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With Me In Seattle #2
Kristen Proby
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El presente documento tiene como finalidad impulsar la lectura hacia aquellas
regiones de habla hispana en las cuales son escasas o nulas las publicaciones,
cabe destacar que dicho documento fue elaborado sin fines de lucro, así que se
le agradece a todas las colaboradoras que aportaron su esfuerzo, dedicación y
admiración para con el libro original para sacar adelante este proyecto.
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Moderadora de Traducción:
Edel

Grupo de Traducción:
Blanca20011893 Sttefanye

Edel Vecina

Lizels

Moderadora de Corrección:
Leluli

Grupo de Corrección:
Francatemartu Kelly frost

Vickyra Pilar wesc

Lsgab38 Angeles Rangel

Leluli

Revisión Final:
Ivi04

Diseño:
Edel
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Sinopsis Capítulo 18
Prólogo Capítulo 19
Capítulo 1 Capítulo 20
Capítulo 2 Capítulo 21
Capítulo 3 Capítulo 22
Capítulo 4 Capítulo 23
Capítulo 5 Capítulo 24
Capítulo 6 Capítulo 25
Capítulo 7 Capítulo 26
Capítulo 8 Capítulo 27
Capítulo 9 Capítulo 28
Capítulo 10 Capítulo 29
Capítulo 11 Capítulo 30
Capítulo 12 Capítulo 31
Capítulo 13 Capítulo 32
Capítulo 14 Epilogo
Capítulo 15 Próximo Libro
Capítulo 16 Sobre la Autora
Capítulo 17
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Traducido por Edel

Corregido por Leluli

J
ules Montgomery está muy ocupada y contenta con su vida como para
preocuparse con un hombre, especialmente uno como Nate McKenna.
Crecer con cuatro hermanos le enseño algunas cosas, ella sabe que debe
mantenerse alejada de hombres sexys con tatuajes y motocicletas. Eso vale el doble
si él es tu jefe. Durante una noche increíble que compartieron, el violo la política de
confraternización en el trabajo… entre otras cosas, y eso no va a pasar nuevamente.
Jules no va a arriesgar su carrera por causa de un sexo alucinante, no importa lo
mucho que su cuerpo y su maldito corazón quieran discutirlo.

A Nate McKenna le importaba una mierda la política de no confraternización. El


quiere a Jules y va a tenerla. Las reglas pueden ser seguidas o rotas. No es un
hombre para ser tomado a la ligera, y Jules Montgomery está a punto de descubrir
exactamente como el reacciona al ser dejado de lado después de la mejor noche de
sexo que ha tenido. Ella puede luchar todo lo quiera, mas ella estará en su cama en
el final.
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Traducido por Sttefanye

Corregido por francatemartu

Verano

M
i espalda golpea la pared con un ruido sordo, el rostro de Nate se
entierra en mi garganta, las manos en mi trasero, subiendo hasta mi
cintura, empujándome contra él, para que pueda empalar su erección,
todavía cubierta, en el centro de mis muslos. Saco el elástico, que
agarra su espeso cabello negro, pasando mis manos a través de los mechones,
sosteniéndolo firme. Nunca vi su cabello suelto antes, siempre lo usa amarrado a la
altura del cuello, y es muy sexy. Su cabello cae hasta un poco encima de los
hombros, enmarcando el rostro increíblemente hermoso, que me hace retorcer por
dentro y secar la boca cada vez que me mira. Pero él nunca me miró de la manera
que me está mirando ahora, en el pasillo a media luz, en el medio de su
apartamento, del lado de afuera de su cuarto. Sus ojos grises queman, mientras
frota su erección contra mi pelvis.

—Sabes cómo eres de hermosa, Julianne —murmura—. Necesito verte desnuda.


¡AHORA!

Me levanta, las manos todavía apoyadas en mi trasero, y me acurruco alrededor de


él. Me lleva hacia el cuarto, y estoy de repente delante de él y somos una maraña de
brazos y manos codiciosas, sacando y agarrando nuestras ropas, tirándolas por
doquier a través del cuarto. No enciende las luces, por eso no puedo verlo, pero, oh,
aquellas manos. No sé cuántas veces me senté en una reunión, viendo estas bellas
manos grandes, y ahora ellas están en mí. En todas partes. Su boca está en la mía,
sus manos en mi cabello rubio, y me está besando con un fervor que hace mis
rodillas flaquear. Besa muy bien. Excelente. Jodidamente increíble.
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Me toma de nuevo, sujetándome por sus brazos, en este momento, y me coloca en
la cama. Las sábanas son suaves contra mi trasero desnudo, y me gustaría verlo en
toda su gloriosa desnudez. Estuve soñando con Nate desnudo desde que se volvió
mi jefe hace casi un año. Tengo la sensación de que tiene un cuerpo excepcional,
bien, bien escondido bajo todos eso trajes profesionales. Nate me sigue en la cama,
y pasó mis manos hasta su estómago, sobre el pecho, y hasta los hombros.

¡Santa mierda! Está todo tonificado, su piel es caliente y suave y... guau.

Sus manos están sujetando mi rostro, besándome cariñosamente, mordiendo y


mordisqueando mis labios, y entonces se apoya en un codo al lado de mi cabeza, y
lleva la otra mano hasta mi seno, provocando el pezón con los dedos, y más al sur,
poco a poco encontrando su destino.

—Oh, Dios. —Levanto mi cuerpo de las suaves sábanas, mientras desliza dos dedos
en mi coño, y su pulgar acaricia suavemente mi clítoris.

—Oh, estás tan mojada. Y apretada para follar. Jesús, ¿hace cuánto tiempo no lo
haces, cariño?

¿En serio? ¿Quiere saber eso ahora?

—Más de lo que me gustaría pensar —respondo y levanto mis caderas hacia su


mano. ¡Oh, Dios, lo que este hombre puede hacer con esas manos!

—Mierda, te deseo. Te deseo desde que posé mis ojos en ti.

Sus labios encuentran los míos, exigiendo y sondando, lamiendo y chupando, su


lengua reflejando lo que sus dedos deliciosos están haciendo abajo, y estoy
completamente excitada. Lo quiero hace mucho tiempo.

—No debemos hacer esto —susurro de manera poco convincente.

—¿Por qué no? —susurra de vuelta.

—Porque... —Oh Dios, sí, bien ahí. Mis caderas están girando, y aprieto mis manos
en su trasero. Su duro, musculoso, y oh sexy trasero.
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—¿Qué estabas diciendo? —susurra mordiendo mi cuello.

—Podemos ser despedidos. No hay política de fraternidad.

—No me importa la maldita política de nadie ahora. —Sus labios se cierran sobre
mi pezón, y pierdo todo pensamiento consciente. Nate lame y chupa todo el
camino hacia mi barriga, prestando atención a mi ombligo, antes de bajar más al
sur, besando mi recientemente depilada ¡gracias a Dios! vagina, y finalmente, planta
su lengua ahí.

—¡Joder! —Mis caderas saltan fuera de la cama, y lo siento sonreír, mientras abre
mis piernas, separando más mis muslos y me besa profundamente, su lengua
empujando y rodando por mis pliegues y en mi interior. Llevo mis dedos a aquel
cabello grueso, glorioso, seguro y firme, y cuando creo que no aguanto más, lame
mi clítoris y empuja un dedo dentro de mí, haciendo un movimiento de ven aquí, y
me deshago, estremeciéndome y empujando mis talones en el colchón, empujando
mi coño contra la hábil boca de Nate.

Cuando vuelvo a la superficie del Planeta Tierra, escucho a Nate abrir un paquete
de aluminio, y está besando su camino de vuelta por mi cuerpo, chupando cada
pezón, y entonces me besa. Puedo probarme a mí misma en sus labios y gimo,
envolviendo mis piernas alrededor de sus caderas, levantando mis caderas,
levantando mi pelvis, lista para que me llene, pero no hace nada todavía, sus manos
encima de mí, su pene encajonado entre mis muslos. Su respiración es irregular, y
deseo con todas mis fuerzas que encienda las luces, para poder ver sus ojos grises.

—Nate, te deseo.

—Lo sé.

—Ahora, joder.

—Eres tan caliente... —susurra y baja y posa sus labios en mi frente.

—Dentro de mí. —Llevo mi mano entre nosotros y agarro su erección. Santo


infierno, como está de duro. Pero no colocó el preservativo todavía. Tiro de su
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longitud, hasta la punta, y...

—¿Joder, qué es eso?

Ríe, y se inclina suavemente para besarme.

—Es una apa —susurra.

Tiene un piercing de metal, con dos bolas pequeñas, una en la parte superior y una
en la parte inferior, al final de su pene, y estoy completamente sorprendida. ¿Nate,
mi jefe que usa traje, resistente y conservador, excepto por la cuestión del cabello
largo, tiene una peroración en el pene?

—¿Una A... qué? —Mis dedos siguen el objeto, y entonces paso mi dedo índice
alrededor de la punta y contiene la respiración a través de sus dientes.

—Un apadravya. Un piercing específico para el pene.

—¿Por qué te colocaste eso? —pregunto inesperadamente excitada y curiosa. ¡Me


gustaría poder verlo!

—Estás a punto de descubrirlo —escucho la sonrisa en su voz, y enseguida siento


sus manos entre nosotros, cuando desenrolla el preservativo en su impresionante
longitud. Me besa otra vez, con más urgencia, y entierra sus manos en mi cabello
rubio.

Levanto mis caderas y siento la punta, y las bolas de metal en mi entrada, y


lentamente, oh tan poco a poco, entra en mí.

Oh. Mi. Dios.

Puedo sentir el metal contra las paredes de mi vagina, durante todo el camino
dentro de mí, y cuando se detiene, profundamente enterrado, su boca cae sobre la
mía.

—Joder, amo que estés tan apretada. —Sus palabras me hacen apretar mis piernas
alrededor de sus caderas, con las manos en su glorioso cabello.
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Comienza a mover sus caderas, deslizándose hacia dentro y hacia afuera, y la
sensación es diferente de cualquier otra que conocí. Siento el metal, su
impresionante pene, y su boca está haciendo locuras en la mía, siento mi cuerpo
acelerarse, mientras una fina capa de sudor me cubre el cuerpo. Toma el ritmo, y
gira las caderas, solo lo suficiente para hacerme perder completamente mi cabeza.

—Vamos cariño, déjate ir. —Y yo violentamente grito cuando Nate empuja dentro
de mí, más duro, una y otra vez, y entonces sucumbe su propia liberación.

—¡Joder!

*****

Tuve sexo con mi jefe.

Nate aleja de mí y arranca el preservativo, enseguida, lo tira al suelo al lado de la


cama.

—¿Estás bien? —pregunta.

No.

—Sí.

—¿Necesitas algo? —Pasa los dedos por mi rostro, y yo que deseaba que las luces
estuvieran encendidas, agradezco ahora que no lo estén, porque me siento tímida, y
yo nunca me siento de esa manera. Su voz es distante, como si ahora no supiera que
hacer conmigo, y para ser honesta, yo tampoco no sé qué hacer conmigo misma.

—No, gracias.

Oh, Dios, ¿qué hice? Solo acabo de tener el sexo más fantástico y alucinante de mi
vida, con el único hombre en el mundo que jamás podré tener. Cuando me pidió
acompañarlo por una bebida en su casa, después de la cena con los colegas del
trabajo, debería haber dicho no, pero no pude. Quise poner mis manos en él desde
el primer día, pero nuestra empresa tiene una muy estricta política de no
confraternizar, y tengo mi propia política hace mucho tiempo: no tener sexo con
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colegas del trabajo. Y, sin embargo, aquí estoy, feliz y satisfecha, y solo un poco
avergonzada, en la cama de mi sexy jefe, en su lujoso apartamento del piso 30.

Mierda.

—¿Quieres que encienda las luces? —pregunta y comienza a alejarse de mí, pero
toco su brazo, sujetándolo en el lugar.

—No. Está todo bien.

—No suenas así. ¿Estás segura de que está todo bien?

—Estoy bien. Cansada. Tal vez demasiado vino.

Definitivamente las dos copas que bebí no afectaron mi cabeza, pero es la única
excusa que tengo. Estamos actuando de forma extraña uno con el otro, y odio eso.
No sé lo que esperaba, no lo conozco muy bien. Siempre fue profesional y educado,
y hasta hoy, no tenía la menor idea de que me encontraba atractiva.

Tiene una cara de poker muy convincente. Nate besa mi frente y jala las sábanas
sobre nosotros, entonces me arrima junto a él.

—Vamos a dormir. Hablaremos mañana por la mañana.

¿Hablar? ¿Hablar sobre qué?

No respondo, solo me quedo tranquila y espero hasta que su respiración se


equilibre, entonces, espero más de diez minutos para estar segura de que está
durmiendo. Cuidadosamente me deslizo fuera de su pesado brazo. ¡Guau, es
musculoso! Esas ropas que usa engañan muy bien. Camino lentamente, sujetando
la pared y rezando para no tropezar y caer de culo, despertándolo, y finalmente,
llego hasta la puerta.

Enciendo la luz del pasillo, reúno rápidamente mis ropas y me visto, agarro mi
cartera, y salgo del hermoso apartamento de Nate.

Llamo un taxi, y espero en el imponente lobby del prestigioso condominio, en el


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centro de Seattle, y hago mi viaje de vuelta hasta el garaje de nuestro dormitorio,
para poder tomar mi auto.

Cuando finalmente llego a la playa de Alki, donde vive mi mejor amiga Natalie, veo
un extraño convertible Lexus en el garaje y las luces encendidas en la cocina.

—¿Natalie?

—¡En la cocina!

—¿Tienes compañía? —No tengo ganas de conocer el nuevo amigo de Nat.

—Sí —responde.

—Te veo mañana, me voy a la cama.

Subo las escaleras hacia mi cuarto, cerrando la puerta detrás de mí y tomo un baño
largo y caliente. Mi piel todavía está sensible por los juegos en la cama con Nate, y
su perfume pegado en mí, limpio, sexy y almizclado, y no puedo evitar
arrepentirme un poco de mi abrupta salida. Pero toda la diversión durante la noche,
podría complicarse con la conversación a la luz del día.

No, gracias.

Realmente no necesito que Nate deletree todas las razones por que nuestra noche
fue solo una indiscreción. Sin duda no creo que pueda lidiar con la molestia de la
mañana siguiente. Es mejor fingir que nunca pasó, y volver a los negocios como de
costumbre. Saco una braguita rosa y una camiseta blanca, y tomo el teléfono de mi
cartera, mientras camino hasta la cama.

No hay recados o mensajes.

Probablemente está aliviado de que lo dejé, como lo estoy yo.

Me quedo despierta toda la noche, tratando de pensar en lo que le voy a decir


mañana, cuando llame al trabajo alegando alguna enfermedad.
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Traducido por Sttefanye

Corregido por francatemartu

Finales de Primavera

A
mo mi trabajo. Amo mi trabajo. Dios, a veces, odio mi trabajo. He leído el
mensaje conciso de mi jefe, Nathan McKenna más de una vez y trago
en seco.

Viernes, 26 de abril del 2013 13:56

De: Nathan McKenna

Para: Julianne Montgomery

Asunto: Trabajando hasta tarde

Julianne:

Esta noche necesito trabajar hasta tarde contigo, y posiblemente el fin de semana.
Por favor, reúne todos los archivos sobre la cuenta de Radcliffe y encuéntrame en
mi oficina a las 6:00 PM.

Nate.

¡Joder! Por ocho largos meses, conseguí estar lejos de mi jefe, y sé que tuve mucha
suerte de no haber necesitado trabajar a solas con él después del horario de oficina,
pero recientemente perdimos a otro empleado de nuestro departamento, lo que nos
deja solo a Nate y a mí.

Grandes y bestiales mariposas han tomado residencia en mi estómago. Desde


nuestra última noche, en verano, Nate y yo hemos mantenido un nivel de
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profesionalismo del que estoy muy orgullosa, a pesar del hecho de que siempre que
lo veo siento una punción de electricidad que hace que mis muslos se aprieten. Lo
invité a una reunión doble con Nat y Lucas, ahora su esposa, en la noche del
estreno de la película producida por él, pero conseguí mantener aquella noche
completamente platónica.

Eso casi me mató.

Desde entonces, por el bien mayor de conservar el trabajo que amo, me mantengo
lejos del Sr. Sexo Maravilloso.

No es que él esté implorando por llevarme de vuelta a su cama. La mañana


siguiente del Mejor Sexo En La Historia De La Humanidad, después de que escapé de
su cama, él quedó trastornado. Llamó y mandó mensajes, queriendo saber qué es lo
que sucedió, y yo lo evité, como si fuera una plaga, por unas dos semanas, haciendo
teleconferencias desde casa y disfrutando de unas vacaciones.

Entonces, él simplemente se detuvo. Toda la comunicación personal fue


interrumpida, y cuando estamos juntos durante el horario de atención, él es el
epítome de la tranquilidad profesional.

Hay días en que eso me irrita increíblemente.

Y ahora, porque el idiota que había estado en nuestro departamento no podía


soportar el exigente calendario de nuestro trabajo simplemente se fue y tengo que
trabajar sola con Nate.

¡Mierda!

Me siento en la silla y miro el reloj. 17:30hs. Arranco mis gafas y las tiro en mi
escritorio, sujetando mi cabeza con las manos. Así, descarto mi fin de semana con un
litro de helado y un buen libro.

Puedo hacer esto. Fuerza, Montgomery. Ya posé desnuda para una revista. Tuve una
cena con varios millonarios y fui al cine con una gran estrella. Tengo cuatro
hermanos mayores que me provocan incesantemente, y me enseñaron como patear
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un trasero.

Puedo lidiar con el hombre más sexy que he visto en mi vida por unas horas, sin
rasgar mis ropas y arrojarme sobre él.

Creo.

Probablemente.

Me recupero, y confirmo si todas mis llamadas y correos están en mi iPhone, y voy


al baño para prepararme para esta noche.

Estoy feliz con lo que veo en el espejo. Mi largo cabello rubio brilla y todavía tengo
los rizos sueltos que me hice esta mañana. Mi maquillaje es sutil y profesional,
destacando mis ojos azules. Me paso una capa de brillo en los labios, enderezo mi
sencillo vestido rojo y echo un vistazo a mi delgada figura.

Fui bendecida con una excelente genética. No soy sensualmente curvilínea, como
Natalie, pero fui bendecida con pechos decentes, un buen trasero, y una impresión
general que me permitió salir en las páginas de la revista Playboy. Tres veces.
Trabajo duro para mantenerme en forma.

Feliz con mi reflexión, camino rápidamente con mis Louboutins negros hasta mi
escritorio, para reunir los archivos que Nate solicitó, junto con mi teléfono y
camino por el pasillo hasta su escritorio. Su asistente personal, la Sra. Glover, está
sentada en su escritorio. Ella es una mujer mayor, con cabellos grises y astutos ojos
castaños. Su sonrisa es engañosa. Ella me asusta con su afilada eficiencia y su loca
capacidad de anticipar cada movimiento de Nate.

—Hola, Srta. Montgomery, puedes entrar.

—Gracias —asiento y sonrío caminando hasta la puerta de la sala, golpeando dos


veces y, entonces, abro la puerta.

—Entra, Julianne. Gracias por quedarte. —Nate mira su computadora y asiente


con el rostro completamente impasible.
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—Sin problemas.

El escritorio de Nate es amplio, con grandes muebles oscuros. El conjunto de sillas


frente a su escritorio son de cuero negro. Tiene estantes del suelo al techo, con
cientos de libros y archivos, ordenados meticulosamente, sin duda, por la eficiente
Sra. Glover. Detrás de su gran escritorio, las ventanas tienen vista hacia el Space
Needle y la Ensenada. Es hermoso. No estoy segura de que Nate todavía le preste
atención a esa vista. Me siento en el borde de una de las sillas negras y apoyo los
archivos sobre el escritorio de Nate, esperando que vaya directo al grano.

—¿Cómo estás? —pregunta, su voz suave.

—Hum… bien, gracias. ¿Qué demonios?

—Siento mucho llamarte después de hora. —Se inclina hacia delante y apoya sus
codos sobre el escritorio, entrelazando los dedos, y manteniendo el contacto visual.
Dios, esos ojos grises distraen. Casi tan perturbador como sus manos, y de la forma
como delicio…

Suficiente.

—Es parte de mi trabajo. —Abro un archivo y trato de fingir que mi rostro no está
siendo minuciosamente observado—. Entonces, ¿qué hay con esta cuenta?

—¿Cómo están Natalie y Lucas?

—Ellos están bien. —Me enderezo en la silla ahora y lo miro especulativamente.


¿Por qué estamos teniendo una conversación personal?—. Natalie va a tener un
bebé de aquí a unas semanas.

—Eso es excelente, me alegro por ellos. —La sonrisa amplia y sexy de Nate derrite
mi braguita y me veo devolviéndole la sonrisa. Su cabello está peinado hacia atrás,
apartado de su rostro, como de costumbre. Se afeitó recientemente, y está usando
un traje negro con una camisa negra y corbata azul. Nunca enrolla las mangas del
traje, y me pregunto por qué, entonces, recuerdo retomar la conversación.

—Sí, ellos están felices. Voy a hacer el baby shower el próximo fin de semana.
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—Prometo no hacerte trabajar la próxima semana. —Me guiña y casi me caigo de
la silla.

¿Quién es este hombre y que hizo con mi jefe?

—Entonces, ¿la cuenta? —pregunto cuando la Sra. Golver golpea la puerta.

—La cena está aquí, señor.

—Gracias, Jenny, tráelo. —Nate se levanta y agarra dos grandes bolsas de las
manos de la Sra. Glover—. Eso es todo por hoy. Te veo el lunes.

—Que tenga un buen fin de semana, señor. Srta. Montgomery —asiente a ambos y
entonces sale del escritorio, cerrando la puerta tras de sí.

—Pedí comida china. Sé que te gusta. —Sonríe y vuelve a su lugar abriendo las
bolsas. Él parece muy feliz esta noche, mucho más accesible y amigable de lo que
ha sido desde el último verano.

¿Cuál es su juego?

—Gracias —respondo notando que estoy muriendo de hambre. Llevo un plato de


arroz, pollo ajedrez y rollito primavera, comemos en silencio por algunos minutos.
Siento los ojos de Nate en mí, entonces decido comportarme como una mujer
adulta y profesional, y tomar la iniciativa.

—Entonces, ¿qué hay con esta cuenta? —pregunto nuevamente y le doy una
mordida a mi pollo.

—No tengo ni idea, sólo quería cenar contigo, y esa fue la única manera que pensé
de convencerte.

Santa mierda.

Paro de masticar, mis ojos abiertos de par en par, y solo miro hacia su rostro
perfectamente sincero.

—¿Disculpa?
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—Me escuchaste.

Hago una mueca y coloco mi plato cuidadosamente en su escritorio.

—Entonces, ¿no vamos a trabajar esta cuenta?

—No.

—No entiendo.

Nate baja el plato, limpia la boca con una servilleta y se sienta recto en su silla,
mirándome con cuidado.

—Solo quería compartir la cena contigo, Julianne.

—¿Por qué?

¿Y por qué insiste en llamarme Julianne?

Frunce el ceño nuevamente.

—¿Lo tengo que deletrear?

—Creo que sí.

—Me gustas. Me gusta tu compañía. —Se encoge de hombros, la mirada perdida y


un poco insegura. No estoy acostumbrada a ver emociones impresas en su hermoso
rostro.

—Pero eres mi jefe.

—¿Y?

—Podemos ser despedidos.

—Es solo una cena, Julianne.

—No me estás mirando como si solo quisieras cenar, Nate.


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Inclina la cabeza a un lado, y una sonrisa surge en sus labios.

—¿Cómo te estoy mirando?

—Cómo si quisieras follarme encima de ese escritorio. —¡Mierda! ¡Puta que lo parió!
¿Acabo de decir eso?

La sonrisa de Nate desaparece y sus ojos se estrechan.

—Cuidado con la boca.

Trago en seco y parpadeo rápidamente.

—Hay muchos lugares en dónde me gustaría follarte, incluyendo este escritorio,


pero en este momento simplemente, quiero disfrutar de una comida contigo.

—Cuidado con la boca —susurro y su sonrisa está de vuelta.

—¿Diciéndole al jefe qué hacer?

—De alguna manera, no creo que estemos teniendo una conversación con un
contexto de jefe-empleado. —Niego con la cabeza y miro al hombre delante de
mí—. ¿Qué es esto? ¿Por qué ahora?

—Come.

—De repente estoy sin hambre, gracias.

—Solo compláceme, Julianne.

—¿Por qué me llamas Julianne? —pregunto y tomo otro pegajoso pedazo de pollo.

—Es tu nombre. —Sus ojos están sobre mi boca y me sonrío a mí misma, mientras
tomo un rollito y lo muerdo hasta el final.

—Todo el mundo me llama Jules.

—No soy todo el mundo.


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—¿Por qué? —pregunto nuevamente.

—Porque Julianne combina contigo. —Encoge los hombros y le da una mordida a


su propia comida

—Pero prefiero Jules.

—Bien, Julianne. —Me guiña y sonríe ampliamente antes de tomar otro pedazo de
comida

—Apuesto a qué cuando eras pequeños, tu profesor le enviaba notas a tus padres
diciéndoles: No juega bien con los otros.

Nate ríe, y mi tripa se retuerce.

—Probablemente.

Me doy cuenta de que limpié mi plato, y juego con las sobras.

—Bueno, comí. Gracias por la cena. Ten un buen fin de semana. —Me levanto para
salir por la puerta, pero Nate se levanta y me sujeta.

—No te vayas todavía.

—¿Por qué no?

Lame los labios, y mete las manos en los bolsillos y se mece sobre los talones.

—Quédate conmigo este fin de semana. En mi casa.

Creo que ingresé en un universo paralelo. O estoy en Punk’d1. Sí, es eso. Punk’d.
Estoy en una cámara oculta de la televisión. Empiezo a mirar alrededor de la sala,
atrás de mí, en las esquinas de la sala.

—¿Qué estás buscando? —pregunta mientras sigue mi mirada.

—Las cámaras.

1
Punk'd es un programa de televisión emitido por MTV desde el año 2003 y protagonizado por
Ashton Kutcher.
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—¿Qué cámaras?

—Probablemente estoy en un programa de cámara oculta, y estoy por ser


despedida.

Nate ríe, una risa baja que agrada mi corazón.

—¿Por qué dices eso?

—Porque no mostraste ninguna señal de atracción por mí en estos últimos meses, lo


que es bueno para mí, porque si me quedo contigo este fin de semana, podríamos
perder nuestros empleos.

Su sonrisa desaparece, y sus grandes ojos grises están helados.

—En primer lugar, no me importa la política de confraternización. Cualquier


relacionamiento que quiera tener, en cualquier condición que escoja tener, no es
asunto de la empresa. En segundo lugar… —Agarra mi barbilla entre el pulgar y el
índice y me atrae, deslizando sus labios sobre los míos, besándome suavemente,
persuadiendo mis labios a abrirlos y recuerdo cuán bueno es este hombre para
besar. Debe haber tomado clases en algún momento de su vida. Me derrito contra
él y llevo mis manos hasta sus caderas. Sus dedos se enrollan en mi cabello, y
profundiza el beso, mi cuerpo se relaja contra él, sabiendo que todavía me
encuentra atractiva, y la lujuria pura no cambió.

—Definitivamente te encuentro atractiva, bebé —susurra las palabras contra mis


frente y me da un beso suave. Acaricia mi rostro con las yemas de sus dedos y sus
ojos grises son suaves—. Entonces, ¿qué dices? ¿Pasas el fin de semana conmigo?
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Traducido por vecina

Corregido por francatemartu

¿Q
ué diablos voy a decir? Los ojos grises de Nate están fijos en los
míos y veo una pizca de nerviosismo que nunca antes había visto
en su rostro. Él es siempre tan auto-suficiente, tan confiado. Es una
de las cosas que más me atrae de él. Me sentí atraída por él desde
el primer día y no solo físicamente, aunque es algo innegable.
También es también el hombre más inteligente que conocí, y hay algo entre
nosotros, que no puedo negar.

Pero… siempre hay algo más… él es mi jefe. Y la última vez que estuve con él en su
casa, acabó en un desastre.

—No quiero poner las cosas difíciles para nosotros aquí —digo quejándome.

—Las cosas ya están difíciles. Estamos luchando hace ocho meses para fingir que
no hay nada entre nosotros, y los dos sabemos que eso es una mentira.

Se aleja de mí y lleva las manos para los bolsillos traseros, y sé que me está dando
un poco de espacio, dejándome decidir. Muevo la cabeza y miro mis zapatos,
plantando las manos en mis caderas.

—A menos que no estés interesada en mí, y si fuera el caso, sinceramente te pido


disculpas.

Levanto mi cabeza por el tono frío de su voz y encuentro sus ojos clavados en mi
rostro, mirando.

Dile que no estás interesada. Vamos, Jules.


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Pero no puedo. Yo solo… no puedo. Y eso me irrita profundamente, mientras me
siento vulnerable y confusa.

—No sé qué hacer —susurro y cierro los ojos.

—No pienses tanto… —él susurra. Natalie tiene razón, el susurro es sexy como el
infierno—. Vamos a pasar dos días juntos, para conocernos mejor. Si decidimos que
no hay química, todo bien, seguimos como si nada, sin resentimientos.

Él extiende su mano y pasa su dedo por mi rostro y su mirada está nuevamente


caliente y yo sé que me estoy hundiendo.

—Me gustaría pasar algunos días contigo, lejos de aquí.

Me aparto de él y camino hasta la ventana, mirando las brillantes luces de la


ciudad. Yo quiero eso. Dos días con Nate, sin preocuparme en hablar, hacer o
mirarlo de forma inadecuada, solo siendo yo misma. Tal vez me odie por la
mañana. Lo dudo.

Respiro hondo y me giro. Él está allí, con las manos aun en los bolsillos, con
aquella mirada sexy como el pecado, su rostro completamente impasible, sus ojos
buscando los míos, y yo sé que no me puedo resistir a lo que él me está ofreciendo.

—Te encuentro en tu casa en dos horas.

Una leve sonrisa se dibuja en sus labios.

—Puedo buscarte.

—No, prefiero ir en mi auto. —Él frunce la frente y me explico mejor.

—Si me odias en la mañana, no quiero depender de ti para volver a mi casa.

—No voy a odiarte, Julianne, pero si tú lo quieres hacer de esa manera, así será.
Pero tengo una condición.

Levanto mis cejas.


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—¿Cuál?

—No vas a huir de mí esta vez. Si decides que quieres marcharte, va a ser después
de discutir eso conmigo, no quiero despertarme nuevamente con esa sorpresa.

—Ok… —murmuro—. ¿Herí tu frágil ego? —pregunto sarcásticamente.

—No, heriste mis sentimientos, lo que no sucede muchas veces. Prefiero no


revivirlo.

Oh.

Antes que pueda responder, camina hasta su mesa y agarra sus llaves, billetera y las
sobras de la comida para arrojar a la basura fuera de su sala, bloquea el escritorio y
coge un maletín.

—Vamos.

*****

Calzas de yoga, musculosas, Nikes. Bragas extras, sostén, jeans, remeras. Jesús,
Jules, solo vas a estar 48 horas, ¿cuál es el problema? Probablemente estaremos completamente
enfermos uno del otro para mañana. Levanto mi pequeña maleta y luego agarro mi
nuevo vestido strapless gris, bolso y accesorios. Quizás él quiera hacer algo fuera.

Pongo algunos productos de higiene personal, joyas y maquillaje. Entonces meto mi


iPad en el bolso Louis Vuitton, que mi obsesivamente generoso cuñado me regaló y
cargo todo en mi pequeño auto rojo.

Mi Dios, ¿parece que me estoy mudando? Por el fin de semana, por lo menos.

Antes que pueda acobardarme, cierro la casa y conduzco por la ciudad, hasta el
departamento de Nate, en el centro de Seattle. Él me envió un mensaje con la
dirección, pero yo recuerdo el camino. ¿Cómo podría olvidarme?

Aparco en el garaje subterráneo, en el espacio extra que él posee, cojo mi maleta, el


bolso y entro en el elevador.
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Dios querido, voy a vomitar.

Me quedo mirando los números arriba de la puerta del ascensor, hasta parar en el
trigésimo piso y, a cada paso, la expectativa y el nerviosismo presionan mi pecho.
No estoy convencida que esto sea una buena idea. Sin embargo, aquí estoy. Respiro
hondo y toco el timbre.

Él responde rápidamente, abre la puerta y me hace pasar. Se cambió de ropa y


ahora está con unos jeans desgastados y una remera blanca de manga larga, su
cabello suelto y lejos de su rostro, gritando para que mis dedos se entierren en él, y
estoy contenta de haberme cambiado de ropa, con unos jeans y una simple remera
negra.

—Tenía miedo que cambiaras de idea —murmura y sonríe para mí con sus tibios
ojos grises.

—No necesitas preocuparte, aquí estoy. —Él toma mi maleta y la coloca a un lado
cerrando la puerta, y entonces me empuja hacia él, rodeándome con sus brazos por
los hombros. Llevo mis manos hacia su cadera y nos quedamos parados
simplemente mirándonos uno al otro.

—Gracias —murmura.

—¿Por qué?

—Por aceptar pasar el fin de semana conmigo. —Se inclina y besa mi frente y yo
arrugo mi entrecejo. Este es un lado nuevo de Nate. Me gusta. ¿Qué otros lados de
él voy a conocer este fin de semana?

—Bueno, siempre te encontré muy persuasivo. —Yo sonrío y veo la diversión en su


mirada.

—Estoy feliz de oír eso. —Él retrocede y enlaza mis dedos a los suyos.

—Vamos a dejar que te pongas cómoda.

Aun sujetando mi mano, arrastra mi maleta de rueditas atrás de nosotros y me lleva


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por su departamento. Es realmente espectacular. El piso es todo en madera color
miel. La puerta de entrada se abre a una gran sala, con techo alto y enormes
ventanas, con una vista excelente de Seattle y de la bahía. Los muebles son lujosos y
acogedores, en tonos de marrón y rojo. La cocina es para morirse, no puedo esperar
llegar allí y cocinar.

Cocinar es mi gran pasión.

Esta cocina puede hacer que una chica tenga una erección. En verdad.

Una cocina a gas natural con seis bocas, horno con parrilla, dos lavabos, una
encimera de granito gigante, mucha luz natural y un refrigerador enorme.

—¿Puedo cocinar para ti este fin de semana? —pregunto cuando pasamos por la
cocina.

—¿Tú cocinas? —pregunta mirándome con sorpresa.

—Adoro cocinar —sonrío—. ¿Y tú?

—Yo también. ¿Tal vez podamos cocinar juntos?

—Ok.

Se aleja de mí nuevamente, llevándome en dirección a los cuartos. Dios, es


delicioso mirarlo. Especialmente de jeans, como nunca antes lo vi. Sus hombros son
tan anchos, y su remera abraza los músculos en su espalda. Sus jeans caen de sus
caderas, de esa manera sexy que algunos hombres consiguen, que hacen a las
mujeres sentarse y babear.

Y yo no sé qué hay sobre un hombre sexy, descalzo con jeans, pero puta madre.

¿Estamos realmente yendo hacia la cama? Nada sobre: Hey, ¿deseas beber algo? O: ¿te
gustaría mirar una película?

Solo directo: bienvenida a mi casa, ¿te acuestas en mi cama?

Nate me lleva por el corredor y se dirige al baño de huéspedes y un escritorio.


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Luego, camina hacia la derecha, pasa por otro cuarto y se detiene en una puerta al
final del corredor. Abre la puerta y entra, lo sigo, completamente confundida.

—Este es el cuarto de huéspedes. Estás invitada a usarlo mientras permanezcas


aquí. —Él coloca la maleta sobre el sillón ubicado a los pies de la cama queen-size.
La cabecera es de hierro negro y las sábanas y el edredón son azules y verdes,
combinando con la obra de arte de temas náuticos en las paredes.

—¿No voy a dormir contigo en tu cuarto? —pregunto e inclino mi cabeza a un


lado, estudiándolo.

—Eres bienvenida a dormir en mi cuarto, si es eso lo que tú quieres, pero no quiero


obligarte a nada. Te dije que quiero pasar el fin de semana contigo para conocerte
mejor, y esa es la verdad. Si duermes conmigo, no voy a ser capaz de mantener mis
manos lejos de ti, y si no hay sexo este fin de semana, estoy bien con eso.

Yo levanto una ceja.

—¿Tú estás bien sin sexo?

Es para morir, porque todo lo que yo pensaba sobre él, la mayor parte de este
último año, era ver su bello cuerpo desnudo, con la luz encendida esta vez, para
poder verlo, pero ahora él quiere darme un tiempo.

Camina de nuevo hacia mí, esos hermosos ojos grises en los míos, y corre la punta
del dedo por mi rostro.

—Eres tan linda, Julianne. Amo tu cabello rubio y tus ojos azules. Y puedo
disfrutar de tu inteligente boca.

¡Puta mierda!

Pero, entonces, mi lado sarcástico asoma su fea cabeza por un momento. Nosotros
hemos dormido juntos desde el último verano, y yo sé, solo con mirarlo, que no
faltarían ganas para que nuestros cuerpos se lanzaran uno encima del otro, si él así
lo quisiera.
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Me lleva fuera del cuarto, de regreso a la sala de estar.

—¿Te gustaría beber algo?

—Agua, por favor.

Necesito mantener mi mente despejada mientras estoy procesando todo esto. ¿Sin
sexo? ¿Con Nate? ¿Por qué quedarme aquí, entonces?

—Tengo una pregunta. —Nate atraviesa el espacio para la cocina, toma el agua y
una cerveza del refrigerador y vuelve a mi encuentro.

—Pregunta. —Él me entrega el agua y nos sentamos en un sofá marrón bien


mullido. Me saco mis zapatos y me siento sobre mis pies, y lanzo la pregunta que
está martillando mi cabeza.

—Si tú no quieres tener sexo conmigo, ¿por qué debo quedarme aquí durante la
noche? Nos podríamos ver simplemente durante el día.

Su bella mirada gris se torna glacial y sé que dije alguna cosa errada.

—Yo no he dicho que no quiero tener sexo contigo. Dije que depende de ti. Y te
quiero aquí, 48 horas. No quiero que huyas de mí esta vez.

Abre su cerveza y me mira.

Ok.

—¿Alguna otra pregunta? —me dice con una ceja levantada.

—Una. ¿Cuántas mujeres te follaste desde que estuve aquí?


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Traducido por vecina

Corregido por Vickyra

uta mierda! ¿Por qué salió eso de mi boca?

¡P Porque quiero saber. Los ojos de Nate se abren


molestos.
y luego quedan

—Julianne, si me hubieras prestado atención durante los últimos meses, habrías


notado que no estoy interesado en ninguna mujer, excepto tú.

Oh. ¿En verdad?

Él sube sus mangas hasta los antebrazos y pasa las manos por su cabello con
frustración, y mis ojos se clavan en sus brazos.

—¿Qué es eso? —me acerco a él y no consigo evitar pasar mis dedos por su brazo.

—Un tatuaje. —Una sonrisa aparece en sus labios y yo también le sonrío.

—¿Recorre todo el camino hasta tu hombro?

—Si.

Oh mi Dios, es tan sexy. Parece tribal, y rodea su antebrazo, luego arriba de su


muñeca desapareciendo bajo su camisa.

—Entonces, bajo una apariencia conservadora y trajes, ¿mi jefe tiene un tatuaje y
un piercing en su pene? —pregunto con una sonrisa.

Nate ríe y da un trago a su cerveza.

—Sí. Pero no pareció que te importase mi piercing dentro de ti, si recuerdo


correctamente.
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Y es así que mis bragas se empapan y estoy en llamas. No, no puedo recordar eso.

—No, no me importa. —Sonrío—. No lo esperaba. ¿Hace cuánto tiempo que lo


tienes? —Paso mi dedo por su brazo nuevamente y Nate agarra mi mano y la besa,
luego entrelaza sus dedos con los míos y descansa nuestras manos en su regazo.

—Desde mis veinte y algo de años.

—¿Eras un chico malo? —pregunto, provocándolo.

—Ah, creo que aun lo soy un poco. —Él está sonriendo, una amplia sonrisa que
me quita el aliento.

—Tú no sonríes a menudo —murmuro.

—¿Yo no sonrío?

—No, tienes una hermosa sonrisa.

—Gracias. ¿Quieres saber un secreto?

—Definitivamente.

Nate aún está sonriendo y tiene un mordaz brillo de chico malo en sus sexys ojos
grises. Levanta sus lindos pies sobre el sillón frente a él, cruzándolos sobre el
tobillo.

—La mayoría de mis dientes delanteros son falsos.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Porque se rompieron.

—¡Oh Dios! ¿Has tenido un accidente? —¿Qué diablos sucedió con él?

Nate ríe y estoy totalmente confundida.

—No, me los rompí luchando.


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—¿Luchando con quién?

—Con otros chicos que se inscribieron para eso.

—Estoy confundida. —Y frunzo mi frente para él. ¿De qué diablos está hablando?

—Solía ser un luchador de UFC2, Julianne. —Él todavía está sonriendo, feliz
consigo mismo.

—¿Has luchado MMA3? —pregunto. No me debería sorprender, es exactamente el


tipo de cuerpo que ellos tienen.

—¿Conoces las artes marciales mixtas? —pregunta, las cejas levantadas casi hasta
la línea del cabello.

—Nate, tengo cuatro hermanos mayores y un padre. No solo todos me han


enseñado algunos golpes para defenderme, también me han hecho sentar y mirar
esa porquería o jugarla en la Xbox todo el maldito tiempo. Y para consternación de
todos, amo usar maquillaje y amo todo lo que es color rosa.

—Entonces, ¿eres fuerte, Srta. Montgomery?

—Lo soy, Sr. McKenna.

—¿Quieres probar? —Él está sonriéndome de nuevo, encantado conmigo, y yo le


sonrío también. ¿Quién hubiera imaginado que sentarse y conversar con Nate
podría ser tan fácil? ¿Y quién podría imaginar que tenemos tanto en común?

—¿Ahora?

—No, mañana. Ven conmigo al gimnasio.

—No sé. —Muevo mi cabeza—. Realmente podría lastimar ese hermoso rostro

2
La Ultimate Fighting Championship (UFC) es la mayor empresa de artes marciales mixtas en el
mundo, que alberga la mayor parte de los mejores peleadores del ranking en el deporte y produce
eventos por todo el mundo
3
Artes marciales mixtas (conocidas frecuentemente por sus siglas en inglés, MMA o Mixed Martial
Arts) son un deporte de combate de pleno contacto que incorpora golpes y técnicas de una gran
variedad de otras disciplinas de combate.
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que tienes.

—¿Crees que mi rostro es hermoso? —Besa mis dedos, uno a uno, luego se inclina
y besa mi mejilla.

—Tú sabes que tu cara es hermosa.

—Yo sé que tu rostro es hermoso.

—Es apenas un rostro —respondo y encojo los hombros—. Siempre recibí mucha
atención por causa de mi rostro y mi cuerpo. Solo es genética.

Nate estrecha los ojos hacia mí, con la boca formando una dura línea.

—Julianne, tu bonito rostro sirve para acompañar todo lo que está dentro tuyo.

¿Qué mierda es esa? Nadie, ningún hombre, jamás, dijo nada sobre eso que hay dentro
de mí. A menos que estuviera refiriéndose a su polla.

Suspiro. Es por eso que me siento atraída por él. Él me deja completamente fuera
de mí.

—Bueno, ¿no eres encantador? —pregunto, intentando desesperadamente relajar el


ambiente.

Nate sonríe nuevamente.

—Entonces, ¿vienes conmigo o no?

—Si crees que puedes llevarme, claro, voy contigo.

—¿Has traído ropa deportiva?

—Si.

—Excelente.

—Entonces… —Miro alrededor de su departamento—. ¿Lo has decorado tú?


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Nate ríe y yo siento nudos que se aprietan dentro de mí. Amo su risa.

—No.

—Combina contigo.

—¿Lo crees? —Levanta una ceja y mira alrededor de su bella casa.

—Sí, es masculino, pero atractivo y confortable. Y la cocina es sexy como el


infierno.

—Sexy, combina conmigo, ¿no es así? —pregunta y besa mis dedos nuevamente,
haciendo estremecer mi espalda.

Me encojo de hombros y levanto una ceja.

—Tienes tus momentos.

—Bien, hablando de la sexy cocina… —Nate se levanta del sofá y me lleva con él—
. ¿Te gustaría un postre?

—¿Postre? —repito sin convicción. Observarlo caminar me está dejando loca. Es


tan elegante; claramente cuida su cuerpo. No puedo esperar para ver lo que puede
hacer en el gimnasio mañana.

—Tengo cheesecake de chocolate. —Sonríe para mí y yo suspiro.

—Es mi favorito.

—Lo sé.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque en todas las cenas de negocios, siempre pides ese postre.

Me indica un taburete en la mesada de la cocina para sentarme y saca el cheesecake


del refrigerador.

¿Él presta atención a lo que pido en la cena?


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—Entonces, ¿ya contabas con mi presencia esta noche, no? —Inclino mi cabeza y
sonrío irónicamente y no puedo dejar de disfrutar verlo incómodo.

—No, nada de lo que tú hagas es predecible, Julianne, pero estaba esperanzado, y


preparado, por si acaso aceptabas.

Corta la torta y saca dos platos blancos de un muy bonito armario caoba oscura. Se
une a mí y comenzamos a comer.

—Oh, Jesús, está tan delicioso. —Lamo mi tenedor y cierro los ojos. Hundo el
tenedor de nuevo para una segunda mordida y noto que Nate no se mueve.

—¿Qué hay de malo?

—Eres tan sexy. —Sus ojos están ardiendo de deseo y mi cuerpo comienza a ceder
bajo su caliente mirada.

—Amo el chocolate —murmuro y tomo otra porción—. Es mi vicio. No bebo


mucho, no soy muy adepta de la comida chatarra, pero el chocolate no es seguro
para mí. Si tú no escondes esa torta, voy a terminarla toda.

—No me importa, mientras pueda verte comerla.

Me río de él mientras doy otro bocado, él toma un pedazo de su plato y lame sus
labios.

Oh Dios, esos labios. Está tan bueno con esos labios.

—¿Realmente estoy sentada en tu cocina comiendo cheesecake de chocolate? —


pregunto. No puedo creer que esté aquí—. Si alguien me hubiera dicho esta
mañana que estaría aquí esta noche, los habría mandado a urgencias médicas.

—¿Tan malo es? —pregunta y puedo oír el dolor en su voz.

¡Oh no! ¡No quiero herir sus sentimientos!

—No, es solo una sorpresa. Esto es la última cosa que yo esperaba que sucediera.
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—Estoy feliz de que estés aquí —murmura, mirando su plato, luego se gira con esa
ardiente mirada gris hacia mí.

—Yo también —respondo y tomo el último pedazo de torta—. Si me alimentas con


cheesecake como este y nunca voy a dejarte. —Me río y recojo mi plato vacío y lo
llevo hasta el fregadero, limpiándolo y colocándolo en el lavavajillas. Nate se une a
mí, trayendo su plato y se inclina sobre la mesada observándome.

—A partir de ahora mi refrigerador siempre estará lleno de cheesecake de


chocolate. —Sonríe calurosamente y el calor se esparce a través de mí con su
declaración.

—No hagas promesas que no puedas cumplir —bromeo con su comentario,


balanceando los pies y mirándolo. Dios, es un espectáculo verlo. Adoro mirar su
cabello suelto y definitivamente quiero ver el resto de ese tatuaje. Me pregunto si
tiene alguno más… Paso la lengua por mis labios, con la idea de explorar ese
cuerpo caliente a la luz. Sí, sé donde voy a dormir esta noche y no es en el cuarto
de huéspedes.

—Esa es una promesa que puedo cumplir, cariño. No quiero que huyas como la
última vez. —Frunce la frente y cruza los brazos sobre su pecho—. Hablando de
eso, ¿por qué lo hiciste?

Oh. Vamos a tener esa conversación ahora.

—No podía hacer frente a la mañana siguiente después de los arrepentimientos.

—¿Mañana siguiente, después de los arrepentimientos?

—Tú dijiste que querías hablar conmigo en la mañana y por supuesto, asumí que
eso significaba que tendríamos la charla “esto fue solo una vez, sin presión” y para
ser honesta, estaba ahorrándonos a los dos esa molesta conversación. —Me
muerdo el labio y cierro los ojos, sintiendo la humillación de nuevo.

—No era eso de lo que quería hablarte, Julianne.

Mis ojos encuentran los suyos y me sujeto con mis manos en la lisa encimera.
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—¿No?

—No. —Mueve la cabeza, cierra los ojos y maldice bajo su respiración.

—Cuando me desperté y tú no estabas, me irritó muchísimo. Y no hablaste


conmigo en todo el día. Cuando finalmente me invitaste a salir contigo y tus
amigos, pensé que tendríamos otra oportunidad, pero después volviste a ser la
profesional. Yo sé que estabas dándome todas las señales de que no estabas
interesada, pero no consigo estar lejos de ti.

—Me gusta mi trabajo, Nate. Trabajé duro para conseguirlo. Y me gusta trabajar
para ti. Eres muy bueno en lo que haces y estoy aprendiendo mucho contigo. No
puedo arriesgar mi carrera porque mi jefe es sexy y me gusta.

Nate sonríe y luego pasa las manos por su cabello, lleno de frustración.

—No es asunto de nadie si nos vemos fuera de la oficina.

—Pero si alguien lo descubre, sería el final profesional para los dos.

—Tengo muy buenos abogados, Jules.

¿Jules? ¡Me llamó Jules!

Muevo la cabeza y miro mis pies balanceándose. Lo quiero y por algún milagro, él
también me quiere. ¿Podemos intentarlo, sea lo que fuera, y mantenerlo lejos del
trabajo?

—Hey… —murmura, me sienta sobre la mesada, encajándose entre mis muslos.


Me rodea con sus brazos y me aprieta. Es tan alto, sentada aquí arriba, quedo
apenas unos centímetros más alta que él—. No te preocupes tanto por eso, cariño.
Va a funcionar.

Miro sus ojos sinceros, mis ojos azules contra los grises de él, y paso mis dedos por
sus largos y suaves cabellos negros. Por primera vez, en ocho meses, me siento bien.
Quiero ver donde termina esto. Lo quiero a él. Me inclino y paso suavemente mis
labios por los suyos, mordisqueando el contorno de su boca. Me inclino más para
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enterrar mi nariz en su cuello e inhalar su aroma, y en contra de mi mejor juicio de
mujer con una carrera profesional, susurro:

—Voy a dormir contigo esta noche.

—Gracias a Dios —susurra él.


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Traducido por blanca20011983

Corregido por Vickyra

N
ate me estrecha contra él, agarra mi culo en sus manos y me levanta en
sus brazos. Envuelvo mis piernas alrededor de su cintura, mis brazos
alrededor de su cuello y me aseguro firmemente.

—Te quiero. Ahora. Esto no es una solicitud.

Sus labios son cálidos en los míos, y yo rizo mis dedos en su glorioso pelo, mientras
él me lleva a través de su departamento a su dormitorio.

—Luces encendidas —murmuró contra su boca y sonríe.

—Maldita sea, claro.

Acciona un interruptor en la pared cuando pasamos por la puerta y las luces se


encienden. Ahora puedo ver su habitación, y es simplemente increíble.

Paredes grises, ropa de cama blanca, enormes muebles blancos. Es masculino,


elegante y claro.

Es tan Nate.

Se mete en la cama conmigo aún en sus brazos. Me encanta lo fuerte que es. Yo
descanso mis manos en sus brazos, disfrutando de la forma en que sus músculos se
flexionan y se mueven, mientras él me recuesta en las frescas sabanas. Está
inclinado sobre mí, sus manos apoyadas a ambos lados de los hombros, sus caderas
sobre las mías, y se inclina y mueve su boca increíblemente talentosa sobre la mía.

¡Mierda! ¡Sabe cómo besar!


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Paso mis manos por su espalda y levanto su camisa hasta el pecho. Le quiero
desnudo.

Ahora.

Él se sienta sobre los talones y saca su camisa sobre su cabeza y suspiro mientras
me apoyo en los codos. El tatuaje en su brazo derecho no sólo llega hasta el
hombro, sino hasta el lado derecho de su pecho. Con dedos temblorosos, repaso el
tatuaje de diseño tribal en el pecho, alrededor del pezón, e incluso por encima de su
hombro hasta el brazo.

—Es precioso —murmuro, y miro a sus ojos grises. Su mirada está buscando la
mía, una leve sonrisa se dibuja en sus labios, pacientemente dejándome explorarle
con los dedos.

Voy a explorar eso con mi boca antes de que termine la noche.

Me arrastro hasta el lado izquierdo, dejando su lado derecho y localizo otro diseño
tribal que se enrosca hacia abajo en su caja torácica, desapareciendo en sus
pantalones.

—Quítate los pantalones —murmuro y miro dentro de sus ojos.

—Prefiero verte a ti desnuda, bebé. —Me pone el pelo detrás de la oreja.

—Confía en mí, me verás, pero ahora estoy en búsqueda del tesoro. Esto es mucho
más divertido con las luces encendidas. —Sigo el hermoso dibujo con mi dedo. Él
me besa rápida y castamente, entonces se levanta y tira de sus pantalones y
calzoncillos, y él es el mejor ejemplar que he tenido delante de mí.

Siento mi mandíbula caer, ya que mis ojos siguieron su cuerpo perfecto, de arriba a
abajo. Santo infierno. Tiene todos los músculos bronceados y tonificados, y esta
respirando rápidamente. Su tatuaje en el lado izquierdo cae en la cadera y va a la
parte superior del muslo. Es sexy como no sé qué cosa, y estoy ansiosa por pasar
mis dedos en él.

Y entonces mis ojos se posan en su impresionante erección, Madre Santa, lo


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que eso me puede hacer, y suspiro al ver el metal de plata en la punta. Se ve más
grande de lo que recordaba, y yo ni siquiera quiero pensar como llego ahí.

De repente me siento muy tapada, tiro mi camisa sobre la cabeza, arrojándola al


suelo. Nate está ahí, en el borde de la cama, con la mirada caliente pegada a mí, y
me levanto de nuevo y me preparo para bajar mis pantalones vaqueros y arrojar el
resto de la ropa. Me siento en la cama con sólo mi sujetador rosa y bragas a juego y
sonrío a Nate y hago un movimiento con los dedos como diciéndole "ven aquí".

—Jesús, Julianne, eres tan hermosa —su voz es áspera por la emoción. He oído esas
palabras cientos de veces, otros hombres, fotógrafos, amigos, pero nunca me
hicieron sentir lo qué sus palabras provocan en mi. Con este hombre.

—Te unirás a mí o ¿no?

—Eres muy exigente, ¿no? Voy a tener que hacer algo al respecto. —Sonríe y se
mete en la cama, escalando con las manos y las rodillas hasta parar sobre mí, como
antes, empieza a besarme más lento, de manera más suave. No se trata sólo de
besarme, le hace el amor a mí boca con su boca. Y, oh, Dios mío, envía electricidad
a través de mí.

Pongo mi pierna izquierda alrededor de su cadera y me agarra el culo y acerca su


polla contra mi centro cubierto por ropa interior, enviando chispas por mi columna
vertebral.

—Oh, Dios, Nate... —digo en voz baja, pasando mis uñas en su espalda.

Mis caderas se mueven a un ritmo delicioso en contra suyo, nuestra respiración es


alta e irregular.

—Bebé, puedo sentir lo mojada que estas a través de tus bragas. —Él está besando
mi barbilla, el cuello y chupa suavemente mi oreja.

—Te quiero —murmuro

—Dios, yo también te quiero. —Baja los tirantes de mi sujetador y empuja el


material hacia abajo, liberando mis pechos. Su boca deliciosa se cierra en un pezón,
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succionando suavemente, sus dedos juegan con el otro pecho mientras frota su polla
en mi clítoris hacia delante y atrás en mis bragas, estoy a punto de dejarme ir.

—Maldita sea, Nate, harás que me corra.

—Ese es el punto. Córrete para mí, hermosa. —Frota las caderas de nuevo, y sus
labios se cierran sobre mi otro pezón, y simplemente me desmorono debajo de él,
gritando, mientras mi cuerpo se estremece.

Cuando mi respiración se calma, y soy capaz de abrir los ojos de nuevo, veo a Nate
inclinado sobre mí, con los codos apoyados en la cama, al lado de mi cabeza.

Él le acaricia mi pelo y sus ojos están ardientes.

—¿Usas algún método anticonceptivo? —me pregunta.

Esto podría arruinar el momento.

—Sí... —susurro.

—No quiero usar un condón contigo, bebé. Sé que suena irresponsable, pero te juro
que no hubo nadie, desde que tú y yo estuvimos juntos la última vez.

Asiento. Quiero sentirlo. Sólo a él. Y confío plenamente en él, a pesar de que esto
es reciente, nos conocemos desde hace mucho tiempo, y yo lo respeto.

—Yo tampoco.

—¿En serio? —Sus ojos se abren con sorpresa.

—No, nadie. ¿Pensaste que había alguien más?

—Sólo pensé... eres tan increíble... Gracias a Dios.

Lo empujo hacia atrás y lo monto. Él rasga, literalmente rasga, mis bragas en dos
pedazos y las tira al suelo.

—¿No te gustaban? —le pregunto con una sonrisa.


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—Estaban en mi camino —dice y sonríe.

Levanto mis caderas y apoyándome en la mano, lentamente lo guío dentro de mí.

Oh. Dios. Mío.

Tengo que besar a quien inventó el apadravya. Mucho. Me hace tener sensaciones
increíbles, tener esas dos pequeñas bolas masajeándome en las paredes de mi
vagina.

—Maldita sea, estás tan apretada. —Nate aprieta la mandíbula, sus manos
aprietan mi culo, me inclino y beso y descanso suavemente la frente en la de él, que
me sostiene en sus hombros.

Poco a poco me empiezo a mover hacia arriba y hacia abajo y la sensación es


sencillamente... tan buena.

—Oh, Nate —susurro contra su boca.

—Sí, cariño... —susurra de nuevo, y yo me siento y empiezo a cabalgar de nuevo.


Levanta las caderas, acompañando mi ritmo, estoy completamente perdida.

Echo la cabeza hacia atrás y me deleito con la felicidad de sentir a Nate dentro de
mí, entonces empiezo a sentir mi cuerpo tenso, las piernas me empiezan a temblar,
y Nate de repente se pone de pie y envuelve sus brazos alrededor de mi cintura y su
boca alrededor de mi pezón, y me deshago, disfrutando de nuevo.

Él agarra mis caderas y me tira firmemente contra él, duro, y grita mi nombre
cuando se vacía dentro de mí.

Nuestra respiración es irregular, mientras yo descanso en su regazo, sigue estando


dentro de mí, y muevo mis dedos por su suave pelo. Pongo mi frente contra la suya
y sonrió.

—Bueno, eso fue... WOW.

Se ríe y pasa la mano en mi espalda, mi cuello y mi culo.


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—Esto es sin duda WOW. ¿Estás bien?

—Hmmm.

—¿Eso es un sí?

—Hmmm.

Se echa a reír y me tira encima de él, tumbándome en la cama. Apaga una de las
luces, tira las sabanas hacia arriba, nos metemos debajo de ella, y tira de mí en
contra de él. Estoy con mi cabeza en su pecho y uso mi dedo para trazar el
contorno de su tatuaje.

—No tienes ningún tatuaje —murmura.

—No, soy alérgica a las agujas.

—¿Eh? —Me aleja para poder ver mi cara, y me sonríe.

—Me cago de miedo con las agujas. Natalie tuvo que emborracharme por completo
en la universidad, sólo para perforar mis orejas. Así que si prefieres chicas con arte
por todo el cuerpo, no soy tu chica.

Se ríe y me besa en la frente.

—Eres mi tipo de chica, con o sin tatuajes en el cuerpo.

—Los tuyos son hermosos —murmuro.

—Gracias. ¿Quieres que apague la luz para que puedas dormir?

—Me gustan las luces encendidas, así puedo mirarte —susurro tímidamente.

—Vete a dormir, cariño. —Él me abraza fuertemente, y cierro los ojos.

*****

No puedo dormir. Son las dos de la mañana y estoy despierta. Nate está durmiendo
tranquilamente a mi lado, frente a mí. La luz sigue encendida, y no puedo dejar de
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admirarlo. Su rostro está relajado, sus oscuras pestañas apoyadas en sus mejillas. Él
es tan lindo.

Y estoy inquieta.

Me deslizo de la cama y salgo de la habitación, voy a la habitación de invitados,


donde están todavía mi maleta y la bolsa. Cojo un pijama de la maleta, mi iPad y
mi iPhone del bolso y me voy a la cocina.

Chocolate.

Me sirvo un trozo de cheesecake de chocolate y reviso mi iPhone.

No hay ningún mensaje. Bien. Cojo mi iPad y me siento en una silla,


mordisqueando la segunda cosa más deliciosa del mundo, clasificado por debajo del
delicioso Nate.

De repente suena mi teléfono con un mensaje. Es Natalie. ¿A las dos mañana?

No puedo dormir. ¡Estoy incómoda! ¿Estás despierta?

Sonrío y me preparo para llamarla. Siempre siento la falta de ella a mi lado, desde
que se marchó de nuestra casa y se fue a la casa de Luke, a sólo una calle de
distancia de mí. No me gusta no encontrarla tan a menudo como solía suceder.

—Entonces, ¿estás despierta? —me pregunta de nuevo, cuando la llamo.

—Sí, no puedo dormir. ¿Y tú? —Tomo otro bocado del pastel.

—Me siento muy incómoda. Este bebé tiene algo en contra de déjame respirar en
estos días. Y piensa que mi vejiga es un trampolín.

Puedo sentir su alegría y sonrío.

—No puedo esperar para conocerla, Nat

—Yo tampoco. Sólo unas semanas más, ¿puedes creerlo?


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—No, todo fue muy rápido. ¿Estás emocionada por el baby shower del próximo fin
de semana? —pregunto.

—Estoy emocionada de reunirme con toda la familia, pero ya sabes que odio
cuando gastan dinero en mí, Jules. No necesitamos regalos, ya lo sabes.

Ruedo los ojos. Nunca voy a ganar esta pelea con ella. Me vuelve loca

—Te amamos, a Luke y tu precioso bebé. Queremos mimarla. Entonces cállate y


estate agradecida.

—No seas perra —dice, haciéndome reír—. ¿Cómo estás?

—Estoy bien. Pero tengo una confesión para hacer. —Tengo que decírselo. Ella es
mi mejor amiga.

—¿Qué?

-—Estoy en el apartamento de Nate.

—¿Qué? —grita.

Le explico sobre el email de la tarde y la cena en su oficina y cómo terminé aquí. Se


hace silencio en el teléfono y pensé que se había cortado.

—¿Nat?

—Estoy aquí. Maldita sea, Jules, ¿sabes lo que estás haciendo?

—Sé que me gusta Nat, no sé qué va a pasar, pero sinceramente, estoy tan cansada
de fingir que no me siento atraída por él. Es agotador.

Me muerdo el labio y alejo el cheesecake de mí.

—Espero que funcione de la manera deseada, cariño. Sólo se cuidadosa. Esto


podría terminar en un desastre para los dos.

—Confía en mí —contesto con sarcasmo— soy consciente.


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Oigo la voz profunda de Luke en el fondo y la respuesta de Natalie.

—Estoy bien, mi amor, no puedo dormir. Jules, te voy a llamar este fin de semana.
Luke está despierto.

—Bueno, yo no quiero escuchar a los dos declarándose por el teléfono. —Giro mis
ojos y respiro profundo—. Te quiero niña.

—Yo también te quiero. Buenas noches.

Pongo mi teléfono sobre la mesa y descanso mi cabeza en mis manos. Le dije la


verdad, estoy cansada de fingir. No soy una gran actriz. Pero voy a ser capaz de
seguir actuando en el trabajo, como si nada hubiera pasado entre nosotros. ¿Puedo
hacerlo?

¿No tengo otra opción?

—¡Julianne! ¡Maldita sea, Julianne!


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Traducido por Sttefanye

Corregido por Vickyra

M
i corazón llega a mi garganta cuando me vuelvo hacia los gritos de
pánico de Nate en su cuarto. Lo escucho saltar de la cama y sus pies
golpean el duro piso, mientras entra corriendo en la sala. Se detiene
abruptamente, cuando me ve sentada en el banco, sus ojos están
feroces, y está de pie, gloriosamente desnudo, con la respiración jadeante.

Planta las manos en las caderas desnudas y respira profundo.

—Pensé que me habías dejado —murmura.

Santa mierda.

—Estoy aquí, simplemente no podía dormir. —Atravieso la sala hasta él, y mis
brazos rodean su cintura, uniendo los dedos en la espalda, y apoyando mi mejilla
en su pecho—. No creí que fuera gran cosa si me levantaba por un tiempo, estabas
durmiendo tan tranquilamente.

Siento sus labios que se mueven contra mi cabello, creo que lo escucho susurrar:

—No tienes idea, ¿no? —Pero cuando me inclino hacia atrás para mirar sus ojos
grises, su rostro está calmado—. ¿Estás bien? —pregunta.

—Estoy bien. Invadí tu refrigerador y ataqué el cheesecake, y después hablé con


Natalie por un minuto. El bebé está intentado matarla.

Mis manos están corriendo hacia arriba y hacia abajo en sus brazos fuerte,
calmándolo.
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—¿Intentó matarla? —Levanta una ceja, y estoy aliviada al ver la diversión en sus
ojos.

—Ella tiene cuarenta y siete meses de embarazo. No puede respirar o sentarse, y


tiene que hacer pipi cada tres minutos. Me mandó un mensaje y me preguntó si
estaba despierta, entonces la llamé. —Me inclino y beso su pecho, y él besa la parte
superior de mi cabeza. Esto, estar aquí con él, es tan bueno.

—¿Cuarenta y siete meses? —pregunta con una ceja levantada.

—Está embarazada hace siglos —respondo defensivamente—. Me hace falta. —


Respiro profundo y me encojo de hombros, mirándolo de nuevo—. Ya no puedo
verla tantas veces.

—La encontraras la próxima semana.

—Sí, va a ser divertido. A partir de esta semana estoy de guardia 24 horas. —Le
sonrío.

—¿Por qué? —Inclina la cabeza hacia un lado y coloca un mechón de mi cabello


detrás de mi oreja.

—Porque tengo que estar allí cuando el bebé nazca. Alguien tiene que mantener a
Luke calmado. Pobre. —Brinco un poco y aplaudo, sonriendo—. No puedo esperar.

Ríe, una verdadera carcajada, no puedo evitar unirme a él.

—Entonces, este es un aviso oficial, de trabajo, tal vez tenga que pedir licencia en
cualquier momento, por si recibes mi petitorio.

—No hay problema, si no estoy disponible, solo avisa a Jenny, que ella me pasa el
mensaje.

—Bien, gracias. —Beso su pecho nuevamente, pongo mis brazos en su cintura y lo


abrazo fuerte.

—Eres un jefe agradable.


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—Me alegra que pienses así —dice seco, haciéndome reír.

—¿Tienes frío? —pregunto, frotando su pecho con mi nariz.

—No necesariamente, pero mi cama estaba fría cuando desperté sin ti. —Él está
pasando los dedos por mi cabello. Humm…

—Lo siento. No quería despertarte, y no tenía sueño, por eso me levanté. No me


voy a ir de nuevo, Nate. —Inclino mi cabeza hacia atrás y miro sus hermosos ojos.
Su cabello desordenado hacia atrás, y una sombra oscura cubre su barbilla.

Santa mierda, es hermoso.

—Está bien, gracias. —Se inclina y toma mi rostro con sus grandes manos y estrella
los labios en los míos, suavemente, cariñosamente. Lame mis labios antes de
profundizar el beso, como si su vida dependiera de eso, como si nunca fuera a
hacerlo de nuevo.

—Vuelve a la cama, cariño. Déjame hacer el amor contigo.

Me levanta fácilmente en su brazos y camina hacia su cuarto, todavía besándome


con ternura. Me coloca sobre las sábanas frescas y cubre mi cuerpo con el suyo, y
entonces hace el amor conmigo, lenta y dulcemente, sin perderme, y llevándome
con él.

*****

Siento el olor de café. Y tocino. ¿Natalie está cocinando? ¿Será que el infierno se
congeló? Ruedo en la cama y me estiro, abriendo mis ojos.

Este no es mi cuarto.

Entonces recuerdo. El correo, la cena, llegando al apartamento de Nate, el


cheesecake, el sexo… ah, el sexo.

Me siento y me estremezco. Estoy un poco adolorida, pero eso era de esperar. No


tenía sexo hace casi un año, y Nate… bueno, Nate es grande. Me sonrío a mi
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misma y salgo de la cama vistiendo mi pijama descartado la noche anterior, y
camino hasta la sala.

Nate está en la cocina de espaldas a mí, y me detengo un momento para admirar su


belleza. Está usando pantalones de pijama que caen bajo sus caderas y sin camisa,
su cabello está amarrado hacia atrás, lejos de su rostro. Sus tatuajes son una
distracción, y le dan una apariencia de chico malo que no estaba esperando. ¿Quién
imaginaría que debajo de los conservadores trajes, tenía un rudo luchador, tatuado,
y con piercing?

Es muy bueno.

Se está moviendo por su cocina con gracia, con una confianza tranquila.

No recuerdo la última vez que alguien cocinó para mí, además de mi madre cuando
era una niña, o Luke, cuando él y Nat me invitaron a cenar el mes pasado. Pero eso
no cuenta. Ellos son familia.

Daughtry4 está cantando en la radio de Nate, su voz es ronca y sexy, y es prefecta


para describir al hombre en la cocina.

Entro a la cocina y mis brazos rodean la cintura de Nate, y entonces entierro mi


nariz en su espalda, entre los omoplatos. Dios, huele bien.

Jabón, sexo y su aroma natural. Es una combinación explosiva.

—Buenos días, hermosa. —Se voltea y toma mi rostro en sus manos, besándome de
la manera que solo él sabe hacerlo.

—Buen día, chico caliente. —Le sonrío, y corro mis dedos por su rostro.

—¿Café? —pregunta.

—Dios, sí. Por favor. —Ríe y me sirve una taza, añadiendo la cantidad correcta de
crema y azúcar, y mis cejas se levantan hasta la línea de mi cabello.

4
Daughtry, es una banda que fue formada por el finalista de la quinta temporada de American Idol,
en Estados Unidos, Chris Daughtry.
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—¿Cómo sabes cómo tomo mi café?

—Presto atención. —Se encoge de hombros, me entrega la taza y se voltea hacia la


estufa.

¿Qué más sabe?

—¿Puedo ayudar? —pregunto y tomo un sorbo de café. Mmm… perfecto. Podría


acostumbrarme a esto.

—Está casi listo. ¿Tortilla de huevo está bien para ti? —pregunta.

—Perfecto. Vas a perder todo ese tocino en el gimnasio, cuando patee tu trasero
hoy. —Pongo mi mejor sonrisa petulante en el rostro y me recuesto en el balcón,
bebiendo mi café.

—Estoy esperándolo ansiosamente, bebé. —Sonríe y me guiña. Estamos sentados


en el balcón y nos servimos la comida.

—Mmm… bueno —murmuro con la comida en la boca.

Me sonríe y ataca su propio plato. Comemos sumidos en un confortable silencio,


entonces me retiro y limpio nuestros platos sucios, colocándolos en el lavaplatos.
Me volteo y Nate me está mirando, la barbilla apoyada en la palma de su mano.

—¿Qué pasa? —pregunto.

—Yo podría haber hecho eso.

—Cocinaste. No me importa. —Me encojo de hombros.

—Luces hermosa en mi cocina.

—Es una cocina muy sexy —murmuro y sonrío.

—Entonces, hace poco le dije eso a una mujer muy sexy.

¡Oh, coquetear! Adoro eso de Nate.


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—¿De verdad? ¿La conozco?

—Creo que sí. Ella tiene hermoso cabello rubio, los ojos más azules que he visto, y
un cuerpo para matar. —Sus ojos se suavizan en los míos y continúa—: Y es tan
inteligente, agradecida como el infierno, y es una amiga muy leal. Ah, y su ética de
trabajo es irritantemente firme.

Guau. ¿Qué demonios quiere decir con esto? Le guiño y abro mi boca, cerrándola
nuevamente. Cruzo los brazos sobre el pecho y miro hacia abajo.

—Mírame —susurra, y levanto mis ojos hacia él—. Creas o no, Julianne, eres una
mujer muy especial, y estoy agradecido de que estés aquí.

—Creo que eres muy especial —murmuro y le ofrezco una sonrisa.

—Vamos. —Se levanta de su silla y toma su mano en la mía—. Vayamos al


gimnasio, antes de arrancar nuestras ropas y que pases el día entero en mi cama.

*****

—¿Tienes una chaqueta de cuero? —me pregunta Nate, mientras bajamos del
ascensor hasta su garaje.

—No —respondo.

—Vamos a tener que comprar una. —El ascensor se detiene y salimos. ¿Por qué?
Estoy usando calzas negras, un top deportivo y camiseta negra, y una chaqueta de
jeans, porque todavía es primavera y está fresco en Seattle. Nate está con pantalones
de chándal, una camiseta negra sin mangas y una chaqueta de cuero negra. Tiene
una bandana negra alrededor de su cabeza, manteniendo el cabello fuera del rostro.
Veo su Mercedes negro brillante y mi pequeño Lexus rojo.

—¿Quieres ir en mi auto o en el tuyo? —pregunto.

—Ninguno de los dos —responde y continúa caminando. Se para al lado de una


elegante moto negra. Es grande, con llantas cromadas.
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—¿Es tuya? —pregunto, con los ojos abiertos de par en par.

—Sí. —Me da una sonrisa depredadora—. Vas a necesitar una chaqueta de cuero,
para que podamos andar en ella muchas veces.

—No es verano todavía —respondo, dando un paso hacia atrás.

—No está lloviendo hoy. Vamos a estar bien. —Me mira y ve mi aprehensión—. Si
quieres, podemos ir en mi auto.

Parece tan esperanzado, ¿cómo puedo decir no?

—No, está todo bien. Nunca me monté en una antes.

—Bueno, estoy feliz en ser el primero de proporcionarte esto, Señorita


Montgomery. —Mueve una pierna sobre el asiento y se acomoda, tirando la moto
en posición vertical y encendiendo el motor con un puntapié. Ofrece su mano para
ayudarme.

—¿Y mi bolso? —pregunto.

—Oh, aquí. —Abre una bolsa del lado y deslizo mi bolso ahí, entonces, subo detrás
de él. El asiento es sorprendentemente cómodo. Me pasa un casco negro y me
ayuda a colocarlo, antes de colocarse el suyo.

—Sujétate firme de mí, de mi cintura. —Me inclino para hacer eso—. Simplemente
siéntate tranquilamente y aprecia la vista, Julianne. Yo te cuido. —Me besa
rápidamente, y mi estómago se aprieta.

Santa mierda, él es sexy. Todos estos nuevos aspectos suyos que estoy conociendo son
tan divertidos. ¡Es tan inesperado!

Aumenta la velocidad del motor y nos lleva fuera del estacionamiento y, entonces
estamos volando fuera del garaje y en la Sexta Avenida. Aprieto mis brazos
alrededor de él con fuerza, sonriendo ampliamente. ¡La adrenalina es alucinante!
Siento el rugido de su risa contra mi mejilla, lo abrazo y miro las gente que marcha
por la acera. El viento está frío, pero es bueno contra mi rostro.
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Nate entra en un estacionamiento, no muy lejos de su apartamento, y no puedo
dejar de estar decepcionada que el paseo haya sido tan corto. Estaciona y bajo de la
moto, sonriéndole.

—¿Cómo fue? —pregunta, sacando el casco.

—¡Muy divertido! —respondo y quito mi propio casco, entregándoselo, entonces


suelto mi cola de caballo—. Voy a comprar una chaqueta de cuero esta semana.

Ríe y salta de la moto, recuperando mi bolso, y se inclina para besarme.

—Estoy feliz de que te haya gustado. Vamos, si no me falla la memoria, crees que
puedes patear mi trasero. —Me lleva hacia un edificio sin anuncio aparente. Parece
muy nuevo, pero no hay signo de ello, un transeúnte solo asumiría que es una
especie de almacén.

—¿Dónde estamos? —pregunto.

—Mi gimnasio. —Me abre la puerta y me lleva hacia adentro.

Santa mierda, esto no parece como ningún gimnasio que conocí. Es una sala
enorme, con un loft arriba. Hay cintas de correr y elípticos en el loft. Alrededor del
salón principal hay sacos de arena suspendidos del techo, colchonetas para
abdominales y flexiones, pesas, pelotas para ejercicios y también hay barras de
metal suspendidas en el techo para ejercicios de brazos.

A un lado, hay grandes neumáticos de tamaño tractor, y los hombres saltan al


agujero, suben sobre ellos, y luego lo mueven de un tirón.

Mierda, esto no es solo hacer ejercicio, esto es un deporte.

En el centro del lugar hay un cuadrilátero de boxeo. Dos hombres están en el


interior con protectores y cinta blanca alrededor de sus puños, peleando.

—Jesús, Nate, nunca vi nada como esto.

—Este es el lugar donde siempre entrené.


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—¿Cuándo luchabas? —pregunto. Sonríe maliciosamente y me guiña.

—Sí, todavía entreno aquí.

—¿Cuántas veces?

—Cinco días por semana, cuando puedo. —Toma mi mano y me empuja hacia la
gran sala, y noto que soy la única mujer aquí.

—Bueno, ¡mira quién está aquí! ¡Hey, hijo!

Un alto y bien constituido hombre mayor, camina hacia Nate y lo coge en un


abrazo de hombres dándole palmadas en la espalda y da un paso atrás sonriendo
abiertamente. Su rostro es apuesto, su nariz ha sido obviamente rota varias veces.
Tiene el cabello oscuro, y músculos sólidos.

—Hey, papá, quiero que conozcas a Julianne.


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Traducido por blanca20011983

Corregido por lsgab38

apá? ¿El acaba de decir papá?

¿P Pongo una sonrisa en mi cara y tomo su mano.

—Encantada de conocerle, señor.

—Llámame Rich, todo el mundo me llama así. —Me guiña el ojo y veo de
inmediato el parecido entre ellos.

—Por favor, llámame Jules. Todo el mundo me llama así, a excepción del terco de
su hijo.

Una mirada pasa entre los dos, no lo entiendo, pero Rich rápidamente recupera su
sonrisa para su hijo.

—¿Qué van a hacer?

—Voy a patearle el culo —respondo antes de que Nate pueda hablar, y que ambos
se miran, me miran sorprendidos, y luego ríen de nuevo.

—Creo que me va a patear el culo, papá.

—Buena suerte con eso. —Rich me hace un guiño, y luego se vuelve hacia al ring,
gritando órdenes a los combatientes.

—Podrías haberme advertido que iba a conocer a tu padre —murmuro, mientras


Nate toma mi bolso y el abrigo y lo cuelga en un área cerca de la puerta, junto con
los suyos.
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—Sí, pero entonces no habrías venido. —Se vuelve hacia mí, con las manos en las
caderas, listo para una pelea. Y de repente estoy dispuesta a darle una.

Tal vez sea toda esta testosterona que me rodea.

—No me gustan las medias verdades, Nate

—Mira, lo siento. Quería venir aquí contigo hoy. Será divertido. Mi padre es el
dueño del lugar, fue mi entrenador y mi manager cuando peleé, por lo que aquí es
donde me entreno. —Se encoge de hombros y mira alrededor del gimnasio.

Lo miro por un momento, disfrutando de la vista.

—¿Por dónde quieres empezar? —le pregunto.

—¿Todavía quieres entrenar?

—Sí, estamos aquí. Vamos.

—Ok, vamos a entrar en calor con las cuerdas, y ver lo que puedes hacer.

Él sonríe y me lleva donde hay cuerdas y me da una. ¿Debo decirle que mi


hermano me hizo entrenar con él durante la temporada de fútbol?

Definitivamente no.

Nate conecta el temporizador en dos minutos, y salto con facilidad, utilizando la


técnica que mi hermano me enseñó. Nate me observa, también salta con facilidad.
Ni siquiera estoy sin aliento cuando los dos minutos se acaban, y en mi interior
estoy vanidosa. Pero mantengo una mirada aburrida en mi cara.

—¿Siguiente? —digo

—Ya lo has hecho antes —murmura.

Me encojo de hombros y suelto la cuerda en la cinta.

—¿Y ahora qué?


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—¿Consigues hacer la barra de suspensión? —me pregunta, con las cejas
levantadas.

—Puedo hacer uno o dos —respondo y sonrío. Tengo que llamar a mi hermano
más tarde y agradecerle profundamente por ser un dolor en el culo y exigir tanto de
mí. Gracias a él, el ejercicio es fácil para mí, y mi cuerpo está en excelente forma.
Me encanta sudar.

Nate me lleva hasta las barras de metal.

—¿Necesitas un impulso? —pregunta.

Miro la barra. Esta probablemente a unos siete metros del suelo.

—Creo que sí — respondo.

—Las damas primero. —Me hace señas para que empiece. Me froto las manos en
los pantalones, y luego salto, sosteniendo la barra. Encuentro el espacio ideal entre
mis manos, y me pongo a hacer la flexión, con un estilo que él me enseñó y aprendí
en el Crossfit. Cuando desciendo, voy a una cierta distancia de la barra, luego giro
hacia arriba, tirando de la barra debajo de mi barbilla.

¡Dios, esto es fantástico! Hago 20 flexiones de brazos, y luego caigo en la alfombra,


agitando los brazos y jadeando.

—Tu turno. —Planto mis manos en mis caderas y miro a Nate, que me está
mirando con una gran sonrisa plasmada en su hermoso rostro.

—¿Qué pasa? —pregunto, pero sé que lo dejé pasmado. Miro a un lado y veo a
todos los hombres en el gimnasio que me miran con la boca abierta.

—¿Quién te entrenó? —pregunta.

—Mi hermano. —Me encojo de hombros como si no fuera gran cosa—. Tu turno,
As.

—Cierto. —Él sigue sonriendo mientras salta y fácilmente empieza a hacer


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flexiones, subiendo y bajando ese cuerpo sexy. Sus brazos, Santo Dios, los brazos
flexibles rebotan con cada repetición. Me gustaría que se quitara la camisa para
poder ver su pecho. Realiza 40 flexiones de brazos, y luego salta a la lona.

—No ha estado mal. —Sonrío y salto, sosteniendo la barra de nuevo. Empiezo a


empujar y tirar de nuevo, amando como queman mis músculos, moviendo brazos,
hombros y espalda. Después de 20 flexiones de brazos, bajo de la barra sin hablar,
Nate salta y completa 40 flexiones.

—¿Fin del calentamiento? —pregunta, jadeando y sudando y sólo quiero lamerle.

—Sí

—Te quiero en el ring.

Levanto una ceja. —Hay público aquí, si no lo has notado, Nate.

Se ríe y me coge la mano en la suya, tirando de mí hacia el ring.

—Eso también, pero por ahora, sólo quiero entrenar contigo.

Rich está en el ring y me da el equipo, ayudándome a preparar mi lugar, mientras


que Nate se ocupa del suyo.

—Tienes fuerza para hacerlo, chica. —Rich me sonríe y puedo ver las preguntas
mudas que atraviesan su hermosa cabeza.

—Mi hermano juega para los Seahawks. Me hizo entrenar con él. —Le sonrío
mientras me envuelve cintas blancas en las manos.

—Espera. —Interrumpe Nate—. Tu hermano es Will Montgomery, ¿el jugador de


fútbol?

—Sí —le sonrío, muy orgullosa de mi hermano mayor—. Es un muy buen


compañero de entrenamiento, pero es brutal.

—No sabía eso. —Nate está parado, mirándome boquiabierto.


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—No lo sabes todo, As. ¿Te vas a quedar ahí con la boca abierta todo el día, o
luchas como un hombre y asumes cuando te patee el culo?

Todo el gimnasio estalla en risas, Nate me agarra los hombros y se detiene en un


beso duro, luego me empuja lejos y terminar de separarse.

—Buena suerte, hijo. Haz que me sienta orgulloso. —Rich se ríe y se aleja del ring,
inclinado sobre la plataforma, listo para ver el espectáculo.

Gracias a mis hermanos, por hacerme entrenar duras lecciones de artes marciales y de
autodefensa, y una patada en el culo, por cada momento que no entrené. La formación que
me dieron, estaba a punto de ser llevada a juicio.

Nate y yo entramos en el círculo, con los ojos llenos de diversión. Él cree que me va
a derrumbar fácilmente. Claro, es más grande, más fuerte y bien formado, pero
tengo un par de trucos bajo la manga y voy a dar algunas buenas patadas y
puñetazos antes de que me derribe.

Lo dejopasar primero, sabiendo que no va a golpearme. Cuándo se me acerca,


agarro su brazo, giro y piso su pie, mi codo perforando su estómago y ambos
caemos al suelo, cayendo sobre él, me deshago de él rápidamente y estoy de pie.
Los chicos se aglomeran alrededor del ring sonriendo mientras Nate se levanta con
gracia, sonriendo.

—Una buena.

—Gracias. —Sonrío de vuelta.

Los siguientes minutos fueron iguales, uso todos los trucos que mis hermanos y
maestros me enseñaron y me defiendo de él. No nos damos golpes, estamos
luchando, es muy sexy y divertido.

Finalmente, después de unos minutos, Nate me levanta y me empuja contra la


esquina del ring. Sus ojos grises están brillando, me mira con lujuria y emoción, si
no me equivoco, con admiración.

—Eres tan sexy —susurró, jadeando con fuerza, por lo que sólo yo puedo
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escucharlo.

—¡Vamos, Mackenna! —grita un calvo negro y musculoso—. Detenla en la esquina


y tratar de atraparla y darle una patada en el culo

Le doy una sonrisa y paso mis brazos y piernas alrededor de Nate.

—Sí, Mackenna —le susurro.

Rápidamente se gira, de repente, estamos luchando en el suelo. Intento retorcerme


bajo él rápidamente, pero me abraza de nuevo, levantando mis caderas y las piernas
en el suelo, y yo sé que he perdido.

—Mierda —murmuro, cuando alguien golpea la campana y se detiene el juego.


Nate me recoge y me tira en sus brazos y me besa con fuerza.

Salto fuera del ring y Rich me encuentra una vez más para ayudarme a salir y cortar
la cinta de mis manos.

—No estuvo mal, muñeca.

—Tengo cuatro hermanos mayores. Tuve que aprender a defenderme de ellos. Mi


madre no siempre puede estar ahí para ayudarme. —Sonrío a Rich. Me gusta.

La multitud se dispersa otra vez, todos los chicos regresan a sus entrenamientos y
Nate se nos une.

—¿Lista para irnos?

—Claro.

—Debes volver en cualquier momento, chica. —Rich me abraza, ¡me abraza!, y


Nate sonríe—. Tú también puedes venir, si es necesario.

—Vaya, gracias, papá.

*****
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El viaje de regreso a la casa no es menos emocionante que el viaje al gimnasio. Mi
cuerpo aún está sensible de nuestro riguroso entrenamiento y el zumbido de la
motocicleta entre mis muslos hace cosas deliciosas en mi interior. Me hundo en
Nate, mis pezones presionando contra su cuerpo, y aprieto los muslos contra él.

Él inhala fuertemente y maldice, sonrío.

—Gracias a Dios que este viaje es corto.

Se detiene en su plaza de aparcamiento. Esta muy oscuro aquí, la única luz que
proviene es la de las lámparas fluorescentes. Y está vacío.

Me bajo y tiro de mi casco, por lo que antes de que pueda bajar de la moto, me subo
al revés, sentada en su regazo.

—Hey. —Sus ojos se abren y me agarra el culo para sujetarme.

—Hey. —Me inclino y lo beso, mis manos en su cara, y me tira más cómodamente
contra él, frotándome contra su erección que sigue escondida en sus pantalones.

—Te deseo —murmuro contra sus labios.

—¿Aquí? —pregunta.

—A la mierda, sí.

—Jesús, nunca dejas de sorprenderme, nena. —Soporta la pesada moto, y a


nosotros, con sus fuertes piernas apoyadas en cada lado. Introduce su mano entre
nuestros cuerpos y rasga mis pantalones de yoga por la costura de mi entrepierna.

¡Mierda! Mi ropa interior es lo siguiente, y antes de darme cuenta, baja sus


pantalones y me está llenando.

—Oh, Dios, sí. —Me inclino hacia atrás y tomo con mis manos el manillar,
envolviendo mis piernas alrededor de su cintura, y me él guía a su pene, sus manos
sosteniendo mi culo.

—Maldita sea, nena. —Sus dientes se aprietan. Pone una mano en mi clítoris,
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presionando con el dedo pulgar, y exploto, y él encuentra su propia liberación,
gritando mi nombre. Oigo los gritos resonando en el garaje, y sonrío con
suficiencia, en busca de sus cálidos ojos grises.

—Nunca antes he tenido relaciones sexuales en una moto. —Me inclino, mis
brazos alrededor de su cuello y lo beso. Todavía está dentro de mí.

—Yo tampoco —se ríe contra mis labios, alejándose y subiendo sus pantalones. Yo
estoy al lado de la moto y me pongo su chaqueta alrededor de mis caderas, atada
alrededor de mi cintura. Eso debería mantenerse hasta subir.

—Voy a tener que ir de compras esta semana. Has rasgado toda mi ropa. —Sonrío
mientras caminamos hacia el ascensor y Nate me tira en sus brazos, ciñéndome
fuerte.

—Voy a reemplazarlos. —Me besa en la frente y me sonríe.

—No es necesario. No me importa.

—¿Trajiste un vestido? —pregunta.

—Sí, ¿por qué?

—Me gustaría salir contigo esta noche —lleva su mano arriba y abajo por mi
espalda y siento mi cuerpo ronronear.

—Ok.

—Bueno, vamos a tomar un baño.


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Traducido por blanca20011983

Corregido por lsgab38

M
e miro en el espejo y sonrío. Levo mi rubio cabello recogido en un
moño suelto detrás de la oreja izquierda. El maquillaje de mis ojos es
ahumado y sexy; destaca mis ojos azules, y un brillo de color rosa
suave cubre mis labios.

Probablemente seré besada antes de salir del apartamento. Mi vestido es sin tirantes
y de color gris claro, con un profundo escote con suaves volantes que caen justo por
encima de las rodillas. Uso un par de aretes de diamantes de color rosa, un regalo
de cumpleaños del año pasado de Natalie, un brazalete de color rosa en la muñeca
derecha y tacones Louboutin de color rosa.

Agarrando mi pequeño bolso gris, guardo mi teléfono, brillo labial, dinero, tarjeta
de débito y licencia de conducir.

Hora de encontrar a Nate. Está sonando Coldplay, The Scientist.

Nate no está en la habitación o en la cocina, y sé que no está en su dormitorio o


cuarto de baño, porque acabo de salir de allí.

Eh. ¿Dónde está?

Camino por el pasillo y veo la luz en su oficina.

Apoyada en el marco de la puerta, lo veo trabajando. Me encanta su cara


concentrada. Su ceño está fruncido, mirando la pantalla del ordenador, y
rápidamente teclea, probablemente enviando un correo electrónico.

Es absolutamente delicioso con vaqueros negros y una camisa azul con las mangas
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enrolladas hasta justo por debajo de los codos. Me encanta ver el tatuaje en su
brazo derecho. Su cabello está suelto, porque le pedí dejarlo así, mientras nos
frotábamos en la ducha. Un baño que duró cerca de cuatro veces más de lo que
debería, porque no podíamos mantener nuestras manos fuera del otro.

Cuando está desnudo es como si fuese mi cumpleaños y Navidad juntos, y él


parece sentir lo mismo por mí.

—¿Estoy interrumpiendo tu trabajo este fin de semana? —pregunto sonriéndole.


Levanta la cabeza y sus ojos grises se ensanchan mientras me come con los ojos de
la cabeza a los pies.

—No, nada importante. —Se levanta de su escritorio y camina en mi dirección, con


los ojos grises fijos en los míos—. Estás increíble.

—Gracias. Tú estás impresionante. —Paso los dedos por el pelo y no me importa


estar con una sonrisa tonta en la cara—. Me gusta tu pelo suelto.

—¿Te gusta? —Él se inclina y besa suavemente mi cuello, justo debajo de la oreja—.
Me dejas sin aliento, Julianne.

—Me alegro. —Beso su barbilla y enderezo uno de los botones de su camisa.

—¿Dónde vamos hoy?

—Hay un lugar que ofrece un buen marisco en la zona ribereña.

—Me parece bien. —Me besa, barriendo sus labios en los míos, y luego pone su
frente en la mía.

—Vamos.

****

La cena ha sido deliciosa y esclarecedora. Hemos hablado como si fuéramos viejos


amigos, y eh aprendido más sobre la infancia de Nate, creció como hijo único,
criado sólo por su padre. Evitamos hablar de trabajo, pero decidimos abordar el
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tema.

—Entonces, ¿qué va a pasar el lunes? —pregunto, y tomo un sorbo de vino mientras


esperamos el postre.

—Supongo que vamos a trabajar —dice, y me mira con aprensión.

—Sabes lo que quiero decir.

—Bueno, vamos a aclarar algunas cosas. —Agarra mi mano y me acaricia con la


punta de los dedos—. ¿Esto es cosa de sólo un fin de semana para ti? ¿Quieres
volver a una relación puramente profesional a partir de la medianoche de mañana?

¡No! ¿Eso es lo que él quiere?

La idea me pone enferma. He aprendido mucho de él estas últimas 24 horas que


estuvimos juntos, conocí ese lado increíble y lleno de novedades. Me gusta su estilo
conservador en el trabajo, y no puedo conseguir suficiente del chico malo que
conocí hoy.

—No —susurro—. Eso no es lo que quiero.

Respira profundamente y me besa los dedos, el alivio es evidente en su hermoso


rostro.

—Yo tampoco.

—Entonces, ¿qué hacemos?

—Seguimos con una relación de amistad y profesional en el trabajo, y todo lo que


sucede fuera de la oficina es nuestro asunto. —Se encoge de hombros, como si
tuviera sentido. Como si fuera tan fácil.

—No soy una buena actriz.

—Oh, no lo sé, fuiste lo suficientemente buena en los últimos ocho meses. —Él se
sienta y toma un sorbo de vino, no suelta mi mano, sus ojos no muestran nada.
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No hay otra opción. Si damos alguna pista que estamos juntos en el trabajo, vamos
a ser despedidos. Si decidimos no vernos de nuevo, estaré devastada y triste.
Ninguna de las opciones es atractiva.

—De acuerdo. Negocios aparte.

—Disculpe. —El camarero se acerca a la mesa y le sonrío.

—¿Usted no es Jules M de Playboy?

Siento la sangre abandonar mi cara. Nunca fui reconocida, nunca. Han pasado
cinco años desde la última vez que posé para la revista, y tiene que ser ahora,
cuando estoy con Nate, que un chico me recuerda, probablemente de la revista que
su padre esconde debajo de la cama.

Pongo mi sonrisa falsa y parpadeo hacia él.

—Lo soy.

Nate me suelta la mano y me estremezco interiormente.

—Wow. —El camarero se ruboriza y me sonríe—. Pensé que te había reconocido.


No quiero molestarte, era sólo curiosidad. El postre debe estar listo en un segundo.

—Gracias, Derrick —contesto tranquilamente, leyendo su placa. Él asiente


torpemente y se va.

Tomo una respiración profunda y miro a los ojos de Nate.

—Supongo que debería haber mencionado que posé para Playboy anteriormente —
murmuro.

—Creo que deberías haberlo hecho —responde. Su voz es fría y distante.

—No es algo que me avergüence. Fue hace mucho tiempo. —Me encojo de
hombros y veo que su expresión no cambia.

—¿Por qué lo hiciste? —pregunta.


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—Bueno, Natalie tomó varias fotos. Todavía lo hace. La mayor parte de su negocio
son fotos sexy y de parejas. Ella fue a la universidad, y yo era la persona con la que
más practicaba.

—Adelante —dice, después de que Derrick pone nuestros postres en la mesa.

—Luego vino un cazatalentos a Seattle un fin de semana, y cogí algunas de las


fotos que ella me hizo y las llevé allí para ver lo que pensaban. Algunos meses más
tarde estaba en Los Ángeles en un estudio, posando para la revista. —Me encojo de
hombros otra vez—. No pagan muy bien, pero no necesitaba el dinero de todos
modos. Creo que me hizo sentir sexy y femenina, que era importante para mí,
porque siempre estaba rodeada con mis hermanos, y fue muy divertido. El fotógrafo
era muy profesional, al igual que todos en el set. Tuve que quedarme en la Mansión
Playboy varias veces y salir con otras chicas y reunirnos con Heff, y otras
celebridades. Para una chica de 21 años, era fascinante y emocionante.

—¿Pero? —pregunta, instándome a continuar.

—Pero no me gustaban los chicos brutos que se me acercaban. Una vez estaba con
Nat, un chico me acorraló en un pasillo del baño en un bar, y además, digamos que
tenía un momento difícil y no aceptaba un no por respuesta. —Tragué saliva y mire
mis manos apretadas—. Le gané y lo dejé en un charco de sangre.

Nat flexiona sus manos en un puño sobre la mesa y levanto mis ojos hacia él.

—Literalmente, le envié al hospital.

—Bien —es su única respuesta.

—Decidí que las pocas veces que había posado para la revista fueron suficientes. Es
algo que siempre voy a tener, pero no es algo que necesito. Me sorprende que este
chico me haya reconocido. —Niego con la cabeza y cierro los ojos, deseando que
Nate me dé una pista de lo que estaba pensando.

—Por favor, di algo —susurro, cuando pasan unos minutos sin una palabra de él.

—No me gusta —su voz es tranquila y fresca, y mi estómago se aprieta con el


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miedo.

—Eso es comprensible—murmuro, con la cabeza hacia abajo. Centro mi mirada en


el mantel, pasando los dedos sobre él, preparándome para sus palabras. Este es el
momento de ruptura, del fin de su atracción por mí. Cree que soy una prostituta.
He oído todo esto antes.

—Creo que eres increíble.

¿Qué? alzo mi cabeza, mis ojos buscan los suyos. Mi boca abierta en shock.

—¿Qué?

—Ya me has oído.

—¿No crees que soy una puta? —¿En serio?

Sus ojos son fríos.

—Nunca digas esa mierda otra vez.

—Lo siento, es que...

—¿Es que qué? —Se endereza.

—Ya he oído eso antes —susurro y miro hacia abajo de nuevo.

—Mírame —su voz es más suave, silencioso y le miro—. Eres una mujer brillante y
encantadora, Julianne. Tuviste tu momento de rebeldía en la universidad. Esto es
algo que puedo entender. —Levanta una ceja y una sonrisa sube en la comisura de
sus labios—. El problema que tengo —continúa— es saber que otros hombres
vieron tu hermoso cuerpo.

—No era virgen cuando te conocí —le recuerdo.

—No, no lo eras, y puedo manejarlo, aunque reconozco que saber que estuviste con
otros hombres me vuelve un poco loco. Pero de saber que otros hombres te miran y
fantasean contigo, me dan ganas de poner a todos y cada uno de ellos en el
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hospital, comenzando con nuestro joven camarero.

Oh, no sé por qué eso me toca, y me da vergüenza sentir arder las lágrimas en mis
ojos. Parpadeo rápido y trato de encontrar mi equilibrio. Nunca deja de
sorprenderme.

—Así que —trago y agarro su mano en la mía— así que, ¿aún quieres verme?

—Por supuesto. —Frunce el ceño, como si estuviera ante una pregunta absurda.

Asiento y miro mi pastel de chocolate.

—¿Podemos pedir que los guarden para el viaje e irnos?

—Buena idea. —Señala al camarero y pide que envuelvan nuestro el postre para
viajar y que traigan la cuenta.

Está tranquilo en el viaje de regreso a su apartamento, pero mantiene su mano en


mi muslo, como si simplemente no pudiese dejar de tocarme, y dejó escapar un
suspiro de alivio.

¡Todavía me quiere!

Miro su sexy moto cuando salgo de su auto y sonrío, me recuerda esta tarde. Me
sonríe y me besa la mano.

—Estoy ansioso por volver a hacerlo —murmura.

Oh, ¡yo también!

—¿Quieres postre? —pregunta Nate cuando entramos en el apartamento.

—Sí —le contesto y sonrío, pasando mis dedos en su suave pelo negro.

—Voy por los platos. —Comienza a alejarse, pero agarro su camisa y lo empujo
hacia mí.

—Ese no es el postre que quise decir —murmuro. Esos hermosos ojos grises se
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oscurecen y mira mis labios mientras agarro mi labio inferior con los dientes.

—¿No? —susurra y pasa los dedos por mi mejilla. Sacudo la cabeza y cojo la bolsa
que contiene el postre de su mano. Camino a la nevera, mis zapatos de color rosa
haciendo click en la madera, y mi vestido gris flotando sobre mis muslos, poniendo
mi piel de gallina. Guardo el envase y regreso, solo para encontrar a Nate de pie
detrás de mí.

—¡Oh! —Me quedo sin aliento, sorprendida.

—El postre se debe comer en la cocina —murmura, acorralándome en la nevera de


acero inoxidable, mordisqueando mi boca.

—¿Se debe?

—Sí, la comida no está permitida en la habitación. —Sonrío e inclino mi cabeza


hacia un lado mientras desliza sus labios por mi oreja y en el cuello.

Paso mis manos por su espalda y saco la camisa fuera del pantalón, deslizando mis
manos por su suave y cálida piel.

—Me haces sentir tan bien —le susurro.

Él gime y me alza, poniéndome en el mostrador, y colocándose entre mis muslos.


Mis dedos van a su cabello y lo miro con una sonrisa en los labios.

—Eres tan hermoso.

Sonríe tímidamente y asiento y se inclina y me muerde el hombro desnudo.

—Hmmm. —Oh, eso se siente bien. Empuja sus manos bajo el dobladillo de mi
vestido y sube por mis muslos desnudas, hacia mis caderas.

—¿No llevas bragas? —Sus ojos se agrandan, mientras mira los míos y sonríe
lobunamente.

—Pensé, “¿cuál es el problema?” Las rompes de todos modos. —Río nerviosamente


y cae de rodillas, tirando de mis piernas sobre sus hombros.
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¡Wow!

Él me desliza hasta el borde de la mesa y tengo que sostenerme para no caer.

—Me voy a caer —suspiro

—No, no, bebé. —Sube la falda hasta mis caderas y mis muslos abiertos—. Jesús es
un placer verte.

—Nate. —Me retuerzo y sonríe.

—Creo que te voy a comer de postre, Julianne.

Y con eso se agacha y pasa la lengua por los labios y el clítoris, luego de regreso a
mi centro, hundiendo su lengua profundamente, con aquellos labios talentosos y
volviendo a mis labios, más cerca, su lengua trabaja dentro y fuera, a un ritmo
perfecto. Agarro firmemente su pelo con mis dedos y echo hacia atrás la cabeza,
disfrutando de la forma en que su boca trabaja.

¡Dios, eche en falta que me hiciera eso, y sólo lo había hecho una vez antes!

Siento el pulgar sobre mi clítoris y empujo mi pelvis contra su boca mientras la


electricidad se dispara a través de mí.

—Oh, mierda, Nate.

Él chupa mis labios con la boca, aprieta mi clítoris más duro, y me deshago por
completo. Da besos suaves en mis muslos, y de repente está de pie delante de mí,
con los pantalones abajo y la polla muy dura y lista para mí.

Me levanto y muevo mi dedo en la cabeza de su pene y en las bolas de plata a las


que empecé a tomarles mucho cariño.

Realmente, realmente me gusta.

Él aspira a través de sus dientes, me aparto para descender del mostrador todavía
con la ropa puesta. Lo empujo contra la nevera y me arrodillo, tomando su polla en
la mano y empujando hacia arriba y hacia abajo, amando lo suave y duro que es.
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—Oh, Dios, Jules, no es necesario que hagas esto. —Miro hacia arriba a su
expresión ardiente.

—Me has llamado Jules. —Me da una sonrisa arrogante y se encoge de hombros,
voy a recompensarlo.

Sigo masajeando la impresionante polla y hundo mi lengua en el borde, luego sobre


toda su longitud, saboreando una pequeña gota de rocío. Me gusta la forma en que
se siente el piercing contra mi lengua. Miro el rostro de Nate, encantada con la
cruda lujuria en sus ojos, y empiezo a lamer su miembro desde el escroto hasta la
punta, y luego hundo mi boca en él.

—Joder.

Me tomo un momento para acostumbrarme al piercing, pero tomo el ritmo, arriba


y abajo, presionando mis labios sobre él, ocultando los dientes para no hacerle
daño.

La meto profundamente en mi boca, hasta que siento las bolas de plata en la parte
posterior de la garganta y, gracias a Dios, no tengo reflejo nauseoso. Tiro hacia
atrás, envuelvo mi lengua alrededor del eje, en la cabeza, para luego sumergirme
profundamente en ella. Repito esto varias veces, hasta que el aliento de Nate esta
jadeante e irregular, y me siento muy sexy.

Por último, siento la tensión y me muevo un poco más rápido.

—Basta, bebé, me voy correr.

¡A la mierda!

—Por el amor de Dios, Jules, para. —Me tira en sus brazos y me besa vorazmente.
Puedo saborearme a mí y a él y en nuestros labios, suelto un gemido.

—Dentro de mí. Ahora —murmuro, y me da la vuelta, dejándome de frente al


refrigerador, levanta sus manos sosteniendo mi culo y entra muy dentro de mí.

—Oh, Dios, amor. —Su cara está enterrada en mi cuello y envuelve sus brazos
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alrededor de mis hombros.

—Sí... —susurro.

Establece un ritmo rápido, moviéndose dentro y fuera de mí, y sé que no vamos a


durar mucho tiempo. Mis músculos se contraen y se aprietan a su alrededor, y mis
muslos se aprietan con fuerza, corriéndome. Me embiste, duro, dos veces, y lo
siento estallar dentro de mí.

—¡Maldita sea! —habla en voz baja y apoya su frente en la mía.

—Wow —respondo.

—Jesús, tienes una boca increíble. —Todavía esta jadeando, y yo paso los dedos por
su pelo y le ofrezco una sonrisa de gato satisfecho.

—Tú, también eres un As. Me vuelves loca.


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Traducido por Edel

Corregido por lsgab38

—¿E
stás segura que tienes que irte a tu casa? —pregunta
Nate, apoyado en la puerta del cuarto de huéspedes,
mirando mi maleta. Envuelvo mis Louboutins rosa en
una prenda mientras los guardo en la maleta.

—Sí, lo necesito. Tengo ropa que lavar y tengo que prepararme psicológicamente
para el trabajo esta semana.

Le sonrío y me quedo nuevamente sorprendida al ver lo lindo que es. Todavía me


estoy acostumbrando a verlo vestido casualmente. Esta con una camiseta gris suave,
mostrando los músculos de los brazos y el impresionante pecho. Dios, amo ese
tatuaje en el brazo derecho. Sus jeans desabotonados, cayendo por sus caderas. Está
descalzo y su cabello esta suelto.

Encuentro su mirada y una sonrisa lenta aparece en su sensual boca. Sabe que
aprecio lo que veo.

Hombre, yo también.

—¿Cuándo te voy a ver de nuevo? —me pregunta

—En casi 12 horas. —Sonrío, mientras meto las últimas cosas en mi maleta y la
cierro.

—Sabes lo que quiero decir, listilla.

—¿Cenamos mañana por la noche? —pregunto.


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—Tengo una reunión de negocios hasta tarde mañana. —Pasa la mano por su
cabello con una mueca—. ¿Tienes planes para tu cumpleaños?

Mi mirada sorprendida regresa a él.

—¿Cómo sabes cuándo es mi cumpleaños?

—Jules, trabajamos en la misma oficina. Además una tarjeta de cumpleaños estuvo


circulando la semana pasada. Sin mencionar que tengo acceso a tu archivo
personal.

—Bien, eso es simplemente… espeluznante.

—¿Las tarjetas de cumpleaños son espeluznantes? —Sus ojos grises están riéndose
de mí y no puedo dejar de reír.

—No, que leas mi archivo personal es escalofriante.

—Amo tu risa.

—No vengas con esa conversación para distraerme. —Coloco mis manos en las
caderas y trato de mostrar mi mejor mirada severa. Nate se aleja de la puerta y
camina en mi dirección. Sostiene mi rostro en sus grandes manos y tiernamente
besa mi frente.

—Solo quiero saber más sobre ti, Julianne.

Oh.

—¿Entonces, tienes planes para tu cumpleaños? —pregunta nuevamente.

—No.

—Genial. Me gustaría estar contigo en tu cumpleaños. —Descanso mis manos en


sus caderas e inclino la frente en su pecho. Sus manos moviéndose de mi rostro a
mi cabello, y nos quedamos así por un largo momento, ninguno de los dos
queriendo que me vaya.
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—Me gustaría pasar ese día contigo. Gracias —murmuro.

Lo siento sonreír contra mi cabeza, y me enderezo para mirarlo.

—¿Te gustaría venir a mi casa, la noche del martes para mi cumpleaños? Podemos
quedarnos en casa y ver una película, o lo que quieras.

Él arruga la frente y pasa su pulgar por todo mi labio inferior, enviando rayos de
electricidad por mi cuerpo.

—¿Quieres quedarte en casa?

—Sí. Sólo quiero pasar el día contigo. No necesito de más nada.

Nate se inclina y besa mis labios suavemente, entonces descansa su frente en la mía.

—Si eso es lo que quieres, nena, está bien para mí, llevo la cena.

Le sonrío.

—Ok.

—¿Estás segura que tienes que irte? —pregunta de nuevo al pasar sus dedos por mi
cabello desordenado.

—Estoy segura. Nos vemos mañana.

Arruga la frente y mira mis labios, enseguida, regresa a mis ojos. Me falta el aire y
veo la vulnerabilidad en el acto.

—¿Qué pasa?

—Solo que mañana va a ser diferente en el trabajo. Gracias por concederme este fin
de semana, Julianne. Desee esto por un largo tiempo. No quiero que termine.

Paso mis dedos por su rostro sin afeitar.

—Gracias, Nate. Por todo. Fueron lindos momentos.


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Me acerco más a él, pasando mis brazos alrededor del pecho y descansando mi
barriga contra su pelvis. Inclino la cabeza, mirando su rostro serio. Continúa
pasando aquella increíble mano por mi cabello, sus dedos empujando los
mechones. Mira mis ojos por un largo tiempo, una amplia gama de emociones
pasando por su rostro, y estoy fascinada con él.

Finalmente, bajo la cabeza y beso su pecho de nuevo, descansando mi mejilla


contra él, y lo abrazo con fuerza.

—Conduce con cuidado —murmura, haciéndome sonreír.

—Lo haré. —Me alejo y me inclino para recoger mi maleta, pero Nate me aleja y la
coge del suelo. Sostiene mi mano con la suya, mientras en la otra lleva mi maleta,
caminamos por todo el apartamento y vamos hasta mi auto. Coloca la maleta en el
asiento trasero y me besa castamente.

—Lámame cuando llegues a casa.

—Está bien. Hasta mañana. —Le guiño y sonrío, enciendo el auto, y con un
movimiento de mano me alejo.

El tráfico es tranquilo, por ser domingo por la noche, por eso no tardo mucho en
llegar a casa. Abro la maleta y coloco la ropa sucia en la lavadora, después busco
mi teléfono en mi bolso.

Hay un mensaje esperando.

*Pase un gran momento este fin de semana.

Sonrío y respondo.

*Yo también.

Después de un momento, responde.

*¿Estás en casa?

*Sí. Segura en casa. Acabo de colocar la ropa en la lavadora. ¿Qué estás haciendo?
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Entro en la cocina y tomo una manzana y una botella de agua, después me
siento en el sofá, encendiendo el TV para ver uno de mis programas favoritos, un
reality.

*Apenas trabajando un poco.

Sonrío cuando lo imagino sentado en su mesa, todo sexy con su camiseta y jeans.
Adoraría distraerlo mientras trabaja. Sí, lo voy a colocar en la lista para hacer en un
futuro no muy lejano.

*Trabajas mucho.

Envío el mensaje de texto y miro fascinada la TV, cuando una pelea empieza entre
dos irritantes amas de casa. No sé porque veo esa mierda. Nunca le admití esto a
alguien. Natalie es la única que conoce mi vicio sobre amas de casa y eso porque
ella comparte el gusto conmigo.

Me llevaré el secreto a la tumba. Mi teléfono suena nuevamente.

*No estaría trabajando, si estuvieras aquí.

Sonrío.

*¿No? ¿Qué estarías haciendo si estuviese allí?

Responde casi inmediatamente.

*Besando cada centímetro de tu increíble cuerpo.

Oh Dios. Mi rostro se parte en una larga sonrisa, y doblo las piernas, mientras
intercambio algunos mensajes calientes con mi hombre.

*Solo si puedo retribuir el favor. Me gustaría recorrer tus tatuajes con mi boca.

¡Oh! Me siento tan tentada.

*A mí me gusta recorrer tu vagina con mi boca.


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¡Puta Mierda!

*Mmmm… eres bueno con tu boca, as.

Las amas de casa ya no están gritándose la una con la otra, entonces apago el TV.
Mi teléfono suena de nuevo.

*Regresa aquí y te mostraré cuán bueno puedo ser con a boca.

*Pensé que tenías trabajo que hacer

*Eres más importante que el trabajo, cariño.

Joder, puede ser muy dulce.

Realmente no quiero dormir sin él, con o sin sexo, pero necesito un poco de
distancia. Esto es tan nuevo. No quiero que se canse de mí. Y tengo que colocar mi
cabeza en su lugar, para trabajar mañana.

*Ídem. Respondo. Y, en seguida: Voy temprano a la cama, para recuperarme del sexo
increíble de este fin semana, y para soñar contigo. Te veo mañana.

*Buenas noches, linda. Duerme bien.

Pero no consigo dormir. Doy vueltas toda la noche, deseando estar con Nate.

¡Joder! Esto va a ser complicado.

*****

Es lunes por la mañana. Los cinco kilómetros de distancia hasta el trabajo no son
suficientes para calmar mis nervios después de mi increíble fin de semana con Nate.

Voy hasta mi ordenador, y mientras se enciende, voy por café para ver si consigo
despertarme un poco. Entro en la sala de directivos, de pie enfrente de la cafetera,
sirviéndose una taza, no es otro si no Nate. Fuego corre por mí, y es un choque
verlo de traje, con el cabello recogido.
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Estoy agradecida de tener un momento para colocar una mirada neutra en mi
rostro, y me acerco como lo hubiese hecho hace 72 horas.

—Buenos días —digo, orgullosa de mi misma por mantener un tono normal. Nate
se gira para mirarme, y en un momento hay calor en aquellos ojos grises y después
están fríos. Él mueve su café, colocando en la basura las pequeñas pajillas rojas y
blancas, sin encontrar mis ojos.

—Julianne.

Y con eso, se va de regreso a su escritorio.

Enfrento la cafetera, de espalda a la sala, y cierro los ojos con fuerza.

Ok, eso dolió. Sé que tengo que acostúmbrame a esto. Nada puede cambiar entre
nosotros aquí adentro. Pero, viendo la frialdad en sus ojos, sabiendo que no puedo
tocarlo… Es una mierda.

Sirvo el café, y regreso a mi escritorio, donde encuentro un email de Nate


pidiéndome recopilar algunos datos sobre una cuenta y enviárselos lo más pronto
posible.

Entonces busco mi teléfono en mi cartera, para verificar cualquier mensaje, y hay


un texto de Nate, enviado hace dos minutos.

*Buenos días. Estás maravillosa en ese vestido negro. Quería follarte en la mesa de la
sala de descanso, pero creo que no sería aconsejable.

¡Oh, Dios mío! Sonrío y mis sentimientos heridos desaparecen mágicamente.

*Estás delicioso esta mañana. Casi se me olvidó lo caliente que te ves en traje. Claro está,
eres sexy sin ellos también.

*Te extrañe anoche.

Suspiro con ese último mensaje.

*También te extrañe. ¿Dormiste bien?


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Voy a Internet para iniciar el trabajo que me pidió Nate cuando suena mi teléfono.

*No.

Oh.

*Siento mucho escuchar eso. ¿Tienes algún tiempo disponible en la hora de almuerzo? Le
preguntaría a la Sra. Glover, pero no sería una pregunta profesional.

Busco lo que me pidió, y me doy cuenta que pasaron diez minutos desde mi último
mensaje. Arrugo la frente, preguntándome si va a responder, cuando mi teléfono
suena de nuevo con un mensaje.

*Solo tengo treinta minutos libres, a las 12:30. Le dije a Jenny que necesito tener una
reunión en el almuerzo contigo.

Mi teléfono suena.

—Jules Montgomery —respondo.

—Es la Sra. Glover, Jules. El Sr. McKenna necesita encontrarse contigo en la hora
de almuerzo a las 12:30. —Ella parece educada y rápida.

—Gracias, Sra. Glover. Estaré allí.

Ella termina la llamada y escribo en mi teléfono.

*Tenemos una cita.

*****

¿Podría existir una mañana más lenta que el carajo? Cada minuto es insoportable,
mientras me quedabosentada, mirando el reloj, deseando que el tiempo pase.

Finalmente, son las 12:25, apago el ordenador, arreglo mi mesa, tomo mi iPad y
camino con firmeza hasta la oficina de Nate.

—Puedes entrar, Jules. —La Sra. Glover me sonríe y camino hasta el escritorio de
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Nate, agradezco que no tenga ventanas con vistas al área de recepción, y cierro la
puerta detrás de mí. Silenciosamente.

—Entonces… —me giro hacia él, sonriendo, apreciando la vista de él sentado


detrás de la mesa. Sus ojos están calientes, mientras me observa atravesar la sala en
dirección a la mesa.

—Entonces… —responde.

—Solo para estar claros, no eres mi jefe ahora.

—Ok.

Camino alrededor de la mesa, mueve la silla para estar de frente, mirándome.


Aparece una sonrisa en la esquina de sus labios y no consigo resistirme. Me inclino,
colocando mis manos en los brazos de la silla y lo beso, empujando mi lengua por
sus labios, provocándole, y de repente pasa los brazos alrededor de mi cuerpo y me
empuja en su regazo.

Con un brazo en mi cintura y una mano en mi cabello, me empuja con fuerza


contra él y toma el control del beso. Me está besando como si lo necesitara, como si
estuviese muriendo de sed y yo fuera la primera fuente de agua que ve en días. Es
emociónate, embriagador, y enrollo mis brazos alrededor de su cuello y me siento
en sus piernas.

Después de unos minutos en los brazos de Nate, me recuerdo de cuál era el plan
original para esta reunión en el almuerzo, y me levanto.

—¿A dónde vas? —él toma mi mano, pero me alejo de su alcance, y me arrodillo en
el suelo, entre sus piernas.

—No muy lejos.

Sus ojos están abiertos.

—Julianne…
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—Shu. —Presiono mi dedo contra sus labios para silenciarlo—. Solo tienes que
sentarte y disfrutar, bebé. Nada como una mamada para iluminar un lunes.

Abro sus pantalones y saco su polla grande y dura de sus bóxers, inmediatamente
envuelvo mis labios alrededor de su cabeza, probando su piercing con mi lengua, y
las caderas de Nate saltan de la silla.

—¡Puta mierda, bebé! —Agarra mi cabello en sus manos, mientras me muevo en su


bella polla para arriba y para abajo, agarrándolo con mis labios, chupando, y
después tomándole profundamente, hasta que siento el metal en la parte de atrás de
mi garganta.

Continuo chupando su polla, mientras tomo su escroto con la otra mano. Nunca
me sentí más sexy, más poderosa, más en control, y lo adoro. Adoro dejar a Nate
loco de deseo por mí.

—Oh Dios, si Jules… Chupa más fuerte mi polla… Oh bebé. —Sus palabras me
hacen ir más rápido, más fuerte, hasta que de repente me está agarrando por los
hombros, curveándome, y de repente esta dentro de mí.

Él agarra mi cabello con una mano, empujándome para atrás, un dolor sabroso, y
aprieta mis caderas con fuerzas, mientras entra y sale de mí, más y más, antes de
gruñir con su corrida, llevándome con él.

Se desliza fuera de mi y da un paso para atrás, siento la humedad correr para abajo
entre mis piernas. Nate respira profundo.

—Eso fue la cosa más sexy, bebé.

Sonrió y me levanto, deslizando mi falda para abajo, y beso su barbilla, mientras el


cierra sus pantalones.

—¿Puedo usar tu baño, por favor?

—Claro que sí. —Señala la puerta que lleva a su baño privado, y entro para
limpiarme.
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—Bien, parece que tenemos todavía diez minutos para terminar nuestra reunión, Sr.
McKenna. —Camino de regreso hasta la oficina y lo encuentro en la ventana, de
brazos cruzados, mirando la Ensenada y Space Needle. Camino por detrás de él y
lo abrazo, dándole un beso en la espalda.

Él cubre mis manos con las suyas, y nos quedamos allí por un largo momento,
hasta que finalmente pregunto.

—¿Qué está mal?

—Absolutamente nada. —Se gira y me da un beso suave en mi mejilla—. Fue una


agradable sorpresa.

—Si continúas sexy como hoy, te voy a hacer una sorpresa agradable todos los días.
—Le guiño, y me sonríe.

—¿Cómo fue tu día hasta ahora, bebé?

—Largo. ¿Y el tuyo?

—Igual. Ahora mejor, sin embargo. —Me besa y se sienta en la silla, empujándome
de regreso a su regazo. —Voy a estar en reuniones el resto del día, por eso no te voy
a ver hasta mañana.

Envuelvo mis brazos alrededor de sus hombros y entierro mi rostro en su cuello.

—Ok.

—Ven a mi casa después del trabajo. Te puedes quedar conmigo esta noche. —Esta
acariciando mi espalda y yo quiero ronronear.

—¿Tienes una reunión hasta tarde, recuerdas?

—Quiero regresar a casa y verte.

Me inclino hacia atrás y busco sus sinceros ojos. No quiero decirle que no.

Ayer por la noche fue horrible sin él.


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—No quiero dormir sin ti… —susurra. ¿Cómo puedo resistirme?

—Ok… —susurro de regreso y entierro mi rostro en su cuello de nuevo, disfrutando


esos últimos minutos con él, antes de tener que regresar al trabajo.

—Estaré allí.
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Traducido por Edel

Correido por lsgab38

H
oy es mi cumpleaños.

Enciendo mi computador para comenzar a trabajar, cuando tocan en la


puerta de mi oficina.

—Entre.

La Sra. Glover entra toda eficiencia, cargando un gran ramo de flores coloridas.

—Llegaron para ti, Jules.

—¡Oh, gracias! —Coloca el ramo en mi mesa y sale de mi oficina, cerrando la


puerta. Rápidamente tomo la pequeña tarjeta blanca y la abro, rezando para que
sea de Nate.

No lo son.

“Feliz cumpleaños, hermanita. Que tengas un buen día. Con amor, Will.”

Es tan dulce. Tal vez por ser el más próximo a mi edad. Cojo mi teléfono y le envió
un mensaje para agradecerle las flores, y después regreso al trabajo.

Una hora más tarde, hay otro golpe en la puerta y la Sra. Glover entra en la sala,
cargando un enorme ramo de flores rosadas.

—Creo que debería dejar la puerta abierta hoy, Srta. Montgomery —su tono de voz
es seco, mas sus ojos están llenos de humor y rio.
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—Buena idea.

Leo la tarjetita, sabiendo que estas son de Natalie. Ella siempre me envía flores
rosadas.

“Feliz Cumpleaños, mejor amiga. Te amamos, Nat, Luke y el bebe.”

Oh, eso me hace llorar. También los amo. Inhalo las lindas flores, y apoyo el ramo
en la esquina de la ventana detrás de mí.

Al medio día, tengo seis ramos de flores alrededor de mi oficina, con maravillosas
tarjetas escritas dulcemente por mi familia.

Ninguna de Nate.

Tal vez me lleva algo esta noche. Encojo los hombros. Apenas nos hemos visto desde
hace cuatro días. No está obligado a darme nada.

Son las 12:30 cuando Nate entra por mi puerta, miro cada centímetro del hombre
de negocios bien hecho, con su traje negro y corbata roja. Mantengo mi sonrisa,
cuando lo miro y él hace lo mismo.

—¿Tiene un momento, Srta. Montgomery?

—Claro. —Cierra la puerta detrás de él, y nunca he estado tan agradecida porque
mis ventanas no tengan vista a la parte interna del edificio.

—Hola —murmura y mira alrededor de mi oficina.

—Hola —respondo, pasando alrededor de mi mesa caminando hasta él. Coloca sus
brazos en mi cintura, y me besa profundamente, enseguida, se aleja y pasa sus
dedos por mi mejilla.

—¿Cómo está la cumpleañera? —pregunta.

—Estoy bien. Sintiéndome un poco mimada. —Doy un paso atrás, y señalo todas
las flores y sonríe.
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—¿Todas de tus admiradores? —Levanta una ceja.

—Sí, mis hermanos, mis padres y Nat son mis mayores fans. —Sonrío para él, y sus
ojos están serios, mientras pasa la punta de su pulgar por mi labio inferior.

—Te extraño —susurra.

—Oh —respondo, hipnotizada con la mirada en sus ojos.

—Tengo algo para ti. —Retrocede y saca un sobre del bolsillo de la chaqueta. Mis
cejas suben casi hasta la línea de mi cabello con la sorpresa.

—¿Por qué?

—Porque es tu cumpleaños, Julianne. —Me mira como si fuese estúpida y me


derrito de placer.

—Gracias.

—No lo abriste todavía. —Me pasa el sobre y lo abro. Hay una nota escrita a mano
dentro, con su letra, y le sonrío.

Julianne:

Estoy muy contento por tener el honor de compartir tu cumpleaños contigo. Te voy a dar el
resto del día libre, cree una cuenta en Neiman Marcus5, que no tiene límites. Ve a comprar.
Substituye las ropas que arruine el fin de semana, y asegúrate de encontrar una chaqueta de
cuero, junto con cualquier cosa que quieras.

Feliz Cumpleaños, Linda.

Tuyo,

Nate.

Wow.

5
Neiman Marcus es una lujosa tienda por departamentos, operada por Neiman Marcus Group en
los Estados Unidos.
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Sonrió y miro a sus divertidos ojos grises.

—Ahora viene el momento obligatorio, en que respondes que no era necesario, que
no debería haberme molestado. —Le beso suavemente y froto mi nariz con la suya.

—Y diré el obligatorio “pero quería hacerlo” —Él sonríe, feliz conmigo, y lo abrazo
fuertemente. Se convirtió en algo tan precioso para mí, en tan poco tiempo. ¿O será
que siempre lo fue, pero no lo había admitido para mí misma?

—Muchas gracias —susurro.

—De nada. Quería enviarte flores, pero aquí no sería apropiado.

Ah, eso era obvio. Debería haberlo pensado.

—Entiendo. Este es un regalo muy generoso. —Acaricio su pecho y lo abrazo


nuevamente.

—Ganaras tus regalos esta noche —murmura y besa mi cabello.

—¿Qué? —Me alejo y lo miro—. Eso es demasiado, cariño.

—No seas ingrata. Si no me falla la memoria, odias esa cualidad en Natalie.

Oh. Maldito.

—No soy ingrata. Estoy… abrumada.

Sonríe calurosamente y me besa de nuevo.

—Tengo una reunión ahora. Ve a divertirte. Estoy hablando en serio, compra lo que
quieras.

Sonrío y salto para arriba y para abajo con la emoción.

—Ok, pero tú lo pediste.

Él ríe, da una carcajada abierta, me besa otra vez, y sale.


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Libre del trabajo para ir de compras.

Puta mierda, entonces fue así como se sintió Natalie, cuando Luke nos dio aquel día de
compras para su cumpleaños. No, Natalie lo odió.

Voy amar este día.

*****

Abro la puerta de enfrente, y la cierro detrás de mí con el pie, mis brazos y manos
cargados de bolsas de Neiman, y subo las escaleras a mi cuarto, lanzando las bolsas
encima de la cama.

Hice bien.

Nate fue muy generoso.

Pero me controlé. Cambie la braga rota, y compre una extra, porque son tan sexys
que probablemente van a tener el mismo destino que las que use cuando pase el fin
de semana con él. Compre dos lindos y sexys camisones, y también una chaqueta
negra de cuero, zapatos y bolsos.

Ah, zapatos y bolsos.

Dos pares de Manolo Blanik y un par de Jimmy Choos que, francamente, son de
morir. Nate también me dio un bolso Gucci y otra para combinar.

Él realmente no debería haber hecho esto.

Me rio mientras saco las cosas de las bolsas, y las guardo en mi armario. La bolsa
más pequeña tiene una pequeña caja, atada con un lazo rojo, y yo abrazo el regalo,
animada por entregárselo a Nate.

Yo pague ese regalo, obviamente.

Escucho sonar el timbre, y corro por las escaleras, para saludar a mi hombre.

—Hola. —Sonrío al ver su bonito rostro. Tiene el cabello suelto. Yumy. Está
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sosteniendo un gran ramo de rosas rojas en una mano y en la otra una bolsa blanca
de plástico con comida.

—Hola, linda. Estas son para ti.

—Gracias. —Entierro mi nariz en las suaves flores, inhalando el aroma y sonrío—.


Entra, siéntete como en casa.

Doy un paso para atrás y lo llevo hasta la cocina para poder colocar mis lindas
rosas en agua.

—¿Platos? —pregunta, y señalo el armario en donde los guardo. Amo esta casa,
estoy agradecida con Natalie todos los días por permitir que viva aquí sin pagar
alquiler. Es linda, con una vista fantástica de La Ensenada Puget. La cocina es una
obra de arte, sin embargo no es tan sexy como la de Nate.

Organizo mis flores y las coloco sobre el balcón del desayuno, donde puedo
admirarlas.

—Son fantásticas, gracias.

—De nada. —Nate se inclina y besa mi mejilla, entonces sirve nuestros platos con
comida italiana. Nos acomodamos en la mesa, y nos sirvo una copa de vino tinto.

—¿Entonces, te divertiste hoy? —Nate se sirve lasaña.

—Tuve una explosión de felicidad hoy, gracias de nuevo.

Sonríe, pareciendo extremamente orgulloso de sí mismo.

—De nada. ¿Qué compraste?

—Ah, ya sabes… lencería, zapatos, bolsos… cosas que las chicas aman. —Sonrío y
tomo un trago de mi vino.

—Me alegro. —Toma mi mano en la suya y besa mis dedos—. Adoraría ir contigo
la próxima vez. Puedes probarte la lencería, y podría atacarte en el vestidor. —Sus
ojos están brillando con humor y lujuria y aprieto mi barriga.
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—Tenemos una cita entonces. —Termino mi comida, y empujo mi plato—. ¿Cómo
fue tu día?

—Sin complicaciones, lucrativo. —Me guiña y sonríe. Estoy segura que lo fue. Es
muy bueno en su trabajo.

—Eso suena como un buen día para mí.

—Mucho mejor, ahora que estoy aquí.

—Tan encantador. —Le guiño, tocando su pierna por debajo de la mesa,


haciéndole reír.

—Tengo algo para ti. —Limpio nuestros platos y los llevo para la cocina,
enseguida, coloco la pequeña caja sobre la isla de la cocina.

—¿Ah?

—Sí, aquí. —Señalo la caja encima de la mesa, y sonrío—. Eso no está en tu cuenta
de hoy.

Arruga la frente, y mira la caja.

—No tienes que darme nada. Es tu cumpleaños.

—Ni siempre tiene que ser una ocasión especial para comprar un regalo. —Ruedo
los ojos—. Quería darte un regalo.

Sus ojos se suavizan por un momento, y entonces queman de entusiasmo. Puedo


decir que está muriendo de ganas por ver lo que hay la caja.

—Ábrela.

—Está bien. —Tira del lazo y rompe el papel de regalo. Dentro tiene una pequeña
caja de joyas negra. La abre, y alineados en el satén crema, hay dos gemelos de
platino, con sus iniciales grabadas.

Su rostro es completamente impasible. No puedo saber que está pensando. ¿Lo


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odia? Apenas lo sé.

Entonces su rostro se transforma, y una gran sonrisa aparece en sus labios, me jala
hasta su regazo, acariciando mi cuello.

—Gracias, cariño. Lo ame.

—Me dejaste preocupada por un segundo. —Paso mis dedos por su cabello y me
hundo en sus brazos.

—No estoy acostumbrado a recibir regalos.

—Acostúmbrate a eso. —Beso su nariz, y después llevo mis labios hasta su boca,
besándole dulcemente.

—Bien, ya que estamos dando regalos… —Se mueve, empujándome para un lado
en su regazo, sacando una pequeña caja roja Cartier del bolsillo.

¡Puta Mierda!

—Nate, ya gastaste mucho dinero conmigo hoy.

—No comiences. —Coloca sus dedos sobre mi boca—. Espere mucho tiempo para
poder darte regalos, Julianne. No arruines mi placer.

Ah, es tan dulce.

Abro la caja, y en el interior hay un par de pendientes de diamante, modelo


princesa. Ellos brillan fuertemente, reflejando la luz, y simplemente me quitan el
aire. Tienen, fácilmente, un quilate cada uno.

Es muy caro. No debería aceptarlos. Pero cuando miro en sus ojos grises, veo
miedo, y sé que no puedo rechazar su regalo.

—Gracias —susurro, permitiendo que las lagrimas corran libremente por mi rostro,
y no me molesto en contenerlas.

—¿Hey, que está mal, cariño? —Limpia mis lágrimas con sus pulgares.
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—Estoy tan… —Trago en eso, y lo miro con mis ojos llenos de lagrimas, sé que
estoy completamente enamorada de él. No por causa de sus regalos caros, sino
porque es gentil y generoso, por no mencionar lo sexy como el pecado o que es el
hombre más inteligente que conocí.

Pero es muy pronto para decírselo.

—Estoy agradecida, y tal vez un poco sobrecargada con tu generosidad.

Besa mi mejilla, y me enrollo en su regazo, apreciando la sensación de sus brazos


fuertes alrededor de mí, sosteniéndome junto a él.

—Acostúmbrate a eso, bebé.


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Traducido por Sttefanye

Corregido por lsgab38

—O
h. —Me siento y beso a Nate rápidamente en la boca y
salto de su regazo.

—Tengo algo para mostrarte. Espera aquí.

Puedo escuchar la risa de Nate mientras corro por la escalera de vuelta a mi cuarto,
tirando mis ropas por el camino. Tiro mi falda, agradecida por estar con mis medias
negras, tiro mi sujetador y la camisa, agarro mi nueva chaqueta de cuero negra.
Pongo en mis pies mis nuevos tacones Jimmy Choo y me doy una ojeada en el
espejo. Hmm… el cabello no está bien.

Voy al baño y cepillo mi cabello vigorosamente, dándole un aspecto salvaje, y


retoco mi maquillaje, agregando lápiz labial.

Parezco una motociclista rockera y sexy. Me miro nuevamente, y estoy totalmente


diferente de lo normal.

Voy hasta abajo, rápidamente, con las medias negras y abro el cierre de la chaqueta,
y veo a Nate limpiando los platos. Está de espaldas a mí; se quitó la chaqueta, y
enrolló las mangas de su camisa blanca. Yum, ese tatuaje, y su trasero está fantástico
en esos jeans negros.

—¿Necesitas ayuda? —pregunto, llamando su atención y nada decepcionada con la


caída de su quijada, cuando se gira y me mira. Sus ojos se agrandan y se dilatan,
sonrío con aire de suficiencia, mis manos en mis caderas.

—Veo que compraste una chaqueta de cuero —murmura, mientras camina


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lentamente a mí alrededor.

—Recibí órdenes. —Me encojo de hombros—. Soy buena obedeciendo.

—Entonces, realmente lo eres. —Se detiene a un metro de distancia de mí y disfruta


de todo mi cuerpo, con aquellos cálidos ojos grises, desde mis zapatos, hasta la
parte superior de mi rubia cabeza, entonces me mira a los ojos y toma una
respiración profunda—. Joder, eres hermosa.

No puedo hablar. No me puedo mover. Solo puedo mirar esos ojos llenos de lujuria,
mi sangre corre hasta mi núcleo, parando entre mis muslos. Muerdo mi labio
inferior y me acerco, apretando su camisa en mi puño, mis ojos todavía en los
suyos, a un centímetro de su pecho. Sus manos todavía se encuentran al lado del
cuerpo, cerradas en puños, nuestros labios están a un centímetro del otro, y no
puedo para de mirar sus ojos.

—Nate… —susurro.

—Sí, cariño… —susurra de vuelta.

—Si me tocas, no seré responsable de mis acciones.

Sus labios se curvan en una media sonrisa y exhala, sus ojos moviéndose hasta mis
labios, entonces, vuelven a mis ojos. Sus dedos pasan levemente por mi rostro, la
punta de su pulgar en mi labio inferior, y muerdo mi labio, sujetando su pulso en mi
mano, y entonces, delicadamente comienzo a chuparlo, balanceando mi lengua
contra la suya. Sus ojos se cierran y los dientes me muerden, y la próxima cosa que
sé, es que él me está besando como un loco y empujándome de vuelta hacia la sala
de estar.

—Jesús, eres tan caliente. —Su rostro está en mi cuello, lamiendo y mordiendo, y
envía deliciosos escalofríos por mi espalda. Abre completamente la parte delantera
de mi chaqueta, exponiendo mis senos y acaricia uno, rozando el pulgar hacia
arriba y hacia atrás sobre mi pezón, dejándolo erecto. Nate me coloca en el sofá, y
cubre mi cuerpo con el suyo, enrollando mi pierna derecha alrededor de su cadera y
frota su erección todavía cubierta contra mi centro.
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—Oh Dios. —Sumerjo mis manos en su cabello, y lo aprieto contra mí, frotándome
contra él, sintiendo sus labios y dientes en mi cuello y es pura felicidad.

—Nate.

—Sí, cariño. —Frota un poco más duro contra mí y me besa tiernamente, y me


desmorono debajo de él, meneándome y empujándome contra él.

Santa mierda.

Antes de que me pueda recuperar, Nate abre el cierre de su jean y siento la punta de
su glorioso pene, y esas magníficas bolas de metal en mi abertura, y se entierra
profundamente dentro de mí.

—¡Argh! —grito, irguiendo mis caderas contra él.

Se calma y levanta la cabeza, sus ojos grises se estrechan en mí.

—¿Te lastimé?

—No, por Dios, no, no pares.

Gruñe y la saca, casi toda la longitud, entonces, golpea de nuevo, más y más. Siento
mi cuerpo apretarse, y trato de sujetarlo, queriendo que dure.

—Eres tan malditamente ceñida —gruñe, su mandíbulas firmemente cerradas—.


Vamos, bebé.

—Todavía no —susurro de vuelta.

Muerde mi oreja y comienza golpear en mí, todavía más duro, agarrando mi trasero
en una mano y empujándome más firme contra él.

—Sí, ahora. Vamos, cariño.

No puedo parar más. El orgasmo llega con tal intensidad que no puedo sentir mis
dientes. Agarro su trasero en mis manos, y grita cuando golpea una última vez y
siento su erupción dentro de mí.
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—Santo infierno, feliz cumpleaños para mí —murmuro y lo siento sonreír contra
mi cuello.

Se aleja hacia atrás y se levanta, tomándome en sus brazos, atrayéndome contra su


pecho y me lleva hasta las escaleras.

—¿A dónde vamos? —pregunto, pasando mis dedos por su cabello.

—No terminé todavía. Estamos yendo a la cama.

Santa mierda.

*****

Hay muchas cosas que amo de mi trabajo. Me hace pensar, es desafiador, y estoy
rodeada por personas increíblemente inteligentes. El lado negativo, es que es
altamente competitivo, y mis colegas pueden ser brutales.

En mi experiencia, las mujeres son especialmente maliciosas. Los hombres con los
que trabajé, normalmente no envuelven sus emociones en el trabajo.

Simplemente no hay tiempo para eso.

Pero las mujeres son una raza diferente. ¿Qué hay con las mujeres y el drama?

No estoy aquí para hacer amigos, ya tengo amigos, pero es preferible tener una
relación amigable con mis colegas del trabajo. Esto no había sido un desafío para
mí, en la mayoría de las veces.

Hasta Carly Lennox.

Carly se unió a nuestra empresa el verano pasado y me odió desde el primer día. Es
realmente buena con sus expresiones, siempre con una sonrisa falsa en el bonito
rostro delante de los jefes, pero sus ojos siempre están cortándome. Daría su teta
derecha para tirarme debajo de un autobús. Puedo ignorarla la mayor parte del
tiempo, porque ella trabaja con un equipo diferente, y estoy agradecida por eso.

Y hay días en que simplemente no puedo evitarla.


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Entro en el baño a las 5 de la tarde del viernes. Es el final de la jornada laboral, y
Nate y yo vamos a vernos el fin de semana, una vez más. Pasamos todas las noches
juntos, desde el lunes, alternando entre su casa y la mía. Salimos en autos
separados y horarios diferentes, para no atraer la atención de nadie.

Fingir que Nate es solo mi jefe, actuar profesionalmente, comienza a darme


nervios. No había notado antes, cuantas veces lo encuentro a lo largo del día. Unos
días fuera de la oficina, solo nosotros dos, será un alivio.

—Jules —dice Carly con ironía, cuando entro al baño.

—Carly —respondo, sonriendo dulcemente. Mi madre siempre dice, mátalos con la


bondad. Parece especialmente un trabajo difícil con esa vaca de Carly.

—¿Algún plan para el fin de semana? —pregunta, mientras aplica brillo labial rosa
sobre sus carnosos labios. Realmente es impresionante, con el cabello rojo natural y
rizado, grandes ojos castaños y piel impecable. Pero es súper delgada, no hay tono
muscular y sin senos.

Eso es lo que pasa cuando eres una puta.

—Sí, tengo algunos —respondo, deliberadamente vaga—. ¿Y tú?

—Oh, tengo una reunión. —Sonríe y mira alrededor, como si estuviera a punto de
confiar un profundo secreto y quiere estar segura de que estamos solas—. Con
Nate.

¿Qué mierda es esa?

Mi cara no cambia. Aplico mi lápiz labial, suavizo con la lengua mis dientes
delanteros y le sonrío.

—Buena suerte con tú reunión.

Camino fuera del baño, mi mente girando. Obviamente está mintiendo. No tengo
ninguna duda de que Nate no irá a verla, él pasa casa minuto libre conmigo.
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Entonces, ¿cuál es su juego?

Me encojo de hombros, y camino en dirección a la oficina de Nate. Él solicitó otra


“reunión de trabajo”, para que podamos confirmar los planes de esta noche. Y así
me pueda ver.

Es bastante ridícula la adicción del uno por el otro. Pero es tan bueno.

Camino hasta su oficina, y veo que la Sra. Glover no está en su escritorio, entonces
solo camino hasta la puerta de su sala, golpeo una vez, y antes de que pueda
responder, abro la puerta y entro de una.

—Disculpa el retraso, Sr. McKenna… —las palabras se detienen y mi mundo se


inclina sobre su eje.

Nate está sentado en su escritorio, apoyándose en la silla, mirando a una bella


morena, sentada en el borde de su escritorio, las largas piernas cruzadas, vestido
negro apretado, balanceando los pies. Nate la mira ceñudo.

Los dedos de ella están acariciando su rostro.

Quiero arrancar sus ojos de mierda hacia afuera. La mirada de Nate oscila al verme
entrar en la sala, y por un breve momento tiene una mirada de sorpresa, tal vez de
arrepentimiento, entonces vuelve a tener una expresión calma y profesional.

La Sra. Glover se desliza en la sala, justo detrás de mí.

—Lo siento mucho, Sr. McKenna, no estaba en mi escritorio para pedirle a la


señorita Montgomery que esperara.

—Todo bien, Jenny, Audrey ya se iba. —Se levanta de su silla y rodea su escritorio
para ayudar a la chica. La morena baja con gracia de su escritorio, y le sonríe con
adoración, pero la ignora, sus ojos grises presos en los míos.

Aclaro mi garganta y le agradezco al niño Jesús, por ayudarme a mantener una


expresión neutra y profesional, consciente de que la Sra. Glover continúa parada
detrás de mí.
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—Lo siento por interrumpir, voy a salir inmediatamente.

Me giro para salir, pero él me detiene.

—Un momento, por favor. —Se gira hacia Audrey y dice con firmeza—: La
respuesta es no. Como siempre no vuelvas.

Ella exhala con frustración, y parece una niña mimada a la que no le gusta escuchar
un no como respuesta.

—Está bien.

Ella lo mira y le da la espalda para salir de la sala, deteniéndose delante de mí. Me


da una sonrisa fría.

—No nos conocemos. —Ella me ofrece su mano y yo la tomo, antes de oírla


decir—: Soy la esposa de Nate, Audrey McKenna.
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Traducido por Edel

Corregido por lsgab38

S
iento la sangre huir de mi rostro, pero no dudo. Es la cosa más difícil que
hice en mi vida.

—Un placer —murmuro y aprieto su mano, entonces doy un paso atrás,


evitando mirar a Nate. Puedo sentir sus ojos en mí, en silencio, pidiéndome que lo
mire.

¡Que se joda!

—Chao, bebé. —Audrey se despide de Nate y se va de la sala, yo decido hacer mi


huida, mientras la Sra. Glover está aquí.

—Realmente tengo que irme. —Camino hasta la puerta—. Vamos a posponer esta
reunión para el lunes.

—Julianne —a lo lejos le escucho llamarme por mi nombre, pero lo ignoro, y


camino rápidamente, y con toda la dignidad que puedo reunir, salgo del escritorio.
Sé que no me va a seguir con la Sra. Glover y cualquier persona que pueda verle en
el trabajo.

Uso esa ventaja, rápidamente tomo mi bolso, mi chaqueta y salgo de la oficina,


entrando al ascensor.

¿Qué, en nombre de todo lo más sagrado, pasó?

¿Nate es casado? ¿Casado?


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¿Cómo eso es posible?

Mis manos comienzan a temblar con la adrenalina, y solo necesito huir como el
infierno de aquí. Una vez en el auto, corro fuera del estacionamiento subterráneo y
lucho contra el tráfico del centro. Las lágrimas comienzan a caer, y ellas me
estorban, porque nunca lloro y él me hizo llorar dos veces esta semana.

Escucho sonar mi iPhone en mi bolso y lo ignoro No puedo hablar con él. No


quiero escuchar sus disculpas.

Arriesgué mi carrera por él. Peor que eso, arriesgué mi corazón.

¡Hijo de Puta!

Mi teléfono continúa sonando. Sólo termina la llamada para comenzar


nuevamente. Finalmente, lo busco en mi bolso y lo apago. No quiero ir para casa.
Sólo va a entrar allí y no quiero verlo, voy para el único lugar en que puedo pensar.
Necesito a Natalie.

Guio mi pequeño Lexus rojo hasta la puerta de su linda y moderna casa blanca.
Toco el timbre, y hago una mueca. Espero no despertar a Nat de su siesta. Está
embarazada. Luke le pidió que dejara de trabajar hace algunas semanas, para que
estuviese más tranquila.

Natalie abre la puerta, ve mi rostro con lágrimas y da un paso atrás.

—¿Qué paso?

—No quiero hablar sobre eso. —Cierro la puerta detrás de mí, y ella mantiene los
brazos abiertos.

—¿Cómo hago para maniobrar alrededor de esta cosa? —pregunto y la abrazo


sobre su inmensa barriga.

—Donde hay voluntad, hay un camino, cree en mí. —Me abraza fuerte y con su
mano acaricia mi cabello—. ¿Qué está pasando, cariño?
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Balanceo la cabeza, me alejo y acaricio su barriga.

—Ya casi está aquí.

Natalie me da una gran sonrisa, y cubre mi mano con la suya.

—Tengo tanto miedo que me está volviendo loca, joder.

—Vas a estar bien. Luke y yo vamos a estar allí. Voy a patearle el trasero al médico,
si alguna cosa le pasa a cualquiera de las dos.

—Es por eso que tengo a ti. Eres mi arma secreta en esta operación.

Nos reímos, y la acompaño desde la gran sala, hasta la cocina. Mirándola por
detrás, nunca se diría que está embarazada. Casi no gano peso, principalmente
debido a los horribles vómitos que tuvo. Natalie es la mujer más linda que vi, y ya
vi muchas mujeres bonitas. Ella tiene un cabello castaño largo, ojos verdes, y su
cuerpo está absolutamente lleno de curvas.

Pero su corazón es la parte más bonita de su cuerpo. Es amable y generosa. Piensa


que no sé qué ella pagó la hipoteca de mis padres el año pasado. Claro que lo sé.

—¿Té? —pregunta, y coloca agua hervir en la cocina.

—Por favor. —Me siento en el taburete dela barra y sostengo mi cabeza entre mis
manos, mis pensamientos regresando a Nate.

—Hey, Jules. —Luke me sonríe cuando sale del escritorio. Me besa en la mejilla,
entonces se mueve por la cocina, y envuelve sus brazos alrededor de Natalie,
besándola profundamente, acariciando su barriga con las manos.

—Jesús, chicos, ¿de verdad? Estoy aquí.

Luke se aleja y me sonríe, y Natalie regresa a hacer el té. Él realmente es un bello


hijo de puta, con los cabellos rubios desordenados, y los ojos mas azules que vi. Y
trata a Nat como una diosa, entonces no puedo dejar de amarlo.

—¿Qué pasa, Jules? No pareces estar bien. —Se inclina sobre la encimera y cruza
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los brazos, arrugando la frente.

Encojo los hombros, y miro hacia la gran sala, llena de cosas para el bebé.

—Hay un exceso de rosa en este lugar.

Veo a Nat y Luke intercambiar una mirada preocupada, entonces ambos me están
mirando. Sé que no voy a conseguir salir de aquí sin derramar mi lamento, pero no
estoy prepara para eso todavía. Tal vez si no hablo sobre eso, no sucede.

—Es una niña, Jules. —Natalie sonríe y acaricia su barriga.

—Lo sé. Gracias a Dios. Amo el rosa. —Sonrío y mis ojos se abren cuando Natalie
retrocede—. ¿Qué está pasando?

—Está pateando igual que una loca dentro de mí.

—¡Ah, quiero sentirlo! —Corro alrededor de la isla y me arrodillo delante de ella.


Guía mis manos, donde está el bebe, y coloco mi cara en su barriga, escuchando.

—Eso sería mucho más divertido si estuvieran desnudas —observa Luke ganándose
una palmada de Nat.

—Cállate, pervertido —murmuro y acaricio la barriga de Nat, mientras ella acaricia


con los dedos mi cabello rubio. Ah, como los extrañaba.

De repente, cae en mi la enorme situación de lo sucedido en el escritorio de


Nate, y la soledad que siento sin mi mejor amiga me oprime, y siento las lágrimas
comenzar a caer de mi rostro.

—Hey —murmura Nat y continúa tratando de calmarme—. ¿Jules, que paso?


Nunca lloras.

Balanceo mi cabeza nuevamente y siento a la bebe patear en mi mano derecha. Ah,


no puedo esperar para conocerla.

—¿Quieres que me vaya? —pregunta Luke y se comienza a alejar del balcón.


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—No, quédate. —Suspiro y me siento en el suelo, todavía sosteniendo a Natalie. Sé
que ellos están confundidos y preocupados, me miran, con cautela. Finalmente, sin
mirar para arriba, susurro:

—Es casado.

—¿Disculpa? —Natalie se aleja y toma mi mano, jalándome para arriba. Tanto ella,
como Luke arrugan la frente.

—Nate es casado. —Me giro y regreso para mi taburete en el bar.

Ellos se miran de nuevo y después regresan a mí.

—¿Qué paso? —pregunta Luke en voz baja, y sé que está en modo súper hermano
protector. Estoy rodeada de exceso de protección masculina.

—Entré en el despacho esta tarde, y ella estaba allí, toda delgada, sexy y perfecta,
sentada en su mesa, con la mano en su rostro. —Tiemblo y aprieto los ojos, con el
recuerdo.

—¿Qué hizo Nate cuando entraste? —pregunta Nat.

—Nada. ¿Qué podía hacer? Ella se levanto para salir y se me presento como su
esposa. Su secretaria estaba presente, y para mantener un mínimo de dignidad, salí
y vine para acá. —Encojo los hombros y con gratitud acepto el pañuelo de Luke.

—¿Te llamó? —pregunta Nat.

—Sí, apague mi teléfono.

—Hola, deja vú. —Natalie dice secamente.

—Cállate. Luke no estaba casado para que lloraras en medio de la noche—


respondo.

El hombre en cuestión se aclara la garganta.

—Estoy aquí, ¿saben? Jules, deberías apenas escuchar lo que tiene que decir. Antes
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que le rompa la cara y él no pueda hablar.

—Acostumbra luchar en UFC. Pero gracias por la oferta —murmuro.

—¿Estás segura que ella dijo que era su esposa? —pregunta Natalie, su mente
trabajando.

—Sí, y se presentó como Audrey McKenna. —Encojo los hombros y saboreo el té


que Natalie coloca en frente de mí.

—Es difícil de creer que después que compartieron todo durante la semana pasada,
jamás la mencionara. Estuviste en su apartamento, Jules.

—Lo sé, no tiene sentido. Confía en mí, ninguna mujer vive allí. Es un lugar
completamente masculino. —Muevo los hombros nuevamente y balanceo la
cabeza. No lo entiendo.

—¿Tal vez están separados? —Nat hace una mueca, y acaricia su barriga
nuevamente.

—Si hubiese un “ex” antes de “mujer” no me importa donde ella viva —


murmuro—. Además de eso, si hubiese una “ex”, debería haberlo dicho.

De repente, el timbre suena y nos miramos, con los ojos abiertos.

—¿Cómo es que sabe que estoy aquí? —pregunto.

Luke limpio la garganta.

—Hum, Nate llamó poco antes de que salieras del despacho y preguntó si estabas
aquí, pensé haber escuchado tu voz, entonces le dije que sí, pero no sabía lo que
estaba pasando, Jules.

Lo miro.

—Dile que se vaya.

—No, no. —Natalie camina hasta mí y sostiene mi mano en la de ella—. Solo


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escucha lo que tiene que decir, y se no te gusta, prometo que Luke y yo le pateamos
el trasero.

El timbre suena de nuevo, dos veces sin parar. Luke camina hasta la puerta y abre.
Murmura alguna cosa para Nate, y no puedo escuchar lo que están diciendo.

Después de cerca de treinta segundos, Luke regresa acompañado de Nate. Sus ojos
me buscan por la sala, hasta que me encuentra, y se mueve rápidamente, y de
repente está frente a mí, sus brazos atrapándome, apoyado en cada lado de la
encimera, sin tocarme.

—¿Por qué corriste? —su voz es fría, combinando con sus fríos ojos grises. Está sin
aliento, y solo me mira… molesto.

—Bien, vamos a ver. —Me inclino y respondo irónicamente —: Me acaban de


presentar a la esposa de mi novio, después de encontrarla con sus manos sobre él,
en su escritorio. Y el hecho que estoy usando los términos novia y esposa en la
misma frase, realmente me joden.

—Ella es mi ex mujer, Julianne.

Oh.

—¿Realmente crees que iba a buscar tener una relación contigo, si estuviese casado
con otra mujer? ¿Realmente piensas tan mal de mí? Jesús, me conoces mejor que
eso.

Miro frenéticamente alrededor de la sala, pero Luke y Natalie se fueron. Perfecto.

—Aparentemente no sé mucho. —Salto contra él—. Nunca me dijiste que estuviste


casado. Ella se presento a mí como tu esposa, Nate, ¡Joder!

—¿Qué podría hacer? Jenny estaba allí. Si tratase de explicarlo, estaría confesando
nuestra relación.

—No la corregiste.
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—¡No me diste una oportunidad para hacerlo! —Se aleja con rabia de mí y camina
por la sala, frotándose la frente. Se quita la chaqueta, la lanza en una silla, y
continúa caminando.

—Estamos divorciados hace siete años. Estuvimos casados por apenas dos. —
Coloca las manos en los bolsillos y hace una mueca hacia mí.

—¿Tienes hijos con ella? —murmuro.

—¡Claro que no! —Balancea la cabeza, y miro para abajo, después regresa a mí—.
Estaba luchando en aquella época, y ella es lo que llamamos María del Ring.

Bilis sube por mi garganta.

—No sé que es una María del Ring.

—Bien, tenía veinte años, y era estúpido, y ella quería un luchador en su brazo. —
Encoje los hombros—. Raramente hablo con ella.

—¿Por qué estaba allí hoy? —pregunto.

—Me busca cuando quiere dinero.

—¿La mantienes? —pregunto, incrédula y su mirada regresa a mis ojos, por el tono
de mi voz.

—No, no más.

—¿Qué significa eso?

—La ayude por un tiempo. —Arruga la frente y mira para bajo de nuevo,
claramente incomodo.

—¿Cuánto tiempo, es un tiempo?

¿Realmente quiero saber eso?

—Hasta que te conocí. —Sus ojos encuentran los míos nuevamente, y ellos se
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suavizan, allí está en el hombre que conozco y amo.

—¿Por qué? —susurro.

—Porque, si le continuo dando dinero, nunca se va a ir, y no quiero el esqueleto de


mi pasado entre nosotros. —Toma una respiración profunda, y me mira con
cautela.

—¡Bien, aparentemente todavía te está buscando! —grito.

—Dije que no. Me escuchaste. Lo dije enfrente de ti por una razón.

—¿Dormías con ella, hasta conocerme? —pregunto.

—De vez en cuando.

Joder.

—Bebé, corte todos los lazos con ella cuando te conocí. Te lo dije, eres la única
mujer con la que estoy interesado en tener una relación.

—Tiene tu nombre —digo eso sin pensar. Eso me está matando.

—Nunca lo cambio. —Se encoje de hombros otra vez, con la mirada perdida. Paro
un momento para mirarle, es un hombre guapo, inteligente y sexy. No quiero otra
mujer con su nombre. Eso significa que ya le pertenecía a ella legalmente, y eso me
rompe por dentro.

—Jules. —Se frota la frente de nuevo y me mira con cautela—. Lamento que te
enteraras de ella así. Fue una mierda. Pero no es nada. No es nada para mí, y ha
sido así por mucho tiempo. Le ayudaba, porque me sentía responsable por ella, y
dormí con ella, porque era conveniente. No siento por ella lo que siento por ti.
Nunca sentí…

Observo su rostro, dentro de sus ojos, y mi estomago se comienza a calmar. Está


diciendo la verdad. Gracias a Dios.

—Pueden salir de su escondite. —Llamo a Luke y Natalie, que salen del pasillo,
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cogidos de las manos. Sonrío para ellos.

—Hey, estaba seguro que no me ibas a necesitar para patear su trasero —dice Luke
con una sonrisa.

Nate ríe.

—Podías intentarlo.

—¿Estás bien? —pregunta Natalie en silencio y muevo la cabeza diciéndole que sí.

—Entonces, el baby shower es mañana por la tarde en mi casa. —Camino hasta


Nate, y beso su cara, pasando mis dedos por su rostro, asegurándome de que todo
está bien de nuevo.

—¿Necesitas ayuda para organizarlo? —pregunta Natalie.

—No, estoy haciendo las cosas profesionalmente. Contrate un especialista.

—¿Para un baby shower? —pregunta Natalie, las cejas levantadas hasta la línea del
cabello.

—Tengo un trabajo exigente, Nat. Tiene que estar perfecto, entonces sí, contrate a
alguien. —Le sonrío y le hago un baile animado—. ¡Estoy eufórica!

—Creo que puedo tener algún trabajo que hacer mañana. —Los ojos de Luke están
asustados, y el pasa la mano sobre el cabello.

—Ah, no, tienes que ir. —Lo señalo con mi dedo.

—Eso realmente es una cosa de chicas —dice Nate.

—¿De qué lado estas? —pregunto

—Luke —afirma con naturalidad—. Es una fiesta de chicas.

—Es el padre. —Coloco mis manos sobre mis caderas y mi mirada brilla para esos
hombres tercos, mientras Natalie ríe—. Tiene que ir. Además de eso, mis hermanos
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y nuestros padres estarán allí, junto con toda la familia, entonces es una fiesta con
todos los hombres.

—¿Será rosa? —pregunta Nate.

—El bebé es una niña, claro que habrá rosa. —Le miro, como si estuviese siendo
ridículo.

—Fiesta de niñitas —se burla Nate.

—Una fiesta de niñas, a la que ahora vas a ir —interrumpe Luke.

Oh, no. Mis ojos en pánico van hasta Natalie, y ella me ofrece una pequeña sonrisa.

—No sé si eso sea una buena idea… —Miro alrededor y después a Nate, y me está
arrugando la frente.

—¿Por qué?

—No sé si es pronto para presentarte a mi familia —susurro.

—¿Por qué? —pregunta nuevamente.

Me encojo los hombros.

—Es todo muy reciente.

—Me llamaste “tu novio” hace diez minutos.

—No sé qué voy decir cuando te presente. —Muevo los hombros y me giro y
entonces, me tira contra él, su mano en mi cabello, y la otra en mi espalda,
presionándome contra él, y su boca ¡oh, aquella boca! esta sobre la mía, besándome
con urgencia. Entonces, tan rápido como comenzó, me libera y se aleja.

—Oh, Dios —murmura Natalie.

—Estate allí a las dos —dice Luke, con una sonrisa satisfecha en su rostro.
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Traducido por Edel

Corregido por Vickyra

E
stuve tranquila durante toda la cena. Nate y yo pedimos una pizza,
después de regresar a mi casa luego de salir de la de Nat y Luke. Vimos
una película de acción, y nos sentamos en el sofá con nuestra deliciosa
pizza de queso, tomando cerveza.

Pero no puedo dejar de pensar en la escena en el despacho de hoy. ¿Si no me contó


sobre una ex esposa, que más está escondiendo?

Mientras Nate mira la película, limpio nuestros platos y guardo las sobras en el
refrigerador.

—Voy a tomar un baño —murmuro, mientras paso delante de él de camino a mi


cuarto.

—¿Qué está mal, Julianne? —sostiene mi muñeca y me empuja para abajo, a su


lado.

Encojo los hombros y muevo la cabeza.

—No sé lo que tengo.

—Mentira. Todavía estas molesta por lo de hoy. —Él arruga la frente, mientras jalo
mi mano y me alejo, sintiendo la necesidad de alejarme un poco.

—No estoy exactamente molesta, sino confundida y decepcionada. ¿Por qué no me


dijiste que tenías una ex esposa? —Lo miro y él pasa los dedos por aquel glorioso
cabello negro, maldiciendo.
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—Honestamente, no pensé mucho sobre eso.

—Mira, sé que ella ya no es más tu esposa, te creo cuando dices que ya no dormiste
con ella desde que me conociste, no te estoy acusando de nada de eso, Nate. Pero
no fue una sensación agradable entrar en tu despacho y ver a una bella mujer con
las manos encima de ti, no después de lo que compartimos durante la semana.
Entonces, sí, todavía me siento herida con todo eso.

—Pero te pedí disculpas y te expliqué.

—Sí, lo hiciste. ¿Pero por qué más vas a tener que pedir disculpas y explicarte,
Nate? ¿Qué otros pequeños y sucios secretos estás escondiendo?

Me levanto del sofá con la necesidad de entrar en la ducha y estar alejada de él por
algunos minutos, pero me jala la mano nuevamente.

—No me jodas huyendo de mí de nuevo. No estoy escondiendo ningún secreto.


Ella no es un secreto, ella es apenas parte de mi pasado.

Miro para abajo, a sus ojos plateados, y suavizo mi expresión un poco. Su rostro
esta contraído de preocupación.

Retiro mi mano fuera de su alcance, y él arruga la frente para decir alguna cosa,
pero paso mis dedos por su rostro, sosteniendo su barbilla en mis manos, y lo miro.
Puedo sentir la guerra de palabras y emociones en mi mente, apareciendo en mi
rostro. Finalmente, Nate toma mi mano y me da un beso en la palma, mirándome.

—Habla conmigo —susurra.

Me siento en su regazo, y él une mis dedos en los suyos. Su mirada fija en mí,
nuestras manos descansando entre nosotros.

—Hey —susurra de nuevo—. Habla conmigo Julianne.

Lo miro en los ojos y susurro:

—Creo que hoy me di cuenta finalmente, cuánto daño me puedes hacer.


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—Oh, bebé. —Me acerca a su cuerpo, envolviendo sus brazos alrededor de mi
cuerpo, y entierro mi rostro en su cuello, respirando su perfume, sexy—. Siento lo
mismo. Verte salir del despacho hoy, sabiendo que te había lastimado, sin saber
dónde estabas… Eso me destrozó. Lo siento mucho. Lo prometo, no habrá más
secretos.

Él besa mi cabello y beso su cuello, su olor dejándome loca, y yo solo sé que lo


necesito, ahora.

Muerdo su oreja, empujando su lindo cabello fuera del camino. Su mano se mueve
de mi espalda hasta mi trasero, y me jala con fuerza contra él, empujando su
erección, todavía cubierta en sus pantalones, contra mi centro.

—Te necesito —susurro en su oído y el fuego explota en mi, cuando gruñe en


respuesta. Pasando los brazos alrededor de su cuello, muerdo el camino hasta su
barbilla y lo beso, levemente al principio, apenas jugando con sus labios. Mis ojos
sobre los suyos, azul contra gris. Él lleva una mano a mi cabello, inclinando mi
cabeza tomando las riendas del beso, llevándolo más profundo, mientras mueve la
otra mano por mi espalda, presionándome más fuerte contra él.

Me siento y me quito la camiseta por la cabeza y Nate arranca rápidamente mi


sujetador. Cuando mis senos están libres, él toma el pezón en su boca, jalándolo
suavemente, enseguida, da más atención al otro seno. No puedo evitar inclinarme
para atrás, presionando más mi centro contra su erección.

Por fin, se levanta y quita mis pantalones y bragas. Lo ayudo a quitarse la camisa y
el pantalón de trabajo, y entonces él me levanta, sus manos sobre mi trasero.
Envuelvo mis piernas alrededor de su cintura, y continúo besándolo con
desesperado furor. No puedo tener lo suficiente de la boca de este hombre. Es
mágico.

Nate nos lleva hasta la pared y, cuando mi espalda está contra la fría superficie, él
me levanta un poco más, y descansa la cabeza de su pene contra mi abertura.

—No puedo ir con calma esta vez, bebé. Te quiero mucho.


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Aprieto mis piernas alrededor de su cadera, empujándolo dentro de mí, y él acepta
la invitación. Empuja duro, y la combinación de su gran palo, con aquel increíble
piercing son mi ruina.

—Joder, Nate —susurro y él sonríe contra mi boca, y después se inclina para atrás,
para mirarme a los ojos. Él se aleja más y me golpea de nuevo, entonces me observa
sin aliento. Estoy sin aire, mis mejillas están ruborizadas con el deseo puro que veo
en su expresión—. Si haces eso de nuevo, me voy a correr —susurro.

Su sonrisa se agranda, y él se aleja, y enseguida golpea duro dentro de mí, más


duro, y gira las caderas, frotando su pene contra mi clítoris y me corro, mi cuerpo
temblando y apretando alrededor de él, mi sangre en llamas, gritando su nombre.

—Lo necesitábamos —susurra y me da pequeños besos dulces en todo el rostro, mi


barbilla, y nariz.

—Hmm —respondo.

—Abre los ojos.

Encuentro sus ojos y esta sonriendo suavemente para mí, acariciando mi cabello.

—¿Estas bien?

Beso sus labios suavemente.

—Estoy bien.

—Bueno, porque aún no terminé. —Él todavía está dentro mi, y me muestra lo
fuerte que es. Mis ojos se abren y aprieto mis brazos y piernas alrededor de él,
mientras nos empuja fuera de la pared y comienza a subir las escaleras, sus manos
en mi trasero.

—Dios, eres fuerte. —Corro mis manos por su cabello, amándolo por llevarme tan
fácilmente.

—Eres pequeña, bebé.


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Me lleva para mi cuarto y jala el edredón. Sube a la cama conmigo todavía en sus
brazos y nos coloca sobre las frías sabanas, su cuerpo sobre el mío.

—Puedes quererlo duro, pero yo necesito esto. —Sostiene mis manos en la suya y
las coloca sobre mi cabeza, y se comienza a mover dentro de mí nuevamente,
lentamente, llevándome por el camino y empujando de nuevo, en un ritmo lento y
tranquilo.

Sus labios me están volviendo loca, mordiendo los lados de mi boca, mis orejas, y
enviando chispas por mi espalda.

—Rápido —susurro, y él apenas sonríe cariñosamente y balancea la cabeza.

—No, lo quiero así.

Está adorando mi cuerpo, mostrándome sin palabras lo que significo para él.
Levanto mis piernas hasta sus costados, y el las coloca sobre sus hombros, y sin
soltar mis manos, él se inclina más, empujando más profundamente dentro de mí.

—Oh, Nate.

—Sí, cariño.

Este ritmo lento me está matando. Aprieto mis músculos internos alrededor de él, y
aprieta los ojos. En cada golpe, aprieto más, lo más duro posible, hasta que
finalmente él comienza a acelerar.

—Eres tan jodidamente estrecha… —Nuestras manos todavía esta unidas sobre mi
cabeza, mis piernas en sus hombros y él acelera, empujando cada vez más rápido,
el sudor corriendo por su rostro. Siento su cuerpo tensarse y sé que él está pronto a
rendirse al clímax.

—Córrete, mi amor —susurro y sus ojos se abren rápidamente. Me besa duro, y


grita cuando acaba, balanceando su cadera contra la mía, mientras vacía su
liberación.

—Oh, Dios, amor. —Él suelta mis manos, bajando mis piernas, y entierra sus dedos
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en mi cabello. Envuelvo mis piernas alrededor de su cintura y paso mis manos por
el sudor de su rostro. Él me besa suavemente, nuestra respiración regresando
lentamente a la normalidad. Él se aleja un poco para atrás y centra sus ojos en los
míos y dice—: Eres solo tú, Julianne. Siempre serás tú.

*****

Nate está en el jardín, ayudando al equipo a montar la tienda para la fiesta de hoy,
y estoy un poco más que confundida. ¿Cómo paso esto? ¿Cómo es que este increíble
hombre musculoso entró en mi vida, y comenzó a ayudarme a tratar con las cosas?

¿Es por eso que no me deja ni un poco asustada? Doy los toques finales en mi
maquillaje y apruebo mis pantalones grises, blusa blanca de botones y un ancho
cinturón negro, marcando mi cintura. Estoy usando mis Jimmy Choos negros, y mi
cabello está recogido en un moño suelto y el maquillaje es simple. Los aretes de
diamante que recibí en mi cumpleaños brillando en mis orejas.

Dios, amo la moda.

Después de bajar, miro la cocina y sonrío. Siempre hay comida en las fiestas de
nuestra familia, y hoy no será la excepción, pero la cocina entera y el comedor
están decorados en tonos de rosa suave y gris. Globos rosados están colgados en la
mesa, combinando con el mantel. En la mesa hay lindos cup cakes envueltos en
papel de lunares rosa y un lindo pastel de 20 cm blanco, cubierto de delicadas flores
rosadas.

Salgo hacia la tienda, que es ahora una extensión de la casa y estoy sin aliento. Oh,
está todo tan lindo.

La organizadora que contraté para preparar la fiesta trajo calentadores para la


tienda. A fin de cuentas, todavía es primavera en Seattle. Un suelo falso fue
colocado, así nadie tiene que caminar por la hierba húmeda. Hay mesas y sillas
alrededor de todo el ambiente, con manteles rosados y grises, largos trozos de tela
rosada, gris y blanca cubren cada esquina de la tienda. Reunidos en el centro de la
mesa, y suspendidas hay pompones de papel de suaves colores. Ellos parecen una
tela de luces de navidad, dándole al espacio un brillo dulce.
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Alecia, la organizadora de la fiesta va a recibir un bono, grande y gordo.

—¿Estas feliz? —pregunta Nate, mientras envuelve sus brazos alrededor mío,
besando mi cuello.

—Está lindo. Natalie lo va a adorar.

Él sonríe contra mi cuello.

—Eres linda.

Me volteo y lo miro, pasando mis dedos por su suave cabello negro. Está usando
una camiseta gris y pantalones negros.

Las mangas están subidas, dándome una vislumbre de su sexy tatuaje. Quiero
lamerlo entero.

—No estás tan mal, sabes. —Sonrío y beso sus labios rápidamente—. Ellos estarán
aquí un breve. ¿Estás listo para esto?

Su sonrisa desaparece cuando ve la duda en mis ojos.

—Sí.

—Les vas a gustar. Después te molestarán duramente.

Eso trae de regreso su sonrisa.

—¿Por qué se van a meter conmigo?

—Porque eres un hombre y tus manos están sobre mí, y ellos me aman. Y creo que
tiene algo que ver con que tienes pene. Hace a los hombres mostrar una actitud
dura. Estoy pensando en hacer una búsqueda sobre el asunto. —Encojo los
hombros, tratando de parecer indiferente, pero estoy realmente nerviosa.

Realmente. Nerviosa.

—¿Ellos siempre hacen eso con tus novios? —pregunta.


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—Nunca les di una oportunidad. —Encojo los hombros de nuevo—. No traigo
hombres a mi casa.

—¿Por qué no? —pasa los dedos por mi mejilla.

—Nadie nunca mereció conocer a mi familia.

Su mirada me quema y me aprieta.

—Julianne, yo…

—¡Ahí estas! —la voz de mi mamá sonando en la entrada de la tienda, mientras ella
entra con los brazos abiertos para mí.

Gail Montgomery es una mujer rubia pequeña, con un corazón grande y una risa
deliciosa. Ella está siempre feliz, y yo quiero ser igual a ella cuando envejezca.

—¡Hola, mamá! —Salgo de los brazos de Nate y envuelvo a mi mamá en un abrazo


grande.

—Tu papá y yo llegamos al mismo tiempo que Will y Matt. Ellos vienen atrás. —
Ella balancea la cabeza y mira a Nate con una gran sonrisa.

—Mamá, este es Nate. —Le doy una sonrisa tranquilizadora a Nate, pero él ya esta
besando la mano de mi mamá dejándola encantada.

¿Por qué estoy sorprendida? Este hombre encanta personas con millones de dólares
todos los días. Él va a estar bien con mi familia.

—Sra. Montgomery, es un placer. —Mi mamá se derrite, y no puedo dejar de


sonreír.

—Bien, Hola Nate. Por favor, llámame Gail.

—¿Por qué esta todo tan jodidamente rosa aquí? —Will entra por la tienda, y se
para con las manos en las caderas, mirándome.

—Porque, idiota, Natalie va a tener una niña. —Lo golpeo en el brazo, antes de
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besar su mejilla—. Te debo una —susurro.

Él me mira con una mueca.

—¿Eh?

—Te explico más tarde. Ahora te quiero presentar una persona, y quiero que seas
bueno con él.

No es con Will que me preocupo, de cualquier manera.

—Will, este es Nate McKenna. —Doy un paso atrás y muerdo mi labio. Mi


hermano es más alto que Nate, por lo menos unos 6 cm, tiene hombros anchos, y es
musculoso y fuerte. Él es un jugador de futbol, por amor de Dios.

Y nosotros tenemos los mismos genes, entonces él es considerado sexy, pero para
mí es apenas un hermano grande y fuerte, pero las mujeres lo quieren
desesperadamente, y hacen cualquiera cosa para conseguirlo. Él es muy querido en
nuestra familia.

—Me gustó la última temporada. —Afirma Nate, mientras extiende la mano para
saludar a Will. Oh, él es bueno.

—¿De verdad? ¿Por qué? —pregunta, mientras se saludan.

—Bueno, les ganamos a aquellos idiotas de Green Bay, no te lastimaste, y todavía


me ayudaste a ganar mucho dinero durante las finales. La próxima temporada
parece prometedora — responde Nate.

—Se puede quedar — declara Will, y va para dentro de la casa buscando comida.

Un hermano ya fue. Faltan tres. Y mi papá.

Necesito una bebida.

Nate me guiña el ojo y desliza su brazo alrededor de mi cintura.

—Deja de preocuparte —susurra.


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—No estoy preocupada —miento.

Él ríe y nos lleva adentro para que pueda colocar un poco de música. Will está
comiendo un plato de espinacas, hundiendo los chips de maíz y conversando con
nuestro hermano, Matt. Él es el más tranquilo de mis hermanos, sé que va a ser
educado con Nate. Matt le hace un gesto a Nate para que se una a ellos, y doy un
suspiro de alivio, mientras enciendo mi Ipod en el sistema de sonido, y abro la lista
que prepare para hoy.

Adele comienza a cantar sobre encontrar a alguien, cuando me volteo y veo a Nat y
Luke caminando en mi dirección.

Bien, Nat viene balanceándose.

—Amo esa canción —dice ella, mientras le entrega la chaqueta a Luke, y me da un


abrazo apretado. Ella esta adorable con un vestido negro materno y zapatillas
negras.

Paso mis manos sobre su barriga y me río.

—Escuchas mucho a Adele para este bebé. Ella va a nacer amargada y molesta con
los hombres. Da a la pobre niña una oportunidad de conocerlos mejor, Nat.

—Hey, Adele es brillante.

—Estoy de acuerdo, pero el bebé necesita escuchar algo más optimista.

—Está lindo aquí. —Natalie besa mi mejilla y sonrío.

—Lo sé. Obra de Alecia, mi nueva mejor amiga es brillante. Espera hasta que veas
fuera. —Miro a Nate, para estar segura de que nadie lo mato y escondió el cuerpo,
pero él esta bromeando y comiendo con Matt y Will, mi papá y Luke se unieron a
ellos, y mi papá parece relajado y tranquilo. Tal vez esto no sea tan malo, al final.

—Nate parece estar pasándolo bien —murmura Natalie.

—Por el momento está todo ok. Caleb no ha llegado todavía.


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—Oh —dice.

Si. Oh.

—Vamos. —Tomo su mano y la llevo afuera, en dirección de la tienda.

—Oh, Jules, esta apenas…—Ella para y mira todo el ambiente y la decoración, y


explota en lagrimas.

—Yo te amo tanto.

—Nat, no llores. No llores. —La abrazo y acaricio su barriga.

—No estoy triste, son las hormonas, lloro durante la publicidad de doritos. —Ella
respira hondo y se limpia las lágrimas de sus mejillas—. Esto está realmente
maravillo. También estoy amando a Alecia ahora.

—Yo también —río.

Entramos, y veo que mi hermano mayor, Isaac, su esposa Stacy y mi sobrina Sophie
están aquí. Sostengo al dulce bebé en mis brazos y le doy varios besos en el cuello,
haciéndola reír.

—¡Hey, Nate! —lo llamo del otro lado de la sala, él se disculpa con los chicos y se
acerca a mí, colocando una mano en mi espalda.

Isaac hace una mueca, y mira a Nate de arriba abajo, y ruedo los ojos.

—Nate, me gustaría presentarte a mi hermano mayor, Isaac, su esposa Stacy, y mi


linda sobrina, Sophie.

Sophie inmediatamente abre los brazos para que Nate la sostenga, y él responde sin
dudar, apoyándola en su antebrazo, colocando la otra mano alrededor de ella, para
sostenerla firme.

Oh Dios.

—Wow. —Stacy se ríe, acariciando su vientre redondo. Ella va a tener a su segundo


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bebé en apenas algunos meses.

—Esta es la primera vez que hace eso. Soph está pasando por una fase que se asusta
con las personas extrañas. Ella no está acostumbrada a ir con alguien que no
conozca.

—Soy bueno con los niños. —Nate encoje los hombros y sonríe a Sophie—. Hey,
Linda. —Sophie se ríe y le toca la mejilla.

¿No hay ninguna mujer en el universo inmune al encanto de Nate? Probablemente


no.

—¿Dónde están Brynna y las niñas? —le pregunto a Stacy.

Su prima, Brynna, y sus gemelas de cinco años, recientemente salieron de Chicago


y regresaron a Seattle.

—Las niñas tienen gripe, entonces ella decidió quedarse en casa — responde Stacy.

Isaac no habla nada, él apenas mira a Nate con su hija, finalmente me mira y me da
un pequeño movimiento de cabeza. Nate pasó la prueba con mis tres hermanos y
mi papá.

Tal vez Caleb no venga.

Los padres de Luke llegaron junto con su hermana Sam. Su hermano menor Mark,
está de viaje de pesca por el norte, entonces no se unirá con nosotros. Hago las
presentaciones, mientras Natalie se une a los chicos cerca de la comida para
conversar y comer algo.

Nate mantiene un control firme sobre Sophie, y ella ya colocó su pequeña y dulce
cabeza rubia en su hombro, mientras él aprieta la mano de todos.

—Es un placer conocerte, Nate —dice la mamá de Luke, Lucy, dice y me guiña.

—Definitivamente es un gran placer conocerlo, Nate. —Sam está de acuerdo y


sonríe para mí, con una mirada que dice. Quiero-Todos-Los-Detalles-Mas-Tarde.
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—Es un placer conocerlos a todos.

—Julianne — dice Nate y besa la mejilla de Sophie, antes de entregarla de regreso


para Stacy—. ¿Deberíamos cambiar la fiesta para la tienda? Hay más sitio fuera.

—Buena idea.

Él también se convirtió en el anfitrión de la fiesta. Oh Dios mío, somos una pareja.

—Vamos a llevar algunos platos para la tienda, por favor, caminen para allá. Esta
caliente y hay suficientes lugares para sentarnos.

De alguna manera, la diosa Alecia consiguió llevar el sonido hasta la tienda, y así,
la música nos acompaña hasta afuera.

La mesa de los regalos está llena de cajas, bolsas y lazos, y Natalie me hace una
mueca. Apenas sonrío dulcemente y miro a lo lejos.

¡Voy a mimar este bebé, joder!

—Julianne — dice Will con una voz sarcástica y medio cantando—: ¿Me puedes
pasar una servilleta? —Él me guiña y quiero lanzarlo por la cubierta. Nate está
sentando cerca de mí, no se inmuta con la provocación de mi hermano.

—Julianne. —La cara de Matt está perfectamente seria—: ¿Cómo está el trabajo?

—Está bien. —Escupo con los dientes cerrados ante la risa de mis hermanos.

—Entonces, Ju-li-anne. —Isaac extiende mi nombre, pronunciando cada silaba,


ganando un beso de Stacy. Quiero matarlos a todos. Ellos saben que odio cuando
las personas me llamen de Julianne.

Excepto Nate.

—¿Qué? —pregunto, cuando Nate sostiene mi mano en la suya apretada debajo de


la mesa. Sus ojos están riendo.

—No te preocupes con eso —murmura.


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—Niños, dejen en paz a su hermana — les advierte mamá.

—Nosotros no estamos haciendo nada — murmura Will de mal humor y me río a


carcajadas. ¿Cuántos años tenemos? ¿Cinco?

Enfrente, del otro lado de la mesa, Luke está inclinado susurrando en la oreja de
Natalie, y ella esta sonriendo suavemente. Dios, ellos son asquerosos en público.
Pero están enamorados. Necesito parar de preocuparme con Nate y mi familia.
Ésta fiesta es para Luke, Nat y el bebé.

—¡Hora de abrir los regalos! —Salto para arriba y abajo en mi silla y bato palmas.

—Jules. —Nat hace una mueca y trago en seco—. ¿Puedo apenas agradecer a todos
y abrir los regalos en casa?

—No. —Estoy malhumorada en el momento—. Esa es la parte divertida.

—Eso no es una mala idea — salta Luke en su auxilio—. Hay un montón de


regalos aquí. Vamos a demorar toda la tarde.

—No me importa que ella los abra en su casa — dice Stacy y algunas personas
están de acuerdo alrededor de la mesa.

—Bien, infierno —murmuro—: ¿Ok, pero puedes abrir el mío? Quiero ver tu cara
cuando lo veas.

—Está bien. —Natalie sonríe y bato las palmas de nuevo. Mi regalo no está en la
mesa con los otros, es muy grande.

—Ya vengo.

Corro por la casa y voy hasta el garaje, y gracias a Dios que tengo fuerza en los
brazos, como Nate menciono el último fin de semana, porque este regalo es pesado.

Me vuelvo, para regresar a la tienda, y Nate corre para ayudarme cuando me ve


entrar por la puerta.

—¿Cristo, porque no me pediste ayuda?


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—Ya lo conseguí.

—Jesús, Julianne, te vas a hacer daño. Dame eso. —Nate lucha para arrancar la
gran madera de mis manos, y noto las sonrisas delicadas en los rostros de mi
familia, mientras caminamos alrededor de la mesa, hasta Natalie y Luke.

—Ok, gírala.

Natalie suspira, y su mano vuela a su boca, mientras ella lee las palabras que pinté
sobre la áspera madera. Sé que ella tiene una cosa con puertas viejas de graneros,
las cotas, así que decidí darle exactamente eso. Conseguí una puerta antigua, la
limé y pinté las palabras en gris oscuro y rosa, los colores que Natalie eligió para el
cuarto de su hija.

—Lee —murmuro.

—“Nadie nunca va a saber la fuerza de mi amor por ti. Después de todo, eres la única que
conoce el sonido de mi corazón por dentro.”

—¿Jules, de donde sacaste esto? — pregunta Luke.

—Lo hice yo. —Me encojo de hombros y sonrío.

—¿Lo hiciste? — pregunta Nate, sorprendido.

—Sí, puedo ser realmente una experta cuando lo necesito. —Miro a Natalie y
sonrío.

—¿Te gusta?

Ella comienza a llorar de nuevo, y espero que sea una buena señal.

—Oh, es perfecto. —Ella se levanta rápidamente, en la medida de lo posible, lo que


no es terriblemente rápido y camino hasta ella, para abrazarla.

—Gracias.

—De nada. Te amo.


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—Yo también te amo.

—¡Caleb! —Me volteo con la voz animada de mi mamá y encuentro a mi hermano


mirando a Nate desde la puerta.

—¿Quién diablos eres tú?


Página 130
Traducido por Edel

Corregido por Vickyra

—¡C
aleb! —Me volteo para ir en su dirección, pero Nate
me sostiene, sus manos sobre mis hombros. Sus ojos
están fijos en Caleb, fríos, pero su rostro está
completamente inexpresivo.

Si ésta es la forma como mira a los adversarios en el ring, estoy sorprendida de que
ellos no salieran corriendo, llorando por su mamá.

—Soy Nate McKenna. —Nate da un paso al frente, y extiende su mano derecha.


Caleb no la toma, él continúa mirándolo.

Frenéticamente miro alrededor de la sala, buscando ayuda, pero todo el mundo


apenas está mirando el espectáculo, preguntándose qué va a pasar seguidamente.

—¿Por qué sus manos están sobre mi hermana? —Caleb no se mueve, su rostro
también inexpresivo.

¡Mierda! Estaba con miedo de esto. De todos mis hermanos, Caleb siempre fue el más
protector. Él es un SEAL de la Marina, puede matar a alguien y hacer parecer que
fue por causas naturales, y creo que si se busca en el diccionario “testosterona” se
encontrara una foto de su bonito rostro, en vez de la definición. Él es de la misma
altura que Nate, y tiene aproximadamente el mismo cuerpo.

Él da miedo.

Y me ama.
Página 131
No es una buena combinación.

—Caleb—intento de nuevo, pero Nate mueve la mano para hacerme parar y arrugo
la frente para él.

—Soy la cita de Julianne —afirma Nate simplemente.

Esa es una buena manera de colocarlo. Me gusta.

A Caleb no parece gustarle.

—Creo que debemos conversar afuera. —Caleb se voltea para la puerta, y Nate lo
sigue.

—Con placer.

—¡PAREN! — grito y los dos hombres paran y se vuelven hacia mí—. Esto no es
de tu incumbencia, Caleb. Deja de actuar como un imbécil. —Él arruga la frente y
comienza a gritarme, pero yo camino rápidamente hasta él, y le beso le rostro,
susurrando en su oído—: Para. Yo lo amo. Es un buen hombre. Si él me hace daño,
lo puedes matar.

Caleb da un paso atrás, y me mira a los ojos, entonces su rostro se suaviza y


responde suavemente en mi oído.

—Está bien. —Él mira hacia Nate, enseguida, hacia nuestros hermanos, que
parecen enviarle algún tipo de extraño mensaje subliminal, que nunca conseguí
entender, y después extiende la mano para Nate—. Caleb.

Nate sostiene su mano firmemente.

—Un placer.

Caleb ríe.

—Cierto. Disculpen el atraso. Yo traje un regalo.

—¿Dónde estabas? —pregunta Natalie, con lágrimas en los ojos. Jesús,


Página 132
últimamente ella nunca deja de hacerlo ¿Eso es lo que hace el embarazo? ¿Hace de
la persona un largo y emocional naufragio? Ugh.

—No te puedo decir eso. —Caleb sonríe a Natalie y la abraza, acariciando su


barriga con la mano. Él siempre tuvo un cariño especial por ella—. Creo que no
estaré aquí cuando esa pequeña llegue.

—Oh. —Natalie me mira y luego lo mira. Sé que ella se preocupa con todos
nosotros. Después de perder a sus padres de forma tan inesperada, hace algunos
años, ella siempre se preocupa—. Por favor, ten cuidado.

—Voy a estar bien. No te preocupes conmigo. Voy a estar motivado en regresar a


casa y conocer… ¿Cómo se va a llamar ella al final?

Natalie y Luke se miran y sonríen.

—No vamos a decirlo — responde Luke.

—Joder, no voy a ser capaz de ser localizado en por lo menos tres meses, entonces
me tienen que contar.

Nate y yo nos sentamos, y él besa mi mejilla, y yo acaricio su muslo debajo de la


mesa.

—¡Esa boca! —grita grita, y Caleb rueda los ojos para ella.

Él va a conseguir descubrirlo.

—Es una sorpresa. —Caleb hace una mueca para Nat, y todos reímos.

—¿Nadie tiene permiso de usar el teléfono y llamar a TMZ6, entendieron?

—Cualquiera que sea el nombre. Ahora hablen, como se va a llamar.

Natalie mira a Luke, él está de acuerdo y ella nos cuenta.

—Su nombre será Olivia Grace. Grace es un homenaje a mi mamá. —Ella acaricia

6
TMZ.com es un sitio web estadounidense dedicado a las noticias sobre celebridades.
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su barriga y sonríe, y siento mis lagrimas comenzar a caer.

—¿Hey, estas bien? —Nate pregunta y limpia mis lágrimas.

—Sí, estas hormonas de Natalie son contagiosas. —Sonrío y limpio mis ojos con
una servilleta, tomando cuidado para no borrar el maquillaje—. Es un lindo
nombre, cariño.

*****

—Entonces, Nate —dice mi papá, sentado en la mesa de al lado de la nuestra, y


Nate gira la silla para el frente de él—. ¿Qué haces en la vida?

Tiemblo por dentro. Está claro que esa pregunta iba a surgir.

Natalie y yo compartimos una mirada, antes que me gire hacia Nate, que sonríe a
mi papá.

—Trabajo con Julianne.

—¿Y qué haces allí? —pregunta mi papá.

—Soy un socio senior, señor.

Mi papá balancea la cabeza y aprieta los ojos para mí.

—¿Entonces eres el jefe?

—Sí — responde Nate sin dudar, sus ojos no dejan los de mi papá.

La sala está toda calma ahora, y todo el mundo está escuchando el cambio de
palabras entre Nate y mi papá. Todos sabemos que esta es la inquisición oficial.

Nate une sus dedos con los míos y los aprieta suavemente, tranquilizándome.

—¿Y qué, es exactamente, lo que está pasando contigo y mi hija, muchacho? —


Papá se inclina hacia atrás en su silla y cruza los brazos sobre su pecho, su hermoso
rostro neutral, pero con los ojos entrecerrados.
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Sin perder el ritmo, Nate afirma con voz fuerte y segura

—Una relación mutuamente respetuosa y amorosa, señor.

Wow.

—Joder —murmura Matt, y miro alrededor de la sala para ver a las chicas
sonriendo y a los chicos mirando a Nate con respeto y siento una gran sonrisa
formándose en mis labios. Mi papá continúa mirando a Nate, estudiando su rostro,
y, finalmente, balancea la cabeza y toma su cerveza.

—Bien, entonces.

Él me guiña, yo le guiño de regreso, y todos regresamos a concentrarnos en el


almuerzo.

—Entonces, Jules, te puedo sorprender ahora. —Natalie se levanta con dificultad


de su silla, sonriendo para mí y miro alrededor de la sala, confundida.

—¿Hum?

—Bien, ya que tu cumpleaños fue esta semana, y nosotros no conseguimos hacer


una fiesta para ti, vamos a celebrarla ahora. —Natalie me sonríe presumidamente y
camina hasta la casa, Luke y Will la siguen, y miro alrededor de nuevo, para
encontrarlos a todos sonriéndome.

—¿Sabían alguna cosa sobre esto? —pregunto.

—¿Querida, no pensaste que nos olvidaríamos de tu cumpleaños, verdad? —Mi


mamá sonríe, y arrugo la frente.

—Me enviaron flores, mensajes por teléfono y me llamaron.

—Pero no entregamos los regalos, niña, y eso es algo que se hace cuando alguien
cumple años — dice Will, mientras entra en la sala, cargado de regalos.

Puta mierda.
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—Esta es la fiesta de Nat y Luke —respondo con firmeza, y balanceo la cabeza.

—Jules, cierra la boca —murmura Nat y se inclina para besarme en la mejilla, antes
de caminar a su silla.

Miro a Nate, que está sonriéndome alegremente.

—¿Sabías algo sobre esto?

Él encoje los hombros.

—Claro.

Bien, que infiernos.

Will coloca los regalos sobre la mesa y se sienta en su lugar.

—Ábrelos, niña.

—Deja de llamarme así —murmuro, mi respuesta habitual.

—No —responde con una sonrisa.

Hago una mueca y miro los regalos, miro a mi familia de nuevo, para encontrar a
todos mirándome. Finamente Nate ríe y me entrega una bolsa.

—Ábrelos, bebé.

Comienzo a abrir mis regalos, deleitándome con la pulsera de plata que me


ofrecieron Luke y Nat, un lindo pañuelo de Isaac y Stacey, y numerosos regalos
generosos de toda mi familia. En el momento que termino, tengo lágrimas en los
ojos y una gran sonrisa en la cara.

—Gracias, familia. Esto fue fantástico, e inesperado. —Coloco mi lindo pañuelo


alrededor de mi cuello y deslizo la pulsera en mi muñeca.

—Tenemos una cosa más —dice Natalie sonriendo.

—¿Qué? —pregunto.
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—Un día entero en el spa, para ti y Natalie, después de que el bebé nazca —dice
Luke con una sonrisa.

—¡Buenísimo! Gracias, no rechazaría eso. —Sonrío a Natalie y ella me sonríe de


vuelta.

De repente, Nate coloca un pequeño regalo dorado en la mesa, delante de mí. Miro
sus lindos ojos.

—Ya me diste mi regalo de cumpleaños.

—Julianne, todos te están dando regalos hoy. ¿Creías que vendría de manos vacías?

—Pero…

—Para —murmura y sostiene mi cara en sus manos, haciéndome mirarlo a los


ojos—. Ya te dije que me gusta darte regalos. Ábrelo.

Miro a sus ojos por un momento, entonces miro el lindo regalo dorado. Dentro, hay
una caja roja de Cartier.

—Nate…

—Solo tienes que abrir la caja, por favor.

Dentro hay un lindo brazalete de diamantes blancos y rosa.

—¡Oh, cielos! —murmuro.

—¡Puta mierda, eso es lindo! —exclama Samantha.

—Qué lindo —suspira mi mamá.

Nate lo saca de la caja y lo prende alrededor de mi muñeca, entonces besa mi


mano. Sostengo su rostro en mis manos y lo beso, cariñosamente, y sus manos se
deslizan desde mi espalda, hasta mi cintura.

—Cuidado con las manos, McKenna — advierte Caleb, haciéndonos reír.


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—Gracias—susurro.

*****

Bien, nadie murió. Nadie fue mutilado todavía.

Todos los invitados salieron, solo quedaban tres autos para ayudar a llevar los
regalos de Olivia hasta la casa de Natalie y Luke, que se acaban de ir.

Cierro la puerta de enfrente y voy a buscar a Nate. La casa está hecha un desastre,
algo que esperaba, y es otra de las razones por la que estoy feliz de haber
encontrado a Alecia. Ella consiguió que un equipo de limpieza venga mañana, se
llevarán las mesas y las sillas.

Dios la bendiga.

Encuentro a Nate en la cocina, lanzando los platos de papel en la basura y llevando


la comida que sobra a la nevera.

—Vamos a comer sobras durante una semana —comento, mientras entro en la


cocina y lo ayudo a terminar de guardar el resto de la comida en envases y llevarla
al congelador.

—¿Te divertiste? —pregunta con una sonrisa.

—Después que te presenté a todos, sí. —Nate aparece detrás de mí, envuelve sus
brazos en mi cintura, besándome el cabello.

—Estuvo bien, bebé.

—Bueno, lo siento mucho por Caleb. —Oh, Dios, adoro cuando me besa el cuello
así.

—Caleb te estaba protegiendo. Yo haría lo mismo. No pasó nada malo. Además de


eso, él y yo tuvimos una larga conversación antes de irse, y nos entendimos.

—¿De verdad? —Me coloco en frente de él, todavía en sus brazos y miro a su bello
rostro—. No me di cuenta de eso.
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—Estabas haciendo cosas de mujeres—bromea y coloca sus labios en mi frente—.
Gracias por incluirme hoy.

—¿No tuve muchas opciones, no?

—Claro que tenías. —Arruga la frente y, de repente está preocupado—. Si no me


querías hoy aquí, deberías haberlo dicho.

—No. —Paso mis manos por su pecho y regreso hasta sus hombros, amando como
se sienten sus músculos en mis manos—. Estaba nerviosa. Estoy feliz que
conocieras a mi familia.

—Quiero conocer todo lo relacionado contigo, Julianne. —Pasa los dedos por mi
rostro, y mira profundamente en mis ojos—. Pretendo quedarme contigo por un
largo tiempo.

—Ah. — ¿Qué más puedo responder sobre eso? Él es mucho más de lo jamás soñé.
Es un hombre de negocios, controlado, y un inesperado chico malo, y es tan…
dulce.

Envuelvo mis dedos en su cabello suave y largo empujándolo para abajo, besándolo
suavemente. Sus manos recorren mi espalda, antes de sostener mi trasero,
empujándome con fuerza contra él. Gimo y me pego más a él, mis senos
presionando su pecho.

—Creo que ganaste un premio por buen comportamiento —susurro contra su boca.

—¿En serio? —Él sonríe alegremente y se inclina para atrás, para mirarme—. Creo
que me gusta cómo suena eso.

—Oh, definitivamente te va a gustar. —Salgo de sus brazos y tomo su mano,


llevándolo por las escaleras. Cuando llegamos a mi cuarto, enciendo las luces y me
giro hacia él y, lentamente, comienzo a quitarme la ropa. Primero el ancho cinturón
negro, lo lanzo a un lado, seguido por los pantalones.

Los ojos de Nate están en llamas, con los brazos cruzados sobre el pecho, él está
tocándose el labio inferior con el pulgar y el índice, mientras me observa
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desvestirme. Desabotono mi camisa, pero la dejo abierta en frente, mostrando mi
sujetador y las altísimas sandalias.

Camino hasta él y deja sus brazos caer para los lados, no me toca, y está bien.

Esto es para él.

Le jalo la camisa fuera de los pantalones y abro los botones, dejándola caer por sus
hombros hasta el suelo. Sigo con mis dedos el tatuaje en su brazo derecho hasta el
hombro, me inclino para besar la tinta oscura en su pecho, sonriendo cuando él
inhala rápidamente, cerrando los dientes.

Apenas estoy comenzando.

Mis manos se deslizan para abajo y rápidamente abro su cinturón y sus pantalones,
deslizándolo por sus caderas y las piernas hasta abajo. Él fue tan fuerte hoy.

Puta mierda.

Doy un paso atrás y hago una fiesta interna, mirando aquel bonito cuerpo. Su
cabello esta suelto, sus ojos grises de acero en los míos. Su respiración acelerada, y
sus manos están en puños de cada lado de su cuerpo, y puedo ver que está tomando
todo su auto control para no atacarme.

Acostándome en la cama, hago un movimiento “ven aquí” con el dedo, y señalo la


cama.

—Acuéstate, por favor.

Una sonrisa suave toca sus labios, mientras camina hasta mí. Para frente a
mí y sostiene mi mejilla en la palma de su mano, llevando mis ojos hasta los suyos,
y después acaricia mi labio inferior con el pulgar.

—¿Cómo quieres que me acueste? —pregunta, su voz ronca por la lujuria.

—De mi lado, estómago para arriba.

El jala el edredón y se acuesta en el medio de la cama, apoyado en los codos,


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mirándome. Dejo caer mi camisa en el suelo, y me quito el sujetador y el tanga, y
subo sobre él, mis rodillas entre sus piernas. Beso su abdomen, pecho, y entonces
sus labios, alejándome cuando trata de profundizar el beso, entonces me inclino de
nuevo provocándolo apenas con la punta de la lengua.

—Me estas volviendo loco, bebé —murmura y sonrío.

—No viste nada, querido. —Pellizco su barbilla, paso mi lengua por su cuello, y
deslizo mi boca y manos por su pecho, sentándome sobre los talones entre sus
piernas. Su pene está lleno y duro, y yo trazo la punta con el dedo, sobre las bolas
de plata.

—Me gusta esto—murmuro, y él ríe.

—¿Te gusta?

—Hmmm.

—Me pone feliz.

Paso el dedo por todo su tamaño, hasta su escroto, y entonces regreso a la punta.

—Jesús, bebé, eso es muy bueno.

Me inclino hacia abajo, y sigo el camino del dedo con la punta de mi lengua, y la
cama se balancea cuando se mueve, gruñendo.

—Joder, ver tu lengua rosada en mi polla es muy sexy.

Él está a punto de saber lo que es muy sexy.

Rodeo mi lengua alrededor de la punta y lo tomo completo, y de repente sus manos


fuertes están en mi cabello, me guía hacia arriba y abajo, me dirige donde quiere
que vaya, y es tan jodidamente caliente.

Sus caderas se están moviendo debajo de mí, empujando en mi boca más


profundamente, y cuando creo que esta pronto de dejarse ir, él agarra mis hombros
y de repente de lado, con Nate encima de mí, encarando mis piernas bien abiertas,
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y empujando dentro de mí, duro.

—¡Oh, Dios! —Me jala contra él, sus labios encuentran mis pezones, mientras me
sostiene con sus brazos alrededor de mi cintura, empujando fuerte dentro de mí,
cada vez más.

Me levanta para montarlo, sus manos en mi trasero, levantándome y bajándome


sobre él, frotándose profundamente, su boca todavía en mi pezón. Aprieto su
erección dentro de mí, sintiendo sus bolas de plata en mi núcleo, y me vengo,
estremeciéndome cuando finalmente me corro.

—¡Joder, si! —grita y golpea una vez más dentro de mí, corriéndose furiosamente.

*****

Estoy acostada, mirando el techo, Nate está enrollando en mí, su rostro


descansando en mi estómago y los brazos alrededor de mi cintura. Estamos todavía
sin aliento, calmándonos después de nuestros violentos orgasmos.

—Fue divertido. —Sonrío y paso mis dedos por su cabello—. Vamos a hacerlo de
nuevo.

—Jesús, Julianne, dame un momento para recuperarme.

—No seas cobarde7. —Río, cuando él me muerde la panza y sube por mi cuerpo,
descansando el codo a mi lado derecho. Acaricia mi cabello, y me besa dulcemente
la mejilla, después me muerde rápidamente en los labios.

—¡Ay!

—Tienes una boca sucia.

—Apenas llamo las cosas por su nombre. —Él muerde mi labio de nuevo, más
suavemente ahora, y suspiro contra su boca.

—¿Me ves como un cobarde? —pregunta, engañosamente suave.

7
En el original lo llama pussy que puede traducirse como cobarde, marica, coño, por eso luego le
dice que tiene una boca sucia.
Página 142
—Humm… tal vez no.

Se inclina para atrás y levanta una ceja.

—¿Tal vez?

—Probablemente no.

—Te voy a mostrar lo cobarde que soy, bebé.

De repente está dentro de mí nuevamente, y estoy debajo de él, y… puta mierda.


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Traducido por Edel

Corregido por Vickyra

C
ocinar con Nate durante el fin de semana fue muy divertido.
Normalmente nos distraíamos y nos olvidábamos de la comida en el
fuego, una noche dejamos quemar una carne de cerdo, después de
distraernos en la ducha, pero es emocionante ser creativa con él en la
cocina. Hasta esta noche, siempre cocinamos juntos, pero hoy quiero cocinar para
él.

Y lo hago.

Es domingo en la noche, y estamos de regreso a la casa de Nate para dormir allí.

El equipo de limpieza de Alecia hizo un trabajo óptimo en casa, pero decidimos


regresar al apartamento de Nate, para que pueda adelantar algo de trabajo en su
despacho.

Como me gusta cocinar escuchando música, enciendo mi iPod en el sistema de


sonido, y la música comienza a tocar. Sí, mis gustos musicales en la cocina son un
poco… juveniles. Prefiero música pop para bailar por la cocina, mientras preparo
los platos.

Britney Spears. Lady Gaga. Comienzo con Carly Rae. Carly comienza a cantar
“Call me Maybe” por los altavoces escondidos por toda la sala, y comienzo a mover
mi trasero, mientras separo lo que voy a necesitar para la cena.

Hmm… ¿Me pregunto si Nate haría lo mismo con sus jeans rasgados? Puedo
imaginar la escena.
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Me sirvo una copa de vino blanco, tomo un trago y hago un nudo con mi cabello.
Todavía estoy usando calzas grises y un top negro desde nuestra ida al gimnasio
hoy. Dios, adoro ver a Nate trabajar. A los treinta años, su cuerpo es increíble. Qué
infierno, su cuerpo debía ser increíble desde los veinte años.

Todavía no conseguí vencerlo en el ring, pero logré golpearlo dos veces en el


trasero, y eso cuenta como una victoria en mi libro.

Sonrío mientras corto las batatas para asar, dejándolas en agua fría, hasta que el
horno está caliente. El pollo que voy asar con limón y albahaca también está
esperando por el horno. Cuando suena la alarma, confirmo que está lo
suficientemente caliente y los coloco a cocinar. Voy a completar la comida con
espárragos asados con ajo.

Tengo tiempo para un baño, coloco el temporizador de la cocina por una hora,
tomo mi vino, y camino por el pasillo hasta el cuarto principal, pasando por el
escritorio de Nate. Su puerta está abierta, y él está en la mesa con el teléfono
encajado entre la oreja y el hombro, y está escribiendo furiosamente en su teclado.

—No, jodas, ellos nunca van a aceptar esa oferta —dice, pero sus ojos se suavizan
cuando me ve en la puerta.

—La cena demorará un poco en estar lista. Voy a tomar un baño —susurro.

—Espere Parker. —Coloca el teléfono contra su hombro, para que Parker no lo


escuche—. Ok, bebé. ¿Qué es ese ruido saliendo de los altavoces?

—Música para cocinar. —Encojo los hombros inocentemente, le soplo un beso y


voy para el baño, quitándome la ropa mientras ajusto la temperatura del agua en su
increíble baño. El baño es lindo, es grande lo suficiente para una pequeña orgia, con
una ducha grande sobre nuestras cabezas. Es una sensación increíble.

Felizmente, el sistema de sonido de Nate está conectado por todo el apartamento,


excepto en su despacho, entonces estoy moviendo las caderas cantando junto con
Pocketful Of Sunshine mientras me lavo el cabello. Inclino mi cabeza para atrás y
dejo el agua caliente fluir sobre mí, y enjuago el cabello. La sensación de la espuma
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del jabón cayendo por mi espalda y sobre mis senos y mis piernas es deliciosa,
todavía sensible por el entrenamiento de hoy, mis manos se deslizan sobre mis
senos, mis pezones se endurecen con el contacto.

Mmm… Es una pena que Nate tenga tanto trabajo hoy. Podría hacer un buen uso
de su presencia aquí. Él es muy creativo en el baño.

John Mayer comienza a cantar en los altavoces, haciendo maravillas con mi cuerpo,
y mis manos comienzan a deslizarse por todo mi pecho, vagando cada vez más
cerca de mi núcleo.

Apoyo un pie en el asiento en una esquina, y deslizo mi mano entre mis piernas,
empujando mis dedos entre mis labios, e imagino que son los dedos de Nate
volviéndome loca. Mi mano suelta mi pezón, de repente, siento a Nate detrás de
mí, su cuerpo presionando el mío, sus brazos alrededor de mí y salto, asustada.
Estaba tan absorbida en mi fantasía, que no lo escuché entrar y unirse a mí.

—No pares — susurra en mi oído—. Continúa tocándote.

Balanceo mi cabeza, mi espalda contra su pecho, de repente tímida. Él muerde mi


cuello y agarra mi mano en la suya, guiándola de regreso para abajo entre mis
piernas.

—¿Quieres mi ayuda?

—Sí. —Suspiro y llevo mi espalda contra él, mientras empuja nuestros dedos por
mis labios de nuevo, frotando adelante y atrás sobre mi clítoris, después de regreso
para debajo de mis labios.

—Oh, Dios. —Suelto un gemido. Es tan bueno, es desobediente, trato de alejar mi


mano, para que él continúe solo, pero agarra firmemente mis dedos de nuevo.

—No sabes lo que me haces al verte dándote placer a ti misma, Julianne. —Sus
palabras son suaves, hipnóticas y tan sexys, y solo puedo sentir su erección en mi
trasero. Nuestras manos continúan su caricia, y él sostiene la palma de mi mano
contra mi clítoris y muerde mi cuello atrás de mi oreja y siento mi cuerpo comenzar
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a temblar. Me vengo con todo, balanceándome y empujándome contra él, gritando
su nombre.

—Necesito entrar en ti —gruñe y agarra mi trasero para levantarme—. Enrolla tus


piernas alrededor de mí, bebé —hago eso y entra en mí, lentamente, su frente junto
a la mía, sus ojos grises quemando con deseo y necesidad. Agarro su cabello
mojado en mis dedos y lo sostengo firme, cuando él comienza a embestir fuerte
dentro y fuera de mí, cada vez más y más rápido, nuestra respiración es áspera y
jadeante. Sus ojos nunca dejan los míos, él empuja y jala cada vez más fuerte, más
rápido, y siento mis piernas apretar alrededor de él, cuando otro orgasmo se
aproxima.

—Vamos, bebé, córrete para mí —susurra contra mis labios, y sus palabras son mi
perdición.

—¡Oh, Dios, Nate! —Tiemblo alrededor de él, ordeñando su pene y las increíbles
bolas de plata en mi coño, y en seguida él me muerde el labio inferior, su cadera se
frota contra la mía, sosteniendo mi trasero con tanta fuerza que debe estar algo
magullado, cuando explota dentro mío.

Me sostiene contra la pared por un largo minuto, los dos faltos de aire, mirándonos
el uno al otro. Paso mis dedos por su cabello y él coloca sus labios suavemente
sobre los míos, besándome dulcemente.

—Eres tan dulce —murmura—. ¿Eres mía, lo entiendes? No importa lo que pase.
Eres. Mía. —Sus ojos y su voz salvaje con la emoción, y siento las lágrimas
quemando en mis ojos.

Sí —susurro—. Soy tuya, Nate.

¿De dónde vino esto?

Él se estremece una vez más y se desliza fuera de mí, bajándome suavemente, hasta
que mis pies están en el suelo. Sostiene mi cara en sus manos y pasa la nariz por
ella, antes de besarme castamente y alejarse, cerrando el agua, llevándome fuera,
para secarme.
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—¿En el nombre de Dios, qué es esta música? —pregunta con una mueca. Fergie
está cantando Glamorous.

—Hey, yo amo esa canción. —Le pego en el trasero, mientras paso al lado de él
para buscar la ropa en mi maleta.

—Tu gusto musical es una mierda, bebé. —Él se pone una camiseta negra por
encima de la cabeza, y después unos jeans desgarrados. Sin ropa interior.

—Me gusta escuchar canciones alegres cuando cocino. —Explico calmadamente.

—El rock es alegre. —Él coloca las manos en su cadera, mientras saco de mi maleta
un jean y una blusa azul…

—Esto también —encojo los hombros y paso por él hasta el baño, para secar mi
cabello y amarrarlo en una cola de caballo.

—¿Por qué me estas mirando? —pregunto.

—Me gusta mirarte —responde, inclinándose contra la moldura de la puerta con


los brazos cruzados sobre el pecho.

—¿Terminaste de trabajar? —pregunto.

—No, todavía tengo que hacer algunas llamadas.

—¿Necesitas ayuda? —Me siento culpable. Estoy segura que hay alguna cosa que
pueda hacer para ayudarlo. Él es mi jefe, por el amor de Dios.

—No, yo lo resuelvo. Tengo algunas cosas para ti en el trabajo mañana.

—Ok. —Feliz con mi cabello, me volteo y me inclino contra el espejo para


mirarlo—. ¿Es extraño para ti?

Arruga la frente, perplejo.

—¿Qué es extraño?
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—Nosotros, trabajando juntos, prácticamente viviendo juntos. —Mierda. Ahora va a
pensar que quiero vivir con él—. Quiero decir, nosotros realmente no vivimos juntos,
pero estamos juntos todo el tiempo.

—El trabajo no es extraño para mí. Solo nos encontramos algunas veces durante el
día. —Se aleja de la puerta y camina en mi dirección, colocando las manos sobre
mi cadera, sus ojos en el mismo nivel que los míos—. Quiero quedarme contigo,
tanto como es posible, fuera del trabajo. ¿Eso es extraño para ti?

—No sé. —Encojo los hombros y miro su pecho, pero él captura mi barbilla con los
dedos y me hace encontrar su mirada.

—Mírame, y se honesta. No quiero que estés incomoda, Julianne. No sobre


nosotros.

—No estoy incomoda. No estaría aquí si no quisiera quedarme. Hay momentos en


el trabajo, que son extraños. No voy a negar eso. —Paso mis manos por sus brazos
fuertes y subo hasta sus hombros, para descansar en su pecho musculoso—. Eres mi
jefe. Si decides terminar con esto, también puedes terminar con mi carrera. Y es un
lugar precioso para mí.

Arruga la frente, los ojos serios.

—Sé que tienes que confiar en mí, Julianne. Tengo que confiar en ti también. Esto
funciona para los dos lados, lo sabes.

Eso no se me había ocurrido. Si yo escogiese acabar con eso, o si fuese una de esas
mujeres amargadas y despreciadas, podría arruinar su carrera en un abrir y cerrar
de ojos. No que yo fuese a hacer eso algún día. No es mi estilo.

La confianza es de ambos lados, de igual forma.

Acaricio su rostro con la punta de los dedos y él cierra los ojos por un instante,
entonces me mira nuevamente con aquellos bellos ojos grises.

Si, confío en él.


Página 149
—No te preocupes —susurra—. No estaba bromeando cuando dije que eras mía. Te
voy a proteger con todo lo que tengo, bebé.

—Ídem —susurro y veo sus ojos abiertos de sorpresa. Me acerca a su cuerpo,


envolviendo los brazos alrededor de mí, presionando mi cabeza en su pecho, y yo
me siento amada. Esto no es solo sexual, me siento valorizada.

Finalmente, me alejo y le sonrío, queriendo aliviar el ambiente.

—No quiero quemar el pollo. Perdimos suficiente comida esta semana. Ve a


trabajar y yo voy a terminar la cena.

—Ok. —Besa mi nariz y los dos salimos del cuarto.

*****

—No voy a quedarme en el despacho esta semana. —Nate camina por la cocina, su
rostro tenso con la frustración.

—¿Qué paso? —pregunto, mientras arreglo los platos de nuestra cena.

—Tengo que ir a Nueva York. Parker cree que necesito presentar este negocio
personalmente. —Se junta conmigo en la mesa, sus manos cerradas en puños.

—Probablemente está en lo cierto —respondo. Parker es uno de los socios en la


sede de Nueva York, y sabe lo que hace. El negocio que estamos trabajando en las
últimas dos semanas es un asunto delicado.

—No quiero hacer ese viaje. —Lo miro, y está arrugando la frente para su plato.

—Hey —llevo mi mano hasta la suya, y aprieto sus dedos—. Eso es parte del
trabajo. No podrías tener una novia que entienda mejor eso, Nate. Sé que es parte
de nuestro trabajo.

—No puedo llevarte conmigo. No necesito tu ayuda para el trabajo, eso levantaría
sospechas.

—Lo sé. —Encojo los hombros y continúo comiendo, orgullosa de mi misma al


Página 150
mantener una expresión calma en el rostro—. ¿Cuándo regresas?

—El jueves. Voy a viajar mañana por la mañana.

—Está bien. ¿Necesitas un aventón para el aeropuerto?

—Gracias. —Dios, él esta tan serio hoy.

—No te preocupes. —Lo pateo en broma por debajo de la mesa—. Voy a estar
aquí, cuando llegues a casa.
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Traducido por Edel

Corregido por Leluli

D
escubrí que el trabajo es más fácil sin Nate por aquí. Estoy apenas en la
mitad del día de trabajo y ya estoy más cómoda. No tengo que
preocuparme con que alguien se dé cuenta de la diferencia entre
nosotros, una mirada o una sonrisa. Le agradezco a Dios que nadie
puede leer mi mente, porque si no estaría siendo acompañada hasta la calle, con
todas mis cosas en una caja, en un abrir y cerrar de ojos.

Nate me envió una lista de cosas para hacer y devolverle de regreso por email y fax
para su presentación en Nueva York mañana. Va a estar en las oficinas de Nueva
York preparándose para la reunión durante todo el día.

Estaba realmente muy bonito esta mañana cuando lo deje en el aeropuerto. Eso me
dejo un poco tonta, que no quiera dejarme y que me va a extrañar.

También lo voy a extrañar.

Dormir sola en las próximas noches va a ser terrible. Tuve suerte con Nate, no
ronca o se agarra toda la cama, es tan lindo dormir abrazada.

¿Quién lo habría imaginado?

Pero en la oficina, me siento relajada con él fuera. Termino de escribir un email


muy seco y profesional a mi lindo hombre, con las solicitudes concluidas que me
envió esta mañana, con la expectativa de recibir un email de regreso con revisiones
y pedidos.

Mientras tanto, tomo mi iPhone y le envió un mensaje sexy, nada profesional.


Página 152
*Hey, bonito. ¿Llegaste bien? Adoraría jugar contigo en el baño del avión.

Regreso mi atención al documento que estoy trabajando para él, cuando mi


teléfono suena en respuesta.

*Llegue bien, bebé. Quería que estuvieras aquí. Vamos a hacer un viaje pronto. Te lo
prometo.

Me gusta cómo suena eso.

*Tenemos una cita. Cuídate, hablamos en la noche. Besos.

Su respuesta es un simple:

*Besos.

¿Desde cuándo soy tan dependiente? Ya me hace falta.

Hay un golpe en mi puerta y Carly Lennox entra en mi oficina, dejando la puerta


abierta detrás de ella, gracias a Dios. Esta vestida con un traje negro, una falda muy
corta y una camisa blanca, con el botón abierto muy abajo para mi gusto. Esto es
un escritorio, no un club.

—Hola, Jules.

—Carly. ¿Qué puedo hacer por ti?

¿Qué mierda querrá esta puta?

—Bien, quería pedirte ayuda con una cuenta hoy. Estoy tratando de terminar mi
trabajo temprano, porque no quiero trabajar hasta tarde. Tengo una cita, y pensé,
que nosotras, como chicas, tenemos que estar unidas. —Sonríe dulcemente, mas sus
ojos son afilados.

No confío en esta mujer, pero estoy curiosa por saber cuál es su juego. Ella me odia.
Entonces decido entrar en su juego.

—¿Tienes una cita? Qué bueno. ¿Alguien que yo conozca? —Coloco una sonrisa en
Página 153
mi rostro, una que utilizo cuando las personas me conocen de la revista: audaz y
completamente falso.

—Bien, no le digas a nadie. —Ella baja voz para un susurro y se inclina para abajo,
como si fuéramos viejas amigas compartiendo un secreto—. Estoy viendo a Nate.
Me va a llevar a cenar y bailar esta noche.

Quiero reír. Realmente lo necesito. Tengo que ganar un premio por mi desempeño,
arrugando la frente con falsa preocupación.

—Oh, Carly, se debió olvidar de avisarte esta mañana. Él está en Nueva York por
trabajo. Va a estar fuera por un tiempo.

Soy deliberadamente vaga con la línea del tiempo, interesada en su reacción.

No me decepciona.

Ella se sonroja, mientras su sonrisa desaparece por apenas un segundo, mientras


procesa la información, entonces su sonrisa falsa está de regreso.

—Oh, no vi mis mensajes esta mañana. —Un sonido de mensajes suena en su


teléfono dentro del bolsillo de la chaqueta, ella lo saca para verificar el mensaje de
texto—. ¡Oh, llego su mensaje! Aquí está su pedido para que lo encuentre en Nueva
York. Creo que me voy a tener que unir a él. —Sonríe dulcemente—. ¡Hasta luego!

Ella se despide y sale de mi oficina, y yo estoy muda. ¿Carly está yendo para Nueva
York? Ella ni es parte de su equipo. Si él necesita de ayuda, yo debo ser la única en
ir.

¿Sera que le mandó el mensaje a ella porque sabe que tengo que estar aquí, en el
caso de que Natalie entre en trabajo de parto?

¿Y qué diablos está pasando con Carly para querer que yo sepa que está saliendo
con Nate? No hay ninguna manera que ella pueda saber que nos hemos estado
viendo todos los días, desde hace una semana y media. Ella conoce la política de no
confraternización de aquí, eso es repetido arduamente en la orientación. ¿Porque
me lo contaría, a la única persona que odia aquí adentro, que está saliendo con un
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compañero de trabajo, cuando sabe que podría hacer que la despidan con esa
información?

O ella es realmente estúpida, y yo sé que no lo es, o está preparándome alguna


cosa.

Busco el teléfono de la oficina para llamar a Nate y preguntarle sobre Carly, cuando
mi iPhone comienza a sonar en la mesa. Veo el nombre de Luke en la pantalla.

—Hola, Luke.

—¡La bolsa de agua de mi mujer se rompió! —grita en el teléfono.

¡OH.DIOS.MIO!

—¿Quieres decir que tu mujer rompió aguas?

—¡Fue eso lo que dije, Jules! ¡Su bolsa se rompió! —Él está frenético. Pobre, pobre
Luke. Tomo mi cartera de la mesa y cierro la gaveta, recojo mi chaqueta y recorro
el camino fuera de la oficina. Voy a llamar a la Sra. Glover desde el auto.

—Estoy a camino. Yo los encuentro en el hospital.

—Está bien. Ok. ¿Estás bien, querida? —puedo escuchar la respuesta calma de
Natalie en el fondo.

—Yo estoy bien. Cálmate.

—Estoy calmo. Estoy calmo.

Cristo, él continua repitiendo todo. Él no está calmo.

—Luke —hablo con la voz más suave que consigo—. Ella está bien. Y yo voy a
encontrarlos en el hospital.

Respira profundo, y su voz es normal cuando responde: —

Ok, estamos en camino.


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Termino la llamada, tomo mi chaqueta, la cartera, el teléfono y mi carpeta y voy
directo al ascensor. Una vez en el auto, me doy cuando que no envié el último
documento a Nate, y me olvidé de apagar el computador. Llamo a la Sra. Glover,
pero cae la contestadora.

—Sra. Glover, es Jules. Tuve que salir rápidamente debido a una emergencia
familiar, pero me olvidé de enviar el documento a Nate por email y él lo solicitó
esta mañana. ¿Podría por favor enviarle el email desde mi computador, y después
apagarlo y enviarme un mensaje cuando lo haga? Se lo agradecería.

Termino el mensaje, y lanzo el teléfono en la cartera, concentrándome en ayudar a


mi mejor amiga.

*****

—Solo respira. —Estoy del lado de Natalie, que está sosteniendo mi mano con una
fuerza que no sabía que tenía. ¿Jesús, ella trabaja en la construcción o algo así?

Ella aprieta la mano en mi muñeca.

—Respira, querida —digo.

Ella tiembla, mientras respira con dolor. Las contracciones están llegando más y
más rápido, finalmente. Estamos aquí hace unas siete horas, y su trabajo de parto se
detuvo después de dos horas.

Luke está en sala de espera, actualizando a nuestros padres y hermanos sobre el


estado de Natalie.

—Ok, el dolor ya pasó —susurra y toma una respiración profunda.

—Estas yendo muy bien —digo de la manera más tranquila que consigo. Me estoy
muriendo de miedo.

—Esta mierda duele, Jules. No hagas esto contigo. En serio.

—Va a valer la pena cuando Olivia este aquí. —Peino su cabello oscuro, limpiando
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su frente con un paño húmedo frio. Su bello rostro se transforma con una gran
sonrisa, al mencionar el nombre de su hija.

—Vamos a resistir, hasta que ella llegue. —Las dos volteamos la cabeza en
dirección al monitor que está controlando las contracciones de Nat. La línea
comienza a subir nuevamente y Natalie aprieta mi mano de nuevo y comienza a
respirar.

—Oh, Jesús, Jules.

—Respira, querida. —Comienzo a respirar con ella y ella ríe.

—Vas a hiperventilar.

—No, yo no. Respira conmigo.

¿Dónde diablos esta Luke?

—Hola, Sra. Williams. Soy Ashlynn, la enfermera nocturna. Y la voy a cuidar esta
noche. ¿Vamos a ver cómo va todo, ok?

La contracción de Natalie disminuye, y ella sonríe a la bonita enfermera.

—Ok.

Ashlynn coloca su mano en un guante, entonces mete la mano en la vagina de


Natalie. ¡Jesús!

—Generalmente antes preciso que alguien me pague la cena para que pueda hacer
eso conmigo —comento, tratando de mantener a Natalie relajada.

Ella sonríe para mí.

—¿Cierto?

—Bien, estas cerca de siete centímetros de dilatación, si continuas en ese ritmo, no


debe tardar mucho. Creo que estas pronta para la epidural. —Ashlynn sonríe y da
una golpecito en la pierna de Nat—. Voy a informarle a la doctora, y llamar a un
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anestesiólogo.

—Gracias a Dios. —Natalie inclina la cabeza para atrás en la cama—. Finalmente


voy a recibir la maldita droga. Lo siento mucho, Jules, sé que dije que quería un
parto natural, pero no puedo.

—Querida, debes saber qué es lo mejor para ti. Esas contracciones son muy fuertes,
y mi mano no va a sobrevivir si vienen más de ellas. ¿Qué piensa Luke sobre esto?

—Él dijo que tomara las drogas, si las necesitaba.

—Suena como un plan para mí. —Limpio mi frente con una toalla nuevamente,
cuando un hombre con un delantal blanco entra por la puerta.

—Escuché decir que esta pronta para algunos medicamentos, Sra. Williams. —Es
un hombre viejo, con ojos bondadosos. Y aguja en mano.

—Este es el momento en que debo irme —hablo rápidamente, pero Natalie me jala
de vuelta para abajo.

—¡No me puedes dejar aquí sola!

—Hum, Nat, él tiene agujas. Voy a buscar a Luke.

—Esto va a llevar un minuto —dice el médico, y Natalie me está mirando, con sus
ojos verdes suplicantes.

Oh, Dios mío.

Ok. Yo puedo hacer esto. Por Natalie, puedo hacer esto.

—Siéntese al borde de la cama, Sra. Williams, y abrace la almohada, curvando la


espalda para mí.

Natalie hace lo instruido, me arrodillo delante de ella, las agujas en mi visión


derecha, froto mis manos para encima y abajo en sus piernas desnudas.

—Gracias —susurra, sus ojos asustados.


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—No hay problema. —Encojo mis hombros como si no fuese gran cosa, y tomo
una respiración profunda.

Aquel medico hijo de puta tiene agujas, y está a punto de colocarlas en su columna. Me voy a
desmayar.

Natalie se encoge, cuando, supongo, el médico empuja la enorme y gigantesca


aguja en su carne, y luego después que termina.

—Listo —dice y guarda sus herramientas de tortura—. Acuéstate. Va a hacer efecto


en breve, y no serás capaz de sentir cualquier cosa de la cintura para abajo.

—Gracias.

Ella es la mujer embarazada más educada que vi.

La ayudo a acostarse, y Luke entra por la puerta.

—Hey, ¿quién era ese hombre? —pregunta y se sienta al lado de Natalie, su mano
descansando en su barriga.

—El anestesiólogo. Tuve que tomar las drogas, bebé. Lo siento.

—Deja de disculparte. Nosotros hablamos sobre esto. —Besa su frente, y después


sus labios.

—¿Cómo están todos afuera? —pregunto.

—Esta animados y nerviosos. Habría regresado antes, pero Isaac y Stacy llegaron, y
después el resto de tus hermanos y Sam y Mark todos querían escuchar las últimas
informaciones de mí directamente, entonces me quede en el teléfono con ellos por
un tiempo. —Observa el monitor calculando la próxima contracción. La aguja
comienza a subir de nuevo, mas Natalie ni siquiera pestañea.

—¿Ya no duele? —pregunto.

—Siento un poco de presión, pero no, el dolor ya se fue.


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—Bueno —sonrío a los dos, y me doy cuenta que no he visto mi teléfono en todo el
día. Lo saco de mi cartera y lo enciendo, arrugando la frente cuando veo ocho
llamadas perdidas y cinco mensajes de texto.

Verifico primero los mensajes. La primera es de la Sra. Glover.

*El email fue enviado. Espero que su familia este bien.

Suelto un suspiro de alivio, sabiendo que Nate tiene a tempo los documentos que
necesita, enseguida, veo los mensajes de él.

*Hey bebé, interrumpo el almuerzo para hablar contigo, ¿tienes un minuto para
conversar?

*Voy para la reunión ahora, no estaré disponible por el resto de la tarde.

*¿Estás bien?

*Por favor, llámame.

Mierda. Está preocupado. Ni siquiera pensé en llamarlo desde que recibí la llamada
sobre Natalie. Debería haberlo llamado. Verifico mi correo de voz.

*Estoy preocupado. Jenny dice que saliste corriendo del escritorio esta mañana por causa
de una emergencia familia, y no hablo más contigo. No consigo hablar contigo por el
celular o el teléfono de casa. Por favor, serias tan amable de llamarme para saber que
estas bien. No puedo hacer las maletas e ir para casa esta noche para ver si está todo bien
contigo. Llámame.

Termina el mensaje y miro mi teléfono. No me gusto su tono de voz.

—Hey, voy a encontrar un lugar tranquilo y llamar rápidamente a Nate. Ha tratado


de hablar conmigo en todo el día. No tengas a ese bebé sin mí. Regreso bien rápido.
—Le doy un beso en la mejilla a Natalie y camino por el pasillo hasta una pequeña
sala de espera vacía. Nuestra familia debe estar en la mayor, cerca de la entrada del
hospital.
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Busco el nombre de Nate y presiono el botón para llamar.

—Julianne. —Él parece aliviado y molesto al mismo tiempo.

—¿Hey, puedes hablar?

—Sí, estoy en el hotel. ¿Dónde diablos estabas?

—No me grites. Estoy en el hospital.

—¿Qué está mal? ¿Estás lastimada? —su voz de repente está en pánico y me siento
una mierda.

—No —respondo, mi voz calma ahora—. Natalie entró en trabajo de parto, Nate.
Disculpa, que no te llame. Recibí la llamada esta mañana en la oficina, después que
te envié un mensaje, y corrí para aquí para ayudarlos, y estoy aquí desde temprano.
Está siendo un día largo. Nada del bebe todavía.

—¿Ella está bien? —pregunta.

—Sí, ella está yendo bien. Luke también, sorprendentemente. Ella no debe demorar
mucho más.

—Deberías haberme llamado. —Su voz es fría de nuevo, y estoy cansada, y no


necesito eso ahora.

—Ya me disculpé.

—Estaba preocupado. Además de eso, ¿qué diablos paso con el documento que
pedí que me enviaras?

—¿De qué estás hablando? Yo lo terminé y le pedí a Jenny si podía enviártelo,


porque me olvide de hacerlo antes de salir corriendo por la oficina. Ella me envió
un mensaje y dice que estaba hecho.

¿Qué infierno paso con mi documento?

—Lo recibí, pero estaba mal hecho. Eso no es típico en ti.


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—Ese documento estaba perfecto, Nate. No sé de qué diablos estás hablando. —
Paso mi mano por mi cabello, frustrada.

—Cuando estoy solo y dependo de ti, necesito que seas capaz de hacer tu trabajo en
la oficina, Julianne.

—No estás solo. Pídele a Carly corregir el maldito documento, Nate. Ella debe
recibir su salario, mientras este contigo.

Ahora estoy jodidamente molesta.

Hay silencio en otro extremo de la línea, y, finalmente, Nate responde con una voz
engañosamente tranquila:

—¿De qué estás hablando? Carly no está en Nueva York.

—Pero le enviaste un mensaje.

—¿Por qué haría eso? —Su voz esta aumentado y tomo una respiración profunda.

—Es evidentemente, un mal entendido —digo con toda la calma posible.

—Obviamente.

—Mira, Nate, lo siento mucho. Necesito regresar con Natalie. No tengo tiempo
para tu instinto protector y tus órdenes hoy.

—¿Eso es lo que piensas que estoy haciendo? —pregunta y me encojo con el dolor
en su voz.

—Eso es exactamente lo que estás haciendo.

—No, Julianne, no estoy siendo mandón o condescendiente. Me preocupo con la


mujer que me interesa, porque no conseguía encontrarla hoy.

Herí sus sentimientos.

—Nate. —Suspiro y froto mi frente. —¿Podemos conversar cuando llegues a casa?


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—¿Qué estás diciendo? —su voz esta calma.

—Necesito tratar con las cosas aquí ahora y tú necesitas concentrarte en tu reunión
allá. Voy para la oficina mañana, para ayudarte desde aquí, y voy a limpiar el
desastre de ese maldito documento, y lo voy a hacer lo más pronto posible.
Nosotros vamos a hablar sobre lo demás cuando llegues a casa. No tengo tiempo
para esas mierdas ahora.

—¿Eso es lo que nosotros estamos haciendo, Julianne? ¿Mierdas?

¡Joder! ¡No! ¡Entendió todo mal, necesito regresar con Natalie!

—Me tengo que ir.

—Si esa es la manera en que lo quieres, está bien, pero sé porque dijiste todo esto,
bebé, estas protegida por el teléfono, y yo estoy a cinco mil malditos kilómetros de
distancia y no puedo estar contigo ahora.

—Jesús, pareces un hombre de las cavernas, Nate.

—Envíame un mensaje más tarde, para avisarme como están las cosas por allí.
Hablamos mañana en la noche.

—¿Pensé que te ibas a quedar hasta el jueves?

—Cambie de idea. —Termina la llamada e inclino mi cabeza en la pared. No


debería haber sido tan ruda con él.

Regreso para el cuarto de Natalie y es un infierno.

—Solo estuve fuera por cinco minutos. ¿Qué diablos paso?

Los pies de Natalie están sobre el estribo, y el médico está sentando en un banquito,
entre sus piernas. Hay dos enfermeras agitadas caminando por el cuarto, y una
cuna de bebé, con una lámpara de calentamiento que fue llevada para el cuarto.

—Ella está a punto de tener al bebé —dice Luke, sus ojos desesperados con
preocupación y miedo.
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—Wow, esta epidural es milagrosa.

—Puta mierda, yo tengo que empujar. —Natalie se está moviéndose en la cama, y


si no fuese su mejor amiga, yo diría que ella está padeciendo de algo salido de una
película de terror.

—Ok, estamos listos, Natalie. Si te sientes pronta para empujar, hazlo.

—Está muy caliente aquí. —Ella jala la sabana de su cuerpo y la lanza en el suelo,
sin importarse en quedar desnuda en frente de todos.

Bien, ella está usando un sujetador negro, entonces apenas la mitad inferior esta
desnuda.

Miro para abajo, y siento mi barbilla caer. No es el hecho de que esté mostrando su
vagina, es lo que está encima que me hace parar.

—¡Jesús Cristo, Natalie, tienes un tatuaje en tu vagina!


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Traducido por DarkLover

Corregido por Leluli

—¡
3,059 Kg! —declara la enfermera Ashlynn orgullosamente a
pesar de que Olivia está llorando de rabia. Levanto la cámara de
Nat y tomo varias fotos, incluso capturando el peso, en el caso de
que alguien tuviese la audacia de olvidarlo.

Doy zoom en sus pies y en sus pequeños dedos y tomo más fotos, antes de que
envuelvan a Olivia en el cobertor del hospital.

Luke está a mi lado mirando a su hija de cabellos oscuros, con amor en sus ojos,
cuando el bebé nació y fue colocada en la barriga de Natalie, él y Natalie estaban
llorando mucho, y honestamente yo también.

—Gracias por dejarme participar del momento. —Sus ojos azueles se deslizan
sobre los míos y ella envuelve sus brazos alrededor de mis hombros, empujándome
hacia ella.

—Nosotros te amamos Jules, tenías que estar aquí.

Ah, bien. Eso me hizo llorar más.

—Dios, soy horrorosa llorando.

Luke se río de mí y agarra su pequeño paquete de la mano de la enfermera,


besando la pequeña cabeza de Olivia suavemente.

—Es tan linda —susurra él.

—¡Ey! ¿Puedo abrazarla? —pregunta Natalie desde la cama, ahora toda cubierta,
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gracias a Dios.

Yo nunca voy a tener hijos. Mi cuerpo no conseguiría hacer eso.

Luke atraviesa la sala y coloca el bebé en los brazos de Nat y besa sus labios. Él
acaricia la mejilla del bebé con el dedo y mira amorosamente los ojos de Nat.

—Gracias, cariño.

—Te amo —susurra Nat.

—Dios, yo también te amo.

Yo levanto la cámara y tomó más fotos, capturando el momento más bonito que
haya visto. Voy hasta la punta de la cama, aun tomando fotos de Luke y Nat que
miran hacia mí y sonríen mucho, con sonrisas un poco cansadas, orgullosos de lo
que hicieron.

—Ustedes son una linda familia —murmuro y Nat me mira feliz.

—Voy a hablar con nuestra familia y actualizarlos sobre el nacimiento. —Él besa a
Natalie apasionadamente, haciéndome voltear los ojos y besa a su hija en la mejilla,
acercándose a mí.

—Jules, ¿te vas a quedar?

—Sí, me voy a quedar con nuestras chicas hasta que vuelvas, entonces me voy para
darte un tiempo a solas con ellas.

—Gracias. —Él camina en mi dirección y me abraza fuerte, Luke es un chico


afectuoso, pero esto es diferente. Especial—. Gracias, dulce niña —susurra en mi
oído y enseguida sale para hablar con nuestras familias.

Bien, esto me hace bien.

—¡Ey! —Voy hasta el lado de la cama y tomo más fotos de Natalie y Olivia,
enseguida coloco la cámara a un lado y me siento al lado de la cama.
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—Lo lograste, amiga. Felicitaciones.

—Gracias tú también. Gracias por recordarle a Luke que respirara, antes que se
desmayara.

Nos reímos y sé que este es un momento que nunca voy a olvidar.

—Es para eso que yo estoy aquí. —Coloco un mechón de cabello detrás de la oreja
de Nat y sonrió para el bebé.

—Ella es tan bonita, Nat, quiero decir, no tan bonita como los papás babosos creen,
pero absolutamente linda.

—También pienso así, ahora soy mamá Jules.

—Y yo soy tía nuevamente, oh Dios mío, eso es tan bueno. —Nos sonreímos
estúpidamente la una a la otra.

—Ok, entonces, ¿cuándo te hiciste aquel tatuaje en tu florecita?

Ella encoje los hombros y ajusta el cobertor alrededor de Olivia.

—Hace dos años, y no es mi florecita, que yo sepa no es una definición medica


oficial para esa parte de mi anatomía.

—¿Me quieres decir lo que dice?

—No.

—¿Nunca me vas a decir lo que cualquiera de ellos significa?

—Probablemente.

—Todo bien —ya hablamos suficiente del tatuaje—. ¿Puedo abrazarle por un
minuto antes de irme?

—¡Claro, ten! —Ella me entrega el pequeño capullo y se desliza más en la cama


para que podamos quedar juntas.
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—¿Cómo te sientes? —pregunto.

—Cansada, pero el medicamento hace mucha diferencia, estoy ansiosa por


recuperar mi cuerpo.

—No tuviste ninguna estría, puta.

Sonríe satisfecha.

—Mucho aceite de Karité y yoga, acuérdate de eso.

—Yo no voy a tener bebés. —Niego firmemente—. De ninguna manera.

—Cierto, lo dice la mujer que está acurrucando a una bebé.

—Puedo acurrucar bebés, pero ellos no tienen que venir de mi cuerpo. —Niego y
sonrío cuando Olivia hace un movimiento de succión con los labios—. Debe tener
hambre.

—Yo tengo hambre —responde Nat—. ¿Puedes llamar a la enfermera? Quiero


papas con carne en salsa. Ahora.

—Muy buen pedido para conseguir tu cuerpo de vuelta. —Sonrío y aprieto el botón
para llamar a la enfermera.

—No seas boba, acabo de salir de un parto, puedo pedir lo que yo quiera.

******

Luke regresa con nuestros padres, mientras los hermanos aún están esperando en la
sala de espera para una vista rápida y yo decido que es un buen momento para huir.
Sé que mi mamá va a garantizar que todos se queden el menor tiempo posible para
que Luke y Nat consigan disfrutar algún tiempo a solas con su hija y así Nat pueda
descansar. Voy hasta la pequeña sala vacía que encontré para Nat más temprano, y
de repente me inunda la emoción, no puedo parar las lágrimas que caen por mi
rostro y estoy llorando tanto que mis rodillas flaquean, me desplomo sobre una silla
y mantengo mis manos en el rostro, mis codos sobre mis rodillas y dejo salir el flujo
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de lágrimas.

—¡Ey, que hay de malo frijol! —Suspiro y miro hacia arriba y veo a mi hermano
Matt en la puerta. Él me llamaba frijol cuando éramos niños.

No puedo hablar con él, ver su rostro calmado me hace llorar más y antes que me
diera cuenta, estaba arrodillado delante de mí, empujándome para un gran abrazo,
acariciando mi espalda.

—Todo está bien. Llora.

No soy de llorar, pero parece que eso es todo lo que he hecho en los últimos días.
No sé qué hacer con todas esas nuevas emociones que me atraviesan. Finalmente,
las lágrimas paran y Matt me entrega una caja de servilletas que estaban en una
mesa.

—¿Qué fue eso? —me pregunta tan pronto como limpio mi nariz, él se sienta en la
silla a mi lado.

—Me quede muy preocupada con Natalie y el bebé durante todo el día, estoy
exhausta, tuve una pésima conversación con Nate por teléfono, amo mucho al bebé
y odio llorar.

Matt ríe y acaricia mi espalda de nuevo.

—Ey, todo está bien, tener bebés es agotador, aun para quienes ayudan. Nat y
Olivia están bien, Nate va a superar eso y tú necesitas dormir.

—Sí, tienes razón. —Me repongo y miro hacia mi bello hermano. De todos
nosotros él es único con cabello oscuro, pero es tan alto como los demás y así como
ellos es muy fuerte. Es un policía de Seattle, y jode pero de una forma calmada y
controlada, él no es temperamental como Caleb ni tiene la arrogancia de Will. Es
tranquilo, pero te jode si es necesario.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto.

—Estoy yendo a ver al bebé y a felicitar a Nat y Luke. Y enseguida voy al trabajo.
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—¿Trabajas en el turno de la noche? —pregunto.

—Sí, tome algunos turnos extras. —Él se levanta y me ayuda a quedar de pie.

—¿Te estás sintiendo mejor?

—Estoy bien ahora, gracias, voy a casa a dormir y a intentar mejorar este humor
extraño.

—Todo bien, conduce con cuidado, frijol.

—Tú también. —Beso su mejilla y regreso a casa.

*****

Mi cama esta deliciosa, y vacía. Me arreglo lista para dormir temprano y agarro mi
teléfono.

¿Debo llamar a Nate y pedir disculpas por haber sido una imbécil, o envío un
mensaje y hablo con él mañana?

Escojo enviar un mensaje, voy a pensar en una buena manera de pedir disculpas
personalmente cuando lo vea.

*Estoy en casa, el bebé y la mamá están saludables.

Me acuesto y comienzo a relajarme cuando suena un mensaje nuevo en el teléfono.

*Ok.

¿Ok? ¿Solo eso? Arrugo la frente. Este no es el Nate que conozco y del que me
enamore, pero pensando directamente la forma como lo traté, no lo culpo. Al final
de cuentas él solo estaba preocupado por mí. Decido llamarlo para pedirle
disculpas, él responde en el segundo repique.

—Hola, Julianne. —No me gusta el tono frio de su voz.

—Hola —murmuro.
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—Hola.

—Nate, siento mucho lo que aconteció más temprano, realmente lo siento.

Lo oigo suspirar y me siento aún más culpable, sabiendo lo mucho que se estresó
hoy en el trabajo, sé que lo deje aún más preocupado y aunque herí sus
sentimientos, yo lo amo y no quiero lastimarlo.

—Creo que necesitamos discutir mañana en la noche algunas cosas.

Mis disculpas no fueron aceptadas.

—Está bien —susurro y lo oigo suspirar de nuevo—. Te extraño.

—¿Me extrañas?

Dios, realmente me equivoque.

—Sí.

Silencio.

—Por favor dime algo.

—¿Qué quieres que te diga? —pregunto él.

—No sé. —Siento las lágrimas amenazando con caer de nuevo. Intento
mantenerlas lejos de mi voz—. Solo quiero que no estés molesto conmigo.

—No estoy molesto, estoy decepcionado y dolido, Julianne es la segunda vez que
hieres mis sentimientos.

—No quería herirte, Nate. Hoy fue difícil y no sabía cómo lidiar con eso.

—Como te dije, tenemos algunas cosas que conversar mañana, prefiero no hablar
por teléfono. Necesito ver tu rostro.

—¿Por qué?
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—Porque eres muy buena intentando esconder lo que estas sintiendo, atrás de una
postura agresiva, pero tus ojos no mienten.

Puta Mierda.

—No estoy mintiéndote, Nate. Te extraño y siento mucho haber sido una puta hoy.

—Nunca más te digas puta de nuevo.

¡Jesús, no consigo decir nada bueno!

—Voy a cortar, esto no nos está llevando a ningún lugar. ¿Necesitas un aventón del
aeropuerto mañana en la noche?

—No

—¿Vas a venir hasta mi casa?

—No, ven después del trabajo a mi casa.

—No tengo la llave.

—Si tienes.

¿Ah?

—¿Tengo?

—Sí, verifica en tu llavero, la coloqué el último fin de semana —su voz es más
suave ahora que estoy shockeada.

—Oh.

—Te veo mañana en la noche.

—Buenas noches.

—Buenas noches, Julianne.


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Traducido por DarkLover

Corregido por Leluli

E
ste día está siendo un infierno, llegue atrasada al trabajo porque no pude
dormir y me desperté asustada con la alarma. La Sra. Glover no estaba
feliz al verme en la mañana, pero cuando le explique lo que sucedió y le
mostré las fotos del bebé en mi celular, se calmó un poco y dijo que
entendía.

Gracias a Dios.

No es que ella sea mi jefe, pero no la quiero como mi enemiga. Nate se ha


comunicado conmigo todo el día, enviando e-mails solicitando documentos o
búsquedas a ser hechas, pero nada personal.

Así que llegue a mi escritorio esta mañana, abrí el documento que le pedí a Jenny
enviase a Nate por e-mail ayer, y quede sorprendida al ver que tenía razón. Estaba
mal hecho y lleno de errores. No fue la versión que yo terminé para enviar, así que
anexo el e-mail con la versión correcta y se lo envío.

No sé qué diablos sucedió, pero espero que el trabajo extra que hice esta mañana
ayude a arreglar el problemón.

Me siento mal por haberle hecho creer a Nate que nuestra relación no es importante
para mí. Está claro que lo es, pero hay momentos en que él es tan...mandón. Yo sé
que él es un hombre fuerte, inteligente y que quiere protegerme y cuidar de mí, pero
yo siempre fui tan ferozmente independiente, que a veces olvido que ya no es más
“yo” sino “nosotros”

Necesito hacer las paces con él. ¿Pero cómo?


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Estoy pensando en eso cuando llega otro e-mail de Nate.

Miércoles 15 de mayo; 2013 14:28

De: Nathan McKenna

Para: Julianne Montgomery

Asunto: Saliendo

Julianne, estoy listo para embarcar en el avión de vuelta a Seattle. Después de terminar los
informes que pedí que fueran enviados por e-mail más temprano, estas libre para irte.

Nate.

Es aun tan frio conmigo, aunque yo sé que en un mail del trabajo él no tiene otra
opción, pero pudo haberme enviado un mensaje por el móvil con algo más personal
y el hecho de que no haya hecho eso, me deja muy nerviosa.

¿La he jodido tanto ayer, que va a terminar todo conmigo?

Miércoles 15 de mayo; 2013 14:35

De: Julianne Montgomery

Para: Nathan McKenna

Asunto: Re: Saliendo

Nate,

—Que tenga un retorno seguro, le veo mañana en la oficina.

Julianne.
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Pero él no va a escapar de esa tan fácil, agarro mi celular y le envió un mensaje.

*Por favor, vente con cuidado, estoy emocionada por verte esta noche.

No hay ninguna respuesta

Mierda.

******

Llego a la casa de Nate más tarde de lo que realmente pretendía. Tuve que parar en
el hospital para ver a Natalie, a Luke y a Olivia, y no pude ir con las manos vacías,
entonces paré a comprar un regalo en el camino. Terminé llegando allá con una
jirafa enorme y súper suave y un body con un pequeño corazón rosado en el pecho
que decía: “Nací, Buen trabajo mami.”

No tengo idea si Nate ya llegó a casa porque no oí ni pio de él. Creo que eso lo voy
a saber solo cuando llegue allá.

Estaciono en mi lugar habitual, dejando mi maleta en el auto, en tal caso que no sea
bienvenida esta noche para quedarme aquí, entro al elevador del sótano y tan
pronto como sube, lo mismo pasa con mi nivel de ansiedad.

En base con las cosas que acontecieron en las últimas veinticuatro horas, estoy
inclinada a creer que las cosas pueden realmente haberse acabado entre nosotros,
este pensamiento me duele como nunca antes dolió.

Llego hasta la puerta y coloco mi nueva y brillante nueva en la cerradura. Entro en


el apartamento de Nate y puedo sentir inmediatamente que estoy sola. Él aún no
está en casa.

Adentro está frio, entonces enciendo el radiador para calentar el lugar y enciendo
algunas lámparas en la sala y la luz del fogón de la cocina.

¿Será que debo cocinar para él? Me pregunto si comió, estoy de pie en el medio de
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la cocina pensando lo que debo hacer cuando la puerta se abre y él camina hacia
dentro empujando su pequeña maleta negra atrás de él. Él está usando un traje
oscuro y corbata, su cabello esta peinado para atrás.

Él todavía está en modo ejecutivo.

—Regresé —murmura y camina por la sala en dirección a su cuarto sin darme una
segunda mirada.

Tal vez debería sacarlo de esta situación desagradable yendo ahora mismo. Sé que
él está molesto y no estaba esperando la escena de un filme, donde corremos en
dirección al otro en cámara lenta y nos besamos desesperadamente. Nos vimos ayer
en la mañana por el amor de Dios, pero yo estaba esperando algo un poco más
ardiente que esto.

Mis tacones hacen eco sobre la madera, mientras voy al sofá y tomo mi cartera y
chaqueta y después camino hasta la puerta del frente, mi mano está sobre el
picaporte cuando oigo su dura voz haciendo eco por toda la sala.

—Si pasas por esa puerta, que Dios me ayude, Julianne, voy amarrarte en mi cama.

Bajo la cabeza y suspiro. Estoy tan confusa. ¿Él quiere que me quede?

—Mírame. —Esto no es una solicitud.

Me volteo y lo encaro. Él cambio su ropa y ahora está con una camiseta gris suave,
jean negro y su cabello esta suelto. Se quitó su ropa profesional y es apenas un
hombre delante de mí.

Un hombre muy enojado.

—¿Para donde ibas? —pregunta y cruza los brazos sobre su pecho.

—A mi casa.

—¿Por qué?

—No pareces muy feliz de verme —estoy orgullosa de mantener mi voz firme a
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pesar de las lágrimas que me queman mis ojos.

Por amor de Dios, parezco una muchachita.

El arrepentimiento atraviesa sus ojos y pasa la mano por su cabello, no dice nada
por un largo momento, entiendo que eso significa que estoy en lo correcto, cierro
los ojos e inclino mi cabeza, preparándome para el adiós.

—Está bien, Nate. Entendí. Me voy. —Volteo hacia la puerta y antes de que sepa lo
que está pasando, Nate me voltea y aprieta mis hombros con sus manos grandes y
fuertes, teniéndome segura enfrente de él, su mirada feroz fija en mí, está jadeando,
muy, muy, enojado.

—No vas a huir de mí de nuevo.

—No me voy a quedar donde no me quieren.

—¿De qué estás hablando?

—Apenas tuve noticias tuyas la noche pasada, no quieres hablar conmigo, estas frio
y distante, no soy una idiota, Nate, se cuando alguien está terminando una relación.

Él chasquea los dientes y cierra los ojos, enseguida me mira con tal intensidad que
mis rodillas tiemblan.

—No sé cómo lidiar con lo que siento por ti. Estaba hecho un nudo ayer cuando no
podía encontrarte. Nadie en la oficina sabía dónde estabas y no me respondías,
cuando finalmente me llamas, me dices que soy un ridículo y que nuestra relación
es una porquería.

—Pero no fue eso lo que yo...

—Pero eso fue lo que dijiste —me interrumpe y me aprieta más—. Nadie nunca me
hiere Julianne, nadie. No me importa una mierda lo que la gente piense de mí. Eso
es lo que me hace luchar y me llevó a donde estoy en la vida. Y entonces entraste
en mi vida y me sorprendes. Estoy tan jodidamente atado a ti que no consigo ver lo
que es, y aun así vienes a decirme que soy un hombre de las cavernas por querer
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protegerte y que nuestra relación es una porquería.

Lagrimas están corriendo por mi rostro, ver la desesperación y la perdida en su


rostro, mi Dios, no tenía ni idea de que sus sentimientos por mi fueran tan fuertes,
que él siente por mí lo mismo que yo siento por él.

Nunca estuve tan aliviada y devastada al mismo tiempo. ¿Cómo voy a reparar esto?

—No sé cómo lidiar con esto tampoco, Nate. —Tomo su rostro en mis manos—.
Estaba tan segura que estabas terminando conmigo, que la mierda que hice fue tan
terrible que no tendría un chance ni siquiera de intentar arreglarlo. No quise decir
que nuestra relación era una porquería, realmente no. —Insisto en ello y miro sus
ojos impasibles, él me está observando, escuchando, así que continúo —. Todo
pasó tan rápido ayer. Estaba completamente atrapada y nunca estoy así. Tú viajaste,
Carly entro en mi sala para presumir que estaba teniendo relaciones sexuales
contigo y te iba a encontrar en Nueva York. —Nate, palidece pero yo sigo hablando
antes de que me interrumpa—. Y entonces me llama Luke enloquecido porque Nat
rompió fuentes, entonces salí y fui para el hospital olvidando todo lo demás. —
Respiro profundo y limpio con mis dedos las lágrimas que continúan cayendo por
mi rostro—. Cuando Natalie accedió a tomar los remedios, fui a revisar mi teléfono
y vi que estabas tratando de hablar conmigo y tenía tantas cosas en mi cabeza que
dije algo equivocado y me disculpo nuevamente.

—Jules, estoy seguro de que también podría tratar mejor con las cosas, así que... —
Él traga y me mira, escogiendo cuidadosamente sus palabras—. Odio el hecho de
tener esta necesidad primordial de protegerte. Nunca antes sentí esto con nadie, y
tú no me necesitas. Estoy orgulloso de que seas esta mujer independiente, segura e
inteligente, pero tú no me necesitas, y yo quiero cuidar de ti, más de lo que te
puedes imaginar.

Él libera mis hombros y pasa sus manos por mis brazos uniendo su mano con la
mía. Está equivocado, yo lo necesito.

Respiro profundo y me preparo para las palabras que estoy a punto de decir.
Aprieto sus dedos con los míos. Me doy cuenta que todavía estoy de pie en la
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puerta, no quiero romper ese momento sugiriendo ir a sentarnos, entonces miro en
sus ojos otra vez y limpio mi alma.

—Estaba tan equivocada —susurro. Él frunce el ceño y me mira preocupado de


nuevo—. Una vez me dijiste que si te hubiese prestado atención el año pasado,
hubiese visto que soy la única mujer en la que estas interesado. —Trago saliva y
miro a su pecho.

—Mírame —susurra y yo obedezco, viendo esperanza en sus hermosos ojos grises.

—Bueno, si realmente estuvieras prestándome atención, Nate, habrías visto que


estoy enamorada de ti mucho antes de cuando hicimos el amor en tu apartamento
por primera vez.

Sus ojos se abren con sorpresa y mi estómago se calma porque sé que esta es la más
pura verdad.

—Te necesito. Odio estar lejos de ti. Quería volver a casa ayer por la noche y decirte
todo sobre el bebé y lo que paso. Necesito tu fuerza, sí, soy fuerte, pero hay
momentos en que necesito que alguien me abrace, y no lo sabía hasta que te
encontré, hasta que hiciste que fuera sincera, lo que significa que encontré a mi
compañero.

—Julianne —su voz suena ronca por la emoción, inclina su frente contra la mía,
envolviendo sus brazos alrededor de mí y me abraza con fuerza—. Di eso de nuevo.

—¿Qué parte? —pregunto con una sonrisa.

—La parte buena—susurra.

—Te necesito.

—La otra parte buena.

Paso los dedos por su mejilla suavemente, paso mis labios ligeramente por los
suyos, aspirando su aliento.
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—Te amo.

—Oh, cariño, yo también te amo. —Nate me toma en sus brazos y me carga hasta
su cuarto, enciende la lámpara junto a la cama, colocándome suavemente de pie,
suelta mi cabello pasando sus dedos ligeramente sobre él—. Adoro como es de
suave tu cabello.

Toma mi sencillo vestido negro, dejando que se deslice por mis brazos y caiga al
suelo, mi sujetador y bragas siguen el mismo camino, él se retira disfrutando de la
vista.

—¿Te gusta lo que ves? —pregunto sonriendo.

—Dios, eres tan sexy.

Oh, solo de que hable así, tengo mis bragas todas mojadas, solo quiero lamerlo
entero.

—Te quiero desnudo, Nate. —Me acerco a él y le quito su camiseta por la cabeza.
Él levanta los brazos por lo que es más fácil para mí. Abro sus jeans y los deslizo
junto con sus bóxers hasta sus pies, y los aleja.

Nate me levanta y me coloca en la cama, besa mi estómago, mis pechos, mi vientre,


mientras se arrastra a través de mi cuerpo, hasta acurrucar su polla gruesa y grande
contra mi núcleo. Paso mis manos por su espalda hasta su polla y me da una
mirada ardiente.

Me besa suavemente, pasando sus labios por los míos, haciendo que me derrita.
Levanto mis piernas y las envuelvo alrededor de sus caderas. Cuando hago eso,
siento su piercing rozar mi clítoris y suspiro.

Nate sonríe contra mis labios.

—¿Te gusta el piercing? —pregunta.

—Dios, sí.
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—Si no te gusta, me lo quito. —Mis ojos se ensanchan y agarro su rostro en mis
manos.

—No tienes que hacerlo por mí.

—Yo haría cualquier cosa por ti.

Eso me hace soltar algunas lágrimas. Dios ¿Cuándo va a parar?

—Julianne, yo haría cualquier cosa, para hacerte feliz. —Me quita el cabello del
rostro, me mira con tanto amor que me roba el aliento.

—Me haces muy feliz. Mantén el piercing, me gusta —sonrío e inclino mis caderas
frotándome contra él mientras gimo nuevamente—. Me gusta mucho.

Nate ríe y comienza a balancear sus caderas un poco más rápido, frotando la
pequeña esfera de metal contra mi clítoris en cada embestida.

—Dios, nunca te lo quites. —Llevo mis manos a su cabello negro y levanto su


rostro hasta el mío besándolo apasionadamente, mientras aquellas pequeñas bolas
de metal hacían cosas increíbles en mí—. Oh, cariño, mierda...

—Sí, cariño, déjate ir. —Él golpea mi clítoris dos veces más, dando leves mordidas
a mi labio inferior. Deja caer su mano entre nosotros, guiándose dentro de mí,
estirando poco a poco mis músculos todavía sensibles, apretando su polla.

—Maldita seas, no hagas eso. Voy a correrme muy rápido.

—No lo puedo evitar, me haces sentir muy bien.

Él agarra mi pecho en su mano y comienza a masajear el pezón, mientras se mueve


fuera y dentro de mí, en un ritmo lento y fácil, mirando mi rostro, sonriéndome
suavemente. —Eres increíble. Adoro ver tu lindo rostro cuando estoy dentro de ti.

Dios, adoro cuando habla así.

—Más rápido, cariño —susurro, pero su sonrisa se alarga y mantiene el mismo


ritmo suave.
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—No, esto va hacer lento y constate, cariño. —Su boca encuentra la mía, y una vez
más su lengua me provoca lentamente, haciendo el amor conmigo con su polla, con
su lengua en mi boca, amándome entera, oh, tan lentamente.

—Te extrañé tanto —susurro contra sus labios

—Odiaba estar tan lejos de ti. —Sus caderas comienzan a moverse un poquito más
rápido y llevo mis uñas a su espalda, apretado fuerte su culo.

—Dios, me dejas loco.

Bien, siento temblar mi cuerpo, cuando otro orgasmo se aproxima y lo sostengo


envolviendo mis manos alrededor de su cuerpo. Me estremezco cuando el orgasmo
me alcanza y Nate cierra su mandíbula, descansando su frente contra la mía y se
entrega a su propio clímax, susurrando mi nombre.
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Traducido por Sttefanye

Corregido por francatemartu

—¿C
ómo conseguiste cheesecake de chocolate fresco en el
refrigerador, mientras estaba fuera? —Estamos
sentados en la isla de la cocina, yo con su camiseta
gris y bragas, y Nat solo con sus jeans negros, el
botón superior abierto.

Se ve tan delicioso como este pastel.

—Le pedí a mi empleada prepararlo. —Sonríe, me ofrece una mordida del pastel en
su plato, y asiento alegremente.

—No sabía que tenías una empleada. Nunca la vi.

—Solo viene una vez por semana mientras estoy en el trabajo. No necesito de
alguien todos los días. —Pongo mi pie en su regazo y él comienza a masajear.

—Bien, estoy en el cielo. Chocolate y un masaje en los pies. Los hombres piensan
que somos tan difíciles de entender, pero realmente todo se resume a esto. —Cierro
mis ojos y disfruto de su pulgar frotando hacia arriba y hacia abajo en la planta de
mi pie.

—Ya entendí. —Ríe y limpia nuestros platos—. Vamos.

Tomo la mano que me ofrece, y me lleva hasta el sofá. Se sienta en el medio y


asiente para que me siente en la punta. Jala mis piernas desnudas en su regazo y me
recuesto contra el brazo del sofá mientras él continua masajeando mis pies.

Oh, lo amo.
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—Entonces, cuéntame sobre ayer.

Suspiro de felicidad y le sonrío a mi sexy hombre.

—El bebé es increíble. Fue un trabajo bastante rápido, para ser el primer bebé, y
Nat estuvo maravillosa. Luke casi se desmayó cuando apareció la cabeza de Olivia,
pero se las arregló para mantener el ritmo.

Sonrío con el recuerdo.

—Natalie estuvo increíble. Fue tan fuerte. Nunca vi a alguien tan tranquila con el
primer parto. Pero voy a duplicar mis pastillas a partir de ahora. No me importa si
me convierto en una mutante por el exceso de hormonas.

—Querida, eres tan fuerte, el parto sería muy tranquilo para ti.

¿Por qué él está aquí sentando, tranquilamente hablando de tener bebés?

—El infierno que lo haré. —Niego vigorosamente—. Nada de bebés saliendo de mi


cuerpo.

Me mira de forma especulativa.

—¿Estás diciendo que no quieres tener hijos?

Hago una pausa. Él está muy serio.

—No lo sé. —Hago una mueca y miro hacia abajo, a su mano fuerte en mi pie—.
Nunca pensé sobre eso.

—Entonces piensa sobre eso —sugiere.

—Algún día —meneo los hombros.

—Me gustaría verlos mañana, después del trabajo —vuelve la conversación hacia
Natalie, empieza a frotar el otro pie, y suelto un gemido.

—Ellos adorarían eso.


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—Vas conmigo. —Sus ojos grises encuentran los míos, y sonríe suavemente.

—Está bien.

Él lleva su mano hacia arriba y hacia abajo en mi pierna desnuda, sus ojos
acompañan el movimiento de sus manos.

—Tienes una piel tan suave, bebé.

—Natalie tiene un tatuaje en su vagina —suelto de repente.

—¿Qué? —Nate me mira atónito y con la mandíbula caída.

—No tenía idea, pero lo vi con mis propios ojos. Está exactamente aquí. —Apunto
hacia abajo, a mis pelos recién depilados, cubiertos por mi braga.

—No sé si necesitaba saber eso. Si Luke supiera algo así sobre ti, le patearía su
trasero.

—Le tengo que contar eso a alguien, y eres el único al que le puedo decir. —Río y
entrelazo mis dedos en los de él.

—¿Y qué era? —pregunta.

—Eran unas palabras en una lengua extranjera. Todos sus tatuajes son así. No va a
decirme lo que significa. —Me encojo de hombros.

—¿Todos sus tatuajes? ¿Cuántos tiene? Nunca vi ninguno.

—No estoy segura de cuántos tiene. No sé si ya vi todos. Los hace donde ninguno
puede verlos cuando está vestida. Mi punto es: —Sigo el tatuaje de tu antebrazo con
mi dedo—. ¿Qué sucede con ustedes, dejando que pongan agujas en sus partes
íntimas?

—Pensé que te gustaba. —Me da una sonrisa depredadora y sonrío.

—Me encanta, ¿pero por qué harías eso, en primer lugar?


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—Era un chico con 20 años de edad, que quería impresionar a las chicas. —Se
encoje de hombros y sonríe.

—¿Pero por qué todavía lo mantienes, después de todo este tiempo? —pregunto.

—Porque pasé un infierno haciéndomelo. Duele como un hijo de puta.

—Pobre bebé. —Acaricio su rostro y empiezo a reír, cuando agarra mi muñeca y


muerde mi mano.

—Bien, entonces, ya que estamos hablando de bebés y agujas en lugares sensibles,


dime exactamente lo que Carly te dijo ayer. —Su rostro está completamente serio, y
sus ojos un poco enojados.

No debí dejar que eso se escapara.

—No fue nada, de verdad. Sé que está llena de mierda. —Tiro mis pies de su
regazo, pero él agarra mi pierna y me mantiene en el lugar.

—¿Qué dijo, Julianne?

Suspiro.

—Ya me dijo eso dos veces, que está enamorada de ti. Una vez fue ese día en que tu
ex estaba en tu oficina, y ayer nuevamente. Sé que es mentira, encogí mis hombros
la primera vez, pero ayer fue como si hubiera salido de su camino, solo para
contarme sobre ustedes dos, y hasta me pidió trabajar en sus cuentas, para que
pudiera salir temprano, porque tenía una reunión pautada contigo.

Nate hace una mueca y cierra su quijada.

—Adelante.

—Parecía avergonzada cuando le dije que habías viajado fuera de la ciudad, pero
entonces el teléfono de ella sonó con un mensaje y, cuando miró hacia la pantalla,
dijo que eras tú con el itinerario para acompañarte a Nueva York. No entiendo. Ella
ha sido una bruja completa conmigo, desde el día en que comencé a trabajar, pero
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no entiendo lo que está intentando creando esta historia. —Miro las llamas de la
chimenea y tiro mi labio inferior con mis dedos.

—¿Qué quieres decir con que ha sido una bruja? —pregunta Nate, su voz
engañosamente calmada.

—Oh, ella me odia.

—Se ve bastante profesional en las reuniones.

Sonrío tristemente.

—Cariño, claro que es así en público. Es cuando estamos solas que sus garras
escapan.

—¿Por qué nunca me dijiste nada?

—¿Qué voy a decir? ‘¿Carly juega sucio y no me gusta?’ No es tan serio, lidié con
idiotas como ella toda mi vida. —Niego suavemente.

Sus ojos están abiertos de par en par y sujeta mi barbilla con la palma de su mano.

—Tiene celos de ti.

—No veo el por qué. —Beso su mano y recuesto mi rostro contra ella—. No sabe
sobre nosotros, obviamente, y hace el mismo trabajo que el mío.

—Eres hermosa e inteligente y sabes comportarte con clase. Vas a crecer dentro de
nuestra empresa mucho más rápido que ella. Y sabe eso. —Frota el pulgar en todo
mi labio inferior, y beso su dedo.

—Bueno, va a ser interesante ver cuánto tiempo mantiene esa historia.

—Julianne, si ella dice algo así de nuevo, tienes que decirme. Si esparce ese rumor
por la empresa, eso significaría una investigación encima de mí, y aun sabiendo que
ellos no irían a encontrar cualquier falta de mi parte, es un drama innecesario.

—Quiero patear ese trasero flaco.


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—Ahora, eso es algo que me gustaría ver. —Nate suelta una carcajada y palmeo su
hombro.

—Eres un pervertido.

—Soy un hombre, mi niña.

—Entonces. —Me monto en su regazo y paso mis dedos por su cabello suave y
espeso. Sus manos se deslizan hasta mis piernas, para sujetar mi trasero—. ¿Quieres
verme desnuda con otras mujeres, eh?

—No dije eso. Dije que quería verte patear su trasero. ¿Si quieres hacer eso
desnuda, quién soy yo para reclamar?

Sonrío contra sus labios y muerdo la esquina de su boca. Aprieta mis caderas, tira
de mi pelvis más firmemente contra él, y puedo sentir su erección a través de sus
jeans.

—Te deseo —murmuro. Nate gruñe y de repente estoy acostada en el sofá y él se


cierne sobre mí.

—Nunca paro de desearte —responde. Me aleja lo suficiente para sacar mi


camiseta sobre mi cabeza, y estrellar besos mojados desde mi garganta hasta mis
senos.

Dios, sus labios son mágicos.

Él agarra y tira mis pezones con sus labios y sus dedos, y me estoy meneando
debajo de él. Paso mis dedos por su cabello y lo sujeto firme, cuando se mueve más
al sur, mordiendo levemente mi ombligo, y abre mis piernas más lejos con sus
hombros. Rasga mi braga y la tira en el suelo.

Oh. Mi. Dios.

—Tienes el coño rosa más bello, bebé. —Lame mi núcleo, a partir de mi ano hasta
mi clítoris y me levanta nuevamente en el sofá.
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—¡Joder!

—Tranquila. —Sujeta mi trasero en sus manos y levanta mi pelvis en dirección a su


hermoso rostro. Pone un beso dulce y suave en mi clítoris y otro en mis labios, y
entonces empieza a besarme más profundamente, ejecutando su lengua dentro de
mí, chupándome gentilmente.

Es la cosa más deliciosa que he sentido.

—Oh, Dios, Nate. —Todavía estoy sujetando su cabello con mis dedos. Él mueve
su boca hasta mi clítoris y frota levemente su lengua contra él, mientras mete dos
dedos dentro de mí, empujando suavemente.

—Santo infierno. ¡Joder!

Lo siento reír contra mí, y estoy completamente perdida con las sensaciones entre
mis piernas. Una fina capa de sudor cubre mi piel y convulsiono cuando el orgasmo
me alcanza, dejándome destruida.

Nate me voltea, y tira mis caderas hacia atrás, levantando mi trasero en el aire.
Palmea mi trasero, mientras empuja su pene grueso y duro dentro de mí, y grito
con el choque.

¡Me palmeó! Espero que haga eso de nuevo.

Mantiene el control apretado sobre mis caderas, mientras golpea dentro de mí,
duro, más y una vez más.

—Dios, amo lo apretada que eres —gruñe y continua su ritmo fuerte y agresivo.
Está tan profundo dentro de mí, y su piercing está empujando contra ese punto más
sensible, y sé que un nuevo orgasmo me va a consumir.

—Oh, bebé. —Siento mis músculos contrayéndose alrededor de él. Levanta mi


tronco, sus manos sobres mis senos, y entierras el rostro en mi cuello, besándome.

—Cabálgame, bebé.
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Me muevo hacia arriba y hacia abajo, mis caderas acompañando sus movimientos.
Me froto contra él, cuando estoy abrumada con mi clímax intenso, y grita,
convulsionando, cuando encuentra su propia liberación.

—¿Te lastimé? —Se retira y se acuesta de mi lado, sus brazos sujetándome fuerte,
empujado mi cabello del rostro.

—No, ¿por qué? —Los dos estamos todavía agitados.

—Te golpee. —Sus ojos grises están abiertos y arrepentidos, y si no lo amara antes,
me estaría enamorando en este momento.

—Me diste una palmada, cariño. Hay una diferencia.

—Lo siento, estaba preso en el momento. Sé que soy fuerte. Podía haberte
lastimado.

—Oye. —Tomo su rostro en mis manos y lo beso, calmándolo—. No me lastimaste.


Fue muy delicioso.

—¿Sí?

—Oh sí. Puedes palmearme en cualquier momento, es excitante.

—¿De verdad?

—Sí, por favor. —Muerdo mis labios y le sonrío, amando la manera como él está
corriendo sus manos hacia arriba y hacia abajo en mi espalda.

Me da un beso en la frente y respira profundo.

—Te quiero, Julianne.


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Traducido por Sttefanye

Corregido por francatemartu

—¿L
e compraste zapatos Christian Louboutin a Olivia? —
pregunta Natalie incrédula. Es viernes en la noche, y
Nate y yo estamos en la casa de Luke y Natalie para la
cena. Tuvimos una semana muy ocupada en el
trabajo, y no pudimos visitarlos en el hospital,
entonces Luke me llamó y nos invitó para cenar esta noche.

Nate y Luke están en la cocina, preparando algo que huele deliciosamente bien, y
Natalie y yo estamos sentadas en el sofá con el bebé, viendo nuestros hombres.

—Sí. —Me encojo de hombros como si no fuera gran cosa, pero no puedo
mantener la enorme sonrisa en mi rostro, cuando miro hacia los pequeños zapatos
rojos con estampado de leopardo.

—Les van a quedar bien en pocos meses.

—Sí, como por una semana. Jules, estos zapatos son muy caros para que los use
por poco tiempo.

—Pero no puedes dejar de mirarlos, ¿verdad? Natalie, ella te tiene como madre y a
mí como tía, no tiene escapatoria, la bebé va a amar los zapatos.

—Dios me ayude —oigo murmurar a Luke en la cocina y río.

—Solo no luches contra eso, hombre —le murmura Nate de vuelta y estoy
distraída, con estos dos hombres increíblemente sexy, moviéndose sin esfuerzo por
la cocina.
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—Hombres cocinando es tan excitante —susurro hacia Natalie y sonríe.

—Lo sé.

—Bien, me toca con el bebé. —Natalie me pasa a Olivia y abrazo su cuerpecito,


besando la cabeza de cabello oscuros—. Hola, pequeño pedacito de amor. ¿Me
extrañaste? —Beso su rostro y corro mis dedos por su cabello fino y suave.

—Ya la estás consintiendo demasiado —murmura Natalie y me mira con sus felices
ojos verdes. Ella está fantástica, principalmente para quién tuvo un bebé esa
semana. Su cabello oscuro está sujeto en un moño suelto, y está en jeans y una
camiseta. No necesita más de sus ropas de embarazada. Tengo que reconocer la
eficacia del yoga.

—Nunca. Las chicas tenemos que estar unidas, ¿no es así, Livie? Oh mía, eres tan
hermosa.

Ésta bebé es hermosa. No podía ser de otra forma, Natalie es un espectáculo de


mirar, y Luke es una estrella de cine absolutamente sexy, de modo que el conjunto
genes en esta sala es fantástico.

—¿Puedo caminar con ella?

—Sí.

Camino con ella por la sala, vagando cerca de las ventanas, balanceándome
levemente hacia adelante y hacia tras, con esta dulce y amorosa bebé en mis brazos.

—Eres maravillosa —le susurro—. Eres inteligente, fuerte y única. Te voy a decir
esto todos los días, para que no se te olvide nunca.

—La cena está lista —murmura Nate detrás de mí. Por el tono de su voz, sé que me
escuchó, pero no dice nada, me sonríe y mira al bebé, su rostro suavizándose un
poco.

—Tómala. —Le coloco al bebé en sus brazos y beso su cabecita.


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—Joder, es tan pequeña.

—No digas malas palabras delante del bebé —advierto.

Nate ríe y camina hasta la mesa de la cocina.

—Cierto. Me acordare de eso, boca sucia.

Natalie toma al bebé y la coloca en una pequeña cuna al lado de la mesa.

—Entonces, ¿tienen planes para este fin de semana? —pregunta Natalie.

—No —respondo al mismo tiempo que Nate dice:

—Sí.

—¿Tenemos? —Lo miro con sorpresa, y sonríe satisfecho.

—Tenemos.

—¿Y cuáles son? —pregunto mientras Natalie me pasa el salmón. Mmm… salmón
escalfado con ajo, cilantro, salsa de crema agria, pequeñas batatas rojas asadas y
ensalada verde.

Nuestros hombres saben cocinar.

—Es una sorpresa —responde Nate y me da un pedazo de salmón de su plato.

—No me gustan las sorpresas.

—Sí, te gusta.

Bien, me encantan.

Natalie ríe, y la miro.

—¿De qué te estás riendo?

—De ti.
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—¿Por qué?

—Es divertido verte así. —Toma un sorbo de vino y me guiña, y no puedo dejar de
sonreír de vuelta. Sé lo que quiere decir. Nunca me vio con un hombre de esa
manera.

—Entonces, Luke —Nate cambia de tema tranquilamente—. ¿Cuándo sale la


nueva película con Hugh Jackman?

—En dos semanas —responde Luke y sonríe—. Va a ser una excelente película.
Mucha acción.

—¡Noche de cine! —Salto en mi asiento animada. Siempre vamos a la noche de


estreno, cuando salen las películas de Luke. No es más un actor, pero todavía
trabaja en la industria como productor, garantizando apoyo a los estudios y
seleccionado actores y directores. Y es increíble en este trabajo.

—No sé si vamos a poder esta vez —dice Luke incierto, y mira a Olivia durmiendo
profundamente en su lugar.

—Ah, ella va a estar bien. Vamos a llevarla con nosotros. Va a dormir toda la
película —digo y Natalie asiente.

—Es un bebé que duerme bien, entonces, va estar tranquila. —Natalie asiente
conmigo—. O, podemos dejarla con tu madre, que seguro estará feliz en quedarse
con ella por unas horas. Después decidimos que es lo mejor para ella.

—Bien, entonces tendremos nuestra noche de cine. —Luke sonríe como un niño.

Miro a Nate, y froto su muslo con mi mano, debajo de la mesa.

—¿Está bien para ti?

—Es una cita.

—Bien. Ahora. —Miro a Luke, y le sonrío dulcemente, la que uso cuando quiero
algo—. ¿Cuándo vas a hacer una película para mujeres?
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—Uh, eso no es realmente mi estilo, Jules.

—Quiero ver una película para chicas. —Hago pucheros—. Algo con Zac Efron.
¿Lo has visto últimamente? —Miro a Nate y él me está mirando mal—. ¿Cuál es el
problema de preguntar? —Miro a Natalie—. ¿Lo has visto últimamente?

—Él estaba hermoso en The Lucky One8 —suspira y asiente. Vimos esa película
juntas en mi casa, el mes pasado.

—Queremos a Zac Efron. —Vuelvo hacia Luke y sonrío.

—Serás castigada cuando lleguemos a la casa —susurra Nate con la cabeza baja en
dirección a su plato, y mis muslos se aprietan.

Santa mierda.

Natalie estrecha los ojos hacia Nate, pero le niego con la cabeza, silenciosamente
diciéndole que realmente está todo bien.

—No te gustan esas mierdas románticas —observa Luke y me frunce el ceño.

—No me gusta ver a mi mejor amigo haciendo toda esa mierda romántica. Es
asqueroso. —Señalo alrededor de la sala con las manos—. No es solo la película.
Me gusta ver a Zac Efron, Channing Tatum, y una serie de otros actores calientes
en esas, como dices, mierdas románticas. Tengo una vagina.

—Estoy caliente —comenta Luke ganando una mirada afilada de Nate—. Aunque,
no de primera mano —añade rápidamente.

—Entonces —continúo—. Si pudieras trabajar en eso, te lo agradecería.

—Voy a ver lo que puedo hacer. —Luke sonríe y bebe su vino, y Natalie me guiña.
Olivia hace un ruido estridente y automáticamente me inclino para llevar de vuelta
su chupete en su pequeña boca.

8
The Lucky One, titulada “Cuando te encuentre” en España e Hispanoamérica es una película
dramática dirigida por Scott Hicks, escrita por Will Fetters y protagonizada por Zac Efron y Taylor
Schilling.
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—Está todo bien, muñeca.

Natalie me sonríe y la miro.

—¿Qué pasa?

—Ningún bebé, ¿eh? —murmura ella y los tres me miran, los ojos de Nate están
oscuros.

—No seas perra, Nat.

—Solo estoy diciendo.

*****

Nate y yo nos fuimos de la casa de Luke y Nate directo al trabajo, entonces


seguimos en autos separados. Me está guiando hasta su casa. Le dije que nos
deberíamos quedar en mi casa, porque es más cerca, pero él insistió en volver a su
casa, entonces nos detuvimos en mi casa, para que pudiera tomar algunas ropas
limpias e irnos hasta la suya.

Me estaciono en el lugar habitual en el garaje, y espero por él. Toma mi maleta de


mi mano y tomo su mano libre, entrelazando nuestros dedos, mientras caminamos
hacia el ascensor.

—¿Te divertiste? —pregunta.

—Sí. Siempre me divierto con ellos. ¿Y tú? —Cuando las puertas del ascensor se
cierran, me toma en sus brazos, y sujeta mi rostro en sus manos, llevando sus labios
hasta los míos.

—Siempre me divierto también, pero estoy muy feliz de tenerte solo para mí.

—¿De verdad? ¿Y qué quieres hacer conmigo? —pregunto contra sus labios.

—Voy a tomar un baño contigo, y entonces te voy a amarrar en mi cama y follarte.

Santa mierda.
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—¿Me vas a amarrar? —susurro mirando sus brillantes ojos grises, sujetando sus
brazos con mis manos. Él está sin la chaqueta, y su camisa blanca está
desabotonada hasta la parte superior de su pecho, y las mangas están enrolladas
hasta los codos. Él es tan sexy.

—Sí. —Muerde la esquina de mis labios, enviando escalofríos hasta mi ingle y


suelto un gemido—. Voy a amarrarte y tocarte en todos los lugares. Besarte en
todas partes—. Tú. —Beso—. Eres. —Beso—. Mía.

Respiro fuerte, temblado y suelto su cabello del elástico, pasando mis dedos.

—Me encanta cuando hablas así conmigo.

—¿Te gusta? —pregunta cuando las puertas del ascensor se abren y me lleva hacia
afuera, por el pasillo y hasta su apartamento.

—Sabes que me gusta.

—Sé que estás sexy para follarte y no puedo tener lo suficiente de ti. Sé que amo
como eres de inteligente y sé que nunca voy a imaginarme lo que va a salir de esa
boca jodidamente deliciosa. —Cierra y tranca la puerta delantera y deja mi maleta
en el suelo, empujándome por la sala hasta el cuarto.

Desabotono su camisa mientras camino, y la empujo fuera de sus hombros,


dejándola caer en el pasillo. Afloja mi falda y ella sigue el mismo camino. Cuando
cruzamos la puerta del cuarto, estamos desnudos, dejando un rastro de ropa por el
camino.

—Recógete el cabello —murmura contra mis labios y se aleja para abrir el agua.
Tomo un elástico en la gaveta y agarro mi cabello, para que no se moje. Nate sale
del baño, toma mi mano y me tira de vuelta con él.

Derrama mi gel de baño en sus manos, las frota para enjabonarlas, y empieza a
lavarme, primero por mi frente, mis senos, estómago, entre mis piernas, pero
rápidamente, entonces, mis axilas. Llevo mis manos hasta sus caderas y miro su
hermoso rostro, mientras sus ojos acompañan sus manos pasando a través de mi
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cuerpo desnudo.

—Esto es bueno —murmuro.

—Mmm. —Asiente—. Voltéate, por favor.

Obedezco y lo escucho derramar más gel en sus manos, entonces está frotando mi
espalda, mis hombros y cuello, masajeándome.

—Oh, Dios, amor, eso es tan bueno.

Ríe detrás de mí.

—Estás un poco tensa, cariño.

—Tengo un trabajo estresante. Mi jefe es un tirano.

Le da una palmada a mi trasero con la mano enjabonada y grito de sorpresa y,


entonces, suelto un risita.

—Bien, él es un tirano sexy.

Nate comienza a masajear mi columna y apoyo mis manos en la pared de azulejo.


Dios, él es bueno con las manos.

Llega hasta mi trasero, y masajea mis nalgas, entonces, coloca una mano en mi
centro.

—Joder cariño, ya estás lista para mí.

—Déjame lavarte. —Deja caer su mano y me volteo, el agua lavando el


jabón de mi cuerpo, le devuelvo el masaje, trabajando primero en su espalda.
Cuando se voltea, hago espuma con el jabón y voy hasta su pecho musculoso y su
abdomen definido, después sigo hasta su lado izquierdo, siguiendo su tatuaje, sobre
su cadera y termino en su muslo. El tatuaje de su brazo derecho también recibe
atención especial, y sigo su rastro, sobre su hombro y en el pecho, alrededor de su
tetilla. Bajo y voy hasta su pene, amando como queda en mis manos resbaladizas, y
las muevo hacia arriba y hacia abajo, observando las sensuales bolas de plata en la
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punta, mientras crece todavía más en mi mano.

—Basta —su voz es baja e irregular. Rápidamente limpia el jabón que estaba en su
piel con el agua caliente, la apaga, y me lleva fuera de la ducha, para secarnos. Está
tan enfocado en mí esta noche, lavándome, secándome, como si no pudiera parar
de tocarme.

¡Por favor, nunca pares de tocarme!

—Vamos. —Toma mi mano, tira del cinturón de terciopelo blanco colgado detrás
de la puerta del baño, y me lleva hasta la cama. La cabecera blanca tiene vetas, y sé
que está a punto de amarrarme.

—Nunca antes fui amarrada—susurro.

—Mírame. —Levanta mi barbilla, para que pueda mirar profundamente mis ojos—
. Esto es nuevo para mí también, bebé. Vamos a intentarlo. Si no te gusta, solo
dime, y te desamarro. Te lo prometo, no te voy a lastimar.

—Nunca me lastimarías. —Estoy en la punta de mis pies, para poder besarlo


suavemente—. ¿Dónde me coloco?
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Traducido por Sttefanye

Corregido por francatemartu

N
ate envuelve sus brazos alrededor de mis hombros y me atrae con fuerza
contra él, nuestra carne desnuda presionada junta, y me besa
suavemente. Sus labios son suaves, solo tocando levemente los míos, y
entonces profundiza más el beso, provocando mi lengua con la suya.
Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y lo sujeto fuerte, disfrutando de su
calor, y excitada con su erección empujando duro contra mi estómago.

Me encanta saber que tengo el poder de dejarlo así.

Sus manos se deslizan desde mi espalda hasta mi trasero, y me levanta sin esfuerzo
en su pecho. Envuelvo mis piernas alrededor de él, mientras me carga hasta la
cama, un brazo alrededor de mi trasero, y con otra mano y sus rodillas, sube hasta
la cama.

—Me encanta lo fuerte que estás —susurro contra su boca.

—¿Por qué te sujeto con solo una mano?

—Hmmm —asiento.

—Es fácil cargarte con solo una mano, eres tan pequeña —murmura.

Me deja en las sábanas limpias y entrelaza mis manos juntas, levantándolas sobre
mi cabeza. Abro los ojos para encontrarlo mirándome, sus ojos grises quemando los
míos, su glorioso cabello oscuro cayendo alrededor de su rostro.

—¿Estás bien? —pregunta.


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Asiento y me sonríe, dándome un beso en mis labios, y sujetando mis manos
erguidas con la suya, mientras toma la cinta con la otra mano.

—Recuerda, si no te gusta esto, solo dime que pare.

—¿No necesitamos una palabra de seguridad? —pregunto sarcásticamente.

—No, cariño, no esta noche.

Oh. ¿Eso significa que tendremos en el futuro?

Antes de que pueda hacer la pregunta, Nate amarra una de las extremidades de la
cinta alrededor de mi muñeca, lo suficiente apretado para que no pueda tirar mi
mano, pero lo suficiente flojo para que me pueda mover. Tira la cinta por la madera
de la cabecera de la cama y amarra mi otra muñeca de la misma manera,
garantizando que no pueda tirar mis manos hacia abajo, pasándolas por encima de
mi cabeza.

—Dios, eres tan hermosa —murmura y se sienta en los talones entre mis piernas.
Me siento completamente expuesta, y un poco vulnerable. Esto es todo nuevo para
mí, y no estoy segura sobre el hecho de no ser capaz de mover mis manos, pero la
mirada caliente en los ojos de Nate me mantiene donde estoy.

Acaricia mi brazo, sujeta mi rostro en la palma de la mano y frota el pulgar en todo


mi labio inferior. Muerdo la punta del pulgar, y sus ojos se abren de par en par y se
oscurecen con la lujuria.

—¿Lo quieres rudo, bebé? —pregunta.

—Pensé que era eso lo que estábamos haciendo —respondo con una sonrisa.

—Oh, lo conseguiremos. Primero, voy a jugar un poco contigo. Quiero tocar cada
centímetro de ti, bebé.

Se inclina, una mano en cada lado de mi cuerpo, sin tocarme con su pecho,
tomando impulso para chupar mis pezones. Sus hombros y brazos se flexionan con
el movimiento, y miro fascinada su increíble cuerpo. Se mantiene ahí, sin esfuerzo,
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besando y chupando mis senos, haciéndome erguir fuera de la cama, intentando
llegar más cerca de su pecho, pero él se aleja y niega con la cabeza.

—No, cariño, yo voy a tocarte a ti.

—Quiero tocarte también —susurro.

—Ahora no.

—¿Nada, en lo absoluto? —oigo los pucheros en mi voz, pero no me importa.

—No hasta que tenga me haya hartado de ti, así que quédate ahí.

Dios, me encanta cuando él tiene el control. No tenía idea que esto podría ser tan
sexy. Honestamente, no creo que nadie más pudiera hacerlo sexy. Solo él.

Él arrastra esa increíble boca y la lengua sobre mi estómago, mi ombligo, y suelta


dulces besos húmedos, hacia arriba y hacia abajo en mis costillas, haciéndome
contraer. Sus manos están en mis caderas, sujetándome en el lugar, mientras besa
cada vez más hacia abajo. Pone dos besos castos en mi pubis, entonces, presiona
mis muslos todavía mis abiertos, y estoy esperando a que comience a lamer mi
coño, pero no lo hace. Sus labios muerden levemente el ápice de mis muslos, fuera
del alcance de mi centro, dejándome todavía más caliente. Dios, quiero su boca en mí.

—Nate —me lamento.

—Sí, cariño —susurra.

—Necesito de ti.

—Me tienes, cariño. —Sus manos están masajeando mis muslos, sus labios están
haciendo cosas increíbles en el interior de mi pierna derecha, por arriba de mi
rodilla —¡Joder, es un punto sensible que no conocía!— y hacia abajo en mi pie. Se
sienta sobre los talones y dobla la rodilla de mi pierna, jalando mi pie hasta sus
labios. Besa la almohadilla de cada dedo del pie, de mi arco y talón, y entonces
comienza todo el proceso nuevamente, empezando con el pie, en mi otra pierna,
mordiendo y besando y masajeando su camino de vuelta hasta el ápice de mis
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muslos, colocando besos húmedos alrededor de mi centro, dejándome loca.

Mi cuerpo está en llamas. Soy solo sensaciones. Electricidad atraviesa cada


terminación nerviosa, y nunca me sentí tan… viva.

—Bebé, te necesito dentro de mí —imploro y siento su sonrisa contra mi cadera,


mientras trabaja todo su camino de vuelta, hasta mi pecho.

—Todavía no, amor.

—Por favor —imploro sin dudarlo. Lo necesito.

Necesito. De. Él.

—No, cariño, todavía no terminé. —Me voltea cruzando la tela por encima de mi
cabeza, sujetando mis piernas, para sujetarme en el lugar. Estoy completamente a
su merced.

Sí, amo lo fuerte que es. Amo que me pueda mover para donde quiera. Es muy
excitante.

Acaricia los mechones de mi cabello, que escaparon del moño en mi cuello, mi


espina dorsal, hasta palmear mi trasero.

—Tu espalda es increíble, Julianne. Me encanta lo fuerte que eres, y me encanta ver
tus músculos flexionados con los brazos sobre la cabeza como ahora. —Sus manos
se están deslizando hacia arriba y hacia abajo en mi espalda, y en los lados de mi
espina, y gimo de placer.

—Dios, eres tan bueno con las manos —mi voz es ronca y mi piel está
hormigueando debajo de sus manos profesionales.

—Me encanta tu firme trasero. —Besa cada nalga, mordiendo y chupando mientras
levanto mi trasero en el aire. Agarra mis caderas más firmemente con sus fuertes
manos y me mantiene firme—. Calma. Todavía no —su voz es áspera e
inmediatamente obedezco.
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Por Dios.

Como hizo antes, pellizca y besa hacia abajo cada pierna, dándole especial atención
a la parte de atrás de mis rodillas, haciéndome gemir de placer.

Finalmente, está besando su camino de vuelta hacia arriba, y no puedo esperar para
saber lo que va a hacer a continuación.

De repente, con las piernas todavía ampliamente abiertas, acaricia mis muslos, y
abre mis nalgas, exponiendo mi ano y vagina, y presiona su rostro allí, lamiendo
mis pliegues, presionando su lengua profundamente dentro de mí. Intento levantar
mi trasero en el aire nuevamente, pero él me mantiene firme en el lugar, sus manos
sujetando fuerte mi trasero, su rostro plantado belicosamente en mis pliegues, y
llego duro y rápido, gritando su nombre. Mis manos están agarrando la cinta,
jalando en dirección a mi cabeza, pero ellas sujetan mis brazos erguidos, y entierro
mi rostro en la almohada.

Se detiene tan rápido como comenzó, y se desliza hacia arriba de mi cuerpo,


todavía abriendo mi trasero con las manos y sujetando mis caderas en el lugar, y
orienta su hermoso y gran pene grueso, dentro de mí.

—Ah, joder, Julianne, amo tu coño apretado. —Siento mis músculos cerrarse con
sus palabras sucias, y él comienza a moverse, dentro y fuera de mí, empujando más
duro en cada embestida de mis caderas, apoyándose en mi trasero con los dedos
cerrados con tanta fuerza que duele de una forma deliciosa, no hay ninguna manera
en el infierno que le pida parar.

Los empujes de Nate están llegando más y más rápido, y siento mi clímax
comenzar. Levanto las caderas, cerrando los puños y cada músculo de mi cuerpo se
flexiona, cuando lo escucho decir:

—Sí, cariño, córrete conmigo.

Sus palabras me empujan sobre el borde y exploto debajo de él, mientras él también
encuentra su liberación dentro de mí, gritando mi nombre, mientras los dos nos
contorneamos y estremecemos.
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Cae sobre los codos a mi lado, saliendo de dentro de mí, finalmente tocándome, su
pecho contra mi trasero, y besa mi columna entre mis hombros, antes de descansar
su mejilla allí, recostando su cuerpo contra el mío.

Después de que nuestra respiración se desacelera y nuestros cuerpos se relajan,


Nate se levanta sobre mí y desata mis muñecas, entonces me voltea de frente hacia
él, sacando el cabello de mi rostro, y me besa dulce y suavemente.

—¿Estás bien? —pregunta apoyando su peso a mi lado y sujetándome en sus


brazos. Jala el edredón sobre nosotros.

—Hmm… —respondo.

—Necesito de un tipo de comunicación verbal, bebé. —Ríe—. Necesito saber si


estás bien.

—Estoy bien. —Abro los ojos y miro su rostro hermoso. Mi mano se desliza en su
brazo tatuado, voy hasta su hombro, y paso la punta de mis dedos por su mejilla—.
Más que bien —añado.

—No me dijiste que parara —murmura.

—Podría haberte matado si parabas.

—¿No te lastimé? —pregunta, sus ojos grises preocupados, buscando los míos.

—Deja de preocuparte si me estás lastimando, As. No estoy hecha de vidrio. No


me lastimaste. —Lo beso suavemente, entonces, muerdo su labio inferior,
lamiéndolo con la punta de mi lengua—. Creo que tengo un nuevo gusto, estar con
mis manos amarradas. —Le sonrío tímidamente y ríe.

—Creo que me gusta amarrarte —responde con una encantadora sonrisa.

—¿Qué vamos hacer este fin de semana? —pregunto con un bostezo.

—Es una sorpresa.

—¿Me puedes dar una pista? —Joder, él acabó conmigo. No puedo ni siquiera
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mantener mis ojos abiertos.

—No nos vamos a quedar aquí —responde y me arrima más firmemente contra él.

—¿A dónde vamos? —susurro.

—Lo vas a descubrir mañana. Duerme, querida. —Besa mi frente y caigo en un


sueño reparador.

*****

—No necesitas traer toda esa mierda. —Nate y yo estamos de pie en su cuarto, con
mi maleta abierta sobre la cama.

—¿Me vas a decir para donde estamos yendo? —pregunto, mis manos en las
caderas.

—No.

—Entonces, necesito de toda esta mierda. —Lo miro, secretamente encantada con
su apariencia, y aprecio la vista. Recogió su cabello hacia atrás, está usando una
camiseta blanca debajo de un suéter negro y jeans azul oscuro. Sus brazos están
cruzados sobre el pecho, haciendo que sus bíceps estén flexionados.

Yum.

—Julianne, vamos en la moto.

—Bien, dime a donde vamos y disminuyo la cantidad de cosas.

—No te voy a decir a dónde vamos.

—Entonces, ¿cómo voy a saber lo que necesito? Vámonos en auto, entonces.


Necesito de una ayuda, As.

Suspira, frota el rostro con las manos en desespero, y me mira, cuando ve mi


sonrisa.
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—¿Por qué te estás riendo?

—Porque eres tan sexy cuando estás frustrado conmigo.

Nate ríe y niega.

—Está bien, trae toda esa mierda. Vamos a tomar el Mercedes.

—¿Ves? Eso no fue tan difícil. —Toco su mejilla jugando, mientras paso por él hasta
el baño para juntar mis productos de higiene personal.

—Espera, ¿todavía tienes más cosas por llevar?

—Sí —respondo por encima del hombro.

—Jesús —se queja y ríe.

—Bien. —Tiro todo en mi maleta y la cierro—. Estoy lista.

Nate toma su maleta, que es más pequeña y pesa mucho menos que la mía, y
después agarra la manija de mi maleta, llevando las dos con la mano, mientras la
otra mano toma la mía, mientras me lleva fuera del apartamento.

—Vamos.
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Traducido por Sttefanye

Corregido por Kelly Frost

N
ate entra con su brillante Mercedes SUV negro en el estacionamiento de
la academia de su padre, y detiene el auto.

—¿Qué estamos haciendo aquí? —pregunto.

—Tengo que ir un segundo allí y hablar con mi padre. ¿Me puedes esperar aquí?

—Bueno.

Se inclina y me besa rápidamente, entonces sale del auto, dejando el motor


encendido. Sigo su paso rápido, hasta entrar por la puerta delantera del edificio, y
me recuesto para esperar.

¿Para dónde me está llevando?

Por supuesto no vamos lejos, porque conducimos, y tenemos que trabajar el lunes
por la mañana. ¿Tal vez me está llevando a Portland para el fin de semana? Eso es
solo un viaje de tres horas. ¿O tal vez hasta la ciudad de Leavenworth? ¿O hasta la
Isla San Juan?

En cuanto termino de enviar el mensaje, Nate entra de nuevo en el auto.

—Bueno, ¿estás lista?

—Claro. ¿Todo bien? —pregunto.

—Sí, solo necesitaba verificar una cosa con mi padre por un minuto. —Me sonríe,
mientras arranca fuera del estacionamiento, y entra a la autopista.
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—Bien, entonces, ¿me vas a decir para donde vamos? —Tomo su mano en mi
regazo y entrelazo nuestros dedos.

—A la playa.

—¿De verdad? —Siento la sonrisa expandirse por mi rostro—. ¡Me encanta la


playa!

—Genial. —Besa mi mano y la coloca nuevamente en mi regazo—. Tengo una casa


en la playa en una nueva ciudad bien pequeña, llamada Seabrook. Es solo a media
hora al norte de Ocean Shores.

—¿Eres el dueño de la casa? —pregunto.

—Sí, mi padre y yo. Él también la usa.

—Me gusta tu padre. —Realmente me gusta. Rich ha sido nada además que dulce
conmigo, desde la primera vez que Nate me llevó hasta su gimnasio.

—Le gustas también.

—¿Puedo hacer una pregunta? —Muerdo mi labio inferior, nerviosa con la


pregunta, y me mira, después al camino. El tráfico está bastante leve esta mañana
en la interestatal 5.

—Sí, cualquier cosa.

—¿Dónde está tu madre?

Nate da al intermitente y cambia de carril.

—Murió cuando yo tenía siete años.

—Lo siento —murmuro.

—No lo sientas. —Aprieta mi mano y me da una sonrisa tranquilizadora. —Fue


hace mucho tiempo. Tenía cáncer de mama. Hemos sido mi padre y yo desde
entonces.
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—¿No se casó nuevamente?

—No. —Niega y frunce el ceño—. Sé que existen mujeres, pero nunca desfiló con
ellas alrededor de mí. Pensé que se casaría otra vez, después de que crecí y me fui,
pero él parece satisfecho con el gimnasio y enamorando aquí y allá.

—¿Cuál era su nombre? —pregunto suavemente.

—Julie —responde Nate con suavidad y suspiro—. Mi padre la llamaba Jules.

Me mira, los ojos brillantes.

—¿Es por eso que no me llamas Jules? —pregunto.

—En parte. —Se encoge de hombros y cambia de carril otra vez—. No tengo una
extraña fijación por su nombre o algo parecido, bebé. Me distraigo y te llamo Jules
algunas veces.

—Lo sé. —Eso me hace sonreír—. Pero me gusta que me llames Julianne.

—¿Te gusta? Pensé que lo odiabas.

—Odio cuando otras personas me llaman así, pero es diferente contigo.

—Honestamente, querida, creo que tu nombre es hermoso y combina contigo. —


Besa mis dedos nuevamente y me derrito.

Joder, a veces dice unas cosas realmente dulces.

—¿Te pones todo meloso por mí, As? —pregunto, tratando de aliviar el humor.

—Nunca. Soy un hombre.

Sonrío y aprieto su mano.

—Eres mi hombre.

—Y solamente tuyo, bebé.


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*****

—¡Esto es increíble! —Salgo del auto y estoy de frente hacia la bella casa azul claro,
de dos pisos, con muchas ventanas grandes y un balcón que rodea toda la casa. Hay
pinos altos alrededor, y puedo oír las olas rompiendo en la playa del otro lado—.
Estaba esperando una pequeña cabaña en la playa. —Me vuelvo hacia Nate y
sonrío mientras él toma nuestros bolsos en la puerta del la maletero del Mercedes.

—Sé que es mayor de lo que yo, probablemente necesitaría, pero entró a la venta el
último año, y me lancé. Esta es una nueva comunidad, y el sector inmobiliario es
una buena inversión.

Lo sigo hasta la puerta delantera. Tiene hermosos muebles en el balcón, y la puerta


es de madera, con una pequeña ventana oval de vidrio esmerilado, que tiene
grabado una escena de la playa.

—También contrato una empresa de arrendamiento y eventualmente la alquilo, y el


dinero lo doy a donación para algunas organizaciones de caridad.

Abre la puerta y entra delante de mí.

—Siéntete en tu casa.

—Guau. —El espacio es grande y abierto, y fue claramente decorado por un


profesional con un tema marino, pero de forma sutil, no molesta. Los muebles u
obras de arte son en tonos blancos, azul y gris. Hay una magnifica chimenea de
piedra en el centro de la sala, llena de troncos, y esta lista para ser usada. La cocina
y el comedor están en la parte de atrás de la casa, frente a la increíble vista del
océano. El día está nublado, pero no demasiado, y el agua está de un azul — gris
profundo, golpeando la orilla. No puedo esperar para ir allí afuera.

—Vamos, me gustaría mostrarte rápidamente la casa.

—¿Qué hay contigo y estas cocinas sexys? —pregunto, apuntando hacia la cocina
realmente sexy. Tiene todos los gabinetes blancos, encimeras de granito negro, y
acero inoxidable, y en primera línea, electrodomésticos. El espacio es grande, con
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una gran terraza. El comedor adyacente, tiene una bella mesa negra, con capacidad
para 10 personas.

—Necesito buenos espacios para cocinar. —Se encoge de hombros y le sonrío—.


Vamos a subir.

Hay tres cuartos de buen tamaño, con un baño en cada cuarto, en el desván hay una
mesa de billar, la suite principal me encantó inmediatamente.

—Oh, esto es espectacular. —Voy directo hasta las puertas francesas que van hacia
el balcón cubierto y salgo, respirando el aire salado y mirando hacia el agua. Hay
una vista de 180 grados—. Esta es mi parte favorita.

Nate camina detrás de mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuerpo y besa mi
cuello.

—Esto fue lo que me hizo comprar la casa. Había un cristal para cerrar este
espacio, pero me gusta oír el agua y sentir la brisa.

—Oh, mejor que no lo hayas dejado cerrado. Es perfecto. —Sonríe contra mi cuello
y agarro sus brazos, abrazándolo fuerte—. Me encantó.

—Te amo —responde y levanta mi barbilla hacia arriba para encontrar mi mirada—
. Te amo —repite, con la voz y los ojos salvajes, y siento las lágrimas bajar por las
esquinas de mis ojos.

—También te amo.

Nate me besa, moviendo los labios suavemente sobre los míos, y mordiendo las
esquinas de mi boca. Finalmente se aleja y besa mi nariz y mi frente.

—Déjame mostrarte la suite principal, antes de hacer el amor contigo en este


balcón.

—¿Más tarde? —pregunto, mientras mi estómago se aprieta con el pensamiento de


hacer el amor con Nate en este increíble balcón.
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—Vamos a ver lo que podemos hacer. —Sonríe y toma mi mano, llevándome de
vuelta hacia adentro. El cuarto es hermoso, con una cama del tamaño king, con los
mismos colores blanco, gris y azul que tiene toda la casa.

El baño principal es simplemente deslumbrante.

—Oh, voy a vivir aquí —murmuro, sin notar la mirada sorprendida en el rostro de
Nate, mientras camino por el espacio—. Me encantó este baño.

La bañera está en un nicho de cristal, con la misma visión del balcón.

—Amo la forma en cómo hicieron esta hermosa vista parte de la decoración de la


casa —digo y me volteo, para encontrar a Nate recostado en la pared,
mirándome—. ¿Qué pasa? —pregunto.

—¿Qué dijiste cuando entraste aquí? —Su rostro es serio, y los brazos están
cruzados.

—Hum, ¿qué amo este baño? —Estoy completamente confundida.

—Antes de eso.

—No sé. —Niego y frunzo el ceño, y entonces recuerdo, y mis mejillas se


encienden—. Oh.

—¿Qué dijiste? —pregunta nuevamente.

—Dije que me voy a mudar para acá. —Sonrío tímidamente, entonces me


estremezco—. Es solo una reacción femenina instintiva a este baño, Nate.

Niega y mira hacia abajo, apretando los ojos cerrados. ¿Cuál es el problema?

—Oye, discúlpame si dije algo malo. —Voy hasta él y tomo su rostro en mis manos.

—No dijiste nada malo. —Traga en seco, y envuelve sus brazos alrededor de mí,
atrayéndome contra él, mientras se recuesta en la pared.

—¿Qué pasa?
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—Vive conmigo.

—¿Aquí? —Mi voz es estridente con el choque, y sé que mis ojos están amplios.

—No, en el apartamento. En casa.

—Nate… —Miro hacia abajo a su pecho, intentando organizar mis pensamientos.


Mi estómago de repente se tuerce, y no puedo respirar.

Es demasiado pronto.

—Mírame —susurra y obedezco.

—Es muy rápido, ¿no crees?

—Me importa una mierda.

—Vamos a aprovechar el fin de semana, y hablar sobre eso cuando volvamos. —


Necesito tiempo para procesar esto, pero sé que dije la cosa incorrecta, cuando su
rostro se ensombrece y sus ojos se vuelven helados.

—Discúlpame, no debería haber dicho eso. —Empieza a alejarme de sus brazos,


pero lo sujeto firme.

—Detén eso —mi voz es dura, sorprendiéndonos—. No dije que no, Nate. Dije,
vamos a hablar un poco más sobre esto. Quiero estar contigo. Apreciemos esta
hermosa casa y relajémonos, solo nosotros, con más nada de qué preocuparnos, por
las próximas treinta y seis horas.

Su rostro se relaja en una sonrisa y me abraza, sujetando mi barbilla.

—Relájate cariño, ya hablaremos sobre eso.

Solo sonrío y lo agarro firmemente.

—Vamos a hacer una carrera hasta la playa.

—¿Una carrera? —pregunta Nate, mientras salgo de sus brazos y camino hacia el
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cuarto, para abrir mi maleta.

—Es que no he entrenado mucho esta semana. —Sé que Nate va al gimnasio todas
las mañanas, antes de ir a la oficina—. Necesito una carrera.

—Está bien.

Agarramos nuestras ropas de gimnasio, tenis, y abrigos con capucha, y después nos
cambiamos, bajamos por las escalares hasta el balcón de la parte trasera.

—Guau. —El balcón, que realmente circula toda la casa, es más ancho en la parte
trasera, llevando directamente hasta la arena de abajo. Hay un área gourmet al aire
libre, y muebles tapizados en el espacio cubierto. La barandilla está hecha de
troncos gruesos y bien rústicos, y hay una larga escalera que lleva hasta la playa.

En la mitad del camino que baja hasta la playa, las escaleras dan acceso a un gran
mirador, con muebles más lujosos y una chimenea. Sería un gran lugar para
sentarse en la noche, con una copa de vino, asando algunos malvaviscos y viendo la
puesta de sol.

Nate me lleva todo el camino hasta la arena.

—Bueno, la subida de regreso será también un entrenamiento infernal —observo


secamente.

Se ríe de mí.

—¿Por qué crees que coloqué el mirador en la mitad del camino? No necesito a
nadie teniendo un ataque cardíaco en mi propiedad.

Bajamos hacia la playa, donde la arena es firme, y silenciosamente comenzamos a


correr, manteniendo el mismo ritmo constante, escuchando el agua, los pájaros, y
nuestros pies, mientras rítmicamente golpean la arena.

Nos desviamos de la madera, pasamos por varias conchas, y hasta incluso


encontramos el cadáver de un león marino, probablemente traído a la orilla por la
marea.
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—Si quieres correr delante de mí, está bien —digo, rompiendo el silencio—. Sé que
tu piernas son más largas que las mías.

—Estoy bien.

Lo miro, y él agarra mi codo, tirando de mí hacia la derecha.

—Cuidado.

Me guía alrededor de un tronco deteriorado por el mar.

—Gracias.

Después de alrededor de veinte minutos, decidimos volver. Hicimos un largo


camino hasta llegar a la playa, lo que significa que tenemos que hacer este mismo
camino de regreso.

Desacelero en una caminata ligera, cuando paso el león marino muerto.

—¿Julianne? —Nate está sin aliento.

—Estoy bien, es hora de caminar. —También estoy sin aliento, mientras


caminamos de regreso a la casa.

—Me encanta estar aquí. —Los ojos de Nate están fijos en las olas que rompen
delante de nosotros—. Parece que cuando estoy aquí, nada más importa.

Me encanta la playa, y sé exactamente lo que quiere decir.

—Estar en la playa me hace concentrar en mí misma. Me olvido de mis


preocupaciones. —Frunzo el ceño, cuando miro hacia el agua, tratando de articular
mis pensamientos—. Creo que es mi lugar feliz.

—Tú eres mi lugar feliz, bebé.

Mi cabeza vibra por encontrar su mirada tan rápido, por la forma suave con la que
dijo esas palabras. Él solo sonríe y toma mi mano en la suya, mientras continuamos
a lo largo de la orilla.
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—Vamos, vamos a preparar nuestro almuerzo.
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Traducido por Lizels

Corregido por Kelly Frost

—E
so está bien.

Nate está pasando los dedos por mi cabello. Estamos


descansando en el sofá de felpa verde en la sala de estar. Él
encendió fuego en la chimenea de piedra, y esta cálido y confortable. Después de
nuestra carrera en la playa, tomé un baño mientras él preparaba el almuerzo, luego
se reunió conmigo.

—¿Cómo es que abasteces tu cocina? —pregunto y cierro mis ojos, amando el


modo en cómo sus dedos acarician mi cabello.

—Hice algunas llamadas —murmura.

—Debe ser bueno tener tantos ayudantes.

Él ríe y juguetonamente tira de mi cabello.

—No tengo ayudantes. Tengo millones.

Oigo la diversión en su voz, pero mantengo mis ojos cerrados. No quiero saber
cuánto dinero tiene. Sé que es excelente en su trabajo, y es claramente rico.

—Nada que sea de mi interés—murmuro.

—No vas a dormir encima de mí.

—Te gusta cuando duermo contigo —Hmm…él todavía está jugando con mi
cabello, y el fuego deja la sala calentita—. No recuerdo la última vez que estuve tan
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relajada. Tenemos que venir aquí muchas veces.

—Podemos venir aquí cuantas veces quieras, bebé.

Nate encendió la radio por satélite, mientras está preparando el almuerzo, la música
está fluyendo por toda la casa a través del sistema de sonido. I will not give up de
Jason Mraz9 está sonando, haciéndome sonreír.

—Amo esa música.

—¿La amas? —Lo siento sacar el control remoto y aumentar el volumen.

Abro los ojos y miro a su rostro. ¿Cómo es que tengo tanta suerte?

—Me consientes demasiado, lo sabes.

—Espero que sí. Ese es el objetivo. —Frota el pulgar por mi mejilla.

—No es necesario. Estoy feliz solo con estar contigo.

—Este soy yo, bebé.

Me siento y tomo su rostro en mis manos. Su cabello todavía estaba atado, y mis
dedos están picando por pasar por ellos.

—¿Puedo dejar tu cabello suelto? —pregunto. Sus ojos brillan.

—Puedes hacer lo que quieras.

Saco el elástico fuera de su cabello y paso mis dedos por las hebras gruesas, pero
suaves.

—Nunca lo cortes.

—Está bien —Sus brazos están alrededor de mí, y sus ojos están viajando por mi
rostro, observándome pacientemente, mientras toco su cabello, su rostro, sus
hombros.
9
Cantautor estadounidense cuyo estilo está influido por el reggae, el pop, el rock, el folk, el jazz y el
hip hop.
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—Eres tan hermoso —susurro.

Nate se inclina y coloca sus labios sobre los míos, solo descansando allí, respirando.
Nunca supe como un leve toque podría ser tan íntimo. Finalmente, me besa
suavemente y se aleja hacia atrás.

—Tengo algo para ti —susurra y sonrío.

—Ya era hora, As. —Rápidamente muevo mis piernas, y me siento sobre él, mi
ingle contra su centro—. Esta mañana, parece que fueran días.

Nata ríe para mí, mientras sostiene mi trasero con sus manos y me tira más cerca.

—Bien, no era exactamente eso de lo que estaba hablando, pero amo la manera en
que piensas, bebé.

—Oh —beso su mejilla y muerdo a lo largo de su oreja—. ¿Qué tienes para mí? —
susurro.

—Pensándolo bien… —Envuelve sus brazos alrededor de mi cuerpo y antes que me


dé cuenta, estoy acostada en el medio del sofá, debajo de él—. Esta es una excelente
idea.

—Siempre tengo buenas ideas, ¿no? —pregunto con una sonrisa petulante y él
sonríe alegremente hacia mí, sus ojos grises brillando de felicidad.

—Oh, bebé, las tienes. —Pasa los dientes a lo largo de mi barbilla, con las manos en
mi cabello, sosteniéndome y me devora con un beso que me deja tonta. Mis manos
se deslizan por abajo a la cintura de sus pantalones y sus bóxer, y tomo su pene,
apretándolo suavemente en mis manos.

—Nate —murmuro contra sus labios.

—Sí, linda.

—Dentro. —Besos.— De. —Besos. —Mi —Besos. —¡Ahora!

Él se aleja para atrás para mirarme, sus ojos ardientes, combinándose con los míos,
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y agarro sus pantalones. Mis dedos están agitados, y necesito de algún tanteo, hasta
que finalmente conseguir bajar su cremallera, y empujar sus pantalones y bóxer lo
suficiente, para sostener su pene, ya duro, y pasar mi pulgar sobre la punta, y atrás
sobre su longitud.

—Mierda —gruñe. Él arranca las calzas que me puse después de bañarme


rompiéndolos por la entrepierna, en lugar de que tomarse el tiempo de bajarlos, él
mete dos dedos dentro de mi—. Dios, cariño, estás tan mojada.

—Ahora. Eso es lo que necesito de ti ahora.

—Esto va ser rápido Jules.

—Sí, rápido —Guío su erección a través de la abertura de mis labios, y él se desliza


rápidamente, todo el camino hasta el final. Esta tan profundo, tan grande, y sé que
eso no va a durar mucho tiempo, para cualquiera de los dos.

Jesús, dos minutos atrás ¡estaba a punto de quedarme dormida en su regazo!

—Tan bonita. —Sus caderas se están moviendo rápidamente, golpeando en mí


duramente, y él pone mi pierna sobre sus hombros, entrando todavía más
profundamente.

—Mierda, cariño. —Me sostengo en sus brazos con fuerza, mientras empuja en mí
rápido y duro, y oh tan profundo. Sus manos agarran mi cabello y descansa su
frente contra la mía, cuando siento mi orgasmo aproximarse.

—Conmigo —susurra, y me lleva hasta el borde, y disfruto junto a él.

—Guau —susurro y beso su nariz.

—Dios, Julianne, nunca voy a dejar de quererte. —Se sale de mí e invierte nuestra
posición, ahora estoy acostada encima de él, mi cabeza en su pecho.

Sus pantalones todavía están abajo, y los míos son en un desastre rasgado,
pero ninguna de esas cosas nos preocupa.
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—Siento lo mismo, As. Eres tan hermoso, por dentro y por fuera. —Coloco mi
mano sobre su corazón y sonrío suavemente—. Hablando de eso, gracias.

—No necesitas agradecerme por eso, bebé. Es un placer.

Suelto una carcajada y sostengo mi cuerpo con mis manos para mirarlo a su rostro.

—No por eso, tonto. Gracias por este fin de semana. Necesitábamos de un
momento así.

Él mete mi cabello detrás de la oreja y suspira.

—Sí, lo necesitábamos.

Bostezo y resuelvo acostarme de nuevo en su pecho, escuchando sus constantes


latidos cardíacos y disfrutando el rítmico vaivén de cada respiración que toma.

—Vamos a dormir —susurra y besa mi cabello.

*****

Me despierto sola. Madera nueva fue puesta en el fuego, siento un olor delicioso
que viene de la cocina, y la radio todavía está encendida. No reconozco la música
que está sonando.

Me siento, estirando mi cuerpo. No hay señal de Nate, entonces me levanto y corro


hasta el piso de arriba, para quitarme mis calzas arruinadas y ponerme unos jeans.
Saco mi Iphone y lo enciendo, mientras desciendo por la escalera.

Hmm… ¿Para donde fue Nate?

Me siento en el sofá y froto las manos sobre mi rostro, intentando despertarme.


Estas siestas siempre me dejan groggy.

Mi teléfono comienza a sonar en la almohada a mi lado. No reconozco el número.

—¿Hola?
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—¿Jules? —pregunta una mujer.

—Sí.

—Hola, soy Marie Desmond de la revista Playboy. Siento incomodarla un sábado.

—No hay problema, ¿Qué pasa? —Frunzo el ceño y camino por la sala, mientras
hablo. ¿Qué podrían querer ellos?

—Bien, estoy llamando porque estamos dispuestos a hacer una sesión de


cumpleaños para la edición de Julio, y estamos trayendo de vuelta a las chicas más
populares. ¿Tiene fotos recientes de usted?

—Sí, tengo algunas fotos recientes, Marie, pero ninguna desnuda.

¡Mierda!

—Está bien, me encantaría que enviaras por email algunas para mí.

—No estoy segura si estoy interesada en posar para esta edición de cumpleaños. —
Paro de caminar al frente de la ventana, y observo el mar golpear la arena.

—Bien, ellos están pagando 50 mil dólares, Jules.

—¿Cincuenta mil dólares? Mierda, Marie, eso es el doble de lo que recibí para ser la
pagina central del mes. ¿Por qué tanto?

—Fuimos autorizados a ofrecer eso para las chicas veteranas, para esta edición
especial.

—No lo sé, Marie. Esa parte de mi vida pasó hace mucho tiempo, no estoy segura
si el corazón de mi padre sobrevivirá conmigo posando desnuda de nuevo —digo,
con una risa, y oigo la risa de Marie, al otro lado.

—Entiendo. Piensa sobre eso el fin de semana y llámame el lunes.

—Está bien. Gracias por la oferta, Marie.


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—De nada. Me pondré en contacto con usted pronto.

Cuelgo el teléfono e inclino mi cabeza contra el vidrio de la ventana.

Mierda.

—¡Claro que no!

Me giro con la voz enojada de Nate y lo veo de pie al lado del sofá, inclinando sus
caderas contra él, con los brazos cruzados sobre el pecho.

—¿Lo oíste?

—De ninguna manera, Julianne.

—No dije que fuera a aceptar.

—Pero tampoco dijiste que no. —Su mirada es glacial, su quijada cerrada, y está
muy enojado.

—Ella me ofreció 50 mil. Eso es el doble de lo que pagan por las páginas centrales.
Esto no es por el dinero. No necesito de eso. ¡Pero es un estimulo para mi ego, saber
que ellos todavía me quieren!

—Voy a depositar cien mil en tu cuenta cuando lleguemos a casa. La respuesta es


no —su voz es tan calma, pero está irradiando ira, y eso realmente me irrita.

—No te estoy pidiendo permiso —respondo con una mueca.

—Julianne…

—Para. —Levanto mi mano y aprieto mi cabeza—. No soy tu hija, ni soy tu mujer.


Esta es una decisión mía, Nate.

Veo su quijada contraerse, y sus ojos se estrechan en los míos.

—Entonces, lo que me estás diciendo es que, cuando mi novia, de la cual estoy


enamorado, es llamada a la revista Playboy para posar desnuda, ¿no tengo ningún
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derecho a opinar sobre el asunto?

—No me estás dando tu opinión. Estas poniendo el pie en el suelo y afirmando que
no puedo. Tengo veintiséis años. Voy a hacer lo que quiera. —Cruzo los brazos
sobre mi pecho y lo miro de vuelta.

—¿Sin hablarlo? —pregunta él en voz baja.

Suspiro profundamente y miro mis pies descalzos. Sé que estoy siento obstinada y
estúpida, pero mierda, ¡no soy su propiedad!

—Nate…

Él atraviesa la habitación rápidamente y aprieta mis brazos con sus manos,


sosteniéndome en el lugar.

—No puedo soportar la idea de eso, Julianne. Ningún otro hombre nunca va a verte
desnuda nuevamente, ¿me entiendes? —su voz es salvaje, sus ojos fijos en los míos,
y mi cerebro simplemente para.

—Nate… —Lo intento de nuevo, pero él me interrumpe otra vez.

—No. —Sacude la cabeza negando—. Quiero construir una vida contigo. Esto no
es solo una broma para mí. Recibes una llamada de alguien para posar desnuda en
una revista nacional, ¿y no puedo opinar sobre tu decisión? ¿Cómo crees que me
hace sentir?

Mierda.

—Nate… —ruego y quita las manos de mi, pero su rostro esta duro, sus ojos
suplicando, y respiro profundamente y envuelvo mis brazos alrededor de su cintura,
presionando mi rostro contra su pecho y aferrándome.

—Para, cariño.

Sus brazos se doblan sobre mis hombros y me abraza.

Acaricio su espalda de forma tranquilizadora, beso su pecho y me alejo un poco,


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todavía dentro del círculo de sus brazos. Miro su rostro cansado, y mi enojo
desaparece. Él me ama. Me quiere proteger.

—Nunca iría a aceptar su dinero, Nate.

—¿Por qué no negaste inmediatamente la propuesta de la revista? —pregunta él en


voz baja.

—Por dos razones: primero, porque la oferta era muy buena, y segundo, porque
irónicamente, no había hablado sobre eso contigo. Sabes que no estoy interesada.
Pero es muy halagador que ellos piensen en mí, con tantas chicas que podrían
escoger. —Me encojo de hombros y miro para su pecho—. Esperaba que estuvieras
orgulloso de mí.

—Oh, bebé, lo estoy. —Él besa mi frente y siento la tensión desaparecer—. Estoy
tan orgulloso de ti. Pero no puedo lidiar con la idea de que poses nuevamente. Por
favor, solo recházalo.

—Como dije, no iba a aceptar la oferta. Pero Nate, no puedes solo ordenarme lo
que puedo o no hacer. No soy el tipo de chica que solo va a obedecer tus ordenes.

—Lo sé, pero mierda, eso me irritó. No vas a hacerlo, ¿cierto? —pregunta,
inclinando mi cabeza hacia atrás con sus dedos en mi barbilla, sosteniéndome con
su mirada gris.

—No. —Paso mis dedos por su suave rostro—. Además de eso, mis hermanos y mi
padre enloquecerían.

—Ellos no están solos. —Besa mi frente otra vez y suelta mis brazos, tomando mi
mano y llevándome hasta la cocina—. Ven, tengo algo para ti.

—Espero que sea comida, estoy muriéndome de hambre. —Él me sonríe.

—Ya lo vas a ver.

—Entonces, estoy teniendo muchas sorpresas este fin de semana, Sr. McKenna.
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—Me gusta sorprenderte. Vamos para afuera. —Miro mis pies descalzos.

—¿Puedo sacar unos zapatos y una chaqueta?

—No, vas a estar lo suficiente cálida. Aquí. —Fácilmente me levanta en sus brazos
y me aprieta contra su pecho. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y beso su
rostro, aspirando su olor.

—Hueles bien. Me gusta cuando me cargas. —Él me sonríe, abre la puerta


corrediza y sale para la cubierta. El sol está poniéndose sobre el agua, dejando el
cielo anaranjado, rojo y púrpura. Es impresionante. Él camina hasta la escalera que
llevan hasta la playa y comienza a descender por ellas.

—No tienes por qué cargarme por todos esos escalones.

—Eres liviana —responde y fácilmente se mueve por la escalera.

Llegamos al mirador y suspiro.

—Sorpresa.
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Traducido por Lizels

Corregido por Kelly Frost

N
ate me pone de pie, y quedo frente a él, con sus manos descansando
sobre mis hombros, paralizada. El mirador fue transformado en un
refugio encantador y romántico. La chimenea en el centro del espacio
rústico esta en llamas, hay una mesa preparada al lado, con vajillas
cubiertas y una botella de champagne en una cubitera de plata. Una otomana 10 roja
fue empujada al lado de un sofá para dos personas, y hay almohadas coloridas y
mantas apoyadas sobre ella.

Luces blancas de navidad fueron dispersadas por todo el espacio, tanto en el techo,
como en la red, añadiendo un suave brillo.

Añadiendo a eso, el increíble sol naranja, descendiendo hasta el océano azul


profundo, y nunca vi nada tan bonito en mi vida.

—Dime alguna cosa —susurró Nate.

—Guau —murmuro.

Nate me gira, entonces estoy frente a él, sus hermosos ojos grises bailando con
humor.

—¿Qué crees?

—Eres tan romántico conmigo. —Sostengo su mejilla en mi mano.

—Luke puede ser romántico en la pantalla, pero es mi trabajo darte eso en la vida
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Tipo de sofá alargado usado para tumbarse o sentarse. Parecido a los que usan los árabes o turcos.
real, bebé. Acostúmbrate a eso. —Él se inclina para abajo y suavemente aplasta sus
labios en los míos, besándome de aquella única manera que Nate puede, y suspiro.

—Vamos a alimentarte —Nos encaminamos hasta la mesa, y Nate levanta la


cúpula de plata de los platos. Hay alimentos que son sorprendentes y muy ricos.

—Ok —dice Nate, señalando cada plato—. Tenemos chorizo relleno con
champiñones, con ensalada Caprese y Crostine —me sonríe— lo que significa
queso, tomate y albahaca en pan tostado, bolos de champiñones y filetes con tocino.

—Mierda, eso parece delicioso —Nate me entrega un plato y comenzamos a


servirnos. Él sirve una copa de champagne para cada uno, y nos lleva hasta el sofá.
Estamos sentados lado a lado, en posición de indio11, los platos en nuestro regazo,
de frente hacia el océano.

—Un brindis —Nate levanta su copa y lo acompaño en su movimiento—. Por ti,


Julianne. Por hacerme sentir vivo y feliz, no importa donde estemos.

Sonrío hacia mi hombre, todavía sorprendida por este increíble gesto romántico.
Nunca fui cortejada así.

—Gracias —susurro.

—El placer es mío.

Brindamos y saboreamos el delicioso champagne rosado, después comenzamos a


comer.

—¿Cómo haces eso? —pregunto, con un pedazo de filete en la boca.

—Con mis millones de ayudantes —responde con un encogimiento de hombros y


doy una carcajada.

—¿En serio, cuando? Esto no estaba aquí cuando llegamos esta mañana.

—Organicé todo esta tarde, mientras dormías.


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11
Postura sentada con las piernas cruzadas.
Tomo una mordida de mi crostine, y lo observo, mientras mastico. Su cabello esta
suelto, está usando una camiseta negra, mostrando su bello tatuaje, y sus jeans que
se adaptan perfectamente a su cuerpo. Nate me mira, y sus ojos se suavizan. Él
limpia una migaja de mi boca y pasa su pulgar sobre mi labio inferior.

—¿Qué pasa? —pregunto.

—Estas linda, con la luz del fuego bailando en tu piel, y tus bellos ojos azules
felices.

Oh. Si, él está en modo super romántico esta noche.

—Gracias —susurro, completamente envuelta por él.

Tomo otro trago del delicioso champagne y termino la comida de mi plato.

—Esto estuvo delicioso.

—Mmm —responde al mismo tiempo que toma su último bocado. Saca mi plato y
servilleta, y los coloca a su lado en el suelo, y se gira hacia mí, abriendo los brazos.
Me deslizo fácilmente entre sus piernas, apoyando la cabeza en su pecho, para
apreciar su vista.

—Es muy bonito aquí, As.

—Estoy feliz de que te guste —Él besa mi cabello y envuelve sus brazos alrededor
de mis hombros, abrazándome contra él.

—Si no tuviera trabajo, nunca querría salir de aquí.

—Como dije anteriormente, podemos venir aquí cuanto quisiéramos.

—Debemos intentar venir por lo menos una vez al mes. Y traer a Nat y Luke y el
bebé. A ellos les encantaría esto también.

—Eso suena bien para mí. —Él besa mi cabello de nuevo y sonrío. Él es tan
amable, y adoro que les guste a mis amigos.
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El sol está ahora deslizándose en el agua, dejando reflejos naranja en toda la
superficie. El cielo esta púrpura oscuro, y en la distancia puedo ver algunas nubes
oscuras surgiendo.

—Podemos tener suerte y conseguir una noche de tormenta —froto sus brazos que
descansan en mi pecho.

—Me gusta la playa. Es fantástica.

—¿Te gustaría un postre?

—Siempre, siempre tengo espacio para el postre, cariño.

Nate ríe, mientras se levanta y camina hasta la mesa, y regresa con dos porciones
individuales de cheesecakes de chocolate.

—Oh, Dios mío. Incluso aquí puedes alimentarme con cheesecake de chocolate.

—Claro. Es tu favorito.

—¿Cuál es tu favorito? —pregunto y llevo un pedazo de postre hasta mi boca—. Oh


dulce Jesús, esto es tan bueno.

—Tú —responde, con los ojos en llamas, mientras me mira lamer el chocolate que
escapó de mis labios.

—Estás romántico esta noche. —Tomo otra mordida y suelto un gemido.

—¿Esto te incomoda? —pregunta con una sonrisa.

—No. Lo adoro. Pero no le digas a Natalie.

Nate ríe y me ofrece un pedazo de cheesecake de su propio plato, que yo acepto y le


ofrezco un poco del mío.

Terminamos nuestros postres de esta forma, alimentándonos uno al otro, y después


nos tiramos contra las almohadas, bebiendo nuestra copa de champagne.
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—Tengo algo para ti. Estuve intentando dártelo durante todo el día, pero siempre
me distraías. —Él me sonríe con tristeza y mete la mano en el bolsillo de sus jeans.

—No tienes que darme nada, Nate. Este fin de semana fue increíble.

—Bien, esto es especial para mí, y quiero que lo tengas. Es por eso que nos paramos
donde mi padre esta mañana. —Él saca la mano del bolsillo, pero sostiene lo que
quiere que sea en su puño.

—Ok —murmuro, alentándolo a continuar hablando.

—Ya te dije que mi madre falleció cuando era muy joven. No me acuerdo mucho
de ella, me acuerdo principalmente lo que mi padre me dijo, que era muy bonita, y
muy cariñosa.

—Estoy segura que era linda, Nate. Un vistazo hacia ti, y nadie podrá dudarlo.

Él sonríe hacia mí y pasa el dorso de los dedos por mi rostro.

—El año que mi madre falleció, le di esto en su cumpleaños, que sería hoy. —Él
abre el puño, y en el interior hay un collar de plata, con un bonito colgante de plata
en forma de corazón.

Me mira, todavía sonriendo.

—Me gustaría dártelo a ti.

Siento mi quijada caer, y veo cuando él lleva el corazón en sus dedos con una
mano, y abre la mía con la otra, colocando el cálido metal en mi palma.

—Nate…

—Ella te hubiera amado —continua—. Me hubiera gustado que te hubiera


conocido. Quiero que te quedes con esto.

Mis ojos están buscando los suyos, y estoy muy emocionada. Él está dándome algo
de su madre. Si eso no grita compromiso, no sé que es.
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—Gira el colgante —susurra.

Grabado en el reverso dice:

“Con Amor, Nate.”

Las lágrimas queman en mis ojos, mientras froto las dulces palabras con la punta de
mi dedo. Estoy llevada por la emoción.

—Sé que no son diamantes, o muy caro…

Antes de que él pudiera terminar las palabras, subo a su regazo y envuelvo mis
brazos alrededor de sus hombros, enterrando mi rostro en su cuello, y
manteniéndome allí firmemente, dejando las lágrimas descender.

—Hey, bebé, está todo bien. —Sus manos se están moviendo de arriba abajo por mi
espalda, calmándolo.

—Muchas gracias —susurro en su cuello, incapaz de mirarlo a los ojos y dejarlo ver
mis lágrimas—. Este es el presente más bello que alguien me ha dado.

—Hey. —Él me aleja hacia atrás, entonces tengo que mirarlo y él me sonríe,
mientras limpia las lágrimas de mi rostro con sus pulgares—. ¿Puedo colocártelo?

—Si, por favor. —Le ofrezco una sonrisa mojada, levantando mi cabello de mi
cuello, y espero pacientemente que cierre el collar. Cae pocos centímetros debajo de
mi clavícula, y brilla en la suave luz del fuego.

—Es lindo, Nate, gracias.

—De nada.

De repente los truenos estallan a lo lejos, y miramos hacia el agua, mientras rayos
atraviesan las nubes oscuras que se nos acercan.

—Parece que conseguimos una tormenta —murmuro.

—Bien, tanto como quería hacer el amor contigo aquí, mirando cómo está el
Página 233
tiempo, creo que tendré que usar mi plan B. —Nate se levanta y extiende su mano,
para ayudarme a levantar. Me entrega nuestras copas de champagne y la botella,
luego me coge en brazos y sube la escalera.

—En serio, Nate, puedo caminar.

—No vas a caminar a ningún lado.

Él no está respirando con dificultad, incluso con el esfuerzo.

Mierda.

—¿Y la comida y la chimenea encendida? —pregunto.

—La empresa que contraté regresara en algunas horas para limpiar.

—Oh.

Él me coloca en la parte superior de la escalera y besa mi mejilla, tomando las


copas y la botella de mis manos, y me lleva para dentro por la escalera, hasta la
suite principal. Entramos en el baño y Nate abre el agua para llenar la bañera, y
enciende algunas velas por todo el espacioso baño, enseguida, apaga las luces para
que el espacio sea bañado solo por la suave luz de las velas.

Saca el control remoto del bolsillo de atrás. ¡No sabía que él tenía eso! Y enciende
el sistema de sonido, y la música de Jason Mraz, canta otra vez por los altavoces.

—¿Hiciste eso a propósito? —pregunto.

—No, es solo una coincidencia —murmura él.

Él baja nuestras copas y el champagne al suelo al lado de la bañera, y como todo


esta listo, él se gira hacia mí, caminando lentamente en mi dirección, y en el ritmo
de la música, Nate comienza a cantar, suavemente:

— No voy a desistir de nosotros, incluso si los cielos están difíciles, te di todo mi amor, todavía
estoy mirando para arriba…
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Y me tira contra él, un brazo alrededor de mi cintura y su otra mano toma la mía, y
comienza a balancearse con la música, bailando conmigo en el baño, con el
ambiente iluminado solo por la luz de las velas, mientras el cielo explota allá fuera
con los truenos. Él baja el rostro al lado del mío, y apenas me toca con su mejilla,
girando su rostro, y tocando ligeramente su mejilla con mi nariz, provocando
escalofríos en mi espalda, que corren por mis brazos y piernas.

—No voy a desistir de nosotros —susurra en mi oído y siento las lágrimas


descender por mi rostro nuevamente. ¿Donde fue que encontré este bello hombre?
¿Y cómo me he resistido a él por tanto tiempo?

Cuando la música termina, Nate comienza a cantar sobre “esto no es ser un amor
común”, y se aleja, los ojos brillando con amor, y suavemente acaricia mi cabello.

—Te amo, bebé.

—Te amo, Nate.

*****

El agua esta cálida y huele a lavanda. Nate está sentado al final de la bañera,
conmigo entre sus piernas, descansando en su pecho. Afuera, el cielo está bailando
con la llegada de las nubes negras, reflejándose sobre la agitada agua. Amo que la
bañera quede frente a una ventana para que podamos ver el espectáculo.

—¿Dónde aprendiste a bailar así? —pregunto. Nate coloca mi gel de baño en sus
manos y lo frota, hasta formar espuma.

—Siéntate un poco hacia el frente.

Me inclino hacia el frente y comienza a frotar mi espalda y hombros, masajeando


mis músculos, y me derrito contra él.

—Mierda, As, eres bueno con las manos.

Él ríe detrás de mí y continúa con el delicioso masaje.


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—Nunca he tenido una clase de baile. Pienso que las artes marciales me enseñaran
el ritmo. —Sus manos se deslizan debajo de la línea del agua y frota mi parte
inferior en círculos lentos y relajantes.

—Mmm…amo la manera en cómo te estás moviendo —murmuro.

—¿Lo amas? —Oigo la sonrisa en su voz.

—Mmm hmm…podría verte mover todos los días. —Él besa mi cuello y me tira de
vuelta contra él nuevamente, sus manos moviéndose por mis senos.

—Amo tus senos —susurra.

—Pensé en colocarme silicona cuando era joven y posaba para la revista, pero
ahora estoy feliz de no haberlo hecho.

—No necesitas aumentarlos, bebé. Son perfectos de esta manera.

Acaricia mis pezones con sus pulgares, poniéndolos duros, y llevo mis manos hasta
sus muslos, y arqueo mi espalda, empujando mis senos en sus manos.

Su mano izquierda se desliza por mi tronco, entre mis piernas, y él mueve su dedo
suavemente sobre mi clítoris.

—Dios, cariño.

—Shh, te atrapé —susurra en mi oído. Puedo sentir su erección contra mi espalda,


sus manos están causando estragos en mi sensible piel, junto al agua caliente y
perfumada. Afuera, los árboles se balancean con el viento, y ahora la lluvia está
golpeando la ventana, reflejando los rayos que surgen con la tormenta en el cielo.

Me sostengo en los brazos de Nate y me aferro a sus caderas. Lo beso, primero


suavemente, mis manos en su cabello, y después profundizo el beso, enredando
nuestras lenguas. Sus manos levantan mi trasero y me tira de vuelta, sus ojos en los
míos, su boca abierta, jadeante.

—Necesito estar dentro de ti, bebé.


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Llevo mi mano entre nosotros y envuelvo con ella su pene, tirando de arriba hacia
abajo, enseguida, lo llevo hasta mis pliegues, descendiendo sobre él.

—Mierda, eres tan pequeña —gruñe, él.

—Mierda, eres tan grande —respondo y sonrío, mi frente descansando sobre la de


él. Él sonríe como un depredador, y comienza a levantarse y bajar rítmicamente,
ignorando el agua que se escurre por los lados, y entramos en un remolino de
lujuria. No puedo tener suficiente de él. Estoy apretando alrededor de su longitud,
la longitud rozando a lo largo del punto más sensible, y siento el apretón familiar de
mis músculos alrededor de él.

—Voy a correrme —susurro.

Él agarra mis caderas y me tira contra él, frotándose en mí, sus salvajes ojos grises
en los míos, y gruñe:

—Córrete.

Y me corro.
Página 237
Traducido por lizels

Corregido por Kelly Frost

M
e despierto temprano antes que Nate, porque quiero nadar. Estamos
desnudos, envueltos en suaves sábanas blancas. Nate está de espaldas,
una mano puesta sobre su cabeza, cubierto de la cintura para abajo, y
recuesto la cabeza en mi codo, admirando la vista, sus increíbles
tatuajes, su cabello largo, y la barbilla oscura por el crecimiento de su barba. Sus
brazos, pecho y estomago son deliciosamente definidos, incluso durmiendo.

Mierda, él es una fiesta para los ojos.

Me siento y bostezo, mirando hacia fuera. La tormenta pasó, dejando la playa sólo
un poco desordenada con los escombros. Me levanto para responder a la llamada
de la naturaleza. Vestida con unos jeans y una camiseta, me recojo el cabello en un
moño, saco mis zapatillas y desciendo hasta el mar.

Pienso si debería avisar a Nate que voy a salir, pero él esta tan cansado, que decido
dejarlo dormir y hacer nuestro café de la mañana cuando regrese.

Cuando llego al mirador, quedo sorprendida al descubrir que el proveedor


realmente volvió y lo dejó todo limpio. El lugar está en su estado original. Increíble,
ni siquiera los oí.

Llego al final de la escalera y me quito las zapatillas, balanceando mis pies


descalzos en la arena y tomando una respiración profunda. El aire es salado y esta
sólo un poco húmedo por la tormenta. Las gaviotas están volando alrededor,
buscando en la arena por su alimento, el agua golpeando al final de la playa,
formando nubes blancas.
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No puedo esperar para poner mis pies en ella.

Camino hasta el borde del agua y quedo parada, esperando al agua para que vuelva
hacia el frente y trague mis pies y tobillos. ¡Oh Dios mío, está tan fría! Río y bailo
un poco en el agua, golpeando mis pies, intentando acostumbrarme al frío, mirando
hacia mis dedos.

Necesito de una pedicura. Tal vez llame a Nat y vea si quiere venir conmigo,
después del trabajo de esta semana. Trabajar. No estoy lista para volver.

—Ahí estas.

Oigo a Nate llamarme y me giro para sonreírle. Esta con unos pantalones jeans y
una camiseta, pero no está sonriendo. Está molesto.

Mierda.

—¿Qué va mal? —pregunto y camino hacia él.

—Te fuiste cuando aún no había despertado, de nuevo.

—Uh, estabas durmiendo, Nate. Sólo vine a la playa. ¿A dónde más iría?

—Odio despertar y no encontrarte. Malos recuerdos. —Él me abraza y besa mi


cabello—. Lo siento mucho.

—Está bien. Voy a recordarlo la próxima vez. —Me suelto de sus brazos, pero
entrelazo mis dedos con los suyos—. Tira los zapatos. Sólo quería disfrutar un poco
del agua.

—Esta fría. —Él frunce el ceño hacia mí—. No quiero que te resfríes.

—Oh, basta, no voy a resfriarme. Vamos, es divertido.

Nate remueve sus zapatos, enrolla sus pantalones hasta las rodillas y camina por el
agua.

—No estoy lista para irme—murmuro y respiro profundamente el aire salado.


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—No tenemos que regresar hasta la noche, si quieres. —Él besa mis dedos y sonríe.

—Lo sé. Creo que no estaré lista para regresar al trabajo mañana tampoco. —
Encojo mis hombros—. Probablemente no es algo que debería admitir ante mi jefe,
lo sé, pero es así.

—¿Qué no me estás diciendo? —pregunta él.

—Oh, nada —señalo despreocupadamente con la mano—. No hay drama. Sólo


que no soy buena actriz, y toda esa cosa “eres mi novia en casa, pero soy tu jefe en
el trabajo” es agotador. Hacia el final de la semana estoy exhausta de tanto miedo a
decir o a hacer alguna cosa inapropiada.

—Sabes, bebé, si decides que no quieres, no tienes que trabajar.

Río y lanzo agua, salpicando.

—En serio. Tengo que trabajar, Nate.

Él me jala, deteniendo mis movimientos y me mira, con una mirada grave.

—No, no lo necesitas.

—Sí, lo necesito. —Sacudo mi cabeza y froto mi frente—. Me gusta mi trabajo. Soy


buena en lo que hago. Y si, he sido inteligente y cuido mi economía incluso tengo
algo de mi herencia, pero tengo que trabajar, bebé.

—Puedo cuidar de ti —susurra él.

Oh, te amo.

—Pero no debes hacer eso. —Comienzo a caminar nuevamente por el agua y Nate
me sigue—. Además de eso, ¿Qué haría si no trabajo? Me volvería loca. No soy
habilidosa. Odio la TV. Necesito hacer cosas.

—Eres muy hábil. ¿Qué tal realizar más trabajos como los que hiciste para Natalie
en el cuarto de los niños?
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—Oh no —le sonrío y sacudo la cabeza—. Eso fue una cosa única. Fue divertido,
pero no soy artista.

—Creo que quedó encantador. —Él me lanza agua, salpicando en mis piernas, y
doy una risita.

—Bien, pero no es una carrera.

—¿Y si tuvieras hijos? —pregunta e inmediatamente me apago por dentro. No


quiero tener esa conversación. No estoy lista.

—No vayas por ahí.

—Es una cuestión valida.

—Los niños no están incluidos en mi radar, Nate.

—¿Qué está en tu radar, Julianne? —Nos estamos mirando el uno al otro, estamos
apenas de pie dentro del agua, agarrados de la mano, observando las ondas y los
pájaros.

—Tú. Trabajo. Familia. —Me encojo de hombros—. Eso es todo por ahora.

—Está bien, mientras sea parte de la lista, bebé.

—Actualmente estas en la cima, As. —Le doy una sonrisa insolente, e intento
mejorar su humor—. En realidad, me gustas cuando estás en la cima.

Él ríe, una carcajada completa, y lanza agua en mis piernas nuevamente

—Ok, chica graciosa.

*****

*¿Pedicura esta noche después del trabajo?

Envío el mensaje a Natalie y retomo la lectura de un informe en mi mesa. ¡Tengo


tantas cosas que hacer! Tres informes para escribir, Nate me mandó una lista de
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artículos que necesita que sea investigado, y tenemos una reunión en apenas
algunos minutos.

Mi teléfono suena con la respuesta de Natalie.

*¡Claro! Voy a llevar a Liv. Ella va a dormir.

*¡Perfecto! No puedo esperar para verlas a las dos. Te llamo cuando este en camino para
buscarlas.

Sonrío, y tomo mi café, mientras reúno las cosas que necesito para la reunión.
Estoy tan emocionada de ver a Nat y su bebé. Es exactamente lo que necesito.

Estamos todos en la sala de conferencias, y nos sentamos en nuestros lugares


habituales. No tenemos lugares marcados, pero somos personas de hábitos, y
siempre nos sentamos en las mismas sillas. Hay seis de nosotros en la sala, Nate y
yo, la Sra. Glover tomando notas, y otro socio, el Sr. Luis y su equipo, Carly y Ben.
El Sr. Luis esta alrededor de los cuarenta y tantos años, canoso y barrigón. Es un
astuto hombre de negocios, y no es muy amigable en el trabajo. Es estrictamente,
un hombre de negocios.

Ben es muy bien parecido. Es de mi edad, no mucho más alto que yo, delgado y usa
gafas. Es apuesto y muy inteligente. Él no quiere ser grosero, simplemente nos
relacionamos sólo en los negocios, lo que respeto y hasta incluso admiro.

No tengo ni idea si cualquiera de ellos es casado o en qué consisten sus vidas


privadas, y eso para mí es bueno.

Carly está sentada en la mesa, exactamente frente a mí, lleva un vestido verde, su
cabello rojo peinado hacia atrás en un moño. Mira hacia mí y me ofrece una frágil
sonrisa falsa.

No se la devuelvo.

Miro casualmente hacia Nate, y él está viendo nuestro intercambio, pasándose el


dedo sobre el labio inferior, pensando.
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Mis dedos inconscientemente tocan el corazón de plata en mi cuello. Los
pendientes de diamantes que recibí en mi cumpleaños, están en mis orejas y llevo
también la pulsera que me obsequió él. Estoy envuelta en las cosas que recibí de mi
hombre, y él está sentado a un metro de mí, y no puedo tocarlo.

Es un poco extraño.

Cuando todo el mundo está sentado, el Sr. Luis comienza la reunión,


actualizándonos sobre el estado de la cuenta, lo que necesita ser trabajado y lo que
no está funcionando, luego le da la palabra a Nate.

Él nos pasa algunos de los informes que preparé esta mañana, para cada uno de
nosotros.

—La Srta. Montgomery preparo esos informes esta mañana. Me gustaría


pasárselos a ustedes ahora, ya que estoy con todos aquí.

Mientras él se explica metódicamente utilizando los informes, me encuentro capaz


de concentrarme en el trabajo, y eso hace que mi estomago se calme. Estaba
preocupada de que hubiera arruinado todo esto para mi, que sería siempre una
batalla, y estoy aliviada, pues consigo responder sus pregunta de forma adecuada y
profesional, y nadie podría imaginar que somos algo más que colegas.

Cuando todos comenzamos a salir, después del final de la reunión, Nate se vuelve
hacia mí.

—Srta. Montgomery, me gustaría verla en mi escritorio en diez minutos, por favor.

Huh.

—Iré a encontrarlo, entonces —Asiento y vuelvo para mi oficina, cerrando la


puerta, y soltando una profunda respiración. Otra reunión realizada sin dañar las
cosas.

Gané.

*****
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—Puede entrar, Srta. Montgomery. —La Sra. Glover me sonríe cálidamente,
mientras yo paso por su escritorio, en dirección al escritorio de Nate.

—Gracias. —Golpeo una vez, y entro en su escritorio—. ¿Me quería ver?

Cierro la puerta detrás de mí, y sonrío hacia mi sexy novio ejecutivo. Él está con
uno de sus trajes oscuros, una camisa blanca y corbata gris, el cabello esta peinado
hacia atrás.

Es tan jodidamente caliente.

Él sale de detrás del escritorio y camina en mi dirección, y de repente, soy


aplastada contra su pecho, en un gran abrazo. Huele fantástico, suavizante de ropa,
café y Nate.

Él llega detrás de mí y atranca la puerta silenciosamente y miro dentro de sus ojos.

—¿Qué está mal?

—Nada, solo te extrañé esta mañana.

—Salimos juntos por el corredor de tu casa. —Sonrío y beso su barbilla.

—Lo sé, no es lo mismo. Los lunes siempre son jodidos, actualmente, por
más de una razón.

—Sé exactamente de lo que quieres decir. Tuvimos todo el fin de semana juntos, el
día entero, y ahora estamos de vuelta a donde tenemos que fingir.

—Oye, antes de que se me olvide, hice planes con Natalie para después del trabajo.
Vamos a la pedicura. Entonces no voy a estar en tu casa cuando llegues.

—Está bien. ¿Vas para allá después de terminar? —pregunta él.

—Creo que voy a regresar a casa, Nate. Tengo un montón de ropa que lavar, y no
pude estar allá las últimas semanas. Una noche solos no nos va a matar, lo sabes.

Él frunce el ceño, y pasa los dedos por mi rostro.


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—Voy para tu casa esta noche.

—No tienes…

—No quiero dormir sin ti, Julianne.

Oh. Okay.

—Ok, voy a encontrarte en mi casa, entonces. Necesito hacer una llave para ti.

—No hay necesidad —me sonríe—. Te voy a convencer, y pronto, vas a vivir en mi
apartamento conmigo.

—Tienes mucha confianza en ti mismo, ¿no es así, As?

—Sí, estoy seguro —susurra y me besa suavemente.

Sí, estoy segura también.

*****

—Oh, eso es tan bueno.

Natalie y yo estamos en nuestro spa de uñas favorito, cerca de Alki Beach.


Frecuentamos este lugar desde hace años. Estoy con Olivia en mi pecho,
durmiendo, mis pies están en el agua caliente, y mi mejor amiga a mi derecha. La
vida es muy buena.

—Necesitamos regresar a nuestra rutina de pedicura —Natalie observa y suspira,


cuando sumerge sus pies en el agua caliente y perfumada.

—Definitivamente. —Beso la cabeza de Olivia y acaricio su cabecita.

—Ella es tan dulce, Nat.

—Lo sé —Nat sonríe hacia nosotras—. Aquí, dame el teléfono, voy a sacar una
foto.

—¡Ah, buena idea! —Le entrego mi teléfono y sonrío, mientras ella toma nuestra
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foto, y después me regresa el teléfono—. Oh, mira a las dos, Livie. Estamos
hermosas —sin vacilar, le envío la foto por mensaje de texto a Nate.

—¿También podemos pintar los dedos de Olivia? —pregunto a Nat y ella ríe.

—Claro. Vamos a pintarlas de rosa.

La profesional encuentra el más pequeño pincel que tiene, y lo usa para pintar de
rosa cada dedito de la mano de Olivia. Ella duerme sin inmutarse durante todo el
proceso.

—Adorable.

Mi teléfono suena, y leo el mensaje de Nate.

*Hermosas chicas. Bésala por mí.

Suspiro y le muestro a Nat.

—Él es muy dulce. Estoy sorprendida.

—Lo sé. Puede parecer tosco, con su moto, por haber sido luchador, y también con
sus tatuajes. No tenía idea. Pero en el trabajo, es exactamente lo contrario, todo un
hombre profesional de negocios y rico. —Beso la cabeza de Olivia y siento el olor a
bebé—. Y este fin de semana él fue increíblemente romántico y dulce.

—Entonces, alguien está enamorada —Natalie me sonríe.

—Sí, no puedo negarlo.

—Estoy tan feliz por ti.

—Pero es tan complicado, Nat. —Ella frunce el ceño e inclina la cabeza y


continúo—. No podemos decirle a nadie en el trabajo. Jamás. Los dos perderíamos
nuestros empleos. No es fácil fingir.

—No finjas, se sólo tú. Siempre te desenvolviste bien con él en el trabajo, sólo
continua haciendo eso.
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—Es fácil para ti decirlo. No eres la única que quiere lamerlo entero, cada vez que
lo ves.

—Bien, no, Luke podría tener problemas con eso. —Nos reímos, y después ella se
pone seria de nuevo—. Basta ser quien eres, Jules. Aprovecha. El resto va a suceder
naturalmente.

—Espero que estés en lo cierto. —Mi teléfono suena de nuevo y verifico el mensaje.

*Hey bebé, voy a estar aquí hasta tarde hoy en la noche. Teleconferencia inesperada.

Hago una mueca, pero entonces encojo los hombros.

*Okay. ¿Todavía vendrás, cuando termines?

*Estaré allá.

*Ok, te veo más tarde. Besos.

—Nate va a trabajar hasta más tarde —murmuro y guardo mi teléfono de regreso a


mi bolsillo—. ¿Estamos citadas el viernes, para la noche de cine? —pregunto,
cambiando el asunto.

—Sí. La mamá de Luke, Lucy va a estar con el bebé en nuestra casa. Estoy un poco
nerviosa por dejarla sola por primera vez, pero ella va a estar en buenas manos.

—Estoy tan emocionada. Una noche es exactamente lo que todos nosotros


necesitamos. Vamos para ese nuevo bar después del cine, que tiene una banda en
vivo los viernes. Nosotras podemos bailar, y los tíos pueden jugar billar —Olivia
empieza a retorcerse, y le doy su chupón.

—Suena bien para mí. Te aviso, sin embargo, que voy a mandar mensajes a Lucy
toda la noche para saber cómo están las cosas.

—No hay problema. —Sonrío sobre la suave cabeza de Olivia—. Estoy


emocionada que ya no estés embarazada, podemos tomar una margarita.

—O tres. —Ella sonríe.


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—Sabes, el cumpleaños de Nate será de aquí a unos pocos meses. Y pensé en un
regalo diferente. Como él está trabajando hasta tarde hoy, ¿por qué no pasamos
algún tiempo en tu estudio, después de salir de aquí?

—¡Oh, eso sería fantástico! Estoy ansiosa por regresar al estudio.

—Entonces tenemos un plan. —Nos sonreímos la una a la otra, y suspiro cuando la


profesional comienza a frotar la planta de mis pies.

*****

—Olvide cuan divertido es esto contigo —murmura Natalie y presiona el


disparador delante de mí. Luke nos encontró en casa y se llevó a Olivia, por eso
estamos solo Nat y yo, como los buenos y viejos tiempos, jugando con bastante
maquillaje, lencería y su cámara.

Una música para bailar sexy esta retumbando por los altavoces del sistema de
sonido, no puedo evitar mover mi cuerpo junto con ella.

—Eres tan buena en esto, Nat. Estoy tan orgullosa de ti.

—Ok, nada de ninguna mierda esta noche. Piensa en cosas sexy —dice Natalie.
Estoy en su cama King-size, con sabanas de satén blanco, en medio del estudio.
Como está oscuro allá fuera, ella dejo las luces encendidas.

Mi largo cabello rubio esta suelto y ondulado alrededor de mi rostro, de aquella


manera que los hombres piensan que es tan sexy.

—Acuéstate de espaldas con la cabeza de frente hacia mí y deja tu cuerpo


levemente arqueado, colocando las piernas en el aire y abrazando tus rodillas.

Obedezco, verificando que mi corazón de plata está situado seductoramente en mi


escote, y cruzo mis tobillos, piernas estiradas hacia el aire. Estoy vestida con una
lencería blanca, panty medias y liguero en mis muslos.

—Relájate, Jules, quédate en esa posición. Coloca tu mano al lado de tu rostro.


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—Bien —el disparador hace clic y cierro los ojos, imaginando que Nate está
mirándome, que él es la persona detrás de la cámara, y comienzo a moverme.
Natalie viene cerca de la cama, tomando fotos en diferente ángulos, entonces giro
con el estomago hacia arriba, y coqueteo con la cámara un poco más.

—Tira del sostén ahora, pero vuelve enseguida, y mantén el tronco recto contra la
cama.

—Sí, señora —Las sabanas están frescas y suaves contra mis senos y siento mis
pezones endurecerse.

—¿Quieres algunas fotos desnuda también?

—Infierno que sí, es su cumpleaños —sonrío maliciosamente y ella presiona el


disparador.

—Va a enloquecer cuando vea esa sonrisa —dice Natalie y sonrío.

—Vamos.

Me siento al lado de la cama y retiro las medias, el liguero, las bragas, Natalie
tomando fotos todo el tiempo. Sé que, cuando ella edite las fotos, va a hacerme
parecer increíblemente seductora. Una mujer que tiró su ropa para su hombre.

—Ok, chica desnuda, de espaldas de nuevo.

Me acuesto y arqueo mi espalda, mirando de lado a la cámara, sosteniendo mis


senos en mis manos, y doblando mis rodillas, reafirmándome con los dedos de los
pies.

—Dios, Jules, si yo jugara en ese equipo, y no estuviera casada con el hombre más
caliente del mundo, estaría loca por ti.

Me río de Natalie, completamente a gusto con ella, y nos movemos por la cama y
por la habitación en poses diferentes, experimentando diferentes combinaciones de
lencería y joyas.
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El estudio de Natalie es un lugar de diversión para una chica como yo.

Cuando terminamos y cerramos el estudio, veo las luces que vienen de la casa
principal.

—Nate está aquí, es mejor entrar para que no descubra lo que hicimos.

Natalie sonríe.

—Eso fue divertido. Deberíamos hacerlo más seguido.

—Lo sé, lo extrañe. La Playboy me llamó este fin de semana. Quieren que pose
para una edición de cumpleaños.

—¿Qué has dicho? —pregunta Natalie, mientras caminamos por la puerta trasera y
entramos por la cocina.

—Les dije que iba a pensar en el asunto, pero después llamé esta mañana y lo
rechacé. —Nate entra en la sala, claramente en mi busca, y sonríe ampliamente
hacia mí, antes de jalarme a sus brazos, besándome profundamente.

—Bien, hola cosa caliente.

—Hola, ¿Oí que dijiste que lo rechazaste?

—Sí, esta mañana.

—Bueno. Hola, Nat.

—Hey —Natalie toma su cámara, bolso y la chaqueta y besa a Nate en el rostro,


mientras pasa.

—¿Qué estuvieron haciendo las dos? —pregunta Nate, mirando hacia la cámara de
Natalie—. ¿Y dónde está el bebé?

—Luke vino y la tomo, para que Natalie y yo pudiéramos hacer cosas sólo de
chicas —sonrío dulcemente hacia él, y bato mis pestañas, pero siento sus ojos ver a
través de mi.
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—Uh, huh —responde él.

—Bien, hablando de Liv, es mejor que me vaya. Los veo el viernes. —Ella señala
para los dos y enseguida, desaparece.

—¿Qué estaban haciendo realmente? —pregunta él.

—No puedo decirte.

—¿Por qué? —Él besa mi mejilla y después mi oreja, y me inclino hacia él, con un
suspiro.

—Porque lo vas a descubrir pronto. No estás autorizado a hacer preguntas como


esas, de aquí a tres meses, en tu cumpleaños.

—¿Qué? —Él se aleja hacia atrás y me sonríe—. ¿Qué quieres decir?

—Sin preguntas tan cerca de tu cumpleaños, As. Confía en mí, nosotras estábamos
divirtiéndonos, y yo estaba pensando en ti.

—Bien, eso es todo lo que puedo pedir, bebé. —Él besa mi frente y se aleja de mis
brazos, tirando la chaqueta y enrollando las mangas, exponiendo el tatuaje sexy.

—¿Tienes hambre? —pregunto.

—Estoy muriendo de hambre. Ven, voy a hacer la cena y puedes contarme sobre tu
día. —Él va hacia la cocina y sonrío. Observar a Nate cocinar es una visión
deliciosa.

—Ya conoces lo que sucedió en la mayor parte de mi día —Me siento en el bar y
acepto agradecida una copa de vino blanco de Nate.

—¿Tú y Natalie se divertían mientras arreglaban sus pies? —pregunta él.

—Definitivamente. Fue un buen tratamiento, tanto que pedí para hacerle al bebé.

—Ella está creciendo mucho —Nate comenta y saca dos filetes para colocarlos
sobre la palillera— la foto que me enviaste estaba hermosa.
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—Ella es increíble —murmuro.

—Gracias por rechazar a Playboy, Julianne —dice Nate suavemente y mi mirada


regresa a sus ardientes ojos grises. Él está cortando papas, y su rostro esta serio.

—Dije que haría eso.

—Lo sé —Él suspira y sacude la cabeza, como si se librara de un peso en los


hombros, y entonces me lanza una sonrisa sexy—. ¿Cómo quieres tu filete, bebé?

—Lo más rápido posible, para que pueda tenerte desnudo.

Nate ríe.

—Puedo hacer eso.


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Traducido por lizels

Corregido por Kelly Frost

N
ate golpea mi trasero, haciéndome saltar.

—¿Qué he dicho?

—Deja de hablar de esos tipos sexys —gruñe y yo río. Acabamos de


salir del cine, después de ver la nueva película de Luke, Rendirse nunca, con Hugh
Jackman. Estamos caminando por la acera en dirección al bar.

—¿Cuál es el gran problema? Si me dices que crees que el trasero de Scarlett


Johanson es increíble, estaría de acuerdo contigo. —Coloco mi brazo en el suyo, e
inclino mi cabeza en su hombro, mientras caminamos. Natalie y Luke están
caminando delante, con las manos agarradas.

—Además de eso, eres el único tío caliente que quiero, As.

—Vaya, estoy tan feliz de oír eso —murmura él secamente, haciéndome reír
nuevamente.

—Entonces, Nat, ¿Lucy todavía no ha colgado el teléfono? —le pregunto


irónicamente. Le mando mensajes a la pobre mujer unas diez veces.

—No, idiota. Pero me envió la más linda foto de Liv y Sam durmiendo en el sofá.
—Ella me muestra y las dos soltamos varios ooh y ahh sobre la dulce foto.

—Necesito una cerveza —dice Luke—. Nate, ¿puedo comprar una cerveza para ti?

—Si, por favor. También la necesito.


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—Sabes que adoras cuando miro al bebé —sonrío.

—Sí, pero somos hombres, Jules. Mantenemos nuestros sentimientos para nosotros
mismos.

Luke acaricia el cuello de Natalie, y yo hago un sonido ahogado en mi garganta.

—Mantén tus manos para ti mismo, amigo, y vamos a estar bien. Jesús, ¿por qué
salí con ustedes?

—Porque piensas que soy tranquilo, hermoso e inteligente.

—Y modesto —bromeo, y todos reímos.

Me gustan los lugares concurridos, Oasis, el bar que estamos yendo hoy en la
noche, es bastante concurrido, débilmente iluminado, y toca rock a todo volumen.
La banda de covers12 está tocando en este momento música de Maroon5, y está
haciendo un buen trabajo, lo que es una buena señal para nosotros, ya que Natalie y
yo somos fans de Maroon5. Encontramos una mesa vacía y nos sentamos.

—Eso es tan divertido —digo, mientras miro alrededor del concurrido bar. La pista
de baile es de buen tamaño y está llena de bailarines en varios estados de
intoxicación.

Hay dos mesas de billar en la esquina opuesta al escenario, ambas están siendo
usadas ahora. La barra del bar es larga y grande, con tres barmans corriendo para el
frente y atrás, tomando los pedidos.

Una camarera en una camisa blanca apretada y una falda negra corta con delantal
negro, se aproxima a nuestra mesa para tomar nuestros pedidos.

—Hola, señoras y señores, ¿qué puedo servirles?

Luke pide cerveza para él y Nate y margarita para Natalie y para mí. Ellos saben
que nos gusta.
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12
Una banda de covers interpreta exclusivamente versiones otros artista rconocidos.
—¡La música es buena! —digo, mientras Natalie y yo hacemos unos movimientos
de baile, y después sonrío tímidamente hacia Nate.

—Estás hermosa esta noche con ese vestido rojo —murmura él en mi oído.
Nosotros siempre nos vestimos formal en las noches de estreno. Es tradición.

Llevo un vestido rojo de gasa al frente, que fluye hasta mis rodillas. La parte de
atrás expone mis hombros, pero es discreto. Mi cabello está recogido, usé un
maquillaje un poco más dramático para el evento nocturno y estoy usando tacones
negros Louboutin.

Estoy hermosa con esta ropa.

Natalie también está linda, con un vestido de un solo hombro, negro, también de
gasa, que fluye hasta sus rodillas. Ella está usando sus perlas y Louboutin rojos.

Luke en una verdadera estrella de cine, con sus pantalones negros y la camisa
blanca con el botón abierto hasta el pecho, y una chaqueta negra, y Nate está
simplemente delicioso con pantalones y camisa negra con las mangas enrolladas.
Trazo su tatuaje con mi dedo y sonrío hacia a él a través de mis pestañas.

—Estás increíble con esa ropa.

Nate se acerca más a mí, con una sonrisa y susurra:

—No puedo esperar para arrancarte la ropa y follarte la noche entera.

Mis muslos se aprietan con sus palabras, y me inclino para susurrar en su oído.

—No hay necesidad de quitar nada, As, ya estoy sin bragas.

Me inclino hacia atrás y sonrío, mientras él aprieta sus ojos y susurra:

—Mierda.

Río, mientras la camarera regresa trayendo nuestras bebidas, y comenzamos a


discutir sobre la película.
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—Ok, entonces ya vimos que Hugh es sexy —Nate estrecha sus ojos hacia mí y
sonrío inocentemente, tomando un trago de mi bebida—. ¿Pero qué piensas de la
película?

—Acción, sexo, sangre, cosas explotando…estuvo fantástica —Nate brinda su


cerveza con Luke, y toma un trago, mientras todos nos reímos.

—Me gustó mucho, estoy de acuerdo. Estoy acostumbrándome a la sangre, pero no


estoy segura si eso es una buena cosa, la escena del sexo fue caliente, como Hugh.

Nate me hace cosquillas en mis costillas y doy una carcajada.

—¡Es simplemente muy fácil provocarlo!

—Pienso que quien la produjo es de una genialidad absurda. —Natalie añade—:


Obviamente el hombre que produjo esta película debe ser inteligente, sexy e
increíblemente hermoso.

—Bien, eso no es necesario decirlo, bebé. —Luke besa el cuello de Nat, y yo ruedo
mis ojos.

—Bésame el culo.

—¿Estás diciendo que no soy sexy? —me pregunta Luke con una ceja levantada—.
Si bien recuerdo, tu opinión fue muy diferente la primera vez que me conociste.

—Bien, pero ahora que ya tuviste tus manos, y otras cosas que no quiero decir
porque me hacen vomitar, en mi mejor amiga, nunca vas a ser sexy para mi
nuevamente. Además de eso, eras la estrella de la película Luke. Ahora solo eres
Luke, mi hermoso y serio cuñado.

—Esa es la cosa más dulce que me has dicho. —Él limpia una lágrima imaginaria
de la esquina de su ojo y le lanzo un cubito de hielo.

La camarera regresa con nuestras bebidas, y Luke cambia de asunto.

—Entonces, escuché decir que tienes una bella casa en la playa, Nate.
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—La tengo. —Nate entrelaza sus dedos con los míos, y besa mis dedos,
descansando seguidamente nuestras manos sobre su pierna—. A Julianne y a mí
nos encantaría que ustedes tres se unieran a nosotros, al final del próximo mes.

Sonrío encantada con él, y él besa mi frente.

—¡Amo esa idea! Amo la playa. —Natalie asiente con entusiasmo.—Voy a llevar
mi cámara, y sacar algunas fotos de ustedes también.

—Tranquila. —Le sonrío—. Tal vez debamos pactar una fecha contigo en el
estudio.

Los ojos de Natalie se ensanchan, y luego una sonrisa perezosa se extiende por
todo su rostro.

—A cualquier hora, cariño.

—Uh —Luke me frunce el ceño—. ¿Es una buena idea?

—¿De qué están hablando? —pregunta Nate, y yo comienzo a reírme.

—¿Le has dicho a Nate el tipo de fotos que hago, Jules? —pregunta Nat
despreocupadamente, dando un trago a su bebida, sin dar ninguna indicación de lo
que estábamos haciendo en el estudio esta semana.

Sacudo mi cabeza hacia ella y guiño.

—¿Bien? —pregunta Nate.

—¿Puedo mostrarle? —le pregunto a Natalie.

—Claro. —Ella encoge sus hombros y sonríe hacia Luke, mientras saco mi Iphone
y busco por las fotos, hasta llegar a las fotos que capturé, colgadas en su estudio,
específicamente las escenas de las parejas desnudas, en varias posiciones sexuales, y
le muestro a Nate.

Sus ojos se estrechan, y luego el pasa con su pulgar cada una de ellas, y después me
devuelve el móvil.
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Él toma un trago de su cerveza, sin mirar a cualquiera de nosotros a los ojos.
Estamos todos mirándolo, sonriendo, y, finalmente, él mira hacia Natalie y dice:

—Si no estuviera tan enamorado de mi novia y no respetara a tu marido, como lo


respeto, te atacaría aquí en esta mesa. Las fotos son muy calientes.

Todos nosotros nos morimos de la risa, Luke más alto que todos, y Natalie
levemente ruborizada.

—Sin embargo —continúa Nate—: No creo que estuviese cómodo con cualquiera,
pero especialmente contigo, Natalie, sacando fotos de nosotros dos haciendo el
amor. Vamos a mantener eso sólo en la habitación, gracias.

—Bien —añado—: No sólo en la habitación…

— Que asco —Natalie arruga la nariz y sonrío presuntuosamente hacia ella.

—No es tan bonito cuando otro lo hace, ¿eh amiga? Ok, entonces, sin fotos de sexo.
Pero me vendría bien un poco de tiempo en el estudio.

—Adoro esa idea, ¿cuándo lo quieres? —pregunta Nat y guiña, divirtiéndose con
nuestra broma de engañar a Nate, enseguida, miro hacia los fríos ojos de él.

—¿Qué?

—¿Por qué quieres eso?

Aprieto nuestros dedos, y me inclino para susurrar en su oído:

—Tu cumpleaños está llegando, As.

—¿La próxima semana está bien para ti? —Le pregunta a Natalie, haciéndonos reír
de nuevo y quedo aliviada al saber que a él le va a encantar su regalo de
cumpleaños. De repente, la banda entra con otra canción caliente de Maroon5, y
Natalie y yo sonreímos una a la otra.

—¿Vamos?
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—Claro —responde ella.

Los chicos se levantan para dejarnos salir de la mesa, y tomo a Natalie por la mano,
mientras caminamos hasta la pista de baile. Nos unimos al mar de cuerpos y
comenzamos a movernos. El cuerpo de Natalie es lindo, curvilíneo, naturalmente
elegante, y baila fácilmente con sus tacones. Quedo agradecida por los varios años
en las clases de artes marciales, que me dieron equilibrio y un ritmo natural, y
balanceo mis caderas y brazos con la música. Cierro los ojos y giro en un círculo
apretado, perdiéndome en la música.

Cuando abro mis ojos nuevamente, los chicos se han unido a nosotras, Luke abraza
a Natalie y se mueve contra ella, bailando de forma sexy y natural, y de repente,
Nate está presionando mi espalda, con las manos sobre mis caderas, su rostro en mi
cuello.

—Eres tan jodidamente sexy, bebé —gruñe contra mi oreja.

Le sonrío de regreso, y me lleva el resto de la música, presionando su cuerpo contra


el mío, enviando chispas por mi cuerpo.

Finalmente, la banda cambia hacia una canción lenta, y Nate me envuelve en sus
brazos, balanceándome hacia adelante y atrás, con las manos en mi cadera. Besa mi
frente, y me acuesto en su pecho, apreciando la música lenta y estar en los brazos de
mi hombre.

Cuando la música termina, Natalie y yo decidimos que necesitamos descansar


nuestros pies un poco, y los hombres deciden intentar suerte en el billar. Ellos nos
llevan de regreso a la mesa y, enseguida, salen para tomar una mesa de billar vacía.

—Mierda —murmuro, mientras tomo un trago de mi bebida y veo a Nate inclinarse


para golpear una bola. Su trasero llena muy bien ese pantalón.

—Nuestros hombres son calientes —comenta Natalie con una sonrisa.

—Muy calientes —concuerdo y doy una carcajada—. Estoy tan feliz que hayamos
conseguido salir hoy. Te he echado de menos.
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—Yo también. ¿Quién diría un año atrás, que nuestras vidas serian tan diferentes?

—¿Verdad? Sé que todo esto fue maravilloso, y estoy tan feliz, pero siento tu falta.

—Bien, tendremos que hacer un esfuerzo para vernos más —Natalie verifica su
teléfono y le sonrío.

—¿Por qué todavía no has llamado? —pregunto.

—Estoy segura de que están bien —responde Natalie, cuando su teléfono suena con
un nuevo mensaje.

—¡Oh! Ella me ha mandado un mensaje. Si, están bien. —Sonríe ampliamente.

Miro hacia la mesa de billar y encuentro los ojos de Nate en mí. Le sonrío, y la
esquina de su boca sube en una sonrisa perezosa, y siento el calor ir directo hasta
mi centro.

Jesús, él me vuelve loca.

—Bueno, hola, linda.

Giro la cabeza y veo a DJ, un hombre con el que estuve brevemente hace dos años
atrás, de pie en nuestra mesa. Estaba tan distraída con Nate, que ni siquiera lo noté.

—Hola, DJ —respondo sin entusiasmo.

—Nat. —Él guiña hacia Natalie y ella lo mira.

Las cosas no terminaron bien entre DJ y yo.

—¿Entonces, como estas, Jules? —pregunta él, con una sonrisa arrogante en su
lindo rostro. DJ es apuesto; alto, musculoso y de cabello oscuro. Él trabaja en la
academia en la que yo entrenaba antes, y fue mi entrenador por un tiempo.

—Estoy bien, DJ.

—Estoy feliz de oír eso. Y me agrada ver que continúas manteniendo ese cuerpo
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espectacular. —Él me guiña y mi estomago se revuelve. Es un idiota. Sólo quiero
que se vaya ahora, y rezo para que Nate esté muy ocupado con su juego para
percibir su presencia en la mesa—. Gracias por venir a vernos, pero Natalie y yo
estamos aprovechando nuestras bebidas, DJ. Ten una buena noche.

—¿Te mporta si me uno a ti?

Jesús, nadie podría acusarlo de ser inteligente.

—Sí, nos importa. Adiós, DJ.

—Ah, vamos, no seas así. —Él pasa los dedos por mi rostro, y agarro su muñeca
con mi mano y lo alejo de mi.

—No me toques. Solo vete ahora.

—¿O qué, Jules?

—O voy a tener que golpear tu trasero —murmura Nate, suavemente detrás de él.
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Traducido por Lizels

Corregido por Kelly Frost

ierda!

¡M Miro y Nate y Luke están de pie detrás de DJ, Luke mirando con
los brazos cruzados sobre el pecho, y Nate mirando detrás de la
cabeza del DJ, sus duros ojos grises y entrecerrados.

DJ gira y le ofrece a Nate una sonrisa arrogante, lo que él cree que es encantador y
le guiña un ojo.

—Oye, amigo, yo llegué primero. Me la tiré hace algunos años, y si juego bien mis
cartas, espero repetir esta noche.

Escucho el suspiro de Natalie, y entonces todo sucede en cámara lenta.

Nate descubre sus dientes y agarra a DJ por la camisa, arrastrándolo de nuestra


mesa, pasando por el bar, y a la derecha por la puerta del frente, con Luke detrás de
él.

Natalie y yo nos miramos la una a la otra por un instante, después nos arrastramos
de la mesa, para conseguir levantarnos y correr detrás de ellos.

Nate está acorralando a DJ contra la pared del edificio, a un centímetro del rostro
de este, y está furioso.

—¿Quién diablos fue el que te enseñó buenas maneras, imbécil?

—Jódete —escupió DJ y le dio una patada en la espinilla a Nate.


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Nate soltó un gruñido, pero no la camisa de DJ. Sus brazos están flexionados y
apretados con rabia. DJ miró por encima del hombro de Nate hacia mí y sonrió.

—Hey, bebé, ¿lo extrañaste? —toma su pene a través de sus jeans y ríe de su propia
broma.

—No tienes idea de con quién te estás metiendo —murmuro.

Nate no mueve un músculo. Él mira a DJ, respirando con dificultad, pero está
completamente controlado, y, obviamente no está golpeando al otro hombre,
aunque este fuera capaz de hacer gestos groseros hacia mí. DJ mira a Nate de
arriba abajo y sonríe nuevamente.

—¿Qué quieres que haga, Julianne? —pregunta Nate suavemente.

Dj suelta una sonrisa afectada.

—¿Tienes que pedir permiso a tu novia?

—Patea su trasero, Nate.

—Pensé que nunca ibas a decir eso, bebé.

Nate dio un paso hacia atrás, liberando a DJ, giró de espaldas hacia él, y sé cuál es
su estrategia; dejar que DJ dé el primer golpe. Nate no queda decepcionado.

DJ agarra el hombro de Nate y lo jala para enfrentarlo, y luego le da un puñetazo


en la mandíbula, salpicando sangre desde la esquina de la boca de Nate.

—¿Qué piensas decir ahora, idiota? —se burla DJ.

—Pienso que tienes un gancho de derecha patético, imbécil.

Nate golpea a Dj dos veces, una vez en la nariz, y la otra en el estómago,


enviándolo al suelo, pero el otro es demasiado estúpido y se levanta, balanceándose.

Nate se echa hacia atrás y toma impulso con otro gancho de derecha en la barbilla
de DJ, y entonces lo agarra por los hombros, lleva su rodilla directo a su intestino,
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tirándolo al suelo.

—Quédate ahí —gruñe Nate.

—¡Vete a la mierda! —DJ se levanta de nuevo, todavía más inestable esta vez, y
frota su estomago. Se lanza contra Nate de nuevo, los puños volando, pero Nate se
agacha y agarra a DJ, levantándolo y golpeándolo contra la pared con el hombro,
Dj cae al suelo nuevamente.

¡Puta mierda! Sabía que Nate era fuerte, pero verlo en acción, como ahora, es
simplemente increíble. No solo podría lastimar a alguien, podría matar a alguien.

—Si sabes lo que es bueno para ti, te quedaras en el suelo, hijo de puta.

DJ silba y tose, estremeciéndose de dolor. Estoy segura que sus costillas están bien
lastimadas, si no están rotas. Se levanta de rodillas, y Luke habla por primera vez.

—¿De verdad quieres salir lastimado, amigo? Quédate en el maldito suelo, antes de
él te mande al hospital.

DJ está claramente avergonzado cuando cae sobre el trasero al suelo, y se estremece


de nuevo. Una pequeña multitud se ha reunido para ver el espectáculo,
murmurando y riéndose de DJ. Él me mira y sus ojos brillan.

—Debí darte una paliza, cuando tuve la oportunidad. No eres nada, solo una puta
de mierda. —Nate da un paso hacia atrás, para golpear la cara de DJ, pero yo grito.

—¡No!

Él para y se gira en mi dirección, sus ojos ardiendo por la furia.

—¿Qué?

Sacudo la cabeza y voy en dirección a DJ, caminado elegantemente. Doy una dulce,
y falsa sonrisa, y me agacho en mis talones, estoy delante de él.

—Intentaste golpearme, ¿recuerdas, DJ? Te di una paliza que te dejo sangrando.


Estoy segura de que esta preciosa cicatriz de tu ojo izquierdo es gracias a mí.
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Me levanto y me alejo de él, y lo oigo insultarme.

—Puta, perra.

—Hazlo —murmuro a Nate, mientras paso por su lado, y oigo a DJ gruñir


suavemente, después de golpearse la cabeza en el suelo, cuando Nate le da un
último puñetazo en el rostro, noqueándolo.

*****

—Bien, una cosa que puedo decir de nuestras noches, es que nunca son aburridas
—dice Natalie, mirando desde el asiento del pasajero del Mercedes.

—No, nunca es aburrido —murmuro y beso la herida de Nate y los nudillos de los
dedos hinchados de sus manos.

—¿Estás bien? —le pregunto.

—Estoy bien —refunfuña. No me mira a la cara, y a pesar de no parar de tocarlo, él


prácticamente no me toca. Luke estaciona en mi entrada y Nate y yo salimos del
asiento de atrás. Me apoyo en la ventana de Nat y beso su mejilla—. Besa a Livie
de mi parte. Te llamo mañana.

—Está bien. Adiós. Nate, hoy golpeaste un trasero. —Ella le guiña un ojo, Luke se
despide de ambos, y ellos arrancan con el auto.

—Vamos a entrar. —Camino en dirección al balcón del frente, pero Nate pasa la
mano por su cabello y se queda parado.

—Tal vez deba volver a mi apartamento esta noche.

—¿Qué? —giro hacia él, confusa y un poco asustada—. ¿Por qué?

Él sacude la cabeza y mira sus pies.

—Tú misma dijiste que una noche separados no iría a matarnos.

Estoy completamente conmocionada. Este hombre frío y distante no es mi Nate.


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—No quiero dormir sin ti —susurro y mi estomago se revuelve cuando él se retira y
se aleja de mí—. Mira, Nate, lo siento mucho por DJ… —Nate me mira, y sus ojos
grises están tensos y enojados.

—No me vas a pedir disculpas por ese hijo de puta, Julianne.

—Está bien —Doy un paso hacia atrás, y doblo mis brazos sobre mi pecho. —No sé
qué decir. No sé qué es lo que está mal.

—No hiciste nada malo.

—Ok. —Comienzo a lamerme los labios nerviosamente—. ¿Entonces por qué me


estas castigando? —pregunto en voz baja.

Nate baja la cabeza, coloca sus manos en las caderas y toma una profunda
respiración.

—No es eso lo que estoy intentando hacer.

—Habla conmigo, Nate.

—Estoy jodidamente molesto, Jules. Mucho más allá que molesto. Quería seguir
golpeándolo, más y más, hasta que fuera una pasta de sangre. Tengo mucha
adrenalina y rabia pasando por mí ahora mismo, como para confiar en mí mismo
en no lastimarte. Nunca te lastimaría intencionalmente, pero no me estoy sintiendo
gentil. —Lleva los dedos por los cabellos y se aleja unos pasos frustrado.

—No te alejes de mi —uso sus palabras contra él. Él gira el cuerpo en mi dirección,
sus ojos abajo en el camino oscuro—. No me vas a dejar atrás y simplemente correr
hacia tu casa, As. Si estas molesto, está bien. Si estás frustrado, está bien. Pero vas a
discutir eso conmigo, y no lejos de mí.

Quedamos parados, para mí por largos minutos, pero podían ser solo algunos
segundos.

Finalmente, oigo su voz baja.


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—¿Por qué saliste con un idiota como ese?

—Mierda —murmuro y froto mi frente.

—En serio, Julianne, no lo entiendo. —Él gira y me mira, sus ojos impasibles.

—Nate, fue hace años. Años.

—¿Y? —Él levanta una ceja.

—Yo acostumbraba frecuentar el gimnasio donde él trabajaba. Él era…


probablemente todavía es entrenador personal. Yo era joven y estúpida, lo suficiente
para pensar que él era atractivo. Solo salimos dos veces, Nate, tuve relaciones
sexuales con él una vez, y estuvo persiguiéndome como un loco. Le dije que no
estaba interesada en verlo de nuevo, él levanto un puño hacia mí, y yo le golpeé y le
rompí dos dientes.

Camino hasta Nate e intento tocarlo, pero él se aleja de mí.

—Para con eso —susurro.

—No entiendes. Eso me vuelve loco, saber que te tocó.

Él pasa las manos por su cabello nuevamente y mira hacia el cielo y después de
vuelta a mí.

—Sé que no eras inocente cuando te conocí, pero no necesitaba conocer a alguien
que ya estuvo dentro de ti, incluso si no hubiera sido un idiota, todavía querría
golpear su trasero.

—Nate, él significa menos que nada para mí. Tú viste qué te respondí cuando me
preguntaste. Te dije que le dieras una patada en el culo.

—Sí, lo que es nuevo para mí. Nunca antes tuve que pedir permiso para proteger a
alguien.

Entonces es eso de lo que se trata.


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—¿Sabes lo que eso significa para mi, el cuidado que tuviste conmigo, antes de
tirarte encima de él? —él frunce el ceño hacia mí y yo sigo hablando—. Tú nunca
me lastimarías, bebé—. Respiro hondo antes de continuar—: Además de eso, estuve
cara a cara con la mujer que todavía tiene tu apellido, Nate. Quería arrancarle el
corazón por el trasero, pero mantuve la compostura. No sé si conseguiría mantener
la calma si eso sucediera de nuevo.

—Te dije que no tengo nada que ver con ella.

Sólo inclino mi cabeza a un lado y lo miro, impasible, hasta que él suspira


profundamente y sacude la cabeza.

—Tienes un punto.

—Si yo me quedara pensando en el hecho de ya estuviste casado, en las mujeres


que ya estuvieron contigo, eso me mataría. Me rehúso a pensar en eso. Estoy
contigo ahora, y sé que soy la única mujer en tu vida en este momento, y eso es
todo lo que me importa. —Me aproximo a él nuevamente, y tomo su rostro con mi
mano, pasando mis dedos por su cabello con la otra, y él no se aleja, pero tampoco
me toca —. Gracias por esta noche, por protegerme y hacerme sentir tan amada.

—Te amo —susurra y sonrío hacia él, encantada.

—Lo sé —susurro, y los brazos de Nate finalmente me abrazan fuerte. Él se inclina,


su rostro debajo de mi barbilla, y me aferro a él, mientras me mece adelante y atrás,
besando mi cabello.

—Entonces, hum, ¿eso significa que vas a quedarte? —pregunto y mi estomago se


calma, cuando lo siento sonreír contra mi mejilla.

—Sí, me voy a quedar, bebé. —Besa mi cabello más de una vez, y lo abrazo de
vuelta.

Nate aprieta mi barbilla con los dedos e inclina mi cabeza.

—Eres mía.
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Una lenta sonrisa se expande por mi rostro.

—Igualmente.

—Jesús, eres linda.

De repente estoy en el regazo de Nate, y él está luchando con las llaves, abriendo la
puerta del frente, y llevándome adentro. Me coloca de pie en el pasillo de la
entrada, cierra y atranca la puerta, y gira su rostro en mi dirección lentamente,
mientras lo estoy esperando en las escaleras.

—¿Sabes lo que haces conmigo? —pregunta, con voz baja y áspera, sus ojos
estrechándose y sus manos en puños a los lados.

—¿Qué? —pregunto sin aliento.

—Me haces querer cosas que nunca antes quise. Me haces quererte. Me haces poner
malditamente duro.

Mis talones golpean los escalones, y subo las escaleras despacio, de espaldas,
incapaz de parar de mirarlo. Doy cerca de cinco pasos, cuando él murmura:

—Para.

Él desabotona su camisa mientras sube los escalones debajo de mí, y balancea sus
hombros, dejándola caer en el suelo. Alcanza el cuarto escalón, y sus ojos están en
el mismo nivel que los míos. Estoy agarrándome del pasamanos para equilibrarme,
hipnotizada por sus bellos ojos grises. Todavía no está tocándome, y mi piel está
zumbando en anticipación.

—Tócame —susurro.

Él se inclina y roza levemente sus labios con los míos, y se aleja nuevamente, sólo
mirándome.

—Por favor, tócame —susurro de nuevo.

Sus ojos viajan por mi cabello, mi rostro; desde mi vestido hasta mis sandalias, y de
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vuelta a mi rostro de nuevo.

—Siéntate en las escaleras — me ordena.

Arrugo la frente, y él cierra sus ojos.

—Siéntate.
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Traducido por Lizels

Corregido por Pilar wesc

M
e siento en la escalera y miro su rostro, imaginando qué diablos va
hacer a continuación. Él suelta su cinturón y abre su pantalón, y
cuando pienso que va a liberar su pene para que yo pueda trabajar con
él, él se arrodilla frente a mí.

Siento mis ojos ensancharse y recorrer al hombre hermoso y enojado que esta
arrodillado frente a mí, todavía sin tocarme.

—Apóyate hacia atrás con tus codos —susurra, y yo obedezco—. Sube tu vestido
hasta las caderas —nuevamente, obedezco, y siento mi respiración acelerarse. Me
siento completamente expuesta, porque estoy desnuda de la cintura para abajo. No
estaba mintiendo cuando dije que no estaba usando bragas.

Los ojos de Nate se dilatan, y toma una profunda respiración. Sus ojos se estrechan
en mi vagina, y él dobla sus puños, abriendo y cerrando las manos, y sé que se está
muriendo de ganas por tocarme.

—Tócame, bebé —susurro.

Sus ojos grises están estrechos cuando encuentran los míos, y lleva una mano hasta
mi cabello, metiendo un mechón detrás de mi oreja, causándome escalofríos.

—Eres tan bonita, Julianne.

—¡Tócame! —susurro alto y él cierra sus ojos por un latido del corazón, y mira mi
cuerpo de nuevo—. Nate—. Desvió su atención con la fuerza de mi voz—. No me
vas a herir, mi amor.
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Él gruñe y planta sus puños sobre mis caderas, aproximándose rápidamente y
besándome, deslizando su lengua en mi boca. Ese beso es urgente y necesitado.
Envuelvo su cabello en mis dedos para asegurarlo cerca de mí, pero él se aleja, sin
aliento, con los ojos en llamas, y dice:

—Codos sobre la escalera.

—Oh.

Finalmente. ¡FINALMENTE! Él desliza sus grandes manos por mis muslos y


después a mis caderas, y me jala para al frente hasta el borde del escalón, y baja la
cabeza. Sopla en mi centro, erizando mi piel entera. Separando mis muslos
abiertos, separando mis labios en el proceso y me lame, de mi ano hasta mi clítoris
y abajo nuevamente.

—¡Puta mierda! —Mi cabeza cae para atrás cuando mis caderas se irguen en las
escaleras.

Nate asegura mis caderas firmemente, mete su rostro en mi vagina y me besa,


sumergiendo su lengua talentosa y suave dentro de mí, y girando, apretando su
nariz contra mi clítoris.

La electricidad corre a través de mi centro, a mi columna, y mis miembros. Lo miro


y su ardiente mirada gris esta fija en mi rostro, llena de lujuria.

—Oh, Dios, amor, voy… —No puedo terminar la frase. Él mueve su lengua a lo
largo de mis labios, presionando mi clítoris y empujando dos dedos dentro de mí,
presionando fuerte, y disfruto, mis músculos pulsando mientras sus dedos me
toman, mi clítoris pulsando contra su lengua.

Él besa y da mordidas en el interior de mis muslos y mi pubis, y después saca sus


dedos de dentro de mí y los coloca en su boca, saboreándome.

—Eres belicosa —susurra. Se aproxima y abre mi sostén, exponiendo mis senos—.


Jesús.

Nate se inclina y traza un pezón con la nariz. Mi respiración todavía es errática a


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causa del asombroso orgasmo que solo él puede darme, y su nariz en mi pezón
envía llamas directo a mi centro, y gimo su nombre.

Envuelve sus labios alrededor del pezón, mientras sus dedos juegan con el otro.
Llevo una mano hasta su cabello, y él me mira.

—Codos sobre la escalera —repite.

—No, quiero tocarte.

—Voy a amarrarte si es necesario. Codos en la escalera.

Mierda.

Obedezco, completamente excitada con su necesidad de controlar el momento.

Su boca cubre el otro seno, y comienza a chuparlo, dejándome completamente loca,


retorciéndome debajo de él.

De repente, se aleja, agarra mis caderas y me gira por las rodillas.

—Te necesito —gruñe, y lo oigo bajar sus pantalones hasta sus caderas—. Ahora.

Él golpea mi trasero, y se empuja brutalmente dentro de mí, y grito de sorpresa y


solo un poco de dolor.

Siento la penetración aún más de lo habitual, presionando dentro de mi centro.

—Jesús, cariño, estas tan mojada y apretada. —Se mueve hacia fuera y, entra duro
de nuevo, suelto un gemido.

—Si —susurro.

—Eso va ser duro, bebé.

—Bien —respondo.

—Me avisas si es mucho.


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—Solo hazlo, bebé. Fóllame.

Golpea mi trasero, y aprieta mis caderas, comenzando a golpear dentro y fuera de


mí en un ritmo rápido, desesperado. Golpea en mi trasero de nuevo, dos veces, y
gimo con el placer de la palmada, amando que él esté loco del deseo por mí, que
soy yo quien le hace perder el control.

—Joder, bebé —aumenta la presión de sus manos en mis caderas, y golpea otra vez
dentro de mí, corriéndose duro y llevándome con él.

Él está temblando y jadeando detrás de mí. No salió de dentro de mí. Se inclina y


besa entre mis hombros y apoya el rostro allí, las manos plantadas en la escalera al
lado de mis codos.

—¿Estás bien? —susurra, haciéndome reír.

—Estoy fantástica. ¿Y tú?

—¿Te lastimé?

—No, cariño. —Beso sus bíceps—. Sacudiste jodidamente mi mundo. —Él ríe y
salw de mí interior, haciéndome suspirar, haciéndome sentir la penetración a lo
largo de las paredes de mi vagina—. Jesús, me alegro que no le tengas miedo a las
agujas. —Me siento en el fondo del escalón, y observo sus brillantes ojos grises.
Está relajado ahora, la ira y frustración aparentemente apagadas con sexo violento
y un orgasmo caliente.

—Quedarías increíble con un tatuaje —murmura.

Estrecho mis ojos hacia él.

—Estabas dentro de mí hace menos de treinta segundos atrás, y ahora estas siendo
cruel.

—No estoy siendo cruel, estoy hablando en serio.

Inclino mi cabeza y poso los ojos sobre sus sexys tatuajes, y por primera vez en mi
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vida, pongo en consideración esa idea. Son muy excitantes.

—Conozco un excelente artista si cambias de idea. —Sus ojos están cálidos y llenos
de lujuria, los labios en una media sonrisa, mirándome, y algo cambia dentro mío.

—Vamos a hablar con él mañana.

La mandíbula de Nate cae y sus ojos se ensanchan.

—¿En serio?

—En serio. Voy a considerarlo. —Me encojo de hombro, intentando no mostrar


como estoy de nerviosa, con el pensamiento de alguien viniendo en mi dirección,
con un arma con aguja, pero él ve a través de mi.

Siempre ve a través de mí.

—No tienes que hacer eso por mí —murmura.

Sacudo mi cabeza.

—Añadir un tatuaje permanente en mi cuerpo, y someterme a una tortura con una


aguja, no es algo que haría por ningún hombre. Tal vez sea hora de enfrentar
algunos de mis miedos.

Él ríe y me levanta, poniéndome encima del hombro, golpea mi trasero, y entonces


sube la escalera.

—Baño —dice con una sonrisa en la voz.

—Buena idea.

*****

—¿Estás segura de eso? —pregunta Nate.

—No.

—¿Quieres salir? —agarra mi mano con más fuerza y besa mi cabeza.


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—No.

—¿Qué diablos, McKenna? —El hombre cubierto de tatuajes sonríe hacia Nate y
gentilmente hacía mí. Él es el rostro del propietario de armas de destrucción
masiva.

—Vas a estar bien, mi amor. El tatuaje es pequeño, y solo va a llevar diez minutos,
máximo.

—No puedo creer que estoy haciendo esto. —Cierro mis ojos e inclino mi cabeza
de vuelta al sillón para hacerme el tatuaje. El tatuador inclina la silla para atrás, así
que estoy completamente inclinada.

—Ok, baja los pantalones.

—Mierda, tío, ¿en serio? —Nate lo mira, y eso me hace reír.

—Solo es un privilegio del trabajo, tío —él sonríe y se encoge de hombros, y me


relajo hasta verlo sacar una cosa con un inyector, y venir en mi dirección.

—Espere. —Él se detiene con las cejas levantadas. Paso la lengua por mis labios—.
¿Cuántos tatuajes has hecho?

—Miles —contesta.

—¿Eres bueno con esa cosa parecida a un arma? —pregunto, y él me mira.

—Esto no es un arma. Es una máquina.

Oh.

—¿Es bueno con su máquina? —pregunto, y una sonrisa de predador se expande


por su hermoso rostro y Nate maldice suavemente de nuevo.

—Cariño, no tienes idea.

—Estoy hablando en serio.


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—Esta bien —Él se sienta, sus codos sobre las rodillas, y me mira a los ojos —.
Vengo haciendo esto desde hace casi veinte años. Me formé en arte en la
Universidad, por lo que soy muy bueno. Nunca tuve un cliente insatisfecho. Viste
mi portafolio más temprano.

Asiento y tomo una profunda respiración. Más allá de eso, él tiene razón, el que
escogí es súper pequeño.

—Cariño, no estaríamos aquí si no pensara que él es el mejor.

Nate aprieta mi mano de forma tranquilizadora de nuevo, y me relajo un poco.

—Esta bien —desbotono mis jeans y me sacudo hasta que está a la altura de mi
cadera izquierda, con el hueso expuesto. Apunto en donde quiero—. Aquí.

—No hay problema, solo debes sentarte y tomar algunas respiraciones profundas—
dice el tatuador.

Con mi terrible pánico olvidé su nombre real. Él frota la plantilla en mi piel, vierte
la pintura de minúsculos frascos de plástico, y toma su máquina.

Cuando él se gira hacia mí con aquello en la mano, siento mis ojos ensancharse.

—Esa cosa no puede matarme, ¿cierto?

—No —él ríe mucho y sacude la cabeza—. Va a pasar realmente rápido.

—Mírame —dice Nate, su voz llena de humor. Miro para sus suaves ojos grises y
aprieto su mano más firme, cuando siento al tatuador colocar la mano en mi
cadera.

—Solo concéntrate en mí, bebé. ¿Qué quieres hacer cuando salgamos de aquí? —Él
saca mi cabello de mi rostro y sonríe hacia mí. La maquina se inicia y me retiro.

—Hum, no sé.

—¿Vamos a dar un paseo con la moto? —susurra en mi oído y aprieto mis ojos con
el tono de su voz.
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—Eso es apropiado. Tatuajes y motos —susurro de vuelta. Él ríe suavemente y besa
mi mejilla.

—Aquí vamos —dice el tatuador, y siento una leve picada en mi cadera. Aprieto
mis ojos con fuerza, y de repente Nate esta besándome, suavemente, pasando los
labios suavemente sobre los míos, pellizcando los lados de mi boca, y enseguida,
profundizando el beso. Todavía esta asegurando mi mano derecha con fuerza, y su
otra mano esta asegurando mi rostro, en su dirección.

La picada es persistente, pero no es tan malo. Los labios de Nate son la distracción
perfecta.

—Estas siendo maravillosa —susurra en mis labios y abro mis ojos para mirarlo—.
Ya casi ha terminado, Jules.

—¿Cómo lo sabes? —susurro de vuelta.

Él sonríe y me besa otra vez, con más fervor, hasta que, finalmente, oigo a alguien
aclarándose la garganta.

—Creo que ya acabó —susurro contra los labios de Nate y él sonríe para mí.

—Todo bien —anuncia el tatuador y me siento en la silla—. Echa un vistazo, antes


de que lo cubra.

Él me entrega un espejo de mano y miro hacia mi nuevo tatuaje en mi cadera


izquierda. Es discreto, por lo que un bikini debe cubrirlo. Solo yo sabré que está ahí.

—Entonces, ¿qué significa eso para ti? —pregunta el tipo.

—Es un As de copas —murmuro—. Es un pequeño corazón rojo con una A encima


y en la izquierda del diseño, como en el juego de cartas—. Es Nate.

Miro para arriba y encuentro a Nate mirando para mi cadera, con los ojos
dilatados, su respiración es irregular y mi respiración queda sin aliento. Jesús, él
parece tan…primitivo.
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—¿Estás bien? —le pregunto.

—Todo bien.

—¿No te gustó?

Sin mirarme, él le dice a su amigo:

—Cubre el tatuaje, para que podamos salir de aquí.

Mierda, no le gusto.

Quería algo que me recordara a Nate, sin tener realmente su nombre tatuado en mi
cuerpo. El as de copas tenía sentido, lo llamo as todo el tiempo, y él tiene mi
corazón, así como uso su corazón alrededor de mi cuello todos los días.

Después de que mi nuevo tatuaje está cubierto, recibo todas las instrucciones sobre
cómo cuidar de él hasta que se cure. Nate le paga a su amigo y caminamos hasta su
moto.

—¿Dónde quieres pasear? —pregunto, y saco mi casco, pero Nate me detiene,


tomando mi mano y empujándome contra él.

—Jules, yo…

—¿Qué está mal? —Me inclino, y lo miro—. Siento mucho si no te gusto el tatuaje,
Nate…

—Lo amé. Es sexy como la mierda, y adoro ver una parte de mí en ti. Solo estoy
sorprendido de que lo escogieras. —Él me mira con el ceño fruncido, pareciendo un
poco confuso, y mi estomago se anuda. Tal vez lo encuentra presuntuoso de mi
parte, hacer un tatuaje especial para él, ¿con nuestra relación tan reciente?

—Debería haber hablado contigo sobre eso primero. —Cierro mis ojos y bajo la
cabeza—. Parecía lo correcto a hacer. —Me encojo de hombros y sonrío—. Y lo
adoro. Creo que es sexy. Natalie va a enloquecer cuando vea eso.

—Es una especie de compromiso —murmura y trago en seco—. Como irse a vivir
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juntos.

Mierda.

Él levanta mi barbilla con los dedos, haciéndome mirar sus ojos y me calmo con su
expresión amorosa y feliz. Tiene razón. Hice un tatuaje en mi cuerpo, para
acordarme siempre de él. ¿Por qué estoy luchando con la idea de vivir con él?

—Está bien —susurro.

—¿Está bien qué? —pregunta, mirando fijamente mis ojos, como si estuviera
intentando leer mi mente. Sus manos aprietan mi espalda y sonrío tímidamente.

—Ok, vamos a vivir juntos.

—¿En serio? —Él todavía sigue mirando mis ojos, una expresión de esperanza y
amor en su rostro, nunca estuve tan segura de nada en mi vida.

—Sí, en serio. Vamos a comenzar la mudanza esta semana.

De repente, el rostro de Nate se divide, con la mayor sonrisa que vi en él, y me


levanta, con un sonoro:

—¡Infiernos, si!

Los dos estamos riendo, cuando me coloca de vuelta sobre mis pies. Acuna mi
rostro en sus manos y me besa suavemente, profundamente, y me derrito contra él.

—Gracias —murmura—. Vámonos, vamos a dar ese paseo. —Él me entrega el


casco y arrugo la frente hacia él.

—¿No puedo andar sin eso? Me gusta el viento sobre mi cabello.

—Claro que no. Seguridad en primer lugar. —Él mantiene el casco en mi cabeza y,
enseguida, coloca el suyo, y subimos en la moto. Me acomodo detrás de él, mis
brazos alrededor de su estómago e inclino mi rostro en su espalda, entre sus
hombros—. ¿Dónde quieres ir, bebé? —me pregunta.
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Tomo una profunda respiración, contenta y sonrío.

—No me importa, bebé.

Y él hace eso, salimos del estacionamiento, conduciendo rápidamente por la


entrada, pero no de forma imprudente. Sé que él es más cuidadoso cuando estoy
con él, y eso me hace sentir segura. Entra en la autopista norte, pero sale después de
unos cinco kilómetros, y nos lleva en un viaje alrededor del Lago Washington, por
pequeñas entradas que ni sabía que estaban ahí. La vista es increíble, y miro los
hermosos barcos sobre el agua, y se me ocurre que ya estamos casi a finales de
mayo, y luego estará más caliente.

La moto zumba alto, amortiguando el ruido que parece rodearnos constantemente,


y solo me recuesto en mi hombre, y disfruto del viento, del paisaje, y la sensación
de él contra mí.

Unas horas más tarde, paramos en el estacionamiento de Nate, y él me ayuda a


bajar de la moto.

—¿Qué piensas del paseo, Srta. Montgomery?

—Maravilloso. Fue una manera impresionante de pasar el día. Gracias. —Me


pongo de puntillas y beso sus labios—. Ahora, déjame alimentarte.

—¿Qué tienes en mente? —pregunta él.

—Voy a buscar en tu cocina y llegaremos a alguna cosa. —Él me lleva para el


ascensor, y me empuja contra él, envolviendo los brazos alrededor de mí, mientras
el ascensor sube hasta el piso treinta.

—Puedes comenzar a hacer las listas para la mucama. Ella va a conseguir lo que
quieras.

—Eso es un poco…extraño. —Arrugo la nariz y lo miro.

—¿Por qué?
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Me encojo de hombros

—No sé. No me importa hacer las compras.

—Julianne, la compra de provisiones es parte del trabajo de ella. Está todo bien.
Más allá de eso, si vas a venir a vivir conmigo, necesitas acostumbrarte a eso.

Lo miro nuevamente y busco en su rostro. Él sonríe y me besa suavemente.

—No puedo esperar a tenerte aquí de forma permanente.

Le sonrío. Ningún nerviosismo, o miedo, por la perspectiva de vivir con Nate se


instala en mi estomago. En vez de eso, estoy animada y feliz cuando pienso que
estaremos juntos.

—Esta noche haré una lista.


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Traducido por Sttefanye

Corregido por Pilar wesc

—¿Q
ué quieres hacer mañana? —pregunto, disfrutando
de la felicidad post orgasmo. Estamos anidados en la
cama, las mantas envolviéndonos, mi cabeza en su
pecho. Los dedos de Nate están acariciando mi
espalda desde arriba hasta abajo.

Folló mis sesos en la ducha, y después me enloqueció de nuevo cuando llegamos a


la cama.

No me estoy quejando.

—¿Qué opinas de bajar al centro, e ir al Mercado Pike? Me gustaría comprar


algunos productos frescos, y cocinar para ti mañana en la noche.

—Claro, suena divertido. Me encanta el centro.

—Y vivirás conmigo —susurra y sonrío.

—Sí.

—Mañana —dice simplemente.

Me río y beso su mejilla.

—Creo que tengo algunas llamadas por hacer, algunas maletas por embalar, y tú y
yo necesitamos conversar sobre la logística.

—Estoy listo para tener tus cosas mezcladas con las mías. Tu ropa en mi armario, y
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tú, en nuestra casa, todos los días.

—Dios, me dices las cosas más dulces y cursis, amor.

—Estoy hablando en serio.

—Así como yo. Esto es nuevo para mí. —Corro mis dedos por su cabello negro,
increíblemente suave y suspiro—. Parece que vamos tan rápido.

—No, Jules, estábamos jugando al escondite. Quería estar contigo desde el año
pasado. Me cagué el verano pasado. No voy a dejarte ir de nuevo.

—No te estoy pidiendo que me dejes ir. No quiero que me dejes ir. —Beso su
barbilla otra vez—. Te quiero muchísimo. Parece muy rápido, pero me estoy
sintiendo bien con esto. Yo también quiero todo esto.

Suspiro y entierro mi rostro en su cuello y siento su olor. Él envuelve sus brazos


alrededor de mí, y me abraza fuerte, y sé, sin duda, que este es el lugar donde
quiero estar, en sus brazos, por el resto de mi vida.

—Duerme —susurra y besa mi cabello.

*****

—¿Lista? —pregunta Nate, sonriéndome. Solo pasamos la calle de su edificio, que


está solo a unas manzanas del mercado y del borde. Vamos a caminar.

Está delicioso con sus jeans descoloridos, y una camisa blanca de manga larga, con
las mangas enrolladas hasta sus antebrazos. El clima finalmente está mejorando,
con la temprana llegada del sol de verano, y disfrutaremos del día.

—Lista —confirmo y él entrelaza nuestros dedos, mientras caminamos


tranquilamente hacia el centro.

—Estás hermosa hoy —murmura y besa mi mano. Yo también estoy con jeans,
zapatillas negras, y una blusa roja, con una fina correa negra en la cintura.

—Gracias. Tú también. —Inclino la cabeza en su hombro musculoso, entonces, le


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doy un beso, mientras esperamos en el paso de peatones.

—Entonces, ¿qué vamos a comprar hoy? —pregunto.

—Hojas verdes y vegetales para una ensalada y langosta fresca. —Lleva nuestras
manos agarradas hasta mi espalda, y me lleva por la calle, mirando hacia los locos
conductores. Adoro como me protege, y me cuida, mientras todavía me hace sentir
que somos socios.

—Suena delicioso.

—¿Quieres comer algo, mientras estamos aquí? —pregunta.

—Mini donas y Starbucks. —El Mercado Pike cuenta con el primer café de
Starbucks ya construido, del otro lado de la calle de los vendedores, ahí también
tienen un stand que sirve platos deliciosos y donas pequeñas al horno que se
derriten en la boca. Son mis preferidos, cuando vengo aquí.

—Vamos allí primero. —La mano de Nate aprieta la mía, mientras bajamos la
colina empinada que va hasta el mercado.

Cuando llegamos a la calle empedrada, respiro profundo y miro alrededor. Este es


el corazón de Seattle. Hombres de negocios con sus cuellos azules, familias y
parejas, personas de todas las formas y tamaños y colores. Hay músicos en la acera,
cantando y tocando instrumentos para animar a los asiduos, y son increíbles,
atrayendo la multitud. Amo la vista, los sonidos y los olores.

—Estoy tan feliz de que hayas sugerido esto. —Le sonrío a mi hombre—. No vengo
aquí hace años, me encanta este lugar.

—A mí también. —Nate besa mi frente, y me lleva hasta Starbucks. Pedimos


nuestras bebidas y paseamos por el mercado, desde el extremo, con mis pequeñas
donas, así podemos masticar aquella maravilla, caliente y suave, mientras
caminamos por el lugar.

—¡SALMÓN! —grita alguien, y un gran salmón atraviesa el aire delante de


nosotros. Un hombre de pantalones naranjas, con tirantes marrones, agarra el pez y
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lo lanza de vuelta hacia un chico con la misma ropa, detrás del contador de peces.

Nate y yo nos sonreímos, y miramos el pequeño espectáculo con el pez durante


algunos minutos, bebiendo nuestro café y comiendo nuestras pequeñas donas,
observando Seattle.

Más peces vuelan en el aire, mientras los hombres gritan, haciendo un espectáculo
divertido de ver. Nate y yo escogemos dos langostas grandes, y ellas son envueltas
en una caja con un mango, para facilitar el transporte.

Con las manos llenas con las langostas y el café, le llevo un pedazo de dona a su
boca, y continuamos caminando por el mercado, serpenteando a través de un mar
de personas. Es imposible hacer compras en el mercado Pike con apuro. Hay
muchas personas, especialmente en un fin de semana.

Nate y yo escogemos vegetales y hojas para nuestra ensalada, y me compra un


hermoso ramo de tulipanes frescos y margaritas.

—Gracias, cariño. Son hermosas. —Entierro mi rostro en ellas, y aspiro su dulce


fragancia, y le sonrío.

—Como tú. —Besa mi nariz, tira su vaso de café vacío en un cubo de basura, y
presiona la mano en mi espalda, llevándome fuera del mercado y hacia la calle.

Miro hacia arriba y me congelo.

¡Mierda!

—¿Qué pasa? —pregunta Nate, y sigue mi mirada—. Mierda —susurra.

Ni a siete metros de distancia de nosotros, está Carly, de nuestra oficina. Está con el
rostro alejado de nosotros, mirando una bufanda hecha a mano. Le paga al
vendedor, y gira la cabeza en nuestra dirección, y sus ojos cruzan los míos.

Aguanto la respiración, solo esperando que diga algo, pero ella no dice nada. Sin
cambiar la expresión del rostro, nos mira como si fuéramos extraños. Agarra sus
bolsas de compras y camina en dirección opuesta nosotros, sin mirar atrás.
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—Nos vio —susurro.

Él besa mi frente y roza mi oreja con su nariz.

—No te preocupes —susurra.

De repente un niño se detiene frente a Nate, con cabello castaño, aparenta tener tres
años, llorando y mirándolo.

—¿Papá?

—Oye, amigo. —Nate coloca la langosta en el suelo y se arrodilla a los pies del
niño, que está obviamente perdido—. ¿Estás buscando a tu papá?

El niño asiente y continúa llorando. Nate le da una palmada tranquilizadora en su


hombro, y sonríe suavemente.

—¿Cuál es tu nombre?

—Brian.

—¿Brian?

Asiente nuevamente.

—Bien, Brian, vamos a encontrar a tu papá.

Nate me entrega la caja de la langosta y toma la manito de Brian en la suya, y mira


alrededor. No tiene que mirar muy lejos, cuando un hombre con el rostro en pánico
viene corriendo hasta nosotros.

—¡Brian! ¡No puedes alejarte de mí! —Tira del niño en sus brazos, besa su rostro, y
le sonríe tristemente a Nate—. Gracias. Te juro, le di la espalda por un segundo…

—No hay problema. —Nate le sonríe de vuelta—. Estoy feliz por haberlo
encontrado.

Miro toda la escena con un poco de temor. Nate es tan bueno con los niños. Ellos
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parecen confiar en él. Y por primera vez en mi vida, el pensamiento de tener hijos
no asusta la mierda fuera de mí. Nate nos amaría, nos protegería, y sería solo…

Nate.

¿Podría ser una esposa y madre a tiempo completo, sin ser consumida con este
trabajo?

Tal vez.

Nate se voltea y sonríe, toma la caja de langosta de mi mano, y entrelaza nuestros


dedos con su mano libre.

—¿Lista para ir a la casa?

Oh. Dios. Mío.

Sí. Definitivamente podría tener una familia con este hombre. Y esto me deja
muda.

—¿Bebé? —Frunce el ceño, cuando me quedo parada en el lugar, solo mirándolo.

Me libero de mi trance y sonrío.

—Sí, estoy lista. Vamos a la casa.


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Traducido por Lizels

Corregido por Pilar wesc

—D
espierta, bebé. —Estoy acostada boca abajo, mis brazos
sobre la almohada, sosteniendo mi cabeza. Nate saca el
cabello de mi rostro y besa mi mejilla.

—¿Qué hora es? —murmuro.

—Las seis —murmura y besa mi hombro. Mmmm…eso es tan bueno.

No estoy lista para el lunes.

—No quiero levantarme. —Mantengo mis ojos cerrados.

—Lo sé —susurra y pasa su mano por mi columna hasta mi trasero y de vuelta


nuevamente, suelto un gemido. Nate besa mi mejilla y muerde mi oreja, y mi
cuerpo va despertando—. Sostén la almohada, bebé.

Sostengo la almohada con mis puños cerrados y abro un ojo, suspirando al ver mi
sexy hombre, con su largo cabello negro y el tatuaje tribal en el brazo derecho, y el
otro del lado izquierdo, miro todo eso con sueño, y pienso que es todo mío.

—Eres sexy —murmuro.

—Te quiero —susurra.

—Estoy bien aquí, As.

Él planta un beso mojado en mi hombro y susurra en mi oído.


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—No sueltes la almohada.

Una de sus manos se desliza hacia atrás a mi columna hasta mi trasero y lanza la
sabana al final de la cama. Se mueve entre mis piernas, poniéndolas abiertas con
sus rodillas, se agacha encima de mí con sus puños a cada lado de mi pecho, y besa
todo el camino hasta mi trasero.

—Nate —susurro.

—Sí, cariño. —Él lame y pellizca cada una de mis mejillas y desliza la mano por el
centro de mi muslo, encontrándome mojada y esperando por él—. Mierda,
Julianne, estas tan mojada.

—Te necesito dentro de mí, amor.

—Me vas a tener. Puedes soltar la almohada ahora.

Él me gira, acostándome de espalda en el colchón, y después me cubre nuevamente


con su cuerpo musculoso, besándome profundamente y apasionadamente, como si
no pudiera estar un minuto más sin sus labios tocando los míos.

Envuelvo mis piernas alrededor de sus caderas, las plantas de mis pies descansando
en sus muslos y llevo mis dedos hasta su cabello.

—Agarra la almohada de nuevo —susurra contra mi boca, pero niego con mi


cabeza.

—Nate, necesito tocarte. Necesito…

No consigo explicar porque, solo necesito tener mis manos en él.

Él se aleja un poco, para poder ver mi rostro, sus brillantes ojos grises buscando en
los míos.

—¿Cuál es el problema? —pregunta.

—No sé, solo necesito sentirte.


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—Ok, bebé, tócame cuanto quieras. Adoro cuando me tocas. —Él me besa de
nuevo, mas suavemente, esta vez, trabajando más su boca talentosa en la mía. Baja
el pecho, dejándome sentir su peso—. Estoy aquí —susurra.

Envuelvo mis brazos alrededor de él, paso mis manos arriba y debajo de su espalda,
de su trasero, en su cabello largo y grueso y nuevamente para abajo, mientras froto
sus muslos con las plantas de los pies. No consigo parar de tocarlo, frotándome
contra él.

—Me haces sentir tan bien.

—Déjame hacer el amor contigo, nena. —Él muerde mis labios, a lo largo de mi
barbilla, acompañando la línea hasta la oreja izquierda. Inclino mi cabeza, dándole
acceso más fácil a ese punto sensible, y él lame abajo del oído, donde sabe que
quedo loca—. Adoro la forma en cómo hueles, Julianne. Tan suave, limpia y dulce.

Él aprieta los dientes suavemente sobre mi oreja y me retuerzo sobre él.

—Eres tan linda, cariño. Toda lisa, firme y pequeña.

Sus palabras son embriagantes, hace completamente el amor conmigo, tanto con
sus palabras, como con su cuerpo, y siento mi latido cardiaco acelerarse.

—Nate… —susurro.

—Nunca me canso de ti. —Sus caderas comenzaron a moverse lentamente en un


círculo, frotando su pene duro, grueso, a lo largo de mis pliegues, la bola de plata de
su piercing masajeando mi clítoris, y levanto mi espalda, empujándome contra él.

—Nate, te necesito. —Agarro su trasero firme en mis manos y tiro de él contra mí,
casi derrumbándome con la sensación de su sexo largo frotando mis labios
inferiores y la cabeza de su pene, junto con el piercing haciendo pulsar a mi clítoris,
un orgasmo aproximándose.

—Tan bonita —susurra contra mi cuello y empuja sus antebrazos sobre mis
hombros, sosteniéndome, sus manos apoyadas en mi cuello, mientras sus dedos
sostienen mi cabello. Él me sostiene firme y se frota contra mi centro—. Amo
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hacerte disfrutar.

—Oh Dios —susurro. Nuestras voces están suaves y estamos jadeantes, haciendo el
amor casi reverente. Siento las lágrimas descender, y cierro mis ojos, las lágrimas
cayendo por mi rostro.

—Shh, nena, no llores. —Él aplasta sus labios en los míos nuevamente,
acariciándome y besándome dulcemente, suavemente—. Córrete para mi, cariño.

Y disfruto, silenciosamente, mi cuerpo tremendo y convulsionando contra él. Él


profundiza el beso y lleva sus caderas para abajo, encontrando mi abertura con la
punta de su erección, la empuja dentro de mí, tan, tan, lentamente, dejándome
sentir como se desliza contra las paredes de mi centro, y me llena completamente.

Se hunde en mí hasta la raíz de su pene increíble y para.

—Abre los ojos.

Sus ojos grises están ardiendo, mirándome con tanto amor, y siento más lágrimas
descender por mis ojos.

—Tus ojos son el azul más brillante que he visto, y se ponen más azules cuando
estoy dentro de ti. Adoro cuando me ves así.

—¿Cómo te estoy mirando? —susurro y llevo mis dedos hasta su cabello espeso,
amando sentir que mi cabeza y hombros están siendo sostenidos en sus brazos,
mientras su cuerpo cubre el mío, su erección dentro de mí.

—Como si fuera tu mundo —susurra para mí.

Paso los dedos por su rostro y atrapo sus mejillas en mis manos, mirándolo
directamente a los ojos, ignorando las lágrimas que descienden de mi rostro.

—Eres mi mundo.

Él gruñe suavemente y me besa desesperadamente, sus caderas comenzando a


moverse, empujando lentamente dentro y fuera de mí. Agarro su trasero en mis
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manos de nuevo y siento el orgasmo construyéndose en mí una vez más. Él debió
sentir eso también, porque se mueve más rápido, y empuja un poco más duro a
cada impulso.

—Córrete, Julianne —murmura.

—Hazlo conmigo —susurro.

Deja de besarme, y suelta un gemido, enfrentándome con sus ojos grises, su boca
entreabierta, mientras empuja dentro de mi dos veces, tres veces, y enseguida, frota
su pubis contra mi clítoris, mientras se corre en mí, y me corro también, mi cuerpo
estremeciéndose alrededor de él.

—Oh mi Dios —susurro, cuando mi cuerpo se calma.

Él cae encima de mí y entierra el rostro en mi cuello.

—Hey. —Él levanta la cabeza con mi voz. Beso su mejilla—. Te amo, Nate.

—Dios, te amo, Julianne.

*****

El trabajo hoy está siendo… bien, extraño. La Sra. Glover continúa mirándome
especulativamente cada vez que paso por su mesa, lo que me deja nerviosa y
curiosa, queriendo saber lo que está pensando. Nate no me mandó ningún email
hasta ahora.

Llegué primero al escritorio, mientras él iba al gimnasio y llegaba una hora después,
de acuerdo a nuestro calendario habitual. Pero él no me envió ningún pedido de
trabajo, ni oí a cualquiera de mis colegas.

Entonces, estuve en mi oficina la mayor parte del día, trabajando con algún informe
que necesitaba rehacer, y haciendo alguna búsqueda sobre un cliente que sé que
Nate quería discutir más adelante.

Después de dos horas, hay un golpe en la puerta.


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—Entre —digo.

La Sra. Glover asoma la cabeza en la puerta.

—La llaman a una reunión en la sala de conferencias, Srta. Montgomery.

—Ok, gracias. ¿Alguna idea de que se trata? —pregunto, mientras saco mi iPad, y
camino en dirección a la puerta.

—No, pero ellos han estados reunidos todo el día.

—¿Ellos?

—Sí, los dos socios, el director ejecutivo y el jefe de recursos humanos.

Mi estómago cae a mis pies.

¡Joder!

Sigo a la Sra. Glover hasta la sala de conferencias. Ella golpea la puerta, y da un


paso para dentro.

—La Srta. Montgomery —anuncia y sale de la sala.

Nate y el Sr. Luis están sentados del mismo lado de la larga mesa de conferencia,
del otro lado de la mesa, esta nuestro director ejecutivo, el Sr. Vincent, y una mujer
en un traje negro, presumiblemente de Recursos Humanos.

Nate no me mira cuando entro en la sala.

—Srta. Montgomery, por favor, siéntese. —La señora del RH señala hacia la silla
en frente de la mesa.

Genial, tengo que sentarme sola, enfrente de todos ellos.

Mierda.

Me siento en mi lugar y coloco el iPad en la mesa delante de mí, entonces enlazo


mis manos en mi regazo, mirando a cada persona delante de mí. Sus rostros están
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completamente impasibles, no dando cualquier indicación del porque fui llamada
aquí, pero yo lo sé.

Carly debe haber hablado.

—Srta Montgomery. —El Sr. Vincent comienza. Solo lo vi una vez antes, pero él
parece ser un buen hombre. Es más viejo, de cabello gris y ojos amables. Sus ojos
todavía están amables cuando me mira, con las manos cruzadas sobre la mesa,
inclinándose en mi dirección—. Tengo una pregunta para ti.

—Sí, señor —respondo, orgullosa de mi misma por sonar confiada y profesional.

—¿Cuánto tiempo has estado en mi empresa?

Arrugo un poco la frente, y miro a la señora del RH. ¿Ciertamente tienen esa
información?

—Tres años, Sr. Vincent —respondo.

—En todo ese tiempo, ¿ha recibido informaciones sobre nuestras políticas y
procedimientos? —preguntó.

—Claro.

—Muy bien. —Él sacude la cabeza y mira a los papeles dispersos delante de él—.
Entonces, eres consciente de que esta empresa tiene una política de no
confraternización.

—Lo estoy. —No me voy a marchitar y desintegrarme delante de estas personas.


Sabía que eso podría suceder, y corrí el riesgo. Siento los cuatro pares de ojos en mí
ahora, y miro a cada uno de ellos, dejando a Nate de último. Su rostro esta frío, sus
ojos mirando hacia mí sin emoción.

Es la manera que me miro durante los ocho meses, después de la primera vez que
hicimos el amor en su apartamento y hasta el momento que él me llamo para estar
en su apartamento y el fin de semana entero, antes de mi cumpleaños.
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—Recibimos informaciones que usted se involucro con otro miembro de la empresa
—continua el Sr. Vincent.

—Debió haber recibido un comunicado de Carly esta mañana —respondo


fríamente, no rompiendo el contacto visual. Los ojos del Sr. Vincent se ensanchan,
y entonces frunce el ceño y mira a sus colegas.

—En verdad, no. ¿Por qué supuso que fue ella? —preguntó.

Hago una mueca, e inmediatamente me odio por mi gran boca.

—Fue solo una suposición.

—¿Entonces usted no niega eso? —pregunta él.

—No, señor.

El Sr. Vincent suspira y se recuesta en la silla.

—Srta. Montgomery, usted tiene un excelente registro de trabajo aquí. Ha hecho


muy bien su trabajo en estos tres años.

—Gracias, señor.

—Pero, la política es la política.

Miro hacia Nate pero su comportamiento no cambió. ¿No va a decir nada?

—Sabemos que usted y el Sr. McKenna se han encontrado hace algún tiempo.
Como socio, el Sr. McKenna es un activo importante de nuestra empresa, para
perderlo. Desgraciadamente, no puedo romper las reglas de la empresa y
mantenerla aquí, Srta. Montgomery.

Él para de hablar, y todas las miradas se fijan en mí. La única persona que habló,
desde que entre a la sala fue el Sr. Vincent. Todos ellos están impasibles, calmos.
Fríos.

Especialmente Nate.
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Lo miro de nuevo, y él me devuelve mi mirada por un largo minuto. No vacila. No
me va a defender, u ofrecerse para salir. Y eso duele más que el hecho de que estoy
perdiendo mi empleo.

—Elaboramos su pago final, y calculamos sus vacaciones y la licencia médica, el Sr.


Vincent aprobó una indemnización de tres meses. Usted va a recibir todas las
informaciones sobre cómo será hecho su pago a través de su e-mail personal. —La
señora del RH habla por primera vez, y me entrega la carta de despido.

—Tiene quince minutos para recoger sus cosas.

¿En serio? Mis ojos no dejaron los ojos de Nate mientras ella hablaba. Me levanto y
giro para irme, pero la voz del Sr. Vincent me detiene, y giro hacia la mesa.

—Srta. Montgomery, usted fue realmente un triunfo para esta empresa. Yo


personalmente escribiré con placer una carta de referencia, en caso de que necesite
una.

Asiento hacia él.

—Gracias.

Camino con las piernas dormidas hasta mi sala, y cierro la puerta. Puta mierda.
¿Qué fue eso que acaba de suceder?, ¿acabo de ser despedida y mi novio no hace
nada?, ¿solo quedó allá, mirándome, como si fuera una extraña?

¿Cómo si no hubiera estado dentro de mí hace menos de seis horas atrás?

Nunca mantuve muchos artículos personales en mi escritorio, así que saco mi


bolso, meto mi iPad y teléfono dentro, un brillo de labios que dejaba en mi gaveta,
junto con mi taza de café, y salgo de mi escritorio, mentalmente felicitándome por
mantenerme extremadamente firme y tranquila.

—Srta. Montgomery. —Me giro hacia el sonido de la voz de la Sra. Glover, y veo a
Nate de pie en su mesa, mirándome. Su mandíbula está cerrada, pero esa es la
única emoción en su rostro—. Buena suerte, cariño.
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Y eso es todo lo que necesito para traer las lágrimas a mis ojos. No respondo, solo
camino en línea recta hasta los ascensores, y empujo mi mano hasta el botón de
llamada. Carly aparece a mi lado.

—Oh mi Dios. Acabo de oír la noticia. ¿Estás bien?

Ella tenía que estar detrás de esto, ella le contó a RH lo que vio, probablemente a
primera hora de la mañana, mientras Nate estaba haciéndome el amor.

No la miro. Solo miro a los números encima de las puertas del ascensor. Siento los
ojos de Nate en mi espalda.

Que se joda.

Que se jodan todos ellos.

—Jules, ¿estás bien? — pregunta Carly nuevamente, con su voz engañosamente


dulce. El ascensor avisa que llegó y abre las puertas. Entro en él y giro, mis ojos
encontrando los de Nate y le respondo a Carly, sin mirarla.

—Jódete.
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Traducido por Lizels

Corregido por Pilar wesc

—¿H
ola?

—Will, es Jules. —Me aclaro la garganta y giro en la


flecha, haciendo el camino hasta mi casa.

—Hey, ¿qué pasa?

—Necesito quedarme contigo por un tiempo.

Silencio.

—¿Qué está pasando? —la voz feliz e irreverente, habitual en Will, bajó, y sé que él
está dispuesto a golpear algún trasero por mí.

—Acabo de ser despedida, y perdí a mi novio en el proceso. Necesito salir y poner


mi cabeza en su lugar. ¿Puedo contar contigo?

—Voy a colocar sabanas limpias en la habitación de huéspedes. ¿Estás bien para


conducir?

—Sí, creo que todavía estoy en shock. Voy a colapsar cuando llegue a tu casa.

—También voy a separar los pañuelos de papel. Te amo, chica.

—También te amo.

Cuelgo y llamo a Natalie. Necesito hacer estas llamadas ahora, antes de que las
lágrimas comiencen. Porque una vez que comiencen, no sé si voy a ser capaz de
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detenerlas.

—¿Jules? —Nat atiende al primer tono—. ¿Por qué no estás en el trabajo?

—Fui despedida.

—¿Algún hijo de puta lo descubrió?

—Sí. —Me paro en mi entrada, apago el motor, y entro rápidamente a la casa y voy
hasta mi habitación.

—Pareces calmada.

—Estoy enojada como el infierno, especialmente con Nate. Él no renuncio y


cuando estuve enfrente de él y los otros miembros del pelotón de fusilamiento, él no
hizo nada para defenderme.

Oigo a Olivia agitarse en el fondo.

—¿Me necesitas para alguna cosa? —pregunta Nat.

—No, ya me organicé. Necesito alejarme por un tiempo.

—Ven para aquí —ofrece Natalie, pero sé que esta no es una opción.

—Gracias, pero voy a quedarme con Will. Realmente necesito quedarme fuera del
radar por un tiempo, y descubrir lo que voy a hacer.

—Está bien, pero si necesitas alguna cosa, sabes dónde encontrarme.

—Gracias, Nat. —Siento las lágrimas arder por descender, pero me las trago y me
concentro en poner mis ropas en mi gran maleta. Estoy llevando todo, porque no se
cuanto tiempo estaré afuera.

Estoy lanzando los productos de higiene personal en una pequeña maleta, cuando
oigo la puerta del frente abrirse y pasos rápidos y pesados subiendo la escalera. De
dos escalones cada vez. De repente, Nate está en mi puerta, jadeante, su cabello
suelto, un botón abierto de su camisa blanca. Mira hacia mis maletas abiertas y
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estrecha sus ojos grises.

—¿A dónde vas? —pregunta.

—No es de tu incumbencia. —Me dirijo de vuelta al baño, pero él me alcanza y


agarra mis codos.

—Vamos a conversar sobre eso, Julianne.

Me alejo de su alcance y envuelvo mis brazos alrededor de mi cuerpo, estoy pálida,


herida y muy confusa.

—No me toques. No hay nada de qué hablar, Nate. Me lanzaste a los leones.

Él da un paso en mi dirección nuevamente, pero me alejo y él planta las manos


sobre sus caderas.

—No fue eso lo que sucedió.

—Te quedaste sentado en la sala, y dejaste que ellos me despidieran sin decir una
palabra en mi defensa.

—No estuviste en la sala durante toda la mañana, cuando fue exactamente lo que
yo hice. Me ofrecí irme si ellos te dejaban quedar.

—Pero no los amenazaste con renunciar si ellos me despedían.

Su mandíbula se apretó, y pasó la mano por su cabello.

—Fue lo que imaginé —murmuro y entro en el baño, reuniendo mi shampoo, gel


de baño, y los vuelco en mi maleta, junto con mi bolsa de maquillaje.

—Julianne, no nos haría ningún bien quedáramos los dos desempleados.

—¡Jódete! Nate, supe que eso podía suceder desde que puse el pie en tu
apartamento por primera vez. Sabía en qué me estaba metiendo. ¿Y sabes qué? Te
elegí. ¡TE ELEGÍ A TI! —Golpeo mi dedo en su pecho y camino alrededor de la
habitación. Estoy ardiendo de ira—. Si esas personas me hubieran preguntado, les
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hubiera dicho que te amaba y que podían besar mi trasero si no les gustaba. No
mentí cuando él me pregunto sobre nuestra relación. ¡Pero tú te sentaste a seis
metros de distancia de mí, y ni siquiera mostraste cualquier maldita emoción!

—Jules…

—No —lo interrumpo y camino de vuelta hasta él—. Me importa un comino ese
trabajo ahora. Conseguiré otro. Lo que me interesa es que no te reconozca. El
hombre que me defendió con todas las fibras de su ser el viernes en la noche, no
estaba ahí. El hombre que me hizo sentir segura de no ser alcanzada por los autos
en el centro de Seatle, ¡no estaba malditamente allá!

—Mierda, Jules, ¿qué debo decir?

—Oh, no sé, tal vez algo como: “¿se necesita dos para bailar el tango?” O “¿si la
despiden, yo también estoy fuera?”. —Lanzo mis bragas y zapatos en mi bolsa, sin
tener cuidado de ver cuáles son exactamente y cierro las maletas.

—Si te calmas, te voy a contar lo que sucedió antes de que entraras a esa sala de
mierda, Julianne.

Respiro profundo e inclino mi cabeza, frotando mi frente con mi mano. Lo amo


mucho, y me siento atraída por él. Pero sé que no puedo estar cerca suyo ahora
mismo.

—Tengo un lugar donde necesito ir. —Saco las asas de mis maletas, empujándolas
detrás de mí.

—¿A dónde vas? —pregunta nuevamente, cruzando los brazos sobre el pecho.

—No te preocupes por eso, Nate. Solo olvídame. —Comienzo a moverme, para
pasar por él, pero él se pone al frente, bloqueándome el camino hasta la puerta.

—No me voy a olvidar de ti. —Sus ojos estaban salvajes, con el rostro tenso de
dolor, y me duele mirarlo. Me duele todo. Cierro mis ojos y siento una lágrima
escapar por mi mejilla—. Bebé, no llores.
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Nate se inclina y me besa suavemente, y lo dejo, sabiendo que ahora somos pasado.
Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y lo empujo en mi dirección, colocando
todo en este beso. Paso mis manos por su cabello y, finalmente, me alejo, pasando
mis dedos por su rostro, memorizando todo sobre él.

—Tú y yo, probablemente, nunca tendríamos que haber sucedido —susurro,


mirando sus bellos ojos grises— pero amé cada segundo que pasé contigo.

Salgo de sus brazos, mientras él traga en seco, y coloco la palma de su mano en el


corazón de plata que me dio en la playa. Saco mis maletas y salgo por la puerta,
descendiendo la escalera en dirección a mi auto.

—Julianne, espera.

—Solo traba la puerta cuando salgas, Nate.

—¡Mierda, espera!

Empujo mis maletas en el asiento de atrás de mi auto, y abro la puerta del lado del
conductor¸ y de repente Nate está a mi lado.

—Mírame.

Levanto mis ojos llenos de lágrimas a los suyos, y trago en seco. Su mirada se
detiene sobre mi rostro, sus ojos tan tristes, y comienza a decir algo, pero se calla.
Finalmente, besa suavemente mi frente y susurra.

—Te amo.

No respondo mientras me siento detrás del volante, y me alejo.

*****

Will abre la puerta de delante y me empuja en sus brazos, abrazándome


apretadamente. Todos mis hermanos son altos y musculosos, vinimos de la misma
fuente, y tenemos una buena genética. Will tiene el cabello rubio oscuro y ojos azul
zafiro, y es solo dos años mayor que yo. Él y yo siempre fuimos muy cercanos.
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Respiro profundo y dejo que me abrace en su puerta, mi rostro acurrucado en su
camisa suave, y la enormidad de los eventos de esta tarde me alcanzan finalmente.
Siento las lágrimas, y juro por Dios, mi temperamento fuerte aparece, y siento que
voy a tener una crisis nerviosa, luego doy un paso para atrás y murmuro:

—Habitación.

—Por aquí. —Él me lleva a través de su bonita casa en Seattle, pero realmente no
presto atención a los ambientes. Él camina al frente. Lo sigo hasta una puerta, él la
abre y dice:

—Ésta es tu habitación, chica, durante el tiempo que necesites. Estoy en la sala, en


caso de que me necesites.

Asiento y entro en la bella habitación. La cama fue hecha recientemente.

—Olvidé sacar mis maletas.

—Voy a buscarlas.

—Creo que voy a llorar, Will.

—¿Quieres que me quede o me vaya?

—No sé. —Sacudo mi cabeza y me siento en el borde de la cama. Dios, me gustaría


tener aquella sensación adormecida de vuelta. Era mucho mejor que el dolor
penetrante que me está atravesando.

—Voy a sacar tus maletas y darte un minuto, y luego regreso, ¿ok?

Asiento y miro ciegamente a mi hermano. Parece preocupado y un poco enojado.

—¿Tienes rabia por mí?

—No, chica, estoy preocupado. Nunca antes te vi así.

—No creo que hubiera pasado por esto. —Toco con mis dedos mis labios y me
acuerdo de mi beso de adiós con Nate hace quince minutos, y las lágrimas
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comienzan a salir. Acuno mi cabeza en mis manos y el dolor me aplasta. Comienzo
a balancearme para adelante y atrás, los sollozos escapando fuertemente por mi
cuerpo. Nunca lloré tan fuerte. Nunca estuve tan devastada.

Oigo mi propia voz, lamentándome y murmurando. Estoy con una jodida


confusión, y no puedo parar. Mi cuerpo asumió el mando, exorcizando el dolor a
través de las lágrimas y los sollozos.

Will regresa a la habitación empujando mis maletas detrás de él. Saca algunos
pañuelos de la caja de al lado de la cama y me entrega un paquete para limpiar el
desastre en mi rostro, y se queda delante de mí, con las manos en las caderas.

—¿Puedes hablar?

Niego con la cabeza.

—¿Quieres matar a alguien? —pregunta en voz baja.

Sacudo mi cabeza, negando de nuevo, entonces pienso dos veces sobre eso y me
encojo de hombros. Una sonrisa se asoma en las esquinas de los labios de Will.

—¿Qué necesitas que haga, Jules?

Dios, amo a este hombre. Estoy tan contenta por haber venido para aquí.

—No le cuentes a nadie, solo a la familia que estoy aquí. Si Nate llama, no me
viste.

Él levanta una ceja y cruza los brazos sobre su pecho.

—¿Él realmente jodió todo?

—Sí, lo jodió.

—¿Otra mujer?

—No. —Eso trajo más lágrimas, y quedo devastada nuevamente.


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—Ok, no vamos a hablar sobre eso hoy en la noche.

—¿Arruiné algún plan que tenías para hoy? —pregunto a través de mis lágrimas.

—No, pero sabes que cambiaría cualquier plan que tuviera por ti, chica.

Solo asiento, y él sacude sus pies descalzos, y finalmente, camina hasta el otro lado
de la cama, sube en ella, se sienta contra la cabecera, y dice:

—Ven aquí.

Él me coloca en su regazo y me enrollo en una bola y lloro. Largo y alto, los


sollozos me atraviesan. Will se queda entregándome pañuelos, frotando mi espalda
suavemente y me abraza, dejándome llorar.

—¿No es repugnante estar sosteniendo a tu hermana? —pregunto.

—No cuando estás herida —responde, y tiene razón.

Estoy herida.

Herida de miedo, rabia, tristeza, traición y deseo.

*****

—Despierta, Jules.

Alguien está empujando mi hombro y balanceando mi cabeza incesantemente con


este movimiento.

Intento abrir mis ojos, pero la luz es muy brillante.

—Vete.

—Es casi medio día.

Me quejo y giro para el otro lado. Mi cuerpo esta adolorido por estrés y la tristeza.
Mis ojos están hinchados de tanto llorar, y mi cabeza esta matándome.
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—Aquí. —Will me entrega un vaso de agua y algunas pastillas—. Toma estas
pastillas y entra en la ducha.

—Creo que me quedaré en la cama. —Hago una mueca y miro alrededor. Todavía
estoy con mis ropas de trabajo de ayer, y no me acuerdo la hora que conseguí
finalmente dormir. Me acuerdo de llorar, hasta tarde por noche, con Will
sosteniéndome.

—No, lo harás.

—Voy a hacer lo que quiera —respondo en tono desafiante.

—No te vas a enterrar en la cama por días, Jules. Eres más fuerte que eso.

—No, no lo soy —susurro, con los acontecimientos de ayer pasando por mi cabeza.
Quiero llorar más, pero estoy agotada.

—Sí, lo eres. Vamos, levántate. Toma un baño, come alguna cosa, y entonces
puedes ir al gimnasio conmigo, sacar esa mierda para fuera con algunas patadas.

Sacar la mierda para fuera es algo que suena muy bien. Tomo las pastillas que él me
está sosteniendo y me levanto lentamente de la cama.

—Bajo en quince minutos.


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Traducido por Lizels

Corregido por Angeles Rangel

ntonces déjame ver si lo entiendo ―dice Will, mientras corre

―E a mi lado en una cinta de correr―. ¿Ellos te llevaron hasta


una sala, el director ejecutivo te confrontó con toda esa
mierda de salir con tu jefe, golpearon el martillo con tu
despedida y Nate no dijo una palabra en su defensa en todo ese tiempo?

Estábamos en su gimnasio, cerca de Seattle, un centro de entrenamiento exclusivo


para los jugadores de Futbol de Seattle Seahawks. Como era fuera de temporada,
muchos de sus colegas dejaron Seattle hacia sus ciudades de origen, pero hay
algunos hombres entrenando en la exclusiva instalación.

―Eso fue exactamente lo que sucedió ―confirmo y acelero la velocidad en mi


cinta de correr―. Entonces él vino para mi casa, mientras estaba empacando mis
cosas.

―¿Qué dijo?

―Me dijo que me calmara, que me contaría lo que sucedió antes de que ellos me
llamaran para la sala.

―¿Y? ―me pregunta Will, mientras toma un trago de su agua.

―Y nada, no lo dejé hablar. ―Siento los ojos de Will en mí y cuando encontré su


mirada, sus cejas estaban erguidas.

―¿Qué?

―¿Por qué no lo dejaste hablar?


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―Porque no quiero oír nada, Will. Eso no cambia la forma de cómo actuó,
mientras estaba sentado en aquella silla, permitiendo que ellos me despidieran, sin
decir una palabra sobre mí. No tenía ninguna emoción en su rostro. Era como si
fuera una extraña, que estaba siendo despedida por acoso sexual.

―¿Intentó llamarte? ―pregunta Will.

―No sé, no he mirado mi móvil desde que salí de casa ayer.

―Tal vez debas oírlo.

―Tal vez no ―sacudo la cabeza y aumento mi velocidad nuevamente―. No


quiero estar con alguien que me ataca por la espalda.

―Tal vez…

―Tal vez, no, Will. ¡Cállate! ―Lo miro feo, acabando la conversación y él rueda
los ojos hacia mí.

―Está bien, mocosa. Eres muy testaruda. Pero si quieres que lo mate, estoy seguro
que conozco a alguien, que conoce a alguien ―me sonríe y me veo sonriendo de
vuelta.

―Voy a tenerlo en mente. Pero por el resto del día, sólo quiero sacar eso de mi
cabeza.

―Está bien. Qué tal si golpeo tu trasero en la piscina y después te llevo a cenar y
ver una película.

―Esa es la mejor oferta que he tenido durante todo el día.

Disminuimos la velocidad de las cintas de correr hasta una caminata y, finalmente,


salimos de ellas.

Después de cambiar mis ropas por el traje de baño, salgo para el área de la piscina.
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―Oye, Williams, ¿quién es esta dulzura? ―Un hombre muy alto, muy musculoso,
con la piel color chocolate y largas trenzas se acerca a nosotros, mirándome de
arriba abajo en mi bikini.

―Es mi hermana, tío. ―Will hace una mueca hacia él y doy una carcajada.

―Soy Jules.

―Terrence Miller. ―Aprieto su mano. Cualquier otro día hubiera quedado


halagada con la atención y ciertamente habría flirteado con la bonita estrella de
futbol, pero no puedo dejar de pensar en cómo estaría lastimado Nate, si me viera
aquí, con bikini siendo codiciada por este hombre y eso me deja tiste.

Maldito Nate.

―Un placer conocerte. ¿Vamos? ―le pregunto a Will y nos sumergimos, nadando
hacia al frente y atrás por el largo camino. Me canso antes que Will, entonces
impulso mi cuerpo al borde de la piscina, y balanceo los pies en la cálida agua,
moviendo los dedos de los pies, disfrutando de la sensación.

Me pregunto si Nate intentó llamarme o mandar un mensaje. Lo extraño. No ha


pasado un día entero y ya lo extraño.

Es desagradable.

Finalmente, Will sale del agua y se sienta a mi lado y nos quedamos allí por un
tiempo, balanceando los pies, mientras Will recupera el aliento.

―¿Cuándo te hiciste el tatuaje?

Suspiro y miro para abajo, percibiendo que la parte inferior de mi bikini descendió
un poco, exponiendo mi tatuaje.

―El sábado.

―No deberías nadar hasta que esté cicatrizado, lo sabes.

―Ah. ― No había pensado en eso ―. Bien, no voy a nadar de nuevo, entonces.


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―¿Qué significa? ―pregunta Will y me mira. Evito sus ojos y sacudo la cabeza, sin
querer responder. No me arrepiento del tatuaje, pero es un poco sensible para mí,
literal y figuradamente.

―¿Nunca vas a hablar con él de nuevo? ―pregunta Will.

Oh Dios. El pensamiento de nunca hablarle a Nate, hace que mi sangre se congele.


¿Es esta la decisión que tomé? Le dije adiós ayer. Le devolví el collar de su madre.
Es el fin.

―Mierda ―susurro.

―Lo siento mucho, chica. Toma algunos días y cálmate. Tal vez le des algún
chance para explicar las cosas. Si no te gusta lo que tiene para decir, que se joda.
Tal vez sea capaz de darte algunas explicaciones. ―Will encoge los hombros y
mira sus pies―. Probablemente no debería decirte esto…

―¿Qué es? ―Mis ojos parpadean hasta los suyos y él frunce el ceño, sacudiendo la
cabeza.

―Él te dejo un mensaje la noche pasada.

―¿Qué? ¿A qué hora? Estuviste conmigo toda la noche.

―No, no estuve. Cuando te dormiste, te acosté y te cubrí, como el buen y


maravilloso hermano que soy. Él dejo un mensaje al comienzo de la noche.

No respondo. No sé si quiero saber lo que Nate dijo. No sé si puedo aguantar. Lo


echo mucho de menos y estoy comenzando a sentirme débil en mi resolución y no
me gusta esa nueva cualidad en mi personalidad.

―¿No quieres saber lo que él dijo?

―No.

―Jules ―Will ríe y me mira con humor―. Eres tan jodidamente obstinada.

―Aprendí eso contigo, mi querido hermano mayor.


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―¿Realmente no quieres saber?

―No.

―Sólo déjame decir esto, chica. Y está viniendo de mí, tu gran hermano, que
mataría por ti. Toma los días necesarios para curar tus heridas y estar enojada.
Tienes derecho a ellos. Pero, entonces, dale una oportunidad para explicarse.

―Vamos a almorzar. ―Comienzo a levantarme, pero Will me sostiene, la mano en


mi brazo.

―Jules…

―Te oí. Pensare sobre eso. ―Beso su mejilla y me alejo―. Estoy hambrienta.

―Entonces vamos.

*****

Will me lleva a una de nuestras cafeterías favoritas al norte de Seattle, llamado


Molino Rojo. No es nada sofisticado, pero la comida es para morir.

Hacemos nuestro pedido, y encontramos un banco, esperando que me llamen, para


tomar nuestra comida.

―No estuve aquí en años. ―Miro alrededor del restaurante y de vuelta a Will y
sonrío, cuando lo veo empujar su gorra de béisbol más para abajo en su rostro―.
¿Realmente crees que eso sirve como un disfraz? Amigo, mides como un metro
noventa, todo construido, y tu cara fea está en una valla publicitaria en el centro de
Seattle. La gente va a reconocerte.

―Cállate ―murmura, haciéndome reír de nuevo.

―¿Jules? ―Miro hacia mi izquierda y veo a una mujer linda y delicada sonriendo
hacia mí, con ojos castaños lindos y largos cabellos pelirrojos con mechas rubias.

―¡Meg! ―Rápidamente me levanto y la agarro en un gran abrazo.


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―¡Oh mi Dios, no te veo desde hace años! ¿Cómo estás?

Meg da un paso para atrás y me sonríe, entonces mira nerviosamente a Will.

―Me está yendo muy bien, gracias. Es agradable verte.

―Will, esta es Megan McBride, una amiga mía de la facultad. Meg, este es mi
hermano, Will.

Will se levanta y ofrece su mano. El rostro de Meg se ruboriza, pero ella sacude la
mano educadamente.

―Sé quién eres.

Él solo sacude la cabeza y se sienta nuevamente.

―¿Qué has hecho? ―le pregunto.

―Soy enfermera, jefe en el hospital infantil de Seattle, en la unidad de


cancerología.

Meg sonríe tímidamente, su hoyuelo en la mejilla izquierda parpadeando hacia mí,


y le sonrío de vuelta.

―¡Eso es increíble! Bien por ti, chica. ¿Todavía cantas?

―Uh, no. ―Ella sacude la cabeza y se ruboriza, mirando para la mesa―. No,
desde la facultad.

―¿Cantas? ―pregunta Will.

―Tiene una voz fantástica ―respondo y sonrío de forma alentadora hacia Meg.

―Gracias, pero sabes cómo es la vida, nos ocupa con otras cosas y acabamos
dejando algunas de lado.

Ella encoge los hombros y sonríe nuevamente. Will me llama la atención y levanta
una ceja.
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Si, ella es sexy, idiota.

―¿Te casaste? ―le pregunto.

Ella ríe casi cínicamente.

―Claro que no.

―¿Puedo tener su teléfono? ―pregunta Will, demasiado directo y arrugo la frente


hacia él.

Meg me mira conmocionada por un momento, pero después lo mira.

―Claro que no ―responde con frialdad.

Wow, ¿Will acaba de tener una patada en el culo?

La quijada de Will cae y entonces sonríe y sacude la cabeza.

―¿Discúlpame?

―Creo que oíste ―responde Meg, enseguida, coloca la mano en mi hombro y


sonríe hacia mí―. Fue bueno verte. Cuídate, chica.

―Tú también, Meg.

―¿Qué diablos fue eso? ―pregunta Will, perplejo.

―No lo sé. ―Me encojo de hombros y le sonrío―. Tal vez te olvidaste de la forma
cortes de tratar a las mujeres.

―Cállate la boca, chica.

*****

Es miércoles, pero la familia entera está en la casa de mis padres para cenar, a pesar
de ser mitad de semana. Y sé que es porque quieren estar seguros de que estoy bien,
y eso me hace sentir amada y segura, sabiendo que a ellos les importo lo suficiente,
para querer confirmarlo personalmente.
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Pero mi corazón no está aquí. Ya pasaron dos días, desde que vi a Nate por última
vez y eso me está matando.

―Jules, cariño, ¿te gustaría postre? ―pregunta mi madre, sonriéndome. Estoy


completamente satisfecha, con su delicioso pollo frito y puré de papa, que me hará
ganar otra sesión asesina en el gimnasio, pero siempre tengo espacio para el postre.

―¿Qué tienes? ―pregunto.

―Hice tu favorita ―dice ella con un guiño―. Cheesecake de chocolate.

Y, así, con esas palabras, mi mundo se desmorona de nuevo. No comienzo, todo lo


que puedo hacer es mirarla, mientras siento las lágrimas llenando mis ojos y la
próxima cosa que sé, es que estoy saltando de mi silla precipitadamente y salgo
corriendo en dirección al patio. Las lágrimas están cayendo sin parar y apenas
puedo controlar los escalofríos que atraviesan mi cuerpo.

De repente, brazos fuertes envuelven mi cuerpo y soy sostenida por los brazos de
mi padre. Él me balancea adelante y atrás, su gran mano sosteniéndome
firmemente.

―Shh, cariño, está todo bien.

―No, no está todo bien ―lloro y lloro cada vez más, sosteniéndome en su camisa
con mis puños.

―¿Supongo que Nate te dio cheesecake de chocolate? ―murmura con humor en su


voz.

Asiento.

―Parece que le gusta mimarte.

―No puedo hablar sobre eso ―murmuro a través de mis lágrimas―. Ni siquiera sé
por qué estoy tan triste.

―Porque lo amas y él te decepcionó, cariño.


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Me inclino hacia atrás y miro a mi padre.

―Pensé que lo conocía.

―¿Qué fue lo que sucedió exactamente, cariño?

Sacudo la cabeza y me alejo de sus brazos, pero él me lleva hasta un banco cerca y
me hace sentar.

―¿Qué sucedió? ―pregunta nuevamente.

Entonces le explico lo que sucedió el lunes y mientras narro mi versión de los


acontecimientos, mi padre me escucha, sus ojos estrechándose, asintiendo,
exhalando alto y cuando termino, me mira con una cara sombría.

―Julianne Rose Montgomery, estoy decepcionado con ustedes dos.

―¿Qué?

―Necesitas dejarlo que se explique.

Comienzo a negar, pero él me coloca su mano en mi brazo, teniendo mi atención.

―Las personas se equivocan, Jules. Él tiene algunas explicaciones que darte, pero
no lo dejas hablar. Deja hablar al hombre.

―Tú y Will son harinas del mismo costal.

Nos levantamos y caminamos de vuelta para la casa. Está calmo en el interior.


Todo el mundo parece tan sombrío, esperándonos.

―¿Estás bien? ―pregunta Isaac suavemente.

―Lo voy a estar ―respondo.

Natalie coloca a Olivia para eructar y extiendo mis manos.

―Dame al bebé.
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Natalie sonríe y me extiende a Olivia. Abrazo a Olivia y le sonrío a Nat.

―Gracias.

―Entonces, nada de cheesecake. ¿Qué tal una torta de manzana? ―Mamá me


guiña y todo el mundo comienza a conversar a mi regreso nuevamente. Beso la
cabeza de Olivia, y miro a Luke, que sonríe y toma un trago de cerveza.

*****

―Entonces, ¿por qué tengo que llamar a Will para hablar contigo? ―pregunta
Natalie desde la cama a mi lado. Nos decidimos a gastar mi regalo de aniversario,
un día de spa. Nuestras cabezas están envueltas en toallas blancas, nuestros cuerpos
envueltos en cálidas sábanas blancas, y las dos estamos con mascarillas de barro en
nuestro rostro, con pepinos sobre nuestros parpados.

Estoy en el cielo.

―Porque no reviso mi teléfono desde hace cuatro días ―murmuro.

―¿Por qué? ―pregunta nuevamente.

―Porque no quiero saber si Nate llamó o dejó algún mensaje ―respondo y suspiro
cuando la profesional comienza a masajear mis manos.

―Pero… ¿Por qué?

―Estoy intentando relajarme aquí, Nat. No me estás ayudando.

―Lo siento mucho, estoy intentando entender.

―Si él me llama ―digo con paciencia― no estoy segura de si quiero oír su voz o
sus disculpas. Si no me llama, va a doler.

―Está bien. ―No parece estar segura, pero se calla y las dos nos quedamos
calladas, disfrutando de nuestros deliciosos tratamientos faciales.
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Decidimos tener el tratamiento de princesa completo hoy y disfrutamos de una
hora de masajes, manicura, pedicura y también depilación.

―Eso fue fantástico. ―Sostengo el brazo de Natalie, mientras dejamos el spa y


tomo una profunda respiraron del aire de verano, que llegó temprano.

―Agradece a Luke por mí. Es tan bueno tener un cuñado tan obscenamente rico,
que ama mimar a su hermosa mujer y, por consecuencia, también a la mejor amiga
de ella.

―Le diré ―Natalie ríe y me lleva por la calle, hasta nuestro café favorito para
almorzar. Miro a mi amiga y sonrío. Esta hermosa, con el rostro tratado y sus
cabellos castaños para atrás, en una cola de caballo flojo.

Pedimos nuestra sopa y sándwiches de costumbre y encontramos una mesa.

―Entonces, creo que debes revisar tu teléfono, amiga ―dice Natalie con una ceja
levantada. Saca su bufanda verde y la coloca sobre la silla al lado de ella.

―No. ―Tomo un trago de mi Coca de dieta.

―Te desafío. ―Los labios de ella suben en una suave sonrisa y yo la enfrento.

―No seas una perra, Nat.

―No seas una cobarde, Jules.

Mierda.

Odio como me conoce. Sabe que no puedo resistir a un desafío. Tengo cuatro
hermanos mayores, que me causaron un montón de problemas con mi madre,
desafiándome.

―Mierda, Natalie ―murmuro y saco mi iPhone de mi bolsa Gucci―. Revísalo tú.

Le paso mi teléfono y ella revisa observando la pantalla y enrollando un mechón de


su cabello con los dedos.
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―¿Es en serio que ese pedazo de mierda tarda tanto tiempo en conectarse?
―pregunto.

―Si ―ella ríe hacia mí y continúa observando la pantalla―. Parece que tienes diez
correos de voz y veintidós mensajes.

―Mierda. No conozco a tantas personas.

―Aquí. ―Ella intenta entregarme el teléfono, pero me niego.

―No. Míralos tú.

―No, Jules. Jesús, crece un poco y revisa tus mensajes.

Respiro profundamente y continuo mirando fijamente hacia mi mejor amiga. Dios,


la odio ahora.

―Ok, dámelo.

Ella me lo entrega, reviso el correo de voz en primer lugar. Los seis primeros
mensajes son de mi familia, queriendo saber si estoy bien. El séptimo y octavo son
de Natalie queriendo encontrarme para un día de spa y amenazando con llamar a
Will.

El noveno es de la Sra. Glover diciéndome que olvidé un artículo personal en mi


sala y que me lo va a enviar.

El décimo es de Nate. Fue dejado esta mañana.

―Julianne ― suspira y hace una pausa y aprieto el teléfono, presionándolo más


duro contra mi oído, como si pudiera escuchar su voz más clara de esta manera―.
Espero que cuatro días sean suficientes. No puedo estar otro día sin escuchar tu voz. Por favor,
bebé, llámame. Habla conmigo. Te amo. ―Hace otra larga pausa y, enseguida, el
mensaje termina.
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Estoy mirando a Natalie, con lágrimas deslizándose por mi rostro. No estoy
sollozando o haciendo una escena, pero las lágrimas comenzaron a salir cuando él
dijo mi nombre. Presiono replay y paso el teléfono a Natalie, para que pueda oír.

Ella escucha ávidamente, sus bellos ojos verdes en los míos. Sus ojos también están
con lágrimas cuando me entrega el teléfono.

―Wow, Jules.

―Maldito ―murmuro.

―¿Qué vas a hacer? ―pregunta.

―Deseo responder el mensaje ―respondo y limpio mi rostro.

―¿En serio? ―ella sonríe.

―Oh, ¿piensas que estoy bromeando? Probablemente voy a llamarlo más tarde.
―La camarera coloca nuestros almuerzos al frente y comenzamos a comer.

―Él me ha llamado, sabes.

―Jesús, él está llamando a todos ustedes. Will dijo que lo llamó y mi madre dijo
que ayer en la noche la llamó.

―Él no ha podido encontrarte, Jules. Eso lo está dejando loco.

―Bien.

―Mi mejor amiga me dio una vez un buen consejo, cuando estaba enojada con mi
marido. Ella dijo: No juegues con él. ―Natalie hace una mueca hacia mí y yo me
retuerzo.

―No estoy jugando.

―Sí, lo estás. ―Ella encoge sus hombros y toma su sopa― entiendo, sin embargo.
Él fue un idiota el lunes. Pero entiendo por qué lo fue.
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―¿Entiendes? ―pregunto incrédula.

―Sí, todos nosotros entendemos. Todos hablamos con él, idiota.

Me siento recta en mi silla y la miro, mi boca abierta y mis ojos ensanchados.

―¿Todos hablaron con él?

Ella sacude la cabeza y pone mi mano en la de ella.

―Habla con él, Jules. Odio verte herida cuando no necesitas estarlo.

―No estabas allá…

―No, no estaba. Y tienes todo el derecho de estar enojada. ¿Pero él no tiene


derecho a explicarse?

―Sólo… ―Sacudo la cabeza y miro para abajo, sacando las lágrimas de mis
ojos―. Sólo continuo viéndome sentada en la silla, con él mirándome impasible,
mientras ellos me sacaban de mi trabajo. Un trabajo en donde era buena y que me
dedique por conseguir. Y Nate lo sabía, Natalie. Él sabía cuánto amaba mi trabajo.

―Vas a encontrar otro empleo, Jules.

―Lo sé, pero mientras ellos tomaron tan a la ligera mi trabajo, el hombre que amo
y declaraba amarme de la misma forma, se quedó sentado en su silla, sólo
mirándome como si no me conociera. No había emoción en su rostro. Sus ojos.
Estaban solo…en blanco. Y eso fue lo que más me lastimó.

Saco mi mano de la de ella y me inclino para atrás de nuevo, sacudiendo la cabeza.

―Estabas allí el viernes en la noche, Nat. Viste lo que él hizo con DJ. Sabes cómo
es de protector conmigo, pero estoy diciendo que ese hombre no estaba sentado en
la sala de conferencia el lunes. Y eso rompió mi corazón.

Natalie hace una mueca y mira hacia el plato y después de vuelta a mí. Parece
querer decir alguna cosa, pero no lo consigue.
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―¿Qué? ―pregunto.

―Jules, tal vez él no tenía una elección.

―¿Qué quieres decir?

Ella sacude la cabeza lentamente y mira hacia fuera por la ventana, mirando los
autos que pasaban.

―Nat, ¿qué sabes? ―Oigo la desesperación en mi voz, pero no me importa.

―Honestamente, no sé nada sobre esa reunión. Nate no dijo nada sobre eso. Pero
lo que estás describiendo… es sólo… ―Ella frunce el ceño nuevamente y me
mira―. Cariño, no creo que él tuviera elección.

¿Qué? Nos miramos la una a la otra, por un largo minuto, mi cerebro trabajando.

―¿Crees que…? ―balbuceo.

―No sé. Es suficiente hacer lo que él está pidiendo, cariño. Llámalo.


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Traducido por IzarGrim

Corregido por Angeles Rangel

D
espués de que Natalie y yo nos despedimos, me dirijo de vuelta a casa
de Will a empacar las maletas. Era hora de volver a casa.

—¿Te estás yendo temprano? —pregunta Will secamente, apoyado en el


marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre su pecho.

—Es hora de ir a casa a resolver las cosas.

—Buena suerte, nena —me sonríe, pero sus ojos todavía están preocupados.

—Voy a estar bien, tranquilízate.

—No lo dudo. Pero si necesitas cualquier cosa, estoy aquí. Todos lo estamos.

—Lo sé. —Meto mis últimas cosas en la maleta y la cierro—. Gracias Will, en
serio.

—He tenido mis momentos, sabes. Sólo no dejes que los periodistas lo descubran.
—Me guiña y camino hacia él y él abre sus brazos para darme un fuerte abrazo.

—¿Lo vas a llamar?

—Sí, cuando llegue a casa.

—Perfecto. —Besa mi cabeza y se aparta—. Ven a cenar conmigo la próxima


semana. Yo cocino.

—¿Estás tomándome el pelo? —Ruedo los ojos—. Yo cocino. Tú me envenenarías.


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Will me sonríe, coge mis maletas y me acompaña hasta mi auto.

*****

No había vuelto a casa por cuatro días y es bueno estar aquí. Tomo una botella
agua del refrigerador y desempaco mis cosas, sabiendo que lo estoy posponiendo.
Quiero llamar a Nate. Quiero oír su voz sexy. Pero no sé qué decir. Finalmente,
cuando las ropas ya están lavadas, no tengo más nada que hacer, tomo mi iPhone y
me siento en el sofá, buscándole.

Voy hasta el número de Nate en marcación rápida con el pulgar encima del botón
verde, pero después decido en contra y dejo el teléfono.

Necesito hacerlo personalmente.

Subo las escaleras a mi cuarto y elijo cuidadosamente mi ropa, unos jeans oscuros,
y una blusa azul, exactamente del color de mis ojos y un cinturón negro, apretando
la blusa en mi cintura. Me coloco mis pendientes de diamantes que me regalaron
para mi aniversario y zapatos de tacón negros Louboutin.

Me maquilo levemente, apenas acentuando mis ojos y labios y enrollo mi cabello


en ondas sueltas que enmarcan mi rostro.

Me dirijo hasta la casa de Nate sin pensar mucho en el camino, para no actuar
como una cobarde y volver a casa. Su auto y moto están en sus aparcamientos y eso
me dice que él está en casa.

Bueno.

Aparco en mi lugar habitual y cojo el ascensor hasta su piso.

Hago una pausa en su puerta, mi estómago de repente está lleno de mariposas de


nuevo. Dios, ¿y si él ha decidido que no me quiere volver a ver?

En vez de tocar el timbre, uso la llave que Nate me dio algunas semanas atrás y
abro la puerta de enfrente, dando un paso adentro. Las luces están encendidas en la
cocina y en las áreas de estar y hay una chimenea encendida. Hay varios ramos de
Página 324
rosas en todo el lugar, en la mesa de café, en la mesa de la sala de estar, al lado del
sofá.

Pero nada sobre Nate.

Entonces escucho voces.

Camino en dirección a los cuartos, las voces se escuchan más altas. Ellas vienen del
escritorio de Nate. Me paro, fuera de su vista y escucho.

—Lo es, Audrey. Esta es la última vez.

—Claro —ella bufa— tú no serás capaz de ausentarte mucho tiempo, bebé.

—Te he dicho, quiero que te quites mi apellido.

—¿Quitarme tu apellido? —pregunta ella incrédula—. ¿Qué chorrada es esa?

—No quiero que lo uses más. Voy a preparar los papeles; sólo tienes que firmarlos.

¡Él estaba quitándole su apellido a ella!

—¿Eso es por causa de aquella rubia vagabunda que te estás follando?

Y… es eso.

Doy un paso más adentro, para poder mirar algo en la sala y soy transportada al
escritorio de Nate el mes pasado. Audrey está sentada en su mesa, él la está
mirando molesto y ella está a punto de pasar su mano perfectamente cuidada por su
rostro.

—Tócalo, y vas a ver lo rápido que te lanzo al suelo —le advierto en voz baja.

Ambos giran sus cabezas en mi dirección, sorpresa estampada en el rostro de Nate,


y después registro esperanza, shock y, enseguida, cautela, cuando percibe que yo he
hablado.
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Audrey sonríe y permite que la palma de su mano haga contacto con la cara de
Nate.

Yo sonrió de vuelta. Nate se aparta del toque de Audrey rápidamente.

—Joder, Audrey…

—Te avisé —murmuro en cuanto me dirijo en su dirección. Ella se baja de encima


de la mesa y me enfrenta, sus ojos castaños fijos en los míos.

—No te tengo miedo.

Sonrió e inclino la cabeza para un lado.

—Deberías tenerlo.

Sus ojos se estrechan por un momento y ella me mira de nuevo.

—Nate no te quiere. ¿Te fuiste, recuerdas?

Deslizo mis ojos a Nate y él pone sus manos en dos puños cerrados, sus ojos grises
estrechándose en mí y lo sé.

—Audrey, joder, calla la mierda de tu boca…

Me vuelvo sobre mis talones antes de que pueda terminar la frase y camino
rápidamente hasta la sala de estar.

Él me grita:

—¡Julianne! —Nate está en pánico mientras corre detrás de mí, pero yo lo ignoro.
Oigo los tacones de Audrey sonando en la madera, en cuanto ella sigue a Nate.

Entro en la cocina y abro el frigorífico. Dentro hay cheesecake de chocolate y


langosta, junto a mi champan favorito. Huelo alrededor y observo la sala, las flores,
la chimenea encendida y miro los ojos grises de Nate por un largo momento.
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Audrey está furiosa, su mirada tirándome flechas, después mirando a Nate
ansiosamente, yo casi siento pena por ella.

—Entiendo —le digo a ella con calma— yo entiendo lo fácil que es amarlo,
Audrey.

Nate lanza una maldición baja, pasa la mano por su cabello.

Los labios de Audrey se estremecen.

—Pero nada de esto —señalo la sala con mi mano— es para ti. Él no es tuyo. Te
sugiero que aceptes todo lo que él te ofreció y corras de aquí, porque es todo lo que
vas a conseguir.

Sus ojos se estrechan y sonríe maliciosamente.

—Él me ofreció su polla, como siempre.

—¡Que mierda es esa Audrey!

Camino casualmente hacia ella, y miro directamente sus ojos.

—Si vuelves a tocarlo de nuevo, voy a arrancar tu lengua de esa cabeza de mierda.

Audrey mira a Nate.

—¿Esto es lo que quieres?

—Con cada respiración. Ahora sal de nuestra casa Audrey.

Estoy mirándolo sin aliento. ¿Nuestra casa? Él me encara, su mandíbula apretada,


sus ojos grises quemando con necesidad y amor.

Audrey nos mira y se burla de mí.

—Por lo menos he conseguido que te despidieran.

—¡Sal ahora Audrey! —grita Nate y ella salta. Agarra su bolsa y chaqueta y camina
melancólicamente hacia la puerta, batiéndola detrás de ella.
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No me puedo mover. No consigo dejar de admirar a Nate. Él está con jeans y
camiseta prieta, mostrando su lindo tatuaje. Su cabello esta suelto. Sus manos en
puños a su lado y todos los músculos de su lindo cuerpo contraídos.

—¿Eealmente estás aquí? —susurra.

—Estoy aquí —le susurro de vuelta.

—¿Por qué?

¿Por qué?

Camino en dirección a él, de repente me siento calmada. Aquí es donde tengo que
estar. Pero todavía tengo que dar algunas explicaciones.

—Porque me canse de huir.

—Jules, lo que pasó en la reunión…

—Ya llegaremos a eso. Tengo una pregunta primero.

Sus ojos se estrechan en los míos.

—¿Y cuál es?

—¿Me puedes dar mi collar de vuelta, por favor?

El cuerpo entero de Nate se relaja cuando suspira y cierra los ojos. Coloca la mano
en su bolsillo y tira del collar.

— Lo llevo encima desde hace cuatro días.

Me lo entrega, pero balanceo la cabeza y me doy la vuelta.

—¿Me lo puedes colocar, por favor?

Levanto mi cabello y él me pone el encantador collar de plata, con el colgante de


corazón en el cuello, pero no me toca.
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Todavía no.

Eso es bueno, porque una vez que él empiece, no voy a dejarlo parar y pienso
escuchar qué paso en la reunión.

—Vamos a sentarnos.

Me lleva al sofá y nos sentamos. Me quito los zapatos y apoyo las piernas debajo de
mí y me doy la vuelta para encararlo. Él cruza una pierna por encima de la
almohada y me enfrenta también. Nos quedamos así por un minuto, sólo
mirándonos el uno al otro, hasta que siento las lágrimas agruparse en mis ojos.

—No llores —susurra—. No soporto cuando lloras.

Agacho la cabeza y miro mis manos, enseguida, tomo una respiración profunda y
le miro nuevamente, las lágrimas bajo control.

—Estoy escuchando.

—¿Dónde estabas? —pregunta con la voz baja y ojos feroces.

—Estaba en la casa de Will.

—¿Estás bien? —pregunta.

—Estoy en eso —respondo.

—Huiste, Julianne. —Aprieta los ojos cerrados por un momento y, enseguida, mira
hacia mí de nuevo, los ojos tristes y llenos de anhelo.

—No lo puedo soportar, cuando huyes de mí.

—Nate, en el lunes fue…

—Yo sé exactamente lo que fue el lunes y tú también sabrías, si me hubieses


escuchado.
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—Duele —susurro—. Yo te necesitaba aquella tarde del lunes como nunca necesité
de nadie, y tú no estabas allí para mí. Tú no luchaste por mí, por nosotros. Eso me
hizo sentir como si todo fuese insignificante y que lo que teníamos no era nada.

—Lo sé, cariño —su voz se suaviza y levanta una mano para pasarla por mi rostro,
pero me aparto de su alcance y él se retira—. Jules.

—Dime lo que paso.

—¿No me vas a dejar tocarte? ¿Eso significa que sólo quieres una explicación, para
que puedas continuar con tu vida?

Trago en seco y miro sus bonitas manos y niego lentamente, pero no puedo hablar.
Todavía no.

—El lunes fue un día infernalmente jodido, Julianne. —Pasa su mano por su rostro
y de repente parece muy cansado—. Fui llamado a la oficina de Vincent, en el
momento que llegué al trabajar. Me dijo que había recibido una llamada anónima,
diciendo que yo estaba teniendo una relación contigo. Me dijo que no tenía
cualquier prueba, al principio lo negué.

—Audrey —afirmo y él concuerda.

—Fue Audrey. Ella nos vio en el mercado, el domingo.

—¿Cómo sabía ella de la política de no confraternización? —pregunto, confusa.

Nate suspira y balancea la cabeza.

—No lo sé. Tengo la sensación de que ella probablemente procuró descubrir todo lo
que pudo sobre mis negocios. Es una mujer extremadamente introvertida.

—¿Entonces no fue Carly? —Estoy tan confusa.

—No, ella fue el tictac de la bomba. Después de que la citaste en una reunión,
Vincent solicitó algunos test en tu ordenador y en los ordenadores de la oficina.
Ella tenía extensas notas sobre ti, Jules. Me envió un relato incompleto en Nueva
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York. Jenny admitió que le había pedido a ella, si le podía enviar un documento de
su ordenador, después de que tú llamaste aquel día, y Carly mandó ese documento.
Ella estaba buscando una manera para que te despidieran.

—¿Por qué? —pregunto.

—¿Quién sabe? —Se encoge de hombros y balancea la cabeza—. Para subir por la
empresa más rápido, tal vez no le gustas, las posibilidades son interminables.
Cuando la confronté, ella lo negó, pero teníamos pruebas suficientes para
despedirla.

—¿Entonces Carly fue despedida también?

—Si —exhala profundamente.

—¿Qué pasó aquella mañana? —pregunto.

—Vincent te despediría, independientemente de si se confirmaba o no. Decía que


no necesitaba pruebas, que era verdad. Estaba considerando una dimisión por
romper el contrato. Él podía despedir a cualquiera, por cualquier motivo. Así que
llamó al sector de RH, para tener un representante presente y les conté que sí, que
tú y yo estábamos en una relación —traga y mueve la cabeza—. Entonces, Vincent
me dijo que te dejaría quedarte, si yo rompía contigo y después te transferiría a la
oficina de Nueva York.

Suspiro.

—Le dije que se podía ir al infierno, que me quedaría en la empresa si te ofrecía un


paquete de despido, considerando la licencia médica y tus vacaciones.

—Nate, esto no era sobre dinero…

—No he acabado, Julianne.

Ah, ahora sí, este es Nate.

—Está bien.
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—Entonces salí de su oficina y me dirigí hacia la mía y empecé a hacer algunas
llamadas. Al mediodía, fui convocado para ir a la sala de conferencia, de modo que
Vincent podía discutir algunas cosas con Luis y hablar sobre cómo lidiaríamos con
las cuentas con que trabajabas. —Él me mira a los ojos—. Eso me estaba matando.
El pensamiento de tener que despedirte, el planear cómo llevaría la división de las
cuentas que llevabas, me estaba matando.

—Tú parecías estar muy bien en la reunión, Nate.

—Sí, bien, las apariencias engañan. Cuando ellos te llevaron a la sala, yo quería
abrazarte y protegerte. Pero tenía un plan y no podía demostrar cualquier emoción.
Sabía que tú serías fuerte y que dirías la verdad y no me decepcionaste, bebé.

—No tenía ningún motivo para mentir. Sabía lo que estaba haciendo cuando
empezamos la relación, Nate.

—Lo sé. Los dos lo sabíamos. Pero tú no te tienes que preocuparte por eso.

—No, nosotros no lo necesitamos, sólo yo.

—Quiero decir, no los precisamos más —sonríe para mí, una sonrisa larga y bonita
como si él tuviese un regalo para mí—. Después que saliste del edificio, hice
algunas llamadas más y después corrí detrás de ti. Tú sabes que paso después.

—Sí —susurro.

—Bien, el día siguiente, entregué mi despido —suspira nuevamente y mira su


rostro. Parece feliz. En paz.

—Nate, Dios, no tenías que…

—Sí, yo lo pedí, Jules. Pero aquí está la mejor parte. Tú sabes que yo siempre
trabajé bien en este negocio. Fui inteligente. Soy un hombre muy, muy rico,
querida.

—Todo bien. —Estrecho mis ojos en su rostro, no sabiendo a dónde quiere llegar
con esta conversación.
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—Bien, a partir de esta mañana, estás mirando al director ejecutivo de McKenna
Enterprises, LLC. Tenemos varios clientes y la Sra. Glover va a trabajar con
nosotros también.

—¿Nosotros? —pregunto, en estado de shock.

—Claro que nosotros. Vamos a tener un año bien ocupado por delante, pero sé que
tú no le temesun poco de trabajo duro.

Oh, mi Dios.

—¿Me estás ofreciendo un empleo? —pregunto, no entiendo bien lo que él está


hablando.

—No, mi amor, te estoy ofreciendo ser mi socia. Esta será nuestra empresa.

—Puta mierda.

—¿Es tu manera de aceptar el puesto? —pregunta con una sonrisa.

—¿Política de no confraternización? —pregunto.

—No voy a mandar en el amor entre las personas —responde.

—¿Harías eso por mí? —susurro, con reverencia.

—Haría cualquier cosa por ti, bebé. ¿Cuándo es que vas a entender eso? —Su rostro
está tan serio, tan firme.

—Oh, Nate. —Me lanzo en sus brazos y él me estrecha, enterrando su rostro en mi


pelo y manteniéndome firme.

—Te amo tanto, Julianne. No me dejes de nuevo. Por favor.

Corro los dedos por los pelos de sus brazos y me aparto de su calor.

—Estoy aquí.

Se aparta y me mira, pasando sus dedos de abajo y arriba de mi mejilla a mi frente.


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—Tu piel es tan suave.

—Natalie y yo hicimos tratamientos de spa que me dieron por mi cumpleaños.

—Te lo merecías —murmura.

—¿Nate?

—Sí, cariño.

Llevo mis dedos por su rostro, tan apasionada por este dulce hombre.

—¿Cuándo puedo comenzar?

—Voy a hacer algunas llamadas mañana.


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POV13 Natan

Traducido por Sttefanye

Corregido por Angeles Rangel

—¿T
odos los arreglos están listos? —le pregunto a mi
asistente.

—Sí señor, está todo listo. —Jenny me guiña y le


sonrío de vuelta. Traerla a ella y a Julianne a la nueva
compañía, fue una de las mejores decisiones que tomé.

—Gracias. Ya puedes irte a la casa y disfrutar del fin de semana.

—Bien, lo haré. Feliz cumpleaños, Sr. McKenna.

—Gracias, Jenny.

Jenny agarra la cartera de su escritorio, por lo que Julianne sale de su oficina,


jodidamente increíble en su vestido rojo y tacones negros, cabello suelto alrededor
de su hermoso rostro.

Dios, la amo.

—¿Te vas, Jenny? —pregunta ella, en su voz dulce y suave.

—Sí, Srta. Montgomery, ¿a menos de que necesite otra cosa?


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13
POV: abreviatura en ingles de: punto de vista.
—Oh, no. Está todo bien. Ten un buen fin de semana. —Le sonríe a Jenny y
entonces, camina para recibirme, una sonrisa en sus labios—. Creo que estoy lista
para dejar el día, así como el Sr. McKenna.

—Me leíste la mente, bebé. —La sujeto en mis brazos y descanso mis labios en su
frente suave, respirando profundo. Siempre huele a sol y vainilla—. Tengo una
sorpresa para ti.

Me mira con los ojos amplios y, entonces, frunce el ceño.

—Pero es tu cumpleaños. Yo tengo una sorpresa para ti.

—¿Quieres hacer un viaje? —pregunto y froto mis manos arriba y abajo en su


espalda.

Frunce los labios y sus ojos se amplían en una pequeña sorpresa y entonces dice:

—Sí, creo que sí.

—Genial. Toma tus cosas y vámonos.

—¿Vamos a pasar por la casa primero? —pregunta. Amo cuando ella habla así de la
casa. Es nuestra casa ahora y ha sido así desde hace dos meses, pero todavía suena
nuevo cuando sale de esa dulce lengua.

—No, no tenemos tiempo.

—Pero no traje nada para un viaje de fin de semana.

—Ya está todo listo, Julianne. Confía en mí.

Recoge sus cosas y cierra la oficina, entonces tomo su mano, entrelazando sus
dedos en los míos y bajamos en ascensor hasta el garaje.

—¿A dónde vamos? —pregunta, sus grandes ojos azules mirándome


expectativamente.
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—Pronto lo sabrás. —Muerde el labio inferior en un puchero y me río y me inclino
para morder y besar sus labios—. Tienes buen sabor —susurro.

—Comí una barra de chocolate antes de salir —susurra de vuelta. Me río, mientras
el elevador se abre y caminamos hasta el Mercedes. Realmente me gustaría viajar
con la moto este fin de semana, pero tenemos muchas cosas por llevar.

Después de guardar nuestras cosas, tomamos rápidamente la carretera rumbo al sur


de Seattle. Julianne pasa la punta de los dedos hacia arriba y abajo en mi muslo,
enviando escalofríos por mi cuerpo y haciendo que se me contraiga la polla. Tomo
su mano y beso la punta de los dedos y, entonces, descanso nuestras manos en mi
regazo. Ella sonríe petulantemente.

—Más tarde —murmuro.

—Bien, pronto. ¿A dónde vamos?

—A la casa de la playa.

—¡Ah qué bueno! No vamos para allá hace algún tiempo. —Me sonríe y le sonrío
de vuelta.

—Lo sé, estábamos muy ocupados construyendo nuestro negocio. Nos merecemos
este fin de semana. —Beso su mano otra vez y ella se inclina para besarme.

—Sí, nos lo merecemos.

*****

—Oye, bebé, llegamos. —Paso levemente mi mano en el suave rostro de Jules,


despertándola de su siesta. Se durmió a los 30 minutos de viaje y la dejé dormir.
Parece un ángel cuando duerme y trabajamos alrededor de 60 u 80 horas en las
últimas semanas, es desgastante para los dos.

—¿Ya llegamos? —pregunta soñolienta y se sienta para estirarse, empujando sus


senos contra el vestido sexy, e inmediatamente mi polla cobra vida.
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No sabía, hasta detenerme en el garaje, cuán nervioso estoy esta noche. Decir que
le tengo una sorpresa fue el eufemismo del año. Esta puede ser una de las noches
más importantes de nuestras vidas y solo le ruego a Dios no cagarla.

Jules toma su bolsa y tomo la gran maleta del asiento de atrás, que contiene
nuestras ropas para el fin de semana, después me acerco a ella en el balcón, abro la
puerta, y voy con ella hacia adentro. La empresa que contrato para cuidar de la
casa en nuestra ausencia ya estuvo aquí, como pedí, y doy una rápida mirada
alrededor. El fuego está ardiendo en la chimenea, los troncos quemándose
demasiado bajos, diciéndome que salieron de aquí recientemente.

Perfecto.

La mesa del comedor está lista para sentarnos y hay Rechauds sobre el mesón,
manteniendo la comida caliente.

Jules suelta la bolsa en el sofá y se voltea para mirarme, sus hermosos ojos amplios
y su boca abierta.

—¿Qué es esto? —pregunta.

—Sabía que no querías cocinar hoy. —Me encojo de hombros, fingiendo que no es
la gran cosa.

—¿Más de tus ayudantes? —pregunta, haciéndome reír.

—Sí, cientos de ellos.

Dejo la maleta al pie de la escalera, planeando llevarla para el cuarto más tarde y
prendo el sistema de sonido, satisfecho cuando John Legend comienza a sonar en
los altos parlantes. Jules camina hasta la chimenea, mirando las llamas, sus brazos
cruzados sobre su pecho. La luz descansa en su hermoso cabello rubio y piel pálida,
y no puedo resistirme a ella. Envuelvo mis brazos a su alrededor, por detrás y
entierro mi nariz en su cuello, sintiendo su olor.

—Eres tan sexy, Julianne.


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—Hmm —murmura—. Tú tampoco estás mal, As.

Sonrío por su tonto apodo para mí, entonces beso su suave cuello.

—Ven, vamos a comer.

Nos servimos de la deliciosa pasta con salsa blanca, ensalada y pan y abro una
botella de su champagne favorito.

—Guau, vas con todo.

—Espera hasta ver qué hay de postre —respondo.

—¿Cheesecake de chocolate? —pregunta con una sonrisa.

—Adivinaste —respondo.

Pero no pienses que es sólo eso, bebé.

Joder, estoy nervioso. Estoy agradecido de que mis manos están firmes, mientras
sirvo el champagne rosa en las copas y nos sentamos en la mesa a comer.

—Por ti. —Mantengo mi copa en el aire y ella sigue el ejemplo—. La mujer más
hermosa del mundo.

—Voy a brindar por eso. —Me guiña y bebe el champagne y no puedo evitar reírme
con ella.

Cuando terminamos la cena, Jules se levanta y me besa en la boca y antes de que


pueda agarrarla y tirarla en mi regazo, se aleja, me guiña con esa sonrisa sexy y
dice:

—Espera aquí. Ya vuelvo.

Sale por la puerta del frente con las llaves en la mano, y vuelve en menos de treinta
segundos después con una gran caja negra en sus brazos.

—¿Qué diablos es eso? —pregunto.


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—Tu regalo de cumpleaños —responde con una sonrisa.

—Bebé, no tenías que darme nada.

Sólo por favor no digas no. Ese es el único regalo que necesito.

—Uh, tonto. Hoy es tu cumpleaños. Es obvio que tengo un regalo para ti. —Aleja
nuestros platos de la cena y coloca la caja sobre la mesa delante de mí.

—Ábrelo.

Levanto la tapa y alejo el papel plateado, para encontrar una foto enmarcada
descansando en un álbum de fotos.

Saco el marco y miro con admiración la foto. Jesús Cristo, es ella. Es Julianne, pero
no está usando nada de ropa. Está en una cama, acostada con el estómago hacia
arriba, sonriéndome como lo hace cuando sabe que estoy excitado por ella.

Joder, estoy excitado ahora mismo.

—Di algo, As.

Miro sus ojos inciertos y sonrío.

—Eres tan malditamente hermosa.

Sonríe dulcemente con alivio y me inclino para besarla, envolviendo una mano en
su largo y suave cabello. Se aleja y susurra:

—Abre el álbum.

Hay páginas y páginas de ella, con las lencerías más sexy que he visto en la
vida, envuelta en una sábana, completamente desnuda, todas en poses diferentes.
Todas calientes como el infierno.

Cierro el álbum y alejo la silla hacia atrás y tiro de ella hacia mis brazos, su trasero
descansando en mi regazo y la beso como un loco. Paso mis dedos por su rostro, y
sobre su pecho, sintiendo el pezón endurecerse, mientras juego con ellos entre mis
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dedos. Con un suave gemido se levanta, se recoge la falda hasta sus caderas y se
sienta sobre mí nuevamente.

—En este momento, lo quiero rápido y duro, As. —Sus ojos azules están en llamas
con la lujuria, ¿y quién diablos soy yo para decir no? Ella es mi fantasía completa.
Rasgo su braga en dos pedazos y la lanzo al suelo, mientras sonríe.

—Te voy a comprar más la próxima semana.

—Sí, lo harás.

Baja mis jeans hasta los muslos y de repente está de rodillas, mi polla en sus dulces
manos y su boca color rosa alrededor de él, chupando fuerte.

—Joder, bebé. —Suavemente tiro de su cabello y lo levanto, mientras continua


acariciando mi polla hacia arriba y hacia abajo con su mano. Mis bolas se aprietan
y antes de que pueda besarme con esa boca caliente, la tiro por los hombros y se
sienta sobre él, guiándome hacia adentro de ella y todo el pensamiento se evapora.
Todo lo que puedo pensar es golpear hacia adentro y fuera de este dulce coño.

—Oh, Nate, sí. —Tira la cabeza hacia atrás y beso su cuello, mientras me monta,
empujándose en su mojada suavidad.

—Cristo, estás tan húmeda, cariño.

—Mmm… —gime y sus músculos se tensan alrededor de mi polla y puedo sentir


mi orgasmo aproximándose. Se va a correr conmigo, comienzo a moverme más
rápido, sujetando su trasero en mis manos y golpeo dentro de ella con más fuerza.

—Oh, Nate, me voy a correr, querido.

Dios, mi amor, escucharla decir mi nombre así, cuando estoy dentro de ella. Miro
hacia abajo, para vernos y mirar su tatuaje rojo y estoy todavía más excitado.

—Córrete para mí, mi amor —le susurro y miro con admiración cuando ella
muerde el labio inferior, aprieta los ojos y jala mi cabello, cuando explota conmigo
dentro, frotándose con tanta fuerza en mí que casi duele y siento mi propio clímax
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llegar y continuo empujando dentro de su calor y finalmente me vengo dentro de
ella.

Cae encima de mí, sus brazos alrededor de mis hombros, su rostro enterrado en mi
cuello, respirando con dificultad.

—Feliz cumpleaños —murmura y sonrío.

—Dios, cariño, eres increíble.

Ella es tan jodidamente increíble.

—Pienso que te gustaron las fotos —se inclina hacia atrás y me sonríe.

—Las amé. ¿Natalie las tomó?

—Sí, fue Nat.

—Recuérdame agradecerle a ella también.

—Espero que estés pensando enviarle una tarjeta de agradecimiento o algo por el
estilo, en vez de agradecerle de esta forma.

—Hum, sí, eso suena como un buen plan. —Acaricio su cabello y tomo su rostro,
para otro beso—. Tengo una cosa para ti —susurro contra sus labios.

—¿Sí?

—Sí, vamos. —La levanto de encima de mí y meto mi polla de nuevo en mi jean,


mientras se pone su camisa y entonces abro la puerta de atrás.

—No estoy usando zapatos.

—Aquí. —La levanto con facilidad y envuelve sus brazos alrededor de mi cuello,
besando mi mejilla.

—Gracias.

—Siempre.
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Cuando llegamos hasta al mirador, asiento, satisfecho. Está decorado exactamente
de la misma manera cuando la traje la primera vez, cuando le di el collar de mi
madre.

—Oh, Nate, es hermoso.

—Estoy feliz de que te guste. —Sirvo otra copa de champagne, coloco la botella en
el suelo y la dejo sentada sobre el sofá—. Julianne. —Tomo su mano y estoy
nervioso de nuevo. Santa mierda. Tomo un sorbo de champagne. Me está mirando
con curiosidad, su cabeza inclinada hacia un lado.

—Nate, está todo bien. —Mis ojos vuelven a ella y mi estómago inmediatamente se
calma. La música que ella ama, de Jason Mraz, comienza a sonar en los parlantes,
y lo sé. Este es el momento.

Aclaro mi garganta y miro hacia abajo, hacia nuestras manos agarradas y después
de nuevo a sus ojos perfectamente azules, buscando las palabras que estuve
practicando todos los días en mi cabeza en estos últimos dos meses.

—Te amo, Julianne. Te amé por un largo tiempo. Tú y yo somos un equipo, en


todos los sentidos. Me sorprendes con tu fuerza, con tu bondad y el amor que le
muestras a todas las personas a tu alrededor, inclusive a mí.

Lágrimas comienzan a bajar por las esquinas de sus ojos y me acerco más para
tomarlas con mis dedos.

—No llores, bebé —susurro. No soporto cuando llora—. Jules, estábamos


destinados a estar juntos. Supe eso desde el momento en que te vi por primera vez.

Me arrodillo delante de ella, tomo la caja roja Cartier de mi bolsillo y la abro, para
que pueda ver el anillo de compromiso de diamantes estilo vintage que escogí para
ella hace un mes. Más lágrimas caen de sus ojos amplios, mientras mira hacia
abajo, y después de vuelta a mí con admiración, sorpresa y amor y no necesito
buscar más palabras.
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—Cásate conmigo, Julianne. Comparte mi vida conmigo. Se mía por el resto de mi
vida. —Sus labios tiemblan, antes de soltar una larga sonrisa y se lanza en mis
brazos, sujetándome firmemente alrededor del cuello, su rostro enterrado contra
mí.

—Cariño, necesito oír las palabras —murmuro con una risa.

—Sí. —Se aleja y toma mi rostro en sus manos, mirando profundamente mis
ojos—. Sí, Nate, me voy a casar contigo.

Descanso mi frente en la de ella y suelto un largo suspiro de alivio.

—Gracias —susurro—. ¿Te puedo colocar esto ahora?

—Claro que sí, As. —Ríe y limpia las lágrimas, mientras deslizo el anillo en su
pequeño dedo. Lo tiene y lo admira—. Escogiste bien, bebé.

—Estoy tan feliz de que lo apruebes —respondo.

—Lo apruebo. —Me sonríe dulcemente y mi estómago se aprieta con amor y


lujuria y entonces me abraza con fuerza otra vez—. Te amo Nate.

—También te amo, Julianne.

—¿Dijiste algo sobre cheesecake de chocolate?


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Serie With Me In Seattle

3 - Play With Me
Will Montgomery es un jugador de futbol profesional
con éxito y aparentemente, tiene todo en la vida. Él no
está acostumbrado a escuchar un no, y ciertamente no
aceptara un no como respuesta. Entonces, cuando
lanza todos su encantos en la sensual amiga de su
hermana, Meg, una muchacha de espíritu libre, que no
apenas rechaza sus avanzos, más lo recibe con una
hostilidad abierta, que despierta su curiosidad y deseo.
Él está determinando a mostrarle que no es el atleta
arrogante que ella piensa, y la llevara a su cama.

Megan McBride no está impresionada con Will Montgomery, su contrato


millonario, auto de lujo, o su imagen pública arrogante. Ella no tiene tiempo para
una relación, y si aprendió alguna cosa en la vida, es que amar significa perder,
entonces ella guarda su corazón ferozmente. Mas no puede negar la atracción
irresistible que siente por el sexy y tatuado atleta, y cuando Will comienza a romper
sus defensas y agarrar su corazón, ¿ella será capaz de admitir sus sentimientos por
él, o será que su pasado perturbado hará que pierda al primero hombre que ha
amado de verdad?
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Kristen es autora de la Amazonia y EE.UU. Hoy tiene
superventas en la serie Seattle. Ella tiene una pasión por
una buena historia de amor y personajes fuertes que
aman el humor y tienen un fuerte sentido de la lealtad y
la familia. Sus hombres son del tipo alfa, ferozmente
protector y un poco mandón, y sus damas son
divertidas, fuertes, y no tienen miedo de ponerse de pie
por sí mismas.
Kristen pasa sus días con su musa en el noroeste del
Pacífico. A ella le gusta el café, el chocolate y el sol. Y
las siestas.
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http://thefallenangels.activoforo.com/forum

¡Esperamos nos visites!


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