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Gaston Bachelard

Epistemología
Textos escogidos por
Dominique Lecourt

EDITORIAL ANAGRAMA
BARCELONA
Titulo de la edición original:
:Épistémologie

Traducción:
ELENA POSA

Maqueta de la colección:
Argente y Mumbrú

Unas palabras acerca del criterio que ha presidido la


elección de estos textos. Intenta responder a una exigen-
cia doble y contradictoria: proporcionar un fácil acceso
a una epistemología que ha hecho precisamente de la
dificultad el signo distintivo del trabajo productivo
científico y filosófico. Por interés pedagógico hemos resti-
tuido in extenso los ejemplos que no requieren una infor-
mación científica demasiado especializada; en compensa-
ción, hemos evitado la aridez de las páginas en la que se
podía caer en la transcripción detallada de los cálculos.
Pero no por ello hemos querido alimentar cierta imagen
-demasiado extendida- de una bachelardismo benévo-
lo que, a partir de aceptar una lectura sin crítica de una
C>Presses Universitaires de France obra ambigua como La formation de l'esprit scientifique,
París, 1971 se reduciría a la yuxtaposición inorgánica de algunos
principios metodológicos generales, de ciertos consejos
C>EDITORIAL ANAGRAMA
Calle de la Cruz, 44
pedagógicos juiciosos y de varias afirmaciones de fina
Barcelona - 17 psicología más o menos unificadas bajo la amable ban-
dera de un psicoanálisis endulzado. La realidad de la
ISBN 84-339-0026-9
epistemología de Bachelard es muy distinta: se constitu-
Depósito Legal: B. 48505- 1973 • ye con atención tensa, durante casi un cuarto de siglo,
h~cia los progresos contemporáneos de las ciencias física

______
1 _
y qUlmlca, con una vigilancia polémica sin desfalleci- LISTA DE LAS OBRAS EPISTEMOLÓGICAS
miento s respecto a las teorías filosóficas del conocimien- DE BACHELARD
to y, fruto de estos intereses combinados, con una rectifi-
cación progresiva, en una «autopolémica» constante, de
sus propias categorías. El orden adoptado aquí quisiera
explicar este triple carácter. El lector ya habrá compren-
dido que, por principio, esta recopilación no pretende
ofrecer un cuadro sistemático de la epistemología de Ba-
chelard. Debido a su perpetuo «recomienzo» excluye la
forma del sistema para hacer de su esencial estado inaca-
bado el índice de su progresión. Que no se tome pues la
proximidad de textos aparentemente semejantes por sim-
ples repeticiones: cada uno marca una etapa del trabajo
de Bachelard; que tampoco se sorprenda por no ver aca-
barse estos textos con una serie de preguntas teóricas
acerca de la historia de las ciencias. Esta «epistemología
histórica» abría el terreno a una nueva disciplina, en la Essai sur la oonnaissanoe approchée, Ed. Vrin, 1928
(Essai)
que otros, después, se han introducido: «la historia epis-
temológica de las ciencias». Este no es su menor interés. Etude sur l'évolution d'un probleme de physique, Ed.
Vrin, 1928 (Etude)
Le valeur inductive de la relativité, Ed. Vrin, 1929 (Valeur
inductive)
Le pluralisme cohérent de la chimie moderne, Ed. Vrin,
1932 (Pluralisme)
Les intuitions atpmístiques, Ed. Boivin, 1933 (Intuf¡.
tions)
Le nouvel esprit scientifique, Presses Universitaires de
France, 1936 (Nouvel Esprit)
La dialectique de la durée, Presses Universitaires ·de Fran-
ce, 1936
L'expérience de l'espace dans la physique contemporaine,
Presses Universitaires de France, 1937 (Expérience)
La formation de l'esprit scientifique, Ed. Vrin, 1938 (For·
mation) *

* La formación del espíritu cientlfico. Ed. Argos, Buenos Aires,


1948;Siglo XXI Argentina, Editores, S. A., 1972.

A _
La philosophie du Non, Presses Universitaires de France,
1940 (Phüosophie) Puntos de partida
Le rationalismeappliqué, Presses Universitaires de Fran-
ce, 1949 (Rationalisme)
L'activité rationaliste de la physique contemporaine, Pres-
ses Universitaires de France, 1951 (Activité)
Le matérialisme rationnel, Presses Universitaires de Fran-
ce, 1953 (Matérialisme)
La psychanalyse du feu, Gallimard, collection «Idées»
(Psychanalyse) *

La richesse d'inférence de la physique mathématique,


Sdentia, 1928
Noumene et microphysique, Recherches philosophiques,
1, 1931 (reproducido en Etudes, Vrin, 1970)
Le Monde come caprice et miniature, Recherches philo-
sophiques, III, 1933 (reproducido en Etudes, Vrin 1,
1970)
Idéalisme discursif, Recherches philosophiques, IV, 1934
(reproducido en Etudes, Vrin, 1970)
Univers et réalité, Trabajos del IIo Congreso de las socie-
dades de filosofía de Lyon, 1939
Discours du Congres internaJtional de Philosophie des
Sciences, Ed. Hermann, 1949 I
L'idonéisme et l'eJlXlCtitudediscursive, ex. E~udes de phi-
lasophie des sciences, NeucM.tel, Ed. du Griffon, 1950
L'actualité de l'histoire des sciences, Ed. du Palais de la
Découverte, octubre 1951
I. LA "NOVEDAD" DE LAS CIENCIAS
CONTEMPORÁNEAS

[ 1] A fines del pasado siglo, se creía todavía en el


carácter empíricamente unificado de nuestro conocimien-
to de lo real. Se trataba incluso de una conclusión en la
que se reconciliaban las filosofías más hostiles. En efecto,
la unidad de la experiencia aparece desde un doble punto
de vista: para los empiristas, la experiencia es uniforme
en su esencia porque todo viene de la sensación; para
los idealistas, la experiencia es uniforme porque es im-
permeable a la razón. Tanto en la aceptación como en el
rechazo, el ser empírico forma un bloque absoluto. De
todos modos, creyendo separar cualquier preocupación
filosófica, la ciencia del siglo pasado se ofrecía como un
conocimiento homogéneo, como la ciencia de nuestro
propio mundo, en contacto con la experiencia cotidiana,
organizada por una razón universal y estable, con la
aprobación final de nuestro interés común. El científico
era, según Conrad, «uno entre nosotros». Vivía en nues-
tra realidad, manejaba nuestros objetos, se educaba con
nuestro fenómeno, encontraba la evidencia en la claridad
de nuestras intuiciones. Desarrollaba sus demostraciones

-----------_ .••....._-------
siguiendo nuestra geometría y nuestra mecánica. No dis- cipios realistas de la sintaxis de lo infinitamente pequeño.
cutía los principios de la medida, dejaba al matemático En esta sintaxis, el sustantivo ya está demasiado mal de-
con sus axiomas. Contaba cosas separadas, no postulaba I finido para dominar la frase. Ya no será la cosa lo que
números que ya no son verdaderamente números. Entre 1, podrá instruimos directamente, como proclamaba la
él y nosotros existía de un modo natural la misma aritmé- I.fe empírica. No aumentaremos el conocimiento de un
tica. La ciencia y la filosofía hablaban el mismo lenguaje. objeto ultra-microscópico aislándolo. Aislado, un cor-
Todavía enseñamos a nuestros hijos esta ciencia para púsculo se convierte en un centro de irradiación para
filósofos. Es la ciencia experimental de las instrucciones un fenómeno mayor. Tomado en su papel físico es más un
ministeriales; pensad, medid, contad; desconfiad de lo .medio de análisis que un objeto para el conocimiento em-
abstracto, de la regla; ligad los espíritus jóvenes a lo con- f"pírico.Es un pretexto para pensar, no un mundo a explo-
creto, al hecho. Ver para comprender, este es el ideal de \.rar. Es inútil llevar el análisis hasta conseguir aislar des-
esta extraña pedagogía. Da igual si el pensamiento va de- de todos los puntos de vista un objeto único, ya que
trás del fenómeno mal visto, de la experiencia mal hecha. parece que en el mundo de la microfísica lo único pierde
Da igual si la relación epistemológica así establecida va sus propiedades sustanciales. En este caso sólo hay pro-
de lo prelógico de la observación inmediata a la verifica- piedades sustanciales por encima -no por debajo- de
ción siempre infalible mediante la experiencia común, en los objetos microscópicos. La substancia de lo infinita-
vez de ir del programa racional de investigaciones al ais- mente pequeño es contemporánea a la relación.
lamiento y a la definición experimental del hecho cientí- Si lo real se desindividualiza físicamente yendo hacia
fico siempre artificial, delicado y escondido. regiones profundas de la física infinitesimal, el científico
Pero la física contemporánea no trae mensajes de un dará más importancia a la organización racional de sus
mundo desconocido. Estos mensajes están redactados en experiencias a medida que haga aumentar su precisión.
«jeroglíficos», según la expresión de Walter Ritz. Inten- Una medida precisa es siempre una medida compleja; se
tando descifrados, nos damos cuenta de que los signos trata, pues, de una experiencia organizada racionalmente.
desconocidos se interpretan mal en el plano de nuestras De ahí un segundo transtomo en la epistemología con-
costumbres psicológicas. En particular, parecen refrac- temporánea. Debemos subrayar su importancia filosófica.
tarios al análisis usual que separa una cosa de su acción. En efecto, nos parece que la construcción matemática de
,En el mundo desconocido del átomo ¿no existiría una las hipótesis atómicas contradice la teoría que atribuía
especie de fusión entre el acto y el ser, entre la onda y a estas hipótesis un papel secundario y provisional. En
el corpúsculo? ¿Es necesario hablar de aspectos comple- el siglo XIX se tomaban las hipótesis científicas como or-
mentarios o de realidades complementarias? ¿No se tra- ganizaciones esquemáticas o pedagógicas. Se acostumbra-
ta de una cooperación más profunda del objeto y del ba a decir que eran simples medios de expresión. Se creía
movimiento, de una energía compleja en la que convergen que la ciencia era real por sus objetos, hipotética por las
lo que es y lo que se hace? Finalmente, como estos fenó- relaciones establecidas entre los objetos. A la menor con-
menos ambiguos nunca designan nuestras cosas, se trata tradicción, a la menor dificultad experimental, se abando-
de un problema de gran alcance filosófico preguntarse naban estas hipótesis de relación calificándolas de tradi-
si designan cosas. De ahí una subversión total de los prin- cionales, como si una convención científica tuviera otro
medio para ser objetiva que el carácter racional. El nuevo «muerta», era todavía una cultura indispensable para el
físico ha derribado la perspectiva de hipótesis paciente- estudio de las mecánicas contemporáneas (relativista,
mente dibujada por Vaihinger. Actualmente los objetos 'cuántica, ondulatoria). Pero los rudimentos ya no bastan
están representados por metáforas, su organización apa- para determinar los caracteres filosóficos fundamentales
renta realidad. Dicho de otro modo, lo que actualmente de la ciencia. El filósofo debe tomar conciencia de los
es hipotético, es nuestro fenómeno; ya que nuestro con- nuevos caracteres de la nueva ciencia.
tacto inmediato con la realidad sólo es un dato confuso, El solo hecho del carácter indirecto de las determi·
provisional, convencional, y este contacto fenomelológi- naciones de la realidad científica nos sitúa en un nuevo
co reclama inventario y clasificación. Por el contrario, la reino epistemológico. Por ejemplo, mientras se trat?b~, en
reflexión da un sentido al fenómeno inicial sugeriendo un espíritu positivista, de determinar los pesos atomICOS,
una serie orgánica de investigaciones, una perspectiva ra- la técnica -sin duda muy precisa- de la balanza era su-
cional de experiencias. A priori no podemos tener ninguna ficiente. Pero cuando en el siglo xx se escogen y se pe-
confianza en la instrucción que el dato inmediato preten- san los isótopos, se necesita una técnica indirect~. El es:
de proporcionamos. No se trata de un juez, ni de un tes- tectroscopio de masa indispensable pa~a e~ta téCnIca,e~t~
timonio, es un acusado, y un acusado al que tarde o tem- basado en la acción de los campos electncos y magnetI-
prano se condena por mentir. El conocimiento científico cosoEs un instrumento que se puede calificar de indirec-
es siempre la reforma de una ilusión. Ya sólo podemos to si se compara con la balanza. La ciencia de L~voisier .
ver en la descripción, incluso minuciosa, de un mundo que fundamenta el positivismo de la balanza, esta en re-
inmediato, una fenomenología de trabajo en el mismo 'Iación continua con los aspectos inmediatos de la expe-
sentido en que antes se hablaba de hipótesis de trabajo. riencia usual. No ocurre lo mismo cuando se añade un
(Noumene et microphysique, en Etudes, Vrin, 1970). electrismo al materÚllismo. Los fenómenos eléctricos de
los átomos están escondidos; Hay que instrumentarlos
en un aparato que no tiene significación directa en la
vida corriente. En la química de Lavoisier se pesa el clo-
ruro de sodio igual que se pesa la sal de cocina en la
vida corriente. Las condiciones de precisión científica, en
[2] Las ciencias físicas y químicas, en su desarrollo la química positivista, sóio acentúan las condiciones de
contemporáneo, pueden caracterizarse epistemológica- precisión comercial. De una p~ecisión a ot~a, no se cam-
mente como campos del pensamiento que rompen clara- bia el pensamiento de la med1.da. Incluso SI se lee l.a po-
mente con el conocimiento vulgar. Se opone a la consta- sición de la aguja en la cruz de la balanza ~~n ~n mIcros-
tación de esta profunda discontinuidad epistemológica la copio, no se abandona la idea de un eqUtltbrlO, ~e ~~a
«educación científica» que se cree suficiente para la «cul- identidad, de masa, aplicación muy simple del prtnctplO
tura general» y sólo se plantea la física y la química de identidad, tan tranquilamente fundamental para el c~
«muertas». No hay aquí nada peyorativo si únicamente nocjmiento común. En lo que se refien~ el espec~ros~oplO
se quiere señalar que existe una ciencia viva. Emile Borel de masa nos encontramos en plena eptstemologza dtscur-
ha demostrado que la mecánica clásica, la mecánica siw. Es' necesario un largo circuito en la ciencia teórica

_-.:- -db-----------
para comprender sus datos. De hecho, los datos son aquí
resultados .
.Se nos objetará que proponemos una distinción muy
dehcada para separar el conocimiento común y el cono-
cimiento científico. Pero es necesario comprender que los
/matices son aquí filosóficamente decisivos. Se trata nada
\ ~~nos que de la p~~acía de la reflexión sobre la percep-
\ClOn,de la preparaClOnnumenal de los fenómenos técnica-
mente constituidos. Las trayectorias que permiten sepa-
rar los isótopos en el espectros copio de masa no existen
en la naturaleza; hay que producidos técnicamente. Son
teoremas elaborados. Deberemos demostrar que lo que
el hombre hace en una técnica científica no existe en la
naturaleza y ni siquiera es una serie natural de fenóme-
nos naturales. (Rationalisme, cap. VI, p. 101-102).

[3] Si trazamos un cuadro general de la filosofía


contemporánea, nos sorprenderá el poco espacio que ocu-
pa en él la filosofía de las ciencias. De un modo más ge-
neral las filosofías del conocimiento parecen estar hoy
en día en desgracia. Los esfuerzos del saber parecen im-
pregnados de utilitarismo; los conceptos científicos, tan
acordes, están considerados como simples valores de us-
tensilidad. El hombre de ciencia, de pensamiento tan te-
nazy ardiente, de pensamiento tan vivo, está considerado
como un hombre abstracto. Cada vez se desacreditan más
todos los valores del hombre estudioso, del hombre labo-
rioso. La ciencia sólo es una pequeña aventura, una aven-
tura en los mundos quiméricos de la teoría, en los laberin·
tos tenebrosos de experiencias ficticias. Por una paradoja
increíble, según las críticas de la actividad científica, el
estudio de la naturaleza apartaría a los científicos de los
valores naturales, la organización racional de las ideas
perJudicaría la adquisición de nuevas ideas.
Si un filósofo habla del conocimiento, lo quiere direc-
tQ, inmediato, intuitivo. Se acaba convirtiendo a la inge-

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J
nuidad en una virtud, en un método. Toma cuerpo el juego un célebre existencialista nos confiesa tranquilamente:
de palabras de un gran poeta que quita una letra n a la «El movimiento es una enfermedad del ser», le respondo:
palabra connaíssance (conocimiento) para sugerir que el El ser es una obstrucción del movimiento, una parada,
verdadero conocimiento es ya un co-naíssance (co-naci- una vacancia, un vaCÍo.Y veo la necesidad de una inver-
miento). Y se profesa que el primer despertar se hace sión radical de la fenomenología del ser humano, de modo
a plena luz, que el espíritu posee una lucidez innata. que el ser humano pueda ser descrito como promoción de
Si un filósofo habla de la experiencia ocurre lo mismo, ser, en su tensión esencial, añadiendo sistemáticamente
se trata de su propia experiencia, del desarrollo tranquilo dinamología a la ontología. En otras palabras, me parece
de un temperamento. Se acaba por describir una visión que la existencia de la ciencia se define como un progreso
personal del mundo como si encontrara ingenuamente el del saber, que la nada simboliza con la ignorancia. En
sentido de todo el universo. Y la filosofía contemporánea definitiva, la ciencia es uno de los testimonios más irrefu-
es así una borrachera de personalidad, una borrachera de tables de la existencia esencialmente progresiva del ser
ori~nalidad. Y esta originalidad pretende ser radical, pensante. El ser pensante piensa un pensamiento conoce-
arraIgada en el propio ser, afirma una existencia concre- dor. No piensa una existencia.
ta, crea un existencialismo inmediato. De este modo cada ¿Qué será pues, entendida en un estilo moderno, la
uno va inmediatamente del ser al hombre. Es inútil bus- filosofía de las ciencias? Será una fenomenología del hom·
car más allá un tema de meditación, un tema de estudio, bre estudioso, del hombre concentrado en su estudio y no
un tema de conocimiento, un tema de experiencia. La con- únicamente un balance difuso de ideas generales y de
ciencia es un laboratorio individual un laboratorio inna- resultados adquiridos. Nos hará asistir al drama cotidia-
to. Es terreno abonado para los existencialismos. Cada no del estudio cotidiano, nos hará describir la rivalidad
cual tiene el suyo, cada cual encuentra su gloria en su sin- y la cooperación, del esfuerzo teórico y de la investigación
gularidad. experimenal, nos colocará en el centro del perpetuo con-
Pues bien, no sale tan barato ser original en la activi- flicto de métodos que es el carácter manifiesto, la tónica
dad científica. El pensamiento científico no encuentra de la cultura científica contemporánea. (Congreso interna-
tan fácilmente la cohesión de una existencia. Pero, en cional de Filosofía de las Ciencias, 1949).
cambio, el pensamiento científico se designa como una
evidente promoción de existencia. Y sobre esta promo-
ción de existencia querría llamaros la atención. En resu-
men, en vez de una existencia en la raíz del ser, en el re-
poso de una natural perseverancia en el ser, la ciencia nos [4] El concepto de límite del conocimiento científi-
propone un existencialismo en el extremo del ser pensan- co, ¿tiene un sentido absoluto? ¿Es posible trazar las
te. pl ..pe~l')amiento el') una fuerza, no una substancia. fronteras del pensamiento científico? ¿Estamos realmente
Cuanto Ilútpoi' es/la- fuerza más· alta es la prómodóíÍ- da encerrados en un espacio objetivamente cerrado? ¿Esta-
ser. Así, pues, es en los dos momentos en que el hombre mos dominados por una razón inmutable? ¿Es el espíritu
amplía su experiencia y coordina su saber cuando se ins- una especie de instrumento orgánico, invariable como la
tituye realmente en su dinámica de ser pensante. Cuando ~an...?,limitado como la vista? ¿Está por lo menos sujeto

---------_ .•.•.•
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a una evolución regular en relación con una evolución demostrar que el conocimiento científico es limitado, no
, . ") Tod as estas preguntas múltiples y enlazadas
orgamca.. basta con demostrar su incapacidad para resolver ciertos
ponen en Juego toda una filosofía, y deben dar un interés problemas, para llevar a cabo algunas experiencias, para
primordial al estudio de los progresos del pensamiento hacer realidad algunos sueños humanos. Sería necesario
científico. poder circunscribir totalmente el campo del conocimien-
Si el concepto de límite del conocimiento científico pa- to, trazar un límite continuo infranqueable, marcar una
rece claro a simple.vista,. es porque, desde un principio, frontera que afecte realmente el terreno limitado. Sin
lo apoyamos en afIrmaCIOnesrealistas elementales. Así esta última precaución, se puede decir que la cuestión de
pues, para limitar el alcance de las ciencias naturales se x la frontera del conocimiento científico no tiene interés
~bjetarán imposibilidades materiales, es decir imposibi- alguno para la ciencia. El espíritu científico estaría en-
lIdades espaCIales.Se le dirá al sabio: ¡jamás alcanzarás t<jp.cesen condiciones de vengarse fácilmente. Podría ar-
los a~tro.s!.j~unca p~drás estar seguro de que un corpús- guir que un problema insoluble es un problema mal plaJn"-
culo mdIvIdIdo sea mdivisible! Esta limitación tan ma- teado, que una experiencia se describe como irrealizable
teri~l, tan geométrica, tan esquemática es la fuente de la cuando se sitúa la imposibilidad en el planteamiento. De- )
clarldad del concepto de las fronteras epistemológicas. masiado a menudo el enunciado de una limitación impli-
Naturalmente hay muchas otras prohibiciones más rele- ca una condena al fracaso porque el problema imposible
vantes pero igualmente brutales. Se objetará por ejemplo impone ya un método defectuoso de resolución.
la impos~bilidad de triunfar sobre la muer;e, de conoce; Insistamos en este punto y veremos cómo la constata-
la esenCIa de la vida, la esencia del espíritu la esen- ción de una imposibilidad no es en absoluto sinónimo de
cia de la materia. Poco a poco, de un modo más filosófico limitación del pensamiento. Por ejemplo, el hecho de que
se rodeará al pens~miento de una serie de posiciones pre~ no se pueda resolver la cuadratura del círculo no nos da
suntam~nte es~nclales. En otras palabras, se impedirá al la prueba de que la mente humana esté enferma. Esta
pensamIento dIscursivo la posibilidad de conocer las co- imposibilidad demuestra, pura y simplemente, que el pro-
sas en sí y se atribuirá a un pensamiento más intuitivo blema de la cuadratura del círculo está mal planteado,
¡ más directo, pero no científico, el privilegio de los conoci~ que los datos de geometría elemental no bastan para dar-
'p1ientos ontológicos. Los partidarios de la limitación me- nos la solución, que la palabra cuadratura implica ya un
ta~ísi~a del pens~miento científico se permiti~án poner a método viciado de solución. Hay que dejar pues al mate-
J1r!Ortunos c~nf!nes que no tienen relación con el pensa- mático la tarea de enunciar de nuevo la cuestión intuiti-
mlento que ftmltan. Esto es tan cierto que el concepto vamente mal planteada. Hay que permitirIe elaborar un
oscur? .de cosa ~n sí s~ ~t~lizacasi inconscientemente para método apropiada al planteamiento convenientemente
espeCIfIcar las lmposlbtlldades de las ciencias particula- rectificado. Para escabullir inmediatamente la dificultad
res. Así pu~s,.el metaf~sico repetirá: no podéis decir qué se podría argumentar de modo análogo que el problema
es la electncIdad en SI, la luz en sí la materia en sí la de la muerte es de alguna manera el problema de la cua-
vida en sí.· ' , dratura del círculo biológico y que se plantea mal si se
Sin e~bargo no debemos dejamos engañar por la pretende resolver a nivel humano, como por ejemplo la
.falsa clan dad de esta posición metafísica. De hecho, para conservación
, de una personalidad de la que ni siquiera

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tenemos la garantía de que en el curso de nuestra vida a que el punto de partida es demasiado in~uiti~o, dema-
es una y permanente. Se nos pide que conservemos los siado esquemático, a que la base de orgamzacIOnes de-
que ni siquiera poseemos. Para resolver el problema inso- masiado estrecha. El deber de la filosofía científica pare-
luble de la muerte, se debe recurrir a transcendencias ex- ce entonces muy claro. Hay que roer por t~d~s partes
perimentales, a transcendencias biológicas, en el mismo 1 s limitaciones iniciales, reformar el conOCImIentono
sentido que el matemático que completa su material de ~entífico que entorpece siempre el conocimiento cien~í-
explicación ante un nuevo objeto matemático. ,flco. La filosofía científica debe, de algún m,odo,d~s~rwr
Pero al seguir a su adversario en este terreno, el espí- , sistemáticamente los confines que la filosofIa tradICIonal
ritu científico sólo tiende a mostramos que, si fuera pre- había impuesto a la ciencia. Hay que evit~r .qu~ el pe~sa-
ciso, sería un buen tramposo. En realidad el debate no es miento científico conserve restos de las lImitaCIOnesfIlo-
éste. No conviene discutir sobre prohibiciones lejanas y sóficas. En resumen, la filosofía científica debe ser esen-
drásticas. Sólo la propia ciencia está capacitada para tra- cialmente una pedagogía científica. Así pues, a nueva
zar sus propias fronteras. Sin embargo, para el espíritu ciencia nueva pedagogía. Lo que más falta nos hace es una
científico, trazar claramente una frontera significa fran- doctri~a del saber elemental acorde con el saber científ~-
quearla. La frontera científica es más una zona de pensa- co. En resumen, ,losa priori del pensamiento no so~ defI-
mientos particularmente activos, un terreno de asimila- nitivos. También ellos deben sufrir la transmutaCIón de
ción, que un límite. Al contrario, la frontera impuesta los valores tradicionales. Debemos realizar las condicio-
por el metafísico le parece al sabio una especie de fron- nes sine qua non de la experiencia científica. Pedimos por
tera neutra, abandonada, indiferente. (Concept de 'frorrv- consiguiente que la filosofía científica renuncie a la rea-
tíere, VIII Congreso internacional de Filosofía, 1934.) lidad inmediata y que ayude a la ciencia en su lucha con-
[5] Científicamente, la frontera del conocimiento tra las primeras instituciones. Las fronteras opresoras
sólo parece señalar una detención momentánea del pensa- son fronteras ilusorias. (¡bid.)
miento. Sería difícil dibujarla objetivamente. Parece que
la limitación del pensamiento científico es más aceptable
en término's de programa que de obstáculo absoluto, en
términos de posibilidad que de imposibilidad. Sería de-
seable que cada ciencia pudiera proponer una especie de
plan quinquenal.
Filosóficamente, todas las fronteras absolutas pro-
puestas a la ciencia indican un problema mal planteado.
Es imposible pensar profundamente en una imposibili-
dad. Cuando una frontera epistemoIógica parece clara se
debe a que se otorga el derecho de decidir a propósito de
las primeras instituciones. Ahora bien, las primeras ins-
tituciones deben rectificarse siempre. Cuando un méto-
do de investigación científica pierde su eficacia se debe
filosofía de las ciencias con un pluralismo filosófico,
único capaz de informar elementos tan diversos de la
eriencia y de la teoría, que están muy lejos de situar-
al mismo nivel de madurez filosófica. Definiremos la
osofía de las ciencias como una filosofía dispersada,
mo una filosofía distribuida. Por el contrario, el pensa-
'ento científico nos parecerá un método de dispersión
y ordenador, un método de análisis muy agudo, para
diversos filosofemas agrupados demasiado masiva-
ente en los sistemas filosóficos.
'Para los científicos, reclamamos el derecho a desviar
r un instante la ciencia de su trabajo positivo, de su
'luntad de objetividad para descubrir lo que queda de
[6] A los filósofos les reclamamos el derecho a que bjetivo en los métodos más severos. Empezaremos por
nos sirvan elementos filosóficos separados de los sistemas antear a 'los científicos preguntas aparentemente psico-
en los que han nacido. La fuerza filosófica de un sistema gicas y poco a poco le demostraremos que toda psico-
está a v~ces concentrada en una función particular. ¿Por ""> gía es solidaria a los postulados metafísicos. El espíri-
qué .vacIla~ en, J?roponer esta función particular al pen- /~¡:.tu,'•• ' puede cambiar de metafísica, pero no puede pasarse
f,,:_

samIento clentIfIco que tanto necesita de principios de in- <fi" ella. Preguntaremos pues a los científicos: ¿cómo
formación filosófica? ¿Es un sacrilegio, por ejemplo, to- .•',<' nsáis, cuáles son vuestros tanteos, vuestros ensayos,
mar un aparato epistemológico tan maravilloso como la }¡j~''fIUestros errores? ¿Bajo qué impulso cambiáis de opi-
cat~gora kantiana y demostrar su interés por la organi- ";";,,fti6n?¿Por qué sois tan sucintos cuando habláis de las
zaCIóndel pensamiento científico? ~ndiciones psicológicas de una nueva inv~stigación?
Si un eclecticismo de las finalidades enreda indebida- '" nos, sobre todo, vuestras ideas vagas, vuestras con-
mente todos los sistemas, parece admisible un eclecticis- ',:tl'adicciones,vuestras ideas fijas, vuestras convicciones
m~ de los medios para una filosofía de las ciencias que 'i,$inpruebas. Os convertimos en realistas. ¿Podemos afir-
~Ulera afronta.r todas las tareas del pensamiento cientí- ," que esta filosofía masiva, sin articulaciones, sin dua-
fICO,ql;lerendIr cuentas de los distintos tipos de teoría, lidad, sin jerarquía, corresponde a la variedad de vues-
que qUIeramedir el alcance de sus aplicaciones, que quie- tro~ pensamientos, a la libertad de vuestras hipótesis?
ra, ante. t~do, subrayar los distintos procedimientos del Deéidnos lo que pensáis, no al salir del laboratorio, sino
. descubnmlento por muy arriesgados que sean. Pediremos ~.'J'eri 'las horas en que abandonáis la vida corriente para
.también a los filósofos que abandonen la ambición de •.•..•• ~trar en la vida científica. Dadnos no vuestro empirismo
e~contl"ar.un único punto de vista y un punto. de vista ~:,.nacturno, sino el vigoroso racionalismo de las m.Qiíanas,·
fIJOp.ara Juzgar el conjunto de una ciencia tan amplia y .'>:el a priori de vuestra meditación matemática, la fogosi-
cambIante como la física. Esto nos llevará a caracterizar }\ dad de vuestros proyectos, vuestras intuiciones inconfe-
.1.;> ~as. Si pudiéramos extender así nuestra encuesta
psicológica, nos parece casi evidente que el espíritu cientí-
fico también aparecería en una verdadera dispersión psi-
cológica y, en consecuencia, en una verdadera dispersión
filosófica, porque toda raíz filosófica nace en un pen- regiones de la epistemología
samiento. Los diferentes problemas del pensamiento
científico deberían pues recibir diferentes coeficientes
filosóficos. En particular el balance de realismo y de ra-
cionalismo no sería el mismo para todas las nociones. En
nuestra opinión las tareas precisas de la filosofía de las
ciencias se plantearían al nivel de cada noción. Cada hipó-
tesis, cada problema, cada experiencia, cada ecuación re-
clamaría su filosofía. Se debería crear una filosofía del
detálle epistemológico, una filosofía científica diferencial
que se complementara con la fílosofía integral de los fi-
lósofos. Esta filosofía diferencial debería medir la pers-
pectiva de un pensamiento. A grandes rasgos, la perspec-
tiva de un pensamiento científico correspondería a una
normalización, a la transformación de la forma realista
en una forma racionalista. Esta transformación no es
nunca total. Todas las nociones no se encuentran en el
mismo momento de sus transformaciones metafísicas,
Meditando filosóficamente sobre cada noción, se vería
también más claramente el carácter polémico de la defi-
nición retenida, todo lo que esta definición distingue,
suprime, rechaza. Las condiciones dialécticas de una de-
finición científica distinta a la definición usual aparece-
rían entonces más netamente y se comprendería, en el
detalle de las nociones, lo que llamaremos la filosofía del
no. (Philosophie, prólogo, p. 10-13.)

.::;

t«.:r'i.,' "_
lA' NOCION DE REGION EPISTEMOLÚGICA

[7] Ya que queremos caracterizar el racionalismo


~ su poder de aplicación y su -poder de extensión, se
(...) indispensable examinar los sectores particula-
.de la experiencia científica y buscar en qué condicio-
estos sectores particulares -reciben no sólo una auto-
a sino también una autopolémica, es decir una
cidad crítica para las experiencias antiguas y una ca-
dad emprendedora para las nuevas experiencias. Esta
s del racionalismo activo se opone a la filosofía empí-
que da la idea como un resumen de la experiencia des-
·endo de la experiencia todos los a priori de la pre-
ción. Se opone también a la filosofía platónica que
a que las ideas declinan al aplicarse a las cosas. Al
trario, si se acepta nuestra propuesta de que la apli-
n valoriza, la idea aplicada no es un simple retorno
experiencia primitiva, aumenta la «distinción» del
• iento ~n· el sentido cartesiano del término. La
no es una reminiscencia, sino más bien una precien-
~ idea no es un resumen, más bien es un programa.
. de. oro de las ideas no está tras el hombre, sino
él. Volveremos a cada momento, sobre el valor de
si6n de las nociones racionales. Las regiones del sa-
ber científico están determinadas por la reflexión. No es- tonces se detuvo la rotación de los cielos, las estrellas
tán trazadas en una fenomenología de primera mano. En i, jas se convirtieron -durante los cuatro siglos que es-
(una fenomenología de primera mano, las perspectivas :peraron a Einstein- en señales de un espacio absoluto .
. están afectadas por un subjetivismo implícito que debe- l' . y todo porque un barco se marchó en dirección con-o
ríamos precisar si pudiéramos trabajar algún día en la traria hacia el país de las especias. Era necesario que el}
ciencia del sujeto preocupado por cultivar los fenómenos hecho de la rotación de la Tierra se convirtiera en un pen-
subjetivos, determinando una fenomenotécnica de la psi- samiento racional, un pensamiento que se aplicase en
cología. Pero incluso si la perspectiva nos diera garantías ~enos distintos para que fueran destruidas todas las
de extraversión e indicara al ser pensante la dirección del proebas de la inmovilidad de la Tierra encontradas en la
saber seguramente objetivo, nada tendríamos para jus- ~periencia común. '"
tificar la parcialidad del interés de conocimiento, inte- .)' 'De este modo los hechos se encadenan tanto más sóliJ
rés que no sólo hace elegir al sujeto un sector particular ·d,amentepor cuanto están implicados en una red de ra-,
sino que le obliga a persistir en su elección. Necesitamos t(1neS. Los hechos heteróclitos reciben su estatuto d,9
pues sobrepasar las descripciones fenomenológicas que flechos científicos por su encadenamiento, concebido ra·
siguen estando, por principio, sometidas al ocasionalismo iionalmente. El girar de la tierra es antes una idea que
de los conocimientos. Todo se vuelve claro, transparente, 'Íb, hecho. Este hecho no tiene, en un principio, ningún
recto, seguro, cuando este interés de conocimiento es el ;~go empírico. Hay que colocarlo en el lugar que le c~
interés específico de los valores racionales. tresponde en un terr'eno racinna;[de ideas para poder afir-)
De este modo, en contacto directo con el mundo de iBarlo. Hay que comprenderlo para aprehenderlo. Si FOlJ}
los fenómenos -al no haber actuado todavía el poder .ult busca, con el péndulo del Panthéon, una prueba
de eliminación-, las regiones del saber no se han cons- ¡·terrestre de este hecho astronómico, es debido a que un
tituido. Sólo pueden delimitarse en un primer dibujo si largo preámbulo de pensamientos científicos le ha dado
la capacidad de discernir ha fijado razones para funcio- la idea de esta experiencia. Y cuando Poincaré dice que
nar. Nos encontramos siempre frente a la misma para- en una tierra -cubierta por las nubes los hombres ha-
doja: el racionalismo es una filosofía que no tiene co- -:brían podido descubrir la rotación de la tierra por la
mienzo, siempre vuelve a empezar. Cuando lo definimos ,;~xperienciade Foucault, no hace más que dar un ejemplo
en una de sus operaciones, hace rato que ha empezado de -de racio1WJlismo recurrente que responde a la fórmula:
nuevo. Es la conciencia de una ciencia rectificada, de una . Se hubiera podido, se hubiera debido preveer, lo que nos
ciencia marcada por la acción humana, por la acción '.leva otra vez a definir el pensamiento racional como una
reflexionada, laboriosa, normalizadora. El racionalismo :jreciencia.
sólo considera al universo como tema de progreso hu- -Pero con un ejemplo tan escolar, tan escolarizado
mano, en términos de progreso del conocimiento. Un poe- 'como la rotación de la Tierra, la revolución estrictamente
ta lo ha captado con la audacia de sus imágenes: sólo ,'~istemológica que proponemos para poner a plena luz
cuando Cristóbal Colón descubrió América, la Tierra con- >jll racionalismo (el orden de las razones) y en posición
vencida de que era redonda se puso por fin a dar vueltas 1. 'tsubalterna al empirismo (el orden de los hechos) puede
1. Luc DECAUNES, Les idées noires, p. 246. \I>asecer una simple paradoja. De las enseñanzas cientí-

2't
1 ficas de la escuela, recordamos los hechos, olvidamos las
razones y de este modo la «cultura general» queda aban-
~ donada al empirismo de la memoria. Necesitamos encon-
trar ejemplos más modernos con los que se pueda seguir
el esfuerzo efectivo de instrucción.
Deberemos demostrar que las regiones de lo racional
en las ciencias físicas se determinan en una experimenta-
c~ó.nmonumental del fenómeno. Es ahí y no en la super-
fICIe de los fenómenos, donde se puede sentir la sensibi-
'lidad de l~ ad~P.tación racional. Las ~structuras raciona-
les son mas vISIbles en segunda pOSIción que a simple
\ vista; reciben realmente su perfectibilidad cuando se al-
canzan los modelos experimentales de segunda aproxi-
mación o, al menos, cuando se designa racionalmente a la
ley por encima de sus fluctuaciones. Si una organización
de pensamiento no puede ser la explicación de un progre-
so del pensamiento no es aún una organización racional.
A ello se debe que una segunda aproximación dé a me-
nudo a una noción tan concretada el carácter de raciona- [8] Uno de los caracteres exteriores más evidentes
lidad. Desde el momento en que aparece la segunda :de las doctrinas relativistas es' su novedad. Sorprendente
aproximación, el conocimiento va acompañado necesaria- . jnc1uso al filósofo, convertido súbitamente, frente a una
mente de una conciencia de perfectibilidad. El conoci- construcción tan extraordinaria, en campeón del sentido
miento de segunda aproximación nos demuestra que el común y de la simplicidad. Esta novedad se convierte
conocimiento se valoriza. Si esta segunda aproximación ¡así en una objeción, en un problema. ¿No es ya una prue·
comporta problemas de método, es decir problemas que· .ha de que el sistema no está enteramente contenido en
exigen discusiones racionales, se manifiestan los valores .estos postulados, dispuesto a la explicación, apto a la de-
apodícticos .. Es en este sentido que el racionalismo apli- \ .ducción, sino que, por el contrario, el pensamiento que
..cado debe SItuarse al nivel de una filosofía comprometi- I los anima se sitúa decididamente frente a una tarea cons-
. da, tan profundamente comprometida que ya no es tructiva en la que busca los complementos, las adiciones,
~esclava de los intereses de un primer compromiso. El ·:.toda la diversidad que hace surgir la preocupación de la
racionalismo se realiza al despejar los intereses inmedia- precisión? Dicho de otro modo, la novedad relativista no
tos, se sitúa en el reino de los valores reflexionados, o lo •.,,,~s estática por esencia; no son las cosas las que nos sor-
que es lo mismo el reino de la reflexión sobre los valores /liJrenden, sino el espíritu el que construye su propia sor-
de conocimiento. (Rationalisme, p. 121-124.) l¡;;~;"resay cae en el juego de las preguntas. La relatividad es
.~~;aIgo más que la renovación definitiva del modo de pen-
J':t~t~r el fenómeno físico, es un método de descubrimiento
l':'::
progresivo. Históricamente hablando, la aparición de las ..J~'.Sin embargo el espacio-tiempo tiene su propia álgebra.
teorías relativistas es igualmente sorprendente. Si existe '\' Está en relación total y pura. Es pues el fenómeno mate~
una doctrina que no explique los antecedentes hist6ricos ,\mático esencial.
es sin duda la de la relatividad. Podemos decir que la pri- La relatividad sólo ha podido concebir su desarrollo
mera duda relativista la planteó Mach. Pero se trata s610 en la atmósfera de una matemática perfeccionada; es
de una duda escéptica; no es en absoluto una duda metó- por ello que a la doctrina le falta antecedente. (Valeur
dica, susceptible de preparar un sistema (oo.). En suma, inductive, cap. III, p. 98-99.)
la relatividad sólo se relaciona con la historia al ritmo
de una dialéctica. Se plantea oponiéndose. Explota el
término descuidado hasta entonces de una alternativa
inicial. Se explica, pues, que rompa con una enseñanza
y unas costumbres particularmente sólidas y que aparez- [10] A diferencia de la astronomía general la reIati-
ca como verdaderamente extraordinaria. (Vaieur induc- vidad no ha arrancado a partir de la figura del mundo.
tive. Intr., p. 5-7). Ha nacido de una reflexión sobre los conceptos iniciales,
de poner en duda las ideas evidentes, de un desdoblamien-
[9] La relatividad se ha (... ) constituido como !In to funcional de las ideas simples. Por ejemplo, ¿hay algo
sistema de relación abierto. Violentando costumbres -e más inmediato, más evidente, más simple que la idea de
incluso leyes- del pensamiento, nos hemos dedicado a simultaneidad? Los vagones del tren arrancan todos si-
interpretar la relación independientemente de los térmi- multáneamente y los railes son paralelos: ¿no tenemos
nos relacionados, a postular más las relaciones que los' ahí una doble verdad que ilustra a la vez las dos ideas
objetos, a dar sólo un significado a los miembros de una ·primitivas de paralelismo y de simultaneidad? La relati-
ecuación en virtud de esta ecuación, tomando así los ob- , vidad atacará sin embargo el primitivismo de la idea de
jetos como extrañas funciones de la función que los rela- simultaneidad, del mismo modo que la geometría de Lo-
ciona. Todo para la síntesis, todo a través de la síntesis, batchewsky atacó el primitivismo de la idea de paralelis-
éste ha sido el objetivo, éste ha sido el método. Elemen- mo. Por una exigencia súbita el físico contemporáneo nos
tos que la sensación presentaba en un estado de análisis pedirá que asociemos a la idea pura de simultaneidad la
que bien podemos, por diversas razones, calificar de na- experiencia que debe demostrar la simultaneidad de am-
turales, han sido relacionados y sólo han tomado sentido bos acontecimientos. De esta sorprendente exigencia ha
a partir de esta relación. Se ha alcanzado así un fenóme~ nacido la relatividad.
no de orden casi matemático que se aparta tanto de las El relativista nos provoca: ¿cómo utilizáis vuestra
tesis de lo absoluto como de las del realismo. ¡Qué ejem- ; ~ea simple?, ¿cómo demostráis la simultaneidad?, ¿cómo
plo mejor que el de la fusión matemática del espacio y ....R. conocéis?, ¿cómo os proponéis que la conozcamos, si
del tiempo! Esta unión 10 tiene todo contra sí: nuestra );t"jo adoptamos vuestro sistema de referencia? En defini-
imaginación, nuestra vida sensorial, nuestras representa- ~.~va, ¿cómo hacéis funcionar vuestro concepto?, ¿en qué
ciones; sólo vivimos el tiempo olvidando el espacio, sólo ,,¡,-. álisisexperimentales la implicáis?, pues en la implica-
comprendemos el espacio deteniendo el curso del tiempo. n de los conceptos en el análisis está el verdadero sen-
tido de la experiencia. Y una vez dadas las respuestas, .?A\~za desconcertante. Los realizadores se apartan de estas
cuando he~os imaginado un sistema de señales ópticas '~octrinas, porque según ellos la realidad no puede espe-
para que dIferentes observadores puedan convenir una 'J!ar, hay que cogerla inmediatamente en su primer fenó-
simultaneidad, el relativista nos obliga a incorporar nues- Jt1eno y comprobada con las dimensiones de la experien-
tra experiencia en nuestra conceptualización. Nos recuer- -da positiva. De este modo la experiencia es apremiante
da que nuestra conceptualización es una experiencia. El y perentoria. Por el contrario los relativistas pretenden
mundo es entonces menos nuestra representación que hacer un sistema de su libertad espiritual y organizar su
nuestra verificación. En adelante, un conocimiento dis- prudencia: en primer lugar sólo quieren aprender de los
cursivo y experimental de la simultaneidad deberá ir li- caracteres completamente asimilables por sus métodos
gado .a l.a pre.sunta intuición que nos ofrecía de repente de referencia, confesando pues que no están dispuestos a
la comcIdencIa de ambos fenómenos al mismo tiempo. ligarse a toda la realidad; además pondrán todo su interés
El carácter primitivo de la idea pura no se mantiene. en relacionar/los fenómenos con los razonamientos sufi-
La idea simple sólo se conoce en composición, por su pa- cientes, haciendo prevalecer la objetivación sobre la obje-
pel en las composiciones en que se integra. Esta idea tividad.
que se creía primero no se basa ni en la razón ni en la Efectivamente, es erróneo querer ver en lo real la
experiencia. Como señala Brunschvicg 1, «ni podría ser razón determinante de la objetividad, cuando en realidad
definida lógicamente por la razón suficiente, ni cons- sólo se puede aportar la prueba de una objetivación co~
tatada físicamente bajo una forma positiva. En el fondo .rrecta. «La presencia de la palabra real, como muy bien
es una negación; acaba por negar que se necesite un cier- dice Campbell, significa siempre el peligro de confun-
to tiempo para la propagación de la acción de señaliza-' dir el pensamiento.» Si se quiere conservar la clarividen-
ción. Comprendemos entonces que la noción de tiempo cia hay que conseguir plantear el problema sistemática-
absoluto, o más exactamente la noción de la medida única ,mente en términos de objetivación, más que en términos
del tiempo, es decir de una simultaneidad independiente ~de objetividad. Determinar un carácter objetivo no sig-
del sistema de referencia, no sólo debe su apariencia de llifíca definir un absoluto, sino probar que se aplica co-
simplicidad y de inmediata realidad a una falta de aná- . trectamente un método. Se argumentará que el carácter
lisis». (Nouvel Esprit, cap. n, p. 43-44.) ·tdescubierto es objetivo porque pertenece al objeto, y que
sólo se proporcionará la prueba de su objetividad con
':~lación a un método de objetivación. La razón expuesta
3. «LA OBJETIVACIÓN DE UN PENSAMIENTO EN BUSCA DE LO ;~;!~gratuita, la prueba, por el contrario, es positiva. Cree-
REAL .•• »
's, pues, que es mejor no hablar de una objetivación
lo real sino de la objetivación de un pensamiento en
, [11] S~ intentamos ahora recoger y juzgar las garan-
ea de lo real. La primera expresión conduce a una me-
has de ~eahda? de las doctrinas de la relatividad, no po-
sica, la segunda es más susceptible de seguir el esfuer-
dremos Impedir la sensación de que son bastante escasas
',científico de un pensamiento. Precisamente la relativi-
y que se basan en fenómenos poco numerosos y de agu-
(... ) nos parece uno de los esfuerzos más metódicos
pensamiento para alcanzar la objetividad .
'
.
Esta modificación en la dirección del proceso de obje- . a por la relatividad. Evidentemente, la doctrina rela-
tivación viene a decimos que el problema de la veracidad ista aparece como verdadera antes de aparecer como
d.e una doctrina no deriva del problema de su realidad, se refiere largo tiempo a sí misma para poder estar
smo que, por el contrario, se debe juzgar la realidad en '~ero segura de sí. Se trata de una duda provisional
función de una organización de pensamiento que ya ha ás metódica aún y especialmente más activa que.la ,d~da
dado pruebas de su valor lógico. Campbell indicó este rtesiana, pues prepara y funda una verdadera dIalectIca
orden filosófico en términos particularmente claros. Si- atemática. Por otra parte no se ve en absoluto lo que
tuándose en el mismo punto de vista que el físico se pre~ a prueba experimental podría hacer contra esta duda
guntaba si.la relatividad pretende descubrir la verdadera ~sencialmente constructiva erigid~ en sistema de ta~~ohe-
naturaleza real. Esta es una pregunta a la que hay que rencia matemática. Una vez inicIados en la relatIvIdad,
,e;' ;nos damos cuenta de que en la construcción debe situarse
responder con preguntas. Estas son las preguntas pri-
mordiales 1: «¿Creen los físicos (no menciono a los ma- 9;~"<~ntes lo apodíptico que lo asertórico. Antes que.nada ha?,
temáticos o a los filósofos) en la realidad de alguna cosa '.que tomar conciencia de I.ane~esidad constructIva y oblI-
por otras razones que el hecho de que esta cosa resulte >garse a rechazar, como dIce SIr Lodge:,todo aquello que
de la concepción de una ley verdadera o de una teoría IDO nos parezca necesario. La construCClOnde lo ~eal n~e-

verdadera? ¿Tenemos alguna razón para afirmar que las "sita más la prueba de la necesidad que la nece~Idad mIS-
moléculas son reales, sino por el hecho de que la teoría " .'ma: la construcción de lo real no pued~ confIarse s~lo
~olecular es verdadera, verdadera en el sentido que pre- :::.a una necesidad que provenga de la realIdad, es p~ecIso
dIce exactamente e interpreta las predicciones en términos '·Y(i.,queel pensamiento constructivo reconozca su pro.~Ia ne-
de ideas aceptables? ¿Hemos tenido otra razón para decir JliS¡pesidad. Como contrapartida asegurar la construcclOn por
que el trueno y el relámpago se ,producen realmente en el i'1'm
a realidad ya acabada sólo puede y debe ser supererro-
mismo momento, que la concepción de simultaneidad, ,,,k/gatorio. (Valeur inductive, cap. VIII, p. 242-246.)
que nos dice que esta afirmación es cierta, y hace posible J\~{.
medir los intervalos de tiempo? Cuando hayamos res- . ·k'?<'
pondido a estas preguntas, se podrá discutir si la relati- " .4. EL DESCONOCIMIENTO REALISTA
vidad nos dice alguna cosa sobre el tiempo real y sobre :cJ;

el espacio real». 1\;· [12] En primer lugar lo que debe llamamos la aten-
Es así como se ve, ,provocado por un físico, el proble- / i;ii¿.~ión,es la rapidez con que el realista recu:-re a las expe-
ma filosófico de las relaciones entre lo verdadero y lo . ":'e~ncias propiamente geométricas. ApremIadle un poco.
real. Proponemos que se formule del modo siguiente: tlbjetadle que conocemos pocas cosas sobre .esta reali?a,d
>

¿Cómo lo verdadero puede preparar lo real, o incluso ;.' e pretende tomar como un dato. El ,r~alIsta ase!1tIr,a;
en cierto sentido, cómo lo verdadero puede convertirse e~ 1'0 responderá inmediatamente: «Que ImportancIa tIe-

real? En efecto, formulado así el problema parece más que no sepamos qué es el objeto; sabemos de todas
susceptible de recoger la importante contribución apor- eras que el objeto es ya que está ahí; tanto US!ed
o yo, siempre podemos encontrado en una regló,?
1. CAMPBELL, Theory and experiment in Relativy (apud Nature 17
febr. 1921). ' minada del espacio.» El lugar aparece como la pn-
mera cualidad existencial, la cualidad por la que también
todos los estudios deben acabar con la garantía de la ex- . aspectos parásitos, irregulares. Veremos. e~tonces
periencia positiva. ¿ Podría hablarse de una realidad que . IDO la primera influencia empí~ic~ n? da sIqUIera. el
estuviera en todas partes? Es lo mismo decir que no es- ,{dibujo exacto de los fenómenos, nI sI~UIera una descnp-
taría en ninguna parte. De hecho el espacio es el medio i'ción ordenada, jerarquizada de los fe~o~enos. .
más seguro para las diferenciaciones y el realista, al me- Aceptado el misterio de la electncIdad -y SIempre
nos en las polémicas, se basa siempre en la designación cepta muy rápidamente un misterio como éste-, .esta
de objetos diferenciados especialmente. Cuando el realis- &~a lugar a una «ciencia» fácil, muy cercana a la ~IS~-
ta haya asegurado la raíz geométrica de su experiencia . natural aleiada de los cálculos y teoremas que, es ,e
localizadora, aceptará fácilmente el carácter no objetivo ~~yghens, 'desde Newton, invadían poco a poco la ~eca-
de las cualidades sensoriales e incluso de las cualidades nica, la óptica, la astronomía. Priestley e~cn~e tod~Vl~ en
relacionadas más directamente con la geometría de la un libro traducido ep. 1771: «Las expenenCIas e1ectn~a.s
localización. Por ejem.plo, el realista abandonará la discu- son las más claras y agradables .de. l.as que ofrece la fISI-
sión acerca de la forma y del volumen. Atribuyendo la ca.» Así pues, estas doctrinas pnmItIVas que trataba~ de
voluminosidad a todas las sensaciones, conseguirá una roblemas tan complejos, se presentaban como doctl':mas
metáfora cuya objetividad no podrá garantizar 1. Con- . fáciles, condición indispensable para que fueran dIVer-
sentirá que el objeto aguante mal su figura, que sea defor- tidas para que interesaran a un pueblo mundano. O para
mable, comprimible, poroso, huidizo. Pero, al menos, habl~r filosóficamente, estas d~ctrinas ~e pres:ntaban
aunque sea por un solo punto, el objeto estará retenido marcadas por un empirismo eVldente e mnato. lEs tan
en la existencia geométrica, y esta especie de centro de. agradable para la pereza intelectual ~ncer~arse e~ el e:~r-
gravedad ontológica se presentará como la raíz de la ex- irismo llamar hecho a un hecho e ImpedIr la busque a
periencia topológica. (Experience, cap. 1, p. 5-6.) ~e una 'ley! Todavía hoy todos los malos alumnos, ~e la
Clase de física «comprenden» l~s fórm~las empIncas.
..••
·.Creen fácilmente que todas las formula~, mcluso la~ que
B) HISTORIA EPISTEMOLÓGICA DEL <~'se desprenden de una teoría bien orgamzada, ~on formu-
«ELECTRISMO» > las empíricas. Imaginan que una fórmula es solo ~n con-
~t,:tunto de números que esperan y que basta con aplIcarIo.s
1. EL EMPIRISMO
DELSIGLOXVIII .,,;.,J cada caso partlcu
t'y. • '1· e empm
l'aro Ad emas, . 'smo de la pn-
: ';,tnera electricidad, ¡es tan seductor! Se trata de un em-
[ 13] Leyendo los numerosos libros consagrados a la " "'.rismo no sólo evidente, sino incluso en colores. No es
ciencia eléctrica en el siglo XVII,el lector moderno se dará esario comprenderlo, simplemente hay que verIo. ~ara
cuenta, según nuestra opinión, de la dificultad que supu- fenómenos eléctricos el libro del mundo ~s un lIbro
so abandonar lo pintoresco de la primera observación, imágenes. Hay que hojearlo sin esperar nmguna sor-
desteñir el fenómeno eléctrico, despojar la experiencia de sa, ¡Parece tan claro que en este ~erreno,. nunca se
iera podido preveer lo que s~ ve! Pnestley dIce acerta-
1. Cf. W. JAMES, Précis de psychologie, trad. p. 443. ente: «Cualquiera que hubIera lleg.ado (a pr~ver. la
moción eléctrica) por algún razonamIento, habna SIdo

43
considerado como un gran genio. Sin embargo los descu- recorrer los primeros libros sobre electricidad para
brimientoseléctricos se deben tanto al azar que las fuer- rendernos del carácter heteróclito de los objetos en
zas de la naturaleza provocan más nuestra admiración que se buscan las propiedades eléctricas. Sin hacer de
que ~os res.uItados de la genialidad»; sin duda Priestley eh~ctricidaduna propiedad general, de un modo para-
relaCIOnaSIempre todos los descubrimientos científicos jico se la considera a la vez una propiedad excepcional
con el azar. Incluso cuando se trata de sus descubrimien- ro ligada a las substancias más diversas. En primera
t~s personales, perseguidos pacientemente con una cien- -naturalmente -las piedras preciosas; luego el azu-
CIan:uy nota~le de la investigación química, Priestley se los residuos de calcinación y de destilación, los bele-
permlt~ el lUJOd~ borrar los lazos teóricos que le han #: 't~s, los humos, la llama. Se intenta relacionar la pro-
c.onducIdoa expenencias fecundas. Tiene tal voluntad de ~edadeléctrica y las propiedades de primer aspecto. Una
fl1osofíae.mpírica que el pensamiento queda reducido a z hecho el catálogo de las substancias susceptibles de
una espeCIed.ecausa ocasional de la experiencia. Si escu- r electrizadas, Boulanger saca la conclusión de que .«las
cham~s a Pnestley el azar es quien lo ha hecho todo. ?~"iubstancias más frágiles y más transparentes son SIem-
Para el, la muerte supera a la razón. Concedámoslo todo -~1jQ;p:e las más eléctricas» 1. Siendo la electricidad u~ princi-
a~ espectáculo. No nos ocupemos del físico, sólo es el ;;fpio natural, se creyó por un momento que pudIera ser
dIrector de la obra. Lo mismo ocurre en nuestros días ;tm medio para distinguir los diamantes buenos de los
c~ando la.astucia del investigador, el rasgo genial del teó~ ,'&lsos. El espíritu precientífico pretende siempre ~';le.el
nco despIertan admiración. y para dejar claro que el producto natural sea más rico que el producto artIfICIal.
?rige~ del fenómeno provocado es humano, el nombre del (Formation, cap. 1. 1, p. 29-31.)
InvestIgador queda ligado -sin duda eternamente~ al
efecto que ha construido. Así 0Gurre con el efecto Zeeman, [14] La botella de Leyde provocó un verdadero
~l efecto Stark, el efecto Raman, el efecto Compton o ,asombro.2 «A partir del mismo año en que fue descu-
Incl~so con el efecto Cabannes-Daure que podría servir ¡,'!"bierta,hubo muchas personas en casi todos los países
de ejemplo de un efecto de algún modo social producido A;:,i_~l mundo que se ganaron la vida yendo de aqm para
por la colaboración de los espíritus. ' t~~·- mostrándola. La gente vulgar de todas las edades,
El pensamiento precientífico no se empeñ~ en estudiar xos y categorías observaban este prodigio de la natu-
un fenómeno bien circunscrito. No busca la variación sino eza con sorpresa y asombro» 3. «Un emperador podría
l~ variedad. y éste es un rasgo particularmente caracterís- / ntentarse con la renta que supone las sumas que en
tIco: ~a búsqueda?e la variedad arrastra al espíritu de :ji~elines y calderilla se pagaron para ver realizar, la
un objeto a otro, SIn método; el espíritu sólo apunta en- >4iperiencia de Leyde.» En el transcurso del desarrollo
tonces h~ci~,la ext~nsión de los conceptos; la búsqueda -'-"'i11tífico encontraremos la utilización foránea de al·
de .la.vanaClOnse lIga a un fenómeno particular, intenta -,,'-" os descubrimientos. Sin embargo esta utilización es
obJetIvar todas las variables, comprobar la sensibilidad insignificante. Los que hacían demostraciones de
de las variables. Enriquece la comprensión del concepto
PRIESTLEY, Histoire de l'électricité, 3 vol., París, 1771, t. 1, p. 237.
y prepara la matematización de la experiencia. Pero vea- PRIESTLEY, Histoire de l'électricité, t. 1, p. 156.
mos el espíritu precientífico buscando la variedad. Basta Loc. cit., t. III, p. 122.
rayos X, hace treinta años, a los directores de escuela de las especificaciones materiales que parecían ser su
para ofrecerles alguna novedad en la enseñanza, no hacían condición básica. Hasta fines del siglo XVIII, la electrici-
fortunas imperiales. Parece que en la actualidad han desa- dad fue considerada como una propiedad de ciertas subs-
parecido totalmente. De aquí en adelante un abismo sepa- tancias. Se estudió como una historia natural que colec-
ra, al menos en las ciencias físicas, al charlatán y al ciona substancias, incluso después de iniciado el primer
sabio. esfuerzo de distinción de los fenómenos, una vez recono-
En el siglo XVIII, la ciencia interesa a todos los hom- cidos no sólo los fenómenos de atracción, sino también
bres cultivados. Se cree por instinto que un despacho de los de repulsión, no se pudo mantener la designación de
historia natural y un laboratorio se montan como una las dos electricidades como cristalina y resinosa. Filosó-
biblioteca, a voluntad; se tiene confianza: se espera que ficamente estas designaciones son erróneas. A partir de
las casualidades del hallazgo individual se coordinen en- 1753Canton reconoció (Mascart, Traité d'electricité stati-
tre sí. ¿Acaso la naturaleza no es coherente y homogénea? que, t. I, p. 14) «que una barra de vidrio esmerilado co-
Un autor anónimo, posiblemente el abate de Mangin, pre- gía electricidad resinosa si se la frotaba con franela y
senta su Historia general y particular de la electricidad electricidad cristalina con una tela de seda oleosa y seca».
con un subtítulo muy sintomático: «O lo que sobre ella Las condiciones en que se realiza el frotamiento pueden
han dicho, de curioso y divertido, de útil e interesante y modificar totalmente los fenómenos.
jocoso, algunos físicos de Europa.» Subraya el interés Hegel señaló este movimiento epistemológico (Filosofía
mundano de su obra, pues al estudiar sus teorías, se po- de la naturaleza): «Sabemos que la diferencia de la elec-
drá decir algo claro y preciso sobre los diversos debates tricidad, que en un principio se relacionó ~on determina-
que surgen cada día en todo el mundo, y acerca de los' dos objetos empíricos -el cristal y la r~s~na,que.provo-
cuales incluso las señoras son las primeras en preguntar ... caron la electricidad cristalina y la electncldad resmosa-
Tal caballero a quien antes bastaba con un hilo de voz se ha idealizado y transformado en una diferencia espe-
y una buena figura para hacerse un nombre en los círcu- culativa (Gedankenunterschied), en electricidad positiva
los, se ve obligado actualmente de saber al menos algo y electricidad negativa, a medida que la experiencia se ha
sobre Réamur, Newton, Descartes» 4 (Formation, cap. I, ampliado y completado. Ahí tenemos el ejemplo que de-
I, p. 33.) muestra de un modo notable cómo el empirismo, que en
un principio, pretende coger y fijar lo general en una
forma sensible, acaba por suprimir él mismo esa forma.»
y Hegel insiste a su manera al señalar «que la natura-
leza física y concreta del cuerpo se introduce muy poco
[15] Los progresos del conocimiento de los fenóme- en la electricidad».
nos eléctricos han puesto en evidencia una verdadera des- . La designación de los cuerpos en idio-eléctricos y en
riealizo.ción.Ha sido preciso separar el fenómeno eléctrico .aneléctricos tampoco puede mantenerse. Se admitió que
. .si la electricidad no se manifestaba en los metales frota-
4. Sin nombre del autor, Histoire générale et particuliere de l'élec- 'dos era debido a que la electricidad producida se derra-
tricité, 3 partes, París, 1752;2.- parte, pp., 2 Y 3. _ba por la mano del investigador hasta el suelo. Bastó
con poner una manga aislante para que la electricidad Apenas podemos hoy imaginamos el interés prodigio-
apareciera sobre el metal. so despertado en el siglo XVIII por los fenómenos de la
De un modo definitivo, como indica Mascart (t. 1, botella eléctrica. Según Tiberio Cavallo, el gran descubri-
p. 90): Coulomb verificó que la electricidad no se extien- miento realizado «en el año memorable 1745de esta bo-
de en ningún cuerpo por afinidad química o por una tella maravillosa» «dio a la electricidad un nuevo aspec-
atracción electiva, sino que se reparte entre diversos cuer- to» (Traité complet d' électricité, trad. 1785, p. XXIII).
pos puestos en contacto, independientemente de su natu- Cuando hoy, por recurrencia, se reencuentra en la botella
raleza y únicamente debido a sus formas y dimensiones». de Leyde las características ¡de un condensador, se olvida
En suma, desde fines del siglo XVIII, todas las referen- que este condensador fue primitivamente una verdadera
cias interioristas habían sido eliminadas paulatinamente. botella, un objeto de la vida corriente. Sin duda, esta bo-
El uso de cristal, y de resina del azufre para producir tella tenía particularidades que debían molestar al espí-
electricidad, sólo había sido determinado por razones de ritu atento a las significaciones comunes; sin embargo
comodidad 1 (Rationalisme, cap. VIII, p. 144-145.) el psicoanálisis de las significaciones no es tan fácil como
postulan los espíritus científicos convencidos de su ins-
trucción. De hecho, la noción de capacidad es una noción
difícil de enseñar a los espíritus jóvenes y en este punto,
como en tantos otros, la historicidad acumula las dificul-
[16] Vamos a seguir con algún detalle, para poder tades pedagógicas. Intentemos ver trabajando a un espí-
dar un ejemplo muy simple, la actividad conceptualizante ritu reflexivo del siglo XVIII.
que constituye la noción de capacidad eléctrica. Este En primer lugar, no debemos olvidar las ideas claras,
ejemplo bastará para demostrar que la conceptualiza- las ideas que se comprenden inmediatamente. Por ejem-
ción en el pensamiento científico no está suficientemente plo, que el armazón interno se acabe con un gancho, cosa
caracterizada si tomamos únicamente el punto de vista muy natural si tenemos en cuenta que la botella debe
del empirismo. Después de recordar la formación histó- colgarse en la barra de cobre de la máquina de Ramsden.
rica del concepto de capacidad eléctrica, pasaremos a ver También puede comprenderse fácilmente la función de la
la formación epistemológica de este concepto, insistiendo cadena de cobre, que va desde el gancho hasta las hojas
en sus distintos valores prácticos. Creemos así, poder de- metálicas que tapizan el interior de la botella, porque ya
finir un nuevo conceptualismo que estará situado precisa- se sabía entonces que los metales son los mejores transmi-
mente en esta zona intermedia, entre"el nominalismo y el sores de electricidad. Esta cadena es el principio concreto
realismo, en la que agrupamos todas las consideraciones de la conducción eléctrica. Proporciona un sentido eléc-
epistemológicas. tricamente concreto a la afirmación abstracta: hacer una
Podríamos resumir el primer aspecto con el título: de cadena entre diez personas para transmitir la descarga
la botella de Leyde al condensador. eléctrica. El gancho, la cadena metálica, la cadena de ma-
nos que sentirán la conmoción eléctrica, son"elementos
1. Estas consideraciones s610 afectan a la electricidad estática. La
electricidad voltaica distingue los metales según las fuerzas electromo- fácilmente integrados en la fácil imagen de la botella eléc-
trices que aparecen en su contacto. trica. Acumulando tales ingenuidades nos arriesgamos a
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cansar al lector instruido. Sin embargo, nos encontramos siguiente: si la botella es grande, la sr:-r:erficiedel a,rma-
ante el problema del conflicto entre significados: signifi- izón es grande. El tamaño de la superfIcIe del armazon es
cado usual y significado científico. Hay que objetivar los \ la primera variable técn!ca. ,. "
fenómenos científicos a pesar de las características de Naturalmente, los pnmeros tecmcos conOCIeron I?me-
los objetos corrientes. Hay que determinar lo abstracto- diatamente el papel de las superficies ya q~e :e:cubrter,0:Z
concreto, borrando los primeros aspectos, los primeros el interior y el exterior de la botella con.l~mm~s metah-
significados. Si prestáramos atención a la fenomenología caso Es necesario que la noción de superfIcte actIVa. quede
del pedagogismo, reconoceríamos la nociva importancia de muy clara para poder exclpir cualquier r~fe~encIa co:n-
las convicciones primitivas. De hecho, en el ejemplo tan fusa al volumen de la botella. La botella electnca adqUIe-
sencillo que proponemos, podemos ver cómo la integra- re «una capacidad» a través de su superficie, a través de
ción fácil comporta pensamientos oscunos, que se aso- la superficie de un armazón.
cian a las pobres ideas, demasiado claras, que enumera- Otro factor menos aparente interviene pronto, s~ tra-
ta del grosor del cristal. Cuanto más delgado es el cnstal,
mos. De este modo se forma una monstruosidad pseudo-
científica que deberá ser psicoanalizada por la cultu- mayor es la capacidad. Sin embargo, no se pueden, co~er
ra científica. cristales demasiado delgados, pues la descarga electn~a
podría atravesados. Se intenta obtener técnicamente cns-
Basta una palabra para designar la monstruosidad que
prolífera en el terreno de las falsas explicaciones del co- tales muy regulares, sin burbujas internas. El grosor del
nocimiento vulgar: la botella de Leyde no es una botella. cristal es la segunda variable técnica.
No tiene ninguna, absolutamente ninguna, de las funcio- Por último se reconoce la influencia de un tercer ele-
nes de botella. Entre una botella de Leyde y una botella mento más encubierto. Si sustituimos el cristal por otra
de Schiedam 1, hay las mismas diferencias que entre un materia descubriremos que cada material tiene una pro-
perro de caza y un perrillo de fusil. piedad ~specífica, que algunas materias producen fenóm~
Para salir del atolladero cultural al que nos llevan las nos más fuertes que otras. Sin embargo, esta re~erencIa
palabras y las cosas, es necesario que se comprenda que la a un poder dieléctrico específico: sólo :ruede ocurn: cuan-
capacidad de la botella de Leyde no es la capacidad de un do se han obtenido algunos medIOS, mas o menos SImples,
recipiente, pues no contiene realmente la electricidad en para medir. Volta comparaba la capacidad de do,s c~m-
función de su tamaño y sus dimensiones no se aprecia- ductores contando el número de vueltas de una maquma
rán en función de la avidez de un bebedor. eléctrica que daba a cada uno ~e los c?nduct?res su carga
¡Y sin embargo cuando más grande es la botella de máxima. Serán necesarias medIdas mas preCIsas para q~e
Leyde, más fuerte es con la misma máquina de Ramsden el factor K, que especifica la acción. particula~ de lo dIe-
la conmoción eléctrica! ¿De dónde procede la relación léctrico en su condensación, quede bien determmado. (Ra-
tamaño y conmoción? tionalisme, cap. VIII, p. 147-149.)
La respuesta a esta primera pregunta concreta es la

1. Me señalan que hay gentes tan ignorantes que no saben que el


Schiedam es uno de los mejores alcoholes holandeses.

- ----.:- b.'.t ••••••• _


pronto, en algo psicológicamente caduco. En virtud de
e racionalismo que se constituye en una fórmula se
[17] Hemos hecho ya un esbozo suficiente de la pre- eden criticar con razón nuestras preocupaciones de
historia empírica de los condensadores eléctricos, y he- $icoanalista del conocimiento científico. Pero no escri-
mos obtenido las variables técnicas que nos permitirán 'mos sólo para los racionalistas convencidos, para los ra-
una instrumentación más libre. En vez de un condensador 'onalistas que han comprobado las coherencias del pen-
particular como la botella de Leyde, podemos ahora exa- iento científico. Tenemos que asegurar, pues, nuestra
minar condensadores de las formas más diversas. Un taguardia, debemos esta~ seguros de no dejar detrás
condensador estará formado por dos láminas metálicas se- uestro rastros de irracionalismo. Por este motivo, en el
paradas por un aislante (que puede ser el aire), La pala- caso concreto que estudiamos, hemos querido dar toda
bra oondensador también puede integrarse en una signi- la psicología de borrador indispensable para basar racia-
ficación científica, hay que desprenderla de su sentido :nalmente la ciencia física.
usual. En realidad, un condensador eléctrico no condensa l!sta es la fórmula que puede ser ahora el punto de
la electricidad: recibe la cantidad de electricidad que le .partida de una racionalización de la condensación eléc-
será proporcionada por las leyes que esquematizaremos
trica:
seguidamente.
Ya hemos prevenido contra la acepción usual de la
palabra capacidad. La teoría nos aclarará pronto este
conce,pto. Pero, si fuera preciso explicar un poco la pa-
labra de entrada, sugeriríamos que se utilizara en el sen-
tido de diploma de capacidad. Por su capacidad, un con- s = su,perficiede un armazón (dejando muy claro que
densador -o de modo más general un conductor aisla- !',,;;, el otro armazón debe tener, milimétricamente, la misma
do- es capaz de reaccionar de un modo determinado en :;'. superficie); e= grosor del aislante (que se supone muy
las condiciones que precisaremos l. S';" uniforme); K = poder dieléctrico del aislante (que se su-
¡La aparición de la fórmula que da la capacidad de un ,-,' pone muy homogéneo).
oondensador supone un verdadero rayo de luz! Todo lo \;, En esta fórmula el estudio filosófico del factor K nos
que hemos contado acerca de las dificultades psicológi-
cas de los primeros accesos a la ciencia se convierte,
J \"f~:ipermitirá reanimar el debate entre el empirismo y el ra-

1. CHWOLSON, Traité de physique, t. IV, ler. fascículo, 1910,p. 92: ~ aquí un ejemplo en el que la palabra capacidad está entre los dos
"La palabra capacidad se ha tomado prestada, por analogía, de la teo- fi¡nificados: ser capaz de electrizar, contener electricidad: "El céle-
ría del calor, pero es importante señalar que, mientras la capacidad .,.. P. Becaria piensa que la frotación aumenta la c~paci~ad del cuer-
calorífica de un cuerpo sólo depende de la naturaleza y del peso 'eléctrico; es decir, capacita a la parte que toca mmedlatamente al
de este cuerpo, la capacidad eléctrica de un conductor no de~nde ni de tador para contener mayor cantidad de fluido; de modo que ésta
su naturaleza, ni de su peso, únicamente de su forma externa." La del cuerpo frotador una sobreabundancia de materia eléct~ca
comparación de la capacidad eléctrica y de la capacidad calorífica es , sin embargo, sólo se manifiesta en el momento en que la frotaCión
pedagógicamente muy mala. Si la historia de las ciencias es tan difícil a de actuar y entonces pierde esta capacidad, estrechándose o enca-
de presentar en su contenido psicológico es debido a que nos remite a dose" (Tiberio CAVALLO, Traité complet d'électricité, trad. 17SS,
concepciones científicas implicadas aún en sus concepciones usuales. ll5).
e descargaría con una chispa entre las tapas. Substitu-
c~onalismo y mostrar la acción de la racionalización téc- yendo la lámina de aire por una lámina de mica, evitamos
nIca.
este inconveniente, al menos dentro de ciertos límites.
El f~ctor ~ d~l?ende de la materia empleada. Puede Así pues, cuando elem,pirista discutirá el carácter in-
ser ~l sIgno t~losoflco de la irracionalidad que se resiste condicionalmente realista de una substancia, cuando nos
a la .mtegraclOn d~ l,os fenómenos en una forma algebrai- dirá que este poder dieléctrico está representado por un
c~ sImple. ~l empmsta se apoyará en este hecho, que en número sin estructura, un número con decimales sin ley
CIer!O s~ntIdo no está condicionado para demostrar que racional, podremos responder que el técnico no ve allí
l~ CIen~Ia.no puede ,alcanzar, en sus explicaciones, el ca- más irracionalidad que en una longitud determinada. Téc-
ra.c~er mtImo, el caracter cualitativo de las cosas. La elec- nicamente el poder dieléctrico tiene una perfecta equi-
tncIdad tendría, en esta perspectiva, sus substancias sin-
valencia geométrica:
gulares.
Claro está, hemos limitado nuestra discusión al caso
, A p~rtir. de ahí: es interesante demostrar que este ca- en que se toman como láminas aislantes a substancias na-
racter Irr~clOnal lIgado a una substancia particular pue- turales como la mica, o substancias fabricadas sin ninguna
de .de algun modo estar dominado a la vez por el racio- función especial, como el cristal. Tendríamos argumentos
nahsmo y por la técnica. .
nuevos si nos refiriéramos a la técnica de las materias, a
Señalemos en pr!m~r l~gar, que nos vemos obligados a las posibilidades que ofrece una química que puede crear
hablar del poder dIelectnco del vacío. Incluso tomamos
substancias, a propiedades físicas bien definidas.
este poder dieléctrico del vacío como unidad. Creemos
De todos modos, la técnica realiza con completa se-
que ~s sufic~ente para demostrar que la materialidad guridad la fórmula algebraica de la capacidad de un con-
de pnmera vIsta, la que afecta nuestros sentidos no está densador. Éste es un caso muy sencillo, pero particular-
totalmente introducida en la noción de capacid~d de un
mente claro, de la conjunción entre el racionalismo y la
condensador.
técnica. (Rationalisme, cap. VIII, p. 150-152.)
Por otra parte, si somos conscientes de la racionalidad
de las funciones, la función de K y la función de e en la
fórmula

[18] En primer lugar, mostremos cómo la técnica


que ha construido la bombilla eléctrica con hilo incandes-
cente rompe realmente con todas las técnicas de ilumina-
podrán aclararse por compensaciones. Si podemos au- ción que se usaban en toda la humanidad hasta el si-
mentar la capacidad disminuyendo e o aumentando K glo XIX. En todas las técnicas antiguas, para iluminar hay
la inteligencia técni.ca realiza una racionalización compl~ que quemar una materia. En la lámpara de Edison, el
ta del factor matertal. Ya no se utiliza a la materia como arte técnico está en impedir que se queme una materia.
un subterfugio para evitar las e demasiado pequeñas. Un La técnica antigua es una técnica de combustión. La nue-
condensador con una lámina de aire demasiado delgada va, técnica es una técnica de no-combustión.

54
Sin embargo,. para manejar esta dialéctica , se necesita ¿ ue el estudio de fenómenos tan nuevos como los fenóme-
u.n gran conocImiento específicamente racional. El empi- 1';n05 eléctricos, podía dar a la técnica de la iluminación
nsmo de la combustión, que se contentaba con clasificar 'medios muy nuevos. Pero nuestro debate no se sitúa ahí.
las substancias combustibles, con valorar los buenos com- Lo que queremos demostrar es que, en la propia ciencia
bustibles, con dividir entre las substancias susceptibles eléctrica, está instituida una técnica «no natural», una
de mantener la ~o~bustión y substancias «impropias» técnica que no aprende en el examen empírico de la na-
para este mantemmIento, ya no basta. Es necesario haber turaleza. En efecto, no se trata, tal como subrayaremos
comprendido que una combustión es una combinación, y seguidamente, de partir de los fenómenos eléctricos tal
no ~l desarrollo de un poder substancial, para poder im- como se ofrecen al examen inmediato.
pedIr esta combustión. La química del oxígeno transfor- En la ciencia natural de la electricidad, en el si-
mó totalmente el conocimiento de las combustiones. glo XVIII, se plantea precisamente una equivalencia subs-
. En ~na ~écnicad~ no-combustión, Edison crea la bom- tancial entre los tres principios, fuego, electricidad y luz.
b.Illa.electnca, el ~nstal de lámpara cerrada, la lámpara «El fluido eléctrico, dice el abate Bertholon (L'électri'cité
s~n tIro. La bo.mbI11ano está hecha para impedir que la des végétaux, p. 25), es el fuego modificado, o lo que es
lampara se agIte con las corrientes de aire. Está hecha lo mismo, un fluido análogo al fuego y a la luz; pues hay
para ~on.servare.lvacío alrededor del filamento. La lámpa- entre ellos muchos puntos en común, el brillar, iluminar,
ra electnca no tIene absolutamente ningún carácter cons- inflamar y quemar, o fundir ciertos cuerpos: fenómenos
titutivo en común con la lámpara ordinaria. El único que demuestran que su naturaleza es el fuego, ya que su~
ca;ácter que permite designar las dos lámparas con la efectos generales son los mismos; pero es el fuego modI-
mIsma palabra, es que ambas iluminen la habitación ficado, ya que se diferencia del mismo en algunos aspec-
cuando anochece. Para aproximar1as, para confundir1as. tos.» No se trata de una intuición aislada, la volveremos
p~ra designar1~s, pasan a ser el objeto de un comporta- a encontrar fácilmente en numerosos libros del siglo XVIII.
mIento de la VIdacorriente. Pero esta unidad en la finali- Una técnica de iluminación asociada a esta concepción
d~d sól? ~upone unidad de pensamiento para aquél que substancialista de la electricidad habría intentado trans-
pIensa UI:llc~menteen la finalidad. Esta finalidad recarga formar la electricidad en fuego-luz, transformación apa-
las descnpcIOnes fenomenológicas tradicionales del cono- rentemente fácil ya que, bajo las dos formas, electricidad
cimiento. A menudo, los filósofos creen atribuirse el obje- y lu~ se suponía que había el mismo principio .material.
to al nombre, sin darse cuenta de que un nombre aporta La -ixplotación directa de las primeras observaCIones,ex-
una significación que sólo tiene sentido en un conjunto de plotación guiada por las intuici.ones substanciaIista~, .sólo
costumbres. «Así son realmente los hombres. Una vez les pediría que se aportara un allmento a esta electncIdad
han enseñado un objeto, están satisfechos, eso tiene un fuego-luz (un pabulum recogiendo la palabra consagrada).
nombre, ya no olvidarán nunca este nombre.» (Jean de De este modo ponemos en acción una serie de conceptos
Boschere, L'obscur a Paris, p. 63.) utilizados en la vida corriente, particularmente el concep-
Se nos puede objetar que al tomar como ejemplo la to de alimento que está muy arraigado en el subconscien-
lámpara eléctrica, nos hemos situado en un terreno dema- te~Nos adentraríamos en la comprensión de los concep-
siado favorable a nuestras tesis. Es evidente, se nos dirá, tos ,«naturales» y encontraríamos bajo los fenómenos tan

_____________ -.1_-.. _
raros de la electricidad, las cualidades profundas, las cua- son como una serie de prisioneros encadenados, en la que
lidades elementales: el fuego y la luz. el primero en liberarse suelta inmediatamenté su vecino,
Arraigada de este modo en los valores elementales, el que suelta a su vez a un tercero, y así sucesivamente ... »
conocimiento vulgar no puede evolucionar. No puede Estas imágenes -que podríamos multiplicar -mues-
abandonar su primer empirismo. Tiene siempre más res- tran con bastante claridad con qué facilidad la observa-
puestas que preguntas. Tiene respuestas para todo. Pode- ción empírica establece su sistema y con qué rapidez este
mos vedo perfectamente en el ejemplo elegido: si la sistema se cierra. Ya vemos cómo los primeros observa-
barra de resina lanza chispas al mínimo frotamiento, es dores asocian rápidamente los conocimientos eléctricos
porque está llena de fuego. ¿Por qué sorprenderse de este a una cosmología del fuego. Y si hubiera hecho una lám-
nuevo fenómeno? ¿Acaso no se fabrican desde tiempos para eléctrica en el siglo XVIII se habrían planteado la
inmemoriales antorchas con resina? Y estas chispas no siguiente pregunta ¿de qué modo puede el fuego eléc-
son únicamente luz fría, son calientes, pueden inflamar trico latente convertirse en fuego? ¿De qué modo la luz
el aguardiente, el agua de fuego. Todas estas observacio- de la chispa puede convertirse en luz permanente? Todas
nes, en el estilo empírico del siglo XVIII, demuestran la estas preguntas requieren una respuesta directa. Ninguna
continuidad de la experiencia común y de la experiencia .. de estas perspectivas de Universo puede dirigir una téc-
científica. El fenómeno que nos sorprendía en un prin- nica.
cipio, pronto se convierte simplemente en un ejemplo Volvamos pues al examen de la fenomenotécnica. La
de la circulación del fuego en la naturaleza, en la vida historia efectiva está ahí para demostrar que la técnica es
misma. Tal como dice Pott, utilizando la palabra sabia una técnica racional, una técnica inspirada en leyes ra·
flogística, pero pensando en la palabra popular, fuego: cionales, por leyes algebraicas. Ya se sabe que la ley racio-
«La extensión de esta substancia (la flogística) es tan nal que regula los fenómenos de la lámpara eléctrica in-
grande como el universo; se ha desparramado en toda candesceJtte es la ley de Joule que responde a la fórmula
la naturaleza, aunque con combinaciones muy distintas.» algebraica\=
De este modo las intuiciones generales son intuiciones
ingenuas. Las intuiciones ingenuas lo explican todo.
Y, claro está, la física natural tiene su microfísica. Es-
tima que el fuego latente está encerrado en los peque- (W: energía, R: resistencia, 1: intensidad, t: tiempo).
ños alveolos de la materia, al igual que la gota de aceite Se trata de una relación exacta de conceptos bien de·
está encerrada en el pequeño grano de colza. El frota- finidos. W queda registrada en el contador, RFt se gasta
miento que rompe las paredes de estos alveolos libera en la lámpara. La organización objetiva de los valores es
el fuego. Si esta liberación se generalizase, un fuego visi- perfecta.
ble y constante se encendería en la barra de resina frota- Está claro que la cultura abstracta ha cerrado el paso
da por la piel de un gato: existe continuidad entre la a las primeras intuiciones concretas. Ya no se dice -y
barra de resina y la rama combustible del pino: «Consi- apenas se piensa- que el fuego y la luz circulan en el
dero, nos dice además Pott, que la materia del fuego con- filamento resplandeciente. La explicación técnica va en
tenida en los cuerpos combustibles, el alimento del fuego, sentido contrario a la explicación substancialista. Cuando
se quieren determinar mejor los efectos de la resistencia
se acude a la fórmula:
[19] A los atomistas de siglos pasados les faltaba un
1 verdadero movimiento en la composición epistemológica
R=p- para merecer el nombre de axiomática. Efectivamente,
s
no basta con postular, con la palabra átomo, un elemento
(p : resistenCia del metal, 1: longitud del hilo, s: corte
indivisible para pretender haber puesto en la base de la
del ~ilo) y se comprende la necesidad técnica de coger ciencia física un verdadero postulado. Sería necesario
un hIlo largo y delgado para aumentar la resistencia se no reducirse a una deducción a menudo sólo verbal que
admira la ~elicadeza del hilo que tiembla bajo sus 'po- extrae consecuencias de una suposición única; sino que,
temas de crIstal. El factor p conserva sin duda una cierta por el contrario, debiéramos encontrar los medios para
reserva de empirismo bien encuadrado, racionalmente combinar caracteres múltiples y construir con esta com-
encu.adrado. ~or. otro lado, contra este empirismo puede binación fenómenos nUliVOS. Pero no podemos tener la
surgtr y multIphcar sus conquistas una ciencia más de- posibilidad de esta producción~ porque como máximo se
sarrollada. La industria moderna, al ligarse a una técnica piensa en hacer la prueba de la existencia del átomo pos-
definida, al trabajar con substancias muy purificadas, tulado, en verificar una suposición. La teoría filosófica
c?mo el t~ngst~no,.por ejemplo, desemboca en una espe- del átomo paraliza las preguntas y tampoco las sugiere.
CIede raclOnahzacIón de la materia. Para la fábrica que (Intuitions, cap. VI, p. 133-134.)
produce bombill~s con filamentos de tungsteno, el fac-
tor p no supone nmguna sorpresa empírica. Está en cierto
mod? materialmente desindividualizado. Si se es un poco
senSIble a los matices filosóficos, no se puede dejar de
reconocer el trabajo de racionalización presente en una
industria que produce las lámparas eléctricas en serie. [20] El filósofo que aborda el estudio de la ciencia
Podemos pues afirmar perfectamente que la bombilla física contemporánea se encuentra incómodo, como todo
eléc~rica es un objeto del pensamiento científico. En este el mundo, por el peso de los conocimientos comunes, y
se~tIdo es para nosotros un ejemplo simple pero claro de también como cualquier persona educada, por los recuer-
o~Jeto abstracto-concreto. Para comprender su funciona- dos de su propia cultura. Así, se imagina, siguiendo las
mIento hay que dar un rodeo que nos lleva a estudiar las intuiciones de la vida cotidiana, que un corpúsculo es un
relaciones de los fenómenos, es decir a una ciencia racio- cuerpo pequeño, y piensa, haciendo un homenaje tradi-
nal, expresada algebraicamente. (Rationalisme, cap. VI, cional a la filosofía de Demócrito, que el átomo es indivi-
p. 105-109.) sible, el último elemento de una división de la materia.
¿Cómo se puede comprender la novedad del lenguaje
de la ciencia con seguridades etimológicas tan indestruc-
tibles? ¿Cómo aprender a formar nociones completamen-
te nuevas? ¿Cómo establecer, al margen del empirismo
cotidiano, la filosofía exacta del empmsmo del labora- nuevo estatuto ontológico. Quizás todavía de un modo
torio? Por último, ¿cómo sustituir un racionalismo que más claro, los corpúsculos de la física moderna están re-
funcionaba a partir de las grandes verdades del conoci- feridos a un tipo de organización experimental bien de-
miento universal por un racionalismo puramente axio- finido. Hay que determinar el estatuto ontológico al nivel
mático que se establece como una especie de voluntad en de su definición precisa. Se introducen costumbres des-
mantener unas reglas muy definidas, muy limitadas en tructoras en la ciencia, si se piensa, por ejemplo, que el
un terreno particular? Ya vemos como las ciencias físicas electrón es un cuerpo pequeño cargado de electricidad
contemporáneas, necesitarían, para recibir sus exactos negativa, si se piensa -en dos tiempos- en la existencia
valores filosóficos, filósofos anabaptistas que abjurarían de un ser y la existencia de sus propiedades. H. A. Wilson
a la vez de sus conocimientos racionales elementales y de ha indicado explícitamente la vida filosófica de semejante
sus conocimientos comunes para abordar al mismo tiem- pensamiento 2: «Podemos preguntamos si protones y
po un nuevo pensamiento y una nueva experiencia. electrones deben considerarse como partículas materiales
En nuestro intento por reducir la noción de corpúscu- cargadas de electricidad. La respuesta es que esta idea
lo a su nuevo sentido y por introducir esta noción de cor- no está justificada por los hechos. La operación de cargar
púsculo en su exacto contexto axiomático, empezaremos un cuerpo con electricidad negativa consiste en añadir
comentando una serie de tesis que expresaremos de modo electrones a este cuerpo, y un cuerpo está cargado positi-
algo paradójico, atajando inmediatamente las intuiciones vamente cuando se le suprimen los electrones, hasta de-
perezosas. (Activité, cap. 111,p. 75.) jade un exceso de protones. Así pues, no podemos supo-
ner que un electrón está cargado negativamente porque
El corpúsculo no es un cuerpo pequeño. El corpúscu- 'añadir un electrón a otro electrón daría dos electrones.
lo no es un fragmento de substancia. No tiene cualidades Electrones y protones son precisamente átomos de elec-
propiamente substanciales. Cuando la química teórica for- tricidad, y según los conocimientos actuales, son indivisi-
mulaba la noción de átomo, despojaba al átomo de mu- bles. Sólo conocemos la electricidad en forma de electro-
chas de sus propiedades retenidas por la experiencia co- nes y protones, de modo que no tiene sentido hablar de
mún. Así pues: estas diferencias particulares como si se dividieran en
dos partes: electricidad y materia.» Traducimos este lar·
El azulamiento pálido y fugitivo del azufre 1
go texto porque el físico que lo proporciona no duda en
que el poeta señala como una raíz en su ontología infer- apenarse ante determinada dificultad filosófica. Nos ha-
nal, no deja rastro alguno en la química del átomo. Al llamos ante una ruptura totaÍ de los conceptos de micro-
atomizarse, el azufre pierde sus aspectos satánicos. Las física y los de física clásica. La operación: «cargar un
«realidades» comunes no se adhieren más sólidamente al cuerpo de electricidad», tan corriente en la ciencia eléc-
átomo del azufre que las «realidades» metafóricas. El trica común, ya no tiene sentido al nivel del corpúsculo.
átomo por el sólo hecho de estar definido en una orga- El corpúsculo eléctrico no es un cuerpo pequeño cargado
nización racional de la experiencia' química, recibe un de eZectricidad. Un análisis lingüístico sería engañoso. El
análisis filosófico usual también debe abandonarse. Nec~ parezca a la noción clásica de impenetrable. No hay que
sitamos conseguir la síntesis total entre el atributo y la creer a los físicos más realistas -más tradicionalmente
substancia, o mejor dicho, debemos «realizar» pura y sim- realistas- de lo que son y ligar, como parece hacer Me-
plemente, el atributo. Detrás del atributo electricidad, yerson, el atomismo de la ciencia moderna con el ato-
no debe considerarse a la substancia materia. La filosofía mismo de los filósofos. Sólo los filósofos plantean aún
del corpúsculo, en esta ocasión del corpúsculo eléctrico, el átomo, o el corpúsculo, como impenetrable. Sin em-
nos enseña una ontología bien definida, estrictamente de- bargo, podemos leer miles de libros de física o química
finida. Esta ontología tendría un considerable valor de moderna sin que se mencione en ellos la noción de impe-
enseñanza filosófica, si la filosofía quisiera interesarse en netrabilidad. Cuando parece que la noción juega un papel
ella: efectivamente, esta ontología del corpúsculo impide descubrimos pronto que no lo hace con un carácter abso..
con una señal muy clara cualquier fuga hacia el irracio- luto como ocurría en el atomismo filosófico (... ).
nalismo de la substancia. Correlativamente, si no podemos atribuir dimensiones
No se pueden asignar dimensiones absolutas al cor- al corpúsculo, tampoco podemos atribuirle forma.
púsculo; sólo se le asigna un orden de tamaño. Este orden Dicho de otro modo, el elemento no tiene geometría.
de tamaño determina más una zona de influencia que una Este hecho debe estar en la base de la filosofía corpuscu-
zona de existencia. O, más exactamente, el corpúsculo lar moderna. Es una gran novedad filosófica.
sólo existe en el espacio en que actúa. La geometría sólo interviene en la composición de los
En muchas ocasiones señalaremos el carácter esencial- elementos y únicamente cuando es posible la composi- .
mente energético de la existencia corpuscular. En su obra ción. Desde la perspectiva del conocimiento de los fenó·
reciente: Philosophy of Mathematica l1JndNatural Scien- ménos y de las substancias, la geometría aparece en pri-
ce (1949), Hermann Weyl, recordando que el orden de mer lugar como un juego de puntos y direcciones. Parece
tamaño atribuido a un rayo del electrón es de 10-13 cm. que la composición suscite orientaciones a las que po-
añade que «este número debe interpretarse como la dis- demos atribuir una existencia virtual en los elementos
tanciaen la que dos electrones se aproximan entre sí a antes de la composición. Sin embargo esta existencia vir-
una velocidad comparable a la de la luz». tual debe seguir siendo una perspectiva del espíritu. El
El corpúsculo se define aquí no a partir de su ser elemento devuelto a su soledad no tiene geometría (... ).
como una cosa inerte, sino a partir de su poder de opo- Si no podemos atribuir una forma determinada al cor-
sición. La curiosa definición de Hermann Weyl busca de púsculo, tampoco podemos atribuirle un lugar muy pre-
algún modo la máxima oposición. En efecto, si pensamos ciso. Atribuirle un lugar preciso, ¿no sería como atribuir-
que la velocidad de la luz está considerada, en la ciencia le desde el exterior, aunque fuera negativamente, una
relativista contemporánea, como una velocidad límite, ve- forma?
mos aparecer una relación entre esta velocidad límite De este modo la intuición se confunde, tanto cuando
y la pequeñez límite. busca el lugar absoluto como cuando busca la figura ab-
Este modo de definir dinámicamente las dimensiones soluta. En este punto asistimos a una ruptura total con
límites de un corpúsculo debe aclararnos la novedad la imaginación cartesiana.
esencial de la filosofía corpuscular moderna. Nada que se Efectivamente, como ya se sabe, en virtud del princi-
tantes como las hechas a la locución estar ahí. En efecto,
pio de indeterminación de Heisenherg, la localización del se puede ver en la ciencia del núcleo atómico el caso cu-
corpúsculo, en el análisis exacto que se pide a la mic.ro- rioso de un corpúsculo que existe a la salida de un espa-
física, está sometida a tales restricciones que la funcIón cio en el que sin duda no existía. Expulsa, sin duda
de existencia situada ya no tiene valor absoluto. alguna, electrones del núcleo en el curso de ciertas trans-
Esta carencia de ontología que afecta precisamente a mutaciones. Naturalmente, las primeras tentativas para
la física del corpúsculo debe hacer reflexionar al filósofo. imaginar la estructura del núcleo se hicieron tomando al
La existencia situada ¿no es acaso la función primordial electrón como uno de los elementos del edificio nuclear.
que designa a los objetos en cualquier discusión acerca Pero esta concepción de un electrón intranuclear ha lleva-
del realismo? Estar ahí también es la función primordial do a dificultades cada vez mayores. Actualmente, se está
que fija la perspectiva de objectivación en la filosofía convencido de que no existe electrón en el núcleo. De algu-
fenomenológica. Siguiendo las discusiones filosóficas, ~os na manera es la dinámica de la expulsión la que da aquí la
preguntamos a menudo si la conciencia no es una conclen· existencia corpuscular al resultado de la expulsión. El
cia de índice, una conciencia de dedo apuntando a las dinamismo es aquí, una vez más, el primer principio en el
cosas. que hay que reflexionar y es necesario conse~uir u?a
Sin embargo, la microfísica no puede conservar es~e información esencialmente dinámica de la mIcrologIa.
privilegio de designación directa. Así pues, tanto el reahs- Cuando más se entra en el terreno de la microfísica, más
mo tradicional como la fenomenología moderna resultan importancia debe concederse a los temas de la ene~gí?
. inadecuados para abordar la microfísica. Los filósofos se Sólo los objetos del conocimiento común puedert eXIstIr
orientan a partir de la experiencia ~omún. La cien.ci,a plácidamente, tranquilos e inertes e~ el espacio. ,.
contemporánea reclama una nueva sahda. P~antea al fIlo- Constatemos también, de paso, como madura rapIda-
sofo el curioso problema de una nueva sahda. Hay que mente el pensamiento científico en nuestros días. Durante
apoyarse aquí en técnicas que no se expresan totalmente siglos, se creyó que el fuego existía antes de la percusi?n
en el lenguaje de nuestros gestos mecánicos y de nuestras del pedernal. Sólo se ha conseguido durante u~os dieZ
intuiciones geométricas. La revolución epistemológica que años la misma intuición con el electrón en el nucleo.
conlleva la microfísica conduce, además, al.reemplazo de En diversas circunsta'ncias, la microfísica plantea,
la fenomenología por una numenología, es decir, por una como un verdadero principio, la pérdida de individualidad
organización de objetos del pensamiento. Los obj~tos del
de un corpúsculo. ,. .. .
pensamiento se convierten a continuación en ob¡e!os ~e Efectivamente, si dos corpus culos mdIvIduahzados
experiencias técnicas, falseando totalmente la expenen~Ia. por sus trayectorias llegan a pasar por una zona tan es-
·Cuántos fenómenos directos deben apartarse, ataJar- trecha en la que ya no se les distinga, a la salida de esta
se, dividirse, para trabajar en la física del electr~n! C~an- zona ya no podrá mantenerse la numeración que los
tos pensamientos acumulados, coordinados, dIscutidos distinguía.
para llegar a asegurar las técnicas del. electrón. . Sin embargo, nos engañaríamos si viéramos aquí un
Hay que subrayar, en el mismo sentido, pensamIentos accidente que arruina un conocimiento.. E~ .reali~ad,.,la
paradójicos como la locución tan faI?i1i~r,tan cla~a: es- constatación de este hecho de una desmdIvIduahzaclOn
tar en, que comienza a despertar obJecclOnestan Impor- •
en las circunstancias que acabamos de explicar proporcio-
na un principio fecundo, un principio que da cuenta de señal de la profunda separación entre el espíritu filosófico
todo un sector de la experiencia positiva. Se trata, en defi- y el espíritu científico. Cuando se evocan los fenómenos
nitiva, de un corolario del principio de indetenninación de anulación y de creación, ante un público de filósofos,
de Heisenberg. Este corolario tiene la misma positividad percibimos casi fenomenológicamente esta indiferencia,
que el teorema fundamental. Claro está, él también re- leemos esta indiferencia en sus caras. Estos fenómenos
clama una nueva salida. Renueva la noción de indiscerni- son, para el filósofo moderno, fenómenos «de la cien-
bles que ha provocado tantos debates entre los filóso- cia», no son fenómenos «de la naturaleza». El filósofo
fos. (oo.) los acepta sin discutir -es necesario- y continúa. No los
Finalmente, la última tesis que contradice el axioma tiene en cuenta en la filosofía. Conserva sus absolutos en
fundamental del atomismo filosófico: la física contem- la misma época en que la ciencia demuestra que declinan.
poránea admite que el corpúsculo pueda anularse. De (Activité, cap. IlI, p. 75-82.)
este modo el átomo, cuya primera función era resistir
a cualquier cambio íntimo, y, con rrlIlyor razón, a la des-
trucción, ya no ocupa en la ciencia contemporánea su
función de absoluta pennanencia, su función de existen-
cia radical. El antiguo refrán: nada se pierde, nada se [21] Si recorremos la lista de restricciones que he-
crea, debe meditarse de nuevo. Existen sin duda fenóme- mos recordado en las páginas precedentes, vemos como
nos consecutivos a la anulación de un corpúsculo y el inmediatamente después de poner el concepto de cosa
filósofo podrá aducir que, una vez desaparecido el cor- bajo las propiedades del elemento corpuscular hay que
púsculo, algo subsiste. Sin embargo, este algo, ya no es pensar los hechos de experiencias retirando el exceso de
una cosa. Emile Meyerson, creyendo clarificar la filosofía imagen que hay en esta pobre palabra cosa. En particular
realista que atribuía al físico, decía que el físico es cosista. hay que quitar a la cosa sus propiedades espaciales. Basta
Esta intuición coincide en muchos aspectos con la afir- con considerar a todos los «objetos» de la microfísica, a
mación bergsoniana sobre la inteligencia humana que es- todos los recién llegados que la física designa con la ter-
taría específicamente adaptada al conocimiento de los minoación -on -digamos todos los -ons- para compren-
sólidos. Los átomos se concebían entonces como peque- der lo que es una cosa no-cosa, una cosa que se singula-
ños sólidos, como cosas pequeñas. El atomismo era la riza por sus propiedades que nunca son las propiedades
doctrina por excelencia de las pequeñas cosas. de las cosas comunes. A continuación intentaremos ca-
Nos parece que la anulación del corpúsculo consagra racterizar rápidamente a todos estos electrones, proto-
la' derrota del cosismo. Vamos a reemprender el debate nes, nucleones, neutrones, fotones ... Pero ya desde ahora
con el cosismo. Pero antes debemos subrayar su impor- hay que señalar la gran variedad de sus tonalidades fi-
tancia filosófica. Y ello es todavía más necesario por cuan- losóficas. Tienen estatutos ontológicos distintos. Y la
to que estos fenómenos de creación y anulación corpuscu- diferencia sería aún mayor si añadiéramos a la lista los
lar no llaman la atención de la mayoría de filósofos. Esta gravitones de madame Tonnelat, los limitones de Kwal,
indiferencia ante fenómenos tan curiosos, es una nueva los excitones de Bowen y todos los proyectiles de la física
núclear. Ante la variedad los filósofos, los realistas, los
filosofía corpuscular parece que hay que defenderse de
positivistas, los racionalistas, los convencionalistas -y cualquier referencia a una teoría macroscópica del cho·
los escépticos -pueden recoger el ejemplo que les sirva que, y que sea necesario rehacer de nuevo una teoría del
de argumento. Ahogaríamos las discusiones filosóficas encuentro. Emile Meyerson escribe, sin embargo: «Cual-
confundiendo todos los aspectos bajo la calificación de quier acción entre corpúsculos sólo puede producirse evi-
cosista. dentemente por el choque... la acción debida al choque
Habría que plantear, paralelamente al problema del constituye el elemento esencial; no sólo de la teoría del
cosismo, el problema similar del choquismo. Con la no- gas, sino de todas las teorías corpusculares» 2. Hemos sub-
ción de choque nos encontramos fren'te a una especie rayado dos palabras del texto, pues son las que provoca·
de monstruosidad epistemológica. Se presenta como sim- rían oposición en una discusión con el filósofo cosista.
ple y, sin embargo, es compleja desde el principio, ya que De todos modos esta discusión es inútil. La ciencia
sintetiza nociones geométricas y nociones materialistas. contemporánea es formal, sus conclusiones son precisa-
Se construye entonces ciencia y filosofía sobre un con- mente contrarias a la tesis meyersoniana. En efecto, la
junto de imágenes burdas e ingenuas. ¡Qué sería la filo- ciencia actual advierte cuidadosamente que sólo emplea
sofía de Hume si los hombres no hubieran jugado al la palabra choque por su brevedad y no por los distintos
billar! Bastó una carambola para hacer la filosofía de procesos de interacción. Por ejemplo, en su hermoso libro
toda la naturaleza. sobre los rayos cósmicos, Leprince-Ringuet escribe: «En
y la paradoja continúa. El choque que entrega tantas el terreno atómico, y particularmente cuando se trata de
lecciones para una cosmología del azar ha dado la raíz , 1as como 1os e1ectrones, 1a expreSlOn
partlcu ., "h coque " ...
misma de la doctrina de la causalidad. El choque da real- no implica que haya contacto, debido a que es imposible
mente la lección ingenua de la causalidad. Y podemos hacerse una representación espacial del electrón: es me-
preguntamos si la noción de causalidad supera la ense- jor decir "interacción" que el choque, porque hace interve·
ñanza que dan las intuiciones ingenuas del choque. Cuvier nir imágenes menos definidas y es menos inexacto» 3. P. Y
hace en este sentido una confesión muy clara que no ha R. Daudel hacen la misma observación: para ellos hablar
retenido suficientemente la atención de los filósofos: «Sa- de choque en la escala de la microfísica no tiene mucho
lidos de los fenómenos del choque, ya no tenemos ideas sentido 4.
claras acerca de las relaciones de causa y de efecto» 1. Podríamos acumular fácilmente observaciones simi-
(Activité, cap. III, p. 83-84.) lares. Basta sólo con pensar en fenómenos de interacción
de partículas de naturaleza distinta como fotón y elec-
trón para comprender que esta interacción no puede ser
estudiada como el choque de dos bolas del mismo marfil.
[22] Podríamos decir muchas cosas acerca del cho- Así pues, es preciso, como mínimo, dar al «choque» nue-
que esquematizado que se presenta como una idea sim- vas definiciones. El efecto Compton que estudia esta
ple en el conocimiento común. Pero si nos referimos a la 2. Emile MEYERSON, 1dentité et réalité, p. 63.
3. LEPRINCE-RINGUET, Les rayons cosmiques, Albin Michel, p. 23.
1. CUVIER, Rapport historique sur les progres des sctences nature· 1. P. y R. DAUDEL, Atomes, molécules et lumi~re, París, 1946.
lles depuis 1789, París, 1810, p. 7.
interacción está lleno de nuevas ideas. Se perdería su problemática del tema estudiado? En definitiva, ¿se trata
valor instructivo si se descuidara la variación de frecuen- de curiosidad o de cultura? Si la «explicación» es simple-
cia del fotón, si nos limitáramos a ver en el encuentro mente una reducción al conocimiento común, al conoci-
un «choque». miento vulgar, no tiene nada que ver con la producción
De este modo el cosismo y el choquismo se nos pre- esencial del pensamiento científico. Y, sin embargo, de-
sentan como filosofías muy poco apropiadas para una masiado a menudo, lo repetimos, la filosofía que inte-
descripción de los fenómenos de la ciencia moderna. rroga al sabio le pide que reduzca el conocimiento cientí-
Estas filosofías nos lanzan a la esclavitud de nuestras fico al conocimiento usual, es decir al conocimiento
intuiciones más primarias referentes al espacio ya la fuer- sensible. Remonta los siglos para volver a encontrar la
za. Estamos mal preparados para seguir la evolución f~liz ingenuidad de las primeras intuiciones. (Activité,
de la atomística moderna si aceptamos la fórmula de cap. 111, p. 85-86.)
Meyerson según la cual el átomo sólo es, en realidad, «un
trozo de espacio» 1. Esta es una elemental fórmula-res-
puesta, una fórmula que cierra las preguntas, que no
11. EL CONCEPTO CI'ENTfFICO DE MATERIA EN LA FíSICA
plantea preguntas, que liquida rápidamente la problemá-
CONTEMPORÁNEA
tica de la atomística moderna. También acaba pronto
con las restricciones prudentes del espíritu positivista.
Podemos, pues, presentar esta fórmula como un ejemplo
claro de la involución del pensamiento filosófico. De he-
cho, la noción de un corpúsculo definido como «un pe- [23] Una cosa puede ser muy bien un objeto inerte
queño trozo de espacio» nos conduciría a una física car- para una especie de empirismo ocioso y masivo, para una
tesiana, a una física de Demócrito contra la que hay que experiencia no realizada, es decir, no demostrada y, por
pensar si queremos abordar los problemas de la ciencia consiguiente, abstracta, a pesar de su interés por lo con-
contemporánea. La noción de corpúsculo concebido como creto. No ocurre lo mismo con un experimento de micra-
un cuerpo pequeño, la noción de interacción corpuscular física. En este caso, no se puede practicar el pretendido
concebida como el choque de dos cuerpos, son, precisa- análisis de lo real y de lo futuro. Sólo se puede describir
mente, nociones-obstáculo, nociones que frenan la cultu- en la acción. Por ejemplo, ¿qué es un fotón inmóvil?
ra y contra las que hay que prevenirse. No se puede separar al fotón del rayo de luz, tal como
En este sentido, se orienta el drama de «la explicación querría el cosista acostumbrado a manejar objetos siem-
en las ciencias». ¿Por qué se explica y a quién se explica? pre disponibles. El fotón es, evidentemente, un tipo de
Sin duda, se explica al que necesita explicaciones, al que cosa-movimiento. De modo general, parece como si cuan-
no sabe. Pero, ¿sabe algo y quiere saber más? Y si el ig- do más pequeño es el objeto, mejor asuma el complejo
norante quiere saber más, ¿está dispuesto a saber de otro de espacio-tiempo, que es la esencia misma del fenómeno.
modo? ¿Está dispuesto a recibir progresivamente toda la El materialismo ensanchado, separado de la primitiva
abstracción geométrica, nos lleva así, naturalmente, a
as~iar la materia y la radiación.
En esta perspectiva, ¿ cuáles serían los caracteres del
matter in motion 1. Todas estas afirmaciones podían pare-
fenómeno más importante para la materia? Los relati-
cer correctas, ya que se tomaba a la materia sólo como un
vos a su energía. Ante todo, hay que considerar la mate-
soporte plácido y a la energía como una cualidad, de al-
ria como un transformador de energía, como una fuente
gún modo externa e indiferente al soporte. Criticando a
de energía; después rehacer la equivalencia de las no-
Berkeley se podía ahorrar el soporte, para no tener que
ciones y preguntarse cómo puede la energía recibir los
hablar del verdadero fenómeno de esencia energética. Se
distintos caracteres de la materia. Dicho de otro modo,
explica que esta doctrina se haya separado de cualquier
la noción de energía constituye el lazo de unión más fruc-
estudio relativo a la estructura de la energía. No sólo se
tífero entre la cosa y el movimiento; a través de la energía
se mide la eficacia de una cosa en movimiento, gracias a oponía a es investigaciones atómica~, sino que !ambién
se dirigía, en su propio terreno, hacIa un estudIo gene-
este intermediario, podemos ver como un movimiento se
ral de la energía, sin intentar construir la.energía. (Nouvel
convierte en cosa.
Sin duda, en la macrofísica del siglo pasado, se exa- Esprit, cap. III, p. 61-63.)
minaba ya con interés las transformaciones de energía,
pero se trataba siempre de grandes balances en los que no
se detallaba la evolución. De ahí la creencia en las trans-
formaciones contínuas en un tiempo sin estructura: la [24] Si seguimos el problema de los intercambios en-
continuidad de una cuenta bancaria impedía la compren- tre la materia y la energía intentando descender a los te-
sión del carácter discontinuo del trueque. Se había llegado rrenos de la microfísica, donde se forma el nuevo espíri-
a una especie de doctrina abstracta de la transferencia tu científico, vemos que el estado del análisis de nuestras
que se creía bastaba para calcular la economía energé- intuiciones comunes es muy engañoso y las ideas más sim-
tica. De este modo las energías cinéticas se volvían po- ples como choque, reacción, refle~ión mate~ial o l';lmino-
tenciales; las diversas formas de energía calorífica, lumi- sa, han de revisarse. Es como decIr que las Ideas sImples
nosa, química, eléctrica, mecánica se transformaban deben ser complicadas para poder explicar los microfe-
directamente una en otra, gracias a los coeficientes de con- nómenos. Tomemos, por ejemplo, el caso de la reflexión
versión. Sin duda, se era más o menos consciente de que luminosa y veremos cómo la idea misma de reflexión, tan
una materia debía ser el lugar, servir de base, para este clara en la intuición macroscópica, se hace borrosa cuan-
intercambio energético. Pero en esos intercambios, la do pretendemos estudiar la «reflexión» de una radiación
materia era a menudo sólo una especie de causa ocasio- sobre un corpúsculo. Veremos fácilmente con este ejem-
nal, un medio de expresión de una ciencia que quería per- plo la ineficacia epistemológic~ de las id~as simples ?e
manecer realista. Una escuela entera pretendía prescindir tipo cartesiano cuando sumergImos estas Ideas en la m-
de la noción de materia. Era el tiempo en que Ostwald tuición inmediata en la que la fusión de las enseñanzas
decía: el bastón que golpea Scapin no demuestra la exis- de la experiencia y de la geometría elemental se realiza
tencia de mundo exterior. Este bastón no existe. Sólo exis- demasiado a prisa.
te su energía cinética. Karl Pearson decía incluso: la
materia es lo inmaterial en movimiento, Matter is non- 1. CITADO por REISER, Mathematics and emergent evolution, en
Monist, oct. 1930, p. 523.
el inteligente libro de madame Metzger " del que recoge-
La experiencia corriente del espejo es, a primera vis- mos esta cita, pasajes en los que el substancialismo de
ta, tan clara, tan simple, tan diferenciada, tan geométrica, los corpúsculos luminosos está más acentuado; el rebote
que podría estar en la base de la conducta científica, del es siempre la primera prueba. El principio de razón su-
mismo modo que Pierre Janet habla de la conducta de la ficiente tiene un claro papel en la ley de reflexión; aparece
cesta para caracterizar la mentalidad humana y demos- repentinamente para religar la ley matemática con la ex-
trar la gran superioridad del niño que comprende la periencia real y de este modo se forma, en la base de la
acción totalizadora del cesto como contenedor de obje- ciencia, un buen tipo de experiencia privilegiada, ricamen-
tos. De hecho, la conducta del espejo es un esquema de te explicativa, I totalmente explicada; un acontecimiento
pensamiento científico tan primitivo que parece difícil del mundo físioo es promovido a la categoría de medio de
de .analizar psicológicamente. Además, los principiantes pensamiento, de denkmittel, de categoría del espíritu cien-
se sorprenden a menudo de la insistencia del profesor tífico. Este acontecimiento permite la geometrización ace-
ante la ley de la reflexión. Les parece evidente que el rayo lerada que había de despertar las sospechas del filósofo
reflejado tome una orientación exactamente simétrica al acostumbrado a la complejidad de la física matemática.
rayo incidente. El fenómeno inmediato no plantea 'proble- Efectivamente, esta fuente de claridad que es la intui-
mas. Priestley, en su historia de la óptica, dice que la ción privilegiada de la reflexión luminosa puede ser mo-
ley de la reflexión siempre se conoció, siempre se com- tivo de ceguera. Busquemos, por ejemplo, en el problema
prendió. La dificultad del desarrollo pedagógico proviene del color azul del firmamento los obstáculos reales que
aquí, como en muchos casos, de la facilidad de la expe- aporta la conducta del espejo.
riencia. Esta experiencia es precisamente el tipo de estos El problema fue planteado por primera vez en térmi-
datos inmediatos que el nuevo pensamiento científico nos científicos por Tyndall. No se contentó con la expli-
debe reconstruir. No se trata de una cuestión de detalle, cación substancialista, curiosamente ambigua, que preten-
ya que la reflexión de la luz ilustra toda la experiencia de día que el aire fuera incoloro cuando era poco denso y de
rebote. Las intuiciones más diversas se refuerzan entre sí: color cuando ~uera muy denso, doble afirmación bien
se comprende el choque elástico por el reflejo luminoso, caracterizada por un espíritu precientífico, descansando
aplicando un principio intuitivo muy apreciado por Ke- en las tesis realistas, incluso contradictorias. Refiriéndose
pler, que quería que «todos los fenómenos de la natura- a ingeniosas experiencias a cerca de suspensiones de mad-
leza fueran referidos al principio de la luz». Recíproca- Ha en agua clara TyndalI creyó poder establecer que el
fenómeno del color azul del cielo provenía de una difu-
mente, se explica la reflexión por el rebote de las balas
luminosas. En esta aproximación encontramos incluso sión de luz sobre partículas materiales. Lord Rayleigh
dio en 1897 una teoría del fenómeno al demostrar que
una prueba de la materialidad de estas balas. Cheyne,
la difusión no se producía en absoluto sobre polvo o go-
un comentarista de Newton, lo señala expresamente. La
titas sino sobre las propias moléculas del gas. Según
luz es un cuerpo o una substancia, dice, porque «puede esta teoría, toda la luz emitida por el sol se difunde bien,
ser reflejada y obligada a cambiar de movimientos como
otros cuerpos, y únicamente las leyes de la reflexión son 1. Hélene METZGER, Newton, Stahl, Boerhaave el la doctrine chimi-
que, p. 74 Y sigo
las mismas que las de otros cuerpos». Se encuentran en
pero como la intensidad de la luz difundida es inversa- mite las nuevas matemáticas de un mundo nuevo? En
mente proporcional a la cuarta potencia de la longitud todo caso, cuando se llega al fondo de los métodos cuanti-
de la onda, la luz azul, cuya longitud de onda es la más tátivos, nos damos perfecta cuenta de que ya no se trata
corta, predomina en el resultado de conjunto. La fórmula de un problema de choque, de rebote, de reflexión, ni tam-
de Lord Rayleigh es ingeniosa y rebuscada, pero la intui- poco de un simple trueque energético, sino que los inter-
ción de base continúa siendo muy simple: se devuelve cambios de energía y de luz se establecen según un doble
la energía recibida; la molécula hace pura y simplemente juego de estructura, regulado por complicadas conven-
de obstáculo a la luz, reenvía la luz según el comporta- ciones numéricas; Así pues, el azul del cielo interpret~do
miento de espejo. No se necesita, pues, buscar más lejos. matemáticamenté"es actualmente un tema de pensamIen-
¿Acaso no estamos frente a la más clara, la más diferen- to científico cuya importancia no sabríamos exagerar. El
ciada, la más esencial de las intuiciones en donde la cosa azul del cielo, del que comentábamos hace poco la es~a-
genera un movimiento? sa «realidad», es tan instructivo para el nuevo espíntu
Sin embargo, un descubrimiento muy importante que- científico como lo fue, hace algunos siglos, el universo
daba velado por la propia explicación. Parecía lógico que estrellado por encima de nuestras cabezas. .
el fenómeno del cambio de color de la luz reflejada' sugi- Cuando examinamos el fenómeno de la luz evItando
riera un estudio espectroscópico de la radiación difundi- el esquematismo, luchando contra las primeras intuicio~
da. Sin embargo, este estudio espectroscópico se descui- nes, provocando razones de pluralismo experimental, al-
dó durante mucho tiempo. (... ) canzamos los pensamientos que rectifican a otros pen:a-
mientos y las experiencias que rectifican las observacIO-
[25] Hasta 1928 un genial físico hindú, Sir Raman, nes. (Nouvel Esprit, cap. IlI, p. 71-73.)
no señaló que la luz difundida contiene rayos de frecuen-
cias superiores e inferiores a la frecuencia que incide.
El alcance científico del descubrimiento del efecto Ra-
man es muy conocido, pero, ¿cómo olvidar su alcance
metafísico? Efectivamente, al nivel de la microfísica, se [26] Desde que se sabe que los intercambios de ener-
aprecia una cooperación de la radiación y de la molécula; gía se producen por unidades, desde que se conoce el
la molécula reacciona añadiendo a la radiación recibida valor de esta unidad, nos encontramos frente a otra
sus características radiales propias. La vibración que toca perspectiva de racionalidad. De este modo el fracaso de
a la molécula no rebotará como un objeto inerte, no más las instituciones continuistas no es, ni mucho menos, un
que un eco más o menos apagado; tendrá otro timbre, ya fracaso del racionalismo. Este fracaso ha colocado a la
que se le añadirán múltiples vibraciones. Pero se trata racionalización en una nueva vía. El racionalismo clásico,
todavía de una visión y una expresión demasiado mate- al desarrollarse en instituciones estrictamente geométri-
rializadas para dar cuentas de la interpretación cuantita- cas, sólo podía alcanzar la realidad a través del carácter
tiva del fenómeno. Lo que sale de la molécula alcanzada espacial. Podía expresarse en la idealización del espacio.
por el rayo ¿es realmente un espectro luminoso? ¿No se Las relaciones del racionalismo y del idealismo podían
trata más bien de un espectro de números que nos trans- continuar siendo estrechas. El racionalismo de la energía

(.)
~bando?a c.u~lquier posibilidad de interpretación idea- efecto Stark reclama campos eléctricos muy intensos.
lIsta. SI qUIsIera desarrollar una interpretación subjeti- Pero los medios se encuentran siempre cuando el fin está
va sólo se interesaría por las metáforas, sufriría la se- designado racionalmente. Para un fenómeno previsto ra-
ducción de las bellas imágenes del activismo. El destino cionalmente, poco importa, por otro lado, el orden de
d.el racionalismo de la energía es muy distinto si lo con· aproximación de la verificación. No se trata tanto de ta-
s~deramo~ ~or el enorme éxito obtenido por el energe- maño como de existencia. A menudo la experiencia común
tIsmo cuantlco, por el energetismo discontinuo. Este ra- es motivo de desaliento un obstáculo; entonces la expe-
cionalismo posee ya un objeto real, informa el carácter riencia refinada lo decide todo, pues es ella quien obliga
realista superior. La energía, decían ya a fines del si~ al fenómeno a mostrar su estructura fina.
glo XIX, es .la propia realidad. Al químico Ostwald le gus- Hay ahí toda una filosofía del empirismo activo muy
taba repetIr que lo real no era el bastón de Scapin, sino distinta de una filosofía del empirismo inmediato y pa-
la energí~ cinétic~ del bastón. Sin embargo, el energetis- sivo que toma la experiencia de observación por juez. La
mo del SIglo XX tIene un alcance muy distinto. No es una experiencia ya no pronuncia juicios sin apelación posi-
simp~: descripción de fenómenos; pone en claro la pro- ble; o, por lo menos, mientras se niegue a confirmar nues-
duccwn de los fenómenos. El energetismo quántico no tra espera, apelamos a una nueva experiencia. La expe-
nos dice riencia ya no es un punto de partida, ni siquiera es una
, sólo el cómo de los fenómenos , sino también el
porque. Y lo que es más, esta ciencia del porqué puede simple guía, es un objetivo. (Pluralisme, p. 229.)
parecer una decepción total para la ciencia del cómo.
Precisamente, esta ciencia del porqué reclama una con-
versión de los intereses, una adhesión a nuevos tipos de
e~plic~ción, sustituyendo precisamente las pruebas ra-
clonahstas por las evidencias sensibles. (Activité, cap. V,
p. 139.)

[27] Un rasgo muy especial de la moderna ciencia


física es el de convertirse menos en ciencia de hechos
que de efectos. Cuando nuestras teorías han permitido
prever la acción posible de un principio dado, nos afa-
namos por realizar esta acción. Estamos dispuestos a
ponerle el precio necesario, pero es preciso que el efecto
se produzca a partir del instante en que es racionalmente
posible. Mientras que el efecto Kehr es fácil de obtener
el efecto Zeemann requiere medios más poderosos. EÍ
mía 1. Pero el inconsciente debe ser totalmente psícoanali-
zado en una cultura científica. El pensamiento científico
reposa en un pasado reformado. Está esencialmente en
estado de continua revolución. Actualmente vive de axio-
mas y técnicas, es decir, de pensamientos verificados y de
experiencias que han hecho, con gran precisión, sus de-
mostraciones de validez. La ciencia, en estas condiciones,
no gana nada si se le proponen falsas continuidades, cuan-
do se trata de dialécticas abiertas. Pues nada, absoluta-
mente nada, legitima un cambio de filiación de las trans-
mutaciones alquimistas a las transmutaciones nucleares.
Dejar que se suponga esta filiación, es confundir los valo-
res, es faltar precisamente al deber filosófico de institu-
cionalizar los valores propiamente científicos, al estable-
A) LOS OBSTÁCULOS AL «MATERIALISMO cer estos valores en su autonomía.
RACIONAL» Para institucionalizar estos valores realmente cientí-
ficos, hay que situarse en el eje de los intereses científi-
cos. A falta de intereses realmente científicos, el pensa-
miento se expone a las mayores desviaciones con respecto
a los resultados de la ciencia. De todos modos, la técnica
[28] En los libros de vulgarización, se acostumbra, de transmutaciones no puede comprenderse sin pedir al
cuando se quiere presentar el moderno problema de las lector un esfuerzo de pensamiento presente, sin falsa
transmutaciones de los elementos químicos, a evocar el historia. Es preciso que el lector sepa al menos dónde se
recuerdo de los alquimistas. Se recuerda con placer cómo sitúan los problemas para juzgar sobre el valor de las
generaciones de investigadores obstinados intentaron soluciones.
transforman el plomo en plata y oro y se concluye con Es fácil, por otro lado, hacer ver la contradicción fi-
una fórmula del tipo: «los sabios contemporáneos han losófica entre los «trabajos» de alquimia y las investiga-
hecho realidad el viejo sueño de los alquimistas». ciones nucleares. El alquimista buscaba un cambio de
Pero, ¿por qué referirse a este trasfondo legendario? cualidades. Intentaba, por ejemplo, un cambio de colores,
¡Qué impureza de pensamiento! ¿Cómo se puede tener confiando en el carácter sustancial del color. Llegar a con-
tan poca confianza en el espíritu de innovación del lector? vertirel plomo en amarillo, es una primera aspiración, es
El arte, la literatura «realizan» sueños; la ciencia, no. un programa. Con simiente gris, con el germen del plomo,
El onirismo de los alquimistas es poderoso. Al estudiar- qué gran sueño poder madurar la substancia y obtener
lo se penetra en capas profundas del psiquismo humano realizando las metáforas, cosechas de oro. Más aún, si el
y cualquier psicólogo del inconsciente encontrará una
inagotable mina de imágenes en la literatura de la alqui-
trabajo de alquimia pudiera hacer el plomo más pesado, químicas, las propiedades físicas, y las viejas metáforas
si se pudiera convertir el plomo en tan pesado como el del gran peso y del brillo solar.
oro casi se habría alcanzado la transmutación. Cuando no se puede trabajar a estos niveles, más allá
De hecho si nos guiáramos por los pesos atómicos la incluso del primer nivel químico, al nivel protónico, es
transmutación del plomo en oro debería hacerse, por el inútil cualquier tentativa de transmutación material. Es
contrario, aligerando el peso atómico del plomo. El n?evo pues algo inútil plantear un falso problema en el origen
programa debiera ir, pues, en sentido opuesto al antlguo. de un problema verdadero, incluso absurdo comparar al-
Pero cómo resolver esta paradoja fenomenológica, cómo quimia y física nuclear. Más bienes necesario que el pen-
hacerla comprensible a un lector moderno, si previamente samiento filosófico acompañe la técnica para plantear el
no hemos dividido la fenomenología de la materia en sus problema de la sistemática de las substancias elementales
tres niveles: nivel de las experiencias físicas - nivel de al nivel en que aparecen las verdaderas filiaciones. Pero
las experiencias químicas - nivel de las experiencias nu- la perspectiva hacia las profundidades objetivas de lo real
cleares. Por el contrario, una vez hecha la separación, se carecerá de contenido si quiere tomar sistemáticamente
puede hacer comprender que la densidad corresponde a la claridad del conocimiento al primer esbozo de cono-
una noción exclusivamente física, una noción válida úni- cimiento, sin seguir la tarea de instrucción progresiva del
camente en el primer nivel. Sin duda esta noción ha pensamiento científico. El filósofo fenomenólog~ declara
podido servir para designar claramente substancias ~uími- constantemente que hay que volver a la cosa mIsma. ¿A
cas particulares. Pero si pensamos e~ l~ concepclOn.de qué cosa, a qué objeto de ciencia podríamos ligarn?s
una química esencialmente intermatenahsta, de una CIen- cuando la cultura científica realiza precisamente un dIS-
cia que estudia las relaciones equilibradas entre las SU?S- tanciamiento de los objetos primeros?
tancias que se combinan entre sí para dar substanc~as Cuando se señala a los filósofos esta profundización de
nuevas, la noción de densidad se relega a su papel de Sl111r la fenomenología necesaria para clasificar los valores
pIe designación preliminar, trabajar en la densida? como de la experiencia científica, cuando se toma como pretex-
intentaban los alquimistas, era trabajar a un mvel su- to para reconocer una profundidad en la objetividad, y
perficial de la fenomenología, lejos de los factores activos correlativamente en la conciencia una jerarquía de racio-
de la transmutación. nalidad, responden a menudo con la vieja imagen escép-
El factor activo ni siquiera es un factor químico. Es tica de los velos de Isis, que por mucho que se le quita-
la Z del núcleo. Es el número de protones en el núcleo ran siempre conservaba los suficientes para ocultar su
del átomo. Si la transmutación «soñada por los al- misterio. Rechazan este prodigio racionalista que nos
quimistas» debe hacerse, hay que transformar la hace descubrir cada vez más racionalidad cuando se li-
igualdad Z = 82 de plomo en Z = 79 de oro. Se trata quidan las primeras ilusiones. Pues, en definitiva, la pro-
de una transformación eléctrica, o mejor aún, de una fundidad de la objetividad, tal como la explora la ciencia
transformación protónica. La técnica nuclear sólo puede contemporánea, es, a cada descubrimiento, una extensión
realizar con éxito esta transformación si logra suprimir de racionalidad. Aumenta el poder de explicación. Cuando
de cada átomo de plomo tres protones. Si opera esta sus- más profundamente va la experiencia, más sistemática-
tracción el resto se da por añadidura: las propiedades m(tnte se organiza el saber.
Vemos cómo una técnica de la materialidad en pro-
fundidad va pareja, como decíamos antes, con un pensa-
miento que toma conciencia de su racionalidad, lo que No sería difícil mostrar cómo los caracteres indicado-
para nosotros significa una renovación de la toma de con- res del objeto físico han sido, en realidad, en el origen de
ciencia. La conciencia de la racionalidad de un saber es la ciencia química, los primeros obstáculos para la defi-
un nuevo puntO' de partida para una fenomenología. nición del individuo químico. Pensemos únicamente en
Semejante toma de racionalidad denuncia por recurren- el carácter de solidez o de fluidez tan contingente desde
cia la intencionalidad empírica de la conciencia primera, un punto de vista químico, tan esencial desde un punto
denuncia el ocasionalismO' esencial de la conciencia al de vista físico.
despertar. La conciencia de racionalidad liga al ser pen- Este fracaso es muy visible si se examina el punto de
sante a sí mismo en el propio ejercicio de su pensamien- partida de las observaciones químicas en las obras del
to. (... ) siglo XVIII. iHay programa más vasto y a la vez más direc-
De todos modos, esta división de los niveles materia- tamente conectado con la naturaleza que los propuestos
les, cuyo esbozo acabamos de hacer, acaba con todas las por los Lémery, los Rouelle, los Baumé! Baumé proclama
concepciones filosóficas vagas en las que la materia re- haber realizado con Macquer dieciséis cursos de química
cibía caracterizaciones generales, como por ejemplO' en que comportaron cada uno más de 2.000 experiencias, que
el capítulo muy corto que Emile Boutroux consagra a la sumadas a más de 10.000 experiencias personales de Bau-
materia en su libro sobre La contingence des lois de la mé, sobrepasan las 42.000 experiencias. Sin duda, un
nature. Ahora hay que tomar la ciencia de la materia en químico moderno consigue con ciertas dosificaciones, si-
su pluralidad, tomar la materia en sus instancias bien di- guiendo la evolución de ciertas reacciones, acumular tra-
ferenciadas. Lo que para el filósofo era una prueba de bajos igualmente innumerables; pero se trata siempre de
contingencia se ha convertido en un campo de raciona- experiencias similares que pueden agruparse en clases
lidades cada vez mejor ordenadas, cada vez más jerar- poco numerosas en conjunto. Con Baumé, entramos en
quizadas. contacto con experiencias diversas e incluso heteróclitas.
Esta contingencia blanda con la que el filósofo defen- Por otro lado, Baumé repite que la naturaleza ofrece
día su sistema de las ciencias se elimina en el examen un inagotable campo de estudio. De hecho, los estudios
concreto de los problemas científicos. Al buscar en la modernos tienen un pequeño contacto con el hecho natu-
realidad pruebas de contingencia, parece como si el filó- ral e inmediato. Salidos de este campo estrecho, se desa-
sofo esperara instruirse frente al caos, delante de los fe- rrollan en profundidad. Todas las cuestiones son indirec-
nómenos en bruto, sin desenredar. El filósofo perdería tas. Por el contrario, en el siglo XVIII, se abarca la natura-
sus ilusiones de escéptico si participara no sólo en la leza en toda su superficie. «Que el químico, dice Baumé 1,
puesta en orden de los seres de la materia, sino también lance una mirada sobre los más pequeños productos que
en la creación de seres nuevos, creación operada sobre la naturaleza extiende ante él, y se sentirá humillado al
planes racionales cada vez mejor elaborados. (Matéria- ver la cantidad de experiencias que se ofrecen a sus in-
lisme, cap. In, p. 103-105.) vestigaciones.»
t.' BAUMÉ, Chymi'e expérimentale et raisonnée, t. I. p. VII.

,
-(~
Tenemos, pues, al químico frente una diversidad que, intentará aproximarlo al motivo de analogía extraído una
a primera vista, parece que deba multiplicarse en vez de vez más de la intuición de los reinos naturales. Creerá
reducirse. Veamos ahora cómo la analogía actuará en este poder tomar la combustión como un carácter químico
terreno inmediato y constatemos que no llega a organi- propenso a distinguir, por un lado, los minerales (incom-
zarse, a convertirse realmente en una analogía química. bustibles) y, por otro, los cuerpos de origen vegetal y ani-
Precisamente Baumé pretende que la naturaleza ofrece mal (combustibles). Así pues, existe siempre la misma
por sí misma el plan de reducción. Para él, en efecto, la tendencia a explicar el fenómeno químico por otro fenó-
armonía natural viene indicada a grandes rasgos por los meno de algún modo más inmediato, más general, más na-
intercambios químicos de la vegetación. «La vegetación es tural. Vemos como esta tendencia se dirige al encuentro
el primer instrumento que el Creador utiliza para poner de los caminos en los que la química moderna encontrará
la naturaleza en acción» 2. La función de los vegetales «es el progreso. La investigación química será fecunda cuan-
la de combinar inmediatamente los cuatro elementos y do buscará la diferenciación de las substancias, más que
servir de pasto a los animales». Luego vendrá la acción de una vana generalización de los aspectos inmediatos. (Plu-
los animales que «convierten en tierra calcárea la tierra ralisme, cap. 1, p. 30-33.)
vitrificable elemental ya alterada por la vegetación». La
naturaleza dispone entonces de combustibles y de materia
calcárea; los usa «de mil y una maneras». Como vemos,
serían los reinos de la naturaleza los que proporcionarían
el marco de los estudios químicos. Idea falsa y tan pobre' [30] No es raro encontrar en los juicios de valor que
en aplicaciones inmediatas, que su propio promotor, des- el filósofo realiza sobre la noción de materia la huella de
pués de desarrollarla tranquilamente en el largo prefacio una verdadera antinomia.
de su libro, no tarda en abandonarla cuando llega a los En una primera serie de juicios de valor se considera,
trabajos de laboratorio. efectivamente, a la materia como un principio de esencial
Incluso con vistas a un estudio profundo y preciso, generalidad. Se trata de una entidad lo bastante general
debe rectificarse la analogía de primer examen. Este es para sostener, sin explicarlas, todas las formas indivi·
el caso de los primeros ensayos de clasificación basados duales, todas las cualidades particulares. No se le recono-
en los fenómenos de combustión. Estas acciones violen- ce ninguna fuerza para mantener su forma. Incluso se la
tas se designan por sí mismas a los ojos del observador. puede privar de sus cualidades. Son numerosos los tex·
Nada indica, sin embargo, que deban contar necesaria- tos de alquimia donde se indica este interés en descalifi-
mente como factores d~terminantes de una analogía de car a la materia para atribuirle después una cualidad ele-
conjunto. En realidad, Baumé pensará un instante en gida. Esta técnica se convierte en un movimiento de pen-
clasificar los cuerpos según su poder de combustión samiento filosófico bastante corriente, sin e¡ue el pensa-
-poder muy difícil de apreciar en el transcurso del si- miento filosófico, deje muy claro, en esta ocasión, el sen-
glo XVlII-, pero lejos de precisar este principio, Baumé tido de sus abstracciones. Desde esta perspectiva, la ma-
teria sólo se retiene por la cantidad. La. materia sólo es
entonces cantidad,- cantidad inmutable, cantidad que se
conserva a través de cualquier transformación. Y así, contacto, por un lado, con las constantes materialistas
bajo el signo de la cantidad, gracias a los principios de que superan la pobre generalidad con la que se quiere li-
conversación, el filósofo abandona al sabio la noción mitar el conocimiento de la materia y, por otro, se en-
de materia. De hecho, grandes sectores del conocimiento cuentra en las diversas materias propiedades muy bien
se desarrollan de acuerdo con los límites del reino de la especificadas que permiten un acuerdo particularmente
materia. Considerando la materia por su masa, por su vo- claro entre los espíritus.
lumen, por su movimiento, una doctrina como la mecánica Efectivamente, comparar directamente las materias
racional tiene un valor de explicación insigne. Pero in- con las materias, hacer actuar una materia sobre otra ma-
cluso cuando el filósofo reconoce el éxito de tales expli- teria, seguir la acción del fuego, del agua, de la luz sobre
caciones científicas, está dispuesto a denunciar el cuan- una materia, son experiencias inmediatas que pueden
titativismo como una abstracción. crear un acuerdo preliminar de los espíritus relacionado
y este es el otro polo de la antinomia: en otra serie con el mundo material, acuerdo que será más claro
de juicios de valor, se considera a la materia como la cuando se impida con mayor claridad cualquier interpre-
raíz misma de la individualización, se le da con todos sus tación. Este acuerdo de los espíritus -aunque sólo fuera
elementos, a menudo en su parte más pequeña, cualida- provisional- es ya una objección al irracionalismo inna-
des singulares, cualidades incomparables por esencia de to que se coloca bajo el signo de la realidad material in-
una materia a otra. Sobre la materia tomada así como sondable. Se puede hablar, sin duda, de una claridad ma-
raíz de toda individualización se basa un irracionalismo terialista, capaz de rivalizar con la claridad geométrica.
radical. Y se desafía al científico a conocer la materia «a Si el filósofo desarrolla su protocolo de dudas refirién-
fondo» (cf. Boutroux, Les lois naturelles). Al cuantitativis- dose a los caracteres fluyentes de una materia, a la in-
mo de la materia se opone entonces un cualitativismo. y el constancia de las cualidades materiales de la cera está,
filósofo pretende que intuiciones muy matizadas pueden sin embargo, muy seguro de poder reemprender al día si-
por sí solas hacemos alcanzar la calidad. Toma la calidad guiente su meditación acerca de la cera. El filósofo tiene,
en su esencia como se saborea un buen vino. Vive los ma- por otra parte, el convencimiento de ser comprendido por
tices. Vive «inmediatamente» la calidad como si la vida los demás, cuando habla de cera. Este convencimiento
sensible superindividualizara aún la individualidad de la no sería mayor si hablase de la forma de las células hexa-
materia que se ofrece a la sensación. gonales de un dulce de cera. Hay especies materiales sus-
Esta antimonia no resiste un estudio atento y pacien- ceptibles de ser entre sí tan claramente distinguidas como
te del mundo de la materia. Un estudio científico de los el cono y la esfera en el terreno de las formas. No se con-
fenómenos materiales -si este estudio trabaja en ambos fundirá nunca la cera con el alquitrán, como tampoco
bordes de la antinomia- nos proporciona, a la vez, carac- el hidromiel con la panacea de Berkeley. (Matérialisme,
teres generales, contables, del conocimiento racional y cap. II, p. 61-62.)
caracteres particulares susceptibles de deficiniones expe-
rimentales precisas. Si seguimos los grandes progresos de
la química comprobaremos a menudo esta doble determi-
nación. Pero ya en el conocimiento común se establece
que los objetos. Las substancias han sido entonces como
depositadas por el empuje del método. Son las concre-
ciones de circunstancias escogidas en la aplicación de
1. CLASIFICACIÓN DE LOS ELEMENTOS una ley general. Un poderoso a priori guía la experiencia.
Lo real es sólo realización. Parece incluso que lo real sólo
a) Un «pluralismo coherente» sea instructivo y seguro si ha sido realizado y, sobre todo,
si se ha vuelto a colocar en su lugar adecuado, a su nivel
[31] Estudiando el principio de las investigaciones de creación progresiva.
que nacieron con la organización de las substancias ele- Nos acostumbramos también a pensar sólo en aquello
mentales de Mendeleev la ley domina al hecho, que el que se ha situado en lo real. No se deja espacio a lo irra-
orden de las substancias se impone como una racionali- cional. La química técnica tiende a eliminar las aberra-
dad. ¿Qué mejor prueba se puede alegar sobre el carácter ciones. Quiere construir una substancia normalizada, una
racional de una ciencia de las substancias que llega a pre- substancia sin accidentes. Está tan segura de haber encon-
decir, antes de su descubrimiento efectivo, las propie~ trado el mismo que lo determina en función de su método
dades de una substancia todavía desconocida? El poder de producción. Si, como dice Roger Caillois 1, el raciona-
organizado del cuadro de Mendeleeves tal que el químico lismo se define por una sistematización interna, por un
concibe la sustancia en su aspecto formal antes de discer- ideal de ahorro en la explicación, por una prohibición a
nirla bajo las especies materiales. El género domina a la recurrir a principios exteriores al sistema, hay que reco-
especie. En vano se nos objetará una vez más que ésta es nocer que la doctrina de las substancias químicas es, en
una tendencia particular y que la mayor parte de quími- su conjunto, un racionalismo. Poco in:~o~ta que es~e ra-
cos, en su trabajo cotidiano, se ocupan de substancias ac- cionalismo dirigente mande sobre un ejercIto de r~ahstas:
tuales y reales. No es menos cierto que una metaquímica El principio de la investigación de las .sub:tancIas ~st~
ha nacido con el cuadro de Mendeleev y que la tenden- bajo la dependencia absoluta de una CIenCIade pnnCI-
cia ordenadora y racionalista ha conducido a éxitos cada pios, de una doctrina de normas ~etódi~as, de u~ plan
vez más numerosos, cada vez más profundos. coordinado en el que lo desconocIdo deja un vaclO tan
Debe señalarse un rasgo nuevo, se trata del interés de claro que la forma del conocimiento ya está prefigurada.
comp?etividad que se manifiesta en la doctrina de las sus- Si hemos podido hacer partícipe al lector de nuestra
tancias químicas. El realismo que coloca naturalmente convicción de la repentina supremacía de los valores de
el objeto delante del conocimiento se confía, a veces, al coherencia racional en la química moderna, si hemos
dato siempre gratuito, siempre posible, nunca acabado. podido darle la impresión que algunas funciones de la
Por el contrario, una doctrina que se apoye sobre una filosofía kantiana pueden servir para designar ciertas ten-
sistematización interna provoca la ocasión, construye lo dencias que actúan en el conocimiento de las substancias,
que no se le da. Completa y acaba heroicamente una ex- lo más duro de nuestra tarea no está hecho y lo que queda
periencia descosida. A partir de ahí, lo desconocido está pendiente es aparentemente muy decepcionante, porque
formulado. La química orgánica ha trabajado con esta
orientación, también ha conocido la cadena antes que los
eslabones, la serie antes que los cuerpos, el orden antes
tenemos que demostrar que el kantismo de la sustancia complejo, reúne varias funciones. El kantismo clásico lo
apenas instalado en la química contemporánea, se dia~ rechazaría; pero el no--kantismo, cuyo papel consiste en
lectizará. (Philosophie du Non, cap. 111, p. 58-59.) dialectizar las funciones del kantismo, puede aceptado.
Naturalmente, se nos objetará que este numen quími-
b) Dialéctica co está lejos de la cosa en sí, que está en estrecho contac-
to con el fenómeno, traduciendo a menudo, término a
[32] Creemos que la dialéctica se desarrolla en dos término, en un lenguaje racional, caracteres que podrían
direcciones muy diferentes -en comprensión y en exten- expresarse en el lenguaje experimental. En especial se nos
sión - bajo la substancia y junto a la substancia - en objetará que tomamos ahora nuestros ejemplos de una
la unidad de la substancia y en la pluralidad de las subs- químicas de las substancias complejas, y que el carácter
tancias. filosófico de la idea de substancia se aprecia en la subs-
En p:imer lugar, bajo la substancia, la filosofía quími- tancia simple. Pero esta última objección no se sostiene ya
ca h~ SItuado esquemas y formas geométricas que, en que el carácter numenal hace su aparición en la doctrina
su pn~er .~specto, eran muy hipotéticas, pero que, por su de las substancias simples. Efectivamente, cada substancia
coordmaclOn en un vasto conjunto doctrinal, se valorizan simple recibe una subestructura. Y como hecho caracte-
poco a poco racionalmente. Aparecen entonces en la quí- rístico, esta subestructura ha resultado ser de esencia
mica verdaderas funciones numenales, en particular en totalmente distinta a la esencia del fenómeno estudiado.
la qUí~ica orgánica y en la química de los complejos. No Explicando la naturaleza química de un elemento a través
nos sItuamos frente la noción de fórmula desarrollada de una organización de corpúsculos eléctricos, la ciencia
diciendo que esta fórmula es una representación conven- contemporánea establece una nueva ruptura epistemoló-
cional; se trata más bien de una presentación que sugiere gica. Una especie de no-química se constituye para soste-
~xperi~ncias. De la experiencia primera a la experiencia ner a la química. Y no nos engañemos, no hemos situado
mstrUIda, hay el paso de la substancUl a un sustituto. La a la fenomenología eléctrica en la fenomenología química.
fórmula desarrollada es un sustituto racional que da a la En el átomo las leyes de la fenomenología eléctrica tam-
experiencia un recuento claro de las posibilidades. Desde bién se desvían, se dialectizan. De modo que una electrici-
aq~el. ~ome~to hay experiencias químicas que parecen a dad no maxwelliana se ofrece para constituir una doctri-
prton ImpOSIbles porque no están permitidas por las fór- na de la substancia química no--kantiana. Los descubri-
mulas desarrolladas. En el orden de los fenómenos las mientos modernos se expresan muy mal en una frase pre-
cualidades sustanciales no indicarían en absoluto tale~ ex- dicativa: «En el fondo la materia es eléctrica». Esta for-
clusiones. V icevers(lJ, hay experiencias que nunca habría- ma realista desconoce la importancia de la física interna
mos pensado en desarrollar, si no hubiéramos previsto de la substancia. (Philosophie du Non, cap. 111, p. 59-60.)
a priori su posibilidad confiándose en las fórmulas desa-
rrolladas. Razonamos acerca de una substancia química a
partir de que hemos establecido su fórmula desarrolla-
da. Vemos pues como, en adelante, a una substancia [33] Con motivo de todos los obstáculos encontrados
química se asocia un verdadero numen. Este numen es por , los ensayos de clasificación, hay que llegar hasta la

L ~
atómicos, interrumpía la primera línea para p~on-e""r'"",
""e'""n"";
Oll!l$__ .,_."", ••
s~gunda.mitad del siglo XIX para que el problema de una
sIstemátIca de los elementos de la materia se plantee en columnas verticales los cuerpos simples de valencia equi- 11
una perspectiva clarificadora. valente. Acabada la segunda línea empieza otra siguien- I

Si se hubieran de señalar con rasgos algo toscos las do el mismo proceso para poner poco a poco en columnas
revoluciones de ideas mediante las cuales se renueva la a las valencias. Nada más simplemente totalizador que
ciencia, se podría hablar, en primer lugar, de la era ana- esta clasificación que pone en marcha las dos nociones de
lítica de Lavoisier, seguidamente de la era sincrética de peso atómico y de valencia química que dominan la quí-
l\!endeleev. Los trabajos de Mendeleev que tuvieron en mica clásica. (Matérialisme, cap. IlI, p. 91-92.)
vIda del autor muy poca repercusión, adquirieron cin-
cuenta años después de su aparición una importancia d) LAnoci6n de peso at6mico
considerable, hasta tal punto de la t;bla de Mendeleev
varias veces modificada, es una de las páginas más filo~ [34] Pero veamos con más detalle esta noción de
sóficas de la ciencia. La tabla que establece como una to- peso atómico que parece tener en las primeras formas
talidad orgánica el conjunto en otro tiempo indetermi- de la tabla de Mendeleev un privilegio en el orden. Esta
nad~ de, l?s cuerpos simples funda realmente la quími- noción de peso atómico, si aislamos las fases de su evolu-
Cl:D smcretwa.
cíón, puede efectivamente servimos de argumento para
Vamos a mostrar la coherencia de la sistemática de el poIifiIosofismo que defendemos en esta obra.
los cuerpos simples realizada por Mendeleev. En la corta historia de esta noción que sólo tiene en
En vez de las clasificaciones lineales que organizan realidad un siglo y medio de existencia hay épocas en las
los elementos por familias, sin organizar nunca entre sí que no se vacila en afirmar el realismo de la noción y
l~s familias de elementos, la tabla de Mendeleev pone en otras épocas en las que se señala UIla voluntad explícita
pIe un orden cruzado, un orden con dos variables. En un de limitarse al positivismo de la experiencia. Se quiere
principio no se distinguen muy claramente ambas varia- entonces manejar símbolos, confiarse a un simboIismo
bles; sólo llegan a designarse bien en una información organizador, pero sin ir más lejos. No hace mucho tiem-
eléctrica muy avanzada que no podía aparecer en las pri- po que en la enseñanza -con retraso una vez más respec-
meras formas del sistema. Pero los distintos papeles de to a la ciencia efectiva- se insistía en el carácter de hip6-
estas dos variables ordinales se multiplican con el pro- tesis de la noción de átomo. Se aconsejaba entonces decir
greso de la ciencia y podemos decir que en cada década, que el peso atómico no es un peso ya que sólo designa las
~es~e.ha,:: tres cuartos de siglo, se comprende mejor la relaciones equilibradas de los cuerpos que entran en com-
slgmfIcaclOn del orden cruzado que es el principio de posición. Si el peso atómico fuera realmente el peso de
la tabla de Mendeleev. un átomo, debería ser un número absoluto. En las pri-
La idea rectora de Mendeleev ha sido tomar, como pri- meras determinaciones, y durante todo el siglo XIX, el
mer m~ti,:o de ordenación para los cuerpos simples, al peso atómico era un número relativo, un número que indi-
peso atomlCOy, como segundo motivo, la valencia quími- caba una relación de peso. El verdadero nombre de la
ca. Escribiendo en una línea horizontal el conjunto de sistemática de los dos pesos atómicos en la química del
cuerpos simples siguiendo el orden creciente de los pesos siglo XIX hubiera debido ser: tabla de los números pro-
pordonales determinando la compOSlClOn, en cuerpos sabe que el físico ha levantado las hipótesis y que ahora
simples, de los cuerpos compuestos. Sólo después de los es posible traducir al lenguaje realista las distintas rela-
trabajos de la escuela atómica del siglo xx -particular- ciones de equilibrio expresadas en el lenguaje positivista.
mente la escuela de Jean Perrin- se pudo determinar el El lenguaje realista es más fuerte, confirma el químico en
número absoluto de átomos contenidos en un peso deter- lo bien fundado de las nociones teóricas; permite al quími-
minado de substancia y calcular el peso absoluto de un co ligarse más a los esquemas atómicos sin abandonar la
átomo de una substancia designada. prudencia que domina en el laboratorio.
Así pues, sobre esta noción particular de peso atómi- Así al peso atómico corresponde, de hecho, un concep-
co, se puede seguir la evolución de la filosofía química, to caracterizado por un futuro episte:mológico, un concep-
filosofía que accede lentamente al realismo preciso gra- to que conserva sus lazos históricos. Un filósofo que mar-
cias a la organización racional de una experiencia compa- case con un sólo trazo la filosofía de este concepto se
rativa esencialmente compleja. Basta con seguir esta evo- imposibilitaría para seguir la actividad filosófica real del
lución que conduce a un realismo científico para ver cuán sabio. Estas simplificacioens filosóficas desembocan en
inertes son las tesis de un realismo inmediato, realismo filosofías univalentes, filosofías siempre escépticas res-
que está siempre dispuesto a alinear todo su saber a pecto a las tesis adversas, pero fácilmente convencidas de
partir de una experiencia particular. Por sus técnicas múl- las tesis dogmáticamente profesadas.
tiples y sus teorías cada vez más racionales, la química . En particular, si nos alejamos de las tesis generales,
contemporánea determina un verdadero «espectro filo- SI se determinan los valores filosóficos al nivel de los pro-
sófico» que sitúa los diversos matices de una filosofía pri- blemas particulares, no se puede aceptar como un dilema
mitivamente tan simple como el realismo. la elección que propone Meyerson: realismo o positivis-
Nos engañaríamos, además, si detuviéramos la filoso- mo. El positivismo no se deja desposeer fácilmente y el
fía científica en un estado particular de la ciencia, aunque realismo cambia de carácter al cambiar de nivel. Preci-
fuera el estado presente. Persiste en el espíritu científico samente, en el problema que nos ocupa, la designación
una historia viva. Es una historia muy visible, evidente- electrónica de los diversos tipos de átomos desplazará y
mente activa, al nivel de la noción de peso atómico. precisará el realismo de la noción de elementos químicos.
Como un hecho imborrable, como el hecho de una cultu- Hubo un tiempo, efectivamente, en que la sistemática
ra activa, subsiste el hecho histórico: el peso atómico es fundada por Mendeleev sobre un fenomenología pura-
un peso relativo que se ha convertido en absoluto. Este mente química fue profundizada positivamente por una
convertirse todavía debe introducirse en toda educación organización que ya no corresponde al aspecto propia-
científica sana. Y cualquier químico conserva en su espí- mente químico. A la noción de peso atómico le sucede
ritu la marca de su devenir. En muchos de sus pensa- -como variable organizadora de la tabla de Mendeleev
mientos el químico todavía utiliza la noción de peso -una noción fenomenológicamente más abstracta: la no-
atómico bajo su aspecto de número proporcional de com- ción de número atómico. Al principio este número atómi-
binación (noción muy positiva, simple traducción de co era un verdadero número ordinal; era, en definitiva,
las relaciones de equilibrio encontradas en los análisis el número que determinaba las filas de substancias ele-
y las síntesis del laboratoriO de química). Pero el químico mentales en la serie de diversas líneas horizontales de la

-- __ 1
tabla de Mendeleev. Filosóficamente el progreso alcanza-
do al nivel de la noción de número atómico ha consistido, 50S atómicos como base de clasificación. Efectivamente,
precisamente, en el paso de función ordinal a la función demostraban ser parámetros extraordinariamente sensi-
cardinal. Ha sido posible comprender que con esta no- bles, superando la precisión necesaria para clasificar las
ción no sólo se ordenaban los elementos, sino que tam- propiedades generales. Por otra parte a fines del siglo XIX,
bién se contaba algo. En efecto, correlativamente a la se referían sistemáticamente a los caracteres puramente
noción de familia de elementos químicos se establece fenomenológicos de la ciencia: ya que los fenómenos nos
una noción contigua, pero realísticamente más profunda: aparecen solidarios, no importa la raíz, sin duda escon-
la noción de estructura electrónica, que revela una conta- dida para siempre, de su relación; la tarea realmente po-
bilidad cardinal de electrones. sitiva debe reducirse a la descripción de las relaciones y
Así pues, desde principios del siglo xx, la fenomenal o- para esta descripción sólo hay razones de comodidad para
gía de las substancias elementales se desdobló y una siste- hacemos preferir una variable a otra. Otras tantas razo-
mática específicamente electrónica se instituyó como ba.se nes para descuidar cualquier discusión acerca de la rea-
de la sistemática química de Mendeleev. Por este motivo lidad fundamental de una variable distinguida en la base
las doctrinas de la materia acogieron nuevos tipos de ex- de una descripción fenomenológica. Además, para cam-
plicación, fundados sobre un verdadero campo de racio- biar de variable, ¿por qué no se adopta una variable que
nalidad provisto de principios autónomos: la mecánica sea aparente en el fenómeno, una cantidad que podamos
cuántica. Un nuevo objeto, el electrón, reclama, en efecto, poner en evidencia y medir en una experiencia?
principios de organización específica, tales como el prin- Sin embargo, acabamos por dirigimos a una variable
cipio de exclusión de Pauli. (Matérialisme, cap. III, p. 92- que parecía extraordinariamente posible, porque se aca-
93.) ba por elegir, como elemento determinante fundamental,
el simple número que fijaba el orden del elemento quími-
e) Número atómico: una de las mayores conquistas teó- co en la tabla de Mendeleev como si el número de las
ricas del siglo páginas de un libro pudiera aclaramos su estructura.
Pero lo que aún sorprende más es que esta variable, que
[35] La justificación (de las perturbaciones ordina- era en un principio una simple señal, que en un primer
les de la tabla de Mendeleev debía) poner en la vía de un momento no tenía ningún carácter experimental, ningún
concepto sorprendentemente fecundo cuya formación si- carácter cuantitativo, adquirió poco a poco un valor ex-
gue un progreso tan continuo que es difícil distinguir el plicativo más amplio y más profundo. Se ha convertido
instante en que este concepto se impuso en la ciencia. Que- en un valor teórico particularmente claro y sugestivo; se
remos hablar de la noción de número atómico. Intentare- le ha encontrado un sentido aritmético muy simple. Ac-
mos ahora describir la formación de esta noción, pues tualmente, esta variable solidaria del conjunto de cuerpos
constituirá el principal factor de la armonía material. da realmente la medida de la realidad química de los di-
Para nosotros es una de las mayores conquistas teóricas versos elementos. (Pluralisme, cap. VIII, p. 133-135.)
del siglo.
Sin duda debía parecer muy audaz abandonar los pe- [36] ¿Qué es, pues, el número atómico que caracte-
riza un elemento químico dado? Es el número de electro-

__ 1
nes contenido en uno de sus átomos. Entonces se aclara cibe un carácter filosófico nuevo, el mismo carácter que
todo en una nueva explicación electrónica de la sistemá- hemos puesto bajo el signo de un racionalismo aplicado.
tica química: el principio ordenador es el número ató- La organización electrónica, tomada como un nuevo cam-
mico, no es el peso atómico. Y si el sistema de Mendeleev po de racionalidad aclara indirecta, pero profundamente,
ha podido constituirse ha sido gracias a un paralelismo nuestro saber empírico. La tabla de Mendeleev,reorgani-
(paralelismo por otra parte imperfecto) entre el creci· zada a partir de los conocimientos actuales accede a un
miento del peso atómico y el crecimiento del número verdadero racionalismo aritmético de la materia; dicho
atómico varía de 1 a 92, unidad por unidad este núme- de otro modo, la tabla de Mendeleev es un verdadero
ro permite numerar las casillas de la tabla de Mendeleev. ábaco que nos enseña la aritmética de las substancias,
Si los filósofos meditaran este paso del ordinal al car- que nos ayuda a aritmetizar la química.
dinal, serían menos escépticos acerca de los progresos Hay que valorar bien esta diferencia filosófica esen-
filosóficos del pensamiento científico. cial: la materia no es eléctrica substancialmente; es elec-
Veamos ahora la relación entre el número atómico y trónica aritméticamente. La ciencia de la materia esca-
.las consideraciones de estructura para los diferentes tipos pa pon esta revolución epistemológica a las fantasías de
de átomos. Los períodos químicos (longitud de las líneas los filósofos irracionalistas. Efectivamente, todo aquello
horizontales de la tabla) se desarrollan cada uno siguien- que el irracionalista postulaba como substancia se desig-
do el número progresivamente creciente de los electrones na como estructura. En vano, en su embriaguez de lo in-
en la capa externa de los diferentes átomos del período. soldable, el filósofo irracionalista objeta al científico con-
Por otra parte, la designación de familias químicas se temporáneo: «En el fondo usted no sabe lo que es la
hace según el número de electrones en la capa externa. substancia del electrón», en vano el filósofo irracionalista
Cuando la capa externa contiene un electrón, el elemento cree poder transportar la ingenuidad de sus preguntas al
es alcalino, cuando contiene dos electrones, el elemento más allá substancialista del corpúsculo constituyente.
es alcalino-térreo... Con siete elementos en la capa exter- Predicando una especie de trascendencia de la profundi-
na tenemos la familia de los halógenos; con ocho electro- dad substancialista, el filósofo irracionalista no hace más
nes, la familia de los gases inertes. Así las familias quí- que taparse los oídos. El filósofo irracionalista quiere ver
micas, por muy difíciles que hayan sido de agrupar por la siempre las cosas a su manera. Pretende limitarse a las
fenomenología estrictamente química ayudada por las cuestiones primitivas. Se niega al largo aprendizaje que ha
consideraciones de valencia que estaban ligadas a las le- permitido al científico rectificar las perspectivas iniciales
yes de Faraday sobre electrólisis, quedan claramente ex- y abordar una problemática precisa. ¿Cómo podría enton-
plicadas eléctricamente o, para hablar de un modo más ces plantear las preguntas que nacen precisamente de una
exacto, las familias químicas son explicadas electrónica- inversión de las relaciones de la substancia y de la cua-
mente. lidad?
Siendo así, si tenemos en cuenta la cantidad considera- Para comprender esta inversión hay que afirmar: las
ble de puntos de vista teóricos y de organizaciones técni- cualidades substanciales están por encima de la organi-
cas que reclama la noción de electrón, debemos convenir zación estructural; no están debajo. Las cualidades ma-
que la sistemática química si se basa en esta noción, re· teriales son hechos de composición, no hechos en una
substancia íntima de los componentes. Tocamos un lími-
te en el que el realismo ya no se interioriza, en el que
precisamente el realismo se exterioriza. Esta revolución [37] La doctrina de las valencias químicas, incluso
epistemológica de la doctrina de las cualidades materia- si sólo examinamos el período moderno, puede (... ) desa-
les aparecerá con mayor claridad cuando la hayamos es- rroarllse en dos formas según sistematice el aspecto pro-
tudiado en un capítulo especial. Pero desde ahora debe- piamente químico o se plantee correlaciones electró-
mos comprender que la dualidad de la organización nicas bajo el fenómeno químico de las valencias. Pero
electrónica y de la organización química conlleva una dia- ya que el electrón localizado no sigue la mecánica clási-
léctica que no puede dejar en su inmovilidad la doctrina ca, ya que el electrón en el átomo y la molécula obedece a
tradicional de las cualidades substanciales. los principios de la mecánica cuántica, nos encontramos
De todos modos, sin aventurarnos aún en una filosofía en una dialéctica fundamental. Se exige una reforma radi-
de las cualidades materiales, podemos constatar una di- cal de la comprensión si queremos comparar las explica-
ferencia filosófica esencial entre los períodos de la ciones químicas clásicas y las explicaciones electrónicas.
primitiva tabla de Mendeleev, basada en las cualidades Si pudiéramos vivir realmente esta alternativa, seguir
químicas y el período de la tabla moderna basada en las ambos desarrollos paralelos de una ciencia realmente do-
estructuras electrónicas. Los períodos primitivos tal como blemente activa, nos veríamos recompensados por una
aparecieron en las encuestas empíricas, son hechos sin doble comprensión. En estas ideas doblemente ciertas
explicación. Todavía están ligados a la periodicidad de las encontramos una gran confirmación de verdad o, como
cualidades a menudo imprecisas, a veces mal medidas, es- dirá Victor Ruga, «esta idea bifurcada se hace eco a sí
tudiadas por Lothar Meyer. Pero cuando la valencia quí- misma» l.
mica se explica con organizaciones electrónicas, el em· Nuestra intelencia se ve estimulada por la alegría de
pirismo de partida aparece como un conocimiento en pri- comprender dos veces, de comprender desde dos puntos
mera posición, conocimiento que constata pero no expli- de vista distintos, de comprender de otro modo, creando
ca. La teoría electrónica toma entonces la función de un en nosotros mismos una especie de conciencia de alter
orden de razones que explican los hechos. Esta jerarquía ego. Cuando Hegel estudiaba el destino del ser racional
en los hechos y las razones no debe borrarse. Hablar en la línea del saber sólo disponía de un racionalismo
todavía de empirismo absoluto cuando se alcanza tal ca- lineal, de un racionalismo que se temporalizaba en la lí-
pacidad de dialéctica y de síntesis, supone confundir los nea histórica de su cultura realizando los momentos su-
matices, rechazar precisamente, en la valoración de cesivos de diversas dialécticas y síntesis. El racionalis-
los pensamientos científicos, los matices filosóficos. No se mo que se ha multiplicado tan claramente en la filosofía
toma entonces la sorprendente instrucción filosófica que matemática moderna debido a la multiplicidad de las
acompaña los progresos modernos del conocimiento cien- dialécticas de base, a la oposición de los axiomas, recibe,
tífico. (Matérialisme, cap. 111,p. 95-97.) en el campo de la física y de la química contemporáneas,
una gran cantidad de líneas de cultura que se orientan
hacia el mismo objeto. Este racionalismo de varios regis- asociados a cationes que lleven dos signos de exponente.
tros, estos pensamientos con doble historia, nos obligan Pero, ¿cómo representar la covalencia? La covalencia
a librar el espíritu de una historia demasiado lejana. Es- se debe al apareamiento de dos electrones. Es pues muy
tas dobles filiaciones tienden a ponernos al día en la cul- natural que se represente la unión de covalencia con dos
tura racionalizada. (Matérialisme, cap. IV, p. 138.) puntos. En lugar de la rayita horizontal, se tomará como
símbolo, en el caso de la covalencia, dos puntos coloca-
dos verticalmente. En vez del tradicional signo quími-
co (-), tendremos el signo electrónico (:) y la fórmula
del agua desarrollada electrónicamente será:
[38] En otro tiempo, la prequímica tenía como tarea
principal estudiar las «misceláneas», las mezclas materia-
les. Es curioso ver a la ciencia contemporánea estudiando
verdaderas misceláneas de teoría!. En esta cooperación de pues en la molécula del agua, las uniones son uniones ca-
principios teóricos se manifiesta la intensa actividad dia- valentes.
léctica a la ciencia contemporánea. Aquí entra en acción una dialéctica tan rápida y tan
Esta «miscelánea de teorías» determina una curiosa fina cuyo valor podría desconocerse. Esta dialéctica arti-
miscelánea de símbolos que, a nuestro parecer, merece cula sin embargo dos períodos distintos de la historia de
la atención del filósofo. La tarea del simbolismo de la que la química (... ). Esta dialéctica, que desconcierta por un
queremos hablar afecta al trazo de unión que la química momento como cualquier gran dialéctica, consiste en con-
elemental ha hecho familiar situándolo en todas las fór- servar el guión dándole la significación de los dos puntos
mulas desarrolladas para indicar las valencias intercam- electrónicos.
biadas, como por ejempo, en la fórmula desarrollada de Veamos una breve historia de este cambio de puntua-
la molécula de agua: ción materialista.
El gran químico R. Robinson propuso reinstalar la ra-
yita dándole una significación electrónica l. Bernard Bis-
tert presenta este traslado de significado simbólico en
En primer lugar, ya que tenemos que distinguir en estos términos 2: «La rayita no simboliza únicamente una
adelante la electrovalencia y la covalencia, es necesario relación abstracta de valencia entre dos átomos, sino
que el simbolismo se escinda. Para indicar las electrova- una relación muy concreta, ya participación común de dos
lencias, se utilizarán los signos + y - , que reciben un átomos con dos electrones. Y podemos dar un paso toda-
significado eléctrico, el anión tendrá el signo + y el cas- vía más decisivo definiendo, según la propuesta de R. Ro·
tión el signo - . De este modo para explicitar el carácter binson, la rayita como el símbolo de dos electrones (par
heteropolar del ácido clorhídrico lo escribimos H+ el-. o doblete de electrones). Si se reúne por pares a los elec-
Los aniones que tengan dos electrovalencias tendrán no .
uno sino dos signos + como exponente. Estos aniones 1. KERMACK y R. ROBINSON, Journ. Chem. Soc., London,
1922.
121, 433,

deberán, en una molécula de carácter héteropolar, estar ? Bernard EISTERT, Tautomérie et mésomérie.
en la serie siguiente de fórmulas que representan la mo-
trones y si se representa cada par por una rayita se ob- lécula de agua:
tiene las fórmulas de Robinson.» Por ejemplo, la fórmula
electrónica de la molécula de agua:

I
H-O-H
I '

Para apreciar correctamente todo el valor epistemolá-


I gico de estas modificaciones del simbolismo, habría que
H-O-H comprobarIas en fórmulas más complicadas que las
I que corresponden a una pequeña molécula, como la mo-
lécula de agua. Como todos los valores constructivos, po-
Cuando los dobletes de electrones son libres, Eistert demos apreciar su verdadero alcance al nivel de las rela-
propone una modificación suplementaria del simbolismo ciones más complicadas. Para desgracia de la filosofía de
de Robinson, que consiste en no poner la rayita que corres- las ciencias debe expresarse en casos simplificados mien-
ponde al doblete libre en situación radical, sino en situa- tras que el pensamiento científico actúa en los casos más
ción tangencial, tangente del núcleo de la molécula. En complejos. Pero el filósofo debiera tener confianza en el
estas condiciones en vez de la fórmula de la molécula de científico. El químico no complica los símbolos por capri-
agua según Robinson: .cho sino que sabe que debe hacerlos más adecuados a una
I ciencia que se complica al progresar. Como acabamos de
H-O-H exponer, el nuevo simbolismo depen~e más del pensa-
I miento que el antiguo, encierra, no únicamente una ver-
dadera historia de progreso, sino que aporta sugestiones
a la investigación experimental. El simbolismo rectifica-
do, enriquecido, tiene así cierto volumen filosófico, una
profundidad epistemológica. Un filósofo, sonreirá, sin
duda, cuando lea que siguiendo la frase de Robinson, «la
rayita ha adquirido substancia». El filósofo no se sirve
La tetravalencia del carbono se escribirá en el simbolismo a tan bajo precio de la noción de substancia. Y sin em-
de Estert: bargo la expresión no viene con tanta facilidad a la pluma
de un químico. Eistert y Dufraisse la adoptan. Basta con
meditar sobre la dialéctica que, salida de la rayita pasan-
do por una referencia a la realidad del doblete electróni-
co, vuelve a la rayita cargada de sentido para compren-

der la justeza de la designación substancialista indicada .primer lugar la substancia homogénea, después pone
por Robinson. En definitiva, si el filósofo quiere juzgar en cuestión la homogeneidad, intentando detectar al otro
sus categorías, debe examinarlas cuando funcionan, y me- en el interior del mismo, la heterogeneidad escondida den-
jor aún cuando funcionan delicadamente, sutilmente. tro de la homogeneidad evidente.
¿Puede quedar satisfecho con un acto enunciativo afir- Así pues, antes de desembocar en un repertorio de
mando una substancialidad todavía sin condiciones, mien- substancias homogéneas, de especies químicas, de mate-
tras que se le ofrecen tipos de substancialización, nuevos rias fundamentales, el químico requiere numerosas obser-
usos de la categoría de substancia que la reflexión filo- vaciones y experiencias. La realidad sólo ofrece a menu-
sófica no podía encontrar? En resumen. ¿No sería mejor do mezclas groseras, confusas diversidades. Un «análisis
para el filósofo buscar en el pensamiento filosófico tan inmediato», según el término utilizado en los tratados de
activo, objetos concretos para sus discusiones, condicio- química es, pues, una indispensable técnica preliminar.
namientos delicados susceptibles de matizar el uso de Sin embargo, esta técnica elemental es también una his-
categorías? (Matértalisme, cap. IV, p. 132-135.) toria. Cada época reconsidera la doctrina de las substan-
cias homogéneas. Se podría escribir toda la historia de la
química relatando las exigencias de homogeneización en
los diversos estadios del progreso de la experiencia. La
substancia homogénea es un posible punto de partida
para un estudio de la materia. Cuando una materia es
homogénea, parece que tenga un signo substancial. Esca-
[39] Cuando el materialismo abandona la falsa cla- pa, por algunos lados, a la categoría de la cantidad: 2 gr.
ridad de una teoría de 4 elementos de 4 raíces simples del . de oro y 5 gr. de oro manifiestan del mismo modo la subs-
materialismo, se ve lanzado a investigaciones que se re- tancia oro. Una ~ubstancia puede considerarse material-
fieren a las materias terrestres, a los cuerpos tangibles; mente bien definida cuando ya es homogénea. Esta subs-
se encuentra situado de nuevo frente a la extrema diver- tancia es el motivo de un conocimiento-materialista claro
sidad de las materias sólidas. Se trata de reducir, y a ser y precisa. Con la consideración de las substancias homo-
posible ordenar, esta diversidad. La primera gestión con- géneas es posible un cartesianismo materialista riguroso.
siste en romper con el mito filosófico de una especie de Parece como si una especie de lógica materialista basada
diversidad en sí. Para ello hay que tener en cuenta una en la experiencia química maneja las materias homogé-
noción que no ha retenido suficientemente la atención de neas del mismo modo que la lógica formal maneja tér-
los filósofos: la noción de homogeneidad material. minos bien definidos. El metal desafía la atención discri-
A simple vista podría parecer que la noción de homo- minadora. Da al químico una conciencia clara del mismo.
geneidad fuera como una especie de categoría del mate- Una substancia química puede cambiar de forma siendo
rialismo. Es por muchos aspectos un reposo dentro del la misma. Esta constatación, sin duda muy banal, adquie-
progreso de los conocimientos de la materia. Sin embar- re sin embargo una nueva tonalidad si nos planteamos su
go este reposo es siempre provisional; es el punto de par- aplicación por el químico. Lo veremos mejor si recorda-
tida de una dialéctica materialista: el químico busca en mos -volveremos sobre este punto- los tiempos en que

r-
el alquimista incorporaba vida a las substancias, profesa- Son raros los científicos que gustan de restituir los ca-
ba el futuro de las substancias más homogéneas. En el minos reales de su cultura; viven con demasiada intensi-
pensamiento científico moderno, el mismo es inmóvil. dad la cultura presente para interesarse en el oscuro
Con la química entramos en el reino de las substancias pasado de las nociones. Un hombre tan positivo como Lie-
claras, en el reino de las substancias que la técnica cla- big da a sus certezas de profesor un peso psicológico do-
rifica dándoles una homogeneidad total. (Matérialisme, minante. Ésta es una prueba de que los documentos psi-
cap. 11, p. 62-63.) cológicos de los mejores científicos deben someterse a la
crítica. La psicología del espíritu científico está por hacer.
[40] Constantemente debemos insistir en la fenome- Si seguimos los progresos del materialismo inst~ido,
nología de las substancias homogéneas, aunque, parece vemos que apenas podemos confiar a una homogenelda?
ser, pueda encontrar ejemplos en substancias naturales, sensible a una homogeneidad de un dato. La homogeneI-
se equipara a la fenomenotécnica. Se trata de una feno- dad ret~nida por la ciencia ha pasado por la instrucción
menología dirigida. del intermaterialismo, ha sido obtenida indirectamente
Olvidaríamos un carácter importante si descuidára- aplicando técnicas comprobadas, técnicas continuamente
mos el aspecto social de la encuesta materialista. En el rectificadas. Caracteriza una época científica. Fuera de
umbral del materialismo instruido, se nos deben señalar los métodos de homogeneización basados científicamen-
las substancias materiales fundamentales. Seguramente te, la homogeneidad tiene un valor dudoso. Por ej~mplo
encontraremos un niño genial que reflexionando sólo·re- cuando en l'Encyclopédie (artículo : yeso) se defme el
construya la geometría de Euclides con círculos y barras. yeso muy cocido por «cierta untuosidad, y una grasa que
Es impensable encontrar un materialista genial que re- se pega a los dedos cuando se la maneja», se impide u~a
construya la química, lejos de los libros, con piedras y encuesta más objetiva. Esta «grasa» del yeso nos remIte
polvos. a un sartrismo avant la lettre, a una filosofía existencia-
Es extraño que ciertos científicos desconozcan este di- lista orientada a espaldas de la perspeCtiva del materialis-
rigismo esencial de la ciencia moderna. Podemos leer, por mo combinador del materialismo que busca sus pruebas
ejemplo, una página curiosa en la que el químico Liebig en una correlación explícita de las substancias, despojan-
pretende que: «si se reuniera en bloque, sobre una mesa, do precisamente esta relación de la sensación directa.
los 56 cuerpos simples, un niño podría separados en dos 'Está bien cocido el yeso? Cojamos primero una mues-
grandes clases según sus propiedades externas» (los me- ~ra y desmenucémosla: determine~o~ la ~o.~bina~ió?-
tales y los metaloides) 1. Esta afirmación no tiene la más yeso yagua. Esta prueba nos permItlra un JUICIOobJeti-
mínima verosimilitud; ningún espíritu nuevo, dedicado al vo. Todos los caracteres recogidos por la ciencia de las
empirismo inmediato, pondrá en una sola y única catego- materias deben ser post-experimentales. Todos los datos
ría: el azufre, el bromo, el yodo, el oxígeno. Es imposible sólo se reciben provisionalmente. (Matérialisme, cap. 11,
construir sin un maestro la categoría de los metaloides. p.65-66.)

1. LIEBIG, Lettres sur le chimie, 1845,p. 34. El número 56 corres-


ponde al de los elementos que eran conocidos en esa época.
coherencia de las substancias simples, coherencia que con-
fiere a los elementos un estatuto bien definido de substan-
[41] Las primeras substancias que habían de recibir cia elemental (oo.). Pensemos (oo.) la importancia filosófica
el estatuto de cuerpos simples fueron -salvo algunas ex- de descubrimientos como el de Cavendish que demues-
cepciones como el azufre- metales. Hay que llegar a los tran que el agua no es un elemento, o el descubrimien-
tiempos modernos, especialmente al siglo XVIII, para que to paralelo de Lavoisier referente al aire. Estos descu-
la corta lista de substancias reconocidas como simples brimientos destrozan la historia. Suponen una derrota
empiece a aumentar. Los siglos XVIII y XIX son una épo- total de lo inmediato. Hacen aparecer la profundidad de
ca prestigiosa para la exploración materialista. Incluso lo químico bajo lo físico -o dicho de otro modo, la he-
desde el simple punto de vista del empirismo, el filósofo tereogeneidad química de la homogeneidad física. Hay
debería medir aquí lo que es un aumento de los tipos de ahí una dialéctica íntima que cualquier cultura materia-
seres materiales. lista debe atravesar para alcanzar el materialismo ins-
Pero, al mismo tiempo que aumenta la cantidad de truido.
tipos de substancias encontradas en la materia, se preci- Trasladémonos a través del pensamiento al instante
sa una nueva doctrina de la simplicidad. De hecho pode- histórico sorprendente en que se anunció que el agua es
mos hablar de un verdadero desplazamiento de la idea el resultado de la síntesis de dos gases. No sólo se desva-
de simplicidad. Mostrémoslo rápidamente. nece el privilegio del antiguo elemento agua, sino que al
En primer lugar, aunque todavía se mencione en el mismo tiempo se desvanece la positividad conquistada
siglo XVIII, ya no se da un papel a la idea de que los 4 ele- por la noción de gas. Antes de Cavendish, antes de Lavoi-
mentos son las substancias más simples. Después ya no sier, la noción de gas participa todavía de la noción de
imaginamos que las substancias encontradas en la natu- fluido. El fluido en el pensamiento precientífico, carga
raleza son, por este mismo hecho, substancias simples. fácilmente con los valores más confusos: es magnético,
El análisis se convierte en la preocupación dominante de vital, lleva la vida, lleva la muerte. La experiencia de Ca-
cualquier químico. El químico empieza su investigación vendish es decisiva, elimina con un gesto brutal todo el
multiplicando los esfuerzos de descomposición. La sim- vitalismo del reino de los «espíritus». Los dos materialis-
plicidad aparece como un límite a cualquier esfuerzo de mos de la substancia tangible (el agua) y de la substancia
descomposición. La simplicidad tiene aquí la categoría invisible (los gases) se ponen en total correlación. Hay
de resultado; se había planteado como inicial en la doc- una gran diferencia entre este materialismo generalizador
trina de los 4 elementos; ahora es terminal. La química que extiende su dominio siguiendo experiencias progresi-
nos presenta así una nueva forma «del declive de los vas y un materialismo de afirmación inicial que cree to-
absolutos» para emplear una expresión de Georges Bou- davía que la materia tangible da lecciones muy decisivas.
ligand tan rica en significación para caracterizar la evolu- Se necesitaría un extenso tratado para describir adecua-
ción de la epistemología moderna. En efecto, plantear lo damente el conjunto de experiencias que han determina-
simple como una limitación a la descomposición no de- do el carácter elemental del oxígeno y del hidrógeno. Diez
termina el carácter absoluto de esta limitación. Sólo en años de psicología del espíritu científico están ani!példos
el período contemporáneo se establece una especie de pOI'"la historia del descubrimiento del oxígeno. El hec ".
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de que el oxígeno esté sólo mezclado al nitrógeno en el a valores experimentales. El idealismo busca continua-
aire mientras que está combinado con el hidrógeno en mente razones para unificar la experiencia, sin medir bien
el agua, con los metales en los óxidos, despierta muchos los poderes diversificadores de la experiencia. (... ) El
problemas filosóficos. En nuestros días, los libros borran idealismo es una filosofía demasiado alejada del centro
demasiado aprisa la perspectiva de estos dramas cultura- de acción del pensamiento científico para apreciar el pa-
les. Los libros escolares hacen inmediatamente de la lec- pel recíproco de los métodos de encuesta y de las expe-
ción sobre el oxígeno un modelo de empirismo simple: riencias de verificación. Tenemos ahí una prueba concre-
basta con calentar en una retorta ciertos óxidos, por ejem- ta de la imposibilidad de un idealismo de la experiencia
plo el óxido de magnesia, para obtener el gas maravi- científica. No se aclara nada en la meditación de un caso
lloso que enciende una cerilla aunque sólo tenga «un pun- único en el que una sola experiencia revelaría todo el
to en ignición», para utilizar la expresión consagrada que poder de conocimiento de un sujeto. Hay que aceptar
resume a menudo, por desgracia, todo lo que queda en todas las extensiones positivas de todos los ejemplos. En
la «cultura general» de las propiedades del oxígeno. Esta realidad la dialéctica de la oxidación y de la reducción
sencillez de lO!enseñanza esconde la sutil estructura epis- que ha dado lugar a numerosas reflexiones filosóficas es
temológica de una experiencia primitivamente implicada sólo una reprocidad material, tomada entre otros muchos
en una problemática multiforme. Aquí es útil recurrir a procesos recíprocos de síntesis y de análisis.
la compleja situación histórica para hacer sentir como se Con el descubrimiento del oxígeno, los filósofos han
enriquece el pensamiento materialista. sido víctimas, aquí como en muchas otras ocasiones, de
Que el oxígeno haya sido, durante varias décadas, ex- la novedad. Han querido asimilar inmediatamente un
traído de los minerales, del aire, del agua, en definitiva descubrimiento sorprendente apoyándose en racionalis-
de los cuerpos más diversos para la experiencia común, mo a priori, sin preocuparse por establecer el racionalis-
basta para explicar que se haya promovido este cuerpo mo científico históricamente preparado por un ajuste pro-
químico particular a un nivel destacado. Se trata, real- gresivo entre la teoría y la experiencia. El idéalismo tiene
mente, de la llegada de una substancia «científica». Des- su raíz en lo inmediato. De alguna manera el espíritu es
pués fue necesario quitar al oxígeno el privilegio de desig- siempre inmediato a sí mismo. Ahora bien, no hay, ya no
nar el poder ácido. Fue durante mucho tiempo el signo hay experiencia científica inmediata. No sabríamos abor·
material de la nueva química. Y los filósofos, los Sche- dar en blanco una nueva experiencia científica, con un
lling, los Hegel, los Franz von Baader no dudaron en ha- espíritu sin preparar, sin cumplir para sí mismo, la revo-
cer del oxígeno un verdadero momento de la explicación lución científica que coloca al nuevo pensamiento como
general. Por ejemplo, Hegel pone en relación las cuatro un progreso del espíritu humano, sin asumir el yo social
substancias: nitrógeno, oxígeno, hidrógeno, y carbono de la cultura. ¿Es necesario señalar, a modo de digresión,
como una organización de conceptos que forma «la tota- que el yo de la cultura es la antítesis exacta de la cultura
lidad de la noción» 1. Releyendo estas páginas se tendrán del yo? (Matérialisme, cap 11,p. 73-76.)
ejemplos claros de la adhesión precipitada del idealismo
c) Pureza estado de hechos, un momento histórico bien definido.
Cada época de la ciencia, en su desarrollo moderno, ha
[42] Antes se planteaba en la qUlmlca como algo e-stablecidouna especie cuerpo de reactivos constituidos
normal la existencia de cuerpos puros. Un cuerpo com- a un nivel de purificación muy determinado. Hay diversas
pletamente puro, sin embargo, es sólo una entidad. «Puro» épocas sociales para la pureza materialista. Nuestra épo-
ya no es para un químico moderno, un adjetivo que re- ca tiene tanta perfección en la purificación que podemos
pugne a la gradación. Pero se dirá, que la pureza tiene en decir que la ciencia contemporánea posee nuevos reacti-
la materia el papel de una idea platónica en la que par- vos, nuevos instrumentos que no ha conocido ninguna
ticipa el mundo entero. Es un ideal al que el químico se época precedente. La técnica materialista de la química
aproxima separando las impurezas. Se acepta que no lo moderna nos proporciona una naturaleza nueva. Esencial-
alcance nunca. Preferimos decir que un químico minucio- mente supone un segundo punto de partida del materia-
so lo alcanza siempre. Efectivamente, una definición de lismo.
pureza va siempre acompañada de un criterio de pureza 1: Así, estos instrumentos de purificación que son los
«Un cuerpo puro es un cuerpo que sólo experimenta trans· reactivos, suponen una verdadera aportación social. El
formaciones hilótropas, al menos dentro de su terreno químico aislado no puede tener la pretensión de sustituir-
de pureza». (... ) Así pues es tan inútil como falso, separar los por sus instrumentos personales, un conjunto de reac-
el criterio de pureza de los instrumentos que lo estudian. tivos reunidos personalmente, rehaciendo por su cuenta,
(Essai, ~ap. V, p, 80-81.) toda la historia de la química. La química moderna aho-
rra su larga preparación histórica. Es una de las cien-
cias que vive más claramente en su presente. El químico
entra en el laboratorio donde encuentra un presente ab-
[43] En conjunto, podemos decir que no hay pureza soluto, el de los datos técnicos, datos que se ofrecen en
sin purificación. Nada mejor para demostrar el carácter su conjunto, en su totalidad, y por consiguiente muy dis-
eminentemente social de la ciencia contemporánea que tintos a los datos naturales encontrados en el ocasionalis-
las técnicas de purificación. En efecto, los procesos de pu- mo esencial del empirismo. El químico moderno parte de
rificación sólo pueden desarrollarse por la utilización de este materialismo de un presente absoluto, de este mate-
todo un conjunto de reactivos cuya pureza ha recibido rialismo de reactivos técnicos coordinados. Debe inscri-
una especie de garantía social. Un filósofo podrá denun- bir su trabajo cotidiano en el presente de la ciencia en un
ciar ahí un círculo vicioso: purificar una substancia por conjunto humano al que se integra, ya desde un punto de
un conjunto de relaciones en las que se implican reacti- vista teórico, por un influjo cultural necesario para la
vos garantizados como puros; supone evidentemente ol- acción científica eficaz.
vidar el problema inicial, el problema de la pureza de los Todas estas tesis parecerían menos superficiales al
reactivos. Pero la ciencia contemporánea puede conscien- filósofo si quisiera tomar conciencia del verdadero tra-
temente, descuidar esta objección previa. Hay ahí un bajo necesario para producir una substancia pura en la
técnica contemporánea. Comprendería pronto que esta
pupficación ya no revela una actividad individual, que

r-
reclama un trabajo en cadena, purificaciones en cadena, de propiedades químicas puede revelarse con una sensi-
en resumen que la fábrica-laboratorio ya es una realidad bilidad increíble a la mínima impureza. Andrew Gemant,
fundamental. en un capítulo del manual de Farkas: Electrioal proper-
La visión de un plan de trabajo para una purificación ties of hydrocarbons (p. 215), dice que un hidrocarbono
sería, por otra parte, más convincente que cualquier de- líquido tiene una conductibilidad eléctrica que varía
sarrollo filosófico. El lector podría remitirse, por ejem- de 1(}-19 mho/cm. para una muestra muy purificada a
plo, al esquema de operaciones que conducen del berilo 10---13 para una muestra comercial, es decir una variación
al berilio puro en pepitas según el método empleado por de 1 a un millón. Vemos la enorme acción de la menor
la Degussa A. G. Este esquema está indicado por J. Bes· impureza. Gemant añade que las determinaciones de la
son en un artículo aparecido en el Bulletin de la Sodété conductibilidad dan valores que disminuyen indefinida-
chimique de France (año 1949), y no lo reproduciremos mente buscando una purificación cada vez mayor, pero
porque dos páginas de este libro no bastarían. Veríamos que sin embargo no s,e ve ningún valor límite.
docenas de operaciones de purificaciones cruzadas, puri- Comprendemos que no es posible ordenar purezas na-
ficaciones tomadas desde diversos puntos de vista, intro- turales, que se orienten hacia una pureza en sí. Además,
ducidas por reactivos distintos. Al meditar en todos los a pesar de todos los esfuerzos del materialismo decidida-
circuitos de estos procedimientos químicos con vistas a mente artificialista, la línea de las purificaciones no está
producir una substancia particular con todas las garan- nunca segura de orientarse hacia una purificación abso-
tías de pureza, se comprenderá que sólo puede pensarse luta. Bastaría con que se instituyera un nuevo tipo de
en la cima de una cultura y realizada en una ciudad que experiencias para que el problema se planteara bajo un
industrialice la ciencia de arriba abajo. (Matérialisme, nuevo aspecto. La pureza de una substancia es, pues, una
cap. n, p. 77-78.) obra humana. No se puede tomar como un dato natural.
Conserva la relatividad esencial de las obras humanas.
[44] El cuerpo de los reactivos es a la vez coherente Su «en sí» está condicionado por un largo pa'sado de ex-
y eficaz. Todos los reactivos se toman con una garantía periencias proseguidas por caminos artificiales. De todos
de pureza que permite el trabajo positivo. No sería con- modos lo artificial tiene muchas más garantías que lo
veniente dar validez incondicional al concepto de pureza natural. (Matérialisme, cap. n, p. 78-79.)
en sí. Postular la pureza en sí sería alcanzar el mito de la
pureza natural. De hecho, ya que la ciencia positiva une
la noción de pureza con la de operación de purificación, 4. EL CONCEPTO CIENTíFICO DE MATERIA EN LA QUíMICA
no se puede separar el relativismo de la pureza. En efec- CONTEMPORÁNEA
to, siguiendo el proceso de purificación utilizado, se pue-
de obtener, para un mismo producto, distintos grados de [45] El concepto de energía, si lo tomamos en su·
pureza. Pero no se sobreentiende que estos grados de pu- acepción científica precisa, es una adquisición esencial-
reza se puedan ordenar ya que la pureza se toma a menu';' mente moderna. Para un físico, para un matemático, este
do al nivel de una cualidad particular. A veces una propie- concepto es ahora tan claro que se puede poner, que se
dad particular que no implica profundamente el conjunto de.be poner, en la categoría de conceptos fundamentales,
sino en provecho de la energía. La energía es la base de
dándole todo su estatuto científico, es decir, separándolo
todo; no hay nada detrás de la energía... ,
de cualquier relación con las nociones comunes, detenien- En otro tiempo se decía: la materIa tlene energla;
do todas las resonancias de una palabra que se pierde en se atribuía energía a la materia como se engancha un ca-
el vacío y la multiplicidad de imágenes, en la facilidad de ballo a un carro. Al hacer esto se limitaba, con una rápida
las metáforas. dialéctica, la noción de materia a su carácter de materia
Sin duda podríamos escribir una historia confusa de inerte de materia interna. Indudablemente, se estaba en
este concepto científico que ahora está tan claro; espe- lo cie;to al elegir esta limitación, al imponer esta dialéc-
cialmente podríamos volver a recorrer las últimas difi- tica en ciertos sectores de la organización científica, en
cultades antes de su clarificación. Por ejemplo, toca- un racionalismo regional como la mecánica racional para
ríamos un punto sensible a la evolución de las ideas la cual es indiferente saber si el móvil del movimiento es
estudiando la noción bajo su forma mecánica, ya muy ra- de acero, piedra o cobre. Pero este materialismo exterio-
cionalizada, en las relaciones de la mecánica de Descartes rista este materialismo de la materia reducida a su iner-
a la mecánica de Leibniz 1. Los debates sobre la noción de cia, de la materia que se toma como desprovista de. ene:-
fuerza viva han sido muy numerosos y cruzados. Siempre gía interna ya no basta cuando se a~orda la CIenCIa
habrá interés en revivir estas polémicas. Pero nuestro química contemporánea, cuando se qmere conocer, no
objetivo en este capítulo es partir del espíritu científico sólo los fenómenos químicos, dinámica que al aportar la
constituido. Una historia demasiado larga enturbiaría verdadera explicación de la fenomenología materialista,
esta declaración de primacía racional que necesitamos abre el camino para nuevas realizaciones .
hacer para iniciar la ciencia energética moderna, para .Así pues, la raíz esencialmente energética de los fenó-
comprender la organización esencialmente energética de menos químicos se impone a la investigación. Entramos
la materia. en una región de la experiencia en la que el fenomena-
Desde un punto de vista filosófico, el materialismo lismo estricto, el que dice desinteresarse de' las causas
energético se aclara al plantear un verdadero existencia- profundas, sólo puede ser una cláusula de estilo. Todaví~
lismo de la energía. En el estilo ontológico con que el podemos decir que tal substancia presenta talo. cual feno-
filósofo acostumbra a decir: el ser es, hay que decir: la meno. Sin embargo, el fenómeno no es una SImple apa-
energía es. Es totalmente. Y mediante una conversión rIencia que podamos limitamos a describir; es la ma?i-
simple, podemos decir dos veces exactamente lo mismo: festación de una energía. Si no se conocen las relacIO-
el ser es energía - y la energía es ser. La materifl es ener- nes de energía, no se pueden explotar todas las p·osibili-
gía. d'\.des de acción que se nos abren para crear nuevas subs-
Inmediatamente se derrumba el reino del tener. Se tancias, A partir de ahí, un filósofo que reconozca el
derrumba de arriba abajo, no sólo en provecho del ser, profundo nivel que supone la en,er?ía, un filósofo ,que siga
el pensamiento efectivo del qmmlco contemporaneo, de-
berá aceptar que en adelante la energía representa la cosa
1. Abundan los buenos libros que estudian este período. En par-
ticular: Ernest MACH, La mecánica. René DUGAS,Histoire de la mé- en sí. Esta vieja noción, cuya carácter de monstruosa abs-
canique, 1950. Los filósofos leerán con interés la obra de Martial GUE- tracción se ha denunciado a menudo, se concreta. Como
ROULT, Dynamique et métaphysique leibniziennes.
mínimo se puede situar la energía filosóficamente como
se situaba la cosa en sí: como el soporte fundamental de
los fenómenos. De todos modos, si se insiste en dejar dor-
mir en su pasado a los viejos fantasmas de la filosofía, Las categorías superIores
habrá que aceptar que la energía es la realidad que debe de la epistemología
estudiarse en segundo lugar, después de haber descrito,
sin duda, los fenómenos que se desprenden de las reac-
ciones químicas, pero con una necesidad ineluctable si
se quiere comprender los fenómenos en toda su profun-
didad, a la vez en sus causas profundas y en sus razones
fundamentales. El materialismo tiene algo de energetís.
mo. Los fenómenos de la materia se conocen por las leyes
de la energía. (Matérialisme, cap. VI, p. 176-178.)

-I_I_I-n- _Il_I_I_IV
__ V__ V_I_~
--1---·---
1


IH

3 Li
---------------
3 uNa uMg I
4 Gl

X3A1
S B 6

I4Si
e 7N

ISP
8

x6S
o 9F

I1C1

6 terres
rares
79Au 80Hg ¡ 81Tl 82Pb, 81Bi 84P01 85
---1-1-·---
7 87 88Ra 89Ac 90Th 19'Pa 9'U

Tabla de Mendeleev, tal como figura en


Le pluralisme cohérent de la chimie moderne (p. 154)
\

1. No SE TRATA DE UN RACIONALISMO «DE TODOS LOS TIEM-


POS Y DE TODOS LOS PAÍSES»

[46] Una vez fragmentado el racionalismo para aso-


ciado adecuadamente a la materia que informa, a los
fenómenos que regula, a la fenomenotécnica que funda,
nos vemos obligados a plantear el problema filosófico de
la relación de un racionalismo general con los diversos
racionalismos regionales. Esta relación se puede exami-
nar de dos maneras.
La primera -que no es la que seguimos nosotros-
define, y redefine si es preciso, un racionalismo a priori
que debe servir para todas las experiencias, nadie dice que
para', todas las experiencias, ni tampoco para todas las
experiencias presentes y futuras. Se constituye así un
racionalismo .fuera de la experiencia, un racionalismo
mínimo con el que se obtiene el derecho paradójico de
alcanzar una experiencia de Universo. Cuando más sim-
ples son los medios de información, más amplio será el
es~cio informado.

I ,
-~------- ..ln.;•• .
A este punto de vista adoptado por el racionalismo los filósofos. Únicamente objetamos que se trata de un
fijador, podemos hacerle objecciones apoyándonos en núcleo sin cariocinesis, un núcleo que no puede proliferar.
nuestro sistema de explicación filosófica inicial y que nos Más sencillamente, un proceso de reducción no permite
permitirán presentar otro sistema, el nuestro para resol- obtener un programa suficiente para un estudio filosó-
ver el problema mencionado. fico del conocimiento. Si una filosofía se dedica a la
En efecto, nos parece que un raeionalismo con tal pre- tarea de reducir, fatalmente se convierte en involutiva.
tensión de universalidad se acerque mucho a las solu- No se excluye, sin embargo, que desde una visión su-
ciones solipsi~ del idealismo. Cuando abordamos co- ficientemente borrosa, el racionalismo aplique sus princi-
nocimientos aplicados, o más explícitamente cuando pre- pios de r~zón a la experiencia común. El racionalismo se
tendemos aplicar esquemas lógicos, la identidad A=A es traslada entonces desde los confines del idealismo al rea-
sólo la identidad de un punto de vista, una identidad lismo sin control, al realismo que se apoya en una rea-
asumida por un sujeto único y por un sujeto que de lidad sin estudiar. Por último, los principios de la con-
alguna manera está al margen del conocimiento, suje- servación más hospitalaria doblan, para el racionalismo
to que ya no pone en juego el objeto de su conocimiento, fijista, los principios de razón. Este racionalismo fijista
que se limita a los caracteres formales del conocimiento. formula las condiciones de un consensus de los hombres
Cuando el sujeto del conocimiento es «formalizador» se de todos los países y de todos los tiempos frente a todas
convierte en «formalizado». La igualdad A = A, no exis- las experiencias. Esto conduce a un punto muerto los
tiría si no hubiera otra igualdad en el nivel de la instan- estudios del movimiento 'de los espíritus, al designar
cia igualadora Yo = Yo. los factores de inercia que se oponen al cambio. (Rationa,.
Debido a la sencillez de la igualdad lógica A = A lisme, cap. VII, p. 131-132.)
-igualdad evidentemente burda en la aplicación- lle-
gamos a postular la igualdad Yo = Yo, permitiéndonos
el desconocimiento de toda la psicología del sujeto. Se
consigue al mismo tiempo expulsar cualquier psicologis- /
mo y fundar lógicamente el conocimiento objetivo. Sin [47] Sin embargo, es posible otro racionalismo ge-
embargo, este doble éxito arruina el interés del conoci- neral, que tomaría posesión de los racionalismos regio-
miento, impide trabajar al mismo tiempo en la diferen- nales, al que llamaremos racionalismo integral o más
ciación de la realidad y en la diferenciación de los pensa- exactamente, racionalismo integrante.
mientos. ¡thL ''; Este racionalismo integral o integrante debería ser
Por otro lado, ¿por qué buscar otra verdad cltandb se instituido a posteriori, después de haber estudiado los
tiene la verdad del cogito? ¿Por qué conocer imperfecta- diversos racionalismos regionales, tan organizados como
mente, indirectamente, si tenemos la posibilidad de un fuera posible, contemporáneos a la relación entre sí de
conocimiento primitivamente perfecto? Los principios ló- los fenómenos que obedecen a tipos de experiencia bien
gicos obtenidos por reducción de lo distinto e, incluso, el definidos. Siguiendo este camino, nos vemos obligados
argumento lógico que asegura la veracidad del cogito, a distinguir entre los consensus limitados a la sociedad
son un núcleo indestructible cuya solidez reconocen todos culta de los consensus altamente especializados. Se objeta-
rá sin duda que una ciudad culta es también una ciudad una determinación de la posibilidad de múltiples axio-
humana, y que no modificamos el problema metafísico máticas que se enfrenten a la multiplicación de las
al especializar las organizaciones racionales socializadas experiencias. Uno de los caracteres más nuevos de la epis-
en una ciudad culta. Tal objeción es falaz. Precisamen- temología contemporánea es el de cómo las distintas apro-
te designamos una ciudad de físicos, una ciudad de ma- ximaciones experimentales de lo real aparecen solidarias
t~máticos formadas alrededor de un pensamiento pro- de una modificación axiomática de las organizaciones
VIsto de garantías apodícticas. Existen ya núcleos de apo- teóricas. El racionalismo integral sólo podrá estar, pues,
dicidad en la ciencia física, en la ciencia química. No re- bajo el dominio de las distintas axiomáticas de base. Y de-
conocer este nuevo matiz, es ignorar precisamente las signará al racionalismo como una actividad dialéctica,
emergencias de las ciencias contemporáneas. La cultura dado que las diversas axiomáticas se articulan dialéctica-
s~gnifica acceder a una emergencia; en el terreno cientí- mente entre sí.
fICOestas emergencias se constituyen socialmente. En la ~. ~í ~ues, desp.ués de trabajar realmente en distintos
ciudad mecanicista existe un sector relativista. Tiene una racIOnahsmos regIOnales, después de comprender su valor
eminente emergencia de cultura que sólo podemos juzgar diferenciador y experimentado psicológicamente, la sen-
al adherimos a ella. Podríamos hacer una divertida colec-
ción de chistes reuniendo las opiniones de los filósofos
I sibilidad que aportan a las principales variantes, se podrá
hablar de una axiomatización de las técnicas, atribuyendo
o de los escritores que han «juzgado» la relatividad. IgUal una axiomática particular a cada técnica particular. El
capacidad tendría un ciego hablando de colores. Quien ( movi~ien!o. dialécti~o que empieza con las dialéctica s de
pertenece al sector relativista ve inmediatamente que las aXIOmatlcas prOSIgue cOn la formación de axiomáticas
semejantes opiniones no se pueden discutir. En resumen, I e~ fí.sica y finalmente, por ~a formación de axiomáticas en
el consensus que define socialmente un racionalismo re~ tecmca. No se bloquea aSI en absoluto a la experiencia
gional, es algo más que un hecho, es el signo de una en sus primeras técnicas. A menudo el progreso de las-
estructura. técnicas viene determinado por una revolución de sus
El racionalismo integral debe ser, pues, un racionalis- bases. En otro lugar insistimos ya sobre esta discontinui-
mo dialéctico que decida en qué estructura debe incorpo- dad esencial. Dábamos el ejemplo simple de la máquina
' de coser que encuentra su racionalización cuando se aca-
rarse el pensamiento para informar una experiencia. Se
asemeja a una especie de oficina central de una fábrica ban los intentos de imitar el gesto de la costurera, funda-
que ha encontrado una racionalización. mentando la costura sobre una nueva base. Pero, estas
No se trata ya, por tanto, de definir un racionalismo observaciones cobrarán todo su sentido en las técnicas no
general que recogiera la parte común de los racionalismos ~ecánicas y bastará con examinar, por ejemplo, las téc-
regionales. Por este camino sólo encontraríamos el racio- mcas radiofónicas para ver cómo actúan las opciones que
nalismo mínimo utilizado en la vida corriente. Se borra- reclaman adhesiones a axiomáticas particulares.
rían las estructuras. Se nos objetará, sin duda, que forzamos las tintas y
Se trata, por el contrario, de multiplicar y afinar las que los antiguos conceptos epistemológicos nos permiten
estructuras, lo cual, desde una perspectiva racionalista, comprenderlo todo, decirlo todo. De este modo, parece
debe expresarse como una actividad estructuradora, como qu,e la noción de hipótesis baste para todo. Pero precisa-

~ At .
mente por su generalidad esta palabra prepara todas las amplio y no, como lo hace la filosofía oficial con la arbi-
incomprensiones que sufre el espíritu filosófico. La hi- trariedad del idealismo.
pótesis científica es un tema tradicional de disertación Pueden hacerse otras críticas a este refinamiento de
en el bachillerato. Y a partir de este nivel se fija la cul- la epistemología. Las harán los físicos que no necesitan
tura filosófica que afecta a la metodología científica. Al- filosofar para trabajar útilmente. Pero nuestra tarea con-
rededor de este concepto endurecido se arremolinan las siste en devolver a la ciencia todos sus intereses y en pri-
nociones usuales de la psicología de la suposición. Natu- mer lugar sus intereses filosóficos. Cuando observamos
ralmente se piensa en términos tales como: para los filó- más de cerca las funciones filosóficas de la ciencia, éstas
sofos la hipótesis es lo hipotético, lo cual se aproxima a se multiplican. Hay pocos pensamientos filosóficamente
una ilusión o a una simple ficción. No se ve que se trata más variados que el pensamiento científico. El papel de
de un pensamiento construido, un pensamiento realizado la filosofía de las ciencias es recoger esta variedad y mos-
en parte por la técnica. De hecho, las hipótesis básicas trar cómo se instruirían los filósofos si quisieran meditar
de la radiofonía se inscriben incluso en el montaje. sobre el pensamiento científico contemporáneo. (Rationa-
Por otra parte, se subestiman los diferentes elementos lisme, cap. VII, p. 133-134.)
de una hipótesis si no se les da su valor de postulado.
Por ejemplo, si examinamos el racionalismo regional que
corresponde al atomismo en microfísica, debemos con-
siderar como un postulado la hipótesis de que es indes-
cifrable. Sin duda, en química se toma como principio
que los átomos de un mismo elemento son idénticos. Se
cree tener la posibilidad de distinguir átomos idénticos [48] Si seguimos con atención, es decir con un apa-
según su situación en el espacio. En efecto, el espacio sionado interés, la actividad de la física contemporánea,
común es un espacio para discernir. Pero no ocurre lo vemos animarse un diálogo filosófico que tiene el mérito
mismo en el espacio de la microfísica, por ser un espacio :de ser excepcionalmente preciso: el diálogo del inves-
de algún modo celular, según el axioma de Heisenberg. ,tigador provisto de instrumentos precisos y del matemá-
>·ticoque ambiciona informar detalladamente la experien-
Así pues, la hipótesis atómica en química y la hipótesis
''tia. Mientras que, demasiado a menudo, en las polémicas
atómica en microfísica no tienen la misma estructura
:,,"osóficas, el realista y el racionalista no consiguen ha-
nocional. Y precisamente, una estructura nocional es el
. de lo mismo, tenemos la neta y reconfortante impre-
intermediario entre una estructura realista y una estruc-
de que, en el diálogo científico, ambos interlocuto-
tura simbólica, se trata de una función que es un elemen-
. hablan del mismo problema. Mientras que en los
to activo del racionalismo aplicado. Nos encontramos gresos de filosofía, vemos como los filósofos intercam-
frente a una diferenciación de la hipótesis atomística. Sí .argumentos, en los congresos de física, los investi-
seguimos los cambios de hipótesis, en apariencia tan sim- res y los teóricos intercambian informes. ¿No es ne-
ples y primitivas, comprenderemos que es necesario estu- '0 que el investigador se informe sobre el aspecto
diar sus valores epistemológicos en su compromiso más 'co de los datos que el matemático estima estrecha-
que un hecho nuevo ligado al aspecto moderno de la teo-
~ente rela~ionados, sin lo cual el investigador, en sus ría dominante recibe las garantías de una objetividad
mterpretacIOnes puede caer en posiciones personales? profundamente supervisada, porque la teoría dominante
¿No es necesario también que el teórico se informe so- es un sistema de examen experimental en acción en los
bre todas, las ~ircunstancias de la investigación, sin lo _cerebros más claros de la época. Se tiene la impresión de
cual sus smtesIS pueden quedar parciales o simplemente que el problema se ve bien, por el solo hecho de que
abstractas? La física tiene pues dos polos filosóficos. Es hubiera podido preverse. La perspectiva teórica sitúa el
un ver~a?ero campo de ,Pensamiento que se especifica en hecho experimental donde debe estar. Si el hecho está
matematIcas y en experIencias y que se anima al máximo bien asimilado por la teoría se acaban las vacilaciones
con !~ conjunció.n de las matemáticas y la experiencia. sobre el lugar que le corresponde en un pensamiento.
La fIsIca determma como síntesis máxima una mentali- Ya no se trata de un hecho heteróclito, de un hecho en
dad abstracta-concreta (... ). Intentaremos caracterizar bruto, sino de un hecho de cultura. Tiene un estatuto
esta m~nta~i,dad.en su doble acción de abstracción y de racionalista. Desde este momento es el sujeto de un diá-
concretIzacIOn ~m que se rompa la línea unitaria que im- logo entre el racionalista y el empirista.
pone el lenguaje, al desconocer principios más unitarios
Cuando el teórico anuncia la posibilidad de un nuevo
para comr:ren,der la reciprocidad de las dialécticas que
fenómeno, el investigador se asoma a esta perspectiva,
avanzan sm fm, y en ambos sentidos, del espíritu a las en el caso de que crea que está en la línea de la ciencia
cosas. .
moderna. De este modo en los inicios de la mecánica
El contacto experiencia y matemáticas se desarrolla
ondulatoria del electrón, se buscó un fenómeno que equi-
con una solidaridad extensiva. Cuando la investigación valiera para el electrón al fenómeno de la polarización
aporta el primer mensaje de un nuevo fenómeno el teó-
de la luz. Cuando una búsqueda tan bien panteada no
ri~o ?ebe modificar la teoría dominante para qu~ pueda
obtiene resultados tiene, de todos modos, un carácter
aSImIlar el nuevo hecho. Con esta modificación -sin
positivo para la epistemología porque ayuda a limitar y
duda tardía- el matemático muestra cómo la teoría a precisar las analogías. La experiencia asociada de este
algo flexibilizada, hubiera debido prever la novedad. L~ /
módo a unas miras teóricas, no tiene nada que ver con la
~sta d~mostrar una fecundidad recurrente que es un ca- búsqueda ocasional, con esas experiencias improvisadas
racter Importante del racionalismo, pues esta fecundi-
que no tienen lugar en ciencias fuertemente constituidas
dad recurrente constituye el fundamento de la memo- como son ya la física y la química, en otras ciencias en
:ia raciona.l. Esta memoria de la razón, memoria de las las que el instrumento es el intermediario necesario para
I?eaS relacIOnadas, obedece a leyes psicológicas muy dis-
estudiar un fenómeno realmente instrumentado, desig-
tIntas a las de la memoria empírica. Las ideas puestas en nado como objeto de una fenomenotécnica. Ningún físico
orden, .reordenadas y relacionadas en el tiempo lógico,
malgastaría «sus créditos» para construir un instrumento
determman una verdadera emergencia de la memoria.
sin destino teórico. En física la experiencia improvisada
Naturalmente, nadie se burla de este retorno a las fuen-
·,4e Claude Bernard no tiene sentido.
tes de la previsi.ón te~rica, ~ menos que nadie el investiga- . ¡Qué entendimiento tácito reina así en la ciudad de la
dor. Al contrarIo, el mvestIgador se felicita por el hecho
.>.lffica! ¡De qué modo se ha dejado a un lado a los ~9ña-
de que las matemáticas asimilen su descubrimiento. Sabe
dores impenitentes que quieren «teorizar» al margen de En resumen, no a la racionalidad en el vacío, no al
los métodos matemáticos! En efecto, el teórico debe po- . pirismo desordenado, esas son las dos obligaciones
seer todo el pasado matemático de la física -o lo que es "Iosóficas que funden la estrecha y precisa síntesis de
lo mismo, toda la tradición racionalista de la experiencia. iJ1l teoría y de la experiencia en la física contemporánea.
El investigador por su parte debe conocer el estado ac.- . Esta doble certeza es esencial. Si falta uno de los tér-
tual de la técnica. Nos sorprenderíamos si un físico, para minos, se pueden hacer muchas investigaciones, se pue-
conseguir el vacío, utilizara la antigua máquina neumá- den hacer muchas matemáticas, pero no se participa en
tica, aunque tuviera incorporado el grifo de Babinet. 'Ia actividad científica de la ciencia física contemporánea.
Modernismo de la realidad técnica y tradición raciona- Esta doble certeza sólo puede expresarse por una filoso-
lista de todas las teorías matemáticas, son el doble ideal ¡fía en dos movimientos, por un diálogo. Pero se trata de
de cultura que debe afirmarse en todos los temas del .un diálogo tan apretado que hace difícil reconocer el
pensamiento científico. rastro del viejo dualismo de los filósofos. Ya no se trata
La cooperación filosófica de los dos aspectos de la de confrontar un espíritu solitario y un universo indife-
ciencia física -aspecto racional y aspecto técnico- pue- rente. En adelante es necesario situarse en el centro, allí
de resumirse en esta doble pregunta: donde el espíritu conocedor está determinado por el ob-
¿En qué condiciones se puede dar razón de un fenóme- . jeto preciso de su conocimiento y donde en sustitución
no preciso? La palabra preciso es esencial pues gracias a determina con mayor precisión su experiencia. En esta
la precisión se compromete a la razón.
posición central es donde la dialéctica de la razón y de
¿En qué condiciones se pueden aportar pruebas rea- la técnica encuentra precisamente su eficacia. Intenta-
les de la validez de una organización matemática de la
experiencia física? remos instalarnos en esta posición central donde se ma-
nifiesta tanto un racionalismo aplicado como un materia-
Han pasado ya los tiempos de una epistemología que
consideraba las matemáticas como un simple medio de lismo instruido. Insistiremos, además, en el poder de
expresión de las leyes físicas. Las matemáticas de la física aplicación de todo racionalismo científico, es decir de todo
están más «comprometidas». No se puede fundamentar el racionalismo, que demuestre su fecundidad hasta en la
las ciencias físicas sin entrar en el diálogo filosófico del organización del pensamiento técnico. El racionalismo
racionalista y del investigador, sin responder a las dos { conquista sus valores objetivos a través de sus. aplica~io-
preguntas de algún modo recíproco que acabamos de " nes. Ya no se trata pues, para juzgar el pensamIento CIen-
plantear. En otros términos, el físico moderno necesita '¡V", ttfico, de apoyarse en un racionalismo formal, abstracto,
una doble certeza: ·~;'JPlÍversal. Hay que conseguir un racionalismo concreto,
1.0 La certeza de que lo real está en contacto direc- . "; .•lidario con experiencias siempre particulares y preci-
to con la racionalidad, mereciendo por esto mismo el ~s. Es necesario también que este racionalismo sea lo
nombre de real cientlJico. ~lJficientemente abierto para recibir nuevas determina-
2.° La certeza de que los argumentos racionales que . nes de la experiencia. Viviendo de cerca esta dialéctica,
afectan a la experiencia son ya momentos de esta expe- s convencemos de la realidad eminente de los campos
riencia. <,pensamiento. En estos campos epistemológicos se in-
tercambian los valores del racionalismo y del experimen. Así pues, cuando se interpreta sistemáticamente el
talismo. (Rationalisme, cap. I, p. 2-4.) j;onocimiento racional como la constitución de ciertas
.....
formas, como un simple montaje de fórmulas dispuestas
a informar cualquier experiencia, se instituye un forma-
lismo. Este formalismo puede, en último extremo, recibir:
los resultados del pensamiento racional pero no puede
realizar todo el trabajo del pensamiento racional. Por
[49] De hecho, este entrecruzamiento de dos filoso- otra parte, no se depende siempre del formalismo. Se ha
fías contrarias en acción en el pensamiento científico iniciado una filosofía del conocimiento que debilita el pa-
afecta a más filosofías y deberemos presentar diálogos pel de la experiencia. Estamos c,:rca de ver en .la ciencia
sÍn duda menos apretados, pero que extienden la filo- teórica un conjunto de convenClones; una sene de pen-
sofía del espíritu científico. Por ejemplo, se mutilaría la samientos más o menos cómodos organizados en el len-
filosofía de la ciencia si no se examinara cómo se sitúan guaje claro de las matemáticas, que sólo son ya. el espe--
el positivismo o el formalismo que tienen también un ranto de la razón. La comodidad de las convenCIOnes no
papel en la física y en la química contemporáneas. Pero les quita arbitrariedad. Conseguiremos con bastan~e na-
una de las razones que nos confirman lo acertado de turalidad someter estas fórmulas, estas convenCIOnes,
nuestra posición central es que todas las filosofías del esta arbitrariedad a la actividad del sujeto pensante. Nos
conocimiento científico se ordenen a partir del racionalis- enfrentamos así a un idealismo. Idealismo que ya no se
mo aplicado. Casi no es necesario comentar este cuadro manifiesta en la epistemología contemporánea, pero que
después de aplicado al pensamiento científico. ha jugado tal papel en las filosofías de la naturaleza a lo
Indiquemos únicamente las dos perspectivas de pensa- largo del siglo XIX, que todavía de.be f~gurar en un ex~men
mientos debilitados que conducen por un lado del racio- general de las filosofías de la CIenCIa. Hay que. se~alar
nalismo al idealismo ingenuo y por otro, del materialismo además la impotencia del idealismo para reconstItUIr un
técnico al realismo ingenuo. racionalismo de tipo moderno, un racionalismo susc~p-
tible de informar los conocimientos de las nuevas regIO-
Idealismo nes de la experiencia. Dicho de otro modo, no s.e'puede
t r' invertir la perspectiva que acabamos de descnbIr. En
Convencionalismo
j., realidad cuando el idealista establece una filosofía de la
t
Formalismo ~~&.naturaleza se contenta con ordenar las imágenes que se
t <¡";'"Ihacede la ~aturaleza, al darse cuenta de lo que estas imá-
Racionalismo aplicado y materialismo técnico !d"'genes tienen de inmediato. No sobrepasa los. lí~ites de
¡
Positivismo 'un sensualismo etéreo. No inicia una expenencIa para
¡ ',·continuada. Se sorprendería si le pidiesen que prosiguie-
Empirismo i ':ra las investigaciones científicas en la investigación esen-
¡ Cialmente instrumental. No se cree obligado a aceptar
Realismo ;las convenciones de los demás espíritus. No consiente a
la lenta disciplina que formarfr;z su espíritu con lecciones p el examen atento de las finas experiencias que nos
de experiencia objetiva. El idealismo pierde, pues, cual- een comprender que hay más racionalidad en lo com-
quier posibilidad de rendir cuentas del pensamiento cien- ejo que en 10 simple.
tífico moderno. El pensamiento científico no puede en- ..' Por otra parte, si vamos un paso más allá del empiris-
contrar sus formas duras y múltiples en esta atmósfera o que se absorbe en la explicación de sus éxitos, alcan-
de soledad, en este solipsimo que es el mal congénito de os el conjunto de hechos y cosas molestando al realis-
todos los idealismos. El pensamiento científico necesita /no, le dan ilusión de riqueza. A continuación mostrare-
una realidad social, el asentimiento de la ciudad física y mos cómo va en contra de cualquier espíritu científico
matemática. Deberemos instalamos pues en la posición ~l postulado, admitido tan fácilmente por muchos filóso-
central del racionalismo aplicado, trabajando para dotar .fos, que asimila la realidad a un polo de irracionalidad.
al pensamiento científico de una filosofía específica. ,Cuando hayamos devuelto la actividad filosófica del pen-
En la otra perspectiva de nuestro cuadro, en vez de ,$aIlliento científico a su centro activo, aparecerá clara-
esta evanescencia que lleva al idealismo, encontraremos mente que el materialismo activo tiene precisamente
una inercia progresiva de pensamiento que lleva al realis- como función yugular todo 10 que podría calificarse de
mo, a una concepción de la realidad como sinónimo de la irracional en sus temas, en sus objetivos. La química, for-
irracionalidad. Efectivamente, al pasar del racionalismo talecida por sus a priori racionales, nos da substancias
de la experiencia de la física, muy ligado a la teoría al sin ax:cidentes, despoja todos los temas de la irracionali-
.• .• . ' dad de sus orígenes. (Rationalisme, cap. 1, p. 6-7.)
pOSlttVlSmo, parece que perdamos inmediatamente todos
los principios de la necesidad. A partir de aquí, el positi-
vismo puro apenas puede justificar el poder de deducción
que actúa en el desarrollo de las teorías modernas' no
puede rendir cuentas de los valores coherentes de l~ fí- C) CONCEPTOS FUNDAMENTALES DEL RACIONA-
sica contemporánea. Y sin embargo, comparándolo con el LISMO APLICADO
empirismo puro, el positivismo aparece al menos como
el guardián de la jerarquía de las leyes. Se da el derecho
de apartar las aproximaciones afinadas, los detalles, las
variaciones. Pero esta jerarquía de las leyes no tiene la [50] Si planteamos ahora el problema de la novedad
capacidad de organizar las necesidades claramente com- científica en el plano más propiamente psicológico, no
prendidas por el racionalismo. Como máximo, basándose ,podemos dejar de ver que el aspecto revolucionario de
en criterios de utilidad, el positivismo tiende a caer en el ciencia contemporánea debe reaccionar profundamente
pragmatismo, en la polvareda de recetas que es el empi- la estructura del espíritu. El espíritu tiene una estruc-
rismo. El positivismo no tiene nada de lo que se necesita ra variable a partir del momento en que el conocimien-
para decidir niveles de aproximación, para sentir la extra- tiene una historia. En efecto, la historia humana pue-
ña sensibilidad de racionalidad que dan las aproximacio- , con sus pasiones, sus prejuicios, con todo lo que
nes de segundo orden, esos conocimientos más aproxi- ela impulsos inmediatos, ser un eterno recomienzo.(?)
mados, más discutidos, más coherentes que encontramos tTo hay pensamientos que no vuelven a empezar; son los
pensamientos que han sido rectificados, ampliados, com- que permitiría englobar la doctrina clásica y la doc-
pletados. No vuelven a su área restringida o vacilante. a nueva.
Ahora bien, el espíritu científico es esencialmente una rec- No dudamos en llevar hasta el extremo nuestra tesis
tificación del saber, una ampliación del marco del conoci- ra hacerla más clara. Esta extensión de la aritmética
miento. Juzga su pasado histórico condenándolo. Su es- está hecha. Suponiéndola posible queremos afirmar
tructura es la conciencia de sus faltas históricas. Cientí- plemente que la aritmética no es más que la geometría
ficamente, se piensa en lo verdadero como rectificación a nueva promoción de una razón inmutable. La aritmé-
histórica de un largo error, se piensa en la experiencia a no está basada en la razón. La doctrina de la razón
como rectificación de la ilusión común y primera. Toda tá basada en la aritmética elemental. Antes de saber
la vida intelectual de la ciencia juega dialécticamente so-' ntar, yo apenas sabía lo que era la razón. En general,
bre esta diferencial del conocimiento, en la frontera de espíritu debe plegarse a las condiciones del saber. Debe
lo desconocido. La esencia misma de la reflexión es com- rear en él una estructura correspondiente a la estructura
prender que no se había comprendido. Los pensamien- del saber. Debe movilizarse alrededor de articulaciones
tos no baconianos, no euclidianos, no cartesianos se re- 'que corresponden a las dialécticas del saber. ¿Qué sería
sumen en estas dialécticas históricas que presentan la una función sin ocasiones para funcionar? ¿Qué sería de
rectificación de un error, la extensión de un sistema, el la razón sin ocasiones de razonar? La pedagogía de la
complemento de un pensamiento. (Nouvel Esprit, cap. VI, razón debe aprovechar todas las ocasiones para razonar.
p. 173-174.) Debe buscar la variedad de razonamientos, o mejor a-6n
'las variaciones del razonamiento. Ahora bien, las varia-
[51] En definitiva, la ciencia instruye la razón. La ciones del razonamiento son numerosas en las ciencias
razón debe obedecer a la ciencia, a la ciencia más evolu- ',' geométricas y físicas; se unen a la dialéctica de los prin-
cionada, a la ciencia que evoluciona. La razón no puede !. cipios de razón, a la actividad de la filosofía del no. Hay
-~:'(>,'
recargar una experiencia inmediata; por el contrario, ~;, que aceptar la lección. La razón una vez más debe obede-
debe equilibrarse con la experiencia mejor estructtÍrada. ':I'ii~ ter a la ciencia. La geometría, la física, la aritmética son
En cualquier circunstancia, lo inmediato debe ceder el !¡ .;¡ ciencias; la doctrina tradicional de una razón absoluta
paso a lo construido. Destouches repite a menudo: si en .:;;'i~;
¡ e inmutable es sólo una filosofía caduca. (Philosophie,
un futuro la aritmética se revelase contradictoria refor- cap. VI, p. 144-145.)
maríamos la razón para borrar la contradicción, y conser-
varíamos intacta la aritmética. La aritmética ha dado [52] ¿Cómo no ver entonces que una filosofía que
pruebas de eficiencia, de exactitud, de coherencia tan .'uiere ser realmente adecuada al pensamiento científico
numerosas que no podemos pensar en abandonar su or- evolución constante debe plantearse la reacción de los
ganización. Ante una contradicción inesperada, o más nocimientos científicos sobre la estructura espiritual?
exactamente ante la necesidad inesperada de usar con- este modo, desde el principio de nuestras reflexiones
tradictoriamente la aritmética, se plantea el problema de erca del papel de una filosofía de las ciencias tropeza-
la no-aritmética, de una panaritmética, es decir de una os con un problema que nos parece tan mal planteado
prolongación dialéctica de las instituciones en tal canti- no los científicos como por los filósofos. Se trata del
problema de la estructura y de la evolución del espíritu. luz única, no tiene ni especies ni variedades. El espíritu
Volvemos a encontrar la misma oposición: el científico vive una única evidencia. No intenta crearse otras eviden-
cree partir de un espíritu sin estructura, sin ~~nocimie~- cias. La identidad del espíritu en el yo pienso es tan clara
tos; el filósofo plantea normalmente un esplntu constI- que la ciencia de esta conciencia es inmediatamente la
tuido, provisto de todas las categorías indispensables conciencia de una ciencia, la convicción de fundar una
para comprender la realidad. .' filosofía del saber. La conciencia de la identidad del es-
Para el científico, el conocimiento sale de la IgnorancIa píritu en sus diversos conocimientos aporta, por sí mis-
como la luz sale de las tinieblas. El científico no ve que la ma, la garantía de un método permanente, fundamental,
ignorancia es un tejido de errores positivos, tenac~s, so- definitivo. Ante tal éxito, ¿ cómo plantearíamos la necesi-
lidarios. No se da cuenta de que las tinieblas espirituales dad de modificar el espíritu y de ir en busca de nuevos
tienen una estructura y que, en estas condiciones, cual- conocimientos? Para el filósofo, las metodologías, tan dis-
quier experiencia objetiva correcta debe determinar siem- tintas, tan móviles en las diferentes ciencias, revelan al
pre la corrección de un error subjetivo. Sin embargo, los menos un método inicial, un método general que debe
errores no se destruyen fácilmente uno a uno. Están coor- informar todo el saber, que debe tratar del mismo modo
dinados. El espíritu científico sólo puede constituirse todos los objetos. Así pues, una tesis como la nuestra
destruyendo al espíritu no científico. Demasiado a menu- que plantea el conocimiento como una evolución del espí-
do el científico se confía a una pedagogía fraccionada, ritu, que acepta los cambios que se refieren a la unidad
cuando el espíritu científico debería plantearse una refor- y a la perennidad del yo pienso debe confundir al filó-
ma subjetiva total. Todo progreso real en el pensamiento sofo.
científico requiere una conversión. Los progresos del pen- Y, sin embargo, deberemos llegar a esta conclusión si
samiento científico contemporáneo han determinado queremos definir la filosofía del conocimiento científico
transformaciones en los propios principios del conoci- como una filosofía abierta, como la conciencia de un es-
miento. píritu que se fundamenta trabajando en lo desconocido,
Para el filósofo, que por su oficio encuentra en sí mis- buscando en lo real aquello que contradice conocimientos
mo las verdades primeras, el objeto tomado en bloque anteriores. Ante todo, hay que tomar conciencia del he·
no tiene dificultad en confiar los principios generales. De 'Cho que la experiencia nueva dice no a la experiencia
este modo las perturbaciones, las fluctuaciones, las varia- :antigua, sin esto, evidentemente, no se trata de una expe-
ciones, apenas inquietan al filósofo. O las descuida c?mo 'riencia nueva. Pero éste no nunca es definitivo para un
detalles inútiles, o las reúne para convencerse de la Irra- ',,'espíritu que sabe dialectizar sus principios, constituir
cionalidad fundamental del dato. En los dos casos, el ~entro de sí mismo nuevas clases de evidencia, enrique-
filósofo está preparado para desarrollar, a propósito de cer su cuerpo de explicaEllRJin dar ningún privilegio a
la ciencia, una filosofía clara, rápida, fácil, pero que con- lo que sería un cuerpo/~n ~¡flicación natural dispuesto
tinúa siendo una filosofía de filósofo. Sin embargo, una a explicado todo. (Phill;;.ir .ae, Prólogo, p. 8-10.)
1'j'J •
única verdad basta para salir de dudas, de la ignorancia,
del irracionalismo, basta para iluminar un alma. Su evi-
dencia se refleja en reflejos sin fin. Esta evidencia es una I
aldwin, este control resulta en primer lugar de una
istencia. Por control se entiende en general the chec-
• g, limiting, regulation of the construetive processes.
o antes del freno y la reprimenda que corresponden
[53] A nuestro entender, hay que aceptar el siguien- riosamente al concepto inglés intraductible de check,
te postulado para la epistemología: el objeto no sabría licitaremos la noción de fracaso, que también está im-
ser designado como un «objetivo» inmediato; dicho de ·cadaen esta palabra. Debido a que hay fracaso hay
otro modo, una marcha hacia el objeto no es inicialmente no de la estimulación. Sin este fracaso, la estimulación
objetiva. Hay que aceptar pues una verdadera rup~ura ,.ría valor puro. Sería borrachera; y gracias a este enor-
entre el conocimiento sensible y el conocimiento cientí- 'me éxito subjetivo que es una borrachera, sería el error
fico. Efectivamente creemos haber demostrado en el "'Qbjetivo más irrectificable. Así pues, según nosotros, el
transcurso de nuestras críticas, que las tendencias nor- hombre que tuviera la impresión de no equivocarse nunca
males del conocimiento sensible, por muy animadas que se equivocaría siempre. (Formation, cap. XII, p. 239.)
estén de pragmatismo y de realismo inmediatos, sólo de-
terminaban un punto de partida falso, una falsa dirección. [54] Basta con que hablemos de un objeto para que
En particular la adhesión inmediata a un objeto sensible; nos creamos objetivos. Pero en nuestra primera elección,
se trata de la satisfacción íntima; no de la evidencia ra- el objeto nos elige más a nosotros que nosotros a él y lo
cional. Como dice Baldwin en una fórmula de admirable que tomamos por pensamientos fundamentales sobre el
densidad: «Laestimulación y no la respuesta, es el fac- mundo a menudo confidencias sobre la juventud de nues-
tor de control en la construcción de objetos de los sen- tro espíritu. A veces nos maravillamos' ante un objeto
tidos». Incluso bajo la forma en apariencia general, inclu- ~legido; acumulamos las hipótesis y los sueños; formam?s
so cuando el ser repleto y colmado cree ver venir la hora así convicciones que tienen la apariencia del saber. Sm
de pensar gratuitamente, todavía plantea la primera ob- la fuente inicial es impura: la evidencia primera
jetividad en forma de estimulación. Esta necesidad de es una verdad fundamental. De hecho, la objetividad
sentir el objeto, este apetito de objetos, esta curiosidad cit:mtífi<;a
sólo es posible si antes se ha roto con el objeto
indeterminada no corresponden todavía -bajo ningún inmediato si se ha rehusado la seducción de la primera
concepto- a un estado de espíritu precientífico. Si un elección si se han detenido y contradicho los pensamien-
paisaje es un estado de ánimo romántico, un pedazo de tos que 'nacen de la primera observación. Toda objetivi-
oro es estado de ánimo avaro, una luz un estado de ánimo d debidamente verificada, desmiente el primer contac-
extático. Un espíritu precientífico, en el momento en que con el objeto. En primer lugar debe critic~rl? tod~:
se intenta ponerlo en un aB.fÁ~tocon objecciones sobre sensación, el sentido común, incluso la practIca mas
su realismo inicial, sobre~ara, Kt~nsión de tomar, al pri- nstante, la etimología en una palabra, ya que el verbo,
mer gesto, su objeto, desar.de fjjliempre la psicología de cho para cantar y seducir, encuentra rara.mente a~p~n-
esta estimulación que es elt'vétdadero valor de convic- miento. Lejos de maravillarse, el pensamIento objetIvo
ción, sin llegar nunca sistemáticamente a la psicología ebe ironizar. Sin esta vigilancia malévola, nunca toma-
del control objetivo. De hecho, como ya deja entrever mos una actitud realmente objetiva. Si se trata de exa-
minar a los hombres, iguales, hermanos, la simpatía es la
p~o, la teoría científica del punto de rocío tiene concien-
'~Ia de aportar una prueba definitiva que cierra una anti-
b~se del método. Pero ante este mundo inerte que no
SUa controversia. La técnica de un higrómetro como los
VIvecon nuestra vida, que no sufre ninguna de nuestras
~e Daniell.o Regnault- para citar sólo aparatos conoci-
penas, ~ que no exalta ninguna de nuestras alegrías, de-
d?s a medlado~ ~el siglo XIX- da una garantía de objeti-
bemos Impedir cualquier expansión, burlamos de noso-
VIdadmenos facI1de obtener con una simple observación
tros mismos. Los ejes de la poesía y de la ciencia en un
«natural». Una vez recibida esta lección de objetividad,
principio son inversos. Todo lo que puede esperar la filo-
:_:pos.e.puede com~ter el error de un Renan que cree poder
sofía, es convertir la poesía y la ciencia en complemen-
rectIf~?ar ~l sentIdo común en estos términos: «El vulgo
tarias, unirlas como dos contrarios bien hechos. Hay que
tambIen pIensa que el rocío cae del cielo y apenas cree
oponer pues al espíritu poético expansivo, el espíritu cien-
~ científico que le asegura que sale de las plantas» 1. Am-
tífico taciturno para el que la antipatía previa es una sana
bas afirmaciones son igualmente falsas; las dos llevan
precaución. (Psychanalyse, cap. 1, p. 9-10.)
la marca de un empirismo sin organización de leyes. Si el
rocío cayera del cielo o si saliese de las plantas, sólo sus-
b) La noción de «hecho científiop'»
citaría una mínima problemática. El fenómeno del rocío
está racionalizado por la ley fundamental de la higro-
[55] La duda universal pulverizaría irremediable-
metría ligando la tensión del vapor a la temperatura. Apo-
mente el dato en un montón de hechos heteróclitos. No
y~?o en la racionalidad de esta ley, es posible, sin apela-
corresponde a ninguna instancia real de la investigación
ClOnalguna, resolver el problema del rocío.
científica. La investigación científica reclama en vez de
Otro historiador, muy preocupado por el pensamiento
la exhibición de la duda universal, la constitución de una
e

científico, es víctima de un error, como Renan. Taine es-


problemática. Tiene su punto de partida real en un pro~
cribien~o en 1861 a su amigo de Suckau quiere ponerlo
blema, aunque esté mal planteado. El yo científico es en-
al cornente de los acontecimientos de la ciencia en los
tonces programa de experiencias, mientras que el no-yo
-últimos meses: «En estos momentos se estudia la luz
científico ya es problemática constituida. En física mo-
con mucho interés; las experiencias de Fizeau demuestran
derna no se trabaja nunca sobre el desconocido absoluto.
que corre más rápidamente en el agua que en el aire, y
A fortiori, contra todas las tesis que afirman una irracio-
las de Becquerel hijo demuestran que todos los cuerpos
nalidad fundamental, no se trabaja sobre lo incognoscible.
~on fosforescentes» (Correspondance, t. n, p. 214). La luz
Dicho de otro modo, un problema científico se plantea
dt:va más deprisa en el agua que en el aire». Se hubiera
a partir de una correlación de leyes. A falta de un proto-
.A~ido que decir lo contrario. Se dirá que es un simple
colo preliminar de leyes, un hecho limitado a una cons-
;~psus. Sin duda. Pero con este lapsus el físico queda tan
tatación corre el riesgo de ser mal comprendido. Más
Illrendido como un historiador al que se diría que el
c?ncretamente, afirmado dogmáticamente por un empi-
lpe de estado de Napoleón precedió a la Revolución
nsmo que se aferra a su constatación, un hecho se infeu-
148. Más concretamente, Taine se limita a dar a la ex-
da en tipos de comprensión sin relación con la ciencia
actual. De aquí los errores que la ciudad científica no se
molesta en juzgar. El que haya comprendido, por ejem-
periencia de Fizeau el único valor de un hecho constatado. cala de precisión. Aquí vemos todavía la enorme supe-
Si hubiera apreciado esta experiencia a partir de la pro- oridad de instrucción metafísica del objeto científico
blemática que la hacía interesante, seguramente no hu- Ore el objeto de experiencia común, ya que es en el ex-
biera cometido este error. La experiencia de Fizeau es emo de la objetivación cada vez más precisa que inter-
más que un resultado, es una conclusión. Es un valor epis- 'enen las funciones importantes de la racionalización
temológico racional. Se da precisamente como una expe- 'del objeto. En vez del dualismo de exclusión del sujeto
riencia crucial que decide a favor de la teoría de las y del objeto, en vez de la separación de las substancias
ondulaciones luminosas contra la teoría de la emisión. Sin metafísicas cartesianas, vemos actuar la dialéctica de co-
duda, con la relatividad, se volverá a plantear el proble- nexión entre los conocimientos objetivos y los conocimien-
ma, una problemática más amplia requerirá nuevos co- tos racionales.
mentarios. Pero hace un siglo, la experiencia exigía ya un En el trabajo de la precisión científica se pueden ob-
largo comentario, una valoración, pues representaba tener los elementos de una revolución copernicana de la
un valor epistemológico eminente. Era algo más que un objetividad. No es el objeto quien designa la precisión, es
hecho histórico, más que un hecho que resulta de una el método. Se comprenderá este matiz metafísico si nos
constatación. Resolvía un problema. (Rationalisme, cap. remitimos a alguna medida primitiva. Por ejemplo, se
III, p. 52-53.) dice que léi.palabra quilate viene del nombre de un árb~l de
Africa (kuara) cuyas semillas, ya secas, pesan aprOXIma-
damente 10 mismo. Los indígenas confiados en esta regu-
laridad se sirven de este grano para pesar el oro. Así
[56] En estas condiciones, un mundo que tiene ya pues en un primer uso, se utiliza con toda ingenuidad,
una seguridad objetiva se nos presenta como una serie de de una regularidad natural, para determinar una preci-
problemas bien definidos. Esta situación ha sido muy bien sión técnica, y esto en una medida de metal precioso. Es
definida por varias notas de Georges Bouligand en las necesario invertir la perspectiva para fundar el racionalis-
que el sabio matemático presenta con toda la claridad IDode la medida.
deseable la dialéctica de la síntesis global, (estado actual Claro está, un objeto puede determinar muchos tipos
de los conocimientos matemáticos) y problemas claramen- de objetivación, muchas perspectivas de precisión, puede
te planteados en función de esta síntesis global. En el te- pertenecer a problemáticas distintas. El estudio de ~na
rreno del conocimiento científico de lo real, la situación molécula química puede desarrollarse en la perspectIva
no está sin duda tan clara como la situación caracteriza- '0 de la química y en la perspectiva de la espectrografía. De
da por Georges Bouligand respecto al progreso de las todos modos, un objeto científico sólo es instructor re~-
ciencias matemáticas. Sin embargo la situación plantea la pecto a una construcción preliminar que hay que rectl-
misma dialéctica. De hecho si se quisiera describir la acti- ficar, que hay que consolidar
vidad del pensamiento científico en el estilo ya célebre .. De este modo estamos siempre ante la misma parado-
del existencialismo, habría que decir que el pensamiento ja :el racionalismo es una flosofía que continúa; nunca
científico está sistemáticamente «en situación» de obje- es realmente una filosofía que comienza.
tivación precisa, de objetivación que se expone como una "En estas condiciones, cualquier experiencia sobre la
realidad ya informada por la ciencia es al mismo tiempo 1 empirismo en esta toma de objetos, se podría evocar
una experiencia sobre el pensamiento científico. Esta ex- ste breve diálogo:
periencia doblada del racionalismo aplicado está dispues- El empirista acostumbra a decir al racionalista: «Sé
ta a confirmar discursivamente una existencia, a la vez 10 que va usted a decir.» A esto, el racionalista debe res-
en el objeto y en el sujeto. La existencia del sujeto ra- ponder: «¡Bien! En este caso, usted es tan racionalista
cionalista no podría comprobarse con el modelo unita- como yo acerca del tema del que discutimos.» El otro
rio. Toma confianza con su poder dialéctico. Es eminente- continúa: «Usted, racionalista, no adivina lo que voy a
mente dialéctica y discursiva ya que debe actuar fuera decir.» «Sin duda, responde el racionalista, pero adivino
de sí y en sí asumiendo una substancia y una existencia. que hablará usted fuera del tema del que discutimos.»
Si hacemos ontología, es necesario que sea ontología de Ya vemos como desde el punto de vista del conoci-
un devenir psíquico que provoca una ontogenia de pensa- miento científico, el objeto designado por el conocimien-
mientos. to común no tiene capacidad de retención. Localiza antes
Cómo no ver entonces que el objeto designado y el una palabra en un vocabulario que una cosa en un uni-
objeto instructor corresponden a dos instancias de obje- verso. El objeto designado por el esto, aunque sea con el
tivación radicalmente distintas. Ambos remiten a niveles índice, lo es normalmente en un lenguaje, con cierto tipo
de existencia subjetiva valorados distintamente, la mayor de llamada. Ante un objeto que me designan por su nom-
parte de las discusiones filosóficas acerca de «la realidad bre habitual, nunca sé si es el nombre o la cosa lo que
del mundo sensible» se hacen a propósito de objetos to- pienso, o incluso esta mezcla de cosa y de nombre, infor-
mados como ejemplos, pretextos U ocasiones -es decir, me, monstruosa, en la que ni la experiencia ni el lenguaje
al nivel de la instancia de objetivación del objeto desig- se dan en su acción mayor, en su trabajo de interpsicolo-
nado. Pero el objeto simplemente designado no es real- gía efectiva. (Ration:o.lisme, cap. III, p. 54-55.)
mente un buen signo de unión Rara dos espíritus que pre-
tenden profundizar el conocimiento del mundo sensible.
Por ejemplo, nada más inconciliable que las actitudes fi-
losóficas ante un objeto familiar según se tome este ob-
jeto en su ambiente de familiaridad o en su individuali- [57] Todo se aclarará si situamos el objeto de cono-
dad necesariamente original. Y se trata todavía de otra cimiento en una problemática, si lo indicamos en un pro-
cosa cuando se quiere estudiar un fenómeno' enraizado én ceso discursivo de instrucción, como un elemento situa-
un objeto, una materia, un cristal, una luz. Inmediata- do entre racionalismo enseñante y racionalismo enseñado.
mente se presenta la necesidad del programa de experien- No hace falta decir que se trata ahora de un objeto inte-
cias y la obligación, para dos espíritus que quieren ins- resante, de un objeto para el que no se ha acabado el
truirse mutuamente, de ponerse en una misma línea de proceso de objetivación, de un objeto que no remite pura
profundización. Ya no se trata entonces de designación y simplemente a un pasado de conocimiento incrustado
inmediata e intuitiva, sino de una designación progresiva en un nombre. Para decido de pasada, ¿no es una ironía
y discursiva, cortada por numerosas rectificaciones. de un sino de filósofo que muchos existencialismos se
Para esquematizar la rivalidad entre el racionalismo y qu,edan en nominalismos? Creyendo ponerse al margen
de las filosofías del conocimiento, las doctrinas existen- hecho y rehecho varias veces su DisC'oursde la Métho-
cialistas se limitan, en muchos casos, a las doctrinas del . Sin embargo, tal como lo poseemos hoy, no nos puede
r~co~ocimiento. Y, a menudo, pretendiendo vivir su expe- r de ninguna ayuda». No sería tan severo como Goethe.
nenCIa presente, dejan a las cosas su pasado de cosas ro las reglas generales del método cartesiano ya son
reconocidas. El objeto reconocido y nombrado les oculta glas por sí mismas. Representan, para decido de algún
el objeto que hay que conocer. Si hacemos a un existen- 'modo, la cortesía del espíritu científico; son, para un con-
cialista una objección de esta tendencia al pasado de su ..greso como el nuestro, las costumbres evidentes del hom·
t:oría del conocimiento, se vuelve de una sola pieza ha- bre bien acompañado. ¿Sería un científico el hombre que
CIaun futuro de conocimientos y empieza a desarróllar, tomase una cosa por cierta antes de haberlo comprobado?
ante cualquier objeto de la vida común, la singularidad ¿Tendría audiencia en un congreso científico aquel que
de su actitud de sujeto abierto a cualquier conocimiento no condujera sus pensamientos en orden teniendo siem-
progresivo. pre presente en el espíritu las verdades básicas de la
La posición del objeto científico, del objeto actual- cienCiaque cultiva?
mente instructor, es mucho más compleja, mucho más Las dificultades ya no están aquí. Tienen sus causas en
c?mp'rometida. Reclama la unidad del método y la expe~ la diversidad de métodos, en la especialización de las ma-
nenCIa. Hay que conocer entonces el método de conoci- .terias, especialmente en el hecho de que los métodos cien-
miento para alcanzar el objeto del conocimiento, es decir, tíficos se desarrollan al margen -a veces en oposición-
en el rei~o deL~,?<r;9~~!,I1~en,t9
metodológicamente valoriza- de los principios del~~ntido común, de las simples ense-
do, el obJeto~usceptIble de transformar el método de co- ñanzas de la experiencia. Todos los métodos científicos
nocimiento. Volveremos a insistir en esta discursividad aétivos están precisamente en auge. No son el resumen de
metafísica. Lo que necesitamos, de momento, es haber las costumbres adquiridas en la larga práctica de una
sugerido al lector la idea necesaria de una problemática ci~ncia. No se trata de sabiduría intelectual adquirida.
antecedente a cualquier experiencia que se quiere instruc- ~ es realmente una trampa de adquisición, una
tiva, una problemática que se basa, antes de precisarse, estratagema nueva, útil en la frontera del saber.
sobre una duda específica, sobre una duda específica por En otras palabras, un método científico es un méto-
el objeto del conocimiento. Una vez más no creemos en do que busca el riesgo. Seguro de su conocimiento se
la eficacia de la duda en sí, de la duda que n9 está apli- arriesga en una adquisición. La duda está ante él y no
cada a un objeto. (Rationalisme, cap. 111, p. 56.) detrás, como en la vida cartesiana. Por eso puedo decir,
gradilocuencia, que el pensamiento científico es un
pensamiento comprometido. Constantemente pone en
juego su propia constitución.
Hay más. Parece que por una paradoja insigne, el es-
a) ¿Cortesía del espíritu científico? científico viva en la extraña esperanza de que el
método fracase totalmente. Ya que un fracaso,
[58] Ya no es el momento de un Discours de la Mé~ hecho nuevo, la idea nueva, es la traviesa función
thode. Ya Goethe, al final de su vida escribía: «Descartes :matemática que se sale del corsé de las derivadas conser:
vándose honestamente continua. Se burla de los VIeJOS de la especialización. Sin duda pondríamos en un
maestros, sonríe de la ingenuidad de los viejos libros. rieto a quienes profesan una admiración abierta hacia
Ya no recuerdo el nombre del científico -quizás esté en- :la cultura general pidiéndoles que la definieran. En su
tre vosotros- que ha dicho que nos apartamos de buena definición, encontraríamos fácilmente la señal indeleble
gana de un método fecundo con demasiada regularidad. de sus estudios juveniles, de modo que podríamos decir:
Este método acaba por pasar de la condición de método tllamo cultura general a lo· que mis buenos y viejos maes-
de descubrimiento a la condición de simple método de tros me enseñaron. Haber sabido es a menudo una excu-
enseñanza. La claridad a veces hace estragos entre las sa para desinteresarse en aprender.
filas del profesorado. Algunos se limitan, en el suave Por otra parte toda la polémica se aclara si evocamos
murmullo de las lecciones, a una claridad antigua y retro- lo que podríamos llamar, incluyendo precisamente a las
ceden una generación. No quisiera oscurecer este día de ,ciencias humanas, la cultura general científica. Con esta
fiesta intelectual que es la apertura de un congreso dan- extensión el espíritu científico debe presentarse como el
do ejemplos de métodos que sólo son un pasado, pero arrrlazón de una cultura general moderna.
ustedes saben bien que el método sólo podría ser una Así pues, si seguimos la historia de las ciencias desde
rutina y, utilizando todavía una frase de Goethe: «Cual- hace dos siglos, nos damos cuenta de que se trata a la
quiera que persevere en una investigación se ve obligado, vez de una historia de especializaciones del saber y de una
tarde o temprano a cambiar de método.» (Congreso inter- historia de la integración en una cultura general de las
nacional de filosofía.) culturas especializadas. Esta capacidad de integración
es tan grande que el temor a las especializaciones es un
claro ejemplo de temor inútil. A lo largo de la historia de
las ciencias, podemos escoger quejas filosóficas que pre-
[59] Interpretaríamos mal el problema de los méto- tenden alertar a los espíritus en contra de la especializa-
dos científicos si viéramos en los métodos, en un exceso ción. Podemos sorprendemos hoy de que un Goethe en-
contrario de movilidad, una serie de procedimientos sin contrara demasiado especializada la óptica de principios
relación con el conjunto de verdades profundas, si juzgá- del siglo XIX. Lo que está demasiado especializado para un
ramos su valor en función de un pragmatismo desusado, filósofo es a veces un elemento de la cultura general del
de un pragmatismo desmigajado. . científico.
Este pragmatismo ha hecho tales estragos en la doctri- Pero el filósofo no se da cuenta de que la especializa-
na de la ciencia, ha servido con tanta facilidad para afir- ción supone a menudo la actualización de una cultura
mar un escepticismo acerca de los valores de la verdad, científica general. La especialización hace actuar una fuer-
que os pido permiso para insistir sobre el poder de cons- za largamente acumulada. .
tante integración del saber científico moderno. La vida del científico encuentra una gran coherencIa
Un método particular, un método que se plantee un én una especialidad profunda. Descubrimos entonces la
estudio muy especializado, si realmente es fecundo, deter- fenomenología de la obstinación racionalista, la fenome-
mina tales ampliaciones de la cultura que podemos sor- nología de la experiencia minuciosa, en una palabra, la
prendemos fácilmente de las prédicas habituales en con- feltomenología de la valentía de la inteligencia.
Para servir a una especialización el espíritu se abre mé~~do es inmediatamente una conciencia de la reorgani-
a todos lados, las miradas se dirigen sobre el vasto mun- zaclOn del método. Podéis conseguir pruebas de ello si
do. Y qué inmensa lectura, qué avidez de informaciones seguís los coloquios de matemáticas, si vais hasta el fon-
nuevas reclama una especialización moderna. Podemos do de los debates sobre el determinismo.
decir que se han escrito, desde hace medio siglo, más li- Nos encontramos frente a los demás evidentes conflic-
bros y artículos sobre el electrón que lo que se ha escrito tos del método. Me pregunto incluso si no hay actual-
en todas las épocas sobre la Luna. mente una cierta oposición entre los esfuerzos para fun-
Ved pues, dónde se manifiesta la verdadera fecundidad dar la ciencia y los esfuerzos para construida. Sin duda
de la cultura, la viveza actual de la cultura. Sin duda la no debemos ser víctimas de nuestras metáforas. Después
comparación entre el movimiento de la Luna y el movi- de todo fundar, construir andamios, edificar sólo son
miento de la caída de los cuerpos ha sido la ocasión, imágenes. En lo que respecta al edificio de la ciencia se
cuando las medidas han sido lo bastante precisas, para pued:, edificar sin fundamentos. y ¡desgraciadamente!,
las grandes síntesis newtonianas. Pero actualmente el tamblen se pueden poner los fundamentos sin edificar.
~lectrón, esta luna de prodigios mundos minúsculos, nos Si mis. solemnes funciones de presidente del congreso no
mtroduce en una problemática más amplia. El estudio de me pnvasen del placer de las polémicas vivas y amisto-
la mecánica del electrón nos exige pensamientos cada vez sas, podría dar ejemplos. Ustedes mismos los encontra-
más generales, cada vez más envolventes. Pronto la mecá- rán. Pero en tanto que hombres de ciencia saben mejor
nica de la Luna sólo será una mecánica clásica, la mecáni- que nadie que la ciencia no se destruye, que ninguna cri-
ca de un electrón perezoso, de un electrón monstruosa- sis interna puede detener su impulso, que su poder de
mente más pesado. Y los cientificos lo abandonarán a los integración le permite aprovechar lo que la contradice.
sueños de los poetas que volverán a encontrar así una de Una modificación en las bases de la ciencia implica un
sus especialidades. aumento en la cima. Cuando más se ahonda en la ciencia
Hay que ignorar por completo la psicología del espe- más se eleva.
cialista, del trabajador ansioso de especialización, para Podemos, pues, estar seguros de que la multiplicación
describido como un hombre con gafas que se encuentra de métodos, al nivel que trabajen estos métodos, no puede
en un callejón sin salida. En ciencia las perspectivas pre- perjudicar la unidad de la ciencia. En otras palabras,
cisas son empeños a largo alcance. (¡bid.) . utilizando un concepto epistemológico de Bouligand, se
puede afirmar que la síntesis global de la ciencia está
tanto más asegurada por cuanto esta síntesis global irra-
c) «Cambiando de métodos la ciencia se hace cada vez dia su problemática lo más lejos posible. Podemos señalar
más metódica» perfectamente un método que se usa, un método que, en
contradicción con la etimología, ya no funciona. Pero en la
[60] Hay otra razón que acentúa el valor de los mé- ciencia moderna la condena de un método supone inme-
todos múltiples, otra razón que, a pesar del movimiento diatamente la propuesta de un método nuevo, un mé-
de sus métodos, da a la ciencia moderna una feliz estabi- todo joven, un método para jóvenes. Tendréis numercr
lidad. Es el hecho de que cualquier crisis profunda en el osos.testimonios de ello en este congreso. No hay intereg-
no en el desarrollo de los métodos científicos modernos. tender, el carácter dominante del nuevo racionalismo,
Cambiando de métodos, la ciencia se convierte cada vez que corresponde a una fuerte unión de la experiencia y
en más metódica. Estamos en estado de racionalismo de la razón. La división clásica que separaba la teoría de
permanente. ([bid.) su aplicación ignoraba esta necesidad de incorporar
las condiciones de aplicación en la esencia misma de la
teoría.
Como la aplicación está sometida a aproximaciones
sucesivas, se puede decir que el concepto científico co-
[61] (... ) El espíritu científico puede descarriarse rrespondiente a un fenómeno particular es la agrupación
siguiendo dos tendencias opuestas: la atracción de lo de las aproximaciones sucesivas bien ordenadas. La con-
singular y la atracción de lo universal. Al nivel de concep- ceptualización científica necesita de una serie de conC;,ep-
tualización, definiremos ambas tendencias como caracte- tos en vías de perfeccionamiento para recibir el dinámis-
rísticas de un conocimiento en comprensión y de un co- mo que plariteamos, para formar un eje de pensamieI1tos
nocimiento en extensión. Pero si la comprensión y la inventivos.
extensión de un concepto, son, una y otra ocasiones de Esta conceptualización totaliza y actualiza la historia
paro epistemológico, ¿dónde están las fuentes del movi- del concepto. Más allá de la historia, empujada por la his-
miento espiritual? ¿Debido a qué enredamiento puede en- toria, suscita experiencias para deformar un estadio his-
contrar una salida? tórico del concepto. En la experiencia busca ocasiones
Habría que crear aquí una palabra nueva, entre com- para complicar el concepto, para aplicarlo a despecho de
prensión y extensión, para designar esta actividad del la resistencia del concepto, para conseguir las condiciones
pensamiento empírico inventivo. Sería preciso que esta de aplicación que la realidad no puede reunir. Nos damos
palabra pudiera recibir una acepción dinámica particular. cuenta entonces de que la ciencia realiza sus objetos sin
En efecto, según nosotros, la riqueza de un concepto cien- encontrados nunca acabados. La fenomenotécnica extien-
tífico se mide por su poder de deformación. Esta riqueza de la fenomenología. Un concepto se ha convertido en
no puede atribuirse a un fenómeno aislado al que consi- científico en la proporción en que se ha convertido en téc-
deraríamos cada vez más rico en caracteres, cada vez nico, en que está acompañado por una técnica de rea-
más rico en comprensión. Esta riqueza tampoco puede lización. Se comprende pues que el problema del pensa-
atribuirse a una colección que reuniría a los fenómenos miento científico moderno es, de nuevo, un problema fi-
más heterogéneos, que se extendería, de un modo contin- losóficamente intermediario. Cómo en los tiempos de
gente, hasta casos nuevos. El matiz intermedio se realiza- Abelardo quisiéramos situarnos en una posición a medias,
rá si el enriquecimiento en extensión se hace necesario, entre los realistas y los nominalistas, entre positivistas y
tan coordinado como la riqueza en comprensión. Para formalistas, entre partidarios de hechos y partidarios de
englobar nuevas pruebas experimentales, habrá que de- signos. Nos ofrecemos a la crítica desde todos lados. (For-
formar los conceptos primitivos, estudiar las condiciones mation, cap. III, p. 6Q..61.)
de aplicación de un concepto en el mismo sentido del
concepto. En esta última necesidad reside, a nuestro en-
A fines del siglo XVIII, el establecimiento del sistema
métrico permite investigaciones más minuciosas. Se uti-
lizan nonio s y lentes. Diversos investigadores repiten nu-
merosas series de determinaciones. ¿ Cuál es el resultado?
Delambre en su obra Sur la base du systeme métrique
décimal, da a entender que tamaños como la centésima de
milímetro le parecen inaccesibles a las observaciones, in-
cluso en las investigaciones científicas de mayor precio
sión. Con cincuenta años de intervalo, la precisión límite
ha sido decuplicada. Cien años más tarde, limitándose a
medios directos, con aparatos ópticos (microscopio de
aumento mediano) que los hombres de ciencia de la Con-
vención hubieran podido utilizar, se alcanza una aproxi-
mación de una diezmilésima de milímetro.
Finalmente en un último período, nos damos cuenta
de que los instrumentos directamente adaptados a la me-
[62] En la ciencia moderna, las condiciones de pre- dida de las longitudes han dado toda la precisión que
cisión se hacen cada vez más absorbentes. Sin duda ya podían dar. Para afinar el conocimiento, se necesitan mé-
están mal dilucidadas. Así pues la «Toise del Cha.telet» * todos enteramente nuevos. En 1900, Benoit acababa
empotrada en 1668 en el muro exterior del gran Cha.telet, su informe al Congreso internacional de Física con estas
expuesta a la intemperie, usada por el control frecuente palabras: «Estoy convencido de que nuestros descendien-
de los pesos y medidas comerciales, sirvió para determi- tes 10 harán mejor que nosotros, pero para esto, según
nar la «toise» del l'erú, que Bouguer, La Condamine y todas las probabilidades, 10 harán de otro modo.» Por
Godin se llevaron en 1735 bajo el ecuador. En las mismas ejemplo, se irá a las interferencia s ópticas, realizando una
condiciones la misión de Laponia dirigida por Maupertuis idea de Fizeau. Este físico escribía en 1864: «Un rayo de
y Clairaut determinó la «toise» del Norte. Los científicos
luz con sus series de ondulaciones extremadamente té-
e investigadores más prudentes y mi.nuciosos de la época
nues, pero perfectamente regulares, puede considerarse
se contentan con una determinación muy tosca incluso como un micrómetro natural de gran perfección, particu-
en las investigaciones científicas de carácter más elevado.
larmente apto para determinar longitudes.» A veces, con
En la opinión del astrónomo Lalande, la diferencia entre métodos diferentes, las dificultades han cambiado total-
las dos marcas puede ser hasta de una veinticincoava par- mente de aspecto. Así pues, en las determinaciones direc-
te de la línea, es decir de una décima de milímetro. Hace
tas de longitud, la parte decimal era evidentemente difícil
doscientos años, un error de una décima de milímetro se
de precisar. En los procedimientos ópticos, se trata de
consideraba despreciable o difícilmente determinable.
una tarea relativamente fácil. El mayor obstáculo está
* Antigua medida francesa de longitud, equivalente a 1949 m. (N. en conocer toda la parte que se expresa en longitud de
del T.) onda con un número muy grande. Vemos de este modo

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1

1I cómo interviene el papel primordial de los instrumentos 'Lo artificial puede dar perfectamente una metáfora; no
i 1
en los conocimientos aproximados en física. (Essai, cap. puede, como la técnica proporcionar una sintaxis suscep-
V, p. 60-61.) tible de ligar entre sí los argumentos y las intuiciones.
I Como máximo, como reconoce el mismo Vaihinger, si
[63] Un instrumento, en la ciencia moderna es real- podemos hablar del juego de la imaginación a propósito
mente un teorema; si tomamos la construcción esquemá- de las hipótesis atomísticas, debemos reconocer que este
tica de la experiencia parte por parte, o incluso instru- juego no es ilusorio. Lejos de conducir el entendimiento
mento por instrumento, nos damos cuenta de que las a error, facilita su tarea. (Intuitions, cap. VI, p. 140-142.)
hipótesis deben coordinarse desde el propió punto de
vista del instrumento; aparatos como el de Millikan, [64] De un modo todavía más claro y casi material,
como los de Stern y Gedach están direotamente pensados podríamos determinar las distintas edades de una ciencia
en función del electrón o del átomo. Las suposiciones que a través de la técnica de sus instrumentos de medida.
se hacen ahora en la base de la ciencia a propósito de los Cada uno de los siglos transcurridos tiene su escala de
caracteres atómicos no son simples andamiajes. Constitu- precisión particular, su grupo de decimales exactos y sus
yen el verdadero armazón de nuestra ciencia experimen- instrumentos específicos. No queremos rehacer la histo-
tal. Por ello la doctrina de Vaihinger, por otra parte tan ria de los instrumentos que ya hemos tratado en otra
sugestiva, no nos parece que haya despejado el verdade- obra 1. Simplemente queremos señalar la dificultad de
ro carácter de las concepciones atómicas contemporá- determinar las primeras condiciones de la medida. Por
neas. Para Vaihinger, el átomo no es realmente una hi- ejemplo, Martine observa que los primeros termómetros
pótesis; correspondería más a una ficción 1. A parti~ d~ se construían con mucha imprecisión 2. « Incluso los de
ahí, en tanto que ficciones, todos los caracteres atnbUI- Florencia cuyo grado más alto se fijaba según la máxima
dos directamente al átomo debieran eliminarse inmedia- temperatura del sol en aquella comarca, se consideraban
tamente después de-haber cumplido su función interme- demasiado vagos e imprecisos». Nos damos cuenta, con
diaria, exactamente del mismo modo que el símbolo de este ejemplo simple, del carácter nefasto del uso directo
la cantidad imaginaria utilizado por el álgebra debe desa- del termómetro. Ya que el termómetro debe informamos
parecer cuando se enuncian los resultados. Precisamente de la temperatura ambiente, se pide el principio de su gra-
porque la intuición de átomo se eHminará al final pode- duación a indicaciones metereológicas. En una perspecti-
mos cargada de caracteres contradictorios. Esto sería va semejante, Hal1ey propone como punto fijo la tempe-
cierto incluso en lo que se refiere a las intuiciones. Vai- ratura de los lugares subterráneos insensibles al verano
hinger llega a decir que una intuición, incluso si ~s.ma- y al invierno. El termómetro recoge esta insensibilidad.
terialmente falsa, sirve a menudo de un modo provlSlonal A falta de una medida instrumental no era directamente
para sustituir una intuición exacta. A nuestro parecer,
1. En el Essai sur la connaissance approchée (D. C.) *
este carácter deliberadamente artificial expresa mal el ca- 2. MARTINE, Dissertation sur la chaleur avec les obserwitions nou-
rácter técnico cuya importancia subrayamos más arriba. velles sur la construction et la comparaison des thermometres, trad.,
París, 175, p. 6.
* Las notas que se añaden a las de Bachelard son de Dominique
Lect>urt (D. L.)
objetiva. En la época de Boyle, señala Martine, todavía econocimiento se hace objetivo en la proporción en que se
«los termómetros eran tan variables e indeterminados hace instrumental.
que parecían moralmente imposible establecer a través La doctrina de la sensibilidad experimental es una
de ellos la medida del calor y del frío, tal como la tene- concepción muy moderna. Antes de cualquier empresa ex-
mos del tiempo, de la distancia, del peso, etc.» perimental un físico debe determinar la sensibilidad de
Ante esta carencia de técnica instrumental, no debe- sus aparatos. El espíritu precientífico no lo hace. La mar-
mos sorprendemos de la prodigiosa variedad de los pri- quesa de ChMelet estuvo muy cerca de la experiencia que
meros termómetros. Pronto se encontraron de más tipos Joule realizó un siglo más tarde sin verla viable. Dijo
que las medidas del peso. Esta variedad es muy caracte- explícitamente: «Si el movimiento produjera el fuego, el
rística de una ciencia de aficionados. Los instrumentos agua fría, sacuaida con fuerza, se calentaría, pero esto no
de una ciudad científica constituida como la nuestra se ocurre de un modo sensible; si se calienta es con mucha
estandarizan casi inmediatamente. dificultad.» El fenómeno que la mano no distingue de un
La voluntad de técnica es en nuestro tiempo tan clara modo sensible hubiera sido señalado por un termómetro
y tan controlada que nos sorprendemos de la tolerancia ordinario. La determinación del equivalente mecánico del
de los primeros errores. Creemos que la construcción de calor sólo será el estudio de este calentamiento difícil.
un aparato objetivo se hace por sí sola. Todavía no vemos Nos sorprenderemos menos de esta ausencia de perspi-
la cantidad de precauciones técnicas que reclama el mon- cacia experimental si consideramos la mezcla de intui-
taje del más simple aparato. Por ejemplo, aparentemen- ciones de laboratorio y de intuiciones naturales. Así
te, ¿hay algo más simple que el montaje en forma de baró- Voltaire pregunta, al igual que la marquesa de Chatelet,
metro de la experiencia de Torricelli? Sólo llenar el tubo por qué los vientos violentos del Norte no producen calor.
requiere particular atención. El más mínimo error en este Como vemos, el espíritu precientífico no es una doctrina
sentido, la menor burbuja que quede, determina dife- clara de lo grande y de lo pequeño. Los mezcla. Lo que
rencias notables en la altura barométrica. El aficionado más le falta al espíritu es quizás una doctrina de los erro-
Romas, en la pequeña ciudad de Nérac, observaba las .•'es experimentales. (Formation, cap. XI, p. 216-217.)
diferentes variaciones de cincuenta aparatos. En la misma
época se multiplicaban las observaciones para determi-
nar la influencia de las variaciones barométricas sobre
diversas enfermedades. De este modo el aparato y el ob-
jeto de la medida aparecían a la vez mal adaptados, uno
y otro de las buenas condiciones de un conocimiento
objetivo. En el primitivo conocimiento instrumental ve- [65] ¿Cómo no inscribir a partir de ahora en la filo-
mos levantarse el mismo obstáculo que en el conocimien- sofía fundamental del pensamiento científico a partir de
to objetivo ordinario: el fenómeno no proporcionaba su estatuto intersubjetivo, su carácter social ineluctable?
necesariamente a la media la variable más regular. Al con- Pues, a fin de cuentas, la esencial pluralidad de los pen-
trario, a medida que los instrumento~ se harán más pre- sadores de un determinado pensamiento científico deter-
cisos, su producto científico estará mejor definido. El mina, como dice el poeta, «la expresión del hombre a la
milésima persona del singular» 1, se trata de una genera- derna, se mide mal su acción psicológica. El filósofo ha-
ción de hombres de cienca unificada en la singularidad bía de fenómenos y de númenes. ¿Por qué no prestar aten-
de una nueva verdad, en la artificiosidad de una expe- ción al ser del libro, al bibliómano? ¿Un filósofo escéptico
riencia desconocida por las generaciones anteriores. Pare- pregunta si existe el electrón? No supone rehuir el debate
ce que el carácter social de las ciencias físicas se designe responder con el argumento del libro: el número de li-
precisamente por el programa evidente de estas ciencias. bros escritos sobre el electrón en cincuenta años sin duda
El trabajador aislado debe confesar que «sólo no lo hu- es mayor que el número de libros escritos sobre la luna
bieraencontrado». Este progreso da a esas ciencias URa en quinientos años. ¡Existir a través del libro, es ya una
verdadera historia de la enseñanza cuyo carácter social existencia, una existencia tan humana, tan sólidamente
no puede pasar desapercibido. La comunión del raciona- humana! En vano se objetará que la luna «existe» para
lismo que enseña y del racionalismo enseñado que hemos dos millones de hombres -con gran variedad de valores
intentado caracterizar en nuestra obra anterior (se trata ontológicos y precisamente sin mucha garantía de obje-
de Rationalisme appliqué) da al espíritu científico la tividad común- mientras que el electrón sólo existe para
dinámica de un crecimiento regular, la dinámica de un algunos miles de físicos enterados que transmiten su cul-
progreso seguro, de un progreso confirmado psicológica- tura a algunos cientos de miles de lectores atentos. Pero
mente y socialmente por la expansión de las fuerzas cul- en esto precisamente se hace necesario edificar una filo-
turales. El hombre duda. La Escuela --en ciencias- no sofía de la cultura científica en la que se indiquen todas
duda. La Escuela -en ciencias- arrastra. La cultura cien- las ocasiones de dar una jerarquía de valores de reali-
tífica impone sus tareas, su línea de crecimiento. Las uto- dad. Esta filosofía de la cultura científica es muy distinta
pías filosóficas no pueden hacer nada. El idealismo no del positivismo ya que, lejos de satisfacerse con los re-
enseña nada. Hay que ir a la escuela, a la escuela tal como sultados adquiridos, esta filosofía se interesa aventura-
es, en 10 que se convierte en el pensamiento social que la damente en una discusión acerca de los valores filosóficos
transforma. de los temas más variados de la experiencia y acerca de
y ya que no queremos olvidar ninguno de los caracte- las distintas dialécticas que transtornan y reorganizan los
res que determinan la evolución del pensamiento científi- valores racionales. Con estos esfuerzos la naturaleza se
co debemos indicar la extraordinaria importancia del li- pone bajo el signo del hombre activo, del hombre que
br~ científico moderno. Las fuerzas culturales quieren la inscribe la técnica en la naturaleza 1. La coherencia hu-
coherencia y la organización de los libros. El pensamiento mana alrededor de un ser técnico es en definitiva más
científico es un libro activo, un libro a la vez audaz y fuerte que alrededor de un objeto natural. Ahora bien, la
prudente, un libro de ensayo, un libro del que quisiéra- técnica no se descubre, se aprende en la enseñanza, se
mos dar ya una nueva edición, una edición mejorada, re- transmite en diagramas. Nos encontramos frente a valores
fundida, reorganizada. Se trata realmente del ser de un de objetividad codificados. (Activité, Intr., p. 7-9.)
pensamiento en vías de crecimiento. Si olvidamos este
carácter de solidez sucesiva de la cultura científica mo-
1. Henri PICHEITB, Prefacio de el Grenier sur l'eau de Emmanuel
LOOTEN.
la fuerza.no corresponde, en el mundo sublunar, a ningu-
na necesIdad natural. Siguiendo la física contemporánea
[66] Vemos aparecer el teórico no solitario. Nume- hem?s abandonado la naturaleza, para entrar en una
rosas memorias técnicas llevan frecuentemente varias fdbnca de fenómenos.
firmas. En el primer trimestre de 1948 aparecieron seten- ?bjetividad racional, objetividad técnica, objetividad
ta memorias en The Physical Review, la mitad únicamente SOCIalson ya tres caracteres fuertemente ligados. Si olvi-
van firmadas por un solo nombre. Veintidós memorias damos uno sólo de estos caracteres de la cultura cientí-
aparecen con dos nombres. Ocho con tres. Cuatro memo- fica moderna, entramos en el terreno de la utopía.
rias son el resultado de la colaboración de cuatro autores. U~a filosofía de las ciencias que no quiera ser utópica
Esta operación en el descubrimiento racionalista es señal debe mtentar formular una síntesis de estos tres caracte-
de los nuevos tiempos. La historia de las matemáticas res. En particular, a ella pertoca sin duda la tarea de mos-
hasta el siglo xx no nos da ni un solo ejemplo de una trar la importancia del carácter intersubjetivo del ca-
matemática a dos voces. r~cter histórico y social del pensamiento filosÓfico. La
Sin embargo este pequeño recuerdo no nos da una fIlosofía de las ciencias tiene la tarea de poner en evidencia
idea suficiente de la comunión de los teóricos. Del mismo los valores de la ciencia. Debe rehacer, en todos los perío-
modo que una técnica particular implica construir toda dos del "desarrollo de la ciencia, la tradicional disertación
una ciudad, una ciudad-fábrica, para crear algunos áto- acerca del valor de la ciencia. A ella corresponde también
mos de plutonio, para alojar algunos corpúsculos más en la tarea de estudiar psicológicamente los intereses cultu-
el ínfimo núcleo de un átomo, para provocar su energía rales, la tareá de determinar los elementos de una verda-
monstruosa, una energía sin comparación con las fuerzas dera orientación profesional de la cultura científica
de la tempestad, del mismo modo, una enorme prepara- (Activité, Intr., p. 9-10.) .
ción teórica reclama el esfuerzo de toda la ciudad teórica.
Ambas sociedades, la sociedad teórica y la sociedad
técnica, se tocan, cooperan. Estas dos sociedades se com-
prenden. Esta comprensión mútua, íntima, activa, es el [67] Ya que la especialización del pensamiento cien-
hecho filosófico nuevo. No se trata de una comprensión tífico está necesariamente precedida por una cultura cien-
natural. Para alcanzarla no basta con profundizar una cla- t~f!ca sólida que precisamente determina la especializa-
ridad espiritual nativa o rehacer, con mayor precisión ClOn, podemos sorprendemos de que la especialización
una experiencia objetiva corriente. Hay que adherimos científica sea tan fácilmente, tan constantemente denun-
resueltamente a la ciencia de nuestro tiempo. En primer ciada como una mutilación del pensamiento. Incluso en
lugar, hay que leer libros, muchos libros difíciles y situar- épocas en las que el pensamiento científico era a nuestro
se, poco a poco, en la perspectiva de las dificultades. ~s- parecer, muy general y fácil, volvemos a encontrar las
tas son las tareas. En el otro eje del trabajo científico, ~ismas condenas, las mismas advertencias contra los pe-
desde el lado científico, hay que manejar, en equipo, apa- IIgr?S que am.ena~an a partir de la especialización, el por-
ratos que son a menudo, de un modo paradójico, delica- vemr de la CIenCIa. Hace algo más de un siglo, Goethe,
dos y poderosos. Esta convergencia de la exactitud y de que durante toda su vida había luchado contra la infor-
mación matemática de los fenómenos físicos, lamentaba profunda hacia el pasado del saber que re encuentra toda
la tendencia de la ciencia hacia la especialización. ¿Y no la eficacia de los pensamientos generales y estimula las
es sintomático que se encuentren en el mismo juicio un especializaciones paralelas. En suma, la especialidad ac-
Goethe y un Jéróme Paturot? Louis Raybaud 1 escribía tualiza una generalidad y prepara dialécticas. Da una
en 1843: «A costa de empujar la ciencia hacia los espe- prueba precisa de la generalidad, una verificación deta-
cialistas, de perfilar los detalles, si podemos decirlo así, llada. La especialización es necesariamente del reino de la
se llega a una especie de quintaesencia en la que todo se segunda aproximación epistemológica. Y no hay ejemplo
descompone. En química, tengo miedo de que hayamos de una segunda aproximación que no conserve el benefi-
llegado a este extremo y también en matemáticas.» Y mu- cio de una primera aproximación. Cualquier útil especial,
chas páginas dicen textualmente, en esta vieja novela, las por muy elemental que sea, rectifica ya una utilidad de-
bromas de hoy contra los sabios «encerrados en una espe- masiado vaga, una utilidad demasiado cercana de una
cialidad», contra el químico que ha descubierto que «el necesidad primitiva y que el existencialismo denuncia fá-
protóxido de manganeso es isomorfo con el de hierro, y cilmente. Sin duda podemos utilizar cualquier cuerpo só-
su sesquióxido con el peróxido de hierro». El isomorfis- lido para hacer de palanca y para dar satisfacción a la vo-
mo no interesa a Jeróme Paturot y ya que la química lo luntad de potencia. Pero se hace mejor de palanca y se
introduciría en problemas tan especializados, tampoco la comprende si se toma una barra de hierro. Se ha especia-
química le dará «una posición social». Él, que se cree lizado un utensilio. Si el utensilio llega a faltar se le bus-
filosóficamente espiritual demuestra ser muy inocente cará más inteligentemente un sustituto.
juzgando los valores científicos. Y, como mínimo, estos Por último; las culturas más especializadas son las que
juicios, aunque sean pronunciados por un gran hombre . permiten más fácilmente las substituciones. Para conven-
como Goethe o por un burgués medio como el héroe de cerse de ello, basta con seguir los progresos esencialmen-
Louis Raybaud, deben sorprendemos por su ineficacia. te dialécticos de los pensamientos y de las técnicas espe-
La ciencia sigue tranquilamente sus caminos. Pero sin cializadas en los que un perfeccionamiento de detalle
ocuparnos más de los ecos de estas críticas de autor, exige a veces una reforma de los procedimientos de fabri-
sin examinar por más tiempo los reproch~s de los partida- cación. Esta aptitud para las substituciones debe colocar-
rios de la cultura general, de estos filósofos que creen se al nivel de un valor de primer plano.
poder convertirse en jueces en los terrenos que apenas Las culturas especializadas son también las que tie-
frecuentan y que son, al contrario de una frase célebre, nen una reacción más delicada frente a los fracasos y re-
como esferas cuya circunferencia está por todas partes quieren, pues, más cambios. Las rutinas son incorregi-
y el centro en ninguna, tomemos el problema de la espe- bles y las ideas generales son lo bastante vagas para que
cialización en su aspecto positivo y actual. se encuentre siempre el medio de verificarlas. Las ideas
En primer lugar hay un hecho claro: la especializa- generales son motivo de inmovilidad. Es por ello que pa-
ción del pensamiento científico tiene una recurrencia tan san por fundamentales.
Lo mismo ocurre en el terreno de los pensamientos
1. Louis RAYBAUD, Jérome Paturot ti la recherche d'une position so-
teóricos. Quien se haya especializado en una cuestión de
ciale, 1858, p. 264. ,álg&bra ha ensanchado necesariamente una cultura alge-
~,<sele plantea una utilidad momentánea utilidad
bráica general. Una especialización supone un profundo >de oponerse perfectamente a una utilid~d en otro~~e pue-
empeño de cultura. Se trata de una cultura que quiere :;El c?s.mos de ~a.utilidad es un t~jido de contradicc~~:~~:
un futuro y que posee además de su experiencia, una ,:;yamm ya .decIa. «Del ~sno, ammal tan útil al hombre
problemática. Una cultura científica sin especializacio- ~:.nacenabeJor~os, enemIgos del bienestar del hombre»'
nes sería una herramienta sin punta, unas tijeras con los ¡!F~~ra de los mtereses estéticos y científicos el ser es u~
filos desgastados. tO, ~eto del mundo sin horizonte. Con el pens~iento cien-
La especialización científica determina la relación del i~df~o a~arece en ~l,obje~o una perspectiva de profundi-
pensamiento científico a una tarea, que no es siempre !;da . La.I~~orporacIOnobjetiva se fortalece en una escala
la misma, pero que quiere renovarse siempre. Esta rela- ¿ .e precIsIOn:en !a sucesión de precisiones cada vez más
ción es la condición de la introducción vigorosa de un },~mas,aprox.ImacIOnesque están ligadas a un mismo ob-
espíritu en un terreno de investigación. Sin comprender ~;J~toy qu~ s~nembargo se designan unas tras otras como
esta dialéctica de la relación y de la introducción se des- ;".nIveles
( t' dIstmtos del conocimiento obJ'etI'vo . S·Igmen
. do
conocen las virtudes renovadoras de la investigación cien- '''i e~ ~ persp:ctIva de los n~ve~es.objetivos ordenados, el es-
tífica especializada. La cultura general que preconizan los 1~ pmtu se eJer~e en una dIscIphna de rectificación. Poco a
filósofos se queda a menudo en una cultura incoativa. "i,' poco se conVIerteen el espíritu derecho Ya qu 1
t d dI' . e a rec t'1-
Tampoco hay que hacer de la disposición del espíritu (,:" u e. ~ ra~on no es congénita. Incluso si nos guardamos
un valor absoluto, ya que se necesita que el espíritu cien- ¡del pnvIlegIo de l~ razón correcta, se reconocerá sin difi-
tífico tenga, correlativamente, una virtud de posición de ,:'culta~ qu~ ~s.bueno tener ocasiones para aplicada. Cuan-
objeto. Leyendo ciertos fenomenólogos, se puede creer .~.d?.mas ~IfICIles la aplicación más saludable es el ejer-
que el leitmotiv: el pensamiento es siempre pensamiento "¡,CIClO ..E~Ide~temente un pensamiento que se plantee una
de algo, es suficiente para definir la vía de objetividad ;.e~~eCIahZaCIO~ demuestra buenos síntomas de rectifica-
central. Pero aquí aparece el doblete epistemológico: apli- y'cIOn ..N~ nos mstalamos sin más en un estudio científico
cabilidad y aplicación. El pensamiento vagabundo no ca- HFpecIahzado.Y a p~sar,~e 10 que piense la crítica filosó-
racteriza más el pensamiento humano al igual que el " lca: ~n verdadero clentlflco no se instala nunca en su es-
amor inconstante no recibe el verdadero carácter de amor ''pecI~l~dad.Está capacitado en su especialidad, es decir
humano. El poder de fijación es, en definitiva, el carácter "e sItua entre los mejor armados para descubrir fenó-
positivo de la disponibilidad del espíritu sereno. Este po- .eno~ nuevos en esta especialidad. Su cultura es así una
der de fijación no rechaza las objeciones; rechaza las dis- stona de constantes reformas.
tracciones. Mientras no se haya realizado el doble ancla- Ex~mi~~dapor un psicólogo de la inteligencia, la cul-
je en el mundo del sujeto y en el mundo del objeto, el ura cIent.IfIcaaparece como una colección de tipos de
pensamiento no encuentra las raíces de la eficacia. En de- rogreso m.negabl~s.~~s especializaciones en el terreno
finitiva, el filósofo alejado del pensamiento científico no el pensam~ento cIentlfIco, son tipos particulares de pro-
ve todo el valor de un interés objetivo porque el objeto ~eso.Segm~losretrospectivamente, supone tomar la pro-
común no determina realmente un interés. Fuera del in- ,~a perspectlv~ ~e ~rogreso preciso. La ciencia.. en sus
terés estético y del interés científico, el objeto queda ver~as espeCIahzacIOnes,nos enseña el progr~sq..
"'-~.
\. -,
Y si
como un objetivo efímero. Si el objeto es un utensilio,
definimos la inteligencia como la facultad esencial de pr~-
gresividad, vemos que la cult~ra ~~entífica,~stá mej~r SI-
tuada que cualquier determmaclOn empmca medIante El determinismo filosófico: un «monstruo intelectual»
textos para dar a conocer un nivel intelectua.l. La cultura
[68] Si desarrolláramos, en todos sus detalles, los
científica plantea a través de sus logros, objetos de pro-
pensamientos que se resumen en el determinismo filosó-
greso, objetivos para la necesidad intelectual de progre-
fico, retrocederíamos ante afirmaciones increíbles y por
sar. . l' ., último ya no nos atreveríamos a asumir el carácter mons-
Uno de los rasgos distintivos de la espeCIaIzaclOn-y
truoso de la hipótesis del determinismo universal. Pero
a nuestro parecer se trata de un .ras~~ afortu~ad~~ es si queremos tomar ejemplos precisos, damos la impre-
ser un logro de la sociedad de los CIentIfIcos..un m~hVI?~O
sión de ser descorteses con los metafísicos; efectivamente
particular no puede, mediant~ ~u .J?~opia.mvestI?aclOn,
habría que preguntarles: «¿Creen ustedes sinceramente
encontrar las vías de la espeCIahzaclOn.SI se dedIcara ~
que la coz de un caballo en el campo francés, molesta el
un trabajo especial se enraizaría en ~us costu",!,bres Prl-
vuelo de una mariposa en las islas de la Sonda?» 1 Encon-
meras, viviría en el orgullo de su pnmera opclOn, como
traríamos filósofos empeñados en decir que sí, añadiendo
estos trabajadores sin libertad técnica que alardean ?e
que, sin duda, el efecto de la causa lejana no puede ser
tener la mejor hacha porque se trata de su hacha y la tIe-
apercibido, pero existe. De este modo, piensan filosóficOr
nen -debido a una vieja costumbre- muy a mano. Estos
mente, aunque observen otra cosa como todo el mundo.
trabajadores se han convertido en los sujetos corp~rales
de un único objeto, de un único instrumento. Envejecen, Estos filósofos son víctimas de la idea de espacio.
Atribuyen a la realidad un tipo de existencia que sólo es
son fuertes menos fuertes, más perspicaces, menos aten-
una ontología particular de la idea de espacio. El espa-
tos, y cons~rvan en las manos el ~ismo ~i~o, el mismo
cio, piensan, tiene una «existencia» ilimitada; así pues, lo
martillo, la misma gramática, la mIsma poetIca. En todos
real, situado en el espacio tiene la misma determinación
los reinos de la actividad humana, los rudimentos se con-
universal que el espacio infinito. Si hacemos volver al
vierten en falsas especializaciones. La especial~za~i.óncie~-
filósofo a la experiencia positiva, si pedimos a un filóso-
tífica es lo contrario de estas esclavitudes pnmItIvas. DI-
fo del determinismo universal que estudie el determinis-
namiza todo el espíritu. Trabaja. Trabaja sin cesar. ,
mo de un fenómeno particular, por ejemplo el determi-
En resumen, la especialización nos parece que reUI~e
nismo de un fenómeno mecánico, o el determinismo de
la condición que Nietzsche da a la esencia del trabajo
un fenómeno electromagnético, de un fenómeno químico,
científico. En ella se expresa «la fe en la solidaridad y la
responde refiriéndose a una intuición elemental de la ex-
duración del trabajo científico, de tal modo que cada
tensión infinita. Cualquier cosa puesta en cualquier parte,
uno pueda trabajar en su lug~r, por muy hu~ilde 9-uesea,
en cualquier momento lleva a todas partes el efecto de
con la confianza de no trabajar en vano» «Solo eXIsteuna su existencia.
gran parálisis: trabajar en vano, luchar en vano» 1 (Acti-
Empieza entonces para el determinismo filosófico,
vité, Intr., p. 11-14.)
1. DIDEROT, Principes philosophiques sur la matiere et le mouve.
ment,
para el determinism() que no necesita experiencias para
afirmar su absoluto, el reino de las fórmulas: Todo per- OSsu aplicación a la realidad. Si el espíritu humano hi-
siste - Todo está en todo - Nada sale de nada - El 'era realmente todos los esfuerzos para determinar todos
vacío no tiene realidad - El ser no puede ser limitado movimientos de las porciones más pequeñas de todo
por la nada - El universo es un todo solitario. El deter- '.~1universo, llegaría a una especie de determinismo de lo
minismo filosófico se convierte así en un comentario de ·'lnsignificante. Perdido en ~n. mecanismo d? los fen~me-
la idea de totalidad. A la idea todos, tan clara cuando re- nos así pulverizados, el espIntu no accedena a las dlVer-
sume la cuenta que acabamos de hacer de los objetos de $aSsignificaciones de la fenomenología. De hecho el pen-
una colección, sustituye la idea vaga, oscura, de un Todo 'samiento filosófico, al igual que el pensamiento científico,
indefinido. " sólo puede interesarse en fenómenos estructurado s, ~n
Sin embargo los filósofos se apoyan en la opinión de sistemas definidos, en sistemas, que, mediante una sene
Laplace: «Debemos entender la situación actual del Uni- de aproximaciones bien dirigidas, pueden definirse aisla-
verso como el efecto de su estado anterior y como la dos. Podríamos preguntamos, entonces, qué significado
causa del estado que vendrá. Una inteligencia que cono- podría plantearse Laplace si le pidiéramos que precisa!a
ciera, por un instante, todas las fuerzas que animan la la noción de seres que invoca. ¿Acaso los seres laplacIa-
naturaleza y la situación respectiva de los seres que nos no son simples substancializaciones de la función de
la componen, si por otra parte fuera lo suficientemente ser situado? Cuando Laplace reclama, como dato prime~
amplia para someter estos datos a un análisis, enlazaría ro, «la sit1fflf~1>nrespectiva de los seres que componen
en la misma fórmula los movimientos de los mayores la naturaleza». ¿Acaso no hace implícitamente estado
cuerpos del universo y los del átomo más ligero; nada le de la materia de la que la inteligencia descompone la na-
sería incierto y tanto el futuro como el pasado estaría turaleza? ¿No es víctima de un enfoque idealista sin dis-
presente a sus ojos. Todos los esfuerzos del espíritu hu- cutir sin estar referido a la experiencia positiva? Bastará
mano en la búsqueda de la verdad tienden a acercarse con ~ambiar el tipo de experiencias, bastará con no situar
continuamente a la inteligencia que acabamos de ima- al ser en el primer planteamiento de un espíritu ocioso,
ginar.» para que el problema de la .composi~~óny desco~p?si-
Este texto, frecuentemente invocado en las discusiones ción de «la naturaleza» cambIe la nOClOnde ser. SIgUIen-
filosóficas, nos parece marcado por un idealismo destem- do los esfuerzos efectivos del pensamiento y de la expe-
plado, tanto más evidente por cuanto se repite a menudo riencia científica, vemos evidentemente que el ser se
del mismo Laplace, la frase: «No tengo necesidad de la sitúa en terrenos de experiencias tan diversas que su des-
hipótesis de Dios para explicar el universo.» No se presta cripción espacial y temporal no basta para decidir todas
atención al hecho de que la hipótesis del matemático que sus determinaciones. Un determinismo universal limitado
posee una fórmula que resumiría el pasado y el futuro de a la descripción espacial -incluso si se puede expresar, in-
todos los movimientos, es en el propio estilo de Laplace, si no fuera una simple hipótesis idealista- no da-
un sustituto de «la hipótesis de Dios». De un modo más ría una base suficiente al estudio de la relación real de los
preciso la universidad mecánica ingenua supuesta por fenómenos. (Activité, Conclusión, p. 211-213.)
Laplace es una simple función idealista. Realmente no ve-
cartesiana, un espacio enrarecido. Sólo se estudia en él
un determinismo geométrico.
[69] Por otra parte, si fuera necesario, se podría, El mundo real y el determinismo dinámico que impli-
apoyándose en la ciencia cuántica, designar unos límites ca exige otras intuiciones, intuiciones dinámicas para las
a un determinismo mecánico que pretende implicar todo que se necesitaría un nuevo vocabulario filosófico. Si la
el universo a partir de una acción local particular. palabra inducción no tuviera ya tanto sentido, propon-
En efecto, si la energía implicada en un fenómeno me- dríamos que se aplicara a estas intuiciones dominadoras.
cánico particular tuviera que propagarse, como lo hace Aunque se les llame intuiciones dinámicas, inducciones,
suponer el determinismo universal, en todas las direccio- conducciones, no es menos cierto que nos introducen en
nes para ser sensibles en todos los puntos del universo, un realismo dir'ecto de la energía. Este realismo de la
esta energía se dividiría pronto por un divisor tan grande energía nos emplaza a plantear los problemas del raciona-
que caería debajo del cuanto de energía necesaria para lismo en un reino que ya no es el reino único de la geo-
romper cualquier detector imaginable, cuanto de energía metría. (Activité, Conclusión, p. 214.)
necesaria, más exactamente, para cualquier decisión na-
tural. Efectivamente, esta limitación no se debe única-
mente a la insuficiencia de medios humanos. La autode-
tección de la naturaleza está en cuestión, ";~;~al que en [70] En definitiva, cualquier determinismo es par-
cualquier aplicación del principio de Heisenberg. Entra- ticular, regional. Se toma desde un punto de vista espe-
mos aquí en un terreno de litigio ya que muchos filóso- cial, en un orden de tamaño designado, en límites explí-
fos parecen incapaces de asumir a la vez el realismo del citamente o tácitamente fijados.
principio de Heisenberg y su papel como postulado racio- Inversamente todo lo que estudiamos con interés cÍen-
nalista, uniendo fuertemente el realismo y el racionalis- tífico está determinado, está afectado por un determinado
mo, siguiendo lo que creemos es el verdadero principio determinismo. Incluso el principio de indeterminación
del racionalismo aplicado. de Heisenberg tiene una jurisdicción determinada; repre-
De este modo cuando llevamos la mecánica a un nivel senta un sector especial del determinismo con expresiones
de aproximación más agudo como el de la mecánica cuán- y leyes algebraicas rigurosas. En esta zona del determi-
tica, nos encontraremos siempre con una distancia a par- nismo, la indeterminación está codificada y se abren di-
tir de la cual el determinismo absoluto que implica todo versas previsiones concernientes a la nivelación en los
el espacio, que implica un espacio monolítico, se abolirá. fenómenos realmente observables.
La mecánica cuántica formulada en la microfísica tendrá Pero cuando ya se ha comprendido que el pensamien-
así una acción rectificadora sobre las perspectivas pere- ~to científico introduce el determinismo en todos los te-
zosas de un universo ilimitado. Se puede concebir el mun- 'Frenos de estudio, ello no implica que según la fórmula
do como algo lleno, como un bloque unido que transmite filosófica, todo esté determinado. Esta fórmula filosófica
movimiento mientras se está en una visión cinematográ- ,110 puede tener ningún sentido para un técnico, ya que
fica, en una intuición que no tiene que considerar sus precisamente el papel del técnico consistirá en instalarse
fuerzas. El mundo sólo es, entonces, como en la física ;en una zona del determinismo esforzándose en suprimir

todo lo que podría perturbar el determinismo especial
uencia tan directa como se dice corrientemente. De he-
de su técnica. Apartará los parásitos, dominará las per- o, incluso si está consagrada objetivamente, la noción
turbaciones, eliminará las impurezas; se propondrá un causa, en el primitivismo de la convicción que com-
régimen, un paso regular, un acuerdo cada vez mayor en- rta, implica un yo pensante ya activo, un yo que afirme
tre el instrumento y la ley científica. Realizará cada vez
pensamiento, como un sustituto de una acción, un yo
mejor su obra absorbiendo el vapor de determinismo ue haya reunido, a través del pensamiento, los elementos
ilimitado que rodea la estructura del determinismo bien .ndamentales que constituyen una causa y que los uti-
definido que es el objetivo de su técnica. Si creyera que
a como un demiurgo. Esto en lo que se refiere al plan
todo está en todo, que todo actúa sobre todo, se privaría genuo. En el plan científico, la determinación de una
de su conciencia de aparato, perdería la propia base de
usa requiere un sujeto que se instruye, que quiere ins-
sus certidumbres técnicas. (Aotivité, Conclusión, p. 217-
reírse, un sujeto en vías de racionalidad. Hay que con-
218.)
.iderar pues una técnica íntima de elaboración causal.
.Unicamente si he reunido, yo mismo, los elementos de
la causa, la causalidad es objeto de una noción sintética .
.:Claro está, esta reunión de elementos causalizantes pue-
[71] El determinismo es entonces una noción que de hacerse por personas interpuestas. Puedo mandar a las
ratifica la influencia humana sobre la naturaleza. El gran fuerzas «en causa»; creer que mando, imaginar que man-
factor determinante es el factor humano, el factor huma- do. El hombre para comprender el universo crea si es
no de la ciencia humana. Para terminar, intentaremos . preciso los dioses encargados del mecanismo universal.
poner este factor a plena luz. Para ello, aún a riesgo .de Existe un imperialismo de la causalidad, o como ocurre
repeticiones, tomemos las cosas desde una perspectlva en cualquier imperialismo, una ficción de imperialismo.
superior, reflexionemos simplemente en la noción de cau- Conocer una causa natural, es imaginarse soberano de un
salidad y veamos con qué fuerza se especifica esta noción universo. De ahí estas fórmulas célebres por su orgullosa
en los conocimientos científicos. Todas las distinciones modestia: saber para poder. Sin duda el imperialismo
que hemos hecho a propósito del determinismo las vol- que afirma el conocimiento de una causa se dispersa
veremos a encontrar, como era de esperar, a propósito pronto en una administración anónima. Toda la ciencia
de la noción de causa, con matices que legitiman, según y más exactamente toda la ciudad científica, se plantea
creemos, algunas repeticiones.
como garantía de la validez de una ley. Hay que estable-
Se entiende, efectivamente, que. la función humana cer la relación de saber y de poder en el detalle de las
consiste en alcanzar las causas mayores. propias leyes. Hay que comprender más allá del saber.
Pero moderaremos nuestro examen del determinismo Sólo entonces el comprender se nos apare en toda su fuer-
y acabaremos nuestro libro reflexionando simple~ente o'za. Comprender un fenómeno, supone entonces someterlo
acerca de la noción de causalidad tal como se preCIsa y .a una especie de potencialidad de mi yo causante, de mi
se especifica no al nivel del conocimiento común sino
yo desencadenador, de mi yo polemizador (seguro de ven-
más bien al nivel de la investigación científica actual.
cer) con cualquier otro ser que se negase a comprender
La noción de causa natural no es una noción de in- la eausalidad del fenómeno que ahora conoce mi yo. Se
quiera o no, una instancia de convicción personal debe a sucesión en el tiempo humano, en un tiempo expre-
plantearse si se quiere hacer la psicología integral del ser do en experiencias de seres. Se trata de un tejido de-
racional, del ser racionalista, en su adhesión a una causa. siado grueso. Se puede seguir linealmente el flujo
Aquí hay una polémica, virtual, latente, sorda, se trata de sal. Se expresa siempre de estación en estación. La
la conciencia racional obtenida a través de numerosos 'onalidad es quien da la señal de partida asegurando
errores. Toda una causa considerada real aparece sobre ogmáticamente que el fenómeno efecto se producirá a la
un fondo de quimeras. Son quimeras que el ser raciona- .llegada. Cualquier causa expresada es como un dispara-
lista denunciará en los demás para demostrar su toma de ,doroNo conocemos causa de desarrollo. Felizmente todo
conciencia de la causa real. (Activité, p. 218.) cambiará cuando se habrá matematizado la continuidad
'del tiempo, cuando se haya sustituido la noción antro po-
[72] De todos modos el Universo no es un objeto. No mórfica de causa por la noción científica de función, cuan-
podemos considerar como un estado el devenir del Uni- do se haya creado principios de encadenamiento mediante
verso. Sólo podemos hablar del devenir de cierta cate- una técnica de la causalidad.
goría de fenómeno tomados en el Universo. Toda nuestra Entonces se eliminará el sujeto individual. Más con-
experiencia y todo nuestro saber son relativos a una sec- cretamente, se realizará la inversión decisiva que permite
ción de una fenomenología cuya totalidad no podemos pensar la causalidad en la forma de un poder de cualquier
concebir. ser. Pero este ser cualquiera no sabría ser el ser empírico
No podemos hablar de causalidad si no nos apodera- dedicado al empirismo del conocimiento. Es el sujeto que
mos, al menos en la imaginación, de las condiciones ini- conoce perfectamente las certidumbres de su generalidad,
ciales. Al descubrir las condiciones iniciales que presiden es el ser racional, el ser que tiene garantías de ser el ser
el desarrollo de un fenómeno, nos damos al menos la po- de un racionalismo enseñante, de una fuerza para trans-
sibilidad de pensar cuando queremos el desarrollo de este mitir conocimientos racionales, en definitiva es el ser de
fenómeno. la ciudad científica.
La causa no es entonces realmente empítrica. Siempre A través de la racionalidad de las causas expuestas en
está primitivamente escondida, escondida al menos en los una matemática de las funciones, se tiene la garantía de
errores de las primeras investigaciones, escondida entre acceder a la doble objetividad de lo racional y de lo real.
las brumas de la ingenuidad. Sólo se conocerá una causa En sus formas primitivas, la casualidad era magia y ani-
si entra en el sistema de las causas, si ha sufrido un mismo, es decir relacionada con los niveles de coalescen-
examen causal. Realmente no existen causas excepciona" cia del inconsciente, donde todo está mezclado en una ne-
les. Una causa excepcional es un milagro. Un milagro no bulosa psíquica. Bajo su forma científica más destacada,
instruye. bajo su forma matemática bien elaborada, la causalidad
Ahora bien, si siguiéramos la devalorización causal de es genio. Basta para convencemos de ello con buscar en
David Hume, habría que decir que la causa más banal la historia de las ciencias: todas las grandes causas, todos
lleva un resabio de excepción. Es una excepción banaliza" los grandes principios, tienen un patronimio. La abstrac-
da. Hay que esperada, sin motivo, como una excepción. ción en relación inversa al cuadrado de las distancias es
y además la sucesión pura de causas y de efectos es «newtoniana». La causa eléctrica está relacionada al genio
humano, a tantos genios humanos que tranquilamente se
hacen anónimos. Sin la presencia del hombre en la tierra
no hay otras causas eléctricas que la que va del relám-
pa~ al true~~; una luz y ruido. Sólo la sociedad puede
enVIar electncIdad a través de un hilo; únicamente ella
pued: dar a los fenómenos eléctricos la causalidad lineal
del hIlo, con los problemas de los enchufes. Poincaré ha-
cía notar que si la historia científica hubiera querido que
l~ telegra.fía si? hilos ~e encontrara antes que la telegra-
fIa con hIlos, esta hubIera sido un perfeccionamiento de
aquélla.
Es imposible transportar el sonido de un continente
a. otro por medios naturales, por muy potentes que ima-
gmemos unos altavoces. El intermediario electrónico es
indispensable y este intermediario es humano, social. Por
encima de la biosfera y debajo de la ionosfera el hombre
ha determinado una radiosfera sometida a una' causalidad
eminentemente técnica. Esta técnica puede indudable-
mente ser molestada por parásitos, por perturbaciones [73] Cuando se buscan las condiciones psicológicas
magnéticas. Sin embargo, estos parásitos, estos desórde- cI~ progreso de la ciencia, se llega pronto
a la convicción
nes naturales, causados por la naturaleza nos permiten d~ que hay que plantear el problema del conocimiento
comprender mejor la fuerza de la organización racional Científico en términos de obstáculos. Y no se trata de·
y técnica que la limita, que los anula. La causalidad téc- ""considerarobstáculos externos, como la complejida.d"y
nu::ase establece sólidamente a pesar de la causalidad caó-
tica natural (... ). Vla"fugacidad de los fenómenos, ni de incriminar la debili-
aa de los sentidos y del espíritu humano: en el mismo
De este modo el determinismo se convierte en una doc- acto de conocer, íntimamente, aparecen, por una especie.
trina general después y no antes de la especialización de ~de necesidad funcional, pausas e inquietudes. Aquí 'mos-
los determinismos particulares. Planteado como deter- traremos causas de estancamiento e incluso de regresión,
I?ini~~o universal sería dificultar los esfuerzos de especi- d~scubriremos causas de inercia a las que llamaremos
fIcaclOn, detener el esfuerzo humano de determinación obstáculos epistemológicos. El conocimiento de lo real
particular. Se caería en una especie de fatalismo de la es una luz que proyecta siempre sombras en alguna parte.
materia, muy distinto al materialismo técnico. (Activité, Nunca es inmediata y plena. Las revelaciones de lo real
Conclusion, p. 220-222.) lson siempre recurrentes. Lo real no es nunca «lo que po-
l.4ríamos pensar» sino lo que hubiéramos debido pensar.
El pensamiento empírico es claro después, cuando el apa-
ratQ de las razones ya está a punto. Volviendo sobre un
pasado de errores, encontramos la verdad en un verdade- d~~ero espíritu científic9. Para un espíritu científico
ro arrepentirse intelectual. De hecho, se conoce contra cualquier conocimiento es una respuesta a una pregunta.'
un conocimiento anterior, destruyendo conocimientos mal Si"no ha habido pregunta no puede haber conocimiento
hechos, remontando lo que, en el propio espíritu, impide cfentífico. Nada se da. Todo se construye.
la espiritualización. Un conocimiento adquirido por un esfuerzo científico
La idea de partir de cero para crear y aumentar su Ipuede declinar. La pregunta abstracta y sincera se gasta,
haber sólo puede venir de las culturas de simple yuxta- ,;..Iarespuesta concreta queda. A partir de ahí, la actividad
posición en las que un hecho conocido se convierte inme- ,! espiritual se invierte y se bloquea. Un obstáculo epistemo-
diatamente en riqueza. Pero frente al misterio de lo real, \.-Jógico se incrusta en el conocimiento incuestionado. Cos-
el alma no puede convertirse, por decreto, en ingenua. tumbres intelectuales que fueron útiles y sanas pueden,
Es pues imposible hacer tabla rasa de un solo golpe, de a la larga, entorpecer la investigación. «Nuestro espíritu,
los conocimientos habituales. Frente a lo real, lo que se /dice precisamente Bergson, tiene una tendencia irresisti-
cree saber claramente ofusca lo que deberíamos saber. l , ble a considerar más clara la idea que le sirve más a me-
lnudo». La idea gana así una claridad intrínseca abusiva.
Cuando se presenta a la cultura científica, el espíritu
nunca es joven. Incluso es muy viejo, ya que tiene la edad Con el uso de las ideas se valorizan indebidamente. Un va-
de los prejuicios. Acceder a la ciencia, significa rejuvene- lor en sí se opone a la circulación de valores. Es un factor
cer espiritualmente, aceptar una mutación brusca que de inercia para el espíritu. A veces una idea dominante
debe contradecir un pasado. polariza totalmente un espíritu. Un epistemólogo irreve-
La ciencia, en su necesidad de terminar como en su r~nte decía, hace unos veinte alios, que los grandes hom-
principio se opone absolutamente a la opinión. §i ll~g~ oreS' son útiles a la ciencia durante la primera mitad de
a legitimar la opinión en un punto concreto, se debe a ysuvida y perjudiciales en la segunda mitad. El instinto
otras razones que las que basan la opinión; de modo que r formativo es tan persistente en ciertos pensadores que no
la opinión está siempre, por derecho propio, en un error: ; debemos alarmamos de esta broma,. Pero finalmente el
La opinión piensa mal; no piensa: traduce las necesidades ! ~.~tinto formativo acaba cediendo ante el instinto conse.,.-
ien conocimientos. Al designar los objetos por su utilidad, ¡vaaor. qega un momento en que el espíritu prefiere lo
L~.eniega a conocerlos. No se puede basar nada' sobre la J que confirma su saber que lo que lo contradice, o prefiere
opinión: antes hay qu~ destruida, E,seLPIimer obstáculo \la~spuestas a las preguntas. Entonces domina el espí-
que hay que superar. No basta con rectificada en aspec- rimconservador, el crecimiento espiritual se detiene.
tos concretos, manténiendo como una especie de moral (Formation, p. 14-16.)
provisional un conocimiento vulgar provisional. El espí-
ritu ,científico no impide tener una opinión sobre temas w [74] La noción de obstáculo epistemológico puede
que no comprendemos, sobre temas que no sabemos for- estudiarse en el desarrollo histórico del pensamiento cien-
mular claramente. Ante todo, hay que saber plantear los tífico y en la práctica de la educación. En uno y otro caso
problemas. Y a pesar de lo que se diga, en la vida cientí- el estudio no es cómodo. La historia, en su principio, es
fica los problemas no se plantean por sí mismos. Precisa- hostil a cualquier juicio normativo. Y sin embargo hay
mente este sentido del problema da el carácter del ver- que situarse desde un punto de vista normativo si quere-
mos juzgar la eficacia de un pensamiento. Todo lo que explicación es diferente. Por ejemplo, al teléfono, corres-
encontramos en la historia del pensamiento científico está ponden conceptos que difieren totalmente para el abona-
lejos de servir efectivamente a la evolución de este pensa- do: 'para la telefonista, para el ingeniero, para el mate-
miento. Ciertos conocimientos, incluso justos, detienen de- matIco, preocupado por las ecuaciones diferenciales del
masiado pronto investigaciones útiles. La epistemología fluido telefónico. El epistemólogo debe esforzarse pues
debe elegir los documentos recogidos por el historiador. par~ ~omprender .los conceptos científicos en síntesis psi-
Debe juzgados desde el punto de vista de la razón e in- Col~~IcasprogresIvas, estableciendo, a propósito de cada
cluso desde el punto de vista de la razón evolucionada, nOClOn,una escala de conceptos, mostrando como un con-
pues sólo en nuestros días, podemos juzgar plenamente cepto produce otro, .y.s~relaciona con otro. Entonces pue-
los errores del pasado espiritual. ~or otra parte, incluso d; ~ener algu~a pOSIbIlIdadde medir la eficacia epistemo-
en las ciencias experimentales, la interpretación racional 10gI,ca.InmedIat~~ente, el pensamiento científico apare-
sltúa los hechos en el lugar que les corresponde. En el eje cera como una dIfIcultad vencida, como un obstáculo su-
experiencia-razón y en el sentido de la racionalización se perado.
eI:lcuentra a la vez el riesgo y el éxito. Sólo la razón dina- . , E¿:J_aeducación, la noción obstáculo pedagógico tam-
miza la investigación, pues únicamente ella sugiere más bIen se desconocí1.A menudo me ha sorprendido el he-
allá de la experiencia común (inmediata y artificial) la ~o de que los profesores de ciencias, más incluso que
experiencia científica (indirecta y fecunda,). El esfuerzo los otros, si cabe, no comprenden que no se comprenda.
de racionalidad y de construcción debe retener la aten- Son pocos los que han profundizado en la psicología del
ción del epistemólogo. Podemos ver aquí lo que distingue error, de la ignorancia, de la irreflexión (oo.). Los profe-
el oficio del epistemólogo del historiador de las ciencias. sores de ciencias imaginan que el espíritu empieza como
~t!lhistoriador de las ciencias debe tomar las ideas como una lección, que siempre es posible rehacer una cultura
hechos. El epistemólogo debe tomar los hechos como descuidada repitiendo una clase, que se puede compren-
ideas, introduciéndolos en un sistema de pensamientos. der una demostración repitiéndola punto por punto. No
llIl..hecho mal interpretado por una época queda como han re~lexionado en el hecho de que el adolescente llega
up.hecho para el historiador. A voluntad del epistemólogo a I~ clase de física con conocimientos empíricos ya cons~
es un obstáculo, un contra-pensamiento. ... , truIdos: se trata pues no tanto de adquirir una cultura
Principalmente al profundizar en la noción de obstácu- ~e:r.imental, como de cambiar de cultura experimental,
lo epistemológico daremos todo su valor espiritual a la d~~?~~ar los obstáculos acumulados ya por la vida cotj-
historia del pensamiento científico. Demasiado a menudo dIana. Un solo ejemplo: el equilibrio de los cuerpos que
la preocupación por la objetividad que lleva al historia- notan es objeto de una intuición familiar que es un con-
dor de las ciencias a hacer un repertorio con todos los junto de errores. De un modo más o menos claro se
textos no llega hasta el extremo de medir las variaciones atribuye una actividad al cuerpo que flota, al cu;rpo
psicológicas en la interpretación de un mismo texto. En .que nada. Si intentamos hundir con la mano un pedazo
una misma época, bajo una misma palabra ¡existen con- <de madera en el agua, se resiste. No se atribuye fácilmen-
ceptos tan distintos! Nos engaña que la misma palabra de- t~ la resistencia al agua. A partir de aquí es bastante difí.
signe y explique a la vez. La designación es la misma, la cIl h~cer comprender el principio de Arquímedes en su
sorprendente sencillez matemática si no se ha criticado
ant~s y .d~sorganizado el impuro complejo de las prime- espiritual y preparar una regulación cognito-afectivaindis-
ras mtUIcIOnes.En particular, sin este psicoanálisis de los pensable al progreso del espíritu científico. De un modo
errores iniciales, no se logrará nunca que se comprenda más preciso, descubrir los obstáculos epistemológicos, su-
que el cuerpo que emerge y el cuerpo completamente su- 'pone contribuir a crear los rudimentos de un psicoanáli-
mergido obedecen a la misma ley. s~s de la razón. (Formation, p. 16-19.)
De este modo cualquier cultura científica debe comen-
zar, como explicaremos detalladamente, por una cierta
catarsis intelectual y afectiva. Queda entonces la tarea
más difícil: poner la cultura científica en estado de mo-
v!lización permanente, sustituir el saber cerrado y está-
tICOpor un conocimiento abierto y dinámico, dialectizar
todas las variables experimentales, dar finalmente a la [75] :eI1)a formación de un espíritu científico, el pri-
razón motivos para que evolucione. mer obstáculo es la experiencia primera, la experiencia
Estas advertencias podrían además generalizarse: son 'situada antes y por encima de la crítica que es necesaria-
más visibles en la enseñanza científica, pero encuentran mente un elemento integrante del espíritu científico. Ya
un lugar a propósito de cualquier esfuerzo educativo. A lo q~e la crítica no opera explícitamente, la experiencia pri-
largo de una carrera ya larga y diversa, no he visto nunca mera no puede, en ningún caso, ser un apoyo seguro. Da-
un educador cambiar de método de educación. Un educa- remos numerosas pruebas de la fragilidad de los conoci-
dor no tiene el sentido del fracaso precisamente porque mientos primeros, pero insistimos en oponernos claramen-
se cree un maestro El que enseña manda. Van Monakow te a esta filosofía fácil que se apoya en un sensualismo
y Mourgue han señalado precisamente esta dificultad de más o menos sincero, más o menos romántico y que pre-
reforma en los métodos educativos aduciendo el peso tende recibir directamente sus lecciones de un dat:o claro,
de los instintos en los educadores l. «Hay individuos para seguro, constante, que siempre se ofrece a un espíritu
los que cualquier consejo relativo a los errores educativos perfectamente abierto.
que cometen es completamente inútil ya que estos supues- Ésta es pues la tesis filosófica que mantendremos: el
tos errores sólo son la expresión de un comportamiento espíritu científico debe formarse contra la Naturaleza,
instintivo.» A decir verdad, Van Monakow y Mourgue contra lo que es, en nosotros y fuera de nosotros, el im-
hablan de «individuos psicópatas», pero la relación psi- pulso y la instrucción de la Naturaleza, contra el entu-
cológica entre maestro y discípulo es una relación fácil- .siasmo natural, contra el hecho vistoso y diverso. El es-
mente patógena. El educador y el educado requieren un píritu científico debe formarse reformándose. Sólo puede
psicoanálisis especial. En todo caso, el examen de las instruirse ante la naturaleza purificando las substancias
formas inferiores del psiquismo no debe descuidarse si naturales y ordenando los fenómenos complejos. Incluso
queremos caracterizar todos los elementos de la energía . la psicología se convertiría en científica si se hiciese dis-
cursiva como la física, si se diera cuenta de que en noso-
1. Gérard VARET, Essai de psychologie objective. L'ígnorance et tros mismos y fuera de nosotros, comprendemos la na-
l'irréflexion, París, 1898.
turaleza cuando nos resistimos a ella. Desde nuestro
punto de vista la única intuición legítima en psicología es han al mismo nivel. La cultura científica estaba como
la intuición de una inhibición. Pero éste no es el lugar para aplastada por la cantidad y variedad de libros secunda-
desarrollar esta psicología esencialmente de reacción. nos, mucho más numerosos que los libros de valor. Por
Simplemente queremos señalar que la psicología del es- el contrario es chocante que en nuestros días los libros de
píritu científico que exponemos aquí corresponde a un divulgación científica sean libros relativamente raros.
tipo de psicología que se podría generalizar. . A,,~ridun libro de enseñanza científica moderna: la
Es bastante difícil comprender a primera vista el sen- cle.Ilclaestá presente en relación a una teoría de conjunto.
tido de esta tesis, ya que la educación científica elemen- El carácter orgánico es tan evidente que sería difícil sal-
tal, en nuestros días, ha deslizado entre la naturaleza y el ta,r .capítulos. Apenas acabamos de pasar las primeras
observador un libro bastante correcto, bastante corregi- pagmas, y ya no se deja hablar al sentido común; tam-
do. Los libros de física, pacientemente copiados unos de poco se es~uchan.n~nca las preguntas del lector. Amigo
otros desde hace medio siglo, proporcionan a nuestros lector podna sustltmrse por una advertencia severa: 'Ten
hijos una ciencia muy socializada, muy inmovilizada y cui~ado discípulo! El libro plantea sus propias pregu~tas.
que gracias a la curiosa permanencia del programa de los El lIbro manda.
exámenes universitarios, llega a pasar como natural; pero Abrid un libro científico del siglo XVIII, os daréis cuen-
no lo es en absoluto; ya no lo es. Ya no es la ciencia ta de que está enraizado en la vida cotidiana. El autor
de la calle y de los campos. Se trata de una ciencia elabo- conversa con su lector como un conferenciante de salón.
rada en un mal laboratorio, pero que por lo menos llev~ Enlaza los intereses y las inquietudes naturales. Por ejem~
la .marca feliz del laboratorio. A veces es el sector de la plo, ¿se trata de buscar la causa del trueno? Se hablará
ciudad que proporciona la corriente eléctrica y que apor- al lector del miedo al trueno, se intentará demostrarle
ta así los fenómenos de esta antiphysis en la que Berthe~ que este temor es infundado, se sentirá la necesidad de
lot reconocía la señal de los nuevos tiempos (Cinquante- repetirIe la vieja advertencia: cuando el trueno estalla el
naire scientifique, p. 77); las experiencias y los libros peligro ha pasado, ya que sólo el rayo puede matar. Así
están ahora pues separados en algun sentido de las obser- el libro del abate Poncelet 1 lleva en la primera página la
vaciones primeras. Advertencia: «Al escribir sobre el Trueno, mi intención
No ocurría lo mismo durante el período precientífico, principal ha sido siempre moderar, si era posible, las im-
en el siglo XVIII. Entonces el libro de ciencias podía ser presiones incómodas que este meteoro acostumbra a pro-
un libro bueno o malo. No estaba contl1olado por la ense- vocar en infinidad de personas de cualquier edad de cual-
ñanza oficial. Cuando llevaba la señal de un control se quier sexo, de cualquier condición. ¿A cuántos' he visto
trataba a menudo de una de estas Academias de provin- pasar los días en violentas agitaciones, y las noches en
cia reclutadas entre los espíritus más chismosos y mun- inquietudes mortales?» El abate Poncelet consagra todo
danos. Entonces el libro salía de la naturaleza, se inte- u~ capítulo, que resulta ser el más largo del libro, a refle-
resaba en la vida cotidiana. Se trataba de un libro de XIOnesacerca de terror que causa el trueno. Distingue
divulgación para el conocimiento vulgar, sin el trasfondo cuatro tipos de temores que analiza con detalle. Un lec-
espiritual que convierte a menudo nuestros libros de di- 1. Abbée PONCELET, La Nature dans le formation du Tonnerre et re-
vulgación en libros de altos vueltos. Autor y lector pensa- prcJduction des Etres vivants, 1769.

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tor cualquiera tiene pues algunas posibilidades de encon-
trar en el libro los elementos de su diagnóstico. Este diag- reiríamos de la anfitriona de Goethe que cierra los posti-
nóstico era inútil, ya que la hostilidad de la naturaleza g?S y corre las cortinas para proteger un baile. (Forma-
parecía entonces, de algún modo, como más directa. Nues- ttOn, cap. III, p. 23"25.)
tras principales causas de ansiedad son actualmente cau-
sas humanas. Es del hombre de hoy que el hombre puede
.recibir los mayores sufrimientos. Los fenómenos natura-
\les están desarmados por estar ya explicados. Para hacer [76] Si queremos intentar caracterizar bien la seduc-
comprender la diferencia de espíritu en un siglo y medio ción de la idea de substancia, no debemos temer buscar
de intervalo, preguntémonos si la página que sigue toma- su origen incluso en el inconsciente, donde se forman las
da del Werther de Goethe corresponde aún a una realidad preferencias indestructibles. La idea de substancia es una
psicológica: «Antes del final del baile, los relámpagos, que idea tan clara, tan simple, tan poco discutida, que debe
veíamos brillar desde hacía rato en el horizonte, pero descansar en una experiencia mucho más íntima que
que hasta aquel momento había tomado por destellos de cualquier otra.
calor, aumentaron considerablemente; y el ruido del true- . Partiremos, pues, de algunas observaciones que inme-
no cubrió la música. Tres damas salieron precipitadamen- ?iatamente parecerán exageradas. Nos han sorprendido
te de las filas, sus galanes las siguieron, el desorden se mcluso a nosotros al principio de nuestras reflexiones.
hizo general, y los músicos se callaron ... A estas causas Después, las interminables lecturas que hemos hecho de
atribuyo las extrañas muecas que hicieron varias de es- libros de alquimia, las encuestas psicológicas a las que
tas damas. La más razonable se sentó en un rincón, dando nos hemos podido dedicar a lo largo de una enseñanza
la espalda a la ventana y tapándose los oídos. Otra arro- ya larga y diversa, nos han puesto en presencia de convic-
dillada ante la primera escondía la cabeza entre las ro- ciones substancialistas tan ingenuas que ya no dudamos
dillas de ésta. Una tercera se había deslizado entre sus en hacer del realismo un instinto y en proponer para él
dos hermanas, a las que besaba entre torrentes de lá- un psicoanálisis especial. En efecto, no sólo la convic-
grimas. Algunas querían volver a sus casas; otras todavía ción primera del realismo no se discute, sino que ni si-
más espantadas no tenían suficiente ánimo para defen- uiera se enseña. De tal modo que el realismo puede con
derse contra la temeridad de algunos jóvenes audaces, razón, lo cual para nosotros no es un dato a favor, llamar-
que parecían muy ocupados en recoger de los labios de e la única filosofía innata. Para juzgarlo correctamente,
estas hermosas afligidas los rezos que aterrorizadas, diri- ~
¡hay que superar .incluso el pl~no intelectual y comprender
gían al cielo.. '.)}Creo que parecía imposible incluir este \que la substancIa de un objeto se acepta como un bien
relato en una novela contemporánea. Tanta puerilidad personal. Se toma posesión de él espiritualmente al igual
.acumulada parece irreal. En nuestros días, el miedo al que se toma posesión de una ventaja evidente. Oíd argu-
trueno está dominado. Sólo actúa en la soledad. No pue- mentar a un realista: inmediatamente aventaja a su ad-
de afectar a una sociedad ya que, socialmente, la doctrina versario, porque cree poseer en su lugar lo real, porque
del trueno está completamente racionalizada; las vesanías posee la riqueza de lo real mientras que su adversario,
individuales son s?lo singularidades que se ocultan. Nos hi.jo pródigo del espíritu, corre detrás de sueños vanos.
En su forma ingenua, en su forma afectiva, la certeza del
volumen mínimo, sin debilitar sus virtudes». Todavía en
realista procede de una alegría de avaro. ~ar.a precisar nuestros días, un radiólogo de cada dos no puede evitar
más nuestra tesis, digamos en un tono polemlco: desde decir a su cliente que un pequeño tubo de radio contiene
i un punto de vista psicoanalítico y en los excesos de la mil francos. En otro tiempo los alquimistas conservaban
!. ingenuidad, todos los realistas son avaros. Recíproca.men- su polvo de proyección en un pequeño estuche. Pensaban
'te, y esta vez sin reservas, todos l~s a~ar?s son realIstas. en el oro como en una concentración de virtudes 1. «El
El psicoanálisis que habría que mstItUIr pa~a ~urar del oro ... posee las virtudes dilatadas del Sol encerradas en
substancialismo sería el psicoanálisis del senttmtento del su cuerpo.» De Locques dice también: en el oro, la natu-
tener. El complejo que habría que disolver sería el com- raleza «ha recogido las virtudes como en un infinito» 2.
plejo del pequeño beneficio, que podríamos llamar,. para En esta última expresión vemos claramente que es el in-
ser más breves, el complejo de Harpagón. El complejOdel consciente quien encuentra en el oro la causa ocasional
pequeño beneficio llama la atención en las pequeñas co- de todos sus sueños.
sas que no deben perderse ya que no se ~uelven a e~con- La contradicción íntima entre el pequeño volumen y el
trar si se pierden. De este modo, un objeto pequeno se precio elevado se dobla con otra: la piedra preciosa bri-
guarda con sumo cuidado. El jarrón ~rágil es el que dura lla y se esconde. Tanto es la fortuna ostensible como la
más tiempo. No perder nada es en pnmer lugar una pres- fortuna disimulada, la fortuna del prodigio como la for-
cripción normativa. Esta prescripción se conviert~ a con- tuna del avaro. El mito del tesoro escondido es imposible
tinuación en una descripción; pasa de lo normativo a lo sin esta condensación de bienes. Este mito anima a ge-
positivo. Finalmente, el axioma fundamental del realis:n0 neraciones sucesivas. El padre de Villiers de L'Isle-Adam
no demostrado: nada se pierde, nada se crea, es un dicho buscó durante toda su vida el oro escondido por sus ante-
de avaro. (Formation, cap. VII, p. 131-132.) pasados. Villiers de L'Isle-Adam realizó el deseo de su
padre al escribir AxeZ. Cualquier rareza se localiza «a es-
[77] Ha llegado el momento de marcar con más fuer- condidas». El oro se esconde mientras se esconda el oro.
za más directamente, las alegrías del poseedor y las segu- El mejor es el más oculto. Ciertos alquimistas atribuyen
ridades objetivas que aporta el mantenimi:nto de ciert~s así a la naturaleza un comportamiento de avaro. Thomas
substancias. La piedra preciosa es pequena y su preCIO Sonnet dice, sin pruebas: «la naturaleza escoge y elige
es elevado. Concentra la riqueza. Es apropiada para con- la generación de oro de una mina y cantera particular-
centrar la suave meditación del propietario. Proporciona mente recóndita y oculta en el seno de la Tierra»3.
la claridad de la evidencia al complejo del pequeño bene- De este modo el oro deslumbra y atrae. Pero esta
ficio. Normalmente, el complejo del pequeño beneficio se atracción y este deslumbramiento ¿son metáforas? Lee-
desarrolla a partir de objetos insignificantes: se trata
del complejo de Laffitte recogiendo una aguja ..Pe.r~esta
1. Lettre philosophique. Muy apreciada por los que disfrutan con
desviación no debe engañamos acerca del prmClplO de las Verdades herméticas. París, 1723,p. 47.
la tacañería inteligente: poseer mucho en un volum~,nmí- 2. Nicolás de LOCOUES, Eléments philosophiques de arcanes et du
nimo. Encontramos la necesidad de la concentraclOn .de dissolvant général, de leurs vertus, propriétés et effets, París, 1668,p. 49.
~. Thomas SONNET, Satyre contre les charlatans et pseudo-médecins
los bienes. Malouin da como «una de las grandes ventajas empyriques, París, 1610,p. 194.
de la química, el reducir a veces los medicamentos a un
mos en la Chimie médicinale de Malouin, impresa en plantas, los corazones y las semillas. Es la fuente de cual-
1755(t. II. p. 5): «He notado en el Jardín Real una cierta quier impulso, de cualquier fermentación, de cualquier
alegría pintada en la cara de los oyentes, a la vista del oro crecimiento, ya que «se repele a sí mismo». En esta obra,
que les ponían ante los ojos, antes de disolverlo.» Yo mis- podemos sorprender fácilmente la intuición de una in-
mo he hecho a menudo la misma observación: cuando tensidad de algún modo indefinida, inagotable, mediante
en tiempos de escolares acabábamos de disolver la hoja la que el autor condensa un valor vital sobre un material
de oro en agua de cloro, me planteaba preguntas, escrú- infinitamente pequeño. Sin ninguna prueba, sólo por el
pulos. ¿Se perderíaJ la hoja de oro? Esta muerte de una simple atractivo de una afirmación valorizadora, el autor
riqueza perfecta, de una riqueza indiscutida daba a la atribuye un poder sin límites a algunos elementos. Se
clase un instante dramático. Ante este interés apasionado trata incluso de un signo poder escapar a la experiencia.
nos explicamos más fácilmente que Malouin continúe «La materia muerta es inerte y sin forma orgánica, la
afirmando con toda tranquilidad que (p. 6) «el oro (lla- materia viva un millón de veces más ténue que la mo-
mado Mathiole sobre Dioscoride) tiene una cierta virtud lécula más pequeña de materia muerta, que el mejor
de atracción por la que aligera los corazones de los que microscopio, nos permita distinguir ... » Podemos buscar
lo miran.» No se trata de un simple recurso a la erudi- en el enorme tratado del conde de Tressan, no encontra-
ción ya que Malouin dice por su cuenta: «el oro fortalece remos nada para demostrar esta pequeñez, ni nada que
maravillosamente el corazón». De este modo este buen permita legitimar esta substancialización de un impulso
químico del siglo XVIII pasa insensiblemente de la alegría vital. Aquí sólo hay, una vez más, las metáforas seductoras
pintada en el rostro, signo de un consuelo ambiguo, a de la vida. No se trata de una intuición de un único au-
una acción tónica positiva sobre la más noble de las tor. El conde de La Cépede escribe como un axioma en
vísceras. Un paso más y si nos atrevemos, digerirá su 1781: «La expansibilidad no puede convenir de ninguna
alegría para recordamos que la dirección es el signo manera a la materia muerta» 1. Todo impulso es vital.
de la más suave y segura de las posesiones. Malouin es- La vida marca las substancias que anima de un valor
cribe efectivamente: el oro es «un buen remedio para la indiscutido. Cuando una substancia deja de estar anima-
disentería». (Formation, p. 138-139.) da, pierde algo esencial. Una materia que abandona un
ser vivo pierde propiedades importantes. «La cera y la
seda se encuentran en esta situación, ambas son inelectri-
ficables. Para llevar más lejos este razonamiento, la cera
[78] La palabra vida es una palabra mágica. Es una y la seda sólo son efectivamente, excrementos de cuerpos
palabra valorizada. Cualquier otro principio palidece que han estado vivos» (p. 13.) (Formation, cap. VIII, p.
cuando se puede invocar un principio vital. El libro del 154-155.)
conde Tressan (2 tomos de 400 páginas cada uno) estable-
ce una síntesis que reúne a todos los fenómenos en la
intuición única de una materia viva que manda sobre
una materia muerta. El fluido eléctrico como materia ~1. Conde de LA CÉPEDE,Essai sur l'électricité naturelle et artifidelle,
viva anima y mueve todo el universo, los astros y las 2 vol., París, 1781, t. 11. p. 32.

_~ ...A
¡Ahí tenemos al taumaturgo en toda su gloria! Vea-
mos ahora la derrota que nos permitirá ver la ambiva-
[79] Un psicoanálisis completo del inconsciente cien- lencia exacta de una valentía tan mal empleada. «Pero
tífico debería iniciar un estudio de los sentimientos más cuando quise hacer lo mismo en Lyon por última vez ...
o menos inspirados por la libido. En particular habría en vez de que el sapo muriera, fui yo quien creyó morir.
que examinar la voluntad de poder que la libido ejerce El animal después de intentar salir inútilmente, se volvió
sobre las cosas, sobre los animales. Se trata, sin duda hacia mí; e hinchándose extraordinariamente y levantán-
de una desviación de la voluntad de poder, que en toda su dose sobre sus cuatro patas, soplaba impetuosamente sin
plenitud es una voluntad para dominar a los hombres. moverse de sitio, y me miraba sin apartar los ojos, que
Esta desviación es quizás una compensación. En cualquier veía enrojecer e inflamarse por momentos; me cogió de
caso, es muy aparente ante representaciones consideradas repente una debilidad general, que me hizo desmayar, me
como peligrosas. Sólo aportaremos un ejemplo que nos llenó de un sudor frío y una evacuación de hez y orines.
parece requiere un psicoanálisis especial. Se trata del caso Me creyeron muerto. Sólo tenía Theriaque y polvos de
de un orgullo vencido, de una fuerza ostensible, símbo- víbora, de los que me dieron una gran dosis que me hizo
lo de una impotencia latente. Veremos a un orgulloso tau- volver en sí; y continué tomándolos mañana y noche du-
maturgo caído en su propia trampa. rante los ocho días que me duró la debilidad. No quiero
La vista de ciertos objetos, de ciertos seres vivos, está citar todos los efectos notables que este animal puede
cargada de tal masa de afectividad que sería interesante provocar.»
sorprender los desfallecimiento s de los espíritus fuertes Nos parece que esta página da un buen ejemplo de
que se vanaglorian de estudiarlos. He aquí un relato di- esta conctetización del miedo que afecta a tantas cultu-
vertido del abate Rousseau 1 (p. 34.) «Van Helmont dice ras precientíficas. La valoración de los polvos de víbora
que si ponemos un sapo en una vasija lo bastante honda se hace en parte a partir de un miedo vencido. El triunfo
para que no pueda salir y si 10 miramos fijamente, una sobre la repugnancia y el miedo bastan para valorizar el
vez el animal ha hecho todos los esfuerzos para saltar objeto. El medicamento se convierte en un trofeo. Puede
fuera de la vasija y salir, se gira os mira fíjamente, y po- perfectamente ayudar a un rechazo y este rechazo, mate-
cos momentos después cae muerto. Van Helmont atribuye rializado de alguna manera, puede ayudar al inconsciente.
este efecto a una idea de miedo terrible que el sapo con- Llegaríamos fácilmente a la doctrina que dice que hay
cibe al ver al hombre. Debido a la atención prolongada, que cuidar tontamente a los tontos y que el inconsciente
se excita y se exalta hasta el punto de ahogar al animal. necesita descargarse mediante procedimientos grosera·
Lo he realizado cuatro veces y encuentro que Van Hel- mente materialistas, groseramente concretos. (Formation,
mont tenía razón. Una vez, cuando en Egipto realicé esta cap. X, p. 207~209.)
experiencia por tercera vez ante un turco, gritó que yo era
un santo al matar con mi vista un animal que creen pro- [80] Se dirá además que todas las metáforas están .
ducido por el diablo ...» gastadas y que el espíritu moderno, debido a la propia
movilidad de las metáforas ha triunfado sobre las seduc-
ciones afectivas que ya no impiden el conocimiento de los
figurada y la experiencia qUlmlca. Por el contrario un
objetos. Así pues si queremos examinar bien lo que ocu- psicoanalista no tendrá dificultad en descubrir la fuente
rre en un espíritu en formación, situado ante una nueva exacta de la convicción.
experiencia, nos sorprenderíamos al encontrar en primer Si supiéramos provocar las confidencias acerca del es-
lugar, pensamientos sexuales. De este modo es muy sinto- tado de ánimo que acompaña los esfuerzos de conoci-
mático que una reacción química en la que entran en jue- miento objetivo, encontraríamos muchos de esta simpatía
go dos cuerpos distintos sea inmediatamente sexualizada, tan sexual para ciertos fenómenos químicos. Así Jules
a veces de un modo atenuado, por la determinación de Renard transcribe, en su Journal (1, p. 66), el siguiente
uno de los cuerpos como activo y del otro como pasivo. sueño relacionado evidentemente con sus recuerdos de
Enseñando química, he podido constatar que, en la reac- escolar: «Hacer un idilio con el amor de dos metales.
ción del ácido y de la base, la casi totalidad de los alum- Primero se les vio inertes y fríos entre los dedos del pro-
nos atribuyen el papel activo al ácido y el pasivo a la fesor, luego bajo la acción del fuego, se mezclaron, se im-
base. Profundizando un poco en el inconsciente, no tar- pregnaron mutuamente y se identificaron en una fusión
damos en apercibimos de que la base es fenemina y el absoluta, como nunca conseguirán los amores más violen-
ácido masculino. El hecho de que el producto sea una tos. Uno de ellos empezaba a ceder, se licuaba por un ex-
sal neutra provoca algún efecto psicoanalítico. Boerhaave tremo, se convertía en gotas blanquecinas y chisporro-
habla todavía de sales hermafroditas. Estos puntos de fieantes ... » Estas páginas son muy claras para un psico-
vista son verdaderos obstáculos. Así pues, la noción de sa- analista. Lo son menos para una interpretación realista.
les básicas es una noción más difícil de admitir, en la Efectivamente, es muy difícil determinar la realidad que
enseñanza elemental, que la noción de sales ácidas. El i vio Jules Renard. Apenas se hacen aleaciones en la ense-
ácido ha recibido un privilegio explicativo por el solo ñanza elemental y los metales no ceden tan fácilmente
hecho de haber sido planteado como activo respecto a la licuándose por un extremo. Aquí pues, se cierra el camino
base. ¡de la interpretación objetiva y se abre el camino de la in-
He aquí un texto del siglo XVII que nos puede llevar kerpretación psicoanalítica. Es bastante más picante ver
a las mismas conclusiones. «El ácido se fermenta con ál· como un irónico tan poco hábil disimula sus deseos y sus
cali, ya que una vez ha introducido su pequeña punta, costumbres de colegial. (Formation, cap. X, p. 195-196.)
en alguno de sus poros, y sin haber perdido todavía su
movimiento, hace esfuerzos para empujar más allá. Por
este medio, amplía las partes, de modo que el poco ácido
que hay en el álcali, al no encontrarse ya tan apretado, se
une a su liberador, para sacudir conjuntamente el yugo
que le había impuesto la naturaleza.» Un espíritu cientí-
fico, que sea de formación racionalista o de formación a) Una simple palabra
experimental, geometra o químico, no encontrará en esta
página ningún elemento de reflexión, ninguna pregunta [81] Ahora tomaremos la simple palabra esponja y
sensata, ningún esquema descriptivo. Ni siquiera puede veremos cómo permite expresar los fenómenos más va·
;criticarla, de tanta distancia que hay entre la explicación


riados. Estos fenómenos se expresan, creemos explicados. ciera por su estructura a los cuerpos esponjosos, y que
Se reconocen, creemos conocerlos. En los 'fenómenos de- fuera de los que el agua puede penetrar, que pueden em-
signados por la palabra esponja el espíritu no es el enga- paparse, y dejaremos de sorprendemos de que el aire
ño de una fuerza substancial. La función de la esponja es que está contenido en el agua, ya no se puede comprimir:
de una evidencia clara, hasta tal punto que no sentimos la y ocupa poco espacio. Si envuelvo una esponja con alguna
necesidad de explicarla. Explicando los fenómenos con membrana que el agua no pueda traspasar y mantengo
la palabra esponja, no tendremos pues la impresión de esta esponja sumergida en el agua, mediante algún hilo
caer en un substancialismo oscuro; tampoco tendremos atado al fondo de la vasija, la esponja será entonces tan
la impresión de hacer teorías ya que esta función es muy comprimible como lo era en medio del aire.
experimental. A la esponja corresponde pues un denkmit- »Si con un pistón, u otra cosa, comprimido el agua, ésta
tel del empirismo ingenuo. bajará y la esponja se verá obligada a ocupar mucho me-
Dirijámonos inmediatamente a un autor importante nos volumen, sus partes se verán obligadas a situarse en
remitiéndonos a un artículo de Réaumur aparecido en las los vacíos que tienden a conservar entre sí, el agua ocu-
Memoires de l'Académie royale des Scíences en 1731 pará el espacio abandonado por las partes de la esponja.
(p. 281): «Es una idea bastante corriente mirar el aire Dejemos de presionar el agua, la esponja recobrará su
como si fuera algodón, lana, esponja y mucho más es- primitivo estado ... Si seguidamente quitamos a la esponja
ponjoso aún'de lo que son los demás cuerpos o conjuntos la envoltura con la que la habíamos cubierto, el agua po-
de cuerpos a los que podemos compararlos. Esta idea es drá introducirse en su interior; démosle tiempo para que
apropiada para explicar porque se deja comprimirconsi- ocupe todos los vacíos que hay entre los hilos esponjosos,
derablemente por los pesos, porque puede también enra- y después si todavía disponemos del pistón para compri-
recerse mucho, y aparecer en un volumen que sobrepasa mir el agua, nos encontraremos con que no cederá, como
considerablemente aquel con que lo habíamos visto an- hizo la primera vez, o que cederá muy poco. La esponja
tes.» Provistos de estos pertrechos metafórico s, Réaumur se ha convertido en incomprimible, o casi incomprimible;
responderá a Mariotte que había aclarado algo al asimilar sus partes apretadas ya no encontrarán espacios vacíos
el fenómeno de la disolución del aire en el agua a la diso- en los que situarse, el agua los ha llenado; la que se ha
lución de una sal. Pienso, dice Réaumur (p. 382), «que introducido detiene el esfuerzo de la que tiende a sacada.
Mariotte ha llevado su suposición más lejos de lo necesa- Si el aire puede, como la esponja, ser penetrado por el
rio; me parece que en vez de suponer que el agua puede agua, si ésta puede llenar los vacíos que hay entre sus par-
disolver el aire, disolución que por otra parte es difícil tes, el aire deja de ser comprimible.»
de concebir, si nos contentamos con suponer que puede Sentimos la necesidad de disculpamos ante el lector
penetrarlo, mojarlo, tenemos todo lo necesario para dar por haber copiado esta cita interminable, esta cita tan
razón de los fenómenos que debemos explicar aquÍ». Si- mal escrita de un célebre autor. Pero le hemos ahorrado
. guiendo con detalle la explicación de Réaumur, compren- muchas otras, del mismo estilo, en las que Réaumur ex-
deremos perfectamente lo que es una imagen gneralizada, plica sin fin los fenómenos por el carácter esponjoso. Ne-
expresada en una sola palabra, leitmotiv de una intuición cesitábamos, sin embargo un ejemplo un poco largo en el
sin valor. «Continuemos mirando el aire como si se pare- que'la acumulación de imágenes c~ntraría evidentemente

_________ Ah.· .-oíl


a la razón, en el que lo concreto reunido sin precaución bi:ra .e~tre las partes de agua una repulsión mutua que
obstaculiza la visión abstracta y clara de los problemas comcIdIera con la atracción de la esponja. Precisamente
reales. éste es el caso en el que se encuentran la materia eléc-
A continuación, Réaumur afirma que el dibujo pro- trica y la materia común». Todos estos detalles, todas
puesto sólo es un bosquejo, que podemos dar natural- estas suposiciones, todos estas imágenes llenas de arre-
mente a las «esponjas del aire» formas extremadamente pentimientos nos muestran claramente que Franklin in-
distintas a la esponja ordinaria. Pero todo su pensamien- tenta explicar las experiencias eléctricas en la experiencia
to se basa en esta imagen, no puede salir de su primera primitiva de la esponja. Pero Franklin sólo piensa en el
.intuición. Cuando quiere borrar la imagen, la función de plano de la esponja. La esponja es para él una verdadera
, la imagen subsiste. De este modo Réaumur se niega a de- categoría empírica. Quizás en su juventud, se había ma-
cidir sobre la forma de «los granos de aire». Sólo recla- ravillado ante un objeto tan simple. Suele suceder. A me-
ma para su explicación, una cosa (p. 286), «que el agua nudo he sorprendido niños muy interesados por un pa-
pueda penetrar en los granos de aire». Dicho de otro pel secante que «embebe» una mancha.
modo, está dispuesto en resumidas cuentas, a sacrificar Naturalmente, si nos dirijimos a autores subalternos,
la esponja, pero quiere conservar la espongiosidad. Ésta la aplicación será más rápida, más directa, a ser posible
es la prueba de un movimiento pura y simplemente lin- menos controlada. Entonces la imagen explicará automá-
güístico, que al asociar a una palabra concreta una pala- ticamente. En una disertación del P. Béraut, encontra-
bra abstracta, cree haber hecho avanzar el pensamiento mos condensada esta explicación doble; los cristales y
. Una doctrina de abstracción coherente necesita despegar- materias cristalizables son «esponjas de luz ya que la
garse más de las imágenes primitivas. materia que hace la luz los penetra; por el mismo motivo
Quizás veamos mejor el carácter metafórico deficiente podemos decir que todos son esponjas de materia eléc-
de la explicación por la esponja si nos acercamos a casos trica». Lémery llamaba «esponja de luz» a la piedra de
en los que esta explicación esté propuesta por fenómenos Bologne con algo más de precisión ya que esta piedra fos-
menos inmediatos. Así, Franklin escribe 1: «La materia forescente tiene, después de estar expuesta al sol, una
común es una especie de esponja para el fluido eléctrico cierta cantidad de «materia luminosa» que luego se derra-
una esponja no recibiría agua, si las partes de agua no ma. Con igual rapidez en tres líneas Marat explica el en-
fueran menores que los poros de la esponja; sólo la re- friarp.iento de un cuerpo caliente sumergido en el aire o
cibiría muy lentamente; si no existiera una atracción mu- en el agua 1: «Aquí el agua y el aire sólo actúan como es-
tua entre sus partes, y las partes de la esponja; ésta se ponjas; ya que un cuerpo sólo enfría a otro al tocarlo si
empaparía más rápidamente, si la atracción recíproca absorbe el fluido ígneo que se escapa».
entre las partes de agua no opusiera obstáculo, ya que Esta imagen tan clara puede hacerse más confusa y
debe haber alguna fuerza que las separe; por último la complicada CUándose aplica. Así el abate de Mangin dice
absorción sería muy rápida si en vez de atracción hu-
1. MARAT, doctor en medicina y médico de los guardias de corps de
1. Benjamin FRANKLIN, Experiences et observations sur l'électricité, monseñor el conde d'Artois, Découvertes sur le Feu, l'Electricité et la
comunicadas en varias cartas a P. Collinson de la Soco Roy, de Londres, Lumipre, constatés par une surte d'experiences nouvelles, París, 1779,
p. 31.
trad. París, 1752,p. 135.
esto no debe llevamos a abandonar dicha imagen. La
brevemente 2: «El hielo al ser una esponja de agua espe-
conservamos por un aspecto, y basta. La confianza de
sada y helada por la retirada del fuego, tiene una am-
Desca~es e~ !a claridad. de la imagen de la esponja es
plitud para recibir fácilmente todo lo que se le presente.»
muy. smtomatIca de esta Impotencia para instalar la duda
Parece que, en este último caso, asistamos a la interiori-
al mvel de los detalles del conocimiento objetivo, para
zación del carácter esponjoso. Este carácter es aquí una
"desarrollar una duda discursiva que desarticulase todos
aptitud para recibir, para absorber. Encontraríamos fácil-
los lazos de lo real, todos los ángulos de las imágenes. La
mente ejemplos con los que llegaríamos insensiblemente
duda general es más fácil que la duda partieular.« Y no
a las intuiciones substancialistas. La esponja tiene enton-
debemos dudar que si el enrarecimiento no se hace como
ces una fuerza secreta, una fuerza primordial. Para el cos-
digo, aunque no percibamos con ninguno de nuestros sen-
mopolita: «La Tierra es una esponja y el receptáculo de
t~dos el cuerpo que llena (los poros de un cuerpo enrare-
los demás elementos.» Un comadrón llamado David con-
CIdo), porque no hay ninguna razón que nos obligue a
sidera útil esta imagen: «La sangre es una especie de
creer que debamos apercibir con nuestros sentidos todos
esponja impregnada de fuego.» (Formation, cap. IV, p.
los ~uerpos que nos rodean, y veamos que es muy fácil
74-76.)
explIcado de esta manera, y que es imposible concebido
de otra.» En otras palabras: una esponja nos muestra
b) La física oartesiana: una metafísica de la esponja la espongosidad. Nos muestra como una materia parti.
c,,!,lar«se llen~» con otra materia. Esta lección de la ple-
[82] Podemos encontrar ejemplos en los que gran-
nttud heterogenea basta para explicado todo. La meta-
des pensadores se quedan bloqueados, para decido de
algún modo, en la imagen primera. Poner en duda la cla-
I física del espacio en Descartes es la metafísica de la es-
I ponja. (Formation, cap. IV, p. 78-79.) .
ridad y la distinción de la imagen que nos ofrece la
esponja, es para Descartes, sutilizar sin razón las explica-
ciones (Principies, Il). «No sé porqué, cuando se ha que-
rido explicar como un cuerpo se enrarece, se ha preferi-
do decir que era debido al aumento de cantidad que
a) Substancializaeión
utilizar el ejemplo de esta esponja.» Dicho de otro modo,
la imagen de la esponja es suficiente en una explicación [83] El fuego es quizá el fenómeno que más ha preo-
particular, de modo que se puede emplear para organi- cupado a los químicos. Durante mucho tiempo se creyó
zar experiencias diversas. ¿Por qué buscar más lejos? que resolver e~ enigma del fuego era resolver el enigma
¿Por qué no pensar siguiendo este tema general? ¿Por qué central del Umverso. Boerhaave que escribió hacia 1720
no generalizar lo que es claro y sencillo? Expliquemos dice todavía 1: «Si os equivocáis en la exposición de la
pues los fenómenos simples, exactamente como se aclara naturaleza del fuego, vuestro error se extenderá a todas
una idea compleja descomponiéndola en ideas simples. las ramas de la física, debido a que en todas las produc-
Aunque los detalles de la imagen lleguen a borrarse,
1. BOERHAAVE, Eléments de Chimie, trad., 2 vol., Leide, 1752, t.
2. Abate de MANGIN, Question nouvelle et intéressante sur l'électri· 1, p. 144.
cité, París, 1749, p. 38.


ciones naturales el fuego... es siempre el agente principal.» tudiarlas aquí mezcladas. Cuando hemos podido avanzar
Medio siglo después, Scheele recuerda por un lado 1: «Las en el análisis, ha sido precisamente gracias a las ideas
innumerables dificultades que presentan las investigacio- científicas, que poco a poco, han permitido distinguir
nes sobre el fuego. Quedamos asombrados al pensar en los errores. Pero el fuego no ha encontrado, como la elec-
los siglos que se han sucedido, sin llegar a adquirir más tricidad, su ciencia. Se ha quedado en el espíritu pre-
conocimientos sobre verdaderas propiedades.» Por otra científico como un fenómeno complejo que se relaciona
parte: «Algunas personas caen en el error opuesto, al a la vez con la química y con la biología. Debemos con-
explicar la naturaleza y los fenómenos del fuego con . servar al concepto de fuego el aspecto totalizador que
tanta facilidad, que parece como si no existan dificulta- corresponde a la ambigüedad de las explicaciones que van
des. ¿Pero qué obj€;écionespodemos hacerles? Tan pron- alternativamente de la vida a la substancia, en intermina-
to el calor es el fuego elemental, como un efecto del fue- bles movimientos recíprocos para dar cuenta de los fenó-
go: en un lugar la luz es el fuego más puro y un elemento menos del fuego.
o bien, ya se ha extendido a lo largo de todo el globo, y El fuego puede entonces servimos para ilustrar las
el empuje del fuego elemental le comunica su movimien- tesis que hemos expuesto en nuestro libro sobre La for-
to directo; en otros casos, la luz es un elemento que po- mation de l'esprit scientifique, especialmente por las ideas
demos encadenar mediante el ácidum pingüe, y que la ingenuas que de él nos formamos, da un ejemplo del
dilatación de este supuesto ácido libera, etc.» Estas vaci- obstáculo substancialista y del obstáculo animista que
laciones tan bien indicadas por Scheele, son muy sinto- dificultan uno y otro el pensamiento científico.
máticas de la dialéctica de la ignorancia que va de la En primer lugar mostraremos casos en los que las
oscuridad a la ceguera y que tranquilamente toma los afirmaciones substancialistas se presenten sin las más
términos del problema por su solución. Ya que el fuego mínimas pruebas. El R. P. Castel no pone en duda el rea-
no ha podido revelar su misterio, se le toma como causa lismo del fuego': «Los colores negros en pintura son
universal: entonces todo se explica. Cuando más inculto generalmente producto del fuego, y el fuego deja siem-
es un espíritu precientífico, mayor es el problema que pre algo corrosivo y ardiente en los cuerpos que han
elije. De este gran problema hace un pequeño libro. El recibido su viva impresión. Algunos pretenden que son
libro de la marquesa de Cha.telet tiene 139páginas y trata las partes incandescentes, y de un fuego verdadero, las
del fuego. que quedan en la cal viva, en las cenizas, en los carbones,
En los períodos precientíficos, es pues muy difícil en los humos.» Nada legitima esta permanencia subs-
circunscribir un tema de estudio. Para el fuego, más que tancial del fuego en la materia colorante, pero vemos
para otros fenómenos, las concepciones animistas y las cómo trabaja el pensamiento substancialista: lo que ha
concepciones substancialistas se mezclan de un modo recibido el fuego continúa quemando y corroyendo.
inextrincable. Si en nuestro libro general 2 hemos podido A veces la afirmación substancialista se presenta con
analizar separadamente estas concepciones, debemos es- una pureza tranquila, despojada por completo de cual-
quier prueba e incluso de cualquier imagen. De este
1. Charles-Guillaume SCHEI!LB, Traité chtmique de l'air et du feu"
trad., París 1781.
2. Se trata de La formación del espíritu científico (D. L.)

~-_._-----_
..••.
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siglo XVIII 1 «En la paja y el papel, la flogística integran-
modo, Ducarla escribe 1: «Las moléculas selladas... ca- te es muy rara, mientras que abunda en el carbón de
lientan porque son; y son porque fueron... esta acció~ tierra. Sin embargo las dos primeras substancias llamean
no se acaba hasta que falta el ser.» El carácter tautolo- con la primera aproximación del fuego, mientras que la
gico de la atribución substancial queda aquí particular- última tarda mucho rato en quemar. No podemos expli-
mente claro. La broma de Moliere acerca de la virtud car esta diferencia de efectos, sin reconocer que la flogís-
adormecedora del opio que hace dormir, no impide a u;n tica que integra la paja y el papel, aunque más rara que
autor importante, que escribe a fines del siglo XVIII, .decIr la del carbón de tierra, está menos concentrada, más dise-
que la capacidad calorífica del calor tiene la propIedad ~ minada, y por consiguiente es más susceptible de un de-
de calentar. (Psychanalyse, cap. V, p. 104-107.) sarrollo rápido.» De este modo una experiencia insig-
níficante como la del papel rápidamente inflamado se
b) Valorizaeión explica en intensidad, por un grado de concentración subs-
tancial de la flogística. Debemos subrayar aquí esta nece·
[84] Para muchas mentes, el fuego tiene tal valor sidad de explicar los detalles de una experiencia primera.
que nada limita su imperio. Boerhaave prete~de no ~~cer Esta necesidad de explicación minuciosa es muy sintomá-
ninguna suposición sobre el fuego, pero comIenza dIcIen- tica en los espíritus no científicos que pretenden no des-
do sin la menor vacilación, que «los elementos del fuego cuídar nada y dar cuenta de todos los aspectos de la ex-
se' encuentran en todas partes; se encuentran en el oro, periencia concreta. La vivacidad de un fuego propone así
el más sólido de los cuerpos conocidos, y en el vacío de falsos problemas: ¡Marcó tanto nuestra imaginación en
Torricelli» 2. Para un químico al igual que para un filóso- nuestra infancia! El fuego de paja queda, para el incons-
fo, para un hombre instruido al igual que para un soña- ciente, como un fuego característico.
dor, el fuego se substantifica tan fácilmente que s~ puede Es particularmente interesante, para un psicoanálisis
ligar tan bien con lo vacío como con lo lleno. Sm duda del conocimiento objetivo, ver cómo una intuición car-
la física moderna reconocerá que el vacío está atravesado gada de afectividad, como la intuición del fuego se ofre-
i por mil radiaciones de calor radiante, pero no hará de es- cerá para explicar nuevos fenómenos. ~ste fue el caso en
tas radiaciones una cualidad del espacio vacío. Si se pro- el momento en que el pensamiento precientífico intentó
duce una luz en el vacío de un barómetro que agitamos, explicar los fenómenos eléctricos.
el espíritu científico no llegará a la conclusión de que el La prueba de que la fluidez eléctrica es sólo el fuego
vacío de Torricelli contenía fuego latente. no es difícil si nos contentamos con seguir la seducción
La substancialización del fuego concilia fácilmente los de la intuición substancialista. Así pues el abate de Man-
caracteres contradictorios: el fuego podrá ser vivo y rá- gin se convence pronto 2: «En primer lugar, la materia
pido bajo formas dispersas; profundo y durable bajo eléctrica se encuentra en todos los cuerpos bituminoso s
formas concentradas. Bastará con invocar la concentra-
ción substancial para rendir cuentas de los más diversos 1. CARRA, Dissertation élémentaire sur la nature de la lumiere, de
aspectos. Para Carra, autor citado a menudo a fines del la chaleur du feu et de l'electricité, Londres, 1787, p. 50. .
2. Abate de MANGIN, Question nouvelle et intéressante sur l'électn-
1 DUCARLA, lococit., p. 4. cité¡ 1749, pp. 17, 23, 26.
2: BOERHAAVB, Eléments de chimie, t. I. p. 145.
y su1furosos, como el cristal y los guisantes, igual que el ción que lleva a negar un carácter es muy curiosa. No ve-
trueno extrae los suyos de los betunes y azufres atraídos mos porqué se necesita una conclusión. Parece que esta
por la acción solar.» Además, no es necesario mucho más conclusión venga a interrumpir simplemente un sueño
para demostrar que el cristal contiene fuego y para si- que se desarrollaba tan fácilmente, cuando bastaba sólo
tuado en la categoría de los azufres y los guisantes. Así con acumular sinónimos.
pues para el abate Mangin «el olor a azufre que (el cris- Después de reconocer que las chispas eléctricas que
tal) extiende cuando al ser frotado se rompe (es la prueba salen del cuerpo humano electrizado inflamaban el aguar-
concluyente) de que los betunes y los aceites dominan en diente, se produjo un verdadero asombro. ¡El fuego eléc-
él». ¿Es necesario recordar la vieja etimología, siempre trico era un verdadero fuego! Winckler subraya «un acon-
activa, en el espíritu precientífico, que pretendía que el tecimiento tan extraordinario». Efectivamente no vemos
vitriolo corrosivo fuese aceite. de cristal? como este «fuego», brillante, caliente, inflamable, puede
La intuición de interioridad, de intimidad, tan fuerte- estar contenido sin la menor incomodidad, en el cuerpo
mente ligada a la intuición substancialista aparece aquí humano. Un espíritu tan preciso, tan meticuloso como
con una ingenuidad tanto más sorprendente por cuanto WinckIer no pone en duda el postulado substancialista
pretende explicar fenómenos científicos bien determina- y de esta ausencia de crítica filosófica nacerá el falso pro-
dos. «Dios ha encerrado el fuego principalmente en los blema 1: «Un fluido no puede encender nada, a menos
aceites, los betunes, las gomas, las resinas, como en tan- que contenga partículas de fuego.» Ya que el fuego sale
tos otros estuches capaces de sujetado». Una vez some- del cuerpo humano, antes estaba oontenido en el cuerpo
tidos a la metáfora de una propiedad substancial ence- humano. Hay que señalar con qué facilidad se acepta esta
rrada en un estuche, el estilo se llenará de imágenes. Si inferencia por un espíritu precien tífico que sigue, con-
el fuego eléctrico «pudiera insinuarse en las cámaras de vencido, las seducciones que hemos denunciado en los
las pequeñas pelotas de fuego, que llenan el tejido de los capítulos precedentes. El único misterio, es que el fuego
cuerpos eléctricos; si pudiera desatar esta multitud de inflama el alcohol en el exterior, mientras que no inflama
pequeñas bolsas que tienen fuerza para retener este fuego los tejidos internos. Esta inconsecuencia de la intuición
escondido, secreto e interno, y unirse entre sí, entonces realista no lleva sin embargo a reducir a realidad del fue-
estas parcelas de fuego separadas, sacudidas, comprimi- go. El realismo del fuego está entre los más indestructi-
das, desmandadas, asociadas, violentamente agitadas, co- bles. (Psychamalyse, cap. V, p. 115-116.)
municarían al fuego eléctrico una acción, una fuerza, una
velocidad, una aceleración, una furia, que desuniría, rom-
pería, abrasaría, destruiría el compuesto». Pero como esto
es imposible, los cuerpos, al igual que la resina, eléctri-
cos por sí mismos, deben conservar el fuego encerrado
en sus pequeños estuches, no pueden recibir el fuego por
comunicación. Ésta es pues, en imágenes cargadas de ver-
balismo, la explicación prolija del carácter de los cuerpos 1. WINCKLER, Essai sur la nature, les effets et les causes de l'électri-
que son malos conductores. Por otra parte esta explica- cité, trad., París, 1748, p. 139.
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[85] Una de las objecione~ más comunes de los
continuistas de la oultura nos lleva a evocar la continui-
dad de la historia. Al hacerle un relato continuo de los
acontecimientos, se cree poder revivir fácilmente dichos
acontecimientos, en la continuidad del tiempo y se da
insensiblemente a cualquier historia la unidad y la con-
tinuidad de un libro. Se difuminan las dialécticas bajo
una sobrecarga de acontecimientos menores. Y en lo que
concierne a los problemas epistemológicos que nos ocu:-
pan, no se aprovecha la extraordinaria sensibilidad dia-
léctica que caracteriza la historia de las ciencias.
Los continuistas se complacen además en reflexionar
sobre los orígenes, permanecen en la zona de elementali-
dad de la ciencia. Los progresos científicos fueron lentos,
muy lentos en un principio. Cuando más lentos, más con-
tinuos aparecen. Y como la ciencia surge lentamente del
cuerpo de conocimientos comunes, se cree tener la cer-
tidumbre definitiva de la continuidad del saber común
y del saber científico. Éste es en suma el axioma episte-
mológico planteado por los continuistas: ya que los ini-

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cios son lentos los. progresos son continuos. El filósofo radioelementos artificiales pasó de 3 a 300. Esta extraor-
no va más allá. Cree inútil vivir los nuevos tiempos, los dinaria proliferación de la ontología materialista no pue-
tiempos en los que precisamente los progresos científicos de apreciarse en su justo valor desde fuera. Por ello el
estallan por todas partes, haciendo «estallar» necesaria- filósofo no se sorprende de este desarrollo asombroso.
mente la epistemología tradicional. Lee y relee generalidades que condenan la técnica. Y no
Para legitimar esta noción de «estallido», veamos re- presta ninguna atención al carácter eminentemente desin-
ferencias y hechos. teresado de ciertas investigaciones técnicas, no ve su
Riezler al referirse a los 600 isótopos descubiertos o belleza intelectual, permanece insensible a la armonía
creados por el hombre en una sola década encuentra en que aparece en esta multiplicación de seres bien ordena-
ellos, precisamente, una especie de evolución explosiva, dos. Deshumaniza así un esfuerzo prodigioso del espíritu
eine stür'mische Entwicklung 1. humano, el propio esfuerzo de la ciudad científica ante
Un descubrimiento como el de Joliot-Curle enunciado un mundo que hay que crear con una extraordinaria no-
en estas dos simples líneas: vedad.
En mayo de 1948 (este mes tiene ahora una realidad
Am + OG ~ *pig +"n¡r en la bibliografía científica), F. B. Moon escribiendo el
prólogo para el libro Artificial radioactivity aparecido en
. *pfg ~ sii~+ e+¡r Cambridge en 1949,se disculpa por no poder dar la lista
completa de los cuerpos provistos de radioactividad arti-
altera, en algunas semanas, todo un sector de la ciencia ficial. Añade: «Se está avanzando tan rápidamente en el
de la materia. Jean Thibault ha señalado también la im- tema que estas listas se convierten rápidamente en incom-
portancia de este descubrimiento resumido en dos líneas. pletas.» La ciencia de la materia aumenta tan rápidamen-
Hevesy, en el Coloquio sobre los «Intercambios isotó- te que ya no es posible hacer el recuento. En tal prolifera-
picos y estructuras moleculares», que tuvo lugar en París ción de descubrimientos se ve que cualquier línea de con-
en 1948 dice (p. 107): «Para los que han vivido el desa- tinuidad es siempre un trazo demasiado grueso, un olvido
rrollo de la radioactividad desde sus principios, el descu- de la especialidad de los detalles.
brimiento de la radioactividad artificial aparece como un Por otra parte hay que pedir a los propios científicos
milagro.» Sí, ¿por qué el científico que vive íntimamente la conciencia de las discontinuidades de la ciencia con-
el progreso científico no tendría derecho a utilizar una temporánea. Designan estas discontinuidades con la má-
palabra tan excepcional para narrar sus impresiones? xima precisión deseable. En el prefacio al coloquio del
A propósito de este descubrimiento de la radioactivi- C.N.R.S. sobre la unión química (abril 1948, publicado
dad artificial, Pollard y Davidson insisten también en el en 1950) Edmond Bauer, recordando la memoria funda-
desarrollo sorprendente, the astonishing development mental de Heitler y London sobre la molécula de hidró-
del campo de conocimientos humanos. Desde 1933,dicen, geno aparecida en 1927, escribe: «Esta memoria marca
hasta 1945(fecha de aparición de su libro), el número de una verdadera discontinuidad en la historia de la quí-
1. Wolfgang RIEZLER, Einführung in dre Kernphysik, 2." ed., Leip· mica. Luego, los progresos fueron rápidos.»
zig, 1942, p. 132. , En estos instantes innovadores, el descubrimiento tie-

____c.
ne una pluralidad tan grande de consecuencias que lle- instantes p~ivilegiados,por discontinuidades notables. Le-
gamos evidentemente a una discontinuidad del saber. La y~~do un lIbro como el de Gamov y Critchfield sobre la
molécula de hidrógeno ya no es un simple detalle del ma- flSlca~uclear, se ve cómo los científicos tienen conciencia
terialismo, un objeto de investigación como los demás. de la Imperfección de sus métodos, de la desarmonía de
La molécula de hidrógeno, desde la memoria de Heitler los métodos. «No es satisfactorio», es la locución que en-
y London, es un motivo de instrucción fundamental, una contramos en cada párrafo. Nunca este racionalismo en-
razón de una reforma radical del saber, un nuevo punto sayado que representan los métodos nuevos ha sido tan
de partida de la filosofía química. Siempre sucede lo diverso, tan móvil, tan vigilado. De este modo el racio-
mismo, el filósofo no aborda la zona de las discontinui- nalismo científico que debe asimilar los progresos de la
dades efectivas; afirma tranquilamente la continuidad experiencia va en dirección opuesta al dogmatismo del
del saber. racionalismo suscinto. Describir el espíritu científico
como un espíritu canalizado en el dogmatismo de una
verdad indiscutida, supone hacer psicología de una cari-
catura pasada de moda. El tejido de la historia de la
Otra forma de borrar las discontinuidades en el pro- ciencia contemporánea es el tejido temporal de la discu-
greso científico supone atribuirle el mérito a la mas'a de sión. Los argumentos que se entrecruzan son tantas otras
trabajadores anónimos. Se dice que los progresos esta- ocasiones de discontinuidad.
ban «en el aire» cuando el hombre de genio los ha puesto
al día. Entonces entran en consideración las «atmósferas»
las «influencias». Cuando más lejos se está de los hechos:
más fácilmente se evocan las «influencias». Las influen- Los continuistas de la cultura elevan un tercer nivel
cias se evocan continuamente a partir de los orígenes más de objeciones en el terreno de la pedagogía. De este modo
lejanos. Les hacen atravesar continentes y siglos. Pero ya que se cree en la contiuuidad entre el conocimiento
esta noción de influencia, tan cara al espíritu filosófico, común y el conocimiento científico, se trabaja para man-
no tiene ningún sentido en la transmisión de verdades y tenerlo, se considera obligado reforzarlo. Del buen sentido
de descubrimientos en la ciencia contemporánea. Sin se quieren sacar lentamente, suavemente, los rudimen-
duda los trabajadores se agrupan, y cooperan en la in- tos del saber científico. Repugna violentar el «senti-
vestigación. Forman actualmente, equipos, escuelas. Pero do común». Y en los métodos de enseñanza elemental,
el valor de ciertos laboratorios está hecho a la vez de crí- se hacen retroceder, de buen grado, las horas de inicia-
tica y de innovación. La autocrítica de los trabajadores ciones viriles, se desea conservar la tradición de la ciencia
de laboratorio contradice en muchos aspeCtos todo lo re- 'elemental, de la ciencia fácil; se considera obligado hacer
lacionado con una «influencia». Poco a poco, todo lo que participar al estudiante en la inmovilidad del conocimien-
hay de inconsciente y de pasivo en el saber se domina. to primero. Hay que llegar sin embargo a criticar la cul-
Las dialécticas proliferan. El campo de las contradiccio- tura elemental. Se entra entonces en el reino de la cultura
nes posibles se extiende. Cuando se aborda la zona de los científica difícil.
problemas, se vive realmente en un tiempo marcado por 'tenemos ahí una discontinuidad que no borraremos

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fácilmente invocando un simple relativismo: de fácil, la Excelente ~xpresi~n de inteligibilidad educativa que orde-
química se ha convertido repentinamente en difícil. Se ~a ~n empl~lsmo mforme. Los hechos científicos se mul-
ha convertido en difícil no sólo para nosotros mismos, no tIplIcan y sm embargo el empirismo disminuye. ~sta es
sólo para el filósofo, sino realmente difícil en sí. Los la memoria de los hechos sometida a la comprensión de
historiadores de las ciencias sin duda no aceptarán que las leyes. En esta perspectiva, la revolución epistemoló-
se caracterice la cultura científica de nuestro tiempo gica prosigue. En la química contemporánea, hay que
como específicamente difícil. Objetarán que en el trans- comprender para retener. Hay que comprender desde
curso de la historia todos los progresos han sido difíciles perspectivas sintéticas cada vez más complejas. La quí-
y los filósofos repetirán que nuestros hijos aprenden hoy mica teórica se ha creado. Se ha creado en estrecha unión
en la escuela muy fácilmente lo que ha exigido un esfuer- con la física teórica. A principios de nuestro siglo, apare-
zo extraordinario de los genios solitarios de tiempos cía bajo el nombre de química física una ciencia muy de-
pasados. Pero este relativismo que es real, evidente, sólo limitada, particularmente rica en experiencias bien defi-
hace resaltar más el carácter absoluto de la dificultad nidas. En nuestros días aparece una química teórica-física
de las ciencias físicas y químicas contemporáneas a par- teórica que da a las ciencias fisicoquímicas un raciona-
tir del momento en que es necesario salir del reino de la lismo común. El signo de interrogación que indicaba Les-
elementalidad. piau a continuación de la palabra «ciencia» (?) para sim-
No se trata de una cuestión de aptitud. Para ciertos bolizar el suave desdén de los educadores de su época
espíritus, las matemáticas más elementales pueden ser con respecto a un estudio que ocupa inútilmente la me-
diflJciles.Pero en lo que respecta a la química, parece moria, sólo explica el escepticismo de los ignorantes, el
como si fuera una especie de erudición de los hechos ma- escepticismo de los filósofos que deciden acerca de los
teriales, que reclamase únicamente una larga paciencia valores de cultura refiriéndose al tiempo de su adolescen-
y una minuciosa experiencia. Se la llamaba ciencia de cia escolar.
memoria. Esto es lo que precisamente ya no es hoy. Para referimos a un texto contemporáneo, hay un
Los químicos son claros respecto a esto. A fines del cierto desafío irónico en la frase que acaba el prefacio
siglo XIX, dice Lespiau 1, el estudiante sólo reconocería en que R. Robinson escribe para el difícil tratado de M. J.
la química «una polvareda de hechos sin cohesión»; to- S~ Dewar: The electronic theory of organic Chemistry
maba como axioma» esta frase repetida tan a menudo (Oxford, 1949): «Para concluir, deseo un éxito total a este
todavía en nuestros días (en 1920): la química es sólo esfuerzo reciente por generalizar nuestra ciencia en uno
cuestión de memoria. Al salir de colegio tenía la impre- de sus aspectos más fascinantes. Se han terminado los
sión de que esta ciencia (?) no tenía ningún valor educa- tiempos en que la química orgánica podía estigmatizar-
tivo. Sin embargo si a continuación escuchaba un curso se como un trabajo memorístico y los estudiantes que
de química orgánica impartido por un atomista, so. opi- confiarán en Dewar, para que les conduzca a través del
nión cambiaba. Los hechos se encadenaban, bastaba con territorio nuevamente conquistado, verán pronto porqué
aprender algunos para encontrar que se sabía mucho». esto es cierto.»
Se hace pues imposible aprender química sin compren-
derla, sólo recitando de memoria, sin estos pequeños tra-

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piezos que nunca engañan al profesor pespicaz, la lección situamos los antiguos problemas -los falsos problemas-
de matemáticas. Y si creéis tener este poder memorístico, frente a una objetividad definida. Nos damos cuenta de
os bastará con abrir el manual de Dewar -o el de Pau- que la experiencia alquimista no puede «montarse» en un
ling- o el de Eistler o el de Alberta Pullman para com- laboratorio moderno sin tener inmediatamente la impre-
probado. Abordad la química difícil y reconoceréis que sión de hacer a la vez una caricatura del pasado y una
habéis entrado en un nuevo reino de racionalidad. caricatura del presente. Como máximo a ciertos grandes
¿Esta dificultad de la ciencia contemporánea es un sabios contemporáneos les gusta poner como portada de
obstáculo o un atractivo a la cultura? Creemos que es sus obras el viejo grabado de un viejo libro que reproduce
la propia condición del dinamismo psicológico de la in- al alquimista ante sus hornillos. ¿No habría que poner
vestigación. El trabajo científico requiere precisamente esta nostalgia de los misterios antiguos en la cuenta de
que el investigaqor se cree dificultades. Lo esencial está en este inconsciente que acompaña al espíritu científico
crearse dificultades reales,eliminar las falsas dificultades, como indicábamos al principio de este ensayo? Encontra-
las dificultades imaginarias. ríamos entonces eun tema de continuidad: sería la conti-
De hecho, a lo largo de la historia de la ciencia, pode- nuidad de lo que no cambia, la continuidad de lo que re-
mos distinguir una especie de sed por los problemas difí- siste a los cambios. Pero el problema epistemológico que
ciles. El orgullo de saber reclama el mérito de vencer la tratamos ya no se sitúa aquí. De hecho «las dificultades
dificultad de saber. El alquimista quería que su ciencia de la alquimia» representan, comparadas con las dificul-
fuese difícil y rara. Daba a su saber la majestad de la tades del materialismo moderno, un puro anacronismo.
dificultad. Cubría con dificultades cósmicas, morales, re- Entre las dificultades de otro tiempo y las actuales, hay
ligiosas, el problema de las transformaciones materiales. una total discontinuidad.
Tenía pues, esencialmente, el comportamiento de lo difí-
cil. En suma, el saber alquimista realizaba el para sí de
la dificultad. Y como el realismo de las manipulaciones
alquimistas fallaba, el alquimista proyectaba su sed de Por último, y para terminar con este esbozo de una
dificultad, esta para sí de la dificultad, en una especie polémica contra los partidarios de la continuidad de la
de en si de lo difícil. Quería resolver un gran problema, cultura científica, señalaremos que el lenguaje puede ser
penetrar el gran misterio. Encontrar la clave del enigma tan artificial en las ciencias físicas como en las psicológi-
le hubiera dado el dominio total sobre el mundo. cas para espíritus poco atentos, para espíritus que no
A menudo el historiador que quiere poner al día estos están atentos a la propia evolución del lenguaje de la cien-
oscuros pensamientos tropieza bajo la seducción de difi- cia. La nomenclatura química no puede ser definitiva
cultades archivadas. Añade a la dificultad en la que se como la tabla de declinaciones de una lengua muerta.
debatía el alquimista la dificultad en situarse, tras múl- Continuamente se rectifica, se completa, se matiza. El
tiples evoluciones del pensamiento científico, en el mo- lenguaje de la ciencia está en un estado de revolución
mento de la historia en que los intereses de la investiga- semántica permanente.
ción eran muy distintos a los nuestros. Pero todas las A veces el epistemólogo continuista se engaña, cuando
sombras penosamente reconstruidas desaparecen cuando juz~a la ciencia contemporánea, como una especie de

I
r

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continuidad de las imágenes y de las palabras. Cuando ha d.ad ~i~ntífica ha~ que hablar científicamente el lenguaje
sido necesario imaginar el inimaginable terreno del nú- CIentIfIco,tradUCIendolos términos del lenguaje común
cleo atómico, se han propuesto imágenes y fórmulas en lenguaje científico. Si prestáramos atención a esta acti-
verbales totalmente relativas a la ciencia teórica. Natural- vidad de traducción·a menudo disfrazada, nos daríamos
mente no hay que tomar estas fórmulas al pie de la letra cuenta de que existen en el lenguaje de la ciencia un gran
y darles un sentido directo. Una constante transposición número de palabras entre comillas. El entrecomillado
del lenguaje rompe entonces la continuidad del pensa- podría confrontarse con la puesta entre paréntesis de los
miento común y del pensamiento científico. Constante- fenomenólogos. El entrecomillado revelaría una de las
mente, hay que situar las expresiones nuevas en la pers- actitudes específicas de la conciencia de ciencia. Se une a
pectiva de las teorías que las imágenes y las fórmulas una declaración de conciencia de método. La palabra en-
resumen. tre comillas se eleva de tono. Por encima del lenguaje
Éste es el caso, por ejemplo, de la imagen que Niels común, toma un tono científico. Cuando una palabra
Bohr presentó para condensar ciertas leyes del núcleo del antiguo lenguaje científico se pone entre comillas por
atómico bajo el nombre de «gota de agua». Esta imagen el lenguaje científico, significa un cambio de método de
«ayuda admirablemente, dicen Pollard y Davidson (op. conocimiento que afecta a un nuevo terreno de la expe-
cit, p. 194), para comprender el cómo y el porqué de la riencia. Podemos decir que desde el punto de vista del
fisión». Bajo el amparo de esta imagen de la «gota» en la epistemólogo, significa una ruptura una discontinuidad
que se aglomeran los núcleos, se podrá decir que la in- de los sentidos, una reforma del saber.
corporaCión de un neutrón suplementario aumenta la El concepto de «temperatura del núcleo atómico» to-
energía interna del núcleo, dicho de otro modo, la «tem- taliza incluso las dos reformas. En primer lugar avala la
peratura» del núcleo. Debido a este aumento de «tempe- noción cinética de temperatura en un nuevo terreno, tal
ratura», una emisión de un corpúsculo puede hacerse si- como ha sido introducida en la ciencia por la termodiná-
guiendo un proceso que se llamará una «evaporación». mica clásica, y a continuación transpone este concepto
Pero las palabras gota, temperatura, evaporación, deben científico en una esfera. de aplicación en la que el con-
evidentemente ponerse entre comillas. Para los físicos cepto clásico ya no se aplica normalmente. Vemos estruc-
nucleares estas palabras están de algún modo tácitamente ' turarse diversos niveles del conceptualismo de la cien-
redefinidas. Representan conceptos que son totalmente cia: la «temperatura» del núcleo es una especie de
aistintos de los conceptos de la física clásica, a fortiori concepto, un concepto que no lo es de primera abstrac-
muy distintos de los conceptos del conocimiento común. ción. Se utiliza porque la significación racional clásica del
¡Provocaría mucha hilaridad quien preguntara si la fí- concepto de temperatura está clara, y este concepto ha
sica nuclear fabrica un termómetro para medir «la tem- sido ya despojado por la física clásica de sus significa-
peratura» de un núcleo! ciones sensibles inmediatas. (Matérialisme, Conclusión,
No existe pues ninguna continuidad entre la noción p. 209-217.)
de la temperatura del laboratorio y la noción de la «tem-
peratura» de un núcleo. El lenguaje científico es, por prin-
cipio, un neo-lenguaje. Para ser comprendido en la ciu-

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nuando con la mecánica ondulatoria, no imaginamos en
absoluto una pedagogía directa, una pedagogía basada
en experimentos inmediatos. Cualquier pedagogía de se-
mejante doctrina es necesariamente un ejercicio de trans-
formación de conocimiento. En este caso el espíritu sólo
puede instruirse transformándose. Para comprender el
sentido de la mecánica ondulatoria, para plantear el pro-
blema en toda su amplitud y apreciar los valores de reor-
ganización racional de la experiencia que están implica-
dos en esta nueva doctrina, conviene recorrer un largo
preámbulo histórico.
Pero nos encontramos con una paradoja: caeríamos
en un grave error si creyéramos que esta síntesis históri-
ca hubiese sido históricamente preparada, si dijéramos,
siguiendo la expresión habitual de los historiadores que
quieren dar un cuerpo a la historia, que este descubri-
[86] La mecánica ondulatoria se presenta como una miento «ya estaba en el aire». En realidad la óptica físi-
de las síntesis científicas más amplias de todos los tiem- ca de Fresnel había suplantado totalmente la óptica física
pos. Se trata realmente de una síntesis histórica. Efectiva- de Newton cuando Louis de Broglie propuso una nueva
mente, es una síntesis cultural que implica la reunión de ciencia asociando ciertas hipótesis newtonianas a ciertas
varios siglos de cultura. Como señala Louis de Broglie 1 : hipótesis fresnelianas para estudiar el comportamiento
«Muchas ideas científicas actuales serían distintas de lo de particular que no se relacionaban con la ciencia de
que son si los caminos seguidos por el espíritu humano Fresnel ni con la ciencia de Newton. Nada nos demues-
para alcanzarlas hubieran sido otros.» Por sí sola, esta tra mejor que la síntesis científica es una síntesis trans-
observación plantea todo el problema de la objetividad formadora. Antes de esta asociación, antes de esta sínte-
científica ya que sitúa esta objetividad en la confluencia sis, Einstein había visto sin duda la necesidad de definir
de una historia humana y de un esfuerzo de actualidad un quantum de radiación, que pronto se llamó fotón,
esencial a cualquier investigación científica. para explicar los fenómenos fotoeléctricos (... ). Pero la
Se trata pues de una pregunta que debe plantearse el síntesis de las hipótesis corpusculares y de las hipótesis
filósofo: ¿a qué nivel del pensamiento científico se rea- ondulatorias no se planteaba en toda su generalidad.
liza la integración de la historia de los pensamientos en Ninguna razón histórica impulsaba a la ciencia en el ca-
la actividad científica? ¿Es exacto que la actividad cientí- mino de esta síntesis. Sólo una especie de aspiración a la
fica que quiere objetividad pueda tener como regla cons- estética de las hipótesis podía abrir la doble perspectiva
tante partir de una tabla rasa? En cualquier caso, conti- de pensamientos que caracterizaba la mecánica creada
por Louis de Broglie. Lo que ha desplazado el problema
y ampliado el debate ha sido aplicar temas ondulatorio s
no sólo a la luz sino también a la materia. (Activité, cap. verdad, lo inerte y lo activo, lo perjudicial y lo fecundo.
1, p. 21-23.) De un modo general ¿no se podría decir que una historia
oomprendida ya no es una historia pura? En la histo-
ria de las ciencias, hay que comprender necesariamente,
pero juzgar. Aquí más que en ninguna otra parte es cierta
esta opinión de Nietzsche: «El pasado debe interpretarse
[87] En suma, las mecánicas contemporáneas, mecá- con toda la fuerza del presente» 1. La historia de los im-
nica relativista, mecánica cuántica, mecánica ondulato- perios y de los pueblos tiene como i~eal merecido, el re-
ria, son ciencias sin antepasados. Nuestros biznietos se lato objetivo de los hechos; pide al historiador que no
desinteresarán sin duda de la ciencia de nuestros bisabue- juzgue y si el historiador impone los valores de su tiem-
los. Sólo verán en ella un museo de pensamientos conver- po para determinar los valores es de tiempos pasados,
tidos en inactivos, o como mínimo pensamientos que ya se le acusa, con razón, de seguir el «mito del progreso».
no pueden valer como pretexto de reforma de instrucción. Pero nos encontramos con una diferencia evidente:
Si se acepta esta fórmula, la bomba atómica ya ha pulve- para el pensamiento científico el progreso ha sido de-
rizado un gran sector de la historia de las ciencias, ya que mostrado, es demostrable, su demostración es incluso
en el espíritu del físico nuclear, ya no hay rastros de no- un elemento pedagógico indispensable para el desarrollo
ciones fundamentales del atomismo tradicional. Hay que de la cultura científica. Dicho de otro modo, el progreso
pensar el núcleo del átomo en una dinámica de la energía es la dinámica misma de la cultura científica, y la histo-
nuclear y ya no en una geometría que componga sus cons- ria de las ciencias debe escribir esta dinámica. Debe des-
tituyentes. Esta ciencia no tiene análoga en el pasado. cribir mientras juzga, valorizando, elevando toda posibi-
Aporta un ejemplo particularmente claro de la ruptura lidad a un retorno hacia nociones erróneas. La historia
histórica en la evolución de las ciencias modernas. de las ciencias no puede insistir en los errores del pasado
y sin embargo, a pesar de su carácter revolucionario, más que para rechazados. Encontramos entonces la dia-
a pesar de su carácter de ruptura con la evolución histó- léctica de los obstáculos epistemológicos y de los actos
rica regular, una doctrina como la mecánica ondulatoria episte:mológicos. Hemos estudiado largamente el concepto
es una síntesis histórica porque el historiador se detiene de obstáculos epistemológicos en una obra anterior 2. La
dos veces en pensamientos bien construidos: los pensa- noción de actos epistemológicos que oponemos hoy a la
mientos newtonianos y los pensamientos fresnelianos, noción de obstáculos epistemológicos corresponde a estas
toma un nuevo punto de partida y tiende una nueva esté- sacudidas del genio científico que aporta impulsos ines-
tica de los pensamientos científicos. perados en el transcurso del desarrollo científico. Hay
El punto de vista moderno qetermina entonces una entonces un negativo y un positivo en la historia del pen-
nueva persEectiva sobre la historia de las ciencias, pers- samiento científico y aquí el neg~tivo y el positivo se
pectiva que plantea el problema de la eficacia actual de
esta historia de las ciencias en la cultura científica. Se 1. NIETZSCHE, Considérations inactuelles. De l'utilité et des incon·
vénients des études historiques, trad. Albert, p. 193.
trata efectivamente de mostrar la acción de una historia 2. La formati'On de l'esprit scientifique: Contribution a une psy-
juzgada, de una historia que debe distinguir el error y la cha¡talyse de la connaissance objective, Ed. Vrin, 2.- ed., 1947.(D. L.)
s~paran tan claramente que el cili:ntíficoque tomase par- s?fía ~istórica, la filosofía epistemológica, la filosofía ra-
CIOnalIstapueden encontrar aquí un motivo de análisis
tIdo por el n:egati~o se situaría fuera de la ciudad cien-
espectral en el que se distribuyen los matices de una poli-
tífica. El que se limitara a vivir en la coherencia del sis-
filosofía.
tema de Ptolomeo sólo sería un historiador. Y desde el
Se sonreirá quizás del dogmatismo de un filósofo ra-
punto de vista de la ciencia moderna, lo que es negativo
cionalista que escribe un «para siempre» con motivo de
dep.ende ~e. un psicoanálisis del conocimiento; hay que
una verdad escolar. Pero hay conceptos tan indispensa-
ataJarlo SI mtenta renacer. Por el contrario lo que en el
bles en una cultura científica que no podemos concebir
pas~do continúa siendo ppsitivo, actúa todavía en el pen-
vernos obligados a abandonarlos. Dejan de ser contingen-
samIe.nto moderno .. Esta herencia positiva del pasado
tes, ocasionales, convencionales. Se han formado sin duda
constItuye una especIe de pasado actual cuya acción en el
en una atmósfera histórica oscura. Pero se han vuelto tan
pensamiento científico del tiempo presente es notable.
precisos, tan netamente funcionales que no pueden temer
Debemos comprender pues la importancia de una dia-
una duda instruida. Como máximo están expuestos a este
léctica histórica propia del pensamiento científico. En
e~~epticismo general que afecta a la ciencia, a este escep-
suma, hay que formar y reformar sin cesar la dialéctica
tiCIsmo siempre dispuesto a ironizar acerca del carácter
d~ historia caduca y de historia sancionada por la cien-
abstracto de las nociones científicas. Pero esta ironía fá-
CIa actualmente activa. La historia de la teoría de la flo-
cil no ataca el juramento racionalista que une una cultura
gística está caducada ya que descansa sobre un error
a. conceptos indestructibles, juramento que afirma «para
fundamental, sobre una contradicción de la química pon-
SIempre» un valor epistemológico preciso. La razón es
dera!. Un racionalista no puede interesarse en ello sin úna
fiel a ciertos temas. Distingue muy bien las nociones que
cierta mala conciencia. Un epistem6logo sólo puede in-
sólo introducen un futuro de pensamiento, de las nocio-
teresarse si encuentra motivos de psicoanálisis del cono-
nes que dan garantías de futuro a la cultura. La filosofía
cimiento objetivo. Un historiador de las ciencias debe
de la continuidad de las nociones valorizadas está pues
saber que trabaja en la paleontología de un espíritu cien-
frente a un problema de relación histórica, relación me-
tífico desaparecido. No puede esperar poder actuar sobre
diante la cual lo racional domina progresivamente lo
la pedagogía de las ciencias de nuestro tiempo. '
contingente .
.Al contrario de la hipótesis de la flogística, otros tra-
Vemos entonces la necesidad educativa de formular
baJOScomo los de Black sobre lo cal6rico, incluso si con-
una historia recurrente, una historia que s-eilumine con
tienen partes recuperables, afloran en las experiencias
la finalidad del presente, una historia que parte de las
positivas de la determinación de los calores específicos.
certitudes del presente y descubre, en el pasado, las for-
Ahora bien, la noción de calor específico -podemos afir-
maciones progresivas de la verdad. De este modo el pen-
marlo tranquilamente- es una noción que es para siem-
samiento científico se asienta en el relato de sus progre-
pre una noción científica. Los trabajos de Black pueden
sos. Esta historia recurrente aparece en los libros de
pues describirse como elementos de la historia aceptada.
ciencia actuales, bajo forma de preámbulo histórico. Pero
Hay un interés constante para conocerlos teóricamente,
demasiado a menudo se acorta. Olvida demasiado los in-
elu~idarlos epistemológicamente, para seguir su incorpo-
teqnediarios. No prepara suficientemente la formación pe-
raCIón en un cuerpo de conceptos racionalizados. La filo-

~--~-_ --------- ..•.


dagógica de los distintos umbrales diferenciales de la III. LA ACTUALIDAD DE LA HISTORIA DE LAS
cultura. CIENCIAS
Claro está, esta historia recurrente, esta historia juz-
gada, esta historia valorizada no puede ni quiere resta-
blecer mentalidades precientíficas. Está hecha más bien
para ayudar a tomar conciencia de la fuerza de ciertas
barreras que el pasado del pensamiento científico ha for-
mado contra el irracionalismo. De este modo, Jean-Bap-
tiste Biot en un Essai sur l'histoire des sciences pendant,
la Révolution fran{:aise escribía en 1803(p. 6): «La Ency-
clopédie era una barrera que impedía para siempre al
espíritu humano retroceder.» Hay aquí una especie de
declaración de los derechos del hombre racionalista y
tendremos ocasión de ilustrada a partir de que conside.
remos la historia de las ciencias como un progreso de su [88] Si el historiador de una ciencia debe ser juez
racionalidad. La historia de las ciencias aparecerá como de los valores verdaderos que afectan a esta ciencia,
la más irreversible de todas las historias. Al descubrir lo ¿ dónde debe aprender su oficio? La respuesta no plantea
verdadero el hombre de ciencia bloquea lo irracional. dudas: el historiador de las ciencias para juzgar bien el
Sin duda el irracionalismo puede surgir en otras partes. pasado, debe conocer el presente; debe aprender lo me-
Pero en adelante hay caminos prohibidos. La historia de jor posible la ciencia cuya historia se propone escribir.
las ciencias es la historia de las derrotas del irraciona- y en esto, guste o no, la historia de las ciencias tiene un
lismo. (Activité, cap. 1, p. 25-27.) fuerte ligamen con la actualidad de la ciencia.
En el mismo grado en que el historiador de las cien-
cias penetrará en la modernidad de la ciencia, extraerá
matices cada vez más numerosos, cada vez más finos, en-
la historicidad de la ciencia. La conciencia de modernidad
y la conciencia de historicidad son aquí rigurosamente
proporcionales.
A partir de las verdades que la ciencia actual ha he-
cho más claras y mejor coordinadas, el pasado de verdad
aparece más claramente progresivo como propio pasado.
Parece como si la clara historia de las ciencias no pueda
ser completamente contemporánea de su desarrollo. Po-
demos ver cómo se desarrolla el drama de los grandes
descubrimientos, tanto más fácilmente cuando hemos
asistido al quinto acto.

---------------~---------- __ ----.4
A veces una repentina luz exalta el valor del pasado. matices ~rena de golpe esta «racionalización»: «única.
Sin duda se trata del conocimiento del pasado que ilu- m~nt,e, dIce, su descubrimiento existe para nosotros, no
mina el camino de la ciencia. Pero podríamos decir que eXIstIapara ellos. En efecto, no está permitido decir que
en ciertas circunstancias el presente ilumina el pasado. se ~abealgo en el momento de hacerlo mientras no se sabe
Lo hemos podido ver cuando, a dos siglos de distancia, que ~e ha hecho. Sócrates decía que saber es ser capaz de
Brianchon presentó su teorema formando dualidad con el ensenar» 1.
famoso hexagrama místico de Pasca!. Todo lo que era epis- La advertencia de Brunschvicg debiera inscribirse en-
temológicamente misterioso en el hexagrama místico de tre las ~áximas directrices de la historia de las ciencias.
Pascal aparece bajo una nueva luz. Se trata realmente Se reqUle:e un verdadero tacto para manejar las posibles
del misterio a plena luz. Parece como si en la dualidad r:curr.encIas. Pero continúa siendo necesario doblar la
Pascal-Brianchon, el sorprendente teorema de Pascal do- hIstona del desarrollo de los hechos por una historia del
ble su valor. desarrollo de los.valores. y sólo se pueden apreciar bien
Naturalmente esta luz recurrente que participa tan los valores conocIendo los valores dominantes, los valores
claramente en d armonioso desarrollo del pensamiento q?-e,en el pensamiento científico, se activan en la modero
matemático puede ser mucho más indecisa en la fijación mdad.
de los valores históricos para otras ramas de la ciencia , .La pos.iciónfilosófica que asumo aquí es sin duda di-
como la física o la química. Al querer convertir en dema- fIcIl y pelIgrosa. Contiene un elemento que la arruina se
siado activos pensamientos del pasado se pueden cometer trata d~l,carácter e~ímero de la ciencia. Siguiendo el ideal
verdaderas racionalizaciones, que atribuyan un sentido de tensIOn modermsta que propongo para la historia de
prematuro a descubrimientos pasados. Léon Brunschvicg las ciencias, será necesario rehacer a menudo la historia
lo ha señalado con agudeza al criticar un texto de Houlle- de las ciencias. En realidad ocurre precisamente esto. Y la
vigne. Houllevigne escribía, después de recordar diversos obligación de iluminar la historicidad de las ciencias me-
ensayos realizados en 1659para disolver el oro: «Lange- diante la modernidad de la ciencia hace de la historia de
lot en 1672sustituía estos métodos puramente químicos las ciencias una de las doctrinas científicas más vivas y
por un procedimiento físico que consistía en triturar -en educativas.
oro forjado en hojas delgadas durante un mes en un "mo- Pero no quisiera daros la impresión de limitarme a
lino filosófico", seguramente un mortero cuya manecilla desarrollar aquí una filosofía abstracta de la historia de
estaba accionada por una manivela. Después de este tiem- las ciencias sin recurrir a ejemplos históricos concretos.
po obtenía un polvo extremadamente fino que puesto en
r ~omaré un ejemplo muy simple que me servirá para dos
suspensión en el agua, permanecía en ella formando un J fInes:
líquido muy rojo; este líquido obtenido por Langelot... (
hoy lo conocemos, se trata del oro coloidal. Y de este 1.° Os ~ostr~rá que e~ carácter de historia juzgada
modo persiguiendo su quimera, los alquimistas habían
descubierto los metales coloidales cuyas sorprendentes
propiedades demostraría Bredig, 250 años más tarde.»
Pero Léon Brunschvicg con su habitual sentido de los
Iti ha SIdo SIempre mas o menos claramente activo
en la historia de las ciencias.

ti
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2.° Os mostrará que esta asimilación del pasado de dan un buen ejemplo de estos textos confusos tan carac-
la ciencia por la modernidad de la ciencia puede terísticos de la verdad en proceso de constitución, pero
ser catastrófica cuando la ciencia todavía no ha todavía entorpecidos por nociones precientíficas.
conquistado esta jerarquía de los valores que ca- Hagamos un resumen de esta modernización prema-
racteriza, en particular, la ciencia de los siglos XIX tura. Desde nuestro punto de vista es un ejemplo de la
y XX. historia de las ciencias incoativas, de la historia de las
ciencias que intenta constituirse.
El ejemplo que voy a estudiar me ha sido proporcio- El salitre, dice Ingen-Housz, compuesto de potasa y
nado por una explicación en la que el excelente físico ácido «llamado nítrico» no contiene ningún principio íg-
suizo Jean Ingen-Housz,escribiendo a fines del siglo XVIII, neo, la potasa «lejos de ser un combustible apaga el fue-
pretendía dar ciertas propiedades a la pólvora. Intenta go e incluso impide que se inflamen los cuerpos com-
hacer comprender los efectos de la pólvora utilizando las bustibles» que están impregnados. Igualmente «el ácido
nuevas concepciones de la química lavoisiana, al nivel nítrico, por muy concentrado que esté, no puede infla-
pues de la modernidad de la ciencia de su tiempo. marse y apaga el fuego igual que el agua». La unión de
Jean Ingen-Housz se expresa así 1 : ambas substancias no ígneas en el salitre no era, para
«La pólvora es un ingrediente tanto más maravilloso Ingen-Housz, el principio de ignición. «Incluso podemos
por cuanto que, sin los conocimientos que tenemos ac- sumergir un hierro al rojo vivo en una masa de nitro
tualmente de las diversas especies de fluidos aéreos, es- fundido y enrojecido, sin que se inflame» 1.
pecialmente del aire deflogisticado (léase oxígeno) y del «El carbón, que es el segundo ingrediente necesario
aire inflamable (léase hidrógeno), parece imposible que se . de la pólvora, prosigue Ingen-Housz, tampoco nos ofrece
haya podido imaginar su composición a priori, es decir nada que pueda hacerse sospechar el mínimo peligro al
que se haya podido adivinar antes que estas tres substan- manejado. Se inflama y queda reducido a cenizas sin el
cias (azufre, carbón, salitre, o incluso las dos últimas ya menor ruido o movimiento.»
que la primera, el azufre, no es absolutamente necesaria) Así pues la conclusión de Ingen-Housz es que los cons-
mezcladas entre sí, pudieran producir un efectó tan sor- tituyentes no teniendo en sí mismos el principio de igni-
prendente.» ción, ni la fuerza de explosión, no permiten que la pólvora
y Jean Ingen-Houszexplica ampliamente cómo a pesar se inflame y explote. El viejo inventor, en la opinión de
de todo, no se hubiera debido poder inventar la pólvora. Ingen-Housz, no podía comprender su invento partiendo
Pretende así hacer comprender en la actualidad de la de los conocimientos comunes de las substancias que
ciencia de su tiempo lo que no podía ser comprendido en mezclaba.
el momento en que la historia fija el descubrimiento. Pero Veamos ahora a Ingen-Housz en acción para dar al vie-
precisamente la ciencia del tiempo de Ingen-Housz no jo conocimiento histórico una actualidad al nivel de la
permite todavía esta explicación recurrente que hace ciencia de su propio tiempo.
resaltar los valores, y las explicaciones de Ingen-Housz Estima con razón que el salitre es una fuente de aire
1. Jean INGEN-Housz, Nouvelles expériences et observations sur di-
vers objets de physique, París, 1785, p. 352.

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deflogisticado (oxígeno). Piensa erróneamente, que el car-
bón es una especie de gas inflamable (hidrógeno). Sabe ción nacional. Y así, de un modo acelerado, la historia
que la mezcla de los dos «aires» se inflama «con una vio- reciente reproduce la misma ascensión a la racionalidad
lencia extrema al acercarse al fuego». Cree tener entonces que el proceso progresivo que se desarrolla al ralentí en
todos los elementos, para comprender el fenómeno de la la historia más antigua. (Conferencia en el Palais de la
explosión. Actualiza la historia volviendo a imaginar así Decouverte, 1951).
un descubrimiento que estima racional de la pólvora. «Me
parece probable, dice, que estos nuevos descubrimientos
(del óxígeno y del hidrógeno) hechos sin tener la menor
idea de adaptados a la pólvora, nos hubieran llevado
pronto al descubrimiento de este compuesto terrible, si
no hubiera sido ya descubierto por accidente.»
Así, en este sencillo ejemplo, vemos en acción la nece-
sidad de rehacer la historia de las ciencias, un esfuerzo
para comprender modernizando. Aquí este esfuerzo es
desafortunado y no podía ser de otro modo en un tiempo
en que los conceptos para comprender los explosivos no
estaban formulados. Pero este esfuerzo desafortunado,
está, también, en la historia y en nuestra opinión tiene
cierto interés seguir la historia de la historia de las cien-
cias, esta historia de las ciencias en un proceso de refle~
xión sobre sí misma, esta historia siempre reflexionada y
recomenzada.
Para agotar mi idea, creo que la historia de las cien-
cias no podría ser una historia empírica. No podría- des-
cribirse en el desmigajamiento de los hechos ya que es
esencialmente, en sus formas elevadas, la historia del pro-
greso de los lazos racionales del saber. En la historia de
las ciencias -además del lazo entre causa y efecto- se
establece un lazo entre razón y consecuencia. De alguna
manera, está doblemente ligada. Debe abrirse cada vez
más a las organizaciones racionales. Cuando más nos
aproximamos a nuestro siglo, más sentimos que los valo-
res racionales dirigen la ciencia. Y si tomamos los mo-
dernos descubrimientos, vemos que en el espacio de al-
gunos lustros, pasan del estadio empírico a la organiza-

~---
ARQUÍMIDES (Hacia 287 - hacia 212) matemático, físico e ingeniero
griego, 74.
BALDWIN(James) (1861"1934) psicólogo americano, 53.
BAUME(Antoine) (1728-1804) químico francés, 29,
BECQUEREL (Henri) (1852-1908) físico francés, SS.
BERGSON(Henri) (1859-1941) filósofo francés, 73.
BIOT(Jean-Baptiste) (1774-1862) físico, químico y astrónomo fran·
cés, 87.
BLACK(Joseph) (1728-1799) químico escocés, 87.
BOERHAAVE (Herman) (1668-1738) médico, botánico y químico ho-
landés, 83.
BOHR (Niels) (1885"1962) físico danés, 85.
BOREL(Emile) (1871-1956) matemático francés, 2,
BOUGUER(Pierre) (1698-1758) matemático, astrónomo e hidrógra-
fO,62.
BOULIGAND (Georges) (nacido en 1889) matemático francés, 41, 56,
60.
BOUTROUX (Emile) (1845-1921) filósofo francés, 28, 30.
BROGLIE(Louis, príncipe de) (1892) físico francés, 86.
BRUNSCHVIG(Léon) (1869-1944) filósofo francés, 10, 88.
CAMPBELL (Williams) (1862-1938) astrónomo americano, 11.
CANTON (John) (1718-1772) astrónomo y físico inglés, 15.
CAVENDISH(Henri) (1731-1810) físico y químico inglés, 41.
.CLAIRAUT (Alexis) (1713-1773) matemático francés, 62.

__ •••••••••
_,1 ... ~ _ _ --- - •• <"1
COMPTON (Arthur) (1892-1962) físico americano, 13. MENDELEEV (Dimitri) (1834-1907) quimico ruso, 31, 33, 34, 35, 36.
COULOMB (Charles) (1736-1806) mecánico y físico francés, 15. MEYER(Lothard) (1830-1895) químico alemán, 36.
CUVIER(Georges) (1769-1832) zoólogo y paleontólogo francés, 21. MEYERSON(Emile) (1859-1933) filósofo francés, 20, 22, 34.
_DELAMBRE (Jean-Baptiste) (1749-1822) astrónomo y geodesta fran- MILLIKAN(Robert Andrews) (1868-1953) físico americano, 63.
cés, 62. NEWTON(Isaac) (1643-1727) matemático, físico y astrónomo in.
DEM6cRITO(hacia 460 - hacia 370) filósofo griego, 20. glés, 13, 86.
DESCARTES (René) (1596-1650) filósofo, matemático y físico fran- NIETZSCHE(Friedrich) (1844-1900) filósofo alemán, 67, 87.
cés, 45, 82. OSTWALD(Wilhem) (1853-1932) físico, químico y filósofo alemán,
DIDEROT(Denis) (1713-1784) filósofo y escritor francés, 68. 26.
EDlSON(Thomas) (1847-1931) inventor americano, 18. PAULI(Wolfgang) (1900-) físico ruso, 34.
FARADAY (Michels) (1791-1867) físico y químico inglés, 36. PAULlNG(Linus) (1901-) químico americano, 85.
FIZEAU(Hippolyte) (1819"1896) físico francés, 55, 62. PEARSON(Karl) (1857-1936) biólogo y estadístico inglés, 23.
FOUCAULT (Léon) (1819-1896) físico francés, 7. PERRIN (Jean) (1870-1942) físico francés, 34.
FRANKLIN(Benjamin) (1706-1790) físico, filósofo y estadista ame- POINCARÉ(Henri) (1854-1912) matemático y filósofo ~r~ncés, 7.•
ricano, 81. PONCELET (Jean-Victor) (1788-1867) general y matematIco frances,
FRESNEL(Agustin) (1788-1827) físico francés, 86.
GOETHE(Johann Wolfgang) (1749-1832) escritor y estadista ale- 75. ól . l'
PRIESTLEY(Joseph) (1733-1804) químico, físico y te ogo mg es,
mán, 58, 67, 75. 13,24. . ó f
HEGEL(G.W.F.) (1770-1831) filósofo alemán, 15, 37, 41. PTOLOMEO (Claudio) (11° siglo) astrónomo, matemátIco y ge gra o
HEISENBERG (Wemer) (1901-) físico alemán, 20, 69. griego, 87.
HUME (David) (1711-1776) filósofo inglés, 21. RAMAN(1888-) físico hindú, 13, 25. ,. . ,
HUYGENS(Christian) (1629-1695) matemático, astrónomo y físico RAYLEIGH(John William) (1842-1919) fISIC?.mgles, ,24:
holandés, 13. RÉAUMUR(René-Antoine de) (1683-1757) fISICO,qUlmIco y natura-
JANET(Pierre) (1859-1947) médico y psicólogo francés, 24. lista francés, 81.
JOULE(James Prescott) (1818-1889) físico e industrial inglés, 18, 64. REGNAULT (Victor) (1810-1878) físico y químico francés, 55.
KEPLER(Johann) (1571-1630) astrónomo alemán, 24. ROBINSON(Sir Robert) (1886-) químico inglés, 38.
LACÉPEDE (Bernard, conde de) (1756-1825) naturalista francés, 78. SCHEELE(Carl Wilhelm) (1742-1786) químico sueco, ~3:. . .
LA CONDAMINE (Charles-Marie de) (1701-1774) matemático francés, TORRICELLI(Evangelista) (1608-1647) físico y matematIco ItalIano,
62. -
84. . l' t
LAPLACE(Pierre-Simon, marqués de) (1749"1827) matemático, fío VAN HELMONT(Juan-Bautista) (1577-1644) médICO, natura IS a y
sico y astrónomo francés, 68. químico flamenco, 79. . . '
LAVOISIER(Antoine-Laurent de) (1734-1794) químico y fisiólogo VANINI(Lucilio) (1600-1675) cosmógrafo y matemátIco holandes,
francés, 33.
LEIBNIZ (Gottfried Wilhem) (1646-1716) filósofo y matemático VOL~:IRE (Fran~ois-Marie AROUET,llamado) 1694-1778) escritor
alemán, 45. francés, 64. ,
LEMERY(Nicolás) (1645-1715) médico y químico francés, 81. WEYL(Herman) (1885-1955) matemático aleman, 20.
LIEBIG(Justus, barón de) (1803-1873) quimico alemán, 40. ZEEMAN(Pieter) (1865-1943) físico holandés, 13, 27.
LoBATCHEVSKY (Nicolás) (1792-1856) matemático ruso, 10.
MACH (Ernst) (1838-1916) físico y filósofo austríaco, 8.
MARAT(Jean-Paul) (1743-1793) médico y político francés, 81.
MARIOTTE(abad Edme) (1620-1684) físico francés, 81.
MARX(Karl) (1818-1883) filósofo y sociólogo alemán, 65.
MAUPERTUS(Pierre-Louis de) (1698-1759) matemático, naturalista
y filósofo francés, 62.

/Q
ADVERTENCIA 7
LISTADELASOBRASEPISTOMOLÓGICAS
DE BACHELARD. 9
PUNTOSDE PARTIDA. 11
(,

1. La «novedad» de las ciencias contemporá-


ráneas 13
A) «Mensajes de un mundo desconocido». 13
B) Ruptura con el conocimiento común . 16
II. La .«I!.e!.eza»de la filosofía . 19
A) Negligencia 19
B) Pretensiones 21
III. Las preguntas del epistemólogo 26

SECCIÓN1. LAS REGIONESDE LAEPISTEMOLOGfA. 29


1. La noción de región epistemológica 31
35
i, II. Epistemología de la física.
A) La provocación relativista . 35
1. «Esta novedad es una objeción». 35
~.. 2. Devaluación de las ideas primiti- 37
vas .
251
4. La noción de «método científico». 154

5. La noción de aplicación

n. El materialismo técnico . 162

1. Instrumentos Y precisión. 162 Hans Magnus Enzensberger


2. La «ciudad científica» . 167 Detalles
3. Las cuestiones del determinismo . 177 Roger Vailland
2
Lacios. Teoría del libertino
nI. Psicoanálisis del cono~imiento objetivo 187 3 Georges Mounin
Saussure. Presentación y textos
A) Principios. 187 4 Barrington Moore, Jr.
Poder político y teoría social
1. La noción de «obstá,C:1.l10--epis.teIno- Paolo Caruso
5
lógico» . <:' . 187 Conversaciones t i.acJ
con Lévi-Strauss. Fouep.v.~t
(
C\I
2. Algunos obstáculos 193
6 Roger Mucchielli I
l'
Introducción a la psicología estructural
B) Ilustraciones históricas 205 ~
7 Jürgen Habermas '\

Respuestas a Marcuse
1. «Extensión abusiva de una imagen André Glucksmann
8
familiar» 205 El Discurso de la Guerra
2. Química y alquimia del fuego. 211 Georges Mounin
9
Claves para la Lingüística
SECCIÓN In. HACIA LA HISTORIA DE LAS CIENCIAS. 221 Marthe Robert
10
Acerca de Kafka. Acerca de Freud
1. ¿Continuidad o discontinuidad? 221 Wilhelm Reich
11
n. ¿Qué es una síntesis histórica? 232 Reich habla de Freud
12 EdmundLeach
1. Una «síntesis transparente» 232 Un mundo en explosión
2. «Ciencias sin antepasados»: un Timothy Reison (New Society)
«acto epistemológico» . 234 13
Los padres fundadores de la ciencia social
14 Renato de Fusco
nI. La actualidad de la historia de las ciencias. 239 Arquitectura como «masas medium»
Notas para una semiología de la arquitectura
tNDICE DE LOS PRINCIPALES NOMBRES CITADOS • 247 15 ,Jean.Michel Palmier
Introducción a Wilhelm Reich. Ensayo sobre
el nacimiento del freudo-marxismo
f

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