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Estrategias de Desarrollo para el Próximo Siglo

Dani Rodrick, Universidad de Harvard


Febrero del 2000
1) Introducción:
El siglo XIX había descubierto el capitalismo. El siglo XX aprendió como domarlo y
volverlo más productivo dotándolo de los componentes institucionales de una economía
de mercado auto sostenible: banco central, política fiscal estabilizadora, legislación
antimonopolio y regulatoria, seguridad social y democracia política. Fue durante el siglo
XX que estos elementos de la economía mixta se enraizaron en los que hoy son los
países industriales avanzados.
La evidencia de que tanto la iniciativa privada como la acción colectiva son necesarias
para el éxito económico llegó a los países en vías de desarrollo bastante tarde. En
América Latina, donde los países se habían independizado hace mucho tiempo, la visión
“estructuralista” dominante creía que los incentivos de mercado fracasarían en obtener
respuesta del lado de la oferta. A lo largo del mundo subdesarrollado, el sector privado era
mirado con escepticismo y la iniciativa privada fue severamente circunscripta.
Estas visiones sufrieron una transformación radical durante los años ’80 bajo la influencia
conjunta de una prolongada crisis de la deuda y de los dictados de las instituciones de
Bretton Woods. El “Consenso de Washington”, fue abrazado entusiastamente por los
responsables de política económica en América Latina y en el Este de Europa. La
recepción fue más cauta y mesurada en Asia y África, pero también allí la política
emprendió un giro decidido hacia los mercados. Estas reformas pro-mercado prestaron al
principio muy poca atención a las instituciones y a la complementariedad entre las esferas
pública y privada de la economía. El rol asignado al gobierno no fue mas allá del
mantenimiento de la estabilidad macroeconómica y la provisión de educación. La prioridad
fue retirar al estado, no hacerlo más efectivo.
Una visión más equilibrada empezó a emerger durante los años finales del siglo, cuando
el Consenso de Washington fallo en cumplir sus promesas. La conversación en
Washington cambio hacia las “reformas de segunda generación”, la “gobernabilidad” y la
“revigorización de las capacidades del estado” .
2) Algunas Lecciones de la Historia Económica Reciente
Muchos países en vías de desarrollo experimentaron tasas de crecimiento económico sin
precedente durante el período de posguerra que llega hasta fines de los años ’70. A estas
tasas de crecimiento, el ingreso per capita debería duplicarse en algo menos de 28 años,
esto es, cada generación. Entre ellos se incluyen doce países en América del Sur.
Deberían existir pocas dudas de que este crecimiento económico condujo a mejoras en
las condiciones de vida de una vasta mayoría de los hogares en estos países.
a) El Rol de las Políticas Substitutivas.
La mayoría de los países que se comportaron bien en este período siguieron políticas de
substitución de importaciones (ISI). Estas políticas estimularon el crecimiento y crearon
mercados domésticos protegidos, y por lo tanto rentables, para que los empresarios
locales inviertan en ellos. Contrariamente a la opinión convencional, el crecimiento
conducido por la ISI no produjo tremendas ineficiencias a amplia escala económica. De
hecho, la performance de productividad de muchos de los países de América Latina y del
Este medio fue, en términos comparativos, ejemplar.
Como estrategia de industrialización dirigida a elevar la inversión doméstica e incrementar
la productividad, la substitución de importaciones aparentemente funcionó bastante bien
en un muy amplio rango de países hasta, al menos, mediados de los años ’70. A pesar de
sus problemas, la ISI logró récord más que respetables.

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b) Colapso de Crecimiento.
Luego del shock petrolero de 1973, las cosas empezaron a lucir muy diferente. La tasa de
crecimiento media para todos los países en vías de desarrollo cayó.
El Este medio y América Latina, que habían liderado el crecimiento de PTF 1 en el mundo
en vías de desarrollo anterior a 1973, no solo se retrasaron sino que en realidad
experimentaron tasas promedio negativas de crecimiento de la PTF de allí en más. Solo el
Este asiático mantuvo su particular crecimiento de la PTF, mientras que el Sur de Asia en
realidad incremento su performance.
El hecho que algunos de los más entusiastas seguidores de las políticas ISI en Asia del
Sur (India y Pakistán en particular) hayan logrado mantener sus tasas de crecimiento
después de 1973 (Pakistán), o incrementarlas (la India), sugiere también que algo más
que solo la ISI estaba involucrado.
La razón inmediata del colapso económico fue la incapacidad para modificar
adecuadamente las políticas macroeconómicas inmediatamente después de los shocks
externos. Los desajustes macroeconómicos dieron origen a una serie de síndromes
asociados a la inestabilidad macroeconómica –inflación alta o reprimida, escasez de
divisas y altas primas en el mercado negro, desequilibrios de la balanza de pagos y crisis
de endeudamiento– que magnificaron los costos reales de los shocks. Los países que
más sufrieron fueron aquellos con la mayor inflación y prima en el mercado negro de
divisas (Rodrik 1999a, 4.1). Las culpables fueron las malas políticas monetarias y fiscales
y el inadecuado ajuste de las políticas cambiarías, agravadas a veces por las políticas
cortas de vista de los acreedores y las instituciones de Bretton Woods. Las políticas
comerciales e industriales poco tuvieron que ver como causantes de la crisis.
¿Por que algunos países fueron más rápidos que otros para ajustar sus políticas
macroeconómicas? Los determinantes profundos de la performance de crecimiento
posterior a los años ’70 residen en la capacidad de las instituciones domesticas para
manejar los conflictos distributivos generados por los shocks externos del periodo.
Si es posible aplicar los reajustes apropiados sin un brote de conflictos distributivos o sin
perturbar los acuerdos sociales prevalecientes, el shock puede ser manejado con pocos
efectos duraderos sobre la economía. Si no resulta posible, la economía puede quedar
paralizada por años en la medida en que ajustes inadecuados condenen al país a
embotellamientos de divisas, restricción de importaciones, crisis de deuda y ataques de
alta inflación. Adicionalmente, las divisiones sociales profundas dan a los gobiernos un
incentivo para postergar los ajustes necesarios y conducen a niveles excesivos de
endeudamiento externo, en la expectativa de que serán otros los grupos sociales que
terminaran pagando los eventuales costos.
La evidencia internacional respalda este argumento: los desequilibrios macroeconómicos
y los colapsos de crecimiento son más probables en sociedades con alto grado de
desigualdad de ingresos y fragmentaciones etno-lingüísticas, y menos probables en
países con instituciones democráticas e instituciones publicas de alta calidad (Rodrik
1999b).
c) Lecciones de la Crisis Financiera Asiática.
Una lección de crisis fue que los mercados de capitales internacionales tienen una pobre
capacidad de discriminación entre riesgo bueno y riesgo malo. Es difícil de creer que
existiera mucho de racionalidad colectiva en el comportamiento de los inversores durante
y antes de la crisis: los mercados financieros estaban groseramente equivocados en 1996
cuando hicieron llover dinero a cantaros en la región o lo estaban groseramente
equivocados en 1997 cuando lo retiraron en masa. La implicación es que confiar
excesivamente en el capital liquido de corto plazo (como lo hicieron todos los países mas

1 Productividad Total de los Factores

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afectados) es una estrategia peligrosa.
Segundo, las crisis han demostrado que la orientación comercial per se tiene poco que
ver con la propensión a ser golpeado por severos problemas de liquidez. Las economías
asiáticas mas afectadas por la reversión de los flujos de capitales se encuentran entre las
economías del mundo mas “orientadas hacia afuera”, las que rutinariamente son
señaladas como los ejemplos que los otros países deben seguir.
Una tercera lección de la crisis es que las instituciones domésticas de manejo de la crisis
son críticas para contener las consecuencias económicas adversas del shock inicial.
Cuando la crisis se dispara, parece que los gobiernos autoritarios tienen mejores chances
de evitar las potenciales explosiones sociales que ella puede crear, en tanto las
“desordenadas” democracias padecen.
d) Algunas Conclusiones.
Primero, la política ISI funcionó bastante bien por un periodo de aproximadamente dos
décadas. Llevo a mayores tasas de inversión y provocaron registros de crecimiento
económico sin precedentes en países de América Latina, entre otros. Segundo, cuando
las economías de estos países empezaron a caer en la segunda mitad de los años ’70,
las razones tenían poco que ver con las políticas ISI per se o con la magnitud del
intervencionismo gubernamental. Los países que resistieron la tormenta fueron aquellos
cuyos gobiernos emprendieron los adecuados ajustes macroeconómicos (en el área de la
política fiscal, monetaria y cambiaria) rápida y decisivamente. Tercero, y más fundamental,
el éxito en la adopción de estos ajustes macroeconómicos estuvo relacionado a profundos
determinantes sociales. Fue la capacidad para manejar los conflictos sociales domésticos
disparados por la turbulencia de la economía mundial en los años ’70 lo que hizo la
diferencia entre la continuidad del crecimiento y el colapso económico. Los países con
divisiones sociales profundas e instituciones débiles (particularmente para el manejo de
conflictos) sufrieron el mayor deterioro económico frente a los shocks externos de los
años ’70.
3) Una Taxonomía de las Instituciones Publicas de Apoyo al Mercado.
La economía de mercado está necesariamente “inserta” en un conjunto de instituciones
extra-mercado. No todas estas instituciones están allí para servir primero y principalmente
a las necesidades de la economía de mercado. El hecho de que una estructura de
gobierno es necesaria para hacer que los mercados funcionen no implica que la
estructura de gobierno sirva solo a este fin. Las instituciones extra-mercado producirán a
veces resultados socialmente indeseables, como cuando se usa el poder publico para la
obtención de beneficios privados. Y también pueden producir resultados que restrinjan el
libre juego de las fuerzas de mercado en la búsqueda de un fin superior, tales como la
estabilidad y la cohesión social.
A continuación se exponen cinco tipos de instituciones de respaldo al mercado: derechos
de propiedad; instituciones regulatorias; instituciones para la estabilización
macroeconómica; instituciones de seguridad social; e instituciones para el manejo de
conflictos.
a) Derechos de Propiedad.
Es posible considerar una economía socialista de mercado prospera en teoría, como lo
estableció el famoso debate de los años ’20. Pero todas las economías prosperas del
presente fueron construidas sobre la base de la propiedad privada. Un empresario no
tiene incentivo a acumular o innovar a menos que él (o ella) tenga un adecuado control
sobre el retorno de los activos producidos o innovados.
La palabra clave es “control” antes que “propiedad”. Los derechos de propiedad formales
no sirven de muchos si ellos no confieren el derecho al control. Por lo mismo, derechos al
control suficientemente fuertes pueden funcionar adecuadamente incluso en ausencia de

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derechos de propiedad formales.
La ley en si misma no es ni necesaria ni suficiente para proveer derechos al control
seguros. En la practica, los derechos al control son sostenidos por una combinación de
leyes, respaldo privado, tradiciones y costumbres. Ellos pueden estar distribuidos muy
estrechamente o más difusamente que los derechos de propiedad. La dirección puede ser
tan importante como los accionistas.
Adicionalmente, los derechos de propiedad raramente son absolutos, incluso aunque
estén establecidos por la ley. Otras leyes o normas –como aquellas contra los asesinos–
pueden prevalecer sobre los derechos de propiedad. Cada sociedad decide por si misma
el alcance de los derechos de propiedad permitidos y las restricciones aceptables a su
ejercicio.
Todas las sociedades reconocer que el derecho a la propiedad privada puede ser limitado
si esto sirve a un interés publican superior. Es la definición de lo que constituye “un interés
publico superior” lo que varia.
b) Instituciones Regulatorias.
Los mercados fallan cuando los participantes desarrollan comportamientos fraudulentos o
anticompetitivos. Fallan cuando los costos de transacción impiden la internalización de
externalidades tecnológica u otro tipo de externalidades no pecuniarias. Y fallan cuando la
información incompleta resulta en riesgo moral o en selección adversa. Los economistas
reconocen estas fallas y han desarrollado herramientas analíticas para pensar
sistemáticamente en las consecuencias y los posibles remedios a estas fallas. Las teorías
del segundo mejor, la competencia imperfecta, de agencia, de mecanismos de selección y
muchos otros ofrecen una casi desconcertante variedad de instrumentos regulatorios para
contrarrestar fallas de mercado. Las teorías de “political economy” y de la elección publica
advierten contra la confianza limitada en estos instrumentos.
En la práctica, cada una de las economías de mercado exitosas esta supervisada por una
multitud de instituciones regulatorias, en los mercados financieros, de bienes, de
servicios, laboral y de activos.
En realidad, cuando más libres son los mercados mayor es la presencia de instituciones
regulatorias. No es casualidad que los Estados Unidos tengan a la vez los mercados más
libres del mundo y la más inflexible legislación anti monopolica.
Es importante reconocer que las instituciones regulatorias pueden necesitar extenderse
mas allá de la lista estándar que cubre anti monopolios, supervisión financiera, regulación
accionaria y pocos otros. Esto es verdad especialmente en los países en vías de
desarrollo, donde las fallas de mercado pueden estar mas difundidas y la regulación de
mercados requerida ser más extensa. Una vez mas, la lección es que los marcos
institucionales deseables varían, y no solo entre países, sino también dentro de países a
lo largo del tiempo.
c) Instituciones para la Estabilización Macroeconómica.
A partir de Keynes nosotros tenemos un mejor entendimiento del hecho que las
economías capitalistas no necesariamente se auto-estabilizan. Las visiones más recientes
de la inestabilidad macroeconómica enfatizan la inestabilidad inherente de los mercados
financieros y su transmisión hacia el sector real de la economía. En todas las economías
avanzadas se han dado instituciones que cumplen funciones estabilizadoras.
Probablemente la mas importante de estas instituciones es la de prestamista de ultima
instancia –típicamente el banco central– que protege de las crisis bancarias auto-
cumplidas.
Existe una fuerte corriente de pensamiento macroeconómico, representada por el enfoque
de los ciclos reales, que discute la posibilidad o la efectividad de estabilizar la
macroeconomía mediante políticas fiscales o monetarias. También existe percepción en

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algunos círculos políticos, particularmente en América Latina, que las instituciones fiscales
y monetarias –tal como están diseñadas– han aumentado la inestabilidad
macroeconómica en lugar de reducirla, siguiendo políticas pro cíclicas antes que contra
cíclicas (Haussman Gavin, 1996). Estos desarrollos han alentado la tendencia hacia la
independencia de la banca central y contribuido a la apertura de un nuevo debate sobre el
diseño de instituciones fiscales más robustas.
Algunos países (Argentina es el ejemplo más significativo) han resignado completamente
la función de prestamista de ultima instancia reemplazando su banco central por una caja
de conversión. otros. El debate sobre cajas de conversión y dolarización ilustra el hecho
obvio, pero a veces olvidado, que las instituciones que un país necesita no son
independientes de la historia de ese país.
c) Instituciones de Seguridad Social.
El crecimiento económico moderno supone la transición de una economía estática a una
dinámica en la que las tareas que los individuos realizan están en constante evolución y
los movimientos de ascenso y descenso en la escala de ingresos son frecuentes.
La enorme expansión de los programas públicos de seguridad social durante el siglo XX
es una de las características más notables de la evolución de las economías de mercado
avanzadas.
Como apunta Jacoby (1998), antes de la Gran Depresión la clase media era capaz de
auto asegurarse o de adquirir seguros a intermediarios privados. Cuando estas formas de
seguro privado colapsaron, la clase media puso su considerable peso político al servicio
de la extensión de la seguridad social y de la creación de lo que más tarde se llama el
estado de bienestar.
Pero la impactante expansión de los programas de seguridad social, particularmente en
las pequeñas economías mas abiertas al comercio internacional, fue un fenómeno de la
segunda posguerra (Rodrick, 1998).
La seguridad social no siempre toma la forma de pagos de transferencia financiados por
recursos fiscales.
La seguridad social legitima a la economía de mercado porque la vuelve compatible con la
cohesión y la estabilidad social. Al mismo tiempo los estados de bienestar existentes en
Europa Occidental y los Estados Unidos engendran costos sociales y económicos. Por
esto, los países en vías de desarrollo, como los de América Latina que adoptaron modelos
orientados al mercado después de la crisis de la deuda, no prestaron suficiente atención
a la creación de instituciones de seguridad social. El resultado ha sido la inseguridad
económica y una reacción contra las reformas. En la manera en que estos países
mantendrán la cohesión social frente a las grandes desigualdades y volatilidad de
resultados (ambas agravadas por el creciente reposo en las fuerzas de mercado) es una
pregunta sin respuesta obvia por el momento. Pero si América Latina y las otras regiones
en vías de desarrollo tienen que construir en seguridad social un camino diferente al
seguido por Europa o Norte América, ellas deberán desarrollar su propia visión –y sus
propias innovaciones institucionales– para superar la tensión entre las fuerzas de
mercado y las ansias de seguridad económica.
d) Instituciones para el Manejo de Conflictos.
Los economistas han usado modelos de conflicto social para echar luz sobre algunas de
las siguientes cuestiones. ¿Por que los gobiernos retrasan la adopción de programas de
estabilización a pesar de que esta demora impone costos a todos los grupos (Alesina y
Drazen 1991)? ¿Por países ricos en recursos naturales tienen peores performances que
otros países que carecen de esos recursos (Tornell y Lane 1999)? ¿Por que los shocks
externos llevan a prolongadas crisis económicas que no tienen proporción con los shocks
en sí mismos (Rodrick 1999)?

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Todo esto puede pensarse como casos de fallas de coordinación en las que las facciones
sociales fracasan en arribar a acuerdos que serian mutuamente beneficiosos. Las
sociedades sanas poseen un conjunto de instituciones que hacen menos probables estas
fallas de coordinación: el imperio de la ley, una justicia de alta calidad, instituciones
políticas representativas, elecciones libres, sindicatos independientes, asociaciones
sociales, representación institucionalizada de los grupos minoritarios y redes de seguridad
social son ejemplos de tales instituciones. Estos mecanismos funcionan como
instituciones de manejo de conflictos porque implican doble “tecnología de compromiso”:
advierten a los potenciales “ganadores” de los conflictos sociales que sus ganancias
serán limitadas, y aseguran a los perdedores que ellos no serán expoliados. Estos
mecanismos tienden a incrementar los incentivos a cooperar de los grupos sociales
reduciendo el beneficio de seguir estrategias no cooperativas.
4. ¿Cuál es el Rol de la Diversidad Institucional?
Una economía de mercado se apoya en una amplia variedad de instituciones que
cumplen funciones de regulación, estabilización y legitimización. Una vez que estas
instituciones son aceptadas como parte integrante de una economía basada en el
mercado, las dicotomías tradicionales entre mercado y estado o laissez-faire e
intervención empiezan a tener menos sentido. Estas son elementos complementarios que
vuelven sostenible al sistema. Cualquier economía de mercado que funciona es una
mezcla de estado y mercado, laissez-faire e intervención.
Formalmente, no hay una función simple que relacione al mercado y al conjunto de las
instituciones extra-mercado requeridas para sostenerlo, y aparecen idas y vueltas en la
amplia variedad de instituciones regulatorias, estabilizadoras y legitimadoras que
observamos en las actuales sociedad industriales avanzadas.
Los marcos institucionales que hoy observamos en funcionamiento, variados como son,
constituyen ellos mismos un subconjunto del gran rango de potenciales posibilidades
institucionales. No hay razón para suponer que las sociedades modernas han logrado ya
agotar todas las útiles variaciones institucionales capaces de apuntalar una economía
saludable y vital. Incluso si aceptamos que las economías basadas en el mercado
requieren cierto tipo de instituciones, como lo enumeramos en la sección previa, este
imperativo no restringe a una lista cerrada de posibilidades institucionales. Las
posibilidades no se presentan en forma de sistemas indivisibles, que resisten o fracasan
en conjunto. Siempre existen marcos alternativos capaces de enfrentar los mismos
desafíos de la realidad (Unger, 1998, 24-25).
5. Incentivos de Mercado e Instituciones.
Es la iniciativa individual la que en definitiva explica el progreso económico. El sistema de
mercado no tiene eficiencia para dirigir los esfuerzos individuales hacia la meta del
progreso material de la sociedad.
Los estructuralistas minimizaron los incentivos de mercado por considerarlos inefectivos
frente a las restricciones de oferta y otras múltiples limitaciones “estructurales”. Los
socialistas los minimizaron por considerarlos incompatibles con el logro de la equidad y
otras metas sociales.
Pero la experiencia en términos de desarrollo del ultimo medio siglo revela: los países de
mejor performance son aquellos que han liberalizado parcial y gradualmente. Una razón
importante por la cual las estrategias gradualistas funcionaron en los casos mencionados
es que ellas son más adaptables a las instituciones domesticas preexistentes. Y por lo
tanto reducen la necesidad de construcción institucional.
Las estrategias de reforma pro-mercado deben reconocer no solo que las instituciones
importan sino también que toma tiempo y esfuerzo alterar el marco institucional existente.
Este ultimo hecho representa una restricción tanto como una oportunidad. Es una

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restricción porque implica que un “primer-mejor” puede no ser alcanzable en términos de
reforma. Es una oportunidad porque esto permite a los responsables de política
económica imaginativos intentar alternativas provechosas (como el sistema de dobles
estándares o TVE’s en China).
6.Implicaciones para la Gobernabilidad y la Condicionalidad Internacional.
El argumento anterior se puede resumir en las siguientes cuatro proposiciones:
1)Los incentivos de mercado son críticos para el desarrollo económico.
2)Los incentivos de mercado necesitan ser respaldados por instituciones publicas fuertes.
3)La economía de mercado es compatible con una diversidad de marcos institucionales.
4)Cuanto mayor sea la adecuación entre las reformas pro-mercado y las capacidades
institucionales preexistentes, mayor es la posibilidad de éxito.
éxito.
Las dos primeras proposiciones son ahora ampliamente aceptadas, y forman la base del
Consenso de Washington aumentado. Pero la importancia de los puntos tres y cuatro no
es adecuadamente reconocida.
Por lo tanto, y tal como fue operacionalizada, esta nueva visión del desarrollo llevó a un
engranaje de condiciones y a una reducción del espacio dentro del cual la política
económica puede ser conducida. En general, esto es indeseable por un numero de
razones. Primero, es irónico que esto ocurra precisamente en el momento en que nuestra
comprensión de como funciona la economía global y de lo que necesitan hacer los países
pequeños para prosperar en ella se ha revelado muy escasa.
Segundo, el capitalismo de mercado es compatible con una variedad de marcos
institucionales. El nuevo Consenso o rechaza esta visión (la idea de la “convergencia”
total) o subestima su significado en la practica. La nueva disciplina externa trae de la
mano un modelo particular de desarrollo económico que, de hecho, no ha sido testeado
siquiera en la experiencia histórica de los actuales países avanzados. Esta disciplina priva
del derecho a algunas estrategias de desarrollo que funcionaron en el pasado, y a otras
que podrían funcionar en el futuro. La reducción de la autonomía nacional en la
formulación de una estrategia de desarrollo es un costo por el cual difícilmente los países
en vías de desarrollo reciban una recompensa adecuada.
Tercero, las dificultades practicas asociadas a la implementación de muchas de las
reformas institucionales son severamente subestimadas. Una estrategia que adapte las
reformas pro-mercado a las capacidades institucionales existentes es mucho más
probable que rinda frutos en el corto plazo.
Nada de esto sugiere que las reformas institucionales específicas que dominan la agenda
de los organismos de Bretton Woods carezcan de mérito.
Cualquiera sea el rumbo que la evolución de la arquitectura económica internacional siga,
una meta importante seria dejar espacio para que los países en vías de desarrollo
experimenten sus propias estrategias.
7. ¿Cuán Importante es la Integración Económica Internacional?
Los requerimientos de la integración económica global han venido a ejercer una gran
presión sobre el diseño de las políticas de desarrollo. Los países en desarrollo son
incesantemente calificados a partir de la larga lista de requisitos que deben cumplir para
integrarse a la economía mundial. El problema con el discurso corriente referido a la
globalización es que confunde fines con medios. Una estrategia verdaderamente
orientada hacia el desarrollo requiere un cambio de énfasis. La integración a la economía
mundial debe ser vista como un instrumento para lograr el crecimiento y el desarrollo
económico, no como una meta en sí misma. La maximización del comercio y de los flujos
de capital no debería ser un objetivo de las políticas de desarrollo.
Ningún país se logro desarrollarse dándole la espalda al comercio internacional y a los

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flujos de capitales. Pero es igualmente cierto que ningún país se ha desarrollado
simplemente por abrirse al comercio y a las inversiones externas. El truco en los casos
exitosos ha sido combinar las oportunidades ofrecidas por los mercados mundiales con
una estrategia domestica de inversión destinada a estimular los “animal spirits” de los
empresarios locales.
No existe evidencia de que la liberalización comercial este asociada a tasas de
crecimiento más altas. Las instituciones multilaterales tales como el FMI, el Banco
Mundial y la OECD habitualmente promulgan consejos predicados sobre la creencia que
la apertura tiene consecuencias positivas y predecibles sobre el crecimiento. De hecho, la
evidencia disponible en este punto no es, ni aproximadamente, tan fuerte como se la
presenta.
a) La Evidencia Sobre Liberalización Comercial.
No es que la protección comercial debe ser preferida a la liberalización comercial como
regla. No existe evidencia creíble de los últimos 50 años en la que mayor protección haya
estado asociada sistemáticamente a un mayor crecimiento. El punto es, simplemente, que
los beneficios de la apertura comercial no deberían ser exagerados. Cuando otras
políticas valiosas compiten por recursos administrativos y capital político escaso, la
profunda liberalización comercial no merece la alta prioridad que típicamente recibe en las
estrategias de desarrollo. Esta es una lección de particular importancia para aquellos
países (como los Africanos) que están en las etapas iniciales de las reformas.
b) La Evidencia sobre la Liberalización de la Cuenta Capital.
La evidencia sobre los beneficios de liberalizar la cuenta capital es incluso más débil. Y
mientras existen mucha evidencia de que los crash financieros comúnmente siguen a las
liberalizaciones financieras (ver Willianson y Mahar 1998 para una reseña), tenemos poca
evidencia que sugiera que las altas tasas de crecimiento económico se derivan de la
liberalización de la cuenta capital.
Entre todos los argumentos a favor de la movilidad internacional de capitales quizás el
mas atractivo es aquel que dice que tal movilidad sirve a una útil función disciplinadora de
la política de gobierno.. Sin embargo, en las sociedades modernas esa disciplina es
provista por las instituciones democráticas –elecciones, partidos de oposición, justicia
independiente, debate parlamentario, libertad de prensa y otras libertades civiles.
Seguir la agenda de liberalización de la cuenta de capital tiene el efecto desplazar agenda
del responsable de política económica y desviar sus energías de los esfuerzos de
desarrollo nacional.
8. Conclusiones.
La lección del siglo XX es que el desarrollo requiere mercados respaldados por
instituciones publicas sólidas. Las actuales economías industriales avanzadas –los
Estados Unidos, Europa Occidental, Japón– deben su éxito a haber desarrollado sus
modelos propios, específicos, factibles, de economía mixta.
Todas las sociedades exitosas están abiertas al aprendizaje, especialmente el que
proviene de los útiles precedentes en otras sociedades. Lo que es importante es que los
“bocetos” importados sean filtrados a través de las practicas y necesidades locales.
Lo que es verdad para las actuales economías avanzadas también lo es para los países
en vías de desarrollo. El desarrollo económico deriva, en definitiva, de una estrategia
interna de crecimiento y no de los mercados mundiales. Los responsables de política
económica en los países en vías de desarrollo deben evitar las modas, poner la
globalización en perspectiva y concentrarse en la construcción institucional. Deben confiar
mas en ellos mismos y en la construcción de las instituciones domesticas y tener menos
fe en la economía global y en los bocetos elaborados en otras partes.

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