Está en la página 1de 627

¡Importante!

Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por lo cual no tiene
costo alguno. Es una traducción hecha por fans y para fans. Si el libro
logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo. No olvides que
también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus redes sociales,
recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso
haciendo una reseña en tu blog o foro. Por favor no menciones por
ningún medio social donde pueda estar la autora o sus fans que has
leído el libro en español si aún no ha sido traducido por ninguna
editorial, recuerda que estas traducciones no son legales, así que cuida
nuestro grupo para que así puedas llegar a leer muchos libros más en
español.
Dedicatoria
A Sommer Stein... gracias por no despedirme todavía.
Contenido
¡Importante! ________________________ 3 Capítulo Diecinueve ________________ 364
Dedicatoria _________________________ 4 Capítulo Veinte ____________________ 387
Staff _______________________________ 6 Capítulo Veintiuno _________________ 405
Sinopsis ____________________________ 7 Capítulo Veintidós __________________ 411
Capítulo Uno ________________________ 9 Capítulo Veintitrés _________________ 428
Capítulo Dos _______________________ 32 Capítulo Veinticuatro _______________ 439
Capítulo Tres _______________________ 57 Capítulo Veinticinco ________________ 449
Capítulo Cuatro _____________________ 83 Capítulo Veintiséis__________________ 465
Capítulo Cinco ______________________ 97 Capítulo Veintisiete _________________ 473
Capítulo Seis ______________________ 111 Capítulo Veintiocho_________________ 485
Capítulo Siete _____________________ 123 Capítulo Veintinueve________________ 498
Capítulo Ocho _____________________ 150 Capítulo Treinta ___________________ 512
Capítulo Nueve ____________________ 166 Capítulo Treinta y uno _______________ 524
Capítulo Diez ______________________ 182 Capítulo Treinta y dos _______________ 545
Capítulo Once _____________________ 202 Capítulo Treinta y tres _______________ 556
Capítulo Doce _____________________ 227 Capítulo Treinta y cuatro _____________ 567
Capítulo Trece _____________________ 238 Capítulo Treinta y cinco ______________ 585
Capítulo Catorce ___________________ 255 Capítulo Treinta y seis _______________ 593
Capítulo Quince____________________ 277 Capítulo Treinta y siete ______________ 599
Capítulo Dieciséis __________________ 299 Epílogo___________________________ 608
Capítulo Diecisiete _________________ 320 Sobre el Autor _____________________ 626
Capítulo Dieciocho _________________ 336 Este libro llega a ti, gracias a: _________ 627
Staff
TRADUCCIONES INDEPENDIENTES

Traducción

Kasis

TEAM FAIRIES

Corrección Lectura Final


Hada Nyx Hada Ryu
Hada Wiwi
Hada Branwen
Hada Rose
Hada Lalyta

Diseño
Hada Anjana
Sinopsis

En un segundo, mi vida desapareció.

Mi pasado. Mis recuerdos. Mi futuro.

La única certeza que tengo de los últimos tres años es que mi


hermano mayor está muerto y yo soy el único testigo presencial.

Para proteger el caso, los abogados exigen que nadie me dé


ninguna información sobre mi vida... Debo recordar por mi cuenta. Mi
única ayuda viene del mejor amigo de mi hermano y reportero de
investigación de renombre mundial, Spencer Cross.

No tiene ni idea de cuántas noches he pasado soñando con su


nombre -y su cuerpo- junto al mío.

Ahora somos un equipo y nuestro objetivo es recuperar mis


recuerdos y volver a mi pasado. Pero cada día que pasamos juntos, él
me ve como algo más que la hermana pequeña de su amigo y me
resulta más difícil querer recuperar mi antigua vida. En cambio, deseo
una nueva, con él. Su beso me hace sentir como en casa. Sus brazos me
hacen sentir segura y no quiero que esto termine nunca.
A medida que mis recuerdos regresan, obligándome a enfrentar mi
futuro, todo se desmorona... especialmente cuando encuentro un
anillo de compromiso escondido en mi apartamento. No tengo idea de
quién me lo dio, o qué significa sobre mi pasado.

Puede que le haya pedido a Spencer que me ayude a recordar,


pero ahora desearía poder olvidar.
Capítulo Uno
Brielle
Mis ojos se abren y luego se cierran de golpe cuando la luz cegadora
es demasiada. El dolor en mi cabeza es tan intenso que me quita el
aliento.

¿Qué diablos pasó?

Hay una ligera presión en mi brazo, y luego la suave voz de mi madre


llena el silencio.

—Brielle, cariño. Estás bien. Abre los ojos, mi dulce niña.

Inhalo un par de veces antes de intentarlo de nuevo. Esta vez, estoy


preparada para el brillo y las paredes blancas estériles que reflejan la luz
del sol. Escucho a alguien corriendo un segundo antes de que bajen las
persianas, proyectando sombras y haciéndome un poco más fácil
levantar los párpados.

—¿Dónde…? —Trato de hablar, pero tengo la garganta en carne viva.


Es como si me tragara mil cuchillos y no hubiera tomado ni un sorbo de
agua en años.
Mi mamá está a mi lado y mi cuñada, Addison, está con ella. Giro la
cabeza para ver quién está del otro lado, lo cual es un gran error ya que
una nueva ola de dolor se dispara a través de mi cráneo. Levanto mis
manos a mi cabeza, tratando de bajar la presión, pero no disminuye tan
fácilmente.

Quien asumo que es el médico grita una orden de medicación antes de


bajar la voz a un susurro.

—Brielle, soy Holden. Vamos a conseguirte un analgésico para la


cabeza.

¿Holden? ¿El mejor amigo de mi hermano está aquí? No entiendo. Se


fue de Rose Canyon hace años y solo regresa una vez al año.

Él habla de nuevo.

—¿Sabes dónde estás?

Asumo que estoy en el hospital, considerando los monitores y la cama


en la que estoy, así que asiento.

—¿Q-qué h-ha-pasado? —Me ahogo con las palabras.

No hay más sonidos que el pitido detrás de mí. Hago que mis
párpados se abran y permanezcan así, como si eso me ayudara a
encontrar la respuesta de por qué estoy aquí. Cuando finalmente lo logro,
me encuentro mirando directamente a los tres mejores amigos de mi
hermano. Holden, que lleva su bata blanca, está en el medio. Junto a él
está Spencer Cross, el hombre alto, moreno y pecador con el que he
soñado desde que tenía trece años pero que nunca tendré. Detrás de él
está Emmett Maxwell, quien… está en el ejército en un despliegue…
¿qué demonios?

¿Por qué está en un uniforme de policía? ¿Por qué está aquí? Los
correos electrónicos que envía cada semana son lo único de lo que Isaac
habla porque, por supuesto, Emmett tuvo que unirse a las Fuerzas
Especiales. Él no podía simplemente hacer su tiempo y regresar;
necesitaba ser heroico, lo cual no es sorprendente en lo más mínimo.

—¿Sabes por qué estás en el hospital? —pregunta Holden.

Niego con la cabeza, arrepintiéndome de inmediato.

Me da una sonrisa suave antes de preguntar:

—¿Cuál es tu nombre completo?

—Brielle Angelina Davis.

—¿Cuál es tu fecha de nacimiento?

—Siete de octubre.

—¿A dónde fuiste a la escuela secundaria?


Resoplo.
—A la misma que fuimos todos. Secundaria Rose Canyon.

Emmett da un paso adelante, es más grande de lo que recuerdo, su


pecho es ancho y los brazos llenan su uniforme como si estuviera listo
para romper las costuras. Me da su sonrisa ganadora y apoya su mano
en el hombro de Holden.

—Brielle, ¿crees que estás dispuesta a responder algunas preguntas


para mí? Sé que probablemente tengas dolor y estés exhausta, pero es
importante.

¿Preguntas? ¿No estaba ya respondiendo preguntas?

La presión en mi mano aumenta, recordándome que mi madre está


aquí, y lentamente me vuelvo hacia ella. Hay círculos oscuros debajo de
sus ojos marrones y lágrimas corriendo por sus mejillas. Addy está a su
lado, y también parece como si no hubiera dormido en una semana. Miro
a mi alrededor de nuevo, preguntándome dónde diablos está mi
hermano. Isaac me dirá lo que pasa. Siempre es honesto conmigo.

—¿Isaac? —digo, pensando que tal vez está en el pasillo o algo así.

La mano de Addison vuela hacia su boca, y ella mira hacia otro lado.
Mi madre agarra mi mano con más fuerza y luego alcanza a Addy.

—¿Qué pasa con Isaac? —pregunta Holden, atrayendo mi atención


hacia él.

—¿Dónde está él?

Emmett habla a continuación.

—¿Qué recuerdas de la última vez que estuviste con Isaac?

—Yo no… yo no… —Miro a mi alrededor, sin entender por qué estoy
en un hospital o qué diablos está pasando—. Ayúdenme. Yo no…

—Tranquila, Brie —dice Holden rápidamente—. Estás segura. Solo


cuéntanos qué pasó.

Niego con la cabeza porque no entiendo por qué me pregunta eso, lo


que envía un dolor punzante a través de mi cabeza. Cierro los ojos con
fuerza hasta que pasa losuficiente como para hablar.

—No, no lo sé. ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué está pasando? ¿Dónde está
Isaac? ¿Por qué están todos llorando? ¿Qué pasa conmigo?

Holden se acerca, sosteniendo mi mirada.

—No te pasa nada, pero necesito que intentes respirar con calma,
¿de acuerdo? —Él exagera el gesto, inhala profundamente, aguanta la
respiración por un segundo y luego exhala lentamente. Después de
algunos intentos, me las arreglo para imitarlo, pero el pánico sigue ahí,
todavía arañando mis entrañas. Se vuelve hacia Emmett—. Ella no está
lista para esto. ¿Por qué no nos dan unos minutos mientras la evalúo y la
dejo orientarse? Necesita unos momentos.

Mi madre se levanta, pero no suelta su agarre de mi mano.

—No la voy a dejar.

—Sra. Davis, necesito examinarla, y sería mejor si podemos hacerlo


sin distracciones.

Si eso me da algunas respuestas, haré cualquier cosa. Conociendo a mi


madre, ella nunca se irá sin pelear.

—Mamá, está bien. Yo solo… necesito un minuto —Mi sonrisa es


frágil, pero ella asiente y deja que mi mano se deslice de la suya.

Cuando Spencer, Emmett, Addison, y mi madre se van, entra una


enfermera y ella y Holden rodean la cama.

Holden se acerca, encendiendo una luz en mis ojos antes de sentarse


en el borde de la cama.

—Sé que despertarse así puede ser confuso y abrumador. Me gustaría


revisar tus signos vitales y hablar, ¿de acuerdo?

Señalo mi garganta y la enfermera me entrega una taza con un pitillo.


—Comienza con pequeños sorbos. Tienes el estómago vacío y
queremos ir despacio.

Trago el líquido helado, dejando que alivie un poco el dolor. Quiero


seguir para que la sensación nunca se detenga, pero ella retira la taza
demasiado rápido.

Luego me muestra fotos de tres objetos.

—En unos minutos, te voy a preguntar sobre estos objetos y tú


necesitas recordarlos y responder las preguntas que haga. ¿Necesitas
verlos de nuevo?

Es una taza, una llave y un pájaro. No es una ciencia exacta.

—Estoy bien.

—Está bien. ¿Puedes levantar tus manos y empujar contra las mías?
—Hago lo que me pide, y cuando parece satisfecho, pasa a otras pruebas
menores. Luego escucha mi pulso y recita números. Mientras lo hace, mi
mente se acelera, pero estoy demasiado cansada para tratar de
concentrarme en los pensamientos.

Holden habla con la enfermera.

—La paciente ha comenzado a presentar hematomas alrededor de la


cara, por lo que necesitaremos tomar fotos actualizadas antes del alta.
También me gustaría ordenar otra resonancia magnética solo para
verificar que la inflamación de ambas lesiones esté disminuyendo.

—¿Qué tan graves son los moretones? —pregunto.

—Nada tan malo. Deberían curarse en una o dos semanas.

Asiento con la cabeza.

—De acuerdo. ¿Qué pasa con la herida en la cabeza?

—Lo sabremos más tarde con las pruebas y la segunda resonancia


magnética. Podemos repasar los resultados después, ¿de acuerdo?

—¿Puedes decirme por qué estoy aquí o qué está pasando?

—Como dije, repasaremos todos nuestros hallazgos una vez que


terminemos la parte del examen —Pasamos por un montón de
preguntas, todo el tiempo mi mente está nadando. Sigo esperando a que
mi hermano entre por la puerta y le diga a Holden dónde meterse sus
evaluaciones médicas.

Una vez que termino de responderlas, deja su tableta.

—¿Cuál fue la primera imagen que te mostré?


Tomo una respiración profunda, y luego mi mente se queda en
blanco.

—Yo… era un… — Inclino la cabeza hacia atrás y trato de pensar. Lo


sé—. ¡Una taza! —digo triunfante.

—Bien. ¿Recuerdas la segunda imagen?

—Sí, eran llaves.

Él sonríe y la enfermera asiente.

—Excelente, Brielle. Ahora, ¿recuerdas la última imagen?

Lo hago. Yo… lo sé. Trato de recordar que me mostró las imágenes,


pero mispensamientos son lentos y confusos.

—Sí, pero estoy muy cansada.

Su mano se mueve a mi brazo.

—Lo estás haciendo muy bien.

No me siento tan bien.

—¿Por qué no me cuentas lo último que recuerdas?


Miro mis manos, girando el anillo que mi padre me dio mientras trato
de pensar. Comienzo con mi infancia, recordando fiestas, cumpleaños y
vacaciones. Mi hermano y yo siempre hacíamos travesuras, pero el
pobre Isaac siempre era el que se metía en problemas. Mi padre nunca
podría castigarme, y aproveché eso al máximo.

Recuerdo mi graduación de la secundaria, el vestido lavanda que usé


debajo de mi bata y cómo murió mi padre dos días después.

El funeral es una neblina de lágrimas y tristeza, pero recuerdo


claramente que Isaac fue la roca que sostuvo a mi madre mientras se
desmoronaba.

Entonces recuerdo haber conocido a Henry. Yo era estudiante de


segundo año en la universidad y él estaba en mi clase de matemáticas.
Dios, era tan lindo y divertido. Al final de nuestra primera cita, me besó
fuera de mi dormitorio, y juro que sentí un hormigueo en los labios
durante una hora después.

Fue mágico

Más citas. Más recuerdos de nosotros enamorándonos y


graduándonos en nuestras licenciaturas. Estábamos tan emocionados
cuando abrimos nuestras cartas de aceptación a la misma escuela de
posgrado en Oregón. Recuerdo el departamento al que nos mudamos,
listos para comenzar nuestras vidas mientras proseguíamos nuestra
carrera profesional. Dos años y otra graduación más tarde, ya no
estábamos tan emocionados porque ya no éramos niños en la escuela y
nos vimos obligados a tomar decisiones de adultos.

Como cuando elegí regresar a Rose Canyon mientras Henry se


quedaba en Portland, trabajando para su familia para hacerse cargo del
negocio. Eso fue hace unos meses.

Cuando aparto mis ojos de mi anillo, encuentro a Holden


observándome, esperando mi respuesta.

—Me gradué de la escuela de posgrado hace unos seis meses. He


estado viviendo con Addison e Isaac mientras tenía una entrevista de
trabajo.

Holden escribe algo.

—Bien. ¿Algo más?

—Yo… sé que Isaac y Addy se casaron. Vine a casa para eso.


Henry y yo éramos… —Hago una pausa mientras lucho por pensar en lo
que éramos. No sé si es correcto, pero creo que lo es—. Nos peleamos. Fue
tan estúpido porque siguió pidiéndome que me mudara a Portland
cuando sabía que no quería. ¡Oh! Conseguí el trabajo para el que estaba
siendo entrevistada y me voy a mudar de la casa de mi hermano —Mis
ojos se abren cuando recuerdo que acabo de conseguir un trabajo aquí.
En Rose Canyon.

—¿A qué te dedicas?


—Soy trabajadora social, pero estoy trabajando en un nuevo centro
juvenil. Empecé allí hace unas semanas —Sonrío, sintiendo que puedo
respirar un poco. Recordé. Sin embargo, Holden no comparte mi
entusiasmo.

—Pareces emocionada por eso.

—Sí, realmente lo estoy. Es un gran lugar, y… Jenna estaba allí…

Él escribe eso.
—¿Puedes decirme algo más? ¿Quizás sobre tus compañeros de
trabajo o algunos de los niños que has conocido?

Arrugo la frente.

—Realmente no. Quiero decir, todavía es realmente nuevo y estoy


conociendo gente —Incluso mientras lo digo, las palabras no parecen del
todo ciertas.

—Ser nueva es difícil —Holden sonríe—. ¿Y por qué estás en el


hospital? ¿Recuerdas algo o alguien que debería estar aquí con tu familia?

Repaso a las personas que estaban aquí cuando me desperté. Está


claro que no está buscando que diga el nombre de mi hermano, ya que
probablemente esté en la escuela de todos modos. Entonces, me paso la
mano por la cara antes de preguntar,
—¿Henry?

—¿Qué pasa con Henry?

Mi corazón comienza a acelerarse y me inclino hacia adelante,


confundida acerca de por qué cada músculo de mi cuerpo me duele
cuando Holden solo mencionó una lesión en la cabeza.

—Debería estar aquí, pero no lo está. ¿Él está bien? ¿Alguien lo ha


llamado?

—Hasta donde yo sé, está bien, y estoy seguro de que tu madre lo ha


llamado.

Gracias a Dios que está bien y no está en una habitación contigua a la


mía.

—Él debería estar aquí pronto. Estoy segura de que estará aquí. Tal
vez solo está atrapado en el trabajo.

—¿Qué quieres decir?

Yo suspiro.
—Henry… si no está aquí, estará. Eso es todo. Estamos trabajando en
cosas —Al menos, estamos tratando de trabajar en ellas. Las cosas han
sido difíciles los últimos meses para nosotros. Él no quiere mudarse a
Rose Canyon y yo no quiero vivir en la ciudad. Amo esta ciudad y quiero
estar cerca de mi hermano y mi cuñada. Addy quiere hijos, y yo voy a ser
la mejor tía que jamás haya existido.

—Brielle, ¿por qué estás en el hospital?

Cierro los ojos, empujando a través de la oscuridad en mi mente. No


puedo ver nada.

No hay nada más que una densa niebla que me impide recordar
nada.

Estoy perdida. No puedo ver.

Mi corazón está acelerado y trato de ver algo a mi alrededor, pero


todo está oscuro y algo me oprime el pecho.

El pánico amenaza con abrumarme.

Inmediatamente, mis párpados se abren y miro frenéticamente al


mejor amigo de mi hermano mientras lucho por respirar.

Oh Dios. Algo está mal conmigo.

—Toma una respiración profunda, por la nariz y por la boca —dice,


con la voz tranquila tratando de calmarme, pero no puedo.
—¿Q-qué es lo que no sé? ¿Por qué estoy aquí?

La mandíbula de Holden se aprieta como si estuviera tratando de


evitar decir algo. El sonido del pitido detrás de mí se acelera.

—¿Tuve un accidente?

—No fue un accidente, pero algo sucedió. Necesito que te calmes,


Brielle. Concéntrate en mi voz y en mi respiración.

Una nueva ansiedad se arremolina en mi estómago. Si no fue un


accidente, ¿entonces qué? No puedo calmarme. No puedo detener este
intenso pánico que crece con cada segundo.

—¿Qué sucedió?

—Brie, para —intenta decir Holden de nuevo—. Tienes que relajarte


o tendré que darte algo.

—No, no, porque… no recuerdo por qué estoy… —Eso me deja


con más preguntas y posibilidades. Si no fue un accidente, entonces
alguien me hizo esto. Alguien me lastimó. Solo quiero saber quién y por
qué. Empiezo a temblar, sabiendo que las lágrimas que vi en los rostros
de mi madre y mi cuñada son la respuesta a una pregunta que no quiero
hacer. Addy me ama, sé que lo hace, pero su reacción cuando yo…
cuando dije el nombre de mi hermano.

Las máquinas que me monitorean comienzan a sonar aún más


rápido. Sé que Holden me está hablando, pero sus palabras son
arrastradas por el sonido de mi respiración entrecortada y el trueno de
mi pulso en mis oídos.

Isaac.

Dije su nombre, y Addy se hizo añicos.

Algo está realmente mal.

Oh Dios.

No puedo. Necesito saber.

Miro a Holden de nuevo, mi corazón late con fuerza en mi pecho


mientras me obligo a pronunciar una sola palabra.

—¿Isaac?

—Brielle —Holden agarra ambos brazos, mirándome—, trata de


concentrarte en mí y respira lentamente. Está bien.

No está bien. No puedo recordar por qué estoy aquí. No sé qué pasó,
y cuanto más trato de recordar, más frenético se vuelve el pitido. Mi
visión comienza a desvanecerse un poco y Holden le grita algo a la
enfermera.
Estoy demasiado atrapada en la espiral de pensamientos y la
necesidad desesperada de llenar los pulmones que se niegan a trabajar
para prestar atención a lo que está gritando.

Luego, después de un minuto, la calma inunda mis venas y cierro los


ojos, quedándome dormida.

Estoy en una especie de crepúsculo extraño. Puedo escuchar voces


cerca de mí, como si estuvieran a mi lado, pero no importa cuánto lo
intente, no puedo arrastrarme a la conciencia.

—¿Qué le decimos? —pregunta Addison.

—Nada —ofrece mi madre—. Fueron muy claros en que no debemos


influir en ninguno de sus recuerdos. Necesitamos ser pacientes y permitir
que las cosas se restablezcan por sí solas.

—Ella va a estar devastada.

—Sí, lo estará, pero estaremos aquí para ella.

—No estoy segura de cómo haremos esto.

Alguien me aparta el cabello de la cara y luego mi madre dice:


—Yo tampoco. Es como si esto fuera una pesadilla que sigue
empeorando. Sigo esperando que cuando abra los ojos, recuerde todo, y
luego, al mismo tiempo, casi espero que nunca lo haga.

Un profundo suspiro escapa de una de ellas.

—¿Y si no lo hace? —pregunta Addison—. ¿Entonces solo le


mentimos? ¿Tenemos que ocultarle todo a ella?

Mamá suspira y me imagino que está llorando.


—Es horrible, pero no hay otra manera. El fiscal insistió en que
tenemos que hacerlo de esta manera o no habrá posibilidad de un caso.
En este momento, no tienen nada.

¿Caso para qué? ¿Qué está pasando?

—¿Qué dijo Holden sobre su despertar?

—Él le quitó el sedante hace unas horas, así que ahora depende de su
cuerpo decidir cuándo esté lista —responde mamá—. Espero que sea
pronto.

—Yo también. Tengo que llegar a casa con Elodie. Jenna ha estado allí
todo el día y le prometí que estaría en casa antes de la cena.

—Por supuesto, cariño. ¿Puedes esperar unos minutos más?


¿Quién es Elodie?

Empujo contra los lazos que me atrapan en este estado intermedio,


queriendopreguntarles de qué están hablando.

—Tal vez otros diez —dice Addison con un profundo suspiro—.


También tengo quereunirme con la funeraria.

¿Funeraria? ¿Quién murió?

Empujo con más fuerza, exigiendo que mis párpados hagan lo que les
digo que hagan porque tengo que despertarme. No hay concepto de
tiempo mientras trabajo en ello, pero finalmente, logro que mi cuerpo
coopere lo suficiente como para que mis dedos se contraigan.

—¿Brie? —mi madre dice mi nombre.

Alguien, probablemente mi mamá, está agarrando mis manos y las


aprieto,esperando que entienda que lo estoy intentando.

Pasa más tiempo antes de que mis ojos se abran y encuentre a mi


mamáobservándome con lágrimas en los ojos. Addison todavía está aquí,
y me da una suave sonrisa.

—Hola —dice Addy.


—¿D-dónde está Isaac? —pronuncio las palabras, insegura de cuánto
tiempo puedo mantenerme despierta.

Su labio tiembla y luego una lágrima cae por su mejilla. Addison


niega con la cabeza.

—¿No te acuerdas?

Niego con la cabeza, manteniendo los ojos abiertos por pura


voluntad.

—Quiero hacerlo, pero no puedo. Necesito… verlo. Por favor… solo


dime.

Incluso antes de que ella diga algo, siento la pérdida de mi hermano.


Algo lo aleja de mí y nada lo haría si lo necesitara.

—Él se fue —Su voz se quiebra alrededor de las palabras—. Él murió,


y… Yo…—Se le escapa un sollozo—. No quería decírtelo.

No. Eso no es posible. Mi hermano es el hombre más fuerte que


conozco. Puede sobrevivir a cualquier cosa. Niego con la cabeza,
negándome a creerlo.

—No. ¡No lo hizo! Para. Solo ve a buscarlo.

La mano de mi madre descansa sobre mi mejilla y me giro hacia ella.


—Es cierto bebé. Tu hermano estaba contigo, y lo mataron.

—¡No! —grito y trato de liberar mi otra mano de su agarre. No, esto


no puede ser. No él. No Isaac. Él es… él es mi mejor amigo.

Están mintiendo. Tienen que estarlo porque no hay forma de que mi


hermano muriera.

—Por favor —suplico.

—Lo siento mucho —grita Addison, su cabeza cayendo sobre la


cama—. Sé que lo amas, y él te amaba tanto, Brielle.

Me duele tanto el corazón que desearía no haberme despertado en


absoluto. Desearía poder quedarme en la nada donde me sentía libre y
en paz y no había esta tristeza aplastante presionando mi pecho con
tanta fuerza que sentía como si mis costillas estuvieran a punto de
astillarse.

—Sé que esto es mucho para procesar —dice mamá rápidamente—.


Casi te perdemos a ti también, Brielle, y… —Sus ojos marrones se
vuelven hacia Addison.

Addy se aclara la garganta.

—Has estado inconsciente desde que sucedió.


—¿Cuánto tiempo he estado así? —pregunto rápidamente. Estoy tan
confundida.

Addy me quita una lágrima de la mejilla antes de susurrar:


—Han pasado casi cuatro días.

—Dime lo que sucedió. Por favor. No puedo…

—Shh —arrulla mi madre—. Tranquila, Brielle. Ojalá pudiéramos


decirte lo que pasó, pero no podemos. Lo siento mucho.

—¿Por qué no puedes decírmelo? ¡Solo dime! —grito, eligiendo estar


enojada porque es mejor que hundirme en el dolor.

Addison se estremece antes de armarse de valor y explica:

—Los médicos y los abogados piensan que es mejor si permitimos


que tu memoria regrese por sí sola. Y, sinceramente, ni siquiera sabemos
qué pasó.
—Ella mira hacia otro lado.

Mamá interviene.

—Solo nos dijeron que estabas con él. Quieren que tu memoria vuelva
sola porque eres la única testigo. Eres la única que sabe quién hizo esto, y
la policía y el fiscal de distrito están preocupados de que el abogado
defensor pueda usar tu pérdida de memoria en contra de tu testimonio.

—¿Te refieres a la memoria que no tengo? ¿El testimonio que ni


siquiera puedo dar por la persona que hizo esto que nadie puede
encontrar? —Las emociones se hinchan en mi garganta y sofocan mi voz
hasta que no es más que un susurro—. Solo dime lo que pasó.

Las lágrimas caen por mis mejillas como lluvia mientras trato de
aceptar que mi hermano está muerto, nadie puede decirme qué está
pasando y una cantidad desconocida de tiempo ha sido robada de mi
memoria.
Capítulo Dos
Brielle
Me quedé dormida durante aproximadamente una hora, agotada por
el llanto y todavía con el corazón roto. Cuando me desperté, Holden y
mamá pasaron dos horas tratando de refrescar mi memoria, todo fue en
vano. Después de otra ronda de lágrimas, le dije a mi madre que quería
hablar con el abogado y averiguar exactamente qué diablos estaba
pasando.

Me informaron que ella está aquí y que llegará en cualquier


momento.

Los nervios me golpean, pero los contengo.

Llaman a la puerta, pero en lugar de Cora, la fiscal de distrito, entran


Emmett y Spencer. Quiero gritarles y exigirles que me digan lo que
saben. Solo que ya soy consciente de que no lo harán, y no puedo manejar
otra sesión de intentar-hacer-que-Brielle-recuerde-algo.

—No sé nada, y no volveré a hacer esto —digo con voz distante.

—No estamos aquí para eso —dice Emmett.


—¿No?

—No.

—¿Entonces, porque están aquí? —pregunto.

Spencer se encoge de hombros.

—Porque nos agradas, y tu hermano nos querría aquí.

Aparto la cabeza ante la declaración. Al crecer, Isaac me dejó


acompañarlos, y yo era la hermana molesta a la que todos torturaban,
pero también protegían. Me cruzo de brazos, odiando que estos chicos,
que siempre han sido como hermanos, estén aquí sin la persona que más
quiero ver: mi hermano.

—El abogado estará aquí pronto, así que deberían irse.

Emmett acerca su silla al costado de la cama.

—Nos quedaremos porque te vendrían bien algunos amigos.

—Me vendría bien mi hermano.

Yo lo extraño mucho. Si estuviera aquí, me lo contaría todo. A él no le


importaría un estúpido plan para ayudarme a recuperar la memoria. Él
nunca me dejaría sufrir así.

Emmett suelta un suspiro por la nariz.

—A Todos. Isaac era el mejor de nosotros.

Limpio la lágrima errante.

—Lo era.

—A él no le gustaría esto —dice Emmett—. Verte sufrir.

No, no lo haría. Isaac lo arreglaría. Siempre lo hacía.

—Brie —dice Spencer—, todos nosotros nos preocupamos por ti. Nos
importas, ¿de acuerdo? Queremos estar aquí para ti como lo estaría Isaac
porque te amamos.

Sus ojos verdes están en los míos, causando que mi corazón se acelere.

Dios, la niña estúpida que hay en mí quiere convertir eso en algo más.
He anhelado escuchar algo así de los labios de Spencer Cross desde que
tenía trece años, pero mi cabeza sabe mejor que no debe dejarse llevar
por ello.

Pero incluso ahora, luciendo como un fantasma del chico del que me
enamoré, es deslumbrante. Su mandíbula está cubierta por una barba,
enmascarando la fuerte línea de la mandíbula que sé que está debajo.
Por mucho que se vea igual, hay una diferencia muy grande en su
cuerpo. Es ancho, fuerte, y la forma en que su camisa se pega a él me dice
que hay mucho músculo debajo. Pero sus ojos, esos son los mismos,
todavía está ahí ese verde esmeralda que podría pintar en mi sueño.

Hago a un lado esa parte tonta de mí misma porque tengo un novio


que me ama.

No puedo hacer esto de nuevo. No puedo ir por la madriguera del


conejo de la que es imposible salir.

Entonces llega otro golpe y entran Cora y Holden.

—Hola, Brielle —dice la hermana de Jenna, Cora, con una sonrisa en


los labios.

Cora es la fiscal del distrito y tres años mayor que yo. Jugamos en el
mismo equipo de softbol en la secundaria, y ella siempre me ha asustado
muchísimo.

No es que ella haya hecho nada. Ella es solo una de esas mujeres que
exudan poder, y eso la hace parecer intimidante.

Sin embargo, la forma en que me está mirando en este momento no


me asusta tanto como me entristece. Se ha ido la guerrera que me diría
que hiciera mi trabajo como receptora mientras ella lanzaba, ahora hay
lástima y empatía. No me gusta.

Mi madre y Addison son las siguientes en entrar. Después de que


ambas me danbreves abrazos, se colocan junto a las ventanas.

—Hola, Cora.

Ella sonríe.

—Te ves bien, me alegra ver eso.

Holden se acerca.

—¿Has tenido algún cambio en la última hora?

—No, nada desde la última vez que pasaste por aquí.

Holden mira a su alrededor.

—Quería darte tiempo y esperaba que la visita que tuviste te ayudara


a refrescar la memoria antes de que realmente nos pudiéramos poner de
acuerdo con la brecha. ¿Los últimos recuerdos que describiste siguen
siendo los mismos?

—Sí, necesito entender lo malo que es esto.


—Por supuesto. ¿Quieres que despeje la habitación?

Miro a Emmett y Spencer y niego con la cabeza.

—No, ellos están bien.

—Sé que esto es increíblemente frustrante para ti, Brielle —dice


Cora—. Quiero explicar por qué estamos manejando las cosas de la
manera en que lo hacemos. En este momento, no tenemos información
sobre la persona responsable de la muerte de tu hermano y el atentado
contra tu vida. Hubo una llamada sobre un disparo, y cuando el oficial
que respondió llegó a la escena, te encontró inconsciente. Por supuesto,
nuestra esperanza era que una vez que despertaras, pudieras identificar
al agresor, pero tu problema de memoria plantea una nueva
complicación.

Asiento con la cabeza, escuchando a la primera persona que me da


alguna maldita información.

—Bien, ¿y cómo nos lleva eso a donde estamos ahora?

—Es mi trabajo como fiscal argumentar, más allá de una duda


razonable, que el caso que tengo demuestre la culpabilidad. Ahora,
nosotros —Su mirada se mueve hacia Emmett—, todos estamos
trabajando diligentemente para establecer un caso en el que no
necesitemos tu testimonio. En este punto, es el mejor interés de cualquier
caso que construyamos si te ocultamos información.
—¿Qué importancia tiene ahora?

Ella suspira pesadamente.

—Mi proceso de pensamiento está más en la línea de lo que, si yo


fuera una abogada defensora, podría usar para sembrar dudas durante
un juicio. Tener una testigo ocular clave que experimentó una gran brecha
de memoria sería fácil de convertir en una testigo ocular clave que
también tiene un testimonio poco confiable o un testimonio que ha sido
influenciado. Lo que estoy sugiriendo, Brielle, es que te mantengamos en
la oscuridad sobre tu vida actual y veamos si tus recuerdos regresan por
sí solos sin la influencia de otros que te cuenten tu vida.

Mi corazón late con fuerza mientras mis ojos arden con lágrimas.

—Entonces, ¿quieres que todos me mientan?

—No mentir. Sé que lo que estoy pidiendo es increíblemente difícil, y


créenme, no lo hago a la ligera. Necesitamos mantener la integridad de
tus recuerdos. Entonces, si te parece bien, me gustaría ponerte en
contacto con un terapeuta que se especializa en casos como el tuyo y
también actuará como testigo experto cuando lo necesitemos. Es mucho
para procesar y entiendo tu renuencia, pero nuevamente, mi posición es
proteger el caso, que también te protege a ti.

Spencer se mueve hacia la cama.

—¿Cuánto tiempo tenemos todos para hacer esto?


Cora se encoge de hombros.

—Hasta que recupere la memoria o tengamos suficiente para arrestar


y procesar sin su testimonio.

—¿Y si ella no quiere testificar? —él responde.

Mis ojos se abren ante eso.

Cora se vuelve hacia mí.

—Por supuesto que es tu elección. No es necesario que lo hagas, pero


tu versión del incidente sería nuestra mayor probabilidad de condena.

Inclino mi cabeza hacia atrás, girándome hacia Spencer, quien me


observa con ojos llenos de empatía y tristeza. Era el más cercano a Isaac.
Los dos eran más como hermanos que amigos. Debe estar sufriendo
tanto como yo.

—Haría cualquier cosa para hacer justicia por la muerte de mi


hermano.

—Bien entonces.

La suave sonrisa de Spencer juega en su rostro. Deja que su sonrisa se


desvanezca mientras se vuelve hacia Cora.
—Mantenerla a salvo es todo lo que tenemos ahora.

Emmett habla.

—Si el asesino cree que Brielle no puede recordar, también puede


beneficiarnos.

—Él podría haberse ido hace mucho tiempo —agrega Spencer, con los
ojos todavía en los míos.

—¿Que importa? Mató a Isaac, y no tenemos idea de quién es —digo,


sintiéndome desolada. Me giro hacia Cora, rompiendo el momento—.
Bien. No me digan nada. Quiero que quienquiera que nos haya hecho
esto a Isaac y a mí pague por ello.

Ella toca mi hombro.

—Si recuerdas algo, por favor háznoslo saber. Mientras tanto, la


policía está haciendo todo lo posible —Luego Cora sale.

Dirijo mi atención al grupo.

—¿Cuándo es el funeral? —pregunto.

—En dos días —responde Holden—. Creo que estarás lista para ser
dada de alta para entonces. Aparte de tu pérdida de memoria, te estás
recuperando bien.

—Correcto. Lo hemos establecido.

Emmett agarra mi mano.

—Esto pasará, Brie. Realmente creo eso.

—Nada en mi vida tiene sentido en este momento, ¿lo entiendes?


Eres el sheriff de Rose Canyon y, sin embargo, lo último que recuerdo es
despedirme de ti en el aeropuerto antes de que te fueras de servicio —
Miro hacia el techo, odiando esto—. ¿Puedes al menos decirme la fecha
de hoy?

Spencer es quien responde.

Cierro los ojos, concentrándome en esa fecha. Sé la fecha en que me


gradué de la escuela de posgrado y… Dios mío, es casi tres años
después.

Mi respiración se acelera, y los miro.

—Pero…

—Lo sé —dice Holden con comprensión—. Sé que es mucho tiempo.


—Mi corazón está roto —confieso—. Siento que estoy rota.

—No lo estás —dice Spencer rápidamente.

Ojalá pudiera creer eso.

—Bueno, cuando vea el cuerpo de mi hermano en un ataúd, me


romperé, especialmente sabiendo que no puedo recordar nada. ¡Que yo
pude salvarlo! ¡Que no puedo arreglar esto!

Mis lágrimas caen y Emmett aprieta mi mano.

—Tu hermano nunca te culparía.

—¡Yo me culpo a mí!

No importa lo que Isaac hubiera hecho. Está muerto, y yo estaba allí


cuando sucedió. Encerrado dentro de mi cerebro está cada respuesta. Vi a
esta persona. Yo estaba allí, y no puedo recordar. Incluso podría saber
por qué sucedió. Esta persona podría ser cualquiera en mi vida, y no
importa qué tan profundo cave en el agujero negro de mi cerebro, está
vacío.

Tengo un millón de preguntas. ¿Por qué me salvé? ¿Por qué esa


persona no me mató a mí también? Nada de eso tiene sentido. Me dirijo
a Holden.
—¿Cuánto durará esto? ¿Cuándo volverá mi memoria?

—Ojalá hubiera una respuesta definitiva a eso. Con el tipo de lesión


cerebral que sufriste, lo mejor que podemos hacer es darle tiempo. Yo sí
creo que tu memoria regresará, tienes que permitir que todo sane.

—¿Cómo lo sabes? —pregunto.

—No lo sé con certeza, pero ninguna de tus pruebas es indicativa de


daño neurológico a largo plazo. Tu habla no se ve afectada. Puedes
caminar, no muestras signos de problemas con tus habilidades motoras
finas y tu memoria a largo plazo no parece estar obstaculizada. Es por eso
que tengo la sospecha de que volverá. Solo puede tomar algo de tiempo.

—¿Y todos piensan que este plan de mantenerme en la oscuridad es


el mejor curso de acción?

Hago la pregunta a todos en la habitación, pero estoy mirando


directamente a mi madre, quien asiente mientras las lágrimas se
acumulan en sus pestañas.

Emmett es el primero en romper el silencio.

—No puedo imaginar lo frustrante que debe ser todo esto para ti,
pero Cora tiene razón. Si influimos en tus recuerdos, ¿entonces qué?

Mi presión sanguínea está por las nubes mientras lucho con todo esto.
Es demasiado. Es demasiado, maldita sea.
Holden viene a mi lado.

—Quiero que cierres los ojos, Brielle, y respires lenta y


profundamente. Recuerda lo que dije sobre la curación, debemos hacer
todo lo posible por mantener la calma.

No se puede mantener la calma. Nada de toda esta situación es calmo.


Estoy perdiendo mi mente. Los miro, sin absoluto control de mis
emociones.

—No sé si estoy casada o tengo hijos. ¿Sigo trabajando en el centro


juvenil? ¿Sigo con Henry? tengo que estarlo, ¿verdad? Éramos… la
última vez que… —Mi mente da vueltas a las preguntas como un
tornado mientras miro directamente a los ojos de Spencer y pregunto—,
¿Quién soy ahora?

—Eres la misma chica que siempre has sido. Eres divertida, amable,
cariñosa e inteligente. Eres valiente y, aunque todos sabemos que tienes
miedo, encontrarás elcamino de regreso.

Quiero llorar porque es lo más lindo que me ha dicho. Espero el


chiste de ser molesta, pero no llega.

Emmett se aclara la garganta.

—¿Hay algo que puedas recordar más allá de conseguir el trabajo?


Niego con la cabeza.

—Todo lo que obtengo son pequeños destellos, pero nada se queda ni


tiene sentido.

—Nada es poco —La voz de Holden es relajante mientras habla—.


Cuéntanos lo que ves. Tal vez si lo pones en palabras, te ayudará a
recordar.

Suspiro, odiando esto, pero él es el médico y sabe más.

—Recuerdo el olor a humo, pero no tanto de una fogata como de un


cigarro o pipa o algo así. Es casi como si pudiera saborearlo. No puedo
explicarlo, pero estaba en mi lengua. Yo no fumo, ¿verdad? ¿De repente
no comencé a fumar puros?

Emmet se ríe.

—No que yo sepa.

Spencer niega con la cabeza.

—¿Como si lo fumaras o comieras algo con ese sabor?

Pienso eso por un segundo.


—No, era más como un remanente de eso, pero no lo era… No sé. No
tiene sentido.

Holden apoya su mano en mi hombro.

—Esto es bueno, Brie. Significa que no está todo perdido.

—Sí, estoy realmente aliviada de haber probado un cigarro al azar en


algún momento de los últimos tres años.

—Es un alivio que sea un recuerdo que no se puede adjuntar a nada


anterior a hace tres años —responde.

Supongo. Ojalá pudiera recordar por qué lo probé. Muevo mi lengua


alrededor de la parte superior de mi boca y me inclino hacia adelante.

—¡Espera!

—¿Qué? —pregunta Emmett.

—No estaba en mi lengua. Estaba en otra persona —Cierro los ojos,


tratando de traer de vuelta esa chispa de recuerdo, y puedo sentir algo
más. Calidez y deseo—. Estaba besando a alguien que había fumado uno.

Emmett se inclina hacia adelante.


—¿Quién?

Espero, la ansiedad y la emoción llenando mis venas. Si puedo


recordar quién, entonces ese es un recuerdo que volvió. Busco a través de
la habitación, pero es extraño. Cierro los ojos, tratando de concentrarme.
Sin cara, sin sonidos, nada más que el calor y el sabor. Levanto mi
mirada, encontrándome con la de Holden, y mi corazón cae.

—No sé. Estoy asumiendo que era Henry.

La voz de Spencer llena mis oídos.

—Cierra los ojos otra vez, Brielle. Quiero que vuelvas a ese beso.
Quiero que lo abraces. El deseo, la calidez, la forma en que te sentiste.
Piensa en el sabor de tu lengua. Ahora, piensa en tu cuerpo. ¿Era alto?

—No puedo verlo.

—¿Tuviste que estirar el cuello? —pregunta Spencer.

Intento recordar el beso.

—Sí. Tuve que levantarme…

—Bien. ¿Qué pasa con el beso en sí?


Recuerdo la forma en que se sentían contra mí, empujándome y
burlándome.

—No, era juguetón —Y entonces el recuerdo se ha ido. Mis ojos se


abren y quiero gritar—. Se fue. No puedo…

—Está bien —me asegura Emmett—. Sé que quieres recuperar tus


recuerdos, pero tratar de forzarlos solo te frustrará. Tienes que dejar que
tu mente vaya a su propio ritmo.

Eso es mucho más fácil decirlo que hacerlo.

—Eso es fácil de pensar para ti, Em. Estoy aterrorizada por lo que
pasó. No tengo ni idea de si fue un robo que salió mal. Si alguien me
perseguía, ¿o era Isaac el objetivo? ¿Qué pasa si el chico o la chica que lo
mató viene a terminar el trabajo? Necesito recordar. Necesito recuperar
mi vida para poder sentirme segura y saber que esta persona está tras
las rejas.

Spencer dice:

—Nadie te va a lastimar. Tenemos oficiales afuera de la puerta ahora,


hasta que llegue tu nuevo equipo de seguridad para protegerte cuando
te den de alta. Nunca permitiríamos que te lastimaran.

—¿Un equipo de seguridad?

Emmett asiente.
—Sí. Contrataríamos a todo el ejército de EE. UU. si pudiéramos, pero
todos estos tipos son ex SEAL o tipos de operaciones especiales. Confío en
ellos con mi vida y ellos protegerán la tuya,

Juro que estoy viviendo en una realidad alternativa. Tal vez este es el
sueño. Tal vez estoy en mi habitación esperando despertar de esta
pesadilla, pero esto no es un sueño. No hay despertar de este infierno.
Me acuesto contra la almohada, sintiéndome inútil.

—Si pudiera volver sobre mi vida…

Holden sonríe.

—Puede que ayude, pero puede que no —Su teléfono suena y él


contesta, dando respuestas de una palabra antes de volverse hacia
Emmett—. El otro paciente con el que querías hablar está despierto.

—De acuerdo.

—Regresaré para ver cómo estás en un momento —explica Holden.

Asiento con la cabeza.

—Todavía estaré aquí.

Se van, incluidas Addison y mi madre, y Spencer se acomoda en la


silla en la que Emmett había estado sentado. Se ve exhausto, y la piel de
su rostro es casi una barba completa.

—¿Qué? —pregunta.

Me pregunto qué pasó para que pareciera tan roto. Spencer siempre
ha sido más grande que la vida, pero hoy parece un poco perdido.

—Solo te ves… como si regresaras de una historia muy emocionante


—Eso podría ser cierto. Por lo general, después de una gran misión, no es
exactamente elegante. Ha estado viviendo Dios sabe dónde, haciendo
Dios sabe qué, y… bueno, es cuando siempre lo encontré un poco más
sexy que de costumbre.

—Ojalá fuera eso.

—Entonces, ¿no estás conquistando una historia de terror


desconocida?

Él sonríe.

—Si fuera así, sería mucho mejor de lo que soy ahora.

—Sé que no puedes decirme nada sobre mi vida, pero ¿puedes


contarme sobre la tuya?

Él sonríe suavemente.
—No hay mucho que decir.

—Lo dudo.

Spencer siempre veía cosas asombrosas y conocía a personas que


tenían vidas increíbles. Entrevistó a espías y diplomáticos. Creo que
también estaba trabajando en descubrir una red terrorista en un
momento dado.

Me encantaba escucharlo contar sus viajes. Bueno, sobre todo excepto


las chicasque conocía. Esa parte que siempre quise saltarme.

Spencer suspira.

—Es cierto, ha pasado un tiempo desde que trabajé en algo.

—¿Por qué?

Se encoge de hombros.

—Bloqueo de escritor, y quería quedarme aquí.

Ante eso, mis cejas se elevan.

—¿Querías quedarte en Rose Canyon?


—¿Quién no ama esta idílica ciudad y todas sus peculiaridades?

Lanzo una carcajada.

—Tú y yo sabemos que eso es mentira.

—Me quedé una vez que Emmett regresó de su despliegue. Addy e


Isaac estaban casados, como recordarás.

—Lo hago. Estabas tan borracho en la boda.

—Tenía que dar ese puto discurso.

Pongo los ojos en blanco.

—¡Eres un escritor! Te gustan las palabras.

—En papel —dice con una sonrisa—. Odio hablar. Estaba nervioso.

—Lo hiciste genial.

Baja la mirada a sus zapatos antes de mirarme a los ojos.

—Él era mi mejor amigo.


Spencer e Isaac eran los más cercanos del grupo. Spencer creció con
los peores padres del mundo y siempre estaba en nuestra casa. Los dos
hacían todo juntos, y la mayoría de las veces, si podías encontrar a uno,
encontrabas al otro.

—Lo sé —Mi voz es baja.

—No sé qué diablos voy a hacer sin él. Addison y Él… Yo solo…

Atrapo el lapsus y lo miró fijamente a los ojos.

—¿Quién es Elodie?

Spencer se mueve y luego apoya los codos en las rodillas.

—¿Qué te hace preguntarme eso?

¿Aparte del hecho de que claramente no quiere que pregunte?

—Escuché a Addison mencionar el nombre, pero no sé quién es.

—¿Quién crees que es?

—No sé. Tengo un millón de posibilidades. Una nueva amiga. Una


compañera de trabajo. La chica que me corta el cabello. Pero fue el cómo
ella lo dijo. La forma en que estaba preocupada y Jenna estaba con ella…
No lo sé.

—No estoy seguro de cuánto decirte —dice Spencer honestamente.

—¿Es ella alguna de esas cosas que acabo de nombrar? —pregunto.

—No.

Bueno.

—¿Es ella la amante de mi hermano?

Spencer resopla.

—Como si Isaac pudiera mirar a otra mujer. No, pero ella es parte de
su vida. O lo era…

—Considerando la diferencia de tiempo que tengo en mis recuerdos,


no puedo evitar preguntarme si tal vez ella es mi hija. ¿Estoy casada y
tengo una hija?

Spencer niega con la cabeza.

—Ella no es tu hija.
Suelto un pesado suspiro.

—Oh, gracias a Dios. Entonces… ¿Es ella de Isaac y Addy?

Puedo ver el conflicto en sus ojos.


—Ella lo es.

—Gracias —digo rápidamente—. Gracias por no mentirme.

—Nunca te mentiré, Brielle. Nunca.

Ojalá entonces me contara todo.

—Pero no me dirás nada más, ¿verdad?

—Si pudiera…

—Sí —termino.

Mi única esperanza es que algo haga que mi memoria regrese. Ver a


alguien o escuchar una voz que hará que se abran las compuertas. Quién
sabe, tal vez suceda cuando vea a Isaac.

Por supuesto, no hay detalles de nadie.


—¿Spencer?

—¿Sí?

—Si no pudieras recordar los últimos tres años de tu vida, ¿qué


harías?

Me mira con simpatía.

—Volvería al principio y trabajaría para encontrar el final.

Apoyo la cabeza en la almohada y miro por la ventana.

—Ojalá pudiera tener un final diferente al de perder a Isaac.

—Pero, ¿y si ese único momento cambiara toda tu historia?”

—Tal vez debería porque mi cerebro no quiere recordar la trama de


todos modos…
Capítulo Tres
Brielle
Mi madre entra en la habitación, pero su sonrisa no llega a sus ojos.

—Hola, Brie.

—Hola.

—Oh, esas flores son hermosas —Ella camina hacia el mostrador


donde se encuentra un enorme ramo de rosas color rosa.

—Lo son.

—¿De quién son?

Yo sonrío.

—Puedes mirar la tarjeta —le doy permiso.

La lee de espaldas a mí y luego lo vuelve a colocar.


—Eso fue dulce, supongo.

Resisto el impulso de gemir.

—Sí, lo fue. Es lo único que he escuchado de él desde que me


desperté.

Mamá sonríe.

—Sí, bueno, hablé con Holden hace unos minutos. Me ha dicho que
estás bien y que podrás irte a casa mañana…

Bien, veo que la conversación ha terminado.

Siempre detesto cómo formula afirmaciones como preguntas cuando


ya sabe la respuesta.

—Eso es lo que él dijo.

—¿Y ambos piensan que está bien que regreses a tu departamento?


Simplemente no estoy segura de cómo me siento al respecto.

Si yo muestro una pizca de preocupación, se mudará aquí y ese sería


el peor resultado posible. Mi madre es maravillosa, cuando está a
cuatrocientas millas de distancia. Somos demasiado parecidas para vivir
cerca.
—Creo que estar en mi espacio con mis cosas realmente ayudará.
Podría ser lasacudida que necesito para recordar mi vida.

Ella suspira pesadamente.

—No lo sé.

—No depende de ti, mamá. Sé que tienes buenas intenciones, pero


puedo manejar esto.

—¿Puedes? ¿Realmente puedes manejar esto, Brielle? Tu hermano


está muerto, y tú… Yo casi…

El quiebre en su voz hace que mi corazón haga lo mismo.

—Lo siento —Gira la cabeza y se limpia los ojos antes de forzar otra
sonrisa—. No, no. Estoy bien. Simplemente ha sido difícil. Eso es todo. Se
supone que una madre puede ayudar a sus hijos, y no puedo arreglar
nada de lo que ha pasado. No puedo ayudarte, y ahora Addison quiere
irse…

—¿Irse? —pregunto rápidamente—. ¿Qué quieres decir con irse?

Los ojos de mamá se encuentran con los míos.

—No debería haberlo dicho de esa manera. Ella no quiere irse y no


volver, sino como salir de aquí por un rato.
—No entiendo, ella ama este pueblo.

—Y ella amaba a Isaac en este pueblo. Ella no puede soportar estar


aquí, y todo el mundo está de luto por él. Todo lo que ve le recuerda a él,
y cree que sería mejor para ella tener algo de espacio, al menos hasta que
averigüemos qué pasó.

Porque este pueblo eran ellos.

Isaac y Addison se enamoraron aquí cuando tenían dieciséis años.


Ambos fueron a la universidad no muy lejos de aquí, permanecieron
juntos durante todo el proceso, se casaron y regresaron a Rose Canyon
para comenzar sus vidas.

Isaac obtuvo el trabajo de enseñanza y entrenamiento que siempre


quiso, y Addison trabajaba como bibliotecaria.

Todo el mundo los conoce. Todos los aman. Sus vidas están aquí, y no
me puedo imaginar que Addison se vaya.

—¿Adónde irá?

Mamá niega con la cabeza.

—Al Este. Todavía es cercana al primo de Emmett, Devney, que vive


en Pensilvania. Supongo que tiene una propiedad en la que Addison
puede quedarse por un tiempo.

—Pero ella estará allí sola.

—Es lo que me tiene tan molesta.

Suspiro, sintiendo crecer el peso de la situación. Me duele el corazón


por mi cuñada. Debe estar tan devastada porque el futuro que ella e
Isaac estaban construyendo simplemente fue arrancado. El hogar, la
felicidad y la familia con la que ella soñaba se han ido. No tengo que
recordar los últimos tres años para saber que eran felices.

Addy e Isaac eran el epítome del amor.

Ahora eso se ha ido, y haría cualquier cosa para ayudarla a


superarlo.

—¿Dijo por cuánto tiempo?

—No, no lo hizo, pero dudo que se mantenga alejada por mucho


tiempo. Rose Canyon es su hogar.

—Lo siento. Si tan solo pudiera… recordar lo que pasó, entonces


podría arreglar esto un poco, tal vez ella estaría bien quedándose.

Mamá se apresura.
—No bebé. Incluso si pudieras contarle cada detalle, no borraría el
dolor que siente. Nunca he visto a dos personas más perfectas la una para
la otra de lo que ellos eran, y ella solo necesita algo de espacio para
llorar. Lo sé muy bien.

Sí, ella lo sabe. Amaba a mi padre más allá de lo razonable.

—Desearía que ninguna de ustedes supiera de ese dolor.

—Desearía lo mismo, pero el tiempo que pasé con tu padre valió la


pena cualquier dolor que haya tenido desde que lo perdí.

Pienso en Henry mientras dice eso, odiando que el último recuerdo


que tengo de él sea que nos peleamos por vivir en ciudades diferentes. Su
familia es dueña de una firma de contabilidad en Portland, y él estaba
siendo preparado para hacerse cargo de ella. No podíamos ponernos de
acuerdo sobre cómo sería nuestro futuro.

Me gusta la vida de pueblo pequeño, por eso acepté el trabajo aquí.

Me pregunto si volvimos a ser la pareja feliz, o ¿todavía estamos en la


garganta del otro?

—¿Por qué es esa cara? —pregunta mamá.

—Nada. Odio que mi vida se sienta como un rompecabezas en el que


ninguna de las piezas encaja.
—Lo harán, Brie.

Ojalá tuviera su confianza.

—¿Hablaste con Henry? —pregunto.

—Lo hice.

—¿Y?

Mamá alcanza su bolso, de repente muy concentrada en buscar algo


en él.

—Estaba muy preocupado cuando hablamos.

—Entonces, ¿todavía estamos juntos?

La bolsa cae al suelo.

—Maldición —Se toma un tiempo juntando toda la porquería que


guarda ahí—. Lo siento, entonces, sí, hablamos. Estaba muy molesto y
dijo que vendría tan pronto como pudiera.

Eso no respondió a mi pregunta, pero supongo que esta es la nueva


normalidad para mí.
—Ya casi es hora de que dé algunas vueltas, ¿quieres caminar
conmigo? —Dejo el tema porque es demasiado difícil para mí.

—Por supuesto.

Mamá me ayuda a levantarme, estabilizándome mientras me


balanceo un poco. No importa lo lento que me ponga de pie, siempre
me golpea una ola de mareos. Holden dice que se desvanecerá y
espero con ansias ese día.

—Ya estoy bien.

Me pasa el porta sueros y salimos de la habitación. Avanzamos por el


piso y me muevo un poco más fácil a medida que mis músculos se
acostumbran al esfuerzo. Después de pasar cuatro días inconsciente y
otros dos días limitados a estas caminatas cortas, es agradable estar
levantada y en movimiento. Hago esto varias veces al día, ganando
fuerza poco a poco.

—Hola, Sra. Davis —Holden sonríe mientras deja un archivo en el


escritorio de las enfermeras.

—Hola, Holden. No sé cómo nos las hubiéramos arreglado sin que tú


supervisaras las cosas. Siempre supe que eras especial —responde
mamá.

—No sé nada de eso, pero me alegra ver que Brielle se está


recuperando bien —Él me mira—. ¿Vas despacio?

—Sí.

—Bien. Lento y constante es lo que queremos ver.

Pongo los ojos en blanco.

—Tú siempre has sido molesto.

Holden sonríe.

—Bueno, al menos ese es un recuerdo que todavía tienes.

—Sí, ¡qué suerte tengo! —Entonces me detengo—. ¿Cuándo


regresaste a la ciudad de todos modos? —Él observa como algo
comienza a formarse en mi cabeza—. Te mudaste a California, ¿entonces
el hecho de que estés aquí ahora significa que te mudaste de regreso?

Su mirada no se mueve de la mía.

—No, no estoy aquí permanentemente.

—Está bien, ¿y qué hay del caso en el que estabas trabajando en


Seattle?
Holden y mi mamá comparten una mirada.

—¿Qué quieres decir con Seattle?

—Estabas de consultor sobre un caso importante, ¿verdad?

Él asiente.

—Lo hice. Estuve allí hace unas semanas, en realidad.

—¿Semanas? ¿Estuviste allí antes de esto también?

Él niega con la cabeza.

—No lo hice. Esta es la primera consulta que hice para un caso en


Seattle. Fue un gran problema, ya que fue parte un ensayo de
investigación.

—Recordé algo reciente —digo, más para mí.

—¿Has tenido algún otro atisbo o recuerdo?

Entrecierro los ojos, tratando de pensar, y mamá y Holden me miran.

—Tengo esta… cosa. Una llave. No sé qué es. No puedo entender por
qué o qué significa.
—¿Es como la llave de la foto?

Niego con la cabeza.

—No, es una llave real. Como una antigua con los elegantes grabados
en la parte superior.

—¿Hay algo más interesante en ella? —Holden pregunta con ánimo.

Trabajo duro para no frustrarme porque, de nuevo, no sé mucho. Solo


esta llave sigue viniendo a mi cabeza.

—Tiene una cinta roja. No tengo idea de para qué es.

—Eso es genial, Brie —él me alienta—. ¿Algo más?

Niego con la cabeza.

—¿Para qué es la llave?

Mi madre y Holden se miran de un lado a otro.

—No tengo ni idea.


—Es la llave que te di cuando te pedí que te mudaras conmigo a
Portland.

Reconocería esa voz en cualquier lugar.

—¡Henry! —Me giro, aliviada de que esté aquí.

Él sonríe, con aprensión en sus ojos, pero luego se acerca.

—Hola, Brie.

Mi respiración se vuelve más lenta y él se inclina para besarme en la


mejilla. El calor me inunda y vuelve una sensación de normalidad.

—Estoy tan contenta de que estés aquí.

Su mano se mueve a mi mejilla.

—No lo supe hasta esta mañana. Estoy tan contento de que estés bien
—Se gira hacia la audiencia detrás de nosotros—. Sra. Davis. Holden —
dice.

Mamá se acerca a él y le da palmaditas en el pecho mientras dice:

—Me alegra que estés aquí, Henry.


Holden da un paso adelante, extendiendo su mano.

—Me alegro de verte, Henry. Es bueno ver a Brielle relajarse un poco.

—Sí, parecía que lo estaba ahora —reflexiona mi madre.

Entrelazo mis dedos con los suyos y tiro de él más cerca.

—Me preguntaba por qué no estabas aquí cuando me desperté, pero


me alegra que estés aquí ahora.

Sus labios se aplanan en una línea delgada.

—No me enteré hasta hace unas horas. Vine tan pronto como me
enteré.

Me dirijo a mi madre.

—¿Esperaste casi seis días para llamarlo?

—No, no —interrumpe Henry—. Lo hizo. En realidad, estaba de viaje


de negocios y tan pronto como recibí el mensaje, vine.

Mi madre asiente con una extraña sonrisa.

—Estás aquí ahora y eso es lo que importa.


—Siento mucho lo de Isaac —dice Henry, y cuando sus fuertes brazos
me envuelven, cierro los ojos.

—Lo amaba tanto.

—Lo sé.

Esto se siente seguro y correcto. Puede que me esté perdiendo los


últimos tres años de mi vida, pero esto me resulta familiar. La forma en
que encajamos juntos tiene sentido. Levanto la mirada hacia él, con
lágrimas en los ojos.

—Estoy tan contenta de que estés aquí. Te necesitaba.

Me sonríe y luego mira a mi madre, que nos observa con ojos


cautelosos.

—¿Mamá?

Ella sonríe demasiado rápido.

—Lo siento, te daré dos horas para platicar. Tengo algunas cosas que
debo hacer antes de que te den de alta mañana, y también tengo que
ayudar a Addison antes del funeral.

—No tienes que irte —Claramente, cualquier grieta que se hubiera


formado entre ellos hace años no se ha reparado. Cuando él y yo
comenzamos a salir, ella lo amaba, pero justo antes de la graduación, me
animó a terminar las cosas. No le gustaba lo controlador que era y que
nunca parecíamos felices cuando estábamos juntos.

—No iba a quedarme mucho tiempo. Quería ver cómo estabas. Ahora
que Henry está aquí, a ambos les vendría bien un poco de tiempo para
hablar sin que yo esté sentada aquí.

Me dirijo a él.

—¿Te quedarías un rato, por favor? —pregunto.

Henry baja la barbilla.

—Por supuesto. Estaba planeando estar aquí todo el día, si eso es lo


que querías.

—Me gustaría. Eres una de las últimas cosas que realmente recuerdo,
y significaría mucho si pudiéramos hablar un poco.

—Bien, entonces —dice mamá rápidamente—. Visitaré a Addy. Si


necesitas algo, solo diles que me llamen.

Henry y yo caminamos de regreso a mi habitación, y me aferro a su


brazo extendido. Hemos caminado así cientos de veces, solo que no en un
hospital, y me acomodo en la familiaridad de eso. Lo miro, tratando de
ver las diferencias que pueden desencadenar un recuerdo.
—¿Fumas cigarros? —pregunto.

Su cabeza se sacude hacia atrás.

—No, son repugnantes. ¿Por qué?

—Yo solo… tenía un recuerdo.

—¿Lo tuviste?

—Sí, pero era el sabor de los cigarros, y no puedo ubicarlo. Pensé que
tal vez eras tú.

Henry niega con la cabeza.

—Definitivamente no.

—Entonces, ¿qué somos?

Me siento en el borde de la cama y él ocupa la silla.

—Cuando tu mamá llamó, me explicó que se supone que no debo


darte respuestas debido a tu pérdida de memoria.
Por supuesto que le dijeron a él también.

—No, te recuerdo, pero hay un bloque de tiempo que se acaba de ir —


le explico—. Es realmente frustrante, y la gente que no me dice nada lo
hace más difícil. No estoy pidiendo todos los detalles, ¿solo algo acerca
de nosotros ahora?

Se inclina y toma mis manos entre las suyas.

—Puedo decirte que te amo.

Sonrío y dejo escapar un suspiro por la nariz.

—Yo sé eso. Siempre me has amado.

—Desde el día que te conocí.

Si bien es bueno estar tranquila, en realidad no responde a mi


pregunta.

—¿Vivimos juntos?

Él niega con la cabeza.

—No. Yo vivo en Portland y tú estás aquí.


—¿Te hiciste cargo de la empresa de tus padres por completo?

—No completamente. Papá debería jubilarse el próximo año. En este


momento, estoy administrando un equipo y todas las cuentas de alta
prioridad.

Tal vez sea un recuerdo porque creo que ya lo sabía.

—Realmente pensé que estábamos viviendo juntos. Tendría sentido,


especialmente porque recuerdo la llave tan vívidamente.

Henry entrelaza nuestros dedos, levantándolos entre nosotros.

—Fue una gran noche para nosotros.

—¿Nos comprometimos? —pregunto, sabiendo que no estoy usando


un anillo. Incluso si me lo hubieran quitado cuando me ingresaron en el
hospital, tendría una línea de bronceado, ¿verdad?

Él sonríe, soltando mi mano antes de rozar su nudillo contra mi


mejilla.

—Llegaremos a todo, pero por ahora, solo tienes que permitirte sanar
y ver cómo resultan las cosas. Tal vez descubras que quieres que las cosas
sean diferentes, y no quiero hacerte cambiar de opinión de ninguna
manera.
Hay vacilación en su voz, y retrocedo.

—Pero, ¿y si las cosas eran perfectas? ¿Qué pasa si era feliz y elijo el
camino equivocado esta vez? ¿Qué pasa si terminamos porque esta
nueva versión de mí, que no puede recordar nada, es realmente egoísta
y odia estar lejos de ti?

—No voy a ir a ninguna parte, Brielle. Puedo tomarme un tiempo


libre en las próximas semanas si quieres. Tal vez podamos pasar tiempo
juntos y volver a visitar los lugares a los que nos encantaba ir. Tal vez te
ayude a recordar.

Respiro un poco más tranquila porque sé que ausentarse del trabajo


es un gran problema en su vida. Su padre es exigente y espera la
perfección, especialmente de él. Si Henry está cerca de hacerse cargo, solo
puedo imaginar que sugerir eso no fue fácil.

Me llena de esperanza que hayamos encontrado una manera de


hacer que nuestra relación funcione. Era algo que antes era una fuente
de discordia, nunca sentí que yo importara cuando se trataba de su
trabajo.

—¿En serio? ¿Te tomarás un tiempo libre?

Su sonrisa es amplia.

—Sí, amor.
—Gracias.

—No hay nada en el mundo que no haría por ti —dice antes de


darme un suave beso.

Alguien se aclara la garganta y miro para ver a Spencer entrar en


la habitación.

—Perdón por interrumpir —Mira a Henry y luego a mí—. Quería


ver cómo estabas.

Mi corazón late un poco al verlo. Spencer siempre ha sido el que


podría usar el patrón o el color más horrible y aun así ser increíblemente
sexy. En pantalones, sin embargo, Spencer es un maldito Dios. Su amplio
pecho parece como si estuviera listo para abrir las costuras de su camisa.
Cada músculo está definido, y me obligo a concentrarme en su rostro.
Puede ser más seguro.

Nop. No lo es.

Se recortó la barba, y sus ojos verdes oscuros son intensos mientras me


observa.

Querido Dios.

Me obligo a sonreír.
—No lo haces en absoluto.

—Henry —dice Spencer cordialmente, pero hay un matiz de algo


frágil en su voz.

—Spencer, me alegra verte en mejores circunstancias.

Spencer levanta una ceja.

—¿Qué el hermano de Brielle sea asesinado y ella tenga pérdida de


memoria es una mejor circunstancia?

—No lo dije de esa manera —La voz de Henry es ligera—. Quise


decir que la última vez…

Spencer se vuelve hacia mí.

—¿Cómo te sientes?

—Estoy mejor ahora —Sería mucho mejor si explicaran la tensión


entre ellos, cosa que no harán—. ¿Escuchaste sobre Addy? —pregunto.

—Sí, acabo de salir de allí. Dijo que te dijera que estará aquí para
verte, más tarde hoy.

Addison no ha venido desde el día que me desperté. Ha estado muy


ocupada poniendo las cosas en orden y manejando los arreglos del
funeral.

—¿Ella realmente se va a ir?

—Creo que solo necesita respirar, y todos sabemos lo imposible que


es eso en esta ciudad.

—La extrañaré —digo honestamente.

—Y ella te extrañará. Ella está tratando de entender un mundo donde


Isaac no existe.

Miro a Henry, tratando de imaginar lo que sería eso para mí. Hemos
estado saliendo durante mucho tiempo, pero hubo algunas ocasiones en
las que consideré romper con él. Claramente, no lo hice.

—Ojalá pudiera hacer algo para darle paz.

—Estoy seguro de que vivir y tener una segunda oportunidad es todo


lo que ella necesita —dice Henry.

Los ojos de Spencer se estrechan.

—¿Una segunda oportunidad para qué?


—La vida —responde Henry—. Ella está viva y puede…

—¿Puede qué? —pregunto.

—Puedes decidir si lo que quieres ahora es lo que tuviste en tu


pasado. ¿Y si las cosas pueden ser diferentes, Brie? ¿Y si nosotros
podemos ser diferentes?

Lo miro mientras mi estómago se hunde lentamente.

—¿Qué estaba mal con nosotros?

—Nada. Todo. Sólo me pregunto, si tal vez tu memoria bloqueó una


parte de tu vida por alguna razón. Tal vez lo que pasó hace tres años fue
doloroso y te arrepientes tanto que querías olvidarlo.

Spencer se burla.

—Así no es cómo funciona. Ella no está bloqueando un evento. Tiene


una lesión cerebral traumática y su cerebro está lidiando con un
trauma.

—Pero, ¿y si tiene razón? —pregunto—. ¿Qué pasa si estoy


recordando hasta esa parte de mi vida porque ahí es donde todo salió
mal? —Si bien las razones médicas pueden no ser esas, ¿Qué tal si lo son?
¿Qué pasa si la cagué cuando acepté un trabajo aquí y esta es la
oportunidad de arreglarlo?
Miro a Spencer.

—Me dijiste que volviera al principio. ¿Y si eso es lo que estoy


haciendo?

Se encoge de hombros.

—No lo sé. Si es el comienzo, debes preguntarte cuál es el catalizador


para ello.

Exactamente. Recordé la universidad. Recordé haberme mudado


aquí. Recordé haber peleado con Henry por aceptar este trabajo y no
estar con él. Recordé estar emocionada de comenzar algo nuevo.
Entonces, ¿es porque yo debería haberlo dejado, o porque debería
haberme mudado a Portland, y eso es lo que es esto?

Esto es tan frustrante.

—Bueno, necesito saber. Necesito volver a lo que sea que sea esa
parte dolorosa y seguir adelante para poder ayudar a encontrar al
asesino de mi hermano y a quien quiera que quisiera matarme.

Henry presiona su mano en mi mejilla.

—Hay que tener paciencia y permitirte recuperarte.


Niego con la cabeza.

—Eso no es lo que necesito. Voy a resolver todo esto. Ya estoy


empezando a recordar cosas.

—Siempre has sido tan terca —Él sonríe y sus ojos se llenan de
calidez.

—Y tú siempre has luchado por protegerme.

—Siempre, Brie.

—Entonces sabes que la única protección que necesito en este


momento es que no me protejan —Levanto la mano, acariciando la piel
de su mejilla.

—De acuerdo.

—Gracias.

Henry apoya su frente en la mía.

—Tenía tanto miedo de haberte perdido para siempre.

—Estoy aquí.
—Solo no me dejes nunca.

Sonrío.

—Voy a tratar.

—Bueno —Presiona sus labios contra los míos, deteniendo la


conversación.

Recuerdo que tenemos a alguien en la habitación, pero cuando me


giro para mirar a Spencer, ya se ha ido. Por alguna razón, la idea de que
se vaya hace que me duela el pecho.
Capítulo Cuatro
Brielle
Yo no puedo hacer esto. No puedo.

No puedo entrar en esta funeraria y ver a Isaac así.

Addison viene a pararse a mi lado, mirando la puerta de roble de la


funeraria.

—Tenemos que entrar, Brie.

—¿Cómo? —le pregunto a mi cuñada, que es más fuerte de lo que


jamás imaginé.

—No lo sé, pero tenemos que hacerlo. Isaac querría que fuéramos
fuertes.

Me acerco, tomando su mano en la mía.

—No me siento fuerte.

Sin tener que mirar, sé que los mejores amigos de mi hermano están
detrás de nosotros. Emmett, Spencer y Holden están aquí, prestando su
apoyo mientras las dos tomamos este segundo juntas.

Ellos han estado aquí, pilares de fuerza tanto para Addison como
para mí. Emmett me llevó a casa desde el hospital hasta el hotel de mi
madre, asegurándose de que estuviera a salvo ya que tuve un ataque de
pánico antes de irme, preocupada de que la persona que hizo esto
todavía estuviera allí afuera.

Holden vino después de salir del hospital para ver cómo estaba y
luego se quedó con Addison para ayudarla con todo lo que necesitara.

Esta mañana, Spencer apareció con un vestido negro, zapatos y varias


otras cosas que tomó de mi departamento, ya que no estaba lista para
regresar allí, especialmente después de que Henry se fue a Portland por
una emergencia laboral. Su padre le exigió que regresara y así se fue.

Addy suspira.

—La última vez que estuvimos aquí fue por tu papá.

No es justo que regrese ahora por mi hermano.

—No sé cómo entrar ahí —admito—. No sé cómo haremos esto.

Addison me mira.
—Sé que no tenemos los detalles de lo que pasó, pero en mi cabeza y
en mi corazón, tengo que creer que Isaac estaba haciendo todo lo posible
para evitar que alguien fuera herido. Te amaba a ti, a este pueblo y a
todos. Se habría sacrificado por todos nosotros porque así era él, pero
especialmente por su familia. Entonces, sé que no tenemos las respuestas,
pero si alguno de los escenarios que he imaginado es cierto, entonces él
fue valiente y nosotras también debemos serlo.

La angustia en la voz de Addison es demasiado para soportar. Ambas


tenemos lágrimas silenciosas corriendo por nuestras caras.

—Era valiente. Era tan fuerte y siempre hacía lo correcto. Si eso es lo


que pasó… sí estoy viva porque Isaac hizo algo para protegerme,
entonces tienes razón. Le debo a él ser igual de valiente.

Ella aprieta mi mano y asiente.


—Vamos adentro.

Suelto un profundo suspiro y dejo que ella me guíe hacia adelante.


Los tres hombres nos rodean y subimos los escalones, y Spencer se
adelanta para abrir la pesada puerta de madera.

Este lugar podría ser la casa de alguien desde el exterior. Es un


hermoso exterior blanco con un gran porche envolvente. El trabajo de
moldura está adornado y todo es atractivo, solo que en su interior guarda
la despedida final. Una que no quiero hacer.

Entramos en la casa, donde el piso de arriba es en realidad donde


vive la gente y me transportan al pasado. El vestíbulo es el mismo que
recuerdo. Paredes pintadas de color crema adornadas con pinturas con
temas de Oregón. La alfombra marrón ayuda a silenciar el sonido de
nuestros tacones al entrar. Hay tres salas de observación, todas de
diferentes tamaños, y en la placa exterior de la sala más grande está su
nombre. Isaac Davis.

Mi madre sale de la oficina del gerente de la funeraria. Nos abraza a


ambas antes de que el Sr. Moody dé un paso adelante, sus amables ojos
sombríos mientras estrecha primero mi mano y luego la de Addy.

—Siento mucho su pérdida. Todos amábamos a Isaac.

—Gracias —dice Addison en voz baja.

—Mantendremos a todos los demás fuera durante los próximos


veinte minutos para permitirles privacidad —explica.

Primero miro a Addison.

—Deberías entrar.

Ella niega con la cabeza.

—Todavía no estoy lista para entrar. Creo que deberías entrar


primero. Tal vez te haga…
—Bien —digo, sabiendo lo que todos esperan.

Que recordaré.

Que veré a Isaac, y como una explosión repentina, los últimos tres
años volverán a mí.

Dios, espero que ese sea el caso.

Una mano se apoya en mi hombro y me giro para ver a Spencer.

—¿Estás bien? —Su voz profunda retumba a través del espacio.

—No. No puedo hacer esto sola.

Spencer mira a su alrededor.

—¿Henry está aquí?

Esta mañana, no le respondí cuando preguntó dónde estaba Henry.


Solo dije que estaría aquí. No podía admitir que no iba a asistir. Creo que
esperaba que de alguna manera probara que estaba equivocada y vendría
de todos modos. Cierro los ojos, sintiendo vergüenza por admitir esto.

—Tuvo que volver a Portland. Estará aquí en un rato si puede salir


del trabajo.
Él no dice nada, pero sé que está juzgando a Henry por no estar aquí.

—Bueno, no estás sola. Estamos todos aquí.

Emmett y Holden están unos pasos detrás de él.

Siempre están aquí para mí. Siempre lo han estado. En lugar de un


hermano mayor, tenía cuatro. Cada uno un dolor en el culo más que el
otro. Cada uno pensando que sabía lo que necesitaba, merecía o quería
sin importar lo que dijera. Cuando un chico me rompía el corazón, esos
cuatro estaban allí. Cuando estaba en noveno grado y Mikey Jones se
puso un poco molesto después de que dije que no, fue Emmett quien le
rompió la nariz y Spencer quien amenazó su vida si alguna vez se me
acercaba de nuevo.

No importaba que Spencer ya estuviera fuera de la universidad,


alguien se atrevía a meterse conmigo y ese chico ya estaba aterrorizado
después de eso.

Por mucho que me molestara, siempre había una emoción cuando se


trataba deSpencer.

—Siempre me has apoyado.

—Siempre lo haré.
—Lo sé —Miro hacia atrás a la entrada, deteniéndome todo lo que
puedo porque no quiero hacer esto. Tengo tanto miedo—. ¿Quieres…
entrar conmigo?

No sé por qué, pero no puedo estar sola y no hay nadie más en quien
confíe más que en él. Spencer no dejará que me derrumbe, e Isaac
querría que estuviera conmigo.

—Por supuesto.

Asiento, inhalando profundamente mientras mi cuerpo tiembla.


Caminamos hacia la entrada de la habitación, y tengo la más intensa
necesidad de darme la vuelta y correr. No quiero hacer esto, verlo de esta
manera. También tengo tanto miedo de no recordar nada, así como
recordar algo tan horrible que desearía que la información se perdiera.

Cruzamos el umbral, y contengo la respiración, deseando que mi


ansiedad disminuya.

El pánico brota y luego comienza a disiparse cuando Spencer agarra


mi mano.

—No tengas miedo, Brielle. Estoy… todos estamos aquí para ti. No
estás sola y nunca lo estarás.

Mi garganta está apretada mientras me obligo a tomar aire.

—De acuerdo.
Me deja marcar el ritmo mientras fuerzo mis pies hacia adelante, y
cuando estoy de pie junto al ataúd de mi hermano, apenas puedo
respirar por la pérdida aplastante que llena mis pulmones. Cuando
caigo de rodillas, Spencer está detrás de mí, su mano en mi hombro
mientras miro a Isaac.

Espero algo, lo que sea, pero no hay nada más que lágrimas y un
dolor abrumador mientras miro a mi hermano.

No recuerdo cómo ni quién. No recuerdo qué lo alejó de todos


nosotros. Solo veo la verdad de que mi hermano se ha ido. Está
muerto, y yo soy la única persona que sabe y, sin embargo, no sabe
nada.

Mi cabeza cae hacia adelante mientras sollozo, sintiendo la culpa y el


peso aplastarme.

Entonces Spencer me tira a sus brazos y me hundo en su agarre.

—No puedo recordar nada. ¿Cómo puedo verlo así y no recordar?


¿Cómo puedo ser tan débil y hacer esto?

—Brie… ¡No eres débil!

—No, le estoy fallando a él. Él —grito—, Isaac, que nunca me ha


defraudado. Él es probablemente la razón por la que estoy viva y, sin
embargo, no sé nada. No sé qué le pasó. ¡Soy la única que puede hacer
esto bien y no puedo!

—No puedes culparte a ti misma.

Empujo hacia atrás, ya no me siento digna de su comodidad.

—¿A quién entonces? ¿A quién culpo?

—A la persona responsable. Esa es quién.

—¡Si pudiera recordar quién fue, entonces lo haría, pero no puedo!


Por lo que sabemos, ¡yo le hice eso! ¿Qué pasa si lastimé a Isaac?

Spencer suspira.
—Ambos sabemos que eso no es cierto.

—¿Lo sabes? ¿Cómo? Porque no sé nada de los últimos tres años. No


quién soy. Lo que hago. Dónde vivo. Por lo que sabemos, soy una asesina
en serie o contraté a alguien. Podría haberlo escenificado. ¡Siento que me
estoy volviendo loca, Spencer!

Sus manos toman mi rostro.

—Sé exactamente quién eres, Brielle Davis. Eres inteligente y dulce.


Eres una bailarina horrible que cree que es la próxima gran estrella.
Cantas en el auto porque no puedes detenerte. Amas a los niños y
quieres evitar que todos ellos estén en una mala situación. No hay
posibilidad en el infierno de que lastimes a Isaac. Ninguna.

Cuando me tira hacia atrás contra él, no lucho. Estoy demasiado


ocupada sollozando y tratando de no ahogarme en mis emociones. Mi
corazón se rompe cuando lo dejo salir. La ira y la frustración. La rabia de
que alguien se llevara a mi hermano y el miedo paralizante de que
podría haber muerto junto con él. Addison no tiene a su esposo y tienen
una bebé con cabello rubio y…

Levanto la cabeza y las lágrimas empañan la vista de los ojos verdes


de Spencer.

—¿Qué? —pregunta rápidamente—. ¿Qué ocurre?

—Elodie —susurro—. ¿Ella tiene el cabello rubio?

Spencer limpia la lágrima de mi mejilla.

—Lo tiene.

—Ella tiene el cabello rubio. Yo se eso. Simplemente lo sabía. Como,


no era una pregunta. Me acordé de su cabello, y… ella era una bebé
gordita. Recuerdo abrazarla, pero…

—Pero ¿qué?

—Eso es todo. Simplemente yo lo sabía.


Los ojos de Spencer se vuelven intensos.

—Esa es otra cosa, que es una más de la que tenías hace cinco
minutos, Brie. Sé que no parece mucho, pero estas pequeñas piezas
comenzarán a tener sentido.

El tiempo no es algo que esté dispuesta a gastar en esto, pero tal vez
haya otra opción. Quizás Spencer pueda ayudarme a acelerar las cosas.
Tengo que ayudar a encontrar quién mató a mi hermano. Tengo que
conseguir justicia para Isaac y encontrar respuestas para todos nosotros.

—¿Estás trabajando ahora mismo?

—¿Qué?

—En una historia. ¿Estás escribiendo o investigando algo


actualmente? —La parte triste es que ya no sé si lo hace.

—No ahora. No he tomado una asignación en algunos… en un


tiempo.

Perfecto. Me muevo hacia adelante, mis manos descansando sobre su


pecho mientras mi propio corazón late rápidamente.

—Necesito que me ayudes.


—¿Ayudarte?

Asiento con la cabeza.

—¿Qué harías si quisieras saber algo?

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que necesito ayuda. No puedo conducir, tendría que


tomar un taxi, pero eso me dejaría deambulando sin rumbo fijo mientras
trato de averiguar cómo recordar mi vida.

—No, eso no es una opción.

—Entonces tienes que ayudarme. Eres uno de los mejores reporteros


de investigación del país, ¿verdad? Probablemente puedas atrapar a esta
persona incluso antes de que necesite recuperar mi memoria. Por favor,
tienes que hacerlo. No quiero hacer esto sola, pero sabes que lo haré. Voy
a volver en el tiempo, y… no sé por dónde empezar, pero elegiré un
lugar porque no puedo simplemente sentarme y no hacer nada.

Su rostro se arruga, los ojos se entrecierran un poco en sus


pensamientos.

—Tampoco puedes estar deambulando por Oregón.

—Entonces lo harás conmigo. Trátame como una noticia. ¿Por dónde


empezamos?

—Esto es una locura.

Tal vez lo sea, pero es lo que necesito.

Después de un pequeño tramo de silencio, Spencer suspira.

—Volvería al principio, a lo último que pudiera recordar, y seguiría


adelante a partir de ahí.

—El comienzo para mí es unos meses después de graduarme de la


escuela de posgrado. Si quiero empezar a darle sentido a todo esto,
tengo que empezar por ahí.

—Brie… —La voz de Spencer es fuerte con advertencia.

—Si tú no me ayudas, lo haré por mi cuenta. Sabes que lo haré.

Su profundo suspiro abandona sus pulmones y se niega a mirarme a


los ojos.

—Holden fue claro en que debes dejar que esto suceda de forma
natural.

—Lo entiendo, pero eso no significa que deba sentarme y esperar a


que tal vez el recuerdo regrese. Eres el mejor reportero de investigación
del mundo. Has estado involucrado en descubrir la verdad sobre
misterios que nadie más podría. Esto no es tan grandioso, pero es así de
importante.

Su mirada cae.

—Quiero que recuerdes tu vida, Brielle.

Muevo mi mano a su mejilla, descansándola suavemente allí.

—Entonces ayúdame.
Capítulo Cinco
Brielle
—¿Estás segura de que quieres volver a casa? —pregunta mi madre
mientras me ayuda doblar la ropa sobre la cama.

—No puedo quedarme aquí.

—Sólo han pasado cuatro días. No puede ser tan malo.

Oh, pero lo es. Mi madre lo intenta y está sufriendo, pero me está


volviendo loca. No puedo moverme sin que ella me moleste.

Sin mencionar que Addy se va y mi madre tiene su vida en California.


No he tenido flashes ni recuerdos desde el funeral, y me estoy poniendo
más ansiosa a medida que pasa el tiempo. Necesito ir al principio y
trabajar mi camino hasta el presente, no es que sepa lo que es eso.
Supongo que sería la última parte sólida de mi vida que recuerdo
completamente. Mi madre se volvería loca si supiera que estoy
planeando esto.

—No está mal, mamá. Tú tienes cosas que hacer y yo necesito arreglar
mi vida —explico.
—Sí, pero estarás sola —dice mamá con preocupación—. No puedo
dejarte así.

—No estoy sola.

—No me tendrás a mí o a tu herm… —Se detiene—. Estarás aquí sin


ninguna familia.

—Tengo a Spencer, Emmett y Holden. Son buenos sustitutos por el


momento.

Mamá se acerca, tomando la camisa de mi mano.

—Me di cuenta de que no dijiste Henry.

No, no lo hice. De hecho, estoy furiosa con él.

—¿Él volvió a llamar?

Ella niega con la cabeza.

—No desde ayer.

—Claro.

Henry se fue el día que salí del hospital y aún no ha regresado a Rose
Canyon. Llamó a mi madre anoche para disculparse y hacerle saber que
estaría aquí hoy.

Realmente no puedo creer que no estuviera aquí para el funeral de mi


hermano. Que su trabajo sea más importante para él que estar aquí para
mí. Y, sin embargo, hay una parte de mí que no está sorprendida.

Mi mamá toma mi mano entre las suyas.

—Olvida eso. Las cosas tienen una forma de funcionar.

—¿Eso significa que estaremos bien? ¿Eso significa que estaremos


juntos? Nada tiene sentido, mamá.

—Bueno, aunque no puedo darte esas respuestas, puedo pedirte que


mires dentro de tu corazón. ¿Está bien para ti? ¿Es esto lo que quieres?

No sé. Quiero decir que sí porque asumo que encontramos nuestro


camino y que esto es algo con lo que he venido lidiando. Sin embargo,
esto no está bien. No quiero estar con alguien que no se preocupa por mí
lo suficiente como para apoyarme mientras estoy claramente en una
crisis.

—No puedo manejar tanto pensamiento —respondo, lo cual


realmente no es una respuesta—. ¿Podemos obtener el teléfono de
repuesto de camino a donde vivo?

Mamá me da una sonrisa triste.


—Sí.

Eso es al menos una cosa, incluso si todavía viene con restricciones.


Me ordenaron un teléfono nuevo con un número nuevo y nada más que
mis contactos transferidos de mi línea anterior. Lo que sea.

Termino de empacar mi bolso, y mi mamá y yo salimos. Conducimos


por las calles de mi ciudad natal. Nada ha cambiado y, sin embargo, todo
es diferente. Hay fotos de Isaac en las ventanas de las tiendas. Pasamos
por el instituto donde enseñaba y hay un gran cartel con su cara. Las
lágrimas pinchan mis ojos porque este mundo era mucho más brillante
con él.

Daría cualquier cosa por hablar con él ahora mismo. Isaac era nueve
años mayor que yo, y aunque muchos hermanos mayores pensaban que
era molesto tener una hermana de repente, él no. Él me protegió, me
amó, siempre se aseguró de que tuviera su apoyo, incluso cuando no
estaba de acuerdo.

Giramos por Mountain Rd. y pasamos la cafetería. En la esquina, hay


una exhibición improvisada de flores, velas y papeles de la que no puedo
apartar la mirada.

—¿Mamá?

—¿Sí?
—¿Por qué hay flores y cosas fuera de Rosie Beans?

El último recuerdo que tengo del café es cuando abrió, pero eso fue
justo antes de irme a la universidad. Fue una gran noticia tener una
cafetería en nuestro pequeño pueblo.

Mamá se inquieta y luego da otro giro hacia una calle lateral.

—¿Por qué crees, Brie?

Porque ahí debe ser donde ocurrió el incidente. Debe ser donde
murió mi hermano.

—No recuerdo.

Mamá toma mi mano, apretándola suavemente.

—Está bien.

Todo el mundo sigue diciendo eso, pero no lo está. Aparto la mano y


me vuelvo hacia la ventana. Mamá se detiene en la tienda, toma mi
teléfono de reemplazo y me lo entrega. Mientras tomamos otro giro, nos
detenemos en la antigua fábrica de ladrillos. Solo que no parece
deteriorada.

Parece que la gente vive aquí.


—¿Yo vivo aquí?

—Sí.

Suelto un suspiro y trato de no perderme en mis pensamientos.

Salimos del auto, y cuando giro, veo a Spencer apoyado contra su


auto. Él vino. Vino, y va a ayudar.

Me acerco a él, pero alguien sale volando del edificio.

—¡Brielle! ¡Dios mío, estás en casa! Gracias al Señor de arriba. He


orado todos los días por ti. ¿Cómo te sientes? Recogimos tu
correspondencia por ti y lo tengo todo en una caja —dice una mujer que
no conozco.

Abro los labios, pero estoy demasiado sorprendida para decir algo.
Entonces la mujer vuelve a hablar, así que dejo de intentar formar
palabras.

—Siento mucho lo de Isaac. Estaba devastada, todo el pueblo lo


estaba. El equipo de fútbol no ha podido jugar desde que murió. Sabes
cuánto lo aman esos chicos. ¡Me encontré con Jenna y ella estaba diciendo
que los niños también están perdidos sin ti! Dios mío. Es tanto.

Me giro hacia mi madre, mi cuerpo tiembla un poco. Odio esto. Odio


esto más de lo que puedo decir. No sé quién es ella, y es absolutamente
surrealista e inquietante que me hable como si fuéramos amigas. Estoy
perdida en este mundo que no tiene sentido. ¿Cómo no puedo saber
quiénes son las personas? Personas que claramente se preocupan por mí.
Esta mujer recogió mi correo, así que debo tener algún tipo de amistad
con ella.

—Muchas gracias por hacer eso, Tessa. No sé lo que escuchaste sobre


la herida de Brielle, pero tiene un vacío en su memoria. Si ella…

—Oh, sí, lo escuché. Acabo de pensar en su regreso a casa… —Tessa


me mira—. Vivo en el departamento de al lado. Mi esposo, Nick, es el
supervisor del edificio. Si necesitas algo, por favor no dudes en
preguntar.

Las lágrimas pican en mis ojos, pero las contengo mientras asiento y
le ofrezco una pequeña sonrisa.

—Gracias. Siento, no…

—No te disculpes, Brie. Sólo debes saber que tienes personas aquí
que se preocupan y están cuidando de ti —La sinceridad en su voz alivia
un poco mi ansiedad.

—Te lo agradezco.

—Claro, para eso están los vecinos. Oye es… — Hace una pausa y
saluda a Spencer—. ¡Hola, Spencer!

—Tessa, me alegro de verte.


Miro hacia él.

—¿Tú la conoces?

—He estado en tu departamento —Él se ríe.

—Por supuesto. simplemente no… ya sabes, recuerdo.

Tessa suspira con fuerza.

—Siento haberte abordado en el estacionamiento. Estoy segura de


que tienes mucho que hacer. Solo quería que supieras lo contentos que
estamos todos de que estés en casa y estés bien. Bueno, menos lo de no
recordar.

—Gracias —digo. Puede que no tenga recuerdos de ella o de este


lugar, pero al menos hay alguien agradable aquí.

Miro hacia el edificio donde vivo, o donde todos dicen que vivo, y
espero a que suceda algo, lo que sea.

Los ladrillos ya no están esparcidos y recuerdo subir al cuarto piso,


cuando no había ventanas porque estaban rotas, y mirar las montañas a lo
lejos. Y muchas otras cosas nefastas de las que mi madre no tiene ni idea.

—¿Cuántas personas viven aquí?


Mi madre me frota la espalda.

—Hay ocho departamentos, dos en cada piso.

—¿Y yo vivo en uno?

—Sí, ¿recuerdas algo al respecto? —pregunta Spencer.

—Nada reciente, solo algo viejo.

Se ríe, probablemente sabiendo exactamente de lo que estoy hablando.


Yo estaba en el último año de la escuela secundaria y todos los chicos
estaban en casa para algún evento.

Decidieron tener una fiesta secreta, pero los escuché planeando, así
que reuní a algunos amigos, me estrellé, me emborraché increíblemente y
me quedé dormida sobre Spencer. Para su disgusto.

—Fue una buena fiesta.

Mi madre resopla.

—Ustedes siempre se estaban metiendo en problemas en ese


entonces, y de alguna manera, Brielle encontró una manera de
acompañarlos.
—Siempre estuve protegida —le digo. Ellos no pudieron evitar que
hiciera la mitad de las cosas tontas, pero siempre se aseguraron de que
tuviera una red de seguridad: ellos.

Spencer asiente.

—Así es.

—Bueno, ¿qué estás haciendo aquí, Spencer? —Mamá se vuelve con


una ceja levantada.

—Estoy ayudando a Brie, de mala gana.

—¿Ayudando? —Puedo escuchar la preocupación en su voz.

—Brielle necesita respuestas, todos las necesitamos, y la única forma


de obtenerlas es que su memoria regrese. Hablé con Holden y Cora, y
estuvieron de acuerdo en que ayudarla a rehacer su vida no es lo mismo
que nosotros simplemente volquemos información. Entonces, voy a
ayudarla a hacer eso.

Ahora eso me sorprende.

—¿Le preguntaste a Holden?

—Mencioné lo que estábamos haciendo y le pedí que interviniera si


pensaba que era una mala idea —dice como si fuera obvio—. Él es un
doctor.

—Sí, pero ¿no debería haber sido yo quien le preguntara?

Levanta una ceja.

—¿Tenías planes de hacerlo?

No, pero… podría haberlo hecho.

—No voy a ponerte en peligro, arruinar el caso o arruinar tu


recuperación.

Oh. Supongo que eso tiene sentido.

—Yo estoy preocupada —ofrece mi madre—. Tengo que volver


pronto a California y siento que te estoy abandonando. Yo solo… tengo
que volver a la tienda y otras cosas.

He estado tan absorta en todo lo demás que nunca pensé en


preguntarle sobre su vida durante los últimos tres años.

—No me vas a abandonar, mamá. Lo prometo —le digo—. Además,


necesito recordar, lo que significa dar un paseo por los últimos tres años
de mi vida. Debería ser capaz de manejar esto, ¿verdad? A menos, por
supuesto, que ustedes dos quieran decirme qué he estado haciendo.
Spencer habla antes que mi madre.

—Apesta, pero es la única manera. Lo resolveremos y haremos que


lo recuerdes cuando puedas.

—¿Y si es demasiado tarde? —pregunto.

Entiendo que lo que sea que esté en mi memoria bloqueada permitirá


a la policíaencontrar a un asesino y que la manipulación de mi memoria
dificultaría eso, pero no entiendo por qué decirme dónde se agrupan
afectaría eso…

—¿Demasiado tarde para qué? —mi madre pregunta.

—Todo. ¿Y si nunca me acuerdo? ¿Qué pasa si Spencer no es Sherlock


Holmes y no puede ayudarme a volver sobre nada? ¿Qué pasa si nunca
encuentro al asesino de Isaac y regresan para terminar el trabajo?

Sus ojos se abren como platos, pero Spencer da un paso adelante,


señala la esquina y pregunta,

—¿Ves ese auto?

—Sí.

—Ese es un amigo de Emmett. Era un Boina Verde que hizo cuatro


despliegues en Irak y Afganistán. Probablemente pueda matarnos con un
lápiz en su auto.

Yo jadeo.

—Eso no es tranquilizador.

—Lo es para mí.

Niego con la cabeza.

—No podrá vigilarme alguien en todo momento.

Levanta una ceja.

—¿Quieres hacer una apuesta? Emmett y yo contratamos a las


Fuerzas de seguridad de Cole para mantener la seguridad total tanto
para ti como para Addy hasta que atrapen al asesino de Isaac y
sepamos que no estás en riesgo. No tenemos idea de si la persona que
te atacó y mató a Isaac es una mujer o un hombre, a quién perseguían
realmente o por qué lo hicieron. Sí, estamos siendo un poco
sobreprotectores, pero te prometimos que estarías a salvo, y no me siento
mal por eso. De hecho, estoy bastante feliz, y creo que tu hermano
también lo estaría.

La feroz protección en su voz me hace retroceder un poco. Puedo ver


el estrés en sus ojos, y estaría mintiendo si dijera que no me siento un
poco más cómoda.
Los dedos de mi madre se acomodan alrededor de mi antebrazo.

—Saber eso me hace sentir mucho mejor acerca de irme.

Él asiente una vez.

—Nadie está dispuesto a perderte a ti también, Brielle.

—Lo sé.

Él fuerza una sonrisa y mira hacia el edificio.

—¿Qué tal si entramos y comenzamos?

Exhalo, los nervios me golpean de nuevo.

—De acuerdo.

Realmente espero descubrir que me gusta la persona detrás de la


puerta.
Capítulo Seis
Brielle
Estando aquí, mirando mis cosas, mi vida, la desolación es agobiante.

El departamento es todo de ladrillo a la vista y conductos, y mis


muebles son casi industriales, pero nunca me he considerado una chica
moderna. Son todas líneas limpias, y nada en el espacio se siente
personal. Entro en la cocina, mis dedos se deslizan a lo largo de la fría
encimera de cemento mientras observo los gabinetes de madera oscura.

Es hermoso. Incluso en su falta de calor.

—¿Cualquier cosa? —La voz de mi madre está llena de esperanza.

Cierro los ojos por un segundo, esperando que pase algo, pero no
pasa nada. No recuerdo haberme mudado o elegido el sofá, o la pintura
en la pared sobre la mesa de la entrada que adorna mi sala. Deambulo
hacia donde debe estar mi dormitorio, con la esperanza de que eso
pueda ayudar. Tal vez un recuerdo de Henry y yo o, demonios,
cualquier cosa.

Observo el espacio cuando paso por el baño antes de encontrar el


dormitorio. Hay una alfombra de felpa debajo de la cama con dosel muy
grande que tiene dos mesitas de noche. A la derecha está lo que supongo
que es un armario, y enfrente hay una cómoda. Camino allí primero.

Levanto un marco de vidrio con una foto mía cargando a una


pequeña bebé, y miro hacia donde Spencer y mi mamá se quedan en la
puerta.

—¿Esta es Elodie?

Mamá sonríe.

—Lo es.

No la recuerdo a ella ni a esta foto, pero es rubia, y en las líneas de su


nariz, veo a mi hermano.

—Ella va a ser hermosa —murmuro casi para mí misma.

—Ella es la mejor parte de Isaac y Addy.

—¿Cuántos años tiene ahora? —pregunto, rezando para que alguien


responda.

—Ella tiene ocho meses —dice Spencer sin dudarlo.

Vuelvo a colocar la foto y tomo la siguiente. Somos mi papá y yo unas


semanas antes de que muriera. Luego, detrás de eso está una de mí en la
graduación con mi hermano y los tres idiotas. Todos nos estamos riendo
de algo, Emmett está sosteniendo mi gorra por encima de mí, Isaac está
sonriendo tan ampliamente cuando la alcanza, y Holden en tiene sus
manos mi banda de honor. Y luego está Spencer. Su brazo está envuelto
alrededor de mi cintura, sosteniéndome mientras casi me caigo hacia
atrás, alcanzando mis artículos robados.

Miro hacia arriba para encontrarlo observándome.

—¿Qué?

—Recuerdo esto de todos modos, pero se siente como la primera vez


que veo esta foto —digo con una risa nerviosa.

Es extraño porque puedo escuchar a Isaac indicándole a Emmett que


la tiré, la risa profunda de Holden cuando comencé a caer un poco, y
luego la sensación de Spencer agarrándome. Tanto como la sensación de
que me tocaba, recuerdo la seguridad. El hecho de que nunca creí que
alguna vez golpearía el suelo porque él no me dejaría caer.

Extraño.

Por otro lado, está la foto de la boda de Isaac y Addison, pero nada
más. Nada de Henry, que, si estamos juntos, ¿por qué no tengo fotos?

Suena un teléfono y mamá busca en su bolso.

—Es la tienda —dice antes de pasar a la otra habitación.


Spencer camina hacia mí.

—¿Qué sientes?

Suspiro, bajando la foto.

—Estoy confundida. No conozco este lugar ni las cosas que hay en él.
No entiendo por qué, si todavía estoy con Henry, él no parece existir
aquí. Hizo que pareciera que me ama y que yo lo amo.

—Tal vez él te ama.

—¿Entonces por qué no está aquí? ¿Por qué me estás ayudando


cuando él no lo hace? Mejor aún, ¿por qué no se me ocurrió preguntarle?
—Hago una pausa—. Creo que ya no estoy con Henry y todos tenían
demasiado miedo de decírmelo. Quiero decir, ni siquiera se presentó al
funeral de mi hermano. Eres como el último hombre en el mundo que
estaría en una relación seria, y no harías eso.

Spencer se ríe.

—¿Cómo sabes que no estoy casado?

Se me corta el aliento.

—No lo sé. Oh Dios. ¿Estás casado?


—No.

Golpeo su brazo.

—Imbécil.

—Mira a tu alrededor, a ver si algo despierta un recuerdo. Iré a


esperar a que tu madre cuelgue el teléfono para que no te bombardee.
Solo sal cuando estés lista.

Puede que nunca esté lista. Me aprieta el hombro para


tranquilizarme antes demarcharse, dejándome con mis pensamientos.

Debe haber algo aquí que me ayude a resolver las cosas. Una caja de
cosas que guardé en un armario o ropa de él para decirme si todavía
estamos juntos.

Me dirijo allí primero y no veo nada que indique que Henry pasa
algún tiempo aquí. Encuentro una camisa vieja, calzoncillos y un par de
jeans, pero no son de la marca que usaba. Podrían ser suyos, pero los
pantalones son un poco más delgados de lo que es ahora. Sigo buscando,
finalmente encuentro una caja negra en la parte inferior.

Dirigiéndome a la cama con ella, la abro, esperanzada pero también


cautelosa. La caja contiene fotos de viejos tiempos, así que no debería
haber nada que no recuerde. Mi baile de graduación de la escuela
secundaria, al que fui con Jim Treviño. Más de los cuatro chicos antes de
un viaje de campamento y otra cuando todos fuimos de excursión.
Muchos recuerdos, cosas que ya sé.

Luego hay una de mí parada afuera de este departamento con los


brazos en alto, una gran sonrisa en mi rostro mientras Isaac lleva una caja
adentro. Eso es tan de él, estaría ayudando mientras yo tonteaba con
Addy tomando fotos. Le doy la vuelta a la foto y la encuentro con fecha
de hace dos años y medio.

Cavo más profundo y veo algo redondo en el fondo de la caja. Cuando


lo saco, veo una banda de puros. ¿Por qué diablos tendría una banda de
puros? En serio, estoy empezando a preguntarme si no los fumo.

Cuando me lo llevo a la nariz, inhalando profundamente, me


transporto de nuevo. Cierro los ojos y ese olor: roble, cuero, pimienta, café
y sabores a nuez subyacentes; llena mis sentidos. Ya no es solo el sabor,
puedo olerlo en su piel. Puedo sentir el calor de su boca mientras
nuestras lenguas se movían. El recuerdo se vuelve más fuerte, y me
hundo en él, recordando mis dedos presionados contra la piel de sus
mejillas. Ese sabor, sin embargo, lo deseaba tanto. Él estaba borracho.

Es un buen beso. No, es más que eso. Es un beso que claramente no


puedo olvidar.

Una parte de mí se aferra a él, deseando que la Brielle que recuerda


abra los ojos. Quiero conocer la cara del hombre que me besó como si no
pudiera respirar sin mis labios sobre los suyos. Trato de concentrarme en
algo, cualquier otra cosa.
—¿Brielle?

Salto de la cama y me vuelvo hacia la puerta.

—Mamá —Mi corazón está acelerado y mi respiración es un poco


más fuerte.

—¿Estás bien?

Me aclaro la garganta.

—Lo estoy. ¿Y tú?

Ella levanta el teléfono.

—Sí, pero necesito volver al hotel y encargarme de esto. Hubo un


problema en la tienda y necesito información de mi computadora
portátil. Spencer dijo que puede quedarse un rato y luego llevarte a cenar
a casa de Addy, ¿está bien?

—Sí, por supuesto.

—Está bien, planeamos pedir comida alrededor de las seis.

—Suena bien.
Ella me atrae para darme un abrazo.

—Lo estás haciendo mucho mejor de lo que crees —Mamá se inclina


hacia atrás, sus labios en una línea apretada—. Yo estaría en el suelo y
aquí estás tú, de pie, todo para tratar de ayudar a atrapar al asesino de tu
hermano.

—Isaac lo hubiera hecho por mí —le explico.

—Sí, lo habría hecho, pero no lo hace fácil.

Ese es el eufemismo del año. Asiento, y ella besa mi mejilla y se va. El


gran marco de Spencer llena la entrada. Dios, se ve tan caliente. Estoy
totalmente a favor de la barba, que está empezando a crecer de nuevo. Se
apoya contra el marco con los brazos cruzados y levanta la barbilla.

—¿Qué es eso?

—¿Qué?

Miro hacia abajo a la banda de puros envuelta alrededor de mi dedo.

—No sé de qué es ni por qué lo guardé, pero estaba en una caja de


fotos y cositas que he guardado a lo largo de los años. Volví a recordar
ese beso —confieso.

—¿Qué recordaste?
Le cuento la mayor parte, omitiendo la parte de que, quien quiera
que esté del otro lado, besa realmente bien; y él asiente.

—¿Puedo? —Su mano está extendida, y suavemente la pongo en su


palma.

—¿Conoces el puro? —pregunto.

Él niega con la cabeza.

—No soy muy aficionado a los puros.

—Isaac lo era.

—Me olvidé de eso hasta que lo dijiste. Siempre intentaba que


fumáramos. Como si nos hiciera distinguidos o algo así.

Me río.

—Lo cual ninguno de ustedes es.

—Holden es médico.

—Sí, pero también es el tipo que afeitó las cejas de Emmett antes de
que se fuera a un despliegue.
La risa profunda de Spencer llena el espacio.

—Dios, estaba tan enojado.

—¡Y una mierda que lo estaba! Salió con su unidad, sin cejas.

—No debería haberse quedado dormido primero.

Pongo los ojos en blanco.

—Ustedes son un desastre.

—Eso somos, o éramos. Ahora somos un tipo diferente de desastre.

—Un desastre es un desastre. Tú al menos eres un desastre sexy.

—¿Crees que soy sexy? —pregunta con una sonrisa.

—Sabes que lo eres —No tiene sentido negarlo. Vuelvo a la cama,


sentándome en el borde.

Los ojos de Spencer brillan con picardía.

—Tú también eres un desastre.


Me voy a quedar con ese comentario para siempre.

Ahora necesito pasar a un terreno más seguro.

—No se siente real para mí —le digo—. Incluso después del funeral,
realmente no puedo creer que se haya ido. Tal vez sea porque no sé nada
en este momento, pero es surrealista y no en el buen sentido.

Spencer se sienta a mi lado.

—A mí tampoco me parece real.

—Lo amaba tanto, ¿sabes?

—Sí, y él realmente te amaba. Siento que no te estoy diciendo nada


que no sepas, pero él habría hecho cualquier cosa por ti.

No, no me está diciendo nada que no sepa. Isaac fue el mejor


hermano que jamás existió. Claro, discutíamos aquí y allá, pero, sobre
todo, éramos mejores amigos.

—Si Addy se va, realmente no sé cómo voy a superar esto.

—Creo que tiene que hacerlo. Desde que lo perdió, se ha perdido a sí


misma. Si puede tomarse un descanso, recuperarse, puede ser lo mejor
para ella y Elodie.
—Egoístamente, quiero que se quede, pero estoy segura de que es lo
que debe hacer.

Enlaza sus dedos con los míos.

—Egoístamente, todos queremos cosas, pero hacer lo mejor para la


otra persona es lo que es el amor.

Sonrío un poco, mirándolo.

—¿Cómo ayudar a la hermana de tu mejor amigo a tratar de


recordar su vida?

Spencer fuerza sus labios en una sonrisa y luego se pone de pie.

—Como eso. Vamos, creo que deberíamos ir a casa de Addison y


luego hacer nuestro plan para la primera parte de esto.

—Oh, ¿hay partes?

—Sí, y no estoy seguro de que te vayan a gustar.

Gimo y murmuro mientras lo sigo.

—Vaya, ese parece ser el tema recurrente en mi vida.


Capítulo Siete
Brielle
Elodie está dormida en mis brazos mientras Addison camina por su
habitación, empacando una bolsa.

—¿Estás segura de que esto es lo que quieres? —pregunto, mirando a


la bebé.

Spencer terminó dejándome aquí y dirigiéndose al hotel para ayudar


a mi madre a empacar en su auto. Hubo un incendio en la tienda y ella
necesita ponerse en camino. Iba a irse pronto de todos modos, pero
todavía apesta.

—No. No estoy segura, pero sé que no puedo quedarme aquí ahora


—dice Addy, sacando una camisa del cajón.

—Entiendo. Todo está pasando tan rápido.

Addy me da una sonrisa triste.

—Lo sé. Pensé que tu mamá se quedaría al menos unos días más,
pero tiene que lidiar con el seguro.
—¿En serio no crees que el hecho de que su tienda se haya
incendiado esté relacionado con Isaac y conmigo? —pregunto.

—El investigador de ahí no parecía pensar eso. Dijo que parece ser
que fue la cafetera que estaba enchufada, no un incendio provocado.

—Simplemente raro —le digo, mirando a Elodie. Ella es tan


malditamente perfecta. Puede que no recuerde mucho, pero sé que ya la
amo—. Va a ser muy difícil perderte, Addy. ¿No hay nada que pueda
decir para hacerte cambiar de opinión?

Lo que comenzó como una o dos semanas ahora tiene un tiempo


abierto.

Se siente tan egoísta preguntar, pero Addison no solo es mi cuñada


sino también mi amiga. Últimamente no tengo muchos amigos.

—No he dormido en casi dos semanas, no puedo comer. Lloro todo el


maldito tiempo. Fui a dar un paseo con Elodie, solo para salir de la casa,
y me pararon ocho veces personas que querían contarme una historia
sobre Isaac y lo tristes que estaban. Y ni siquiera me hagas empezar con
las cartas y las llamadas.

Sus lágrimas hacen que se formen las mías.

—Lo siento mucho, Addy. Lo entiendo, y no debería haberte pedido


que te quedaras.
Ella viene hacia mí, manos enmarcando mi rostro.

—No llores. Por favor. Sólo te estoy diciendo el por qué creo que unas
semanas o tal vez un mes fuera de aquí me hará bien. Visitaré a Devney
y me dará un cambio de ritmo y la oportunidad de llorar sin que todo
el pueblo me mire.

Todo eso tiene sentido, pero desearía que no fuera necesario.

—Te amo, lo sabes, ¿verdad?

—Y yo te amo. Creo que también será bueno para ti, Brie.

—¿Qué mi hermana y mi sobrina se vayan?

Ella asiente.

—Estás lidiando con mucho, y no quiero agregarte presión.

—Tú no lo haces. Confía en mí. Tengo suficiente por mi cuenta.

Addison mira a Elodie y suspira.

—¿Sabes lo difícil que es no decirte todo lo que sé para que recuerdes


algunas cosas? Lo único que quiero es que nos des respuestas, y eso no es
posible. Tampoco es justo. Mi partida nos permitirá a todos algo de
tiempo para respirar un poco y, con suerte, sanar.

—Sé lo que dices, y lo entiendo. De verdad lo hago. Sólo estoy siendo


egoísta, supongo. Perdí a mi hermano, la creencia de que estaba con el
hombre correcto, mis recuerdos, la vida que estaba viviendo, y ahora te
vas. Lo único que tengo en este momento es este loco plan para volver a
caminar por mi vida.

Addy roza sus dedos contra la mejilla de Elodie.

—La única cosa que siempre te he envidiado es tu capacidad para


tomar una decisión y vivir de acuerdo con ella. Sé que te sientes perdida,
pero confía en tu instinto porque nunca he visto que te lleve por mal
camino.

Miro a los ojos azules de Addy, que están llenos de lágrimas no


derramadas.

—Te voy a extrañar.

Una lágrima cae.

—Yo también te voy a extrañar, pero no me iré por mucho tiempo.


No creo que pueda alejarme de Rose Canyon. Por difícil que sea estar
aquí, será igual de malo estar lejos. Isaac ha sido mi vida desde que tenía
diecisiete años. Yo… no sé si alguna vez realmente podré alejarme.

En un nivel, sabía que ella regresaría y esto no era permanente, pero


todavía no me siento mejor. Sin embargo, como dijo Spencer, no se trata
de lo que yo quiera, sino de lo que ella necesita.

—Espero que, cuando regreses, te sientas mejor.

—Y todo lo que yo quiero es que te mejores, y no solo para que


sepamos lo que pasó. Quiero que recuerdes porque antes de que todo se
torciera, eras feliz. Quiero que vuelvas a encontrar eso, así que, si algo o
alguien no te parece bien, trata de recordar lo que dije sobre tu instinto,
¿de acuerdo?

—Entonces, ¿supongo que no eres fan de Henry?

—Nunca lo fui.

—No, pero… en realidad no lo expresaste.

Addison se ríe sin humor.

—Ya tienes suficiente de eso con tu madre. No necesitaba agregar


combustible a ese fuego.

—Tengo la sensación de que no estamos juntos. Sigo preguntándome,


¿por qué seguiría aguantando esto? ¿Por qué no había ni rastro de él
en mi departamento? Si todavía estuviéramos saliendo, habría algo de él,
¿verdad?
Addison me pone una cara que básicamente responde a las
preguntas antes de encogerse de hombros.

—¿Querías encontrar algo suyo allí?

—Después de que él no vino al funeral… no.

Addy levanta una ceja.

—Tanto si lo son como si no lo son, y no estoy diciendo que lo sean…


o no lo sean. Estaba un poco sorprendida de que no estuviera allí.

—Él llamó —le digo.

—Oh, qué amable de su parte. ¿Supongo que no apareció en


absoluto?

—Obtuve mi nuevo número de teléfono y le envié un mensaje de


texto para que lo tuviera. Llamó de inmediato, pero yo estaba demasiado
emocionada para responder. Dejó un mensaje de voz diciendo que lo
sentía y que iba a venir tan pronto como pudiera. Luego me envió un
mensaje de texto diciéndome cuánto lo sentía y me dijo algunas tonterías
sobre un cliente que tenía que manejar y que por favor comprendiera,
que no volverá a ser así. Quiere que vaya a Portland y pase algún
tiempo con él. Es tan… no sé. Por ahora, no tengo muchas ganas de
responder.

Puedo ver en su cara que ella no está comprando nada de eso.


—Debes hacer lo que creas correcto. Sin mencionar que no eres
estúpida o un tapete.

—¿Cómo decido qué es lo correcto cuando me faltan todas las


herramientas para sopesar mis opciones?

Addison se sienta a mi lado, estirando las piernas.

—Creo que tienes que seguir tu instinto. En este momento, parece que
te está diciendo lo que debes hacer, así que depende de ti ser lo
suficientemente valiente como para escuchar. Pero, hazme un favor,
¿de acuerdo?

—Por supuesto.

—No hagas nada a menos que sea algo tú quieras hacer. Las últimas
dos semanas han sido una pesadilla para las dos y, a veces, es importante
tomarse un minuto y simplemente respirar y sanar. Además, antes de
tomar cualquier decisión sobre Henry, debes saber que lo que sea que
estés experimentando ahora probablemente sea cómo es o sería tu vida
con él. Ambas sabemos que no lo tolerarás.

Hay un tiempo que pasa mientras asimilo sus palabras, realmente


dejando que se asienten a nuestro alrededor antes de mirarla.

—Gracias. Además, gracias por no odiarme —digo. Ha sido una


preocupación mía, que Addison también me vea como un fracaso.
—¿Por qué demonios podría odiarte?

—No sé... toda la situación.

—Nunca te odiaría. Tú no hiciste esto, Brielle. No hay nadie más en el


mundo que haya amado a Isaac tanto como tú. Él también era tu héroe.

—Voy a llegar al fondo de esto —le digo con cada gramo de


sinceridad que tengo—. Por ti. Por Elodie. Por él.

—No dudo de ti.

Y con suerte, me encontraré en algún lugar del camino.

Spencer me acompaña hasta la puerta de mi departamento y mis


manos tiemblan todo el tiempo.

Soy fuerte. Puedo hacer esto. Solo tengo que pasar la primera noche,
y luego será fácil.

Esa es la nueva carga de mierda con la que me estoy alimentando.


—Estaba pensando que deberíamos hacer paracaidismo —dice
Spencer, sorprendiéndome.

—¿Qué?

—Deberíamos hacer algo estúpido.

—¿Y el paracaidismo es tu principal sugerencia?

Inclina la cabeza.

—Quizás bucear en acantilados.

Resoplo.

—Sí, eso salió muy bien la última vez.

Spencer sonríe.

—Sí, no escuchaste en absoluto cuando te dijimos que saltaras a la


izquierda.

Lo miro.

—¡Estaba como a mil pies de altura! No podía escuchar una mierda.


El viento soplaba, estaba jodidamente helado, y ustedes, idiotas, agitaban
sus manos en diferentes direcciones. Tuve que adivinar.

—Adivinaste mal.

Oh, lo odio.

—Puedes decir esto con ligereza ahora, pero si mal no recuerdo,


estabasperdiendo la cabeza cuando salí a tomar aire.

Era un maniático, en realidad. Spencer le estaba gritando a Holden,


que estaba arriba conmigo. Pensé que lo iba a matar. Irónicamente, mi
hermano es quien lo calmó después de que quedó muy claro que yo
estaba bien.

Un poco magullada, sobre todo avergonzada. Odiaba parecer


estúpida y joven frente a los chicos.

—Joder, sí, lo estaba. Podrías haberte lastimado.

—De ahí la emoción.

—¿Estas mejor? —pregunta, cambiando de tema.

—¿Qué?

—Tenías miedo. ¿Estás mejor ahora?


Lo miro.

—Estaba… me estabas distrayendo.

Él se ríe.

—He pasado una buena parte de mi vida perfeccionando la


habilidad. Soy bastante bueno en eso.

—Lo que sea.

Spencer lanza su brazo alrededor de mis hombros.

—¿Qué es lo que más te preocupa?

—Voy a estar sola y ¿y si alguien me quiere muerta?

—Estás a salvo, Brielle. Te lo prometo.

Es fácil para él decirlo. No conozco a nadie en este edificio o qué


diablos se supone que debo hacer sola. Es como la primera noche que
pasé en la universidad. Me senté en esa habitación y lloré durante dos
horas. Estaba aterrorizada de estar sola y en un lugar extraño. Ahora,
estoy lidiando con una versión de nostalgia, pero porque no recuerdo
nada de esto.
—¿Cómo sé eso? —le pregunto.

—Porque hay un tipo de seguridad en su auto en el frente, otro en la


parte de atrás, y Emmett estará aquí en aproximadamente una hora.

—¿Él vendrá aquí?

—Emmett se está quedando en el departamento justo enfrente del


tuyo.

Mis ojos se abren.

—¿Qué? ¿Él también vive aquí?

—Lo hace ahora.

No sé qué decir, así que termino mirándolo boquiabierta.

—¿Cuándo se mudó?

—El día de ayer.

—¿Por qué?
—Porque no tenemos idea de quién mató a tu hermano y trató de
matarte. Así que el departamento ahora está subarrendado a su
equipo de seguridad. Entonces, si tienes miedo o necesitas algo, tienes
gente aquí. Son uno de los mejores equipos de seguridad del país. He
hecho amigos durante mi carrera y ninguno de nosotros quiere correr
riesgos.

—No sé si eso me hace sentir peor o mejor.

—De cualquier manera, solo están aquí para mantenerte a salvo.


Probablemente ni siquiera los notarías si no te lo hubiera dicho.

Ahora está insultando mi inteligencia.

—Por favor. Definitivamente me daría cuenta de un montón de tipos


corpulentos con aspecto militar caminando por Rose Canyon. No es que
estemos llenos de gente nueva en esta ciudad.

Él sonríe.

—Excepto que ya no sabes quién vive aquí. No tienes recuerdos de


los últimos tres años.

—Un asco.

Spencer se encoge de hombros.


—Te dije esto para aliviar tus preocupaciones sobre quedarte aquí
esta noche.

—No estoy preocupada —Es una mentira total.

—Seguro que no lo estás.

Realmente lo odio a veces. Sintiendo que necesito probarme a mí


misma, cruzo los brazos sobre mi pecho y resoplo.

—Voy a entrar ahora. ¿Te veré mañana?

Él asiente con una sonrisa.

—Sí. Además, si necesitas algo o simplemente quieres compañía,


llámanos.

Lo último en el mundo que planeo hacer es llamar a uno de ellos.

—Gracias. Te veré alrededor de las ocho.

—Duerme bien, Brie.

—Gracias.

Hay muy pocas posibilidades de eso.


Me dirijo adentro, y tan pronto como la puerta hace clic, la soledad y
el miedo me inundan. Estoy sola por primera vez desde que desperté en
el hospital. En mi casa, pero no se siente como un hogar. Pienso en lo que
Addison y mi madre dicen sobre mi fuerza. Si bien no me siento muy
fuerte, todos parecen pensar que esta es una cualidad que poseo, así que
también puedo actuar como tal.

Me dirijo al baño principal y reviso los cajones. Lo tengo todo


perfectamente organizado, cosa que no me sorprende. De nuevo, busco
una señal o una pista sobre mi vida. No hay colonia ni jabón para
hombres. Nada que indique que otra persona se queda aquí.

Justo cuando estoy a punto de rendirme, encuentro una caja de


condones debajo del fregadero. La caja está abierta y solo hay dos dentro.
Entonces, claramente estoy teniendo sexo o repartiendo condones, lo
cual, como trabajadora social, podría ser cierto.

Lo único que me parece extraño es que la marca no es una que


usábamos Henry y yo. No es que signifique mucho porque tampoco
estoy usando el mismo desodorante que solía usar. Aun así, es una cosa
más en la que pensar.

Estoy abrumada y agotada. Ya no tengo ganas de ser una espía en mi


casa, abandono mi búsqueda, vuelvo a mi habitación y tomo una camisa
demasiado grande de mi cajón. Luego me dirijo a la cocina para tomar
un vaso de agua. Ojalá fuera vino, pero no se me permite beber alcohol
durante unas semanas. Hay una pila de correo en el mostrador, y hago
una nota mental para revisarlo mañana. Estoy rodeando el mostrador de
la isla en la cocina cuando hay un fuerte golpe en mi puerta. Dejo caer el
vaso, gritando en voz alta cuando el vidrio se rompe a mí alrededor.

En el lapso de lo que parecen dos segundos, mi puerta se abre y


Emmett, Spencer y Henry irrumpen en mi departamento.

No sé en qué momento me agaché y me hice una bola apretada con


mis brazos alrededor de mis rodillas, o cuando comencé a temblar, pero
cuando miro hacia arriba, los tres chicos me miran con preocupación en
sus ojos.

Spencer extiende su mano primero.

—Estás bien, Brie. Estás segura.

Mi cuerpo está tenso y no puedo moverme porque el miedo todavía


me domina. El sonido fue tan fuerte y repentino que pensé… Dios, no sé,
que era un arma.

Él baja hasta que está mirando directamente a mis ojos abiertos y sin
pestañear.

—¿Puedes ponerte de pie para que pueda alejarte del vidrio?

—Puedo… —Henry habla, pero Spencer se vuelve hacia él, y lo que


sea que iba a decir no lo dice.

Spencer baja la cabeza por un segundo antes de volver a mí.


—Te llevaré al sofá para que no te lastimes, ¿de acuerdo?

Quiero hablar, decirle que estoy bien, pero no puedo. Las lágrimas se
acumulan, pero espera a que asienta con la cabeza antes de levantarme en
sus brazos como si no pesara nada. Envuelvo los míos alrededor de su
cuello, permitiéndole acunarme contra su pecho mientras me lleva al
sofá.

Emmett comienza a recoger los fragmentos de vidrio por todo el


piso.

Spencer me acomoda en el sofá y luego se gira hacia Henry.

—¿Golpeaste la puerta?

—Ella no respondió la primera vez.

—Entonces, ¿pensaste que deberías llamar más fuerte? ¿Sabiendo


todo el infierno por el que está pasando? —La rabia de Spencer es
palpable.

—¡Estaba preocupado por eso! No respondió a mis mensajes de texto,


llamadas, ni respondió a mis mensajes de voz. Y luego llego aquí y ella no
abre la puerta. Sí, llamé más fuerte y estaba listo para patear si eso
significaba llegar a ella.
Spencer se acerca a él.

—Eres un idiota. Ya hemos hecho todo lo posible para asegurarnos de


que Brielle esté a salvo. Su familia y amigos han manejado las cosas
mientras tú hacías, ¿qué? Oh, es cierto. Nada.

Las manos de Henry se aprietan en puños apretados.

—Tranquilo, hombre —dice Emmett mientras se interpone entre


ellos—. Nada de esto es lo que Brie necesita. Cálmate y respira. Todo
está bien.

Quiero calmarme, pero siento que voy a vomitar. Spencer se pasa las
manos por el cabello.

—Necesito un minuto.

Emmett asiente.

—Ve, ella está a salvo.

Él sale y mi ansiedad aumenta de nuevo. Con una intensidad que


no entiendo, quiero que se quede. Es suficiente para empezar a sacarme
de la niebla del pánico. ¿Por qué quiero que Spencer esté aquí cuando
Emmett y mi novio impostor están?

Antes de que pueda pensar demasiado, Henry se sienta a mi lado.


—Siento haberte asustado.

Fuerzo el aire de mis pulmones.

—Está bien. Estoy cansada y abrumada. Han sido unos días difíciles,
lo sabrías si hubieras estado aquí.

Henry se estremece un poco, y realmente no me importa.

—Por eso vine.

—¿A hacer qué?

—Disculparme,

Emmett se aclara la garganta.

—Bien, les daré unos minutos a solas. Voy a volver al otro lado del
pasillo. Si necesitas algo, solo grita.

—Gracias, Em —digo, y él me guiña un ojo.

—¿Por qué está al otro lado del pasillo?


Suspiro pesadamente, no queriendo explicarle nada de esto.

—No importa. ¿Por qué viniste esta noche? No respondí tus mensajes
porque estaba enfadada. Podrías haber esperado a que te enviara un
mensaje de texto.

—Porque necesitaba verte. Me preocupé cuando no contestabas tu


teléfono.

—Realmente no quería hablar. No estabas aquí cuando enterraron a


mi hermano, Henry. Fue entonces cuando necesité a alguien con quien
hablar, alguien que me ofreciera su apoyo.

Al menos parece avergonzado.

—Sí, y sé que te fallé.

—Pero esa es la cuestión. No sé si realmente lo hiciste.

—¿Qué significa eso?

Jesús. Realmente no quiero entrar en esto ahora, no quiero hablar con


él sobre todas las cosas que mi instinto me está gritando, pero dejar que
esto continúe por más tiempo es inaceptable. Si él y yo todavía estamos
juntos, bueno, él necesita saber que no es lo que quiero. Así que, si esto es
lo que necesitaba para finalmente dejarlo: ser golpeada, literalmente en la
cabeza, entonces que así sea. Soy lo suficientemente inteligente como
para alejarme antes de pasar más tiempo con él.
Este tipo de relación no está bien, y merezco más.

—Sé que se supone que no debes decirme nada sobre los últimos
años, pero sigo sintiendo que esto no es real. Nosotros. No creo que
estemos juntos, pero si lo estamos, no estoy segura de que debamos
estarlo.

Los labios de Henry se separan.

—¿Qué te hace decir eso? ¿Porque tenía que trabajar?

—No, no porque tuvieras que trabajar. Porque no hay fotos de


nosotros en ninguna parte, nada de tu ropa está aquí, y no puedo
encontrar una sola cosa que me haga pensar que todavía eras parte de
mi vida. Lo último que recuerdo de nosotros es que no estaba feliz y
quería terminar las cosas.

Se levanta y comienza a caminar. Algo que siempre hacía cuando


intentaba pensar en algo que me hiciera cambiar de opinión.

—Nosotros terminamos.

Finalmente. Finalmente, la verdad.

—¿Es por eso que mi mamá no te llamó de inmediato?


El asiente.

—Sí, hubiera estado en el hospital inmediatamente. Nunca dejé de


amarte, Brie. Ni por un solo momento. Entonces, cuando me contó lo que
pasó, esperaba, Dios, esperaba que tal vez esta fuera nuestra segunda
oportunidad. Que podría demostrarte que soy el tipo con el que quieres
estar.

No estoy segura de cómo pensó que usar esto para manipularme era
una buena idea.

—Entonces, ¿mentiste?

—Sí, pero no me gustaba la idea. Tu mamá me dijo que necesitaba


ocultarte cosas, así que lo hice. Mentí porque era lo que tú recordabas y
yo esperaba que fuera porque era lo que querías.

Una parte de mí lo entiende. Aquí había una oportunidad de


reescribir nuestra historia, pero el tema es que íbamos a terminar aquí de
todos modos.

—No sé cómo fueron las cosas antes, pero sé que quiero mucho más
que esto. Quiero a alguien que esté a mi lado, especialmente en los
momentos difíciles.

—Mi trabajo exige que me ocupe de ciertos clientes. Cuando las cosas
surgen, no puedo simplemente irme.
—Lo entiendo. Lo hago, pero no soy cosa y la muerte de mi hermano
no fue mínima, especialmente no para mí. Necesito poder confiar en el
hombre que amo, y si querías que esta fuera nuestra segunda
oportunidad, ya me fallaste.

—Puedo hacerlo mejor.

—Sí, creo que ambos podemos —Pero no de esta manera.

Puedo encontrar a alguien más. Puedo amar a alguien que estará a


mi lado. Henry no es ese hombre, y no reconocerlo porque estoy
desesperada por tener una parte de mi antigua vida no es algo que esté
dispuesta a hacer.

Henry mira hacia otro lado.

—Siempre fuiste la única para mí, Brie. Desearía serlo para ti.

Tomo su mano en la mía.

—Cuando te vi por primera vez en el hospital, me sentí muy aliviada.


Sobre todo, porque eras algo que recordaba y que estuvieras allí me dio
una constante. Solo que, incluso entonces, sabía que eso no era cierto. Sí,
tú y yo éramos felices al principio, pero en algún momento del camino,
perdimos eso. Nuestros objetivos cambiaron, y creo que crecimos y nos
separamos al mismo tiempo. Tú eras el sueño, Henry. Creo que nuestras
realidades son demasiado diferentes. Te mereces una mujer que esté
dispuesta a mudarse a Portland contigo, y yo merezco a alguien que me
ponga primero. Sin embargo, realmente espero que encuentres a alguien.
Espero que ella te haga feliz y que tú puedas hacer lo mismo por ella.
Quiero que tengas la vida más increíble y realmente espero que
podamos ser amigos.

Él deja escapar una risa suave.

—Puede que no recuerdes la forma en que nos separamos, pero es


increíblemente similar.

—¿Lo es?

El asiente.

—Me deseaste amor y felicidad y luego me devolviste esa llave con la


cinta roja.

Parpadeo un par de veces.

—Te dije que habría otro corazón que abriría.

Lo recuerdo. Recuerdo haberlo dicho con lágrimas corriendo por mi


rostro porque realmente era el final. Yo lo amaba y no quería lastimarlo,
pero no podía continuar.

—Lo hiciste.
—Yo estaba triste.

—Yo también.

Es gracioso que vuelva a sentir lo mismo.

—Era lo correcto para nosotros, ¿no?

Se encoge de hombros.

—No lo sé. Tal vez lo fue porque aquí estamos de nuevo, e incluso
con una memoria defectuosa, sabías que yo no era el indicado para ti.

Mis labios forman una sonrisa triste.

—Ojalá las cosas hubieran sido diferentes.

—Creo que estoy destinado a estar solo —dice con una sonrisa—.
Estoy casado con mi trabajo y, si fuera honesto, sería injusto pedirle a
cualquier mujer que lo aguante.

—Creo que la mujer adecuada hará que estés dispuesto a renunciar a


cualquier cosa por ella. Simplemente no soy esa chica. ¿Crees que
podemos vernos, como amigos? Estoy trabajando con Spencer para
volver sobre mi vida, y estoy segura de que me vendría bien tu ayuda.
Él sonríe suavemente.

—Por supuesto. Pase lo que pase, sigo queriendo lo mejor para ti.
Además, te he extrañado.

—Estoy segura de que yo también te he extrañado. Sé que cuando te


vi en el hospital, estaba tan feliz de ver tu cara.

—¿Siempre tendremos amnesia?

Ambos nos reímos.

—Siempre tendremos al menos eso. Vamos, te acompañaré afuera.

En la puerta, nos abrazamos y una parte de mí se relajó un poco,


como si una pieza del rompecabezas encajara en su lugar. Cuando la
abro, Emmett y Spencer están allí, y Henry les da una palmada en la
barbilla a ambos antes de dirigirse al pasillo.

—¿Qué sucedió? —Emmett pregunta primero.

—Le dije que no quería estar con él, y al hacerlo, recordé que
rompimos.

—¿Lo hiciste? —pregunta Spencer.


Apoyo mi hombro contra el marco y asiento.

—Sí, también fue cuando le devolví su llave con la cinta —Dejo


escapar un pesado suspiro—. Me voy a la cama. El día de hoy me ha
agotado y estoy a punto de perder la cabeza. Buenas noches.

Con eso, entro a mi departamento, cierro la puerta y me preparo para


descubrir todos mis secretos.
Capítulo Ocho
Brielle
Por primera vez desde que todo mi mundo se derrumbó, duermo sin
sueños. Nada me persigue, y me gusta. Al menos, lo necesitaba más que
nada porque hoy empieza el trabajo.

Me ducho y me encanta el aroma de la nueva marca de champú


que aparentemente uso, que no es una marca que pueda comprar en la
farmacia. Después de vestirme, me siento en mi escritorio, hurgando en
los cajones en busca de un cuaderno o algo que pueda darme una pista
sobre los últimos tres años. Todo lo que encuentro son los típicos billetes
y algunas tarjetas de cumpleaños.

Sonrío cuando veo la de Holden, Emmett y Spencer. Desde que era


una niña, siempre le han dado mucha importancia a mi cumpleaños.
Principalmente porque era la persona más molesta del mundo cuando
nos acercábamos a la fecha, pero aun sí pensé que era dulce.

Mi teléfono suena y miro la pantalla antes de contestar.

—Hola mamá.

—Hola, Brielle. ¿Cómo estás esta mañana?


Voy a la cocina y tomo una botella de agua. Le informo sobre el
recuerdo clave, Henry y todas las demás cosas mundanas. Empiezo a
preguntarle por la tienda, pero me interrumpe antes de que pueda.

—¿Cuáles son tus planes para hoy?

—Spencer me va a recoger para que podamos ir a Portland.

—¿Estás segura de que estás lista para eso?

Puedo sentir la censura a través del teléfono.

—Sí, e incluso si no fuera así, iría de todos modos. ¿Cómo están las
cosas en la tienda? ¿Algo de la compañía de seguros?

Mi madre solo tiene tres grandes amores en su vida: sus hijos, mi


padre y su tienda de arte. Ha perdido a mi hermano, a mi padre y casi me
pierde a mí, y no sé si aguantará otra.

—Hablé con el ajustador de seguros, y él presentará el reclamo hoy,


así que sabré lo que estará cubierto. Mientras tanto, tengo aquí a la gente
de mitigación del agua, y Bruno está tratando de salvar lo que puede.
Simplemente no puedo darme el lujo de perderlo todo.

—Estoy segura de que serás capaz de reconstruirla —Trato de


tranquilizarla.
—Eso espero. Puse mucho en esto durante los últimos cinco años.
Vender botellas de vino reutilizadas no es fácil, pero hemos hecho mucho
para que cada pieza sea única. No puedo replicar lo que hemos perdido.

Conozco ese sentimiento.

—Tal vez no puedas reemplazarlas, pero puedes hacer algo aún


mejor.

Mamá suspira.

—Sí, pero también odio tener que lidiar con esto cuando debería
estar allí contigo.

Ella olvida que se habría ido en cuatro días, así que no es como si
hubiera planeado quedarse mucho más tiempo de todos modos.

—Está bien, de verdad. Además, tengo a Addy aquí hasta el final de


la semana, y Spencer y yo trabajaremos en mi pasado. Si te necesitara
aquí, te lo diría.

—Sí, claro —Mamá se ríe.

—Está bien, normalmente no lo haría, pero esta vez, lo haría.

Hay un golpe en mi puerta, y salto.


—Me tengo que ir, mamá. Spencer está aquí.

—Ten cuidado, Brie. Te quiero muchísimo.

—Yo también te quiero.

—Llámame esta noche y cuéntame cómo te fue.

—Lo haré. Te amo.

Colgamos y corro hacia la puerta, lista para ver a Spencer.

—Hola.

Él sonríe.

—Hola, te ves feliz.

—Dormí muy bien.

—Bien.

Extiende un sándwich de desayuno, que tomo alegremente.

—Eres un salvavidas.
—Es solo el desayuno.

—Sí, pero… no tengo nada que no tenga que cocinar, y me muero de


hambre.

—Bueno, todos sabemos que tú y la cocina no son compatibles.

Pongo los ojos en blanco.

—Prendes fuego a la estufa una vez y te etiquetan como un peligro.

Una ceja se levanta.

—¿Una vez? Prueba cuatro.

—No tengo ningún recuerdo de eso —le digo con una sonrisa.
Definitivamente las recuerdo todas, pero esto de la memoria podría jugar
a mi favor al menos una vez.

Spencer se ríe.

—¿Estás lista o quieres comer primero?

—Yo estaba pensando…


—Nunca es una buena señal.

Lo ignoro y continúo.

—Creo que deberías revisar el departamento conmigo. Hay pistas


aquí, todos lo sabemos, pero soy demasiado emocional para ver las cosas
como tú lo haces.

—¿Y cómo es eso?

—Como si todo fuera un rompecabezas que necesitas armar para


ver la imagen completa. Necesito que me ayudes a encontrar las piezas,
y veré si puedo ensamblarlas. Eres como el Yoda de los reporteros, y las
cosas que descubriste estaban tan fuera de lugar que nadie más las vio.
Tal vez haya algo aquí que apunte a lo que pasó que yo pasaría por alto,
pero tú no.

Spencer asiente.

—¿Y si no hay nada aquí?

—Bueno... —Me inquieto, considerando mi próximo comentario


cuidadosamente antes de decir—. Entonces tal vez puedas ayudarme a
descubrir a quién estaba viendo antes —Hago un gesto hacia mi cabeza y
miro hacia otro lado.

—¿Qué te hace pensar que estabas viendo a alguien? —él pregunta.


—Por lo del cigarro y luego, debajo del lavabo de mi baño, encontré
una caja de… —Espero que no me haga decirlo porque sería mortificante.

—¿Una caja de? ¿Tampones? ¿Almohadillas? ¿Qué?

A veces lo odio. Gruño.

—Condones. Y está abierto y faltan algunos.

Se ríe y luego gira la cabeza.

—¡Eres un idiota! ¡Sabías lo que estaba tratando de no decir! —lo


regaño

—Tenía una suposición, pero fue muy divertido verte tratar de no


ponerte roja como una remolacha. Valiente esfuerzo de tu parte.

En serio, ¿por qué me gusta este hombre? No tiene sentido. Está bien,
lo tiene. Es increíblemente atractivo, confiado y domina cualquier
habitación en la que entra. Spencer puede mirarte, ver más que nadie y
nunca juzgar.

—De todos modos, son solo algunas cosas aquí y allá que me hacen
preguntarme si hay alguien, aunque sea casualmente.

Spencer agarra su libreta de bolsillo y escribe algo.


—¿Que estas escribiendo? —pregunto.

—Estoy tomando notas de las cosas que mencionas o haces, lo que


probablemente haré con frecuencia. Creo que deberías hacer lo mismo.
Incluso si crees que algo es irrelevante, debes escribirlo porque en
realidad podría ser importante. Luego, cuando estemos de acuerdo en
que es el momento, compararemos notas y veremos qué encontramos,
¿de acuerdo?

—¿Quieres que escriba notas sobre una caja de condones? —pregunto


con una ceja levantada.

—Ha. Ha. No, quiero que escribas las cosas que ves, recuerdas,
piensas. Cuanta más información tengamos que repasar, mejor.

—Tú eres el experto.

Él sonríe.

—Sí, lo soy.

—Bien, pero debes saber que parece que estoy desarrollando


problemas de confianza. Todo el mundo me está ocultando información.
Antes de que haga algo molesto y señale que también acepté este curso
de acción, me gustaría decir que lo odio y que es abrumador.
Él se acerca.

—Lo entiendo. Soy una persona naturalmente desconfiada. En mi


trabajo, tengo que asumir que todo es mentira. Pero si queremos que esto
funcione, tenemos que confiar el uno en el otro. Te prometo que no te
mentiré, Brielle. Nunca lo he hecho.

Mi corazón se acelera un poco por su cercanía.

—Lo sé, por eso te pedí ayuda.

Me atrae hacia sus fuertes brazos y cierro los ojos, escuchando los
latidos de su corazón.

—Me siento honrado de que lo hayas hecho. Incluso si eso significa


que te seguiré durante unas semanas.

Miro hacia esos ojos verdes que conozco tan bien.

—¿Crees que tomará tanto tiempo?

—Podría.

Me siento horrible Tiene cosas mucho más importantes que hacer que
volver sobre mi vida.
—Lo siento.

—¿Por qué?

Me encojo de hombros.

—Ser un dolor en tu culo, otra vez.

—¿Otra vez? Nunca te detuviste —Spencer guiña un ojo—. Vamos,


vayamos a Portland antes de que pierda la luz del día y regresemos al
principio —Él se inclina hacia abajo, besando la parte superior de mi
cabeza.

Doy un paso atrás, girándome para cubrir el rubor en mi rostro que


siempre aparece cada vez que él hace algo, aunque sea remotamente
cariñoso.

—Vamos… la verdad espera.

—Veamos los hechos —Spencer y yo estamos sentados bajo uno de


los árboles en el campus de mi universidad. Era el primer lugar al que
quería ir porque recuerdo estar sentada en este mismo lugar el día de mi
graduación, hablando con Isaac y Addy sobre lo que quería.
Incluso ese día, estaba segura de que no quería ir a Portland con
Henry y que Rose Canyon era mi lugar.

Inclino mi rostro hacia el sol, dejando que el calor de los rayos de


media mañana penetren en mi piel.

—¿Podemos dejar de hablar de todo por un minuto? —pregunto.

Mi frustración por mi falta de memoria hace que mi cabeza palpite.


Nada nuevo. Nada emocionante. Solo recuerdos de la universidad, que
no perdí.

—No. Estamos trabajando.

Mi cabello roza mis brazos cuando me giro hacia él.

—No te diviertes.

—Me divierto.

—No, no lo haces o al menos, no lo hiciste.

—Como no conoces realmente mi nivel actual de diversión, no


puedes asegurarlo.

Abro los ojos y saco la lengua.


—¿Ves?, no es divertido.

Él suspira.

—¿Te gustaría que te ilumine en mis muchos niveles de diversión?

—El hecho de que te hayas ofrecido a iluminarme sobre tus niveles


de diversión me dice todo. No tienes ninguno.

Se desplaza hacia adelante.

—Tengo muchos niveles.

Él tiene muchos niveles de algo en este momento. Me reafirmo en eso,


porque él tiene cero niveles de deseo cuando se trata de mí.

—Dilo.

—Yo… —Se detiene, mirando el patio—. Mierda. Supongo que no


tengo ninguno.

Me río y me acuesto.

—¿Lo ves?, Spencer Cross sin gracia. Siempre serio y siempre


rompiendo corazones.
—Puedes poner eso en mi biografía.

Giro la cabeza, entrecerrando los ojos para ver su rostro.

—Al menos sería cierto.

—La verdad también está aquí.

Supongo que tiene razón. Simplemente me siento derrotada. No es


que realmente pensara que llegaríamos a Portland y de repente mi vida
entera volvería, pero esperaba que así fuera. Quería volver a lo familiar
y encontrar consuelo en lo desconocido.

—Aquí está la verdad… no recuerdo nada nuevo. Ahí. Eso es todo.

—Entonces no tenemos tiempo para quedarnos sentados. Tenemos


que seguir adelante y seguir trabajando, no tumbarnos en el césped.

Me siento, mi actitud defensiva estalla.

—¿Qué te gustaría que hiciera? ¿Contarte alguna idiotez que de


repente recuerde? Oh, ahora lo tengo. Después de ir a tomar un café,
estaba caminando por la calle y me encontré con alguien. Era alto, pero lo
gracioso, es que no puedo recordar su nombre, o su apariencia. Tal vez
prefieras escuchar la historia de cuando vine a ver a Henry para romper
con él. Nuevamente, ningún detalle porque no tengo nada más que lo
que te dije.

—Brie.

—No, quieres un recuerdo, te lo inventaré.

Spencer me interrumpe.

—Detente. No te estoy pidiendo que hagas eso. Solo quiero ayudarte


a recordar.

—Yo también quiero eso —confieso—. Lo quiero mucho más de lo


que nadie podría imaginar, tratando de no estar resentida con todos los
que se niegan a decirme algo.

—Y si te lo contamos todo, ¿lo creerías? ¿Eso lo haría más fácil o


simplemente terminarías más confundida y frustrada? Si te dijera que
renunciaste a tu trabajo dos días antes del incidente y decidiste unirte al
circo como artista de globos. ¿Qué dirías?

Mi mandíbula cae, pero luego me burlo.

—Que estás loco.

—¿Pero por qué? Te diríamos que es verdad.


Niego con la cabeza.

—Nunca lo haría.

—¿No lo harías? ¿Cómo lo sabes? No tienes ningún recuerdo de la


persona que fuiste en los últimos tres años. Por eso es imperativo que no
te digamos quién eras. O recordarás o crearás una nueva vida.

Spencer deja su cuaderno.

—Brielle, sé más que nadie cuan fugaces son las cosas. Sé lo que es
perderlo todo. Sé lo que es ser dejado atrás y olvidado.

Y lo hace. Cuando era niño, su madre lo dejaba en nuestra casa, le


prometía que volvería a la mañana siguiente y luego se negaba a
aparecer. Spencer escuchaba a mi madre por teléfono, rogándole que no
lo hiciera, pero nada de lo que decía importaba. Aunque intentaba
ocultarlo, yo veía lo triste que lo ponía, y siempre quería animarlo. Su
madre entraba y salía de su vida, solo aparecía cuando le convenía.
Cuando ser madre ya no era algo que le interesara, dejaba a Spencer al
cuidado de mi madre y mi padre.

—Nunca fuiste olvidado.

—Fue hace mucho tiempo —dice con desdén—. Estaba haciendo un


punto.

Ese puede ser el caso, pero no lo dejaré ir tan fácilmente.


—Spencer —Espero hasta que me mira—. Nunca fuiste olvidado. No
por las personas que te amaban.

—Ya lo sé.

—No por mí —le digo en voz baja.

Sus ojos encuentran los míos, y la forma en que me mira hace que
se me seque la garganta. Juraría que quiere besarme, lo cual es una locura
porque Spencer no me mira de esa manera y nunca nos hemos besado...
bueno, no así.

Se aclara la garganta, rompiendo el hechizo.

—Tu familia me salvó, y haré cualquier cosa por ustedes.

Acomodo un mechón de cabello detrás de mi oreja.

—Lo apreciamos.

Spencer se levanta y extiende su mano hacia mí.

—Vamos, vayamos a los departamentos en los que vivías al otro lado


de la ciudad. Nunca sabemos lo que podemos encontrar.
Capítulo Nueve
Brielle
Absolutamente nada. Eso fue lo que encontramos hoy. Estoy
agotada por todo esto. Como mi equipo de protección estaba en
medio de un intercambio cuando regresé, le dije a Emmett que se
quedara, lo que me llevó a llamar a Holden. Ahora, la pandilla está
aquí, sin mi hermano.

—¿Viste a Addy? —Holden le pregunta a Emmett.

—Sí, estuve allí cargando el remolque para ella.

Holden suspira —Hoy le pregunté cuándo volvería, me dijo que


no sabía. Realmente pensé que cambiaría de opinión y se quedaría.

—Y nosotros deseamos que te quedes —contesta Spencer.

Holden es un destacado médico de Los Ángeles. Se mudó allí justo


después de la universidad y solo viene a Rose Canyon de vez en
cuando para visitar a su tía, el único miembro de su familia que le
queda. Es dueño de la clínica de la ciudad que maneja la mayor parte
de nuestra atención médica, pero contrató personal para que la
dirigiera. Cuando le contaron lo que nos pasó a Isaac y a mí, vino a
casa esa noche y ha estado supervisando mi caso desde entonces.
—Tengo que volver a mis casos.

—Y tienes que evitar a tu ex esposa —dice Emmett con una


sonrisa.

Él y Jenna eran la pareja. Rivalizaban con Addison e Isaac en todos


los sentidos. Jenna es impresionante y ridículamente inteligente. Inició
una organización sin fines de lucro que ayuda a miles de niños en
Oregón. Ella y Holden se casaron en su segundo año de universidad y
solicitaron el divorcio antes de que Holden comenzara la escuela de
medicina.

—Jenna y yo no tenemos problemas para estar en la misma


habitación.

Spencer resopla.
—Sí, porque sucede muy a menudo.

—¿Y qué hay de ti? —Holden le devuelve la pregunta—. ¿Cómo es


tu vida amorosa? ¿Sigue en existencia el modelo número cuarenta o
pasaste al siguiente?

—Mi vida amorosa está bien —dice Spencer, levantando su


cerveza en un saludo fingido—. ¿Por qué no le preguntas a Brielle
cómo fue su día, Dr. Idiota?

Holden pone los ojos en blanco y se gira hacia mí.


—Me disculpo, Brie. Deberíamos haberte preguntado. ¿Cómo
estuvo tu día?

—Fue un desperdicio —me quejo mientras apoyo mi cabeza en el


sofá—. Debería haberme quedado aquí y revisado el correo.

Emmett agarra una rebanada de pizza y se deja caer en la silla.

—No pudo haber sido tan malo.

—Ah, lo fue. Caminamos por Portland durante lo que parecieron


horas y no recordaba nada. Nada.

Holden nos trae a cada uno un refresco y se sienta a mi lado.

—No es una ciencia, Brie. No podemos predecir cómo funcionará


la mente.

—Sin embargo, ¿no es ese tu trabajo?

Spencer y Emmett se ríen.

—Lo sería si fuera neurólogo —dice entre dientes—. Estoy


manejando tu caso porque el personal médico aquí es un montón de
idiotas.
—¡Tú los contrataste! —señala Emmett.

—Lo hice, pero soy mejor. No puedo esperar para volver a Los
Ángeles.

—Sí, de vuelta a Los Ángeles, donde todo es mejor, bla, bla —


Spencer se inclina hacia atrás, descansando un tobillo sobre su
rodilla—. Podrías regresar a casa y ayudar a la gente de este pueblo,
que se beneficiarían de tu conocimiento. Y tu tía te necesita.

Esta broma y conversación se siente como el hogar. Al crecer, estos


muchachos siempre estaban en mi casa, riéndose y hablando unos
sobre otros o terminando las oraciones de los demás. Son familia, y no
me había dado cuenta de cuánto necesitaba esto hasta ahora. Todo
dentro de mí está en calma a pesar del dolor de perder a mi hermano
que todavía pesa mucho sobre mí.

La tensión en la columna de Holden dice que Spencer tocó un


nervio, y Emmett interviene, con los ojos en Spencer.

—¿Tú crees que la investigación de hoy con Brie fue un


desperdicio?

—No. Creo que tenemos más pistas que nuestra amiga pesimista
—dice Spencer encogiéndose de hombros.

—¿Qué pistas? —pregunto rápidamente.


—Aquellas a las que no estabas prestando atención.

—Como...

Spencer deja el plato.

—Tu lenguaje corporal. Cosas que hacías casi como si fueran


memoria muscular. Recordaste la contraseña para el programa de
recompensas de un restaurante que no lleva abierto más de un año. Te
detuviste frente al edificio donde trabaja Henry sin saber que él
trabaja allí.

Mis ojos se abren.

—¿Por qué no me dijiste?

—Lo acabo de hacer —dice como si fuera la respuesta más lógica


del mundo.

Ahora recuerdo el edificio. Era un frente de ladrillo que parecía


más una tienda que un edificio de oficinas. Me quedé allí por un
segundo, sin saber muy bien qué era lo que me había detenido. Tenía
la sensación de que había estado dentro, pero por mi vida, no podía
entender por qué habría estado.

Había querido entrar.


Emmett habla.

—Cuidado, Spencer, nos estamos acercando demasiado a darle


información.

—Él no le dijo qué edificio —responde Holden—. El hecho de que


se detuviera frente a él es una buena indicación de que la memoria
está ahí y no destruida.

—Te prometo —agregó, mirando a Emmett—, nadie me ha dicho


una maldita cosa —Para mí desgracia.

—Brie, ¿puedes describir el edificio para que podamos ver si es el


que Spencer cree que es?

Lo hago, hablando de la ventana grande en el frente y de cómo


había un carillón de viento en el lado izquierdo del toldo. Incluso si no
es el edificio donde trabaja Henry, había algo familiar en él que podría
significar algo.

Spencer sonríe.

—Ese es el mismo. Fue la forma en que tu cabeza se inclinó o tu


mano se movió.

Holden asiente.
—¿Mencionaste un lugar donde ella tenía una contraseña?

—Sí, almorzamos y había un programa de fidelización —Se gira


hacia mí—. No tenías idea de que ese restaurante era semi-nuevo.
Simplemente colocó su contraseña.

Por mucho que me encantaría llamar a eso una victoria, creo que
está equivocado.

—Es la misma contraseña que uso para todo. La he estado usando


durante años.

Se encoge de hombros.

—Todavía creo que importa.

Tal vez, pero voy a decir que esto último fue suerte. Todavía hay
cosas que no sé, y espero que vuelvan más temprano que tarde.

—Entonces, sabemos que Spencer vive aquí ahora y no está


trabajando actualmente. Sé que Holden todavía está en Los Ángeles.
Tú eres el gran misterio para mí, Em. Eres el sheriff, lo cual es cómico
ya que me parece recordar que fuiste tú quien interrumpió al sheriff
Barley cuando trató de disolver una fiesta.

Emmett sonríe.
—No puedo confirmar ni negar tal historia.

—¡Yo puedo! —dice Spencer—. Él lo hizo. Y luego le pinchó los


neumáticos para que pudiéramos escapar.

Emmett resopla.

—Ese fuiste tú, imbécil.

—De todos modos —Spencer pone los ojos en blanco—, su


juventud rebelde lo preparó para esto.

—Y —Emmett saca la palabra—, soy bueno en eso.

—¿Cuánto tiempo hace qué regresaste? —pregunto.

Se frota la frente, mirando a Holden y luego a mí.


—Está dentro de tu hueco.

Gimo

—¿Cómo es que ser honesto conmigo es alterar mi memoria? ¡No


te pedí que me contaras la historia, solo te pregunté cuánto tiempo!

Estoy de pie, la ira palpitando a través de mí. Esto apesta. Estoy


tan cansada de sentirme como si estuviera al margen de mi vida.
Los tres comparten una mirada y luego Spencer alcanza mi brazo.

—Todos estamos tratando de darte lo que podemos y también


asegurándonos de que nadie dé un paso en falso. Especialmente
Emmett porque será llamado a testificar una vez que encontremos a
quien hizo esto.

Emmett deja su cerveza.

—Por eso no debería estar aquí. Debería tener más cuidado.

—Em —digo rápidamente—, no volveré a preguntar. Por favor no


te vayas. Lo siento.

Me da una cálida sonrisa.

—Lo sé, pero Spencer tiene razón. Nos llamarán y no queremos


darle a la defensa ninguna razón para afirmar que nuestro testimonio
está viciado —Emmett tira de mí para abrazarme y besa mi mejilla—.
Te veré pronto.

Mi corazón se hunde y un nuevo tipo de tristeza me envuelve.


Quiero mi vida de vuelta.

Emmett se va, y miro hacia la puerta con lágrimas cayendo por mis
mejillas.
—Brielle —dice Holden en voz baja mientras su mano descansa
sobre mi hombro—. No llores.

Me giro con una risa.

—¿Por qué no? ¿Cuánto más tengo que perder? ¿Isaac no fue
suficiente? ¿Addison y Elodie también tienen que irse? Tú te vas a Los
Ángeles pronto. Emmett no puede estar conmigo en caso de que lo
llamen a testificar —Miro a Spencer—. Tú conseguirás un trabajo o
una novia. ¿No lo ves? ¡No tengo nada! Lo he perdido todo y ni
siquiera sé por qué.

Holden no me ofrece tópicos vacíos ni garantías de que todo estará


bien. Él simplemente me atrae para darme un abrazo. Después de un
minuto, agarra mis hombros y me empuja hacia atrás.

—Tienes mucho más de lo que te permites admitir, sólo necesitas


tener un poco de fe, ¿de acuerdo? No va a ser fácil, y sí, te vas a
frustrar, pero no estás sola. Nunca lo has estado —. Seca la humedad
de mis mejillas y me ofrece una sonrisa amable.

Odio que tenga razón. Estoy siendo ridícula y necesito parar, mi


nerviosismo no está ayudando en nada.

—Probablemente tengas razón.

—Usualmente la tengo.
—También eres un idiota arrogante —digo con una sonrisa.

—Eso también es cierto. Sin embargo, en este caso, sé de lo que


estoy hablando. Tú también tienes que cuidarte, Brie.

Asiento con la cabeza.

—Lo haré.

Deja escapar un largo suspiro y retrocede.

—En ese sentido. Estoy exhausto y todavía necesito ver a mi tía. Te


veré en tu seguimiento mañana. Spence, ¿quieres salir conmigo?

Spencer me mira y luego niega con la cabeza.

—Me quedaré y ayudaré a Brie a limpiar.

—Está bien —Holden agarra su abrigo del respaldo de la silla y


luego le da la mano a Spencer—. Llámame mañana.

Después de un último abrazo rápido, Holden sale.

—Y luego hubo dos —digo, sintiéndome tímida.


—Tal como empezó.

Tal como siempre quise que fuera.

Sacudo la cabeza, despejando el pensamiento, y sonrío.

—Estoy realmente agotada, gracias por ofrecerte a ayudarme a


limpiar este desastre.

—Por supuesto —Se aclara la garganta y luego tiramos


rápidamente los platos de papel, las botellas y las cajas de pizza vacías
a una bolsa de basura.

Hay una parte de mí que quiere trabajar más despacio o inventar


una excusa para que se quede más tiempo, pero me digo a mí misma
que es sólo porque no quiero estar sola con mis pensamientos.

Spencer está de pie en la entrada con la bolsa de basura en una


mano y su bloc de notas en la otra.

—Puedo recogerte mañana para tu cita, si lo deseas.

No puedo conducir por unos días más, a la espera de mi próxima


evaluación. Iba a pedirle a Emmett que me llevara, pero preferiría
estar con Spencer.

—¿Estás seguro?
—No me ofrecería si no fuera así.

—Eso sería genial. Tal vez después de que terminemos, podamos


investigar un poco más. Tenemos que revisar el apartamento también.

—¿Por qué no nos tomamos mañana libre? —sugiere Spencer.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Porque es posible que necesites tiempo después de tu cita.


¿Quién sabe qué pruebas puedan realizar o lo que sea? —Se pasa la
mano por la cara—. Podría ser mejor si planeamos que mañana sea un
día tranquilo.
Cruzo los brazos sobre el pecho y levanto una ceja.

—¿Es eso lo que harías en esta situación?

Ambos sabemos que no lo es. Spencer pone agallas en todo lo que


hace. No hay que bajar el ritmo ni ir a media velocidad. Es por eso que
es tan condenadamente bueno en lo que hace.

—No, pero tengo más de qué preocuparme que de mí mismo.

—Lo prometo, te diré si es demasiado.


—¿Cómo lo acabas de hacer ahora? —él responde.

—Está bien, me tienes. Prometo hacerlo en el futuro. Aunque


sinceramente estaba bien. Es solo toda esta charla de la gente que se
va. A veces se siente como si el mundo avanzara y yo retrocediera.

—Me sentí así cuando todos los muchachos fueron a la


universidad y me tomé el primer semestre libre para poder ir a buscar
a mi madre. Todo el mundo estaba un paso por delante. Estaban
hablando de dormitorios y clases mientras yo pasaba por los refugios
y la buscaba en la morgue.

—Lamento que nunca la hayas encontrado.

Spencer mira hacia otro lado.

—Lo hice, pero fue hace aproximadamente un año.

Oh no.

—Spencer…Estoy tan…

—No lo lamentes. Confía en mí, según lo que vi, fue mejor así.

—¿Cómo lo manejaste? —pregunto y luego me odio. ¿Cómo creo


que él lo manejó? Independientemente del hecho de que ella era una
madre horrible, todavía la amaba—. Eso fue insensible y estúpido.
Lamento tu pérdida, Spencer. De verdad. Odiaba cuando la gente me
decía eso, pero ahora lo entiendo.

—¿Qué?

—Ese dicho. Lo siento porque no puedo curar tu corazón. Lamento


que estés sufriendo y no puedo hacer que desaparezca. La gente lo
decía después de la muerte de mi padre, y tuve que perder a Isaac
para entender realmente lo que decían. Entonces, lamento tu pérdida
y lamento que te haya dolido.

—Me dolió un poco, pero luego recordé que todos tenemos el


mismo final. No importa qué caminos tomemos, solo hay un
resultado. Nuestro viaje es lo que hace que la vida valga la pena. Mi
madre tomó sus decisiones y yo también. Su muerte realmente me
hizo reevaluar mi vida. Dejé de preocuparme por las cosas que no
estaba haciendo y puse mi energía en lo que estaba haciendo —Los
músculos de mi pecho se tensan a medida que su voz baja—. Tomé la
decisión de darlo todo por lo que importa, no más medias tintas. Es
todo o nada. Así es como avanzamos.

Miro hacia mis pies y veo un charco en el suelo.

—¡Mierda!

—¿Qué? —La mirada de Spencer cae en la bolsa de basura que


gotea antes de desplazarla por el pasillo en lugar de a la puerta.
Corro a la cocina en busca de toallas de papel o un trapo, pero no
veo nada.

Comienzo a abrir armarios y cajones hasta que finalmente


encuentro algunos paños de cocina. Cuando agarro un puñado de
ellos, algo cae al suelo, pero lo ignoro y vuelvo corriendo hacia
Spencer.

—Necesito lavarme las manos —dice una vez que se limpia el


desorden. Regresamos a la cocina y nos turnamos para hacer eso.
Entonces recuerdo el objeto que salió volando. Miro a mi alrededor y
veo una caja negra en la esquina. La tomo, preguntándome por qué
diablos había un joyero en el cajón de mi cocina.

Spencer mira por encima.

—¿Qué es eso?

—No sé. Estaba en mi cajón, y cuando agarré los trapos, salió


volando —Lentamente levanto la tapa, y cuando veo lo que hay
adentro, mi corazón cae. Mis ojos se fijan en los suyos y un millón de
preguntas se arremolinan, pero solo sale una—. ¿Por qué tengo un
anillo de compromiso en mi cocina y quién me lo ha dado?
Capítulo Diez
Spencer
Ella lo encontró.

Mierda.

Encontró el anillo.

Lo escondí allí dominado por el pánico, sabiendo que ella no suele


ir a la cocina para nada. Podría haberlo llevado a casa. Podría haberlo
puesto en el cajón al lado de mi cama, pero necesitaba que estuviera
en su poder, incluso si ella no sabía que existía.

Espero un segundo, rezando para que recuerde, pero por el pánico


en sus ojos, sé que no lo hace. Una vez más, tengo que fingir que estoy
tan despistado como ella y rezar para que algo le recuerde todo lo que
somos y lo que hemos compartido.

—No lo sé —digo, deseando que me mire y vea. Para recordar las


lágrimas que fluían de esos ojos azules mientras sonreía y asentía,
incapaz de formar palabras.

Pero Brielle lo ha olvidado todo, y yo estoy aquí, rezando para


que, aunque nunca recuerde nuestro pasado, se vuelva a enamorar de
mí.

—Estoy… ¿comprometida?

—Bueno, tienes un anillo, pero no sé si estás comprometida.

Deja la caja sin cerrarla y se queda mirando el diamante ovalado


de tres quilates anidado dentro mientras se burla de mí.

—Tengo un anillo. Un anillo muy, muy hermoso.

—Parece que lo tienes. Tal vez lo robaste y por eso casi te matan —
Intento una broma, necesito algo de ligereza para mantener la calma.

—Sí, estoy segura de que soy una ladrona de joyas.

—Emmett está al otro lado de ese pasillo si quieres que vaya a


buscarlo para que puedas confesar tus crímenes.

—Cállate —dice Brie, finalmente riéndose un poco—. Spencer,


creo que en realidad estoy comprometida —Hace una pausa y luego
agarra el anillo—. Los condones. El puro. Ahora el anillo. Está claro
que hay alguien en mi vida, y ahora realmente me pregunto quién es
y por qué no ha aparecido todavía. Si estuviera comprometida con
alguien que se quedó en silencio durante tanto tiempo, la
preocupación me rompería.
Él está más que roto, está destrozado.

—Tal vez él está haciendo lo que sabe que es mejor para ti.

—¿Pero cómo? ¿Cómo puede sobrevivir sin venir a mí y decirme


que estamos comprometidos?

Él se pregunta lo mismo. Toda nuestra relación ha permanecido en


secreto durante los últimos nueve meses. Ninguno de nuestros amigos
lo sabe, así que nadie más que yo tiene que fingir lo contrario.

—No puedo responder a eso —le digo la única verdad que puedo.
No puedo decirle nada, y obligarme a contener las palabras es una
tortura.

—Sé que no puedes. Quiero decir, incluso si conoces al tipo, cosa


que dudo, no puedes decírmelo.

—Bueno, es un misterio más que podemos agregar a nuestra lista.


¿Hay algo que puedas recordar cuando miras el anillo?

Ella lo saca de la caja, mirándolo mientras espero. Cuando se lo


vuelve a poner en el dedo, casi lo pierdo.

Quiero gritarle, decirle que soy yo y que me estoy muriendo aquí.


Esa noche fue la mejor de toda nuestra vida.
Yo espero. Todo el tiempo, deseando que ella lo recuerde. Que
recuerde sus lágrimas y la felicidad de la primera vez que lo colocó
allí.

Pero cuando ella me mira, veo la tristeza.

—No.

Por mucho que Brielle odie esto, diría que es peor para mí. Cuando
veo ese anillo, recuerdo el vestido rosa que usó la noche que se lo pedí
y cómo fuimos a la playa a cenar. Tenía un picnic empacado y la
sostuve en mis brazos mientras observábamos la puesta de sol,
sintiendo que el mundo finalmente tenía sentido. Durante tantos años,
busqué algo real, y una vez que lo encontré, me lo arrebataron.

Cuando esto empezó entre nosotros, no se suponía que se volviera


serio. Sin embargo, debería haber sabido que Brielle sería una fuerza
que conquistaría mi corazón.

Cuando regresé de mi último trabajo, hace dos años, estaba jodido


de la cabeza. Las cosas que vi, las cosas por las que pasé, me
desgarraron, pero ella me sanó. Día a día, ella encontró una manera de
llegar a mí, amarme, incluso cuando pensé que no lo merecía.

Isaac y Addy estaban tratando de quedar embarazados. Siendo el


mejor amigo y autoproclamado tío, pensé que era un buen momento
para irme a casa por un rato. Extrañaba a mis amigos, y si soy
honesto, extrañaba a Brielle. No es que siquiera entendiera porqué lo
hacía, ya que Isaac era mi mejor amigo, pero quería verla.

Empezamos como nada y ella se convirtió en todo.

Ahora, todo se ha ido. Cada beso. Cada caricia. Cada maldito


recuerdo fue borrado.

Se quita el anillo del dedo y lo coloca en la caja.


—No quiero usar esto.

No quiero usar esto.

—De acuerdo.

Me acerco y cierro la caja. Estamos tan cerca que puedo sentir el


calor de su cuerpo. A veces, creo que ella puede sentir lo que siento, y
quiero que lo haga ahora mismo. Quiero que sienta el anhelo que
tengo de tomarla entre mis brazos y besarla sin sentido, que sepa cuán
desesperadamente quería abrazarla mientras estaba en esa cama de
hospital.

Cuando preguntó por Henry, morí por dentro. La forma en que


ella le sonrió me rompió. Ella lo recordaba, pero se olvidó de nosotros.

—Me duele la cabeza.


Daría cualquier cosa porque ese fuera el único dolor que tenga.

—Deberías tomar tu medicamento y descansar —sugiero, sin saber


qué más decir.

—¿Cómo puedo descansar sabiendo esto? Además, ¿Dónde


diablos está? ¿Cómo es que él no se da cuenta que falto su vida?
¿Cómo puede estar bien sin hablarme en semanas?

Él no está bien. Está en una jodida agonía absoluta.

—No tienes idea, Brie. Podría estar lidiando con algo y no saberlo.

Ella se muerde el pulgar.

—Tal vez él no vive aquí. Tal vez… tal vez tengamos que
mantener esto en secreto para que no pueda venir —El pánico brilla
en sus ojos—. ¿Y si está casado? Por favor, Dios, dime que no estoy
comprometida con un hombre casado. O peor, ¿y si es él quien mató a
mi hermano?

—Tranquilízate. Si alguna de ellas es cierta, descubriremos cómo


manejarlo.

Ella agarra mis antebrazos.


—No puedo ser esa chica. No puedo robarle el marido a otra
persona. Y si mi prometido es quien mató a mi hermano, entonces
nunca me lo perdonaré.

—Tranquila, Brie. Harás lo correcto.

—Cada vez que obtenemos una pista y nos emocionamos un poco,


termino con mil preguntas más sin respuesta. Es como si los golpes
siguieran llegando.

—Entonces toma el bate y devuelve el golpe. Puedes continuar


siendo la víctima en esto, o puedes elegir contraatacar —Sus ojos
azules se agrandan mientras me mira fijamente—. La chica que
conozco nunca estuvo dispuesta a dar marcha atrás. Se abriría camino
a través de cualquier obstáculo y derribaría puertas hasta quedar
satisfecha.

Brielle deja caer sus manos.

—¿Y cómo hago eso? ¿Cómo lucho cuando tengo los ojos
vendados, Spencer? ¿Cómo me abro paso a través de la espesa neblina
que hace imposible saber si voy en la dirección correcta?

La grieta en su voz al final casi hace que le cuente todo, pero sé


que no puedo. Entonces, le doy lo único que se me permite en este
momento.

—Toma mi mano —digo, entrelazando nuestros dedos,


disfrutando de su toque—. Y no lo haces sola.
—Pareces una bolsa de mierda de perro —dice Holden cuando
entro en mi apartamento.

Le doy la vuelta y me dirijo a la cocina por un vaso con hielo.


Necesito whisky esta noche.

—¿Cuánto tiempo más te vas a quedar? —pregunto mientras


desenrosco la tapa de la botella.

—Unos pocos días más. Realmente esperaba que Brielle estuviera


en un lugar mejor antes de irme, pero no puedo quedarme mucho
tiempo más.

—Suerte la mía.

—Sí, creo que si —asiente Holden.

—Eso fue sarcasmo.

—Soy consciente, pero el sarcasmo también puede contener la


verdad.

Pongo los ojos en blanco. Vuelve a leer mientras trato de beber mi


dolor, lo que en realidad no funciona. Ni tomar whisky ni ninguna
otra cosa me quita el dolor en mi pecho, y ni siquiera puedo hablar de
ello con nadie.

Uno de los acuerdos que tuvimos Brielle y yo fue que nadie sabría
de nuestra relación. Al principio, era solo sexo. No teníamos intención
de iniciar una relación seria, pero fuimos estúpidos al pensar que eso
era posible. Brielle nunca podría ser una conexión casual. Ella lo es
todo.

Entonces no queríamos decir nada porque era nuevo y no


queríamos que causara problemas si no salía bien.

Entonces era demasiado perfecto, demasiado correcto, y no


queríamos que el mundo real viniera y lo arruinara. La quería toda
para mí por un poco más de tiempo. Nos reíamos de la forma en que
nadie se daba cuenta. Disfrutamos del consuelo que provenía de vivir
en esta burbuja.

Como todas las burbujas, la nuestra estaba destinada a explotar y


queríamos controlar cuándo sucedería. Queríamos ser los que
avisáramos a todo el mundo antes de que explotara. Quería que todos
supieran cuánto la amaba. Le propuse matrimonio y acordamos que el
momento de escondernos había terminado y que no importaban mis
relaciones pasadas, la aprobación o desaprobación de Isaac, nuestra
diferencia de edad o el hecho de que todos pensaran que Brielle y yo
éramos más hermanos que cualquier otra cosa. Planeamos contarle
todo a Isaac y Addison.

Ahora, nunca tendremos esa oportunidad, y puede que la haya


perdido también.

Holden agarra la botella y se sirve dos dedos.


—¿Estás bien?

—Estoy bien.

—No te ves bien.

—Lo estoy.

—¿Pasó algo con Brielle cuando nos fuimos?

Sí, pero no puedo decírselo. Quiero hacerlo, pero ¿cómo puedo


decírselo cuando ella no recuerda nada de eso? No estaría bien.
Tampoco quiero escuchar ni una sola de sus opiniones al respecto.

No me hago ilusiones de que vayan a manejar muy bien el hecho


de que hayamos estado escondiendo nuestra relación durante casi un
año.

Sin embargo, tengo que contarles sobre el anillo y luego mentir al


respecto.

—Brielle está bien. Estaba un poco conmocionada. Encontró un


anillo de compromiso en un cajón.
Los ojos de Holden se agrandan

—¿Qué?

—Sip.

—¿Y ella no recordó nada?

—Nop.

Se inclina hacia atrás, haciendo girar el líquido ámbar durante un


minuto.

—Hubiera pensado que algo tan grande habría desencadenado un


recuerdo.

—No lo hizo.

—Wow —Hace una pausa—. ¿Y no conoces al tipo?

—¿Qué tipo?

Él resopla.
—El tipo que le dio el anillo que no llevaba puesto. Tal vez ella no
dijo que sí.

No, ella dijo que sí. Dijo sí tantas veces que le dolía la garganta. No
lo estaba usando porque se suponía que nadie lo sabría por unos días
más.

—Quizás.

—Amigo, eres el imbécil más observador que conozco, ¿y no tienes


idea de con quién diablos estaba Brie?

—No es como si la acechara.

—No, pero…

—Parece que Addison o su madre tampoco lo saben, ¿por qué?

Holden se frota la sien.

—No lo sé. Supongo que ninguno de nosotros sabe realmente lo


que esconde la gente, pero es una locura. —Sacude la cabeza y luego
sus ojos parpadean hacia mí—. ¿Crees que él es quien mató a Isaac?
¿Quizás Isaac se enteró, se enfrentó al tipo y eso fue lo que hizo que lo
mataran?

—Es posible —le miento a mi mejor amigo—. Pero no tengo idea


de quién mató a Isaac.

El escenario más probable es que Isaac me hubiera matado cuando


se lo dijera. Nadie en el mundo era más protector con Brielle que él.
Odiaba a su novio en la secundaria y quería arrancarle la garganta a
Henry cada vez que lo veía.

—No, pero si ella le dijo que sí al chico, tienes que admitir que es
muy posible que Isaac no manejara bien la noticia, especialmente si
ella se lo había estado ocultando.

Yo sonrío.

—Ningún hombre sería lo suficientemente bueno para Brie,


definitivamente no para él.

Holden se ríe.

—Me sentía mal por ella cuando éramos niños. ¿Te imaginas lo
que Elodie habría soportado? Es triste que ella no llegue a saber eso.

—Ella todavía nos tiene, y ahora somos mucho mayores y más


cínicos.

—No me digas. No sé, ser viejo y cínico también tiene sus


inconvenientes.
—¿Cómo es eso?

—Vida. Familia. La idea de no tener nada más que un trabajo al


que aferrarse. Lo entiendes —dice Holden encogiéndose de
hombros—. Te has tomado un tiempo libre para resolver tu vida.

Y mira donde estoy.

—No fue exactamente así. Básicamente no tenía otra opción. No


puedo escribir, Holden. He tratado de escribir, ¿qué? ¿Cuarenta
historias diferentes? Me siento allí, miro la pantalla, esperando las
palabras que se niegan a llegar. He probado todos los trucos del libro
y nada. No me estoy tomando un descanso, estoy jodidamente
bloqueado.

Holden suspira por la nariz.


—Lo siento. Sé que no es lo mismo, y sé cómo se siente no ver
progreso. Estoy luchando con la idea de irme porque esperaba que
Brielle estuviera un poco más avanzada. Cuanto más tiempo dure
esto, más temo que no regrese o que sean fragmentos. Entonces ¿qué?

—No lo sé.

Un largo suspiro sale de él, y pone el vaso sobre la mesa de café.


—Si recuerda lo que pasó, la defensa aún usará su pérdida de
memoria en su contra. Y eso es solo si tienen la oportunidad de
argumentar un caso.
—Creo que eso es lo que hace que sea mucho más difícil verla
pasar por esto. ¿Siguen tratando de encontrar un vínculo entre la
destrucción de su oficina y el ataque?

—Lo hacen, pero Emmett no dice nada al respecto.

La oficina de Brielle fue saqueada, según la información que


obtuve esta mañana. Se arrojaron papeles, sus archivos fueron
saqueados por completo y faltaba el disco duro de su computadora.
Sus compañeros de trabajo están tratando de averiguar qué falta, pero
es un desastre.

—Todo está realmente jodido. Estoy preocupado por Brie,


Addison, tú, Emmett y todos aquí.

Esa parte hace que me sacuda hacia atrás.

—¿Por qué diablos estás preocupado por mí?

—Además del hecho de que eras cercano a Isaac y regresaste aquí


principalmente por él. Luego está todo el asunto contigo y Brielle.
Chico, tienes que tener cuidado.

Mis palmas comienzan a sudar.

—¿Sobre?
—Que no te acerques demasiado. Ella siempre ha estado
enamorada de ti y sería fácil para ella formar un apego mientras es
vulnerable.

El hecho de que esté preocupado por eso me da esperanza. Quiero


eso. Quiero que me mire de esa manera otra vez, y si no puedo tener
el último año, quiero el siguiente.

—¿Qué te hace pensar eso?

—Solo algo que dijo Emmett.

Realmente desearía que dejara de hacerme pescar información.


Conozco a Holden lo suficientemente bien, una parte de él está
disfrutando esto, pero me está volviendo excesivamente paranoico
que él y Emmett sepan algo que no deberían. Preguntarle qué dijo
Emmett sería como arrojarme a la trampa con la que cree que me está
provocando, así que lo dejé pasar.

—Emmett y tú siempre están preocupados por tonterías.

—Y tú siempre estás tomando riesgos.

Decido alejarme del tema de Brielle y señalar lo obvio.

—Para ser bueno en mi trabajo, es una especie de requisito.


—Oh, ¿y planeas volver a trabajar alguna vez?

Me paso la mano por la cara.

—Lo estoy intentando.

—Sé honesto por un segundo, Spencer, siempre has querido lo que


crees que no puedes tener. Luego, una vez que lo consigues, porque
siempre lo haces, te cansas. Es por eso que vas por estas modelos y
actrices. Son una búsqueda. Ahora has llegado a la cima de tu carrera
profesional y te asusta.

Todo lo que dijo es verdad. Estoy jodidamente aterrorizado.


Quiero escribir. Extraño la cacería de la historia y la emoción de ganar
un Pulitzer. Eso se ha ido.

Y en cuanto a las modelos, tenía razón, por eso salí con ellas y
también porque estaban en esto por lo mismo. Cuando Brielle y yo
dimos ese paso, fue diferente. A ella no le importaba mi éxito. Ella
simplemente me amaba.

—No deberías hablar. Emmett y tú no son mejores. Ambos corren,


yo solo soy más rápido.

—¿Cómo corro?

—¿Cuándo jodidos estuviste aquí por última vez? ¿Qué pasa con
tu matrimonio? ¿Qué pasa con todas las malditas cosas con las que
evitas lidiar, Holden? —Estoy furioso. Estoy tan fuera de lugar, pero
ya no me importa una mierda—. ¡Actúas como si quisieras algo de
esto, pero no es así! Me estaba moviendo en la dirección correcta,
haciendo todo bien, y lo perdí.

La nariz de Holden se ensancha por un segundo y luego niega con


la cabeza.

—No regreso aquí porque veo la muerte de mis padres cuando lo


hago. Perdí a Jenna porque no era lo suficientemente hombre para
luchar por ella, la dejé ir sin pensarlo dos veces. No digo que sea
mejor, pero también quiero más para las personas en mi vida.

—Como yo.

—Miro la vida que tuvo Isaac, y ni siquiera lo entiendo. Estaba


casado, tenía a Elodie, hacía lo que amaba. No tenía dinero extra y era
el más feliz de todos nosotros y mira lo que pasó. No se arriesgó y
ninguno de nosotros pasó horas preocupado por lo que le pasaría.
Tenía lo que necesitaba —dice Holden, alcanzando su vaso.

Ambos nos quedamos en silencio y vaciamos nuestros vasos.


—Tal vez deberíamos habernos preocupado más por él entonces
—observo.

—Tal vez, pero nos hubiera dicho que nos calláramos y que tenía
todo lo que necesitaba.
—Porque era terco.

Holden se ríe.

—Lo era —Hay un latido de silencio antes de que él suspire y


agregue—. Honestamente, ya no sé cómo sentirme. Me enfrento a la
muerte todos los días, pero nunca pensé que sería uno de nosotros.
No él y no así. Era el único de nosotros que era verdaderamente feliz.

Yo estaba feliz. No, estaba más que feliz. Estaba eufórico,


rebosante de alegría, emocionado, jubiloso y todos los demás
sinónimos que existan para feliz. Estaba tan enamorado del lugar
donde estaba que ni siquiera podía ver el suelo hasta que me estrellé
contra él.

Un nombre. Un puto nombre de otra persona y pensé que mi


corazón había sido arrancado de mi pecho. Henry.

Se olvidó de todo lo que compartimos. Todos los planes que


teníamos, pero se acordó de Henry.

Por mucho que entiendo que no es su culpa, me mató. Tenía


quince años otra vez, esperando que mi madre me escogiera… sólo
una maldita vez, sólo para tener que verla elegir a alguien más.
Alguien a quien amaba más de lo que amaba a su hijo.

Brielle nunca fue así. Ella siempre me eligió a mí.


No le hablo a Holden, elijo mirar mi vaso vacío en su lugar. Se
levanta y me da una palmada en el hombro.

—Me voy a dormir. Es tarde y estar cerca de ti es deprimente.

—Gracias.

—De nada —Llega a la puerta de la habitación de invitados y se


gira hacia mí—. Oye, quise decir lo que dije antes. ¿Qué estás
haciendo con Brie? Es bueno. Solo ten cuidado y aléjate si la ves
acercándose demasiado. Lo último que todos necesitamos es que ella
se enamore de ti. No es que nos preocupemos alguna vez que tú
correspondas porque, Dios sabe que nunca serás serio con una mujer,
pero ella tiene suficiente con que lidiar en este momento.

Holden cierra la puerta y me sirvo otro vaso de whisky.

—Sí, deberías preocuparte porque la amo más que a mi propia


vida.
Capítulo Once
Brielle
No puedo dejar de llorar mientras un dolor abrumador me aplasta.
Fui a llamar a mi hermano hace una hora para hablar de este anillo
que está en mi mostrador. Marqué el número del teléfono como si
estuviera vivo, y cuando contestó su buzón de voz, la verdad me
golpeó con la fuerza de un camión. Él se fue.

Nunca volveré a escuchar su voz. Nunca volveré a compartir nada


con él. Todo lo que tengo es el pasado, y parte de eso ha sido borrado.

Así que hoy, estoy eligiendo revolcarme en mi dolor.

Llaman a mi puerta, pero no me importa. Me estoy ahogando en


mi autocompasión y planeo quedarme aquí.

—¿Brie? —La voz de Addison está del otro lado—. Sé que estás en
casa. Tu equipo de seguridad te delató, así que abre la puerta.

Me limpio la cara y me dirijo a la puerta. Cuando la abro, Addison


inmediatamente me tira a sus brazos.

—Pensé que podrías necesitar esto —dice, abrazándome más


fuerte.

Lo pierdo con más fuerza, llorando y aferrándome a


probablemente la última persona que debería ser, pero Addy es
familia. Es mi hermana en todos los sentidos y la necesito ahora
mismo.

Sus manos frotan mi espalda mientras estamos en mi entrada,


abrazándonos mientras sollozamos.

Después de unos minutos, nos separamos, con los ojos rojos y la


nariz mocosa. Agarro algunos pañuelos antes de darle la caja y nos
tomamos un minuto para recuperarnos.

Entonces empezamos a reír.

No es divertido. Nada es realmente divertido, pero, aun así, es


como si no hubiera otra opción.

La puerta al otro lado del pasillo se abre y Emmett sale al pasillo.

—¿Están bien?

Nos reímos aún más fuerte.

—Estamos bien.
Levanta una ceja.

—¿Qué es gracioso?

Trato de calmarme lo suficiente para hablar, pero las emociones


son incontrolables y causan estragos en mi cuerpo.

—Isaac está muerto… y lo llamé… —Tengo que parar entre los


ataques de risa—. Y Addy se va mañana.

Addison resopla mientras su cabeza cae hacia atrás.

—¡Oh, y Brie no puede recordar!

Caigo al suelo, riendo y rodando de un lado a otro.

—¡No tengo recuerdos! —Continúo como si esta fuera la mejor


broma que he escuchado—. ¡Y podría estar comprometida!

Emmett da un paso atrás, luciendo un poco asustado mientras


mira hacia donde está Spencer en la puerta, diciendo,

—Creo que han perdido la cabeza.

—¿De qué se están riendo? —Spencer pregunta mientras se acerca.


Addy se ríe tan fuerte que Emmett se estremece.

—¡Nuestras vidas son horribles, eso es!

Spencer suspira pesadamente, dejando caer su cuaderno en el


mostrador al lado del anillo.

—Sus vidas no son horribles. Toma, levántate —Agarra mi mano y


tira de mí para ponerme de pie antes de ayudar a Addy a levantarse.

Ella se limpia la cara de nuevo y resopla.

—No tienes idea por lo que estamos pasando. Ninguno de los dos.
Entonces, sí, podríamos estar perdiendo la cabeza porque nuestros
corazones ya se han ido.

—Exactamente —la respaldo.

Emmett niega con la cabeza.

—No pretendo saber lo que sientes, pero también extrañamos a


Isaac. Era un hermano para nosotros. Puede que no sea lo mismo,
pero no es más fácil de manejar.

La cabeza de Addison cae y asiente.


—Lo sé. Algunos días son simplemente más difíciles, y cuando
escuché sonar el teléfono de Isaac, me perdí. Tenía la sensación de que
ella también podría estarlo —Entonces ella me mira—. ¿Dijiste que
podrías estar comprometida? ¿De qué diablos estás hablando?

Miro a Spencer y luego a Emmett. Si bien Addison no me ha dicho


nada, lo ha hecho al mismo tiempo. Ella no sabe que estoy
comprometida, así que o soy una ladrona de joyas o nunca se lo dije.
Sin embargo, ninguna de esas opciones parece probable.

Me acerco al mostrador y se lo entrego.

—Lo encontré anoche.

Sus ojos se abren.

—¿Dónde?

—En mi cajón de la cocina, de todos los lugares.

Addison niega con la cabeza.

—Por qué… ¿Quién te dio esto?

Spencer habla antes que yo.


—¿Sabes qué es ese anillo?

—No, honestamente por Dios no tengo idea. Estoy realmente


confundida.

—Entonces, ¿este no es un recuerdo que nadie me cuenta? —


pregunto.

—Estoy tan perdida como tú.

No sé si debería estar feliz o triste por eso.

—Si estuviera comprometida con alguien, le habría dicho a Addy


—explico—. Entonces, sea lo que sea este anillo, no es mío.

Emmett comienza a caminar.

—Entonces, ¿por qué lo tendrías?

—¿Tal vez Isaac se lo compró a Addy y yo lo estaba guardando? —


sugiero.

Addison se ríe.

—Estás loca. No hay ninguna posibilidad en el infierno de que mi


marido pudiera permitirse esto. Vivíamos del salario de un maestro y
de mis ingresos. No estábamos en una casa pobre, pero no podríamos
conseguir una piedra como esta. Sin mencionar que el anillo que uso
era de mi abuela.

Lo sabía.

—¿Tal vez es de un amigo?

Los tres se miran.

—No parece probable —responde Emmett.

—Es más probable que sea tuyo y que lo hayas puesto ahí por
alguna razón —explica Spencer—. Si lo mantuvieras a salvo,
probablemente lo tendrías en algún lugar como un armario o tu
joyero.

El teléfono en mi escritorio suena mientras estoy sentado allí, admirando


el hermoso anillo en mi dedo. El nombre de Isaac aparece en la pantalla.

—Hola —contesto la llamada.

—¿Estás lista?

Saco el anillo, lo devuelvo con cuidado a la caja y lo deslizo en el cajón


inferior.
Levanto mi mirada hacia Emmett.

—El anillo estaba en mi oficina.

—¿Qué?

Addison se aclara la garganta.

—No, estaba en la cocina.

Niego con la cabeza.

—Lo recordé. Lo tenía puesto en el trabajo. Es un recuerdo fugaz,


pero lo puse en mi escritorio. En el cajón de abajo a la derecha.

—¿Cuándo fue eso? —pregunta Spencer.

—No tengo ni idea. Yo solo… lo recordé.

Emmett mira a Spencer.

—Tal vez ella lo guardó allí, ¿y eso es lo que alguien estaba


buscando?
—¿Por qué lo dejaría en el trabajo durante la noche? —pregunta
Spencer—. Es más probable que lo haya guardado en casa.

—O alguien lo sabía —dice Emmett deliberadamente—. Podría


estar relacionado con otro evento.

—¿Qué otro evento? —pregunto.

Emmett gime antes de responder.

—Tu oficina fue saqueada. Estamos tratando de obtener una lista


de lo que falta, pero como no tenías un asistente ni nada, es difícil
saberlo.

Yo jadeo. Mi oficina fue saqueada y nadie me lo dijo. Me dirijo a


Spencer.

—¿Sabías esto?

—Sí.

—¿Y no me dijiste?

—Se supone que no debo hablar contigo sobre nada de lo que haya
sucedido o relacionado con algo que haya sucedido en los últimos tres
años. Además, no quería molestarte o preocuparte.
Me burlo

—Sí, y descubrirlo así es mucho mejor.

Emmett coloca su mano en mi brazo.

—Lo estamos investigando, pero podría ser lo que estaban


buscando inicialmente. Spencer, estuviste allí el día anterior, ¿algo
parecía fuera de lo común?

Él niega con la cabeza.

—No.

Excelente. No hay nada de qué preocuparse aparte de que mi


oficina está destrozada, un anillo que tal vez buscaban y un prometido
misterioso que tal vez tenga o no. Todo esto me está enfermando el
estómago. Si la persona que me dio el anillo lo deseaba tanto, quién
puede decir que no revisaron mi apartamento también.

—Si alguien estaba en mi oficina, ¿crees que también estuvo aquí?


¿Y si revisaron mis cosas? ¿Quién tenía acceso?

—Estábamos todos aquí, Brie —termina Spencer—. Tuvimos que


entrar antes de que llegaras a casa para poner las cosas de seguridad
en su lugar.
—¿Crees que quien revolvió mi oficina también lo hizo?

—Es posible, pero si alguien más encontrará ese anillo,


probablemente lo tomaría, no lo pondría en tu cocina —dice Spencer
antes de volverse hacia Emmett—. ¿Qué opinas?

Emmet se encoge de hombros.

—Definitivamente no es imposible. Teniendo en cuenta que aquí


nada fue destruido, lo dudo. Si está con algún tipo, puede que tenga
una llave y que estuviera aquí antes de que apareciéramos. No pudo
entrar después porque cambiamos las cerraduras y ha habido
vigilancia. Pero, ¿por qué tomarse la molestia de venir aquí y
conseguir el anillo, solo para esconderlo en un cajón? ¿Por qué la
persona no lo tomó cuando se fue? Si el anillo estuviera en su oficina,
él no vendría aquí. Honestamente, ayudaría si supiéramos cuándo fue
su recuerdo.

—Teniendo en cuenta que no tenemos idea de con quién está


comprometida o cuándo le propuso matrimonio, es imposible
precisarlo —agrega Spencer.

Continúan lanzando diferentes escenarios, y dejo de prestar


atención.

Mi cabeza da vueltas. ¿Por qué mi futuro prometido escondería el


anillo? ¿No quería que supiera de él? Tendría sentido porque nadie
puede decirme nada. Entonces, si se enteró de mi condición, entonces
sabe que no lo recuerdo. Como no lo estaba usando, eso sugiere que
no dije que sí o tal vez decidimos esperar para decírselo a la gente.
Ambas opciones tienen sentido.

Dios, todo esto es tan confuso.

—¿Brie?

—¿Sí? —Me dirijo a Addy.

—¿Nos escuchaste?

—Dejé de escuchar —confieso.

Emmett se ríe.

—Eres la misma de siempre. Una mocosa.

Saco la lengua.

—De todos modos —dice Addison—, no sé nada, pero Spencer, tal


vez puedas rastrear dónde se compró el anillo. Tendrás que mantener
a Brielle al margen si lo encuentras. Lo siento, Brie.

Me encojo de hombros. En este punto, no tenía ninguna esperanza


de que me lo dijeran de todos modos.
—Quiero decir, es genial que pueda tener alguna conexión con un
chico con el que puedo o no estar comprometida y que también podría
saber lo que nos pasó a mi hermano y a mí. ¿Qué chica no quiere
pensar que estaba comprometida con alguien que mató a su hermano
y trató de matarla? Es como, la mejor fantasía de todas.

Spencer me da un codazo.

—Relájate, puede que no sea nada, pero nos vamos a asegurar. En


este momento, no hay ninguna razón para pensar que los dos eventos
están relacionados.

—Sí.

Hay un lapso de tiempo largo, casi incómodo, antes de que él


pregunte

—¿Aun tienes ganas de seguir con lo de hoy? Si es así, he pensado


en que diéramos un paseo.

—Tenía planes de revolcarme, pero seguro. Vamos, y seguiré sin


recordar nada. Será divertido.

Spencer no me da la reacción que buscaba. En cambio, su sonrisa


es brillante.

—Bien.
Suspiro y me acerco a Addy.

—Estaré allí por la mañana para despedirme.

—Me aseguraré de no irme hasta entonces.

Nos damos un abrazo, y Emmett y Addison se van. Agarro mi


bolso y camino hacia la puerta.

—¿Estás listo?

—¿Para pasar el día contigo? Absolutamente.

Me alegro de que alguien lo haga.

Nos dirigimos hasta la playa, lo cual es extraño porque no


recuerdo que esto haya sido significativo en mi vida. En lugar de
caminar hacia la arena, nos movemos para pararnos frente a su auto y
mirar las olas.

—¿Por qué estamos aquí?

Se encoge de hombros.

—Te gustaba la playa cuando éramos niños.


Me río.

—Me gustaba cuando tú, Emmett y Holden se quitaban la camisa.


Eso es lo que me gustaba.

Las manos de Spencer se mueven hacia el dobladillo de su camisa,


y antes de que pueda decir algo, se la quita y la tira por la ventana
abierta.

—Ya está. ¿Qué te parece ahora?

Centrarse en su rostro es una causa perdida. No hay forma de que


pueda quedarme aquí y no aceptar al hombre que tengo delante. Es
alto, bloqueando el sol detrás de él, y mis ojos viajan de su hermoso
rostro a su magnífico pecho. Las profundas líneas grabadas en su piel
perfecta proporcionan un mapa hasta su estómago, donde se
encuentran seis cajas de dureza. Spencer ha envejecido tan
malditamente bien. Las yemas de mis dedos pican por tocarlo y
delinear cada subida y bajada de su cuerpo delgado y duro.

Oh, cuánto quiero eso. Siempre lo he deseado.

Puede que le haya dicho que eran todos ellos, pero solo lo veía a él.

Me sentaba en la manta, con el labio inferior entre los dientes


mientras miraba.
Me aclaro la garganta, alejando el deseo que se acumula en mi
interior

—Como en los viejos tiempos —digo, esperando sonar indiferente.

Por la sonrisa que se forma, fallé.

—Bueno. Entonces, vayamos allí y hablemos.

Spencer se acerca a la ventana y yo murmuro una oración en


silencio.

Por favor, vuelve a ponerte la camiseta.

Él no lo hace. En cambio, agarra su estúpido cuaderno y una bolsa.

—¿Qué hay ahí?

—Comida —responde y comienza a caminar hacia el agua.

Puedo hacer esto. Puedo pasar tiempo con Spencer—medio


desnudo—y no mirarlo con los ojos. Será pan comido.

Con la columna recta y mi mentalidad enfocaa, me dirijo hacia


donde está extendida una manta. Me indica que me siente y lo hago,
metiendo las piernas debajo de mí.
—Adelante —dice.

—¿Y hacer qué? —pregunto, desconcertada.

—Querías sentarte en la universidad con el sol en la cara. Hazlo


ahora. Disfruta tu momento, Brie.

Por mucho que quisiera revolcarme y sentir lástima por mí misma,


su sugerencia es demasiado tentadora para dejarla pasar. Y sentada
aquí, en el calor del comienzo del verano, me doy cuenta de que es
exactamente lo que necesito, sentir la brisa y sumergirme en el calor
que no es tan sofocante que no puedo respirar.

El calor del sol es un recordatorio de que estoy viva y bien. El aire


salado llena mi nariz y las gaviotas cantan en la parte de atrás,
brindándonos la banda sonora de la playa que conozco tan bien. Me
apoyo en los codos, mirando a mi alrededor el paisaje que ha sido una
constante en mi vida. Puedo recordar esos acantilados, las montañas
en la parte de atrás con gorras que se cubrirán de nieve muy pronto.
Por unos minutos, me permito fingir que todo en mi vida encontrará
su lugar. Hay absolutos como que el sol saldrá y la luna lo seguirá, así
que me aferro a eso, aunque siento que nada está donde pertenece.

—Gracias —digo con los ojos cerrados.

—¿Por qué?
Miro hacia él.

—Por ser tú.

—Esta es la primera vez que una mujer me agradece por eso.

—Entonces claramente estás con las mujeres equivocadas.

Sus labios se vuelven hacia arriba.

—¿Es eso así?

Inclino mi rostro hacia la luz.

—Si no saben lo genial que eres, entonces sí.

—Tal vez no quiero que sepan que soy genial o tal vez eres una
idiota que no sabe lo terrible que soy.

Se me escapa una risita suave y me siento.

—Nunca has sido terrible.

—Creo que tienes una percepción muy distorsionada de mí —dice


Spencer con desdén.
Nada me molesta más de él que eso. Siempre les dice a todos lo
indigno que es. Los cumplidos son como púas para él, y desearía que
su madre siguiera viva para poder destrozarla. Las cosas de las que
ella lo convenció son deplorables.

—Sé que piensas eso, pero te equivocas. Siempre has sido especial.
Tu madre estaba equivocada, y odio que sigas cargando con eso —le
digo, mirándolo a los ojos, deseando que realmente me escuche.

Spencer cambia.

—No sé de qué estás hablando.

—Sí lo sabes. Dijiste que nunca me mentirías, ¿verdad?

—Me refería sobre tu memoria.

—Deberías haber sido más específico, pero ya es demasiado tarde.


Está oficialmente registrado como una promesa general —contraataco.

—¿Y qué hay de ti? —él dice—. ¿Me vas a contar todos tus secretos
si te pregunto?

Yo suspiro.

—¿No es eso todo el punto de esto? Tengo que confiar en ti con


todo si planeamos descubrir mi vida perdida.

—Sí, supongo que lo es.

—Entonces, quiero lo mismo, y quiero más que nada que me digas


la verdad. ¿De verdad crees que eres un tipo malo o indigno?

Los ojos de Spencer se vuelven hacia las olas, observando cómo se


estrellan contra la arena, y considera mi pregunta. Empiezo a dudar
de que me vaya a responder, pero luego dice:

—Todas las mujeres que he amado se han olvidado de mí. No sé


qué valor hay allí.

Mi mano se mueve antes de que tenga tiempo de estabilizarme.


Descanso mi palma en su mejilla, esperando que me mire.

—Spencer, tu madre no lo olvidó, simplemente no fue lo


suficientemente fuerte para hacer lo correcto. Y en cuanto a cualquier
mujer que hayas amado y que se haya olvidado de ti, bueno, es una
idiota e indigna de ti. No hay nadie como tú, y eso te hace inolvidable.
Y yo lo sabría, tengo pérdida de memoria.

Él resopla.

—Te lo agradezco.
—¿A quién amabas? —pregunto y desearía no haberlo hecho—.
Olvida que te pregunté, no es asunto mío.

—Considéralo olvidado. Sin mencionar que estamos aquí para


hablar de ti —Me da un codazo.

—Sí, eso siempre es divertido.

—Entonces, tú y Henry…

Parpadeo, confundida en cuanto al porqué me preguntaría sobre


eso.

—¿Qué pasa con Henry?

—¿No crees que fue él quien te dio el anillo?

—¿Tú lo crees?

Él niega con la cabeza.

—No, pero eso es lo que recordabas y querías.

—Sólo porque me desperté como el yo de hace tres años. Pero,


para responder a tu pregunta, no, no creo que se lo propusiera. Si lo
hizo, y ese fue el anillo que me dio, no hay una maldita posibilidad de
que no me lo hubiera pedido. Además, lo que tú y Emmett dijeron
tiene sentido.

—¿Emmett tiene sentido?

Yo sonrío.

—Se sabe que en ocasiones ocurre. Realmente, las únicas dos


opciones que tienen sentido son que yo lo puse ahí o lo hizo el tipo
que me lo dio.

Spencer se recuesta sobre sus codos.


—Tienes razón.

—Entonces, Cross, investigador de clase mundial, ¿cómo


resolvemos el acertijo?

—Acuéstate a mi lado —me indica.

—Umm, ¿por qué?

—Solo hazlo, Brie —La voz de Spencer es en parte molestia, en


parte diversión.

Me quejo mientras hago lo que me pide.


—Ahora, quiero que mantengas los ojos cerrados.

Giro mi rostro hacia él, con los ojos abiertos de par en par.

—¿Por qué?

—Jesús, eres exasperante.

—Eres críptico.

—He estado en todo el mundo, he tratado con jefes de la mafia,


políticos, miembros de la realeza y líderes terroristas que son menos
desconfiados que tú.

—Lo dudo —respondo.

Me mira, pero hay humor debajo.

—Te lo juro, Brie, no voy a lastimarte. Cuando estaba en Argelia,


entrevisté a esta mujer, Yamina, conocida por ser una sanadora
increíble. Personas de todo el país acudían a ella para curar sus
dolencias. La historia era que podía tocar a alguien que sufría y, en
cuestión de días, comenzaría a recuperarse. Milagrosamente. Por
supuesto, pensé que todo era una completa mierda.

—Por supuesto, porque eres la persona más pesimista que conozco


—Me río.
—Realista. Hay una diferencia —me corrige Spencer—. Tenía un
punto.

Extiendo mi mano, insinuando que debería llegar a ello entonces.

Hay un bajo resoplido de molestia antes de que continúe. Me


encanta irritarlo.

—De todos modos, me quedé allí durante semanas, listo para


documentar cada truco que hizo. Estaba tan seguro de poder
desacreditar las afirmaciones que extendí mi estadía por un mes. A
veces podía ayudar con una hierba. Otras veces, era un elixir que una
vez dijo que no era más que agua con jengibre y algunos otros
ingredientes naturales. Sin embargo, la mayoría de las personas a las
que tocó no se curaron físicamente. Lo que hizo fue abrir sus mentes
para comprender lo que estaba roto. Pasaba horas con ellos,
calmándolos, permitiéndoles toda su atención. Yamina los hizo sentir
vistos y les dio esperanza, sanándolos a nivel espiritual. Ella fue
paciente más allá de cualquier cosa que haya visto. No puedo
explicarlo porque hay partes que todavía no sé cómo son posibles.

—Entonces, ¿quieres sanar mi espíritu? —pregunto, burlándome


un poco de él.

—Ojalá pudiera. Demonios, pensé en llevarte a algún lado para


encontrar a alguien como ella.
—¿Ella ya no está curando a la gente?

Los ojos de Spencer se posan en el dibujo de la manta.

—Ella falleció hace aproximadamente un año.

—Suenas triste por eso.

—Lo estoy. Ella era una mujer notable. Mucho más intuitiva que
cualquiera que haya conocido. Nunca juzgó a nadie que acudiera a
ella. Tenía la capacidad más increíble de amar a todos. Cuanto más
roto estaba alguien, más crecía su corazón por ellos.

No puedo evitar preguntarme…

—¿Ella te curó?

Ahora sus ojos se encuentran con los míos.

—Ella me ayudó a ver lo que me estaba perdiendo. Entonces, en


cierto modo, sí.

—¿Qué te estabas perdiendo?

—Amor.
Capítulo Doce
Spencer
Me estoy tambaleando en una línea muy precaria. Un paso y lo
voy a joder todo, lo que no puedo hacer.

Es que, estar con ella aquí, en el mismo lugar que me propuse, es


demasiado. La forma en que su cabello se agita con la brisa. La forma
en que la luz del sol baila a través de su piel me hace querer
arrastrarla en mis brazos y nunca dejarla ir.

Brie parece desconcertada y aparta la mirada.

—Entonces, ¿tienes a alguien? —Su voz es vacilante.

—Hay alguien a quien amo, sí.

No es mentira.

Su sonrisa es forzada.

—Bien, pero espero que no sea la chica de la que te quejabas.


Hay momentos, como ahora, en los que juro que ella también lo
siente. La atracción mutua y el hecho de que tenemos una historia,
incluso si ella no la recuerda. El tono de su voz que suena casi dolido
porque amo a alguien o cómo sus ojos no se encuentran con los míos
porque está tratando de ocultar sus emociones.

Está ahí, bajo la niebla, solo necesita levantarse.

Elijo mis palabras con cuidado.

—¿Y si lo fuera?

—Entonces necesitas superarla y encontrar a alguien más.

Nunca. Nunca te superaré.

—Eso es como si yo te dijera que solo recuerdes.

Brie se pone de espaldas y cierra los ojos.


—Bueno, dejaré que hagas tu truco mental para que podamos ver
si funciona. Quién sabe, la próxima vez que abra los ojos, puede que
lo recuerde todo.

—No pongamos tanta confianza en mí —digo en voz baja.

Yamina trabajó con un hombre del pueblo que había resultado


herido y todavía luchaba con su pasado. Podía recordar, pero ese era
el problema. Necesitaba olvidar porque el dolor era demasiado. El
accidente que le quitó a su familia fue tan doloroso que literalmente se
estaba muriendo por eso.

Voy a hacer que Brielle pruebe la misma meditación que Yamina


me hizo hacer y rezaré para tener, aunque sea una onza de sus
poderes.

—Mantén los ojos cerrados todo el tiempo. Quiero que te relajes,


mantén tu respiración constante y trates de no concentrarte en nada
hasta que yo te lo indique.

—Sabes que voy a ver al amigo de Holden que Cora sugirió que
también hace esto, ¿verdad?

—Al amigo de Holden no le gusta la medicina holística, es


terapeuta. Pero supongamos que esto es práctico. Ahora, cierra los
ojos y relájate.

—Entonces, ¿en qué pienso?

—Deja que los pensamientos vayan y vengan. Sean lo que sean.


Solo deja que entren y salgan, sin detenerte en nada.

Brielle deja escapar un profundo suspiro, sus manos apretadas se


relajan y se acurruca más profundamente en la improvisada almohada
de arena debajo de ella.
Me tomo un segundo y solo la observo, mirando su largo cabello
rubio que se despliega a su alrededor. Haría cualquier cosa por
besarla o sentir su cuerpo contra el mío, pero necesito ser paciente.

Eso no es exactamente algo en lo que soy bueno.

—Respira hondo —le digo—. Dentro y fuera. Relájate y escucha mi


voz —Ella hace lo que le pido, dándome su confianza. Me acerco, me
acuesto de lado y le paso el dedo por la cara—. Tranquila, solo respira.

Yamina siempre mantuvo una mano sobre su paciente. Ella


siempre los estaba calmando, así que me permito ese pequeño detalle.

Pasan los minutos y sigo hablándole en voz baja y acariciándola.


Brielle está lo suficientemente relajada como para intentar forzar su
memoria.

—Dime qué hay en tus pensamientos.

—Siguen moviéndose —susurra.

—¿Qué ves ahora mismo?

—Veo un auto, uno rojo.

Uso cada gramo de moderación que tengo para no presionarla más


y solo permitirle hablar.
—Tiene dos puertas y no tiene asiento trasero.

—Entonces, ¿es pequeño?

—Sí, es pequeño. Es realmente hermoso, y quiero conducirlo.

—Está bien, ¿algo más?

—Isaac está fuera de él.

Isaac compró un auto que Addison odiaba. Ella dijo que era poco
práctico y estúpido, pero él estaba muy entusiasmado con eso.
Siempre había querido un pequeño auto deportivo rojo, así que era
como si estuviera viviendo el sueño. Tres días después, Addy
descubrió que estaba embarazada y lo vendió una semana después, a
mí.

Ese auto está en mi garaje y solo lo conduzco en ocasiones


especiales.

—¿Tú lo conduces, Brie?

—No, al menos, no entonces. Ni siquiera me deja entrar.

Y él no lo hizo. Llevaba una semana enfadada con él.


—¿Qué dijo?

—Él dice que no soy lo suficientemente buena como conductora —


Hay risa en su voz—. Addison también está muy enojada. Ella sigue
diciendo que él necesita regresarlo.

Entro en la memoria alrededor de este punto. Espero, conteniendo


la respiración. Cuando no lo hace, la insto más.

—¿Lo hace?

—Yo no… sé.

—Lo estás haciendo muy bien —le digo, lo suficientemente cerca


como para sentir su calor. Muevo mi mano a su mejilla, descansándola
allí suavemente. Ella se inclina hacia mi toque, y estoy desesperado
por ella. Quiero sentir sus labios tanto que me está matando—. ¿Qué
está pasando, Brie? —pregunto, obligándome a hablar para no hacer
lo que quiero.

Pero luego mueve su cara más cerca de la mía. Inhalo su aliento


mientras ambos compartimos el mismo aire. Ella está tan cerca, y la
deseo tanto. Muevo mi pulgar por su mejilla.

—Addy está molesta —repite.


Cierro los ojos, dejándome llevar un poco más cerca mientras mi
corazón late contra mis costillas. No puedo hacer esto. No puedo
besarla. No ahora y no así. Me muevo hacia atrás, odiándome por
desearla tanto.

Tan pronto como lo hago, el calor desaparece y una brisa fresca


besa mi piel.

Inmediatamente, los ojos de Brielle se abren de golpe y se está


poniendo en pie.

— ¡Se fue! ¡No! Se fue.

—¿Qué se ha ido?

—¡Todo! —ella grita y lanza sus brazos alrededor de mí. La agarro


fuerte, sintiendo el pánico irradiando a través de ella. Brielle comienza
a llorar, su cuerpo tiembla con cada sollozo—. Se fue. No puedo
recordar nada más.

—Está bien. Esto va a pasar.

Ella retrocede, poniéndose de pie con los brazos alrededor de su


cintura.
—No está bien. Lo estaba viendo. Creo que fue real, pero no lo sé.

—Fue real. Isaac consiguió un coche rojo, no te dejaba conducirlo y


Addy no estaba contenta.

Una mezcla de alivio y luego dolor destella en sus ojos azules.


—Lo recordé, y luego… simplemente se detuvo. Quería recordar
lo que pasó después, pero fuera lo que fuera, simplemente
desapareció. Pude ver algo en mi periferia, y luego sólo…
desapareció. ¿Por qué? ¿Por qué se fue? ¿Qué había que mi mente no
me permitía ver?

Yo. Eso es lo que ella no está recordando. Los recuerdos que me


incluyen. Ha habido pequeños destellos y todos se desvanecen tan
pronto como entro en la imagen.

Me pongo de pie, empujando hacia abajo mis propias


frustraciones, y voy hacia ella.

—Lo siento, Brie.

Ella niega con la cabeza.

—No, no lo entiendes. Henry me dijo algo y no puedo dejar de


pensar en ello.

De nuevo con el jodido Henry. Henry, el idiota que siempre la


dejaba en último lugar. El tipo que tuvo una segunda oportunidad con
la mujer más hermosa e increíble, pero la tiró porque el trabajo era
más una prioridad. Me importa un carajo todo lo que ese pedazo de
mierda tenga que decir.
La ira hierve y doy un paso atrás.

Brie continúa.
—Dijo que lo que sea que estoy olvidando es algo de lo que mi
mente me está protegiendo. Como si mi cabeza supiera que necesito
olvidarlo. Es por eso que pensó que tal vez era nuestra ruptura, lo que
resultó ser completamente incorrecto.

El aire sale de mis pulmones como si me hubieran dado un


puñetazo.

—¿De verdad crees que esta persona que olvidaste es mala?

—¿Cómo no hacerlo cuando no está por ningún lado? Quiero


decir, no puedo descartarlo como una posibilidad. Quiero decir, ni
siquiera tengo idea de cuánto tiempo él y yo estuvimos juntos.

Nueve meses.

—No tengo idea si empezamos a salir después de que Henry y yo


rompimos o si terminé con Henry por este chico nuevo.

No. No lo hiciste.

—Yo… no puedo dejar de preguntarme, si tal vez ¿fue él quien me


hizo esto? Qué cuando llegó a mi vida, la arruinó.
Yo nunca te lastimaría.

No puedo decirle eso. No puedo decirle nada. No estábamos


juntos en ese tiempo, y ni siquiera puedo corregirla.

—Tal vez eso es cierto —No sería la primera vez que una mujer me
dice eso. Mi madre lo decía a diario. Vine y lo arruiné todo.

—Sé que estás enojada por todo esto. Tienes todos los motivos
para estar preocupada, pero tómate un segundo para darte cuenta de
lo que acaba de suceder.

Sus ojos azules miran fijamente a los míos.

—¿Qué?

—Recordaste algo. Podías ver cosas, recordarlas y sentir lo que


estaba pasando. Este no era el sabor de un cigarro o encontrar un
anillo. Era un recuerdo real.

Tengo que aferrarme a eso. No importa qué, ella recordó algo.


Puede que no sea lo que yo quería, pero esto se trata de ella.

Una lágrima cae por su mejilla, dejando un rastro negro detrás de


ella.
—Solo desearía que fuera el correcto.
Capítulo Trece
Brielle
—Te voy a extrañar mucho —le digo a Addy mientras la abrazo de
nuevo.

—Regresaré antes de que te des cuenta.

—No será lo suficientemente pronto —Beso la frente de Elodie por


última vez y se la entrego.

Hasta ahora, no he hecho nada más que ver películas. Si hay una
ventaja en la pérdida de memoria, es esta. No tengo idea de lo que he
visto antes, así que puedo ver todo lo que se transmite por primera
vez de nuevo.

Addison se inclina y me besa en la mejilla.

—Se amable contigo misma. Lo conseguirás. Tengo fe.

—Lo estoy intentando.

—¿Tienes una cita hoy?


Asiento con la cabeza.
—Sí. El amigo de Holden de Seattle se especializa en este tipo de
trauma. Parece tener éxito con la recuperación de la memoria, así que
tengo esperanzas.

—¿Spencer te llevará?

—No, es Emmett.

Addison sonríe y luego se gira.

—¿Qué? —pregunto.

—Nada.

—Eso no fue nada.

—Es gracioso que le hayas preguntado a Emmett en lugar de a


Spencer.

No entiendo qué lo hace divertido.

—Tengo otros amigos.

—Sí, pero no otros chicos a los que desees.


Miro a mi cuñada.

—Probablemente deberías ponerte en camino. Tienes un largo


viaje por delante.

Addy suelta una carcajada.

—Estoy diciendo que siempre has tenido sentimientos por él.

—Tal vez, pero él nunca ha tenido sentimientos por mí. Soy esa
chica molesta que lo seguía con ojos de cachorrito. No tengo
desilusiones acerca de cómo me ve.

—Lo entiendo. No estoy discutiendo contigo, pero tienes que


admitir que es divertido.

Pongo los ojos en blanco.

—Se llama autopreservación.

Addison acomoda a Elodie en su asiento de seguridad y luego se


para frente a la puerta del lado del conductor.

—Isaac solía bromear sobre cómo nunca encontrarías a nadie


porque estabas tan enamorado de la idea de Spencer.
—Él nunca me dijo eso.

—Amenacé con cortarle las bolas si lo hacía. Era mejor para él


fingir ignorancia sobre la persona que te gustaba, ya que nadie
hubiera sido lo suficientemente bueno para ti.

—Estaba tan preocupado.

—Él amaba con todo su corazón.

Tuve mucha suerte de tenerlo como hermano.

—Él lo hizo, y tú ocupaste la mayor parte del terreno.

Su sonrisa es suave.
—Lo extraño mucho. Todos los sueños que teníamos se han ido, y
estar aquí es muy difícil.

—Ir a Pensilvania no hará que se vayan o cambien, Addy. También


lo extrañarás allí.

—Lo sé, pero no tendré que verlo donde sea que mire. No hay un
solo lugar en esta ciudad que no tenga un recuerdo de él. Juro que lo
escuché en la ducha hace dos días, tarareando cualquier canción que
fuera popular entre los niños. Estaba tan feliz porque, por una
fracción de segundo, estaba segura de que mi mal sueño había
terminado y él estaba aquí. Cuando me di cuenta de que estaba
escuchando cosas, me rompí. No puedo hacerlo. Tengo que darme
algo de tiempo para resolver mi dolor.

—Realmente espero que puedas.

—Yo también. Y si no lo hago, volveré aquí antes de lo que


piensas.

—Y si encuentras esa paz allí, ¿todavía volverás a casa? —


pregunto, solo un poco en broma.

Addison sonríe.

—Esta es mi casa. Eres mi hermana, y… —Addison mira a Elodie


en el asiento trasero—. Isaac hubiera querido que estuviéramos aquí.

Isaac habría querido que ella fuera feliz, independientemente del


código postal en el que resida.

—¿Promete que llamarás?

—Lo prometo. ¿Me prometes que irás a todas tus citas con el
médico?

Me río.
—Sí. Lo prometo.

—Bien —Addison tira de mí para darme un fuerte abrazo, y


cuando la suelto ambas lloramos—. Te amo.

—Siempre.

Es lo que diría Isaac. Él nunca respondía con ‘te quiero también o


cualquier otra cosa’.

La veo alejarse y mi corazón se hunde. Sé que es lo que necesita,


pero la extrañaré terriblemente.

—Soy el Dr. Girardo —dice un hombre alto y delgado mientras


extiende su mano.

—Brielle, encantada de conocerte.

—Igualmente. Conozco al Dr. James desde hace mucho tiempo y


me contó mucho sobre tu caso.

—Conozco a Holden desde que tenía ocho años —digo con una
sonrisa—. Espero que puedas ayudarme.
El Dr. Girardo extiende su mano, indicando que debo sentarme.

—Bueno, ciertamente puedo intentarlo. Hay muchas cosas que no


sabemos sobre el cerebro, lo que hace que las lesiones en la cabeza
sean especialmente frustrantes.

—Dímelo a mí.

Se ríe y cruza una pierna sobre su rodilla.

—Podría aburrirte durante horas, pero no es en eso en lo que


debemos concentrarnos. Sé que has contado esto varias veces, pero
¿por qué no me explicas lo último que recuerdas?

Realmente odio esto. Pero Holden fue enfático en que, si había


alguien que pudiera ayudar, sería él. Entonces, aquí va.

Después de lo que se siente como horas de conversación, dejo


escapar un profundo suspiro y me siento.

El Dr. Girardo continúa escribiendo notas y luego baja su libreta.


—Quiero ser honesto contigo, Brielle, fuiste un poco más allá de lo
que yo sabía fue tu último punto de parada.

Me animo con eso.

—¿En serio?
—Según tus registros, tu último recuerdo es cuando regresaste a
Rose Canyon aproximadamente seis meses después de graduarte. En
nuestra discusión, recordaste la entrevista para el trabajo en el centro
juvenil que posee Jenna y también mencionaste haber almorzado con
tu hermano después.

Mi mandíbula se afloja.

—¿Lo hice? —Empiezo a revisar lo que dije, estaba tan perdida en


los recuerdos que no me di cuenta de dónde me detuve.

Pero ahí está.

Fui a la entrevista en el centro juvenil de la ciudad. Recuerdo que


Jenna estaba allí con una mujer llamada Rachelle. Llevaba una camisa
naranja brillante con pantalones grises. Era cálida y amable, me
recordaba a un día soleado, por eso pensé que su top era tan
apropiado. Ella exudaba luz. Jenna me había dicho que era una
supervisora increíble y que nos llevaríamos bien.

—Recordé esa entrevista —me digo más a mí mismo.

—Lo hiciste.

—Y vi a Isaac en la escuela después —le digo de nuevo, como si él


no lo supiera ya.
El Dr. Girardo sonríe.

—¿Recordaste este evento antes de hoy?

Niego con la cabeza.

—La única otra cosa que recuerdo es que mi hermano consiguió


un auto que no me dejó conducir. Habría sucedido casi al mismo
tiempo —reflexiono.

—¿Por qué es eso?

Lo miro, una sonrisa formándose lentamente en mis labios.

—Tomamos ese auto para almorzar. Dijo que quería conducirlo


una vez más antes de que se acabara.

—Háblame de ese recuerdo.

Me lanzo al viaje a la playa y cómo Spencer me ayudó a relajarme


lo suficiente como para dejar que mi mente divague.

—Sin embargo, simplemente se detuvo. Como el agua


deslizándose entre mis dedos, una vez que cayó la última gota,
también lo hizo el recuerdo.
Se frota la barbilla.

—¿Qué estabas sintiendo durante ese recuerdo?

—No lo sé.

—Tómate un segundo para pensarlo. Intenta volver a esa playa


con Spencer. Piensa en el calor del sol y el sonido de las olas. ¿Qué
estabas sintiendo en el momento y no en el recuerdo?

Saco la parte de la memoria y hago lo que dice, recordando las


otras cosas a mí alrededor.

—Estaba caliente. Recuerdo sentir este calor, no solo por del sol,
sino de todo lo que me rodea.

—¿Qué hay con los olores?

—El aire salado, seguro, y Spencer.

—¿A qué huele? —pregunta el Dr. Girardo.

Yo sonrío.

—Como el sol y el aire fresco con un toque de cuero. Huele a


seguridad.
—¿Cómo se siente la seguridad?

—A esperanza y felicidad.

—Entonces, cuando estás con Spencer, ¿te sientes segura y


esperanzada?

Lo miro rápidamente.

—No. Quiero decir, sí, pero no así.

—Está bien, entiendo. Es más, como un amigo de confianza con


quien puedes contar para escuchar y nunca juzgar. ¿Eso suena exacto?

—Todo lo que decimos aquí es confidencial, ¿verdad? —pregunto,


sin querer preocuparme de que Holden sepa de mi ridículo
enamoramiento.

El Dr. Girardo se mueve hacia adelante.

—Por ley, no puedo revelar de qué hablamos a menos que me des


permiso para consultarlo con el Dr. James.

El gemido sale de mis labios.


—No, sé que tú y Holden están trabajando por el mismo objetivo,
pero si pudieras dejar esta parte fuera de tus notas oficiales, sería
genial.

—Sientes algo por Spencer —adivina.

—Desde que tenía trece años.

—¿Eres correspondida?

—¡Dios no! —exploto—. Él ni siquiera lo sabe. Bueno, estoy segura


de que él lo sabe. Creo que todos lo saben, pero todos me dejan tener
la ilusión de mi secreto.

Él sonríe.

—Pero a pesar de que tus sentimientos son más profundos que la


amistad, ¿te sientes lo suficientemente cómoda como para pedirle
ayuda y confiar en él para investigar tu pasado?

—No hay nadie en quien confíe más.

—Está bien, volvamos a la playa por un momento. Dijiste que


estabas acostada, sintiendo el calor del sol y el calor de Spencer. Olías
el aire salado y a él. Háblame de lo que sucedió justo antes de que se
escapara el recuerdo.
Cierro los ojos y me pongo allí de nuevo.

—Puedo escuchar las olas rompiendo en la orilla y el sonido de


dos pájaros en lo alto. Yo estaba allí, riéndome cuando Addison le
informó a Isaac que el auto no se quedaría, y luego, fue como si el
calor se hubiera arrancado.

—No sé lo que era, pero se había ido. Sentí frío y sola y… todo se
fue.

—¿Le preguntaste a Spencer?

—No, estaba demasiado molesta. Quería tanto que ese recuerdo se


quedara. Estaba feliz y sentí que iba a estar bien, y luego estaba
aterrorizada.

Nosotros hablamos un poco más mientras hace preguntas sobre la


memoria y la playa.

Respondo todo lo que puedo tan a fondo como puedo, con la


esperanza de que pueda decirme cómo recordar más de mi pasado.

Suena la alarma del Dr. Girardo, y él suspira.

—Me encantaría seguir hablando, pero parece que se nos acabó el


tiempo del día. Hemos cubierto mucho, y es importante descansar
tanto como trabajar. Me gustaría que llevaras un diario de recuerdos o
sueños que tengas. Podemos repasarlos cada vez. Además, debes
tratar de meditar cada mañana. Una de las claves de tu recuperación
es nutrirte a ti misma. Es como el dicho sobre ponerse la máscara de
aire para uno mismo antes que para su hijo, no puedes salvar a nadie
más si no te salvas a ti misma.

Voy a matar a Holden por esto.

—No necesito que me salven. Necesito poder salvar.

—Y ese es el objetivo hacia el que dimos nuestro primer paso hoy,


ya sea que te des cuenta o no.

Él tiene razón. No creo que hayamos logrado nada hoy. No obtuve


ninguna respuesta, solo repasé toda la basura que ya sabíamos.

—No creo que tengas razón. No soy diferente de cuando entré.

—Eso no es cierto.

—Todavía no tengo recuerdos de quién mató a mi hermano y trató


de matarme.

El asiente.

—Eso es lo mismo, pero aprendimos mucho.


—¿Qué aprendimos? —pregunto con frustración.

—Lo que busco es un patrón o algo que indique qué podría


desencadenar el cerebro. Para ti, es miedo y consuelo —Cuando no
digo nada, continúa—. ¿Qué pensarías si te dijera que nos hemos visto
varias veces antes?

Mi ritmo cardíaco se acelera y mi respiración se vuelve más rápida.


¿Qué? ¿Lo hemos hecho? ¿Por qué esto sigue sucediendo? ¿Cómo
podría sentarme aquí y hablar con él y no mencionar esto si lo hemos
hecho antes?

—¿Brielle? —él pregunta—. Dime exactamente lo que estás


sintiendo. Descríbelo todo.

—Estoy enojada. Estoy tan enojada porque todos me ocultan cosas.


¿Nos hemos reunido? ¿Cuándo?

—Esas son preguntas y no la respuesta a lo que pregunté. Dime lo


que estás pensando y tus emociones.

Mis ojos se llenan de lágrimas de frustración, y lo vomito todo.

—Estaría dolida y triste. En este momento, tengo frío y mi corazón


está acelerado. El temblor en mis manos empeora todo. Porque si nos
conocimos antes y no lo recuerdo, entonces, ¿quién puede decir que
no pase junto a una docena de personas que he conocido y de las que
no tengo recuerdo? Es aterrador.
Se inclina hacia delante para captar mis ojos.

—Puedo asegurarte que no nos habíamos visto antes de hoy, y


lamento haberte causado angustia, pero déjame preguntarte algo más
—Después de un segundo, asiento con mi permiso—. Antes, cuando
te pedí que contaras el recuerdo del auto de tu hermano, ¿qué pasó
por tu cabeza?

Levanto la vista, secándome la estúpida lágrima que cayó.

—No lo sé.

—Creo que lo sabes. Es lo mismo que sentiste en la playa.

Mis labios tiemblan cuando la verdad choca a mí alrededor.

—Me sentí segura.

—Sí, te sentiste cómoda y segura. No te estabas ahogando en el


miedo. En lo que me gustaría centrarme es en ayudarte a establecer el
control, lo que espero sea un gran paso para ayudarte a recuperar tus
recuerdos.

—¿Cómo lo controlo? ¿Cómo me deshago de esto?

Él sonríe.
—Empieza a mantener una lista de todo lo que sabes que es real.
Concreta y absoluto. La revisaremos durante nuestra próxima sesión.
Capítulo Catorce
Spencer
—Golpéame —dice Emmett mientras golpea el fieltro verde.

—Vas a reventar —advierte Holden.

—Te voy a romper el labio si no te callas.

Esta noche es la última noche de Holden en la ciudad. Decidió


regresar a casa después de su llamada con el Dr. Girardo, sobre la cual
no ha dicho nada.

—Que pierda, es su dinero —le digo repartiendo la carta que me


pidió.

Emmet maldice.

—Maldición. Necesitaba un tres.

—Tienes que aprender a tocar —señala Holden—. No golpeas


cuando necesitas un tres. Es como si no pudieras contar.
—Puedo contar el número de veces que me has irritado.

Resoplo.

—¿Puedes contar tan alto?

Emmett nos echa un vistazo a los dos.

Miro hacia la pantalla, que muestra una transmisión en vivo de la


puerta de Brielle, preguntándome si está bien. Llegó a casa hace unas
tres horas y no ha salido desde entonces.

Mi mente ha sido un desastre todo el día. Sigo viéndola en esa


playa, el cabello rubio cayendo por su espalda y el sol en su hermoso
rostro. Mi mente quemó las imágenes de esos pantalones cortos y la
camiseta sin mangas que mostraba cada curva de su cuerpo perfecto.
Quería tomarla en mis brazos y besarla hasta que no pudiera hacer
nada más que recordarnos, pero no puedo hacer eso.

No, en su lugar tengo que mirar una foto en mi tocador, trazando


su rostro con mi dedo a través del cristal.

—¿Qué hay de ti, Spence? —pregunta Emmett.

—¿Qué?

Holden se ríe.
—Él nos desconecta como lo hacía mi ex esposa.

—Hablando de ex —aprovechó la apertura—. ¿Viste a Jenna hoy?

Todos sabemos que lo hizo. La oficina de Jenna está al lado del


único lugar en la ciudad que sirve almuerzos. Ella está allí todos los
días a la misma hora, que resulta ser la misma hora en que él se reunió
con el Dr. Girardo.

—No recuerdo si lo hice.

Emmett se ríe.

—Claro, no lo hiciste.

—Ella se ve muy bien.

Él rueda los ojos.

—Ella siempre lo ha hecho. Eso nunca fue un problema.

—¿Cuál fue el problema?

—No sé, tal vez fue que teníamos veinte años, éramos estúpidos, y
pensamos que sabíamos en lo que nos estábamos metiendo y luego
nos dimos cuenta de que no. Además, ella no es la única persona con
la que he salido. No soy un monje.

No, pero él no habla de ellas. Bueno, aparte de esa chica con la que
se enganchó cuando estaba visitando a su tía. Esa fue una noche
divertida.

Solo ha hablado de lo que pasó con Jenna una vez, y estaba


borracho como el demonio. Dijo que fue la semana antes de irse a la
escuela de medicina, y llegó a casa después de estudiar hasta las tres
de la mañana en la biblioteca y la encontró con las maletas hechas. Por
la forma en que lo cuenta, ella afirmó que era miserable y que él la
amaba demasiado para ser la razón de su infelicidad.

Entonces, se divorciaron y han sido civilizados desde entonces.

Aunque todos sabemos que él ha luchado por no ser suficiente


para ella.

—Tienes casi cuarenta años y sigues siendo un estúpido —


contribuyo amablemente.

Emmett levanta su copa.

—Esa es la verdad. De todos modos, quería preguntarte si vas a ir


a la cena de la semana que viene.

—¿Aquella en la que te nombran Hombre del Año?


Es la cosa más estúpida que hace este pueblo. Lo juro, tenemos
premios para todo. Por lo general, el ganador es el alcalde o un
concejal del pueblo porque forman el comité. Esta es la primera vez
que eligen a alguien fuera de su hermandad.

Emmett Maxwell fue nombrado MOTY 1, como ellos lo llaman, y se


suponía que todos debíamos ir. No porque él fuera la mejor opción,
sino porque Isaac había lanzado un gran ataque del tamaño de un rey
hace unos años sobre cómo las mismas personas siempre son
nominadas y ganan. Después de ese ataque, obtuvo una nominación,
no ganó y volvió a enloquecer. Entonces, esta vez nominaron a
Emmett. Nunca pensamos que ganaría, pero aquí estamos.

—Si es necesario —respondo.

—¿Puedes llevar a Brielle contigo?

Me dirijo a él.

—¿Qué?

—Brielle, la chica al otro lado del pasillo con la que pasas la mayor
parte del tiempo. ¿Te suena?

—Sé quién es ella, imbécil. Estoy preguntando por qué la llevaría.

1
Siglas para Man of the Year - Hombre del Año.
Emmett se queja.

—Ella necesita que la lleven, y pensé que podrías llevarla, porque


tengo que estar allí con horas de anticipación para repasar la
ceremonia.

Holden se ríe.

—¿No subes al escenario y te llevas el premio?

—Aparentemente —Emmett alarga la palabra—, hay más que eso.


También necesito que se apruebe mi discurso —Se gira hacia mí—. Y
tú lo tienes que escribir.

—No lo estoy escribiendo —digo rápidamente.

Estoy roto. Soy un escritor premiado que no puede escribir.

—¿Qué quieres decir? ¿Quién diablos más lo escribiría?

—Aquí hay una idea… tú.

Él rueda los ojos.

—Atrapo a los malos y protejo a las ancianas que cruzan la calle.


Yo no escribo discursos.

—Ahí tienes —Holden le da una palmada en la espalda a


Emmett—. Acabas de escribirlo. Aunque, realmente no estás haciendo
un gran trabajo atrapando a los malos ya que hay un asesino dando
vueltas. Tal vez omitas esa parte.

Resoplo una carcajada y miro mi teléfono mientras vibraba con un


mensaje de texto.

Brielle: ¿Puedes hacer todo lo que puedas de superdetective acerca de una


Rachelle Turner?

Yo: ¿Por qué yo?

Brielle: Porque te lo pedí y se supone que debes ayudar, cosa que no haces
en este momento.

Sonrío, imaginando su cara mientras escribe eso.

Yo: ¿Tu laptop está rota?

Lo que Brielle no sabe es que tengo acceso remoto a su


computadora y ya sé que hizo una búsqueda hace una hora.

Brielle: No, pero ni siquiera sé por dónde empezar.


Esto la va a enojar totalmente.

Yo: Por el principio.

Brielle: Eres un idiota.

Yo: Eso es verdad. Esta noche investigaré un poco.

Brielle: Gracias. Tuve un día difícil, así que me voy a la cama. Mi cabeza
está latiendo.

Ojalá pudiera ir allí y abrazarla toda la noche.

Yo: Espero que te sientas mejor. Te hablaré mañana.

Brielle: ¿Estás en casa?

Yo: No, estoy fuera.

No quiero decirle que estoy al lado o que estoy aquí la mayoría de


los días solo para estar cerca en caso de que me necesite. Emmett
piensa que es porque quiero pasar el rato con él, lo cual no quiero.

Brielle: ¿Cita caliente?


Yo: No creo que ninguno de estos dos sea particularmente atractivo.

Brielle: ¿Dos? Wow.

Yo: Tampoco son mi tipo.

—¿Vas a jugar o enviar un mensaje de texto a la chica que te estás


tirando ahora? —pregunta Holden.

—No me estoy tirando a nadie.

Emmett se ríe.

—Sí claro. Nunca estás sin una mujer entre bastidores.

Claro, hice todo lo que pude para cultivar ese concepto erróneo de
mi vida personal. Siempre me veían con alguna chica y nunca traía
dos veces a la misma. Sobre todo, porque quería algo fácil y la idea de
estar en una relación era agotadora.

Estar en relaciones superficiales era mucho más satisfactorio. La


chica no pensaba que seríamos más, y nunca me importó una mierda
lo que ella hacía.

—Bueno, ahora lo estoy.


Holden se frota la barbilla.

—Sabes, ha pasado un tiempo desde que te he visto con alguien.

Emmett frunce el rostro.

—Él tiene razón. No te he visto con nadie desde que regresaste a la


ciudad.

No desde que vi a Brielle después de que se publicara mi artículo


sobre la guerra.

—Crecí —digo, esperando que lo dejen.

Emmett, quien hizo su propia temporada en el servicio y vio tanto


como yo, responde:

—Creo que es otra cosa.

—Estoy seguro de que puedes entenderlo, Em.

Él asiente, y un momento de parentesco pasa entre nosotros.

Mi equipo vivió más de dieciocho meses de un infierno absoluto


en el mismo país que el suyo. Se me concedió permiso para seguir a
un equipo militar de élite con el entendimiento de que no se me
permitía informar sobre lo que hacían, solo lo que descubrían. Pero,
aun así, experimentamos muchas de las mismas cosas que
experimentó Emmett.

Toda la razón por la que solicité esa tarea fue por Emmett.
Acababa de terminar su entrenamiento en fuerzas especiales. Estaba
este miedo profundamente arraigado, uno que me mantenía despierto
por la noche, que él no regresaría.

Si pudiera estar allí.

Si pudiera estar cerca, entonces tal vez, podría ayudar.

Era una locura, e Isaac era la única persona que sabía una pizca de
la verdad.

En lugar de tratar de disuadirme, me animó a ir. Emmett es


nuestro hermano, y no hay nada que no haría por proteger a alguien
que amo. Entonces, pasé por un año de entrenamiento, porque no se
habría esfuerzos de salvamento para mi vida, y me fui a la guerra.

Las cosas que he visto. Los sonidos y los olores son cosas que
nunca me dejarán.

Ese artículo me valió un Pulitzer y, desde entonces, no he escrito


una sola palabra.
¿Qué diablos podría escribir? Nunca nada estará a la altura.

Camino de regreso a la mesa, y Emmett toma el asiento del


crupier.

—Sabes que Holden nos patea el trasero en cada mano.

Holden sonríe.

—Es porque ustedes dos no respetan mi intelecto superior.

—Puedes ser inteligente, pero eres un jodido idiota —dice Emmett,


repartiendo las cartas.

—Y eso no tiene ningún sentido.

Emmett me mira.

—¿Tú sabes lo que quiero decir?

—Sí, y estoy de acuerdo. Es el idiota más inteligente que conozco.

Todos nos reímos y jugamos algunas manos. Holden y yo


peleamos, y él gana dos de las cinco manos. Lo único que Holden no
puede hacer es perder amablemente.
—Dos manos más —exige.

Emmett se inclina hacia atrás, con una sonrisa de comemierda en


su rostro.

—No lo hagas, Spence. Déjalo perder.

Cuando estoy a punto de decirle que me bese el trasero, mi


teléfono se enciende y veo que tengo unas veinte alertas de la
computadora portátil de Brielle.

Spencer Cross.
Spencer Cross modelo.
Historia de citas de Spencer Cross.
¿Con quién está saliendo Spencer Cross ahora?
Artículo de Pulitzer de Spencer Cross.
Última novia conocida de Spencer Cross.

La lista sigue y sigue mientras ella intenta profundizar en mi


historia, y no puedo detener la punzada de emoción de que me está
buscando. Significa que está pensando en mí. Significa que no puede
dormir, y todo lo que dije le pesa en el corazón. Si bien no sé lo que
encontrará, no importa porque significa que le importa. También
quiere saber si estoy saliendo con alguien.
—¿Spencer? ¿Estás listo para que te quite todas tus ganancias?

Un poco engreído gracias a las alertas, me dirijo a Holden.

—Vamos a jugar. Me vendría bien un poco de dinero extra para


gastos.

—Buenos días —digo, sosteniendo una taza de café frente a Brielle.

—Te ves feliz.

—Siempre estoy feliz cuando tengo una buena noche.

Su sonrisa se tambalea un poco, pero se recupera.

—Me alegra que tú y tus dos citas se hayan divertido.

Me río.

—Mis citas eran Emmett y Holden, y la pasé muy bien tomando


todo su dinero.

Las pestañas de Brielle revolotean y ella toma aire.


—¿Por qué no dijiste eso? Yo… soy estúpida. Lo siento.

—¿Te hubiera molestado si fueran dos chicas? —pregunto,


incitando un poco.

—Por supuesto que no. No es asunto mío con quién sales o lo que
sea que hagas.

Ella habla rápido, lo que es una clara señal de que le molesta


mucho. Bien. Quiero que la moleste. Quiero que la idea de mí y otra
mujer la haga enojar porque ella es la única mujer que quiero.

—¿Qué pasaría si te dijera que ha pasado mucho tiempo desde…

Ella levanta la mano.


—En serio, no es asunto mío.

Oh, Brielle, si no fuera un riesgo para el caso de la fiscalía, te lo


contaría todo. Caería de rodillas, te confesaría todo y te rogaría que
me ames de nuevo. Me sacaría el corazón del pecho y te lo daría si eso
significara que te devolviera los recuerdos.

—Está bien entonces —le digo, tomando un sorbo de mi café—.


Emmett me pidió que te llevara a esa ceremonia de MOTY en unos
días.
Ella suelta un largo suspiro.

—Odio esa estupidez.

—Todos lo hacemos.

—Isaac casi se orinó cuando fue nominado.

Hago una pausa porque fue nominado hace dos años.

—¿Él lo estaba?

Ella asiente.

—Sí, siguió y habló sobre que era un honor increíble y habló sobre
lo que iba a hacer si ganaba. Porque ese lugar de estacionamiento
privilegiado frente al ayuntamiento es un gran premio —Brie toma un
trago y luego me mira—. ¿Qué?

No quiero señalar que acaba de recordar algo nuevo porque no


quiero que empiece a presionar por más. Quiero que se mantenga
relajada y tal vez recuerde más.
—Nada. Tengo esto para ti.

Toma la carpeta que contiene la información que pidió sobre


Rachelle Turner y el centro juvenil. Brielle lo abre y se dirige al sofá
antes de hojearla. Saqué algo de información que ella no encontraría
en sus búsquedas simples. Cosas como los registros financieros y las
participaciones públicas.

—Wow —dice cuando llega a la página que muestra las


ganancias—. Lo están haciendo bien.

—Tienen dos grandes benefactores.

—Pero son recientes —señala.

—Lo son. Parece que el segundo donante intervino hace alrededor


de un año.

—Jenna mencionó cuando la entrevisté que ella era una


benefactora.

Me imaginé que era su compañía en la declaración aquí.

—Cualquier cosa en naranja es lo que supuse que era una


organización sin fines de lucro de Jenna.

Revisamos los papeles y tomamos notas en los márgenes. Se siente


tan jodidamente bien hacer esto. Por primera vez en más de tres años,
hay una ligera emoción en la investigación. Me encantaba esta parte.
Cada detalle puede conducirá a algo más grande, y disfruto con la
idea de encontrarlo.
Brielle deja su café y toma un bolígrafo, remarcando dos
cantidades.
—Estos dos no son donaciones y son cantidades casi idénticas, con
solo tres centavos menos.

—Ambas justo por debajo de la cantidad que tienes que declarar al


gobierno también.

Sus ojos encuentran los míos.

—¿Qué quieres decir?

—Cualquier depósito de más de diez mil se informa, pero estos


son de ocho días de diferencia, por lo que probablemente no fueron
señalados. Pero mira esto —Señalo otra partida en el estado de
cuenta—. Hay seis retiros en un período de cuarenta y ocho horas.
Todos ellos son lo suficientemente pequeños como para no alertar a
nadie.

—¿Es eso importante? —pregunta Brie.

—Podría ser.

—¿Por qué estaría investigando los registros financieros de mi


trabajo? ¿Cómo habría tenido acceso a eso?

—No lo sé.
—¿Hay algo aquí que explique los retiros?

—No, se tarda un poco más en acceder a ese tipo de registros, pero


estoy trabajando en ello.

Reviso otro montón y se lo entrego. Es una lista de empleados


compilada con fechas de contratación y despidos.

—¿Dónde conseguiste esto?

—Tengo fuentes, Brie, y no las divulgo.

Ella rueda los ojos.


—Está bien, Sr. Misterioso. Sin embargo, ¿puedo asumir que estos
no son míos?

—Sí, estos vinieron de otro lugar.

—¿Cuál es tu teoría? ¿Qué tal vez vi discrepancias y fui con


Rachelle al respecto?

—Es posible, pero ¿por qué no habrías acudido a mí o a Emmett?


¿Por qué habrías mantenido todo esto en secreto? Si bien entiendo que
es una cuestión de trabajo y venir a otros no sería normal,
compartimos nuestros días.
Nosotros hablábamos de todo. Me contaba historias sobre su
compañero de trabajo que la golpeaba constantemente o sobre los
niños cuando hacían algo divertido. Que no me lo dijera es lo que más
me preocupa.

Ella se recuesta en el sofá, tirando de sus piernas debajo de ella.

—No lo sé. Se lo habría dicho a Isaac y él probablemente te lo


habría dicho a ti y a Emmett. Si eso fue lo que pasó, entonces sabrías
todo esto y entonces habría ido con mi jefa. Así que, eso realmente no
tiene sentido.

Su mente es una cosa hermosa.

—Creo que tienes razón. Si hubieras ido a Isaac, él lo habría


mencionado. Entonces, no tengo idea de qué significan estos depósitos
y retiros. No podemos sacar conclusiones, solo seguir los hechos.
Hasta ahora, sabemos que hubo dos depósitos que parecen fuera de
lugar. Sigamos investigando y veamos si hay algo más extraño.

Vuelve a los papeles, marcando con un círculo diferentes cosas


antes de dármelo. No en vano, sería una periodista increíble. Ella está
mirando todo críticamente y examinando cosas que la mayoría de la
gente descartaría como intrascendentes. Es impresionante.

—Mira —La mirada de Brie encuentra la mía y extiende el papel—


. Estos depósitos y retiros son más pequeños y hay más, pero es el
mismo patrón nuevamente.
Efectivamente, ella tiene razón.

—¿Los agregaste tú?

Ella niega con la cabeza.

—Estoy empezando a tener dolor de cabeza.

—¿Por qué no te tomas un descanso mientras los calculo? Tengo la


sensación de que este total será mayor que los dos últimos.

—Es mucho dinero en el transcurso de un mes —ella está de


acuerdo.

Comienzo a resaltar y hacer los cálculos. La cantidad es


asombrosa.

—Son más de veinte mil dólares.

—¿Por qué alguien no querría hacer una donación de esa cantidad


de una vez? Es una organización benéfica, ¿verdad?

—No es beneficencia, es financiado por la ciudad.

Sus ojos se abren.


—Espera, ¿así que es financiada con fondos públicos?

—Sí. Desde hace un año —Le entrego el papeleo que detalla la


transferencia. La ciudad quería proporcionar un lugar donde fuera
para todos los niños de la zona.

—Pero están recibiendo grandes donaciones de veinte mil dólares


casi mensuales. Si yo estaba al tanto de que algo sospechoso estaba
pasando, ¿podría haber algo más en mi oficina?

—Eso es lo que me pregunto, pero si lo hiciste, no había ningún


registro de eso aquí.

—¿Y no tienes idea de qué es esto? —ella pregunta.

—¿Sobre esto? Sólo sé lo que tú sabes. Lo juro —Desearía saberlo


porque al menos tendría alguna puta idea de lo que podría haber en el
papeleo perdido de su oficina—. Lo que aprendí es que cuando el
dinero está involucrado con la corrupción, no hay mucho que alguien
no haga para silenciar a los demás.

Incluso matar.
Capítulo Quince
Brielle
No sé si alguna vez he estado tan cómoda. Todo a mi alrededor se
siente cálido, podría dormir así para siempre.

Me retuerzo más profundamente en las mantas, sin recordar nada


acerca de cómo llegué aquí. Spencer y yo estábamos en la sala de
estar, hablando sobre el hecho de que podría trabajar para un grupo
de delincuentes, entonces mi cabeza comenzó a latir con fuerza. Eso es
todo.

Sin embargo, por una vez no me preocupa la falta de memoria. Si


es el comienzo de una migraña, realmente no tengo ganas de
recordarlo. No, prefiero quedarme aquí en la dicha.

Dejo escapar un suspiro de satisfacción y escucho una risa baja,


que hace que mis ojos se abran de golpe.

Cuando veo la fuente del sonido, jadeo.

—¡Spencer! ¡Ay dios mío! ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué estoy
encima de ti?
En primer lugar, no estoy en mi cama. Estoy en el sofá… con
Spencer

Segundo lugar, el sol no está donde debería estar. El cielo es azul


claro, no azul oscuro con rosas y naranjas del atardecer, con el sol bajo
en el horizonte.

Tercer lugar, he estado durmiendo mucho tiempo. En sus brazos.

Si bien he soñado con este momento desde que era adolescente, no


estoy tan feliz como me imaginaba. Si pudiera recordar cómo llegué
aquí, tal vez lo sería.

Ugh.

—Tenías dolor de cabeza, así que te acosté y te desmayaste. Está


bien.

—Sí, está bien. Quiero decir, está totalmente bien. Todo está bien.

—¿Por qué tengo la sensación de que en realidad no lo está? —


pregunta.

Apoyo mi cabeza en mis manos y gimo.

—¡Porque eres Spencer!


—Y tú eres Brielle.

—No, no lo entiendes…

Realmente debería callarme.

—¿Qué?

Levanto la cara, las manos cayendo con frustración.

—Tú eres Spencer Cross. He estado enamorada de ti toda mi


maldita vida. Estoy sólo un poco…asustada.

—¿Estabas o estás?

No estoy respondiendo eso.

—Mi punto es que estoy encima de ti.

Él sonríe.

—¿Sabes que yo también estaba enamorado de ti?

Mis labios se abren mientras tomo una respiración profunda. ¿Él


qué? ¿Estaba enamorado de mí? Mentiroso.
—Prometiste no mentirme nunca.

—Y no lo hago.

—¿Estabas enamorado de mí?

Él asiente lentamente.

—Siempre pensé que eras hermosa, inteligente, amable y


divertida, incluso si a veces dices las cosas más ridículas.

El calor sube por mis mejillas.

—Yo no soy hermosa —Me aparto, no queriendo ver la forma en


que sus ojos verdes se llenan de algo. No. Prefiero esconder la cabeza
en la arena, muchas gracias.

El dedo de Spencer se mueve hacia mi barbilla, inclinando mi


cabeza para mirarlo.

—Lo eres. Eres tan hermosa, y más que eso, eres hermosa por
dentro. Estaba absolutamente enamorado de ti, y sigo pensando que
eres increíblemente hermosa. No me digas que no eres hermosa,
Brielle, porque te demostraré que estás equivocada.

Mi respiración es superficial, y juro que podría desmayarme. ¿Qué


está sucediendo? Spencer me mira como si quisiera besarme, y Dios,
quiero besarlo.

Incluso si es solo por esta vez. Incluso si pudiera estar


comprometida con otra persona, no me importa. Quiero esto ahora
mismo porque estoy bastante segura de que estoy soñando de todos
modos.

Su mirada se mueve a mis labios, y eso es todo lo que necesito. Mi


mano va a su mejilla, las yemas de los dedos rozan la piel de su
mandíbula.

—Antes de perder los nervios, necesito preguntarte algo.

—Cualquier cosa.

—Su voz es espesa.

—Quieres... —Me aclaro la garganta, trabajando a través de los


nervios—. ¿Quieres besarme? No tienes…

No termino de decir el resto de la oración antes de que sus labios


estén sobre los míos. Sus dedos se presionan contra mi rostro,
sosteniéndome donde me quiere, el toque de Spencer es a la vez
delicado y fuerte. Se aleja, frotando su nariz contra la mía.

—Relájate y bésame de nuevo.


En el momento en que nuestros labios se tocan de nuevo, estoy
completamente perdida. Olvido la falta de recuerdos, este hombre ha
borrado toda mi vida con un beso. No me importa el pasado porque
todo lo que quiero es el presente. Quiero su boca y su toque y el calor
de su cuerpo contra el mío.

Quiero ahogarme en este beso y nunca salir a tomar aire.

Cuando su lengua acaricia la mía, podría morir. Spencer es todas


las cosas a la vez. Es sol y lluvia, fuego y hielo, miedo y seguridad, y
cada segundo trae otra ola de sensaciones, dejándome sin aliento.

Gimo en su boca, y luego me mueve para que esté a horcajadas


sobre sus caderas. Incluso desde abajo, él tiene el control.

Él profundiza el beso, sus dedos agarran mi cabello mientras


sostengo sus labios contra los míos. Es el beso más apasionado que he
tenido.

Nuestras respiraciones se mezclan, creando un nuevo aire que es


igual a nosotros.

Dios, si hubiera sabido que este hombre besaba así, podría haberlo
destrozado antes.

Besa como si estuviera tan hambriento como yo.


No sé cuánto dura, pero cuando termina, es demasiado pronto. Mi
frente descansa sobre la suya mientras lucho por respirar y me frota la
espalda con dulzura.

—Brie… yo… yo no sé.

Levanto la cabeza y presiono mi dedo en sus labios.

—Si me arruinas esto y dices algo acerca de que fue un error,


nunca te lo perdonaré.

Él sonríe y aparta mi mano.

—No soñaría con eso.

—Bueno, lo he hecho. No la parte de arruinarlo, el beso. He


soñado con esto durante mucho tiempo.

Spencer cambia mi peso un poco, pero no me quita de encima.

—¿Y cumplí con el sueño?

Niego con la cabeza.

—Nop.
Casi me río de la mirada ofendida que me da, pero me contengo.
—¿No? —pregunta.

—Lo superaste con creces.

—Eso fue malo.

—Era yo tratando de controlar un poco la situación —explico.

La mano de Spencer se mueve hacia mi mejilla y su pulgar roza la


suave piel justo debajo de mi ojo.

—Quiero darte el control, por eso quiero ayudarte tanto. Claro,


encontrar al asesino de Isaac es parte de eso, pero no lo es todo.
Quiero que recuperes lo que perdiste.

Mi pulso se acelera mientras lucho con la última parte.

—¿Qué pasa si no quiero recuperar lo que perdí?

Sus ojos se estrechan.

—¿Por qué no lo harías?

Pienso en esa caja de terciopelo con el gran diamante en mi cajón.


El hecho de que otro hombre, que probablemente no besa como lo
hace Spencer, me lo dio. Cómo, incluso semanas después del
incidente, no lo recuerdo. No sé cómo es, si lo veo a diario o si su
ausencia en mi vida significa que tiene algo que ver con lo que pasó.
Es sólo el tipo que mi cabeza no quiere recordar.

Podría estar totalmente loco, pero hay algo ahí.

—¿Y si el nuevo futuro que podría forjar es mejor que el que no


recuerdo? ¿Qué pasa si lo que tengo es algo incorrecto y en algún
lugar de mi mente lo sé? ¿No crees que lo estoy olvidando por alguna
razón?

—Realmente no funciona de esa manera, Brie.

Me siento ridícula sentada sobre él así, así que me alejo, me pongo


el cabello detrás de la oreja y me preparo para parecer una idiota
mientras le explico —Yo sé eso. Quiero decir, lo hago, pero también
me pregunto si mi mente me está protegiendo, no solo del tiroteo, sino
de dónde la cagué.

—¿Crees que hiciste algo para merecer esto?

No me estoy explicando bien.


—No, creo que el hombre con el que estaba saliendo o
comprometida no era el correcto. Si lo fuera, estaría aquí. Sin
mencionar que Isaac era mi mejor amigo. Le dije todo. Todo. ¿Cómo
podían él y Addy no saber sobre un compromiso? ¡O incluso que
existió un chico! Es como si supiera que estaba mal y lo escondí.
—¿Cómo sabes que no le dijiste a Isaac?

Parpadeo por un segundo porque no sé si no lo hice.

—Tal vez lo hice y le pedí que no le dijera a nadie todavía. Tal vez
estaba feliz por mí. O, como es posible, él y el tipo se odiaban y eso fue
lo que causó todo esto. No es que nadie odiara a Isaac, pero hay un
sentimiento en mis entrañas que me dice que las dos cosas están
relacionadas. Tal vez estaba comprometida con alguien en el trabajo y
descubrí que estaba robando a la empresa. Isaac habría sido a quien
acudí con esa información. Si hice eso, lo cual es probable, y mi
prometido se entera, lo explicaría todo. El ataque, la oficina siendo
destrozada y por qué ha desaparecido. Podría haber estado buscando
la información que yo tenía y el anillo, porque todo se relaciona con él
—Se sienta inmóvil, mirándome trabajar en mis pensamientos. Me
dirijo a él—. ¿Y sabes qué más? Si quisiera tanto a este chico, no te
estaría besando. Porque ¿sabes lo que sentí en ese momento?

—No.

Yo sonrío.

—Me sentí tan feliz. Tan llena de esperanza por lo que podría ser.
Quiero encontrar al asesino de Isaac. Quiero saber si quien hizo esto
está tras las rejas para que todos los de seguridad puedan irse a casa
con sus familias o a su próximo trabajo. Por otro lado, no sé si lo hago.
¿Y si puedo tener algo nuevo? ¿Qué pasa si puedo encontrar a alguien
más que me bese y haga que mis dedos de los pies se doblen? —
Spencer está callado, y me preocupa haber dicho demasiado o haberlo
hecho pensar que de alguna manera creo que un beso significa que
debería ser él—. No me refiero a ti —le digo rápidamente—. No
estaba tratando de insinuar...

Deja escapar un suspiro y se pone de pie.

—Quiero ayudarte a recordar, no permitir que olvides —Se acerca


y agarra su sudadera y su cuaderno.

—¿A dónde vas? —pregunto.

No se gira hacia mí durante un largo minuto, pero cuando lo hace,


dice

—Todos tenemos cosas en el pasado que preferimos olvidar. Lo sé


mejor que nadie, pero ocultarlo no lo borra. Solo porque no puedas
recordar, no significa que no sucedió. Entonces, tú eliges si quieres mi
ayuda para reconstruir tu vida o si prefieres comenzar esta nueva
versión de ella.

—Lo que quiero es divertirme un poco y no que todo sea tan


aplastante.

Los ojos verdes de Spencer me estudian.

—Tal vez ahí es donde nos equivocamos con esto.


—¿Qué?

—Tal vez necesitamos escuchar a todos los demás y darle a tu


mente la oportunidad de respirar y no obligarla a retroceder. Tal vez
no deberíamos estar investigando y deberíamos dejarte vivir —
Spencer da unos pasos, cerrando la distancia entre nosotros. Su mano
empuja mi cabello hacia atrás mientras su pulgar frota mi mejilla—.
Tal vez necesitas ir a una cita.

Vaya. Oh Dios.

—¿Con quién?

Él sonríe.

—Conmigo.

Voy a una cita.

Una cita con Spencer.

Después de besarlo. Está bien. No me estoy volviendo loca.


Mentira.

Sin embargo, estoy vestida con pantalones cortos y una camiseta,


que es lo que él me indicó que usara dondequiera que planee
llevarme. Por primera vez desde que pasó todo esto, siento una pizca
de alegría. Voy a una cita… con Spencer

Me envía un mensaje de texto, y luego estoy de pie en la puerta


esperando.

—Hola —dice cuando llega a la puerta.

—Hola.

Me entrega un ramo.

—Estas son para ti.

—¿Flores? ¿Para nuestra cita falsa? —Los llevo a mi nariz para


ocultar mi rubor. Henry nunca me trajo flores, y adoro que Spencer lo
haga.

—¿Quién dice que esto es falso?

—Bueno, yo. No estamos saliendo.


—Vamos a tener una cita. Una de verdad. ¿Entonces estás lista? —
dice.

—Déjame poner esto en agua —Me dirijo a la cocina, lleno la jarra


y pongo las flores allí. Corro hacia él con una sonrisa—. Lista.

—Perfecto.

Extiende su brazo y lo tomo.

—¿A dónde vamos?

—Es una sorpresa.

Hago un puchero.

—Realmente me encantaría que me lo dijeras.

Él me sonríe, su cabello oscuro cae sobre sus ojos por un momento.

—Sé que estás muy a oscuras últimamente, pero quiero que


disfrutes sin saber lo que está por venir.

—Eso es muy filosófico de tu parte.


Spencer se ríe.

—Soy un hombre de muchos misterios, Srta. Davis.

—No muchos.

Inclina la cabeza.

—¿Es eso así?

—Sí, no eres muy misterioso. Te conozco tan bien como me


conozco a mí misma.

—Bueno, considerando que no te conoces muy bien últimamente,


creo que te conozco mejor.

—¿Lo haces ?

—Lo hago.

Niego con la cabeza con una sonrisa.

—Eres arrogante, te daré eso.

—Tengo confianza en mí mismo. Gran diferencia.


—Bien, ¿qué tal una apuesta? —desafío.

—¿Sobre qué?

—Que te conozco mejor de lo que tú me conoces, pero tiene que


ser algo previo a la pérdida de memoria. Estoy hablando de cosas que
están en nuestro pasado que crees que no sé y viceversa.

—Hecho. ¿Cuál es la apuesta? —pregunta mientras abre la puerta


de mi auto.

Me agarro a la parte superior de la puerta, apoyando mi cabeza en


ella mientras le sonrío.

—Si consigo más que tú, entonces tienes que volver a besarme.

—Esa es una forma de hacerme perder. Además, esta es una cita,


¿así que no estoy obligado a besarte al final de todos modos?

Me río.

—Ok, bien. Si gano, tienes que decirme una cosa sobre mi vida en
los últimos tres años que no sepa.

—¿Cualquier cosa?
—Cualquier cosa.

Podría tentar a mi suerte e intentar que me diga algo específico,


pero en realidad, mientras sea más de lo que ya tengo, seré feliz.

—Y si yo gano —Spencer apoya sus manos a cada lado de las


mías—, entonces tienes que tener otra cita conmigo.

—¿No es costumbre pedirlo al final?

—Tal vez me gustaría entrar sabiendo que ya estoy ganando.

Dios, estoy en tantos problemas. Estas son todas las malditas


fantasías que he tenido que se han hecho realidad. Aquí está,
coqueteando conmigo, hablando de besarme y planeando otra cita. Lo
quiero todo. Desearía que esta fuera mi vida en lugar de solo un día
de diversión.

—No sé si eso sea tan justo —digo, acercándome un poco más.

—¿Por qué?

—Porque, ¿y si quiero perder ahora?

—Eso lo tienes que decidir tú. ¿Es mejor ganar que perder?
Levanto un hombro, mordiéndome el labio inferior.

—Ganar siempre es mejor.

—Muy bien, entonces, tú vas primero. ¿Qué sabes de mí que creo


que es desconocido?

Él no tiene idea de cuánta suciedad tengo sobre él. No solo cosas


que he oído por casualidad o cosas que Isaac me dijo en confianza,
sino también cosas que vi cuando él pensaba que nadie estaba
mirando.

—Bien. Te gusta la pizza porque dices que cualquier cosa hecha a


base de pan es una victoria. Amas a los perros, pero no tendrás uno
porque tu trabajo requiere viajes. Tu segundo nombre es Jesús, pero
les dices a todos que es Jacob. Tienes seis tatuajes, uno que muchos no
han visto, pero yo entré después de una ducha y lo vi. Tu primer beso
fue con la hermana mayor de Jenna, pero mientes y les dices a todos
que fue Marissa.

—¿Dónde escuchaste eso último?

Me burlo.

—Por favor. Tú e Isaac no sabían lo que eran las voces interiores, y


yo aprendí a poner una taza en la pared y escuchar a escondidas muy
pronto en la vida.
—Marissa fue mi primer beso.

—Ella no lo fue.

Spencer entrecierra los ojos.

—¿Qué más escuchaste?

Sonrío ampliamente.

—¿No te gustaría saberlo? —Me hundo en mi asiento y cierro la


puerta.

Estoy muy preparada para el día de hoy. Es diferente a las últimas


semanas de estrés constante. Estoy cansada de las citas y de
preocuparme por todo.

Spencer y yo nunca seremos una pareja, pero tal vez pueda fingir
por hoy que es real.

Se sube al coche, sacudiendo la cabeza con una sonrisa.

—Muy bien, eso fue impresionante.

—¿Crees que puedes hacerlo mejor? —pregunto, volviéndome


hacia él.

—Odias cualquier comida que sea morada. No comerás huevos


porque las gallinas los defecan, por lo tanto, es una mierda. Perdiste
tu virginidad en una fiesta en el almacén, que es donde vives ahora,
con Kyler Smith, quien al día siguiente tenía un ojo morado.

—¡Que tú le diste! —interrumpo.

—Glady le dio. Vomitas si bebes tanto como un sorbo de tequila.


Les dices a todos que tu música favorita es el country, pero sabes cada
palabra de cada canción de rap. Oh y… crees que los fantasmas
acechan la casa de tu infancia.

Pongo los ojos en blanco y bufo.

—Por favor, la mitad de esos todos los conocen.

—¿Qué mitad?

—Mi virginidad fue un chisme del pueblo, así que eso no cuenta.
Y… la comida morada no es natural, lo cual todos también saben,
creo. Estoy llamando a un empate.

—Entonces, ¿ambos obtenemos lo que queremos al final de la cita?

Mis labios están en una línea delgada.


—¿Una segunda cita, un beso y un recuerdo?

Apoya su antebrazo en la consola.

—¿Qué opinas?

—Creo que deberíamos ver cómo va la cita.

Oh, lo deseo todo. Lo deseo todo y más, pero eso no significa que
deba extender la mano y agarrarlo.

Él se ríe y luego se sienta en su asiento.

—¿Estás lista para ir a la mejor cita que jamás haya ocurrido?

Levanto mi ceja.

—¿La mejor? Ese es un alarde bastante elevado, amigo mío.

—Estoy seguro de que esto va a funcionar.

Me recuesto en el asiento.

—Entonces vamos a ver si me conoces tan bien como yo te


conozco.
Capítulo Dieciséis
Spencer
Me detengo en el parque donde se llevará a cabo el evento, y estoy
realmente confundido.

Se supone que habría una pelea de globos de agua para adultos


con paseos y todo tipo de juegos. Sin embargo, según la cantidad de
minivans en el estacionamiento, parece que un grupo de mamás se ha
apoderado del parque. Además, no veo ninguna atracción donde
normalmente están cuando hay un carnaval aquí.

—¿Estamos en un parque? —ella pregunta.

—Sí, pero hay un gran evento aquí.

—De acuerdo. ¿Es un torneo de fútbol para un niño o algo así?

Resopló.

—No es fútbol, pero es una especie de torneo.

—Estoy intrigada.
Me encanta el brillo de picardía en sus ojos, y le devuelvo la
sonrisa.

—Vamos, vamos a registrarnos.

Salimos del auto y tomo su mano, probando que es una cita


después de todo. Brielle me mira con una suave sonrisa.

Me doy cuenta de que no le he dicho lo hermosa que está, lo que


realmente debería haber hecho. Su largo cabello rubio está recogido en
una cola de caballo, y lleva una camiseta verde claro y pantalones
cortos. Ella siempre se ve bonita, pero hoy, ella se ve realmente
impresionante.

Llegamos a la mesa principal, sonrío y me preparo para que ella se


quede impresionada.

—Hola, nos gustaría registrarnos para el evento —le digo a la


mujer sentada en la silla plegable de plástico.

—¿Te gustaría registrarte? —repite antes de mirar a la mujer a su


derecha.

—Sí. Nosotros dos.

Una vez más, la mujer consulta con su amiga y luego me mira.


—¿Los dos de quiénes?

—A nosotros. Nosotros dos. ¿Ha comenzado el torneo? —Tal vez


me lo perdí. Decía de cuatro a nueve. Me aseguré de que estuviéramos
aquí para el comienzo para que pudiéramos cenar a las seis. Después
de eso, iremos a la playa, veremos la puesta de sol y espero disfrutar
ese beso del que me bromeó.

—No, señor, pero… ¿dónde están tus hijos?

—¿Mi qué? —pregunto un poco demasiado alto.

Brielle se ríe. Genial, ahora ella realmente cree que tengo un hijo
secreto.

—Señora, estoy aquí por el torneo y las atracciones. Leí en el


volante que empezaba ahora.

—Señor, ¿podría darse prisa? —dice un niño detrás de mí—. No


quiero perderme esto.

Me giro y trato de no mirar al grupo de chicos. Tienen tal vez


nueve años y tienen un pegajoso protector solar blanco en la nariz.

—Relájate, solo me estoy registrando y luego tendrás tu turno.


El niño se ríe.

—Genial, ahora los ancianos también están aquí.

—Sí, mamá dijo que se suponía que sería sin padres.

—No soy un padre —me digo más a mí mismo.

Brielle se ríe de nuevo.

El niño gime.

—Este tipo está tardando mucho.

Me voy a tomar mi dulce tiempo ahora.

Brielle interrumpe, sonriendo a la mujer.

—Si pudieras darnos la documentación para que podamos


llenarla, te lo agradeceríamos. Sé que estos muchachos están
emocionados.

La otra mujer se inclina para agarrar el formulario.

—Está bien, si insistes.


No tengo idea de por qué está siendo tan rara con esto.

—¿Estamos en el lugar correcto? —pregunto.

—No estoy segura, señor. ¿Dijiste algo sobre un volante?

—Sí, lo vi publicado en Rose Canyon.

Ella rebusca en su bolso y saca un papel.

—¿Viste este volante?

Lo juro por Dios.

—Sí, el torneo de globos de agua y el carnaval. Dice que es de… —


Me inclino y señalo.

Brielle se echa a reír.

—¿Qué? —pregunto.

—Oh, nada, El-Mejor-Planificador-de-Citas-del-Mundo.

Miro el papel de nuevo y el temor me llena. No es el momento…


son las edades

Tienes que estar bromeando.

—¿Esto es para niños? —le pregunto, sin querer mirar a Brielle,


que todavía se está riendo.

La mujer mayor se inclina más cerca.

—Sí, es un carnaval de niños.

—Entonces, ¿no hay paseos para adultos?

Ella niega con la cabeza.

—No.

Quiero hundirme en un agujero. Lo tenía todo planeado. Se


suponía que íbamos a hacer algo completamente loco y diferente.
Debo salvar esto.

—¿Hay uno más tarde? ¿Quizás fuera de horario?

—Cariño, es esto o nada.

Miro a Brie, que está de pie allí con una sonrisa de comemierda en
su hermoso rostro.

—Encontraremos algo más.

—Oh, no, no lo haremos. Estamos aquí y me prometiste una cita


para recordar.

—Espera, ¿quieres hacer esto?

Ella asiente.

—¿Por qué no lo haría? Estamos aquí, y quiero decir, el folleto dice


un día de diversión, así que… —Los niños detrás de nosotros se
quejan más fuerte por perderse algo—. Además, estamos retrasando
la fila.

Esto me va a morder en el culo. Lo sé. Me vuelvo hacia las mujeres


en la mesa.

—Haremos la competencia de globos de agua, por favor.

Brielle me agarra del brazo y apoya la cabeza en mi hombro.

—Y algunos paseos. Además, me gustaría pagar lo de los chicos


detrás de nosotros ya que han sido muy pacientes.
Comienzan a chocar los cinco y animar cuando la escuchan.

—¡Gracias, señora!

—Un placer. Ya saben —Brie suelta mi brazo y gira mientras pago


una cantidad ridícula de dinero por paseos y globos de agua— me
vendría bien un poco de ayuda en mi equipo.

—¿Qué equipo? —pregunto.

Brielle me mira y sonríe.

—No pensaste que estaríamos juntos, ¿verdad?

—Ese es el punto de una cita.

Se desliza hacia atrás unos pasos para estar de pie detrás de los
cuatro niños.

—Bueno, entonces deberías haberlo planeado mejor, Spence. Mis


nuevos amigos aquí y yo vamos a patearte el trasero.

—¡Sí, lo haremos! —dice el niño que me dijo viejo—. Vas a caer,


anciano.

—Deberías tener cuidado, o vas a ser mi primer objetivo.


Brie se agacha para estar más cerca de su altura.

—No se preocupen, muchachos, jugué softbol en la universidad.

—Eras un calentador de banca —corrijo.

—¿Y qué deporte tú practicabas? Oh, es cierto, no lo hiciste porque


estabas demasiado ocupado haciendo ¿qué otra vez?

La amo. Yo jodidamente la amo aún más en este momento. Ha


vuelto a ser la chica que recuerdo, que es todo ingenio y humor.

—Dirigía el club de periodismo.

Los chicos se ríen.

—Eres un nerd.

—Lo es totalmente —concuerda Brie.

—Sabes, entrené con los Navy SEAL’s.

Eso al menos me gana un poco de respeto de los niños.


—¡Vaya, eso es genial!

Asiento con la cabeza.

—¿Estás seguro de que no quieres estar en mi equipo?

Brielle pone su mano sobre los hombros de dos de los chicos.

—Encuentra tu propio equipo, Cross. Estos muchachos y yo


tenemos que ir a hacer una estrategia.

La mujer de la mesa sonríe y entrega a cada uno de los chicos una


camiseta blanca.

—No tengo camisas de tamaño adulto para ti, ya que esto estaba
destinado a ser un evento para jóvenes —Mira a Brielle—. La juvenil
extra grande debería quedarte bien —Luego se vuelve hacia mí, con
los labios apretados mientras piensa. Podríamos prender una en tu
camiseta. Helena y yo íbamos a ser capitanas, pero tú y tu novia
definitivamente serán mejores. Soy Sara, por cierto.

—Gracias Sara. Soy Brielle, y este es Spencer —dice Brie, tomando


su camiseta—. Estamos muy emocionados.

—Oh, nosotras también.

Ya lo creo. Será una gran historia pase lo que pase.


Sara me da una juvenil extra grande, y ni siquiera llega a la mitad
de mi pecho. Los golpes siguen llegando.

Sara me pone los alfileres de la camisa mientras Brielle hace este


truco de magia en el que se pone una camisa antes de quitarse la otra.
No tengo idea de cómo lo hace, pero definitivamente no es algo que el
género masculino pueda lograr.

Luego me lanza una sonrisa descarada.

—Nos vemos en el otro lado, Cross.

—Sí, del lado perdedor —respondo.

Ella guiña un ojo y luego conduce a su nuevo séquito hacia donde


parece que estaban esperando algunos amigos más de los niños.
Caminamos hasta dónde está mi equipo aparentemente, y… bueno,
estoy jodido.

Aparentemente son chicos contra chicas, y yo dirijo a las chicas.


No soy tan bueno con las edades de las niñas, pero supongo que estas
son las hermanas menores de los idiotas que están con Brie.

—Niñas, este es el capitán de su equipo, el Sr. Cross. Él las ayudará


a intentar ganar —dice Sara.
Saludo, y una de las niñas levanta la mano.

—¿Sí?

—¿Puedo esconderme detrás de ti? No quiero que me golpeen.

Al menos conozco mi eslabón más débil.

—Así no es realmente cómo funciona, pero encontraremos un


plan.

La chica a su lado levanta la mano.

—Mi nombre es Mable, esa es Taylor, y no me gusta el agua. Mi


mami dice que tengo que bañarme porque es la ley. No me gusta la
ley.

—De acuerdo. Es bueno saberlo.

—¿Dónde están tus hijas? —pregunta la primera chica, Taylor.

—No tengo ninguna —respondo.

Un niño, que aparentemente no llego al otro lado, me mira


fijamente. Es el mayor y posiblemente mi mejor jugador. Pienso.
—¿Quieres decir que solo estás aquí para jugar?

—Estoy en una cita.

No estoy seguro de por qué transmití esa información.

Su rostro se arruga.

—Mi hermano mayor, Theo, dice que llevas a las chicas al cine.

—Theo tendría la idea correcta, pero yo estaba intentando algo


nuevo. ¿Cuál es tu nombre?

—Matt.

—Bueno, Matt, bienvenido al equipo. ¿Puedes lanzar?

Él niega con la cabeza.

—Si pudiera, estaría en ese equipo.

Correcto.

—¿Puedes correr rápido?


—Sí.

—Bien, entonces haz mucho de eso.

Me dirijo a la última chica.

—¿Y cuál es tu nombre?

Se balancea adelante y atrás, y mira al suelo.

—Soy Penny.

—¿Y no te gusta mojarte, no puedes lanzar y tienes miedo de que


te golpeen? —pregunto, esperando que tal vez tenga al menos una.

—No me gusta nada de eso. Es ridículo.

Estoy sin palabras en este.

—¿Por qué es ridículo?

Ella se encoge de hombros.

—Eso es lo que dice mi maestro.


—Tu maestro debería ser despedido —le informo.

Está bien, bueno, esto va a ser un baño de sangre, y nunca voy a


superarlo. Brielle le contará a la gente sobre esta cita, y nunca
escucharé el final. Entonces, tomaré a mi equipo y formaré un plan
que incluye mucho esconderse.

—¿Esa chica linda del otro equipo es tu novia? —pregunta Mable.

Ella es mi mundo.

—Es una muy buena amiga a la que quiero mucho.

—Entonces, ¡ella es tu novia! —Mable grita esta vez—. ¿Por qué no


estás con ella? ¿A ella le gusta Timmy? Es mi hermano y dijo que me
iba a pegar en la cabeza con el globo.

Estoy en el octavo círculo del infierno.

—No permitiremos que eso suceda, Mable. Tú señala a Timmy y


nos aseguraremos de que sea el primero en salir. Realmente espero
que sea el niño bocazas que sigue llamándome anciano.

Las dos mujeres entran al campo y se detienen junto a los cuatro


grandes tambores del centro. Una tiene un megáfono y llama a todos.

—Bienvenidos a la segunda edición del Torneo anual de globos de


agua para niños. Cada equipo tiene cuatro tambores que están llenos
de globos. Dos están aquí, uno está en el lado derecho del parque y el
otro está en el lado izquierdo del parque. Algunos globos están llenos
de agua transparente, mientras que otros están llenos de agua
coloreada. Mientras te salpiquen con un globo de agua transparente,
permaneces en el juego, pero si te golpea un globo de agua coloreada,
estás fuera. El objetivo del juego es capturar la bandera del otro
equipo. En la parte inferior de uno de los tambores de aquí está el
mapa donde está oculta tu bandera y dos pistas sobre dónde está la
bandera del otro equipo. Ustedes deben proteger su bandera a toda
costa mientras intentan capturar la de ellos. ¿Quieres lanzar una
moneda?

Brielle niega con la cabeza.

—No hay necesidad. Deberías dejar que Spencer elija primero.

—No, lanza la moneda —digo.

—No la queremos. Concederemos el lanzamiento de la moneda.

Estoy a punto de tirarla sobre mi hombro y mostrarle lo que va a


conceder. Sin embargo, Sara interrumpe.

—Spencer, ¿quieres ser el equipo verde o el equipo rojo?

El que sea. Cuanto antes pueda acabar con esto, antes podré
redimirme en esta cita. Miro a Mable.
—¿Qué opinas?

—¡Verde!

—Verde es.

—Brielle, tu equipo tendrá el color rojo.

—¿Estás lista?

Brielle sonríe.

—Oh, estamos listos, ¿verdad, muchachos?

Todos gritan su acuerdo.

Sara me mira.

—¿Estás listo?

—Estamos listos, ¿verdad chicas?

Silencio.
Me giro para mirarlos.

—Estamos listos, ¿verdad?

Taylor se encoge de hombros.

—¿Podemos conseguir algodón de azúcar?

—Después de que ganemos —le digo.

—No vas a ganar —dice el niño que me ha estado interrumpiendo


desde que llegamos aquí.

—¿Te llamas Timmy? —pregunto, arriesgando mi apuesta.

—Sí, ¿por qué?

—Solo asegurándome —Sonrío. Totalmente va a ser mi primer


objetivo.

Entonces recuerdo que el niño tiene como nueve o diez años y


estoy sentado aquí pensando en sacarlo. Estoy perdiendo la cabeza.

Brielle se acerca a mí.

—¿Quieres apostar de nuevo?


Demonios, no, no lo hago. Literalmente soy yo contra todo su
equipo y, sin embargo, mi estúpida boca dice lo contrario.

—¿Qué tienes en mente?

—Creo que esta es la elección del ganador, después de la victoria.


Sin estipulaciones.

—No estoy de acuerdo con eso —Está loca si piensa que sería tan
tonto. Por lo que sé, me haría hacer alguna mierda vergonzosa en la
plaza del pueblo. De ninguna manera. Conozco a esta mujer, y es
salvaje.

—¿Asustado?

Casi muerdo el anzuelo, pero sonrío en su lugar.

—No. No tengo nada de qué asustarme porque vas a caer, Davis.

Ella sonríe.

—No lo creo, Cross. Además, si tuvieras tanta confianza,


aceptarías mi apuesta.

Me acerco, su cabeza se inclina hacia atrás para mirarme.


—Estoy más que confiado.

Su mano se mueve a mi pecho, descansando sobre mi corazón


palpitante.

—¿Sobre qué?

—Que estás teniendo la mejor cita de tu vida.

Ella se ríe suavemente.

—¿Estás diciendo que la cita casi ha terminado?

—Ni siquiera cerca —Me inclino, olvidando que estamos en un


campo con dos equipos de niños observándonos—. Planeo estirar esto
tanto como pueda.

—Me gusta esa idea —dice en voz baja, levantando solo un poco
los dedos de los pies.

Podría besarla tan fácilmente.

Pero entonces, los mocosos gritan.

—¡Eww, ella va a besar al anciano!


Brielle se ríe y vuelve a caer, moviéndose hacia atrás.

—Que gane el mejor.

Y luego, antes de que pueda llegar a mi tambor, suena la bocina y


diez globos de agua vienen volando hacia mí.

Comienza el juego.
Capítulo Diecisiete
Brielle
Han pasado quince minutos y todavía estamos tratando de
ejecutar el plan para obtener nuestro mapa y encontrar su bandera. El
único objetivo que tengo es eliminar a Spencer.

El resto de las niñas fueron daños colaterales. Todos los chicos


están de acuerdo con este plan pero, para su crédito, Spencer es
bueno.

Se agacha y esquiva, rodando para buscar refugio.

Lo golpeamos un montón de veces, pero los globos son de agua


transparente. El equipo de Spencer usó nuestro error para enfocarse
solo en él, y así obtener su mapa primero. En el momento en que lo
encontraron, se dispersaron y se escondieron, o se fueron tras nuestra
bandera. Me dirijo a Timmy.
—Necesitamos el mapa. Primero tenemos que conseguir su
bandera.

—¡Estoy en ello!

—Espera —le digo, sabiendo que salir corriendo no es el


movimiento correcto—. Tenemos que hacer esto bien.
Darius se va de todos modos y es eliminado mientras está cavando
a través del tambor, pero Spencer es como un francotirador
arrojándole globos hasta que finalmente lo golpea con uno de color.

Timmy, Brian, Kendrick, Saint y yo estamos detrás de un arbusto


mientras nos reagrupamos.
—Está bien, muchachos, solo hay una forma de salir de esto. —
Todos me miran—. Tenemos que sacar a Spencer ahora. No podemos
dejar que se quede más tiempo.

Timmy parece irritado

—Lo sabemos. Mi hermana no puede lanzar nada y las otras niñas


probablemente están fingiendo que sus globos son muñecos.

Todos los chicos asienten con la cabeza. Brian habla a


continuación:

—Necesitamos un plan mejor.

—Bueno, ¿quién tiene uno? —pregunto.

Saint ha estado callado, y espero que hable. Puedo ver que él sabe
lo que debemos hacer, solo necesita la oportunidad de ser escuchado.

Lo miro
—¿Algunas ideas?

—Podríamos rodearlo.

Exagero mi cara un poco y jadeo.

—Eso es brillante. Deberíamos hacerlo —. Timmy, el líder de esta


manada, lo piensa por un segundo —¿Cómo?

Una vez más, le doy a Saint la oportunidad de formar nuestro


plan.

—Uno de nosotros tiene que sacrificarse por el equipo.

Quiero reírme, pero no lo hago.

—Yo lo haré, me ofrezco.

Kendrick parece horrorizado.

—Tú eres la líder.

Sonrío.
—Creo que ustedes tienen una oportunidad sólida. Saint los
llevará a todos a la victoria. Haré una pausa para el tambor mientras
ustedes hacen lo que dice.

Nos juntamos y pensamos quién va a dónde. Mi esperanza es que


Spencer tenga un poco de piedad conmigo, ya que claramente tiene
nueve años otra vez y quiere ganar, así que se concentrará en ellos.

Con un plan en marcha, chocamos los puños y ellos gritan, todos


corriendo en diferentes direcciones. Me levanto y me dirijo
directamente hacia un tambor. Necesitamos ese mapa y me lanzo en
picada. Spencer les grita a las chicas que se pongan en cubierto y los
chicos lanzan globos en todas direcciones, con la esperanza de golpear
a alguien en la línea de madera.

Los globos no vienen a mí por unos segundos. Entonces escucho a


Spencer gritar:

—¡Atrápenla!

Bueno, hasta aquí llegó la piedad.

Me muevo más rápido, zigzagueando en patrones extraños para


evitar ser golpeada.

Alcanzo el tambor y me dejo caer, usándolo como refugio.

Brian me grita.
—¡Te cubriré, Brie!

Asiento una vez y me levanto, cavando tan rápido y profundo


como puedo para encontrar el mapa. Los globos golpean a mí
alrededor, uno me salpica en la espalda y el agua fría me empapa

—¡Me han dado!

—¡Está claro! —Brian vuelve a decir.

Mis dedos rozan el borde del plástico y lo busco a tientas. Una vez
que lo agarro, retrocedo rápidamente y me hundo detrás del tambor.

—¡Lo tengo, muchachos! —Les hago saber.

Todos menos Timmy responden. Espero que eso signifique que


encontró el escondite de Spencer.

El ejército de Brian se arrastra hacia mí.

—¿Dónde está la bandera?

Miro el mapa de nuevo, rastreando el parque y dónde estamos. Un


globo golpea mi codo.
—Cuidado —le digo, y él se agacha mientras tres globos vuelan
sobre nuestras cabezas en un arco.

Finalmente veo el lugar en donde está nuestra bandera.

—Está en los columpios.

Ambos giramos la cabeza hacia donde está: tenemos que correr


por campo abierto.

—¿Qué pasa con su bandera? —él pregunta.

Leo las pistas y sonrío.

—Está en la casa del árbol detrás de nosotros. Esto es lo que


haremos: llenaré mi bolso con globos y correré, tirando tantos globos
como pueda para distraerlos mientras te diriges a la casa del árbol.
Ahí es donde estará Spencer. Una vez que seas su objetivo, volveré y
llenaré las otras bolsas. Dile a cualquiera de los chicos si los ves.

Cada uno de nosotros tiene una bolsa pequeña en la que caben


unos diez globos de agua. Si puedo obtener el de nuestro compañero
de equipo caído, entonces tengo una ventaja.

Brian sonríe ampliamente mientras nos dirigimos. Es como una


escena en cámara lenta de una película mientras protejo la loca carrera
de Brian hacia el objetivo. Brian es rápido y no recibe ningún golpe.
Veo a Darius mirando desde un costado y le silbo. Cuando mira,
susurro-grito. —¡Tírame tu bolso!

Sonriendo, corre hacia mí y me lo entrega.

—Gracias.

Se está retirando cuando vislumbro a Kendrick escondido detrás


de nuestro otro barril.

—¡Un buen compañero de equipo nunca deja atrás a un hombre!


—ofrece su excusa para quedarse atrás, y sonrío.

—Gracias por cubrirme la espalda. Te necesitamos para que


protejas nuestra bandera, ¿crees que estás a la altura?

—Puedes contar conmigo. —Sale corriendo y luego se da la


vuelta—. ¿Dónde está?

—Está en los columpios. Si te escondes en la parte exterior del


patio de recreo, podrás protegerla sin ser visto.

—Yo la protegeré —promete Kendrick.

Recojo tantos globos como puedo en las bolsas y luego uso la parte
inferior de mi camiseta para guardar más.
Satisfecha, sabiendo que no puedo cargar más, me dirijo a la casa
del árbol, que parece demasiado silenciosa. Me agacho, asegurándome
de no perderme nada.

¿Dónde está él?

Brian sale corriendo de los arbustos, y no da más que algunos


pasos antes de que los globos comiencen a volar hacia él desde todas
las direcciones. Uno de color lo golpea en la espalda, y alguien hace
sonar un silbato, anunciando que ha sido eliminado.

Mierda.

Necesito ser paciente y esperar que los otros chicos hagan lo


mismo.

Sin embargo, Timmy tiene cero escalofríos y sale corriendo. Una


vez más, hay globos que vienen de todas partes. Aquí también están
las chicas. Spencer es inteligente. Las escondió y les dijo que tiraran.
Se acerca esta vez, pero también está lanzando globos y debe haber
golpeado a una de las chicas.

—¡Timmy! ¡Me sacaste! —ella se queja.

Entonces otra chica baja de donde estaba.


—Yo también estoy fuera. Odio el agua.

Ella no fue golpeada con un color, pero aparentemente la


salpicadura del globo fue suficiente.

—¡Taylor! No estás fuera —sisea Spencer, y sonrío porque acaba


de renunciar a su puesto.

Entonces la primera niña mira a Timmy y se ríe.

—¡Tú también estás fuera! ¡Te pego!

Timmy parece ofendido y luego ve la salpicadura verde en su


camisa.

—¡Mable!

El orgullo en su rostro es suficiente para hacerme sonreír, incluso


si eliminó a mi compañero de equipo. Me encanta lo feliz que es.

Sin embargo, ahora solo quedamos Kendrick, Saint y yo, pero


Kendrick no está aquí.

Doy la vuelta por la parte de atrás y vislumbro su camisa blanca.


Oh, él ya ha terminado.
Dejo mis globos frente a mí donde puedo agarrarlos fácilmente y
busco la mejor manera de atraparlo. No hay mucho espacio, pero voy
a intentarlo. Lanzo dos globos rápidamente y me agacho.

Lo golpean porque lo escucho maldecir.

—¿Dónde estás, Davis?

Sonrío. Nunca lo diré. Me muevo un poco hacia la derecha, me


aseguro de tener un tiro claro y luego lanzo dos más.

—¡Eso estuvo cerca, cariño! —él grita de vuelta—. ¿Por qué no te


muestras para que sea una pelea justa?

Pongo los ojos en blanco. Sí, claro.

Agarro dos más, lista para regresar, y lo escucho reír.

—¡Te veo, nena!

Maldición.

Es hacerlo o morir. Lanzo mis globos rápidamente, tomo más y


vuelvo a cargar mi camisa. Solo me quedan cuatro globos. Corro
mientras se los tiro y él hace lo mismo. Mientras lo hago, escucho a
Spencer dejar escapar un largo grito.
—¡No!
Lanzo otra, roja, que lo golpea en el pecho.

—¡Estás acabado! —grito con alegría en mi voz.

Entonces un globo me golpea, rociando agua verde por todas


partes.

—¡Tú también! —Él se ríe.

Me giro cuando Saint interrumpe.

—¡Ganamos!

Y ahí está él, sosteniendo la bandera sobre su cabeza sin tinta en su


camisa. Spencer está sonriendo mientras camina hacia mí.

—Bien hecho.

Riendo, salto a sus brazos y planto mi boca en la suya. Sí, esto


estuvo bien hecho y fue lo más divertido que he tenido en... bueno,
desde que tengo memoria.
El resto de nuestra cita es borrosa. Después de la pelea, fuimos al
carnaval y nos reímos mientras los niños contaban la pelea de globos
más épica del mundo. Timmy y Spencer lograron encontrar puntos en
común cuando Spencer reveló su profundo amor por una serie de
libros.

Los dos hablaron sobre la probabilidad de nacer de un dios y tener


poderes.

Estaba muy por encima de mi comprensión, pero fue agradable


cuando Timmy se refirió a él por su nombre en lugar de "El Anciano".

La pasamos muy bien. Nos hemos tomado de la mano e incluso


hemos dado un paseo juntos. Bueno, eran autos chocones, y las
rodillas de Spencer estaban en su pecho, pero fue divertido y les
prometimos a los niños que volveríamos el próximo año para una
revancha.

Nos aseguraron que los equipos serían mucho más grandes


porque iban a traer a todos los que conocían.

Cenamos en un camión de comida a dos pueblos de distancia, y


fueron las mejores empanadas que he probado.

Ahora estamos camino a mi apartamento y la luz del día parece


estar dejándonos atrás. No quiero que termine. Quiero diversión como
la que tuve hoy, donde no me preocupan los asesinos, o un prometido
misterioso que puede llamar a mi puerta en cualquier momento.
Quiero vivir cada día como el que viví hoy.
Miro a Spencer, con su espesa barba y su cabello oscuro, por el que
quiero pasar mis dedos, y suspiro.

—¿Por qué ha sido eso?

—Tuve el mejor día de mi vida.

—Te lo dije —dice con una sonrisa.

—Lo hiciste. Fue increíble ver algo de tu entrenamiento de


operaciones especiales en la vida real.

—Siento que mucho de lo que hicimos en el entrenamiento es un


gran juego de capturar la bandera, solo que usamos bolas de pintura
que duelen como una perra cuando te golpean.

Yo sonrío.

—Gracias por esto.

—De nada.

—Estoy triste de que haya terminado —admito, observando el


auto que está parado frente a nosotros—. Solo mirar eso me recuerda
que mi vida no es un juego divertido de capturar la bandera.
Veo el auto, levanta dos dedos como un saludo.

—Quinn es un buen tipo.

—¿Estuvieron con nosotros todo el día? —pregunto.

—Sí.

—Yo no… ni siquiera los vi.

Spencer se encoge de hombros.


—Así es como se supone que debe ser. Pero siempre están cerca en
caso de que los necesites, incluso si estás conmigo.

Me inclino hacia atrás, mirando el cielo negro como la tinta.

—¿Cómo es esta mi vida? No es como lo que alguna vez pensé que


estaría lidiando.

Me aprieta la mano.

—Llegaremos al fondo del asunto.

Me río una vez.


—Eso es por lo que más suspiraba.

—¿Qué?

—Por primera vez desde que sucedió todo esto, estaba tan feliz.
Tuve la oportunidad de salir y divertirme. No hablábamos de
recuerdos ni del pasado. Estábamos aquí, viviendo el momento.
Imaginé que esta cita podría… bueno, esto podría ser el preludio de
algo más y me entristece que haya terminado. Me preocupa que
cuando mis recuerdos regresen por completo, no querré la vida que
había estado viviendo.

Spencer se mueve para poder agarrar mi otra mano.

—Las citas y la diversión no tienen que terminar. Yo… quiero salir


de nuevo. Te lo estoy preguntando, ¿quieres salir conmigo de nuevo?

Mis labios se levantan y muevo la cabeza rápidamente.

—Por supuesto, pero ¿no estás preocupado por todas las otras
cosas?

—Solo estoy preocupado por esto. Tú y yo —Spencer mueve su


mano a mi mejilla, ahuecándola muy suavemente—. Y ahora, quiero
cumplir mi promesa.

Me hago tímida.
—¿Cuál es?

—Te voy a dar un beso de buenas noches.

Se acerca y el beso es dulce, lento y perfecto. Es el beso que deseé y


soñé, y que nunca lo olvidaré.
Capítulo Dieciocho
Brielle
—Sí, Addy, es totalmente seguro, —le aseguro con las mismas
palabras que le dije a mi madre hace una hora.

— Yo solo… me preocupo.

—Se supone que debes preocuparte menos, por eso te fuiste.

—Bueno, claramente estoy fallando.

Suspiro.

—¿Cómo está Elodie?

—Ella es buena. Se ha divertido jugando con la familia de Devney.


Tiene muchas sobrinas y sobrinos. ¡Está tratando de gatear!

—¡Vaya! Ojalá pudiera ver eso.

—Grabaré un video —promete Addy.


—Entonces, ¿estás cómoda en la casa de huéspedes? —pregunto.

—No es una casa de huéspedes. —Ella se ríe—. Es una casa


malditamente enorme. Cuando la vi por primera vez, me desconcertó
por completo porque es increíble. Realmente me preocupaba no
encajar, pero sus cuñadas son increíbles y nos sentimos cómodas aquí.
Ellie, Brenna y Sydney pasan por aquí o nos invitan a cenar, y son
simplemente amables. El esposo de Brenna murió hace unos años, así
que ha sido bueno tener a alguien que entienda lo que es ser viuda.

Odio que incluso tenga que pronunciar esa palabra.

—Me alegro mucho de que te haya ido bien.

—Lo ha hecho. Realmente necesitaba esto.

—¿Cuánto tiempo crees que te quedarás?

Ella suspira.

—No sé. Los Arrowood me dijeron que podía quedarme todo el


tiempo que quisiera, y dado que Sean está en Florida para el comienzo
de la temporada, ayuda a Devney a no estar sola también.

Tenía la horrible sensación de que Addy se quedaría mucho más


tiempo.
—Te extraño.

—Yo también te extraño. De verdad que sí, pero ha sido muy


agradable escapar. Definitivamente regresaré para tu cumpleaños.

Cuatro meses. Excelente.

—Eso no es tan pronto.

—No, pero esa es la fecha límite que me he dado. He sido capaz de


ir a la tienda sin que nadie me pare para llorar por Isaac. Puedo llevar
a Elodie a dar un paseo sin miradas de lástima. Simplemente me ha
permitido llorar un poco por mi cuenta.

—Entiendo, lo hago.

—No es que no quiera estar ahí para ti o… nada de eso.


Simplemente no quiero revivir todo una y otra vez.

—Realmente lo entiendo.

Yo tampoco querría. Este pueblo es pequeño e intrusivo, a pesar de


que tienen buenas intenciones. Addison no pudo tener tiempo a solas
porque la gente solo quería ayudar.

—Dime qué hay de nuevo allí.


Me debato en contarle mi teoría sobre la conexión con el centro
juvenil. No puedo dejar de pensar que hay una relación entre eso y el
asesinato de Isaac. El rastro del dinero no cuadra, alguien irrumpió en
mi oficina y no estoy segura de qué es exactamente lo que pude haber
sabido o si compartí mi preocupación con él. Si lo hubiera hecho, no se
habría quedado de brazos cruzados. Entonces, tal vez la respuesta esté
con ella.

En lugar de decir nada de eso, tomo un camino diferente.

—Me besé con Spencer y tuvimos una cita.

—¿Tú qué? —ella chilla.

Me estremezco.

—Umm, nos besamos.

Ella ríe.

—Estás bromeando, ¿verdad? ¿Spencer, nuestro Spencer?

—El único.

—Eso es… bueno, no lo sé, —dice, pero juro que escucho la sonrisa
en su voz—. Es un poco impactante pero, al mismo tiempo, es
perfecto para ti. Ustedes dos siempre han sido cercanos y él se
preocupa por ti, cualquiera puede verlo.

—Sí, pero más como una hermana que como una… novia.

—Bueno, no sé nada de eso ya que ustedes dos se están besando.


¡Y citas!

—Una cita, pero me invitó a salir de nuevo. Sin embargo, es


extraño, los besos. Bueno… no es raro en el mal sentido. Es raro
porque cuando nos besamos, es como si no pudiéramos detenernos.
Como si no hubiera otra opción más que besarse.

Addison se ríe.

—Tú y Spencer. Wow. Pero, ¿y el tema del anillo? ¿Qué pasa con
ese tipo?

—¿Qué hay de él? Nadie sabe quién es, y no ha intentado ponerse


en contacto conmigo. ¿Hay algo que sepas y no me estás diciendo?

—No, realmente no sé quién es. Lo prometo. —La sinceridad de


Addison resuena a través de sus palabras—. Ojalá lo supiera, porque
si lo hiciera, no estaría revisando a todas las personas con las que te he
visto, tratando de averiguar quién es. Es molesto no saber.

—Oh, ¿estás molesta por no tener información? —Tiro de vuelta.


—Lo siento.

Suspiro.

—Está bien, lo entiendo. Todo por el bien mayor. Yo solo… ¿cómo


podría amar a alguien que me amaba tanto que me dio una piedra
enorme, pero no hablé de él con nadie? ¿Cómo podría amar a un
hombre y besar a otro sin dudarlo? Sigo preguntándome esto porque
no sé cómo seguir adelante después de besar a Spencer y saber cómo
que un beso como ese puede ser…

—Entonces, ¿estuvo bien?

—Muy, muy bien.

—Puedo verlo —dice Addy.

—¿Puedes?

—¡Por supuesto! Spencer es un mujeriego. Siempre ha tenido


arrogancia. Ya sabes, cuando teníamos diez años, me enamoré de él.
Pensé que era tan genial. Luego, un niño se metió conmigo, e Isaac lo
tiró al suelo, después de eso… estaba enamorada.

Yo sonrío.

—Él siempre fue protector.


—Es por eso que creo que murió tratando de protegerte.

—Creo que él lo hizo.

Addy se aclara la garganta.

—Incluso si lo hiciera, no sería culpa tuya, Brielle. No importa qué.


Emmett me llamó ayer y me dijo que tenían una pista, así que, si eso
sale bien, tal vez tu testimonio no sea la parte crucial del caso.

—¿Una pista? —pregunto, sintiéndome un poco esperanzada.

—No te emociones demasiado. Otras cuatro pistas han sido


callejones sin salida.

Eso es deprimente.

—Nadie me ha dicho nada.

—¿Realmente quieres saberlo? Hasta que tu memoria regrese por


completo, es una especie de punto discutible de todos modos. No se
puede identificar a la persona, y ahora que he aprendido lo que sé
sobre este tipo de casos, nada se mueve rápidamente y hay más pistas
que no van a ninguna parte que pistas que funcionan. Pero volvamos
al contacto de labios con Spencer.
Pongo los ojos en blanco.

—Estará aquí en unos diez minutos, así que prefiero no hacerlo.

—¿La cena de premios MOTY es la segunda cita?

—No me parece. Definitivamente no comenzó así, de todos


modos. Spencer estaba atascado conduciendo porque todavía no
tengo permitido hacerlo y todos están paranoicos acerca de que vaya
sola a cualquier lugar.

—Y con razón.

Sí, sí.

—Tengo mi botón de pánico.

—¿Un qué?

Supongo que no he hablado de ello porque es nuevo.

—Hace unos días, la esposa del jefe de eqipo se quedó atrapada


con mi historia. Ella es increíble, por cierto. Creo que es una espía o tal
vez es una sicaria, no estoy segura. De todos modos, Charlie y yo
empezamos a hablar, y ella me dio un botón de pánico que se parece
más a un llavero. Ella me dijo que si alguna vez pienso que estoy en
peligro o que podría estar en peligro, todo lo que tengo que hacer es
presionarlo. Me sacarán y me llevarán a un lugar seguro donde me
encerrarán durante un mínimo de doce horas mientras el equipo
investiga. Es para asegurarse de que estoy a salvo, especialmente con
mi cerebro desordenado.

—Tuviste eso antes —bromea Addy.

—De todos modos, estoy incluso mejor ahora que lo tengo, lo que
me lleva de nuevo a por qué no sé si es una cita.

—Llamémoslo una cita de todos modos.

—No lo hagamos.

—Bien, pero es totalmente una cita. ¿Qué llevas puesto?

Nos lanzamos a una discusión sobre mi atuendo, que ella aprueba,


y luego suspira con anhelo.

—Deberías llevar los pendientes de diamantes.

—Odio usar los diamantes.

Fueron un regalo de mi padre en mi decimosexto cumpleaños.


Cada vez que los uso, me pongo a llorar.
—Bien, entonces ponte la gargantilla de oro que cae por la espalda.
Ah, y eres como quince centímetros más baja que Spencer, así que
asegúrate de usar los lindos tacones de diez centímetros.

Esa no es una mala idea. Mi vestido es de color verde pálido y se


adhiere en todos los lugares correctos. La parte más increíble es la
espalda abierta. Cae hacia abajo hasta justo por encima de mi trasero.
Amo este vestido. Lo compré para una boda a la que fui justo después
de graduarme.

Aunque no me gustan esos zapatos. Sin embargo, la altura


ayudará.

—Mis pies me van a matar después de una hora.

—La belleza es dolor, hermana.

Agarro el collar y me lo pongo, el frío metal se desliza contra mi


espalda.

Es esa pieza de joyería perfecta que es discreta pero que hace una
declaración al mismo tiempo.

Cierro el cajón y veo la caja del anillo allí. Hace días que no lo
miro. Durante los primeros días después de que lo descubrí, lo
sostenía en mi mano al azar, deseando que regresara el recuerdo de
cómo lo obtuve. Abro la caja y veo el hermoso diamante a salvo en su
lugar.
—¡Hola! ¡Tierra a Brie!

Cierro la caja y niego con la cabeza.

—Lo siento. Me lo puse.

—Bien. ¿Me envías una foto?

—Claro, te enviaré una. —Me río.

—Perfecto. Gracias por llamar. Necesitaba esto.

—¿Qué?

—Esta charla, se sintió como…. en los viejos tiempos.

Sonrío.

—Sí, así fue.

—Diviértete esta noche y no te preocupes tanto. Eres increíble y


todo el mundo te quiere. Además, asegúrate de volver a besarte con
Spencer y de que sea tan bueno como la vez anterior.
Me río.

—Eres una mala influencia.

—Oye, esto es lo que hacen las hermanas.

Mi teléfono suena con un mensaje de texto de Spencer,


haciéndome saber que está en camino.

—Me tengo que ir, él está aquí.

—¡Toma malas elecciones! —ella grita y luego cuelga.

Yo suspiro. Puedo hacer esto.

Estoy locamente nerviosa por esta noche porque todos los del
pueblo estarán allí. Estaré rodeada de personas que me conocerán y
algunas que no recordaré haber conocido. Más que eso, me preocupa
que el asesino esté allí y no pueda saberlo. Es horrible mirar a la gente
a la cara y preguntarse si son ellos los que mataron a tu hermano y
trataron de matarte a ti. Afortunadamente, los chicos de seguridad me
estarán siguiendo todo el tiempo, así que eso me hace sentir un poco
mejor. En serio son todos geniales.

Charlie me informó esta mañana que ella y su esposo Mark,


asistirán a la cena, pero se mantendrán en un segundo plano.
Aparentemente, es más fácil pasar desapercibido si parece que asisten
al evento en lugar de actuar como mi seguridad privada mientras
Quinn se queda y vigila el apartamento.

Quinn Miller voló desde Virginia Beach y anoche lo conocí. Está


casado y tiene un hijo, del que me mostró un montón de fotos. Un
niño súper adorable. Él y Charlie son mi equipo de seguridad esta
semana, pero la semana que viene rotarán con otra persona.

Les llevo café todas las mañanas y, antes de acostarme, enciendo


las luces de la sala para que sepan que me voy a dormir.

Me dirijo a la puerta, alisando mi vestido contra mi cuerpo y


revisando mi cabello en el espejo junto a la entrada.

Toca una vez, y como soy un manojo de nervios, abro la puerta


con frialdad.

—Hola —balbuceo, un poco aturdida.

Santa. Loca. Mierda. Lleva un esmoquin negro con solapas de


seda, y es como si la tela se ajustara a su cuerpo. Cada centímetro de él
hace que se me haga la boca agua. Sus anchos hombros bloquean la
luz detrás de él y podría derretirme aquí mismo. Sus ojos verdes lucen
aún más brillantes esta noche y su cabello se ve húmedo y
despeinado. Luce increíble.

Espero que diga algo, pero Spencer no habla. En cambio, sus ojos
hacen una evaluación muy lenta del satén verde que envuelve mi
cuerpo, el escote que imita la espalda con una caída lo suficientemente
baja como para mostrar el oleaje de mis senos. Ricé mi cabello en
ondas largas y me maquillé lo mejor que pude después de ver algunos
tutoriales en línea. Es un poco pesado, pero creo que es sexy.

—¿Spencer? —digo, repentinamente incómoda y tímida—. ¿Me


veo bien? —Su mirada se encuentra con la mía, y nos mantenemos
durante unos segundos. Veo el momento en que su restricción se
rompe, y entra en la habitación, cerrando la puerta de una patada
detrás de él. Tartamudeo un paso atrás, pero él ya está allí, empujando
mi espalda contra la pared, enjaulándome. Estoy tan contenta de
haberme puesto los tacones. Somos casi de la misma altura y puedo
ver el deseo nadando en sus ojos. Mi corazón se detiene antes de
duplicar su velocidad. Me va a besar, y yo estoy aquí para eso.

—No debería.

—Deberías —digo. Él sacude la cabeza, frotando su nariz contra la


mía—. Lo deseo… por favor dime que quieres que te bese.

Quiero eso más que nada. Muevo mi mano derecha desde su


pecho hasta su cuello, envolviendo mi mano alrededor de él.

—Lo deseo.

Como dos imanes atraídos, chocamos. Su boca reclama la mía en


un beso abrasador que es infinitamente mejor que el anterior. No hay
restricción en ninguna de nuestras partes. Sin lentitud ni ternura. Este
beso es necesidad y deseo desesperado. Me derrito contra él,
necesitando su calor, que es un contraste con el frío en mi espalda.
Pruebo la menta en su lengua e inhalo su colonia, el olor a almizcle
que es todo él.

Su boca deja la mía, y sus labios y lengua se deslizan por mi cuello


y mi hombro.

—Spencer —Gimo su nombre cuando vuelve a subir, mordiendo


mi oreja juguetonamente.

—Me quitas el aliento —Su voz profunda retumba—. Eres tan


hermosa, y te deseo tanto.

He decidido que las lesiones en la cabeza no son del todo malas. Si


hacen que tu sueño de toda la vida sea que el hombre que deseaste
toda tu vida te quiera, entonces estoy realmente de acuerdo con esto.

—Yo… yo no sé lo que está pasando —digo elocuentemente.

—¿Qué quieres decir? —Él me mira profundamente a los ojos,


haciéndome más difícil unir las palabras.

—Esto. Tú. Besándome y… sea lo que sea esto ya no me importa


¿Eso me hace una mala persona?

Esa es básicamente la esencia de mi confusión. Spencer nunca me


ha hecho ningún tipo de insinuación. Al menos no que yo pueda
recordar. Entonces, ¿por qué ahora? ¿Es por la muerte de Isaac? ¿Hay
algo que no recuerdo?
Spencer da un paso atrás y la pérdida de calor es inmediata. Soy
una idiota. Debería haber mantenido mi boca cerrada y solo disfrutar
los besos.

—Quería besarte, y no tomé en cuenta toda la situación.


¡Maldición! —Se pasa la mano por su espeso cabello castaño—. Soy un
imbécil.

—¿Por besarme?

—¡Sí!

—Por favor, siéntete libre de hacerlo de nuevo —digo mientras


acomodo mis senos donde deberían estar—. Sin mencionar que nos
besamos hace unas noches, y no estábamos molestos por eso entonces.

Los ojos de Spencer se mueven de mi cara a mi pecho.

—¿Qué quieres decir?

—Me gustó. Quiero que pase y siga pasando. Entiendo que hemos
pasado por muchas cosas, y esta es probablemente una mala idea,
pero no me importa.

Sus labios se separan y luego se cierran. Veo que también lo he


confundido.
—¿Tú deseas… que siga besándote?

—Sí. Quiero decir, si no puedo recordar el tipo con el que puedo o


no estar comprometida, no es realmente un engaño, ¿verdad?

Spencer suspira.

—¿Qué pasa si lo amas? —Su voz es baja, pero escucho la


pregunta como si la hubiera gritado—. ¿Y si él es con quien realmente
sueñas, Brielle? ¿Qué pasa si este chico está tan enamorado de ti que
se está muriendo por dentro? Y si…

—¿Qué pasa si no hay ningún tipo? Demonios, si hay un tipo,


¿dónde diablos está? Han pasado semanas y ningún hombre
misterioso ha aparecido buscándome. Si me quiere tanto, ¿por qué no
está aquí? Por lo que sabemos, él es quien mató a Isaac y trató de
matarme a mí y por eso no ha aparecido. Hay un millón de preguntas
por las que podemos pasar y aun así terminar aquí. —Doy un paso
hacia él, colocando mi mano sobre su pecho—. Justo aquí y, ahora, no
hay otro hombre. Estás tú y estoy yo, y quiero que me beses. Quiero
besarte. Quiero que seas el hombre, Spencer, ¿no lo ves? Eres el tipo
para mí, aquí y ahora. Cuando estoy contigo, estoy a salvo y feliz —
respiro la última parte.

—Se supone que debes estar a salvo conmigo.

La forma en que dice eso, como si sentir y ser fueran diferentes, me


hace detenerme.

—¿No estoy a salvo contigo?

El dedo de Spencer se mueve hacia mi mejilla, empujando un


cabello suelto hacia atrás.

—No, ahora mismo no lo estás.

Presiono mi cuerpo un poco más cerca del suyo, anhelando su


calor.

—Nunca me he sentido más segura que cuando estás cerca.

—Realmente no deberías.

—Tal vez no.

Una puerta se cierra de golpe en el pasillo y nos separamos de un


salto. Mi corazón late con fuerza como siempre lo hace cuando hay un
ruido fuerte y repentino.

—Brie. —Su voz está llena de preocupación.

—Estoy bien. Estoy bien. —Y lo estoy. Estoy bien, y estoy a salvo.


Spencer nunca dejaría que nada me lastimara. Todavía estoy un poco
asustada. Con mis latidos estables, doy un paso hacia él, no queriendo
detener la conversación—. Lo digo en serio, Spencer.

—Sé que lo haces, pero no sabes todo lo que está pasando.

Otro paso.

—Entonces dime. Por favor, solo dímelo para que pueda saber.

Apoya su frente contra la mía antes de presionar sus labios en el


mismo lugar. Spencer deja escapar un suspiro por la nariz.

—Deseo hacerlo, pero no puedo.

Otra puerta se cierra de golpe, pero esta vez no salto. Esta vez, me
siento tranquila y segura. Está justo aquí, mirándome, y busco algo
que explique por qué me siento así con él. Un golpe llega casi un
segundo después, rompiendo el momento, pero no me alejo de él
hasta que la persona del otro lado toca de nuevo.

Lanzando mi mejor sonrisa, abro la puerta, y Charlie está allí con


un hombre en un esmoquin.

—Bien, todavía estás aquí —dice Charlie, luciendo como una


supermodelo—. Este es mi esposo, Mark Dixon.

Él extiende su mano y yo la estrecho.


—Soy Brielle.

—Es genial conocerte —dice, y luego ve a Spencer—. ¡Cross!


¿Quién diría que podrías lucir como algo más que una bolsa de
basura?

Spencer se ríe y camina hacia él. Se dan la mano y hacen ese abrazo
varonil donde hay muchas palmadas en la espalda.

—Me alegro de verte, Twilight. Ha pasado un largo tiempo.

—Bueno, cuando escuché que estábamos aquí protegiendo a


alguien a tu petición, pensé que debería venir a ver qué está pasando
en este… pequeño pueblo jodidamente aburrido.

Se ríen y Spencer mueve la cabeza hacia mí.

—Brie ha logrado encontrar el único problema que existe en Rose


Canyon.

Me encojo de hombros.

—Culpable, supongo.

Charly sonríe.
—Creo que los problemas encuentran a las mujeres hermosas.

—Ella lo sabría —dice Mark con una sonrisa—. Que uno puede
encontrar problemas donde ni siquiera existen. Juro que lo hace solo
para divertirse.

—Sí, porque eres el ejemplo perfecto de una vida santa —


reprendo.

Mark camina hacia atrás, envolviendo su brazo alrededor de su


espalda.

—Soy un santo.

Ella pone los ojos en blanco y vuelve a concentrarse en mí.

—De cualquier manera, nos dirigíamos hacia allá y no los vimos


salir del apartamento, así que quería verificar las cosas y asegurarme
que todos estamos en la misma página para esta noche.

—Realmente no creo que vaya a pasar nada en los premios MOTY.

Entiendo por qué necesito seguridad, hasta cierto punto, pero


desearía que, si algo sucediera, lo hiciera ahora. Han pasado más de
tres semanas y ni siquiera hay una pista.
—A veces, son los lugares en los que pensamos que estamos
seguros los que en realidad no lo son —dice Mark.

Spencer y yo nos miramos y luego miro hacia otro lado. Solo dije
lo segura que me sentía con él, y él solo me advirtió que no debería.

Charlie da un paso adelante.

—¿Ha pasado algo?

—No, ¿por qué?

Ella sonríe suavemente.

—Por nada, pero si alguien se ha puesto en contacto contigo y se


ha escapado de nuestra protección, debes informarnos.

—Lo haría. No he recibido ninguna llamada o mensaje extraño.


Nadie me ha estado siguiendo o amenazando.

—Bueno. —Mark asiente una vez—. Salgamos y veamos de qué se


trata esto del Hombre del Año.

Charlie me mira.

—Asegúrate de tener tus llaves.


Claro, el botón está en mi llavero. Las agarro, las meto en mi bolso
y me dirijo a la puerta. Antes de que llegue allí, los dedos de Spencer
se envuelven alrededor de mi muñeca, deteniéndome.

—¿Qué?

—Estamos… ¿bien?

Dios, esa pregunta tiene tantas malditas respuestas posibles.

—¿Vamos a divertirnos esta noche?

—Eso espero.

—¿Tienes globos de agua colocados estratégicamente en algún


lugar? —pregunto con una sonrisa.

Él se ríe.

—Desearía tenerlos.

Inclino mi cabeza.

—Con suerte, entonces tendrás mejores habilidades de evasión


esta noche.
—Entonces, ¿los tienes escondidos? —pregunta Spencer.

Me inclino, mis labios rozando su oído.

—Tendrás que esperar para averiguarlo.

Beso su mejilla y él se ríe.

—Dios, me encanta estar cerca de ti.

Extiende su codo, como el caballero que siempre ha sido, y lo


tomo. Cerramos y nos dirigimos a donde Charlie y Mark están
esperando en la entrada principal.

—Te seguiremos en nuestro coche —explica.

Spencer coloca su mano en mi espalda, guiándome hacia donde


está estacionado. Cuando llegamos a la acera, me detengo en seco.
Parpadeo para contener las lágrimas que amenazan con formarse.

Frente a mí está el auto deportivo rojo de mi memoria. El que


compró Isaac, pero Addison le hizo venderlo. Me giro para mirarlo.

—¿Tú lo tienes?
—Me lo vendió y me hizo prometer que lo mantendría a salvo de
tu cuñada.

Mi mundo parece como si estuviera girando hacia atrás.

—¿Tú eres el dueño?

—Lo soy.

Bueno. Así que él es quien lo compró.

—¿Desde hace cuánto?

Se encoge de hombros.

—No mucho.

—¿Cuánto tiempo?

—Brielle, quiero responderte, pero ambos sabemos que estas


preguntas nos llevan por un camino muy peligroso.

—Sin mentiras —repito sus palabras.

—Exactamente, es mejor si evitamos hablar de detalles, ¿de


acuerdo? Además, ¿importa cuánto tiempo lo he tenido? Podría
haberlo comprado hace dos días y eso no cambia nada.

—¿Alguna vez llegué a conducirlo?

Él deja escapar una risa suave.

—Isaac nunca te dejó, pero es posible que obtengas una respuesta


diferente si me preguntas.

—¿Y bien? ¿Puedo?

Él se ríe.

—Te prometo que te dejaré.

—¿Cuándo?

—Cuando estés médicamente autorizada para conducir.

Resoplo.

—Me parece bien.

Spencer se inclina y besa mi sien.


—Tenemos tiempo, cariño. Sé paciente.

Eso es fácil para alguien que no tiene nada más que tiempo.

—Ambos sabemos que el tiempo no es una garantía. No para


ninguno de nosotros.

—No, no lo es, pero ambos sabemos que no puedes conducir ahora


y, quién sabe qué sucederá a medida que tus recuerdos sigan
resurgiendo.

Echo un poco la cabeza hacia atrás.

—¿Qué quieres decir?

—Nada.

Él claramente quiso decir algo con eso.

—¿Descubriste algo?

—No. Nunca debí haber dicho eso —Mira su reloj—. Vamos a


llegar tarde. Vamos, bebamos gratis y veamos a Emmett hacer el
ridículo.

Coloco mi mano en la suya y dejo que me lleve al auto, deseando


que esa sensación molesta en mi estómago no esté creciendo y
prometiendo averiguar qué es lo que está ocultando.
Capítulo Diecinueve
Spencer
—Un día serás tú, Spencer —dice Emmett mientras me da una
palmada en la espalda.

—¿Quién iba a saber que recibiría este premio?

Me pregunto cuántas bebidas se ha tomado porque hace unos días


no era gran cosa, pero ahora está al borde del llanto.

—Amigo, es un premio de Rose Canyon en el que te enfrentaste al


hijo del alcalde, quien condujo su vehículo todo terreno a una zanja
porque trató de conducirlo con el casco puesto hacia atrás. No era
exactamente un grupo de ganadores.

Sacude la cabeza y toma su bebida.

—Soy un ganador.

—Eres algo.

—Extraño a mi amigo —dice, mirando a su alrededor—. Yo


extraño… bueno, a todos ellos.
Emmett estaba realmente allí para Addison y Elodie antes de que
la madre de Addison pudiera llegar. Ver a Addison desmoronarse,
sabiendo que no podía ayudarla y llorar su propia pérdida, no fue
fácil para él.

Entendía, hasta cierto punto, cómo se sentía Addy, pero mientras


Emmett la estaba ayudando, yo enfoqué toda mi energía en Brielle.
Una parte de mí no se dio cuenta de que Isaac estaba muerto porque
no podía soportar más que el hecho de que mi mundo entero casi me
fue arrebatado también.

—Todos lo hacemos —digo y luego levanto mi copa—. Por Isaac.

—Por Isaac, que realmente era el hombre de cada año.

Chocamos las copas y examino la habitación en busca de Brielle.

Hasta ahora, la ciudad ha hecho un gran trabajo siguiendo las


reglas. Las personas que conoció en los últimos tres años se han
mantenido al margen, sin hacer nada para que se sienta incómoda.
Está sentada con Jenna, su sonrisa es fácil, aunque esta noche ha sido
todo menos eso.

—Se ve bien —dice Emmett.

Parece que no estaba disimulando tan bien.


—Ella lo hace.

—¿Ustedes se llevan bien?

Me vuelvo hacia él.

—¿Por qué no íbamos a hacerlo?

—Solo curiosidad.

Con Emmett nunca es cualquier cosa. Es inteligente y observador.


Hace seis meses que regresó a la ciudad y se ha concentrado en su
nuevo trabajo, en mudarse y en ordenar su vida. Es la única razón por
la que pude salirme con la mía viendo a Brie debajo de sus narices
también.

Isaac era fácil de engañar.

Me arrepiento ahora.

—Sí, estamos bien.

Emmett deja su vaso.

—Spence, eres como un hermano para mí y te conozco bastante


bien. Algo está pasando allí.
—Déjalo ir —le advierto.

—Lo haría, pero parte de mi trabajo es asegurarme de que no se


desestime el caso de Isaac.

—¿Y crees que no comparto tu preocupación?

Emmett le sonríe a alguien que pasa y luego se vuelve hacia mí.

—No dije eso, pero vivo al otro lado del pasillo y me informan
todos los días. Puedo ver los mismos registros que tú y, si recuerdas,
puedo ver sus mensajes.

Uso ese entrenamiento de hace años para enmascarar mis


emociones, pero el pánico está aumentando. Fuerzo una risa y le doy
una palmada en el hombro.

—Tú y yo sabemos cuál es la verdad.

Emmett no comparte mi risa falsa.

—Sí, Spence, lo hacemos, y te digo que, si arruinas esto, ella nunca


estará de acuerdo con eso. Isaac era su hermano, y ella lo amaba.

Ella también me ama. Lo que sea que Emmett cree que sabe, no lo
sabe. No he hecho nada que pueda poner en peligro este caso.
—Nunca le he dicho nada.

—También respondes preguntas que no deberías. Mira, tengo la


fuerte impresión de que hay muchas cosas de las que no soy
consciente. Si tú y Brie tenían algo en marcha, lo cual creo que tenían,
entonces estás en problemas, hermano.

No quiero tener esta conversación.

—Ya hemos terminado de hablar de esto.

—Sí, después de decir esto, si sigues por el camino en el que le


estás dando pistas, entonces tendrás que tomar una decisión.

Mi espalda se endereza ante la amenaza implícita.

—¿Qué estás diciendo exactamente, Emmett?

—No puedes darle recuerdos. No puedes contarle cosas.

—No lo hago.

—Ella me dijo que tú eres la única persona que responderá las


preguntas que ella haga directamente.
Sin mentiras.

—No le mentiré. Ella es Brielle. Ella se merece más que esto. Si ella
no fuera la única testigo del asesinato de su hermano, le habríamos
contado todo y le habríamos mostrado la vida que tenía.

Reprimo mi ira, pero Emmett me conoce demasiado bien. Él


escucha las cosas que no estoy diciendo.

—Spencer, o rompes el contacto con ella hasta que esto termine o


sigues mintiéndole y dejas que esto suceda de la forma en que debe
suceder. Si tengo razón y tú eres la persona que le dio ese anillo… —
suspira profundamente y se pasa la mano por la cara—. Lo que vamos
a discutir cuando no estemos en una sala con doscientas personas,
tienes que hacer lo correcto. —Se toma su bebida, deja el vaso y apoya
su mano en mi hombro—. No creo que quieras romper el contacto por
completo, pero si me presionas en esto, te encontrarás fuera del
edificio.

Emmett se aleja, dejándome atónito. Alejarme no es una opción.


Preferiría mentir antes que abandonarla, abandonarnos. Cuando
recuerde, ¿entonces qué? ¿Cómo le explico que tuve que irme porque
no era lo suficientemente fuerte para hacer lo que tenía que hacer? No
puedo. No puedo hacerle a ella lo que me han hecho a mí una y otra
vez.

Empiezo a dirigirme hacia ella y Jax, uno de sus compañeros de


trabajo, me detiene.
—Hola, Spencer.

—Jax.

Jax es un tipo bastante nuevo en la ciudad. Se mudó aquí hace


como un año, y nadie habla mal de él, pero tengo un mal
presentimiento con él que no puedo explicar. Una noche, Brie y yo
estábamos cenando en mi departamento, y ella lo mencionó y me dijo
que él siempre la invitaba a salir. Necesitaba consejos sobre cómo
rechazarlo fácilmente.

Aparentemente, no entendió la indirecta porque todavía le estaba


dando flores una vez a la semana hasta el incidente.

—¿Cómo está ella? —pregunta Jax.

—Ella está mejor.

—¿Todavía no tiene recuerdos?

Niego con la cabeza.

—No aún no. ¿Averiguaron quién estaba en su oficina?

Él niega con la cabeza.


—No, es tan raro. Las cámaras exteriores también estaban
desactivadas, así que no hay nada.

Ya lo sabía, pero tenía curiosidad por saber qué diría.

—¿Brielle ha hablado de alguien en el centro?

—Nop.

—Qué pena, sigo queriendo hablar con ella, ¿sabes? Teníamos esta
conexión.

Casi me río en su cara. No había conexión. Ninguna.

—Bueno, ya conoces las reglas.

El asiente.
—Sí, las reglas. Sigue mirando hacia aquí, espero que me recuerde.
Sería bueno hablar con ella. Además, tengo muchas ganas de ayudarla
a regresar al trabajo. Todos la extrañan allí, especialmente los niños.
Escucha, uno de los niños del centro está muy mal. Brielle era muy
amiga de Dianna, tiene unos ocho años. Brielle ayudó mucho a la
familia y preguntaban si podían verla. Sé que amaba a los niños y tal
vez ayudaría.

Brielle ama a esos niños más que a nada. Quería ayudar a cada uno
de ellos y les dio el apoyo y el aliento que necesitaban para alcanzar
su potencial. Todo lo que hizo fue en beneficio de ellos, aunque no
fuera lo mejor para ella. Aceptó un recorte salarial hace unos meses
para que el dinero pudiera ayudar a financiar el horario extendido
para un programa extracurricular.

Me imagino que hay muchas más familias que la extrañan.

—No estoy seguro de que sea una buena idea.

—Sí, les dije que aún no, pero solo quieren ayudar. Todos la
extrañamos y queremos que vuelva a la normalidad.

—Todos tenemos el mismo objetivo —le digo.

Observo a Jax enderezarse un poco y el aire a mi alrededor cambia.


Todo cambia cuando ella está cerca. Me giro y Brielle está ahí,
sosteniendo su vaso de agua.

—Hola.

—Brie.

Se vuelve hacia Jax, entrecerrando los ojos un poco.

—Soy Brielle —dice ella, extendiendo su mano hacia él—. Estoy


segura de que nos conocemos, pero no te recuerdo. Entonces, aprecio
que estés fingiendo por mi bien. Jax asiente un par de veces.
—Encantado de conocerte —dice suavemente—. Soy Jax.

Los ojos de Brielle se agrandan y da un paso atrás.

—¿Jax? Nosotros… tú…

Me acerco a ella, sintiendo su ansiedad como si fuera la mía.

—¿Brielle? ¿Estás bien?

Parpadea un par de veces y asiente


.
—Si, estoy bien. —Su voz cambia, y puedo escuchar la felicidad en
su tono—. Te recuerdo. Eres Jax. Nosotros trabajamos… ¿Creo que
trabajamos juntos? ¿Tú… tenías una canción? ¿Algo? ¿Creo?

Jax me mira a mí y luego a Brie. Pregunto, asegurándome de que


este idiota no diga nada.

—¿Qué recuerdas?

Sus ojos azul oscuro están sobre los míos.

—¿Solo una canción sobre Jax y las habichuelas mágicas? Tal vez
no sea él ni nada, pero recuerdo la tontería.
—¿Jack y las habichuelas mágicas? —pregunto.

—No, era una parodia, y solo recuerdo a los niños y yo riéndonos.

No suena como un recuerdo completo, pero es algo, que es mejor


que nada.

—¿Tengo razón? —ella pregunta.

Jax sonríe.

—Sí, la escribí y les cantábamos a los niños.

La amenaza de Emmett sobre lo que pasaría si le dijera algo que


ella no recordara grita en mi cabeza.

—¿Eso es todo lo que recuerdas?

Ella asiente.

—Es una parte, lo sé, no todo, pero… es algo.

—Es algo.
Me dirijo a Jax.
—Por favor discúlpanos.

Brielle cambia su mirada hacia él, se despide con la mano y luego


se vuelve hacia mí.

—Eso fue grosero.

—Tal vez, pero nunca me ha gustado ese tipo.

Ella levanta una ceja.

—¿Celoso?

—No —Sí.

—Recordé esa canción. La recordé y tenías razón.

—La tenías —La detengo en el centro de la pista de baile,


extendiendo mi mano hacia ella—. ¿Bailas conmigo?

Ella mira a su alrededor.

—Es un poco difícil decir que no desde que me trajiste aquí y me


tendiste la mano.
—¿Quieres decir que no? —pregunto mientras la música comienza
a sonar.

—Yo no.

—Bueno —Sonrío.

La última vez que bailamos fue dos noches antes del tiroteo. Nos
paramos en su apartamento, el anillo firmemente en su dedo, y
bailamos. No necesitábamos música. Simplemente nos balanceábamos
como si supiéramos cada paso y latíamos en perfecta armonía.

Los dedos de Brielle juegan con el cabello de mi nuca.

—Tú cabello está largo.

—No he tenido tiempo de cortarlo.

—Es raro a veces —dice distraídamente—. No sé nada sobre tu


vida durante los últimos tres años. No sé nada sobre dónde has estado
o qué has hecho además de lo que he encontrado en Internet.

Sonrío
—¿Me buscaste en Google?

—No seas tan presumido.


—No soy presumido.

—Sí, lo eres —reprende ella.

—Bien. Un poquito.

Brielle sonríe.

—Solo quiero recuperar todos mis recuerdos.

Yo también. Yo malditamente también.

Brie suspira.

—¿Vas a decirme por qué me alejaste de Jax?

Porque te ama y no puede tenerte.

La otra parte es que, cuando estaba hablando con él, sonaron


campanas de advertencia. Había algo en su postura, en la
estructuración de sus preguntas, que me inquietó. Él siempre ha
estado enamorado de ella, pero hay algo en mis entrañas que no se
calma. Todavía la está mirando como si estuviera esperando algo, y
no me gusta.
—¿Qué más recuerdas de él?

La giro para que esté fuera de su línea de visión.


—¿Por qué no respondes a mi pregunta?

Resoplo.

—Porque no tengo permitido hacerlo.

Brielle gira la cabeza.

—Lo sé, pero… lo que sea. No lo recuerdo tanto como el nombre y


la canción. Realmente esperaba… —Se detiene y se muerde el labio
inferior.

—¿Qué?

Ella me mira, los ojos llenos de tristeza.

—Pensé que vería a alguien o algo esta noche que rompería esta
niebla. Es por eso que accedí a venir a esta ridícula cena.

—Yo esperaba lo mismo.

—Lástima que no funcionó. Sabes, algunos días desearía no


recordar nada de mi pasado en absoluto.
Mis ojos se abren ante esa confesión.

—¿Por qué?

—Entonces no sería tan doloroso. No sabría lo increíble que era


Isaac o lo feliz que estaba cuando obtuve el trabajo en el que no puedo
trabajar en este momento. No habría recordado a Henry ni me habría
importado en absoluto a quién pertenece este anillo misterioso. Podría
empezar de nuevo. Podría construir una vida sin el pasado
cerniéndose sobre mí como si estuviera listo para caer en cualquier
momento. Los flashes son la peor parte. Es como si alguien abriera los
ojos a la luz del sol y tuviera que cerrar los párpados de golpe cuando
arde.

—No los cierres la próxima vez, solo gira tu cabeza y mírame. Te


haré sombra para que aún puedas ver.

La tristeza que pesaba en su hermosa mirada se ha ido, pero hay


algo más allí. Algo así como asombro, y Dios, daría cualquier cosa por
que se quedara ahí.

—Spencer, ¿podemos irnos?

—¿Ir a dónde?

—A cualquier sitio. Solo quiero hablar y tú eres la única persona


que me hace sentir normal.
Por el rabillo del ojo, veo a Emmett observándonos, con los brazos
cruzados sobre el pecho. No me importa nada más que ella. Me está
pidiendo algo, y nunca se lo negaré. Sé que le diré un millón de
mentiras y le pediré perdón antes de ser capaz de irme.

—Por supuesto. Vamos.

Es una noche hermosa. Los cielos despejados permiten que las


luces parpadeantes ofrezcan promesas y deseos. Envuelvo mi abrigo
alrededor de los hombros de Brie y nos apoyamos contra la barandilla
de la cubierta, mirando hacia el lago.

—¿Recuerdas la noche en que Isaac saltó al lago en febrero? —ella


pregunta con una risa.

—Estaba tan enojado por perder esa apuesta.

Brielle gira la cabeza con una sonrisa.

—Enojado es un eufemismo.

—También lo es decir que tenía frío.

—Eso también. No podía creer que no lo dejaras escapar.

De ninguna manera iba a hacer eso. Me apostó a que no podía


pasar tres días sin decir que no. Bueno, lo hice, y él tuvo que pagar
por ello. Dios sabe que pagué por todas las cosas estúpidas que tuve
que aceptar.

—¿Tú lo habrías hecho?

Ella niega con la cabeza.

—De ninguna manera. Al igual que no te dejé escapar cuando


perdiste la apuesta conmigo.

—¿Cuál?

—¿Importa? —pregunta. No, supongo que realmente no. Me


alegro de haber perdido hasta la última en los últimos tiempos—. Te
das cuenta de que tenemos problemas en este grupo con el juego.

—Siempre es divertido.

Sus dedos se deslizan contra la cadena de oro en su cuello.

—Algunos de ellos lo son. Otros son mucho más… personales.

—¿Como los besos y las citas?

—Como besos y citas. —Brielle suspira, su cabello rubio cae hacia


atrás mientras mira hacia el cielo estrellado—. Aprecié que me
escribieras ese artículo en inglés. Eso definitivamente valió la pena.

—Me olvidé de eso.

—Obtuve una A —me dice.

—Por supuesto que lo hiciste —o debería decir, lo hice.

Brie sonríe y mira fijamente el agua tintada.

—Sabes, tuve mi primer beso aquí. Fue tan horrible.

—Isaac golpeó al tipo.

La mandíbula de Brie se abre.

—¿Es por eso que dejó de hablarme?

—Muy probablemente. Estaba hablando con un montón de otros


chicos en el cine sobre cómo te metió la lengua en la garganta y
lloraste. Me acerqué, lo agarré por la chaqueta y lo amenacé. Antes de
que pudiera golpearlo, Isaac se robó los honores.

Recuerdo que me molestó no haberlo hecho yo. Todos esos idiotas


merecían una paliza por la mierda que estaban diciendo sobre ella y
sus amigas.

—¡Nunca supe que fuiste tú!

—Ves, algunas cosas puedo decirte.

—Eso no cuenta como el recuerdo que se supone que debes darme.

—Lo sé, ya que no es uno de tus recuerdos. Es solo un recordatorio


de tus malas decisiones con los hombres.

Brie se gira hacia mí.

—¿Te incluyes a ti mismo en esto?

—¿Soy ahora uno de tus hombres?

Ella se encoge de hombros.

—Podrías serlo.

—¿Y qué se necesita hacer para ser considerado para el puesto?

—Primero, necesitaré una solicitud, una lista de referencias y tal


vez un ensayo sobre por qué debería ser considerado para ello.
Me inclino.

—Tengo una muy buena razón que querrás escuchar.

—¿Oh? Dímela.

Nuestros rostros están cerca, tan cerca que su aliento calienta mis
labios.

—Soy muy, muy bueno en la cama.

—Eso es bueno —reconoce—. Tendré que tener eso en mente.

Me alejo, sintiendo el aire frío empujar entre nosotros.

—Hazlo.

Ella sonríe e inhala, envolviendo mi chaqueta alrededor de ella con


más fuerza. Entonces sus ojos se abren en estado de shock mientras
sus labios tiemblan.

—¿Qué ocurre?

—El olor a puro…


Mierda. Mierda. Soy un maldito idiota. Fumé un puro con Emmett
cuando llegué aquí. El que siempre fumamos en ocasiones especiales.
El que recuerda haber probado y tiene el anillo en esa caja. Debería
haber pensado en eso. Debería haber sabido lo que desencadenaría. O
tal vez Emmett tiene razón, y todo lo que quiero es que esta pesadilla
termine, así que sigo haciendo cosas para empujarla. Estoy siendo
egoísta porque extraño a mi Brielle. Extraño su amor y tacto y todo lo
que teníamos.

Se lleva las solapas a la nariz, oliéndola de nuevo. Sus ojos


encuentran los míos, esperando la respuesta.

Estabilizo mi voz y pretendo no tener idea de lo que está diciendo.

—Emmett y yo tuvimos uno cuando llegamos. ¿Por qué?

—Huele igual. —Ella se acerca—. El mismo olor y…

Puedo ver el conflicto en sus ojos, las emociones enfrentadas entre


querer pedir más y saber que no puedo dárselo.

—¿El puro? —pregunto.

Brie asiente.

—Sí, el mismo que probé en mi lengua. ¿Por qué?


Me encojo de hombros, como si no fuera gran cosa cuando lo es.
—Los conseguimos de la tienda en la ciudad. Solo tienen dos
marcas.

Esa es otra mentira. Estos son de Cuba y definitivamente no se


venden en Oregón. Tengo un amigo que me regaló una caja cuando
volvió de La Habana. La última vez que se tocaron fue la noche en que
nació Elodie, que fue la primera noche en que Brielle y yo hicimos el
amor.

—Bien. Eso tiene sentido… por supuesto. Solo pensé que tal vez…

—¿Pensaste que tal vez el recuerdo era mío?

Brielle mira hacia el lago, su cuerpo tenso mientras deja escapar un


profundo suspiro. La tensión se está acumulando entre nosotros, y no
sé qué es lo que finalmente nos derribará.

Lo que sea que estaba pensando, encuentra su resolución y sus


ojos azules se chocan con los míos, sin vacilar.
—Lo esperaba. Sigo esperando y preguntándome, y necesito saber
esto… ¿Ese anillo de compromiso podría ser tuyo?
Capítulo Veinte
Brielle
Me siento tan estúpida. Absolutamente ridícula, pero sí, quiero
que sea verdad, quiero creer, por un minuto, que este patito feo se
convirtió en cisne y se quedó con el príncipe. Él siempre ha sido la luz
que he buscado en la oscuridad.

Elegí mis palabras con cuidado, asegurándome de expresarlas de


una manera que con suerte lograría que él respondiera la pregunta
que realmente necesitaba que respondiera. No puedo seguir
esperando que lo que quiero ahora sea lo que tenía en el pasado. Que
la forma en que me siento a su alrededor es porque mi corazón es
suyo. Es una locura y necesito saber la verdad, por eso estoy tan
agradecida de que Spencer no mienta.

Mis nervios se aceleran, cualquiera sea la respuesta.

Él sonríe y niega con la cabeza.

—No, no es mío.

Quiero llorar.
El olor de ese cigarro era tan fuerte y tan similar al olor de mi
primer recuerdo, y supongo que solo quería vincularlo a él.

En lugar de permitir que las lágrimas fluyan, fuerzo una risa


suave.

—No pensé que fuera así. Hubiera sido una locura que
estuviéramos juntos y nadie lo supiera.

—No hay ninguna posibilidad en el infierno de que pudiéramos


haber hecho eso.

No supongo que no. Spencer nunca le habría mentido a Isaac.


Addy lo habría sabido, y estaba realmente sorprendida cuando
encontré ese anillo.

Pero, oh, cómo me gustaría...

Tan loco como es, tampoco lo es. Spencer es la única persona en


este mundo que siempre pensé que sería mi igual en todos los
sentidos. Él es con quien quiero hablar cada mañana y el hombre en el
que pienso cuando me quedo dormida. Siempre ha vivido en el fondo
de mi mente, pero esta nueva versión de él no tiene sentido.

Como, ¿por qué me besa así? ¿Cómo puede hacerme olvidar todo
mi dolor y sonreír cuando nunca hemos tenido este tipo de conexión?
¿Por qué siento su mirada sobre mí en todas partes? He luchado
contra mí misma, he intentado con todas mis fuerzas ignorarlo, pero
no puedo dejar de pensar que hay algo entre nosotros.

—¿Hemos sido más?

—¿Por qué preguntas eso?

—Porque ¿qué habría cambiado en el último mes? ¿Por qué de


repente me ves diferente?

Spencer apoya la espalda contra la barandilla, mirando a la fiesta.

—Siempre has sido diferente para mí. Simplemente no era el


momento adecuado.

—¿Y ahora de repente es? ¿Después de Isaac? Eso no tiene sentido.

—No lo sé… —él admite.

El viento sopla y me ajusto la chaqueta con más fuerza. Spencer da


un paso hacia mí, frotándome los brazos. Miro sus ojos verdes,
queriendo entender.

—Es muy difícil para mí saber qué es la realidad y qué es un


sueño.

Me mira fijamente.
—¿Qué quieres decir?

No le he dicho nada a Spencer, pero ayer hablé con el Dr. Girardo


sobre los sueños vívidos. Me despierto, tan segura de que mi sueño
era un recuerdo. Las manos de Spencer están sobre mi cuerpo, veo su
sonrisa mientras estamos en mi sueño. Todos mis sentidos están
ocupados, y me he despertado más de una vez, jadeando y
añorándolo.

El Dr. Girardo y yo desempacamos el que tuve ayer, y señaló que


la secuencia de eventos en los sueños no está en orden. Estoy besando
a Spencer un segundo y peleando con él al siguiente. Él y yo
pensamos que podría ser una mezcla de un recuerdo de otra persona
y estoy reemplazando a esa persona con Spencer. Dijo que, hasta que
esto ocurra en un estado despierto, estaría de acuerdo con mi
evaluación de que es una mezcla de sueños, recuerdos y eventos, pero
no está claro cuál es cuál.

—Sueño contigo —le digo. Sus manos dejan de moverse, pero no


me suelta—. Sueño con nosotros juntos en la playa como hace unas
semanas. Sueño con nosotros cenando en mi apartamento o contigo
saliendo a escondidas por la mañana. Me despierto, tan segura de que
es real, pero creo que solo soy yo deseando que lo fuera —Su
respiración se ha vuelto un poco más rápida, y lo miro a los ojos
mientras digo—. Dime, ¿es un recuerdo o un sueño?

—Puede ser el futuro —dice, moviendo sus manos por mis brazos
hasta mi cuello, acunando mi rostro.
Se inclina, y esta será la primera vez que me besa en público. Hay
cientos de personas justo al otro lado del cristal. Cierro los ojos, lista
para sus labios sobre los míos.

—¡Brielle! ¡Brie! —Charlie llama y Spencer se aleja un segundo


antes de que gire la esquina—. ¡Ahí estás! Te he estado buscando por
todas partes. Me encanta encontrarte aquí también, Spencer.

—Charlie —dice y luego se aclara la garganta—. Vinimos aquí


para tomar un poco de aire.

Charlie se ríe.

—Seguro que lo hiciste. No soy idiota. Te das cuenta de que hay


muchas ventanas en este establecimiento, ¿verdad?

—Nosotros estábamos...

—No me importa lo que ustedes dos hagan, solo vine aquí para
detenerlo antes de que todos los demás los vieran a los dos cerrar los
labios. Ambos sabemos cómo algunas personas reaccionan a las cosas.
Así que, ríete ahora de mi divertida broma —Ninguno de nosotros lo
hace. Ella levanta las cejas—. Vamos.

Spencer y yo sonreímos y luego fingimos reír.


—De acuerdo.

—Ahora, Spencer, entra y toma el bolso de mano de Brielle, ya que


Brielle tiene dolor de cabeza. Es mejor que la lleves a casa.

Él asiente una vez y se va.

—¿Es tan malo? —pregunto nerviosa.

—No, solo teníamos que calmar un poco a Emmett.

Gimo.

—¿Por qué tiene que estar molesto?

Charlie arquea una ceja.

—Cariño, no recuerdas una gran brecha de tu vida y todos están


tratando de proteger tu testimonio. A Emmett ya se le ha dicho que
está en una gran desventaja porque no hay evidencia que apunte a un
sospechoso. Están depositando todas sus esperanzas en ti. No quiere
darle a la defensa ninguna munición posible.

—¿Qué tiene eso que ver con Spencer?

Su sonrisa es suave, pero hay un poco de censura allí.


—Simplemente no es la mejor óptica. No cuando el fiscal ya tiene
problemas con Spencer ayudándote. El protocolo regular sería trabajar
con el Dr. Girardo.

—Le pedí que me ayudara.

—Y no estás legalmente obligada a hacer lo que sea el protocolo.


Pero tienes un equipo de personas que quieren protegerte y también
obtener justicia para alguien a quien todos amaban. Además, Emmett
es un tipo que ha estado en la guerra y ha visto mierda. Ha visto morir
a las personas que ama, y eso nunca es fácil, pero cuando sales de esa
mentalidad bélica, no crees que verás a tu amigo baleado en casa.
Creo que todos aquí se sienten incómodos.

—No hay nadie que quiera atrapar al asesino de mi hermano más


que yo. Y así, estoy molesta conmigo misma porque sigo presionando
a las personas para que respondan preguntas que no debería
presionarlos a responder.

Como si pudiera leer mis pensamientos mientras me persiguen a


través de mi expresión, Charlie me da una pequeña sonrisa.

—Lo sé. Vuelve a tu apartamento, relájate y deja que la ciudad se


divierta. Mañana, todo estará bien. Además, ten siempre a mano tus
llaves. Si algo hubiera pasado aquí, no habríamos sido alertados hasta
que fuera demasiado tarde. El botón de pánico debería ir contigo a
todas partes.
Ella está en lo correcto. —Lo siento.

—No lo hagas. El objetivo es protegerte. Hagamos eso. No


tenemos idea si el asesino está caminando entre nosotros, y queremos
que siempre estés protegida, pase lo que pase.

—De acuerdo.

Spencer vuelve afuera con mi cartera.

—Lo siento, yo tenía que… hablar con un amigo.

Charlie sonríe.

—¿Y supongo que ese amigo tuvo un pequeño consejo?

—Siempre la espía, Charlie.

Ella se vuelve hacia mí.

—Sí, definitivamente se necesita una espía para darse cuenta de


eso.

—¿Lista? —pregunta Spencer.

Lo tomo del brazo y caminamos hacia el auto sin decir una


palabra.

El viaje a casa no dura más de nueve minutos, pero se siente como


un año porque hay un silencio incómodo en el auto. Mi mente corre
con las cosas correctas para decir, pero nada se queda. Charly tiene
razón. No estoy bien. Me falta un gran espacio de tiempo y necesito
recordar. No puedo iniciar una relación, ni siquiera si es una que he
querido toda mi vida, mientras sigo así.

Rota.

Dañada.

Asustada.

Spencer ha tenido suficiente de eso de las mujeres en su vida.


Existe una posibilidad muy real de que mi memoria regrese y
recordaré al hombre que pude haber amado. ¿Entonces qué? Si
recuerdo lo feliz que era y quiero recuperarlo, Spencer será
abandonado por otra mujer.

Entonces pienso en el otro tipo que puede existir, ¿y él? No sé


quién es o por qué no ha intentado encontrarme todavía, pero por lo
que sé, hay una muy buena razón para su ausencia. ¿Qué tan justo
sería para él si persigo lo que sea con Spencer?
No sería justo en absoluto.

El auto se estaciona y ninguno de nosotros se mueve, casi como si


supiéramos que esta noche doblamos una esquina.

Debería decir algo. Quiero, pero no puedo.

—No sé a dónde vamos desde aquí —La voz de Spencer hace eco
en el silencio.

—Yo tampoco.

—Sé lo que quiero. Sé lo que deseo.

—Querer y desear no significan que sean la elección correcta, y eso


es lo que importa —le digo, pero hay algo en las palabras que me
molesta. Como si las hubiera escuchado. Como sí… las supiera.

Los ojos de Spencer se encuentran con los míos en la oscuridad. La


única luz es la luna detrás de él.
—¿Qué?

—¿Qué? —repito su pregunta.

—¿Qué acabas de decir?


Dios, ¿y si lo estoy citando? Empiezo a preguntarme si lo estoy
porque suena como algo que él diría.

—Lo he oído antes.

—¿Cuándo? —La pregunta sale de sus labios como una bala,


rápida y fuerte.

—No sé. Yo sólo… lo dije y luego tuve la sensación de que lo sabía.

Se vuelve hacia la carretera.

—Me estoy esforzando mucho para hacer lo correcto. Lo que


ambos sabemos que tenemos que hacer. No podemos seguir haciendo
este baile, Brie. Nunca debería haber permitido nada de eso.

—¿Qué baile? ¿No lo entiendes? Ni siquiera entiendo cuáles son


los pasos.

—¡Ese es el punto! Nunca debí dejar que nada de eso sucediera. Tú


estás… y yo soy… Isaac se merece más. Se merecía mucho más de lo
que estoy haciendo ahora.

—¿De qué estás hablando, Spencer?

—Nunca debí besarte. No debería pensar en ti, soñar contigo,


encontrar razones para estar cerca de ti. Nunca debí haberte hecho
promesas sobre recuerdos, besos o citas. Así no. No ahora cuando
estás lidiando con todo esto. No cuando perdí a mi mejor puto amigo
hace un mes. No cuando sé…

—¿Sabes qué?

No me responde antes de salir del auto, camina a mi lado y abre la


puerta.

Ya he tenido suficiente de esto. De todo eso. Me niego a moverme.


Me cruzo de brazos y me quedo en el auto, muy consciente de que
parezco una maldita idiota.

—Sal del coche, Brie.

—No hasta que terminemos de hablar.

Spencer suspira pesadamente.

—Hemos terminado.

—No, tú has terminado. Tú lo decidiste y yo no estoy de acuerdo.

—Sal del maldito coche.


Lo único que sé es que pase lo que pase, estoy a salvo. Él nunca me
hará daño. Puede que desee poder estrangularme ahora mismo, pero
moriría antes de dañar a alguien a quien ama.

—Puedes volver a entrar o —Meto la mano en mi bolso y saco mis


llaves—, puedes entrar si quieres, esperar allí hasta que decida que
estoy lista.

Se ríe una vez.

—¿Estás bromeando?

—No lo hago. Terminaste de hablar, pero quiero que me cuentes


qué pasó entre casi besarme en los premios MOTY y ahora.

Mete la mano en el coche y, al principio, creo que me va a sacar,


pero agarra las llaves y camina hacia la casa.

—¿Quinn? ¿Puedes vigilarla?

Oigo un sonido de búho en respuesta.

—¡Gracias! —Spencer responde, levantando la mano.

Ugh. Ese hombre. En serio me va a dejar en el coche ,en la noche,


sin llaves. ¡Mierda! Tiene mi botón de pánico. Ahora soy yo quien va a
hacer el estrangulamiento.
Salgo del auto, azoto la puerta, con la esperanza de que rompa el
espejo o algo así, y luego escucho el pitido de la cerradura después de
dar mi primer paso.

—¡Spencer! —Grito, sabiendo que el imbécil puede oírme—. ¡Voy


a matarte!

Me apresuro a entrar en mi edificio y murmuro todo el camino


sobre todas las formas en que voy a buscar venganza. Empujo la
puerta de mi apartamento para abrirla, lista para desatar la santa ira
del infierno, pero él está en el vestíbulo, esperando, y hay algo en sus
ojos que me detiene.

Esa innegable atracción late entre nosotros, llamándome, y no


puedo respirar. Lo necesito. Estoy enojada y confundida, y todas las
otras cosas, pero más que nada, es desesperación por el hombre que
está frente a mí.

Tiro mi bolso al suelo y camino hacia él mientras él se mueve hacia


mí. Nos agarramos el uno al otro y nuestras bocas chocan de golpe. Es
demasiado y no suficiente. Necesito sentir su piel, saborearlo,
respirarlo dentro de mí para sentirme completa.

Me besa más profundo, deslizando su lengua caliente contra la


mía. Sus manos se deslizan por mi espalda antes de bajarme la
cremallera cuando empiezo a desabotonar su camisa. No me importa
que nada de esto tenga sentido porque no tiene por qué tenerlo. Es
Spencer, y tiene razón.
—Dime que me detenga, Brielle —suplica.

—Nunca.

No le doy la oportunidad de pedirme otra cosa, lo beso más fuerte,


empujando el abrigo y la camisa de sus hombros, amando la anchura
y fuerza de su cuerpo. Pensamos demasiado, y ya he terminado con
eso.

No me quita el vestido, solo lo deja colgando mientras sus dedos


se extienden sobre mi espalda desnuda, sujetándome a él.

Retrocedo, tratando de deslizar mis manos entre nosotros, tan


temerosa de que este momento termine.

—Más despacio, cariño —dice Spencer entre respiraciones—. ¿Qué


quieres que haga? ¿Qué quieres, Brie?

Cuando voy a contestar, hay un dolor agudo en mi cabeza.


Empujo hacia atrás y él me libera instantáneamente. El latido es tan
abrumador y agudo que no puedo escuchar nada. Cierro los ojos,
luchando contra la agonía, y luego desaparece. La niebla es más ligera.
Puedo ver partes de algo.

Hace calor, el sol aún no está completamente en el cielo, pero el


calor es constante. Isaac y yo estamos en un estacionamiento,
hablando y bromeando sobre algo. Puedo escuchar su voz y ver su
sonrisa mientras salimos del auto.

—No —me digo a mí misma y posiblemente en voz alta—. No, no


puedo.

—¿Qué quieres que haga? —Isaac pregunta—. ¿Brie?

—Solo déjame manejarlo —le digo.

Luego vuelve a estar borroso.

Lucho por quedarme aquí, por ver un rostro o un nombre, pero no


puedo detener las náuseas o la ansiedad en mi pecho. Esto es
importante. Es un recuerdo, y lo necesito.

—¡Brielle! —Spencer grita, pero me desconecto, obligándome a


permanecer en este recuerdo sin importar lo doloroso que sea.

Me dejo caer, sosteniendo mi cabeza en mis manos, tapándome los


oídos. Mi hermano está rodeando el auto, tratando de alcanzarme.
Hay un hombre. Está gritando, pero no puedo distinguir nada de lo
que dice. Su rostro está bañado por la luz del sol, y cuanto más trato
de verlo, más brillante se vuelve. Más gritos. Más voces profundas e
Isaac suplicando mientras desenfunda un arma. El sol brillando en el
cañon mientras se mueve de izquierda a derecha. Doy un paso hacia
el hombre desconocido, pero Isaac agarra mi muñeca mientras dice mi
nombre. Intenta ponerse delante de mí. El dolor en mi cabeza florece
de nuevo, pero todavía lucho por ver, por alcanzar a Isaac, pero luego
no hay nada.

Mi cuerpo tiembla y las lágrimas corren por mis mejillas. El dolor


de ver el rostro de Isaac en esos parpadeos de momentos es
demasiado. Yo estaba allí, pero no pude ver lo que más necesitaba. Ni
siquiera sé en qué estacionamiento estábamos.

Lentamente, vuelvo a mí misma y nuevas palabras se enfocan.

—Por favor, cariño, háblame. —La voz de Spencer es temblorosa y


casi un susurro. Sus brazos son pinzas que mantienen unidas todas
mis partes rotas.

—¡Yo lo vi! Yo vi… ¡Yo lo vi! —Lloro cuando Spencer me mece en


sus brazos.

—Dime lo que viste. —Hay un crujido en su voz, y puedo sentir su


miedo mezclándose con el mío.

—El arma. Vi el arma. Lo vi agarrarme y decir mi nombre.

—¿Viste quién era?

—No. —sollozo—. No pude.


—Está bien, Brielle. Está bien. Estás a salvo y estás bien.

Pero no lo está. Yo estaba tan cerca. Me golpeó un recuerdo. El más


importante, y no podía recordar.

Me siento entre los brazos de Spencer, y todo lo que veo es la cara


de Isaac. El miedo y la preocupación cuando se acercó a mí. Escucho
su voz, la resolución de que no dejaría que nada me lastimara. Quería
acercarme a él, decirle que corriera y se salvara y que estuviera allí
para Addy y Elodie. Recuerdo el pánico de que no volvería a ver a las
personas que amo, de que ambos moriríamos.

Una nueva ola de agonía me atraviesa. Lo miro a los ojos, las


lágrimas me dificultan ver.

—Ayúdame a olvidar —le suplico.

—Brie…

Niego con la cabeza, no queriendo ser rechazada o sentir otra cosa


que no sea seguridad. Envuelvo mi mano alrededor de la parte
posterior de su cuello y tiro de sus labios hacia los míos.
—Por favor, ayúdame a olvidar. Quítame el dolor.

O podría ahogarme en él.


Capítulo Veintiuno
Spencer
Su boca se fusiona con la mía, impidiendo que mi negativa se
escape.

Si fuera honesto conmigo mismo, podría detenerla si quisiera. Pero


no lo hago.

No quiero detenerla ni detener esto. Quiero perderme en su toque.


La amo tanto que me está destrozando.

Emmett me interrumpió antes de que nos fuéramos, diciendo que


íbamos a tener una conversación y pronto. Él ve la forma en que la
miro, las cosas que pensé que estaba escondiendo, pero no tiene idea
de que Brielle es lo primero en años que me hace sentir vivo y digno
de nuevo.

Ella no me vio como un hombre con un premio o un cheque de


pago. Ella ve las grietas y los pedazos rotos y me ama más por ellos.

Ahora es ella la que está rota, y es posible que no se me permita


ayudarla a reconstruirla como lo hizo conmigo, pero puedo hacerlo.
Puedo darle lo que está pidiendo, que es lo que ambos necesitamos, y
luego me iré directo al infierno.
Sus pequeñas manos están en mi pecho, empujándome al suelo.
Caigo hacia atrás, y ella está encima de mí.

—Brie —digo, pidiendo más y que se detenga.

—Sin hablar. Por favor. No…

Empujo mi mano en su cabello, agarrando los mechones rubios y


sedosos en mis dedos. Acerco su boca a la mía y ella gime. La dejo
liderar, dándole el control que sé que está buscando.

Cuando regresé de la última asignación, estaba igual. Ya no sabía


quién era ni cómo procesar todo lo que veía, y necesitaba tener algo,
alguien que pudiera dármelo. Fue ella. Y ahora, haré lo mismo.

La beso más profundamente y muevo un poco su cuerpo para


poder sentir su calor. Ella gime cuando me levanto, golpeando el
lugar donde sé que me necesita.

—Spencer. —La voz de Brielle flota sobre mi nombre.

Agarro sus caderas y sus manos se mueven hacia mi pecho para


que esté sentada como una maldita reina sobre mí. Sus ojos están en
los míos, el color zafiro se vuelve líquido en su deseo. Levanto su
vestido más alto, rozando mis dedos sobre su piel suave.
—Te daré todo lo que quieras —le prometo.

—A ti, te quiero a ti.

Ella nunca tiene que pedir eso. Soy de ella, y siempre lo seré. La
amo con todo lo que soy. Nunca me negaré, malditas sean las
consecuencias.

—Entonces toma lo que quieres —la insto.

Ella se mueve, tirando de mi camiseta hacia arriba, y suelto sus


caderas el tiempo suficiente para quitarla. No importa que hayamos
hecho el amor cientos de veces porque, ahora mismo, es casi como la
primera vez, otra vez.

Recuerdo el asombro que ambos sentimos. Cómo ambos lo


deseábamos y también estábamos aprensivos al mismo tiempo. Se
suponía que nunca pasaría, Brielle y yo. No éramos una conclusión
inevitable. No, éramos amigos que se convirtieron en mucho más.

Empujo el cabello rubio detrás de su oreja.

—¿Eso es todo? —pregunto.

Ella niega con la cabeza con el labio inferior entre los dientes.

—¿No? ¿Qué otra cosa?


Brielle me da una sonrisa tímida, y luego estamos cara a cara y su
cabello crea un velo a nuestro alrededor. Sus labios están sobre los
míos mientras sus manos se mueven desde mis hombros hasta mis
brazos hasta que tiene nuestros dedos entrelazados.

Estoy a su merced. Como lo he estado durante mucho tiempo.

Demasiado pronto, ella empuja hacia arriba y rueda sobre su


costado
.
—Quítate los pantalones —exige.

—¿Y qué hay de ti? Yo voy a estar desnudo mientras tú todavía


estás en ese vestido.

Ella se levanta y yo hago lo mismo. Me desabrocho el cinturón, el


botón y luego deslizo la cremallera hacia abajo. Todavía no le doy
exactamente lo que pide. Quiero verla. Necesito verla. Me he perdido
todo esto. El juego que tenemos. La confianza que compartimos,
siendo completamente descarados el uno con el otro.

—Esos no están abajo —dice Brielle.

Mis pantalones cuelgan de mis caderas, pero no me muevo para


quitármelos.
—No lo están.

—¿Por qué?

—Creo… —digo en voz baja y ronca, dando un paso hacia ella—.


Creo que podría necesitar algo de ayuda.

—¿La necesitas? —Brie pregunta con una sonrisa.

—Creo que sí. Crees que podrías… —Deslizo mi dedo desde su


garganta hasta la parte superior de sus senos.

—¿Podría qué?

Su voz está temblando, y disfruto de ello.

Me inclino más cerca, mis labios contra su oído.

—¿Ayudarme a quitarlos?

Sus manos están allí un momento después, con el pulgar


enganchado en la banda de mis calzoncillos. Entonces no hay más
ropa, solo aire fresco.

Brielle da un paso atrás, sus ojos se mueven a través de mi piel,


bajando lentamente a mi pene.
—¿Te gusta lo que ves? —pregunto.

—Mucho.

—Ahora, quítate el vestido —le pido. Sus dedos se mueven hacia


las correas, pero cambio de opinión—. Detente.

Su mirada encuentra la mía en un instante.

—Quiero hacerlo —le explico—. Déjame desvestirte, desnudarte y


ver cada glorioso centímetro de ti.

—Spencer.

Mi nombre en sus labios es como el cielo.

—Voy a hacer que te olvides de todo en este mundo menos de mí,


¿entiendes?

Ella asiente.

—Bien.

Porque si esto es todo lo que tendremos de nuevo, entonces voy a


hacer que todo valga la pena.
Capítulo Veintidós
Brielle
Mis miembros están temblando, pero cierro mis músculos para
que no los vea. Spencer se mueve hacia mí como si fuera su presa. Es
fuerte, sexy, y aunque pensé que tenía el control, está claro que ahora
se ha ido.

Es lo que necesito.

No quiero pensar más. Quiero sentir y perderme porque él es lo


que me ancla de todos modos.

Sus pulgares se mueven contra mi clavícula, jugando conmigo


durante unos segundos.

—¿Estás nerviosa, cariño?

—No —Es mentira, pero no quiero que esto pare. Estoy nerviosa,
pero no por estar con él. Estoy nerviosa de que él me encuentre
deficiente. No soy las modelos a las que está acostumbrado. Mi cuerpo
está lejos de ser perfecto. Tengo bultos y cicatrices. Tengo estrías en las
caderas desde el verano anterior al primer año de secundaria, cuando
crecí dos pulgadas. No soy perfecta. Soy imperfecta.
—Sin mentiras —dice, haciéndose eco de la promesa que
compartimos.

Mi ritmo cardíaco se dispara cuando su mano desliza la correa de


mi hombro derecho.

—No estoy… nerviosa, solo quiero ser lo suficientemente buena.


Quiero que te guste lo que ves.

Eso hace que se detenga. Sus manos sostienen mi rostro con


ternura.

—Eres perfecta. ¿Me escuchas? Soy yo quien no es lo


suficientemente bueno para ti, Brielle. Eres Eva, y vine al jardín
cuando no debía. Estoy aquí, listo para cortar todo el árbol, sabiendo
que la tentación no es la manzana, sino tú. No lo ves, yo soy el que no
merece este momento.

—Si soy Eva, entonces deberías saber que no quiero la manzana de


todos modos. Te deseo. Quiero la serpiente y el pecado y la promesa
del futuro.

El pulgar de Spencer se mueve contra mis labios.


—Quiero la manzana. Y si sólo puedo probarla esta noche, que
Dios me ayude porque nunca seré el mismo.

Mis manos se mueven a sus muñecas para poder abrazarlo como


él me abraza.
—Entonces toma lo que se te ofrece y nos preocuparemos por el
resto más tarde.

Sus párpados se cierran mientras presiona su frente contra la mía.


Me da un beso suave y envuelvo mis brazos alrededor de su cuello
mientras me levanta y me lleva a la habitación. Spencer me pone de
pie frente a mi cama.

Sin decir palabra, tira de ambas correas, deslizándolas por mis


brazos, y mi vestido se acumula en el suelo.

Salgo de él, con los tacones todavía puestos.

Levanta mi barbilla.
—Ni siquiera tengo que mirar para saber lo impresionante que
eres. Me gusta cada parte de ti. Cada peca, cada cicatriz, cada
imperfección que tú ves, yo veo belleza.

Creo que podría haber muerto un poco.

Me levanto y lo beso porque no hay palabras que se comparen con


eso. Él me besa mientras me lleva de vuelta a la cama y me
desabrocha el sujetador sin tirantes y lo tira.

—Te quiero desnuda, Brielle.

Empujo mi ropa interior hacia abajo, temblando hasta que la quito


y su deseo ha sido satisfecho.

Spencer agarra mis muslos, tirando de mí hacia sus brazos de


nuevo, y me acuesta en la cama. Se pone de pie, su erección sobresale
mientras me mira. Lucho contra el impulso de cubrirme, pero no
podría negar la lujuria en sus ojos si quisiera. Está hambriento, y yo
soy lo que hay en el menú.

Gracias a Dios.

—La próxima vez, quiero que te quedes con los zapatos. Aunque
esta noche —Me quita el tacón y me besa el tobillo—. Quiero que estés
cómoda. —El otro sale y pasa su pulgar por mi pantorrilla. Podría
morir del placer. Mi pierna cae y él gatea hacia mí—. He pensado en
este momento durante semanas, —confiesa—. Te he imaginado
desnuda para mí, deseando que te tome, te ame, te de tanto placer que
no puedas hacer nada más que tomarlo. ¿Quieres eso, amor?

Asiento con la cabeza.

—Mucho.

—Apóyate contra la cabecera —ordena. Una vez que hago lo que


me pide, sonríe—. Quiero que mires. Quiero que veas todo. Aquí no
hay oscuridad, sólo luz.

Quiero llorar. Mi corazón late tan fuerte porque él me lo está


dando todo. No solo el sexo, para el que estoy malditamente
preparada, sino también lo que me ha estado persiguiendo. Solo veo
la neblina negra alrededor de mis recuerdos. Pero en esto, no hay
neblina ni batalla para levantarlo. Me está dando toda la visión.

Empuja mis rodillas para separarlas, besando el interior de mi


pantorrilla, luego mi rodilla y luego mi muslo. Él lame la piel sensible
antes de soplar suavemente allí. Luego sube un poco más, todo el
tiempo asegurándose de que lo estoy mirando. Si no tuviera el apoyo
detrás de mí, me habría derretido en la cama cuando su lengua hizo
su primer golpe.

Gimo su nombre, mis dedos se deslizan por su cabello,


manteniéndolo allí. Spencer lame y hace círculos en mi clítoris con
diferentes niveles de presión. No puedo hacer nada más que dejar que
tome el mando de mi cuerpo mientras me vuelve loca de placer. Dios
mío, verlo es embriagador. Cuando sus ojos verdes se encuentren con
los míos, podría venirme allí mismo. La intensidad de su mirada me
vuelve loca.

Mueve la cabeza de lado a lado, lamiendo y chupando, moviendo


la lengua de un lado a otro. No puedo aguantar mucho más. La
intimidad de todo esto es demasiado. Se siente demasiado bien.

—Estoy cerca —murmuro—. Tan cerca.

—Déjate ir, estaré aquí para mantenerte unida.

Su dedo se desliza dentro de mí mientras engancha su boca en mi


clítoris, sacudiendo, chupando y lamiendo más fuerte. Quiero dejarme
ir. Quiero deshacerme en sus brazos porque esto es lo que siempre he
deseado, para que sea él el que me atrape.

Mis piernas comienzan a temblar, y se acerca el clímax. No puedo


resistirme, no quiero resistirme, no quiero luchar contra él, así que dejo
que me empuje en una caída libre. Ola tras ola de placer rueda sobre
mí, lavando toda la tristeza y la ansiedad y dejándome en carne viva y
saciada.

Me tira de mis caderas para que quede tumbada sobre la cama y se


apoya sobre mí.

—Eres tan hermosa cuando te vienes.

—Me haces sentir hermosa.

—Mírame, Brielle. —Vuelvo mi cabeza hacia él—. Quiero hacerte


el amor, pero necesito que me digas si es lo que quieres.

Qué pensamiento tan tonto. Esto es todo lo que quiero. Es cada


fantasía que he tenido hecha realidad.

—Más que nada.

Alcanza el cajón izquierdo, agarra un condón y se lo pone. Cuando


vuelve a acomodarse sobre mí, empuja un poco hacia adelante. Yo no
quiero esperar. No quiero vacilaciones. Envuelvo mis piernas
alrededor de él y levanto mis caderas.
—Spencer. Ahora.

Se desliza profundamente en un solo empuje. Los dos jadeamos, y


me aprieto a su alrededor. Se siente tan bien. Nunca podría haberme
imaginado cuán perfectamente encajaría dentro de mí, como si
estuviera hecho para mí.

—Jesucristo —murmura—. Mierda, tú… te sientes…

—Perfecto —Termino la frase.

Toma mi boca en un beso abrasador, y no hay más palabras entre


nosotros. Impone un ritmo que no deja espacio para hablar. Los
únicos sonidos son nuestras respiraciones irregulares y la piel que se
encuentra con la piel. El sudor brota de su frente, y puedo ver la
tensión de él contraatacando, deseando que esto dure para siempre.

Empujo contra su pecho, queriendo tener el control de nuevo.


Quiero ser la que lo haga finalmente perder la cabeza. Se voltea sobre
su espalda, llevándome con él así que estoy encima, deslizándome
sobre su pene. Descanso mis manos en su pecho, moviéndome
lentamente, y la fricción en mi clítoris comienza a construir otro
clímax.

Los dedos de Spencer se clavan en mis caderas mientras me insta a


montarlo un poco más rápido. Una vez que estoy al ritmo que él
quiere, mueve sus manos a mis pechos. Sus dedos expertos me tocan
de la manera correcta, amasando antes de pasar a mis pezones,
pellizcando y tirando juguetonamente.

—Por favor —me las arreglo en decir—. Por favor, no te detengas.

—Estás cerca. Te aprietas alrededor de mi pene, quieres venirte de


nuevo. Tu cuerpo lo sabe…

—Sí —gimo.

Se mueve para meter su dedo entre nosotros y comienza a


frotarme el clítoris de nuevo. Es asombroso y doloroso. Estoy agotada
y abrumada. Es demasiado. No puedo hacerlo de nuevo, pero Spencer
está determinado.

—Móntame, Brielle. Toma la libertad que quieras. Toma todo


porque es tuyo. Tómalo, amor. Toma lo que necesites.

Grito, incapaz de contenerme cuando otro orgasmo se dispara a


través de mí. Me desplomo hacia adelante, pero él está ahí,
sosteniéndome contra él. Sus caderas se sacuden, penetrándome
desde abajo hasta que gime mi nombre en mi cabello mientras pulsa
dentro de mí.

Me acuesto contra su pecho, incapaz de moverme, aunque


quisiera, cosa que no hago.

Eso ha sido lo más increíble que he experimentado nunca.


Mueve mi cabello hacia un lado y besa mi nariz.

—¿Estás bien?

—¿Huh?

Él ríe. —Lo tomaré como un sí.

—Uh-huh.

Aparentemente, lo único que soy capaz de hacer es hablar con


sonidos. Los dedos de Spencer recorren mi columna.

—Tengo que limpiarme.

—Ehh.

No quiero moverme. Quiero quedarme así para siempre.

Él se ríe de nuevo y luego me hace rodar hacia un lado. Me dejo


caer, mis extremidades realmente no cooperan. Cierro los ojos por un
segundo, absorbiendo todo lo que pasó, pero realmente no puedo
pensar demasiado porque de repente, todo está oscuro y silencioso.
Lo primero que noto es que tengo calor. Mucho calor. Como si
hubiera dejado el aire apagado y las ventanas abiertas en el calor del
verano.

Entonces me doy cuenta de que estoy desnuda.

Estoy desnuda porque tuve sexo. Sexo increíble. Sexo realmente


increíble con Spencer.

La noche anterior, el baile, el recuerdo, las increíbles horas


posteriores estuvieron llenas de todas las cosas de Spencer Cross.

Debo haberme desmayado justo después, pero él me arropó y


luego se acurrucó a mi alrededor. No soñé ni me desperté diez veces
anoche. Dormí, y ahora sé que fue porque él estaba aquí, manteniendo
alejados a los demonios.

—Buenos días. —Su profunda voz raspa en mi oído.

Sonrío y me giro para verlo.

—Buenos días.

—¿Has dormido?
—Lo hice, ¿y tú?

—Como un bebé —responde y empuja mi cabello hacia atrás—.


¿Estás bien?

—¿Te refieres a lo de anoche?

La comisura de su labio se levanta.

—Sí.

—¿Qué parte? ¿El sexo o el recuerdo?

—Ambas cosas.

Suelto un leve suspiro y me encojo de hombros.

—Lo estoy procesando todo. Todavía estoy un poco abrumada por


el recuerdo, pero también estoy tan malditamente decidida. En cuanto
a nosotros, estoy igualmente feliz y aterrorizada.

—No quiero que tengas miedo.

—Tengo más miedo de que nunca vuelva a suceder. Que los


recuerdos vuelvan y borren lo que quiero en este momento. —Hago
una pausa y espero un poco de tranquilidad porque sigo exponiendo
mi corazón, pero no sé cómo él se siente. Cuando no llega ninguno, lo
insto—. Por favor, di algo.

—No estoy seguro de qué decir.

Eso no, quiero decirle.

—De acuerdo.

Spencer niega con la cabeza.

—Yo también lo estoy procesando todo. Eso es todo. Necesitamos


tomar todo esto paso a paso.

—Bien… sé lo que estás diciendo. Tienes razón.

Soy tan estúpida. Empiezo a moverme fuera de la cama, pero él se


acerca a mí.
—Brie. Detente. Estoy diciendo que no te voy a presionar. No voy
a pedirte que hagas promesas o concesiones hasta que sepas lo que
hay en tu pasado. Anoche fue increíble, la parte del sexo.

Suelto mi aliento.

—Bien. Tienes razón. Quiero llamar al Dr. Girardo y ver si puedo


verlo. Dijo que a veces, cuando el cerebro tiene estos vislumbres, es
bueno acudir a él lo antes posible. Él puede ser capaz de abrir más de
eso.

—Llámalo y nos vamos ahora mismo. —Se levanta de la cama y


me tomo un segundo para admirar su cuerpo.

Querido Señor, gracias por eso.

Él me atrapa mirándolo fijamente y me doy la vuelta, el calor


llenando mis mejillas mientras me deslizo de la cama. Llamo al Dr.
Girardo y me dice que me reúna con él en la oficina en treinta
minutos, así que Spencer y yo nos damos una ducha rápida y nos
vestimos, y trato de no reírme de que tenga que volver a ponerse el
esmoquin.

Sí, esto será incómodo, pero no tenemos tiempo de ir a su casa


para que pueda cambiarse.

Salimos del apartamento, su mano en la mía, y Emmett camina


hacia nosotros, también todavía con su esmoquin de anoche.

Él se detiene.

Nosotros nos detenemos.

Mira a Spencer.
—¿Pasaste la noche?

—No es que sea de tu incumbencia —responde Spencer.

Las fosas nasales de Emmett se dilatan y niega con la cabeza.

—No puedo creer que arriesgues el caso de tu mejor amigo. Que te


importe tan jodidamente poco Isaac, Addy y Elodie que no pudiste
hacer lo correcto. ¿Crees que esto es correcto? Arriesgarías todo, ¿por
qué?

Yo jadeo.

—Emmett, detente. ¿Qué te pasa ahora mismo?

Se gira hacia mí.

—Eres la única testigo presencial, Brielle, y Spencer sabe que lo


que está haciendo podría poner en peligro tu testimonio. Hemos
tenido cuatro pistas, y cada una de ellas ha sido un callejón sin salida.
Hemos trabajado todos los ángulos, todas las cámaras, todas las
pruebas, y no hemos encontrado nada. Entonces, si piensan por un
segundo que tu memoria no es real, eso es todo.

Spencer suelta mi mano y da un paso hacia Emmett.

—No tienes que añadirle más presión de la que ya tiene. Todos


saben lo que está pasando, pero Isaac está muerto. Amaba a su
hermana y nunca querría que ella sufriera, ni siquiera por él.

Las lágrimas llenan mis ojos mientras veo a los dos pelear.

—Basta —les grito—. Spencer se quedó conmigo anoche porque lo


necesitaba. Me rompí después de tener el último recuerdo. Tenía
miedo, y él estaba allí para mí. Lo que decidamos con respecto a
nosotros no es tu elección. Es mía y suya. Sé que no es ideal para el
caso, pero yo no soy el caso. Estoy lidiando con mi propia vida y no
puedo estar en una burbuja. —Me dirijo a Spencer—. Él es tu mejor
amigo. Él también está de duelo. Todos lo estamos. Ambos tienen que
entender eso y no actuar así.

Emmett se frota la cara.

—Solo quiero resolver esto.

—Yo sé que lo quieres. Todos lo hacemos, pero no pueden estar


uno en la garganta del otro.

—¿Dijiste que tenías un recuerdo? —Emmett pregunta, pero


todavía no puede mirar a Spencer.

Los hombres son tan malditamente tercos.

—Sí, vi el asesinato, pero no recuerdo la cara de la persona. El


recuerdo era borroso, pero… no estaba bien. Todavía no lo estoy.
Me sacudió hasta la médula. Yo estaba justo allí. Vi todo y nada al
mismo tiempo. Tenía tanto miedo. Podía sentir mi corazón en mi
pecho, latiendo con fuerza cuando se levantó el arma. El dolor cuando
la culata se estrelló contra mi cráneo. El sonido del disparo.

Mis manos están temblando como si estuviera sucediendo ahora.


Spencer se coloca frente a Emmett.

—Ella ha pasado por mucho. No necesita que ninguno de los dos


actuemos como imbéciles.

—Lo sé, tienes razón. —Emmett se acerca—. Brie, lo siento mucho.

—Está bien. Sé que tienes buenas intenciones. Vamos al médico


ahora, pero hablaremos más cuando regresemos, ¿de acuerdo?

—Por supuesto.

Spencer coloca su mano en mi espalda y caminamos hacia el auto.


Antes de hacer cualquier movimiento para encender el motor o salir
del lugar de estacionamiento, él se gira hacia mí.

—Él está en lo correcto, sabes.

—¿Correcto sobre qué?


—Lo arriesgaría todo por ti.
Capítulo Veintitrés
Brielle
—Es un placer conocerte, —le dice el Dr. Girardo a Spencer—.
Brielle me ha dicho que has sido fundamental para ayudarla durante
las últimas semanas.

—¿Yo?

Él sonríe.

—Sí, si te das cuenta, la mayoría de sus recuerdos vuelven cuando


estás cerca de ella.

Spencer me mira y me encojo de hombros.

—Él dice que es porque me siento segura a tu alrededor, lo cual ya


sabes.

—Sí, pero…

—Es algo bueno —dice el Dr. Girardo mientras nos acompaña de


regreso a la habitación—. Desearía que más de mis pacientes que
experimentan un tipo de pérdida de memoria tuvieran algo o alguien
que pudiera desencadenar el recuerdo.

Me estiro y tomo la mano de Spencer.

—Es algo bueno.

—Bien, si puedo ayudar, lo haré, todos queremos lo mismo.

El Dr. Girardo asiente.

—Sí, y hoy haremos las cosas un poco diferentes. Me gustaría


probar un tipo de hipnosis con meditación. Comenzaremos con una
meditación profunda, para que se relaje y se concentre. Entonces
intentaré hipnotizarte. Dado que el recuerdo está tan fresco, puede ser
mucho más fácil resurgir. Por supuesto, esto no es una garantía, pero
he tenido cierto éxito en el pasado y creo que serías una buena
candidata.

El agarre de Spencer se aprieta alrededor de mi mano.

—No tienes que hacerlo.

No, no tengo que hacerlo, pero estoy cansada de esto. Quiero saber
quién mató a mi hermano. Quiero poder vivir mi maldita vida. Si
puedo recordar esto, tal vez todas las demás cosas finalmente podrían
explicarse.
—Quiero hacer esto —le digo. Me dirijo al Dr. Girardo—. Necesito
respuestas y estoy cansada de estos pequeños momentos que no
puedo controlar.

—Es posible que no podamos controlar esto, Brie.

—No, pero vale la pena intentarlo.

El Dr. Girardo me indica que me acerque al sofá.

—Spencer, te voy a pedir que esperes allí. Es importante que no


hables a menos que te haga señas para que te acerques. Quiero
advertirles a ambos que esto puede salir mal. Puedes entrar en pánico,
tener dolor de cabeza o ver un falso recuerdo que puede parecer muy
real. También son posibles los mareos y la somnolencia. ¿Estás segura
que deseas continuar?

—¿Qué quieres decir con falsos recuerdos?

Eso es lo que realmente no quiero que suceda.

—Es posible que su mente fusione recuerdos y cree falsos. Así que,
cualquier cosa que diga bajo esto puede no ser exacta. Estamos
trabajando para intentar conseguir que su mente trabaje contigo para
disipar esa niebla y, a veces, las cosas pueden empalmarse.

Yo suspiro. No quiero recuerdos falsos. Quiero los que tenía.


Quiero la verdad.
—¿Cómo lo sabremos?

Sus ojos están llenos de compasión.

—No lo sabremos hasta que tengamos más de tu memoria


recuperada.

Spencer se levanta, moviéndose hacia mí.

—¿Y esto no va a afectar a lo que todos la hemos estado


protegiendo?

—¿Te refieres al caso? —él pide.

—Sí.

El Dr. Girardo me da una suave sonrisa.

—Todo esto viene de ti. Nosotros no vamos a guiarte, así que esto
no va a perjudicar eso. Al menos eso es lo que yo diría si me llamaran
a declarar. Lo que estamos haciendo es permitir que el cerebro se
mueva sin miedo.

Mientras no haya riesgo para el caso, entonces no veo el daño.

—Ok. Creo que deberíamos hacerlo. Quiero intentarlo.


Spencer toma mis manos entre las suyas y luego besa mis nudillos.
—Estaré allí. No me iré.

—Lo sé —Él no me abandonará. Él nunca lo ha hecho.

Se inclina y besa mi frente antes de alejarse.

—Siéntete cómoda. Puedes acostarte si quieres.

Lo hago porque es la posición más cómoda para mí, y


comenzamos. No tardo mucho tiempo en acomodarme en la lenta
cadencia de respiración que me enseñó a usar cuando medito. Una
vez que estoy bien y relajada, comienza a hablar. Él me guía
verbalmente a través de una serie de imágenes mentales que poco a
poco se convierten en todo mi enfoque, hasta que finalmente estoy en
el asiento del pasajero de un automóvil mientras el sol ilumina el
horizonte con un nuevo día.

—¿Ves eso? —La voz del Dr. Girardo cambia.

Miro a mi alrededor.

—¿Mirar qué?

—El estacionamiento. ¿Ves dónde estás ubicado? —Miro a mi


alrededor y veo a Isaac.
Nos estamos riendo mientras salimos del auto.

—Él está aquí —le digo.

—¿Dónde es aquí?

Estoy parada en el exterior del recuerdo mirándolo desde afuera.


Veo mi sonrisa, brillante y despreocupada, mientras habla mi
hermano. Salgo del coche y miro el cartel del edificio. "Rosie's".

—¿Y qué haces ahí?

—Queríamos un café. Quería hablar con él sobre algo importante.

—Bien. ¿Quién más está ahí?

—Sólo Isaac. Es temprano y no hay nadie aquí.

El Dr. Girardo vuelve a hablar.

—¿Qué pasa ahora?

—Nosotros… nosotros nos detenemos. Él está en la puerta y yo


acabo de salir, pero hay alguien llamando por mi nombre.
—Concéntrate en su rostro, Brielle. Concéntrate en alejar la niebla
—me alienta el Dr. Girardo—. Estás a salvo. Dime qué ves.

—Isaac me está diciendo que me quede allí —le digo. Empiezo a


avanzar, pero no hay nada de nuevo—. No puedo ver…

Mi respiración comienza a acelerarse, y gotas de sudor recorren la


línea de mi cabello. Tengo miedo. Sé que esto es malo y no puedo ver
su rostro. Él está allí y nos va a matar.

—Puedes hacerlo, Brie, estoy aquí. —La voz de Spencer es baja en


mi oído—. Nadie puede lastimarte. Nadie se acercará. Te mantendré
segura.

Inmediatamente, me relajo un poco y la niebla se disipa. Solo que


no estoy en el estacionamiento con Isaac.

—Yo puedo… la niebla se ha ido.

—¿Qué ves? —pregunta Spencer.

—A ti.

—¿Dónde estamos?

Sonrío, mirando la escena frente a mí. Él y yo estamos en mi


apartamento, como anoche. Sus brazos me rodean y me sostiene
contra él. El cabello de Spencer es un poco más corto de lo que es
ahora.

—Estamos sonriendo.

La voz del Dr. Girardo se entromete.

—¿Estás feliz?

—Lo soy. Siento este aleteo en mi pecho. —Spencer me sonríe


mientras toma mi mano y me lleva al dormitorio—. Es como anoche,
pero… no estamos en un esmoquin o vestido esta vez.

—¿Qué llevas puesto?

—Jeans. Llevamos jeans. Eso es extraño, ¿por qué estaríamos


entrando en mi habitación?

—Bien, Brie, ¿puedes ver algo más?

La escena cambia de nuevo y estoy reviviendo la noche anterior.

—Es diferente… esto, esa noche —digo.

—Píntame la escena.
—Spencer encima de mí, alcanzando el condón en el cajón.

Una vez más, todo cambia y estoy de vuelta en el estacionamiento.


Esta vez hemos pasado a los gritos.

—¡Él tiene un arma! ¡Isaac! ¡Por favor! —grito. El pánico hace que
mi corazón lata tan fuerte que debe estar lastimándome el pecho—.
¡No lo hagas! ¡No!

—Estás bien, cariño, no hay nadie aquí. Solo dime lo que ves —
dice Spencer, sus manos sobre mis hombros—. ¿Qué ves?

—Me está apuntando con el arma, pero Isaac está tratando de


llegar a mí desde el lado del conductor. Le digo que se quede ahí. Sé
que puedo manejarlo. Tengo que manejarlo. —Miro con más atención,
queriendo ver quién es. Lo conozco—. Su voz… la he oído antes.

—¿Cómo suena? —pregunta el Dr. Girardo.

—Enojado. Está muy enojado. Está diciendo que no tengo ningún


derecho —Entonces Isaac está tratando de moverse hacia mí de
nuevo—. Le está gritando a Isaac que se quede atrás.

El hombre mueve la pistola de mí a Isaac. Le dice a Isaac que se


quede dónde está o me matará. Él es más fuerte ahora.

—¿Puedes describir su voz? —pregunta el Dr. Girardo.


—Es baja. Lo conozco. He hablado con él muchas veces.

El Dr. Girardo vuelve a hablar.

—Quédate en la escena, Brielle. Lo estás haciendo genial. Toma


tres respiraciones profundas y describe lo que sucede a continuación.

Hago lo que dice, dejando que mi respiración me calme. Solo


cuando trato de regresar, todo se ha ido. No hay nada. Sin sonido. Sin
voces. Sólo oscuridad.

De repente, estoy siendo sacudida.

—¡Brielle! ¡Despierta! ¡Maldita sea, otra vez no! ¡Despierta!

Abro los ojos y Spencer está allí, su respiración es rápida y el


pánico en sus ojos es claro.

—¿Qué sucedió?

Deja escapar un profundo suspiro y me aprieta contra su pecho.

—Jesucristo. Estabas… mierda. Estás bien.

Me alejo de él, sintiéndome avergonzada.


—Estoy bien. ¿Qué sucedió?

El Dr. Girardo se aclara la garganta.

—Te desmayaste. Fue muy difícil despertarte.

—Oh. —No recuerdo nada más que los recuerdos desaparecidos—


. Todo desapareció —le explico.

El asiente.
—Tu cerebro aún se está recuperando del trauma de tu lesión. Es
posible que te hayamos presionado un poco demasiado.

—No, necesitaba esto. Lo sé… conozco su voz y la escuché no hace


mucho.

—Me dirijo a Spencer—. La escuchamos.

Mira entre el doctor y yo.

—¿Quién?

Mi voz tiembla.

—Jax.
Capítulo Veinticuatro
Spencer
Estoy parado en la ducha, el agua cayendo por mi cara mientras
trato de conciliar todo lo que ella dijo.

Jax.

La voz que escuchó antes de que asesinaran a su hermano es de


Jax.

El Dr. Girardo me hizo a un lado antes de que nos fuéramos y me


explicó que eso no significa que él sea el asesino. Que su recuerdo
puede estar empalmando, cosa que ya sabemos que ha hecho unas
cuantas veces.

Como cuando recordaba que hacíamos el amor juntos en su


departamento se mezclaba con otro recuerdo.

Pero, aun así, eso no significa que no voy a profundizar en esto.

Inclino la cabeza hacia atrás una vez más, con la esperanza de que
el agua se lleve la ira antes de volver con Brie. Cuando no lo hace, me
rindo y me dirijo allí de todos modos.
Una vez vestida, salgo a la sala y la encuentro sentada en el suelo
con todos los papeles de nuestra investigación esparcidos a su
alrededor.

—¿Qué estás buscando?

Brie salta ante mi voz y luego sonríe.

—La respuesta está en esto.

—¿Los extractos bancarios?

Ella asiente.

—Recordé a Jax. Cuando nos conocimos en la fiesta, por alguna


razón, se sentía importante. Entonces, me imagino que me sentía así
por una de dos razones.

—¿Y serían? —pregunto, ya capaz de adivinar lo que va a decir.

—Él es el tipo del anillo misterioso y el asesino.

Bueno, ella está equivocada en al menos una de esas.

—Entonces, ¿por qué los extractos bancarios? —pregunto,


agachándome a su lado.

—Dijiste que tenemos que empezar por el principio. Tal vez el


comienzo es mi trabajo. Solo recordaba hasta que me contrataron en el
centro juvenil. Conocí a Jax allí, comencé a salir con él y descubrí todo
lo que es ilegal. Debo haber tenido archivos de eso en mi oficina. Sabía
que el anillo era la llave, así que lo buscó, pero yo lo tenía en casa.
Todo encaja. Él es el asesino y voy a encontrar las respuestas aquí. Jax
está involucrado, ahora tengo que probarlo.

Quiero agarrarla por los hombros y decirle lo equivocada que está,


que confiese que yo soy de quien está enamorada. Jax no merece
respirar el mismo aire que ella, y Dios lo ayude si es él quien la
lastimó y mató a Isaac. No habrá una roca lo suficientemente grande
para que ese hombre se esconda debajo.

Aprieto la mandíbula y cuento hasta cinco antes de poder


responder.

—¿Qué encontraste en las declaraciones?

No hay nada allí. Lo sé porque lo he revisado. Lo he revisado todo,


he intentado rastrear el dinero y todo es un callejón sin salida. Incluso
Mark hizo que uno de sus técnicos investigara las transferencias
bancarias, pero no encontraron nada sospechoso. Están haciendo una
excavación diferente, pero quien quiera que esté detrás de esto es muy
bueno para cubrir sus huellas. Al menos sabemos que nada conduce a
Jax, pero aun así les envié todo desde hoy antes de saltar a la ducha.
Charlie se está comunicando con sus contactos para ver si puede
desenterrar algo, y los muchachos de Cole Security están haciendo lo
mismo.

—Todavía no he encontrado nada.

—Deberías descansar —digo, recogiendo los papeles—. Tuviste un


día difícil.

Ella agarra la carpeta de mí. —Estoy bien. Necesito hacer esto.

—No… lo hemos repasado una docena de veces. No hay nada


aquí.

—¿Qué pasa si hemos dejado algo?

—No lo hemos hecho.

Se levanta y camina hacia el otro lado de la habitación.

—¿No crees que es Jax?

—No sé lo que pienso.

—¿Por qué sigues descartándolo? ¿Por qué crees que no es el tipo


con el que estaba? Vi cómo me miraba. Él y yo estábamos saliendo o le
gusto. ¿Qué te tiene tan confundido? —Brie pregunta con frustración
en sus palabras.

La gran cantidad de cosas que le estoy ocultando es abrumadora.

—No puedo responder a eso.

—¿No puedes o no quieres?

—¿Hay una diferencia? —le devuelvo la pregunta.

—No puedes es muy diferente.

Doy un paso hacia ella, mi propia frustración crece. Esto no es


fácil. Esto es lo peor por lo que he pasado. Le di mi maldito corazón a
ella, y ella no me recuerda. Tuve que ver su lucha con el pensamiento
de que ella estaba con Henry, ¿y ahora cree que Jax es su prometido?
¿Jax, el idiota al que ni siquiera le daría cinco minutos?

No. Estoy tan cansado.

Estoy desesperado porque ella vea la verdad delante de ella. La


amo. La amo tanto, y estoy desesperado por ella. Tenerla, tocarla,
amarla y, sin embargo, todavía no puede regresar a mí.

Mi corazón late con fuerza y me acerco.


—No puedo, Brielle. Quiero decirte todo. Quiero exponer toda la
maldita verdad frente a ti, pero no puedo. Esto no es fácil para
ninguno de nosotros. Nadie está disfrutando esto. Nadie quiere
guardar secretos, pero nos dijeron que no podemos decirte la verdad.
Entonces, aquí estoy, haciendo todo lo posible para cumplir mi
promesa y también para asegurarme de no arruinarlo todo. No
importa lo que le haya dicho a Emmett, ¡él tenía razón en estar
enojado! Voy a hacer estallar todo esto, ¿y luego qué? ¿Qué pasa
cuando me odies?

Su mirada cae.

—Estoy haciendo todo lo posible para entender esto. Yo solo…


¡Dios, lo sé! Sé lo que hay en mi corazón. Tú y el Dr. Girardo dijeron
que una vez que pueda reconstruirlo, lo veré con claridad. Bueno,
estoy viendo con claridad. El asesino es parte de esto. Es parte de mi
vida y creo que tiene que ver con mi trabajo. Recuerdo personas y
cosas que importan.

—¿Tu corazón te dice que estás enamorada de Jax?

Ella niega con la cabeza.

—¡No sé! Sé que él es importante. Eso tiene más sentido.

No tiene ningún puto sentido, y no puedo contenerme.

—¿Por qué? ¿Por qué él te miró eso debe significar que estás
enamorada de él y él es el asesino? Estás tan desesperada por que sea
el hombre detrás del anillo que estás tratando de encontrar respuestas
donde no las hay.

—¡Tú no sabes eso!

—¡Y tú tampoco! ¡Literalmente no hay pruebas de que Jax esté


involucrado en tu vida de ninguna manera! Todo lo que quiero es que
tú… —Me detengo. Iba a decirlo, y no puedo.

—¿Qué?

Sus grandes ojos azules me miran y quiero caer de rodillas.

—Nada.

—No, ¿qué quieres? ¿Qué estamos haciendo?

No digo una palabra porque no me queda nada. Explicar esto no


tendrá sentido para ella. Los dos estamos luchando para ganar, pero
no estamos en el mismo campo.

—Tú no usas jeans —dice Brielle en voz baja.

¿Ella está teniendo otro episodio?


—¿Qué? —pregunto.

Sus dedos tocan su boca y luego caen.

—No has usado jeans ni una sola vez en el último mes.

—Bien, no sé a qué te refieres.

—Me acordé de nosotros en mi apartamento, pero no estábamos


así. Llevábamos jeans, yo tenía el cabello recogido en una cola de
caballo y llevaba puesto el abrigo. Mi abrigo de invierno. Tomaste mi
mano y nos reíamos mientras me empujabas hacia la habitación. Juro
que era… no sé. No tiene sentido porque no somos una pareja.

Ella está recordando cuando decidimos que éramos una pareja y no


solo perdíamos el tiempo. Lo recuerdo todo, así que una vez más
tengo que hacerle creer que está mal porque no confía en el recuerdo.

—El doctor te dijo que tu memoria podría hacer una narrativa


falsa.

—¿Hemos tenido relaciones sexuales antes de anoche?

Ella me está preguntando, y odio cada puto segundo de esto.

—No.
—Entonces, ¿por qué te sigo viendo en mis sueños? ¿Por qué te
deseo tanto?

—Porque siempre has estado enamorada de mí.

Ella retrocede.

—Por supuesto. Creo que tienes razón —dice Brie con un aliento
tembloroso.

—¿Sobre?

—Qué esto ha sido mucho para un día. ¿Puedes llevarme a casa?

Es lo último que quiero hacer, pero asiento.

—De acuerdo. Yo solo… ¿puedo usar el baño?

— Segunda puerta a la derecha —le digo.

Me mira con lágrimas en los ojos, pero no deja que las vea caer. Se
da la vuelta y se aleja, y me siento peor que nunca.

Le envío un mensaje de texto a Emmett y luego arrojo mi teléfono,


sin importarme una mierda cuál será su respuesta.
Yo: Ya terminé de mentir. Lo que sea que creas saber sobre nosotros, no lo
sabes todo. No puedo hacer esto más, y no lo haré. A la mierda tu caso.
Encuentra al asesino sin Brielle. Le voy a contar todo.

Me hundo en el sofá con la cabeza entre las manos y trato de


averiguar cómo comenzar el proceso de decirle la verdad sobre
nosotros sin arruinarlo todo.
Capítulo Veinticinco
Brielle
No dejo de sentir que Spencer me está mintiendo. Él me ha dicho que
no miente y yo le creo, pero la forma en que se ha comportado desde que
hicimos el amor hace que la sospecha se arraigue dentro de mí.

Salgo del baño silenciosamente y regreso a su habitación, atraída por


el lugar.

Mis dedos se envuelven alrededor del pomo y un recuerdo


parpadea.

Spencer me está quitando la ropa, tirándola por la habitación con una sonrisa.

—Te quiero desnuda.

—Apuesto que lo haces.

—Te voy a tomar muy fuerte —Sus manos agarran mi culo, jalándome hacia él.

—Lo estoy deseando.


—Deberías.

Me río cuando él me arroja sobre la cama, y luego abro los brazos y sonrío.

—Estoy esperando.

El recuerdo se aleja, y aparece otro.

—No quiero decírselo —Estoy desnuda envuelta en la sábana.

—Vamos a tener que hacerlo en algún momento —dice Spencer mientras vuelve a
subirse a la cama conmigo. Inmediatamente, me acurruco a su lado, descansando mi
cabeza en su pecho.

No quiero decírselo a Isaac ni a nadie. Soy feliz así. La burbuja que hemos creado es
perfecta y, cuando explote, nos veremos obligados a lidiar con las opiniones de todos.
Somos felices como somos, e incluso si nunca nos convertimos el en algo más que esto,
egoístamente quiero mantener estos momentos intactos sin que el mundo exterior los
empañe.

Suspiro, apoyando mi barbilla en mi mano.

—No, no lo haremos. Somos adultos y no es asunto de nadie lo que hacemos.

—No puedes querer esto, Brie. No eres una conquista al azar.

—¿No lo soy? —desafío—. Porque eso es lo que es esto.


Los ojos verdes de Spencer me miran fijamente.

—Nunca podrías ser al azar.

—Pero nunca podremos ser más.

—¿Por qué es eso?

Recuesto mi cabeza en su pecho, amando la forma en que se siente estar así.

—Porque me enamoraría de ti, y luego me romperías el corazón.

Él se ríe.

—Tienes razón. Lo haría.

Estoy de regreso aquí, mirando la cama, recordando lo suaves que


eran sus sábanas contra mi piel. He estado con él muchas veces. He
dormido en esta cama, con él. Anoche no fue la primera vez, y él mintió.

Me adentro más en la habitación, queriendo que aparezcan más


recuerdos. Miro a mi alrededor, sin estar segura de que lo que acabó de
ver haya sucedido realmente. Debería irme, hablar con él, darle la
oportunidad de decirme la verdad, pero necesito pruebas de que lo que
acabo de ver fue real.
En lugar de estar cuerda, abro un cajón y luego otro y luego, justo
cuando empiezo a pensar que soy una completa idiota, encuentro un
portarretrato. Ahí estamos. Estoy envuelta en sus brazos, él me sonríe y
mi mano está presionada sobre su mejilla, con un anillo de diamantes en
mi dedo. El que está en mi joyero. El que dijo que nunca me dio.

Él, que me dijo sin rodeos que no era suyo.

Pero lo era.

Como si la neblina ya no estuviera en mi mente, sino frente a mí,


salgo a la sala y me detengo cuando lo encuentro sentado en su sofá.

Se pone de pie.

—¿Brie? ¿Estás bien?

Niego con la cabeza.

—Me mentiste.

—¿Qué?

—Me mentiste. Ahora lo recuerdo —Él camina hacia mí, pero levanto
la mano—. Rompiste todas las malditas promesas que hiciste. Me dijiste
que nunca me mentirías, y todo ha sido malditamente exactamente
esto, una mentira.

—No, no todo.

Me río.

—No, solo el hecho de que estábamos juntos y aparentemente


comprometidos —Le lanzo el portarretrato y él lo atrapa antes de que se
estrelle contra el suelo.

—Brielle, déjame explicarte.

—¿Explicar? ¿Explicar que eres un mentiroso? Explica que te


pregunté, literalmente te pregunté si fuiste tú quien me dio ese anillo, si
alguna vez hemos estado juntos, y dijiste que no.

—¡No tenía otra puta opción!

—No, tenías una opción. Elegiste la mentira.

Mi mundo se está desmoronando. Todo lo que creía saber está


desapareciendo ante mis ojos. ¿Cuál es ya la verdad? Él ha sido mi única
constante y la única persona en la que creía que podía confiar para ser
honesto conmigo, pero eligió ocultar nuestro pasado. Ahora, no tengo ni
idea de cuál es mi realidad.

Él resopla.
—Sí, tuve una opción. Tuve que elegir entre dejarte recordar,
sabiendo que el resultado podría ser este, o decírtelo, posiblemente
arruinando cualquier posibilidad de que pudieras testificar contra la
persona que mató a tu hermano. Tuve que sentarme y verte hablar
sobre Henry, el maldito pedazo de mierda que ni siquiera pudo estar ahí
para ti en el funeral, cuando estaba tratando de regresar contigo. Elegí
verte, convencerte a ti misma de que estabas con Jax. Elegí pasar cada
minuto que pudiera contigo y darte todo lo que necesitabas. Te escuché
decirme que querías olvidar al hombre que te dio ese anillo porque él
debía de ser lo que estaba mal en tu vida.

Estoy comprometida con Spencer.

Spencer, que siempre ha sido abstracto.

Spencer, con quien pensé que estaba construyendo un futuro.

Spencer, quien me dijo que nunca mentiría.

Spencer, quien me dio verdades que otros no.

Spencer, que es el mayor mentiroso de todos.

Entonces, ¿sobre qué más me está mintiendo?

—¿Y cómo sé que eso no es verdad ahora?


Parpadea, con los ojos muy abiertos.

—¿Qué?

—Me escuchaste. ¿Cómo sé que tú no eres lo que está mal en mi vida?


¿Cómo puedo ni siquiera entender algo de esto?

—¿De verdad crees que yo soy lo que estás tratando de olvidar?

—No lo sé. ¿Cómo pude haber querido pasar mi vida con alguien
quién, hace apenas unas horas, me miró a los ojos y me mintió?

—Porque nunca planeé hacerlo. Nunca quise hacerlo.

—¡Pero lo hiciste! —grito, la ira resurgiendo. Me giro y me alejo de él.


Cuando está cerca, no puedo pensar con claridad. El hueco en mi
estómago crece, haciéndome difícil respirar—. ¿Cómo pudiste hacerme
esto?

—¿Hacer qué?

Arranco el portarretrato de su mano.

—¡Esto! ¿Cómo puedes amarme y hacer esto? ¿Cómo sé que esto es


real?
Spencer da dos pasos hacia mí y retrocedo. Se detiene, levantando
ambas manos en el aire.

—¿Tienes miedo de mí?

Nunca pensé que sería posible, pero en este momento estoy tan
aterrorizada de todo, incluido él. No tengo nada real a lo cual aferrarme.
No hay un solo recuerdo que haya hecho en los últimos tres años que sea
sólido. No es verdad porque no puedo confiar en que todo lo que estoy
recordando sea real. Se siente como si estuviera viviendo en un espejo
roto que refleja imágenes distorsionadas y rotas y me corta cada vez que
me muevo.

—¿Estábamos juntos cuando todo esto sucedió?

—Por supuesto que lo estábamos.

Niego con la cabeza.

—Dices eso como si yo debería saberlo, pero Henry mintió al respecto,


así que no actúes como si yo estuviera loca por preguntarte.

Su voz es suave y mi corazón se acelera cuando baja las manos.

—Empezamos como sólo… no lo sé. Ambos estuvimos de acuerdo en


que sólo era sexo. Solo esta atracción a la que nos entregamos. Se suponía
que iba a ser una noche, pero no había ninguna posibilidad de que
pudiera parar allí. No después de descubrir lo increíbles que éramos
juntos.

No quiero escuchar esto, pero necesito hacerlo.

—¿Y entonces qué?

Spencer se endereza como una estatua, respondiendo a mis preguntas.

—Nos enamoramos. Ninguno de nosotros lo planeó, por eso no se lo


dijimos a nadie.

Eso no tiene sentido.

—¿Por qué? ¿Por qué mantendríamos esto en secreto?

Pasa los dedos por su espeso cabello hacia atrás.

—Cambiaba cada vez que hablábamos de ello. Teníamos todas las


excusas bajo el sol. Al principio era sexo, así que no teníamos por qué
decírselo a nadie. Era divertido y emocionante andar a escondidas.

—Eso no suena como yo, Spencer. Nunca escondería algo a Isaac


como estar comprometida, especialmente con su mejor amigo. ¿Es eso lo
que pasó? ¿Se enteró?

—Isaac nunca lo supo. Nadie más lo hizo.


No, esa no es la verdad. No le mentiría a mi hermano. La única cosa
que tenía en él era la honestidad.

—No te creo.

—Entonces, ¿qué? ¿Crees que lo sabía y por eso murió?

Mi corazón late con fuerza cuando todo comienza a conectarse.


Siempre he pensado que su muerte estaba ligada a mí. Algo que supo o
dije puso en marcha los eventos que llevaron a su muerte. He tenido esta
horrible sensación de que todo volvió al hombre que me dio ese anillo.
Simplemente no sabía que había estado a mi lado todo este tiempo.

Spencer está entrenado para matar. Él mismo dijo que estuvo en la


escuela SEAL y que a veces tenía que protegerse.

No es una exageración que él podría haberlo hecho. Podría haber


estado enojado con Isaac o conmigo.

—Creo que todo es posible en este momento.

Él se acerca de nuevo y mi cuerpo comienza a temblar. Oh, Dios, no


puedo respirar.

—¿Qué significa eso?


—Significa que yo… no puedo… no —No puedo hablar. Mi pecho está
apretado y el pánico está empezando a apoderarse de mis
pensamientos.

—Brielle, relájate.

—¡No me relajaré! Todo lo que he sabido desde el principio es que


alguien mató a mi hermano. Alguien trató de matarme. He dicho que
pensé que era el hombre de mi vida. Que mi oficina fue destrozada, el
anillo, el rastro en papel que me diste, estaba todo atado. ¿Ahora
descubro que esa persona eres tú?

—¿Crees que podría matar a mi mejor amigo? ¿Qué alguna vez le


haría daño o a ti? ¿Destrozar tu oficina? ¿Qué posible razón tendría que
hacer algo de eso? ¿Me estás tomando el pelo? ¡Te amo! ¡Yo moriría por
ti! He estado aquí para ti todos los malditos días, asegurándome de que te
sintieras segura y estuvieras a salvo. ¡Jesús! ¡Realmente no puedes creer
eso!

Todo lo que dice tiene mucho sentido y es exactamente lo que diría


alguien que no quisiera ser atrapado. No hay testigos, salvo yo misma.
Entonces, ¿qué mejor manera de asegurarse de que él supiera en el
momento en que recordara lo que sucedió que pasar todos los días
conmigo?

Nos miramos el uno al otro, y luego sus hombros caen.

—Brielle, necesito que me escuches. No quería mentir. Tenía dos


opciones, hacer lo que necesitaba para proteger cualquier caso que
puedan construir o mantenerme alejado de ti. No pude hacerlo. No
pude no… no pude.

—No puedo creer nada de lo que sale de tu boca. Yo n-no recuerdo


todo. No tengo idea de lo que es real.

—Mira la foto —dice—. Mira tu sonrisa. Llevas ese anillo porque,


cuando te pedí que te casaras conmigo, dijiste que sí, Brielle.

—Esa no es nuestra realidad ahora.

—¿Por qué? ¿No me amas? ¿No anhelabas estar cerca de mí?


¿Sentirte segura en mis brazos y en todos los sentidos?

Niego con la cabeza.

—¡No lo entiendes, Spencer! La seguridad vino de saber que eras la


única persona en la que podía confiar. Podía permitir transmitirme mis
miedos y mi corazón, y me sentía protegida. Ahora, tengo un millón de
preguntas y no puedo hacerlas porque no puedo estar segura de que me
estés dando respuestas sinceras. ¿Cómo puedo confiar en ti?

Se hunde frente a mí, tomando mis manos entre las suyas.

—Te lo contaré todo. No guardaré nada si eso es lo que necesitas.

Durante semanas, he estado pidiendo esto, y aquí está.


—Bien. ¿Cuánto tiempo hemos estado juntos?

—Nueve meses antes del asesinato.

—¿Y cuándo nos comprometimos?

—Tres días antes de eso.

Parpadeo.

—¿Estuvimos comprometidos durante tres días antes de que me


golpearan con un arma y le dispararan a mi hermano? —Retiro mis
manos, más segura que nunca de que mis pensamientos eran
correctos.

—Sí, ni siquiera le habíamos dicho a nadie todavía. Ni una maldita


alma sabía que estábamos saliendo. Tal vez tu vecino se enteró una
semana antes, pero eso es todo. Acordamos que queríamos decírselo a
Isaac primero.

Su nombre es como un golpe bajo en el pecho. Isaac nunca lo supo. Le


mentí durante nueve meses y, aparentemente pensé que estaba bien.
Nunca me perdonaré por eso.

—Con razón me protegí.


Spencer se estremece.

—¿Qué significa eso?

—¿Por qué lo olvidé? Sabía que estaba mal.

—No, lo olvidaste porque un maníaco te agredió —Se pone de pie—.


Tú eras feliz. Tú y yo… éramos jodidamente felices. Nada de lo que
hicimos estuvo mal.

—¡Somos unos mentirosos! Nunca le dijimos a mi hermano. Nos


escondimos a sus espaldas. Addy, mi madre, Emmett… se lo ocultamos a
todo el mundo, ¿y para qué? Si no estuvo mal, entonces ¿por qué?

—¡Porque nos amamos mutuamente! —Él me toma de los hombros—.


No queríamos que nada nos quitara eso.

—Bueno, lo hizo. Se fue.

Estaba comprometida con el hombre que intentó matarme.

Y luego recuerdo al hombre que lanzaba globos de agua. El que


bailaba conmigo, me abrazaba, me protegía.

¿Cuál es la verdad?
Me estoy volviendo loca. Estoy loca e irracional, pero realmente no
puedo distinguir la verdad de una mentira. No sé si lo que vi en la otra
habitación es otro recuerdo relacionado o si me estoy volviendo loca. Es
como si las personas en esa foto fueran dos extraños, viviendo una vida
completamente separada de la mía. No tengo idea de quién es esa chica,
pero sé que esa no soy yo.

—No digas eso —La voz de Spencer cambia, notando el pánico—. No


digas que se ha ido.

No puedo hacer esto.

Las lágrimas corren por mi rostro, y todo lo que quiero es estar sola y
sentirme segura de nuevo.

Ojalá nunca recordara nada.

Cuando me aprieta más el suéter, las llaves en mi bolsillo parecen


volverse más pesadas. Necesito salir de aquí.

Se acerca y yo ya estoy retrocediendo hacia la puerta.

—Detente. Detente, por favor. Me estás ahogando y no puedo


respirar.

La mirada en sus ojos me roba el aliento. El dolor que refleja su rostro


me dice que lo he herido.
Necesito irme. Necesito… tengo que conseguir… no puedo… esto es
demasiado. Mi visión se está volviendo borrosa y sé que estoy a punto de
perderla y tener un ataque total de pánico. O eso o me estoy muriendo.

Solo hay una salida.

Busco en mi bolsillo y presiono el botón, sabiendo que las personas


contratadas para garantizar mi seguridad cruzarán esa puerta en
cualquier momento.

Y exactamente como se prometieron, unos segundos más tarde, la


puerta se abre de golpe y me llevan fuera, lejos del hombre en el que creí
confiar y del que me enamoré, incluso después de haberlo olvidado.
Capítulo Veintiséis
Spencer
—Conoces las reglas, hombre —Quinn empuja contra mi pecho
mientras trato de llegar a la puerta de Brielle.

—Detente. Detente, por favor. Me estás ahogando y no puedo respirar.

—¡Necesito hablarle!

—Detente. Detente, por favor. Me estás ahogando y no puedo respirar.

—No puedes.

—Detente. Detente, por favor. Me estás ahogando y no puedo respirar.

Una y otra vez como un disco rayado, me obliga a empezar en el


mismo punto.

—Me ahogo. Me estoy ahogando, Spencer. Me estás quitando todo lo que necesito.

Sólo que esta última voz, es la voz de mi madre. Lo dijo la última vez
que la vi, justo después de que el pedazo de mierda con el que salía se
marchara porque tenía un hijo. No le gustaban los niños.

A ninguno de ellos les gustaba.

Entonces, ella me dejó.

—Detente. Detente, por favor. Me estás ahogando y no puedo respirar.

No la dejaré ir. Ya no soy un niño asustado. Lucharé para hacerle ver


que no la estoy ahogando, caminaré a flote por los dos para no
hundirnos.

—Ella lo entendió todo mal —digo sintiendo la frustración crecer.


Ella pulsó el maldito botón de pánico. Ella estaba aterrorizada de mí. De
mí. El hombre que haría cualquier cosa por ella. Respiro hondo y vuelvo
a intentarlo—. Solo déjame hablar con ella. Todos ustedes pueden estar
allí.

—Spencer, lo entiendo. He estado donde tú estás.

—¿En serio? —Podría golpearlo incluso por tratar de fingir que conoce
este infierno en absoluto—. ¿Has estado aquí, necesitando hablar con la
mujer que amas, pero ella ha perdido la maldita cabeza y cree que eres
la causa de su dolor?

El asiente.
—Sí. Seguro que sí. Mi historia con Ashton no es un camino de rosas.
Tuvimos mucha mierda en la que trabajar, y nada salió bien. Lo único
que diré es que, si una mujer usa su botón de pánico, significa que
necesita espacio. Déjala tener eso.

—El espacio es lo último que necesita. Está convencida de que yo


podría ser el que mató a Isaac y trató de matarla a ella.

Quinn da un paso adelante, obligándome a retroceder.


—Lo siento, hermano. Sé que quieres hablar con ella y tratar de
resolverlo, pero no vas a llegar allí. Si Brielle cree que está en peligro,
entonces en lo único que confía es en su equipo de seguridad y pase lo
que pase, no vamos a traicionar eso.

—Fui yo quien creó su equipo —digo con los dientes apretados.

—Razón de más para que honres los términos de su protección.


Piensa en lo que haría si te dejara subir allí. Le mostrarías que nada de lo
prometido es verdad y, por lo que dices, ya lo está cuestionando.

Esto es irreal. Lo último que quiero hacer es darle tiempo para que se
convenza aún más de que todo lo que acaba de decir es verdad. Dios,
arruiné tanto esto. Debería habérselo dicho en el momento en que abrió
los ojos. Debería haberle dado las respuestas que necesitaba cuando las
pidió.

Me hundo, descansando sobre mis pies.

—¿Cómo puedo solucionar esto? —le pregunto.


—Puedes hacer lo que te dije y deja que se calme lo suficiente para ver
que nada de lo que se está diciendo a sí misma tiene sentido. O puedes
hacer lo que yo pensé que deberías haber estado haciendo desde el
principio de esto.

Miro hacia arriba.

—¿Qué es?

—Encuentra al maldito asesino. Eres Spencer Cross. Eres el hombre


que descubrió el paradero de Aaron cuando todo el mundo, incluido
nuestro propio equipo, pensaba que él estaba muerto. Encontraste esa
red terrorista clandestina y los expusiste. No creo ni por un segundo que
no hayas podido encontrar una sola pista que te lleve al asesino.

Si no cree que lo he intentado, entonces es un idiota.

—No he encontrado nada.

—Entonces tal vez no estás mirando en la dirección correcta.

Niego con la cabeza.

—Ni siquiera estoy seguro de lo que eso significa.

—Significa que estás pensando con el corazón. Mira, no tengo que


estar convencido de que no fuiste tú. No hay una posibilidad en el
infierno de que le hayas hecho eso hermano. No eres un asesino a sangre
fría, y cualquiera puede ver que amas a esa chica.

—Ella no puede.

—Ella puede, solo que está sufriendo, y cuando las mujeres sufren,
están un poco locas. Confía en mí, estoy casado con una chica de Jersey
que resulta ser una italiana pelirroja. Ella está tan loca como se puede
estarlo. Esa mujer avergonzaría a Brielle.

Mi aliento sale con dificultad.

—Brielle no es así. Es racional y no pierde los estribos.

—Eso fue antes de que le quitaran la vida que tenía. Estás tratando de
darle sentido a una situación que realmente no tiene sentido. Ella no
conoce su propia mente. Imagina lo que se siente. He estado allí. Cuando
fui secuestrado y retenido, no sabía del tiempo. No podía ver la luz ni la
oscuridad. Todo era un día, pero al menos conocía mi vida. Si eso me lo
hubieran quitado, entonces no estoy seguro de cuál habría sido el
resultado.

Él tiene razón. Lo sé, pero todavía quiero hablar con ella.

—¿Cuándo puedo verla? —pregunto.

—El protocolo dice al menos doce horas, pero si Charlie cree que no
está lista, puede retener cualquier visita durante veinticuatro horas.

No puedo esperar tanto. Voy a perder la cabeza.

—Eso no funciona.

—Eso no nos importa. Vete a casa, Spence. O, mejor aún, usa el talento
que Dios te dio e investiga esto, no como el hombre que casi pierde a la
mujer que ama, sino como un reportero que está buscando lo que la
policía se perdió. Tienes doce horas para probarle algo, no las
desperdicies.

Mi casa es un desastre. Los papeles están regados por todas partes, la


puerta de mi casa está dañada y no cierra bien.

Ni siquiera me importa si alguien me robó a ciegas en este momento.


Pueden tenerlo todo porque perdí lo único que me importa.

Empiezo a juntar los papeles, pero me frustro tanto que termino


tirándolos al suelo.

A la mierda esto.

Que se vaya a la mierda la persona que me la arrebató y lo vuelve a


hacer.

Luego veo la foto en el suelo con una grieta en el vidrio, justo en


medio. La mantuve a salvo, escondida en ese cajón, y solo lo saqué
cuando estaba sólo y seguro de que ella no lo vería.

Ya la extraño.

Extraño su voz y su sonrisa. Extraño la forma en que dice mi nombre


o me mira.

Extraño estar cerca de ella.

Todo se ha ido. Ella se fue.

No, ella ni siquiera se fue. Tenía tanto miedo de estar cerca de mí que
se la llevaron.

Recojo el portarretrato y lo lanzo hacia la pared tan fuerte como


puedo. Se rompe aún más, el vidrio sale volando por todas partes y el
marco se rompe de las orillas.

Bien. Así es como me siento por dentro.

Mientras miro alrededor, sigo escuchando las palabras de Quinn en


mi cabeza. Si pudiera demostrarle que yo no soy el asesino en absoluto,
entonces tal vez podamos encontrar una manera. Tal vez pueda mostrarle
que lo único sobre lo que nunca he mentido es cuánto me importa.

Podría devolverle el pasado mostrándole la verdad. No veo otra


manera de arreglar lo que se ha roto entre nosotros. Brielle necesita
saber, sin sombra de duda, que lo que tenemos es real y malditamente
perfecto.

Eso significa que tengo muy poco tiempo para hacer mi trabajo.

Entro en la habitación en la que no he estado en mucho tiempo, mi


oficina.

Me siento en mi escritorio, recorro las palmas de mis manos sobre la


madera fría, que no se ha tocado en meses, y luego abro mi computadora
portátil.
—Necesito ayuda —le digo a la habitación y luego miro la foto de
Isaac, Holden, Emmett y yo en la boda de Isaac—. Necesito que me
ayudes, Isaac. Ayúdame a ver y ayúdame a hacerla feliz.

Con mis manos sobre el teclado, hago exactamente lo que le dije a


Brielle que hiciera. Vuelvo al principio y escribo por primera vez en un
año.
Capítulo Veintisiete
Brielle
Por fin he dejado de llorar. Me tomó más de una hora calmarme lo
suficiente para contarle a Charlie lo que pasó. Todo el tiempo que estuve
hablando, ella se sentó y escuchó sin juzgar.

—Hiciste lo correcto —dice por centésima vez.

—¿Lo hice?

—¿Estabas asustada?

Asiento con la cabeza.

—Entonces sí. Hiciste exactamente para lo que está destinado ese


botón. Estabas en pánico, lo cual todos vimos, y nuestro trabajo era
llevarte a un lugar seguro.

—¿Y él no puede venir aquí? —pregunto de nuevo.

—No. Nadie puede hacerlo hasta que estés realmente lista —me
asegura Charlie.
¿Qué tan loco es esto? Tengo miedo del hombre que nunca pensé que
podría tenerlo. Nada en mi vida está bien, pero aun así daría cualquier
cosa por que fuera una pesadilla. Al menos entonces, habría terminado
cuando me despertara.

Pero esta es mi vida, y no hay final para mí hasta que realmente


recupere mi memoria y sepa cuál es verdad.

Es como si hubiera un gran agujero en mi pecho donde debería estar


mi corazón, y la idea de quedarme en esta ciudad un segundo más, me
hace querer salir de mi piel.

—Quiero ir con mi madre —le digo.

—¿Te quieres marchar?

—Dijiste un lugar seguro, ¿verdad?

—Sí, pero…

—Bueno, mi madre está en California, y ella definitivamente no es la


asesina. No puedo estar aquí. No estoy a salvo, y no puedo… no puedo
estar en la misma ciudad que él ahora mismo.

Ella toma mi mano entre las suyas.


—Estamos aquí para protegerte, Brie. El equipo está en alerta
máxima, y nadie está entrando por esa puerta, ¿de acuerdo? Tú estás
segura.

—¿Y qué pasará cuando eso termine? ¿Qué pasará entonces? Sé


que esto suena increíblemente infantil. Lo entiendo, pero quiero a mi
madre. Quiero estar con alguien que sé que me ama profundamente.
Yo… pensé… pensé que tenía eso. Necesito eso, ¿de acuerdo?

Si Addy estuviera aquí, habría sido ella, pero se ha ido. Mi madre está
lo suficientemente cerca como para que podamos llegar en unas pocas
horas, y solo necesito que mi madre me diga qué diablos está pasando
en mi vida.

—De acuerdo. Haremos los arreglos ahora. No puedo hacer el viaje


contigo porque necesito regresar a Virginia, pero Quinn estará contigo en
cada paso del camino, y traeré a Jackson que es el dueño, también. Nos
encargaremos.

Un suspiro de alivio y tristeza brota de mi pecho cuando no me dice


que estoy loca. Charlie me envuelve en un breve abrazo antes de
retirarse.
—Ve a empacar para que estés lista para irte en cuanto tengamos todo
arreglado. Solo debería tomar una o dos horas.

Me pongo de pie, limpiando mis mejillas.


—¿Y Spencer lo sabrá?
Charlie me da una sonrisa triste.

—No, a menos que tú quieras que lo sepa.

Una parte de mí quiere decirle que lo llame, que lo deje entrar para
poder hablar con él. La otra parte de mí no confía en eso. Me siento
demasiado tonta para lidiar con él. O me convencerá de que nada de lo
que pienso es cierto o me convenceré a mí misma de que está mintiendo.
En este momento, no estoy segura de creer la verdad incluso si alguien
pusiera una prueba en video. A pesar de que mi corazón dice que no hay
forma de que pueda lastimarme a mí o a Isaac, mi cabeza no se alinea
con nada.

—No hasta que estemos en el camino.

—Está bien.

En menos de dos horas, Cole Security está listo para funcionar. Quinn
estará conmigo en todo el camino, lo cual según Charlie, es más que
suficiente, y Jackson se reunirá con nosotros en casa de mi madre.

Ella y Mark toman mis maletas, y cuando llegamos a la puerta, mi


corazón se hunde.

Emmett está ahí, sus ojos llenos de confusión. Las manos de Charlie
agarran mishombros.
—No tienes que hacerlo…
—Está bien —le digo y me muevo hacia él. Envuelvo mis brazos
alrededor de su cuello, y me aplasta contra él—. Lo siento.

—Lo sé.

—Tengo que irme.

—También lo sé —dice apretándome un poco más fuerte.

Cuando me suelta, las malditas lágrimas vuelven con toda su fuerza.

—¿Iras con él?

El asiente.
—¿Me dirás qué pasó que te tiene huyendo?

—No puedo vivir en un lugar donde nada tiene sentido. Hasta que lo
tenga, es mejor para mí ir con la única persona que sigue siendo algo
seguro.

Los labios de Emmett forman una línea apretada.

—Te avisaré si encontramos algo.

—Te avisaré si mi memoria regresa y pueda darnos respuestas.


Me guiña un ojo y me dirijo a Charlie. Me acompañan por el pasillo
hasta el auto. Me da un fuerte abrazo y retrocede.

—Gracias —le digo antes de subirme al auto.

—Cuídate, Brielle. Llámame si necesitas algo.

Quinn suelta una carcajada.


—Ni siquiera trabajas para la empresa, y haces más que tu marido,
que es dueño de la mitad.

Ella pone los ojos en blanco.

—Ahora sé por qué Ashton te ofreció como voluntario para esta


asignación.

Se sube al auto, riéndose.

—¿Lista?

Miro mi apartamento, el edificio que parecía tan diferente hace


menos de veinticuatro horas. Estaba feliz, esperando a Spencer con un
hermoso vestido. Había tanta esperanza de lo que podríamos haber
sido y ahora todo lo que veo es oscuridad.

Me dirijo a él.
—Sí, estoy lista.

Con mis audífonos puestos, cierro los ojos, sin querer ver cómo se me
escapa esto, y me quedo dormida con una canción sobre la pérdida del
amor de tu vida.

Estamos a unas cuatro horas de la casa de mi madre, y Quinn me


mira por décima vez.

Desde que cambie de ubicación, el equipo tuvo que reajustarse por


completo, y Jackson se reunirá con nosotros en las afueras de la ciudad.
Me siento horrible y tonta, pero también sé que esta es la única opción
que puedo manejar. Con cada kilómetro que viajamos, mi corazón y mi
cabeza se calman un poco más. Necesitaba esta distancia. Necesitaba salir
de allí.

—Puedes decirlo —le digo, sabiendo que ha estado ansioso dar su


opinión.

—¿Decir qué?

—Lo que sea que tengas en mente.


—No me pagas para pensar —dice, enfocándose en el camino.

—Eres su amigo.

—Lo soy.

—Y…

Se encoge de hombros.

—Aprendí hace mucho tiempo que es mejor para todos si trato de no


entender a las mujeres.

Niego con la cabeza, notando el anillo de matrimonio en su mano


izquierda.

—¿Y tu esposa está de acuerdo con eso?

Quinn sonríe.

—Es mi esposa quien me enseñó esa lección.

—Normalmente no soy así —le explico—. Soy la prudente, pero


siento que no tengo control sobre nada en mi vida en este momento.

—¿Alguno de nosotros, alguna vez, realmente tiene el control? —él


pregunta.

—Me gustaría pensar que lo haces ahora mismo.

Quinn asiente lentamente.


—Usaremos eso como un ejemplo entonces. Estoy conduciendo.
Tengo el control del auto, pero no tengo control sobre nada más. No
puedo controlar a alguien si decide cambiar de carril o detener a un
animal si decide correr por la carretera. La vida no es diferente. Consigo
planificar porque es exactamente para lo que he sido entrenado, pero
incluso en un plan cuidadosamente construido, el control no es más que
tener la capacidad de adaptarse. Si no lo hacemos, morimos.

Giro la cabeza hacia un lado.


—Siento como que me estoy muriendo.

—Eso se debe a que te esfuerzas demasiado por controlar las partes


de la situación que no se pueden controlar.

—Entonces, se supone que debo dejar que todo pase, ¿y luego qué?

Me mira y luego vuelve a mirar la carretera.


—¿Qué opciones tienes? No puedes obligar a tu memoria a
recuperarse.

—No, pero tampoco puedo aceptar que me mientan. No cuando no


sé la verdad.
—Y él mintió…

—Sí.

Quinn frunce los labios y respira con dificultad por la nariz.


—Apesta para todos ustedes. Mis amigos y yo hemos pasado por
muchas cosas en nuestro tiempo. Hemos perdido a personas que
amamos, hemos sido lastimados tanto emocionalmente como
físicamente. Nada de eso estaba bajo nuestro control. Mi esposa y yo…
bueno, pasamos por la versión parecida del infierno. No pensé que
volveríamos de eso. La necesitaba para darme ganas de vivir, y ella
estaba encerrada, deseando poder morir para aliviar el dolor. Después
de que pensé que habíamos avanzado un poco, se subió a un avión y me
dejó para ir a California.

Parpadeo, viendo la similitud con mi historia.

—¿Y entonces qué? ¿Fuiste tras ella?

Él niega con la cabeza.

—No lo hice.

—¿Por qué no?

Quinn se detiene en una gasolinera, se estaciona y me mira.


—¿Es eso lo que quieres, Brie? ¿Quieres que esté en un auto a pocos
kilómetros detrás de nosotros?

Se me hace un nudo en la garganta y el pánico hierve. No puedo


hablar, así que apenas muevo la cabeza.

—No sé lo qué hará, pero si es como yo, no lo hará. No porque no


quiera o porque no te quiera más que a nadie en el mundo. Y te
prometo esto, él daría su vida si eso significara que tú seas feliz. Por eso sé
que te esperará.

Esas estúpidas lágrimas amenazan con regresar cuando me dice que


Spencer me ama. Él lo sabe y lo cree, incluso si yo no puedo entenderlo.

—¿Cómo lo sabes?

Se inclina con una sonrisa astuta.

—Me pagan por ser observador —Luego señala el parabrisas de un


automóvil estacionado frente a los despachadores. Ese de allí es Jackson.
Voy a informarle. Quiero que te quedes aquí, cierres las puertas y solo las
abras si digo fresa.

—¿Fresa?

—Así es como llamo a mi esposa en italiano. Rojo, dulce y se pudre si


la dejas demasiado tiempo. Como todas las mujeres.

Me río y luego cierro la puerta como me ha indicado.


Capítulo Veintiocho
Spencer
Todavía no he dormido. No puedo. Mi mente da vueltas en círculos
mientras trato de trabajar esto.

Hay algo que no cuadra.

Sé que Brielle pensó que el dinero era el vínculo para esto, pero hasta
ahora todo parece ser legal.

Fui un idiota por no perseguir eso antes.

Abro mi documento y reviso lo primero que he escrito en un año. Mi


mente funciona cuando estoy explorando una historia, así que esta es la
historia, ella. Brielle Davis, una chica hermosa y vibrante cuya vida
entera fue alterada por una sola persona.

Mientras escribo, la historia se vuelve real. Cada palabra se suma a la


imagen de Brielle e Isaac esa mañana. Basándome en una de las
cámaras de seguridad del vecino, él la recogió a las 6:06. Él la llevaba
porque el auto de Brielle estaba en el taller por frenos nuevos. Me había
ofrecido a llevarla, pero insistió en que mantuviéramos las cosas como
estaban hasta que le hablara de nosotros. Teníamos un plan. En tres
días, íbamos a ir a cenar a casa de Isaac. Él estaba proyectado para
ganar el juego y no había mejor momento que ese, si perdía, pensamos
que tal vez suavizaría el golpe.

Ojalá no hubiéramos esperado. Isaac debería haber sabido cuánto


amabaa su hermana, y pase lo que pase, siempre lo lamentaré.

Sigo escribiendo el orden del día. Cómo condujeron por First Street y
giraron a la izquierda en Maple Ave. Mientras conducían por el centro de
la ciudad, había volantes para el gran juego del próximo viernes. Ese
equipo era la razón por la que Isaac había estado tan dispuesto a ir
temprano a la escuela. Le encantaba planear el juego. Entrenar era su
orgullo y alegría hasta que nació su hija.

Puedo ver la luz del sol asomándose por encima de las montañas a la
distancia, el cielo pintado de azul claro y amarillo, ahuyentando los
claroscuros.

Mis dedos vuelan sobre las teclas, escribiendo a un ritmo que no he


hecho en mucho tiempo, pero cuanto más escribo, más real se vuelve.
Llegaron a la cafetería alrededor de nueve minutos después,
probablemente riéndose de algo estúpido que dijo. Siempre estaba
contando chistes horribles, y Brielle le estaba haciendo saber lo tontos
que eran. Tal vez estaban discutiendo algo lindo que hizo Elodie ese día
antes de irse a buscar a su hermana.

Mientras retrocedo, listo para empezar a repasarlo de nuevo, tocan la


puerta de mi oficina.

Miro hacia arriba y Emmett está ahí.


—¿Cómo entraste?

—Tengo una llave —dice, levantándola.

—Bien.

Todos tenemos llaves de las casas de los demás. Eso es lo que hace la
familia. Miro mi laptop y luego vuelvo a mirarla.

—Necesito trabajar.

Entra a la habitación.

—Estás escribiendo.

—Lo hago.

—¿De qué se trata?

—¿De qué piensas? —contraataco.

Emmett se apoya contra la pared, con los brazos cruzados.

—Vine para asegurarme de que estás bien. Pensé que tal vez
necesitarías un amigo, y un trago. Además, recibí una llamada de Holden
y parece que regresará.

Demasiado para escribir. Cierro la laptop y suspiro.

—¿Por qué está regresando?

—A su tía no le está yendo bien, así que él se mudará a fin de mes


para cuidarla. Sin embargo, no es por eso que estoy aquí. No en realidad.

—No creí que ese fuera el caso —Emmett habría enviado un mensaje
de texto por eso—. ¿Has oído hablar de Brie?

Emmett asiente.

—Lo hice. ¿Estás bien?

—No, pero sé que puedo arreglarlo. Hablaremos en —Miro mi reloj.


Jesucristo. Son las ocho de la mañana. He estado revisando cada consejo,
idea y pista desde ayer por la mañana—. Unas pocas horas. Necesito
terminar esto y ver qué puedo encontrar.

—¿Qué has encontrado hasta ahora? —pregunta mientras sus ojos


observan alrededor de mi oficina.

Si ayer pensé que este lugar era un desastre, no es nada comparado


con esto. La pared trasera tiene una línea de tiempo con fotos, flechas y
diferentes hechos que necesitaba tener en cuenta. La miré durante horas,
tratando de darle sentido a todo.

Levantarme después de estar sentado durante Dios sabe cuánto


tiempo me recuerda que ya no tengo veinte, y me estiro mientras camino
hacia la pared. Emmett me sigue, y lo guío a través de la información.

—¿Qué pasa con este tipo? —Señala a Jax—. Parece totalmente


inofensivo.

—Eso es lo que no puedo resolver. Cuando Brie… cuando estuvo en


su cita ayer, dijo que escuchó su voz como el tirador.

—¿Y nadie pensó en decirme eso?

—Fue una especie de día difícil.

Emmett asiente.

—Bien. Continua.

—La cosa es que el Dr. Girardo no cree que el recuerdo sea real.
Insistió en decir que no lo es, pero no me explicó qué le hizo pensar eso.

—Él no conoce a Jax, ¿verdad?


Niego con la cabeza.

—Lo dudo. No, a menos que lo haya conocido en algún momento de


las últimas semanas.

Emmett sigue moviéndose a lo largo de la línea de tiempo que


marqué.

—¿Son todos los que vinieron al hospital?

—Sí, todos los visitantes que entraron y salieron.

Él arquea una ceja.

—¿Y cómo te las arreglaste para conseguirlo?

—No, no te lo robé —Suspiro—. Tengo un contacto en el hospital.

Emmet niega con la cabeza.

—Ni siquiera quiero saber.

No, definitivamente no quieres.

—De todos modos, nadie en el hospital parece tener alguna conexión


con el ataque o con la destrucción de su oficina.
—Esa es la única parte de esto que ha quedado sin respuesta. ¿Están
conectados los dos eventos y, de ser así, qué buscaba la persona en su
oficina? Pensé que el anillo era la clave.

—Ella también.

—Pero nos equivocamos allí, ya que eres el que dio el anillo.

Yo suspiro.

—El papeleo que le falta es la clave, pero no podemos empezar sin


saber qué documento tenía.

Emmett asiente.

—¿Qué más estás pensando?

—Creo que sería seguro para nosotros explorar la posibilidad de que


los eventos estén conectados, lo que significa que ella era el objetivo.

Emmett se sienta en la silla frente a donde estoy de pie, mientras me


apoyo contra el escritorio.

—¿Por qué es eso?


—Todo lleva a Brielle, no a Isaac. Desde su muerte, nada suyo ha sido
tocado. La casa está vacía y no ha habido actividad allí. Si se tratara de él,
de lo que sabía o tenía, habríamos tenido movimiento.

—Lo más probable es que su oficina estuviera destrozada.

—Ella pudo ver el asesinato, pero no la cara. Puede escuchar una voz,
sabe que es un hombre, pero luego dice que es Jax, cuya voz suena más
femenina. Mucho más aguda que cualquiera de nosotros al menos.

—¿Crees que podría ser una mujer?

—Eso parece dudoso. Es más probable que estuviera tan


desesperada por escuchar la voz que su mente insertó la voz de Jax en su
lugar. Se lo encontró en la cena de premiación y lo conocía, pero no lo
recordaba. También creemos, basándonos en la posición del cuerpo de
Isaac, que fue por el tirador. Es posible que haya tratado de neutralizar
al agresor y todos asumimos que era un hombre.

Esa fue una de las primeras cosas en las que todos estuvimos de
acuerdo. La fuerza del golpe y el ángulo en el que fue golpeada sugieren
que el agresor era un hombre. Además, Isaac jugó de defensa desde que
tenía seis años hasta que se graduó de la universidad. Si alguien podía
derribar a alguien con fuerza, era él.

—Es posible, la evidencia sugiere un hombre. También estaba esa


imagen de la cámara de alguien subiendo a un vehículo y en la
reconstrucción parece un hombre.
—Estoy de acuerdo, pero en este punto, no descarto nada.

—Está bien, ¿cuáles fueron tus otros pensamientos? —pregunta


Emmett.

—Esto es lo que necesitamos para llegar al fondo.

Emmett se inclina, viendo el video.

—¿De dónde has sacado esto?

—Después de horas de revisar las imágenes que extraje de una


fuente, encontré una grabación de Brielle discutiendo con alguien fuera
de su oficina dos semanas antes del incidente. Era tarde y el video está
muy borroso, pero parecía que estaba molesta. Su mano estaba en el
hombro de un niño, y ella estaba tirándolo detrás de ella mientras
discutía con quien supuse que era uno de los padres del niño.

—¿Y ella mencionó esto antes del tiroteo? —pregunta.

—No.

Hablamos sobre nuestros días, su trabajo, mi falta de trabajo y todo lo


demás, pero ella nunca mencionó un altercado en el trabajo. La fecha
muestra que sucedió en una noche que no nos vimos, pero siempre
hablábamos.
Todos los días.

—Bueno, has llegado mucho más lejos de lo que me gustaría admitir


que tenemos.

—Tengo motivación y recursos que tú no tienes. Sin mencionar que


me importa una mierda la ley o el caso de la fiscalía.

Emmett asiente lentamente.

—Sí, pero… aun así.

Me encojo de hombros.

—Es la mejor respuesta que se me ocurre. Es al menos un hilo que no


puedo amarrar bien. También lo convierte en una posible persona de
interés. Sólo tienes que averiguar quién es ese tipo.

Emmett levanta una ceja.

—Lo haces parecer tan fácil.

—Lo sé.

Ya he pasado horas peinando ese ángulo. Identificar el objetivo era el


mejor lugar para comenzar.

—Está bien, pero ¿y si Isaac fuera el objetivo?

Me aprieto el puente de la nariz, solo queriendo volver al trabajo.

—Si la pista sobre Brielle y este video se enfrían, entonces comenzaré


de nuevo. Lo volveré a examinar desde que Isaac sea el objetivo, pero me
guío por mis instintos y lo que muestra la evidencia que tengo.

Él asiente lentamente.

—No estás muy lejos de mi teoría. Es solo que no conozco a nadie en


esta ciudad que vaya detrás de ninguno de los dos. Jesús, hablaron de
hacer una estatua de Isaac si ganaba las estatales. Y Brie, bueno, ella es
un maldito ángel. Ella trabaja con todos esos niños, dando tiempo y
dinero para que los programas sean exitosos. ¿Quién diablos podría
odiarla?

—Eso es lo que necesito averiguar. Quienquiera que haya sido en esa


confrontación es el sospechoso número uno. Una vez que me permita
hablar con ella en unas pocas horas, podré explicarle todo esto. Podemos
hablar de todo, idear un plan y… —Ni siquiera puedo terminar porque
suena ridículo—. Soy un maldito idiota. A ella no le importa esto.

Él me mira con confusión en sus ojos.


—¿Crees que no le importa atrapar al asesino de su hermano?
Miro al techo, dejando escapar un fuerte suspiro
.
—Por supuesto que sí, pero eso no nos va a arreglar. Puedo encontrar
al asesino, hacer que lo arresten y ella seguirá sintiendo que la traicioné.

—¿Es eso por lo que estaba molesta?

—Sí, después de que te envié ese mensaje, ella recordó todo. La amo,
Emmett. Sabes que proponerle matrimonio, darle todo mi puto corazón
cuando soy como soy, no fue fácil. No puedo perderla. No puedo vivir mi
vida sin ella, y… ella sabe en su alma que la amo. Una vez que termine el
tiempo de espera, iré allí y le rogaré que me deje explicarle.

—No puedes.

—¿Qué quieres decir con que no puedo?

Se pone de pie y levanta las manos antes de dejarlas caer.

—No puedes ir a hablar con ella.

—Cumplí sus reglas, esperé veinticuatro horas.

—Eso no es lo que quiero decir.

Miro a mi mejor amigo, sintiendo una sensación de temor.


—Explícate.

Solo puedo pronunciar una palabra porque ya sé lo que viene. No


tengo que ver los hechos presentados para entender el resultado aquí.
Pero entonces, esta estúpida y maldita parte de mí, esta esperanzada
astilla en mi corazón destrozado, quiere creer lo contrario.

Brielle no haría esto.

Ella no se iría.

Ella no me dejaría. No a mí. No a nosotros.

No a propósito o por elección.

Brielle no se parece en nada a ella. Ella no es como mi madre. Ella no


es egoísta y busca algo que nunca tendrá. Ella no está buscando a alguien
mejor. Alguien que no la ahogue.

Emmett me mira con empatía en sus ojos y dice dos palabras que me
destrozan.

—Ella se fue.
Capítulo Veintinueve
Brielle
—Brie, cariño —Mamá vuelve a llamar a la puerta—. Por favor, sal
y háblame.

Ella duró mucho más de lo que hubiera esperado. Durante tres horas,
me dejó tener un tiempo a solas para ordenar mis pensamientos. Todavía
paseaba fuera de la puerta, pero no tocó hasta ahora.

Por otra parte, no puedo culparla. Acabo de aparecer en su puerta


con Quinn y Jackson. Después de que ella, de mala gana los dejó mirar
alrededor, entré y me quedé aquí, entumecida.

Las lágrimas se secaron una vez que cruzamos a California. Las horas
de conducción en silencio me agotaron la lucha.

Aun así, necesitaba tranquilizarme.

Abro la puerta y ella suspira.

—Oh, gracias a Dios. Estaba debatiendo si uno de los muchachos


vendría a patear la puerta.
—No estaba cerrado.

—Bueno, no lo sabía.

Yo suspiro.

—Supongo que quieres respuestas.

—Eso sería un buen comienzo.

—¿Adentro o afuera? —pregunto y ella sonríe—. Papá siempre


preguntaba eso cuando tenía algo importante que decirnos. Siempre
escogíamos afuera. Hay algo en el aire fresco que hace que las malas
noticias se sientan un poco menos, malas.

—Afuera —Salimos a su terraza trasera. Es un espacio pequeño, pero


ella hizo un gran trabajo al utilizar el espacio para hacerlo agradable.
Cada una de nosotras toma asiento, y ella se acerca, sosteniendo mi
mano—. Ahora, háblame, Brie.

Lo dejé salir. Le cuento todo, desde la playa hasta el beso, los premios
y el sexo con él. Casi me olvido de que ella es mi madre, y Spencer es
como un hijo para ella, pero vine aquí por la verdad y ella no se merece
menos de mí.

Mamá, quien no creía que supiera lo que era el silencio, se queda


sumida en él.
Continúo, hablándole de los recuerdos y las mentiras. Le cuento mis
teorías sobre el asesino de Isaac y cómo se vinculan conmigo. Todo ello.

Después de que finalmente llego a la parte sobre lo que me obligó a


subirme a un auto y conducir diez horas hasta ella, ella me detiene.

—Esto es mucho para desempacar, dulce niña.

Eso es un eufemismo. Ni siquiera he llegado a la parte donde me


volví loca y presioné mi botón de pánico.

—Hay más —le digo.

Ella se sienta de nuevo.


—De acuerdo. Vamos a sacarlo todo para que tratemos de darle
algún sentido a esto.

Le cuento el resto. La pelea. El hecho de que no creo en mi propia


mente o corazón. Le cuento sobre la cara de Spencer cuando presioné el
botón y lo roto que estaba. Todo sale de mí, y es mucho más liberador de
lo que pensé que sería.

Mi madre, por loca que yo esté, me quiere y no me detiene. Ella será


la única persona que me ayudará a entender.

—Wow —dice finalmente.


—Sí.

Sus ojos marrones están nadando en lágrimas no derramadas.

—¿Estás comprometida con Spencer?

—Estaba. Supongo.

—Estoy feliz y triste a la vez.

—¿Por qué? —pregunto.

—Porque, durante mucho tiempo, tu padre y yo hablábamos sobre lo


que haríamos cuando tú y Spencer finalmente se vieran. Él sabía que ese
chico estaba hecho para ti. Volvía loco a tu padre, y recuerdo un
momento en que tu padre quería dejar de permitir que Spencer se
quedara en la casa por eso.

Nunca lo supe.

Ella sonríe con tristeza.

—Sin embargo, nunca podríamos haber abandonado a ese chico. No


solo porque su madre hizo eso muchas veces, sino también porque lo
amábamos. Isaac lo amaba y tú también. Él era parte de nuestra familia.
Él iba saltando entre nuestra casa, la de Emmett y la de Holden, pero
todos tratábamos de amarlo ferozmente ya que siempre estaba
experimentando el lado opuesto.

—Me imaginé todo eso. Recuerdo la fiesta de cumpleaños que le


hicimos porque su madre no se presentó a recogerlo. Él estaba tan
enojado ese día.

—Ella lo hizo muchas veces. Sin embargo, eso no impidió que tu


padre se preocupara de que, algún día, tu relación con él cambiara.

—No lo entiendo.

Ella toma mi mano entre las suyas.

—El amor tiene que ser alimentado. Plantas una semilla y esperas
que brote. Entonces tienes que cuidarlo como lo harías con una planta. La
riegas, le das el sol, le hablas y le dices lo especial que es. Si tienes suerte,
la plántula se convertirá en una planta con buenas raíces debido a cómo
la trataste desde el principio. Plantaste esa semilla cuando eras solo una
niña y yo vi a Spencer hacer lo mismo.

Eso no tiene sentido. Claro, lo hice. Yo era una adolescente que


pensaba que él era el hombre más maravilloso del mundo.

—Spencer nunca plantó una semilla.

Ella ríe.
—Sí, lo hizo. Fue cuando te ibas a la universidad. Los dos pasaron la
noche juntos en el almacén en el que ahora viven.

La miro con asombro.

—¿Lo sabías?

—Por supuesto, lo sabía. Lo vi mirarte al día siguiente. Era como si


estuviera saliendo a tomar aire después de haber sido arrojado por las
olas. Él plantó esa semilla, y ustedes dos la nutrieron a su manera.

—Y ahora está muerto —digo, sintiéndome así por dentro.

—¿Por qué?

—Porque me mintió. Dejó que se marchitara y muriera.

Mi madre, que nunca es de las que se callan, se burla.

—Eres ridícula. Todos nosotros hemos mentido.

—Sí, pero yo sabía que lo hacías.

Ella se inclina hacia atrás.


—¿Y asumiste que él no era parte de un todo? Me imagino que eso fue
duro. Incluso puedo entender por qué sentiste el pánico que sentiste. Es
como si todo lo que creías que estabas construyendo de repente hubiera
sido arrastrado por los cimientos. Pero, ¿ahora qué? ¿Ahora lo castigas
a él y a ti misma? Te escapas y vives tus días en mi casa cuando ambas
sabemos que realmente no quieres estar aquí, considerando que
generalmente duramos dos días antes de discutir.

Yo sonrío.

—A veces tres.

—Sí —Mamá se ríe—. A veces tres. Lo que quiero decir es que, por lo
que parece, te enamoraste de Spencer Cross otra vez. No tenías los
recuerdos de una intensa historia de amor que terminó con un anillo, y
sin embargo, lo elegiste a él. No a Henry, que volvió cuando creías que
todavía estabas con él. No de un hombre misterioso, con quien pensabas
que estabas comprometida —Ella levanta su mano a mi mejilla—. Tú, mi
dulce niña, tienes el tipo de amor con el que otras sueñan. Conocer a la
persona, incluso cuando no te conoces a ti misma. Depende de ti si vas a
nutrirlo de nuevo a la vida o dejarlo morir. Lo cual, seamos honestas,
nunca pensaste realmente que él había matado a tu hermano, solo
estabas asustada.

Me giro hacia mi teléfono que brilla en la oscuridad.


Mi dedo se cierne sobre el botón para escuchar el mensaje de voz que
acaba de dejar Spencer. Sé que cualquier cosa que él diga me romperá el
corazón.

Mamá tiene razón. Lo amo. No lo amo por el pasado, sino por lo que
significa para mí ahora, por eso estoy tan malditamente molesta porque
me escapé. Simplemente sentí que no tenía opciones. No sabía lo que era
real, y todavía no lo sé. Aparte de que lo amo. Estaba asustada y
preocupada de que no fuera real y lo perdiera.

Miro al techo, tratando de armarme de valor para escuchar.

Si él fue lo suficientemente fuerte como para dejarlo, entonces yo


puedo ser lo suficientemente valiente como para escuchar lo que tiene
que decir.

Su rica voz llena la habitación y tengo que contener las lágrimas.

—Brielle, me debatí antes de hacer esto. No te iba a llamar, te escuche


fuerte y claro. No confías en mí y necesitas espacio. No te rogaré que
vuelvas. Quería comentarte algunas cosas. Primero, le pagué a tu equipo
de seguridad por completo durante los próximos seis meses, así que no
tienes que preocuparte por estar en peligro. Espero que te den
tranquilidad. En segundo lugar, he estado trabajando estos últimos dos
días, intentando darte algo más, algo que creo que necesitas, pero me voy
de Rose Canyon… bueno, ahora. No sé cuánto tiempo me llevará
encontrar la información que necesito, pero quiero que sepas que
lamento haberte mentido. Siento haberte herido.
«Sobre todo, te amo, Brielle. Te amo tanto que me quise morir cuando
pensé que te había perdido. Cuando Emmett me llamó y me habló de
Isaac, pensé que conocía el dolor. Pero luego me dijo que sufriste una
herida en la cabeza, y no sabían si ibas a lograrlo, y yo tenía más miedo de
lo que creía posible. Mientras manejaba hacia el hospital, desesperado por
verte, le rogué a Dios que te salvara. Intercambié mi propio corazón y mi
vida a cambio de la tuya.»

«Quería contarles a todos sobre nosotros entonces. Solo que quería


hacerte eso, así que me quedé callado. Cuando despertaste y preguntaste
por Henry, mi corazón fue arrancado de mi pecho. Te recuperé, pero no
nos reconocías. No recordabas nuestra primera cita o nuestro primer beso
o cuando te propuse matrimonio. Pasé toda mi vida buscando algo por lo
que valiera la pena luchar, y tú estuviste frente a mí todo el tiempo. Me
salvaste, Brielle, incluso si no recuerdas haberlo hecho. Dijiste que te
estaba ahogando, y eso es absolutamente lo último que quiero. Entonces,
este soy yo dándote aire. Solo quería que supieras que, aunque me haya
ido, todo lo que hago es por ti. Siempre te amaré. Siempre.»

El correo de voz termina y aprieto el teléfono contra mi pecho,


llorando más fuerte. Se va de Rose Canyon, y no tengo ni idea de si
alguna vez lo recuperaré.

Cierro los ojos, y como un relámpago, un recuerdo me golpea tan


fuerte que,si no estuviera ya acostada, estaría de espaldas.

—Te amo —dice Spencer mientras cenamos en el piso de mi apartamento.


De la nada.

Sin previo aviso. Ni siquiera un indicio de que vendría. Casi me atraganto con mi
Lo Mein cuando digo:

—¿Qué?

—Te amo.

Dejo los palillos con cuidado, trago y vuelvo a intentarlo.

—¿Me amas?

—Lo hago. Mucho, en realidad. Te amo más de lo que sabía que podría amar a
alguien.

Me pregunto si alguien puede entrar en shock por una declaración de amor.


Porque, si es así, estoy bastante segura de que eso es lo que está pasando.

No es que no crea que lo dice en serio. Han pasado seis meses y él ha estado
presionando más para que seamos una pareja, una pareja real que tenga citasreales y no
se esconda como si estuviéramos haciendo algo mal.

Que no hacemos.

Pero me gusta esto. Me gusta la intimidad de esto. Me gusta que nadie sepa o se
preocupe por lo que estamos haciendo. Me gusta tener a Spencer solo para mí.
Se inclina, metiendo mi cabello detrás de mi oreja.
—Di algo, Brielle.

Cierto. Necesito… hablar.


—Sabes que te amo.

—Lo sé.

Yo sonrío.

—Bien.

Spencer se ríe.

—Bien.

Algo comienza a inquietarme en el fondo de mi mente. Una curiosidad que no es


mía pero que está ahí a pesar de todo.

—¿A cuántas mujeres le has dicho esto? —pregunto, esperando que responda
tanto como espero que no lo haga.

No es mi asunto. He amado a otro hombre en mi vida, pero lo que sentí por Henry
no se compara con mi amor por Spencer. Con él, no tengo miedo. Él me conoce, me ama
y me acepta, con todo y mis defectos.
—Ninguna.

Dejo caer el palillo de nuevo.

—¿Ninguna?

—Nunca he amado a una mujer antes de ti. Nunca me he permitido amar a otra
porque nadie valía ese nivel de confianza. Pero tú sí. Lo vales todo y te amo, Brielle
Davis. Te amo y que Dios me ayude porque eres como pocas.

Spencer tiene treinta y ocho años. Ha salido con cientos de mujeres, y estoy
absolutamente sin palabras. ¿Cómo es posible que nunca haya amado a nadie más? Pero
lo único que Spencer y yo no hacemos es mentir. Construimos toda nuestra relación
sobre esa base, y si él me dice que nunca ha amado a nadie más, entonces es verdad.

Y me siento mal por todas las mujeres que tuvieron a este hombre y nunca supieron
lo que se siente ser amada por él. Porque… es magnífico.

Empujo la comida a un lado, me arrastro hacia él y luego tomo su hermoso rostro


entre mis manos.
—Te he amado desde antes de saber lo que era el amor. He soñado contigo desde
que supe lo que eran los sueños. Eres el aire que respiro. El latido de mi corazón. Te amo
tanto que incluso la idea de perder esto es demasiado para mí.

—No me perderás, Brielle. Incluso si te alejas, siempre estaré aquí. Te lo advierto


ahora, me voy a casar contigo. Vas a ser mía en todos los malditos sentidos.
¡Sí! Quiero gritar. Quiero eso más que nada, pero creo que siempre he sido suya
de todos modos. Sólo he estado esperando que él quisiera ser mío.

Nuestros labios se tocan en el beso más dulce y puro que jamás haya ocurrido.

—Creo que tal vez tengas razón.

—¿Sobre qué? —pregunta, echándome el cabello hacia atrás.

—Creo que es hora de que hablemos de decírselo a todos. Ya no quiero amarte en la


oscuridad.

—Oh, cariño, eso nunca pasó con nosotros. Tú eres la luz, solo te sostuve en la
sombra.

Descanso mi frente en la suya. Entonces, ¿hacemos un plan para decírselo a Isaac y


Addy?

—Sí, pero no ahora. Ahora mismo, solo quiero hacerte el amor —Me besa—. Toda
la noche.

Las lágrimas brotan de mis ojos mientras mi corazón siente todo ese
momento de nuevo. Me encanta. Siempre lo he amado y él me ama. Lo
suficientemente como para que estuviera dispuesto a hacer cualquier
cosa para ayudarme, incluso con su propio dolor.
Y ahora se ha ido.

¿Qué he hecho?
Capítulo Treinta
Brielle
Después de una noche llena de arrepentimientos, llegué al único
lugar que siempre ha sido como un tranquilizante para mí, la playa.

Era una caminata, pero Quinn nunca se quejó. Ahora estoy


caminando a lo largo de la costa, el agua me toca los dedos de los pies
antes de regresar al mar.

A veces siento que así es mi memoria. Llega a tierra firme, lista para
encontrarse con el suelo, y luego regresa corriendo.

Llamé al Dr. Girardo esta mañana y nuestra sesión fue muy difícil
para mí. Estoy lidiando con fragmentos de la realidad que se mezclan con
los sueños, y sigo teniendo estos flashbacks que se sienten tan reales.
Discutimos de cómo diferenciarlos. Me ayudó a darme cuenta de que
cuando todos mis sentidos están involucrados, la memoria es eso, una
memoria. Cuando solo puedo ver desde afuera o no puedo sentir nada en
absoluto, lo más probable es que sea una mezcla o un fragmento.

Eso significa que el recuerdo anoche fue real.

Lo que vi ese día que estaba parada en la habitación de Spencer fue


real. Me detengo, inclino la cara hacia el sol y cierro los ojos. Es tan
pacífico aquí, y por un momento, puedo creer que todo saldrá bien. El sol
saldrá, las mareas bajarán y todo lo que he roto puede repararse.

Cuando me doy vuelta, suena un fuerte golpe y caigo en la arena, con


las manos sobre la cabeza mientras lucho por respirar.

—¿Supongo que vamos a tomar café? —le pregunto a mi hermano mientras se


detiene en RosieBeans.

Isaac sonríe.

—Pensé que nunca lo ofrecerías.

No lo ofrecí, pero conozco a mi hermano lo suficientemente bien como para no


presionarlo.

Me recogió temprano para llevarme al trabajo, así que lo mínimo que puedo hacer
es traerle un café. Es tan extraño cómo, en los últimos días, todo ha cambiado.

Estoy comprometida.

Me voy a casar con el hombre más asombroso, y no se lo he dicho al mejor hombre


que conozco.

Mañana es el gran día. Spencer me recogerá, iremos a cenar y se los diremos. Luego
avisaremos al resto de los rezagados. Realmente espero que vaya bien. No quiero que
nos tiren unos golpes, pero supongo que nos lo merecemos en este momento.

Isaac me está contando sobre una nueva jugada que quiere ejecutar mientras nos
dirigimos al frente del auto cuando alguien nos grita.

—¡Te voy a matar, carajo! —Bill Waught grita mientras se precipita hacia a
nosotros.

Oh, Dios. Parece enojado, lo que significa que su esposa le contó sobre mi visita de
ayer.

—Entra al auto, Isaac —Me giro a Isaac y trato de llegar yo misma—. Este hombre
está loco, y tenemos que irnos.

Sus ojos van entre el hombre, que ahora corre hacia nosotros, y yo.

—¿Brie?

—¡De prisa! —Le devuelvo a decir.

Bill me dijo que me mataría si reportaba mis preocupaciones. Como trabajadora


social, es mi trabajo hacer eso. La Ley es muy clara. Si observo cualquier señal de abuso
infantil, tengo que denunciarla. Anoche le informé a la esposa de Bill que lo haría y
que si ella y Myles necesitaban refugio, que vinieran a mi oficina hoy.

Antes de que pueda llegar a la puerta, las manos de Bill se envuelven alrededor de
mis brazos. Me está tirando hacia atrás. Miro a Isaac, obligándome a mantener la calma.
—Perra. ¿Crees que puedes llevarte a mi familia? ¿Crees que te dejaría salirte con la
tuya? ¿Crees que tienes el poder para hacer eso? —Bill gruñe en mi oído.

Trato de liberar mis brazos, pero él aprieta su agarre. Es lo suficientemente doloroso


como para hacerme querer llorar, pero me aguanto.

—Tranquilo, hombre —dice Isaac mientras comienza a rodear la parte delantera del
auto—. Solo déjala ir para que podamos resolver esto.

—¿Presentaste el papeleo? —pregunta Bill.

—Sí. Esta mañana —miento. Quiero que piense que ya está hecho. Matarme no
servirá de nada si cree que es demasiado tarde para detenerme.

Sin embargo, él no lo ve así.

Me empuja hacia atrás, golpeando mi cabeza contra el marco del auto. Veo
estrellas, el mundo gira y cuando me derrumbo, mi cabeza rebota en el pavimento. Por
pura fuerza de voluntad, mantengo los ojos abiertos.

Ahí es cuando lo veo. El sol se refleja en el cañón metálico del arma que saca debajo
de la chaqueta. Bill me va a matar.
Isaac debe haberse movido porque el arma ahora lo apunta. No. No. Él no puede.No
puede matarlo. No cuando esto es mi culpa. No cuando soy yo quien hizo esto.

—Quédate atrás o los mataré a ambos.

No puedo dejarlo morir. Tengo que salvar a Isaac. Me obligo a sentarme y el arma
gira hacia mí.
—No quieres hacer esto —le digo, rezando para que mis palabras no sean
arrastradas—. Por favor, puedes subirte al auto ahora y marcharte. Nada cambiará.

—¡Todo ha cambiado! ¡Me los estás quitando! ¡Te llevas a mi familia, perra
estúpida! Ahora, voy a tomar la tuya.

Lágrimas calientes caen por mis mejillas cuando me giro hacia mi hermano. Me
empujo hacia arriba, necesitando ponerme frente a él, para protegerlo. Tiene a Elodie y
Addison. Él puede decirle a Spencer lo que pasó. Él puede hacerle entender y ayudarlo a
superar esto. No puedo ser responsable de la muerte de mi hermano.

No lo haré

—¡Brie! —Isaac me grita. El suelo es inestable bajo mis pies, y no tengo idea de lo
que está arriba y abajo.

—Yo no lo he archivado —trato de decirle—. En mi oficina.

—¡Eres una maldita mentirosa! —Bill ruge y luego algo golpea la parte de atrás de
mi cabeza.
La oscuridad se filtra a mi alrededor, llevándome al olvido. Floto hasta que
escucho el chasquido de un disparo seguido del sonido de algo cayendo a mi lado. En
ese momento, sé en lo más profundo de mi alma que le disparó a Isaac, y espero no
despertar nunca.

—¡Brielle! —Quinn está sosteniendo mis hombros, sacudiéndome


suavemente—. ¡Brielle, estás bien! Fue el escape de un auto.

Niego con la cabeza.


—Yo lo vi. Lo vi todo. Fuerzo las palabras entre mis respiraciones
laboriosas—. Vi quién le disparó a mi hermano. Llévame de vuelta a
Rose Canyon. ¡Ahora!

—¿Te vas? —Mamá pregunta mientras guardo las cosas en mi bolso.

—Necesito regresar.

—¿Con Spencer?

—Con todo. Lo recuerdo, mamá. Lo recuerdo todo. Necesito regresar.

Ella me ayuda a poner más de mis cosas en la bolsa.


—¿Tú te acuerdas?
—Lo vi todo. Recordé los ruidos, el aire, el frío, el sol y la pistola. Sé
quién era y por qué me persiguió. Yo… tengo que irme.

—Cuéntame —pide ella.

Así que lo hago. Hablo tan rápido que tropiezo con mis palabras, pero
lo entiende todo. Mi corazón se acelera mientras le explico la cara de Isaac
y el sonido de su voz cuando trató de llegar a mí. Está todo ahí. Cada cosa
que podía ver, oír, sentir, oler. No es mi mente jugándome una mala
pasada o cambiando detalles. Es lo que pasó, y necesito llegar a casa.

—¿Qué hay de tu seguridad? —pregunta mamá.

Miro a los dos hombres corpulentos en la esquina.


—No dejarán que me pase nada.

Nunca he estado en peligro porque Spencer no lo ha permitido. Se


ha asegurado de que tenga a alguien aquí todo el tiempo. Mi protección
siempre fue su prioridad.

Quinn gruñe y Jackson solo sonríe.

—Ella recuerda y confía en nosotros —le dice a Quinn.

—Eso parece.
—¿Crees que podremos ver como arregla la otra parte? —pregunta
Jackson.

—Probablemente no. Siempre nos perdemos las cosas divertidas.

Jackson resopla.
—Es injusto, lo cual es parte del oficio.

Los ignoro a los dos mientras cierro mi bolso.

—¿Y bien? —pregunto con impaciencia—. ¿Han hecho las maletas?

Quinn sonríe.
—Oh, ¿estás lista para otro viaje de más de diez horas, Sunshine? Esto
será más divertido que el de aquí, ya que estás ansiosa por otra razón. Sí,
he hecho las maletas. Siempre estoy empacando cuando estoy en una
misión.

—Antes me agradabas, ya no.

Quinn se encoge de hombros.

—Estoy acostumbrado a no agradarle a las mujeres.

Jackson se acerca.
—¿Estás segura de que quieres volver? Podemos manejar las cosas
desde aquí.

—Positivo.

Mi madre lo mira.

—No puedo perderla. Ahora que recuerda quién lo mató e intentó


matarla a ella, está en peligro.

—Lo está, pero haremos todo lo posible para protegerla —promete.

No me importa nada de esto. Quiero ir a casa y arreglar esto. Quiero


asegurarme de que Myles esté a salvo de su padre, hacer que arresten a
Bill y luego quiero encontrar al hombre que amo y rogarle que me
perdone.

Fui tan estúpida al pensar que él podría lastimarme a mí o a Isaac. No


él. Nunca.

Mamá me envuelve en sus brazos, sosteniéndome fuerte.

—Siento mucho que hayas pasado por esto, Brielle. Desearía poder
tomar tu lugar —Ella retrocede—. Eres fuerte y valiente. Estabas
tratando de ayudar a ese niño y salvar a tu hermano al mismo tiempo.
Nada de esto es tu culpa, y solo quiero que seas feliz, ¿de acuerdo?
Asiento con la cabeza.

—Solo tienes una vida, no la desperdicies.

Le doy otro abrazo, agradecida de que hayamos podido tener este


momento. Luego tomo mi bolso y nos dirigimos al auto.

—Ya he llamado a Emmett. Está llevando la información al fiscal del


distrito. Mientras tanto, han enviado una unidad para asegurarse de
que Myles y su madre están a salvo. Si pueden, harán un arresto antes
de que llegues a la ciudad —explica Jackson.

—¿Qué pasa con Spencer?

—Spencer Cross no es un ser humano indefenso, Brielle —Quinn


intenta tranquilizarme—. Ha sido entrenado por los mejores, y ya sea que
haya usado esas habilidades o no últimamente, eso no desaparece.
Sinceramente, me siento mal por quien sea lo suficientemente estúpido
como para intentar ir tras él.

—No puede parar una bala. Ese hombre mató a mi hermano y me


hubiera matado a mí. Probablemente pensó que estaba muerta, por
eso no me disparó. Quería quitarme todo, ¿y quién mejor que el hombre
que pasó todos los días del último mes conmigo?

Quiero gemir y gritar y volar hacia él. Nunca debí irme. Si le pasa
algo, nunca me lo perdonaré. En mi ira y dolor, lo empujé, lo acusé de lo
inimaginable y me fui como las otras mujeres antes de mí.
No es de extrañar que se fuera de la ciudad.

—Lo encontraremos —La voz de Jackson está llena de confianza—.


Mira, cuando los chicos están heridos, necesitan tiempo para curarse las
heridas. Probablemente esté en las montañas de excursión sin servicio de
telefonía móvil. O está borracho en Las Vegas. Una de las dos.

Pongo los ojos en blanco.

—Las Vegas y esos chicos son una mala idea.

—Las Vegas es una mala idea para cualquier chico —dice Quinn
riendo.

—Bueno, en la despedida de soltero de Isaac, los cuatro terminaron


en un montón de problemas. Spencer había perdido miles de dólares.
Isaac casi no se casa una vez que Addison se enteró del dinero que gastó.
Holden se enredó con una chica en un baño. Ella lo dejó desmayado en el
cubículo y Emmett pasó la noche durmiendo sobre el capó de su auto
porque perdió las llaves. Confía en mí, odia Las Vegas y prometió no
volver jamás. Además, es donde la madre de Spencer iría cada vez que
necesitaba alejarse de él y encontrarse a sí misma.

La única forma en que Spencer iría allí sería por desesperación.

—Donde quiera que esté, lo rastrearemos y nos aseguraremos de que


él también esté a salvo. Deja que nosotros nos preocupemos, Brielle. Solo
prepara tu discurso de disculpa —Jackson aprieta mi brazo y retrocede—
. Miller, asegúrate de darme las actualizaciones.

Quinn asiente.

—Estaré en contacto cada dos horas.

El auto avanza a trompicones y me preparo para el viaje en auto más


largo de lahistoria.
Capítulo Treinta y uno
Spencer
Ha sido una semana llena de callejones sin salida. Sé que esto es parte
del trabajo, pero estoy hasta el cuello. Llevé el video del altercado a mi
chico del video. Fue capaz de mejorar el video, pero la cara del hombre
estaba demasiado oscura para hacer una identificación positiva.

Está trabajando en recrearlo digitalmente, pero eso lleva al menos un


día. Todo lo que tengo ahora es el chico al que ella estaba protegiendo. Si
puedo obtener información de él, entonces tal vez pueda decirme con
quién estaba molesta Brielle.

Conduzco de regreso a la ciudad cuando veo el letrero del parque al


que fuimos hace unas semanas. No puedo resistir la atracción, así que
me doy la vuelta.

Están los columpios donde se escondió su bandera y el área del pasto


donde se colocaron los barriles de globos.

Salgo del auto y me dirijo hacia los columpios cuando alguien grita
minombre.
—¡Oye, mira, Timmy! ¡Es Spencer!

Excelente. Necesito a estos niños interrumpiéndome como necesito


un agujero en mi cabeza. Me doy la vuelta y efectivamente, los
compañeros de equipo de Brielle se acercan y Timmy tiene un balón de
fútbol bajo el brazo.
—Hola chicos.

—Hola, hombre. ¿Regresaste para otra paliza?

—No esta vez.

El único niño, creo que su nombre es Saint, se acerca.

—¿Estás bien? No te ves bien.

Fuerzo una sonrisa.

—Estoy bien.

Estoy seguro de que me veo como una mierda, no he dormido.


Apenas puedo comer. Estoy absolutamente seguro de que no he usado
una máquina de afeitar en cinco días, y he estado viviendo en mi auto
mientras buscaba respuestas.

—¿Dónde está Brielle?

Desapareció. Se ha ido Saint, ahí es donde.


—No estoy seguro. Ella se fue de viaje.

Brian da un paso adelante.

—¿La molestaste?

—¿Por qué preguntas eso?

—Porque parece que lo hiciste —responde Timmy.

Ni siquiera quiero preguntar qué significa eso.

—Ella está bien.

Al menos creo que lo está. Cuando llamé a Quinn hace cinco días, me
informó que no podía darme detalles sobre Brielle, su paradero ni nada
que ver con su situación. Sin embargo, lo que podía decir era que él
estaba bien, que su amigo con él que estaba, estaba triste, y que se estaba
quedando en la costa con la madre de su amigo. Básicamente, todo lo
que se supone que no debo saber. Después de eso, terminé.

Apagué todo e hice lo único que podía hacer, que era concentrarme
en encontrar al hombre del video.

—Bueno, no te ves bien. Parece que estás hecho un desastre.


—Y estoy tan contento de haber venido aquí para obtener tu opinión
—digo, irritado con estos niños.

Timmy le da un codazo a Brian.

—Se equivocó totalmente con ella.

—No lo hice.

Está bien, lo hice, pero no se lo voy a decir a un grupo de niños de


diez años.

Saint asiente lentamente.

—Él lo hizo. Y Brielle es la mejor.

—Ella lo es totalmente. Para ser una niña —agrega Timmy—. ¿Qué le


hiciste?

Yo suspiro.
—Yo no hice nada.

—Entonces, ¿por qué no está ella contigo? —pregunta Brian.

—Porque se fue de viaje.


—¿Sin ti? Mi mamá se fue de viaje una vez sin mi papá y ahora vive
en Tucson —señala Brian—. ¿Brielle también está en Tucson?

Sólo sácame de mi miseria.

—No, ella no está en Tucson.

—Ella podría estar en Las Vegas —nos informa Saint a todos—.


Escuché a mi papá decir que todas las chicas van a Las Vegas.

—Tu papá está equivocado —Le hago saber.

—Mi papá dice que lo sabe todo —interviene Timmy.

Como si esta conversación pudiera volverse más ridícula, Brian llama


a otro niño —¡Oye, Kendrick, ven aquí! Spencer molestó a Brielle, ¡y
ahora está en Las Vegas o Tucson!

Juro que voy a empezar a gritarles a estos niños en unos dos


segundos.

—Ella no está en Las Vegas o Tucson.

—Bueno, ella no está aquí y tú sí, así que no lo sabes —Timmy se


encoge de hombros.
Kendrick corre.

—Hombre, amamos a Brielle.

—Yo también.

—Entonces deberías casarte con ella —dice Brian—. A las chicas les
gusta eso.

—¿Y sabes esto por toda tu infinita experiencia? —pregunto.

—Tengo novia —dice, señalando hacia los columpios—. Ella me trajo


dos refrescos a la escuela ayer.

—La base de tu amor es sólida como una roca, Brian. Estoy


impresionado.

Él sonríe.

—Ella no puede resistirse.

Kendrick, Timmy y Saint comienzan a reírse y a hacer sonidos de


asco. Estos niños me recuerdan tanto a mi grupo de amigos que duele.
Emmett fue el primero de nosotros en enamorarse, irónicamente fue por
Addison. Ella le sonrió y él cayó. Ella era la chica que todos queríamos.
Era inteligente, bonita y traía galletas a la escuela todos los días.
Realmente, ¿qué más podría querer un grupo de niños tontos? Pero ella
amaba a Isaac, y Emmett, siendo el amigo que era, decidió que no valía
la pena pelear por ninguna chica. Sin embargo, cuando Isaac y Addy
comenzaron a salir, le echamos mucha mierda por eso. Sobre todo,
porque estábamos celosos.

Sonrío y agarro el hombro de Brian.

—Te aferrarás a esa novia tuya. No importa lo que digan tus amigos.
Las mujeres hacen del mundo un lugar mejor.

Él sonríe.

—Y te dan refrescos.

—Y ellas también hacen eso.

Timmy se acerca.
—Entonces, ¿por qué dejaste ir a Brielle?

—No quería —admito.

—Entonces recupérala —me aconseja Kendrick—. Dile que lo sientes


y llévale flores. Mi papá siempre está comprando flores para mi mamá.
Dijo que se equivoca mucho, pero las mujeres son difíciles y debería
aprender esto temprano.

—Tu padre tiene razón en eso —murmuro por lo bajo antes de


decir—, lo arreglaré. Solo necesito tiempo.

Suena un silbido y los niños se vuelven como perritos de la pradera


después de asomar la cabeza.

—¡Tenemos que irnos! ¡Ese es el entrenador!

—Vayan a divertirse —digo agitándoles la mano mientras salen


corriendo.

Lo arreglaré.

Solo necesito llegar a casa y averiguar quién está en ese video.

En lugar de ir directamente a casa, bañarme y tratar de arreglarme,


voy al centro juvenil. Rachelle y Jax me dicen que el chico de la cinta es
Myles Eastwood. Su padre, Bill Waugh, es un imbécil. Según su
expediente, se parece mucho a un hombre al que mi madre habría amado.
Ha estado entrando y saliendo de la cárcel, no puede mantener un
trabajo y le gusta intimidar.

Llamo a Emmett, pero no responde, así que voy a la estación.


—El sheriff Maxwell está ocupado —explica la oficial de recepción.
—Dígale que Spencer Cross está aquí para hablar con él.

Ella pone los ojos en blanco, pero se levanta y vuelve a buscarlo. Mi


corazón se acelera. Sé quién es el asesino. Tengo pruebas y un nombre.
Paselo que pase con Brie, podemos arreglar esto.

Emmett sale y me saluda, haciéndome saber que puedo entrar. En el


momento en que la puerta de su oficina se cierra detrás de mí, pregunta.
—¿Dónde diablos has estado?

—Siguiendo mis pistas —explico.

Luego coloco el archivo frente a él.

—Esta es la información que obtuve. Tengo todo lo que ya viste,


además de algunas piezas nuevas del rompecabezas.

—No necesito esto.

—¿Qué diablos quieres decir con que no necesitas esto? —pregunto.

—Justo lo que dije, pero gracias por visitarme. Tengo que ir al


juzgado.

—Te acabo de dar la mayor pista del caso.


Se encoge de hombros.

—Ya tengo esa pista, pero gracias.

—Emmett. Te voy a matar —le advierto.

—Spencer, puedes intentarlo.

Lo juro, volví a tener dieciséis años, cuando le di un golpe a Emmett


en la cara porque no me escuchó sobre la chica que me gustaba.

Intenta moverse, pero me quedo de pie, bloqueando su salida.

—¿Qué te pasa? Llevas meses trabajando en esto. Hago tu maldito


trabajo por ti y ¿me despides?

—No, no te estoy despidiendo. Tengo que reunirme con alguien en


dos minutos y ya voy a llegar tarde.

—No. Necesitas mirar la información en esa carpeta —Me acerco a él


y él pone los ojos en blanco.

—Ve a casa y espera a que llame. Entonces tendré noticias.

Entre cierro los ojos, tratando de descifrar lo que no está diciendo.


—¿Tienes que ir al juzgado?

—Sí.

—Y no necesitas la información en ese archivo, ¿por qué?

—Porque no la necesito. Ahora, no puedo responder más preguntas y


tengo que irme. ¿Lo entiendes?

Él sabe algo. Él mismo encontró información.

—¿Por qué no me dices nada?

—Porque no soy capaz. Ahora, sal de mi camino y haz lo que te digo


por una vez en tu vida.

Doy un paso atrás.

—Me iré a casa entonces.

—Y tal vez bañarte y hacerte parecer humano —sugiere antes de irse.

Tomo la carpeta y salgo tras él, observándolo mientras se sube a su


auto patrulla. Puedo sentir en mis huesos que va a obtener una orden de
arresto o algo del fiscal.
El viaje a mi casa se siente como si tomara el doble de lo habitual. Me
detengo en el camino de entrada, salto de mi auto y corro hacia la puerta
principal, pero mi corazón se detiene en mi garganta cuando llego allí.

Brielle está sentada en el escalón de mi entrada. Sus brazos están


envueltos alrededor de sus piernas, y tan pronto como me ve, se pone de
pie.

Nos miramos, ambos sorprendidos, y cuando veo temblar su labio


inferior, finalmente hablo.

—¿Brielle?

—Spencer —dice y luego corre a mis brazos. Su cuerpo choca contra


el mío y la atrapo.

Aproxima su rostro a mi cuello, acercándome más. Su cuerpo tiembla


mientras deja escapar un suave sollozo.

—Te necesito.

—Me tienes. Jesús, me tienes a mí —Me aferro a ella más fuerte que
nunca. Ella no tiene idea de lo que me ha hecho estar lejos de ella—.
¿Qué ocurre? ¿Porqué estás aquí? ¿Por qué estás llorando?

Ella se aparta, las lágrimas se derraman en esos ojos azules.


—Fui tan estúpida. Lo siento mucho. Nunca debí dejarte así. Yo
nunca… lo recuerdo todo. Recuerdo nuestros besos y la forma en que me
amas. Recuerdo que hicimos el amor y tú me pediste que me casara
contigo. Recuerdo que hablamos de decirle a Isaac, y… recuerdo el final.
Pero me acuerdo de nosotros —Sus manos van hacia mi cara desaliñada y
sonríe—. Realmente no podía olvidarte, e incluso cuando lo hice, todavía
te deseaba. Te anhelaba, deseaba que fueras tú, y por eso estaba tan
molesta.

No es su culpa. Nada de esto lo es. Ella no hizo esto, y desearía haber


tomado otras decisiones. No puedo retroceder en el tiempo, pero puedo
asegurarme de que tenemos todo en nuestro futuro.

—No, nena. Estaba equivocado. Nunca debí haber seguido con las
mentiras. Debería habértelo dicho desde el principio.

—Eso es, nunca lo hubiera creído. Lo siento mucho.

—¿Recuerdas quete amo? —pregunto, asegurándome de haberlo oído


todo.

—Sí.

Brielle se levanta al mismo tiempo que yo me inclino y nuestros labios


se encuentran. Ella mueve sus manos por mi pecho y luego sus dedos se
enredan en mi cabello. Esto es todo. Esto es todo lo que quería, pero
pensé que la había perdido para siempre. Pensé que la había lastimado
tan profundamente, que había roto su confianza de manera tan
irrevocable, que nunca volvería a ser mía.
La beso con más fuerza, necesitando que sienta todo lo que soy. El
amor, la felicidad, las ganas de darle todo lo que quiere.

Demasiado pronto, ella vuelve a caer, ambos luchando por


recuperar el aliento.

—Recuerdo el tiroteo y quién lo hizo.

—¿Le dijiste a Emmett?

—Lo hice. Tengo que hablar con el fiscal en una hora. Yo… solo
necesitaba verte. Necesitaba hacer esto bien.

—Que estés aquí es lo correcto —Y yo también tenía razón sobre


Emmett. Es por eso que se dirigía allí—. ¿Dónde está Quinn?

—Él está justo allí —Señala el asiento del porche.

—No te preocupes por mí —dice Quinn—. Me alegro de haber


podido presenciar esto. Ha llorado tanto en los últimos días que es
agradable verla sonreír.

Es lo mejor del mundo.

—Brie, no estás a salvo ahora que tu memoria ha regresado.


—No dejarás que nadie me lastime —La confianza en su voz es
demasiado para mí. He estado en agonía estos últimos días. La he
extrañado tanto que sentí como si todo en mi vida hubiera trastornado.

—No, pero aun así no deberíamos arriesgarnos. Además, quiero oírlo


todo —La acompaño escaleras arriba, y Quinn se pone de pie, sacudiendo
la cabeza para indicar que tiene información que compartir—. ¿Puedes
dejar que Quinn me diga lo que necesita?

—Por supuesto.

Tan pronto como ella entra, él se acerca.

—Escucha, sé que lo sabes. Si no lo hubieras hecho, le habrías


preguntado quién era en el momento en que te dijo que había
recuperado la memoria. Me dijo el nombre y lo que pasó, pero no tengo
una buena descripción. ¿Puedes…?

—Tomaré el archivo en un segundo.

—Tan pronto como tuvimos un nombre, comenzamos a investigar,


pero no ha sido visto en semanas. Me parece extraño que nadie en la
ciudad pensara que eso era sospechoso. Parece un lugar donde todos
conocen a todos —señala.

—Ellos se mudaron aquí unas semanas antes del tiroteo, así que no
creo que hayan estado aquí el tiempo suficiente para que nadie se diera
cuenta. Aun así, el hecho de que se hayan ido es alarmante. No tengo
idea adónde fueron. El centro juvenil estaba tan concentrado en la
pérdida de Brie y en lidiar con el duelo de la ciudad por la pérdida de
Isaac, que probablemente fue el mejor momento para que
desaparecieran.

Se rasca la nuca.

—¿Crees que consiguió lo que estaba buscando en su oficina y huyó?

—¿No lo harías si fueras él? Aun así, lo encontraremos —juro. Este


hombre no solo me quitó a mi mejor amigo, sino que casi me robó a la
mujer que amo.

Como dije antes, no hay piedra que dejaré sin remover. Lo


encontraré y él pagará por lo que hizo.

Caminamos hacia mi auto donde tomo mi archivo con la información


y la memoria USB con el video.

—Esto es lo que tengo.

Quinn sonríe.

—Lo ves, sabía qué harías algo bueno mientras estabas triste por
perder a tu chica. Le haré llegar esto a mi gente y veré qué se les ocurre.
Le doy una pequeña sonrisa y le doy una palmada en el hombro.

—Gracias hombre. Ahora, voy a necesitar al menos tres horas con


Brielle… sin interrupciones.

Él ríe.

—Haz lo tuyo. Tengo algo de trabajo por hacer. Cierra la puerta, sin
embargo.

—Lo haré.

Entro y Brie no está en la sala de estar. Entonces, camino por la casa,


reviso las habitaciones, y luego la encuentro en mi oficina.

En el escritorio está mi bloc de notas en el que comencé la historia. Lo


está leyendo, sin darse cuenta de que la estoy mirando.

Cuando pasa a la segunda página, la interrumpo, no quiero que


avance más. Me puse un poco oscuro cuando comencé a escribir sobre el
botón de pánico.
—Sabes que es de mala educación leer la historia de alguien sin su
permiso —digo, bromeando un poco.

Su cabeza gira rápidamente.

—Oh Dios. Lo siento —Ella se detiene—. No, no lo estoy, en realidad.


No eres solo alguien, tú eres, o eras mi prometido. Y... es sobre mí.

—Sí, correcto. Soy tu prometido, y tú eres todo mi puto mundo —


Entro en la habitación y ella se muerde el labio inferior—. ¿Qué tan lejos
llegaste?

Los ojos de Brielle se mueven al papel y luego de nuevo a mí.

—La parte en la que en realidad empezaste a hablar sobre lo que


sabes sobre el caso en lugar de cuánto me amas.

Rozo mi pulgar en sus labios.

—Toda la historia es una carta de amor para ti.

—Entonces debería poder leerla.

—Tal vez, pero en este momento, preferiría besarte.

Ella sonríe.

—A mí también me gustaría.

Así que hago lo que la dama quiere y la vuelvo a besar. El hecho de


que lo esté haciendo es surrealista. No estaba seguro de volver a tener
esto.
Rompo el beso y la miro.

—¿Por qué volviste?

—Por ti. Por nosotros. Porque necesitaba hacer las cosas bien en
todos los sentidos. No fue solo por mis recuerdos —me asegura—. Ya
estaba regresando antes de eso. Creo que iba a volver en el momento en
que me fui, yo solo… necesitaba irme. Estaba tan asustada y cansada de la
constante sensación de estar loca. Siento haberte hecho daño. Sé que te
dejé y dije que me estabas ahogando.

Ella nunca sabrá cómo esas palabras me impactaron. El hecho de que


mi madre lo dijera constantemente, diciéndome que yo era un peso sobre
sus hombros, ahogándola.
—Ella solía decirme eso cuando me dejaba, con quien estuviera
dispuesto a quedarse conmigo esa semana.

—Ella estaba equivocada, y yo también. Me estaba ahogando y me


negué a tomar la balsa salvavidas que me ofreciste. No fuiste tú,
Spencer.

—Te agradezco que lo digas.

—Lo digo en serio.

Creo que ella lo hace. Brielle no es rencorosa ni egoísta como lo era mi


madre.
—Entonces, ¿recuerdas todo? —pregunto.

—Lo hago —Ella da un paso atrás, pasándose los dedos por su


cabello rubio—. No has preguntado por el tirador.

—¿Quieres decírmelo?

Ella sacude la cabeza con una risa.

—Ya sabes que no es Jax. ¿Cómo lo sabías?

—Pasé los últimos días investigando, algo que debería haber hecho
desde el momento en que sucedió. Debí de haber hecho todo lo que
pudiera para ayudarte.

—Creo que hiciste exactamente lo que me ayudó. Necesitaba


recordar por mi cuenta, pero ¿cómo lo averiguaste?

La única razón por la que cualquiera de nosotros le ocultó algo fue


para atrapar al asesino y asegurarnos de que pague por lo que hizo. Por
eso no diré nada más.

—No quiero tener secretos contigo, Brie. Aprendí esa lección, pero
creo que debemos hacer todo lo posible para asegurarnos de que la
información que tenemos sea admisible. Cuanto menos sepa, puede ser
mejor. La información que tengo es de las autoridades, y después de que
hables con el fiscal, podemos hablar. ¿Estás de acuerdo? —No tengo idea
de las reglas sobre esto, y prefiero no dar un paso en falso.
—Es por eso que fui a Emmett primero. Le di mi declaración y estoy
esperando la siguiente parte.

Me lo imaginaba. Por eso no necesitaba el expediente y se estaba


reuniendo con el fiscal.

—¿Cuánto tiempo tenemos? —pregunto.

Ella mira su reloj.

—Alrededor de una hora. ¿Por qué?

—Porque me gustaría mucho hacerte el amor.

Los ojos azules de Brielle se vuelven brillantes mientras sonríe.

—A mí también me gustaría.
Capítulo Treinta y dos
Brielle
Tener mis recuerdos de vuelta hace que caminar hacia su dormitorio
sea una experiencia diferente. La anticipación está ahí, pero ahora hay
más. Los sentimientos que tuve antes, los que me hicieron pensar que
estuve loca, se amplificaron. Es como si todo el amor que compartimos
se hubiese duplicado.

Me jala por el pasillo y luego se detiene, una vez que estamos dentro
de su habitación.
—Te amo —dice Spencer con voz áspera mientras me mira.

—Te amo.

—No, Brielle, te amo más que a nada. He querido decirte esas


palabras tantas veces desde que te despertaste.

Empujo hacia atrás sus mechones de cabello demasiado grandes.


—Te amo, Spencer Cross. Te he amado toda mi vida, y planeo nunca
dejar de hacerlo.

—Te daré el mundo.


Sonrio ante eso.

—Solo te quiero a ti.

—Ya me tienes, mi amor.

Él se inclina, besándome suavemente mientras dejamos que las


emociones pasen entre nosotros. Cuando lo dejé, una parte de mí se
rompió y ahora me siento completa nuevamente. Él me hace sentir así.

Lo que comenzó lento y dulce, crece más rápido y más caliente. Sus
manos se mueven a mis pechos, apretando suavemente.

—Te necesito desnuda —dice contra mis labios—. Necesito tocarte,


saborearte, hacerte mía.

Solo he sido suya. Me quita la camisa con un solo movimiento, y


luego le siguen el sujetador y los pantalones.

Muevo mis manos a su ropa, queriendo lo mismo.

—Déjame verte. Déjame memorizar todo esto de nuevo.

No es que me haya olvidado. Solo quiero experimentarlo de nuevo.

Spencer y yo caemos en la cama, desnudos y abiertos el uno al otro.


Toma mi mano, moviéndola hacia su polla.

—Acaríciame —ordena.

Empujo mi mano hacia arriba y hacia abajo, sintiéndolo endurecerse


contra mi palma.

—¿Ahora qué? —pregunto.

—Bésame.

Su mano esta en mi cabello y me sostiene contra él mientras sigo


acariciándolo.

Aprieto mi agarre, moviéndome más rápido. Lo deseo tanto. Quiero


saborearlo, volverlo loco, recordarle lo increíbles que somos y podemos
ser.

Me alejo antes de empujarlo sobre la cama.


—Quiero hacer más.

Él sonríe y desliza sus manos detrás de su cabeza, mostrándose


completamente para mí.

—Soy todo tuyo.


—¿Es eso así?

—Siempre.

Muerdo mi labio inferior y guiño.

—Bueno, ya que eres mío para hacer lo que quiera contigo, creo que
me gustaría chuparte la polla primero.

—Me encanta tu maldita boca.

—Bueno —Paso mi lengua a lo largo de la punta y luego lo tomo


profundamente. La última vez que estuvimos juntos, no pude hacer esto.
Estaba demasiado centrado en mí. Ahora es mi turno de tener el control
y darle el placer que se merece.

Mi cabeza se balancea mientras me muevo hacia arriba y hacia abajo,


tomándolo tan profundamente como puedo. La respiración de Spencer se
acelera cuando trato de ir más rápido.

—Jesús, Brielle, no puedo —Sus dedos se aprietan en mi cabello. Lo


trabajo más duro, tomando tirones más largos y más profundos,
deslizando mi lengua contra su eje—. Por favor, amor, todavía no.
Maldición, todavía no.

Él se mueve tan rápido que no tengo tiempo de hacer nada más que
chillar mientras me sube por todo el cuerpo. Sus labios dibujan una
sonrisa traviesa mientras me coloca sobre su rostro.
—Agarra la cabecera, Brielle.

Cuando empuja mi culo hacia arriba, no tengo más remedio que


hacerlo.

—Buena niña. Espera y veamos si te hago rogar.

Tira de mis caderas hacia abajo y mi cabeza cae hacia atrás mientras
su lengua se desliza contra mi clítoris. Spencer mueve su rostro de un
lado a otro, colocando su lengua en todos los lugares correctos. El sudor
brota contra mi piel a medida que crece mi orgasmo. Ya estoy a mitad de
camino solo por volverlo loco, y su boca me está lanzando más cerca del
borde vergonzosamente rápido.

Mis piernas comienzan a temblar cuando sus pulgares se mueven


hacia adentro, rozando mi entrada. Él gime cuando mis muslos se
aprietan alrededor de su cara, y trato con todas mis fuerzas de aguantar.

Mueve más su pulgar, empujando hacia arriba y dando vueltas


mientras continúa moviéndose contra mi clítoris.

—Spencer. Estoy cerca —le advierto—. Estoy tan cerca —Lo hace de
nuevo y luego mueve su pulgar hacia atrás, separando mis nalgas. Jadeo
cuando su dedo bordea el agujero—. Oh Dios —gimo más fuerte. Él
penetra, solo un poco, y las sensaciones son demasiadas. Me rompo,
incapaz de contenerme.
Agarra mi culo, manteniéndome firme mientras drena hasta la
última gota de placer de mi cuerpo. Probablemente lo estoy asfixiando,
pero me estoy cayendo a pedazos, y él es lo único que me mantiene
unida.
Spencer ajusta mis piernas y me dejo caer en la cama.
—Eso fue… —jadeo

—Solo el principio —No se detiene antes de instalarse entre mis


muslos y empujar contra mi abertura lo suficiente como para
provocarme—. Te quiero de esta manera. No quiero nada entre
nosotros. Quiero hacerte el amor sin barreras.

—Y si nos… ¿y si me quedo embarazada? —pregunto.

—¿Quieres eso? ¿Un bebé? Una familia... ¿conmigo?

Vacila en la última parte, y mi corazón se rompe. Spencer siempre ha


sido olvidado por todos, incluyéndome a mí. Cuando me propuso
matrimonio, dijo que quería una vida, una familia, un futuro lleno de
todo lo que pudiera desear. Ser mamá, tener mi propia familia, es lo que
anhelo.

Le sonrío, las lágrimas se acumulan y lo hacen borroso.

—Yo quiero todo contigo. Siempre lo he querido.

—Si sucede…
—Sucede —Acerco sus labios a los míos—. Te amo, Spencer Cross, y
te necesito ahora. Sin nada entre nosotros.

Se desliza dentro de mí, llenando cada grieta que quedó del pasado.
Él me completa, y no quiero que esto termine nunca.

Acostada aquí, la sábana envolviéndonos y el sol entrando a raudales


por la ventana, se siente como ese recuerdo que tuve, solo que mejor. Esto
es real y sorprendente, y me siento segura.

Entonces recuerdo que hay un loco suelto.

—¿Crees que Emmett lo encuentre?

—Si él no lo hace, Quinn lo hará.

Levanto la cabeza ante eso.

—¿Quinn?

—Sí, él está haciendo su propia investigación.


No estoy segura de por qué estoy sorprendida por esto, pero lo estoy.

—¿Cuándo enviaste a Quinn a esa misión?

—Cuando supe que iba a desnudarte y hacerte gritar. Supuse que


apreciarías la privacidad. Además, no estoy dispuesto a dejarte fuera de
mi vista para poder hacerlo.

—Quiero decir… ese fue el movimiento correcto, pero me sorprende


que me dejes estar aquí sin un pistolero entrenado.

Él ríe.

—Cariño, soy un pistolero entrenado. Estás tan segura conmigo como


lo estás con Quinn.

Me encojo de hombros e inclino la cabeza hacia un lado.

—¿Estás seguro? Quinn nunca hace esto.

—Será mejor que no lo haga.

—Solo digo, ¿estoy tan segura en este momento?

—Brielle, lucharía hasta que literalmente no quedara aliento dentro


de mí para mantenerte a salvo. Nadie se acercará a ti. Tengo al equipo
por si acaso, pero aquí mismo, en mi casa, estás a salvo.

Yo le creo. Soy un poco cautelosa.

—¿Nadie ha visto a Bill o a su familia?

Spencer suspira.

—No.

—¿Y nadie en el centro revisó a Myles?

Pasa sus dedos arriba y abajo de mi columna.

—No que yo sepa.

Me siento, tirando de la sábana conmigo.

—¡Tenemos que encontrarlos! Él los lastimará. No recuerdo todo lo


que hay en esos archivos, pero está golpeando a Sonya. Myles también
tiene moretones. Me contó de su padre y las cosas que estuvo haciendo
por alguien o algo… No lo sé. Fue malo y yo… no podemos quedarnos
aquí mientras ese chico está en peligro.

—Brie, Tú no…
Ya estoy saliendo de la cama.

—Voy a ayudar a encontrar a ese chico. Es inocente en todo esto.


¡Nunca presenté el papeleo, por lo que lleva más de un mes con él sin
que nadie sepa el peligro en el que se encuentra! —Tengo que ayudar a
ese chico

—Brielle, detente. No lo vas a encontrar.

—No puedo simplemente sentarme aquí.

—Yo no dije que hicieras eso —dice Spencer con exasperación—. Sé


que quieres ayudarlo, todos lo queremos. Hay un equipo de SEAL
entrenados y todo el departamento de policía buscando, y eso sin incluir
a los ciudadanos que están atentos a cualquier miembro de la familia.
Entonces, por un solo segundo, ¿puedo disfrutar de recuperar a mi
chica?

Niego con la cabeza, poniéndome los pantalones.

—Te amo y seré tuya por mucho tiempo, pero sabes que nunca
podría dejar pasar esto.

Se deja caer contra la almohada, gimiendo mientras se cubre la cara.


—Estoy enamorado de una loca.

Me rio un poco y luego me inclino para besarlo.


—Levántate. Tenemos papeleo del que encargarnos.

Spencer agarra mi muñeca, deteniéndome de agarrar mi camisa.


—Quiero que se haga un tipo diferente de papeleo.

—¿Qué?

—Quiero que nos casemos —Sus ojos verdes se clavaron en los míos
azules—. Quiero casarme contigo. Quiero poder hacer todas las cosas que
no pude cuando estabas en el hospital. Quiero poner ese anillo y otro en
tu dedo y casarme contigo frente a nuestros amigos y tu familia.

Me pongo de rodillas para estar al nivel de él.

—Puedo estar de acuerdo con eso.

—Lo digo en serio, Brie. No quiero esperar. No quiero esconderme


más.

—Lo sé.

—De acuerdo. Déjame ponerme unos pantalones y vamos a presentar


el papeleo que quiero hacer —Se levanta de la cama y le sonrio a su
perfecto culo mientras pasa.

—Y dicen que el romance está muerto.


Capítulo Treinta y tres
Brielle
—¿Tú me trajiste de vuelta al parque? —le pregunto a Spencer con
una ceja levantada.

—Necesito mostrarles a los niños que lo arreglé.

—¿Arreglar qué?

—A nosotros.

Me rio.

—¿Y cómo saben los chicos que nos rompiste?

Se encoge de hombros.

—Puede que haya venido aquí y me los haya encontrado. Dijeron que
me veía como una mierda y que debo haberlo arruinado.

Bueno, si eso no es lo más lindo del mundo.


—¿Y ahora quieres presumirme?

—Exactamente. Ahora, solo espero que estén aquí…

—¡Oye! ¡Es Brielle! —Kendrick corre—. Estás de vuelta.

—¡Lo estoy! ¡Hola, chicos!

—Oh, ella está con él —dice Timmy cuando ve a Spencer.

Me rio porque es hilarante lo mucho que realmente no les gusta.

Spencer se queja por lo bajo.

—Sí, ella está conmigo. Yo la traje aquí.

—Me debes veinte dólares —le dice Saint a Timmy.

—¿Apostaste a qué no sería capaz de arreglarlo? —pregunta Spencer.

—Lo hice. Pensé que ella sería más inteligente.

Suspiro y trato de ocultar mi diversión.

—Bueno, tan divertido como ha sido esto, tenemos que ponernos en


marcha. Sin embargo, me alegro de verlos a todos.

—Nos vemos —dicen y salen corriendo.

Engancho mi brazo alrededor del suyo, y caminamos por el sendero.

—Esto es bonito.

—¿Qué es?

—Nuestro parque —digo mientras paseamos tranquilamente. Este


parque puede estar un poco apartado, pero ahora es nuestro. Esa cita
realmente lo cambió para mí de nuevo. No se trata del pasado de ese día,
se trata de lo que tuvimos juntos en ese momento.

—Esto es nuestro.

—Creo que sí.

—Tal vez deberíamos hacer una donación o hacer algo en nombre de


Isaac —Su sugerencia me hace sonreír, lo miro y le digo.

—Me encantaría. Podríamos poner un balancín o algo así.

Él ríe.
—¿Un balancín?

—¿No te acuerdas?

Spencer sonríe.

—Supongo que no.

—Cuando tuve como seis años, ustedes me llevaron al parque y ¡me


lanzaron! Me aferré a mi vida y mi culo se estrelló contra el suelo cada
vez que uno de ustedes saltó de su lado y me hicieron caer en picada.

—¿Caer en picada?

—A los seis, seguro que se sentía así.

—No me sorprende en absoluto que hayamos hecho eso. El hermano


de Emmett nos hizo una mierda horrible cuando fuimos niños, y todos
estuvimos muy felices de hacerte eso a ti.

Niego con la cabeza antes de apoyarla en su hombro.

—Suerte la mía.

—Creo que lo es.


Suspiro pesadamente, disfrutando del calor y el sol.
—¿Spencer?

—¿Sí, amor?

—¿Podemos ir a su tumba? —pregunto—. Me gustaría contarle a


Isaac sobre nosotros.

Spencer se detiene, atrayéndome a sus brazos.

—Por supuesto.

El montículo todavía parece fresco y la lápida aún no está, pero nada


de eso importa. Hay una placa con una bandera, y en el suelo alrededor
de su marcador hay varias cosas que la gente ha dejado.

Hay una carta del equipo de fútbol de la escuela secundaria, un


chupón, que probablemente es de Elodie, y muchas flores y fotos. Me
inclino, levantando la que tuvo que haber sido dejada por Spencer,
Emmett o Holden.

—La traje aquí —dice Spencer—. Llegué a casa después de pasar el


día contigo y lo extrañé. Quería contarle todo y, sin embargo, mientras
estuve aquí, las palabras no salían.
La culpa con la que he luchado por la muerte de mi hermano parece
no tener fin. No vine a visitar su tumba. No hice lo suficiente para
mantener a mi cuñada aquí. Todas estas cosas que hubiera hecho Isaac si
hubiera sido yo quien muriera ese día.

—Yo tampoco sé si las tengo —le digo a Spencer.

—¿Crees que las necesita?

Me encojo de hombros, dejo la foto de ellos y tomo un cisne de


origami. Hay algo en este cisne que me atrae.

—¿Tú hiciste eso? —pregunta Spencer.

Lo miro.

—¿Yo?

—Sí, te encanta hacer todas esas cosas. Todavía tengo la estrella que
hiciste de mi última boleta de calificaciones.

—Me olvidé… quiero decir, sé que amaba el origami, incluso cuando


era niña, pero aun así no lo hice —Doy la vuelta al papel—. No es mío, no
he estado aquí desde que lo enterraron.

—¿Sabes quién más habría hecho eso?


Me viene a la mente un recuerdo de los niños y yo en el centro juvenil
cuando se fue la luz. Escribí una nota dentro y luego las doblé. Los niños
se divirtieron mucho tratando de desdoblarlas y luego volver a doblarlos
para que la palabra quedara en el exterior.

Entonces enviábamos notas de esa manera cuando queríamos jugar


con Jax.

Le cuento la historia a Spencer y se ríe.


—Es tu propio código.

—Podría haberlo sido.

—Ojalá hubiéramos hecho eso con Isaac. Decirle que estábamos


juntos en código para que lo supiera todo el tiempo—señala Spencer.

Lo vuelvo a colocar y alcanzo su mano.

—Sigo pensando que él tenía que saber. Isaac era demasiado


inteligente.

—Si lo hizo, nunca lo dijo.

—Recuerdo estar tan preocupada por él justo antes de que me


golpearan en la cabeza.
—¿Quieres hablar de lo que pasó?

Hundiéndome en la hierba fresca, toco la tierra y transmito mi


memoria. Es más difícil esta vez que cuando hice esto con Emmett.
Contarle a Spencer las cosas que se dijeron y ver la cara de Isaac tan
claramente otra vez, sabiendo que él está aquí conmigo, es casi imposible.
Las lágrimas caen por mis mejillas mientras expreso el miedo que tenía
no solo por mí sino también por Isaac.

—Sabía que él me protegería. Incluso entonces, mientras le rogaba


que no lo hiciera.

—Por supuesto que lo haría. Isaac no sabía cómo huir de nada, y no


habría empezado por huir del tipo que amenazaba a su hermana.

Me encuentro con los ojos de Spencer.

—Y mira lo que le costó eso. ¿Valió la pena tener a Elodie creciendo


sin el amor del padre más increíble que pudo haber tenido? ¿Y qué hay
de Addison? qué perdió a su marido

—¿Y no crees que tú valías la pena? —pregunta Spencer—. ¿Qué


habría hecho yo, Brie? ¿Vivir en un mundo donde nunca podría volver a
tocarte? —Sus dedos limpian una lágrima—. ¿Qué habría hecho
cualquiera de nosotros? Ninguno de ustedes se merecía lo que hizo ese
tipo, pero tu hermano nunca podría haber vivido consigo mismo si no
hubiera hecho algo.
Tal vez esa sea la verdad, pero yo no tengo un hijo que sufre. Elodie es
por lo que más me duele el corazón.

—Solo desearía que todo fuera diferente —digo, haciendo un patrón


en la tierra mientras miro su nombre—. Te lo hubiera dicho, Isaac. Nunca
debimos haberte ocultado esto. Siento mucho no haber confiado en ti y
que nosotros no confiáramos en nosotros —La mano de Spencer aprieta
mi hombro—. Voy a tener esta conversación unilateral y espero que, al
final, haya algún tipo de señal que puedas enviarme. Spencer y yo
estamos juntos. Llevamos un tiempo, casi un año. Te lo ocultamos y
sabemos que probablemente te sientas traicionado por esto, y lo siento
mucho. No era nuestra intención lastimarte manteniendo esto en secreto.
Honestamente, solo necesitábamos tiempo para nosotros mismos sin ser
juzgados o que otras personas intervinieran. Luego nos enamoramos.
Profundamente enamorados. La forma en que miras a Addison es la
forma en que Spencer me mira a mí.

Cuando vuelvo mi rostro hacia él, se inclina, presionando sus labios


en mi sien. Mis palabras salen rotas a medida que mis emociones se
vuelven demasiado.

La voz profunda de Spencer se hace cargo.

—Haría cualquier cosa por ella, y quiero que sepas que siempre seré
bueno con ella. La protegeré. Estaré allí para ella. Nunca la traicionaré ni
haré nada por lo que me patearías el culo. Tú siempre has tenido más fe
en mí que yo mismo, y es por eso que puedo prometerte esto.

Me recompongo.
—Te amo Isaac. Espero que puedas estar feliz por nosotros y
perdonarnos por no decírtelo.

—Él no nos lo echaría en cara —Spencer mira hacia la tumba—, al


menos durante un tiempo.

Sonrío, imaginando que él se habría enfadado, pero luego se habría


dado cuenta y estaría bien con eso.

—Creo que le hubiera encantado vernos felices a los dos.

—Estoy de acuerdo.

Nos paramos, sus brazos me rodearon por detrás, y dejo caer algunas
lágrimas más. Le digo a mi hermano, de nuevo, que lo extraño y le pido
perdón.

El teléfono de Spencer vibra y me suelta.

—Es Quinn.

—Adelante. Me quedaré aquí—le informo.

—No te muevas.
—No lo haré.

Me giro hacia el memorial improvisado de Isaac, miro una pelota de


fútbol de peluche y una copia de una carta de una universidad, pero el
cisne sigue llamando mi atención. Me inclino y lo recojo, notando los
pequeños pliegues en las alas que les enseñé a hacer a los niños. Con
cuidado, la desdoblo y allí, en el centro de la página, hay una nota:

Por favor, ayúdanos. Nos matará si no vienes sola.


Myles

En la parte inferior del papel hay una dirección. Es de un hotel en


Portland.

Spencer regresa, caminando hacia mí rápidamente.

—Su pista se murió. Regresara aquí y quiere que nos quedemos en


tu apartamento.

Deslizo la nota en mi bolsillo y fuerzo una sonrisa.

—Suena bien —Spencer toma mi mano y me lleva de regreso al auto


mientras trato de encontrar una manera de evadir mi seguridad para
salvar a ese niño.
Capítulo Treinta y cuatro
Spencer
La acerco más a mi pecho, suspirando al sentir su piel desnuda contra
la mía.

Anoche fue increíble. Hicimos el amor no sé cuántas veces, y ese


maldito anillo está de vuelta en su mano.

Brielle se da la vuelta para mirarme.

—Buenos días.

—Lo es.

—Sí, y tienes que despertarte porque vienen Holden y Emmett. Sin


mencionar que tenemos una video llamada con Addison.

Después de que volví a ponerle el anillo de compromiso, Brielle


insistió en que no ocultáramos esto a nadie más. Emmett y Addison
están plenamente conscientes, pero voy a seguir la farsa con ella. Lo que
ella no sabe es que Addison regresará a casa en tres días, que es cuando
se llevará a cabo nuestra fiesta de compromiso. Envié correos
electrónicos mientras ella dormía, pidiéndoles a todos que lo hicieran
realidad. No estoy bromeando cuando digo que no estoy esperando.

—Al menos deberíamos ponernos los pantalones —Brie sonríe—.


Estoy segura de que Holden y Emmett apreciarán eso.

Gimo y me dejo caer sobre mi espalda.


—Si es necesario.

Ella se desliza fuera de la cama y se pone la bata. Realmente me gusta


la vista sin ella, pero cuando veo el reloj, muevo el culo. Emmett siempre
es respetuoso con el tiempo. Nunca llega tarde, lo que significa que tengo
tres minutos antes de que toque la puerta.

—¿Pediste comida a domicilio? —Brie pregunta desde el baño.

—No lo hice.

—Probablemente no haya nada aquí entonces.

—Probablemente no, pero ¿realmente queremos alimentarlos? Puede


que nunca se vayan.

Brie asoma la cabeza.

—Sí, seremos amables con ellos y les permitiremos cualquier


interrogatorio que sea necesario. Entonces tienes que llevarme a
Portland para que pueda hacer algunas compras.
Eso es nuevo para mí.

—¿Cuándo acepté eso?

Ella sonríe.

—No lo hiciste, pero es necesario.

Hay algo que egoístamente quiero hacer mientras estemos allí, así
que no voy a oponerme a esta solicitud.

—¿Dónde quieres ir a comprar?

—Aún no estoy segura, así que tal vez podamos pasar la noche —
sugiere.

—¿Quieres pasar la noche en Portland? —Ella jodidamente odia esa


ciudad. No es para nada el estilo de Brielle.

—Veremos qué tan tarde llegamos. ¿Puedes encender la cafetera?


Alguien me mantuvo despierta la mayor parte de la noche.

Me pongo mi sudadera con capucha y me dirijo a la cocina con


una sonrisa de suficiencia. Maldita sea, alguien lo hizo. Después de
presionar el botón, tomo mi teléfono y escaneo mis correos electrónicos.
Tengo uno de mi editor, preguntándome si planeo volver a trabajar
alguna vez, uno de Jackson, haciéndome saber que no encontraron nada
sobre el paradero de Bill, y uno de Addison, haciéndome saber los
detalles de su vuelo.

No sé cuánto tiempo se quedará, pero sé que no es permanente. Esta


es una visita, así que ella está aquí para la fiesta, y fue bastante clara que
no estaba lista para regresar por completo.

Aunque todos estamos bastante seguros de que Addison y Elodie no


están en peligro ya que Brielle es a quien él buscó, se le informó que
Bill era sospechoso. Como todavía no tenemos idea de dónde está, su
equipo de seguridad en Sugarloaf recibió su foto para que pudieran estar
atentos a él.

Brie sale del dormitorio justo cuando alguien llama a la puerta y


suspiro.

—Bueno, aquí vamos.

Abro la puerta y entran mis dos mejores amigos. Damos los abrazos
habituales y ambos besan a Brie en la mejilla.

—Te ves mucho mejor —señala Holden.

—Me siento mejor —dice Brie.

Me acerco, envuelvo mi brazo alrededor de su cintura y los miro.


—Les pedimos a ambos que estuvieran aquí para decirles que estamos
comprometidos. Estuvimos comprometidos antes, de hecho. Soy el que
dio el anillo misterioso y Brielle es mi prometida.

Ella golpea mi pecho.

—¿En serio?

—Te lo dije, no hay que esperar más. No vamos a disparar a la mierda


cuando tenemos cosas que hacer. Así que, aquí está.

Brie deja escapar un largo suspiro y camina hacia ellos.

—Isaac no sabía, y… es uno de los muchos arrepentimientos que


tengo sobre ese día, así que queremos que ustedes lo sepan.

Emmett mira a Spencer.

—Ya lo sabía.

—Sí, pero ahora lo sabes de la forma en que queríamos que lo


supieras —Miro a Holden, que en realidad no se ha movido—. Lo siento,
hermano, olvidé que no sabías nada de esto.

—¿Ustedes estaban juntos antes? —pregunta.


—Sí.

—¿Y no me dijiste?

—No le dijimos a nadie, y no iba a decírtelo antes de que ella


recordara. Yo solo… no pude.

Holden dirige su atención a Brie.

—¿Y estás segura de que te gusta este idiota?

Ella sonríe.

—Lo amo. Siempre lo he hecho.

—Sí, supongo que eso es cierto. Estoy feliz por ustedes dos.
Comprometidos… wow.

Emmett resopla.

—En serio, ustedes podrían habernos dado una pista a todos un poco
antes de caminar por el pasillo.

Ella retrocede hacia mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi


cintura.
—Lo mantuvimos en secreto por todas las razones correctas, espero
que lo sepas.

Emmett se encoge de hombros.

—Lejos de mí entender el funcionamiento de su mente. Es un


desastre, y no voy a pretender lo contrario. Estoy feliz de que la persona
del anillomisterioso no sea un perdedor, bueno no un perdedor total.

Le doy la espalda.

Holden se aclara la garganta.

—¿Por qué pusiste el anillo en su cocina y no lo tomaste? ¿Supongo


que lo hiciste cuando tú y Em vinieron aquí a limpiar antes de que la
dieran de alta?

—Sabía dónde lo guardaba cuando no lo usaba, así que lo moví.

—¿Pero por qué no llevártelo? —pregunta Holden.

—No pude. Simplemente no podía jodidamente recuperarlo. Era


como si me estuviera rindiendo y perdiéndola de nuevo. Así que, lo puse
donde pensé que ella nunca iría.

Brie aprieta los brazos.


—Nunca me perdiste, Spencer. Ni siquiera cuando estaba perdida.
Miro a la hermosa mujer que amo.

—Tal vez no, pero te habías ido de alguna manera. Ese anillo era toda
la prueba que tenía de que eras mía. No le dijimos a nadie, y yo… solo
esperaba que, si lo veías, el anillo activaría algo.

Ella se levanta sobre los dedos de los pies.

—Siempre quise que fueras tú.

Holden hace un ruido de arcadas.

—En serio. Podrías tranquilizarnos a todos un poco.

Emmett suspira.

—Por mucho que me encantaría sentarme y verlos asquerosamente


enamorados, tengo que llegar a la estación.

—¿Has encontrado algo? —pregunto.

—No, y no puedo revelar nada de todos modos. Voy a suponer que


tienes a Cole investigando y que tampoco ha encontrado nada.
—Lo hago y no tiene nada —No tiene sentido negarlo. Si encuentran a
este tipo, y no lo mato yo mismo, será un milagro. Debería orar para que
Emmett lo encuentre primero.

Se mueve hacia nosotros.

—Ten cuidado. Por favor. Sé que te entrenaron, pero no eres oficial


de policía, así que no arruines el caso de la acusación arrasando con las
pruebas, ¿de acuerdo? No solo queremos que Brielle esté a salvo, sino
que también queremos justicia para Isaac.

—No me voy a volver rebelde, Maxwell. Haz tu trabajo y te avisaré si


descubrimos algo.

Él niega con la cabeza.

—Correcto. Me voy a trabajar. Spencer, felicidades por convencer de


alguna manera a una de las mujeres más maravillosas que conocemos
de que vales un carajo. Brielle, te deseo mucha suerte porque estás con
un culo obstinado.

Brie intenta sonreír, pero hay una vacilación allí.

—¿Estás bien? —pregunto.

—Lo estoy —Se vuelve hacia Emmett, la sonrisa crece y se vuelve


más auténtica.
—Puede que sea un idiota, pero lo amo a pesar de todo.

Le da la mano a Holden, pero cuando alcanza el pomo de la puerta, lo


detengo.
—Oye, Emmett.

—¿Sí?

—¿Recuerdas el acuerdo? —pregunto.

—No…

Holden se ríe.

—El padrino…

Cuando teníamos dieciocho años, bromeábamos sobre la posibilidad


de que Isaac se casaría. Ya estaba hablando de ello con Addison. Era una
locura, pero hicimos un pacto sobre quién sería el padrino de cada boda.
Yo era el padrino de Isaac. Isaac era de Holden. Holden era de Emmett, y
Emmett es el mío. La razón por la que Emmett me eligió fue porque
nunca quiso el honor y pensó que nunca me casaría.

—¡Maldición! —dice Emmett mientras gira—. Vamos…

—Estuviste de acuerdo.
—¡Haz que Holden lo haga! Será mejor.

—Nah, tú lo eres, y quiero una despedida de soltero del demonio.

Él gime y luego abre la puerta.

—La tendrás después de que haga esto bien.

Nuestra llamada con Addison fue genial. Ella ya lo sabía porque tenía
que decírselo, pero estaba más que feliz mientras ella y Brielle lloraban.

Mujeres.

Ahora estamos de compras en Portland y recibo actualizaciones de


Quinn.
Parece que él también está en la zona y quiere que estemos alerta.
Dijo que siguió un rastro que pone a Bill posiblemente en Portland.

Sin mucha sorpresa, estoy listo para largarme de aquí.

La quiero a salvo en su departamento, no caminando por las calles


donde cualquier cosa puede pasar.
—Me gusta esta tienda —dice, señalando una boutique en la esquina.

Tampoco me gusta que estemos a una cuadra de…

—¿Brielle?

Henry.

—Hola, Henry. Yo… ¿cómo estás? —pregunta, moviéndose hacia él.

—Estoy muy bien. Solo vine a tomar un café y pensé que eras tú —Se
gira hacia mí—. Spencer, es genial verte.

El sentimiento no es mutuo.

—Hola, Henry.

—¿Qué estás haciendo en Portland? —pregunta.

—Compras. Brielle necesita un vestido para una fiesta a la que


vamos. Va aser un gran anuncio para nosotros.

Sus ojos se agrandan, pero no me importa. Tenía que ver a este


imbécil besarla.
—¿Anuncio?
Ella sonríe.

—Recuperé mi memoria.

—Estoy tan feliz. En serio.

Estoy tan seguro de que no lo está. Esperaba que ella volviera con él,
por lo que realmente no puedo culparlo. Ella es jodidamente perfecta, y
yo querría lo mismo.

—Gracias. Spencer y yo estuvimos juntos antes y...

Él mira su mano.

—¿Él es el prometido?

Ella sonríe suavemente.

—Es él.

—Lo soy.

Él mira de un lado a otro entre nosotros.


—Maldita sea. Siento mucho por todo eso. No puedo imaginar que
haya sido fácil para ti cuando ella se despertó.

—No, no lo fue.

—Si yo… me alegro mucho por ti —vuelve a decir Henry—.


Realmente quiero que tengas todo lo que deseas.

Su mano descansa sobre su brazo.

—Gracias. Ambos lo apreciamos.

—Lo hacemos —digo ya que parece que estoy de acuerdo en este


punto.

—Tengo que irme. Tengo una reunión en veinte y necesito café. Fue
genial encontrarme contigo.

—Adiós —digo, he terminado con esta conversación.

Los vellos de la nuca se me siguen erizando. Quiero que nos vayamos


de aquí y de Portland.

Tan pronto como se va, los ojos azules de la mujer que amo, que
suelen ser suaves y dulces, se vuelven duros por la ira.
—Fuiste un imbécil.

—Vamos al auto y puedes regañarme todo el camino de regreso a


Rose Canyon.

—Spencer, lo digo en serio. Henry no hizo nada malo y tú estabas


siendo un idiota.

Me importa un carajo cómo traté a su pedazo de mierda de ex, pero


parece que esto la molesta más de lo que entiendo.

—¿Que importa?

Ella niega con la cabeza rápidamente y se queja.

—Estaba siendo perfectamente amable.

—Él también mintió, te besó, no se presentó al funeral de Isaac, y es


un maldito imbécil. Entonces, lamento no haber sido amable con él. La
próxima vez, cuando no estemos en medio de la ciudad, seré más
amable.

—¿Qué tiene que ver el hecho de que estemos en Portland con que
seas amable? —Brielle pregunta, mirando a su alrededor.

—Simplemente me gustaría que nos fuéramos.


—Y me gustaría saber qué me estás ocultando.

Esta mujer va a ser mi muerte.

—Quinn también está en Portland. ¿De acuerdo? Está aquí y cree que
deberíamos irnos a casa.

Brielle frunce los labios con los brazos sobre el pecho.


—No.

—¿No?

—No —repite ella—. No voy a vivir mi vida así. ¿Cuántas semanas


pasé sintiéndome insegura? No tengo un vestido para nuestra fiesta y
voy a ir a esa tienda.

En serio. Cuento hasta cinco, lo que hace muy poco por mi


exasperación, y luego empiezo de nuevo.

En ese momento, Brielle decide que no va a esperar y se marcha. La


sigo como el cachorro enamorado que soy, y paso los siguientes tres
minutos tratando de averiguar qué decir para arreglar esto. Me alegro
de que no esté asustada, pero también odio todo esto.

—Me voy a probar estos —me dice. Luego me besa en la mejilla—.


Te amo.
Y así se va todo mi enfado. Solo así.

—Yo también te amo.

—Bien. Ahora, espera aquí y saldré una vez que esté lista.

Tomo asiento en un sofá acolchado rosa y espero.

Y espero.

Y espero.

Ella no parecía que tuviera mucho…

Me pongo de pie y camino hacia los probadores, ignorando a la mujer


detrás del mostrador que me está gritando. Abro la puerta del
probador, esperando que Brielle me regañe por ser ridículo.

Solo que ella no está dentro.

Aquí no hay nada.

La ropa que se iba a probar está en la percha, pero no hay ninguna


chica para probársela.

—¡Brielle! —grito, moviéndome hacia la entrada trasera. Está abierta,


y no me detengo hasta que estoy de pie en medio del callejón, buscando
cualquier rastro de ella.

Ella se ha ido.
Capítulo Treinta y cinco
Brielle
Mi corazón late con tanta fuerza que siento que me va a estallar en el
pecho, pero no tuve otra opción. Me dejó una nota y necesitaba venir
aquí. Myles es un niño inocente y yo soy un adulto. Solo tengo que
esperar que Spencer haya encontrado las pistas que le dejé.

Sé que no había ninguna posibilidad en el infierno de que alguna vez


me permitiera seguir adelante con esto por mi cuenta. Él nunca me
pondría en peligro. Lo amo por eso, pero también sé que este niño
pequeño tiene miedo, y hace meses le prometí que lo protegería.

Le fallé una vez, y no volveré a hacerlo.

No tengo ni idea bajo qué nombre podrían estar, así que voy a la
recepción y pregunto si se alojan Bill o Sonya Waugh.

—No, lo siento, no tenemos a nadie aquí con ese apellido.

Pienso mucho, tratando de recordar, y luego me doy cuenta. Ella y


Bill no estaban casados cuando tuvieron a Myles y su apellido es
Eastwood. Si la policía la está buscando, tendría sentido usar su apellido
de soltera.
—¿Qué hay con el apellido Eastwood?

El hotel, o en realidad un motel, es el lugar exacto para esconderse. Es


viejo, las alfombras son estilo años 90 con rojo y dorado desgastado. Hay
una máquina expendedora en la esquina y estoy bastante segura de que
alquilan habitaciones por horas.

Es el lugar perfecto para ir si no quieres que te encuentren. La chica


mira en su computadora.

—No, señora, lo siento, no tengo a nadie con ese nombre aquí.

—Soy su hermana, y… ella dijo que estaba aquí. Tiene un niño


pequeño llamado Myles. El hombre con el que está, tiene el cabello
castaño oscuro, y es un… —Hago una pausa como garras de urgencia
en mi estómago—. Es horrible. Solo necesitoencontrarla y alejarla de él.

La chica vuelve a mirar el monitor, checando las reservas


nuevamente.

—Yo no… de verdad no.

Me inclino.

—Sé que no tienes permiso y que probablemente va en contra de la


política, pero estoy aterrorizada por ella. Ella no está aquí por voluntad
propia, y recibí un mensaje de Myles. Yo solo… necesito ayudar. Por
favor.
Puede que no sea su hermana, pero sigo aterrorizada por Sonya y
Myles. Espero que Sonya haya podido mantenerlos a ambos
relativamente seguros, pero ya sé que no puede hacer mucho. Cuando me
contó lo que su padre les estaba haciendo, lloré. Ningún niño debería
soportar el dolor que él tiene, y Sonya es una de las personas más
amables. Ninguno de ellos merece lo que Bill les ha hecho pasar.

Debería haber presentado ese papeleo sin darle una advertencia.


Nunca debí dejarlo salir del centro ese día.

La recepcionista suspira.

—Puedo ayudarte, pero… no puedo decirte nada. Si se encuentra


con esa información…

—Lo que sea que puedas hacer, te lo agradezco.

Mueve la cabeza hacia la derecha y la sigo hasta un área marcada solo


para empleados.

—Si está dispuesta a convertirlo en personal, hay listas de los


nombres en algunos de los carros de limpieza.

Me acerco a ella, tirando de ella para abrazarla.

—Eres un ángel.
—Perderé mi trabajo si…

—Nadie sabrá nunca lo que has hecho, pero yo nunca lo olvidaré —


Con demasiada frecuencia, las personas se sientan al margen, esperando
que alguien más intervenga y ayude. No haré eso, y parece que ella
tampoco. Vine aquí por mi propia voluntad para hacer lo correcto. Para
ayudar a alguien que me necesita. Solo tengo que esperar que Spencer y
Quinn estén justo detrás de mí.

Me pongo el uniforme y tomo el carrito antes de buscar en la lista de


nombres y números de habitación. Ninguno de ellos se destaca, y tengo
que asumir que Bill reservó la habitación bajo un alias.

Una de las amas de llaves me da una mirada.

—Eres nueva.

—Sí, de hecho, tal vez me puedas ayudar. Estaba limpiando una


habitación el otro día y había un niño pequeño y sus padres. Creo que el
nombre del hombre era Bill, pero le prometí que volvería y traería
algunas toallas adicionales, y ahora no recuerdo el número de la
habitación.

Ella rueda los ojos.

—Lo escribes la próxima vez. ¿Sabes las quejas que recibo porque no
podemos mantener la ayuda? —La mujer agarra su portapapeles del
costado del carrito—. Están en la 208. Llévales las toallas y luego puedes
limpiar ese piso. Hubo una despedida de soltero en el 222, así que puedes
encargarte de eso.

Me estremezco internamente, imaginando que las fiestas organizadas


en este establecimiento probablemente no dejen la habitación muy
ordenada.

—Gracias. Me encargaré de lo que pueda.

Empujo el carro delante de mí, sintiéndome más nervioso que antes.


Este motel no es un lugar agradable. Está claro que es un lugar al que va
la gente cuando no quiere que la vean. Las cortinas de las ventanas son de
color amarillo y el carro está lleno de cosas que probablemente se
cayeron de la parte trasera de un camión.

Cuando llego al segundo piso, la resolución que tenía comienza a


disminuir ligeramente porque no fue hasta que salí al pasillo que recordé
que tenía un arma. No tengo idea de lo que me voy a encontrar, y
realmente pensé que Spencer ya estaría aquí.

Tuvo que haber encontrado la nota de Myles que dejé en el vestidor.


Tal vez esté esperando a Quinn o a la policía.

Saco mi teléfono y encuentro diez llamadas perdidas y ocho mensajes


de texto.

Oh, estoy en tantos malditos problemas.


Nueve de las llamadas perdidas son de Spencer y una de Quinn.

Luego los textos.

Spencer: ¿Dónde estás?

Spencer: En serio, Brielle, ¿dónde diablos estás?

Spencer: Cariño, por favor no hagas esto. Por favor, solo llámame.
Espérame. Voy por ti, y haré esto.

Spencer: Brie, no puedo…¡No puedo hacer esto!

Quinn: Estoy en camino hacia ti. No vayas a esa habitación sola.

Spencer: ¡Lo juro por Dios, si consigues que te maten, iré al infierno y nunca
escucharás el final de esto!

Quinn: Brielle, responde a uno de nosotros.

Spencer: Te lo ruego, espéranos. Estamos en camino, pero Jesucristo, Brielle,


solo espera. Por favor.

Él tiene razón. debería esperar Dios, ¿qué estoy haciendo? Me


arriesgo a destruir el mundo de ese hombre cuando él y Quinn están
entrenados para hacer esto. Ellos pueden ayudarme.

Me vuelvo a esconder detrás de la pared, con el pecho agitado, y


llamo a su número.

—¿Brielle? —Su voz está llena de pánico.

—Soy yo.

—¿Estás a salvo?

Mi mano está sobre mi corazón palpitante, y la culpa y el


arrepentimiento me están agriando el estómago.
—Sí. Lo siento mucho. Pensé que no había otra manera. Tenía que
ayudarlo.

—Tú… no voy a sermonearte ahora mismo. Solo necesito saber


dónde estás.

—Estoy en el motel Superior Eights. Estoy en el segundo piso.

—Quedate oculta —Spencer suena como si estuviera al borde de


perder la cabeza—. Por favor. Estoy en camino, pero, ¡muévete! —él
grita, y escucho un ruido de portazos—. Quinn está cerca y estaré allí en
cinco minutos. Solo quédate ahí y espéranos.
—Está bien —lo prometo—. Lo siento —Y lo hago porque sé que la
cagué y él está preocupado y debería haber confiado en él—. Nunca debí
haber venido aquí sola.

Entonces escucho una voz, escalofriante y familiar.

—No, no deberías haberlo hecho —Miro hacia arriba y veo a Bill


parado allí, sosteniendo una bolsa de comida y apuntándome con un
arma.
Capítulo Treinta y seis
Spencer
Llegué al motel exactamente siete minutos después de que el teléfono
se cortó. Estoy corriendo con pura adrenalina. Quinn ya se encuentra en
el estacionamiento, vigilando a Bill, quien sigue asomándose por la
ventana cada pocos minutos.

Cuando me reúno con él, mis manos tiemblan incontrolablemente.


Quinn me mira.

—Contrólate ahora mismo o haré esto solo.

Quién demonios es él.

—Ella es mi mundo.

—Y ella es mi responsabilidad. Por lo tanto, mantente bajo control.


Esta es una misión, y debes tratarla como tal.

Tiene razón, pero ¿cómo le digo eso a mi corazón? Cierro los ojos por
unos segundos y calmo mi ritmo cardíaco. Uso cada gramo de
entrenamiento que tengo para separarme de Brielle. Ella es un rehén, y
tenemos que manejarlo como tal.
Obligo a mi voz a permanecer firme.

—¿Involucramos a la policía?

—Les informé de lo que estaba pasando. Jackson llamó a algunos


amigos de la fuerza y pronto tendremos refuerzos.

—¿Y tú plan?

Él asiente una vez.

—La atraparemos antes de eso.

—Bien.

Quinn explica la disposición y cuál es su plan.

—El gerente dice que ha estado aquí alrededor de un mes, está


paranoico, y están en su última semana la que pagaron por completo. El
tipo sabe que está a punto de ser acusado de asesinato en primer grado, lo
que significa que está desesperado, y la gente desesperada hace cosas
estúpidas.

—Y Brielle acaba de darle otro rehén.


—Ella lo hizo, pero estamos entrenados para manejar esto. Hay una
pequeña ventana en el baño. Quiero romperla, crear la ilusión de que
vamos a entrar por ahí, y luego volaremos la puerta de bisagras. Sencillo
ydecidido. Tomamos a Brielle, al niño y a la madre.

—¿Y si les hace daño?

—No vayas allí. Manejemos la situación a la que nos enfrentamos —


dice Quinn y luego se pone de pie—. El encargado está dispuesto a
romper el cristal por nosotros. Eso nos dará la oportunidad de entrar al
mismo tiempo —Quinn me entrega una de las armas que había
escondido—. Trata de no dispararle. Recuerda que también tenemos que
preservar el caso. Sin importar tus sentimientos personales, no eres
bueno para Brielle tras las rejas.

Por mucho que quisiera golpearlo en la cara por recordármelo,


probablemente lo necesitaba. Este hombre, si puedo llamarlo así, me ha
quitado más de lo que debería haberle permitido. Ahora tiene a Brielle, y
estoy más que enojado.

Quinn hace un sonido de silbido.

—Esa fue la señal. Esperará dos minutos y romperá el cristal. Vamos.

Nos arrastramos por el exterior del motel en el primer piso. Yo tomo


el lado derecho y él toma el izquierdo. Nos movemos como fuimos
entrenados para hacerlo, silencioso y rápidamente. Me agacho debajo de
las ventanas de la primera habitación, y cuando aparezco, me hace señas
para que vaya a la siguiente. Continuamos de esa manera hasta que
ambos estamos en posición de romper la puerta.

Le hago una señal a Quinn para que nos movamos, pero niega con la
cabeza.

No puedo esperar. Ella está allí con un hombre que ya intentó matarla
una vez. Sentarme aquí me está matando.

Mi cuerpo está listo para atacar, pero justo cuando estoy a punto de
hacer la señal para ir de nuevo, escuchamos la conmoción.

Alguien está gritando dentro de la habitación y Quinn se está


moviendo para patear la puerta.

Antes de que pueda, se abre y Brielle sale corriendo con un niño


pequeño en brazos.

Ella me ve. Sus ojos se abren.

—¡Ve al auto! ¡Ahora! —ordeno, y luego Quinn y yo entramos en la


habitación.

Él agarra a Sonya, la empuja hacia afuera y le indica que siga a Brielle.

—Mantén la cabeza fría —advierte mientras nos adentramos más en


la habitación. El armario está a la derecha, abro la puerta y Quinn hace
una comprobación visual. Está vacío, lo que le deja otro lugar para
esconderse. El baño.

La puerta está cerrada, pero puedo escuchar movimiento.

—No tienes a dónde ir —le digo—. Sal ahora con las manos en alto.

Quinn se mueve a mi izquierda.

—No seas estúpido, solo sal de forma tranquila y lenta.

—¡Jódete! ¡Jódanse todos! Esa es mi esposa y mi hijo. ¿Crees que no sé


cómo termina esto?

—Deberías haberlo pensado antes —digo con los dientes apretados—


. Ahora solo hay una salida para esto.

Quinn toca mi hombro y me indica que me mueva a un lado.

—Escucha, Bill, soy padre, y si fuera mi hijo, sería como tú si alguien


quisiera quitarme a mi hijo. Pero mataste a un hombre, y... bueno,
retuviste a tu esposa e hijo aquí en contra de su voluntad —Quinn se gira
hacia mí.

—Mantenlo hablando, la policía ya casi está aquí.

Los sonidos de las sirenas resuenan a lo lejos.


—¿Por qué lo hiciste, Bill? —pregunto.

—Yo… yo solo quería a mi hijo —Su voz se quiebra por la admisión—.


No quise lastimarlo, a ninguno de ellos. No tuve elección. Si la policía
viniese a mi casa, estaríamos todos muertos.

—Tú los amas.

—Lo hago. Yo solo… tenía que asegurarme de que no viniera nadie.


Iba a buscar ayuda.

—Es bueno que hayas intentado conseguir ayuda, Bill. Pero la policía
está aquí, así que tienes que tomar una decisión. ¿Vas a mostrarle a Myles
la forma correcta de manejar las cosas o no? —pregunto, sabiendo que mi
tiempo en esta habitación terminará muy pronto. No seremos parte de
esto una vez que la policía tome la escena.

—Ellos vendrán por ti después. Diles a ellos… que lo siento.

Quinn retrocede, dándome un golpecito a medida que avanza, y


entonces yo tambiénretrocedo. La puerta del baño se abre y luego suena
el disparo.
Capítulo Treinta y siete
Brielle
Ese sonido. El sonido de un disparo es algo que siento en mis huesos.

Me alejo de Myles, que está temblando.

Oh Dios.

Spencer.

Empiezo a caminar, pero Sonya me agarra del brazo.

—No, no puedes.

Me la quito de encima, corriendo ahora.

Lo único que pasa por mi cabeza es que necesito llegar a él.

Spencer.

Subo las escaleras de dos en dos. Mis manos están temblando y


puedo sentir mi corazón contra mis costillas.

Por favor, Dios, no te lo lleves.

Las sirenas suenan afuera y la gente grita, pero lo bloqueo todo.


Entonces llego a la parte superior de los escalones y todo mi mundo se
detiene.

—Spencer —Casi me ahogo con su nombre cuando me agarra contra


su pecho.

—Se acabó. Se acabó.

—Tenemos que movernos —dice Quinn detrás de él.

Spencer me levanta en sus brazos y me lleva escaleras abajo mientras


yo sollozo. Mis lágrimas manchan su camisa, y él solo me abraza más
fuerte, como si él necesitara elcontacto tanto como yo.

—¿Se encuentra ella bien? —pregunta Quinn.

No escucho lo que dice, pero no estoy bien. Estoy loca, molesta y


enojada. No tengo idea de lo que pasó, pero la policía nos rodea,
hablando con Spencer y Quinn.

Sé que soy débil y ridícula, pero esto es demasiado. Enfrentarme al


hombre que mató a mi hermano y trató de matarme, viendo a Myles
aterrorizado y Sonya congelada de miedo… todo era demasiado.

Fue aterrador, y toda la valentía que tenía antes de llegar aquí se


evaporó en el momento en que lo vi.

—Brie, necesitas responder algunas preguntas —dice Spencer


mientras me frota laespalda.

Lentamente libero el agarre mortal que tengo sobre él mientras baja


mis pies al suelo y me limpio la cara. Durante la siguiente hora, respondo
todas las preguntas que puedo y luego observo cómo Quinn, Spencer,
Sonya y Myles pasan por lo mismo. Cuando la policía nos dice que
podemos irnos, el cielo está oscuro y todos estamos exhaustos.

Al final, funcionó, supongo. No se presentarán cargos contra ninguno


de nosotros, y el asesino de mi hermano ya no camina por esta tierra.

Aun así, no es tan satisfactorio como debería serlo.

Quería que lo encerraran, pero debería estar contenta de que, al


menos, no hay posibilidad de que vuelva a lastimar a nadie.

Mis emociones se nivelan cuando la adrenalina disminuye y Myles se


acerca.

—Hola, amigo.
Él sonríe.

—Gracias por salvarnos.

Spencer se agacha frente a él.

—Fuiste muy valiente al dejar esa nota.

—Brielle siempre nos dijo que si necesitamos ayuda, debíamos


pedirla. Le envié la nota a un amigo que la entregó.

—Eso fue inteligente —le digo.

—Mucho —continúa Spencer.

Sonya se acerca y abraza a su hijo.

—Nos vamos a ir a casa. Lo siento mucho, Brielle. Lamento lo que te


hizo a ti y a tu familia. Lamento no haber sido lo suficientemente fuerte
como para dejarlo hace años.

Agarro su mano.

—Se acabó, y no es tu culpa.

Ella asiente una vez y se aleja, y es el primer momento que Spencer y


yo estamos a solas.

—Me asustaste muchísimo —dice Spencer, tomando mi rostro entre


sus manos.

—Yo… no tengo excusa.

—No, no la tienes.

Me aferro a sus muñecas mientras él apoya su cabeza contra la mía.

—Tenía tanto miedo de que te lastimara.

—Cualquier miedo que tuvieras, cariño, amplíalo por mil. Eso es lo


que sentí cuando te fuiste.

Me inclino hacia atrás, mirando sus profundos ojos verdes.

—Sabía que vendrías por mí.

—Después de que me volví loco corriendo por el callejón.

—Sabía que no me dejarías estar aquí sola

Él deja caer sus manos.


—Maldita sea, no lo habría hecho. Habría llamado a la policía para
que hicieran su trabajo. Entonces Quinn y yo no habríamos tenido que
esperar que la recepcionista pudiera tirar un ladrillo por la ventana
trasera. Pasamos por todo eso y ni siquiera me dejaste rescatarte.

Me obligo a no sonreír.

—Cuando él entró al baño, no iba a esperar.

—Pero sabías que íbamos a venir.

—Lo sabía, pero también pensé…

—Deja de hacer eso —dice Spencer, sin parecer divertido.

—¿Haciendo qué?

—Pensar. La próxima vez que pienses una gran idea, consúltala con
una persona racional. Correr a ciegas para salvar a un niño de un loco que
tiene un arma no es un buen plan.

—No más pensamientos —le prometo.

Suspira profundamente y me acerca a su pecho. Sus labios presionan


mi frente y se quedan allí.
—No más pensamientos.

—Estamos a salvo ahora —reflexiono.

—Lo estamos. No hay más amenazas para ti ni para nadie más.

—Por ahora —digo, apoyándome en su fuerte cuerpo.

—Sí, hasta que encuentres la próxima estupidez en la cual quedes


atrapada.

Me rio de eso y me derrito en él.

—Te amo, ¿lo sabes?

—Lo sé.

—Me gustan esas palabras —le digo.

—Tu turno para decirlas —exige Spencer.

—Te amo.

—Me gustan en tus labios —Me mira fijamente, algo brillando en sus
ojos—. Escápate conmigo.

—¿Qué?

—Vámonos. Ahora. No regresemos a Rose Canyon, no solo como


Spencer y Brielle de todos modos.

Mis cejas se juntan.

—¿Cómo volveríamos?

—Señor y Señora Cross.

Mis labios se separan y aparecen ante esa idea.

—¿Quieres casarte conmigo?

—Sí. En este momento.

—No podemos…

Toma mis dos manos entre las suyas.

—Quiero casarme contigo, Brielle. Quiero pasar todos los días de la


vida que nos queden contigo como mi esposa. Quiero que sepas que
siempre estoy aquí y que te amaré hasta el día de mi muerte. Vamos.
Él está loco. Niego con la cabeza, tratando de detenerlo.
—No podemos.

—Podemos. Subámonos al auto ahora mismo y conduzcamos a Reno.

—¿Reno? ¿Te quieres casar en Reno?

—Quiero casarme contigo en las próximas veinticuatro horas. Así que


sí, quiero ir a Reno. ¿Quieres casarte conmigo? En Reno… ¿hoy?

Tan loco como es, no hay nada en este mundo que me detenga.
—Me casaría contigo cualquier día o en cualquier lugar, loco demente.

Spencer me besa mientras ambos sonreímos.


—Voy a hacerte feliz.

—Ya lo haces.

Y con eso, corremos a su auto y nos dirigimos a Reno.


Epílogo
Brielle
—Juro que es como si no te conociera —dice Addison con una sonrisa.

Muevo a Elodie a mi otra cadera y sonrio.

—Yo tampoco sé si me conocía a mí misma. O tal vez solo soy yo


misma cuando estoy con él.

Ella mira a Spencer, mi marido, y se encoge de hombros.

—A él le hubiera gustado esto.

—¿Lo crees? —pregunto, sabiendo que está hablando de Isaac.

—Lo hago. Lo amaba como a un hermano y confiaba en él. Isaac solo


quería que las personas que amaba tuvieran a alguien especial que les
devolviera el amor.

Elodie agarra mi collar con su diminuto puño y procede a intentar


meterlos a ambos en su boca.
—¿Y qué hay de ti?

—¿Qué hay de mí?

—¿Crees que él querría que fueras feliz?

Ella ríe.

—Estoy a años de la felicidad, pero al menos estoy empezando a salir


de la lluvia.

—Eso es un comienzo —digo, con la esperanza de que encuentre el


sol—. ¿Y vas a regresar a casa?

Addy mira a su alrededor.

—Pronto, creo. Estar aquí esta semana ha sido realmente bueno. No


es tan difícil como pensaba.

—Te extraño, Addison. Realmente lo hago.

—Ahora tienes una familia. Eres es una mujer casada y


probablemente pronto tendrás tus propios hijos…

La mano de Spencer aterriza en la parte baja de mi espalda justo


cuando sus palabras se desvanecen y él hace un ruido de asfixia.
—¿Me he perdido algo?

Me rio.

—No estoy embarazada—al menos, no que yo sepa.

—De acuerdo, entonces. Escucha, tu madre me está dando un


montón de mierda porque me llevé a su única hija a Reno. Está enojada
porque se lo perdió y exige 'su' boda.

Yo gimo

—Pensé que podríamos evitar esto.

Cuando todos llegaron a la ciudad ayer, estaba atónita y eufórica.


Spencer se tomó muchas molestias para darme una fiesta de compromiso
perfecta, que se convirtió en una recepción de boda.

Solo, que nadie cree que nuestra boda cuente.

Todos exigen que se rehaga para que la familia y los amigos puedan
asistir. He pasado la mayor parte del día tratando de explicar lo
innecesario que sería.

—Ella tiene un punto —dice Addison.


—¡Addy!

—¿Qué? Solo digo que, si Elodie hiciera eso, estaría destrozada. Una
madre solo tiene esto una vez.

—Es una boda. ¿Por qué necesita eso?

—Porque ella necesita felicidad. Todos la necesitamos.

Spencer y yo nos miramos.

—Ya tengo la parte del matrimonio. La boda es toda tuya.

Dejo escapar un suspiro por la nariz.

—Bien —Me dirijo a Addison—, eres mi dama de honor.

—¿Yo?

—Sí. Eres mi mejor amiga y hermana, lo que significa que tendrás


que regresar aquí para ayudarme a planificar.

Al menos podré tener eso.


Los ojos de Addison se agrandan.
—No puedo hacer eso.

—Entonces no puedo tener una boda.

—¡No puedes hacer eso! —Ella se burla—. Es totalmente injusto de tu


partechantajearme.

—Tal vez sea así, pero quiero que este pequeño maní tenga a la tía
Brie cerca para corromper su pequeña mente, y quiero que vuelvas a
casa. Entonces, si la boda logra eso, entonces puedes llamarlo como
quieras.

Spencer sonríe.

—Salvaje, amor.

—Estás loca.

—No me has dado una respuesta. ¿Voy a tener una boda o le vas a
romper el corazón a mamá?

Addison pone los ojos en blanco.

—Bien, pero eso no significa que me quede.


Beso la mejilla de Elodie.

—No tienes que quedarte para siempre, solo por un rato.

Ella toma a Elodie de nuevo en sus brazos.

—Voy a conseguir algo de comida. Parece que Emmett tiene el


micrófono de todos modos, y no quiero las consecuencias en mis
alrededores.

Oh, no. Miro por encima, y efectivamente, lo tiene.


—Mierda —murmura Spencer.

Emmett hace un ruido de golpecitos, silenciando a todos.

—Muy bien, todos los de Rose Canyon. Bienvenidos. Soy Emmett,


Hombre del Año, en caso de que no lo supieran.

Holden grita.

—¡A nadie le importa!

Él se da la vuelta.

—No fuiste nominado, siéntate.


Spencer se ríe.

—Esto va a ser un desastre.

No mierda.

Emmett se vuelve hacia nosotros.

—Ustedes dos, vengan aquí.

Spencer y yo nos dirigimos a regañadientes al frente de la sala.

—Estamos todos aquí para celebrar la unión de estas dos personas.


Spencer ha sido mi mejor amigo desde que tenía doce años. Como todos
saben, es un completo y total desperdicio de espacio. Quiero decir, ¿quién
necesita un ganador del Premio Pulitzer en su ciudad de todos modos?
Sin mencionar que es un semental total. Lo siento, hombre, eres sexy —
dice, y Spencer se encoge de hombros cuando Emmett se gira hacia mí—.
Y, Brielle, bueno, no sé qué decir sobre este caso. Es la mujer más valiente,
inteligente y estúpida que conozco. Sí, escucho la contradicción ahí, gente.
Lo sé. Sin embargo, esa es nuestra Brie. Ella haría cualquier cosa por
alguien que le importa, incluso casarse con ellos. Desearía haberlo sabido
antes de que este tipo la levantara —dice.

Toda la multitud es como si estuviera en sus manos. Se ríen, sacuden


la cabeza y aplauden por cada comentario escandaloso que hace.

—Sin embargo —continúa Emmett—, hay algo en lo que no podía


dejar de pensar el otro día. Teníamos veinte años y Brielle todavía
estaba en pañales.

Pongo los ojos en blanco.

—¡No soy mucho más joven! ¡Son solo diez años!

—Se está acercando a AARP2, cariño, créeme, lo está.

Descanso mi cabeza en el pecho de Spencer, escondiendo mi risa.

—¿Ves lo linda que es? —Emmett pregunta, provocando más


aplausos—. Estoy divagando. Hubo un día en que todos salimos a los
acantilados, no en los que se besan, tranquila, mamá Davis, y estábamos
viendo la puesta de sol. Muchas veces, Isaac, Holden, Spencer y yo
pasábamos el rato allí y hablábamos de la vida. Era fácil hablar de cosas
que te asustaban donde nadie podía escucharte. De cualquier manera,
ese día trajimos a Brielle y, como siempre, se sentó junto a Spencer. Nos
dijo que le preocupaba que su corazón nunca encontrara a la persona con
la que debía estar. Recuerdo haber pensado: 'Qué cosa tan extraña para
que un bebé se preocupe' —Más risas de la multitud—. Pero Isaac se
inclinó, miró a su hermana y dijo, 'Tu corazón está destinado a estar con
la persona que está a tu lado'.

Las lágrimas llenan mi visión mientras miro a Spencer.


—Recuerdo ese día.

2 American Association of Retired Persons – Asociación Americana de Jubilados.


Él sonríe.

—Yo también.

—Por supuesto, todos nos reímos, pensando en lo divertido que sería


que Brielle y Spencer estuvieran juntos alguna vez. Pero no es tan
divertido. De hecho, creo que es increíblemente perfecto. Así que, mis
queridos amigos —dice Emmett, como si Spencer y yo no estuviéramos
teniendo un momento serio—, aunque Isaac no esté aquí en cuerpo, su
corazón está aquí con nosotros. Él está mirando, sabiendo que su
hermana pequeña y el hombre a su lado en esa roca es con quien
caminará junto a ella por el resto de su vida —Él levanta su copa y todos
lo hacen también—. Por Brielle y Spencer.

—Por Brielle y Spencer.

El tintineo de los vasos nos dice que nos besemos, y lo hacemos,


ambos con los ojos un poco llorosos.

Abrazo a Emmett después.

—No puedo creer que hayas recordado ese día.

Él sonríe.

—Lo recuerdo porque pensamos que era una locura, pero no soy el
único. Aproximadamente dos años después de que sucedió, le pregunté a
Isaac si recordaba haberlo dicho.

—¿Y?

—Él dijo que siempre pensó que ustedes dos terminarían juntos
algún día. Y pensó que sería divertido asustar a Spencer.

Me rio porque ese es un comentario de Isaac.

—Él me dijo muchas cosas a lo largo de los años, especialmente en los


últimos meses.

—¿Oh?

Mira a Addy.

—Él me pidió que cuidara de ella si alguna vez le pasaba a algo. Para
asegurarse de que ella siempre estaría a salvo. Él la amaba más que a
nada, y yo lo he defraudado.

Descanso mi mano en su brazo.

—Nunca has hecho eso.

—¿No? No atrapé a su asesino.


Spencer niega con la cabeza.

—No vayamos allí. Hiciste todo bien y si nuestra psicópata GI Barbie


no hubiera intentado probar su suerte, lo habrías hecho.

Se inclina y besa mi mejilla.

—Sí, nunca vuelvas a hacer eso.

—Te prometo que no lo haré —No tengo intenciones de volver a ser


tan tonta otra vez.

—Bueno. Estoy feliz por ustedes dos.

Spencer y Emmett se dan la mano.


—Solo piensa, podrás hacer esto de nuevo en unos meses.

—¿Hacer qué?

Mi marido sonríe con picardía en los ojos.

—El discurso. Vamos a tener una gran boda.

—Excelente —refunfuña. Entonces Emmett se pone rígido, mirando a


una hermosa mujer con cabello largo y castaño.
—¿Quién es ella? —pregunto.

Emmett no responde, solo la mira.

—Maldición —dice en voz baja.

—¿Emmm, Emmett? —Spencer agarra su hombro—. Esa es…

—Sí.

Bueno, estoy tan contenta de que sepan quién es. Golpeo suavemente
el pecho de Spencer.

—¿Puedes darme una pista?

—Esa es Blakely Bennett. Ella estaba en el ejército con Emmett.

Mis cejas se elevan.

—¿Oh? ¿Son amigos? —Porque realmente no lo parece con la forma


en que Emmett todavía no se mueve ni responde.

—Supongo, ella era su capitana.


Eso lo saca de su aturdimiento.

—No, éramos iguales.

—Ella era totalmente su jefa —me dice Spencer en voz baja.

Ella se dirige hacia nosotros y me sorprende su belleza natural. Ella es


unos siete centímetros más alta que yo, es delgada y tiene labios carnosos,
pero si eso no fuera suficiente, su cabello se mueve como en esos
comerciales de cabello mientras camina.

Cuando nos alcanza, su sonrisa es amplia mientras lo mira fijamente.

—Hola. Maxwell.

—Bennett —responde entrecortado.

Ella mira a Spencer.

—Pensé que eras tú, Cross. Te ves feliz.

Suelta mi mano y tira de ella para abrazarla.

—Es porque lo soy. Me alegro de verte, Blake.

—A mí también, y ¿escuché que esta es la celebración de tu boda?


Spencer asiente.

—Esta es mi esposa, Brielle.

Su cálida mirada se encuentra con la mía y extiende su mano.


—Encantada de conocerte. Conozco a tu esposo por uno de los
ejercicios de entrenamiento que hicimos. Les deseo a ambos mucha
felicidad.

—Gracias —Ella me agrada. No sé por qué, pero lo hace.

—¿Qué haces aquí, Blakely? —pregunta Emmett.

—Vine a verte, cariño.

—¿Cariño? —Spencer y yo intercambiamos una mirada rápida.

—Te envié el papeleo hace meses.

Ella agita su mano.

—No estoy aquí para eso. Vine por otra cosa.

—¿Qué papeleo? —pregunta Spencer. Estoy tan contenta de que su


entrometimiento me esté salvando de ser grosera.
Blakely se encoge de hombros.

—Papeles de divorcio.

Oh. Oh, no. Lo siento, ¿dijo papeles de divorcio?

Emmett gime, pasándose una mano por la cara.

—Jesucristo.

—¿Estás casado? —pregunto, un poco más fuerte de lo que debería.

—Sí, Blakely. Bennett es mi esposa. Y si me disculpan, necesito hablar


con ella afuera.

Antes de que ninguno de nosotros pueda decir otra palabra, él


toma su mano y prácticamente la arrastra hacia la cubierta. Se gira hacia
nosotros, manteniendo el paso, y se despide.

—Estoy seguro de que nos veremos pronto.

Ambos nos quedamos con la boca abierta mientras se desarrolla la


escena. Una vez que la puerta se cierra, comienzan los murmullos a
nuestro alrededor. No queriendo que nuestro amigo, que tiene mucho
que explicar, se sienta aún más mortificado, saludo al DJ, que
inmediatamente comienza a tocar algo.
Pasan otros segundos y miro a mi esposo.

—¿Lo sabías?

—Nop —Sus ojos vuelven a la terraza—. Y ese hijo de puta me dio


una mierda por guardar secretos.

Me rio.

—Bueno, parece que está casado.

—Sí, eso parece. Ven a bailar conmigo.

De la mano, caminamos hacia la pista de baile.

—Ella es muy hermosa —le digo.

Spencer me atrae hacia él, y mis brazos suben alrededor de su cuello.


—Tú eres la mujer más hermosa del mundo.

—Yo soy la chica más afortunada del mundo —le corrijo.

—¿Oh?
Asiento con la cabeza.
—Te tengo. El chico del que me enamoré acaba de convertirse en el
marido con el que voy a envejecer.

Besa mis labios y me derrito en él.


—Quién diría que todo lo que necesitabas era perder la memoria
para que veas lo genial que soy.

Me rio.

—Lo supe mucho antes, Sr. Cross.

—Y me aseguraré de que lo recuerdes por el resto de tu vida, Sra.


Cross.

Esa es una promesa que tengo la intención de hacerle cumplir porque


una vida sin Spencer es una que no me gustaría recordar de todos
modos.
Muchas gracias por leer Ayúdame a recordar. Me lo pasé
increíble escribiendo este libro. Fue muy divertido ir un poco más
pesado en el suspenso. ¡Te puedo asegurar que aún no hemos
terminado! El siguiente es Emmett y Blakely y… ¿qué tal ese final?

Give Me Love es lo siguiente y espero que estés listo para otro


desmayo.

¡Paseo lleno de suspenso y hermoso que te dejará sin aliento!


Sobre el Autor
Corinne Michaels es una autora de New York Times, EE.UU. Today, y
Wall Street Journal de superventas de novelas románticas. Sus historias
están llenas de emoción, humor y amor implacable, y disfruta
sometiendo a sus personajes a una intensa angustia antes de
encontrar una manera de curarlos de sus luchas.

Corinne es una ex esposa de la Marina y está felizmente casada


con el hombre de sus sueños. Comenzó su carrera como escritora
después de pasar meses lejos de su esposo mientras él estaba en
servicio, leer y escribir eran su escape de la soledad. Corinne ahora
vive en Virginia con su esposo y es la madre emocional, ingeniosa,
sarcástica y amante de la diversión de dos hermosos niños.
Este libro llega a ti, gracias a:

También podría gustarte