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"Los hombres se dividen en dos bandos: los que aman y fundan, los que odian
y deshacen." José Martí.

Empédocles consideró al hombre como un microcosmos compuesto de dos fuerzas


opuestas que son: el amor y la discordia. El amor los unía y la discordia los separaba.

"Empédocles postula cuatro elementos materiales, fuego, aire, agua y tierra,


todos eternos, que aumentan y decrecen mediante la mezcla y la separación;
pero sus auténticos primeros principios, los que imparten el movimiento a aquellos
son el Amor y la Discordia. Los elementos están constantemente sometidos a un
cambio alternante, mezclándose unas veces por obra del Amor y separándose otras
por la acción de la Discordia.

La ciencia, se viene planteando desde hace algunos años el reto de iluminar ese
camino sobre la búsqueda de la felicidad. El estudio del cerebro humano y su
comparación con el de otras especies ha permitido a la ciencia neurológica abrir
nuevos caminos para comprender la felicidad.

la felicidad es, ni más ni menos, la ausencia de miedo.

La felicidad se compone también por la carga hereditaria que el mundo nos impone, y
uno es la genética del individuo, y otro de aspectos culturales que vienen de tiempo
atrás y ante las cuales nuestra capacidad de incidencia es infinitamente limitada.

Desde el inicio hasta el final del viaje a la felicidad, como en todo proyecto, siempre
hay una emoción. La cultura occidental, apoyada en el pensamiento aristotélico, ha
cometido un gran error al censurar las emociones por considerarlas irracionales y
perversas.

Nuestro cerebro, cuenta con un conjunto de estructuras nerviosas que configuran el


llamado sistema límbico, presidido por la amígdala, que es la principal intermediaria de
las emociones.

Es absurdo pensar que los reptiles o, incluso peor, que los demás mamíferos no tengan
emociones. La felicidad, ese estado emocional activado por el sistema límbico y ante el
cual nuestro cerebro consciente tiene poco que decir, se articula en torno a esa
pequeña amígdala que compartimos con tantos animales.

todas las decisiones son emocionales. Sin ellas, nunca tomaríamos decisiones.
Las emociones determinan igualmente nuestra memoria un hallazgo importante de la
neurociencia

el bienestar o la felicidad no radican en la inversión excesiva en bienes materiales, sino


en el flujo de las hormonas de la dopamina está relacionada con el deseo,
Relaciones personales
Nuestra cultura ha creado y difundido grandes mitos en torno a la felicidad. Se tiende a
pensar que el secreto de una vida feliz radica en aspectos externos a la propia persona,
como el trabajo, la salud, la familia, el dinero o las relaciones interpersonales. Pero el
filtro de la evidencia científica ha desmentido casi todos estos mitos, dejando en pie un
único factor que, aun siendo exterior al individuo, resulta determinante en los índices
de felicidad: el de las relaciones personales. Por lo demás, las circunstancias materiales
o externas son apenas el marco en el que se despliega el potencial interno de felicidad.

Factores reductores
La depresión y la ansiedad constituye el símbolo más emblemático de la infelicidad. el
miedo ocupa un lugar privilegiado,
mayor influencia negativa sobre nuestros índices de felicidad es el miedo.

los factores genéticos constituyen cerca de la mitad de las variables que determinan
los índices de felicidad de una persona.
Las herencias que inciden en el nivel de felicidad de un individuo no son solamente de
tipo biológico. También hay cargas sociales y culturales que pesan sobre él,

las ciencias han dedicado copiosos esfuerzos en las últimas décadas para comprender
la naturaleza de la felicidad, y así poder contribuir a que todos puedan alcanzarla.
este camino implica alejar el miedo, manifestado de muchas formas diferentes, y
potenciar las emociones, la inversión en el propio bienestar, la búsqueda de
actividades placenteras y el establecimiento de relaciones interpersonales positivas.

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