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Dime qué bacterias tienes en el estómago

y te diré quién eres

Desde nuestro nacimiento, millones de bacterias colonizan nuestro intestino,


desempeñando un papel fundamental para mantener la salud física pero, además, tienen
mucho que decir en la personalidad.

Podría ser un thriller psicológico, pero es real: dentro de ti hay una legión de millones
de seres diminutos capaces de influir en tu mente sin que te des ni cuenta. Poco a poco
la ciencia está desmontando la visión antropocéntrica de un ser humano autosuficiente,
con control total sobre sus funciones mentales. No vivimos solos. Millones de bacterias
no patógenas nos acompañan desde que nacemos y sin ellas nada sería igual. Juntas
forman nuestra microbiota.

Se sabe que son imprescindibles para desarrollar unas buenas defensas y para la
digestión de ciertos alimentos. Pero, además, son capaces de comunicarse con el
cerebro. Influyen sobre el comportamiento social del individuo y sobre la elección de
pareja, pueden modificar la memoria, el aprendizaje, el estado de ansiedad y el
depresivo.
Toda nuestra piel se encuentra recubierta por estas bacterias, pero donde más se
acumulan es en el intestino. Como si de una gran megalópolis de microorganismos se
tratara, varios millones de ellos viven en el cálido y confortable interior de nuestro tubo
digestivo.

Se sospecha que las bacterias de nuestras axilas influyen a la hora de elegir compañero
de cama

Bacterias que enamoran

“Cada vez hay más evidencias de que la microbiota está implicada en ciertas conductas
sociales como, por ejemplo, el reconocimiento de parentesco y el comportamiento
reproductivo”, explica la investigadora de la Universidad de Liverpool (UK) Zenobia
Lewis.

Sus estudios con moscas revelan hasta qué punto los microorganismos intestinales
pueden influir en la elección de pareja. La mosca es capaz de identificar miembros de su
familia por la composición de su flora y así evitar la endogamia. “En los insectos, este
efecto de la microbiota intestinal parece estar relacionado con la producción de
feromonas. Lo que se come afecta las bacterias del estómago y, por tanto, al olor del
hospedador. Para muchos animales, el olor es clave a la hora de decidir aparearse con
otro individuo”, explica Lewis.

En definitiva, una mosca solo aceptará reproducirse con otra si su microbiota exhala el
olor adecuado.

Este fenómeno no es exclusivo de insectos. Otros estudios han demostrado efectos


similares en primates. Según Lewis, “ni siquiera los humanos parecen ser inmunes a los
efectos de la microbiota. ¡Se sospecha que las bacterias de nuestras axilas influyen a la
hora de elegir compañero de cama!”.

Las consecuencias de elegir la pareja sexual dependiendo qué microorganismos vivan


dentro de él pueden, a largo plazo, determinar el curso de la evolución, propiciando la
aparición de varias especies donde antes solo había una.

El grupo del investigador Pacheco López, en la Universidad Autónoma Metropolitana


de México, también estudia cómo los microorganismos que se alojan en las tripas
pueden modificar el comportamiento social. Él opina que se debería considerar al ser
humano como un organismo complejo, que no puede actuar de manera independiente de
sus compañeros más próximos.

Se ha relacionado a las bacterias con el autismo y la esclerosis múltiple

Con el cerebro en las tripas

Que las bacterias desempeñen un papel a la hora de elegir con quién tener descendencia
ya es bastante sorprendente. Pero, además, envían señales al cerebro que pueden
modular los niveles de ansiedad, el humor, el aprendizaje o el dolor que siente el
hospedador. También se las ha relacionado con enfermedades como el autismo o la
esclerosis múltiple.

“Hay evidencias –asegura Lewis- de que las bacterias del intestino influyen en la
memoria y el comportamiento en ratones. Además, se ha visto que la microbiota está
implicada en los niveles de ansiedad”.

Algunos estudios demuestran que la respuesta al estrés en ratones que se han criado
totalmente libres de microorganismos es anormalmente alta. Estos animales rinden peor
en pruebas de memoria sencillas.

Otra manera de investigar el efecto de estos huéspedes del tubo digestivo es colonizar
roedores poseedores de una cepa con la microbiota propia de otra. Para ello, se extraen
las bacterias de las heces de un donante y se introducen en un receptor. El resultado es
que el comportamiento del ratón cambia y se vuelve similar al del donante.

Nuestra legión de microorganismos está en el punto de mira para el desarrollo de


terapias contra enfermedades neuropsicológicas

El cerebro y la microbiota se cartean

Pero no hace falta un trasplante de heces para modificar la microbiota del intestino. Los
probióticos son turistas bacterianos: organismos vivos que se administran desde el
exterior y que pueden producir un beneficio para el hospedador. Si se conociesen las
especies bacterianas adecuadas, sería posible administrar cócteles de probióticos para
mejorar el estado de ánimo y el estrés en personas con ciertas patologías.

Es más, la manera más sencilla de modificar la población de bacterias es la


alimentación. Desde la niñez, la dieta que sigamos puede favorecer el crecimiento de
unos u otros microorganismos.

Así, esta legión de pequeños huéspedes se está colocando en el punto de mira para el
desarrollo de terapias contra enfermedades neuropsicológicas. Pero, aunque cada vez
está más claro que las condiciones del cerebro pueden ser modificadas al modular la
microbiota intestinal, como indica el investigador John Cryan, de la Universidad de
Cork (Irlanda), “que esto dé lugar a terapias basadas en microorganismos aún es solo
una posibilidad tentadora que merece la pena investigar”.

Los mensajes de los microorganismos llegan al cerebro a través de moléculas que


activan el nervio vago [que lleva información de nuestros órganos internos al cerebro] o
actúan sobre el sistema inmunitario. Ambos canales sirven para trasladar la información
al sistema nervioso central.

Y esta mensajería es correspondida. Desde el cerebro también se envía información que


modifica la composición de la microbiota. Situaciones estresantes en la niñez pueden
variar el microbioma de por vida, así como en un adulto el estrés crónico. Por ejemplo,
un ratón que ha sido separado de su madre tres horas diarias durante los primeros doce
días de vida tiene una microbiota diferente que uno que no ha sufrido este trauma.

Mariposas en el estómago
Pero lo cierto es que no es de extrañar que haya una comunicación continua entre los
intestinos y el cerebro, al igual que muchas sensaciones o estados mentales se reflejan
en nuestras tripas. Sentimos mariposas en el estómago cuando nos enamoramos, se nos
cierra si estamos nerviosos y, a veces, toca hacer de tripas corazón para tomar la
decisión adecuada.

Los sentimientos se reflejan en el tubo digestivo, y viceversa: su estado se refleja en


nuestro ánimo. Porque en el intestino hay una red de varios cientos de millones de
neuronas que actúan de manera independiente del cerebro. Este entramado de células
nerviosas intestinales está en contacto íntimo con la mayor población de
microorganismos del cuerpo humano, unos 100 billones de bacterias, y se le ha llegado
a llamar ‘el segundo cerebro’.

¿Cuántas bacterias tenemos en nuestro cuerpo?

¿Es verdad eso de que tenemos 10 veces más bacterias que


células?

Desde hace años venimos diciendo que el 90% de nuestras células


son bacterias, que tenemos 10 veces más bacterias en nuestro
cuerpo que células humanas, que hasta 2 kilos de lo que tú pesas son
bacterias (algunos podemos llegar a los tres kilos, je, je), que somos
más bacteria de lo que pensamos. ¿Pero es eso cierto?

El 90% de lo que tú eres, son bacterias: ¿cierto?

Para calcular estos datos, la primero que tenemos que saber es


cuántas células tiene un ser humano. Pero claro, los seres humanos
somos muy distintos entre nosotros, el número de células que tiene
Obélix seguro que será distinto del de Asterix. Por eso, los científicos
han consensuado lo que podemos definir como un humano “de
referencia”. Que nadie se pique, pero cuando hablamos de un
humano, la ciencia se refiere a “un varón de entre 20-30 años de
edad, de 70 kg de peso y 170 cm de altura”. La mayoría de las
fuentes citan que la cantidad de células en este humano es entre 1013
y 1014. Y respecto al número de bacterias, la “tradición popular”
siempre ha mantenido que eran entre 1014 y 1015. De ahí que
tenemos 10 veces más bacterias que células humanas. Y esto, lo
hemos repetido tantas veces (yo el primero) que ya nadie lo pone en
duda.

Comenzamos a dudar de que el número de bacterias en


nuestro cuerpo sea 10 veces el de células humanas.

Pero, ¿es eso cierto? ¿De dónde viene que tenemos unas 1014
bacterias en nuestro cuerpo? Lo primero que tenemos que tener en
cuenta es que tenemos bacterias repartidas por casi todo el cuerpo:
en la boca, saliva, estómago, intestino delgado, intestino grueso
(colon), piel y en la vagina (si tienes vagina). Pero la inmensa
mayoría de nuestros microbios están en el intestino, concretamente
en el colon. En el resto de sitios la cantidad de bacterias es varios
órdenes de magnitud menor, por eso lo que realmente cuenta
para el cálculo total son los microbios del colon.

Órgano Número total de


bacterias
Colon 1014
Placa dental 1012
Saliva 1011
Intestino delgado 1011
Piel 1011
Estómago 107
(Fuente: referencia 2)

Parece ser que la primera publicación en la que se cita que tenemos


1014 bacterias en nuestro cuerpo es de 1972 (1). Dice más o menos
así: “Un hombre adulto tienen … 1014 microbios en su tracto
intestinal. Este dato se basa en el contenido de 1011 microbios/gramo
del tracto alimentario y que su capacidad es de aproximadamente 1
litro”. Y este dato (1014) es el que se ha ido “arrastrando” y citando
hasta nuestros días.

Ahora otros investigadores (2) han revisado y vuelto a calcular el


número de bacterias y de células humanas en nuestro cuerpo. En el
pionero trabajo de 1972 asumen que el intestino tiene una capacidad
de 1 litro, lo cual parece ser cierto. Pero los microbios no están
repartidos por igual en todo el intestino, sino que la cantidad
significativa para nuestro cálculo está en el colon, como hemos dicho.
Estos autores tienen en cuenta que un adulto produce entre 100-200
gramos de heces al día, y considerando la dinámica del tránsito fecal,
calculan que el colon tiene un volumen medio de unos 410 ml.
Luego han revisado todos los estudios sobre las medidas de la
cantidad de bacterias en heces, y concluyen que el dato más correcto
es de 0,92 x 1011 bacterias por gramo de caca. De esta forma,
calculan que la cantidad de bacterias en el colon de nuestro hombre
“de referencia” es de aproximadamente 3,8 x 1013 (el resto de
bacterias en otros órganos es menor de 1012, por lo que no influyen
en el cálculo total).

El número de bacterias en nuestro cuerpo es de 3,8 x 1013

¿Y eso cuánto pesa? Pues bastante menos que los 2 o 3 kilos que
hemos dicho muchas veces. Según estos autores la mitad del peso
del colon son bacterias y como el peso medio del colon es 0,4 kilos,
se supone que nuestras bacterias pesan unos 0,2 kilos.

Tus bacterias pesan unos 200 gramos.

¿Y cuál es el número de células humanas en ese hombre adulto


“estándar”? Los trabajos anteriores dan valores entre 1012 y 1014, y
un estudio reciente basado en tipos celulares precisa más: el cuerpo
humano tiene 3,7 x 1013 células (3). Sin embargo, estos autores han
recalculado también este dato. Para ello, han tenido en cuenta que el
84% de nuestras células son glóbulos rojos. Las células musculares y
las de grasa (adipocitos) aunque suponen un 75% de la masa celular
(son células muy grandes) sólo contribuyen con menos de un 0,2% al
número total de células humanas. Por tanto, lo que realmente
contribuye a nuestro número total de células son los glóbulos
rojos, que son unos 2,5 x 1013, mientras que el resto de células
humanas son “solo” unas 0,5 x 1013.

Tipo celular Número total de


células
Glóbulos rojos 2,5 x 1013
Células endoteliales 6 x 1011
Células de la glía 8,5 x 1010
Fibroblastos 2,6 x 1010
(Fuente: referencia 2)

Distribución del número y la masa de los diferentes tipos de células


en el cuerpo humano (referencia 2)

El número de células humanas en un hombre “estándar” es de


3 x 1013

Por tanto, lo que realmente importa para calcular la relación


bacterias:células son las bacterias de colon y los glóbulos rojos.
Mientras que tradicionalmente hemos estimado que la proporción
entre bacterias (1014) y células humanas (1013) es de 10:1, la
revisión actual calcula esa relación de 1:1 aproximadamente (3,8 x
1013 bacterias : 3 x 1013 células humanas). Una bacteria por cada
célula humana.

Tenemos la misma cantidad de bacterias que de células


humanas.

Todos estos cálculos se refieren al humano “estándar”, pero ¿cómo


influye si los calculamos en una mujer “estándar”? Pues podríamos
esperar que en mujeres la relación fuera mayor, tienen en proporción
el doble o triple de bacterias que un hombre. Bueno, en realidad lo
que tienen es menos células humanas. El volumen del colon en la
mujer es prácticamente igual al del hombre, pero la mujer tiene un
10% menos de glóbulos rojos y hasta un 20-30% menos de volumen
sanguíneo. Por eso, podríamos esperar que la relación
bacteria:células aumentara dos o tres veces en mujeres.

¿Y con la edad?, ¿cambia esa proporción con la edad? Pues en parte


sí. La densidad de bacterias en el colon es relativamente contaste
desde la infancia hasta el adulto. Pero el volumen del colon (menor
en niños) o el de sangre (mayor en niños y menor en ancianos)
puede causar pequeños cambios (x2) en la proporción
bacteria:células con la edad.

¿Y con la obesidad?, ¿aumenta la proporción bacteria:células si eres


gordo? Ya hemos visto que los adipocitos (células de grasa), aunque
se hipertrofien, no afectan significativamente al número total de
células humanas. Pero las personas obesas pueden tener un volumen
de colon mayor. Aunque tengan un colon mayor (más bacterias),
también aumenta el volumen de sangre (más glóbulos rojos), por lo
que la proporción bacteria:células se suele mantener similar a
la de un hombre “estándar”, aunque su perfil no sea muy “estandar”.

Aunque estés gordo, la proporción bacteria:células no cambia.

Si lo que más influye en nuestro cálculo de bacterias totales son las


que hay en el colon, la relación bacteria:células también varia si
disminuye el número de bacterias intestinales. Y esto ocurre cada día,
si eres regular, con la defecación en la que se puede llegar a excretar
hasta un tercio de nuestras bacterias. Así, es de esperar pequeños
cambios en la proporción 1:1 a favor a las células humanas respecto
a las bacterias.

Bacteria are my friends.

No somos 90% bacterias, pero eres mitad humano, mitad


bacteria.

Hemos llegado a leer que tenemos 10, e incluso 100 veces más
bacterias que células. Si ahora resulta que la proporción es 1:1, ¿qué
pasa que nuestras bacterias no son tan importantes cómo
pensábamos? Por supuesto que son importantes, todo esto no afecta
para nada al importante papel biológico que nuestras bacterias
juegan en nuestra salud.

Ahora resulta que no son tantas como pensábamos, pero siguen


siendo la mitad de nosotros: por cada célula tuya tienes una bacteria,
¡eres mitad humano, mitad bacteria!

(1) Introduction to intestinal microecology. Luckey TD. Am J Clin Nutr. 1972 Dec;
25(12):1292-4
(2) Revised estimates for the number of human and bacteria cells in the body.
Sender, R., et al. PLoS Biol. 2016 Aug 19;14(8):e1002533. doi:
10.1371/journal.pbio.1002533.
(3) An estimation of the number of cells in the human body. Bianconi, E., et al. Ann
Hum Biol. 2013 Nov-Dec; 40(6):463-71. doi: 10.3109/03014460.2013.807878.

En nuestro cuerpo viven unos 48 billones


de bacterias, 60 billones de virus y varios
miles de millones de hongos
En el mes de la ciencia, el microbiólogo Edgardo Moreno responde las consultas de los
lectores

Por: Irene Rodríguez 17 agosto, 2017

Esta imagen de microscopio muestra algunas de las bacterias que habitan en la placa
bacteriana de nuestras bocas.

Dentro del organismo humano conviven trillones de especies microscópicas, en su


mayoría con funciones definidas que ayudan en muchos procesos de nuestro
metabolismo o nos protegen de la acción de otros microorganismos que sí podrían
resultar dañinos.

"Se ha calculado que un humano tiene cerca de 37 billones (millones de millones) de


células corpóreas y por cada una de ellas hay cerca de 1,3 bacterias, es decir, unas 48
billones. Esto sin contar el número de virus, que ronda en unos 60 billones. Además, en
el cuerpo habitan varios miles de millones de hongos y millones de ácaros. Todos
felices y contentos", apuntó Edgardo Moreno, microbiólogo especialista en
Inmunología, Microbiología Celular y Enfermedades infecciosas y miembro de la
Academia Nacional de las Ciencias (ANC).

Esta es una de las consultas planteadas por lectores de La Nación y que Moreno
respondió como parte de la iniciativa "Pregúntele al científico".

LEA: Genética no es determinante en enfermedades mentales


Al igual que en el 2016, este especial invita a los lectores a plantear sus consultas sobre
temas diversos. Especialistas de la ANC dan respuesta a las interrogantes formuladas y
estas se publican en este medio todos los viernes de agosto, mes de la ciencia.

-¿Qué tipo de funciones realizan dentro de nuestro cuerpo los microorganismos?

El microbioma (microorganismos del cuerpo) protege contra enfermedades, controlando


a los agentes patógenos y estimulando las defensas. Además, desdobla los alimentos
para que sean digeribles y nos suministra micronutrientes como las vitaminas. El
microbioma también es responsable en parte del "tufillo" que despiden las personas y
que los identifica.

-¿Qué tipos de microbios conviven en nuestro organismo? ¿Tienen formas diferentes de


beneficiar o dañar nuestro cuerpo?

Mientras las bacterias, hongos y protozoarios (organismos unicelulares) son especies


autónomas que se multiplican, los virus como los que causan el dengue y la gripe,
necesitan de las células para replicarse. Por eso, los virus siempre son parásitos. Por otro
lado, la malaria y el papalomoyo son protozoarios, parásitos que causan enfermedad.
Algunos son animales, como los gusanos que viven en el intestino. Sin embargo, la
mayoría de las relaciones parasíticas son buenas, incluyendo algunos gusanos y
protozoarios, y solo unas pocas son malas.

Edgardo Moreno es especialista en Inmunología, Microbiología Celular y


Enfermedades infecciosas.
- ¿Qué hay más: microorganismos beneficiosos o microorganismos que puedan
resultarnos dañinos y enfermarnos?

Por cada organismo dañino hay millones de millones de beneficiosos. Se ha calculado


que para los seres humanos el total de patógenos ronda en no más de 500 especies. De
estas solo cerca de 50 son realmente peligrosas.

¿Con cuál microorganismo no podría vivir el ser humano?

Hay patógenos más virulentos que otros, pero ninguno es 100% letal, aunque algunos se
aproximan. Por ejemplo la toxina del tétano y botulínica de bacterias son casi siempre
mortales; sin embargo, se han reportado sobrevivientes. El virus de la rabia es letal una
vez que los síntomas se manifiestan, aunque se han salvado algunas personas.

¿Hay algún microorganismo sin el cual la vida humana podría ser imposible? ¿Cuál
función cumple?

Sin microbioma no se puede sobrevivir; pero como es muy diverso, no se sabe a ciencia
cierta cuales microorganismos son los esenciales. Muchos de los llamados Firmicutes
que habitan el organismo son necesarios, pero en su conjunto.

Los niños recién nacidos que no tengan Lactobacillus y Bifidobacterium en su tracto


intestinal tendrán grandes problemas para sobrevivir, ya que no podrán digerir la leche.
Staphylococcus epidermis es una bacteria esencial para proteger la piel; sin ella se
tendrían infecciones que podrían ser mortales.

¿Por qué existe la concepción de ver a las bacterias como algo solamente dañino para
nuestra salud?

Es una percepción equivocada que viene del siglo XIX, cuando se descubrieron los
primeros microorganismos causantes de enfermedad. Entonces, se estableció una
sinonimia entre microbio y enfermedad, lo que es un error. La microbiología
contemporánea ha logrado demostrar que el 99,999999999999% de los
microorganismos son beneficiosos o indiferentes para la vida de los humanos.

¿Dónde hay más microbios en la mano o en la boca?

En general, en la boca. Se estima que hay 100 millones de bacterias por cada milímetro
de saliva con un total de 615 especies. Por otro lado, debajo de una uña pude haber más
microorganismos que habitantes en todo el continente americano. El lavado de boca y
manos mata muchos microorganismos. Una boca limpia puede tener menos
microorganismos que una mano sucia y viceversa. Ambos son importantes, pues
protegen. El aliento de la boca depende de los microrganismos que la habitan y de la
dieta. El ajo mata unos pero favorece otros...

¿Hay algún perfil de persona que sea más susceptible a tener más microorganismos en
su cuerpo (según edad, sexo, tipo de lugar en el que vive o trabaja, etcétera.)?

Antes de nacer los fetos tienen poblaciones bacterianas y virales definidas y normales,
aunque en menos cantidad y variedad. Aparte de eso, no hay diferencias significativas
en el número de microrganismos, entre sexos, razas y edades. En general, no hay
relación significativa con el trabajo que desempeñan las personas. Incluso, las
inmunosuprimidas y enfermas no tienen más microorganismos que las sanas, aunque sí
puede variar el tipo.

¿Lo que comemos o las actividades cotidianas que hacemos afectan la vida de estos
organismos?

Aunque el microbioma es parecido en todos los humanos, hay variaciones según en


donde y cómo se viva. El microbioma varía con la dieta y edad: un niño recién nacido
tiene un microbioma intestinal algo diferente al de un adulto, y un vegetariano al de un
carnívoro. Los deportistas tienen la tendencia a cierto tipo de microbioma corporal,
debido a la sudoración.

Los jabones, las cremas, talcos y demás menjurjes afectan y matan al microbioma
corporal. Por otro lado, las personas que no se bañan tienen un poco más de
microorganismos en la piel, uñas y pelo, aunque no en el intestino.

Del archivo: Obsesión por limpieza en niños más bien atrae enfermedades

- ¿Cómo se ve afectado un microorganismo cuando no tomamos bien un tratamiento o


cuando lo tomamos sin necesitarlo?
Hay varios tipos de fármacos que afectan al microbioma. Los más severos son los
antibióticos. Tomarlos irrestrictamente es un peligro, pues ellos eliminan a muchos
microorganismos beneficiosos, ya que no los distinguen de los patógenos. Los
tratamientos deben tomarse completamente a como se recomienden. De otra manera
pueden inducir el surgimiento de microorganismos resistentes a los antibióticos.

- ¿El cabello contiene microbios capaces de contaminar un campo estéril en una sala
quirúrgica?

Sí, y son una de las causas más frecuentes de contaminación. Por eso se obliga a usar
gorro. Cada cabello puede tener de miles a millones de microorganismos. Los microbios
del cabello representan un grupo particular: unos viven en el folículo y otros en el pelo
propiamente. Dependiendo del largo y de la higiene personal, el cabello puede tener
más o menos microorganismos. Si hay piojos el número de microorganismos es más
elevado.

- Soy obsesiva con el lavado de manos, cuando no tengo cerca agua y jabón paso
untándome gel de alcohol, ¿eso genera algún problema? ¿Veo microbios en todo lado?

Para ver microbios por todos lados se necesita una visión microscópica: sin embargo,
ellos están por todos lados. Lo que es normal y beneficioso.

Lavarse las manos antes de comer, para cocinar o después de manipular ciertos objetos,
es un buen hábito. Sin embargo, hacerlo en exceso y usar frecuentemente alcoholes no
es conveniente, pues quita las grasas naturales que protegen la piel de las manos y las
reseca. Además, se elimina la microbiota normal que protege. Eso las hace más
susceptibles para que ciertos microorganismos, como hongos oportunistas, se instalen y
causen enfermedad.

¿Cuántos microbios contienen las carnes y cuántos contienen las frutas y verduras?

El músculo vivo (llamado carne) está libre de gérmenes. Cuando se expone, empieza a
contaminarse por la manipulación y por el aire. Un bistec sin refrigeración en un día
puede albergar 100.000.000.000 de microorganismos por centímetro cubico. Lo
suficiente para dar mal olor, causado en su mayoría por las bacterias. Respecto a las
frutas y verduras, varía. Las cáscaras de muchas frutas tienen sustancias “antibióticas”,
que impiden el crecimiento de microorganismos, lo que evita que penetren y que
proliferen, aunque estén presentes. Los tubérculos tienen cáscaras duras que los
protegen, sin embargo sus superficie tiene cientos de millones de microorganismos por
centímetro cuadrado, lo mismo que una lechuga sin lavar.

Acerca del científico: ¿quién es Edgardo Moreno?

Es especialista en Inmunología, Microbiología Celular y Enfermedades infecciosas. Su


área de investigación se enfoca en la comprensión de la inmunología y de la
patobiología de la brucelosis, una enfermedad infecciosa que afecta al ganado y que
podría transmitirse al ser humano si entra en contacto con un animal o consume sus
derivados.
El mal se caracteriza por fiebres altas, fatiga, dolor de cabeza, escalofríos, dolor
abdominal, sudoración, ganglios inflamados, entre oros.

LEA: Algunas bacterias de nuestros intestinos tienen al menos 15 millones de años

Moreno ha trabajado en el diagnóstico de la enfermedad y en resolver la evolución,


taxonomía y virulencia del género Brucella, bacteria que transmite la enfermedad.

Es miembro del Sistema de Estudios de Posgrado de las menciones de Microbiología,


Biología, Fisiología y Bioquímica de la Universidad de Costa Rica (UCR) y Asesor del
Doctorado en Ciencias de la UCR. Es Catedrático, Coordinador del laboratorio de
Inmunología del (Programa de Investigaciones de Enfermedades Tropicales) PIET,
profesor de varios cursos de grado y de posgrado e investigador en la UNA y UCR, es
miembro de la ANC, revisor de proyectos de los Institutos Nacionales de Salud de los
Estados Unidos y revisor de varias revistas internacionales.

TAMBIÉN: Microbio hallado en Limón da armas contra superbacteria

Microbio hallado en Limón da armas


contra superbacteria
Investigación fue desarrollada por el INBio y Universidad de Míchigan

Por: Michelle Soto 28 abril, 2016

Así luce la superbacteria Acinetobacter baumannii . | JANICE CARR /CENTER FOR


DISEASE CONTROL AND PREVENTION

En el sedimento marino de Punta Mona, en Limón, podría estar el “arma secreta” de la


ciencia para desarticular la resistencia antibiótica de una superbacterias hospitalaria.

Científicos de la Universidad de Míchigan (EE. UU.) y del Instituto Nacional de


Biodiversidad INBio) de Costa Rica hallaron en dicho sedimento un tipo de microbio
que nombraron como Streptomyces gandocaensis.

En el laboratorio, los investigadores lo tomaron y aislaron tres metabolitos (moléculas


producidas durante los procesos metabólicos del microorganismo) y, a partir de estos,
desarrollaron dos más mediante ingeniería genética.
Las cahuitamicinas, como se llamó a estos metabolitos en honor al Parque Nacional
Cahuita, ayudarían a desarmar la biopelícula generada por la bacteria Acinetobacter
baumannii, una de las seis superbacterias comunes en los hospitales del mundo. La
biopelícula que esta posee funciona como un “chaleco” contra los antibióticos.

“Esta nueva clase de inhibidores (las cahuitamicinas) proporciona una base para el
desarrollo de fármacos seguros y eficaces para limitar o prevenir la formación de
biopelículas”, dijo David Sherman, autor del estudio, en un comunicado de la
Universidad de Míchigan, EE. UU.

Este hallazgo, publicado en la revista científica Nature Communications, constituye el


primer paso de un largo proceso que culminará con un fármaco.

Pero, antes de llegar a la droga, los científicos deberán optimizar el compuesto. Luego
vendrá la etapa preclínica, la cual es necesaria antes de considerar los ensayos en
humanos, que finalmente darían la viabilidad al medicamento.

El sedimento marino donde estaba el microbio fue recolectado en punta Mona, en el


refugio de Gandoca Manzanillo. | PABLO MONTIEL /ARCHIVO

Resistencia antibiótica. Algunos microorganismos tienen la habilidad de adherirse a


una superficie creando una biopelícula o recubrimiento.

“Como todo ser vivo, las bacterias han tenido que irse adaptando al entorno. La bacteria
conoce al antibiótico y crea su mecanismo de defensa para blindarse”, explicó Allan
Jiménez, coordinador de la Unidad de Bioprospección del INBio.

Algunas bacterias son más fuertes cuando construyen esa biopelícula, con el agravante
de que colonizan implementos médicos, implantes y prótesis. Cuando esto pasa, la
esterilización de ese instrumental resulta inútil y a la fecha, no existe fármaco capaz de
desarmar esa barrera.

Ante este panorama, la infección que ataca a la persona no cede y podría derivar en
otras complicaciones, como neumonía o bacteriemia (infección en la sangre), “con tasas
de mortalidad de hasta 60%”, se lee en el estudio.

La Acinetobacter baumannii no solo forma biopelículas sino que pertenece al grupo de


superbacterias hospitalarias que tienen alta resistencia antibiótica.

Usa la biopelícula como una cueva en la que se esconde mientras el cuerpo de la


persona es bombardeado con antibióticos para combatir la primera infección y, en ese
proceso, va aprendiendo todo acerca de las “armas” que posee la medicina.
Cuando el bombardeo antibiótico cesa, Acinetobacter baumannii sale de su escondite y
es cuando el cuadro clínico se complica.

“Por eso es importante que la gente permanezca el menor tiempo posible en los
hospitales, para así evitar contagiarse con una superbacteria”, comentó Jiménez a La
Nación.

“Además, el antibiótico se debe tomar por el tiempo indicado para que cumpla sus
ciclos. No más, no menos. Si una persona abandona el antibiótico antes, eso favorece
que la bacteria desarrolle resistencia”, agregó.

Desarmando al rival. En pruebas de laboratorio, el microbio Streptomyces


gandocaensis mostró características inhibidoras de biopelícula. Ante esto, los
investigadores aislaron tres metabolitos (cahuitamicinas A, B y C). Por mutagénesis o
ingeniería genética, produjeron dos más a partir de los naturales.

“Las cahuitamicinas D y E, producto de este proceso, resultaron ser las más potentes”,
explicó Jiménez en referencia al estudio en el que participó su excolega del INBio,
Guiselle Tamayo.

La razón detrás de esas características inhibitorias podría estar en la misma naturaleza


de Streptomyces gandocaensis.

Los organismos marinos, al provenir de ambientes hostiles, desarrollan mecanismos de


adaptación y los científicos pueden aprender de estos.

“Aunque la investigación marina es cara, se generan estructuras novedosas que no se


encuentran en la tierra”, dijo Jiménez.

El investigador de INBio agregó otra ventaja: los compuestos marinos son solubles en
agua y compatibles con los fluidos bioquímicos de los humanos.

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