.
—Esta es la mejor llamada que hemos tenido —dice, riendo
mientras envuelve sus brazos en mis hombros.
—Nunca había hecho una llamada en la cocina antes. Siempre
parecía antihigiénico —declaro, mientras Claire alza las caderas para
encontrarse con mis estocadas.
—Por favor, no me hagas pensar en el hecho que acabas de
rebanar un asado en esta mesada —dice entre gemidos.
—Al menos lo hacemos después de que cortara la carne. De otra
manera, le hubiéramos servido asado de culo con un poco de jugos
sexuales a nuestras familias y amigos.
Los dedos de Claire suben a la parte trasera de mi cabello y tira de
él tan fuerte que hago un mueca de dolor y reduzco la velocidad de mis
movimientos.
—¿En serio? ¿Quieres que vomite mientras hacemos esto? Nunca,
jamás, uses esa oración de nuevo.
Rio, y tiro de su cuerpo más fuerte contra el mío, envolviéndola
entre mis brazos. Intento mantener mis movimientos lentos, pero esto se
siente tan jodidamente bien. Beso un sendero hacia su cuello y empiezo
a girar mi cadera en círculos. Sus uñas se clavan en mis omop latos, y
siento su cuerpo entero estremecerse.
—Oh, Dios, sigue haciendo eso —gime.
Debería pedirle que se case conmigo ahora. Si lo hago mientras se
viene, probablement e no será capaz de decir que no. Sería físicamente
imposible. Como hacer un exorcismo de sexo. EL PODER DEL ORGASMO
TE OBLIGA.
—¡Oh, joder! —gime, mientras se empuja más duro contra mí y deja
caer la cabeza contra el gabinete detrás de ella mientras su orgasmo
llega.
Cásat e conmigo, cásat e conmigo, cásat e conmigo.
—¡Sí! ¡Oh, por Dios, sí!
Me pregunt o si puedo pret ender que esa conversación sucedió
fuera de mi cabeza y convencerla de ello. Sólo empezaré a decirle a las
personas que dijo que sí. —Sí, abuela, ¡vamos a casarnos! ¿Qué dijist e?
¿Cómo lo hice? Oh, follábamos en la mesada de la cocina, ya sabes,
donde preparamos comida, y ¡sólo se resbaló! No, no mi pene. La
pregunt a.
Golpeo una mano contra la mesada a su lado para mantenerme
firme mientras entro y salgo de su interior más rápido y más fuerte,
tratando de desterrar toda idea de hablar con mi abuela sobre penes
resbaladizos.
Ayuda que cada vez con Claire sea como la primera vez. Sólo que
sin la cerveza, el robo de virginidad y no saber el nombre del otro. Sé
ahora, más que nunca, que esta es la persona con la que quiero pasar el
resto de mi vida. Quito la otra mano de su culo y deslizo los dedos hacia
el lugar donde estamos conectados. Claire deja salir un jadeo mientras la
toco con la punta de mis dedos y hago que el orgasmo llegue rápido. Se
viene rápidamente y gime mi nombre, su aliento caliente choca contra
mi oreja. Es la cosa más sexy del mundo y mi propia liberación se dispara
por mi cuerpo y explota fuera de mí. Entierro la cara en el lado de su
cuello y grito las palabras que me han estado preocupando por
semanas. Bueno, no las grito, más bien las amortiguo fuertemente, ya que
mi boca se encuentra presionada contra su piel.
Nos abrazamos fuerte por varios minutos, respirando pesadamente
y sin mencionar una palabra.
¡Mierda! Probablemente se encuent ra mortificada porque le pedí
que se casara conmigo mientras me venía y piensa que es un éxt asis
post -orgasmo o algo igualmente jodido. Es por eso que no dice nada.
Saco la cabeza de su cuello y me arriesgo a mirarla. Me mira raro,
casi como si se sintiera enferma del estómago sólo de verme.
Oh, est o es genial. El pensar en casarse conmigo le hace querer
vomitar.
—Uhm, ¿Carter?
—Está bien. No tienes que decir nada —le digo rápidamente.
Creo que es seguro decir que el nivel de mi humillación en este
momento es muy alto. Mi pene aún se encuentra en su interior. ¿Quiere
que se marchite y muera por discutir esto?
—No, creo que de verdad tenemos que hablar acerca de esto —
declara con una mirada preocupada.
Río incómodamente. —Nop, no tenemos que hacerlo.
Pretendamos que nunca paso. Ya lo he olvidado.
Me empuja por los hombros y me sostiene a distancia de un brazo.
—¡Carter! —me regaña.
—Lo siento, ¿decías algo?
Resopla, poniendo los ojos en blanco, claramente irritada conmigo
por no querer tener un linda, amistosa conversación acerca de cómo
preferiría vomitar una bola de pelo que convertirse en mi esposa.
—¡Para ya! Esto es serio.
Como un at aque al corazón. O un pene muriendo en una vagina
por un corazón rot o.
—Estoy segura de que tenemos que hablar del hecho de que
gritaste “¡MAMI!” mientras te venías —sisea enojada.
—Guau, eso es pervertido, Carter. ¿Quién sabría que lo tenías en ti?
Claire aúlla por la sorpresa y mi cabeza se gira ante el sonido de la
voz de Rachel en la cocina.
—¡MAMÁ! —grita Claire, mientras aprieta los muslos a mí alrededor
en un esfuerzo de acercarnos más y esconder el hecho de que seguimos
íntimamente conectados.
—Tch, tch. ¿No debería ser Carter el que grite eso? —pregunta
Rachel riendo—. Perdón por interrumpir el sexo de cocina. Gran idea, por
cierto. ¿Alguna vez te conté la vez que tuve sexo en la cocina de un
McDonald’s?
Claire gruñe y entrecierra los ojos en dirección a su madre.
—¡En otra ocasión, tal vez! Sólo pasé de nuevo por mi bolso que
olvide aquí —dice, mientras da unos pasos hacia la mesa de la cocina y
lo toma de una de las sillas—. Ustedes, chicos, tengan una linda noche. Y
puedo decir que tienes un lindo trasero, Carter. Claire, no te olvides de
hacer tus ejercicios pélvicos.
Con eso, se da la vuelta y sale de la cocina, y escuchamos la
puerta de entrada abrir y cerrarse.
—¿Qué fue eso que dijiste hace rato acerca de que ninguna de
nuestras familias podría arruinar nada? —pregunta sarcásticamente
Claire.
Traducido por ElyCasdel & becky_abc2
Corregido por NnancyC

—Amigo, ¿pensó que gritaste “mami”? Oh, dulce Jesús, ¡eso es lo


mejor que jamás he oído! En serio. Me acabas de hacer la semana. —
Drew ríe mientras me palmea la espalda.
—Siempre es un placer cuando mi humillación te divierte.
Drew continúa riendo y sacudiendo la cabeza mientras trabaja en
el panel del auto frente a él. Tenemos tres minutos para hacer nuestro
trabajo en el coche en progreso antes de que la cinta transportadora
comience a moverlo por la línea hacia el siguiente par de trabajadores.
—¿Cómo demonios arreglaste la situación? ¡Eso es lo que quiero
saber! —Jim camina detrás de mí para alcanzar una carpeta en la mesa
y hacer algunas notas, esperando pacientemente por mi respuesta.
—Bueno, que su madre estuviera ent rando ayudó. Claire se
concentró completamente en sus comentarios sobre mi trasero en lugar
del hecho de que pude o no haberle gritado algo totalmente
inapropiado durante el sexo. ¿Está tan mal que prefiera que piense que
la llamé “mami” en lugar de admitir que en realidad dije “cásate
conmigo”? —pregunto.
—Una vez salí con una chica a la que le gustaba llamarme “papi”
en la cama. Fue algo ardiente hasta que conocí a su padre. Lucía como
Danny Devito, pero era más bajo y tenía menos cabello. Siempre olía a
pedos y queso suizo, y le gustaba ladrarle a las chicas sexis cuando
caminaban cerca de él en público —nos cuenta Drew.
—Voy a retirar eso. Habría sido menos doloroso que ella pensara
que me propuse, que escuchar esa historia —digo disgustado.
—Entonces ¿cuál es el nuevo plan? Hasta ahora, un juego de
béisbol y el post -coito no funcionaron. ¿Tienes algún otro truco bajo la
manga? —bromea Jim.
—Estaba pensando en hacerlo durante la cena, tal vez. En algún
lugar realmente romántico. ¿No es eso lo que dijiste que debía hacer
aquella noche después de que nos probamos los esmóquines?
Jim me mira confundido. —¿Dije eso? No lo recuerdo. Aunque esa
noche me desperté a las tres de la mañana en tu bañera sin pantalones,
así que es posible que tuviera algunas ideas realmente buenas.
¡Ooooooh! Definitivamente deberías proponerte en nuestra cena de
ensayo el siguiente fin de semana —dice Jim con entusiasmo mientras
estampa la carpeta en la mesa.
—¿En serio? No lo sé. Parece como una intromisión entre tú y Liz. Es
su día especial.
—Detente ahí, Señorita Modales. No te estoy pidiendo que
celebres una boda doble con nosotros. Sólo pídele que se case contigo
en la cena. Por favor, Dios, dame algo más en qué pensar justo ahora
que en los adornos del pasillo, las flores en el ojal y las muestras —se queja
Jim.
—¿Vas a usar un Reloj Swatch en tu boda? —pregunta Drew,
formando la letra “X” con sus brazos frente a él y pronunciando las
palabras con estilo.
—Qué divertido. Sólo espera a que Jenny ponga sus garras en ti y
tengas que lidiar con su madre psicópata. Cada vez que Mary Gates
entra en la habitación y me enseña una muestra de cintas quiero decir
“¿Viste eso? Es cuánto me importa. Se fue por allí”. Estoy a un color de
mantel de pedirles a todos que traigan una guarnición y una silla de
jardín a nuestro patio trasero, y que Drew obtenga una licencia por
internet para oficiar la ceremonia —afirma Jim—. Liz me preguntó el otro
día mi opinión sobre las patatas horneadas dos veces. ¿Cómo mierda
debería saber? ¿Se suponía que estuviera pensando en patatas
horneadas dos veces todo este tiempo? ¿Es aquí donde me equivoqué?
¿Se supone que los hombres maduros tengan una opinión sobre las
patatas horneadas dos veces?
Jim luce como si su cabeza estuviera a punto de explotar. Está allí
parado con los brazos extendidos como si estuviera rogando que alguien
lo entendiera o esperando algún tipo de abrazo de hombre. Dado que
Drew y yo no somos del tipo abrazador, Jim deja caer los brazos y
continúa despotricando.
—Y mis padres, siendo los buenos cristianos que son, piensan que
una botella de vino en cada mesa es suficiente alcohol. Las palabras
exactas de mi madre fueron “Si se nos acaba, se nos acaba. La gente
tendrá que arreglárselas con agua”.
La boca de Drew cae abierta mientras el coche que t erminamos
se mueve por la línea y uno nuevo se abre paso.
—¿Agua? ¿En una boda? No lo entiendo —pregunta confundido—
. ¿Invitaste a Jesús? Es la única forma en que será aceptable.
—Por favor, por el amor de Dios, proponte a Claire en la cena de
ensayo, así mi futura suegra chillará en el oído de alguien más por una
noche. Te lo ruego —suplica Jim.
Pienso en la sugerencia de Jim mientras trabajo en el siguiente
vehículo. El restaurante donde se llevará a cabo la cena de ensayo es un
lugar realmente hermoso. Y nuestros amigos estarán ahí para ser testigos
del evento, algo que estoy seguro que Claire amará. Cuanto más repaso
la idea en mi cabeza, más emocionante se vuelve. El resto de la noche
en el trabajo vuela mientras Drew y Jim me ayudan a preparar el plan
perfecto para pedirle a Claire que sea mi esposa.

***

El siguiente viernes por la noche, Claire, Gavin y yo entramos en el


estacionamiento de Pier W, un hermoso restaurante característico de
Cleveland que está diseñado para asemejarse a una línea de lujo. Su
localización en lo alto del acantilado con vistas al lago Erie le da una
vista impresionante, y me asegura al cien por ciento que he elegido el
mejor lugar para mi propuesta de matrimonio.
Después de un corto repaso de la ceremonia en la iglesia donde se
celebrará la boda la tarde siguiente, todos esperan una noche relajante
con buena comida y tragos. Jim y Drew no paran de dirigirme miradas
furtivas todo el tiempo que estamos en la iglesia, guiñándome el ojo y
golpeándome el brazo cada vez que pueden. En un punto, me acerco a
darle un puñetazo en el estómago a Drew justo debajo de una estatua
de María.
—Oye, Cart er, ¿puedo hacert e una propuest a?
Es la cuarta vez que Drew hace alusión a hacer una pregunta, y he
tenido suficiente. Los padrinos están de pie en línea recta a un lado del
altar mientras el sacerdote habla en voz baja con Liz y Jim en el centro
del pasillo.
—¿Podrías cerrar la jodida boca? ¡Claire va a sospechar, jode-
pollas! —le susurro enojado.
—Vaya, amigo, calma tu rollo. Acabas de decir j-o-d-e enfrente de
la Virgen María. Muestra algo de respeto —me regaña Drew.
—¿Qué es una virgen? —pregunta Gavin desde su posición a mi
lado mientras balancea la almohada portadora de los anillos sobre su
cabeza como un lazo.
—Uh, es un tipo de pollo —tartamudeo—. Muy raro. Nadie habla
sobre eso.
Es imposible no estar nervioso mientras tomo la mano de Claire y la
ayudo a salir del auto. Mis palmas están sudando, y espero que no se dé
cuenta mientras me detengo por un minuto a mirarla mientras ayuda a
Gavin a bajarse del auto.
Es t an jodidamente hermosa que quiero llorar como un bebé.
Cierra la puerta del lado de Gavin y me atrapa mirándola.
—¿Estás bien? Pareces un poco distraído —dice, examinándome.
Mierda, ¿est á sudando mi frent e? ¿Me est á mirando
pregunt ándose por qué luzco como un hombre regordet e con una
enfermedad de corazón que acaba comer su peso en alitas de pollo y
gelatina en el mostrador de un buffet? Esa no es una buena mirada
cuando quieres que la mujer que amas t e mire a los ojos y t e prometa su
amor et erno diciendo “sí” a casarse cont igo.
—Mamá, mi salchicha apestosa palpita ―dice Gavin,
interrumpiendo el festival de sudor y dándome tiempo para limpiar mi
frente.
—Um, ¿eso qué significa? —le pregunta Claire.
—Significa ¡DÉMONOS PRISA! ¡Quiero comer carne de pavo!
Los tres nos damos vuelta y caminamos hacia la acera en la base
de las escaleras que nos llevará a la superficie de la roca donde está el
restaurante.
Una vez dentro, el anfitrión nos conduce por el salón hasta una
larga mesa ubicada en frente de la ventana panorámica que da al lago.
Somos los últimos en llegar, según el plan ideado por Drew y Jim. Los
últimos tres asientos libres están estratégicamente situados al final de la
mesa, el lugar perfecto para que todos vean lo que está por suceder.
Nuestros amigos están inmersos en conversaciones tranquilas entre
ellos cuando llegamos, pero nos detenemos lo suficientemente lejos para
que nos saluden y para que Jim se asegure de que no ordenemos
ninguna bebida ya que ordenaron champán. La mención del champán
es más exagerada con un guiño cuando Claire se gira para ayudar a
Gavin a sentarse.
A medida que la conversación pasa a ser sobre la boda del día
siguiente, trato de escuchar mientras repaso mis líneas en mi cabeza. No
parece apropiado usar el mismo discurso que había preparado para la
propuesta en el juego de Indiana, ya que había palabras como
“magnífico golpe” y “cambio de bateador”.
Oye, nunca dije que fuera el mejor discurso.
Dado que el plan se derrumbó, necesitaba comenzar desde cero.
En nuestra hora de comer en el trabajo cada noche de la semana, Drew
y Jim me ayudaron a escribir las palabras perfectas para decirle a Claire.
De acuerdo, Jim me ayudó a escribir las palabras perfectas. Drew quería
que simplemente le lanzara una bola de ping pong en la cara,
recordando sus días de camarero en Foster’s Bar and Grill donde inventó
el juego P.O.R.N.O. De acuerdo con él, debía golpearla en la barbilla y
decir “¡Esa no será la única bola rebotando en tu barbilla si dices que sí!”.
Después de tres borradores de propuestas y un montón de uso de
diccionariodesinónimos.com, Jim y yo habíamos escrito la mejor
propuesta de todos los tiempos. Esta noche tiene que salir impecable.
Claire pasará incontables horas volviendo a contar la historia de cómo
me le propuse a todo aquel que conozca, e incluso a algunos extraños,
por el resto de su vida. Se merece contar la historia más romántica.
La camarera se acerca después de unos minutos para tomar las
órdenes de todos.
—Así que, hombrecito ¿qué puedo servirte? —pregunta mientras se
agacha para estar a la altura de Gavin.
—Quiero una virgen —afirma.
Claire comienza a ahogarse con el agua y Liz le da unas
palmaditas en la espalda.
—Lo siento, ¿qué quieres ordenar? —le pregunta la camarera,
confundida.
—Una virgen. Quiero ordenar una virgen —repite, mirándola como
si fuera una tonta.
—¿No todos queremos una, hijo? ¿No todos queremos una? —
murmura el padre de Jim a unos asientos de distancia, recibiendo un
golpe en el brazo de parte de su esposa.
—Creo que se refiere al pollo —aclaro tímidamente.
—Sí, porque eso tiene mucho sentido —dice Claire en voz baja,
recogiendo el vaso de agua y tratando de tomar otro sorbo.
Con nuestras órdenes hechas, la mesera desaparece y
reanudamos la conversación.
—Jim he tenido intención de preguntarte si pudiste terminar de
pegar esos cristales a todos los listones de los programas de la iglesia
―pregunta la señora Gates―. Y también, no olvides poner Preparation H 14
debajo de tus ojos mañana al amanecer.
Drew empieza a reírse y Jenny lo patea por debajo de la mesa.
—Lo llamaré Cabeza de Hemorroides todo el día de mañana —
Drew se inclina y me susurra—: Sé que ha estado estresado por la boda,
pero no me di cuenta de que le causaría un picor como el culo debajo
de los ojos.
La mamá de Jim escucha a Drew y le da una mirada severa que
de inmediato borra la sonrisa en la cara de él.
—Andrew, está bien documentado que este tipo de crema puede
reducir la hinchazón debajo de los ojos. Es muy eficaz cuando uno
necesita tomarse fotos —indica remilgadamente.
—También es muy gracioso cuando los ojos tienen una fuga anal —
dice Drew en voz baja.
—Jim, antes de que te vayas esta noche, recuérdame darte las
fotos de revista de los dos diferentes arcos florales para que los veas. Sólo
necesitas decirle a la florista cuál de los dos quieres usar en la recepción
de mañana cuando entregue las flores para los ojales —añade la mamá
de Liz.
Jim tiene razón. Esta mujer es un robot caminante hablando de la
boda.
—Jesucristo, hazlo ya antes de que ella empiece a hablar de los
regalos de boda y me crezca una vagina —ruega Jim en un susurro bajo.
Le doy un asentimiento y le hago saber que estoy preparado. Una
gran sonrisa cruza su rostro mientras ignora por completo a la
Weddingbot 2000 y le hace señas a nuestra camarera mientras Claire
está ocupada discutiendo la diferencia entre buenas y malas palabras
con Gavin.
Jim y yo nos encontramos con el gerente del restaurante y nuestra
camarera un día antes para repasar el plan para la noche. La camarera
nos traerá una bandeja de champán para todos en la mesa tan pronto

14
Preparation H es una marca de medicamentos, usado en el tratamiento de hemorroides.
como se le dé la señal. En el fondo de la copa de Claire estará el anillo
de compromiso que dejé esta tarde cuando salí corriendo a recoger a
Gavin y mi esmoquin.
No podía creer que finalmente era el momento. Voy a proponerme
a la mujer de mis sueños, a la que pensé que nunca volvería a ver
después de nuestra noche en la universidad.
La mesera regresa y ha servido casi la mitad de las copas de
champán. Me imagino que es ahora o nunca.
Bajo mi mano y tomo la de Claire, que descansa en mi muslo,
subiéndola a mis labios, tratando de calmar los latidos frenéticos de mi
corazón.
Cuando siente mis labios en su mano, se voltea para mirarme.
—Te amo demasiado, Claire —le digo suavemente mientras veo a
la mesera moverse cada vez más cerca de nosotros por el rabillo de mi
ojo.
—También te amo, Carter —me responde con una sonrisa.
A la camarera sólo le quedan dos personas más a las que servirle
antes llegar a nosotros. Sé que tengo que acelerar un poco las cosas si
quiero que todo salga bien.
—Oh, mi Dios, espera hasta que escuches lo que me dijo Jenny
antes. No puedo creer que olvidara contártelo —dice Claire inclinándose
más cerca de mí y mirando sobre mi hombro para asegurarse de que
Jenny no esté escuchando.
También miro detrás de mí y veo a la mesera rodeando la mesa,
dirigiéndose directo hacia nosotros. Tengo que estar arrodillado cuando
ella coloque la copa de Claire enfrente.
¡Mierda!
—Claire, mantén ese pensamiento. Tengo algo que necesito
decirte.
Ella me ignora completamente y se gira de lado en su silla para
poder enfrentarme e inclinarse más cerca.
—¡Espera, esto es muy bueno! Lo vas a amar —dice con
entusiasmo, y mi pie comienza a rebotar frenéticamente en el piso
cuando veo que la mesera se detiene detrás de Claire y le dice algo a
Gavin—. Bien, así que Jenny dijo que Drew ha estado actuando gracioso
últimamente. Hablando acerca de bodas, propuestas de matrimonio y
preguntándole cosas hipotéticamente como “Si yo fuera a proponerme
a ti, ¿qué te gustaría que dijera?”, Drew es demasiado obvio.
Vuelvo a mirar a Claire, apenas registrando lo que está diciendo y
preguntándome si sería de mala educación decirle que cierre la maldita
boca antes de pedirle matrimonio.
—¿Eh? ¿Qué dijiste? —le pregunto mientras sigue hablando y me
pierdo las últimas oraciones.
—Dije que Jenny piensa que Drew va a proponérsele esta noche.
¿Puedes creer esa mierda?
Mi cabeza gira lentamente para enfrentarla, y mi boca cae abierta
en shock, la camarera con el champán queda olvidada.
—¿Drew? ¿Proponerse? ¿Esta noche?
¡JoderMierdaDemoniosDiablos!
—Lo sé, ¿verdad? En primer lugar, no han estado juntos desde
hace mucho, y segundo, ¿quién demonios se propone en la cena de
ensayo de otro? Eso es de mal gusto si me preguntas. Estás tomando el
centro de atención de la pareja que pronto se va a casar y lo pones en
ti. Es como una cachetada en la cara de ellos. Como “¡Oh, Oigan,
mírenme! ¡Soy un idiota y quiero que todos me vean en lugar de a las dos
personas que todos deben ver! Ja ja. Soy un idiota, ¿quién tiene una
cámara para documentar mis estupideces para toda la eternidad?” —
dice Claire con una carcajada y un movimiento de cabeza por el imbécil
imaginario de su mente.
¡Excepto que yo soy ese imbécil! ¡Soy el puto jodido imbécil!
Un brazo se desliza entre nuestros cuerpos y en la neblina de mi
estúpida fiesta de lástima, me doy cuenta de que hay una copa de
champán fija al final. Literalmente siento mi cerebro apagándose.
Escucho una voz computarizada contando hacia atrás desde cinco y
siento como si estuviera en la película Zona de Miedo, y no sé si cortar el
cable rojo o el azul.
¿El rojo o el azul? ¡¿EL ROJO O EL HIJO DE PUTA AZUL?!
Claire extiende la mano hacia la copa de champán.
¿Vieron cómo la gente siempre habla de que durante un moment o
de pánico sienten como si estuvieran en un sueño y todo avanzara en
cámara lenta? Nunca antes he experimentado eso, siempre asumí que
estaban llenos de mierda y que trataban de hacer que su historia sonara
mejor.
Bueno, tengo razón.
Esta mierda no se mueve en cámara lenta, se está moviendo más
rápido que la velocidad de la luz, y estoy cortando el cable equivocado
y explotando como un completo idiota.
Mi brazo, como si estuviera completamente separado de mi
cuerpo, vuela lejos de su lugar de descanso en la mesa, derribando una
vela encendida, el salero, mi propia copa de champán y dos vasos llenos
de agua hasta que mi mano agarra la copa de champán de Claire justo
antes de que toque sus labios.
Saco de un tirón la copa de su mano, derramando el costoso
champán por todos lados en el proceso. En el fondo de mi mente puedo
escuchar a alguien gritar “¡Noooooooooo!”. Y estoy totalmente
inconsciente del hecho de que el que grita como un loco demente en el
centro de Pier W soy yo.
Ni siquiera tomándome un segundo para pensar en mis acciones o
el hecho de que todos en el lugar me están mirando horrorizados,
rápidamente traigo la copa a mis labios, inclinando hacia atrás la
cabeza, y vertiendo todo en mi boca, incluido el anillo.
Drew se inclina y me susurra al oído cuando dejo de un golpe la
copa vacía sobre la mesa. —Amigo ¿estás cambiando el plan? Porque si
el nuevo plan es que intentar cagar ese anillo, tengo que decirte que no
es una idea muy romántica.
Hora De Beber
Traducido por SofiaG & Mel Cipriano
Corregido por Moni

Voy a llorar.
Voy a llorar como un maldito bebé y no hay nada que pueda
hacer para detenerlo. Se está haciendo difícil tragar porque mi
garganta está muy apretada, y me estoy empezando a sentir como si
estuviera en un rave15 con una muy mala luz estroboscópica 16 debido a
la manera en la que sigo parpadeando para mantener las lágrimas a
raya.
Hijo de puta, voy a llorar muy feo. Algunas mujeres pueden
lanzarse a llorar sin que su maquillaje se corra o sin secreciones de líquidos
saliendo de cada agujero de su cara, pero no yo. Estoy en un hermoso
vestido, mi cabello está hecho profesionalmente, mi maquillaje no tiene
defectos y en tres segundos voy a arruinar todo eso por perder
completamente el control de los músculos de mi cara. Voy a intentar con
todas mis fuerzas mantenerme quieta lo que va a joderme porque va a
forzarme a hacer sonidos que solo has oído en medio de la noche en
Discovery Channel. Para el momento en el que haya terminado, voy a
lucir como si tuviera conjuntivitis después de haber sido golpeada en la
cara por Mike Tyson 17.
Todo esto es culpa de Liz. ¿Por qué ella tiene que lucir tan
hermosa?
Estamos de pie en el nicho de la parte posterior de la iglesia, solo a
unos segundos de caminar hacia el altar. Las otras damas de honor ya
se habían ido a reunir con los padrinos en el frente del altar, las puertas

15
Tipo de fiesta caracterizada por música electrónica y espectáculos de luces.
16
Fuente luminosa que emite una serie de destellos muy breves en rápida sucesión
17
Ex boxeador Americano 2 veces ganador del título mundial.
de entrada a la iglesia se cierran detrás de ellas para mantener la vista
de la novia en secreto de los invitados hasta el último minuto.
La Sra. Gates está ocupada revoloteando alrededor de Liz,
haciendo ajustes de último minuto en la cola de su vestido y
recordándole sonreír, aunque no demasiado o en las fotos se verán
arrugas en las comisuras de sus ojos. Ella está de pie y en cuclillas una y
otra vez mientras rodea a Liz, y yo riendo y bufando por las lágrimas
formándose en mis ojos ya que me recuerda a un caballo en un carrusel.
De repente quiero preguntarle a Liz si tiene una fusta que pueda
prestarme, así puedo batir a su madre y hacer que vaya más rápido.
—No puedo creer que te estás casando. —Le susurré a mi mejor
amiga mientras ambas ignoramos a su madre quien le recuerda apretar
las nalgas al caminar.
—Yo tampoco —dice ella con una sonrisa a través de sus propias
lágrimas.
—Amo a Jim y sé que ustedes dos serán muy felices juntos. —La
tranquilicé—. Pero como tu mejor amiga, es mi deber decirte que si lo
necesitas, mi carro está fuera, con el tanque lleno, las llaves en el
encendido y un maletín con vodka en la maletera. También estaré
guardando mi fuerte y sensual palma, solo en caso de que Jim se salga
de la línea y necesite una pequeña bofetada.
Ella se ríe y me inclino para darle un rápido abrazo, con cuidado
de evitar tirar del velo o echar a perder cualquier parte de ella. No
necesito la ira de Mary Gates lloviendo sobre mí.
—Gracias, mejor amiga. Te amo.
El sonido de jadeos y golpes interrumpe nuestro momento estilo
tarjeta Hallmark y nos volteamos para ver a la pequeña prima de Jim,
Melissa en su vestido de niña de las flores montándose encima de Gavin
en el suelo, tratando de ahogarlo. Gavin patea debajo de ella, tratando
de quitar sus manos de alrededor de su cuello.
—¡Oigan! —Grito bajo. Ambos cesan todo movimiento y voltean a
mirarme—. ¡¿Qué están haciendo?!
Gavin empuja con todas sus fuerzas y Melissa cae lejos de él. Se
apresura a levantarse, agarrando la almohada portadora de los anillos y
apretándola contra su pecho.
—¡Maldito infierno, ella tomó mi almohada! ¡Punk estúpida! —dice
Gavin en voz alta.
—¡Él me dio una patada en mi zona no tocable! —Melissa se
explica con una pisada del pie.
—Oh Dios — murmura la Sra. Gates.
—¡Deberías comer tierra! —se voltea Gavin y le grita a Melissa.
—¡Yo NO comeré tierra! —ella contraataca.
—¡CÓMELA CON TU CARA DE POLLO!
Es total y completamente anarquía infant il y antes de que pueda
tomar un niño y gritarle, la música en el piano cambia y empieza a sonar
la canción en la que tenía que caminar por el pasillo con Gavin y Melissa
justo detrás de mí. Rápidamente me agacho frente a ambos y los miro de
lleno a la cara con la más severa expresión de la que soy capaz.
—Escuchen los dos, pequeños monstruos. Tan pronto como
pongan un pie fuera de esas puertas, más les vale tener sonrisas en la
cara y sus voces grabadas dentro de sus cuerpos. Si ustedes hablan,
golpean, empujan, maldicen, discuten, o incluso pestañean hacia el
otro, voy a sacar sus culos fuera de esta iglesia y encerrarlos en el sótano
con los temibles payasos.
Me enfado para enfat izar mi punto y me pongo de pie, tirando del
frente de mi vestido strapless.
—Si veo un payaso, lo golpearé en los testículos.
—¡Gavin Allen! —Lo regaño.
—¿Qué? Aún no hemos dado un paso fuera de esas puertas —
afirma, señalando detrás de mí.
—El chico tiene un punto —susurra Liz.
—Compórtate —susurro entre dientes mientras giro y asiento a los
dos asistentes de la iglesia para que puedan abrir las puertas dobles para
mi entrada.
—Mi mamá no tiene miedo de golpear a un niño. —Oigo a Gavin
susurrar a Melissa mientras tomo mi primer paso hacia el altar.
Afortunadamente, mi amenaza da sus frutos y ambos niños llegan
a la parte delantera de la iglesia sin matarse el uno al otro. La ceremonia
es hermosa y la única interrupción se produjo durante la comunión.
Liz es católica por lo que ella había querido un servicio católico
romano completo. Carter es una especie de católico, bautizado en su
nacimiento, hizo la primera comunión y todo lo demás que era requerido
durante su crecimiento, pero solo va a la iglesia los días de fiestas, bodas
y funerales. En cualquier caso, cuando llega el momento de la comunión,
se pone en la línea y toma a Gavin con él ya que, está en su lado de la
iglesia en la ceremonia.
Yo realmente no creo en ninguna religión, pero he estado en
algunos servicios de vez en cuando, solo en caso de que alguien allá
arriba esté tomando nota. Tomo asiento en la primera fila junto a otra
dama de honor que no es católica y vemos la procesión y sonreímos a
todos los que pasan por ahí. Estiro el cuello y veo con alegría como
Carter sostiene la mano de Gavin mientras se pone frente al sacerdote y
recibe su pequeña ostia de Jesús. En la tranquila serenidad del proceso,
con solo los bellos sonidos del piano para llenar el silencio, ráfagas de la
voz de Gavin atraviesan la tranquilidad.
—¿Qué tienes en la boca?
Me muerdo el labio y me estremezco con cuán fácilmente la voz
de Gavin llega a través de la iglesia. Carter se inclina y le susurra algo
mientras se voltean y empiezan a caminar de vuelta a sus asientos en
primera fila al lado opuesto del mío.
—¡DAME LO QUE TIENES EN LA BOCA !
Me tapo los ojos con la mano, pero no antes de ver a Gavin
tratando de empujar su pequeña mano en la boca de Carter. Carter
golpea su mano lejos y tan pronto como se sientan, saca su celular del
bolsillo del pantalón de su traje y se lo entrega a Gavin. Su cara se ilumina
con alegría cuando arrebata el teléfono de las manos y se sienta en
silencio a su lado. Obviamente, está aprendiendo rápidamente que
como padre, nada funciona tan bien como un soborno. Segundos
después las primeras notas del inicio de A ngry Birds 18 estallan y se
mezclan con el suave sonido de la música del piano, y Carter agarra
rápidamente el teléfono para silenciar los sonidos mientras Gavin grita—:
¡Oyeeee!, ¡estaba jugando eso!
La ceremonia finalmente termina y pasamos el siguiente par de
horas tomando fotografías. Antes de darme cuenta, estamos terminando
la cena de la recepción y el personal empieza a limpiar las mesas. Como
parte de la fiesta de bodas, estamos todos sentados en la larga mesa
cabecera en la parte delantera de la sala. Siempre es divertido sentarse
frente a un grupo de doscientos extraños así ellos pueden verte comer.
Carter toma su asiento junto al mío después de un viaje rápido al
baño, y me di cuenta que se estaba frotando el hombro con dolor.
—¿Qué pasó?
—Pasé a Jenny y Drew en mi camino de regreso del baño. Ella
quería saber si me gustó el Balsa McPollo que tuvimos para la cena —
explica Carter con un levantamiento de ceja.

18
Juego de celular.
—¿Supongo qué le dijiste que se llama pollo balsámico?
—No, le pregunté si eso era algo nuevo que McDonalds estaba
sirviendo en su menú con el McRib. Drew me golpeó.
Echo un vistazo alrededor de la habitación hasta que encuentro a
mi padre y lo veo levantarse de la mesa. Él se ofrece a salir temprano y
llevar a Gavin a casa con él tan pronto como se canse. Miro hacia la silla
que está a mi lado donde Gavin está durmiendo con la cabeza, brazos y
piernas colgando hacia el suelo.
—No, no lo golpeé como a una foca bebé —le aseguré a mi papá
mientras él pone sus manos sobre la mesa y se inclina para echar un
vistazo a su nieto.
—Tu madre está empezando a decirle a la gente acerca de la
hora de beber. Creo que es mi señal de salida —dice, mientras me
levanto con Carter quién está cargando a Gavin en brazos y se lo pasa.
—¿Qué es la hora de beber? —pregunta Carter mientras vemos a
Gavin suspirar y acurrucar su cara en el hombro de mi papá,
murmurando algo sobre linternas y patadas de burro.
Mi papá le sonríe maliciosamente a Carter y luego me mira—. Voy
a dejarlos a ustedes dos para discutir la tradición sobre la hora de beber
de Rachel Morgan.
Decimos adiós y tan pronto la puerta del vestíbulo se cierra detrás
de ellos, la voz de mi madre resuena desde el altavoz del micrófono.
—¡LA HORA DE BEBER! ¡ES LA HORA DE BEBER! Todo el mundo
reúnanse en el bar en ¡cinco minutos! —Cierro los ojos y suspiro en cuanto
oigo a Jim dejar escapar un gritó emocionado y saltar de su asiento.
Cuando abro los ojos, Carter está viendo como un grupo de unas
veinte personas, encabezado por Jim, camina hacia el bar.
—¿Qué está pasando?
—¡Carter! Ya que eres parte de esta familia, es hora de que
aprendas acerca de la enorme y antigua tradición que es la Hora de
Beber —exclama mi madre mientras empuja su camino entre nosotros,
nos agarra a ambos del brazo y nos lleva hacia bar—. Es un viejo ritual
que mi familia lleva a cabo en todas las bodas para asegurarse de que
la pareja casada viva una larga y feliz vida juntos, y que todos sus altos y
bajos estén en la habitación.
Jim llega al bar, rebotando sobre las puntas de sus pies, lleno de
entusiasmo, mientras caminamos hasta él.
—¡Señora Morgan! ¿Cuál es nuestra primera orden para esta Hora
de Beber? —pregunta con una gran sonrisa.
—Creo que el whisky es el primero en la agenda de esta noche, mi
novio guapo —responde con una nalgada, mientras saluda a alguien de
otra mesa.
—¡Espera, espera un segundo! —grita la madre de Liz, corriendo
hacia nosotros—. Debemos cortar el pastel, todavía no han hecho su
primer baile y el fotógrafo aún necesita…
Mi mamá pasa por delante de la trayectoria de Mary, y pone una
mano sobre ella para impedir que se acerque más a Jim.
—Mary, querida, te ves estresada. ¿Cuándo fue la última vez que
utilizaste la bala que te di para tu cumpleaños el año pasado y te
provocaste un bonito y gran orgasmo?
Mi madre, después de haber lidiado con Mary Gates por bastantes
años, sabe exactamente cómo desviar su atención a otra cosa. Es
agradable verla enfocarse en la vida sexual de otra persona por una vez.
Con Mary pulverizada y sin palabras, la lista de recepción de la boda se
olvida.
—Tengo que decir que estoy un poco sorprendido por el hecho de
que todavía fueras virgen la noche en que nos conocimos. ¿Cómo es
posible que tu madre nunca te alquilara un prostituto para tu
cumpleaños? —pregunta Carter.
Jim deja escapar un grito de júbilo al ver a su suegra
prácticamente huyendo de la barra y le grita al camarero para que sirva
veinte tragos de whisky para todos.
—Así que en realidad, la Hora de Beber no es más que otra excusa
para emborracharse en una boda —preguntó Carter.
—Eso sería correcto —le respondo mientras me tomo el vaso lleno
de líquido color ámbar que me entregaron—. Llamarlo “Hora de ser
Estúpido” sería demasiado obvio.
—Supongo que el hecho de que estés bebiendo significa que este
magnífico semental no te ha embarazado de nuevo —dice mi madre,
mientras toma el suyo.
—¡MAMÁ! —la regaño.
—¿Qué? ¿Puedes culparme por querer otro nieto? Ustedes dos
hacen hermosos bebés. El hombre obviamente tiene súper esperma. Y
por el aspecto de sus citas de cocina a la madrugada, todavía sabe
dónde ponerlo.
Mort ificación, fiesta para uno, su mesa est á lista.
—¿Te he contado sobre del novio que tuve en la universidad, ese
que creía que las mamadas podían causar un embarazo? Es una pena,
realmente. Puedo chupar una pelota de tenis a través de una pajilla
loca, pero él se lo perdió.
¿No debería haber algún tipo de ley sobre las personas que saben
estas cosas acerca de uno de sus padres?
Mi madre finalmente se calla cuando Jim lidera al grupo en un
brindis que consiste en todos elevando sus vasos, cantando: "¡Hora de
Beber, Hora de Beber, Hora de Beber!" antes de tragarse el whisky.
Carter aprende rápidamente las entradas y las salidas de la Hora
de Beber. Básicamente, la persona a cargo (mi madre) toma el
micrófono del DJ y anuncia cuando es Hora de Beber. Comienza como
cada veinte minutos. Después de las primeras rondas, todo el mundo
olvida rápidamente cuán espaciado se supone que las Horas de Beber
deben ser. Llega un momento en que es cada diez minutos, luego cada
cinco, y luego hay alguien vomitando en medio de la pista de baile y el
camarero está sin trabajo porque los participantes de la Hora de Beber
rápidamente saltaron de veinte personas a setenta y ocho, y han
tomado el bar para que puedan verter los tragos más rápido.
Cada boda a la que he asistido desde que tenía tres años tuvo una
Hora de Beber. Y, francamente, incluso algunos funerales adoptaron la
misma tradición, ya que honrar a los muertos solo se puede lograr con los
adultos sentados junto al ataúd, riendo en voz alta y discutiendo sobre
cómo piensan que acaban de ver al cuerpo moverse.
Dos horas después de la primera Hora de Beber, me siento en una
de las mesas, me quito los zapatos, y pongo mis pies sobre una silla para
poder ver a Carter, Jim, y Drew intentando bailar break dance con una
canción de Celine Dion. Drew hace tiempo que se quitó el saco del
esmoquin y su camisa blanca, sin importarle quien vea la camiseta que
lleva debajo y que dice: "No soy el novio, pero voy a dejarte ponerme un
anillo” con una imagen de un anillo para el pene debajo. Miro a Carter
intentando hacer el Running Man 19 , incapaz de detener la enorme
sonrisa que se propaga a través de mi rostro.
—Menos mal que te encuentro de buen humor —afirma Liz cuando
de repente aparece al lado de mi silla y me agarra la mano,
levantándome. —Mueve ese culo. Es hora de tirar el ramo.
Solté su mano y volví a sentarme.

19
Paso de baile.
—Buen intento —le digo con una sonrisa.
Liz se mueve justo frente a mí con las manos en las caderas y me
mira.
—No me des esa mirada —amenazo—. No voy a ponerme de pie
por ahí, en medio de la pista de baile, fingiendo que me importa agarrar
tu estúpido ramo.
A nuestro alrededor, las mujeres solteras empujan gente para llegar
a la pista de baile con la esperanza de que van a ser las elegidas: la
mujer que es considerada lo suficientemente valiosa y amada como
para ser la próxima en caminar por el altar. No importa si tienen un novio
o no. Si ese ramo lleno de toda la buena suerte de la mujer recién
casada vuela por el aire en tu dirección, eres la mejor novia, a los ojos de
todo el mundo que te rodea.
Aunque yo realmente no creo en todo eso de que si agarras el
ramo, serás la próxima persona en casarse, todavía no tomo ningún
riesgo. Había aprendido que probablemente no soy una buena
candidata para el matrimonio. Realmente no tengo un magnífico
ejemplo de éxito en esa área. Mis padres tienen cinco matrimonios entre
ellos. Comparto los mismos genes que las personas que continuaban
casadas porque la asistencia médica era más barata. Y también porque
la única vez que habían hecho una cita con un abogado, hacía ocho
años, mi madre pinchó un neumático en el camino. Ella sigue afirmando
que era una señal de un poder superior, por lo que no debían divorciarse.
Algo como: “Si quieres a alguien no debes dejarlo libre, o conseguirás
una pinchadura en tu neumático”.
No voy a admitirle a nadie que he estado secretamente curiosa
sobre cómo sería estar casada con Carter. Francamente, no debería
estar pensándolo, o un rayo golpearía y arruinaría todo. Nuestra vida es
perfecta tal como es. Unos pensamientos perdidos aquí y allá sobre
cómo sería firmar con el nombre de Sra. Claire Ellis no significan nada.
Sólo quiere decir que, de vez en cuando, puedo actuar como una chica
normal. Esto no quiere decir que tenga el deseo de ponerme un vestido
blanco y desfilar frente a cientos de personas cuyo único pensamiento
sobre mí, en ese momento, es si es o no apropiado que yo lleve blanco.
Y, además, los hombres corren por las colinas tan pronto como tú
tienes la más pequeña idea de que es posible que desees, algún día,
casarte con ellos. Si con tan sólo mirar una revista de bodas en la tienda,
comienza a hiperventilar e imaginar bolas y cadenas aseguradas
permanentemente a sus piernas por toda la eternidad. De verdad, estoy
haciendo esto por Carter. Lo estoy salvando de un infarto, o alguna otra
enfermedad que amenaza la vida tras pensar en el matrimonio. Creo
que leí en alguna parte que solo decir la palabra matrimonio hace que
las bolas de un hombre se encojan. Debe haber sido en Google.
Antes de saber lo que estaba sucediendo, tanto Jenny como Liz
me están arrastrando a la pista, en medio de hordas de mujeres que se
encuentran echando espuma por la boca y prácticamente pateando
lejos a los niños que corrían de sus padres para unirse al juego de la
captura.
Una vez que estoy rodeada de vertiginosas y molestas mujeres, Liz
se da vuelta y huye de la escena.
—¡Oh, Dios mío, oh Dios mío, oh Dios mío! ¡Espero agarrar el ramo!
¿Y si lo hago? ¡¿Puedes imaginarlo?! Debemos acercarnos a la parte
delantera. O tal vez ir a la parte de atrás. ¿Puede Liz lanzar muy lejos?
Espero que no se atasque en una de los candelabros.
Cruzo los brazos frente a mí en señal de protesta, y ruedo mis ojos
ante el incesante parloteo de Jenny en mis oídos como un cencerro
molesto.
—Los padres tienen que venir aquí y tener a sus hijos. ¿Qué pasa si
uno de ellos toma el ramo? ¿Alguien les pedirá que lo devuelvan? Esto es
como… una cosa muy importante. No se supone que ellos estén aquí.
Suspiro y escaneo la mult itud en busca de Carter, con la esperanza
de conseguir una sonrisa de aliento que me ayude a enfrentarme a esta
tormenta. Él podrá sentir mi dolor y saber lo mal que estoy en este
momento, rodeada de locos.
Cuando mis ojos se mueven a través del mar de gente de pie
alrededor mirando, Liz toma el micrófono y de espaldas a las mujeres
solteras, comienza su cuenta regresiva.
—¡5, 4, 3, 2, 1!
Finalmente, mis ojos encuentran los de Carter, de pie cerca de Liz.
Las comisuras de su boca comienzan a levantarse cuando una repentina
falta de definición de la actividad a mi alrededor hace que mi enfoque
disminuya. Los tacones vuelan, las telas están girando, y las mujeres se
van abajo como fichas de dominó. Yo despliego mis brazos para
alejarme del caos cuando el ramo que Liz lanza cae en mis manos como
un regalo de los cielos.
Todos los movimientos en el suelo a mí alrededor se detienen, y el
montón de mujeres que luchan, miran hacia mí con reverencia, como si
tuviera el Santo Grial en mis manos. Tengo la urgencia de clavarlo al
suelo como una pelota de fútbol y lanzarlo lo más lejos posible.
No sé qué me asusta más. El hecho de que el impulso de
deshacerme del ramo desaparece tan pronto como me encuentro
sosteniendo las flores como un bebé, por miedo a que alguien vaya a
tratar de quitármelo, o la mirada de horror en el rostro de Carter cuando
mis ojos encuentran los suyos de nuevo.
Traducido por Cris_Eire & Daenerys ツ
Corregido por ElyCasdel

Mi mejor amiga se había ido de luna de miel por una semana y me


siento perdida. Necesito alguien con quien hablar. Me encuentro segura
de que podría haberla llamado si se tratara de una emergencia, pero
intentar explicarle que creo que Carter cree que quiero casarme y pienso
que eso lo asustó, mient ras se encuentra acostada en una playa en
Maui, sería probablemente algo erróneo.
—¡Oye, Liz! ¿Cómo va la luna de miel? ¡Oh, eso es maravilloso!
Hablando de cosas maravillosas, creo que Cart er tiene miedo de que me
quiera casar, así que he t ratado de hacerle saber que realment e no
quiero casarme, cuando en secret o es t odo en lo que puedo pensar,
pero me asust a como el maldito infierno.
Sí, eso tiene sentido.
Todo en lo que he sido capaz de pensar en los últimos días es en la
expresión del rostro de Carter cuando cogí el ramo. Se vía como el día
en que conoció a Gavin y fue golpeado en las pelotas. Y quién sabe
cuál demonios es mi problema. De repente lloro durante un episodio de
"A Wedding St ory" en TLC y pienso que la novia tiene totalmente
justificado refinanciar su casa para pagar un tercer vestido de novia con
cristales de Swarovski en "Bridezillas".
Me desperté el otro día a las cuatro de la mañana porque no
quería que Carter supiera que había configurado la grabadora para
poder ver si la chica de N ew Jersey en "Una Boda Perfect a" dejó que su
novio se vistiera como un Yeti y cantara canciones de John Denver en la
cena de ensayo. Carter llegó a casa del trabajo unos minutos antes, y yo

20
Sabor misterioso, generalmente asociado a una fruta con sabor increíble.
salté del sofá conmocionada y apagué la televisión lo más rápido que
pude.
—Hola, ¿qué haces? —preguntó. Dejó el bolso el bolso de trabajo
en el suelo y se dirigió hacia el centro de la sala para recoger la manta
que había tirado en mi prisa por apagar la televisión.
—Mmm... uh... nada. No veía nada —balbuceé, mirando
nerviosamente de un lado para otro, entre la televisión y Carter.
Levantó una ceja hacia mí y miró el mando de televisión en mi
mano, donde mi dedo todavía se encontraba suspendido sobre el botón
de apagado.
Sus ojos se movieron lentamente de nuevo a mi cara, que ahora se
hallaba cubierta por una delgada capa de sudor a causa de mis nervios
fuera de control. Podía sentir mis mejillas calentándose y sabía que debía
preguntarse por qué estaban poniéndose rojas si no tenía nada que
ocultar.
Iba a saber que grabé "Say Yes t o the Dress: Atlanta". No podía ser
feliz simplemente con el de Kleinfeld. Oh no, tenía ser codiciosa y ver lo
que la gente compraba en Novias de Lori.
Carter se volvió para mirar la televisión, otra vez y luego de vuelta a
mí, sus ojos se abrieron de pronto.
—Oh, Dios mío. Claire, estabas viendo…
—¡No! —le interrumpí—. No veía nada.
Reí nerviosamente y bajé la mirada al mando de televisión en mi
mano, y lo arrojé al sofá tan rápido que hubieras pensado que me
quemaba.
—Santo infierno... si lo estabas —dijo mientras me miraba con
asombro.
No tenía ni idea de lo que pensaba, pero si se hallaba tan feliz de
encontrarme viendo el canal de bodas, entonces, tal vez, no tendríamos
un problema tan grande como pensaba.
—Está bien. No tienes de qué avergonzarte. Es en realidad un
poco caliente.
Lo miré como si estuviera loco. Y tal vez lo estaba. Tal vez trabajar
todas estas horas de noche finalmente le afectó. Mientras me hallaba allí,
medio despierta, con mis pantalones de yoga y mi camiseta de tirantes,
mi pelo todo despeinado, cara enrojecida y avergonzada, me miró de
arriba abajo como si quisiera devorarme. Había empezado a preguntarle
de qué hablaba y por qué me miraba de esa manera, cuando de
repente se me ocurrió. Eran las cuatro de la mañana y me había sentado
sola en el salón bajo una manta, luciendo como si hubiera tenido una
muy satisfactoria retozada en el sofá... conmigo misma.
—¡OH DIOS MÍO! Crees que veía…
—Cariño, en serio, ¡está bien! No tienes que asustarte. Todo el
mundo ve un poco de porno de vez en cuando. Sólo habría deseado
que me hubieses esperado —dijo con una mueca.
Así que es eso. Mi novio piensa que soy una observadora de porno
secreta, que me siento a solas en la oscuridad mientras se encuentra en
el trabajo todas las noches viendo el canal de adultos y masturbándome
yo misma. Hay algo malo en mí si prefiero que piense que tengo una
adicción al porno, que una necesidad profundamente sembrada por
saber si David Tut era21 podría convertir un cargamento, armas de fuego,
y una boda temática, en una obra maestra.
Para tratar de disuadirle de mi inclinación falsa hacia el porno, sola
en la oscuridad en el sofá, y tratar de borrar el recuerdo de mi mente de
la expresión de puro terror en su rostro en la boda de Liz y Jim cuando
atrapé el ramo, decidí que la psicología inversa era el mejor camino a
seguir. Funciona bien en los niños. Y de todos modos, los hombres son,
más o menos, bebés gigantes la mayoría del tiempo, así que imaginé
que tenía una oportunidad de luchar para conseguir que las cosas
volvieran a la normalidad entre nosotros. Ya que la boda lo había vuelto
a poner al límite y se hallaba nervioso a mí alrededor. Creo que tiene
miedo de despertar una mañana atado a la cama vistiendo un
esmoquin, conmigo vestida de novia, de pie sobre él, agitando un
martillo sobre mi cabeza al estilo de Kat hy Bat es, amenazándolo con
aplastar sus rodillas si no se casa conmigo.
Francamente, debería estar más preocupado porque mi papá
haga eso.
Empiezo lentamente diciéndole que absolutamente no creía que
en toda esa tradición sobre que todo aquel que coge el ramo de la
novia es el siguiente en casarse. Creo que podría haber utilizado las
palabras porquerías y disparat es en esa conversación para alcanzar mi
objetivo. Pero Carter cree que dije t onterías y luego estuvo toda la tarde
diciendo—: ¿Tontería dijiste? No puedo tontirte. Vamos a ver si puedo
tontenderlo —Mientras intento enseñarle cuán indiferente soy a esa
costumbre, me deshago del ramo. La hermosa gerbera, orquídea, y el
lirio del ramillete, que se ven impresionantes en mi mano.

21
Diseñador y planificador de bodas, también es presentador de Mi Boda Perfecta.
Cállate. Habían dado "Experta en Boda”, la otra noche y Jennifer
López me enseñó lo que es un ramillete. También aprendí que Alex, el
doctor caliente de "Grey’s Anat omy", no es tan caliente cuando actúa
como un tipo tonto con un acento italiano de mierda. Y que también, el
tipo del infomercial de la Magic Bullet se parece mucho a Nigel, el jurado
de "So You Think You Can Dance". Además, la televisión nocturna debe
ser ilegal en los cincuenta estados y tal vez, realmente estaría mejor si
viera "Sweet Home I'll-a- Slam -Ya" o "Paseando a la señora Daisy".
—Claire, ¿cuál demonios es tu problema? Has estado apagada
todo el día —dice Jenny mientras sale de la oficina de la tienda con
algunas facturas en la mano para que las firme.
Salto ante el sonido de su voz, y me doy cuenta que he estado
sumergiendo el mismo pretzel en el chocolate durante los últimos veinte
minutos.
Liz podría no encontrarse aquí, pero al menos tengo a alguien con
quien soltar mis pensamientos.
—Carter cree que tengo una adicción a la pornografía —dejo
escapar.
—¡Oooooh, yo también! —responde con alegría.
Mi boca abre y la miro fijamente en estado de conmoción.
—¡Oh no! No quiero decir creo que t ú tengas una adicción a la
pornografía. Bueno, no que yo sepa. Me refiero a que Drew cree que yo
tengo una adicción a la pornografía también. ¡Somos como gemelas!
Sí, no lo creo.
—Tengo una membrecía a un club porno del mes. Es algo así como
un club de gelatina del mes, excepto que no tiene gelatina. Y no puedo
decirle a mi mamá sobre ello. El porno, no la gelatina. A ella le gusta la
gelatina, así que puedo hablarle de eso. Acabo de recibir "Las armas de
la destrucción del culo" y " Forest Hump 22”. El sexo es como una caja de
co-jo-lat e —dice en su mejor voz de Forest Gump—. ¡Tenemos que verla
juntas!
No va a suceder.
—Awww, echas de menos a Liz, ¿no? Sé lo que va a animarte. Voy
a llamar a Drew y le haré venir para ayudar a helar todas esas galletas
para la fiesta del bebé de mañana. Se tomó la noche libre del trabajo
hoy, pero no tenemos planes. ¿Te he dicho que su mamá ha estado
haciendo estas sorprendentes galletas para su tío enfermo y el tío sólo

22
Juego de palabras entre el apellido de Forest, “Gump”, y la palabra “Hump”, follar.
habla de ellas y siempre pide más? Haré que traiga alguna para que
puedas probarlas. A lo mejor encienden un poco la chispa de genio
creativo que tienes. Puedes ponernos a trabajar, ponerte cómoda,
relajarte, y disfrutar de las galletas de alguien más por una vez —dice
mientras camina y saca su teléfono móvil para hacer la llamada—. No
olvides que tienes esa entrevista con la revista “Lo Mejor de la Repost ería”
así que podemos repasar algunas cosas mientras estamos en ello.
Aunque ahora me encuentro al tanto de mucho más de la vida
sexual de Jenny y Drew de lo que siempre quise saber, y que el sonido de
su monótona voz empieza a darme dolor de cabeza, tengo que admitir
que contratarla para ayudar con todas mis cosas de oficina fue algo
brillante. Me aseguró mi propio dominio de internet, en lugar de un sitio
web que incluye las palabras "espaciogratisparatodoelmundo" en la
dirección, y una vez que le prohibí a Drew que colgara imágenes en
miniatura de su pene en la sección "Acerca de mí", en realidad se veía
muy profesional. Los clientes pueden hacer sus pedidos en línea e incluso
imprimir cupones gracias a Jenny. Organizó mi horario para poder
trabajar en torno a los tres días de clases de Gavin y ver a Carter antes
que se vaya a trabajar todos los días, y me consiguió una entrevista en
estudio con el canal de noticias locales y tres artículos en las revistas de
repost ería locales, la primera de las cuales está programada para
mañana.
En pocos días, mi mejor amiga regresará en casa de su luna de
miel, y seré capaz de obtener su consejo acerca de Carter. Me
encuentro muy preocupada por decir o hacer algo para asustarlo y
llevarlo al límite. Cuando me preguntó esta mañana si quería más crema
para mi café respondí—: Hablando de crema. ¿Por qué las mujeres usan
crema para sus bodas? Las bodas son estúpidas. Las personas casadas
son estúpidas. Creo que me rompí el dedo pulgar.
No, no sé por qué coño le dije que pensaba que me rompí el
pulgar. Tuve pánico. Y ahora, me encuentro bastante segura que piensa
que mi pulgar roto se debe al hábito nocturno pornográfico que
simplemente no puedo quitarme, y que es ya sea por: A) Presionar
rápidamente los botones de rebobinado y pausa o B) Presionar MIS
botones demasiado rápido. No me importa ninguna opción cada vez
que mira en mi dirección reflexionando sobre mí.
Paso el resto de la tarde tratando de pensar en maneras de
convencer a Carter que no voy a presionarlo a casarse y, al mismo
tiempo de asegurarme de no verme como si necesitará treinta días en un
centro de rehabilitación. He tratado de pensar en nuevas ideas de cosas
que puedo cubrir en chocolate para la tienda. La cobertura de
chocolate de las papas fritas y pretzels triturados mezclados han sido un
gran éxito y una de las principales atracciones de los últimos tiempos.
Quiero algo divertido y nuevo de que hablar en la entrevista de la revista
a la mañana siguiente, así que pongo todos mis pensamientos de
condenación a un lado y me concentro en lo que mejor hago. Por una
vez no temo una visita de Drew. Con su apetito, me encuentro segura de
que podríamos llegar a algo espectacular.

***

—¡Estos Snozzberries saben cómo SNOZZBERRIES! —grito.


En los rincones de mi mente, me doy cuenta de que estaba
dándole sexo oral a la pegatina de fresa que Jenny había fijado a mi
camisa, pero no me importa.
Huele como est os sabrosos olores. Como snozzberries con una
montaña de pegament o. ¿Por qué más gent e no come pegament o? Es
delicioso. Los Snozzberries deberían ser nuest ra fruta nacional.
—Debería cubrir estas pegatinas con chocolate y venderlas —
murmuro mientras continuo deslizando la lengua por el borde inferior de
la camisa que sostengo en mi boca.
Drew ríe y detengo el maniaco lamido de pegatina para mirarlo.
Parpadeo mucho y trato de enfocarme, pero no funciona. Es como si
mirara a través de un par de binoculares al revés. Es muy pequeño y se
encuentra muy, muy lejos. Puedo sentir mi cabeza balanceándose de
lado a lado y sigo abriendo mucho los ojos, en un esfuerzo por ver más
claramente. No funciona. Toma tu mano, ciérrala en un puño y llévala a
tu ojo. Abre la mano solo lo justo para dejar un poco de luz y esa es la
visión que tengo ahora.
Tal vez ese es el problema. Hay alguien caminando a mi lado,
sosteniendo sus puños frente a mis ojos.
Agito los brazos alrededor de mi cabeza para alejar los puños
ocultos hasta que empiezo a chocar contra las cosas y botarlas de los
mostradores. Me encuentro setenta y cuatro por ciento segura de que el
ruido que hay al hacer esto ahuyenta a los idiotas con los puños
engañosos.
—¡Este chocolate quema mi mano! ¡SANTA MIERDA SE ESTÁ
QUEMANDO! ¡¿POR QUÉ SE QUEMA?!
Si bizqueo los ojos, puedo ver que Drew sostiene la mano lejos de su
cuerpo y que esta gotea algo caliente, chocolate derretido.
—Tu mano se ve deliciosa —le digo mientras, distraídamente, llevo
la camiseta de regreso a mi boca y comienzo a masticarla.
—Esta fue la mejor idea del mundo —afirma Jenny mientras ayuda
a Drew a sostener su mano de chocolate sobre el lavabo para que no
gotee en el suelo—. Todo el mundo adorará a Drew cubierto de
chocolate. Asegúrate de decirles que fue mi idea durante la entrevista.
Quiero el crédito por ello.
Siento que mi cabeza sube y baja en acuerdo, y veo la sala entrar
y salir de foco y me pregunto por qué, de repente, las paredes se
acercan más a mí. Bajo la mirada y mis pies no se mueven. Miro hacia
atrás y grito porque la pared se encuentra justo contra mi nariz.
¡¿CÓMO MIERDA HIZO LA PARED PARA LLEGAR A MI NARIZ?!
—Claire, deja de oler la pared. No tiene ningún sabor, déjalo —
dice Jenny.
Est úpida pared. Se queda sin sabor demasiado rápido.
Me alejo de la pared y miro al techo. Hay malvaviscos en mi techo.
Malvaviscos es una palabra divert ida.
—Maaaaaaaaalvaaaaaaaviiiiiiiiiscoooooooooos. ¿Quién inventó
esa palabra? Es una gran palabra. Me pregunto si los llamaban de
alguna otra manera. Como shmashmoos. Pero la gente no podía decir
shmashmoos y los bebés lloraban porque querían shmashmoos pero no
podían decir la palabra y sus madres seguían dándoles galletas cuando
lo que realmente lo que querían era shmashmoos. Los bebés lloraban, los
padres lloraban, las calles se llenaban de gente que solo quería
shmashmoos. Anarquía total, amigos. Apuesto que ese es el verdadero
motivo de la Segunda Guerra Mundial. Es una gran conspiración
shmashmoo de la que el gobierno no quiere que sepamos.
—Claire, eres tan inteligente —dice Jenny seriamente.
—Lo sé, ¿cierto?
Debería de encender un fuego y t ostar malvaviscos con
chocolat e.
—Rápido, que alguien me traiga un encendedor.
¡INMEDIATAMENTE! —grito.
Drew salta de la mesa, y con una mano saca el teléfono celular de
su bolsillo y comienza a jugar con los botones mientras sostiene la mano
de chocolate lejos de su cuerpo.
—¿Llamas a la policía? ¡Oh, mierda! ¡JENNY CORRE! ¡ES LA POLICÍA!
—grito mientras corro en círculos alrededor de la isla de la cocina.
A lo lejos oigo a Jenny llorando. Al menos creo que es Jenny quien
llora. Podría haber sido yo.
¿Est oy llorando? Mi cara se sient e un poco ext raña y húmeda.
Como un pez mojado.
—Dame eso, idiotaaa ¡Dame eso, grandísimo idiota!
Deseo una ent rega de McDonald’s23. Quiero un poco de cát sup.
Drew camina por donde me encuentro y me estrello contra él.
Pone su teléfono en mi mano y sonríe. —No hay de qué. ¡Ahora entra en
esa cocina y hazme algunos malvaviscos con chocolate, perra!
Llevo el teléfono a mi pecho y levanto la mirada para darle las
gracias. Pero ya no está, está abajo. Abajo, abajo, abajo como un
diminuto enano. Entorno los ojos y me agacho para poder verlo mejor.
Salta de arriba y abajo, y me encuentro lo bastante segura de que trata
de morder mis tobillos. Es como un pequeño gnomo de la tierra de Oz
enojado cubierto de chocolate.
¿Por qué los gnomos se hallan tan enojados t odo el tiempo? ¿No
est án en un club llamado el Gremio de la Paleta?. ¡El jodido el Gremio de
la Paleta! Siempre paletas. Los gnomos son pequeños bast ardos ingrat os.
Esas palet as murieron para que pudieran ser felices. ¡RESPETEN A LAS
PALETAS!
—¿Qué carajos pasó aquí? —pregunta Carter entrando a la
tienda.
—Oh mierda, ¡se acabó la fiesta! ¡OCULTEN LAS GALLETAS! —grita
Drew mientras que se deja caer sobre el vientre en el suelo como en el
ejército y se arrastra tan rápido como puede.

23
Es un juego de palabras, ella lo insulta literalmente diciendo “Filet a fish” que también es una hamburguesa
que se sirve en McDonalds.
Traducido por Cynthia Delaney & Daenerys ツ
Corregido por Gaz W. Finley

Cuando mi jefe me dijo que podía tomarme la noche libre, ni


siquiera tomé una respiración o le dije a alguien. Eché mi bolso de trabajo
a través de mi hombro y salí corriendo a través de la planta antes de que
siquiera terminara la oración. Cuando faltan dos personas, dado que Jim
sigue en su luna de miel y Drew está tomándose un día de vacaciones, es
raro que todavía haya suficiente gente como para enviar a alguien a
casa. Pero no hay manera en que vaya a darle a nadie la oportunidad
de cambiar de opinión. Todo en lo que puedo pensar es en ir a ver a
Claire.
Demasiados pensamientos han estado corriendo por mi cabeza
toda la semana y sólo quiero poner mis brazos alrededor de ella y tener
la seguridad de que todo está bien entre nosotros. Ha estado diciendo
algunas cosas verdaderamente extrañas desde la boda de Liz y Jim, y no
puedo dejar de pensar en eso.
¿De verdad piensa que el matrimonio es estúpido? Tal vez su idea
de la felicidad no involucra establecerse con alguien por el resto de su
vida. No es como si sus padres le hubieran dado algún tipo de buen
ejemplo para encontrar a la persona con la que estás destinado a estar y
pasar la eternidad amándola. Ellos cambian de cónyuge más de lo que
Drew cambia de ropa interior. Pero veo sus ojos empañarse cada vez
que ve una boda o una propuesta en la televisión, cuando cree que no
estoy observando, así que no creo que esté completamente en contra
del concepto.
Mierda, tal vez sólo se opone a mí. Tal vez simplemente no quiere
casarse conmigo. El pensamiento hace que me den náuseas. Todo sobre
ella me hace más feliz de lo que nunca he sido en mi vida. Convertirme
en padre de un día para el otro es algo que nunca pensé que querría,
pero ahora sé que nunca podría vivir sin ello. Desde la boda el pasado fin
de semana, todo en lo que puedo pensar es en la forma en que se veía
Claire mientras estaba de pie en medio de la pista de baile, sosteniendo
el ramo de flores que acababa de atrapar.
Había habido un brillo en sus ojos y una sonrisa en su rostro que
iluminaron la habitación. Eso me hizo desear que estuviéramos en nuestra
boda y que fuera nuest ra celebración de amor. Incluso introduje mi
mano en mi bolsillo para sacar el anillo que siempre llevaba conmigo, y el
pánico se apoderó de mí cuando no lo sentí. Me tomó un minuto darme
cuenta de que decidí dejarlo en casa justo antes de salir esa mañana.
Había estado en bastantes bodas con Drew para saber que habría break
dance y revoleo de chaquetas de esmoquin, y no quería correr el riesgo
de perder el anillo. Después de la forma en que reaccionó cuando
simplemente pensó que Drew y Jenny podrían comprometerse en la
cena de ensayo, me alegré de haber dejado el anillo en casa. Estar allí
de pie, mirándola con un ramo de bodas en la mano, casi me forzó a
hacer algo que ella odiaría, y yo no tendría control si ese anillo estaba en
mi bolsillo.
Claire parece genuinamente feliz, aparte de los últimos días y los
extraños comentarios fuera de lugar que hace sobre el matrimonio.
¿Podría ser que ver a sus mejores amigos casarse le haya hecho darse
cuenta de que nunca tendrá eso para ella misma? Está viendo porno en
medio de la noche mientras yo estoy en el trabajo. Eso es el signo o bien
del apocalipsis o de que yo no estoy tomando verdadero cuidado de sus
necesidades. Jesús, tal vez necesito mejorar mi juego. No debería estar
mirando porno sola, a menos que yo no sea suficiente.
¿No soy suficiente para ella? ¿POR QUÉ NO SOY SUFICIENTE PARA
ELLA? ¿Por qué no puede ser feliz conmigo en vez de desear a un actor
de televisión? ¿Por qué, Dios, por qué? No es que esos hombres sean
reales, de todos modos. Todo en ellos es falso, incluyendo sus
abdominales y sus penes de caballo. Y en serio, ¿quién necesita tanta
polla? Tal vez está mirando a esos hombres porque desea que yo
aprenda algunos de esos trucos. Pero vamos, dame un respiro. Nadie es
tan flexible o tiene tanta resistencia. Para eso está la edición de vídeo.
Ella probablemente piensa que no está engañándome ya que los está
viendo por televisión, pero maldita sea, está engañándome con su
MENTE.
Oh, mi Jesús. Creo que me acaba de salir una vagina.
Tengo que creer que si Claire de verdad se siente así de infeliz
conmigo o con mi habilidad sexual, diría algo. A las chicas les gusta decir
todo el tiempo lo que estás haciendo mal, ¿no? ¿Por qué Claire sería
diferente? Estoy actuando como un coño gigante por esto. Estamos bien,
ella está bien, la amo más que a nada en el mundo, y HARÉ que esta
propuesta suceda. Suficiente con la mierda de chicas.
Intento llamar a Claire a la salida del trabajo para ver si todavía
está en la tienda, pero su teléfono va directo al buzón de voz. Mientras
conduzco por la ciudad, veo que su coche sigue aparcado frente al
edificio, por lo que doy la vuelta y entro por la puerta trasera que me
lleva a la cocina.
La vista ante mí me deja sin palabras y confundido. Realmente no
sé a dónde mirar primero. Hay chocolate salpicado por todas partes, y
cuando doy un paso en la habitación, algo cubierto de chocolate se
despega del techo frente a mí y cae al suelo al lado de mi pie con un
plop.
El silencio absoluto en la habitación es la primera pista de que algo
está mal; Claire siempre tiene música sonando en la cocina cuando
trabaja.
En realidad, mi primera inclinación para pensar que algo no está
bien es ver a Jenny sentada en el fregadero llorando. Mis ojos pasan
sobre Drew, que está acostado boca abajo en el suelo lamiendo un
charco de chocolate como un perro. Eso no es algo que no haya visto
antes, desafortunadamente.
Como Jenny es la más cercana a mí, comienzo con ella.
—Oye, ¿qué está pasando? ¿Por qué estás llorando? Más
importante aún, ¿por qué estás llorando en el fregadero? —le pregunto
mientras la alcanzo y la recojo del gran fregadero comercial de acero
inoxidable como a un bebé. Me toma unos minutos estabilizarla una vez
que la dejo en sus pies. Se aferra a mis hombros y alza la vista hacia mí.
—Creo que Drew se comió a Claire —susurra—. Estaba sentada
aquí hace un minuto, y luego Drew dijo que tenía hambre y ahora ella se
ha ido. Se comió cuatro tandas de galletas de chocolate y una tanda de
Claire.
Jesús, ¿qué mierda est á pasando?
Suavemente alejo de mí a Jenny hasta que su espalda está
apoyada contra el mostrador y estoy seguro de que no se caerá.
Dándome la vuelta, me quedo mirando el desastre que ha convertido
esta cocina limpia y reluciente en una pesadilla de chocolate.
¿Esos son Twinkies cubiert os de chocolat e pegados a la pared?
Paso cautelosamente alrededor de pequeños charcos de
chocolate derretido en el suelo con cuidado de no resbalar y caer, y
camino hasta Drew, que ha renunciado a lamer el chocolate del suelo y
ahora está acurrucado en posición fetal, dormido.
—Oye, ¡IDIOTA! —grito—. ¡Despierta! —Empujo la punta de mi
zapato en su estómago y presiono hasta que se da vuelta sobre su
espalda y abre sus ojos perezosamente para mirarme.
—Amiiiiiiiiigo —dice en una exhalación.
—No, amigo no. ¿Qué mierda sucedió aquí? Claire me envió un
mensaje hace unas horas diciendo que estabas ayudándola a glasear
galletas. ¿Por qué luce como que explotó una bomba?
Drew parpadea un par de veces y mueve la cabeza para
despejarla de telarañas o lo que mierda sea que haya en su cerebro que
está succionando todas las partes funcionales.
—Ayúdame a pararme para que pueda pensar —dice Drew
mientras estira su brazo hacía mí.
Sacudo mi cabeza con fastidio, agarro su mano y lo levanto del
suelo de un tirón.
—Tus manos son tan suaves. ¿Las hidratas? —pregunta Drew
mientras acaricia la parte superior de mi mano como un gatito.
Quito mi mano de su agarre y lo golpeo en la cabeza.
—¡Pendejo! ¡Presta atención!
Drew frota la parte trasera de su cabeza y me mira.
—No te alteres. Claire está en su oficina. Está bien. Su padre está allí
con ella.
Est á bien, no puede ser t an malo si George est á aquí.
Dejo a Drew con Jenny para poder ir a buscar a Claire. Jenny no
va a parar de llorar hasta que vea a Claire con sus propios ojos y se dé
cuenta de que no se la comieron.
Sólo en MI vida esas palabras t ienen perfect o sentido.
Claire y Liz comparten una oficina situada justo en el medio de sus
tiendas, donde se conectan. Cada una tiene una puerta que conduc e a
la oficina. En realidad, no es más grande que un vestidor. Contiene un
escritorio con una silla, un sofá y dos archivadores metálicos. Camino
hacia la puerta cerrada y pongo mi oreja contra ella, tratando de
averiguar si Claire y su padre están en una discusión profunda mientras el
infierno se desata en su cocina. Estoy bastante seguro de que su padre
aún trama maneras divertidas y emocionantes de matarme, por lo que
no hay forma de que vaya a interrumpirlos si ese es el caso. No oigo
nada, así que giro la perilla y abro la puerta lentamente.
Tengo que mirar dos veces cuando veo a George acurrucado en
una bola en el sofá. Cómo se las ha arreglado para que su cuerpo de
metro ochenta quepa entre los brazos de esa cosa es algo que nunca
sabré. Decido dejar al perro durmiendo por el momento y giro en un
círculo completo, mis ojos encontrando finalmente a Claire.
Está sentada en el suelo detrás de la puerta con las rodillas contra
su pecho. Tiene una espátula en la mano extendida lejos de su cuerpo,
con glaseado de chocolate goteando de ella y lo que parece el iPhone
de Drew presionado contra la pared con la otra mano. Sus ojos se ven
vidriosos y distraídos mientras mira al vacío, y no parpadea ni una sola vez
mientras me acerco y me agacho enfrente de ella.
No sé con qué estoy tratando aquí, así que hablo en un tono suave
y tranquilizador. —Hola, Claire. ¿Cómo estás, cariño?
Ella gime en respuesta, pero aún no parpadea.
Miro sobre mi hombro y veo que George sigue dormido.
Obviamente no va a ser de ninguna ayuda.
—¿Puedes decirme lo que sucedió aquí esta noche?
Otro gemido acompañado de un poco de lloriqueo. Sigue sin
parpadear.
¿Por cuánt o tiempo puede permanecer sin parpadear una
persona ant es de quedarse ciega?
Siento que entré en una película de terror y encontré al único
sobreviviente del alboroto de un asesino en serie. Tengo miedo de decir
algo incorrecto porque podría asustarla y nunca llegaría al fondo de la
verdad.
—Comí galletas —murmura finalmente.
—Vaya, eso es genial, cariño —le digo amablemente.
Realmente no sé si es genial o no, pero al menos ha ingerido algo
que podrá absorber lo que sea que haya convertido a estos chicos en
zombies cubiertos de chocolate.
—No quiero sentir esto nunca más —dice en voz lastimosa—. Haz
que pare.
Tal vez debería t ratar de hacer que vomite. ¿Debería empujar mis
dedos por su garganta? Nunca ant es he hecho eso. Ni siquiera a mí
mismo. Sólo he int entado hacer vomitar a Drew, y usualmente t odo lo
que t engo que hacer es hablar de su abuela t eniendo sexo.
Me acerco, tomo la espátula goteando de su mano y la dejo en el
suelo. Hago lo mismo con el celular de Drew, dándole la vuelta primero y
notando que está abierta la aplicación de Encendedor BIC, la llama
falsa brillando de ida y vuelta en la pantalla.
—Cariño, ¿por qué estás sosteniendo el teléfono de Drew contra la
pared?
—Quería hacer calor. La estúpida fuz no hacía luego. La fluz no
hacía fluego. El fuego no encendía. Fuego. Fuego, fuego, fuego, fuego,
fuego…
Dulce Jesús.
Deslizo un brazo entre la espada de Claire y la pared y tiro de ella
hacia adelante para que quede inclinada sobre sus rodillas. Con la
esperanza de que no vaya a odiarme o morderme por esto, empujo mis
dedos entre sus labios y dentro de su boca. Ella parpadea y luego me
mira, tratando de concentrarse en mi cara. Mi dedo está en su boca
pero no abre sus labios, simplemente los deja alrededor de mi dedo
mientras estrecha sus ojos intentando verme mejor.
Muevo mi mano y trato de empujar el dedo más adentro. Su
garganta tiene que estar en alguna parte. Si pudiera llegar hasta allí,
estoy seguro de que la haría vomitar.
—Vamos, Claire. Abre más. No puedo llegar.
Gruño por el esfuerzo de sostenerla en brazos y tratar de pasar el
nudillo de mi primer dedo más allá de sus dientes.
—No me muerdas. Te sentirás mucho mejor después de esto, te lo
prometo. Lo he hecho esto un montón de veces, sólo déjame entrar.
O no me escucha o no le importa. Muevo mi mano alrededor de su
boca y trato por todos los ángulos que puedo, pero ella simplemente no
quiere abrir la boca para que pueda llegar a su garganta. Su lengua
presiona la punta de mi dedo previniéndolo de moverse.
—Claire, no seas difícil —me quejo—. Tengo que meterlo más
profundo.
Claire muerde el dedo al mismo tiempo que siento una palmada
en mi hombro.
Saco mi dedo de su boca y giro rápidamente mi cabeza para
encontrar a George parado sobre mí con las manos en las caderas y un
ceño en su rostro.
—Carter —saluda George.
—Hola, señor Morgan —digo tan alegremente como me es posible,
teniendo en cuenta que está mirándome como si fuera un bicho que se
está preparando para aplastar con su zapato.
—¿Has viso mi escopeta? —pregunta.
Trago con fuerza y trato de recordar todas las razones por las que
sería malo orinarme en mis pantalones en este momento. En
circunstancias normales, estoy bastante acostumbrado a las miradas de
muerte y las amenazas silenciosas que recibo del padre de Claire, pero
esto parece un poco excesivo. Estoy tratando de salvar la vida de su hija.
¿Cómo es posible que esté enojado por eso? Hace dos segundos estaba
dormido en el sofá. Debe haber abierto los ojos y debe haberme visto…
Te sentirás mucho mejor después de est o, t e lo promet o. No seas
difícil, tengo que met erlo más profundo. Sólo déjame ent rar…
Oh, dulce Jesús. Probablemente miró a través del cuarto y vio sólo
la parte de atrás de mí tratando de forzar algo en la boca de su hija.
¿Por qué demonios no fue Rachel la que est aba aquí est a noche?
Ella habría despert ado y me hubiera alentado, probablement e incluso
hubiera abucheado al ent erarse de que sólo est aba tratando de hacer
que su hija vomitara en vez de forzar mi pene en su boca.
—NO me gusta la necrofilia —le declaro firmemente.
—Hay algo mal contigo —murmura.
—Sólo quería hacer que vomitara —me quejo.
—En serio no quiero saber sobre la mierda perv ertida extraña que
te gusta.
—Oiga, señor Morgan, ¡está despierto! —exclama Drew mientras ríe
desde la puerta—. Y Carter, amigo, se llama poutiphilia. Le acabas de
decir al padre de Claire que no te gusta follar gente muerta. Lo cual es
una buena cosa, pero probablemente no es a lo que ibas. La poutiphilia
es cuando una persona mantiene relaciones sexuales con personas
inconscientes.
Drew es un Urbandict ionary punt o com hablante y caminante.
—¡NO estaba tratando de tener relaciones sexuales con esta mujer!
—grito.
—Cálmate ahí, Clinton —dice Drew mientras se acerca más y se
pone de cuclillas a mi lado.
—¿CÓMO ESTÁS, CLAIRE? —grita Drew, hablándole lento y fuerte,
como si no entendiera español—. ¿SABES QUIÉN SOY?
Él chasquea los dedos delante de su rostro un par de veces.
Finalmente, ella parpadea y alza la vista hacia mí.
—Haz que pare —se queja.
No estoy seguro de si se refiere a Drew o lo que sea que está en su
sistema. Decido errar por el bien de la precaución y golpeo a Drew en el
brazo.
—¿Qué demonios le diste?
—Sólo unas galletas. Mi mamá las hace para mi tío todo el tiempo
y él las ama —me dice Drew.
—¿Tienen una intoxicación alimentaria o algo así? ¿Por qué
demonios está en semejante desastre este lugar y Claire casi comatosa?
Brevemente me pregunto si debería volver a intentar hacerla
vomitar, pero estoy un poco asustado de que George realmente tenga
una escopeta escondida en algún lugar de la habitación.
—Claire quería un poco de ayuda para pensar en cosas nuevas
para cubrir con chocolate. Fue un proceso. Un proceso creativo. Tú no lo
entenderías. Es algo artístico —explica Drew—. Las zanahorias cubiertas
de chocolate fueron un fracaso, pero podríamos tener algo con gomitas
de osos cubiertas de chocolate.
Esto sigue sin tener ningún sentido. Obviamente estoy perdiéndome
algo.
—Así que se comieron algunas galletas e hicieron una lluvia de
ideas. ¿Qué tipo de galletas comieron? ¿Estaban medio crudas?
Tal vez Claire tiene envenenamiento por salmonella. ¿Es
contagioso? ¿Necesita que la vacunen o que le hagan un lavado de
estómago? Siento que debería saber la respuesta dado que tengo un
hijo. ¿Qué pasa si Gavin come un poco de pollo crudo y no sé si darle
respiración boca a boca o un Pepto Bismol? ¿Tiene incluso permitido
tomar Pepto? ¡¿Y de dónde diablos est á comiendo pollo crudo?!
—Amigo, no soy Betty jodida Crocker o algo. No sé lo que había en
las galletas. Eran de café mocha o nueces, una cosa u otra. Espera, tal
vez fueron las nueces. ¿Claire es alérgica a las nueces? Podría estar
entrando en un choque flácido anal —dice Drew nerviosamente.
Oh, Dios mío. Es como si compart iera cerebro con Jenny.
—Es choque anafiláctico, idiota, y no, no es alérgica a las nueces
—digo poniendo los ojos en blanco.
—Mi tío le ruega a mi madre por estas galletas. En serio. Incluso
IMPIDEN que se enferme, por lo que esto no tiene ningún sentido. Mi
mamá las hace para él cada par de semanas antes de que se someta a
la quimioterapia.
Lo miró fijamente y repito en mi cabeza las palabras que acaban
de salir de su boca para asegurarme de que no estoy alucinando.
—¡Jodido Jesucristo! ¿¿¿Le diste GALLETAS DE MARIHUANA???
Vuelvo mi cabeza y miro a George, incrédulo.
—¿TÚ comiste una galleta de marihuana? —pregunto
incrédulamente.
—Yo estaba en Nam —resopla como si eso fuera evidencia
suficiente de que esto está perfectamente bien—. ¿Dónde está mi nieto?
Lo miro asombrado durante unos minutos, dándome cuenta (no
por primera vez) de que el padre de Claire es el epítome de la frase “El
hombre, el mito, la leyenda”. Mientras que todo el mundo estaba a un
paso de estar loco-por-las-sales-de-baño, George estaba acurrucado en
el sofá, durmiendo en la dicha de su galleta de marihuana.
—Gavin está con mis padres por la noche. Están en la ciudad por
una boda y lo tendrán durante la noche en su hotel para que pueda
nadar en la piscina —explico mientras trato de mantener mi agarre sobre
Claire y ayudarla a ponerse de pie.
—Tengo hambre —anuncia Claire a nadie en particular mientras
de repente recupera el uso de todas sus facultades y se aleja de mí.
Tiene los ojos brillantes y claros mientras sale de la oficina, apretándose
para pasar al lado de Drew, como si nada estuviera mal.
—Bueno, parece que el problema se resuelve gracias a mí. Claire
ahora tiene un artículo nuevo para poner en su menú y desvariar
mañana en su entrevista con la revista —afirma Drew orgullosamente.
—No va a poner las galletas de marihuana en el menú —le digo
con una sacudida de mi cabeza mientras todos deambulamos fuera de
la oficina—. Es ilegal.
—Eres un verdadero aguafiestas, ¿lo sabías? —se queja Drew.
Traducido por Julieyrr, Eni & Moni
Corregido por Cami G.

—Me como mi caca.


—Drew, te juro por Dios que si no dejas de jugar con ese maldito
ordenador, voy a metértelo por el culo —amenazo mientras termino de
quitar el último pedazo de chocolate de las paredes de la tienda de
cocina.
Drew ha aprendido recientemente cómo encender el texto-a-voz
en Microsoft Excel. Todo lo que él mecanografía es repetido por una voz
computarizada. Se había detenido en mi tienda a primera hora de la
mañana con el pretexto de ayudarme a limpiar, pero en cambio, ha
pasado la mayor parte de su tiempo haciendo que la computadora diga
estúpida mierda aleatoriamente.
—Me gusta t ocar t etas —anuncia la monótona y computarizada
voz.
—Tet as, t etas, tetas, tetas. Me gust an las t etas.
Drew asoma su cabeza en mi oficina unos segundos más tarde y
sonríe.
—Claire Bear, ¿tienes una resaca de marihuana?
Gruño mientras lanzo el trapo sucio en el fregadero y abro el grifo
para lavarme las manos de la masa pegajosa en la que se han
convertido desde que empecé a limpiar el desastre que hicimos en la
cocina anoche.
—Después de lo que me hiciste anoche, tienes suerte de que no
esté metiendo una espátula por tu ojo.
Cierro el agua y seco mis manos en la toalla al lado del fregadero.
Cuando miro por encima de mi hombro para lanzarle otro insulto a Drew,
no está allí.
—Claire t iene una vagina enojada.
Ruedo mis ojos y echo un último vistazo a la cocina para
asegurarme de que no haya olvidado una mancha. En retrospectiva,
debería ser consciente de que no hay que comer nada que Drew me
dé. Siempre busca culpables y dice estupideces, así que cuando me
tiende la galleta y me dice “come la cosa entera o si no”, no lo pienso
dos veces. Todo lo que quería era una agradable, tranquila noche de
lluvia de ideas y mantener mi mente fuera de cualquier cosa que tenga
que ver con bodas y casarme con el hombre de mis sueños.
Ten cuidado con lo que deseas.
Me había despertado esta mañana con un nudo en la boca del
estómago sintiendo que había hecho algo estúpido. Me di vuelta y
encontré a Carter sentado en el borde de la cama, mirándome.
—Estaba preparándome para poner un espejo debajo de tu nariz y
asegurarme de que aún respiraras —dijo Carter con una sonrisa mient ras
se levantaba de la cama y se acercaba a la cómoda para ponerse su
reloj y meter su billetera en su bolsillo trasero.
—¿Qué carajo hice anoche? —gemí con una ronca voz
mañanera.
—¿A qué parte te refieres exactamente? Comerte toda una
galleta de marihuana o redecorar la tienda pintando las paredes con
chocolate?
—Bueno, primero que nada, no sabía que era una galleta de
marihuana hasta que tomé el primer bocado, y segundo… no sé. No
tengo ninguna excusa para el resto de eso. —Mi voz se apagó.
—Si sabías que era una galleta de marihuana después del primer
bocado, ¿por qué demonios seguirías comiéndola? —preguntó Carter
con una sonrisa mientras me deslizaba en la cama hasta que pude
sentarme contra la cabecera.
—¿Por qué no la comería? El daño ya estaba hecho. Y era una
deliciosa galleta.
Carter negó con la cabeza hacía mí y suspiró.
—Claire, se supone que solo comas un poco de la galleta de
marihuana, nunca toda la cosa a la vez.
Me miró como si fuera una idiota y esto fuera claramente algo que
todos sabían.
—¿Cómo diablos se supone que voy a saber algo así? ¿Me veo
como el tipo de persona que anda por ahí comiendo galletas de
marihuana todo el tiempo? —le pregunté con enojo.
—Todo el mundo lo sabe. Nunca he comido una galleta de
marihuana, y aún así conozco las reglas.
—¿Las reglas? ¿Hay alguna clase de Galletas de Marihuana 101
que me perdí o algo? No es como si la maldita cosa viniera con un
manual. Me ofrecieron una galleta y me comí la galleta. ¿Quién en su
sano juicio solo toma un bocado de una galleta y guarda el resto para
después? —exigí.
—Alguien que come una galleta de marihuana —dijo Carter
inexpresivo.
Después de que me había duchado y vestido, salí de la casa
bastante molesta.
Y ahora mi entrevista con la revista es en una hora y las únicas
cosas que me rodean son malas ideas alucinógenas —ositos de goma
cubiertos de chocolate, encurtido, tortas de luna, M&M’s, cada bocadillo
de Little Debbie imaginable desde Twinkies, hasta Swiss Rolls, y una foto
impresa de la mano de Drew cubierta de chocolate. Bandejas de
chocolate cubrían la basura de los contadores, y me reprendí a mí
misma por todas esas horas que gastamos sin dar con una buena idea. Al
menos Drew decoró las doscientas galletas para la orden que sería
recogida hoy. Eso hizo que mi odio por él disminuyera un poquito.
—La mantequilla de maní en t u polla es deliciosa.
—¡Drew! —le grito de nuevo en advertencia.
—¡Lo siento! —grita de vuelta, tratando de ocultar su risa.
—Polla, la ot ra carne blanca.
Abro la boca para gritarle otra advertencia, ésta a su hombría,
cuando una idea se produce.
Echo un vistazo al reloj y rápidamente me muevo alrededor de la
cocina, tomando los ingredientes que necesito. Mientras espero que el
chocolate se derrita, agarro una caja de cartón pequeña y blanca de
debajo del mostrador. La preparo colocando una hoja de papel de seda
de color rosa en el interior para forrarla por dentro y pego la etiqueta
“Seduction and Snacks” en el exterior. Miro el reloj por el rabillo del ojo,
mientras pongo manos a la obra, cruzando los d edos de los pies e incluso
mis piernas para que esta idea funcione.
Treinta minutos después, termino de colocar el último caramelo
nuevo dentro de su caja, sello la tapa, ato una cinta ordenada, rosa y
blanca a su alrededor, y agarro mi bolso de debajo del mostrador.
—Drew, me voy. No te olvides de ir al lado y esperar la entrega de
Liz para que la firmes —le grito mientras me dirijo a la puerta y me
aseguro de que el cartel de “Cerrado” esté en su lugar. Tengo unos
veinte minutos para correr a casa, recoger a Gavin y conducir hasta el
punto de reunión. La revista insiste categóricamente en que lleve a Gavin
conmigo. Esta revista entrevista personas debido a las recomendaciones
de sus clientes. Los clientes escriben a la revista y sugieren empresas que
deben destacar, por una u otra razón.
La revista había hecho algunas investigaciones, algunas llamadas,
y por alguna razón decidió que “Seduction and Snacks” necesitaba ser
un reportaje. Cuando llamaron para gestionar la entrevista, le dijeron a
Jenny que los clientes quedaron entusiasmados, no solo por los dulces
que venden, sino también por el pequeño bocazas hijo del dueño que
corría alrededor de la tienda y hacía reír a todos. Había sido como lanzar
una moneda al aire decidir si debería estar horrorizada por esto o feliz de
que la afición de Gavin por decir malas palabras y hablar
constantemente sobre su salchicha estuviera finalmente haciendo algo
bueno en el mundo.
Todavía es difícil hacerme a la idea el hecho de que nuestros
negocios habían despegado tan rápido. Nunca subestimes la necesidad
de azúcar y sexo en una pequeña ciudad de América.
Con una última mirada por la tienda a oscuras, para asegurarme
de que todo está en orden, doy un paso fuera con el débil sonido de la
computadora hablando un último comando iniciado por Drew.
—Hijo de un cara de mierda, t ú puta. Toca mi escrot o y acaricia
mis bolas.

***

Entro en Playland McDonalds con mariposas aleteando en mi


estómago y mi mano agarrada fuertemente alrededor de la de Gavin.
No sé por qué estoy tan nerviosa. He hecho algunas entrevistas
telefónicas desde que abrimos y fueron pan comido. Tal vez es el hecho
de que nunca lo tenido que hacer algo como esto con mi hijo a mi lado,
mi precioso hijo al que le gusta hablar con desconocidos sobre su popó.
Est o va a estar bien. No es gran cosa. Sólo un par de preguntas.
Súper fácil.
—Recuerda, tu mejor comportamiento —le recuerdo a Gavin
mientras nos abrimos paso a través del restaurante lleno hacia una mesa
reservada en el fondo. Puedo ver a la entrevistadora ya sentada con una
computadora portátil abierta en la mesa. Hacemos contacto visual y ella
me saluda con la mano.
—Quiero jugar en el Playland —lloriquea Gavin.
—Lo harás, tan pronto como la entrevista se termine.
—Eso es una tontería —murmura él.
—Qué lástima. Sé bueno y podras obtener una cajita feliz.
—¿Puedo tener una gaseosa también? —pregunta él.
Hago una pausa, considerando su petición. Ser padre es difícil,
especialmente cuando se trata de negociaciones. No quieres que tus
hijos piensen que pueden t ener todo lo piden, pero tampoco quieres que
le digan al entrevistador de una revista nacional que sus nueces huelen
como a queso y es porque ella es muy fea. Elijan sus batallas, gente.
—Sí, puedes tener una gaseosa. Si eres bueno.
Llegamos a la mesa y hacemos las presentaciones. Le indico a
Gavin que se siente primero así él puede sentarse al lado de la ventana,
y luego me deslizo a su lado.
—Hola, Gavin, mi nombre es Lisa. Me encanta tu camiseta —dice
la entrevistadora de Lo Mejor de la Repost ería con una sonrisa.
Gavin baja su mirada a la camisa que Drew le compró hace varias
semanas. Es negra y escrito en letras blancas se lee: “Advertencia para
padres: Encierren con seguro a sus hijas”.
Él solo se encoge de hombros en respuesta, y resisto el impulso de
dispararle el mal de ojo y recordarle que debe ser bueno.
—Esta va a ser un tipo de entrevista informal —explica Lisa—. Sólo
quiero hacer algunas preguntas y una pequeña charla. Finja que soy
como una de sus mejores amigas.
Tiene una enorme sonrisa en su rostro como si yo entendiera
completamente de lo que está hablando. Ella obviamente nunca ha
conocido a mis amigas. No nos sentamos por ahí con vestidos, sorbiendo
delicadamente de copas de champaña
mientras hablamos amablemente de política. Nosotras tomamos
cerveza, unos cuantos tragos, y nos llamamos unas a otras coños de
trueno24.
Deslizo la caja blanca sobre la mesa hacia ella, pensando que
podría comenzar directamente con el soborno.
Los ojos de Lisa se iluminan cuando ve la caja con nuestra distintiv a
cinta rosa alrededor.
—¡Oh Dios mío, me trajo chocolate! —exclama ella.
—Es algo nuevo que estoy probando. Desmenuzo tocino crujiente y
lo mezclo con chocolate blanco. La mezcla es rociada con caramelo y
dulce de mantequilla y azúcar. Son llamados Bacolate Bunches —le digo.
Ella rasga la caja y toma un bocado de uno de los caramelos.
Gime y gime y suspira por tanto tiempo que me pone un poco
incómoda. Ahora estoy al tanto de cómo suena Lisa cuando tiene sexo.
Embarazoso. Pero al menos le gusta el dulce que improvisadamente
inventé.
—Entonces, Gavin, ¿cómo estás hoy? —pregunta Lisa después que
termina el chocolate y finalmente se pone a trabajar.
—Quiero jugar, esto es aburrido —se queja él mientras mira con
nostalgia a los otros niños que corren y gritan alrededor del área de
juegos.
—Gavin, sé amable —le advierto en voz baja con los dientes
apretados y una sonrisa en mi cara para Lisa.
—¡Oh, está bien! —me dice ella alegremente—. Me gustaría jugar
en esos juegos también —le dice ella a Gavin.
—Eres demasiado vieja para jugar en el tobogán. Tu trasero se
atascaría porque eres demasiado vieja.
Con el mal de ojo a toda potencia, miro a Gavin. —Si no tienes
cuidado con lo que dices, vas a ir a casa a tomar una siesta —digo en
voz baja.
—Las siestas apestan —susurra Gavin mientras golpea los codos en
la mesa y pone su mano en su barbilla, enojado.

24
Es cuando una mujer tiene una gran vagina, de modo que golpea contra su muslo haciendo un sonido de
muy baja frecuencia similar a un trueno.
Obviamente ya ha olvidado la cajita feliz y la gaseosa que le
prometí. Dios, si me est ás escuchando, ayúdame a no matarlo. Al menos
hast a que est emos en casa.
—Entonces, Claire, ¿cómo te ha ido con el negocio en la tienda?
Me detengo mirando a Gavin y espero que por algún poder de
súper mamá él aún sea capaz de sentir mi ira flotando a su alrededor y
mantenga su boca cerrada.
—El negocio ha ido muy bien. Estoy absolutamente maravillada de
ver que la gente en realidad quiere comprar las cosas que hago —le
digo riendo.
No puedo creer que alguien est é entrevistándome para una
revist a. No soy nadie. ¿Cómo est á pasando est o?
—¿Le parece difícil hacer malabarismos siendo dueña de una
empresa y pasar tiempo con su familia? —pregunta Lisa mientras escribe
en su computadora portátil.
—Esa es la ventaja de ser la dueña de un negocio. Básicamente,
puedo hacer lo que quiera.
Lisa ríe y continúa escribiendo.
En cierto modo es como hablar con una de mis amigas. Liz nunca
presta atención a nada de lo que digo y está siempre ocupada
haciendo otra mierda cuando le estoy abriendo mi corazón.
—¿Puedes hablarnos un poco más sobre eso? —pregunta ella.
—Bueno, si quiero que Gavin pase el día conmigo, él puede. No
necesito encontrar una niñera o enviarlo a la guardería cuando no está
en el preescolar. Y si necesito cerrar temprano para llevarlo a una cita
con el doctor o ir a una presentación en su escuela, puedo hacerlo
fácilmente sin t ener que conseguir el permiso de alguien más o que me
descuenten de mi pago por el día perdido —explico.
—Mi doctor me da galletas y pegatinas. Su enfermera tiene cara
de salchicha y me da golpes —añade Gavin.
Lisa suelta una risita, sus ojos nunca dejando la pantalla mientras
escribe frenéticamente.
Oh Dios mío, por favor dime que ella no escribió las palabras “cara
de salchicha” en mi ent revista.
—A tan solo tres meses de haber abierto, Seduction and Snacks ya
se está convirtiendo en un beneficio. Eso es casi inaudito para un
negocio nuevo y pequeño. ¿Cuál piensas que es la clave del éxito?
¿Me veo como Donald Trump 25?
No sé nada sobre nada. Cubro las cosas con chocolate y horneo
galletas. La clave del éxito es fingir que realmente esto no está pasando,
así no enloqueces pensado en ello.
Contesto la pregunta lo mejor que puedo sin parecer una idiota
despistada. Le digo que todo es cuestión de suerte y que honestamente
no tenía idea de cómo me había pasado esto.
Finalmente Lisa toma un descanso de su escritura y levanta la
mirada hacia mí.
—¡¿No hace daño tener un hijo famoso tampoco, ¿verdad?! Todas
las personas con las que he hablado de Seduction and Snacks me han
dicho que absolutamente tenía que conocer al hijo de la dueña.
Oh querido Dios. Aquí vamos.
—Estoy casi asustada de preguntar qué más dijeron ellos sobre él.
Es afortunado de ser lindo, o lo habría puesto en la acera con la basura
hace años —le digo mientras compartíamos una risa.
—¡Cierra la boca cuando me estés hablando! —grita Gavin.
Rápidamente me acerco y cubro su boca con mi mano.
Debí haber empacado cita adhesiva y un taser.
—Si lo puede creer, varios clientes me han preguntado que si se lo
pueden llevar a casa. Si sólo supieran. Un sargento de marina pasó hace
unos días de camino a su trabajo y bromeó sobre que debería llevar a
Gavin con él a un entrenamiento básico. Pensó que Gavin haría llorar a
sus hombres más rápido de lo que él podría —le digo.
Ella escribe con una pequeña sonrisa en su rostro, y me pregunto si
esta será la primera y última entrevista para una revista.
—Como usted sabe, hacemos una pequeña investigación sobre las
personas a quienes vamos a entrevistar. Siendo de un pueblo pequeño,
no es un secreto que quedó embarazada y tuvo que dejar la universidad.
Es una gran lucha ser una madre soltera. ¿Qué consejo le daría a otras
mujeres que podrían estar pasando por lo mismo? —pregunta Lisa
mientras inclina la cabeza y vuelve a chasquear sus dedos en el teclado.
Encantador. Me cogí a un tipo en una fiesta de fraternidad, me
embaracé, y tuve que trabajar en un bar para llegar al fin de mes. La
única otra opción disponible para mí en ese momento era ser una
stripper embarazada. ¿Es esto algo que la gente de “Lo Mejor de la
Repost ería” quiere saber? Parecen ser un grupo conservador —de los
25
Es un multimillonario ejecutivo y empresario.
que hablan sobre pastelitos y reducciones balsámicas, no ping pong con
cerveza y vaginas palpitantes.
—Um, sí. Definitivamente no soy la mejor persona para dar consejos
en esa área —le digo con sinceridad—. Todo lo hice mal. Por suerte, el
padre de Gavin es un hombre maravilloso y fuimos capaces de encontrar
nuestro camino de regreso. Sinceramente no sé qué haría sin él. No
puedo imaginar mi vida sin él en ella.
¡Mierda! ¡¿Puedo borrar esa declaración?! Eso suena demasiado
como a decir que quiero pasar el resto de mi vida con él. Lo que quiero.
Pero él no puede saber eso. Se asustaría como un chico. Lo cual es.
Cuando lea esto, su mente inmediatamente va a pensar en matrimonio y
probablemente comenzará a gritar. ¡CAMBIA EL TEMA, CLAIRE!
—Además, me gusta mucho ver pornografía.
¡NO, NO, NO! ¡ABORTA LA MISIÓN! ¿De qué demonios se supone
debería estar hablando? Oh, cierto. Consejo.
—A caballo regalado no se le busca colmillo o morderá la mano
que te da de comer.
Oh dulce Jesús, acabo de convert irme en mi madre.
Lisa no muestra ninguna señal de pensar que está hablando con
una lunática. Solo sigue escribiendo. Está comenzando a asustarme.
¿Realmente está escribiendo cada palabra que digo? De repente
tengo ganas de gritar las palabras “VERRUGAS ANALES” solo para ver si
sigue escribiendo sin pestañear.
Quiero preguntarle si me escuchó decir que era adicta a la
pornografía. Tal vez el ruido de los niños jugando a nuestro alrededor o los
fuertes jadeos y suspiros de Gavin bloquearon lo que dije. Obviamente,
no puedo tocar el tema y preguntar si me escuchó, porque si no lo hizo,
querrá que lo repita. Y conociéndome, lo repetiré para ser amable y eso
jodería todo esta ansiedad que estoy teniendo actualmente.
Por esto prohibiré la palabra “pornografía” en mi vocabulario. Me
está metiendo en demasiados problemas.
Lisa deja de escribir y me da la seña universal con el dedo de que
espere un minuto mientras responde una llamada de su celular.
—Puta madre —murmuro.
—Dijiste una mala palabra —me informa Gavin.
—Tengo permiso. Soy una adulta.
—¡Yo quiero ser un adulto! —dice con entusiasmo.
Unos minutos más tarde, Lisa termina su llamada y vuelve su
atención hacia Gavin.
—¿Qué tal si te hago unas preguntas ahora? ¿Estaría bien?
—Claro —dice encogiéndose de hombros.
—¿Tienes un apodo? ¿Puedo llamarte Gav? —pregunta Lisa.
—¿Puedo golpearte en la cara? —pregunta él.
—¡Gavin! —le regaño.
—¿Cuál es tu color favorito? —pregunta Lisa, ambos ignorándome.
—Me gusta el verde. El verde es verde. Me tiro pedos verdes.
Oh maravilloso. Est a está resultando ser una ent revista estelar.
—¿Cuál es tu comida favorita?
— Skabetti con albóndigas. ¡Las bolas son deliciosas! —exclama
Gavin.
Lisa y yo compartimos una risita con eso.
—Si Phineas y Ferb y Bob Esponja tuvieran una pelea, ¿quién
ganaría? —pregunta Lisa.
Gavin piensa sobre ello por un minuto antes de responder.
—Bob Esponja porque es un duro hombre grande. Phineas y Ferb
son más tontos que su pipí.
Ruedo los ojos y niego con la cabeza. Esta entrevista se ha ido
oficialmente al cagadero.
—¿Cuál es tu día festivo favorito?
—Pedorrear.
—Gavin —le advierto.
—¿Cuál es tu animal favorito?
—Las ovejas, porque son estúpidas —responde Gavin con una
carcajada.
—¿Cuál es tu olor favorito?
Oh, ésa es una súper pregunt a para hacerle a un niño de cuat ro
años que acaba de decir que su día fest ivo favorito es echarse gases.
—Gatos apestosos. Y pies —dice Gavin con una risita.
—¿Cuál es tu canción favorita? —continúa Lisa.
Por favor no digas “99 Problemas pero la Perra no es Uno”, o
ahogaría a Cart er mientras duerme por descargar eso en su iPod.
—SMELLY CAT, SMELLY CAT, WHAT ARE THEY FEEDING YOU! 26 —
canta Gavin tan fuerte como puede.
—¿Cómo sabes esa canción? —le pregunto.
Gavin responde encogiéndose de hombros.
—Te gusta mucho decir palabras de adultos. ¿Por qué? —pregunta
Lisa.
—Porque me gusta. Porque soy un hombre.
—He escuchado que también te gusta mucho hablar sobre tu
salchicha. ¿Por qué es eso?
—Porque es estúpido. Me cagué en mis pantalones.
Gavin se ríe a carcajadas de sí mismo.
—¿Disculpa? Sabes que se supone que no digas esa palabra —le
regaño.
—Tampoco puedo decir la palabra m-i-r-d-a. ¿Qué diablos se
supone que diga? —pregunta Gavin rodando los ojos.
Esto es con lo que tengo que lidiar. ¿Se supone que lo corrija
cuando deletrea mal la palabra “mierda”? ¿Por qué demonios nadie ha
impreso un manual de crianza aún?
—¿Cuál es tu pasatiempo favorito?
—Pedorrearme en la cara de todos —dice Gavin entre risas—.
¡PEDORREAR!
—Es obvio que te gusta mucho decir “pedorrear” —dice Lisa con
un risa.
—¡Porque me gusta decirla para siempre, idiota!
Pongo mi codo en la mesa y mi cabeza en mi mano. No tiene
sentido ni siquiera tratar de ponerle fin a este desastre.
—¿Qué te gusta más, las galletas o las chicas? —pregunta Lisa.
—Mi mami hace galletas deliciosas. Las chicas son estúpidas.
Excepto por mami porque tiene tetas —responde Gavin con seriedad.
—Caramba, gracias, cariño —murmuro mientras levanto mi cabeza
y miro a Lisa para ver si luce tan horrorizada como yo me siento.

26
Canción conocida de la serie “Friends”. La canta Phoebe. Traducción: “Ga to apestoso, gato apestoso, ¿qu é
te dan de comer?”
—Cuando seas grande, ¿quieres casarte?
Obviamente, el hecho de que cualquier oportunidad de ganar un
Pulitzer por esta entrevista es cosa del pasado, no le importa ni un ápice
a esta mujer.
Gavin se levanta sobre sus rodillas en el asiento y coloca un ruidoso
y húmedo beso en mi mejilla.
—Quiero casarme con mami. Nos besaremos y nos casaremos y la
llevaré a citas y seremos amigos para siempre y nos haremos muchas
llamadas telefónicas.
No, no, no, no. Sólo… no.
—¿Llamadas telefónicas? ¿Quieres decir que llamarás mucho a tu
mami cuando estés mayor? —pregunta Lisa.
No lo hagas. Por amor a Dios, no lo hagas.
—No, haremos llamadas como mami y papi cuando van a su
habitación y cierran la puerta con seguro y gritan y hacen ruidos extraños
—responde Gavin.
Traducido por EyeOc & Michelle ♡
Corregido por Aimetz

—Cuando le pregunté si disfrutaba el pre-escolar, el niño precoz de


cuatro años me preguntó si era la policía. Cuando le dije que no, que no
era la policía, me informó que debería ir a la cárcel y me llamó “mocosa
idiota”.
Carter se ríe mientras lee la entrevista de la revista en voz alta. Lisa
me había enviado una copia a mi correo electrónico de la entrevista
después de que la terminó para que pudiera mirarla, pero verla impresa
en una de mis revistas favoritas que he leído portada tras portada por
años y sólo soñaba sobre algún día estar ahí me hace sentir un poco
enferma del estómago.
—¿Cómo te puedes reír de esto? No es divertido.
—Gavin es muy afectuoso con sus padres. Cuando le pregunté
cuál es la cosa favorita sobre su padre contestó: me arropa en la noche
y me dice que si como mis guisantes mi salchicha crecerá grande y
fuerte justo como la suya —lee Carter con una risa.
—Le comprare a ese niño un Porsche. Le acaba de decir a toda
América que tengo un pene grande y fuerte.
Niego con la cabeza, me levanto para desechar el resto de mi
ahora café helado en el lavabo y enjuago mi taza. Mi café matutino, el
cual usualmente me lleva cerca al orgasmo y me da la fuerza para
hacerme pasar el día, me deja sintiéndome mareada. Solo he sido capaz
de tomar dos tragos. Creo que la combinación de ver mi nombre
impreso en mi revista de comida más amada y escuchar a Carter leerme
otra vez la vergüenza de ese día tres semanas atrás es el culpable de mi
estómago revuelto.
—Claire, esta entrevista es impresionante. Despotrica sobre cuán
impresionante eres por hacer tus sueños realidad y lo absolutamente
delicioso que es todo lo que preparas. Esto va a fomentar mucho el
negocio para la tienda. Deberías de estar orgullosa —me dice Carter—.
Aunque de verdad creo que debemos sentarnos y hablar sobre el
comentario del porno. Entiendo que estas incomoda con eso, pero no
necesitas estarlo conmigo. Me gusta el porno. Me gusta mirar porno.
Especialmente me gustaría mirar porno contigo —declara mientras
coloca la revista en la mesa de la cocina, se levanta y camina hacia a
mí.
Coloca sus manos en la encimera a ambos lados de mí,
enjaulándome. Presiona su cuerpo contra mi espalda y coloca un beso
en mi hombro. Suspiro, memorias de la última vez que nos paramos así en
la cocina flotan en mi mente.
Aun la posibilidad de que mi madre entrara no desvanece lo
caliente que es el sexo en la cocina.
—¿Qué es lo que en verdad está pasando en esa cabeza tuya? —
dice Carter mientras descansa su barbilla en mi hombro y miramos por la
pequeña ventana de la cocina encima del lavabo. Miro a Gavin en el
jardín, sentando en el sendero del jardín justo en frente del pórtico
dibujando con tiza—. Puedo darme cuenta que algo ha estado en tu
mente, así que, ¿qué es?
Sólo dile. Dile que de repent e después de la boda de Liz y Jim, en
todo lo que puedes pensar es en ponert e un vestido blanco, pararte en
frent e de t odos t us conocidos y comprometert e por el rest o de t u vida
con est e hombre.
—Desde la boda has estado al borde. No te preocupes, no tengo
intención de arrastrarte al altar si es por eso por lo que estas preocupada
—dice Carter riéndose.
Cierro los ojos y dejo que mi cabeza caiga hacia adelante. Nunca
debí de haber hecho esos pequeños comentarios todos estos meses
sobre cómo no estoy segura de la idea completa del matrimonio. ¿Cómo
demonios iba a suponer que cambiaría de opinión?
—No es nada, de verdad —le aseguro, girando en sus brazos y
poniendo una cara feliz que de verdad no siento. Coloco mis manos en
sus mejillas y jalo su cara hacia la mía, besándolo con todo el amor que
siento burbujeando dentro de mí. Carter gime suavemente y envuelve sus
manos a mí alrededor, sosteniéndome apretadamente.
La puerta principal se abre y cierra, y cuando terminamos el beso
que de seguro nos calentaría si no nos detenemos. No importa que esté
pasando por nuestras cabezas, no importa qué tipo de lucha con la cual
estemos lidiando, nada puede cambiar la chispa entre nosotros o cuanto
necesitamos y queremos al otro. Esa es una cosa de la cual estoy
positiva. En este momento, es la única cosa de la que estoy segura.
—Te amo —le digo, mirando a sus hermosos ojos azules y tratando
de alejar las preocupaciones a la parte trasera de mi mente—. Me siento
abatida. Liz ha estado locamente ocupada desde que volvió de su luna
de miel. No hemos tenido mucho tiempo para hablar y la extraño. Y no
me he estado sintiendo bien.
Carter pone su mano en mi frente mientras Gavin llega corriendo a
la habitación.
—Luces un poco sonrojada. ¿T e estás enfermando o algo así? —
pregunta, presionando la parte trasera de su mano en una de mis
mejillas.
—Estoy segura de que no es nada. Sólo estrés —le aseguro.
—Oye, papá, ¿adivina cuál es mi palabra favorita? —pregunta
Gavin mientras se coloca a un lado de nosotros, balanceándose de ida y
vuelta entusiasmadamente de un pie a otro.
—No lo sé, ¿cuál es tu palabra favorita? —pregunta Carter cuando
nos separamos de nuestro abrazo, y vuelvo a enjuagar mi taza de café y
otro par de platos en el lavabo.
—Nutjob27. Nutjob es mi palabra favorita.
—Claro que lo es —dice Carter con un suspiro mientras levanta a
Gavin en sus brazos y comienza a caminar por la cocina, sin duda para
explicarle una vez más la diferencia entre palabras de niños y palabras
de adultos. Sé que está mal engraparle algo a la cabeza de alguien,
pero estoy a dos segundos de escribir la regla en un pedazo de papel y
colocársela en la cabeza de Gavin con la engrapadora negra que está
en nuestro escritorio de la computadora. Y así de rápido, siento que estoy
a punto de llorar ante la idea de hacerle eso a mi hijo. Obviamente
tengo problemas.
—Llamaré a Jim y veré si tienen algún plan esta noche. Creo que
solo necesitas una noche afuera para sacar a tu mente de todo —me
dice Carter mientras lo veo salir de la habitación haciéndole a Gavin
cosquillas y haciendo sonidos como pedos en su mejilla.
Probablemente está en lo correcto. Sólo necesito una noche
afuera con mis amigos, particularmente con mi mejor amiga. Liz y yo no
hemos tenido ni un tiempo a solas desde que llegó a casa. Me ha dicho

27
Nutjob: Persona completamente loca o insana.
más de una vez que solo le dijera y dejaría todo así podríamos sentarnos
y hablar, pero me siento mal sobre imponérmele. Es una recién casada
con su propio negocio por el cual preocuparse. No quiero preocuparla
con mis inseguridades. Si no hablo con alguien, sin embargo, voy a
explotar. Lo puedo sentir.
O a lo mejor vomitar. Repentinamente tengo la imagen en mi
mente de una persona literalmente explotando en pedazos con sangre,
violencia y partes del cuerpo desparramadas contra la pared. Con la
mano en mi boca corro hacia el baño y vomito la pequeña cantidad de
café que consumí.

***

—¿En serio Claire? ¿Cómo es que hemos sido amigas todos estos
meses y no sabía que tú nunca has estado en uno? —pregunta Jenny
con una expresión de asombro en su cara.
—¿Qué estamos discutiendo aquí, damas? ¿Shows de burros?
¿Shows de burros y enanos? ¿Juegos de ping pong de vagina en
Tijuana? —pregunta Drew cuando regresa del baño y toma asiento en la
mesa.
Carter llama a todos temprano por la mañana y demanda que
despejen su agenda para una salida en la noche. No era tan difícil
convencerlos de hacer esto. Pero sigo apreciando el hecho de que
organizó esto por mí y sabe cuándo lo necesito. Justo estamos
terminando de cenar en Lorenzo´s, nuestro local de pizza favorito. Es
famoso no solo por la buena comida sino por la cerveza de barril barata.
Mi estómago aún sin sentirse al cien por ciento bien después de esta
mañana. Mientras todo el mundo a mi alrededor disfrutan de sus
cervezas, me atengo a una gaseosa marca 7up con la esperanza de
calmar las cosas.
—Claire nunca ha estado en una tienda de juguetes sexuales —le
informa Jenny.
—Espera, estoy confundido. Liz es dueña de una tienda de juguetes
sexuales, y está justo al lado de donde Claire —le dice Drew volviendo su
atención hacia mí—. Hombre, ¿nunca te acercaste a la tienda que está
conectada a la tuya? Eso es un poco raro.
—Claro que he estado en la tienda de Liz. Sólo no he estado en
alguna otra tienda y realmente no creo que su tienda cuente ya que no
es que esté llena de juguetes sexuales justo en frente —explico.
—Cierto, mi tienda es como un mullet 28. Negocio en el frente, fiesta
en la parte de atrás —afirma Liz.
—O como sexo anal —dice Drew con una risa.
Todo el mundo se le queda mirando.
—¿Qué? Es totalmente como el sexo anal. Negocio en el frente,
fiesta en la parte de atrás. ¿Hola? ¿Por qué eso no es gracioso?
Jenny acaricia su brazo para consolarlo y todos continuamos
nuestra discusión.
—Si recuerdan chicos. Ni siquiera t enía un vibrador hasta que Liz me
estafó por uno en una de sus fiestas —les recuerdo.
—Ahhh si, la famosa cena en donde hablamos acerca de tu
vagina y juguetes sexuales durante toda la noche —dice Jim riéndose.
Esa noche va a la historia como una de las noches más humillantes
de mi vida. Había pasado la noche después de ver a Carter de nuevo
por primera vez desde nuestra aventura de-una-noche. Entré en la casa
de Liz y Jim, diciendo tonterías sobre mi vagina y como nunca había
tenido un orgasmo con otro ser humano cuando me di vuelta y vi a
Carter y a Drew sentados en el sofá escuchando cada palabra. Jim se
había encontrado con ellos temprano ese día y sin el consentimiento de
Liz o mío, los había invitado a cenar. El resto de la noche había
transcurrido discutiendo cuantos juguetes sexuales recibí en la fiesta de la
noche anterior y el hecho de que solo había tenido sexo una y media vez
en mi vida.
—De todos modos —digo con una mirada feroz a Jim, trayendo la
conversación de vuelta—. No, nunca he estado en una tienda de
juguetes sexuales, una real tienda de juguetes sexuales.
Drew empuja su silla hacía atrás y se pone de pie, poniéndose las
manos en sus caderas.
—Agarren sus llaves, amigos, vamos a hacer reventar la genial
juguetería de Claire.
Todos pagan sus cuentas y Liz anuncia a los chicos que las chicas
necesitan un tiempo a solas. Todos los hombres se amontonan en el auto
de Drew y Jenny y yo nos metemos en el auto de Liz para dirigirnos a un
Adult Mart 29 pasando unas cuantas ciudades.
—Está bien, escúpelo perra. ¿Qué pasa con ustedes? —pregunta
Liz cuando sale del aparcamiento y sigue el auto de Drew.

28
Mullet: Es un peinado de los 80’s. Corto por delante y largo por detrás.
29
Adult Mart: Es la más grande tienda con artículos para adultos en los medio oeste de los Estados Unidos.
Es todo lo que toma para que la presa se rompa. Inmediatamente
me pongo a llorar.
Maldita sea. ¿Qué mierda est á mal conmigo?
Jenny se inclina hacia adelante del asiento de atrás y me da un
pañuelo desechable. Lo tomo y me sueno la nariz, tomando profundos
respiros para calmarme.
—No creo que Carter quiera casarse conmigo —les digo entre
sollozos.
—Espera, detente un minuto. ¿Te dijo eso? Voy a patear su culo de
mierda. Liz amenaza mientras enciende su luz intermitente y llega a la
rampa de la autopista.
—¡No! No, no lo dijo con esas palabras. Son solo pequeñas cosas
que han sucedido en las últimas semanas —le digo.
—Está bien, ¿qué pequeñas cosas? Y, ¿por qué es noticia para mí
que te importe casarte? Tú eres una firme defensora de la vida en
pecado a causa de tus padres. ¿Por qué el repentino cambio de
opinión?
Aquí es donde me siento estúpida. ¿Suena tonto que mi cambio de
parecer provenga de celos por ella y Jim? ¿Qué verlos tan felices y
manifestando su amor uno al otro, hizo darme cuenta lo mucho que
quiero eso para mí?
—Sé lo que siempre he dicho, y creo que parte de mi realmente
cree eso. Quiero decir, vamos, mis padres no tienen exactamente el
mejor historial. Lo que me hace pensar, ¿sería buena en ese tipo de
cosas? —le pregunto.
—Cariño, no se sabe si serán buenos en ese tipo de cosas. No es
como que naciste con un gen de matrimonio. Todo eso depende de la
persona con la que estas. Si puedes mirar a esa persona y saber sin lugar
a dudas que quieres pasar el resto de tu vida dándole besos de buenas
noche y despertando a lado de él, el matrimonio es para ti —me dice.
Comienzo a llorar otra vez y pongo mi cabeza en mis manos.
—Cuando atrapé el ramo en tu recepción. Debiste haber visto la
expresión de horror en el rostro de Carter. Se vía seriamente petrificado
de que el cuento de viejas “se haría realidad”. —explico mientras me
limpio las lágrimas de mis mejillas y tomo una respiración profunda.
Liz me mira fijamente mientras estamos en un semáforo en rojo.
—¿Qué? —pregunto.
—¿Quieres decir que eso es todo? ¿Ahí es de donde proviene toda
esta duda y tristeza? ¿Te miró un poco raro cuando atrapaste un ramo
de flores en una boda? Eso no es exactamente gritar: “odio el
matrimonio”. ¿Sabes? Pudo haber estado un poco sorprendido.
¿Realmente dijo que estaba asustado de que atrapaste el ramo de
flores?
Resoplo y mi tristeza es remplazada inmediatamente con irritación.
—No, no vino directo hacia mí y me lo dijo, pero me di cuenta. Y no
sé, ha habido un montón de otras pequeñas cosas, cosas aquí y allá.
Estaba todo raro en tu cena de ensayo, golpeando el champán de mi
mano y ha hecho estos comentarios acerca de cómo no se me
arrastraba hacia el altar y como se alegra que nunca tendrá que
preocuparse de pedir el permiso a mi padre, porque mi papá todavía lo
asusta demasiado —le digo.
—Um, no quiero meterme aquí o algo así pero, ¿no crees que dice
cosas así porque sabe cómo t e sientes sobre el asunto? Tal vez realmente
quiere casarse contigo pero no quiere asustarte sobre todo desde que
has dejado claro que tus padres dejaron una impresión duradera en ti en
esa área —dice Jenny desde el asiento trasero con una sorprendente
cantidad de conocimiento.
—Sorprendentemente est oy de acuerdo con Jenny. Hasta que te
sientes y hables con él sobre esto, vas a sacar conclusiones precipitadas y
hacerte miserable. Te amo Claire pero estas actuando como una idiota
—dice Liz mientras se ponía en el aparcamiento del centro comercial—.
¿Sabes lo que pasa cuando supones las cosas?
Dejo escapar un suspiro. —Nos pone en ridículo a ti y a mí.
—No, tú sola te pones en ridículo. Yo, nunca estaría tan enferma —
responde—. Amas a Carter y es obvio lo mucho que te adora. Deja de
ser una idiota, ponte los pantalones y habla con él. Siéntalo y dile que
realmente no tienes una adicción a la pornografía por las noches, pero
que has estado viendo programas de bodas y que te cuelas en el pasillo
de revistas en la tienda de abarrotes en chándal, zapatillas, gafas de sol
y un abrigo para escanear las revistas de novias como alguna ama de
casa desfavorecida que necesitan una solución Playgirl 30 —dice Liz con
firmeza.
—Ohhh, me encanta Playgirl —dijo Jenny—. Tengo una
preinscripción para esta. Aprendí como profundizar la garganta mientras
colgaba la cabeza de la cama, el mes pasado ¿Saben, como en la
película “Virgen a los 40” Steve Carrell grita el nombre de Kelly Clarkson

30
Revista para adultos cuyo mercado objetivo son principalmente mujeres.
cuando está siendo depilado con cera? Drew gritó en nombre de Willie
Nelson cuando se vino. Fue tan caliente.
—Oh Dios mío. Jenny. Demasiada información —le digo con una
mueca mientras cubro mi boca con la mano y trago de nuevo un poco
de vomito. Eructo al pensar en ese momento el dormitorio de Drew y
Jenny.
—Oye, ¿te sientes bien? Te ves un poco verde —afirma Liz cuando
abrimos nuestras puertas del auto y salimos al aire de la noche.
Tomo unas cuantas respiraciones profundas y ordeno a mi
estómago calmarse y no arrojar la cena.
—¿Y qué demonios te pasaba a ti esta noche bebiendo una
gaseosa en Lorenzo’s? Eso es como blasfemia —me dice Liz mientras
hace clic en la cerradura de la puerta automática de las llaves y el auto
emite un pitido una vez—. No estás embarazada, ¿verdad?
Ella y Jenny comienzan a reírse a carcajadas mientras caminan
delante de mí, para reunirse con los chicos que están de pie sosteniendo
la puerta de la tienda abierta para nosotras.
Camino detrás de ellas a unos pocos pasos, la sonrisa muriendo de
mis labios mientras comienzo a hacer cálculos en mi cabeza. Me
detengo en seco a pocos metros de la puerta y miro horrorizada a
Carter.
Él me da una sonrisa de infarto en respuesta, cubro mi boca con la
mano y corro hacia los arbustos de la orilla de la acera, depositando dos
rebanadas de pizza, dos vasos de soda y mi dignidad en el jardín
delantero.
Traducido por Vane Ryan & Michelle ♡
Corregido por Daniela Agrafojo

Mientras caminamos de arriba a abajo por los pasillos de


AdultMart, mantengo un ojo en Claire. Se ve mejor después de vomitar su
cena, pero aún estoy preocupado. Nunca la había visto enferma antes,
a menos que cuentes las resacas, y eso me pone nervioso. Odio que ella
se esté viniendo abajo con la gripe y que no haya nada que pueda
hacer para hacerla sentir mejor.
—Esto tiene saco de nueces quemadas por todos lados —grita
Drew desde el final del pasillo, interrumpiendo mis pensamientos mientras
sostiene una vela que se usaba como aceite para masaje una vez que se
derretía.
Tomo la mano de Claire y le doy un apretón mientras hacemos
nuestro camino por el pasillo, mirando las cosas mientras caminamos. La
observo cuidadosamente por el rabillo del ojo, buscando señales de
advertencia en su cara en caso de que necesite salir de prisa de la
tienda a ensuciar más arbustos.
—Estoy bien, deja de verme fijamente —dice sin mirarme.
—Lo siento, solo estoy asegurándome de que no vomitaras en la
alfombra. De todos los líquidos que manchan este piso, supongo que el
vómito no es uno de ellos.
—Oh, eso es asqueroso —dice con una carcajada.
Verla sonreír me pone un poco más tranquilo. Si aún puede reír, no
está agonizando por alguna horrible enfermedad sin nombre.
De repente, Claire se detiene y se mueve frente a mí con una
mirada seria en su cara.
—¿Lo ves? —susurra con complicidad—. Esa es la razón del por qué
nunca he puesto un pie en uno de estos lugares —afirma, mirando sobre
su hombro y de regreso hacia mí—. Mira a ese viejo espeluznante, frente
a la papelera “compra uno, lleva uno gratis”. Está a un “Shaving Ryan’s
Privates”31 de sacudir su polla en medio de la tienda y tirarnos su cosa
pegajosa como en “El Silencio de los Corderos” 32 —se queja.
Le da una última mirada nerviosa sobre su hombro y deja ir mi
mano para ir por un pasillo diferente, claramente necesitando alejarse
del tipo que ahora tiene ambas manos en sus bolsillos y está moviéndolas
con alarmante rapidez. Él tipo obviamente no había leído el cartel
colgado sobre las películas que decía “Por favor no masturbarse en
nuestra tienda. ¡Gracias!.” Incluso hay una carita sonriente en el cartel. Es
extrañamente inquietante, y reconfortante al mismo tiempo.
Me giro para seguir a Claire, deteniéndome delante de exhibidor,
agarro la primera botella que veo y leo el reverso para saber lo que es.
Examino unas pocas palabras cuando el sonido de Claire susurrando me
hace levantar la cabeza. La veo hablando animadamente con Jenny a
unos pocos metros, probablemente compartiendo su punto de vista
sobre la sección de DVD. Me quedo ahí por unos pocos minutos solo
viéndola, cuando ella de repente echa su cabeza hacia atrás y se ríe. Es
una de esas profundas, plenas carcajadas imposibles de sofocar, y
escucharla me pone la piel de gallina. Se siente como si alguien me diera
un puñetazo en el estómago y mi corazón comienza a golpear más
rápido.
La amo t an jodidamente tanto.
No es una revelación, pero de repente, en medio de AdultMart,
siento como que nada más importa, sólo el hecho de que amo a Claire.
Ella es mi sueño hecho realidad, mi vida y mi todo. ¿Realmente importa si
planeo la mejor propuesta del mundo y gasto semanas tratando de
encontrar las palabras correctas? Ella no es el tipo de chica que se
preocupa por esas cosas y lo sé. Quiero que todo sea extravagante
porque es lo que creo que es de esperar, no porque vaya a ser lo que
creo que es perfecto para ella. Preguntarle si quiere ser mí esposa y
envejecer conmigo, eso es lo que importa, no la cantidad de dinero que
gaste rentando una pantalla gigante o las tres estúpidas páginas de
discurso que memoricé. Despertar cada mañana al lado de esta mujer y
meter a mi hijo en la cama cada noche es todo lo que me importa.
Claire y Gavin son todo mi mundo y no quiero esperar ni un segundo más

31
Pelicula porno.
32
The Silence of the Lambs (El silencio de los corderos en España, El silencio de los inocentes en
Hispanoamérica) es una película estadounidense de 1991, dirigida por Jonathan Demme. Protagonizada por
Jodie Foster y Anthony Hopkins en los papeles principales.
para preguntarle y hacerlo oficial ante los ojos de Dios y de todos los que
conocemos.
Viviendo el momento. ¿No es esa la forma en la que se supone
hagas est as jodidas cosas de t odos modos?
Trago el nudo que se forma en mi garganta, de repente nervioso
de que el momento haya llegado. El que he estado planeando y
ensayando, está aquí y es jodidamente ahora.
Aparto mi vista de Claire p or un momento y miro alrededor. Porno,
consoladores de diferentes tamaños, formas y colores y una estantería
llena de lubricante anal.
Jesús ¿Eso dice lubricant e anal con sabor a canela? Ni si quiera
quiero pensar sobre una sit uación que requiera lubricant e anal con
sabor. Debo est ar loco para est ar cont emplando hacerlo just o ahora.
Me quedo ahí con mis manos sudando, mi corazón golpeando y
un bote de crema Lickity Stiff Arousig apretado contra mi pecho.
Mierda.
Tomo una respiración profunda, mi decisión t omada. Con
determinación, camino hasta donde Claire aún se encuentra hablando
con Jenny. Se vuelve hacia mí cuando me acerco y toma la botella que
estoy sosteniendo para leer su contenido.
—¿Crema Lickity Stiff Arousing? Estoy muy segura que no necesitas
esto —dice Claire con una carcajada.
Se da la vuelta para dejarla en la estantería y tomo una respiración
profunda, busco en mi bolsillo, envuelvo mis dedos alrededor de la caja
de terciopelo que todavía llevo conmigo por si acaso. Con la espalda de
Claire hacia mí, saco la caja y comienzo a arrodillarme.
—¡Santa mierda!
La exclamación interrumpe mi descenso al piso y me detengo con
ambas rodillas ligeramente flexionadas, viéndome como si estuviera listo
para correr en una carrera. Claire da la vuelta mientras una mano rodea
mi bíceps y me arrastra hacia atrás.
—Liz ¿Qué estás haciendo? —pregunto Claire
—Solo necesito hablar con Carter por un segundo. Necesito una
opinión de chicos sobre porno, ¡no te preocupes!
Tropiezo y meto la caja del anillo en mi bolsillo mientras trato de dar
la vuelta y mantener el ritmo de Liz. A pesar de mis protestas, ella
continúa sosteniendo mi brazo y caminando de prisa.
—¡Liz! ¡¿Qué carajo?! Estaba en medio de algo —me quejo,
mientras nos alejamos de Claire, que nos ve con confusión en su cara.
—Oh, yo sé en el medio de qué jodidos estabas, ¡idiota! —susurra
en voz alta.
Finalmente se detiene cuando llegamos al lado contrario de la
tienda en donde está Claire y se gira hacia mí.
—¿Se lo ibas a proponer a Claire? —pregunta, con sus manos en la
cadera y una mezcla de asombro y enojo en su cara.
—Bueno, t rataba de hacerlo, hasta que fui groseramente
interrumpido —le digo, poniendo mis manos en mis caderas, mirando
hacia abajo. Ella es pequeña y conflictiva, pero tengo pollas a mi lad o.
Miles de ellas que puedo lanzarle y después huir en la otra dirección
cuando ataque.
—Se lo ibas a proponer a Claire.
Esta vez es una afirmación en vez de una pregunta.
—Um, creo que ya hemos cubierto eso. Déjame adivinar, crees que
es demasiado pronto. O tienes miedo de que le haga daño. Adelante,
dímelo. Espera ¡mierda! ¿Ella te dijo algo de no querer casarse conmigo?
¡Joder! Está actuando raro desde tu boda y sé que ha hablado bastante
sobre no querer casarse, pero pensé que era solo eso, hablar. ¿Qué
chica no quiere casarse? Oh mierda, Claire es del tipo de chica que no
quiere casarse. Oh por Dios, ella no quiere casarse conmigo —me paseo
de un lado a otro en frente de una exhibición de pintura corporal de
chocolate.
—Oh por el jodido amor de Dios, cálmate, Nancy. Juro que ustedes
dos son las personas más estúpidas que conozco. Viven juntos y nunca
hablan. ¿Cómo es eso jodidamente posible? —pregunta con irritación.
—¿De qué estás hablando?
Liz suspira. —TU. ERES. ESTÚPIDO —repite, pronunciando cada
palabra y haciendo gestos al azar con las manos, simulando que usa el
lenguaje de señas. Salvo que estoy bastante seguro de que la seña para
“estúpido” no es el dedo medio.
—No debería decirte esto porque Claire es mi mejor amiga y es
una seria violación al código de honor de mejores amigas entre chicas,
pero tenemos una situación en nuestras manos. Estoy dispuesta a recibir
una patada en la vagina por ti cuando se entere de esto, ¡así que es
mejor que limpies tus oídos y escuches de una puta vez! —dice
empujando mi pecho con su dedo—. Claire ha estado enloqueciendo
últimamente porque t ú no quieres casarte con ella, porque tiene la idea
en su cabeza de que eres el típico chico y que la idea de casarte te
hace querer vomitar, lo que podría explicar la depuración que hizo en los
jardines de afuera. No tiene un fetiche porno. Simplemente no quiere que
tú sepas que desde mi boda no ha hecho otra cosa más que pensar en
casase contigo, y está asustada hasta la muerte de que eso te espante.
Me quedo mirándola con la boca abierta, sin estar seguro de cual
hecho me hace sentir más triste: Claire pensando que no querría
casarme con ella, o que Claire realmente no es adicta al porno. Ese es un
problema que estoy seguro podemos superar juntos y sin lágrimas ni
vomito… a menos que fuera el tipo de porno que tenía enfrente, pero
estoy bastante seguro de que podemos superarlo juntos. Tal vez. Pero
supongo que eso no es un problema ahora.
—De acuerdo, entonces ¿por qué diablos me detuviste? Me
encontraba a segundos de alejar todos sus miedos —me quejo.
—Um, toma un minuto y mira alrededor, Romeo. ¿Realmente
quieres proponérselo a Claire en frente de una exhibición de anillos para
pollas?
Miro a mi alrededor, realmente observando lo que me rodea y
pienso sobre lo que estoy haciendo.
—Dentro de muchos años, cuando vuelva a contar esta historia a
tus nietos, ¿realmente quieres que diga: “bien niños, su abuelo soltó la
pregunta justo al lado de las bolas anales y las mordazas de bola? —dice
Liz con voz de anciana.
—Lo siento, no entiendo cuál es el problema aquí —dice Drew
mientras aparece de repente al lado de Liz, lamiendo una paleta con
forma de un par de tetas.
—Vete, es un secreto —dice Liz.
—Buen intento, pequeña idiota. Escuché la mayoría de lo que
dijeron y como que quiero t omar a Carter y frotar mis nueces en su
cabeza por no decirme que planeaba proponérsele a Claire en el lugar
más feliz de la tierra —declara Drew, dándome una sucia mirada. Bueno,
la más sucia mirada que puede manejar con tetas de azúcar en un palo
colgando de su boca.
—¿No es Disneylandia el lugar más feliz de la tierra? —pregunta Liz.
—Es como si no me conocieras —le dice Drew.
—Mira, fue una decisión de último minuto. No es como si hubiera
planeado arrodillarme en medio de este lugar.
Aparto la mirada de ellos y le doy un vistazo a mí alrededor.
¿Por qué coño creí que esto era una buena idea? Claire me habría
matado, asesinado justo en donde estoy. Mi obituario diría: Murió bajo un
montón de pollas de goma color rosa y púrpura y baterías doble A.
—Estaba envuelto en el momento y sólo reaccioné —les digo
tímidamente.
Drew me da una palmadita en la espalda. —Awww, te pusiste
sentimental en una tienda porno. ¿Quieres casarte conmigo en lugar de
con ella? —pregunta con una carcajada.
Lo silencio con un puñetazo en el pecho.
—Espera, si no planeabas esto, ¿Por qué llevas el anillo en tu
bolsillo? —pregunta Liz suspicazmente.
—Uh, yo, um, como que lo llevo conmigo a todas partes —le digo,
sintiéndome más incómodo al estar admitiéndolo en voz alta—. He
tenido un par de planes de propuestas en las últimas semanas que han
fracasado. He estado destrozándome el cerebro, tratando de encontrar
el plan perfecto y cada vez, algo ha salido mal. Me gusta mantener el
anillo en mi bolsillo para poder meter la mano y tocar la caja. Me da
tranquilidad para seguir intentándolo.
El labio inferior de Liz tiembla y Drew me mira sin comprender.
—Amigo, ¿Has estado manoseando esa caja en el bolsillo todo
este tiempo? Pensé que tenías ladillas o algo. Iba a dejar que pidieras
prestada mi crema —dice Drew, con un triste movimiento de cabeza—.
Eso es patético, oficialmente has perdido tu tarjeta de hombre. Si
regresas ahora y me dices que hay un agujero en tu bolsillo y te la
estabas jalando como el viejo del pasillo doce, te perdono.
Liz pellizca la piel de su axila, y Drew deja escapar un aullido,
frotando el punto que ahora se está volviendo rojo.
—Cállate, trasero de mierda. Esa es la cosa más romántica que he
escuchado —dice Liz con un sorbido—. Déjame ver el anillo.
Miro detrás de mí y veo a Claire examinando detenidamente
los DVD ahora que el hombre jugando billar de bolsillo se ha ido. Deslizo
la caja de mi bolsillo y la abro rápidamente para que Liz lo vea.
—Santa mierda fuiste a Jared´s33 —dice ella con asombro.
—¡SÍ! Ja, ja, ¡reivindicación! —grito, levantando mi puño.

33
Famosa tienda de Joyería.
Liz y Drew me callan y nos damos vuelta para ver si Claire ha oído
la conmoción. Cierro la caja del anillo rápidamente y la meto en el
bolsillo, para ver que esta ajena al ruido y sigue metida hasta el cuello en
la papelera de porno en liquidación.
Eso es t an caliente.
Incluso si mi abuela entrara en este momento, creo que sería
incapaz de deshacerme de mi erección.
Lo sient o, Nana, mi novia está en una tienda de sexo tratando de
seleccionar la pornografía perfect a para nosot ros, para verla más t arde.
Cart er junior no va a ninguna part e por un tiempo. Por favor, escoge
chica con chica, por favor escoge chica con chica.
—Oh, por el amor de Dios, cierra la boca, Carter, o te entrarán las
moscas —me regaña Liz, atrayendo mi atención de nuevo—. Y Drew,
deja de mirar el culo de Jenny. Tendrás un montón de tiempo para eso
más tarde.
—En realidad, ya lo hemos hecho tres veces hoy. Estoy algo
agotado —responde Drew con otra lamida a su paleta.
—En primer lugar, eso es asqueroso, y hubiera dormido mucho
mejor esta noche si no hubieras compartido eso, en segundo lugar,
¿Cómo diablos encontraste tiempo para tener relaciones sexuales tres
veces? Estuviste en mi tienda todo el día ayudándome a descargar el
inventario. Ni siquiera viste a Jenny hasta que llegamos al restaurante —
pregunta Liz.
—En primer lugar —contesta Drew, burlándose de Liz—. Tú dijiste
"carga" y tenemos que reconocerlo. Je je, ¡carga! Y segundo, fueron más
como una punto dos veces, técnicamente hablando. Tuve sexo con el
molde de Jenny dos veces en el cuarto de baño de tu tienda, y tuve
relaciones sexuales con Jenny en el baño del restaurante.
Y ahí va mi erección.
—Hay tantas cosas mal con esa declaración, creo que mi cerebro
explotó. Lavarás con blanqueador mi baño mañana, cabeza de culo —
dice Liz, enojada.
—Oigan, ¿de qué están hablando chicos? —pregunta Claire,
acercándose al grupo.
—Estamos hablando de cuántas veces he eyaculado en Jenny hoy
—afirma Drew con orgullo.
—Lamento haber preguntado —contesta Claire, girando a la
derecha y alejándose.
—Nunca, nunca uses esa palabra de nuevo. Nunca —le dice Liz a
Drew, una vez que Claire esta fuera del alcance de oírlos—. De acuerdo,
Carter, entiendo adónde ibas esta noche con todo lo del “calor del
momento" y es un bonito detalle, pero necesitas un plan.
—Oye, Christopher se lo propuso a Adriana sin ningún tipo de plan.
Sólo entró a la casa de su madre y le entregó el anillo. Tal vez tuvo la idea
correcta —le digo indignado.
—¿Quién diablos son Christopher y Adriana? —pregunta ella.
—Um, ¡duh! De Los Sopranos —responde Drew.
—Sin embargo, ahora que lo pienso, en realidad no termina del
todo bien. Él jodía todo lo que usaba falda, aspiró cocaína, heroína y la
mató. Además, la razón por la que se lo propuso fue porque acababa de
golpearla como la mierda —razono.
—Cielos, es increíble que fueras capaz de llegar a la conclusión de
que no sea la mejor idea basar tu propuesta de matrimonio de un
espectáculo de mafia de HBO —dice Liz, rodando sus ojos.
—Oye, siempre y cuando Claire no vaya al FBI y nos delate podría
funcionar totalmente —manifiesta Drew—. Eso es sentido común. Las
perras son soplonas —dice, arrojando señales de pandillas para enfat izar
su punto.
—Es obvio que voy a tener que hacer esto por ti. Dame un par de
semanas y voy a tener el problema resuelto —me asegura Liz.
No estoy tan seguro de que tener a alguien más planeando mi
propuesta para Claire sea una buena idea, pero Liz es su mejor amiga.
¿Quién mejor para ayudarme con esto? Además, aliviará un poco la
presión que siento.
Los tres regresamos al otro lado de la tienda donde Claire y Jim
están de pie, mirando a Jenny con la mandíbula floja.
—¿Qué debería hacer? Él me dijo que los probara, así que lo hice.
¿Cómo iba a saber hasta qué punto se atascarían? —gimotea ella
cuando llegamos al grupo.
—¿Qué pasó? ¿Qué está pasando? —pregunto a nadie en
particular.
Me doy cuenta de que Claire luce un poco verde de nuevo, y
pongo mi brazo alrededor de su cintura y la atraigo hacia mi lado.
—Compré algunas de esas bolas de Benjamin Wa, y sé que se
supone que debes probar las cosas antes de salir de la tienda para
asegurarte de que funcionan. Ahora no puedo sacarlos —se queja.
No es hasta ese momento que me doy cuenta de que ella está de
pie con las piernas ligeramente extendidas, como si fuera a cagar en el
piso.
—¿Acaba de decir bolas de Benjamin Wa? —le susurro a Jim, que
está a mi lado.
—¿En serio? ¿Eso es lo que te preocupa? Se metió un producto en
la vagina antes de salir de la tienda. Y planeaba dejarlo de nuevo si no le
gustaba —susurra Jim con voz horrorizada—. Nunca debí haber tocado
nada aquí.
Jenny se balancea de un pie a otro y sacude un poco sus caderas,
en un esfuerzo por soltarlas, supongo.
—Este tipo, Benjamin Wa, debería haber ideado un mejor plan
para sacarlas —afirma Jenny.
—Jesús, ¿Quieres dejar de llamarlos así? ¡Son bolas de Ben Wa! —
grita Liz—. Y no se supone que pruebes los productos en la tienda. Eso es
sólo para los juguetes que requieren baterías y el vendedor se las pone
para asegurarse de que la cosa en realidad funciona antes de salir con
él.
—¿Cómo diablos iba a saber eso? Y yo que pensaba que era sólo
un apodo y que habían acortado el nombre para que alcanzara a
caber en el envase. Estaba usando el nombre formal —le dice Jenny,
mientras sigue moviendo sus caderas en un círculo gigante como si
estuviera jugando con el aro de hula-hula en cámara lenta.
Todos nos paramos alrededor mirándola mientras hace su raro ritual
de apareamiento para conseguir soltar las bolas de Benjamín. Es como
un choque de trenes del que no podemos escapar.
—Nunca voy a dejar que nadie use el baño en mi tienda. Nunca —
dice Liz en voz baja.
—¡Ooooh, creo que solté una! —exclama Jenny.
—¡Totalmente te amo en este momento! —le dice Drew.
—Creo que voy a vomitar —afirma Claire, llevándose una mano a
la boca y corriendo hacia la salida.
Traducido por Valentine Fitzgerald & Drys
Corregido por Amélie┼

Después de una semana de haber estado enferma, Carter me


obliga a ir al médico. A pesar de haber vomitado un par de veces, me
siento bien. Sé que está haciendo un gran alboroto por nada; pero de
cualquier manera, no he ido a un hospital desde el estúpido chequeo
anual cuando Gavin nació. Él es un profesional y médico general así que
es el doctor de Gavin también. Con todo lo que he pasado con mi hijo y
sus chequeos, resfriados, vacunas, fiebres, sarpullidos y todo bajo el sol no
hay ninguna necesidad que vaya si no es estrictamente necesario. Soy el
tipo de persona que no va al hospital a menos que este sangrando de los
ojos o monos estén saliendo de mi trasero. Supongo que mi salud estará
bien y protegida por ósmosis con solo ir a ese lugar cada par de meses
con mi hijo.
Cuando llamo al doctor y le digo que mi novio está siendo malo y
me obliga a hacerme un examen, sus palabras exactas son—: Claire,
sabes que hay más cosas de ti que tu vagina. Te programaré una cita
para mañana.
Como sea, ¿Qué si mi vagina es mi mejor parte? ¿Qué tiene que
decir de eso, Doctor Polla?
En realidad, francamente aprecio a nuestro doctor. Nunca lo he
visto usar nada más que jeans y camisetas. Es perceptivo y Gavin lo ama.
Además, si voy dejar que un chico meta su mano en mi coño una vez al
año, mejor que me haga sentir cómoda si no va a invitarme a cenar
primero.
En este momento estoy situada en la mesa de exámenes en un
adorable conjunto de papel que se abre de la parte delantera y una
manta del tamaño de un periódico que se supone que tiene que cubrir
mi trasero. El lugar está a unos agradables once grados y he estado
esperando por unos cuarenta y cinco minutos hasta el momento. Sin
mencionar que estoy de un humor de perro cuando finalmente el Dr.
Williams aparece.
—Claire, ¿cómo estás hoy? —pregunta, mientras entra seguido de
una enfermera.
—Oh, estoy perfectamente bien. ¿Ha hecho algo nuevo con estas
batas? Porque parecen tener mucha cubierta —respondo
sarcásticamente.
—Oh Claire, siempre dices las cosas más agradables —ríe mientras
toma asiento en la pequeña silla con ruedas y observa mi ficha médica.
La enfermera se acerca y toma mi presión sanguínea y chequea
mi pulso, anunciando los números al Dr. Williams mientras él los anota.
—Bueno, tu presión sanguínea está perfecta y no tienes fiebre.
¿Cuándo fue tu último ciclo menstrual?
Cuento las semanas en mi cabeza y luego me detengo y vuelvo a
contar.
—Bueno, fue un… recuerdo que fue un martes porque ese es el día
de la entrega de mi abastecimiento, y estaba en medio de las firmas
cuando sentí calambres —respondo, tratando de no entrar en pánico.
Uno, dos, tres, cuatro, salto al siete, multiplicado por ocho…
¡MIERDA!
Dirijo mi mirada hacia el calendario situado en la pared. Este mes
muestra a un gato blanco y negro con ojos salvajes y ambas patas
cubren su boca como si dijera “¡Oops!”
¡Vet e a la mierda, est úpido gato! No puedo cont ar contigo
mirándome así. Y si los gatos pudieran realment e decir “Oops” lo harían
cuando cagan AL LADO de la caja de arena cuando est á junt o a ellos.
Miro los cuadrados y números del calendario hasta que empiezan
a borrarse juntos ya sea por el esfuerzo visual o por las lágrimas, no estoy
segura de cual.
—Primero, mejor solamente te recostamos en la camilla y te
revisaremos. De todas formas estas cerca de tu revisión anual el próximo
mes de manera que podrimos empezar a tener cuidado —dice el doctor
Williams, acercando su silla junto a mi mientras la enfermera retira el largo
del papel y lo ajusta a mis pies.
Recostándome, elevo mis piernas cuando la enfermera deja el kit
de la prueba del Papanicolaou en la mesa.
Ahora mismo, no me importaría que el pequeño Drew despejase mi
ment e. Algo que haga efect o. ¿Cómo est á ese roce en t u coño?
Apretando mis ojos mientras siento las manos del hombre frente a
mí ir donde nunca un hombre ha llegado.
—Así que, ¿has visto el nuevo Bachelorette?34 ¡Esa chica es una
loca! —ríe el doctor.
—Um…
—¿Viste cuando la chica consiguió todo ese parque de casas
rodantes? ¿Moviendo su dedo y sacudiendo la cabeza? Puedes llevarte
a la chica fuera de ese parque… —ríe levemente de nuevo mientras
escucho el choque metálico.
—A mi hija le gusta ver ese estúpido programa solo para ver los
bonitos vestidos que utilizarán —continua, mientras prosigue con su
trabajo entre mis piernas.
No, en realidad está perfectamente bien hablar de realities y SU
HIJA mientras t us dedos est án dentro de mí. ¿Cómo funciona cuando
llega a su casa? ¿Es distinto cuando est á sentado en la cena? Así que,
¿les cont é sobre est a chica hoy? Su coño no ha sido depilado por días.
¡Qué locura! ¿Puedes pasarme las papas? Solo la chequeé porque t enía
un bonit o út ero ¿Cómo t e fue en t u prueba de ort ografía, Cindy Lou?
Finalmente, termina de excavar hasta China, se endereza y desliza
sus guantes de goma mientras se pone de pie.
Tomando mi mano, la enfermera me ayuda a sentarme. Intento
arreglar la camisa y falda de papel para cubrirme pero parece como si
la maldita cosa se hubiera encogido. Me rindo y junto mis piernas tanto
como puedo. No parece apropiado recordar lo bueno al doctor ahora
que el chequeo ha terminado. Sería como encontrar a tu dentista en la
tienda de abarrotes y mostrarle tus dientes. Hay un momento y lugar para
todo.
—¿Entonces? ¿Está todo bien? ¿Qué sigue ahora? —pregunto,
esperanzada dado que no dijo nada durante el examen sin contar la
televisión; está todo bien y me estoy preocupando por nada.
—Bueno, haremos unos exámenes de sangre y te veré de nuevo en
cuatro semanas —dice, con una leve sonrisa mientras escribe algo más
en mi ficha—. ¡Felicitaciones, estás embarazada!

***

34
Reality Show.
¿Sabías que la Tienda del Dólar vende pruebas de embarazo? Es
verdad. Y pienso que todas esas estúpidas tiendas del dólar deberían
cambiarse el nombre a “La Tienda del Dólar: Todo No Está a un Dólar En
Realidad, Solo Nos Gusta Joder Contigo”, las pruebas de embarazo son
de hecho una de las pocas cosas que cuestan un dólar, lo cual me
obliga a preguntar: ¿Por qué demonios obtuve una mirada despectiva
de la cajera cuando le pedí por esas treinta y siete pruebas? ¿Qué?
¿Nunca ha pasado algo como eso? Son pruebas de embarazo a UN
DÓLAR, gente. Gavin gana un dólar por hacer algunas tareas de la casa
de vez en cuando. Incluso ÉL puede darse el lujo de comprar una prueba
de embarazo. ¿Por qué un niño de cuatro-años-y-medio compraría una
prueba de embarazo? Está más allá de poder entenderlo, pero así son los
hechos.
Discutir con la cajera y decirle que espero que sus gigantescas
tetas se queden atrapadas en el momento de cerrar la caja registradora
no es posiblemente el momento más agradable, pero mantiene a mi
mente alejada del hecho de que puede que est é embarazada.
Sí, dije puede. Acabo de terminar de orinar la prueba numero
treinta y tres y el doctor Williams me dijo que estaba embarazada con
solo manosear mi útero, pero pudo haber estado equivocado. Los
doctores se equivocan todo el tiempo. Sacan un riñón cuando tienen
que sacar la vesícula, y se olvidan de usar la grapa y sacar lo malo de
alguien antes de cocerlos. Definitivamente podría estar equivocado
sobre mi útero. ¿Cuántos úteros explora cada día? Tal vez solo está fuera
de combate. Quizá ni siquiera había tocado mi útero sino que tuvo sus
manos en mi bazo; pero probablemente eso significaría que estaba
hasta sus codos en mi vagina. Había sido incomodo, pero no tan
incómodo como codos profundamente.
Me quedo en el baño mirando la prueba de embarazo que yace
en mi mano, esperando los cincos minutos para así sacar mis ojos cuando
vea el resultado positivo. Cuando el cronómetro de mi celular suena con
su nuevo tono (¡JESÚS DULCE MALDITO DE PUTA, ES TIEMPO!) que
descargué solo para este propósito, bajo la mirada y trato de no llorar.
Una hora después, Carter y Gavin llegan de la tienda y me
encuentran acurrucada en posición fetal en el suelo del baño, rodeada
de pruebas de embarazo, instrucciones y cajas abiertas.
—¡Mamá! ¡¿Dónde obtuviste todas estas varitas mágicas?! —grita
emocionadamente Gavin cuando entra al baño.
Coge uno de los exámenes y se hace pasar por Harry Potter,
apuntando con el examen a distintos objetos al azar del baño mientras
grita—: ¡Te maldigo con mi varita, de papel higiénico!
Ni siquiera levanto la cabeza de los azulejos fríos, se sienten muy
bien contra mis mejillas manchadas de lágrimas como para moverme. Lo
veo con mis ojos y me pregunto brevemente si soy una mala madre por
dejar que juegue con algo en lo que me oriné. Eso solo comienza otro
ataque de llanto cuando me doy cuenta de que seré una mala madre
de dos hijos. Tengo una visión del futuro en donde mis dos hijos están
sentados en un baño lleno de orina mientras yo estoy en coma en el
suelo.
Carter se acerca a la puerta, me mira, luego a la basura en el suelo
y entra en acción.
—Oye, Gavin. ¿Qué tal si tiras esa varita y vas por las burbujas que
acabamos de comprar? Incluso dejaré que las soples en tu habitación.
—¡Genial! Esta varita huele raro de todos modos, y está dejándome
la mano húmeda —afirma Gavin, mientras la deja caer al suelo y sale
corriendo del baño.
—Deberías decirle que se lave las manos —murmuro, al suelo.
—Eh, estará jugando con las burbujas, que son como un jabón, así
que lo dejará limpio —responde Cart er, mientras entra en la habitación y
se sienta en el suelo frente a mí.
Me incorporo, empujando las pruebas y las cajas fuera de mi
camino para poder cruzar las piernas y sentarme al estilo indio frente a él,
con nuestras rodillas tocándose.
—Entonces, ¿qué tal tú día? —pregunta Carter, gentilmente
mientras se acerca y me saca el pelo fuera de los ojos. Estornudo y miro
el desastre.
—Oh, ya sabes, lo de siempre. He estado trabajando, haciendo
algunos recados, un hombre puso las manos encima de mi chimichanga,
felicitaron a mi útero y me metí en una pelea con un empleado de La
Tienda de un Dólar.
—¿Fue porque prácticamente nada en esa tienda es a un dólar?
—pregunta.
—Oh, Dios mío, ¿no? ¿Qué diablos pasa con eso? No voy a una
tienda llamada La Tienda de un Dólar para comprar un juguete de cinco
dólares. Alguien tiene que enseñarle a esa gente acerca de la
publicidad veraz —me quejo.
A los pocos segundos de un periodo de silencio, sabía que Carter
estaba esperando a que mencionara el enorme elefante: "Estoy
embarazada" en la habitación. ¡Al diablo con ese elefante! Puede
sentarse en la esquina a comer cacahuetes mientras me mira con
disgusto. Eres el único jodido en el suelo, elefante, no me mires así.
Carter extiende sus piernas a cada lado de mí, se acerca y me
agarra ambos tobillos, desenrolla mis piernas y me tira hacia él. Vuelve a
enganchar mis tobillos detrás de su espalda y lleva las manos a cada
lado de mi cara, obligándome a mirarlo a los ojos.
—Dilo —susurra—. Me lo perdí la primera vez. Quiero oírtelo decir.
Mi garganta está cerrada. Estoy segura de que ni siquiera seré
capaz de tomar otro aliento, y ¿él quiere que lo diga?
—Por favor —me pide en voz baja.
Me sonríe y puedo ver cómo sus ojos comienzan a llenarse de
lágrimas. Quiero decirle tantas cosas, pero estoy demasiado abrumada
por la emoción y, francamente, un poco por el vómito. Dos palabras son
todo lo que puedo reunir.
—Estoy embarazada —le susurro, de vuelta con un estornudo.
—¿Estás embarazada? —pregunta, con una gran sonrisa.
¿Um , duh? ¿Qué diablos CREES que significa todo est o? Oh Dios
mío, ¿qué hay de malo en mí? ¡Lo sient o! ¡Te quiero!
—¿No estás contenta de estar embarazada? —pregunta,
mostrando el primer signo de preocupación desde que entró en la
habitación.
—Pensé que TÚ no estarías feliz. Estás totalmente jodido ahora. Si
decides que no te gusto, te tengo durante dieciocho años. Soy mamá
del bebé número dos. Eso es frívolo.
Carter se ríe y envuelve sus brazos alrededor de mí cintura para
poder tirarme contra él.
—Deja de tratar de citar a Kanye. No eres una cazafortunas, y no
hay duda de quién son los niños —dice, mientras toma una de mis mejillas
con una mano y la acaricia con el pulgar.
—Eso es lo que piensas. Los espermatozoides del suelo de la tienda
de juguetes sexuales podrían haber saltado de la alfombra y entrado en
mi vagina. No se sabe de quién es.
Me mira fijamente durante unos minutos antes de besar la punta
de mi nariz.
—Sé que te estás volviendo loca. Está bien. Sólo tienes que hablar
conmigo. Sea lo que sea que sientas, quiero saberlo. Y estoy
perfectamente bien con esto. De hecho, estoy EMOCIONADO con esto.
No hay absolutamente nada que pueda arruinar mi buen estado de
ánimo por esta noticia —afirma.
Realmente no puede haber un hombre más perfect o en el mundo
que él.
—¿En serio? Porque estoy segura de que concebimos a este niño la
noche en que me comí la galleta del tarro. Tengo un ochenta y cuatro
por ciento de seguridad de que nuestro hijo va a nacer con una cabeza
con forma de tarro. Va a salir con rastas y vistiendo como Bob Marley. Su
primera palabra será probablemente ‘Hoooolaaaaaaaa’. Nunca, nunca
vas a poder dormir en toda la noche porque siempre va a tener hambre.
Carter se ríe entre dientes y me aprieta más contra él. Envuelvo mis
brazos alrededor de su cuello y descanso mi barbilla en su hombro.
—Si ese es el caso, tendremos que asegurarnos de que tenemos un
montón de Cheet os en la mano todo el tiempo y un poco de música
Grat eful Dead para jugar en la guardería —afirma.
Suspiro y giro la cabeza para poder descansar mi mejilla en su
hombro y ponerla en un lado de su cuello.
—Todo irá bien. Te lo prometo. Te amo y no me voy a ir a ninguna
parte. Esta es la mejor noticia que podrías haberme dado. Nada me
haría más feliz justo ahora.
Gavin viene repentinamente pasando a través de la puerta.
—¡Papá me desperté esta mañana y estaba como un arma de
fuego! —dijo, emocionado—. Y mi pene se sintió extraño de nuevo. No
dejaba de estar elevado.
—Oh, Dios mío. Retiro lo dicho. ESTE es el momento más feliz de mi
vida. Mi hijo acaba de conseguir una erección durante Sopranos 35 —
susurra Carter.
—De tal palo tal astilla —digo.
Carter me saca fuera del suelo del cuarto de baño; me dice que
deje el desorden y que él limpiara después. Dice que no estoy autorizada
a hacer nada más durante el resto del día, solo puedo tumbarme en el
sofá y esperarlo. Siempre sabe exactamente qué decir para hacerme
sentir mejor y se preocupa mucho por mí. Soy una idiota por estar
decepcionada de que no me hubiera pedido de inmediato que me
casara con él. Me ama y está contento de que vamos a tener un bebé.
Aunque no puedo evitar preguntarme por qué no me lo ha pedido. Es
evidente que no está en shock como yo, por lo que tiene que haber otra

35
Los Soprano: es una serie de televisión estadounidense creada y producida por David Chase .
razón. Mientras me acurruco en el sofá con la cabeza en el regazo de
Carter, trato de ignorar el dolor en mi corazón al pensar que tal vez él no
me considera material de boda.
Traducido por Gaz Walker & Jess16
Corregido por CarolHerondale

—¿Así que lo que me estás diciendo es que querías que cayera de


rodillas y te pidiera que te casaras con él en el baño? —pregunta mi
madre.
Le lanzo una mala mirada y busco otro globo para inflar. Mi madre
se ha ofrecido a ayudarme a preparar todo para el quinto cumpleaños
de Gavin al día siguiente. Vamos a llegar en la tienda después. Dejé a
Gavin invitar a algunos de sus amigos de preescolar y tener una fiesta en
una tienda de dulces, va a ser divertido para ellos. Tan pronto como mi
madre entra por la puerta de la tienda, se puede decir que no soy yo.
Culpo a mis cambios de humor de los últimos meses por las hormonas del
embarazo, pero ella lo sabe mejor. El número de veces que hemos
hablado por teléfono disimula lo que está mal. Ahora que ella puede
verme en persona, no puedo esconder nada de ella.
—No me mires así, chica. Sólo estoy tratando de asegurarme de
que entiendo esto correctamente —dice mientras cuelga un "regalo de
cumpleaños" en la pared—. Pensaste que sería romántico y hermoso, una
vez que se enteró de que estabas embarazada, se propuso
inmediatamente. Así que querías que se echara atrás por culpa y
obligación y se declarara por amor.
Bueno, cuando lo dices así...
—¡No! Quiero decir... no lo sé. Me hubiera gustado que hiciera el
esfuerzo. Tal vez incluso un comentario acerca de casarnos o
establecernos en algún momento en el futuro. El hecho de que no haya
dicho una palabra sobre ello en tres meses es un asco —le digo—. Cada
día sigo esperando que lo traiga y cada día que pasa y no lo hace, me
molesta más. ¿Y si él no cree que sería una buena esposa? Sé que me
quiere, pero tal vez no está enamorado de mí. El tipo de amor que te
hace querer hacer todo para asegurarte de que pasas el resto de tu vida
con esa persona especial. Tal vez yo no soy esa persona especial para él.
Jesús. Hablando acerca de deprimente. ¿Cómo alguien siquiera
soport a estar a mi alrededor últimament e? Soy un asco,
emocionalment e, un polluelo necesitado. No es de ext rañar que Cart er
no me quiera.
—Tiene sentido, supongo. Mira todos los años que pasé odiando la
idea del matrimonio. Pensé que era inútil y sólo podía terminar en un
desastre. El Karma me muerde en el trasero.
Mi mamá se acerca a mí y me tira en sus brazos, mi creciente
estómago actúa como un tapón para evitar que nos acerquemos
demasiado.
—Bebé, cualquier tonto puede ver que Carter está ENAMORADO
de ti. ¿Alguna vez has prestado atención a ese chico cuando entras en
una habitación? Su cara se ilumina entera. Y está constantemente
tocándote de alguna manera. Un roce de su mano en la mejilla,
envolviendo sus brazos alrededor de tu cintura, besando tu hombro... él
hace lo que puede para estar cerca y conectado a ti —dice,
apartándose para poder mirarme—. Y no me vengas con esa historia de
mierda sobre tú odiando la idea del matrimonio.
Le doy una mirada mordaz y me río.
—¿Me estás tomando el pelo? Tú y papá se casaron cinco veces
en total. ¡CINCO VECES! Cuando sabes que sus padres se estrellaron y
quemaron tantas veces, es bastante obvio que vas a tener la misma
suerte —le digo.
—Oh, cariño, eres una idiota. Te quiero, pero eres más tonta que un
pato de una pata en un concurso donde los cerdos vuelan por patadas
en el trasero —me dice.
—¿Se supone que voy a saber qué demonios significa eso? O me
dijiste que esto era imposible o me llamaste cerda.
Mi madre llega y limpia una lágrima de mi mejilla, no sabía ni que
estuviera allí.
—El matrimonio no era para mí. Lo sabía al principio, pero decidí
ignorarlo. Nunca soñé con tener una familia o una casa con una cerca
blanca y ser una mamá de fútbol. Pero entonces te tuve y sabía que
tenía que intentarlo. Simplemente no funcionó para mí. ¿Pero tu padre?
Es sin duda un hombre de casarse, y es un esposo maravilloso. El
problema no era él. Fue la perdedora con la que se casó —dice con una
sonrisa—. Es posible que siempre hayas tenido miedo de probar debido a
la forma en que creciste y lo que crees, pero eso no quiere decir que es
lo que eres. Tienes más de tu padre en ti de lo que crees. Ya eres una
madre mejor de lo que nunca fui, y te garantizo que cuando Carter haga
estallar la pregunta, serás una esposa increíble.
Por primera vez en mis veinticinco años mi madre dice realmente
algo que tiene sentido y me da que pensar. Y no la pausa de “¿Qué
demonios estás diciendo?”
Me había puesto una pared toda mi vida para protegerme. Si
hacía como que no quería el sueño americano de un marido e hijos,
luego con el tiempo me lo creería y nadie sería capaz de hacerme daño.
Hasta que Liz y Jim se casaron, no me di cuenta de lo mucho que quería
que la pared se agrietara. Ahora que lo tenía, sin embargo, estaba justo
donde no quería estar; asustada, confundida y molesta. Sabía que tenía
que poner mis emociones bajo control y dejar de actuar como loca.
Necesitaba al hombre y hablar con Carter. Podía sentir la distancia entre
nosotros creciendo cada día que seguía mintiéndole y explicaba mi
desapego y emociones rocosas, diciendo que todos eran sólo por el
embarazo. Había actuado como un bebé grande todos estos meses,
cuando todo podría haberse arreglado con una pequeña conversación.
Después de la fiesta de Gavin, me aseguraré de que nos sentemos
y hablemos.
—¿Qué pasa con la familia de Carter? ¿Están sus padres todavía
están tratando de recuperarse del ventilador de techo? —me pregunta
mamá con una sonrisa, cambiando de tema a algo un poco menos
deprimente.
—Han estado bien. Su madre realmente me envió una caja grande
de la nueva marca de ropa para bebés y algunas mantas. Su abuela es
la que más me sorprendió. Realmente debe querer matarme, pero me
envió algo también, y me enteré de que en realidad tiene sentido del
humor.
—¿Ah, sí? ¿Qué era? —pregunta mamá.
—Un mono que dice "Demasiado lindo para jugar con tu hijo feo".

***
—¿Por qué demonios están esas perras por ahí dándome una
mirada sucia? —pregunta Liz, mientras mira hacia abajo a cinco madres
que han acompañado a sus hijos a la fiesta de Gavin.
—Supongo que es porque la mujer que trajo a su esposo, se dio
cuenta de que él te ha estado mirando las tetas que se salen fuera de tu
camisa —le digo mientras corto el pastel y lo coloco en platos de papel.
—Oh, dame un respiro. Una mirada a ese tipo y se puede decir que
ha acabado con tanta fuerza que si le soplas un beso probablemente
reventará. Ninguna de esas mujeres luce como que tienen relaciones
sexuales si no es para procrear —se queja.
—Es probable que sólo lo hagan en la posición del misionero, con
las luces apagadas —agrego.
—Apuesto a que piensan que el perrito es un tipo de baile —dice
Liz con una sonrisa, y le sopla al marido un beso.
Le aparto la mano y la miro mal.
—¿Vas a cortarlo? Tengo que estar en torno a estas madres todo el
tiempo en la escuela de Gavin. Juega bien —le advierto.
—¡Mira! —dice con entusiasmo—. Ese pobre hombre apenas se
ajustó la basura. El total llegó en los pantalones.
Hasta ahora la fiesta ha sido un éxito. Los niños están gritando y
corriendo por toda la tienda, ahora sobreexcitados por el azúcar. Había
pensado que tenerlos haciendo sus propios helados con galletas sería
divertido, hasta que se me olvidaron las galletas y comenzaron a comer
helado con las manos. Que Drew le haya traído una bolsa de Pixy Stix y
veinte onzas de Mountain Drew como regalo a Gavin, no facilita las
cosas. Abrió el regalo y se comió la mitad antes de que siquiera me diera
cuenta. Por el momento tengo un asimiento en él, parece que ha estado
esnifando coca. Sus ojos están inyectados de sangre, el pelo es un
desastre, y tiene polvo blanco alrededor de su boca. Cuando veo a
Drew, susurro en su oído derecho antes de que Gavin corra hacia mí y
me grite—: ¡Tengo sangre de tigre corriendo por mis venas! —Sé que es
hora de sacar a los niños lejos de él.
Y por supuesto no obtengo nada más que miradas sucias de las
madres más perfectas del mundo. No pueden dejar a sus hijos fuera y
volver como los padres normales que echan espuma por la boca
cuando se enteran de que tendrán unas horas de tranquilidad y hacen
que sus niños salten fuera del vehículo en movimiento en la acera, antes
de ir a conseguir un masaje o ir al bar. ¡Oh, no, tienen que estar en la
esquina de su camarilla perfecta, juzgándome con sus suéteres de
colores pastel, pantalones de lino, y la cadena de perlas! Drew ya ha
dicho a uno de ellos que tiene un collar de perlas mucho mejor que
puede darle más tarde esa noche, de ahí el acurrucarse en un rincón.
Creo que realmente pensaban que iba a sacar su polla en la fiesta
infantil y masturbarse en uno de sus cuellos. En realidad, es de Drew de
quien estoy hablando. Hay una clara posibilidad de que pudiera hacerlo.
Ellas pasan el día entero mirándolos, molestas con que estén aquí.
Levantan sus narices en mis decoraciones compradas por tienda y una
incluso dice:
—Oh, ¿así que dejaron de hacer centros de mesa y favores de
mesa? ¿Y oí decir que esto no era atendido? Eso es una vergüenza.
Um, corríjanme si me equivoco, pero est o es una fiesta para un niño
de CINCO AÑOS. No es un puto Bar Mitzvah. No estoy descodificando
nada, con una pistola de pegamento, o tallando una escultura de hielo,
y les aseguro que no estoy sirviendo langosta y filete. Les doy de comer
pizza y perritos calientes, y bolsas llenas de regalos con Play Doh y
burbujas.
De donde vengo, así es como se celebra el cumpleaños de un niño
pequeño. Contengo mi lengua, sin embargo, porque no quiero ser esa
mujer que se metió en una pelea de gatas en la fiesta de cumpleaños de
su hijo. Estoy cansada, irritable, y al borde, ya que es porque no he
hablado con Carter todavía. Él había trabajado la noche anterior y nos
condujo por separado a la fiesta para que pudiera dormir. Si otra de esas
perras engreídas dice algo más de mí, no voy a ser responsable de mis
acciones.
Liz toma dos platos de pastel y deja tomar uno a Jim, y
antagonizar el padre solitario, cuya esposa probablemente amenazaba
su masculinidad si él no venía con ella a la fiesta.
Ella probablement e le dijo que él no conseguiría sexo de
cumpleaños de misionero est e año, donde él podría rozar sobre su cima
durant e treinta segundos, mientras est aba t otalmente vestida. Pobre
chico.
—Oye, ¿cómo te sientes? —pregunta Carter viniendo hacia a mí y
ayudando a poner los tenedores sobre todos los platos con una
rebanada de pastel en ellos. Sólo nos hemos dicho algunas palabras
entre sí, de paso, desde que llegó aquí. Hemos estado corriendo por
todas partes asegurándonos que cada uno estuviera feliz y la fiesta fuera
un éxito. Había lucido un poco horrorizado al principio, cuando llegó
aquí, ya que nunca había experimentado la fiesta de cumpleaños de un
niño pequeño antes, pero rápidamente saltó justo, agarró una lata de
Silly y comenzó a gritar y correr con los niños.
—Estoy bien. Solo cansada —le digo. Quiero lanzar mis brazos
alrededor de él y decirle que lo siento por ser tan perra últimamente,
pero sé que va a hacerme llorar y no voy a hacer eso delante de toda
esta gente. Él parece nervioso aquí conmigo y esto me pone triste
porque le he hecho esto. En lugar de envolver sus brazos alrededor de mí
y hacer una broma como lo haría normalmente, mantiene su distancia,
probablemente tiene miedo de que vaya a morderle o echarme a llorar
como lo he hecho durante tres meses.
Soy la perra más grande en el mundo ent ero.
Me vuelvo para mirarlo, sabiendo que tengo que decir algo para
limpiar el aire, incluso si es sólo para decirle que lo amo, cuando una de
las lobas acechado nos interrumpe.
—Disculpa, pero creo que debes saber que tu hijo acaba de decir
una mala palabra —me informa con altivez, con las manos en las
caderas.
Hija de put a. Esto no es lo que necesit o ahora.
—Lo siento. ¿Qué dijo? —pregunto. Me pregunto si está demasiado
consternada para decir la palabra en voz alta. Probablemente va a
deletrear la palabra para mí, y no voy a tener más remedio que apuntar
y reírme de ella. J-O-D-E-R, C-U-L-O, M-I-E-R-D-A... ¿Qué va a ser?
Esperemos que sepa cómo se escriben las malas palabras o esto va a ser
un nuevo nivel de impresionante.
Drew se acerca a nosotros y la mujer mira su camisa que dice
“¿Has visto mi perfecto trasero de hombre?” y resopla con irritación.
—¿Cuál es el problema, amigos? —pregunta, tomando una
mordedura de una galleta y escupiendo migajas mientras habla.
—Le estaba diciendo a Claire que Gavin dijo una mala palabra
delante de mi hijo —explica de nuevo.
—Lo sentimos mucho —dijo Carter, reiteradamente.
—¿Y qué te dijo? ¿Chupa pollas, coño trueno, follar? —pregunta
Drew con toda seriedad. En circunstancias normales tendría
probablemente que darle un golpe en el brazo por esto, pero la
conmoción en el rostro de la Madre Teresa en frente de mí, es
satisfacción suficiente. Pongo mi mano sobre mi boca para ocultar mi
risa.
Ella chisporrotea y jadea un par de veces antes de que finalmente
responda con enojo.
—Para su información, dijo la palabra m-i-e-r-d-a.
Los tres nos quedamos ahí mirándola divertidos.
—¿Y bien? ¿No vas a hacer algo al respecto? —pregunta cuando
nadie dice o hace nada.
—Lo siento, ¿acabas deletrear la palabra mierda? —Drew pide con
confusión.
—Sí, esa es la palabra que Gavin dijo —le dice ella.
Drew se echa a reír. Fuerte, revienta y ríe en voz alta.
—Oh Dios, me hiciste totalmente ir allí por un minuto —le dice a
Drew entre risas—. Realmente pensé que G-man iba a estar en
problemas.
Las otras madres deben haber oído la conmoción y se acercan a
formar parte de nuestro pequeño grupo.
—Yo debería haber sabido que no harías nada al respecto. Quiero
decir, es obvio que no sabes la primera cosa sobre ser un buen padre.
Las habilidades de padre que has mostrado son espantosas. Dejar a tu
niño fuera de control, hablando como un camionero veterano o un
marinero. La gente real no habla de esta manera entre sí. La cantidad de
veces que he escuchado la palabra vagina, por sí sola es un shock. Si
todo este despliegue era una historia que estaba leyendo, sería un
decepcionante ‘no terminó para mí’.
¡Oh no, ella no lo hizo!
Me quedo ahí por un par de minutos con la boca abierta en
estado de shock, mientras que las otras madres perfectas suben al carro
de “tú eres una madre de mierda” y asienten con sus acuerdos. Estas
mujeres son verdaderas piezas de trabajo. Quiero decir, yo sin duda
hablo de ustedes a sus espaldas, pero nunca sería tan mala y perra en la
cara o decir algo para herir sus sentimientos.
Hasta ahora.
Zorras, se han met ido con la mujer embarazada incorrect a.
—Oh, lo siento. No me di cuenta que han acaparado el mercado
de crianza perfecta. ¿No está tu hijo sentado en el suelo allí comiendo
sus mocos y nombrando a sus pedos? Un genio real que tienes en tus
manos ahí. Y tú —digo, dirigiéndome a uno de los otros—. Tu hijo me dijo
cuando llegó aquí que no se le permite comer azúcar procesada, flor
blanca, número de colorante rojo cinco, o ver a Bob Esponja porque es
demasiado violento. ¿No es él el que está sentado en la silla junto a la
puerta meciéndose hacia adelante y hacia atrás cantando “Odio a los
humanos”? Mi hijo puede ser un bocazas, y él puede decir cosas
inapropiadas de vez en cuando, pero soy una maldita buena madre. Me
acabo de enterar hoy que mi hijo obtuvo calificaciones más altas en las
pruebas de su jardín de infantes que todos sus pequeños tontos juntos. Él
puede ver a Bob Esponja, comer azúcar, y puede recoger las frases que
los adultos que lo rodean dicen, pero puedo garantizarles que cuando
sea mayor, no vas a encontrar una cabeza humana en su congelador,
como el pequeño Johnny allí, quién está golpeándose la cabeza contra
el cristal desde hace una hora, debido a que está en shock por tener un
pedazo de pastel, por primera vez en su vida. Y para tu información, la
gente real en realidad habla así. Gente muy simpática que tienen
amigos impresionantes no tienen gigantes pegados en el trasero como tú
obviamente haces.
Carter se inclina cerca de mi oído. —¿Gavin anotó bien en sus
pruebas?
—Lo sé, sorpresa total para mí también. Obviamente no recibió sus
cerebros de nosotros —le susurro.
Me doy la vuelta y me doy cuenta de que todas las mujeres se han
dispersado de nuest ro pequeño y divertido pow-pow, agarraron a sus
hijos, y se escabulleron por la puerta sin decir nada más.
—Ah, y por cierto, probablemente deberíamos mirar en algunos de
los nuevos jardines infantiles —declaro.
Traducido por Valen Drtner & Amy Roose
Corregido por Wonderland.

—¿Qué quieres decir con que no vas a hacerlo? —chilló Liz—.


Carter, hemos planeado esto por semanas. TIENES que hacerlo.
Liz y yo estábamos en la cocina de la tienda lavando los platos
mientras Claire está en el frente con todos los demás tomando las
decoraciones.
Sé que Liz tiene buenas intenciones, pero no puedo hacer lo que
ella quiere que haga.
—Liz, simplemente no se siente bien. Fue una gran idea antes de
que ella estuviera embarazada, pero ahora no puedo hacerlo. Claire no
ha sido ella misma desde que se enteró de su embarazo. No importa
cuántas veces trato de decirle que todo va a estar bien, no me cree. Si
no me hubieras dicho acerca del miedo que tiene de que no me quiera
casar con ella, habría pensado que me estaba engañando —le digo.
—Mm, amigo. Tiene tu esperma dentro de ella. Eso sería grave. Y si
estuvieras tan preocupado, ¿por qué no se lo has propuesto todavía? —
pregunta Liz.
—¡Porque me dijiste que me cortarías el pene si lo hacía! —afirmo.
—Está bien, tal vez fui un poco exagerada. Pero sabía que iba
pensar que lo estabas haciendo solo porque estaba embarazada. Pensé
que si esperabas un tiempo y le decía que era una idiota, todo saldría
bien y se lo podrías proponer sin que pensara cosas malas.
Suspiró y cruzó los brazos frente a mí. —No puedo esperar más
tiempo, Liz. Sé que planeamos que lo haría el próximo mes en el
aniversario de cuando nos conocimos, pero no puedo posponerlo un día
más. Hay un gran muro entre nosotros en estos moment os y estoy seguro
que es a causa de esto. Debí haber dicho algo meses atrás. Al diablo
con la sorpresa.
—Está bien. Tienes tu manera. Pero juro por Dios que si solo caminas
hasta ella y le entregas el anillo, no voy a cortar tu pene, solo cortare una
de tus bolas. Siempre serás conocido como Una pelota Carter —advierte.
Nos miramos el uno al otro durante unos minutos, sus ojos
estrechándose con cada segundo que pasaba.
—No tienes un plan, ¿verdad? —finalmente pregunta.
Debí decirle que se moviera de los cuchillos.
—Mm, no exactamente. En realidad, sé lo que quiero decir. Solo no
tengo los detalles todavía —admito.
—Bueno, te ayudaría, pero quiero darte un puñetazo en la cara.
Estás por ti mismo con esto —dice, arrojando la toalla de secar los platos
sobre el mostrador—. Ahora voy a decirles a todos que el plan no se hará.
Era la única vez que deseaba llevar una camiseta que Drew había
escogido.
Me siento mal por Liz ya que me había ayudado por mucho tiempo
planeando algo asombroso para Claire. Hasta aquel momento, ambos
habíamos acordado lo increíble que sería que nuestros amigos estuvieran
presentes, y Drew obviamente quería que todos llevaran camisas iguales
que Claire vería después de que se lo propusiera. Eran bast ante
grandiosas y era la única cosa que me arrepentiría no poder hacer, pero
sabía que esta era la decisión correcta.
—¿Eso quiere decir que tampoco Gavin? —preguntó mientras
reclinaba la cadera contra el mostrador.
—No, no Gavin. Por muy lindo que fuera él entregándole el anillo,
es algo que tengo que hacer yo. Éramos solo nosotros cuando nos
conocimos, y así tiene que ser cuando le pregunte si quiere pasar el resto
de su vida conmigo —explico.
Liz suelta un gran suspiro y finalmente cede.
—Está bien, lo entiendo. Tu bola está a salvo de mi ira. Pero para
que lo sepas, voy a tener esto en contra de ti por mucho tiempo —me
dice con una palmadita en la espalda.
—No esperaría menos. Solo necesito que hagas un favor más por
mí.
—¿Y ahora qué? ¿Mi primer hijo, un litro de sangre, unos de mis
miembros? ¡Ya he dado mucho! —grita con fingido terror.
—Oh, deja de ser una reina del drama. Ya te dije, aprecio tu ayuda
para cortar la mierda. Solo necesito a Claire fuera de la tienda por una
hora. ¿Puedes hacerlo? —pregunto.
—No hay problema. Tengo esta infección aguda de hongos por
tener tanto sexo en el jacuzzi. Le diré a Claire que tiene que venir a la
farmacia conmigo y ayudarme a elegir la crema correcta para la
INFECCION DE HONGOS —dice, poniendo énfasis en la palabra haciendo
que mi piel se ponga de gallina.
—Liz, demasiada información —digo con una mueca.
—Pero es realmente levadura. Podría hacer hogaza de pan con
esta mierda.
—¡DIOS MÍO! Ya basta. Voy a vomitar —digo.
Liz ríe mientras camina alrededor del mostrador para ir al frente a
hablar con Claire.
—La venganza es una perra. Y las INFECCIONES POR HONGOS
realmente pican —grita de nuevo hacia mí con una carcajada.
Trato de bloquear los últimos minutos de conversación de mi
miente mientras planeo como llevar esto a cabo. Claire asoma su
cabeza por la ventana de la cocina un poco más tarde para decirme
que está corriendo a la tienda con Liz. No puedo evitar reírme un poco
cuando susurra:
—Ella tiene un problema. Y necesita mi ayuda. Es... un problema.
Estaré de vuelta pronto.
Justo antes de que desapareciera, Liz me dio otra oportunidad de
despedida.
—Di “vaginosa bacteriana es deliciosa” ¡DILO!

***

Sinceramente, no recuerdo un momento en el que he estado tan


nervioso. Me tomo un minuto para correr al baño y vomitar el contenido
de mi estómago, pero acabo de oír la campanilla de la puerta de la
tienda y sabía que Claire había vuelto.
Tomo mi lugar en un extremo de la isla de la cocina y espero.
Claire camina a través del umbral segundos después y se detiene,
una mirada de confusión en su rostro mientras mira lo que tiene ante ella.
—Mm, ¿por qué hay vasos rojos encima del mostrador? —
pregunta.
—Pensé que podríamos hacer un viaje por el carril de los recuerdos
y jugar un poco de beer pong —digo con una sonrisa.
Ella camina más en la habitación.
—Lindo sentimiento y todo, pero no quiero que nuestro hijo nazca
con una cabeza de olla y siendo un borracho.
Me río y recojo los recipientes vacíos de leche para que los vea.
Se ríe cuando llega al otro extremo de la isla y le da una mirada al
recipiente más cercano a ella.
—Ahhh entiendo. Si no recuerdo mal, pateé tu trasero la última vez
que jugamos —dice con una sonrisa.
—No lo creo. Estoy bastante seguro que pateé el trasero de todos.
Tú apestas en beer pong.
—¡Mientes! No solo fuimos Liz y yo las campeonas de lap dance 36
en nuestro dormitorio, también fuimos campeonas de beer pong —dice
con una sonrisa satisfecha.
—Espera, ¿qué?
Ella ríe de nuevo y sacude su cabeza hacia mí. —Estoy segura de
que te he contado esta historia.
—Nop, estoy completamente seguro que recordaría cada parte
de la historia que tenga que ver contigo y lap dance —argumento.
—Liz y yo solíamos bailar lap dance la una con la otra para obtener
cerveza gratis en los bares universitarios. Estaba un poco borracha,
entonces era generalmente la de la parte de arriba —dice
despreocupadamente.
Claire, flexible, chica de lap dance… mi pene explot ó. SOLO pasó.
—Prométeme que me dejaras ver eso algún día —digo.
—Sí, claro. Porque bailes de chicas embarazadas son tan calientes.
—dice con indiferencia.
—No creo que entiendes lo serio que soy ahora, Claire. Esto está
arriba de un encuentro con Dios y ganar la lotería.

36
Lap dance: es un baile de tipo sensual que ha alcanzado popularidad en los clubes y salas eróticas de
Europa y Estados Unidos.
Verla feliz y sonriente confirman mi decisión de hacer esto ahora,
de esta manera exactamente. Si sólo pudiera conseguir la imagen de
Claire bailando con otra mujer fuera de mi cabeza.
¡Maldit o seas, pene, no est ás a cargo est a noche! Tómat e un
descanso, vuelve a dormir, nada que ver aquí.
—Aunque me duele decir esto, el baile erótico puede esperar, pero
me vas a probar ahora mismo que todavía eres bueno en el beer pong.
Las pelotas de ping-pong están frente a ti. Coloca tu bola en tu boca —
dice levantando su ceja.
—Hmm, eso no suena justo, pero creo que me gustaría intentarlo —
le digo encogiéndome de hombros. Agarra una de las pelotitas
alineando su tiro y rebota en el borde de la primera taza, aterrizando en
una detrás de ella.
—Sí, eso era lo que quería —dice burlándose mientras yo retiro la
pelota y me tomo la leche. Dejo a un lado el vaso vacio y agarro mi
propia pelotita apuntando mientras trato de mantener mi mano sin que
se mueva, sé que tengo que hacer tantos tiros como pueda para que
esto funcione de la manera que quiero que lo haga. Lanzo la pelota y se
hunde justo en el vaso que tenía más cerca, dejo escapar un suspiro
mientras quita la pelota y bebe del vaso.
—Tiro de suerte —dice después de tomarse la leche.
—Te amo más de lo que pensé que fuera posible —digo
suavemente cuando deja el vaso a un lado, ella inclina la cabeza a un
costado y me sonríe.
Agarro otra pelota y la tiro antes de que pueda decirme otra cosa.
La pelotita cae en otro vaso frente a ella, agarra el vaso y toma de él.
—Te amo porque me haces reír y me haces querer ser un mejor
hombre.
Ya tenía otra pelota en la mano cuando Claire todavía no había
terminado su vaso, me mira con los ojos abiertos cuando la pelota hace
pop sobre un vaso de la misma línea y vacila antes de tomarlo, espero a
que ponga el vaso en su boca y hablo nuevamente—: Te amo porque
cada día me sorprendes.
Una lágrima se escapa de uno de sus ojos mientras tiro otra pelota
dentro de otro vaso, nunca había jugado tan bien a esto en mi vida.
Supongo que es lógico ya que este es el único juego en el que estoy
jugando por mi vida.
Toma el vaso y lloriquea antes de beberlo.
—Te amo porque eres la mejor madre en el mundo.
Una pelota más, y esta era la que contaba, contuve la respiración
hasta que cayó en el vaso y caminé alrededor del mostrador y esperé a
que terminara su vaso.
Un jadeo salió de su boca cuando lo deja y siente un ruido,
entonces se lleva el vaso a la boca y mira al fondo, me pongo de
rodillas.
Sacudiendo las manos mete sus dedos en el vaso y saca el anillo
con el diamante que había estado cargando en mi bolsillo por meses, se
mueve para poder mirarme y jadea nuevamente cuando v e dónde
estoy.
—La primera vez que hicimos esto cuando uno embocaba la
pelotita el otro tenía que decir algo sobre sí mismo, yo me acuerdo que
me contaste que tu color favorito era el rosado y que mirabas la película
“Girls Just Want To Have Fun” una vez al año porque te daba nostalgia
los años en los que Sarah Jessica Parker no se veía como un troll.
Claire ríe entre las lágrimas que ahora salían de sus ojos.
—Esta vez necesito que sepas por qué te amo, me quise casar
contigo desde la primera vez que te volví a ver, quería ponerme de
rodillas y que nunca me dejes, debería haberlo hecho y no haber
esperado tanto tiempo, no hay otra persona con la que me pueda
imaginar pasando el resto de mi vida, quiero enseñarle cosas
inapropiadas a nuestros hijos contigo por siempre, Claire Donna Morgan
¿puedes por favor, por favor casarte conmigo y amarme por el resto de
tu vida?
Ella se inclina y me abraza, sollozando mientras dice la palabra
que he estado esperando escuchar de ella.
—¡Sí! —me separo un poco y tomo el anillo que tiene en su mano,
se lo pongo en su dedo pero nuestro momento feliz es interrumpido
segundos después por Gavin corriendo a la cocina.
—¡Mamá!, ¡adivina qué! ¡Me trague una moneda! —Anuncia él,
Claire y yo nos separamos el uno del otro y giro para ver a todos nuestros
amigos y el padre de Claire de pie en la puerta vistiendo la camiseta que
había elegido que decía: "Jugué beer pong y todo lo que conseguí fue
esta camiseta malísima, estar embarazada, y un prometido".
—Lo siento, Carter, no me resistí a la remera y creo que fue
apropiada a la manera en que se lo pediste —Liz dijo con una sonrisa.
—Esperen, perdón pero, ¿Gavin acaba de decir que se trago una
moneda? —dice Claire sacándose las lágrimas de sus mejillas.
—Bueno sí, no lo sabemos, creemos que se tragó una moneda, no
estamos muy seguros —explica Drew—. Dijo que quería caramelos,
entonces Liz puso su bolso en el piso porque estaba segura de que tenía
un paquete de Tic Tac en el fondo, él empezó a revolver el bolso y a
meterse cosas en la boca antes de que viéramos qué estaba haciendo,
según él, se tragó una moneda, pero los niños mienten —Gavin pisotea el
piso.
—¡TU ERES EL MENTIROSO GRAN GORDO PAVO!
—No soy gordo, soy puro musculo, dejemos las cosas claras —
discute Drew.
—Bien ¿alguien puede decirme si mi niño realmente se tragó una
moneda? —pregunta Claire alto poniéndole un fin a la discusión.
—Bueno, googleé “chicos tragándose monedas” y te quedaras
impactada sobre cuántos resultados me salieron —dice Liz—. Igual,
mientras que la moneda esté echa después de 1982 él estará bien. —
Claire me mira fijamente por unos momentos y luego explota.
—¿Qué mierda?
—¡Mamá! —la regaña Gavin.
—Lo siento, ¿Qué M-I-E-R-D-A significa E-S-O y qué haremos A-H-O-
R-A? —Ella se ha convertido oficialmente en una de las madres perfectas,
deletreando las palabras que ni siquiera hay que explicar porque está
tan asustada, no va a ser feliz con esto.
—Está bien, Claire, usé mi detector de metales en él y la moneda
no estaba allí —declaró George.
—¿Ustedes me están jodiendo verdad? ¿Saben que está esa cosa
fantástica llamada hospital donde pueden ir, verdad? —pregunta.
—Caminé hacia arriba en ambos sentidos en una tormenta de
nieve sin zapatos solo para llegar a la escuela cuando tenía su edad, y
comí virutas de metal por diversión. Un poco de cobre no va a hacerle
daño —sostiene George.
—A menos que la moneda esté hecha después de 1982 porque
entonces se hace con suficiente zinc para derretir el esófago —dice Drew
con toda la naturalidad del mundo—. Y estoy casi seguro de que ya
debería de haber pasado, así que él está bien. —Claire se agacha al
lado de Gavin y lo empuja a sus brazos
—Cariño, ¿cómo te sientes? ¿Te duele tu barriguita? —le pregunta.
—Mi barriga está bien, papá dice que tengo que soltar los dulces y
ver si hay dinero, ¡puedo hacer caca con dinero! —dice emocionado.
—Yo desearía poder defecar plata —se queja Drew, me agacho al
lado de Gavin y de Claire juntándolos a los dos en mis brazos.
—Solo para que los sepas, escapamos —le dije a ella.
—Gracias Dios —respondió.
Traducido por Blaire Grey & Sofí Fullbuster
Corregido por SammyD

—¿Así que realmente te gusta? —pregunta Carter por enésima vez.


Finalmente estamos en la cama relajándonos después de un largo
día, y no puedo parar de mirar fijamente a mi anillo.
—Creo que me gusta más que tú.
Carter ríe. —Muy divertida.
—Oh, es totalmente en serio. He estado pensando que
simplemente no querías casarte conmigo y ahí estabas, llevando un anillo
en el bolsillo. Como que quiero cortar mi cepillo de dientes con una
navaja y clavarlo en tu ojo —digo seriamente.
Se da la vuelta a un lado y apoya la mano en mi estómago.
—Lo siento. Debería haberlo hecho el día en que compré el anillo.
Sólo quería que fuera perfecto y luego nos enteramos de que estabas
embarazada y sé cómo funciona tu cabeza. Nunca habrías creído que
lo hacía por las razones correctas. Si lo hubiera hecho justo cuando nos
enteramos —dice mientras frota suavemente la palma de la mano
circularmente en mi protuberante vientre.
—Lo sé, tienes razón. Mi madre me dijo lo mismo —le digo,
poniendo mi mano sobre la suya y llevándola hacia abajo en el
estómago donde normalmente siento las diminutas patadas de
piececitos. Para mí se siente como burbujas explotando, y no estoy
segura si seré capaz de sentirlo todavía, pero no pierdo nada por
intentar.
—¿En serio Rachel dijo algo que tuviera sentido? —pregunta
sorprendido.
—Sí, y también me sorprendió —digo, girando la cabeza en mi
almohada para poder ver su rosto—. Debería solo haber hablado
contigo. Obviamente soy muy mala en todo eso de la comunicación.
Soy mucho mejor sufriendo en silencio.
Carter se mueve rápidamente y pone su mano debajo de la mía,
deslizándola en la parte delantera de mi cuerpo hasta descansarla en mi
mejilla.
—Creo que los dos tenemos un largo camino por recorrer en el
departamento de comunicación. Pero vamos a llegar ahí —asegura.
—¿Te he dicho que cuando toda esta duda se deslizó en mi mente
le dije a Liz acerca de esto y ella me sugirió que te diera un masaje de
próstata?
—Oh Dios mío, para. No digas más. Jim realmente me habló de la
noche en que le hizo eso y fue horrible. Por favor no digas más —advierte.
—No lo sé, podría gustarte —bromeo.
—Eh, ni siquiera dejo que nadie mueva un dedo en mi CARA —dice
Carter con un acento de Brooklyn.
—¿Enserio? ¿Unos sopranos citan eso ahora?
—Um, sí. Hay una cita de sopranos para cada ocasión. Por eso, la
razón de su genialidad. Respeta a los Sopranos —me dice Carter serio.
Ruedo en mi lado hacia él y deslizo mi pierna sobre la cadera de
Carter, pasando los dedos por su cabello.
—Creo que deberíamos celebrar este importante acontecimiento
conmigo metiendo mi pene en ti —dice con una sonrisa.
—Tienes suerte de me dieras la joya hoy o te podría haber
golpeado por eso.
Cart er me acerca más y lleva sus labios a los míos. Justo como
siempre, sus besos me hacen olvidar todo. La suavidad de sus labios y el
suave deslizamiento de su lengua contra la mía me recuerda cuánto
tiempo ha pasado desde que hemos tenido sexo. Con nuestros locos
horarios y mi problemática actitud, ha pasado un tiempo y estoy
hambrienta de él. Sus brazos se envuelven a mí alrededor y sus manos se
deslizan por mi culo, ahuecándolo y tirando de mí contra su dureza.
Muevo mis caderas contra él y dejo escapar un gemido.
—Espera, espera. Mierda—murmura rompiendo el beso.
Echo mi cabeza hacia atrás y le doy una mirada inquisitiva.
—¿Qué? ¿Qué está mal?
¿Su pene est á roto? Oh Dios mío, por favor no dejes que est é rot o.
¡¡¡Lo necesit o para vivir!!!.
—Tengo que hacer pis. Espera un momento —dice, tirando de mis
brazos y saliendo de la cama.
Ruedo sobre mi espalda y miro hacia el techo. Unos minutos más
tarde y todavía no he escuchado el inodoro.
—Eh, ¿estás bien? —grito.
—¡Shhhhhhhhh! ¡No hables! —grita en respuesta.
¿Qué diablos?
—¿Cómo que no hable? ¿Qué demonios está pasando?
Oigo unas groserías viniendo del cuarto de baño, y elevo sobre mis
pies y codos para poder ver la puerta cerrada del baño.
—¡No puedo hacer pis! —grita finalmente.
—¿Qué quieres decir con que no puedes hacer pis?
Mierda, realmente ESTÁ rot o. Sabía que debería haberlo usado más
en est o últ imos meses. ¡Hijo de put a! Se rompió por falta de uso.
—En serio, tienes que dejar de hablar. Está empeorando.
—¿Qué diablos estás diciendo? ¿Qué estoy empeorando? —
argumento.
La puerta del baño se abre y finalmente está allí con las manos en
sus caderas y una carpa en la parte delantera de su bóxer.
—¡Porque tu voz me excita y no puedo deshacerme de mi maldita
erección! Nunca diría esto en unas circunstancias normales, pero esto es
una emergencia. ¡Así que cierra la puta boca durante un minuto para
que pueda hacer pis!
Regresa al baño y cierra de un golpe la puerta detrás de él.
Bueno, al menos aún funciona.

***

—Oh, fue increíble después de haber superado el miedo de Carter


—le digo a Liz al día siguiente por teléfono—. Estaba convencido de que
el bebé podría ver su pene y se pondría celoso o tendría pesadillas el
resto de su vida sobre un monstruo pene tratando de comer su cara.
Luego quiso tratar de encontrar un condón por si su esperma pudiera
ahogar al bebé. De hecho tuve que llevar mi ordenador portátil a la
cama y mostrarle que su pene tendría que ser de al menos 60
centímetros de largo para acercarse al bebé.
Carter está trabajando en el turno de día hoy y estoy pasando la
tarde quitando el papel tapiz en la habitación que con el tiempo será el
cuarto del bebé. He estado trabajando durante unas horas y estaba
exhausta. Tomé un descanso para llamar a Liz y comunicarle de cómo ha
ido el resto de nuestra noche. Ya que ella me estuvo regañando los
últimos meses por la frecuencia en la que NO ESTÁBAMOS teniendo sexo,
sentía que merecía una actualización. Después de unos minutos
terminamos la llamada y decido ir a la tienda de la esquina para
conseguir uno de mis actuales antojos de embarazo: granizado de
cerezo negro. Hasta ahora he tenido uno todos los días desde que me
enteré. Son deliciosos y refrescantes, y el único lugar que vende los moras
es la tienda a la vuelta de la esquina de casa.
Coloco a Gavin en el coche y me dirijo calle abajo. Una vez dentro
de la tienda, hago una línea recta hacia la máquina de granizados de
atrás, llevando a Gavin conmigo. Llego a la máquina y me detengo en
seco, mirando fijamente el cartel que está pegado a la parte delantera.
—¿Fuera de servicio? ¿Qué quiere decir, fuera de servicio? —digo
en voz alta.
—Quiere decir que no funciona —dice Gavin.
—Sé lo que significa. Pero es una máquina de granizados.
Convierte el agua en hielo y agrega jarabe de cereza al mismo. ¿Qué
tan difícil puede ser para una máquina hacer eso?
Veo que la máquina está enchufada, así que suelto la mano de
Gavin, la agarro y empiezo a balancearla hacia delante y atrás.
La luz no se enciende, así que empiezo a pulsar todos los botones
una y otra vez. Cuando eso no funciona, empiezo golpeando el lateral
de la máquina con la palma de mi mano.
—Mamá, la vas a romper —advierte Gavin.
—Estúpida máquina de mierda. ¡Todo lo que tienes que hacer es
hielo, inútil pila de mierda de caballo! —le digo, ignorando
completamente a Gavin.
¡Oh Dios mío! Necesit o ese granizado. Lo necesit o como el aire
para respirar. ¿Por qué coño solo no funciona?
A este punto estoy bastante segura de que mi cerebro ha dejado
mi cuerpo. Sigo atacando físicamente la máquina, golpeándola con mis
puños y maldiciéndola como si fuese una persona que pudiera tomar
represalias.
—¿No tienes nada que decir, idiota? ¿Ni siquiera puedes tratar de
funcionar? Perezoso pedazo de mierda. ¡Apresúrate y hazme un
granizado!
La gente está comenzando a mirar. Puedo sentir sus ojos en mí
mientras golpeo la máquina de granizados con mis manos. Tiro de los
cables, clavo mi dedo en el agujero, y remuevo toda la parte delantera,
dejando al descubierto el mecanismo interno.
—Señora, voy a tener que pedirle que se aleje de esa máquina —
me dice un hombre uniformado desde la esquina de la tienda.
—¿Por qué demonios no está funcionando su máquina? Necesitan
repararla —le digo, parada allí con la cubierta de esta en mis manos,
como una armadura.
—Lo siento, pero hay una parte que no está funcionando. Hemos
ordenado una nueva máquina, pero no estará aquí hasta la próxima
semana —explica, quitándome la cubierta de las manos y poniéndola a
un lado.
—¿La próxima semana? ¿¡La próxima semana!? ¿Qué se supone
que hará la gente que quiere granizados si tienen que esperar hasta la
otra semana? —pregunto.
—Dios no quiere que tengas un granizado —me dice Gavin.
Lo miro de manera inquisidora.
—Dios es el rey del mundo y dice que no necesitas un granizado.
¿Puedo comprar un helado? —pregunta.
—Dios no tiene idea. ¡¡¡No tiene idea!!! —me quejo.
Estoy bastante segura de que estoy teniendo una experiencia
extrasensorial. Puedo verme actuar como una total cretina, pero no hay
nada que pueda hacer para detenerlo. Soy como una drogadicta que
necesita rehabilitación. Mis manos están temblando, mi cabeza duele, y
estoy a dos segundos de vender a mi hijo y mis zapatos por otro poco de
granizado.
Tomo la mano de Gavin, salgo lentamente de la tienda y
conduzco a casa.
Tan pronto como entramos en la casa, agarro el móvil y llamo a
Carter. Contesta al primer timbre y todo lo que puedo hacer es lloriquear
histéricamente.
—¡¡Oh, Dios mío, Claire!! ¿Claire?! ¿Qué sucede? ¿Todo bien? ¿Es el
bebé? ¿Gavin está herido? —grita.
—¡La máquina de granizados estaba descompuesta! —gimo.
Hay un silencio sepulcral al otro lado de la línea.
—Lo siento, ¿qué?
—¿Tartamudeé? La máquina de granizados estaba descompuesta.
No pude conseguir mi granizado. ¡Necesito un jodido granizado! —grito.
—Espera un minuto, ¿todo esto es por un granizado? —pregunta.
Oh, Dios mío, no sabe nada de mí. ¿Cómo puedo casarme con
alguien que no me entiende?
—Pensé que algo malo había sucedido —dice irritado.
—¡Algo malo SUCEDIÓ! ¿Estás siquiera escuchando lo que digo?
Carter suspira y trato de calmarme para no pensar en cuánto
quiero un granizado. En su lugar, pienso en cómo quiero clavar mi puño
en el trasero de Gavin y darle un masaje en la próstata con él.
—Saldré del trabajo en unos minutos. Mis padres deberían estar allí
en una hora.
Oh, mierda. Mis futuros suegros están en la ciudad para una visita.
Gracias a Dios no me arrest aron en la t ienda. Eso habría sido incómodo.
—Te compraré un granizado de camino a casa —promete.
—¿De moras?
—Sí, de moras —afirma.
—¡Te amo! ¡Te veo pronto!

***

Los padres de Carter llegan justo a tiempo. Afortunadamente,


había terminado con mi granizado de moras para ese entonces y podía
tratar con una conversación normal. Madelyn camina por la puerta
primero y nos dice que entremos en la sala de estar, y cierra nuestros ojos
porque tiene una sorpresa para nosotros. Unos segundos más tarde,
Charles dice—: ¡Bien, ábranlos!
Gavin y Carter dejan escapar un excitado grito y gimo.
—¡Un cachorro! ¡Un cachorro! ¡Nos trajeron un cachorro! ¡Puedo
abrazarlo, apretarlo, montarlo como a una bicicleta y cortarle el pelo! —
grita excitadamente mientras se arrodilla en el suelo.
El cachorro, si puedes llamarlo así, es casi del mismo tamaño que
Gavin, y luce como un oso polar.
—¿Es siquiera legal tener uno de esos? —pregunto. Entre más miro
esa cosa, más me pregunto si realmente nos trajeron un animal en peligro
de extinción que crecerá hasta pesar al menos cuatrocientos kilos.
¿Tienen idea de cuán grande es eso?
—Es un legítimo Gran Pirineo —me dice Madelyn, esperando que
esté impresionada.
No lo estoy.
—Guau, esto es impresionante. Gracias, chicos, se los agradezco
mucho. Sabían que siempre he querido uno de estos —les dice Carter.
Lo miro en estado de shock. ¿Siempre quiso un caballo como
mascota? Esta cosa va a ser más grande que nuestro auto.
—Qué emocionante. Educaremos en casa a un nuevo perro y a un
nuevo bebé. ¿Aprenderán a cagar afuera? ¿O debería ponerle un pañal
al perro? Elige uno, porque no vamos a tener los dos —le susurro a Carter
mientras acaricia al perro y sus padres toman asiento en el sofá.
—No te preocupes. Todo estará bien —me susurra Carter mientras
se levanta y deja que Gavin corra alrededor de la habitación con el
perro persiguiéndolo juguetonamente.
—Cuando se cague por primera vez en mis zapatos, voy a frotar tu
nariz allí —lo amenazo.
—Tengo todos los periódicos del Club de American Kennel en el
auto igual que los auténticos periódicos de los sementales —nos dice
Madelyn.
Súper. Nuest ro perro t endrá más clase que nosot ros.
—¿Cuál es su nombre? —pregunta Carter.
—Reginald Phillip III —responde Charles.
—Oh, eso cambiará inmediatamente —murmuro.
—Quiero llamarlo Bud —dice Gavin mientras corre alrededor de
nosotros en círculos, con el perro en sus talones.
—Ese es un buen nombre —le dice Carter.
—Lo sé. Lo llamaré así en honor al jugo que papá bebe.
—¿Qué si esperamos un poco antes de decidirnos por un nombre?
—le dice Carter.
—¡Reginald Phillips, abajo! —regaña Madelyn.
Nos volvemos para ver el perro montado en la espalda de Gavin
con sus patas en sus hombros. Gavin sigue moviéndose y riendo. Luce
como una jodida versión del baile locomoción.
—Ja, ja. ¿¡Qué está haciendo!? ¡Esto es divertido! —se ríe Gavin.
—Oh, Dios mío, estás montando a nuestro hijo —murmuro,
golpeando a Carter en el brazo para que haga algo.
Carter corre hacia ellos y quita el perro de Gavin por su collar.
—Oyeeee, ¿por qué hiciste eso? Estábamos divirtiéndonos —se
queja Gavin.
—Eh, trataba de orinarte encima —le dice Carter.
Lo miro como si est uviese loco y sólo se encoge de hombros. —
¿Qué? Sentí pánico. No puedo decirle lo que significa montar —dice
silenciosamente.
Gavin deja escapar otro grito emocionado y una vez más,
encontramos el perro abrazado a sus hombros y empujando sus caderas
contra él.
—¡Monta, monta, monta, voy a hacer pipí en ti! ¡Monta, monta,
monta! —canta Gavin mientras los dos se mueven en la habitación, y
Carter trata de separarlos de nuevo.
—Obviamente, querrás castrarlo tan pronto como sea posible —
dice Madelyn con una mueca.
Vaya, ¿eso crees? El perro est á t ratando de cruzarse con mi hijo.
—¡Todos a bordo del tren, choo-choo, todos a bordo del tren,
choo-choo! ¡Guo-guo! —canta Gavin con el perro disfrutando felizmente
de su posición sobre sus nalgas.
—Carter, tráeme la manguera.
Traducido por Snowsmily
Corregido por Karool Shaw

—Ultima oportunidad para que cambies de parecer. ¿Estás segura


de que esto es lo que quieres hacer? —pregunta Carter cuando
enciende el coche y retrocede en la salida.
—Juro por Dios que si me preguntas eso una vez más, voy
directamente a masacrar tu culo. Es como si quisieras que destroce mi
vagina —le digo.
Hoy es el gran día. El que he estado tanto temiendo como
esperando: mi cesárea programada. Estamos en nuestro camino al
hospital ahora, de modo que pueda ser revisada. Carter ha estado
cuestionando mi decisión de tener otra cesárea desde el día en que
doctor me preguntó al respecto hace seis meses.
—No es eso. Sólo quiero asegurarme de que no te arrepientes de
nunca tener la experiencia de un parto real. He escuchado que algunas
mujeres a quienes les practican cesáreas se deprimen deprimidas porque
no llegaron a conocer la alegría de traer a sus hijos afuera —explica
Carter.
—Lo siento, ¿quiénes son esas mujeres de las que hablas? ¿Hiciste
un viaje a un hospital psiquiátrico recientemente? ¿Qué mujer en sus
cabales se arrepentiría de que su vagina no se convirtió en una herida,
llena de sangre y muy abierta con fluidos corporales saliendo a
borbotones de ella y un bebé luchando por salir, ciertas veces rasgando
y lloriqueando hasta que su vagina y ano solo son un gran y asqueroso
abismo? —pregunto.
—Olvida que dije algo, simplemente quiero que seas feliz —declara
Carter diplomáticamente.
—Algunas mujeres cagan en la mesa de parto cuando están
pujando a sus niños. ¿Ciertamente crees que esa es una experiencia que
tú quieres tener? —pregunto—. He escuchado que las enfermeras hacen
un trabajo rápido limpiándolo antes de que alguien lo note, pero tú lo
notarás. Créeme. ¿Cómo no puedes notar la habitación repentinamente
oliendo a material fecal?
—Detente, por favor, para —ruega Carter.
—Estoy muy feliz con mi decisión. Y tú también deberías estarlo
porque en seis semanas desde ahora, follarme no se sentirá como agitar
un palo en una cueva o como meter tu dedo meñique en el Gran
Cañón.
—De acuerdo, lo entiendo —dice Carter mientras aparca en el
estacionamiento del hospital.
—Arrojar un lápiz en una chimenea… empujar una pieza de paja
en la puerta de un granero —añado.
—¿Por qué me estoy excitando justo ahora? —pregunta Carter
cuando localiza un lugar para estacionar y salimos del coche.
—¿Te gusta el sexo con excremento? No vas a hacerme cagar en
ti en algún punto, ¿verdad? Dímelo ahora y así puedo regresarte el anillo.
Carter mi ignora mientras entramos en el elevador y caminamos
hacia la Sala de Partos. Pero no seré ignorada. Oh no, no seré ignorada.
—¡Caca, haz caca, caquita, caca! —canto mientras caminamos
hacía la sección de enfermeras y le entregamos mis planillas de ingreso.
La enfermera me da una mirada divertida así que siento que sólo
está bien explicarle mí elección de canción.
—Mi prometido quiere haga popó en él —le digo—. ¡Caca
caquita, caquita, caca bop!
—Oh Jesús, lo siento. No sé qué se le metió esta mañana —le
explica, dándome una mirada desagradable.
—Está perfectamente bien. —La enfermera se ríe—. Son los nervios.
Confía en mí, he escuchado peores de otras mujeres registrándose —nos
dijo.
¿Qué nervios? No est oy nerviosa. He hecho est o antes. Pan
comido.
—Te acomodaremos en una habitación cerca del quirófano,
comenzaremos una intravenosa de suero y llenarás tus formularios de
registro. El médico vendrá y hablará contigo, también el anestesiólogo.
Me pasaré después para darte una dosis de Bicitra para beber. Es una
pequeña taza de líquido que ayudará si resultas tener náuseas durante el
procedimiento. Posterior a eso, ¡Es momento! —dice emocionadamente.
¡¿Qué demonios he hecho?! ¡Regresa ahora!
—Cambié de opinión. Quizá quiero un agujero negro por vagina.
¿Qué tan malo podría a ser? No necesitaría cargar un bolso nunca más.
Podría simplemente empujar las cosas en mi coño “Oh, ¿Necesita un
bolígrafo? Espere, déjeme revisar en mi vagina. ¿Qué dice? ¿Qué si
tengo una linterna? Déjeme clavar mi mano en mi vagina y encontrarla.”
Vamos a casa. Podríamos tener un parto casero en la bañera.
Conseguiría estar verdaderamente apretado pero apuesto que
podríamos encajar los dos —divago ante Carter.
—¿Podríamos conseguir algo de morfina para llevar? —le pregunto
a la enfermera.
Meramente se ríe entre dientes mientras nos muestra la habitación
y se ocupa escribiendo cosas en la computadora mientras Carter
presiona mis hombros para conseguir que me siente en la cama.
—Todo va estar bien. Toma una respiración profunda —me dice
Carter.
—Ellos abrirán mi estómago y sacarán un humano, Carter —
lloriqueo.
—Lo sé, cariño. También estoy nervioso. Pero has hecho esto antes
y sabes exactamente qué esperar. Sabes cómo se va a sentir, cuánto
tiempo va a tomar y cuáles serán los resultados finales… posteriormente
seremos capaces de ver a nuestro bebé —dice con una sonrisa mientras
se recuesta y besa la cima de mi cabeza—. Al menos podemos descubrir
si tendremos una Carmela o un Tony.
—Oh no lo creo. Ya hemos tenido esta discusión y NO vamos a
llamar a este niño como un estúpido gordo en Los Sopranos. Saca eso de
tu cabeza en este instante —le digo.
—Eres una gran asesina de sueños, ¿lo sabes? —se queja.

***
—Sólo recuerda, Carter, cuando el bebé esté fuera, te llamaremos
aquí, al pie de la mesa de operaciones, así lograrás tomar fotos y
observar a tu pequeño ser limpiado, medido y pesado. Pero no lo olvides,
lo que sea que hagas, no mires a Claire —advierte el médico.
—¿De qué demonios está hablando? —susurra Carter, inclinándose
hacia mi oído.
Estoy atada a la mesa de operaciones con mis brazos extendidos
en una T a cada lado de mí. Una enorme, cortina azul está unida a
postes para intravenosas a ambos lados de la mesa y puesto
estratégicamente de modo que no consigo ver más allá de mi pecho.
Cuando tuve mi cesárea con Gavin, me pregunté cuál era el gran
problema por colocar esta cortina. Quería ver qué sucedía ahí abajo y
asegurarme de que no lo arruinaran. Luego, un par de meses después,
había visto una cesárea en el canal médico y casi vomité. NO es algo
que alguna vez quieras ver ser hecho en ti misma, recuerda mis palabras.
—Estoy bastante segura de que no quieren que me mires con
todos mis intestinos colgando por todo el lugar y enloquezcas —le digo a
Carter.
—De acuerdo, Claire, vas a sentir un montón de jaloneos mientras
sacamos al bebé —me dice el médico.
Definitivamente recuerdo esta parte de la primera vez. Sin dolor,
pero en serio malditamente extraña. Como si alguien está agarrándose a
la piel de tu estómago con ambas manos y tirándola por todo el lugar. El
hecho es que sé que hay un hombro del médico profundo dentro de mi
estómago en este momento lo que es más doloroso.
Carter se sienta en un banco al lado de mi cabeza junto al
anestesiólogo y sigue alisando un par de mechones solitarios de cabello,
que se han escapado del gorro del hospital, alejándolos de mis ojos.
Continúa preguntándome como estoy y besa mi frente cada pocos
segundos, diciéndome cuánto me ama y cuán orgulloso está de mí. Es
tan fuerte y soy una vez más recordada de cuán afortunada soy de tener
este maravilloso hombre en mi vida.
—Bien, Carter, ten tu cámara lista. Cuando diga la palabra, puedes
colocarte de pie y apuntar tu cama sobre el borde de las mantas para
tomar una foto —dice el doctor.
—Trata de no incluir mis órganos internos en la foto. Ellos no
fotografían bien —le digo a Carter.
Juguetea con la cámara digital y la prepara. Miro hacia atrás a su
cara al revés y lo veo sonriend o de oreja a oreja. Todo sobre el año
pasado desde lo bueno y lo malo hasta lo feo, todo lo vale por este
momento justo aquí. Carter se había perdido de ver el nacimiento de
Gavin y el hecho aún me entristece. Pero está aquí ahora y espero que
ver a este próximo bebé nacer, alivie algo el dolor para él.
—¡El bebé está afuera! ¡Y es una niña! —grita el médico—. ¡Toma tu
foto, papá!
Carter se levanta de un salto y sujeta la cámara por encima de su
cabeza, haciendo rápidamente una foto antes de volver a sentarse
directamente y dejar una lluvia de besos por toda mi cara mientras lloro.
—¿Una niña? ¿Estás seguro? ¿Está bien? —pregunto a través de las
lágrimas.
El siguiente sonido que oímos es el lamento de un par de saludables
pulmones.
Carter se ríe a través de sus propias lágrimas y continúa alejando
las mías con besos.
—¡Oh, nena, lo hiciste! Estoy tan orgulloso de ti. ¡Tenemos una niña!
El anestesista hace algunos ajustes en mi vía intravenosa ahora que
el bebé ha salido, y momentáneamente me pregunto si estaría bien que
simplemente empezara a cantar “¡Morfina, morfina, morfina!” realmente
alto.
—Regresa a ver a tu niña, papá —dice una de las enfermeras.
Carter me da un beso más en la mejilla antes de levantarse y
empezar a rodear el palo de la vía intravenosa para caminar hacia el
final de la mesa de operaciones.
—Carter, no lo olvides, no mires mi…
—¡¡¡Oh, Jesucristo!!! ¡¿Eso son sus intestinos?! ¡¿Qué demonios es
eso?! ¡¡¡Oh Dios mío!!!
Oigo el sonido de tenis chirriando sobre el suelo mientras las
enfermeras probablemente corren al lado de Carter para alejarlo del
espectáculo de terror.
—Oh, mierda, ¿acabo de pasar encima de un tubo de sangre que
está drenándose de ella a un cubo? ¿Para qué demonios es eso?
Cuando te han hecho una cesárea, no hay mucho que puedas
hacer excepto estar allí tumbada y escuchar la conmoción de
alrededor. No es como si pudieras estar “Oye, Doc, ¿Puede darme un
minuto? Necesito levantarme y revisar a mi novio para asegurarme de
que no vomite sobre nuestro nuevo bebé”. Me habían puest o una
inyección espinal antes de esta cosa, lo que significa que estoy
entumecida del cuello para abajo. No soy nada bueno para nadie
ahora mismo.
—¡Te dijeron que no miraras! —le grito a Carter.
—¡Esa es la cosa número uno que no debes decirle nunca a nadie!
Por supuesto que si me dices que no mire voy a mirar. Oh, Dios mío,
Claire, creo que vi tu bazo apoyado en tu pecho.
La siguiente cosa que sé es que Carter está justo a mi lado
sosteniendo un diminuto y perfectamente envuelto bebé. Ella parece un
burrito, envuelta estrechamente en su manta blanca, azul y rosa del
hospital y con su gorrito de bebé rosa sobre su cabeza.
Carter la trae junto a mí y la deja sobre la almohada al lado de mi
cabeza, así puedo besar su mejilla.
—Oh, Dios mío, es perfecta —lloro mientras miro fijamente su rostro
dormido.
—Bueno, casi perfecta. Pero creo que tiene elefantiasis de la
vagina —dice Carter en voz baja.
Me río y extiendo un brazo para acariciar su suave y rosada mejilla.
—Eso es normal. Todos los bebés tienen los genitales ampliados
cuando nacen —dice una de las enfermeras mientras pasa junto a
nosotros para coger algo de un cajón que hay contra la pared.
—Oh, sí, deberías haber visto el tamaño de las bolas de Gavin
cuando nació. Jesús. Podría haberle cabido un pequeño país en esas
cosas —digo.
—Oye, probablemente era la forma en que se suponía que iba a
nacer. Ya sabes, siguiendo a su padre, y todo eso —dice Carter mientras
se inclina y besa la mejilla de nuestra niña antes de besar la mía.
—Bueno, papá, si quieres ir con tu niña por el pasillo hasta la
guardería, puedes ayudar a darle su primer baño y comunicarles la
buena noticia a sus familiares —dice el doctor—. Tendremos a Claire en
recuperación alrededor de unos cuarenta y cinco minutos. Tenemos que
coserla.
Una enfermera viene y levanta a nuestra niña y la coloca en la
cuna con un cartel en la punta que dice: “Sophia Elizabeth Ellis, 3 kilos 483
gramos.
Me niego a un nombre de Los Soprano, pero accedí a permitir que
Carter eligiera un nombre italiano.
—Te amo mucho —me dice Carter, ahuecando su mano contra mi
mejilla e inclinándose sobre mi cabeza para besar mis labios al revés.
Giro la cabeza y observo al amor de mi vida caminar detrás del
moisés que contiene a nuestra nueva hija.
Cuando se han ido, cierro los ojos e intento disfrutar de la morfina
que corre por mis venas y cuento todas las increíbles bendiciones que me
han sido concedidas. Desafortunadamente, pierdo la cuenta. A medida
que el doctor me cose, él y las enfermeras cuentan en voz alta, y es una
gran distracción. Yo había preguntado durante la cesárea de Gavin qué
demonios hacían, y me dijeron que tenían que contar todos los
instrumentos y esponjas para asegurarse de que ninguno se quedaba
atrás. En ese momento pensé que sería divertido empezar a decir
números aleatorios en voz alta para ver si rompía su concentración. Dos,
siete, uno, quince, treinta y cinco. Pero luego me di cuenta de que no
sería divertido si fuera la cavidad de mi cuerpo en donde perdieran esas
cosas. Es divertido al ser otra persona, no tanto si tengo que volver al
hospital seis meses después porque hay un par de tijeras pegado a mi
riñón o porque estoy cagando esponjas.
Bloqueo el incesante zumbido del recuento y pienso acerca de lo
perfecta que es mi vida ahora. No puedo esperar a que Gavin conozca
a su nueva hermanita, y en realidad estoy emocionada de enseñársela a
los padres de Carter. Es un cara o cruz a pesar de si soy o no tan feliz
porque sé que los próximos cuatro días pasarán estando muy bien
servida con morfina y vicodin para animarme, por si alguna vez siento la
necesidad de rajar mis propias muñecas.
El hombre al que amo más que a nada quiere casarse conmigo,
tenemos un niño increíble que nos mantiene alerta, una nueva y
saludable niña, y la mejor familia y amigos. De acuerdo, tal vez no los
mejores. Tolerables. La vida es buena. Nada puede arrebatarme este
sentimiento ahora mismo a menos que el anestesista cierre mi goteo de
morfina. Únicamente le quitaré su virilidad si eso sucede. Estoy segura de
que el doctor puede encontrar un bisturí extra en mis intestinos para mí.
—Vaya, ¿podría echar un vistazo a eso? —oigo decir al doctor.
—Oh, ¿qué pasa? —pregunto.
—¿Puede alguien conseguirme una cámara?
Está bien, eso no es algo que requiera oír cuando tu estómago está
abierto y atada a una cama.
Que alguien baje la jodida sábana. Me importa un culo de rat a si
puedo ver a t ravés de mi estómago y mi vagina. Incluso t e ayudaré a
volver a rellenar esa mierda.
Puedo oír algunos susurros, lo cual me incomoda un poco. Quiero
decir, ¿Sobre qué podrían estar posiblemente susurrando? ¿Hay otro
bebé allí dentro sobre el que nadie sabía? ¿Han encontrado otro
estómago? Quizás se suponía que iba a tener una gemela y me la comí.
¿Han hallado a mi hermana gemela? ¿Les está mirando ahora mismo
como “¿Qué demonios, gente?” Sacarme de aquí. Tengo veinticinco
años y soy del tamaño de un puño. ¿Parezco cómoda?
Siempre he querido una hermana. Puedo llevarla por ahí en mi
bolso como Paris Hilton lleva a su perro. Puedo colocarla sobre mi hombro
y ella puede ser como el ángel bueno que me dice qué decisiones debo
tomar.
¿Pero qué pasa si es mala? Veinticinco años es mucho tiempo para
estar dentro del estómago de alguien. Incluso Jesús mismo
probablemente dejaría caer unas cuantas malas palabras acerca de
esas tonterías. Ella puede sentarse en mi hombro y simplemente lanzarle
insultos a todo el mundo.
—¿Estás cansada? Vete a la mierda. Yo he usado un útero como
almohada durante veinticinco años.
—He hecho cacas más grandes que tu pene. Y he tenido que
hacerlo dentro de un estómago con un bebé mirándome.
—Eres tan feo que ni siquiera te dejaría follar mi diminuto y fosilizado
coño.
Mmmmm, est a morfina es deliciosa. Como galletas de marihuana y
vodka, pero sin t odos los ext raños efect os secundarios como
alucinaciones y charlas locas. Me encant a la morfina. Es t an bonita.
—Oh, no te preocupes —responde finalmente el doctor—.
Simplemente es que tu útero tiene una forma extraña ahora mismo.
Tenemos una pared de fotografías de los órganos de la gente en mi
oficina y es un poco como cuando alzas la mirada al cielo y adivinas de
qué tienen forma las nubes. Excepto que lo hacemos en mi oficina con
imágenes de placenta y úteros. Sólo tomaré una rápida fotografía
instantánea y a terminar de coserte.
No, eso no es en absolut o extraño. Doc, ¿Puedes aument arme la
morfina?
—Así que, ¿a qué se parece? —pregunto.
¿Realmente quiero saber la respuesta a esto? Las drogas dicen sí,
pero el cerebro dice no.
—En realidad parece una cara. Y está sonriéndonos.
¡Oh, Dios mío, marica! ¡Voy por t i, marica!
—¡Mierda!
Traducido por MaryLuna
Corregido por Melii

—Creo que este será el primer baño de burbujas que he tomado


sola en tres años —le digo a Carter mientras pone una copa de vino en el
borde de la bañera y se inclina para un beso.
Envuelvo una mano húmeda en la parte posterior de su cuello y
sostengo su rostro hacia el mío. Frota su lengua a través de mi boca y yo
degusto el vino del que había tomado un sorbo antes de que me diera la
copa. Incluso después de todos estos años, nunca me canso de besar a
este hombre. Es nuestro tercer aniversario de bodas y unos pocos meses
después del tercer cumpleaños de Sophie. Durante los últimos tres años,
hemos pasado nuestro aniversario de la misma manera: en casa con los
niños. Y no lo haría de ninguna otra manera. No necesitamos un
restaurante de lujo o una noche de fiesta con los amigos. Tenemos todo
lo que necesitamos justo aquí.
Nuestra boda fue sólo una sencilla ceremonia en la playa con
nuestra familia y amigos. Después de todo el drama sobre
comprometernos, ambos nos dimos cuenta de que no importaba nada
más que convertirnos en marido y mujer. No importaba dónde ocurriera,
con tal de que fuera así. Para un regalo temprano de bodas de ese año,
Carter me dio las cuatro temporadas de “My Wedding Fair” y una caja
de porno. Él todavía mantiene la esperanza de que mi adicción a la
pornografía se volviera una realidad.
Carter desliza su mano dentro del agua y deja reposarla en el
interior de mi muslo. A medida que el beso se hizo más intenso, su mano
va centímetros más y más abajo. Me quejo en su beso mientras sus dedos
se rozan entre mis piernas y hacen que la piel de gallina estalle en mi piel.
—Feliz aniversario, señora Ellis —susurra Carter.
La humedad, la suavidad de sus dedos se deslizan a través de mi
raja y me empujó contra su mano mientras empuja lentamente un dedo
dentro de mí.
Una conmoción fuera de la puerta del baño cesa toda actividad y
nos detenemos, mis labios rozando contra Carter y su mano descansa
entre mis piernas.
—¿Qué fue eso? —susurro.
—No es nada. Los niños están en la habitación de Gavin jugando.
Les di una alcancía llena de monedas de un centavo para contar —me
tranquiliza Carter cuando comienza besando su camino hacia abajo por
mi cuello húmedo y vuelve a deslizar su dedo dentro y fuera de mí.
—Ohhhhh mierda —me quejo, inclinando mi cabeza hacia atrás
hasta que descansa contra la pared de azulejos—. Probablemente
deberías comprobarlos. La cosa de los centavos funcionaba cuando
Gavin tenía cuatro años. No creo que vaya a funcionar ahora. Tiene casi
nueve años, sabe cómo utilizar el Internet y es lo suficientemente alto
como para llegar a los partidos y al líquido para encendedores en la
lavandería.
Un choque y un grito suenan por el pasillo y me incorporo
rápidamente, salpicaduras de agua sobre el borde de la bañera,
obligando a Carter caer de nuevo al suelo de culo.
—Mierda. Iré a echar un vistazo —dice con un suspiro mientras se
levanta y abre la puerta del baño—. Vamos a continuar esto después de
que los haya pegado con cinta adhesiva a la pared.
Cierra la puerta detrás de él y me inclino de nuevo en el agua tibia
y jabón con una sonrisa en mi cara.
Los últimos años han sido agitados, pero no los cambiaría por nada
del mundo. Un año después del nacimiento de Sophia nos mudamos a
una nueva casa. La pequeña, casa rancho era perfecta cuando éramos
solo nosotros tres, pero una vez que tuvimos un bebé, que venía con un
montón de mierda. Dejamos atrás rápidamente esa casa y nos mudamos
a una colonial de dos pisos, a pocas calles de distancia de Liz y Jim.
El negocios de Seducción & Snacks todavía está en auge. He
añadido más elementos a mi menú para que las personas puedan tomar
el desayuno o el almuerzo allí, y he contratado a cinco personas
adicionales para el personal. Liz y Jim acababan de dar a luz a su
segunda bebé el mes pasado, y Jenny y Drew están planeando una
boda de fin de semana en Las Vegas en un par de meses. Estoy bastante
segura que el plan incluye el ser casados por Elvis y pasar tiempo en una
gran cantidad de clubes de striptease. Jenny finalmente había
encontrado otro trabajo en marketing, pero todavía trabaja para mí en
el equipo. Pero rechaza tomar mi dinero, así que le pago con chocolate.
Drew todavía me ruega que le pague con favores sexuales y esta
tristemente decepcionado cada vez que me niego.
Gavin tiene ocho años y medio ahora y se prepara para comenzar
el tercer grado y nuestra bebé Sophie está creciendo demasiado rápido.
Irá al preescolar este año y quiero llorar cada vez que pienso en ello.
Gavin es un hermano mayor increíble y ha pasado los últimos tres años
enseñando a su pequeña hermana todo lo que pueda acerca de
atormentarnos. El otro día, Sophie entró en nuestra habitación y anunció
que tenía una canción que nos quería cantar. Iba algo así: “Yo tengo
una vagina, vagina, vagina. Yo amo a mi vagina, vagina, vagina”. Hasta
ahora no he sido capaz de convencerla de que esta canción nunca
debería ser cantada en lo alto, en medio del pasillo de los cereales de la
tienda de comestibles.
Mi padre se casó con su novia de mucho tiempo, Sue, hace unos
meses en una pequeña ceremonia en su patio trasero. Gavin, Sophia, y
la nieta de Sue, Sarah, formados para la fiesta de bodas. Sarah y Sophia
eran de la misma edad y Gavin escoltó a ambas por el pasillo. Y por
escoltar, me refería a mantener a las dos niñas separadas, ya que
siguieron tratando de golpearse mutuamente con sus cestas de niña de
las flores, mientras caminaban, hasta que finalmente botaron a Gavin al
suelo con ellas en una gran pila de agitados brazos, piernas, gritos y
llanto. Carter y yo corrimos por el pasillo e intentamos detener la pelea,
pero Jesús, esas chicas eran fuertes. Carter recibió una patada en los
frutos secos y se dejó caer de rodillas, y yo conseguí rasguños en la cara.
En cualquier caso, fue una ceremonia hermosa y mi madre, en su
manera habitual, tomó el control del tiempo de reserva en la pequeña
recepción. Jenny casi se convirtió en “esa persona” que vomitó sobre la
pista de baile, pero un primo de mi padre la llevó al baño y le mostró un
truco donde se bebe directamente de la llave y luego te haces eructar
tres veces. Jenny terminó haciéndolo salir con ella como muestra de
agradecimiento, y Drew se desmayó cuando fue testigo de ello.
Me hundo aún más en el agua y dejó escapar un gran suspiro.
Todos hemos recorrido un largo camino desde esa fiesta de fraternidad,
hace nueve años. Pero Carter y yo todavía jugamos una ronda o dos de
cerveza pong en el aniversario de cuando me pidió matrimonio. Hay
algunas tradiciones que no puedes terminar. Cerveza pong es como
empezamos y cerveza Pong es como vamos a terminar. Tengo una
imagen de nosotros en nuestro lecho de muerte desde ahora con una
mesa de hospital establecida entre nosotros a medida que discutimos
sobre quién chupa más. Y luego esa imagen feliz es arruinada por Drew
deambulando con un grito andador—: ¡Jenny todavía puede chupar
una pelota de golf a través de una manguera de jardín y chupa mi polla
como una campeona desde que extravió su dentadura postiza!
No puedo esperar para ver lo que nos depara el futuro. Hemos
tenido nuestras altas y bajas, y hemos tenido nuestra parte justa de
luchas en los últimos años, pero hemos demostrado que podemos
superar cualquier cosa. Nuestra bestia perro, bien llamado Gigantor,
recientemente se convirtió en un hermano mayor cuando los padres de
Carter dejaron a un gato para Sophie. Por supuesto que había llegado
con el especial papel de engreído de gato que decían que iba a andar
con un palo en el culo y exigir comer en nuestra vajilla de porcelana.
Desde que deseché toda la cosa de Los Sopranos de raíz cuando
nombramos a nuestra hija, Carter insistió rotundamente que nombramos
al gato Meadow, en pos de la hija de Tony Soprano. Aparte de eso,
Carter ha demostrado una y mil veces más el maravilloso padre que es.
Estuve un poco nerviosa al principio de cómo manejaría tener una niña,
pero era increíble y muy protector con su hija. Tanto así que mi padre le
compró una camisa que decía “Claro que puedes salir con mi hija. En un
tema totalmente ajeno, ¿has visto mi escopeta?”.
Y ahora mi maravilloso esposo está encargándose del cuidado de
los niños para que pueda relajarme en un baño de espuma sola, sin
alguien viniendo a hacer pis, lavarse los dientes, o que me pregunte por
qué los monos tienen pezones. Nada puede arruinar este momento
perfecto o mi estado de ánimo feliz pensando en el futuro.
—Quédate quieta un segundo. Tengo que conseguirlo en el lugar
correcto. —Oigo decir a Gavin en voz baja, al otro lado de la puerta.
—¿Qué está pasando ahí fuera? ¿Dónde está papá? —le grito.
—¡Él caca, mami! —grita Sophie.
Gracias por hacérmelo saber.
—Chicos sean buenos por ahí, ¿de acuerdo? Mami estará fuera en
un minuto —les grito a ellos mientras levanto mi copa de vino desde el
borde de la bañera y tomo un sorbo saludable.
Cierro mis ojos y dejo que la tensión se alivie de mi cuerpo hasta
que unos minutos más tarde, palabras son susurradas ruidosamente por
Gavin, las que tú nunca quieres oír en el otro lado de la puerta cuando
estás tomando un baño
—Bien, la canasta de ropa se encuentra en la posición de espera
en el borde. Todos los sistemas listos. Sophie, agárrate como puedas. Y no
sueltes al gato.
Para mi esposo. Gracias por siempre leer lo que escribo y por no
darme un mal rato cuando exijo que me digas si es mierda o no. Gracias
por no decirme que todo lo que te hago leer es mierda. Gracias por
darme tu opinión honesta sobre las infecciones por hongos y no vomitar
sobre mí.
Para Buffy —mi hermana de ot ro hombre y mi alma gemela
honest amente. Perra —¿querías decir Buffy?— Algún día viviremos en el
mismo est ado y el mundo explot ara de genialidad. Hecho.
Para mi familia. Todos están loquísimos, pero no lo querría de otra
manera. Gracias por el tiempo de beber, el beisbol de ventilador y
“¿puedes oler eso?”. Sin ustedes, mi vida sería extremadamente aburrida.
Tara Sivec es autora mejor vendida del USA Today, esposa, madre,
chofer, criada, cocinera de órdenes rápidas, niñera, y experta en
sarcasmo. Vive en Ohio con su esposo y sus dos niños, y sueña con el día
en que esos tres se conviertan en adultos y se muden.
Luego de trabajar en un negocio de corretaje durante catorce
años, Tara decidió tomar una pluma y escribir, en vez de enterrársela en
el ojo del aburrimiento. Es la autora de la serie Playing with Fire,
Chocolate Lovers, Chocoholics, Fool Me Once y Watch Over Me. Su
novella Seduction and Snacks ganó el primer lugar en el Reader’s Choice
Awards 2013 Convención de Romance Indie por Mejor Primer Libro Indie.
En su tiempo libre, Tara adora soñar sobre todo lo que horneará y
las siestas que tomará cuando tenga tiempo libre. Si te gustaría
contactarla, visita su página web: www.tarasivec.com

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