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Diferentes estudios actuales han descubierto una relación amplia entre la actividad
de la microbiota intestinal y su influencia en el cerebro. Y si analizamos de manera
más detallada eso tiene relación con una explicación fisiológica interesante ya que
el intestino es uno de los órganos con mayor número de conexiones nerviosas. Las
bacterias intestinales pueden sintetizar neurotransmisores como la serotonina,
noradrenalina, dopamina y acetilcolina y otros, estos compuestos al ser
producidos por el sistema nervioso pueden, a su vez, modular el crecimiento de las
bacterias. Hay varios estudios hechos con la experimentación en animales que
muestran la influencia de la microbiota intestinal en enfermedades
neurodegenerativas. Esto pudiendo explicar de manera más clara que las
alteraciones de la microbiota intestinal influyen en la depresión y la ansiedad.
Esos mensajes viajan a través del nervio vago, una especie de autopista que
comunica directamente ambos órganos. Y se intercambian sustancias químicas,
como neurotransmisores (serotonina, dopamina, GABA). No en vano el intestino
alberga cientos de millones de neuronas. Muchos científicos apasionados por este
tema han estudiado durante la última década ese complejo intercambio de mensajes
y los resultados están cambiando la forma de entender y tratar algunas
enfermedades.