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Podría ser un thriller psicológico, pero es real: dentro de ti hay una legión de millones
de seres diminutos capaces de influir en tu mente sin que te des ni cuenta. Poco a poco
la ciencia está desmontando la visión antropocéntrica de un ser humano autosuficiente,
con control total sobre sus funciones mentales. No vivimos solos. Millones de bacterias
no patógenas nos acompañan desde que nacemos y sin ellas nada sería igual. Juntas
forman nuestra microbiota.
Se sabe que son imprescindibles para desarrollar unas buenas defensas y para la
digestión de ciertos alimentos. Pero, además, son capaces de comunicarse con el
cerebro. Influyen sobre el comportamiento social del individuo y sobre la elección de
pareja, pueden modificar la memoria, el aprendizaje, el estado de ansiedad y el
depresivo.
Toda nuestra piel se encuentra recubierta por estas bacterias, pero donde más se
acumulan es en el intestino. Como si de una gran megalópolis de microorganismos se
tratara, varios millones de ellos viven en el cálido y confortable interior de nuestro tubo
digestivo.
Se sospecha que las bacterias de nuestras axilas influyen a la hora de elegir compañero
de cama
“Cada vez hay más evidencias de que la microbiota está implicada en ciertas conductas
sociales como, por ejemplo, el reconocimiento de parentesco y el comportamiento
reproductivo”, explica la investigadora de la Universidad de Liverpool (UK) Zenobia
Lewis.
Sus estudios con moscas revelan hasta qué punto los microorganismos intestinales
pueden influir en la elección de pareja. La mosca es capaz de identificar miembros de su
familia por la composición de su flora y así evitar la endogamia. “En los insectos, este
efecto de la microbiota intestinal parece estar relacionado con la producción de
feromonas. Lo que se come afecta las bacterias del estómago y, por tanto, al olor del
hospedador. Para muchos animales, el olor es clave a la hora de decidir aparearse con
otro individuo”, explica Lewis.
En definitiva, una mosca solo aceptará reproducirse con otra si su microbiota exhala el
olor adecuado.
Que las bacterias desempeñen un papel a la hora de elegir con quién tener descendencia
ya es bastante sorprendente. Pero, además, envían señales al cerebro que pueden
modular los niveles de ansiedad, el humor, el aprendizaje o el dolor que siente el
hospedador. También se las ha relacionado con enfermedades como el autismo o la
esclerosis múltiple.
“Hay evidencias –asegura Lewis- de que las bacterias del intestino influyen en la
memoria y el comportamiento en ratones. Además, se ha visto que la microbiota está
implicada en los niveles de ansiedad”.
Algunos estudios demuestran que la respuesta al estrés en ratones que se han criado
totalmente libres de microorganismos es anormalmente alta. Estos animales rinden peor
en pruebas de memoria sencillas.
Otra manera de investigar el efecto de estos huéspedes del tubo digestivo es colonizar
roedores poseedores de una cepa con la microbiota propia de otra. Para ello, se extraen
las bacterias de las heces de un donante y se introducen en un receptor. El resultado es
que el comportamiento del ratón cambia y se vuelve similar al del donante.
Pero no hace falta un trasplante de heces para modificar la microbiota del intestino. Los
probióticos son turistas bacterianos: organismos vivos que se administran desde el
exterior y que pueden producir un beneficio para el hospedador. Si se conociesen las
especies bacterianas adecuadas, sería posible administrar cócteles de probióticos para
mejorar el estado de ánimo y el estrés en personas con ciertas patologías.
Así, esta legión de pequeños huéspedes se está colocando en el punto de mira para el
desarrollo de terapias contra enfermedades neuropsicológicas. Pero, aunque cada vez
está más claro que las condiciones del cerebro pueden ser modificadas al modular la
microbiota intestinal, como indica el investigador John Cryan, de la Universidad de
Cork (Irlanda), “que esto dé lugar a terapias basadas en microorganismos aún es solo
una posibilidad tentadora que merece la pena investigar”.
Mariposas en el estómago
Pero lo cierto es que no es de extrañar que haya una comunicación continua entre los
intestinos y el cerebro, al igual que muchas sensaciones o estados mentales se reflejan
en nuestras tripas. Sentimos mariposas en el estómago cuando nos enamoramos, se nos
cierra si estamos nerviosos y, a veces, toca hacer de tripas corazón para tomar la
decisión adecuada.
Pero, ¿es eso cierto? ¿De dónde viene que tenemos unas 1014
bacterias en nuestro cuerpo? Lo primero que tenemos que tener en
cuenta es que tenemos bacterias repartidas por casi todo el cuerpo:
en la boca, saliva, estómago, intestino delgado, intestino grueso
(colon), piel y en la vagina (si tienes vagina). Pero la inmensa
mayoría de nuestros microbios están en el intestino, concretamente
en el colon. En el resto de sitios la cantidad de bacterias es varios
órdenes de magnitud menor, por eso lo que realmente cuenta
para el cálculo total son los microbios del colon.
¿Y eso cuánto pesa? Pues bastante menos que los 2 o 3 kilos que
hemos dicho muchas veces. Según estos autores la mitad del peso
del colon son bacterias y como el peso medio del colon es 0,4 kilos,
se supone que nuestras bacterias pesan unos 0,2 kilos.
Hemos llegado a leer que tenemos 10, e incluso 100 veces más
bacterias que células. Si ahora resulta que la proporción es 1:1, ¿qué
pasa que nuestras bacterias no son tan importantes cómo
pensábamos? Por supuesto que son importantes, todo esto no afecta
para nada al importante papel biológico que nuestras bacterias
juegan en nuestra salud.
(1) Introduction to intestinal microecology. Luckey TD. Am J Clin Nutr. 1972 Dec;
25(12):1292-4
(2) Revised estimates for the number of human and bacteria cells in the body.
Sender, R., et al. PLoS Biol. 2016 Aug 19;14(8):e1002533. doi:
10.1371/journal.pbio.1002533.
(3) An estimation of the number of cells in the human body. Bianconi, E., et al. Ann
Hum Biol. 2013 Nov-Dec; 40(6):463-71. doi: 10.3109/03014460.2013.807878.
Esta imagen de microscopio muestra algunas de las bacterias que habitan en la placa
bacteriana de nuestras bocas.
Esta es una de las consultas planteadas por lectores de La Nación y que Moreno
respondió como parte de la iniciativa "Pregúntele al científico".
Hay patógenos más virulentos que otros, pero ninguno es 100% letal, aunque algunos se
aproximan. Por ejemplo la toxina del tétano y botulínica de bacterias son casi siempre
mortales; sin embargo, se han reportado sobrevivientes. El virus de la rabia es letal una
vez que los síntomas se manifiestan, aunque se han salvado algunas personas.
¿Hay algún microorganismo sin el cual la vida humana podría ser imposible? ¿Cuál
función cumple?
Sin microbioma no se puede sobrevivir; pero como es muy diverso, no se sabe a ciencia
cierta cuales microorganismos son los esenciales. Muchos de los llamados Firmicutes
que habitan el organismo son necesarios, pero en su conjunto.
¿Por qué existe la concepción de ver a las bacterias como algo solamente dañino para
nuestra salud?
Es una percepción equivocada que viene del siglo XIX, cuando se descubrieron los
primeros microorganismos causantes de enfermedad. Entonces, se estableció una
sinonimia entre microbio y enfermedad, lo que es un error. La microbiología
contemporánea ha logrado demostrar que el 99,999999999999% de los
microorganismos son beneficiosos o indiferentes para la vida de los humanos.
En general, en la boca. Se estima que hay 100 millones de bacterias por cada milímetro
de saliva con un total de 615 especies. Por otro lado, debajo de una uña pude haber más
microorganismos que habitantes en todo el continente americano. El lavado de boca y
manos mata muchos microorganismos. Una boca limpia puede tener menos
microorganismos que una mano sucia y viceversa. Ambos son importantes, pues
protegen. El aliento de la boca depende de los microrganismos que la habitan y de la
dieta. El ajo mata unos pero favorece otros...
¿Hay algún perfil de persona que sea más susceptible a tener más microorganismos en
su cuerpo (según edad, sexo, tipo de lugar en el que vive o trabaja, etcétera.)?
Antes de nacer los fetos tienen poblaciones bacterianas y virales definidas y normales,
aunque en menos cantidad y variedad. Aparte de eso, no hay diferencias significativas
en el número de microrganismos, entre sexos, razas y edades. En general, no hay
relación significativa con el trabajo que desempeñan las personas. Incluso, las
inmunosuprimidas y enfermas no tienen más microorganismos que las sanas, aunque sí
puede variar el tipo.
¿Lo que comemos o las actividades cotidianas que hacemos afectan la vida de estos
organismos?
Los jabones, las cremas, talcos y demás menjurjes afectan y matan al microbioma
corporal. Por otro lado, las personas que no se bañan tienen un poco más de
microorganismos en la piel, uñas y pelo, aunque no en el intestino.
Del archivo: Obsesión por limpieza en niños más bien atrae enfermedades
- ¿El cabello contiene microbios capaces de contaminar un campo estéril en una sala
quirúrgica?
Sí, y son una de las causas más frecuentes de contaminación. Por eso se obliga a usar
gorro. Cada cabello puede tener de miles a millones de microorganismos. Los microbios
del cabello representan un grupo particular: unos viven en el folículo y otros en el pelo
propiamente. Dependiendo del largo y de la higiene personal, el cabello puede tener
más o menos microorganismos. Si hay piojos el número de microorganismos es más
elevado.
- Soy obsesiva con el lavado de manos, cuando no tengo cerca agua y jabón paso
untándome gel de alcohol, ¿eso genera algún problema? ¿Veo microbios en todo lado?
Para ver microbios por todos lados se necesita una visión microscópica: sin embargo,
ellos están por todos lados. Lo que es normal y beneficioso.
Lavarse las manos antes de comer, para cocinar o después de manipular ciertos objetos,
es un buen hábito. Sin embargo, hacerlo en exceso y usar frecuentemente alcoholes no
es conveniente, pues quita las grasas naturales que protegen la piel de las manos y las
reseca. Además, se elimina la microbiota normal que protege. Eso las hace más
susceptibles para que ciertos microorganismos, como hongos oportunistas, se instalen y
causen enfermedad.
¿Cuántos microbios contienen las carnes y cuántos contienen las frutas y verduras?
El músculo vivo (llamado carne) está libre de gérmenes. Cuando se expone, empieza a
contaminarse por la manipulación y por el aire. Un bistec sin refrigeración en un día
puede albergar 100.000.000.000 de microorganismos por centímetro cubico. Lo
suficiente para dar mal olor, causado en su mayoría por las bacterias. Respecto a las
frutas y verduras, varía. Las cáscaras de muchas frutas tienen sustancias “antibióticas”,
que impiden el crecimiento de microorganismos, lo que evita que penetren y que
proliferen, aunque estén presentes. Los tubérculos tienen cáscaras duras que los
protegen, sin embargo sus superficie tiene cientos de millones de microorganismos por
centímetro cuadrado, lo mismo que una lechuga sin lavar.
“Esta nueva clase de inhibidores (las cahuitamicinas) proporciona una base para el
desarrollo de fármacos seguros y eficaces para limitar o prevenir la formación de
biopelículas”, dijo David Sherman, autor del estudio, en un comunicado de la
Universidad de Míchigan, EE. UU.
Pero, antes de llegar a la droga, los científicos deberán optimizar el compuesto. Luego
vendrá la etapa preclínica, la cual es necesaria antes de considerar los ensayos en
humanos, que finalmente darían la viabilidad al medicamento.
“Como todo ser vivo, las bacterias han tenido que irse adaptando al entorno. La bacteria
conoce al antibiótico y crea su mecanismo de defensa para blindarse”, explicó Allan
Jiménez, coordinador de la Unidad de Bioprospección del INBio.
Algunas bacterias son más fuertes cuando construyen esa biopelícula, con el agravante
de que colonizan implementos médicos, implantes y prótesis. Cuando esto pasa, la
esterilización de ese instrumental resulta inútil y a la fecha, no existe fármaco capaz de
desarmar esa barrera.
Ante este panorama, la infección que ataca a la persona no cede y podría derivar en
otras complicaciones, como neumonía o bacteriemia (infección en la sangre), “con tasas
de mortalidad de hasta 60%”, se lee en el estudio.
“Por eso es importante que la gente permanezca el menor tiempo posible en los
hospitales, para así evitar contagiarse con una superbacteria”, comentó Jiménez a La
Nación.
“Además, el antibiótico se debe tomar por el tiempo indicado para que cumpla sus
ciclos. No más, no menos. Si una persona abandona el antibiótico antes, eso favorece
que la bacteria desarrolle resistencia”, agregó.
“Las cahuitamicinas D y E, producto de este proceso, resultaron ser las más potentes”,
explicó Jiménez en referencia al estudio en el que participó su excolega del INBio,
Guiselle Tamayo.
El investigador de INBio agregó otra ventaja: los compuestos marinos son solubles en
agua y compatibles con los fluidos bioquímicos de los humanos.