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Modificaciones del sistema nervioso central provocadas por la Microbiota.

Edimildo Mendoza De La Rosa


C.I.V. 26.268.531

El cuerpo humano está poblado por miríadas de microorganismos en toda su


superficie y en las cavidades conectadas con el exterior. Los colonizadores
microbianos del intestino (microbiota) son parte funcional y no prescindible del
organismo humano: aportan genes (microbioma) y funciones adicionales a los
recursos de nuestra especie, y participan en múltiples procesos fisiológicos
(desarrollo somático, nutrición, inmunidad, etc.)

Diferentes estudios actuales han descubierto una relación amplia entre la actividad
de la microbiota intestinal y su influencia en el cerebro. Y si analizamos de manera
más detallada eso tiene relación con una explicación fisiológica interesante ya que
el intestino es uno de los órganos con mayor número de conexiones nerviosas. Las
bacterias intestinales pueden sintetizar neurotransmisores como la serotonina,
noradrenalina, dopamina y acetilcolina y otros, estos compuestos al ser
producidos por el sistema nervioso pueden, a su vez, modular el crecimiento de las
bacterias. Hay varios estudios hechos con la experimentación en animales que
muestran la influencia de la microbiota intestinal en enfermedades
neurodegenerativas. Esto pudiendo explicar de manera más clara que las
alteraciones de la microbiota intestinal influyen en la depresión y la ansiedad.

Uno de los ámbitos de investigación en microbiota más apasionantes es el que se


centra en el eje cerebro-intestino. Y es que ambos órganos se hablan
continuamente. El intestino, por ejemplo, envía información al cerebro acerca de qué
comemos, le indica si hemos obtenido los nutrientes necesarios para mantenernos
saludables o le alerta si el sistema inmunitario está combatiendo a algún patógeno.

Esta relación se desencadena de la siguiente manera:

Esos mensajes viajan a través del nervio vago, una especie de autopista que
comunica directamente ambos órganos. Y se intercambian sustancias químicas,
como neurotransmisores (serotonina, dopamina, GABA). No en vano el intestino
alberga cientos de millones de neuronas. Muchos científicos apasionados por este
tema han estudiado durante la última década ese complejo intercambio de mensajes
y los resultados están cambiando la forma de entender y tratar algunas
enfermedades.

El checo Premysl Bercik es un investigador destacado en neurogastroenterología en


la Universidad McMaster de Canadá, se ha demostrado en ratones cómo la
microbiota intestinal es capaz de gobernar el estado emocional. En un estudio
pionero, sometieron a estrés temprano a crías de ratón. Comprobaron que cuando
los roedores carecían de microbiota, el estrés no les dejaba secuelas psicológicas.
En cambio, los que sí tenían microbiota, desarrollaban un comportamiento
depresivo.

Y también como explica Bercik, “demostramos que las bacterias desempeñan un


papel crucial para producir ansiedad y depresión". Además, "el párkinson también
parece estar vinculado a desequilibrios de esta comunidad de bacterias
intestinales”, destaca Ted Dinan, psiquiatra de la University College Cork (Irlanda),
quien asegura que es muy probable que la enfermedad comience en el colon
cuando alguna toxina logra atravesar la barrera intestinal y alcanzar el cerebro.

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